PRINCETON • NEW JERSEY
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RAMON LLULL
Obras Literarias
BIBLIOTECA
D E
AUTORES CRISTIANOS
BAJO LOS AUSPICIOS Y ALTA DIRECCION DE
LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA
LA COMISIÓN DE DICHA PONTIFICIA
UNIVERSIDAD ENCARGADA DE LA
INMEDIATA RELACIÓN CON LA B. A. C,
ESTÁ INTEGRADA EN EL AÑO 1948
POR LOS SEÑORES SIGUIENTES :
Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr. Fr. Francisco Barbado
Viejo, O. P., Obispo de Salamanca y Gran Canciller
de la Pontificia Universidad.
vicepresidente: limo. Sr. Dr. Lorenzo Miguélez
Domínguez, Rector Magnífico.
VOCALES: Sr. Decano de la Facultad de Sagradas Escri-
turas, M. R. P. Alberto Colunga, O. P.; Sr. Decano
de la Facultad de Teologia, M. I. Sr. Dr. Gregorio
Alastruey ; Sr. Decano de la Facultad de Filosofía,
R. P. Dr. Fr. Jesús Valbuena, O. P. ; Sr. Decano de
la Facultad de Derecho, R. P. Dr. Fr. Sabino Alon-
so, O. P. ; Sr. Decano de la Facultad de Historia,
R. P. Dr. Ricardo García Villoslada, S. I.
secretario: M. I. Sr. Dr. Lorenzo Turrado, Profeso)
LA EDITORIAL CATOLICA S. A. — Apartado 40b
I HEM DENTE:
MADRID, MCMXLVIII
RAMON LLULL
OBRAS LITERARIAS
Libro de Caballería. - Blanquerna.
Félix. -- Poesías.
EDICION PREPARADA Y ANOTADA POR LOS PADRES
MIGUEL BATLLORl, S . I .
MIGUEL CALDENTEY, T. O. R.
INTRODUCCION BIOGRAFICA DE DON
SALVADOR GAL MES
CORRESPONDIENTE DE LA R. ACADEMIA DE LA HISTORIA
INTRODUCCION AL «BLANQUERNA» DEL PADRE
RAFAEL GINARD BAUÇÀ, T. O. R.
BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS
MADRID, MCMXLVIU
Dr.
NIHIL OBVIAT
Andrés de Lucas,
Censor.
Con licencia de
los Superiores
regularen
IMPRIMA TUR :
t Casimiro,
Oh. aux. y Vic. gral.
Madrid, 22 marzo 1948.
LA EDITORIAL CATOLICA, S. A.— ALFONSO XI, 4.— MADRID
INDICE GENERAL
Págs.
Prólogo gener aj xvn
Introducción biográfica i
Vida coetánea de Ramón Llull 43
Bibliografía 79.
LIBRO DE LA ORDEN DE CABALLERIA
Introducción 97
Prólogo 105
Parte I. — Del principio de la Caballería 109
Parte II. — Del oficio que pertenece al caballero 112
Parte III. — Del examen del escudero que quiere entrar en la
Orden de Caballería 121
Parte IV. — Del modo con que el escudero debe recibir la C
bollería 126
Parte V. — De la significación de las armas del caballero ... 129
Parte VI. — De las costumbres que pertenecen al caballero ... 133
Parte VII. — De la honra que se debe hacer al caballero 139
LIBRO DE EVAST V BLANQUERNA
Introducción al «Blanquerna» 145
Prólogo 159
EMPIEZA EL LIBRO I, QUE TRATA DEL ESTADO
MATRIMONIAL
Capítulo I. — Del matrimonio de Evast y Aloma 160
Capítulo II. — Del nacimiento y buena educación de Blanquerna. 164
Capítulo III. — De la cuestión que propuso Evast a su hijo Blan-
querna 167
Capítulo IV. — De la contienda que hubo entre Evast y Aloma. 170
Capítulo V. — Cómo Evast y Aloma determinaron dar el mando
de la casa a su hijo Blanquerna .. 176
Capítulo VI. — De cómo tentó a Blanquerna una doncella por
nombre Cana .' , 181
Capítulo VII. — De cómo Evast y Aloma acompañaron a su hijo
Blanquerna , 186
VI
ÍNDICE GENERAL
Págs.
Capítulo VIII. — De la despedida ,., 189
Capítulo IX. — Del modo con que Evast y Aloma arreglaron su
vida I94
Capítulo X. — Del hospital 197
Capítulo XI. — De la . gula 197
Capítulo Xn.^De la torpeza 199
Capítulo XIII. — De la avaricia 200
Capítulo XIV. — De la soberbia 201
Capítulo XV. — De la pereza 202
Capítulo XVI.— De la envidia 203
Capítulo XVn.-De la ira 205
Capítulo XVIII.— De la vanagloria 206
EMPIEZA EL LIBRO II, QUE TRATA DEL ESTADO
RELIGIOSO '
PARTE I
Capítulo XIX. — De la contienda que medió entre Cana y Anas-
tasia 208
Capítulo XX. — Dícese en qué manera Cana entró en religión. 212
Capítulo XXI. — De cómo Cana fué elegida sacristana 219
Cápítulo XXII. — De la muerte de la abadesa , 220
Capítulo XXIII. — De consolación 221
Capítulo XXIV. — En qué manera Cana fué elegida abadesa 223
Capítulo XXV. —De cómo la abadesa Cana ordenó acerca de
los cinco sentidos corporales, y primeramente del oído 226
Capítulo XXVI.— De la vista 228
Capítulo XX VIL— Del olfato 230
Capítulo XXVIIL— Del gusto 231
Capítulo XXIX.— Del sentir 232
Capítulo XXX. — De las siete virtudes, y primeramente de la fe. 234
Capítulo XXXI. — De la esperanza 237
Capítulo XXXII. — De la caridad 239
Capítulo XXXIIL— De la justicia 241
Capítulo XXXIV. — De la prudencia 244
Capítulo XXXV.— De la fortaleza 24Ó
Capítulo XXXVL— De la templanza 248
Capítulo XXXVII. — De la memoria 249
Capítulo XXXVIIL— Del entendimiento 251
Capítulo XXXIX.-^De la voluntad 252
Capítulo XL. — De la oración 254
Capítulo XLI. — -Del espiar 256
PARTE 11
Capítulo XLII. — De los diez mandamientos 257
Capítulo XLIII. — De la fe y la verdad 263
Capítulo XLIV. — .Del entendimiento 266
Capítulo XLV.-^De la devoción 2Ó8
Capítulo XLVI. — .De la diligencia 270
Capítulo XLVII. — De los agüeros 273
ÍNDICE GENERAL VII
Págs.
Capítulo XLVHL — Del valor 276
Capítulo XLIX. — De la consolación 281
Capítulo L. — De la fortaleza 286
Capítulo LI. — De la tentación 289
Capítulo LII. — De la penitencia 293
Capítulo LUI. — De la perseverancia 300
Capítulo L·IV. — De la obediencia 302
Capítulo LV. — Del consejo , 305
Capítulo LVI. — De la ordenación de los estudios 307
Capítulo LVII. — De la vanagloria 311
Capítulo LVLTI. — De la acusación ■ 314-
Capítulo LIX. — Cómo Blanquerna fué elegido sacristán 319
Capítulo LX. — Cómo Blanquerna fué elegido abad 322
Capítulo LXI. — Que trata de la manera en que el abad Blan-
querna hizo el libro de «Ave Maria» 327
Capítulo LXJI. — De «Gratia plena» 331
Capítulo LXLTI. — -De «Dominus tecum» 336
Capítulo LXIV. — De aBenedicta tu in mulieribus» 339
Capítulo LXV. — De «Benedictus fructus ventris tui» 344
Capítulo LXVI. — De «Sancta Maria ora pro nobis» 347
EMPIEZA EL LIBRO LTI, QUE TRATA DE PRELACIA
Capítulo LXVLL — Cómo el abad Blanquerna fué elegido obispo. 354
Capítulo LXYIII. — De qué manem el obispo Blanquerna or-
denó su obispado 356
Capítulo LXIX. — De la pobreza . 359
Capítulo LXX. — De la mansedumbre ! 362
Capítulo LXXL— Del llanto 366
Capítulo LXXII. — De la aflicción 370
Capítulo LXXIII. — De la misericordia 372
Capítulo LXXIV. — De la limpieza 376
Capítulo LXXV. — De la paz 379
Capitulo LXX VI. — De la persecución x 382
Capítulo LXXVLL— De «quolibet» 388
EMPIEZA EL LIBRO IV, QUE TRATA DEL ESTADO
APOSTOLICO
Capítulo LXXVIIL— De qué manera el obispo Blanquerna fué
elegido Papa 39I
Capítulo LXXIX. — De las ordenanzas que el Papa Blanquerna
hizo en su corte 39-
Capítulo LXXX.— De «Gloria in excelsis Deo» 403
Capítulo LXXXL— De «Et in terra pax hominibus bonae vo-
luntatis» 4ü
Capítulo LXXXIL— De «Laudamus te» 41S
Capítulo LXXXIII.— De «Benedicimus te» 42 3
Capítulo LXXX IV.— De «Adoramus te» 429
Capítulo LXXXV.— De «Glorificamus te» 434
Capítulo LXXXVI. — De «Gratias agimus tibi propter magna»
gloriam tuam» 433
VIII
ÍNDICE GENERAL
PágS.
Capítulo LXXXVII. — De «Domine Deus rex caelestis, Deus
Pater omnipotens» 442
Capítulo LXXXVTII. — De «Domine Fili .unigenite*, le su
Christe» 445
Capítulo LXXXIX. — De «Domine Deus Agnus Dei, Filius Pa-
tris» 450
Capítulo XC. — De «Qui tollis peccata mundi, miserere nobis». 452
Capítulo XCI. — De «Qui tollis peccata mundi, suscipe depreca-
tionem nostram» 455
Capítulo XCII. — De «Qui sedes ad dexteram Patris, miserere
nobis» 459
Capítulo XCIII. De «Quoniam tu solus sanctus» 463
Capítulo XCIV. De «Tu solus Dominus» 465
Capítulo XCV. — De «Tu "solus altissimus, Iesu Christe, cum
Sancto Spiritu in gloria Dei Patris. Amen» 468
EMPIEZA EL LIBRO V, DE VIDA EREMITICA
Capítulo XCVI. — De cómo el Papa Blanquerna renunció ai
pontificado 47 1
Capítulo XCVIL — De cómo Blanquerna se despidió del Papa
y de los cardenales 474
Capítulo XCVIII. — De la vida que Blanquerna hacía en su •
ermita 475
Capítulo XCIX. — De la manera como Blanquerna ermitaño
compuso el «Libro del Amigo y del Amado» }77
DEL «LIBRO DEL AMIGO Y DEL AMADO»
Del prólogo 479
[Empiezan las metáforas morales] 480
EMPIEZA EL «ARTE DE CONTEMPLACION»
Prólogo 524
Capítulo I. — 'Del modo con que Blanquerna contemplaba las
virtudes de Dios 525
Capítulo II. — De la manera en que Blanquerna contemplaba,
de tres en tres, las virtudes de Dios 529
Capítulo III. — De la esencia 533
Capítulo IV. — De la unidad 537
Capítulo V. — De la trinidad 540
Capítulo VI. — De la encarnación 544
Capítulo VIL — Del «Pater noster» 547
Capítulo VIII. — Del «Ave Maria» 551
Capítulo IX. — De los mandamientos 551
Capítulo X. — Del «Miserere mei Deus» 560
Capítulo XI. — De los siete sacramentos de la santa Iglesia ... 568
Capítulo XII. — De las virtudes 568
Capítulo XIII. — De los vicios 572
Capítulo XIV. — Del fin del libro 574
ÍNDICE GENERAL
IX
Págs.
Apéndice I. — Versículos sobrantes de la edición castellana 580
Apéndice II. — Capítulo CXV. — De la pasión de Jesucristo, Sal-
vador nuestro, y cómo Blanquerna la contemplaba, después
de la Santa Trinidad y Encarnación, con las tres potencias
de su alma, por los actos de cada una de las virtudes y
dignidades divinas, aquí expresadas 587
FELIX O MARAVILLAS DEL MUNDO
Introducción 599
Prólogo 605
LIBRO I. — DE DIOS
Capítulo I. — En que se manifiesta que hay Dios 606
Capítulo II. — Qué es Dios 610
Capítulo ILI. — De la unidad de Dios 614
Capítulo IV. — De la trinidad de Dios 617
Capítulo V. — Dónde está Dios 625
Capítulo VI. — De la creación del mundo 627
Capítulo VLT. — De la encarnación del Hijo de Dios en nues-
tra Señora la Virgen María 630
Capítulo VTII. — De la santa pasión de nuestro Señor Jesucristo. 640
Capítulo IX. — Del pecado original 645
Capítulo X. — De María Santísima, nuestra Señora 647
Capítulo XI. — De los profetas 650
Capítulo XII. — De los apóstoles 654
LIBRO n. — DE LOS ANGELES
Capítulo XIII. — Si hay o no ángeles 661
Capítulo XIV. — Qué es ángel 662
Capítulo XV. — Del entendimiento del ángel 665
Capítulo XVI. — Del modo de hablar los ángeles 666
LIBRO III — DE LOS CIELOS
Capítulo XVII. — Del cielo empíreo 670
Capítulo XVIII. — Del firmamento 671
LIBRO IV —DE LOS ELEMENTOS
Capítulo XIX. — De la simplicidad y composición de los ele-
mentos 677
Capítulo XX. — De la generación y corrupción de los elementos. 678
Capítulo XXI. — Del movimiento de los elementos 679
Capítulo XXII. — Del relámpago óSi
Capítulo XXIII.— Del trueno 682
Capítulo XXIV. — De las nubes 683
Capítulo XXV.— De la lluvia 684
X
ÍNDICE GENERAL
Págs.
Capítulo XXVI. — De la nieve y del hielo 686
Capítulo XXVTI.-^De los vientos 687
Capítulo XXVIII.— Del tiempo 688
Capítulo XXIX. — De la batalla que se hizo delante de los
[dos] hijos del rey 691
LIBRO V.— DE LAS PLANTAS
Capítulo XXX. — De la generación de las plantas 696
Capítulo XXXI. — De la corrupción de los árboles 698
Capítulo XXXII. — De la virtud de las plantas 701
LIBRO VI.— DE LOS METALES
Capítulo XXXIII. — De la generación de los mefales 70^
Capítulo XXXIV. — De la cuestión que hubo entre el hierro
y la plata 708
Capítulo XXXV. — Del imán y del hierro . 711
Capítulo XXXVI. — De la alquimia 714
LIBRO . VIL— DE LOS ANIMALES
Capítulo XXXVII. — 1. De la elección del rey 719
Capítulo XXXVIII. — 2. Del consejo del rey 722
Capítulo XXXIX. — 3. De la traición que la Zorra quiso hacer
al rey 724
Capítulo XL. — 4. De cómo ]a Zorra fué elegido portero del
rey ' 727
Capítulo XLI. — 5. De los embajadores que el León envió al
rey de los hombres 736
Capítulo XLII. — 6. De la batalla que hubo entre el Leopardo
y la Onza « 743
Capítulo XLIII. — 7. De la muerte de la Zorra 750
LIBRO VIII.— DEL HOMBRE
[Prólogo] 753
Capítulo XLIV. — Qué es el hombre 758
Capítulo XLV. — De qué es el hombre 761
Capítulo XLVI. — Por qué o para qué es el hombre 762
Capítulo XLVII. — Por qué vive el hombre 764
Capítulo XLVLTI. — Por qué ama y desea el hombre tener hijos. 766
Capítulo XLIX. — Por qué causa el hombre está sarjo y en-
fermo 768
Capítulo L. — Por qué el hombre envejece 771
Capítulo LI. — Por qué muere el hombre 773
Capítulo LII. — Por qué ama el hombre los deleites de este
mundo 775
Capítulo LUI.— Del placer que el hombre tiene en memorar ... 775
Capítulo LIV. — .Del placer que el hombre tiene en entender ... 777
Capítulo LV. — 'Del placer que el hombre tiene en amar 779
ÍNDICE GENERAL XI
Págs
Capítulo LVI. — Del placer que el hombre tiene por el sentido
de la vista 782
Capítulo LVII. — Por qué el hombre tiene placer en oír 784
Capítulo LVIII. — Por qué el hombre tiene placer en oler 787
Capítulo LIX. — Por qué el hombre tiene placer en gustar 789
Capítulo LX. — Por qué tiene el hombre placer en tocar 79a
Capítulo LXI. — Por qué es el hombre bueno y por qué malo. 795
Capítulo LXII. — -De la vida activa y de la vida contemplativa. 799
Capítulo LXIII. — De la fe y falta de fe 802
Capítulo LXIV. — De la esperanza y desesperación 805
Capítulo LXV. — De la caridad y la crueldad 809
Capítulo LXVI. — De la justicia e injusticia \ 812
Capítulo LXVII. — De la sabiduría y de la ignorancia 815
Capítulo LXVILI. — De la potencia e impotencia 819
Capítulo LXIX. — De la templanza y de la gula < 823
Capítulo LXX. — De la liberalidad y de la avaricia 825
Capítulo LXXI. — De la castidad y de la lujuria ' 829
Capítulo LXXII. — De la diligencia y acidia 833
Capítulo LXXIII. — De la humildad y de la soberbia 836
Capítulo LXXIV. — De la continencia y de la envidia 840
Capítulo LXXV. — De la paciencia y de la ira 844
Capítulo LXX VI. — De la bienaventuranza y malaventuranza o
de la felicidad e infelicidad 846
Capituló LXX VII. —De la lealtad y deslealtad 849
Capítulo LXXVILT. — De la cortesía y descortesía 852
Capítulo LXXIX.— De la verdad y de la falsedad 855
Capítulo LXXX. — Del mérito y de la culpa 860
Capítulo LXXXI. — De la obediencia y desobediencia 862
Capítulo LXXXLI. — De la ordenación e inordinación 867
Capítulo LXXXIII. — De la riqueza y de la pobreza 870
Capítulo LXXXI V. — De la libertad y servitud 873
Capítulo LXXXV. — De la similitud y disimilitud 877
Capítulo LXXXVI. — De la alabanza y vituperio 8S0
Capítulo LXXX VII. — De la perfección e imperfección 883
Capítulo LXXXVLII.— De la nobleza y de la vileza 886
Capítulo LXXXIX. — Del crecer y menguar 889
Capítulo XC. — De la ganancia y de la pérdida ' 892
Capítulo XCI. — Del ardimiento y de la cobardía 895
Capítulo XCII. — Del honor y deshonor 900
Capítulo XCIII. — De la hermosura y de la fealdad 903
Capítulo XCIV. — Del consuelo y desconsuelo 907
Capítulo XCV. — De la alegría y de la tristeza ■ 910
Capítulo XCVI. — De la concordancia y de la contrariedad 914
Capítulo XCVII. — Del principio y del fin 916
Capítulo XCVUI. — De la grandeza y de la pequeñez 920
Capítulo XCIX. — De la costumbre y de su privación 924
Capítulo C. — De la predestinación y del libre albedrío 927
Capítulo CI. — De la abstinencia " 932
Capítulo CII. — De la conciencia 934
Capítulo CIII. — De la confesión « 938
Capítulo CIV. — De la penitencia 941
Capítulo CV. — De la oración 944
XII
ÍNDICE GENERAL
Págs.
Capítulo CVI. — De la limosna 948
Capítulo CVII. — De la intención 951
Capítulo CVILT. — De la tentación 954
Capítulo CIX. — De la vanagloria 957
Capítulo CX. — De edificar 961
Capítulo CXI. — (Del régimen 963
Capítulo CXLT. — De la elección 966
Capítulo CXILT. — Del pecado 969
Capítulo CXIV. — De la resurrección 972
Capítulo CXV. — De los milagros *. 975
LIBRO IX.— DEL PARAISO
Capítulo CXVI. — Comienza el libro IX, que es del paraíso,
y primeramente de la gloria de los ángeles ., 979
Capítulo CXVII. — De la gloria que las almas de los hombres
tienen en el paraíso 982
Capítulo CXVTII. — De la gloria que el cuerpo del hombre
tendrá en el paraíso 9^5
LIBRO X.— DEL INFIERNO
Capítulo CXIX. — Comienza el libro X, que es del infierno,
y primeramente de la pena de los malos espíritus 988
Capítulo CXX.-^De la pena que padecen las almas en el in-
fierno 991
Del fin del libro 998
Del segundo Félix ooq
POESIA
Introducción a la poesía de Ramón Llull 1003
I. — Ramón Llull, poeta franciscano 1003
II. — Juglar de nuestro Señor Jesucristo ion
ILI. — Juglar de nuestra Señora Santa María 1013
IV. — Obra poética y obra rimada en Ramón Llull. La poesía
del «Llibre del Amic i del Amat» 1017
V. — Poeta escolástico popular 1019
VI. — Leves analogías entre Ramón Llull, Alfonso el Sabio
y Dante Alighieri , 1024
VIL — Género y catálogo de las poesías de Ramón Llull 1027
VIII. — Nuestra edición 1030
HORAS DE NUESTRA SEÑORA
De la confesión que el hombre debe hacer a cada una de las
horas, gntes de rezarla
De Maitines, y primeramente
I.— De Dios uno 1035
II.— De Dios Padre 1035
III.— De Dios Hijo 1037
ÍNDICE GENERAL
XII!
Págs.
IV. — Del Espíritu Santo 1-037
V. — De Creador 1039
VI. — De Redentor • 1039
VIL — De Glorificador 1039
De Prima, y primeramente
VIII. — De 6U concepción 104 1
IX. — De la natividad í 1041
X. — De la 'pasión .• 1041
XI. — Bajó a los infiernos 1043
XII. — De la resurrección 1043
XUT. — De la subida de Jesucristo al cielo 1043
. XIV. — Del día del juicio 1045
De Tercia, y primeramente
XV. — De la sapiencia 1045
XVI. — Del entendimiento 1045
XVII. — Del consejo 1047
XVIII. — De la fortaleza 1047
XIX. — De la ciencia 1047
XX. — De la piedad 1049
XXI. — Del temor 1049
Dr. Mediodía, y primeramente
XXII. — De la justicia 1049
XXIII. — De la prudencia 1051
XXIV. — De la fortaleza 1051
XXV. — De la templanza 1051
XXVI.— De la fe 1053
XXVII. — De la esperanza 1053
XXVIII.— De la caridad 1053
De Nona, y primeramente
XXIX. — De la avaricia 1055
XXX. — De la gula 1x355
XXXI. — De la lujuria 1055
XXXII.— Del orgullo 1057
XXXIII. — De la pereza 1 1057
XXXIV. — De la envidia 1057
XXXV.— De la ira 1057
De Vísperas, y primeramente
XXXVI. — Del matrimonio 1059
XXXVII.— Del bautismo 1059
XXXVIII. — De la confirmación * 1059
XXXIX. — Del sacramento de la misa 1061
XL. — Del orden 1061
XLI. — De la penitencia 1063
XLII.— De la extremaunción 1063
X I V
ÍNDICE GENERAL
PágS.
De Completas, y primeramente
XLIII. — Del recuerdo 1Q65
XLIV. — Del entendimiento io6s
XLV.— De la voluntad IO¿5
XLVI.-De los ángeles IOD7
XLVII. — De la imaginación 10Ó7
XLVIII. — De los sentidos I007
XLLX. — De la plegaria 1067
Del fin de este libro I0O9
LLANTO DE LA VIRGEN
De la pasión y desconsuelo que hubo nuestra Señora de su Hijo
I. — De cómo fué vendido 10y}
II. — De la traición io7-j
III. — Del beso _ io72
IV. — De la señal I073
V. — De lá prisión IC75
VI. — Desamparada io7^
VIL — Negado IQ77
VIII. — Con los ojos vendados 1077
IX. — Escupido .* 1077
X. — De las bofetadas 1079
XI. — De los escarnios 1079
XII. — Desnudado 1079
XILL— -Atado 1079
XIV.— Azotado 1081
XV, — De cómo llevó la cruz ro8i
XVI.— Enclavado 1081
XVH.^Coronado 1083
XVIII.— Colgado 1083
XIX. — Encomienda su madre a San. Juan , 1083
XX. — Le dan de beber 1085
XXT. — De la pena que Cristo' sentía 1085
XXII. — De la pena que sentía nuestra Señora 1085
XXIII. — De cómo nuestra Señora rogaba a los ángeles
que ayudaran a su Hijo 1087
XXIV. — De cómo Jesucristo encomendó su alma al Padre. 1087
XXV. — De la muerte ! 1089
XXVI.— Alanceado 1089
XXVII. — De cómo fué bajado de la cruz 1089
XX Vin. — De cómo la Reina marchóse del monumento ... 1091
XXIX. — De cómo la consolaron las tres Marías 1091
XXX. — De cómo San Juan consolaba a nuestra Señora. 1091
XXXI.— Del fin del «Desconsuelo» 1091
EL DESCONSUELO .
IalLXIX.— 1095
INDICE DE GRABADOS
Págs.
. El caracterizado discípulo de Ramón Llull Tomás le Myésicr,
canónigo de Arras, probable autor de la ¿Vida coetánea*,
acompañado del Maestro, presenta sus compendios a la rei-
na de Francia y Navarra (Ms. de Karlsruhe, principios del
siglo XIV) XX
Sepulcro del Beato Ramón Llull (siglo xv). Basílica de San
Francisco, Palma de Mallorca 40
SepuUro del Beato Ramón Llull. (Detalle) 45
• Basílica y claustro de San Francisco (siglo xiv). Palma de Ma-
llorca 78
Ramón Llull recibe el hábito de penitencia (Ms. de Karlsruhe,
principios del siglo xiv) 94
El Beato Ramón Llull disputa con los sarracenos (grabado
de 1510) 104 x
£1 martirio del Beato Ramón Llull según ton grabado de 151 5. 142
El monte de Randa (grabado de 1515) ' 158
Portada del «Félix» de la versión castellana de 1750, Palma de
Mallorca 59$
Aula de la extinta Escuela Luliana de Randa, Mallorca (prin-
cipios del siglo xv) 1002
El Beato Ramón Llull (a. 1611). Basílica de San Francisco, Pal-
ma de Mallorca 1031
PROLOGO GENERAL
T^ECONOCEMOS que el Ululo Obras literarias de
jX Ramón Llull — que tal era su nombre, y no Lulio —
responde a una división convencional. Ni éstas son
puramente literarias ni las restantes puramente doctrinales.
I:.v Ramón Llull, el arle y la ciencia se armonizan en unión
vital, y si en sus novelas asoman sus posiciones filosóficas ,
teológicas y cosmológicas, de machos de sus tratados po-
dríamos extraer bellísimas páginas literarias, ricas de me-
táfora* y de cálido aliento poético.
F.l criterio, pues, ha tenido que ser esencialmente extrín
seco; llamamos obras literarias a las que Ramón escribid
dentro de un género más propio de las obras de arte, es de
cir, novela y poesía rimada. Los diálogos lulianos — tanto lot
latinos como los catalanes — , más corresponden a una con-
cepción apologética y polémica que a una preocupación ar-
tística, a pesar de ser algunos de ellos — el Gentil, la Dispu-
tado dels cinc savis, el Liber de natali pueri Iesu, por
ejemplo — bellas muestras de su vivaz fantasía creadora.
Nadie se admire, pues, de no hallar en este volumen ni
un fragmento siquiera del pintoresquismo arábigo del «Arbre
exemplificat)) dentro del pletórico Arbre de sciència. Aquí
nos contentamos con reunir algunas obras completas de ca-
rácter literario, cosa más propia de la índole general de esta
Biblioteca de Autores Cristianos , cuya Dirección ha creído
necesario incluir entre sus prestigiosos volúmenes <cl nombre
'. del bienaventurado Ramón Llull.
La Introducción biográfica es obra del reverendo don Sal-
vador Galmés, el benemérito editor de las obras catalanas,
que en pocas páginas ha sabido compendiar la vida exube-
rante y casi mítica del gran pensador y agitador mallorquín,
no de un modo frío y esquemático, sino vivo y evocador,
XVIII
PRÓLOGO GENERAL
en su ambiente, en sus viajeSj en sus empresas, en sus triun-
fos y en sus fracasos.
Como complemento de esta biografía inicial, se reproduce
la llamada Vida coetánea, compuesta en latín, en París, hacia
el año 131 1, y traducida mucho más tarde al catalán con
algunas añadiduras . Ofrecemos ambos textos encarados, dada
la gran importancia de ese documento, que casi nos atreve-
ríamos a llamar autobiográfico.
Tras una Bibliografía conscientemente selecta, no exhaus-
tiva, enhebramos los textos lulianos por orden cronológico,
comenzando por las obras en prosa de carácter más o menos
novelesco: el Llibre del Orde de Cavalleria, el Llibre d'Evast
e Blanquerna y el Llibre de meravelles, llamado también Fé-
lix por el nombre de su protagonista. Sendos prólogos seña-
lan los más importantes datos históricos y doctrinales para
la más íntima comprensión de las obras. Dada la índole es-
pecial de esta Biblioteca, hemos procurado huir tanto de la
elucubración erudita como de la rápida banalidad, esforzán-
donos por situar al lector en el verdadero punto de mira,
desde donde poder contemplar con mayor provecho y deleite
las andanzas de los héroes lulianos y sus quiméricas fan-
tasías. ,
Teniendo de todas esas obras discretas traducciones sete-
centistas, muy divulgadas entre los estudiosos lulistas de ha-
bla castellana, hemos preferido echar mano de esas versiones
que no emprender otras nuevas. Todas ellas, o casi todas,
tienden a sustituir el bello e ingenuo estilo directo de Ramón
— parte de origen popular, parte también de inmediato in-
flujo arábigo — por el estilo periódico renacentista y barroco,
con mengua del valor literario; pero, en cambio, el lenguaje,
ya algo arcaico, y los frecuentes catalanismos y mallorquinis-
mos contribuyen a darles una impresión de cosa remota,
sugerente y evocativa. El defecto general de libertad exce-
siva en la interpretación procuramos corregirlo mediante co-
piosas notas, que rectifican el sentido incorrecto de muchos
pasajes.
De las obras rimadas de Ramón Llull — no precisamente
las más poéticas, ni siquiera las más literarias — no teníamos
otra versión que la del Desconhort, castellanizado por Nico-
lau de Pachs en el siglo XVI y remozado por Jerónimo
Rosselló en el XIX. Las demás poesías aquí incluidas se han
traducido adrede para esta edición. Entre el ardimiento de
intentar una versión rimada y la indeclinable insipidez de
una simple versión literal en prosa, se ha seguido la vía
PRÓLOGO GENERAL
XIX
media de dar una traducción fiel, pero desembarazada y li-
teraria, y de carearla con el texto original catalán.
Con eso los lectores de habla castellana — Pata quienes,
si no son filólogos, el catalán antiguo presenta no leves difi-
cultades— podrán saborear algo de las bellezas literarias de
la obra de Ramón Llull, verdadero plasmador de una lengua
y de una literatura. Merced a este gran pensador y poeta
mallorquín, las letras catalanas siguen una evolución ente-
ramente opuesta a las castellanas. En Castilla, tras los es-
fuerzos penosos de los prosistas y poetas medievales y tras
el jocundo empuje del Renacimiento , se llega a la primera
fijación espontánea — extra-académica — del idioma y a la li-
beración o superación de un provincianismo itálico, con la
creación de un estilo, de una escuela, auténticamente es-
pañoles.
La literatura catalana lia seguido otros caminos, más se-
mejantes a los de la literatura italiana medieval, centrada en
Dante Alighicri. Cuando en Cataluña todos los poetas se
creían obligados, por una tradición más que secular, a ver-
sificar no en catalán vulgar, sino en provenzal, y cuando la
prosa catalana estaba aún en mantillas, con leves e intras-
cendentes tanteos, el genio de Ramón Llull, con raíces mu-
cho más inconsistentes que el Dante, da de mano a la lengua
poética provenzal para versificar en su propio idioma, sólo
levemente matizado de sabrosos provenzalismos ; y con aque-
lla lengua apenas plasmada y nacida tímidamente , se atreve
a construir las más audaces quimeras literarias, filosóficas,
teológicas, místicas y científicas.
Algo de todo ese mundo enciclopédico bulle y danza en
sus novelas y en sus poesías, con los más variados tonos y
matices, desde el franciscano idilio de amor con la Natu-
raleza y el paisaje hasta sus más íntimos y desesperanzados
pesares; desde las medievales ingenuidades cosmológicas has-
ta los proyectos de reforma espiritual; desde la aridez de-
mostrativa de su arte hasta el humorismo retozón de sus
fábulas orientalizantes; desde los melifluos coloquios con el
Amado hasta el pintoresco y atrevido ejemplo moralizador.
Por su complejidad , pues, y su amenidad, bien podría
ser este volumen un pórtico o atrio introductorio a las otras
obras más abstrusas y doctrinales del más universal polígrafo
hispano del último medievo,
M. Batllort.
El caracterizado discípulo de Ramón Llull Tomás le Myésier, ca-
nónigo de Arras, probable autor de la «Vida coetánea-», acompa-
ñado del Maestro, presenta sus compendios a la reina de Francia
y Navarra (Ms. de Karlsruhe, principios del siglo xiv)
INTRODUCCION
BIOGRAFICA
INTRODUCCION BIOGRAFICA *
Toda la vida de Ramón Llull es una intensa efervescencia
del espíritu, una desenfrenada carrera de inquietudes, que
se persiguen como las olas de un mar en perpetua tormenta.
Aun en los períodos de calma aparente — dos de gestación y,
llamémoslos así, de infancia de su opios — se echa de ver una
fermentación activísima, como un hervor de mosto en el
trujal, que espumea y exhala la tufarada de sus cualidades
incoercibles.
El temple fulmíneo del alma de Ramón Llull y el temple
diamantino de su cuerpo se ensamblaron en un bíos ultra-
potente, en una dynamis formidable y compleja, que difícil-
mente hallaríamos en otro personaje de la Historia. A los
que sobresalieron por sus actividades bélicas y por su noma-
dismo viajero, los aventaja en dinámica especulativa y mi-
sional; a los que fueron eminentes en las producciones del
espíritu, los aventaja en dinámica física y oral; a los que
descollaron por sus empresas evangelizadoras, los vence en
dinámica científica y literaria. Es un misterio de borbotantes
energías por fluida vena derramadas, sin número ni medida,
durante más de cuarenta años de vida, pleiteando siempre y
por doquier su negocio, que era el negocio del Amado. De
antemano se apareja con todas las armas del arte y de la
ciencia; después, blandiendo siempre, terrible y fulmíneo,
la llameante espada de la palabra oral y escrita, acude in-
cesantemente a los sabios y poderosos ; recorre todo el mun-
do y se pone en contacto con los humildes; arremete contra
todas las falsas creencias y contra las doctrinas erróneas de
I3. época, en pugna con su fe católica; soporta burlas y es-
carnios y que le tengan por loco; sufre desengaños y des-
mayos, de los cuales se recobra y desquita con rejuvenecido
* Esta Introducción biográfica es una traducción del opúsculo
Dinamisme de Ramón LuU (Mallorca, igis), aprobada por el au-
tor.— M. B. .
4
SALVADOR GALMÉS
vigor. Su siglo lo encuentra por todas partes : en Montpellier
y en París, en Roma y en Génova y en Pisa, en Sicilia y
en Nápoles, en Mallorca y en Barcelona, en Chipre y en Ar-
menia y en Palestina, en Egipto y en Berbería y en AA-An-
dalus, cubierto por el polvo de todos los caminos y por el
salitre de todos los mares.
Ramón Llull es, en verdad, un hijo del siglo XIII, de
aquella centuria aventurera y vagabunda, apasionada por la
riqueza y por la gloria, que a un tiempo daba a luz univer-
sidades y lonjas de comercio, órdenes religiosas e inclusas
y guerreaba encarnizadamente por altísimos ideales de cru-
zada y por pequeñeces de tres al cuarto. Esa característica
constituye el genius aevi. Ramón Llull, en las dos vertientes
de su vida, fué el vivo retrato de su época, un hijo suyo
bien legítimo.
La fuente inextinguible de donde manaban tantas ener-
gías, la combustión interna y vital que les daba aliento, fué
el amor, su pasión dominante, arrebatadora e irrefrenable,
que le empujaba, fatalmente casi, con anhelos incesantes y
siempre renovados, en tan ingente pululación, que tal vez
pueda parecemos anormal y aun morbosa. Él mismo nos
describe por bella manera esa excitación y afán por los
tiempos en que escribía el Llibre de contemplado: "Cual
hombre que, hambriento, se apresura cuando come, y engulle
grandes bocados por la grande hambre que siente, así, Señor,
tan grande es el deseo que vuestro servidor siente de poder
morir para loaros, que noche y día se ahinca y se esfuerza
cuanto puede por dar cima y remate a este Llibre de con-
templació; y después, cuando lo hubiere acabado, ir a es-
parcir su sangre y sus lágrimas, por amor de Dios, en la
Tierra Santa, en la cual Vos derramasteis sangre preciosa
y lágrimas misericordiosas", o "en tierra de sarracenos al-
canzar el martirio por vuestro amor, si os compluguiere que
él sea digno de tan alta gracia" l.
Hasta la edad de treinta años — había nacido en la ciudad
de Mallorca, probablemente el año 1232 — ese dinamismo se
empleó, en parte, en el servicio real y en el arte de trovar, y
lo restante, en mundanidades y acciones pecaminosas. Por
sus confesiones del mencionado Llibre de contemplado sa-
bemos que, a pesar de su buena crianza y educación en su
adolescencia, pasó la juventud, "hasta la medianía de mi
edad — dice él — , en camino de locura y en obras de pecado",
"y he acostumbrado mi cuerpo y mi alma a malvados vicios
y a obras desordenadas"; que quitó la honra y "la buena
fama a muchas dueñas, y a muchas mujeres, y a muchos
hombres" falsa y calumniosamente; que hizo traiciones y
Llibre de contemplació, c. 131, un. 20-21.
INTRODUCCIÓN BIOGRÁFICA
5
engaños y vilezas, engañando y traicionando a los amigos,
mintiendo y diciendo falsedades, cual hombre falso e inju-
rioso y, por añadidura, descreído, de guisa que todas sus
obras eran "en pecado y en compañía de vicios". Su gran
pecado, empero, fué la pasión amorosa, que le encenagó en
el lodo de la lujuria. "La belleza de las mujeres — confiesa — ■
ha sido pestilencia para mis ojos." Aun ligado en matrimonio
con Blanca Picany, su concupiscencia se extendía a todas
las mujeres, doncellas y casadas, codiciando singularmente
a las que veía con más frecuencia, es a saber, las mujeres
de sus vecinos, de sus parientes y de sus amigos, y tan in-
tensamente se apoderaba de él el amor, "que noche y día
— según él reconoce — no había en mi corazón otra cosa que
amarlas". Se embijó y ensució en "la bardoma, en la pocilga,
en la podredumbre de la lujuria", y su libido llegó a extre-
mos de locura: "Yo soy aquel que, para alcanzar los placeres
de la lujuria, me he puesto muchas veces en peligro de muer-
te y he sostenido muchos trabajos y muchas ansias y mu-
chos temores" 2.
Hay que creer que su producción trovadoresca, toda ella
de aquel tiempo y enteramente desaparecida — «o, más bien,
destruida por él mismo — , traspiraba tufo de erotismo y
chorreaba mugre de lujuria.
A los treinta años de su edad sufrió una profunda crisis
religiosa, que él mismo atribuye a motivos sobrenaturales,
o sea a cinco apariciones consecutivas de Jesús crucificado,
mientras estaba de noche en su cámara "imaginando una
vana canción... para una su enamorada, a la cual entonces
con vil y estólido amor amaba" :i. Este hecho lo transformó
por completo, y fué así como se convirtió de carnalidad a
espiritualidad.
Esta fecha, que podría fijarse a fines de junio de 1261
— cuando Ramón podía ya comenzar a cumplir sus treinta
años — «, divide su vida en dos partes desiguales, radical-
mente distintas y del todo enemigas, aun con estar ambas
animadas por la misma pasión del amor intenso — causa mo-
triz y final de su actividad portentosa — , mas dirigido a
objetos opuestos: la primera, votada por entero al amor del
mundo, se caracteriza por el gozo desenfrenado y por el me-
nosprecio y desamor de Dios ; la segunda, llena por completo
del amor divino, tiene como distintivo la maceración impla-
cable de la carne y el afán torturante de hacer conocer y
amar al Amado. De aquélla — «la del amor desviado hacia las
J Ibíd., 20Q, 2.> ; III, 15; 12$, 13 J 143, 20 i 2o8, IQ ; 2IO, 2Q ¡ JO,
17, 22, 23 i 311, 29, 28 ; s, 23 ; 23, 23, 2$ ; .|S, 35, 26 ; 75, n, 13, 1 \,
21 ; 168, 12 ; it>6, 30 ; 104, 16 ; 75, 11 ; 8, 17 ; 143, 18, 26.
* Vida coetánea, un. 2-3.
6
SALVADOR GALMÉS
criaturas — apenas sabemos más que lo que hemos dicho, y
todo de un modo confuso y genérico; mas, cuanto a ésta,
la del amor al Criador, su biografía y sus obras nos permi-
ten seguir, casi año por año, el desarrollo de aquella dínamis
maravillosa.
I
1261-1269 ?
Para alcanzar su nuevo objetivo, derivado de su conver-
sión, Ramón Llull concreta su plan de actividades: procurai
el honor de Dios, dándolo a conocer y amar a todo el mundo
por medio de la palabra oral y escrita, y, como corona de
todo, derramar la sangre por El en él acto más grande de
amor: el martirio. Hay que reconocer que fué fiel a ese plan
toda su vida.
Desde el primer momento sintió la necesidad de una
preparación que no tenía, y la procuró con toda su gran
fuerza de voluntad.
Por de prcnto — según refiere la Vida coetánea — , apa-
rejó su alma con una especie de purificación lustral, no
pasiva y expectante, sino actuosa, en consonancia con su
temperamento dinámico, emprendiendo una romería peniten-
cial a Nuestra Señora de Rocatallada y a Santiago de Com-
postela "y a otros lugares santos", que sus biógrafos hacen
durar unos dos años, pero que tal vez no sobrepasó uno solo
(1261-1262). Después tenía el designio de ir "al gran Estudio
de París para aprender allí gramática y otras ciencias", pero,
de regreso a Barcelona, "sus amigos y familiares, y mayor-
mente maestro Ramón de Penyafort..., se opusieron" y le
disuadieron, haciéndole volver a Mallorca, donde dedicó sie-
te u ocho años al estudio.
La ya mencionada Vida coetánea sólo insinúa que en este
tiempo consagró sus actividades "a saber algún tanto de
gramática (latín), y más adelante compró un moro para que
de él pudiese aprender la lengua arábiga". No habla de que
se dedicase, ni poco ni mucho, a aquellas "otras ciencias"
que quería ir a aprender en París, como si el autor anónimo
temiera que el hecho de haberlas estudiado pudiese hacer
tambalear la ilustración divina que menciona poco después;
pero las citas y el contenido de sus primeras obras hacen
creer a la crítica moderna, sin reserva alguna, que durante
aquel lapso de tiempo se entregó con pasión- al estudio del
trivio y del cuadrivio, es decir, de todas las disciplinas del
INTRODUCCIÓN BIOGRÁFICA
saber humano, extrayéndolo de fuentes cristianas, judías,
árabes y aun de la gentilidad pagana.
De hecho, en su primera producción ya acomete cientí-
ficamente contra todas las falsas creencias de la época: ma-
hometismo, judaismo, cisma oriental, aun el fatalismo de los
tártaros, y saca argumentos del Corán, del Talmud, del sím-
bolo Quicumque vult. Armado con la filosofía cristiana de
San Agustín, San Anselmo, San Buenaventura y los Victo-
rinos, emprende la lucha contra Averroes, cuya doctrina
habrá de combatir, al correr de los años, implacable y per-
tinazmente, y aun apunta sus discrepancias con Platón y
Aristóteles. En las ciencias naturales se hace eco de las
opiniones de Avicena, Plateado, Constancio \ notando sus
errores; y, en general, se muestra buen conocedor de toda
la ciencia arábiga. Así puede reunir todo el saber de su
tiempo y añadir nuevos conocimientos con su trabajo per-
sonal, llegando a ser el primer polígrafo o enciclopedista de
la época.
Ahora ya podemos conjeturar la grande actividad de
Ramón Llull en este período que yo llamaría de gestación
de su obra. El tiempo le basta para todo: estudia latín y
árabe, teología pura y comparada, filosofía y derecho, me-
dicina y ciencias naturales; examina los autores cristianos
y árabes que privan en su tiempo; observa, examina por
síntesis y por análisis; compara, asimila y ordena, y, ya en
sazón, lleno de conocimientos, como panal henchido que
rebosa miel, crea o intuye, con el auxilio divino, el plan
vastísimo de su obra.
No es eso todo; ha de atender al cuidado del patrimonio
familiar, para las necesidades de su vida y de los suyos, y
ha de proveer a su curación y perfeccionamiento espiritual,
aniquilando al hombre viejo con la penitencia y alimentando
al nuevo con la oración. Y ésta fué, a nuestro entender, la
primordial actividad de aquella época. En el Llibre de con-
templado, escrito a los comienzos del período siguiente, son
frecuentes las expresiones "ante la figura de la cruz", "ante
el glorioso altar", "levantadas las manos al cielo", "de ro-
dillas" y otras semejantes, lo cual nos hace creer que pensó
la obra en esta época preliminar, entre efusiones del alma,
entregado a la oración en alguna iglesia 5, y al final, enfer-
vorizado, tomaría notas, al menos en los últimos meses, las
cuales, ordenadas y compiladas después, formaron aquella
* Principia medicinae, 5, 14 (ed. Maguncia, I,. 23).
" Creemos probable que acudiese frecuentemente a Sania María
la Real, quizás la más próxima a su predio Alicbiti, en el término
de la ciudad de Mallorca, que sospechamos que es el actual So'n
Llull de La Vileta.
8
SALVADOR GALMÉS
su obra capital. También podría ser de entonces la idea
nuclear del Llibre d'amic e amat.
Más aún : el amor de Dios y las inquietudes de novicio le
empujarían, viviendo como vivía entre los judíos y sarra-
cenos de la isla, a intentar su conversión, disputando con
ellos frecuentemente y por extenso, como insinúa en el pró-
logo del Llibre del gentil, su primera obra, escrita primero
en árabe, y que comienza: "Como con los infieles hayamos
participado largo tiempo..."
¿Quién sería capaz de ponderar y medir toda la fuerza
latente y la energía acumulada durante aquellos años de
vida oculta o, si se prefiere, de gestación espiritual? No
por oculta deja de ser intensa y gradualmente progresiva la
producción de calorías que han de hacer mover una dínamo
de gran potencia. ¿Y quién podría contar las calorías espi-
rituales que pusieron en movimiento el dinamismo luliano
durante medio siglo de trabajo exuberante? Él estaba en-
tonces en la plenitud de su vida, entre los treinta y los cua-
renta años, en medio de la efervescencia de la conversión,
en la primera eclosión — la más violenta — del amor de Dios,
y todo ello bien nos explica el empuje de aquella potencia
sin límites.
II
1269-1279
Después de la que el autor anónimo llama ilustración
divina, y que el mismo Ramón considera como un don de
Dios 6, el ritmo dinámico de Ramón Llull toma un tono tre-
pidante de marcha acelerada. Entonces, antes de emprender
el apostolado oral, comienza a escribir tan abundantemente,
que casi se hace imposible imaginar su elaboración normal.
Escribe, ante todo, en su casa, el Llibre del gentil 7, bella
controversia religiosa o polémica de las tres leyes (cristia-
na, judía y sarracena), y el Llibre de contemplació, formi-
dable enciclopedia mística, efusiva y ágil, de una vastedad
panorámica; ambas obras en árabe; y después el Art abreu-
jada d'atrobar veritat 8, base y clave de todo su sistema
filosófico, con su Lectura o comentario, ambas en catalán;
0 Des conhort, 8, 35 ; prólogo de las Oiiacst iones super Librmn
sententiarum; epístola final de la Disputado dels cinc savis.
7 Llamado también Llibre de raons en les tres lligs y Llibre de
demandes e de qüestions (vid. Contemplació, 11, 28; 77, 3 ; 366, 18).
8 Conocida también con los nombres de Ari major y Art general,
y en latín, Ars magna
INTRODUCCIÓN RIOGRAFICA
9
e inmediatamente traduce en vulgar aquellas dos primeras
obras árabes.
Es un problema difícil de resolver el de la prioridad cro-
nológica de cada una de estas obras, pues el Art abreujada
cita su Lectura y el Llibre de contemplació; éste cita el
Llibre del gentil, el cual, a su vez, cita el Art abreujada.
Ante ese círculo de citas, algunos comentaristas creen que
escribió esas obras, y aun tal vez otras, simultáneamente,
sin darse cuenta de que su mismo objeto y su extensión
excluyen tal posibilidad, y de que el propio Ramón en el
Llibre de contemplació dice expresamente que la composición
de esta obra le tenía tan embargado, que no le dejaba tiem-
po para otra cosa alguna: "que en otras cosas no puedo
entender", decía él ■'. Nosotros conjeturamos que en el her-
vor inicial de su proselitismo hubo de sostener controver-
sias religiosas orales — tan frecuentes entonces, aun públi-
camente •" — con judíos y sarracenos (entre los cuales con-
tamos a su esclavo, maestro suyo en lengua árabe, muerto
% trágicamente), y que, habiendo tomado entonces algunas
notas, ahora, por circunstancias o exigencias que ignoramos,
las ordenó, escribiendo ante todo en árabe, y sin consignar
cita alguna, el Llibre del gentil, tal vez aun antes de 1270;
después, también en árabe y por los mismos motivos, compi-
laría las notas, tomadas probablemente de antiguo al acabar
su meditación cotidiana, y así escribió el gran Llibre de
contemplació (1270), en el que citaría el ejemplar árabe del
Gentil; entonces publicaría en catalán su Art abreujada
d'atrobar veritat (1271), citando en él también el texto
arábigo de Coyxtemplació; y finalmente pondría en romance
este libro y el del Gentil (1272), donde podía ya citar, sin
anomalías cronológicas, el Art abreujada. Cuanto a la alu-
sión que esta obra hace a su propia Lectura, puede fácil-
mente explicarse, bien sea que el autor la tuviese in mente
con el propósito de desarrollar en ella el asunto sólo de paso
insinuado en el lugar de la cita, bien sea — y es lo más
probable — que su composición inmediata entrase ya en el
plan del autor como una parte integrante de su obra, publi-
cándola de hecho a continuación aquel mismo año 1271.
De esas obras, la más valiosa, indudablemente, es el
Llibre de contemplació, dividido en 366 capítulos, como días
tiene el año bisiesto. En él, la lengua se revela con todo su
poderío, las efusiones de amor no han sido superadas, el
vuelo del pensamiento alcanza sublimes excelsitudes, la
pintura de la época es una mará villa calidoscópica : toda
la obra es una joya patrimonial de la Humanidad.
0 Llibre de contemplació, 131, 21 ; cf. 28, 14.
10 El 20 de julio de 1263 hubo una pública en Rarcelona ante el
propio Jaime I.
10
SALVADOR GALMÉS
Esta producción primeriza es el hito inicial de la activi-
dad literaria de Ramón Llull. Poco después, en un corto
período de tiempo, pulula una densa germinación, como la
de un manojo de semillas que espigasen a la vez. Simultá-
neamente casi, y como de un solo parto (1274?), apare-
cen, en nueva serie, el Libre de demos trations, "que es una
rama del Art d'atrobar veritat" '; los cuatro libros intitula-
dos Començaments de medicina, Començaments de dret, Co-
mençaments de filosofia, Començaments de teologia, el Lli-
bre del Sant Esperit, hijos todos del Art d'atrobar veritat;
y, al parecer, en una tercera germinación (1275?), el Lli-
bre dels àngels, el Llibre de chaos, VOrde de Cavalleria, el
Llibre de clerecia, el Llibre dels articles, sin contar otras
obrillas más cortas, como el Llibre d'oracions e contempla-
cions, e'l Llibre de definicions y la Lògica d'Algatzel en
verso. Las citas simultáneas de diversas obras no nos per-
miten por ahora establecer una cronología depurada de su
aparición, pero creemos muy aproximado el orden de suce-
sión que acabamos de dar.
Todas estas obras — aunque parezca difícil de creer — , o
por lo menos las de la primera y segunda serie, son anterio-
res al año 1275. Hasta entonces su fecundísima actividad
había sido sedentaria. Ligado todavía a la familia y "some-
tido a orden de matrimonio", se entregó con todas las po-
tencias de su alma a la contemplación divina y a la elabo-
ración literaria y científica en reposada labor de estudio;
tan abstraído de la vida real, que su mujer, Blanca Picany,
pidió que se le otorgase un procurador legal del patrimonio
familiar u. Pero hacia aquel año, o tal vez ya a fines de 1274,
la Vida coetánea nos habla de un viaje de Ramón a Montpel-
lieir, llamado por el heredero de Mallorca, el infante don
Jaime, deseoso de conocer las obras publicadas, y especial-
mente el gran Llibre de contemplado, cuya fama había
llegado ya hasta él. Lo hizo examinar por un maestro teó-
logo de San Francisco, quien no solamente lo aprobó y alabó,
sino que se maravilló profundamente. En premio., el príncipe
heredero otorgó a Ramón, probablemente tras demanda o
insinuación suya, la fundación de un colegio de lenguas en
Miramar, dotado con quinientos florines de oro anuales.
El año 1276 ya se había alcanzado la aprobación pontificia,
y es bello pensar cómo, vuelto Ramón a Mallorca, al menos
por un período de cuatro años, se aplicó intensamente a dar
vida a la nueva institución, ideal de sus ensueños.
¿Quién podrá ponderar la exultación de Ramón Llull, el
tumulto y trajín de su actividad en la fábrica del edificio,
a Le fué concedida por la corte del baile de Mallorca el 13 de
marzo de 1276 (1275 ab Incarnatfone) ; Pasqual, Vindidae, T, 114 n
INTRODUCCIÓ N BIOGRÁFICA
li ,
en la concepción orgánica de la obra, en la elección del per-
sonal, en el funcionamiento vivo de todo el conjunto? A pe-
sar de ello, su actividad literaria, en aquellos años de viva
agitación material, no disminuye sensiblemente, sino que se
conserva en el mismo ritmo de constante tensión, imposible
de ser superado.
Son de esa época una nueva serie de obras, cuarta gra-
nazón iniciada en la misma ciudad de Montpellier con el
Art demostrativa — que él leyó públicamente — y completada
después en Mallorca (1277?) con diversas derivaciones de
aquélla, a saber: Introductoria Artis demonstrativae r-\ Lec-
tura figurarum Artis demonstrativae, Regles introductòries
en verso, con una glosa en prosa; la Ars inveniendi particu-
iaria in universalibus (opúsculo que es "quasi ramunculus"
del Art demostrativa), el Liber propositionum secundum
Artem demonsirativam, el Commentum Artis demonstrati-
vae} el Liber de figura elementan y, cerrando el ciclo, según
creemos, la Doctrina pueril (1278?), libre de la influencia
de la Demostrativa. Semejante superproducción es algo tan
desacostumbrado, que al más erudito y sagaz de todos los
lulistas, el cisterciense padre Antonio Raimundo Pasqual, no
le cupo dentro de este período, y la traspasó al que se inicia
con el Blanquerna, más allá del año 1283.
Todas las obras hasta aquí enumeradas forman un con-
junto tan voluminoso, al menos, como diecisiete volúmenes
de las obras catalanas, de cuatrocientas páginas cada uno,
en octavo mayor; y si admitiésemos, como hacen todavía
los últimos biógrafos y comentaristas 13, que toda esa pro-
ducción salió a luz desde 1272 a 1277, tendríamos sólo un
lapso de cinco años, interrumpido aún por el viaje y la
docencia de Montpellier, para realizar todo ese trabajo. La
casi imposibilidad material de escribir tanto en tan poco
tiempo, además de la inmensa tarea de pensar y ordenar
previamente tanta materia (teología, filosofía, derecho, me-
dicina, apologética, mística), apoya la "ilustración divina"
de que habla la Vida coetánea, o al menos implica una intui-
ción genial de dependencias científicas y de relaciones lógi-
cas y una concepción madura de la vasta complejidad de los
conocimientos humanos, ambas cosas dones de Dios, sin que
con eso queramos excluir, en modo alguno, una fuerte ela-
boración interna vigorosamente disciplinada y formidable-
mente activa, como una fermentación de acciones y pasiones
animada por el fuego del amor. El propio Ramón nos insinúa
■ Las obras qu« citamos con título latino son aquellas de las cua-
les >e ha perdido el texlo original, pues en catalán escribió Llull
toda su producción, fuera de contadas excepciones, que tendremos
cuidado de advertir.
u Longpré, Peers y Ottayiano (vid. infra, Bibliografía).
12
SALVADOR GALMÉS
la intensidad y la fiebre y aun la pesadez de su trabajo,
notando la pertinacia 14 y el aprieto con que acababa una
obra para comenzar otras 15, y sobre todo el afán de ir
aprisa, el aguijón que le espolea a devorar el trabajo insa-
ciablemente, "cual hombre que, hambriento, engulle grandes
bocados por la grande hambre que siente". Es una sobreex-
citación pasional, una especie de ingobernable libido del es-
píritu, siempre tensa y alimentada por nuevos deseos de
complacer y obsequiar a su Amado.
Aun así, y a pesar de ese desbocamiento y violencia
dinámica, el período de cinco años es evidentemente muy
corto; ello nos obliga a retrotraer la fecha inicial de su
producción literaria hacia el año 1269 para la redacción
arábiga del Llibre del gentil, y al 1270 para la del Llibre de
contemplació, que él mismo arromanzaría después de haber
escrito el Art abreujada, cuando tenía "sobre cuarenta años"
(1271 ó 1272) ; a las cuales obras seguirían las de los grupos
segundo y tercero ahora mismo citadas, todas ellas compues-
tas con una celeridad maravillosa.
Precisa también prolongar algo ese período, dos años
por lo menos, hasta el de 1279, y esa prolongación se aviene
más con el estado anímico que hay que suponer en Ramón
ante la obra de la fundación del colegio de Miramar, que
brotaba, fresca y esperanzadora, de su idea y de su deseo.
Es natural que su mayor preocupación fuera por entonces
la formación de los primeros discípulos, que habían de ejer-
cer una doble función: iniciar el apostolado misional, de
inaplazable ansia amorosa, y asegurar la eficiencia de la
fundación con la preparación de futuros discípulos. Hay
que creer, pues, que Ramón, más bien que a la vida de pura
contemplación, que le atribuyen sus biógrafos en Miramar,
se entregó frenéticamente a la vida de acción práctica y
positiva, elaborando, además de la parte material, todo el
utillaje científico que creía necesario para realizar su plan
vastísimo y alcanzar su propósito. Ya tenía sus obras fun-
damentales: el Art abreujada d'atrobar veritat o Art major,
con su Lectura; los cuatro Començaments (de medicina, de-
recho, filosofía, teología), el Llibre de demostracions, el
Llibre dels àngels, el Llibre de chaos, el Llibre dels arti-
cles, etc., como fundamento científico y teológico; el Llibre
de contemplado, horno y forja que daría el temple necesa-
rio; el Llibre del gentil y el Llibre del Sant Esperit, como
palestra de polémica. Ahora ya no faltaba sino adaptar todo
ese pertrecho de guerra espiritual a sus anhelos de aposto-
" Explícit del Ars univcrsalis (ed. Maguncia, I, 123) ; Llibre dels
articles, «De fine huius libri» (ibíd., II, 190) ; Lectura super figuras
Artis demonstrativac (ibíd., III, 51).
15 Exjplicit de los Principia lucdicinac (ibíd., I, 47).
I N TRODUCCIÓN BIOGR \ F I C A
13
lado y suplir las deficiencias circunstanciales, derivadas del
campo donde había que dar la batalla. Pues bien: el Art de-
mostrativa "tiene la intención de encaminar a los hombres
que están en error y no tienen arte ni doctrina para venir
a la verdad; pues esta Arte es común a gentiles, judíos,
cristianos y sarracenos, y a todas gentes, de cualquier secta
que sean". Por eso, "si tú, hombre que estás en y (verdad),
por la cual vas hacia a (Dios), quieres encaminar a aquel
hombre que está en z (falsedad), por la cual va al fuego
perdurable, aprende diversos lenguajes y enseña el tuyo,
y traslada a aquellas lenguas esta Arte, la cual has de
enseñar de buen grado y con la intención de que z (falsedad)
quede destruida en aquellos que quisieres convertir, con los
cuales debes ser amable y no terrible, ni avaro, ni orgulloso,
ni negligente, ni airado, ni mal hablado" l6. Tenía Ramón
tanta fe y esperanza en la eficacia de esta obra para con-
vencer a los infieles, que diez o doce años más tarde, en el
Llibre de meravelles, todavía pedía al rey de Francia y a la
Universidad de París que fuese traducida a la lengua de los
tártaros y que les fuese predicada y enseñada. Según él,
esta Art demostrativa era aptísima y contenía toda una
táctica de combate. Lo que de momento importaba era des-
plegar toda la energía virtual de aquel ingenio bélico y
convertirla en plena actualidad de fuerza combativa; y ésa
fué, según creemos, la tarea que ocupó a Ramón desde la
fundación de Miramar (1275) hasta cuatro años más tarde.
Él mismo en el capítulo 40 de sus Introductoria Artis de-
monstrativae 17 nos dice que se necesita ese lapso de tiem-
po para aprender una ciencia y llegar a ser en ella "repeti-
dor", aunque se necesita mucho más para ser "maestro".
¿Será, pues, aventurado creer que él dedicase menos de
cuatro a dejar bien preparados a sus primeros discípulos?
Creemos que durante este tiempo publicó toda aquella
producción que hemos apellidado cuarta granazón de este
período, derivada toda ella del Art demostrativa. Buena
prueba de que pretendía con ello la preparación y pertrecho
técnico de los nuevos luchadores contra la incredulidad, es
la adopción de una "manera" arábiga de hablar. La cultura
árabe, frente a la latina, representaba la posición de todos
los infieles, más influidos por el arabismo que por el occiden-
talismo cristiano, y Ramón, para combatirlos más eficaz-
mente, no duda en adaptarse a su peculiar postura. "Que no
les desagrade — dice a los estudiantes al final del Commcntum
Artis deynonstrativae — la diversidad de lenguaje, antes
aprendan esa manera arábiga...; pues declinar los términos
" Dedicatoria de la Art demostrativa íORL, XVI, 112).
17 Ed. Maguncia, III, 35.
14
SALVADOR GALMÉS
de las figuras diciendo, bajo las condiciones de bondad,
bonificativo, bonificable, bonificar, bonificado, y así de gran-
deza, etc., no es un lenguaje muy habitual entre los lati-
nos" 18.
Admitida esta hipótesis, y resumiendo todo este período
que no pasa de diez años, se impondrá un violento esfuerzo
de imaginación para abarcar toda la intensidad y extensión
del dinamismo de Ramón Llull. En los cuatro primeros años
(de 1269 a 1273 aproximadamente) escribe sus cuatro obras
maestras: el Llibre del gentil y el Llibre de contemplació, en
su doble redacción arábiga y catalana, y él Art abreujada
d'atrobar veritat, con su Lectura o Ars universalis, bases
fundamentales del entendimiento y de la voluntad en la lucha
apologética y primera granazón luliana. Sigúese, sin inter-
valo de espera, la segunda, formada por seis o siete obras
poderosas, derivadas todas ellas de las primeras; e inmedia-
tamente nos admira la tercera granazón de otras cinco obras,
en las que ya apuntan directrices de mayor alcance. Hacia
el año 1275 emprende su viaje a Montpellier, donde escribe
y enseña el Art demostrativa, y de donde regresa con el
acta fundacional de Miramar. Desde 1276 hasta 1279 provee
a la obra material de la fundación, a su organización docente
y a los planes de enseñanza y táctica de combate mediante la
producción de obras acomodadas, seis o siete, procedentes del
Art demostrativa.
Entonces, cumplida la tarea de consolidar la fundación
moral y materialmente, llegaría tal vez la hora de empren-
der aquel viaje a Tierra Santa y a las regiones de sarracenos,
y en general a tierra de infieles, tan anhelado en el Llibre de
contemplado, y no sólo para satisfacer devotos fervores, sino
para explorar personalmente el teatro de la guerra contra la
infidelidad y poder dar instrucciones bien precisas a su hues-
te. Antes, empero, y en cumplimiento de un deber persona-
lísimo e intransferible, escribió todavía, seg*ún creemos, la
Doctrina pueril para su hijo, destinada a suplir la directa
enseñanza paterna, revistiéndola así, para darle mayor efi-
cacia, de toda la solemnidad emocional de las despedidas para
largo tiempo.
ni
1280-1282
Sigue ahora un período de unos tres años, según nuestras
cuentas, difícil de esclarecer y de clasificar. ¿Fué puramente
contemplativo o sedentario? ¿Fué una devota expansión de
romero? ¿Fué una exploración metódica de estratega espiri-
■ Véase el texto, latino ibíd., III, 160.
INTRODUCCIÓN BIOGRAFICA
15
tual? Lo indudable es que durante este tiempo no tenemos
datos ciertos de que escribiese obra alguna. Podríamos supo-
ner que a este período pertenecen aquellas obras de la cuarta
granazón, derivadas todas ellas del Art demostrativa, pero ya
hemos dicho los motivos que nos hacen admitir lo contrario.
También sería admisible que durante ese tiempo Ramón se
entregase totalmente a la vida contemplativa en el retiro de
Miramar, y pudiera ser que de entonces datara el Llibre
d'amic e amat; pero hasta ahora no hemos hallado argumen-
to alguno lo bastante fuerte para separar su composición de
la del Blanquerna, cuya quinta parte forma, con plena depen-
dencia lógica de las restantes; a lo más, creemos que podría
haber comenzado a tomar notas en las meditaciones de los
períodos anteriores, especialmente del primero, las cuales
luego aumentaría y aun modificaría, quién sabe, a su paso
por Africa, viendo el ejemplo de los "sufíes". Además, paré-
ceños que repugna al temperamento agitado y agitador de
Ramón Llull una inacción de tres o cuatro años, en pleno es-
tallido y hervor de proyectos y en plena fiebre nómada. Todo
ello nos induce a pensar en la realidad de un viaje largo,
de algunos años por lo menos, de exploración misional y de
fervorosa devoción 19.
Tenemos por un hecho incontrovertible que Ramón Llull
recorrió casi todo el mundo antiguo. Él manifiesta ardiente-
mente tal deseo en el Llibre de contemplació (1272?), des-
cribe vagamente el viaje en el Blanquerna (1283) y consigna
su realización en el Liber de fine (1305) ; pues bien, entre
esas fechas no nos queda otro lugar, para situar tal expedi-
ción, sino el lapso que transcurre desde la fundación de Mi-
ramar a la composición del Blanquerna. Ya hemos dicho los
motivos que nos hacen creer que prolongaría su estancia en
Miramar hasta el año 1279, lo cual nos fuerza a situar en-
tre esa fecha y la de 1283 aquel viaje en torno a nuestro mar,
a todos los países de infieles, cismáticos y paganos, asomán-
dose tal vez a las regiones norteñas de Europa, rodeando por
el Asia occidental hasta los confines de Tartaria y de la In-
dia, bordeando Etiopía y el Sàhara, en el mismo corazón del
Africa, y regresando a España por al-Andalus. Se trata, pues,
de un viaje que bien llenaría cinco años de una vida ordina-
ria, pero que el dinamismo violento de Ramón Llull pudo
cumplir en sólo tres.
Sería vana temeridad querer medir y sopesar todo el es-
fuerzo de esta epopeya. La capacidad de apreciación y de
w Puede verse nuestro artículo de La paraula cristiana, n. 45,
septiembre de IQ2S, y Blanquerna, 78, 3 ; 80, 3 ; 85, 1, 2 ; 86, 5 ; 87,
1 ; 80, 4 ; 88, 2, 5 ; Llibre de meravelles, c. 102 (ed. Els Nostres
Clàssics, IV, 193) ; Liber de fine, 2, 1 ; 2, 3. Especialmente sobre los
sarracenos, v¿a<;e Blanquerna, 43, 2, 3 ¡ 44, 2, 35 50, 3 ss.
ió
SALVADOR GALMÉS
ponderación individual, plena y multiplicada, es su medida,
evidentemente corta. Hoy en día nos resulta imposible hacer-
nos perfecto cargo de todo el esfuerzo necesario para la mis-
ma materialidad de un viaje semejante, aun sin contar sus
obstáculos; y aún más imposible imaginar el trabajo combi-
nado de las potencias motiva e intelectual para la exploración
psicológica y geográfica que tad vez se refleja en el Blanquer-
na. La apreciación de la formidable actividad consagrada a
la elaboración de todo un plan orgánico de evangelización y
de civilización excede la ordinaria capacidad imaginativa, y
los hechos posteriores han venido a demostrar que su reali-
zación no podía ser obra individual, sino colectiva, habiendo
tenido que pasar seis centurias, por lo menos, para alcanzar,
con la creación de la Congregación romana de Propaganda
Fide y con los modernos ensayos de Sociedades de Naciones,
un resultado no mucho más positivo que el imaginado y pre-
visto entonces por Ramón Llull.
IV
1283-1290
Después de escribir en Perpiñán Lo peccat de N'Adam
(1282?), en doscientos versos, a petición del rey de Mallor-
ca Jaime II, y tal vez también un Llibre del passatge, sobre
la reconquista del Santo Sepulcro 20, Ramón Llull se retira
a Montpellier, donde residió dos años seguidos. Por de pronto,
allí escribe el Llibre d'intenció, también dedicado a su hijo, a
quien consagra las primicias de su reanudada actividad tras
aquellos años de peregrinaje inquieto y de olvido de la pluma.
Poco después de 1283 publica el sugestivo Llibre d'Evast
e Blanquerna, primer ensayo de novela social, quizás la obra
más original de Ramón Llull, de originalidad sin precedentes
en el mundo de la literatura, de argumento utópico, más llena
de anécdotas realistas y de situaciones autobiográficas, for-
mando un retablo animado y redivivo de la época.
La composición de esa obra revela una temporada de
quietud y reposo. Ya hemos dicho que no hallamos razones
suficientes para creer que el Llibre d'amic e amat, que cons-
tituye su parte quinta, fuese compuesta por separado, ni mu-
cho menos el Art de contemplado, que es la sexta: ambas
acusan un estado de calma contemplativa, a pesar de que,
cuando las estaba escribiendo, se dedicaba también a la com-
posición de otras obras21. No sabemos exactamente cuáles
" En el Desconhort, hablando de la expedición a Palestina, dice :
«... e d'avçò libre n'hav ordenat» (v. 55).
* Prólogo del Art de contemplació (ORL, TX, 43.5).
INTRODUCCION BIOGRÀFICA
17
fueran éstas ; pero si reparamos en la redacción del Blanquer-
ía y de los trescientos sesenta y seis versículos del Llibre
d'amic e amat — cada uno de ellos fruto de la oración cotidia-
na— y tenemos en cuenta su probable asistencia a un Capí-
tulo general de la Orden de Predicadores, como en seguida
veremos, hay que concluir que al menos hubo de dedicar a
esa célebre novela más de un año, hasta el de 1284, y que
las otras obras que escribió no pudieron ser de gran peso,
ya que en 1285 lo hallamos de viaje nuevamente y entregado
a nuevas actividades. Creemos, por tanto, que entonces sólo
escribió el Plant y las Hores de nostra Dona, ambas en verso,
las cuales se avienen muy bien con la vida tranquila que por
entonces llevaba. Pudiera ser también de ese período el Llibre
del passatge — si ya no lo hubiera escrito antes en Perpiñán — ,
y aun tal vez alguna obrilla como el Art de dret y otros Co-
mençaments de medicina — quizás mero compendio de los pri-
meros— , obras basadas, todas ellas, en el Art demostrativa.
Mas en modo alguno cabe aquí la composición de esta Art y
de todas sus secuelas, como propugna el padre Pasqual,
que nosotros hemos asignado al período de estancia en Mira-
mar. La /ida tranquila de estos dos años en Montpellier no
supone, pues, inactividad, sino como una concentración de
energías para ulteriores empresas.
Hacia 1285 parece invadirle una agitación de fiebre in-
quieta. Si admitimos la fecha de 1295 para el poema autobio-
gráfico Desconhort , hemos de creer que hacia 1283, quizá
cuando comenzaba el Blanquerna, había asistido en la mis-
ma ciudad de Montpellier a un Capítulo general de frailes
predicadores, y ahora, que iban a celebrar otro en Bolonia --,
Ramón Llull no puede menos de asistir, lo mismo que a un
tejrcero que celebraron en París por la Quincuagésima del si-
guiente año (1286) 23 , creyendo que de ellos podría sacar gran
provecho para la fundación de colegios poliglotas. Nos pare-
ce, con todo, que desde Bolonia se dirigió directamente a
Roma, donde se entrevistaría con el papa Honorio IV, insis-
tiendo en su idea sobre tales fundaciones, a las que se mos-
traría propicio el Santo Padre, puesto que, según nos dice
Spondano en sus Armales, en el primer año de su pontifica-
do (1285), a fin de convertir a los sarracenos y de reducir a
los cismáticos orientales a la unidad de la fe, mandó esta-
blecer en París un colegio de lenguas mediante cartas a su
legado en Francia Jean Colet, cardenal de Santa Cecilia.
'¿A la fundación de esa clase de colegios — añade Spondano—
y a la conversión de los sarracenos consta que se dedicó, con
trabajo infatigable y con el mayor afán, el catalán Ramón
22 Parece insinuado es el Bwnquerna, S6, 7.
a Cf. Dcscouliori, v. 14.
i8
SALVADOR GALMÉS
LluU" 24. Los modernos estudios de C. Jourdain y Denifle-
Chatelain 2 no solamente corroboran la veracidad de Spon-
dano, sino que prueban documentalmente que a los 23 de ene-
ro de 1286 (1285 ab Incarnatione) , Honorio IV ordenó al
canciller de aquella Universidad que proveyese a la sustenta-
ción de los que allí aprendían el árabe y las lenguas orien-
tales.
Nos parece lo más probable que Ramón LlUll no fué ex-
traño a la decisión pontificia — >y quién sabe si él mismo fué
su correo diplomático — . Si así fuera, habría permanecido en
Roma desde el Capítulo general de Bolonia (probablemente
por Pentecostés de 1285) hasta el mes de enero siguiente, es-
cribiendo entre tanto el Liber súper pmlmmm "Quïcumqyue" 2fi,
animado diálogo, por parábolas y metáforas, entre un tárta-
ro y Blanquerna, que reaparece lleno de prestigio ; y los Cent
noms de Déu, poema teológico en tercetos monorrimos de
arte menor, de escaso valor literario y de influencia oriental,
ambos escritos indudablemente en Roma. De allí se trasla-
daría a París (1286), donde, por la próxima fiesta de Pente-
costés, los frailes predicadores habían de tener su Capítulo
general 27 , celebrado el cual creemos que todavía permaneció
en París un año, escribiendo la Disputatio fidelis et infidelis,
obra dedicada al colegio de doctores de la Universidad y llena
de la obsesión de convertir a los infieles.
Parécenos que aquí encuentra su momento cronológico
aquel pasaje de la Vida coetánea que dice : "Después de estas
cosas, fuése, pues, [Ramón] al Santo Padre para obtener que
por todo el mundo se construyesen monasterios donde se
aprendiesen diversas lenguas para convertir a los infieles ; y
cuando hubo llegado a la corte pontificia, halló que el Santo
Padre acababa de morir 2S, por lo cual, abandonada la corte,
emprendió la vía de París." Este regreso tal vez fué directo,
o tal vez dando un rodeo por Montpellier, donde en la Quin-
cuagésima de 1287 asistiría al Capítulo general de los Me-
nores.
Como quiera, vuelto a París, permaneció allí unos dos
años, desplegando una gran actividad para interesar al rey y
™ «... cuiusmodi instituendis collegiis et mahometanorum con-
versioni indefesso labore ac summo studio incubuisse reperitur Ray-
mundus Lüllus catalana?» (Aúnales, año 1285, n. 22 ; cf. Pasqual,
I, 165).
25 C. Jourdain, Un collège oriental à Paris au XIIU siècle, en
Excursions històriques et philosophiques à travers le Moyen Age
(París, 1888), 219-229 ; H. Denifle-E. Chatelain, Chartularium uni-
versitatis parisiensis, I (París, 1889), p. 638.
M Es muy lamentable la pérdida del texto catalán de esta obra.
w Diríase que alude a ese capítulo el Llibre de meravelles, c. 59
(ed. cit., III, 83).
28 Honorio IV murió el 3 de abril de 1287.
I N I RODUCC I ÓN IUOG K Á F I CA
a la Universidad en la fundación de colegios escribiendo
al mismo tiempo el Llibre de pla-sent visió, lleno de ''muchas
y diversas figuras..., libro de placer corporal y de placer es-
piritual" (único de todos los suyos que el propio Ramón elo-
gió cálidamente) 80, y el Llibre de meravelles (1288) 31 , pri-
mer modelo de novela episódica, de carácter autobiográfico
y de valor enciclopédico-popular, con ejemplos, fábulas y apó-*
logos; todo ello en forma dialogada, con teorías cosmogóni-
cas y meteorológicas, con un estudio acabado del hombre,
antropológica y psicológicamente; con el delicioso episodio
del Llibre de les bèsties, verdadera, sátira política de influen-
cia .oriental ; obra rebosante de fuerte realismo en la pintura
de las costumbres y palpitante de sentimiento idílico de la
Naturaleza, como notaba Rubió y Lluch.
A principios de 1289 lo hallamos todavía en París pro-
fesando su Arte "en el estudio del maestro Rertaut" 32, pero
no se fijó allí por largo espacio: "un tiempo" solamente,
dice la Vida coetánea ; "y, vista, la forma del Estudio, volvió-
se a Montpellier", al retiro amable que reconfortaría su es-
píritu, abatido por los primeros contratiempos serios. Algu-
na alusión velada que aparece en el Llibre de meravelles y en
el Art inventiva, que publicó inmediatamente, hace sospe-
char que ya entonces tenía detractores que lo acusaban de
.locura.
Desde Montpellier, si ya no desde París, fuese a Rieti, don-
de a principios de junio (Pentecostés? de 1289) celebraron su
Capítulo generad los frailes menores, al cual hubo de asistir
Ramón Llull para poder decir en el Desconhort que había
asistido también a tres de los Capítulos franciscanos.
Después, en la ciudad señorial de los reyes de Mallorca,
se entregaría de lleno a la composición del Art inventiva, uno
de los hitos cimeros de su producción científico-literaria. De-
rivada de la Art demostrativa a través del Llibre d'intenció,
tiene como finalidad el "ligar el entendimiento a verdadero
entender" por modo artificioso. Ramón se entregó a esa obra
con toda intensidad, fundando en ella grandes esperanzas,
y hubo de terminarla muy pronto, a últimos de verano lo
más tarde. Cuando la acababa, iba acariciando proyectos y
esperando acontecimientos que habían de acaparar todo su
dinamismo, mientras pedía a Dios que inspirase a algún
hombre devoto el Art amativa, de la que era vía y sendero la
■ Cf. Llibre de meravelles, c. So. (ed. cit., IV, 107).
r ibíd., c 57 (in, 73-74).
31 Adviértase que el título De mirabilibus orbis es el que adopto
Marco Polo, a principios del siglo siguiente, para la relación <le sus
viajes a Tartaria. Si la Disputatio fiJelis et infidelis no fuese del
año 1287, como hemos supuesto, habría que situarla aquí también.
88 Bertaut de Saint-Denis comenzó a desempeñar la cancillería
universitaria en diciembre de 1288; Denifle, o. c, II, p. 23.
20
SALVADOR GALMÉS
Inventiva que terminaba 3:;. Tal vez la expectativa de poder
explicarla en la nueva Uiniversidad de Montpellier, erigida
por entonces (1289), le hacía tener por más urgente el desen-
trañar toda su virtualidad, escribiendo nuevas obras de ella
derivadas. De hecho publicó entonces las Quaestiones quae
per Artem demonstrativam sive inventivam sólvuntur, obra
*de carácter filosóf ico-enciclopédico, que contiene doscientas
seis cuestiones con sus respectivas soluciones explanadas in
extensum, y parecen también de entonces algunas obrillas
de escaso tomo. Debiéronle fallar las esperanzas antes aca-
riciadas, ya que a principios de 1290 lo hallamos dedicado a
la composición de la Art amativa — que ha poco no veía po-
sible— ', obra terminada en el mes de agosto. Su finalidad
es "ligar la voluntad a bien amar" silogísticamente. Consti-
tuye un tratado de filosofía mística del amor, arenal baldío
a los comienzos, convertido luego en vergel donde se abren,
bellas y encendidas, líricas amapolas, dignas hermanas de la
cálida floración del Llibre d'amic e amat. Inmediatamente,
lanzado por ímpetu incontenible, compone el Llibre de Banda
Maña, fulgurante y llameante, dividido en treinta capítulos
o, mejor, himnos a la perfección y belleza de "nuestra señora
Santa María", con tal hervor amoroso, que la obra, según
predación del padre Longpré, no desdiría del melifluo San
1 ^rnardo.
Sospechamos que por este tiempo debió morir Blanca Pi-
ca; r, la esposa de Ramón, el cual, para suplir la ausencia pa-
tera x y el vacío de la madre cabe su hijo, le dedica el Arbre
de filosofia desiderat, artificio compendioso, o más bien es-
quemático, para actuar la presencia de Dios en todo lugar
y tiempo. A«í llegamos al mes de noviembre de 1290.
Esa temporada de dos años escasos (1289-1290) parecería
insuficiente para tanto trabajo, si hubiera tenido que cum-
plirse en condiciones de normalidad. El mismo Ramón con-
fiesa en el Arbre de filosofia 34 que no tiene tiempo para es-
cribir el Art memorativa 35 por estar ocupado en otros nego-
cios y no tener quien le ayude. Realmente, el dinamismo
entonces desplegado exige más bien un período de tres años,
y, por cierto, ni cortos, ni vacíos, ni desaprovechados. Si no
nos constase de modo indudable que hacia fines de 1290, con
letras comendaticias del maestro general de los Menores 36,
había de partir hacia Italia y que personalmente entregó a
"z Véase la Art inventiva, al final de las cuestiones adicionales o
extravagantes (ed. Maguncia, V, 210).
31 Prólogo, n. 4 (ORL, XVII, 402).
C3 El Art memorativa, con la inventiva y la amativa, había de
completar el plan vastísimo de dar arte y manera de actualizar las
tres potencias del alma en la vida contemplativa.
38 Véase el documento en Pasqual, I, 186.
I N l'RODÜCCrÒN HIOGKÁ F ICA
21
mano al papa Nicolás IV el libro Quomodo Terra Sancta re-
cuperan pot est nos inclinaríamos a prolongar la composi-
ción del Llibre de Sancta Maria y del Arbre de filosofia has-
ta el año 1291.
En este período de ocho años, la actividad de Ramón
Llull, iniciada con calma relativa, crece gradualmente hasta
llegar a un verdadero frenesí. Literariamente es uno de los
más fructíferos y de los más ricos en obras de alta calidad;
en él publica Ramón sus grandes obras literarias, a saber:
el Blanquerna, con el Llibre d'amic e amat; la Plasent visió;
el Llibre de meravelles, con el episódico Llibre de les bèsties, y
el Llibre de Sancta Maria, con la escolta del sugestivo Liber
super psalmum "Quicumque", del Art inventiva, una de sus
más cimeras obras científicas, y del Art amativa, didáctica y
artística a la vez. Su movimiento mecánico no tiene tope ni
conoce el cansancio; probablemente asiste a cinco Capítulos
generales de Ordenes religiosas, va a Roma dos veces y otras
dos a París, y por tres veces regresa a Montpellier. Sus an-
helos espirituales le aguijonean, y se dirige a los papas, a
los doctores de la Sorbona, al mismo rey de Francia, ges-
tionando su negocio opportune et importune. Y, como pre-
mio..., el fracaso de su enseñanza en París, la inutilidad, al
menos subjetiva, de su trabajo, el motejo de loco.
V
1291-1299
Ramón entonces — prosigue la Vida coetánea — "partió-
se de Montpellier por la vía de Génova, donde dicho ibro in-
ventivo de la verdad [Art inventiva] trasladó en m risco".
Si este hecho no respondía a la existencia de muchos sarra-
cenos en Génova, tal vez es que, previendo la inutilidad de las
tentativas que iba a probar, determinaba transfretar a flore-
ría, si tal eventualidad se presentase, y para entonces comen-
zaba a prevenir el trabajo. Acabada esta versión, fuésc de
Génova a la "corte romana para dar forma de hacer los mo-
nasterios que deseaba; mas. como en dicha corte roma- a
pudiese poco aprovechar por los impedimentos que allí sentía,
deliberó volverse a Génova para que de aquí más fàcilment o
pudiese pasar a Berbería". Mas todo ello no aconteció tan rá-
pidamente como parece indicar el autor anónimo de la Vid i
coetánea.
87 O bien con otro título semejante, pues ni conocemos manuscrito
alguno de esa obra ni hemos podido comprobar personalmente ese
hecho, avalado por la autoridad del padre Pasqual (I, 187).
22
SALVADOR GALMES
Con las letras comendaticias y con la licencia de enseñar
en los conventos franciscanos de la provincia romana y de
la Pulla particularmente, repugna al temperamento dinámi-
co de Ramón el retenerlas ociosas, y hay que suponer natu-
ralmente que, usando de ellas, se afanase, así en Roma como
en otros lugares de Italia, a explicar su Arte. De esa tempo-
rada, y escritas en Roma, o al menos en Italia (1292) — no en
Montpellier — , serían las obras tituladas Quaestiones quas
quaesivit quídam frater minor a Raymundo — donde se cita
el Art amatim, y cuyo contenido se aviene perfectamente con
el sincrónico magisterio de su Arte — iy el Llibre contra Ante-
crist, que también cita la Armtiva. De ese modo se dedica-
ría a la docencia y a los trabajos literarios, sin olvidar, em-
pero, su principal negocio ni perderlo de vista, pues es casi
cierto que entonces presentó al papa Nicolás IV ::s la deman-
da que no había podido hacer tres años antes a su antecesor,
Honorio IV, propugnando además la unión de las dos Orde-
nes Militares del Temple y del Hospital 3<J. Tal vez escribió
aún otras obras durante aquellos dos años, hasta que, desen-
gañado y amargado viendo cuan poco conseguía, creyó llega-
do el momento de regresar a Genova para navegar a Ber-
bería.
En Genova, por la Quincuagésima de 1293, sufrió una
grave tentación de desesperanza, tal vez a causa de una gra-
ve enfermedad. El doctor Juan Ignacio Valentí 40, por los sín-
tomas apuntados en la Vida coetánea y en el Arbre de setén-
ela41, diagnostica que Ramón fué entonces víctima de una
crisis de melancolía ansiosa, cuyas causas morales radica-
rían, a buen seguro, en la gran depresión psíquica que expe-
rimentaba desde antiguo, agravada todavía por algún acon-
tecimiento de alta trascendencia subjetiva; por ejemplo, la
disolución de su escuela de Miramar, que sospechamos debió
de sobrevenir entonces 42 . Sea como fuere, repuesto de su en-
fermedad, pero convaleciente aún, y vencida la tentación, a
38 Había sido elegido el 22 de febrero de 1288, tras un interregno
de diez meses v dieciocho días.
30 Philippus Brietius, en los Anuales de este Papa, escribe : «Ni-
rolaus IV ordines templariorum et hospitaliorum in unum redigere
est conatus, cui negotio perficiendo multum laboravit Raymundus
Lull ; sed difficiíms erat hanc perficere concordiam, quam sperare» ;
ap. Pasqual, I, iSt.
40 Ducs crisis cu la vida de Ramon Lull. en La Nostra Tena, 7
(Mallorca, 1934), 545 ss. Véase también el más reciente estudio ca-
racterológicoV del P. Mauricio de Iriarte, S. I., Genio y figura del
iluminado maestro Beato Ramón Lull (Madrid, 1945), tíra la aparte de
la revista Arbor.
11 «Del exempli de la branca eviternal» (ORL, XII, 3S2).
43 Esa fecha depende de la cronología del Dcsconhort, que cree-
mos del año 1295 ; en él deplora amargamente la destrucción de su
ideal carísimo.
INTRODUCCIÓN BIOGRÁFICA
23
últimos de junio, según conjeturamos, partió para Túnez lle-
vándose sus libros.
Aquí comienza una temporada corta, pero intensísima, de
actividad misional.
Es altamente dramática la estancia de Ramón Llull en
Túnez durante todo aquel verano, bajo el clima ardiente de
Africa. Predica con celo y valentía, disputa sobre religión,
concita contra él el fanatismo popular; lo acusan, lo encar-
celan, lo condenan a muerte, y, si logró escapar, lo debió a
"un gran moro" — dice la Vida coetánea — , que convenció
al rey de que no merecía pena de muerte quien por ensalzar
su fe se exponía a tal peligro; pues, si no se consideraba así,
la misma sentencia se tendría que dar por bien aplicada ai los
sarracenos que fuesen a predicar a los cristianos, y con ello
se retraerían. El razonamiento era hábil y triunfó: la sen-
tencia de muerte fué conmutada por la de destierro, bajo
pena capital, de todos los dominios del rey. Empero, al sol-
tarlo, estalló un alboroto popular, y "cuántos fueron los gol-
pes, bofetones y pedradas, no se podrían contar", exclama el
autor anónimo. Y ésa fué la despedida más benévola que es-
perar podía.
Ese trágico desenlace estimuló nuevamente la actividad
literaria de Ramón. Refugiado en una na^ve de genoveses, en
el mismo puerto de Túnez comenzó, a fines de septiembre
de 1293, la Taula general, producto de una gran serenidad de
espíritu y de una frialdad científica que nos hiela; esta obra
fué acabada en Nápoles el 13 de enero siguiente, y es la pri-
mera entre las suyas que lleva el lugar y la fecha de compo-
sición 4;:.
Permaneció Ramón en Nápoles hasta fines de 1294, des-
contando un viaje a Barcelona 44, donde se hallaba a fines de
julio. Esa estancia en la Italia meridional se caracteriza por
una aceleración de su dinamismo, por una especie de multi-
plicación de la energía, a pesar de la disminución de su fuer-
za corporal por el decaimiento de la vejez. Leyó su Arte
públicamente, enseñó el Art inventiva a los sarracenos de
aquel reino 4 \ escribió intensamente; parece como si su po-
* Hasta aquí es muy difícil determinar la sucesión cronológica
de la bibliografía luliana, pues sólo nos podemos guiar por conjeturas
y por las referencias que unas obras hacen a otras ; de aquí en ade-
lante ya es mucho más fácil, pues el autor suele hacer constar el
.lugar y la fecha de composición en los explícits de sus obras.
41 Véase P. Martí de Barcelona, Nous documents sobre Ramon
Lull y la seva Escola, en Miscel·lània lul·liana (Barcelona, 1935),
pp. 166-167, doc. 1.
fl En el Art de fer e solre qüestions, llamada en latín Lectura
stiper tArtem inventivam» ct «Tabulam generalem», dist. 1 (ed. Ma-
guncia, V, 3), dice el propio Ramón que está ocupado en enseñar a
los sarracenos el Art 'inventivo, previamente traducida al áraf>e. Las
24
SALVADOR GALMÉS
tencia productora se exacerbara como una pasión dominante
y desenfrenada ; diríase que su espíritu, con los años, se vuel-
ve más inquieto y no le deja sentar residencia estable en
parte alguna.
Por lo pronto, el mismo año 1293 escribe la Lectura com-
pendiosa "Tabulae gener -alte", e inmediatamente empieza el
Art de fer e solre qüestions, obra notablemente voluminosa
que no acabó sino dos años más tarde en Roma 40 ; al siguien-
te año, todavía en Nápoles, publica Lo sisèn seny que apelam
af fatus, acabado el día de Pascua (18 de abril de 1294) ; la
Disputado dels cim sanis, las Flors d'amors e flors d'in-
tel·ligència y el Llibre de lleugeria e ponderositat dels ele-
ments, escrito a petición de los médicos napolitanos.
En la misma ciudad de Nápoles, donde residió el nuevo
papa Celestino V desde mediados de .septiembre hasta su ab-
dicación 47 , le presentó Ramón la Disputació dels cinc savis,
con la Petitio final, y las Flors d/amors e flors d'intel·ligèn-
cia; y, una vez elegido papa Bonifacio VÍLLL, siguiólo a
Roma48 y probablemente a los otros lugares donde residió
la corte papal al principio de aquel pontificado, presentándo-
le la misma Petitio.
Este seguimiento debió durar hasta principios de 1295, sin
obtener resultado alguno apreciable. Parece que no recibía
una negativa rotunda, pero sí dilaciones continuas, por con-
siderársele envuelto en una atmósfera de locura o al menos
de exaltación, lo cual le producía una fuerte depresión aní-
mica. Por la fiesta de Pentecostés tal vez asistiría en Asís
a un Capítulo general de frailes menores, el tercero de és-
tos, sin vislumbrar, con todo, más claros horizontes; y es
lo más probable, aunque no cierto, que entonces su alma, en
tristura y dolor, se exha'lase en aquel amarguísimo y trágico
Desconhort, donde se lamenta de los treinta años pasados en
suspiros y en trabajos como procurador de los infieles, ha-
biendo abandonado a su mujer, a sus hijos y todos sus bie-
nes, gastando de lo suyo en menoscabo de sus hijos ; de cinco
viajes a Roma, de seis asistencias a Capítulos generales, de
incesantes visitas a prelados, a príncipes y a reyes; de los
tormentos sufridos en Morería, de la aniquilación de Mira-
mar, de la locura que le achacaban; y todo, todo en vano:
investigaciones de Pietro Egidi han comprobado que predicó a los
sarracenos de Lucera y a los cautivos del Castelló dellOvo ; Códice
diplomático dei saraceni di Lucera (Nápolc?, 1917), 32-33, ap. Anuari
de l'Institut d'Estudis Catalans, 7 (1921-26), 324.
40 En esta obra cita la Disputació dels cinc savis y el Arbre de
sciència, escrito en 1295 en la Ciudad Eterna.
47 Día 8 de diciembre de 1294.
48 Art de fer e solre qüestions, dist. 3, p. 2, q. 45 5 Arbre de scièn-
cia, «Qüestions d'infidelitat» (ORI, XIII, p. 183, q. 573).
INTRODUCCIÓN BIOGRÁFICA
25
Sènyer Deus gloriós ! Ha al món tal mártir
com aquest que sostenc com Tu no puse servir,
e no ha y qui m'ajut?... 49.
Ramón hace un propósito desesperado: huir de Roma y
no volver nunca más. Irá a tierras de sarracenos para dar
alabanza a Dios, sin preocuparse del resultado. Y, efectiva-
mente, el próximo septiembre — íes decir, a las pocas semanas
o, a lo sumo, a los pocos meses — comienza y acaba en la mis-
ma Roma la enciclopedia llamada Arbre de sciència, desde
el día de San Miguel. 29 de septiembre de 1295, a las calen-
das del siguiente abril; y después, en Anagni, el Llibre dels
articles, que deja ultimado en la vigilia de San Juan Bau-
tista; y el Llibre de ànima racional, en Roma de nuevo, que
debió de escribir en el verano; y los Proverbis de Ramon'00,
terminados en la víspera de San Lucas o a fines de año.
Al llegar a este punto, dice el autor anónimo que Ramón,
"como viese que nada obtenía, partióse de aquí [de la corte
pontificia] y fué a Génova, donde asimismo compiló algunos
libros de su Arte, y después fuése al señor rey de Mallorca,
y, habiendo razonado con él, partió para la ciudad de París,
donde leyó públicamente su Arte, ordenando muchos libros".
No sabemos cuáles fueron las obras que compiló en Geno-
va probablemente en el invierno de 1296. La visita "al se-
ñor rey de Mallorca" tendría lugar en la primavera siguien-
te, y a buen seguro que en Montpellier o en Perpiñán, pues
hasta 1298 no se le restituyó de hecho su reino insular. De
allí continuaría hasta París, donde, recobrado nuevo optimis-
mo, vuelve a poner en movimiento toda su dínamis, acudien-
do otra vez al rey de Francia, a la Universidad, al obispo,
a maestros y discípulos, a religiosos y a laicos, para inte-
resarlos en favor de su negocio, y reanudando con nuevo ,
ardor su actividad literaria, febricitantemente, alocadamen-
te, epilépticamente.
Inicia su labor, a fines de la primavera de 1297, con la
Contemplatxo Raymundi, breve tratado que presenta al co-
legio de doctores teólogos de la Sorbona, rogando que lo
acepten y lo corrijan, pues desea hacerlo llegar hasta el rey
Felipe de Francia; durante el verano pudo escribir el Trac-
tat d'astronomia, para príncipes y altos varones, que ulti-
maría en octubre; el 22 del siguiente mes de febrero aca-
baba la Declarado de Ramon 11 , contra las opiniones ave-
rroístas condenadas por el obispo de París, en doscientos
diecinueve capítulos, tantos cuantos eran los artículos con-
** Dcsconhort, 35.
m Adviértase, con todo, que los manuscritos sitúan esos proverbios
en el año 1299 y no en i2Qt> ; vid. ORL, XIY, p. VIII, n. 1.
51 Declaratio Raymundi per modum .liiilogi..., obra conocida tam-
bién con el nombre De sorte et Raymundo.
26
SALVADOR GALMÉS
denados; el 22 de agosto de 1298, octava de la Asunción de
Nuestra Señora, ponía fin a la voluminosa Disputatio Ray-
mundi et eremitae super aliquibus dubiis quaestionibus "Sen-
tentiarum" magistri Petri Lombardi; y en octubre, a V Arbre
de filosofía d'amor, de bellísima y bienoliente eflorescencia
mística, donde no es difícil hallar frecuentes alusiones a su
estado de alma. Aun no hemos acabado. En el corazón del
invierno terminó la Brevis practica "Tabulae generalis" 52 ;
en junio siguiente (1299) publica el Líber de nova geome-
tria y el de Quadratura e triungulatura del cercle, llamado
también Començaments de teologia, y en julio tenía ya ter-
minadas las Quaestiones attrebatenses. Después, probable-
mente, emprende unos nuevos Començaments de filosofía, es-
cribiendo en París eü "primer círculo" y empezando, por lo
menos, el segundo 53.
La simple enumeración de tantas obras y tan continua-
das nos da como vértigo. El propio Ramón Llull parécenos
presa de vértigo y de ebriedad, pero sin perder nunca de
vista su ideal, con la brújula orientada siempre hacia su
norte. Poco satisfecho del progreso ide su negocio, se des-
pide de la gran urbe, cerebro del mundo científico, con el
quejumbroso Cant de Ramon, y, probablemente al declinar
el verano, emprende el regreso a Mallorca. En el mes de oc-
tubre estaba en Barcelona. "Llegando de París", comenzó
y acabó allí el Dictat de Ramon, que ofrenda a la memoria
de San Luis rey de Francia y al conde-rey Jaime IT, pi-
diéndole :
Plàcia-us que ra donets poder,
per vostres regnes e comtats,
castells, viles e ciutats,
que-ls sarraïns faça -justar
e los jueus al disputar
E comencem en Barcelona.
Jaime II el Justo le concedió graciosamente tal permiso,
con fecha de 30 de octubre de 1299 54. Después, a ruegos
suyos y de la reina doña Blanca, escribe para su uso las
Oracions de Ramon, y es casi seguro que en la misma ciu-
dad de Barcelona inició una nueva forma de actividad, mi-
sionando en mezquitas y sinagogas. Finalmente, a últimos
de año regresa a Mallorca .después de veinte años de au-
sencia, habiendo desplegado una actividad tan fantástica, que
82 C. Ottaviano, creyéndola desconocida, la publicó con el título de
Ars compendiosa; está fechada en enero de 1299 (1298 ab Inc.).
M El «tercer círculo» de esta obra lo añadió en Mallorca el año
siguiente, 1300.
64 A. Rubió 1 Lluch, Documents per la història de la cultura
cat ahina mig-eval, I, p. 13.
INTRODUCCIÓN BIOGRAFICA
27
sólo puede compararse al ritmo calenturiento de un corazón
en locura de amor.
Es una bella granazón literaria la de todo ese período
de nueve años tempestuosos; presenta obras de volumen
considerable, como el Arbre de sciència y el Art de fer
e solre qüestions, y otras muy breves; pero en su mayor
parte son de regular extensión. Citemos como más intere-
santes, con el juicio que merecieron al maestro Rubió y
Lluch, las Flors d'amor e flors d'intel·ligència, "tratado
místico-alegórico basado en el Art amativa, dedicado al
papa Celestino V, y uno de los más característicos de Ra-
món Llull, donde el silogismo se combina con las metáforas
y alegorías trovadorescas" ; la Disputació dels cinc savis,
de serena controversia entre un judío, un sarraceno, un nes-
toriano, un jacobita y un católico, personificación del autor,
clasificada entre las grandes obras literarias de Ramón; el
mencionado Arbre de sciència, derivación del Art inventi-
va, verdadero bosquete de dieciséis "árboles", ejemplares
de toda la flora científica, obra puramente didáctica, de for-
ma simbólico-alegórica y dialogada, en general más bien
seca, pero que en el "Arbol ejemplificar' rompe en bella flo-
rescencia de apólogos vivos y palpitantes, rica de léxico y
llena de anécdotas autobiográficas; probablemente el Descon-
hort, poema elegiaco en sesenta y nueve estrofas mono-
rrimas de doce, versos alejandrinos, la obra maestra de la
poesía luliana, y efusión patética y sincera de su corazón;
los Proverbis de Ramon, teológicos, naturales y morales, en
número de seis mil, pesados los primeros, aéreos los últi-
mos en gran parte; el Arbre de filosofia d'amor, secuela
del Art amativa, con predominio de la forma alegórica, de
imágenes trovadorescas y de ardientes efusiones líricas, her-
manas de las del Llibre d'amic e amat; el Cant de Ramon,
en estrofas monorrimas de seis versos octosílabos, inferior
al Desconhort en extensión, pero superior en sentimiento y
fuerza lírica, la obra métrica más fluida del autor; el Dictat
de Ramon, poema didáctico-teológico en versos pareados de
nueve sílabas, de marcado sabor popular; y, finalmente, las
Oracions de Ramon, de carácter místico, destinadas a la de-
voción personal de los condes-reyes de Cataluña y Aragón,
don Jaime y doña Blanca.
Bien pudiera gloriarse cualquier literatura de un rami-
llete como éste. J
¿Cómo podía escribir Ramón Llull tan profusamente
entre tantos viajes y correrías, entre tanto movimiento y
tanta agitación espiritual? Quien supiera contestar, cono-
cería toda la secreta fuerza del amor. ¡Y son tan pocos los
que la conocen!
SALVADOR GALMÉS
VI
1300-1307
Las desilusiones recibidas, el exceso de trabajo llevado
a cabo, la edad casi septuagenaria, podrían hacer pensar
que el retiro a su isla natal tenía un carácter definitivo de
descanso y de reposo. Mas no era ése el temple de Ramón
Llull.
La nueva forma de actividad misional comenzada en
Barcelona la prosiguió en Mallorca con toda intensidad, y el
autor anónimo nos dice que "con disputas y sermones" se
dedicó a la conversión de ios sarracenos que habían per-
manecido en la isla. Tampoco durmió su pluma. Ya no ne-
cesita, como en otros tiempos, épocas de reposo ni previas
gestaciones, antes parece que su fecundidad llega a ser in-
continente y morbosa, y, como un árbol que frutece con ex-
ceso, da frutos cada año más zocatos y en manojos más
apretados.
Sería fatigosa, y, sobre todo, confusa y reseca, la indi-
vidual enumeración de cada una de sus obras en los si-
guientes períodos; por eso las citaremos globalmente y sin
dar de ellas particular apreciación.
Ajpenas llegado a Mallorca, escribe (marzo de 1300) la
Aplicació de VArt general, poema didáctico de mil doscien-
tos versos octosílabos pareados, los cuales lo abarcan todo,
menos la poesía; y a la vez acaba el "tercer círculo" de los
Començaments de filosofía, de carácter enciclopédico, obra
empezada en París el año anterior ; sigue la Medicina de pec-
cat (julio), poema moral de seis mil versos en dísticos enea-
sílabos, con frecuentes irregularidades, obra prosaica y la
más extensa de todas las versificadas; el Llibre del Es de
Déu (septiembre) y el De coneixença de Déu (octubre), de
asunto puramente teológico, como indican los títulos; el Lli-
bre d'home (noviembre), donde se estudia la vida y la muer-
te corporal y espiritual del hombre, y, finalmente, el Lli-
bre de Déu (diciembre), dividido en dos partes: de Dios y
de Jesucristo, 'respectivamente, resumen metódico del dog-
ma católico sobre la Trinidad y la Encarnación, con cinco
oraciones finales que son verdaderas joyas de la literatura
mística.
Entonces, con un año de retraso, llega a Mallorca la no-
ticia de la victoria de Kassán, gran kan de Tartaria, sobre
los musulmanes en la batalla de Nedjamaa-el-Morudí (23 de
diciembre de 1299), que tanta sensación y alegría causó en
INTRODUCCIÓN BIOGRÁFICA
toda la Cristiandad, con la esperanza de recuperar el Santo
Sepulcro; 3' Ramón Llull, prometiéndose una gran ganan-
cia espiritual, "metióse en una nave" y voló a Oriente. En
llegando a Chipre, "halló aquella noticia ser falsa", dice la
Vida coetánea. En realidad era verdadera, pero tardía; la
victoria, infructuosa; la ocasión, perdida. Pero como el úni-
co móvil de Ramón era el honor del Amado, el cual podía
procurar en todo tiempo y lugar, adaptándose a las circuns-
tancias como buen estratega, ingenuamente "suplicó al rey
de Chipre que hiciese que acudieran a su predicación algu-
nos herejes que había en su tierra, ofreciéndole que él pa-
saría luego al sultán de Babilonia y al rey de Siria y de
Egipto para instruirlos en la santa fe católica, de lo cual
dicho rey de Chipre hizo poco caso; mas, con todo eso, di-
cho reverendo maestro no cesó de confundir a dichos here-
jes con predicaciones y disputas". El empuje, pues, inicia-
do en Barcelona y alentado en Mallorca, continuaba en las
tierras de Levante, aguijoneado por el celo del honor de
Dios con afán siempre insatisfecho. Tampoco dejó ociosa
su pluma, y en septiembre de 1301 escribía la interesante
Retòrica nova en el monasterio de San Juan Crisóstomo,
de aquella misma isla de Chipre.
El clima malsano le originó una enfermedad, durante
la cual estuvo a punto de morir envenenado por un clérigo
y un esclavo que lo servían, lo cual le movió a partir antes
que realizaran su propósito. Fué a convalecer en Famagus-
ta, donde halló cordial acogida en el gran maestre de los
templarios, quien le hospedó en su propia casa hasta que
hubo recobrado la salud. Allí escribió, en el mes de diciem-
bre (1301), el Llibre de natura, ensayo de física, e inmedia-
tamente se trasladó a Armenia, componiendo en Aleás, en
enero siguiente, el breve tratado De ço que deu hom creure
de Déu. Al poco tiempo regresó de aquel viaje fantástico,
verdadera huida de delirante, humanamente hablando, y
"en el mar, viniendo de Ultramar en el año 1302", escribe
los MU proverbis, muchos de ellos de carácter popular. Lle-
gado a Mallorca, compone otras dos o tres obras. En octu-
bre de 1303 lo encontramos en Montpellier, en plena fiebre
literaria, escribiendo la Disputatio fidei et intellectus, se-
guida del Líber de lumine (noviembre), donde estudia las
propiedades físicas de la luz y su simbolismo; después, el
Líber de regionibus sanitatis et infirmitatis (diciembre), la
pequeña trilogía de las potencias del alma, a saber: Líber
de intellectu, Líber de volúntate, Liber de memoria (enero
de 1304), compendios, respectivamente, del Art inventiva,
del Art amativa y del Art memorativa. En el entretanto pa-
rece que hizo una escapada a Génova, pues hallamos fe-
chadas allí en el mes de febrero varias obrillas de carác-
30
SALVADOR GALMÉS
ter filosófico 55, regresando en seguida a Montpellier, donde
permaneció hasta el mes de abril de 1305 en fuerte tensión
productora, ya que llegó a escribir nueve obras más, entre
ellas el Libar de praedicatione, dividido en dos distinciones
— una de la doctrina general de la predicación y otra de
sus condiciones — t, seguidas de cien sermones para las do-
minicas y fiestas del año 56 ; el Líber de ascensu et deseen-
su, intellectus (marzo de 1305, o de 1304 ab IncarnJ, uno de
sus tratados de filosofía más interesantes, y el Líber de fine
(abril de 1305), plan de organización militar para la con-
quista de la Tierra Santa, con abundancia de datos autobio-
gráficos y bibliográficos. Todas las obras que hemos men-
cionado en latín creemos que fueron escritas originaria-
mente en catalán, por más que se nos hayan perdido los
textos primigenios.
El 5 de junio de 1305 fué elegido papa Clemente V, has-
ta entonces arzobispo de Burdeos. El 21 de julio notificaba
oficialmente la elección a la Cristiandad, y el 14 de noviem-
bre fué solemnemente coronado en Lyón.
A cada nueva elección papal, todo el enjambre de de-
seos y de .esperanzas que anidaban en el corazón de Ra-
món Llull volvía a agitarse y a moverse. Con más motivo
ahora todatvía, tratándose de un papa francés, amigo de Fe-
lipe el Hermoso de Francia y de Jaime II el Justo de Ara-
gón, ambos nietos del Conquistador, estalló en el corazón
de Ramón un renacer de ilusiones, alimentadas por sus an-
helos de amor; y durante una temporada vuelve a entre-
garse a aquel dinamismo frenético, tan difícil de ordenar y
de esclarecer históricamente.
El 24 de junio, diecinueve días después de la elección
pontificia, lo hallamos ya en Barcelona, donde Jaime II le
asigna una pensión vitalicia de dos sueldos diarios, aumen-
tados hasta cuatro todo el tiempo que estuviese en su com-
pañía 57 ; y en agosto escribe el Líber de erroribus iudaeo-
rum. Todo nos induce a conjeturar que ese viaje obedecía,
ante todo, a interesar al conde-rey en sus proyectos, recién
explanados en el Líber de fine. Parece que llamón llegó a
convencerlo y entusiasmarlo y que lo acompañó hasta Mont-
pellier, donde el rey Justo se entrevistó con Clemente V, tal
vez cuando se dirigía a Lyón para la coronación, ofrecién-
dole su persona y sus señoríos, su ejército y sus tesoros,
para emprender la guerra contra los sarracenos. Ramón
60 Lógica nova, Lectura Artis quae intitulat ur «Brevis practica
Tabulae generalis*, Liberad probandum aliquos artículos fidei catho-
licae per svllogisticas rationes.
66 El último, de Todos los Santos, se subdivide en otros nueve,
sobre las bienaventuranzas.
67 Rubió i Lluch, Documents, I, p. 39.
INTRODUCCIÓN BIOGRÁFICA
31
asistió personalmente a esas conversaciones, y después si-
guió al Papa hasta Lyón, donde permaneció un tiempo la
corte pontificia. En el mismo mes de noviembre, quién sabe
si durante las mismas fiestas de la coronación, comenzó allí
el Ars generalis ultima, que no terminó hasta tres años más
tarde en Pisa; y, presentándosele ocasión, es fácil suponer
que insistiría, opportune et importune, en sus proyectos,
concretados en el Líber de fine, del que tenía Clemente V un
ejemplar enviado por el rey de Aragón r,s. Todavía reforzó
Ramón su demanda escribiendo allí y entregando al mismo
Papa la Petitio Raymundi pro conversione infidelium, "de
lo cual, así el Santo Padre como los cardenales, hicieron
poco caso y no se preocuparon", escribe el autor anónimo.
¿Quién podrá ponderar la desilusión de Ramón Llull?
Alicaído y desalentado, sacude el polvo de la corte y busca
asilo en Montpellier, su refugio predilecto. A fines de año,
de enero a marzo de 1306 (1305 ab IncarnJ, escribe allí dos
obras, según el padre Pasqual: Ars brevis quae est de in-
ventione mediorum inris civilis, o Ars brevis iuris, e ïn-
troductorium magnae Artis generalis.
Aquí se nos eclipsa Ramón Llull durante todo el año 1306.
Cree el padre Pasqual que lo pasó en París, donde conoció
y trató a Duns Escoto y donde escribió el Líber facilis
■scientiae, datado allí en el mes de junio, y las Quaestiones
super uLibrum facilis scientiae", que le subsiguieron. Pero
sus relaciones con el Doctor Sutil no son lo bastante cier-
tas, y por lo que hace a la mencionada fecha, manuscritos
hay que consignan la de 1311; bien fácil es la confusión
entre seis y once en la numeración romana y en la escritura
de la época por la semejanza gráfica de la v y la x. De más
peso es el argumento de estar fechada en París y en aquel
año de 1306 la Supplicatio Raymundi venerabilibus theolo-
giae professoribus... Studii parisienses, a pesar de que hay
manuscritos que la atribuyen al año 1310. El hecho de ci-
tarla una Obra escrita a fines de 1308 59 abogaría la opinión
del padre Pasqual. Pero, aun así, Ramón desaparece de nues-
tra vista en la mayor parte de aquel año, ya que la citada
Supplicatio sería o de fines de 1306 o de principios de 1307.
Tal vez los desengaños que recibía, ahora, con los años,
le afectaban más que en otro tiempo, y su fracaso en la
corte pontificia, donde ya sé cernía el peligro del cisma de
Occidente, le produjo una fuerte depresión de espíritu. Cuan-
do vino la reacción, desconfiando de todo auxilio humano,
resolvería volver a tierra de sarracenos, cuya resistencia
tenía al menos una excusa en la fe que profesaban, y em-
" Véase el finai de la Dispuiatio Raymundi et Homar samccui.
" El Liber de convenient ia quant habent fides et intellectus in
obiecto.
32
SALVADOR GALMÉS
plearía el resto del tiempo en los preparativos necesarios,
mas bien espirituales que de orden material. Manifestación
aislada de su producción literaria en este intervalo podría
ser la traducción latina del Llibre dels àngels 60, fechada
en 1307, pero tanto puede ser de principios como de fines
de año.
La Vida coetánea nos dice que Ramón, dejada la corte
papal (sin mencionar si pasó o no por Montpellier), vino a
Mallorca, y que desde aquí, probablemente en plena prima-
vera de 1307, "pasó a Berbería, a tierras de Bugía". De
hecho, allí volvemos a encontrarlo buena parte del año. Ini-
cia su actuación predicando la fe cristiana públicamente
"en medio de la plaza", donde se produjo un grande albo-
roto contra él, librándose de la furia popular por interven-
ción de los alguaciles, que lo llevaron al muftí u obispo
sarraceno, según el autor anónimo. Del diálogo entre la auto-
ridad y el reo nace el concierto de una controversia pública,
propuesta por Ramón, cuyo resultado fué el encarcelamien-
to, con previos bastonazos, y pedradas, y empellones, y ti-
rones de barba, "que tenía larga", hasta dejarlo casi por
muerto. Metiéronlo en el lugar más infecto de la cárcel, "en
la privada", con una gran cadena al cuello, "donde estuvo
por largo tiempo con dolorosa vida". Las gestiones de cata-
lanes y genoveses consiguieron que lo trasladasen a otro
lugar más soportable, donde permaneció medio año más y
donde fueron a visitarle algunos sabios sarracenos con la
intención de convertirlo a sus creencias. Entáblase entonces
un verdadero pugilato teológico, que se concreta entre Ra-
món y el sabio Hamar, y, de común acuerdo, cada uno de
ellos escribe una obra apologética. Así compuso Ramón en
árabe la Disputatio Raymundi christiani et Hamar saracenl,
acabada la cual, la envió inmediatamente al muftí; al poco
tiempo "vino orden del rey, que estaba en Constantina, man-
dando con grandes penas que... fuese lanzado de la tierra;
y, de hecho, metiéronlo en una nave que iba a Pisa". Cerca
ya de la costa, el navio naufragó, salvándose Ramón con un
compañero suyo, desnudo, perdidos los libros, agarrado a
un madero 61. Esto sucedía a principios del invierno de 1307.
Bien podríamos dar a este período el nombre de Odisea
luliana o bien Trabajos de Ramón Llull, a la manera de las
relaciones de gestas de los antiguos héroes, y esos títulos
no desdirían de la realidad. Aun habríamos de añadir, en
favor de Ramón, su edad más que septuagenaria, en con-
traposición con la de aquéllos, en da plenitud de su vida.
Resulta inimaginable tal actividad de predicación en mez-
60 Lo escribió en catalán, en Mallorca, hacia el aüo 1275.
"l Véase la Vida coetánea y el prólogo y el final de la mencionada
Disptilatio Raymundi et Hamar.
INTRODUCCIÓN BIOGRÁFICA
33
quitas y sinagogas, esa movilidad desde Mallorca a Oriente
con la enfermedad que subsiguió, vuelta a Mallorca y nueva
partida a Montpellier y Barcelona, con regreso a Montpellier,
viaje hasta Lyón y vuelta a Montpellier y a Mallorca, y des-
de aquí expedición a Berbería, y tormento, y cárcel, y nau-
fragio en Pisa. Y, en medio de tanto trajín, pasan de cua-
renta las obras de ese período.
¿Quién seguiría, en lugar y en tiempo, los zigzags de la
golondrina en fiebre de amor y en angustia de cría?
vn
1308-1312
Según la Vida coetánea, Ramón Llull "en la ciudad de
Pisa fué muy honradamente recibido por los ciudadanos,
entre los cuales uno lo recibió en su casa". De los éxplicits
de las obras que escribió en Pisa se deduce claramente que
residió en el monasterio de San Domnino. Aquí su dinamis-
mo vuelve a tomar un tono trepidante en aceleración cre-
ciente.
Cuanto a actividades literarias, escribe primero el Art
breu por enero de 1308 (1307 ab IncaryiJ, resumen del Art
general, y el Liber ad memoriam confirmandam, proba-
blemente en el mismo mes. Entre el 25 y el 31 de marzo
aproximadamente, ultima el Ars generalis ultima, comen-
zada en Lyón tres años antes; en abril redacta de memoria
en latín la Disputatio Raymundi et Hamar, perdido en el
naufragio el texto árabe original, obra muy interesante para
la historia comparada de las religiones en aquel tiempo, y
publica el Liber de centum signis Dei y el Liber clericorum,
ambos el mes de mayo. Cuanto a otros géneros de activida-
des, parece que, escrito el Liber ad memoriam confirman-
dam, hizo un rápido viaje a Montpellier, donde hallamos
datadas dos obritas: el Liber de venatione substantiae, ac-
cidentis et compositi, en el mes de febrero 62, y el Liber de
duodecim syltogismis, en marzo 63. Vuelto inmediatamente a
Pisa, y sin abandonar los trabajos literarios, se dedicó fer-
vorosamente a promover la fundación de una orden mili-
tar de Jesucristo para recuperar la Tierra Santa, bajo el
patronazgo de la ciudad. Su iniciativa halló eco entre los
písanos, y el Concejo escribió cartas al Papa y a los car-
" El padre Pasqual la fecha en febrero del año siguiente, por
citarse en ella el Ars generalis ultima, todavía no terminada ; pero
adviértase que la había comenzado ya en L}ón en noviembre de 1305.
• Vid. Ottaviano, Riv. Cult., 1929.
3
34
SALVADOR GALMÉS
denales en este sentido. Animado con nuevas esperanzas,
Ramón toma la vía de Génova (mayo), donde obtuvo cartas
comendaticias de igual tenor, con una oferta de treinta y
cinco mil florines por parte de las matronas de aquella re-
pública para tal empresa. Al punto hace otra escapada a
IVBontpellier, adonde parece que iba a beber elixir de ener-
gía, y a fin de mes publica allí el Ars divina. Entonces, en
otro fervoroso entusiasmo. Ramón vuelve a la corte pa-
pal de Poitiers, y presenta a Clemente V esta Ars, segu-
ramente con las letras comendaticias de los comunes de
Pisa y de Génova y con las halagadoras ofertas de las da-
mas genovesas. También presentó la obra al rey Felipe el
Hermoso de Francia, sin que podamos precisar dónde ni
cuándo. Todo el verano, o más bien desde mayo hasta oc-
tubre, debió de durar en máxima tensión este afán, sin que
le dejase lugar ni tiempo para escribir. ¿Influyeron sus ges-
tiones en la expedición que el año siguiente fué a Tierra
Santa?
En octubre volvemos a encontrarle en Montpellier, en-
tregado a sus tareas literarias; escribe el Liber de novis
fallaciis, ensayo sobre los sofismas desconocidos de Aristó-
teles G4, y el Liber de experientia realitatis "Artis genera-
lis" (noviembre), seguido de una epistola donde insinúa los
pasos dados entonces en la corte pontificia en favor de la
conversión de los infieles. Ottaviano 65 menciona otro Lí-
ber de fallaciis, de carácter antiaverroísta, escrito en París
después del De novis fallaciis, tal vez en diciembre de este
mismo año 1308. De ser ello así, tal viaje a París justificaría
la ociosidad literaria de Ramón Llull durante los meses de
enero y febrero, en los que no sabemos que publicase obra
alguna, a no ser aquellos Proverbis perdidos, que envió al
rey de Aragón con una carta en que le manifiesta el propó-
sito de ir a Aviñón y estar cerca del Papa, siempre a la
mira de su negocio. En el mes de marzo, y en la misma ciu-
dad de Montpellier, vuelve a su trabajo frenéticamente. Son
de marzo de 1309 el Liber de maiori agentia Dei y el Liber
de convenientia quam habent fides et intellectus in obiecto;
y también del mismo mes, entre el 25 y el 31 (primeros días
dél año 1309 ab Incarnatione ) , el Liber de actiuisitione Ter-
rae Sanctae, escrito tal vez en vistas de la expedición que se
preparaba, y presentado al Papa Clemente V; en abril data
allí mismo otras cuatro obritas (;r>. Después creemos que vol-
vió a la corte papal de Aviñón, cumpliendo el propósito ma-
nifestado al conde-rey Jaime II, y que entonces presentó al
Papa el Liber de acquisitione Terrae Sanctae, insistiendo en
* LONGFRÉ, DicHonnaire de théologie catholiquc, IX, 1095.
■ UArs compendiosa... , p. 67, n. 12c
"* Ibícl . , p. 68, nn. 124 -127.
INTRODUCCIÓN BIOGRAFICA
35
sus proyectos durante toda la primavera y el verano, aun-
que siempre sin resultado alguno positivo.
Este nuevo fracaso, empero, no le acoquinó por completo,
antes bien, con juvenil empuje emprende la vía de París,
"donde públicamente leyó su Arte y otros muchos libros que
en tiempos pasados había compuesto ; y fueron a oírle no tan
sólo estudiantes, sino también gran multitud de maestros" °7.
Tal vez sucedía eso a los principios del otoño, y las lecciones
acapararían toda su actividad. Indudablemente lo hallamos
en París el mes de noviembre, dando a luz su Ars mixtiva
theologiae et phüosophiae, que inicia una nueva fase en la
lucha contra el error, acometiendo al averroísmo clara y
ahincadamente. Entre diciembre de 1309 y septiembre de 1311
(veintidós meses) escribe más de veinticinco obras, unas
como por grupos, otras con intervalo de algunos meses, en
los que se entregaría de lleno a procurar su negocio, direc-
tamente o por vía diplomática, dando pasos continuos, insis-
tiendo de palabra y tal vez importunando con su presencia.
El más largo intervalo de ociosidad literaria en estos dos
años es el que va de julio a octubre de 1310. Es posible que
fuese a Vernon, residencia entonces de Felipe el Hermoso,
el cual le dió una carta de recomendación, atestiguando su
buena conducta, con fecha de 2 de agosto. En este mismo
mes redactó un catálogo de sus obras, que llegaban a ciento
veintitrés. Ignoramos lo que hizo después hasta el mes de
octubre, en que comenzó, en el bosque de Vincennes, el Líber
de possibili et irrupossibüi, dedicado al rey Felipe de Francia,
a quien ofreció inmediatamente otras tres obras: el Líber
de Natali (diciembre-enero), la Lamentatio Phüosophiae (fe-
brero) y el Líber de divina unitate et pluralitate (marzo),
prueba evidente de la actividad desplegada entonces en la
corte de Francia, previendo que el interés con que recibiese
el rey sus proyectos había de repercutir en la corte papal de
Aviñón.
Desde octubre de 1310 esa producción parisina toma un
ritmo más normal y acelerado, con una obra cada mes, y
alguno con dos y aun tres, como los de febrero y agosto;
pero su producción de aquel período se resiente de las pri-
sas; es como gris y disminuida, en comparación con la de
su primera época. La tónica general es el antiaverroísmo,
a combatir el cual dedicó hasta una veintena de escritos.
El de más valor literario es el Líber de Natali, cuadrito dra-
mático en el que seis damas, personificación de otras tantas
virtudes, cantan las excelencias del Niño Jesús, con movi-
mientos ceremoniosos que preludian nuestro teatro. Su fina-
lidad era estimular al rey a que desterrase el averroísmo
Vida coetánea.
36
SALVADOR GALl·lés
de la Universidad de París, a que fundiese todas las Orde-
nes militares en una sola en favor de la cruzada contra
Tierra Santa, y a que instituyese colegios de lenguas para
formar misioneros.
El 1.° de octubre de 1311 iba a celebrarse el concilio ge-
neral de Viena, en el Delfinado, convocado por Clemente V,
y, esperando Ramón sacar gran provecho para sus planes
de reforma cristiano-social, no vacila en acudir a él. Antes
de su partida, hacia el 10 o el 12 de septiembre, alcanza
unas letras comendaticias del canciller de la Universidad,
como un certificado, a la vez, de su ciencia y de su orto-
doxia; escribe además una obrita: De perseitate et finati-
tate Dei, con la ilusión de presentarlo al concilio para incli-
narlo hacia sus proyectos, y emprende el viaje. Durante el
camino compone el Phantasticus, diálogo entre él y un clé-
rigo bon vivant y burlón que se dirigía al concilio a pescar
prebendas, con quien platica so'bre la fundación de colegios,
la unión de la Iglesia griega con la de Roma y la destruc-
ción del averroísmo, con una finísima crítica de los grandes
prebendados, gordos y bien parecidos, mientras los pobres
de Cristo se mueren de hambre y peligra la propagación de
la fe por falta de recursos, todo ello entreverado con inte
resantes datos autobiográficos y psicológicos. En Viena, si
no antes, escribe Lo Con&kli, la úlltima de sus obras métricas
y la más personal de todas ellas, de mil doscientos versos
rimados, distribuidos en estrofas heptásticas de cinco octo-
sílabos (contando a la provenzaJl, eneasílabos a la italiana)
y dos quebrados. Poco después redacta la Petitio Raymundi
in concilio generali ad acquirendam Terram Sanctam, resu-
miendo en' dos capítulos todos sus puntos de vista; y hasta
el mes de marzo siguiente tiene tiempo para componer otras
dos obrillas 68.
Cerróse el concilio en mayo de 1312. En general, y de
un modo teórico, casi todos los capítulos que propugnaba
Ramón L·lull fueron aceptados, decretándose, además, las
providencias conducentes; pero, prácticamente, parécenos
que él volvió de allí muy desanimado.
Hemos citado más de setenta obras escritas en este pe-
ríodo de cinco años. ¿Y quién fuera capaz de contar todas
sus gestiones de Pisa y de Génova, sus pasos en París y en
la corte papal y en Viena, sus enseñanzas en la Sorbona,
su tensión anímica mantenida por doquier? Y reparemos
que Ramón frisaba entonces en los ochenta años. ¿Qué va
a hacer ya en plena vejez, con pocas ilusiones y con poquí-
sima confianza en los hombres?
88 El Líber de ente realt él rationis y el De ente simpliciter ab-
soluto.
INTRODUCCIÓN BIOGRÁFICA
37
vm
1312-1315
Desde Viena de Francia regresó Ramón Llull a Mallorca,
pasando por Montpellier. Aquí, detenido por una enferme-
dad— "iacens in suo lecto" — , en el mismo mes de mayo de
1312 escribe el Líber de locatione angelorum. En julio, "ve-
niens de concilio generali", publica en su isla natal el Líber
de participatione christianorum et saracenorum y el De dif-
ferentia correlativorum divinarum dignitatum, que dedica al
rey Federico III de Sicilia, hermano de Jaime II de Aragón.
Estas dos obras dan la tónica de la futura actuación de Ra-
món; se entregará a la conversión de los judíos y de los
musulmanes dondequiera que estén, en Mallorca, en Sicilia,
en Túnez, en heroico ministerio de apostolado individual.
Sólo diez meses residió Ramón Llull en Mallorca; pero
su mano, más que trémula por los años, inquieta de amo-
rosos afanes, no puede estar parada, y escribe una serie
de diez obras, destinadas, en general, a la instrucción de
los cristianos y a la conversión de los infieles. Una de ellas,
De novo modo demonstrandi (septiembre), la dedica al ci-
tado rey Federico y al arzobispo de Monreale, Arnau de
Rexa; otra, Quae lex sit mélior, maíor et veríor, va dirigida
al Papa, a los cardenales y a los obispos, y más especial-
mente al rey Sancho de Mallorca y al obispo de la misma
sede Guillem de Vilanova, para que la hagan aprender a los
judíos, e incluso pide a los mercaderes que van a Berbería v
a Alejandría que la divulguen entre los sarracenos. De los
demás escritos hay que citar el Ars praedícationis (enero),
bastante voluminosa, como formada por ciento ochenta y
dos sermones, y el Art breu de predicado (febrero).
El 26 de abril de 1313, Ramón otorga testamento, y a
principios de mayo se embarca hacia el reino de Sicilia. En
la misma nave — "in mari, de Maioricis apud Siciliam venien-
do" — -comienza el librejo De compendiosa contemplatione,
que terminó el mismo mes en Mesina, donde permaneció un
año entero.
Aquí la actividad productora de Ramón Llull llega al
frenesí, una especie de delirium tremens que apenas puede
comprenderse a su edad, y más teniendo en cuenta que su
actividad principal y primaria consistía en la disputa y
predicación oral, al menos en los meses de junio y julio, en
que no sabemos que escribiese obra alguna. En agosto pu-
blica el Llibre de consolació d'ermità, semejante al Descon-
38
SALVADOR GALMÉS
hort, y una de las últimas obras personales del autor. Inme-
diatamente redacta otros treinta y cuatro tratados, dos de
ellos en árabe, generalmente de asunto- teológico, cuyos ori-
ginales catalanes se han perdido. Todos ellos se escribieron
en un período de diez meses. Prescindimos de su enumera-
ción y cronología para no alargar en exceso esta introduc-
ción biográfica; la postrera obra, De civitate mundi, está
fechada en mayo de 1314, una de cuyas partes es, según pa-
rece, el IAber de consilio divinarum dignitatum, en el que,
según Wadding 69, Ramón manifiesta su propósito de pasar
a la Morería. Según un documento sospechoso reportado
por el padre Custurer 70, Ramón se embarcó en Madlorca el
14 de agosto de 1314, y desde allí llegó a Bugía. Lo cierto
es que el 4 de noviembre de 1314 estaba ya en Túnez, y que
hasta julio de 1315 compuso en aquella ciudad algunos li-
bros de disputa con los sarracenos, sobre todo una Ars con-
cilií, primero en árabe y luego en catalán, que seguramente
traduciría al latín su discípulo fray Ramón de Puigcerdà.
Todavía escribió otras quince obras 71, una de ellas, De Deo
et mundo, dedicada al cadí de aquella ciudad, donde en di-
ciembre del mismo año 1315 divulgó la última de sus obras,
el Líber de maiori fine intellectus, amoris et honoris 72. Son
obrillas cortas, de argumento filosófico o teológico, de escaso
valor relativo, al fin como última granazón de un árbol viejo
y herido de muerte.
Sesenta y cuatro suman las escritas en este último pe-
ríodo de cinco años entre Mallorca, Mesina y Túnez. Por
cortas que sean, con tanto trajín y con sus ochenta años,
es imposible imaginarnos una actividad mayor que la de
aquel calamus velociter scribentis.
Piérdesenos aquí definitivamente la figura de Ramón Llull
en un velo de misterio histórico. La leyenda nos dice que en
Bugía fué lapidado, y, transportado piadosamente por una
nave genovesa, murió en su ciudad natal de Mallorca a con-
secuencia de las heridas. El grande enemigo de sus doctrinas
y de su memoria, el inquisidor general de Aragón fray Ni-
colás Aymerich, generalmente bien informado de los hechos,
al cabo de medio siglo justo, en 1365, decía sólo lacónica-
mente en sus Díatogi antilulianos 73 que Ramón murió en la
ciudad de Mallorca y que, por ser de la Tercera Orden de
San Francisco, recibió sepultura en aquel convento.
El propio Ramón Llull había dicho en la plenitud de sus
68 Ap. Pasqual, I, 322.
70 Disertaciones históricas... (Mallorca, 1700), núm. .61.
71 Ottaviano, pp. 91-92, sólo cita cinco.
72 Rubió i Lluch, Documents, I, pp. 62-66.
79 J. Tarré, Los códices lulianos de la Biblioteca Nacional de
París, en Analecta Sacra Tarraconensia, 14 (1941), 161, n. 12.
INTRODUCCIÓN BIOGRAFICA
39
días: "Los hombres que mueren, Señor, por vejez, mueren
por falta de calor natural y por sobreabundancia de frial-
dad. Por lo cual vuestro servidor y vuestro súbdito, si así
os pluguiese, no querría morir de tal muerte, antes querría
morir por calor de amor, pues Vos, Señor, morir quisisteis
de tal guisa" 74. Tal vez el Amado le exigió el sacrificio aún
de su más ardiente deseo, el de morir por calor de amor
martirial, reservándole la tan temida muerte por el frío de
la senectud.
S. Galmés.
71 Llibre de contemplació (ORI-, IV, p. iSj, c. 130).
Sepulcro del Beato Ramón Llull (siglo XV).— Basílica de San Fran-
cisco. Palma de Mallorca
Vida coetánea
D E
Ramon Llull
VIDA COETANEA
DE RAMON LLULL
Por su capital importancia biográfica y documental, ofre-
cemos por vía de apéndice el doble texto latino y catalán
de la Vida coetánea, a todas luces contemporánea del propio
Ramón Llull, escrita en 1311, que es el momento en que se
da por terminada la relación.
A pesar de la opinión contraria del padre Pasqual en el
siglo XVIII y del padre Longpré en el actual, que sostienen
la prioridad del texto catalán sobre el latino, nosotros nos
inclinamos al parecer de J. Rubió, del P. De Gaiffier y de
J. Tarré, que sostienen ser anterior la recensión latina. De
hecho hay latinismos en el texto catalán que difícilmente
se explicarían sin un texto latino previo, fuera de que la
lengua no puede corresponder a los principios del siglo XTV,
ni la multitud de palabras y construcciones más tardías po-
drían explicarse satisfactoriamente por simples correcciones
de los copistas posteriores. El último de los autores citados
cree muy fundadamente que fueron los cartujos de Vauvert
(junto a París) los que rogaron a Ramón Llull les contase
su vida.
El texto catalán no es una versión ingenua del latino.
Nótase en aquél un especial cuidado en dulcificar las expre-
siones y los pasajes que los antilulianos pudieran utilizar
contra la ortodoxia del Maestro; lo cual prueba también que
corresponde a una época posterior a las impugnaciones de
Eymerich.
Por otra parte, los lugares lulianos, sólo insinuados en el
texto latino, son precisados con frecuencia por el traductor,
probablemente mallorquín, a juzgar por algunas modalidades
del lenguaje: llengo por llengua o llenga, ley por le hi o
Vhi, etc.
•44
INTRODUCCIÓN A LA VIDA COETÁNEA
Damos el texto latino según la edición crítica del bolan-
dista padre De Gaiffier, aunque suprimiendo el aparato de
variantes. En el texto catalán seguimos la de Francisco de
Borja Moll, aunque modernizando en absoluto la ortografía,
para facilitar más su lectura, y numerando los párrafos
como el texto latino \
M. B.
1 Véanse más abajó, en la Bibliografía, las referencias bibliográ-
ficas de ambas ediciones.
Sepulcro del Beato Ramón Llull. (Detalle.)
VITA BEATI RAYMUNDI LULLI
1. Ad honorem, laudem et amorem solius Domini Dei
nostri Iesu ühristi Raymundus quorumdam suorum amico-
rum religiosorum devictus instantia narravit scribique per-
misit ista que sequuntur hic, de conversione sua ad peni-
tentiam et de aliquibus gestis eius.
2. Raymundus senescallus mense regis Maioricarum,
dum iuvenis àdhuc in vanis cantillenis seu carminibus com-
ponendis et aliis lasciviis seculi deditus esset nimis, sedebat
nocte quadam iuxta lectum suum paratus ad dictandum et
scribendum in suo vulgari unam cantilenam de quadam do-
mina, quam tune amore fatuo diligebat. Dum igitur canti-
lenam predictam inciperet scribere, respiciens a dextris vidit
dominum Iesum Christum tanquam pendentem in cruce; quo
viso timuit, et relictis que habebat in manibus, lectum suum,
ut dormiret, intravit.
3. In crastino vero surgerte, et ad vanitates sólitas re-
diens, nichil de visione illa curabat, immo cito quasi per octo
dies postea, in loco quo prius, et quasi hora eadem, iterum
se aptavit ad scribendum et perficiendum cantilenam suam
predictam ; cui Dominus iterum in cruce apparuit, sicut ante ;
ipse vero tune territus plus quam primo, lectum suum in-
trans, ut alias, obdormivit; sed adhuc in crastino apparitio-
nem negligens sibi factam, suam lasciviam non dimisit;
immo post paululum suam cantilenam nitebatur perficere
incoatam, doñee sibi tertio et quarto successive diebus inter-
positis aliquibus Salvator in forma semper, qua primitus,
appareret.
4. In quarta ergo vel etiam quinta vice, sicut plus cre-
ditur, eadem apparitione sibi facta territus nimium lectum
suum intravit, secum tota illa nocte cogitando tractans quid-
ACI davall se segueix la vida e actes
DEL REVEREND MESTRE RAMON LLULL
1. A honor, glòria, llaor e magnificència de nostro se-
nyor Déu Jesucrist, lo reverend e digne de gran memòria
mestre Ramon Llull, del regne de Mallorques, instat e sol·li-
citat una e moltes vegades per alguns seus devots, referí
e recontà les coses davall escrites, on se contenen la sua
vida, conversió e penitència molt alta e maravellosa, segons
que especificadament davall aparrà.
2. Recontà primerament e ans de totes coses que, es-
tant ell senescal e majordom del superil·lustre senyor rey
de Mallorques, com fos en la plenitud de la sua joventut, e es
fos donat en l'art de trobar e compondre cançons e dictats
de les follies d'aquest món, estant una nit dins la sua cam-
bra sobre lo bancal del seu llit, imaginant e pensant una vana
cançó, e aquella escrivint en vulgar per una sua enamorada,
la qual llavors d'amor vil e fada amava; com, doncs, tin-
gués tot lo seu enteniment encès e ocupat en dictar aquella
vana cançó, remirant a la part dreta veé nostre senyor Déu
Jesucrist penjant en creu, molt dolorat e apassionat. Lo qual
vist, hac gran temor en si mateix, e, lleixant totes aquelles
coses que tenia enfre les mans, anà's metre en lo llit, e
va's colgar.
3. E lo sendemà de matí llevant-se, no curant de la visió
que la nit passada havia haüda, tornà a dictar aquella vana
e folla cançó que començada havia ; e, com altra vegada aque-
lla hora e en aquell lloc mateix tornàs a escriure e a dictar
aquella mateixa cançó, altra vegada nostro Senyor li apa-
rec en creu en aquella forma mateixa, de la cual visió ell
molt pus espaventat que no de la primera, lleixades totes co-
ses, anà's metre en lo llit. Jatsia per això aquella folla' volun-
tat ell no lleixà, ans bé, après pocs jorns, tornant ell en aca-
bar aquella cançó e no curant d'aquelles visions meravello-
ses, fins que terçament, quarta e quinta li aparec.
. 4. Per les quals aparicions així sovinejades ell molt es-
paventat cogità què volien dir aquelles visions ten sovineja-
des, e lo estímul de la consciència li dictava que nostro se-
48
VITA BEATI RAYMUNDI LULLI
nam visiones iste tociens itérate significare deberent. Hinc
sibi quandoque dictabat conscientia, quod apparitiones ille
nichil aliud pretendebant, nisi, quod ipse mox relicto mundo
domino Iesu Christo ex tune integre deserviret; illinc vero
sua conscientia ream se prius et indignam Ohristi servitio
acclamabat; sicque super hiis nunc secum disputans, nunc
attentius Deum orans, laboriosam noctem illam duxit in-
sompnem. Denique, dante Patre luminum, consideravit Chris-
ti mansuetudinem, patientiam ac misericordiam, quam ha-
buit et habet circa quoslibet peccatores; et sic intellexit
tándem certissime Deum velle quod Raymundus mundum
relinqueret Christoque corde ex tune integre deserviret.
5. Oepit ergo intra se cogitando tractaré quod esset
servitium máxime Deo placens; et visum est quod melius
sive maius servitium Ghristo faceré nemo posset, quam pro
amore et honore suo vitam et animam suam daré; et hoc
in convertendo ad ipsius cultum et servicium Sarracenos
qui sua multitudine Ohristianos undique circumeingunt. Sed
inter hec ad se reversus intellexit, ad tantum negocium
nullam se habere scientiam, utpote qui nec etiam de grama-
tica aliquid nisi forte mínimum didicisset. Unde mente con-
sternatus multum cepit doleré.
6. Verum dum ipse mente lugubri hoc devolveret, ecce,
nesciebat ipse quomodo sed scit Deus, intra vit cor eius vehe-
mens ac implens quoddam dictamen mentis, quod ipse fac-
türus esset postea unum librum meliorem de mundo contra
errores infidelium; verumptamen cum ipse super tali libro
faciendo nec formam videret adhuc aliquam ñeque modum,
nimium mirabatur; quanto tamen ipse super hoc plus et
sepius est miratus, tanto fortius instinctus ille seu dictamen
faciendi librum predictum intra se crescebat.
7. Sed rursus considerans quod, licet Dominus Deus
sibi processu temporis faciendi predictum librum gratiam
largiretur, parum tamen vel nichil ipse solus faceré posset,
inde presertim, cum ipse linguam arabicam, que Sarraceno-
rum est propria, penitus ignoraret. Sed ad hec sibi venit in
mentem, quod iret ad papam, ad reges etiam et principes
christianos ad excitandum eos, ac impetrandum apud ipsos,
quod constituerentur in diversis regnis seu provincias ad
hoc aptis monasteria, in quibus electe persone religiose et
alie ad hoc ydonee ponerentur ad addiscendum predictorum
Sarracenorum et aliorum infidelium lingagia ut ex eisdem
personis ibidem convenienter instructis in promptu semper
assumi possent et mitti persone ydonee ad predicandum et
manifestandum predictis Sarracenis et aliis infidelibus piam,
que es in Christo, fidei catholice veritatem.
8. Hiis igitur tribus articulis supradictis in animo suo
firmiter iam conoeptis, videlicet de morte tolleranda pro
VIDA COETÀNIA
4Q
nyor Déu Jesucrist no volia altra cosa sinó que, lleixant lo
món, totalment se donàs a la sua servitut. E com, d'altra
part, argüís en si mateix ésser indigne de servir-lo, atesa la
vida que fins en aquell dia havia tinguda, estec molt acon-
goixat tota aquella nit, pregant nostro Senyor que l'il·lumi-
nàs, e, remirant en si mateix la gran mansuetud, paciència
e misericòrdia, la qual nostro Senyor ha envers los pecadors,
confortà's e hac vertadera confiança ab nostro Senyor que,
no obstant la vida que fins en aquell jorn havia tinguda, vo-
luntat era de nostro Senyor que ell totalment sa donàs en sa
servitut.
5. E, com ja per aquest propòsit e desliberació fos en-
flamat e encès en l'amor del Cruixifix, cogità quin acte, quin
servici poria ell fer que fos acceptable e plasent a l'apassio-
nat. E, pensant en açò, ocorrec-li lo dit de l'Evangeli qui diu
que major caritat ne amor negun no pot haver envers l'altre,
que posar la vida per aquell ; e, per tant, lo dit reverend mes-
tre, ell ja tot encès en ardor d'amor vers la creu, del·liberà
que major ne pus plasent acte no podia fer que tornar los
infels e incrèduls a la veritat de la santa fe catòlica, e per
allò posar la persona en perill de mort. E, com llongament
sobre açò ell hagués pensat, tornat dins si mateix, dubtà
ell ésser apte ne dispost a tan alt ministeri ; car, considerant
ésser rl·literat (com en sa joventut neleix un poc de gramà-
tica no hagués après) e considerant aquest tan gran defalli-
ment defectiu en tan alt ministeri e contrari d'açò que ell
desitjava, començà haver tanta dolor, que quasi isqué de si
mateix.
6. E, pensant aquestes coses ab pensa dolorosa, confià
e pensà que encara per avant ell faria llibres, uns bons e al-
tres millors, successivament, contra les errors dels infeels.
Açò, però, hagué ell per inspiració divinal; car, com ell era
en si mateix, no podia pensar com ni en quina manera ell or-
dinaria los dits llibres, com no hagués ciència.
7. E pensant més avant que, jatsia ell açò faés, pus no
e més avant considerant ell ésser sol en aquest tan gran
sabia la llengo morisca o arábica, que res no li aprofitaria,
exercici, e per açò ell pensà que anàs al Sant Pare e als prín-
ceps dels cristians a impetrar que es faessen diverses mones-
tirs, aon hòmens savis e literats estudiassen e aprenguessen
la llengo arábica e de tots los altres infeels, per ço que pos-
quessen entre ells preïcar e manifestar la veritat de la san-
ta fe catòlica.
8. Aquestes, doncs, tres coses fermament dins la sua
pensa del·liberades, ço és, de posar la sua vida per honor de
50
VITA BEATI RAYMUNDI LULLI
Ohristo, convertendo ad eius servicium infideles, de libro
supra dicto, si daret Deus, etiam faciendo, nec non de mo-
nasteriis impetrandis pro diversis linguagiis addiscendis, ut
superius est pretactum, in crastino mox ascendit ad eccle-
siam, que non longe ab ibidem distabat, dominum Iesum
Ghristum devote flens largiter exoravit, quatinus hec pre-
dicta tria, que ipse misericorditer inspiraverat cordi suo, ad
effectum sibi beneplacitum perducere dignaretur.
9. Post hec ad sua reversus, cum nimis esset àdhuc im-
butüs vita et laxivia seculari, in predictis tribus conceptis
negociis persequendis per tres subsequentes menses, scilicet
usque ad sequens festum sancti Francisci, satis fuit tepidus
et remissus. Sed in eodem festo, predicante quodam episcopo
apud Fratres Minores, ipso Raymundo presente, quomodo
scilicet predictus sanctus Franciscus relictis et reiectis óm-
nibus, ut soli Christo firmius inhereret etc., et ipse Raymun-
dus tune sancti Francisci provocatus exemplo venditis mox
possessionibus suis, reservatis tamen inde paucis ad susten-
tationem sue coniugis ac liberorum suorum, committens se
totum Ohristo, abiit cum intentione nonquam revertendi ad
propria ad Sanctam Mariam de Ruppis Amatore, ad Sanctum
Iacobum, et ad diversa alia loca sancta, causa Dominum
exorandi et sanctos suos pro directione sua in illis tribus
que Dominus, ut supra dicitur, immiserat cordi suo.
10. Completa ergo peregrinatione sua predicta, paravit
iter arripere Parisius, causa discendi ibi gramaticam et ali-
quam aliam scientiam suo proposito congruam; sed ab hoc
itinere parentes et amici sui et máxime Frater Raymundus
de Ordine Predicatorum, qui quondam Domini Gregorii noni
compilaverat decretales, suis persuasionibus et consiliis di-
verterunt, et eum ad civitatem suam Maioricarum scilicet
rediré fecerunt.
11. Cumque venisset illuc, relictis ritibus sollempniori-
bus quibus usque tune usus erat, assumpsit sibi vilem habi-
tum de panno quod ipse invenire poterat grossiore et sic in
eadem civitate didicit parum de gramàtica emptoque sibi ibi-
dem quodam Sarraceno linguam Arabicam didicit ab eodem.
Deinde post annos novem contigit quod Sarracenus ille, Ray-
mundo quadam die absenté, nomen Christi folasphemaret ;
quod cum reversus cognovit Raymundus ab hiis qui blasphe-
miam audiverant, nimio fidei zelo motus percussit illum
Sarracenum in ore, fronte ac facie. Sarracenus vero rancore
nimio inde concepto ex tune cepit mente tractaré, quomodo
dominum suum posset occidere.
12. Cumque ipse clam procurato sibi gladio quadam die
videret sedentem dominum suum solum, irruit in eum súbi-
to, simul ipsum predicto gladio percussiens, et cum rugitu
VIDA COETÀNIA
51
Jesucrist, e de fer los llibres dessús dits e de fer construir
e edificar diverses monestirs, així com damunt és dit; partí's
d'aquí lo dit reverend mestre e anà-se'n a l'església, qui no
li era molt lluny, e aquí postrat en terra suplicà lo apassio-
nat ab llàgremes, que li plagués portar a bona fi e conclusió
aquelles tres coses que dins la sua ànima havia del·liberades.
9. E, acabada la sua oració, tornant-se'n en sa casa,
com los negocis mundanals lo tinguessen encara empatxat,
estec per tres mesos que ab diligència no posqué en les dites
coses treballar; mas vinent la festa d'aquell gloriós sieraf [í J
mossènyer sant Francesc, e oint lo reverend mestre lo ser-
mó d'un bisbe qui en la dita festa predicava, dient e recon-
tant com lo gloriós mossènyer sant Francesc, lleixades to-
tes les coses mundanals, s'era totalment donat al servici de
la creu, fonc tocat dintre les sues entràmenes, e del·liberà
que, venudes les sues possessions, ell faés atretal. E de fet,
lleixada certa part de béns per sustentació de la muller e in-
fants, anà-se'n a l'església de sant Jacme, e a nostra Dona
de Rocatallada, e a diversos llocs sants, per suplicar a nos-
tro Senyor que l'endreçàs en aquells tres propòsits que havia
del·liberat fer.
10. Acabat, doncs, per lo dit reverend mestre lo da-
munt dit romiatge, del·liberà d'anar al gran Estudi de Pa-
rís, per pendre aquí gramàtica e altres ciències, mitjançant
les quals, e ab l'ajuda de nostro Senyor, posqués donar con-
clusió al seu sant propòsit. Però los seus amics e familiars,
.e majorment mestre Ramon de Penyafort, de l'orde del glo-
riós mossènyer sant Domingo, l'hi contrastaren e l'hei lle-
varen de l'enteniment que no hi anàs ; ans se'n tornà a la sua
Ciutat de Mallorques.
11. E de fet, essent en Mallorques, posades totes les su-
perfluitats de vestidures, les quals ell acostumava d'aportar,
vestí's de l'hàbit molt honest e del pus gros drap que trobà,
e ab aquell hàbit ell se donà a saber algun tant de gra-
màtica. E més avant comprà un moro, per ço que d'aquell
posqués apendre la llengo arábica o morisca. E, com en
aquesta forma ell hagués estat per espai de nou anys, esde-
venc-se que un jorn lo dit moro, absent lo dit reverend mes-
tre, blasflemà lo sobressant nom de Jesucrist. La qual cosa
après com li fos recontada, mogut per intrínsec zel de nostro
Senyor, ferí lo dit moro així en la boca com en la cara, cap
e altres partides del seu cos; e, com lo dit moro fos molt alt
de cor e fos estat quasi mestre del dit senyor seu en mos-
trar-li la llengo morisca, hac gran ira dels dits colps, e de
fet pensà en quina forma e manera lo poria auciure e matar.
12. E, com un jorn ell tingués un coltell molt agut, e
veés estar son senyor tot sol, seent en una cadira, ab gran
crit lleixà's anar vers ell, cridant: — Ara morràs — . E, jatsia
52
VITA BEATI RAYMUNDI LULLI
terribili acclamans: "Tu mortuus es." Sed Raymundus, licet
tune ferientis brachium, quo tune gladius tenebatur, ut Deo
placuit, aliqualiter repulisset, vulnus tamen grave, licet non
letale, super sto-macum ex ferientis ictu rece pit; prevalens
tamen ipse viribus, illum Sarracenum sibi substravit, gla-
diumque violenter abstulit ab eodem. Deinde aecurrente fa-
milia, prohibuit Raymundus, ne Sarracenum interf icerent ;
permisit tamen quod ligatum ponerent in carcere, doñee ipse
deliberasset apud se, quid de illo foret potissime faciendum ;
severum namque visum sibi fuit illum perimere, quo docente
sibi lingam multum optatam, scilicet Arabicam, iam sciebat;
dimittere vero illum vel tenere diutius metuebat, sciens
quod ipse non cessaret ex tune in mortem ipsius machinan.
13. Perplexus igitur circa istud, ascendit ad abbatiam
quandam, que prope erat, orans ibidem Dominum super hac
re instantissime per tres dies; quibus completis, admirans
quod àdhuc in corde suo pretacta perplexitate remanente,
Dominus, ut sibi videbatur, ipsius orationem nullatenus exau-
disset, mestus ad domum suam rediit; cumque illue veniens
se divertisset ad carcerem, ut suum captivum inviseret, in-
venit, quod ipse fuñe, quo ligatus fuit, iugulaverat semetip-
sum. Reddidit ergo Raymundus gracias Deo, letus, qui et
a nece predicti Sarraceni servaverat manus eius innoxias,
et eum a perplexitate illa gravi, pro qua paulo ante ipsum
anxius exoraverat, liberaverat.
14. Post hec Raymundus ascendit in montem quendam,
qui non longe distabat a domo sua, causa Deum ibidem
tranquillius contem plandi ; in quo, cum iam stetisset non
plene per octo dies, accidit quadam die, dum ipse staret ibi
celos attente respiciens, quod súbito Dominus illustravit men-
tem suam dans eidem formam et modum faciendi librum,
de quo supra dicitur, contra errores infidelium. De quo
Raymundus immensas gracias reddens Altissimo, descendit
de monte illo reversusque mox ad abbatiam supradictam,
cepit ibidem ordinare et faceré librum illum, vocans ipsum
primo Artem maiorem, sed postea Artem generalem; sub
qua Arte postea plures, ut infra sequitur, fecit libros, in
eisdem multum generalia principia ad magis specifica, se-
cundum capacitatem simplicium, prout experientia eum iam
docuerat, explicando. Postquam igitur Raymundus, in predic-
ta stans abbacia, composuerat librum suum, ascendit iterum
in montem predictum et in eodem loco, in quo steterant pedes
eius, dum sibi in illo monte Dominus ostenderat modum
Artis, heremitorium fieri sibi fecit, habitans in eodem iugi-
ter per quatuor menses et amplius, die noctuque Deum de-
precans, quod ipsum et Artem, quam sibi dederat ad hono-
rem suum et Bcclesie sue profectum, per misericordiam
suam dirigeret prospere.
VIDA COETÀNIA
lo dit reverend mestre li desviàs lo colp segons son poder,
emperò ell romàs nafrat de colp, emperò no mortal, sobre lo
ventrell, e, lluitant ab ell, fo enderrocat lo dit moro, e llevat
lo coltell; e, com la companya de casa sentissen la remor,
volgueren auciure lo dit moro; però lo dit reverend mestre
no ho permès, ans lo féu metre dins lo càrcer fins que ell
hagués desliberat qué faria d'aquell. E, com d'una part pen-
sàs com per part del dit moro havia rebut gran benifici
d'apendre la llengo morisca, la qual ell molt havia desitjada
per fer-ne honor a nostro senyor Déu, per tant li aparia que
no li degués dar mort; e, com d'altra part dubtàs que altra
vegada no tornàs en voler-lo auciure, estava en gran dubte
e perplex què faria.
13. E de fet anà-se'n a nostra Dona de la Reial per pro-
gar nostro senyor Déu que l'inspiràs què faria del dit moro.
E, com hagués feta oració aquí per tres dies, e fos molt
meravellat que lo seu esperit no es reposava en dar-li mort
o vida, ans estava en aquella perplexitat mateixa, ab gran
tristor tornà-se'n a casa sua; e, com passàs per lo càrcer on
lo catiu era, trobà que lo dit catiu se fonc penjat ab la cor-
da ab què estava lligat. Féu, doncs, gràcies lo dit reverend
mestre a nostro Senyor qui l'havia tret d'aquella gran per-
plexitat, per la qual tant lo havia suplicat.
14. Après, doncs, totes aquestes coses, muntà-se'n lo
dit reverend mestre alt en una muntanya apellada Randa,
la qual no era molt lluny de la sua casa, per ço que aquí
millor posqués nostro Senyor pregar e servir. E, com hagués
estat aquí quasi per vuit dies, e un dia estigués contemplant
e tenint los ulls vers lo cel, en un instant li vénc certa il·lus-
tració divinal, donant-li orde e forma de fer los dits llibres
contra les errors dels infeels: de la qual cosa molt alegre
lo dit reverend mestre, ab grans llàgremes féu moltes grà-
cies a nostro Senyor d'aquella gràcia tan meravellosa; e
encontinent, davallant de la dita muntanya, anà-se'n pres-
tament al monestir de la Reial, per ço que pus apertament
posqués ordonar los dits llibres; e de fet ordonà un molt
bell llibre, lo qual apella la Art major, e après la Art gene-
ral, sots la qual art après molts llibres compilà, per la ca-
pacitat dels hòmens il·literats; e, com lo dit reverend mes-
tre hagués la dita obra acabada, muntà altra vegada al puig
de Randa, e en aquell lloc on ell rebé aquella gran il·lustra-
ció, ell féu edificar un ermitori, en lo qual estec per espai
de quatre mesos, dia e nit suplicant a nostro Senyor que
aquella Art que havia ordonada fos a honor sua e a profit
de la santa fe catòlica, e que li plagués aquella prosperar.
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VITA BEATI RAYMUNDI LULLI
15. Dum igitur ipse staret sic in heremitorio memorato,
venit ad eum quídam pastor ovium, adolescens hylaris facie
et venusta, dicens sibi sub una hora tot et tanta bona de
Deo et de celestibus, de angelis scilicet et aliis, scilicet quot
et quanta, ut sibi videbatur, unus quicumque alius homo
vix per duos dies Íntegros fuisset locutus. Vidensque pastor
ille libros Raymundi, deosculatus est eos flexis genibus, la-
crimis suis rigans eosdem, dixitque Raymundo, quod per illos
libros multa bona Christi Ecclesie provenirent. Benedixit
etiam pastor ille Raymundo multis benedictionibus, tanquam
propheticis, signans caput et totum corpus eius signaculis
sánete crucis, ac recessit. Raymundus vero, considerans hec
omnia, mirabatur; nam pastorem illum nonquam ipse vide-
rat alias, nec de ipso audiverat quicquam loqui.
16. Post hec rex Maioricarum, audito quod Raymundus
iam fecisset quosdam libros bonos, mandavit pro ipso, quod
veniret ad Montem Pessulanum, ubi rex ipse tune erat. Cum-
que venisset Raymundus illue, fecit rex examinari per quem-
dam fratrem de Ordine Minorum libros ipsius; specialiter
autem Meditationes quasdam, quas ipse fecerat in devotione
súper omnes dies anni, XXX paragraphos speciales diebus
singulis assignando. Quas meditationes prophetia et devo-
tione catholica plenas non sine admiratione reperit frater
ille. Fecit igitur Raymundus sub predicta Arte sibi data in
monte in civitate illa librum unum vocans eundem Artem
demonstrativam, quam et legit ibidem publice, fecitque super
eundem lecturam suam, in qua declarat quomodo prima for-
ma et prima materia constituunt chaos deméntale, et quo-
modo ipsa quinqué universalia decem quoque predicamenta
ab ipso chaos descendunt, et continentur in eodem secundum
catholicam et theologicam veritatem.
17. Sub eodem tempore impetravit etiam Raymundus a
predicto rege Maioricarum unum monasterium construí in
regno suo et possessionibus dotari sufficientibus, ac in eodem
tresdecim Fratres Minores instituí, qui lingam ibidem dis-
cerent arabicam pro convertendis infidelibus ut superius est
expressum; quibus, nec non et aliis succendentibus aliis in
eodem monasterio perpetuo predictis possessionibus ad eo-
rum necessària ministrarentur singulis annis quingenti flo-
reni.
18. Post hoc ivit Raymundus ad curiam Romanam, cau-
sa impetrandi, si posset, a domino Papa et cardinalibus huius-
modi monasteria pro diversis linguis discendis per mundum
institui. Sed cum ipse ad curiam pervenisset, invenit Papam
tune recenter mortuum, dominum scilicet Honorium papam.
Propter quod derelicta curia, direxit versus Parisius gressus
suos ad communicandum ibi mundo, quam sibi dederat Deus
Artem.
VIDA COETÀNIA
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15. E de fet, estant lo dit reverend mestre en aquesta
forma e manera, esdevenc-se que un jorn li vénc un pastor
d'ovelles jove, ab la cara molt plasent e alegre, lo qual dins
una sola hora li recontà tanta singularitat de l'essència di-
vina e del cel, e singularment de natura angèlica, com un
gran home de ciència en dos dies haguera poscut explicar;
e, veent lo dit pastor los dits llibres que lo dit reverend
mestre havia ordonats, besàl's ab los genolls en terra, e ab
llàgremes dix que per aquells llibres se seguiria molt de bé
en l'Església de Déu; e, beneint al dit reverend mestre ab
lo senyal de la creu, així com si fos un gran profeta, partí's
d'ell, e romàs lo dit reverend mestre tot esbalaït, car no li
donà de parer que mai hagués vist lo dit pastor, e d'aquell
mai hagués oït parlar.
16. Après, doncs, aquestes coses, com lo senyor rei de
Mallorques hagués oït dir que lo dit reverend mestre hagués
dictats certs llibres, tramès per ell que vingués a Montpeller.
E, com fonc junt allà, lo senyor rei féu examinar los dits
llibres a un mestre en teologia, frare menor, e signantment
les meditacions que ell havia ordonades per tots los dies de
l'any, trenta paràgrafs especials; les quals coses ab gran
admiració e reverència rebé e examinà lo dit frare menor;
e llavors, en lo dit lloc de Montpeller, féu lo dit reverend
mestre un llibre apellat Art demostrativa, la qual llegí aquí
públicament, e sobre aquell féu una Lectura, en lo qual de-
clarà com la primera forma e la primera matèria consti-
tueixen un caos elemental, e com los deu predicaments uni-
versals davallen e són contenguts en aquell segons la teolo-
gal e catòlica veritat.
17. E en aquell temps impetrà lo dit reverend mestre,
del dit senyor rei, ésser edificat un monestir en lo regne de
Mallorques, ben dotat de possessions, en lo qual posquessen
viure tretze frares qui aprenguessen la llengo morisca per
convertir los infeels, als quals tots anys fossen dats cinc-
cents florins d'or per llur sustentació.
18. Après, doncs, d'aquestes coses, anà-se'n lo dit re-
verend mestre al Pare Sant e als cardinals per obtenir que
per lo món se fessen monestirs on s'aprenguessen diversos
llengatges per convertir los infeels; e, com fos atès a cort,
atrobà lo Sant Pare qui llavors era, mort de fresc; per la
qual cosa, lleixada la cort, tornà-se'n la via de París, ab
propòsit e intenció de llegir e comunicar VArt públicament,
la qual nostro Senyor li havia comunicada.
VITA BEATI RAYMUNDI LULLI
19. Veniens ergo Raymundus Parisius tempere cancel-
larii Bertoldi, legit in aula sua commentum Artis generalis
de speciali precepto predicti cancellarii ; perlectoque Parisius
illo commento, ac ibidem viso modo scolarium, ad Montem
rediit Pessulanum, ubi de novo legit, et fecit etiam librum
unum, vocans eundem Artem veritatis inventivam; ponendo
in ipso libro, nec non et in ómnibus aliis libuis, quos ex tune
fecit, quatuor tantum figuras, reseeatis seu potius dissimu-
latis propter fragilitatem humani intellectus, quam fuerat
expertus Parisius, XII figuris ex sexdecim, que prius erant
in Arte sua. Quibus ómnibus in Monte Pessulano rite exple-
tis, iter arripiens venit ad Ianuam, ubi moram faciens non
multam predictum librum scilicet Artis inventive transtulit
in arabicum. Quo facto direxit ad Romanam curiam gressus
suos, cupiens ibidem, ut alias, impetrare, monasteria fieri
per mundum pro diversis linguis, ut supra dicitur, addiscen-
dis ; sed ibi tune propter impedimenta curie parum circa suum
intentum proficiens deliberato consilio progressus venit ad
Ianuam, ut inde transfretaret in terram Sarracenorum, ad
experiendum, utrum ipse saltem solus in aliquo posset pro-
ficere apud ipsos, conferendo cum sapientibus eorum, ac ma-
nifestando eisdem secundum Artem sibi datam a Deo Filii
Dei incarnationem, nec non et divinarum Personarum in
summa unitate essentie beatissimam Trinitatem, quam ipsi
Sarraceni non credunt, immo ceci, nos christianos tres Déos
asserunt colere.
20. Cumque apud Ianuenses cito divulgatum esset quod
Raymundus iam venerat ad transfretandum in terram Sarra-
cenorum causa convertendi eos ad fidem Ohristi, si posset,
multum edificatus est inde populus, sperantes, quod Deus
per ipsum aliquod bonum notabile f aceret apud ipsos scilicet
Sarracenos. Audiverant enim Ianuenses, ipsum Raymundum
post conversionem ipsius ad penitentiam recepisse in quo-
dam monte divinitus scientiam quandam sanctam pro con-
versione infidelium. Sed cum Dominus sic Raymundum tanto
gaudio populi, quasi quidam diluculo, visitasset, eumdem
temptatione gravissima súbito cepit probare; nam cum ad
transfretandum, sicut pretangitur, navigium et alia parata
fuissent omnia, librique sui in navim cum neccessariis aliis
introducti, venit ex quibusdam occasionibus sibi tanquam
fixum quid in mente, scilicet, quod, si ipse transsiret ad
Sarracenos, illi mox eum in adventu suo trucidarent, vel Ad
minus carceri perpetuo manciparent. Quare Raymundus ti-
mens pelli sue, sicut in passione quondam Domini sanctus
Petrus apostolus, oblitusque sui propositi supradicti, quo
scilicet mori pro Christo statuerat in convertendo ad cultum
eius infideles, Ianue, quodam detentus inherti timore, re-
mansit, sibi ipsi, forsitan ne inaniter de se presumeret, per-
VIDA COETÀNIA
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19. E de fet, essent a París, llegí aquí públicament en
l'escola de mestre Britolt, canceller del dit Estudi; e, com
aquí hagués estat un temps, e hagués vista la forma de l'Es-
tudi, anà-se'n a Montpeller, e aquí ordonà e féu un altre
llibre, lo qual apellà YArt de trobar veritat, e així mateix
reduí en tots los altres llibres les setze figures a quatre, per
amor de la fragilitat humana. Les quals coses totes ordena-
des, partí's de Montpeller e anà-se'n la via de Gènova, on
10 dit Llibre inventiu de la veritat transladà en morisc. La
qual cosa acabada, del·liberà d'anar en cort romana, per dar
forma de fer los monestirs que tant desitjava; mes, com en
la dita cort romana posqués poc aprofitar per los grans em-
patx que hi sentia, del·liberà de tornar-se'n en Gènova, per
ço que d'aquí pus fàcilment posqués passar en Berbería per
provar e si ell tot sol poria alguna cosa acabar disputant
e conferint ab ells segons l'art que nostro Senyor li havia
inspirada, ço és, provant la santa incarnació del Fill de Déu,
la santa Trinitat, la qual los infeels no creuen.
20. E, com fos arribat en Gènova, tantost fonc divulgat
que ell volia passar en Berbería; e de fet lo poble havia con-
fiança que nostro Senyor Déu faria grans meravelles per
mans d'aquell, com haguessen oït que nostro Senyor l'havia
inspirat en certa muntanya. E de fet, estant ell en aquest
sant prepòsit, com hi hagués ja cert passatge per Berbería,
e lo dit reverend mestre ja hagués recollits los seus llibres,
sobrevenc-li una temptació molt fort, car lo seu enteniment
11 dictà, així reialment com si ell ho vés, que encontinent
que ell fos en Berbería, sens lleixar lo disputar ne preïcar,
los moros lo al·lapidarien, o almenys lo metrien en càrcer
perpetual; de la qual cosa hac gran temor lo dit reverend
mestre, així com se llig de mossènyer sant Pere; e de fet lo
dit reverend mestre, per aquesta temor, romàs aquella ve
gada, forse inspirat per nostro Senyor, al qual llavors nu
plagué. E, com la fusta se fonc partida, contrària temptació
reprès lo dit reverend mestre, estimant que per aquell gran
pecat nostro Senyor lo damnada; e, dubtant-se que no ha-
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VITA BEATI RAYMUNDI LULLI
mittente vel dispensante Domino, interim derelictus. Verum
recedente iam de Ianua predicto navigio Raymundus mox
súper hoc, quod ipse sic enormiter remanendo dedisset popu-
lo scandalum contra fidem in desperationem penitus incidit,
estimando certissime, se propter hoc a Deo fore dampnan-
dum, propter quod tactus est tanto dolore cordis scilicet in
corpore febricitando gravissime egrotavit, sicque apud Ia-
nuam languens diutius nec alicui causam sui doloris ape-
riens, fere ad nichilum redactus est.
21. Denique adveniente die sancta festi Pentecostes fe-
cit se portari seu duci ad Fratrum Predicatorum ecclesiam
dumque fratres audiret hymnum "Veni Creator" cantantes,
ingemiscens ait intra se: "Ha! nonquid non Spiritus iste
Sanctus me posset salvare?" Sicque debilis ductus seu por-
tatus in dormitorium Fratrum super quemdam lectum ibidem
se proiecit; dumque sic ibi iacens sursum respiceret, vidit
in ipsius domus cacumine lucem quandam parvulam, quasi
stellam pallidam, audivitque de loco stelle vocem que sibi
talia verba dixit : "In ordine isto posset salvari." Sicque Ray-
mundus mittens pro fratribus illius domus eorum habitu
mox indui petiit; sed fratres propter prioris absentiam hoc
faceré distulerunt.
22. Reversus igitur Raymundus in hospicium suum re-
duxit ad memoriam quod Fratres Minores Artem, quam sibi
Dominus dederat in monte, plus peracceptando dilexerant,
quam Predicatores prefati. Quamobrem sperans, quod ipsi
Fratres Minores efficacius Artem predictam ad honorem
domini Iesu Ghristi, et utilitatem sue Ecclesie promoverent,
cogitavit, quod ipse dimissis Predicatoribus intraret Ordi-
nem Fratrum Minorum. Dumque hoc ipse mente tractaret,
apparuit iuxta ipsum quasi pendens in pariete cingulum
sive corda una, quali se cingunt ipsi Minores ; dumque super
hac visione vix esset ad horulam consolatus, respiciens a
longe supra se vidit lucem illam, sive stellam pallidam, quam
ipse, sicut predicitur, apud Predicatores iacens in lectulo
prius viderat, audivitque illam stellam veluti comminando
dicentem sic ei: "Nonquid non dixi tibi, quod tu in Ordine
solummodo Predicatorum Fratrum posses salvari ; vide ergo,
quid feceris."
23. Raymundus igitur considerans hinc sui dampnatio-
nem, nisi ipse cum Predicatoribus, hinc Artis et librorum,
quos fecerat, perditionem, nisi ipse cum fratribus Minoribus
morare tur, elegit (quod erat supermirabile) dampnationem
sui ipsius eternam pocius quam Ars predicta, quam nove-
rat se recepisse a Deo ad multorum salvationem et Dei ho-
norem precipue, perderetur. Et sic non obstante reclamatio-
ne stelle predicte, misit pro gardiano Fratrum Minorum,
VIDA COETÀNIA
gués dat escàndil al poble contra la fe, quasi vénc en punt
de desperació, e hac tanta dolor dins la sua ànima, que
exhal·là de part de fora, e caigué en una gran malaltia, en
la qual estec per gran temps, que jamés a negun no volgué
descobrir la causa de la sua malaltia.
21. E, venint la festa de cincogesma, lo dit reverend
mestre, així malalt corn era, se féu portar a l'església de
mossènyer sant Domingo; e, com cantassen aquell sant him-
ne qui diu "Veni creator Spiritus", girà lo seu enteniment
alt vers nostro Senyor, e ab llàgremes cordials suplicà'l que,
per sa gran benignitat, li perdonàs aquell tan gran defalli-
ment. E de fet, com l'haguessen posat dins lo dormidor en
una cambra, continuant lo dit reverend mestre la sua alta
oració, remirant en lo treginat de la dita cambra, veé una
llum petita, així com una estela, de la qual isqué una veu
la qual li dix tals paraules: — En aquest orde te deus sal-
var— . E, tantost oïdes aquestes paraules, lo dit reverend
mestre tramès als frares que li vestissen l'hàbit de mossè-
nyer sant Domingo. La qual cosa los frares no gosaren fer,
com lo prior no hi fos.
22. E, com lo dit reverend mestre se'n fos tornat a la
sua posada, reduí-li a memòria com los frares menors ha-
vien pus acceptable Y Art que nostro Senyor li havia inspi-
rada, que no los frares preïcadors, e per açò pensà que, llei-
xada l'orde de sant Domingo, prengués l'hàbit de mossènyer
sant Francesc; e, com aquestes coses ell pensàs, veé sus en
la paret, prop d'ell, una corda o cinyell de mossènyer sant
Francesc; e, com per espai d'una hora ell hagués pensat en
aquestes coses, mirant en alt ell veé aquella llum mateixa
la qual havia vista a preïcadors, e oí la veu mateixa qui,
quasi menaçant, li dix: — E no t'he dit que solament en l'orde
de preïcadors te pots salvar? Veges, doncs, què faràs. —
23. La qual cosa com lo dit reverend mestre hagués
oïda, pensant en si mateix que, si ell no entrava en l'orde
de frars menors, que los seus llibres se perdrien; e veent,
d'altra part, la veu de l'estela, que si no entrava en l'orde
dels preïcadors no es salvaria : fonc posat en gran angústia,
e, après llong pensament, elegí que més valia ell tot sol ésser
d'amnat, que si aquella art, ab la qual molts se porien salvar,
totalment se perdia. E, no obstant la paraula de l'estela,
tramès tantost per lo guordià de frares menors, e demanà-li
6o
VITA BE ATI RAYMUNDI LULLI
a quo petiit eorum habitum sibi dari; quem sibi gardianus
daturum se concessit, quando ipse propinquior foret morti.
24. Raymundus ergo licet desperans quod Deus ipsum
salvare vellet, voluit tamen, ne vel a Fratribus aut a populo
hereticus crederetur, confiten superficialiter, testamentum-
que condere, quod et feeit. Cumque corpus Christi sacerdos
ad suam presentiam attulisset, ac illud ante faciem Raymun-
di recte stans eidem conferret, sensit ipse Raymundus quast
per impulsus manus cuiusdam hominis faciem suam, quam
tune rectam tenuerat, ad dextrum suum humerum retorque-
ri, videbaturque sibi, quod simul et eadèm hora corpus Clhris-
ti sibi tune a sacerdote oblatum transmigrando in oppositum,
scilicet ad humerum suum sinistrum, talia sibi diceret: "Pe-
nam condignam patieris, si tu me sic nunc suseeperis." Sed
Raymundus firmus in hiis que apud se supra decreverat,
videlicet se pocius eternaliter velle dampnari, quam per ma-
lam famam sui periret Ars ad honorem Dei et salvationem
multorum revelata, sensit iterum velut manum hominis suam
adhuc versam faciem retorquere ad rectum; in qua etiam
rectitudine videns tune corpus Domini in manibus sacerdo-
tis mox in terram de suo lectulo eorruit, osculatusque est
pedem ipsius sacerdotis ; sicque tune corpus Christi suscepit,
ad hoc quod ipse saltem sub tali devotione ficta salvaret Ar-
tem predictam. O mirabilis temptatio! seu pocius, ut vide-
tur, divine probationis dispensatio! Abraham patriarcha
contra spem olim in spem eredidit, iste vero Artem seu doc-
trinam, per quam multi converterentur ad intelligendum ac
amandum et colendum Deum, proprie salvationi constanter
preferens, velut sol nube tectus, dum nichilominus ardens
in se, sub quadam sue mentis obumbratione de Deo modo
mirabili desperando, Deum et proximum propter Deum infi-
nities plus quam se ipsum diligere probatus est, ut eviden-
ter colligitur ex predictis.
. 25. Dum igitur adhuc Raymundus sic corporis et anime
gravi langore detineretur, pervenit ad eum rumor, quod
galea quedam stans in portu se paraverat ad transeundum
in Tunicium. Quo audito ipse quasi gravi sompno evigilans
se mox in eandem navim cum libris suis fecit portari; sed
amici sui videntes eum in mortis ianuis existentem, sibi
compatientes, ipsum etiam invitum de navi, quo multum do-
luit, extraxerunt. Verumptamen Raymundus longe post ite-
rum intellecto, quod quedam navis alia, quam Ianuenses
vulgariter barcam vocant, ad predictam civitatem seu reg-
num Sarracenorum, scilicet Tunicium, se parasset ituram,
fecit se cum libris et aliis suis necessariis contra amicorum
suorum voluntates et consilia in illam barcam deferri; mox-
que cum naute de portu exeuntes inciperent navigare, Ray-
mundus spem conscientie, quam sub obnubilatione supra-
VIDA COETÀNIA
ói
l'hàbit del gloriós mossènyer sant Francesc, lo qual li pro-
meteren a donar, tantost que fos pus acostat a la mort.
24. E, jatsia lo dit reverend mestre cregués que nostro
Senyor no li volgués perdonar, emperò per no donar mal
eximpli de si mateix al poble que no morís vertader catòlic,
volgué fer orde de cristià. E, com lo sacerdot li hagués apor-
tat lo cors preciós de Jesucrist, e estant dret davant l'hei
volgués lliurar, senti lo dit reverend mestre que per força
li giraren la cara a la part sinestra, e així mateix lo preciós
cors de Jesucrist li donà de parer que passàs també al cos-
tat esquerre, dient-li tals paraules: — (Pena condigna sosten-
drás, si així en la forma que estàs me vols rebre — . Mes lo
dit reverend mestre, estant ferm en lo seu prepòsit, amava
més ésser damnat ell tot sol, que si la sua art, ab la qual
molts se podien salvar, se perdia; e. sentint altra vegada
per força girar la cara a l'altra part dreta, tenint nostro
Senyor davant, llevà's del llit e gità's bocaterrosa, besant
los peus del sacerdot ; e ab aquesta ficta devoció damunt dita,
lo dit reverend mestre combregà. — Oh — diu un doctor — me-
ravellosa temptació! Abraham patriarca, contra tota espe-
rança, fià en nostro Senyor, e hac esperança — . E lo dit reve-
rend mestre Ramon elegí pus tost ell sol ésser damnat, que
si la sua Art, ab la qual molts se porien salvar se perdia, en
tant que havem a dir que amava més son proïsme que si
mateix.
25. Dementre, doncs, que lo dit reverend estava així
congoixat de la sua malaltia, vénc nova que una galera s'a-
parellava per anar en Tunis; de la qual cosa alegrant-se
molt lo dit reverend mestre, féu-se aportar ab los seus llibres
dins en la galera; mes los seus amics veents ell estar en tan
gran malaltia, forçaren-lo de romandre; de la qual cosa hac
gran dolor lo dit reverend mestre. Mes, com après pocs dies
una barca s'aparellàs d'anar al dit lloc mateix de Tunis,
contra voluntat dels dits seus amics se féu dins la dita barca
aportar ab lo que hac mester, e tantost, a instància sua,
feren vela, e eixiren del port, per ço que no fos embargat al-
tra vegada per sos amics. E, pensant lo dit reverend mestre
que ell era ja en lo camí per anar en Berbería (ço que tant
' 02 VITA BEATI RAYMUNDI LULLI
dicta se crediderat amisisse, súbito letus in Domino sancti
Spiritus illustratione misericordi recuperavit una cum sui
corporis languidi sospitate; in tantum, quod ipse infra dies
paucissimos, mirantibus cunctis qui secum venerant, et etiam
semetipso, sensit se in adeo bono statu mentis et corporis,
sicut antea fuerat in tota pretérita vita sua.
26. Redditis igitur inde Deo graciis debitis, cito postea
subintraverunt portum Tunicii, ascendentesque in terram in-
traverunt civitatem. Raymundus ergo, convocatis paulatim
de die in diem peritioribus in lege Macometi, inter alia dixit
eis se bene scire rationes legis christianorum in ómnibus suis
articulis et ad hoc venisse quod ipse, auditis rationibus legis
eorum, scilicet Macometi, si inveniret illas, habita inter ip-
sos súper hiis collatione, validiores quam rationes christia-
norum, converteretur ad seotam eorum. Cumque sic de die
in diem plures ac peritiores in lege Macometi ad eum con-
fluerent, ostendentes eidem rationes legis sue, ut sic eum ad
sectam eorum converterent, ipse rationibus eorum leviter
satisfaciens, ita dixit: uIllam fidem tenere decet quemlibet
sapientem, que Eteo eterno, quem cuncti credunt mundi sa-
pientes, attribuit màiorem bonitatem, potestatem, gloriam
et perfectionem et cetera huiusmodi, et hec omnia in maiori
equalitate et concordantia. Hla etiam fides de Deo lauda-
bilior est, que inter Deum, qui est summa et prima Causa,
et inter eius effectum maiorem ponit concordantiam seu
convenientiam. Sed ego per ea que michi proposita sunt
a vobis, adverto iam quod vos omnes Sarraceni, qui estis
sub lege Macometi, non intelligitis, in predictis et aliis huius-
modi divinis dignitatibus actus proprios esse intrínsecos et
eternos sine quibus ipse fuissent occiose etiam ab eterno.
Actus vero bonitatis dico, bonificativum, bonificabile, boni-
ficare, actus etiam magnitudinis sunt magnificativum, mag-
nificabile, magnificare; et sic de aliis ómnibus divinis dig-
nitatibus supradictis et consimilibus. Sed quia vos istos ac-
tus predictos duabus solummodo divinis dignitatibus seu
rationibus attribuitis, ut iam video, sapientie videlicet et
voluntati, mamifestum est ex hoc, quod vos in aliis ómnibus
supradictis divinis rationibus, bonitate scilicet, magnitudi-
ne, etc. occiositatem relinquitis ac per consequens inequali-
tatem etiam ac discordiam inter easdem ponitis; quod non
licet. Per predictarum enim dignitatum, rationum seu attri-
butorum substantiales actus intrínsecos et eternos equaliter
et concordanter acceptos ut decet probant evidenter christia-
ni, in una simplicissima divina essentia et natura esse Tri-
nitatem personarum, scilicet Patris et Filii et Spiritus Sancti.
27. Quod et ego per Artem quandam cuidam heremite
christiano nuper divinitus, ut creditur, revelatam vobis de-
monstrare potero claris rationibus, Domino largiente, si vos
VIDA COETÀNIA
6;
havia desitjat), perdé lo remordiment de consciència com
l'altra vegada no hi era anat, e vénc una tan gran leticia en
l'ànima, que dins molt pocs dies ell fo així dispost en la sua
persona com mai fos estat; de la cual cosa se meravellaren
fortment aquells qui ab ell venien.
26. E, com hagués fetes singulars llaors e gràcias a
nostro Senyor, entraren en lo port de Tunis. E, eixint en ter-
ra, entraren dins la ciutat, e lo dit reverend mestre comen-
çà a cercar de dia en dia aquells qui eren pus literats en la
secta de Mahumet, denunciant-los com ell havia estudiada
la llei de cristians, e que sabia bé la llur fe e fonaments
d'aquella, però que era vengut aquí per saber la llur secta
e credulitat; e que, si era atrobat que aquella fos mellor que
aquella dels cristians, ne ells l'hei podien provar, que per cert
ell se faria moro. E, com açò fos sentit per molts, ajustaren-
se tots los sabents moros qui fossen dins la ciudad de Tu-
nis, al·legant les pus forts raons que sabien ne podien en llur
secta; e, com lo dit reverend mestre fàcilment en aquelles
respongués e satisfés, estaven tos esbalaïts e meravellats, e
per ço començà a parlar e dir així: — Aquella fe e creença
cové a mantenir a cascun home savi e literat, la qual a la ma-
jestat divinal, la qual cascun de vosaltres creu e atorga, atri-
bueix major honor, bonesa, potestat, glòria e perfecció, e to-
tes aquestes coses en major egualtat e concordança; e així
mateix aquella fe e creença deu ésser pus mantenguda e exal-
çada, la qual entre nostro senyor Déu e lo seu efecte posa ma-
jor concordança e conveniència. E, com jo entenga, per les
coses per vosaltres a mi preposades, que tots vosaltres qui te-
niu la secta de Mahumet no enteneu en les divináis dignitats
actes propris ésser intrínsecs e eternals, sens los quals les di-
vináis dignitats foren o seriem ocioses ab aeterno (aixi com
en la bonesa de Déu podem dir bonificatiu, bonificable e boni-
ficar, e en magnificència : magnificatiu, magnificable e magni-
ficar, e així de les altres consemblants dignitats; e, per con-
següent, seria posar ab aeterno ociositat en Déu, la qual cosa
seria blasfèmia, e contra Y equalitat e concordancia la qual
reialment és en nostro senyor Déu) ; e per açò, per aquesta
raó, proven los cristians trinitat de persones ésser en la es-
sència divinal.
27. La qual cosa provar necessàriament l'altre dia oí dir
que fonc revelat a cert ermità, al qual divinalment fonc ins-
pirada certa art a demostrar per vives raons com en la
VITA BEATI RAYMUNDI LULLI
mecum super hiis volueritis paucis diebus animo tranquillo
conferre. Apparebit etiam vobis, si placet, rationabilissime
per eandem Artem, quomodo in Filii Dei Incarnatione, per
participationem, scilicet, unionis Creatoris et creature in una
persona Christi, prima et summa causa cum suo effectu ra-
tionabilissime convenit et concordat ; et quomqdo etiam má-
xime et nobilissime hoc apparet in eiusdem Filii Dei Ohristi
passione, quam ipse a parte humanitatis assumpte sustinuit
sua voluntaria et misericordissima dignatione, pro nobis
peccatoribus redimíendis a peccato et corruptione primi pa-
rentis ac reducendis ad statum glorie et fruitionis divine;
propter quem et ad quem statum finaliter nos nomines fecit
Deus benedictus.
28. Cum igitur super talibus iam illustrare videretur
Raymundus infidelium mentes, contigit ut quidam inter
Sarracenos non parum famosus, qui et verba et intentionem
Raymundi perceperait, cum ortamine supplicaret regi quatt-
nus hunc hominem, qui gentem Sarracenorum nitebatur sub-
vertere nec non ausu temerario legem Macometi perimere,
capite iuberet truncari. Super quo dum foret celebratum
consilium, prefato viro famoso plurimisque aliis instigan-
tibus, iam inclinabatur regis voluntas in necem Raymundi;
quod videns quidam eorum prudens atque scientificus cona-
tus est tanto seeleri obviare suadendo regi, non fore sibi
honorabile ut talem virum interficeret, qui, quamvis legem
suam christianam studeret diffundere, tamen copiosa ma-
turitate bonitatis et prudentie videbatur pollere; addens,
quod etiam bonus reputaretur Sarracenus, qui ad christia-
nos auderet ingredi, causa imprimendi Sarracenorum legem
cordibus aliorum. Rex autem huiuscemodi sermonibus et
consimilibus acquiescens desistit a morte Raymundi; ve-
rumptamen iussit continuo, ut expelleretur a regno Tunicii.
Oum igitur extraheretur de carcere, passus est a multis
multa opprobria et verbera et erumpnas.
29. Denique tamen deductus est ad quandam navim Ia-
nuensium proxime recessuram; et dum processisset, edictum
est a rege, ut penitus lapidaretur, si quomodo amplius repe-
riretur in patria; in immensum dolebat; disposuerat enim
viros íaimose reputationis et alios quam plurimos ad baptis-
mum, quos ante sui recessum toto animo affectabat deducere
ad completum lumen fidei ortodoxe. Cum autem huiusmodi
perplexitatis acúleo vir Dei teneretur afflictus, factum est,
ut navis illa, supra quam deductus fuerat, proficisceretur ad
propria. Quod videns Raymundus, iminere sibi tribulationes
undique sentiebat; nam si recederet, videbat animas, quas
iam disposuerat cultui christiano, in laqueum relabi damp-
nationis eterne; si vero remanere presumeret, iam Sarrace-
norum in eius mortem paratam insaniam cognoscebat. Ar-
VIDA COETÀNIA
65
sinplicíssima essència divinal ha trinitat de persones. Les
quals raons e art, si ab pensa reposada volrieu escol-
tar, veuríeu clarament no tan solament les dessús dites co-
ses, mes encara com la segona persona raonablement ha
unida en si natura humana, e com en la humanitat molt
raonablement ha sostinguda passió per la sua gran miseri-
còrdia per nosaltres pecadors, per lo pecat del primer nos-
tro pare, e per aportar-nos a la sua glòria e beatitud, per
la qual ultimadament som estats creats. —
28. E, com finalment lo dit reverend mestre ab les dites
raons començàs a il·lustrar les penses e enteniments dels
dits infeels, seguí's que un dels dits infeels, pensant que si
aquelles raons tan altes e tan meravelloses e tan necessàries
eren manifestades, que la llur secta vendria a total exter-
mini e destrucció, denuncià les dessús dites coses al llur rei,
requerint-lo que a cruel mort fes morir lo dit cristià. E, com
sobre les dessús dites coses lo dit rei convocàs son consell,
fonc determenat aquí, per la major part, que lo dit reverend
mestre degués morir. Mes nostro senyor Déu, qui no permet
sos servidors venir a tais perills, volent que en majors coses
fos encara més servit per lo dit reverend mestre, mès en
l'enteniment d'un gran moro que, contra V opinió e consell
de tots los altres, digués tals paraules: — No cové a un tan
alt príncep e rei com tu est, donar tal juí ne sentència a un
qui, per exalçar la sua llei, s'és mès en aquest perill; car
seguir-s'hia que, si un dels nostros anava entre los cristians
per convertir-los a la nostra llei, que així mateix lo mata-
rien a tal mort; e, per consegüent, no es trobarien moros
qui d'aquí avant gosassen anar per convertir los infels a
la nostra llei e a la bona part: la qual cosa seria contra la
nostra llei e en derogació d'aquella — u Tantes bones paraules
sabé dir lo dit moro, que ell revocà lo consell e determinació
del dit rei, e fo determenat que el foragitassen de tot lo
regne de Tunis; e, com lo traguessen del càrcer per amenar-
lo a una nau de genovesos, quants foren los colps, galtades
e pedrades, no es porien recomptar.
29. Alegrava's, emperò, lo dit mestre reverend, remem-
brant la passió del seu Amat ; dolia's, emperò, e no poc, de la
perdició de les ànimes, les quals ja veia ésser algun tant apa-
rellades a rebre lo sant baptisme ; e açò lo féu estar en gran
perplexitat, car veïa que, si se n'anava, totes aquelles àni-
mes se perdrien, e, si romania, era determenat que morís.
s
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VITA BEATI RAYMUNDI LULLI
dens quippe totus Dei amore non timebat mortis pericula
subintrare, si tamen ex hoc posset consequi animabus effec-
tum aliqualem salutis. Et relicta navi recedente quandam
aliam in eodem portu latenter intravit; sperabat enim si
aliquo modo posset venire ad terram absque impedimento
Ímpetus bestialis eorum, ut in supradictis opus bonum, quod
inceperat, consummaret.
30. Hiis igitur sic se habentibus accidit quendam chris-
tianum in gestu et habitu similem Raymundo transiré per
civitatem, quem suspicati Sarraceni fore Raymundum ap-
prehenderunt ; qui dum vellent eum lapidare, clamabat homo
ille dicens : "Non sum ego Raymundus." Et investigantes sci-
verunt Raymundum fore in navi; evasitque ille de manibus
eorum. Remansit itaque Raymundus ibidem tribus septima-
nis; qui videns se nichil posse ibi pro Ohristi servitio adim-
plere, pervenit Neapolim, ibique legens Artem suam moratus
est usque ad electionem Domini Pape Celestini quinti.
31. Post hec ivit Raymundus ad curiam Romanam, ut
aliquid impetraret sibi diu affectatum, sicut superius est
expressum, pro Ohristi fide a domino Papa; ibique libros
composuit. Aliquo vero tempore retroacto, domino Celestino
Pape quinto successit dominus Bonifacius Papa octavus cui
etiam totis viribus conatus est supplicare Raymundus pro
aliquibus utilitatibus fidei christiane. Et quamvis multas
angustias frequenter sequendo summum Pontificem patere-
tur, ab intento siquidem nullatenus desinebat, sperans ut
indubitanter ipsum exaudiré dignaretur, qui non pro bono
proprio vel prebenda, sed incessanter pro bono catholico
fidei supplicabat publico.
32. Denique tamen videns Raymundus, se a summo Pon-
tífice aliquid obtinere non posse, profectus est ad civitatem
Ianue, ubi libros aliquos compilavit. Deinde advenit ad re-
gem Maioricarum, et habito invicem colloquio arripuit iter
Parisius, ibique Artem suam publice legens libros quam
plurimos compilavit. Postea regem allocutus est supplicans
ei super quibusdam perutilibus Ecclesie saínete Dei. Sed vi-
dens se parum vél nichil super talibus obtinere, regressus
est Maioricas, ubi trahens moram conatus est tam disputa-
tionibus quam etiam predicationibus trahere Sarracenos in-
números ibi morantes in viam salutis. Fecit etiam ibidem
libros nonnullos.
33. Factum est igitur, dum Raymundus talibus insuda-
ret laboribus, ut nova discurrerent, videlicet, quod Imperator
Tartarorum Cassianus regnum Syrie fuisset agressus, illud-
que totum suo dominio ambiebat. Quod cum audisset etiam
Raymundus, inventa navi parata transfretavit usque Cyprum,
ibique reperit nova illa penitus fore falsa. Videns igitur
Raymundus se frustratum esse ab intentione qua venerat,
VIDA COETÀNIA
*7
E, jatsia ab aquell avalot l'haguessen amenat en una nau de
genovesos, emperò, no obstant lo perill de la mort, ell s'isqué
de la nau, e amagadament anà en terra, esperant lloc e temps
d'entrar en la ciutat per convertir aquelles ànimes.
30. E, mentre que ell estava així, seguí's que un crestià,
qui en hàbit e en gest li semblava, anant per la ciutat, fo
pres ab gran avalot; e, com lo volguessen al lapidar, cridava
ab gran veu: — -No só jo mestre Ramon — r, e, meravellant-se
d'allò, sobresegueren, e de fet trobaren que no era ell, e
per açò lo lleixaren anar. E, com açò pervengués a sabuda
del dit reverend mestre, considerà que allò era misteri divi-
nal, e que, per consegüent, ell no hi poria aprofitar en res.
Llavors tornà en nau e vénc-se'n en Nàpols, e aquí pública-
ment llegí la sua art, fins que papa Celestí fonc elegit.
31. Feta l'elecció de papa Celestí quint, vénc lo dit re-
verend mestre en Roma, per veure si poria obtenir ço que
havia desitjat; e, com hagués estat aquí per algun temps, e
hagués ordonats aquí alguns llibres, succeí papa Bonifaci
octau, al qual així mateix moltes voltes suplicà lo dit reve-
rend mestre per algunes utilitats de la santa fe catòlica.
E, jatsia sostingués molts enuigs e afanys en seguir la dita
cort, emperò per honor de nostro Senyor tot ho portava ale-
grement.
32. E, com vés a la fi que res no obtenia, partí's d'aquí
e anà en Gènova, on així mateix compilà alguns llibres de
la sua art, e enaprés vingué al senyor rei de Mallorques.
E, haüt son raonament ab ell, anà-se'n a la ciutat de París,
on llegí públicament la sua art, ordonant molts llibres. E,
com hagués suplicat lo dit rei sobre algunes utilitats de la
santa fe catòlica, e vés que no aprofitava, tornà en Mallor-
ques. E, estant aquí, contínuament treballava ab disputes e
sermons en convertir los moros qui aquí eren, a la santa fe
catòlica.
33. E, com en aquesta forma treballàs lo dit reverend
mestre, seguí's que vénc nova que lo gran tartre havia con-
quistat tot lo regne de Síria; la qual cosa com hagués oïda
lo dit reverend mestre, mès-se en una nau, e anà fins en Xi-
pre; e. com fos arribat allà, trobà aquella nova ésser falsa.
E. veent lo dit reverend mestre que no podia acabar lo per-
68
VITA BEATI RAYMUNDI LULLI
cepit viam aliam percunctari, qua posset tempus a Deo Bibi
preStitum non in ocio sed magis in opere Deo accepto pro-
ximoque proficuo consumere. Condiderat enim siíbi corde per-
vigili consiliüm illud Apostoli dicentis: Bonum autem fa^-
cientes non deficiamus, tempore enim suo metemus non de-
ficientes 1 ; et Prophete dicentis : Euntes ibant et flebant
mittentes semina sua, venientes autem venient cum exulta-
tione portantes manípulos suos 2.
34. Accèssit itaque Raymundus ad regem Oippri, affectu
multo supplicans ei, quatenus quosdam infideles atque scis-
maticos, videlieet lacopinos, Nosculinos, Momminos, cohor-
taret ad suam predicationem nec non disputationem venire;
cum hoc etiam supplicavit, quod facto eo quod ibi posset
ad edificationem predietorum, rex Oyppri vellet eum mittere
ad Soldanum, qui Sarracenus est, atque ad regem Egipti et
Syrie, ut eos sancta fide catholica informaret. Rex autem de
hiis ómnibus non curavit. Tune Raymundus confídens in illo
qui verbum evangelizat in virtute multa 3, predicationibus et
disputat ion ibus apud illos cepit cum solo Dei auxilio viriliter
operari. Sed tándem predicationibus et doctrinis insistens,
corporal! iníirmitate non módica gravatus est. Duo autem
sibi serviebant, clericus scilicet et famulus, qui non ponentes
Deum ante conspectum suum, sue salutis immemares, cogi-
tarunt viri Dei bona scelerosis manibus extorquere; et dum
se cognosceret per illos toxicatum, Raymundus eos a suo
servitio mansueto corde fugavit.
35. Perveniens in Famagostam receptus est hylariter
per Magistrum Templi, qui erat in civitate de Limisson, stans
in domo eius quousque recuperasset pristinam sanitatem.
Post hec autem Raymundus transfretans Ianuam quam plu-
res edidit ibi libros. Deinde profectus Parisius, et Artem
suam efficaciter ibi legit, et libros plurimos compilavit.
Tempore igitur domini Clementis pape quinti a civitate Pa-
risiensi recedens pervenit Ludunum, ibique residens summo
pontifici supplicabat de re pro fide uberrime bonitatis, vi-
delicet ut ipse dominus papa ediceret monasteria fieri in
quibus viri constituerentur devoti et apti, qui diversarum
gentium ydiomata addiscentes possent universis infidelibus
predicare evangelia iuxta Domini mandatum dicentis: Ite
in mundum universum predicare evangelium omni creature 4.
Que quidem supplicatio tam domino Pape quam et cardina-
libus modicum fuit cure.
36. Hinc Raymundus regressus Maioricas transfretavit
ad quandam terram Sarracenorum, que vocatur Bugia, in
cuius civitatis sollempni platea stans Raymundus clamabat
alta voce, prorrumpen» in hec verba: "Lex christianorum
1 Gal. 6, 9.
8 Ps. 67, 12.
2 Ps. 125, 6.
* Me. 16, 15.
VIDA COETÀNIA
69
què era vingut, pensà en quina forma despengués lo temps
de la sua vida en honor de nostro senyor Déu, seguint lo dit
de l'apòstol, qui diu "feent bé no defalgues, ans contínua-
ment aquell exercites"; e del profeta, dient "anant anaven,
e plorant sembraven lo seu sement; venint, emperò, vindran
ab alegria, aportant lo llur sementer.
34. E de fet, estant aquí, suplica lo rei de Cipre que al-
guns heretges que havia en la sua terra aquells fes venir a
la sua preïcació, oferint-li que après ell passaria al soldà de
Babilonia e al rei de Síria e d'Egipte, per informar-los en
la santa fe catòlica; de la qual cosa lo dit rei de Cipre hac
poca cura. Mes, ja per això, lo dit reverend mestre, confiant
de l'ajuda de nostro Senyor, no cessà de confondre los dits
heretges ab preïcacions e disputes; e, com per algun temps
hagués així estat, plagué a nostro Senyor que caigué en cer-
ta malaltia corporal; "e, com tingués dues persones qui el
pensaven (ço és, un capellà e un mosso), abdosos, instigats
per lo mal espirit, metzinaren lo dit reverend mestre; la
qual cosa com lo dit reverend mestre hagués coneguda, ab
gran humilitat donà'ls comiat.
35. E mudà's en la ciutat de Famagosta, aon fo ale-
grement rebut per lo mestre del Temple qui era en la ciutat
de Limiso, e tinguél en sa casa fins que hagué recobrada
la salut. E après mès-se en una nau, e vénc-se'n en Gènova,
e féu diversos llibres. En après tornà en lo Estudi de París,
on llegí la sua art e compilà diversos llibres. En temps de
papa Climent quint partí's lo reverend mestre de la ciutat
de París, e vénc-se'n al Sant Pare, suplicant-lo que fes cons-
truir diversos monestirs, en los quals s'aprenguessen diver-
sos llenguatges per preïcar la santa fe catòlica als infeels,
així com nostre Senyor ho havia manat als apòstols, dient
"anau per tot l'universal món a preïcar lo sant Evangeli a
tota crea tura". De la qual cosa així lo Sant Pare con los
cardinals hagueren poca cura ne ànsia.
36. Per la qual cosa lo dit reverend mestre, elevat tot
en esperit, vénc en Mallorques, e d'aquí passà en Berbería,
en la terra de Bugia. E, com fos en mig de la plaça, oblidat
lo perill de la mort, començà a cridar altes veus: — La llei
7^
VITA BEATI RAYMUNDI LULLI
est vera, sancta et Deo accepta, lex autem Sarracenorum
falsa et errónea; et hoc sum paratus probare." Dura vero
hec dicens talia ad fidem Christi paganorum iam assis-
tentem multitudinem lingua Sarracénica ortaretur, irruerunt
multis nephandis manibus super eum, volentes ipsum peni-
tus lapidare; quibus sic sevientibus contra eum, antistes
vel episcopus civitatis noncios mittens iubet sibi hominem
hunc duci; cuius conspectui Raymundo presentato ait epi-
scopus : "Cur tanta f uisti f atuitate detentus, ut legem veram
Machometi presumpseris impugnare? Nescis, sic quemlibet
hoc presumentem subiacere sententie capitali?" Respondit
Raymundus: "Verus Christi servus expertus fidei catholice
veritatem mortis corporalis pericula timere non debet, ubi
vite spiritualis gratiam potest animabus infidelium adipisci."
37. Oui episcopus dixit: "Si ergo credis legem Christi
esse veram, legem vero Mjacometi falsam consideras, ratio-
nem necessariam hoc probantem adducas." Erat enim epi-
scopus ille famosus in philosophia. Raymundus autem re-
spondit: "Conveniamus ambo in aliquo communi; deinde ra-
tionem necessariam tibi dabo." Quod cum placuisset episco-
po, interrogavit eum Raymundus, dicens: "Estne Deus per-
fecte bonus?" Respondit episcopus quod sic. Tune Raymun-
dus volens probare Trinitatem sic ce pit arguere : "Omne Ens
perfecte bonum est in se ita perfectum, quod non indiget
faceré bonum extra se, atque mendicaré; tu dicis quod Deus
est perfecte bonus ab eterno et in eternum; ergo non indi-
get mendicaré et faceré bonum extra se ; quia si sic, tune non
esset perfecte bonus simpliciter. Et quia tu negas beatissi-
mam Trinitatem, pósito quod non Sit, Deus non fuit per-
fecte bonus ab eterno, usque quod produxit bonum mundi
in tempore. Tu autem credis creationem mundi et ideo Deus
fuit magis perfectus in bonitate, quando creavit mundum
in tempore, quam ante; cum bonitas sit magis bona diffun-
dendo se, quam existendo occiosa. Hoc autem habeo per te.
Per me vero habeo, quod bonitas ab eterno in eternum est
diffusiva; et hoc est de ratione boni, quod sui ipsius sit dif-
fusivum; quoniam Deus Pater bonus de sua bonitate Filium
bonum generat, et ab utroque Spiritus bonus Sanctus est
inspiratus".
38. Igitur episcopus ratione huiusmodi stupefactus ñe-
que unam instantiam replicavit; sed eum iussit statim car-
ceri mancipari. Verumptamen exiit edictum ab episcopo, ut
in mortem huius viri nullatenus conspirarent ; intendebat
enim ipse dictum virum exponere morti condigne. Raymun-
VIDA COETÀNIA
dels crestians és santa e vertadera, e la secta dels moros és
falsa e malvada; e açò só aparellat de provar — . E, com
aquestes paraules hagués dites per moltes vegades, llevà's
una gran multitud de moros, qui ab gran avalot lo volgue-
ren matar; la qual cosa com fos denunciada al bisbe de la
ciutat, tramès los seus saigs per pendre lo dit reverend
mestre e que l'hei menassen davant. Lo qual con li fos pre-
sentat davant, començà-li a parlar lo bisbe dient: — Com és
estada tanta la tua follia, que vulles impugnar la llei de
Mahumet, cor sia certa cosa que cascun qui aquella impugna
degué morir a mala mort ? — . Respòs lo dit reverend mestre :
— Lo ver servidor de Déu no deu tembre lo perill de la mort,
per manifestar aquella als infeels, qui són en error, e aquells
aportar a via de salvació. —
37. Al qual respòs lo bisbe: — Ver dius, mes ¿qual és
aquella llei qui sia falsa e errónea: aquella dels cristians,
o dels moros? car a mi plau oir la tua raó; si n'has neguna
a provar la tua llei, digues-la, car jo l'escoltaré volenters — .
Al qual respòs lo dit reverend mestre: — Plau-me; dóna'm
lloc condecent, on sien los teus savis, e jo provar-t'he per
raons necessàries la llei dels cristians ésser santa e vertade-
ra. E de fet, assignat lloc e temps, interrogà lo dit reverend
mestre al bisbe, dient: — Deman-te nostro senyor Déu si és
sobirana bonesa — . Respòs lo bisbe que sí. Llavors lo dit
reverend mestre, volent provar la santa Trinitat, argüí així :
-^-Tota sobirana bonesa és així perfeta en si mateixa, que
en si mateixa és tot bé, e no fretura obrar algun bé defora
de si, ne haver necessitat d'aquell. Com, doncs, nostro senyor
Déu sia sobirana bonesa eternalment e sens començament,
segueix-se que nostro senyor Déu no ha necessitat d'obrar
algun bé fora de si mateix; car, si així era, no seria en ell
sobirana bonesa ne perfecció. E, com tu necs en Déu eternal
producció, ço és, la persona del Fill, segueix-se que ans de la
creació, del món nostro Senyor no havia tanta perfecció com
ha haüda après, com l'ha creat (car perfecció és produir bé
de si mateix), ço que seria gran error que nostro Senyor
cresqués un temps més en perfecció que altre. Jo, emperò,
crec que la bonesa de nostro Senyor eternalment és difusi-
va de bé, e açò es pertany o sobiran bé, que Déu lo Pare
eternalment de la sua bondat mateixa engenra Déu lo Fill, e
d'abdosos és produït lo Sant Espirit.
38. Meravellat lo bisbe d'aquesta raó tan alta, no respòs
sol una paraula, mes manà tantost que fos mès dintre en lo
càrcer. Gran multitud, emperò, de moros havia allí defora,
esperant que lo dit reverend mestre fos alapidat; emperò
fonc fet manament per lo bisbe que no fos negun qui el gosàs
tocar, car ell a bell procés e sentència lo volia condemnar
a mort. No contrastant emperò lo dit manament, mentres
72
VITA BE ATI RAYMUNDI LUI.LI
dus igitur exiens domum episcopi eundo ad carcerem hinc
quidem concussus ictibus baculomm, hinc manuum, inde
vero per barbam, que sibi prolixa fuerat, acriter tractus,
reclusus est apud latrinam carceris latronum, ubi per aliquod
tempus penabilem vitam duxit; postea vero positus est in
quamdam domiculam eiusdem carceris.
39. Die vero antecrastina congregati sunt clerici legis
coram episcopo, petentes ipsum interficere. Inito vero con-
silio, qualiter eum perderent, determinabatur per maiorem
partem, ut adduceretur Raymundus; et si percipere possent,
esse eum virum scientificum, penitus interficeretur; si vero
foret homo insipiens et stultus, dimitterent eum tanquam
stultum. Quod audáens quidam eorum, qui . transfretaverat
Ianua Tunicium cum Raymundo, quique audiverat sermonea
atque rationes suas frequenter, ait ad eos: "Videte ne hu<¿
in pretorium presen tetur; tales si quidem contra legem nos-
tram rationes movebit, quas difficile vel impossibile erit
nobis solvere." Tune vero concordantes, quod non adducere-
tur, pauco tempore retroacto ipsum mutaverunt in carcerem
leniorem. Deinde congregati Ianuenses et Catelani inibi exis-
tentes impetra verunt, ut in locum decentiorem poneretur;
quod et factum est.
40. Stetit ergo Raymundus per dimidium anni carcera-
tus ibádem, ad quem venientes clerici vel noncii episcopi
frequenter, ut eum ad legem Macometi converterent, promit-
tebant ei uxores, honores, domum et peceuniam copiosam;
fundatus autem supra firmam petram5 vir Dei Raymun-
dus aiebat: "E5go, si credere volueritis in dominum Iesum
Ghristum istamque legem erroneam curabitis prostergare,
divicias summas vobis offero et vitam eternam promitto."
Dum vero talibus frequenter insisterent, concordaverunt fa-
ceré quilibet unum librum, ubi utraque pars suam legem,
quibus posset rationibus efficacioribus confirmaret; insuper
qui rationibus firmiordbus uteretur, lex eius verior credere-
tur. Et cum Raymundus iam suo libro daret efficacem ope-
ram, factum est, ut ex parte regis Bugie mitteretur, qui in
civitate Contextine tune temporis residebat, quatenus Ray-
mundus de Bugia visis litteris pelleretur.
41. Ascendens ergo navim quandam in portu illo, pre-
ceptum est domino dicte navis, ut in terram illam non sine-
ret hunc virum amplius remeare. Dum igitur navis illa
Ianuam transfretare^ accidit ut supra portum Pisanorum
c Luc. 6, 48.
VIDA COETÀNIA
73
que l'amenaven al càrcer fonc tan gran l'avalot, que los uns
ab bastons, altres ab pedres, altres ab punyades e tirant-li
la barba, que tenia llonga, lo lleixaren quasi per mort; sinó
que per los saigs fonc defensat així com los era estat manat
per lo bisbe. Emperò ab aquest gran avalot ells lo menaren
fins a la presó, e a la privada de la presó lo meteren, ab una
grossa cadena al coll, aon estec per un gran temps, ab dolo-
rosa vida.
39. Lo sendemà, emperò, foren ajustats los sacrapassos
de la llei, demanants al bisbe que fos al.lapidat; e, convocat
llur consell, fonc determenat, per la major part, que lo dit
reverend mestre fos amenat aquí davant ells, e, si coneixien
que fos home de ciència, que morís; si, emperò, comprenien
que ço que havia fet hagués fet per oradura, que el lleixassen
anar. E, oïda la determinació del consell per un moro qui ja
a Tunis l'havia conegut: dix: — Guordats-vos no el façau
venir ací davant tots, car ell vos farà tals arguments contra
la nostra llei, que serà impossible de respondre-li — . E llavors
concordaren que no ho fessen, però per fer-lo morir muda-
ren-lo en un altre càrcer pus cruel; però per los cristians
catalans e genovesos fonc suplicat que el ne traguessen, e
de fet mudaren-lo en un altre lloc pus suportable.
40. Estec, doncs, lo dit reverend mestre per espai de
sis mesos en aquell càrcer, al qual per cascun dia venien los
moros, pregant-lo que es convertís a la llei de Mahumet,
oferint-li mullers, honors e tresors infinits. Ell, emperò, així
com aquell qui era fundat sobre la immoble pedra, ço és, en
la fervent amor del seu mestre Jesús, responia'ls dient: — E
si vosaltres volets renunciar en aqueixa vostra secta errónea
e falsa, e volrets creure en lo sant nom de Jesús, jo us pro-
met la vida eternal e tresors los quals mai no us mancaran — .
E, com per espai de molts dies haguessen estat cascuna de
les parts mantenint sa opinió e creença, fonc "concordat en-
tre ells que cascun fes un llibre en lo qual cascun provàs la
sua llei ésser vertadera, e que aquella llei que ab millors
raons seria provada, que fos tinguda per millor; de la qual
cosa hac singular plaer lo dit reverend mestre, car havia
confiança en nostre Senyor que en aquella forma ell los con-
vertiria. Mes lo diable, enemic de la veritat, que tots temps
volria les ànimes anar a perdició, veent que per aquell camí
totes aquelles ànimes anirien en paradís, ginyà que venc
manament del rei de Bugia, qui era en Contestina, manant
ab grans penes que lo dit reverend mestre fos foragitat de
la terra.
41. E de fet meteren-lo en una nau qui anava en Pisa,
e en aquesta forma lo dit reverend mestre no pogué acabar
la dita obra, la qual ab gran alegria havia ja bé enantada;
e manarem al patró de la nau, ab grans penes, que no el llei-
74
VITA BEAT! RAYMUNDI LULLI
valida tempestas maris insurgeret (erant enim decem milia-
ribus remoti a portu prefato), et cum navis undique patere-
tür gravissimos procellarum impulsus, denique naufragium
patientes, aliqui namque mortui et submersi sunt, alii vero
auxilio Dei previo evaserunt; inter quos Raymundus et so-'
cius eius ómnibus libris et rauba deperditis quasi nudus sú-
per barcham ad maris [super] littora pervenerunt. Et per-
veniens in civitatem Pisanam quidam ex civibus ipsum ho-
norifice susceperunt, ubi vir Dei, licet iam foret antiquus
et debilis, semper tamen labori pro Christo insistens Artem
8uam generalem ultimatam perfecit. Cuius quidem Artis nec
non aliorum librorum suorum immensa efficacia et cogni-
tione sápida et perfecta dignus est, qui non huius mundi
gloriam vel vanam philosophiam, sed Dei firmam dilectio-
nem et sapientiam tanquam finem ultimum et summum Bo-
num intendit.
42. Completa igitur Arte predicta multisque ibidem li-
bris aliis consummatis, communitatem civitatis Pisane vo-
lens etiam ad Ohristi servicium incitare, proposuit eorum
eonsilio, bonum fore ut in eodem constituerentur ordine Re-
ligiosi milites Christiani, ad hoc scilicet ordinati, ut propter
recuperandam Terram Sanctam continuum prelium exhibe-
rent perfidis Sarracenis. Cuius grato eloquio gratoque mo-
nito condescendentes litteras summo Pontifici et cardinali-
bus super huiuscemodi salutari negocio conscripserunt. Hiis
vero litteris impetratis in civitate Pisana, Ianuam iter ar-
ripuit, consimiles litteras impetra vit; ubi ad eum devote
matrone atque vidue plurime concurrentes, civitatis eiusdem
nobiles promiserunt ei XX quinqué milia florenorum in au-
xilium Terre Sánete. Separatus itaque de Ianua pervenit ad
papam Avinione tune temporis residentem. Videns autem se
de proposito suo ibidem aliquid obtinere non posse, Parisius
iter arripuit, ubi et Artem suam publice legit, et alios li-
bros quam plurimos, quos fecerat temporibus retroactis. Ad-
fuit autem lecture sue tam magistrorum quam etiam scola-
rium multitudo: quibus non solum p»hilosophicis rationibus
exhibebat roboratam doctrinam, verum etiam altis principiis
fidei ehristiane mirum in modum confirmatam sapientiam
proferebat.
43. Sed quia propter dicta commentatoris Aristotelis,
scilicet Averroys, videbat quam plurimos a veritatis rectitu-
dine precipue fidei catholice non nullatenus deviare, dicentes
fidem ohristianam quantum ad modum intelligendi fore im-
possibilem, sed oppinentur eam veram esse quantum ad mo-
dum credendi, cum sint ehristianorum collegio complantati,
ideo Raymundus via demonstrativa et scientifici habitus hu-
iusmodi conceptum eorum nitens improbare, eos ad redargu-
tionem multipliciter reducebat; quoniam si lides catholica
VIDA COETÀNIA
75
xas en neguna terra de moros. E, com la dita nau anàs en
Gènova e fos ja prop de port pisà, seguí's una gran tempestat
en la mar, de la qual la nau ferí, e molts hi moriren, e alguns
escaparen ab l'ajuda de nostro senyor Déu, entre els quals
fonc lo dit reverend mestre e un companyó, qui escaparen
ab la barca, perduts emperò los llibres e la roba, sí que nuu
isqué en terra. E, venint en la ciutat de Pisa, fonc molt hon-
radament rebut per los ciutadans, entre los quals la un lo
rebé dins sa casa. E estant aquí. lo dit reverend mestre, jat-
sia fos molt antic de dies, emperò no cessava de servir a son
Creador; per la qual cosa, estant aquí, ordonà YArt general
darrera, a coneixença e intel·ligència de la qual pervenen
aquells qui no per vana glòria, mes per sola amor e honor
de nostro Senyor, se ireten a estudiar.
42. E, complida la dita Art e altres llibres molts, pro-
posà en lo consell del comú de Pisa que seria bona cosa que
alcuns ciutadins llurs se fessen cavallers de Jesucrist per
conquistar la Terra Santa; e de fet lo comú, a precs seus.
escrisqué al Sant Pare e cardinals sobre aquells afers. E així
mateix, anant en Gènova, consemblants lletres impetra; e
de fet moltes persones devotes li feren de grans profertes
per aquell negoci, que més de trenta mília florins hac de pro-
fertes solament de Gènova. E, partint-se d'aquí, vénc-se'n en
Avinyó, on era lo Sant Pare. per portar lo dit negoci a bona
conclusió. E. com veés que ab ell res no podia acabar, par-
tí's d'aquí e anà-se'n en París, aon públicament llegí la
sua Art e altres llibres molts, los quals en temps passat havia
fets. Vengueren, emperò, a oir-lo no tan solaments estu-
diants, mes encara gran multitud de mestres, los quals afer-
maren que la dita santa ciència e doctrina era corroborada
no tan solament per raons de filosofia, mes encara per prin-
cipis e regles de santa teologia;
43. jatsia alguns volguessen dir que la santa fe católica
no era provable; contra l'opinió dels quals lo dit reverend
mestre féu diversos llibres e tractats.
76
VITA BEATI RAYMUNDI LULLI
secundum modum intelligendi est improbabilis, impossibile
est quod sit vera. Super quo siquidem libros effecit.
44. Post hec autem sciens Raymundus, fore a sanc-
tissimo patre domino demente papa quinto genérale conci-
lium celebrandum apud civitatem Viennensem, anno Domi-
ni MCCCXI in kalendis octobris, proposuit iré ad dictum
concilium, ut tria ibidem impetraret ad reparationem fidei
ortodoxe. Primiun quidem, ut locus constitueretur sufficiens,
in quo viri devoti et intellectu vigentes ponerentur, studen-
tes in diversis linguarum generibus, quod omni creature
scirent doctrinam evangelicam predicare. Secundum vero, ut
de cunctis religiosis militibus christianis fieret unus Ordo,
qui ultra mare contra Sarracenos usque ad recuperationem
Terre Sánete bella continua retinerent. Tertium autem, ut
contra oppiniones Averroys, qui in multis perversor extitit
veritatis, dominus papa celeriter ordinaret remedium, quod
per viros intelligentes catholicos non intendentes ad sui
gloriam sed Christi honorem, obiceretur predictis oppinioni-
bus et eas tenentibus, que obviare videntur veritati et sa-
pientie increate, Filio Dei Patris. Et de his compilavit Ray-
mundus quemdam libellum, qui intitulatur Liber Natalis,
promittens insuper habere rationes cogentes tam philoso-
pihicas quam theologicas contra eos ; quas quidem clarissime
pertractavit in aliquibus librorum suorum. Fecit enim iste
famulus Dei, summe veritatis et profundissime Trinitatis
verus expressor, inter cotidianos labores suos centum et XX
et tres libros et plures.
45. Nam iam elapsi erant anni XL postquam totum cor
suum et totam animara suam omnes et totas vires su as et
totam mentem suam in Deum direxerat; in cuius temporis
intervallo libros fecit continué, cum vacare potuit, diligen-
ter; qui verbum Prophete David mérito potuit pronunciare,
dicentis : Eructa vit cor meum verbum bonum, dico ego opera
mea Regi. Linga mea calamus scribe velociter scribentis G.
Profecto linga sua calamus fuit illius scribe increati, videli-
cet Spiritus sancti, qui dat Verbum evangelizantibus in vir-
tute multa7, de quo siquidem loquens Salvator apostolis ait:
Non enim vos estis, qui loquimini; sed Spiritus Patris ves-
tri, qui loquitur in vobis3. Librorum autem suorum utilita-
tem volens ómnibus esse communem multos in linga edidit
arábica, cum ydioma illud novisset. Divulgati quidem sunt
libri sui per universum, sed in tribus locis fecit eos precipue
congregan; videlicet in monasterio Cartusiensium Parisius,
et apud quandam nobilem civitatis Ianue, et apud quandam
nobilem civitatis Maioricarum.
a Mat. 6, 20.
VIDA COETÀNIA
44. A>prés de les dessús dites coses, sabent lo dit reve«
rend mestre per lo sant pare Climent deure ésser aplegat
consell general en la ciutat de Viana en l'any de nostro Se-
nyor mil tres-cents e onze, del·liberà d'anar al dit concili per
proposar tres coses a honor e reverència e augment de la
santa fe catòlica: la primera, que fossen construïts llocs a-
on certes persones devotes e d'alta intel·ligència estudiassen
en diversos llenguatges, per ço que a totes les nacions pos-
quessen preïcar lo sant Evangeli; lo segon, que a tots los
cavallers cristians fos donat cert orde que continuadament
treballassen en conquistar la Terra Santa; la terça, que,
contra l'opinió d'Aiverroïs, qui en moltes coses ha volgut
adversar a la santa fe catòlica, fos proveït per hòmens de
ciència, ordonant llibres contra les dites errors e contra tots
aquells qui la dita opinió tendrien, e per açò féu ell un llibre
que és apellat Liber de natali Pueri, aon promet fer raons
així filosoficals com teologicals contra les dites errors. E de
fet així ho ha fet en diverses llibres seus, car lo dit reverend
mestre, servidor de nostro Senyor e manifestador de la ve-
ritat, ultra cent e vint-e-tres volums de llibres ha fets per
honor de la santa Trinitat.
45. Car quoranta anys passats havia que lo seu cor e
tota la sua ànima havia transportada en nostro Senyor, e,
per tant, pot dir aquest sant home les paraules que dix
David : Eructavit cor meum verbum bonum, lingua mea ca-
lavvus scribae, car en veritat la sua llengua és estada ploma
del Sant Esperit, lo qual ab la sua vertut increada l'ha fet
així altament parlar; del qual dix lo nostre mestre Jesús:
"No sou vosaltres qui parlau, car lo Sant Esperit és qui
parla en vosaltres". E, per açò que mils posquessen aprofitar,
instruí alguns en la llenguo morisca, la qual molt bé ell havia
apresa ; e de fet foren divulgats los seus llibres per tot l'uni-
versal món, e especialment en certs llocs, ço és, en la ciutat
de París en un monestir de cartotxans, e en la ciutat de Gè-
nova, e en la ciutat de Mallorques, d' on ell era nadiu, de la
qual cosa reporta gran preu e honor la dita ciutat.
Deo gratias. Finito libro sit laus et gloria Christo. Amen.
Basílica y claustro de San Francisco (siglo XIV).
Palmo de Mallorca
Bibliografía
BIBLIOGRAFIA
Uno de los obstáculos — y no el menor — con que tropie-
zan los estudiosos del lulismo suele ser la dificultad de
orientarse en el maremàgnum cada vez más ingente de la
bibliografía luliana.
Mal pueden ayudarle a salvar esa dificultad los reperto-
rios bibliográficos corrientes: sus afanes por ser exhaus-
tivos, más bien le ayudan a desorientarle.
Adrede se omiten, pues, muchísimas referencias a obras
y estudios — de gran mérito no pocas veces — a los que el
lidista ha de llegar tras una larga n/ aun penitencial pere-
grinación bibliográfica. Aquí, empero, hallará dónde encon-
trarlas cuando conviniere.
Además, se procura acompañar cada cita de unas breves
palabras sobre su contenido y su valor, lo cual ahorrará mu*
chas búsquedas y consultas inútiles. — M. B.
1. OBRAS DE RAMON LLULL
1. Textos catalanes
Obras de R. L.: I. Gentil, L. de la primera c segona intouió,
L. de mil proverbis, ed. J. Rosselló y M. Obrador (Palma, 1901) ;
II. Arbre de fil. d'amor, L. de oració, L. de Déu, De concxcnca de
Déu, Del Es de Déu, ed. J. Rosselló y M. Costa y Llobera (1901) ;
III. Fèlix de les meravelles, ed. J. Rosselló y M. Obrador, 2 vols. (1903).
[Esta colección, con prólogo y notas en castellano, y no muy esme-
rada críticamente, se suspendió para dar paso a la siguiente.]
Obres de R. L. Edició original (= ORL) : I. Doctrina pueril,
L. del Orde de Cavalleria, L. de clerecia, Art de confessió, ed. M. Obra-
dor (Palma, 1905) ; II-VIII. L. de contemplado, ed. M. Obrador,
M. Ferrà, S. Galmés (1006-14) ; IX. Blanquecía, ed. S. Galmés y
M. Ferrà (1914) ; X. L. de Sta. Maria, Hores de Sta. Maria, L. de
Benedicta tu (1915) ; XI-XTÍI. Arbre de sciència (1917-26) ; XIV. Pro-
verbis de Ramon, Mil prov., Prov. d'ensenyament (1928) ; XV. L. de
demostracions (1930) ; XVI. Art demostrativa, Regles introductòries,
82
MIGUEL BATLLORI
Taula general (1932) ; XVII. Art amativa, Arbre de filosofia deside-
rat (1933) ; XVIII. L. d'intenció, Arbre de filosofia d'amor, Oracions
e contemplacions, Flors, Oracions, Contemplado Raymundi , Compen-
diosa contcmplatio (1935) ; XIX-XX. Rhns (1936-3S) : t. X-XX
éd. S. Galmés ; t. XXI, en prensa. [Es la edición básica de las obras
catalanas completas de R. L., preparada sobre los mejores mss., si
bien una reedición de los primeros tomos, ya agotados, exigiría una
rectificación de los mss. básicos. El tomo XXI, en prensa, y los ss.
estarán preparados por los padres de la tercera orden regular de
San Francisco Miguel Tous, M. Caldentey y R. Ginard Bauçà.]
Els Nostres Clàssics (ed. Barcino, Barcelona) : serie A, t. 3, Ra-
mon Lull, Poesies -, ed. R. d'Alòs (1928) [antología de las obras ri-
madas, muy cuidadosa, pero modernizando excesivamente la orto-
grafía] ; t. 14, LI. d'Amic e Amat, LI. d'Ave Maria, ed. M. Olivar
y S. Galmés (1927) [con escasas divergencias, viene a ser una re-
edición, con la ortografía modernizada, de la ed. de S. Galmés y
M. Ferrà en Obres, IX] ; t. 34, 38, 42 y 4Ó-47, L. de meravelles
(1931-34) [la más perfecta edición que existe de esta obra] ; t. 50-51,
L. de Evast e Blanquerna, ed. S. Galmés, I (1935) [publicación in-
terrumpida, fundada en el ms. hisp. 610 de Munich, con las varian-
tes— habrían de ir en el último tomo — de los demás mss. y eds. an-
tiguas ; está en prensa su continuación, a cargo de Pere Bohigas y
del Dr. Seb. Garcías Palou].
2. Textos latinos
Beati Raimündi Lulli, Opera omnia, I-X (Maguncia, 1721-40),
ed. I. Salzinger [la más famosa y la más completa edición de las obras
latinas, si bien no satisface a las exigencias críticas modernas ; sobre
ella, vid. A. Gottron, L'edició maguntina de R. L. Amb un apèndix
bibliogràfic dels mss. i impresos lidian s de Maguncia, «Estudis de
bibliografía íuliana publicats en celebració del sisè centenari de la
mort de R. L.», I (Barcelona, Inst. d 'Est. Catalans, 1915), trad. de
J. Rubió; E. Fajarnés, Sobre la impresión de las obras de R. L.,
en Maguncia, del compilador de las mismas, doctor Salzinger,
iRev. de Menorca», 24 (1929), 168-71 ; E.-W. Platzeck, Al margen
del lulïsta P. A. R. Pasqual, O. Cist., AST, 14 (1941), 183-97].
[Las demás ediciones, tanto catalanas como latinas, anteriores
a 1868, pueden verse en E. Rogent i E. Duran, Bibliografia de les
impresions lul·lianes, «Estudis de bibliografía Iuliana...», II (Barce-
lona, 1. d'E. C, 1927) ; para las más recientes, véase infra, III- V].
II PRINCIPALES FONDOS MANUSCRITOS
1. Generalidades
J. Rumo, Notes sobre la transmissió manuscrita de l'opus lul·lià,
en Franciscana (Barcelona, 1928), 335-48 [sobre el modo como el pro-
pio R. L. procuraba difundir sus obras].
R. d'Alòs, Los catálogos lidíanos (Barcelona, 1918) [los diversos
catálogos antiguos suelen estar relacionados con importantes fon-
dos mss.].
BIBLIOGRAFÍA
2. Mallorca
R. u'Ai.ós, Inventari de mss. lul-lians, de Mallorca, segons notes
de J. Rosselló. ML, 385-402 [también en EF, 47 (1935), 69-S6 ; notas
interesantes, sobre todo para los fondos de la Bibl. Provincial y de
las bibliotecas particulares Rosselló, Ayamans, Prohens y Ferran Cap-
deboa ; otros números coinciden con las Notes sigs.].
M. Obrador, Notes per a un catàleg d'alguns còdexs lul-lians de
les biblioteques de Palma de M., BUC, 17 (1932), 166-83 [publ. por
1. Rubió ; tratan de las bibliotecas Provincial, Sapiencia, Arqueolò-
gica, Ayamans, Palou de Cómase ma, Prohens, Rosselló y Vivot. Como
la localización que dan a los mss. esas notas de J. Rosselló y de
M. Obrador no siempre corresponde a la actual, conviene consultar
más bien el estudio sig.].
P. BOHIGAS, Fondos manuscritos de bibliotecas de Mallorca, «Bi-
blioteconomia» (Barcelona, 1944), 80-S [mss. lulianos de las bibliotecas
Provincial, Arqueològica, Sapiència, Franciscanos, Vivot y Aguiló],
M. Batllori, El lüHsmo en Italia (ensayo de síntesis), «Rev. de
Filosofía», 2 (Madrid, 1943), 253-313, 479-537 [en las páginas 2S4-6 se
señala el origen mallorquín de los grandes fondos de Roma y Milán].
3. Roma
Códices vaticani ¡ali)ii, I... (Roma, 1902...) [catálogo en curso de
publicación ; hasta ahora comprende pocos códices lulianos ; hay al-
gunos más en los catálogos de otros fondos de la misma Bibl. Vatica-
na ; R. d'Alòs preparaba un estudio completo de todos los mss.
de R. L. conservados en bibliotecas romanas y de todos los mss. ca-
talanes de la Nacional de Xápoles, pero no llegó a publicarlo].
4. Milán
M. Obrador 1 E. Aguiló, Viatge d'investigació a les biblioteques
de Munich y Milà, AIEC, 2 (1908), 598-613 [con indicaciones precisas
de los más importantes mss. lulianos de la Ambrosiana].
C. OXTAVIANO, L'«Ars compendiosa» de R. Lulle, avec une ctudc
sur les bibliographic el le fond ambrosien de Lulle. «Études de philo-
sophie médiévale», 13 (París, 1930) [comprende algunos mss. más
que los indicados por Obrador-Aguiló, añadiendo los pseudolu-
jianos] .
5. Venècia
M. OBRADOR, Ramón I.ull en Venècia. Reseña de los códices e im-
presos lulianos existentes en la biblioteca veneciana de San Marcos.
BSAL, 8 11899-900), 301-24 [fondo antiquísimo y muy importante, ini-
ciado en tiempos del dux Gradenigo, contemporáneo de R . L.].
6. Innichen
J. Rubió, Los códices lulianos de la biblioteca de innichen (Tírol),
«Rev. de Filología Esp.», 4 (Madrid, 1917), 303-40 [14 mss. con
79 obras, legados a aquella colegiata por Nicola Poli, médico vene-
ciano].
Q4
MIGUEL BATLLORI
7. Munich
Obrador-Aguiló (II/4) [J. Rubió tiene en preparación un estudio
completo de este fondo, procedente en gran parte de Barcelona y tras-
ladado a Alemania con motivo de la edición maguntina ; vid. su-
pra I/2].
8. París
P. Bohigas, El repertori de manuscrits catalans de la Fundació
Patxot. Missió de París, EUC, 15 (1930), 92-139, 197-230; 16 (1931),
82-111, 213-310 [no se da todavía la descripción sistemática de los
mss., sino sólo algunas notas interesantísimas, sacadas de aquel Re-
pertori en formación].
J. 'Parré, Los códices lulianos de la Biblioteca Nacional de París,
ASP, 14 (1941), 155-82 [los fondos principales proceden de la Sorbona
y de varios monasterios franceses ; no es un estudio bibliográfico,
sino crítico, con muchas aportaciones y apreciaciones nuevas; mss. es-
tudiados en Littré-Hauréau (III/2) y en el trabajo anterior].
9. Oxford
J. M. Batista i Roca, Catàlech de les obres lulianes d' Oxford,
BABLB, 8 (1915-16), 204-28, 308-30 [algunos mss. son de antigua
oriundez inglesa ; otros, de origen italiano].
P. Bohigas, El repertori de manuscrits catalans. Missió a Angla-
terra, EUC, 12 (1927), 411-57 [completa y rectifica el estudio ante-
rior, aportando además nuevas conclusiones sobre el origen del
pseudolulismo alquímico].
[Sobre los restantes fondos mss., vid. infra, III y V.]
m. OBRAS GENERAjIoES BIOBIBL·IOGRAPICAS
1. Obras antiguas
J. Custurer, Disertaciones históricas del beato R. L., doctor ilu-
minado y mártir, con un apéndiz de su vida (Palma de Mallorca, 1700)
[primariamente sobre el culto y la ortodoxia lulianos, pero con fre-
cuentes excursus a la vida y a las obras de R. L. ; aunque escrito
aprisa y por encargo de los jurados, pudo fundarse en estudios ante-
riores del P. Andrés Moragues, también de la Compañía de Jesús,
hoy perdidos ; sobre el autor, vid. principalmente J. M. March. El
P. Jaume Ctisturer i els seus catàlegs lul lians, «Butlletí de la Bi-
blioteca de Catalunya», 5 (1918-19), 32-44] •
J.-B. Sollier, Acta beati Raymundi Lulli (Amberes, 1708) y en
Aci-a sanctorum iunii, V (ibíd. 1709), 633-736 [publica en latín los
más importantes documentos anteriores sobre la vida y las obras
de R. L. ; hay segunda ed., Venècia, 1744 ; sobre Sollier y su obra.
Vid. A. GOTTRON (I/2)].
A. R. Pasqual, Vindiciae lullianae . . . , Í-IV (Aviñón, 1778) [hasta
el presente es el más completo estudio de las doctrinas ínUarjas, so-
BIBLIOGRAFÍA
85
bre todo teológicas ; la ocasión de las Vindiciae fué la publicación
<le dos tartos eruditas del P. Feijoo sobre R. L. ; el t. I del P. Pas-
qual contiene una vida del Maestro, que apenas ha conseguido supe-
rar E. A. Peers, v de la cual hav un texto español del mismo au-
tor (IV/i)].
2. Obras modernas
M. MenÉNDEZ y Pelayo, Hist. de los heterodoxos españoles, I
(Madrid, 1880), 513-40, cap. V, Reacción antiaverroísta. Teodicea lu-
liana. Vindicación de Raimundo Lulio (Ramón Lull) y de R. Sabun-
de [con este estudio de M. y P. se abre una nueva época en los es-
tudios críticos lulianos ; cito por esa ed. antigua porque la de las
primeras Obras completas (Madrid, 1911) sólo la aventaja en número
de erratas ; en prensa una nueva ed. por el C. S. de I. C.].
Littké-Hai ki \r, Ilistoire littcraire de la France, XXIX (Pa-
rís, 1885), 1-3S6, 567-8 [a pesar de las importantes aportaciones pos-
teriores, este trabajo resulta aún imprescindible para el conocimien-
to de los mss. de París y, en general, para toda la parte inédita del
opus luliano].
G. Gobuloyich, Biblioteca bio-biblio gráfica della Terra Santa e
dell'Oriente francescano, I (Quaracchi, 1906), 361-92, núm. ni,
B. Raimando Lullo di Majorica [no tiene tanta importancia como las
•lemas obras de este apartado III/2, pero interesa, sobre todo, lo
referente a las relaciones entre R. L. y el Próximo Oriente].
A. Rubió i Lluch, Ramon Lull en els Estudis universitaris cata-
lans, EUC, 4 (1911), 281-98 [la tirada aparte, citada por muchos lu-
listas, <se intitula Ramon L·iill. Sumari d'unes lliçons en els EUC ; es
qn guión de las lecciones, tan breve como denso, y que aun hoy día
resulta útil al investigador].
[J. Rubió Balaguer], art. Lull, Ramón en la Enciclopedia Espa-
sa, 49 (1923), 551-9 [podría repetirse de este art. lo dicho del ante-
rior, con la ventaja de ser doce años más moderno.; véase también
su estudio, a punto de publicarse, en el t. I de la Historia de las
literaturas hispánicas dirigida por G. Díaz-Plaja].
E. Longpré, art. Lidie Raymond (Le bienheureux) en el Diction-
naire de théologic catholique, LX (París, 1926), 1072-141 [aun des-
pués de la publicación de la obra de los Carreras (vid. infra), toda-
vía es imprescindible 6U consulta, sobre todo en lo que se refiere a
la bibliografía de las obras de R. L.].
Miscel·lània lul·liana (Barcelona, 1935) [aportaciones de casi todos
los lulistas contemporáneos, con ocasión del séptimo centenario del
nacimiento de R. L. ; apenas queda aspecto luliano sin su corres-
pondiente aportación ; viene a ser como una tirada aparte de EF, 46
{1934), 161-4S0; 47 (1935), 5-250].
T. y J. Carreras y Artau, Filosofia cristiana de los siglos XIII
al XV, I (Madrid, 1939), parte III, El escolasticismo popular. Ramón
Lull (Raimundo Lulio), II (M. 1943), parte IV, Esbozo de una his-
toria filosófica del lulismo [esta importante obra forma parte de la
Hist. de la filosofía esp. iniciada por Bonilla y Sanmartín y continua-
da* a cargo de la Asociación Esp. para el Progreso de las Ciencias ;
c> e! trabajo mí* completo que tenemos, y el primero que debería leer
qiien desease adentrarse en los estudios Julianos ; en sendos capúr.'us
86
MIGUEL BAÏLLORI
del tomo I se estudian vida, psicología, obras, ambiente inicial, la
Ars magna, su desintegración, las últimas Artes, el método luliano,
metafísica y teología, psicología y mística, doctrina moral, pedagó-
gica y política ; el t. II es en realidad la primera historia científica
del lulismo].
IV. BIOGRAFIAS
[Además de las obras del apartado III, señalamos, entre las ma-
chas biografías de R. L., las siguientes :]
1. Antiguas
Vita beat i R. L., «Analecta bollandiana», 48 (Bruselas, 1930),
130-78 [es la ed. crítica, dispuesta por el P. B. de Gaiffier, de la. vul-
garmente llamada Vida coetània; De Gaiffier cree, como J. Rubió,
EUC, 12 (1927), 477, que el texto latino es anterior al catalán : se
trata de una de las más firmes bases de la biografía de R. L.].
Vida coetània del reverend mestre Ramon Lull segons el manus-
crit, 16.432 del British Mitseum, novament transcrita i publicada amb
introducció, notes i glossari per Francesc de B. Moll (Palma, 1933 \
[tirada aparte del «Bolletí del Diccionari de la llengua catalana»,
tomo XV (Palma) ; véase la nota anterior ; Pasqual, Vindiciae,
I, 4, y Longpré, 1072-3, sostienen la prioridad de este texto catalán
sobre el latino].
A. R. Pasqual, Vida del beato Raymundo Lidio, I-II (Palma,
Soc. Arq. Luliana, 1890-91 [corresponde a la vida latina de las
Vindiciae, I, Dissertatio praevia ; vid. supra, III/i].
2. Modernas
Ll. Riber, Vida i actes del reverend mestre i benaventurat màrtir
Ramon. Lull (Palma, 1916) [tiene más carácter literario que crítico,
pero es una buena iniciación al conocimiento de la persona de R. L. ;
hay traducción castellana puesta al día : Raimundo Lidio (Ramón
Lull), «Colección Pro Ecclesia et Patria», I (Barcelona, 1935)].
E. A. Peers, Ramon Lull. A Biography (Londres, 1929) [de esta
biografía ha escrito J. Rubió, EUC, 15 (1930), 180 : «El major elogi
que en podem fer, és remarcar que des del P. Pasqual en el se-
gle XVIII és la temptativa més seriosa i reeixida que s'ha consagrat
a la història de R. Lull» ; al final, pp. 421-34, contiene una abun-
dantísima bibliografía luliana].
F. Sureda Blanes, El b. R. L... Su época, su vida, sus obras, sus
empresas (Madrid, 1934) [biografía compuesta con ocasión del cen-
tenario luliano].
S. Galmés, VA dinamisme de R. L. (Palma, 1935) [reedición del
estudio del mismo título publicado en ML, 59-96, y en EF, 46 (1934),
216-56 ; aun a los pocos años de aparecer la biografía de Peers podía
mosén Galmés trazar otra nueva, original y reducida, la primera
que debería leer el estudioso lulista ; con pocas variaciones, es el
estudio que encabeza el presente volumen como Introducción bio-
gráfica].
RIBLIOT.K M Í V
87
M. DE Iriartk, Genio y figura del b. R. l.ull, «Arbor», 4 (1945,
U), 375-435-
[Las restantes biografías y estudií» parciales sobre la vida de
R. I., pueden verse infra, V/2].
V. BIBLIOGRAFIAS
I. Bibliografías del "opu.s" luliano
Lxttr&Haureau, Gobulovich, Longpré, Carrlras (III/2) , Otta-
\l\SO (II/4), ROGENÏ-DURAN (I/2).
J. Avinyó, Les obres autentiques del beat R. L. (Barcelona,
1935) [trabajo útil, pero imperfecto en las citas e índices ; indica
cronológicamente el contenido de cada obra de R. L. y enumera los
principales mss. y ediciones ; un avance del mismo, en forma abre-
viada : Vil Centenari de la naixença de R. L. Les seves obres autèn-
tiques. EF, 44 (I932)i 42-75, 169-84].
2. Bibliografías sobre R. L. y el lulismo
a) Sistemáticas.
Longpré, Carreras (II/2), Peers (IV/2), pp. 421-34.
R. d'ÀLÒSj Lullistiche JJteratur der Gegenwart , «Wissenschaft
und Weisheit», 2 (Friburgo de Br. 1935), 288-310 [a partir de media-
dos del siglo pasado ; sin ser exhaustivo, resulta un trabajo muy
útil, j>ero difícilmente consultable en España].
F. SüREDA Blanes, El lulismo como expresión de una escuela
filosófica nacional, 2.a parte, extracto de «Las ciencias», dic. 1040
[!a bibliografía moderna va agrupada por naciones].
b) Cronológicas.
AIEC, I-VH1 (1907-31) [recoge toda la bibliografía referente a
Cataluña ; a partir del t. II (1908) los índices onomásticos facilitan
La búsqueda ; además en VI (1915-26), 880-2 ; ATI (1921-26), 373-9,
y VIII (1927-31), 325-40, R. d'Alòs, con el título Moviment lul·lià,
sistematizaba las nuevas aportaciones, sometiéndolas a inteligente
crítica] .
J. Vives, bibliografia hispànica de ciències històrico-eclesiàsliques,
AST, IV-XXI (1928-48) [en la sección «Autores» se consignan anual-
mente todas las aportaciones sobre R. L., añadiendo una breve
nota que desmenuza su contenido ; pero deben consultarse también
Us secciones «Bibliotecas y archivos» y «Teología y Filosofía»].
VI. PRINCIPALES ASPECTOS DE R. L.
L Teología
Pasqual (III, d, Longpré (III/2), cois. 1119-34.
S. GARCÍAS Palou, Notas de introducción al estudio de las obras
teológicas del b. R. L., extracto de la «Miscelánea Comillas», II
(ibíd., 1044), 203-34 [insiste — contra el lulismo doctrinalmente derro-
tista— en ka importancia de las obras de R. L. en la historia de la
88
MIGUEL BATLLORI
teología católica ; sobre su interés en dos cuestiones particulares
vid., del mismo autor, El primado romano en los escritos del b. R. Jj,
RET, 2 (1942), 521-46 ; La infalibilidad pontificia en tA rbré de ¿cien-
cia» del b. R. L., RET, 4 (1944), 229-55 ; El b. R. L. y la cuestión
de la renunciabilidad de la Sede Romana, AST, 17 (1944), 67-96; y
Cuestiones de psicología y fisiología humanas en Cristo, tratadas en
los escritos teológicos del b. R. El., ibíd. 3 (1943), 249-307].
L. Eijo Garay, La finalidad de la encarnación según el b. R. L.,
RET, 2 (1942), 201-27 [la tesis llamada escotista 1a explanó muchos
añps antes R. L. ; sobre este punto defendió en la Univ. Gregoriana
de Roma su tesis doctoral, aun inédita, el P. B. Nicolau, T. O. R. :
vid. «Analecta T. O. R., ©tí. Francisci»', I, 11 (Roma, 1933), 325-6;
cf. también Samuel d'Algaida, O. M. Cap., Christologia lulliana...,
«Collectanea Franciscana», 1 (1931), 145-83].
M. Caldentey, ... La corredención de la Virgen a la luz del
b, R. L...., «Estudios Marianos», 2 (Madrid» 1944), 287-322 [viene a ser
un complemento de la memoria presentada por el mismo autor al
Congreso Mariano Nacional de Zaragoza sobre La mediación univer-
sal de María... según... R. L. (Palma, s. a.).; vid. también Principio
fundamental de la mariología liiliana, «Verdad y Vida», 1 (1943),
113-24 ; Santa María, rey na y señora..., según el I. D.», «España Mi-
sionera», I (1944), 37-59 ; y La asunción de la Virgen María en los
escritores catalanes de la Edad Media, «Estudios Marianos» (Ma-
drid, 1947), 429 ss., en que se da marcada importancia a R. L.].
2. Ascética y mística
Longpré, cois. 1128-32 ; Carreras, I, 548-609.
E.-W. Platzeck, íjx vida eremítica en las obras del b. R. L.,
«Rev. de Espiritualidad», 1 (San Sebastián, 1942), 61-79, II7~43 [idea-
rio de R. L. sobre la vida eremítica en general y sobre la vida
contemplativa del ermitaño].
B. Guasp, La vida erem. en Mallorca, BSAL, 28 (1941), 224-304
[y en libro aparte en catalán, Mallorca 1947].
J. Torras i Bages, La tradició catalana (1892), O. C, VI (Barce-
lona, Bibl. Balmes, 1935), 274-380 : part. 2.8, cap. II, El beat Ramon
Llull [los párrafos correspondientes al Llibre de contemplació y a la
Mística lul·liana (pp. 314-65) son los más interesantes de todo el
capítulo, que en su mayor parte ha sido muy superado].
J. H. Probst, La mystique de R. L. et l'Art de contemplació,
«Beitràge zur Geschichte der Philosophie des Mittelalters», XIII,
2-3 (Münster i. W., 1914) [estudio importante, pero suponiendo siem-
pre una mística casi puramente natural ; el autor na completado
su trabajo en aportaciones posteriores : L'am-our mystique dans
l' «Amic e Amat» de R. L., «Arxius de l 'Institut de Ciències», 4
(Barcelona, I. d'E. C, 1917), 293-322 ; Lull, mystique pour Vaction,
ML, 436-45 (EF, XLVII, 1935, 87-99) J K. L 's Mystik, ihre Gruná-
lage, ihre Form, «Wissenschaft und Weisheit», 2 (Friburgo de Br.,
1935), 252-65].
J. de Guibert, La méthode des trois puissanecs et l'Art de con-
tcmplation de R. Lulle, «Revue d'Ascétique et Mystique», 6 (Tolo-
sa, 1925), 366-78 [incluido también en Études de théologie mystique,
BIBLIOGRAFÍA
cBibliothèque de la Rev. d'Ase, et Myst.», 2.a ¿crie, fase, i (Toa-
lause, 1930) ; posición de R. L. en la oración metódica].
G. M. Bertini, «Lo Libre de Amic e Amat* di R. L. in una ver-
sione castigliana inédita del sec. XVI, «Bulletin hispaniquej, 41
(Burdeos, 1940), 113-25 [estudio preliminar a un texto a punto de
publicarse].
A. Sancho, La mística de R. L., «Rev. de Espiritualidad», 2
(rgdj), 10-34 [insiste en el intelectualismo doctrinal de R. L»],
3. Filosofía
a) Hilariones entre filosofía y teología.
J. Miralles Sbert, Carta con motivo del 7.0 centenario del na-
cimiento del b. R. L., «Bol. Oficial del Obispado de Mallorca*, 72
(1932), 293-319 [estudio a fondo del problema, reproducido en BSAJL,
24 (1932-33^, 173*86, y cu «Razón y Fe», 100 (Madrid, 1932, III),
M. Florí, Las relaciones entre la fil. y la teol., y concepto de
til. cristiana en el *Arte Magna» del b. R. L., «Razón y Fe», 106
í-934, III), 2S0-9Ó, 450-68; 107 (1935, I), 171-7 [es la eterna cuestión
del racionalismo teológico de R. L., pero enfocada a través del
problema actual de la filosofía cristiana].
M. Oltra, Cuestiones trinitarias en D. Scoto y R. L., «Verdad y
Vida», 1 (Madrid, 1940), 287-92 [sobre el pretendido racionalismo
de R. L.].
Mendía, B., Posición adoptada por R. L. en el problema de las
relaciones entre ¡a fe y la razón, «Verdad y Vida», 4 (1946), 29-62,
221-58.
B. Xiberta, La doctrina del maestro R. Ll. sobre la demostración
de los dogmas juzgada a la luz de la hist. y de la teol., aStudia mo-
nographica et recensiones», 1 (Mallorca, Schola lullistica, 1947), 5-32
[revisión histórica del problema desde nuevos puntos de vista].
b) Método y doctrinas.
Longpré, cois. 11 13-26 ; Carreras, I, 335-640.
M. Menéxdez y Pela yo, R. L... Discurso... (1SS4), en La Cien-
-ia Esp., 1 (Madrid, 1933) [lo considera principalmente como filósofo].
J. H. Probst, Caractere et origine des idees du b. R. L. (Tolo-
sa, 1912) [abarca método, doctrinas y fuentes del pensamiento lu-
iiano].
G. MAURA y Gelabert, Ensayo sobre la fil. del b. R. L.t «Rev. Lu-
liana», 1 (1901), 26-32, 49-56 [este y otros ensayos filosóficos del
mismo autor publ. en la misma revista, I-V (1901-1905), a pesar de
resultar un tanto anticuados, constituyen una de las aportaciones
más serias del lulismo exaltado de principios de siglo].
J. CasadessÚS, El *Arte magna* de R. L. (Barcelona, 191 7) [ex-
posición sucinta y clara del método luliano].
J. Avinyó, El tliber de ascensu et descensu intellectus» de R. Ll.,
BSAL, 25 (1934), 57*63 [exposición de este libro, que viene a ser un
compendio de toda la filosofía luliana ; en esta exposición, J. A. si-
gue- la tendencia iniciada por Salvador Bové principalmente en su
obra, ya caducada, Santo Tomás de A. y el descenso del entendi-
miento. Platón y Aristóteles harmonizados por el b. R. L. (Barce-
lona, 1913)].
90
MIGUEL BATLLORI
4. Estética
M. Menendez y Pelayo, Historia de las ideas estéticas en Es-
paña (1883). O. C, ed. nac, I (Madrid-Santander, C. S. T. C, 1940},
397-429 [excelente iniciación].
A. Rubió r Lluch, R. Ll. i el co>iceptc de Vari en Vedat mitja-
na, «La Paraula Cristiana», 20 (1934), 292-308 [se refiere principal-
mente al concepto de «arte», aunque extendiéndose también al de
«belleza»].
G. Forteza, La irradiació estètica de l'obra lul·liana, LNT, 7
(1934), 357-73 [ensayo de un artista, más intuitivo que sistemático,
pero de intuiciones exactas y fecundas].
F. Sureda Blanes, Estética luliana..., «Rev. de Ideas Estéticas»,
2 (Madrid, 1944), núm. 6, pp. 3-51, 103-14 [estas últimas páginas
contienen, en versión castellana, los textos lulianos comprobatorios
de la primera parte, que estudia : I. La persona del Doctor Ilumina-
do ; II. Sinceridad y actividades artísticas de R. L. ; III. La doc-
trina luliana de la «belleza» ; IV. Estética cristológica].
5. Poesía y Novelística
M. Menéndez y Pelayo, La poesía mística en España (1881), O. C,
ed. nac, VII (1941), 84-7 [interesante para precisar la posición de
R. L. en la poesía religiosa medieval].
M. de Montoliu, R. Ll. trobador, EUC, 21 (1936), 363-98 [este
vol. de EUC es el t. I del Homenatge a Antoni Rubió i Lluch; es-
tudia M. de M. los contactos de la poesía de R. L. con los temas
de la lírica provenzal].
M. Menéndez y Pelayo, Orígenes de la novela, I (1905), O. C,
ed. nac, XIII (1943), 116-38 [es todavía el mejor trabajo que tene-
mos sobre la novelística luliana, principalmente 6obre el Blanqucrna
y el Fèlix].
6. Derecho
P. Andreu de Palma, Els sistemes jurídics i les idees jurídiques
de R. L., «Les Ules d'ür», 14 (Palma, 1936) [trabajo más expositivo
que crítico-histórico, pero que puede orientar].
E. Wohlhaupter, R. L. und dic Rechtwissenschaft, en Ernst
Mayer Festschrift (Weimar, 1932), 169-202 [niega la influencia de
R. L. en la hist. del derecho posterior a los glosadores ; vid. tam-
bién Dic «Ars brevis, quae est de inventione mediorum iuris civilis*
des R. L. (EF, XLVI, 1934, 196-215) ; R. L. ein Vorlaufer der Post-
¿lossatorcn 9 . en Aiti del Congresso inlcrnazionale di diritlo romane. I
(Roma, 1934), 493-514].
7. Ciencias naturales
A. R. PASQUAL, Descubrimiento de la aguja náutica, de la situa-
ción de la América, del arte de navegar y de un nuevo método para
el adelantamiento en las artes y ciencias... (Madrid, 1789) [rebajando
BIBLIOGRAFÍA
algunos exagerados entusiasmos folíanos, resulta un estudio prove-
choso a la distancia de siglo y medio].
M. Massltí. La teoría lul·liana de les matees, I.NT, 7 (1934),
■04-15 [ensayo ampliado en í'tui teoría medieval sobre la mate**
«Las Ciencias». 6 (1043), 250-67].
[Sobre las ciencias matemáticas, vid. infra, VII/5.]
8. Pseudolulismo
M. BÍASSUTÍ, R. L. y la alquímia, BSAL, 28 111)39-431, 3Ï5-39 [estu-
dia con seriedad científica el origen y la evolución de la alquimia,
el concepto luliano de la materia, la leyenda de Llull alquimista y
sus ideas sobre la alquimia ; pp. 538-9, buena bibliografía].
M. Batllori, El seudo-Lull y Arnau de Vilanova* Notas de mss.
italians;. BSAL, 28 11939-43), 441-5S.
VII HISTORIA DEL LULISMO
L Obras generales
J. Avinyó, Història del lulisme (Barcelona, 1925) [promete una
segunda parte, que no llegó a publicar ; se limita casi sólo a la
causa de la ortodoxia luliana ; su escasa información sobre fuentes
y bibliografía la hace muy poco útil hoy en día].
T, v J. Carreras y Artau, Filosofía cristiana de los siglos XI i l
ml XV [vid. supra, ITI/2].
¡2. Ortodoxia y culto
F. D. Gazulla, Los reyes de Aragón y la purísima Concepción
d? María santísima. BABLB, 3 (1905-06), 1-18, 49-63, 143-51, 224-33,
*S7-^4, 388-93, 476-9, 546-50; 4 (1007-08), , 1 16-22, 137-46, 226-37,
198-303, 408-16 [con mucha documentación sobre el lulismo de fines
del XI Y y principios del XV].
— Historia de la falsa bula a nombre del papa Gregorio XI inven"
toda por el dominico fray Xieolás Aymerich contra las doctrinas
lulianas, BSAL, 12 (1908-09), 264-70, 273-8, 289-91, 305-7, 571-3 ¡ 13
[1910-11), 1-4, ¿2-4, 58-62, 68-9, 106-10 [trabajo sumamente documen-
tado, que viene a ser un complemento del anterior].
E. FajarwÉSj Documentos, «Rev. de Menorca», 24 (1929), 308-11,
364-77; 25 (i93o)j 65-74. 273-82 ; 2- '1932». 149-51. 208-13, 221-8 [lás-
tima que la transcripción y edición no corresponda siempre al valor
e interés de los documentos, casi todos de los siglos XYI-XVII].
P. M^rtí de Barcelona, Nous docs. sobre R. L. i la seva escola,
ML, i'V>-qS i'v en EF. i6 ( 10^4 1 , } 26-58 ; los docs. corresponden a los
ugios xin-xvnj.
T. Por 1 Martí. Per la glorificació del b. R. L. e>i el segle XVII,
ML, 109-29 [y en EF, 46 (1954), 269-99; con gran aportación docu-
menta! sacada de los archivos de Roma].
J. Tarrk. I n doe. del papa Benet XIV sobre el lul lisme, EUC,
2r> (1935), 142-61 [instrucción a4 promotor de la fe, muy desfavorable
a la cansa luliana; interesantes notas históricas de T. T.].
02
MIGUEL BATLLORI
J. Muntaner, Docs. lidíanos, BSAL, 28 (1939-40), 43-54 [de los si-
glos xvi-xvm].
J. Carreras Artau, La cuestión de la ortodoxia lidia na ante el
concilio de Trcnto, BSAL, 29 (1945), 501-20.
3. Francia
J. Carreras, Una aportació als orígens doctrhials de l'antiiul-íis-
mc, ML, 3-35 [y en EF, 46 (1934), 163-95 ; examina las oposiciones
doctrinales entre R. L. y Eymerich y estudia el antilulismo de
Ger son] .
E. Vansteenberghe, Un traite inconnu de Gerson «Sur la doctrine
de Raymond Lude», «Revue des Sciences Religieuses», 26 (Estras
burgo, 1936), 441-73 [esta obra de Gerson es la clave para explicarse
el antilulismo parisino del siglo XV, sólo superado a principios del
s. XVI por Lefèbvre d'Étaples ; falta un trabajo de conjunto sobre
el lulismo en Francia].
4. Italia
M. Batllori (II/2) [estudia en forma sumaria Iqs contactos per
sonales de R. L. con Italia, los manuscritos lulianos de bibliotecas
.talianas y el lulismo medieval, renacentista, barroco y moderno en
aquella nación].
5. Alemania
L. Klaiber, jR. L. und Deutschland, SFG, 1. Reihe, 5 (1935), 219-2
[atiende más a la bibliografía luliana de Alemania que a las reía
ciones del lulismo alemán con el de Francia e Italia] .
M. Honecker, Lullus-Handschriften aus dem Besitz des Kard
N. v.. Cues, SFG, 6 (1937), 252-309 [estos 10 mss. de Cues y 4 de
Tréveris constituyen el fundamento documental del lulismo de Cusa
el influjo doctrinal ha sido estudiado por el mismo Honecker, Ra
mon Lulls Wahlforschlag grundlage des Kaiserwahlplanes bei N. y
Cues?, «Historisches Jahrbuch», 57 (Colonia, 1938), 563-74; por el
padre M. Florí, El principio de coincidencia de N. de C, ¿inspirado
en R. L.f, «Las Ciencias», 7 (1942), 585-606; por el padre E.-W
Platzeck, Observaciones del P. A. R. Pasqual O. Cist. sobre lulista
alemanes : El lulismo en las obras del card. N. de C, RET, 1 (1941*
731-65 ; Doctrinas teológicas y filosóficas de R. L. en las obras de
N. de C, ibíd., 2 (1942), 257-324 ; y por J. E. Hofmann, Die Queden
der cusanischen Mathematik..., «Cusanus Studien», 7 (Heidelbert;
1942)].
6. Inglaterra
C. Clavería, Sobre la trad. inglesa del «L. del 0. dz Cavalleria
de R. L.n, AST, 15 (1942), 65-74 í6^ recogen muchas noticias sobre e
lulismo renacentista de Inglaterra].
7. Portugal
A. Martins, A filosofia de R. Lulo na literatura portuguesa, «Bro-
téria», 34 (Lisboa, 1942, I), 473-82 [influjos lulianos en el Livro da
corte snpcriall].
BIBLIOGRAFÍA
93
VIII. REVISTAD
¡"Se señalan las que suelen tratar más de lulismo y se dan las si-
glas con que se han citado en esta Introducción bibliográfica].
Bolleti de la Societat Arqueològica Lul·liana, i (1894)... Palma de
Mallorca. BSAL.
La Xostra Terra, 1 (1928)... Palma de Mallorca. LNT.
Mediterraneum , 1 (1936), transformada en Studia nwnographica et
recensiones Í1947). Palma de Mallorca.
Revista de Menorca, 1 (1888)... Mahón.
Revista luliana, 1-5 í 1901-05). Barcelona.
Anuari de l'Institut d'Estudis Catalans, 1 (1907)... Barcelona.
AIEC.
Estudis Universitaris Catalans, 1 (1907)... Barcelona. EUC.
Butlletí de la Biblioteca de Catalunya, 1 (1914)... Barcelona.
A nal ceta Sacra Tarraconensia, 1 (1925)... Barcelona. AST.
Estudis Franciscans, 1 (1907)... Barcelona. EF [o ML, supra, III, 2].
Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, 1
(1901)... BABLB.
Iji Paraula Cristiana, 1 (1925)... Barcelona.
Ims Ciencias, 1 (1934)... Madrid.
Revista Española de Teología. 1 (1941)... Madrid. RET.
Spanische Forschungen der Gòrresgesellschaft , 1. Reihe, 1 Í1928)...
Mtin<rter i. Westf. SFG.
El
Beato
Ramón
Llull viste el hábito de penitencia («Brevieuhun»
de Karlsruhe, siglo XIV)
I
i
Libro de la Orden
de Caballería
INTRODUCCION
La mayor parte de los biógrafos y bibliógrafos bulistas
creen que el Llibre del Orde de Cavalleria es una de las obras
primerizas de Ramón Llull, escrita cuando aun tenía fresco
— como cosa vivida — el recuerdo de sus andanzas caballe-
rescas.
Pocas obras de toda la literatura medieval de Occidente
reflejan con tan espontánea belleza la valoración heroica y
religiosa de la vida como ese tratadito luliano, florecido en
el siglo de la Caballería auténtica, antes de la ficticia exal-
tación decorativa a que se llegó, sobre todo, en el siglo XV,
con un precedente, en Cataluña, en el reinado trecentista del
Ceremonioso. En toda la literatura hispánica sólo puede com-
parársele el título 21 de la segunda Partida, con la distancia
que media entre un código legislativo y una obra de creación
artística.
Créese comúnmente que Ramón lo compuso hacia el
año 1275, pues aparece ya citado en la Doctrina pueril, an-
terior a la fundación del colegio misional de Miramar (1276).
Sus siete partes — ^correspondientes a los siete planetas que
"gobiernan y ordenan los cuerpos terrestres" — exponen suce-
sivamente los orígenes de la Caballería, el oficio del caballero,
el examen de los escuderos, la vestidura de las armas, el sig-
nificado de cada una de ellas, las costumbres propias de los
que profesan él Orden de Caballería y el honor que les es
debido.
Ni puede faltar en Llull la ingenua ficción novelesca. En
el breve y sabroso prólogo cuenta cómo un viejo caballero,
viendo "que sus días eran breves y por la vejez le faltaban las
fuerzas naturales para el uso de las armas", se retiró a
hacer vida eremítica. Pero su yermo, como todos los acoge-
dores yermos lulianos, era "un hermoso prado", con "un
árbol muy grande, todo cargado de fruta", y ornado "de una
fuente muy hermosa y clara, que fertilizaba el prado y todos
los árboles al derredor". Acertó a pasar por allí "un distin-
guido escudero", que acudía a la corte de un rey para que
98
MIGUEL BATLLORI
le armase caballero con ocasión de las solemnes Cortes que
había convocado; y, departiendo con el anciano sobre la
Caballería, entrególe éste un libro "hecho para restablecer
la devoción, lealtad y ordenanza que debe tener el caballero
en su Orden", rogándole que lo llevase a la corte y lo pre-
sentase al rey. Si esa ficción pudiera tener algún sentido
histórico, tal vez podríamos ver en ella una alusión a cierta
ofrenda del Llibre del Orde de Cavalleria a Jaime I el Con-
quistador, el rey de quien pudo cantar Costa y Llobera que
al segle d'or de la Cavalleria
ningú brandà com ell l'espasa triomfal.
La prevalencia del lulismo doctrinal sobre el puramente
literario en toda la edad media, aun en Cataluña, explica
que no haya sido ésta, precisamente, una de las obras mas
divulgadas, a pesar de su alto poder evocativo. El original
catalán se nos ha conservado en poquísimos manuscritos, y
todos ya del siglo XV. Permaneció inédito hasta que en 1879
lo publicó en Barcelona Mariano Ajguiló, y en 1901 lo re-
editó José llamón de Luanco, junto con la versión caste-
llana setecentista de que hablaremos luego. Por fin, Mateo
Obrador lo incluyó en el tomo primero de las Obres de Ra-
mon Lull (Palma de Mallorca, 1906).
Por el testimonio de los antiguos catálogos lulianos y
de la edición francesa de 1504, tenemos noticia de una vieja
versión latina intitulada Liber müitiae saecuJaris y Líber
de ordine equestri, de la cual no se conoce manuscrito ni
edición alguna.
Del influjo de este libro luliano en la literatura catalana
posterior interesa sobre todo la impronta que dejó en la
obra maestra de la novelística medieval del siglo XV en
Cataluña y en Valencia, el Tirant lo Blanch, iniciado por
Joanot Martorell y ultimado por Martí Joan de Gualba. No-
táronlo ya Mariano Aguiló en sus ediciones del Llibre de
Cavalleria y del Tirant, y Menéndez y Pelayo en sus Oríge-
nes de la novela; pero fué Nicolau d'Olwer quien precisó los
más importantes lugares paralelos en su estudio juvenil So-
bre les fonts catalanes del uTirant lo Blanch" 1. Sólo que re-
cientemente Pedro Boñigas ha podido comprobar que Mar-
torell no conoció el texto luliano sino a través del plagio que
de él hizo el escritor cuatrocentista que tradujo o adaptó
al catalán eü poema épico francés del siglo XIII Gui de Wa-
rewic, de antiquísimo abolengo inglés 2.
1 Extracto de la Revista de Bibliografía Catalana, 7 (Barcelo-
na, 1907).
a Está a punto de publicarse un volumen de «Els Nostres Clàssics»,
a cargo de P. Bohigas, intitulado Guillem de Vàroych. Tractats me-
INTRODUCCIÓN AL LIHRO DK CABALLERÍA QQ
De este modo, los reflejos lulianos en los primeros capí-
tulos del Tirant son frecuentísimos, como señalaremos en
las notas de nuestra edición. El primero contiene ya una
paráfrasis del prólogo de Ramón Llull al Llibre de Cava-
lleria: en ambos escritos se dice que la materia se divide en
siete partes, cuantos son los planetas que rigen el curso de
los acontecimientos terrestres; pero, mientras la obrilla lu-
liana se ciñe puntualmente a esa división, el Tirant sigue un
plan enteramente distinto. Eso solo ya bastaría para in-
dicar una fuente externa de inspiración.
Llull nos traza una historia rapidísima y sumaria del
ermitaño que, habiendo sido un famoso caballero, después
de muchas hazañas se había retirado a hacer vida eremítica.
El autor del Tirant injerta ese episodio en la vida del conde
Guillem de Varoich — el mismo Warwick inglés — , dedicando
tres capítulos — del segundo al cuarto — a contar la senti-
mental despedida de su esposa para ir él en peregrinación a
Jerusalén y retirarse luego al desierto.
Mediados otros episodios, reaparece la huella de Ramón
en el capítulo 27, donde el idílico paisaje del prólogo luliano
se convierte ya en una decoración de fina sensualidad caba-
lleresca, "molt delitos", con "gran espessura d'arbres", en
que la fuente bella y clara del místico franciscano es ya "una
molt bella e lúcida font que sobre les verds florides herbes
ab suau remor corria". Aquel árbol ingenuamente frutecido,
se ha convertido en "un pi de singular bellea", a cuya som-
bra no se posa el ermitaño, como en Llull, a "contemplar,
adorar y rogar a Dios", sino que allá acuden todas las bes-
tias salvajes de aquella selva, "que era un gran delit de
veure-ies".
También en la novela valenciana la indicción de unas
Cortes por un noble rey — nominalmente el de Inglaterra —
es la ocasión del encuentro del joven gentilhombre — Tirant,
"de llinatge antic e natural de Bretanya" — con el noble y
anciano eremita Guillem de Varoich, el cual, a pesar de ha-
ber renunciado al mundo caballeresco, "se delitava llegir un
llibre, qui és anomenat Arbre de batalles" (cap. 28). Y en
los cinco capítulos siguientes — del 28 al 32 — , departiendo
el anciano con el mancebo, expone las principales cuestiones
del Llibre del Orde de Cavalleria, como a su tiempo adverti-
remos en las notas de nuestra edición.
Fuera de eso, en las disputas de Tirant con los africanos
después de su naufragio en Berbería, y en su participación
en la conversión al cristianismo de Escariano, rey de la Gran
uors'de Cavalleria, en cuya noticia preliminar se tratará ampliamente
ese asunto. Véase además la edición del Tirant, en prensa también,
preparada por Martín de Riquer para la Biblioteca Perenne, de Bar-
celona.
100
MIGUEL BATLLORI
Etiopía, juntamente con su esposa (cap. 330), se muestra
el héroe de la novela fiel discípulo' del pensador mallorquín,
que en su tratado caballeresco afirmaba que "ofici de cava-
ller és de mantenir e defendre la santa fe catòlica".
Esa curiosa influencia de uno de los más ardientes mís-
ticos de nuestro medievo en una de las novelas más despre-
ocupadas y livianas del decadentista otoño de la edad media,
no sólo interesa a la literatura catalana y a la historia crí-
tica de los libros de Caballería cuatrocentistas: ella conecta*
al príncipe de la literatura catalana, Ramón Llull, con el
príncipe de las letras españolas, Miguel de Cervantes, quien
al menos a través del Tirant — único libro que, con el Ama-
dís, se salva de la quema — conoció los ideales lulianos de la
Caballería. El elogio que del Tirant hace Cervantes por boca
del cura, tan difícil de interpretar en su segunda parte, res-
ponde a una lectura detenida de toda la novela, cuyos capí-
tulos 68 y 220 — los que narran las picarescas bodas de Es-
tefanía con el Condestable y la lucha de Tirant con el alano —
parecen haber inspirado la divertida escena, en casa de los
duques, "Del temeroso espanto cencerril y gatuno en el
discurso de los amores de la enamorada Altisidora" (II, 46).
Si Cervantes conoció ciertamente el Tirant mediante la
fiel traducción castellana impresa en Valladolid el año 1511,
la expansión del Llibre del Orde de Cavalleria en Castilla
durante la edad media pudo realizarse a través del mismo
texto catalán o de la antigua versión latina.
De todos los escritores castellanos del medioevo, el que
más debe, sin duda, a Ramón Llull es el infante don Juan
Manuel, que para su bello Libro del cavallero e del escudero
busca su inspiración doctrinal en el Llibre de meravelles, y su
ficción novelesca en el Llibre de Cavalleria, del mismo modo
que en el Libro de los estados son el Gentil y el Blanquerna
sus fuentes principales.
El mismo autor confiesa en el primero de los menciona-
dos libros, al dedicarlo al arzobispo de Toledo don Juan de
Aragón, que la primera idea se la sugirió un tratado que se
hizo leer "seyendo en Sevilla", un día que "non podía dor-
mir, pensando en algunas cosas en que... cuydava que servi-
ría a Dios muy granadamente" 3. Del tal libro — sin duda el
del Orden de Caballería — dice: "me paresció que las razo-
nes que en él se contenían eran muy buenas... ; et otrosí puse-y
algunas otras razones que fallé scriptas, et otras algunas
que pertenescían para seer-y puestas".
Esta es la génesis del Libro del cavallero e del escudero,
•"Véase la edición crítica Don Juan Manuel. El libro del cauallero
et del escudero. Mit Einleitung und Anmerkungen nach der Hand-
schrift neu herausgegeben von S. Grafcnberg, «Romanische For-
schungen», 7 (Erlangen, 1893), 427-550.
INTRODUCCIÓN AL LIBRO DE CABALLERIA
I OI
que comienza también con las consabidas Cortes convocadas
por "un rey muy bueno et muy onrado et que fazia muchas
buenas obras", y con la aparición en escena de "un scudero
mancebo" que a ellas acudía. Una laguna que va desde el
principio del capítulo 3 hasta el 16. nos impide conocer toda
la afinidad que, sin duda, tendrían entrambas obras; empero,
la filiación luliana continúa por todo el libro castellano, en el
cual, como señalaremos en las notas de nuestra edición, cons-
tantemente el infante echa mano del Libro de Caballería en
los entretenidos diálogos entre el mozo y el anciano.
Fuera de la península Ibérica, el medio más obvio de
difusión del pequeño tratado luliano sobre la Caballería se-
ría, sin duda, la antigua traducción latina, de que ya se ha
hablado. Lo raro es que no se haya señalado contacto algu-
no de esta obra — en catalán o en latín — con el mundo caba-
lleresco italiano, sobre todo si se tiene en cuenta la amplí-
sima divulgación del Félix en lengua italiana, y precisamente
en relación con la ariostesca corte de Ferrara, de cuyo am-
biente salió la versión italiana de Tirante ti Blanco, tradotto
dallo spagnuolo da nvesser Lelio di Manfredi y publicada en
Venècia el año 1538.
En Francia sí tuvo resonante eco el Llibre del Orde de
Cavalleria, como lo prueban, al menos, los diez manuscritos
que se conocen con la versión francesa — seis en la Nacional
de París, dos en el British Museum y otros dos en Oxford
y Edimburgo — , más las dos ediciones de 1504 y 1505, basa-
das en un texto latino y divulgadas por el editor de París
Antoine Vérart en pleno ambiente renacentista, y la de Lyón
1510, salida de las prensas de Michel le Noir y cuidada por
Symphorien Champier, el editor y primer fantástico biógra-
fo de Arnau de Vilanova.
Esa profusión de manuscritos y de ediciones 4 permite
sospechar que un estudio a fondo de los tratados caballe-
rescos franceses posteriores al siglo XUT nos revelaría una
huella luliana más interesante tal vez, y más antigua, que
la dejada en Gran Bretaña.
La difusión del Llibre de Cavalleria en Escocia y en In-
glaterra proviene de antiguas traducciones francesas, y llega
a su más alto punto a partir de mediados del siglo XV.
Ya hacia 1456 Gilbert of the Haye había traducido al
dialecto escocés esta pintoresca obra luliana con el título de
The Buke of the Order of Knychthede, sin conocer el nombre
4 Véase The Book oj the Ordre of Chivalry translated and printed
t>y William Caxton frotn a French versión of Ramón Lull's *Lc libre
l'el Orde de Cauayleria* iogether with Adam Loufut's scottish tran-
\cript {Harleian MS. hi^q) edite d by Alfred T. P. Byles, «Early Eny-
ish Text Society», o. S., 168 (Londres, 1926).
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MIGUEL BATLLORI
del verdadero autor; y en 1494 volvía a traducirlo al esco-
cés Adam Loutfut.
Diez años antes, aproximadamente (1484), sobre un có-
dice francés y anónimo, el impresor humanista William Cax-
ton — de cuyas prensas salieron los primeros incunables en
inglés — había traducido y editado en Westminster The Boolc
of the Ordre of Chivalry, como si se tratase de un libro es-
crito originariamente en Inglaterra, al que añadió un curio-
sísimo epílogo suyo en exaltación y alabanza de la Caballería,
tan enaltecida en el tratadito luliano: "El cual libro — dice
Caxton — se ha traducido del francés al inglés a requerimien-
to de un gentil y noble escudero... y conforme a la copia que
dicho escudero me entregó; el cual libro no es indispensable
tenga todo hombre común, sino sólo el noble gentilhombre
que por su virtud quiere acercarse y entrar en el noble Orden
de la Caballería, la cual en estos últimos tiempos ha sido
ejercida conforme a este libro aquí antes escrito, pero olvi-
dado, y los ejercicios de Caballería no han sido usados, hon-
rados ni ejercidos como lo fueron en tiempo antiguo, cuando
las nobles acciones de los caballeros de Inglaterra que ejer-
cieron la Caballería fueron famosas en todo el mundo..."
"Esto hará — prosigue más adelante — que los gentiles-
hom!bres vuelvan a los antiguos usos de Caballería, ganen
fama y renombre, y estén, por lo mismo, siempre prestos
para servir a su príncipe cuando los llame o tenga necesidad
de ellos. Finalmente, todo hombre que provenga de noble
linaje y quiera llegar al noble Orden de Caballería, lea este
pequeño libro, y Observe después las enseñanzas y manda-
mientos que comprende."
Caxton escribe este exultante epílogo y publica el libro
de nuestro Ramón Llull en un momento en que el auténtico
caballero medieval va cediendo el paso — a través de la vida
courtoise del cuatrocientos — a otro nuevo tipo de caballero,
el del Renacimiento, il cortigiano, menos religioso, menos
bélico, más burgués y filosófico. Y no cabe dudar que el es-
fuerzo editorial del humanista inglés divulgando entonces en
su patria este y otros tratados medievales de Caballería,
contribuyó no poco a que, aun en los reinados de Enri-
que Vm y de Isabel, se siguiera viviendo el mundo ideal
de la Caballería.
Más aún : este ambiente aristocrático y cortesano se aden-
tra hasta los primeros años del barroco inglés, penetrando
hondamente en ios dramas de Shakespeare, en los que la
crítica moderna — particularmente la búsqueda minuciosa de
W. H. Schofield 5 — ha hallado indudables influencias del LZí-
B Chivalry in English Literaiurc, «Harvard Studie? in comparativl
Literatura», II (Cambridge, U. S. A., 1912), 216 ss
INTRODUCCIÓN AL LIBRO DE CABALLERÍA IO^
bre del Orde de Cavalleria, que viene a enlazar así el nombre
del patriarca de la literatura catalana con el máximo pres-
tigio de la literatura inglesa, del mismo modo que antes lo
hemos podido enlazar con Miguel de Cervantes a través de
las jocundas y heroicas aventuras de Tirant lo Blanch.
La única versión castellana que se conoce del Llibre del
Orde de Cavalleria es la que compuso el gran lulista cister-
ciense padre Antonio Raimundo Pasqual a mediados del si-
glo XVLLT, cuyo original — con el texto catalán en columna
encarada — se conserva manuscrito en la Biblioteca provin-
cial de Palma de Mallorca. Entre los papeles de Jovellanos
hállase en Gijón una copia de todo ese manuscrito, la cual
sirvió de base a José Ramón de Luanco para su edición:
Libro de la Orden de Caballería del B. Raimundo Lulio, tra-
ducido en lengua castellana. Publícalo la Real Academia de
Buenas Letras (Barcelona, 1901).
Este es el texto que hemos seguido en la presente edi-
ción. Por de pronto hay que reconocer que la versión es mu-
cho más fiel y precisa que las otras dos — también setecentis-
tas — del Blanquerna y del Félix, y con muchos menos cata-
lanismos de dicción. A las veces el traductor sustituye el
estilo directo de Ramón Llull, tan expresivo y simpático, por
el párrafo renacentista, pero con más tino que los otros dos
traductores. En los puntos obscuros o mal traducidos, damos
en nota el texto catalán. Al pie de la página insinuamos tam-
bién, oportunamente, otros lugares paralelos del propio Llull
y los pasajes que de este curioso libro han tomado el infante
don Juan Manuel y los autores del Tirant ïo Blanch.
M. Batllori.
El Beato Ramón Lluü disputa con ¡os sarracenos (grabado de 1510)
LIBRO DE LA ORDEN
DE CABALLERIA
Dios honrado y glorioso, que sois el complemento de todos
los bienes: con v-uestra gracia y bendición empieza este
libro, que es de la Orden de Caballería.
PRÓLOGO
Por la significación de los siete planetas l, que son cuer-
pos celestes y gobiernan y ordenan los cuerpos terrestres,
dividimos este Libro de Caballería en siete partes, para de-
mostrar que los caballeros en honor y señorío exceden al
pueblo, para ordenarlo y defenderlo. La primera parte es
del Principio de la Caballería. La segunda es del Oficio del
caballero. La tercera es del Examen que se debe hacer al
escudero cuando quiere entrar en la Orden de Caballería.
La cuarta es del Modo con que debe ser armado el caballero.
La quinta es De lo que significan las armas del caballero. La
sexta es de las Costumbres que debe tener el caballero.
La séptima es del Honor que se debe hacer al caballero.
1. En una tierra aconteció que un sabio caballero, que
con la nobleza y fuerza de su gran coraje por muchos años
había mantenido la Orden de Caballería, y su sabiduría y
ventura lo habían conservado en el honor de la misma en
guerras, torneos, asaltos y batallas, se determinó a hacer
vida eremítica cuando vió que sus días eran breves y por
la vejez le faltaban las fuerzas naturales para el uso de las
armas. Entonces dejó sus heredades, que repartió a sus hi-
jos, y en un bosque abundante de aguas y frutales fijó su
habitación, y huyó del mundo para que la flaqueza de su
Esta misma idea pasó al Tirant lo Blanch, cap. i.
IOÓ
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
cuerpo, ocasionada de su vejez, no le deshonrase en aquellos
ejercicios en que la sabiduría y ventura por largo tiempo lo
habían tenido honrado Con esto el caballero pensó en la
muerte, y, acordándose del tránsito de este siglo al otro,
entendió que había de llegar a ser juzgado por una sentencia
perdurable.
2. En aquella selva donde vivía el caballero había, en
un hermoso prado, un árbol muy grande, todo cargado de
fruta, y debajo de él corría una fuente muy hermosa y clara,
que fertilizaba el prado y todos los árboles al derredor ¿.
A este lugar acostumbraba el caballero venir todos los día3
a adorar, contemplar y rogar a Dios, a quien daba gracias
y reconocimientos por la gran honra que le había hecho en
este mundo todos los días de su vida.
3. En aquel tiempo, a la entrada de la primavera, un
gran rey, muy noble y muy colmado de buenas costumbres,
convocó Cortes 4 ; y, por la gran fama de ellas que corrió
por el mundo, un distinguido escudero 5, solo, montado en
su caballo, iba a la corte para ser armado nuevo caballero;
y por él trabajo que había padecido andando en su caballo,
se durmió. En aquella hora, el caballero que en él bosque
hacía penitencia vino a la fuente a contemplar a Dios y des-
preciar la vanidad de este mundo, como cada día acostum-
braba.
4. Mientras que el escudero, durmiendo, cabalgaba, su
caballo salió del camino, se metió por el bosque, y por éi
anduvo de una parte a otra, como le daba la gana, hasta
que llegó a la fuente donde el caballero estaba en oración.
El caballero, viendo venir al escudero, dejó su oración, se
sentó en el prado a la sombra de dicho árbol y empezó a
leer un libro que tenía en su falda. El caballo, luego que
llegó a la fuente, se puso a beber; y el escudero, que, dur-
miendo, sintió que su caballo no se movía, despertó y vió
delante de sí el caballero, quien era muy viejo y traía una
grande barba, el pelo largo y roto el vestido; por su vejez
y penitencia que hacía, estaba flaco y descolorido ; y por las
lágrimas que vertía, estaban apocados sus ojos, y tenía el
semblante de una vida muy santa. Mucho se maravilló el
uno del otro, porque el caballero había estado tan largo
tiempo en aquella soledad sin haber visto hombre alguno,
desde que renunció al mundo y se dejó de llevar armas. Y el
a El Tirant, como dijimos en la introducción, amplía esta breve
historia en los caps. 2-4, que narran la peregrinación y vida eremí-
tica del conde Guillermo de Vàroich, el legendario Gui de Warwick
de Inglaterra y Francia.
8 Compárese este paisaje con el del cap 27 del Tirant.
4 El mismo tema en la novela valenciana, cap. 28.
" También el caballero Tirante el Blanco era «gentilhom de lli-
natge antic e natural de Bretanya».
LIBRO DE LA ORDEN DE CABALLERIA. — PROLOGO 107
escudero se admiró grandemente cómo había parado en aquel
lugar.
5. El escudero bajó de su palafrén, saludando con agra-
do al caballero, quien le correspondió cuanto mejor pudo, y
juntos se sentaron en la bella hierba. El caballero, que co-
noció que el escudero, para honrarle, no quería hablar el
primero, le dijo: — ¿Cuál es vuestro ánimo, adonde vais y
por qué habéis venido aquí?
6. Respondió el escudero: — Señor, ha corrido la fama,
aun por tierras distantes, que un rey muy sabio ha convo-
cado Cortes, en que se armará caballero 6, y después armará
otros barones, extranjeros y nacionales; por este motivo voy
a aquella corte para ser armado nuevo caballero ; y mientras
que, por el trabajo que he pasado en mis grandes jornadas,
me dormí andando, mi caballo me ha traído a este lugar 7.
7. Cuando el caballero oyó hablar de Caballería y trajo
a la memoria la Orden de Caballería y lo que toca al caba-
llero, echó un gran suspiro, y entró en la consideración de
la honra en la cual se acordaba que la Caballería por mucho
tiempo le había mantenido. Mientras que el caballero estaba
así pensando, le preguntó el escudero en qué se detenía su
consideración. Respondió el caballero: — Bello hijo, mis pen-
samientos están en la Orden de Caballería 8 y en la grande
obligación que tiene el caballero de mantener el excelso ho-
nor de la Caballería.
8. El escudero rogó al caballero que le dijese cuál es
la Orden de Caballería, y de qué modo el caballero la puede
mejor honrar y conservarse en la honra que ella le da.
9. — ¿ Cómo, pues, hijo — dijo el caballero — , tú no sabes
la regla y Orden de Caballería? Y ¿cómo puedes tú pedir
la Caballería hasta que sepas la Orden de Caballería? Por-
que ningún caballero puede observar la Orden que ignora,
ni puede amar su Orden de Caballería ni lo que la pertenece,
si no sabe en qué consiste, ni sabe conocer las faltas que se
cometen contra su Orden. Tampoco un caballero debe armar
caballero si ignora la Orden de Caballería, porque es desor-
denado el caballero que hace otro caballero sin saberle en-
señar las costumbres que pertenecen al caballero.
10. Mientras que el caballero decía estas palabras y re-
prehendía el escudero que pedía Caballería, le dijo éste:
— Señor, si es de vuestro gusto explicarme la Orden de Ca-
ballería ,J, me siento con bastante ánimo para aprenderla y
seguir su regla y orden.
11. —Bello amigo — dijo el caballero — , la regla y orden
e El original luliano precisa más : «e farà si mateix cavaller».
Compárese con el Tirant, cap. 29.
• Amplificado en la novela de Martorell, cap. 30.
• Véase el cap. 31 del Tirant.
io8
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
de Caballería está en este libro, en el cual yo leo algunas
veces para que me haga acordar la gracia y merced que Dios
me ha hecho en este mundo, porque de todo mi poder hon-
raba y mantenía la Orden de Caballería; pues, así como la
Caballería da 10 todo lo que le pertenece al caballero, así
debe el caballero emplear todas sus fuerzas en honrar la
Caballería.
12. El caballero entregó el libro al escudero, quien, ha-
biéndolo leído, entendió que caballero es un hombre escogido
entre mil 11 para tener un oficio más noble que todos, y com-
prendió la regla y orden de Caballería; entonces consideró
un poco y dijo: — Bendito seáis, Dios y Señor mío, que me
habéis traído a lugar y tiempo que tenga yo conocimiento
de la Caballería, la que he deseado mucho tiempo sin saber
la nobleza de su Orden ni la honra en que Dios ha puesto a
todos los que están en la Orden de Caballería.
13. — Amable hijo — dijo el caballero — yo estoy cercano
a la muerte, y mis días no serán muchos; por esto, como
este libro sea hecho para restablecer la devoción, lealtad y
ordenanza que debe tener el caballero en su Orden 12, llevaos,
bello hijo, este libro a la corte adonde vais y enseñadlo a
todos los que quieran ser armados nuevos caballeros; guar-
dadlo bien, ya que lo tenéis, si amáis la Orden de Caballería;
y cuando seréis armado nuevo caballero, volved por este lu-
gar, y me diréis quiénes son los nuevos caballeros que no
habrán sido obedientes a la doctrina de Caballería.
14. Dió el caballero su bendición al escudero, quien tomó
el libro, se despidió muy atentamente del caballero, montó
su caballo, y muy alegremente se fué a la corte. Y allí, sabia
y discretamente presentó este libro al noble rey y a toda su
gran corte, y ofreció que todo caballero que ame estar en la
Orden de Caballería, lo pueda copiar, para leerlo muchas ve-
ces y tener en memoria la Orden de Caballería.
m La edición de Luanco dice de por error.
• 11 La mismísima idea aparece en las Partidas, ley i.a, partida 2.a,
tít. 21.
12 Véase una paráfrasis de esos conceptos en el cap. 39 del Tirant:
«Com Tirant se partí de l'ermità, content de les bones doctrines que
li luivia dades. ... E prec-vos que us n'aporteu aquest llibre e el mos-
treu a monsenyor lo rei e a tots los bons cavallers, per ço que sàpien
quina cosa és l'Orde de Cavalleria. E al tornar que fareu vos prec,
mon fill, que torneu per ací e que em sapiau dir qui són estats fets
novells cavallers, e totes les festes i gales que s'hi faran que jo les
puga saber, que us ho tindré a gran servei. E donà-li lo llibre ab lo
comiat ensems. Tirant pres lo llibre ab inestimable alegria, íaent-li'n
infinides gràcies, e promèes-ili de tornar per ell. Tirant li féu gran re-
verència, pujà a cavall e tingué son camí.»
LIBRO DE LA ORDEN DE CABALLERÍA. — P. I
IOQ
PARTE I
Del principio de la Caballería
1. Faltó en el mundo la caridad, lealtad, justicia y ver-
dad1; empezó la enemistad, deslealtad, injuria y falsedad;
y de esto se originó error y perturbación en el pueblo de
Dios, que fué criado para que los hombres amasen, cono-
ciesen, honrasen, sirviesen y temiesen a Dios.
2. Luego que comenzó en el mundo el desprecio de la
justicia por haberse apocado la caridad, convino que por me-
dio del temor volviese a ser honrada la justicia; por esto
todo el pueblo se dividió en millares de hombres, y de cada
mil de ellos fué elegido y escogido uno, que era el más ama-
ble, más sabio, más leal, más fuerte, de más noble ánimo, de
mejor trato y crianza entre todos los demás.
3. Se buscó también entre las bestias la más bella, que
corre más, que puede aguantar mayor trabajo y que convie-
ne más al servicio del hombre. Y porque el caballo es el
bruto más noble y más apto para servirle, por esto fué es-
cogido y dado a aquel hombre que entre mil fué escogido;
y éste es el motivo por que aquel hombre se llama caballero.
4. Habiéndose destinado para el hombre más noble el
bruto más generoso 2, convino que entre todas las armas se
escogiesen y tomasen las que son más nobles y conducentes
para combatir y defenderse de las heridas y de la muerte;
y éstas son las que se apropiaron al caballero. Al que quiere
entrar en la Orden de Caballería le conviene considerar y
meditar el noble principio de la Caballería; y es menester
que la nobleza de su corazón y buena crianza la haga con-
cordar y avenir con el principio de la Caballería, porque, si
no lo hace así, es contrario al Orden de Caballería y sus
principios. Por esto no conviene que la Orden de Caballería
admita en la participación de sus honras a los que la son
enemigos y contrarios a sus principios.
5. Amor y temor convienen entre sí contra el desamor
y menosprecio; por esto convino que el caballero, por su no-
bleza de ánimo y buenas costumbres y por la honra tan alta
y grande que se le hizo escogiéndolo entre todos y dándole
caballo y armas, fuese amado y temido de las gentes; para
1 -Véase el cap. 32 del Tirant.
2 Más preciso y pintoresco en el original : «Con hom hac ajustada
la pus noble bístia al pus noble home...» Compárese este capítulo
con Arbre de sciència, «Arbre imperial», III, 2 (ORL, XI, 309).
TIO OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
que por el amor redujese al prístino estado la caridad y buen
trato, y por el temor, la verdad y justicia.
6. El varón, en cuanto tiene más seso y entendimiento
y es de naturaleza más fuerte que la mujer, puede ser mejor
que ella; porque si no podía ser tan bueno como la mujer,
se seguiría que la bondad y fuerza de la naturaleza sería
contraria a la bondad del corazón y de las buenas obras.
Por esto, así como el hombre por su naturaleza tiene mayor
disposición que la mujer para tener noble corazón y ser bue-
no, así tiene mayor disposición que la mujer para ser aleve ;
porque si no la tenía, no sería digno de tener mayor nobleza
de corazón y mayor mérito en ser bueno que la mujer.
7. Ten cuenta, escudero, con lo que debes hacer si tomas
la Orden de Caballería; porque si te haces caballero, igual-
mente recibes la honra y la servidumbre que toca a los ami-
gos de la Caballería; porque, en cuanto tienes más nobles
principios, estás más obligado a ser bueno y agradable a
Dios y a las gentes; pero si eres aleve, eres el mayor ene-
migo de la Caballería y el más contrario a sus principios
y a su honradura.
8. Tan grande y noble es la Orden de Caballería, que no
le bastó formarse de las personas más nobles, ni que se
le destinasen los más generosos brutos y armas las más
honradas, sino que fué menester que fuesen señores de las
gentes los que están en la Orden de Caballería. Y como el se-
ñorío tiene tanta nobleza y la servidumbre tanto abatimien-
to, tú, que tomas la Orden de Caballería, si eres vil y mal-
vado, puedes pensar cuánta es la injuria que haces a tus
inferiores y a tus compañeros que son buenos; porque por
la vileza de tus obras deberías ser súbdito y no señor s, y
por la nobleza de los caballeros que son buenos, eres indigno
de ser llamado caballero.
9. Aun no basta al grande honor que pertenece al ca-
ballero elección, caballo, armas ni señorío, sino que es me-
nester que tenga escudero y trotero que le sirvan y cuiden
de sus caballos; y que las gentes aren, caven y saquen la
maleza de la tierra, para que dé frutos, de que vivan el ca-
ballero y sus brutos ; y él ande a caballo, se trate como señor
y viva cómodamente de aquellas cosas en que sus hombres 4
pasan trabajo e incomodidad.
10. Los clérigos tienen ciencia y doctrina, como puedan,
sepan y quieran amar, conocer y honrar a Dios y sus obras,
y enseñen las gentes, dándoles buen ejemplo en amar y hon-
rar a Dios; y para que puedan practicar ordenadamente es-
* «y no señor» lo añade la traducción castellana.
* Ramón había escrito «los hòmens», sin adjetivo posesivo.
LIBRO DE LA ORDEN DE CABALLERÍA. — P. I
I I T
tas cosas, cursan y aprenden en las escuelas. Y así 3 como
los clérigos, por su vida honesta, buen ejemplo y ciencia,
tienen orden y oficio para inclinar las gentes a la devoción
y buena vida, así los caballeros, manteniendo la Orden de
Caballería por su nobleza de corazón y fuerza de armas, tie-
nen su ordenación para inclinar las gentes al temor, con
que teman unos hombres delinquir contra los otros.
11. La ciencia y escuela de la Orden de Caballería es
que el caballero haga enseñar de montar a caballo a su hijo
en su mocedad; porque si entonces no lo aprende, en la ma-
yor edad no lo podrá aprender. Conviene también que el hijo
de caballero, cuando es escudero, sepa cuidar del caballo; no
menos conviene que primero sea subdito que señor, y sepa
servir a señor, pues sin esto no conocería, cuando caballero e,
la nobleza de su señorío. Por esto el caballero debe someter
su hijo a otro caballero, para que aprenda de aderezar y
guarnecer 7 y las demás cosas que pertenecen al honor de
caballero.
12. Como el que quiere ser carpintero o zapatero nece-
sita de tener maestro carpintero o zapatero, así el que ama
la Orden de Caballería y quiere ser caballero, conviene que
tenga maestro que sea caballero, porque tanto es cosa fuera
de propósito que un escudero aprenda la Orden de Caballe-
ría de otro que de caballero, como lo sería si el carpintero
enseñaba 3 al que quiere ser zapatero.
13. Así como los juristas, médicos y clérigos tienen cien-
cia y libros, oyen la lición y por enseñanza de letras apren-
den su oficio ; tan honrada y excelente es la Orden de Caba-
llería, que no basta que se enseñe al escudero la Orden de
Caballería por cuidar del caballo, ni por servir a señor, ni por
acompañarle en hechos de armas, ni por cualesquiera otras
cosas semejantes, sino que sería lo más conveniente que un
individuo de la Orden de Caballería hiciese escuela de ella,
que se dispusiese como ciencia escrita en libros y que se en-
señase como arte, al modo que se enseñan otras ciencias; y
que los hijos de caballeros aprendiesen primero la ciencia de
Caballería y después fuesen escuderos que anduviesen por el
mundo con los caballeros °.
B «Y así» es una falsa versión de «On, enaxí...», que significa «por
consiguiente, así...».
1 El original : «con seria cavaller».
7 Traducción libre de «per ço que aprenga a tallar e a guarnir».
8 En vez de «enseñara» ; ese catalanismo de traducir por imper-
fecto de indicativo, en vez de subjuntivo, las oraciones subordinadas
irreales, es muy frecuente en esta versión del padre Pasqual ; en ade-
lante, pues, ya no lo advertiremos ; el mismo lector sabrá interpre-
tar por sí mismo el recto sentido de la frase.
• Según el texto catalán, «e en après que fossen escuders, e que
anassen per les terres ab los cavallers».
112
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
14. Si no hubiese faltas en los clérigos y caballeros,
casi no las habría en las otras personas ; porque por los clé-
rigos tendrían devoción y amor a Dios, y por los caballeros
temerían hacer injuria a sus prójimos. Por tanto, si los clé-
rigos para ser buenos tienen escuelas, maestro y enseñanza,
y si son tantas las ciencias cuya doctrina está escrita, se
hace grande injuria a la Orden de Caballería no formar de
ella una ciencia demostrada por letras y enseñada en escue-
la, como las otras ciencias. Por este motivo el autor de este
libro suplica al noble rey y a toda su corte que se junta a
honor de la Caballería, que se cumpla lo sobredicho con la
honrada Orden de Caballería, que es agradable a Dios.
PARTE II
Del oficio que pertenece al caballero
1. El oficio de caballero es el fin e intención para que
fué instituida la Orden de Caballería 1. Por esto, si el caba-
llero no cumple con el oficio de Caballería, es contrario a su
Orden y a los sobredichos principios de Caballería; por cuya
contrariedad, aunque sea así llamado, no es en verdad caba-
llero, y es más vil que el tejedor y trompetero que cumplen
con su oficio.
2. Oficio de caballero es mantener la santa fe católica,
por la cual creemos que Dios Padre envió su Hijo a tomar
carne en la gloriosa Virgen nuestra Señora Santa María, y
que Jesucristo, para honrar y multiplicar la fe, sufrió en
este mundo muchos trabajos, afrentas y penosa muerte. Por
esto, así como Dios nuestro Señor ha escogido los clérigos
para mantener la santa fe con las sagradas Escrituras y
probaciones necesarias, y que la prediquen a 'los infieles con
tanta caridad que deseen morir por ella, así Dios de la gloria
ha escogido los caballeros para que con sus armas venzan y
y se apoderen de los infieles, que cada día tiran a la destruc-
ción de la santa Iglesia. Y por esto Dios en este mundo y en
el otro honra a los caballeros que son mantenedores y defen-
sores del oficio de Dios y de la fe, por la cual nos habernos
de salvar.
3. El caballero que tiene fe y no la usa 2, y es contrario
1 Véase el Arbre de sciència, «Arbre humanal», V, 6 (ORL, XI,
214-215).
1 Aquí corrijo el texto castellano, que dice : «El caballero que no
tiene fe y la manifiesta con sus voces, .pero es contrario a los que
mantienen la fe, es como el entendimiento de un hombre...», donde
LIBRO DE LA ORDEN DE CABALLERÍA. — P. II IT 3
a los que mantienen la fe, es como el entendimiento de un
hombre a quien Dios ha dado razón y usa de sinrazón e ig-
norancia. Y así, el que teniendo fe es contrario a la fe, quiere
salvarse por lo que es contra la fe; y por esto su voluntad
concuerda con la descreencia, que es contraria a la fe y a la
salvación, por cuya descreencia el hombre es juzgado a
padecer trabajos que no tienen fin.
4. Muchos son los oficios que Dios en este mundo ha
dado a los hombres para que le sirvan; pero los dos más
nobles, más honrados y más cercanos, son el de clérigo y el
de caballero 3 ; por esto, la mayor amistad del mundo debería
estar entre el clero y caballeros 4. Por cuya razón, así como
el clérigo no sigue su Orden de Clerecía cuando es contrario
al Orden de Caballería, tampoco el caballero cumple con su
Orden de Caballería cuando es contrario y desobediente a
los clérigos, que están obligados a amar y mantener la
Orden de Caballería.
5. No cumplen los hombres con su orden solamente por
amarla, sino mayormente por amar las otras órdenes. Por
esto, amar una orden y desarmar la otra es un desorden,
porque Dios no ha dado una orden contra la otra. Y, así
como el religioso que ama tanto su orden que es enemigo
de otra, no sigue el orden, así el caballero no cumple con
su oficio cuando ama tanto su orden que desprecia y des-
ama la otra. Porque, si el caballero tenía su Orden de Ca-
ballería desamando y destruyendo otra orden, se seguiría
que Dios y orden serían contrarios, cuya contrariedad es
imposible. ,
6. Tan noble cosa es el oficio de caballero 5, que cada
uno habría de ser señor y gobernador de alguna tierra;
pero no bastan las tierras para todos, porque son muchos;
y significaría que Dios uno es señor de todas las cosas, un
emperador que, debiendo ser caballero, fuese señor de todos
se ve que el padre Pasqual leyó mal el manuscrito, interpretando
«cavayler qui ha je fe e veus de fes, en vez de la lección correcta
«cavaller qui ha ja fe e no ús de fe», error paleográfico fácilmente
explicable.
3 Esta misma idea la tomó el infante don Juan Manuel en su
Libro del caballero et del escudero: «Et por ende vos digo que el
mayor et más onrado estado que es entre los legos es la cavalleria»
(ed. citada en la n. 3 de la introducción, p. 452).
4 «entre clergue e cavaller» escribió Ramón, con más fino sentido
del estilo.
6 El ^ texto castellano resulta algo obscuro ; véase el original :
«Tant és noble cosa oftici de cavaller, que cascú cavaller deuria és-
ser senyor e regidor de terra ; mas per los cavallers qui són molts
no basten les terres. E a significar que un Déu és senyor de totes
coses, emperador deu ésser cavaller e senyor de tots cavallers ; mas,
car emperador no poria ]>er si mateix règer tots los cavallers, cové
que haja desots si revs qui sien cavallers...»
114 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLUL·L
los caballeros. Mas, porque este emperador no pudiera por
sí solo regir todos los caballeros, convendría que debajo de
sí tuviese reyes caballeros, para que le ayudasen a mante-
ner la Orden de Caballería; y que los reyes debajo de sí tu-
viesen condes, comdores, varvasores 6 y los demás grados de
Caballería; debajo de cuyos grados deben estar los caba-
lleros de un escudo, que sean gobernados y estén sujetos
a los referidos grados de Caballería.
7. Para demostrar el excelente señorío, sabiduría y po-
der de Dios nuestro Señor, que, siendo uno, puede y sabe
regir y gobernar cuanto hay en el mundo, fuera desconve-
niente un caballero que por sí solo pudiese regir todos los
hombres del mundo, pues en este caso no sería tam bien sig-
nificado el dominio, poder y sabiduría de Dios nuestro Señor.
Por esto ha querido Dios que para regir todas las gentes
del mundo sean necesarios muchos oficiales caballeros. Por
ende, el rey o príncipe, que hace procuradores, vegueres o
bailes a los que no son caballeros, hace contra el oficio de
Caballería, porque el caballero, según la dignidad de su
oficio, es más conveniente que cualquier otro hombre para
dominar al pueblo, pues por el honor de su oficio se le debe
mayor honra que a otro hombre que no tiene oficio tan hon-
rado. Y por el honor de su Orden tiene nobleza de ánimo,
y por ella más dificultosamente que otro hombre se inclina
a la maldad, engaño y viles operaciones.
8. Oficio de caballero es mantener y defender su señor
terrenal, pues ni rey, [ni] príncipe, ni alto barón sin ayuda
pudiera mantener la justicia en sus vasallos. Por esto, si el
pueblo o algún hombre se opone a los mandamientos del
rey o príncipe, deben los caballeros ayudar a su señor, que
por sí solo es un hombre como los demás. Y así, el mal ca-
ballero, que más ayuda al pueblo que a su señor, o que quiere
hacerse dueño y quitar los estados a su señor, no cumple
con el oficio por el cual es llamado caballero.
9. Por los caballeros debe mantenerse la justicia; por-
que, así como el oficio de los jueces es juzgar, el de los
caballeros es de mantener la justicia. Y, si se puede compo-
ner que el caballero tenga tantas letras que le baste su
ciencia para ser juez, conviene que lo sea el caballero; por-
que el más conveniente para este empleo es aquel por quien
mejor puede estar mantenida la justicia, con tal que el ca-
ballero sea atpto para juez.
10. Correr en caballo bien guarnecido, jugar la lanza
en las lizas, andar con armas, torneos, hacer tablas redon-
das, esgrimir, cazar ciervos, osos, jabalíes y leones y otros
8 Los comtors y varvassors eran en Cataluña grados feudales nr
feriores al conde y por éste otorgados.
LIBRO DE LA ORDEN DE CABALLERÍA. — P. II «5
semejantes ejercicios, pertenecen al oficio de caballero 7, pues
con todo esto se acostumbran a hechos de armas y a man-
tener la Orden de Caballería. Por tanto, despreciar la cos-
tumbre y uso de aquello con que el caballero está dispuesto
para el uso de su oficio, es menospreciar la Orden de Ca-
ballería.
11. Así como todos los ejercicios referidos pertenecen
al caballero cuanto al cuerpo, le tocan cuanto al alma la
justicia:, sabiduría, caridad, lealtad, verdad, humildad, for-
taleza, esperanza, cautela y otras virtudes semejantes; por
esto el caballero que practica los ejercicios pertenecientes a
la Orden de Caballería cuanto al cuerpo, y omite las vir-
tudes correspondientes al alma, no es amigo de la Orden de
Caballería : porque, si lo fuese, se seguiría que el cuerpo y
Caballería juntamente serían contrarios al alma y sus vir-
tudes, lo que no es verdad.
12. Oficio de Caballería es guardar la tierra, pues por
el temor de ellos no se atreven las gentes a destruirla, y
por el temor de los caballeros no se atreven los reyes y prín-
cipes a invadir unos a otros. Pero el caballero malvado que
no ayuda a su natural señor terrenal contra, otro príncipe,
es caballero sin oficio, y es como la fe sin obras y como la
descreencia, que es contraria a la fe. Y si tal caballero cum-
plía entonces con la Orden y oficio de Caballería, la Caba-
llería y su Orden sería injuriosa al caballero que pelea hasta
la muerte por la justicia y para sostener y defender su
señor.
13. No hay oficio hecho que no pueda ser deshecho;
pues, si lo que es hecho no podía ser deshecho ni destruido,
sería como Dios, que no es hecho ni puede ser destruido.
Y como el oficio de Caballería sea hecho y ordenado por
Dios y sea conservado por los caballeros que aman la Orden
de Caballería, el malvado caballero, que se extravía de la
Orden de Caballería, desamando su oficio deshace en sí mis-
mo la Caballería.
14. El rey o príncipe que en sí mismo deshace la Orden
de Caballería, no sólo deshace en sí mismo su ser de caba-
llero, sino también en los caballeros súbditos suyos; pues
éstos, por el mal ejemplo de su señor y para ser amados de
él y seguir sus malas costumbres, hacen lo que no corres-
ponde a la Caballería ni a su Orden. Y por esto los malos
príncipes no sólo en sí mismos son contrarios a la Orden de
Caballería, sino que también lo son en sus súbditos, en quie-
nes deshacen la Orden de Caballería. Y, si extraviar un ca-
ballero de su Orden es gran maldad y muy gran vileza de
* Lo mismo escribió don Juan Manuel : «cCa non ha cosa que más
«e allegue con las maneras del cavallero, que ser montero et caçador»
(ed. cit., p. 498).
n6
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLI7LE
corazón, ¡cuánto mayor lo es el extraviar muchos caba-
lleros de la Orden de Caballería!
15. ; Ah, cuánta es la fortaleza de ánimo en un ca:ballero
que vence y se apodera de muchos caballeros malvados!
Este caballero es aquel príncipe o alto barón que ama tanto
la Orden de Caballería, que, sin embargo de que muchos
malos hombres que se llaman caballeros le aconsejan cada
día hacer maldades, falimientos s y engaños con que des-
truya en sí mismo la Caballería, este bienaventurado prín-
cipe, con la sola nobleza de su corazón y con la ayuda que
por. el pundonor le da la Caballería y su Orden, destruye y
vence todos los enemigos de la Caballería.
16. Si la Caballería consistiese más en la fuerza del
cuerpo que en la fuerza de ánimo, se seguiría que la Orden
de Caballería concordaría más fuertemente con el cuerpo
que con el alma; y si esto fuese así, mayor nobleza tendría
el cuerpo que el alma. Por esto, como el ánimo noble no
pueda ser vencido ni rendido por uno, ni aun por todos los
hombres, y el cuerpo sea vencido y preso por otro ; el 9 ca-
ballero que, huyendo de la batalla y desamparando su señor,
teme más la fuerza del cuerpo que la maldad y flaqueza de
su corazón, no cumple con el oficio de caballero ni sirve
ni obedece a la honrada Orden de Caballería, que fué prin-
cipiada por la nobleza de ánimo.
17. Si la menor nobleza de corazón conviniese mejor con
la Orden de Caballería que la mayor, la flaqueza y cobardía
concordarían con la Caballería, contra el ardimiento y fuer-
za de corazón; y si esto fuese así, la flaqueza y cobardía
serían el oficio de caballero, y el ardimiento y fortaleza des-
ordenarían la Orden de Caballería. Mas, como esto no sea
así, si tú, caballero, quieres y amas mucho la Caballería,
debes esforzarte para que cuanto más te falten compañe-
ros, armas y municiones, tengas mayor ardimiento y espe-
ranza contra los contrarios de Caballería. Y si mueres por
mantener la Caballería, la aprecias en lo que más la puedes
amar, servir y tener; porque en ningún lugar tan agrada-
blemente está la Caballería como en un corazón noble, y
ningún hombre puede más amar, honrar y tener la Caba-
llería, que el que muere por mantener su honor.
18. Caballería y ardimiento no se avienen bien sin sa-
biduría y cordura; pues, si no fuese así, convendrían con la
Caballería la locura y la ignorancia; y si esto fuese, la sa-
s Catalanismo por «falliments», faltas.
9 La edición de Luanco dice y el caballero; todo este párrafo es
una inhábil versión de : «... e un cors sia vensut per altre e pres,
lo malvat cavaller qui tem pus fortment la força del cors, con faig
a la batalla e desempara son senyor, que no fa la malvestat e la
flaquesa de son coratge, no usa del offici de cavaller».
LIHRO DE LA ORDEN DE CABALLERÍA. — P. II 1*7
biduría y cordura, que son contrarias a la ignorancia y
locura, serían contrarias al Orden, lo que es imposible; por
cuya imposibilidad a ti, caballero que tienes grande amor
al Orden de Caballería, está significado que, así como la Ca-
ballería por la nobleza de ánimo te hace tener ardimiento y
despreciar los peligros para poder honrarla, conviene que
la Orden de Caballería te haga amar la sabiduría y cordura,
con que la puedas honrar contra el desorden que hay en
aquellos que piensan cumplir con el honor de Caballería por
la locura y mengua de entendimiento.
19. Oficio de caballero es favorecer a viudas, huérfanos
y desvalidos; pues, así como es costumbre y razón que los
mayores ayuden y defiendan los menores, debe ser costum-
bre de la Orden de Caballería (por ser grande, honrada y
poderosa) dar socorro y ayuda a los que la son inferiores
en honor y fuerza. Esto supuesto, si hacer fuerza a las viu-
das que han menester ayuda, quitar la hacienda a los huér-
fanos que necesitan de curador, y robar y destruir los mez-
quinos y desvalidos a quienes se debe dar, concuerda con
la Orden de Caballería; la maldad, engaño, crueldad y fali-
miento convienen con el orden, nobleza y honradura. Mas,
si esto es así, el caballero y su Orden son contrarios al
principio de la Orden de Caballería.
20. Si Dios ha dado ojos al menestral para que vea ira-
bajando, los ha dado también al pecador para que llore sus
pecados. Y si al caballero ha dado el corazón para que sea
aposento de la nobleza de ánimo, al caballero que tiene va-
lor y honradura ha dado el corazón para que en él tenga
piedad de meterse a ayudar, salvar y guardar aquellos que
levantan sús ojos con lágrimas y sus corazones con espe-
ranza a los caballeros, para que los ayuden, defiendan y so-
corran sus necesidades. Por esto el caballero que no tiene
ojos para ver los desvalidos, ni corazón que cuide de sus ne-
cesidades, no es caballero verdadero ni está en la Orden de
Caballería, porque tan alta y noble cosa es la Caballería, que
a tales ciegos y de vil corazón los echa de su Orden y de su
beneficio.
21. Si la Caballería, que es empleo tan honrado, fuese
oficio de robar, de destruir los pobres y desvalidos, de en-
gañar y de forzar las viudas y otras mujeres, fuera, sin
embargo, muy grande y noble el oficio de ayudar y sostener
huérfanos, viudas y pobres. Por ende, si la maldad y engaño
pertenecía a la Orden de Caballería, que es tan honrada, y
se tenía en su honradura por la maldad, falsedad, traición
y crueldad, ¡cuánto más y cuán más grandemente que la
Caballería sería honrada la Orden que tuviese su honradura
por la lealtad, cortesía, liberalidad y piedad!
n8
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
22. Oficio de caballero es tener castillo y caballo para
guardar los caminos y defender los labradores. Oficio de
caballero es tener villas y ciudades para hacer justicia ai las
gentes y congregar y juntar en un lugar carpinteros, herre-
ros, zapateros, pañistas 10, mercaderes y demás oficios per-
tenecientes al ordenamiento de este mundo, y que son nece-
sarios para la conservación del cuerpo según sus necesida
des. Por tanto, si los caballeros para mantener su oficio
están tan bien colocados que son señores de castillos, villas
y ciudades; si destruir villas, castillos y ciudades, quemar y
cortar los árboles y plantas, matar el ganado y robar los
caminos, es oficio y orden de caballero, obrar y edificar cas-
tillos, fortalezas, villas y ciudades, defender dos labradores,
tener atalayas para la seguridad de los caminos y otras
cosas semejantes, serían el desorden de Caballería; mas,
si esto fuese así, la razón por la cual fué inventada la Ca-
ballería sería una misma cosa con su desorden y su con-
trario.
23. Los traidores, ladrones y robadores deben ser per-
seguidos por los caballeros, porque, así como la segur se
hizo para cortar los árboles, el oficio de caballero es para
destruir los hombres malos. Por esto, si el caballero es
robador, ladrón o traidor, y los robadores, traidores o ladro-
nes deben ser presos y muertos por los caballeros; si el
caballero que es ladrón, o traidor, o robador, quiere usar de
su oficio, préndase y mátese a sí mismo; mas, si en sí mis-
mo no quiere usar de su oficio, sino en otros, mejor se avie-
ne con la Orden de Caballería en otro que en sí mismo.
Pero, como no es lícito que un hombre se mate a sí mismo,
el caballero ladrón, o traidor, o robador, deberá ser destruido
y muerto por otro caballero. Y el caballero que permita
o sostenga al caballero traidor, ladrón o robador, no usa
de su oficio; porque, si usaba de él, procedería contra él
mismo si destruía o mataba los ladrones o traidores que
no son caballeros.
24. Si tú, caballero, tienes dolor o algún mal en una
mano, este mal está más cerca de la otra mano que de mí o
de otro hombre; asimismo, el vicio o falimiento del caba-
llero ladrón, traidor o robador está más cerca de ti, que eres
caballero, que de mí, que no lo soy. Por esto, si tu mal te
da mayor trabajo que el mío, ¿por qué excusas o sostienes
al caballero enemigo del honor de Caballería y por qué vi-
tuperas los hombres que no son caballeros, de los falimien-
tos que hacen?
25. El caballero ladrón hace mayor latrocinio al grande
honor de Caballería cuando le quita a sí mismo y su nombre
30 Traducción de «drapers», comerciantes en paños.
LIBRO DK LA ORDEN DE CABALLERIA. — P. II
119
que cuando quita dineros u otras cosas, porque quitar el ho-
nor es dar vileza y mala fama a lo que es digno de ser ala-
bado y honrado. Y como el honor y honradura vale más que
los dineros y que el oro y la plata, por esto es mayor falta
envilecer la Caballería que quitar dineros ni otras cosas.
Y si esto no fuese así, se seguiría, o que los dineros y las
cosas que se quitan son mejores que el hombre, o que qui-
tar un dinero es mayor latrocinio que quitar muchos.
26. Si el traidor que mata su señor, o duerme con su
mujer, o entrega su castillo, es en verdad caballero, ¿qué
cosa es aquél que muere por honrar 11 y defender su señor?
Y si el caballero traidor es halagado por su señor, ¿cuál
falta puede hacer por la cual sea reprehendido y castigado?
Y si el señor no mantiene el honor de la Caballería contra
su caballero que le es traidor, ¿en quién lo mantendrá? Y si
el señor no destruye al que le es traidor, ¿qué cosa destrui-
ría? Y ¿por qué es señor, ni hombre, ni cosa alguna?
27. Si no es oficio de caballero retar o combatir al trai-
dor, y si es oficio de caballero que el traidor se esconda y
combata al caballero leal, ¿ qué cosa es el oficio de caballero ?
Y si el ánimo tan malvado como el del caballero traidor
piensa vencer el ánimo del caballero leal, el gran coraje del
caballero que combate por la lealtad, ¿qué cosa piensa ven-
cer o superar? Y si el caballero amigo de la Caballería y de
la lealtad es vencido, ¿qué pecado cometió, o adonde se fué
el honor de la Caballería?
28. Si el robar fuese oficio de caballero, el dar serla
contrario al Orden de Caballería; y si hubiese algún oficio
que le tocase el dar, ¿cuánto valdría aquel hombre que tu-
viese el oficio de dar? Y si hacer dádivas de las cosas quita-
das a otros se acordaba con el honor de la Caballería, el
restituirlas, ¿con qué se avendría? Y si el caballero debe
quedar en la posesión de lo que quita al que Dios lo da,
¿qué cosa habrá que no debe poseerla el caballero?
29. Poco sabe de encomendar el que al lobo hambrien-
to encomienda sus ovejas, y el que su mujer hermosa la
encomienda al caballero joven traidor, y el que encomienda
su fuerte castillo al caballero avaro y robador. Mas, si tal
hombre no sabe 12 encomendar sus cosas, ¿quién es el que
sabe encomendar sus bienes, y quién es el que sabe guardar
y volver lo encomendado?
30. ¿Has visto algún caballero que no quiera recobrar
su castillo? ¿Has visto a un caballero que no quiera guardar
.." Corrijo aquí la edición castellana de Luanco, que dice «hon-
radez»
n Aquí el texto castellano del padre Pasqual, en la edición de
Luanco, dice «no sabe poco de encomendar», que no concuerda en
modo alguno con el sentido genuino del catalán.
120
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
su mujer del caballero traidor? ¿Has visto aún algún ca-
ballero robador que [no] se esconda por robar? Si no has
visto tales caballeros, es porque ninguna regla ni orden po-
drá reducirlos al Orden de Caballería.
31. Tener lucido su arnés y manejar su caballo es oficio
de caballero. Mas, si jugar sus armas y caballo no es oficio
de caballero, luego lo que es y lo que no es, es oficio de
caballero. Y si esto es así, el oficio de caballero es y no es;
mas, como ser y no ser son contrarios, y no es Caballería
destruir su arnés, ¿cuál cosa, pues, será Caballería sin ar-
mas? Y ¿por cuál 13 razón el hombre es llamado caballero?
32. Es precepto de la ley de Dios que el hombre no sea
perjuro. Por esto, si el hacer juramento con falsedad no es
contra la Orden de Caballería, Dios, que hizo el precepto
y la Caballería, son contrarios; y si lo son, ¿dónde está el
honor de la Caballería, y cuál es su oficio? Mas, si Dios y
Caballería concuerdan entre sí, conviene que jurar falso no
se halle en los que mantienen la Caballería. Y si hacer voto
prometiendo a Dios y jurar en verdad no se halla en el ca-
ballero, ¿dónde está la Caballería?
33. Si la justicia y lujuria convienen entre sí, la Caba-
llería, que concuerda con la justicia, concuerda con la luju-
ria ; y si la Caballería y lujuria convienen entre sí, la casti-
dad, que es contraria a la lujuria, es contra el honor de la
Caballería; y si esto es así, la verdadera obligación de los
caballeros sería querer honrar la Caballería para mantener
la lujuria. Mas, si la justicia y lujuria son contrarias, y la
Caballería es para mantener la justicia, luego el caballero
lujurioso y Caballería son contrarios ; y si lo son, el vicio de
lujuria en la Caballería debería ser más esquivado de lo
que es; y si era castigado según merece, de ningún Orden
habría tantos expelidos como de la Caballería.
34. Si la justicia y humildad eran contrarias, la Caba-
llería, que concuerda con la justicia, sería contra la humil-
dad y concordaría con el orgullo. Y si el caballero con ser
orgulloso mantiene el oficio de Caballería, fué muy otra
aquella Caballería que empezó por la justicia y para soste-
ner los humildes contra los orgullosos injustos. Y si esto
es así, los caballeros de este tiempo no están en la Orden
en que fueron los primeros. Mas, si los caballeros de ahora
tienen la regla y usan del oficio de los primeros, no hay
orgullo ni maldad en los caballeros que vemos orgullosos e
injuriosos; y si lo que en ellos parece orgullo e injuria no
lo es, ¿en quién, pues, están la humildad y justicia, dónde
se hallan y qué cosas son?
35. Si la justicia y la paz eran contrarias, la Caballe-
58 Corrijo «cuál» por «tal» del texto español impreso.
LIBRO DE LA ORDEN DE CABALLERÍA. — P. III
121
ría, que concuerda con la justicia, sería contraria a la paz;
y si lo es, luego los que son enemigos de la paz y aman las
guerras y sus calamidades, son caballeros; y los que pacifi-
can las gentes e impiden las calamidades, son injuriosos
y contrarios a la Caballería. Y si esto es así, y si los caba-
lleros de ahora usan del oficio de Caballería con ser injurio-
sos, amigos de guerras y amantes del mal y calamidades,
pregunto: ¿cuáles y quiénes eran los primeros caballeros
que se concordaban con la justicia y la paz, pacificando los
hombres por justicia y fuerza de armas? Pues, así como al
principio, es ahora oficio de caballero pacificar los hombres
por fuerza de armas; y si los caballeros aficionados a gue-
rras e injuriosos que hay en este tiempo, no están en U
Orden de Caballería ni cumplen con el oficio de caballero,
¿dónde está la Caballería y cuáles y cuántos son los que
están en su Orden?
36. Muchos más son los modos con que el caballero pue-
de y debe usar del oficio de Caballería; mas, como habernos
de tratar de otras cosas, los exponemos con la mayor breve-
dad que podemos, y mayormente cuando a requisición de
un cortés escudero, leal y veraz, que muchos años ha seguido
la regla de caballero, habernos hecho con brevedad este libro,
porque en breve tiempo ha de ser armado caballero nuevo u.
PARTE III
del examen del escudero que quiere entrar en la orden
de Caballería
1. Para examinar el escudero, conviene que el exami-
nador sea caballero amante de la Orden de Caballería, por-
que hay algunos que estiman más el gran número que el que
sean buenos los caballeros. Mas, porque la Caballería no
mira a la multitud del número, sino que ama la nobleza
de ánimo y de las buenas costumbres, por esto, si el exami-
nador ama más la muchedumbre de caballeros que la noble-
za de la Caballería, es desconveniente para examinador, y
fuera menester ser examinado y reprehendido de la injuria
que hace al alto honor de la Caballería.
2. Lo primero que se debe preguntar al escudero para
ser caballero, es si ama y teme a Dios; porque ningún hom-
bre sin amor y temor de Dios es digno de entrar en la
Orden de Caballería, y el temor le hace huir de los faJlimien-
14 Más bella es la frase luliana «deu ésser adobat a novell cavaller».
122
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
tos, con que se deshonra la Caballería 1.· Por esto, cuando
sucede que el escudero que no* ama ni teme a Dios se hace
caballero, toma el honor por recibir la Caballería, pero ésta
recibe deshonor en el escudero que no la recibe honrando
a Dios, que ha honrado la Caballería. Y, porque recibir ho-
nor y dar deshonor no se convienen, por esto el escudero sin
dicho amor y temor no es digno de ser caballero.
3. Así como caballero sin caballo no se aviene con el
oficio de caballero, escudero sin nobleza de corazón no se
aviene con la Orden de Caballería ; pues la nobleza de cora-
zón fué el principio de ella, y la vileza de corazón es la
destrucción de la misma. Por esto, el escudero que con vil
ánimo quiere ser caballero, quiere destruir la Orden que
pide; y si es contra la Orden, ¿por qué la pide? Y el que
hace caballero al escudero de corazón vil, ¿por qué deshace
su Orden ?
4. La nobleza de corazón no la pidas a la boca, porque
no siempre dice verdad; ni la pidas al vestido honrado, por-
que debajo de algún honroso manto puede haber un corazón
vil y flaco, en que haya maldad y engaño; ni la pidas al
caballo, porque no podrá responderte; tampoco pidas cora-
zón noble al arnés ni a los adornos, porque dentro de ellos
puede haber un corazón aleve y malvado. Por esto, si quieres
hallar nobleza de ánimo, pídelo a la fe, esperanza, caridad,
justicia, fortaleza, lealtad y demás virtudes, porque en ellas
está la verdadera nobleza de corazón y por ellas el caballero
se defiende de la maldad, engaño y de los enemigos de la
Caballería.
5. Para un nuevo caballero se requiere edad competen-
te, porque, si es muy joven 2 el escudero que quiere hacerse
caballero, no puede aún haber aprendido las costumbres per-
tenecientes al escudero antes de que pase a caballero; ni
podrá bien hacerse cargo de lo que promete al honor de ia
Caballería, si en la infancia es armado nuevo caballero. Y si
el escudero ya es viejo y le faltan las fuerzas del cuerpo
cuando quiere ser caballero, antes de llegar a la vejez hizo
injuria a la Caballería, que se mantiene por combatidores
fuertes y es envilecida por los flacos y desvalidos, que fá-
cilmente son vencidos o huyen 3.
6. Así como la medida de la virtud está en el medio,
y su contrario en los dos extremos, que son vicio, está la
Caballería en la edad competente a caballero; pues, si no
fuese así, habría contrariedad entre la medida y la Caba-
* Compárese con la frase de Ramón Llull ¡ «e temor fa duptar los>
falliments per los quals cavalleria pren desoi.\or.»
- Mejor diría «demasiado joven» («trop joves).
8 Cuán precisa y pintoresca la expresión intraducibie : «e és avi-
lada per flachs, despoderats, e vensuts fugidors».
LIBRO DE LA ORDEN DE CABALLERÍA. — P. Til I-2;>
Hería; y si la había, la virtud y la Caballería serían contra-
rias. Y si lo son, tú, escudero que te das mucha prisa, y tú
que te tardas demasiado para ser caballero, ¿por qué que-
réis entrar en la Orden de Caballería?
7. Si el escudero por la belleza del talle 4, o por gran
cuerpo cubierto de pelo rubio, o por llevar espejo en la
bolsa, debe ser hecho caballero, podrás también hacer caba-
llero al hermoso hijo deil payés o de cualquier mujer bella ;
mas, si lo haces, deshonras y menosprecias la antigüedad
del linaje honrado; y la mayor nobleza que Dios ha dado al
hombre y a la mujer, la bajas a una vileza 5 ; y con tal me-
nosprecio y deshonor envileces y abates la Orden de Caba-
llería.
8. Paraje 6 y Caballería se convienen y concuerdan, por-
que el paraje no es mas que antiguo honor continuado, y la
Caballería es una Orden y regla que se mantiene desde el
tiempo en que fué instituida hasta el presente. Por esto,
porque convienen entre sí el paraje y la Caballería, si haces
caballero al hombre que no es de paraje, en lo que obras
haces que sean contrarios paraje y Caballería; y por esto
el que haces caballero es contra paraje y Caballería; y si
lo es, y es caballero, ¿en qué consiste la Caballería?
9. Si tienes tanto poder en la Orden de Caballería que
puedas meter en ella al que no la conviene, se sigue de nece-
sidad que puedas también sacar de ella al que por paraje
es conveniente que sea caballero. Mas, si la Caballería tiene
tanta virtud que no la puedas quitar su honor ni los que
por paraje la convienen, luego no puedes tener autoridad
de hacer caballero al hombre de vil linaje.
10. Cuanto a lo corporal, tan honrada es la naturaleza
en los árboles y bestias como en los hombres; pero por la
nobleza del alma racional, que solamente participa con el
cuerpo del hombre, tiene la naturaleza mayor virtud en el
cuerpo humano que en el bestial. Por esta razón consiente
la Orden de Caballería que entre en ella algún hombre de
nuevo honrado linaje en atención a sus muchas nobles cos-
tumbres y proezas, autorizándolo algún noble príncipe. Por-
que, si no era así, la Caballería convendría mejor con la
naturaleza del cuerpo que con la virtud del alma, lo que no
es verdad, porque la nobleza de ánimo que conviene con ia
Caballería, concuerda más con el alma que con el cuerpo.
4 Más exactamente «per bellesa de faysons, ni per gran cors cor
dat, p^r rosses cabells, ni per mirall en borsa».
" "El padre Pasqual traduce aquí incorrectamente ¡ compárese con
•\ texto luliano : «e la nobilitat que Déus ha donada a home majo*
que a fembre, devalles en viltat».
• Los «hòmens de paratge» en Cataluña venían a corresponder
a los hidalgos de Castilla.
124
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
11. Al examen del escudero que ha de pasar a caballero,
corresponde que se haga inquisición de su vida y costum-
bres; porque, si por la mala vida y depravadas costumbres
deben los caballeros ser echados de la Orden de Caballería,
mucho menos conviene hacer caballero un escudero malva-
do y que entre en la Orden de donde hubiese de ser echado
por sus hechos viles y costumbres desagradables.
12. Si la Caballería conviene tan fuertemente con el
valor que echa de su Orden todos los amigos del deshonor,
si no recibía los que tienen valor, lo aman y lo mantienen,
se seguiría que en la Caballería se podría destruir algo con
ia vileza, lo que no podría restablecer con la nobleza 7. Mas,
porque esto no es verdad, tú, caballero que examinas el es-
cudero, estás obligado a inquirir en él más el valor y nobleza
que cualquier otra cosa.
13. También debes saber con qué intención el escudero
quiere ser caballero; porque, si es para ser rico, o para
señorear, o para ser honrado sin honrar la Caballería ni a
los que la honran, amando la Caballería ama su deshonor,
por cuyo motivo es indigno de que por la Caballería consiga
riqueza, felicidad ni honor.
14. Así como se desmiente la intención en los clérigos
que por simonía son elegidos en prelados, desmiente su vo-
luntad e intención el mal escudero cuando quiere ser caba-
llero contra la Orden de Caballería. Y si el clérigo en todo
cuanto hace es contra la prelacia si es simoníaco, el escudero
en todo cuanto hace es contra la Orden de Caballería si con
falsa intención consigue el1 oficio de ella.
15. Al escudero que quiere la Caballería conviene saber
el gran cargo de ella y los grandes peligros 8 a que están
expuestos los que la quieren mantener 9, porque el caballero
mayor horror ha de tener del vituperio de las gentes que
de la muerte; y la vergüenza debe dar mayor pena a su
corazón que la que da a su cuerpo el hambre, sed, calor,
frío o cualquier otro trabajo 10. Por esto todos estos peligros
deben ser manifestados y denunciados al escudero antes de
armarlo caballero u.
16. La Caballería no se puede mantener sin el arnés
que corresponde al caballero, sin honrados hechos y sin los
grandes gastos que convienen al oficio de Caballería. Por
esto el escudero que no tiene armas ni tanta riqueza que
7 «seguir-sía que cavalleria se pogués destruir en viltat, e que
no » pogués refer en nobilitat».
• Lo propio escribió don Juan Manuel : «A lo que rae preguntas-
tes qué cosa es cavalleria, vos respondo que la cavalleria es estado
muv peligroso et muy onrado».
"8 Ramón precisó más : «aquells qui la volen pendre e mantenir».
30 «ni altra passió ni treball».
1J Lo mismo que más arriba : «ans que sia adobat cavaller».
LIBRO DE LA ORDEN DE CABALLERÍA. — V. III 125
pueda mantener la Caballería, no debe ser caballero; porque
por falta de riqueza falta el arnés, y por falta de éste y de
dinero para gastar, el mal caballero se hace robador, trai-
dor, ladrón, mentiroso, falso, y abraza otros vicios contra-
rios a la Orden de Caballería.
17. El contrahecho, o demasiado gordo, o de otro vicio
en el cuerpo, por el cual no pueda usar del oficio de caballe-
ro, no debe entrar en la Orden de Caballería; pues fuera
vileza suya recibir hombre defectuoso o lisiado v¿ o que no
tuviese fuerzas para llevar armas 13. Y es tan alta y noble
la Caballería en su honor, que ni la riqueza ni nobleza de
corazón ni de linaje le basta al escudero que está lisiado
en algún miembro 14.
18. Debe ser preguntado el escudero que pide Caballe-
ría, y sobre ello se debe inquirir, si ha hecho alguna mal-
dad 15 o engaño que sea contra la Orden de Caballería ; por-
que podrá haber hecho tal falta y tan grande, que no sea
digno de que la Caballería lo reciba en su Orden ni lo haga
compañero de los que mantienen el honor de la Caballería.
19. Si el escudero tiene vanagloria de lo que hace, no
parece bueno para caballero, porque la vanagloria es un vicio
que no reconoce 10 los méritos ni los galardones de los be-
neficios que da la Caballería. Tampoco el lagotero se aviene
con el oficio de caballero, porque el lagotero tiene corrom-
pida su intención, por la cual destruye y lisia 17 la voluntad
y lealtad, que corresponde al ánimo del caballero.
20. El escudero orgulloso, mal educado, sucio en sus
palabras y vestidos, de corazón cruel, avaro, mentiroso, des-
leal, perezoso, iracundo, lujurioso, borrachón, glotón, perjuro
o que tenga- otros vicios semejantes a éstos, no conviene con
la Orden de Caballería. Mas, si la Caballería podía recibir los
que son contra su Orden, se seguiría que orden y desorden
serían una misma cosa. Pero, como la Caballería sea una pura
ordenación del valor 18, por esto todo escudero, antes que
pase a caballero, debe ser examinado en todo lo sobredicho.
r~ Curiosísima es la expresión figurativa del original : «entecat ni
corromput», donde el primer participio significa podrido, como los
frutos.
M La edición española de Luanco dice, erróneamente, «para lle-
var el arnés».
u Corresponde al catalán «qui sia affollat en alcun membre».
16 No captó el traductor el sentido preciso de la frase luliana :
«Demanat e enquest deu ésser al 6cuder qui demana cavalleria si ha
feyta malvestat».
w Más expresiva es la frase de Ramón «és vici que destroeix»,
que* destruye los méritos y los galardones.
" Lo mismo aquí : «per la qual corrupció destrueix e affolla la
volentat».
a Véase la concisión evocativa del estilo luliano ; «con cavaller
sia pura ordonació de valor».
I2Ó
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
PARTE IV
Del modo con que el escudero debe recibir la Caballería
1. Primeramente *, el escudero, antes de entrar en la
Orden de Caballería, debe confesarse de las faltas que ha
hecho contra Dios, a quien quiere servir en la Orden de Ca-
ballería, y, hallándose sin pecado, debe recibir el cuerpo de
Jesucristo sacramentado, como corresponde.
2. Para armar un caballero conviene que se destine una
fiesta de las que de precepto se celebran al año 2, para que
por razón de la fiesta se congreguen aquel día muchos hom-
bres en aquel lugar, donde el escudero ha de ser armado, y
rueguen todos a Dios que dé al escudero gracia y bendición
con que sea leal a la Orden de Caballería.
3. Debe ayunar el escudero la vigilia de la fiesta en
honra del santo de quien se celebra. Y la noche antecedente
al día en que ha de ser armado, ha de ir a la iglesia a velar,
estar en oración y contemplación y oír palabras de Dios y
de la Orden de Caballería. Mas, si entonces escucha a los
juglares que canten o hablen de deshonestidades y otras
cosas pecaminosas, ya al primer ingreso en la Orden de Ca-
ballería empieza a deshonrarla y menospreciarla.
4. El día de la función 3 conviene que se cante misa
solemnemente; y el escudero debe llegarse ante el altar y
ofrecerse al sacerdote, que está en lugar de Dios, y a la Or-
den de Caballería, para servir en ella a Dios ; y conviene que
se obligue y someta a honrar y mantener de todo su poder
la Orden de Caballería. También conviene que aquel día haya
sermón, en que se expliquen los catorce artículos en que
está fundada la fe, los diez mandamientos de la ley de Dios,
los siete . sacramentos de la Iglesia y lo demás perteneciente
a la fe. Todo esto debe el escudero ponerlo bien en la memo-
ria, para que sepa acordar el oficio de Caballería con lo que
pertenece a la santa fe católica4.
5. Los catorce artículos son éstos: creer en un Dios
es el primer artículo. Creer en el Padre, y en el Hijo, y en
el Espíritu Santo, son tres artículos. Y debe creerse que el
1 De este capítulo y de las Partidas echó mano principalmente el
padre J. M. March en su bella conferencia sobre La vetlla de les
armes de sant Ignasi a Montserrat en relació amb la sagrada li-
turgia i la historia (Barcelona, 1922).
* Más exigente era Ramón Llull : había de celebrarse la ves-
tidura de armas en una fiesta «de les honrades del any».
3 Versión desmañada del simple «a l'endemà» del original.
4 Idénticas prescripciones en don Juan Manuel, ed. cit., p. 491 ss.
LIBRO DE LA ORDEN DE CABALLERÍA. — P. IV
127
Padre y el Hijo y el Espíritu Santo son eternamente un
solo Dios, sin fin ni principio. Creer que Dios es creador de
cuanto hay, es el quinto. El sexto es que Dios es recreador,
esto es, que ha redimido el linaje humano del pecado que
hicieron Adán y Eva. El séptimo es creer que Dios dará la
gloria a los que van al paraíso. Estos siete artículos perte-
necen a la divinidad, y estos otros siete a la humanidad que
el Hijo de Dios tomó en nuestra Señora Santa María, y son
éstos: Creer que Jesucristo fué concebido por operación del
Espíritu Santo, cuando San Gabriel saludó a nuestra Se-
ñora, es el primero. El segundo es creer que Jesucristo nació.
El tercero es que fué crucificado y muerto para salvarnos.
El cuarto es que su alma bajó al infierno para sacar Adán,
Abrahán y los demás profetas que antes que muriesen creían
en su advenimiento. El quinto es creer que Jesucristo re-
sucitó. El sexto es creer que subió al cielo el día de la ascen-
sión. El séptimo es creer que Jesucristo en el día del juicio,
cuando todos seremos resucitados, vendrá y juzgará a buenos
y malos. Todo hombre está obligado a creer estos catorce
artículos, que son testimonio de Dios y de sus obras, y sin
creerlos ninguno se puede salvar.
6. Los diez mandamientos que Dios en el monte Sinai
dió a Moisés son éstos: Adorarás y servirás un Dios tswi
solamente. No seas perjuro. Harás fiesta en el sábado. Hon-
rarás tu padre y madre. No harás homicidio. No fornicarás.
No hurtarás. No harás falso testimonio. No envidiarás la
mujer de tu prójimo. No tendrás envidia de los bienes de tu
prójimo. A todo caballero conviene saber estos diez man-
damientos, para que en su Orden no sea desobediente a los
mandamientos que Dios ha dado.
7. Los siete sacramentos de la santa madre Iglesia son
éstos: Bautismo. Confirmación. El sacrificio del altar. La
penitencia que se hace de los pecados. Los órdenes que el
obispo hace, cuando hace sacerdote, diácono y subdiácono.
Matrimonio. Unción. Por estos siete sacramentos nos ha-
bernos de salvar, y a honrar y cumplir con ellos obliga el
juramento de Caballería ; y a todo caballero toca saber a qué
cosas está obligado su oficio.
8. De todas las cosas antedichas y de las demás perte-
necientes a la Caballería, debe predicar el sacerdote; y el
escudero que quiere ser caballero ha de rogar a Dios que le
dé gracia y bendición para que todo el tiempo de su vida
pueda ser servidor suyo.
9. Cuando el sacerdote ha hecho lo que toca a su oficio,
conviene entonces que el príncipe o alto barón B que quiere
6 Como en catalán las palabras castellanas «varón» y «barón» son
una misma, «baró», muchas veces es difícil saber cómo hav que tra-
ducir el original luKano.
128
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
hacer caballero el escudero que pide Caballería, tenga en sí
mismo la virtud y orden de Caballería, para que con la gracia
de Dios pueda dar la virtud y orden de Caballería al escu-
dero que la quiere recibir 6. Mas, si el caballero en sí mismo
no es bien ordenado ni virtuoso, no puede dar lo que no
tiene, y es de peor condición que las plantas, bestias y aves,
pues éstas tienen virtud de dar su naturaleza engendrando
una a otra.
10. El mal caballero que desordenadamente quiere ha-
cer caballeros y multiplicar su Orden, hace injuria a la Ca-
ballería y al escudero; y con lo que él debería ser echado
de la Caballería, quiere hacer lo que no conviene que se
haga 7. Y por el falimiento de tal caballero sucede algunas
veces que el escudero que de él toma la Caballería no es tan
asistido de la gracia de Dios ni de la virtud de la Caballería;
por esto es muy necio todo escudero que de tal caballero
toma la Caballería.
11. Debe el escudero arrodillarse ante el altar y levan-
tar a Dios sus ojos corporales y espirituales y sus manos.
Y entonces el caballero le ha de ceñir la espada, en la que
se le significa la castidad y justicia. Debe darle un beso, en
significación de la caridad, y darle una bofetada, para que
se acuerde de lo que promete, del gran cargo a que se obliga
y del grande honor que recibe por la Orden de Caballería.
12. Después que el caballero espiritual y terrenal ha
cumplido con su oficio en armar el nuevo caballero, debe
éste montar a caballo y manifestarse así a la gente, para
que todos sepan que es caballero y que se es obligado a man-
tener y defender el honor de la Caballería; pues cuantos
más sean los que sepan su Caballería, tanto mayor refrena-
miento tendrá el nuevo caballero de hacer falimientos que
sean contra su Orden.
13. En aquel día se debe hacer gran festín, con convi-
tes, paseos 8 y las demás cosas correspondientes al festín
de Caballería. Y el señor que arma caballeros ha de repar-
tir dádivas a los nuevos caballeros 9. Y éstos también de-
ben repartirlas; porque el que recibe tan grande don, cual
es la Orden de Caballería, la desmiente si no hace dádivas
como corresponde. Todas estas y muchas otras cosas, que
sería largo referirlas, pertenecen a la función de dar Ca-
ballería.
6 «al escuder qui vol orde e virtut de cavalleria».
7 Mucho más pintorescamente escribió Ramón : «e de assò per què
ell deuria ésser desfet, vol fer so qui no cové ésser fet».
• «hacer... paseos» no corresponde en modo alguno al «boornar»
catalán, que significa tener justas o torneos.
• Traducción compendiada : «.E lo senyor qui fa cavaller, deu do-
nar al cavaller novell e als altres cavallers novells».
LIBRO DE LA ORDEN L>E CABALLERÍA. — P. V
I 2Ü
PARTE V
De la significación de las armas del caballero
1. Todo lo que viste el sacerdote para decir misa, tiene
alguna significación conveniente con su oficio. Y porque el
oficio de clérigo y de caballero convienen entre sí, por esto
requiere la Orden de Caballería que todo lo que ha menester
el caballero para usar de su oficio tenga alguna significación
que manifieste la nobleza de la Orden de Caballería.
2. Al caballero se da espada, que está formada a seme-
janza de una cruz, para significar que, así como nuestro Se-
ñor Jesucristo en la cruz venció la muerte en que habíamos
incurrido por el pecado de nuestro padre Adán, así el caba-
llero con la espada debe vencer y destruir los enemigos de
la cruz. Y porque la espada es de dos cortes, y la Caballería
es para mantener la justicia, la cual consiste en dar a cada
uno su derecho, por esto la espada significa que el caballero
con ella deba mantener la Caballería y la justicia.
3. Lanza se da al caballero para significar la verdad;
porque la verdad es una cosa derecha y no se tuerce, y an-
tecede a Ta falsedad; y el acero de la lanza significa la fuerza
que tiene la verdad sobre la falsedad ; y asta 1 denota que
i la verdad se manifiesta a todos sin miedo de la falsedad ni
engaño. Y la verdad es el apoyo 2 de la esperanza ; y otras
: cosas más pertenecientes a la verdad están significadas por
la lanza del caballero.
4. Se da al caballero yelmo para significar la vergüen-
j za 3, porque caballero sin vergüenza no puede ser obediente
a la Orden de Caballería. Y así como la vergüenza hace
í avergonzar el hombre y mirar al suelo, así el yelmo defiende
el hombre de las cosas altas, y mira la tierra, y es un medio
que está entre las cosas altas y bajas. Y así como el yelmo
1 «asta» quiere traducir aquí «lo panó», pendón propiamente.
1 El texto del padre Pasqual impreso por Luanco dice : «la verdad
es el recodo de la esperanza» , y el editor intenta justificarlo en la
nota. El original dice «recoldament de esperança», que es lo mismo
1 que c recolzament». En este sentido he corregido en el texto la lec-
ción castellana.
" También este pasaje lo imitó Juan Manuel : «La vergüença otrosí
I cumple mucho al ca vallero, más que otra cosa ninguna ; et tanto le
l cumple, que yo diría que valdrá más al cavallero aver en sí vergüen-
! ça et non aver otra manera ninguna buena, que aver todas las buenas
maneras et non aver vergüença. Ca, por buenas maneras que aya,
sin vergüença non oviere, tal cosa podrá fazer algún día, que en los
días que viva siempre será engañado. b
5
130
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
defiende la cabeza, que es el más alto y principal miembro
del hombre, así la vergüenza impide 4 al caballero (cuyo ofi-
cio, después del de clérigo, es el más alto) que no se incline
a hechos viles, y no abata la nobleza de su corazón a la
maldad, engaño o alguna mala crianza.
5. La coraza significa castillo y muralla contra los vicios
y falimientos ; porque, así como el castillo y la muralla están
alrededor cerrados para que nadie pueda entrar en ellos,
así la coraza está por todas partes cerrada y ajustada, para
significar al noble corazón del caballero, que no ha de poder
entrar en él traición, orgullo, deslealtad ni otro vicio.
6. Calzas de hierro se dan al caballero para la segu-
ridad de sus pies y piernas, para significarle que con su es-
pada, lanza, maza y sus demás armas debe hacer que estén
seguros los caminos.
7. Espuelas calza el caballero para significar la dili-
gencia, cautela y ansia que le incumben, para poder tener
honrada su Orden. Porque, así como él caballero con la es-
puela pica su caballo para que ande aprisa y corra lo más
acelerado que pueda, así la diligencia hace acelerar lo que
conviene, la cautela guarda el hombre de ser sorprendido, y
la ansia hace procurar el arnés y gasto necesario al honor
de la Caballería.
8. La gola se da al caballero en significación de la obe-
diencia; porque el caballero que no es obediente a su señor
ni a la Orden de Caballería, deshonra su señor y sale de su
Orden. Por ende, así como la gola rodea el cuello del caba-
llero para que esté defendido de heridas y golpes, así la
obediencia lo hace estar dsntro los mandamientos de su
señor o mayor, y dentro la Orden de Caballería, para que
la traición, orgullo, injuria u otro vicio no corrompan el ju-
ramento hecho a su señor y a la Caballería.
9. Maza se da al caballero en significación de la forta-
leza de su corazón; porque, así como la maza vale contra
todas las demás armas y da y hiere por todas partes, así
la fortaleza de corazón defiende al caballero de todos loa
vicios y fortifica las virtudes y buenas costumbres con que
mantiene el honor de la Caballería.
10. Dase al caballero misericordia (esto es, hacha) \ para
que, si le faltan las otras armas, eche mano del hacha; y si
está tan cerca de su enemigo que no le pueda herir con lanza
ni espada ni maza, le dé golpe con el hacha. Por esto sig-
nifica esta arma que el caballero no se debe fiar de sus arma?
ni de su fuerza, sino que debe acercarse tanto a Dios por
4 El texto castellano decía : «así la vergüenza detiene el caballe-
ro», traducción basada en una mala lectura del manuscrito, que dice
«defèn» ; por eso corrijo «impide al».
5 El paréntesis es una glosa explicativa del padre Pasqual.
LIBRO PE LA ORDEN DE CABALLERÍA. — P. V P,l
la esperanza, que con Dios y su esperanza combata sus ene-
migos y los contrarios de la Caballería.
11. El escudo se da al caballero para significarle su ofi-
cio; porque, así como el escudo se mete entre el caballero y
su enemigo, así el caballero es el medio entre el rey y su
pueblo. Y así como el golpe primero da en el escudo que en
el cuerpo, así el caballero debe exponer su cuerpo delante
de su señor, si acaso quisiera alguno prenderle o herirla.
12. La silla en que cabalga el caballero significa la se-
guridad de corazón y la carga de la Caballería; porque, a3i
como por la silla el caballero está seguro sobre su caballo,
así la firmeza de corazón le hace estar de frente en la
batalla, por lo que le acaece la ventura amiga de la Caba-
llería 8. Por la misma seguridad se desprecian muchas cu-
bardes jactancias 7 y vanos amagos, y se refrenan muchos
hombres que no se atreven a emprender cosa alguna, donde
un noble coraje hace estar seguro el caballero; y es tan
grande la carga de la Caballería, que no se deben mover los
caballeros para cosas ligeras.
13. Al caballero se da caballo en significación de la
nobleza de ánimo, y para que a caballo esté más elevado que
los demás hombres, sea visto de lejos, tenga más cosas
debajo de sí y sea el primero de todos en las funciones perte-
necientes al honor de la Caballería 5.
14. Al caballo se pone freno, y sus riendas las toma en
sus manos el caballero, para significarle, por el freno, que
refrene su boca de hablar palabras feas y falsas; sus manos
de dar tanto, que después necesite de pedir; y su ardimien-
to, para no ser tan atrevido que proceda sin cordura; y
por las riendas entienda que se deje llevar a cualquiera parte
donde lo quiera emplear o enviar la Orden de Caballería.
Y, cuando será menester, alargue sus manos gaste y dé
según corresponde a su honor; sea animoso y no tema sus
enemigos, y, cuando dudara de herir, deje la flaqueza de
corazón. Porque, si hace lo contrario, su caballo, que es bes-
tia y no usa de razón, sigue mejor que él la regla y oficio
de Caballería.
15. Testera se pone al caballo para significar que nin-
gún caballero debe usar de las armas sin razón; porque, así
como la cabeza del caballo va primero y delante del caba-
llero, así el caballero en todo lo que hace debe llevar delante
I * Traducción inexacta de : ccper la qual seguretat esdevé ventura
pmiga de la cavalleria».
7 Cuánto más p'.ntoresca la expresión de Ramón Llull : «molts
jvolpells guabaments e moltes vanes semblances».
Más amplia era la idea del autor : «que enans sie a tot so que-s
frové a la honor de cavalleria que altre home».
' En el sentido cié «ensanche, abra sus manos» : callaren ses
mans».
132
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
la razón; pues la obra que se hace sin razón tiene tanta
vileza en sí, que no debe presenciarla el caballero. Por esto,
así como la testera guarda y defiende la cabeza del caballo,
así la razón guarda y defiende el caballero de vituperio y
vergüenza.
16. Las guarniciones del caballo lo defienden, y por
ellas se significa al caballero, que debe guardar y conservar
sus bienes y riquezas, para que le puedan bastar al oficio
de Caballería. Porque, así como el caballo sin las guarnicio-
nes no podría estar defendido de golpes y heridas, así el
caballero sin estos bienes temporales no podría mantener
el honor de la Caballería ni se podría defender de pensa-
mientos malvados, porque la pobreza hace pensar en enga-
ños y traiciones.
17. El perpunte 10 da significación al caballero de los
grandes trabajos que ha de sufrir para honrar la Orden de
Caballería. Porque, así como el perpunte está sobre los de-
más aderezos, expuesto al sol, lluvia y viento, recibe el golpe
primero que la coraza y por todas partes es combatido y
herido, así el caballero está elegido para mayores trabajos
que cualquier otro hombre. Porque todos los que están deba-
jo de su nobleza y guarda, deben recurrir a él, y debe de-
fenderlos a todos; y primero debe ser herido, llagado o
muerto que los hombres que le están encomendados. Siendo,
pues, esto así, grande es la carga de la Caballería ; y por esto
los príncipes y altos barones están puestos en tan grande
trabajo para regir y defender sus tierras y pueblos n.
18. Las armas en el escudo, silla y perpunte, se dan al
caballero para ser alabado de los ardimientos que emprenda
y de los golpes que da en la batalla. Y, si es cobarde, flaco
o inobediente, se le da señal para que sea vituperado y re-
prehendido. Y, porque estas armas se dan al caballero para
que se conozca si es amigo o enemigo de la Caballería, cada
uno debe honrar sus armas, para guardarse del vituperio,
que al caballero lo echa de la Orden de Caballería.
19. El rey, príncipe o señor de caballeros tiene estan-
darte 1-, en significación de que los caballeros deben mante-
ner el honor de su señor y [de] sus estados; porque por el
honor del reino o principado de su señor son más honrados
por las gentes, y por el deshonor de su tierra y de su señor
son [más] vituperados que los otros hombres. Pues, así como
por dicho honor deben ser más alabados, porque más les
10 Corresponde al «perpunte» castellano, que la Academia Española
define : «Jubón fuerte, colchado con algodón y pespuntado, para pre-
servar v guardar el cuerpo de las armas blancas».
11 No corresponde con fidelidad a clars terres e lur poble».
? Interpretación fundada de «senyal».
LIBRO DE LA ORDEN DE CABALLERÍA. — P. VI I U
toca a ellos el honor que a los otros hombres, así por el
deshonor deben ser más vituperados que ellos, porque pol-
la flaqueza o traición de ellos, más que por la de cual [es J quie-
ra otros que no son caballeros, son desposeídos de sus astados
los reyes, príncipes y altos barones, y se pierden los reinos,
condados y otras tierras.
PARTE VI
De las costumbres que PERTENECEN al caballero
1. Si por la nobleza de corazón fué elegido el caballero
por superior a los que están sujetos a su servicio, conviene
al caballero la nobleza de costumbres y buen trato; porque
la sola nobleza de corazón no pudiera exaltarle al alto honor
de la Caballería sin que en la elección se atendiesen las vir-
tudes y buenas costumbres. Y, siendo esto así, es preciso
que el caballero se ejercite en buenas costumbres y buen
trato l.
2. Todo caballero debe saber las siete virtudes que son
raíz y principio de todas las buenas costumbres y son vía y
camino para la celestial gloria perdurable; de estas virtudes
hay tres que son teológicas, y las otras cuatro son cardi-
nales. Las teológicas son fe, esperanza y caridad. Las car-
dinales son justicia, prudencia, fortaleza y templanza.
3. El caballero sin fe no puede ser bien acostumbrado,
porque por la fe espiritualmente ve el hombre a Dios y sus
obras, creyendo en las cosas invisibles, y por la fe tiene
esperanza, caridad y lealtad, y es servidor de la verdad. Mas
por falta de fe, descree a Dios y sus obras y las cosas invi-
sibles, que sin fe no puede el hombre entender ni saber. Por
la fe que tienen los caballeros bien acostumbrados, van en
peregrinación a la Tierra Santa de L'ltramar. pelean con-
tra los enemigos de la cruz, y son mártires cuando mueren
por exaltar la santa fe católica. También por la fe defienden
a los clérigos de aquellos malvados hombres que por falta
de fe los desprecian, los roban y, cuanto pueden, les quitan
las haciendas.
4. La esperanza es una virtud que conviene muchísimo
al oficio de caballero, porque por la esperanza se acuerden
de Dios en la batalla, en sus cuitas y tribulaciones; y por
esta esperanza tienen socorro y ayuda de Dios, quien da
victoria en la batalla por razón de la esperanza y confianza
que tienen los caballeros más en el poder de Dios que en sus
Por «>e convenga ab bones costumes e ab bons nudriments».
134
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
fuerzas ni armas. Con la esperanza se fortalece y aumenta
el coraje del caballero; por ella sufren los caballeros los
trabajos, se aventuran en los peligros a que se exponen, y,
cuando están sitiados en los castillos y ciudades que defien-
den, sufren hambre y sed; y, si no hubiese esperanza, no
tendría él caballero con que usar del oficio de Caballería.
5. El caballero sin caridad no puede ser sin crueldad,
la que y la mala voluntad no se convienen con el oficio de
Caballería, y por esto al caballero le conviene la caridad;
porque, si no tiene caridad a Dios y a su prójimo, ¿cómo
amará a Dios, cómo tendrá piedad de los desvalidos, cómo
tendrá misericordia de los que ha vencido que le piden mer-
ced ? Y, si no hay caridad en el caballero, ¿ cómo podrá estar
en la Orden de Caballería? La caridad es virtud que une
una virtud con otra y separa un vicio de otro, y es amor, del
que todo caballero y todo hombre puede haber de Dios tanto
como necesita para mantener su oficio; y la caridad le hace
ligera la carga de la Caballería. Y así como el caballo sin
pies no podría llevar al caballero, así ningún caballero sin
caridad puede sostener la grande carga que debe llevar un
corazón noble para honrar la Caballería.
6. Si el hombre fuese hombre sin cuerpo, sería invisi-
ble; y si lo fuese, no sería lo que es; y si el caballero sin
justicia estuviese en él oficio de Caballería, se seguiría que la
justicia no sería lo que es, o que la Caballería sería lo con-
trario de la misma Caballería. Mas, como la Caballería tuvo
su principio en la justicia, ¿qué caballero acostumbrado en
hacer tuertos e injurias piensa estar en la Orden de Caba-
llería? Deshacer caballero consiste en romperle por detrás
el cinturón de la espada y quitársele, para significarle que
no debe usar de la Caballería. Por esto, si la Caballería y
la justicia se convienen tanto que no puede haber Caballería
sin justicia, el caballero que se hace injurioso y enemigo de
la justicia se deshace a sí mismo, reniega de la Orden de
Caballería y la descree.
7. La prudencia es una virtud por la cual el hombre
tiene conocimiento del bien y del mal y sabe amar el bien
y aborrecer el mal. Y es ciencia por la cual de las cosas
presentes se conocen las futuras; y por ella sabe el hombre,
con algunas cautelas y maestrías 2, huir los daños corpo-
rales y espirituales. Por esto, siendo los caballeros para per-
seguir y destruir los malos, y no metiéndose ningunos hom-
bres en tantos peligros como los caballeros, ¿qué cosa les
es más necesaria que la prudencia? La usanza de caballero
de guarnecer y combatir no se conviene tanto con el oficio
de Caballería como el uso de la razón [y] de entendimiento
' «maestries» en catalán significa engaños solapados.
LIBRO DE LA ORDEN DE CABALLERÍA- — P. VI Ifá
y de voluntad bien ordenada ; porque más batallas se vencen
por maestría y cordura que por muchedumbre de gentes,
guarniciones ni caballeros. Siendo, pues, esto así, si tú, ca-
ballero, quieres acostumbrar tu hijo al oficio de caballero
para mantener el honor de la Caballería, sepas acostumbrar-
lo a usar de la razón y entendimiento cuanto puedas, para
que sea amador del bien y enemigo del mal; porque por
este uso la prudencia y Caballería se unen y convienen jun-
tamente para honrar al caballero.
8. La fortaleza es una virtud que está en el corazón
noble contra los siete pecados mortales, esto es, gula, luju-
ria, avaricia, acidia, soberbia, envidia, ira, que son los ca-
minos por donde va el hombre a los tormentos infernales,
que no tienen fin. Por esto el caballero que anda por tales
caminos no va al hospicio \ en que la nobleza de corazón
constituye su habitación y estancia.
9. La gula engendra flaqueza de corazón por la reple-
ción y embargamiento * ; trae pobreza por el demasiado gas-
to en comer y beber, y carga tanto el cuerpo con las vian-
das, que engendra pereza y flaqueza. Y como todos estos vk
cios sean contrarios al caballero, por esto su fuerte corazón
con la abstinencia, continencia y templanza, combate contra
la gula y sus valederos.
10. La lujuria y fortaleza se combaten una contra la
otra. Las armas con que la lujuria combate la fortaleza son :
juventud, hermosura, mucho comer y beber, vestidos ricos,
ocasión, falsedad, traición, injuria, menosprecio de Dios y
del paraíso, poco temor de las penas del infierno y otras
semejantes. Pero la fortaleza combate la lujuria con acor-
darse de Dios y de sus mandamientos, con entender a Dios
y los bienes y males que puede dar y con amar a Dios por ser
digno de ser amado, temido, honrado y obedecido. La com-
bate también con la nobleza del corazón, que no quiere so-
meterse a malos y sucios pensamientos ni quiere abatirse
de su alto honor a ser vituperado de las gentes. Y como el
caballero se llame caballero por combatir los vicios con la
fuerza de corazón, no tiene corazón de caballero el que está
sin fortaleza, ni tiene las armas con que el caballero debe
combatir.
11. La avaricia es un vicio que abate la excelencia del
corazón a someterse a cosas viles; por esto, por falta de
noble corazón, que no los defiende contra la avaricia, son
los caballeros codiciosos y avaros, y por la codicia hacen
3 Quiere corresponder a «hostal», posada.
4 «sancfoniment e embriagament» dice la edición catalana de Ma-
teo Obrador, y significaría pobreza de sangre y embriaguez. Pero el
mismo traductor advierte que otra lección dice «embarguament», mal-
estar corporal. '
336 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
injurias y tuertos y se hacen súbdites y cautivos de aque-
llos bienes que Dios ha sometido a ellos. Tiene tal costum-
bre la fortaleza, que no ayuda a ningún enemigo suyo y no
quiere ayudar a quien no la pide socorro; porque tan noble
cosa es en sí misma la fortaleza de corazón, tanta honra
se le debe hacer, que en las cuitas y trabajos debe ser lla-
mada y se le debe pedir ayuda. Por tanto, cuando el caba-
llero por da avaricia es tentado a inclinar su noble corazón
a alguna maldad, deslealtad o traición, entonces debe recu-
rrir a la fortaleza, en la que no hallará flaqueza, cobardía,
desaliento ni falta de socorro y ayuda. Y porque con la for-
taleza puede el corazón noble ser fuerte y vencer todos los
vicios, avaro caballero, diablo, ¿por qué no eres de noble
y fuerte corazón, para no someterte por avaricia a viles pen-
samientos y Obras? Porque, si la avaricia y Caballería se
convienen, ¿ [por qué] no es caballero el usurero?
12. La acidia es un vicio por el cual el hombre ama el
mal y desama el bien. Por tanto, éste es el vicio por el cual
mejor se pueden ver en el hombre las señales de condenación
que por cualquier otro; así como por su contrario mejor se
pueden conocer las señales de salvación que por otra virtud.
Y así, el que quiere vencer y superar la acidia, le conviene
tener fortaleza en su corazón, con que venza la naturaleza
del cuerpo, que por la corrupción del pecado de Adán está
inclinada al mal. El que tiene acidia, siempre que otro hace
bien se disgusta de ello, y cuando hace daño se disgusta por-
que no es mayor. Y por esto del bien y del mal de los otros
hombres le viene trabajo y pesar. Por esto, como el disgusto
dé pena y trabajo, si tú, caballero, quieres vencer este vicio,
te conviene rogar la fortaleza que fortifique tu corazón con-
tra la acidia, a la cual vence la fortaleza, teniendo presente
que, si Dios hace bien a uno o a muchos hombres, no se sigue
de esto que no te pueda hacer bien a ti, pues no le da todo
lo que tiene, ni a ti te quita algo de lo tuyo.
13. La soberbia es vicio de desigualdad, porque el or-
gulloso no quiere tener par ni igual, y por esto ama ser solo.
Y, como la humildad y fortaleza son dos virtudes que aman
la igualdad y son contra el orgullo, si tú, caballero orgulloso,
quieres vencer tu orgullo, une en tu corazón la humildad y
fortaleza; porque la humildad sin fortaleza no es fuerte con-
tra el orgullo, pues en la humildad en que no hay fortaleza,
no hay fuerza, y sin ésta no puede ser vencido el orgullo.
Cuando sobre tu caballo te verás guarnecido de todas tus
armas, ¿serás orgulloso? No, si la fuerza de la humildad te
hace recordar la razón por que eres caballero; y, si eres or-
gulloso, no tendrás fuerza en tu corazón para vencer y echar
de él los pensamientos altivos. Si acaso eres desribado de tu
caballo, preso y vencido, ¿serás tan orgulloso como eras?
MURO DE LA ORDEN DE CABALLERÍA. — P. VI l¿7
No, porque la fuerza corporal habrá vencido y superado en
tu corazón el orgullo, aunque la nobleza de corazón no es
cosa corporal. ¡Cuánto más, pues, la fortaleza y humildad,
que son cosas espirituales, deben echar fuera el orgullo del
corazón noble, que es nobleza espiritual!
14. La envidia es desagradable a la justicia, caridad y
largueza, que se convienen con la Orden de Caballería. Por
esto, cuando el caballero tiene el corazón flaco, no puede sos-
tener ni seguir la Orden de Caballería, por falta de fortaleza,
que no está en su corazón 5. La envidia echa del corazón la
justicia, caridad y largueza, y por esto el caballero codicia
haber los bienes ajenos y es perezoso para ganar semejantes
bienes por fuerza de armas ; y por lo mismo dice mal de aque-
llas cosas que querría haber de los que las poseen; y la en-
vidia le hace pensar cómo para ello pueda usar de engaños
y falimientos.
15. La ira es en el corazón una perturbación de acordar,
entender y querer. Y por esta perturbación el acordar se
convierte en olvido, el entender en ignorancia y el querer en
iracundia. Y como el acordar, entender y querer sean la ilu-
minación por la cual el caballero puede seguir los caminos de
la Caballería, que la ira y perturbación de su espíritu quie-
ren echar de su corazón, conviene que recorra a la fortaleza,
caridad, abstinencia y paciencia, que son refrenamiento de
la ira y refrigerio de los trabajos que [ella] da. Cuanto ma-
yor" es la ira, tanto mayor ha de ser la fuerza que la vence
con la caridad, abstinencia y paciencia. Y donde es mayor
esta fuerza, es menor la ira y mayor la caridad, abstinencia y
paciencia. Y por la minoridad de la ira y mayoridad de di-
chas virtudes, son menores la mala voluntad, impaciencia y
los otros vicios; y donde menores son los vicios y mayores
las virtudes, es mayor la justicia y sabiduría; por cuya ma-
yoridad es mayor la Orden de Caballería. Habernos dicho el
modo con que la fortaleza está en el corazón del caballero
contra ios siete pecados mortales; ahora diremos de la tem-
planza.
16. La templanza es una virtud que está en medio de
dos vicios, uno de los cuales es pecado por demasiada gran-
deza, y el otro por demasiada poquedad; y por esto entre lo
demasiado ha de estar la templanza en tal cuantidad que
convenga a la virtud, porque, si así no lo fuera, no habría
medio entre lo demasiado y lo poco, lo que no es verdad.
El caballero bien acostumbrado debe ser templado en el ar-
dimiento, en comer y beber, en hablar (en que se puede men-
Itir), en vestir (en que puede haber vanagloria), en gastar
I ' En e>te pacaje preferimos la puntuación de Pasqual s la que da
Obrador al texto catalán : «Per defalliment de fortitudo qui no ¿<« en
lo coratge del cavaller, enveja gita de son coratge justícia...»
] ;VS OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
y en todas las demás cosas semejantes. Y sin templanza no
puede mantener el honor de la Caballería, ni la puede con-
servar en el medio, que es virtud, por no estar en las extre-
midades.
17. Debe ser usanza de caballero oir misa y sermón, ado-
rar, rogar y temer a Dios ; porque con esta costumbre el ca-
ballero piensa en la muerte y en la vileza de este mundo, pide
a Dios la gloria celestial y teme las penas del infierno, y por
esto usa de las virtudes y costumbres que pertenecen a la
Orden de Caballería. Mas el caballero que hace lo contrario
y cree en agüeros y adivinanzas, hace contra Dios, y tiene
mayor fe y esperanza en el viento de su cabeza °, y en las
operaciones de las aves, y en las adivinanzas 7, que en Dios
y sus operaciones ; por esto el tal caballero no es agradable
a Dios ni mantiene la Orden de Caballería.
18. El carpintero, zapatero y los demás menestrales no
podrían usar de su oficio sin el arte y modo que les perte-
nece. Y como Dios haya dado al caballero razón y discreción
para saber ejercitarse en los hechos de armas y mantener la
regla y arte de Caballería, si el caballero deja su discreción,
que la razón le significa y demuestra, y echa fuera la nobleza
de corazón, y sigue agüeros y adivinanzas, entonces es como
el loco, que no usa de razón y obra por casualidad 8. Por esto
el tal caballero es contra Dios, y según razón debe ser ven-
cido y superado por su enemigo, que contra él usa de razón,
discreción y esperanza, que tiene en Dios. Y si esto no fuese
así, se seguiría que los agüeros, adivinanzas y alma sin ra-
zón, se conviniesen mejor con la Orden de Caballería que
Dios, discreción, fe, esperanza y nobleza de corazón; lo que
es imposible.
19. Así como el juez sigue su oficio cuando juzga según
los testimonios, así el caballero hace su oficio cuando usa
de razón y discreción, que le son testimonios de lo que debe
hacer en hecho de armas. Y así como el juez daría sentencia
falsa si no juzgaba según los testimonios, sino por agüeros
y adivinanzas, así el caballero hace contra lo que es de su
oficio cuando desmiente lo que la razón y discreción le mues-
tran, y se dirige por lo que hacen las aves, que lo hacen por
sus necesidades, y por casualidad van por el aire volando 9.
Y, siendo esto así, por tanto, debe el caballero seguir la ra-
zón y discreción y lo que le significan sus armas, según arri-
ba está explicado; ni debe tomar significación necesaria de
6 Cambiamos «el viento de su campo», de la edición castellana,
por «el viento de su cabeza», que corresponde al catalán «cap».
7 «adivinanzas» es una traducción muy imperfecta de «averanys»,
predicciones (originariamente fundadas en las aves;.
8 «e fa a ventura so que fa».
* Igualmente «van volant per l'àer a ventura».
LIBRÓ I>K LA ORDEN* DE CABALLERÍA. — P'. Vil l \g
lo que se hace por casualidad 10, ni por ello arreglar sus cos-
tumbres.
20. Conviene al 11 caballero que sea amador del bien
común, pues por la común utilidad de las gentes fué esta-
blecida la Caballería; y el bien común es mayor y más ne-
cesario que el especial. También conviene al caballero hablar
bellamente, vestir con aseo 1L>, usar de buen arnés y tener
casa grande, pues todas estas cosas son necesarias para
honrar la Caballería. Cortesanía y caballería se convienen,
pues la es contraria la villanía y feas palabras. Pertenecen
también al caballero la privanza con hombres buenos, la
lealtad, verdad, ardimiento, verdadera largueza, honestidad,
humildad, piedad y demás partidas semejantes; porque, así
como el hombre debe reconocer que en Dios está toda la
nobleza, así al caballero se debe atribuir todo aquello de
que la Caballería recibe honor por los que están en su Orden.
21. Por la costumbre y buena crianza que da el caba-
llero a su caballo no es tan 13 mantenido el honor de la Ca-
ballería como por las costumbres y buen trato que usa y
enseña a su hijo porque la Caballería no está en el caballo
ni en las armas, sino en el caballero. Por esto el caballero
que enseña bien su caballo y acostumbra a malos tratos 15
a sí mismo y a su hijo, si podía, se haría bestia a sí mismo
y a su hijo, y a su caballo lo haría caballero.
P A R T E V I I
De la honra que se debe hacer al caballero
1. Según va referido en este libro, Dios ha honrado al
caballero y lo ha honrado también el pueblo ; y 1 la Caba-
llería es un oficio muy honroso y necesario al régimen del
mundo; por esto el caballero, por todas las referidas y mu-
chas otras razones, debe ser honrado por las gentes.
2. Si el rey, príncipe y señor de alguna tierra debe ser
caballero, pues sin este honor no merece ser príncipe ni
1" «so qui-s fa a ventura».
" El texto español dice «el caballero», que aquí resulta confuso.
H Ramón IJull repite con ingenuo estilo : «l>ellament parlar e
bellament vestir».
" La edición de Luanco dice «tanbién».
M Traducción compendiosa de «que cavaller fa en si mateix o en
son fill».
* «a malvats nudrimento».
1 La conjunción «y» no refleja el genuino sentido del origina] :
«doncs cavalleria és honrat offici».
140 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
señor de estados, es consiguiente que los caballeros deben
ser honrados por los reyes y altos barones; porque, así
como los caballeros hacen que los reyes y altos barones es-
tén honrados sobre los otros hombres, así los reyes y ba-
rones deben tener honrados los caballeros sobre los demás
hombres.
3. La Caballería y la franqueza- convienen entre sí,
como también la franqueza y señorío del rey o príncipe; y
así 3 conviene que el caballero sea franco, para que el rey y
príncipe sea señor. Y, siendo esto así, por tanto, conviene
que el honor del rey o de cualquier otro señor se convenga
con el honor del caballero, de tal modo que el dueño de es-
tados sea señor, y el caballero sea honrado.
4. Al honor de caballero corresponde ser amado por ser
bueno, ser temido por ser fuerte, ser alabado por sus buenos
hechos y ser rogado por ser privado y consejero del señor.
Por esto, despreciar el caballero por ser.de la misma natu-
raleza de los demás hombres, es despreciar todas las sobre-
dichas cosas, por las cuales debe ser honrado el caballero.
5. El señor que en su corte, en su consejo y en su mesá
hace honra al caballero, se hace honra a sí mismo en la
batalla. El señor que hace su embajador a un sabio caba-
llero, encomienda su honor a la nobleza de corazón. El señor
que hace mucha honra al caballero que es su fiel servidor,
se hace a sí mismo mucha honra. El señor que ayuda y sos-
tiene al caballero, tiene bien ordenado su oficio y mantiene
su señorío. El señor que tiene por privado al caballero, tiene
amistad con la Caballería.
6. Solicitar la mujer de caballero, o inclinarla a maldad,
no es honor de caballero. La mujer de caballero que concibe
hijo de un villano, no honra la Caballería y destruye la
antigüedad de linaje del caballero/ El caballero que por
deshonestidad tiene hijo de villana, no honra el paraje ni
Caballería. Por tanto, el paraje en mujer y caballero se con-
viene por el matrimonio con el honor de la Caballería, y lo
contrario tira a su destrucción.
7. Si los hombres que no son caballeros están obligados
a honrar al caballero, ¡ cuánto más un caballero está tenido 4
a honrar a sí mismo y a su igual ! Y si el caballero está obli-
gado a honrar su cuerpo en ir bien montado, lúcidamente
vestido y arreado, y servido de buenas personas, ¡cuánto
más debe honrar su noble corazón, por el cual es caballero!
El cual es deshonrado cuando el caballero admite en él viles
a Poco felizmente «franqueza» traduce «franquesa» en el sentido
de privilegio o exención de tributos.
s Lo mismo aquí : «car lo cavaller cavé ésser franch».
4 Quiere reflejar ei «és tengut» del original, que significa «estéi
obligado».
UBRO DE LA ORDEN DE CABALLERÍA. — R. VII I i I
y malvados pensamientos, engaños y traiciones, y echa de
él los pensamientos nobles, que pertenecen a la nobleza de
corazón.
8. El caballero que deshonra a sí mismo y su igual ca-
ballero, no ha de ser digno de honor ni de ser honrado; pues,
si lo era, se haría injuria al caballero, que en sí mismo y
en otro tiene honrada la Caballería. Por tanto, corno la Ca-
ballería esté y se sostenga en el caballero, ¿quién puedo
honrar o deshonrar la Caballería tanto como el caballero?
9. Muchos son los honores y honramientos que deben
hacerse al caballero, y cuanto éstos son mayores, más obli-
gado está el caballero a honrar la Caballería. Mas, como
habernos de escribir el Libro de la Orden de Clerecía, hace-
mos tan breve éste de la Orden de Caballería, que está aca-
bado a gloria y bendición de Dios nuestro Señor.
Libro de Evast
y Blanquerna
INTRODUCCION AL BLANQUERNA
Para llevar a los lectores a una más íntima comprensión
del libro de Blanquerna, antepondremos al examen de esta
obra una breve prolusión sobre los lugares lulianos de Ma-
llorca con ella relacionados: Randa, La Real y Miramar. Tu-
vieron tan grande influencia en la composición de este libro,
que los consideramos como otras tantas fuentes de donde, en
parte, procede, y sin conocerlas no es posible tener una idea
cabal de esta magna utopía y obra de apostolado, redactada
con aquel fervor y sano optimismo que caracterizan su pri-
mera época de escritor l. Habíase ya construido el colegio de
Miramar, y miraba, confiado, hacia el futuro. Su mente se
había henchido de luz en el monte de Randa. El monasterio
de La Real le había saturado de aromas marianos. Y en este
estado de espíritu compuso el libro de Blanquerna, donde
recoge sus experiencias de ermitaño y hace el más cumplido
elogio de la soledad 2 ; describe la naturaleza con inefable
hechizo; traza un plan completo para la reforma de la Iglesia,
de la vida monástica y la sociedad; habla de estudios y
nos arrebata con las elevaciones místicas a que ascendió
en los susodichos tres lugares, cuyos recuerdos palpitan en
la presente obra, si no la principal, la más característica de
la inmensa producción luliana. El ambiente del Blanquerna
es idéntico al que respiró el santo Maestro en La Real, Mi-
ramar y Randa, ambiente que se delata en seguida a los lec-
1 Yéan>e, para corroborar nuestra afirmación, los tres primeros
capítulos del Llibre de Contemplació. Son un himno desbordante de
alegría. El tedeum de gratitud por el beneficio recibido en Randa.
El júbilo del hombre nuevo que ha sido bautizado en fuego y Kspí-
ritu Santo.
• «Sólo estaba el amigo a la sombra de uii bello árbol, y pasando
varios hombres ¡par aquel paraje, le preguntaron por qué estaba solo.
Respondióles el amigo : (Ahora estoy solo que os he visto y oído,
pues antes tenía la compañía de mi Amado.» (Obres de Ramon LÜU,
Sigla--: ORE [I-XX, Mallorca, 1906-1938], EX, 385, v. 47). Concuerda
con este pensamiento luliano una grave sentencia de Séneca, ep. 7.
citada por Tomás de Kempis, De hnitatione Christi, lib. I, cap. 20 :
tQuoties inter nomines fui, minor homo redii.»
146
RAFAEL GINARD BAUÇA
tores familiarizados con aquellos parajes, donde vaga la
grande sombra de Ramón Llull.
Los santos lugares lulianos de Mallorca, cargados de his-
toria y vestidos de hermosura, van indefectiblemente unidos
al nombre del insigne Doctor, apóstol y mártir, que tanto
viajó, soñó y escribió. Y, en primer término, el monte de
Randa, su Sinaí y su Tabor. En el monte de Randa su mente
se transfiguró, y en un incendio de luz concibió su Arte.
Aquella Arte abstrusa y bravia 3 que consideró como un
don recibido del cielo, y a la que atribuyó una eficacia in-
falible para conocer el secreto de todas las ciencias y des-
truir los errores.
Encara us -dic que port una «Art general»
que novamennt és dada per do espirital,
per qui hom pot saber tota re natural
segons qu 'enteniment ateyn lo sensual.
A dret e medicina e a tot saber val,
e a theologia, la qual m'és mays coral :
a soure qüestions nuylla art tant no val,
e a destruir errors per raó natural 4.
Y es tan honda e indestructible su creencia en el origen
divino del Arte, que lo afirmado en el Desconhort (1295?) lo
reitera en su elegía Del cant de Ramon (1299) 5 y lo repitió
al autor anónimo de la Vida coetánea (1311?) 6. No es ex-
traño, pues, que Ramón Llull amara tanto su Arte y sus
libros y los defendiese como a las niñas de sus ojos. Veía
en ellos un sagrado depósito que Dios le había confiado
para el enderezamiento de la cristiandad y de todo el mundo.
Sea lo que fuere de su iluminación celestial, no podemos
menos de admitir que el Espíritu renovador descendió sobre
Ramón Llull, como en otro tiempo sobre los apóstoles, y
puso en su mano trémula la antorcha de (la fe y encendió
en su espíritu un inmenso ardor de apostolado. Sin este
contacto con él Espíritu septiforme, fuente viva, llama y
caridad, jamás el Doctor Iluminado hubiera compuesto el
3 El Arte luliana siempre resultó de difícil comprensión. El mon-
je que el mismo Ramón Llull introduce en el bello prólogo de Arbre
de Sciència ya se lo dijo. «Molt plac al monge quant hac trobat
Ramon al qual dix que ell l'avia cercat longament, per ço que'l pre-
gàs que fa és un libre general a totes sciències qui leugerament s
pogués entendre, e por lo qual hom pogués entendre la sua «Ar
general» que feta havia, car era trop sobtií a entendre» (ORL, XT, .}>
4 ORL, XIX, 223.
5 ORL, XIX, 258. Dice : «Novel saber ay atrobat : | pot n'o
conèxer veritat | e destruir la falsetat. | Sarrains seran batejat, | ta^
tres, jueus, e mant errat | per lo saber que Déus m'à dat.» (Vid. Dis
putatio Eremitae et Raymundi, prl., ed. Maguntina, IV).
6 Vid. supra, Vita b. R. Lulli, n. 14.
INTRODUCCIÓN AL BLANQUERNA
147
Blanquerna, este libro tan humano y tan divino, tan sereno
y tan apasionado. Esta síntesis maravillosa donde brilla el
poeta, el soñador, el ermitaño, el misionero, el fundador de
colegios de lenguas orientales y el reformador de todas las
clases de la sociedad. Sin la luz de Randa, este libro no
tendría explicación. Muy certeramente se pueden aplicar
a Ramón Llull aquellas vehementes palabras de Manzoni:
su te lo Spirito
rinnovator discese,
e l'inconsunta fiaccola
ne la toa destra aecese ;
quando, segnal de' popoli,
ti collocò sul monte
e ne' tuoi labbri il fon te
de la parola apri 7.
En aquel día memorable que el Maestro llama día de su
iluminación fué consagrado oficialmente como apóstol — el
San Pablo de la edad media — y obtuvo la láurea de doctor
en la escuela de Dios. Desde entonces, embriagado de luz
y de cruz, de amor y de celo, su palabra fué viva y vital,
inagotable e incoercible. Y en libro alguno es más hechicera
y temblante de emoción que en el Blanquerna. Las aguas
profundas y límpidas retenidas en el subsuelo de su espíritu
habían roto su encerramiento y saltaban en chorro incon-
tenible. Fué lleno de Espíritu Santo y empezó a hablar
y escribir, a misionar y viajar, lanzándose a la acción con
orgiástico desenfreno. Y en el Blanquerna especificó su pro-
grama de acción, que en Randa, ante Dios, había solemne-
mente ratificado.
El nombre de Ramón Llull va también ligado al monas-
terio de La Real, donde se retiraba con frecuencia a orar
y componer sus libros s. Y puede afirmarse con toda seguri-
dad que al describir, con morosa complacencia, la abadía
del Blanquerna0, tomó como modelo para la descripción este
famoso monasterio de Santa María de La Real. Aquí se había
refugiado al principio de su conversión después de haber
sido uno de aquellos
astrologues no vés dans les yeux d 'une fem me ¡
aquí profundizó en los estudios sagrados y profanos, se fa-
miliarizó con la contemplación y tomó cuerpo su devoción
a la Santísima Virgen, asistiendo a las prácticas piadosas
7 I'tuii Sacrl: La Pe titéeoste.
8 Vid. supra, Vida coetània, nn. 1^-14.
• ORL, IX, 173-239. Vid. G. Seguí, El cenáculo del b. R. L.. en
Analecta Sacra Tarraconcnsia , 15 (1942), 75-92.
148
RAFAEL GINARD BAUÇA
de unos monjes cistercienses que por tradición orientaban
su vida religiosa en sentido mariano. El delicioso y suavísi-
mo Llibre de Ave Maria, que comprende los capítulos 61-66
del Blanquerna, es un eco y una consecuencia de lo que pre-
senció y vivió en La Real nuestro insigne Maestro. Puede
decirse, por consiguiente, que gran parte del Blanquerna
está empapada de recuerdos de La Real, y muchos capítulos
merecen ser considerados como una narración de fondo his-
tórico, aunque con una considerable dosis de fantasía, de la
manera de vivir en aquel monasterio.
Bl afecto a, sus amigos los cistercienses estuvo tan ahin-
cado en su corazón, que — a pesar de poderse sospechar que
el prior de La Real intervino positivamente en el fracaso del
colegio de Miramar — no les olvidó en la hora de otorgar su
testamento. Hay en él una cláusula que demuestra cuánto
amó a aquella comunidad, pues le hacía un legado de sus
libros, los hijos de su alma, su alma entera 10. "Item lego
monasterio de Regali unum coffre meum cum libris qui ibi
sunt, quem habeo in hospicio dicti Petri de Sanctominato" n.
Y como si el espíritu de Ramón Llull no se hubiera jamá3
ausentado de La Real, allí floreció el P. Antonio Raymundo
Pasqual, el lulista más insigne de todos los tiempos.
Pero el lugar luliano que tiene una conexión más apre-
tada con el Blanquerna es Miramar. Inmediatamente después
de la conquista de Mallorca (1229), Miramar perteneció al
monasterio cisterciense de La Real, pero el rey Jaime II,
amijo y protector de Ramón Llull, trocó con Miramar la
parte de la alquería de Deyá que había heredado de su pa-
riente el conde Ñuño Sanç, y este cambio se hizo "ad opus
monasterii fratrum Minorum de Miramar", según dice la
escritura otorgada en 9 febrero 1279 12.
Miramar fué la alegría de Ramón Llull, un oasis de so-
siego en el tumulto de su vida huracanada. Y esta placidez
y sosiego quedaron reflejados para siempre en el Blanquerna,,
en cuyas páginas viven el paisaje, las fuentes y la inenarra-
ble belleza de este santo lugar luliano.
El capítulo 65 habla expresamente de Miramar. "Acon-
teció un día que, celebrando sínodo, el obispo predicaba al
1,1 Tal vez no exista en la historia del pensamiento humano autor.;
alguno que haya confiado más en sus libros ni haya sentido por
ellos un afecto más entrañable. Nada lo cía a entender mejor que
este pasaje de la Vida Coetània, ed. Moll, 19 : «O, diu hun Doctor,
marauellosa temptació ! abraam patriarca contra tota speransa fia
en nostro senyor, e hac speransa, e lo dit Reuerend mestra Ramal
elegí pustost ell sol ésser dampnat que si la sua art ab la qual molts
se porien saluar se perdia, entant que hauem a dir que amaua mes
son prohisme que simatex.»
11 Joan Avinyó, El terciari francescà Beat Ramon Lull (1912), 534..
r- Homenaje al Beato Ramón Llull (Palma, 1877), 7.
INTRODUCCIÓN AL BLANQUES NA
clero y le pedía consejo como pudiera honrar mucho el ben-
dito fruto del vientre virginal de la Virgen Santa María.
Por 'casualidad y fortuna concurría en aquel sínodo un ecle-
siástico que era natural de una isla sobre el mar, que se
llama Mallorca, y dió relación al obispo, en presencia de to-
dos, cómo aquella isla es de un rey noble muy sabio, que
se llama Jaime, rey de Mallorca, el cual es un rey conde-
corado con muchas y buenas costumbres, y tiene gran devo-
ción cómo por la predicación sea honrado Jesucristo entre
los infieles ; y por esto ha ordenado que trece frailes menores
estudien y aprendan la lengua arábiga en un monasterio
llamado Miramar, el cual está fundado y establecido en un
paraje a propósito y conveniente, y los ha proveído paia
esto de todo lo necesario, y cuando sepan bien la lengua ará-
biga, con licencia de su general, vayan a predicar y honrar
entre los infieles el bendito fruto del vientre virginal de la
Virgen Santa María, por cuyo honor padezcan hambre, sed,
calor, frío, pavor y la muerte. Cuyo estatuto está allí esta-
blecido para siempre"
Pero si Miramar fué su alegría, puesto que allí vió cum-
plido uno de los sueños más largamente acariciados, la fun-
dación de colegios de lenguas orientales, fué, por otra parte,
motivo de eterno desconsuelo. Alguien, que Ramón Llull
nunca quiso nombrar, muy pronto echó a perder aquella
escuela de apóstoles y mártires, sobre cuyos muros se hu-
bieran podido esculpir estas litúrgicas palabras: "lapides
pretiosi omnes mur i tur' u. Las causas de la destrucción
de Miramar nos son desconocidas. La única vez que Ramón
Llull aludió a esta fracasada, empresa no consignó detalle
alguno. He aquí sus palabras:
N'ermità : la manera com Déus fos mays amat
ja la vos ay contada, si béu avets membrat :
so és, que 1 papa agués mant home letrat
qui desiràs per Jesu esser marturiat,
per so que per . tot lo món fos entès e honrat,
e que cascú lenguatge fos mostrat,
segons que a Miramar ha estat ordenat:
e aja'n consciència qui lio ha afaitat!'17'.
" ORL, IX, 230. La traducción está tomada del texto que publica-
mos. Al final del Art de Contempl-ació, que constituye la última parte
del Bíanquema, habla de nuevo de Miramar : «Remembrat han fra-
res menors i lo Salvador, qui volc vestir ¡ ab sí lo sant religiós, | e
han faty Miramar bastir ] al rey de Mallorca morós : | iran serraïns
convertir per fer plaer | a Déu, qui a mort volc venir | per no.-,
haver» (ibíd., 499). En Del Cant de Ramon (1299) evoca también la
fundación de Miramar : «Lo monestir de Miramar | fiu a Frares Me-
nors donar ■ per sarrayns a preïcar» (ORL, XIX, 257).
H Común de dedicación de Iglesia. Ant. ad Nonam.
Jp ORL, XIX, 246.
RAFAEL GINARD BAUÇA
No puede ponerse en duda que muchas páginas del Blan-
querna llevan el sello de Miramar 16. Tal vez allí se escribió
la maravilla del Llibre de Amic e Amat, joya literaria de in-
estimable valor engastada en el Blanquerna. En Miramar
aprendió Ramón Llull el amor franciscano a la Naturaleza,
que esmalta y perfuma este libro desde el principio hasta
el fin. El amor a la Naturaleza, característica de los espí-
ritus selectos, es algo esencial en Ramón Llull después de
su conversión 1T. Antes amaba las fiestas, el tumulto de la
corte, las ciudades vocingleras. En cambio, después de su
crisis espiritual, buscó la soledad para encontrarse a sí mis-
mo, dialogar con Dios y dar una dirección levantada a las
energías, que hasta entonces había dilapidado.
"Solitudo, beatitudo". La virtud es vida interior, con-
centración. Por esto los santos aman la soledad. Y la buscan
los genios y los artistas, que, en cuanto "artistas y genios,
tienen algo de santos, pues tienden a la perfección, viven
en la luz y en actividad ininterrumpida. Blanquerna, al re-
husar el amor y la compañía de Natana, que se le ofrece
ingenuamente para acompañarle en la soledad, dice: "No
conviene que vos ni otra persona me acompañe; ni quiero
más compañía que de Dios, de los árboles, de las hierbas, de
las aves, de las fieras, de las fuentes y aguas, de los prados,
de las riberas, del sol, de la luna y de los astros, pues nada
de todo esto impide a mi alma el contemplar y entender a
Dios" 18.
En Randa, en La Real y, sobre todo, en Miramar había
árboles, fuentes, bosques, paisajes maravillosos. Las poten-
cias y sentidos del anacoreta se impregnaron de bellezas
puras. Y el libro de Blanquerna, reflejo de aquellos lugares,
se llenó de rumor y perfume de selva, de fuentes cristalinas,
de ermitaños, de azul y de estrellas, que evocan las noches y
los días que allí pasó en penitencia, oración, estudio y tra-
bajo corporal. Sí, también en trabajo corporal, pues él mis-
mo labraba el idílico huerto, plantado por su mano del monte
en la ladera ly.
Mas la desgracia se ha cernido sobre estos santos luga-
res lulianos, añadiendo a su belleza originaria la que hay
en las ruinas y desolación. Yo no sé qué trágico destino tie-
nen las cosas y los libros del Maestro. El colegio y santuario
™ Véanse en especial los capítulos 96-99, que preceden inmedia-
tamente al diálogo del Amigo y del Amado. Ramón Llull nunca
escribió páginas más bellas, de un tan sabroso primitivismo y deli-
ciosa rusticidad. Estos capítulos no hacen sino reproducir el tenor
de vida del santo ermitaño en el paisaje de Miramar.
17 ORL, X, 7-14 ; XI, 3-3 ; vid. Llibre de les Meravelles y Llibre
de contemplació, passim. Y en muchos otros libros del Maestro.
w ORL, IX, 41.
10 ORL, IX, 375-
INTRODUCCIÓN AL BLÀNQUERNA
de Randa, durante mucho tiempo estuvo abandonado. De
La Real huyeron los monjes y se confiscaron sus propie-
dades. Todos los intentos de reconstrucción de Miramar han
fracasado. El archiduque de Austria Luis Salvador lo dig-
nificó, lo cruzó de caminitos, lo sembró de mirandas y mo-
numentos, reconstruyó la ermita de la Santísima Trinidad,
la primera entre las devociones lulianas 20. Y otra vez se
halla en lamentable abandono. Ante aquellas riberas flagela-
das por el viento y que el mar platea con sus encajes de
espuma, Miramar, afligido por la destrucción de la obr^ de
Ramón Llull,
se lamente
ct, nialgré les honneurs que lui rend l'univers,
.-'enivre chaqué nuit du cri de la tourmente
que poussent vers les cieux ses rivages déserts *.
Son tantas las cuestiones, pensamientos y comentarios
que suscita el libro de Blanqucrna, que darían lugar a una
obra voluminosa. Pero nos habremos de contener en los lí-
mites prescritos.
Como ya hemos apuntado más arriba, es un libro de
intención apostólica, como todos los del Maestro. Se refiere
a los distintos estados sociales, y emplea sus inagotables
recursos de escritor para conseguir su objeto. Obra de ado-
rable sencillez — recuerda / Fiorctti di San Francesco — , don-
de se mezclan lo útil y lo dulce; lo humano y lo divino; la
doctrina, la narración y el apólogo; la ciencia y la expe-
riencia; el estilo llano y el más sublime lirismo; lo autobio-
gráfico con lo imaginado o leído, y donde el autor, literaria-
mente, da por cumplidos sus altísimos ideales. El Blanquerna
es una especie de cosmos en el que pusieron las manos el
cielo y la tierra. Libro de verdadera acción católica, com-
puesto con el fin de unificar a todos los hombres en un solo
rebaño y bajo el cayado de un Pastor único. Y es que Ramón
Llull, buscador de la unidad en la ciencia, procuró con todo
ahinco la unidad en la fe y costumbres cristianas. Pero nun-
ca sabe despojarse de su cualidad de soñador y fantástico.
Tan perfecta deseaba la terrenal ciudad de Dios y con tanto
optimismo traza los planes, que muchas veces entra en los
dominios de la utopía. Sin embargo, todo tiene explicación.
Como él dice arrebatadamente: "força d'amor no segueix
manera com l'amic ama molt fortment son amat" --. El amor
* Para Ramón Llull, la fiesta de la Santísima Trinidad es ala pus
alta e la pus noble de l'any... Aquella festa es fi e compliment de
totes- les altres festes, e ella es per primera intenció e totes les altres
festes són per la segona... La festa de Sancta Trinitat qui val més
que totes altres...» (ÒRL, X, 51)
2t BU'PEI.AIRE, LFSROS.
ORL, IX. 377.
RAFAEL GINARD BAUÇA
no razona, sino lánzase con ímpetu a la consecución de sus
ideales y no cree nada imposible. Y Ramón Llull era empu-
jado por sus ímpetus de amor.
El libro de Blanquerna fué compuesto probablemente
en Montpellier por los años 1283-1285, al menos en una pri
mera redacción 20. Eil eruditísimo y sagaz investigador Jos'
Tarré, presbítero, ha puesto en claro que el nombre primi-
tivo era Blaquerna y no Blanquerna. He aquí sus palabras:
"Hallamos la forma Blaquerna en los más antiguos manus-
critos catalanes, latinos o franceses del Félix de las Mara-
villas, del Super psalmum "Quicumique" y del Libro de Evast.
Posteriormente, los copistas adoptaron la forma más eufó-
nica de Blanquerna. La fama de un prodigio semanal, la
magnificencia del edificio, ponderada por los peregrinos y
cruzados, y las solemnes asambleas celebradas en 1276 para
ratificar la unión de la Iglesia Griega con la Romana, divul-
garon en Occidente el nombre de una basílica de Constanti-
nopla llamada Santa María de la Blaquerna" 24.
Es verdad que el eminente lulista Mateo Obrador había
consignado que en el primer catálogo de las obras lulianas,
compuesto hacia el año 1311, en vida de Ramón Llull, ya
aparece el Blanquerna enunciado en esta forma: Líber Bra-
chernae 25, pero nadie hasta Tarré se había ocupado a fondo
de esta interesante cuestión.
En muchos de sus libros, Ramón Llull pone un prólogo,
donde explica el simbolismo que atribuye a las diversas
partes de la obra. El Blanquerna tiene su prólogo. En signi-
ficación de las cinco llagas que taladraron las manos, los
pies y el costado de Jesucristo en el árbol de la santa cruz,
divide el libro de Blanquerna en cinco libros. Trata en ellos
de los cinco estados básicos de la sociedad cristiana: matri-
monio, vida religiosa, prelacia, supremo pontificado, vida
eremítica.
Evast era un joven muy rico en bienes perecederos, pero
más en virtudes. Aficionado al estudio, entendía sin difi-
cultad la Santa Escritura. Su piedad le inclinaba a la vida
religiosa. Pero, último vástago de un noble linaje a punto
de extinguirse, creyóse en la obligación de someterse al yugo
del matrimonio. Proscrito el fausto, se celebraron sus bodas
con Aloma con austera moderación. La fiesta fué para ios
pobres. Con público pregón, se 'les invitó al banquete y se
33 ORL, IX, proemi de Galniés, XIY.
Jorge Rubió, en su estudio ^obre la literatura medieval catala-
na, a punto de publicar en la Historia de las literaturas hispánicas,
dirigida por G. Díaz-Plaja, aboga por la redacción del Blanquerna
en dos etapas diferentes.
* José Tarré, Códices lulianos de la Biblioteca Nacional de Pa-
rís, en Analecta Sacra Tarraconensia, 14 (1941), 159, nota 9.
x Libre de Amidi c Amat (Mallorca, 1904), ed. Obrador, 14.
INTRODUCCIÓN AL BLANQUERNA 15.^
les socorrió con larga mano. Los novios sirvieron a la mesa
y, en memoria de la humildad de Jesucristo, lavaron y be-
saron las manos y los pies a trece de los más miserables,
y les obsequiaron con sendos vestidos nuevos 26.
Los esposos Bvast y Aloma vivieron largo tiempo sin
fruto de bendición. Aloma estaba acongojada, como en otro
tiempo la madre de Samuel. Pero Dios se acordó de su tris-
teza y le concedió un hijo, a quien se impuso el nombre
de Blanquerna. Este hijo fué su gloria, su honor y su ale-
gría, y más tarde motivo de lágrimas inconsolables. Blan-
querna, sintiendo la llamada de Dios, quiso, contra el parecer
de su madre, ser ermitaño. En la niñez fué educado con
severidad. Por su parte, Aloma dulcificaba el rigor paternal
y, a espaldas del marido, regalaba a Blanquerna con pasteles
y golosinas.
Fantaseaban los esposos sobre el brillante porvenir de
su hijo. Este les pide licencia para retirarse a la soledad,
y las bellas fantasías se desmoronan. Aloma apela a una
estratagema para enamorarle de una linda muchacha. Se
prepara una entrevista de los dos jóvenes, a fin de que Blan-
querna caiga en las redes del amor humano. Y sucede lo
imprevisto. La deseada nuera cae en las redes del amor
divino y, enfervorizada por Blanquerna, toma la irrevocable
decisión de hacerse religiosa.
Después de este fracaso fué ya inevitable acceder al deseo
del hijo, que reiteraba su petición con insistencia amable
e incansable. Acompañado de sus padres, va a la selva. Hay
una patética y entrañable despedida de Aloma 27 . Blanquerna,
ya solo, se adentra por lo más cerrado del bosque, sin saber
adonde va, confiándose a la voluntad de Dios. Su norma
será detenerse en parajes donde brote el agua y crezcan las
hierbas, con que refrescar y alimentar su cuerpo.
Natana había ofrecido su amor a Blanquerna por encargo
i de la madre de Blanquerna y de su propia madre. Pues bien,
Natana se fugó secretamente de su hogar para encerrarse
en un monasterio de religiosas. Fué un caso muy parecido
al de Clara de Asís, ganada a Dios por San Francisco. Blan-
¡i querna, en una plática que debía ser de amores profanos,
sembró, en el pecho de la enamorada doncella, la semilla
■ Es muy notable el interés y misericordia que Ramón Llull de-
| muestra para con los pobres a través de estos perfectos casados. En
el Blanquerna insiste muchas veces en favor de los eternos Lá/.aros
I que esperan, en vano, las migajas que caen de la mesa de los eter-
nos Epulones. Véanse, entre otros, los capítulos og, nn. 1-5 ; 72,
j número 6; 76, n. 8. En el Llibre de Santa María es hasta agresivo
I contra los potentados que no socorren a los humildes. Léanse los
capítulos zb y 27, donde hay conceptos que parecen ríe un sociólogo
I cristianamente avanzado de nuestros días
ï7 ORL, IX, 4S y 49.
154
RAFAEL GINARD BAUÇA
de la vocación religiosa. Y esta semilla, caída en buena
tierra, dió el ciento por uno.
Clara fué perseguida por sus parientes. Con lisonjas y
violencias intentaron arrancarla del convento donde se había
refugiado. Es casi la misma historia de Natana, que muy
bien pudo tener la de Clara Scifi (1194-1253) por modelo,
pues Ramón Llull no redactó él libro de Blanquerna antes
de 1283.
Después de despedirse de sus padres, Blanquerna caminó
todo el día bosque adentro. Al anochecer llegó a una pradera.
Én la pradera manaba la imprescindible fuente del típico
paisaje luliano, cobijada por un árbol frondoso. Al rumor
de la fuente — ojo y corazón de la selva — durmióse en paz.
A la mañana siguiente púsose de nuevo en marcha y dió
con el palacio de los diez mandamientos, desterrados del
mundo y repudiados porque significan el deber.
Andando por el bosque, Blanquerna vió a unas damas
—la Fe y la Verdad — que habían sido rechazadas por los
moros. Encontróse con el Entendimiento, que explicaba a
muchos escolares filosofía y teología. Poco tiempo después,
Blanquerna dejó su vida nómada y fué monje de un monas-
terio. Nombrado abad, organizó admirablemente la vida mo-
nástica e impulsó, con todas sus fuerzas, la devoción a la
Santísima Virgen. Para mejor conseguirlo compuso el deli-
cioso Llibre de Ave Maria, uno de los más poéticos de Ramón
Llull, con el que termina la segunda parte de la obra 28.
La trama del libro que estamos analizando es muy trans-
parente, y el lector más distraído adivina desde sus comien-
zos que Blanquerna, el protagonista, pasará sucesivamente
por los diversos grados de la jerarquía eclesiástica y con
energía y suavidad reducirá todas las cosas a la intención
primera por que fueron creadas. Como en Blanquerna la
teoría y la práctica iban de acuerdo, el triunfo en lo que
predicaba le era relativamente fácil.
Blanquerna después de abad fué obispo, y una de sus
primeras disposiciones fué reducir los gastos personales en
beneficio de los pobres. Y siempre quiso estar rodeado de
pordioseros 29.
28 Vid. infra, caps. 61-66.
29 Blanquerna, cap. 68, 1111. 3 y 4. Esta conducta parece un eco de
las palabras de San León Papa en el magnífico elogio que hace de San
Lorenzo Mártir, rodeado de una corona de pobres : [Impius persecu-
tor] postulat sibi ab immaculato ■sacrarii praesule opes ecclesiasticas,
quieras avidissimus inhiabat, inferri. Cui levita castissirnus, ubi eas
repositas haberet, ostendens, numerosissimos sanctorum pauperum
obtulit greges, in quorum victu atque vestitu inamissibiles condide-
rat facultates, quae tanto integrius erant salvae, quanto sanctius
probabantur expensae. Fremit ergo praedo frustratus, et in odium
religionis, quae talem divitiarum usum instituisset, ardescens»...
(Breviario Romano, fiesta de San Lorenzo Mártir, in II nocturno).
INTRODUCCIÓN AL BLANQUERIA
155
Ordenó a los canónigos se dividiesen en tres secciones.
La primera cuidaría de introducir en la diócesis el espíritu
de las bienaventuranzas, a fin de que todo fuera regulado
por estas divinas paradojas, que son el meollo del santo
Evangelio; la segunda sección había de dedicarse al estudio
de la teología y derecho canónico, y el tercer grupo al ser-
vicio de la Iglesia
Murió el Papa. Y Blanquerna fué uno de los candidatos a
la Silla Apostólica. El Juglar de Valor — (uno de estos jugla-
res lulianos que decían la verdad sin rodeos :;1 — se presentó
denodadamente ante la asamblea de los cardenales reunidos
para deliberar sobre la elección del futuro Pontífice. El Ju-
glar de Valor hizo un cumplido elogio de Blanquerna como
prelado. Y todos los cardenales, que, por otra parte, ya es-
taban favorablemente informados, convinieron en que Blan-
querna, a pesar de sus resistencias, fuese elegido Papa
El papa Blanquerna se tomó unas semanas para estudiar
y trazar sus planes. Había ordenado su diócesis según el
espíritu de las bienaventuranzas. Alhora quiere enderezar el
mundo guiándose por el "Gloria in excelsis Deo", cuya letra
dividió en dieciséis partes e hizo de ella su programa de go-
bierno. Tomó la primera parte para sí y las otras las distri-
buyó a sus cardenales, para que todos predicaran a las gen-
tes aquello que, según la intención de Blanquerna, significa-
ban los respectivos versículos del "Gloria in excelsis Deo".
Y así el Papa tuvo por mote o divisa las primeras palabras
del "Gloria". Y hubo el cardenal de "Et in terra pax homi-
nibus bonae voluntatis". Y el cardenal de "Laudamus te".
Y el cardenal de "Benedicimus te". Hasta que se agotaron
lo.s versículos del "Gloria".
Como es obvio, no descuidó Blanquerna la fundación de
colegios según el modelo de Miramar, en la isla de Mallor-
ca 33, para la conversión de los moros y demás infieles, hasta
que todo el mundo fuese cristiano.
" Para saber algo de lo que pensaba Ramón Llull referente al
Episcopado y clero de su tiempo, véase Llibre de Meravelles, I (Bar-
celona 1931), 77; III, 159; ORL, IV, 45-50; XX, 267-272.
" Blanquerna, cap. 78, nn. 4-8; cap. 79, n. 5. Los juglares lu-
lianos son la antítesis de los juglares que el Maestro conoció en las
cortes y tastillos. (Véase ORL, IV, 97-103.)
*- Blanquerna, cap. 78, n. 10.
" Ibíd., cap. 80, n. 3. Véase más abajo el Félix, cap. S7. Algu-
nos han afirmado que el Maestro Ramón Llull se anticipó a todos
en la fundación de colegios de lenguas orientales. No están en lo
cierto. El Doctor Iluminado no necesita para su gloria de nuestra-
exageraciones. Creadas por San Ramón de Penyafort, dominico, es-
tas escuelas ya funcionaban en Túnez alrededor "de 1242-1245. Y algo
I similar se había intentado en Mallorca después de conquistada por
I Jaime I, bajo la dirección del Reato Miguel de Benazar, también
¡dominico; vid. J. M. COLL, O. P., Escuelas de lenguas orientales, en
\Analccla Sacra Tarraconctisia, 17 (1944), 1 15-138 ; iS (194S), 59-89.
RAFAEL GINARD BAUÇA
El libro quinto, de la vida eremítica, es el más bello del
Blanquerna y quizás de toda la producción luliana. En las
jugosas páginas que preceden las metáforas del Llibre de
Amic e Amat — insuperable mosaico de pensamientos incrus-
tado en este quinto libro — nos cuenta Ramón Llull cómo el
papa Blanquerna envejeció y, deseoso de soledad y vida con-
templativa, renunció al supremo pontificado :u. No obstante,
uno se engañaría si pensara que Blanquerna se hallaba ago-
tado. Había, sí, envejecido exteriormente, pero conservaba la
juventud del alma y la plenitud de sus facultades y gran vi-
gor corporal. Y si no fuera de este modo, ¿ cómo hubiera po-
dido resistir la vida en los bosques y montañas y componer la
maravilla del Llibre de Amic e Amat? 35
La renuncia del papa Blanquerna es tan semejante a la
del papa Celestino V, que en seguida se plantea el lector el
problema de su mutua relación. ¿Sucedió por acaso que Ra-
món, diez años antes, preludiase inconscientemente "il gran
rifiuto"? ¿Añadió esta última parte después del hecho his-
tórico? ¿Hay que atrasar la fecha de composición de toda
la obra? 3,1 Difícil es dar una respuesta segura.
Es curioso observar que la génesis del Llibre de Amic e
Amat ya se encuentra en muchos pasajes del Llibre de con-
templació '7, un lago enorme que contiene en principio y de
donde se derivan todos los ríos y arroyos de las obras lulia-
nas. Pero el Llibre de Amic e Amat constituye algo de ex-
cepción en los escritos del Maestro, pues no hay otro que
esté elaborado con una concentración más exquisita. Cada
versículo es como un grano de luz y de incienso, y en cada
uno aparece el teólogo, el pensador, el santo y el soberano
artista que había en Ramón Llull. Los 366 versículos son
M Sebastián Garcías Palóu, El Beato Ramón Llull y la cuestión
de la renunciabilidad de la Sede Romana, en Analecta Sacra Tana-
conensia, 17 (1944)^95.
35 «Fora dels llibres sagrats, jo no recordo haver llegida poesia
mística més alta i que entrés més sobiranament, esbalaïdora i llu-
minosa, en la meva ànima» (Jacinto Verdaguer, Perles del «Lli-
bre d'Amic e d'Amaty> [Barcelona 1908], 17).
La primera es la tesis tradicional ; la .segunda, la de Jorge Ru-
bió ; la tercera, la de José Tarré, en los estudios ya citados.
37 «... natura és d'amor que l'amic remembre e entena e vulla so
que remembra e entén e vol l'amat» (Llibre de contemplació, cap. 278,
n. 16 ; vid. ibíd., cap. 281, nn. 4, 19, 28 ; cap. 289, nn. 26, 27 ;
cap. 312, n. 10; cap. 343, n. 24; cap. 349, n. 24). Nos complacemos
en transcribir lo del capitulo 312, n. 10, por la gran semejanza que
tiene con el capitulo 5, libro III, del Kempis: «Tant és cosa exce-
l·lent e alta el noble amor, que tota res vens e forsa e apodera, e per
nulla cosa no és vensuda ni apoderada com és vertaderament for-
mada en l'amic : car en axí com lo foc ha natura que on hom més
de lenva li dóna pus fort crex, en axí és natura de vertadera amor
que ori pus forment és turmentat l'amic per son amat pus fortment
l'ama.»
INTRODUCCIÓN AL M.ANQl'KRNA
como la quintaesencia de todos los libros lulianos. Y estos
versículos encierran tanta substancia, que "caseu vers basta
a tot un dia a contemplar Déu, segons la Art del llibre de
contemplació" ts.
Después de las alturas escalofriantes del Cantar de los
Cantares luliano, torna a aparecer la suave y fácil llanura.
Ya es llanura el Art de contemplació con que finaliza el libro
de Blanquerna !". En estilo sosegado y didáctico, expone Ra-
món Llull la manera de contemplar con provecho sobre la
unidad y trinidad de Dios, la Encarnación, el Pater nostcr
y Ave Maria, los mandamientos, el Miserere mei Deus, los
siete sacramentos, las siete virtudes y los siete pecados
capitales...
La vida de Ramón Llull es una vida de audacia, de lá-
grimas, de ideas fijas, de fracasos, de arrebatada actividad,
de exaltado optimismo y terribles depresiones. Es un genio y
un santo. Y los genios y los santos están destinados al mar-
tirio. Por esto Ramón Llull tuvo que pagar las consecuencias
de su doble grandeza
R. Ginard Bauçà
* ORL, IX, 379.
1 El Bl. se nos ha conservado en muchos mss. catalanes, cit. en
los repertorios de la Bibliografía (supra). La 1." ed. es de Valen*
eia, 1521, con prólogo de Joan Bonllavi, catalán, y texto modernizado
y valencianizado ; la única segura y completa es la de ORL, IX.
Kl LI. d'Amic c Amat tiene su tradición ras. aparte en cat. y lat. y
muchas ediciones en todas las lenguas cultas. Un mallorquín anó-
nimo tradujo el Bl. entero al cast. en el s. XVIII, sobre el texto
j de J. Bonllavi, y lo publicó en Palma, 1749; por ser la versión e<p.
más conocida de los lulistas no catalanes (reeditada en Madrid por
M. Pelayo, Ovejero y L. Riber), es la eme seguimos en el presen-
te volumen, anotando, empero, sus principales divergencias con el
lexto tatalán, trabajo realizado por el P. Caldentey, T. O. R. La nu-
meración y los títulos de los capítulos se adaptan a los de ORL, IX.
El mode de Randa (grabado de 1515)
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA
SEÑOR DIOS GLORIOSO
uno en esencia y trino en personas: a honra y gloria vuestra,
con. vuestra bendición, virtud y gracia, damos principio al
libro de Evast, Aloma y Blanquerna, su hijo, el cual fué
hecho a fin de que los hombres traten de amaros, conoceros,
recordaros y serviros como a su verdadero Dios, señor y
criador de todas Zas cosas
PRÓL O G O
En significación de las cinco llagas que en el árbol de a
cruz recibió nuestro señor Jesucristo para redimir a su pue-
blo de la servidumbre del demonio y del cautiverio en que
estaba, queremos dividir este libro en cinco, en los cuales
daremos doctrina y regla de vivir a cinco estados de perso-
nas, a quienes este libro será muy útil. El primero será del
estado del matrimonio; el segundo, del estado de religión;
el tercero, del estado de prelacia; el cuarto, del estado de
la Apostólica Señoría, que reside en el señor Papa y en los
eminentísimos cardenales; el quinto, del estado de la vida
eremítica.
EMPIEZA EL LIBRO PRIMERO, QU
TRATA DEL ESTADO MATRIMONIA
CAPÍTULO I
Del matrimonio de Evast y Aloma
1. En una ciudad aconteció que Cierto bizarro joven
hijo de un hidalgo, por muerte de su padre, quedó muy ric
en bienes de fortuna y, por la buena educación, no con me-
nos fondo de buenas costumbres. Llamábase éste Evast
mozo de lindo talle, bello y de noble corazón, muy bie"
adeudado, y tan capaz en letras y ciencias, que entendí
bastantemente la Sagrada Escritura. Prendas tan relevan
tes fueron motivo eficaz para que muchos religiosos desease"
atraerle a su religión, como también algunos seglares ganar
le así y emparentar con él por vía de casamiento. Tomand
cuerpo estas pretensiones cada día, y vacilando en la elec
ción, una noche sintió impulsos de tomar el estado de religió
para huir los deleites vanos del mundo. Pero acordándo
de los muchos bienes que su padre le había mandado, y vien
do, por otra parte, que de solo él pendía la conservación d
su casa y familia y la continuación de las crecidas limosna
que hacía antes su padre, por todos estos motivos y porqu
era cabeza de su linaje, inclinóse al matrimonio, con resolu
ción de que, mientras estuviera casado, había de dar bue
ejemplo y enseñanza a los demás casados. Deseó tambié
tener hijos que fuesen buenos y siervos de Dios, a quiene
dejase su hacienda mientras perseveraba con ánimo de entra
a servir a Dios en alguna religión.
2. Habiendo ya deliberado y resuelto todo esto, encarg
a los deudos de mayor confianza le buscasen en la ciuda
para esposa una doncella noble, pues que en la nobleza d
la sangre queda el corazón contra toda vileza ennoblecido
Quísola de cuerpo sano y en todas sus facciones bien forma
da, para que pudiese la naturaleza comunicar esta gallará
disposición a la prole. Mas, sobre todo, les encargó le bus
I.IBKO DE EVASÏ Y BLANQÜERNA . — C . I CÓl
casen mujer humilde y bien morigerada, quien y cuyos pa-
rientes se tuviesen de su parentesco por muy contentos y
honrados.
3. Vivía entonces en aquella ciudad una señora principal
de loables costumbres y muy honrada, viuda de muchos años,
la cual tenía una hija llamada Aloma, quien, según la fama
pública, era doncella muy recatada y tan capaz, que regia
y llevaba todo el manejo y economía de su casa. Dábale la
buena madre autoridad para ello, a fin de que a su tiempo,
siendo casada, supiese regir y gobernar su casa. Teníate
ocupada para que la ociosidad no fuese ocasión de que la
viniesen algunos locos y malos pensamientos, que pudiesen
inducirla a 1 cometer alguna liviandad o desenvoltura.
4. Las calidades que buscaba Evast en la que había de
elegir para esposa adornaban todas a Aloma, por lo que los
deudos y amigos estuvieron bien seguros de haberlas encon-
trado en ella cabalmente. Y, por divina disposición, fué
celebrado ditre los dos el casamiento.
5. Corrió por toda la ciudad la voz del casamiento de
Evast y Aloma, y fueron muchos los que desearon cumpli-
mentarlos en el día de su boda. Pero Evast rehusó el cortejo
para dar muestras de humildad al mundo, quien suele des-
preciarla en semejantes funciones, apreciando solamente la
ostentación y soberbia. Vestidos, pues, entrambos con humil-
des ropas, se encaminaron a la iglesia con poca comitiva,
para significar su humildad y no turbar con el bullicio lo
sagrado y respetable del santo sacrificio de la misa 2. Lleva-
ron en su compañía algunas personas santas y devotas para
que fuesen de Dios más aceptas sus oraciones, y la oblación
que ambos a dos le hacían de sus bienes y de sí mismo fuese
a su divina Majestad más agradable.
6. Celebró la misa nupcial un santo sacerdófc, a fin
de que por su santidad se dignase Dios derramar su gracia
y bendición sobre los recién casados. El mismo sacerdote
les predicó y catequizó en el fin por el cual había ordenado
3l Señor el santo sacramento del matrimonio. Entre otros
documentos, les dijo la forma de vida que debían guardar,
a mutua obligación que en virtud de este sacramento con-
:raían y la promesa que uno al otro había hecho, para que,
:on el exacto cumplimiento de sus obligaciones, fuera Dios
servido y su gracia resplandeciera en ellos en presencia de
iodos.
7. Todo aquel día de bodas fué día de oración y devo-*
nón para ellos y de gran fiesta para los pobres de Jesucris-
to, los cuales alaban y bendicen a Dios cuando se les hace
El texto catalán dice ta vils obres».
«... lo sagrament o*e la missa».
IÓ2
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
limosna, representándose en ellos Jesucristo en aquellas bo-
das en que son llamados y extrañados los ricos, que, olvi-
dados de la pasión del Salvador, malbaratan sus bienes tem-
porales, obsequiando a los hombres llenos de vanidad como
ellos mismos, sin atender la falta que hacen sus prodigali-
dades a los pobres.
8. En aquel día los dos novios sirvieron a los pobres;
y en memoria de la humildad de nuestro Redentor lavaron
y besaron los pies a trece de ellos, que vistieron también con
nuevas vestiduras. Mandaron, asimismo, pregonar por toda la
ciudad que todo mendigo que quisiese limosna por amor de
Dios acudiese a comer en aquellas bodas.
9. Los parientes y amigos de Evast y Aloma sirvieron
también en aquel día a los pobres de Jesucristo. Después
cada uno se fué a comer a su casa, para no usurpar a los
pobres la comida, y los dos novios comieron juntos en la
mesa de los trece mendigos. Después de haber comido,
Evast se fué a un monasterio de religiosos, en donde perse-
veró en oración todo lo restante de aquell día, y lo propio
hizo Aloma en un monasterio de religiosas. A estos dos
monasterios y a todos los demás de la ciudad hizo Evast
abultada pitanza para solemnizar su boda.
10. Con mucha honra y decencia trataba Efvast a su
consorte, a fin de que se arraigase más en ella el amor y el
temor, que son las prendas más apreciables en el corazón de
la mujer. Dióle, asimismo, el mando y la economía de la
casa, escogiendo para sí ejercitarse en la mercancía, suje-
tándose a este empleo para la manutención de su casa, sm
menoscabo de su hacienda, y para no vivir ocioso; respecto
que por este vicio viene el hombre a ser pobre, soberbio
y perezoso, y por la misma confianza que ponen algunos
ciudadaSjps en sus riquezas e hidalguía, van declinando en
pobreza y dan en muchos vicios.
11. No vivía en casa de Evast criado alguno de tra-
viesas costumbres, porque no sirviesen sus liviandades a
Aloma de escándalo. Iban entrambos a misa cada día, y, en
restituyéndose a casa, lo primero era repartir alguna limosna
de los bienes que Dios les había encomendado, y después
cuidaban de la economía de su casa. Entre semana y en las
fiestas iban gustosos a los sermones, y a algunas personas
religiosas a oír la divina palabra y a tomar doctrina con
que vivieran en santidad de vida.
12. Reformábase sobremanera toda la ciudad por los
ejemplares procederes de estos dos casados, porque no sólo
los del estado conyugal, sí también los del estado religioso
quedaban edificados de su modo de vivir. Teníanles amor y
respeto todos los ciudadanos, y el crédito de sus virtudes era'
tan grande, que todos, >a:sí hombres como mujeres, encontra-
LIBRO DE EVAST Y BLANQUÉRNA. — C. I 163
ban en ellos consejo y favor y en sus necesidades consuelo.
13. Largo tiempo vivieron sin recibir fruto de bendición
estos casados. Aconteció un día que, considerando Aloma la
brevedad de la vida humana, acordóse que el fin que había
tenido entonces en tomar aquel estado había sido tener hijos
siervos del Altísimo. Vistióse luego de melancólica tristeza
su corazón, y explicaron su dolor con vivas lágrimas sus
ojos. Entró en un ameno vergel de su casa y, arrodillada a
la sombra de un frondoso árbol que junto a una regalada
fuente había, regaba con lágrimas el suelo, rogando a Dios a
se dignase por su piedad librar su corazón de aquella pena,
dándole un hijo que fuera siervo suyo.
14. Al mismo tiempo que con lágrimas y suspiros ro-
gaba al Señor 4 oyera sus clamores, entró Evast en el vergel,
como solía, y, admirado de ver a su esposa tan llorosa, dijo :
— ¿Qué es esto, Aloma; de qué lloráis, de qué os afligís y
en qué puedo yo aliviar vuestra pena? Mucho extraño veros
con tantas lágrimas y que vuestro semblante indique a mis
ojos un tal quebranto, puesto que jamás hasta ahora he co-
nocido en vos señal alguna de tristeza, enfado o disgusto.
Decidme, esposa, ¿qué es eato? Pensaba yo saber todo el
secreto de vuestro corazón; mas ahora me parece que aflige
vuestro pensamiento algún funesto objeto que no me habéis
comunicado.
15. Consideró Aloma las palabras de su esposo, y como
su amor iba siempre acompañado de las circunspecciones del
respeto, se corría de haberle de descubrir su corazón. Mas,
deseando precaver el daño si Evast, su marido, entraba en
alguna dudosa sospecha con ella, resolvióse a descubrir abier-
tamente el motivo de su llanto. — Señor y esposo mío — le
dijo — , desde que las leyes del matrimonio me sujetaron a
vuestro dulce dominio, jamás sentí deseos que tan fuerte-
mente apremiasen mi corazón como los que ahora siento de
: tener hijos; porque gran menoscabo fuera de nuestra ha-
cienda si la heredase quien no fuese nuestro hijo; y conozco
bien la merced y favor particular que hace Dios a los casados
dándoles hijos para su gloria, en quienes el nombre y linaje
ide sus padres se conserve. De aquí es que, pensando yo en
;la muerte y viéndome sin sucesión que mantenga en esta
casa el bien y limosna que de ella sale, no puedo contener mi
llanto, ni quiere mi corazón en cosa alguna consolarse.
16. — ^Esposa mía — respondió Evast — ■, no ignoráis que,
si bien la virtud divina dió ser a todas las cosas para ser-
vicio del hombre, muchas veces, para ejercitar su paciencia
ly rendir a su alta providencia su voluntad, le niega lo que
3 Sería más conforme al original decir : «rogando al soberano Dios
j|v Señor de cuanto existe».
* «... a Déu del cel e de la terra.»
iÓ4
desea 5. Este orden lleva Dios para dar a los mortales oca-
sión de grande mérito, por el cual su divina justicia les re-
munere en el cielo con el colmo de mucha gloria. Siendo esto
así, necias son aquellas almas que de otra suerte lo consi-
deran; y querer alcanzar todo lo concupiscible, indicio es
no leve de soberbia. De aquí se deduce que mejor y mayor
virtud es en e»l hombre la paciencia cuando no puede lograr
el bien que desea, que el mismo bien que se sigue de la po-
sesión de lo amable cuando consigue sus deseos. A más que
si fuera cosa infalible y cierta que cuantos hombres hay y
habrá en el mundo han de amar y servir a Dios, bueno fuera
el deseo de tener hijos; pero siendo tan dudoso si le serán
o no obedientes, muy perplejo estoy en desearlos.
17. Otras muchas buenas razones y ejemplos dió Evast
a su esposa para consolarla y echar de su corazón la tris-
teza; y, como tiernamente se amaban, con las palabras de
su esposo quedó Aloma consolada, y dijo así: — Bendigo y
adoro aquel soberano Señor que tiene en su mano todas las
cosas, y bendito sea quien me da a conocer mi propia mise-
ria. No soy yo digna de conseguir todo lo que deseo, ni
tengo merecidos ni agradecidos, como defbiera, los bienes
temporales de que Dios nos ha prosperado. Sujetar debo to-
dos mis deseos y toda mi voluntad a la suya. Afhora conozco
que en toda mi vida no me conviene desear sino sólo lo que
a Dios pluguiere. Culpables y locos fueron mis deseos; mas
la infinita misericordia de Dios será en adelante el blanco
de mi amor y esperanza.
CAPITULO II
Del nacimiento y buena educación de Blanquerna
1. En caridad, paciencia y humildad continua vivían am-
bos consortes. En los domingos y fiestas principales iba
Evast a los monasterios de religiosos a alabar 1 a Dios y a
cantar con ellos los oficios divinos, y lo propio hacía Aloma
en los monasterios de religiosas. Iban también a servir a los
enfermos en los hospitales y a visitar los pobres vergonzan-
tes, cuyas necesidades subvenían secretamente con limosna.
Cuidaban, asimismo, de dar a los niños huérfanos oficio, por-
Traducido más fielmente : «... le niega lo que desea, para que e!
hombre conozca su gran poder y querer, y tenga paciencia, y rinda
su voluntad a la divina.»
1 «... e cantava e loava ab ells el seu creador.»
LIBRO DE FA'AST V BLANQUERNA . — C. 2
l65
que, llegando a mayor edad, no les fuese la pobreza ocasión
de caer en algún pecado.
2. Mientras que se ejercitaban en estos y otros oficios
de piedad, Dios, que es de todo bien y gracia el complemento,
se acordó de los buenos deseos de Aloma y de su paciencia
y humildad, y dióle un hermosísimo hijo, que fué llamado
Blanquerna. Muy extraordinario fué el júbilo, alegría y con-
tento que en este nacimiento tuvieron ambos consortes. Evast
se encaminó a la iglesia a dar a Dios las gracias por el hijo
recién nacido, rogándole le hiciera siervo suyo en toda su
vida; y en expresión de su gozo dió a los pobres larga limos-
na. Recibió Blanquerna el sagrado bautismo 2, acogiéndole
para padrinos personas de santa vida, por cuyos mereci-
mientos enriqueciese más Dios al niño con los dones de su
gracia. A petición de Evast, cantó misa solemne el que había
sido ministro del sacro bautismo, que era un sacerdote muy
ejemplar y virtuoso, pues no es razón que un tan gran sacra-
mento, principio y senda de la vida eterna, sea administrado
de quien se hace por sus pecados indigno.
3. Tuvo Blanquerna por ama una mujer muy sana y ro-
busta, para que se criase el niño más sano y robusto, pues
por la mala leche quedan los niños enfermizos y desmedra-
dos. Era también de vida recatada y muy honesta; y debería
en gran manera precaverse en dar los niños a amas de salud
quebrada, viciosas o de recia condición, de corrompida com-
plexión o aliento.
4. Un año entero estuvo el niño sin gustar otra cosa
más que leche pura, pues por falta de robustez en la diges-
tión no pueden los niños en aquel primer año digerir otra
vianda, aunque sean papas de leche o de aceite u otra cosa
semejante, que tal vez les hacen comer por fuerza ; y de aquí
nace ser algunos niños sarnosos, bubosos y padecer tumores
y úlceras, acarreándoseles los humores a la parte superior,
lo que les gasta el cerebro y la vista, y engendrándose de
aquí otras enfermedades y achaques.
5. Criado con toda diligencia fué el niño Blanquerna.
Vestíale su madre de manera que en el invierno sintiera en
1 «... al octavo día», según el original. Evidentemente, todo este
capítulo, breve tratado de puericultura y pedagogía cristiana, con-
tiene noticias autobiográficas. Evocando el día en que fué engendra-
; <lo a la vida natural y a la vida sobrenatural, dice Ramón Llull en el
Llibre de contemplació (Mallorca, hacia 1272) : «Coratjosament e de-
vota vos clam mercè, Sènyer Déus,, que vós benéescats mon pare e
ma mare, per so car me engenraren, creents, en via de veritat ;
¡je prec-vos, Sènyer, que vós donets la vostra gràcia als padrins qui ni
¡ tengren a les fonts, confessants per mi veritat; e prec-vos, Sènyer,
¿que benéescats lo capellà qui-m batejà, e tots aquells qui a mon
fi baptisme foren ne hi ajudaren ; car tots aquells qui hi foren ne hi
] ajudaren, Sènver, foren occasió del entrament que jo fiu en via
vera» (ORL, II, 125).
i66
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
algo el frío, y en el estío el calor, para que los elementos dé
que el cuerpo se compone concordasen bien con el tiempo en
el cual tienen sus operaciones, para influir al cuerpo tem-
plada calidad y no se habituasen a subir a la parte superior
los malos humores. De esta manera crió Aloma a su hijo has-
ta que pudo andar y jugar con los demás niños. No le prohi-
bió cosa alguna de lo que la naturaleza apetece y requiere
en aquella infantil edad, así es que hasta los ocho años le
permitió vivir con libertad :' y según el curso natural.
6. Cumplida esta edad, le aplicó su padre al estudio de
las letras, y le hizo enseñar según los tratados del libro de
Doctrina pueril \ en donde se previene que al principio debe
el padre enseñar a su hijo en lengua materna, en la cual le
ha de dar clara noticia de los artículos de nuestra santa fe,
de los mandamientos del decálogo, de los sacramentos, de
los pecados capitales y de las virtudes a ellos opuestas, y,
en fin, de todo lo demás, como en dicho libro se contiene.
7. Sucedió un día que Aloma, antes de partirse el niño
al aula \ le dió de almorzar carne asada, y, por si le venía
gana en la escuela, le dió de resguardo un tamaño flaón.
Sabiéndolo Evast, reprendió ásperamente a su mujer, dicién-
dola que a los niños por la mañana se les había de dar un
mendrugo de pan, y no más, porque o no se críen golosos
o no pierdan la gana de comer en la mesa; pues el pan a se-
cas no sabe tanto a los muchachos, que opriman y fuercen
las operaciones de la naturaleza por la demasiada comida;
y aun pan solo no se les debe dar sin que le pidan.
8. A todo género de viandas acostumbraron sus padres
a Blanquerna, para que no se inclinara su naturaleza a unas,
más que a otras, y le vedaron el vino fuerte y generoso, y
el muy aguado, y las salsas picantes, que destruyen el calor
natural. Diéronle un pedagogo entendido, el cual cada día I
enseñábale a tener oración y oír misa con mucha quietud y
devoción, y después le acompañaba a la escuela de música
para que aprendiese a servir bien la misa cantada.
9. Tan capaz se hizo Blanquerna de la gramática, que en-
tendía y hablaba el latín con toda perfección. Después estu-
dió lógica, retórica y filosofía natural, con que entendiese
más fácilmente la medicina, para saber conservar con entera
salud su cuerpo. Cursó la sagrada teología para conocer,
amar y servir más a Dios y dirigir a la eterna vida su alma '.
' Kn el texto primitivo no se lee «con libertad».
* Libro del mismo Ramón Llull, cuadro ideal de la educación, es-
crito en Mallorca cerca del año 1278.
s «... ans que anàs a l'escola dematí», dice el texto catalán.
6 «... lo qual tantost dematí lo portava tols jorns a l'església e
mostrava-li de pregar a Déu e d'oyr missa.»
7 Las disciplinas que en tiempos de Ramón Llull se estudiabau
eran las siguientes : gramática, es a saber, la de la lengua latina ;
MURO DE EVAST Y BLANQUEKNA . — C . 3
167
10. Enterado que estuvo del Libro de los principios y
grados de la medicina \ por donde alcanzó suficiente noticia
para conservar la salud, aplicóle su padre al estudio de la
teología expositiva en que oía de continuo la Sagrada Es-
critura y respondía algunas veces a las dificultades teoló-
gicas.
11. Mientras aprovechaba en estas artes y ciencias, criá-
bale su padre con amor y temor, virtudes con que debe edu-
carse la gente moza, ejercitándose en esta edad en ayunos,
oraciones, confesiones y limosnas; en enseñarse humildes en
el hablar y vestir, y en acompañarse con buenos. Estas y
otras cosas a este tenor enseñaba Evast a su hijo, para que,
cuando varón, fuese por hábito y por naturaleza agradable a
Dios y a los hombres, y que no se resistiese en recibir y ha-
cerse a las ccstumbres convenientes a la buena educación,
que debe resplandecer principalmente en los nobles y perso-
nas de distinción.
CAPITULO III
De la cuestión que propuso Evast a su hijo Blanquerna
1. Los rayos de la divina luz despertaron en Evast la me-
moria de aquel tiempo en que deseó entrar en religión. Para
ejecutarlo quiso hacer primero experiencias en su hijo, de si
sería o no capaz de gobernarse a sí mismo y a su casa, según
el gusto y agrado de Dios, con que pudiesen ambos consortes
entrar en religión, dejando el mundo y todos sus bienes tem-
porales. Mientras que Evast discurría esto, su hijo Blanquer-
na. que venía del aula, acababa de entrar por casa. Era éste
entonces de edad de dieciocho años, muy gentil, bien dispues-
to y agraciado y, sobre todo, muy obediente a sus padres,
muchacho bien criado y de buenas costumbres.
2. —Amable hijo — díjole Evast — , ven aquí a ver cómo
sueltas esta cuestión que voy a proponerte. En un castillo sito
a la entrada de un dilatado bosque, no muy lejos de acá, un
lógica, retórica, filosofía natural, la que Ramón Llull dice medicina
y ahora diríamos higiene, y la ciencia de la teología, que hemos de
creer no sería sino la doctrina cristiana. De esta Raí ¿o studiorum
héblase m;\> extensamente en Doctrina pueril (ORL, I, 130 ss.).
* Obra del Doctor Iluminado, escrita en Mallorca cerca del año 1274.
En ha^ edición de Maguncia aparece intitulada Líber principioruni
medicínete. No pocos lulistas se inclinan a identificar dicho libro con
los Començaments de Medicina, inédito, del cual se conservan ma*
nuscritos en Milán y en Palma <le Mallorca.
v «de teologia», dice simplemente el original.
i68
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
cazador de arco y flecha fué a «azar ciervos, cabras monteses
y otro venado, como solía. Aconteció, pues, que, disparando
una saeta, la clavó en un ciervo, al que, mal herido, siguió
sin poderlo alcanzar ni hallar en todo aquel día. Mientras que
se restituía a la ciudad, encontróse con un parador que traía
en su mano la saeta misma que él había disparado al ciervo.
Preguntóle dónde había encontrado aquella saeta que había
sido suya. Respondióle que la había arrancado de un ciervo
que había encontrado herido y muerto, que había vendido
después a un carnicero. Ventilóse aquí entre los dos la cues-
tión sobre de quién había de ser el precio del ciervo. Preten-
díale el cazador, porque él había muerto al ciervo, y, a no
haberle él herido, no le habría hallado el parador. Este res-
pondía que a él solo le tocaba, pues la fortuna se lo había
dado, y que él ya, desconfiando del hallazgo, le había aban-
donado, pues se volvía ya a la ciudad 1. Alhora quiero saber
de ti, hijo mío, cómo sentenciarás el pleito : por quién de los
dos ha de quedar el ciervo, o si por entrambos.
3. — 'Bien sabéis, padre y señor mío — respondió Blan-
querna — >, que es de mayor fuerza y virtud ¡la ocasión que la
fortuna o casualidad, porque en la ocasión está la intención
última por la cual fué herido y muerto el ciervo, y la casuali-
dad o fortuna de todo en todo es praeter intención ; y como el
parador halló al ciervo de mera casualidad y éste fué muerto
por ocasión, conviniéndose la ocasión con el que mató el cier-
vo y no con el que le halló muerto, por esto, según derecho y
justicia, y para conservar la mayoridad que tiene la ocasión
sobre la casualidad, debe ser juzgado el ciervo a favor del ca-
zador ; pues que si fuera adjudicado al parador, se haría a la
ocasión notable injuria y se daría a la fortuna el honor que
no le corresponde. Por cuya razón, de todo en todo juzgo a fa-
vor del cazador el precio del ciervo, con tal que deba el caza-
dor probar primero ser suya la saeta, porque es muy dable
que fuera de otro cazador que hubiese muerto al ciervo, y no
del que pretende haberle muerto.
4. Adelantó más Evast, preguntando si era justo que el
parador restituyese al cazador el ciervo, o si sólo el precio
que de él había sacado. A esto respondió Blanquerna que el
carnicero tenía derecho y razón sobre el ciervo, pues, según
costumbre de su oficio, le había comprado con intención de
que era del parador, y éste, asimismo, se le había vendido con
intención de que fuese suyo el precio. Por tanto — dijo — , se
hacía injuria al carnicero quitándole la ganancia que sacaría
del ciervo. A más de esto, no hay razón para que el parador
reciba daño por aquello mismo que merece agradecimiento, lo
1 Añádase según el original : «Cada uno profería, a su vez, mu-
chas y grandes razones en contra del otro.»
LIBRO DE EVAST Y BLÀNQUERNA. — C. T, 109
que sucedería si, a más de restituir al cazador el ciervo, sa-
tisficiese su precio y ganancia al carnicero. Por lo cual es a
justicia y razón conforme que sólo el precio del venado sea
del cazador.
5. Prosiguió Evast: — Dime, hijo, ¿estará acaso el ca-
zador obligado a dar al parador alguna parte del precio del
ciervo? — Dos maneras de derechos generales, padre y señor
mío, hay en el mundo, de quienes se derivan los demás dere-
chos especiales. El uno es según Dios, y el otro según el
mundo. El primero, por ser regulado y ordenado según Dios,
conviene sea más delicado, sutil y de mayor conciencia que el
segundo. Luego por estas dos reglas sobredichas podéis infe-
rir y conocer que, según derecho más noble y necesario, el
cazador está obligado a darle algo por su trabajo, conforme
caridad, conciencia y hermandad, y aun por urbanidad y cor-
tesía contra la avaricia, envidia e injuria. Mas porque el ca-
zador, por su libre albedrío, pueda ganar el mérito de las
virtudes arriba mencionadas dando al otro parte del precio
del ciervo, queda establecido, por divina ordenación y dere-
cho temporal, que por ninguna ley humana esté obligado a
dar parte alguna al parador del precio del ciervo; y de lo
contrario no resultaría la libertad que se requiere y concuer-
da con el mérito, con la cual puede el hombre adquirir dichas
virtudes. Ni menos el derecho temporal estuviera sujeto al
eterno; y si esto fuera así, habría Dios injuriado al derecho
más noble, para ensalzar al menos noble, lo que es grande
inconveniente y muy opuesto a la razón.
6. Aún instó Evast diciendo: — Vaya, hijo, dime: ¿co-
mete acaso alguna culpa grave 2 el cazador no dando al pa-
rador alguna cosa? —^Diferencia va, padre mío — respondió
Blanquerna — , entre culpa mortal y venial. Si el parador tu-
viera algún derecho en llevar parte del precio del ciervo, la
ordenación de aquellas dos reglas sería, sin duda, contra Dios
y justicia, lo que es imposible. Por cuya imposibilidad podréis
entender y saber que no peca gravemente el cazador dejando
de dar algo al parador. Pero en no querer usar de cortesía
ni caridad, como conviene para modificar su codicia :, comete
:ulpa venial, por la cual no merece condenación eterna, sí
sólo menos gloria en el cielo
7. Estas y otras muchas cuestiones, que fuera prolijo
-eferir, proponía Evast a su hijo, quien a todas respondía
ion cabal solución y eficaces razones.
8. Viendo, pues, a su hijo ilustrado con tan alta sabi-
luría, y adornado de tanta pericia y buenas costumbres, tuvo
le ello grande regocijo. Entróse en el oratorio de su casa,
3 «... comet peccatu.
I * «... mortificar 6a consciència».
! * Hay en este pasaje un verdadero caso de moral casuística.
170
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
en donde con Aloma solía retirarse para orar y oír misa
todos los días, como también después de haber comido para
dar a Dios las debidas gracias. Venerábase en el altar la ima-
gen del glorioso apóstoil San Andrés, en quien los dos con-
sortes tenían puestas sus esperanzas para que les alcanzase
del Señor su bendición y gracia.
9. Arrodillado Evast delante del altar, santiguándose
primero, como solía, hizo esta breve oración: — Señor Dios
glorioso, que no olvidaste a tu siervo que tanto tiempo ha an-
helado servirte en la religión ; bendito seas y bendita, sea tu
humilde y piadosa misericordia, que quiso darme el cumpli-
miento de mis deseos en mi hijo Blanquerna, que tanto tiem-
po he suspirado y deseado, para que, renunciando los bienes
temporales, yo y mi esposa te pudiésemos contemplar, amar
y servir en el estado perfectísimo de religión, acordándonos
de tu santa pasión y llorando nuestras culpas y pecados. Ado-
ro, Señor, tu bondad, grandeza, poder, sabiduría, amor y
todas las demás perfecciones con que eres un Dios en esen-
cia, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Bendito seas en ti mismo,
en todas tus virtudes y honores, porque me diste un hijo tan
sabio y de tan buenas costumbres, a quien desde hoy puedo
fiar el cuidado y mando de mi casa. A ti te lo encomiendo,
Señor, pues a ello estoy obligado.
CAPÍTULO IV
DE LA CONTIENDA QUE HUBO ENTRE EVAST Y ALOMA
1. En gran cuidado entró Evast buscando modo para
descubrir su ánimo a su esposa e inducirla a entrar en reli-
gión, pues dudaba mucho de su consentimiento. Al otro día,
oída la misa, y estando solos en el oratorio por haber ya sa-
lido los demás, habló Evast a Aloma, diciéndole así: — Que-
rida esposa mía, por la gracia de Dios, nuestro hijo Blan-
querna está dotado de gran sabiduría y de muy buenas
costumbres y crianza. Ya me parece se halla en edad en que
sabrá gobernarse a sí mismo, cuidar de nuestros bienes y
de toda la casa. Ya es tiempo de buscarle esposa y de que
nosotros, dejando este miserable mundo, nos retiremos a vi-
vir en alguna religión más santamente ; y así como con nues-
tro modo de vivir hemos dado hasta ahora luz y regla a los
que viven en matrimonio, también deseo que en adelante, por
cantidad de vida, demos buen ejemplo a los que viven en reli-
gión. Para esto miro conveniente que desmembremos una
porción de nuestros bienes temporales, para repararla por
LIBRO DE KVAST V BLANQUERNA C. J f 71
aiñor de Dios entre los pobres de Jesucristo, y que escojáis
vos un monasterio de religiosas, el que mejor os pareciere, y
yo, con vuestra licencia, entraré en otro de religiosos, lo qut;
tanto he deseado.
2. Muy extraña pareció a Aloma la propuesta, y luego
mudó de color, recelando si en algo habría disgustado a su
marido que le diese motivo de apartarse de ella. Antes de res-
ponder empezó a estar suspensa y pensativa, por lo que le
dijo Evast: — Alloma mía, ¿por qué no respondéis? ¿En qué
pensáis ahora ? ¿ Habéis oído lo que os he dicho ? — Esposo y
señor — respondió Aloma —, muy bien. Y de vuestras palabras
imagino que quizá os habré dado algún disgusto que os dé
motivo de apartaros de mí; y, si así es, castigadme como os
pareciere, mas no con dejarme ahora, a la fin de mis días,
cuando más que nunca necesito de vuestro amparo y consejo.
3. --Bien segura podéis estar, esposa — (respondió Evast — ,
que no me habéis dado jamás ni el menor disgusto ; antes os
digo que, desde aquel día en que quiso Dios unirnos con el
vínculo del santo matrimonio, he dado siempre gracias a su
divina Majestad por haberme favorecido con vuestra amable
compañía ; pues entre los muchos favores que en üste mundo
está repartiendo a sus siervos el Altísimo, de que se le de-
bieran dar siempre gracias repetidas, uno es el logro de una
fiel y buena compañera. No penséis, pues, haberme en alguna
manera disgustado en cuanto os he visto obrar, antes os pido
perdón por si acaso he faltado o si algo he obrado contra
vuestro parecer y dictamen. Mas estando nosotros al cabo
ie nuestros días, y siendo el estado religioso mucho más per-
recto que el matrimonial, y debiendo los mortales acercarse
siempre más a Dios por buenas obras, cuanto les fuere posi-
ble, mientras ahora tenemos tiempo y ocasión oportuna para
*llo, os ruego que, así como siempre me habéis obedecido, os
iignéis también ahora condescender en que, dejando a nues-
tro hijo Blanquerna en la vida activa, entremos ambos en
a contemplativa, poniendo todo nuestro conato en ver cómo
>odremos, con la gracia de Dios, estar juntos en la gloria
internamente y sin fin.
4. — -Dueño y señor mío — respondió Aloma — , con rubor
|v' reverencia responde mi amor a vuestra propuesta. Sabe
Dios que no cupo jamás en mi pensamiento ni dictamen dejar
ie obedecer en nada a vuestros preceptos, ni que hubiese ja-
nás entre mi voluntad y la vuestra oposición alguna. Pero
bor cuanto el principio de nuestra sociedad estuvo en el
Vínculo del matrimonio, y el principio en todo tiempo mira al
in como su correlativo, por esto soy de sentir de que vivamos
imbos iup.tos hasta la fin y sólo la muerte nos separe. Y así
t|abéis de entender que no convengo en obrar contra el prin-
cipio cíel estado primero en que Dios me colocó, conservó y
172
O]', RAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
guardó de faltar en algo la fidelidad del matrimonio. En todo
lo demás, mientras redunde a gloria y alabanza de Dios, po-
dréis mandarme, que obedeceré gustosa ; pero tanto como de-
jar el estado en que Dios me ha puesto, eso no. Ni vos, sal-
vando vuestro honor, me debéis aconsejar otro estado a que
no tengo tanta inclinación como al en que al presente me
hallo; pues sé que muchos hombres y mujeres, por falta de
devoción, menosprecian su estado y le abandonan. Por ahora
quisiera me dijeseis por qué más amáis el estado de religión
que el de! matrimonio que tenéis.
5. — Mucho siento, esposa mía, vuestra respuesta — dijo
Evast — , aunque pienso me decís esto para enseñar que con
resignaros a mi voluntad me hacéis mayor ohsequio, y que-
réis darme a entender que con repugnancia dejáis este estado,
y por mi respete tomáis el de religión, porque os quede yo
más deudor y obligado ; pero en vano buscáis medios con que
tenerme más grato, porque estoy sobre manera contento y
satisfecho de vos y de vuestro entrañable cariño ; apliquemos
sobre todo nuestro conato en ganar amor y mérito para con
Dios, a cuyo tribuna! hemos de venir todos. Según sé vues-
tra santa vida y mis muchos deslices, más gustosa pasaréis
vos al estado religioso que no yo.
6. Cuando Aloma entendió que su esposo creía que ella
se excusaba de consentir a la propuesta sólo para probar su
amor y ganarle más el agrado, se le llenaron de lágrimas los
ojos y, entre sollozos y suspiros, le dijo : — {Esposo mío, sólo
Dios sabe los pensamientos de'l hombre. Habéis de entender
que en mi vida no tuvo jamás mi corazón tanta pena como
ahora, que contrasta con vuestra voluntad; porque, viendo
que mi fidelidad y amor que siempre os he tenido, ahora no
se rinde a vuestro querer, se oprime con tal fuerza! mi cora-
zón, que saltan las lágrimas a los ojos, quienes sólo de mira-
ros quedan corridos; y mi conciencia con dificultad me hace
pensar sea falta aquello mismo en que no puede haiberla. Os
hago saber, pues, que os respondo seriamente según mi amor
y estado. Mi amor me da pena no obedeciendo a vuestros in-
tentos y me hace aborrecer la separación que habría entre
los dos en caso de entrar en religión. Intolerable fuera para
mí vuestra ausencia, porque mi amor apetece vuestra socie-
dad en todo tiempo, ni puede consentir mi vista en carecer de
vuestra presencia. Sin duda siento mucho no poder cumplir
aquello en que vuestro deseo tendría su complacenciai, y mi
afecto su despecho y desconsuelo.
7. — -(Mucho me gusta, esposa, vuestro amoroso razona-
miento— respondió Evast — . Y sé muy bien que es voluntad
de Dios que ame el hombre a su buena mujer. Todos estos
motivos y otros muchos serán a mi corazón estímulos de do-
lor habiéndome de apartar de vos. Vuestra presencia llena
LIBRO DE KVAS T V BLANQUERNA . — C. .}
173
de júbilo el cauce de mi pecho; vuestra honestidad y buenas
costumbres abultan mucho más mi regocijo. Ni puedo disi-
mularlo oyendo a muchos que alaban vuestros procederes,
pues entonces sin querer se asoma el júbilo en mi semblante.
Pero me conviene amar más a Dios, mi Criador y Salvador,
que no a vos ni a cualquiera otra criatura; y porque deseo
sacrificar y recibir su sacratísimo y glorioso cuerpo, por esto
la valentía de mi ardentísimo deseo borra de la memoria los
trabajos que padeceré ausente de vuestra amada compañía.
Siento en el alma daros ocasión de pena y tristeza, pero el
amor alienta al corazón a sufrir muchos trabajos y hace des-
preciar lo humano por lo divino. Ruégoos, pues, que para
amar y servir a Dios nos alentemos a sufrir valerosamente
los trabajos que han de resultar de mi separación y la
vuestra.
8. — Verdad es, señor mío — 'dijo Aloma — , que el cele-
brar y sacrificar el sagrado cuerpo de nuestro Señor Jesu-
cristo es el más noble y más provechoso ministerio que haya
en este mundo ; mas no por eso es lícito al hombre allegarse
a tan alta dignidad sin ordenación y disposición, ni ha de
ser con daño de tercero, a quien tal vez el enfado podría ser
ocasión de algún pecado. No todos los hombres son dignos, ni
alguno debe presumir serlo de tan ailto y glorioso ministerio.
Si tanto, pues, deseáis ser eclesiástico y celebrar, suplid la
ejecución con andar cada día a la iglesia de los religiosos, y
allá les ayudaréis a misa, cantaréis con ellos los salmos, las
lecciones, los responsorios y las antífonas, y asistiréis a la
misa solemne, como hasta aquí lo habéis hecho. Y, sobre todo,
que arda en vuestro corazón el deseo del sacerdocio, muy en-
horabuena; pero 1 no os tengáis por digno de tan alta digni-
dad, que en verdad no lo sois ; pues Dios os puso en el estado
del matrimonio, en que no le podéis recibir. Yo todos los días
me iré al monasterio de las monjas, como acostumbré, y las
ayudaré 2 a cantar y a responder a la misa. Hagamos cuan-
to podamos, mas no salgamos del estado en que somos, pues
Dios en él nos ha puesto.
9. — Cansado y enfadado estoy, Aloma — dijo Evast — , de
poseer y contratar los bienes temporales, porque estorban mis
oraciones ; y mi ánimo es renunciar las delicias de la carne y
entregarme tan del todo a la oración, que nada haya en mi
corazón y pensamiento sino Dios. Yo deseo hacer penitencia
y dar satisfacción de mis culpas y de los excesos que hice
comiendo, bebiendo, vistiendo, calzando y usando de blanda
«. .. mas que no us ne tingau per digne, car 110 u sou, en quant
Déus no us ha posat en estament que u po^ueu ésser, estant ja vós
primer en orde de matrimoni.»
J a... e ajudar les he a cantar e a respondre a la missa e a la
honor del sanct sacrifici del altar.»
174
( >BRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
cama y de otras muchas cosas en que he faltado. Late tam-
bién en mi pecho un fervoroso deseo de predicar la palabra de
Dios y la pasión de su Hijo nuestro Señor. Y como el estado
religioso es para esto y para otras muchas cosas más a pro-
pósito que el matrimonial, quisiera por esto dejar el mundo
y el estado que tengo y vivir en el de los felices religiosos
que hacen penitencia, y todo lo sobredicho. Si vos me quitáis
tantas dichas como puedo alcanzar en la religión, enemiga
seréis de los auges de mi gloria.
10. — Señor — respondió Moma — „ si para servir mejor a
Dios queréis renunciar al mundo, y vuestros bienes a Blam-
querna, y convenís en que nos quedemos juntos, soy conten-
ta. Ein este oratorio podremos adorar, alabar y suplicar al
Señor sin cuidado de bienes temporales, ni aun del sustento
corporal, que nuestro hijo Blanquerna cuidará exactamente
de todo. No hay necesidad de mudar estado: si buscáis vida
penitente y austera, más apta es para esto vuestra misma
casa, que no la religión, porque más secreta será en el estado
del matrimonio. Si queréis que para esto pasemos a un de-
sierto o a un monte, pronta estoy, que cuanto más austera
será nuestra vida para servir al Rey de la gloria, mayor será
el júbilo de mi alma. Vivamos castos, sin gozar aun de 1q
que permite el tálamo conyugal. Predicaréis a todos los ca-
sados con vuestro buen ejemplo y alentaréis a los religiosos
en la perseverancia de su vocación. Haced de mí lo que os
parezca mientras no desdiga al sacramento del matrimonio.
11. — Grande virtud es, esposa — dijo Evast — , vivir en
obediencia y sujetar al albedrío de otro, por amor de Dios,
la voluntad. — nVirtud grande — replicó Aloma — es ser uno
dueño de su propia voluntad, rigiéndola como debe, y ésta
mejor la conoce cada cual en sí mismo que no en otro.
12. — -Grande mérito atesora — respondió Evast — quien,
dejándolo todo por Dios, se entrega todo a servirle. -^Mérito
grande granjea — replicó Aloma — quien vive en el mundo po-
seyendo sus bienes, sin culpa, y entregándose a servir los po-
bres de Jesucristo. Grande mérito es ser rico de bienes tem-
porales y pobre de espíritu ; y, si es virtud el pedir por amor
de Dios, no se sigue ser vicio el dar por su amor a los pobres.
A más de que no es seguro mandar a un mozo como Blan-
querna tanta riqueza, no teniendo nosotros experiencia de si
es capaz de administrarla. Por esto tengo por más acertado
que hagamos en casa; la penitencia que queréis; y, si os pa-
rece conveniente salimos de ella, convengo, pero con tal que
instruyamos primero a nuestro hijo cómo pueda y sepa go-
bernarse a sí mismo y a los bienes domésticos, para que se
conserven para los pobres, los cuales hallan cada día en nues-
tra limosna su sustento.
LIRRO DE EVAST V BLANQUERNA. — C. A
175
13. — «Muchas razones fuertes y verdaderas os he pro-
puesto— dijo Evast — , por las cuales podéis y debéis obedecer
a mis demandas. Y aun os ruego no os excuséis más ni os
resistáis, antes bien me deis gusto en hacer lo que tanto tiem-
po ha que deseo. Ni es razón me provoquéis a tristeza o ren-
cor, pues sabéis cuán fielmente os amé siempre.
14. — Evast, mi señor — respondió Aloma — •: oídas vues-
tras razones, he tanteado si podría mi corazón condescender
a vuestros ruegos y preceptos, mas no hallo medio ; y porque
sé que de una inobediencia nacen no pocas veces la ira y el
despecho, os suplico no me habléis más en esta materia, que
no responderé palabra, pues temo no nazca algún desabri-
miento entre los dos. Volvamos a nuestras pláticas y hable-
mos de Dios y de sus obras, como solíamos ; y en cualquiera
ocasión que os determinéis a lo que antes tengo dicho, apa-
rejada estoy para cuanto quisiereis.
15. Muy malcontento quedó Evast viendo no podía in-
ducir a su esposa a su intento. Por muchos días y horas re-
pitió las sobredichas razones, mas en vano, porque la hallaba
siempre más constante, sin poder recabar cosa de ella, antes
se airaba y afligía más. Compasivo Evast de su enojo, pro-
puso no hablarla más en este punto y dejólo todo en manos
de Dios. Quiso contentarla con hacer penitencia en casa,
guardando clausura para que por la vista o por di oído no
entrasen las vanidades del mundo, que están reñidas con el
entender, memorar y amar a Dios y a sus honores. Al otro
día 3, oída la misa, llamó a Aloma, como solía, la cual, al oír
su voz, empezó a llorar, pensando la quería persuadir sus
pretensiones, que tanto la molestaban. A vista de su llanto,
dijo Evast : — Esposa, no lloréis, pues tan intrépido y fuerte
es vuestro coraje, que no pude rendirle con tantos ruegos;
yo quiero inclinar mi corazón a vuestro querer y quiero obe-
deceros. Tratemos del cómo hemos de hacer los dos peniten-
cia y vida austera secretamente en casa todo efl tiempo que
Dios será servido darnos vida. Demos a nuestro hijo Blan-
querna absoluto poder sobre todos nuestros bienes, reserván-
donos sólo la porción de renta necesaria para el preciso sus-
tento 4. Hagámosle espontáneamente donación de todo lo de-
más y casémosle cuanto antes. Mañana, después de la misa,
le llamaremos y le comunicaremos nuestros designios. Al en-
tretanto dispongamos nuestras cosas y escribamos la regla
a que nos obligamos para hacer penitencia.
3 t... 1 'altre dia dematí, après de missa.»
4 «... per a sostenir la nostra vida dementre que a Dén placía que
viseam.u
I7Ó OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
16. Grande gozo tuvo Aloma de esta resolución, y alabó
al Señor, que le había indinado a su dictamen. Respondióle,
pues, que estaba pronta en cumplir cuanto le había prometi-
do. Aprobó lo de hacer penitencia secretamente en casa y el
escribir la regla a que entrambos se obligasen.
CAPÍTULO V
Cómo Evast y Aloma determinaron dar el mando de la
casa a su hijo blanquerna
1. Al otro día, oída la misa, Evast y Aloma llamaron
a Blanquerna 1 en el oratorio, en cuyo altar estaba la santa
cruz, y hablóle el padre en esta forma: — Amable hijo: mu-
cho conviene el que tengamos presente el principio de donde
procedemos, y el fin para que fuimos criados, y adonde va-
mos a parar, y que reconozcamos el favor que hemos reci-
bido de Dios. Llegóse ya el tiempo en que yo y tu madre
debemos menospreciar este mundo y renunciar los bienes
temporales. Por nuestra ancianidad y flaqueza, barruntamos
estarse ya muy cercana nuestra muerte. Tiempo es de em-
prender una vida recoleta y de gastar nuestros pocos días
en llorar nuestras culpas en oración y penitencia. Por esto,
amado hijo, desde hoy te nombramos heredero universal de
nuestros bienes temporales, y en nuestras oraciones y bue-
nas obras que haremos, te acogemos en parte. En adelante
serás el dueño de nuestra hacienda y casa; procura gober-
narla de manera que no perezca el bien que de ella sale, ni
nos falte el congruo corporal sustento, y que los hijos que
tengas puedan ser criados con ella de modo que sean agra-
dables a Dios.
2. Dichas estas y semejantes palabras, tomó su sello
y Aloma las llaves de la casa, para entregárselo. Mas Blan-
querna, sin quererlo aceptar 2, dió en llanto. Dobló los ojos
hacia el altar y, viendo la santa cruz, se acordó luego de la
pasión del Redentor y que él y sus discípulos, renunciando
los bienes de la tierra, habían sido pobres. Después de ha-
ber gastado largo rato en este pensamiento, dijo:
3. — Señor padre, grande es la honra que vos y mi se-
ñora madre queréis hacerme y grande la confianza que te-
3 Dígase más fielmente: «... llamaron a Blanquerna al pie del altar
en donde estaba la santa cruz.»
2 En el original : «Mas Blanquerna no aceptó lo que Evast y Ajo-
rna querían entregarle, y comenzó a considerar y a mirar la cruz y se
acordó. . .»
LIBRO DE EVAST Y BLAÍíQUERNA. — C. 5 177
néis de mí, pues queréis recomendarme tantos bienes sin
examen previo de mi caridad, fidelidad, justicia y demás vir-
tudes. Dios os lo pague; mas sabed que no quiero meter
jamás en mi corazón riquezas ni deleites mundanos, ni mi
afecto desea cosa fuera de solo Dios, quien me ha criado
para que fuera su tabernáculo. Grande injuria fuera echarle
de donde quiere morar y quedaría mi corazón ofendido si
le apartaba de Dios.
4. Sobremanera atónitos quedaron ambos de las pala-
bras del hijo, a quien su padre respondió: — Pues ¿cuáles
son tus designios, hijo mío? ¿Qué quieres decir con eso? Pas-
mado estoy de lo que dices, y te ruego no disimules a tu
padre tus intentos. — Señor y padre mío — respondió Blan-
querna — , la divina luz estimula mi alma a memorar, enten-
der y amar la pobreza y la vida eremítica y a renunciar la
escasez y poquedad de este mundo miserable. Sin ésta podré
más perfectamente amar y contemplar al Hijo de Dios vivo,
que vino al mundo a vestirse de nuestra carne para redimir-
nos y padeció acerbísima pasión y muerte, como aquella cruz
me lo representa a la vista. Esta dolorosa memoria me es-
timula a seguir las pisadas de Elias, de San Juan Bautista
y de los demás Santos Padres del yermo, quienes, para huir-
las vanidades del mundo y vencer las asechanzas del ene-
migo y las rebeldías de la carne, hicieron vida austera y
penitente en los páramos y montes, sin que nada les estor-
bará la contemplación del Señor de las alturas, único prin-
cipio y fin de todos los bienes.
5. — Hijo mío — dijo Evast — , contentísimo estoy de los
devotos deseos de tu corazón. No pocas veces dudé en pedir
hijos a Dios, temiendo no fueran malos y transgresores de
sus divinos preceptos; mas ahora acabo de conocer que fue-
ron santos los deseos de tu madre y las muchas plegarias
que hizo al cielo para haberte. En atención, pues, que deseas
servir a Dios, en ninguna manera reprendo tus designios,
pero, habiendo de recompensar los favores que de tus padres
recibiste, debes quedarte en el mundo hasta que hayan muer-
to. Después podrás cumplir la devoción que tienes :;.
6. — Señor padre — respondió Blanquerna — , bien conoz-
co el beneficio natural que recibí de vos y de mi madre 4 y sé
que me habéis criado con desvelo, mas a todo esto excede
el beneficio que de Dios he recibido \ Considero los muchos
3 «... puis en avant pots complir la devoció e la voluntat que es
i?n tu per la divinal virtud. d
e de madona Aloma».
s «Mas sobre tot benefici és aquell que he reebut de Déu, e lu
inal raó per què som en lo món és per conèxer, amar, loar e con-
emplar Déu. E car estar en lo món és perill, majorment a home
ove, per açò vull fngÍT al món.»
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
riesgos que el vivir en el mundo acarrea, particularmente
en los mozos; por esto quiero escapar sus lazos volando al
desierto a servir a Dios, quien será mi padre y mi maestro.
Por su amor renuncio honras, riquezas y toda la gloria mun-
dana, pues sé que teniéndole a él, nada me ha de faltar;
y a faltarme este infinito bien, ¿ quién podría suplir la falta
del que mi alma ha deseado, y con tantas ansias desea?
7. — Amable hijo — dijo Evast— , si tú no obedeces a mis
ruegos, injuria haces a tus padres y a los pobres de Jesu-
cristo, que sacan de esta casa tanta limosna, la cual queda
acabada si te ausentas de nosotros; y serás responsable de-
lante de Dios si tus padres, por falta de administrador, han
de dejar de hacer la penitencia que desean. Y, en fin, tú se-
rás causa de los trabajos que en nuestra ancianidad nos
aguardan. Y siendo la culpa y la injuria tan aborrecida de
Dios, según leyes de justicia y caridad, no puedes permitir
que perezcan los bienes domésticos, ni debes ser ocasión de
nuestros trabajos, ni óbice del bien que resultará de nuestra
penitencia.
8. — Señor — replicó Blanquerna — , quiere Dios que v I
hombre trabaje en su servicio hasta la muerte. Según me
parece de vuestra edad, vos y mi santa madre 6 todavía po-
déis trabajar cuidando de los bienes de casa y haciendo de
ellos limosna. Cuantos más contrarios serán vuestros días
a los trabajos que en servicio de Dios padeceréis, tanto ma-
yor será vuestro mérito. Perseverando, pues, en el estado
que tenéis, no desconfiéis de la divina protección, ni sigáis
el rumbo de muchos, que renuncian los bienes del mundo
sólo a fin del descanso, lo que es peligroso para sí y para
otros que toman su ejemplo. En vuestra decrépita ancia-
nidad, estando vuestras fuerzas caídas, encomendaréis, sí,
vuestros bienes a persona fiel, que haga de ellos el bien que
acostumbráis, repartiéndolos a los pobres, a quienes se de-
ben Y así, señor, os ruego no seáis vos la rèmora de mi
■ «... ma dona Aloma.»
7 Las palabras «a quienes se deben» no se leen en el original,
pero interpretan fielmente el pensamiento del Maestro, quien, reite-
radas veces, dice en el Blanquerna que los bienes superfluos de los,
ricos son patrimonio de los pobres (cap. 69, nn. 3-5 ; cap. 70, n. 1 ;
cap. 76, n. 7). Ni tan sólo en el Blanquerna. En el Llibre de Santa
Maria, para no citar sino otro libro luliano, escribirá Ramón Llull
palabras tan duras como las siguientes : «E encara us prec, reyna,
que vós dels béns temporals façats fer almoyna a aquells qui són rics,
e, si no la volen fer, per ma fe ! tollets-íos lurs riqueses e dona-
lats-les a altres qui-n facen almoyna ; car no és raó que ells terr
guen aquelles riqueses empatxades e majorment en aquells qui són
rics d'almoynes ; car les almoynes vós, reyna, sots tenguda que les
guardéis e les salvets als pobres de qui són, e a aquells qui sots
umbra e confiança de vós les han donades, sots tenguda a raó, e raó
de natura és e bo consent, que vós salvets la comanda que a vós
LIBRO DK EVAST Y BLANQVERNA.
felicidad y deseo y no me expongáis a riesgo por cosas co-
rruptibles y transitorias, ni reprendáis lo que debierais ala-
bar, ni se entristezca vuestro corazón de lo que debiera
alegrarse.
9. — Prueba primero — dijo Evast — el hacer penitencia y
vida austera entre nosotros, antes de partirte al yermo a
hacerla. Tantea si tienes valor para permanecer en la auste-
ridad de vida a que tu devoción te inclina, pues empresa
grande es la que intentas, y no debes abalanzarte a ella sin
tener en ti mismo alguna experiencia. Sabe que no px>cas
veces acontece que el hombre con facilidad emprende la aus-
teridad y el rigor antes de experimentar su molestia, pero
después, sintiendo su peso con fastidio, le aborrece, y echan-
do la carga, vuelve a las comodidades del cuerpo y a sus pri-
meras delicias. Entonces es ultrajada y mofada su incons-
tancia: por lo que. amable hijo, no seas fácil en tus fervo-
res, refrena tus deseos y entiende lo que te digo.
10. — SeñGT padre — respondió Blanquerna — . ensayarse
uno en sufrir trabajos y en hacer austera vida, no es más
que meterse en una duda nacida de poca devoción y amoi.
porque la devoción alivia el peso, y el amor suaviza las amar-
guras. Cuanto más recios son los trabajos y rigores de la
vida, tanto más noble y más grande es la devoción y el amcr.
Y lo son. asimismo, la paciencia y las demás virtudes; y, así,
discurro que sólo será trabajo para mi alma el no ser mayor
el trabajo y la austeridad de vida.
11. Otras muchas razones le propuso Evast para echar
de su corazón sus propósitos; pero cuanto más le rogaba y
argüía, con tanto mayor tesón y réplicas le veía. Acabó, en
fin, temiendo no ofendiera a Dios y que no estuviese Blan-
querna inflamado del divino amor para seguir su vocación.
Después del padre entró la madre, quien con sentimiento y
lágrimas dijo al hijo estas palabras:
12. — Amable hijo, hallándoos en el eremitorio, ¿qué
comeréis? Y. roto este vestido, <qué vestiréis? Y si enfer-
máis, ¿quién cuidará de vos? ¡Oh hijo mío, dulce y muy
amado ! -\ ten lástima de tu cuerpo, que yo crié con tanta
delicadeza: ten compasión de Evast, tu pobre padre, y de
mí, porque en tu ausencia y en los recelos de tu muerte y
trabajos tendremos multiplicadas penas, cuando esperába-
mos de ti el consuelo y la asistencia a la fin de nuestros días.
Ahora que habías de ser nuestra alegría y queríamos darte
i lan comanada. Mas que vós, reyua, sofnrats que sien tants hómens
tuatarfosos, ergullosos, avars, vanagloriosos, e grans menjadors e
òevedors. plens de males costumes, e que ells posseesquen los béns
lels pobres qu: moren de fam. set, nuedat, fret, e tot dia criden per
bmor de nostra Dona : almovna! almoyna!» (ORL, X, 207).
* tBell fill», léese solamente en e! texto catalán.
iSo OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
esposa hermosa, buena, noble y rica, ¿ahora quieres dejar-
nos y entregar tu cuerpo a padecer una muerte sin culpa?,
pues no has cometido aún tan graves pecados que debas ha-
cer tan rígida penitencia, afligiendo a tu cuerpo y a nos-
otros, que jamás te hicimos injuria ni agravio. — Otras mu-
chas razones le dijo, y todas con tantas lágrimas, que las
movió a Evast y Blanquerna. Largo rato lloraron los tres
antes de responder el hijo a los reparos de la madre.
13. Después que hubo pagado la naturaleza a la parte
sensitiva el tributo de las lágrimas, no quedaron en Blan-
querna amortiguados los impulsos de su vocación, ni tardó
la fortaleza en alentar su corazón contra los desmayos del
sentimiento. Esforzado, pues, con el auxilio de la gracia, res-
pondió: — Madre mía, el amor predominante en mi voluntad
me hace inobediente a la vuestra, que siempre en verdad
amé y finamente amo 9. Hijo vuestro soy ; de vos y de mi
padre Evast recibí el ser que tengo; criado me habéis con
todo el desvelo posible; dueño queréis hacerme de cuanto
poseéis y queréis sujetaros a mi dominio; mas ni puedo ser-
viros en el mundo ni alegraros con mi presencia; entriste-
ceros conviene con mi ausencia. Ya sé que no puedo satis-
facer lo mucho que por mí habéis hecho, ni el cariño que
me tenéis; mas yo no soy mío, sino de otro que me ha to-
mado y prendido. Si yo fuera mío, a vosotros me diera para
acataros siempre y serviros; pero si Dios me ha prendido,
y me arranca de vosotros, y me aparta de las delicias del
mundo ; si me obliga a vivir solo ^en selvas y dilatados bos-
ques, entre fieras y bestias, y en parajes en donde faltan
viandas, vestidos y sociedad humana y otras cosas muchas
necesarias a la vida del hombre, Dios, que da de comer, be-
ber y vestir a las bestias y aves de aquellos páramos, y los
conserva con salud, proveerá mi cuerpo de todo lo necesario
para sustento de la vida, de donde podrá mi alma contem-
plar sus perfecciones y su gloria. Y si acaso mi cuerpo, ven-
cido de la necesidad, falleciere, habrá el Señor dispuesto de
lo suyo y mi alma habrá usado de esperanza, caridad y for-
taleza en vez de su Criador y de los trabajos del cuerpo, y
la utilidad del alma será tanta, que los trabajos corporales
en tal caso deben reputarse en nada, ni deben llamarse pe-
nosos. Toda mi vida rogaré a Dios por vosotros, y si acaso
Dios, por algún mérito, quisiera premiarme con algún favor,
le rogaré lo haga a vosotros. Perdonad, que no puedo obede-
ceros, y siendo ocasión de vuestra pena, en gracia os pido
me olvidéis, para que no os dé más trabajo. Dadme vuestra
bendición, que quiero partirme adonde puso Dios mis deseos.
n Dígase más fielmente: «...que hace inobediente a la vuestr
que tanto y tan entrañablemente me ha amado.))
LIBRO DE EVAST V BLANQUÉRNA. — C. 6 l8l
14. Dichas estas y otras palabras, hincóse Blanquerna
de rodillas y pidió a sus padres la bendición para partirse "'.
— ¿Cómo, hijo, ya te despides? — dijo Aloma. — Dilectísima
madre mía — respondió Blanquerna—, resuelto estoy de par-
tirme desde luego, con vuestra licencia11, a los páramos
adonde Dios y la fortuna me condujesen; dadme para ello
vuestra bendición y no retardéis mi viaje, porque cuanto
más tardare, tanto más se aumentará nuestra pena, y la di-
lación de mis deseos atormentará más mi corazón.
15. — Hijo mío querido — dijo Aloma — , quédate por lo
menos este día y esta noche, que no hay razón para tan
arrebatada marcha. Gastemos este poco tiempo en llantos,
amor y sentimiento de tu despedida, y mañana, oída misa,
tu padre y yo te daremos nuestra bendición y licencia por
toda nuestra vida. Quiera Dios que en el cielo nos juntemos
y nos conozcamos; y si ahora es tu ausencia para nosotros
tan sentida, séanos tu amada presencia alegre por eternida-
des en la gloria.
CAPÍTULO VI
. De cómo tentó a Blanquerna una doncella por
nombre Cana
1. Concluido que hubo Aloma su razonamiento, salió del
oratorio y fuése a casa de una señora viuda muy íntima
amiga suya \ llamada Anastasia. Tenía ésta una hija her-
mosísima y muy linda, cuyo nombre era Cana. Retiradas las
tres a un aposento de la casa, empezó Aloma a lamentarse
diciendo; — ¡Ay de mí triste, y cómo me quedo por siempre
desconsolada en quien pensaba había de ser toda mi alegría !
Perdido he a mi hijo Blanquerna, a quien, después de Dios,
amaba sobre todo lo del mundo; y si en vosotras, amigas,
no hallo medio de recobrarle, dolorida y triste quedará mi
alma toda la vida.
2. Atónitas se quedaron con esto Anastasia y Cana, y,
compadecida Anastasia, la dijo: — Hermana y amiga, no 11o-
* «r... que anar volia en lo ermitatge a Déu servir.»
11 Las palabras «con vuestra licencia» no aparecen en el texto
primitivo.
1 Las palabras «muy íntima amiga suya» no aparecen en el texto
catalán, si bien se presuponen por lo que se dice casi a continua-
ción : .<En gran amistat era Aloma amb Nastàsia e amb Natana sa
filla.» Se ve que el traductor leyó mal el manuscrito, y, confundiendo
la t con una c, y tomando la sílaba na por artículo personal, convir-
tió el original Ñata na en Cana.
í82
OBRAS LITERARIAS DE KAM()N LLULL
réis ; que, si en algo os podemos valer, os serviremos de gus-
to y con empeño, mientras de ello no resulte infamia o mur-
muración.— Contóle Aloma lo que había pasado entre ella,
Evast y Blanquerna; cómo éste no había querido obedecer
sus ruegos y estaba en ánimo de partirse 2 al desierto, al otro
día, para hacer penitencia hasta la muerte. — El favor que
os pido, señora — prosiguió — , es que Cana hable a Blanquer-
na y que mañosamente le haga olvidar esta quimera, y que
le incline al matrimonio y a que sea su marido. Nosotros les
haremos donación de cuanto tenemos y, desde luego, serán
suyos nuestros bienes.
3. Acordaron ambas que Aloma, el mismo día después
de comer, llevase consigo a Blanquerna, a quien dejarían solo
con Cana, para que tratasen de amores, de manera que en-
tendiera él que Cana le quería para esposo y que este deseo
tenía en su corazón hondas raíces. Por este medio pensaron
torcer a Blanquerna la inclinación 3. Concertada la trampa,
fuése Aloma algo consolada a casa, en donde halló a Evast
y a Blanquerna llorando en el oratorio la vecina despedida.
— Tiempo es de comer — dijo Aloma — ; salid y comamos, que
os sobrará tiempo para lágrimas.
4. Muchos platos les sirvieron en la mesa; pero poco
comieron. Acabada la comida, tomó Aloma su manto y dijo
a Blanquerna la acompañase a casa de una amiga suya, con
quien había de tratar cierto negocio. Acompañóla a casa de
Anastasia, a quien encontraron sola con su hija, ricamente
vestida, a más de ser extremada su natural hermosura. Dí-
jola Aloma que hiciese compañía a su hijo, al tiempo que
ella hablaría con su madre. Quedaron ambos en la pieza a
solas, y Aloma y Anastasia entraron a hablar en otro cuarto
más retirado.
5. Mientras estaban sentados lado por lado y Blanquer-
na pensaba en ejecutar su viaje, empezó la doncella a expli-
carse así : — Tiempo ha, señor Blanquerna, que deseo descu-
briros mi corazón, y por la inclinación particular que es
tengo, gustara sobremanera de ser esposa vuestra. La vio-
lencia del amor con que os amo me obliga a deciros estas
palabras. Vuestro nacimiento y riquezas os hacen, sin duda,
merecedor de más noble y rica esposa; mas el cordial afecto
que os tengo y la buena intención que llevo de que seáis mi
esposo, han de valerme con vos, pues no hay algún siniestro
o desordenado fin en esta mi pretensión, y ojalá se cumplie-
ran mis deseos, para lograr el tener hijos que sean buenos
siervos de Dios y que se os asemejen en la santa vida que
hacéis por la gracia del Señor y por la buena educación y
" «... que lo sent demà demalí. »
n «...e induir-lo-ien a orde de matrimoni.»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 6 183
ejemplo de vuestros padres, quienes son los más santos y
virtuosos que hay en esta ciudad.
6. Bella y hermosa era Cana, y con mucha discreción
y muestras de grande amor dijo estas y otras palabras a
Blanquerna, quien no por eso olvidó ni apartó de su corazón
su santo propósito, ni el fuego del divino espíritu que había
inflamado su corazón tardó en socorrerle. Habiendo, pues,
considerado un rato las palabras de Cana, dijo : — Aquel Rey
de los reyes, consuelo y esperanza de todos los pecadores,
que no olvida las necesidades de sus siervos, adoro y ben-
digo, porque su divina virtud me favorece contra las ten-
taciones que desde hoy empiezan a embestirme. Vístese de
júbilo mi corazón en el principio de esta guerra, y la fuerza
que siento en resistirme ahora, me hace esperar que la ten-
dré en adelante. — Mucho en esta forma alabó y bendijo
Blanquerna a Dios antes de responder a la propuesta de
Cana.
7. Viendo ésta que Blanquerna, sin responderle, alegre
bendecía a Dios, no sin algún sobresalto, le dijo: — ¿Cómo,
señor, no respondéis a mis palabras? ¿Qué es lo que decís,
que excita a tanto gozo vuestro espíritu? — Con las tuces
de su gracia — respondió Blanquerna — ha iluminado mi co-
razón el Espíritu Santo, para desear la vida eremítica, en
que tenga en mi corazón a Dios sólo. Sabed, señora, que al
explicar vuestros afectos, el deleite sensual empezó a batir
mi alma, tanto por la fragilidad natural como por astucia
de enemigo. Mas ésta luego se puso en presencia de su aman-
te, y la divina luz la ilustró con su amor; de donde conozco
que no olvida Dios a su siervo, antes me esfuerza tanto para
despreciar vuestra propuesta, que me admiro que en una
señora como vos haya cabido pensamiento tan extraño como
es el que deje yo el amor del soberano Dios por el vuestro.
Tal cual vez dudé si tendría valor para resistir a las tenta-
ciones que en el desierto me esperan; mas ahora bien en-
tiendo que Dios me ayudará, y no temo, como antes solía,
vengan tentaciones, pues el vencimiento que logro ahora en
el principio me anima a despreciarlas todas.
8. Admirada la doncella de la santidad y ánimo cons-
tante del joven, le dijo: — ¿Cómo no respondéis, amigo, a
mis preguntas? — Si queréis hablarme de Dios — respondió
Blanquerna — , o darme doctrina como le pueda más amar,
honrar y servir, muy agradables me serán vuestras pala-
bras: mas no me entretengáis con estas vanidades y dejad-
me discurrir mi viaje mientras que tarda mi madre en des-
pedirse de la vuestra.
9. — ¿Cómo podréis — dijo Cana — soportar hasta la
muerte vida tan austera en las selvas y cómo se os hace tan
fácil aguantar lo que tal vez no podréis sufrir? - ¿Quién o;ó
184
ÒBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
valor — respondió Bl'anquerna — |para sufrir trabajos y tor-
mentos a Santa Catalina, a Santa Eulalia, a Santa Margarita
y otras vírgenes y mártires, que por mor de mi amado Señor
Jesucristo fueron atormentadas, colgadas, quemadas y muer-
tas ? ¿ Y si aquellas doncellas mozas, tiernas, y mujeres frági-
les, con la gracia de Dios, padecieron tanto y aun deseaban
padecer más, yo, que soy hombre, no sabré tolerar en el ere-
mitorio hambre, sed, frío, calor y miedo por amor de Dios?
¿ Y no será en mí virtud, sin comparación mayor, confiar en
la providencia divina en el desierto, que si en esta ciudad
pusiese mis esperanzas en la asistencia a mis padres y en
las riquezas de este mundo?
10. — «Muchas veces acontece — dijo Cana — que, hallan-
dose el hombre entre sus parientes y amigos, se resuelve
animoso a emprender alguna grande obra o hazaña por don-
de pueda ganar aplauso y premio ; pero cuando después sien-
te el trabajo, desmaya y retrocede de la empresa que pensaba
llevar a cabo. Así, cuando vos en el desierto experimentareis
el rigor de vida y lo extraño y ruin de las viandas, os arre-
pentiréis de haber dejado a vuestros padres, parientes y
amigos, y, hallándoos sólo entre fieras, mudaréis de parecer,
temeréis lo que ahora no teméis.
11. — Señora — respondió Blanquerna — , yo voy a los
bosques a contemplar a mi Señor Jesucristo y a su gloriosa
Madre la Virgen María. Llevo por compañeras la fe, la espe-
ranza, la caridad, la justicia, la prudencia, la fortaleza y la
templanza. Necesito la fe para creer los artículos de nuestra
santa fe católica, apostólica, romana, para vencer las tenta-
ciones que causa la ignorancia. Llevo la esperanza para
esperar y confiar en la fuerza y ayuda de aquel que sólo
puede ayudarme. La caridad lleva mi corazón a las selvas,
y ella me hace parecer que esta ciudad y demás poblaciones
sean unos despoblados. Con ella lo puede todo el hombre
y todo lo vence. La justicia me obliga a volver a Dios el
cuerpo y el alma, porque es Criador y Bienhechor mío y de
cuanto tiene ser. La prudencia me da a conocer y menospre-
ciar al mundo, caduco, lleno de engaños y errores, y me hace
desear la eterna bienaventuranza. La fortaleza, con la fuerza
del Altísimo, alienta mi corazón para sufrir por su amor
cualquier trabajo. Llevo conmigo la templanza, como señora
de mi boca, de mi apetito y de mi vientre. En caso, pero,
que yo en el desierto no pudiese usar de estas virtudes, sería
preciso restituirme a casa; y si allá no pudiese sufrir ham-
bre, sed, frío, calor, desnudez, temor, pobreza y tentaciones,
¿ cómo me socorrerían las virtudes y sus obras ?, sin las cua-
les ni pudiera ni quisiera vivir en aquellos ni en otros para-
jes. Vos, señora — prosiguió — , queréis espantarme con lo
mismo que deseo padecer por amor de quien padeció por
L1RRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 6
mi amor mayores trabajos que los que vos me ponderáis.
Sabed que el deseo de padecer éstos y muchos más me saca
de mi patria y me lleva a donde los padezca, y no es mi gusto
vivir ni habitar donde me falte ocasión de padecer.
12. — Mucho me gustan vuestras palabras — dijo Cana — ,
por lo que quisiera siempre estar con vos: llevadme en vues-
tra compañía y hagamos juntos penitencia en donde os pa-
reciere. —No conviene — 'respondió Blanquerna — que ni vos
ni otra persona rae acompañe; ni quiero más compañía que
de Dios, de los árboles, de las hierbas, de las aves, de las
fieras, de las fuentes y aguas ; de los prados, de las riberas,
del sol, de la luna y de los astros; pues nada de todo esto
impide a mi alma el contemplar y entender a Dios.
13. — Señor — dijo Cana — siendo yo vuestra compañe-
ra, si por acaso alguna vez sentís estímulos de la carne, ten-
dréis con la resistencia mayor mérito y seréis más contrario
a la lujuria, vicio tan abominable a Dios. Si vencéis vuestra
carne, será mayor vuestra fortaleza. Si tenéis confianza de
sujetarla, será mayor vuestra esperanza. En aquello en que
podáis haber mayor mérito, será mayor vuestra sabiduría,
y, venciéndoos a vos mismo, mayor será en Dios vuestra
caridad. Por estos y otros motivos debéis admitirme por com-
pañera. — Prohibido está por la ley — 'respondió Blanquerna —
el tentar a Dios; ni debe el hombre tentarse a sí mismo en
la forma que decís, pues tiene esto resabios de soberbia y
vanagloria y peligra mucho por la flaqueza con que quedó
por la culpa. Cuando el hombre se halla casualmente en la
ocasión, que use de las virtudes como decís, esto sí; pero yo.
por cuanto hay en el mundo, no os llevaría conmigo ; lo que
os aconsejo es que dejéis el mundo y entréis en algún mo-
nasterio de religiosas, para memorar, entender y amar la
santa virtud de Dios, para meditar la vileza de este mundo
y la gloria eterna del otro.
14. — ^Entonces — dijo Cana — ■, en el principio de nuestra
plática, el amor me inclinaba a amaros por el donaire y gen-
tileza de vuestro cuerpo; mas ahora, con vuestras palabras,
subió mi alma a amar vuestras virtudes. Mudado he mi pa-
recer; ilustrado habéis mi alma con la virtud divina, y mi
cuerpo habéis entregado a Dios. A Jesucristo me habéis dado
por esposo, lo que no imaginaba cuando deseaba ser vuestra
esposa. — Mientras que la doncella así hablaba, las madres
estaban escuchando. Mucho le pesó a Anastasia lo que su hija
acababa de decir, por lo que dijo a Aloma: — Señora, no su-
friré yo que hable más Blanquerna con mi hija. — Y luego
entraron en la pieza donde estaban los dos y cesó el razo-
namiento.
15. Despidióse Blanquerna de Cana, y el amor sencillo,
[¡pin rebozo, la obligó a decirle llorando en presencia de las
iS6
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
dos estas palabras : — iNo me olvidéis en vuestras oraciones,
Blanquerna, pues 4 vuestra persuasión me hace semejante
a vos en e¡l deseo de servir a Dios. Esta casa ha de ser para
mí d eremitorio que vos vais a buscar. — Instruyóla Blanquer-
na en el modo de guardar con cuidado las siete virtudes y el
estado virginal toda su vida. Restituyóse a su casa con su
madre, y ésta refirió a Evast el motivo que había tenido de
llevar a su hijo a casa de Anastasia y 'lo que entre él y Cana
había pasado. Mandó Evast que no se impidiese su viaje,
porque era obra de Dios, y es de temer mucho el querer im-
pedir a los que están resueltos a servirle.
16. Toda la noche estuvieron los tres en el oratorio. Los
llantos y ios coloquios que entre sí tuvieron, ¿quién los podrá
explicar? Las devotas palabras que dijo Blanquerna de Dios
y de su gloria en aquella noche, ¿quién las sabrá referir?
Las bendiciones que sus padres le dieron, ¿quién las podrá
escribir? ¿Y quién podría oír sin lágrimas los devotos colo-
quios de 'los tres?
CAPÍTULO VII
De cómo Evast y Aloma acompañaron a su hijo
Blanquerna
1. Al otro día, oída misa, llamó Evast a sus parientes
y amigos para que viniesen a honrarle acompañando a su
hijo. Cuando estuvieron todos juntos en su casa1, les refirió
cómo la divina bondad había enamorado a Blanquerna para
hacerse ermitaño y contem/plar la virtud de Dios en las sel-
vas y lugares inaccesibles. Pasmados se quedaron todos al
oír esto, y rogaron a Blanquerna no se ausentase, por no des-
consolar a sus padres con su ausencia, diciéndole que todos
le mirarían como a su jefe y caudillo, después de la muerte
de su padre, como hasta aquí lo habían hecho. Pero Evast
les dijo no 'le hablaran más en aquella materia, porque tan
arraigada tenía la divina inspiración, que por un mundo en-
tero no dejaría su viaje. — Padre y señor mío — dijo Blan-
querna— , para sacudir de mí la vanagloria o para que la
gente no atribuya a pompa la honra que vos y estos señores
quieren hacerme, y aún más, porque soy indigno de ellas,
si os parece, en casa me despediré de todos, y con vuestra
bendición y la de Dios me partiré secretamente.
4 «... pus que vostres paraules me fan resemblar esta cambra en
que so les habitacions on vós desirats anar.»
LIBRO DE EVAS T V BLANQUERNA. — C. 7 <s7
2. — Hijo — -respondió Evast — , por el decir vano de la
gente no hemos de dejar de dar un buen ejemplo, como tú
le das a todos nosotros, pues que con ir a servir a Dios des-
preciando el mundo, da el hombre un buen ejemplo de sí
mismo. Más monta el buen ejemplo que tomará la gente bue-
na que no lo que dirán los fatuos, y con esto quedarás más
esforzado y opuesto a vanagloria y resistirás con más valor
las tentaciones de salir de tu eremitorio.
3. Acompañáronlo sus padres y otras muchas personas,
y corriendo por la ciudad la voz de su partida, le dió muchas
bendiciones todo el pueblo y a no pocos pecadores remordie-
ron sus conciencias, cuando muchos justos se alentaron a
aumentar sus buenas obras, aplicándose más al servicio de
Dios. Muchos se lastimaron de Evast y Aloma, púas pensa-
ron no habían de ver más a su hijo. Compadeciéronse de los
trabajos y vida rígida que de preciso tendría en la soJedad,
en donde le ha'bía de faltar lo necesario para el sustento de
la vida corporal.
4. Era entonces Blanquerna mozo galán, blanco, rubio y
colorado y muy agradable a la vista, porque la Naturaleza
le había dotado de todas aquellas facciones que sirven
halago a los ojos. Su alma estaba colmada de virtudes y en
su corazón moraba día y noche la memoria de la grandeza
de Dios. El santo propósito que deseaba cumplir su voluntad
encendía en amor de Dios a cuantos le miraban, de modo que
por" la piedad y devoción que en ellos excitaba, enternecido
el corazón, se explicaba en lágrimas sentidas.
5. Cuando Blanquerna, con toda 'la comitiva, estuvo fue-
ra de la ciudad, rogó a sus padres, y a los demás se sirviesen
dejarlo solo. Pero su madre dijo no lo haría hasta entrar
al bosque adonde iba. Del mismo parecer fué su padre con
los demás l. Por el camino le preguntó Evast el motivo prin-
cipal que había tenido en dejar el mundo y hacerse ermitaño.
— 'Señor — respondió Blanquerna — >, quiso Dios que me apli-
caseis a la teología y a otras ciencias que me dieron cono-
cimiento de Dios, quien por lo que obra su virtud en las
criaturas se representa, y como este mundo es grande es-
I torbo para contemplarle y considerar su encumbrada virtud.
por esto - le dejo y me retiro a los montes y desiertos. Con-
migo llevo todo lo que aprendí; solitario quiero vivir, para
que nada me impida el memorar, conocer, amar, alabar y
bendecir a Dios con lo que sé. Esta es, señor, la razón prin-
VA traductor omite «y todos siguieron a Blanquerna». •
u ]k-v açò (ksampaf lo món. Ab mi port en los munts ço que
!he après e vull ésser solitari.»
li 3 «Aquesta ¿s, sènver, la pus principal raó per què jo leix lo
mon...
i88
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
cipaJl y la que más ilumina mi entendimiento y me convenci;
para dejar el mundo, a vos, a mis parientes y amigos. Otras
tengo sin ésta, y la una es que apenas veo en el mundo quien
haga lo que debe, o lo que puede, en conocer, amar, honrar
y servir a Dios, su Señor y Criador, ni quien le agradezca los
beneficios recibidos y los que recibe cada día ; antes ya casi
el mundo todo va revuelto en engaños, trampas, errores y
vanidades ; por esto, señor, estimo más vivir entre las fieras,
árboles y aves, que no tienen culpa, que entre hombres in-
gratos a los beneficios que han recibido y reciben de Dios
nuestro Señor.
6. Dichas estas y otras razones que sería largo de con-
tar 4, rogóle Aloma un favor. — 1¿ Qué favor, madre ? — res-
pondió Blanquerna — . En caso que yo pueda sin estorbo de
mi viaje, gustoso lo haré ; cuando no, perdonad, señora. ■ — No
pido tal — dijo la madre — >; lo que te pido puedes hacerlo sin
dificultad ni embarazo. — iPues, señora, como madre, bien sa-
béis que no reservé cosa en mí que no esté sujeta a vuestra
voluntad, mientras no contraviniere a la voluntad del que
me enamoró, en pensar y considerar sus honores. Si lo que
me pedís se conviene con su voluntad, otorgado y concedido
está. — Hijo — dijo la madre — , lo que te pido es que antes de
morir vuelvas a habitar un poco en mi compañía; después
pasarás otra vez a tu eremitorio, o si no, me envíes por lo
menos algún mensajero, quien me dé noticias de tu morada,
y yo iré a verte y a estar contigo el tiempo que te fuese
de gusto mi compañía. — ¿Bien entendéis, señora — respondió
Blanquerna — i, que no tengo certeza ni del tiempo de mi vida
ni de mi muerte, ni menos de la vuestra. Si, pues, os pro-
metiese de venir a visitaros en tal tiempo y muriese antes,
podríais culparme de mentiroso y desleal ; y si yo algún tiem-
po volvía, sería esto renovaros la pena que tenéis ahora de
mi partida. Enviaros mensajero no es posible, porque toda
mi vida, según intento, ha de ser solitaria. Y así, señora, me
pedís un imposible, según la divina voluntad me mandó obe-
decer a sus preceptos, a que no quiero contradecir 3.
7. — Amado hijo — dijo Aloma — ¿en dónde, dime, ha-
rás tu morada o en qué parte andarás ? — Madre — (respondió
Blanquerna1 — , no puedo decir lo que no sé; iré por los bos-
ques y montañas a buscar paraje en donde haya agua y algu-
nas hierbas con que pueda alimentar mi cuerpo. Cuál sea este
lugar ni cuál esta habitación, amena o áspera, ni por dónde
se va a ella, todo lo dejo en la mano y voluntad de Dios;
1 «Com Blanquerna hac fenides aquestes paraules», dice simple-
. mente el autor.
3 El original calla «a que no quiero contradecir».
LIBRO Dfe KVAST V 61ANQUERNA. — C. 8
porque él es toda mi esperanza 6 y conformidad, todo mi
deseo y amor. En él espero, en él me alegro, y con hu-
mildad le ruego me enderece al encuentro de este sitio opor-
tuno en donde le pueda contemplar, amar y servir y honrar
toda mi vida y rogar le por vos y por mi padre.
CAPÍTULO VIH
De la despedida
1. Llegaron, en fin, al lugar en donde habia de embos-
carse Blanquerna l. Pararon todos, y éste, hincado de rodi-
llas, pidió a su padre le diese la bendición en lugar de la he-
rencia. Arrodillado también Evast y orando, dijo: — ¡Oh
divina Sabiduría, que eres infinita en bondad, grandeza, eter-
nidad, poder, sabiduría, amor y perfección! ¡Tú eres tu virtud
en todas estas virtudes y dignidades sin diferencia! Adorote
en ti misma y en todas tus virtudes y dignidades. A servirte
y contemplarte en tus honores se encamina mi hijo. En qué
lugar, yo no lo sé ; mas sé, Señor, que adondequiera que vaya,
eres tú allá por esencia, presencia y potencia, con todas tu¿
virtudes y poderes y con todo complemento 2, un Dios eterno,
que lo criaste y conservas todo, y eres el fin y complemento
de todo. Divina esencia que lo comprendes todo, a ti te en-
comiendo a mi hijo; guárdale, pues en ti puso todo su amor
y esperanza. Enamórale en su servicio y dale inteligencia de
tu virtud para que te ame más. Señor eterno, recibe a mi
hijo y hazle perseverar toda su vida en pensar y contemplan
tu gloria. No quieras, Señor, castigar mis culpas en mi hijo;
y si él ha pecado, sea de vuestro gusto el que haga yo por él
la penitencia. No olvidéis el gusto que tengo de que vaya a
serviros, ni la pena que siento de su ausencia. Esencia sim-
ple, acto puro sin fin y sin principio, tú me diste a Blanquer-
na; criéle con mis flacas fuerzas, instruí'le en tu servicio;
virgen en cuerpo y alma te lo vuelvo y encomiendo; y en gra-
cia de tu santa Trinidad, y con la bendición de la santa hu-
manidad que termina en el Hijo del divino Padre, que es en
* «Qua! que sia la terra, nil loe, ni les encontrades, tot sia en
,1a mà de Déu, car en ell és ma esperança, e en ell me confiv que -ni
|do endreçament.»
1 «Bementre que Blanquerna parlava en axí ab Aloma sa mare,
¡esdevengren al loc on Blanquerna devia entrar en lo boscatge.»
2 No aparecen en el original las siguientes palabras : «un Dios
¡eterno que lo criaste v conservas todo y eres el fin y complemento
de todo».
IQC
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
ti encomiendo a mi hijo. La Reina <M cielo y tierra, Maria
Madre de Dios, con todas las vírgenes 4 ; San Miguel, con
todos los ángeles; A'braham, Isaac, Jacob y San Joaquín, con
todos los santos patriarcas ; San Pedro y San Pablo, con to-
dos los apóstoles ; San Lorenzo y San Vicente, con todos ios'
mártires; San Benito 5 , San Francisco y Santo Domingo, con
todos los confesores, guarden y ayuden a mi hijo. En manos
de Elias y de San Juan Bautista, que fueron ermitaños, le
encomiendo, para que tú, Señor, por sus méritos, le guardes
y defiendas en su eremitorio.
2. Acabada esta oración, rogóle su hijo se levantase
para hacerle la debida honra. Hízolo el padre, y, arrodillado
Blanquerna, besóle pies y manos, y Evast le besó en el ros-
tro, y haciéndole la señal de la cruz, con lágrimas de senti-
miento, le dio su bendición y gracia.
3. Obtenida la bendición paternall, postróse Blanquerna
a los pies de su madre, a quien amaba tiernamente °. AJtendía
asimismo la madre la hermosa vista, el gentil semblante y
piadoso gesto de su hijo. ConstriñóÜes la fuerza de amor, y"
sin poder hablar mirábanse los dos hito a hito, derramando
muchas lágrimas. Largo rato estuvieron ambos en esta pos-
tura; pero Blanquerna, que deseaba partirse, alentando su
corazón, dijo : ¡ — Tiempo es que me vaya y me separe de vos ;
ruégaos, madre mía, me deis vuestra santa bendición 7.
4. Recobrada Aloma por la virtud del muy alto Señor,
dijo: — lAjmable hijo, razón es me acuerde de la Reina del
cielo, Madre del Hijo de Dios nuestro Señor Jesucristo, para
que te sea patrona favorable en todas tus necesidades. —
Postróse Aloma, y besando la tierra, levantando ojos y ma-
nos al cielo, dijo: — (Reina y Virgen Santísima, que por tu
glorioso Hijo eres en todas partes venerada e invocada: mi
hijo se va solo, y no sé adonde ; sé que va a servir a tu amado
Hijo, a memorarle, amarle y contemplarle; quieras tú, Reina,
guardarle y defenderle 8. Tú reinas con tu Hijo en ia gloria,
y tu Hijo (hace partir y a'lejar de mí al mío, y me hace quedar
sola, sin hijo. Virgen y Madre 'bendita, amaré a tu Hijo, para
3 «en benedicció de la humana natura que ajustéis. Al Fill tkl
Pare celestial qui en tu és comanmon fill Blanquerna. »
4 «con todas las vírgenes» es un añadido del traductor.
•' «Sent Bernart», según el texto catalán.
|; Aquí el traductor ha truncado el texto original, que reza así:
«Com Blanquerna hac reebuda la benedicció de son pare, ell s'age-
nollà a Aloma sa mare, demanant sa benedicció e gràcia per benigni-
tat del Rey de glòria. Blanquerna estec de genolls devant sa mare
Aloma ; ab lo seu piados esguardament esguardava sa mare. Aloma
era estant en peus, e esguardava lo bell visatge de son fill Blan-
querna.»
7 «K dix a Aloma que ell esperava son cumiat e sa gràcia.»
8 Helo ahí, más fielmente traducido : «Si a tu hijo va a amar
y honrar, quieras tú a mi hijo guardar, defender y amar.»
LIBRO DE EVÁST Y BLANQUERNA — <J . 8 IQ1
que tú al mío a-mes, y tú amarás al mío, porque el tuyo es
amado de ti. Triste está mi alma por su partida; mas tú,
Reina, estás alegre en presencia de tu Hijo. No tengo más
que un hijo, y me lo quita el tuyo. Oblígale a exponerse a
riesgo de dar en mala gente y fieras y a vivir solo toda su
vida. Le obligará a comer yerbas crudas y llegarán a ser sus
ropas los pelos, los cabellos, di aire, el sol 9 y los astros.
Inclina, Señora, tus ojos y atiende euán bello es mi hijo en
cuerpo y corazón. Atiende, Señora, cómo el sol, y el viento,
y ¡la desnudez denegrirán y afearán la belleza de sus faccio-
nes. Virgen gloriosa, cuando mi hijo tendrá frío, ¿quién le
calentará? Cuando estará enfermo, ¿quién le asistirá? Cuan-
do tendrá hambre, ¿quién le dará de comer? Y si teme,
¿quién le alentará? Si tú, Señora, no le asistieses, aunque
yo no te lo rogase, ¿en dónde sería tu piedad y tu miseri-
cordia? El dolor que tuviste de tu Hijo viéndole crucificado
y muerto, hágate memoria de la pena que tengo viendo que
el mío va a morir solo, en aflicciones y penitencias, en los
bosques, y no sé en cuál parte. Si tu Hijo, Señora, murió por
amor sin culpa, el mío lleva sólo el amor a la muerte. De
lo que comprendo de tu Hijo y del mío y de 'la esperanza que
en ti tengo, algo útil saldrá mi hijo.
5. Otras muchas cosas decía Aloma con devoción a la
Reina del cielo, en las cuales, por el exceso de amor y devo-
ción, no guardaba orden ni modo. En este intermedio levan-
tó Blanquerna los ojos y vió que se caia ya el sol, por lo que
dijo a sus padres y a la demás comitiva que era ya tiempo
de que se volviesen a la ciudad y que él hiciese su viaje.
Levantóse Aloma, y su hijo le besó manos y pies, y ella le
besó en los ojos, en las manos y en el rostro; hízole sobre
su cabeza la señal de la cruz y dióle su bendición y gracia.
Besóle otra vez, y con lágrimas le dijo: — Dulce hijo mío,
encomiéndote a la protección y defensa de la gloriosa Virgen
¡ María y de sus virtudes, por quienes son favorecidos los
[ pecadores todos. Su madre Santa Ana y el santo varón José
í Abarimatía, quien pidió el santísimo cuerpo del Señor, sean
en tu custodia. Santa María Magdalena, Santa Catalina,
Santa Eulalia, Santa Engracia 10 y las demás santas sean
|!en tu favor y ayuda, pues a todas te encomiendo, para que
seas por sus manos defendido. Y por el dolor y lástima que
tengo y tendré de tu partida, pido a todo viviente que pueda
valerte se apiade de ti, te ayude y defienda contra el espíritu
maligno. Y tú, hijo mío, puesto que eres tan noble de cora-
ízón, persevera en tu santa vida, de manera que, por la gracia
y poder de Dios, tu padre y yo podamos hallarte en la etern.i
Kl autor ralla «el aire, el sol».
' «Sancta Clara» léese en el original.
IL>2 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
gloria. Amén. — Dicho esto le abrazó y besó con muchas lá-
grimas, y a breve rato cayó por tierra desmayada.
6. Recibida la bendición de sus padres y recobrada Alo-
ma, postróse Blanquerna y, levantando al cielo sus ojos
llorosos y sus manos, adoró a Dios en cada uno de los catorce
artículos de nuestra santa fe católica, diciendo : — Señor Dios
glorioso, que eres uno en Trinidad y trino en Unidad: en ti
adoro unidad de esencia y trinidad de personas, sin alguna
composición o minoridad. Adoro, Señor, alabo y bendigo
en tu divina esencia al Padre infinito y eterno, el cual de
toda su infinita bondad, grandeza, eternidad, poder, sabidu-
ría, amor y perfección engendró al Hijo, infinito en bondad,
grandeza, eternidad, poder, sabiduría, amor y perfección.
A este Hijo divino y singular adoro, bendigo y alabo en si
mismo y en el Padre, y al Padre adoro en sí mismo y en
el Hijo. Adoro, Señor, alabo y bendigo al Espíritu Santo,
cuyo ser es, saliendo y procediendo deil Padre y del Hijo,
infinitamente en bondad, grandeza, eternidad, poder, sabi-
duría, amor y perfección. A este divino Espíritu adoro en
sí mismo, y en el Padre y en el Hijo; y al Padre y al Hijo
adoro en el divino Espíritu; y las tres personas y virtudes
esenciales dichas adoro en la esencia y en la unidad; y la
esencia y unidad adoro en las virtudes personales. Señor
Dios glorioso — prosiguió Blanquerna — , adorote como a Cria-
dor, que criaste de la nada al mundo y todo lo contenido
en él, para que fueras conocido y amado en tus obras >
nosotros fuésemos en tu gloria partícipes de tu bienaventu-
ranza. Adorote, Señor Dios todopoderoso y misericordioso,
como a recriador y bienhechor que sólo puedes perdonar
pecados y restituir la gracia espiritual a los ángeles y a los
hombres. Adorote u, Señor Dios verdadero y glorificador de
los santos, en tu interminable gloria, adonde por tu infinita
bondad, grandeza, eternidad, poder, virtud y misericordia
nos quieras elevar y acoger a la fin de nuestros días, pues
que a causa de nuestras culpas no tenemos méritos propios
condignos de ello. Adorote, Señor Dios, como a Criador
y Salvador que eres, en tu santa concepción, por obra del
Espíritu Santo, en las virginales entrañas de la humilde
Virgen María, por la cual quedaron unidas las dos natura-
lezas, divina y humana, en una persona llamada Jesucristo.
Adorote y bendígote, Señor, en tu santo y glorioso nacimien-
to, en que saliste Dios y Hombre, y en la virginidad de tu
santísima Madre María, Señora nuestra, siempre virgen, an-
tes del parto, en el parto y después de él, sin algún género de
corrupción. Adorote, Señor, en tu pasión y muerte que pade-
ciste en la cruz para redimir al linaje humano. Adorote,
11 Las palabras «Adorote... ello» son añadidas por el traductor.
UHRO DL EVASX Y BLANQUERNA . — C. 8 Iy^
Señor, en tu santísima alma, que bajó a los infiernos para
sacar las almas de los santos padres, esto es, de Adán lt,
Noé, Abraham, Moisés, David, y los demás santos patriarcas
y profetas, que tanto tiempo habían deseado tu santo adve-
nimiento. Adorote, Señor, en tu gloriosa resurrección, porque
quisiste resucitar y, glorificado, aparecer, primero que a
ningún otro, a tu santísima Mjadre, para que le sirviera de
consuelo y a nosotros de señal de nuestra resurrección.
Adorote, Señor, en tu admirable ascensión, cuando por tu
ívirtud propia subiste al cielo a sentarte a la diestra de Dios
'Padre. Adorote, Señor, y te temo, porque en el día del juicio
universal has de venir a juzgarnos a todos, buenos y malos,
a los buenos para darles gloria sin fin, y a los malos para
condenarles a eternos tormentos.
7. Habiendo Blanquerna adorado a Dios en los sobredi-
chos catorce artículos, adoró y bendijo a la Virgen María,
i los ángeles, a los apóstoles y a todos los santos del cielo,
n púsose bajo la protección y amparo de Dios y de toda la
:orte celestial. Hizo gracias a Dios y a todos los santos y
-ogó mucho por sus padres. Tan devota era su oración, que
odos los de su comitiva lloraban y pedían con clamores a
Dios le dirigiese y guardase siempre.
8. Concluida que hubo Blanquerna su oración, después
ie haber pedido a sus padres perdón de la pena y trabajo
jue por causa suya padecían, tomó el humilde y grosero
/estído de un criado de la casa de su padre y dióle el suyo
ico y delicado. Tomó siete panes, en memoria de las siete
-irtudes que deseaba tener toda su vida, santiguóse y, diri-
giendo hacia el bosque sus pasos, empezó su camino, dicien-
lo: —En nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo,
m Dios en esencia, quien sea principio, medio y fin de todo
ni viaje.
9. Evast, Aloma y los demás se detuvieron a mirarle
íasta que, emboscado, le perdieron de vista. Entonces la
nadre dijo: — ¡Ay, triste de mí, perdido he de vista a mi
lijo, a quien no veré jamás en toda mi vida!— Con grande
entimiento, suspiros y llanto, se volvieron todos a la ciudad
íablando de Blanquerna y de la mucha devoción que Dios
e había dado sobre cuantos hombres habían visto.
«Adam, Noé, Abraaru e els altres profetes» leemos simplemente
n el original.
194
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
CAPÍTULO IX
Del modo con que Evast y Aloma arreglaron su vida
1. Al otro día, oída misa, quedaron Evast y Aloma solos
en su oratorio, tratando largamente del estado de su vida.
La regla que habían de observar toda su vida la ordenaron
en la forma siguiente. Primeramente determinaron de enco-
mendar todos sus bienes a algún religioso lego fiel, quien,
sacando sólo lo preciso para el consumo de la casa, repartiese
lo demás entre los pobres de Jesucristo. Resolvieron vestirse
de humildes y honestas vestiduras; de comer carne sólo tres
días de la semana; de no vestir lino, ni dormir en lienzo;
de no conocerse carnalmente ; de levantarse a la madrugada
a rezar; de oír misa cada día, después de la cual continuasen
la oración o hablasen de Dios; de lavar, antes de comer,
las manos y los pies a trece pobres, convidándoles a comer
en su propia mesa con ellos, y de no salir de casa. En la
noche, antes de acostarse, dispusieron examinar muy por
menudo sus conciencias, por ver si en aquel día habían
faltado contra Dios o su regla, y que en tal caso, el uno
diese al otro disciplina, diciendo su culpa. Esta es la regla
que Evast y Aloma tomaron para guardarla por toda su vida.
2. No poco cuidado dió a entrambos el encontrar reli-
gioso a quien encomendasen todos sus bienes y rentas, pues
en la ciudad no le hallaban a propósito. Aloma dijo a Evast
que en tal caso nombrasen por mayordomo a alguno de sus
parientes. Respondióle Evast que no convenía, porque los
parientes se complacen de tales mandas y piensan y aun
desean que los hagan sus herederos. Acordóse entonces de
que en una abadía no muy lejos de la ciudad vivía un monje
extranjero, sacerdote anciano muy ejemplar. Fué 1 luego a
visitarle, y habiendo hablado con él de su estado, rogó al
abad diese licencia al monje para ser ecónomo y director
suyo y de sus bienes, con que él y su mujer pudiesen guardar
la sobredicha regla y tener quien les dijese misa y confesase.
Otorgóle el abad la licencia que pedía para el monje, a quien
nombró administrador de todo lo suyo, y así los tres tomaron
1 El original es más conciso : «Evast pregà l'abat que li donàs per
governador lo monge, per tal que pogués perseverar en la regla da-
munt dita, e que es confessassen d'ell Evast e Aloma. Atorgat i
lo monge a Evast e Aloma, e foren en l'estament segons que es
conté en la regla que pregueren.»
LIRRÜ DK EVAST Y HLANQl'KRNA .— C . o
IO5
la forma de vida según la regla sobredicha, lo que fué para
toda la ciudad de grande edificación y ejemplo.
3. Por divina disposición - cayó Evast en una grave
enfermedad, de que creyó había de morir, por lo que llamó
a Aloma, su mujer, y la dijo: — Señora, yo quiero con vuestro
consejo hacer mi testamento, y quiero tomar vuestro pare-
cer para acertar en ordenar y disponer de mis bienes de
manera que Dios quede de ello bien servido. Y, así, os ruego
me declaréis vuestra voluntad sobre lo que voy a disponer
para después de mi muerte. — Vivamente se dolía Aloma
de la enfermedad de su esposo y mucho lloró antes que
pudiese responderle. — Señor Evast — le dijo — , por cuanto
hay en el mundo, no ha de oponerse mi voluntad a la vuestra.
Ordenad de vuestros bienes y de los míos como os pareciere,
y disponed de mí cuanto fuese de vuestro gusto, porque en
un todo tenéis rendida mi voluntad a la vuestra.
4. — Entre las cosas que por amor de Dios se hacen en
el mundo — dijo Evast — , muy loable es la limosna perpetua
que se da a los pobres de Jesucristo; por esto, mi voluntad
es que de mis bienes se funde un hospital, en donde sean
acogidos y asistidos todos los pobres desvalidos y enfermos,
y que vos estéis allá para ayudar a su administración y para
servir a los pobres que acudieren a él, para que por vuestros
méritos Dios tenga piedad de mí pecador, conserve en su
bendición y gracia a vos y a Blanquerna, y que el religioso
y procurador de aquel hospital sea este santo varón que
ahora nos manda, y muerto éste, se buscará otro hábil para
su régimen, y se guardará este orden según las dichas con-
diciones.— Muy del agrado de Aloma fué esta disposición,
y respondióle que estaba pronta para obedecer a todos sus
mandatos. Dispuso Evast el testamento como queda dicho,
dejando el hospital bajo la protección del príncipe, y del
obispo, y de los regidores de la ciudad, según la sobredicha
forma. Y mandó que después de muerto fuese su cadáver
llevado a la iglesia humildemente, sin pompa ni vanidad,
y que no se le cubriera con púrpura ni telas de oro \ ni
acompañara con llanto su parentela, ni se diera señal alguna
de tristeza más de lo que exige el curso natural y la voluntad
de Dios.
5. Confesóse para morir y recibió el sagrado cuerpo de
Jesucristo, en cuya presencia dijo estas palabras: — Adorote,
verdadera carne y cuerpo de Jesucristo, que te haces presente
1 aDementre que FLvast e Aloma estaven segons que damunt és
dit, é tota la ciutat era exemplificada de la bona doctrina de Evast
e Aloma, esdevenc-se per volentat de Déu que Evast fo fortment
1 malalt.»
* No leemos en el original «y que no se le cubriera con púrpura
ni telas de oro».
igó OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
a mis corporales ojos bajo la especie de pan 4, en que,
mirándote con los ojos de la fe, te reverencio. Adorote, Hijo
de Dios vivo, que en la santa cruz padeciste en este mismo
cuerpo que glorioso espiritualmente miro, a quien te juntaste
y uniste. Este glorioso cuerpo representa a mi alma tu
infinito poder, quien, bajo la especie de pan, hace existir la
verdadera carne y verdadero ser humano, y tu grande humil-
dad y benignidad le presenta a los ojos de este ingrato ;
horrible pecador para comunicarle gracia y bendición. E
su glorioso y glorificado cuerpo confío y espero; pídote per
dón, y quiero recibirte según todo tu poder, para que tú
Señor Dios mío Jesucristo, me recibas en tu soberano reino
para conocer y contemplar tus virtudes, y en tu virtud y po
tu virtud quede libre de las manos de mis mortales enemigo-
Amén.
6. Habiendo Evast recibido el sacratísimo cuerpo d
Jesucristo y hecho cuanto toca a un devoto y fiel cristiano
se durmió, y por virtud de Dios y por los méritos de Alom
y Blanquerna, que oraban cada día por Evast, restituyóle
Dios la salud, y convaleció enteramente. Hallándose, pues,
perfectamente sano, y vuelto a su prístino modo de vida,
sucedió un día que, buscando una carta en su arca, encontró
con el testamento que había hecho y lo leyó. Largo rat
pensó en el bien que de su muerte había de seguirse por 1
que mandaba en él, y, llamando a su esposa, le dijo : — Seño
ra, si yo hubiera muerto, escrito veo el bien que a los pobre
de Jesucristo hubiera venido de mi muerte ; no es razón que
por haberme Dios alargado la vida, reciban daño o perjuici
aquellos a quienes se da limosna por su amor, y así me parece
razón que cumplamos el testamento en vida, que quizá, fal-
tando nosotros, no serán los albaceas tan diligentes como
nosotros, y podría ser tal vez Dios abreviara nuestros días,
para que no esté entretenido tanto bien como se espera de la
fundación del hospital y de lo demás ordenado en el testa-
mento.— Muy bien pareció a Aloma la propuesta de su ma-
rido, y respondióle que estaba resignada su voluntad en
aquello y en todo cuanto dispusiese.
k «forma de pa, lo qual pa no ador, ans ador e henéese lo sani
cors de Jesú Christ, qui en aquella pa és representat als meus ulls
esperituals».
LIBRO DE EVAST Y B LAN QU ERNA. — C. tO
C A PIT U LO X
Del hospital
1. Luego vendió Evast su casa, de que le pagaron crecida
cantidad de dinero, y en un paraje de la ciudad muy a propó-
sito levantó un famoso hospital, que alhajó muy bien y dotó
de sus rentas. Largo tiempo le habitaron ambos consortes,
sirviendo a los pobres de Jesucristo; esto es, Evast a los
varones, y Aloma a las mujeres. Cumpliendo con los enfer-
mos, siendo ya hora de comer, ambos a dos iban a pedir por
amor de Dios lo preciso para el sustento de aquel día, o tal
vez comían con alguno que por caridad los convidaba. No 1
disfrutaban cosa del hospital, pues, gozando ellos de saluo,
querían sirviese todo para los enfermos y para los demáo
que no podían buscar limosnas, y así pedían los dos cuanto
era necesario para su sustento.
2. Era su vida muy ejemplar, y por sus méritos hizo
Dios muchas gracias y favores en aquella ciudad a muchas
personas, y por las oraciones de entrambos curaba Dios a
muchos de aquel hospital. De aquí se reducían muchos a
hacer penitencia de sus pecados y por su ejemplo entraban
otros en religión; y, en fin, cuanto hacían los dos servía
de regla y ejemplo, exhortación y remordimiento a cuantos
atendían su santa vida, que ponía freno a los pecadores
para refrenar y mortificar los siete pecados mortales, segú-n
veremos en los siguientes capítulos.
C A P1TU LO XI
De la gula
1. Después de haber servido a los enfermos del hospital,
salieron en cierta ocasión Evast y Aloma a buscar de li-
mosna su comida \ Al pasar por una calle vecina al palacio
episcopal encontraron al obispo, que, acompañado de muchos
clérigos y canónigos, venía a pasearse a caballo por el campo
1 «De milla cosa que fos del espita] no volien menjar ne dependre
a lu/ persona, e acaptaven per amor de Déu Ço que havien mester
a sustentar lur vida.»
1 «e anaven cercar alcuna personé qui» ls donà* a menjar per ta
amor de Déu, per amor del qual ell- havien donat a menjar a molts
malalts en l'espitnl».
19S OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLTJLL
para vivir más sano y comer de más buen gusto. Este ejerci-
cio solía hacer el obispo cada día muy de mañana, y en
volviendo hacía cantar la misa y después se iba a comer.
Cuando éste vió a los dos consortes, los convidó a comer,
y así comieron con el obispo aquel día.
2. Acabada la comida, estando ya para dar gracias a
Dios, un rico hidalgo, el mismo que había comprado la casa
de Evast, regaló un pavo lardado al obispo, que todavía
se estaba sobre la mesa. Volvió éste a comer, y le dió a gustar
a los dos convidados, quienes humildemente, como pobres,
estaban sentados en el suelo delante del obispo. Todos co-
mieron del pavo, a excepción de Evast y Aloma, que no lo
quisieron gustar, y preguntándoles el obispo por qué no co-
mían del pavo, respondió Evast: - — Señor, ordenación y vo-
luntad de Dios es que el hombre coma para satisfacer su
cuerpo, según lo necesita, y no es ordenación ni voluntad
de Dios que el hombre coma lo que el cuerpo no necesita,
porque puede serle ocasión de enfermedad o muerte, que
concuerda con la gula, que se opone a la templanza; y como
nosotros ya hemos satisfecho al cuerpo lo que basta, por eso
no queremos comer pavo ni otra vianda alguna que se oponga
a la voluntad de Dios y a la templanza, ni -exponernos a pe-
ligros de enfermedad o muerte.
3. Mucho discurrió el obispo en todo aquel día sobre
la respuesta de Evast, acordándose de su nobleza y estado
honorífico que tenía antes, cómo los dos consortes habían
dejado el mundo y vendido su casa, que era una de las
mejores, más ricas y más antiguas de cuantas había en
aquella ciudad, y cómo la había comprado el mismo que le
había regalado el pavo. Mientras el obispo consideraba todo
esto y el gran bien que los dos consortes hacían, sintióse
algo indispuesto el estómago por haber comido demasiado,
por cuya demasía había enfermado ya muchas veces. Hacién-
dose, pues, cargo el, obispo del modo de vivir de Evast y de
Aloma, se reprendió a sí mismo y túvose por culpable, y de
allí en adelante cantaba misa antes de ir a paseo, y de esta
manera venció el vicio de la gula que le tenía antes sujeto.
Y con tal constancia se ejercitó en la virtud de la templan-
za, que con ésta adquirió después las demás virtudes y vivió
muchos años con salud e hizo mucho bien en el obispado.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA .— C. T2
CA PITU LO XII
De la torpeza
1. En la misma ciudad en donde Bvast y Aloma hacían
vida penitente aconteció que un viejo lujurioso se casó con
una mujer moza, y otra ya casi vieja, que vivamente desea-
ba tener marido ', se casó con un joven muy bizarro, quien
convino porque ella era muy rica. La mujer moza y el mari-
do mozo eran vecinos, y se veían y trataban con chanzas
muy a menudo -'. El demonio, que se esfuerza cuanto puede
en inducir a los hombres a pecar, hizo de manera que los
dos cayeron en pecado de lujuria. Mientras vivían con esta
mala correspondencia, sucedió que el viejo, el mozo y sus
"mujeres fueron a la iglesia un día de fiesta a oír misa,
y al tiempo que la oían, se levantó una muy recia tempestad
de lluvia. Estaban puntualmente en aquella misma hora
Evast y Aloma a las puertas de sus casas, pidiendo limosna
por amor de Dios, como solían. De cada una de las dos casas
salió una criada con capotes, chancletas y sombreros :;, que
llevaban a la iglesia para sus amos y señoras. Dijo la una
a la otra: — Demos, hermana, limosna a estos pobres, para
que nos lleven esta ropa a la iglesia sin que nosotras nos mo-
jemos.— Convino la otra, y así lo ejecutaron 4.
2. Evast llevó el recado para los hombres y Aloma para
las mujeres a la iglesia, que estaba toda llena de gente, y a
vista de todo el mundo cumplieron con el mandato. Mucho
se maravilló el auditorio, y en particular éstos, a quienes
se dirigía este tan solemne acto de humildad. Y como su
santa vida y antigua nobleza era en la ciudad bien notoria,
el hombre joven y la mujer moza propusieron dejar su mala
correspondencia, y la vieja se arrepintió de la intención con
que había tomado marido mozo, y lo mismo hizo el viejo,
amando cada uno la caridad por el buen ejemplo de Evast
y de Aloma.
1 «per ço car amava el carnal delit».
■ El autor dice tan sólo «e veien-se suvítu».
■•tcapa de pluja e galotxes» leemos en el original.
* te donaren del pa a Evast e a Aloma, dients que portassen a
lurs dones les capes e les galopxes».
200
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
CAPÍTULO XIII
De la avaricia
1. Pasaban un día por la plaza los dos consortes bus-
cando quien les diese de comer, y no encontraron. Vivía a la
sazón en este puesto un cambiador de moneda, hombre muy
rico y codicioso sin medida, quien tenía delante gran canti-
dad de dinero. Rogáronle ambos consortes que, por amor de
Dios, les diese de comer o algún dinerillo para mercarlo.
El cambiador, que era muy avariento, les respondió se fuesen
muy en hora buena, que ni lo uno ni lo otro les daría;
y, levantándose de la tabla, se fué en casa de un zapatero
a calzarse unos zapatos.
2. Prosiguiendo Evast y Aloma en buscar la limosna,
acertaron a pasar por casa del zapatero adonde el cambiador
avaro se calzaba. Llamóles el zapatero y di joles: — Herma-
nos, hora es de comer ; yo no soy rico, pobre soy, tengo hijos
y mujer, que vivimos de mi trabajo; un pedazo de carne hay
en mi olla y un dinerito de vino puedo comprar; el pan que
tengo no basta para todos; por amor de Dios, os ruego que
uno de vosotros se quede a comer conmigo y lleve su parte
de lo que Dios me ha dado a ganar.
3. Evast dijo entonces a Aloma se quedase a comer, que
él iría a buscar a otro que se lo diese ; pero Aloma, que ama-
ba y honraba mucho a su marido, respondió que más razón
era que él se quedase allí, que ella buscaría en dónde comer.
Caridad y amor ardían en los corazones de entrambos, y
vivamente se compadecía el uno del otro, porque hacía recio
viento y lluvia y con mucho trabajo iban por las calles bus-
cando limosna por amor de Dios. Mientras estaban en esta
amorosa contienda, Evast mandó seriamente a su esposa
se quedase allí. Y, como ésta siempre había sido obediente
a su esposo, se quedó, y Evast se fué a buscar donde por
amor de Dios le diesen de comer.
4. Al tiempo que todo esto sucedía, el cambiador con-
sideró su gran riqueza y pensó en la muerte y en la di-
vina justicia, y dijo allá en su corazón estas palabras:
"¡Oh mezquino y desdichado, cómo hasta hoy viviste ciego
en ti mismo! ¡Cómo eres siervo y esclavo de la avaricia!
¿ Qué vale tu dinero y tu riqueza sin caridad ? ¿ Adonde está
el agradecimiento que debes a Dios por los bienes que te ha
dado? Cuanto tienes no vale tanto como la buena voluntad
que este pobre zapatero enseña con los amigos de Dios, ni
LIBRO DE EVAST Y BLANOUERNA. — C. 14
J* 1 1
con todo tu dinero puedes comprar la recíproca caridad de
Evast y de Aloma." Una y muchas veces pensó el cambia-
dor en el amor y santa vida de estos casados, y por el buen
ejemplo que ellos daban de sí mismos y por la buena volun-
tad del zapatero salió aquél de la servidumbre del pecado
de la avaricia, en adelante fué manirroto y liberal con los
pobres de Jesucristo y por la virtud de la liberalidad adqui-
rió para sí muchas otras virtudes.
CA PÏTULO XIV
DE LA SOBERBIA
1. En ocasión que Aloma comía en casa del zapatero,
Evast buscaba én dónde comer, y acertó a pasar por casa
de un hombre rico, soberbio y presumido. Era éste un mer-
cader de paños que hacía a sus parientes y amigos un es-
pléndido convite y deseaba casar una hija suya con un ca-
ballero muy principal de aquella ciudad. Vió Evast a la puerta
muchos pobres, que esperaban limosna de las sobras de la
mesa; mezclóse con ellos, y los alentó y consoló en su po-
breza, haciéndoles memoria de la pobreza y humildad de
nuestro Señor Jesucristo y de sus apóstoles, que tanto ama-
ron la mendiguez.
2. Después de haber comido señores y criados, sacó uno
de éstos las sobras de mesa y cocina para repartir entre los
pobres que estaban a la puerta. Tenía cada cual su escudilla
o plato y su vaso, en que recibía el vino y lo demás que por
amor de Dios le daban, menos Evast, que no tenia en qué
recibir las coles que le daban, ni vaso en qué tomar el vino ;
por esto rogó a otro pobre le hiciese la caridad de recibir en
su escudilla y vaso la ración. Hicieron, pues, los dos com-
pañía y hermandad, y comieron y bebieron juntos a la puerta
de la casa del mercader.
3. Al tiempo que comían, salió el dueño de la casa con
todos los convidados, los cuailes, viendo a Evast sentado en
el suelo entre los demás pobres, se quedaron atónitos de su
humildad, porque le conocían muy bien; y de aquí el mer-
cader abrió los ojos y conoció su soberbia en pretender casar
i a su hija con gente de mayor distinción ; ilustróle Dios por
el buen ejemplo de Evast, y salió de la servidumbre de la
soberbia, y en adelante amó la humildad y dió su hija por
esposa a otro mercader, su igual.
202
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLT7LL
CAPÍTULO XV
De la pereza
1. En aquella ciudad, donde Evast y Aloma continuaban
su modo de vida mortificada y penitente, vivía un hombre
muy rico, esclavo en extremo de la pereza. Este no era
casado, ni quería casarse, y toda la riqueza que tenía no le
aprovechaba a él ni a otro alguno. Todos los días se estaba
en la plaza burlándose de cuantos pasaban por allí, y era tal
su genio, que tenía ira y disgusto viendo a alguno hacer al-
guna obra buena y se alegraba y complacía cuando oía decir
mal de otros, así de hombres como mujeres. Aconteció, pues,
un día que, yendo este hombre a comer, encontró por la calle
donde iba a Evast y a Aloma, y reparó allí que dos mujeres,
a quienes éstos habían casado por el amor de Dios, estaban
batallando sobre cuál había de dar de comer en aquel día a
sus bienhechores, pues las dos lo pretendían.
2. Prosiguiendo su camino, llegó al hospital que Evast
y Aloma habían fundado, el cual era muy capaz y bien cons-
truido, en que vivían muchos pobres y criados, que con todo
desvelo les servían. Cada pobre estaba en su cama y delante
de sí tenía su ración. El perezoso comenzó a discurrir consi-
go el gran bien que Evast y Aloma hacían por amor de Dios
cada día, y quiso examinar en su conciencia si él había hecho
algún bien por amor de Dios con tantos bienes que Dios le
había dado. Después de largo examen, no pudo encontrar
que jamás hubiese hecho tanta limosna como era una ración
sola de las que tenían delante de sí aquellos pobres enfermos.
3. "¡Oh ingrato y desconocido pecador — dijo consigo
entonces — , y qué grande injuria has hecho a los pobres de
Jesucristo en todo este tiempo! ¿Adonde son tus buenas
obras y los méritos que de ellas se te esperan después de tu
muerte para que presenten tu alma al Señor de cielo y tierra,
que la crió para su servicio, y la defiendan del mortal enemi-
go que después de tu muerte la aguarda para llevarla al
fuego eterno del infierno? ¡Ay de mí, mezquino, enfermo
estoy! ¿Y qué enfermo hay en este hospital como yo?" Mien-
tras que entre sí decía esto, reparó que en el fondo de la sala
había dos camas de sarmientos dispuestas con un pobre
jergón, y en cada una una manta grande 1. Fuése este hom-
bre a una de las dos y, quitándose la ropa, se echó en ella,
1 «una flaçada tan solament».
LIBRO DE EVAST V BLANQUERNA. C. l6 2Ò3
diciendo a los sirvientes del hospital que le diesen de comer,
pues estaba enfermo y había venido allí a curarse.
4. De todo cuanto quiso comer y beber le dieron a este
enfermo perezoso, quien se estuvo en la cama hasta que
Evast y Aloma se retiraron a dormir. Encontróle allí Evast
y le dijo: --Hermano amigo, ¿quién sois, que os habéis
echado en mi cama? Dejad ésa, y tomad una de las otras,
que son mejores. — Señor — respondió el enfermo— 1, no pien-
so levantarme de esta cama hasta que esté sano. — Pues ¿y
qué enfermedad es la vuestra? — le preguntaron ambos. Dijo
el enfermo: — Señores, el pecado de acidia tiene mi alma
encarcelada, de manera que no me da licencia de hacer algún
bien de los bienes que Dios me ha recomendado, y creo y
confío que por vuestras oraciones me sacará Dios de esta
servitud en que estoy y quedaré libre de su poder tiránico.
5. Respondió Evast que ni la acidia ni otro ningún peca-
do tiene tanto poder como es quitar el libre albedrío que
Dios ha criado en el hombre, con tal fuerza y virtud, que por
ningún pecado puede ser superado ni vencido. Pero, puesto
que tenéis fe en nuestras oraciones, aunque no somos dignos
de ser oídos, rogaremos a Dios que por su bondad os avive
la memoria de su virtud y honor en la sagrada pasión de
Jesucristo y en la viveza y brevedad de la vida humana, para
que en adelante le sirváis con bienes y persona todo el tiempo
de vuestra vida.
6. Muy devotamente y con gran contrición se arrepintió
este enfermo y oró a Dios junto con Evast y Aloma, y, con-
cluida la oración, se halló libre de la enfermedad de acidia,
y rogó a entrambos le llevasen al altar que estaba dedicado
a San Andrés, en cuya presencia se arrodilló y se ofreció a
Dios con todos sus bienes, diciendo quería servir en el hos-
pital por toda su vida.
CAPÍTULO XVI
De la envidia
1. Vivía en la misma ciudad un hombre muy rico, el cual
en otro tiempo quiso comprar la casa de Evast. Esta, sobre
ser muy bella, lograba la situación en un paraje tal, que
siempre que aquel rico salía de la suya daba motivo con su
vista de codiciarla más, llegando a tal extremo, que pasó a
tener odio mortal al dueño que la habitaba, ocupando lo más
del día en maquinar medios con qué adquirirla.
2. Mientras estaba así arraigado el odio en el corazón
204 OBRAS LITERARIAS DE RAMON EL ULL
de este hombre 1, fué Dios servido de llevarse a mejor vida
al que había comprado la casa de Evast, y concurrían a la
puerta muchos pobres aguardando limosna, como es costum-
bre hacerla por el alma del difunto después de haber dado
a su cadáver sepultura, y entre ellos estaban Evast y Aloma,
esperando recibirla por amor de Jesucristo *.
3. Grande ejemplo de humildad tomaron en esta oca-
sión todos los que habían acompañado el cadáver del difunto,
viendo a Evast y Aloma estarse allí entre los pobres esperan-
do la limosna, y encarecieron y alabaron mucho su modo
de vida. Entonces el envidioso, que oía la conversación, acor-
dándose de su pecado, dijo consigo mismo:
4. "¡Oh fatuo y sin juicio! ¿Y qué le vale ahora esta
casa a su dueño? ¿Quién de los dos es más aplaudido, el
que ha poco murió o Evast, que la vendió y de su precio
edificó el hospital, en que se hace tanta limosna? Culpable
envidioso, dime: ¿qué culpa tenía este hombre que ahora
ha muerto para que, sin motivo, tanto tiempo le miraras
con mala voluntad y sobrecejo? Desgraciado, ¿cómo podrás
satisfacer por este pecado, que tanto tiempo te ha tenido a
las puertas del infernal fuego, que nunca deja de atormen-
tar a los que viven en el pecado de envidia? ¿Encontrarás,
por ventura, algún medio para echar de ti a la envidia?"
5. Al tiempo que así discurría, reprendiéndose del peca-
do en que estaba, resolvió hacer, mientras duraba esta buena
disposición, alguna acción tan señalada, que le mereciese
con Dios el estar de manera confirmado en la caridad y en
la virtud, que en adelante no le dominase la envidia. Por
lo cual, viendo que todos aquellos caballeros que habían
venido a honrar al difunto estaban para despedirse, les dijo
estas palabras:
6. — Señores míos, que habéis venido a honrar al que era
dueño de esta casa : por amor de Dios :! os ruego me acom-
pañéis hasta mi casa, y vengan también Evast y Aloma con
nosotros. — (Siguiéronle todos, y, llegando al portal de su
casa, mandó abrir las puertas, y en medio de la calle, en
presencia de todos, confesó su envidia, puso a Evast y Aloma
en posesión de su casa, que era muy rica, y con alta voz
dijo que hacía de ella donación y entrega al hospital, y de-
claróles también todas aquellas palabras que en los adentros
de su corazón había dicho de sí mismo, a fin que tuviese más
ocasión de ser enemigo del pecado de la envidia y más amigo
de la caridad y para que quedase más castigada su culpa.
1 «Longament fo aquest home envejós e en mala volentat. De-
mentre que ell estava en aquest peccat...»
2 En el texto primitivo no vemos «por amor de Jesucristo».
3 «Per Déu vos prec e per Santa Maria.»
MURO DE EVÁST Y BLANQUERNA. — C. l~ 2(>5
CAPÍTULO XVII
De la ira
1. Mucho tiempo había que estaba en el hospital de
Evast un enfermo padeciendo una úlcera fistulosa en la
pierna, que le consumía por no poder curar de ella perfecta-
mente. Un día que sobremanera le dolía, viendo cuán largo
tiempo había que duraba la enfermedad, se encolerizó de
modo que, a más de desearse la muerte, se maldijo a sí, y
al día en que había nacido, y a quien le había criado l, y s
la misma vida que gozaba. Tanto le subió la cólera, que mal-
dijo en su corazón a Dios y a todas sus obras.
2. Mientras que el enfermo estaba con esta cólera, el
cirujano le estaba curando, y Evast, que de costumbre allí
asistía, le ató las vendas a la pierna y, puesto de rodillas,
le besó los pies, como solía.
3. Por la grande caridad y humildad de Evast ilustró
Dios la conciencia del enfermo, quien, conociendo su culpa
y su ira. dijo consigo mismo: "¡Oh desdichado de mí, qué
cosa tan rara! ¡Tú, por la ira en que estás, eres enemigo de
Dios y de sus obras, y Evast piensa servir a los siervos de
Dios y sirve a un esclavo del demonio!" Pasmóse Evast
al oír esto y le preguntó qué significaban estas palabras.
4. — Señor — respondió el enfermo — , tanta es la ira de
mi corazón por la enfermedad en que me hallo, que más
estimaría morir que vivir; y tan apoderada está de mí
esta ira, que me hace maldecir a Dios y a mí mismo y a
todo cuanto hay. Pero vuestra piedad, humildad y caridad
me hacen un vivo recuerdo y memoria de mis culpas y rue-
dan a conocer la mucha gracia que Dios me ha hecho, dán-
dome a un hombre como Evast por enfermero. Y puesto
que tanta es mi sinrazón y mi olvido, no es justo que me
permitáis estar más en vuestro hospital, ni sirváis a un pe-
cador tan grande como yo.
5. — Hermano mío y buen amigo — dijo Evast al enfer-
mo— , Dios quiere que yo tenga mérito en serviros, y vos en
tener paciencia. De aquí podéis conocer la vileza y miseria
en que estamos en este mundo, pues de lo que os airáis de-
bierais alegraros: vos estáis en este mundo para adquirir
méritos, por los cuales Dios tenga razón de llevaros 3 gozar
de su gloria. Luego cuanto más Dios os multiplica la enfer-
1 Está dk más *y a quien le había criado».
206
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
medad y el dolor, tanto más os da ocasión de que os ejerci-
téis en la paciencia y os acordéis de la amarga pasión que
sostuvo pendiente en la cruz por vos y por todos nosotros. —
Tan devotamente hablaba Evast y tan piadosamente aconse-
jaba al enfermo que tuviese paciencia y se arrepiitiese y
refrenase su ira, que en fin se arrepintió y prorrumpió en
estas palabras:
6. "¡Oh Dios pacientísimo y misericordiosísimo! ¡Quién
había de imaginar tu gran paciencia, con la cual has vencido
mi ira con tal valentía, que de aquí en adelante por todos
los días de mi vida me ofrezco a tener paciencia! Y cuanto
más vivamente me sujetaras a padecer y sufrir, tanto más
agradable me será la vida y mucho más se me hará evidente
y demostrable tu excelente señorío e inefable caridad." Estas
y otras muchas expresiones hacía el enfermo, pidiendo a Dios
perdón y alegrándose en su infinita misericordia.
CAPÍTULO XVIII
De la vanagloria
1. En una solemne fiesta predicó un religioso a un nu-
merosísimo concurso. Acompañáronle a su monasterio mu-
chos prohombres y otra gente \ de lo que quedó el predicador
muy pagado, porque así reparasen aquella honra los demás
frailes. Mientras iban por la calle, hacíales el predicador
varias preguntas, para oír en la respuesta elogios en su
sermón, y logró el deseado efecto, de que estaba muy ufano.
2. Al mismo tiempo encontraron a aquella mujer moza
que Evast y Aloma, por su buen ejemplo, habían sacado
del pecado torpe. A su vista, se acordó el fraile de lo mucho
que había trabajado en sacar aquella mujer, que él confe-
saba, de tal pecado, y que su predicación y avisos no habían
podido tanto como el buen ejemplo de Evast y Aloma. Aquí
conoció su vanagloria, y propuso castigarla con alguna peni-
tencia y no mezclarla jamás en sus predicaciones.
3. Pasando esto, el religioso lego que le acompañaba le
dijo: — Padre, dígame, ¿de qué sermón se saca más fruto:
del de la palabra o del de obras buenas y ejemplares? — Res-
pondióle que, así como el obrar bien importa más virtud y
mayor trabajo que el hablar y enseñar cómo se deba obrar
bien, así es mayor el fruto que el hombre saca con el buen
ejemplo que con las palabras, y no ha mucho, añadió, que
1 «gran re de prohoms».
LIBRO DE EVAST V BLANQüERNA. — C. ift
por buen ejemplo se convirtió una mujer deshonesta en quien
no habían aprovechado ni sermones ni palabras.
4. Despidióse luego de toda la comitiva, y se fué con 3u
compañero al monasterio, sin permitir que otro alguno ie
acompañara. Y, por virtud divina y el ejemplo de Evast
y Aloma, se resolvió a que sus obras en adelante correspon-
diesen a las palabras de sus sermones.
5. En esta forma - iban Evast y Aloma desterrando
de las almas los siete pecados capitales. Prolijo fuera haber
de referir los muchos bienes que se seguían de su santo modo
de vivir. Mientras que con todas sus fuerzas servían y ama-
ban a Dios, plugo a su divina Majestad sacar a Evast de
las miserias y peligros del mundo y llamarle a su santa
gloria.
6. Murió Evast al mundo y vivió para el cielo. Quedó
sola Aloma, rogando cada día por el alma de su marido y
para que Dios la sacase de este mundo, en caso de haber
hecho cumplida penitencia. No se atrevía a afligirse por no
ser inobediente a la voluntad de Dios. Consolarse no podia,
porque carecía de la vista de su esposo y de su hijo Blan-
querna. Vieja era por sus años y aflicciones, y ocasionábale
la ancianidad muchos trabajos y dolores. Mas Dios, que no
olvida a los suyos, la llamó para la gloria, en donde encontró
el alma de Evast, su marido tan amado.
. Fin del libro :; que trata del matrimonio en persona de
Evast, de Aloma y de Blanquerna su hijo, con la práctica
de muy buenos y particulares documentos y ejemplos.
2 «Segons la manera que oïda havets, per la gràcia de Déu, Evast
e Aloma per bo exempli mortificaven e destruïen los peccats da-
munt dits.»
3 Así se cierra el libro en el original : «Fenit és lo primer libre
de Evast e Aloma.»
EMPIEZA EL LIBRO SEGUNDO, QUE
TRATA DEL ESTADO RELIGIOSO
PARTE PRIMERA
C A P í T ULU XIX
De la contienda que medió entre Cana y Anastasia
1. Después que Blanquerna se hubo despedido de Cana,
estaba la doncella pensando muy despacio, cada día, en las
palabias que éste le había dicho al despedirse y muy a me-
nudo meditaba en la sagrada pasión de Jesucristo, teniendo
de continuo fija su imaginación en los trabajos, penas y
muerte cruel que Santa Catalina, Santa Eulalia y Santa Mar-
garita padecieron con tal constancia por amor de Jesucristo
y para su mayor honra y gloria 1.
2. Por la virtud de Dios y porque es naturaleza del
pensamiento el inclinar y convertir la voluntad a amar aque-
lla cosa que frecuentemente piensa, tuvo la doncella gran
deseo de dejar el mundo y entrar en religión.
3. Viendo Anastasia a su hija tan pensativa y mudada
de lo que antes era, pensó estaba enamorada de Blanquerna,
y hablóla diciendo: — -Querida hija mía, ¿cómo estás tan
profunda? ¿Qué es lo que tienes? ¿En qué piensas? Bien
creo yo que son en Blanquerna todos tus pensamientos. Si
le querías por esposo, bien puedes olvidarlo, que, como sabes,
ya se ha hecho para siempre ermitaño. Si quieres marido,
yo conozco en la ciudad un hidalgo honrado que tiene un
hijo joven, muy gentil y bizarro, que puede ser tuyo, porque
tu dote es pingüe, tu linaje generoso, tu hermosura mucha
y, sobre todo, eres bien criada. Con estas calidades, bien
puedes escoger el mejor de cuantos hay.
4. Preguntóle Cana si sabía cuál era el hombre en todo
el mundo más bello, mejor y más poderoso, y si éste la quería
1 «e cogitava en la passió de Jesú Chfist, e en los treballs e la
mort de Santa Catherina, Santa Eulalia, Santa Margarita, que sos-
tengren per l'amor de Déu en est món».
LIBRO DE EVÀST Y BLANQÜÉRNA.— C 10
por esposa, pues que ella se sentía tan rica y noble de cora-
zón, que no sólo quería escoger ei mejor de la ciudad, sino
el mejor de todo el mundo. — -Hija— -(respondió la madre- .
¿quién sabe ni puede encontrar el mejor del mundo? Ni tú
eres rica ni de tan noble linaje, que reyes, emperadores o
príncipes te quisieran dar a un hijo por esposo. — Si a mí,
pues, me falta riqueza — dijo Cana — , honra y virtudes para
ser esposa digna de algún hijo de reyes, ¿habría acaso al-
guno tan humilde o tan bueno que quisiese humillarse a ser
esposo mío? — 'Respondióla la madre que si le había, no lo
sabía.
5. — Pues señora — dijo Cana — •, ¿habéis oído hablar de
Jesucristo, Hijo del Rey del cielo y tierra y Señor de todo
lo criado, que es el mejor, el más bello, el más sabio y más
amable de cuantos hubo ni habrá? Tan grande es su humil-
dad, que quiso humillarse a tomar la naturaleza humana en
unidad de persona ; tan grande es su humildad, que la piedad
y el amor le humillaron a ser pobre, a padecer y morir, para
que los pecadores, que por sí nada podían, se salvasen y
escapasen de las penas del infierno. Y así, madre mía — pro-
siguió Cana — , a este Señor quiero por esposo, y ruego me
lo deis lo más pronto, porque le quiero muy mucho. No os
haga fuerza el que sea tan grande y poderoso, que más se
humilló en otras cosas.
. 6. Disgustóse mucho Anastasia, conociendo que su hija
pedía estado religioso, y hablóle mal de éste y alabó el del
matrimonio. De aquí se originó entre madre e hija la cuestión
sobre cuál era mejor, religión o matrimonio. La madre ala-
baba el matrimonio diciendo que Dios le había instituido
en el paraíso, y que con el matrimonio se gobierna y sustenta
el mundo, porque si todos entrasen en religión, en breve
quedaría el mundo despoblado, y que la religión era por el
matrimonio, el cual puede subsistir sin la religión. La hija
respondió que así como Dios hizo en el paraíso el matrimonio
corporal, así - por luz de gracia y de fe, en la religión hace
un matrimonio espiritual; y que si el matrimonio es orden
para que los hombres sean en el mundo, la religión es orden
para que sean en el cielo. Ni porque el fruto no puede ser
sin el árbol, se sigue mejor el árbol que el fruto, aunque
le haya Dios criado para el fruto.
7. Mientras estaban en esta contienda, dijo Anastasia
que ella también en otro tiempo había estado casi resuelta
de entrar en religión, pero que algunos religiosos y religio-
sas se lo habían disuadido, aconsejándole que se casase ¡
de Ib cual discurría que había algunas cosas difíciles de tole-
J «en axí e>peritualment ;ht him «le gràcia fa en coratge de home
concebre orde de religió».
2TO OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
rar en la religión, en el matrimonio algunos placeres muy
agradables y vida descansada :;.
8. —Madre y Señora — respondió Cana—, no todos los
que viven en religión son de un mismo parecer. El estado de
sí es tan noble, que no permite que aJlma alguna viva en él su-
cia por concupiscencia vana o mala. Por esto el mayor -tra-
bajo del religioso es estar descontento de su estado y apete-
cer las vanidades mundanas, y su mayor placer es amar su
estado, conocer que escapó las vanidades y peligros del mun-
do y que tiene a Dios en su corazón, y estar siempre pensan-
do y meditando en sus honores.
9. Anastasia dijo: — Hija, aquí hay un bizarro joven,
lindo caballero y muy virtuoso, según tengo entendido por
su madre y otras personas, el que te quisiera por esposa, y
está de ti muy enamorado. — 'Señora madre — respondió
Cana — ¿y este caballero que me decís es tan fuerte y pode-
roso que pueda perdonarme mis pecados, o curarme si caigo
enferma, o darme la gloria celestial, y, si hay hambre o ca-
restía, podrá darme los bienes temporales en abundancia?
Vencida de estas razones, Anastasia cerró la boca, y por que
su hija no se confirmase más en sus propósitos, pensó que
en otra oeasión la inclinaría al matrimonio. Fuese de donde
estaba y asomóse a la ventana a entretenerse a ver pasar la
gente.
10. Estando en la ventana, vió pasar a una doncella que
el día después había de ser novia, la cual venía de la iglesia
muy adornada, dando las galas a su natural hermosura ma-
yor realce. Iba montada en un gallardo palafrén, y seguíanla
a pie mudhos hombres honrados y muchas mujeres; ni fal-
taban juglares que cantaban y tañían sus instrumentos, y
para hacerla favor, otros bailaban. Llamó la madre a su hija
y di jola: — Mira, mira qué gusto y alegría causa esta donce-
lla en el estado que toma; mira qué honras la hacen. — Aun
no había acabado de hablar, cuando pasaron 4 por la calle un
difunto que llevaban a enterrar, a quien con alaridos y llantos
seguía su mujer propia. — ¡Muy afligida está, madre mía,
aquella pobre mujer — dijo Cana — por haber perdido a su ma-
rido.— No respondió a esto Anastasia, antes se quitó de la
ventana, porque se retirase también su hija y no atendiese
más al llanto de la triste viuda.
11. Estando las dos en su cuarto, entró una criada muy
llorosa y dió noticia a Anastasia de que una su comadre ha-
bía muerto de sobreparto y que la habían abierto para sa-
carle de las entrañas viva la criatura. —(Madre, ¿entendéis
esto ? — dijo Cana. — <No la respondió palabra, sino que, saJlien-
3 «y vida descansada» es un añadido del traductor.
4 «passà un cors que hom portava soterrar a l'es^leya».
URRO DH EVAST Y BLANQUERNA.- C. iq
2T r
do luego, fuése a hacer duelo en casa de la difunta que se
había de enterrar el mismo día. En ese intermedio 5 pensó
Cana en las repetidas persuasiones de su madre, y como te-
mía las astucias del enemigo y la ligereza del corazón de la
mujer, que fácilmente se muda, y aun | temía] que su madre
no le urdiese alguna trampa para apagar su devoción que
tenía de ser religiosa. Por esto, envió secretamente un re-
cado a la abadesa de un ejemplar monasterio que había en
la ciudad para que la enviase dos monjas el día siguiente por
la mañana; tal hora, en que su madre sería a misa, porque
tenía algunas cosas que comunicarle.
12. Hecha esta diligencia, asomóse otra vez a la venta-
na a ver la llorosa viuda cuando volviera del entierro de su
marido. Al mismo tiempo vió a un trompeta que pregonaba
anduvieran todos a ver la justicia que se hacía de un hijo de
un hidalgo, que llevaban al suplicio por haber muerto a un
hombre. Por delante de la casa pasó el ajusticiado, a quien
seguían sus padres y otra gente con incomparable dolor y lá-
grimas. Al mismo tiempo vió venir la doncella a su madre,
que, habiendo encontrado este triste espectáculo, lloraba de
piedad de la afligida madre del desgraciado joven. L·legando
a casa, le dijo Cana : — Madre y señora, vuestros ojos me di-
cen que habéis llorado y que vuestro corazón se ha movido
a piedad y devoción. ¿Habéis tenido acaso contrición o es-
crúpulo de haberme reprendido por la santa vocación que
Dios me da de entrar en religión ? — ■{Hija — respondió la ma-
dre— , no me hables más de este punto ni pienses en tomar
otro estado que el del matrimonio; cuando no, te deshere-
daré y apalearé, y aun haré que tus parientes te den muchos
palos y azotes. — Madre — respondió Cana— semejante me
haréis en esto a las santas del cielo, que por amor de su es-
poso Jesús padecieron muchas heridas, penas y trabajos en
este mundo, y padeciendo así, murieron para obtener una
gloria que no ha de tener fin. Y así no me amenacéis lo mis-
mo que yo deseo y quisiera tener ya en mi corazón.
13. Toda aquella noche discurrió Anastasia cómo podría
dar a su hija esposo que ella tuviese como a hijo y quienes
poseyesen la mucha riqueza que su marido había mandado a
Cana, su hija, y sentía perderla, en caso que ella se hiciese
religiosa. Por el contrario, la hija discurrió toda la noch^
cómo entraría en religión. Al otro día por la mañana, estan-
" Mala traducción del siguiente texto : «Dementre que Nastasia
era fóra l'alberc, Natana pensà en les paraules de Nastasia, ni com
la havia temptada per ço que la endugués a orde de matremoni.
Batana temé lo demoni e la frevoltat de coratge de fembra, que
leugerament se gira, e hac paor que se mare no li faés alcuna
maestría j>er la qual li tolgués la devoció que ella havia a religió.»
212
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
do Anastasia a misa, envió la abadesa dos monjas que acom-
pañasen a Cana al monasterio. Y hallándose para salir de
casa, porque la madre no pensase que hubiese ido a algún
paraje menos decente, dijo a la criada la dijese que ella e¿
taría en él monasterio de las monjas.
CA PITUJLO XX
DÍCESE EN QUÉ MANERA CANA ENTRÓ EN RELIGIÓN 1
1. Luego que Cana llegó al monasterio, fué recibida con
mucha honra y cortesía por la madre abadesa y demás reli-
giosas, quienes inmediatamente la introdujeron en capítulo.
Y estando allí todas juntas, empezó a explicarse en esta for-
ma: — 'Sabed, señoras, que la divina virtud ha vencido en mí
a la falsa tentación del demonio, quien me hacía tentar a
Blanquerna para hacerle inobediente a la divina inspiración,
que le llamaba a la vida eremítica para que fuese su siervo y
contemplativo amante. Al partirse me dejó siete matronas 2
muy graves, las que vengo a guardar en mi corazón, y a
quienes quiero servir en este monasterio, si es de vuestro
gusto. Por estas siete señoras entiendo las siete virtudes, con
las cuales el hombre sirve a Dios y alcanza la eterna1 bien-
aventuranza y huye de tos siete demonios, que son los siete
pecados mortales, que por tantos días Evast y Adorna en
esta ciudad han combatjdo y vencido. Pan y agua pido no
más para sustento de mi vida. Huir quiero el mundo antes
de enredarme en él, o que me impida de ser subdita y escla-
va de las siete señoras antedichas, a quienes no pudiera yo
servir tan eabailmente estando en el siglo como en religión.
2. Estas palabras dijo Cana con tan grande devoción y
lágrimas nacidas del interior de su corazón, que la abadesa y
todas las religiosas, por su buen ejemplo, fueron excitadas a
igual devoción y lágrimas, y dijo la abadesa a Cana : — Ben-
dito sea y alabado el nombre de Jesucristo, y sea magnifi-
cada su santa virtud por el buen ejemplo y espejo que nos ha
enviado, que nos hace más amable nuestro orden y despre-
ciable la vanidad de este mundo. Seáis muy bien venida, hija
mía — dijo la abadesa — i, pues la divina luz ilustró vuestro
corazón y vos nos ilumináis para que perseveremos en obrar
1 Este capítulo nos trae a las mientes la entrada en el claustro
de Santa [nés de Asís, hermana de Santa Clara. ¿Podría decir algá
en favor del franeiscanismo de Ramón Llull ?
J «vij. dones le- quals vuM servir en aquest monestir enfre vos-
altres».
LIBRO DE EVAST V BLANQUERNA . — -C . 30 2i ;
bien. Muy gustosa estaré yo de recibiros en nuestra compa-
ñía; pero primero conviene, según es costumbre, que pro-
ponga a todo el convento que yo os reciba :; ; y así apartaos
un poquito y dadnos lugar a que yo lo haga, y luego después
os volveré la respuesta.
3. Al entretanto entró la doncella a la iglesia a suplicai
a la Reina del cielo que, por su gran liberalidad y bondad, le
alcanzase gracia de su Hijo Jesucristo que la abadesa y de-
más religiosas la quisiesen admitir y vestir su santo hábito.
Mientras estaba en esta fervorosa oración, la abadesa pro-
puso a las religiosas, que estaban en capítulo, si les pare-
cía bien admitirla para religiosa. Convinieron todas unáni-
mes, y se alegraron mucho de tenerla por hermana y com-
pañera. Dijo una monja que como Cana era tan rica, su in*
greso sería de mucha conveniencia al monasterio; mas las
otras la reprendieron diciendo que, cuando se recibe alguna
persona en religión, no se debe tener intención a las riquezas
temporales, porque se le hace grande injuria a aquella per-
sona cuando se recibe por la intención de las riquezas que
posee y desprecia y no por las virtudes con que viene a la
religión.
4. La sacristana dijo a la abadesa que a ella le parecía
necesario, antes de darle el hábito, que fuese probada y exa-
minada por algún tiempo su vocación. A esto respondió la
abadesa que muchos, por no dar qué decir y como por ver-
güenza, permanecieron en el estado religioso tanto tiempo
hasta que sintieron en sí verdadera devoción, por la cual ama-
ron después hallarse en religión. Y dicho esto, envió a llamar
a la doncella, diciéndola que estaba ya admitida por religiosa.
5. Habiéndose presentado Cana, propúsole la abadesa si
quería vestir el hábito luego, o si primero estaría por algún
tiempo en el monasterio para probar y experimentar la vida
áspera que hacían las monjas para mortificar sus cuerpos,
y ver si le gustarían el modo y costumbres del monasterio.
A lo que respondió Cana que no había necesidad de probar
su devoción, porque la que tenía al estado religioso bien se
la podía conservar por su gracia y piedad el que se la había
dado. Por esto quiso luego tomar el hábito, y también por si
acaso su madre o sus parientes intentasen sacarla, pudiese
el monasterio defenderla de ellos en virtud de sus privile-
gios.
6. Mientras Cana recibía el hábito y juraba los votos de
la Orden y la abadesa le daba su bendición, como es costum-
bre*, Anastasia, su madre, llegó a su casa y pensóse hallar en
ella a su hija; pero la criada le, dijo que ella se había ido al
monasterio acompañada de dos monjas. Muy descontenta es-
Las palabras «y así... respuesta» no aparecen en el original.
214
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
tuvo la madre oyendo estas palabras, y de hecho se fué muy
airada al monasterio, y, preguntando por su hija, dijo la que-
ría ver. Llamóla la abadesa, y salió la hija vestida de religio-
sa. Al verla su madre con aquel traje, rompió en grandes lá-
grimas, amenazando a la abadesa y todas las monjas, y vol-
vióse a su casa, y llamó luego a todos sus parientes que vi-
niesen apresurados a su casa.
7. Acudieron todos prontamente, y refirióles Anastasia
todo el suceso de su hija. Muy coléricos y airados se queda-
ron contra el monasterio, y resolvieron unánimes pasar todos
a él con intento de que si 'la abadesa no los restituía libre y
voluntariamente a Cana, sacarla por fuerza, matando a las
monjas, quemando y arruinando todo el convento. Anastasia,
sus parientes y amigos fueron al monasterio y pidieron les
entregasen a Cana. Respondió la abadesa que ya no era po-
sible entregarla, porque ya había recibido el hábito. Alboro-
táronse todos, y con grandes gritos dijeron que, si no lo
hacían voluntariamente, pegarían fuego al monasterio y las
quemarían vivas. Espantáronse mucho las monjas y la aba-
desa *, quien les pidió por merced se reportasen y que se
apartasen un poco mientras lo consultaría con las monjas.
8. Juntáronse, pues, todas en capítulo, y a este tiempo
lloraba Cana, y, orando de corazón a Dios, suplicaba a la
abadesa y a las demás religiosas que por ningún modo la
sacasen de la religión ni la entregasen ' a su madre ni a sus,
parientes 5, que pretendían sujetarla a la vileza y vanidad del
mundo. En gran peligro y duda se hallaba la abadesa y todo
el convento y mucho temían ; por otra parte, se compadecían
más de verse obligadas a restituir a Cana. Estando todas en
esta congoja, dijo una de las religiosas que valía más y era
más acertado que restituyesen a Cana, que si, por retenerla,
habían de perecer todas y destruirse el monasterio. Entonces
Cana respondió y dijo a la abadesa y demás religiosas estas
palabras :
9. — Bien persuadida estoy que habréis oído decir como
nuestro esposo Jesucristo deseó morir y padecer martirio por
nuestra redención; y que Dios quiso dar a los apóstoles y a
muchos otros fervor y devoción, para que en ellos se demos-
trase el afecto que el Hijo de Dios tiene a muchos que le
sirven y aman, sin poner el menor reparo en morir por amar
a su amor y honrar a su honor. Dió también Dios semejante
devoción a Santa Catalina, a Santa Eulalia, a Santa Mar-
garita, a Santa Engracia y a las demás santas mártires para
que amasen y deseasen sufrir pasión y muerte por su amor.
4 «e respòs que ella volia haver consell ab les dones si retria
Netana».
5 El original calla «ni a sus parientes».
LIBRO DE EVAST V BLANQUERNA. — C. 20
2 15
para que sirviera de ejemplo a todas las gentes y que ama-
sen y deseasen morir para servir a su divina Majestad. De
aquí es que si por mí morís, moriréis para honrar a Dios y
lograréis el ser mártires, dando este buen ejemplo de vos-
otras a todas las gentes. Y si, tal vez, permitís que mi ma-
dre y mis parientes me saquen por fuerza de la religión,
daréis un mal ejemplo y motivo a los demás de introducirse
esta mala costumbre ; de manera 6 que en cualquier ocasión
que recibáis alguna religiosa en este monasterio sin el con-
senso de sus parientes, vendrán amenazándoos, y cada vez
os hallaréis en el mismo peligro y trabajo que ahora os ha-
lláis.— Muy vivamente instaba Cana a la abadesa y a las
demás monjas que no la desamparasen ni mostrasen tener
falta de devoción, acordándoles la pasión de su esposo Je-
sucristo; y mucho les remordía la conciencia con los ejem-
plos del martirio de Santa Catalina, de Santa Eulalia, de
Santa Engracia, de Santa Margarita y de las demás santas
vírgenes, que gustosísimas murieron para honrar y servir
a su amado esposo Jesucristo.
10. Tan devotas eran y tan piadosas las palabras que
Cana decía a la abadesa y a las demás monjas y tenían tanta
fuerza y virtud, que con ellas cobró tal fuerza y aliento su
corazón, que resolvieron antes morir que entregarla o des-
ampararla; y confiándose mucho en sus palabras, pusieron
toda su esperanza en Dios, quien defiende y ampara a sus
siervos siempre que quiere. Tal era el miedo que tenía la
abadesa y todas las religiosas, que no se atrevían a partici-
par su resolución a Anastasia 7 ni a los que estaban con ella
armados aguardando a la puerta del convento. Conoció Cana
que estaban asustadas y que no osaban, y dijo que ella iría
a volver la respuesta a su madre y a los demás de la resolu-
ción que la abadesa y religiosas habían tomado por influjo
del Espíritu Santo, si le daban el permiso.
11. Dióselo la abadesa, y luego fué a esconderse en su
celda; lo mismo ejecutaron las religiosas, temiendo mucho
a la muerte. Pero Cana, como era de noble y alentado cora-
zón, santiguóse primero y después dijo estas palabras : — Es-
peranza, fortaleza, caridad y justicia, supuesto que me ha-
béis sujetado a serviros en esta Orden, ya es tiempo que me
ayudéis contra el furor de vuestros enemigos, quienes, por
* El autor dice solamente : «... e totes les vegades vos menea-
ran les gents que reebats nulía fembra contra lur volentat.»
? Traducido más fielmente : «No se atrevían a participar a Anas-
tasia, ni a los demás, la resolución que la abadesa y todas las reli-
giosas habían tomado por influjo del Espíritu Santa. La abadesa
y todas las religiosas se escondieron y huyeron y temieron mucho
por su vida. Cana, como era de noble y valiente corazón, después
de haber hecho sobre su rostro la señal de la cruz, dijo estas pala-
bras.»
2 IÓ OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
sacarme a mí, intentan destruir a este monasterio con todas
estas santas religiosas, que no tienen culpa alguna de los pe-
cados que yo he cometido. — Al decir esto, tomó las llaves de
la puerta y, asomándose a una ventana que estaba más arri-
ba, desde allí se dejó ver a su madre y a los demás y habló-
les en esta forma:
12. — Sea usted muy bien venida, señora madre, y salu-
dando a todos estos señores, sobre todos hago la señal de la
cruz, por la cual os acordéis de la pasión del Hijo de Dios, Je-
sucristo, quien por nosotros quiso ser hombre y entregarse a
la muerte por salvarnos a todos. De parte de mi señora la
abadesa y de todo el convento, os saludo y os hago saber
cómo todas están en resolución de padecer antes la muerte
que restituirme a vosotros, para mostraros que nuestro Se-
ñor Jesucristo tiene señoras sus sirvientes que desean mo-
rir por su amor y por su honor. Sólo en Dios confían, y sólo
recuerdan su justicia y su poder. Y así, no hay para qué aro-
marse contra mujeres que no pretenden defenderse. Aquí es-
tán las llaves, haced lo que os pareciere. — En esto Cana echó
las llaves del monasterio a su madre Anastasia, rogándola
encarecidamente que la matasen primero a ella, pues era la
ocasión y el motivo de la muerte de las demás y de la des-
trucción del monasterio.
13. No faltaron en este lance en socorrer a Cana con su
virtud la esperanza, la caridad, la justicia y la fortaleza.
Y Dios, que no olvida a sus siervos que le alaban y le aman,
puso tanta virtud en sus palabras, que su madre y los otros
que estaban allí, movidos a compasión, lloraron por las pia-
dosas palabras que Cana les decía y por la santa vida dé la
abadesa y de las religiosas de aquel convento, que habían ele-
gido morir por amor de su esposo Jesucristo. Se mudó el
corazón de Anastasia y de todos los demás, y vino en ellos
la. devoción, la abstinencia, conciencia y caridad, y se arre-
pintieron todos y alabaron y bendijeron a Dios, que había
dado tanta virtud a Cana y a todas las religiosas del monas-
terio. Y, saludándole muy corteses, dijéronle que no temiese
de ellos, mas que dijese a la abadesa que ellos se volvían a
sus casas, que rogase por ellos a Dios les perdonase la loca
intención e injurioso deseo que habían concebido contra ella
y contra todo el monasterio.
14. Volviéronse todos a vista de Cana, y luego ésta se
fué a tocar la campana para convocar a capítulo a la madre
abadesa y las demás monjas ; mas tanto era el miedo que te-
nían, que no se atrevieron a venir, lo que la obligó a buscar-
las por el convento, diciéndoles la gran misericordia y pie-
dad que Dios había usado con ellas y cómo jamás se olvida
de los que en Bl ponen todas sus esperanzas. Es indecible el
LIBRO I>K EVAST V HLANQUKRNA. — C
- 1 7
gozo y la alegría que causó este suceso a todas, y luego la
abadesa fué a mirar por la ventana del monasterio, y vió que
ya todos se habían retirado, a excepción de Anastasia, que
sola se había quedado a la puerta, llorando amargamente y
lamentándose con estas palabras:
15. — ,¡Aiy de mí, triste y desventurada pecadora ¡—do-
cía— ; ¿adonde está el agradecimiento y las gracias debidas
a su divina Majestad por haberte dado una hija tan buena
y de corazón tan noble como es la mía? ¿Ni qué culpa tenía
la abadesa ni las monjas de este convento 8 para que tú amo-
tinases a todos tus parientes e intentases quitarlas la vida?
¿Puede igualarse alguna culpa, por más grave que sea, a
ésta? Y ¡oh, cuán sin medida mayor se enseñaría conmigo la
piedad y misericordia de Dios si se dignase perdonarme pe-
cados tan enormes ! ¿ Podré esperar que la abadesa y las ole-
más religiosas quieran perdonarme y enseñarse conmigo tan
piadosas y humildes que consientan en admitir en su compa-
ñía a esta mujer culpable? — iDe mucho gusto y agrado fue-
ron los lamentos de Anastasia para la abadesa y para las
demás religiosas que la escuchaban, y señaladamente para
su hija. Y, después de esto °, reparando Anastasia en la aba-
desa y en las demás que allí la estaban observando, echóle
las llaves del monasterio, suplicándola por amor de Dios man-
dase aforirle la puerta, porque deseaba entrar en e1 monaste-
rio para pedir perdón a ella y a todas las otras.
16. Mandó luego la abadesa abrir la puerta, y con mu-
cho agrado la recibió en sus brazos, y con toda la comunidad
se encaminaron a la iglesia para alabar a Dios y bendecir
su santo nombre, dándole repetidas gracias por haberlas
librado de la muerte. Entraron inmediatamente después en
capítulo, y allí, puesta de rodillas y besando la tierra, pidió
Anastasia perdón a la abadesa primero, y después a todas
las religiosas, las que la recibieron en sus brazos, dándole
muchos besos en señal de que la habían perdonado.. Cuando
Anastasia llegó a pedir perdón a su hija, hincósele de rodi-
llas; y al ver ésta a su madre en tal postura, arrodillóse
luego, besándole pies y manos, regando con sus lágrimas la
tierra que besaba, alabando la virtud y misericordia de Dios;
mas la madre, hecha toda un mar de llanto, así le decía:
17. — Amable hija, aunque, como es costumbre, suele
ponerse la hija de rodillas delante de su madre y pedirle
perdón, tan grave es la culpa que contra ti he cometido, que
no soy digna de pedirte perdón, ni de estar arrodillada, ni
en otra postura delante de ti, por haber intentado, ¡ay de
s «que volies fer destruir als teus parents ?»
' lis más conforme decir : «Anastasia lanzó las llaves por la ven-
tana a la abadesa, para que le abriera la puerta y dejara entrar en
el monasterio para pedir perdón a ella y a todas las religiosas.»
2lS
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
mí!, ser ocasión de tu muerte y de todas estas santas reli-
giosas. Pero, dulce hija mía, si en tu corazón sientes piadosa
y compasiva inclinación a perdonarme, ¿cómo podrá tu hu-
mildad dejar de consolarme con tu amable compañía? ¿Y
cómo ha de dejar Dios, si interpongo tus méritos, de oír
mis oraciones y perdonarme y, acordándose de mí, llevarme
a su santa gloria? — Mientras decía estas y otras palabras,
que fuera prolijo referirlas todas, estaba Anastasia dando
repetidos besos a su hija, la cual se hallaba tan absorta con
la alegría, devoción y caridad, que no podía proferir pala-
bra, con que sólo se explicaba con levantar las manos y ojos
al cielo, mirando al santo crucifijo que allí estaba, conti-
nuando en besar pies y manos a su madre; y no eran sola»
éstas las que lloraban, mas la abadesa y todas las monjas
estaban llorando, mientras oían las tiernas y devotas pala-
bras de las dos.
18. — Hija — continuó la madre — , ¿adonde está tu co-
razón? ¡Oye mis voces, mira y atiende a mis palabras y ol-
vida mis pasadas culpas! — Madre y señora mía — respondió
la hija — , vuestro es mi corazón y toda soy vuestra. No pa-
rece que haya culpa en aquel corazón que favorece Dios con
tanta y tal abundancia de devoción como hay en vos; ya os
están perdonadas vuestras culpas, y, estando vos sin culpa,
no hay para qué pidáis perdón; cuanto hay en mí y pende
de mí, todo es vuestro.
19. En aquel día fué muy bendito y alabado el santo
nombre de Dios por todas las monjas en aquel monasterio,
y en aquel mismo día pidió Anastasia a la abadesa y a las
demás religiosas le vistiesen el hábito de su religión; pero,
considerando que era muy anciana, delicada y de comple-
xión muy débil, aconsejáronla que fabricase una casa de-
lante del monasterio, vecina a la iglesia, y que allí habitase,
destinándole para su sustento alguna pitanza de las que no
pudiera usar en el monasterio. Tomó Anastasia este consejo
de la abadesa y de las monjas, y vivió bajo su dirección,
dando muy buen ejemplo a todas las señoras que observaban
su modo de vida. Vistió humilde y honestamente, semejante
en alguna manera al modo de vestir de las religiosas.
LIBRO DE EVAST V BLANQUERNA. — C. 2 i
210
CAPÍTULO XXI
De cómo Cana fué elegida sacristana
1. En breve tiempo supo Cana leer, cantar y rezar el
divino oficio. Y estando la mayor parte del día orando en la
iglesia, asistía con mucho gusto a la sacristana. La abadesa,
que estaba pensando cuál empleo sería más de su genio para
que le sirviese con mayor devoción, habiendo observado el
gusto que tenía en frecuentar la iglesia y en asistir a la
sacristana, dióle este encargo, de consejo de todo el conven-
to, y di jóle estas palabras:
2. — Cana, yo quiero daros un encargo en este monas-
terio, pues ya me parece tiempo, y porque tengo visto que
os gusta mucho visitar los altares, y ver la santa cruz en
que se nos representa nuestro Señor Dios Jesucristo, esposo
de nuestras almas, y porque gustosa cuidáis del aseo y lim-
pieza de la iglesia y de todo cuanto sirve para honrar a Je-
sucristo en el oficio de la Iglesia, por tanto, todo el convento
quiere y os ruega seáis sacristana.
3. Muy agradecida se mostró Cana con la abadesa y
demás religiosas por la honra singular que le hacían. Mas
considerándose indigna, pidió encarecidamente se excusasen
de honrarla con aquel encargo, pues no ha'bía venido al mo-
nasterio a este fin, ni parecía razonable quitar el cargo a la
sacristana que actualmente lo ejercía, a más de no haber
faltado en cumplir con su obligación.
4. A esto satisfizo la abadesa con decir que era muy
natural y razonable conferir los empleos a los mejores, a
fin de conservar más cabalmente la regla de la Orden; y que
si alguna religiosa había por mucho tiempo trabajado en
ejercer su oficio, entonces suele la religión hacerle alguna
gracia; y como la sacristana está ya muy vieja y ha tra-
bajado mucho en este encargo, por eso queremos que des-
canse y tome con humildad y paciencia si os damos a vos
este empleo, pues queremos que trabajéis en él y obedezcáis
a nuestros preceptos.
5. En fin, Cana aceptó, y cumplía muy bien con su oficio
de sacristana. Estábase lo más del día en la iglesia en ora-
ción con su madre, tratando de Dios y de su poder y honor,
de la pasión de Jesucristo, y de la gloria del paraíso, y de
las penas del infierno. Decíale a su madre la hija un día:
— ¿No os parece que es más gustosa y agradable a Dios y
a los santos la conversación que ahora frecuentamos todos
220
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLUL'L
los días, que la que teníamos estando en el siglo hablando
de las cosas de la tierra ? — :Bendito sea el nombre de Dios
— respondió la madre — , que me ha puesto en este estado,
favoreciéndome con el consuelo de tu amada compañía todos
los días.
6. — Bien conozco, hija mía — prosiguió — , que, si hubie-
ses quedado en el siglo y tuvieses marido, no me sería po-
sible estar contigo cada día, como ahora que estás en reli-
gión ; y bien claro veo ahora que era ceguera de mi entendi-
miento cuanto obraba para impediros el ingreso en ella ; por
lo cual, ya me parece sería tiempo de repartir la hacienda
que nos queda entre los pobres de Jesucristo. — A esto res-
pondió Cana que cada día estaba pensando cómo podría re-
partir la que su padre le había dejado, para que diese mucho
fruto y aprovechase por largo tiempo; y a este fin, dijo,
siempre estoy observando, según el estado en que esta el
monasterio, en qué modo pudiera éste mejorarse con nues-
tros bienes J, para servicio de Dios y de su Madre Santísima
la Virgen María.
CAPÍTULO XXII
De la muerte de la abadesa
1. La misericordia y la justicia de Dios quiso dar el
galardón a la abadesa, ya muy anciana y que había traba-
jado mucho en la religión para servir a Su Majestad, quien
quiso llamarla a su santa gloria para mostrarle cuál era
aquel Señor a quien ella había servido, y, para enseñarle
que su poder puede premiar a sus siervos, quiso darse a sí
mismo a su sierva en la gloria para que fuese su gloria,
porque la abadesa, cuando vivía en este mundo, toda se
había entregado a Dios. Los nuncios que le envió para lla-
marla a sí fueron los trabajos que con resignación pade-
cía en su conciencia y en su enfermedad, y esto a fin de
ejercitarla en la paciencia y obediencia, para purificar su
corazón de toda culpa y que después de esta vida pasase
en derechura ai eterno descanso.
2. Mientras estaba enferma acordaron las monjas les
quisiese dar su consejo sobre cuál habían de elegir abadesa
después de su muerte, supuesto que ninguna estaba tan in-
formada de todas y de su obediencia como ella. Y así, al-
gunas religiosas, las más celosas, le rogaron secretamente
' Snlnan las palabras pipara.,, María».
LIBRO DK EVA9T V RLANOTERNA. — C. 2T,
22T
les dijese cuál en particular sería mejor para abadesa, a lo
cual respondió, según su juicio y parecer, tenía por muy
conveniente se eligiese a sor Cana, pues siempre la había
encontrado muy obediente y muy amante del estado reli-
gioso, donde había entrado dejando tantas riquezas y hon-
ras.— Y como estoy para morir — prosiguió--, bien podéis
pensar en conciencia que no he de mentir, y así os aconsejo
hagáis a sor Cana abadesa.
3. Fué la voluntad de Dios que la abadesa pasase de
esta vida a la gloria perdurable del paraíso. Y procuraron
enterrarla con mucha honra, asistiendo a su entierro los
primeros de aquella ciudad, hombres, mujeres y religiosos,
llorando toda Ha gente de aquel país, y en particular las reli-
giosas del convento, y más que todos sor Cana. Muchas mi-
sas se celebraron en aquel monasterio y en las demás igle-
sias de la ciudad por el alma de la abadesa, que estaba en
opinión de una santa, empleando todo aquel día las religio-
sas en oración y en llorar la ausencia de la abadesa, que era
lo que más estimaban en este mundo. Y resolvieron que l,
acabada la función del entierro y oración fúnebre, alguna de
las religiosas hiciese en capítulo un discurso de las bellas
prendas de la abadesa para consolar a las demás.
CA PÍTULO XXIII
De consolación
1. Todas las religiosas acordaron en que sor Cana di-
jese algo T?ara consolarlas en la muerte de la abadesa. Y ella,
alzándose en pie, se inclinó delante del crucifijo, dando gra-
cias a Dios y a todas las monjas por honra tan particular,
y añadió que en capítulo había muchas religiosas que, como
más sabias, desempeñarían mejor el asunto; mas, supuesto
que era su gusto, diría lo que Dios fuese servido inspirarle.
Y empezó su discurso en esta forma:
2. "Vivamente deseo confortar y consolar a mí misma, y
que sea tal este consuelo, que sirva a todas las demás de
norma y ejemplo para consolarse cada cual a sí misma. De
este nuevo método solía usar un santo religioso que predi-
caba muy noblemente, hablando consigo mismo.
3. "Murió mi señora abadesa, la que hasta hoy fué mi
superiora; y de aquí es que la caridad y la justicia para
1 «Consell f<> empres per les dones que en lo capítol, alcana dona,
après lo sermó que-l frare féu de l'abadesa.»
222 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLl'LL
compadecer su muerte están moviendo a mi alma a tristeza
y dolor, dando ésta fuertes impulsos al corazón para que su-
ministre lágrimas a los ojos. Preciso es el llanto, pues mucho
con el amor concuerda. Manda la justicia que en la muerte
de sus superiores el hombre llore; luego, si quiero consolar-
me, justo es que llore, pues sin el llanto no habría modo para
hallar consuelo. Lloro porque se ausentó de mis ojos la que
amaba y enseñaba el camino de mi salvación. Si considero
el gozo de su bienaventuranza, conviene alegrarme ; y es tan
crecida esta alegría, que me precisa a llorar, pues no hay
alegría en este mundo cumplida sin el llanto. Todas senti-
mos su falta y ausencia 1, cuando en ésta encontró nuestra
abadesa el cumplimiento de su descanso. Y así, alegrarme
conviene por lo que logra, entristecerme debo por lo que
pierdo; con que igualmente por el gozo y la tristeza es jus-
to llore. Y pues tengo dos motivos para llorar, será preciso
que sea doble el llanto: y si no lloro, como es razón que
llore, justo es que llore la culpa que tengo de no llorar. No
se olvida mi alma en hacer cuanto puede para llorar. Pero
si la justicia quiere desconsolarme y castigarme, no me per-
mita el llanto; mas si gusta consolarme y premiarme, rué-
gola me deje llorar cuanto quisiere, y por mucho tiempo.
4. "Para complacerme en cuanto quiere y dispone su
criador fué criada mi voluntad; luego, si ésta no quiere lo
que sü criador, preciso será mi desconsuelo. Si por mis con-
veniencias deseo ilo que sería en menoscabo de mi aíbadesa,
¿adonde está la caridad que me inclinaba a amarla? Es muy
justo que, si estoy apesarada por la muerte del cuerpo, me
alegre y consuele por el bien que está logrando su alma.
¿ Será acaso razonable desconsolarme por verla ya libre de
peligros ? Y si tú, cuerpo mío, semejante en naturaleza a las
bestias, pretendes desconsolar a mi alma por la muerte del
cuerpo de la abadesa, a ti semejante en naturaleza, también
mi alma quiere consolarme, por ser semejante, asimismo, en
naturaleza a la suya. Llora, llora, cuerpo mío, cuanto quie-
ras, pues en tu mismo llanto pretende hallar mi alma su con-
suelo. A ti, cuerpo mío, pertenece el llorar, y sólo debe estar
mi alma toda ocupada en recordar la virginidad, perseve-
rancia, santidad y buenas obras, dignidad y feliz muerte de
mi superiora mi señora la abadesa ; por 2 lo que me con-
suelo esperando alegrarme con ella en la bienaventuranza
que goza y estará gozando sin fin." Tan devotamente y con
expresiones tan naturales, que son las más a propósito para
1 «Fretura e defalliment són seguits enfre nos per lo cumplimeiil
e-l repòs en lo qual és vengut nostre major. Alegrar me cové de
son bé, e a entristar me cove de la mia fretura e del meu defalli-
ment.»
- Cállase en el original «por... fin».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 2]
el consuelo, se consolaba Cana a sí misma; y tan piadosa-
mente lloraba, que movía a las demás a piedad y llanto,
consolando a todas con las palabras que decía y con lo mu-
cho que lloraba. Todas alabaron y bendijeron a Dios y a su
divina voluntad, que quiso ejercer en ella su poder; dicien-
do que ya era ocasión de amar, y llorar, y tener paciencia,
pues su llorar recordar y amar servía para facilitar en
todas el consuelo.
CAPÍTULO XXIV
En qué manera Cana fué elegida abadesa
1. Ya se habían juntado en capítulo para elegir aba-
desa Cana y todas las religiosas que tenían voto en la elec-
ción, cuando ésta empezó a persuadirlas que era cosa muy
necesaria e importante el tener un buen superior, porque
de la bondad de éste se sirve Dios como de conducto para
comunicar virtud a los súbditos. — Y como nuestra supe-
riora ha pasado de ésta a mejor vida, digo que es muy ne-
cesario e importante para todas nosotras, según pide la
razón y la naturaleza1, que busquemos cuál entre todas es
mayor en santidad y en amor de Dios, pues, según buena
ordenación y conforme a la voluntad de Dios, es aquélla la
más digna de ser nuestra superiora y nuestra prelada.
2. Todas aprobaron lo que Cana había dicho, y que-
rían elegir abadesa del modo que acostumbraban; pero les
dijo que había oído y sabía un nuevo modo de elección, que
consistía en arte y figuras, practicando las condiciones del
arte de elección según el Libro del gentil y de los tres sa-
bios 1, que se conforma con el Arte de hallar la verdad -,
3 «e lo lur plorar amar, és occasió e raó de la lar consolació».
1 El Llibre del gentil e dels tres savis (en la ed. de Maguncia
Liber de gentili el tribus sapientibus), escrito en Mallorca (¿1272?),
tiene por argumento una larga y tolerante discusión teológica entre
tres sabios — un judío, un cristiano y un sarraceno — , cada uno de los
cuales expone los fundamentos de su ley en presencia de un pagano.
Ramón Llull primeramente lo escribió en árabe y después lo tradujo
al catalán-
- Art inventiva (en la ed. de Maguncia Ars inventiva veritatis sen
ars intelectiva veritatis). Otro libro del Doctor Iluminado, escrito
en Montpellier el año 1289 en lengua catalana y más tarde, en 1291,
traducido al árabe por el mismo autor. «Esta Art inventiva — dice
Carreras y Artau — , juntamente con el Art aniativa, y el Art memo-
rativa, que Llull no llegó a escribir, respondían al plan de actuali-
zar 11 objetar, mediante las reglas del arte, las tres potencias del
alma, haciéndolas aptas para la vida contemplativa. De dichas tres
224
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLÜLL
con cuyo método siempre se halla la verdad, y por este
modo — (prosiguió Cana — , podemos saber cuál sea verdadera-
mente la más conveniente y mejor religiosa para ser nues-
tra abadesa.
3. Rogáronla todas les declarase el modo por el cuai,
según arte, pudiesen encontrar la que sería mejor para
abadesa, y respondió Cana que con brevedad les diría los
principios de este arte. —Divídese — -dijo — en dos partes: la
primera enseña el modo con que se deben elegir los voca-
les; la segunda, en qué manera éstos deben elegir su prela-
do. Voy ahora a explicaros la primera parte, y luego la se-
gunda.
4. Nosotras — dijo Cana — somos veinte monjas en ca-
pítulo, que tenemos voto en la elección. Según dicho arte,
es menester de las veinte elegir número impar, como cinco
o siete, por ser éste más conveniente, para hacer elección
y encontrar la verdad, que otro número, y aun el siete es
más a propósito que el cinco. En primer lugar, todas han
de jurar dirán la verdad; después pregúntese, en secreto,
a la primera monja, cuál de las diecinueve es mejor para
una de las siete vocales que deberán elegir la abadesa, y en
esta forma váyase preguntando a la segunda, después a la
tercera, y así de las demás, hasta la última. Y se irá escri-
biendo y notando todo lo que cada una dirá, y, después que
todas habrán dicho su parecer, véase, y con puntualidad se
encontrará, cuáles son las religiosas que han tenido más vo-
tos, y sean éstas las siete que deberán elegir a la abadesa.
5. La segunda parte de este arte de elección explica
la manera con que los electores deben elegir su prelado. Por
lo cual conviene, en primer lugar, que éstos concuerden en
elegir de cierto número y de cierta calidad de personas, se-
gún les parecerá bien, cotejando la una con la otra, según
estas cuatro calidades, es a saber: la primera, cuál ama y
conoce más a Dios. La segunda, cuál ama y conoce más a
las virtudes. La tercera, cuál más conoce y aborrece a los
vicios. La cuarta, cuál es más conveniente cuanto a lo per-
sonal.
6. Cada uno de estos siete electores puede elegir a
una persona, para que ésta entre en el número de los suje-
tos entre los cuales se debe elegir el superior. Y, para que
más llanamente se entienda este arte, supongamos que el
número cierto de personas, entre las cuales debe escogerse
y elegirse superior, sea el número nueve. Primero deberán
artes derivan, respectivamente, tres árboles, a saber : el Arbre de
sçiència, el de amar (Arbre de filosofia d'amor) y el de membrançM
sólo esbozado en el Arbre de filosofia, desiderat» (Historia de la fi-
losofía española, I [Madrid, 1939]. 291)-
LIBRO DF. EVAST Y BLANQÜERNA . — C . 24 225
partirse los siete en dos partes, esto es, dos en una parte
y cinco en la otra; y estos cinco escudriñarán cuál de aque-
llos dos debe ser elegido, y se escribirá secretamente el que
tuviere más votos. Hecho esto, deberá cotejarse este que
tuvo más votos con uno de los cinco, que se pondrá en lu-
gar del otro que quedó vencido por tener menos votos, y
se pondrá este que fué ya vencido en lugar del que entra
en cotejo con el primero o segundo, y se hará lo mismo por
orden en todos los demás; y si a este número se añade el
octavo y el nono, que no son del número de los electores,
según este número serán multiplicadas treinta y seis ca-
meras, en las cuales se verán los votos que tuvo cada uno,
y entonces se elija por prelado el que tuviere más votos o
más cameras 3. .
7. Después que Cana hubo explicado el arte de elec-
ción a las religiosas, una le preguntó que, si aconteciese tal
vez hallarse en dichas cameras votos iguales, ¿qué manda
el arte se haga en este caso? A esto satisfizo diciendo que,
si fuesen dos o tres o más los que tuviesen iguales votos
o cameras, en este caso debe por arte inquirirse cuál de
ellos solamente tiene mayor conveniencia o concordancia
con las cuatro condiciones o calidades arriba expresadas,
y éste será el más digno de ser elegido por superior o pre-
lado.
8. Mucho gustó a todas las religiosas este arte y ma-
nera de elección, diciendo que, según éste, no se podía
errar en la elección, y luego establecieron de allí en adelan-
te, siempre que se hubiese de hacer la elección, se practi-
case en aquel modo y arte que Cana les había señalado.
Y habiendo buscado el libro que trata de este arte, lo apren-
dieron, y poco después hicieron la elección conforme el arte,
y con éste hallaron que Cana debía ser su abadesa.
9. Eligieron, pues, a Cana abadesa; y aunque sintió
mucho la hubieran hecho esta honra, con todo, bendecía a
Dios, que se había dignado honrarla sobre las demás. Pero
dudando por si acaso había errado en el arte, quiso ver las
treinta y seis cameras en que éste se encuentran, pues en
tal caso no debía ser ella abadesa, sí sólo la que conven-
dría más según el modo de proceder del arte. Según esto,
Cana y las demás religiosas que no habían sido del núme-
ro de las siete que habían hecho la elección, las reconocie-
ron, examinando el modo que habían seguido en la eleción
3 £n el capítulo 6o, Ramón Llull propondrá sabiamente a los mon-
jes esa misma manera de elegir su abad. ¿Quién no ve los grande
inconvenientes que nacerían del voto deliberativo de todos los miem-
bros de una comunidad religiosa, sea de hombres, sea de mujeres,
en la elección de su superior mayor ?
S
22Ó
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
segrin dicho arte, y encontraron que habían observado sus
reglas puntualmente. Desde entonces entró Cana en cuidado
de cómo sabría bien regirse a sí misma y a las demás, por
io que estaba meditando cómo podría ordenar el monaste-
rio a buenas costumbres.
CAPÍTULO XXV
DE CÓMO LA ABADESA CANA ORDENÓ ACERCA DE LOS CINCO
SENTIDOS CORPORALES, Y PRIMERAMENTE DEL OÍDO
1. La abadesa Cana mandó tocar la campana, para con-
vocar a capítulo las monjas y tomar su consejo y parecer
sobre lo que se podría hacer, para que en el monasterio to-
das usasen debidamente del sentido del oído, para observar
y seguir mejor la regla de su Instituto. Mientras la abade-
sa estaba en capítulo y acudían las demás, una religiosa
que volvía de pedir limosna por amor de Dios en la ciudad
entró en capítulo y contó a las otras monjas cómo había
visto una novia muy hermosa y ricamente vestida, la cual
acompañaban sus deudos a la iglesia con mucha honra y
alegría. Esto contaba la monja con mucho agrado, y las
demás lo escuchaban con igual gusto. Muy bien observó
la abadesa las palabras y el desorden que se seguía de lo
que las monjas que salían a pedir limosna estaban contan-
do de las vanidades y deleites del mundo a las otras mon-
jas.
2. Habiendo, pues, concurrido ya todas a capítulo, em-
pezó Cana, la abadesa, a bendecir a Dios, y dijo estas pa-
labras: — 'Mucho ha pensado y buscado mi alma en qué
rncdo pudiera yo volver a Dios los bienes de mi madre
Anastasia y los míos que me dió, para que con ellos le sir-
viera 1 ; pero ahora, por la virtud de Dios iluminada mi
alma, determino dar a este monasterio todas nuestras ri-
quezas, pero con condición que ninguna religiosa salga de
este convento de aquí en adelante a buscar limosna por la
ciudad, porque así no nos vengan a contar lo que hubie-
sen visto u oído de cosas del mundo; pues, por oír hablar
de estos deleites temporales, nos acordamos y muchas veces
deseamos las vanidades del mundo; y estos deseos nos im-
piden y embarazan en las oraciones y meditaciones de la
pasión de nuestro Señor Jesucristo.
1 Las palabras «para que con ellos le sirviera» no se leen en el
original.
227
3. Establecieron, pues, que ninguna monja, sin urgen-
te necesidad, saliese del monasterio, en atención que los bie-
nes que la abadesa y su madre daban al monasterio eran
tantos, que bastaban para subvenir a las necesidades que
las obligaban antes a pedir limosnas. Buscaron, pues, al-
gunos religiosos legos, hombres ancianos, de buenas y ho-
nestas costumbres y aprobados en otra religión, quienes
cuidasen de sus bienes, y de éstos proveían el monasterio,
pero sin entrar en él; y si la abadesa o cualquiera otra re-
ligiosa necesitaban de alguna cosa secreta que no conve-
nía comunicar a los frailes, tenían algunas mujeres viudas
beatas en la ciudad, que eran muy buenas y muy honestas,
quienes les procuraban cuanto necesitaban.
4. También ordenaron y establecieron cierto número
determinado de religiosas, poniéndolo por escrito, y que no
recibiesen otra alguna viviendo éstas; y lo hicieron a fin
que bastasen para el monasterio los bienes que le había
dado la abadesa, y también para tener motivo de excusar-
se si las empeñaban para que recibiesen alguna otra religio-
sa; a excepción que, si alguna señora seglar quisiese entrar
o poner su hija en el monasterio, debiese corresponder con
una pensión correspondiente hasta tanto que muriese algu-
na, y en este caso cesaría la pensión y entraría en lugar de
la difunta.
5. La abadesa todos los días iba buscando si encon-
traría alguna cosa a propósito para ordenar el oído, cuan-
do un día, entrando en el huerto, vió dos monjas que hila-
ban en una parte, y otra sola en otra parte. Entró después
en el dormitorio, y de éste en las celdas, donde las religio-
sa^ acostumbraban hilar, y observó que no trabajaban to-
das juntas en un lugar. Al otro día por la mañana convocó
a capítulo, y estableció que todas las monjas hilasen jun-
tas en un mismo puesto, y que entre tanto estuviese una
de ellas allí leyendo en lengua vulgar, para que todas lo en-
tendieran, algún libro de la pasión de Jesucristo, de la vida
y martirio de los santos y santas y de la vida de los anti-
guos santos padres; y que estuviesen en este libro los mila-
gros de la Virgen María, y de las vírgenes, y de los márti-
res, y de otros santos, y que se leyese en los días de fiesta
y en los demás días, según que a cada cual tocaría por or-
den. Buscaron este librito, y se ejecutó la ordenación en el
monasterio, y en muchos otros que tomaron doctrina y en-
señanza de aquél.
6. Mucho deseó la abadesa se observase puntualmente
esta determinación, para que, oyendo la lectura de aquel
libro, apartase el alma su imaginación de las vanidades del
mundo y de los viles y desordenados pensamientos que la
228 Obras literarias de ramón llull
inclinan al pecado, y que cada cual de las religiosas se ena-
morase de la buena vida de aquellos santos ; pues del mis-
mo modo que el alma, viendo algunas cosas hermosas, se
mueve a amar, así, oyendo algunas palabras agradables, se
mueve a desear.
CAPÍTULO XXVI
De la vista
1. Estando en capítulo la abadesa con todas las religio-
sas, les dijo que, según plugo a la divina ordenación de arre-
glar y ordenar el hombre, tiene éste obligación de usar de
su vista corporal en tal manera, que vaya siempre ordenada
a la vida espiritual. — Por lo cual será bien — prosiguió — que
se haga ordenación y establecimiento entre nosotras para
usar bien de la vista corporal. Y primeramente ordénense
nuestros ojos a mirar las imágenes de Cristo crucificado, de
María Santísima y las demás que nos representan los he-
chos de los santos que pasaron de esta vida. Honremos a
estas figuras, humillándonos a ellas siempre que las veamos,
acordándonos de lo que nos significan.
2. Sean honestos y humildes nuestros vestidos, y en
la cara 1 no haya afeite alguno, más de lo que Dios y la
naturaleza han puesto en ella. Guando las seglares vendrán
a vernos y escucharnos, vayan reguladas nuestras palabras,
según queda ordenado en el capítulo del oír. Y cuando ve-
remos sus riquezas y soberbias vestiduras y sus caras afei-
tadas con arte, entonces conviene alabar y bendecir a Dios,
que, haciéndonos sirvientes de la humildad, nos ha librado
y defendido de las vanidades de este mundo miserable. Y en-
tonces con los ojos espirituales debemos mirar a nuestro
Señor Jesucristo, su santísima Madre la Virgen Miaría, los
santos apóstoles y demás santos, que vestían muy humildes
vestidos. Cada una de nosotras puede ganar muchos méri-
tos, si sabe ejecutarlo en esta forma. Antes bien, cuando
veremos estas señoras seglares soberbiamente vestidas, las
podremos advertir que, en viniendo a visitarnos, vengan con
vestidos humildes y sin afeites en el rostro 2, para que no
1 «en nostres fayçons no haja nulla maestría ni superfluytat».
- «e en lurs fayçons no aja adob ni maestría». Nuevamente Ra-
món Llull clamará contra el abuso de las señoras en pintarse y
afeitarse la cara en los capítulos 42, 71, 74, 81, 92 y 94 del Llibre
de Blanquerna. También en el Llibre de contemplació (ORL, IV,
Ï12-113), en Arbre de sciència (ORL, XII, 389), Llibre de Santa
Maria (ORL, X, 109, 11 2-1 13), Llibre de home (ORL, XXI, en pren-
LIBRO EVAST V BLANQUERNA. C, 20
22Q
ocasionen a nuestra alma alguna tentación de algunos vano.3
deseos del mundo.
3. Cuando veamos el cementerio, entonces es tiempo
oportuno de pensar en la muerte y, con los ojos del alma,
ver los gusanos que nos han de roer los ojos con que ahora
vemos, y las orejas con que oímos, y la lengua con que ha-
blamos. Cuando estemos en las letrinas y veamos las inmun-
dicias que salen de nuestro cuerpo, entonces es ocasión de
pensar en la vileza de nuestra naturaleza, para que con esta
consideración en nosotras se exalte y crezca la humildad y
se mortifique y minore la soberbia. Si entramos en la huerta
y vemos la pobre bestia que está rodando la noria y pone-
mos la vista en los árboles y en las yerbas, entonces es
tiempo de dar gracias a Dios, que nos hizo de más noble
naturaleza que a las bestias, árboles y yerbas, siendo así
que pudo crearnos de naturaleza semejante a ellos, si hu-
biese querido.
4. Miremos el cielo, y consideremos cuán grande es;
miremos el sol, la luna, las estrellas, el mar y la tierra. Con-
sideremos cuántos hombres hay y hubo en el mundo; cuán-
tas aves, cuántos peces, cuánto ganado y cuántos árboles y
hierbas, y en todas estas cosas alabemos a Dios, que es tan
grande. Porque si Dios ha criado tantas, tan buenas, tan
grandes y tan varias criaturas, ¡cuánto más bueno, grande
y poderoso es él, que es creador de todo cuanto hay! Y ha-
biéndolas criado todas para servicio del hombre, ¡ cuán gran-
sa), para no citar más que algunos pasajes de algunos de sus libros,
el apóstol mallorquín reprobará la misma moda femenina. En el
Llibre de $a>ita María, el bienaventurado Maestro narra esta bella
parábola : «Recontà Entenció e dix que, en una noble ciutat, estava
una dona muller de un noble burgués. Aquella dona era molt bella
corporalment e tsperital, e, por ço que sa beutat no fos occasió que
negun hom cobejàs carnal delit en ella, no vestia de nobles dra.ps,
ni ses beutats no manifestava, ans aytant como podia les tenia secre-
tes, car dona era qui amava molt castedat. Aquesta dona, com anava
a l'esgleya, anava humilment vestida, per ço que donàs eximpli de
humilitat, e per entenció que nostra Dona la exoís de ses paraules.
Un dia s'esdevenc que lo burgués hac maridada una filla, e volc
que anàs a l'esgleya molt noblement vestida, e ab gran honrament
de gent, e les altres dones digueren a la bona dona que adobas e
pintàs sa filla ; mas la dona demanà a son marit e a les altres
dones per qual entenció volien que anàs e l'esgleya, e lo marit res
pòs que per ço que, prenent ella gràcia e benedicció del sagrament,
del matrimoni, pregàs Déu que la faés bona dona, e que li donàs in-
fans qui fossen a servey seu ; e la dona respòs e dix que no s pen-
sava que Déus exoís fembra qui-1 pregàs ab altres colors mas ab
aquelles que ell li havia donades, ni que a ell pregar anàs ab vanitat
e ab amar la vana glòria d'aquest món. Per que, adones, la bona
dona, segons veres colors de fayçons e ab humils vestiment e sens
uffana de gent, anà a l'esgleya, e pregà nostra Dona que a sa filla
donàs beutat esperital e que la faés bona en amar, en membrar e
entendre nostra Dona» (ORL, X, 112-113).
230 OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
de debe ser el agradecimiento y las gracias que debemos
hacer a Dios ! — Con estas y otras consideraciones exhortaba
la abadesa a las religiosas a mirar con los ojos corporales
y espirituales, para que su corazón se exaltase en el amor
de Dios y que no se inclinase al pecado ni a la maldad.
CAPÍTULO XXVII
Del olfato
1. — Oler lirios, rosas y flores — continuó la abadesa —
da deleite y placer al cuerpo, mas el alma por este deleite
está en peligro de inclinarse al deseo de alguna vanidad de
la carne; y, según esto, bueno será que nosotras, que esta-
mos en este monasterio para hacer penitencia y vida aus-
tera, no usemos flores, a excepción de cuando las llevemos
al altar para que esté más aseado y adornado. Cuando sin-
tamos los buenos olores de almizcle, ámbar 1, algalia u otros
de los con que suelen llevar perfumados sus vestidos las se-
ñoras seglares, bueno será entonces nos acordemos de la es-
ponja, hiél y vinagre 2 con que dieron de beber a nuestro
esposo Jesucristo en el día de su pasión santísima, y pode-
mos 3 acordarnos también de los escarnios que le hacían los
malditos judíos escupiéndole en la cara; y asimismo cómo
quiso nacer en un establo, para darnos ejemplo que no nos
deleitemos en los olores que mueven al hombre al pecado.
2. Cuando las mujeres seglares vengan a mezclarse en-
tre nosotras y sintamos olor de algunos colores que se
hubiesen puesto en la cara para parecer más hermosas, en-
tonces será ocasión de recordar la vileza de su corazón y
será muy bien corregirlas, porque, si no están avergonzadas
entre nosotras de dar muestras de su loca intención, menoa
debemos nosotras tener empacho de corregirlas, pues claro
está que no cabe vergüenza sino en lo malo y defectuoso.
3. Mucho debe esquivarse el sentir malos olores, por-
que éstos infectan el aire y por la corrupción se engendra
en el cuerpo enfermedad y muerte. Pero aun más debe es-
quivarse 4 el frecuentar la mujer que pone en su cara afeite
y colores, y en sus vestidos olores y perfumes, pues todo
esto da señal de que tiene malos deseos; porque si por la
J «e per almesc e per ambre», dice simplemente el autor.
- «remembrem lo fel e la suja e:l vinagre».
3 Las palabras «y podemos... cara» están de sobra.
4 «pus esquivadora cosa és amistat de fembra, qui en sa faç, ui
en sos vestiments posa odors».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 28 2$1
corrupción del aire enferma el cuerpo y se inclina a muerte
corporal, más presto, por la privanza y amistad de mujer
mala, se inclina el alma muchas veces a pensar y desear
obras viles, por las cuales la voluntad culpable y el recuerdo
son al hombre ocasión de pena eterna. — En este modo y en
otros muchos ordenó la abadesa 5 en el monasterio los medios
con que en el olfato obviasen el pecado y la ocasión dp per-
der la celestial y perdurable bienaventuranza.
CAPITULO XXVIII
Del gusto
1. La abadesa dijo a las monjas estas palabras: — La
principal razón por que estamos nosotras en religión es para
contemplar, adorar y servir a Dios; y como entre las otras
cosas que mayormente impiden la oración y contemplación
una es la superfluidad en el comer y en el beber, buena or-
denación será que comamos y bebamos con templanza, de
manera que entre nosotras no esté la' hipocresía que hay
en aquellos que entran en religión y comen y beben supèrflua
y delicadamente, dando muestras a las gentes que hacen
vida áspera comiendo y bebiendo pocas y ruines viandas.
2. Si le fuese prohibido al religioso el comer carne, no
conviene que el pescado u otro manjar le sea semejante en
el gusto y deleite, como sucede cuando se le mezclan muchas
salsas, sainetes y otras cosas delicadas. Si es cosa buena el
ayunar, no es lícito comer tanto en una hora del día como
en dos, pues en este caso no habría gran virtud en el ayu-
nar. Si nuestras vestiduras y nuestras camas significan que
estamos en religión, el pan que comemos y el vino que be-
bemos debe también significar vida austera.
3. El mucho comer y beber engendran apostemas y
mala sangre, que es ocasión de enfermedad y muerte. Y por
la superfluidad de viandas, el cuerpo ocasiona al alma el
desear los carnales deleites. Muchos monasterios hay que
están pobres y empeñados por gastar superfluamente en el
comer. Si algún religioso come mejor y más delicadamente
en la religión que cuando estaba en el siglo, es evidente que
hacía más penitencia cuando seglar que ahora cuando es
religioso. Padecer hambre y sed con paciencia es mortifica-
ción para la culpa y salud para el cuerpo \ y así como la
8 «com per odoració no fos peccat en lo monestir occasió de per-
dre la Subirana benauyrança perdurable».
1 «e és sanitat de cors, consumant natura en lo cors alcuna su-
perflu) tat de males humors». El traductor amplifica el texto.
232
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
paciencia con las demás virtudes destruye, por voluntad de
Dios, los vicios en el alma, así también la naturaleza, por
hambre y sed, consume en el cuerpo alguna superfluidad de
malos humores.
4. Comamos y bebamos nosotras sólo a fin de conser-
var la vida para amar y servir a nuestro Señor Dios, y no
vivamos para comer y beber y destruir 2 los bienes del mo-
nasterio, poniendo en mal peligro nuestras almas. Si nos
profesamos siervas de Dios porque somos sus criaturas y
redimidas por su glorioso Hijo, quien se encarnó por nos-
otras, no sirvamos, pues, a nuestro estómago, quien no per-
dona ni da remedio alguno a sus sirvientes, y confiemos más
en las virtudes del alma que en los regalos del cuerpo. —
Todas estas palabras y muchas otras decía la abadesa a las
monjas, para que cada cual procurase afligir su cuerpo con
hambre, sed y viandas cuaresmales y que, por los méritos
de su vida penitente, perdonase Dios a todos los que están
sujetos al pecado de la gula.
CAPÍTULO XXIX
Del sentir
1. — El sentido 1 a quien pertenece el sentir como sen-
tido particular es el tacto, que se halla difundido por todo
el cuerpo; de aquí es que todo el cuerpo debe sentir aflicción
por amor de Dios. Si estamos en invierno, entonces es tiem-
po de sentir frío, y si en verano, de sentir calor por amor
de Dios; y si quisiésemos excusarnos de sentir frío y calor,
sería hacer injuria a la boca, si no la excusásemos igualmen-
te el sentir hambre y sentir sed. Como el señor temporal
quiere ser bien servido por su vasallo, así Dios quiere que
el cuerpo del hombre, que es suyo, le sirva; y si nuestro
cuerpo no sufre pasiones y trabajos, ¿ en qué está el servicio
que hace a nuestro Señor Dios? Porque así como nos ha
dado ojos para ver las cosas corporales, y que por éstas le
veamos espiritualmente, del mismo modo ha dado sentimiento
al cuerpo, para que mediante éste, el alma, que es forma del
cuerpo, tenga paciencia y 2 alabe y bendiga a Dios.
2 El original calla «destruir... almas».
1 «Sentiment és tocament qui-s pertany a tot lo cors. Tot lo
cors és creatura de Déu : doncs tot lo cors deu sentir aflicció per
amor de Déu.»
2 En el texto primitivo no hallamos las palabras «y alabe y ben-
diga a Dios».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA . — C. 29 233
2. Aspera y dura cama y hábitos groseros convienen
al religioso, como al seglar vestidos delicados y blanda ca-
ma. Si algunos insectos 3 nos están molestando sin dejarnos
dormir, bien claro se nos significa que poco tiempo habernos
empleado en la oración, pues más vale encomendarse a Dios *
y velar en la oración, que desear dormir y no poder por
causa de esta molestia, la que suele no sentir quien vela
mucho. El dormir mucho y la religión no concuerdan, pues,
a ser así, no hubiera diferencia entre el religioso y el
seglar.
3. En 5 el concepto del entendimiento se corrompe la
virginidad cuando llega el alma a desear los carnales de-
leites, y se hace merecedora de sentir la pena del infernal
fuego el alma que desea corromperse en el tal deleite, cuan-
do, por el contrario, el cuerpo que es virgen en obras y
pensamientos es digno de obtener gloria sin fin. Sentir y
consentir más a la naturaleza del cuerpo que a la virtud del
alma, es demostrar que el cuerpo domina al alma, que es
cosa muy perversa y mala. Y si nuestro esposo Jesucristo
sintió por nosotras graves trabajos, angustias y muerte,
razón será sintamos por su amor vida áspera y mortificada.
Y pues estamos aquí congregadas para servir a Dios, si
no queremos apartarnos de los duros y ásperos sentimien-
tos del mundo, dejemos el monasterio y vamos a vivir en
el mundo para sentir sus deleites y vanidades. Y si tene-
mos estos deseos, por los cuales hemos de ser juzgadas a
sentir las penas del fuego eterno, ponga una de nosotras un
dedo en el fuego para probar si podrá sufrir aquél una
: hora sola.
4. Cuando el alma, en las enfermedades, calenturas,
I dolores u otros trabajos que siente el cuerpo, tiene pacien-
l cia, entonces usa de la virtud. Y si, tal vez, Dios quiere que
I tu cuerpo los padezca, y tú no tienes paciencia, piensa allá
|i en tu alma si tu voluntad concuerda o si es contraria a la
| voluntad de Dios. Si en tu corazón sientes alguna tristeza
I por no estar y vivir con tus parientes, como deseas tal vez,
I busca entonces si tienes a Dios en tu corazón. Y cuando
I sientas en tu alma alguna tentación o loco pensamiento,
1 «si sentim puces, ni menjança en nostre lit».
' «Molt és mellor cosa pregar Déu e vetlar, que voler durrair
le sentir puces o altra menjança. Si no volem sentir puces, poys,
|vullarn. molt vetlar.»
s «Si desiram sentir carnals delits, en concebiment de pensa se
corromp nostra virginitat. Cors verge és digne de sentir foc infernal
[si sa ànima desira que sia corromput- Sentir més la natura de son
cors que la virtut de sa ànima demostra que son cors és senvor de
sa ànima. Si sentí Jesu Christi...»
234
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
sabe que Dios entonces quiere tí que tu alma se despierte
a contemplar en la oración su santísima voluntad, acordán-
dote de su sagrada pasión y dándole muchas bendiciones,
loores y gracias.
5. Después que hubo la abadesa concluido todas las or-
denaciones, para dar enseñanza y doctrina a las religiosas
de cómo debían usar los cinco sentidos corporales, continuó
en decirles estas palabras:
6. — Dios, por su santísima voluntad, dispuso que Blan-
querna me pusiese bajo el dominio y protección de estas
siete reinas: fe, esperanza, caridad, justicia, prudencia, for-
taleza y templanza, que son las siete virtudes de que más
necesitamos. Y pues os plugo elegirme vuestra abadesa, os
ruego y mando que las tengamos en grande estimación,
obedeciéndolas en un todo; y si, por desgracia, alguna de
vosotras cometiere algún error o engaño contra estas siete
reinas, esté obligada a pedir perdón en capítulo delante
de todas, para que tenga mayor erubescencia de su falta7
y tomen las demás ejemplo, para oponernos más a los ene-
migos de estas siete virtudes y reinas. — Aprobaron todas
cuanto había dicho la abadesa, y establecieron de juntarse
en capítulo en una cierta hora, todos los días, para examinar
en su conciencia cada cual si había faltado en alguna cosa
contra las siete reinas arriba expresadas, o si hubiese hecho
cosa que tuviese algún resabio o semejanza de los siete
pecados mortales.
CAPÍTULO XXX
De las siete virtudes, y primeramente de la fe
1. Aconteció un día que una religiosa por sugestión
diabólica fué tentada contra da fe, mientras estaba conside-
rando en da Santísima Trinidad de nuestro Señor Dios, y en
la encarnación del divino Hijo, en la virginidad de la Virgen
Santa María, y en la hostia consagrada *, transubstanciada
en verdadera carne de nuestro Señor Dios Jesucristo. Mien-
G Traducido con más fidelidad, dice así : «... entonces quiere Dios
hacerte sentir su virtud por la oración recordando su pasión, pues
por la tentación quiere que tu alma se despierte contemplando sus
bendiciones.»
7 «e que pus tart no torn en semblant cas, e que les altres clones
ne prenguen exempli e-n sien contràries als enemics de les .vij«¡re-
gines».
1 «e la hostia sagrada transsubstanciadn de nostre Senyor Déus».
MURO DÉ EVAST Y BLANQUERNA. — C. 30 2
tras estaba en esta tentación, acordóse de la ordenación y
establecimiento hecho, según llevamos dicho en el capítulo
antecedente. Y cuando la abadesa con todas las demás esta-
ban en capítulo, púsose en pie, pidiendo disciplina y correc-
ción con estas palabras: — Manda Dios y ordena que, ha-
llándose el alma en alguna tentación, acuda a Dios y a las
virtudes que nos dió, para que nos ayuden en nuestras nece-
sidades. Obró mi alma como flaca y miserable, y pecó, para
que por su flaqueza fuese mayormente conocido el poder de
Dios y para que la fortaleza y la esperanza fortificasen la fe
en mi alma. Mas ¿por qué ésta se olvidó de Dios, y de la
fortaleza y esperanza, y dudó en la trinidad del Altísimo,
escudriñando cómo era posible en Dios la unidad de esencia
y trinidad de «personas, que fuesen distintas sin diversidad y
composición de esencia; y no solamente dudó en este mis-
terio, sí que también dudó en la encarnación del Hijo de
Dios, pensando cómo podía, caber tanta humildad en la na-
turaleza divina que quisiese unir a sí la humana para ser con
ésta una sola persona? Y aún más: ¡dudó mi alma contra el
poder de la divina virtud, imaginando cómo podía ser que la
Virgen María Santísima fuese virgen en el parto y después
del parto ! De este modo cayó en duda mi alma en lo expre-
sado, pero mayormente en la hostia consagrada, que tiene
el color y sabor de pan, estando bajo de estos accidentes la
verdadera carne de nuestro esposo Jesucristo. Por esta sola
duda, bien merezco se me dé penitencia, y confieso ante todo
el capítulo la flaqueza de mi fe, para que tomen todas ejem-
plo y sepan guardarse de la tentación del enemigo en igual
lance. Y, en fin, pido se me declare esta duda, para que no
vuelva en mi alma otra vez. — -La abadesa satisfizo con decir:
2. — No convenía que nuestra alma entendiese tanto
como es la obra que tiene Dios en sí mismo engendrando el
Padre al Hijo y procediendo el Espíritu Santo del Padre y
del Hijo; porque, si nuestra alma no entiende todo lo que
Dios ha hecho y criado, siendo cosa finida y terminada,
¿ cuánto menos 2 puede entender todo lo que Dios tiene y
obra en sí mismo, que es infinito y eterno? Y lo que no en-
tendemos en Dios es aquella cosa para cuya inteligencia no
es suficiente nuestro entendimiento por la mucha imperfec-
ción en que ahora está; y, por esto, manda Dios que con la
luz de la fe creamos lo que no podemos entender de su
santa e incomprensible trinidad y demás artículos. Aunque
.bastantemente ha dado Dios virtud a nuestro entendimiento
para conocer por medio de las criaturas al que es creador
I de todas; porque, así como puede entender que el hombre
«Doncs, quant menys pot entendre tot ço que Déu fa en si
236
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
es una persona compuesta de dos naturalezas diversas, es
a saber, de cuerpo y alma, aun mejor, sin comparación,
puede Dios ser una esencia en tres personas y que estas
tres personas sean la misma esencia; y si Dios no tuviese
tal poder, se seguiría que Dios sería más poderoso en unir
la pluralidad en la criatura que en sí mismo, lo que es incon-
veniente y no se puede conceder.
3. Todo cuanto hizo Dios en este mundo fué para de-
mostrarnos sus virtudes y para que fuese conocido y amado
por nosotros, y que por este medio tuviese razón y motivo de
usar con nosotros de su justicia y misericordia, por la cual
nos da gloria sin fin. Y así, el Hijo de Dios tomó nuestra
humana naturaleza para usar con nosotros de humildad,
dándonos ejemplo cómo debemos ser humildes. Quiso tam-
bién enseñarnos su poder y caridad, que mayormente no»
demostró en su encarnación que en la creación de todo un
mundo de la nada; y mayor obligación tenemos de amar a
Dios porque quiso encarnarse y morir por nosotros, que
por cualquiera otra cosa que hubiera podido hacer por nos-
otros. Luego, así como nuestro entendimiento entiende que,
según el curso natural, parece cosa imposible que el Hijo
de Dios deba encarnarse, del mismo modo nuestro entendi-
miento cree esplritualmente que Dios, según su grande hu-
mildad, caridad y poder, que son infinitos y una misma cosa
en él 3, quiso y pudo encarnarse. Porque, si no quisiese o no
pudiese unir a sí la naturaleza humana, sería demostrarnos
que en él había falta de voluntad y de poder sujetándonos
y obligándonos a conocerla y adorarla, lo que es imposible 4.
Y así, por estas razones y, aún más, porque Dios quiere
y puede unir el alma al cuerpo y que juntos sean una per-
sona, si bien el alma es de una naturaleza y el cuerpo de
otra, puede nuestra alma mortificar y vencer las dudas que
tenía en la encarnación del divino Hijo.
4. Dios creó a Adán y púsole en el paraíso, y, sacán-
dole una costilla del costado, hizo a Eva, su mujer. Esta
obra fué milagrosa y no según el curso natural; y el con-
cebir de la Virgen Santísima, quedando preñada del Hijo
de Dios, que vino en ella y nació de ella verdadero hombre
y verdadero Dios, quedando ella siempre virgen, fué obra
milagrosa y sobrenatural, para demostrar que Dios tiene
mayor poder que la naturaleza creada, en cuanto obra lo
que ésta no puede obrar, demostrándose así Señor de la
naturaleza. Luego, si Dios no obrase sobre la naturaleza,
no demostraría tener poder sobre la misma.
5. Por ser el hombre compuesto de alma y cuerpo, no
3 En el original no se lee «que son infinitas y una misma cosa
en él».
4 Igualmente falta en el original «lo que es imposible».
LIBRO I>K EVAS! Y BLANQUERNÀ C. 31
puede ser visto con los ojos corporales, pues éstos solamen-
te ven parte del hombre, es a saber, el cuerpo; pero con los
ojos espirituales puede ser visto y entendido, viendo con los
ojos del entendimiento al alma y con los del cuerpo al cuer-
po. Pues así con los ojos corporales ve el hombre la hostia
sacrosanta en figura y color de pan, y con los espirituales
el precioso cuerpo de Jesucristo; porque como aquéllos ven
las cosas corporales, así éstos las espirituales; y así como
los ojos del cuerpo, por el color y claridad, ven la hostia,
así también los ojos del alma ven por virtud de Dios, en
la sagrada hostia, la verdadera carne de nuestro esposo
Jesucristo, el cual, con su voluntad, poder y sabiduría infi-
nita, quiere que bajo aquella figura y color de pan esté
verdaderamente la carne y sangre de Jesucristo. Y si esto
no lo quisiera o no lo pudiera hacer Dios, se seguiría que
no sería infinito y perfecto en su querer, poder y saber,
lo que no es así, mientras vemos con el entendimiento que
hay toda perfección y toda infinidad en las virtudes de
Dios; y, por esto, con los ojos espirituales, mediante la vir-
tud divina, vemos lo que los ojos corporales no pueden ver.
6. Con estas y otras razones venció la abadesa aquellas
dudas en que había caído contra la fe aquella monja, y se
alegraron de corazón todas las religiosas, y en particular
la que había faltado, quedando muy fortificada contra las
tentaciones en la fe, de manera que en adelante no pudo
el demonio hacerla más dudar contra la fe en ninguno de
sus artículos. Todas alabaron y dieron gracias a Dios por
haberles dado tan buena, abadesa, dotándola de tanta sabidu-
ría, que con su ciencia y santa vida tan valientemente las
instruía en conocer y amar a su esposo Jesucristo y todas
sus obras y en saber servirle.
CAPÍTULO XXXI
De la esperanza
1. Estaba en el monasterio una religiosa que en el siglo
había sido grande pecadora, y aun estando en religión había
cometido algunos pecados mortales. Un día, acordándose
de la gran justicia de Dios y de los pecados cometidos,
cargó tanto su consideración sobre sus faltas, que se olvidó
de la misericordia de Dios y túvose por culpable, de manera
y en particular por los pecados cometidos siendo religiosa,
que desesperó de que Dios la quisiese perdonar, pareciéndole
238
ÓBRA'S LITERARIAS DE RAMON LLULL
que, por mucho que obrase bien en adelante, no pudiera al-
canzar la gracia y perdón de Dios.
2. Mientras pensaba así la religiosa, viniéronle deseos
de volver a pecar, como solía antes; mas por los méritos
de la penitencia que había hecho de sus pecados y por la
santa vida de la abadesa y demás religiosas, Dios la miró
con los ojos de su misericordia e hízola recordar lo que la
abadesa había ordenado sobre la virtud de la esperanza y
demás virtudes. Y estando en capítulo, en presencia de todas
confesó la tentación que había tenido contra la esperanza,
pidiendo perdón y consejo a la abadesa contra esta tentación
que la atormentaba mucho.
3. Respondió la abadesa y dijo estas palabras: — El
error contra la esperanza suele acontecer cuando el hombre
piensa que Dios sea más justo que misericordioso; y por
esto muchos caen en desesperación. Mas, siendo Dios mise-
ricordioso y mayor que todas las criaturas, de necesidad 3e
sigue que el hombre, que es criatura, no pueda pecar tanto
como Dios puede perdonar; por lo que es muy necesario,
cuando uno está considerando sus culpas y pecados, que en-
tonces acuda a pensar en la gran misericordia de Dios,
a quien hacen mucha honra todos los que la comparan igual
a su justicia, y por esta honra que le hacen, la misericordia
de Dios perdona al pecador sus pecados y culpas mortales
dándole dolor y contrición de ellos.
4. El recuerdo de la encarnación y pasión santísima
del Hijo de Dios vivifica a la esperanza y mortifica a la
desesperanza; porque, si Dios quiso unir a su divina nata-
raleza la humana y quiso que ésta padeciese grandes tra-
bajos, pasión y muerte para redimirnos del poder del demo-
nio, bien claro se infiere que, si nos confiamos en su piedad
y misericordia, quiere perdonarnos; mas por falta de caridad,
que no se halla en el alma que desespera de Dios, acontece
que el hombre no se acuerda de la santa humildad que mos-
tró en encarnarse y se olvida de su santísima pasión, y en
este modo, la desesperación vence y se apodera de la espe-
ranza. Pero cuando la caridad y la esperanza se concuerdan
y se ayudan entre sí en oponerse a la desesperación y al
pecado, entonces obligan a Dios a que perdone, haciendo qu¿
el hombre le ame y confíe en El. Y, por consiguiente, quien
en su recordar, entender y querer sabe con la caridad usar
de la esperanza, es muy fácil que a éste le sean perdonadas
todas sus culpas.
5. Mientras la abadesa decía estas palabras, díjole la
bolsera que a ella también le acontecía frecuentemente
faltar contra la esperanza cuando pensaba en el gasto
del monasterio, pues dudaba muchas veces que pudiese bas-
tar el dinero que tenía. Respondióla la abadesa que, antes
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 3 2 239
bien, debía suceder lo contrario, pues por lo mismo tenía
ocasión de acordarse de la riqueza y largueza de Dios, quien
franquea a las criaturas todo lo que necesitan; y si a la3
bestias, a las aves, a los peces, que son irracionales, y a los
hombres seglares, que aman y siguen el mundo, les da Dios
de qué vivir, injuria nos haría si faltase en darle a las que
estamos en este monasterio para servirle y para huir de lo*
terrenos deleites, y más cuando confiamos en él. Y de aquí
se infiere que el estar el pensamiento en estos temores
y confiarse al mismo tiempo en Dios, es virtud, y así debe
ejecutarlo luego que el hombre se sienta tentado de este
vicio.
CAPÍTULO XXXII
DE LA CARIDAD
1. En presencia de la abadesa y demás religiosas, dijo
una monja su culpa, en que había continuado por mucho
tiempo, contra la caridad; porque había más amado a Dios
por el interés de la gloria que por ser quien es, y mayor-
mente le había temido por el temor del infierno que por su
bondad. La abadesa respondióle diciendo estas palabras:
— De tal manera es Dios merecedor de ser amado y temido
por su excelente bondad y virtud, que más debe el hombre
amarle y temerle por ser quien es que para obtener la gloria
y evitar el infierno; pues amando la gloria se ama uno a sí
propio, y por este amor teme las penas del infierno ; y como
el hombre debe amar más a Dios que a sí, por eso no es con-
forme a caridad y justicia el amar y temer a Dios por
aquello que es menos noble, cuando debe amarle por ser
Dios lo más noble, siéndolo más y mejor que todas las cria-
turas juntas.
2. Después que la abadesa hubo dado la razón de cómo
se debe amar a Dios y amar la gloria y temer el infierno,
dijo otra monja que confesaba su culpa contra Dios y las
demás religiosas, porque la intención con que entró en la
Orden no fué regulada por el amor o caridad a Dios y a
las monjas, sí solamente había entrado porque era pobre
y no tenía con qué sustentarse en el mundo. Satisfizo la
abadesa, y dijo que en una misma obra puede ordenarse y
desordenarse la intención, porque cuando alguno por pobre-
za'entra en religión, puede dirigir principalmente la caridad
a Dios y a la religión, y después a sí y a lo que necesita;
mas porque, entrando en religión, vuestra principal intención
fué en vuestra propia conveniencia y no en amar a Dios,
240
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
la regla y la compañía de las religiosas, por eso sois en la
religión culpable contra Dios y contra las religiosas, y quiero
que hagáis penitencia por esta culpa.
3. — La verdad es — dijo otra monja — que yo deseaba
ser abadesa más por mi honra que por caridad o amor que
tuviese a Dios ni a las monjas. — Respondióle la abadesa que
desear y amar la prelacia por el honor es soberbia y vana-
gloria y es contra Jesucristo, quien, viviendo en este mundo,
quiso ser humilde y pobre ; mas desearla para servir a Dios
y enderezar y ordenar por las sendas de la virtud y salva-
ción a los que van desordenados y descaminados, esto sí es
amar a Dios y a su prójimo, y es caridad muy de su gusto
y agrado. Y, por consiguiente, para mortificar y desvanecer
tan vanos y locos deseos como son el desear prelacias por
obtener honores, conviene acordarse de la vida de Jesucristo
y de los santos, que siempre amaron la pobreza y humildad.
Puede también vencerlos si considera los trabajos que en
gobernar a sus súbditos sostiene el prelado, siéndolo para
servir a todos. Y así, claro está que el yerro que habéis
cometido en desear locamente la prelacia fué contra vuestra
libertad, porque ser monja conventual es estar sujeta a su
menor, y ser abadesa es estar en sujeción y servidumbre de
todas; por lo que, si fuese del gusto de Dios y de las mon-
jas, cuando vuestra voluntad fuese bien ordenada, con gran-
dísimo gusto trocaría con vos el empleo.
4. — Señora abadesa — dijo otra — , tiempo ha que estoy
deseando haber caridad con Dios y mi prójimo, y como soy
-ignorante, quisiera me diese doctrina y enseñanza para
lograrlo. — Respondió la abadesa que quien desea tener ca-
ridad, según conviene tenerla, es menester que la sepa
recordar y entender, porque, si falta sabiduría en su memoria
y entendimiento, no puede estar en su voluntad la caridad;
por eso, pues, conviene lo primero entender y acordarse
frecuentemente de Dios y de su poder, sabiduría, amor y
de sus obras y virtudes, y de la vileza y miseria de este
mundo, de la gloria del paraíso y penas del infierno ; y tener
presente el gran amor que Dios usó con nosotros haciéndo
nos a todos de una misma naturaleza, carne y sangre, la
cual quiso por nuestro amor unir a sí el Hijo de Dios y en
ella morir crucificado por nosotros. Con este modo de re-
cordar y entender concibe la voluntad caridad y amor; y por
olvidarle e ignorarle huye y escapa el amor de nuestra
voluntad, y se introduce en ella la ira, la iniquidad, la fal-
sedad y la malicia.
5. Después de esto exhortó la abadesa a todas las
religiosas a esforzarse en obtener la caridad, pues no se
resiste a ninguno que la busca, pudiendo cada cual alcan-
zarla a medida de sus deseos. —Con la caridad — decía — ,
LIHko DE EVAST Y BLA NQU ERNA . -C. 24 I
puede el hombre sostener cualquier género de trabajo, ha-
ciendo que sea fácil y suave lo que parece fuerte y dificultoso
de sufrir, y en lo que es agradable al deseo y al pensamien-
to, la caridad llena de júbilo al hombre 1 siempre que lo
sepa con caridad recordar y entender, que hizo bajar al
mismo Dios desde el cielo a la tierra; hizo que se encarnase,
llorase y sufriese trabajos hasta hacerle morir crucificado.
La caridad hizo que crease al mundo y cuanto tiene ser,
y su caridad está proveyendo, hoy y cada día, a nosotros
y todas las criaturas, y nos las dió todas para que nos sirvan,
y nos da nosotras a nosotras mismas para que con aquéllas
y con nosotras a Dios sólo sirvamos; y aún más, la caridad
divina ha creado para nosotros el paraíso, al cual nos llama,
adonde tengamos gloria perdurable. Luego si tantos bienes,
tan grandes y tan útiles y necesarios nos acarreó la caridad,
comunicándose ésta tan liberalmente a quien la desea, gran
maldad, gran iniquidad y gran culpa tiene el corazón Je
aquel en quien no habita la caridad.
CAPITULO XXXIII
De la justicia
1. En dicho monasterio había una monja muy grave-
mente enferma. Y como la abadesa acostumbraba cada día
buscar todo el convento por si había algo que mejorar, o si
de su presencia podía seguirse algún fruto, entró también
en la enfermería, y encontró aquella enferma que estaba
muy impaciente en su enfermedad, de manera que con sus
palabras, llenas de ira y despecho, daba indicios de que su
alma no estuviese justificada.
2. Lo que dió motivo a la abadesa de preguntar a la
monja qué había hecho de la justicia, caridad, fortaleza y
paciencia y en dónde las había dejado l. — Es — dijo — tan
vehemente y agudo el dolor de este mal que me está aniqui-
lando, que no es dable pueda caber en mi alma virtud algu-
na, y estoy tan llena de ira y me domina ésta de manera
que más presto deseara la muerte que la vida.
3. — ¡Hay tal locura! — dijo la abadesa — . Dime por tu
vida: ¿cuál te parece sería mayor pena de estas dos: o el
estarte bajo de una gran montaña de azufre y fuego o la
1 «fa hom alegrar totes les vegades que hom ab caritat ho sabrà
membrar e entendre. Tant ús noble e alta virtut caritat, que Deu
feu devallar del cel en terra».
1 El autor calla «y en donde las había dejado».
242
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
enfermedad que padeces y que murieses sin justicia? Es
muy seguro que, si mueres así, irá tu alma a habitar entre
las llamas del infernal fuego sin fin. ¿Quién piensas que
es el que te da la enfermedad? Sepas que el no tener tú
paciencia es no amar a Dios ni a su justicia 2, quien te da
este mal para castigo de tus culpas, y te opones a su justicia
con no amar sus obras. No tienes fortaleza en tu corazón,
porque la enfermedad, ahuyentando a la caridad y justicia,
puso en él la ira, la impaciencia y la injuria. Dándote Dios
esa enfermedad, te pide que tú misma te des a él con jus-
ticia, caridad y paciencia, para darte la salud de la eterna
bienaventuranza. — Tantas y tan buenas palabras dijo la
abadesa a la enferma hasta que la caridad, paciencia, forta-
leza y justicia recobraron aquella alma perdida, y dijo enton
ees la monja estas palabras:
4. "Adorote y bendigo, divina virtud de justicia, porque
me castigas y me sustentas, no castigándome según la mul-
titud de mis culpas, mereciendo ya padecer estos trabajos
y muchos más. Haz de mí, Señor, lo que sea más de tu
agrado y que mi voluntad quiera solamente lo que tú quieras.
No soy digna de merecer la gloria, pues por mis culpas sóio
merezco perdurables penas. Si quieres castigarme, ejercita-
rás en mí tu gran justicia, y tu gran misericordia, si me
perdonas. En lo uno y en lo otro, Señor, adoro tu infinita
justicia y espero en tu dulce misericordia, a quien está ro-
gando por nosotros la Reina del cielo." Mientras que la re-
ligiosa hacía estos coloquios, sintió tanta devoción con que
la caridad, justicia, fortaleza y paciencia habían ilenado su
corazón, que en adelante le fué muy fácil de tolerar la en-
fermedad.
5. Después que la abadesa hubo con su buena doctrina
consolado a la enferma, entró en un aposento secreto que
servía de cárcel, donde estaba otra monja por haber faltado
a su honestidad y a la Regla de la Orden . Vino, pues,^ a
verla y consolarla en la penitencia que hacía, y encontróla
arrodillada llorando y que con sollozos decía así: "¡Oh santa
justicia de Dios, bajo cuyo dominio están sujetas todas las
cosas! Adorote y bendigo, porque en los trabajos que sufro
conozco tu equidad y mis culpas, de cuyo conocimiento nace
para mi alma él consuelo. Tu justicia me obliga a amarlo,
y mis pecados excitan en mí el desconsuelo. Cuanto más
fuertemente me castigas, tanto más te me das a conocer y
te demuestras, haciendo que más me acuerde de tu gran
misericordia; por lo que estoy resuelta de permanecer siem-
pre en esta pena que siento en el cuerpo, para que mi alma
pueda de continuo conocerte, amarte y contemplarte y pueda
'7 No leemos en el texto primitivo «ni a su justicia».
LIBRO DE EVAST V BLAÑQUERNA .- — C. 33 2 l
en ti siempre alegrarme." Tan devotas y santas fueron las
palabras que decía esta monja, que movieron a devoción
y misericordia a la abadesa para el perdón, quien, llorosa
y compasiva, le dijo:
6. — No es conveniente que haya falta allí donde la
justicia de Dios quiere tener su comunicación y residencia.
Y así, estoy dispuesta a perdonaros, y aun a solicitar quy
todas las religiosas os perdonen, supuesto que la divina
justicia perdona a todos los que bendicen y alaban en sus
obras. Descarnada y macilenta os miro por la grande aflic-
ción de vuestro cuerpo: pobres y rotos están vuestros vesti-
dos, poca y ruin es vuestra comida; vuestra cama son duros
sarmientos, y la soledad y las tinieblas son vuestra compa-
ñía; pero vuestra alma tiene por compañía el divino esplen-
dor, que os hace conocer y amar su justicia. Pedid, y se os
dará. Arrepentios, y se os perdonará. Vuestra contrición
y devoción os hacen más noble que a mí la virginidad.
7. Terminó su devoto discurso con el llanto de la aba-
desa, a quien la religiosa dió repetidas gracias, y añadió ser
muy natural al Señor, que es bueno, el amar y desear el bien
y la bendición de sus súbditos. — Esta mi cárcel — dijo —
y modo de vida sirve de escarmiento y enseñanza a las de-
más, para que teman de macular sus cuerpos cometiendo
alguna falta o alguna maldad. Perdón pido, arrepentida de
mis culpas y pecados, y que por todos los días de mi vida
me dejen estar en la penitencia en que al presente estoy,
pues cuanto mayores son los trabajos que siento en mi per-
sona, tanto más mi alma queda exaltada en Dios. El sea
en mi alma, y más que se me multipliquen trabajos y peni-
tencias.
8. Terminada esta plática, salió la abadesa y fuése a
la huerta, donde vió bajo de un árbol otra monja quo
lloraba. Esta había vivido en el siglo con grandes riquezas
y honores, y, acordándose de los placeres y deleites que
antes solía gozar, sentía mucho la vida áspera a que estab-a
precisada en el monasterio. Preguntóle la abadesa el motivn
de su llanto y desconsuelo, y luego la monja le exprés*
cuanto tenía en su corazón. ■ — ¡Oh alma loca e injusta! — ex-
clamó la abadesa — , ¿has pensado y reflexionado algún tiem-
po que hay justicia, y que con viandas ásperas castiga a los
que en el mundo comieron delicadamente, y con humildes
vestidos humilla a los que vistieron soberbias y ricas ves-
tiduras, y con ásperas y duras camas atormenta a los que
las buscaron blandas y delicadas? ¿Cómo no vas, ¡oh in-
sensata!, a llorar a la iglesia? ¡Vete allí, y levanta los ojos
a la cruz, y mira a nuestro esposo Jesucristo, Señor de cíelo
y tierra, en cuál cama descansa! ¡Mira cómo están teñidas
sus vestiduras de color bermejo, es a saber, de la sangre que
244
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
salió de su cuerpo precioso! ¡Mira cómo está desnudo, cru-
cificado y desamparado! ¡Sed tuvo :!, pero mira cómo le
dieron a beber vinagre con sal y hiél mezclado! ¡Mira con
qué corona de agudas y penetrantes espinas, por honor,
ciñeron su cabeza! ¡Y considera también cómo su delicado
y precioso cuerpo fué cruelmente azotado y llagado! — Con
tal energía reprendió la abadesa a aquella monja y quedó
ésta tan edificada para en adelante, que jamás cupo en su
corazón aquel loco pensamiento, como antes solía.
CAPÍTULO XXXIV
DE LA PRUDENCIA
1. Una monja estaba en un pecado sin tener conocimien-
to cierto de si era venial o mortal, ni buscaba saberlo, porque
deseaba continuar, y temía haberle de dejar sabiendo fue-
se mortal. Aconteció, pues, un día que, mientras estaba en
capítulo con la abadesa, tuvo conciencia de la falta que
había cometido contra sabiduría, como llevamos dicho; pidió
perdón de su pecado 1, y di jóle entonces la abadesa estas
palabras :
2. - — Dios ha dado al hombre razón y discreción para
usar de ellas contra el pecado, amando las virtudes y abo-
rreciendo los vicios. Cuando el hombre no quiere servirse
de la razón para excusarse de tener conciencia del pecado
en que está, entonces la justicia de Dios tiene razón de
quitarle la discreción y conciencia mientras vive en este
mundo; y, por eso, en él estamos viendo muchos pecadores
que tienen obcecados los ojos del entendimiento, para que
de aquí en adelante no tengan conciencia ni contrición de
sus pecados, y vemos que mueren muchos en tal estado, en
que bien se puede conocer que van condenados, pues no sa-
tisfacen ¡los agravios e injurias que han hecho a otros, ni tie-
nen en el fin de su vida contrición de sus pecados. Y como
la justicia y sabiduría tienen entre sí compañía y amistad,
de aquí que la justicia castiga a los que no honran a la sa-
biduría.
3. Mientras que la abadesa en capítulo hacía este dis-
curso, estaba allí otra monja que tenía un hijo en aquella
ciudad, grande abogado, quien antes quería estudiar las divi-
nas letras y entrar en religión; mas la madre le hizo estu-
8 «Set hac : vejas com de sal, suja, fel, vinagre fo abeurat.»
1 1£1 autor pasa en silencio «pidió perdón de su pecado».
LIBRO DE EVAST Y BLAÏÍQÜERNA . — Ç . 34 24$
diar leyes y el derecho civil para que fuese seglar y se
casase. Acordóse, pues, esta religiosa de haber visto mu-
chas veces que su hijo se servía malamente de su ciencia,
por lo que hízose conciencia de las faltas que había hecho
contra la sabiduría y dijo estas palabras:
4. — Culpable me confieso contra la sabiduría y contra
la Sagrada Escritura, por la cual el hombre tiene conoci-
miento de Dios. — Y, en consecuencia, pidió esta religiosa per-
dón de su culpa, según hemos insinuado antes. Entonces le
dijo la abadesa que muy gravemente había errado contra la
sabiduría y contra el don del entendimiento que da el
Espíritu Santo, porque la voluntad que tenía su hijo de
ser religioso y de aprender la Sagrada Escritura le había
sido dada de Dios por el Espíritu Santo, quien quería darte
también sabiduría y entendimiento para ser de él conocido
y amado y darle la celestial bienaventuranza. — Y por esto
— añadió — , de aquella falta y de todas las demás culpas
y pecados que hará vuestro hijo usando mal del derecho
y ciencia 2 que aprendió tiene la culpa su madre, por la
cual tendrá menos gloria, si se salva, y pena mayor, si se
condena. — Mucho se movió la abadesa contra esta religiosa
y grande fué la penitencia que le impuso.
5. En el mismo tiempo que la abadesa hablaba de los
dones que da el Espíritu Santo, una monja se acordó en
sí misma de la ignorancia en que estaba, porque no sabía
los diez mandamientos de la ley, ni los catorce artículos
de la fe, ni los siete dones que da el Espíritu Santo, ni las
ocho bienaventuranzas que nuestro Señor Jesucristo prome-
tió en su Evangelio, ni sabía las siete virtudes, por las cua-
les va el hombre al paraíso, ni los siete pecados mortales,
por los cuales se va al fuego del infierno. Todas estas cosas
ignoraba esta religiosa en su alma, siendo tan necesario y
provechoso el saberlas. De esta ignorancia contraria a la
sabiduría pidió perdón, rogando se las enseñasen todas.
6. Muy vivamente reprendió la abadesa a esta monja
con estas palabras: — Quien ignora los diez mandamientos
de la ley, ¿cómo sabrá ser obediente a Dios? Y si es inobe-
diente, ¿cómo lo sabrá conocer? Y quien no sabe los catorce
artículos de nuestra santa fe, claro está que no sabe creer
ni usar de fe, según conviene. Y quien no sabe los siete
dones del Espíritu Santo, ¿cómo ha de agradecérselo, si
ignora lo que le da? Y el que ignora las ocho bienaventu-
ranzas, no ha de saber desear la gloria perdurable. Y quien
no sabe e ignora las siete virtudes, ¿cómo tendrá luz para
ver las sendas por donde se camina a la salvación? Y fl
1 «de la ciencia del derecho» reza el original.
246
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
que no sabe conocer los siete pecados mortales, ¿ cómo sabrá
guardarse de ellos, arrepentirse y confesarse, y cómo ha
de tener contrición de haberlos cometido? Quien, pues, desea
saber todo lo sobredicho, lea el libro de Doctrina pueril,
donde estas y muchas otras cosas buenas se hallan escritas.
CAPÍTULO XXXV
De la fortaleza
1. Así como a la prudencia llamamos sabiduría, así tam-
bién a la valentía de ánimo llamamos fortaleza, para que
las mujeres lo entiendan más fácilmente. Mientras, pues, una
religiosa todos los días adoraba a Dios, rogando le diese
las siete virtudes para servirle con éstas y que la defendiese
de los siete pecados mortales, era frecuentemente tentada de
vanagloria por su buena vida y devota oración que hacía, en
la cual la caridad y contrición de sus culpas la hacían llorar
y acordarse de la misericordia de Dios.
2. Era tan fuertemente tentada de esta vanagloria aque-
lla religiosa, que le parecía que Dios debía de hacer por ella
milagros y que ¡la debía honrar en su gloria más que a todas
las otras mujeres. Un día, estando la religiosa con esta
vanagloria en su oración, conoció su falta, y quedó muy
maravillada de que tan mal pensamiento como es la vana-
gloria pudiese entrar en su alma cuando estaba en tan de-
vota oración. Por lo cual, hallándose en capítulo, en presencia
de las demás, confesó su culpa y preguntó a la abadesa de
dónde podía venirle esta falta. A la que satisfizo diciendo :
3. — (Compañía y hermandad tienen las mismas virtudes
entre sí, porque las unas son exaltadas por las otras, morti-
ficando a los vicios. De donde, cuando la caridad, justicia,
fe y esperanza son muy altas y sublimes en contemplar las
virtudes de Dios, entonces la prudencia y la fortaleza quie-
ren estar en su compañía; y por esto, cuando acontece que
el alma viene a ser tentada de vanagloria, si tiene bastante
sabiduría para conocer aquella tentación y está fuerte la
razón para resistirle, entonces se inclina su memoria a en-
tender la vileza en que está por el pecado y sube el enten-
dimiento a entender la nobleza y verdad de Dios, y a las
horas la sabiduría 1 esfuerza su alto poder y es virtud en
compañía de otras virtudes. Pero cuando la vanagloria ven-
ce, y el alma se olvida de sus culpas, y no entiende en las
1 «Adones saviea força son alt poder en virtut en la companyia
de las altres virtuts».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUÉRNA. — C. 35 247
virtudes de Dios, y consiente en la vanagloria, entonces por
falta de sabiduría y valentía de ánimo descaecen las otras
virtudes al pecado y se desvanecen.
4. Después que la abadesa hubo explicado el modo con
que en la oración muchas veces se mezcla entre las virtudes
la vanagloria, la cual tentación suele molestar a los que
hacen buenas obras, otra monja le dijo que muchas veces
estaba tentada de salirse de la religión, de lo cual 2 se sentía
culpable delante de Dios, y arrepentida pedía corrección y
doctrina. Respondióle la abadesa que aquella tentación era
por flaqueza y falta de valentía de ánimo en quien hay falta
de caridad para amar la religión y despreciar al mundo; por-
que, acordándose la memoria del mundo y sus deleites y ol-
vidando la honestidad y santa vida de las buenas religiosas
que viven en religión, queda la fortaleza mortificada en la
voluntad, y por eso debe el hombre olvidar aquellas cosas
que pueden ocasionarle la tentación y debe recordar con gran
valentía de ánimo otras cosas buenas contrarias a la dicha
tentación.
5. Otra monja dijo a la abadesa que cada día tenía ten-
tación de regalarse comiendo y bebiendo y de hablar mal de
la Regla de la Orden. Y la abadesa le respondió que Dios
quiso ordenar que las criaturas fuesen muchas y distintas,
para que en muchos y distintos modos sirviesen al hombre,
a quien las ha dado para que el hombre en muchas maneras
sirva a Dios. Y por esto, la tentación es para que la for-
taleza venza con la abstinencia a la gula y a la desordena-
ción de las palabras, y este vencimiento logra cuando la ca-
ridad y la justicia le ayudan contra los pecados, y entonces
la tentación es ocasión a las virtudes para que pongan en
uso la virtud que Dios les ha dado, a fin que el alma logre
por ello mayor gloria.
6. En el mismo capítulo asistía una religiosa muy bella
y de muy noble familia, quien había dado al convento mu-
chas riquezas. Era ésta muy a menudo tentada de soberbia,
y pidió a la abadesa quisiese darle algún consejo contra este
vicio. Aconsejóle la abadesa que, todas las veces que le vi-
niera esta tentación, entrase en el huerto, y que mirase al
jumento que rodaba la noria, y que pensase por cuál cosa
del mundo quisiera ser jumento, y aquello mismo que ella
despreciaría para no serlo le fortalecería su corazón contra
la soberbia, pensando en Dios, quien habría podido hacerla
tal si hubiese querido. Y más le dijo: que, después de esta
consideración, anduviese al cementerio, y que imaginase los
muertos que estaban allí, y pensase en la corrupción y fetor
de sus carnes, y se acordase de la inmundicia y suciedad que
5 El original calla tdc lo cunl... doctrina»,
248 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
sale de su estómago, y después anduviese a la iglesia, y que
contemplase en la cruz, para recordarse a cuánta! humildad
quiso humillarse Dios. Todas estas cosas y muchas más dijo
la abadesa a esta religiosa por darle doctrina para fortalecer
su corazón contra la soberbia, y que todas las cosas repu-
diase y despreciase antes que ofender a Dios nuestro Señor.
CAPÍTULO XXXVI
DE LA TEMPLANZA
1. Hallábase la abadesa en capítulo, cuando dijo estas
palabras : — !Por virtud de Dios hemos ordenado y tratado de
las virtudes antes expresadas. Ahora conviene que tratemos
de la virtud de templanza, y quiero saber si hay entre nos-
otras alguna monja que haya cometido alguna falta contra
esta virtud. — \A\\ oír esto, dijo una religiosa que no tenia
conocimiento de la virtud de templanza, por lo cual ignoraba
si en ella había faltado. La abadesa dijo que la templanza
es una virtud que está en medio entre lo poco y lo mucho.
Y por que se dé más clara noticia de esto, supongamos que
por lo mucho se entiende la grandeza de Dios, la cual es
mayor que todas las demás cosas, sin que por esto se siga
alguna desordenación, y por lo poco se entiende el hombre,
porque en Dios ninguna cosa hay que sea poca. Y porque
lo mucho y lo poco constituyen el medio en la criatura, no
cabe haJber en Dios templanza, por cuanto en sí no tiene cosa
alguna que sea mucho ni poco \ pero sí en el hombre, quien
tiene mucho y poco y según distintos término» es en sí mucho
y poco naturalmente.
2. — Por otro modo — ^prosiguió la abadesa — , Dios ha
creado a la templanza entre dos términos, es a saber, entre
lo poco y lo mucho, para que la templanza sea medio por el
cual el hombre pueda y sepa usar la sabiduría, justicia, for-
taleza, caridad y de las demás virtudes, porque en el comer
y en el beber, en el dormir y en el velar, en el hablar y en
el callar, en el andar y en el estar, en el vestir y en el cal-
zar, en el gastar y en el guardar, en el imaginar y discurrir
y en otras cosas semejantes tiene necesidad el hombre de la
templanza, a fin de que la sabiduría tenga conocimiento de
lo que es mucho y de lo que es poco, y que la caridad ame
el medio, y la justicia saque de los vicios templanza y la dé
a la caridad, y que la fortaleza sea en el corazón del nombre
1 El autor pasa en silencio «pero sí... naturalmente».
LIBRO DE EVAST V BLÀNQUERNA. -C. 37 24-9
contra lo mucho y lo poco, para que se convenga con la tem-
planza, por la cual la fortaleza se concuerda con las demás
virtudes que con la templanza concuerdan.
3. Después de haber la abadesa enseñado la manera con
que se halla concordancia entre la templanza y las otras
virtudes, la religiosa se acordó de las faltas que había hecho
contra la templanza, y exclamó diciendo: — ¡Ay de mí, pe-
cadora! ¡Oh, cuán grande es mi culpa en lo que he faltado
por mi ignorancia en el comer y beber, en el hablar y en
otras cosas contra justicia, sabiduría, fortaleza y templanza !
Pues la justicia me daba conciencia y la sabiduría me reve-
laba lo que era mucho y lo que era poco, para que la caridad
amase a la templanza; y por haber dado Dios al alma la
libertad para poder usar de estas virtudes y no haber mi
alma querido usar de ellas, antes usó de los vicios, de aquí
soy culpable, y pido perdón y penitencia de mi culpa.
4. Entonces dijo la abadesa a las monjas que en el alma
hay tres potencias, es a saber: memoria, entendimiento y
voluntad, y cuanto obra el alma es con estas tres potencias,
y así, para que nuestra alma sea ordenada en sus operacio-
nes, es preciso que cada cual de nosotras sea ordenada en
estas tres potencias, por das cuales tenga ordenación en los
cinco sentidos corporales, los que conviene sean ordenados
por el alma en sus siete virtudes principales y en los actos
de estas virtudes 2, según hemos dicho antes, la cual orde-
nación lograremos si nosotras somos ordenadas en las tres
potencias del alma. Por lo cual, en primer lugar, es bien que
tratemos de la memoria.
CAPÍTULO XXXVII
De la memoria
1. — (La memoria — dijo 'la abadesa — fué dada a nuestra
alma para que nos acordemos del Soberano Bien, de donde
tienen principio y se derivan todos los bienes, el cual nos
creó y nos hizo gracia de juntarnos en este monasterio para
acordarnos de él y olvidar las vanidades de este mundo, y
recibir premio en el otro, para olvidar en nuestras almas
toda culpa. Y habiendo nosotras recibido de Dios tantos be-
neficios, y en particular habiendo Dios tomado nuestra natu-
raleza, entregándola a grandísimos trabajos y grave muerte
para salvarnos, es, sin duda, grande la obligación en que
estamos de acordarnos de todas estas cosas en todo el tiempo
- Igualmente calla «y en los actos de estas virtudes».
250
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
de nuestra vida y en todas las horas del día. Y por eso, quiero
y mando que cada una de vosotras recuerde todos los días
la bondad, grandeza, eternidad, poder, sabiduría, amor y per-
fección de Dios, y que os acordéis y penséis en su santa en-
carnación y pasión y en las otras cosas pertenecientes a
Dios, porque con estas -memoria» desaparecen las tentacio-
nes, y vienen a olvidarse los trabajos, y queda el alma ilu-
minada con luz de bendición.
2. Acordarnos conviene de la gloria del paraíso para
desearla y de las penas del infierno para temerlas, no olvi-
dándonos de la muerte, a fin de que estemos preparadas, pues
tenemos certeza que hemos de morir y no sabemos cuándo.
Acordémonos que venimos de la nada, para que no haya en-
tre nosotras soberbia ni presunción, sin olvidar la podredum-
bre y corrupción de nuestro cuerpo, para tener humildad y
mansedumbre. Acordémonos las unas de las otras y abracé-
monos con caridad y justicia, para que la paz esté siempre
entre nosotras. Si sabemos memorar, sabremos olvidar, y si
sabemos Olvidar, sabremos memorar, y en sabiendo memo-
rar y olvidar, sabremos entender y amar. Consideremos nues-
tros pecados, para acordarnos de la justicia y misericordia
de Dios, y tengamos en la memoria las virtudes, para que
las amemos.
3. No es conveniente acordarnos de lo que hacíamos
en el mundo, pues con este recuerdo se mueve la voluntad a
desear el mundo, y cuando nos halláremos en alguna tenta-
ción, recurramos a Dios y a la Virgen María Santísima y
a todos los santos del cielo, y pidámosles socorro y ayuda.
Cada cual de nosotras acuérdese de su ángel custodio, que
Dios le dió para guardarla y defenderla de pecar, haciéndole
cada día alguna honra, y tenga también cada una devoción
a algún santo especial, para que sea su procurador en la
corte celestial, acordándose de él todos los días y haciéndole
alguna honra y oración. Acordémonos con frecuencia de la
vida de los santos y santas, para que con esta memoria nos
enamoremos a imitarles. Acordémonos de los infieles, rogan-
do por ellos a Dios para que les dé luz de inteligencia y fe
para conocerle y adorarle y para que vengan en camino de
salvación. Por la noche, después de las completas, cada una
haga memoria si en aquel día ha ofendido en algo a su Crea-
dor, y por la mañana, después de los maitines, acordémonos,
asimismo, en qué estado hemos pasado aquella noche. — En
este y en otros modos enseñaba la abadesa a todas las reli-
giosas a memorar, para que en la dulce y piadosa miseri-
cordia de Dios fuesen acordadas y encomendadas. Y todas
alababan y bendecían a Dios por haber dado tanta sabiduría,
caridad y castidad a su abadesa sor Cana.
UliRo DE EVAST Y BLANQUERNA. — C
CAPÍTULO XXXVIII
Del entendimiento
1. La abadesa sor Cana dijo a sus monjas que el en-
tendimiento era luz espiritual que iluminaba el alma para
entender verdad de su Creador y de sus obras, y que la vo-
luntad, antes de moverse a querer o no querer alguna cosa,
recibía luz del entendimiento para no errar en sus operacio-
nes ; porque así como los ciegos yerran el camino por donde
van por faltarles la vista corporal, del mismo modo el alma
yerra en su memorar y querer cuando no recibe luz del en-
tendimiento.
2. — 'Muchas veces acontece [ — dijo — ] que por el de-
masiado memorar y querer se turba el entendimiento, y por
esto, quien desea recibir de él la luz espiritual, conviene que
tenga templanza en su memorar, querer y entender; por lo
cual, el hombre que desea entender, sepa memorar y querer,
y el que desea memorar y querer, sepa entender; pues por
el mucho memorar y querer se engendra el mucho entender,
y por el mucho entender, el mucho memorar, y el mucho que-
rer cuando sabe el hombre memorar la obra de su memorar,
entender y querer.
3. Si deseamos entender a Dios, conviene, lo primero,
que usemos de fe, y después de inteligencia, y que creamos
lo que no podemos entender, y que entendamos lo que Dios
tiene en su esencia y en sus obras, y entendamos que Dios es
cosa mayor de lo que nosotros podemos entender, porque si
nuestro entendimiento no es bastante para entender todo lo
que somos y obramos, ¿ cuánto menos, sin comparación, bas-
tará para entender a Dios y a sus obras ? Lo cual, si no fuese
así, se seguiría que fuésemos en esencia y en obras mayores
que Dios, lo que es imposible.
4. Este no poder entender, claro está que no es falta
del entendimiento, mas sólo de aquel o de aquella que, te-
niendo entendimiento, no sabe o no quiere usar de él en
aquello que no puede entender, siendo así que aquel que no
quiere usar de su entendimiento en lo que podría entender,
no quiere usar de la mejor criatura que Dios quiso crear por
él, y desprecia el más excelente placer, como es el que logra
el alma mediante la inteligencia, ni teme entristecerla con
la ignorancia. Pues cuanto más el entendimiento entiende 1
las cosas dificultosas y altas, tanto es mayor y más noble y
1 «On pus fortment entén enteniment, pus noble e major e pus
alt és per son entendre ; mas per massa membrar pot la memòria...))
252
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
más elevado por su inteligencia, lo que no sucede siempre
así en las otras potencias, pues, por acordar demasiado,
puede ser la memoria menor en su acto, como también puede
la voluntad ser menor en su querer por el demasiado amar
o aborrecer. Y quien no quiere entender aquello que le fuera
fácil de entender, ¿qué razón hay para que quiera memo-
rarlo ni amarlo?
5. Antes debe desear que el entendimiento tenga ig-
norancia de lo que no le es posible entender. Y cuando el
entendimiento entiende la verdad, debe la voluntad amarla,
y si la falsedad, aborrecerla, y si el entendimiento entiende
a la voluntad, debe ésta apreciarle y amarle, porque así como
fué hecha la voluntad para amar al entendimiento, así tam-
bién el entendimiento para entender a la voluntad, y cuando
la memoria recuerda con frecuencia sin entender ni querer,
entonces la imaginación se acostumbra a imaginar en tal
manera, que el hombre suele volverse loco.
6. AJI tiempo que la abadesa estaba así enseñando a las
monjas cómo debían usar del entendimiento, una religiosa
la preguntó en qué manera podía la memoria memorar, sin
entender y sin querer. Respondióle la abadesa que cuando el
hombre recuerda una cosa y después otra, haciéndolo con
tanta prisa y frecuencia que no da lugar a la voluntad de
amarla o aborrecerla ni al entendimiento de entenderla, en-
tonces la memoria recuerda sin entender ni querer y obra en
su memorar casualmente y a la ventura, por cuyo uso se
desordena la imaginación, y por este desorden se destruye la
virtud memorativa 2, y sucede algunas veces que el hombre
que así lo hace pierde el seso y se vuelve loco o mentecato,
como tengo dicho.
CAPÍTULO XXXIX
De la voluntad
1. Prosiguió la abadesa diciendo a las monjas que Dios
había dado al hombre la voluntad; y a los peces, y a las
aves, y a los brutos, y a los demás vivientes, el apetito na-
tural, que es muy semejante a la voluntad; y, según esto,
dijo que la voluntad del ¡hombre era más noble que la de
todas las demás criaturas que carecen del uso de razón, y
esto a fin de que la voluntad humana no quiera cosa alguna
sin razón, y de aquí que si el hombre o la mujer ama o abo-
rrece alguna cosa sin razón, entonces tiene peor voluntad que
ninguna otra criatura.
- No leemos en el texto primitivo «y sucede... dicho».
LIBRÓ DE EvAST V BLANQUERNA. -C. 3Ç
2. El amar lo bueno y desamar lo malo [ — dijo — 1
conviene a la voluntad; pero cuando el hombre ama más el
menor bien que el mayor, entonces dispone su voluntad para
amar lo malo y desamar lo bueno. -Al entretanto que así
sutilmente se explicaba la abadesa, díjole una religiosa que
no era lícito hablar con semejantes sutilezas a las mujeres,
a lo cual satisfizo diciendo que, supuesto que el entendimien-
to podía entenderlas, era muy conveniente que quisiese la
voluntad que el entendimiento las entendiese, para que más
exaltase en su inteligencia y mejor pudiese la voluntad con-
templar y amar a Dios y a sus obras, porque si Dios no
quisiese ser contemplado por el entender y amar de las cria-
turas, no las hubiera dado tan gran virtud como les dió en
su memorar, entender y amar, a fin que sea de ellas más en-
tendido y por la mayor inteligencia sea mayor el amor. Que
si tal vez por querer entender alguna cosa fútil naciere al-
guna duda, entonces se debe recurrir a la fe y a la fortaleza,
por la cual se fortifica el corazón del hombre en creer aquello
que no puede entender.
3. El libre albedrío concuerda más con la voluntad,
mientras vivimos en este mundo 1, que con el memorar ni
con el entender, como también la obediencia mejor se con-
viene con la religión que con el estado seglar o fuera de la
religión, y esto es porque la libertad está más constreñida
en la religión que en el siglo, por cuanto la voluntad que li-
bremente ama la sujeción de su libre albedrío a la obediencia
está más elevada para obtener más mérito, caridad y jus-
ticia, que la voluntad que no está sujeta a la obediencia;
porque si el placer que hay en amar de grado a la cosa ama-
da es grande, mayor es el mérito en amarla contra su volun-
tad, obedeciendo a sus mayores; porque la voluntad en este
caso se sujeta a sí misma, en cuanto ama aquello que siente
ser en sí mayor disposición para desamar, y si no te atreves
a discurrir estas cosas por demasiadamente fútiles, tú pones
duda y te opones a la exaltación de tu fe, que debes amar y
desear, para que en ti sea mayor la fortaleza y la esperanza.
Y advierte que, en lo que acabo de decirte, te doy indicios
de algún secreto que no me atrevo a explicarte del todo en
la ocasión en que ahora estamos.
4. En fin, pues cada cual de nosotras tiene voluntad
y entendimiento, tenga cada una su voluntad sujeta a su en-
tendimiento, y quiero y mando que la voluntad' de cada una
esté obligada y sujeta a la mía, y que mi entendimiento
y voluntad estén obligados y sujetos en general al entendi-
miento y voluntad de vosotras, porque según este modo esta
establecido el cargo de abadesa y abad.
1 El original calla «mientras vivimos en e>te mando».
254
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
CAPÍTULO XL
DE LA ORACIÓN
1. Estando la abadesa con todas las monjas en capí- •
tulo, quiso informarse del modo con que hacían oración,
por ser muy necesario el orden en la oración, pues, siendo
ordenada, es la más noble obra que hay en la religión, y,
por el contrario, es muy desagradable a Dios cuando es
desordenada. Mientras la abadesa decía estas palabras, una
monja pidió perdón por haber errado muchas veces en la
oración, diciendo algunas palabras de oración y teniendo al
mismo tiempo su corazón en otras cosas vanas, contrarias
a la oración. Respondióle la abadesa diciendo que la oración
se puede hacer en cuatro modos. El primero es cuando el
corazón contempla en Dios sin hablar la boca palabra. Ei
segundo, cuando el corazón y la boca concuerdan en la ora-
ción y el alma entiende lo que las palabras significan. E¡
tercero, cuando el hombre lleva una vida santa, sin cometer
pecado mortal, pues en este caso cuanto hace por amor de
Dios es oración. El cuarto es cuando el hombre con la boca
dice palabras de oración y su corazón está pensando en otras
cosas. Este cuarto modo de oración es desagradable a Dios,
y no se logra en ella algún buen fruto por faltarle la caridad,
sabiduría y fortaleza, por cuya falta el alma olvida e ignora
lo que significan las palabras de la oración, y en tal caso
es -muy conveniente el recurso a dichas virtudes y que con
ellas el hombre procure que su alma se concuerde con las
palabras de la oración, memorando, entendiendo y amando
el alma aquellas palabras que está pronunciando la boca.
2. — Bien habéis entendido, por lo que hemos dicho
antes, cómo Blanquerna adoraba a Dios en los catorce
artículos de la fe, y cómo Evast le adoraba en su esencia
y en sus virtudes, y también cómo Aloma oraba a Dios y a
la Santísima Virgen María por su hijo Blanquerna, y el gran
fervor y amor que tenían en su oración, la cual se concor-
daba con las palabras ; por esto, es conveniente que en nues-
tras oraciones amemos a Dios y a sus obras con tal fervor,
que nuestra alma y las palabras se concuerden en la oración,
de manera que el agua del corazón suba a los ojos, derra-
mándose en lágrimas, y que en nuestra alma las virtudes
superen y venzan a nuestros vicios y pecados, consolándose
nuestra alma con los llantos y alegrándose con devoción,
dando siempre en nuestras oraciones gloria y gracias a'Dio3.
LIBRO DE EVAST V BLANQUERNA. — C. 40
255
3. Estando en oración, debemos memorar, entender y
amar a las virtudes y obras de Dios, y debemos, con Ce,
esperanza, caridad, justicia, sabiduría, fortaleza y templan-
za, ordenar nuestra alma y nuestro cuerpo, para poder exal-
tar la memoria y el entendimiento en contemplar a Dios
y desear su mayor gloria, y después nos conviene recordar,
entender y aborrecer nuestras culpas y la vileza de este
mundo, y en esta forma, con el auxilio del Espíritu Santo,
será iluminada nuestra alma en orar a Dios, y nuestras
oraciones serán oídas por la justicia y misericordia de Dios,
en quien está toda perfección y en el cual toda oración
perfecta halla el cumplimiento y la virtud de saludable bien-
aventuranza.
4. Rogar debemos por el Santo Padre Apostólico, y
por sus hermanos los cardenales, y por todos los prelados;
por todos los reyes y príncipes y por todos los cristianos,
para que Dios les dé tanta devoción, que toda su vida sea
para conocerle y amarle, y para que vuelva en ellos aquel
fervor y celo de la exaltación de la fe que había en el mundo
en tiempo que en él estaban nuestro esposo Jesucristo y su¿
apóstoles.
5. En la oración no se olvide nuestra alma de los in-
fieles, que son nuestra carne y sangre, siendo en especie
y forma semejantes a nosotros. Ignorancia de fe y de cien-
cia-hay en ellos por falta de maestros que los enseñen, según
vemos. No conocen aquéllos a Dios, ni le aman y honran,
ni le dan gracias por los bienes que les da, porque no creen
en él del modo que debieran creer, y aun muchos de ellos
están blasfemando y maldiciendo a nuestro esposo y señor
Jesucristo, pensando que haya sido puramente hombre, pe-
cador y falso engañador, por lo que gran virtud será en
aquellos que, en presencia de estos infieles, confesaren el
santo nombre de Dios y sus virtudes, honor y perfecció i,
y sería muy del agrado del Señor aquel que procurase que
le honrasen los que le deshonran, siendo así que todos los
que padecerán martirio para exaltar su santo nombre, com-
parecerán con vestiduras semejantes a las de Jesucristo, en
cortes, el día del juicio.
6. Hagamos gracias a Dios por habernos dado el ser
humano, haciendo también que nos sirvan tantas criaturas.
Y como no somos bastantes para darle las debidas gracias
por tantos beneficios, roguemos todos los días a la Virgen
Santa María y a todos los ángeles y santos del paraíso,
haciéndoles memoria que lo hagan y se lo agradezcan por
nosotros. No nos estimemos dignos del bien que recibimos
ni de la gloria que esperamos y seamos agradecidas a Dios,
quien nos ha librado de la servidumbre del mundo y nos
ha juntado aquí para hacer penitencia. Y para que seamos
256
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
defendidas de los vicios, llevando una vida santa, pidamos
a Dios nos colme de virtudes. Adoremos a nuestro Salvador
en nuestros pensamientos con llantos y devoción, perseve-
rando siempre así para no desviarnos de honrar, rogar y
amar al que nos dió el corazón para amarle, y los ojos para
llorar, y la boca para alabar su virtud y sus obras. — En este
y en muchos otros modos dió la abadesa enseñanza a las
monjas para que pudiesen orar, adorar y contemplar a Dios
nuestro Señor.
CAPÍTULO XLI
De espiar
1. En presencia de todas las monjas, habló la abadesa
en esta forma : — Acuérdome que, cuando yo veía a mi
señora la abadesa, que Dios haya perdonado, temía su pre-
sencia y disimulaba algunas cosas por que no las reparase.
Para que, pues, en el alma de cada una de vosotras esté
de continuo el temor de la justicia de la religión, con vues-
tro parecer y consejo, quiero hacer un nuevo estatuto en
este monasterio, es a saber: que cada semana elijamos se-
cretamente una monja para espía o escolta, que vaya ob-
servando cuanto haremos, con tal que ninguna sepa cuál es,
a fin que la una se tema de la otra como si yo misma estu-
viese presente; y que después, en capítulo, vaya contando
todo lo que habrá observado en nosotras que fuese mal visto
y contra nuestra Orden.
2. Quiero también ordenar que pongamos otra espía
en la ciudad, para que, cuando algunas monjas nuestras
entraren allá por alguna precisión, vayan atendiendo cómo
se portan y adonde van, y si oyeren hablar de ellas o de
nosotras algo menos decente u otra cualquiera cosa de
que seamos culpables.
3. Y no solamente quiero que se ponga espía que os
observe a vosotras, pero también quiero que se me ponga
a mí, para que me guarde yo mejor de cometer cualquiera
falta; y, a este fin, quiero que todas las semanas elijamos
tres monjas de las más ancianas 1 y más honestas de nues-
tra Orden, y que éstas, con todo secreto, elijan a una monja
que vaya observando todo lo que yo hiciere, sin que yo sepa
cuál es. Y quiero que en capítulo, delante de todas las
monjas, me acuse, si me habrá visto algo que sea descon-
veniente a mi religión y estado, para que en presencia da
1 «Tres dones» solamente dice el autor.
LIBRO DE EVAST V BLANQUERNA. — C. 42
257
todas lleve yo la penitencia y pida perdón. — Todas las mon-
jas tuvieron por bien lo que la abadesa había propuesto,
y, según lo quiso ordenar y disponer, del mismo modo con-
sintieron gustosas que se hiciese.
4. Mucho tiempo vivió la abadesa en aquel monasterio
observando todas las susodichas ordenaciones, por cuya bue-
na doctrina y santas costumbres hubo en aquel monasterio
muy santas religiosas. Y muchas buenas mujeres de aquella
ciudad tomaron de ella buen ejemplo, y muchos otros mo-
nasterios tomaron la Regla, doctrina y forma de vida que
la abadesa Cana había ordenado en su monasterio.
Hemos acabado -, para gloria de Dios, la primera parte
del libro, que trata del estado de religión en las mujeres.
Ahora conviene que volvamos a tratar de Blanquerna, que
va por la vía eremítica buscando paraje a propósito para
adorar, contemplar, conocer y amar a Dios, Creador glo-
rioso y Señor de todas las cosas.
SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO XLII
De los diez Mandamientos
1. Despedido ya Blanquerna de Evast y Aloma, sus pa-
dres, anduvo todo aquel día por el bosque, y al anochecer
llegó a un prado muy ameno en que había una bella fuente,
[ y sobre ella un árbol muy frondoso, en cuyo puesto descansó
[ de su fatiga y durmió aquella noche. Siendo muy de maña-
nita, empezó su oración, como tenía de costumbre, y por la
soledad y extrañeza de aquel sitio, pudiendo con libertad
mirar por todas partes el cielo y las estrellas, se hallaba su
j alma exaltada en la contemplación y amor de Dios. Pero por
el miedo de las fieras que sentía en aquel prado, se le enti-
biaba de alguna manera en su alma la oración, aunque con
I esperanza y fortaleza alentaba su corazón y confiaba en el
I soberano auxilio del Señor.
2. Hasta rayar el sol continuó Blanquerna su oración, y
I después prosiguió su viaje todo aquel día, hasta que, ponién-
I dose ya el sol, llegó a un paraje muy delicioso cubierto de
3 Kn el texto catalán : «Fenit ¿s lo liLrt- del orde de les dones wr
l·iacia e ¡*r ajuda de Déu», y nada más.
0
258
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
gran multitud de árboles, en el cual 1 había un suntuoso
palacio, noblemente construido, sobre cuyo portal estaban
escritas en letras de oro y azul estas palabras : No adorarás
a dioses extraños. No jurarás el nombre de Dios en vano.
Guardarás el santo día del domingo. Honrarás a tu padre y
a tu madre. No matarás. No fornicarás. No hurtarás. No
levantarás falso testimonio. No desearás la mujer de tu pró-
jimo. No desearás los bienes de tu prójimo. Estos que ves
son los diez Mandamientos, que están en este palacio ban-
didos y extrañados en este bosque, despreciados, desobede-
cidos y olvidados en el mundo por las gentes. En este pala-
ció desconsolados lloran y se lamentan por el honor que en
algún tiempo solían tener en el mundo, procurando que Dios
fuese honrado y los hombres consiguiesen la salvación per-
durable.
3. Muy maravillado quedó Blanquerna de las palabras
que había leído escritas sobre el portal del palacio. Tocó a
la puerta y quiso entrar en él para ver los diez Mandamien-
tos. Un gentil joven que estaba a la puerta abrió, y, que-
riendo Blanquerna entrar, le detuvo diciendo que en aquel
palacio nadie podía entrar que fuese desobediente a los diez
^andamientos. Respondió Blanquerna que él había echado
de su corazón todas las cosas del mundo y entregado total-
mente su alma al servicio de Dios, Señor y Creador de todos
los bienes, y le hizo relación de toda su vida y estado para
poder entrar en aquel palacio. Pero el joven, cerrando la
puerta, le dijo que no podía dejarle entrar sin pedir primero
licencia a los diez Mandamientos. Entróse adentro, pidió li-
cencia y dió relación del estado de Blanquerna, de que se
alegraron algo los Mandamientos, y mandaron al joven le
dejase entrar y trajese a su presencia.
4. Entró Blanquerna, y se halló en un grande y hermoso
salón, donde estaban escritos los nombres de todos aquellos
que son inobedientes a los diez Mandamientos. Había en él
diez sillas de oro, plata y marfil, primorosamente entalladas,
y sentados en ellas con grande honorificencia los diez Man-
damientos, ricamente vestidos de telas de brocado y seda,
grandes barbas y luengos cabellos, cuyos semblantes indica-
ban ser hombres ancianos. Tenía cada uno un libro en la
falda, y, con llantos y gemidos, cada cual se lamentaba y
decía estas donosas palabras:
5. — 1¡ AJh mezquino y despreciado de las gentes ! — dijo el
primer Mandamiento — , muertos son ya tus amadores, por
quienes eras tú servido muy honradamente. Muchos son los
hombres en este mundo que creen en ídolos, haciendo dioses
1 «En aquell loe hac un bell palau, obrat molt noblement. Blan-
querna venc a la porta del palau. Al cap del portal eren escrites...»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 42 259
extraños del sol, de la luna y las estrellas, y que, amando más
a sus propias personas, a sus mujeres, hijos y riquezas que
a Dios, hacen dioses extraños de aquello que aman más que
a Dios, que es el Soberano Bien sobre todos los bienes. ¡Oh
triste de mí! ¿En dónde están aquellos que aman a Dios
sobre todas das cosas? ¿Quién es aquel que por amor de Dios
quiera entregarse a la muerte y sufrir todo género 'de tra-
bajos? Cuanto más recuerdo y considero la multitud de las
gentes, más pocos veo ser los nombres que aman a Dios ver-
daderamente, y por esto crece en mi alma más fuertemente
el dolor y se multiplica mi tristeza. Recordados son los pe-
cadores por la misericordia de Dios, quien los sustenta y
provee de 'los bienes temporales. Pero ¿quién es aquel que
se acuerda de cuán grande es la justicia de Dios? ¿Y quién
el que le da las gracias que debe por los beneficios que de
ella recibe? — Concluidas estas razones, púsose a leer en su
libro, llorando y compadeciéndose de sí, y, mientras más leía,
crecía más fuertemente su tristeza y desconsuelo.
6. Sobremanera admirado quedó Blanquerna del penoso
duelo y triste llanto del primer Mandamiento, y le preguntó
qué cosa era lo que leía en aquel libro que le causaba tan
doloroso quebranto — Amable hijo — respondió — , en este
libro va escrita la gran gloria de la celestial bienaventuranza
• y la pena grande que padecerán todos aquellos que a mí son
desobedientes y desleales. Y están escritos aquí todos aque-
llos que me obedecen y los que me son inobedientes ; y, siendo
mayor el número de éstos que no de aquéllos, sin tener yo
la menor culpa ni injusticia de que me sean así inobedientes,
y aun lo son más aquellos que en este mundo reciben de
Dios mayores honras, por esto, toda la vez que leo en este
libro, va doblándose mi desconsuelo, mi tristeza y mi dolor.
7. Mientras así se acongojaba este Mandamiento, la-
mentábase también el segundo, y lloraba tan fuertemente,
que, oyéndolo Blanquerna, se enterneció de mañera con sus
\ tiernas palabras y amargas lágrimas, que le movieron a com-
pasión y dolor de corazón. — (¡Oh cautivo olvidado! — dijo el
segundo Mandamiento — , jurar falsamente por Dios es gran
I desprecio de tu Señor, con que se hace honra a la criatura
\ sobre el alto señorío de su Creador. Y amando más Dios una
» sola ánima que todas las riquezas de este mundo, el hombre
perjuro ama más aquello por que jura, que a Dios y a su
t eterna gloria, que puede conseguir.
8. Del mismo modo se lamentaba y lloraba el tercer
I Mandamiento, y decía: — iDios mandó a los judíos que se
t santificasen y guardasen el día del sábado. Y el Hijo de Dios
3 Las palabras aque le causaba tan doloroso quebranto» no apare-
cen en el original.
2ÓO
OBRAS LITERARIAS PE RAMON LLULL
encarnado ordenó que los cristianos santificasen y guarda-
sen el día de domingo. Y aunque los malditos judíos sean
blasfemos contra nuestro Señor Jesucristo y estén en gran-
des errores, pero santifican y honran mejor que los cristia-
nos su santo día. Luego, pues, ¿quién podrá consolar a mi
alma del gran defecto de los cristianos? Y aún más, con-
siderando cuánto mayores son las culpas y defectos que
cometen los hombres comiendo, bebiendo, jugando y de todas
maneras, usando más de vanidades en los días de precepto
que en lo restante de la semana, ¿ quiénes y cuántos son
aquellos que me sirven y obedecen?
9. En altas voces llorando decía también el cuarto Man-
damiento: — Padre es Dios de todas las criaturas por gracia
y creación, y madre es de todos los hombres la justicia y
misericordia de Dios. Yo soy dado Mandamiento al hombre
que honre a su padre y a su madre. Pero ¿quién es a mí
obediente en honrar a Dios como Creador y Redentor? ¿Y
quién es aquel que tiene verdadera confianza en su miseri-
cordia? ¿Y quién es el que teme y ama su divina justicia?
10. No pudo contenerse el quinto Mandamiento sin pro-
rrumpir en estas vivas expresiones, diciendo: — Muerta es
la caridad en aquel que mata a su prójimo. Con el pecado
mata su alma el que a mí es desobediente. Y más fuerte-
mente soy desobedecido por la muerte espiritual que por-
la corporal. Más temido es por la justicia el príncipe y
señor de la tierra que el Señor del cielo. Deshonrado y ultra-
jado soy por todos aquellos que no me obedecen. Triste y
desconsolada está mi alma, viéndoles caminar por sendas
que los precipitan a tormentos perdurables del infierno.
11. Dijo también el sexto Mandamiento : — Yo soy Man-
damiento de Dios contra la fornicación. Dado soy por Dios
nuestro Señor para destruir y anihilar la suciedad del cuerpo
y corazón humano. Teñidas son cejas 3 y cabellos ; puestos
son colores en la cara y en los pechos; hechos son ricos y
bordados vestidos y puestos son olores de amizcle, algalia
y otros perfumes; y todo para que sea yo desobedecido
y despreciado de las gentes. Perdido tengo yo por la lujuria
el mayorazgo y señorío de aquellos a quienes soy yo envia-
do. Enemigo soy de la lujuria y de todos sus valedores.
¿Adonde — decidme — ha parado mi virtud? ¿Y de dónde ha
venido a la lujuria tanta fuerza como tiene en aquellos
a quienes yo soy enviado? Pero sepan que, si por mi enemi-
go, me tienen las gentes deshonrado y desconsolado, mi
3 «... posades són colors e ornats sos vestiments, per ço que sia
desobeït e menyspreat ; perduda he ma heretat e ma senyoria per
lucxúria en aquells als quals jo son tramès. Si l meu enemic luxúria
me. te deshonrat, trist, desconsolat, la mia sor justícia pendra ven*'
jança contra aquells qui mi tenen desonrat.»
LIHRO DE EVAST V BLANQUERNA. C. 42
hermana la justicia tomará venganza de cuantos me hubie-
sen deshonrado y desobedecido.
12. Aquí empezó el séptimo Mandamiento, y llorando
dijo estas palabras: — Amistad y amor hay entre mí y la
caridad y justicia. El latrocinio causa cada día falsedades
y engaños. Yo soy Mandamiento contra el latrocinio para
que viva entre mí y las gentes la caridad. Es verdad que la
justicia castiga a los ladrones; pero no les hace obedientes
a mí por la caridad, si no es por el temor de ella misma.
Robados son los bienes que Dios da a mis desobedientes,
porque no lo agradecen a Dios que se los ha dado, sino que
el bien que tienen se lo apropian y atribuyen a sí mismos.
Y si yo por su daño sufro en este mundo pasión y dolor,
también padecerán ellos en el otro perdurables penas y
tormentos por el deshonor que aquí me hacen.
13. Con gran pena y dolor habló también el octavo Man-
damiento, y dijo: — Falso testimonio me persigue y acomete
cruelmente entre las gentes, haciendo desobedientes a todos
aquellos por quienes me creía ser yo más honrado y obede-
cido. Falso testimonio hace de la honra de Dios aquel que
ama más las honras de su orden que las de su Dios. Negar
en Dios la Trinidad y que el Hijo de Dios haya encarnado,
ís muy grande y falso testimonio contra el honor, bondad,
grandeza, poder, sabiduría, amor y perfección de Dios. Con-
:ra mi voluntad son el multiplicar la mala fama y negar la
verdad. Todos los días hago mandamiento, y todos los días
soy desobedecido. Falso testimonio me ha desposeído de mi
i ierencia, y por su causa me hallo yo en este bosque con los
[lemás Mandamientos; porque a él solo se dan los honores
bue a mí solían darme en otro tiempo. Amar a este mundo
nás que al otro es un falso testimonio contra la gloria, mag-
nificencia y perfección de Dios, y por esta causa serán aque-
llos tales gravemente castigados por mi hermana la justicia \
14. Multiplicóse en el mundo la envidia, y quejóse gra-
vemente el noveno Mandamiento de la injuria que le hacían
la envidia y la lujuria, diciendo estas palabras: — Si tú, ca-
idad, tuvieses en este mundo tanto poder como la envidia;
si tú, justicia, castigases prontamente aquellos que envi-
ian y codician la mujer de su prójimo, sería yo honrado y
emido por aquellos que ultrajan y deshonran mi virtud.
' teniendo la lujuria tan gran fuerza contra mí, ¿dónde está
1 auxilio y favor que he de tener de vosotras? ¡No os olvi-
éis, caridad y justicia, amigas mías, de fortificar en las
entes nobles corazones y deseos, para ser yo honrado, ama-
4 El texto catalán es más conciso : «Fals testimoni m'a gitat de
jon heretatge, e a ell són donats los honraments que jo solia haver,
mar més aquest món que l'altre és fals testimoni donat contra iu
òria de Déu.»
2Ó2
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
do y obedecido contra la envidia y la lujuria ! No me dejéis 5
vos, obediencia amiga, ni me desamparéis por la envidia y
lujuria, las cuales me hacen ser desagradables a Dios y a
mí toda vez que las obedezco.
15. Estaba ya Blanquerna en presencia del décimo Man-
damiento, quien se compadecía tiernamente y decía: — ¡Ay,
desventurado de mí! ¿Quién me ha puesto en la ira y des-
gracia de la esperanza y fortaleza, cuando yo por ningún
tiempo he cometido contra ellas falsedad ni engaño? Por
cuanto codiciar riquezas y posesiones contra su prójimo es
desesperanza y flaqueza de corazón, que no se confía ni
espera en las riquezas y virtudes de Dios. Tratado se han
mucho caridad, justicia y prudencia en destruir y perder a
mis enemigos y reconciliarme en aquella antigua amistad
que solía tener yo con la esperanza y fortaleza. ¡Olvidado
me veo ya de mis valedores y despreciado y deshonrado soy
por mis enemigos ! — Estas y otras muchas razones y. tier-
nas palabras decían con dolorosos llantos los diez Manda-
mientos, y tan vivamente lloraban, que no podía Blanquer-
na contener sus lágrimas.
16. Mucho tiempo lloró Blanquerna en compañía de
los diez Mandamientos, y les dijo si habría alguna cosa en
que les pudiese ayudar y valer para cumplir sus deseos y
aliviar el dolor y tristeza en que se hallaban. Respondié-
ronle los diez Mandamientos que a su gran pena y dolor
ninguna cosa podía ayudar sino muy gran devoción y aflic-
ción de espíritu en los grandes prelados, príncipes y reli-
giosos, que con fervor y ánimo vigoroso castigasen a los
inobedientes a sus mandatos. Con esta respuesta se arrodilló
Blanquerna ante los diez Mandamientos y, pidiéndoles li-
cencia de proseguir su viaje, suplicóles gracia y virtud para
que con cada uno de ellos pudiese perseverar en su santo
propósito y serles obediente en su vida eremítica. Cada cual
de los Mandamientos dió su bendición a Blanquerna, quien
la recibió con mucho agrado, y se despidió de todos para ir
a buscar algún puesto proporcionado, donde pudiese vivir
sus días en estado de ermitaño.
" «No-m lexets per enveja, luxúria, qui us fan desagradable a Déu
e a mi totes les vegades que obeïts a luxúria enveja.»
LIBRO DE EVAST Y BLÁNQUERNA. — C. 43
CAPITULO XLIII
De la fe y la verdad
1. De aquel gran palacio de los Mandamientos salió
Blanquerna para buscar en la selva, de un lugar a otro,
algún sitio acomodado y a propósito donde pudiese edificar
su celda. Y siendo ya hora de nona, en que había rezado ya
sus horas canónicas, sentóse junto a una bella fuente, y co-
mió allá uno de aquellos siete panes que llevó de provisión,
bebió del agua de la fuente y, habiendo hecho gracias a
Dios, prosiguió su viaje. Mientras discurría por aquel bos-
que, encontrábase tal vez con leones, ya con osos, lobos,
sierpes y otras muchas fieras y terribles bestias, cuya horri-
ble vista ocasionaba en el corazón de Blanquerna gran terror
y espanto, así por considerarse solo y desamparado como
también por no tener en costumbre tan fieros y horribles ob-
jetos. Pero la esperanza y fortaleza le hicieron recuerdo del
gran poder de Dios, y la caridad y justicia fortificaban su
corazón, y, poniéndose en devota oración, daba gracias a
Dios de tal compañía, por la cual se acordaba de su poder
infinito, que le hacía confiar en su esperanza.
2. Yendo así Blanquerna por el bosque, oyó junto a sí
una voz muy agria, extraña y dolorosa, que le causó muy
grande y espantoso susto. Y a pocos pasos vió atravesar de
un lado del bosque a dos mujeres solas, noblemente vestida*3
y de bellísima y agradable presencia, una de las cuales llo-
raba fuertemente y se lamentaba. Salió Blanquerna al en-
cuentro de la desconsolada, y preguntóla que quién era y
cuál la causa de su tristeza y llanto. Respondióle la afligida
y dijo: — Yo soy la Fe, que en compañía de esta señora no
pasado a tierra de los moros con el fin de convertirles al ca-
mino de salvación, y no me han querido recibir a mí, ni aque-
lla cuyo nombre es Verdad. Incrédulos son y contrarios a
mí y a esta señora Verdad. Triste y afligida está mi alma,
porque Dios no es creído, honrado ni amado en aquellas tie-
rras. Grande es mi dolor y piedad por la condenación de
aquellas gentes ignorantes. Conviéneme llorar la gran per-
dición que causa aquel error en que están, y conviéneme
también lamentarme por el mérito que pierden aquellos que
no van a mostrarlos a mi hermano y a mi hermana.
3. Preguntó Blanquerna a la Fe quiénes eran sus her-
manos. Respondióle la Fe: — -Esta señora Verdad es mi
hermana, y el Entendimiento es mi hermano, a quien voy
264
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
yo ahora, para que él vaya a aquellas gentes de donde yo
vengo y con razones necesarias les demuestre los catorce
artículos, y aquéllos primero en los cuales son a mí des-
creyentes. Porque llegado ha un tiempo en que no quieren
ya admitir autoridades de la Sagrada (Escritura y santos
padres 1 ; y no se ven ahora milagros como se hacían en
otro tiempo, por los cuales eran iluminados los ignorantes,
de mi luz y de mi hermana Verdad. Y porque las gentes pi-
den razones y demostraciones necesarias, voyme yo a mi
hermano, el cual tiene poder suficiente por virtud de Dios
de probar mis catorce artículos.
4. Respondió Blanquerna que ella, que es Fe, perde-
ría en ello su mérito si el Entendimiento demostrase con
razones los artículos por los cuales ella recibe iluminación
en su creer contra el entender. Pero la Fe respondió que
no era conveniente cosa que la: principal razón por la cual
el hombre quiere convertir los infieles, sea para que la fe
sea ocasión de mayor mérito. — Antes bien — dijo — , conviene
que yo sea por la segunda intención, y sea la primera el que
Dios sea amado y conocido y que el entendimiento pueda
1 a... no volen reebre autoritats de sants.» No es aquí sólo, en el
Llibre de Blanquerna, que Ramón Llull lanza esta amarga queja : no
quieren admitir autoridades. También la oímos en otras obras su-
yas teológicas o apologéticas y sobre la cruzada. Esta idea fija del
misionólogo y misionero mallorquín de pretender probar en lo po-
sible los artículos de la fe obedecía a la dificultad histórica del
uso del argumento de autoridad en las disputas con los infieles y
también con los cismáticos. En el libro de Doctrina pueril leemos las
siguientes palabras : «No som en temps de miracles, car la devoció
era major, de convertir lo món, en los apòstols, que no és ara en lo
temps en què som ; ne rahons fundades sobre auctoritats no reben
los infeels : dones convinent és a convertir los infeels ab lo Libre de
demostracions e la Art de trobar veritat, la qual sia mostrada, per tal
que ab ella los combata hom lur intel·ligència per so que conegueu
e amen Déu» (ORE, I, 156). Con los judíos tampoco se puede disputar
con provecho tomando como base la Sagrada Escritura. En el Líber
de acquisitione Terrae Sanctae dice el Maestro con relación a una
disputa habida entre un cristiano y un judío : «Cum authoritatibus
disputabant et nullo modo poterant convenire, eo quod quilibet textum
sacrae scripturae ad suum propositum exponebat» (ed. Longpré, en
CriteHon, III [Barcelona, 1927], 266). Ni, finalmente, con los cismá-
ticos vale el argumento de autoridad, porque «authoritates possunt
diversimode^ exponi, et de ipsis haberi diversae opiniones», dice el
Doctor Iluminado en el Líber de quinqué sapientibus (ed. Mag. II
[1722], 4) disputa sucesiva del autor con un sabio griego, nestoriano,
jacobita y mahometano. Con razón, pues, exclama el erudito inves-
tigador Dr. Garcías : «... el método apologético del Arcangélico, sig-
nifica en la historia de la teología católica un esfuerzo poderoso de
la razón humana para servicio de la fe católica... Representa el ideal
de la especulación teológica, no por pura gimnasia intelectual, sino
para poder formular tales principios ante la fe católica, que, sin des-
truirla, no pueda haber razón humana que obligue a desvalorizarlos.»
Cf. Notas de introducción al estudio de las obras teológicas del Beato
Ramón Llull (Comillas [Santander], 1944, 13-14).
LIBRO DE EVAST Y BLAÑQUERNA. — C. I •
265
usar de su virtud, para que yo sea con él en mayor y más
alto grado. Porque cuanto más alto asciende y puede as-
cender el entendimiento a entender los artículos de la fe,
tanto más puedo yo subir, que soy la Fe, y subo más alto
sobre el entendimiento y creo aun aquello que no puedo
entender. Y en cuanto más el hombre afirma que mi her-
mana la Verdad no está en las razones necesarias proba-
das por mi hermano el Entendimiento, en tanto más es con-
tra mi hermana Verdad, que aquí está, y contra mi herma-
no, aunque puedan ser calumniadas por alguna floja y apa-
rente razón, en comparación de mí, de mi hermana y de mi
hermano.
5. A esto replicó Blanquerna y dijo: — (Mirad, señora,
que ya muchas veces han ido a los infieles hombres reli-
giosos y otros muchos a predicarles la santa fe romana,
y no les pudieron convertir; de que se infiere no querer
Dios, al parecer, su conversión por ahora. Pero cuando
Dios quiera, será muy fácil cosa el convertirles. — < Respon-
dióle la Fe: — £>i Dios aborreciera y no quisiera la conver-
sión de las gentes, dime: ¿a qué fin habría encarnado?
¿Y por qué razón habría sufrido pasión y muerte en la
cruz y por qué honrado tan altamente a los apóstoles y
mártires, que padecieron muerte para exaltarme a mí en
este mundo? ¿Y no sabéis vos que Dios aguarda, todo día,
verdaderos y leales amadores, que vayan a él con Jibre y
franca voluntad y de ninguna manera forzada, para que
puedan merecer gloria grande 2, que a Dios se conviene más
darla cuanto mayor? Sabed que esto es tentar a Dios y
creerse las gentes que, cuando será su voluntad, se la dará
a ellos de padecer martirio por su divino amor. Y si no, de-
cidme: ¿cuál pronunciación tiene más fuerza y energía, la
que con Dios manda al hombre sufrir y padecer trabajos
y muerte por su amor, mientras esperan algunos simple
y bestialmente que Dios lo vuelva a mandar, o verdadera-
mente la que la cruz de Cristo ya nos representa y mani-
fiesta a nuestros ojos, y la que ahora nos significan las pa-
labras de Jesucristo, que dijo a San Pedro en el Evange-
lio, cuando repitió tres veces: "Si me amas, apacienta mis
ovejas?" ¿Y cuál, dime, es mayor error contra Dios, con-
tra mi hermano y contra mi hermana? Entended, pues, que
la falta de perseverancia y continuación de las disputas
contra los infieles es la razón por que parece a las gentes
que el error no puede ser vencido ni superado por nosotros
con vivas razones.
í 6. Habiendo la Fe así reprendido fuertemente a Blan-
querna, ella se tornó a su llanto, lamentándose con grandes
* «per co que meresquen gran glòria ; e les gents tempten Déu
e euyden-se que com Déus ho voldrà».
266
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
gritos, como solía, y encaminóse en compañía de su herma-
na la Verdad hacia el Entendimiento, su hermano, y, si-
guiendo Blanquerna a los dos, procuraba con todas sus
fuerzas consolar a la Fe, y le decía estas palabras: — Sabio
es Dios en todas cosas, y su justicia en ninguna cosa es
defectuosa. Y así, sabiendo Dios, señora Fe, que vos ha-
béis hecho todo vuestro poder en convertir a los infieles a
Dios, su divina justicia os tiene por excusada, y por esto
os conviene consolaros en la sabiduría y justicia de Dios;
y sabed que es tan grande vuestro mérito como si, en efecto,
hubiésedes convertido ya a los infieles, pues que tan vi-
vamente lo deseáis. — Respondió llorando la Fe, diciendo a
Blanquerna: — ¡Oh triste e infelice de mí! Jamás pude yo
pensar ser tan fuertemente despreciada por las gentes; y
¿ quién creerá que pueda yo jamás consolarme, viendo a mi
Creador y a mi Luz tan ultrajado, tan ignorado, desamado y
blasfemado por 'las gentes? Si por mis méritos y poderes
me consolara, caridad y amor, ¿'cómo serían en mi volun-
tad? Tal género de consuelo proviene por carecer de amor,
devoción y piedad, que son hermanas mías, contra cuya vir-
tud sería sin duda mi consolación. — 'Mientras así reprendía
Ta Fe a Blanquerna, llenóse su corazón de rubor y concien-
cia, y, continuando así su razonamiento, llegaron los tres
compañeros a aquellas cercanías donde el Entendimiento te-
nía su tabernáculo y real asiento.
CAPÍTULO XLIV
Del entendimiento
1. A la sombra de un árbol muy hermoso, cargado de
flores y frutos, sobre la fresca hierba, junto a una bella y
clara fuente, había una alta y magnífica silla de oro y plata,
marfil y ébora, sutil y primorosamente labrada y tachonada
de ricas piedras preciosas, esmaltada en azul y otros muy
elegantes colores. Ocupábala sentado un viejo y respetable
anciano, con barbas canas, vestido noblemente de terciopelo
carmesí, en que era significada la pasión del Hijo de Dios.
Llamábase aquel personaje Entendimiento, el cual dictaba a
muchos escolares filosofía y teología. A este tiempo llegaron
la Fe, Verdad y Blanquerna ante el Entendimiento, y salu-
dáronle con gran respeto a él y sus discípulos, quienes los
recibieron con mucho agrado y cortesía.
2. El Entendimiento quiso informarse de sus hermanas
la Fe y Verdad, y preguntólas de su estado y qué fruto ha-
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 4 I
2Ò7
bían logrado en los intentos que las habían obligado a tan
largo viaje. Con gran compasión y dolor de su corazón res-
pondió la Fe, su hermana, y refirióle cuanto les había suce-
dido en su misión a tierras de moros, y que allí habían en-
contrado a muchos hombres sabios en filosofía, los cuales no
creían en sus propios dogmas de Mahoma y que no querían
admitir autoridades de santos ni tener creencia verdadera
sin inteligencia. — (Y por esta causa, yo, mi hermana la Ver-
dad— dijo la Fe — , venimos a vos, y os rogamos sea de vues-
tro agrado pasar a aquéllos y demostrarles la verdad con ra-
zones necesarias, y les saquéis del error en que se hallan,
para que Dios sea por ellos conocido y amado, y sean con
esto aliviados mis tormentos.
3. Entonces el Entendimiento se volvió a sus discípulos,
y les dijo: — Llegó ya el tiempo en que se halla exaltado
nuestro conocimiento, y los infieles piden razones y demos-
traciones necesarias y desprecian a la creencia. Hora es ya
que nos pasemos a ellos y usemos de la ciencia que tenemos ;
porque, si no usamos de ella según debemos, para honrar
aquel de quien la hemos recibido, haremos contra la concien-
cia y contra aquello mismo que sabemos, .y así no querría-
mos tener el mérito y gloria que pudiéramos haber usando
de nuestro entendimiento. Muy grande es la dificultad y
duda que tienen los moros sabios en su misma ley y creen-
cia. En duda se hallan los judíos por el cautiverio en que
se hallan y desean tener seguro conocimiento de la verdad.
Grande es el número de los idólatras que no tienen conoci-
miento alguno de Dios. Así, pues, hora es que nos vamos.
Y por esto deseo yo saber quiénes de vosotros quieren venir
en mi compañía y de mis hermanas, y allá disputaremos con
los infieles con un nuevo modo, enseñándoles el Arte abre-
viado de hallar ¡a verdad l. Y cuando la hubiesen aprendido,
entonces podremos fácilmente convencerles por el mismo arte
y sus principios.
4. Habiendo concluido el Entendimiento esta propuesta,
1 Del libro de Ramón Llull Art abrcujada d'atrobar veritat (en la
ed. de Maguncia, Ars compendiosa inveniendi veritatem seu Ars
magna et major), escrito en Mallorca cerca del año 1271, dice Carreras
y Artau : «Obra capital, aunque no ha va sido de las más divulgadas,
puesto que constituye el primer modelo, harto complicado y difícil,
del arte general luliana. Es el punto de partida para conocer la evo-
lución del arte señera! en su doble proceso de reducción y de per-
feccionamiento lógico. Nosotros, para distinguir esta obra del Ars
magna, gene ralis et ultima, que cierra dicho proceso, la denomina-
remos también Ars magna primitiva. Es un artificio lógico, pero de
base y trascendencia metafísicas, cuyo objeto es reducir los conoci-
mientos humanos a un corto número de principios y, consiguiente-
mente, expresar todas las relaciones posibles entre las ideas mediante
combinaciones figuradas. De esta obra troncal, el autor hace derivar
las diversas artes particulares» (o. c, p. 289).
-68
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLÚLL
los discípulos se excusaron con su maestro, diciéndole: — Te-
merosa cosa es, señor, la muerte y sostener trabajos y tor-
mentos, y extraña cosa es padecer hambre, sed, calor y frío,
dejar a su propia patria y amigos, peregrinando en tierras
extrañas entre bárbaras gentes, que martirizan y quitan la
vida al hombre cuando los reprende de su falsa ley y creen-
cia.— A estas razones y respuesta no pudo contenerse la
Verdad de hablar y decir estas palabras : — Si todo esto que
decís son cosas temibles, ¿cuánto más lo será el ser ene-
migo de Dios, de mí, de mi hermano y de mi hermana,
y aun de la Esperanza, Caridad, Justicia y Fortaleza? Si
mi hermano, decidme, se ha dado a vosotros, ¿dónde está
el amor y honra que vosotros tenéis y hacéis a mi hermano
y a mí, contra la falsedad, la cual me tiene afrentada y
deshonrada entre tantas gentes? ¿Y quién de vosotros en
el día del juicio querrá ser semejante a Jesucristo con la
insignia de las vestiduras encarnadas? O si no, ¿cuál de
vosotros, si muriere de muerte natural, quisiera morir para
honrar a su Señor celestial? — Lloró la Verdad inconsola-
blemente y tornó la Fe a lamentarse con sus graves dolores.
Y dijo el Entendimiento estas palabras: — ¡Oh miserable
de mí! ¿Cuál es el agradecimiento que manifiestan todos
aquellos a quienes yo he demostrado la verdad? Y aún más:
¡Oh Fe y Verdad, id vosotras a la Devoción, vuestra her-
mana, y rogadla que venga a estos discípulos míos que
viven sin piedad, para que les inflame y enamore su corazón
a seguirme en el viaje que vosotras tanto deseáis! — Luego
se partieron la Fe, Verdad y Blanquerna en busca de la
Devoción, en cuya jornada y compañía loaba Blanquerna
y bendecía a Dios nuestro Señor, dándole infinitas gracias
por haberle llevado a tal lugar, donde había oído tan sabias
y devotas palabras, cuales por ningún tiempo había oído
decir a persona alguna.
CAPITULO XLV
De la devoción
1. Llegaron los tres compañeros a un cierto lugar, en
donde encontraron a la Devoción, * que estaba en oración
bajo de un pino muy hermoso y lloraba, deseando el honor
de Jesucristo y meditando su santísima muerte y cruel
pasión. Con grande respeto recibió la Devoción a la Fe y
a la Verdad, y saludólas con agradable y alegre semblante;
pero las dos correspondieron a la Devoción con muestras
LIBRO DE EVAST Y BLANgUERNA. — C. 45
2Óg
de tribulación y de tristeza, por cuyo semblante la Devoción
entró en recelo si su hermano habría recibido algún dis-
gusto, y preguntólas luego de su estado. Respondiéronla
las dos hermanas, refiriendo a la Devoción todo cuanto el
Entendimiento, su hermano, había dicho, y que éste le roga-
ba muy encarecidamente que fuese, como debía ir, a sus
discípulos y los enamorase y moviese a seguir en loar y
honrar la Santísima Trinidad de Dios y la encarnación
de su divino Hijo, y para que Dios y sus obras tuviesen la
alabanza que se merecen entre nosotros, con que seamos
en el agrado de Dios nuestro Señor, y que todos aquellos
que viven ciegos en la falsedad y error sean iluminados
por la luz de la Fe, por la Verdad y por el Entendimiento.
2. — ¡Cómo, qué me decís! — dijo la Devoción — ; los
discípulos de mi hermano el Entendimiento, ¿no me tienen
a mí en su corazón? ¿Cómo puede ser eso, si mi hermano
les enseña la Verdad, mi hermana? Por cierto es contra
naturaleza — prosiguió la Devoción — que ellos tengan co-
nocimiento de Dios y de sus obras y no tengan caridad y
devoción en Dios y en sus obras. ¡Ah, qué desventura!
Esta contrariedad es originada en el hombre por su olvido
de la virtud divina, y. de la gloria celestial, y de las penas
del infierno, sin acordarse 1 de las honorables virtudes que
hoy en día son miserablemente despreciadas, y también por
la demasía con que el hombre frecuentemente recuerda las
vanidades del mundo, sin que la muerte les cause algún
miedo ni espanto. ¡Oh triste y miserable de mí! ¿En dónde,
pues, están la Esperanza, Caridad, Justicia, Prudencia y
Fortaleza, para que ayuden a nosotras y a la sabiduría
de mi hermano? — -Muy admirada quedó la Devoción y en
gran manera se afligía con la expresión de sus voces.
3. Mientras la Devoción así se maravillaba y acongojaba
de la ingratitud de los discípulos de su hermano el Enten-
dimiento, que temían más en sufrir trabajos y muerte para
honrar a Dios y poseer la gloria celestial que vivir sin
caridad, esperanza, fortaleza y las demás virtudes y ser 2
condenados a las penas del infierno, la Fe y la Verdad
pidieron con grandes ruegos a la Devoción se encaminase
a toda prisa a aquellos discípulos del Entendimiento, pues
se tardaba demasiadamente, y era ya tiempo que los hom-
bres devotos y científicos fuesen a predicar y enseñar a los
infieles, cuyas miserables almas van corriendo a los infier-
nos, como las aguas del río no cesan de correr al mar. Res-
pondió la Devoción, y dijo: — Bien sabéis vosotras que el
. poder de las virtudes no es bastante sobre el libre albediío
1 No leemos en el original «->in acordarse..., despreciadas».
a Igualmente calla el autor «v ser... infierno».
270
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
de los discípulos de mi hermano, y por esto no puedo estar
en ellos sin su libre voluntad, porque» si pudiera, sería ya
en mis operaciones contra la Verdad, Caridad y Justicia,
que se convienen con el mérito de gloria o de pena por culpa.
Y por esta razón conviene que vosotras os volváis a mi
hermano y a sus discípulos, y decidles que ellos pueden
tenerme en su compañía y en su corazón a cualquiera hora
que quieran tenerme, cuan presto quieran acordarse de mí
y amarme; y decidles también que les hago presente que
para que ellos me quieran tener está representada en la
santa cruz la imagen de nuestro Señor Jesucristo, por quien
debieran tener gran confusión y vergüenza en vista de la
injuria que se le hizo, porque no quieren resolverse en ir a
honrar su honor y tomarla por propia.
4. Habiendo la Devoción concluido estas palabras 3, la
Fe y la Verdad se volvieron al Entendimiento llenas de
desconsuelo, y Blanquerna se despidió de ellas con mucho
agrado y reverencia, y se fué también a buscar su habitación
por la selva, en cuya soledad y camino meditaba aquellas
palabras que había dicho a Devoción, y loaba y bendecía a
la caridad, sabiduría y justicia de Dios, quienes así habían
encargado y obligado a los fieles cristianos, por la encarna-
ción y pasión del Hijo de Dios, a que no dudasen en sostener
trabajos y la muerte para honrar a Dios y a sus obras.
CAPITULO XLVI
DE LA DILIGENCIA
1. Con gran solicitud y ansia buscaba Blanquerna por
aquel desierto el puesto que deseaba para su habitación, y
no cesaba su corazón de amar, ni su alma de recordar, ni
su boca de bendecir y loar el santo nombre de Dios. A este
tiempo descubrió a un hombre a caballo que venía al en-
cuentro muy aceleradamente y traía gran cantidad de di-
nero. Llegado 1 ya el hombre a emparejar con Blanquerna,
éste le saludó y preguntóle la causa por qué andaba tan
apresurado. Respondióle el hombre que él era mayordomo
de un cierto rey, quien le enviaba a una ciudad para preve-
nirle posada y hacer todas aquellas prevenciones y provi-
siones que al honor de un rey correspondían, porque allí se
habían de celebrar cortes con todos sus barones. Blanquerna
1 Blanquerna saluda aquell home e demanà a ell qual cosa era»,
del traductor.
1 «Blanquerna saludà aquell home e demanà a ell qual cosa era...»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 46 2 7 T
quiso preguntarle otras cosas, pero el mayordomo no quiso
detenerse con él, por no perder tiempo, ni quiso tampoco
responder a todas sus preguntas.
2. Todo aquel día anduvo Blanquerna, hasta que, siendo
ya muy tarde, sacó un pan de aquellos que llevaba y comiólo,
con algunas hierbas crudas, junto a una fuente. Mientras así
comía, vió Blanquerna a un escudero montado en un pala-
frén, que ligeramente caminaba. Venía éste de la corte ro-
mana, y pasaba a una ciudad donde habían elegido a un
obispo que estaba ya confirmado y consagrado por el papa.
Y por eso, aquel escudero corría la posta a pedir las albri-
cias al cabildo de aquella ciudad y a los parientes del obispo.
Mientras 2 el escudero daba de beber al palafrén en aquella
fuente, delante de Blanquerna, éste le preguntó de dónde
venía y adonde iba tan apresurado. Pero era tan grande la
ansia y prisa del escudero, que apenas pudo dejarse enten-
der de Blanquerna, ni aun dejar al palafrén que saciase
su sed.
3. Habiendo comido ya Blanquerna, se hincó de rodillas
y dió gracias a Dios. Y, estando así loando y bendiciéndole,
siendo ya hora de nona, vió venir a pie a un pobre mercader
derrotado, llorando y lamentándose fuertemente, y decía es-
tas palabras: — i¡Aíh cuitado, miserable y triste de ti, des-
pués que por tiempo tan dilatado has ido trabajando en va-
rias tierras, y sosteniendo tanta hambre, sed, calor, frío y
temores para ganar lo que ahora tan desgraciadamente has
perdido! Di, cautivo y mezquino, ¿qué harás y qué ha de
ser de tu mujer y de tus hijos, habiéndote robado cuanto
tenías y llevabas? Si pides justicia contra aquel que te ha
robado, vivirás todo el tiempo en continuos peligros y rece-
los que te quiten la vida los robadores, puesto que entre ellos
y sus manos estás precisado a vivir y habitar. — 'Buen ami-
go— 'dijo Blanquerna — , ¿adonde vais y quién os tiene en
tan gran tristeza como me representa vuestro desconsuelo ? —
Refirióle el mercader todo el suceso, diciéndole cómo un cier-
to caballero, dueño de un castillo junto al lugar adonde se
encaminaba, le había robado cuanto tenía, perdiendo 3 toda
su hacienda, que había adquirido con tantas miserias, fati-
gas y trabajos por el discurso de toda su vida, y que por esto
iba a clamar a la justicia contra aquel caballero que le había
robado.
4. Poco después de haberse partido de Blanquerna el
desgraciado mercader, llegó otro hombre que venía también
3 «Dementre son palafré bevia, Vescuder recontava les paraules
damunt dites a Blanquerna ; mas tant se cuvtava l'escuder, que a pe-
nes poc donar a entendre les paraules a Blanquerna.»
3 «ni com havia perdut tot ço on tot temps ell havia treballat».
Y aquí termina el parágrafo en el texto primitivo.
272
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
a paso muy apresurado, llevando a cuestas gran cantidad de
gansos y gallinas. Preguntóle Blanquerna si le sabría decir
dónde podría encontrar en aquella selva algún puesto en
que pudiese habitar, y fuese en algún monte donde hubiese
agua viva y alguna fruta silvestre, para morar en él y vivir
en vida ermitaña. Pero tan grande era la preocupación de
aquel hombre por causas de un pleito que llevaba, que ya 4
por esto, y también por el ruido de la carga que traía, ni
entendió ni respondió a las palabras de Blanquerna. Y, cre-
yéndose que le preguntaba de su estado y viaje, le respondió
en esta forma: — Señor, yo voy ahí a una villa, junto a un
castillo, porque llevo un pleito contra un hermano mío, pi-
diéndole una viña que mi padre me ha mandado en su testa-
mento, y traigo este presente, que aquí veis, para el juez y
los abogados de una y otra parte, y aun les traigo aquí unos
dineros que he tomado de prestado a gran usura e interés.
Y por amor de Dios os pido que, si vos entendéis de pleitos,
me ayudéis con vuestros consejos.
5. En gran manera se admiró Blanquerna de la eficacia
y fervor con que aquel hombre deseaba ganar la viña. Y, acor-
dándose de aquellas palabras de la Fe, de la Verdad, del
Entendimiento y Devoción y de la gran diligencia que había
encontrado, conocido y experimentado en todos aquellos hom-
bres, se arrodilló Blanquerna y, movido su corazón a gran
devoción, llenáronse de lágrimas sus ojos y, llorando, pro-
rrumpió en estas palabras: — ¡Oh voluntad extraña contra
todo orden y naturaleza, en quien falta el saber y rectitud
de coraje y animosidad! ¿De dónde te ha venido a ti el que
hagas olvidar con tanto esfuerzo el honor y conocimiento
de Dios, y no quieras dar devoción a aquellos infelices que
temen el sufrir trabajos y la muerte para honrar a Dios y
enderezar a los errantes por el camino de la salvación? ¡Ali
voluntad, cuán grande es tu fatuidad y cuán poco tu agra-
decimiento a tu Creador por lo mucho que por ti ha hecho!
¡ Y cuán poco es el temor que tienes a los trabajos y penas
infernales, en las cuales jamás podrás tú conseguir tus de-
seos ! ¡ Oh necia e ignorante voluntad ! ¿ En dónde. 5 es el bien
merecido, por quien puede ser premiado, ni el mayordomo so-
lícito, ni el escudero apresurado, ni el mercador afligido, ni
el rústico mezquino y avariento, cuando todos juntos van
siguiendo el camino de la ambición y codicia? ¡Ah miserable
de ti ! ¿ Cómo no procuras los remedios que puedes haber en
este mundo, antes que te acometa la muerte? ¿Y por qué
no temes el perder en esta vida lo que en la otra jamás pue-
4 El original calla «que ya... Blanquerna».
5 «On és lo bé qui-t pot ésser guardonat per lo majordom, ni
l'escuder, ni-l mercader ni-l pagès?»
LIRRO DE EVAST Y BLÀNQUERNA. — C. .17
de ser recuperable? ¿Y por qué — dime — temes ahora en este
mundo perder los deleites temporales, pudiendo después con-
seguir en el otro la eterna herencia de bienaventuranza?—
Muy admirado se quedó aquel villano de las palabras de
Blanquerna; pero despidióse de él, prosiguió su camino, vol-
viendo en sus pensamientos y afanes.
CAPÍTULO XLVII
De los agüeros
1. Día era ya muy claro y el sol con sus resplandores
iluminaba toda aquella selva por donde Blanquerna camina-
ba, cuando descubrió a un caballero en una alta montaña,
montado en su caballo, bien guarnecido de todas armas. Era
aquel caballero de profesión agorero, y había pasado a aquel
puesto para levantar agüeros, que le manifestasen la verdad
del suceso en un desafío que intentaba contra otro caballero,
mortal enemigo suyo. Mientras aquel caballero estaba así,
de observación, mirando por todas partes si pasaría alguna
águila, azor, halcón o alguna otra ave en que pudiese levan-
tar agüero y conocer lo que deseaba saber, Blanquerna subió
a aquel monte para preguntarle si sabría en él algún lugar
a propósito y conveniente para establecer su ermita.
2. Habiendo ya arribado Blanquerna al caballero, ambos
a dos se saludaron cortesanamente, y preguntándose uno al
otro de su estado, recíprocamente se informaron del motivo
por que habían ido a aquel paraje. Y habiendo entendido
Blanquerna la causa que había obligado al caballero a subir
al monte, di jóle Blanquerna estas palabras: — {Caballero y
señor mío: noble sois y de corazón animoso, según me sig-
nifica la belleza y disposición de vuestro talle, de vuestro
caballo y de vuestras armas, con que manifestáis hallaros
bien prevenido y armado para defenderos de cualquier otro
caballero enemigo. — Decís bien, amigo mío — respondió el
caballero — >, que soy yo bien formado en mi persona, que
estoy bien armado y que en mi corazón no sentí jamás fla-
queza alguna que me inclinase a cometer por ningún tiempo
maldad alguna ni engaño; y por la gracia de Dios, mucho
tiempo ha que estoy en Orden de Caballería, cuyas 1 leyes he
guardado inviolablemente; y por esto he creído siempre no
poder ser vencido cuerpo a cuerpo por ningún otro caballero.
1 No se lee en el original «cuyas leyes he guardado inviolable'
mente».
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
3. — Señor — (dijo Blanquerna — todo cuanto tiene ser y
existe en este mundo va encaminado por estas dos cosas, a
saber : por la ocasión 2 o causa y por la ventura o casualidad.
La ocasión es aquella cosa que tiene respeto y mira a las
cosas por venir, según que la razón y la discreción lo conoce
por la iluminación del entendimiento y de la fe. Y la ventura
o acaso es aquella cosa que acontece sin ocasión, causa o
previsión alguna. Esto supuesto, preguntóos ahora cuál de
estas dos cosas es más fuerte y poderosa: ¿la ocasión o la
ventura? — Buen amigo — respondió el caballero — , sin duda
será más fuerte la ocasión, que se conviene con la razón y
con intención, que no la ventura, que se conviene con aquella
cosa que sucede sin deliberación de razón, ni discreción, ni
de intención. — Dijo Blanquerna al caballero que muy sabia-
mente había respondido, pero que sus obras eran contrarias
a sus palabras, en cuanto creía y se confiaba en agüeros,
porque las aves van volando por el aire por ocasión, a fin
de buscar su propia comida, y su volar es por la ventura en
cuanto a la rectitud tomada en su vuelo, con que pasan cerca
o lejos del hombre. Y, por esta razón, aquel caballero que
batalla con otro, gobernado por el vailor y naturaleza de las
aves, no es tan fuerte ni sabio en el arte de la guerra como
el otro que pelea por arbitrio de la razón y discreción de su
entendimiento, lo cual significa el suceso de las cosas, según
las circunstancias de la guerra. Y así, señor, por estas ra-
zones podéis entender que contra vos será más fuerte vues-
tro enemigo, si se dirige por aquello que le enseña la razón,
que lo seréis vos contra él si os gobernáis por las operacio-
nes que las aves hacen a ventura, sin necesidad de razón,
por cuanto ésta en las aves no puede usar de su virtud, y
mayormente porque esta detestable costumbre es muy des-
agradable a Dios nuestro Señor, y es contra la esperanza,
caridad, fortaleza y justicia; y por esta causa os tengo y
reputo por el más inútil en la guerra.
4. Mucho tiempo meditó el caballero las palabras que
Blanquerna le dijo ; y por los méritos de éste y por la fuerza
y naturaleza de la razón conoció el caballero sus defectos y
errores, y dijo estas palabras: — (Repetidas veces me ha su-
cedido que la razón me demostraba cómo debía practicar
algunas aventuras y ardides en las armas, pero, creyendo y
confiándome más en los agüeros que en mi entendimiento,
dejaba aquello que me dictaba la razón y, siguiendo a los
agüeros, hacía todo lo contrario al dictamen de la razón e
inteligencia. Bendito y alabado sea mi Dios, que por vos me
ha enviado tal conocimiento, por el cual, de aquí en adelante,
no tendrán poder en mí hados ni agüeros.
2 El autor dice simplemente «occasió e ventura»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C
5. — Señor — dijo Blanquerna — >, aun os falta saber que
Dios ha establecido otra ley en la guerra, distinta de la so-
bredicha, y consiste en que, cuando la razón dicta y enseña,
modo como pueda el hombre devastar a su enemigo, enton-
ces la razón debe mirar si aquello tiene concordancia con
caridad, esperanza, justicia 3 y fortaleza ; porque todas estas
virtudes son hermanas de la razón, y ésta no puede tener
buen efecto en sus pensamientos, siempre que se contraríe a
sus hermanas. Y, por esto, conviene mucho que tengáis siem-
pre en vuestra memoria la concordancia que hay y media
entre la razón y las dichas virtudes. — Estas razones de Blan-
querna gustaron mucho al caballero, y éste le aseguró que
él haría un examen de conciencia cual no había hecho en
todo el discurso de su vida.
6. Por largo rato pensó el caballero si en la guerra había
usado de caridad y de justicia y de esperanza, hasta que en
su conciencia se acordó de la injuria y enemistad que tenía
contra su enemigo, y de la confianza y credulidad que había
puesto en agüeros, y cómo en su corazón había reinado la
soberbia y vanagloria, en lugar de la virtud y la fortaleza.
Por donde, habiendo meditado el caballero mucho tiempo
todas estas y otras cosas, por las cuales había entrado en
conocimiento de sus faltas, entonces bendijo y alabó a Dios
nuestro Señor, arrepintiéndose de sus culpas. Y poniéndose
en servicio y obsequio de la razón y de sus hermanas, dijo
a Blanquerna estas palabras: — (Bendito y alabado sea mi
Dios, que me ha dado fuerza, con la cual he vencido a mis
enemigos y a mi propio corazón. En mi vida he ganado yo
batalla tan ventajosa, y para mí tan estimable, como ésta.
Por los enemigos que he vencido ahora en mi corazón, ven-
ceré yo también a mis enemigos en el corazón de aquel ca-
ballero, contra el cual he sido tanto tiempo mortal enemigo.
;Ah infeliz de mí! ¿Cuál puede ser bien ganada y bien ven-
cida batalla, sino aquella que se vence con la caridad, jus-
ticia, paciencia, humildad y fortaleza? Pues con estas vir-
udes vence el hombre y triunfa de toda maldad, de toda
injuria y de toda soberbia y engaño. — Concluidas estas pa-
labras, despidióse Blanquerna del noble caballero y se enca-
minó a su viaje.
s En el texto primitivo léese también «prudència».
276
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
CAPÍTULO XLVIII
Del valor
1. Muy deseoso iba Blanquerna de hallar en aquel bos-
que el puesto que anhelaba para hacer penitencia, cuando,
a este tiempo, descubrió un camino por donde venía un ju-
glar a pie, muy pobremente vestido, cuyo gesto y semblante
manifestaba su miseria y la tristeza de su corazón. Pregun-
tóle Blanquerna cuál era la causa y motivo de su aflcción y
dolor, que indicaba su semblante. — Señor — respondió el ju-
glar— , yo vengo de una corte donde han hecho nuevamente
caballero ¡a un noble varón de esta comarca, en cuya corte
me creí encontrar a Valor, para que me ayudase y socorriese
en mi pobre vestir, en remuneración de las reprensiones que
por dilatado tiempo tengo hechas contra todos los enemigos
de Valor; y por más que haya alabado a los que en este
mundo mantienen valor, por ningún tiempo en aquella corte
he podido yo conseguir de él, ni de ninguno de sus amadores,
premio alguno. Por cuyo motivo he pensado formar un nuevo
poema para satirizar a Valor y a sus servidores.
2. — Buen amigo — ^respondió Blanquerna — •, antes de for-
mar este poema os conviene que sepáis primero qué cosa es
valor y quiénes sus servidores, para que vuestro dictado con-
tenga verdad. — ¡Señor — (dijo el juglar — , mucho tiempo ha
que tengo yo conocimiento del valor, y le he buscado siem-
pre por varios países, sin que jamás me haya socorrido en
mi pobreza ni por é! haya podido librarme de la servidumbre
y molestia dg necias gentes. — tAmigo — dijo Blanquerna — ,
si Valor fue*e lo que vos entendéis, de ahí necesariamente
convendría que él os valiese, porque si no lo hiciera, no sería
valor. Y pudiera ser que lo que vos llamáis valor, sea .des-
valor, malicia y grande defecto. Y por eso, si la malicia y
maldecir, ignorancia y desvalor os hacen vestir tan pobre-
mente, se sigue muy bien que con grande injuria y sin razón
decís que Valor os ha faltado e injuriado.
3. — Señor — dijo el juglar — r, pues que con tanto tesón
defendéis a Valor, quiero que me digáis qué cosa es valor. —
Respondió Blanquerna que valor es valimiento de virtudes
contra vicios; y valor es aquella cosa por la cual es la uti-
lidad y conservación contra el engaño y defecto. Bajo de
este valor están la verdad, liberalidal, cortesía, humildad,
medida, lealtad, piedad, gratitud, conocimiento y otras mu-
chas virtudes, hijas de la fe, esperanza, caridad, justicia,
Llimo on EVAST v nLANgrKRNA.— C. 4«s 277
prudencia, fortaleza y templanza, de las cuales es hija la
de valor. — Mientras le manifestaba Blanquerna qué cosa era
valor, venía un caballero a pie con espada en mano y lanza
al hombro, y, estando ya junto a los dos, le conoció el juglar
y dijo a Blanquerna que aquél era el emperador ', que le
reconocía muy bien, porque le había visto muchas veces.
Hiciéronle todos grande honor y reverencia, y el emperador
les saludó también con agrado.
4. El juglar preguntó al emperador qué casualidad le
había traído allí en aquel bosque, solo y a pie. Respondió
el emperador que, siguiendo en la caza de un jabalí, se desvió
tanto, que había perdido su compañía, y que, habiendo al-
canzado al jabalí, éste le mató su caballo; pero, en fin, él le
había herido y muerto. Habiéndoles referido el suceso, el
emperador les pidió si tendrían alguna cosa que comer, por-
que se hallaba muy hambriento, pues había pasado dos días
sin comer ni beber cosa alguna. —Señor — -dijo Blanquerna — ,
muy cerca de aquí hay una bella fuente de gentil y crista-
lina agua ; allí podéis beber y comer también algunas tiernas
y sabrosas hierbas que hay alrededor de la fuente. — Pero el
emperador le respondió que no podía beber sin comer y que
no estaba acostumbrado a hierbas, por lo cual creía sin duda
morir en breve mientras no tuviese algo que comer de aquello
que tenía en costumbre.
5. Entonces Blanquerna condujo al emperador a la fuen-
te, y reclinándose los tres sobre aquella fresca hierba, sacó
Blanquerna tres panes que le habían quedado de su provi-
sión, y juntos comieron aquel día. A este tiempo preguntó
Blanquerna al emperador qué cosa le parecía entonces apro-
vecharle más, o el pan que comía o todo su imperio. A que
respondió que, en aquella ocasión, más valía y le aprove-
chaba aquel pan que comía que todo su imperio. — Muy pobre
de valor, pues- — dijo Blanquerna — >, es aquel imperio que no '
es tan provechoso como el pan para su señor. Y por esto tú,
juglar, puedes conocer qué cosa es valor; pues todo valor
consiste en tres cosas. La primera, en las cosas terrenales
que valen para sustentar y mantener el cuerpo. La segunda,
en ganar virtudes y mérito. La tercera, en cuanto todas las
cosas son buenas, si Dios, con ellas y por ellas, es conocido,
amado y servido y quiere usar de su poder en sus criaturas.
6. El emperador preguntó entonces a los dos con qué
1 Evidentemente, hay en. este capítulo una bella alusión al joven
y apuesto Rodolfo de Habsburgo, landgrave de Alsacià primeramente,
y más tarde heredero de lo Casa de Hohenstaufen, la piedad del cual
corría en alas de la fama. Tan grato es el recuerdo que Ramón Llull
guarda del emperador, con quien trabó amistad en Alemania, que en
varios pasajes de Blanquertta hace aparecer su figura con tanta de-
voción como cariño. (Cf. cap. 78, n. 7 ; 79, n. 3 ; 82, n. 7, y (al final
del libro).
278
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
motivo habían entrado en hablar de valor. Respondió el ju-
glar, refiriéndole cómo, habiéndose encontrado por el cami-
no, disputaban de valor, a tiempo que su majestad había
llegado a ellos. Entró después Blanquerna y dijo así: — Se-
ñor, en muy nobles y heroicas acciones habéis manifestado
muchas veces ser amigo de Valor; pero, si vos en algún
tiempo hubieseis hecho alguna maldad y engaño contra Va-
lor, no os podrá él ahora ayudar en este bosque, donde vues-
tro poder es tan pobre y limitado como el de cualquiera de
nosotros. Y si en vuestro ánimo hay noble y valeroso coraje
que concuerda con el valor y las virtudes antedichasv de las
cuales es hija la virtud de Valor, ésta os podrá ayudar en
este bosque, para que tengáis paciencia y humildad y os
consoléis con la esperanza en Dios, que os puede ayudar en
este y cualquier otro lugar.
7. Muy grande conferencia tuvieron los tres sobre la
virtud de Valor, y anduvieron juntos tanto tiempo, hasta que
llegaron a un hermoso prado rodeado de vistosos árboles, en
medio del cual había un palacio construido de mármol fino
y cerrado de fuerte muralla, sobre cuyo portal estaban es-
critas las palabras siguientes: "Este es el palacio de la
señora Valor, adonde no puede ni debe entrar hombre alguno
que sea enemigo y perseguidor de Valor. En este palacio
está la virtud de Valor, que está bandida y desterrada del
mundo y de sus amadores, porque aman a Desvalor. Aquí
llora Valor y se lamenta todos los días por sus daños, y
deseando recobrar su honor, espera que sus valedores le
restituyan en el mundo, para que el honor y valor de Dios
sean multiplicados por todas las tierras y 2 las gentes. Des-
consolada está la virtud de Valor y multiplicado el Desva-
lor y la malicia. En la deshonra de Valor sienten daño los
hombres todos. Si el Desvalor fuese Valor, sería mayor de
lo que es en el mundo el honor de Dios. Perennemente es-
pera Valor a quien le ame de corazón y recuerde con fre-
cuencia, y deseando su honor, se compadezca de sus daños."
8. Muy maravillados quedaron los tres de las palabras
que habían leído sobre el portal de aquel palacio y de lo
que significaban. Y queriendo entrar en él, tocaron a la
puerta, y asomándose a la ventana una noble y gentil don-
cella, les preguntó a los tres qué querían y cuál era su ca-
lidad y estado. Cada uno de ellos dijo su nombre y condición
a la doncella, pidiéndola les dejase entrar en aquel palacio
para ver a la señora de Valor. Dió parte la doncella a Va-
lor de las condiciones y nombres de los sujetos, pidiéndola
licencia para dejarlos entrar a verla; pero Valor no quiso
dejar entrar al emperador ni al juglar, porque eran sus
2 Las palabras «y las gentes» son un añadido del traductor.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA . — C. ¿£ 270
enemigos y eran de aquellos que la perseguían en el mundo
y la tenían desterrada en aquel bosque. Y porque Blan-
querna sólo era servidor suyo, le dió licencia que entrase
él solamente, y mandó que se le hiciese un honrado reci-
bimiento y hospedaje.
9. Entró Blanquerna solo en el palacio, donde vió a la
virtud de Valor, que decía estas palabras: — Creada soy
yo Valor para significar y demostrar el valor de mi Creador
y Señor. Dios hace valer los cielos y las estrellas, los cuatro
elementos, los metales, plantas, bestias, las aves y los peces \
para que el hombre tenga valor sobre todas estas cosas.
Y porque el hombre no quiere tenerle, vale menos que todas
estas cosas y cualquier otra criatura, en cuanto ama y quie-
re a Desvalor, pensando que sea Valor. Muchos son los
hombres en el mundo que poseen honores y riquezas munda-
nas, en las cuales hay desvalor. Pobres y despreciados son
en el mundo los amigos de Valor. Muchos son los libros 4
en el mundo donde se encuentra la descripción del Valor,
y muchos son los libros en que está escrita la verdad de la
encarnación del Hijo de Dios y de su muerte santísima, pol-
la cual fué hecha la recreación. Pero muy poco valen los
libros para los infieles por la falta que tienen de directores.
Muchos son los que poseen bienes de la santa Madre Iglesia
para que puedan ensalzar a Valor. Pero ¿quién es el que
quiere exaltar al valor y honor de la santa Madre Iglesia
contra el deshonor, infidelidad y error? Muchos son los
hombres que quieren y desean que Dios haya valor, para que
ellos tengan honor, pero pocos son los hombres que aman
a Valor, para que Dios haya honor. Si jamás he hecho a
nadie injuria, ¿por qué razón se me hace a mí deshonor?
Y si Desvalor jamás hizo justicia ni premió a ninguno,
¿por qué razón se ha de llevar el honor? — Con estas tiernas
y semejantes expresiones desahogaba su triste y afligido
corazón, y vertía por sus ojos amargas lágrimas y se lamen-
taba de sus daños.
10. Hasta el .día siguiente por la mañana estuvo Blan-
querna en el palacio de la señora de Valor 5, en cuyo tiem-
po se ocupó en consolarla, y, dándole buenas esperanzas, la
decía: — Fuerte es Dios sobre todos los poderes, y su sa-
biduría no tiene defecto alguno. Todo el mundo es obra y
criatura suya; por esto, conviene que venga a su cumpli-
miento y perfección, a lo cual no pudiera llegar sin que
el Desvalor viniese en descaecimiento, y subiese Valor a su
exaltación y pujanza, recuperando su honor. La misericor-
3 En el original no se hace mención de los peces.
4 «Molts són los libres on és escrita veritat de la encarnació...»,
dice simplemente el autor.
"estec Blanquerna ab valor", leemos tan sólo en el original.
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
dia de Dios no olvida a los pecadores, y la justicia de Dios
no tiene amistad con los enemigos de Valor. — Estas y otras
muchas razones consolatorias decía Bianquerna a Valor con
amorosas lágrimas, y así, con llanto y devoción, se despidió
de Valor, a quien rindió su corazón para todo el tiempo
de su vida, y Valor le aceptó en su comanda y guarda.
11. Salió Bianquerna del palacio, y, volviendo a su viaje,
refirió al emperador y al juglar el llanto y desconsuelo
en que había encontrado a Valor, dándoles cuenta de cuanto
había dicho y de las quejas que tenía contra sus enemigos.
El emperador y el juglar consideraron mucho las palabras
que Bianquerna les dijo de Valor, y a cada uno de ellos les
remordía la conciencia por las faltas que habían cometido
muchas veces contra Valor. Y habiendo el emperador con-
siderado muy bien sus defectos, quiso saber y preguntó a
Bianquerna de su vida, y éste se la refirió toda con puntua-
lidad, y también el estado y vida de sus padres Evast y
Aloma, y que él iba a hacer vida eremítica para contemplar
y tener en su corazón a Dios y su honor solamente y huir
del mundo, enemigo de Valor.
12. Entonces la humildad de Dios nuestro Señor movió
su divina piedad y paciencia al perdón para acordarse del
emperador, quien por la misericordia de Dios concibió en su
alma verdadera contrición y arrepentimiento de sus pecados,
diciendo estas palabras: — ¡Oh necio y culpable! ¿Por qué
persigues a Valor, persiguiendo las bestias fieras con gran
peligro y riesgo de tu vida? ¿Y el tiempo más precioso de
ella has gastado en lo que es Desvalor, creyéndote que era
Valor? Y puesto que a gran culpa corresponde satisfacción
grande, y a gran desorden grande ordenación, por esto,
aquí en este puesto y en presencia de Bianquerna, prometo
y voto que de aquí en adelante mi persona y mi imperio nos
hemos de poner en servicio de Valor, para que esta virtud
recobre en mí y en los otros la posesión que de mucho
tiempo había perdido. Y, por esto, conviene y es razón de
que yo establezca una ordenación en mí y en todo mi imperio
para honrar a Valor, y que por mi ejemplo le sea restituido
el honor y vuelva a habitar en nosotros sin tristeza y con
toda alegría.
13. Con esta conversación G iban los tres compañeros
por un camino que desviaba mucho a Bianquerna del destino
que llevaba en su viaje. Por cuyo motivo dijo éste al empe-
rador que a él le convenía volverse a aquellos parajes en
que buscaba poner su ermita, y hallándose a la sazón bajo
un hermoso árbol, pidió Bianquerna licencia al emperador,
y con mucha urbanidad y cortesía se despidió de él y del
6 «Dient l'emperador estes paraules anaven tots tres.»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERXA. — C. 4 O 28 I
juglar, y correspondiendo el emperador, dijo a Blanquerna
estas palabras: — Bendita sea aquella hora en que os encon-
tré en este bosque. Muy sensible y dolorosa es para mí la
separación de vuestra agradable presencia. Veo que me
conviene ordenar mi casa y la de la emperatriz, mi esposa,
y quiero también poner en orden a todo mi imperio, valién-
dome de aquellos hombres que son amantes de Valor para
que, de este modo, pueda cumplirle lo que le tengo prometido.
A este intento quiero formar un libro de aquella ordenación,
y por este juglar y otros muchos le distribuiré por todo el
mundo, para que manifiesten y demuestren qué cosa es Valor
en las cortes de los grandes príncipes y señores, donde esta
virtud es blasfemada y despreciada, y que reprendan a
Desvalor y le destierren de todo lugar donde es amado y
honrado. Mandaré también que estos juglares no tomen
salario ni gaje alguno de otra persona que de la mía y de
mi real erario, para que de este modo puedan ser más fieles
loadores de Valor. Y, finalmente, en habiendo educado a mis
hijos, quiero dejar a mi imperio y en vuestra compañía y
ermita servir a Dios y a Valor toda mi vida, para que
pueda poseerles por siempre mi corazón. Ruégoos, amigo,
me encomendéis muy de veras a Dios que me perdone mis
pecados, pues me confío mucho en vuestras oraciones.
CAPÍTULO XL·IX
De la consolación
1, A las cercanías de aquella comarca por donde Blan-
querna caminaba a su destino, estaba un pastor que guarda-
ba una grande grey, el cual tenía un hijo de edad de siete
años que amaba mucho, y, por el grande amor que le tenía,
quiso un día llevarlo consigo a la montaña. Sucedió, pues,
que, estando los dos con el ganado, el pastor se durmió,
como acostumbraba, y el muchacho se desvió del puesto
donde su padre dormía, y un lobo 1 que venía a embestir
al ganado encontró con el chico, que estaba por allí diver-
tido, e hizo presa de él y se lo llevó. Con los gritos y cla-
mores que daba el chico despertó el pastor, y viendo que
el lobo se llevaba a su hijo, le echó los perros y siguió al
lobo con toda presteza; pero fué en vano, porque, antes
que los mastines le hubiesen alcanzado, ya el lobo había
muerto al chico y comídole las tripas y las entrañas. Cuan-
1 «Un lop venia al lxísliar, e atróbà l'infant e pres aquell.»
282
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
do llegó el pastor y vió muerto y despedazado a su hijo, fué
extraordinario su desconsuelo, y con grandes llantos dijo
estas palabras:
2. — ¡Ah miserable y triste de mí! ¡Perdido has lo que
más amabas en este mundo! ¡Muerto yace aquí tu hijo,
siendo tú la causa y ocasión de su muerte, pues contra la
voluntad de su madre lo trajiste tú a este bosque ! ¡Ein pena
y tristezas has puesto tú a la pobre madre por todos los
días de su vida ! ¡ Sobre todo dolor debes lamentarte y sobre
todo llanto debes tú de llorar! ¡Aflígete, pues, y desconsué-
late tanto, que en ti jamás pueda entrar gozo ni consuelo
alguno! ¿Cómo 2 has de tener aliento, triste y culpable de
ti, de ponerte delante de tu mujer? ¿Qué cuenta le darás
tú de su hijo tan amado y gracioso ? — Mientras así se lamen-
taba, no cesaba el afligido pastor de abrazar y besar a su
hijo, y decíale también: --¡Ah hijo mío! ¿Dónde está aque-
lla hermosura de tu semblante, que me representaba tu
gracioso gesto? Y ¿dónde está ahora el gran gozo y placer
que sentía mi corazón en tu amada vista? ¡Ah hijo! Muer-
to eres, y tu muerte me hace a mí desear morir. ¿Quién
consolará a mi corazón en adelante, pues no tenía otra
cosa que a ti solo en este «mundo, ni otra cosa tenía en mi
corazón que a ti solo? Vivo soy y no quiero vivir, sino
morir. Con congoja y dolor grande estoy porque no me siento
morir. Mi vida, hijo mío, es muerta en tu muerte ; no espero
ya consuelo alguno, ni que se me perdone la culpa y pecado
que yo tengo en tu muerte.
3. Tan grandes y excesivos eran los gritos y el llanto
del pastor y los alaridos de los perros que batallaban con el
lobo, que Blanquerna 3, admirado de la vocería, atajó su
camino a aquel ruido para ver qué cosa era. Y habiendo
llegado al puesto, viendo aquella tragedia y al pastor tan
afligido, llorando y lamentándose y abrazando a su hijo
quiso Blanquerna consolarle, y empezó a decirle algunas
palabras de consuelo; pero era tan grande la congoja y el
dolor que le tenía oprimido, que no le daba muestras de
que le viese ni oyese sus voces.
4. Viendo a este tiempo Blanquerna al lobo que pelea-
ba con los mastines, y que había muerto ya uno de ellos
y tenía ya al otro por el suelo, pensó de ayudar a éste y
matar al lobo, para ver si con la muerte del lobo pudiese
de algún modo consolar al pastor. A este fin tomó Blanquer-
na una porra que el pastor llevaba, y, movido de gran piedad
- «Davant ta muller estaràs vergonyós e colpable. Dementre que l
pastor deia...»
3 «Blanquerna dreçà son camí a aquelles veus, de les quals fo molt
fortment maravellat. Blanquerna venc en aquell loe on lo pastor plo-
rava e planyia...»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 49
28;,
por la muerte del niño, saltó con gran presteza contra el
lobo, quien, queriendo escaparse, fué detenido por el mastín
hasta que pudo llegar a él y le mató de un porrazo. Y vol-
viéndose Blanquerna al pastor, le dijo: — Muerto tenéis
ya a vuestro enemigo, por cuya razón conviene que vuestra
tristeza y pena se convierta en consuelo.
5. Muy buenas y devotas palabras y razones de gran
consuelo dijo Blanquerna al pastor; pero éste, por más que
le dijese, no quiso responderle ni dejar su llanto y duelo
que hacía con todas sus fuerzas, de que se admiró mucho
Blanquerna y se movió a gran compasión y piedad. Y pensó
que por la sobrada ira y tristeza había perdido el pobre
pastor la memoria, y no tenía conocimiento de sí mismo ni
de sus palabras. Y por esto, a fin de restituirle a su propio
conocimiento, con el cual pudiese inducirle a algún consuelo,
empezó Blanquerna a hablarle con un nuevo modo de conso-
lación, formado según la razón natural, y dijo al pastor
estas palabras:
6. — ¡Oh necio desventurado! Tú que has sido la oca-
sión y causa de la muerte de tu hijo, ¿cómo no lloras y te
lamentas mucho más por el daño que has recibido? Grande
es tu desconocimiento 4, pues tan fácilmente te has conso-
lado de aquel que amabas tanto. Muerto es tu hijo, y el
lobo ha muerto también a tu mujer y a tus perros. — El pas-
tor, que amaba mucho a su mujer, pensó que Blanqúerna
le decía la verdad y que él no lloraba, ni se dolía, ni lamen-
taba con el modo que había emprendido, y por esto dijo a
Blanquerna: — ¿Es verdad que mi mujer es muerta? ¿Y lo
que hago ahora es llorar o consolarme? — Respondióle Blan-
querna: — Vete, y verás cómo el lobo ha muerto a tu, mu-
jer.— Fuéronse los dos al puesto donde estaba muerto y
tendido el lobo, y Blanquerna dijo al pastor: — Ve aquí, ésta
es tu mujer. — Se quedó el pastor absorto de las palabras
de Blanquerna, con que creyó haber perdido el juicio o que
el lobo era su mujer.
7. Viendo Blanquerna que la memoria del pastor empe-
zaba a recobrarse, restituyéndose a su naturaleza y acción,
y su entendimiento empezaba a entender, hizo volver al
pastor al lugar mismo donde estaba el difunto muchacho,
y tomándole Blanquerna en sus brazos, empezó con grandes
llantos y lamentos a besarle y abrazarle, de lo cual se admiró
mucho el pastor. Y cuanto más se maravillaba por el llanto
de Blanquerna, tanto más iba recobrando la inteligencia que
había perdido. Cuando, en fin, el pastor hubo totalmente
recobrado su entendimiento, y su memoria se puso en su
4 «Desconexença és en tu, e leugerament te est aconsolat de ço que
tant amaves.»-
284 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
primer estado, se volvió al puesto donde estaba tendido el
lobo, y se alegró en gran manera cuando conoció que el
lobo no era su mujer, por cuyo gozo refrenó y disminuyó en
gran parte su dolor y tristeza. Y volviéndose a Blanquerna
y viéndole aún con su hijo en los brazos, llorando y lamen-
tándose, le dijo el pastor: — Señor, ¿por qué lloráis vos
tanto por mi hijo? Dádmelo a mí y dejadme volver a mi
llanto y dolor, como de antes. — Costumbre es de mí tierra
— le respondió Blanquerna — que el hombre ayude a llorar
y sentir el daño y la pérdida del otro ; y, por eso, yo os quiero
también ayudar y acompañar en vuestro llanto y pena, para
que sea grande el llanto y duelo que vos tenéis por la muerte
de vuestro amado hijo, teniendo vos tanta razón de mucho
llorar y gemir. Y si vos quisieseis seguir la costumbre de mi
país, yo os mostraré arte y modo con que lloréis mucho más
la muerte de vuestro hijo, pues vos de ella sois muy culpa-
ble. — Señor — dijo el pastor — , vuestras palabras son para
mí de mucho agrado y consuelo, y, por esto, os ruego me
digáis el modo y costumbre que tenéis en vuestra tierra con
el cual pueda yo llorar mucho y lamentarme por mi hijo
mientras la muerte me mantenga en vida y más fuertemente
sea yo en ello atormentado. '
8. Respondió Blanquerna al pastor: — Antes que vos
sepáis el arte y modo con que podáis tener grande llanto
y duelo, conviene que tengáis conocimiento qué cosa es
caridad 5, justicia y fortaleza, y conviene también que vos
me digáis la verdad de lo que yo os preguntare. — Señor
— dijo el pastor — , cuanto me dijereis aprenderé, y cuanto
yo supiese os diré en verdad, con que vos me enseñéis el
modo y arte con el cual pueda yo tener tanta tristeza y
dolor, que pueda la muerte quitarme la vida en el descon-
suelo que debo tener de la muerte de mi hijo. — Pues decid
la verdad — le preguntó Blanquerna al pastor — , ¿cuál de los
dos habéis amado más en este mundo hasta ahora, a Dios
o a vuestro hijo? — Respondióle el pastor que más había
amado a su hijo que a Dios. — Gran falta de caridad — dijo
Blanquerna — hay en el hombre que ama más a cualquiera
otra cosa que a Dios; y pues justicia es aquella virtud que
castiga a todos aquellos que no aman más a Dios que a
cualquiera otra cosa, y vos habéis tenido más amor a vuestro
hijo que a Dios, por esto, la divina justicia os ha castigado
y ha quitado la vida a vuestro hijo; y la sabiduría de Dios
quiere en vos que de aquí en adelante él sea amado sobre
todas las cosas del mundo, para que de este modo haya en
vos prudencia, por la cual tengáis fortaleza contra la ira
en que estáis y mortifiquéis vuestro corazón, teniendo espe-
8 «caritat, justícia, prudència, fortitudo, esperança»;
LIBRO DE KVAST V BLANQUEEN A. — C. 49
ranza que veréis a vuestro hijo que ahora está gozando de
la gloria de Dios, y por eso, en adelante no mortifiquéis
ni dañéis más a vuestro cuerpo, sino que esperéis ver a
vuestro hijo en la gloria del paraíso.
9. El pastor comenzó a acordar y entender las palabras
que Blanquerna le decía; y cuanto más pensaba y meditaba
en ellas, tanto más se sentía aliviado de su tristeza y dolor.
Y porque creía que su dolor debía multiplicarse, por esto
se maravilló mucho y dijo a Blanquerna: — Cuanto más
recuerdo vuestras palabras, menos tristeza siento en mí ;
antes bien, por ellas me siento más consolado; pues ¿dónde
es, señor, la tristeza que vos queréis multiplicar en mí con
vuestras palabras?- -Respondió Blanquerna y preguntó al
pastor: — Decidme la verdad: ¿cuál de estas dos cosas amá-
bais más antes de la muerte de vuestro hijo, el gozo o la
tristeza? — Respondió el pastor que el gozo. Entonces di jóle
Blanquerna: — Pues si ahora que vuestro hijo ha muerto
amáis más a la tristeza que al gozo, ¡luego la muerte es
dadora de gozo y de tristeza, conforme vos tanto la amáis!
De donde, como la muerte haya sido para vos tan dañosa,
no debéis permitirle tanto dominio y señorío que os haga
desear más la tristeza que la paciencia y alegría; antes
bien, conviene que ahora, que vuestro hijo ha muerto, seáis
mucho más contrario a la muerte que cuando vuestro hijo
vivía.
10. El pastor dijo a Blanquerna: — Pues, señor, ¿cómo
podré ser yo contrario a la muerte que ha muerto a mi hijo
y no quiere matarme a mí? — Con paciencia y consolación
— respondió Blanquerna — , teniendo gozo y complacencia de
todo aquello que ordena la justicia de Dios, y teniendo ale-
gría en vuestro corazón, en quien está la fortaleza y contra
la tristeza, y teniendo gozo de tener prudencia y utilidad
de lo mismo en que recibís daño en las cosas terrenas, por
cuyo gozo el hombre se contraría con la muerte corporal
y espiritual y tiene concordancia con la vida celestial, que
ha de durar eternamente.
11. Muy largo sería de contar todo lo que Blanquerna
dijo al pastor para poderle consolar; y por el arte y método
que usó, consiguió el intento y le sacó de la gran tristeza en
que se hallaba, poniéndole en estado de consolación y gozo,
como lo manifestó el pastor con las siguientes razones:
— Alegrado se ha mi alma en esto que de aquí en adelante
quiere y desea tener conocimiento de su Creador y poseer
las virtudes que no tenía en uso ni costumbre. Salido ha
mi hijo del gran peligro en que estaba en este mundo, su-
biendo a gozar de su Señor y Creador en su eterna gloria.
* El traductor añadió uv por eso..., paraíso».
286
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
Sea mi voluntad en todos tiempos rendida y resignada a la
voluntad de Dios, y mi querer en obedecer a mi Dios y Señor
y a su infinito querer. — Y acabando estas palabras y otras
muchas, el pastor tomó a su difunto hijo y, besándole, se io
cargó a cuestas, y, bendiciendo y alabando a Dios, dijo que
mucho mayor era el mérito y provecho que había logrado
por la muerte de su hijo, usando de las virtudes referidas,
que el daño que había recibido. Y, finalmente, se despidieron
ambos a dos con recíproco agrado, y el pastor se quedó muy
consolado y pacífico por las palabras de Blanquerna y pro-
metió usar de paciencia todo el tiempo de su vida. Pero
quedaba en gran cuidado cómo podría consolar a su mujer
de la muerte de su hijo, a quien amaba sobre todas las cosas.
12. Blanquerna dió modo y regla al pastor cómo pudiese
consolar a su mujer, siguiendo el método con que le había
consolado a él, y le dijo que cuando daría cuenta a su mujer
de la muerte de su hijo, que al mismo tiempo la diese noticia
de la muerte de un hermano de ella, al cual también amaba
mucho ; y que cuando ella estuviera en su llanto y duelo, que
su hermano viniese a consolarla, y, viéndole vivo, ella se
consolaría y alegraría de su vida, del mismo modo que se
alegró el pastor cuando entendió y conoció que el lobo
muerto no era su mujer.
CAPITULO L
DE LA FORTALEZA
1. En aquella selva por donde iba divagando Blanquer-
na había un fuerte castillo, del cual era señor y dueño un
esforzado caballero, el cual era tan arrogante y soberbio,
así por lo incontrastable del castillo como por su gran peri-
cia y destreza en las armas y valentía de su persona, que por
eso hacía muchas injurias y violencias a los que vivían en
su vecindad y cercanías. Aconteció un día que este caballero,
bien guarnecido y montado en su caballo, por sí solo temera-
riamente asaltó otro castillo que poseía una señora viuda,
la cual tenía una hija de extremada belleza. Y teniendo la
fortuna de encontrar fuera de la puerta del castillo a la
doncella, que se paseaba con otras doncellas, robó aquélla1
y, poniéndola sobre el cuello del caballo con violencia y for-
zadamente con su voluntad y de las otras compañeras, se
la llevó y entróse por aquel gran bosque. Mucho fué el albo-
1 «e pres aquella) en lo coll de son cavall la posà a força de la
doncella e de totes les altres».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 50
287
roto y grande la vocería que levantaron los del castillo,
corriendo precipitados al alcance de aquel temerario caba-
llero para quitarle de su poder a la doncella, que con grandes
gritos y llantos se lamentaba, a cuyo tiempo pudo llegar
a sus alcances un escudero de la comitiva, y se puso a
combatir con el caballero; pero éste le hirió tan fuertemente,
que lo derribó al suelo, le mató el caballo y se escapó con la
doncella hacia su castillo.
2. La casualidad llevó a Blanquerna, que iba de una
parte a la otra del bosque, a encontrarse con el caballero y
la doncella. Viéndole ésta, con llantos y gemidos impondera-
bles le pidió socorro y ayuda. Pero Blanquerna, considerando
que la flaqueza de sus fuerzas corporales no era bastante
para competir con la valentía y poder del caballero, resolvió
de ayudar a la doncella con la virtud de la fortaleza y cari-
dad, que son las fuerzas espirituales del alma, y habló al
caballero con este ejemplo.
3. — Cuéntase que, en cierta ocasión, un hombre muy
sabio en filosofía y teología y otras ciencias tuvo devoción
de ir a predicar a los moros la verdad de la santa fe católica,
para destruir su error y que el nombre de Dios fuese adorado
y alabado entre ellos, así como lo es entre nosotros. Este
santo varón lo puso en ejecución, y predicaba y enseñaba la
verdad de nuestra santa fe y, en cuanto podía, destruía la
maldita secta de Mahoma. Divulgóse por toda aquella tierra
todo lo que hacía y predicaba, por cuya causa el rey moro
hizo mandato a aquel santo hombre cristiano que saliese
desterrado de todo su reino, apercibiéndole que, de lo con-
trario, sería condenado a muerte. No quiso el santo hombre
obedecer al mandamiento corporal del rey moro, porque la
caridad y fortaleza tenían apoderado su corazón y le hacían
despreciar la muerte corporal. Sabiendo el rey su desprecio,
se indignó en gran manera contra aquél y, haciéndole venir
a su presencia, le dijo estas palabras:
4. — Necio y fatuo cristiano, que has despreciado mi
mandamiento y la fuerza de mi señorío, ¿no ,ves que en mí
hay tanto poder, que lo tengo para quitarte la vida ó hacer-
te penar con variedad de tormentos? ¿Adonde está tu poder,
con el cual has despreciado mi fuerza, autoridad y manda-
miento? — Señor — respondió el santo hombre cristiano — ,
verdad es que vuestro poder corporal puede vencer y superar
el poder de mi cuerpo; pero la fortaleza de mi corazón no
puede ser vencida por la fuerza que vos tenéis, ni por la
de todos los hombres de vuestro reino, porque 2 la fuerza
a oE car força de coratge és pus noble e major que força corpo-
ral, per açò caritat, qui és en mon coratge, ama tant fortment la
força de mon coratge, que-m fa menysprear tota la força corporal
que vós havets en vostra persona e en vostre regne.»
288
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
del corazón ama tan fuertemente la fortaleza que hay en
él, que me hace despreciar la fuerza corporal de vuestro
mandamiento que vos tenéis en vuestra persona y en todo
vuestro reino. Por lo cual la fuerza y caridad de mi corazón
están prontas a combatir contra todos los poderes de vuestra
alma y de todas las almas que son en todo vuestro reino y
señorío.
5. Admiróse mucho el rey de la respuesta del cristiano,
y quiso saber qué cosa era aquella gran fortaleza de su cora-
zón que de tal manera desafiaba a todas las fuerzas y cari-
dad de las almas que había en su tierra. — Señor — respon-
dió el cristiano — , tan grande es la encarnación del Hijo de
Dios y la pasión que sufrió por nosotros y tan fuerte cosa
es la verdad contra la falsedad, que por esto estoy yo con
tan grande caridad y con tanta fortaleza de corazón, que 3
ni vos ni todos los hombres de vuestro reino no pudieran
contrastar mi fortaleza, porque todos vosotros estáis en
error y no tenéis fe ni devoción en la encarnación ni en la
pasión de mi Señor Jesucristo.
6. Muy airado se puso el rey moro contra el cristiano,
y mandó que se juntasen a su presencia todos los más
sabios y doctos de su tierra y todos aquellos que tuviesen
mayor caridad, para que venciesen la gran fortaleza y cari-
dad del corazón de aquel cristiano y diesen a su cuerpo
cruel muerte. Juntáronse todos contra el cristiano; pero
éste les venció a todos y superó con la fuerza espiritual
y con la caridad. Y dijo también al rey que él haría injuria
al cuerpo si le separaba del alma, que tiene mayor virtud
en fortaleza y caridad que no tenía él, ni todas las almas
de todos los moros de su reino, y que también haría injuria
a su alma si no la premiaba por sus méritos 4.
7. Cuando Blanquerna hubo referido al caballero este
suceso y ejemplo, le hizo esta pregunta: — Señor — dijo
Blanquerna — , ¿cuál os parece más fuerte y noble en sí, la
fuerza del corazón del cristiano, que superó y venció los
corazones y fuerzas de tantos hombres, o aquella fuerza
corporal que el rey moro tenía mayor que el cristiano ?— Res ■
pondió el caballero que, sin duda, la fortaleza del corazón
es la mayor y más noble cosa que pueda haber en el hom-
bre. — Pues, señor — dijo Blanquerna — , en cuanto mayor y
más noble es la fuerza, en tanto debe ser más amada por
3 «que en tota vostra terra ni en fre tots los hòmens que vós
havets, no és tanta caritat, fortitudo qui pogués per raons contras-
tar a la mia.»
4 De este bello torneo espiritual con sola ¡a fuerza del corazón es
símbolo y figura aquel torneo corporal con ¡a espada, de que se habla
en el capítulo 64, nn. 13-16, entre un caballero cristiano y la flor y
nata de los caballeros de la corte de un rey sarraceno.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. C. 51 28Q
la caridad, y vos bien conocéis que la fuerza corporal en
mí, ni la doncella que lleváis, no es tan grande que pueda
contrastar la fuerza de vuestro caballo, de vuestras armas
y vuestra persona ; y, por esto, mirad muy bien en dónde hay
más fuerza: ¿en vuestro corazón o en vuestro caballo, armas
y persona? Y si en vuestro corazón hay más fuerza contra
injuria, maldad y lujuria que en vuestro caballo, armas y
persona, es cierto que vos volveréis la doncella, que lleváis
contra su voluntad, al mismo lugar de donde la habéis ro-
bado, y no inclinaréis vuestro corazón a maldad ni defecto
alguno; porque así como Dios ha dado fuerza a vuestro
cuerpo, del mismo modo, por virtud de Dios, tendréis forta-
leza y noble corazón, con el cual tendréis caridad a toda
buena operación en que haya lealtad, cortesía, crianza y
humildad.
8. Consideró mucho el caballero las palabras que decía
Blanquerna, y no quiso que mala crianza, déscortesía ni
vileza fuesen por él en tanto exaltadas, que le venciesen ni
dominasen su corazón, con el cual él había vencido y supera-
do varias veces a muchos caballeros en combates y torneos,
y por esto, dijo a Blanquerna estas palabras: — Jamás fui
yo vencido ni superado por hombre alguno ; pero, si no obe-
deciera yo a vuestras palabras, mala crianza, vileza y villa-
nía vencerían a mi corazón, que para mí es muy amable,
pues por su valentía he sido siempre sobrado a mis enemi-
gos, y ahora ya por vuestras palabras va venciendo en mi
el poder a la maldad y villanía que solían estar en mí. Y, por
esto, aquí tenéis a la doncella; ruégoos que vos mismo la
volváis al castillo de donde yo la he robado a su madre,
porque yo no pudiera volver allá con seguridad, aunque les
volviese la doncella, por haber malherido a un escudero del
castillo. — Y con esto Blanquerna y la doncella se partieron,
despidiéndose con mucho agrado del caballero.
CAPÍTULO LI
De la tentación
1. Muy disgustado quedó Blanquerna por la precisión
de torcer su camino para acompañar aquella doncella que
el caballero le había encomendado; pero la caridad y forta-
leza le obligaron a encaminarse con la doncella hacia su
castillo, en cuyo tiempo se sintió Blanquerna tentado en su
corazón del deleite carnal, así por la hermosura y gentileza
de la doncella como por la soledad en que se hallaba en aquel
bosque. Pero apenas sintió Blanquerna la tentación, cuando
10
2ÇO OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
prontamente se acordó de la medicina con la cual mortifica
el hombre toda tentación, a saber: el acordarse de Dios,
de la pasión de su Hijo, de la gloria celestial y de las penas
infernales. Y púsose en oración, pidiendo socorro y ayuda a
las siete virtudes que iban en su compañía, teniendo también
en memoria la vileza y suciedad que hay en la obra de
lujuria, y deseó tener aquella noble obra que tienen las vir-
tudes cuando unas a otras se ayudan mutuamente contra
los vicios y 1 purifican de ellos al alma.
2. Repetidas veces tuvo Blanquerna en el camino la
tentación de lujuria; pero, según queda dicho, aplicaba
luego todo su entendimiento a la oración, y de este modo
mortificaba la tentación del espíritu maligno. Por sugestión
del demonio entró semejantemente la doncella en la misma
tentación de pecar con Blanquerna; y porque ella no tenía
el arte y modo que aquél contra la tentación, le dijo la
doncella estas palabras: — 'Señor, en vuestro poder estoy,
vuestras palabras me han librado de las manos de aquel
caballero, por lo cual no os puedo dar otra paga ni puedo
hacer otra cosa por vos, sino que os podéis servir de mi
persona a vuestro beneplácito.
3. Con estas palabras de la doncella sintió Blanquerna
multiplicarse en sí la tentación, y tornó a acordarse de Dios
y de las virtudes, como había acostumbrado. Mientras Blan-
querna consideraba así la virtud de la fortaleza y nobleza
de coraje, por luz de gracia y por inspiración de la divina
sabiduría, recordó y entendió cómo Dios desamparaba algu-
nas veces a muchos pecadores para que sean ocasión a los
hombres justos que no yerren, sino que puedan multiplicar
sus virtudes. Y, por esto, entendió Blanquerna que la gracia
de Dios había desamparado a la doncella, para que él tu-
viese mayor ocasión de ser más fuerte contra la tentación
de lujuria y por la mayor fortaleza tuviese mayor mérito.
Y, por esta causa, Blanquerna prontamente se postró por
tierra y bendijo y alabó a Dios, quien le daba tantos modos
por donde pudiese exaltar sus virtudes. Y estando así ado-
rando y bendiciendo a Dios, por la divina virtud fué inspi-
rada la voluntad de Blanquerna cómo instruyese y adoctri-
nase a la doncella contra la tentación, siempre que fuese
tentada por la lujuria o cualquier otro pecado.
4. — Doncella — díjola Blanquerna — , es naturaleza del
entendimiento que haga amar mucho o aborrecer aquello
que es muy recordado ; y por esto, toda la vez que el hombre
es tentado de cometer algún pecado, debe el hombre acor-
darse mucho de la vileza, suciedad y fealdad del pecado y
del daño que de él se sigue; porque cuanto más el hombre
1 El autor calla «y purifican de ellos su alma».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. C. 51 2QI
recuerda de este modo la vileza de la obra, en tanto el
entendimiento hace que la voluntad más fuertemente abo-
rrezca el pecado. Hay otro modo de mortificar la tentación,
y es de esta manera: si el hombre se acuerda de Dios y de
su bondad, grandeza, poder, sabiduría, justicia, amor y per-
fección, y del grande amor que tiene al hombre, y la gran
gloria que le tiene preparada, y cómo es gran cosa usar de
la fe, esperanza, caridad, justicia, prudencia, fortaleza y
templanza. El tercer modo es que el hombre debe olvidar
el pecado y todas sus circunstancias luego que se siente
tentado, porque, con olvidar el pecado y todas sus circuns-
tancias, la voluntad queda mortificada para no amar al
pecado; y por esto, debe el hombre divertir su memoria a
otras cosas que no tengan semejanza con aquellas de que es
tentado. Y con estos tres modos referidos puede el hombre
mortificar la voluntad de pecar y vencer toda tentación.
Entendió la doncella que Blanquerna le decía todo esto por-
que había conocido el pecado de que estaba tentada, y ben-
dijo y alabó a Dios, que había dado a Blanquerna tanta
virtud contra la tentación. Y todas las veces que se sentia
tentada con Blanquerna, usaba de la doctrina que éste le
había dado, por la cual mortificaba su tentación y habituaba
su alma a las virtudes.
5. Muy largo tiempo anduvieron la doncella y Blanquer-
na por el bosque, y caminaron tanto, que la doncella, fati-
gada del camino, quiso descansar bajo de un árbol, a cuya
sombra se rindió al sueño. Y mientras dormía, se detuvo
Blanquerna en oración, contemplando la divina bendición.
Y a este tiempo oyó una voz lamentable y llorosa, que daba
indicios de gran tristeza y desconsuelo. Y con este motivo
dejó la oración y se encaminó hacia aquella voz, y encontró
aquel pobre escudero que el caballero había herido, que se
volvía muy desconsolado y afligido.
6. — Buen amigo — di jóle Blanquerna — , ¿qué es lo que
tenéis, de que tanto os quejáis y lamentáis? ¿Habría alguna
cosa que pudiese compensar vuestro daño, por donde os que-
daseis alegre y consolado? — Señor — respondió el escude-
ro— , desconsolado estoy y airado, porque no puedo cumplir
aquello a que soy mandado. — Refirióle entonces cómo él fué
en seguimiento de aquel caballero para recuperar a la don-
cella, que éste le había herido y llevádose a la doncella.
— Buen amigo — dijo Blanquerna — , la razón quiere que vos
estéis consolado por haber hecho cuanto habéis podido, por
lo que merecéis tanto agradecimiento como si hubieseis re-
cuperado a la doncella. — Señor — respondió el escudero — ,
naturaleza es de la caridad que hombre ninguno debe con-
solarse con hacer solamente todo lo que puede, sin dar cum-
plimiento a todo aquello que desea hacer; y deseando tanto
OBRAS LITERARIAS DE RAMON" LLULL
yo servir a la señora que me ha criado, no habiéndose por
mi cumplido mi deseo, por esto es razón que en su descon-
suelo quede yo también desconsolado, por más que en ello
haya yo hecho mi posible.
7. Consideró mucho Blanquerna las razones del escude-
ro, las cuales le significaban gran perfección de caridad y
fortaleza; y en esta consideración se acordó que, por defec-
to de caridad, se tenían por excusados algunos que quieren
ampliar la santa fe católica, en cuanto que en ello aplican
su poder, sin poder llevar al fin de perfección lo que tanto
deseaban, por cuya falta de perfección debieran estar des-
consolados por el deshonor que Dios recibe de aquellos que
no le conocen y de los que no quieren honrarle, según que le
conocen. Mientras Blanquerna se hallaba en estas considera-
ciones, dijo al escudero : — tBuen amigo, ¿ ves allá la doncella
que vos buscáis, reclinada 2 bajo aquel árbol, que está dur-
miendo? Y sabed que, porque vos tenéis perfecta caridad,
quiere Dios que sea cumplido el deseo de vuestro corazón y
que llevéis mérito de aquello en que vos habéis trabajado. —
Muy alegre se quedó el escudero de lo que Blanquerna le
dijo, y luego, al punto, se fué a la doncella que dormía bajo
el árbol y despertóla, y, despidiéndose los dos de Blanquerna
muy agradablemente, se volvieron al castillo con mucho gozo
y alegría.
8. Volvióse Blanquerna a su viaje, deseando con ansia
y congoja encontrar algún puesto donde pudiese servir a
Dios como deseaba, sin que en dos días continuos pudiese
encontrar en aquel bosque alguna cosa que comer, hasta que
al tercer día se halló fieramente apretado del hambre, y
cuanto más le apretaba, tanto más valeroso esperaba y con-
fiaba en Dios nuestro Señor, que le ayudaría contra el ham-
bre y la tentación que tenía, con la cual el demonio le que-
ría hacer pecar contra la virtud de la esperanza y paciencia
con la desesperanza e impaciencia. Mientras Blanquerna así
batallaba con la hambre y resistía con la virtud a la tenta-
ción con todo su poder, la prudencia quiso ayudarle, e ilu-
minó los ojos mentales de su pensamiento considerando que
la grande aflicción y elevada oración mortifican el cuerpo por
la influencia de caridad y devoción. Y estando en esta con-
sideración, entonces se esforzó, con todos sus poderes, en
loar y rogar y contemplar a Dios, amándole y sirviéndole.
Y por la virtud de Dios, que dirigía a Blanquerna, y por la
naturaleza de su entendimiento, que le entendía, y de su
voluntad, que le amaba, sus ojos se llenaron de lágrimas
2 Las palabras «reclinada bajo aquel árbol, que está, durmiendo»
son un añadido del traductor.
LIBRO T>E EVAST Y BLANQUERNA. — C. 52 2Q1
y su corazón de devoción y caridad; con que tan altamente
fué arrobado Blanquerna en su oración, que ni sintió ham-
bre, ni sed, ni pasión alguna, antes bien se halló en muy
grande bienaventuranza, y su cuerpo cobró virtud y fuerza
por la oración, a la cual con todo afecto se había entregado.
De este modo Blanquerna adoraba a Dios, e iba por la sel-
va sin comer ni beber, y a toda hora que se sentía oprimido
del hambre o sed, adoraba a Dios de la manera que arriba
se ha dicho, y Dios le enviaba fuerza y virtud, por la cual
su alma se mantenía en devoción y su cuerpo en fuerzas
y sustentación.
CAPÍTULO LII
De la penitencia
1. Caminando Blanquerna por aquel bosque, acordándo-
se y amando a su Señor, Dios y Creador, y cantando Gloria
in excelsis Deo, descubrió un camino, por el cual anduvo,
hasta que, siendo hora de nona, se encontró con un escudero,
que venía por otro camino muy lloroso y que con su sem-
blante manifestaba gran tristeza. Blanquerna preguntó al
escudero por qué lloraba. Respondió éste: — Señor, estoy
llorando por causa que mi amo, a quien yo servía, que se
llama Narpán, me retiene la paga de mi servirtud, y no me
la quiere dar; y le he dejado porque no puedo servirle a su
gusto, a causa de que él es un hombre tan codicioso y desor-
denado en sus operaciones, que hombre ninguno le puede
sufrir ni tolerar.
2. — Buen amigo — dijo Blanquerna — , ¿dónde está este
señor Narpán que vos me nombráis y a quien servíais ? — Se-
ñor— respondió el escudero — , vive ahí cerca una abadía de
monjes, en cuyo monasterio ha fabricado una casa, y ha ve-
nido allá a hacer penitencia; pero sabed que la penitencia
que hace es muy semejante a la penitencia del lobo. — -Pre-
guntóle Blanquerna : — Pues — decidme — y, cuál es la peniten-
cia del lobo? — Señor — dijo el escudero — , cuéntase que en
cierta ocasión sucedió que un lobo entró en un corral de
muchas ovejas, carneros 1 y corderinos y mató un gran nú-
mero de ganado. Al día siguiente por la mañanita, cuando el
dueño de las ovejas entró eñ el corral y vió la gran carnicería
del lobo y el daño que había hecho matando a tantas ovejas,
3 Igualmente no leemos en el original «con todo... entregado».
1 «carneros y conlerillos», amplificación dtl traductor-
294
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
se indignó tan fuertemente contra el pastor, porque no había
guardado en aquella noche el corral, que furiosamente le
mató ; y después de haberlo ejecutado, él se arrepintió y sin-
tió la muerte del pastor y de las ovejas. Guando el lobo supo
que el dueño del ganado había muerto al pastor por el mal
que él había hecho, se compadeció mucho del daño que ha-
bía causado, y de la pérdida del buen hombre dueño del ga-
nado, y mucho más de la muerte del pastor, de la cual él
había sido ocasión ; y tuvo gran contrición de corazón, y dijo
que convenía de todos modos que él hiciese penitencia por
ello. Y, por eso, se retiró en una viña bien cargada de uvas
maduras, que era del mismo dueño de las ovejas que él ha-
bía muerto, y todos los días iba comiendo, gastando y des-
truyendo las uvas de la viña a toda su voluntad y satisfac-
ción; y de esta manera hacía penitencia. Y así, sabed que del
mismo modo hace penitencia aquel señor que yo he servido
muoho tiempo, porque él es hombre que ha sido gran pecador
en este mundo, y ha muerto a muchos hombres y cometido
otros muchos pecados; y, por esto, ahora ha venido a este
monasterio para hacer penitencia; donde come y bebe deli-
cadamente, duerme2 en buena y mullida cama, cubierta de
ricas ropas, y vive en gran deleite de su persona y gran
bienaventuranza ; de cuyo modo de vida toman aquellos mon-
jes muy mal ejemplo, y muchos de ellos se lo envidian y
desearían vivir como él en tantas delicias.
3. — 'Decidme, amigo mío — (dijo Blanquerna — ¡, ¿os pa-
rece que, si yo fuese al monasterio y estuviese algún tiem-
po con él, le pudiera convertir y poner en buen estado? —
Respondió el escudero: — <Si vos os estáis con él, podrá su-
cederos lo que al papagayo. — <¿Y cómo le sucedió al papa-
gayo?— -dijo Blanquerna. — -En una tierra aconteció — dijo el
escudero — que dos monas ponían leña sobre una lucerna,
creyéndose que era fuego, y soplaban para que se encendie-
se. Un papagayo que estaba en un árbol decía a las monas
que aquello que lucía no era fuego, sino lucerna; pero las
monas no escuchaban sus palabras ni paraban de soplar a
la lucerna. Al entretanto sobrevino un cuervo, y le dijo al
papagayo que no quisiese cansarse en dar corrección a los
que no la reciben, porque s. las monas eran bestias que no
admitían doctrina ; pero el papagayo 4 no quiso contenerse
por el consejo del cuervo, antes bien bajó del árbol y metió-
se entre las monas para que le oyesen, y una de ellas se
agarró del papagayo y le mató. Así os sucederá a vos, si
quisiéredes corregir y castigar aquel que no admite correc-
11 «e beu e jau a sa volentat», y nada más dice el texto primitivo.
* El autor silencia aporque... doctrina».
* «Lo papagay avalla del arbre e mes-se enfre les bugies.»
lib:ro de evast y blanquerna. — c. 52 295
ción ni castigo de nadie 0 ; antes bien os digo que sus malos
vicios, si habitáis con él, os harán perder algunas buenas
crianzas, si las habéis.
4. Entonces dijo Blanquerna: — <Yo me confío en las
palabras que la zorra dijo una vez al puercoespin. — El es-
cudero le rogó que le contase aquel ejemplo. — «Una zorra
— dijo Blanquerna — iba por un. bosque, y encontró a un
puercoespin que esperaba a un león, con quien quería com-
batirse. Preguntóle la zorra qué era lo que esperaba. Y el
espín le descubrió todo su interior. Pero la zorra le dijo que
él no tenía sino dos colmillos con que combatir con el león,
mas éste tenía muchos dientes y muchas uñas, con que po-
día bien defenderse de él; por lo cual a ella le parecía que
el león había de llevarle gran ventaja en la batalla. Y di-
cho esto, llegó el león y combatió con el puercoespin, y le
mató y despedazó todo, por cuanto le llevaba ventaja en
armas. Y así, de semejante modo, tengo yo pujanza ^ se-
ñorío de armas contra Narpán, porque yo combatiré con
él con el auxilio de las divinas virtudes y de las virtudes
creadas, y él no podrá combatir conmigo sino con los vi-
cios tan solamente, los cuales no tienen fuerza ni poder
contra Dios ni contra las virtudes.
5. Y habiendo oído el escudero este ejemplo, se des-
pidió de Blanquerna y prosiguió su camino. Consideraba
Blanquerna el gran peligro que podía tener el monasterio
por el mal ejemplo de Narpán, que falsamente hacía peni-
tencia en él; y la caridad y esperanza le movieron a en-
caminarse al monasterio, en donde encontró a Narpán, de
quien el escudero le había hablado. — Amigo — díjole Nar-
pán— , ¿de dónde venís? ¿Quisiereis, por ventura, estar
con un señor y servirle un año o más tiempo? — Señor, yo
salgo ahora de esa selva — respondió Blanquerna — y voy
buscando mi conveniencia. Yo estaría gustoso con algún se-
ñor, como yo por él pudiese mejorar mi fortuna y que él
también por mí ganase alguna mejoría. Y así. pues vos ha-
béis preguntado de mi estado, el que yo os he referido, os
ruego también me digáis del vuestro y a qué fin vivís en este
monasterio.
6. Respondió Narpán: — Yo estoy en este monasterio
para hacer penitencia de mis pecados que he cometido en el
mundo, del cual he huido. Y un escudero que yo tenía me
ha dejado, y necesito de otro; y por eso, si vos queréis estar
conmigo, yo os pagaré vuestro trabajo, de manera que vos
estaréis satisfecho y contento. — Señor — dijo Blanquerna — ,
si vos hacéis penitencia y yo estuviere con vos y os sirviere,'
por consiguiente, yo haré también penitencia; y por esto, yo
• t... aquell qui no reeb correcció.»
296
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
estaré con vos un año, con tal condición que vos hagáis pe-
nitencia.— jAjjústáronse los dos en su contrato, y Blanquer-
na le sirvió ocho días, según la voluntad de Narpán, con el
fin de que éste le cobrase amor en su corazón y que Blan-
querna pudiese conocer mejor y saber sus costumbres.
7. AJI octavo día mandó Narpán a Blanquerna que ma-
tase un pato de aquellos que tenía a pasto y le guisase para
comer. Entróse Blanquerna en el corral donde estaban los
patos y otras muchas gallinas y capones, y habiendo encon-
trado en él a la zorra que había entrado para comer de las
gallinas, la matp y la desolló toda, salvo la cabeza, el rabo
y las manos 6 ; púsola en el asador, y así bien asada, cuando
Narpán estuvo en la mesa, se la trajo cubierta en un taller y
púsosela delante. Cuando Nlarpán vió a la zorra en la mesa,
se admiró mucho y dijo a Blanquerna que por qué no ha-
bía guisado el pato que le había mandado y había guisado
la zorra, que era cosa tan horrible de verla y de comerla.
— fSeñor — respondió Blanquerna-^-, no tienen los patos y las
gallinas tan mortal enemigo como es la zorra, y porque vos
amáis tanto los patos y las gallinas, conviene que vos os
comáis a su enemigo. — Muy enojado se puso Narpán contra
Blanquerna, y le dijo mil villanías,' porque le persuadía co-
miese de la zorra y no le había guisado el pato. — Señor — dijo
Blanquerna — t, así como la zorra es contra las gallinas y los
patos, así los patos, gallinas, capones y buenos pucheros
son contra "penitencia; y por cuanto yo estoy obligado a ser-
viros según* forma de penitencia, os he guisado la zorra, que
se conviene eon penitencia, y si vos coméis de ella y os de-
jáis de viandas delicadas, vos haréis penitencia.
& Todo aquel día pasó Narpán sin querer comer carne
y estuvo muy airado contra Blanquerna. Y cuando a la no-
che quiso Nlarpán echarse en la cama, encontró que Blan-
querna había puesto la almohada bajo los colchones, y so-
bre éstos el jergón 7 , y sobre el jergón las tablas de la cama,
y sobre las tablas la colcha, y después la manta, y sobre la
manta las sábanas. Cuando Narpán vió este trastueco, dijo
a Blanquerna por qué no había hecho la cama como solía, y
cómo no le bastaba ya el haberle dado tan mal día y mal
comer, que aun le quería dar mala noche. Respondió Blan-
querna que aquélla estaba hecha conforme a penitencia, y
que de otra manera él no sabía componer la cama para hom-
bre que quería hacer penitencia. Como Narpán era hombre
perezoso, no quiso recomponerse la cama ni ponerla según
se acostumbra hacer. El se sentó, esperando que Blanquerna
8 «Blanquerna aucís la volp e escorxà aquella, sal la coa, e mes-la
en ast.»
7 «e lo matalaf dejús lo saclit, e les flaçades foren dejús los len-
çols e-l cobertor».
LIBRO! DE EVAST Y BLANQUERNA — C. 52
297
se hincase para descalzarle, como solía ; pero éste le dijo que
la humildad era amiga de todos aquellos , que hacían peni-
tencia, y s por esto, que él mismo se descalzara. Aquella
noche Narpán se echó en la cama que Blanquerna había con-
trahecho, y no pudo pegar los ojos en toda ella, y consideró
mucho en los pecados que había cometido en el mundo y en
las palabras que Blanquerna le había dicho.
9. A la media noche, cuando los monjes se levantaron
a cantar maitines, Blanquerna oyó la campana, y dijo a
Narpán que se levantase a los maitines para hacer oración
a Dios. Pero Narpán le respondió que no estaba acostum-
brado a levantarse a tal hora ni 9 avezado de ir a maitines.
Con todo, Blanquerna quiso que se levantara absolutamente,
y le quitó de encima la ropa de la cama. Y 10 entonces Nar-
pán se levantó y se fué vistiendo, dándole Blanquerna en
primer lugar un escapulario de paño muy gordo y áspero,
hecho de pelo de cabra, el cual llevaba Narpán sobre el ves-
tido talar. Y por lo que Narpán había considerado aquella
noche y porque empezó ya a tener contrición en su corazón,
obedeció a Blanquerna y vistió sobre sus carnes aquel esca-
pulario de sayal. Y después le dió Blanquerna el vestido,
que era de blanquilla de Narbona, y después la camisa de
Holanda fina, y púsosela sobre el vestido.
10. Cuando Narpán estuvo así levantado y vestido,
Blanquerna se fué con él a la iglesia para estar en oración
y contemplación, y 11 di jóle rogase a Dios para sí y por
todos sus prójimos que eran pecadores en el mundo. Pero
Narpán le dijo que él tendría gran vergüenza del abad y de
los monjes cuando le viesen vestido de aquella forma.
Y Blanquerna le respondió que vergüenza y fortaleza se
convienen con penitencia; y di jóle también que Dios premia-
ba en la bienaventuranza del paraíso a todos aquellos que
tenían paciencia y humildad en este mundo y sufrían ser
mofados y reprendidos por hacer obras de penitencia.
11. Blanquerna y Narpán continuaron su estación en la
iglesia hasta día claro, que los monjes querían entrar en
capítulo a pedir satisfacción por sus culpas, para que, des-
pués de la satisfacción y las disciplinas, dijesen misa, la cual
más dignamente es celebrada precediendo la satisfacción
del capítulo. A tiempo que los monjes entraban en él, pre-
guntó el abad a Narpán cómo iba vestido tan extrañamente
y por qué se había levantado tan de mañanita. Respondióle
s Las palabras «y por... descalzara* son un añadido del traductor.
,J No dice el original «ni avezado de ir a maitines».
w Traducido más fielmente : «Blanquerna quiso que se levantara
absolutamente, y le quitó de encima la ropa de la cama y dióle a
vestir un escapulario...»
11 El original no dice «y dfjole... mundo».
2o8
OBRAS LITERARIAS DE RAMON IXULL
Narpán que porque así le había vestido su criado y le había
despertado y hecho levantar a aquella hora, y que en ade-
lante él quería ser obediente a Blanquerna, su criado, en
cuanto le aconsejase. Después Blanquerna dijo al abad que
él tenía que hablar algunas cosas a Narpán en presencia
suya y de la comunidad. Conque los tres entraron en capí-
tulo, y los monjes se maravillaron mucho del traje y vesti-
do de Narpán, tan 12 extravagante.
12. Cuando toda la comunidad estuvo en capítulo, Blan-
querna se levantó en pie y dijo estas palabras: — A la pe-
nitencia pertenecen tres cosas, a saber: contrición de cora-
zón, confesión de boca y satisfacción por obra de los pecados
que el hombre ha cometido. A la contrición se conviene el
recordar y arrepentirse, llorar y aborrecer los pecados co-
metidos; y conviene también que el hombre confíe en la
misericordia de Dios, tema y ame su divina justicia. A la
confesión 13 se conviene que el hombre confiese sus pecados,
sin rebozo ni repugnancia alguna, con todas las circuns-
tancias que los agravaren, y también que tenga propósito
de no querer por ningún tiempo volverlos a cometer. A la
satisfacción se conviene que el hombre restituya todo aque-
llo que injustamente retiene de otro, sean 14 bienes o la
fama, y que aflija y castigue su cuerpo con vigilias y ora-
ciones, con pocas y ruines viandas, con dura cama, con
humildes y groseros vestidos y otras cosas semejantes. Aho-
ra, pues, como estas tres cosas correspondan a la peniten-
cia, y entre yo y Narpán tengamos firmada carta de con-
trato que yo deba servirle según regla de penitencia, por
esto, en presencia de todo el capítulo, requiero a Narpán
que me sea guardada la condición de nuestro contrato.
13. Concluida la propuesta de Blanquerna, respondió
Narpán en presencia de todos, diciendo que hasta entonces,
por mucho tiempo, había vivido ciego y sin conocimiento,
ignorando las condiciones que pertenecían a la penitencia,
y que Dios le había enviado a Blanquerna, quien había ilu-
minado los ojos de su alma, por lo cual en adelante, todo
el tiempo de su vida, quería servir a Dios y hacer peniten-
cia en todos aquellos modos que serían del gusto y agrado
de Blanquerna. El abad con todos los monjes loaron mucho
y dieron grandes alabanzas a Dios nuestro Señor, porque
manifestaba su divina virtud en las palabras de Narpán
y de Blanquerna.
12 Más exacto : «... los monjes se maravillaron mucho de los ves-
tidos de Narpán.»
14 En buena traducción, diría : «A la confesión se conviene que
el hombre confiese sus pecados y no quiera volver por ningún tiem-
po a cometerlos.)»
M Las palabras «sean bienes o la fama» es nna glosa.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 52 2QO
14. Salieron los dos del capítulo y se fueron a su posa-
da, y 10 estando los dos solos en su cuarto, no se olvidaba
Blanquerna de su viaje, antes bien deseaba con ansia irse
a buscar su ermita, y con este motivo declaró a Narpán
su resolución, y le rogó encarecidamente le soltase la pro-
mesa con que se había obligado a servirle por tiempo de
un año, suplicándole le restituyese el auto de obligación,
por cuanto su merced ya había entrado en el conocimiento
de sus defectos. Pero fué muy grande el disgusto de Nar-
pán cuando entendió que Blanquerna quería separarse de
él, y con gran dolor de corazón, llantos y devoción, le dijo
estas palabras:
15. — Iluminado estoy por la divina inspiración y mo-
ndo a devoción, contrición y satisfacción. Si mis malditas
costumbres, que son mis mortales enemigos, quisiesen de
nuevo apoderarse de mí, ¿quién me ayudará a defenderme
de ellos? Si quedara yo ahora sin maestro, ¿quién me en-
señaría a amar, servir y honrar a Dios, que es digno de
tan grande honor y ante quien soy yo tan culpable? A la
justicia reclamo, para que me sea guardada la convenien-
cia que me ha sido prometida por mi maestro Blanquerna.
Si yo soy obediente a mi maestro, ¿por qué mi maestro
ha de ser mi enemigo apartándose de mí? Compañero quie-
ro ser y servidor de Blanquerna, pero no señor, como entre
los dos estaba convenido y contratado. Con mi señor y
maestro Blanquerna iría yo de toda mi voluntad al desierto:
pero quedarme conviene en este monasterio, para dar satis-
facción al señor abad y a todo el convento, que tanto tiempo
me han servido, y me conviene dar buen ejemplo, pues en
mi mejorada vida debe tener algún provecho este monas-
terio.
16. Tan devotas y llenas de razón eran las palabras de
Narpán y tan devotamente pronunciadas, que movieron el
corazón de Blanquerna a devoción y contrición, llanto y con-
sideración. Por lo cual se resolvió a quedarse con Narpán
todo aquel año, para que así le conservase en su buen es-
tado y disposición y que ambos a dos diesen buen ejemplo
a todos los monjes de aquel convento. En aquel día confir-
mó y ratificó Blanquerna la promesa y obligación que ha-
bía hecho a Narpán, y los dos concordaron en que vistiesen
cilicio sobre sus carnes y fuesen buenos compañeros todo
aquel año en el monasterio, haciendo penitencia y dando
gloria y alabanzas a Dios nuestro Señor. Alegráronse mu-
cho el abad. Narpán y todos los monjes de haber revocado
Blanquerna su partenza y resuelto de quedarse en el con-
vento.
* El autor no dice «y estando los dos <o!oc en su cuarto».
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
CAPÍTULO LUI
DE LA PERSEVERANCIA
1. Todo aquel año perseveraron juntos Narpán y Blan-
querna haciendo penitencia; y éste todos los días cantaba
con los monjes en 'la iglesia las antífonas, salmos, prosas,
himnos y responsorios y expositaba y declaraba a los mon-
jes la Sagrada Escritura. Deseaban mucho el abad y todos
los monjes que Blanquerna lo fuese y que les enseñase gra-
mática y teología y las demás ciencias que sabía ; pero
Blanquerna siempre se excusaba, porque quería perseverar
siempre constante en la vocación de vivir en vida eremítica.
2. En un día de fiesta quiso el abad predicar el ser-
món, y dudó en predicar, porque no sabía hablar en latín
ni declarar las Escrituras, y tenía gran vergüenza por Blan-
querna, porque sabía que él conocería muy bien los yerros
y defectos de sus palabras. Por lo que, cuando el abad y
toda la comunidad estuvieron ya en el capítulo y Narpán
y Blanquerna hubieron entrado para oír al abad que había
de predicar, antes que éste hubiese empezado el sermón,
entró en capítulo el aposentador para avisar al abad como
muchos caballeros y otras personas a pie 1 habían venido
al monasterio para honrar la fiesta y habían determinado
de quedarse a comer aquel día en él. Mandó luego el abad
que les previniesen una buena comida, que diesen cebada
a los caballos y a todos lo que les fuese necesario, por ser
así costumbre de aquel monasterio. Y volviéndose después
a Blanquerna, le dijo estas palabras: — Sabed que yo tenía
voluntad de predicar hoy el sermón; pero, conociendo que
en mí hay falta de saber, no hallo en mi alma que yo pueda
predicar ni que esté en disposición para decir lo que co-
rresponde al honor del santo que hoy veneramos. Y, por eso,
yo deseo mucho que vos, Blanquerna, seáis monje, para
predicar a todos nosotros y a aquellos que vendrían a este
monasterio a honrar las fiestas; porque si nosotros tene-
mos la costumbre de proveer a los cuerpos de viandas cor-
porales por medio de la limosna, haríamos injuria a las al-
mas si no las saciáramos de viandas espirituales, con ser-
mones y doctrina, enseñándoles la palabra de Dios.
3. Respondió Blanquerna al abad, diciendo que la perse-
verancia es una virtud en la cual se demuestra la perfec-
1 «a pie» no lo dice el original.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA, — C. 53 .W
ción de las otras virtudes. — Pues sin perfección de virtudes
— dijo — no puede la perseverancia ser virtud; y por cuanto
yo me he sujetado a ser para siempre servidor de las virtu-
des, por eso conviene que sirva también a la perseverancia,
en la cual todas las virtudes muestran sus operaciones. Y así,
si yo dejara ahora el propósito con el cual he salido de mi
tierra y mudara de voluntad, sin duda haría injuria a la ca-
ridad, fortaleza y demás virtudes, lo 2 que yo no tengo en
deliberación. Por todo lo cual os ruego, señor, y a toda la co-
munidad, me tengáis por excusado.
4. —(Oíd, Blanquerna — 'respondió el abad — \; en cierta
ocasión aconteció que un ermitaño iba hacia una ciudad,
cuyo rey pocos días antes había muerto. Era costumbre de
aquella ciudad que el primer hombre extranjero que, al ter-
cer día después de la muerte del rey, entraba en ella, aquél
había de ser rey. Por ordenación de Dios sucedió que aquel
ermitaño entró primero, al tercer día, en aquella ciudad, y
le hicieron rey; pero el ermitaño de ningún modo quería
serlo, antes bien se opuso fuertemente a la elección, porque
absolutamente quería perseverar en vida ermitaña. Siguióse
causa y pleito entre el ermitaño y los electores que le ha-
bían elegido y aceptado por rey sobre si éste pudiera per-
severar, siendo rey, en la devoción que tenía, en la cual que-
ría aún permanecer. Y fué sentenciada la causa 3 a favor de
los electores: que el ermitaño podía muy bien ser extraño,
por el entendimiento y voluntad, al oficio de rey y perse-
verar en la devoción entre las gentes siendo rey, como en la
soledad en que vivía como ermitaño, y que con mayor fuer-
za podía usar de la fortaleza, esperanza y justicia y de las
demás virtudes, y con esto serviría mucho más a la per-
severancia. — Del mismo modo, pues- — dijo — , será razón que
vos, Blanquerna, estéis obligado a perseverar con nosotros,
que también somos ermitaños y queremos ser .vuestros com-
pañeros.
5. A esto respondió Blanquerna y dijo: — Bien podéis
acordaros, señor, que San Juan Bautista fué ermitaño, vi-
viendo solo en su ermita, en donde, comiendo langostas y
miel silvestre, traía sus vestiduras de piel de camellos; y
como Jesucristo dió testimonio de él, dijo que, entre los na-
cidos de las mujeres, no había salido otro mayor que San
Juan Bautista. Y porque San Juan vivía solo en su desierto,
donde hacía áspera vida y pasaba grandes aflicciones, por
esto le honra Dios en su gloria, según su divina palabra.
3 El autor silencia «lo que yo tengo en deliberación».
" «Judici e sentencia hagren per si los elegedors, dient que l'er-
mità pudia ésser excusat en entenció e en volentat a ufici de rey pus
fortment que éser extranyat de les gents en los loes agrests, on
estava en vida erraitana, e pus fortment pudia usar de fortitudo...»
3°2 OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
6. Pero el prior respondió así a Blanquerna: — Nuestro
Señor Jesucristo, que es hombre mejor que San Juan Bau-
tista, sin comparación alguna, y andaba y estaba en compa-
ñía de los apóstoles, ha dado significación que más noble
virtud es la perseverancia entre los hombres que viven jun-
tos en comunidad, y en quienes no se pierde la perseveran-
cia por la compañía de otros hombres, que aquella perseve-
rancia que se halla solamente en un hombre que está solo
y sin compañía. — Por cuya razón convenía que, según razón
de justicia y esperanza, fuese Blanquerna obediente en acep-
tar aquello que el abad y todo el monasterio quería y le
rogaba.
CAPÍTULO LIV
De la obediencia
1. El monje bolsero dijo a Blanquerna que en todo el
mundo no había virtud más meritoria que la obediencia.
Y como la obediencia sea mayor en el hombre que se sujeta
a la voluntad de otros que no el que vive solo en su ermi-
ta, por esto sería Blanquerna más contrario a la obediencia,
si la dejase de tener y profesar allí donde es más virtuosa
y a Dios más agradable.
2. Respondió Blanquerna con este ejemplo: — En cierta
ocasión sucedió que un hombre ciego tenía un hijo que le
guiaba cuando iba pidiendo limosna de puerta en puerta por
amor de Dios. El hijo del ciego crió un perro y le enseñó
a guiar a su padre. Por muerte de su hijo, se vió precisado
el pobre ciego a guiarse por el perro que llevaba atado, como
su hijo le había enseñado. Y saliéndose un día fuera de la
ciudad, se encaminó a una aldea 1 para pedir limosna por
amor de Dios. Por el camino saltó una liebre, y el perro, que-
riéndola alcanzar, se salió del camino, y el ciego le seguía.
Pero el perro, persiguiendo a la liebre que se había bajado
por un despeñadero, quiso andar tras la liebre; y el pobre
ciego, que seguía al perro, se cayó por el despeñadero y se
rompió una pierna y \ se crujió todo. — Y prosiguió Blan-
querna con estas palabras :
3. — Grande es la gracia que hace Dios al hombre cuan-
do le da vista corporal, para que los ojos de la mente obe-
dezcan a aquello que la vista corporal significa en las cria-
turas visibles de la nobleza del Creador; pero mayor gracia
hace Dios al hombre cuando su voluntad obedece a los ojos
1 Las palabras apara... Dios» son una amplificación de! 'traductor.
3 También está de más «y se crujió todo».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 54 303
de su entendimiento, que entiende aquellas cosas a que la
voluntad debe ser más obediente, porque la voluntad obe-
diente a aquel que no tiene entendimiento es semejante al
estado en que me hallo. Y si el entendimiento hubiese de ser
obediente a la voluntad, no estaría la inteligencia en tan
grande honor mientras la voluntad no le fuese mucho más
obediente.
4. Cuando Blanquerna hubo acabado estas y muchas
otras razones, el padre sacristán quiso responderle, y dijo
así; — Muy bien conocemos y entendemos el símil con que
os habéis explicado, significando en esto que la voluntad
está en peligro de errar cuando obedece al entendimiento
en quien hay falta de inteligencia; y por esto, en fuerza de
las mismas razones vuestras, queremos que la caridad y jus-
ticia hagan juicio sobre ello. — Mientras el sacristán decía es-
tas palbras, vino un criado a decirle que fuese a dar el viá-
tico a un fraile lego que estaba enfermo a la muerte. Fuese
luego el sacristán, y el abad y todos los monjes acompañaron
el santísimo cuerpo de Jesucristo y confortaron al enfermo.
Cuando el padre sacristán dijo al enfermo que él debía creer
que aquella hostia consagrada era el verdadero cuerpo de
Jesucristo, respondió el enfermo que él no creía que aque-
lla hostia, que veía bajo la figura del pan, fuese carne de
Jesucristo.
5. Escandalizáronse mucho el abad y todos los monjes
cuando vieron que el fraile estaba en aquel error y descreen-
cia; y por eso llamaron a Blanquerna, y le rogaron que ex-
hortase al enfermo y le instruyese, para librarle del error
en que estaba. Obedeció Blanquerna a este ruego, y pregun-
tó al enfermo si el entendimiento humano tenía más noble
virtud que los ojos corporales. El enfermo concedió que en
el entendimiento era más noble cosa la inteligencia que la
vista en los ojos corporales. Entonces Blanquerna dijo al
enfermo que, supuesto que la inteligencia era cosa más no-
ble que la vista corporal, convenía que el hombre fuese más
obediente a la inteligencia que a la vista corporal, para que
así guardase el hombre a la inteligencia su honor; la cual
entiende en la hostia consagrada una obra de gran milagro
hecha por el poder divino, así como entiende que el mundo
es creado de la nada.
6. Díjole también que naturalmente, bajo la forma del
cuerpo del hombre, están los cuatro elementos que son invi-
sibles a los ojos corporales, los cuales no ven otra cosa sino
solamente la forma o figura del hombre, en la cual están
compuestos; pero la forma primera de los elementos existe
en aquella forma secretamente, según 3 el entendimiento bien
' No leemos en e! original «según el entendimiento bien lo
percibe».
304 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
lo percibe. Luego, pues, si la naturaleza es bastante y tiene
poder suficiente para hacer tal obra, ¿cuánto más lo serán
el poder, la sabiduría y la voluntad de Dios en hacer que la
carne y cuerpo verdadero dé nuestro Redentor Jesucristo
existan bajo los accidentes y figura de pan ? Porque, si esto
no fuese así, Dios no daría muestras de que su poder sea
sobre el poder natural. — Estas y otras muchas razDnes dijo
Blanquerna al enfermo 4, las cuales creyó. Y confirmado
por ellas en la fe, recibió el sacratísimo cuerpo de Jesucristo,
como fiel cristiano, y adoró y alabó a Dios por haberle
sacado del error en que solía estar. Murió después el enfer-
mo devotamente con fe y Dios llevóse para sí a su alma.
Poco después de este suceso se volvieron el abad y dos mon-
jes a aquel razonamiento en que estaban con Blanquerna.
7. Y di jóle el abad lo siguiente: — Este caso que ahora
acaba de acontecer con 5 este fraile, a quien Dios haya per-
donado, es para nosotros un vivo ejemplo y manifestación
de que Dios nuestro Señor quiere que vos seáis su servidor
en nuestra compañía; porque si vos ahora no hubieseis
estado con nosotros, sin duda que Dios hubiera perdido a
esta alma, que hoy ha pasado de esta vida, y de su conde-
nación tuviéramos nosotros grande escrúpulo y cargo de
conciencia por la ignorancia que en nosotros hay, en cuanto
ninguno sabíamos decir al difunto aquellas razones que vos
le habéis dicho. Muchas veces sucede que dispone Dios seme-
jantes casualidades para que por ellas perciba el hombre
y entienda la voluntad de Dios. Y vos no solamente habéis
aprovechado al alma del difunto, sino aun a todos nosotros
habéis dado doctrina con que podamos contrastar a las ten-
taciones, siempre que las tengamos en semejante caso.
8. Respondió Blanquerna y dijo : — Aun hay otra mane-
ra con la cual puede el hombre librar de error a aquel que
tiene tentación contra la verdad del sagrado cuerpo de Jesu-
cristo, y es por medio de la fe; porque Dios quiere que el
hombre sea obediente a la fe, mortificando la imaginación
cuando quiere dar al entendimiento falsa semejanza contra
la obra del poder divino; y vosotros podéis usar de este
modo, aunque os halléis en ignorancia por falta de cien-
cia.— Pero el abad respondió a Blanquerna, y dijo que es
más fuerte cosa y más segura combatir al error con fe y con
inteligencia que con la fe solamente, y por eso la justicia
acusa a nuestra conciencia, la cual es contra vuestras razo-
nes excusándoos de nuestra compañía.
4 «lo qual reebé lo cors de Jesu Christ, com a fael crestià».
6 Sobran las palabras «con... perdonado».
LIBRO DE EVAST Y HLANQTERNA. — C. 55
CAPITULO LV
Del consejo
1. Blanquerna consideró muy bien y pensó en todo lo
que le habían dicho y en el suceso de la tentación del difunto.
Y mientras Blanquerna estaba en esta consideración, el
abad y todos los monjes le rogaban y persuadían a que
entrase por monje. Y Narpán, llorando, dijo a Blanquerna
estas palabras : — Amable amigo y maestro mío 1 Blanquer-
na, ¡en qué pensáis! ¿Por qué no obedecéis a los ruegos
del señor abad y de toda la comunidad, y mayormente a
vuestro entendimiento, el cual os hace cargo de conciencia
si no diereis a estos siervos de Dios inteligencia, con la cual
puedan más fácilmente tener conocimiento de Dios y 2 de
sus obras? Porque en cuanto el entendimiento es más exal-
tado en el conocimiento de Dios, en tanto la voluntad se
halla más altamente dispuesta para ser exaltada en ei amor
de Dios y de sus servidores. Por donde, si vos ahora os
hacéis monje, yo también entraré con vos, y quiero ser vues-
tro compañero y vuestro sirviente, y de este modo aprove-
charéis a vos mismo y a todos los demás, y si os estuviereis
solo en el desierto, no aprovecharéis sino a vos tan sola-
mente.
2. Respondió Blanquerna, diciendo que injuria se haría
al hombre contemplativo que vive solitario por el amor
de Dios, si su oración no aprovechara a otro sino solamente
a sí. — Pero yo [ — dijo — ] he entrado en consideración por
otro modo, a saber, por la conciencia s, la cual me hace
acordar en mi corazón de la devoción y de que muchas
y diferentes voluntades deben ser unidas y estar sujetas
debajo de un iluminado y exaltado entendimiento, el cual
sea su director y pastor; y la conciencia me hace acordar
también del capítulo de devoción y del daño que sienten los
discípulos del entendimiento cuando no tienen devoción. —
Luego, pues, por todas estas razones — dijo Blanquerna al
señor abad y a los demás — , debe el hombre en todas cosas
obrar con deliberación y consejo antes de pasar de un
propósito a otro. Y así, que él se aconsejaría con las siete
' «Amable amic Blanquerna». dioé simplemente el autor.
1 «y de sus obras» lo añade el traductor.
3 «per la conciencia qui-m fa remembrar que diverses volentats
deuen ésser ovelles e deuen estar sots il·luminat e exalçat enteni-
ment, qui sia lur pastor».
30Ó
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
virtudes, las cuales le habían dado buen consejo muchas
veces. De esta respuesta4 quedaron el abad y todos los
monjes con gran júbilo y alegría, y rogaron a Dios que,
en aquel acuerdo y consejo que Blanquerna se había reser-
vado para su determinación, se les fuese salvado su derecho
y satisfecha su necesidad.
3. Todo aquel día y toda la noche estuvo el pensamiento
de Blanquerna ocupado en otras muchas consideraciones,
porque algunas otras cosas debe el hombre considerar en
el medio 5 antes de entrar en el consejo principal de aquello
que entiende inquirir ; porque por razón que el entendimiento
comienza nuevamente a restablecerse en su virtud en aquello
que el hombre intenta haber, de ahí el entendimiento entiende
aquella cosa más clara y manifiestamente, por haberse hecho
en ello doblado discurso. Al otro día por la mañana, después
de haber oído misa, hizo Blanquerna su oración, como había
siempre acostumbrado, y finida su oración, volvió en sus
pensamientos y revocó en su memoria a cada una de las
siete virtudes de por sí, y continuó en esta consideración
hasta hora de nona, que le llamaron a comer. Después de
haber comido, se fué Blanquerna al jardín a pasearse un
poco y recrear su espíritu para entrar en oración, y después
de ella se fué a tomar la siesta, para que de este modo la
comida fuese más prontamente digerida y en la noche pudiese
velar mejor y considerar. Pero aquella noche no quiso velar,
sino que se puso a dormir para poderse levantar muy de
mañanita y entrar otra vez en sus pensamientos y considera-
ciones, por razón que siempre que oraba o meditaba por
las mañanitas, su imaginación tenía mayor concordancia
con el entendimiento.
4. Levantóse Blanquerna a la hora de maitines, y en-
tróse en el jardín para mirar al cielo y las estrellas, y con
esto tener mayor devoción. Arrodillóse en tierra y santiguóse
y, alzando sus manos y ojos al cielo con afectuosa voluntad,
rogó a Dios nuestro Señor fuese servido de acordarse de
su servidor y le diese luz para obrar todo aquello que fuese
de su mayor agrado. Por voluntad de Dios fué inspirado
Blanquerna en determinarse de ser monje, porque consideró
y entendió que podía hacer mucho mayor bien y servicio
a Dios estando en el monasterio que en el desierto. Y con-
firmándose en este propósito, se acordó que toda la vez que
había considerado sobre aquella materia había formado
4 El texto catalán dice sencillamente : «L'abat e tots los altres
pregaren Déu...»
* «en lo mig ans que entre en consell; car l'enteniment co-
mença novellament a retornar en sa virtut sobre açò que hom proposa
a perseguir, e l'enteniment ho entén pus manifestament per ço car
hi <':<. fet doble retornament.o
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA.
56
aquel mismo concepto, sin que ninguna de las virtudes le
hubiese contrariado. La esperanza le puso en el consuelo
y confianza de que podría venir tiempo en que sería ermitaño
y en aquella vida que tanto deseaba, y la prudencia le hacía
entender que la vida que él haría en aquel monasterio sería
ocasión de multiplicar su santidad en vida ermitaña.
5. Habiendo Blanquerna concebido esta devoción, se
fué al capítulo, donde encontró al abad y todos los monjes,
que hablaban con Narpán de la santa vida y gran ciencia
de Blanquerna, y éste se arrodilló delante del abad y toda
la comunidad que allí estaba, y se entregó a la orden y a
todo el convento, sin retención ni condición alguna °, para
en todo y por todo obedecer sus preceptos, pidiendo le vis-
tiesen el hábito ; de lo cual tuvieron el abad y todos los mon-
jes grande gozo y alegría. Blanquerna y Narpán recibieron
el hábito y la bendición con mucho agrado, y después hicie-
ron los votos y promesas que se requerían en aquella orden.
CAPÍTULO LVI
DE LA ORDENACIÓN DE LOS ESTUDIOS
1. Al día siguiente, el abad y toda la comunidad entra-
ron en el capítulo con Blanquerna, para el fin de ordenar
y establecer los estudios. Y fué ordenado por todos que se
destinase un puesto del monasterio que fuese más a pro-
pósito y conveniente para estudiar y leer. Después de haber
destinado el puesto proporcionado para el estudio, ordena-
ron también el tiempo, porque sin ordenación de tiempo no
puede ser provechoso ni duradero el estudio. Después de la
ordenación del tiempo, ordenaron de las personas que debían
destinarse para las escuelas, según proporción de la edad,
de la inclinación, de natural entendimiento y de buenas cos-
tumbres, y, finalmente, después de todas estas ordenaciones,
quisieron determinar qué ciencias debían enseñar y estudiar.
Mientras se discurría sobre el establecimiento de las ciencias
que se debían estudiar, un hombre trajo al capítulo una carta
de dos monjes en que pedían dineros para su gasto y compra
de libros de jurisprudencia. Leyó el abad aquella carta en
presencia de todo el convento, y después refirió a Blanquer-
na cómo ellos mantenían dos monjes en Montpellier para
estudiar de leyes, para poderse servir de ellos en el monas-
terio en sus negocios temporales. Al tiempo que el abad re-
• Las palabras «para... hábito» son tina amplificación del texto
primitivo. .
308 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
feria estas cosas, vino otro hombre a decir que un fraile lego
estaba muy malo en una granja del monasterio, y que en-
viase luego a llamar un médico para visitarle y recetarle
lo que fuese menester. Envió el abad luego un criado a la
ciudad por un médico, y éste no quiso ir a la granja sin gran
propina, y aun no quería estar con el enfermo más que un
día, y él fraile se murió por falta de médico que le visitase
a menudo, y el abad y monjes tuvieron gran disgusto y
escrúpulo de conciencia por su muerte.
2. Estando aún en capítulo el abad y monjes, aconteció
que un obispo por casualidad pasó por aquel monasterio y
entró en el capitulo, donde fué recibido por el abad y monjes
con grande honor y reverencia. El obispo era un gran pre-
lado y hombre sabio en mutíhas ciencias, y por eso hizo mu-
chas preguntas y propuso algunas cuestiones sobre varias
ciencias y materias; pero ninguno de aquellos monjes supo
responder a ellas, sino Blanquerna solamente, el cual res-
pondía y expositaba con razón natural todas las cuestiones
del obispo. Todo aquel día se ocupó la comunidad en cortejar
al señor obispo 1, manteniéndole la conversación caritativa-
mente, y al otro día, por la mañanita, montó a caballo y
prosiguió su camino. Y el abad y monjes 2, después de haber
celebrado misa, se volvieron a juntar en capítulo para orde-
nar sobre qué ciencias había de enseñar Blanquerna.
3. Preguntó el abad a Blanquerna qué ciencias le pa-
recía que debía enseñar a los monjes y frailes que habían de
estudiar. — Señor — respondió Blanquerna — , en cierta oca-
sión sucedió que un hombre fué vulnerado de muerte, ha-
biendo recibido una herida en la cara y otra mortal en el
vientre. El médico aplicó primeramente sus remedios para
curarle la herida de la cara, que había visto primero, y
mientras se ocupó en curarle la cara, el hombre fué per-
diendo tanta sangre por da herida del vientre, que acabó la
vida. En otra ocasión aconteció que una zorra preguntó a
una gallina 3 para qué tenía las alas y el pico, las plumas y
las uñas. Respondióle la gallina que por la necesidad, y que
la naturaleza le había dado todas estas cosas porque le eran
necesarias. Por esta parábola y por otras muchas — dijo Blan-
querna al abad — podéis entender cuáles son las ciencias más
necesarias que deben aprender vuestros monjes.
4. El abad y todos los monjes rogaron a Blanquerna les
declarase las palabras que les decía por símiles. Y éste des-
pués les declaró el ejemplo del hombre vulnerado por otro
ejemplo, diciendo: — Una vez sucedió que un abad envió un
monje a estudiar, el cual era muy bien disciplinado cuando
1 Está de más «manteniéndole... camino».
- «l'endemà matí, après la missa*.
3 «una volp demanà a l'àguila... L'àguila respòs».
LIBRO DE EVAST V BLANQUKRNA.
56
salió del monasterio. Y el tiempo que estudió estuvo en com-
pañía de otros estudiantes seglares y mundanos, y aprendió
las malas costumbres de aquéllos, olvidando las buenas que
tenía, y por eso, cuando el monje volvió al monasterio, era
muy vicioso, y con las obras les enseñó vicios, y con su doc-
trina ciencia; y con los vicios corrompió todos los monjes
en malditas costumbres y abusaron de la ciencia que les
había enseñado. — Cuando Blanquerna hubo declarado el pri-
mer ejemplo, les declaró el segundo por otro ejemplo, di-
ciendo: — «Sucedió una vez que, estando un ruiseñor en un
árbol muy frondoso y florido, le preguntó al árbol por qué
tenía tantas hojas y flores. Respondió el árbol que la natu-
raleza había ordenado que en él fuesen las hojas y las flores
para que fuesen en él los frutos. Luego, según estas pala-
bras— 4dijo Blanquerna—, está significado que, pues nosotros
estamos en este lugar y hemos, desamparado el mundo, con-
viene que tengamos distiritas ciencias, para poder obtener la
ciencia de la sagrada teología, la cual es el fin y comple-
mento de todas las demás ciencias 4.
"* Sabido es que, hasta el siglo XIII, casi no existían más centros
de formación científica que las escuelas monacales, para la instruc-
ción de los mismos monjes, y las catedralicias, en que se educaban
los hijos de los nobles que aspiraban a las prebendas eclesiásticas.
Mirando solamente a España, algunas de estas escuelas, como la
de la catedral de Vich, alcanzaron un renombre glorioso, y no me-
nos alto fué el nivel a que llegaron los estudios en los monasterios
de Ripoll, San Millán de la Cogolla, Santo Domingo de Silos y
San Juan de la Peña. Mas no siempre en todas y en cada una de
estas instituciones monacales y catedralicias se había dado a la
sagrada teología el lugar de honor que para ella reclamaba Ramón
Llull y reivindicaría más tarde solemnemente el concilio de Trento.
¿ No era el Doctor Iluminado, para no citar sino uno solo de sus
libros, el que había escrito en Doctrina pueril (Mallorca, 1278) :
«Theologia és sciència en parlar de Déu. On aquesta sciència de
Theologia sàpies, fill, que és pus noble sciència que totes les altres :
e car equesta sciència majorment sia conservada e amada per los
hòmens religiosos, per assò són honrables. Amable fill : los cler-
gues són establits en lo món per so que aprenen Theologia, e que
la mostren als hòmens, per tal que sien amadors de Déu, e que-s
sapien guardar de peccat. On per assò los clergues qui amen més
altra sciència que Theologia, no seguexen los comensaments per
los quals són clergues» (ORL, I, 134)"
Requisito indispensable para que los alumnos del clero regular
y .secular apreciaran, cual conviene, la ciencia de la sagrada teo-
logía, qui és fi c compliment de totes altres ciències, era ía erección
de cátedras de teología en los monasterios, como se declara en este
capítulo, y también en las catedrales, como se verá en el capítu-
lo 68. Recordemos que, más de dos siglos después, el concilio Tri-
dentino hará de ello una solemne obligación en el primer decreto
de reforma, de la sesión V (17 de junio 1546).
Cf. nuestro estudio Reminiscencias lulianas en la. obra reforma-
dora del concilio de Trento, en Boletín de la Sociedad Arqueológica
Luliana, 29 (1945), 481 ss.
Está fuera de duda que, bajo el velo simbólico de los monjes
de que se habla en todo el lib. II De religión, se esconden los de
510 OBRAS LITERARIAS DE í>LAMÓN LLULL
5. Cuando Blanquerna hubo declarado las parábolas y
ejemplos sobredichos, ordenaron que Blanquerna primera-
mente les enseñase gramática, para mejor entender las otras
ciencias, y después les enseñase la lógica, para entender y
aprender la filosofía natural, y la filosofía moral, para que
mejor entendiesen la teología; y cuando hubiesen aprendido
la teología, les enseñase la medicina, y después la ciencia del
derecho. Mientras se establecía esta ordenación, uno de los
monjes dijo que le parecía imposible que los estudiantes pu-
diesen aprender todas estas ciencias. Pero Blanquerna res-
pondió que de cada ciencia podrían aprender cómodamente
lo que era menester, y después, a la fin, con un año o poco
más tiempo, los principios y el arte de cada una de las cua-
tro ciencias principales y más necesarias, que son: la teolo-
gía, la filosofía natural, el derecho y la medicina; y con los
principios, en debida forma .enseñados y aprendidos por el
arte, podían usar después de las ciencias, según les fuese
necesario; porque con los principios bien ordenados y ense-
ñados por el arte en una ciencia, puede el hombre usar de
otros principios y servirse de ellos en otras ciencias.
la tan conocida como amada abadía de Santa María de La Real,
de Mallorca, entre los cuales el cultivo de la ciencia no era muy
vehemente en la época del polígrafo mallorquín. Como en él no 6e
daban clases de estudios generales, los que se consagraban a la cien-
cia eran enviados a Montpellier, en donde asistían a las lecciones
públicas de una Universidad en que prevalecían las ciencias de medi-
cina y derecho. Con ello el monasterio' de La Real siempre tenía en-
treabierta una puerta a la relajación, ya que no era raro que a los
estudiantes que volvían de la Universidad se les hubiera pegado algún
tanto el polvo de la vanagloria del siglo ; por esto, ¿ por qué no
establecer en cada monasterio un estudio general, en donde los mon-
jes, sin salir de la clausura, cultivaran con ahinco las ciencias ecle-
siásticas ? De esto se seguirían notables ventajas, tales como el in-
cremento de la vida contemplativa y el buen nombre del monasterio.
Cf. P. G. Seguí, M. SS. CC, El cenáculo del beato Ramón Llull, en
Analccta Sacra Tarraconensia, 15 (1942), 8 y 9.
Aun otro bien reportaría la ordenación de tales estudios al
monasterio : el aumento de vocaciones, hasta entre la clase rica,
como se desprende de lo que dice el autor de Blanquerna en el
siguiente capítulo, es a saber : «Una vegada s'esdevenc en est mo-
nestir que un fill de un burgués molt honrat se volc retre monge,
e lo pare ab gran re de sos amics vengren en est monestir e for-
çadament tragueren-lo del monestir, dients que ells no volien con-
sentir que fos monge per ço car nosaltres (los monges), havíem
defalliment de letres ; e consentiren que fos en altre ordre on havia
hòmens molt letrats» (ORL, IX, 193).
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 57 JII
CAPÍTULO LVII
De la vanagloria
1. Conforme la ordenación arriba dicha, enseñaba Blan-
querna a aquellos monjes las ciencias referidas y el arte de
cada una de ellas. Y un día, mientras Blanquerna les ense-
ñaba, estando el abad en su cuarto en compañía del prior y
del bolsero hablando de Blanquerna y sus discípulos, el bol-
sero dijo al abad y al prior que él se temía que vendría tiem-
po en que ellos serían despreciados por los discípulos de
Blanquerna, por razón que la ciencia es ocasión de vanaglo-
ria y soberbia, por lo cual son despreciados los que no tienen
ciencia. Y, por eso, el bolsero aconsejaba al abad y prior que
quitasen los estudios, y mayormente por el motivo del gran
gasto que ocasionaban al monasterio.
2. Consideraron mucho el abad y el prior la propuesta
del bolsero; pero como el abad era hombre muy santo y de-
voto, aunque no muy sabio, tenía buen juicio natural, acom-
pañado con devoción, y por eso dijo al bolsero estas pala-
bras: — lEn la ciencia natural hay un libro que trata de las
virtudes morales, y Blanquerna enseña en teología tres vir-
tudes teologales. Y así, aquellas virtudes serán razón y doc-
trina para los estudiantes, como tengan humildad y concien-
cia 1 y nos honren y respeten a nosotros, que somos sus pro-
curadores y proveedores en que ellos tengan ciencia, y por
eso yo vivo en la esperanza que la vanagloria y soberbia no
inclinarán sus corazones a cosa alguna contra nosotros que
sea villanía ni maldad.
3. El prior imaginaba, consideraba y deseaba frecuen-
temente ser abad por muerte de éste; pero, por cuanto se
reconocía hombre de poca ciencia, consideraba que si el abad
muriese, de consecuencia sería elegido Blanquerna o alguno
de sus discípulos, por cuyos recelos el prior vivía triste y
melancólico y deseaba que se perdiesen los estudios. Pero
como el abad era muy diferente y de santa vida y estaba
todos los días muy vigilante sobre las operaciones y porte
de los monjes, viendo al prior todos los días tan triste y pen-
sativo, quiso saber la causa de su continuada tristeza; por-
que muy mal indicio es en el monje y cualquier religioso el
estarse triste todo el día, mientras no lo esté por tener pre-
sente en su memoria los pecados que ha cometido o las cul-
1 (humilitat e jr.stíeia».
312
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
pas y defectos que hay en este mundo, por los cuales no se
hace a Dios aquel honor y reverencia que le pertenece.
4. Por eso el abad mandó al prior, en virtud de santa
obediencia, le revelase y declarase la tristeza que reinaba en
su corazón. A que respondió el prior diciendo que la causa
de sus pensamientos y tristeza era cosa secreta, la que no
convenía ser sabida sino por vía de confesión. Con esto en-
tendió el abad que la tristeza en que estaba el prior no era
virtuosa, y acordándose del día en que el bolsero le dijo
aquellas palabras ya referidas, por esto el abad refirió al
prior este ejemplo: — En cierta ocasión aconteció en este
monasterio que un joven, hijo de un ciudadano muy honrado,
quería entrar monje. Pero su padre con otros amigos suyos
vinieron aquí, y por la fuerza le sacaron del monasterio, di-
ciendo que de ninguna de las maneras querían consentir que
fuese monje de este monasterio, porque nosotros teníamos
falta de ciencias y de saber, y consintiéronle que se hiciera
fraile de otra religión en que había muchos hombres de le-
tras y ciencias.
5. Mientras el abad hablaba con el prior, diciéndole
muy buenas palabras de consuelo para librarle de la tristeza
en que estaba, llegaron 2 al monasterio dos religiosos ex-
tranjeros muy doctos, y vinieron con mucha reverencia a
visitar al abad, que estaba con el prior, y aquél les recibió
con mucho agrado, haciéndoles entrar en su cuarto, en donde
se mantuvieron los cuatro juntos por gran rato hablando
siempre de Dios. Los dos religiosos proponían al abad y al
prior algunas cuestiones de teología y de la Sagrada Escri-
tura, pero ninguno de ellos sabía responderlas. Y estando
en esta conferencia, se acordó el abad de un monje discípulo
de Blanquerna, que estaba siempre manifestando gran con-
tento y alegría, y le envió a llamar para que respondiese a
aquellas cuestiones que los dos religiosos extranjeros pro-'
ponían. Vino luego aquel monje y les soltó las cuestiones,
y él les propuso otras, a que no supieron responder. A este
tiempo, el aposentador fué a llamar a comer a los dos re-
ligiosos, y habiéndose ya despedido, preguntó el abad al mon-
je cuál era la causa de estar siempre tan alegre y contento.
— Señor — respondió el monje — », tan grande es el gusto que
recibo de lo que aprendo en la ciencia de filosofía, por la
cual se me da ocasión de tener conocimiento de Dios, y me
tengo por tan venturoso y bienaventurado de estarme en la
religión y haberme huido del mundo, que de día y noche es-
toy en continuo gozo y alegría. Y mayormente porque mi
ciencia me hace despreciar al mundo y la vanagloria y me
hace amar a Dios y a la humildad.
- «-ij- religiosos vengreñ al monestir, qui eren grans clergues».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERIA. — C. 57 313
6. El monje se volvió a oír la lección de Blanquerna, en
la cual demostraba por razones naturales de filosofía cómo
las criaturas significan a su Creador y a sus obras, y el abad
se quedó en su cuarto con el prior y le refirió este ejemplo :
— -En cierta ocasión sucedió que entre el pino, la palma y la
higuera hubo gran cuestión, ponderando cada uno la nobleza
con que Dios le había dotado por naturaleza más que al otro.
Allegaba el pino que la piña y la cascara del piñón estaban
en él para conservar al piñón, que era su semilla, la cual era
conservadora de su especie y linaje, y por eso era él más
noble que los otros. La palma defendía su derecho y decía
que ella era más noble, porque daba dulzura al dátil y en su
hueso conservaba su naturaleza. La higuera decía que ella
valía más que los dos, porque todo el fruto que ella daba era
dulzura y todo bueno, dentro y fuera. Y así, del mismo modo
— dijo el abad al prior — , puede ser consolada vuestra alma,
porque nosotros somos la corteza y la cáscara, y Blanquerna
y sus discípulos son el grano; nosotros somos lo que está
por defuera del dátil, que el hombre come, y el hueso es
la conservación de las ciencias; y por esto, muertos nos-
otros, vendrá tiempo que todo este monasterio será seme-
jante al fruto de la higuera, y en él habrá muy grandes y
doctos eclesiásticos, muchos abades, oficiales y estudiantes.
7. Por las razones y símiles del abad conoció el prior
su error, y empezó a descubrir sus faltas, confesando al abad
cómo la soberbia y vanagloria le habían inducido a la ambi-
ción de honores, con lo cual se quedó su alma aliviada del
trabajo y molestia en que le había tenido la tristeza por
mucho tiempo, y por eso dijo al abad estas palabras: — En
cierta ocasión sucedió que un hombre muy rico estaba gra-
vemente enfermo, y sentía mucho su muerte, porque había
de dejar sus riquezas a su mujer y a sus hijos, y por la
tristeza de su alma y por el temor de la muerte, era ator-
mentado en dos maneras: de una parte, por la enfermedad,
y de otra, por la tristeza de su alma. — Cuando el prior hubo
revelado sus pensamientos con este ejemplo, pidió perdón
al señor abad de sus faltas, y salió de la opresión de su
tristeza y recuperó la alegría en que antes solía estar.
8. En 3 aquella tierra aconteció que, con motivo de cele-
brar el rey sus cortes para tratar negocios muy difíciles
y de grande importancia, consultaba los grandes barones y
prelados, y envió letras al abad de este monasterio para que
pasara a sus cortes, con orden de llevar consigo a los más
doctos y sabios monjes de su convento. El abad y el prior
pasaron a las cortes acompañados de Blanquerna y otros
8 «En aquella terra s'esdevenc quel rey tenc gran cort e demanà
de consell sos barons.»
314
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
monjes. Y en aquella asamblea fué tan distinguido Blan-
querna, que entre todos los dictámenes y consejos que se
propusieron al rey, sólo fué elegido y aprobado el de Blan-
querna, y éste predicó aquel día al rey y a todo su pueblo,
en que concurría un gran número de prelados y religiosos
que fueron llamados a aquellas cortes, y fué muy alabado
del rey y de todos los demás aquel sermón. Cuando el abad
y el prior se restituían con Blanquerna al monasterio, le
tocaban las especies sobre lo que había dicho en el consejo
y en el sermón, pero Blanquerna los divertía con otros asun-
tos, con el fin de mortificar en sí la vanagloria. El abad,
regocijado, ponderaba al prior cuán grande era la gracia y
virtud de Blanquerna, que así acertaba en todos sus hechos,
y el honor que por él habían recibido en aquel día todos los
monjes de su monasterio, y cómo el rey, por el gusto y satis-
facción que había tenido de Blanquerna, había elegido sepul-
tura en aquel monasterio.
CAPÍTULO LVIII
DE LA ACUSACION
1. Por el tiempo de la Pascua había ya Blanquerna con-
cluido la lectura de sus libros a los estudiantes, y por el
trabajo que había pasado en los estudios, el abad y el bolsero
quisieron llevárselo a las granjas, para que su persona tomase
algún recreo. Y a su potenza del monasterio mandaron
hacer prevención del pescado salado, salsas y otras muchas
cosas para llevárselo. Pero Blanquerna reprendió al abad y
bolsero de esta providencia, diciéndoles que llevaban estas
cosas para el viaje contra la virtud) de la esperanza y
pobreza ; y porque convenía que ellos hiciesen su viaje acom-
pañados de las virtudes, era muy justo que dejasen algunas
de aquellas cosas, que son contrarias a la vida austera y
semejantes a la vida activa. Muchas cosas de las que querían
llevarse el abad y bolsero las hizo dejar Blanquerna con
sus persuasiones, aunque el bolsero contradecía con grande
esfuerzo a Blanquerna, mayormente sobre las colchas, almo-
hadas, tazas y jarros que había descargado de la mula.
2. Mientras los tres estaban ya por camino, encontra-
ron al obispo que iba de paseo, y delante de él un sobrino
suyo a quien amaba mucho, con gran número de compañeros
que cazaban con azores y halcones y llevaban muchos perros
de varias especies. El obispo convidó aquel día al abad con
sus companeros, y juntos entraron en la ciudad y comieron
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 58
con el obispo, en cuya mesa se sacó gran variedad de viandas
muy bien guisadas, se presentaron muchas fuentes doradas
y otra vajilla de plata y gran multitud de familia que comía
todos los días en aquel palacio. Después de haber comido
y rezado la oración acostumbrada, se levantaron de la mesa,
y luego entraron allí algunos juglares con varios instrumen-
tos, que bailaron y cantaron y decían muchas palabras con-
trarias a los versos que habían rezado al levantarse de la
mesa. — Señor — dijo Blanquerna al obispo — , aquí veo estos
juglares que se tienen por obligados a daros gusto y placer,
por haberles vos dado de comer. Yo he comido con vos, y
por esto, si fuese de vuestro agrado, quisiera también ser
vuestro juglar y deciros algunas palabras que fuesen de vues-
tra complacencia y provecho. — Gustó mucho al obispo y a
los demás el que Blanquerna hablase y dijese lo que deseaba.
3. Entonces Blanquerna se levantó en pie, y empezó
a reprender agriamente al obispo de la superfluidad d¿ las
viandas que hacía guisar todos los días, de los vestidos, de
la excesiva familia que mantenía, de la abundancia de vajilla
de plata tan preciosa que tenía para la mesa, y, sobre todo,
le reprendía por el gusto que tomaba en oír aquellos juglares
y bufones, que son enemigos del honor de Jesucristo, por el
cual era él tan honrado, y quien había creado para él tantas
criaturas con que daba placer a su persona. Y sacando Blan-
querna un santo cristo que llevaba siempre consigo, lo
enseñó al obispo y a todos los que estaban allí, y prorrumpió
en estas vivas voces: — Muerto es Jesucristo y muerta es
devoción. Para honrar a Jesucristo son dadas las prelaturas,
dignidades, prioratos, canonicatos, pabordías y otros muchos
eclesiásticos beneficios; pero ¿quién es el que honra a Jesu-
cristo? No vos, sino quien honra a su santa pasión. — Lloró
mucho Blanquerna en esta ocasión, y el obispo y todos los
demás quedaron muy avergonzados de aquella reprensión
de Blanquerna, y el abad y el bolsero tomaron gran disgusto
de la reprensión tan fuerte que había dado Blanquerna al
obispo.
4. El abad y sus compañeros 1 se despidieron del señor
obispo y fueron a hospedarse en un monasterio, en el cual
había un célebre predicador que regía y gobernaba todo
aquel monasterio, el cual, por respeto de aquel gran predi-
cador, era muy respetado y frecuentado de toda la gente
de aquella comarca. Aquella noche fueron muy bien hospe-
dados y servidos en el monasterio el abad y sus compañeros ;
y el bolsero tuvo ocasión de conversar despacio con el pre-
dicador, y le aconsejó que se saliese de la en que estaba
y entrase en su orden. Cuando el abad y Blanquerna hu-
1 avengren a hostal en un monestir on havia un bon prevea dor».
3i6
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
bieron salido de aquel monasterio, el bolsero les dió parte
cómo él había procurado y solicitado aquel religioso tan
gran predicador que viniese a tomar el hábito de su monas-
terio; pero Blanquerna, reprendiéndole fuertemente, le dijo
estas palabras : — Envidia, que es defecto de caridad ; sober-
bia, avaricia e injuria, todos estos vicios vienen en nuestra
compañía. Aquellos buenos religiosos que esta noche nos han
hospedado han procurado agasajarnos y cariñosamente nos
han recibido y abrazado, y nosotros les hemos sonsacado y
hurtado un religioso que es la honra y complemento de su
comunidad. De esta maldad conviene sea hecha acusación en
capítulo y sea dignamente castigada.
5. Al anochecer fueron a hospedarse el abad, Blanquer-
na y el bolsero en otro monasterio, donde fueron muy bien
recibidos. Y mientras el abad y Blanquerna hablaban con
los religiosos que les enseñaban todo el monasterio, el bol-
sero se estaba en contienda con uno de aquéllos, diciendo
que era mucho mejor y más bella la iglesia, el claustro y
capítulo, el refitorio, dormitorio y demás partidas del mo-
nasterio de donde era monje que no la iglesia y demás cosas
de aquél. Y cuando hubieron altercado sobre esto, empezaron
a disputar sobre la orden de cada uno de ellos; y cada cual
alababa de tal manera la suya, que decía mal de la otra, y 2
mayormente el bolsero. Blanquerna atendió muy bien a las
palabras de éste, y guardólas muy bien en su memoria para
acusarle de ellas cuando entraría en su capítulo.
6. Continuando su viaje el abad, Blanquerna y el bol-
sero, pasaron por un paraje muy delicioso y abundante de
aguas, campos y viñas, árboles y muchos pastos, de que era
dueño un rico hidalgo, y el bolsero entonces dijo al abad que,
toda la vez que pasaba por aquel paraje, lo codiciaba para
la abadía, porque les sería muy provechoso y de gran cose-
cha. Pero el abad preguntó al bolsero si tendría el tesorero
dinero bastante para comprarlo. A que respondió el bolsero
que todo el caudal que tenía el tesorero lo había de menester
para pagar las deudas que habían contraído por ia compra
de un castillo; pero que, en habiendo pagado aquellas deu-
das, irían ahorrando dinero para comprar aquel predio, y se
moderarían en sus viandas, a fin que mejor y más pronta-
mente lo pudiesen comprar, cuyo ahorro y moderación ha-
bían ya hecho en ocasión que compraron el castillo. Blan-
querna notó muy bien y guardó en su corazón estas pala-
bras, y dijo que aun no se habían apartado de su compañía
la envidia, injuria y avaricia, por lo cual así exclamó : — ¡ Ah
infeliz, cuán grande es el error de este mundo! Pues no
2 «y mayormente el bolsero» es una amplificación del texto pri-
mitivo.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 58 .}I7
está defendido el religioso de pecado por el hábito que
viste, sino por la caridad y por la justicia. ¡Comer habas
y lentejas beber vino pasado y agrio, llevar largos hábitos,
dos capillas y estribos de madera y levantarse a maitines!
¿ Por qué no ayudáis a la justicia y caridad, para que estén
en nuestra compañía? — Y dicho esto, rogó al abad que se
volviese al monasterio, porque su alma estaba muy trabajada
y turbada y deseaba recrearse en compañía de sus discípu-
los hablando con ellos de Dios.
7. Cuando el abad, Blanquerna y el bolsero se hubie-
ron restituido a su monasterio, habiendo entrado en capítulo,
Blanquerna acusó al abad y al bolsero del grande equipaje
que llevaban por el camino cuando se partieron del monas-
terio, y dijo que el hombre constituido en religión debe tener
complacencia cuando en su viaje experimenta alguna falta
o necesidad de algunas cosas, porque aquella penuria le es
ocasión de tener esperanza, paciencia, pobreza y humildad,
y a los rústicos y demás personas que encuentra por el ca-
mino les sirve de buen ejemplo.
8. El abad y el bolsero acusaron también a Blanquerna,
porque reprendió tan fuertemente al obispo quien les había
convidado; pero Blanquerna se excusó diciendo: — La cari-
dad, verdad, justicia y fortaleza me hacían reprender al
obispo, el cual no podía darme ni ocasionarme daño alguno
en la vida corporal ni espiritual. Y si yo hubiese tenido
rubor y miedo en reprenderle, ¿en dónde estarían las vir-
tudes sobredichas? Y si yo me avergonzara y temiera de
hablar lo que es razón que diga, ¡sin duda me tendría por
gustoso de callar el deshonor e injuria que se hace a mi
Señor, Creador y Salvador! Amar y acordarse de Jesucristo
y aborrecer por él todo mal, se conviene contra el comer
y holgarse, olvidando el honor y las gracias que deben darse
a Dios.
9. Blanquerna se excusó muy bien, porque tenía buen
derecho, y acusó al bolsero, porque quiso sonsacar y hurtar
aquel buen predicador a los religiosos que los habían hospe-
dado tan cortesanamente. Y con muy fuertes y verdaderas
razones probó Blanquerna cómo envidia, falsedad, injuria,
villanía y codicia reinan en aquellos que sonsacan los unos
religiosos de otros, siendo contra la ley de comunidad cual-
quier religioso que sonsaca de cualquier orden a otro reli-
gioso, y puede aquel tal, por vicio de propiedad, ser acusado
y castigado.
10. Alabar alguna religión contra la irregularidad de
otra religión es cosa lícita; pero alabar una religión sobre
otra religión es decir mal de ésta, y es contra comunidad,
3 «Menjar faves, beure vi mudat...»
3i8
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
caridad, justicia, hermandad y unidad de Dios. Codiciar
villas y castillos es avaricia y propiedad. Empeñarse y pedir
prestado para adquirir villas y castillos y muchas posesiones,
es hacer compañía de religioso y de hombre seglar y es
hacer injuria a la pitanza y abstinencia del convento y a las
limosnas de los pobres. Empeñar el monasterio por la nece-
sidad de la comida, que falta por causa de la peste o por
falta de lluvias o por otras causas naturales, es cosa muy
lícita, y 4 lo es igualmente usar de la abstinencia y modera-
ción en las provisiones y en el comer con el fin de servir a
Dios. Y por eso dijo Blanquerna que acusaba al bolsero de
todos los antedichos cargos, y quería que en su presencia
le fuese dada una buena disciplina.
11. 'Sentenciado fué el bolsero a pasar por algunas dis-
ciplinas, a cuyo fin uno de aquellos monjes trajo un manojo
de mimbres atados, y queriendo sacudir al bolsero con todo
aquel manojo, se opuso Blanquerna, y tomó las mimbres y
desatólas, diciendo que muchas mimbres significaban vana-
gloria en dar disciplinas, porque causaban daño a la persona
en cuanto la cascaban y no daban 5 tanto sentimiento la
pasión como una varilla sola. Y por esto el bolsero fué dis-
ciplinado con una sola mimbre, por lo cual sintió mayor
pasión que la que habría tenido con todas juntas. Y desde
entonces fué ordenado y establecido que en adelante se diesen
las disciplinas sobre las carnes desnudas con una sola varilla.
12. Muy confuso y avergonzado se quedó el bolsero en
esta ocasión, y quiso excusarse de algunas cosas diciendo
estas palabras : — La razón por que yo soy acusado de envi-
dia y codicia es contra justicia y caridad, las cuales me ha-
cen desear que el monasterio tuviese muchas villas y casti-
llos y posesiones, para que en este monasterio pudiese haber
muchos monjes y pudiese hacerse mucha limosna. — 'Pero
Blanquerna respondió que nuestro Señor Jesucristo podía
haber tenido en este mundo la compañía de muchos prínci-
pes, si los hubiese querido, pero que, para significarnos y
demostrarnos humildad y pobreza, quiso elegir la compañía
de pobres hombres y pocos, para destruir la soberbia y va-
nagloria. Y por esta razón es mucho mejor querer y desear
la santidad de pocos hombres que no la multitud de muchos
en quienes se halle defecto, engaño y pecado; y que mayor
limosna dió Santa Sofía en la edificación de la iglesia de
Constantinopla que no el emperador, porque más agradable
era a Dios aquella malla que ella daba todos los días a aque-
lla obra, que todo cuanto el emperador expendía, por cuya
malla se edificó y concluyó la iglesia. Y porque vos, padre
* El autor silencia ay lo es... Dios».
c' «e no donaven sentiment de passió».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA
59
bolsero, os habéis excusado contra justicia y contra verda-
dero arrepentimiento y contrición, conviene que otra vez
hagáis satisfacción con disciplinas. Por lo cual el bolsero
fué otra vez castigado con disciplinas por razón que su
excusa no valía nada.
CAPITULO LIX
CÓMO BLANQUERNA FUÉ ELEGIDO SACRISTÁN
1. Por tanto tiempo continuó Blanquerna en leer y en-
señar a sus discípulos, que muchos de ellos se aprovecharon
maravillosamente y salieron grandes maestros y grandes
predicadores y muy devotos. Por la fama que se divulgó en
todas aquellas tierras de la gran doctrina que Blanquerna
enseñaba en aquel monasterio, muchos monasterios enviaban
a aquél monjes para, aprender la doctrina de Blanquerna,
y muchos hombres de aquella comarca se aficionaron 1 a
aquel monasterio por la doctrina y predicación de Blanquer-
na y de sus discípulos, en tanto que en él fundaron cape-
llanías perpetuas en sufragio de sus almas y de todos los
fieles difuntos. Grande fué el bien y la utilidad que granjeó
aquel monasterio por la ciencia que en él enseñaba Blan-
querna. Regentando aún Blanquerna su magisterio, aconte-
ció pasar el padre sacristán de ésta a la mejor vida.
2. Y deseando Blanquerna con vivos afectos estarse
todos los días en contemplación, no lo podía conseguir por
las ocupaciones del estudio en que vigorosamente trabajaba.
El abad y todo el convento determinaron que Blanquerna
fuese sacristán y que otro monje, que era ya gran maestro
en la ciencia que Blanquerna le había enseñado, gobernase
la escuela en lugar de su maestro. Conque nuevamente fué
ordenado Blanquerna de sacerdote, habiendo recibido con
gran temor y reverencia aquel sagrado oficio, reputándose
por indigno de recibirlo, y humilde y secretamente cantó
misa nueva sin fausto ni vanidad alguna. Fué asimismo nom-
brado sacristán, y cuidaba de tener muy limpia la iglesia y
todo cuanto pertenecía a su oficio. Celebraba misa todos los
días y estaba en oración. A la noche dormía en el suelo
delante del altar para honrar a la Virgen Santa María. Los
lloros y oraciones que hacía Blanquerna, ¿quién las pudiera
referir? El alto modo que usaba en su contemplación fer-
1 Debe suprimirse «se aficionaron... en tanto que».
320 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL |
vorosa, ¿quién le pudiera explicar? Y el arte que tenía en
elevar su alma a Dios, ¿quién lo pudiera saber?
3. Sucedió una noche que Blanquerna, después de las
completas, se estaba en oración, y por la grande abundancia
de devoción derramaba copiosas lágrimas, y meditaba cómo,
mientras el sacerdote estaba en el santo sacrificio de la
misa, que allí estaban presentes los ángeles haciendo reve-
rencia y honor al santo sacrificio y sacratísimo cuerpo de
Jesucristo, su Señor. Muy fuertemente concibió Blanquerna
esta consideración, y mientras estaba en este pensamiento,
y vencido del sueño, soñó todo cuanto había meditado, y con-
sideró que, por influjo de la grande imaginación que tenía,
cuando velando pensaba y meditaba en el sagrado ministe-
rio referido, le parecía, cuando dormía, que él cantaba la
misa y que San Miguel y San Gabriel se la ayudaban. Dos
o tres veces se despertó Blanquerna aquella noche, y cada
vez que se dormía tornaba en aquel sueño mismo; a me-
dianoche se levantó a tocar la campana, y cantó los mai-
tines con los monjes, y después púsose en oración, y revocó
a la memoria todo cuanto había soñado aquella noche. Mien-
tras Blanquerna recordaba todo esto, se revistió para cantar
misa. Y cuando estuvo ya delante del altar, le pareció que
a cada un lado del altar veía un ángel con alas, y que en la
una mano tenía cada cual una cruz y en la otra un libro.
Quedóse Blanquerna muy admirado de esta visión, y fué de
opinión que fuese realmente así como a él le parecía; pero
Blanquerna no quiso adelantarse a decir misa hasta que salió
de aquella duda, y, por esto, recurrió prontamente a las
virtudes, con las cuales a toda hora se había ayudado en sus
necesidades. Y primeramente la justicia le hizo acordar su
indignidad de poder ver a los ángeles. La prudencia le dió
inteligencia cómo, por el exceso e influjo de la consideración,
y por la flaqueza del cerebro y del sentido de la vista, que
se le había debilitado por la abstinencia y vigilias, y por ia
la gran vivacidad de su corazón, la imaginación le fantasea-
ba y representaba algunas vanidades con semejanza de
verdad. La fortaleza fortificó su corazón contra la potencia
imaginativa, la cual alguna vez imaginaba' alguna desorde-
nación, de la cual tomaba la vista algunas vanas semejan-
zas contra la verdad. Por todas estas virtudes fué ayudado
Blanquerna hasta que fué librado de la duda en que había
entrado, y después pasó a celebrar misa muy devotamente,
como siempre había acostumbrado.
4. Una noche aconteció que, estando Blanquerna solc.
en la iglesia, imaginó los demonios y sus horribles figuras
que toman cuando quieren espantar y atemorizar a los hom-
bres. Y mientras se hallaba preocupado de esta considera-
ción, sintió entrar en su corazón un grande espanto, por lo
LIBRO L»E EVAST y ULANQUERNA. C. 5Q ^21
cual tuvo gran miedo de estarse solo en la iglesia, y estuvo
en resolución de irse a dormir aquella noche en el dormito-
rio con los otros monjes; pero en este intermedio se acordó
y conoció que era tentado contra la fortaleza y contra la
prudencia, para que estas virtudes fuesen en él más exalta-
das, cuya exaltación adquirieron cuando Blanquerna se acor-
dó del grande y perfecto poder de Dios que podía así igual-
mente defenderle estando solo en la iglesia como en el dor-
mitorio en compañía. Y con esto fortificó su corazón contra
la tentación y el miedo que tenía, y poniéndose en oración,
se acordó cómo el gran poder de Dios, que había querido
que Blanquerna fuera tentado, como se ha dicho, era tan
poderoso en un lugar como en todos.
5. De muchas y varias maneras era tentado Blanquerna
de día y de noche; pero, luego que sentía la tentación,
inmediatamente traía a su memoria las siete virtudes, y,
según aquella virtud que era más conducente para mortifi-
car la tentación, adoraba a Dios en aquellas virtudes increa-
das que se representaban a Blanquerna por el recuerdo que
tenía de las siete virtudes creadas; y cuanto más era ten-
tado y mayor el combate con la tentación, tanto más eleva-
dos eran sus méritos, y por esto loaba y bendecía a Dios,
que le daba ocasión, como fuesen grandes sus méritos, para
que la divina justicia le diese gran gloria. En esta forma
vivía Blanquerna y servía a Dios todos los días. Grande era
la virtud que Dios nuestro Señor manifestase de sí mismo
en Blanquerna, porque era éste luz y ejemplo a todos los
otros monjes y a las demás gentes de aquella tierra, como
todos viviesen y perseverasen en santa vida. Y por la santa
conservación de Blanquerna, enviaba Dios su bendición 2
sobre todos los moradores de aquella comarca y a todas las
demás tierras circunvecinas, con salud, paz y abundancia
de frutos espirituales y temporales. Y todos, asimismo, ben-
decían y loaban a Dios por tanta virtud como había dado
a un hombre, por el cual 3 muchos hombres adquirían mu-
chas virtudes y abundaban de todos los bienes.
2 Según el original : «Beneïa Déu totes les gents e totes les terres
d'aquella encontrada en sanitat, pau, abundància de fruyts esperituals
e terrenals.»
3 «per aquell havien tantes virtuts molts hòmens».
322
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLtTLL
CAPITULO LX
CÓMO BLANQUERNA FUÉ ELEGIDO ABAD
1. La avanzada edad del señor abad no daba ya lugar a
su cansada persona en poder satisfacer y cumplir con todos
los negocios y necesidades del monasterio. Y habiendo en-
trado en capítulo con toda la comunidad, les pidió miseri-
cordia, diciendo estas palabras : — Mucho tiempo ha que por
vosotros, señores míos, se me está haciendo el honor de
tenerme por vuestro superior. Indigno me confieso de tan
grande honor que he recibido. A tiempo he llegado ya en que
me veo desposeído de fuerzas en mi persona, por cuyo mo-
tivo soy yo mucho más indigno de ser vuestro pastor. He
llegado ya ad fin de mis días, y por esto quisiera estarme
sujeto a alguno de vosotros, para que así pudiese ser yo más
obediente. Y por esto, os ruego muy de veras que tengáis
compasión de mí y elijáis entre vosotros a alguno por abad.
Y 1 si yo en algo hubiese faltado o cometido algún error-
contra vosotros, os pido perdón y os suplico me lo perdonéis.
2. De común consejo y acuerdo de Blanquerna y de toda
la comunidad fué resuelto conceder al señor abad la gracia
que les había pedido, para significar y demostrar caridad
y justicia, las cuailes requerían que se le fuese dado el pre-
mio correspondiente al trabajo en que por mucho tiempo
había perseverado y prestado en guardar y servir a sus
ovejas. La caridad quiso que al señor abad se le fuese seña-
lado un puesto conveniente en alguna granja del monasterio,
donde se estuviese y viviese por todos sus días 2, y también
un monje para que le sirviese, y, asimismo, se le diese a su
cuerpo alguna pitanza con que prolongase más su vida. El
abad dió muchas gracias a todo el capítulo por la miseri-
cordia que le habían concedido y les entregó el sello de la
abadía, renunciándola en presencia de todo el capítulo; y
todos los monjes determinaron y ordenaron que el señor
abad se quedase con ellos hasta tanto que hubiesen elegido
nuevo abad.
3. Fué acordado por los monjes que, conforme el Arte
de elección en que fué elegida sor Cana en abadesa, fuese
elegido también el abad. Y habiendo preguntado los vocales
a Blanquerna cuál de los monjes le parecía más digno para
abad, respondió con estas palabras: — (Común hermandad
1 Debe suprimirse el párrafo «Y si yo... perdonéis».
2 El texto primitivo pasa en silencio «todos sus días».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERIA. — C. 6o 323
es la caridad entre nosotros; luego se sigue que, para sig-
nificar que la caridad sea común virtud y para dar buen
ejemplo de nosotros mismos, sería cosa muy conveniente
que eligiésemos en pastor algún obispo de estas vecindades
que fuese hombre de más santa vida que otros obispos. — -
Respondieron los padres vocales, diciendo que no era cos-
tumbre en su Orden de elegir en abad hombre que no fuese
de su religión, y, mayormente, que ellos no creían que obispo
alguno quisiese dejar su obispado y entrar en su Orden para
ser abad, por razón de que el obispo tiene más amplia regla
que el abad.
4. Replicó Blanquerna a los vocales, diciendo que mu-
chas veces sucedía que de abades elegían a muchos obispos ;
y por eso era grande razón que de los obispos se eligiese
alguno en abad, siendo así que el ser abad se convenga más
con la vida contemplativa que no el ser obispo y esté más
con la vida activa que no el abad. Luego como la vida con-
templativa sea mejor y más cercana a Dios que la vida ac-
tiva, y de la vida contemplativa pasan los abades para ser
obispos a la vida activa, con mucha mejor razón pueden y
deben pasar los obispos de la vida activa para ser abades a
la contemplativa. Y por esta razón es y será cosa muy buena
que, de aquí en adelante, se introduzca la costumbre que el
obispo pueda y deba ser elegido abad, para que de este modo
la vida contemplativa sea exaltada y amada sobre la vida
activa. Y así — -dijo Blanquerna — , según mi entendimiento
y mi voluntad, hallo ser bueno que elijamos en abad a algún
obispo.
5. El uno de los siete vocales del capítulo era el bolsero,
y dijo a Blanquerna que, si eligiesen en abad a algún obispo
u otra persona extraña de la Orden y de su monasterio, sería
dar a entender que en él había falta de buenas personas dig-
nas de ser elegidas para abad ; por lo cual no convenía fuese
elegido para este ministerio obispo alguno, mayormente cuan-
do él creía que no era posible se encontrase obispo que qui-
siese dejar su obispado para ser abad. A esto respondió
Blanquerna: — -Las palabras del bolsero significan soberbia,
vanagloria, desesperanza y propiedad, contra la justicia, ca-
ridad y esperanza. Porque la prudencia quiere que la mejor
persona sea elegida, la caridad hace comunidad en diver-
sidad de Ordenes, la justicia condena la propiedad en aquello
que debe ser común caridad y hermandad y la esperanza
hace acordar que, si nuestro Señor Dios Jesucristo sufrió
muerte y pasión por los hombres que poseen obispados, por
consiguiente, nosotros encontraremos algún obisno que, para
honrar a Jesucristo, quiera dejar su obispado para la abadía.
6. El bolsero dejó esta razón que primero había pro-
puesto contra Blanquerna y tomó esotra, diciendo así : — El
324
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
abad debe estar acostumbrado a comer de nuestras viandas,
a seguir la comunidad, y debe estar bien instruido de nues-
tras costumbres, a fin que sea luz y ejemplo a todos nos-
otros, para que estemos y perseveremos en todas buenas
obras, y por eso, no me parece que hombre alguno que esté
fuera de nuestra Orden sea tan conveniente y a propósito
para ser abad como uno que haya perseverado por mucho
tiempo ordenadamente en la Regla de nuestra Orden. — Pa-
dre bolsero — respondió Blanquerna — , aun va siguiendo vues-
tra voluntad el camino y capti vidad de la desesperanza ; pues
que Dios, que os ha dirigido y enderezado en nuestra Orden,
puede dirigir y acostumbrar a otro religioso extraño, si
entrase en nuestra Orden, en todas las costumbres de la
religión. — (Mientras Blanquerna y el bolsero se contendían de
este modo, aquel obispo a quien Blanquerna había repren-
dido tan fuertemente cuando les convidó, como arriba se
dijo, vino a aquel monasterio, y cesaron las controversias de
Blanquerna y el bolsero, y salieron todos los monjes a reci-
birle y hacerle honras a él y a toda su familia.
7. El obispo quiso hacer grande honra a aquel monje
que había renunciado la abadía, según el honor que corres-
ponde hacerse a todo abad. Pero aquel monje refirió al obis-
po la gracia que el capítulo le había concedido, habiendo
resignado y renunciado la abadía, y cómo le había asignado
una granja muy deliciosa, donde pudiese vivir fuera del mo-
nasterio y dar en aquel lugar alguna pitanza a su cansado
cuerpo, algo mayor de la que en el monasterio podía haber
significado a la comunidad. El obispo 3 tuvo gran complacen-
cia de lo que el monje le dijo, y le rogó muy de veras le
quisiese admitir en su compañía, para que ambos a dos pu-
diesen contemplar en Dios. Apreció mucho el monje la com-
pañía del obispo, y juntos se fueron a habitar en aquella
granja; y aunque el obispo llevaba toda su familia, pero no
se quedó con él sino un solo criado. Largo tiempo estuvo
aquel prelado con el monje haciendo penitencia, empleando
los días su conversación en cosas de Dios y de su gloria y
de la vanidad de este mundo, con desprecio de ella.
8. Después de todo eso, el bolsero 4 con los demás voca-
les se juntaron otra vez en capítulo para hacer elección de
abad, y discurrieron por el Arte cuál de todos los monjes
del monasterio era más suficiente para ser abad cual nece-
sitaban, y fué manifestado a todos los vocales que Blan-
querna debía ser elegido, según todas las condiciones que
3 El texto catalán es más conciso, y dice así : «Lo bisbe e aquell
monge s'en anaren estar en aquella granja. Lo bisbe ne tramès tots
sos companyons e retench ab si un escuder tan solament.»
4 «Lo ceílerer e ls altres elegedors retornaren a les paraules en
que ésser sulien, e entercaren per art e per necessitat qual persona...»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. C. ÒO
325
convienen al que ha de ser abad, a excepción de una sola
condición, a saber: que Blanquerna era hombre mucho más
amante de la vida contemplativa que de la activa. Como al
oficio de abad conviene más la vida activa que la contempla-
tiva, para que así contribuya mejor con su providencia a
las urgencias del monasterio, por eso fué disputado con los
vocales la cuestión de si, por aquella condición, debía Blan-
querna ser excluido del oficio de abad. Mas uno de los vocales
satisfizo a los otros, diciendo: — <Así como nuestro maestro
Blanquerna nos ha enseñado el modo cómo con las virtudes
socorramos a nuestras necesidades, conviene también que en
este caso recurramos a la esperanza y a la justicia y confie-
mos 5 en la santa vida contemplativa en que Blanquerna se
ejercita, que satisfará en su vida activa por la justicia a
todos nosotros, tanto o mucho mejor como si fuese más ejer-
citado en la vida activa que en la contemplativa. Por lo cual,
no dudemos en elegir a Blanquerna por abad y que sea nues-
tro pastor, pues ha sido primero nuestro maestro y doctor.
9. En vista de todas estas razones 6, concordaron uná-
nimes todos los capitulares y eligieron por su abad a Blan-
querna, y publicaron a él y a todos los otros monjes la
elección que habían hecho. Muy sensible fué para Blanquer-
na esta elección, y alegaba muchas razones para excusarse y
probar que él no debía ser abad. Pero ninguna de estas ra-
zones quisieron admitir los monjes, antes bien quisieron ab-
solutamente que lo fuese. En fin, Blanquerna fué abad, y
siéndole preeiso todos los días perseverar en su oficio, ocu-
pado en tratar y pensar en las cosas temporales, le embara-
zaban éstas para meditar en las cosas espirituales y celes-
tiales. Y por esta causa lloraba Blanquerna, por la servidum-
bre en que había parado, y deseaba la libertad para poder
contemplar a Dios y meditar la santa pasión de su Redentor,
por lo cual exclamó, diciendo:
10. — «Virtudes amigas, vosotras que solíais ayudarme y
me guardasteis y librasteis de la servidumbre en que mis
padres Evast y Aloma querían sujetarme, ¿adonde os habéis
ido? Y ¿por qué no me habéis ayudado contra la servidum-
bre en que he venido a parar? — Mientras Blanquerna des-
ahogaba su corazón con esas palabras, en su consideración
encontró a la fortaleza y a la prudencia, que le decían men-
talmente :
11. — 'Fuerte es el corazón que no cuida de soberbia por
honor de abadía ni por ser señor de muchos hombres. Obe-
5 Traducido con más exactitud : «... y confiemos en la santa vida
de Blanquerna, la cual en vida contemplativa satisfaga por la jus-
ticia a todos nosotros...»
6 Según el original, debe leerse simplemente : «Blanquerna, pues,
fué elegido abad. Muy sensible fué para Blanquerna...»
326
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
diente es el abad, por fortaleza de corazón, cuando7 finge
aquello mismo que su entendimiento le dicta que ha de se-
guir, como es el convento y entrar en la enfermería. — Al
tiempo que la fortaleza así le hablaba, respondió la pru-
dencia, diciendo que en los méritos de todos los monjes entra
en parte el abad cuando tiene ordenada su voluntad a ser
servidor y subdito de todos los monjes. — Grande soy yo
— dijo la prudencia — en gobernar a una persona; pero mu-
cho mayor soy en gobernar a muchas personas, y por esto
la justicia y el mérito se concuerdan mejor en mí que no
solían antes de ahora 8.
12. Por lo que la prudencia le significaba aumento de
gloria, quiso alegrarse Blanquerna; pero la caridad le hizo
acordar que él no podía contemplar en Dios tan bien como
antes solía. Y porque amaba mas a Dios que a su mérito y
gloria, por todo esto la caridad y los cariños al tiempo
pasado, en que solía contemplar a Dios a su medida y gusto,
le hicieron llorar dilatadamente 9. En esta disposición se es-
taba Blanquerna y permaneció por largo tiempo con el oficio
de abad. Y por devoción de lograr algún recreo y consuelo,
se pasaba muchas veces a la granja en donde moraban el
obispo y aquel monje que fué abad, y junto con ellos recrea-
ba su persona algún poco y su aJlma con la contemplación
de Dios nuestro Señor.
T En buena traducción, debemos decir : «Obediente es el abad
por fortaleza de corazón cuando, según le señala el entendimiento,
sigue en todo a la comunidad y entra muy de tarde en tarde en la
enfermería.»
8 Es muy de notarse y digno de escribirse en letras de oro lo
que, con tanta brevedad como sabiduría, dice el bienaventurado
Maestro en este párrafo acerca del abad, figura de todo prelado
religioso ; es a saber : r.°, debe «seguir covent e entrar a tart en
enfermería» ; 2.°, no debe enorgullecerse «per honor de abadia ni
per ésser senyor de molts hòmens» ; 3.0, considere, más bien, la
enorme responsabilidad de su cargo, pensando que si se necesita
mucha prudencia «en gobernar una persona», «mas molt major...
en governar moltes persones» ; 4.0, animándose, empero, con la espe-
ranza de «que en los mèrits de tots los monges ha part l'abat, qui
té ordenat son voler a ésser servidor e sotsmès de sos monges»
(ORL, IX, 209, n. 11).
9 «per açò caritat e anyorament lo feeren plorar longament».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUEEN A. — C. 6l
327
CAPITULO LXI
Que trata de la ivunera en que el abad Blanquerna hizo
el libro de "a ve maría"
1. Blanquerna, como va dicho *, fué abad de una abadía
muy honorífica, de una comunidad muy numerosa, rica y de
muchas rentas. Y pensaba todos los días cómo pudiese por
algún nuevo modo servir más y honrar a la Virgen María.
Estábase un día considerando y meditando en el honor de
nuestra Señora Santa María, y por la divina virtud fué ins-
pirada su voluntad que edificase en el monasterio un cuarto
o celda en puesto apartado, para habitar un monje que
todos los días se ocupase en saludar en ella a la Virgen
María, y que allí comiese y durmiese sin seguir a la comuni-
dad, y que fuese jubilado y exento de todas aquellas obliga-
ciones por donde mejor pudiese estudiar, saludar y contem-
plar a la Virgen Santa María. Y en efecto, el abad Blan-
querna hizo edificar aquella celda, imponiéndole el título
y nombre de Ave María. Después de edificada esta celda,
entraron en capítulo el abad con todo el convento y dijo
estas palabras : — Toda la mayor honra que la criatura haya
podido recibir de su Creador fué hecha en el vientre virginal
de la humilde Virgen nuestra Señora Santa María, cuando
el Hijo de Dios tomó en él carne humana. Y por esta razón
conviene que nuestra Orden, la cual está bajo el título e in-
vocación de la Virgen María, honre con todos sus poderes
a la Virgen Santa María. Y por eso yo deseo saber quién de
vosotros quisiera saludar todos los días a la Virgen María,
estándose perenne en la celda que tiene por nombre Ave
María. — Muchos fueron los monjes que deseaban habitar
aquella celda y servir un tal oficio. Pero el abad dijo que
el monje que había de tener aquel encargo convenía que
fuese un grande eclesiástico y docto en muchas y varias
ciencias, para que supiese elevar mejor su entendimiento en
contemplar y saludar a la Virgen María, y convenía también
que aquel monje fuese muy devoto y de santa vida. Según
esto, fué elegido entre todos aquel monje en quien concurrían
mejor las condiciones referidas.
2. Aquel monje elegido fué a ocupar aquella celda de
Ave María, y en ella tenía sus libros, su silla y una imagen
de nuestra Señora. Y un fraile lego le traía todos los días
J icomo va dicho» es un añadido del traductor.
328
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
la ración del convento. El monje decía misa todos los días
en la iglesia, e iba con libertad por todo el monasterio, y
hablaba con cualquier que quisiese, y gozaba de otros mu-
chos privilegios. Sucedió un día que el abad entró en la celda
de Ave María y quiso saber de qué manera saludaba el mon-
je a la Virgen María. Y luego el monje se arrodilló delante
de la imagen de nuestra Señora, como acostumbraba, y dijo
estas y otras muchas palabras:
3. "¡Ave María! Salúdate este tu siervo de parte de
los ángeles, de los patriarcas, de los profetas, de los már-
tires, confesores y vírgenes; y saludóte yo de parte de todos
los santos de la gloria. ¡Ave María! Saludos te traigo de
todos los cristianos, justos y pecadores. Los justos te salu-
dan, porque eres tú digna de salutación y porque eres espe-
ranza de su salvación. Los pecadores te saludan, pues que
te piden perdón y tienen esperanza que con tus ojos miseri-
cordiosos mires a tu Hijo bendito, para que él tenga miseri-
cordia y piedad de sus culpas y pecados, haciéndole recuerdo
tú, Señora, de su gran pasión, que sufrió por ellos y para
perdonarles sus pecados.
4. "¡Ave María! Saludos te traigo 2 de parte de los mo-
ros, judíos, griegos, mogoles, tártaros, turcos, búlgaros, hún-
garos de Hungría la Menor, comanes, beduinos, asasinos,
surianos, jacobinos, nestorianos, marotinos, russios, arme-
nios y georgianos. Todos estos y otros muchos cismáticos
e infieles te saludan por mí, que soy su procurador. En tu
salutación los pongo para que tu Hijo piadoso quiera acor-
darse de ellos, y tú, que eres madre de misericordia3, con-
sigas de él que les envíe devotos predicadores que los diri-
jan y enseñen a conocerte y amarte, y á tu Hijo glorioso,
de tal modo que puedan salvarse y en este mundo sepan de
todo su poder servirte y honrarte a ti y a tu Hijo bendito.
5. "¡Ave María! Estos infieles, por quienes te saludo,
viven con ignorancia de tu salud y del honor grande que
Dios te ha dado. Hombres son semejantes en figura y natu-
raleza a la de tu Hijo, a quien tú amas tanto y por quien
eres tú tan honrada y amada. Perdidos, se van todos los
días 4 al fuego perdurable por la ignorancia que tienen de
él. Y la gloria perdurable de tu Hijo glorioso van perdien-
do, porque ninguno les predica ni enseña la verdad de la
santa fe católica. Bocas tienen, con que podrán alabarte
si te conocen; corazón tienen, con que podrán amarte; manos
tienen, con que podrán servirte, y pies tienen, con que po-
- «Saluts te port dels serraïns, jueus, grecs, mogols, tartres, búl-
gars, ongres de Ungria la menor, comans, nestorins, rossos, gui-
novins.» '. .
3 El autor calla «que eres madre de misericordia».
* Calla también «todos los días».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 6l
329
drán caminar por tus carreras. Digna eres tú, Señora, que
por todas las gentes y por todas las tierras del mundo seas
conocida, amada, servida y honrada. Saludante todos mucho
por mí, pidiéndote tu gloria y bendición 5.
6. "¡Ave María! Conviene llorar, y hacer penitencia, y
sufrir áspera vida, y me conviene también, Señora, que
te ame, te alabe, te sirva y te conozca por todos los días 6
de mi vida, para que mis salutaciones te sean más agrada-
bles.— ^Lloraba el monje con exceso mientras saludaba a la
Virgen Santa María, y lloraba también el abad Blanquerna
por la devoción del monje y las salutaciones devotas que
daba a la Virgen María. La dulzura y virtud que había en
los dos mientras lloraban y saludaban a la Virgen María,
¿quién os la pudiera decir? Y la piedad 7 y compasión que
tenían de los infieles olvidados por los fieles, ¿quién os la
pudiera referir?"
7. — Amable hijo — dijo el abad — , saluda, saluda mu-
chas veces a la Virgen María, la cual es nuestra salud y
'bendición, en cuya salud son salvados aquellos que sin su
salud fueran ultrajados y condenados. En nuestra madre
Eva fué nuestra condenación, y en la Virgen Santa María
es nuestra salvación. Miaría es luz y resplandor iluminado
e iluminante contra las tinieblas y pecados, sin defecto
alguno. Ave es un ser sin malicia y sin defecto. Saludemos,
pues, y amemos a la Virgen Santa María, en la cual y por
la cual conseguiremos virtudes con que vencemos a los vicios.
Acuérdate, hijo, como son muchos los que no saludan a nues-
tra Señora Santa María y cuán bienaventurados son aque-
llos que nuestra Señora Santa María ama y recuerda por
aquel tan noble recuerdo y tan piadoso afecto que le tuvie-
ron. ¡Mira cuán grande es el cielo y cuán bellamente ilumi-
nado por el sol, por la luna y las estrellas todas! ¡Mira la
5 Este pasaje es un bello himno a María, Reina y Señora de las
Misiones, título que no leemos, ciertamente, qiioad nomen, pero sí
quoad rem-, en los libros del Beato. En efecto, según el Doctor Ilu-
minado, María es : luz que ilumina a todos los hombres, cris-
tianos y paganos, y sin ella, ninguno puede estar fuera de tinieblas ;
2.0, ella es la que suscita misioneros para la conversión de los infie-
les y la vuelta de los cismáticos al verdadero redil" de la Iglesia ;
3.a, María es la que dobla los entendimiento a la verdad del Evan-
gelio ; 4.0, el florecimiento de los colegios de misiones está en ma-
nos de la Santísima Virgen ; 5.0, María, en fin, es la limosnera de
la fe, que la da a quien quiere, como quiere y cuando quiere. (Llibre
de Santa Maria, ORL, X, 226, 185-186, 212-213, 153-154, 206, 152-153.)
Cf. nuestros estudios Nuestra Señora Santa María, Reina y Señora
de las Misianes, según el iluminado Doctor y procurador de infieles,
Beato Ramón Llull, en España Misionera, I (1944), 37-59, y María
en el apostolado oriental, a la luz del Doctor Iluminado, Beato Ra-
món Llull, en la misma revista, II (1945), 170-182.
* Sobra «todos los días».
' * El autor silencia el párrafo tY la piedad... referir».
330
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
tierra y el mar, los hombres, las aves, las bestias, las plan-
tas, las hierbas y peces y todos los demás vivientes del mun-
do! Todo cuanto tiene ser, es todo en servicio de la Virgen
Santa María 3, y todo es de su Hijo, que lo ha creado todo.
Saluda, pues, hijo, a la Virgen Santa María, amándola y
acordándola, pues ella no cesa de acordarse y de amar y
ayudar a todos aquellos que la saludan con elevado entendi-
miento, y salúdala y llora con afectuosa voluntad, pues le
agrada mucho a nuestra Señora Santa María este género de
salutación. Reconoce, pues, hijo, todos los poderes de tu
alma y mira si los empleas todos en saludar a la Virgen
María.
8. Mientras el abad esforzaba y animaba al monje de
Ave Miaría en saludar a nuestra Señora cuanto podía, dijo
éste al abad estas palabras: — Vencido está mi poder y
elevado es el honor de la Virgen Santa María. No puedo
ya más amar, ni puede mi discurso más altamente ascender,
ni mi consideración considerar. Acá abajo, pues, me convie-
ne quedarme en mis defectos. Y si pudiera, quisiera más
fuertemente llorar, amar y saludar a la Reina de los cielos,
de la tierra y del mar. Consolado y alegre me tiene la Virgen
Santa María todas las veces que la saludo, pues su salutación
es toda mi compañía, mi descanso y mi consuelo.
9. Grande admiración y gusto tuvo el abad del monje
de Ave María por el admirable modo con que saludaba y
sabía saludar y contemplar a la Virgen María, y por esto,
muchas veces en la semana venía a saludarla con el monje,
para honrar a nuestra Señora y para que le ayudase a llorar
y cada cual por sí -pudiese más vigorosamente exaltar su
alma a honrar y contemplar a la Virgen Santa María. Hom-
bre de tan santa vida fué aquel monje de Ave María, que
muchos de loe monjes 0 del monasterio por su ejemplo ser-
vían más devotamente a la Virgen Santa María.
8 En su poema Hores de nostra Dona dedica a la Virgen María
esta flor de gentileza :
Lo món ha sol un creador
qu di ha creat per far honor
a la puella, sa mayre,
de los peccadors guyayre...
(ORL, XIX, 176-177.) /
• «...que molts hòmens monges havia en aquell monestir qui-n
servien pus ordenadament nostra Dona, e com- havien temptacions
O des pagament de nuiles coses, s'en venien al monge per ço que
fo^sen per ses paraules consolats e adoctrináis en servir nostra Dona.»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERJMA.
CAPÍTULO LXI1
"De gratia plenav
1. En un tiempo sucedió que, por falta de lluvias, se
experimentó en aquella tierra gran carestía de trigo, en cuya
ocasión el abad hacía grande limosna a todos los pobres que
venían a aquel monasterio, y por razón del hambre que se
padecía en aquella tierra y por la excesiva limosna de pan
y de legumbres que se daba en el monasterio a cuantos en
él recurrían, creció el número de los pobres que iban allá a
tomarla. Un día aconteció que el bolsero entró a reconocer
los graneros del monasterio \ y halló que la grande limosna
que daba el abad no podía durar mucho, porque el convento
no tenía trigo para su abasto, que pudiese bastar hasta la
cosecha del nuevo. Por lo cual estuvo muy disgustado el
bolsero, y dijo al abad que suspendiese la limosna que hacíar
porque era tan poco el trigo que había encontrado en los
graneros y en las granjas, que en breve había de faltar para
el convento.
2. Muy desconsolado quedó el abad por lo que el bolsero
le dijo, y luego se fué a las granjas 2 junto con el bolsero
para ver si era¡ tanta la falta de trigo como éste le había
dicho. De camino que se restituían los dos al monasterio, el
abad se fué solo a una granja, de la cual cuidaba como gran-
jero un fraile lego que amaba y honraba sobre todas las
cosas la Virgen María. Y en toda aquella granja no se en-
contró más que un silo de trigo. Malcontento estuvo el abad
de haber encontrado tan poco de trigo, y tuvo gran dolor y
compasión, porque había de cesar aquella gran limosna del
monasterio; por cuyo dolor sintió su alma gran tristeza y
sus ojos derramaron muchas lágrimas. El fraile granjero
preguntó al abad por qué lloraba. — Buen hijo — respondió
el abad — , llorar me es preciso la muerte de los pobres que,
sin duda, habrán de morir de hambre si cesare la limosna
que se acostumbra dar en este monasterio, la cual habrá de
cesar por la falta que tenemos de trigo. — Señor — dijo el
fraile — , a honor de la Virgen Santa María haced limosna
como hasta aquí lo habéis acostumbrado, que yo os proveeré
de trigo bastante para todo este año; y no lo dudéis, señor,
que yo os doy por fiadora la Virgen María, la cual es llena
1 «entrà en los graners qni eren en lo monestir, e anà per les gran-
ges e a trobà...»
' «e anà a las granges e als graners».
332
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
de gracia. — (Respondió el abad: — Tan abonada y suficiente
es la fianza, que seríamos muy culpables si la rehusáramos
y cesara la limosna.
3. Con grande alegría se volvió el abad al monasterio y
continuó todos los días en dar limosna, como lo había siem-
pre acostumbrado. Pero por la continuación del tiempo y la
multitud de pobres que recibían limosna, se acabó el trigo
del monasterio y de todas las* granjas, a excepción del trigo
que había en el silo de la granja de aquel fraile que había
dado por fianza la Virgen María. El abad envió orden al
granjero que le remitiese el trigo, como lo había prometido,
y éste se fué a abrir el silo, y remitió la mitad del trigo que
había en él. El abad envió otra vez por trigo al granjero,
y éste, abriendo el silo, lo encontró como lo había dejado
medio de trigo, y lo envió todo al abad. Cuando el fraile 3
hubo cerrado el silo y cargado todos los bagajes del trigo y
partídose ya del monasterio, entonces dijo 4 : Ave Maria, gra-
tia plena, como acostumbraba. Y al decir gratia filena, se
admiró mucho de que el silo estuviese vacío y sin trigo y
cómo la Virgen Santa Miaría no lo tenía lleno, pues la ha-
bía dado por fiadora al señor abad.
4. Mientras el granjero estaba en este pensamiento,
dudó que la Virgen María fuese llena de gracia, pues le pa-
recía que, si la Virgen María fuese llena de gracia, el silo
había de estar perenne lleno de trigo. Envió otra vez el abad
al granjero, diciéndole que le enviase trigo, porque el que
le había remitido se había ya consumido. Y entonces el frai-
le, poniendo toda su confianza en la Virgen María, otra vez
abrió el silo, y le encontró lleno de trigo, por lo cual 5, acor-
dándose de la Virgen María, le dió muchas alabanzas, y co-
noció verdaderamente que con toda plenitud era llena de
gracia. En todo aquel año encontró siempre el granjero lleno
de trigo aquel silo toda la vez y a toda hora que le abriese,
y bastó aquel silo solo a todo el convento y para toda la
limosna que en él se daba hasta la cosecha del nuevo. El
abad y los monjes dieron alabanzas y bendiciones a la Vir-
gen Santa María por haberse dignado de acordarse de ellos
y abastecerlos tan cumplidamente de su gracia en todas
sus necesidades.
5. En una fiesta aconteció que el granjero vino ad mo-
nasterio para celebrarla. El abad (le preguntó cómo había
sido lo del trigo del silo, que los había bastado para todo
el año. Respondió el lego que entre las demás palabras que
3 Aquí, y siempre que se menciona el mismo sujeto, leemos «lo
granger» en el texto catalán.
4 «dix avemaries segons que havia acostumat».
6 «e lo granger remembra com nostra Dona era plena de gracia».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUEEN A. — C. 62
son en la Ave Maria, tenía él gran devoción en Gratia ple-
na, y que por eso confiaba en la Virgen Santa María que ha-
bía de tener el silo lleno de trigo mientras durase la ca-
restía en aquella tierra. Consideró mucho el abad en las
palabras que le dijo el fraile granjero de la Virgen Santa
María y de la devoción que tenía a Gratia plena. Y por
esto, en un puesto del monasterio apartado, hizo edificar
una celda, que intituló con el nombre de Gratia plena, en la
cual estuviese el fraile todos los días de su vida honrando y
contemplando a la Virgen Santa María, llena de gracia.
6. Muy santo y devoto era el fraile de Gratia plena,
y de todo su poder honraba todos los días a la Virgen San-
ta Miaría meditando y contemplando en la gracia de la cual
era llena. Y por la vejez y santa vida que tenia el fraile,
iban los monjes a estar con él algunas horas del día para
oír las devotas palabras que decía, las cuales des causaban
mucha edificación y movían a devoción y caridad, y por
ellas volvían consolados y alegres. Todo aquel monasterio
era iluminado por aquel fraile y el otro monje de Ave Mfil··
ría, y muchas veces se veían y saludaban los dos, y el monje
hablaba de Ave Maria, y el fraile de Gratia plena. El rego-
cijo y la fraternal compañía, ¿quién os lo pudiera decir?
Y el ejemplo y saludables consejos que daban a todos los
monjes y frailes, ¿quién los pudiera referir
7. El abad Blanquerna tuvo deseo de llorar y contem-
plar a la Virgen María, a causa que por los grandes nego-
cios temporales que debía tratar para el monasterio había
demasiadamente inclinado sus pensamientos en aquellas co-
sas temporales ; y por este motivo, un día se fué solo a visi-
tar al fraile de Gratia plena, y quiso saber de él en qué ma-
nera contemplaba a la Virgen María. Mientras el abad en-
traba por la celda del fraile, le encontró que estaba arro-
dillado delante de la imagen de la Virgen María, y llorando
y contemplando en Ave, gratia plena, decía estas palabras:
8. "Virgen Santa María, llena eres tú de gracia G, cuya
gracia es tu Hijo bendito, quien es el complemento y ple-
nitud de todo cuanto hay en el mundo. En ti, llena de gra-
cia, está llena la memoria y el entendimiento y la voluntad
de mi alma, y todo el mundo no puede llenar lo que tú tie-
nes lleno. Y ¿sabes por qué? Por cuanto tú puedes ser y
eres más llena por tu Hijo, que no es todo el mundo, como
sea así que todo el mundo no es tan bueno como tú lo eres.
Tú eres llena de gracia, por la cual recuperamos la gracia
que habíamos perdido. En ti, llena de gracia, están llenas
nuestras virtudes, a saber: nuestra fe, esperanza, caridad,
e aPlena ets Maria de ple qui és ton Fill.»
334
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
justicia, prudencia, fortaleza y nuestra templanza. Por7 ser
tú toda llena de gracia, aquel que te acuerda, entiende y
ama es lleno de gracia; y el que por ti es acordado, enten-
dido y amado, no tiene defecto alguno.
9. "Llena de gracia. Llena fuiste tú, Virgen María, de
Dios y Hombre después que el ángel San Gabriel te saludó.
Aquel Dios y Hombre de quien tú eres madre, es lleno de
bondad, grandeza, eternidad, de poder y saber infinito. Lue-
go si tu plenitud es eternal e infinita en bondad, grandeza,
poder, sabiduría y voluntad, tu grande plenitud 8 no puede
ser vacía ni menguada. De donde, como tú, llena de gracia,
seas, María, tan llena de todo cumplimiento, llena, pues,
a mi alma de caridad y de saber, con que pueda yo llena-
mente amarte y conocerte; y llena mis ojos de lágrimas y
de lloros para honrar 9 tus honores y para llorar las des-
honras y ultrajes que recibes de las demás gentes del mun-
do, y para llorar también mis culpas y pecados."
10. Al tenor de estas razones y otras muchas, adoraba
y contemplaba aquel fraile a la Virgen María cuando fué
a visitarle el abad, quien se maravilló mucho de oír que de
boca de un hombre lego pudiesen salir tan sutiles y devo-
tas palabras ; y pensó que por la plenitud y complemento de
la Virgen María eran llenas sus palabras de ciencia infusa
y devoción10. Por lo cual, el abad dijo al fraile: — Dios te
salve, buen hijo, ¿quién te ha llenado de la Gratia plena
de la Virgen María? — ¡Respondió el fraile al abad con las
7 «Nos som plens car tu ets plena. Ple és de gràcia qui tu remem-
bra e ama.»
s «lo teu ple no pot ésser buydat ni minvat ni muntiplicat».
y «... para honrar tus honores y para llorar mis culpas y peca-
dos», ésta es la traducción fiel.
10 La lectura de este y del precedente capítulo nos trae a la me-
moria, no sé por qué, aquel idílico pasaje de los Milagros de nnc st ra
Señora, de Berceo :
Dun clérigo otro nos diz la escriptura
que de Sancta Maria amava su figura :
siempre se inclinava contra la su pintura,
avie mui grand vergüenza de la su catadura.
Amava al so Fijo e amava a ella,
tenie per sol al Fijo, la Madre por estrella,
querrie bien al Fijuelo e bien a la Poncella,
porque los servie poeco estava con grand querella.
Apriso cinco motes, motes de alegría
que fabla de los gozos de la Virgo Maria :
Dizíelos el clérigo delante cada día ;
avie ella con ellos mui grand placenteria : .
Gozo ayas, Maria, que el ángel credist.
Gozo ayas, María, Que virgo concebist.
Gozo ayas, Maria, que a Cristo parist:
La lei vieia çerrasti, e la nueva abrist.
(Milagros de nuestra Señora [Madrid, 1934] i 31-3*0
Un estudio sobre las fuentes de los milagros de nuestra Señora,
en Ramón Llull, sería muy interesante.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 62 335
saludes, y le dijo: — Señor, si vos supieseis algunas cosas
por las cuales pudiese yo mucho amar y honrar a la Vir
gen Santa María, os suplico me las enseñéis; porque, sien-
do la Virgen María toda llena de gracia y de virtud, nece-
sito yo de cumplida inteligencia, con la cual pueda perfecta-
mente entender; y por el perfecto conocimiento llenase yo
y cumpliese mi voluntad de mucho amar y loar a la Virgen
Santa María de Gratia plena.
11. Cuando el abad vió la plenitud de la devoción y
grande caridad que había en el alma del fraile y se acor-
dó que en su alma no había tanta devoción como en la del
fraile, dijo estas palabras: — ¡Ah, por qué he sido yo abad
y no fui fraile ermitaño, y que tuviese gran cumplimiento
de devoción, como tiene este fraile! — El abad Blanquerna
se arrodilló delante del fraile de Gratia plena y le rogó mu-
cho que le enseñase el modo como pudiese reemplazar aque-
lla devoción en que solía estar, la cual había perdido por
los negocios de la abadía. Lloró el fraile y lloró también
Blanquerna, y el uno miraba al otro con semblante amoroso
y de piedad, sin que uno al otro pudiese hablar por el ex-
ceso de amor, pero cada uno señalaba al otro la imagen de la
Virgen María, y la pasión de su Hijo santísimo, y el dolor
que sufría cuando los judíos le atormentaban y mataban en
la cruz, en que estaba pendiente para que todos le viesen
y le mofasen.
12. Lloraron muy mucho los dos antes que pudiesen
hablarse, y el abad se estuvo tanto tiempo de rodillas, hasta
que el fraile le dijo estas palabras: — (Llena era de gracia la
Virgen María, cuando su Hijo se estaba muriendo. Aquella
gracia significaba la gracia de la cual están llenos los hijos
de Dios en este mundo, cuando padecen trabajos y muerte
para honrar al Hijo de la Virgen María, que está en la glo-
ria, en la cual está la Gratia plena de la* Virgen María. —
Y por falta que hay en el mundo de la Gratia plena, lloró
el abad Blanquerna las culpas y pecados de aquellos que
no dejan estar en este mundo a Gratia plena y dijo estas
palabras :
13. — Llorar, conocer y amar, ¿ tendrías por ventura
tanto poder que a la Señora llena de gracia hicierais acordar
del defecto en que estamos en esta presente vida? ¡Y que
quisiera por vosotros inclinarse a rogar muy de veras a su
bendito Hijo que os llenara de tanta gracia, que os hiciera
ir a predicar su honor a los infieles! ¡De manera que la
santa Iglesia romana recuperase la Tierra Santa que poseen
los moros en gran deshonor nuestro! ¡En el cual deshonor
está significado el desconocimiento o ingratitud y defecto
de caridad y la poca memoria de la santa y preciosa san-
gre que allí derramó por nosotros pecadores! ¿Habría al-
336
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
guna cosa que para conseguir todo eso nos pudiese ayudar?
— Hermano — dijo el abad — , ayudadme vos a llorar y a ro-
gar, y lloremos juntos tan vivamente y tanto tiempo hasta
que la Reina del cielo, a quien vos amáis tanto, quiera ayu-
dar a todas' las gentes del mundo y darles tanta gracia,
que para honrar y amar a su Hijo bendito quieran des-
preciar y abandonar cuanto hay de mundano en esta vida.—
Lloraron amargamente el abad y el fraile, y después de
sus lloros se despidieron los dos muy agradablemente. El
abad Blanquerna sintió en su alma que la devoción en que
solía estar había ya vuelto en su primitivo ser, y por eso
propuso de volver a menudo a llorar y contemplar a la
Virgen María en la celda de Gratia plena.
CAPÍTULO LXIII
De "Dominus tecum"
1. En una ocasión sucedió que, estando el abad Blan-
querna en capítulo, vino un granjero a dar noticia al capí-
tulo cómo un pagez había entrado a cavar en una viña de
la granja pretendiendo que la viña era suya, y había ame-
nazado fuertemente al fraile que le quería sacar de la viña.
El abad pidió consejo a los monjes sobre el hecho que el
fraile refirió; y un monje anciano dijo al señor abad estas
palabras : — (Mucho tiempo ha que hay esta cuestión entre
nosotros y el pagez sobre aquella viña, y gran daño ha re-
cibido el monasterio en ello, habiéndonos difamado mucho
este hombre entre las gentes por causa de aquella viña, y
así me parece nos será conveniente que pasemos a la granja
y de hecho saquemos al pagez de la viña, y nos pongamos
en custodia y defensa de algún caballero que la guarde y
defienda por nosotros del pagez.
2. El abad consideró mucho sobre el dictamen del mon-
je, y en presencia de todos dijo estas palabras: — Cosa es
muy indecente que hombres religiosos, por derechos de po-
sesiones, se pongan en peligro de muerte, ni de matar ellos
a alguno, y también es contra justicia que hombres religio-
sos se dejen perder sus herencias. Por eso, según caridad
y esperanza, conviene que en tal caso el hombre recurra a
Dios y a las virtudes, combatiendo con ellas a los vicios;
porque con estas armas debe cualquier hombre primeramen-
te combatir y defenderse ; y con mayor razón el hombre re-
ligioso.— Habiendo el abad proferido estas palabras, se puso
a caballo, y acompañado del bolsero se fueron a la viña
LIBRO DE EVAST Y HLANQUERNA .— C. 63 337
que labraba el pagez, al cual saludó el abad diciéndole: — Do-
minus tecum. — Pero el pagez no respondió palabra al abad,
sino que prosiguió en cavar la viña, teniendo las armas jun-
to a sí para defenderse, siempre que le quisiesen ofender.
Cada vez que el pagez daba con el azadón en la tierra repe-
tía el abad: Dominus tecum. Pero el pagez hacía como que
no sentía ni veía al abad, sino que continuaba en cavar más
y más la tierra.
3. El abad se admiró de que el pagez no le respondie
se, y aún más porque la virtud de las palabras de la salu-
tación no aprovechaban; con lo que pensó el abad que les
convenía apearse, y, arrodillado delante del pagez, le salu-
dase con devoción y humildad para que viniese la virtud
sobre su salutación. En efecto, se apeó el abad, y puesto
de rodillas delante del pagez, elevando su pensamiento y
sus manos y sus ojos al cielo, dijo estas palabras:
4. — Reina del cielo y de la tierra, Dios fué en ti Hom-
bre y Dios. En gloria es él Señor, y en ti es como hijo,
Dios y Hombre. Tuya es en este mundo nuestra Orden y
bajo de tu protección. Y así, por aquella virtud con que el
Señor fué en ti, te ruego que tú seas entre nosotros y este
hombre, de manera que por ti recibamos virtud por la cual
seamos siervos de la virtud que tú tenías cuando el Señor
fué en ti.
5. El bolsero reprendió fuertemente al abad, diciéndole
que todo el monasterio quedaba envilecido y deshonrado por
la honra que hacía al pagez. Pero el abad le respondió dicien-
do que el Hijo de Dios hizo un acto de grande humildad cuan-
do quiso ser todo en la Virgen María, Dios y Hombre, y
en la cruz quiso ser atormentado, injuriado y muerto; por
lo cual las mejores armas del monje son la humildad, cari-
dad, paciencia y oración. Tan humilde y devotamente ora-
ba el abad y decía Dominus tecum, que Dios puso tan gran
virtud en sus palabras y en la devoción que tenía, que el
pagez entró en conciencia de la injuria que hacía al mo-
nasterio, y por la conciencia tuvo contrición, caridad y jus-
ticia, y así prorrumpió en estas palabras:
6. — 'Señor abad: ¿cuál debe ser la causa que así, de
repente, mi corazón se haya mudado a contrición, caridad
y justicia? Y ¿quién ha echado de mi corazón a la avaricia,
ira e injuria ? — Respondió el abad y dijo : — Por la voluntad
de Dios sucedió que el ángel San Gabriel bajó a saludar a
la Virgen Santa María, y entre otras palabras le dijo éstas:
Dominus tecum. Y por la virtud de estas palabras, la vir-
tud me ha hecho confiar como Dominus tecum te dé vir-
tud por la cual el Señor de cielo y tierra y de todo cuanto
tiene ser sea en ti y contigo, para que las virtudes sean en
338
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
tu corazón, por las cuales los vicios y pecados te sean abo-
minables.
7. Cuando el abad hubo dado esta respuesta al pa-
gez, dijo éste que vencido y superado le tenia el Dominus
tecum, y que por esto quería servir para siempre a Domi-
nus tecum. Y rogó al señor abad le concediese provisión del
monasterio, para poder vivir en vida ermitaña en un lugar
eminente junto a la abadía. Concedióle el abad todo lo que
pedía, y mandó se le fabricase una celda en aquella mon-
taña cerca del monasterio, en la cual él quería habitar para
contemplar todos los días a nuestro Señor Jesucristo y a la
Virgen Santa María en Dominus tecum. Y el abad puso
nombre a aquella celda Dominus tecum, y quiso también
en aquel puesto edificar una capilla ; pero el pagez no lo
consintió, por temor de que con motivo de romerías o vi-
gilias fuesen allí algunas personas y le embarazasen su ora-
ción y le amortiguasen su devoción.
8. Cuando el pagez estuvo ya en la celda de Dominus
tecum, el abad le dió regla y modo como por Dominus te-
cum pudiese contemplar en Dios y en la Virgen Santa Ma-
ría, según la fórmula de estas palabras: — El Señor de los
ángeles y de todo cuanto tiene ser hizo en la Virgen María
la mejor obra que la criatura pueda recibir, cuando en ella
quiso tomar naturaleza humana, porque obra más noble no
pudo hacer Dios en la criatura. Señor es Dios de la naturale-
za en la Virgen Santa María y en todas las cosas donde sea
la naturaleza naturada, pero más altamente exaltó Dios la
naturaleza en la Virgen María que en ninguna otra criatura.
Y, por tanto, el Señor de la naturaleza en mucho mejor
y más noble modo fué en la Virgen y con la Virgen Santa
María cuando el ángel la dijo Dominus tecum, que no fué en
otra criatura alguna, y por esta razón deben todos hacer
honor y reverencia a Dominus tecum. — Por estas y otras
consideraciones dió regla y doctrina el abad al pagez ermi-
taño como contemplase en Dios y la Virgen Santa María
con las palabras Dominus tecum.
9. Por dilatado tiempo estuvo el ermitaño en aquel lu-
gar haciendo penitencia y áspera vida, contemplando en
Dios y la Virgen María. Y la abundancia de su gran devo-
ción exaltaba su entendimiento por ciencia infusa a mayor
inteligencia, que no era el entendimiento de muchos mon-
jes que tienen ciencia adquirida, la cual por falta de devo-
ción no puede llegar al alto conocimiento de la divina esen-
cia y de su operación. Tan grande era la devoción del er-
mitaño, que muchos de los monjes iban a él para vivificar
y fortificar su devoción y ciencia, en vista de la santa vida
en que vivía y por las santas y altísimas palabras que de-
cía de Dominus tecum.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 64 339
CAPITULO LXIV
De "Benedicta tu in mulieribus"
1. El abad Blanquerna tenía por costumbre ir a visitar
con frecuencia aquel monje que había sido abad, y al señor
obispo que habitaba con el monje en aquella granja. Suce-
dió un día que, yendo el abad a visitar a los dos, pasó por
una dilatada selva, y en el camino había una bella fuente
debajo un frondoso árbol, a cuya sombra estaba un caba-
llero bien prevenido de todas armas, el cual iba buscando
aventuras por amor de su amada. Aquel caballero, por el
gran calor que hacía, se había quitado el yelmo de la ca-
beza, y su caballo se apacentaba por la fresca hierba que
había junto a la fuente. Cantaba el caballero una nueva
canción, con la cual maldecía de los trovadores que habían
dicho mal del amor y no habían alabado sobre todas a aque-
lla mujer, su enamorada, que él tanto amaba.
2. El abad Blanquerna que oyó la canción y entendió
las palabras, llegó a aquel lugar donde el caballero canta-
ba y, apeándose, se acercó junto a él y le dijo estas pala-
bras: — «Naturaleza es del amor que al hombre hace amar
aquellas cosas que le. son gustosas y agradables. Y parecién-
dome que vos estáis enamorado de alguna mujer, según
vuestra canción me indica, pues la alabáis sobre todas las
otras mujeres, os ruego que me digáis la verdad: si por
ventura hubiese otra mujer mejor y más noble y más bella
que vuestra dama, si la amaríais más que a la que ahora
amáis tanto. — El caballero dejó su canto y respondió al
abad, diciendo:
3. — fíi hubiese por ventura otra mujer más noble y
más bella que aquella a quien el amor me ha rendido, in-
jurioso sería el amor si no me hiciera amar la mejor más
que a todas las otras mujeres; y el amante que no ama la
mejor mujer tiene defectuoso amor; y el amor comete gran
falta contra la mejor mujer si no la hace ser amada con
más vigor y por el mejor amante que a cualquiera otra mu-
jer que no sea de tanta belleza, valor ni riqueza. — Cuando
el caballero hubo dado esta respuesta, el abad le hizo las
siguientes preguntas:
4. — ^Señor caballero, os suplico me digáis por qué lle-
váis estas armas. — Respondió el caballero: — Para poder
defender a mi cuerpo contra aquellos que quisieren ofen-
derme.— Preguntó más el abad al caballero si tenía algunas
340 OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
armas con que poder defender a su amada contra aquella
mujer que el abad amaba mucho. Respondió el caballero:
— Amor, belleza y valor me esfuerzan y animan a defender
y probar que mi señora es la mejor y digna de mayor loor
y honor sobre cualquiera otra mujer. — Señor — dijo el
abad — , en más noble manera puede y debe ser loada mi
señora que no la vuestra, en cuanto el amor, belleza y va-
lor le son más favorables; y por eso es digna de mayor
loor mi Señora que no la vuestra, y, por tanto, yo soy más
noble amante, servidor y loador de mi señora que no vos
de la vuestra.
5. Miuy disgustado quedó el caballero de lo que el abad
le dijo, y le respondió que, si el abad fuese caballero, que
bien presto le libraría a muerte o prisión y ultraje por aque-
llas palabras que decía, y que a fuerza de armas le haría
otorgar que su señora era la mejor y más noble mujer de
cuantas haya en el mundo. — (Señor — respondió el abad — ,
conocimiento y razón son las armas espirituales con que
el hombre vence a la maldad y error. Luego si vos con es-
tas armas quisiéredes combatir conmigo y que veamos cuál
señora es mejor y más bella y digna de mayor honor, o la
vuestra o la mía, de esta manera estoy contento y no temo
a vuestras razones, antes bien me siento en el corazón bas-
tante fuerza, con que os haré otorgar que mi señora es me-
jor y de mayor estimación y valor que no la vuestra.
6. En gran contienda estuvieron el abad y el caballero
sobre cuál señora era la mejor. Y los dos acordaron en que
cada uno alabara a su señora, para ver cuál de cuál podría
decir mejores alabanzas. Quiso el abad que fuese primero
el caballero en decir las alabanzas de la que tanto amaba
y apreciaba. Y el caballero empezó a alabarla con las si-
guientes palabras: — Tan bella y galante es mi señora, que
su amor me ha hecho vencer y sujetar a muchos caballe-
ros, y para honrarla me he expuesto yo muchas veces a pe-
ligro de muerte, y por su amor he sufrido repetidas veces
hambre, sed, calor, frío y otros muchos trabajos en mi per-
sona, para servirla. Luego, como todas esas cosas sean me-
jores y de mayor trabajo que no lo que vos hacéis y sufrís
por la que servís, por esto, señor monje — idijo el caballe-
ro— », está significado que, si vuestra señora fuese mejor
y más bella que la mía, vos haríais y hubierais hecho ma-
yores cosas y pasado mayores trabajos para loarla y ser-
virla que lo que yo he hecho y padecido para loar y servir
a mi señora. — (Otras muchas razones dijo el caballero en
alabanza de su dama, que sería largo de contar.
7. — Señor caballero — 'dijo el abad — , muchas alaban-
zas pudiera yo referir, en verdad, de mi señora ; pero por-
que una sola basta para loarla cumplidamente y probar que
LIBRO PE EVAST Y BLAXQUERXA. — C. 64 34 1
ella es mejor y más bella que la vuestra, por esto no la
quiero loar contra todas vuestras alabanzas, sino con esta
única y sola alabanza: Benedicta tu in mulieribus. El caba-
llero quiso que el abad le declarase la alabanza de Benedic-
ta tu in mulieribus, y el abad le declaró las palabras que el
ángel San Gabriel dijo a la Virgen María por estas razones.
8. Voluntad fué del Hijo de Dios, que quiso elegir a la
Virgen Santa María entre todas las otras mujeres, y quiso
hacerla mayor gracia que toda la gracia que hay en todas
las otras mujeres, en cuanto Dios tomó de la Virgen Santa
María carne humana, cuando en ella se encarnó y cuando
ella lo concibió Dios y Hombre en su vientre virginal por
gracia del Espíritu Santo, quedando ella siempre virgen y
pura. Esta mujer es madre de Dios y Hombre. El Dios de
quien ella es madre, es mayor que todas las criaturas. Y el
Hijo Hombre 1 de quien ella es madre, es mejor que todas
las criaturas, porque es una persona con el Hijo de Dios,
que es Creador de todas las criaturas. Esta mujer es mi
señora, la cual es patrona y cabeza de nuestra Orden. Y esta
alabanza solamente es bastante para vencer cualquiera otra
alabanza que se hubiese dicho de cualquiera otra mujer,
sea quien fuere.
9. Consideró mucho el caballero en la alabanza que el
abad había dicho de la Virgen Santa María. Y por luz de
gracia y por los méritos del abad, el caballero consideró en
el vano y necio amor que tenía a la mujer que amaba, y
cómo por aquel amor vivía en pecado mortal y en peligro
de condenación, y cómo la dama a quien servía no tenía po-
der para defenderle del fuego infernal, ni de darle por pre-
mio la celestial gloria, ni tenía modo cómo poderle alargar
la vida estando enfermo 2. Mientras el caballero pensaba y
meditaba todo esto, rompió en suspiros y llantos y dijo
estas palabras:
10. — Tardado os habéis, amor, en hacer enamorar a
este culpable pecador de la que es la mejor mujer. Si yo,
amor, os hubiera conocido, os hubiera amado y por vos
hubiera sido todos los días de mi vida súbdito y servidor
de la mejor mujer de quien es siervo este monje, el cual
ha hecho honor a su señora, en cuanto me la ha dado a
conocer por la mejor, la más noble y de mayor estimación
sobre todas las mujeres. Si en vos, amor, hubiese piedad,
perdón, paciencia, don caridad y humildad, ¿pudierais ha-
cerme servidor de la mejor señora? ¿Y, por ventura, la
muerte quisiera detenerse hasta tanto que yo por su amor
hubiese ejecutado muchas cosas? — Esas y otras muchas ex-
1 ae-l fill home de qui és mare és mellor que totes creatures, per
ço car és una persona ab el Fill de Déu».
2 En el original no se lee «estando enfermo».
342
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
presiones decía el caballero con gran contrición; tanto, que
el abad que lo estaba oyendo, se sintió movido a lágrimas
y devoción.
11. — Señor monje — dijo el caballero — , ¿pudierais ha-
cer que la señora a quien vos amáis tanto fuese contenta
de que yo la amara? ¿Y que para honrarla me esforzara yo
con todos mis poderes, todos- los días de mi vida, en batallas
y guerras, en las cuales yo me ejercitase siempre contra
aquellos que la deshonran y le niegan su valor? — Respon-
dióle el abad que en cuanto es mayor el valor de la mejor
mujer, en tanto le es más agradable el hombre pecador que
se arrepiente de sus pecados y se hace su siervo y amante;
y por esto es ella tanto más digna de tener mayor honor
sobre todas las demás mujeres. — Muy grande gozo tuvo el
caballero, y lloró dilatadamente, diciendo estas palabras:
12. — No soy yo sabio ni entendido en las lenguas con
que yo pudiese con palabras decir alabanzas de esa Virgen
Santa María a los infieles; pero yo con armas quiero ir a
honrarla y tenerla por mi señora, pues la ha honrado Dios
a ella sobre todas las otras mujeres. Un nuevo modo quiero
emprender en honrar a la Virgen Santa María, y es de esta
manera: que me vaya a tierra de moros a combatir contra
todo caballero que no fuere servidor de la Virgen Santa
María, y habiendo vencido a uno, pase a vencer a otro. —
Habiendo dicho el caballero estas palabras, se despidió del
abad, y éste le dió su bendición y puso por nombre a aquella,
nueva regla que el caballero había tomado Benedicta tu in
mulieribus.
13. Por voluntad de Dios sucedió que el caballero ser-
vidor de Benedicta tu in mulieribus fué a una tierra de un
rey moro, y cuando estuvo allí, se fué armado con su caballo
al palacio del rey y dijo que quería hablar con él. Mandó
el rey que entrara a su presencia. Y cuando el caballero
estuvo delante del rey moro, le dijo estas palabras: — Yo
soy servidor y amador de una señora que es mejor y más
noble que todas las mujeres del mundo, la cual es Madre de
Dios y Hombre por gracia del Espíritu Santo, y ? se llama
Santa María y es virgen y madre. Y así, a cualquier hom-
bre que negare este honor a esa Señora, yo, desde ahora, en
vuestra corte le desafío a batalla para hacerle confesar el
honor que pertenece a la Virgen Santa María, mi señora,
de la cual me he hecho nuevamente caballero.
14. El rey moro respondió al caballero que él no creía
que Santa María fuese Madre de Dios, aunque bien creía
que era mujer santa y virgen y madre de un profeta; y que
• Igualmente calla el original «y se llama Santa María y es virgen
y madre».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 64 $43
sobre esto no quería que él se combatiese con ninguno de su
tierra, sino que le respondiese y se lo probase, con razón,
a él mismo, que negaba a la Virgen María, el honor que
él le decía. Respondió el caballero al rey, diciendo que el
mayor honor que tiene la Virgen Santa María es el ser
Madre de Dios, y que, por tanto, él se combatiría con cual-
quier hombre que quitase y negase aquel honor a la Virgen
Santa María, el cual de ella sola conviene ser proclamado.
Y por cuanto él no tenía letras ni sabía las Escrituras, no
quería responder al rey ni a ningún otro hombre de su
reino con razones, pero que, a fuerza de armas, el desafiaba
sobre este punto a todos los caballeros de su corte, uno
por uno.
15. Muy airado se puso el rey contra el caballero cris-
tiano que así desafiaba a toda su corte, y mandó que le
quitasen la vida a mala muerte. Pero un caballero moro
dijo al rey que, si el caballero cristiano muriese sin batalla,
sería dar a entender que en su real corte habría falta de
caballería, y pidió al rey le concediese el permiso de com-
batirse con el caballero cristiano. Del agrado del rey fué
y de toda su corte que se tuviese la batalla entre los dos
caballeros. Cuando los dos se hallaron en el campo, el
caballero cristiano se acordó de su señora la Virgen Santa
María 4 y dijo : Benedicta tu in mulieribus , y haciendo sobre
su cara la señal de la cruz, picó fuertemente su caballo, y
embistiendo al caballero moro, le hirió y a fuerza de cuchi-
lladas le venció y mató 5.
16. A grande ira e indignación fué conmovido el rey
moro y todos sus caballeros contra el caballero cristiano
por la victoria que había ganado. Y mandó entonces el rey
moro que tantos caballeros, uno después de otro, se com-
batiesen con ei caballero cristiano hasta haberlo vencido y
muerto. Entró luego en el campo uno de aquellos caballeros
contra el cristiano, y combatiéronse todo aquel día con
4 Asimismo pasa en silencio el autor «la Virgen Santa María».
5 En este sugestivo pasaje, en el cual nosotros no vemos sino
un bello ejemplo con el cual Ramón Llull, caballero andante de
nuestra Señora Santa María, recomienda a todos los cristianos el
velar, con todas sus fuerzas y hasta la muerte, por el honor y la
gloria de la Santísima Virgen, alguien parece hal>er visto la idea
•de la fundación de una nueva Orden de Caballería, bajo la jurisdic-
ción de una orden leligiosa ya constituida, cuyos caballeros tendrían
por lema y por programa las siguientes palabras : «Servidor, amador
«ora de una dona qui és mellor que totes fembres, e qui és mare de
Déu e home, per gràcia de Sant Esperit. On, qui nega aqueste ho-
nor a nostra Dona, jo l'arremesc de batalla en vostra cort, per tal
que li faça atorgar la honor qui cové ésser feta a nostra Dona vérge
Santa Maria, de la cual som cavaller novellament» (ORL, IX,
228). Cf. P. A. de Palma de Mallorca, Els sistenves jurídics i les
idees jurídiques de Ramon Llull (Mallorca, 1936), 94.
Véase lo que dijimos en el capitulo 50, nota 4.
344
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
grande esfuerzo y denuedo, sin que el uno pudiese vencer
al otro. Y aquella noche descansaron los dos caballeros de
sus fatigas, habiendo tenido el rey moro la justicia en el
campo de batalla el dia de la función, para precaver no se
divulgase la fama que por exceso de voluntad y parcialidad
hubiese sido en algo injuriado en la batalla aquel caballero
cristiano, y mandó saliesen los dos del campo. Al dia si-
guiente 6 volvieron otra vez los dos caballeros a entrar en
el campo de batalla para combatirse. Y al tiempo que el
caballero cristiano iba ya con la espada en mano a descargar
sobre el caballero moro, éste se dió por vencido y confesó
que la Virgen María era digna de ser loada con aquella
alabanza por la cual la loaba el cristiano. Y en presencia
de todos dijo estas palabras: — Yo quiero ser cristiano de
la Regla y Orden de Benedicta tu in mulieribus, y estoy
pronto y aparejado a combatir con otro moro que negase
su honor a la Virgen Santa María. — Grande ira concibió
el rey moro, y mandó luego prender a los dos caballeros y
que fuesen muertos degollados. Ellos fueron mártires por
nuestra Señora la Virgen Santa María, la cual los honra
en la gloria de su Hijo bendito, porque por su honor habían
recibido martirio, y está pronta en honrar a todos aquellos
que del mismo modo la quisieren honrar.
CAPITULO LXV
De "Benedictus fructus ventris tui"
1. Habiendo llegado el abad a la granja donde vivían
en contemplación el obispo y aquel monje que fué abad 1, les
refirió el abad Blanquerna el suceso del caballero que había
encontrado junto a la fuente cantando canciones de amor;
y. les refirió cuanto había dicho el caballero y la regla a
que se había obligado. Consideró mucho el obispo lo que el
abad les refirió del caballero, y se acordó de las palabras
que son en la Ave María después de Benedicta tu in mulie-
rilms, y habiendo meditado gran rato sobre esto, dijo el
obispo al abad estas palabras:
2. ■ — Bendigo yo a la divina luz de piedad y de gracia,
que ha iluminado a ese hombre pecador, que se ha sujetado
para todos los días de su vida a ser servidor del bienaventu-
rado Fruto que estuvo en el vientre de la humilde Virgen,
" «al día .siguiente por la mañanita», debe más bien decir.
1 Las palabras «que fué abad» son un añadido del traductor.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA.
345
nuestra Señora Santa María. Aquel Fruto precioso adoro
y bendigo, y a loarlo me sujeto con todos los poderes corpo-
rales de mi cuerpo y con todos los espirituales de mi alma.
El obispo después, con mucho agrado y gran devoción, se
despidió del abad [y] del monje, de quien había sido com-
pañero en honrar a la Virgen Santa María, y se volvió a su
obispado. Los canónigos y clero y todo el pueblo de aquella
ciudad tuvieron muy grande regocijo por haber recuperado
a su obispo, el cual creían ya haber perdido.
3. Desde que el obispo se hubo restituido a su obispado,
se ocupaba todos los días su pensamiento cómo pudiese
encontrar algún modo con el cual pudiese honrar mucho el
bendito Fruto que la gloriosa Virgen María tuvo en su vir-
ginal vientre por gracia del Espíritu Santo. Aconteció un
día que, celebrando sínodo el obispo, predicaba al clero y le
pedía consejo cómo pudiera honrar mucho el bendito Fruto
del vientre virginal de la Virgen Santa María. Por casuali-
dad y fortuna concurría en aquel sínodo un eclesiástico que
era natural de una isla sobre el mar, que se llama Mallorca,
y dió relación al obispo, en presencia de todos, cómo aquella
isla es la de un rey noble, muy sabio, que se llama Jaime,
rey de Mallorca, el cual es un rey condecorado con muchas
y muy buenas costumbres y tiene gran devoción cómo por
la predicación sea honrado Jesucristo entre los infieles;
y por esto ha ordenado que trece frailes menores estudien
y aprendan la lengua arábiga en un monasterio llamado
Miramar, el cual está fundado y establecido en un paraje
a propósito y conveniente, y les ha proveído para esto de
todo lo necesario, y cuando sepan bien la lengua arábiga,
con licencia de su general, vayan a predicar y honrar entre
los infieles el bendito Fruto del vientre virginal de la Virgen
Santa María, por cuyo honor padezcan hambre, sed, calor,
frío, pavor y la muerte. Cuyo estatuto está allí establecido
para siempre 2.
1 Cerca del año i275; el rey Jaime II de Mallorca, siendo aún
niño, a ruegos de Ramon Llulí, su antiguo senescal y mayordomo,
fundó el colegio de lenguas orientales de Miramar, en la vertiente
norte de la sierra de Mallorca, entre las ahora llamadas villas de
Valldemosa y Deyà, dotándole de muchas rentas, en el cual vivie-
sen in perpctiium trece frailes menores, ocupados en el estudio de
diversas lenguas. Para su sustentación, el rey les señaló la pensión
anual de 500 florines de oro. crSub eodem tempore impetravit etiam
Raimundus a predicto rege Maioricarum unum monasterium construí
in regno suo, et possesionibus dotari sufficientibus, ac in eodem
tresdecim Fratres Minores instituí, qui linguam ibidem discerent
arabicam pro convertendis infidelibus ut superius est expressum ;
quibus-, nec non et aliis succedentibus aliis in eodem monasterio
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLVLL
4. Agradó mucho al obispo y a todos los demás aquel
establecimiento, y fué muy alabada la devoción del rey y
de los frailes, los cuales por el amor de Dios deseaban ser
mártires. Y por esto, pocos días después, el obispo estable-
ció y fundó en lugar conveniente y apartado de la población
un monasterio muy bello, y por voluntad del papa y del
cabildo de aquel obispado fué dotado aquel monasterio de lo
suficiente para poderse mantener cómodamente y estudiar
en él trece personas que aprendiesen diversas ciencias y
lenguas, para que la santa Madre Iglesia hiciese su deber
en honrar el bendito Fruto del vientre virginal de la Virgen
Santa María. Y el obispo intituló aquel monasterio con el
nombre de Benedictus fructus ventris tui 3, y renunció el
obispado, y, con algunos canónigos y otros seglares, se entró
en aquel monasterio para honrar el bendito Fruto del vien-
tre virginal de la Virgen Santa María, según la Regla y
norma del monasterio de Miramar que hay en la isla de
Mallorca.
perpetuo predictis possesionibus ad eorum necessària ministraren-
tur singuhs annis quingenti floreni» (n. 17).
Un año después (16 noviembre 1276), el Papa Juan XXI aprobó
la nueva fundación.
El P. G. Seguí, M. SS. CC, después de ponderar las estrecha*»
relaciones que unían al Doctor Iluminado con los monjes de la aba-
día de La Real, de Mallorca, dice : «La fervorosa comunidad cis-
terciense no pudo ofrecerle sus trece monjes, que eran precisos para
dar comienzo al suspirado monasterio de misiones, pues era contra
el espíritu, costumbres y resoluciones de los capítulos de su Orden,
principalmente el del año 1299 ; pero sí le procuró uno de los luga-
res más pintorescos y más cómodos de su alquería de Deyá, con su
«vinya e-l fenollar», fuente deliciosa y panorama delicioso, apto para
emprender el vuelo de águila hacia las lejanas tierras de infieles»
(El Cenáculo del Beato Ramón Llull, en Analecta Sacra Tarraconen-
sia, 15 [1942], 91). Jaime II de Mallorca compensó a los desprendi-
dos monjes con la alquería por nombre Matona.
Por causas que todavía permanecen en el misterio, la vida del
colegio de Miramar — que, según los deseos de Llull no era sino la
primera simiente de un bello plantel de colegios de misiones que
habían de florecer por todo el mundo — fué tan efímera, que el Pro-
curador de infieles, quiero decir Ramón, llora con lágrimas de sangre
su destrucción en el poema Desconort , escrito seguramente en 1295.
En el cap. 80, n. .3, de Blanquerna vuélvese a hablar del colegio
de Miramar.
6 «Benedictus fructus» leemos solamente en el texto primitivo.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUEEN A. — C. 66
347
CAPITULO LXVI
De "Sancta María, ora pro nobis" 1
1. Aquel monje que había sido abad tenía grandes de-
seos de ver al obispo que había estado en su compañía.
Y hallándose en estos pensamientos, se acordó en la Ave
Maria de aquellas palabras Sancta Maria, ora pro nobis, y
resolvió de por toda su vida ser predicador de estas palabras
a honor de la Virgen María. Y considerando el monje como
son muchos los predicadores que predican la palabra de Dios
en los lugares poblados y en las iglesias, pero para los pas-
tores que viven en las montañas y en las selvas y bosques
no hay predicadores destinados, por esto él mismo dijo al
abad estas palabras:
2. — fSegún mi conocimiento, gran necesidad tienen de
predicadores las gentes que viven por las montañas y por
los desiertos, y no vienen ni tienen disposición de venir a las
iglesias, y por este motivo pido se me dé por regla y oficio
cómo todos los días de mi vida sea yo predicador de los
pastores, a los cuales predique Sancta Maria, ora pro nobis,
por cuanto los pastores tienen grande oportunidad y dis-
posición para considerarlo y meditarlo bien, porque están
solos y no hay alguno que les embarace en pensar aquello
que uno les puede significar del honor de la Virgen Santa
María; y cuanto mayor y mejor es la consideración, tanto
más puede en ellos multiplicar la devoción y amor en amar
y honrar a la Virgen Santa María.
3. Agradó mucho al abad la devoción y el nuevo método
que el monje quería tomar para honrar a la Virgen María,
y se volvió a su monasterio para procurar establecer, con
aprobación de todo el capítulo, para que siempre fuese en
costumbre y por ordenación que un monje de aquel monas-
terio fuese predicador de los pastores, y que aquel oficio
tuviese por título y nombre Oficio de 2 "Sancta Maria, ora pro
nobis". A todo el convento pareció muy bien aquel estable-
cimiento, y aquel monje que fué abad tomó este oficio y pi-
dió la regla y doctrina al abad Blanquerna cómo había de
predicar a los pastores Sancta Maria, ora pro nobis. Y el
1 En tiempos de Ramón Llull todavía no estaban en uso en la
Iglesia las demás palabras de la Santa María : nunc et in hora mor-
tts nostrae. Amen. A quién corresponda su paternidad ha sido muy
discutido.
1 «e aquell ufici hagués nom ufici de Ora pro nobis».
34S
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
abad significó con estas palabras la regla y doctrina que el
monje pedía:
4. — íEs cosa natural — dijo el abad — que entre el enten-
dimiento y la voluntad haya concordancia cuando el enten-
dimiento entiende aquello mismo que la voluntad ama y la
voluntad ama aquello mismo que el entendimiento entiende.
Y por eso es muy provechoso aquel sermón, cuando por él
son declaradas las razones necesarias probables por natu-
raleza del entendimiento. Luego, como los pastores sean gen-
te más dispuesta para entender por razones que por auto-
ridades, por tanto, amarán más fácilmente los honores de
la Virgen María si los entendiesen . por razones naturales
probables que si los hubiesen de entender por autoridades.
5. Cuando el entendimiento ha entendido una razón de
las que predica el predicador, entonces el entendimiento la
encomienda a la memoria, entendiendo otra razón que pro-
pone el predicador. Y cuando el sermón es muy prolijo o de
muy sutiles conceptos, la memoria no puede retornar todo
aquello que el entendimiento le ha encomendado, y por esta
causa se origina en los oyentes la ignorancia y falta de de-
voción. Luego como esto sea así, por tanto, será muy buena
ordenación que el predicador haga breves los sermones.
6. La voluntad tiene naturaleza de amar aquello que
le es más agradable. Luego, en cuanto las razones son de
mejor naturaleza, tanto más las debe guardar el hombre
para la fin, para que la voluntad quede en ello con mayor
deseo, y que por el deseo entre la devoción a las palabras,
y por la devoción se siga la obra. Y, por tanto, conviene que
el hombre a la fin de su sermón diga las mejores razones
que supiere. — Estas y otras muchas cosas dijo el abad Blan-
querna que eran necesarias para saber predicar, y con espe-
cialidad las buenas obras y devotas palabras.
7. Cuando el abad hubo enseñado al monje Ora pro no-
bis los modos referidos y otros muchos por los cuales su-
piese predicar, el abad se puso a contemplar delante el
monje a la Virgen Santa María, a fin que éste tomase en ello
la regla y doctrina para predicar Ora pro nobis, y, por esto,
el abad dijo estas palabras:
8. — Santa María, yo adoro y bendigo a tu hijo glorio-
so, a quien niegues tú por nosotros pecadores. Siendo tú,
Señora, más voluntariosa en rogar por nosotros, pecadores,
que lo somos nosotros, no hay necesidad de que te roguemos
a que ruegues por nosotros 3. Pero por cuanto no seríamos
3 En Hores de nostra Dona (Miramar, 1275?), el juglar de la
Virgen María canta también esta sublime mediación intercesora ele
la bendita Madre de Dios (ORL, XIX, 196) :
Senyors àngels : no us cal pregar
la Reyna, que.ns vulla amar;
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERXA. — C. 66 ,V19
dignos de ser participantes en tus oraciones si no te rogá-
ramos y confiáramos en tus oraciones, por tanto, somos obli-
gados a rogarte y contemplar en tus honores y de hacerte
reverencia y honor, para que tú nos recuerdes con tu pia-
doso recuerdo, y nos mires con tus ojos misericordiosos en
este tiempo tenebroso en que estamos por falta de devoción
y caridad, por cuya falta olvidamos la santísima pasión de
tu Hijo bendito, en cuanto no nos acordamos de él como
debiéramos, ni menos para honrarte a ti y a tu Hijo hace-
mos todo aquello que debiéramos y pudiéramos hacer; pero
tú, Señora, no ceses de rogar a Dios por nosotros con todos
tus poderes. Luego siendo esto así, tú, Reina de los reyes y
Reina de las reinas, ayúdanos a que te honremos, honrando
a tu Hijo en aquel lugar donde 4 eres tú deshonrada y tu
Hijo desamado, deshonrado, descreído y blasfemado por
aquellos hombres a quienes tu bendito Hijo espera que vayan
a honrarle y defenderle de los defectos que falsamente le
son atribuidos por aquellos que viven en error y van cami-
nando al fuego perdurable.
9. Cuan presto tú, Reina, fuiste llena de gracia y del
Espíritu Santo y del Hijo de Dios, que concebiste, tan presto
fuiste tenida y obligada a rogar por nosotros pecadores;
porque en cuanto fueron mayores tus honores, en tanto con-
viene que se considerasen más en ti los justos y los pecado-
res; y cuanto más fuertemente nos confiamos en ti, tanto
tu justicia te hace ser más cuidadosa en curar nuestras en-
fermedades y perdonar nuestras culpas.
10. Inclina, Reina, tus ojos aquí abajo entre nosotros,
y mira cuántos son los hombres que te ruegan y te honran,
acordándote y cantando tus loores. ¿Dónde, pues, es tu jus-
ticia, tu piedad, tu caridad y nobleza, si no ruegas a tu Hijo
glorioso por nosotros? Y si tu Hijo no oyere tus plegarias,
¿dónde está el amor que te tenía cuando en ti se encarnó?
¿ Y cuando estando crucificado en la cruz, próximo a la muer-
te, se acordó y se despidió de ti, cuando te recomendó a San
Juan?
11. — Amable hijo — dijo el abad al monje — , según el
modo que habéis oído, podéis ir a predicar y hacer contem-
plar a los pastores la Virgen María; y estaos allá con ellos,
car ella.ns ha tan gran amor,
que no. y ha mester pregador.
Palabras de las cuales, como veremos, se hace también eco el
Divino Poeta (Parad., cant. 33, vv. 13-15) :
La tua tx-nitfnitá no pur soccorre
a chi dimanda, nía voltc fiatc
liberalnunte al dimandar precorre.
1 «en aquells, loes 0:1 és menyspreat, desamát, descreut, blas-
tomat».
35o
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
y algunas fiestas del año volveréis acá entre nosotros. La
gracia y bendición de Dios y de la Virgen María sea en
vos. A Dios y a la Virgen María seáis encomendado. Y pues
os habéis humillado para honrar a la Virgen María, seréis
exaltado como hagáis que ella sea acordada, rogada y ama-
da ; porque sus oraciones os subirán a la gloria, que no tiene
fin. — «El monje se despidió del abad y de sus compañeros y
se fué a aquellos parajes donde viven los pastores.
12. Andaba el monje de Ora pro nobis por los montes y
por los llanos y por los bosques a predicar "' a los pastores
los honores de la Virgen María y a rogarla por los justos y
por los pecadores. Sucedió un día que el monje se hallaba en
un espacioso valle, donde había gran número de ganado y
una cueva muy grande, en la cual un pastor tenía escondida
una mujer, que la había robado a su marido, y pecaba con
ella todos los días. El monje por acaso llegó a aquella cueva,
en la cual encontró al pastor que comía con aquella mujer,
y fué agradablemente recibido y hospedado por los dos, y
le convidaron a comer, diciendo: — |Señor — dijo el pastor — .
nuestra comida es pan y agua y un poco de queso y cebolla ;
plegaos de comer de lo que Dios nos ha dado. — -El monje
contentóse de comer con el pastor y bebió del agua, como
había acostumbrado cuando comía con los otros pastores a
quienes predicaba.
13. Mientras estaban comiendo, fué preciso que el pas-
tor fuese a sacar las ovejas que habían entrado en un campo
de panes G, y con este motivo se quedó el monje con la mujer
en la cueva. Y preguntándola de su estado, le refirió cómo
era mujer de otro pastor y que vivía con aquél en pecado, y
que estaba muy arrepentida de la gran falta que había co-
metido contra su marido, pero que, por el temor tan grande
que tenía, no osaba volverse a su marido, ni el pastor con
quien ella vivía la quería soltar por el grande amor que ia
tenía. Cuando el pastor hubo enderezado su ganado, se vol-
vió a la cueva y comieron juntos, y cuando hubieron co-
mido, el monje santiguó y bendijo la mesa, y les refirió este
ejemplo :
14. — lEn cierta ocasión sucedió que un pastor vivía con
una mujer en pecado de lujuria en una montaña. Aquella
mujer rogaba todos los días a la Virgen Santa María que
la sacase del pecado en que estaba. Una noche, cuando el
pastor dormía, le pareció ver a la Virgen Santa María que
escribía en un libro todos aquellos por quienes rogaba a su
Hijo bendito. Y escribiendo en el libro el nombre de aquella
3 «preycant a los pastors los honraments de nostra Dona qui prega
per justs e per peccadors».
,; «camp de blat».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. C. 66 35 1
mujer que el pastor tenía, éste rogaba a la Virgen María
que escribiese también en aquel libro su nombre. Y la Vir-
gen Santa María le respondió diciendo que, por cuanto él
no la rogaba todos los días, no era digno que su nombre fuera
escrito en aquel libro.
15. — Señor — dijo el pastor al monje — <, ¿sabéis vos si
la Virgen María quisiera rogar a Dios por mí, si yo todos
los días la rogara? — Respondió el monje que él le afianza-
ría que la Virgen María rogaría por él a Dios, con tal que
él no hiciese deshonor a su Hijo, a quien deshonran todos
aquellos que viven en pecado, y a quien honran todos aque-
llos que salen de pecado. Mientras el monje decía estas pala-
bras, el pastor tuvo conciencia del pecado en que estaba y
dijo al monje así :
16. — tEn pecado de lujuria estoy, y quisiera salir de él
para que así honrara al Hijo de la Virgen Santa María, y
que la Virgen María rogara por mí a su Hijo; pero por
cuanto esta mujer no tendría quien la cuidara ni quien mi-
rara por ella, si yo la dejase, ni tampoco se atrevería a vol-
verse a estar con su marido, por eso me conviene estarme
en pecado. — El monje, preguntó a la mujer si ella se confiaba
tanto en las oraciones de la Virgen Santa María que qui-
siese irse con él para volverse a estar con su marido. Res-
pondió la mujer que ella volvería gustosamente a vivir con
su marido y que delante de él se acusaría a sí misma de sus
faltas, para que de ellas tomase la venganza, esperando que
la Virgen Santa Miaría le ayudaría en la penitencia y castigo
que su marido la hiciese padecer y sufrir, si él la quisiese
acompañar.
17. Fuéronse el monje y la mujer a la casa del pastor
su marido, y quedó el pastor en la cueva haciendo penitencia
por toda su vida, adorando y rogando todos los días a la
Virgen Santa María. Mientras el monje y la mujer iban a
esto, encontraron al pastor, marido de la mujer que buscaba,
que estaba durmiendo a la sombra de un árbol, el cual an-
daba buscando a su mujer e iba con armas para matar al
otro pastor que se la había robado. El monje y la mujer se
arrodillaron delante del pastor su marido, que estaba dur-
miendo, y dijo el monje estas palabras:
18. — Sanefa Maria, ora pro nobis! Virgen Santa Ma-
ría, cumplida es tu oración en esta mujer pecadora que está
arrepentida de su pecado; porque si tú no rogaras por ella,
no se arrepintiera. Pero aun te queda que cumplir y hacer
otra cosa, y es que el pastor su marido reciba la gracia de
tu Hijo, por la cual perdone a su mujer. Y conviene que tú
remuneres a nuestra esperanza que en ti hemos puesto,
con que nos ayudes. — Cuando el monje hubo concluido estas
palabras, la mujer con grandes lágrimas y contrición de su
352
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
corazón empezó a decir: — Pecadora soy y culpable contra
mi marido y mi señor, el cual puede usar en mí de justicia
y de perdón, siendo yo contenta de todo aquello que en mí
quisiese ejecutar. Mas si sucediese tal vez que mi marido
quisiese perdonarme, deseosa estoy yo de vivir en vida ermi-
taña y estarme sola haciendo penitencia, todos los días de
mi vida, por la falta que he cometido contra mi marido. Si
acaso mi marido me hiriese, me atormentase y me pusiese
en prisión, él obraría con justicia, y yo con justicia y pa-
ciencia sufriré mi tormento. Daré gracias a la Reina del
cielo y bendeciré a su Hijo bendito, porque dispondrá que
yo en este mundo haga penitencia de mis pecados, por los
cuales soy yo también culpable. — Y mientras la mujer del
pastor estaba diciendo esto, decía también muy a menudo
Sancta Maria, ora pro nobis, porque le parecía que estas pa-
labras le ayudaban en sus necesidades.
19. Estando el monje y la mujer arrodillados delante del
pastor que dormía, éste soñaba que le prendían y lo ahor-
caban por haber muerto a un hombre, y cuando estaba para
expirar, un demonio de horrible figura quería apoderarse
de su alma, pero la Virgen María la detenía en su cuerpo
para que el demonio no la agarrase. Y rogaba a su Hijo
bendito que quisiese perdonar al pastor la muerte tan injus-
ta que había cometido en aquel hombre, con grande injusti-
cia. Cuando el pastor hubo hecho este sueño, se quedó con
agonía y pesadilla, y oyó tendido aquellas palabras que de-
cían el monje y su mujer, con las cuales se despertó, y vió
a su mujer y al monje que, arrodillados delante de él, ado-
raban y rogaban con lágrimas a la Virgen Santa María,
diciendo las palabras referidas.
20. Muy maravillado se quedó el pastor del monje y su
mujer; y por la virtud de las palabras que decían y por
lo que había soñado, fué movido su corazón a llorar y perdo-
nar, y junto con ellos, con muchas lágrimas, alabó y rogó
a la Virgen Santa María. Y así llorando se estuvieron los
tres largo rato en oración, y, después de ella, dijo el pastor
estas palabras: — Si la lujuria mueve el cuerpo a pecar,
¿ cuánto más la memoria de la pasión del Hijo de Dios Jesu-
cristo y de la nobleza de la Virgen Santa María debe mover
la voluntad a tener piedad y a perdonar? Al que se arrepien-
te y se juzga a sí mismo, no quieras castigar dos veces. Y si
yo no perdonare, injustamente pido yo perdón; y por esto,
no sólo perdono yo, sí que aun daría cuanto pudiese dar a
quien me pidiese perdón. Y pues la Virgen Santa María
por mí está pidiendo perdón, mucha razón es que yo per-
done también.
21. Habiendo el pastor dicho estas palabras, arrodillán-
dose su mujer delante de él, le besó las manos y los pies
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 66 353
y le pidió perdón. Su marido la perdonó y le dijo se fuese
a su casa y en ella estuviese con santa paz, como de antes
habían estado por largo tiempo. — Señor — respondió la mu-
jer— , yo no soy digna de habitar en vuestra compañía; y así,
no solamente os conviene perdonarme, pero aun os conviene
que me deis permiso por el cual pueda yo estarme sola y vi-
vir pobremente en vida ermitaña, comiendo de las hierbas
crudas y bebiendo 7 agua fría, haciendo penitencia por mis
grandes pecados y defectos, que he cometido contra Dios
y contra vos. — Después de este razonamiento fué ordenado
entre los tres que la buena mujer hiciese penitencia en una
alta montaña, dentro de una cueva que había allí junto a
una fuente, y que su marido alguna vez la trajese alguna
pitanza, con la cual pudiese mantener su cuerpo, y que, de
allí en adelante, los dos no se conociesen carnalmente, sino
que estuviesen y viviesen siempre en castidad. Muy grande
fué la devoción y santa vida de los dos consortes, y cuando
el marido iba a visitarla eran muy grandes las bendiciones
que el uno daba al otro, y era también grande la doctrina
que recíprocamente se daban como pudiesen honrar, servir
y loar a Dios y a la Virgen Santa María.
22. En un hermoso prado, junto a una bella fuente,
estaban muchos pastores guardando gran número de gana-
dos. Y vino allá el monje de Ora pro nobis y saludó a los
pastores, y les rogó que quisiesen oír su sermón, y el monje
les predicó con ejemplos para que así les moviese mejor a
devoción. Tan agradables sermones hacía el monje a los
pastores, que todos los días pensaban en aquello que les
predicaba; y por aquello que pensaban y meditaban, se
enamoraban de servir y loar a Dios y de honrar y orar a la
Virgen Santa María. Siete días estuvo allí el monje con ellos,
y al octavo día se despidió, y se fué a predicar a otros pasto-
res de aquellas comarcas. Los bienes y 'loores que se daban,
por los cuales era Dios más loado por aquellos pastores a
quien el monje predicaba, ¿quién os los pudiera decir? Y la
buena fama que tenía el monje por todas aquellas tierras,
¿quién os la pudiera referir? Y el número de los pastores
que venían a oírle predicar, ¿quién os los pudiera nombrar?
Aquí ha finido el libro de Religión s, donde por gracia
de Dios se ha tratado, con bellas invenciones y deliciosos
ejemplos, con mucha doctrina, todo lo esencial y bueno que
I03 verdaderos religiosos deben saber practicar y tratar en
sí y en los otros para más cómodamente servir a Dios, co-
mo a ello están obligados por especial cargo y promesa que
le tienen hecha.
7 Las palabras «y bebiendo agua fría» faltan en el original.
3 JtEspJegat és, lo' libre de Religió» v nada más leemos en el texto
primitivo.
EMPIEZA EL LIBRO TERCERO: DE PRELACIA
CAPITULO LXVI1
CÓMO EL ABAD BLANQUERNA FUÉ ELEGIDO OBISPO
1. Después 1 de haber el obispo renunciado su obispado,
y retirádose ya en el monasterio y estudio del idioma ará-
bigo, que él mismo había establecido y fundado a fin que
muchos pudiesen estudiar y aprender en él varias ciencias
e idiomas, según hemos dicho en el antecedente libro, los
canónigos se juntaron en capítulo para disponer la elección
de prelado. En cuya ocasión dijo uno de ellos que, antes
de pasar a la elección, sería muy conveniente tomar consejo
del obispo que había renunciado el obispado, para saber
cuál de entre todos le parecía debía ser elegido obispo, pues
por tanto había renunciado, deseoso de morir para honrar
a Jesucristo, le parecía que debía ser llamado a la elección
y votar en capítulo como los demás. Todos aprobaron la
propuesta del canónigo, y luego le enviaron a llamar. Vino,
pues, a capítulo el que antes había sido obispo, y después
de haberle notificado el motivo por el cual le habían hecho
venir, dijo en presencia de todos eligiesen al abad Blanquer-
na, pues no sabía otro tan digno como él para ser obispo.
Y caso que lo rehusase, les aconsejaba eligiesen obispo se-
gún el modo y arte de elección.
2. Desagradó mucho esta proposición al arcediano y a
algunos canónigos, pues, siendo ellos seglares, se recelaban
que, si el abad Blanquerna era su obispo, les obligaría a que
fuesen canónigos reglares. Aunque la mayor parte del cabil-
do aprobó que el abad Blanquerna fuese su obispo, con todo,
quisieron se eligiese según el modo del referido arte de
elección; pero el arcediano con algunos canónigos se opu-
sieron a que se hiciera la elección según el arte, por cuyo
motivo los demás canónigos que deseaban que Blanquerna
fuese el obispo le eligieron sin usar el arte de elección, si
bien algunos se opusieron y pasaron a elegir al arcediano
por obispo.
1 «Com lo bisbe hac renunciat al bisbat e fo en l'estudi aràbic,
LIBRO DE EVAST Y BLANQUEEN A. — C. 67
VIS
3. Gran discordia había entre los canónigos por no ha-
berse concordado en la elección, y dos de ellos fueron a
notificar al abad Blanquerna como le habían elegido por
obispo, habiendo tenido más votos que el arcediano, por lo
cual le suplicaban muy de veras, como también por parte
de sus compañeros, viniese a tomar posesión del obispado,
y luego pasaría a Roma por la confirmación del Pontífice.
Sintió 2 vivamente el abad Blanquerna la noticia que los
canónigos le participaron, y de hecho se excusó, diciendo no
convenía a la vida contemplativa dejar la religión para ser
obispo, con que los dos canónigos y los demás que le habían
elegido quedaron muy descontentos por haberles dicho el
abad que no quería ser obispo. En ínterin, el arcediano pasó
a Roma para obtener la confirmación del Papa; pero la
mayor parte de los canónigos enviaron también a Roma sus
procuradores para oponerse a la elección del arcediano, y
suplicaron al Santo Padre Apostólico mandase al abad Blan-
querna aceptar el obispado, pues 3 había sido electo por la
mayor parte de los canónigos.
4. Después de haber el señor Papa oído ambas partes,
habló en esta forma: — Todo lo que tiene resabios o seme-
janza de simonía debe esquivarse en cualquier elección, y
lo que más se opone y es más contrario a la simonía es
siempre lo más conveniente. Por cuya razón, soy de parecer
que el abad Blanquerna, que rehusa el ser obispo y no
quiere pasar de la estrechez de vida en que está a otra más
amplia, deba ser y de hecho sea obispo, y no el arcediano,
quien, según parece, viene muy voluntarioso. — Por todo lo
cual quiso el Papa y mandó que absolutamente Blanquerna
fuese obispo, y a este tenor le fué mandado por escrito. Muy
desconsolado quedó el abad Blanquerna y todo el convento
por el precepto que le había impuesto el Pontífice, por lo
cual le envió dos monjes a ver si podría excusarse, propo-
niéndole el derecho que le asistía, haciéndole presente que,
si el otro había podido renunciar el obispado para elegir
vida más austera, bien parecía justo que él pudiese renun-
ciar la elección siendo ya monje y estándose en vida más
estrecha y contemplativa.
5. De hecho, estos monjes se fueron a Roma, y supli-
caron al señor Papa se dignase de no quitarles a su abad
Blanquerna por la gran falta que les haría, en atención a lo
mucho que había mejorado y continuaba en mejorar a su
monasterio, y mayormente porque se excusaba razonable-
mente, según el derecho y los motivos que se le habían
3 Una traducción más fiel sería : «El abad Blanquerna se excusó,
diciendo que no convenía a la vida contemplativa dejar la religión
para ser obispo, y dijo que de ninguna manera sería elegido obispo.»
* 3 En el texto primitivo no se halla apues... canónigos».
35<5 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
expuesto. Pero el Papa 4 no quiso admitir ni dar lugar a
las excusaciones propuestas por los monjes, antes quiso
absolutamente que el abad Blanquerna fuese obispo para
que mejorase el obispado, como había mejorado el monas-
terio. Y porque quería se ejercitase en la obediencia, des-
pachó expresamente un rescripto al abad, en el que se le
mandaba por santa obediencia dejase la abadía y aceptase
el obispado. En fin, el abad Blanquerna hubo de obedecer
renunciando la abadía, con universal sentimiento y dolor de
los monjes, porque perdían tan noble abad, y aceptando el
obispado con singular gozo y alegría de los canónigos que
le habían elegido, por 5 cuanto en éT lograrían el más digno
y mejor obispo.
CAPÍTULO LXVIII
De qué manera el obispo Blanquerna ordenó su obispado
1. Entró en capítulo el obispo con sus canónigos, y les
habló de esta forma: — 'Vuestra voluntad es, señores, que
yo sea vuestro pastor. En gran servitud me hallaba yo cuan-
do era abad, mas ahora estoy en mucha mayor, pues con
más grande afán y peligro guarda el pastor a sus ovejas
cuando gordas que cuando son flacas. Y así, pues habéis
querido que yo sea vuestro obispo, os pido ayuda y consejo
para ser buen pastor y guardar bien mis ovejas. Y quiero
primeramente saber de vosotros cuánta es la renta de esta
iglesia, cuántos son los canónigos y los beneficiados en la
catedral y cómo se reparten las rentas de la iglesia. Todas
estas cosas quiero se me pongan por escrito, para que pueda
yo allá a mis solas discurrir si pudiera mejorar algunas
cosas en esta iglesia a honra de Dios y de la Virgen María \
y para dar buen ejemplo a los seglares, los cuales pecan
muchas veces por el mal ejemplo 2 que les dan su pastor
y sus compañeros los canónigos y los otros eclesiásticos
y curas.
2. Luego, en presencia del obispo y de los canónigos,
fué puesto por escrito todo lo que el obispo mandaba, y vió
que en aquella catedral había veinticuatro canónigos, sin
contar el arcediano, sacristán, paborde, deán y cabiscol; y
* «a totes passades volc lo papa que fos bisbe l'abat Blanquerna...
e volia que usàs de obediencia que fos bisbe»'.
6 El original calla «por... obispo».
1 «y de la Virgen María» no se halla en el original.
- «per lo mal exempli que han de lur pastor e de sos companyons».
LIBRO DK EVAST V BLANQUERIA. — C. 68 357
que había trece racioneros y otros oficiales, según se con-
viene haber en una catedral. Muy dotada estaba aquella igle-
sia, pues la porción sola del obispo montaba hasta tres mil
libras de renta por cada año. Mucho estaba pensando el obis-
po en el estado de su diócesis y en cuál modo pudiera mejo-
rarlo.
3. Sucedió un día que en la misa se cantó ei evangelio
en que nuestro Señor Jesucristo prometió las ocho bienaven-
turanzas. Y después de concluida la misa, entró el obispo
en capítulo, según tenía por costumbre una vez a la semana,
y, estando allí con todos los canónigos, habló en esta forma:
— Bien habéis entendido, señores, como nuestro Señor Jesu-
cristo promete en su evangelio ocho bienaventuranzas; por
lo cual quisiera, con vuestro consejo y voluntad, ordenar
en este obispado tal regla y ordenación, con que pudiésemos
todos obtener las ocho bienaventuranzas referidas. Y empe-
zando primero por mis rentas, hago de ellas tres partes: la
una quiero sea repartida entre los pobres de Jesucristo; la
otra se gaste en pacificar a los que están en enemistades
y disensiones, y la tercera, para mi manutención y para el
gasto de toda mi familia.
4. El arcediano dijo entonces al obispo que gran desho-
nor sería de su persona y de todo el clero de la catedral
si no mantenía en su casa mucha familia para acompañarle
y honrarle, lo que no pudiera mantener con sola la tercera
parte de sus rentas. Mas el obispo respondió diciendo que
ninguna honra debe ser deseada, si no es con la intención
de servir a Dios; y que honra uno más a Dios con hacer
limosna que con tener mucha familia supèrflua por osten-
tación y vanagloria. Pues mucho mejor y más honrado queda
el palacio del prelado cuando están en sus puertas muchos
pobres 3 a quienes se da bien de comer y se les hace limos-
na, que no cuando en la mesa del prelado sirven muchas co-
pas doradas y otra vajilla de plata, ni cuando comen en ella
muchos criados y familia, ni cuando en la caballeriza hay
muchos caballos y muchas muías, ni menos cuando en los
cofres guarda muchos preciosos vestidos y mucha moneda
y dinero recogido.
5. En fin, quiso el obispo y ordenó que el número de los
canónigos se dividiese en tres partes : la una fuese destinada
para servir las ocho bienaventuranzas, la otra para estudiar
la teología y cánones, y la tercera se destinase para el ser-
vicio de la iglesia. Y ordenó asimismo que todos los veinti-
cuatro canónigos y él mismo fueran reglares; como también
para todos los clérigos que servían sus beneficios cantando
en la iglesia, concluidas las horas y la misa, estudiasen
* «molts pobres a qui hora dóna almoina».
358
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLCLL
teología y el derecho canónico, y que comiesen juntos en
el refitorio y durmiesen en el dormitorio, a fin de que, mu-
riendo algún canónigo, fuese uno de ellos elegido en lugar
del difunto, y que se les proveyesen las vicarías o curatos
de las iglesias parroquiales. Todas estas ordenaciones quiso
el obispo Blanquerna fuesen establecidas para siempre, y
que fuesen otorgadas por todo el cabildo de los canónigos
y por los demás eclesiásticos de su iglesia y confirmadas
por el Papa y cardenales.
6. Fuerte disputa tuvo el obispo sobre estas ordenacio-
nes con el arcediano y algunos canónigos, sus parciales;
pero en resolución les dijo que no sería obispo, menos que
ellos otorgasen y consintiesen en aquellas ordenaciones, y
que enviaría al Papa a suplicarle las confirmase, y caso
que no quisiese confirmarlas, le excusase de ser obispo, pues
no quería ser pastor sin poder defender sus ovejas de los
lobos. De hecho envió luego al Papa todo el proceso de sus
ordenaciones por medio de dos canónigos muy santos y devo-
tos. Al instante que el Papa hubo leído todas las ordenaciones
que el obispo Blanquerna había hecho en su obispado, envió
un rescrito para que en un todo se hiciese la voluntad del
obispo. Y alegróse mucho entonces de haberle confirmado,
esperando entrar en parte del mérito de todo el bien que
hacía el obispo Blanquerna, por cuya razón confirmó para
siempre todas las ordenaciones que él le había enviado.
Guando llegaron de la corte romana los enviados con la con-
firmación de las ordenaciones, alegróse sumamente el obispo
Blanquerna, y arregló su obispado según queda dicho arriba,
empezando por la ordenación de los estudios, y después por
la de las ocho bienaventuranzas 4, como se dirá en los capí-
tulos siguientes 5.
4 Confesamos que la idea de los seminarios no es del todo clara
y precisa en los escritos del Doctor Iluminado. Sin embargo, en aquel
maravilloso plan de estudios y vida común que el obispo Blanquerna
prescribe para los clérigos que servían y cantaban en las iglesias
y que habían de obtener las canonjías, parroquias y demás bene-
ficios eclesiásticos de sus respectivas diócesis, ¿ no vemos esbozados,
más que levemente, los futuros seminarios diocesanos o interdiocesa-
nos decretados por el concilio de Trento ?
Como ya lo habrá notado el lector por lo que se dice en el ca-
pítulo 65, a los ojos del Beato, mayor era la necesidad de erigir
por toda la haz del mundo seminarios o colegios de lenguas orienta-
les, en donde los futuros misioneros aprendieran, juntamente con
las diversas lenguas bárbaras, un método racional para penetrar la
mentalidad de los pueblos que habían de convertir. Cf. nuestro
opúsculo Reminiscencias Julianas en- la obra reformadora del conci-
lio de Trento (Palma de Mallorca, 1946), y Boletín de la Sociedad
Arqueológica Luliana, XXIX (1945), 482 ss'
5 Ha)- que suprimir «como... siguientes».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. ÓQ
CAPITULO LXIX
De la pobreza
1. El obispo entró en capítulo con los canónigos, y les
dijo que nuestro Señor Jesucristo prometió el reino de los
cielos a todos los que serían pobres de espíritu; y por esta
razón quería que uno de los canónigos fuese destinado al
oficio de pobreza para predicarla y ser cabeza y jefe de
todos los pobres de aquella ciudad, a cuyo efecto, ante todas
las cosas, había de partir todo el producto de su canonicato
por amor de Dios, y en seguida de esto, ir pidiendo por amor
de Dios todo lo preciso para sustentar su vida, vistiendo
pobremente y corrigiendo sin empacho alguno a los ricos
de espíritu. Mientras el obispo proponía el método que se
debía llevar en aquel oficio, un canónigo de muy santa vida
se puso en pie y pidió se le concediese el tal oficio de Pobre-
za, prometiendo cumplir con todo su poder las condiciones
expresadas pertenecientes a este oficio y encargo, si se lo
otorgaban *.
2. Fuéle concedido al canónigo el empleo, y luego el
obispo 2 hizo publicar por todas las iglesias de la ciudad
como tal canónigo había tomado el oficio de pobreza para
ser jefe y cabeza de todos los pobres; y así, que todos recu-
rriesen a él, quien iría con ellos por la ciudad pidiendo por
amor de Dios cuanto necesitasen para sustentar la vida.
Y el obispo concedió muchos días de perdón a los que le
hiciesen limosna. El canónigo dió por amor de Dios todos
sus ricos vestidos, sus caballerías y demás alhajas y muebles
de su casa, y, pobremente vestido, iba pidiendo por amor de
Dios para los pobres vergonzantes, desvalidos y enfermos;
y, asimismo, para casar pobres doncellas y criar chicos huér-
fanos y menesterosos, a quienes ; procuraba después dar
maestros de letras o artes mecánicas, para que pudiesen
así ganarse la vida.
3. Aconteció un día que este canónigo fué convidado
a comer en casa del arcediano. Y mientras estaban comien-
do, vió que el arcediano se regalaba con distintas viandas
muy delicadas y costosas. Vista por el Canónigo de Pobreza
toda aquella profusión, levantóse de la mesa, exclamando
1 El autor calla asi se lo otorgaban».
~ «e lo bisbe féu preycar ]>er les esgleyes que aquell canonge fos
cap de los pobres e que acaptaria ais pobres e donà gran perdó...».
' «als quals faia mostrar alcun mester de què vivissen».
360 OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
en alta voz: 'Huyamos de aquí, huyamos, que el arcediano
gasta los bienes de Jesucristo y de sus pobres." Y así gri-
tando, salióse de casa del arcediano y fuóre por las calles de
la ciudad y casas de los canónigos. Y sc^oiíanle muchos po-
bres, que decían a voces las mismas palabras del canónigo.
Muy corrido se quedó el arcediano en esta ocasión, y muchos
fueron los que sintieron se les remordía la conciencia por
la reprensión que daba el canónigo al arcediano.
4. Otro día sucedió que el Canónigo de Pobreza comía con
el cabiscol; y mientras estaban comiendo, entraron en casa
de éste muchas caballerías cargadas de trigo, propio del ca-
biscol, quien era hombre muy avaro y recogía dinero para
enriquecer un sobrino suyo que amaba mucho. Al punto
que el canónigo reparó entrar tantas cargas de trigo, se
levantó de la mesa y se fué por las calles de la ciudad reco-
giendo los pobres de Jesucristo. Después que hubo juntado
a muchos, se fué . con ellos al palacio del .obispo gritando :
"¡Justicia, justicia!" Y clamaban así con él todos los po-
bres. Mucho se maravilló el obispo y los que estaban con él
al oír estos clamores, y saliendo a la puerta de palacio con
sus canónigos, encontraron muchos pobres, que, acompaña-
dos del Canónigo de Pobreza, su procurador, clamaban a
grandes voces: "¡Justicia, justicia!" Preguntó el obispo al
canónigo que por cuál motivo clamaban así, y respondióle
con estas palabras:
5. — 'Señor : está escrito que todo lo que sobra a los ecle-
siásticos, a excepción de lo preciso y honesto, debe de ser
y es de los pobres de Jesucristo. Y como el cabiscol de vues-
tra iglesia tiene recogido mucho trigo y quiere ahora ven-
derlo para comprar con este dinero un castillo para su so-
brino, pídoos, señor, que el trigo o el dinero que se saque
de él sea entregado a los pobres que vos me habéis encomen-
dado, pues debe ser suyo; porque el cabiscol no tiene boca
ni estómago para tanto trigo como tiene recogido; y no
siendo su sobrino eclesiástico ni pobre, no tiene derecho
para servirse de él; y, por tanto, pido y requiero que se me
haga justicia. — Entonces el obispo, para saber la verdad del
hecho, envió a llamar al cabiscol, y encontró que era así
como decía el canónigo; por lo cual quedó muy avergonzado
y confuso, en cuya consecuencia el obispo sentenció que todo
el trigo fuese entregado a los pobres de Jesucristo, con tal
que, si el sobrino quisiese juzgarse y tenerse por pobre, pu-
diese obtener igual porción de trigo como uno de los demás
pobres.
6. Predicaba el canónigo todos los días por las plazas
de la ciudad la pobreza e increpaba el deseo a las riquezas,
cuando, un día, cierto caballero muy rico y muy honrado de
aquella ciudad le convidó a comer. Y antes de ponerse a la
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 69
361
mesa, rogó el canónigo al caballero le enseñase toda la casa.
El caballero 4 condújole por todo, y el canónigo observó que
en toda la casa no había pieza alguna que no estuviese con
todos los adornos correspondientes; pues, a más de ser la
casa muy hermosamente fabricada, estaban todos los cuartos
con todo el aseo y compostura que a su estado correspondía.
En algunas piezas había muchas camas cumplidamente ade-
rezadas con ricos lienzos, mantas y pabellones. En otras ha-
bía distintas armas, bellísimas colgaduras de terciopelo y
bancos primorosamente entallados. En las caballerizas había
bellos caballos y bellas muías. En la cocina, granúe aderezo,
y en el corral, gran multitud de gallinas, gansos y otra vo-
latería, y bastante leña. En el jardín, muchos árboles y bellas
flores 5. En la bodega, gran copia de vino blanco y tinto ".
En los graneros abundaba el trigo y la cebada, y en la des-
pensa, el pan y la harina. En los aparadores había copiosa
vajilla de plata, y en los guardarropas, bellas ropas y ricos
vestidos. En las arcas, cantidad de moneda, y en los cofres,
muchas, ricas y preciosas joyas y copiosa cantidad de telas
finas 7. En suma, así el caballero como su esposa y demás
familia estaban muy bien y ricamente vestidos, y lograban
cumplidamente todo cuanto necesitaban. Después que el ca-
nónigo lo hubo visto todo, dijo que, en cuanto había obser-
vado en toda la casa, nada había visto que tuviese rastro ni
señal de pobreza, y, por consiguiente, que él no quería comer
en aquella casa, puesto que aquel caballero era siervo de la
riqueza, que era contraria a su señora la pobreza.
7. Ya estaba el canónigo para salir de aquella casa e
irse a comer a otra parte, cuando el caballero le dijo que
aun tenía otro aposento secreto en casa, que él no había
visto, y deseaba que le viese ; y condujo al canónigo en aque-
lla pieza, que estaba pobremente aderezada. En ella comie-
ron privadamente aquel día el canónigo, el caballero y su
mujer unas pocas y flacas viandas. Después el caballero le
enseñó la pobre cama donde solía dormir con su mujer y el
cilicio que vestían, y le enseñó un libro donde estaban escritas
todas las limosnas secretas que hacían. En otro cuarto ex-
cusado había un crucifijo, en cuya presencia el caballero y
su mujer acostumbraban estar en oración y contemplación,
rogando a Dios y hablando de Dios. Mucho se maravilló el
4 «Per totes les cases del albere lo menà, e lo canonge viu eme en
tot l'alberc no hac milla cambra ni nulla casa a qui "defallís nulla
cosa ; car l'alberc era molt bell e bé obrat. En cada casa havia tot
ço qui pertanyia a son ofici ; car en la cambra havia molts lits e
oïts rics draps, e en lo palau hac moltes armes e moltes taules,
moltes bèsties en l'estable.»
a En el texto catalán no se hace mención de las flores.
" «Ni tampoco de los vinos», reza el original.
* «e en les caxes molts diners», dice simplemente el autor.
362 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
canónigo del modo de vivir de aquel caballero y su mujer,
y preguntóles por cuál motivo iban los dos vestidos tan rica-
mente, y por qué tenían su casa tan ricamente aseada y
abastecida de todo, y por qué tanta familia y ostentación.
A esto satisfizo el caballero diciendo que tenia su casa así
abastecida de todo a fin de que fuese más pobre de espíritu ;
por cuanto mayores eran las riquezas y los bienes tempo-
rales y más frecuente las veía y las despreciaba, tanto más
era pobre de espíritu. Ajgradó mucho al canónigo el modo de
vida de aquel caballero y su mujer, y alabó y bendijo a Dios,
que le había dado tan buenos compañeros en servir a la po-
breza de espíritu.
CAPÍTULO LXX
DE LA MANSEDUMBRE
1. El obispo Blanquerna encargó a otro canónigo el ofi-
cio de Mansedumbre, con la obligación de predicarla, y que
se mostrase mansueto y benigno, para que sus sermones
fuesen más veraces y diesen mayor fruto. Y repartió los
demás oficios entre los otros canónigos destinados a servir
las otras bienaventuranzas, reservando para sí el oficio de
Paz. Aconteció un día que el mayordomo del arcediano había
comprado mucha carne, gallinas y perdices; y a tiempo que
el Canónigo de Pdbreza, acompañado de muchos pobres, iba
por la ciudad pidiendo por amor de Dios, se encontró con
dicho mayordomo, que conducía a dos hombres cargados con
toda aquella provisión de carne y volatería. Y luego el ca-
nónigo, con todos los pobres que iban con él, gritaron a
grandes voces: "¡Ah ladrones, ah ladrones, que el arce-
diano hurta la carne a los pobres de Jesucristo!" Muy airado
y disgustado se quedó por ello el mayordomo, y mucho se
escandalizó y enfadó el arcediano cuando aquél se lo contó;
tanto, que pensó sacudir al Canónigo de Pobreza. Mas el de
Mansedumbre le hizo presente a la memoria como nuestro
Señor Jesucristo fué mansueto en su pasión y en la cruz,
en la cual, siendo inocentísimo, se dejó enclavar, vulnerar
y matar, y siendo el arcediano culpado, ¡ con cuánta mayor
razón debía ser más paciente y mansueto si el Canónigo de
Pobreza con justicia le acusaba y le reprendía de la injuria
que hacía a los pobres de Jesucristo, que el obispo y todo
el cabildo le tenían recomendados ! Con tanta devoción y hu-
mildad habló el Canónigo de Mansedumbre al arcediano, que
tuvo paciencia y conciencia, refrenó la ira y mala voluntad
y pidió perdón al Canónigo de Pobreza.
LIIiKO DE EVAST V BLÀNQUERNA . — C . 7<» 363
2. En la misma ciudad había una mujer que amaba
mucho a su marido. Era éste lujurioso; y porque faltaba
a la fidelidad debida a su mujer, estaba ésta muy impacien-
te, y prorrumpía frecuentemente con muchas palabras villa-
nas y descorteses contra su marido. Aconteció un día que,
mientras iba con otras mujeres a la iglesia, estaba el Ca-
nónigo de Mansedumbre predicando en la calle, delante de
la iglesia de la paciencia y mansedumbre, y decía estas
palabras: "Mucho más fuerte es el simple y el mansueto
que el iracundo y el impaciente orgulloso, porque el man-
sueto pelea con caridad, justicia, prudencia y fortaleza con-
tra el otro, y el impaciente airado pelea con los vicios con-
trarios a estas virtudes." Hízose cargo la mujer de lo que
decía el canónigo, y quiso probar si con blandas y humildes
palabras corregiría a su marido con mansedumbre y pa-
ciencia; por lo cual, en adelante, sabiendo que su marido
le había faltado, le avisaba con palabras suaves y humil-
des y le mostraba alegre el semblante, como si tal cosa no
fuese; y con esto vino a suceder que, cuanto mayores eran
los yerros que el marido cometía contra ella, tanto más se
aumentaban en su conciencia los remordimientos de sus pe-
cados; y por la multiplicación de la conciencia, vinieron
en él la castidad, la justicia y la vergüenza, que concuerdan
con la conciencia, y vencieron con la fortaleza a la lujuria
en el corazón del marido.
3. Predicaba en la plaza el Canónigo de Mansedumbre
al tiempo que un hombre increpaba a otro de latrocinio, y
éste airadamente se escudaba, amenazándole de manera que,
según las palabras que decía, parecía que fuese como Dios,
que no pudiese errar ni cometer alguna falta; y cuanto más
fuertemente se excusaba, tanto más crecía la ira, por la cual
iba aumentándose la sospecha en el otro que le increpaba,
siendo así que la ira y la sospecha concuerdan entre sí, y
suelen los hombres culpados excusarse con mayor energía
de voces que los inocentes. Mientras los dos así porfiaban, el
canónigo que estaba predicando dijo estas palabras: "In-
creparon a Jesucristo muy injustamente cuando le decían
que era encantador, endemoniado y samaritano 2 ; respondió,
pero humilde y benignamente, con pocas palabras, diciendo
que no era endemoniado ni encantador. Y, por esto, el que
se excusa más altamente de lo que hizo Jesucristo, parece
da a entender con sus palabras que no puede errar ni co-
meter pecado."
4. A tiempo que el canónigo acababa de decir las pa-
labras referidas, desprendióse una teja de im tejado muy
1 En el texto primitivo no se halla «delante de la iglesia».
~ «embriac e endemonia t» .
364
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
alto y le abrió una grande llaga en la cabeza, que sufrió
con paciencia y mansedumbre, diciendo " algunas palabras
muy humildes y devotas. Y sucedió también que, mientras
le llevaban en casa del cirujano, estaban dos hombres riñen -
do en la calle, y el uno, queriendo dar al otro con un cuchi-
llo, hirió al canónigo en un brazo y le llagó malamente.
Mas éste, con grande benignidad y paciencia, dijo que Dios
le perdonase la mala obra que le había hecho; y alabó y
bendijo a Dios, que quería y ordenaba que tuviese paciencia.
De estas palabras del canónigo quedaron muy edificados to-
dos los que iban con él, y mayormente el otro, que tanto
se excusaba del latrocinio de que le acusaban.
5. Después de largo tiempo, cuando ya el canónigo se
hallaba sano de sus heridas, sucedió que el príncipe de aque-
lla tierra desheredaba y hacía muchas injurias a la Igle-
sia, por ser un mal cristiano, quien no quería obedecer al
obispo Blanquerna en lo que le amonestaba y le decía se-
gún su oficio. Vino a noticia del Papa la violencia y la in-
juria que hacía aquel príncipe a la Iglesia, y, en consecuen-
cia, envió orden al obispo que le descomulgase. Mas como
sabían que el príncipe era hombre malo y cruel, por temor
que no les matase, estaban todos muy medrosos y repara-
ban y temían mucho descomulgarle. Entró, pues, un día el
obispo y los canónigos en capítulo, donde concurrieron tam-
bién los que eran oficiales de las ocho bienaventuranzas del
Evangelio; y se disputó entre todos cuál de ellos, según su
oficio, debía ir a descomulgar al príncipe. Y determinó el
obispo que el Canónigo de Mansedumbre debía ejecutarlo
por razón que Jesucristo, que es su Pastor, de quien son
procuradores los demás pastores y prelados de este mundo,
fué mansueto; y también porque la excomunión debe inti-
marse con palabras de mansedumbre y contrición, por todo
lo cual fué concluido que el Canónigo de Mansedumbre de-
bía ir a descomulgar al príncipe.
6. Vino, pues, el canónigo en presencia del príncipe, y
le habló en esta forma: — Nuestro Señor Jesucristo dijo
que los mansuetos poseerían la tierra; por tanto, a mí, que
tengo el oficio de Mansedumbre, me envían a vos para des-
comulgaros por la violencia e injuria que hacéis a la Igle-
sia. Vencido ha en mí la mansedumbre al temor, y me hace
venir a vos, despreciando el peligro de muerte. Mas, si en
vos hay fortaleza, justicia 3, paciencia y mansedumbre, és-
tas harán que os sean agradables mis palabras; si, pero, en
vos se encuentran la ira, la desobediencia y la injuria, con
mis razones humildes y benignas pretendo vencer vuestras
orgullosas palabras.
3 En el original se lee también «humildad».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 70 365
7. Sintió vivamente el príncipe que el canónigo le des-
comulgase, y mandó que, en su presencia, le despojasen, le
atasen y le azotasen, y que le hiciesen después morir a mala
muerte. Mas el canónigo, mientras le desnudaban y ataban,
rogaba a Dios que perdonase al príncipe y a los que esta-
ban para azotarle, y alababa y bendecía a Dios, que le ha-
cía llevar esta penitencia por los pecados que había come-
tido en este mundo. Y cuanto más reciamente le azotaban
y atormentaban, tanto más se le traslucía la piedad en el
aspecto y con mayor devoción decía: "Señor Jesucristo, tú
me criaste a tu semejanza y tomaste naturaleza semejan-
te a la mía, y ahora dispones que yo sea atormentado en
este modo semejante a la manera con que quisiste#ser ator-
mentado, para que yo te sea semejante, por lo que no podría
yo retribuirte ni agradecer los dones y el favor que te has
dignado darme y hacerme. Alabóte y bendígote, Señor, por-
que quieres honrarme tanto y exaltarme. No sería yo man-
sueto ni a ti semejante si 4 aborreciese y maldijese a los
que me atormentan y mandan atormentarme."
8. Mucho se maravilló el príncipe de las palabras que
decía el canónigo, por lo cual mandó que no le azotasen ni
atormentasen más, y luego le habló de esta forma: — So-
lían los eclesiásticos en algún tiempo ser soberbios, holga-
zanes 5 y descomedidos : ¿ de dónde, pues, viene ahora que
tú hables con palabras tan humildes, tan mansuetas y de-
votas? ¿Habría ya, por ventura, llegado el tiempo en que
vuelvan en vosotros, eclesiásticos, la humildad, la manse-
dumbre y la devoción? ¿Y que los seglares tomásemos de
ello ejemplo y enseñanza? Ruégote, por Dios, y te conjuro
que me digas la verdad sobre el estado de tu obispo y de
tus compañeros, pues no dejará de haber alguna nueva y
rara virtud en los que, en lance tan apretado como es éste,
han enviado a mí un hombre como eres tú.
9. Entonces el canónigo refirió al príncipe todo lo que
había acontecido al obispo Blanquerna : cómo antes era abad
de cierto monasterio de monjes y cómo después ellos le
habían elegido por su obispo, y le informó de cómo había
ordenado y regulado toda su diócesis y que él era uno de
los ocho canónigos, los cuales, en su forma y modo de vida,
significaban las ocho bienaventuranzas que prometió Jesu-
cristo a sus apóstoles y discípulos y a todos sus sucesores.
En esto, la divina luz, con amor celestial, ilustró el corazón
del príncipe, quien se explicó con estas voces: — [No es ra-
zón que un tal obispo y tales compañeros sean desobedeci-
dos en cosa alguna. — Y luego después, el príncipe, junto con
4 Más exacto : «... si me irritara con los que me atormentan.»
* El original calla «holgazanes».
;,66
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
él canónigo, se fué a pedir perdón al obispo Blanquerna y
a sus canónigos y 6 satisfizo el agravio e injuria que había
hecho a la Iglesia. Y cuando le hubieron absuelto de la ex-
comunión, encomendóse en la gracia y bendición del obispo
y de todo el cabildo.
CAPÍTULO LXXI
Del LLANTO
1. El obispo Blanquerna instruyó al Canónigo de Llan-
tos cómo debiese llorar en común por todas aquellas cosas
que convenían ser lloradas, y dióle arte y regla para mo-
ver su corazón a amar tan de veras a Dios, hasta que lle-
gase a subir el agua a los ojos para llorar. Aconteció, pues,
un día que este canónigo pasaba por el matadero, y reparó
que el Canónigo de Mansedumbre se entretenía allí miran-
do cómo los cortantes ataban y degollaban a los corderos
sin que éstos se resistiesen ni balasen; antes recibían la
muerte en paz. Preguntóle entonces el Canónigo de Llantos
por cuál motivo se entretenía allí. Y respondióle que estaba
mirando matar aquellos corderos para acordarse de su se-
ñor Jesucristo, quien, como manso cordero, se dejó prender,
atar, atormentar y matar para salvar a los pecadores. Al
oír esto el canónigo, dijo : — Llorar, pues, me conviene ahora
la muerte de Jesucristo. — Y luego los dos canónigos se de-
tuvieron algún tiempo llorando con devoción. Y muchas ve-
ces venían allí los dos a llorar, por el consuelo que experi-
mentaban en el llanto y por el fruto que sacaban de muchos
hombres que, viéndoles llorar así, se sentían movidos a con-
trición de sus pecados y lloraban la pasión que por ellos ha-
bía sufrido nuestro Señor Jesucristo.
2. Otro día, el Canónigo de Llantos pasaba por delante
de una sinagoga, y vió que concurrían allá muchos judíos
para rogar a Dios. Y parándose delante de la puerta, se
acordó de cómo los malditos judíos habían concertado la
muerte de Jesucristo ; y 1 cómo en este mundo le habían
deshonrado, despreciado, atormentado, blasfemado, crucifi-
cado y muerto; y cómo perseveraban en no creer en él, y
le maldecían sin cesar todos los días. Pensando en todas es-
tas cosas el canónigo y cómo los tales judíos ignorante y
,; «e lo príncep demanà perdó, e féu satisfacció, e comenàn-s e en
la benedicció del bisbe, e de tot lo capítol».
1 «ni com l'avien desonrat en lo món, ni com lo descreien e-1
male en tots jorns».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 71 367
maliciosamente se condenan, lloró muy fuertemente, dicien-
do estas palabras: "¡Alh caridad y devoción! Y ¿por qué
no acudís a honrar a nuestro Señor Dios entre aquellas gen-
tes que creen honrarle y le deshonran ? ¡ Oh piedad ! Y ¿ cómo
no os compadecéis de estas gentes perdidas que todos los
días se precipitan ignorantemente en el fuego perdurable?"
duchas otras exclamaciones, acompañadas con lágrimas, hizo
allí el canónigo. Y repetidas veces venía en aquel paraje a
llorar, para que la divina gracia iluminase a los errantes y
diese devoción a los cristianos, con que, por virtud de Dios,
tuviesen mayor cuidado y diligencia que no tienen en alum-
brar a los infieles.
3. Cierta mujer tenía a su marido, que mucho amaba,
esclavo en tierra de moros, que fué después redimido por
gran cantidad de dinero. Y como, después de haber vendido
la buena mujer todos sus bienes y los de su marido, no bas-
tase lo que había sacado para pagar la redención, iba por
las iglesias y por las plazas recogiendo por amor de Dios,
para cumplir la cantidad de dinero para el rescate -. Un día,
pues, el Canónigo de Llantos encontró en la plaza a esta
buena mujer, que llevaba consigo a cuatro hijos chiquititos,
pidiendo limosna y llorando, mientras estaba contando a mu-
chos hidalgos la esclavitud en que se hallaba su marido y los
tormentos que padecía en su cautiverio. Todos aquellos se-
ñores, compadeciéndose de aquella mujer, le dieron dineros
y la consolaron en su tribulación. Después que la buena mu-
jer hubo acabado de explicar sus sentimientos y recibido la
limosna, el canónigo, llorando, dijo estas palabras: — Llora
la mujer a su marido y se compadece de los tormentos que
padece en su cautiverio; reducido ha sus hijos a la mendi-
guez y va con ellos entre la gente pidiendo una limosna por
amor de Dios, y ¡hace cuanto puede para recobrar a su ma-
rido! Pero ¿quién es el que haga otro tanto para honrar a
su Creador, Bienhechor y Señor de todo cuanto hay, digo
a nuestro Señor Jesucristo ? Este Señor es mucho más ama-
ble que no lo es el marido de esta buena mujer. En escla-
vitud están los lugares donde él fué concebido, donde nació
y donde fué aprisionado, crucificado y muerto, porque se
hallan en poder de los moros. Luego :! más sentidamente de-
bemos llorar por Jesucristo que no por el hombre que vive
estando en poder de los infieles. Y así, ¿cuál de vosotros me
ayudará a llorar la ingratitud de las gentes que no hacen
cuanto pueden para honrar y obedecer a su Señor, Creador
■ El autor solamente dice «acaptava per les places».
3 El original no contiene el párrafo «Luego... infieles».
368
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
y Redentor? — Muy fuertemente lloró 4 el canónigo, hasta
obligar a los demás que se humillasen en acompañarle con
el llanto.
4. A la entrada de la ciudad habitaban las mujeres pros-
titutas. Y pasando por aquel barrio en una ocasión el Ca-
nónigo de Llantos, vió a muchas de ellas que vivían allí, y
acercándose a ellas, empezó a decir estas palabras : — Llorar
quiero los pecados de estas infelices pecadoras, que por un
dinero se entregan al demonio, y siendo así que un mundo
entero no vale tanto como una sola alma, con todo esto, cada
una de estas mujeres entrega su alma y cuerpo al demonio
por un dinero. Llorar me conviene el que el príncipe o los
regidores de la ciudad no prohiban que en lugar tan público
como es éste habiten estas mujeres, las cuales son ocasión
de pecar a cuantos pasan por aquí. Lloran mis ojos, pues
no hay en esta ciudad quien procure que estas mujeres no
anden y estén en tan peligroso oficio. — Mientras así lloraba
el canónigo, aquellas mujeres comenzaron a llorar con él,
excusándose con decir que lo hacían a causa de su pobreza.
Tan piadosamente lloraban el canónigo y las mujeres, que
movían a gran compasión la gente que por allí pasaba. A este
tiempo, un caballero muy rico, que no tenía sucesión, entra-
ba montado a caballo por la ciudad con su mujer y mucha
familia, y acertaron a pasar por allí y oyeron las palabras
que decía el canónigo llorando con aquellas infelices'. Y Dios,
por los méritos del canónigo, fué servido de inspirar con su
divina gracia al caballero y su mujer, de manera que reci-
bieron como a hijas aquellas mujeres, llevándoselas en casa.
Y, en consecuencia, aquel caballero y su mujer casaron a
las unas, y las otras encomendaron a otros señores para
que en casa las enseñasen a servir y vivir honestamente; a
otras dieron algún oficio para ganarse la vida; y al cabo
hizo aquel caballero un hospital, donde estuviesen sirviendo
a Dios todas aquellas mujeres que quisiesen abandonar y
apartarse de aquel pecado público de lujuria, dotando el hos-
pital con algunas rentas 5. Y después trató con el príncipe
y con los ministros de la ciudad que en adelante no estu-
viesen semejantes mujeres en las cercanías G de las puertas
de la ciudad, ni en las calles o caminos públicos, para obviar
el mal ejemplo que pudieran tomar de ellas los hombres y
las mujeres que van transitando por allí.
5. En el día de Pascua de Resurrección, el Canónigo de
4 «Plorà lo canonge, e les gents en la plaça pensaren de lurs di-
ners a nombrar, e lurs mercaderies a parlar, e per açò los plors del
canonge començaren a multiplicar.»
0 En el texto primitivo no leemos adotando... rentas».
0 El texto catalán dice sencillamente . «per los camins qui son a
lVntrant de la ciutat».
LIBRO DE KVAST Y RLANQUERNA. — C. 71 ^6q
Llantos, para dar alguna tregua a las lágrimas y recrearse
de lo mucho que había llorado la sagrada pasión de nuestro
Señor Jesucristo en la Semana Santa, vino a la iglesia donde
el obispo Blanquerna debía predicar, y al llegar a las puer-
tas, vió que entraban en ella muchas mujeres ricamente ves-
tidas, compuestas las cejas 7 y afeitadas sus caras con colo-
res blancos y encarnados, para ser vistas de los hombres
y codiciadas torpemente. También reparó algunos mozos no-
blemente vestidos y bien peinados, con guirnaldas en la ca-
beza y divisas en sus vestidos s, y que antes miraban y aten-
dían a las mujeres y a sus facciones que no al altar ni a la
cruz, donde se nos representa la santa pasión del Hijo de
Dios, Jesucristo. Viendo el canónigo todos estos desórdenes,
púsose a la puerta de la iglesia, y se estaba allí llorando los
pecados de las gentes y el olvido e ingratitud que tenían de
la cruel pasión de Jesucristo, su Salvador.
6. Mientras el canónigo así lloraba, vino el obispo a la
iglesia, y encontrándole allí a la puerta llorando, le preguntó
el motivo de su llanto. A que respondió: — Señor, acordán-
dose el Hijo de Dios de su pueblo perdido, quiso encarnarse
y sufrir pasión y muerte para recuperarle. Olvidada es ahora
su santa pasión y no hay alguno que santamente se alegre
de su santa resurrección. Recordada 9 es por hombres y mu-
jeres la lujuria, pues todos traen y dan señas de ella vinien-
do a esta iglesia, no para arrepentirse de sus pecados, sí
para multiplicar aquí sus vicios. Consolaréme en mis llantos,
pues en ellos solamente encuentro mi consuelo, porque el
acordarme de sus pecados es el motivo de mi pena y des-
consuelo.
7. Pareció bien al obispo el que así llorase el canónigo,
y, acercándose a él, lloraron los dos largo rato. E inmedia-
tamente cuantos estaban dentro de la iglesia supieron el mo-
tivo, por qué lloraban, y se quedaron muy corridos y aver-
gonzados todos aquellos hombres y aquellas mujeres, que
daban señas de lujuria en su porte y modo de vestir. En se-
guida de esto predicó el obispo, y les dijo que no permitiría
en adelante que los hombres y las mujeres entre sí pudiesen
verse en la iglesia. Y valióse del ejemplo de los judíos y de
los moros, diciendo que si aquéllos, que son infieles y se ha-
llan en error y en vía de condenación, tienen y observan esta
buena ordenación, ¡con cuánta mayor razón debemos guar-
darla y observarla los que somos cristianos 10 y estamos en
7 «Tintes hagueren lurs celles e luts cabells ; en iur cara foren
colors de blanc e de vermell.»
8 El autor pasa en alto ay divisas en sus vestidos».
9 Versión fiel : «Recordada es la lujuria. Las mujeres y los hom-
bres que llevan señales de lujuria vienen a esta iglesia para que
nos vean llorar.»
w «los crestians qui són en veritat».
370
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
la verdadera ley y camino de salvación, precaviendo que no
se haga alguna irreverencia y deshonor al santo sacrificio
del altar, cuando es digno de infinito honor!
8. Continuaba todos los días el Canónigo de Llantos a
llorar en la iglesia por los pecados del pueblo, e iba por to-
das las calles de la ciudad, y lloraba siempre que veía alguna
cosa que mereciese ser llorada; porque en aquellas cosas en
que podía percibir que Dios no fuese amado, conocido y obe-
decido, en todas se esforzaba a llorar, para mover la gente
a contrición y conciencia y que diesen gloria a Dios pidién-
dole perdón y devoción. ¿Quién sería bastante para deciros
el bien que hacía el Canónigo de Llantos y el mal que se
evitaba por lo que él obraba? ¿Y11 los que se ríen y huelgan
mientras van errados, cómo pudieran holgarse y dormir si
quisieran imitarle?
CAPÍTULO LXXII
DE LA AFLICCIÓN
1. Predicaba todos los días el Canónigo de Aflicción
ayunos, vigilias y aflicciones, diciendo que nuestro Señor
Jesucristo promete hartura a los que padecerán hambre y
sed por su amor. Aconteció, pues, un día que un trajinero
comía pan y cebolla mientras el macho comía la cebada.
Flaco y descolorido estaba el trajinero, cuando el macho
bien gordo y brioso; y reparándolo el canónigo, pregun-
tóle por qué cuidaba más del macho que de sí propio. A que
respondió que el macho no podría llevar la carga si no co-
mía bastante cebada, pero él bien podía pasar con pan y ce-
bolla. En seguida de este razonamiento, dijo el canónigo en
presencia de muchos hombres:
2. — (El ayunar o comer flacas viandas por avaricia, no
es ocasión 1 para merecer obtener la bienaventuranza de la
hartura que Dios promete en su Evangelio, quien no manda
al hombre saciar más a su jumento que a su propio cuerpo,
porque no concuerdan entre sí la avaricia y la justicia.
3. Otro día que el Canónigo de Aflicción predicabá en
una plaza, acertó a pasar por allí, montado a caballo, el ar-
cediano, que iba a un castillo a divertirse, y en otra caba-
• i ¿i
11 «Ni aquells qui tan rien, si-l volen resemblar, com se poden
adurmir ?»
1 «no és ocasió de les benanvrances que Déus promet en l'evan-
geli ; ni sadollar son asse e donar fam a sa persona per avaricia
no s concorda ab justicia. »
LIKRO DE EVAST V HLANQUERNA. — C. 7 2 3?1
Hería hacía llevar barriles de vino y gallinas, muertas ya
del día antes a fin que fuesen más tiernas para la comida,
con su provisión de pan fresco, salsas y dulces. Era muy
gordo y gran comedor el arcediano, a quien, delante de to-
dos, preguntó el canónigo cuál valía más para el cuerpo y
para el alma: la hartura de viandas corporales o la hartu-
ra de la gracia que Dios promete a los que por su amor pa-
decerán hambre, sed y aflicción. Fuése el arcediano sin res-
ponderle palabra, porque llevaba mal pleito.
4. El canónigo salió de aquélla y se fué a otra ciudad
a predicar aflicción. Y en el crucero de dos caminos encontró
a dos religiosos que disputaban sobre cuál camino habían
de tomar, pues el uno tenía devoción de ir a predicar en un
lugar y el otro decía que era muy lejos, y que, antes de lle-
gar allí, padecerían por el camino hambre y sed; y por esto,
más quería andar por el otro camino, para hallarse más
presto en poblado. Cuando el canónigo hubo entendido el
asunto de la contienda, reprendió severamente al fraile que
para predicar la palabra de Dios temía padecer hambre y
sed, diciéndole que si nuestro Señor Jesucristo no temió el
sufrir hambre y sed, pasión y muerte para salvar a su pue-
blo, ¡cuánto menos debe el hombre excusarse de sufrir ham-
bre y sed para honrar a Dios 2 habiendo recibido de Su Ma-
jestad tan grandes beneficios!
5. Entrando después el canónigo en aquella ciudad don-
de iba a predicar, encontró a un hombre que por amor de
Dios daba de limosna un dinerito a un pobre, para que Dios
le perdonase y le tuviese por excusado de un ayuno que había
quebrantado en la Cuaresma, sobre lo cual hubo entre el
canónigo y el que daba la limosna una larga disputa, a sa-
ber, si aquel dinerillo le excusaría o no del ayuno. Alegaba
el hombre que se seguía mayor bien de aquel dinerillo que
daba que del ayuno, y, por consiguiente, quedaba excusado
por aquella limosna que hacía. Respondió el canónigo que.
en el presente caso, no era aquella limosna hecha según jus-
ticia, porque, según ésta, era conveniente que el que había
pecado por superfluidad de gula fuese castigado y mortifi-
cado con hambre y sed, a cuya mortificación no equivalía
aquel dinerito. Y con esto le convenció el canónigo, y re-
prendióle después severamente.
6. Estando ya el canónigo dentro de la ciudad, encon-
tró a muchos pobres que iban buscando limosna por amor
de Dios ; y todos acudieron a él como a su jefe, quien andaba
con ellos por las casas de los ricos gritando a voces: "Ham-
bre, hambre, hambre." Cuando un día sucedió que un mer-
cader muy rico mandó que al canónigo y a los demás po-
* Es más conforme decir «para honrar a Dios y para predicar la
divina palabra».
.372
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
bres se les diese tanto de comer y beber hasta que estuviesen
del todo hartos. Pero, después que todos hubieron comido
muy bien, volvieron a gritar con mayor ahinco que antes:
"Hambre, hambre." De lo que se maravilló mucho aquel
mercader, y creyéndose que aun no habían comido bastan-
te, mandó se les diese más. Entonces le dijo el canónigo :
— iSeñor, muy bien hemos comido todos, a Dios gracias,
y a vos, por la merced recibida ; pero sabed que, si gritamos
"hambre", es para animaros ai vos y los demás ricos a pade-
cer hambre y sed por amor de Dios, para que logréis estar
hartos de saludable bendición en la gloria de Dios.
7. El canónigo se esforzaba cuanto podía a padecer
hambre y sed por amor de Dios, en penitencia de sus pro-
pias culpas, y para dar ejemplo a la gente como sufriesen
hambre, sed y aflicciones y tuviesen muy frecuente en la
memoria la hambre que tuvo Jesucristo en el desierto y la
sed que padeció en la cruz, para 3 salvar y redimir del poder
del demonio a nosotros pecadores. Y no tan solamente el
oficio del canónigo era de emplearse en predicar la hambre
corporal, sino también la espiritual, para que todo el mun-
do tuviese hambre y deseos de justicia, caridad y de las de-
más virtudes, hasta llegar por ellas a hartarse y saciarse
en el estado de una buena y santa vida.
CAPÍTULO LXXIII
DE LA MISERICORDIA
1. Mientras el Canónigo de Misericordia la iba predi-
cando todos los días, aconteció que, según justicia, debía
ser sentenciado a muerte un hombre: éste tenía mujer y
cinco hijos, quienes se sustentaban de lo que él ganaba tra
bajando con su oficio. Mandó el rey que se hiciese justicia
de aquel hombre; y luego su buena mujer recurrió al Ca-
nónigo de Misericordia, rogándole vivamente que interce-
diese por ella y por sus hijos con el rey que usase de mise-
ricordia con su marido, para que la madre y los hijos tuvie-
sen de qué vivir. Bl canónigo se fué al rey y le habló en
esta forma:
2. — Señor, hermanas son la misericordia y la justicia.
Luego x, así como vos sois elegido rey para administrar jus-
3 Las palabras «para... pecadores» no aparecen en el texto pri-
mitivo.
1 «On, si vós sots elet a rey per servir justícia, si vós a peccat
sots inclinat nuil temps.»
LIBRO DE KVAST Y BLANQUERNA . — C. 73 M>
ticia, del mismo modo conviene que seáis el conservador
de la misericordia, para que ésta os perdone y que se cum-
pla en vos la palabra que nuestro Señor Jesucristo dijo en
el Evangelio: "Que todos los que vivirán misericordiosa-
mente, alcanzarán misericordia." Y si vos, algunas veces,
no sois misericordioso, no se os concederá misericordia.
Siendo, pues, yo el procurador de Misericordia, por esto, en
presencia de la Justicia, os requiero que tengáis misericor-
dia y la ejercitéis con esta mujer, dándole y restituyéndole
su marido. — Mucho consideró el rey en las palabras que le
dijo el Canónigo de Misericordia, y temiendo obrar contra
justicia si obedecía al canónigo, le respondió así:
3. — Es muy justo y conveniente que yo tema y honre
a la justicia, pero temo deshonrarla si perdono ahora; y
si dejo de perdonar, también temo que no quede agraviada,
porque no obedezco a la misericordia, su hermana. Por lo
cual estoy en gran cuidado, e ignoro lo que debo hacer para
elegir lo mejor. — Respondióle el canónigo y dijo que cuanto
más el hombre era en sus obras semejante a Dios, en tanto
era mejor y más noble y de mejores costumbres. Y siendo
así que Dios perdona a los pecadores algunas veces y otras
no, es evidente que al que era señor terreno y príncipe para
representar a Dios y ser su ministro en la tierra, le sería lí-
cito algunas veces el perdonar y otras el castigar. Tantas
y tan buenas razones dijo el canónigo al rey y tan piado-
samente le pidió misericordia, que el rey le concedió la gra-
cia para aquel hombre ya sentenciado a muerte, diciendo
que no merecía el canónigo dejar de ser obedecido en lo que
pedía, ni otro cualquier hombre que fuese así de veras ser-
vidor de Misericordia y que tan piadosamente como él la
supiese pedir y procurar.
4. Era tan solícito en servir a su oficio este canónigo,
que muchas veces se presentaba en las curias 2 para honrar,
asistir y abogar por los pobres y por los huérfanos y viudas
que no tenían quien los defendiese, y esto sin paga o salario
alguno. Este canónigo, sobre ser un buen cristiano, era muy
gran letrado, y muchas veces reprendía a los abogados que
defendían los pleitos con trampas y embustes, y todos le
temían, de manera que por temor de él no enredaban más
los pleitos, como solían antes. Un día aconteció que un la-
brador recibía gran daño e injuria de un su vecino, que in-
justamente pretendía quitarle una pieza de tierra; y por
más que repetidas veces había acudido a quejarse ante el
juez de la injuria que se le hacía, nunca pudo recabar ser
atendido. Después de esto, se fué el labrador a palacio del
rey para hacerle evidencia de la injuria que se le hacía, pero
a El autor dice más detalladamente «en la plaça on era la cort».
374
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
no pudo lograr ocasión oportuna para hablarle, pues unas
veces había salido el rey a cazar, otras estaba retirado solo
en su cámara, otras estaba comiendo o dormía y otras se
estaba de recreo y divertimiento. En vista de esto, recurrió
el labrador al Canónigo de Misericordia, y después de ha-
berle informado del aprieto en que se hallaba y cómo no
había podido lograr en tantas veces hablar con el rey, im-
ploró su patrocinio. Estaba a la sazón el canónigo en la cu-
ria 3 defendiendo a una pobre mujer en un pleito, y alzando
la voz, dijo: — ¿Hay alguno que espere y confíe en la Mise-
ricordia?— Y luego, muchos hombres y mujeres respondieron
que sí, que ellos esperaban en la Misericordia. Entonces el
canónigo les rogó le ayudasen en honrar a la Misericordia;
y se fué con todos al palacio del rey, y allí, en altas voces,
clamaron juntos: "¡Misericordia, misericordia!"
5. Mucho se admiró el rey y cuantos estaban con él de
aquellos clamores, y, saliendo a la puerta, preguntó al canó-
nigo por cuál motivo él y sus compañeros gritaban así. Res-
pondióle el canónigo y dijo: — 'Nuestro Señor Jesucristo,
por tener misericordia, se entregó a la muerte, y vos, señor,
por misericordia os habéis dado en comer y dormir, cazar y
pasearos, y en otras diversiones, por cuya causa no podemos
veros ni hablaros nosotros ni los que acuden a vos precisa-
dos a pedir justicia. — Avergonzado sobremanera se quedó el
rey por lo que le decía el canónigo, y mandó y estableció que
en adelante, en la puerta de palacio, estuviese perenne un
hombre que recibiese y oyese a cuantos acudirían a él por
falta de juez ordinario, y que le informase de todo, para que
fuesen castigadas las justicias, jueces o cualesquier oficiales
o ministros que debidamente y justamente no se hubiesen
portado en el oficio y empleo que se les tenía encargado.
6. En presencia del canónigo aconteció un día que un
labrador al principio del invierno, que se comienza a sem-
brar, perdió un buey, quedándose con uno solamente. El
pobre hombre, recogiendo todo el dinero que pudo, se fué
al mercado para comprar otro buey. Estaba en el mercado
un pañista a quien el labrador debía algunos dineros, y se
fué al juez a instar para que el labrador le pagase lo que
le estaba debiendo. Y luego el juez le obligó a pagar, sin
darle más tiempo. Entonces el pobre labrador recurrió al
Canónigo de Misericordia, suplicando le ayudase e interce-
diese para que se le concediese más tiempo para satisfacer
la deuda, y que ínterin pudiese comprar el buey de que
necesitaba para no perder la siembra, para que su mujer
y sus hijos tuviesen de qué vivir en aquel año. Luego el
canónigo se fué con el labrador al juez y al pañista, y les
3 «lo canonge qui era en la plaça e raonava un plet».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 73 375
rogó que, por amor de Dios, diesen alguna dilación al pobre
hombre para pagar la deuda, para que su familia en aquel
año tuviese de qué alimentarse. Pero 1 por más súplicas que
hizo, no pudo recabar ni del juez ni del pañista que se le
dilatase la paga, antes hubo de pagarle con el dinero que
traía para comprar el buey. No tenía el canónigo con qué
pudiese socorrer a este hombre, porque ya había repartido
por amor de Dios todo el producto de su canonicato, pero
dijo que le trújese el buey que le quedaba. Y habiéndolo
ejecutado el labrador, anduvieron los dos con el buey por
el mercado y por toda la ciudad, diciendo a alta voz si había
en aquella ciudad quien quisiese darse a sí mismo por aquel
buey. Pero, por más que fuesen gritando y buscando, no en-
contraron quien quisiese darse a sí mismo por el buey. En
ínterin encontraron al rey que venía de oír misa, y el canó-
nigo le preguntó si quería darse a sí mismo por aquel buey.
Mucho se maravilló el rey de lo que decía el canónigo, y le
dijo le declarase lo que significaban sus palabras.
7. — Señor — dijo el canónigo — : Dios se da a sí mismo
a todos los que se dan a él; y en cuanto Dios excede y vale
más que no valen aquellos a quienes se da, en tanto les hace
misericordia del exceso. Luego mayor es la misericordia que
Dios hace de sí mismo cuando se da a aquellos a quienes
perdona y a quienes se da, que no sería la misericordia que
vos haríais de vos mismo a este labrador si él os diera el
buey y vos le dieseis a vos mismo. — Agradó mucho al rey
y a todos los circunstantes el razonamiento que hizo el canó-
nigo de la misericordia de Dios y mucho los alentó en la
esperanza de su misericordia, y 5 en seguida de esto contó
al rey cuanto había pasado con el labrador y la necesidad
en que se hallaba. Entonces mandó el rey que fuesen luego
restituidos al labrador los dineros que el juez le había hecho
pagar, y satisfizo por aquél de su propio al pañista, e hizo
notar en su libro todo lo acontecido, por si algún día el
pañista recurriese al rey pidiendo misericordia, porque ,; ha-
bía resuelto usar con el pañista de justicia y no de miseri-
cordia, puesto que éste no había querido usarla con el labra-
dor. Y estableció después que ningún hombre fuese apremia-
do ni despojado de cosa alguna que le fuese precisa para
ejercer su oficio.
8. Todos los días andaba el canónigo por la ciudad, re-
parando con aquellos que agraviaban a la misericordia, y
4 aTant no pregà lo canonge de misericordia que li tengués prou
ab lo vaguer, ni ab lo draper, ni no volgren alongar <leï deute lo
pagès.»
5 El original silencia «y en seguida... hallaba».
0 «que lo rey volia usar en ell de justicia», dice simplemente el
texto catalán.
?76
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
escribía sus nombres, y después acudía al Canónigo de Mun-
dicia para que les hiciese cargo de conciencia, y el Canónigo
de Llantos se los nombrada para que llorase sus pecados,
y que el Canónigo de Aflicción ayunase, orase y7 sufriese
alguna mortificación y aflicción por ello. En este modo
trabajaba noche y día el Canónigo de Misericordia para
servir y honrar a la Misericordia. Y todos los ocho canónigos
oficiales de las ocho bienaventuranzas se juntaban todos
los días en un puesto destinado, y se ayudaban los unos con
los otros en honrar y servir a las ocho bienaventuranzas,
para que con ellas fuese Dios servido y honrado. El bien
y la bella ordenación que de sus obras se seguía en aquella
ciudad, ¿quién os lo pudiera decir? Y el buen ejemplo que
de ello tomaban las otras ciudades, ¿ quién os lo pudiera ex-
plicar?
CAPITULO LXXIV
De LA LIMPIEZA
1. El Canónigo de Mundicia predicaba todos los días la
mundicia y limpieza de corazón, para que en la otra vida
viesen a Dios todos los que tendrían limpia su conciencia,
según había prometido Jesucristo en el Evangelio. Este
canónigo iba cada día por la ciudad observando los que
vivían en estado de pecado mortal y los que vivían en estado
de penitencia. Y a los que estaban en pecado mortal les pre-
dicaba, proponiéndoles muchos símiles y ejemplos, con que
les movía a tener remordimientos y conciencia de sus peca-
dos. Sucedió un día que este canónigo, en presencia de
muchas personas de distinción, hizo esta comparación y di-
jo así:
2. — En cierto país había un hombre que tenía en el vien-
tre una gran culebra que le roía el vientre y devoraba las
entrañas, y tenía en su mano una piedra preciosa muy her-
mosa, con cuya vista divertía algún tanto los cuidados en que
se hallaba por la culebra que le atormentaba y le acababa
la vida sin remedio. Mientras este hombre se hallaba en esta
congoja, vino un médico y le dijo que le sacaría del vientre
la culebra con tal que él le diese aquella piedra preciosa.
Pero aquel hombre la estimaba tanto que no quiso darla
al médico que quería curarle, y, luego después, la serpiente
le mató en presencia del médico, y éste se llevó la piedra
preciosa. La culebra — prosiguió el canónigo — significa la
7 Las palabras «y sufriese... ello» son un- añadido del traductor.
LIBRO DE EVAST Y BLANQÜERNA. — C. 74 $77
conciencia del hombre, que está remordiendo al alma por los
pecados en que está. La piedra preciosa significa las rique-
zas temporales que, aunque mal adquiridas, se poseen con
gusto. Y la muerte significa que las riquezas quedan para
los vivos, y el alma del que malamente las poseía las pierde
y va al fuego eterno. Luego, siendo esto así, más loco es el
que con conciencia de pecado muere en pecado que no aquel
hombre que quiso antes morir que dar al médico aquella
piedra preciosa.
3. A tiempo que el canónigo decía esto, un hombre llora-
ba copiosamente en su presencia, y dijo estas palabras : — La
culebra tengo en el vientre que me roe el corazón, y la pie-
dra preciosa que me está pidiendo el médico tengo en mis
manos, y la muerte viene con el demonio que quiere quitar-
me la piedra preciosa y llevarse mi alma consigo. — El canó-
nigo secretamente rogó a aquel hombre que le explicase
aquello que significaban sus palabras. Díjole el hombre que
estaba en pecado mortal, y que le remordía la conciencia
porque no se confesaba y salía de él, pues veinte años había
que perseveraba en la culpa y no se había confesado. Muy
severamente reprendió el canónigo a aquel hombre, porque
no salía del pecado en que estaba, y mayormente porque
no se confesaba. — Señor — respondió el hombre — , temo de
manera que la confesión no me quite la piedra preciosa, que
no quiero confesarme; y cuando quiero confesarme, pienso
que no dejaré de pecar, despreciando la confesión, la cual
nada aprovecha si el que confiesa no lleva intención de dejar
del todo el pecado. — Grande fué la disputa que hubo entre
el canónigo y aquel hombre sobre si el que permanecía en
voluntad de no dejar el pecado debía confesarse o no. Mien-
tras estaban los dos en esta contienda, llegó el Canónigo de
Misericordia, a quien eligieron por juez, y luego dió la sen-
tencia, diciendo que la misericordia de Dios era más cercana
a los confesantes sin ficción ni dolo, ya sea que no estén
con propósito de dejar el pecado descubriéndolo al confesor,
que a los no confesantes. Y esto era porque la misericordia,
la conciencia y la confesión concuerdan entre sí contra la
obstinación, la crueldad y desesperación.
4. Estaba el Canónigo de Mundicia discurriendo con al-
gunos hidalgos en la plaza, cuando pasó por delante de
ellos 1 una mujer muy ricamente vestida, que se había pues-
to en la cara muchos afeites y colores para ser más bien
vista y mejor parecida para los deleites sensuales. Entonces
el canónigo, haciendo de manera que la mujer lo entendiese,
propuso esta cuestión a los circunstantes: — ¿Cuál puede
1 «Denant tots passà una dona vestida molt noblement, e en ses
fayçons havia posades diverses colors per ço que fos vista plaent als
plaers de lucxúria.»
17$ OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
ser mayor, o la limpieza del cuerpo o la suciedad del al-
ma?— Un hombre sabio de los circunstantes respondió, y
dijo que, por cuanto el alma era más noble criatura que el
cuerpo y tenía mayor limpieza y pureza, en tanto podía ser
más ensuciada por la voluntad desordenada o por sucia me-
moria, que recordase la tal suciedad, a fin que la voluntad la
amase. Agradó mucho al canónigo lo que en verdad había
dicho aquel sabio, y rogóle fuese su compañero para servir
a la Mundicia de corazón. Estando los dos en estas razones,
pasó por allí un marrano que se había revolcado en un loda-
zal muy hediondo; y luego dijo el canónigo, en presencia
de todos, que no había en aquel cerdo tanta suciedad y he-
diondez como en la mujer 2 que llevaba aquellos afeites y
colores en la cara. En aquella misma plaza había un hombre
menos cuerdo, pariente de aquella mujer, y reprendió y ame-
nazó al canónigo por lo que estaba diciendo ; mas el canónigo
le respondió que tan contrario era a la limpieza de corazón
el callar la verdad como el hablar contra su propia concien-
cia; por lo cual pidió que dijesen los demás cuál de los dos
había cometido el error.
5. Continuaba todos los días el canónigo en ir por las
casas de los eclesiásticos para inquirir quiénes eran los que
llevaban una buena y santa vida, e iba escribiendo sus nom-
bres, y después los indicaba al obispo y a los canónigos,
para que, viniendo el caso de haber de elegir algún canóni-
go o de proveer algún beneficio, supiesen ya a quién debía
ser proveído. Informábase también de los pecados de los se-
glares y de su mala educación y costumbres, notándolo todo
por escrito, y después procuraba con todo su poder plantar
en ellos las buenas costumbres y desarraigar las malas. Por
las noches iba por las calles tañendo un caracol para ser
oído, y decía en alta (voz estas palabras: "Ya pasó el día
y ha venido la noche. Antes de dormir examine cada uno su
conciencia, por si en este día ha hecho alguna cosa contra
la. limpieza de corazón y su conciencia, y por la mañanita
vaya a perdir perdón y tomar penitencia. Si es cosa sucia 3
el que se vea en la persona lo que por indecente manda la
naturaleza que se cubra, ¡ cuánto más sucia cosa es el amar,
recordar y entender culpas y pecados, que son la causa de
que el alma pierde el ver a Dios y se está en infierno por
toda una eternidad, volviéndose a sí misma y a los demonios,
que es el más feo y horroroso espectáculo!"
' «com en la dona qui portava color en ses favçons».
3 «si és sutza cosa veer carunyada e los loes sutzes de la persona
los quals natura mana cobrir».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERXA. — C . 75
CAPITULO LXXV
De la paz
1. Eligió para sí el obispo Blanquerna el oficio de pa-
cificación, porque los que se ejercitarán en él serán llamados
hijos de Dios; y por esta razón quiso el obispo tener este
encargo y destinar la tercera parte de sus rentas para em-
plearla en pacificar a los que estaban en riñas y enemista-
des. Viniendo un día el obispo de cantar vísperas en la cate-
dral, donde para el mayor decoro de la misma iglesia concu-
rría todos los días a horas y a cantar misa, aconteció que
muchos judíos acudieron a él, quejándose de los cristianos,
que en la víspera de Pascua de Resurrección les habían ape-
dreado y herido malamente a dos de ellos. Mucho discurrió
el obispo en la querella que le habían dado los judíos contra
los cristianos, y pensó que la enemistad y mala voluntad que
hay entre judíos y cristianos cesarían si tuviesen todos una
misma fe y creencia, por lo cual determinó ir, todos los sá-
bados, a la sinagoga a disputar con los judíos y a predicar-
les para que se hiciesen cristianos, para alabar y bendecir a
nuestro Señor Jesucristo, y que tuviesen paz y amistad con
los cristianos. Por este medio se logró que muchos judíos
venían a bautizarse y recibir la santa fe de los cristianos.
Y el obispo, de aquella tercera parte de sus réditos que re-
partía por amor de Dios, les hacía copiosa limosna, y señaló
un procurador que cuidase de todos los que se harían cris-
tianos, socorriéndoles hasta que tuviesen algún oficio o al-
gún medio para poder vivir o 1 con que pudiesen, sudando
y trabajando, pasar la vida.
2. En los contornos de la misma ciudad había dos caba-
lleros hermanos a quienes el padre había dejado un castillo, y
no podían ajustarse en la repartición de la heredad, y, parti-
cularmente, litigaban sobre una viña, por cuyo motivo había
tal ojeriza entre los dos, que estaban resueltos a matarse, sin
que ninguno fuese bastante a ponerles en paz. Supo 2 el
obispo Blanquerna la discordia de los dos caballeros herma-
nos y convidó un día a uno de los dos y le regaló un hermoso
caballo, rogándole después encarecidamente le vendiese aque-
lla parte de la viña sobre que pleiteaba con su hermano.
Y logró que el caballero se la vendiese por mil morabatines.
Otro día convidó el obispo al otro hermano, regalóle otro
1 Están de más las palabras «o con... vida».
2 «Lo bisbe Blanquerna convida un jorn j- dels cavallers.»
38o
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
caballo y compróle también su parte de la viña por otros mil
morabatines. Toda la viña no valía más de los mil moraba-
tines, y así el obispo la compró dos veces, porque cada uno
de los caballeros tuvo intención de vender toda la viña, por
cuanto cada cual la tenía toda por suya. Después que el
obispo hubo tomado posesión de la viña, pasó allá y rogó a
los dos caballeros hermanos le ayudasen a partir la viña en
dos partes iguales. Y hecha la partición por los dos junto
con el obispo, dió éste una parte al uno y la otra al otro,
y así hizo que en adelante estuvieran en paz y concordia los
dos hermanos.
3. En la ciudad en que Blanquerna era obispo había
un ciudadano muy honrado por su linaje y riquezas, pero sin
honra, en cuanto era muy sujeto al pecado de la lujuria. Vi-
vía este hombre en continua inquietud y riña con su mujer
y con sus parientes, porque por una vil mujercilla no cui-
daba de su casa ni de su mujer. El obispo Blanquerna no
podía recabar en ninguna manera con el hidalgo que se apar-
tase de aquella mala mujer. Un día, pues, el obispo envió a
llamar secretamente la mujercilla, y la instó vivamente que
dejase y no admitiese aquel ciudadano, y por razón de su
oficio se lo mandó. Mas ella respondió al obispo que le placía,
pero que era pobre y que, si aquel ciudadano u otro no se lo
daba del suyo, no tenía con qué vivir. Con tan devotas 3 y
humildes palabras la rogó y amonestó el obispo, prometiendo
darle del suyo y socorrerla, que ella, en fin, le prometió que
se casaría con la limosna que le diese y que jamás por nin-
gún tiempo volvería ni estaría con aquel hidalgo. Dióle el
obispo quinientos florines para su dote y le dió marido.
Y aquel ciudadano, por el buen ejemplo y castigo que le
dió el obispo y porque la mujer no quiso en adelante volver
al pecado de lujuria en que vivía antes con él, volvió a querer
y amar a su mujer, e hízose la paz con todos sus parientes
y se acabó toda aquella mala voluntad en que solían estar.
4. Esforzóse el demonio un día y procuró en aquella
ciudad que un pañista matase a un mercader a quien debía
gran cantidad de dinero por paños que le había comprado.
El mercader tenía dos hijos : el uno era ya de edad robusta,
y perseguía fuertemente al homicida de su padre, por lo cual
había bandos muy reñidos en la ciudad entre las dos parcia-
lidades, que eran muy prepotentes, sin que ninguno pudiese
ponerlos en paz. Los prohombres de aquella ciudad acudie-
ron al obispo Blanquerna, suplicándole que, supuesto que
tenía el oficio de pacificar, pusiese en paz aquellos dos par-
tidos, de4 que se originaba la ruina y perdición de toda la
3 «Ab tan devotes e humils paraules pregà lo bisbe la fembra,
que ella li promès que pendria marit e que no seria ab lo burgués.»
* El autor no dice «de que... ciudad».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 75 381
ciudad. El obispo inmediatamente pasó en casa de aquel que
deseaba vengar la muerte de su padre, y le rogó le diese al
otro hermano estudiante, pues quería cuidar de su educa-
ción y, cuando estuviese en edad, hacerle canónigo. El hom-
bre, gustosísimo, entregó su hermano al obispo, quien en
adelante le convidaba muchas veces en la semana para trabar
con él amistad estrecha, y le hizo también su baile, y toda
la vez que se entretenía con éste, para ganar más su amor,
se mostraba muy cariñoso con su hermano el estudiante, con
muestras de grande amor. Después que el obispo hubo hecho
tanto que conoció y vió que su baile le amaba y temía mu-
cho, siendo así que amor y temor concuerdan entre sí, hizo
un día un gran convite, donde fueron convidados y comieron
juntos todos los bandoleros de la ciudad de una y otra fac-
ción. Y acabada la solemnidad del convite, hizo al hermano
del baile, en presencia de todos, rector de una gran iglesia
muy rica; y en seguida de esto, empuñando una cruz, arro-
dillóse a los pies del baile, rogándole 5 que en honor y reve-
rencia de la santa cruz, en que nuestro Señor Dios Jesucristo
perdonó a los que le estaban crucificando, quisiese perdonar
al pañista, quien, muy arrepentido de haberle muerto a su
padre, le estaba pidiendo perdón. Todos ü los prohombres, los
canónigos y demás personas que estaban allí, al ver al obispo
arrodillarse, se arrodillaron también. Viendo el baile que el
señor obispo, junto con el pañista, tan humilde y devota-
mente le pedían perdón, movido a gran piedad y misericor-
dia, perdonó generosamente al pañista. Y luego allí, en pre-
sencia del obispo, inmediatamente se concluyó la paz, amis-
tad y concordia entre los dos bandos. Y para mayor segu-
ridad y firmeza, fué tratado entre las dos partes matrimonio,
a que contribuyó el obispo con dineros y joyas de la renta
que tenía destinada para tratar y componer paces entre los
hombres.
5. Con muchos y distintos modos el obispo Blanquerna
iba pacificando a los que estaban reñidos, convidando y rega-
lando a los prohombres de aquella ciudad, y les honraba
mucho, a fin de que todos 7 le amasen y por amor le bendi-
jesen. Y como estaba en gracia y estimación de todo el pue-
blo, que le amaba, luego que sucedía alguna riña o disensión
en la ciudad, de contado lo ajustaba todo y poníalo todo en
paz. Continuamente estaba el obispo predicando la paz, y
5 ce pregà -1 que per honraruent Je la creu degués perdonar al
draper».
• Una traducción más fiel sería : «Todos los prohombres, y los
canónigos, y los demás asistentes se arrodillaron, viendo de hinojos
al obispo, y fué perdonado el pañista. Y se concertó la paz y la
amistad entre los dos bandos y fué tratado entre las dos partes
matrimonio.»
' tper ço que tuyt l'amassen e per la amor l'obeissen».
382
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
decía y enseñaba que las riñas y disensiones eran ocasión de
todo mal, y la paz y concordia lo eran de todo bien, y por
esta razón nuestro Señor Jesucristo, mientras estuvo acá
entre nosotros, predicaba cada día la paz. Grande era en
verdad el bien que el obispo hacía y procuraba con su buena
conducta a todo el pueblo, y todos alaba'ban y bendecían a
Dios, que les había dado tan buen pastor, y por sus méritos
llenaba Dios de bendiciones a toda aquella ciudad.
CAPITULO LXXVI
De la persecución
1. Consideró el Canónigo de Persecución el gran cargo
que llevaba por razón de su oficio. Y para obrar según jus-
ticia, iba 1 todos los días por las calles de la ciudad obser-
vando si acaso encontraría alguna cosa en que pudiese ejer-
cer su oficio, cuando un día, al pasar por delante de una
taberna, reparó que se habían juntado allí muchos 2 tahúres,
golosos, truhanes y otros picaros glotones, que bebían en la
taberna y cantaban, bailaban y tañían instrumentos. En-
tróse luego el canónigo en la taberna, compró vino y bebió
con todos aquellos tahúres, y después, bailando con ellos,
cantó las siguientes coplas en honra y alabanza de la Virgen
Santa María:
Señora Virgen Santa, a vos, María,
doy mi querer, que quiere enamorarse
tanto de vos, que sin vos no querría
amar nada de cuanto puede amarse,
si amor que os lleva a vos por norte y guía
suele sobre otro amor más afinarse ;
quien quiere amar sin vos, su amor malogra ;
con vos, Madre de amor, amor se logra.
Pues quiere mi querer a vos, Señora,
mi recuerdo y saber os quiere dar ;
pues de ellos sin querer, ¿qué haría ahora?
Si os place, haced al clero memorar,
entender y amar, yendo ya en buen hora
a Siria y" demás partes de ultramar,
a convertir los moros predicando,
los cristianos aquí pacificando
1 El texto primitivo calla «iba... a su oficio».
- «gran re de tafurs e de gulliarts e de arlots».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 76
¿ Cuántos son hoy los fieles
que dicen morirían
por vuestro Hijo, sin lances se ofrecían ?
Pero muy pocos van a los infieles
para los convertir,
pues los más temen mucho allí morir*.
2. Cuando el canónigo hubo acabado de cantar, rogóles
se sentasen y bebiesen y que 4 cantasen algunas canciones
agradables. Mientras el canónigo se entretenía en la taberna
con aquella gente vil, los que pasaban por la calle le escar-
necían y reprendían porque estaba en compañía de aquellos
picaros. Mas el canónigo sólo ponía todo su cuidado en ga-
narles el amor y la amistad, y con esto, todos gustaban de
su compañía, respetándole como a su principal, y escuchaban
de buena gana lo que les decía de Jesucristo y de los apóstoles
y del desprecio del mundo. Y por las palabras dulces y devo-
tas que les decía y porque muchos días en la semana iba
acompañándose con esta gente, muchos de ellos se convertían
y se ejercitaban en obras buenas, y no dejaba de continuarlo,
por más que la gente le murmurase y le mofase.
3 Damos el texto original de esta poesía de forma trovadoresca,
editada no pocas veces por separado :
A vós, Dona Verge Santa Maria,
do mon voler qui -s vol enamorar
de vós tan fort que, sens vós, noi volria
en milla re desirar ni amar,
car tot voler ha melloria
sobre tot altre qui no sia
volent en vós qui és mayre d'amo»
qui vós no vol no ha d'on s'enamor
Pus mon voler vol vostra senyoria,
lo meu membrar e -1 saber vos vull dar ;
car, sens voler, Dona, jo què -Is faria ?
E vós, Dona, si us play, façatj membrar
entendre, amar, a clerecia,
per ço que vagen en Surïa
los iufeels convertir, preycar,
e.ls crestians facen pacificar.
Mant home se vana que morrla
pel vostre Fill, si loc venia ;
mas paucs són celis qui -1 vagen preycar
als infeels. car mort los fay duutar.
Dice Manuel de Montoliu en su eruditísimo trabajo Ramón L·lull
trobador, en Estudis Universitaris Catala)ts, 21 (1936), 365 : «Una
de las composicions poètiques de Ramon Llull més belles, i que
potser més que cap altra té el to i l'estructura de la lírica troba-
doresca, és l'Oració A vós, Dona Verge Santa Maria, inclosa en el
Blanquerna, la qual podria anar signada per Guerau de Riquier o
un altre dels lírics provençals contemporanis. En la primera estrofa,
sobre tot, la Verge Maria deixa entreveure encara entre els seus
resplendors celestials algun vestigi de l'antiga «domna» dels tro-
badors, a la qual encara podrien ésser adreçats aquells versos» :
A vós... — do mon voler qui es vol enamorar — de vós tan fort, que, sens vós,
■no volria^-cn nulla re desirar ni amar.
En la segunda y tercera estrofas, la preocupación de Tierra Santa
(Suria), la eterna 'obsesión de Ramón Llull.
4 «e contassen algunes paraules agradables».
3§4
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
3. El Canónigo de Persecución iba todos los días por las
calles observando los artífices de aquella ciudad, como son
pañistas, sastres, curtidores, zapateros, plateros 5, herreros,
y así de los demás, y cuando veía o conocía que alguno de
ellos hacía alguna maula en su oficio, luego se lo afeaba y
reprendía en tal modo, que toda la vecindad lo oyese y lo
notase. Por lo cual todos los artífices de la ciudad le temían
grandemente y le respetaban, y con esto no cometían en-
gaño alguno en su oficio, aunque otros lo llevaban mal y le
tenían mala voluntad.
4. En la calle de los Pañistas, cuando éstos se habían
ido a comer, vino un día el Canónigo de Persecución, acom-
pañado de una tropa de tahúres y zagalones, y subiendo en
los cobertizos que suelen tener sobre las puertas de sus tien-
das para oscurecerlas y hacer que no se pueda bien distinguir
el color y la mala calidad del paño, los rompieron y los des-
trozaron todos, como también las cortinas que estaban allí
para embarazar la luz, y lo echaron todo en la calle. Cuando
los dueños, volviendo ya de comer en sus casas, encontraron
que el canónigo y sus compañeros habían hecho aquel des-
trozo, se encolerizaron grandemente y se dijeron de una y
otra parte mil villanías y vituperios. Mas el canónigo y sus
compañeros estaban gritando: "¡Justicia! ¡Justicia!", mien-
tras los pañistas acudieron a dar querella contra el canónigo
y toda su comitiva. El baile y el juez de la ciudad, informa-
dos del suceso, reprendieron muy severamente al canónigo y
a sus compañeros hasta perderles el respeto, diciendo que
habían hecho muy mal, y señaladamente al canónigo, porque
se acompañaba con gente tan vil.
5. Hallábase a la sazón en la misma plaza el Canónigo
de Misericordia, el cual acudió a mantener la razón de su
compañero, y dijo así : — ÍE\ Canónigo de Persecución trabaja
para que se mantenga justicia, la cual quiere y manda
que la luz del sol que ilumina los ojos, por cuyo medio quiere
Dios que el hombre vea, no sea impedida de entrar en las
tiendas por los engañosos pañistas, que trampean a los que
vienen a comprarles el paño. Los jugadores bellacos ni los
demás picaros no encubren con arte sus vicios, antes los
están manifestando a todos, mas los pañistas celan con maña
y ocultan lo que la justicia manda que esté patente y mani-
fiesto; por cuya razón más vil gente son estos pañistas que
aquellos picaros desvergonzados, en cuanto están más opues-
tos a la justicia. — (Después que el Canónigo de Misericordia
hubo dicho esto, el Canónigo de Persecución, con todos los
tahúres y demás picaros que iban con él, clamaron con altas
voces: ''¡Injuria, injuria hace el rey en no tener bailes, jue-
r' El original no menciona los plateros y sí los acarnicers».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA . — C. 76 3S5
ees o ministros que amen y sirvan a la justicia!" Y conti-
nuando en clamar: "¡Injuria, injuria!", fuéronse todos al rey
a 8 querellarse del juez, del baile y de sus miembros todos,
como también de los pañistas, requiriéndole que les admi-
nistrase y mantuviese justicia. El rey, después de estar in-
formado de todo el suceso, mandó y estableció que, en ade-
lante, ningún pañista o mercader tuviese en su tienda co-
bertizo, ni cortinas, ni otra cosa alguna que pudiese allí im-
pedir la luz y claridad del cielo ni la vista a los que quisiesen
comprar paños.
6. En aquella ciudad murió un caballero, y mientras lo
llevaban a la iglesia a enterrar, seguían el cadáver su mujer,
sus hijos y sus parientes, todos enlutados, y llorábanle gran-
demente, explicando el sentimiento con mesarse los cabellos y
rasgarse los vestidos. Acompañaba 7 también el entierro un
escudero armado, montado en un caballo, arrastrando baye-
tas, quien con fuertes gemidos lloraba la muerte de su señor,
llevando las armas punta abajo. Encontróse el Canónigo de
Persecución con el entierro, y vió que los que lloraban así
hacían deshonor a la voluntad de Dios nuestro Señor, la
cual quería que aquel caballero hubiese pasado de este mundo
al otro. Ocasión le pareció ésta de trabajar por la justicia,
y recurrió luego al Canónigo de Llantos y al Canónigo de
Pobreza, rogándoles vivamente le ayudasen a mantener el
honor que convenía hacerse a la voluntad de nuestro Señor
Dios. Y los tres canónigos acudieron al príncipe y al obispo,
y propusieron a los dos estas razones.
7. —'Señores — dijo el Canónigo de Persecución — : en
vosotros dos está representado el divino señorío; por tanto,
os pido decidáis si los que lloran al caballero difunto, que
Dios quiso que muriese, hacen deshonor a la voluntad de
Dios. Y si por derecho de justicia juzgáis que ofenden a Dios,
pido por satisfacción que de hoy en adelante no acompañe
al difunto persona alguna que llore ni dé muestras de tener
sentimiento ni disgusto de lo que Dios quiere y dispone su
divina voluntad, ni que con sus llantos vayan perturbando
el divino sacrificio de la misa. — •Luego después el Canónigo
de Llantos añadió que el llorar debe ser por contrición y
confesión. — Y [ — dijo — i] como los que acompañan al di-
funto lloran por vanagloria e hipocresía, y sean sus llantos
contra la voluntad de Dios, por tanto, me querello de los
que con sus llantos hacen deshonor al oficio que se me ha
encargado, en cuanto no lloran por lo que debe el hombre
llorar. — El Canónigo de Pobreza habló después, y dijo que
6 «al cual se clamaren del \*aguer e del batle e deis drapers,
e lo rey féu establiment».
' «En un gran cavall guarnit cavalcava un eàçuder qui cridava
e plorava la mort de son senyor, e les armes .i envers portava.»
33
386
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
todo el dinero que se gastaba en las garnachas y mantos de
luto que vestían los que lloraban y asistían a la función
fúnebre era hurtado a los pobres y al alma del difunto, y
quería recobrarle y que se mandase que, en adelante, todo
lo que habían de gastar en lutos fuese dado de limosna a los
pobres de Jesucristo, quedando prohibido el vestir luto por
muerte de ninguno jamás. El obispo y el príncipe tuvieron
junta con los prohombres de la ciudad sobre lo dicho y ale-
gado por los tres canónigos, y fué acordado y resuelto que
en aquella ciudad para siempre se observase y guardase la
ordenación y pragmática que se hizo al tenor de lo pro-
puesto y suplicado por los tres canónigos.
8. Después de Navidad aconteció que el arcediano quiso
cantar su primera misa, y fué grande el concurso de la gente
forastera que acudió para hacerle honor. Cuando el arcedia-
no hubo llegado a la iglesia con mucho fausto y pompa 8,
acompañado de juglares, y estaba ya para empezar la misa,
empezó el Canónigo de Persecución a decir en altas voces:
"Simple fué nuestro Señor Jesucristo, que quiso nacer y
conversar con los hombres con suma humildad y pobreza,
para darnos ejemplo ; mas 9 el arcediano, que con soberbia
y vanagloria ha juntado aquí tanta gente, no parece quiera
ser semejante a Jesucristo ni seguir su doctrina."
9. Mientras el canónigo exclamaba en esta forma, los
circunstantes le reprendían y le amenazaban; mas por eso
no dejaba el canónigo, levantando la voz cuanto podía, de
corregir la falta del arcediano, diciendo que no era lícito ni
conveniente que hombre alguno cantase misa ni ministrase
un tan alto sacrificio como es el Santo Sacramento del Al-
tar 10 teniendo en su cuerpo el demonio de la vanagloria.
Sobre lo cual lloró el Canónigo de Llantos el deshonor que
se hacía a la misa. El obispo predicó para componer la paz
entre el arcediano y la humildad; pero el Canónigo de Mun-
dicia reprendió al obispo por haber dado el permiso al arce-
diano de empezar con tanto fausto y soberbia el más 11 alto
y más noble y. más santo ministerio de cuanto hay, y repren-
dió, asimismo, al rey por haber venido a oír aquella misa,
que habían deshonrado cuantos habían concurrido allí.
10. Era por el mes de abril, cuando en aquella tierra,
donde había venido el canónigo a predicar, se experimentaba
una grande escasez de agua, por lo cual el obispo con mu-
chos clérigos y religiosos hicieron una procesión a honra
de Dios para que les diese lluvia para las mieses que morían
8 «ab gran porriba e ufana», dice solamente el texto catalán.
8 «Si f'artiaca avé en ajustar a sa missa tan gran solemnitat, ab
crgull e vanagloria vol ésser semblant l'artiaca a Jesu Christ.»
10 «deguées cantar missa», leemos .implemente en el autor.
11 (do pus noble ofici e-1 pus sant e-l pus humil qui pusca ésser».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERÑA. — C. 76 367
de sed. El Canónigo de Persecución, como si fuese loco, según
tenía por costumbre, iba por la ciudad diciendo algunas locu-
ras, a fin de inducir con éstas a los hombres a buenas cos-
tumbres. Y mientras continuaba en ir así, pensando todos
que fuese loco, púsose en medio de la procesión entre el cle-
ro 12 y en alta voz, para que todos le entendiesen, dijo estas
palabras: "Aquí es Dios honrado por muchos clérigos y
frailes para que envíe la lluvia para las mieses; pero pocos
son los eclesiásticos y religiosos que honren o quieran hon-
rar a Dios, yendo a predicar a los moros y a los judíos y a
los demás infieles, entre quienes es deshonrado y descono-
cido el santo nombre de Dios, cuyas 13 almas por esta causa
van perdidas y condenadas, de cuya perdición se sigue ma-
yor daño, que no sería si se secasen todas las mieses de la
tierra. Luego, si en esta ciudad hay tantos frailes y cléri-
gos para pedir a Dios la lluvia, ¿cómo puede ser que en
todo el orbe no pueda juntarse igual número, que vayan
a predicar a los infieles la santa Trinidad de Dios y la encar-
nación y pasión del Hijo de Dios?" Muy fuertemente decía
el canónigo estas palabras en alta voz, sin querer callar por
ninguno. Dos capellanes le dieron algunos golpes y le sacu-
dieron malamente por lo que decía; pero cuanto más le mal-
trataban, tanto más rogaba a la justicia que le ayudase,
pues la servía.
11. Acabada la procesión, sucedió que llevaban a ahorcar
a un hombre por ladrón. Preguntó el Canónigo de Persecu-
ción a los que le acompañaban por qué habían de ahorcar
aquel hombre, y respondiéronle que porque era un gran juga-
dor y gran ladrón. Preguntó después al sentenciado si era
verdad lo que decían. Y respondióle que había sido ladrón
para poder jugar a la gresca con los dados. Entonces dijo
el canónigo que el rey debía ser ahorcado antes que el ladrón,
y en horca más alta. Sintieron mucho aquellos ministros
que el canónigo hablase del rey con tal desprecio ; y después
de haberse ejecutado la sentencia, llevaron al canónigo ma-
niatado, como si fuera un loco, a presencia del rey, dicién-
dole todo lo que había dicho. El rey quiso saber por cuál
motivo había hablado así. Y respondióle el canónigo que por
Justicia, a quien servía; pues por no haber prohibido el rey
en sus dominios el juego a los dados, había sido ladrón
aquél, que hubiera sido hombre veraz y justo a no ser por
los dados. — Luego [ — dijo — ] cuando el príncipe que da
ocasión a la maldad manda ahorcar a los que hacen lo que
él no quiere, debiera más .presto ser ahorcado él mismo, que
no los que ejecutan la maldad. — Mucho consideró el rey en
12 El texto primitivo pasa por alto «entre el clero».
18 Asimismo silencia «cu vas... tierra».
388
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
las palabras del canónigo loco, y dijo que éste se fingía loco
y quería parecer tal para hacer sabios a los demás; y man-
dó 14 que todos le honrasen y que ninguno le perdiese el
respeto por lo que dijese o hiciere, y, asimismo, ordenó se
publicase por todos sus dominios un bando prohibiendo el
juego a los dados bajo de cierta pena.
12. En ocasión que el Canónigo de Persecución salía de
aquella ciudad para pasar a otra, aconteció encontrarse con
una tropa de peregrinos que venían de Santiago, vestidos a
semejanza de los apóstoles. Preguntóles el canónigo de cuál
Orden eran. Y respondiéronle: — De la de los Apóstoles.—
Y luego el canónigo les dijo que el oficio que él ejercía y el
nombre de la Orden que ellos profesaban concordaban entre
sí. Entonces estos religiosos, que habían dicho ser de la Or-
den de los Apóstoles, rogáronle les explicase en qué estaba
la concordancia que decía. Explicóse el canónigo diciendo
que el apóstol debe ser perseguido injustamente, por cuya
razón, si ellos querían ser de la Orden de los Apóstoles, con-
venía que en las ciudades, villas y lugares por donde pasasen
predicasen allí la palabra de Dios y reprendiesen severa-
mente los pecados de los hombres, sin temer la muerte o
sufrir cualquier otro trabajo, y que fuesen a predicar la
santa fe católica a los infieles sin temor alguno, a fin de ser
más semejantes a los apóstoles. En esta forma iba el Canó-
nigo de Persecución por aquellos países corrigiendo a todos
los que no cumplían con todo su poder y deber en sus oficios
y empleos, aunque muchas veces era perseguido, herido y
atormentado por aquellos que él estaba corrigiendo. Y por
sus méritos hacía Dios muchos beneficios a todos aquellos
países donde iba y moraba este canónigo, porque en la mul-
tiplicación de los trabajos y persecuciones que padecía, mul-
tiplicaba Dios en su pueblo su virtud y gracia por los méritos
del canónigo.
CAPÍTULO LXXVII
De quolibet
1. Según tenía por costumbre, el obispo Blanquerna or-
denó y mandó se tuviese una disputa quodlïbetal, a fin que
si algún eclesiástico o seglar veía o conocía alguna cosa que
pudiese mejorarse o establecerse nuevamente en su obispado,
fuese allí propuesta a manera de cuestión, para que él la
pudiese reformar y poner en ejecución. Mientras el obispo
11 «t- manà que hom li íaés honrnment, e que d'aquí en avant
fos establiment e costuma que en aquella terra no fas joc de daos».
LIBRO DE EVAST Y BLÀNQUERNA. — C. 77 $89
en una ocasión se estaba en capítulo con la disputa quodli-
betal, vino un hombre seglar a proponerle esta cuestión, a
saber: si el obispo, al levantarse por la mañana, debe ir a
paseo antes de decir u oír misa. Muchas razones se alegaron
a favor de una y otra parte, pero el obispo soltó la cues-
tión, diciendo que si los seglares tienen por regla y costumbre
de ir primero a oír misa antes de ir a pasearse o hacer otras
cosas, ¿con cuánta mayor razón los eclesiásticos, que viven
del patrimonio de la santa Madre Iglesia, deben primero oír
o decir misa 1 que hacer cualquiera otra cosa ? Y no siendo
así, dan mal ejemplo a los seglares.
2. Otras muchas cuestiones muy buenas fueron propues-
tas en presencia del obispo, quien las soltó y resolvió todas;
pero señaladamente se le propusieron diez cuestiones, que
son las siguientes:
La primera, si los cristianos son culpables de la igno-
rancia en que están los infieles que ignoran la santa fe ca-
tólica.
La segunda, quiénes son los que tienen mayor poder
y oportunidad, o los católicos, que tienen y siguen la verdad
para reducir a los infieles a abrazar y seguir las sendas de
la verdad, o los infieles para echar a los católicos de la ver-
dad y ponerles en error.
La tercera, si los cristianos son culpables de que esté
en poder de los moros la Tierra Santa de ultramar, donde
Jesucristo fué concebido y nació y fué crucificado y muerto.
La cuarta, sí los artículos de la santa fe católica de los
cristianos pueden ser entendidos por razones necesarias.
La quinta, si la fe vale más o menos, en caso de poder
ser entendidos sus artículos por razones necesarias.
La sexta, cuál es la más principal razón por que el hom-
bre fué criado.
La séptima, si debe hacerse la visita sobre los obispos y
los arzobispos, por la cual sean depuestos en caso de usar
mal de su oficio.
La octava, cuál es mayor pecado, o que el obispo dé a sus
parientes los bienes de la Iglesia o el retenerse para sí los
bienes del cristiano que se encontrase ser judío.
La nona, si los bienes de la santa Iglesia debe el hombre
emplear y gastar en pacificar los reyes y demás príncipes
cristianos.
La décima, cuál es la obra más noble que el hombre pueda
procurar a honra de Dios.
3. Maravillado se quedó el obispo de las diez cuestiones
referidas cuando le fueron propuestas, porque tenían mucho
1 Dígase, más bien, «cantar misa».
39P
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
fondo y harta dificultad 2, y mucho se discurrió sobre ellas
por una y otra parte. Mas el obispo no quiso resolverlas, si
que determinó pasar a Roma para proponerlas al Papa y a
los cardenales que las soltasen y resolviesen, y que obrasen
en consecuencia de la resolución y determinación que toma-
rían. Y, si tal vez no lo hiciesen así, estaba en ánimo de re-
prenderles delante de todos, sin temor de perder su obispado
y sin temer cualquier trabajo, ni aun la muerte.
4. Cuando el obispo Blanquerna estuvo en Roma, pro-
puso en el consistorio ante el Papa y los cardenales las diez
cuestiones referidas, y dijo en esta forma: "El error se ha
introducido en el mundo, y nos hallamos muy faltos de cari-
dad y devoción. Extrañada de entre nosotros está la virtud
de Valor, según se notó ya en el libro de religión, por lo cual
vengo a suplicar se me resuelvan y determinen estas diez
cuestiones, y a sus verdaderas resoluciones y determinacio-
nes se haga la debida satisfacción, en que la verdad eche del
mundo al error, multiplicando en él la caridad y la devoción."
Muy del agrado del Santo Padre Apostólico y de los carde-
nales y de toda la corte fueron las cuestiones; y pasando a
informarse del sujeto, supieron que el obispo Blanquerna era
hombre muy docto y de muy santa vida. Mientras que el Papa
y los cardenales trataban de resolver y determinar las cues-
tiones referidas, fué voluntad de Dios nuestro Señor que el
Papa cayese en una enfermedad de que murió, y por esta ra-
zón quedaron las cuestiones indecisas.
Finido es el tercer dibro :;, del estado de prelacia, en que,
por gracia de nuestro Señor Dios, se ha mostrado, con el
ejemplo del obispo Blanquerna y de sus canónigos, el buen
modo que podrían los prelados practicar en regir y apacen-
tar las ovejas de sus obispados que están a su cargo, como
lo ejecutó santamente Blanquerna en su obispado para el ser-
vicio de Dios con muy buenas ordenaciones, pías exhortacio-
nes y bellos ejemplos, según queda dicho en todo este libro.
2 «car molt gran sentència signifiquen e rnolt...»
:! Aquí termina el capítulo, según el original.
EMPIEZA EL LIBRO CUARTO, QUE
TRATA DEL ESTADO APOSTOLICO
CAPITULO LXXVIII
De qué manera el obispo Blanquerna fué elegido Papa
1. Muy gran disgusto tuvo el obispo Blanquerna de la
muerte del Papa por muchas razones, y señaladamente por
razón de las cuestiones que había propuesto al Sacro Colegio.
Mientras los cardenales trataban la creación del Papa, el
obispo Blanquerna se fué a un cardenal para decirle que, si
por algún motivo se dilatase la elección del Papa, rogaba y
suplicaba con todas veras que el interino se dignase de pro-
veer se le diese respuesta y solución a las diez cuestiones que
él había propuesto, por cuanto deseaba mucho saber el dicta-
men de los cardenales que tomarían en la determinación de
aquellas cuestiones. Respondióle el cardenal, diciendo que en
breve tiempo se haría la elección del Papa, porque era muy
grande inconveniente y que sería cosa muy peligrosa que el
Pontificado estuviese vacante por mucho tiempo. Pero que él
mismo, según le parecía a primera vista, respondería a una
de las cuestiones, pero sin determinar aquélla. Y dijo de esta
manera :
— *Si los artículos de la santa fe cristiana pudieran ser en-
tendidos por razones contrarias, la fe, por esto, valdría me-
nos, porque el hombre no tendría por ello tanto mérito.
2. Respondió el obispo, diciendo:
— -Dos maneras hay de demostración : la una es cuando la
cosa se demuestra sin que pueda en ello haber contradicción,
así como es demostrar que el cuadrángulo tiene más ángu-
los que el triángulo. La otra es cuando en ella puede ser
hecha contradicción, como es probar la causa por su efecto.
Y por esto, la fe tiene sujeto en aquello en que la demostra-
ción puede ser calumniada é impugnada. Pero que él no en-
tendía decir que los artículos de la fe pudiesen ser demos-
trados de tal modo que no pudiese ser hecha contradicción,
como se ha dicho de su primera especie de demostración,
porque, si pudiesen ser demostrados por el primer modo de
392
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
demostración, sería imposible que los artículos estuviesen
fundados en la fe; y sí que él preguntaba si por el segundo
modo de demostración podían ser o no entendidos los artícu-
los, de forma que pudiese ser destruida por razones necesa-
rias, y que lo contrario, por razones necesarias, pudiese ser
destruido. — (Aun dijo más el obispo [es a saber] : que si los
artículos podían ser entendidos por razones necesarias, que
él entendía probar por necesarias razones que la fe por ello
sería más noble y mayor y más meritoria, y que el entendi-
miento y la caridad estarían con más noble disposición, se-,
gún está demostrado en el primer libro De la demostración
de los artículos l. Y si esto no fuese así, se seguiría que la
fe y el entendimiento serían el uno para la destrucción del
otro, lo cual es imposible, según las condiciones de los árbo-
les del libro intitulado Del gentil y de los tres sabios 2.
1 El Llibre de demostracions (en la ed. de Maguncia Libo mi*
randarum demonstrácipnum) , Mallorca, 1274. Este libro, redactado
originariamente en catalán, viene a ser un bello tratado de teodicea
racional para la conversión de los infieles, dividido en cuatro par-
tes : i.a Posibilidad para el entendimiento de demostrar en cierto
tmodo los artículos de la fe católica. 2.a Pruebas de la existencia
de Dios. 3.a Pruebas de la Trinidad. 4.a Pruebas de la encarnación.
En él se nota el influjo de Ricardo de San Víctor v de San Ansel-
mo (ORL, XV).
2 Del Llibre del gentil c dels tres savis (en la ed. de Maguncia,
Líber de gentili et tribus sapientibus) ya hablamos en el capítulo 24,
nota 1.
El P. B. Salva, T. O. R., en su trabajo Oualiter fidei articuli sint
mtione demonstrabiles ex B. Raymundi Lulli sententia, dice que,
según el Doctor Iluminado, las razones necesarias , cuando se trata
de demostrar los misterios de la fe. no engendran una evidencia
en el entendimiento, y, por tanto, deben tomarse como necesarias
en sentido lato, es a saber, o porque se asientan en principios nece-
sarios, es. decir, las razones divinas o atributos de Dios, o porque
solamente suponen una necesidad moral, o, finalmente, porque ayu-
dando la gracia de Dios, son en verdad eficaces para ayudar a la
fe cristiana. El citado autor trae a este respecto varios testimonios
del Beato. Así, por ejemplo, cuanto al misterio de la Encarnación :
«Desideravit cognoscere intellectus utrum Deus sit incarnatus. Sed
cognovit id probari non posse de ne ees sítate, videlicet Deum esse
incarnatum : eo quia talis incarnatio non est naturalis, nee esse
aliquid quod Deum cogeré possit ad recipiendam humanam natu-
ram. Sed ascendit intellectus ad rationes Dei, quae aequaliter mun-
di existunt causae : et per illam aequalitatem voluit incarnationem
istam beatissimam probare» (De ascensu et descensu intellectus).
Lo mismo debe decirse con relación a' la Trinidad y los demás mis-
terios : «Quemadmodum Deus permittit quod homo possit peccare,
ad hoc uf non corrumpatur liberum arbitrium, ita Deus permittit
quod demonstrationes Trinitatis et Incarnationis et aliorum articu-
lorum possint calumnian' per falsas similitudines destructibiles : et
hoc Deus permittit ad hoc u't homo sit liber ad. credendum vel
.intelligendum artículos, quia si articuli essent ita demonstrabiles,
quod non possent calumnian, non esset fides per illos artículos in
homine, nec humanus intellectus esset ita exaltatus in intelligendo
illos» (Demoñstratiónum Liber IV). No se le oculta al Maestro, lo
mismo que al Angélico, que una demostración evidente o apodíctica
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 7S
3. Agradó mucho al cardenal la respuesta del obispo, y
cuando se halló en el consistorio con sus compañeros, él ala-
bó mucho al obispo Blanquerna por su ciencia, según la res-
puesta que le había dado. Mientras el cardenal así alababa
al obispo Blanquerna, sucedió que aquel eclesiástico que ha-
bía renunciado el obispado que tenía el obispo Blanquerna 8
había venido a la corte romana con dos religiosos y un hom-
bre seglar, y todos cuatro habían aprendido y sabían muy
bien la lengua arábiga, y habían pasado a la corte para pedir-
licencia y la bendición con letras apostólicas para pasar a
alguna tierra de infieles a predicar y convertir aquellas gen-
tes hasta recibir el martirio por amor de Dios. Y mientras
estaban en el consistorio con los cardenales, declarando su
petición, sobrevino el obispo Blanquerna, y, como se conocie-
ron, fué muy devoto y amoroso el recibimiento que recípro-
camente se hicieron. Y 4 habiendo salido Blanquerna del con-
excluye la fe. Por otra parte, Ramón Llull no se cansa ile repetir
en sus escritos que él quiere probar los artículos de la íe de tal
manera «quod habitus fidei maneat integer el iüesus?» ( Supplicatio
sacrae theologiac professoribus ac baccalaureis Studü Parisiensis).
Cf. Analecta Tertii órdinis Regularis Sancti Francisci, 1 (1935),
285 ss., 312 ss,, 352 ss. f *
También en este capitulo de Blanquerna, jS, n. 2, se hab.a de
demostraciones que no injurien en ninguna manera la fe.
Históricamente hablando — y lo confiesa Carreras y Artau (Historia
de la filosofía española, I [1939], 522) — , las famosas razones nece-
sarias y todas las audacias ltuianas tocantes a la demostración ra-
cional de la fe cristiana no van más allá de la doctrina agustinianu-
ánselmiana. Más que demostrar necesariamente los misterios reve-
lados, cosa que Llull juzgaba no sólo imposible, sino también peca-
minosa : qitia finitum non potest compreíiendere infinitum (Líber
de perseitate, cód. Ottob. lat. 405, fot." 199 v.), quería hacerlos razo-
nables en todo lo posible, lo que es cierta manera de demostración
de conveniencia, usada libremente por los Santos Padres y teólogos.
Más que ensalzar la razón humana con menoscabo de la fe, quería
servirse de ella para exaltación y propagación de la fe católica. V, en
este sentido, se dirigirá a los profesores y bachilleres de la Univer-
sidad de París, diciendo : «Quoniam est máxima derogatio catholicae
fidei, quod aput infideles communiter est divulgatum, videlicet, quod
fides christianorum per rationes cogentes humanum intellectum sit
magis improbabilis, et propter hoc asserunt quod christiana fides
per nullam insolubilem rationem possit confirman, sed potius im-
proban ; qui etiam dicunt quod nos fideles christiani hoc idem
dicamus : ideo Raymundus advertens quod hoc sit extirpandum,
supplicat, quanto humilius et ardentius potest, facultati sacrae theo-
logiae venerabilium magistrorum, quatenus vobis reverendis magis-
tris ac domini^ placeat in scriptis poneré illas rationes, quae vfde-
buntur magis confirmare catholicam fidem christianorum , ot prae-
dictus error per earumdem efficaciam possit extirpan aput inlwleles»
(Supplicatio sacrae theologiac professoribus ac baccalaureis Studü
Parisiensis red. Mag., II, 1722], 1, col. 2.a).
Razones o argumentos que sólo confirman no son apodícticos, sino
de conveniencia.
3 «Esdevenc-se que lo clergue qui su lia ésser bis1>e del bisbat on
Blanquerna era bisbe.»
4 El original calla «y habiendo... consistorio».
394 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
sistorio, los cardenales preguntaron a aquellos cuatro que
allí se habían presentado de las cualidades de Blanquerna, y
ellos dijeron mucho bien de él y les refirieron todo el bien que
primeramente hizo en la abadía y lo que últimamente había
obrado en su obispado, según ya hemos dicho.
4. Sucedió cierto día que, estando comiendo un carde-
nal, vino a su corte un juglar muy bien vestido y muy bien
aderezado, que era hombre de muy agradable y graciosa lo-
quela, de bello y gentil talle y cantaba y tañía muy bien los
instrumentos. Aquel juglar se hacía llamar juglar del Va-
lor, y era aquel mismo que Blanquerna encontró en la selva
cuando encontró al emperador y a Valor, como 5 está dicho
en él libro segundo, capítulo de Valor. Cuando el cardenal
hubo ya comido, entró el juglar y cantó unas canciones y
coplas que el emperador había compuesto a honor de la Vir-
gen Santa Miaría y de Valor, y tocó algunos instrumentos,
con los cuales formaba las danzas y notas que el emperador
había hecho a honor de nuestra Señora. Y fué muy gustoso
y agradable de ver al juglar con sus instrumentos. Cuando
el juglar hubo concluido toda esta diversión, le preguntó el
cardenal de algunas noticias y de su estado.
5. — Señor — respondió el juglar — 1: por disposición de
Dios sucedió que mi señor el emperador y yo nos encontra-
mos en una selva con un santo hombre, que se llamaba Blan-
querna, el cual iba buscando por aquel desierto algún puesto
proporcionado en donde pudiese poner su ermita, para adorar
y contemplar a Dios nuestro Señor todos los días de su vida.
EJn aquella selva estaba la virtud de Valor, que se lamen-
taba contra aquellos que la habían quitado y mudado su nom-
bre y todos los días la están persiguiendo en este mundo.
Y, por eso, mi señor el emperador ha nombrado diversos ju-
glares para que vayan por el mundo y sean predicadores y
pregoneros de Valor, y entre ellos me ha enviado a mí a esta
corte para ser loador de Valor y reprender y calumniar a
todos aquellos que son sus contrarios, alabando a Desvalor
en apariencia de Valor. — Agradaron mucho al cardenal y a
todos los de su corte las palabras y razones del juglar, y des-
pués el cardenal le mandó dar una bella copa de plata dora-
da en que él bebía; pero el juglar no la quiso aceptar, di-
ciendo estas palabras:
6. — Mandamiento se me ha hecho por el emperador, mi
señor, y lo he jurado corporalmente sobre los Santos Evan-
gelios, de no tomar cosa alguna de este mundo de ninguna
persona, sino solamente de mi señor el emperador, el cual me
da renta bastante todos los días para todo lo necesario que
yo he menester para mi subsistencia. Por lo cual yo estoy
c «segons que és recontal en lo capítol de vnlor».
LIBRO DE EVAST V BLANQUERNA . — C. 78 395
excusado de recibir vuestro regalo, y también porque por dá-
divas son corrompidos los juglares en alabar aquellos que
deben ser blasfemados y en blasfemar aquellos que deben ser
alabados. Y por cuanto por semejantes falsas alabanzas y
blasfemias sea deshonrada y olvidada la virtud de Valor, por
tanto, mi señor el emperador no quiere que yo, ni otro juglar
alguno de su corte, tome dádiva alguna ds vos ni de hombre
alguno del mundo.
7. — Buen amigo — .respondió el cardenal — , ¿por ventu-
ra, conoceríais vos aquel hombre que vos llamáis Blanquerna
si lo viérais?
— iSeñor — respondió el juglar — , muy bien le conocería yo
si le viera ; pero no creo verle en un lugar como éste, porque
creo tiene hecha su habitación en lugares desiertos e inhabi-
tados, en la cual propuso mi señor el emperador ser su com-
pañero cuando hubiese ordenado su imperio y educado a su
hijo hasta que fuese mayor y pudiese y supiese regir bien y
gobernar su imperio. — (El cardenal envió por el obispo Blan-
querna, a que viniese luego a estar con él. Y habiendo lle-
gado allí, el juglar le miró y remiró, y conociéndole, tuvo
gran gusto de verle; pero se maravilló mucho porque lo vió
tan noblemente vestido y que traía anillo de oro en los de-
dos. El obispo le preguntó por el emperador, y refirió al
juglar toda su vida, porque el juglar quiso sab ría, para que
le corrigiese, si ,; acaso se había entibiado en su devoción que
tenía antes de ser ermitaño.
8. Gran complacencia tuvieron uno del otro de haberse
encontrado allí, y el juglar rogaba mucho al obispo Blanquer-
na que le ayudase en aquella corte a mantener Valor mien-
tras estuviese en ella, y el obispo le prometió que lo haría
muy gustosamente. Al otro día por la mañana, después de
misa, el juglar se presentó en el consistorio de los señores car-
denales, en donde se esperaban el uno al otro para hacer su
elección ; y cuando estuvo dentro, en presencia de los carde-
nales, dijo estas palabras: —Valor tiene mayor esperanza en
aquellos que son mayores y más honrados en este mundo
que no en los otros; y aquellos le hacen más deshonor que
por ella están en mayor honor, y por esto se les sigue y
espera mayor culpa y maldición, por la cual llevarán en el
otro mundo mayor pena, que no tendrán aquellos a quienes
Valor no les tiene tan honrados, por el mayor deshonor que
hacen en este mundo a la virtud de Valor.
9. Cada uno 7 de los cardenales consideró muy profun-
damente lo que el juglar les había dicho. Y después de haber
* «si:s £oa refredat de la devoció que suiia haver a £sset ermità».
1 La versión castellana no *e ciñe bien al texto catalán, que reza
así : «Caseu dels cardenals considerà molt fortment en les paraules
que 1 juglar deia; e lo cardenal recontà a sos companyons.. .4
396 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
salido éste del consistorio, el cardenal que le había convida-
do refirió a sus compañeros todo lo que el juglar le había
dicho de Blanquerna, y por aquellas palabras que él cardenal
les dijo en favor de Blanquerna, y por otras muchas que ha-
bían oído decir a otros, concordaron unánimes todos los car-
denales en elegir que Blanquerna fuese creado Papa. Y todos
quisieron y dijeron en una voz que él fuese Papa, y luego
inmediatamente cantaron el Veni Creator Spiritus y el Te
Dewn laudamus, y tomaron a Blanquerna para sentarlo en la
silla apostólica! ; pero Blanquerna no lo quiso, y dijo estas
palabras :
10. — :Fama es por todo el mundo que el Papa podría con
sus hermanos los cardenales ordenar y poner en buen esta-
do a todo el mundo, si quisiese. Y como el mundo ahora se
halle en tan gran discordancia y desorden, es cosa temerosa
el ser Papa, y en él es significada gran culpa mientras no use
de su poder en ordenar el mundo, siguiendo su voluntad todo
el poder que Dios le dió para ordenarle. Y, como yo sea in-
digno de tener poder tan grande, en cuanto me falta el saber
y querer, por esto tan noble y tan grande poder como es este
poder apostolical, no debe ser encomendado a mi flaco saber
y querer. Y, por tanto, yo renuncio el poder apostolical y
pido que sea dada respuesta a las diez cuestiones que yo he
propuesto a esta corte.
11. Cuanto más fuertemente el obispo Blanquerna se ex-
cusaba y renunciaba el pontificado, con tanta mayor fuerza
se movía la voluntad de los cardenales a que él fuese Papa,
siendo condición de la elección que aquellos que más fuer-
temente ¡se excusan y renuncian deben ser preferidos en
la elección, como se convenga con las demás condiciones que
corresponden al hombre digno de ser elegido. Mientras que
así se estaban, excusándose el obispo Blanquerna en que de
ninguna manera quería ser Papa, uno de los cardenales, que
deseaba serlo, dijo que él quería hablar aparte a sus compa-
ñeros, y les dijo estas palabras: — Muchas veces sucede que
los hombres, con maestría, se hacen de rogar y rogar en
admitir el pontificado para que tengamos voluntad en crearle
Papa. Luego, si en él hay esta tal voluntad, por esto es indig-
no de ser Papa.
12. Pensaron mucho los cardenales en lo que el carde-
nal les propuso; pero, por cuanto vieron que en las palabras
del obispo Blanquerna no se significaba haber maestría al-
guna, y ya por la buena fama que tenía y porque aquel car-
denal quería ser Papa, de lo que tuvieron algún conocimiento
por ciertos indicios, por esto conocieron que lo que el cardenal
decía era todo cautela, y quisieron de todas maneras que el
LIBRO DE EVAST V BLANQUERNA. — C. 7Q ^Q7
obispo Blanquerna fuese Papa por v la buena fama que tenía.
Pero, con todo eso, no quiso admitirlo ni otorgarlo hasta tan-
to que uno de los cardenales le dijo que, si él era Papa, podría
ordenar todo aquello que deseaba cumplir por la solución de
las cuestiones sobredichas. Y por este motivo, el obispo Blan-
querna, con gran temor y con grande esperanza de que Dios
le ayudaría y con la intención de que podría hacer mayor
fruto y provecho a la ordenación que significaban las cues-
tiones, consintió entonces en recibir el oficio papal, y dijo
estas palabras.
13. — En mí hay falta de saber y querer que se iguale
al poder apostolical. Si por vosotros soy elegido Papa, os
pido que me ayudéis, como por igual querer y saber usemos
del poder que se me ha dado en procurar que Dios sea cono-
cido y amado, y que su pueblo sea por él bienaventurado.
Y si no lo hiciereis, me haréis grande injuria y gran peca-
do.— Todos los cardenales prometieron gustosamente al Papa
que le ayudarían en todo lo que era su voluntad, según la
libertad del saber y del poder que Dios les había dado y según
el cargo a que Dios había sujetado su voluntad a servírsele.
Y, de esta forma, el obispo Blanquerna fué elegido Papa.
CAPÍTULO LXXIX
De las ordenanzas que el Papa Blanquerna hizo en
su CORTE
1. Según dejamos ya referido, quedó elegido y creado
Papa el obispo Blanquerna,. Bendito sea Dios por ello. Antes
que el Papa Blanquerna dispusiese alguna ordenación en su
corte, estuvo así por algún tiempo con inacción, por el fin
de examinar y conocer el estado y modo de la corte, y todos
los días iba notando en unas tablillas que llevaba consigo to-
das aquellas cosas que necesitaban de mejorarse en su corte.
Sucedió un día que, estando el Papa Blanquerna en la venta-
na, vió venir un cardenal con mucho acompañamiento de su
familia, los cuales iban muy bien vestidos y montados a
caballo ; había muchos parientes del cardenal. Y poco después
vió venir a otro cardenal con poco acompañamiento, y que
no iban tan bien vestidos y ataviados. Consideró mucho e)
Papa todo esto que había visto de los dos cardenales, y cuan-
do estuvo en el consistorio, dijo estas palabras al cardenal
que había venido con poco acompañamiento y humildemente
Vestido y ataviado:
■ No leemos en el original «por... tenía».
39$ OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
2. — <Saber quiero de vos la causa: ¿por qué no habéis
venido a mi corte con tanta compañía y tan noblemente ves-
tida como el otro cardenal que venía delante de vos, siendo
así que ves tenéis obligación de honrar tanto a mi corte como
el otro cardenal, teniendo vos tanta renta -como aquél?
' — Señor — respondió el cardenal — , yo para la manuten-
ción de rni familia y en la limosna consumo toda la renta del
cardenalato, que no me sobra nada 1, y he prestado juramen-
to de no tomar dádivas de hombre ninguno por servicios ni
sobornos; y como mis rentas no basten para más, por eso
no he podido llevar más acompañamiento ni más bien ata-
viado.— ¡Preguntó el Papa al otro cardenal por qué había ve-
nido con tanto acompañamiento y tan bien vestido. Respon-
dió el cardenal que para honrar a su corte. El Papa hizo es-
tar a la vista de este cardenal, y quiso informarse con toda
diligencia de su modo de vivir. Y halló que el cardenal toma-
ba servicios y sobornos, y había quebrantado el sacramento
y promesa que había prestado cuando fué creado cardenal
y que las gentes le prestaban servicios y rogaban con dona-
tivos para el despacho de sus peticiones y negocios, y le
acompañaban siempre que iba a la corte; y por eso llevaba
mayor acompañamiento que los otros cardenales.
3. Cierto día sucedió que el Papa convidó a todos los
cardenales, y tuvo gran corte aquel día. Y después de haber
comido entró por el palacio un hombre vestido como loco,
raso de cabeza, que en la una mano traía un gavilán y en
otra un perro atado con una cuerda. El hombre saludó al
señor Papa, a los señores cardenales y a toda la corte, de
parte del señor emperador, y dijo estas palabras: — Yo soy
Raimundo el fatuo, y vengo a esta corte de mandamiento
del emperador para usar de mi oficio y para buscar a mis
compañeros. — Y habiendo dicho estas palabras, dió de co-
mer al gavilán e hízosele venir a la mano dos o tres veces.
Después le hirió con la cuerda con que llevaba atado a su pe-
rro, y otra vez le llamó que viniese a la mano; pero el gavi-
lán, escarmentado de haberle herido el loco, se escapó volando
fuera del palacio del Papa y se hizo salvaje. Después que
Raimundo el fatuo hubo perdido el gavilán, él sacudió y cas-
tigó muy fuertemente a su perro dos o tres veces; pero siem-
pre, y cuando le llamaba, el perro se volvía a él voluntaria-
mente, que no se le esquivaba.
4. — Raimundo fatuo — preguntóle el Papa — , ¿cuál es
tu oficio? ¿Y por qué has venido, como dices, a esta corte
para buscar a tus compañeros? ¿Y qué significa lo que has
hecho ante nosotros con tu gavilán y con tu perro? — Se-
1 Según el original, están de más las palabras «no me sobra
nada».
LIBRO DE EVAST Y RLANQUERNA. — C. 79
ñor — respondió Raimundo el fatuo — , yo me hallaba en la
corte del emperador y aprendía de ser loco para ganar di-
neros. El emperador me ha contado tantas cosas de la pa-
sión de Jesucristo y de la nobleza de Dios, que quiero ser
loco para hacerle reverencia y honor, y no quiero guardar
modo en mis palabras, a fuer de gran amor. Y por cuanto
vuestra corte tiene mayor honor por la encarnación y la
pasión de mi Amado que cualquiera otra corte, creo encon-
trar aquí muchos compañeros que sean de mi oficio. El ga-
vilán significa los hombres que no ayudan a sostener el ho-
nor y la ordenación de vuestra corte sin paga y sin servicios,
y cuando el hombre les pide alguna cosa sin darles nada,
entonces el hombre les hiere su corazón con pena y trabajo,
y por eso se hacen al hombre extraños y esquivos. El perro
significa los hombres que viven tan inflamados del amor y
unidos con el honor y ordenación de vuestra corte, para que
Dios sea en ella honrado, que sin satisfacerles el hombre
sus trabajos sufren voluntaria y gustosamente trabajos y
afanes por aquellos que tienen pretensiones en la corte, y
ésos son amables a los hombres y agradables a Dios.
5. Habiendo Raimundo el fatuo hecho su oficio y respon-
dido ai Papa, el juglar de Valor cantó y tocó sus instrumen-
tos muy dulcemente a honra de Valor, y después dijo estas
palabras: — Para la honra del señor se hace honra a su
caballo con bello freno, bella silla y ricos jaeces; y si el
señor en su corazón tiene amor a las virtudes, entonces es
honrada la virtud de Valor en su corazón 2, en su cota de
malla y en sus adornos. Y cuando es honrado el señor que
ama los vicios y aborrece las virtudes, queda entonces des-
honrada la de Valor en el honor de su enemigo, quien ama
el deshonor de Valor. — Juglar de Valor— dijo el Papa — ,
¿qué quieres decir con estas palabras? — Señores- — respondió
el juglar — , mis palabras significan las preguntas que vos
habéis hecho a los dos cardenales, de los cuales el uno hon-
raba a Valor con injuria, perjuicio y vanagloria, y el otro le
honraba con justicia, verdad, humildad y fortaleza.
6. Habiendo dicho el juglar estas palabras, exclamó el
Papa, y con lágrimas en los ojos dijo: — ¡Oh Canónigo de
Llantos, cuánto quisiera yo que os hallareis en esta corte,
para ayudarme a llorar el deshonor que en ella se hace a
Valor, por el cual cesa el honor que se debe a mi Señor Dios
Jesucristo! — 'Lloró mucho el Papa, y dijo que, a no echar-
se de su corte el deshonor que se hace a Valor y hacer que
en ella se mantenga con honor, que todos los cardenales
faltarán a su obligación y serán contrarios a Valor, y, ma-
yormente, al Papa su señor, al cual libremente prometieron
3 «en son coratge e en son arnés», dice sencillamente el autor.
400
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
que de todo su saber y querer ayudarían a mantener el po-
der que tenían en honrar a Valor. Todos los cardenales, a
excepción del camarlengo, dijeron al Papa que estaban pron-
tos a convenir en ordenar todas aquellas cosas por las cuáles
fuese restablecido a Valor el honor que solía tener.
7. Y el Papa, con grandes lágrimas y devoción, teniendo
presente vivamente el -cargo tan grande en que estaba cons-
tituido para honrar la santa pasión de Jesucristo, dijo estas
palabras: — Quince son los cardenales que me están dados
por compañeros, por los cuales pueda yo ser conservado y
asistido en ser en la tierna procurador de Jesucristo. Divida-
mos en dieciséis partes 3 el himno Gloria in excelsis Deo, y la
primera parte me sea dada a mí, por ser el primero por la
dignidad de oficio, y a cada uno de los cardenales le sea dada
su parte según el orden y antigüedad de su oficio y según la
serie de cada una de las partes o versículos ; y cada una sea el
propio oficio, con el cual se tenga cada uno por obligado en
honrar y mantener la corte, para que en ella y por ella sea
honrado Jesucristo, y por toda la redondez del mundo. — To-
dos los cardenales tuvieron por muy santo y bueno lo que el
Papa les propuso, y Su Santidad tomó por oficio propio Gloria
in excelsis Deo; después el cardenal decano tomó Et in terra
pax hominibus bonae voluntatis, y así, consecutivamente, los
demás cardenales, por su orden, tomaron las partes y ver-
sículos siguientes ; y 4 a cada una parte le asignaron por pro-
pio oficio, y cada uno de los cardenales era llamado con el
propio nombre del versículo que le correspondía por la serie
y el orden del Gloria in excelsis Deo.
8. Habiendo hecho el Papa y los cardenales la ordena-
ción sobredicha, ordenaron también que todos los cardena-
les tuviesen rentas iguales para el gasto necesario, y deter-
minado número de familia y cabalgaduras, según lo que con-
venía a justicia, templanza y humildad, como también que
tuviesen alguna ayuda de costa supernumeraria para los gas-
tos extraordinarios, y tan suficiente que no tuviesen nece-
sidad de tomar de ninguna persona servicio alguno ni so-
borno, mientras no fuese alguna cosa comestible, y el carde-
nal que tomase servicio de cualquiera persona, que fuese pri-
vado desde luego del cardenalato; cuando no, que el Papa y
todos los cardenales hiciesen alguna penitencia, ayunando a
pan y agua todos los viernes, hasta que el cardenal hubiese
perdido el cardenalato. Este establecimiento fué confirmado
por el Papa y los cardenales, y fué estipulado con promesa y
juramento. Después fueron nombrados varios oficiales, que
se llamaban espías, para que éstos velasen si algún cardenal
3 «en -XV- parts», leemos en el texto catalán.
1 «e a cascuna part asignarem propi nfici».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 79
4OI
contravenía a los establecimientos referidos. Y sobre estos
espías fueron asignados otros, para inquirir si aquéllos cum-
plían bien en su oficio, y si no lo hiciesen, que fuesen pri-
vados perpetuamente de toda prebenda y de cualquiera otro
beneficio eclesiástico. Muy bien ordenado fué el estableci-
miento referido, siendo muy necesaria su conservación, a fin
de que los cardenales por el motivo del mayor poder no ten-
gan disensiones entre sí, ni soberbia el uno contra el otro,
y que los que van a la corte a sus pretensiones no sean ro-
bados ni vivan con pobreza ni mal ejemplo, ni se les dé oca-
sión de murmurar del Papa y de sus compañeros, antes bien,
conciban mayor devoción de loar y servir a Dios y por la
santa vida, caridad y hermandad del Papa y sus compa-
ñeros 5.
5 La reforma de la Curia romana y del alto clero, decretada en la
sesión XXIII del Concilio Tridentirío, era uno de los ideales más
acariciados por Ramón Llull. Aquel grito angustioso del santo obis-
po de Braga, Bartolomé de los Mártires : «Illustrissimi cardinales
indigent, ut mihi videtur, il·lustríssima reforma», ya lo había profe-
rido siglos antes, no sólo en orden a los cardenales, sino también
para los obispos y alto clero, Llull, el llamado Pluintasticus. Ni se
contenta el apóstol mallorquín con lamentar — lo que hace con todo
respeto — aquella ola de mundanidad y corrupción que invade las al-
tas jerarquías eclesiásticas, sino que no para hasta dejar establecido
el tipo ideal perfecto de lo que él llama apostólico señorío, como
verá el lector por lo que se dice en este y siguientes capítulos del
Blanqnerna.
¿Qué más? Aun osaría decir que parecen inspiradas en el Blan-
querna las siguientes ordenaciones, contenidas en el decreto de re-
forma, cap. i de la última sesión del Concilio de Trento : «... Haec
cum ad restituendam ecclesiasticam disciplinara praecipue esse Sancta
Synodus animadvertat, admonet episcopos, ut secura ea saepe me-
ditantes, factis etiam ipsis, ac vitae actionibus, quod est veluti per-
petuum quoddam praedicandi genus, se muneri suo conformes os-
tendant : in primis vero ita mores suos omnes' componant, ut reli-
qui ab eis frugalitatis, modestiae, coutinentiae, ac quae nos tanto-
pere commendat Deo sanctae humilitatis exempla parere possjnt.
Quapropter, exemplo Patrum nostrorum in Concilio Carthaginensi,
non solum iubet ut episcopi modesta superlectili, et mensa, ac tota
eius domo caveant, ne quid appareat, quod a sancto hoc instituto
sit alienum ; quodque non simplicitatem, Dei zelum, ac vanitatura
contemptum praeseferat. Omnino vero eis interdicit ne ex reditibus
Ecclesiae consauguineos, familiaresve suos augere studeant, ne res
'ecclesiastieas, quae Dei sunt, consanguineis donent ; sed, si paupe-
res sint, iis ut pauperibus distribuant ; eas autem non distrahant,
nec dissipem illorum causa ; irao quam máxime potest, eos sancta
Synodus monet ut humanum hunc erga fratres, nepotes, propinquos-
que carnis affectum, unde multorum raalorum in Eccíesia semina-
num extat, penitus deponant. Quae vero de episcopis dicta sunt,
eadem non solum in quibuscumque beneficia ecclesiastica, tan secu-
laria quam regularia obtinentibus pro gradus sui conditione obser-
van, sed ad sanctae Romanae Ecclesiae cardinales pertinere decer-
nit ; quorum consilio aput Sanctissimum Romanara Pontificem uui-
versalis Ecclesiae administrado nitatur, nefas videri potest, non iis
etiam virtutum insignibus, ac vivendi disciplina eos fulgere, que
402
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
9. A más de las ordenaciones y establecimientos sobre-
dichos, fué asimismo ordenado que de los bienes de la santa
Madre Iglesia y de los que sobre del gasto a los obispos y
arzobispos y demás prelados G y religiosos fuesen procura-
dos, gobernados y mantenidos los oficios, y que todos los
obispos, arzobispos y prelados, y sus subditos, deban ser
tenidos en abastecer y reemplazar a los' cardenales, para que
puedan proveer con sus oficios en todas sus diócesis.
10. Fué ordenado también por el Papa y los cardenales
que, un día en la semana, el Papa tuviese consistorio con
los cardenales tan solamente, y que en él cada uno acusase
al otro, como lo hacen los religiosos en su capítulo, y que
cada uno de los cardenales pidiese venia y tomase discipli-
nas 7 por sus faltas, en presencia de los otros. Y este mismo
establecimiento fué ordenado por los mismos cardenales, en
que un día en la semana tuviesen capítulo o residencia cada
uno en sus oficiales. Después fué ordenado que uno de los
cardenales tuviese capítulo a los escribanos un día en la
semana, y después de aquél, otro cardenal, y asimismo los
jueces y abogados de la corte, según se seguían por orden.
11. Otro estatuto muy importante y necesario ordena-
ron el Papa y los cardenales, y es. que por todo el mundo
tuviesen procuradores que les hiciesen saber por cartas o
por otros mensajeros el estado en que se hallaban los pue-
blos, para el fin de que si en ellos ocurriese alguna irregu-
laridad o mudanza, o se necesitase de enmendar en ellos al-
guna cosa, que pudiesen desde luego tratar y proveer de re-
merito oinnium in se oculos convertant» (Sacrosanctum oecunicni-
cum Conciliiun Tridentinum... [Matriti, 1769], 367-368). A la verdad,
que los cardenales, obispos y altas dignidades de la Iglesia vivan
continentemente ; que moderen su tren de vida ; que renuncien a
la simonía y al nepotismo, que tantos males acarrean a la Iglesia,
y, si en algo quieren favorecer a sus parientes, sea como a pobres
y en cuanto son pobres ; y que, por su alto rango y como colabora-
dores que son del Vicario de Cristo en la tierra, atraen sobre sí las
miradas de ios cristianos, siendo por su buen ejemplo motivo de
edificación a todos, y, por su mala vida, piedra de escándalo ; todo
esto — repito — , y mucho más, lo dice y recomienda el autor del Blan-
querna, ora en parábolas y alegorías, ora en términos claros y pre-
cisos, como se prueba de ía lectura de los capítulos 68 y 69 y del 79
y siguientes. Cf. mi artículo Rcminisccncids luí lanas en la obra re-
formadora de T rento (Palma de ^Mallorca, 1946) y Boletín de la So-
ciedad Arqueológica Luliana, XXIX (1945), 491-496.
6 «e de la superfluytat que-ls bisbes e-ls arquebisbes e altres
prelats han de despendre los béns de santa Esgleya, fossent procurats
los oficis que-ls cardenals han preses de Gloria in excelsis Deo, e que
un dels cardenals fos tengut a respondre a la messió de tots els
uficis, e que tots los bisbes, arquebisbes, prelats, e lurs sotmeses,
deguessen bastar lo cardenal com pogués proveir als oficis.»
7 Ramón L·lull dice solamente «prengués venies».
Llimo DE EVAST V BLANQUERNA. — C. 8o 403
medio para la utilidad y provecho de aquellas tierras. De
este modo ordenó el Papa Blanquerna y enderezó su corte,
cuyo buen gobierno y ordenanza no lo pudiera ninguno ex-
presar. Y el mérito que por ello tendría, ¿quién os lo podrá
decir y escribir?
CAPÍTULO LXXX
De "Gloria in excelsis Deo"
1. El Papa Blanquerna tuvo consistorio con sus carde-
nales para el fin de que por sus buenas obras fuese dada
gloria a Dios en las alturas; y por esto, el Papa rogó muy
encarecidamente a los cardenales que le ayudasen a usar de
su oficio en dar gloria a Dios, de tal manera que las gentes
pudiesen restituirse a la intención por la cual son los oficios
y las ciencias y dar gloria a Dios, por cuanto el mundo ha
llegado a tan grave defecto, que apenas hay hombre alguno
que tenga verdadera intención al fin por que es creado, ni
al oficio en que está constituido. Mientras el Papa así exhor-
taba a los cardenales, un embajador moro entró en el con-
sistorio, y, en presencia de todos, presentó al Papa una car-
ta de parte del soldán de Babilonia, en la cual, entre otras
muchas cosas, le decía que se maravillaba 1 mucho de él y
de todos los príncipes y reyes cristianos, porque no conquis-
taban la Tierra Santa de ultramar y porque querían llevar
el método de su profeta Mahoma, que adquirió aquellas tie-
rras por conquista a fuerza de armas, y no querían llevar
el modo que usó Jesucristo y sus apóstoles, los cuales con
la predicación y martirio convirtieron a todo el mundo. Y por
cuanto el Papa y los cristianos no querían seguir el modo
que tuvieron los primeros fundadores en conquistar las tie-
rras, por esto no quería Dios que ellos 2 fuesen poseedores
de la Tierra Santa de Jerusalén ni de las demás ultrama-
rinas. Estas letras presentó el moro al Papa, y otras seme-
jantes a los reyes y príncipes cristianos 3. Consideró mucho
•*!
1 «se maravellava molt... com en conquerir la Santa Terra d'ul-
tra mar prenien la manera de lur profeta Mafumet qui les terres
que conqués...»
3 En el texto catalán leemos tan sólo «ells posseissen la Santa
Terra d'ultra mar».
s Fracasadas o en vías de fracasar las Cruzadas, Llull pone 6u
confianza, más que en la fuerza de las armas, en una cruzada espi-
ritual por medio de las armas de la persuasión y de la dialéctica.
También en el Llibre de contemplació (Mallorca,, hacia 1272), el
Beato dice que el Santo Sepulcro y la Tierra Santa de ultramar de-
ben conquistarse no con el hierro, sino con la predicación, la cari-
4ü4
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
el Papa y los cardenales en lo que el soldán le había escri-
to; y entonces Raimundo el fatuo les dijo estas palabras:
— Envió la Fe a Contrición para que la Esperanza le remi-
tiese devoción y perdón, para que le honrasen en aquellos
lugares en donde su amado Jesucristo es deshonrado y vili-
pendiado.— El juglar de Valor dijo también que gran des-
honor recibe la virtud de Valor en aquellos lugares en donde
el Hijo de Dios y los apóstoles la hicieron mayor gracia y
honor que en ningún otro lugar del mundo. Habiéndose pro-
dad, las oraciones y el deseo del martirio. Merecen citarse sus pa-
labras : «Molts cavallers veg que van en la sancta terra d'outramar
e euyden aquella conquerré per forsa á 'armes. On, com ve a la fi,
tots s'i consumen, sens que no vénen a fi de so que-s euyden. On,
par-me, Sènyer, que lo conqueriment d'aquella sancta terra no-s
deja conquerir sinó per la manera on la conquesés vós e-ls vostres
apòstols, qui la "conquerís ab amor, e ab oracions, e ab. escampament
de làgremes e de sang. Con lo sant sepulcre, Sènyer, e la sancta
terra d'outramar par que-s deja conquerré per predicació, milis que
per forsa d'armes, faen-se a avant, Sènyer, los sants cavallers reli-
gioses, e guarnesquen-se del senyal de la creu, e umplen-se de la
gracia del Sant Spirit, e ya jen preïcar veritat de la vostra passió
als infeels, e escampen per la vostra amor totes les aigües de lurs
ulls, e tota la sang de lurs cors, així com vós feés per amor d'ells !
Tant cavaller e tan noble príncep és anat en la terra d'outramar,
Sènyer, per conquerré, que, si a vós plagués la manera, bé par ver
que la aguessen tolta als sarravns qui mal nostre grat la posseexen»
(ORL, IV, 58-59).
Sin embargo, no se puede negar que en las obras de Cruzada
del bienaventurado Maestro, singularmente en el tratado De fine
(Montpellier, 1305), juegan un papel simultáneo las armas mate-
riales v las espirituales, pero aquéllas subordinadas a éstas. Sólo es
lícito echar mano de las armas materiales cuando ellas están al ser-
vicio de las armas intelectuales (ibíd., ORL, VIII,, 376) » «On si la
C (tots els crestiàns) mou la I (potència motiva) entellectual a en-
dressar la I (potència motiva) entellectual de los infeels, adones és
leguda cosa que per armes e per forsa sensual se mova la I (po-
tència motiva) sensual de la C (tots els crestiàns) contra la I (po-
tència motiva) sensual dels infeels, qui vol destruir la I (potència
motiva) sensual de la C (tots els crestiàns).» Cf. Carreras y Artau,
1. c, p. 625 ss.
• Ni es necesario salimos del Blanqucrua (cap. 87, n. 4), para ver
en toda su pureza el pensamiento del Beato : «En una provincia s'es-
devenc que los benauyrats devots qui anaven preyear la paraula de
Déu als infeels, no foren escoltats, e gità-ls hom de la terra. E lo car-
denal recoiri • al braç seglar, e tractà ab los prínceps crestiàns e ab
l'apostoli que per força d'armes, fossen guerrejats e vençuts tots
aquells qui no lexen entrar en lur terra los sants crestiàns qui hi volen
preyear la paraula de Déu, e que l'esgleya no hagués treves ab null
infeel qui no soferís que los crestiàns hi demostrassen veritat de la
fe cathòlica. Tant fo gran lo poder dels crestiàns, que los infeels
d'aquella terra soferiren que hom los pugnés preyear, e que fossen
treves enfre ells, aytant de temps com ells soferiren que los cres-
tiàns en lur terres preycassen e convertissin los infeels» (ORL,
ix, 339-340). , ' „. . v , ,
Creemos que asi aparece suficientemente ilustrada la doctrina
luliana de las dos espadas, que para no pocos ha sido motivo de
confusión.
LIBRO DE EVAST Y BLAXQUERNA. — C. 8o 4Ò5
nunciado estas sentenciosas palabras, entró por la corte un
mensajero con la noticia de que dos asesinos habían muerto
a un rey cristiano y que los habían cogido y hecho morir
a mala muerte. Y habiendo el mensajero acabado su rela-
ción, entonces dijo el juglar de Valor: — ¿Qué valió a Jesu-
cristo su humildad y la gran caridad que hizo de sí mismo
a su pueblo cuando quiso sufrir muerte y pasión, si por
error los asesinos tienen mayor devoción de morir por su
superior que no la tienen los cristianos de morir para hon-
rar a Dios y Señor? — A este tiempo vió el fatuo a los car-
denales que se hablaban en secreto, y pensó que hablaban
de su Amado, y ellos hablaban de la elección de dos obispos,
que habían sido elegidos en discordia, y por eso dijo a los
cardenales que las palabras de mayor gusto son aquellas
que pasan entre el Amigo y el Amado.
2. Muy maravillosa fué la moción que tuvo el Papa en
ordenar cómo la fe de la santa Madre Iglesia puede multi-
plicarse y que la devoción que solía haber entre las gentes
en rogar a Dios pudiese restablecerse en este mundo; y, por
eso, envió mensajeros por todas las tierras a los superiores
de las religiones y a los maestros del templo y del hospital,
con orden de que viniesen a hablar con él, para ordenar el
modo cómo pudiesen todos dar gloria a Dios. Habiendo ya
llegado todos aquéllos, y presentádose delante del Papa y
los cardenales, Raimundo el loco dijo estas palabras: — En-
contráronse el Amigo y el Amado, y sus bocas callaron, y
los ojos, con que se hacían señas de amor, lloraron, y sus
amores hablaron. — 'Este ejemplo — dijo el juglar de Valor —
significa aquello que se ha denunciado al Papa y a los car-
denales por el soldán y el suceso de los asesinos; y si de esto
no se sigue algún provecho, se hace injuria a Valor, y no
son amados los criados más honrados que mueren por amor,
puesto que valen más los amores que entre sí se hablan que
las bocas que comen. — Dijo también Raimundo el loco que
un escribiente escribía en un libro los nombres de los aman-
tes y los de los amados; y uno de los amantes le preguntó
si había escrito en aquel libro el nombre de su amado. El
escribiente le respondió: — ¿Has tú comido tal vez algún
manjar que haya sido escogido 4 con fuego de amor? ¿Y te
has lavado las manos con lágrimas de tus ojos? ¿Y eres tú
beodo y loco por amor que hayas bebido? ¿Te expusiste ja-
más a peligro alguno para honrar a tu Amado? ¿Tienes tú
materiales de amor D de que hagas tinta con que escriba tu
Amado? Sin todo esto, no eres digno de que tu Amado sea
escrito en este libro.
* «cocido», conforme al original, que dice «qui fos cuit».
* «metzina d'amor».
40Ó OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
3. Concluidas estas palabras, el Papa y los cardenales
y los religiosos, para honrar la Gloria de -Dios, establecie-
ron que de todos los religiosos científicos fuesen señalados
algunos para aprender varias ciencias y lenguas; y que por
todo el mundo fuesen establecidas casas de estudios, en don-
de fuesen suficientemente proveídos y abastecidos de todo lo
necesario para su manutención, según la planta del monas-
terio de Miramar, que hay en la isla de Mallorca. Del agra-
do del Papa y de todos los demás fué esta ordenación. Y en-
tonces el Papa envió por todas las naciones de los infieles
a que hiciesen venir algunos de ellos para aprender nuestra
lengua y que se aprendiese la suya, y después juntos con
ellos fuesen a sus tierras a predicar a los otros infieles. Y que
a aquellos infieles que habrían aprendido la lengua latina y
tendrían conocimiento de la santa fe católica, se les fuese
dando dinero, bagajes y ricos vestidos, a fin de que c con
esto se diesen por agradecidos y satisfechos y alabasen a
los cristianos, y habiéndose restituido a sus tierras, les ayu-
dasen y mantuviesen.
4. Dividió el Papa todo el mundo en doce partes, y se-
ñaló doce procuradores, para que fuese cada uno de ellos a
aquella parte que le estaba asignada para informarse del es-
tado de aquella tierra, a fin que con esto el Papa pudiese te-
ner puntual noticia del estado general de todo el mundo.
Aconteció que aquellos procuradores que pasaron a los infie-
les trajeron de Alejandría y de la Georgia, de la India y la
Grecia, algunos cristianos religiosos para habitar entre nos-
otros, y que su voluntad se conformase con la nuestra y con
nuestros religiosos, y que por la unión y comunicación fue-
sen dirigidos y avisados en aquellas cosas en que yerran con-
tra la santa fe romana, y después se volviesen para enseñar
y dirigir aquellos que poseen sus tierras. Por este motivo,
el Papa envió algunos de nuestros religiosos a aquellos pro-
curadores, y mandó que cada año tuviesen obligación de en-
viarle cierto número de religiosos de los de allá para comu-
nicar con nosotros y aprender nuestra lengua.
5. — Amables hijos — dijo el Papa a los religiosos — , ju-
díos y moros viven entre nosotros, que tienen creencia y
están en error, destruyendo y menospreciando la fe católica.
Y porque todos estamos obligados a honrar la Gloria de
Dios, quiero y mando que de los judíos y moros que viven
entre los cristianos sean señalados algunos para aprender
latín y entender las Escrituras, y que lo aprendan dentro de
un cierto y determinado tiempo; cuando no, que lleven al-
guna pena. Y mientras estén ocupados en este estudio sean
fi «per ço que-s loassen deis crestians», leemos solamente en el
original.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 8o
4o;
proveídos y gobernados de los bienes de la santa Iglesia, y
cuando lo hubieren aprendido, sean hechos francos y que los
honren sobre todos los demás. Y de este modo serán más a
propósito para entender la verdad y convertir a los otros.
6. Habiendo dicho el Papa estas palabras, el camarlengo
dijo que, si el Papa ponía tal estatuto, todos los judíos y mo-
res que viven entre nosotros se huirían a otras tierras, y de
este modo se disminuiría el fondo le la santa Madre Iglesia.
Y entonces Raimundo el loco dijo al camarlengo esta pará-
bola: — Un hombre amaba mucho a una bella mujer, a quien
decía que la amaba más que a ninguna otra. La mujer le
preguntó por qué la amaba más que a ninguna otra mujer,
y él le respondió que porque era más bella que cualquiera
otra mujer. Entonces ella con el dedo señaló hacia una parte;
dijo que allá, en aquella parte, había otra que era más her-
mosa que ella; el hombre se volvió luego a aquella parte a
mirarlo. Y porque lo hizo, le dijo la mujer que si otra hubiese
visto allí más hermosa que ella, que sin duda la amaría más;
y con esto significó que no la amaba perfectamente. — Enton-
ces dijo el juglar de Valor que, si hubiese otra cosa mejor
que los dineros, que el camarlengo la amaría más que a los
dineros7, y por esto propuso esta cuestión: ¿cuál cosa es
contraria a la Gloria de Dios y a Valor: la disminución de
las rentas o el deshonor que los moros y judíos hacen a la
Gloria de Dios y a Valor?
7. Y, en virtud de esto, fué establecido todo en la forma
y modo que quiso y mandó el Papa. A más de todo esto, pre-
guntó el Papa a los maestros del templo y del hospital qué
parte pondrían ellos en honrar la Gloria de Dios. Y respon-
dieron los dos que ellos ya estaban en Ultramar para defen-
der la Tierra Santa y exaltar la fe católica. Entonces dijo
el juglar a Raimundo el loco si el amor que tenía él a su Ama-
do iba creciendo a medida que recibía de él más gustos y
consuelos \ o si disminuía cuando su Amado le escaseaba
los placeres. Respondió el loco: — Si el Amado me disminu-
yera los placeres que me da, se seguiría que le amaría menos,
si le podía amar más. Y si no pudiera dejarle de amar, el
amor no podría multiplicarse en amar a su Amado. Pero
que los trabajos que sufría iban creciendo todos los días,
y en cuanto mayores eran, multiplicaban más los placeres que
tenía en amar a su Amado. — Entonces dijo el Santo Padre
Apostólico a los dos maestros que, según lo que significaban
las palabras sobredichas, se seguía que para honrar la Gloria
de Dios los dos maestros ordenasen que se formase de las
7 «Lo juglar de valor dix que si fos altra cosa mellor que IV'u,
lo camarlenc l'amara més que Déu.»
X<> leemos en el original to si... placeres»,
408 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
dos una sola Orden, para que el juglar de Valor no se que-
jase del deshonor que hacen a Valor, en cuanto se contra-
rían en aquello en que tendrían concordancia si tuviese una
Orden solamente 9 ; y que en sus casas y maestrazgos erigie-
sen y ordenasen estudios, en los cuales sus caballeros apren-
diesen algunas breves razones por el Arte abreviado de ha-
llar la verdad, para probar los artículos de la santa fe cató-,
lica y para dar consejo por este Arte y ser consejeros de los
maestres, príncipes y prelados; y que, habiendo aprendido
en ellos diferentes lenguas, se fuesen después a los reyes y
príncipes infieles para desafiar un caballero a otro en hechos
de armas o ciencia, para mantener la verdad y el honor de-
bido a Valor que tiene "la santa fe católica. Otorgado fué al
Papa la ordenación referida por los maestros y por todos
los frailes de sus Ordenes. Y entonces Raimundo el fatuo
dijo estas palabras: — (Venció la humildad a la soberbia. —
Y el Amigo dijo a su Ajinado: — iSi tú, Amado mío, murieras,
yo iría a llorar sobre tu sepulcro. — Y el Amado le respondió :
— Llora en presencia de la cruz, que es mi monumento 10. —
Lloró amargamente el Amigo, y dijo que por mucho llorar se
le oscurece la vista de los ojos y se le aclara la ciencia en los
ojos de su entendimiento. Y por esta causa hizo aquella Or-
den cuanto pudo para honrar la Gloria de Dios.
8. En el modo que arriba se ha dicho ordenó el Papa
cómo la gloria de Dios fuese honrada, teniendo oficiales ad-
ministradores y procuradores para cumplir y observar todo
aquello que había ordenado, y todos los días se esforzaba
cuanto podía en que se consiguiese el fruto y utilidad de
esta ordenación. Cierto día sucedió que Raimundo el fatuo
y el juglar de Valor se presentaron delante del Papa con
papel y tinta, diciéndole que ellos querían enviar escrita la
ordenación referida al soldán y al califa de Bagdad, para
que viesen si ellos tenían tan nobles subditos como el Papa,
9 La fusión de las Ordenes religioso-militares en una sola era
una de las ideas obsesionantes de Llull, y la manifiesta en muchos
de sus libros. Por otra parte, era fruto del ambiente de ^la época.
Pilé va proyectada por Gregorio X en el concilio de Lyón (1274),
v más tarde por Nicolás IY (1288-1292), Bonifacio VIII (1294-1303)
v Clemente V (1305-1314). Los Templarios, reacios a toda fusión con
los Hospitalarios, fueron disueltos en 1312.
En su plan de proyecto de cruzada, expuesto en el trataclo /.)<•
fine, Ramón pone al frente de las Ordenes militares, reducidas a
una sola, el bellator rex, a cuyos guerreros han de seguir los predi-
cadores, los teólogos, los profesionales de las artes liberales,^ los ar-
tesanos v, en fin, todos aquellos que nosotros llamaríamos artífices de
la paz. Una razón más del carácter pacifista del Beato y de que,
a su modo de ver, sólo era lícito usar de la espada material cuando
ésta estaba al servicio de la espiritual. (Dívi Raymundi Lulli...
Hbellus de fine [Palmae Balear., 1665], 98 ss.).
10 «monumento», conforme a la palabra del texto catalán, «mo-
niment».
LIBRO DE EVAST Y BLANQÜERNA. — C. 8o
40Q
en quienes pudiesen hacer tan bella ordenación como el Papa
había hecho para honrar la Gloria de Dios en los cielos y
para restituir en el mundo a Valor.
9. Aconteció también un día que el Cardenal de Domine
Deics Agnus Dei Filius Patris envió a cierta tierra para ex-
plorar el gobierno del obispo y del príncipe de aquella tierra.
Y mientras la espía se mantenía en aquel país, fué hecho
mandamiento a aquel obispo, de orden del Papa, que mantu-
viese y proveyese cada un año cincuenta tártaros y veinte
frailes 11 que el Papa enviaba a su obispado para que los
tártaros enseñasen su idioma a los frailes, y éstos el suyo
a los tártaros, conforme se había ordenado en la corte de
Roma, y, asimismo, que el obispo hiciese construir un mo-
nasterio fuera de la ciudad, en que estuviesen todos ellos
juntos, y les contribuyese perpetuamente con cierta renta,
con que pudiesen vivir. Muy descontento quedó el obispo del
mandamiento del Papa, porque sentía mucho el gasto. Y por
3sto dijo mal del Papa y de los cardenales en presencia del
príncipe de aquella tierra, el cual respondió muy fuertemente
al obispo, diciéndole que por ningún tiempo jamás había oído
decir que ningún Papa y otros cardenales hubiesen usado tan
bien de su poder en ordenar cómo la Gloria de Dios fuese
tan honrada; y que él, para honrar la Gloria de Dios y por
el buen ejemplo que el Papa y los cardenales le daban, quería
ser participante en gasto que causarían los estudiantes y
quería a sus costas y expensas hacer la mitad de aquel mo-
nasterio. Muchas alabanzas dió el rey de la ordenación del
Papa y de los cardenales, y dijo que le parecía haber lle-
gado ya el tiempo en que Dios quería que sus siervos le die-
sen grande honor y que los errantes viniesen a su conver-
sión.
10. Inmediatamente que la espía tuvo noticia de las pa-
labras que el obispo y el príncipe habían dicho, lo escribió
todo a su señor el cardenal, y le escribió también que el obis-
po había comprado una heredad para un sobrino suyo por
veinte mil libras, según se había podido informar. Aquella
carta fué leída en el consistorio ante el Papa. Y el cardenal
a quien se había remitido la carta anotó el nombre de aquel
rey, a fin de que, si sucediese alguna ocasión de pasaje a ul-
tramar o de hacer el Papa alguna gracia de algún rey, se la
concediese a aquél. Envió luego el Papa su nuncio al rey para
darle las gracias, y mandó que fuese suyo aquel castillo o
heredad del obispo y que este hombre hubiese de pagar diez
mil libras para la obra del monasterio referido. Y mandó
también al cabildo de aquel obispado que, en caso de resistir-
se el obispo en pagar el gasto y obra de aquel monasterio,
" El texto primitivo dice «diez frailes)).
4IO OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
fuese depuesto de su dignidad, y en su lugar eligiesen a otro
obispo que hiciese la obra y gasto referido, y que aquel obis-
po que había hablado mal del Papa se quedase en la iglesia
con la renta de un simple canónigo. Dijo entonces el loco a
su Amado: — Págame y dame el galardón del tiempo que te
he servido. — iMultiplicó el Almado al amante sus amores y la
enfermedad de amor que padecía, y le dijo : — Mira cómo el
Papa y los cardenales honran la Gloria de su Señor y ha-
cen 12 bien lo que deben cada uno en su oficio. — Y el juglar,
por medio de Devoción, envió carta a la virtud de Valor
para consolarla, la cual lloraba por el deshonor que sus ene-
migos habían hecho por largo tiempo a su Señor.
11. Por todo el mundo se extendió la fama del gran
bien y santa vida del Papa, y cada día multiplicaba Valor
y disminuía Deshonor. El bien que se seguía de la ordena-
ción que el Papa había establecido iluminaba a todo el mun-
do. Y Devoción 13 decía a todos aquellos que oían hablar de
la ordenación que por todo el mundo estaba ya escrito y
trasladado el tenor de aquella ordenación. Sucedió un día
que el Papa envió un caballero eclesiástico del orden de cien-
cia y de caballería a un rey moro, y aquel caballero, a fuerza
de armas, venció a diez caballeros moros, uno por uno, en
distintos días ; y después venció con razones a todos los mo-
ros sabios de aquella tierra, probándoles a todos ellos, con
toda claridad, que nuestra santa fe católica es verdadera.
Por este tal bienaventurado mensajero y por otros seme-
jantes iluminaba el mundo la ordenación que el Santo Pa-
dre había establecido.
12. Aconteció un día que de aquellos cincuenta tártaros
que aprendieron nuestro idioma y se catequizaron en nuestra
santa fe, se convirtieron los treinta. Y el Papa los envió,
con cinco frailes que sabían la lengua tártara, al gran kan,
a quien predicaron la santa fe de los cristianos y convirtie-
ron a muchos en su corte, y al gran kan le sacaron del error
en que estaba, poniéndole en estado de duda, por cuya duda
después, con el tiempo, se redujo a vía de salvación.
13. En una tierra también estaban estudiando en nues-
tras letras diez judíos y diez moros con diez religiosos; y
habiendo aprendido nuestra ley y nuestra ciencia, convir-
tiéronse a Dios la mitad de ellos, y predicaban a los otrob
judíos y moros la santa fe católica delante de aquellos que
no se habían convertido, y esto lo continuaban todos los
días. Y por cuanto la corte apostólica empleaba su poder,
y por la continuación de la predicación y disputas, y porque,
12 El original no dice «y hacen... oficio».
13 «e devoció donava a tots aquells qui oien recontar l 'ordena-
ment ; e per tot lo món era escrit lo procés de l'ordenació.»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUEAN A. — C. 8l
411
asimismo, la verdad en todos los tiempos es poderosa y do-
minante sobre la falsedad, Dios nuestro Señor dió gracias
a aquellos predicadores y disputadores, de tal suerte que to-
dos los judíos y moros de aquella tierra se convirtieron y
bautizaron y predicaban a los demás la santa fe cristiana.
Luego, como esto fuese así, ¿quién podría referiros el bien
y honor que se seguía a la santa fe católica por el Papa
Blanquerna 14 honrando la Gloria de Dios?
CAPÍTULO LXXXI
DE "ET IN TERRA PAX HOMINIBUS BONAE VOLUNTATIS"
1. El cardenal que servía el oficio de In terra pax ho-
minibus bonae voluntatis enviaba por toda la ciudad de Roma
sus espías para espiar y saber si algún hombre estaba re-
ñido con otro, y lo mismo hacía por varias tierras, tratando
paz todos los días con todo su poder. Aconteció que un espía
que había enviado por la ciudad de Roma, le dijo un día
que en aquella ciudad había un cristiano y un judío que
estaban todos los días en contiendas y disputando sobre su
ley y tenían entre sí gran discordia, en tanto que, mientras
disputaban, se airaban mucho el uno contra el otro y por
esto vivían entre sí con mala voluntad. Cierto día vino el
cardenal a aquel puesto donde disputaban y, hablando con
ellos, les dijo estas palabras:
2. — Naturaleza es del entendimiento que entienda me-
jor cuando el hombre está alegre y contento que cuando está
airado, porque la ira turba el entendimiento y por la turba-
ción no entiende aquello que podría y debería entender, si
el hombre no estuviera airado. Otra naturaleza tiene el en-
tendimiento para entender, es a saber : que el hombre afirme
ser posible aquello que la voluntad quiere que entienda el
entendimiento; porque si antes que el entendimiento lo en-
tienda afirmase ser imposible aquella cosa, entonces el en-
tendimiento no estará dispuesto para poder entender la po-
sibilidad o imposibilidad que fuere inteligible en aquella
cosa. Aun tiene otra naturaleza el entendimiento para subir
a entender alguna cosa, y es que ame igualmente la volun-
tad aquello que afirma o niega antes que el entendimiento
la entienda; porque cuando la voluntad se inclina a una par-
te antes que el entendimiento la entienda, entonces queda
impedido el entendimiento para entender. Todos estos mo-
14 Aquí termina el capítulo en el texto primitivo.
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
dos y otros muchos son menester para entender, y aún más,
a fin que el entendimiento pueda entender. Y dado caso que
por todos estos modos el entendimiento no pudiera enten-
der, convendrá que el hombre recurra al Arte abreviado de
hallar la verdad, que es arte por el cual el entendimiento as-
ciende a entender, del mismo modo que la voz va subiendo
con el canto por el arte de la música K — De tal manera ins-
truyó el cardenal a aquellos dos sabios disputantes, que, por
la humildad que usó en irles a buscar, quedaron los dos muy
amigos y se amaron y amigablemente continuaron en sus
disputas, otorgándose en adelante el uno al otro la verdad.
Partióse el cardenal de los dos dándoles su bendición y amo-
1 ¿Fué músico Ramón Llull ?' Es cierto que, al menos, tuvo una
cultura musical no común en los hombres de su tiempo. En el libro
de Doctrina pueril define la música diciendo : «Música és art pel-
la qual havem doctrina en cantar e a tocar esturments dretament,
e tost e espau, alsant e baxant e egualant los punts e les veus, en
tal manera que sien concordants veus e sons. On, aquesta art és,
fill, atrobada per so que, cantant e ab esturments, hom sia loador
de Déu : e aquesta art tenen los clergues qui canten en l'esgleya
per loar Déu ; e contra los comensaments d'esta art són los juglars
qui canten e sonen esturments denant los prínceps, per la vanitai
mundana» (ORL, 1, 133). Y si nos es lícito recoger en el Blanquet 11a ,
como autobiográficas, algunas noticias que hacen referencia al di-
vino arte, podemos imaginar a Ramón Llull, siendo niño, en las
iglesias cantando durante los divinos oficios (cap. 2, n. 8), y, en su
ardorosa juventud, en las cortes de los reyes y de los poderosos de
la tierra, cantando, bailando y tañendo instrumentos músicos (cap. 78,
n. 4, y cap. 79, n. 5), al estilo de los trovadores y juglares de la
época, que, como leemos en el Llibre de c onl erti plació , «per la bellea
dels balls, e dels mots, e de les novelles raons que atroben, e deis
bons sons... són escoltats, e demanats, e apellats, e volguts, e arnats»
(ORL, IV, 97 ss.), siendo la viola el instrumento favorito de los
juglares y trovadores, según se desprende de esta y semejantes
alusiones que vemos en los libros luhanos : «Ne-l jugar no pot fer
la nota en la viula con les cordes no són posades en orden» (L. áty
ànima racional (ORL, XXI, 71). Llull, una vez convertido, no aposta-
tó del arte de juglaría, sino que se sirvió de ella para dar gloria a
Dios. Y si alababa y bendecía a Dios in hymnis el cantlcis, como el
Profeta Rey, ¿por qué no in choráis et órgano? Aquella bellísima
poesía, de aire trovadoresco, A vós Dona Verge Santa María, la .can-
ta en verdad el Canónigo de Persecución, que bien podría figurar
a nuestro trovador convertido, al ritmo de la danza y al son de
instrumentos músicos, como los primitivos trovadores franciscanos
í Blanqucrna, cap. 76, n. 1).
Digamos, finalmente, que el mismo bienaventurado Maestro se-
ñala la música en que deben cantarse algunos de sus poemas. Así,
el Desconhort «canta s en lo so de Berart» (ORL, XIX, 254) ; Hores
de nostra Dona «canten-se al so dels himnes» (ibíd., 172) ; y los Cent
nonti de Déu se pueden «cantar segons que-ls psalms se canten en
la Sancta Esgleya» (ibíd., 80).
J. Vancell aplicó a la música los principios del Ars magna, y da
por cierto que «lo Beat Llull féu entrar en lo cabal científic de son
lemps lo modo de investigar los principis primers i universalíssims
de la música». Cf. su artículo Del Beat Llull i de la música, en Ho-
menatge al Doctor Arcangèlic (Barcelona, 1901), 86.
LIBRO DE EVAST Y BLAÑQUERNA. — C. Si 41^
nestándoles que se regalasen el uno al otro * para que así
tuviesen ocasión de grande amistad, por la cual más fácil-
mente pudiesen entenderse en sus disputas.
3. En aquel tiempo, dos reyes cristianos, muy nobles
y poderosos, se estaban reñidos entre sí y en sangrienta
guerra, habiéndose ya presentado batalla. El cardenal, con
letras del Papa, pasó a aquellos dos reyes, para efecto de
pacificarles, y trajo consigo muchas joyas y mucha moneda
para regalar a uno y a otro, y dió ■ también mucha moneda
a sus caballeros. Todo el esfuerzo puso el cardenal para po-
ner paz a aquellos dos reyes, porque había mucho tiempo
que perseveraban los dos en su mala voluntad, sin que ja-
más se hubiese tratado de paz; por cuyo motivo estaba el
uno tan airado contra el otro, que el cardenal no pudo con-
seguirla, ni aun hubo modo con que les redujese a unas tre-
guas, ya que no podía lograr la paz, por lo cual escribió al
Papa esta carta:
4. "Guerra hubo entre Dios y el género humano, des-
pués que Adán hubo pecado, y todos éramos desviados de
la paz y de la bendición de Dios. Y por cuanto la guerra
era muy grande, fué conveniente que Dios en su propia per-
sona viniese a poner paz y concordia entre él y la criatura
y 4, como Soberano Bien, darse a sí mismo a la criatura.
Y, por tanto, la Persona del Hijo de Dios quiso venir a to-
mar carne humana en la humilde Virgen Miaría, y subió
después a padecer muerte y pasión en la cruz en cuanto
hombre." Esta carta fué leída en presencia del Papa y de
los cardenales, y Raimundo el loco dijo este ejemplo : — Cier-
ta mujer padecía gran discordia y grandes trabajos con su
marido. Y estando en esta desunión, se nació un hijo; y por
el hijo, que los dos amaban mucho, tuvieron paz y concordia
todo el tiempo de su vida. — Dijo el juglar de Valor que Hu-
mildad, Caridad, Verdad y Paz eran hermanas de Valor.
5. El Papa consideró mucho en lo que aquellas palabras
significaban, y, por la gran voluntad que tenía de tratar de
todo bien, entendió lo que significaban. Y por esto el Papa,
con cuatro cardenales, se fué a los dos reyes que estaban
muy remotos de la corte romana, y les regaló de muchas
joyas y donativos, y tuvo gran corte de prelados, príncipes
y barones y gastó mucho en aquellas cortes. Antes que el
Papa hablase de la paz a aquellos dos reyes, dijo en presen-
cia de todos que él había venido allí para tratar una expe-
dición y pasaje a ultramar contra los enemigos de la cruz,
y que quería y rogaba a los dos reyes que ellos emprendie-
-" «que-s tranieiessen joyes la un a l'ahre».
* «e donà molts dons a'lurs consellers».
4 El autor silencia «y... criatura».
4H
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
sen el pasaje y expedición, el uno contra los moros de Le-
vante y el otro contra los de Poniente, y habiéndolos con-
quistado, que se juntasen los dos y fuesen a conquistar los
moros que están al Mediodía. Y el Papa les concedió grandes
indulgencias y otorgóles la cruzada, y de los bienes de la
santa Madre Iglesia hizo grandes donativos a los dos prín-
cipes y otros barones, y él se encargó del gobierno y co-
mando de las tierras de los dos reyes. Tan del gusto de los
dos fué aquella ordenación y fué tan grande el ardor y co-
raje que cada uno de ellos concibió en esta empresa contra
los infieles, que ambos a dos acordaron de poner en manos
y poder del Papa el hecho de sus pretensiones, que eran el
motivo de la guerra % y emprendieron la expedición, y so-
breseyó la cuestión del punto sobre que litigaban, y con el
fin que no se dilatase su ejecución,
6. Habiendo (i hecho aquellos dos reyes grandes preven-
ciones con los pertrechos necesarios para la expedición, em-
prendieron el pasaje, en el cual concurrieron muchos de
aquellos religiosos que habían aprendido la lengua arábiga,
con el destino de mensajeros de los moros, para que se con-
virtiesen antes que los dos reyes les quitasen las vidas y
sus almas no fuesen a parar en el fuego perdurable. Volvióse
el Papa a Roma, y procuraba con todo su poder que el santo
pasaje de ultramar llegase a su total cumplimiento. El car-
denal que tenía el oficio de pacificar se mantuvo por dilatado
tiempo en aquellas tierras de dos dos reyes, con el fin de pa-
cificar las unas gentes con las otras. Aconteció un día que,
pasando a caballo por la plaza, vió a dos roperos que se re-
ñían por la envidia que el uno tenía al logro del otro, pare-
ciéndoles a cada uno que el otro le quitaba la ganancia. El
cardenal compró las dos tiendas, que eran de un ciudadano
de aquella ciudad, y mandó construir otras dos, distantes
la una de la otra, y a cada uno de los dos roperos dió una de
ellas. Y de las dos que había fabricado hizo fabricar dos
casas, en cada una de las cuales puso un hombre que viviese
encerrado, y que los dos se mantuviesen de limosna y pre-
dicasen la paz y concordia y otras buenas doctrinas a las
gentes de aquella plaza y a los que pasarían por aquella
calle.
7. Un día aconteció que un espía del cardenal, pasando
por la plaza, vió a los dos encerrados que se reñían, dicién-
dose el uno al otro palabras villanas, porque se tenían en-
vidia. Luego que lo supo el cardenal, sacó a uno de aquellos
reclusos y lo mudó a otro lugar distante de aquél, y de la
casa que lo había echado hizo construir una plaza, donde
5 El autor pasa en silencio «que... guerra».
0 «Anaren los dos -ij- reys, e fo fet molt gran passatge, e anaren
en aquell passatge molts dels frares.»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 8l 415
viviesen hombres a quienes el encerrado les hablase de
palabras de paz y de Dios, y semejante plaza hizo para el
otro recluso. Muy grande era el bien que aquellos dos hom-
bres ocasionaban en aquella ciudad, y fué igualmente muy
bueno el establecimiento que allí hizo el cardenal de que
en las plazas, donde se cometían tantos males, deban estar
hombres buenos y devotos, para que mortifiquen allí los
males por el ejemplo de buena vida, por devotas palabras
y por la lición de libros de oraciones y contemplaciones.
8. Pasó el cardenal a esta ciudad7 que mediaba entre
la tierra de un arzobispo y de un rey, los cuales lidiaban
sobre los lindes de aquella ciudad, por cuyo motivo había
grande enemistad entre los dos. El cardenal no pudo com-
poner sus diferencias, porque nunca pudo echar la avaricia
que estaba arraigada en el alma de cada uno de los prínci-
pes, y por eso se volvió a Roma y suplicó al Papa se dignase
de pasar en persona a poner paz entre el arzobispo y el rey.
Condescendió el Santo Padre, y pasó luego a aquella ciudad
donde había la disensión, y convocó al rey y al arzobispo,
haciéndoles un gran convite y una solemne fiesta, en cuyo
día les predicó la paz, diciéndoles que nuestro Señor Jesu-
cristo la predicaba todos los días. Antes de irse a comer,
quiso el Papa que el rey le manifestase el punto sobre que
lidiaba con el arzobispo, y el rey le enseñó los lindes hasta
donde pretendía extenderse su señorío. El Papa dijo al rey
que, según tenía entendido, aun se extendía más allá su
señorío, y por eso quiso que el rey tomase algo más de lo
que era de la Iglesia, porque más apreciable era la paz
que de esto resultaba que no valía la renta que el arzobispo
percibía de aquella porción. Cuando el rey vió que el Papa
le quería dar más porción de la ciudad de lo que él preten-
día, dijo al Pontífice estas palabras: — Venid, señor, y to-
mad vuestra parte de mi porción, de la cual por mucho tiem-
po he desheredado a la Iglesia. — Y por eso el rey quiso
asignar a la Iglesia aun mucho más de lo que pedía el arzo-
bispo. Gran trabajo y contienda hubo entre el Papa y el rey
antes de poderse concordar, porque cada cual quería dar
al otro de los derechos de su propio señorío; y por esto fué
puesta la cuestión en manos de dos varones ancianos, bien
noticiosos de la verdad de las lindes, y aquéllos dieron su
dictamen y fué aprobado su parecer, con lo cual fué hecha
la paz y amistad entre el rey y el arzobispo.
9. En una ciudad donde se hallaba el cardenal que iba
procurando la paz, había un hombre viejo casado con una
mujer moza, a la cual amaba tan excesivamente,, que le te-
nía grandes celos, los cuales le causaban gran trabajo en su
«en una altre ciutat».
4i6
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
persona. Y llegaba a tal extremo su celosía, que su mujer
y él propio y toda su familia padecían grandes trabajos y
graves daños. Aconteció un día que, hallándose en la plaza
el celoso viejo, pasó por allí el cardenal, y al verle dijeron
todos : "Aquél es el cardenal que va tratando paz." Consideró
entonces el buen hombre si el cardenal podría ponerle en paz
y sacarle del gran trabajo en que los celos le habían puesto.
Cuando el cardenal se hubo restituido a su posada, fué el vie-
jo celoso a visitarle, y le refirió secretamente cuanto le pa-
saba y le suplicó se dignase darle consejo cómo podría lo-
grar la paz. El cardenal respondió al buen hombre, y le dijo
muchas buenas palabras y razones, y le encargó 8 que todos
los dias iuese una vez a hablar con él secretamente. Al otro
día, el cardenal envió a llamar a aquella mujer y le habló,
aconsejándola que no se adornase con vestidos ni atavíos, ni
se pusiese afeites en la cara, ni mostrase en su persona señal
alguna ni gesto de liviandad, antes bien que a su marido le
diese todo honor y que en sus rígidas palabras ejercitase la
paciencia. Cuando el cardenal hubo dado esta doctrina a la
mujer, sin que su marido lo supiese, predicaba todos los días
cosas de Dios y de santa vida, vituperando el vicio de la tor-
peza y alabando la virtud de la castidad ; y en cualquier par-
te que él cardenal predicase, llevaba siempre en su compa-
ñía aquel hombre celoso; y cuando se volvía a su posada,
el cardenal lo convidaba, y leían los dos la Sagrada Escritu-
ra. Tanto tiempo se mantuvo el cardenal en aquella ciudad
con el fin de pacificar a aquel hombre y librarle de la celo-
sía en que vivía, hasta que aquellas palabras que el cardenal
le hablaba de las cosas de Dios y la buena vida de la mu-
jer le libraron de aquellos malos pensamientos que son la
causa de ponerse celosos los hombres.
10. A otra ciudad pasó el cardenal para inquirir si. en
ella había alguna enemistad o trabajo. Sucedió un día que
el cardenal, según había siempre acostumbrado, envió por
cuatro prohombres de aquella ciudad para informarse si en
ella había algún hombre que necesitase de pacificarse con
otro. Entre aquellos cuatro prohombres había uno que era
de muy honrado linaje y había sido muy rico, y estaba en
grande aflicción y trabajo noche y día, cuando consideraba
que no podía conservar el honor que había empezado a man-
tener y había por mucho tiempo mantenido. Por lo cual pi-
dió consejo al cardenal, refiriéndole el trabajo en que le ha-
* La versión desvíase ligeramente del texto catalán, que reza así :
«... e dix-li que tots jorns vengues parlar ab ell una vegada.; e se-
cretament lo cardenal parlà ab sa muller, a la cual eonsellá...» ; que
vale tanto como decir : «... y le encargó que todos los días fuese
una vez a hablar con él ; y secretamente el cardenal habló con su
mujer, aconsejándole. . .»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 8l 417
bían puesto sus pensamientos. Aquel buen hombre no tenía
mujer. Pero tenía cinco hijos, y el cardenal le aconsejó que
«entrase en alguna religión, en la cual no tendría miedo de
venir en pobreza y sonrojo. Y recomendó uno de sus hijos al
príncipe de aquella tierra, y otro al obispo de aquella ciu-
dad para hacerle eclesiástico, y el cardenal tomó otro para
criarlo y aconsejarlo 9, con que los restantes se quedaron
bien heredados de los bienes su padre, y éste se entró en
orden de religión, donde tuvo paz todos los días de su vida,
huyendo del mundo y de la vanagloria en que antes estaba.
11. Mientras el cardenal se hallaba en aquella ciudad,
le vino de Roma un mensaje o enviado de un espía que el car-
denal mantenía en ella avisándole que se restituyese a aque-
lla corte para pacificar a dos procuradores de dos príncipes
que estaban muy encontrados uno contra otro. Pasó el car-
denal a Roma, y secretamente envió por uno de los procu-
radores, y le hizo prestar juramento de guardar el secreto
de lo que el cardenal le diría. Y [habiéndolo jurado, le dijo
el cardenal que en su nombre regalaría con dádivas y joyas
al otro procurador, su contrario, y por cuanto él era hombre
avaro y pensaría que el otro le enviaba las joyas, refrena-
ría de este modo y mitigaría su ira, advirtiéndole que, en
el caso de que su contrario le diese las gracias por alguna
cosa, le diese a entender que él se la había regalado. La mis-
ma diligencia practicó el cardenal con el otro procurador,
adversario del primero, y les enviaba a los dos muy frecuen-
temente dádivas y presentes, de manera que cada cual de
ellos se creía que él uno regalaba al otro. Y por este medio,
sin que el cardenal tuviese necesidad de hablarles más en
adelante, quedaron ambos a dos^muy amigos. En esta y otras
muchas maneras pacificaba el cardenal a los hombres para
que se tuviesen buena voluntad y hubiese paz en la tierra,
la cual 10 fuese ocasión de vida y de la vía de salvación.
Grande era el bien que hacía el cardenal procurando la paz
en la tierra; porque cuando en ella se experimentaba algún
trabajo, recurrían luego todos a él para que tratase la paz
y concordia entre las gentes.
12. Iba también el cardenal por las cortes donde había
pleitos y contradicciones, y (mantenía en ellas sus procura-
dores para pacificar y componer los litigantes, y muchas ve-
ces él mismo pasaba en persona y los ajustaba y pacificaba.
Asimismo trataba el cardenal con muchas devotas y virtuo-
sas mujeres, privadas suyas, a quienes daba regla y doctri-
na cómo pacificasen a otras mujeres que se hallaban con tra-
9 oper nodrir e per l>eneiiciar», dice el original.
10 «per ço que pau fos occasió a via saludable».
14
4i8
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
bajos y en mala voluntad. Aquel gran bien que hacía el car-
denal pacificando a las gentes era tan agradable a Dios y
a ellas, que nuestro Señor, por los méritos del cardenal, abun-
daba la paz en aquellas tierras adonde iba y moraba y toda
la gente alababa a Dios.
CAPÍTULO LXXXII
De "laudamus te"
1. EÏ1 Cardenal de Laudamus te se apropió el oficio de
loar a Dios en la corte de Roma, y enviaba sus procuradores
por las tierras de cristianos para loar a Dios, y aun él mis-
mo 1 iba muchas veces en persona por aquellas tierras dando
loores a Dios por la predicación de la obra que tiene en sí
mismo, esto es, en sus Personas divinas por la generación y
espiración, y loándolas también por la obra que tiene en las
criaturas creándolas y conservándolas, y beatificando en su
gloria a los ángeles y a los hombres, y cómo castiga en el
infierno a los condenados. En un tiempo sucedió que el car-
denal alababa a Dios en una ciudad en la cual había una
buena mujer que tenía dos hijos, uno eclesiástico y otro
seglar, y la buena mujer y sus hijos alababan mucho a Dios
todos los días. Y sobre eso era la cuestión: ¿cuál de todos
tres alababa más a Dios? Cada una de las partes tenía sus
defensores, que daban sus razones y ponderaban las alaban-
zas que cada una daba a Dios en esta forma.
2. La buena mujer había educado a sus hijos en la bue-
na crianza de alabar a Dios, -y ella tenía en costumbre, des-
pués que su marido había muerto, de ir entre las mujeres
reprendiéndolas de todos aquellos defectos en que erraban, y
en su presencia alababa a Dios con todo el esfuerzo que po-
día. Y por la reprensión que la buena mujer daba a las otras
por sus vestidos, por sus afeites 2 y malas crianzas y por las
alabanzas que le veían dar de Dios, eran muchas de ellas
bien morigeradas en aquella ciudad y todas la temían, por-
que así tan fuertemente reprendía, conocía y expiaba sus
secretos y faltas.
3. El hijo eclesiástico era sacerdote y amante de la po-
breza, y decía misa 3 todos los días. Y cuando era hora de
1 El traductor amplifica el original, que dice así : «... e ell en 6a
persona anava moltes vegades per les terres donar laor de Déu e de
la obra que ha en si meteix, ço és a saber, en *es persones divines,
e de la obra per la qual usa de les creatures.»
2 «en lurs lavaments», leemos en el texto primitivo.
s Dígase más bien «cantaba misa».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 82 4IQ
comer, se iba a casa de algún bienhechor y le pedía de comer
aquel día por amor de Dios, y que al día siguiente él diria
misa por su alma 4. Muchas veces aquel eclesiástico iba a
comer y pedir limosna con los pobres a las puertas de los
conventos de religiosos y del palacio del obispo. E iba entre
los eclesiásticos, reprendiéndolos de las faltas que les veía
cometer, y no reparaba en decir la verdad, reprendiendo a
cualquier eclesiástico que le viese ultrajar la honestidad y
santa vida. Y ~J cuando los reprendía loaba siempre a Dios
y bendecía su santo nombre, y loando a Dios, los corregía.
Aquel eclesiástico tenía por costumbre de ir todos los días
por las calles de la ciudad, y cuando se encontraba con otros
eclesiásticos y los veía cometer algunos yerros, luego los re-
prendía y después se entraba en una iglesia que tenía por
costumbre ü, y allí se estaba muy despacio en oración y con-
templación, loando siempre y bendiciendo a Dios nuestro
Señor. Y si en aquella iglesia veía algunos eclesiásticos des-
lizar en algunas acciones defectuosas, los reprendía, y lo
mismo ejecutaba en todas las demás iglesias.
4. El otro hermano, que era hombre seglar, iba por las
calles de la ciudad, y cuando encontraba algún otro seglar
que cometiese alguna falta y se desordenase en su vestir
o en el porte, como en el hablar o en cualquier cosa que
fuese, le daba luego su reprensión, sin que temiese la calum-
nia ni daño alguno en su persona; y cuando él los había
reprendido, alababa y bendecía a Dios delante de aquellos
mismos que había corregido. Y por la gran libertad que tenía
en reprender a los errantes y en loar a Dios nuestro Señor,
todos los hombres de aquella ciudad le temían, mayormente
los que erraban.
5. Grande era el bien que aquel hombre hacía en aquella
ciudad, y grande igualmente el bien que en ella hacía la
buena mujer, su madre, y su hermano el eclesiástico 7. Y por
eso había muy fuerte cuestión en aquella ciudad, entre las
mujeres y los eclesiásticos y los seglares, cuál de los tres
más y mejor alababa a Dios. Y cada una de las tres par-
cialidades defendía a aquel que en su estado era loador de
Dios. Todas las partes comparecieron delante del cardenal
y le propusieron la cuestión, la cual fué muy del gusto del
cardenal, y la pasó a Roma para que Su Santidad la decidie-
ra y estableciera que en la ciudad de Roma hubiese otra
mujer y otro eclesiástico y un hombre seglar que, del mismo
modo, alabasen a Dios, y que aquellos tres oficios se con-
servasen perpetuamente en dicha ciudad de Roma.
4 «e que ell per la sua ànima degués cantar l'endemà».
3 Falta en el original «y... nombre».
■ «venia a les esgleyes», dice sencillamente el autor.
7 «la dona e-l clergue», según el texto catalán.
420
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
6. Cuando el cardenal estuvo ya en la corte romana y
hubo propuesto al Pontífice y a los cardenales aquella cues-
tión, Raimundo el loco se presentó ante el sagrado consis-
torio y trajo fuego, leña, un cedazo, harina, y agua, y dijo
que él quería hacer una hogaza de esperanza, justicia, cas-
tidad y humildad para darla a comer a aquellos en quienes
se halla desesperanza, crueldad, injuria, lujuria y soberbia.
Y después el juglar de Valor dijo al cardenal que había pro-
puesto la cuestión que le suplicaba muy mucho que Rai-
mundo el loco fuese entendido y oído en aquella cuestión,
porque para loar a Dios y reprender los defectos de la corte
romana Raimundo el Sabio había tomado el oficio de loco.
Agradó mucho al cardenal y a todos los demás que Rai-
mundo el loco fuese oído y entendido en la cuestión.
7. Mientras el Papa y los cardenales trataban de deci-
dir la cuestión, un correo del emperador trajo una carta al
juglar de Valor, en que se mandaba dijese al Papa y a los
cardenales se dignasen de declarar cuál de cuatro loadores
alababa más altamente a Dios, los cuales se expresan en el
contenido de estas palabras:
8. En un monasterio había un religioso de santa vida
que era grande eclesiástico. Tenía aquel religioso gran devo-
ción de alabar a Dios en aquellas obras que Dios tiene en
sí mismo, a saber: en engendrar el Padre al Hijo, y en pro-
ceder el Espíritu Santo del Padre y del Hijo. Aquel religioso
se había entregado totalmente en alabar la Santa Trinidad,
diciendo que, sobre todas cosas, debe darse alabanza a la
más noble y más alta obra que sea; y por cuanto la mayor
y más alta obra es en el engendrar a Dios y dar procesión
a Dios, en el cual, Engendrado y Procedido, existe la afini-
dad 8 y eternidad de bondad, grandeza, poder, sabiduría,
amor y protección, por eso no tenia el religioso intención
de alabar a Dios sino tan solamente en su Santa Trinidad
y Unidad. En el modo susodicho alababa continuamente a
Dios de palabra y de pensamiento este buen religioso. Y por
Las criaturas y por la obra que Dios hace en ellas se esfor-
zaba, con todos sus poderes, en probar a los cristianos aque-
llo por que se loaba y debía loarse a Dios. Y de los loores
que él decía y probaba se originaba gran devoción y caridad
en aquellos en quien el religioso decía alabanzas de Dios, y
por la devoción y caridad que tenían, se seguía de ello muy
buenas obras y se evitaban y cesaban muchas malas.
9. Había también un obispo que tenía gran devoción de
alabar a Dios en la obra de la encarnación del Hijo de Dios,
por cuanto la mayor obra que el Creador puede hacer en la
8 «es infinitat e eternitat de bonea, poder, saviea, amor, per-
fecció.»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 82 4 21
criatura es unir a sí mismo el Creador y la criatura, con lo
cual sea una persona solamente. Y por la gran devoción que
el obispo tenía de alabar a Dios en la mayor obra que Dios
puede hacer a la criatura, propuso de ir a loar a Dios entre
los infieles, para con aquel loor poderlos convertir y allí
pudiese recibir martirio. Aquel obispo pasó a tierra de mo-
ros para loar a la santa encarnación y pasión del Hijo de
Dios, y con la predicación causó mucho bien en aquella tierra,
y, finalmente, por loar a Dios nuestro Señor en esa moda,
logró en ella la corona de martirio.
10. En la misma ciudad en donde el santo obispo recibió
el martirio había un filósofo que era grande maestro en filo-
sofía, y por las razones que había oído decir al obispo de la
encarnación del Hijo de Dios, se convirtió a la fe cristiana
y tuvo devoción de loar a Dios en aquellas tierras en que
no es conocido, y todas las gentes que hay en ellas creen y
adoran a los ídolos. Y, en efecto, aquel filósofo se fué a
aquellas tierras para loar a Dios y probar que Dios existe
y que es un solo Dios, el cual es primera causa y soberano
bien sobre todas las cosas. Y le loaba, asimismo, en el bien
que hacía a las criaturas, las cuales, según su bondad, signi-
fican y demuestran la bondad de su Creador. Mientras el
filósofo por las criaturas les probaba y demostraba que hay
Dios y que es todo bueno soberanamente, el pueblo de aque-
lla ciudad lo mató y fué mártir por loar a Dios, diciendo
que era Señor y Creador de todas las criaturas.
11. Después de la muerte de aquel filósofo, un caballero
cristiano vino a aquella ciudad misma en que el filósofo
había recibido martirio para loar a Dios, por cuya muerte
y martirio obraba Dios en ella muchos milagros, por los cua-
les muchas gentes se convirtieron a Dios y le loaban 9. Aquel
caballero había pasado a aquella ciudad para desafiar cuer-
po a cuerpo a cualquiera que dijese que no había Dios y que
Dios no había creado el sol, la luna y las estrellas y a todas
las demás criaturas del mundo, algunas de las cuales adoran
los idólatras en semejanza de Dios. Y sobre este punto com-
batió con muchos caballeros, y venció a muchos, hasta que,
finalmente, lo mató un archero con un dardo que lo tiró,
partiéndole por medio el corazón. Y con esto el caballero
fué mártir por loar a Dios con las armas.
12. Habiéndose leído aquella carta, el Papa y los carde-
nales loaron y bendijeron a Dios por los loores que aquellos
cuatro loadores le habían dado. Y fueron muy grandes los
encomios que se dijeron en la corte y los razonamientos
que por una y otra parte se hicieron. Y cuanto más fuerte-
mente se empeñaban las partes en juzgar cuál de todos los
• El original no dice «y le loaban».
422
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
cuatro había alabado mejor a Dios, tanto más fuertemente
crecía la devoción en los que oían las contiendas y disputas
de las partes. Y por eso el Cardenal de Laudamus te suplicó
al Santo Padre que dilatase y suspendiese la solución y deci-
sión de aquellas cuestiones por largo tiempo, y que, al en-
tretanto, fuesen asignados en la corte abogados a cada una
de las partes, y que diesen todas sus razones por escrito,
porque si en la corte había dos reyes que lidiaban sobre sus
derechos por espacio de veinte años, y 10 aun no se había
dado sentencia ni declaración, con cuánta mayor razón debía
ser prorrogada la determinación de las referidas cuestiones,
a fin que por este medio fuese creciendo en la corte la devo-
ción y el buen ejemplo entre las gentes, por cuyo ejemplo y
devoción se dispusiesen muchos en ser loadores de Dios y
morir mártires, a imitación de los sucesos referidos.
13. Fué concedido al Cardenal de Laudamus te por el
Papa y los cardenales todo lo que pedía, y de los bienes de
la santa Madre Iglesia fueron gratificados abogados para
que todos los días alegasen en favor de las partes sobredi-
chas. Sucedió un día que el abogado que defendía la parte
del obispo que fué martirizado por loar la encarnación del
Hijo de Dios, puso dos razones en su alegato, a saber: que
Dios puede ser más alabado por justicia y por misericordia
en un pecador eclesiástico que en otro hombre que no sea
eclesiástico, porque el eclesiástico, que hace oficio de Jesu-
cristo, es más pecador cuando peca que cualquier otro hom-
. bre, y por esto Dios puede manifestarle mayor justicia en
castigarlo o mayor misericordia en perdonarle sus pecados.
Y pues esta mayor demostración de loor se forma por la
encarnación del Hijo de Dios y por el sacrificio del altar y
por la santa pasión <Je Jesucristo, por tanto, entendía pro-
bar el abogado que el obispo loaba más fervorosamente a
Dios que todos los demás. Semejantes razones formaban los
abogados de las otras partes, y proponían muchas y muy
buenas cuestiones en su pleito, de lo cual se originaba en la
corte mucho bien en todos aquellos que las oían.
14. Mientras que el pleito referido se sustanciaba, todos
los días, en la corte, Raimundo el fatuo propuso al Papa y
a los cardenales esta cuestión: ¿cuál debe ser la causa que
en las crónicas e historias 11 fueron y son más alabados
los Papas que fueron pobres y menesterosos de los bienes
temporales que los Papas que tienen muchas riquezas y abun-
dancia de bienes de este mundo después que adquirieron el
Imperio de Roma? Respondió el Papa, y dijo a Raimundo
el loco que muy leve y fácil de soltar era aquella cuestión.
10 Silencia también «y aun... declaración».
11 Igualmente calla «en las crónicas e historias».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 83
423
CAPÍTULO LXXXIII
De "benedicimus te"
1. El Cardenal de Benedicimus te se presentó delante
del Papa y los cardenales acompañado de muchos hombres,
a quienes había asignado diferentes oficios para bendecir a
Dios y que fuesen por varias tierras bendiciéndole, para que
Dios bendijera a aquellas tierras, a fin que en ellas fuese
bendecido su santo nombre. Aquellos hombres habían de
tener obligación de ir gritando por las calles, y decir: "Ben-
dito sea nuestro Señor Dios, que ha creado los ángeles y los
cielos, y las estrellas, los hombres, las aves, las bestias, los
peces, los árboles, las plantas, las hierbas, las piedras, los
elementos, los metales y todas las otras criaturas. Y1 ben-
dito sea Dios, quien, como ordenador del mundo, ha puesto
y ordenado en él tantos y tan diversos oficios, como son
eclesiásticos 2, religiosos, caballeros, prelados, príncipes, la-
bradores, mercaderes, roperos, curtidores, carniceros, pes-
cadores, herreros, carpinteros y todos los demás oficios."
Aquellos hombres habían prometido de ir pregonando a alta
voz y bendecir a Dios, porque quiso humillarse a tomar carne
humana, sufrir pasión y muerte en ella por nosotros para
redimir nuestros pecados y salvarnos, y porque quiso hacer
milagros, y porque ha creado el paraíso y el infierno, y por-
que resucitará a los buenos y a los malos, sentenciando los
buenos a gloria sin fin, y a los malos a pena eterna. Aun
deben aquellos hombres pregonar y bendecir a Dios en su
esencia divina y en su Trinidad santa, y en sus divinas vir-
tudes, y en todas las demás cosas en que puedan significar
su divina nobleza y voluntad 3.
2. Habiendo el cardenal hecho relación al Papa y a los
otros cardenales de la ordenanza que había establecido para
bendecir el santo nombre de Dios, suplicó al Santo Padre
concediese grandes indulgencias a todos aquellos que se en-
cargarían y servirían el dicho oficio, mandando a todos los
eclesiásticos que, dondequiera que aquéllos anduviesen, se
1 El orden aparece algún tanto invertido respecto del original,
que reza así : «Beneit sia Déus. qui ha creat arbres, bèsties, aucelk,
hòmens, metalls, elements, celis, estelles, àngels, e totes les altres
cre atures. »
2 «clergues, cavallers, religioses, prelats, prínceps, lauradors, mer-
caders, ferrers, fusters, drapers, çabaters, pellicers, carnicers, pes-
cadors» .
3 En el original falta «y voluntad».
424
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
les diese de comer todo el tiempo que se mantuviesen en sus
tierras bendiciendo el nombre de Dios. Aplaudió mucho el
Papa y los cardenales lo que el Cardenal de Benedidmus te
había ordenado. Y mandó a todos los obispos y demás pre-
lados cuidasen de la asistencia de aquellos operarios en todo
lo necesario, mientras se mantuviesen en sus diócesis, y con-
cedió grandes perdones a aquéllos y a todos los que les diesen
favor y auxilio 4 ; y les envió de dos en dos con sus privile-
gios por varias tierras y obispados. Muy admirablemente
loaban y bendecían a Dios estos operarios, pregonando no-
che y día el santo nombre de Dios y su alta virtud. Y por
las bendiciones que decían de Dios, les bendijo Dios a ellos
y a sus palabras y daba devoción a las gentes, por lo cual
vivían en santa vida.
3. El cardenal andaba por la ciudad de Roma, y traía
consigo mucho dinero, el que repartía entre los pobres para
que bendijesen a Dios, y por las calles rogaba y exhortaba
a las gentes que bendijesen a Dios. Sucedió un día que un
pregonero que 5 hacía las gridas por la ciudad consideró en
la gran devoción del cardenal y por la voluntad divina con-
cibió devoción de hacer gridas del nombre de Dios por la
ciudad; y vino al cardenal, y con su licencia tomó el oficio
de pregonar que el santo nombre de Dios fuese bendecido
por todas las gentes. Y el cardenal le asignó, todos los días,
cinco sueldos de renta para mantenerse y comprar fruta y
avellanas para dar a los muchachos que le siguiesen, gri-
tando que el santo nombre de Dios fuese bendito y alabado,
diciendo así: "Bendito sea nuestro Señor Dios, loado sea
Dios, adorado sea Dios, obedecido sea Dios, y la obra y la
virtud de Dios sea por siempre loada y servida." Aquel pre-
gonero andaba todos los días por la ciudad de Roma acom-
pañado de un gran número de muchachos, y pregonaba y
bendecía con ellos a Dios y a su virtud. Mientras el prego-
nero y los muchachos así gritaban y bendecían a Dios, mu-
chos hombres pecadores recordaban, entendían, amaban y
temían a Dios, y mortificaban sus vicios, y vivificaban en sus
corazones las virtudes, y los hombres justos, por ello, exal-
taban su devoción de amar y servir a Dios.
4. En cierta ciudad donde moraban dos de aquellos hom-
bres que pregonaban y bendecían a Dios, sucedió un día que
un rico y sabio mercader, que había quedado viudo, tuvo vo-
luntad de bendecir a Dios en aquella manera que más fuer-
temente la pudiese bendecir, y vendió todo lo que tenía, y
del dinero compró un buen caballo y una copa de oro muy
bella y muy ricamente labrada01. Aquel mercader, montado
4 Falta también «y... auxilio».
6 «qui sulia cridar vi».
* «una copa d'aur», dice simplemente el original.
LIBRO DE EVAST V BLANQUERNA . — C. 83
42.S
a caballo y llevando la copa de oro en la mano, andaba por
la ciudad gritando que él daría el caballo y la copa al que
mejor le enseñase a bendecir a Dios. Mientras el mercader
iba de este modo gritando por la ciudad, había en ella mu-
chos hombres que deseaban haber el caballo y la copa, que
valían mucho, y discurrieron muchos diversos modos de ben-
decir a Dios, y por eso se puso en cuestión cuál de aquéllos
era el mejor modo de bendecir a Dios.
En cierta elección de obispo tuvo un canónigo muchos
votos para serlo, y bendijo a Dios por no haber sido obispo.
Y el que tuvo la elección bendijo a Dios por haberle encar-
gado de un cargo tan grande y tan peligroso y de tan honrado
y provechoso oficio. Y por esto fué hecha cuestión cuál de
los dos daba a Dios mayor bendición.
Y es cuestión quién da mayor bendición a Dios: ¿el
hombre a quien multiplica Dios sus bienes y le da salud y
honra en este mundo, y bendice a Dios, o aquel que está en-
fermo y deshonrado y a quien Dios le quita los bienes tem-
porales, y lo lleva con paciencia 7 y bendice a Dios?
Un hombre hirió de muerte a otro con gran sinrazón, y
el herido tuvo paciencia y bendijo a Dios. Y el que le hirió
bendijo y alabó a Dios cuando lo ahorcaban y se juzgó
culpable y lo llevó con paciencia. Es 8 cuestión : ¿ cuál de los
dos bendecía mejor a Dios?
Un hombre loaba y bendecía a Dios cuando veía a los le-
prosos y a las bestias, por no haberle hecho Dios bestia ni
leproso, sino que le había hecho hombre. Otro bendecía y
loaba a Dios porque le había hecho gracia de vivir sin pecado
mortal. Y por eso es cuestión: ¿cuál le bendecía más viva-
mente ?
Entre un hombre y una mujer había cuestión: ¿quién
debía bendecir más a Dios, o el hombre, porque no le había
hecho Dios mujer, o la mujer, porque no le había hecho
hombre y estaba más sujeta en este mundo que el hombre?
Otra cuestión hubo entre un cristiano y un moro: ¿cuál
debía, según su ley, bendecir mejor a Dios nuestro Señor?
Entre una mujer y un hijo suyo había cuestión. Porque
el hijo bendecía a Dios por haberle dado buena madre, y la
madre bendecía a Dios por haberle dado un buen hijo. ¿Cuál '}
de los dos bendecía más a Dios?
Un rey bendecía a Dios porque le había dado un buen
pueblo. Y el pueblo bendecía a Dios porque le había dado
un buen rey. Y por eso era cuestión: ¿quién bendecía mejor
a Dios, el rey o el pueblo? Todas estas cuestiones y otras
muchas fueron dadas por escrito al mercader, para que él
7 El texto primitivo pasa en silencio «y lo lleva con paciencia».
- • Sobra «es cuestión... Dios».
* Sobra también «cuál... Dios».
42Ó
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
diese el caballo y la copa a aquel que le había traído la mejor
cuestión, que era significativa del que mejor y más alta-
mente bendecía a nuestro Señor Dios.
5. Cuando el mercader tuvo por escrito las cuestiones
sobredichas, montado en su caballo con las cuestiones y la
copa, se fué a Roma, al Cardenal de Benedicimus te 10, y le
suplicó hiciese determinar aquellas cuestiones, a fin de que
él pudiese escoger aquel modo con que pudiese bendecir a
Dios y diese el caballo y la copa al que le habría traído la
mejor cuestión. El cardenal, acompañado del mercader, vino
en el consistorio ante el Papa y los demás cardenales para
decidir y determinar según cuál de aquellas cuestiones se
alababa más a Dios. Pero de común acuerdo del Papa y
cardenales fué resuelto que las cuestiones se disputasen por
largo tiempo en la corte, a fin que no fuesen olvidadas y
que por el recuerdo que de ellas habrían muchos hombres
tomasen ejemplo y modo de devoción en loar y bendecir a
Dios y el oficio del cardenal lograse por ello mayor utilidad.
Y por esto fué ordenado que a la puerta de la iglesia mayor
de Roma fuese fabricado un caballo de mármol, y montado
en él, un hombre que llevase una copa en la mano, y en el
pedestal fuesen grabadas y escritas las cuestiones sobredi-
chas y el motivo por que el mercader pasó a Roma.
6. Aconteció un día que, paseándose el cardenal a ca-
ballo por la ciudad de Roma para ver si oiría a algún hombre
bendecir a Dios, acertó a pasar por delante de un bodegón,
donde había muchos picaros y holgazanes que jugaban a
dados, uno de los cuales maldecía y blasfemaba de Dios,
diciendo muy viles y sucias palabras contra Jesucristo y la
Virgen Santa María por causa de un juego que había per-
dido a los dados. El cardenal se apeó del caballo que mon-
taba, y lo dió a este picaro que blasfemaba de Dios, para
que le bendijera y que por ningún tiempo jamás le maldijese
ni blasfemase. Y después se fué al Papa y a los otros car-
denales y les dijo estas palabras: — 'Había un religioso que,
hallándose presente un día a la misa que cantaba un maestro
en teología, consideraba cómo el maestro, por sus palabras,
había dado razón y doctrina por dilatado tiempo cómo Dios
fuese loado y bendecido por sus discípulos. Y así, yo estoy
más fuertemente adrado — dijo el cardenal — , cuando considero
y veo con mis ojos que por el juego de dados son tantos los
picaros y tacaños que blasfeman y maldicen a Dios y a
Santa María y a los santos de la gloria. Y por eso pido se
me dé satisfacción de la injuria y agravio que me hacen los
dados en perjuicio del ministerio que se me está encomen-
dado. Y si no se diere satisfacción a mi oficio por aquellos
10 «al cardenal de beneir Déu», dice el original.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 8$
427
que tienen el poder, son contrarios a la bendición de Dios
y concuerdan en llevar en él la maldición.— /Tan vivas y efi-
caces palabras dijo el cardenal al Papa y a sus compañeros,
que movieron sus corazones a contrición y a pensamientos
y tuvieron conciencia del poder que tenían, el cual superaba
a su querer en11 el bien que podían hacer y no lo nacían.
Entonces el juglar de Valor dijo : — «¿ Qué vale el Amigo que
no veda el deshonor de su Amado ? — »Y Raimundo el loco dijo
que el amante fué atormentado por su Amado, al cual amigo
preguntaron si era hora de descansar mientras le atormen-
taban. Y él respondió diciendo [que,] con lo que supiese su
Amado, hora era de descansar en los trabajos que sufría por
su amor '-.
7. Y mientras estaban en estas razones, entró en el con-
sistorio un legado del Papa, dándole relación de haber cum-
plido su mandato en excomulgar a un príncipe que usurpaba
los bienes de la Iglesia. Entonces el Cardenal de Benedici-
mus te propuso esta cuestión al Papa: ¿cuál cosa debía ser
más prohibida : aquellos por que las gentes blasfemaban y
deshonraban a Dios o el príncipe que usurpaba solamente
bienes a un obispado?
8. Paseábase un día a caballo el Papa Blanquerna, y vió
a muchos holgazanes, picaros y gente perdida 13 que estaban
en una taberna, gritando y diciendo: "Bendito sea Dios y
alabado sea el nombre de nuestro Señor Dios." Preguntó el
Papa cómo podía ser que los picaros bendijesen a Dios en
aquel lugar y que el nombre de Dios fuese por tal gente ala-
bado. — Señor — respondió un caballero romano — , ahí hay
uno de esos a quien el Cardenal Benedicimus te ha dado un
bello caballo, y aquél ha tomado la costumbre de que, cuando
está en compañía de otros picaros y semejante gente per-
dida, les habla muchas buenas palabras de Dios. Y tan de-
votamente las dice, que muchas veces 14 los hace llorar, ha-
blándoles de la misericordia de Dios y de su santa pasión,
que voluntariamente quiso padecer para salvar los pecado-
res; y los conforta en su pobreza, haciendo que la tomen
con paciencia; y cuando los tiene dispuestos en aquella de-
voción, los hace gritar y bendecir el santo nombre de Dios.
Y toda aquella gente perdida de esta ciudad lo han hecho
caporal y señor a aquel picaro, el cual es ahora de tan buenas
costumbres, que causa gran devoción a las gentes con sus
palabras y con las buenas obras que hace. — El Papa se ale-
" El original silencia «en el bien... hacían».
13 «per son amat».
13 Ramón Llnll dice tan sólo «e viu gran re de ribauts».
14 «moltes vegades los fa plorar per les paraules que-ls diu de
"Déu e de la sua" passió, e en lur pobretat los conforta e ls fa haver
paciència.»
428 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
gró de lo que oyó decir a aquel hombre, y dijo que, si el
nombre de aquél era vil, su vida era santa y gloriosa. Y le
hizo venir a su presencia, y le preguntó cómo podía hacer
bendecir a Dios a gente tan vil como son todos los picaros
y semejante gente ruin, mayormente en la taberna. — (Señor
— respondió aquél — , en todos los lugares en donde el santo
nombre de Dios es más frecuentemente deshonrado y vitu-
perado, y por aquellas gentes que menos le aprecian y le ben-
dicen, debe el hombre esforzarse más en que su santo nombre
sea allí bendito y alabado por ellos y 15 por aquellas gentes
que menos le bendicen. — 'Consideró profundamente el Santo
Padre en las palabras que le dijo aquel perdido, y dijo que
era cosa muy necesaria que el santo nombre de Dios fuese
bendecido entre aquellas gentes que están sin creencia y que
no hacen honor ninguno ni reverencia al nombre de Dios.
9. Habiendo el Papa dicho estas palabras, vino un ca-
ballero a su presencia y le dijo : — {Señor, yo he sido hombre
de armas, y toda mi vida he gastado en matar y destruir
hombres para ganar nombre y fama entre las gentes sobre
otros en ia destreza de las armas. Y si fuere de vuestro
agrado, quisiera yo ahora el oficio de que todos los días de
mi vida vaya asistiendo a los que están próximos a la muer-
te, o por enfermedad o por la justicia, y les predique devotas
palabras de Dios, para que así satisfaga a nuestro Señor
por mis culpas, y que los hombres moribundos estén en de-
voción y queden mejor informados en nuestra santa fe catò-
lica y la misericordia de Dios, y que mueran loando y ben-
diciendo su santo nombre, y que después sea yo el consolador
de los parientes del difunto. — ¡Gran consuelo tuvo el Papa
de estas palabras 1G, y concedió aquel oficio al caballero que
se lo pidió, y cuando estuvo en su palacio, hizo un libro, en
que estaba escrita la doctrina que daba al caballero de las
palabras que había de decir a los moribundos 17. El caballero
tomó aquel libro en que estaba escrito todo lo que convenía
a su oficio, y andando por la ciudad de Roma, preguntaba
y . se informaba por los que estaban cercanos a la muerte, y
les decía tan devotas palabras, que ellos se quedaban con-
fortados y confirmados en la santa fe católica, y los hacía
tener tanta conciencia, que satisfacían los daños y las inju-
rias y les hacía despreciar este mundo y desear la vida eter-
na, y, a la fin, cuando morían, loaban y bendecían el santo
nombre de Dios. Y después a los parientes de los difuntos
les decía el caballero tan buenas palabras, que ellos se que-
16 Están de más las palabras «y..', por bendicen»^
18 Según el original, el párrafo debe empezar así, omitiendo las
palabras de antes : «El Papa concedió aquel oficio.»
17 El texto catalán dice, además, «ni a aquells qui han mester a
ésser consolats».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C S4
42Q
daban consolados, lo llevaban con paciencia y alababan y
bendecían la justicia de Dios y su gran misericordia. Tan
grande era el bien que hacía el caballero en aquella ciudad,
que cuando en ella había algún moribundo o alguna persona
que necesitase de consuelo por alguna tribulación en que se
hallase, luego enviaba a buscar al caballero, y éste traía su
libro, y, leyendo, les decía aquella doctrina que el Papa Blan-
querna le había dado ls, con la cual les consolaba en las tri-
bulaciones o necesidad en que se hallaban.
CAPÍTULO LXXXIV
De "adoramus te"
1. El Cardenal de Adoramus te entró en gran conside-
ración como pudiese encontrar modos con que Dios 1 nuestro
Señor fuese perfectamente adorado y contemplado como con-
viene y según que Dios le tiene encargado a su pueblo. Mien-
tras que el cardenal se encaminaba al ermitaño y discurría
en aquello que tanto deseaba, encontró en el camino por
donde pasaba una iglesia, en la cual servía de sacristán y
limosnero 2 un pobre hombre, el cual, de las limosnas que
recogía, hacía cantar misas en aquella iglesia. En ella había
un crucifijo muy grande de bulto y noblemente entallado.
En aquella iglesia había entrado un peregrino que a grandes
pedradas destrozaba el crucifijo, y el buen hombre sacristán
se lo impedía con todo su esfuerzo. Al tiempo que los dos lu-
chaban, entró el cardenal en la iglesia, y se admiró en gran
manera de la acción del peregrino que de aquella manera
apedreaba al crucifijo, y le dijo que por qué deshonraba
y apedreaba la figura que representaba la imagen de Jesu-
cristo. — Señor — respondió el peregrino — , costumbre era en
los tiempos pasados que las gentes adoraban ídolos, y en el
tiempo en que ahora nos hallamos, del mismo modo, hay
gentes que adoran ídolos, y los moros y los judíos reprenden
mucho a nuestros cristianos porque adoramos las imágenes.
Y por cuanto imagen entallada y de bulto es más propincua
y cercana en figura a ídolo que imagen plana, por tanto,
para significar que las imágenes planas son más a propósito
y convenientes que las de bulto, he tomado yo la costumbre
w Aquí termina el capítulo en el original.
1 «que Déu fos adorat fortment per son poble»
' «de lumenària», dice Llull.
430
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLTJLL
cómo destruya todas las imágenes entalladas que están so-
bre los altares semejantes a los ídolos 3.
2. Estando el cardenal con el peregrino en estas razones,
entró en aquella iglesia un hombre que venía de tierras extra-
ñas, y arrodillándose delante del altar, adoró a Dios y le
hizo oración muy devota. El cardenal consideró que Dios
había puesto en aquel hombre alguna virtud por la cual
adoraba tan devotamente a Dios, y quiso saber de aquel
hombre la manera con que adoraba a Dios tan devotamente*.
— Señor — respondió el hombre — , casi en todos los hombres
del mundo es costumbre de que adoren a Dios para que les
dé la gloria y no les dé pena. Y muchas veces le adoran para
que les dé bienes temporales a medida de su deseo. Y como
sea cosa muy injuriosa adorar a Dios por respeto de lo que
el hombre ha menester, más que por respeto a la bondad que
es en Dios, por eso yo me voy a pedir la bendición del Papa,
y quiero predicar y pregonar por las plazas y por las calles
de las ciudades y de las villas el modo como las gentes deben
adorar a Dios principalmente, y, mayormente, por ser el
supremo bien y digno que por su bondad y por su misma
perfección el hombre le adore, le ame y le tribute honor y
reverencia.
3. Con admiración grande quedó el cardenal, y con el
peregrino y aquel hombre que quería ser pregonero y predi-
cador de la mejor manera que puede tener el hombre en
adorar a Dios retrocedió su camino, y se encaminó a la ciu-
dad de Roma para representar al Papa lo de aquellos dos
hombres, como arriba se ha dicho. Mientras los tres iban
de camino hablando del modo como el hombre debe adorar a
Dios, encontraron a un judío anciano que iba a la corte del
Papa, y estaba muy fatigado del viaje tan dilatado que ha-
bía hecho, el cual, en su cara y gesto, daba muestras de gran
pena y tristeza. El cardenal le preguntó la causa de por qué
iba tan triste y pensativo. — Señor — respondió el judío — , de
mucho tiempo acá he entrado en un pensamiento que no
me deja y me atormenta tan frecuentemente el alma, que
apenas siento gusto alguno en cuanto veo y oigo. — El car-
denal quiso saber de cualquier manera el pensamiento del ju-
dío, y éste le manifestó sus consideraciones con las siguientes
palabras: — Señor — dijo el judío — , en los principios, cuan-
do plugo a Dios — bendito sea él — , que ha honrado al pue-
blo de los judíos sobre los otros pueblos, estuvimos dos veces
en cautiverio. La primera duró por espacio de cuatrocientos
años; la segunda duró setenta años; en cuyos dos cautive-
rios estuvimos en castigo de algunos pecados que habíamos
8 Por prejuicios de misiones, fáciles de excusarse, el gran misio-
nero mallorquín se muestra más partidario de las imágenes llanas,
pinturas, mosaicos, etc., que de las de bajo relieve o las de bulto.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA . — C. $4 43 1
cometido. Pero después del cautiverio y de las penas que
padecimos en él, recuperamos la libertad en que de antes nos
hallábamos. Ahora que ya no matamos profetas ni adoramos
a ídolos, como antes lo hacíamos, pasamos esta vida mun-
dana con grandes trabajos y deshonras, y estamos en cauti-
verio más ha de mil doscientos años, sin saber el porqué.
Y por eso me temo mucho que nosotros no tengamos gran
culpa en la muerte de Jesucristo, por la cual nos hallamos
en esta prolongada cautividad, por cuya causa voy yo como
un hombre desterrado, buscando si alguno podría significar-
me y mostrarme si nosotros estamos en cautividad porque
no adoramos a Jesucristo, a quien hemos crucificado y
muerto.
4. Cuando el judío hubo acabado sus palabras, el carde-
nal le propuso esta cuestión : — Entre tres sabios se disputa-
ba cuál de todos tres adoraba más altamente a Dios. El uno
de ellos iba por los montes y por los llanos adorando a Dios
en las hierbas, en las plantas, en las bestias, en las aves, en
los peces, en los hombres y en todas las criaturas. El otro
sabio adoraba a Dios en aquello que Dios obraba sobre el
curso de la naturaleza, como son los milagros que Dios hizo
en crear el mundo de la nada, y en resucitar a los muertos,
y en todas las demás cosas que la naturaleza no puede hacer.
El tercer sabio adoraba a Dios en aquello que Dios es, y
obra en sí mismo, y de sí mismo, y por sí mismo, y en aque-
llo que Dios hizo de la criatura en sí mismo. Pregunto ahora:
¿cuál de los tres sabios adoraba más perfectamente a Dios?
Y si hubiera otro que adore a Dios según los tres modos
referidos, pregunto: ¿éste le adoraría más altamente que
cualquiera de los tres sabios -referidos? — Señor — respondió
el judío — , más perfectamente adora a Dios aquel que le
adora en aquello que Dios es y obra en sí mismo que no
aquel que le adora en aquello que obra fuera de sí. Y aquél
adora más alta y perfectamente a Dios que le adora con los
tres modos referidos que no el otro, que lo adora con un
solo modo. — A que respondió el cardenal diciendo: — Recta-
mente has juzgado. — Y le dijo 4 que los filósofos antiguos
eran aquellos que adoraban y loaban a Dios en los milagros
y en las obras que creían hacía Dios sobre la naturaleza.
[Y continuó] : — Ahora ha llegado el tiempo que los judíos
no creen en los milagros y no adoran a Dios, en cuanto no
creen lo que hace sobre la naturaleza para demostrar su
poder. Péro los cristianos creen que Dios en sí mismo tiene
* El traductor trunca el texto primitivo, que, vertido al caste-
llano, dice así : «... y le dijo que los filósofos antiguos eran aquellos
que loaban a Dios en las obras que demostraba en el orden natural ;
y los iudíos eran aquellos que adoraban a Dios en los milagros
y en las obras que veían hacía Dios sobre la naturaleza.»
432
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
mayor obra de la que la naturaleza pueda hacer ni recibir,
engendrando el Padre, que es Dios, al Hijo, que es Dios, y
procediendo de los dos juntos el Espíritu Santo, que es Dios,
y todos juntos 5 no son más que un Dios y una esencia tan
solamente, y creen también que Dios Hijo ha unido a sí la
naturaleza humana de Jesucristo, con la cual no es más que
una Persona. Y cómo éste, que es verdadero Dios y verdade-
ro Hombre, haya sido por vosotros, judíos, crucificado y
muerto, y él haya venido entre vosotros a tomar carne hu-
mana, y para salvaros ha sufrido pasión y muerte, y porque
vosotros no lo adoráis, por esta causa os ha castigado a que
estéis en cautiverio de los cristianos, y aun de los moros,
para significar que de todas maneras sois indignos de la
libertad, en cuanto os hace estar sujetos a los fieles e infie-
les.— Consideró mucho el judío las palabras del cardenal, y,
por las preguntas y razones que le hizo, entendió la verdad
y se convirtió a la fe cristiana, y se tomó el oficio de ir por
las sinagogas de los judíos y, en presencia de todos, adorar
a Dios con aquellos tres modos referidos, de cuyo oficio le
concedió el Papa especial gracia.
5. Hallándose el cardenal con sus oficiales delante del
Papa a procurar su oficio, entró un sarraceno muy viejo y
anciano, y presentó al Papa una carta de parte de un rey
moro, con la cual le suplicaba le enviase a decir si era ver-
dad lo que un cierto cristiano le había referido de la fe
católica y lo había desengañado de la ley de Mahoma, en que
estaba. Quería ser cristiano 6 ; pero por cuanto el cristianis-
mo, le decía que la fe católica no podía probarse con razones,
por esto dudaba en hacerse cristiano, porque no quería dejar
una fe por otra. Pero decía que por inteligencia dejaría la
fe de Mahoma y entraría en la fe católica, como el Papa le
dijese que era probable; pues si lo era, él se haría cristiano
y adoraría a Jesucristo como Dios y sujetaría todo su reino
a la obediencia de la Iglesia romana, para que todos sus
vasallos adorasen a Jesucristo.
6. Cuando aquella carta fué leída en presencia del Santo
Padre Apostólico y de los cardenales, entró un gentil que ve-
nía de aquellas partes del Mediodía, de una tierra muy aden-
tro en las arenas que está junto a una ciudad que se llama
Gana. En aquellas tierras había muchos reyes y príncipes
que adoraban ídolos, y al sol, a las estrellas, a las aves y a
las bestias. La gente de aquel país es muy numerosa, y de
estatura muy altos 7, y negros, y no tienen ley 8. En cierta
• No leemos en el original «Quería ser cristiano».
T Tampoco vemos en el texto primitivo'' «de estatura muy alta».
• Véase también cap. 88, nn. 2-6. Con razón Ramón Llull es tenido
por todos por uno de los precursores de la nueva ciencia de Misio-
nologia, que es una apologética basada en la etnografía. Para una
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. £4 433
ocasión sucedió que un hombre de aquel país consideraba
que convenía que una cosa solamente fuese adorada, y que
aquélla fuese más noble que cualquiera de aquellas que ellos
adoraban, y a honor de aquella cosa que él ignoraba lo que
era andaba por las tierras, gritando en altas voces que se
buscase y preguntase cuál era aquella cosa que debía ser
adorada tan solamente. Por tanto tiempo se empleó aquel
hombre en el oficio y lo sirvió con tal diligencia, que movía
a devoción a todos los moradores de aquel país y a un deseo
muy grande de tener conocimiento de aquella cosa que debía
ser adorada sobre todas las cosas. Y por esto tuvieron con-
sejo y acordáronse y ordenaron que enviasen por varias fie-
ras mensajeros, para inquirir cuál podía ser aquella cosa que
era digna de ser adorada sobre todas las cosas; y uno de
aquellos mensajeros fué aquel que vino al Papa. Y el Santo
Padre luego prontamente envió los artículos de la fe, y los
libros por los cuales son demostrados probables, por medio
de religiosos que habían aprendido la lengua arábiga, los
cuales anduvieron a aquel rey sarraceno que había remiti-
do la carta al Papa. Y cuando los religiosos estuvieron allá,
por la gracia de Dios, convirtieron al rey y gran número de
sus vasallos. Y después aquellos mismos religiosos, mensa-
jeros del Papa, se pasaron con el gentil a aquellas tierras
de donde habían venido, y denunciaron y demostraron con
razones necesarias que Dios es el Soberano de todas las
cosas. Y aquellas gentes le adoraron y loaron y destruyeron
todos los ídolos, en quienes antes creían y adoraban. Y fué
establecida concordia y amistad entre aquellas gentes y los
católicos, y, por la amistad y participación que éstos tuvie-
ron en ellos, en breve tiempo recibieron el santo bautismo.
7. En una solemne fiesta que se celebró, se hizo una
procesión en que concurrió el Papa y los cardenales con
muchos prelados y religiosos y gran número de eclesiásticos,
en la cual fueron muy grandes los cánticos y alabanzas que
dieron todos a nuestro Señor. En aquella procesión concu-
rría también el Cardenal de Adoramus te, y consideró cuán-
tas y varias son las tierras en el mundo donde hay muchas
gentes por las cuales Dios no es alabado ni adorado, y desea-
ba vivamente que Dios fuese adorado en todas aquellas tie-
rras. Mientras el cardenal estaba en aquella consideración,
pasaba en esta ocasión por una calle de muchos botigueros
y plateros, los cuales tenían en sus tiendas muchas copas,
fuentes, aguamaniles, platos y escudillas de oro y plata y
otras muchas joyas, como son sortijas, cintillos, bolsas, per-
las y otras piedras preciosas. Entonces mandó el cardenal
extensa bibliografía sobre el particular, ef. CABRERAS v Artau, 1. c,
p. 632, nota 64.
434
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
a cuatro de sus criados que echasen a la calle todas aquellas
joyas y vajilla y que dijesen que él se lo había mandado. Los
criados cumplieron su mandato, arrojando toda aquella va-
jilla y joyas a la calle. Los dueños de aquellas joyas se que-
daron muy escandalizados y alborotados, y estuvo para des-
componerse la procesión por aquella función que mandó el
cardenal a sus criados y por la pendencia que pensó formar-
se entre ellos y los dueños de las joyas.
8. Después de éste sucedió otro lance, y es que el Car-
denal de Adoramus te vió una mujer que seguía la proce-
sión muy adornada de oro y plata y piedras preciosas, y
brillaba su cara, por los afeites que se había puesto, del
modo que lucen las imágenes embarnizadas. El cardenal se
arrodilló delante de la mujer, y, con ademanes de quererla
adorar, la dijo: — Según os vi tan afeitada y gentil, os pa-
recéis a algún ídolo, y por esto os he hincado la rodilla. —
Muy avergonzada se quedó aquella mujer y todos los circuns-
tantes de esta acción. Y cuando el Papa hubo celebrado misa,
concluida la procesión, quiso saber la causa por qué el car-
denal había turbado la procesión y por qué se había arro-
dillado delante de aquella mujer. Y aquel cardenal le refirió
la devoción que había tenido, considerando que eran muchas
las tierras en el mundo donde Dios no era adorado, y que,
como las copas de oro y plata y demás joyas de que los pre-
lados adornaban sus mesas y llenan sus cofres embarazan
su oficio de Adoramus te} por esa causa había mandado echar
a la calle todas aquellas joyas. Y entonces el Papa estableció
que, de allí en adelante, en ninguna ciudad ni lugar donde
se hallase se permitiesen ni usasen semejantes joyas ni ade-
rezos, para que no fuesen ocasión alguna de inhonesta volun-
tad de prelado. Y después ordenó que ninguna mujer que
anduviese vestida ni ornada a semejanza de ídolo pudiese
concurrir en ninguna procesión ni en iglesia alguna donde
el Papa cantase misa.
CAPÍTULO LXXXV
De "glorificamos te"'
1. Aquel cardenal a quien el Papa había encomendado
el oficio de Glorificamus te dijo al Padre Santo que él quería
usar el oficio de honrar en este mundo la voluntad de Dios
contra aquellos que le hacen deshonor; y por eso propuso
este ejemplo: En una ocasión, cierto rey se fué a pasear y di-
vertirse en una selva en compañía de muchos barones y otros
caballeros privados suyos, y en ella andaba, comía y se recrea-
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. *5 435
ba con gran delicia. Aconteció un día, a esta sazón, que entró
un tiempo muy fuerte, de recios fríos, de nieves y lluvias, en
aquella selva en que el rey se estaba divirtiendo, y el rey
se mantenía retirado en su tienda y allí comía buenas vian-
das con buenas salsas, y bebía buenos y generosos vinos, y
vestía con mucha ropa; y con esto no le ocasionaba ningún
daño a su persona ni el frío ni el mal tiempo que hacía en
aquel sitio, pero destruía y mataba a sus siervos y a su fa-
milia, porque no podían defenderse del mal tiempo que ha-
cía. Cuando el cardenal hubo concluido el ejemplo, él mismo
hizo la exposición por estas palabras. Aquel rey es el Papa,
y los barones y los caballeros son los cardenales y prelados
de la santa Iglesia, los cuales no ponen por fronterizos algu-
nos religiosos y otros hombres buenos que aprendan varias
lenguas para que participen con aquellas gentes infieles y
puedan entenderles y predicarles sin necesidad de intérpre-
tes y truchimanes. Y porque esta obra sería muy agradable
a la voluntad divina, todos aquellos que podrían y deberían
hacer y no hacen aquello por lo cual la voluntad de Dios
sea en este mundo servida y muy glorificada, tienen gran
culpa. Los que mueren sin poderse defender del mal tiempo
que hace son los cristianos que están entre los sarracenos
y los tártaros en sujeción y cautiverio, y tienen ignorancia
de la santa fe y necesidad de predicadores. Y por el cautive-
rio 1 en que se hallan, temiendo el que se les haga injurias
en sus personas o en sus mujeres e hijos, por esto muchas
veces les creen y reniegan de la santa fe católica y abrazan
la creencia de los infieles, en la cual permanecen contra la
voluntad de Dios.
2. Habiendo oído el Papa estas palabras, ordenó a las
Ordenes y religiones que cultivan las ciencias que, así como
el príncipe que guerrea con otro príncipe ordena y pone sus
guarniciones en las fronteras de sus dominios, del mismo
modo fuesen construidos monasterios de religiosos por las
extremidades de las tierras de los cristianos que confinan
con los infieles, y que, según fuese su idioma, que le apren-
diesen para comunicar con ellos y 'les prediquen y enseñen
los artículos de la santa fe católica. Todo esto ordenó el Papa
por el fin de emplear todo su poder y esfuerzo en tener con-
tenta y honrada la voluntad de Dios.
3. Grandes deseos tenía el cardenal de honrar la volun-
tad de Dios, para que, honrando su voluntad, glorificase a
Dios, y destinó varios oficiales que con diferentes oficios le
ayudasen a honrar la voluntad de Dios. Aconteció un día
que, paseándose el cardenal por la ciudad de Roma, pasó por
1 «e qoi per la captivitat en què són forçadament lur fa hom
moltes injúries en lurs persones e en lur<» mullers».
436
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
una plaza donde había mucha gente, y preguntó a aquellos
hombres que pasaban arriba y abajo por aquella plaza cuá-
les eran sus deseos que así les obligaban a andar con tanta
diligencia. Y le respondieron que la pasión que tenían a los
negocios temporales les hacía andar con aquella diligencia.
Y por esto el cardenal ordenó que en adelante estuviese por
él un hombre perpetuamente en aquella plaza, que dijese en
altas voces a toda la gente que enderezasen su intención a
servir a Dios cuando quisiesen procurar los negocios de este
mundo, y que por la intención de servir a Dios los procurasen
siempre con él, para que en aquella solicitud y procuración
fuese más honrada la voluntad de Dios que la que ellos tenían
en amar los negocios temporales. Aquel hombre estaba pe-
rennemente en la plaza, gritando a las gentes del modo como
el cardenal lo había ordenado, y eran muchos los hombres
que, por lo que oían decir y gritar, enderezaban su voluntad
a servir la voluntad de Dios.
4. El cardenal nombró otro nuevo oficial que tuviese la
obligación de ir gritando por las calles, diciendo a las gentes
como debían obedecer la voluntad de Dios en creer los ca-
torce artículos de la santa fe católica y en obedecer y cum-
plir todo aquello que se les manda hacer en los diez manda-
mientas de la ley, y que glorificasen la voluntad de Dios por
haber querido crear el mundo, y haber querido encarnarse, y
haber dado al hombre el mundo para su servicio. Y este
oficial que dijese también a cada uno de los hombres que
glorificasen 2 perennemente la voluntad de Dios, por razón
de que, si la voluntad de Dios no hubiese querido, no hubiera
creado el mundo, ni hubiera tomado nuestra naturaleza, ni
dado el mundo al hombre para su servicio, y a los que ha
hecho hombres podía haber hecho bestias. Cuando el carde-
nal hubo dado estas doctrinas a aquel hombre, ministro suyo,
éste le preguntó de qué había de vivir. Y el cardenal le res-
pondió que si un juglar vivía de las dádivas que las gentes
le regalaban, y éste no sabía decirles otra cosa sino adular-
les y acusarles dónde hay buen vino, ¡ cuánto más segura
tendría él su vivienda si» servía la voluntad de Dios diciendo
las palabras sobredichas!
5. Aun ordenó el cardenal otro oficio muy necesario para
honrar la voluntad de Dios, a saber, que otro hombre andu-
viese entre los eclesiásticos y religiosos por las calles y por
las iglesias, y en cualquier lugar los encontrase, les presen-
tase a la memoria la obligación de obedecer la voluntad de
Dios, quien les manda en el Evangelio que vayan por todo
el mundo a predicar su Evangelio a todas las criaturas. Des-
' El texto primitivo debe traducirse así : «... que glorificasen la
voluntad de Dios que los había hecho hombres y cristianos, que, si
hubiéralo querido, la voluntad tle Dios no hubiera creado el mundo...»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 85 437
pués que aquel oficio fué establecido por el cardenal, acon-
teció un día que, encontrándose aquel oficial con dos eclesiás-
ticos en la calle, les dijo todo aquello que el cardenal le había
mandado decir, y ellos le respondieron que cuando sería la
voluntad de Dios que el hombre anduviese a predicar a los
infieles, que Dios ya daría al hombre los deseos. Aquel oficial
se quedó muy escandalizado de la respuesta de los dos ecle-
siásticos y replicó, diciéndoles que Dios ya se lo había man-
dado cuando lo dijo a los apóstoles en persona de toda la
Iglesia santa. Y que Dios, en cuanto había querido ser hom-
bre y morir por todos aquellos que están en el gremio de la
Iglesia, había encargado tanto a cada uno de hacer y obrar
por su amor, que ninguno debía esperar que Dios le fuerce
su libre albedrío, sin el cual no sería digno de predicar la
voluntad de Dios. Gran contienda hubo entre aquel procu-
rador del cardenal y los dos eclesiásticos, y sobre este punto
se hubo razón en juicio en la corte del Papa.
6. Propuso un día el cardenal a un criado suyo, que le
había servido mucho tiempo, si quería servir la voluntad de
Dios en ir mendigando de puerta en puerta por el mundo,
para honrar la voluntad de Dios ; y cuando le darían limosna,
que glorificase a Dios; y cuando se la negaría alguno a quien
la pidiese, lo sintiese con dolor de su alma y llorase, por
cuanto aquellos que no dan limosna por la voluntad de Dios,
sino por su propia voluntad, no son amados de Dios. Aquel
escudero quiso aceptar el oficio, y andaba con los pobres
pidiendo limosna por amor de Dios para conocer aquellos
que honran la voluntad de Dios dando limosna, y los que
aprecian menos la voluntad de Dios que la limosna que les
piden, cuando la niegan a los pobres que la piden por amor
de Dios. El escudero cumplía muy bien su oficio todos los
días, y cuando había mendigado por las puertas la comida
que había menester aquel día, se estaba lo restante de él
en la iglesia contemplando la voluntad de Dios.
7. Presentóse un filósofo al cardenal y le dijo estas pa-
labras: — íSeñor, costumbre es entre nosotros negar todo
aquello que es sobre el curso natural. Y como yo la haya
tenido también hasta ahora, la quiero mudar en otra cos-
tumbre en adelante, y quiero tomar el oficio de andar entre
los filósofos y los grandes maestros, diciéndoles que si la
obra milagrosa es cosa inconveniente a la naturaleza, ¡cuán-
to más inconveniente ha de ser al Señor de la naturaleza el
que no pueda hacer aquello que pertenece a su deber sobre
la obra de la naturaleza! — »Muy a propósito le pareció a aquel
cardenal aquel oficio, y se lo concedió 4. Y después aquel
. * «d'aquells qui honren la volentat de Déu e d'aquells qui la
preen menys que la almoyna que hom los demana».
* El original calla oy se lo concedió».
433
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
filósofo hizo con él mucho bien, probando que ha muchas
cosas que son sobre el curso de la naturaleza, por tal que
Dios no sea contrario a su voluntad en perfección de justicia,
bondad, infinidad, poder, sabiduría, humildad y misericordia.
Todos estos oficiales y otros muchos ordenó el Cardenal' de
Glorificamus te, para que, honrando la voluntad de Dios,
fuese Dios glorificado por los hombres y que éstos después
fuesen glorificados en la gloria por la voluntad de Dios.
CAPITULO LXXXVI
De "gratias agimus tibí"
1. El Cardenal de Grafios agimus tibi, que había tomado
el oficio de honrar la sabiduría de Dios, estando un día de-
lante el Papa y sus compañeros los cardenales, les dijo estas
palabras: — Es cosa natural que en cuanto el entendimiento
humano está mejor aderezado a entender a Dios, en tanto la
voluntad está mejor dispuesta para amar a Dios y aborrecer
los pecados. Y por eso, yo pido el oficio cómo pueda tratar,
que el entendimiento humano sea exaltado a entender a Dios,
para que sea conocido y muy amado por su pueblo, y que éste
le dé las gracias y bendiga su gran gloria. — El Papa y los
cardenales le concedieron el oficio que pedía.
2. Mientras esto se trataba, entró en el consistorio un
célebre y famoso artista, el cual representó al Papa que, con
la multiplicación y variedad de declaraciones que se hacen
en cada una.de las ciencias en teología, filosofía natural,
derecho y medicina, se habían multiplicado muchas y varias
opiniones y que crecían de día en día; y esto se originaba
de que los doctores y maestros escribían muchas obras sobre
cada una de ellas, en las cuales los unos eran de distinta
opinión de los otros, y, por esto, el artista dijo al Papa y a
ios cardenales que era conveniente que el hombre concordase
todas las ciencias sobredichas, y reduciéndolas a breves y
necesarios principios, que discurriesen por vía de arte, para
que, si se levantase algún error o falsa opinión, pudiese el
hombre dirigirse y regularse por el arte en los principios de
cada ciencia, y destruyese el hombre todos los errores y fal-
sas opiniones contrarias a las ciencias referidas.
3. Aplaudió mucho el Cardenal de Gratias agimus Ubi
la propuesta del artista, y la corroboró y se interesó en que
fuese recibida su petición. Luego después entró ante el Papa
un doctor canonista y de leyes, y representó que eran tantas
las glosas y los escritos que había en la ciencia del derecho,
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. SÓ
4.V)
que el entendimiento humano entraba por ello en gran con-
fusión y, por esta causa, no podía juzgar ni discernir con
claridad los hechos ni los pleitos, ni los estudiantes que apren-
dían aquella ciencia podían bastantemente instruirse en sus
fundamentos. Y por eso aconsejaba que aquella ciencia fuese
reducida a arte y a breves principios que insiguiesen nece-
sidad y razón, a los cuales se redujese toda la ciencia del
derecho. Con semejantes súplicas y propuestas representaron
en distintas ocasiones tres maestros, uno en teología, otro en
filosofía natural y otro en medicina, suplicando al Papa y a
los cardenales que a cada una de estas ciencias fuesen esta-
blecidos por arte breves y necesarios principios, para que la
multitud de escritos no ocasionase confusión en el entendi-
miento humano en ninguna ciencia, y a fin que en los tiempos
de Anticristo pueda el hombre estar más prevenido para
destruir breve y artificiosamente 1 todos sus falsos errores.
' 4. Cuando aquellos maestros hubieron hecho sus repre-
sentaciones, el Cardenal de Grafios agimus Ubi respondió que
aquellas palabras le causaban mucha alegría, y que aquel
proyecto correspondía a su oficio, que había tomado para
honrar la sabiduría de Dios, y por eso quería que su empleo
fuese el de procurar aquel negocio. Después de esto, un sabio
religioso se levantó en pie y, en presencia de todos, dijo que
él pedía el oficio de andar entre los judíos, moros, tártaros
y los demás infieles, para exponer y declararles los artículos
de la santa fe católica, porque muchos de los infieles duda-
ban en entrar en la santa fe romana y hacerse cristianos, por
•cuanto no entendían el modo como los cristianos tienen otra
creencia distinta de la que profesan, y por eso no quieren
ser cristianos.
5. Antes que el Papa y los cardenales diesen respuesta a
los maestros antedichos sobre las providencias y oficios que
suplicaban, se presentaron ante el Papa dos sabios, uno grie-
go y otro latino, y dijeron al Papa y a los cardenales estas
palabras : — iEn el libro de Espíritu Santo - hay escrita una
controversia y disputa entre un latino y un griego, ante un
sabio sarraceno, el cual les preguntaba: — <¿Cuál cosa es ver-
dadera de la Persona del Espíritu Santo: que proceda del
Padre y del Hijo, o si tan solamente del Padre? — Cada cual
de los dos sabios, con todo su esfuerzo, probó por diez razo-
nes, y el sabio sarraceno se quedó perplejo a cuál de las dos
ciencias debía inclinarse. Y por esto dijeron aquellos sabios:
— Nosotros hemos andado toda la Grecia y mucha parte de
tierra de los latinos, y en cada lugar que hemos entrado
• 1 Está de más «breve y artificiosamente».
2 Ramón Llull escribió el Llibre del Sant Esperit en Mallorca,
cerca <?el año 1274. En él defiende la procesión del Espíritu Santo
ab utroque, contra los griegos.
440
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
hemos propuesto aquella cuestión a los sabios, para que in-
quieran la verdad de cuál fe les parece deba haber tomado
aquel sabio sarraceno. — Muy gustosos quedaron el Papa y
los cardenales de la representación de los dos sabios, y el
Papa sometió la respuesta al cardenal que había tomado el
oficio de honrar la sabiduría de Dios. Entre aquellos sabios
había un cristiano que andaba entre los sarracenos y judíos
a preguntar al gentil cuál de las tres leyes había abrazado,
según que se refiere en el libro Del gentü y los tres sabios.
6. El Cardenal de Gratias agimus tibi tuvo muchos coad-
jutores para servir su oficio, y los enviaba por varias partes
del mundo a informarse del modo como los maestros usaban
de las ciencias que enseñaban. Y cuando encontraba que al-
gún maestro usaba mal de la ciencia que enseñaba, le casti-
gaba luego y privaba de su oficio, y de esto se seguía mucho
bien, porque todos los maestros le temían, por cuyo temor
los estudiantes quedaban más prontamente fundados en las
ciencias que estudiaban, por cuanto los maestros con mayor
diligencia y más breves palabras los instruían y enseñaban.
Aconteció en cierta ocasión que el cardenal iba a una ciudad
donde había un grande estudio de ciencias, y al entrar den-
tro de la ciudad, encontró a dos hijos del rey, señor de aquer
11a ciudad, el cual hacía enseñar a sus hijos de manejar
armas y saber esgrimir. El cardenal preguntó a los maes-
tros de aquellos dos infantes si el rey les hacía enseñar cien-
cia de letras. Y los maestros respondieron que sólo les hacía
enseñar de montar a caballo y manejar las armas. —Simple
es el rey — dijo el cardenal — que enseña primero a sus hijos
de matar hombres que de conocer a Dios, ni si el hombre
debe matar hombres. — Después el cardenal se fué al rey y le
reprendió muy fuertemente, porque no cuidaba de hacer en-
señar a sus hijos buenas letras y ciencias, como era costum-
bre en los tiempos antiguos entre los reyes y los príncipes,
los cuales mandaban enseñar a sus hijos ciencias para saber
regir y gobernar a sus pueblos. Plugo mucho al rey la amo-
nestación del cardenal, y fué prontamente obediente a su
consejo.
7. Tan ¿ervoroso era el Cardenal de Gratias agimus tibí
en enderezar y multiplicar la sabiduría, que iba a los capí-
tulos generales de los religiosos que amaban y cultivaban
las ciencias, y junto con ellos ordenaba y dirigía el modo
cómo podía honrar la sabiduría de Dios y que la ciencia fue-
se multiplicada en todos los hombres para el fin que cono-
ciesen y amasen a Dios. En cierta ocasión aconteció que un
hijo de un conde pasaba a Bolonia para estudiar leyes, y el
cardenal, que también iba a aquella ciudad, donde se había
de celebrar el capítulo general de los padres predicadores,
se encontró con él, y por el camino le habló tan buenas pala-
LIHRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. Só 44 1
bras, que se enamoro de la ciencia de la teología, la cual es
más necesaria a los eclesiásticos que la ciencia de leyes.
Y por esto, el hijo del conde se volvió a París, y allí estudió
la sagrada teología, en la cual fué después gran maestro.
8. Iba un día el cardenal a la escuela de los padres pre-
dicadores a oír la lición de teología, y de camino encontró
una escuela de leyes, en la cual había muchos estudiantes
vestidos en hábito clerical. Y, prosiguiendo más adelante,
encontró otra escuela llena de canonistas, que vestían hábito
eclesiástico. Por lo cual el cardenal hizo mandamiento a los
estudiantes legistas que, por cuanto las leyes eran ciencia
secular, que la estudiasen en hábito seglar, para que no hi-
ciesen deshonor al honor que la ciencia del derecho canónico
debe haber sobre la ciencia del derecho civil, y más princi-
palmente hizo aquel mandamiento para que la simonía no
tomase principio en los legistas, los cuales, después de haber-
estudiado la ciencia de las leyes, se hacen canonistas para
obtener algunas prebendas y prelacias en la Iglesia.
9. Establecida esta ordenación, pasó el cardenal a visi-
tar la escuela de los padres predicadores, en la cual leía
un maestro teólogo, y en ella cuasi no había otros estudian-
tes, sino religiosos. Por lo cual el cardenal, entonces, en al-
tas voces se quejó, diciendo que gran deshonor recibiría la
sabiduría por aquellos que aman más la ciencia lucrativa que
la meritoria y demostrativa de la divina Sabiduría. Y por
esto mandó el cardenal que, una vez cada semana, los padres
predicadores y los menores predicasen en cada una de las
escuelas de leyes, ponderándoles el grave perjuicio que reci-
be la teología por causa de aquellos que, siendo beneficiados
de los bienes de la santa Iglesia, aprenden ciencia de leyes
o se aplican más a las leyes que a la teología. Por estos me-
dios y otros muchos se esforzaba el Cardenal de Gratias agi-
mus tibi en honrar a Dios y a la sabiduría, a fin de que por
ésta el hombre adquiriese conocimiento como es tenido y
obligado cada uno en dar gracias a Dios de los bienes que le
concede, y a bendecir su gran gloria, a todo lo cual es con-
traria la ignorancia y el usar mal cada uno de su saber.
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
CAPITULO LXXXVII
De "Domine Deus rex caelestis Pater omnipotens"
1. Entró en el consistorio el Cardenal de Domine Deus
rex caelestis Deus Pater omnipotens 1, y, en presencia del
Papa y de los demás cardenales, les dijo que él quería ser-
vir el oficio de honrar el poder de Dios, el cual era deshon-
rado en este mundo por muchos hombres, de varias mane-
ras. Aconteció un día que el Papa había resuelto enviar à sus
mensajeros a cierta tierra, que se llama Georgia, y está bajo
el dominio de un rey cristiano, para rogarle le enviase algu-
nos religiosos de sus dominios que pudiesen enseñar su len-
guaje y sus letras a los religiosos latinos; que aquéllos apren-
diesen la lengua latina, y después se volviesen a sus tierras,
juntos con los latinos, para predicar allí la santa fe católica
y la doctrina de Roma, en la cual les instruyesen. Mientras
el Papa Blanquerna estaba ordenando todas estas cosas, dijo
el camarlengo que sería cosa muy trabajosa el enviar a
aquellas gentes a aprender su idioma y enseñarles nuestra
latinidad, y què todo eso requería mucho tiempo e importaba
mucho gasto.
2. Desagradó mucho al cardenal lo que el camarlengo
había dicho, y propuso este ejemplo : En cierta ocasión acon-
teció que cierto hombre que se llamaba Jofat iba por un
camino y vino a parar en una orilla de una gran laguna o
río, donde había muchos hombres que estaban mirando a un
pobre hombre que se había ahogado en aquella agua. Pre-
guntó Jofat a aquellos hombres por qué aquél no había
pasado más arriba del agua, donde había muy poca, y hu-
biera pasado por allí a la otra parte. Respondióle uno de
aquellos: — Pero decidme, ¿hasta cuándo lo habría él ejecu-
tado, habiendo de aquí al cabo del agua cinco jornadas ente-
ras? — ¿Y me sabríais vos decir1 — respondió Jofat — hasta
cuándo se levantará este hombre de ahí y se volverá vivo?
De este modo respondió el cardenal al camarlengo, y le re-
prendió fuertemente, diciéndole que el poder de tan dilatado
tiempo puede dirimir y llevar a su debido efecto todo esto
que el Papa quiere ordenar sobre los religiosos de Georgia,
pero el poder de los hombres no puede volver los condena-
dos a estado de salvación, porque ya han pasado de la pre-
sente vida. El cardenal tenía un escudero que le había servido
muchos años para lograr de él algún ascenso. Este cayó en-
1 «Cardenal de Domine Deus», dice solamente el original.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. S7 443
fermo de una calentura continua muy fuerte, y el cardenal
sentía mucho su enfermedad; el escudero - le decía que le
curase y quitase la calentura, porque aquel poder era tan
solamente propio de Dios, cuyo poder hacía del poder de
la naturaleza todo lo que quería. Curó en fin el escudero de
la enfermedad, y después tomó el oficio de honrar el poder
de Dios, discurriendo por varias tierras, gritando en altas
voces y diciendo que el poder de Dios es superior a todo el
poder de la naturaleza, y, por esto, puede Dios resucitar el
primer hombre y hacer concebir y parir a mujer virgen por
divina gracia ; y que el poder de las estrellas y de los cuerpos
celestes es vencido y superado y dispensado por el poder
soberano de Dios. Muy buen oficio era el que tomó aquel
escudero, con el cual muchas veces confirmaba los fieles cris-
tianos en su fe y vencía y reducía a los infieles, que no creían
que mujer virgen pudiese concebir y parir y que hombre
alguno pudiese resucitar, siendo así que el poder de Dios
sea tan poderoso para ello como lo es en haber creado el
mundo de la nada, la cual creación fué sobre el poder de la
naturaleza.
3. — fèerior — dijo el cardenal al Papa — , preguntóos:
¿cuál cosa tiene mayor poder: la verdad o la falsedad ? —
Respondióle el Papa diciendo que la verdad tenía mayor po-
der que la falsedad, por cuanto la verdad tenía la ayuda de
Dios y se convenía con el ser, y la falsedad no tenía ayuda
de Dios y se convenía con el no ser. Preguntó otra vez el car-
denal al Papa: — ¿Pues cómo puede tener la falsedad tanto
poder en el mundo, siendo más los hombres idólatras que
creen en ídolos, que no son aquellos que creen en Dios ? — Res-
pondió el Papa que aquel error no provenía de que la false-
dad fuese más poderosa que la verdad, sino que era por la
falta de devoción y de caridad, que no quieren enseñar la ver-
dad; y por eso, como las tinieblas son por deficiencia de la
luz, del mismo modo, el error y la falsedad son por defecto
de aquellos que no osan decir ni predicar la verdad.
4. En cierta provincia sucedió que aquellos bienaventu-
rados devotos que iban a predicar la palabra de Dios a los
infieles no fueron de ellos oídos, sino que los echaron de aque-
lla tierra. En vista de esto, el cardenal de Domine Deus rex
caelestis recurrió al brazo seglar, y trató con los príncipes
cristianos y con el Papa qu^ a fuerza de armas :: fuesen inva-
2 El texto está corrompido y debe rezar así : «... y el escudero
le decía que le curase y quitóse la calentura que tan fuertemente le
atormentaba. Respondió el cardenal diciendo que él no tenía poder
de quitar la calentura, porque aquel poder era tan solamente propio
de Dios...»
t 3 «per força d'armes fossen guerrejats e vençuts tots aquells qui
no lexen».
4U
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
didos todos aquellos príncipes que no permiten entrar ni de-
tenerse en sus dominios a los devotos y sabios cristianos que
les irían a predicar lai palabra de Dios, y que la Iglesia nunca
hiciese treguas con ningún príncipe ni dominio de infieles
que impidiese la predicación de los cristianos y enseñanza de
la verdad de la santa fe católica. Y fué tan grande el poder
de los cristianos, que los infieles de aquella tierra hubieron de
sufrir que les pudiesen predicar y tuviesen treguas con ellos
todo el tiempo que ellos consentirían la predicación de los
cristianos en sus tierras y en ellas convirtiesen a los in-
fieles 4.
5. Aieonteció después que un rey sarraceno muy podero-
so no quiso consentir a que los religiosos cristianos entrasen
a predicar en su reino ; y dos religiosos que los moros habían
echado de su tierra recurrieron al Cardenal de Domine Deus,
representándole que ellos no podían mantenerse ni predicar
en aquella tierra, porque los moros no lo querían. Pero el
cardenal respondió que ellos habían deshonrado él poder de
la voluntad, el cual es más ndble y más fuerte que el poder
corporal, y por eso fué a clamar al Papa y le dijo estas pa-
labras: — Señor Padre Apostólico: el poder de la voluntad
hace a los hombres ayunar y llorar y trabajar para honrar
y loar el poder de Dios, el cual ha sujetado y subordinado
el poder corporal al poder espiritual. Luego, si el rey moro se
defiende con el poder corporal contra el de nuestras almas,
conviene que su poder sea vencido y superado por mucho
amar y honrar la santa pasión del Hijo de Dios, con derra-
mar lágrimas y sangre, y por varones santos, los cuales, ocul-
tamente y a cara descubierta, vayan a los infieles y 5 se de-
tengan entre ellos predicándoles y enseñándoles el camino de
salvación. Y en esta forma, por dilatada continuación de
tiempo, el poder corporal de aquéllos sea vencido por el espi-
ritual, para significar que el poder de Dios, espiri tualmen te,
vence y apodera el poder sensual e intelectual que hay en to-
das las criaturas, según se nos está representando en la
hostia consagrada.
6. Tan fervoroso y devoto era el cardenal en honrar y
servir el poder de Dios, que estableció 8 por ello varios ofi-
cios; pues a uno encargó el oficio de andar por el mundo
predicando y gritando a altas voces que ninguno se confiase
en el poder de la riqueza, ni de amigos, ni de sabiduría, ni
juventud, ni de agüeros, ni hados, ni adivinaciones, ni en otro
poder alguno por 'los cuales el hombre pierde la gracia del po-
der divino. Otro oficial instituyó el cardenal que iba tam-
4 Cf. lo que dijimos sobre la doctrina luliana de las dos espadas
en el cap. 86, nota 3.
5 Las palabras «y... salvación» es un añadido del traductor.
fi «diverses oficis establí a honrar lo poder de Déu».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA
— c. 88
445
bién gritando y diciendo que el poder de Dios era tan grande,
que podía hacer todas las cosas, como no se siguiese de ello
algún pecado y contradicción. Otro oficial gritaba y decía
que Dios no podía haber pecado, por cuanto el pecado y el
no poder eran concordantes entre sí y contrarios al poder y
a las virtudes que se concuerdan. Otro oficial gritaba y decía
que Dios en las criaturas no usaba de todo su poder, porque
podía hacer más cosas de las que había hecho y que ahora
hacía. Otro oficial, asimismo, iba gritando y decía que Dios
en su Trinidad, que es la suprema obra, hacía lo que podía.
Muchos otros oficiales había que honraban el poder de Dios,
y todos tenían su regla y doctrina cómo honrasen y bendije-
sen el poder de Dios. Y, entre los otros oficiales, había un
oficio de enseñar por la naturaleza el modo como podía el
hombre mortificar los vicios, y multiplicar las virtudes, y
llorar sus pecados. Había también otro oficio de un hombre
que traía un ramo y una ave y un. perro, y andaba diciendo
a gritos que no había hombre alguno que pudiese hacer una
hoja de ramo, ni una pluma de ave, ni menos un pelo.de
perro, ni una uña de su mano, sino 7 sólo el poder de Dios.
7. En tan grande fama estaba el Cardenal de Domine
Deus rex caelestis, y también sus oficiales, de buenos honra-
dores del poder de Dios, que, cuando algún hombre tenía falta
de poder, prontamente era socorrido, aconsejado y consolado
por el cardenal y sus oficiales, y lo mismo se experimentaba
por medio del cardenal que servía a la voluntad de Dios y del
cardenal que servía a la divina sabiduría. Y por esto, aque-
llos que tenían falta de querer, y de saber, y de poder, luego
inmediatamente recurrían a aquellos cardenales, y s queda-
ban socorridos en sus necesidades.
CAPITULO LXXXVIII
De "Domine Fili Unigenite Iesu Christe"
1. Muy grande fué la devoción que tenía el cardenal a la
Persona del Hijo de Dios, que unió a sí a la naturaleza hu-
mana, y por aquella su gran devoción dijo al Papa y a los
cardenales estas palabras: — Cosa manifiesta es que vos, se-
ñor Padre Santo, y todos nosotros los cardenales hemos reci-
bido grande honor sobre todos los demás cristianos del mun-
do por el Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo. Y, por esto,
T Nada dice el original de «sino... Dios».
* Las palabras «y... necesidades» no aparecen en el texto primi
tivo.
44Ò OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
es cosa muy digna y somos obligados a que enviemos por
todo el mundo diferentes mensajeros, los cuales inquieran y
nos den aviso del estado de aquellas tierras y del modo como
en ellas es honrado y servido el Hijo de Dios por algunos de
ellos y deshonrado y olvidado por otros. Y así, para procu-
rar este negocio, yo pido se me dé este oficio y las asisten-
cias para mensajeros, que yo enviaré por todo el mundo para
que me informen y avisen de todo el estado del orbe. Y des-
pués yo lo pondré en vuestra noticia, para que ordenéis lo que
convenga, a fin de que el Hijo de Dios sea amado, loado y
honrado por toda la redondez del mundo y que en él sea
anunciada y predicada su virtud y todo lo que él hizo por
nuestro amor en la tierra. — (Pareció muy bien al Papa y los
cardenales este oficio de administrar noticias que pedía el
Cardenal de Domine Fili, y fuéle otorgado cuanto pedía. Y en-
tonces se cumplió la figura o administración de cómo los em-
peradores romanos, que dominaban todo el mundo, enviaban
y tenían sus mensajeros en todas las tierras, los cuales les
daban noticia e informaban del estado de todo el mundo. Etn
lo cual estaba figurado cómo el Papa había de ser lugarte-
niente de Dios en la tierra y señor de Roma, y sabría el esta-
do de todas las tierras, para sujetarlas a la santa fe católica
romana.
2. El Cardenal de Domine Fili dividió el mundo en doce
provincias, y estableció doce mensajeros para que fuesen a
todas las tierras y saber el estado general de todo el mundo.
Aconteció que un mensajero del cardenal, que pasaba hacia
las partes del Mlediodía, encontró una cáfila de seis mil came-
llos cargados de sal, que salían de una villa que se llamaba
Tibelberohe y se encaminaban a una tierra donde tiene origen
el río de Damiata, y 1 se fué en compañía de aquella cáfila,
y vió allí el mensajero tanta gente, que en el espacio de quin-
ce días fué vendida toda aquella sal que traían aquellos hom-
bres con 2 quienes iba de conserva. Aquella gente son todos
negros e idólatras, y son hombres de un genio jovial, y man-
tienen justicia muy severamente, y matan a todo hombre que
encuentran en mentira, y de todo cuanto tienen hacen comu-
nidad. En aquel país hay una isla en medio de una gran
1 El traductor añade «y se fué... cáfila».
2 También añade el traductor «con... conserva». La idea y el re-
cuerdo del Imperio romano, así como ya había fascinado a San Agus-
tín en su De civitate Dei, preocupó también a Santo Tomás en su
De regimine principum, y a Dante en su obra De monarchia, y a
otros ilustres pensadores medievales. Es como recogiendo este sen-
timiento y aspiración común de la época que Ramón Llull considera
al Papa como heredero de aquel Imperio, transformado, sin descui-
dar el aspecto político, en una comunidad religiosa y universal,
hasta incluir en ella a todas las gentes y a todos los pueblos del
mundo conocido.
LIBRO DE EVAST Y BLAKQUERNA. — C. So 447
laguna, en la cual tienen un dragón, a quien sacrifican todas
aquellas gentes y lo adoran como Dios. Aiquel mensajero an-
duvo por todas aquellas tierras para ver e informarse de las
costumbres de sus moradores y de la gran multitud de aqué-
llos. Admirábanse mucho aquellas gentes de ver aquel men-
sajero, porque era hombre blanco y cristiano, pues por nin-
gún tiempo habían visto ni oído decir que ningún cristiano
ni hombre blanco hubiese arribado a aquellos países. Aquel
mensajero, por mano de un criado suyo, envió por escrito
relación de todo lo referido y de otras muchas cosas al Car-
denal de Domine Fili, quien lo relató todo al Papa y a sus
compañeros. Muy grande fué el disgusto que todo el Colegio
Apostólico tuvo cuando oyeron que el dragón era adorado allí
como Dios, y trataron luego los medios cómo pudiesen derri-
bar aquel error en que vivían aquellas miserables gentes.
3. Otro mensajero se fué hacia las partes del Norte, y
allí vió y oyó decir a algunos hombres latinos que en aquel
país había muchas gentes que vivían en varias creencias y el
demonio los tenía obcecados con muchos errores por algunas
ilusiones con que los tenía engañados. Porque había una
tierra, que se llama Girlanda, a la cual, de cinco años, viene
un oso blanco, que les anuncia en aquel año gran abundancia
de pescado, que es el pasto de aquellas gentes. Hay otra tie-
rra también donde por encantamiento hacen hablar los árbo-
les. Y hay otra tierra, cerca de Bohemia, en la cual viene una
abubilla a un gran bosque, y si algún hombre se atreve en él
a cortar algún ramo mientras ella se halla en el bosque, in-
mediatamente caen del cielo relámpagos y truenos, que ponen
en gran peligro de la vida a todos los que entonces se en-
cuentran en el bosque. También hay otra tierra en la cual
cada uno cree tener un dios en su campo, otro en su ganado
y otro en su jardín. En otra tierra, cerca de Dacia, hay gen-
tes que no viven de otra cosa sino de la caza, y van corrien-
do tras la fiera o caza hasta haberla muerto, y allí se paran
hasta que la han comido, y después van a perseguir otra. To-
das estas noticias y otras muchas envió escritas el mensaje-
ro del Norte al Cardenal de Domine Fili, el 3 cual las comu-
nicó al Papa y a sus compañeros. Y, en su consecuencia, fu6
establecida la ordenación de que fuesen enviados a aquellas
gentes hombres devotos y de santa vida, que supiesen y
aprendiesen aquel lenguaje y les predicasen 4 por ejemplos,
por metáforas y semejanzas, hasta que sus sensualidades es-
tuviesen ordenadas para elevar sus semejanzas a los poderes
del alma, con los cuales por la intelectualidad fuesen ilumi-
nados en la santa fe católica.
8 Deben suprimirse las palabras «el cual... compañeros».
"' 4 «preycassen segons exemplis e costumes e per metàfores e
per semblances.»
4lS OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
4. Otro mensajero del cardenal pasó a la parte de la
Berbería, y allí vio muchos gladiadores y alfaquines que pre-
dicaban a los moros el Alcorán y las bienaventuranzas de su
paraíso. Y les predicaban con tan devotas palabras, que cuasi
todos los que lo oían lloraban. Admiróse mucho el mensajero
de la devoción que aquella gente tenía en aquellas palabras,
siendo todo cuanto los predicaban un error muy grande; y
conoció que por el buen modo y tan devoto que tenían aqué-
llos en predicar y llorar, y porque en las predicciones les refe-
rían la vida de muchos hombres que morían por devoción,
por esto lloraban aquellas gentes. También halló un Libro
del Amigo y del Amado, en el cual se refiere que los hombres
devotos hacían cánticos de Dios y del amor y cómo por el
amor de Dios renunciaban los deleites temporales e iban por
el mundo padeciendo pobreza y otros muchos trabajos. Aun
vió el mensajero que en la curia, donde se sentenciaban los
pleitos, eran brevemente terminadas las causas y las cues-
tiones de los litigantes. Todas estas cosas y otras muchas
escribió el mensajero de Berbería al cardenal, y le envió co-
pia del Libro del Amigo y del Amado, para que por él se to-
mase regla y modo como por devoción de buenas palabras
fuesen los sermones más agradables a las gentes, y cómo por
la ordenación que los moros observan se pudiesen abreviar
los pleitos y las diferencias que hay entre nosotros.
5. Otro mensajero pasó a la Turquía, en donde encontró
a cuatro religiosos que habían aprendido aquel lenguaje, pero
los turcos no les dejaban predicar en aquella tierra, y sobre
este punto escribió al cardenal, el 5 cual lo refirió al Papa y
a sus compañeros. Y luego fueron elegidos otros mensajeros,
y el Papa los envió con grandes donativos al gran señor 6 de
los turcos y al de los tártaros, que habían sujetado a su do-
minio a la Turquía. Y el Papa, por medio de aquellos mensa-
jeros, suplicó al gran señor que se sirviese de permitir y
tolerar que aquellos cuatro religiosos pudiesen predicar por
toda la Turquía a honor del Hijo de Dios. El tártaro señor
de la Turquía, movido de los ruegos y donativos del Papa,
consintió y toleró aquella predicación, y en adelante los tur-
cos ya no se atrevieron a impedir aquellos religiosos.
6. Pasó también a ultramar otro mensajero denunciador,
el cual dió noticia al cardenal cómo dos asesinos habían
muerto a un príncipe y qué los habían muerto a ellos. En
vista de lo cual, entonces el cardenal se fué a exhortar a los
religiosos que aprendían varias lenguas se dispusiesen a de-
sear con todo ardor el morir por amor de Jesucristo, en vis-
ta de que por el error había homares en el mundo que de-
rj Cállase en el original «el cual... compañeros».
6 «al senyor dels tartres qui havit subjugada a sa senyoria Tur-
quia».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 88
449
seaban morir por la libertad de sus parientes. Y, por esta
razón, fué hecho estatuto que un día a la semana se predica-
se a aquellos religiosos, a fin que con mayor afición estudia-
sen y deseasen morir.
7. En el modo que se ha dicho, fué hecha la ordenación
de los mensajeros que se distribuyesen por varias partes del
mundo. Y en otra manera había también muchos hombres
que tomaban el oficio de contar ejemplos y buenas palabras
a las gentes, para que mas a menudo se acordasen del Hijo
de Dios y de la cruelísima pasión que sufrió por nosotros.
Estos operarios iban por las villas y por las ciudades y cas-
tillos, y comunicaban con los oficiales y otras gentes, refi-
riéndoles buenos y saludables ejemplos. Aconteció un día
que uno de aquellos hombres fué a un carpintero que acepi-
llaba un madero, y le refirió cómo había oído decir que en el
mundo había habido un leño tan fuerte, que había sostenido
más peso que todo el mundo. Quedóse muy admirado el car-
pintero de aquella noticia, y por la admiración que tuvo, con-
cibió devoción cuando aquél le declaró y expósito aquellas pa-
labras, diciéndole que aquel leño de que hablaba era el ma-
dero de la santa cruz, en que fué enclavado el Hijo de Dios, el
cual ha cargado y obligado mas a su pueblo a servirle y hon-
rarle que no es todo el mundo. Y por la devoción que el car-
pintero concibió en aquellas palabras, fué después hombre
de buena vida y salió de un pecado mortal en que se hallaba.
8. Sucedió un día que, saliendo de una villa uno de aque-
llos operarios, iba a un castillo, y encontró por el camino
muchos peregrinos que iban en romería a Santiago, y, jun-
tándose en su compañía, se fué con ellos a aquel santuario.
Por el camino les contaba muchos ejemplos y otras buenas y
devotas palabras, y les refería historias del Antiguo y del
Nuevo Testamento, y los Hechos de los Apóstoles, y tam-
bién de los emperadores, como se hallan escritos en las cró-
nicas. Tan grande era el placer que aquellos peregrinos te-
nían en las palabras de su compañero, que por esto sentían
menos trabajo y fatiga del camino y se les aumentaba la de-
voción de proseguir su romería 7 ; a cuyo ejemplo hubo mu-
7 Aquí tenemos, ciertamente, un dato autobiográfico. Consta por
la Vida coetánea que Ramón Llull, una vez convertido, tomó el
bordón de romero y visitó, entre otros lugares santos, el sepulcro
de Santiago y el monasterio de Nuestra Señora de Rocamador :
€... et ipse Raymundus tune sancti Francisci provocatus exemplo, ven-
ditis mox possesionibus suis, reservatis tamen inde paucis ad susten-
tationem sue coniugis ac liberorum suorum, committens se totum
Christo, abiit cum intentione nonquam revertendi ad propia ad San-
ctam Mariam de Ruppis Amatore, ad Sanctum Iacobum, et ad diver-
sa alia loca sancta, causa Dominum exorandi et sanctos suos...»
(n. o).
En el texto catalán, en vez de nuestra Señora de Rocamador,
está escrito nostra dona de rocha, teUada (n. 9), y es asentándose
33
4.SO OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN" LLULL
chos de ellos que tomaron este mismo oficio para aliviar a
los peregrinos el camino y mantenerles en su devoción.
9. Muy grande era el 'bien y provecho que se seguía del
oficio del cardenal, y éste tenía muy gustoso al Papa y a los
demás cardenales con aquellas noticias que le venían todos
los días de varias partes del mundo. Sucedió un día que cier-
to hombre, por la ambición de juntar dinero, se hizo relator
de noticias de parte del cardenal, y andaba con los peregri-
nos, y éstos le hacían mucha limosna y asistencia. Pero como
el hombre no estaba bien instruido en aquel ministerio de
contar buenos y devotos ejemplos, viniendo a noticia del Car-
denal de Domine Fili, le hizo prender y poner en la cárcel
por el atrevimiento de haberse apropiado este oficio sin su
licencia. Por cuyo motivo estableció que, de allí en adelante,
ningún relator de noticias se atreviese a tomar dinero ni ad-
mitir cosa alguna de ningún peregrino, y que si cosa alguna
necesitase, se le fuese dada por el obispo de la ciudad donde
se hallase, y que cada uno de estos operarios llevase sus des-
pachos sellados del cardenal.
CAPÍTULO LXXXIX
De "Domine Deus Agnus Dei Filtus Patris"
1. Entró un día el Papa con los cardenales en consistorio
y les dijo estas palabras : — Es cosa muy cierta que las Or-
denes de los religiosos que están entre nosotros se rigen y
gobiernan por el capítulo que tienen, en el cual ordenan to-
dos los años el modo como la Orden sea conservada en reli-
gión y santa vida. Y por eso es cosa muy necesaria a nos-
otros, eclesiásticos seculares, que ordenemos de tener capí-
tulo en tal forma y manera, que nuestra vida sea agradable 1
a Dios, y a las demás gentes buen ejemplo; pues sin tener
capítulo general y especial no podemos estar perfectamente
ordenados en este mundo. Y siendo esto así, por tanto, yo
os exhorto a cada uno de vosotros, hermanos y compañeros
míos, que me ayudéis a tratar cómo ordenemos de tener ca-
pítulo general y provincial entre nosotros. Aplaudieron mu-
cho todos los cardenales lo que el Papa les propuso y, unáni-
mes con el Papa, ordenaron de tener capítulo en esta forma:
2. Primeramente fué establecido que cada obispo tuvie-
en este texto que algunos autores pretenden que el esclarecido pere-
grino mallorquín visitara también el monasterio de Nuestra Señora
iie Montserrat.
1 «sia agradable a Déu e als hòmens» léese en el texto catalán.
LIBRO DE EVAST Y BLAXQUERNA. — C. Sg 45 T
se capítulo una vez al año en su obispado, donde tuviese va-
rios pesquisidores, que en capítulo denunciasen si había al-
gún eclesiástico que mereciese ser castigado por algunas fal-
tas que hubiese cometido en aquel año. Después fué estable-
cido que, una vez al año, el arzobispo tuviese capítulo a
todos sus obispos sufragáneos, y que en cada uno de sus
obispados tuviese pesquisidores que en los capítulos les acu-
sasen de sus faltas y fuesen castigados por el arzobispo. Des-
pués ordenó el Papa con los cardenales que se dividiese el
mundo en cuatro partes, y que los arzobispos de una parte se
juntasen todos en un lugar, y los de la otra parte en otro,
y así de las demás, y que cuatro cardenales les tuviesen capí-
tulo, pasando un cardenal a cada una de las cuatro partes, y
que los cardenales hiciesen pesquisa sobre los arzobispos.
A más de esta ordenación, establecieron que el Papa tuviese
capítulo a aquellos cuatro cardenales una vez al año, y que 2
tuviesen pesquisidores sobre ellos para saber si habrían ad-
ministrado justicia contra aquellos arzobispos, y si habrían
cometido alguna falta contra su regla, que los castigase. Des-
pués ordenaron que el Papa, una vez al año, tuviese capítu-
lo a todos los cardenales de su corte, sobre los cuales tuvie-
se asimismo pesquisidores. Aun después fué hecha ordena-
ción que fuesen señalados pesquisidores sobre el Papa, cele-
brándose capítulo una vez al año, y manifestándose que el
Papa hubiese cometido algún defecto en todo aquel año, se
tomase alguna penitencia. Establecieron también que de cin-
co en cinco años se celebrase capítulo general, al cual con-
curriesen todos los arzobispos con dos discretos electos por
los obispos de cada metrópoli. Finalmente, ordenaron que de
diez en diez días celebrasen su concilio, donde concurriesen
todos los arzobispos, obispos y abades.
3. Cuando estuvo ya ordenado y establecido el método
de tener capítulo, preguntó el Papa a los cardenales : — ¿ Cuál
de vosotros quiere servir el oficio de pesquisidor mayor, de-
bajo de cuyas órdenes deben estar sujetos los demás pesqui-
sidores, el cual pesquisidor mayor sea el director del capítu-
lo ? — A esta proposición del Santo Padre respondió un carde-
nal, diciendo que él quería y deseaba aquel oficio para honrar
y servir Domine Deus Agnus Dei Filius Patris. Y el Papa le
concedió aquel oficio para siempre, con tal que le sirviese con
toda diligencia y cuidado, usando bien de él. E inmediata-
mente compusieron un libro de la regla y método como el
cardenal pudiese y debiese proceder en su oficio y según la
cual se debía celebrar el capítulo.
= «e que hagués inquisidors sobre e que-ls punís si negun
falliment havien fet contra lur regla. Après fo fet establiment que
fossen conqueridors sobre l'Apostoli». El texto aparece en la versión
algún tanto amplificado.
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OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
4. Luego el Papa envió por todas las tierras convocando
a los prelados a la corte romana para celebrar concilio, en el
cual fué establecida y conformada toda la ordenación refe-
rida. Y después el Cardenal de Domine Deus ordenó y esta-
bleció sus espías y pesquisidores para inquirir y saber secre-
tamente si los prelados observarían y guardarían el estable-
cimiento antedicho, y si las cosas llegaban a noticia del
capítulo tan puntuales como el cardenal lo hacía inquirir y
espiar. Y también si las espías de los eclesiásticos contra los
prelados, y de los prelados contra los eclesiásticos, y de los
de un cardenal contra el otro, se concordaban con las espías
del cardenal. Grande fué el bien y utilidad que resultaba de
la ordenación referida, y los príncipes y barones tomaron de
ello tan buen ejemplo, que del mismo modo ordenaron en sus
cortes varios pesquisidores, a fin que en sus dominios fuese
mantenida la justicia y la .paz,
5. Las cosas sobre que se debía hacer inquisición y pes-
quisa son éstas, a saber: sobre vanagloria, soberbia, avari-
cia3, lujuria, injusticia, infidelidad, gula y otras cosas se-
mejantes a éstas. Aconteció un día que un obispo había he-
cho inquisición en su obispado contra dos eclesiásticos, que
(halló culpables, y por dinero que recibió de éstos, no los acu-
só ni castigó en su capítulo ; y 4 los pesquisidores del arzobis-
po averiguaron que el obispo había perdonado a aquellos
eclesiásticos por los dineros que había admitido de ellos.
Y cuando el arzqbispo tuvo su capítulo, sus pesquisidores
acusaron al obispo; pero éste regaló secretamente con dine-
ros al arzobispo y por esto no le castigó. Pero los pesquisi-
dores del cardenal lo averiguaron, y acusaron al arzobispo
cuando vino a capítulo, y el cardenal, celebrado el capítulo,
castigó severamente al arzobispo y obispo privándoles de sus
dignidades y oficios.
CAPITULO XC
De "Qui tollis peccata mundi, miserere nobis"
1. Por largo tiempo consideró uno de los cardenales
cómo pudiese tomar algún oficio para servir a Jesucristo, que
cargó sobre sí los pecados del mundo. Cierto día, mientras
andaba paseando a caballo por la ciudad de Roma discurrien-
3 «avaricia, simonía, luxúria». , ,
4 «Esdevenc-se un dia que un bisbe havia feta inquisició^ en son
bisbat, e havia -n preses diners, e no acusà aquells ni puní ; e los
enqueridors...»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 90
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do qué oficio podía tomar para * servir a Jesucristo, vió a
dos procuradores de dos príncipes que tenían sus cuestiones
y contiendas con mucho enfado y cólera, diciéndose el uno
al otro muy villanas palabras. Por lo cual el cardenal consi-
deró que en la ciudad de Roma era necesario que hubiese
un procurador superior a todos los demás procuradores, a
quien todos temiesen, y, por eso, se fué al Papa y le dijo
estas palabras:
2. — Señor Padre Santo: vos sabéis muy bien que en
vuestra corte hay muchos procuradores de varias tierras del
mundo, que unos son contradictorios a los otros, y por eso,
hay grandes trabajos y contradicciones entre ellos; por lo
cuai, si fuese de vuestro agrado, yo tomaría gustoso el oficio
de procuración, y sería causa y razón por donde los procu-
radores estarían ordenados en sus negocios y en sus pala-
bras -, y no siéndolo, que yo les pudiese castigar según la
justicia que pidiese. — Muy gustoso concedió el Papa al car-
denal aquel oficio sobre todos los procuradores. Y después el
cardenal estableció otros procuradores subordinados ai él,
para ser procuradores en corte generalmente de todos aque-
llos que en ella no tienen procurador; y aquéllos habían de
ser asalariados de los bienes de la santa Iglesia, con el fin
que no tomasen salario ni otro estipendio de ningún hoipbre
del mundo.
3. Sucedió un día que había de determinarse un pleito
que se seguía entre un obispo y un canónigo de su iglesia,
y antes de publicarse la sentencia, el uno de los dos procu-
radores murió, por lo cual hubo de suspenderse el pleito,
por cuyo motivo el otro procurador recurrió al Cardenal de
Qui tollis peccata mundi, y éste sustituyó y nombró a otro
procurador para proseguir la causa que llevaba el procura-
dor difunto, y con esto se dió sentencia en el pleito; de lo
cual resultó en corte la cuestión: si la sentencia era válida
o no de derecho. Y fué declarado en la corte que la sentencia
era válida, en cuanto el Papa había hecho la ordenación
de que el cardenal pudiese nombrar y sustituir procurador
que fuese suficiente por los ausentes, el cual no tomase nin-
gún salario de aquéllos.
4. En otra ocasión sucedió que un procurador de un ar-
zobispo puso demanda en la corte contra los canónigos de su
cabildo, los cuales no tenían procurador en la corte, y el
cardenal envió uno de sus procuradores para 8 seguir, y es-
cribió luego al cabildo y les envió a decir como el procurador
de su arzobispo había puesto la demanda contra ellos en la
curia romana. Y aquel procurador del cardenal llevó tanto
1 En el original no leemos «para servir a Jesucristo».
a Igualmente calla el original «en sus palabras».
' «per ésser procurador del capítol».
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OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
tiempo la causa en la corte hasta que los canónigos envia-
ron su procurador.
5. AJsimismo, el Cardenal de Qui tallis peccata mundi
instituyó un procurador entre aquéllos con obligación de es-
tarse siempre a las puertas de la antesala del Papa, el cual
fuese procurador de todos aquellos que no tienen dineros
que dar a los porteros, y representando al Papa todo lo que
aquéllos pidiesen y hubiesen menester. Un día sucedió que
aquel procurador se estaba a la puerta de la antesala del
Papa, y <un pobre eclesiástico, a quien el obispo había qui-
tado injustamente una rectoría que poseía, quiso entrar a
clamar al Papa ; pero los porteros no le dejaron entrar y lo
permitieron al obispo que le había quitado la prebenda, y,
por esto, el procurador de pobre presentó aquel eclesiástico
al Cardenal de Qui tollis peocata mundi, y el cardenal de-
fendió 'la causa por él delante el Papa contra el obispo.
6. En cierta ocasión dijo el cardenal al Papa: — Padre
Santo, olvidados son los difuntos, y no tienen procuradores
que soliciten el que sean cumplidas sus voluntades en los
testamentos que ordenan, y por esto os pido vuestra li-
cencia para ser yo su procurador. — <E1 Papa fué muy con-
tento de ello, y mandó que el cardenal fuese procurador de
los difuntos ; y éste luego nombró otros de sus procuradores,
y les envió por varias partes del mundo a informarse si en
ellas había algunos que se quejasen de los hombres vivos que
no han cumplido la voluntad de los ya difuntos. Por eso cada
uno de aquellos procuradores del cardenal hacía inquisición
contra el obispo y arzobispo de aquella tierra donde mora-
ba, si había apremiado a los albaceas de los difuntos a cum-
plir sus testamentos; y si algún obispo o arzobispo había
sido en ello negligente, inmediatamente era acusado al car-
denal, quien le castigaba como le parecía conveniente.
7. Ein una ciudad llamada Montpellier, en la cual fué es-
crito este libro de Bvast y Blanquerna, se celebró un gran
capítulo general de los padres predicadores, en que concu-
rriesen muchos obispos y otros prelados y gran número de
religiosos de todas las partes de la cristiandad. Y los frailes
leyeron 4 en el capítulo diferentes cartas y libros que relata-
ban la muerte de muchos religiosos de su Orden que habían
fallecido hasta aquel año. A esta sazón levantóse en pie un
hombre lego que allí estaba de procurador cómo los infieles
vienen a la santa fe católica, y dijo en presencia de todos
estas palabras: — Si de la muerte de los religiosos, cuyas al-
mas son vivas en el paraíso, se hace tan puntual memoria,
¡con cuánta mayor razón débería hacerse de la de los infie-
4 «e ligiren letres en lo capítol de diverses coses e recontaren
la mort dels frares de totes les terres dels crestians qui eren morts
en aquel any».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 91
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les, que mueren en pecado de ignorancia y pierden la vida
perdurable, y muriendo, se van en derechura al fuego infer-
nal ! "' Y que se les fuese dada doctrina por la cual entrasen
en conocimiento de cómo nuestro Señor Jesucristo ha car-
gado sobre sí los peeados del mundo por su encarnación,
por su pasión y muerte y por su resurrección! " — Al carde-
nal procurador de difuntos llegó la noticia de la propuesta
que aquel hombre lego había hecho en el capítulo, y por este
motivo ordenó que en todos los capítulos generales de los
frailes religiosos fuese hecha memoria de los infieles difun-
tos que mueren en pecado de ignorancia. Y el cardenal en-
viaba sus procuradores a cada uno de estos capítulos gene-
rales con sus letras, con el fin de que la santa fe católica fue-
se por todo el mundo predicada y exaltada.
CAPITULO XCI
De "Qui tollis peccata mundi, suscipe deprecationem
nostram"
1. El Papa y todos los cardenales, a excepción de cinco
de ellos, habían ya tomado y repartídose varios oficios, que
fueron intitulados según las rúbricas del Gloria in excelsis
Deo, como hemos referido, y, por esto, el Santo Padre dijo a
aquellos cinco cardenales que, según el estado de la corte
romana, discurriesen de tomar oficios para completar el nú-
mero de las rúbricas del Gloria in excelsis Deo. Por lo cual,
uno de aquellos cinco cardenales andaba a caballo por la ciu-
dad de Roma para ver y observar en qué oficio debía ocupar-
se, que fuese nombrado con el título de Qui tollis peccata
piundi, siiscipe deprecationem nostram. Y al tiempo que iba
así a caballo por la ciudad de Roma, pasando por la curia,
en donde se tenía audiencia, vió un hombre que, llorando,
decía entre sí mismo estas palabras: "¡Ah desdichado e in-
feliz de mí, cuán grande es el deshonor que se hace a la santa
5 También aquí hay una nota autobiográfica. Consta que Ramón
L·lull, en 1294, asistió al capítulo general de predicadores celebrado
en Moatpelfier (6 de junio^, en donde, como era costumbre, oiría
los nombres de los más esclarecidos religiosos y de los insignes
bienhechores recientemente fallecidos y el encargo de los debidos
sufragios. No mucho después (30 de julio), acudía, en Barcelona, al
procurador del reino de Mallorca para querellarse de unos hombres
vivientes que no querían cumplir la voluntad de un difunto. Cf. J. Ta-
rré, Códices lulianos de la Biblioteca Nacional de París, en Analecta
Sacra Tarraconensia, XIV Í1941), 159, nota 10 ; y, más extensamente,
P. Martí de Barcelona, Estudis Franciscans, 46 (1934), 326.
* El texto catalán sólo dice tper sa encarnació e passió».
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OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
fe católica! Pues un judío que reniega y descree y blasfema
todos los días al Hijo de Dios nuestro Señor Jesucristo, el
cual es cabeza 1 y f undamento de la santa Madre Iglesia, tie-
ne a su pleito abogados y procuradores contra ti, y tú, que
eres cristiano, no tienes hombre alguno que hable por ti y
defienda tu buen derecho contra aquél. Por lo cual habrás de
ser pobre y andar con tu mujer e hijos de puerta en puerta
pidiendo una limosna por amor de Dios."
2. Se admiró mucho el cardenal de las palabras que aquel
hombre decía en sí mismo, y preguntándole por qué lloraba
y decía aquellas palabras, le respondió diciendo : — Señor, un
judío, por su gran riqueza, me hace injuria; sin razón me pide
más dinero del que le debo ni pudiera tener, y, sobre esto,
habernos litigado largo tiempo. Y por cuanto yo no me hallo
en posibilidad bastante como él para poder dar gran salario
al juez ni abogado, por esto no puedo hallar justicia en la cor-
te contra él y a favor de mi derecho, y téngolo a gran afren-
ta, pues por falta de dinero pierdo mi buen derecho eii la
corte de Roma, a la cual son más contrarios los judíos, mal-
vados por su creencia y mala voluntad, que ninguna otra
gente del mundo.
3. Muy grande e imponderable fué el disgusto que sin-
tió en su corazón el cardenal cuando oyó las palabras que
aquel buen hombre le dijo, y entró en grandes y profundos
pensamientos. Mientras el cardenal tenía así preocupada su
imaginación, entraba en Roma un obispo que tenía veinte
mil marcos de plata de renta todos los años, y pasó por la
plaza en que se hallaba a la sazón el cardenal. Y la gente que
allí había, al verle pasar, decían : — (Ese es el obispo que tiene
veinte mil marcos de plata de renta y ha comprado 2 para
un hermano suyo treinta mil sueldos de renta. — Al oír el car-
denal estas palabras, prorrumpió en un gran suspiro, y en
su misma conciencia dijo estas palabras: "¡Oh mezquino
pobre de entendimiento, de devoción y caridad, a quien Dios
ha dado sus veces en la tierra! ¡Cuán mal repartidos son los
bienes de la santa Iglesia!"
4. Cuando el cardenal hubo considerado largo tiempo so-
bre este punto, vino ante el Papa y los otros cardenales y les
propuso esta cuestión: En una ocasión sucedió que el En-
tendimiento fué requerido para dar una sentencia. Aquel En-
tendimiento tenía dos hermanas: la una se llamaba Memo-
ria, y la otra Voluntad. Cuestión hubo entre las dos cuál de
ellas debía más presto acompañar8 al Entendimiento. Ale-
gaba la Voluntad contra la Memoria que por voluntad es el
1 La palabra «cabeza» no se lee en el original.
E «e qui ha comprada renda a son frare per-xxx- millia mares
d 'argent».
3 «devia anar ab l'enteniment».
LIBRO DE EVAST Y BLANQÜERNA. — C. ÇI
457
entendimiento diligente en inquirir la verdad y en querer
juzgar según la rectitud de justicia, y por el mucho recordar
está muchas veces impedido el entendimiento para entender,
y por esto era razón que más presto la voluntad acompañase
al entendimiento para dar aquella sentencia. De otra parte,
alegaba la Memoria contra la Voluntad diciendo que por el
demasiado querer es corrompido el entendimiento e inclina-
do a la ignorancia; y por esto conviene más presto que la
memoria y el entendimiento estén en concordancia, que no
el entendimiento y la voluntad. Por lo cual, según el derecho
natural, es razón que la memoria más presto acompañe al
entendimiento que no la voluntad. Habiendo propuesto el
cardenal las razones de una y otra parte, suplicó al Papa y
a los cardenales que le determinasen aquella cuestión por
recta justicia.
5. Por ser la cuestión tan fuerte y difícil, fué conve
niente que se tuviese sobre ella deliberación y consejo para
inquirir la solución verdadera. Y habiendo el Papa y los
cardenales examinado las razones de una y otra parte y de-
liberadamente inquirido el derecho de aquéllas, sentenciaron
que la memoria fuese primero con el entendimiento, para
que la voluntad en el principio no inclinase el entendimiento
a una parte, sino que fuese igual entre las dos partes, y que,
después, viniese la voluntad, la cual sería igual por la igual-
dad de la memoria y del entendimiento. Agradó mucho al
cardenal la sentencia que dieron el Papa y los cardenales,
y dijo estas palabras:
6. — Según la naturaleza de las tres potencias del alma,
está ordenado en derecho que sea dado juez que lleve pri-
meramente su memoria con el entendimiento y que los dos
abogados que llevan el pleito, uno contra otro, usen prime-
ramente de memoria que de voluntad; pues por dádivas y
servicios se muda muchas veces en el juez la voluntad en
lugar de la memoria, y los abogados, por presentes y servi-
cios, multiplican la voluntad y disminuyen la memoria, por
cuya disminución se desvía su entendimiento del entender,
y por esto se dilatan muchas veces los pleitos y se dan sen-
tencias injustas, de que se originan disensiones, trabajos,
guerras y muertes, y se multiplican los pecados. De donde,
para evitar todos los males sobredichos, mucho más conve-
niente sería el que de los bienes de la Iglesia se diese tanta
renta a diez jueces y a veinte abogados que estuviesen en
la corte de Roma y no tomasen salario ni servicio de hom-
bre alguno, que no es el dar a ese obispo veinte mil marcos
de plata de renta, el cual 4 ha comprado para su hermano
* «lo qual ha comprada renda a son frare per xxx- millia mares
d 'argent».
458
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
treinta mil sueldos de renta, cuyos dineros por ahora ya
están alineados de los negocios de la santa Iglesia. — Aplau-
dieron mucho el Papa y los cardenales lo que el Cardenal de
Suscipe deprecatíonem nostram había propuesto, e inmedia-
tamente fué hecha ordenación y establecimiento de que diez
jueces y veinte abogados se mantuviesen en la corte de Roma,
y que el Papa les pagase cumplidamente sus salarios de los
'bienes de la santa Madre Iglesia, con calidad de que no to-
masen de hombre alguno otra paga, dádivas ni servicios, y
que si lo hiciesen, fuesen luego depuestos de sus oficios
y castigados condignamente 5. Por cuya ordenación fueron
abreviados los pleitos en la corte y fueron establecidas otras
muy bellas ordenaciones para la expedición de los pleitos.
7. ¡Divulgóse la fama por todas las tierras de la orde-
nación sobredicha, y muchos pretendientes venían a la corte
romana para que sus pleitos fuesen determinados con gran
brevedad. Y fué tan grande la multitud de los que acudieron
a aquellos diez jueces y a los veinte abogados, que ya no
bastaban para defender y sentenciar las causas que se avo-
caban a la corte, por lo cual recurrieron al Cardenal de Sus-
cipe deprecationem nostram, a quien estaban subordinados
los oficios de aquellos jueces y abogados, y le representaron
que ellos ya no podían llevar todo aquel trabajo, y, por eso,
el cardenal presentó al Papa y cardenales aquella súplica, y
les ponderó cuán sobradamente ocupados y cansados se ha-
llaban aquellos jueces y abogados por la gran multitud de
pleitos. Por lo cual el Papa y los cardenales ordenaron que
en cada obispado se nombrasen jueces y abogados que del
mismo modo juzgasen y abogasen los pleitos y cuestiones
de la gente pobre, y que fuesen asalariados de los bienes de
la santa Iglesia, sin tomar salario ni servicio de persona al-
guna por quien abogasen ni juzgasen, so pena6 de veinte
marcos de plata y pérdida de su empleo y de ser descomul-
gados 7.
s Está de más «y castigados condignamente».
a El texto primitivo pasa en silencio «so pena... descomulgados».
7 Los jueces y los abogados de su tiempo estaban muy mal con-
ceptuados por Ramón Llull, y no pocas veces tiene para ellos gra-
ves palabras de censura. Así," por ejemplo, en el Llibre de contem-
plació: «Qui podia atrobar vertader jutge e vertader avocat, molt
faria, Sènyer, a amar e a honrar e a tenir car : car per so fa més
a agrair al home qui és bo en l'ofici on n'a pocs de bons, que aquells
3 ui són bons en l'ofici on n'atroba hom pocs de mals. Com en ofici
e jutge e d'avocació age menys de bons hòmens e de vertaders que
en altre offici, e com en offici de jutge e d'avocació ha mester
majorment bons hòmens e hòmens savis, e hòmens vertaders, bena -
huirats són, Sènyer, aquells jutges e aquells avocats qui nos corrom-
pen ni-s torsen per diners, ni per precs, ni per nuiles altres coses.
Los jutges e-ls avocats veg anar, Sènyer, cavalcant en bells pala-
frens e en bells muls e mules, e veg-los anar bé vestits, e veg lurs
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERIA
459
CAPITULO XCII
DE "QUI SEDES AD DEXTERAM PATRIS, MISERERE NOBIS"
1. En una fiesta muy grande que se celebraba en la ciu-
dad de Roma, sucedió que un diácono cantaba aquel evan-
gelio en el cual dijo Jesucristo [Mat. 18, 9] que mejor cosa
es entrar en el paraíso con un ojo y con un pie que entrar
en el infierno con dos ojos y dos pies. Y considerando pro-
fundamente aquel diácono sobre esta comparación, por la
gracia del Espíritu Santo fué movida su voluntad de ir por
todo el mundo haciendo comparaciones a las gentes para
inducirles a la vía de salvación. Por lo cual el diácono se
presentó ante el Papa y los cardenales, y pidió el oficio de
comparaciones. Pero el Santo Padre le respondió que aquel
oficio lo tenía destinado para un cardenal que tuviese sujetos
a sí muchos oficiales, los cuales anduviesen por todo el mun-
do haciendo comparaciones, y que aquel oficio debía ser lla-
mado Qui sedes ad dexteram Patris, miserere nobis. Habien-
do el señor Papa proferido estas palabras, uno de los car-
denales se levantó en pie y dijo que se encargaba de aquel
oficio. Aquel cardenal compuso un gran libro, en que esta-
ban escritas las comparaciones que sus discípulos debían
proponer a las gentes.
Aconteció un día que cierto rey vino a la corte romana
a clamarse al Santo Padre Apostólico y a los cardenales con-
tra otro rey que injustamente le había desheredado del
reino, sin que le hubiese hecho agravio ni injuria alguna.
Y cuando hubo explicado su querella, aquel pobre rey, ver-
tiendo muchas lágrimas y manifestando gran tristeza de su
corazón, prorrumpió en estas palabras: — Honrado he sido
yo en el mundo por mucho tiempo, y ahora estoy hecho un
pobre miserable, despreciado de las gentes, y vivo en grande
lits moit nobles, e veg-los menjar molt delicadament ; e-ls pobres
veg, Sènyer, plorar e entristir e emmalautir per los engans e les
injúries que prenen per falses jutges e per falses avocats» (ORL,
IV, 71 y 75).
Del abuso de la prolongación de los pleitos (cf., además, el cap. 88,
n. 4, del Blanqucrna). quéjase también el Beato en otros de sus libros.
En el Llibre de Santa Maria leemos las siguientes palabras : «... e los
plets qui porien ésser determenats en breu temps, fan jutges a advo-
cats durar longament, e són robadors e enemics de justícia e de la
fcntenció de lur offici...» (ORL, X, 08). Para evitar tamaño mal, el
bienaventurado Maestro sugiere que jueces y abogados reciban el sa-
lario no de parte de los clientes, sino de parte del Estado, y de una
manera muy espléndida.
4Ó0
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
rubor y vergüenza por causa de un rey soberbio e injurioso,
el cual, con su gran poder y desordenada codicia, me ha
usurpado injustamente mi reino. — Mientras que el rey es-
taba en este llanto y desconsuelo, el Cardenal de Qui sedes
ad deartemm Patris preguntó al rey cuál cosa le era más
agradable: la justicia o la injuria. Respondióle el rey que
la justicia. Entonces el cardenal le dijo que más le valdría
y mejor cosa era el ser desheredado y ser justo y paciente,
que no el ser rey injusto, avaro y soberbio, y que, por esta
razón, él hacía contra justicia en cuanto lloraba por lo mis-
mo que debía alegrarse, y que el otro que le había deshe-
redado era el que debía llorar, porque tenía en sí la injuria
y la soberbia. A más de ésta, le hizo otra comparación, a
saber: que mayor provecho lograba en ser amado de Dios
aquel que ejercita la paciencia y la humildad, que no es el
daño que recibe de ser despreciado y vituperado de las gen-
tes. Consideró mucho el rey lo que había dicho el cardenal
y dijo estas palabras: — Si mi corazón ha poseído en este
mundo un reino terrenal que me han quitado, de aquí en
adelante posea mi alma el reino de la paciencia, esperanza,
humildad, justicia y caridad, loando y amando para siempre
ia voluntad de Dios. — Muy agradables al Papa y a todos los
cardenales fueron aquellas palabras del rey; y de los bienes
de la Iglesia le destinaron una pensión correspondiente para
su manutención y trataron el modo como fuese reintegrado
en el reino de que estaba desposeído.
2. En otra ocasión vino a aquella corte un obispo con
el motivo de haber sido capitulado por su cabildo. Era aquel
prelado muy justo y de santa vida; y porque mantenía jus-
ticia en sus eclesiásticos, intentaron deponerle, deseando
aquéllos tener un prelado que les consintiese sus defectos.
El obispo se fué al cardenal y le pidió consejo, [es a saber] :
¿cuál cosa les convendría más de estas dos: o que se dejase
escapar sin defenderse, y lo tomase con paciencia, humildad
y pobreza, o que se defendiese y acusase al cabildo, y prosi-
guiese en la corte su acusación según tuviese lugar en dere-
cho? Largamente conferenciaron el cardenal y el obispo so-
bre la materia y discurrieron en cuál de las dos partes sobre-
dichas podría el obispo usar de mayor perfección y demás
virtudes ; y concluyeron que, en cuanto a la persona del obis-
po, era cosa más virtuosa el que no se defendiese, pues se
seguía de ello mayor paciencia, fortaleza y humildad; pero
en cuanto a justicia y caridad, era cosa muy buena el que se
defendiese y se manifestase -la verdad, para que la justicia
no perdiese su derecho en su cabildo, que injustamente le
acusaba K Por lo cual dijo el cardenal al obispo que escogie-
1 En el original no se lee «que injustamente le acusaba».
LIBRO DE EVAST Y BLAKQUERNA. — C. Ç2 461
se la que más le gustase, por cuanto en cada una de las par-
tes antedichas podía obrar virtuosamente, de tal manera que
sería a Dios muy agradable.
3. A cierta ciudad llegó un hombre que se empleaba en
hacer comparaciones y andaba gritando por las calles, di-
ciendo cuál cosa era más necesaria: ¿o criar sus hijos en las
buenas costumbres o enriquecerles de grandes heredades?
Y cuál cosa era mejor: ¿o restituir lo mal ganado y dejar a
sus hijos pobres y entrar en el paraíso, o no restituirlo y de-
jar a sus hijos con riquezas, sin satisfacer sus injurias, y
entrar en el infierno? Mientras este hombre iba así gritando
.por las calles, pasó por casa de un logrero, el cual, oyendo
las palabras de aquel hombre, entró en gran consideración
de ellas. Y como se le oía gritando con toda frecuencia, la
conciencia le venció en la sensualidad y le fortificó en la ca-
ridad, y satisfizo todas sus injurias y agravios y crió a sus
hijos en buenas costumbres.
4. La muerte, que no perdona a los jóvenes ni a los an-
cianos, mató a un hijo de un honrado ciudadano de Roma, el
cual no tenía sino a este solo hijo ni esperaba tener otro,
por cuya muerte estaba muy triste y apesarado. Supo el car-
denal el desconsuelo de aquel ciudadano, y fué a visitarle y
le propuso las siguientes comparaciones: — Amable hijo — le
dijo el cardenal — , ¿cuál cosa es de mayor provecho al hom-
bre: o el loar a Dios por los bienes que le ha dado en este
mundo o alabarlo por los bienes que le quita? — Señor — res-
pondió el ciudadano — , la una alabanza tiene respecto a la
gratitud y la otra a la paciencia; y por cuanto la virtud de
la paciencia causa pasión en el hombre sin culpa, conviene
que se siga de ello mayor mérito que no de la virtud de la
gracia, la cual da placer al hombre sin pasión. — (Bienaven-
turado hijo — dijo el cardenal — «, rectamente has juzgado, y
por esto tú mismo te has sentenciado a haber de tener pa-
ciencia; y, así, entiende que Dios te ha probado en dos ma-
neras: la una por la virtud de la gratitud, la cual ejercitas
en alabar a Dios por haberte dado a tu hijo en este mundo,
la otra por la virtud de la paciencia, en cuanto te lo ha qui-
tado y arrebatado de esta vida. Y, así, si tu hijo no hubiera
muerto, habrías perdido el mérito de la paciencia, el cual es
a ti disposición para obtener gran bienaventuranza.
5. Por la plaza de Roma iba otro hombre gritando:
"¿Cuál cosa vale más: vender a buen mercado y decir ver-
dad o mentir y vender caro?" Mientras decía aquel hombre
esta comparación, pasaban por la plaza muchas mujeres, y
entre ellas iba una muy adornada, y su bella cara muy com-
puesta de afeites y colores y otras cosas. Y al verla aquel
hombre, a grandes gritos dijo: "¿Cuál cosa vale más: o la
mujer hermosa que se muestra amante de la lujuria o la mu-
462
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
jer fea que da muestras de castidad ?" Y en esta forma iba
gritando aquel buen hombre delante aquellas mujeres, repi-
tiendo las mismas palabras. Y aquella mujer, a quien acom-
pañaban muchos escuderos, les mandó ¡zurrasen a aquel hom-
bre por las palabras que decía, y los escuderos sacudieron
fuertemente al pregonero de las comparaciones ; pero no qui-
so éste llevarlo con paciencia, antes bien se fué a clamar al
cardenal de la injuria que le habían hecho. Y el cardenal le
reprendió severamente por haberse querellado y le depuso
del oficio, y, en su lugar, subrogó otro que fuese más amante
de la paciencia.
6. A otra ciudad vino un hombre que por las calles iba
del mismo modo gritando y diciendo: "¿Cuál cosa vale
más : o poco se me da de eso o qué dirán las gentes ?" Mien-
tras que pasaba por la plaza así gritando, la gente que esta-
ba allí le preguntaron qué significaba aquello que decía.
Y 2 él respondió que el qué dirán las gentes contra aquellos
que desprecian las vanidades de este mundo y el poco se me
da de eso era el desprecio que el hombre hace de la murmu-
ración de las gentes, mientras no obre cosa alguna contra
las virtudes y contra la honra de Dios, despreciando el mun-
do. Entonces respondió a aquel hombre un sabio varón, y le
dijo que el qué dirán las gentes tenía muchos secuaces, pero
el poco se me da de eso los tenía mejores.
7. Aconteció, en cierta ocasión, que dos religiosos que
habían aprendido la lengua arábiga se fueron a tierra de
moros a predicar la encarnación y la pasión del Hijo de Dios.
Enfrióse en uno de ellos la devoción y la caridad, y se vol-
vió atrás, dejando a su compañero, porque la muerte le cau-
saba espanto y extrañaba las buenas viandas que solía co-
mer y las honras que tenía entre las gentes. De camino que
se volvía atrás, al entrar por una ciudad, se encontró con
un hombre que en altas voces decía cuál muerte valía más,
o la que venía por enfermedad o la que venía por martirio.
Y cuál de las dos se convenía mejor con las siete virtudes
y era más contraria a los siete pecados mortales. O si no,
por cuál muerte es el hombre más semejantes a las vestidu-
ras encarnadas que el Hijo de Dios vistió en la humana na-
turaleza. Mientras este hombre iba así gritando, aquel re-
ligioso que había retrocedido de su viaje vino a ponerse jun-
to a una mujer hermosa, y sintió luego la tentación carnal ;
en cuya ocasión el oficial de comparaciones, con grandes gri-
tos, prorrumpió diciendo: "¿'Cuál cosa es más meritoria:
o loar a Dios entre los infieles con peligro de la muerte, mor-
2 ae ell dix que Què diria hom era lo blasme que les gents
tenen com fan alcuna cosa contra les vanitats d'aquest món, e poc
m'o preu era lo blasme que hom menysprea pus sia contra virtut
e contra la honor de Déu e-1 menyspreament d'aquest món».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 93
463
tincando el temor a fuer de coraje, o estarse entre los fieles
cristianos combatiendo con los deleites corporales?" Consi-
deró mucho aquel religioso en las palabras de aquel buen
hombre, y tuvo contrición de la pusilanimidad de su corazón
en que le puso la falta de devoción ; con que volvió ?> sl tierra
de moros a encontrar a su compañero.
8. En otra ocasión sucedió que aquel mismo oficial cla-
maba en el palacio del rey y decía: "¿Cuál cosa vale más:
o ser rey o caballero de un simple escudo?" Después pasó al
palacio del obispo y decía con gran grito: "¿Cuál vale más:
el ser obispo o simple clérigo parroquial?" De aquí pasó a
una abadía de monjes y gritaba, diciendo : "¿ Cuál vale más :
o ser el abad o monje claustral?" Y, por último, se fué de-
lante el Papa, gritando: "¿Cuál vale más: o que la décima
de la santa Madre Iglesia sea para siempre asignada a en-
derezar el mundo o que los obispos no gasten superfinamen-
te en vanidades?" En todos estos modos y otros muchos gri-
taban por todo el mundo los oficiales de comparaciones, sien-
do muy grande el bien que ocasionaban, pues todos los días
despertaban los corazones de las gentes a la devoción, con-
ciencia, caridad, diligencia y otras muchas virtudes.
CAPITULO XCIII
De "Quoniam tu solus sanctus"
1. Estando un día el Papa Blanquerna con sus cardena-
les discurriendo en si podían hacer una obra de utilidad y
exaltación de la santa fe católica, entró un cardenal, el cual
venía de predicar a un grande auditorio. Preguntóle el Papa
si había visto llorar a alguno en su sermón. Y respondió el
cardenal que no había visto llorar a alguno, pero sí había
visto dormir a muchos en su sermón. — 'Gran maravilla es
— dijo el Papa a los cardenales — cómo las gentes tienen tan
poca devoción en los sermones, cuando los sarracenos, que
viven en error, lloran en los sermones y los oyen con tanta
devoción l. — tRespondió a la sazón un secretario del Papa de
la lengua arábiga, el cual había nacido y criádose en tierra
de ultramar, y era de los cristianos de la Sintura, y dijo
que los sarracenos predicaban de devoción y de las conside-
raciones de la gloria del paraíso y de las penas infernales,
y por esto tienen tanta devoción en sus sermones y lloran
por la devoción que tienen.
3 «te retornà a son companyó», dice sencillamente el autor.
1 El original calla «y los oyen con tanta devoción». •
464
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
2. Dichas estas palabras, uno de los cardenales, que era
gran filósofo natural y gran predicador2, dijo que para ei
ministerio de la predicación sería cosa muy útil y prove-
chosa probar por razones naturales el modo cómo las vir-
tudes y los vicios son contrarios, y 3 cómo una virtud con-
cuerda con otra virtud o con dos, y cómo puede juntar y
vivificar una virtud con otra virtud, el cual modo y regla
se halla en el Arte abreviado de hallar la verdad y en el li-
bro de los Sermones de las virtudes y vicios, que se compuso
después de aquél en la ciudad de Mallorca. Por lo cual dijo
el cardenal que para la predicación se convienen estas co-
sas: arte natural, devoción y consideración de las penas del
infierno y de la gloria del paraíso y breve sermón, a fin que
la gentes no se fastidien y queden con la devoción.
3. Habiendo el cardenal concluido su dictamen, el Papa
y los cardenales ordenaron que se compusiesen tantos ser-
mones como días tiene el año, y que en ellos fuese tratado
de la mejor materia que se haÚase a propósito y conveniente
para predicar, y que fuesen de proporcionada cantidad e in-
teligible a las gentes, pues por la ignorancia se hallan mu-
chas veces los corazones de los hombres faltos de devoción;
y también que aquellos 365 sermones fuesen generales y se
predicasen por su orden cada año, uno después de otro, y
que fuesen breves 4. Después ordenó el Santo Padre que al-
gunos hombres devotos y de santa vida anduviesen todos los
días por las calles de las ciudades y villas, diciendo y pro-
poniendo a las gentes consideraciones de las penas inferna-
les y de la gloria celestial para que lo tuviesen presente to-
dos los días. Después que estas cosas estuvieron ordenadas,
el Papa encomendó este oficio a un cardenal, para que fuese
oficial de Quoniam tu solus sanctus por medio de conside-
raciones y predicación.
2 Igualmente calla «y gran predicador».
8 «ni com una virtut se concorda ab altra e un vici ab altre,
ni per {nial natura pot hom mortificar un vici ab una virtut o ab
dues, ni com una virtut pot hom vivificar ab altra ; e aquesta ma-
nera és en la Art abreujada d'atrobar veritat».
El traductor cita la obra luliana Llibre de virtuts e peccats^ (Ma-
llorca, 1313) todavía inédita, denominada también en los antiguos
catálogos Llibre de virtuts e vicis y Liber de vitiis et virtutibus, que
contiene sermones para ser predicados a tres clases de gentes : a los
ignorantes, a los hombres de ciencia en grado comparativo y a los
hombres de ciencia en grado superlativo. Este libro no debe con-
fundirse con la Ars magna praedicationis (Montpellier, 1304), que
contiene 108 sermones (109 según la tabla final), de la cual viene
a ser un resumen la Art abreviada, de predicar (Mallorca, 1313), tam-
bién inédita. Otro libro de sermones escribió el Doctor Iluminado,
es a saber, Sermones de decem praeceptis o Liber de sermonibus de
decem praeceptis, también inédito. Para referencias bibliográficas,
cf. Carreras y Artau, 1. c, pp. 305 y 310.
' El traductor añade ay que fuesen breves».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 94
465
4. Este cardenal, condecorado con el oficio referido, tuvo
y estableció después sus procuradores y oficiales para que
fuesen por varias tierras clamando y predicando las penas
infernales, y la gloria y bienaventuranza del paraíso, y la
muerte y brevedad de la vida en este mundo 5, en el modo
que está expresado en el libro De la doctrina pueril, que
compuso un hombre para su amado hijo. Y después ordenó
el cardenal con los religiosos, y con los que tenían el oficio
de predicadores, el cómo debían predicar; y si en aquel oficio
se cometiese algún exceso o falta, cómo se pudiese corregir ;
y cómo por la predicación se pudiese la voluntad en tal ma-
nera exaltar, que Dios nuestro Señor, por el esfuerzo y exal-
tación de la devoción, fuese en gran manera amado y servido.
CAPITULO XCIV
De "Quoniam tu solus dominus"
1. Aconteció un día que el Cardenal de Tu solus sanotus
envió un mensaje al Cardenal de Tu solus dominus 1, noti-
ciándole que, por la diversidad de lenguas, se hallaba muy
impedida la predicación, y las gridas o pregoneros de con-
sideraciones no podían con tanta facilidad y claridad influir
a las gentes devoción del paraíso ni temor de las penas in-
fernales. Habiendo el cardenal recibido este aviso, lo repre-
sentó al Papa, a fin que se hiciese alguna ordenación para
que los predicadores y oficiales de consideraciones consiguie-
sen mayor libertad y mejor modo en el dicho su oficio.
2. Mientras el Cardenal de Tu solus dominus 2 hacía
presente al Papa las letras que 3 le había enviado el Carde-
nal de Tu solus sanctus, aconteció que otro mensajero del
Cardenal de Domine Fili unigenite Iesu Christe, que tenía
el oficio de relator de noticias, se presentó ante el Santo Pa-
dre refiriéndole cómo 4 por el mundo había experimentado
grandes guerras y tribulaciones entre las gentes por ser de
distintas naciones y tener varios lenguajes, por lo cual no
se entendían los unos a los otros, y por cuya diversidad de
idiomas lidiaban entre sí, y por aquellas guerras habían ve-
' ela mort d'aquest món».
1 El autor dice sencillamente «al cardenal».
3 También aquí dícese tan sólo «lo cardenal».
a «que li havia trameses son missatge, esdevenc-se que un missatge
del cardenal de recontament vene denant l'apostoli».
' «grans treballs havia en lo món atrobats enfre las gents, per
ço car eren de diverses nacions, havents diverses lengnatges ; per
la qual diversitat de lenguatges guerrejaven los uns ab los altres,
per la qual guerra e lenguatges se desvariaven en crences e en sectes
los uns contra -Is altres»,.
466
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
nido en variedad de afectos y creencia los unos contra los
otros. Consideró mucho el Papa sobre la relación de ambos
a dos mensajeros, y mandó juntar todos los cardenales, pi-
diéndoles consejo de lo que se debía obrar en este caso para
destruir la diversidad de tantos lenguajes, de 5 que se origi-
naban tantos males, y qué lengua les parecía ser más a pro-
pósito y conveniente se enseñase a todas las gentes del mun-
do en general para que todos se entendiesen y se amasen y
se conviniesen mejor en servir a nuestro Señor Dios.
3. Respondió uno de los cardenales y dijo : — Señor Pa-
dre Santo, por lo que vos proponéis, es cosa muy necesaria
que vos y vuestra corte seáis muy amables a los príncipes
cristianos y que éstos y sus vasallos concuerden en las cos-
tumbres, eligiendo a los mejores; y que en cada provincia
sea destinada una ciudad, en la cual todos hablen en latín,
por cuanto la lengua latina es la más general, y en ella hay
muchas palabras de varias lenguas, y en latín están todos
nuestros libros escritos y estudiados. A más de esto, con-
viene que para ellos sean señalados y destinados hombres y
mujeres de varias naciones, que vayan a aquella ciudad para
aprender la lengua latina, los cuales, cuando vuelvan a sus
tierras, la enseñen a los hijos cuando empezaren a saber ha-
blar; y de este modo, por larga continuación de tiempo, po-
dréis llevar al fin deseado que en todo el mundo no se hable
sino una lengua, ni haya sino una creencia y una fe, conti-
nuando un Papa después de otro, que todos asimismo tengan
devoción en este negocio, según conviene, para tratar de un
asunto tan grande como el que vos ahora habéis emprendido.
4. Habiendo el cardenal concluido su discurso, respon-
dióle el camarlengo del Papa que lo que él había propuesto
era muy dificultoso de llevarlo a su debido efecto, y que im-
portaría un gran gasto y dispendio el procurar tan grave
negocio. Mientras el camarlengo dijo estas palabras, se pre-
sentó ante el señor Papa un electo obispo, que venía a la
corte para ser confirmado en su obispado, el cual tenía quin-
ce mil marcos de plata de renta. Con aquel obispo electo ve-
5 No se lee en el original «de... males». Este anhelo de Llull de
hacer del latín una lengua universal no quedó sepultado en el olvi-
do. No ha muchos años, en revistas y congresos se abogaba por
hacer de la lengua latina una lengua internacional, que favorecería
grandemente el progreso material, y singularmente el de las artes
y de las ciencias, siendo en Polonia, Alemania e Italia donde más
se sentía esta aspiración. Cf. L'Osservatorc Romano, 4 octubre 1934.;
Palaestra latina, enero 1935 ; Alma Roma (1933), 55-62). G. Nicolau,
en nombre de la Sociedad Médica UMFIA, escribió : Projet d'uniji-
cation de la terminologie medícale par le latín, en Rev. de's Étud. lat.
(1933), 23. Sobre B. Raymundus Lullus propugnator latini sermonis
ómnibus communis escribió un tan breve como agudo trabajo el
P. B. Nicolau, T. O. R., en Analecta Tcrtii Ordinis Rcgularis S. Fran-
cisci, III (1935), 36o"362.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 94
467
nía también un mensajero del Cardenal de Domina FÜi Jesu
Christe, el cual refirió que por todos los lugares en donde
él había estado había oído decir que todo el mal y el error
que había en el mundo era por culpa y omisión del Papa y
de los cardenales, quienes, pudiendo tomar los medios para
poner en orden todo el mundo, no ponían en ello todo el cui-
dado y diligencia; y que, por este mal ejemplo que recibían
las gentes de ellos y sus oficiales, se hallaba el mundo en
tribulaciones y en error.
5. Habiendo finido el mensajero su relación, preguntó
el Santo Padre Apostólico a su camarlengo qué cosa le pa-
recía mejor: o tratar el negocio referido, y aplicar para ello
cinco mil francos de plata de renta, o confirmar el obispo y
quedarse en la mala fama en que estaban él y los cardenales
y demás prelados de la Iglesia. Respondió el camarlengo y
dijo que mejor cosa era tratar aquel gran negocio, como
fuese seguro el que pudiese llegar al fin deseado. Preguntó
aún el Papa al camarlengo si con el poder de Dios y el de
la santa Iglesia sería posible que aquel negocio, o en todo
o en parte, viniese a cumplido efecto. Pero el camarlengo,
avergonzado y confuso, se vió entonces precisado a otorgar
al Papa su intención.
6. — Hermanos, amigos, compañeros e hijos míos muy
amados — dijo el Papa a los cardenales — , para honrar la
pasión de Jesucristo os requiero que me ayudéis a tratar
cómo todos los lenguajes del mundo puedan reducirse a un
solo lenguaje; pues no habiendo sino uno solo en el mundo,
podrán de este modo entenderse las gentes las unas con las
otras; y por este recíproco entenderse, amaránse y serán
más semejantes en sus costumbres, con las cuales se con-
cordarán entre sí. Y por este tal trabajo y comunicación,
nuestros predicadores irán con mayor afición y con más se-
creto a tratar con los infieles, los cuales más presto y de
mejor modo entenderán la verdad de la vía saludable; y por
este medio podrá todo el mundo venir en buen estado y ser
más fácilmente destruidos los errores y convertidos los
errantes a la verdad. — Muy agradable fué a los cardenales
todo lo que el Papa les exhortaba y requería, y cada uno de
ellos se le ofreció a tratar aquel negocio con todos los po-
deres de su saber y querer. Y de esta ordenación establecie-
ron luego oficio e instituto, el cual encomendaron especial-
mente a 6 un cardenal que se llamase con el título de Tu so-
lus dominus, el cual tuviese bastante dotación de los bienes
« de la Iglesia para poder mantener con toda diligencia aquel
tan alto oficio.
6 «a un cardenal servís l'ufici e que hagués despesa abastament
a -mantenir aquell ofici».
468
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
CAPÍTULO XCV
De "Tu solus altissímus Iesu Christe cum Sancto Spiritu
in gloria Dei Patris. Amen"
1. En grandes pensamientos se hallaba el Papa Blan-
querna considerando cómo podría tratar paz y concordia \
por cuanto no se convienen en sujetarse a la obediencia de
un solo príncipe que los mantuviese en paz y justicia. A esta
sazón, dos religiosos que habían aprendido la lengua ará-
biga, no habiendo podido pasar a una ciudad en donde que-
rían predicar los Evangelios, remitieron una carta al Papa
representándole cómo se hallaban impedidos en su misión
por el motivo de no poder viajar con seguridad por los ca-
minos, y suplicaban al Santo Padre se dignase de escribir
a los príncipes y señores de aquella tierra para que les die-
sen una escolta 2, con que pudiesen pasar seguros a aquella
ciudad donde deseaban predicar. Habiendo leído el Papa
aquella carta, llamó a los cardenales y les habló en esta
forma :
2. — De común acuerdo fué resuelto entre nosotros que,
en tanto que durase la Gloria in excelsis Deo que se canta
en la santa Iglesia, fuese 3 asignada a cada uno de los car-
denales una parte en propio oficio y título para servir a glo-
ria de Dios. Y, así, es cosa muy necesaria destinar mensajeros
que vayan por el mundo a los príncipes y traten con ellos
el modo como nuestros religiosos puedan seguramente ir
por todo el mundo a predicar la palabra de Dios; y que en-
viemos cartas a los príncipes, suplicándoles que por nosotros
den todo favor y auxilio a dichos religiosos. También es ne-
cesario que enviemos continuadamente mensajeros a las re-
públicas para poder tratar paz entre la Lombardía, Toscana,
Venècia, Pisa y otras repúblicas 4, y que procuren cómo se
trate en justicia y caridad entre una y otra república, y,
por tanto, yo encargo este oficio al cardenal que aun no lo
tiene asignado.
3. Con mucho agrado recibió aquel cardenal el oficio de
mensajeros que el Papa le había encomendado, y luego envió
1 Más exacto : «Tratar paz y concordia entre los pueblos que es-
tán en gran discordia.»
2 El autor escribe «missatgers».
8 «fos a cada part asignat un cardenal per servir aquell uficb).
4 Las palabras «Pisa y otras repúblicas» las añade el traductor.
LTBRO DE EVAST Y BLANQUERNA.
95
469
los suyos por varias provincias a 5 examinar qué caminos
eran los más practicables y convenientes a los religiosos y
otros sujetos que se habían instruido en diferentes lenguas,
para que por ellos pudiesen pasar secretamente de una a
otra tierra. Y cuando el cardenal tuvo todas estas cosas bien
ordenadas, envió el Papa sus nuncios y mensajeros a aque-
llos príncipes de aquella comarca con cartas y regalos, pi-
diéndoles tuviesen los caminos asegurados para aquellos que
serían enviados por el Papa.
4. El cardenal hacía construir por los caminos puentes,
iglesias y casas de campo, para que los viandantes pudiesen
pasar con seguridad y que por la comunicación de unas na-
ciones con otras hubiese caridad y concordia entre ellos, y 0
que la santa fe romana fuese predicada, conocida y amada
en las tierras de los infieles. Grande era el gasto que cos-
teaba el camarlengo al cardenal para tratar este negocio,
y, por esto, dijo al Santo Padre que recogiese mucho tesoro
de la santa Madre Iglesia para que pudiese ser bastante a
todos los oficiales de Gloria in excetsis Deo. Y el Papa man-
dó que todos los oficiales fuesen muy bien asistidos de todo
lo necesario, y por la extensión y mejoras que la santa Igle-
sia romana adquiría por los operarios de Gloria in excelsis
Deo lograba el Papa más renta que no importaba todo el
gasto que se empleaba en los referidos oficiales.
5. — Padre Santo — dijo un día el Cardenal de Tu solus
altissimus — , deseo saber cómo podríamos ordenar nuestros
mensajeros para tratar la paz entre las repúblicas. — A que
respondió el Papa que los mensajeros procurasen saber e
inquirir ante las repúblicas cuál de ellas tenía quejas y agra-
vios de la otra; y que después él trataría cómo cada poten-
cia anualmente viniese a un lugar señalado, donde concu-
rriesen todas las demás potencias, para que, según forma
de capítulo o congreso, se tratase allí de amistad y correc-
ción de unos a otros, y que se estableciese entre ellos una
pena pecuniaria contra el que no quisiese convenir a las re-
soluciones de los finidores de aquel capítulo. — Y por esta
ordenanza — dijo el Papa — podrán las repúblicas reducirse a
la paz y concordia 7.
s «e féu encercar quals terres eren cuvinents als frares e ais
hòmens qui havien après diverses lenguatges, e que per aquelles
carreres poguessen anar de una terra en altra».
8 «e la santa fe romana fos preycada en les terres dels pagans
e dels infeels».
1 Muchos años antes de que Tuan López de Segòvia (final s. XV),
Domingo Báñez (t 1604) y Gabriel Vázquez (t 1604) predicaran la
conveniencia u obligación de recurrir al arbitraje para resolver los
conflictos entre las naciones, vemos la idea del arbitraje obligatorio
en un plan de comunidad universal, ordenada en sentido religioso,
47o
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
6. En una ocasión sucedió que dos embajadores del rey
de la India vinieron al Papa a suplicarle les diese algunos
estudiantes para aprender su lengua; y el Papa luego inme-
diatamente envió a llamar al Cardenal de Tu solus altissi-
mus, y le mandó procurase en cumplir lo que el rey de la
India pedía, pues aquella procuración pertenecía a su minis-
terio ; por lo cual el cardenal, sin pérdida de tiempo, procuró
dar las disposiciones correspondientes a aquel negocio. Muy
grande era el bien y buen ejemplo que se seguía por el oficio
del Cardenal de Tu solus altissimus. Y por cuanto el Papa
y los cardenales contribuían con todo su poder en cumplir
y servir sus oficios, pues los habían aceptado para servir a
Dios, según 8 el orden de Gloria in excelsis Deo, por esto,
Dios nuestro Señor les concedió su gracia, bendición y acier-
to en todas sus operaciones y les hacía agradables a las
gentes.
Finido 9 está, por gracia de Dios nuestro Señor, el Libro
del Apostólico Señorío, en todo lo que ordenó y obró el Papa
Blanquerna con sus cardenales para enderezar el mundo y
reducirle a buen estado, según el cántico de Gloria in excelsis
Deo. Amén.
de acuerdo con las ideas místicas del autor, pero también con un
aspecto político, en la. novela moral Blanquerna.
Subrayemos, además, que el polígrafo mallorquín, ya en el mis-
mo siglo XIII, lanza la idea de una ideal Sociedad de Naciones,
con representación en ella de todos los pueblos, dotada de un poder
coercitivo y dirigida por un Consejo. Ya dijo el Papa Pío XI en la
encíclica Nova itwpendet que, gracias a la Iglesia, la cristiandad de
la edad media constituía una verdadera Sociedad de Naciones Más
aún — añadimos nosotros — contemplada desde el punto de vista re-
ligioso y místico de Ramón Llull. Cf. nuestro estudio La paz y el
arbitraje internacional en Ramón Llull, en Verdad y Vida, I (1943),
456-458.
8 Llull no dice «según... Deo».
9 El texto catalán contiene este explícit : «Fenit és lo libre de
Gloria in excelsis Deo.» Con razón dice Carreras y Artau que el
capítulo 88, y también el 80, del Blanquerna constituyen el prece-
dente de la actual Congregación Romana De Propaganda Fide (1. c,
p. 632).
EMPIEZA EL LIBRO QUINTO,
DE VIDA EREMITICA
CAPITULO XCVI
De cómo el Papa Blanquerna renunció al pontificado
1. Envejeció, finalmente, el Papa Blanquerna, y se le
acordaron los primeros deseos de vivir vida eremítica. Te-
niendo consistorio secreto con los cardenales, les habló de
esta forma: — fPor la divina bendición, en buen estado se
halla al presente el pontificado y toda la corte romana, por
cuya ordenación se sigue gran exaltación de la fe. Y así, por
la gracia que Dios ha repartido en esta corte, y para que
Dios mantenga en ella el buen orden en que está, bueno se-
ría que eligiésemos un oficial que fuese procurador de la cor-
te 1, que hiciese todos los días especial oración, estándose
de continuo en vida contemplativa para rogar a Dios que
mantuviese esta corte en la buena ordenación en que se halla,
a fin que su honor fuese exaltado con provecho de esta misma
corte. — iCada cual de los cardenales aprobó la propuesta, y
buscaron entre ellos uno que fuese santo y devoto y de gran
perfección, para que su oración fuese más agradable a Dios.
2. Cuando el Papa Blanquerna hubo entendido el pare-
cer de todos los cardenales, hincóseles de rodillas, rogándo-
les que consintiesen en que él renunciase el pontificado y que
se le diese el oficio de emplearse en aquella oración. Levan-
táronse 2 al oír esto todos los cardenales, y, arrodillándose
delante del Papa, se opusieron con grande esfuerzo, dicien-
do que no convenía renunciase la dignidad apostólica, y más
cuando en este caso peligraba la corte de no permanecer en
tan grande y buena ordenación como era la en que se ha-
llaba entonces por la gracia de Dios y de la santa vida del
Pontífice. A que satisfizo éste, diciendo que a tan grande y
buena ordenación y perfección habían arribado los carde-
1 El texto primitivo calla oque fuese procurador de la corte».
2 «tots los cardenals s'agenollaren a l'apostoli e tots li contres
taren dients...»
472
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
nales por los oficios del Gloria in excelsis Deo} que no ha-
bía peligro se destruyese aquella buena ordenación, y ma-
yormente por el buen régimen del Papa su sucesor, cuando
fuese elegido según el arte de elección con que fué elegida
en abadesa sor Cana. Tanto tiempo perseveró el Papa Blan-
querna de rodillas, y lloró tanto delante de los cardenales,
y con tanta devoción y afección demostraba pedirles esta
gracia, que finalmente obedecieron a sus plegarias y llan-
tos 3.
3. Cuando el Papa Blanquerna logró el ser suelto del
Pontificado y se vió y se sintió libre para retirarse a servir
a Dios en vida eremítica, es indecible el gozo y la alegría
que tuvo; y las gracias que hizo a Dios y los cardenales,
ninguno sería bastante para explicarlas. Estando, pues, en
este gozo y consuelo, di joles estas palabras: — {Mucho tiem-
po he deseado, señores, servir y contemplar a Dios en vida
eremítica para no tener en mi corazón sino a Dios tan sola-
mente. Mañana, después de haber celebrado misa, me con-
viene partirme en busca de mi ermita y despedirme de vos-
otros, señores, que tendré muy presente toda mi vida en mi
memoria en todas oraciones. Y hago gracias particulares a
3 Comentando este pasaje, el erudito investigador doctor S. Gar-
cías dice : «El mérito que justamente corresponde al Doctor mallor-
quín es el de haber dado una solución doctrinal acertada, diez años
antes de la dimisión del Papa San Celestino V, y antes, por consi-
guiente, de suscitarse la controversia jurídico-teológica a raíz de la
elección de^ cardenal Benito Gaetano para ocupar la silla de San Pe-
dro. Según el Beato Ramón Llull, el Sumo Pontífice 'puede renun-
ciar a la tiara. Mas donde creemos debe cifrarse, principalmente,
para la historia de la teología católica y el derecho canónico, a la
vez, la importancia de la expresada página escrita por el Beato Llull,
es en la exacta visión de la validez de la renuncia pontificia, aunque
los cardenales se nieguen a aceptarla. Para el Beato mallorquín, di-
cha validez depende, exclusivamente, de la voluntad del Papa, ya
que éste puede obligar a aquéllos a reconocer su dimisión. La parte
que, según el mismo Beato, compete a los cardenales en la renuncia
de la tiara, no es otra que su aceptación, sea voluntaria o por im-
posición del mismo Papa.»
Para apreciar, como merece, la importancia del pasaje luliano hay
que tener en cuenta que el Doctor Iluminado escribía el Llibre de
Bíanquerna diez años antes de que Fr. Pedro Juan Olivi compusiese
su tratado De perfectione evangélica, en la que se suscita la cuestión
De renuntiationc papae; a lo menos doce años antes de que Egidio
Romano escribiese su tratado de derecho eclesiástico con el título
de De renuntiatione Papae, y, finalmente, unos dieciocho años antes
de que Juan de París divulgase su tratado De potestate regia et papalL
De todos ellos, Ramón Llull es el que resuelve la cuestión con ma-
yor acierto y sin abrir senda alguna a los errores conciliaristas, aun
concediendo que la doctrina del bienaventurado Maestro es la más
pobre, por hallarse contenida no en un tratado de carácter jurídico-
teológico escrito por exigencias históricas de 6U época, sino precisa-
mente en una novela. Cf. S. Garcías, El Beato Ramón Llull y la
cuestión de la renunciabilidad de la Sede Romana, en Analecta Sa-
cra Tarraconensia, 17 (1944), 67 ss.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA.
Dios y a vosotros todos por lo que me habéis ayudado con
tanta solicitud y cuidado en mantener y regir el Pontificado
por tanto tiempo.
4. Gran sentimiento tuvieron los cardenales al oír que
estaba determinado de irse al desierto para ser ermitaño,
y le rogaron vivamente quisiese estarse en Roma o en otra
ciudad que más le gustase, pues allí podría estar apartado
de las gentes en oración y contemplación. Mas el bienaven-
turado Blanquerna estaba tan inflamado de la divina inspi-
ración, que no quiso condescender a sus ruegos. Al otro día,
después de misa, quiso partirse para su ermita y despedirse
de sus compañeros.
5. — Señor Blanquerna — dijéronle los cardenales — , to-
dos nosotros os hemos sido obedientes por largo tiempo, y
hemos cumplido vuestros mandamientos. Vos sois ya muy
viejo y flaco, y necesitáis que vuestra comida y vuestra ha-
bitación sea tal, que baste a sustentar vuestro cuerpo, para
que mejor podáis trabajar en la vida espiritual contempla-
tiva; por lo que encarecidamente os rogamos os quedéis acá
entre nosotros hasta tanto que hayamos encontrado un ere-
mitorio a propósito para vos y compuéstole de manera que
podáis habitar en él y celebrar divino oficio ; y al entretanto,
nosotros, con vuestro consejo, elegiremos Papa, quien os
dará su gracia y bendición cuando os partiréis de nosotros,
que, sin duda, quedamos muy tristes y desconsolados de
vuestra partenza. Tan devotos y razonables fueron los rue-
gos de los cardenales, que obligaron a Blanquerna a con-
descender a sus deseos.
6. Estando así Blanquerna en Roma con los cardenales,
enviaron éstos algunos mensajeros que buscasen por las
selvas y por los montes un puesto a propósito donde pudiese
habitar y aprovecharse en su devoción; y en una alta mon-
taña donde había una iglesia solitaria y eremítica, cerca de
una bella fuente, aparejaron una celda donde pudiese Blan-
querna habitar, y dispusieron que un monasterio que había
al pie de la montaña cuidase de proveerlo allí todos los días
de cuanto necesitase. Al entretanto que esto se disponía, de
consejo de Blanquerna, eligieron por Papa al Cardenal de
Laudamus te, [a] quien debieron elegir los cardenales según
se lo demostró el arte de elección. Y luego se tomó para
sí el oficio de Gloria in excelsis Deo, que tenía antes Blan-
querna siendo Pontífice, y el oficio del cardenal fué dado a
otro nuevamente elegido, quien entró a ejercer el empleo e£
lugar del Cardenal de Laudamus te.
474
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
CAPITULO XCVII
De cómo Blanquerna se despidió del Papa y de los
cardenales
1. Levantóse muy de mañana Blanquerna y celebró pri-
vadamente misa del Espíritu Santo. Y, algo después, el Papa
nuevamente electo cantó misa solemne, y predicó y refirió
todo el bien y las sabias ordenaciones que su antecesor Blan-
querna había hecho en la corte, y cómo por el fervor y de-
seo de servir a Dios más altamente había renunciado el Pon-
tificado y se iba a hacer penitencia en los altos montes, de-
terminando de estarse en compañía de los árboles, de las
aves y de las bestias por toda su vida, para contemplar al
Soberano Señor Dios de la gloria. Tan bueno era el asunto
que tenía el Papa hablando de Blanquerna el ermitaño y lo
narraba con tanta energía y devoción, que los cardenales y
el pueblo romano que estaban escuchando el sermón no po-
dían contener el llanto, sintiendo todos que Blanquerna les
dejase; y compadeciéndose mayormente de él, porque, sien-
do ya tan anciano, quería atormentar su cansado cuerpo con
la soledad y vida áspera y penitente.
2. Continuaba aún el sermón y el desconsuelo y llanto
del pueblo, cuando un ermitaño que tenía su habitación en
las montañas de Roma dijo al Papa estas palabras: ■ — Señor
Padre Santo, en la ciudad de Roma hay muchos ermitaños
que viven en el recinto de las murallas de la ciudad, y acon-
tece muchas veces que algunos de ellos son tentados y no
tienen arte para saber contemplar a Dios y llorar sus pe-
cados. Y habiendo Blanquerna instituido muchos oficiales
para ordenar el mundo al servicio de Dios, vengo yo aquí,
de parte de todos los ermitaños de Roma, a rogarle que quie-
ra estarse con nosotros en la ciudad de Roma y que sea
nuestro maestro y nuestro visitador, tomándose este oficio;
pues así será de gran provecho para nosotros y para sí y
podrá perseverar y vivir en la vida eremítica que tanto
desea 1.
3. El Papa y los cardenales rogaron mucho a Blanquer-
na que se quedase y tomase el oficio que decía el ermitaño,
por el gran bien que se seguiría de ello, y aún más por el
buen ejemplo que daría al mundo. Mas Blanquerna se ex-
cusó diciendo que por ningún modo se quedaría entre el bu-
llicio de las gentes; y con esto se despidió de todos, y les
1 En el texto primitivo no se lee «que tanto desea».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA . — C. qS
475
pidió perdón por si en algo les había ofendido o hubiese fal-
tado y que rogasen a Dios por él. Concluido esto, el ermi-
taño pidió al Papa aquel oficio que decía tomase Blanquerna,
y el Papa se lo otorgó y concedió con su gracia y bendición.
4. Humildes 2 y groseros vestidos tomó Blanquerna, se-
gún convenía a la vida eremítica que emprendía, y hacién-
doles en la frente la señal de la cruz, por la cual se nos pre-
senta nuestra redención, besó los pies y la mano del Papa,
y con lágrimas le pidió su gracia y bendición, encomendán-
dose de corazón a Dios. Y el Papa le dió su bendición, y
llorando le dió un ósculo en la boca, y lo mismo ejecutaron
los demás cardenales. Mandó el Papa a dos de ellos le acom-
pañasen hasta la ermita donde había de habitar, y que, si
hubiera algo que necesitase de componer, que lo mandase
hacer luego. Los dos cardenales, y todo el pueblo de Roma
con ellos, acompañáronle hasta fuera de la ciudad. Y allí
Blanquerna rogó mucho a los cardenales que se retirasen,
pues bastante le habían acompañado; mas no quisieron los
cardenales volverse, antes bien fueron juntos con él hasta
la celda que se le había prevenido para su ermita.
5. Había allí una bella fuente, y una iglesia antigua, y
una celda muy decente, que :: había hecho fabricar el Papa
para Blanquerna. Y, a cosa de una milla distante de la
iglesia, había también hecho fabricar una casa para habita-
ción de un hombre que sirviese a Blanquerna y le aparejase
la comida, para que, sin estorbo en ello, pudiese mejor es-
tarse en contemplación. Aquel hombre era un diácono muy
amado de Blanquerna, quien no quiso dejarle, antes quiso
estar en su compañía para ayudarle cada día en oficio divi-
no. Cuando Blanquerna estuvo en su eremitorio y estuvo
compuesto todo lo preciso y necesario para un ermitaño,
los cardenales, llorando, se despidieron de Blanquerna con
recíprocas demostraciones de cordial y sincero amor, y, en-
comendándose a sus oraciones, se volvieron a Roma.
CAPITULO XCVIII
De la vida que Blanquerna hacía en su ermita
1. Estando Blanquerna en su eremitorio, levantábase a
medianoche y abría las ventanas de su celda para ver el cielo
y las estrellas, y empezaba a orar con la mayor devoción
- «Blanquerna pres humils vestiments de vida ermitana, e féu-se
lo senyal per lo qual és ignificada nostra redemçó, e besà los peus
e les mans a l'apostoli, e plorosament lo comanà a Déu.»
* Está de más «que... Blanquerna».
476
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
posible, a fin que su alma estuviese toda en Dios y sus ojos
en lágrimas y llantos. Después de haberse ocupado hasta
maitines en contemplar y llorar copiosamente, entrábase en
la iglesia a tocar maitines, y luego venía su diácono y le
ayudaba a rezarlas, y al romper el alba celebraba devotamen-
te misa y después decía algunas devotas palabras al diácono,
a fin de enamorarle de Dios ; y estando así hablando de Dios
y de sus obras, lloraban juntos, por la gran devoción que
sentían en estos espirituales coloquios. Entrábase, pues, el
diácono en el jardín, y se ocupaba en cultivar los árboles \
y Blanquerna salía de la iglesia para recrear su alma de las
fatigas que había sostenido en su persona, y esparcía su
vista por los montes y por los llanos a fin de tomarse algún
recreo.
2. Luego que Blanquerna se sentía recreado, entraba en
oración y contemplación, o leía la Sagrada Escritura y el
gran 2 Libro de contemplación hasta la hora de tercia, y
después, rezaba tercia, sexta y nona. Y concluidas estas
horas, íbase el diácono a guisar algunas hierbas o legumbres
para la comida de Blanquerna, quien al entretanto entraba
en el jardín y cultivaba algunas hierbas para evitar el ocio
y conservar con el ejercicio la salud. Entre mediodía y hora
de nona comía, y después de haber comido, se Volvía solo
a la iglesia, y allí hacía gracias a Dios. Concluida la ora-
ción, empleaba una hora en el recreo o en el jardín o en la
fuente, paseándose por aquellos parajes donde mejor se ale-
grase su alma, y, después, dormía para poder más fácil-
mente soportar las fatigas de la noche. Después de haber
dormido, lavábase las manos y la cara, y se estaba así hasta
que tocaba vísperas, y luego acudía al diácono; y después de
haber dicho las vísperas decían las completas, y el diácono
volvía a su celda, y Blanquerna se quedaba solo, pensando
y considerando aquellas cosas que más le agradaban y le
parecían más a proposito para disponerse a entrar en
oración.
3. Después de puesto el sol, subía Blanquerna sobre ei
terrado de su celda, y allí, hasta la primera hora del sueño,
estábase en oración mirando con sus ojos llorosos el cielo y
las estrellas y con el devoto corazón considerando los honores
y grandezas de Dios y las faltas que contra él cometen los
hombres de esté mundo. Con tanta afección y tan gran fer-
vor estaba Blanquerna contemplando desde puesto el sol
hasta la hora del primer sueño, que cuando estaba echado
para dormir le parecía estar tratando con Dios en aquel
punto, según antes había sido el de su meditación y oración.
1 «e laborava en alcunes roses».
- «e en lo Llibre de contemplació», dice simplemente el autor.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA.
99
477
4. Este modo de vida tan feliz logró Blanquerna hasta
que las gentes de aquella comarca empezaron a tener par-
ticular devoción en visitar el altar de la Santísima Trinidad
que había en aquella iglesia, por lo que concurría mucha
gente a hacer allí sus vigilias, estándose las noches en ora-
ción, y estorbaban la contemplación y oración de Blanquer-
na, quien no osaba decir ni prohibirles que viniesen, por no
dar motivo que la gente perdiese la devoción que tenía en
visitar aquella iglesia; por cuyo motivo mudó su celda en
otro puche distante una milla de la iglesia y de la casa que
habitaba su diácono, y allí dormía y estaba Blanquerna, ex-
cusándose de ir a la iglesia mientras había concurso, sin
permitir que ningún hombre ni mujer alguna entrase en *
aquella celda que antes habitaba y había dejado después.
5. Así vivía y estaba el ermitaño Blanquerna, conside-
rando que jamás había gozado vida tan alegre y gustosa,
ni había logrado nunca tan buena disposición para exaltar
su alma en contemplar a Dios, quien por su santa vida ben-
decía y enderezaba a todos los que tenían devoción en fre-
cuentar aquella santa iglesia; y el Papa y los cardenales,
como también todos sus oficiales, mejor se conservaban en
su estado y en la gracia de Dios por la santa vida y oracio-
nes de Blanquerna.
CAPÍTULO XCIX
de la manera como blanquerna ermitaño compuso el
"Libro del Amigo y del Amado"
1. Aconteció un día que el ermitaño que había en Roma,
según llevamos dicho, anduvo a visitar los ermitaños y reli-
giosos que vivían retirados en los montes dentro de Roma,
y halló que en algunas cosas tenían muchas tentaciones,
porque no sabían portarse de la manera que más convenía
a su modo de vida; por lo cual pensó ir al ermitaño Blan-
querna a rogarle hiciese un libro que tratase de la vida ere-
mítica, para que los otros ermitaños se enseñasen con este
libro a saber estar en contemplación y devoción. Estaba
Blanquerna en oración un día, cuando aquel ermitaño vino
a su celda y le rogó por caridad le compusiese y arreglase
aquel libro. Mucho discurrió Blanquerna sobre la materia
y el método que elegiría para esta obra.
3 El texto catalán dice simplemente «en aquella cella on ell s'era
müdat de estar».
478
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
2. Y mientras lo estaba discurriendo, le vino en volun-
tad de entregarse con mayor esfuerzo a la oración y contem-
plación, para que en ella Dios le enseñase la materia de que
había de componer el libro y método que había de observar
en él. Y continuando así en sus lágrimas y oración, Dios fué
servido de exaltar a la suprema elevación de sus fuerzas su
alma, que le contemplaba, y sintióse Blanquerna fuera de
si por el gran fervor y devoción en que estaba; y de aquí
pensó en que la fuerza de amor no sigue método ni modo
cuando el amigo ama fuertemente al amado. Por lo que le
vino en voluntad de hacer un Libro del Amigo y del Amado,
entendiendo por amigo cualquier fiel y devoto cristiano, y
por el amado, a Dios nuestro Señor.
3. Mientras Blanquerna estaba en esta consideración,
se acordó de que, en cierta ocasión, siendo él Papa, le refirió
un moro que 1 entre ellos había algunas personas religiosas,
los cuales son muy respetados y estimados sobre los demás,
y se llaman sofíes o morabutos, que suelen decir algunas
parábolas de amor y breves sentencias que influyen al hom-
bre gran devoción y necesitan de exposición, y por la exposi-
ción sube el entendimiento más alto en su contemplación,
por cuya elevación asciende la voluntad y multiplica más
la devoción. Después de haber considerado todo eso, resolvió
Blanquerna componer el libro según el dicho método, y dijo
al ermitaño se volviese a Roma, que en breve le enviaría
por su diácono el Libro del Amigo y deí Amado, con el cual
podría multiplicar el fervor y la devoción en los ermitaños,
que deseaba enamorar de Dios nuestro Señor.
1 «los sarraïns han alcuns hòmens religioses, enfre los altres
e aquells qui són més preats enfre ells són unes gents qui han nom
sufies».
DEL LIBRO DEL AMIGO Y DEL AMADO
Del prólogo
1. Poníase en oración Blanquerna y consideraba la ma-
nera con que contemplaba en Dios y sus virtudes, y salien-
do de este ejercicio, escribía lo que había contemplado. Esto
hacía todos los días, y mudaba y variaba en la oración nue-
vas y diversas razones para componer el Libro del Amigo y
del Amado de distintas materias y diversos modos 1, para
que pudiese el alma en poco tiempo discurrir de muchas ma-
neras. Comenzó Blanquerna con la bendición de Dios su 2
1 «per tal que de diverses maneres e de moltes componès lo
Llibre de Amic e Amat, e que aquelles maneres fossen breus e que
en breu temps la anima ne pogués moltes decòrrer. E en la bene-
dicció de Déu, Blanquerna començà lo libre, lo qual departí en ay-
tants verses com ha dies en l'any ; e cascú vers basta a tot un dia
•a contemplar Déu, segons la Art" del Llibre de contemplació».
- No es improbable, ni esta hipótesis fué descartada por eximios
lulistas, como M. Obrador y Mn. Galmés, que el poema en prosa
Llibre de Amic e Amat formara primitivamente un libro aparte, que
después el autor, per un anacronisme de romançador, como dice
Mn. Galmés, le incluyera en el Blanquerna juntamente con el Art de
contemplació, que viene a ser como su complemento.
De hecho, en el más antiguo catálogo de obras lulianas, formado
ya en vida del autor, se pone por separado el Libcr Brac¡ucr)iae y el
Libcr Amici et Amati, y, como reconociendo su carácter indepen-
diente, el autor regalaba a Pedro Gradenigo, dux de Venècia, una
versión latina de este mismo libro, exornada con un autógrafo, hoy
en la Biblioteca Marciana, de Venècia (Llibre d'Amic e Amat [Palma
de Mallorca, 1904], 14, y Llibre d'Amic e Amat [Barcelona, 1927],
S-g). Sin embargo, en su Dinamisme de Ramon Llull (Mallorca, 1935,
p. 19), Mu. Galmés excluye dicha suposición.
La numeración y división de los versículos en el Llibre d'Amic
c Amat es muy diversa en los distintos manuscritos y códices. Aquí
nos separamos de la traducción de 1749 — reproducida por E. Oveiero
en 1929 — , que es la que hemos seguido constantemente, pues admi-
te muchos versículos que la crítica textual moderna ha rechazado
por espúreos. Adoptamos, pues,, el orden de los versículos de la edi-
ción crítica catalana de S. Galmés y M. Ferrà (ORL, IX, 379-431),
echando siempre mano de la traducción de 1749, fuera de aquellos
versículos que faltan en aquella versión castellana, y que nosotros
traducimos directamente ; son los marcados con un asterisco. A con-
48o
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
Libro de contemplación, que se sigue inmediatamente des-
pués de este Libro del Amigo y del Amado.
1. Preguntó el Amor 3 a su Amado si había quedado en
él alguna cosa que amar. Respondióle el Amado que aquello
por lo cual el amor del Amigo podía multiplicar se restaba
aún por amar.
2. Las sendas por donde el Amigo busca a su Amado
largas son y peligrosas, llenas de consideraciones, suspiros
y llantos e iluminadas de amores.
3. Juntáronse muchos amadores para amar a un Ama-
do, quien les abundaba a todos de amores. Y cada uno de
ellos tenía por joya y caudal a su Amado, de quien concebía
agradables pensamientos, por los cuales sentía gustosas
tribulaciones.
4. Lloraba el Amigo y decía: — ¿Cuándo llegará el tiem-
po en que cesarán en el mundo las tinieblas y 4 los caminos
del infierno, para que cesen las carreras infernales ? Y ¿ cuán-
do llegará la hora en que la agua, que acostumbra correr
hacia abajo, tomará la inclinación y naturaleza de subir ha-
cia arriba? Y ¿cuándo serán más los inocentes que los cul-
pables?
5. — '¡AJh!, ¿cuándo se gloriará el Amigo de morir por
su Amado? Y ¿cuándo verá el Amado a su Amigo enfermar
por su Amor?
6. El Amigo dijo a su Amado : — Tú que llenas al sol de
resplandor, llena mi corazón de amor. — Respondióle el Ama-
do: — A no estar tú lleno de amor, no derramarían lágrimas
tus ojos, ni tú habrías venido a este lugar para ver a tu
Amado 5 [5] .
7. Tentó el Amado a su Amigo para ver si le amaba per-
fectamente, y le preguntó de dónde nacía la diferencia que
hay entre la presencia a la ausencia del Amado. Respondió
el Amigo que de la ignorancia y del olvido, del conocimiento
y del recuerdo [6].
8. Preguntó el Amado a su Amigo: — ¿Te acuerdas de
cosa alguna que yo te haya remunerado, para que tú quieras
amarme? — Sí — respondió el Amigo — , pues entre los traba-
jos y placeres que me das no hago diferencia [7].
tinuación de cada versículo ponemos entre corchetes el número' co-
rrespondiente a la edición castellana de Aguilar, 1944, por ser ésta
más divulgada y conocida que la de Ovejero. Finalmente, los ver-
sículos castellanos de la edición de 1749 y 1929 que Galmés y Ferrá
tienen por apócrifos los damos en el primer apéndice de BÍanquer-
na, p. 580.
3 «Demanà l'amic.»
4 El original calla «y los caminos del infierno».
5 «Ton amador» según el texto primitivo.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 99
481
9. — Dime, Amigo — preguntó el Amado — : ¿tendrás pa-
ciencia si te doblo tus dolencias? — Sí — respondió el Amigo — ,
con tal que dobles mis amores [8].
10. Preguntó el Amado al Amigo: — ¿Sabes aún lo que
es amor? — Respondió el Amigo: — Si no supiere qué es amor,
sabría qué cosa es trabajo, tristeza y dolor [9].
11. Preguntaron al Amigo: — ¿Por qué no respondes
a tu Amado, que te llama? — Respondió el Amigo: — Ya me
ofrezco a padecer grandes peligros por que él venga, y le
hablo ya deseando sus honras [10].
12. — Amigo insensato : ¿ por qué acabas tu cuerpo, gas-
tas 6 tu dinero, y dejas las delicias de este mundo, y andas
despreciado de las gentes? — Respondió el Amigo: — Para
honrar los honores de mi Amado, el cual es desamado y des-
honrado por más hombres que amado y honrado [11],
13. — Dime, fatuo por amor : ¿ cuál cosa es más visible :
el Amado o el Amigo, o el Amigo en el Amado? — Respondió
el Amigo y dijo que el Amado es visto por amores, y el
Amigo por suspiros, llantos, trabajos y dolores [12].
14. Buscaba 7 el Amigo quien dijese a su Amado que él
por su Amado padecía grandes trabajos, y moría; y encon-
tró a su Amado leyendo en un libro, en donde estaban escri-
tas todas las enfermedades que el Amor le daba por su
Amado, y todos los agradecimientos que de ello había el
Amado [13].
15. La Reina del cielo presentó su Hijo al Amigo para
que le besase el pie, y que escribiese en su libro las virtudes
de la madre de su Amado [14].
16. — Pajarillo que cantas, dime : ¿ te pusiste al resguar-
do de tu Amado, para que te defienda de desamor y que mul-
tiplique en ti el amor? — Respondió el pájaro: — ¿Y quién me
hace cantar sino sólo el Señor de amor, quien tiene el des-
amor a deshonor? [15].
17. Entre temor y esperanza hizo el Amor su hospicio,
en donde vive por pensamientos y muere por olvido, cuyos
fundamentos distan mucho de los deleites y placeres de este
mundo [16].
18. Cuestión hubo entre los ojos y la memoria del Ami-
go, porque los ojos decían que más valía ver al Amado que
rememorarle, y la memoria decía que por la recordación su-
ben las lágrimas a los ojos, y el corazón se inflama en
amor [17],
19. El Amigo preguntó al entendimiento y a la volun-
tad cuál de los dos era más cercano de su Amado. Y corrie-
0 Vensículo truncado en las ediciones de Ovejero y Aguilar.
>- Versículo truncado en las ediciones de Ovejero y Aguilar.
16
482
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
ron los dos, y el entendimiento llegó mucho más presto a su
Amado que no la voluntad [18].
20. Contienda hubo entre el Amigo y el Amado; y lo
vió otro amigo, el cual lloró tan largo tiempo, hasta que
se hizo la paz entre el Amado y el Amigo [19].
21. Los suspiros y los llantos vinieron al tribunal del
Amado, y preguntáronle por quién de los dos se sentía más
fuertemente amado. El Amado sentenció que los suspiros
están más cerca al amor, y los llantos, a los ojos [20].
22. Vino el Amigo a beber en la fuente en donde quien
no ama, bebiendo, se enamora, y después de haber bebido, se
le doblaron sus langores. Y vino el Amado a beber en la
misma fuente para redoblar a su Amigo sus amores, en los
cuales le doblase sus langores [21].
23. Enfermó el Amigo, y8 estaba en éxtasis y exceso
de pensamientos. El Amado le cuidaba: de mérito le alimen-
taba, de amor le abrevaba, en la paciencia le recostaba, de
humildad le vestía y con verdad le curaba [22].
24. Preguntaron al Amigo en dónde era su Amado.
Quien respondió diciendo: — Vedle ahí en una casa más
noble que todas las demás noblezas creadas, y vedle ahí en
mis amores, en mis langores y en mis llantos [23].
25. Preguntaron al Amigo : — ¿ Adonde vas ? — Y respon-
dió: — Vengo de mi Amado. — ¿De dónde vienes? — Voy a
mi Amado. — ¿Cuándo volverás? — Me estaré con mi Ama-
do. — ¿Qué tiempo estarás con tu Amado? — Todo el tiempo
que serán en él mis pensamientos [24].
26. Cantaban los pájaros la alba, y despertóse el Ami-
go, que es alba; y los pájaros acabaron su canto, y el Amigo
murió en la alba por su Amado [25].
27. Cantaba el pájaro en el vergel del Amado. Vino el
Amigo y dijo al pájaro: — Si no nos entendemos por la
habla, entendámonos por amor, porque en tu canto se re-
presenta a mis ojos mi Amado [26].
28. Tuvo sueño el Amigo, quien había trabajado mucho
en buscar a su Amado, y temió que no se le olvidase su
Amado; lloró para no dormirse y para que no se le olvidase
su Amado [27].
29. Encontráronse el Amigo y el Amado, y dijo el Ama-
do al Amigo: — No hay necesidad de que me hables; mas
hazme señas con tus ojos, que son palabras a mi corazón,
que te dé lo que me pides [28].
30. Desobedeció el Amigo a su Amado, y lloró el Ami-
go, y el Amado vino a morir con el vestido de su Amigo,
8 Según el Original : «... y pensaba en el Amado : de méritos lo
alimentaba.»
LIRRO DE EVAST Y BLANOUERNA . — C. 99 4»3
-para que el Amigo recobrase lo que había perdido, y dióle
mayor don que el que había perdido [29].
31. Prendaba el Amado a su Amigo, y no le dolía su
desfallecimiento para que fuese de él más fuertemente ama-
do, y en el mayor desfallecimiento encontró"' el Amigo ma-
yor gozo y recreo [301].
32. Dijo el Amigo: — Los secretos de mi Amado me
atormentan cuando 10 mis obras no los revelan, y porque
mi boca los tiene secretos y no los revela a las gentes [31].
33. Las condiciones del amor son: que el Amigo sea
sufrido, paciente, humilde, temeroso, solícito, confiado y que
se arriesgue a grandes peligros para honrar a su Amado.
Y las condiciones del Amado son: que es verdadero, libe-
ral, piadoso y justo para con su Amigo [32].
34. Buscaba el Amigo devoción en los montes y en los
llanos para ver si su Amado era servido, y en todos estos
lugares halló falta; y, por esto, cavó en tierra por ver si en
el fondo encontraría cumplimiento, puesto que sobre la haz
de la tierra había falta de devoción [33].
35. — Dime, pájaro que cantas de amor: ¿por qué mi
Amado me atormenta con amor, puesto que me ha recibido
para servidor suyo? — Respondió el pájaro: — Si por amor
no padecías trabajos, ¿con qué amarías a tu Amado? [34].
36. Pensativo iba el Amigo por las sendas de su Amado,
y resbaló y cayó entre espinas, las cuales le parecieron rosas
y flores y que fuesen cama de amores [35].
37. Preguntaron al Amigo si cambiaría a su Amado por
otro alguno. Y respondió diciendo: — ¿Cuál otro es mejor
ni más noble que el Soberano Bien, eterno e infinito en gran-
deza, poder, sabiduría, amor y perfección? [36].
38. Lloraba y cantaba el Amigo cánticos de su Amado,
y decía que más pronta y más viva cosa es el amor en el
corazón del amante que el relámpago en el resplandor, ni el
trueno en el oír; y más viva cosa es la agua en los llantos
que 11 el viento en la fluctuación del mar; y que más cercano
es el suspiro al Amado que el candor a la nieve [37].
39. Preguntaron al Amigo por qué su Amado era glo-
rioso, y respondió: - Porque es gloria — . Dijéronle: — ¿Por
qué es poderoso? -Porque es poder. — Y ¿por qué es sa-
bio? — Porque es sabiduría. — Y ¿por qué es amable? — 'Por-
que es Ajnor [38].
40. Madrugó el Amigo, e iba buscando a su Amado,
y encontró gente que iba por los caminos, y les preguntó
si habían visto a su Amado. Y respondiéronle diciendo:
—•¿Cuándo fué la hora en que tu Amado estuvo ausente de
• «atrob l'amic plaer e reveniment», dice el texto primitivo.
Versículo alterado en las ediciones de Ovejero y Aguilar.
11 «que en ondes de mar», escribe Ramón Llull.
484
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
tus mentales ojos ? — Respondió el Amigo : — Después que yo
vi a mi Amado en mis pensamientos, nunca jamás estuvo
ausente de mis ojos corporales, porque todas las cosas visi-
bles me representan a mi Amado [39].
41. Con ojos de pensamientos, langores, suspiros y llan-
tos miraba el Amigo a su Amado; y con ojos de justicia,
gracia, piedad, misericordia y liberalidad remiraba el Amado
a su Amigo. Y un pájaro cantaba el sobredicho placentero
aspecto [40].
42. Las llaves de las puertas de amor son sobredoradas
de consideraciones, deseos, suspiros y llantos; y el cordón
de ellas es de conciencia, contrición, devoción y satisfacción
por obra 12 ; y el portero es justicia, misericordia y pie-
dad13 [41].
43. Llamaba el Amigo a las puertas de su Amado con
aldabadas de amor 14, y el Amado oía los toques del Amigo
con humildad, piedad, paciencia y caridad. Abriéronsè las
puertas de la Divinidad y de la Humanidad, y entró el Ami-
go a ver a su Amado [42].
44. Propio y común se encontraron, y entre sí se mez-
claron para que hubiese benevolencia y amistad entre el
Amigo y el Amado [43].
45. Dos son los fuegos que calientan el amor del Amigo :
el uno es de deseos, placeres y pensamientos ; el otro se com-
pone de temor y desmayos, lágrimas y llantos [44].
46. Deseaba soledad el Almigo, y fuése a vivir solo para
lograr la compañía de su Amado, sin el cual se halla solitario
entre las gentes [45].
47. Solo estaba el Amigo a la sombra de un bello árbol.
Y pasando varios hombres por aquel paraje, le preguntaron
por qué estaba solo. Respondióles el Amigo: — Ahora estoy
solo que os he visto y oído; pues antes tenía la compañía
de mi Amado [46].
48. Con señas de amor se hablaban el Amigo y el Ama-
do; y con temor, pensamientos, lágrimas y llantos refería el
Amigo a su Amado las angustias de su corazón [47].
49. Dudó el Amigo si su Amado le faltaría en sus ma-
yores necesidades, y el Amado desenamoró al Amigo. Mas
el Amigo tuvo contrición y penitencia en su corazón, y el
Amado restituyó al corazón del Amigo la esperanza y la
caridad, y a sus ojos, lágrimas y llantos, para que volviese
en el Amigo el amor [48].
50. La misma proporción tiene la cercanía entre el Ami-
go y el Amado que la distancia, porque como mezcla de vino
y agua se mezclan los amores del Amigo y del Amado, y
a En el original leemos simplemente «satisfacción».
13 Falta en el texto primitivo «y piedaót».
14 «amb colp d 'amor e esperança».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 99
485
como claridad y resplandor se eslabonan sus amores, y como
esencia y ser se acercan y se convienen [49]:
51. Dijo el Amigo a su Amado: — En ti está mi salud
y mi dolencia; cuanto más perfectamente me sanas, crece
más mi langor, y cuanto más me enfermas, más salud me
das [50]. — Suspiraba 15 el Amigo y decía: — ¡Oh y qué cosa
es mi amor! — Respondió el Amado: — Tu amor es sello1''
que imprime y sella amor cuando manifiestas a las gentes
mis honores.
52. Veíase el Amigo apresar y atar, herir y matar por
amor de su Amado. Y los que le atormentaban preguntában-
le: — (¿Adonde está tu Amado? — 'Respondióles el Amigo:
-Helo aquí en la multiplicación de mis amores y en la tole-
rancia que me da en mis tormentos.
53. Dijo el Amigo a su Amado: — \Yo jamás me excusé
ni me aparté de amarte desde que te conocí, pues por ti, en
ti y contigo estuve dondequiera que me hallase. — Respondió
el Amado: — Ni yo, desde que tú me conociste y amaste, te
he olvidado, ni jamás te engañé ni te he faltado.
54. Iba el Amigo como un loco por cierta ciudad, can-
tando de su Amado, y preguntóle la gente si había perdido
el seso. Respondió que su Amado le había robado su voluntad
y que él le había entregado su entendimiento, y por esto le
había quedado sólo la memoria, con que se acordaba de su
Amado.
55. Dijo el Amado: — «Milagro es contra el amor del
Amigo que éste se duerma olvidando a su Amado. — -Respon-
dió el Amigo: — Mjilagro es también, y contra el amor del
Amado, si éste no despierta al Amigo, pues que le ha de-
seado.
56. Subióse el corazón del Amigo en las alturas de su
Amado, porque no tuviese embarazo de amarle en el abis-
mo de este mundo, y cuando estuvo con su Amado, con-
templóle con dulzura y placer. Pero el Amado le hizo bajar
a este mundo para que le contemplara con tribulaciones y
penas que 17 da el amor.
57. Al Amigo preguntaron: — ¿Cuáles son tus rique-
zas?— Respondióles: — Las pobrezas que por mi Amado pa-
dezco. — Y ¿cuál es tu descanso? — El desfallecimiento que
por amor me da. — ¿Y quién es tu médico? — La confianza
que tengo de mi Amado. — ¿Y quién es tu maestro? — Res-
pondió que las significaciones que las criaturas le dan de su
Amado.
58. Cantaba una avecilla en un ramo lleno de hojas y
* Cállase en el original «Suspiraba. . . amor».
f «és sagell e empremta on mostres los meiífc honraments a les
nts» .
K «que da el amor» es un añadido del traductor.
4<S6 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
flores, y el viento movía las hojas y esparcía el olor de las
flores. Preguntaba el Amigo a la avecilla qué significaba aquel
movimiento de las hojas y el olor de las flores. Respondió
que las hojas en su movimiento significan obediencia, y el
olor de las flores, el tolerar tribulaciones y angustias.
59. Iba el Amigo deseando a su Amado, y encontróse
con dos amigos, quienes con amor y llanto se saludaron, se
abrazaron y besaron. Desmayóse el Amigo, pues tan viva-
mente le hicieron los dos amigos memoria de su Amado.
60. Pensó el Amigo en la muerte, y temióla, hasta que
se acordó de su Amado, y con alta voz dijo a los que tenía
presentes: — ¡Oh, señores: amad mucho, para que no temáis
la muerte ni los peligros en honrar y servir a mi Amado'
61. Preguntaron al Amigo en dónde tuvieron el primei
principio sus amores. Y respondió que en la nobleza de su
Amado, y de aquel principio se inclinó a amar a su Amado,
a sí mismo y al prójimo y a desamar al engaño y a la fal-
sedad.
62. — Oime, insensato por amor: si tu Amado te des-
amaba, ¿qué harías? — -¡Respondió y dijo: — Amaríale para
no morir, puesto que el desamor es muerte y el amor es vida.
63. Preguntaron al Amigo qué cosa era perseverancia.
Y respondió que era bienaventuranza y tribulación en el
Amigo que persevera en el amar, honrar y servir a su Ama-
do con fortaleza, paciencia y esperanza.
64. Dijo el Amigo a su Amado que le diese la paga del
tiempo que le había servido. Tomó el Amado en cuenta los
pensamientos, deseos, llantos, peligros y trabajos que por
su amor había padecido el Amigo, y añadió el Amado a la
cuenta la eterna bienaventuranza, y se dió a sí mismo en
paga a su Amigo.
65. Preguntaron al Amigo qué cosa era bienaventuran-
za. Y respondió que tribulación padecida por amor.
66. — Dime, loco : ¿ qué cosa es tribulación ? — Respondió
que memoria de los desacatos que se hacen a mi Amado,
digno de toda honra [67].
67. Volvió el Amigo a mirar un lugar en donde había
visto a su Amado, y dijo: — ¡Gh lugar, que me haces pre-
sentes las bellas costumbres de mi Amado! Dirásle que yo
por su amor padezco trabajos y fatigas. — Respondió el lu-
gar : — Cuando en mí estaba tu Amado, padecía por tu amor
mayores trabajos y tribulaciones mayores que todas las que
puede dar a sus siervos el amor [68].
68. Decía el Amigo a su Amado: — (Tú eres todo, y por
todo, y en todo y con todo. A ti quiero entregarme todo para
tenerte todo. — Respondió el Amado: — iNo puedes tenerme
si no eres mío todo. — Dijo el Amigo: — ^Tenme a mí todo y
yo téngate a ti todo. — Respondió el Amado: — Si tú me tie-
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 99
4S/
nes todo, ¿ qué tendrá tu hijo, tu hermano y tu padre ? — 'Dijo
el Amigo: — 'Tal todo eres tú, que puedes abundar y ser
tcdc de cada uno que a ti se te entrega todo [69].
69. Extendió y dilató el Amigo sus pensamientos en la
grandeza y duración de su Amado, y no halló en él prin-
cipio, ni medio, ni fin. Y dijo el Amado: — Mentecato Is, ¿qué
es lo que me dices? — ^Respondió el Amigo: — Mido el mayor
con el amor, el cumplimiento con la falta, la infinidad con
la cuantidad y con el temporal la eternidad, a fin que la hu-
mildad, la paciencia, la fe, la esperanza y la caridad sean
más vivas en mi memoria [71].
70. Las sendas del amor son largas y breves, porque el
amor es claro, puro, limpio, verdadero, sutil ; siempre fuerte,
diligente, resplandeciente y abundante de nuevos pensamien-
tos y de antiguos recuerdos [73].
71. Preguntaron al Amigo cuáles eran los frutos del
amor. Y respondió que placeres, pensamientos, deseos, sus-
piros, ansias, trabajos, peligros, tormentos y dolencias, pues-
to que sin estos frutos no se deja tocar el amor de sus ser-
vidores [74].
72. Muchas gentes estaban en presencia del Amigo, quien
se quejaba de su Amado porque no aumentaba sus amores,
y quejábase del Amor porque le daba trabajos y dolores.
Excusábase el Amado diciendo que los trabajos y dolores de
que acusaba al Amor era multiplicación de amores [75].
73. — Dime, fatuo: ¿cómo no hablas y qué es esto en
que estás turbado y pensativo ? — ¿Respondió : -^Pienso en las
bellezas de mi Amado y en las semejanzas de las felicidades
y dolores que traen y dan los amores [76].
74. —Dime, fatuo: ¿cuál fué primero, tu corazón o el
amor? — Respondió que a un mismo tiempo fueron su corazón
y su amor, porque, a no serlo, el corazón no fuera creado
para amar, ni el amor para pensar [77].
75. Al insensato de amor 10 preguntaron en dónde co-
menzó primero su amor: si en los secretos de su Amado o
si en revelarlos a las gentes. Respondió que el amor, siendo
perfecto, no hace en esto diferencia, porque con secreto tiene
secreto el Amigo los secretos de su Amado, y revélalos con
secreto, y en la misma revelación los tiene secretos [78].
76. Secreto de amor sin revelación da pena y sentimien-
to, y revelar el amor da temor y fervor. Y, por esto, el Amigo
en cualquiera manera desfallece [79].
77. Llamó el Amor a sus amantes y díjoles que le pi-
18 Débele corregir el texto, diciendo: — Mentecato, ¿qué es lo
que me dices ? — Respondió el Amigo : — Mido el menor con el mayor,
la falta con el cumplimiento y los principios con la infinidad y la
eternidad, a fin que la humildad, la paciencia, la caridad y la espe-
ran/a sean más viva- en mi memoria.
" ademanaren al foll».
488
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
diesen los dones más deseables y agradables. Y ellos pidie-
ron al Amor les vistiese y adornase de sus facciones, porque
fuesen al Amado más aceptos y agradables [80].
78. Llamó el Amigo con voz alta a las gentes, y díjolas
que Amor mandaba que amasen caminando, estando senta-
dos, velando y durmiendo, hablando y callando, comprando
y vendiendo y riendo 20, ganando y perdiendo, en placeres y
penas; y que en cualquiera cosa que hiciesen amasen en
todas, que así lo mandaba el Amor [81].
79. — Dime, hombre sin seso: ¿cuándo vino en ti el
Amor? — Respondió que en aquel tiempo cuando [ — dijo — ]
me enriqueció y pobló mi corazón de pensamientos, deseos,
suspiros y desfallecimientos y llenó mis ojos de lágrimas y
llantos. — ¿Qué te trajo Amor? — Hermosas facciones, hono-
res y valores de mi Amado. — ¿En dónde vinieron? — En la
memoria y en el entendimiento. — ¿Oon qué las recibiste?
—Con caridad y esperanza. — ¿Con qué las guardas? — Con
justicia, prudencia, fortaleza y templanza [82].
80. Cantaba el Amado, diciendo que poco sabía el Ami-
go de amor si se avergonzaba de alabar a su Amado, y si
temía honrarle en aquel lugar en donde es más deshonrado ;
y poco sabe amar quien se enfada de tribulaciones, y quien
desconfía de su Amado, y quien no hace concordancia de
amor y esperanza [83].
81. Envió el Amigo sus cartas a su Amado, en que le
decía si había otro amante que le ayudase a llevar y a sufrir
los grandes afanes que padece por su amor. Y el Amado res-
pondió a su Amigo que no había en él con qué le pudiese
hacer injuria ni falta [84].
82. Al Amado preguntaron por el amor de su Amigo.
Y respondió que el amor de su Amigo es una mezcla de gozo
y tribulación, de temor y confianza.
83. Al Amigo preguntaron por el amor de su Amado.
Respondió que el amor de su Amado es influencia de infinita
bondad, eternidad, poder, sabiduría, caridad y perfección,
la que influye el Amado a su Amigo [85].
84. — Dime, fatuo por amor: ¿qué cosa es maravilla? —
Respondió que amar más las cosas ausentes que las presen-
tes, y amar más las cosas visibles corruptibles que las visi-
bles e incorruptibles [86].
85. Buscando el Amigo a su Amado, encontró a un hom-
bre que moría sin amor y dijo : — ¡ Ah, qué daño tan grande
es que los hombres, de cualquiera suerte que mueran, mue-
ran si amor! — Por esto dijo el Amigo al moribundo: — Dime,
hombre, ¿por qué mueres sin amor? — Respondió: — Porque
sin amor vivía [87].
:u en plorant, en rient».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 99 48c)
86. Preguntó el Amigo a su Amado cuál era mayor;
¿o amor o amar? Respondió el Amado que en la criatura,
amor era el árbol, y amar era su fruto, y los trabajos y fa-
tigas son las hojas y las flores. Pero que en Dios, amor y
amar eran una misma cosa, sin algún trabajo o pena [88].
87. Estaba el Amigo lánguido y triste a causa de la su-
perabundancia de pensamientos, y por esto envió a rogar a
su Amado le remitiese algún libro en donde estuviesen escri-
tas sus bellezas, para que le diese algún remedio. Remitió
el Amado a su Amigo el libro, y se le doblaron sus enferme-
dades y trabajos [89].
88. Enfermó de amor el Amigo, y entró a visitarle un
médico, quien aumentó sus dolencias y sus pensamientos,
y el Amigo en aquella misma hora sanó [90].
89. El Amigo y el Amor salieron a recrearse hablando
del Amado, quien se les hizo presente. Lloró el Amigo y
quedó en éxtasis, y el Amor se anonadó en el desmayo del
Amigo. Hizo volver en sí el Amado a su Amigo, haciéndole
memoria de sus bellezas y facciones [91] .
90. Decía el Amigo al Amado que venía a su corazón
por muchas sendas, y por muchas se le hacía presente a sus
ojos, y que con muchos nombres le nombraba su habla. Mas
que el amor con que le vivificaba y mortificaba no era más
que uno solo [92].
91. Enseñóse a su Amigo el Amado vestido de vestidu-
ras nuevas y encarnadas, y extendió sus brazos para que le
abrazase e inclinó su cabeza para que 21, besándole, le diese
ósculo de paz, y está en alto para que le pueda encon-
trar [93].
92. Ausentóse el Amado de su Amigo, y buscaba el
Amigo a su Amado con su memoria y entendimiento para
poderle amar. Halló el Amigo a su Amado, y preguntóle
adonde había estado. Respondióle que en la ausencia de su
recuerdo y en la ignorancia de su inteligencia [94].
93. — Dime, insensato por amor: ¿te avergüenzas de
las gentes cuando te ven llorar por tu Amado? — Respondió
que vergüenza sin pecado es por falta de amor en quien no
sabe amar [95].
94. Sembró el Amado en el corazón del Amigo deseos,
suspiros, virtudes y amores. Regó el Amigo aquellas se-
millas con lágrimas y llantos.
95. Y sembraba el Amado en el cuerpo del Amigo traba-
jos, tribulaciones y enfermedades. Sanaba el Amigo a su
cuerpo con esperanza, devoción, paciencia y consuelo [961.
96. En una pomposa fiesta tuvo el Amado grande con-
curso de muy honrados varones; hízoles espléndidos convi-
21 «per ço que li do un besar».
490
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
tes y dióles grandes dones. Vino en aquella corte el Amigo,
y preguntóle el Amado: — ¿Quién te ha llamado para que
vinieras a mi corte? — Respondióle el Amigo: — Necesidad
y amor me han obligado a que viniese a ver tus bellas fac-
ciones 22, tu gracioso gesto, tus adornos y tu gloria [97].
97. Preguntaron al Amigo de quién era. Respondióles
que del Amor. — ¿De qué eres? — De amor. — ¿Quién te
engendró? — Amor. — ¿En dónde naciste? — En amor.
— ¿Quién te crió? — Amor. — ¿De qué vienes? — De amor.
— ¿Cómo te llamas? — ¿Amor. — ¿De dónde vienes? — De
amor. — ¿Adonde vas? — A amor. — ¿En dónde habitas?
— En amor. — Preguntáronle más: — ¿Tienes otra cosa más
que amor? — Respondió: — Sí, injurias, culpas y pecados con-
tra mi Amado. — ¿OEn tu Amado hay perdón ? — Dijo el Ami-
go que en su Amado había misericordia y justicia, y, por
esto, su hospicio era entre temor y esperanzá, porque la mi-
sericordia le obligaba a esperar, y la justicia, a temer [98].
98. Ausentóse de su Amigo el Amado. Buscóle el Amigo
con sus pensamientos, y con lenguaje de amor preguntaba
por él entre los hombres [99].
99. Encontró el Ajnigo a su Amado despreciado entre
las gentes, y díjole que grande agravio se hacía a sus hono-
res. Respondióle el Amado que padecía agravios por fal-
tarle siervos y amantes devotos. Lloró el Amigo, y se le
aumentó su dolor; «y el Amado le consolaba enseñándole
sus 23 acatamientos, su semblante y magnificencia [100] .
100. La luz del aposento del Amado vino a iluminar el
aposento del Amigo para expeler las tinieblas y llenarle de
placeres, desfallecimientos y pensamientos de amor. Y el
Amigo echó fuera de su aposento todas las cosas para que
descansase en él su Amado [101].
101. Preguntaron al Amigo qué empresa llevaba en su
estandarte el Amado. Respondió el Amigo que de un hom-
bre muerto. Dijéronle por qué llevaba tal empresa. Respon-
dió : — Porque él fué hombre muerto 24 y crucificado por
amor, para que los que se glorían de amantes le sigan [102],
102. Vino el Amado a hospedarse en casa de su Amigo,
y el mayordomo le pidió la paga del hospedaje; mas díjole
el Amigo que su Amado debía ser acogido graciosamente
y 25 aun con donativo, porque mucho tiempo ha que el Ama-
do pagó el precio de todos ios hombres [103].
103. Juntáronse la Memoria y la Voluntad, y subieron
-2 «tes favçons e tots capteniments», dice simplemente el texto
catalán.
23 El autor escribe solamente «sos capteniments».
24 «fo home mort crucificat, e per ço que aquells qui-s guaben
que són sos amadors, seguesquen son esclau».
25 El original calla «y aun... hombres».
LIBRO DE BVAST Y BLANQUERNA. — C. 99 491
en la montaña del Amado, para que el Entendimiento se exal-
tase y el amor del Amigo se duplicase en amar a su Ama-
do [104].
104. Cada día, los suspiros y los llantos son mensajeros
entre el Amigo y el Amado, para que haya entre los dos
consuelo y compañía, amistad y benevolencia [105].
105. Deseaba el Amigo a su Amado viéndose -" lejos de
él, y remitióle sus pensamientos para que le trajesen la bien-
aventuranza de su Amado, en la cual por largo tiempo le
había entretenido [106].
106. El Amado dió a su Amigo el don de lágrimas, sus-
piros, penas, pensamientos y dolores, con cuyo beneficio
servía el Amigo a su Amado [107].
107. Rogaba el Amigo a su Amado le diese libertad,
paz y honra en este mundo; y el Amado enseñó sus bellezas
a la memoria y al entendimiento del Amigo, y dióse por obje-
to a su voluntad [108].
108. Preguntaron al Amigo en qué consistía el honor.
Respondió que en entender y amar a su Amado. Preguntá-
ronle en qué estaba el deshonor. Y respondió que en olvidar
y no amar a su Amado [109].
109. — Amado mío: el Amor me atormentaba, hasta que
le dije que tú estabas presente en mis tormentos; y enton-
ces el Amor mitigó sus dolencias, y tú, ¡oh Amado!, en pre-
mio, multiplicaste mi amor, quien me dobló los tormen-
tos [110].
110. El 27 Amigo en la senda del Amor encontró al aman-
te que no hablaba; mas con llantos, tribulaciones y macilen-
to rostro acusaba y reñía al Amor. Este se excusaba con la
lealtad, esperanza, sabiduría 2S, devoción, paciencia, fortale-
za, templanza y bienaventuranza; y por esto reprendió al
amante que se quejaba del amor, mientras que tan nobles
dones le había dado [111].
111. Cantaba el Amigo y decía: — ¡Oh, qué gran mal-
andanza es el amor! ¡Ah, qué grande bienaventuranza es
amar a mi Amado, quien ama a sus amantes con amor in-
finito, eterno y en toda perfección cumplido!
112. Iba el Amigo a una tierra extraña, en donde pen
saba encontrar a su Amado, y por el camino le embistieron
dos leones. El Amigo temió la muerte, pues deseaba vivir
para servir a su Amado, y envió su recuerdo a su Amado,
para que amor asistiese a su tránsito y con él pudiese mejor
padecer la muerte. Mientras que el Amigo se acordaba de
su Amado, vinieron con mansedumbre los leones al Amigo,
a quien lamieron las lágrimas de sus llorosos ojos y le besa-
*s Igualmente pasa en silencio «viéndose lejos de él».
:" Más exacto : «Encontré en la senda a un amante...»
28 En el texto primitivo no leemos «sabiduría».
492 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
ron las manos y los pies; y el Amigo prosiguió en paz su
camino en busca de su Amado.
113. Andaba el Amigo por montes y llanos; y no podía
encontrar puerta por donde pudiese salir de la cárcel del
amor, que largo tiempo le había tenido encarcelado el cuer-
po, sus pensamientos, sus deseos y placeres.
114. Mientras que el Amigo iba así ansioso, encontró
a un ermitaño que dormía cerca de una hermosa fuente. Des-
pertó el Amigo al ermitaño, a quien preguntó si soñando le
había visto a su Amado. Respondióle éste que igualmente
encarcelados estaban sus pensamientos en la cárcel del
amor, velando y durmiendo. Mucho gustó al Amigo encon-
trar compañero en cárcel, y lloraron mucho los dos, porque
no tenía el Amado muchos de estos amadores [113].
115. No hay en el Amado cosa alguna en que el Aimigo
no tenga sus ansias y tribulaciones, ni tiene el Amigo en sí
cosa alguna en que el Amado no tenga placer y señorío; y,
por esto, el amor del Amado está en acción, y el 29 Amigo,
por amor, está en dolores y pasión.
116. En un ramo cantaba un avecilla, diciendo que da-
ría un nuevo pensamiento 30 de amor a quien le diese dos.
Dió el ave el nuevo pensamiento al Amigo, y éste le dió dos
al ave, para que le prolongase 31 sus tormentos ; y el Amigo
sintió multiplicados sus dolores.
117. Encontráronse el Almado y el Amigo, y de su en-
cuentro fueron testigos las salutaciones, abrazos y ósculos,
las lágrimas y llantos. Preguntó el Amado al Amigo por su
estado, y quedó confuso y turbado el Amigo en presencia de
su amado.
118. Lucharon entre sí el Amigo y el Amado, y pusié-
ronlos en paz sus amores, y fué cuestión cuál amor puso
entre ellos mayor amistad.
119. Amaba el Amigo a todos los que temían a su Ama-
do y temía a todos los que no le temían; y de aquí resultó
esta duda : ¿ cuál era mayor en el Amigo : amor o temor ?
120. Creía el Amigo seguir a su Amado, y pasaba por
un camino en donde había un león muy fiero, que mataba a
cuantos pasaban por allá perezosamente y sin devoción.
121. Y decía el Amigo: — ¡Al que no teme a mi Amado,
le conviene que todo lo tema; y quien le teme, conviene que
en todo tenga osadía y ardimiento.
122. Preguntaron al Amigo qué cosa sea ocasión, y res-
pondió que ocasión es placer en penitencia, entendimiento en
conciencia, esperanza en paciencia, santidad en abstinencia,
consolación en reminiscencia, amor en diligencia, lealtad en
* Más correcto : «... y el amor del Amigo en dolores y pasión.»
30 «un novell pensament a amador qui íi-n donàs dos».
11 Debe decir «para que le aligerase».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUEEN A. — C. 99
493
vergüenza, riqueza en pobreza, paz en obediencia y guerra
en malevolencia [121].
123. Iluminó el amor el nublado que media entre el Ami-
go y el Amado, e hízole así claro y resplandeciente como la
luna en la noche, como la aurora en la alborada, como el sol
en el día y como el entendimiento en la voluntad, y por aque-
lla nube así resplandeciente y clara se hablaban el Amigo y
el Amado [122].
124. Preguntaron al Amigo cuáles eran las mayores ti-
nieblas. Respondió que la ausencia de su Amado; y pregun-
tado cuál era el resplandor mayor, dijo que la presencia de
su Amado [123].
125. La seña del Amado aprende el Amigo quien por
amor se halla en tribulaciones, suspiros, llantos, pensamien-
tos y desprecios de las gentes [124].
126. Escribía el Amigo estas palabras: "Alégrase mi
Amado porque le envío mis pensamientos, y por él lloran y
están en continuas lágrimas mis ojos y 32 siento langores, y
sin él ni vivo, ni toco, ni veo, ni oigo, ni huelo [125]."
127. — J¡Oh entendimiento y voluntad! Gritad y desper-
tad los perros grandes, que duermen olvidando a mi Ama-
do. ¡Oh ojos! Llorad. ¡Oh corazón! Suspira. ¡Oh memoria!
Acuérdate del deshonor grande que a mi Amado hacen aque-
llos a quienes él tanto ha honrado en este mundo [126].
128. Aumentóse la enemistad que hay entre las gentes y
mi Amado. Mas 33 no por eso deja mi Amado de prometerles
dones y retribución ; y con justicia y sabiduría amenaza a la
memoria y voluntad de aquellos que desprecian sus prome-
sas, y sus amenazas no estiman. Y de aquí es que su miseria
y su mal les viene por su culpa, y no por mi Amado [127].
129. Acercábase el Amado al Amigo para consolarle 34 ;
éste contentóse de las penas que padecía y de su llanto; y
cuanto más el Amado se le acercaba, tanto más amargamente
lloraba y sentía las deshonras que hacían a su Amado [128].
130. Con pluma de amor, tinta de lágrimas y papel de
pasión escribía el Amigo a su Amado unas cartas, en que
le decía que la devoción tardaba, y el amor moría, y que la
falsedad y el error \ sus enemigos, se multiplicaban en el
mundo [129].
131. Atábanse los amores del Amigo y del Amado con
;r- Es más conforme al original «y sin languores, ni vivo, ni sien-
to, ni veo».
33 Una traducción más fiel sería : «Y promete dones y galardones
mi Amado y amenaza con justicia y saoiduría. Y la memoria y la
voluntad menosprecian sus amenazas y sus promesas», omitiendo
«y... Amado». ' .
M Ciñéndonos más al texto primitivo : «... para consolarle y con-
fortarle en las penas que padecía y llanto que hacía.»
. 35 Según el original, «multiplicaban sus enemigos».
494
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
memoria, entendimiento y voluntad, para que el Amigo y el
AJmado no se dividiesen ; y la cuerda con que estos dos amo-
res se ataban era de pensamientos, suspiros, enfermedades
y llantos [130].
132. Recostado estaba el Amigo en el lecho del amor.
Las sábanas eran de placeres; el cobertor, de enfermeda-
des, y la almohada, de llantos. Y dudábase si la tela de la
almohada era de la tela de las sábanas o de la tela del co-
bertor [131].
133. Vestía el Amado a su Ajmigo con manteo, sotana
y sayo, y le 'hacía jubón de amor 36, camisa de pensamien-
tos, medias de tribulaciones y guirnalda de llantos y sus-
piros [132].
134. Rogaba el Amado a su Amigo que no le olvidase.
El Amigo le decía que no podía olvidarle, pues no podía
ignorarle [133].
135. Decía el Amado al Amigo que en aquel lugar don-
de más se teme el alabarle, le alabase y defendiese. Respon-
día el Amigo que le abasteciese de amores. Respondió el
Amado que por su amor se había encarnado y fué crucifi-
cado y muerto [134].
136. Decía el Amigo a su caro Almado que le enseñase
medio de hacerle conocer, amar y alabar a las gentes. Lle-
nó el Amado de devoción, paciencia, caridad, tribulaciones,
pensamientos, suspiros y llantos al Amigo; y vino en su
corazón osadía para alabarle, y en su boca alabanzas de su
Almado, y en su voluntad desprecio de la murmuración de
las gentes que juzgan falsamente [135].
137. El Amigo, gritando a las gentes, decía: — Quien
verdaderamente se acuerda de mi Amado, en las circunstan-
cias de su recuerdo, olvida todas las cosas; y quien todo
lo olvida para acordarse de mi Amado, de todo le defiende
mi Amado y le da parte de todo [136].
138. ¡Preguntaron al Amigo de dónde nacía el amor, de
qué vivía y por qué moría. Respondió el Amigo que amor
nacía de recuerdo, vivía de inteligencia y moría por ol-
vido [137].
139. Olvidó el Amigo todo cuanto está bajo el alto cie-
lo, para que el entendimiento pudiese subir más alto a co-
nocer al Amado, a quien la voluntad deseaba 17 entender,
contemplar, alabar y predicar [138].
140. Iba el Amigo a pelear en honra de su Amado, y
llevaba en su compañía fe, esperanza, caridad, justicia, pru-
dencia, fortaleza y templanza, con que venciese a los ene-
migos de su Amado. Y el Amigo hubiera sido vencido a
«e capell li iaia d'amor», dice Llull.
a7 «desija preycar, contemplar».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 9Q
495
no 18 ayudarle su Amado y a no haberle enseñado sus no-
blezas y significado su voluntad [139].
141. Deseaba el AJmigo pasar al último fin, por el cual
amaba a su Amado, y los otros fines impedían su tránsito;
y, por esto, los dilatados deseos y pensamientos dábanle
tristeza y pena [140].
142. El Amigo se consolaba y alegraba en las noble-
zas de su Amado. Mas 39 a poco rato se acordó del desor-
den de este mundo, y sus ojos se llenaron de lágrimas por
la redundancia de su dolor y tristeza [141]. Adolecía el
AJmigo a causa de la sobreabundancia de pensamientos y
deseos. Y le fué propuesta esta cuestión: ¿qué sentía más
vivamente, los placeres o los tormentos? ]142[.
143. El Amigo era mensajero del Amado para con prín-
cipes cristianos e infieles, a fin de enseñarles el arte y sus
principios, para que pudiesen conocer y amar las dignida-
des de su Amado.
144. Si ves a un amante adornado con ricos vestidos,
honrado por vanagloria y gordo por comer, beber 40 y dor-
mir, sepas que ves en él condenación y tormentos. Pero si
ves a un amante con pobres vestidos, despreciado de las gen-
tes, pálido el semblante y macilento a causa de los ayunos y
vigilias, sepas que ves en él salvación y eterna bendición.
145. Lamentóse el Amigo, y quejóse su corazón del ar-
dor de su amor, y pensó morirse 41. Compadecióse de ello el
Amado, y pidióle el Amigo consuelo de paciencia, esperan-
za y tribulación.
146. Considerando 42 el Amigo el tiempo pasado, llora-
ba por lo que había perdido, sin que nadie le pudiese con-
solar, porque sus pérdidas eran irrecuperables [147].
147. Crió Dios la noche para que el Amigo velara y
pensara en las noblezas de su Amado, y pensaba el Amigo
que la hubiese criado para que reposaran y durmieran los
que se fatigaron por amor [148],
148. Escarnecían y reprendían las gentes al Amigo por-
que andaba como fatuo por amor. El Amigo menospreciaba
sus escarnios, y corregía a las gentes porque no amaban
a su Amado [149].
149. Decía el Amigo : — 'Vestido estoy de vil sayal, mas
el Amor viste mi corazón de agradables pensamientos, y mi
cuerpo, de vestiduras de llanto, lágrimas y penas [150].
150. Cantaba el Ainado, diciendo: — Encaminé a mis
38 «si no li ajudàs son amat a significar ses nobilitats».
■ El autor calla «Mas... tristeza».
40 «gras per menjar e durmir», dice simplemente el texto catalán.
41 Es más conforme decir : «Murióse el Amigo, lloróle el Amado,
y- dióle consolación de paciencia, esperanza y galardón.»
42 «plorava l'Amic per ço que havia perdut».
496
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
loadores a que alabasen mis valores, y los enemigos de mi
honor les atormentaban, teniéndoles en grande desprecio.
Y, por esto, yo envié a mis amigos a que sientan y lloren
mis afrentas. Y sus lamentos y llantos nacieron de mi
amor [151].
151. Juraba el Amigo al Amado que por su amor ama-
ba y padecía trabajos y penas, y por esto, rogábale que le
amase y se compadeciese de sus penas y trabajos. Juró el
Amado que era naturaleza y propiedad de su amor el amar a
todos los que le amaban y el apiadarse de todos los que pade-
cían trabajos por su amor. Alegróse el Amigo, y consolóse en
la naturaleza y propiedad esencial de su Amado [152].
152. Vedó el Amado a su Amigo el hablar, y éste se
consolaba en sola la vista de su Amado [153].
153. Tanto lloró y llamó el Amigo a su Amado, hasta
que éste descendió de las soberanas alturas de los cielos
y vino a la tierra a llorar, compadecerse y morir por amor,
y para enseñar a los hombres a amar y a conocer sus ho-
nores [154].
154. Quejábase el Amigo de los cristianos, porque no
ponen el nombre de su Amado, Jesucristo, en el principio
de sus cartas, para que por lo menos le hagan aquella
honra que hacen los sarracenos a Mahoma 43, hombre falaz
y pecador, cuyo nombre ponen en el principio de sus car-
tas para honrarle [155].
155. Encontró el Amigo a un escudero macilento, des-
colorido y vestido pobremente, e¡ cual iba pensativo. Salu-
dó éste al Amigo, diciéndole que Dios le encaminase al en-
cuentro de su Amado. Preguntóle el Amigo en qué le había
conocido. Bl escudero le respondió que unos secretos de
amor revelan los otros, y que por esto unos amantes cono-
cen a los otros [156].
156. Las noblezas, los honores y las buenas obras del
Amado son tesoro y riquezas del Amigo ; y el tesoro del
Amado son los pensamientos y deseos, los tormentos, los
llantos y las lágrimas que sufre el Amigo por honrar y
amar a su Amado [157].
157. Un 43 numeroso ejército y una grande multitud de
49 «Grans hosts e grans companyes se son ajustades d'espirits
d 'amors...» La expresión spirits d'amor, aunque sea dicha en el sen-
tido de enamorados o amigos de Dios, nos recuerda la de spirito o
spiriti d'amore o amoroso, que abunda en las composiciones poéticas
de la Vita Nuova de Dante. Un ejemplo :
E tanto dura (il desio) talora in costumi
che fa svegliar lo spirito d'amore.
(Vita Nuova, cap. 20.)
Cf. M. de Montoliu, Ramon L·lull trovador, en Estudis Universi-
taris Cat-alans, XXI (1936), 369-370, nota 2.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 99
497
amantes expertos se han juntado, los cuales llevan ban-
dera de amor, en donde está la imagen y divisa de su Amado,
y no quieren que en su compañía vaya hombre alguno que
no tenga amor, para que su Amado no reciba de ello des-
honor [158].
158. Los hombres que demuestran ser locos por amon-
tonar dinero, mueven al Amigo a ser loco por amor; y el
rubor que el Amigo tiene de andar como loco, entre las ges-
tes, le da modo como sea amado y apreciado de las gentes.
Y por esto es cuestión cuál de los dos motivos es mayor
ocasión de amor [159].
159. El Amor entristeció al Amigo por exceso de pen-
samientos; cantó el Amado, y alegróse el Amigo habiéndole
oído. Y fué cuestión cuál de estas dos cosas fué mayor oca-
sión de multiplicar el amor en el amigo [160].
160. En los secretos del Amigo están revelados los se-
cretos del Amado, y en los secretos del Amado están reve-
lados los secretos del Amigo. Y es cuestión cuál de estos dos
secretos es mayor ocasión de revelación [161].
161. Preguntaron al fatuo por cuál señal era conocido
su Amado. Respondió que por misericordia y piedad, que
están esencialmente en la voluntad sin mutación alguna
[162].
162. Por el particular amor que tenía el Amigo a su
Amado amaba el Amigo el bien común más que el particu-
lar, porque su Amado en general fuese conocido, loado y
deseado por todo el mundo 44 [163].
163. Amor y Desamor se encontraron en un vergel, en
donde el Amigo y el Amado lloraban secretamente. Y Amor
preguntó a Desamor a qué fin había venido allá. Respondió-
le que para desenamorar al Amigo y deshonrar al Amado.
Mucho disgustó esto que dijo el Desamor al Amado y al
Amigo, y multiplicaron ambos el Amor para que venciera y
destruyera a Desamor [164] 45.
164. — Dime, fatuo por amor: ¿en qué sientes ma-
yor complacencia: en amar o en aborrecer? — 'Respondió que
en amar, porque aborrecía para poder amar [165].
165. — (Dime, amador: ¿en qué tienes más inteligencia:
en entender verdad o falsedad? — Respondió que en entender
verdad; mas que entendía la falsedad, para poder entender
mejor la verdad [166].
166. Entendió el Amigo que él era amado de su Ama-
do, y preguntóle si su amor y su misericordia eran en él una
misma cosa. Afirmó el Amado que en su esencia no tienen
diferencia su amor y su misericordia. Y díjole, por esto,
i 44 «por todo el mundo» es un añadido del traductor.
*' 45 Corregimos la versión castellana, que dice «y multiplicaron am-
bos su amor para que el Amigo venciera...».
498
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
el Almigo que por qué su amor le atormentaba y por qué
no le curaba de sus males su misericordia. Respondióle el
Amado que su misericordia le daba dolencias para que con
ellas honrase más vivamente a su amor [167].
167. Quiso el Amigo pasar a tierras extrañas para hon-
rar a su Amado, y quiso disfrazarse para no ser conocido
ni apresado en el camino; y jamás pudo quitar los llantos
de sus ojos, ni apartar de su rostro la flaqueza y palidez, ni
de su corazón los pensamientos, los llantos, la tristeza y la
enfermedad; y por estas señas40 fué conocido y apresado
en el camino y entregado a tormentos por los enemigos de
su Amado [168].
168. Detenido en la cárcel del amor estaba el Amigo.
Guardábanle pensamientos, deseos y memorias, porque no
huyese de su Amado; enfermedades le atormentaban; pa-
ciencia y esperanza le consolaban. Moríase el Amigo ; mas el
Amado se le manifestó a sí mismo, a cuya vista recobró el
aliento el Amigo [169].
169. Encontró el Amigo a su Amado. Conocióle, y lloró.
Corrigióle el Amado, porque no lloraba antes de conocerle,
y preguntóle en qué le había conocido, puesto que antes no
lloraba. Respondióle el Amigo que en su recuerdo, inteligen-
cia y voluntad, en donde se aumentó el amor, luego que le
tuvo presente a sus ojos corporales [170].
170. Preguntó el Amado a su Amigo qué cosa era amor.
Y respondióle que presencia de facciones y palabras del
Amado en el corazón del amante, que suspira y adolece por
desear al Amado.
171. — Y amor es un hervor de osadía y de temor por
fervor; amor es la final voluntad en desear a su Amado;
amor es aquello que mata al Amigo cuando oye cantar las
bellezas de su Amado, y amor es aquello en que está mi
muerte y en que está mi voluntad todos los días.
172. La devoción y el dolor 47 y la ausencia enviaron los
pensamientos por mensajeros al corazón del Amigo, para que
subiesen las lágrimas a los ojos, que querían cesar del llanto
en que habían perseverado mucho tiempo.
173. Decía el Amigo: — Si vosotros, amantes, queréis
fuego, venid a mi corazón y encended en él vuestras lámpa-
ras; y si queréis agua, venid a las fuentes de mis ojos,
que corren en lágrimas; y si queréis pensamientos de amor,
venid a tomarlos de mis recuerdos.
174. Aconteció un día que el Amigo pensaba en el amor
grande que tenía a su Amado y en los grandes trabajos y
peligros en que se había visto largo tiempo por su amor;
40 «E per açò fo pres en lo viatge». Versículo truncado en las edi-
ciones de Ovejero y Aguilar.
47 «e enyorament».
LIBRO DE EVAST Y HLANQUERXA. — C 99
499
por lo cual discurrió que había de ser grande su premio. Mien-
tras que pensaba en esto, el Amigo se acordó que ya su
Amado le había pagado, porque le había enamorado de sus
perfecciones y porque por su amor le había dado penas.
175. Limpiaba el Amigo su rostro y sus ojos de las lá-
grimas que por amor derramaba, a fin de no descubrir las
penas que le comunicaba su Amado, quien dijo al Amigo por
qué ocultaba a los demás amantes las señales de amor, pues
se las había dado para que les enamorase a honrar sus va-
lores.
176. — Dime, hombre, que por amor andas como fatuo:
¿hasta cuándo serás cautivo y sujeto a llorar y padecer tra-
bajos y penas? — «Respondió: — Hasta que el Amado hará de
mi alma y mi cuerpo separación.
177. — Dime, insensato por amor: ¿tienes dinero? — Res-
pondió: —Tengo a mi Amado. — ¿Tienes villas4", castillos
o ciudades, reinos, condados, baronías ni dignidades? — Res-
pondió: — Tengo amores, pensamientos, deseos, llantos, tra-
bajos y enfermedades por mi Amado, que son mejores que
imperios ni reinos.
178. Preguntaron al Amigo en qué conocía la sentencia
de su Amado. Respondió que en la igualdad de los placeres
y trabajos que su Amado juzgaba a sus amantes.
179. — Bime, fatuo: ¿quién sabe más de amor: el que
tiene placeres o el que tiene trabajos y penas? — Respondió
que por el uno sin el otro no se puede tener conocimiento de
amor.
180. Preguntaron al Amigo por qué no se defendía de
las faltas y falsos crímenes de que le acusaban las gentes.
Respondió que porque había de defender a su Amado, a
quien las gentes blasfemaban falsamente; y porque el hom-
bre, en quien puede caber error o engaño, no es casi digno
de alguna excusa.
181. — Dime, fatuo: ¿por qué defiendes al Amor, cuan-
do maltrata y atormenta tu cuerpo y aflige tu alma? — Res-
pondió: — Porque me aumenta el mérito y la gloria.
182. Lamentábase el Amigo y quejábase a su Amado,
porque mandaba que el Amor le atormentase con tanta fuer-
za. Excusábase el Amado aumentándole pensamientos, tra-
bajos, peligros, lágrimas y llantos.
183. — Dime, fatuo: ¿por qué excusas a los culpables? —
Respondió: — Para no ser semejante a los que acusan a los
inocentes a los culpables.
184. Elevó el Amado el entendimiento del Amigo a en-
tender a sus alturas, para qUe el entendimiento inclinase la
memoria a memorar sus propios defectos, y la voluntad los
tó «Has viles, ni castells, ni ciutats, comdats, ni dugats?»
5oo
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
aborreciese y subiese a amar las perfecciones del Amado.
185. Cantaba el Amigo cánticos de su Amado, diciendo
que era tanta la voluntad que le tenía, que todo cuanto por
la voluntad de su Amado aborrecía, le daba mayor placer
y gloria que todas las cosas que amaba sin el amor de su
Ainado.
186. Iba el Amigo por una gran ciudad, y preguntaba
si encontraría algún hombre con quien pudiese hablar a todo
su gusto de su Amado. Enseñáronle un nombre pobre que llo-
raba por amor y buscaba compañero con quien pudiese ha-
blar de amor.
187. Pensativo estaba y entretenido consigo mismo el
Amigo, discurriendo cómo sus trabajos y penas podían te-
ner principios en la grandeza de su Amado, que tiene en sí
tanta gloria; y49 acordóse del sol, quien, aunque esté tan
alto, se infunde todo aquí abajo a los ojos débiles.
188. Los pensamientos del Amado estaban entre el ol-
vido de sus tormentos y el recuerdo de sus placeres; porque
los placeres que logra del Amor le hacen olvidar la fatiga de
los trabajos, y los tormentos que por amor padece le hacen
recordar la felicidad que logra por amor.
189. Preguntaron al Amigo si era posible que su Amado
olvidase el amarle. Respondió que no, mientras que su me-
moria se acordase de él y su entendimiento entendiese las
noblezas de su Amado.
190. — Dime, fatuo : ¿ de qué se hace la mayor compara-
ción y similitud? — Respondió que de Amigo y de Amado.
Preguntáronle la razón de esto, y dijo que a causa del amor
que había entre los dos.
191. Preguntaron al Amado si por ningún tiempo había
usado de piedad. Respondió: — A no haberla usado, no ha-
bría enamorado al Amigo de mi amor, ni le habría atormen-
tado con suspiros, llantos, trabajos y enfermedades.
192. Paseábase el Amigo por un dilatado bosque, bus-
cando a su Amado, y encontró a la verdad y a la falsedad,
que disputaban de su Amado, porque la verdad le alababa
y la falsedad le blasfemaba; por lo cual el Amigo llamó al
Amor ¡que ayudase a la verdad contra 50 la falsedad.
193. Vino la tentación al Amigo para ausentarle a su
Amado, a fin que la memoria se despertase y recobrase la
presencia de su Amado, acordándose de él con más viveza
que antes, y a fin que el entendimiento quedase más sublime
en entender y la voluntad en amar a su Amado.
194. Olvidó un día el Amigo a su Amado, y en el otro
día se acordó de haberle olvidado. En este día, que se acordó
el Amigo que había olvidado a su Amado, estuvo el Amigo
• Sobra «y... débiles».
&0 Igualmente sobra «contra la falsedad».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERIA. — C. 99 5<>i
en tristeza y dolor, y en gloria y alegría por 55 la tristeza
que tuvo del olvido y consuelo del recuerdo.
195. Tan vivamente deseaba el Amigo las alabanzas y
honras de su Amado, que dudaba si se acordaba bastante-
mente de ellas; y tan vivamente aborrecía sus deshonras y
blasfemias 52, que dudaba si las aborrecía bastantemente,
por lo que estaba el Amigo turbado por su Amado entre
amor y temor.
196. Moría el Amigo a causa de los placeres y vivía a
causa de las penas. Los placeres y penas se unían y ajustá-
banse en ser una cosa misma en su voluntad, por lo que a
un mismo tiempo vivía y moría el Amigo.
197. Deseaba el Ajnigo olvidar e ignorar a su Amado,
sólo por el espacio de una hora, para ver si tendría algún
alivio en sus penas ; mas 58 pensó que le sería mayor pasión
el olvido y la ignorancia que de su Amado tendría, por lo
que tuvo paciencia en sus penas y elevó por amor a su en-
tendimiento, memoria y voluntad en la contemplación de su
Amado.
198. Tanto amaba el Amigo a su Amado, que creía
cuanto él le decía; y tanto deseaba el entenderle, que cuan-
to oía decir de él deseaba entender por razones necesarias.
Y, por esto, el amor del Amigo se hallaba entre creencia e
inteligencia, fe y ciencia 54.
199. Preguntaron al Amigo cuál cosa tenía más lejos de
su corazón. Respondió que desamor. Preguntáronle por la
razón, y dijo que porque lo que tenía más cerca de su cora-
zón era amor, que es contrario a desamor.
200. — Dime, fatuo: ¿tienes codicia? — Respondió: — Sí,
toda hora que olvido la liberalidad y riquezas de mi Amado.
201. — Dime, amador: ¿tienes riquezas? — Respondió:
— Sí, tengo amor. — ¿Tienes pobreza? — Sí, tengo amor.—
Fué preguntado: — ¿Por qué? — Y respondió: — Porque el
amor no es mayor y porque no enamora a muchos amadores
a honrar los honores dignos de mi Amado.
202. — Dime, Amigo: ¿en dónde está tu poder? — Res-
pondió: — En el poder de mi Amado. — ¿Con qué te esfuer-
zas contra tus enemigos? — Con las fuerzas de mi Amado.
— ¿Con qué te consuelas? — Y respondió: — Con los teeoros
eternos de mi Amado.
203. — Dime, fatuo por amor: <".a quién amas más: a la
misericordia o a la justicia de tu Amado? — Respondió que
61 Texto catalán : «... per ublidament e per membrança.»
52 «les desonors de son amat», leemos simplemente en el autor.
53 Más exacto : «Mas, porque le sería pasión el olvido y la igno-
rancia, tuvo paciencia y elevo su entendimiento y su memoria a la
"contemplación de su Amado.»
54 Las palabras «fe y ciencia» son una amplificación.
502
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
tanto le convenía amar y temer a la justicia, que ninguna
mayoridad de valor había de tener en su voluntad en amar
a cosa más que la justicia de su Amado.
204. Combatían entre sí las culpas y los méritos en la
voluntad y conciencia del Amigo, y justicia y reminiscencia
multiplicábanle la conciencia; pero la misericordia y la es-
peranza mutiplicaban el perdón r°'° en la voluntad del Amado,
y por esto los méritos vencieron a las culpas en la penitencia
del Amigo.
205. Afirmaba el Amigo que en su Amado se hallaba
toda perfección, y negaba que hubiese en él defecto alguno;
y por esto fué cuestión cuál era mayor: la afirmación o la
negación.
206. Eclipse hubo en el cielo y tinieblas en la tierra, y
por esto el Amigo se acordó que la culpa había apartado
por mucho tiempo a su Amado de su querer, por cuya ausen-
cia las tinieblas habían desterrado de su entendimiento la
luz, con la cual se representa el Amado a sus amadores.
207. Vino Amor en el Amigo, a quien éste preguntó qué
quería. Y díjole el Amor que había venido en él para que le
educase y acostumbrase, de suerte que por él pudiese en la
muerte vencer a sus mortales enemigos.
208. Enfermaba el Amor porque el Amigo había olvi-
dado a su Amado, y enfermó el Amigo porque, por sobras
del mucho memorar, le dió el Amado trabajos, ansias y lan-
guores.
209. Encontró el Amigo a un hombre que moría sin
amor; lloró el Amigo el deshonor que su Amado recibía en
la muerte de aquel hombre, y preguntóle el Amigo por qué
moría sin amor. Respondió que porque no había tenido quien
le diese conocimiento del amor, ni quien le hubiese instruido
a ser amador. Por lo que el Amigo, suspirando y llorando,
dijo: — ¡Oh Devoción! ¿Ouándo seréis mayor, para que la
culpa sea menor y que mi Amado tenga muchos y fervorosos
loadores, quienes no reparen en alabar, honrar y servir a
sus honores?
210. Probó el Amigo si el Amor podía conservarse en
su corazón sin memorar a su Amado; y cesaron el corazón
de pensar y los ojos de llorar, y aniquilóse el Amor y quedó
el Amigo desamparado del Amor; y preguntó a las gentes
si habían visto al Amor o 56 en dónde podría encontrarle.
211. Amor y amar y Amigo y Amado se convienen tan
fuertemente en mi Amado, que son una actualidad en esen-
cia; y Amigo y Amado son cosas distintas, concordantes sin
M «benanança».
56 Sobra «o... encontrarle».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUEEN A. — C. 99 503
contrariedad alguna ni diversidad de esencia, y, por esto,
Amado es amable sobre todos los amores.
212. — Dime, insensato de amor: ¿por qué tienes tan
grande amor? — Respondió: — Porque largo y peligroso es
el viaje en que voy buscando a mi Amado, y conviene que
con fe grande le busque y que vaya con diligencia; y, sin
un grande amor, no podría yo cumplir en todas estas cosas.
213. Velaba, ayunaba, hacía limosnas, lloraba e iba por
tierras extrañas el Amigo para mover la voluntad a su Ama-
do a enamorar a sus súbditos, para que honraran sus hono-
res; pero consideró el Amigo que no es de la naturaleza del
agua el calentar ni subir arriba, si no es primero calentada;
y, por esto, rogó al Amado se dignase de calentar primero
con amor sus peregrinaciones, limosnas y vigilias, para que
pudiese cumplir sus deseos.
214. El r,T Amigo vió a un peregrino que cantaba y de-
cía: — Si no basta el amor del Amigo a mover su Amado
a piedad y perdón, ya basta el amor del Amado para dar a
sus criaturas gracias y bendición.
215. — Dime, fatuo por amor: ¿por cuál cosa puedes ser
más semejante a tu Amado? — Respondió: — Por entender y
amar con todo mi poder las perfecciones y hermosura de mi
Amado.
216. Preguntaron al Amigo si su Amado tenía falta de
alguna cosa. Respondió que sí, de amadores y loadores para
alabar sus valores.
217. El Amado hería el corazón de su Amigo con varas
de amor, para obligarle a amar el árbol del cual coge las
varas con que hiere a sus amadores. En cuyo árbol él pa-
deció oprobios, tormentos y la muerte para restaurar el
amor en los amadores, a quienes había perdido por ¿8 los
engaños del enemigo del amor.
218. Encontró el Amigo a su Amado, y viole muy no-
ble, poderoso y digno de toda honra, y díjole que se admi-
raba mucho de las gentes que tan poco le amaban, conocían
y honraban, siendo él tan digno. Respondió el Amado que
él había criado al hombre para ser de él conocido, amado
y honrado. Mas que en esto había quedado defraudado, por-
que de mil, sólo los ciento le temían y amaban; y que de los
ciento, los noventa le temían por el castigo, y los diez por
\a gloria; y que apenas ninguno había que le amase por su
bondad y nobleza. Oyendo esto el Amigo, derramó muchas
lágrimas por el deshonor que se hacía a su Amado y díjole :
— ¡Oh Amado! Tú que diste tanto al hombre y le honraste
tanto, ¿por qué el hombre te ha olvidado tanto?
;: En el texto primitivo no leemos «El... decía».
* Cállase en el original «por... amor».
504
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
219. Alababa el Amigo a su Amado, diciéndole que su
lugar era trascendente, porque está en donde no llega el
lugar; y, por esto, cuando preguntaron al Amigo en dónde
estaba su Amado, respondió y dijo: — Está, mas no sé en
dónde; sabía, pero, que estaba en su reminiscencia.
220. Compró el Amado con sus honores a un hombre
cautivo y sujeto a pensamientos, langores, suspiros y llan-
tos, y preguntóle qué comía y qué bebía. Respondió que lo
que él quería. Preguntóle más, qué vestía; y respondió que
lo que él quería dar. Preguntóle qué quería. Respondióle
que lo que él quisiese. Di jóle el Amado: — ¿Tienes voluntad
alguna? — Respondió que el siervo y cautivo no tiene otra
voluntad que la de obedecer a su Señor y a su Amado.
221. Preguntó el Amado a su Amigo si tenía paciencia.
Respondió que todo le venía a gusto, y que así no tenía en
qué tuviese impaciencia; porque quien no tenía señorío en
su voluntad, no podía ser impaciente.
222. El Amor se daba a quien él quería, y por cuanto
no se daba a muchos hombres, y porque a los amadores no
les hace fuertemente enamorar de su Amado, pues para ello
tenía precepto y libertad r'9, por esto el Amigo se querellaba
del Amor y le acusaba en presencia , de su Amado. Mas el
Amor le excusaba, diciendo que él no era contrario al libre
albedrío, porque deseaba para sus amadores grande mérito
y gloria.
223. Grande riña y discordia hubo entre el Amigo y el
Amor, porque el Amigo se enfadaba de los trabajos que pa-
decía por amor; y se disputó si era esto por falta del Amigo
o del Amor. Comparecieron en el juicio del Amado, quien
castigó al Amigo con enfermedades y le premió con el colmo
del amor.
224. Disputóse si el Amor era más cercano a los pensa-
mientos o a la paciencia. Soltó el Amigo la cuestión diciendo
que el Amor se engendraba en los pensamientos y se susten-
taba en la paciencia.
225. Los vecinos del Amigo son las hermosuras y be-
llezas del Amado; y los vecinos del Amado son los pensa-
mientos del Amigo y los trabajos y llantos que padece por
su amor.
226. Muy alto quiso subir la voluntad del Amigo para
poder amar mucho a su Amado, y mandó al entendimiento
que subiese con todo su poder. El entendimiento mandó a la
memoria, y los tres subieron a contemplar al Amado en sus>
honores.
227. Partióse la voluntad del Amigo, y entregóse al
99 «pus n'avia libertat», dice sencillamente Llull.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA.
99
505
Amado, quien encarceló la voluntad en el Amigo para que
por él fuese amado y servido.
228. Decía el Amigo : — No piense el Amado que yo me
haya pasado a amar a otro Amado, porque el Amor me tiene
unido todo en amar a un solo Amado. — Respondió el Amado,
diciendo: — No piense el Amigo mío que yo sea amado y
servido por él solo ; antes tengo muchos amadores, por quie-
ne soy amado más viva y dilatadamente que no por su amor.
229. Decía el Amigo a su Amado: — ¡Amable Amado!
Tú has acostumbrado y criado mis ojos a ver y mis oídos
a oír tus honores; y por esto acostumbra tú mi corazón a
pensamientos, por quienes mis ojos se acostumbren al llanto
y mi corazón a penas. — Respondió el Amado que, sin tales
costumbres y educación, no estaría su nombre escrito en el
libro en el cual están escritos todos los que van a la ben-
dición eterna, y del cual están tildados los nombres de los
que van a la muerte de eterna maldición.
230. En el corazón del Amigo se congregaban 60 las no-
bles hermosuras del Amado y aumentaban los pensamientos
y trabajos en el Amigo, quien del todo hubiera acabado y
muerto si el Amado hubiese continuado en multiplicar más
sus honores y sus atractivas cogitaciones 01 en los pensa-
mientos de su Amigo.
231. Vino el Amado a hospedarse en casa del Amigo,
quien le previno cama de pensamientos, y sirviéronle llantos
y suspiros; y pagó el Amado al Amigo el hospedaje con re-
cuerdos.
232. Mezclaba el Amor los placeres y los trabajos en los
pensamientos del Amigo. Quejáronse de esta mezcla los pla-
ceres y acusaron G:> al Amor en el tribunal del Amado. Mandó
el Amado que parasen, y acabáronse y desvanecieron los
placeres luego que el Amado los hubo separado de los tor-
mentos que el Amor daba a sus amadores.
233. Las señas de los amores que hace el Amigo a su
Amado en el principio son llantos ; en el medio, tribulaciones,
y, a la fin, dulce muerte ; y por estas señas predica el Amigo
a los amadores de su Amado.
234. Entregábase a la soledad el Amigo; y asociábanle
en su corazón pensamientos; y en sus ojos, lágrimas y llan-
tos; y en su cuerpo, aflicciones y ayunos; y en volviendo el
Amigo a la compañía de las gentes, desamparábanle todas
las cosas dichas y quedaba solo entre las gentes.
Bu Versículo trancado en las ediciones de Ovejero y Aguilar.
61 En el texto primitivo faltan las palabras «y sus atractivas co-
gitaciones».
02 ae acusaren amor a l'ainat, e fenirem e deliren los plaers
com l'amat los hac de partits dels turments que amor dóna a sos
amadors».
5o6
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
235. Amor es un mar alborotado de olas y vientos sin
puerto ni ribera. Perece el Amigo en el mar, y en su peligro
perecen sus tormentos y nacen sus cumplimientos.
236. — Dime, fatuo: ¿qué es amor? — 'Respondió: — ¡Una
concordancia de teórica y práctica a un fin al cual se mueve
el complemento de la voluntad del Amigo, para que obligue
a las gentes a que honren y sirvan a su Amado. — Y es cues-
tión si el fin conviene más fuertemente con la voluntad del
Amigo que desea estar con su Amado o 63 del que desea ha-
cerle muchos amadores.
237. Al Amigo preguntaron quién era su Amado. Res-
pondió que aquel que hacía amar, desear, languir, suspirar,
llorar, ser escarnecido y, en fin, morir ; y 04 el que hace la
muerte más dulce que la vida, los escarnios más preciosos
que la honra y los llantos y suspiros más deliciosos que la
risa y la alegría [239].
238. Al Amado 65 preguntaron quién era su Amigo. Res-
pondió que aquel que, por honrar y alabar sus honores, no
dudaba el padecer cualquier trabajo ; y el que para vivir con
su Amado muere en sí mismo; y el que a todos dice y acon-
seja que vendan cuanto poseen y lo renuncien todo para
comprar el amor de su Amado [240].
239. — IDime, cautivo de amor06: ¿cuál carga es más
pesada y más molesta, o padecer trabajos por amor o pade-
cerlos por desamor? — Respondió que lo preguntasen a los
que hacen penitencia por amor de su Amado y a los que
la hacen por temor a las penas del infierno [242].
240. Durmióse el Amigo y murióse el Amor, porque no
tenía de qué vivir. Despertóse el Amigo, y volvió a vivir el
Amor en los pensamientos que envió el Amigo a su Ama-
do [243].
241. Decía el Amigo que la ciencia infusa venía de vo-
luntad, de devoción y de oración ; y la adquirida venía de es-
tudio y trabajo del entendimiento, y por eso, es cuestión:
¿cuál ciencia es más presto en el Amigo y cuál le es más
agradable y es más acomodada para amar al Amado? [244].
242. — IDime, insensato por amor 07 : ¿de dónde has tú
necesidades ? — Respondió : — iDe pensamientos y deseos 08 con
perseverancia de suspiros y gemidos de mi Amado. — ¿Y de
dónde has todo esto? —¡De amor. — (¿Y de dónde has amor?
,i:t Están de más las palabras «o... amadores)).
84 Igualmente sobran las palabras «y... alegría».
96 Es más conforme decir : «Preguntaron al Amado quién era
su Amigo, v respondió que aquel que, para honrar y alabar sus ho-
nores, ño dudaba el padecer cualquier trabajo, y que renunciaba a
todas las cosas para obedecer sus mandamientos y sus consejos.»
M «Digues, foll», léese simplemente en el texto catalán.
*7 «Digues, foll», tan sólo leemos en el autor.
LIHRÚ DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. gg
507
— »De mi Amado. — ¿Y de dónde has a tu Amado? — De sí
mismo solamente [245].
243. — (Dime, fatuo: ¿quieres ser libre en todas cosas?
Respondió: — !Sí, menos de mi Amado. — ¿Y quieres ser cau-
tivo?— iDijo: — Sí, de amor, suspiros y pensamientos, traba-
jos, peligros, destierros y llantos para servir a mi Amado,
por quien 89 — dijo el Almigo — son creadas todas las cosas
para loar y conocer sus valores [246].
244. Atormentaba el Amor al Amigo, por cuyo tormen-
to lloraba y se lamentaba el Amigo. Llamábale su Amado,
que se acercase a él para curarle; y cuanto más el Amigo
se acercaba a su Amado, tanto más fuertemente le atormen-
taba el Amor, porque sentía más amor, y T" cuanto más de
amor y de llanto sentía, tanto más amaba y más fuertemen-
te el Amado con sus amores le curaba de sus dolencias [247].
245. Enfermo estaba el Amor, y el Amigo le curaba con
paciencia, perseverancia, obediencia y esperanza. Convaleció
el Amor y enfermó el Almigo; su Amado lo curaba, dándole
reminiscencia de sus virtudes y honores [248].
246. — 'Dime, cautivo de amor71: ¿qué cosa es soledad?
Respondió: — Consuelo y compañía del Amigo y del Ama-
do. — «¿Y qué cosa es consuelo y compañía? — ^Respondió que
soledad, estando en corazón del Amigo, que sólo se acuerda
de su Amado [250].
247. Propúsose al Amigo esta cuestión: ¿en dónde ha-
bía mayor peligro: en padecer trabajos por amor o en gozai
felicidades. Convino el Amigo con su Amado, diciendo que
peligros por felicidades son por falta de conocimiento; y
peligros por infelicidades son por impaciencia [251].
248. El Amado dió libertad al amor y facultad a todas
las gentes para que tomasen de él a toda su voluntad. Mas
apenas encontró el amor quien le metiese en su corazón; y
por eso lloró y se entristeció mucho el Amigo, viendo el des-
honor que aquí, entre nosotros, en el mundo, recibe el amor
de los falsos amadores y hombres desagradecidos 72 [252].
249. Destruía el Amor todas las cosas en el corazón de
su verdadero Amigo para poder caber y vivir en él, y hu-
• aDe pensaments e de desirar, adorar, treballar perseverança.»
Traducido más fielmente : «... por quien fui creado para loar
sus valores.»
TO Según el original : «V, porque más placeres experimentaba
cuanto más amaba, más fuertemente el Amado le curaba de sus do-
lencias.» Versículo truncado en las ediciones de Ovejero y Aguilar.
Tl «Digues, foll.»
0 No se leen en el original las siguientes palabras de la versión
castellana : «V dijo el amor : — En lugar alto habito, sin desamparar
el lugar bajo ; de balde me ofrezco a todos, y, por esto, quien no me
recibe no tendrá excusa.»
5o8
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
biera muerto al Amigo a no tener éste memoria de su Ama-
do [253].
250. Dos pensamientos tenía el Amigo: con el uno pen-
saba todos los días en la esencia y virtudes de su Amado;
y con el otro, en las obras de su Amado; de aquí nació la
cuestión sobre cuál de estos pensamientos era más excelen-
te y más del gusto del Amado 73 [254].
251*. Murió el Amigo por fuerza de grande amor. En-
terróle el Amado en su tierra, en la cual resucitó el Amigo.
Y por eso es cuestión de quién recibió mayor merced el
Amigo.
252*. En la cárcel del Amado había malandanzas, peli-
gros, dolencias, deshonores, extrañezas, a fin de que su
Amigo no fuese impedido de loar sus honores y de enamorar
a los hombres oue lo tienen en menosprecio.
253*. Un día estaba el Amigo en presencia de muchos
hombres a quienes su Amado honrado había en demasía,
pues que tanto lo deshonraban en sus pensamientos. Aqué-
llos menospreciaban a su Amado y escarnecían a sus servi-
dores. Lloró el Amigo, mesóse sus cabellos, golpeó su cara
y rompió sus vestidos, clamando a gritos: — ¿Cometióse, al-
guna vez, falta tan grande como menospreciar a mi Amado ?
254. — Dime, fatuo: ¿quieres morirte? — Respondió:
Sí; en los deleites de este mundo, y en los pensamientos de
los malditos que olvidan y ultrajan a mi Amado, en cuyos
pensamientos no quiero entender ni ser partícipe, pues no se
halla en ellos mi Amado [258].
255. — Si tú. cautivo de amor 74, dices la verdad, serás
herido de las gentes, escarnecido, reprendido, atormentado
y condenado a muerte. — Respondió el Amigo: — De esto se
sigue que, si yo dijera falsedades, sería amado, alabado y
servido y honrado de las gentes y 75 defendido de los que
menosprecian a mi Amado [259].
256. Loadores falsos un día maldecían al Amigo en pre-
sencia de su Amado, y el Amigo tenía en ello paciencia, y el
Amado, sabiduría, poder y justicia. El Amigo estimó más
ser maldecido y reprendido que ser amado 7<i de los falsos
maldicientes [260].
257. Sembraba el Amado diferentes semillas en el co-
razón del Amigo, de donde nacía, vestía hojas, florecía y
granaba un solo fruto. Es cuestión de si de aquel fruto po-
drían nacer diferentes semillas [261].
7;; «del Amado y del Amigo», según el autor.
w «Si tu, foll.»"
73 «e defès dels amadors de mon amat» ; esto es : «y apartado de
los amantes de mi Amado».
7" Es más exacto decir: «... que ser uno de los falsos maldicientes.»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 99
5O0
258. Sobre el Amor estaba el Amado en grande altura y
debajo del Amor estaba el Amigo muy ínfimo. El Amor, que
está en medio, hizo bajar el Amado al Amigo y subir el
Amigo al Amado; y de este ascenso y descenso vive y toma
principio el Amor, por quien enferma el Amigo y es servido
el Amado; y 77 por este acto es libremente sano [262].
259. A la derecha del Amor reside el Amado, y el Amigo
a la izquierda; y, por esto, sin que el Amigo pase por el
Amor, no puede llegar a su Amado [263].
260. Delante del Amor está el Amado, detrás del Amado
está el Amigo; y, por esto78, el Amigo no puede pasar al
Ajnor hasta haber pasado sus pensamientos y deseos por el
Amado [264].
261. Del profundo abismo de la fuente de bondad y
valor salieron dos semejantes en honor y valor; igualmente
por el amor de los tres se inflaba el Amigo ; y el Amor, con
todo esto, no es más que uno, para demostrar que aunque
sean tres Amados subsistentes, pero es uno solamente por
esencia [266],
262. Vistióse el Amado de la tela de que estaba vestido
su Amigo, para que fuese su compañero en la eterna gloria;
y por esto el Amigo deseaba continuamente vestidos encar-
nados, porque la tela fuese más semejante a la vestidura de
su Amado [267].
263. — Dime so, fatuo : ¿ qué hacía tu Amado antes de
crear el mundo? — Respondió: — Mi Amado amaba, porque
era de diferentes propiedades eternales, personales e infini-
tas, en donde hay amante, amor y Amado [268].
264. Lloraba el Amigo y estaba muy triste, porque veía
a los infieles que, por ignorancia, perdían a su Amado; y se
alegraba en la justicia de su Amado, que castigaba a los que
le desconocían y le eran desobedientes. Y por esto se le pro-
puso la cuestión sobre si era mayor su tristeza o su alegría,
y si tenía mayor felicidad viendo honrar a su Amado, que
desplacer y tristeza viendo que no le honraban [269].
265. Miraba el Amigo a su Amado en la mayor diferen-
cia y concordancia de virtudes, y en la mayor contrariedad
77 Sobran las palabras «y... sano».
18 «e per açò l'amic no pot pervenir a amor, tro que ha passat sos
pensaments e sos desirers per l'amat».
79 «Fa l'amat a son amic dos semblants a si mateix arnats en hon-
raments e valor. E enamora 's l'amic de tots tres egualment, ja's sia
que l'amor sia una tant solament a sis^nificança de la unitat una en
tres arnats essencialment.»
80 «Digues, foll! Què faia ton amat ans que-1 món fos? Respòs :
Convenia's a ésser per diverses proprietats eternals personals, in fi-
nides, on són amic e amat.»
510 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
de virtudes y vicios 81, y en el ser y perfección que convienen
entre sí más fuertemente, sin defecto, que el no ser y la im-
perfección, que concuerdan con el defecto; y por esto dijo
que concordancia con diferencia es perfección que conviene
más con el ser sin defecto, que con defecto y no ser [270].
266. Los secretos de su Amado veía el Amigo por la
diversidad y concordancia, quienes le revelaban la pluralidad
y unidad en su Amado, y por razón de mayor conveniencia
de esencia sin contrariedad [271].
267. Dijeron al Amigo que si en la corrupción, que es
contraria al ser, en cuanto es contra generación, que es con-
traria al no ser, se hallasen eternamente corrompiente y co-
rrompido, sería 82 imposible que la generación concordase
con el ser y que fuese primera; y por estas palabras vió
el Amigo en su Amado generación eterna [273].
268. Si fuese falsedad aquello por lo cual el Amigo pue-
de amar más a su Amado, sería verdad aquello por lo cual
el Amigo no puede amar tanto a su Amado; y si esto fue-
se así, seguiríase defecto de mayoridad y de verdad en el
Amado, y habría en él concordancia de falsedad y minori-
dad [275].
269. Alababa el Amigo a su Amado, diciendo que, si su
Amado tiene mayor posibilidad en perfección y mayor im-
posibilidad en imperfección, conviene que el Amado sea sim-
ple y pura actualidad en esencia y adoración s Mientras que
el Amigo de esta suerte alababa a su Amado, le era revelada
la Santísima Trinidad de su Amado [276].
270. El Amigo veía mayor concordancia en el número
uno y tres que en otro número; y esto porque toda forma
corporal pasaba del no ser al ser por el sobredicho número ;
y, por esto, el Amigo miraba a la Unidad trina y a la Tri-
nidad una de su Amado, por la mayor concordancia del so-
bredicho número [277].
271. El Amigo alababa el poder y la sabiduría, la vo-
luntad de su Amado, que todo lo habían creado, menos la
culpa, la cual no sería sin 84 el poder y la sabiduría de su
Amado ; mas ni su poder, ni su sabiduría, ni su voluntad son
ocasión de la culpa [278].
272. Alababa y amaba el Amigo a su Amado, porque le
81 «e en ésser perfecció, qui-s covenen pus fortment sens defalli-
ment e no ésser, que ab defalliment e ab no esser».
m «... imposible cosa sería que el no ser y el fin conviniesen
en la corrupción y el corrompido. Y, por estas palabras...», tradu-
cido directamente del texto catalán.
83 «operación» y no «adoración».
,l «sens lo poder, e-l saber, e-l voler de son amat, al qual peccat
no són occasió lo poder, ni-l saber, ni-l voler de son amat.»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 99 .Sil
había creado y dado cuanto tenía. Alabábale y amábale, por-
que quiso tomar su semejanza y naturaleza; y de aquí con-
viene se haga la cuestión: ¿cuál alabanza y amor debe tener
mayor perfección? [279J.
273. El Amor tentó al Amigo de sabiduría, y propúsole
esta cuestión : si 8"' el Amado le amaba más en haber tomado
su naturaleza o en haberle creado. El Amigo quedó per-
plejo, hasta que respondió que la creación tiene mira hacia
apartar la infelicidad, y la encarnación, a procurar la feli-
cidad [280].
274. Iba el Amigo pidiendo limosna de puerta en puerta,
para hacer memoria del amor de su Amado a sus siervos.
Y 86 como en un día no le diesen limosna alguna, le fué pre-
guntado si le sabía mal. Respondió que no, porque humil-
dad, pobreza y paciencia eran cosas agradables a su Ama-
do [281].
275. Al Amigo pidieron perdón por amor de su Amado,
y el Amigo no sólo les perdonó, antes les dió a sí mismo
y sus bienes [282].
276. Con 87 suspiros refería el Amigo la pasión y dolor
que su Amado sufrió por su amor, y con tristeza y lágrimas
escribía las palabras que decía su Amado muriendo; y pen-
sando en su resurrección triunfante, se consolaba [283].
277*. El Amado y el Amor vinieron a ver el Amigo
que dormía. El Amado llamó a su Amigo, y despertóle el
Amor. Y el Amigo obedeció al Amor y respondió a su Amado.
278. El ss Amado educaba al Amigo en amar. El Amor
le enseñaba a tener paciencia; la misericordia, a esperar; la
justicia, a temer, y la fe, a creer; y siendo ya de mayor
edad, todas le instruían y enseñaban a amar [284].
279. Preguntó el Amado a las gentes si habían visto a su
Amigo, y ellos preguntáronle por las cualidades de su Ami-
go. Respondióles el Amado diciendo que su Amigo era osado
y temeroso, rico y pobre, alegre y triste, tranquilo 89 y pen-
sativo; y añadió que de continuo enfermaba de amor [285].
Corríjase diciendo : «si el Amado le amaba más en tomar su
naturaleza o en recrearlo. El Amigo quedó perplejo hasta que res-
pondió que la recreación miraba a apartar la infelicidad, y la en-
carnación a procurar la felicidad».
Según el texto primitivo : «... y para que usara de humildad,
pobreza, paciencia, que son cosas agradables a su Amado.»
s7 Dígase más bien : «Con lágrimas de sus ojos refería el Amigo
la pasión y el dolor que su Amado sufrió por su amor ; y con tris-
teza, pensamientos, escribía las palabras que decía ; y con miseri-
cordia, esperan/a, se consolaba.»
ss Casi en nada concuerda este versículo con el original, que
reza así : «El Amado educaba al Amigo en amar ; y el Amor en-
señábale a sufrir peligros, y la paciencia doctrinábale en sostener
trabajos por amor de aquel a quien se ha entregado por servidor.»
" Está de más el adjetivo «tranquilo».
512
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
280. Preguntaron al Amigo si quería vender su deseo,
quien respondió que ya lo tenía vendido a su Amado por tal
moneda, cuyo valor basta para comprar el mundo to-
do [286].
281*. — 'Predica, loco, diciendo palabras de tu Amado.
Llora y ayuna. — Renunció al mundo el Amigo y fuése a bus-
car a su Amado con amor, y loábalo en aquellos lugares en
donde era deshonrado.
282. Edificaba 90 el Amigo una hermosa ciudad para que
la habitase su Amado: los muros eran de fortaleza; los ci-
mientos, de humildad; la mesa, de templanza; la cama, de
castidad; las torres, de magnificencia; las puertas, de fe,
esperanza y caridad; las calles, de piedad; los centinelas, de
justicia; el idioma que en ella hablaban todos era de amor,
para que todas estas cosas pasase el Amado [289].
283. El 91 Amigo bebía amor en la fuente del Amado,
y se embriagó de amor. Preguntó la causa a otro amador,
y éste le respondió que aquélla es la fuente donde nos lava
el Amado de las manchas de la culpa [290].
284. — Dime 92, embriagado de amor: ¿qué cosa es pe-
cado?— Respondió: — Es inordenación contra ordenación de
mi Amado; es desviarse de mi Amado; es por defecto de
ordenación; es privación del bien y es contra el fin por el
cual fué creado todo el mundo [291].
285. Veía 93 el Amigo que la eternidad se conviene me-
jor con su Amado, que es esencia infinita en grandeza y en
toda perfección, que no con el mundo, que tiene cuantidad,
entidad y acción finida y terminada ; y» por esto, en la justi-
cia de su Amado veía el Amigo que el mundo era nuevo y
que la eternidad de su Amado conviene ser antes del tiempo
90 Según el original : «El Amigo levantaba y construía una bella
ciudad, en donde habitara su Amado. Con amor, pensamientos, la-
mentos, llantos y languores la construía ¡ y con placeres, esperanza,
devoción, la adornaba ; y con fe, justicia, prudencia, fortaleza y
templanza la guarnecía.»
m Dígase más bien : «El Amigo bebia amor en la fuente de su
Amado, en la cual el Amado lavó los pies a su Amigo, que muchas
veces ha olvidado y menospreciado sus honores, y, por esto, el
mundo está en culpa.»
82 Traducción directa del texto catalán : « — Dime, loco : ¿qué
es pecado? — Respondió : — Es intención torcida y enderezada contra
la intención final y razón por que mi Amado ha creado todas las
cosas.»
33 Hay que rectificar el versículo, diciendo : «Veía el Amigo que
el mundo es creado, puesto que la eternidad concuerda mejor con
su Amado, el cual es esencia infinita en grandeza y en toda per-
fección, que con el mundo, el cual tiene cantidad finita. Y por
esto, en la justicia de su Amado veía el Amigo que la eternidad de
su Amado conviene que prevalezca sobre el tiempo y la cuantidad
finita.»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUEAN A. — C. 99 513
y de la cuantidad definida, para que se conociese su inmen-
sidad ser mayor que la capacidad del mundo [293].
286. Defendía el Amigo a su Amado contra los que
decían que el mundo era eterno, y dijo que a la justicia de
su Amado, que es infinita en bondad y perfección, conviene
que restituya a cada alma racional su propio cuerpo, a quien
no bastaría materia ni lugar ordinal, si el mundo fuera eter-
no, ni el mundo fuera ordenado a un fin sólo, sin el cual
fin faltaría a su Amado perfección de voluntad y sabidu-
ría [294].
287. — Dime, fatuo: ¿en qué conoces que la fe católica
sea verdadera y que la creencia de los judíos y moros sea
falsa y errónea? — Respondió que en las diez condiciones del
Libro del gentil y de los tres sabios [295].
288. — Dime, fatuo: ¿en qué tiene principio la sabidu-
ría?— Respondió: — En fe y devoción, que son la escalera
por donde sube el entendimiento a entender los secretos de
mi Amado. — Mas le preguntaron: — Fe y devoción, ¿de dón-
de tienen principio? — Respondió: — De mi Amado, quien ilu-
mina la fe y calienta la devoción [296].
289. Preguntaron al Amigo qué cosa era mayor: o posi-
bilidad o imposibilidad. Respondió 94 que en su Amado la
imposibilidad era mayor, y en la criatura la posibilidad;
pues que posibilidad y potencia concuerdan, como también
imposibilidad con actualidad [297].
290. — Dime, fatuo: ¿qué cosa es mayor: la diferencia
o la concordancia? — Respondió que, menos en su Amado, la
diferencia era mayor en pluralidad y la concordancia en
unidad; mas en su Amado eran iguales en pluralidad11" y
unidad [298].
291. — Dime, amador: ¿qué cosa es valor? — Respon-
dió: — Lo contrario al valor de este mundo, que es apeteci-
do de los amadores falsos y vanagloriosos, que quieren va-
ler teniendo desvalor, para ser perseguidores de valor, más nf>>
que para seguir a aquel que a todo otro valor excede [299J.
292*. — Dime, necio: ¿viste alguna vez un hombre fa-
tuo ?—• (Respondió que él había visto a un obispo que tenía en
su mesa muchos vasos y muchos platos y cuchillos de plata,
y tenía en su celda muchos vestidos y gran lecho, y en
sus arcas muchos dineros; y a la puerta de su palacio había
pocos pobres.
293. — Fatuo por amor: ¿sabes qué es vileza? — Respon-
dió que pensamientos viles. — Y ¿sabes qué es cortesía y ur-
'•" En las ediciones de Ovejero y Je Aguilar este texto está al
terado.
m Mejor, decir aen diferencia y unidad».
K Cállase en el original tmás... excede».
17
5H
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
banidad ? 97 — Dijo que temor de mi Amado, procediendo de
caridad y vergüenza, que teme el mal hablar de las gentes.
— ¿Y 98 qué es honor ?J — Respondió: — Pensar en mi Amado
y desear y alabar sus honores [300].
294*. Las penas y las tribulaciones que el Amigo pade-
cía por amor alteráronle e inclináronle a la impaciencia; y
reprendióle el Amado con sus honores y con sus promesas,
diciendo que poco sabía de amor, pues se turbaba por mal-
andanzas y por bienandanzas. Tuvo el Amigo contrición y
llantos y rogó a su Amado que le devolviera amores.
295. — Fatuo : ¿ qué cosa es amor ? — Respondió que amor
es aquella cosa que pone en servidumbre a los libres y da
libertad a los siervos; y de aquí se origina la cuestión sobre
si el amor es más cercano a servidumbre, o si a liber-
tad [302].
296. Llamaba el Amado a su Amigo, quien le respondió
con estas dulces palabras: — ¿Qué es lo que te place, Ama-
do mío, ojo de mis ojos y pensamiento de mis pensamientos,
cumplimiento de mis perfecciones, amor de mis amores y
aun más principio de mis principios? [303].
297. El Amigo decía al Amado: — A ti voy, por ti voy
y en ti voy; ¿por qué me llamas?; a contemplar voy la con-
templación de tu contemplación con la contemplación de tu
contemplación. En tu virtud soy y con tu virtud vengo a tu
virtud, de donde tomo virtud 90. Saludóte con salutación,
que es mi salvación en tu salutación, de la cual aguardo
salvación y eterna bendición [304].
298. Decía con altas voces el Amigo : — El fuego calien-
ta, el calor alegra, su ligereza atrae hacia arriba. Así, por
semejante modo, el amor abrasa al pensamiento, el amor
alegra y el amor prontamente eleva a lo superior. Uin amor
une tres cosas y las ata fuertemente entre sí [305].
299*. — Gloria eres, Amado, de mi gloria, y con tu glo-
ria, en tu .gloria, das gloria a mi gloria, que tiene gloria de
tu gloria. Por la cual gloria tuya me son igualmente gloria
los trabajos y los sufrimientos que me vienen para honrar tu
gloria, y los placeres y los pensamientos que me vienen
de tu gloria.
300*. —Amado : en la cárcel del amor me tienes enamo-
rado con tus amores, que me han enamorado de tus amores,
por tus amores y en tus amores. Pues no eres otra cosa más
que amores, en dos cuajes me haces estar solo y en la com-
pañía de tus amores y de tus honores. Porque tú estás solo
5,7 «léyalla», dice el original.
;w En las ediciones de Ovejero y Aguilar el texto está alterado.
w Más conforme al original : «Saludóte con tu salutación, que
es mi salutación, en tu salutación, de la cual espero salutación eterna,
< n b n. lic ión de tu bendición, en la cual bendito soy en mi bendición. »
LIBRO PK EVAST Y BLANQUEEN A. — C. 99
5*5
conmigo solo, que estoy solo con mis pensamientos, ya que
tu soledad, sola en honores, me tiene ella sola para honrar
y loar sus valores, sin temor de los ingratos que no te tie-
nen a ti solo en sus amores.
301*. — Solaz eres, Amado, de mi solaz; porque en ti
solazo mis pensamientos con tu solaz, que es solaz y alien-
to de mis penas y de mis tribulaciones, que están atribula-
das en tu solaz, porque no solazas a los ignorantes con tu
solaz, y porque a los conocedores de tu solaz no enamoras
más hondamente para honrar tus honores.
302. Quejábase el Amigo a su Señor de su Amado, y a
su Amado de su Señor; y su Señor y su Amado decían:
— ¿Quién nos divide a nosotros, que somos una cosa mis-
ma?— Respondía el Amigo: — La piedad del Señor y la tri-
bulación que viene por el Amado [309].
303. Peligraba 100 el Amigo en el grande mar de amor
y confiábase en la ayuda de su Amado, quien le dijo: — El
lago de amor es muy al contrario de los otros lagos, porque
en aquél se salva quien se zambulle a lo más profundo, y
quien no se anega y sale fuera, éste se pierde, lo que muy
al revés acontece en los demás lagos; y por esto el Amigo
deja de temer' [310].
304. Alegrábase el Amigo por el ser de su Amado, pues
que por su ser todo otro ser ha venido en ser y es susten-
tado, obligado y sujetado a honrar y servir el ser de su
Amado, quien por ningún otro ser puede ser destruido ni
culpado, disminuido y aumentado [311].
305 *. — Amado: en tu grandeza haces grandes mis de-
.seos, y mis pensamientos, y mis trabajos; pues tan grande
es, que es grande toda cosa que de ti tiene memoria, en-
tendimiento y placer, y tu grandeza hace pequeñas todas las
cosas que van contra tus honores y mandamientos.
306*. — Eternamente comienza, y ha comenzado, y co-
menzará mi Amado; y eternamente no comienza, no ha co-
menzado, ni comenzará. Y estos comienzos no se contradicen
en mi Amado, porque es eterno y tiene en sí unidad y tri-
nidad.
307*. — Mi Amado es uno, y en su unidad úñense en una
voluntad mis pensamientos y mis amores ; y la unidad de mi
Amado es suficiente para todas las unidades y todas las
pluralidades; y la pluralidad que hay en mi Amado es su-
ficiente para todas las unidades y pluralidades.
308*. ' — Soberano bien es el bien de mi Amado, que es
bien de mi bien ; porque es un bien mi Amado sin otro bien ;
100 Es más conforme decir:, apeligraba el Amigo en el grande
mar de amor y confiaba en la ayuda de su Amado, quien le so-
corría con tribulaciones, pensamientos, lágrimas y llantos, suspiros
y penas, ya que el mar era de amores y para honrar sus honores.»
5i6
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
que, si no lo fuera, mi bien fuera de otro bien soberano. Y,
pues, no lo es, consúmase todo mi bien, en esta vida, en hon-
rar al soberano bien, pues que así conviene.
309". — Si tú, Amado, sabes que soy pecador, háceste
tú piadoso y perdonador. Y porque aquello que sabes en ti
es mejor que yo, reconozco yo en ti perdón y amor, ya que
tú me comunicas contrición y dolor y deseos de entregarme
a la muerte para loar tu valor.
310*. — Tu poder, Amado, me puede salvar por benigni-
dad, piedad y perdón, y puédeme condenar por justicia y a
causa de mis entuertos. Tu poder cumpla tu voluntad en mí,
ya que todo es cumplimiento, sea que me des salvación o
condenación.
311 lül. Puesto en angustia el Amigo, reclamó la verdad
de su Amado y dijo: — Oh verdad amada, visita la contri-
ción de mi corazón y da lágrimas a mis ojos, pues te ama
mi voluntad; y por cuanto tú, verdad, eres suprema, y la
culpa es falsedad, socorre mi voluntad con que venza los
pecados que son contrarios a la verdad [316].
312*. — Nunca fué verdad aquello en que no hubo mi
Amado, y falso es aquello en que no hay mi Amado, y falso
será todo aquello en que no estará mi Amado. Y, así, necesa-
rio es que sea verdad todo lo que será, fué y es, si en todo
ello hay mi Amado. Y, así, también es falso quien está en
una verdad en que no está mi Amado, sin que se siga de ello
contradicción.
313. El Amado creó y el Amigo destruyó; juzgó el Ama-
do y lloró el Amigo; recreó el Amado, consolóse el Amigo;
acabó el Amado su obra, y quedóse el Amigo eternamente
en compañía de su Amado [318].
314. Por las sendas de vegetación, sentido, imaginación,
entendimiento y voluntad iba el Amigo buscando a su Ama-
do; en estas sendas padecía el Amigo peligros, enfermeda-
des, trabajos y muchas dificultades para que exaltase su
entendimiento y su voluntad102; lo que le era muy gustoso,
porque su Amado quiere que sus amadores le entiendan y
amen altamente [319].
315. Muévese el Amigo hacia el ser por la perfección de
su Amado, y muévese hacia el no ser por su propio defecto ;
y de aquí nace la cuestión: ¿cuál de los dos movimientos
tiene mayor poder en el Amigo naturalmente? [320].
316. — Metido me has, Amado mío, entre mi mal y tu
101 «Amat : veritat visita la contricció de mon cor, e puja aygua
a mos ulls com ma volentat la ama ; e car la tua veritat és Subi-
rana, puja veritat sajús ma volentat a honrar tos honraments,
e devàíla-la a desamar mos defalliments.»
180 «exalçàs son entinement e e sa volentat a son amat qui vol
que-ls seus amadors l'entenen e l'amen altament».
LIHRO DE EVAST Y !>LANQI'ERNA. — C. 99 5 l 7
bien; y por esto te ruego que de tu parte haya piedad, mi-
sericordia, paciencia, clemencia, venia, ayuda y restauración;
y de mi parte, haya contrición, perseverancia y reminiscen-
cia, con suspiros, langores y llantos por tu sacrosanta pa-
sión l 321 j.
317. — 'Amado que me haces amar: si no me ayudas,
¿por qué me quisiste crear y por qué quisiste padecer por mí
tantos langores y tan amarga pasión? Ya que tanto ayu-
daste a exaltarme, ayúdame a descender, para acordar y
aborrecer mis culpas y mis defectos, a fin que mejor pueda
yo subir mis pensamientos a desear, honrar y alabar tus
valores [322].
318. — -Mi querer, Amado mío, creaste libre, para que
pueda amar"': y despreciar tus honores y para que pueda
aumentar en él tu amor [323].
319. — En esta libertad pusiste mi voluntad en peligro;
por lo cual te ruego que en este peligro te acuerdes de mí.
para que mi libie voluntad ponga yo en servitud para alabar
tus honores y multiplicar en mi corazón llantos y lango-
res [id.].
320. — Amado mío: jamás de ti vino en tu Amigo culpa
ni defecto, ni puede en tu Amigo haber cumplimiento sin tu
gracia y tu perdón. Puesto, pues, que tu Amigo tiene de ti
un tal posesorio, no le olvides en sus tribulaciones y peli-
gros [324].
321. — Amado mío, que en "'4 un nombre solo, que es
Jesucristo, eres nombrado Dios y hombre: en este nombre,
Jesucristo, quiere mi voluntad alabarte Dios y hombre. Si
tú, pues, Amado mío, tanto honraste a tu Amigo, sin mérito
suyo, en nombrar y querer a tu santo nombre de Jesucristo,
¿por qué no quieres honrar a tantos hombres ignorantes,
quienes a sabiendas no han sido tari culpables para con tu
santo nombre, Jesucristo, como yo en algún tiempo lo fui
en poco temer, amar y honrar a tu nombre santo y salu-
dable? [325].
322. Lloraba el Amigo y decía a su Amado estas pala-
bras: — Amado mío: jamás fuiste avariento, ni dejaste de
ser liberal respecto de tu Amigo en darle ser, ni en re-
crearle, ni en darle muchas criaturas que le sirvieran. ¿De
dónde, pues, vendría que tú, que eres liberalidad soberana,
fueses avaro en dar a tu Amigo llantos, pensamientos, lan-
gores, sabiduría y amores para honrar tus honores? Y por
esto, Amado mío, te ruega tu Amigo le concedas larga vida,
1 '• «Mon voler has fet franc a amar tos honraments, e a menys-
prear tes valors, pe- ço que pasques a mon voler multiplicar u->
amors.»
1,1 uqui en un nom est nomenat hom e Déu».
,lC Sobran las palabras «en poco... saludable».
5i8
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
para poder recibir de ti muchos de los dones sobredi-
chos [326].
323*. — Amado: si tú ayudas a los hombres justos con-
tra sus mortales enemigos, ayuda a multiplicar mis pensa-
mientos, en desear tus honores. Y si tú ayudas a los hombres
injustos para que recobren justicia, ayuda a tu Amigo para
que haga sacrificio de su voluntad, en loor de ti, y de su
cuerpo, en testimonio de amor por vía de martirio.
324*. — No hay en mi Amado diferencia entre humildad,
humilde, humillado ; porque es todo humildad en pura actua-
lidad. Ende el Amigo reprende el orgullo que quiere hacer
subir a su Amado a aquellos a quienes la humildad de mi
Aunado ha honrado tanto en este mundo, y el orgullo los ha
vestido de hipocresía, vanagloria, vanidades.
325*. La humildad ha humillado él Asmado al Amigo
por contrición, y lo mismo ha hecho por devoción. Y pónese
la cuestión: ¿en cuál de las dos el Amado se humilló más
profundamente al Amigo? \
326*. Tuvo el Amado, por su perfección, misericordia de
su Amigo, y la tuvo por las necesidades de su Amigo. Y pó-
nese la cuestión: ¿por cuál de las dos razones el Amado per-
donó más plenamente las culpas de su Amigo?
327*. — (Rogaban nuestra Señora, y los ángeles, y los
santos de la gloria a mi Amado. Y cuando recordé el error
en que está el mundo por ignorancia, pensé en la grande jus-
ticia de mi Amado y en la grande ingratitud de sus amigos.
328*. El Amigo hacía subir los poderes de su alma, por
la escalera de la humanidad, para dar gloria a la divina natu-
raleza. Y por la divina naturaleza hacía bajar los poderes
de su alma para gloriarse en la naturaleza humana de su
Amado.
329. Cuanto más ásperas y estrechas son las sendas por
donde camina el Amigo a su Amado, tanto más anchos y
deliciosos son los amores. Y cuanto más constreñidos son
los amores, tanto más anchas son las sendas. De donde se
sigue que, de cualquiera suerte, el Amigo tiene trabajos,
penas, gozos y consuelos por su Amado [355].
330*. Salen amores de amores, y pensamientos de lan-
guores, y llantos de languores; y entran amores en amores,
y pensamientos en llantos, y languores en suspiros. Y el
Amado contempla a su Amigo que sufre por su amor todas
estas tribulaciones.
331*. Trasnocharon y hacían romerías y peregrinacio-
nes los deseos y los recuerdos del Amigo en las noblezas de
su Amado, y llevaban al Amigo facciones, y llenaban su en-
tendimiento de resplandor, por la cual la voluntad multipli-
caba sus amores.
332. El Amigo figuraba con la imaginación y formaba
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — C. 99 519
las perfecciones de su Amado en las cosas corpóreas, las
que, por virtud del entendimiento, sutilizaba en las cosas
espirituales y con la voluntad adoraba a su Amado en todas
las criaturas [349].
333. Compró el Amigo un día de llantos por otro de
pensamientos, y vendió un día de amores por el precio de
un día de tribulaciones. Y entonces le fueron multiplicados
sus amores y sus pensamientos [360].
334. Hallábase el Amigo en tierras extrañas, olvidán-
dose de su Amado, y sintió la ausencia de su casa t06, de su
mujer, de sus hijos, de sus amigos. Mas volvió a recordarse
de su Amado para consolarse y para que la extrañeza no
le diese pena por el deseo y amor [361].
335*. Oía el Amigo las palabras de su Amado, en las
cuales le veía su entendimiento, puesto que placíase la vo-
luntad en oírlas; y la memoria recordaba las virtudes de su
Amado y sus promesas.
336. Oía el Amigo murmurar e infamar a su Amado, en
la cual murmuración veía su entendimiento la justicia y
paciencia de su Amado, porque la justicia castigaba a los
murmuradores y la paciencia los aguardaba a contrición y
penitencia. Y 107 dijo : — Muy clemente y piadoso es el Ama-
do, que tiene prevenidos eternos bienes para dar aun a sus
enemigos, si ellos los quisieren [350].
337. Enfermó el Amigo, y de consejo de su Amado,
dispuso su testamento. Sus culpas y pecados mandó a con-
trición y penitencia; los deleites temporales, al desprecio;
los llantos y lágrimas, a los ojos ; los suspiros y amores, a su
corazón; la contemplación de las perfecciones de su Amado,
al entendimiento; a su memoria mandó la pasión que por
amor padeció su Amado, y a su trabajo, la solicitud de la
conversión de los infieles, los cuales por ignorancia pe-
can [353].
338. Olió el amigo flores, y se acordó de la hediondez
del rico avariento, del viejo 108 lujurioso y del soberbio des-
agradecido. Gustó dulces el Aimigo, y entendió en ellos las
amarguras de los bienes temporales y de la entrada y salida
de este mundo. Sintió el Amigo placeres mundanos, y en
ellos entendió el breve tránsito de este mundo, y los eternos
tormentos de que son ocasión los deleites agradables de este
mundo. Y, por esto, el Amigo despreció todos los deleites
vanos [327].
339*. Sintió el Amigo hambre, sed, caJor y frío, pobre-
m «e enyorà -s tle son .-enyors e sa muller e sos infants e de sos
amics».
m «E per açò és qüestió, en qual dels clos l'amic creia pus
fort ment.»
^ 3,6 ae en luexuriós», escribe simplemente el autor.
520
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
za, desnudez, enfermedad, tribulación. Y hubiera muerto a
no haberse recordado de su Amado, quien lo sanó con espe-
ranza, recuerdo, y con la renuncia de este mundo y el me-
nosprecio de las burlas de las gentes.
340. Entre trabajos y placeres estaba: el lecho dél Ami-
go; con placeres se dormía y con trabajos se despertaba.
Y fué cuestión: ¿a cuál de estas dos cosas está más vecino
el lecho del Amigo? [331].
341. El Amigo se dormía con ira, porque temía las mal-
diciones y desprecios de las gentes, y despertóse con pacien-
cia, acordándose 109 de los malos tratamientos del cuerpo de
su Amado ; y por esto preguntaron al Amigo de quién había
tenido mayor empacho, de su Amado o de las gentes [332].
342. Pensaba el Amigo en la muerte, y temió mucho,
hasta que se acordó de la noble ciudad de su Amado, de la
cual son puerta y entrada la muerte y el amor [333].
343. Quejábase el Amigo con su Amado de las tentacio-
nes que cada día le venían disturbándole sus pensamientos,
y respondióle el Amado que las tentaciones son ocasión de
que el hombre recurra con su memoria a acordarse de Dios
y 110 a amarle y a honrar sus honores con los dones gratuitos
que él da [336].
344. Perdió el Amigo una joya que amaba mucho, y con
mucha impaciencia sufrió aquella pérdida, hasta que el Ama-
do le propuso esta cuestión : ¿ qué cosa le era más provechosa,
o la joya que antes tenía o la paciencia que tuvo en las obras
de su Amado? [337].
345*. Dormía el Amigo pensando en los trabajos y en
los empachos que encuentra en el servicio de su Amado; y
temió que sus obras vinieran a parar en nada por aquellos
empachos. Empero, el Amado le envió conciencia, la cual le
despertó en sus méritos y en los poderes de su Amado.
346. El Amigo había de andar camino largo, difícil y
escabroso, y había llegado el tiempo de partirse y de llevar
sobre sí la carga gravísima que mandó el Amor que traigan
sus amadores. Y, por esto, el Amigo descargó su alma de los
pensamientos y de los deleites corporales, para que su cuerpo
pudiese más fácilmente llevar la carga que le mandaba el
Amor, y que el alma por aquellas sendas anduviese siempre
en compañía de su Amado [362].
347. En presencia del Amigo hablaban mal un día de
su Amado. Oyólo el Amigo, y ni le respondió ni le defendió.
De ahí nace la cuestión: ¿cuál es más culpable: los que
blasfeman al Amado o el Amigo silencioso que no le de-
fendía? [339].
109 «com remembra laors de son Amat».
310 «e ornar «os honrats capteniments».
LIBRO ÇE EVAST Y BLANQÜERNA. — C. 99
521
348. Contemplando el Amigo a su Amado, se sutilizaba
en su entendimiento y se enamoraba de él en su voluntad.
Y es cuestión por cuál de estas dos cosas se sutilizaba y fe-
cundaba más su memoria en recordar a su Amado T342J.
349. Con fervoi y temor iba el Amigo en su viaje a
honrar a su Amado. Fervor le llevaba y temor le conservaba.
Mientras que así iba el Amigo, encontró a los suspiros y a
los llantos que le llevaban recomendaciones de su Amado, y
le fué propuesta la cuestión : ¿ por cuál de los cuatro recibía
mayor consuelo en su Amado? Respondió 111 el Amigo que
llantos y lágrimas eran hervor de fervor, y el fervor fuego,
y el temor guardia [343].
350-'. Mirábase el Amigo en sí mismo para que fuera
espejo en donde contemplara a su Amado, y miraba a su
Amado para que le fuera espejo en el cual tuviera conoci-
miento de sí mismo. Y es cuestión: ¿a cuál de los* dos es-
pejos estaba más cercano su entendimiento?
351. Teología, Filosofía, Medicina y Derecho encontra-
ron ai Amigo, quien las preguntó si habían visto a su Ama-
do. Teología lloraba, Filosofía dudaba, Medicina y Derecho
se alegraban. Es cuestión: ¿qué significaba con esto cada
una de las cuatro señoras al Amigo, que iba en busca de su
Amado? [345].
352*. Triste y lloroso iba el Amigo en busca de su Ama-
do por sendas sensuales y por caminos intelectuales. Y pó-
nese la cuestión: ¿en cuál de los dos caminos entró prime-
ramente mientras buscaba a su Amado, y en cuál el Amado
se mostró al Amigo más claramente?
353". En el día del juicio dirá el Amado que cada uno
ponga a un lado lo que el Amado le haya dado en este
mundo, y ponga en otro lado lo que él hombre haya dado
al mundo, a fin de que se vea cuán entrañablemente haya
sido amado lo uno y lo otro y cuál de los dos dones es más
noble y en mayor cantidad.
354*. Amábase la voluntad del Amigo a sí misma, y
preguntóle el entendimiento si era más semejante a su Ama-
do en amarse a sí misma o en amar a su Amado, porque su
Amado es más amante de sí mismo que de cualquier otra
cosa. Y, por esto, pónese la cuestión sobre cuál respuesta la
voluntad pudo dar al entendimiento con más verdad.
355. — Dime, fatuo: ¿cuál es el amor más grande y más
verdadero que hay en la criatura? — Respondió que aquel que
es uno con el Creador, puesto que el Creador no tiene en qué
pueda hacer más noble criatura [348].
356*. Estando un día el Amigo en oración, notó que
sus ojos no lloraban, y para que pudiera llorar, envió
111 El original calla «•Respondió... guardia».
522
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
su pensamiento a pensar en dineros, mujeres, hijos, man-
jares, vanagloria, y halló en su entendimiento que más hom-
bres tenían por servidores cada una de las cosas sobredichas,
que no tiene su Amado. Y, por esto, fueron sus ojos en llan-
tos y su alma en tristeza y dolor.
357*. Iba el Amigo meditabundo pensando en su Ama-
do, y encontró por el camino a buen golpe de gente, pidién-
dole nuevas. Y como fuera que el Amigo hallaba placer en
su Amado, no respondió a lo que le preguntaban, y dijo que,
para que no se alejara de su Amado, no quería responder
a sus palabras.
358*. Estaba el Amigo por dentro y por fuera cubierto
de amor, e iba a buscar a su Amado. Decíale el Amor:
— ¿Adonde vas, amador?— Respondió: — Voy a mi Amado,
a fin de que tú seas mayor.
359*. — Dime, loco: ¿qué es religión? — -Respondió:
— Limpieza de pensamiento, y desear morir para honrar a
mi Amado, y renunciar al mundo, a fin de que nada impida
contemplarlo y decir la verdad de sus honores.
360. — Di, amador: ¿qué son tus tribulaciones, llantos,
suspiros, tristezas, trabajos y peligros en tu Amado ? — Res-
pondió: — Delectación del Amado. — Mas le preguntaron:
— ¿Y por qué son delectación del Amado? — Respondió:
— 'Porque son el con que el Amado sea más amado y haya
el Amigo mayor retribución [358].
361. Preguntaron al Amigo en quién había mayor amor,
o en el Amigo que vivía por amor o en el Amigo que moría
por amor. Dijo que en el que moría, porque no puede ser
mayor el amor en el Amigo que muere por amor y puede ser
mayor en el que por amor vive [363].
362*. Encontráronse dos amigos. El uno mostraba a su
Amado y el otro le entendía. Y era cuestión sobre cuál de los
dos estaba más cerca de su Amado. Y por la solución, el
Amigo tenía conocimiento de la demostración de la Trinidad.
363*. — Di, loco: ¿por qué hablas con tanta sutileza? —
Respondió: — A fin de que sea ocasión de subir el enten-
dimiento a las noblezas de mi Amado y porque él sea hon-
rado, amado y servido de más hombres.
364*. Embriagábase el Amigo del vino que recordaba,
entendía y amaba al Amado. Aquel vino aguaba el Amado
con sus llantos y con las lágrimas de su Amigo.
365*. El Amor calentaba e inflamaba al Amigo en el
recuerdo de su Amado. Y el Amado lo enfriaba con lágri-
mas y llantos, y con olvido de los deleites de este mundo,
y con renunciamiento de los vanos honores. Y aumentábanse
los amores a medida que el Amigo recordaba por quién sos-
tenía languores, tribulaciones, y por quién padecían penas y
persecuciones los hombres mundanales.
LIBRO DE EVAST V BLANQUERNA. — C. 99 523
366. — Dime 112, fatuo por amor: ¿qué cosa es este mun-
do?— Respondió: — Cárcel de los amadores y siervos de mi
Amado. — ¿Y quién los mete en la cárcel? — Respondió que,
por una parte, la conciencia, el amor, temor, renunciación
y contrición, y, por otra parte, la compañía de gente vil y
los trabajos sin galardón, en donde hay castigo. — ¿Quién
les da la libertad? — La misericordia, piedad y justicia.
— ¿En dónde los colocan? — En la eterna gloria, en donde
hay alegre compañía de los verdaderos amadores, alabando
debidamente sin fin, bendiciendo y glorificando al Amado
de los amadores, a quien sea siempre dada alabanza, honra
y gloria por todo el mundo [365].
Habiendo de tratar Blanquerna del Arte de contempla-
ción, quiso aquí dar fin al Libro del Amigo y del Amado,
el cual es acabado a gloria y honor de nuestro Señor 113 Je-
sucristo y de la humilde Virgen Santa María, Madre suya y
Señora nuestra.
1Vi «Digues, foll : què és aquest món ? Respòs : Presó dels ama-
dors, servidors de mon amat. E qui -Is met en presó? Respòs :
Consciència, amor, temor, rennneiament, contricció, companyia d'àvol
gent ; e és treball sens guardó on és puniment.»
113 «de nostre Senyor Déus». Aquí acaba el libro en el texto ca-
talán.
EMPIEZA EL ARTE DE CONTEMPLACION
P R Ó L O G O
1. Tan alto y excelente es el Soberano Bien y tan ínfimo
el hombre por sus culpas y pecados, que por esto acontece
muchas veces a los ermitaños y santos varones experimen-
tar gran dificultad y trabajo en elevar su alma a la contem-
plación de Dios; y como el arte y método sea muy condu-
cente para ello, por eso consideró Blanquerna cómo compu-
siese un Arte de contemplación, para que con él se ayudase
a tener en el corazón verdadera contrición y en sus ojos
abundancia de lágrimas y lloros, y que su entendimiento y
voluntad ascendiesen más altamente a contemplar a Dios en
sus honores y dignidades y cuanto tiene en sí 1.
2. Habiendo Blanquerna bien meditado esta considera-
ción, compuso este Libro de contemplación por arte, y lo di-
vidió en doce partes, a saber: virtudes divinas, esencia,
unidad, Trinidad, Encarnación, "Pater noster", "Ave Ma-
ría", mandamientos, "Miserere mei Deus", sacramentos, vir-
tudes y vicios.
3. El arte de este libro consiste en que las virtudes di-
vinas sean primeramente contempladas las unas con las otras,
y, después, sean contempladas con las demás partes de -este
libro, proponiéndose el alma del devoto contemplador por su
objeto a las virtudes divinas en su memoria, entendimiento
y voluntad, y sepa concordar en su alma las virtudes y di-
vinas dignidades 2 con las demás partes del libro, en tal ma-
nera, que todo se encamine a mayor honra y gloria de las
divinas virtudes, que son éstas: bondad, grandeza, eterni-
dad, poder, sabiduría, amor, virtud, verdad, gloria, perfec-
ción, justicia, largueza, misericordia, humildad, señorío y
paciencia.
4. Todas estas virtudes pueden ser contempladas de di-
ferentes modos, porque el un modo es contemplar una virtud
con otra solamente, o una virtud con dos, o tres, o más vir-
■ El autor silencia «y cuanto tiene en sí;>.
- Ramón Llull dice solamente «les virtuts divines».
LIBRO DE EVAST V BLANQUERNA
525
tudes. Otro modo es cuando el hombre contempla las virtu-
des de la esencia, o en la unidad, o en la Trinidad, o Encar-
nación, y así de las demás partes del libro. Otro modo es
cuando en las virtudes contempla la esencia, o la unidad,
o la Trinidad, o la Encarnación. Y otro modo es el contemplar
en las palabras del "Pater noster", o del "Ave Maria", etc.
También puede el hombre contemplar en Dios y en sus obras
con todas las dieciséis virtudes expresadas o con algunas de
ellas, según quisiese el hombre abreviar o prolongar su con-
templación; y conforme que el modo de la contemplación se
conviene y conforma mejor con unas virtudes que con otras.
5. Las condiciones de este arte son éstas, a saber: que
el hombre esté en buena disposición para contemplar, y en
lugar a propósito y conveniente; pues que por sobrada re-
flexión, o por demasiada afición, o por si en el puesto en que
se halla hay mucha prisa y ruido de gente, o mucho calor o
frío puede ser impedida la contemplación. Pero la más fuerte
condición de este arte es que el hombre se halle libre de los
cuidados y embarazos de las cosas temporales en su memo-
ria, entendimiento y voluntad, cuando entra en la contem-
plación.
6. Y por cuanto yo me hallo muy ocupado en escribir
otros libros, por esto trataré brevemente del modo con que
Blanquerna contemplaba por este arte. Y, primeramente, em-
pecemos por la primera parte de este libro.
C A PÍTl/LO I
Del modo con que Blanquerna contemplaba las virtudes
de Dios
1. Levantóse Blanquerna a la media noche, y púsose a
mirar el cielo y las estrellas, echando de su pensamiento to-
das las cosas del mundo. Y poniéndose todo en la meditación
de las virtudes de Dios, primeramente quiso contemplar la
bondad de Dios en todas las dieciséis virtudes, y todas éstas
en la bondad de Dios; y, por esto, puesto de rodillas, levantó
las manos al cielo y su pensamiento a Dios ', y dijo estas
palabras con su boca, y las meditó en su alma con todos los
poderes de su memoria, de su entendimiento y de su vo-
luntad :
2. "¡Oh Soberano Bien, que eres infinitamente grande
1 Aquí la versión castellana no se ciñe al original catalán, que
dice así : «... e vol contemplar la bonea de Déu en totes les -xv-
virtuts, e les -xv- virtuts volc contemplar en la bonea de Déu,
e. per açò dix aquestes paraules...»
526
HURAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
en eternidad, poder, sabiduría, amor, virtud, verdad, gloria,
perfección, justicia, largueza, misericordia, humildad, señorío
y paciencia! Adorote recordando, entendiendo, amando y ha-
blando en ti y en todas las virtudes antedichas, las cuales
son contigo y tú con ellas una esencia y una misma cosa sin
diferencia alguna.
3. "¡Soberano Bien, que eres grande; soberano grande,
que eres bien ! Si no fueres tú eterno, no serías tan grande
bien que pudiese mi alma llenar, en ti, a su memoria de me-
morar, y en ti, a su entendimiento de entender, y en ti, a
su voluntad de amar; pero, siendo tú bien infinito y eterno,
puedes llenar toda mi alma y todas las almas racionales de
gracia infusa y bendición, memorando, entendiendo y aman-
do en ti, Soberano Bien, infinito y eterno."
4. Por aquel poder que Blanquerna recordaba en sobe-
rana bondad, tenía poder y virtud de elevar su consideración
sobre el firmamento, y consideraba una grandeza tan grande
que tuviese movimiento infinito, como un relámpago formado
en seis rectitudes generales, que son éstas: alto, bajo, a la
derecha, a la izquierda, delante y detrás, y que no podía
encontrar término ni principio ni fin. Admirado se quedó
Blanquerna de tal consideración, y mayormente cuando la
dobló considerando aquella bondad, tan grande en eternidad
que no tiene principio ni fin. Mientras Blanquerna estaba
todo absorto en este pensamiento y consideración, acordóse
cuán grande bien es el poder divino, que puede ser tan grande
y tan durable, y que puede saber y querer infinitamente
y eternalmente, y puede tener virtud, verdad, gloria, per-
fección, justicia, largueza, misericordia, humildad, señorío y
paciencia infinita y eternal.
5. Perseverando Blanquerna en esta contemplación, em-
pezó su corazón a calentarse y sus ojos a derramar lágrimas
por el placer que sentía por el recordar, entender y amar
tan nobles virtudes en la suprema bondad. Pero antes que
Blanquerna pudiese perfectamente llorar, bajó su entendi-
miento a la potencia imaginativa, y con ella empezó a pensar
y dudar cómo podía ser que antes que fuese el mundo tu-
viese Dios justicia, largueza, misericordia, humildad y se-
ñorío. Y por la participación del entendimiento con la ima-
ginativa, aquella duda enfrió el calor de su corazón, y dismi-
nuyéronsele las lágrimas en sus ojos, y entonces Blanquerna
desnudó su entendimiento de la potencia imaginativa, su-
biéndole sobre ella, acordándose que el Soberano Bien es in-
finito en toda perfección y 2, como tal, por su propia virtud
3 «E per ac;ò iKK- haver e sab haver, per sa vitut e sa glòria,
aviant .perfectament totes les virtuts damunt dites ans quel món
fos, com ha ara com lo món és ; mas car lo món no era, per aço
defallí que no era qui pogués del subirá bé...»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA
527
y por su propia gloria puede y sabe tener tan perfectamente
justicia, misericordia, largueza, humildad y señorío, como
todas las demás virtudes antedichas, así antes que fuese
el mundo como después que es creado; por esto faltaba, o
no había, quien pudiese de aquel Soberano Bien recibir los
efectos de su gran misericordia ni la influencia de las demás
virtudes referidas.
6. Agradó mucho a la voluntad de Blanquerna la acción
que hizo el entendimiento cuando dejó acá abajo la potencia
imaginativa que le impedía y subió arriba a atender, sin
ella, el poder infinito de Dios, el cual conviene que sea en
justicia, largueza, etc., antes que fuese el mundo, porque,
si no lo fuese, se seguiría que en la suprema bondad habría
defecto de poder, grandeza, eternidad, virtud y verdad ;
pero siendo imposible que en Dios haya defecto alguno, por
eso la voluntad inflamó tanto el corazón de Blanquerna, que
sus ojos se llenaron de lágrimas muy copiosas.
7. Mientras Blanquerna contemplaba y lloraba de este
modo, allá en el interior de su alma se hablaban mentalmen-
te su memoria, entendimiento y voluntad, y se complacían
con grande alegría en las virtudes de Dios, según significan
las siguientes palabras: — Mtanoria — dijo el entendimien-
to— , ¿qué recordáis de la bondad y de la sabiduría y amor
de Dios? Y vos, voluntad, ¿qué amáis de ellas? — Respondió
primero la memoria, diciendo: — Cuando yo en mi recuerdo
he visto y pienso cuán grande bien es saberse a sí mismo
mayor y más noble en esencia y voluntad que todas las cosas,
no me siento tan grande ni tan elevada como cuando re-
. cuerdo el Soberano Bien ser infinito en saber y querer ; y 4
cuando a este mi recuerdo junto yo, según mi consideración,
la eternidad, poder, virtud, verdad, gloria, perfección, etc.r
que son en él una cosa misma, entonces me siento engran-
decer y exaltar, memorando estas cosas y me parece que voy
creciendo sobre todas cosas — 1. Con estas y otras muchas -pa-
labras respondió la memoria al entendimiento, y después la
voluntad le respondió de semejante modo, diciendo que ella
no se sentía tan alta y tan grande cuando amaba al Sobe-
rano Bien por ser más sabio y más amante que ninguna
otra cosa, como entonces cuando le amaba por tener sabidu-
ría eterna e infinita. El entendimiento después dijo de sí
mismo a la memoria y a la voluntad que él se hallaba en el
mismo estado y semejante al de las dos potencias en la con-
templación del Soberano Bien.
8. Acordaron entre sí la memoria, entendimiento y vo-
luntad de contemplar a la divina bondad en la virtud, verdad
3 «verdad» es un añadido del traductor.
4 ce com ajust eternitat, poder, virtut, veritat, etc., adones me
sent ençranir e exalçnr, membrant aquestes cose*».
52S
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
y gloria ; y recordó la memoria virtud de bien infinido, exis-
tiendo la virtud infinida en verdad y gloria; y el entendi-
miento entendió todo aquello que la memoria recordó; y la
voluntad amó todo aquello que la memoria recordaba y el
entendimiento entendía. Otra vez volvió la memoria a su
recuerdo, y recordó verdad infinida del supremo bien, exis-
tiendo en ila verdad, virtud y gloria infinida r' ; y el entendi-
miento entendió gloria infinida existiendo en la gloria virtud
y verdad, que son supremo bien y glorioso; y la voluntad
lo amó todo junto en una actualidad y en una misma per-
fección.
9. Preguntó Blanquerna a su entendimiento, diciéndo-
le: — Si el Soberano Bien me da la salvación, ¿qué entende-
rás tú?—fY respondió el entendimiento: — Yo entenderé la
misericordia y la humildad y la largueza de Dios. — Y tú,
¡oh memoria!, si el Soberano Bien me condena, ¿qué memo-
rarás?— Respondió: — Recordaré la justicia y señorío, la
perfección y poder de Dios. — Y tú, ¡oh voluntad!, ¿qué ama-
rás?— 'Respondió: — 'Amaré aquello que la memoria recorda-
rá, si estuviere en lugar que lo pueda amar, puesto que las
virtudes del Soberano Bien por sí mismas son amables.
10. Después de todo esto, Blanquerna se acordó de sus
pecados, y entendió cuál grande bien es haber en Dios pa-
ciencia, porque si no la hubiera, cuan presto el hombre co-
mete el pecado, sería castigado y privado de este mundo. Y
por esto preguntó a la voluntad qué gracias daría a la pa-
ciencia de Dios, que le sufría y había siempre sufrido 6. Res-
pondió la voluntad, y dijo que ella amaría en el Soberano
Bien la justicia, aunque fuese posible que el entendimiento
pudiese saber que le había de condenar por sus pecados.
Agradó mucho a Blanquerna la respuesta que dió la volun-
tad, y la boca de Blanquerna, con todas las tres potencias
de su alma, loaron y bendijeron mucho la paciencia del Sobe-
rano Bien por todas las virtudes divinas.
11. Según este modo contemplaba Blanquerna las vir-
tudes divinas desde la medianoche hasta la hora de maiti-
nes, haciendo gracias a Dios que se había humillado a él
en haberle guiado y enderezado en su contemplación. Y
cuando quiso finir la contemplación y tocar a maitines, em-
pezó a acordarse de que no había contemplado la paciencia
de Dios tan altamente como las otras virtudes, por cuanto
la había contemplado solamente en respecto a sí mismo, se-
gún que arriba va expresado, y por esto le fué conveniente
volver otra vez en la contemplación, y dijo que él adoraba
y contemplaba a la paciencia de Dios en el ser una misma
5 Sobra la palabra «infinida».
* cquMI havia sostengut», dice simplemente el autor.
LIBRO DE EVASX Y BLANQÜERNA
$2Ç
cosa con la suprema bondad y con las demás otras virtudes,
sin diferencia alguna. Por lo cual el entendimiento se ad-
miró en gran manera cómo podía ser la paciencia una cosa
misma en esencia con las otras virtudes. Pero la memoria
recordó que las virtudes en Dios no tienen diferencia alguna
las unas de las otras; pero por cuanto las obras que tiene
en las criaturas, por las cuales ellas son representadas como
por su efecto, son diversas, [por esto parecen diversas], así
como parece diversa la vista cuando mira en dos espejos
y el uno es recto y el otro oblicuo, y la vista en sí es una
sola en cada uno de los espejos, sin diferencia alguna.
CAPÍTULO II
De la manera en que Blanquerna contemplaba de tres
en tres las virtudes de dios
1. "¡Bondad divina! — dijo Blanquerna — ■: tú, que eres
infinitamente grande en eternidad, tú eres soberano bien,
de donde nace todo otro bien; y de tu gran bien viene todo
el bien grande y pequeño que haya; y de tu eternidad viene
toda otra duración ; y, así, en todo cuanto eres bien en gran-
deza y eternidad, te adoro, te invoco y te amo sobre todo
mi entendimiento y mi memoria; y, por esto, te pido que el
bien que me has dado me le hagas grande y durable en loar-
te y servirte en todo aquello que pertenece a tu honor.
2. "¡Grandeza eterna! en poder!: tú eres mucho mayor
de lo que yo puedo decir \ recordar, entender y amar; y, por
esto, te ruega mi poder que le hagas grande y durable en
recordar, entender y amar mucho a tu gran poder, que es y
puede ser infinito y eterno, de cuya influencia esperamos
acá abajo la gracia y bendición, por la cual seamos grandes
y durables y podamos vivir contigo eternamente 2.
3. "¡Eternidad, tú que tienes poder de saber sin fin y
sin principio!: tú me has principiado para durar sin fin; tú
me has creado, tú tienes poder de salvarme o de condenarme.
Todo lo que harás de mí y de todos los demás lo sabe eter-
namente tu saber y lo puede eternamente tu poder, porque
en tu eternidad no hay alteración ni mudanza alguna. No
tengo yo poder de saber a qué me has de juzgar, porque
mi poder y saber tienen su principio; y, así, por cualquiera
cosa que haga de mí, plégate que en este mundo mi poder y
1 En ti original falta «decir».
: Igualmente falta en el original «y podamos vivir contigo».
530
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
saber y mi duración sea siempre a mayor honra y servicio
tuyo y para alabar tu honor.
4. "¡Poder, que sabes y quieres a todo ti mismo! ¡Sa-
ber, que quieres y puedes a todo ti mismo ! ¡ Querer, que pue-
des y sabes a todo ti mismo! Tomadme todo mi poder y
saber para alabaros y serviros, pues me habéis tomado
todo mi querer. Tú3, ¡oh poder, saber y querer!, del modo
que eres sin aumento ni disminución ni variación alguna, tú
puedes saber y querer todo cuanto hay según tu poder, saber
y querer infinito. Y tú, ¡oh saber!, sabes todo cuanto quie-
res; y tú, ¡oh querer!, quieres y puedes todo cuanto quieres
en voluntad, poder y saber. Luego, como esto sea así y
ninguna cosa lo pueda mudar ni variar, de esta grande in-
fluencia venga a mi poder gracia, para que en todo tiempo
pueda poder, querer y saber asimismo en honrar a tu poder;
y a mí saber en honrar a tu saber, y a mí querer en honrar
a tu amor y honor.
5. "¡Sabiduría divina! En ti es amor y virtud. Tú te
sabes a ti misma saber sobre todo otro saber, y te sabes a
ti misma amor sobre todo otro amor, y te sabes a ti misma
virtud sobre toda otra virtud. Y por esto, si mi saber sabe
que mi querer es menor virtud en amar a tu querer, conviene
que tu saber sepa que tu amor es mayor en amarme a mí
que mi amor en amarte a ti; y si esto no lo supiese así, no
sabría tu sabiduría ser mayor la virtud de tu amor en el
querer que lo que es la mía; ni mi sabiduría y amor no ten-
drían virtud con que poderte perfectamente contemplar."
Mientras Blanquerna contemplaba de este modo, se acordó
que si Dios supiese que su querer amase al pecado, no ten-
dría virtud con que amarse a sí mismo, y por esto entendió
Blanquerna que, si él desamara a Dios, no tendría virtud con
que pudiese desamar al pecado, y, por esta razón, lloró dila-
tadamente Blanquerna cuando se recordó culpable y peca-
dor por el tiempo en que había pecado.
6. "¡Aimor divino! Tu virtud4 es más verdadera que
ninguna otra virtud; y por esto eres tú, amor, más. verda-
dero que cualquiera otro amor, y tu virtud es más verda-
dera que cualquiera otra virtud; porque si es verdadera la
virtud que tiene el sol en iluminar y la del fuego en calen-
tar, mucho más verdadera es la virtud que tienes tú en
amar, por cuanto entre el sol y su resplandor y entre el
fuego y su calor hay diferencia, pero entre tu amor, virtud
y verdad no cabe diferencia esencialmente. Y cuanto tu
3 «Vós, poder, vós podets saber e voler aytant com vós sots
sens afi.^iment e sens minvament, e sens nuil eamiament ; e vós,
saber, vós sabets aytal com vós volets.»
4 «Vostra virtut és pus vera que nulla altra amor, e vostra
veritat és pus vera que totes altres veritats.»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA 5.U
amor pone en verdad, todo lo hace con virtud infinita y
eternal en amar a la verdad; y cuanto hacen los cuerpos
celestes y los demás, lo hacen con virtud finida, con tiempo
y cantidad. Luego, como esto sea así, a ti, amor, virtud y
verdad, me obligo y sujeto por todos los días de mi vida a
honrar tus honores y anunciar a los infieles y a los devotos
cristianos verdad de la virtud de tus amores" 5.
7. La virtud, verdad y gloria se encontraron en los pen-
samientos de Blanquerna cuando contemplaba a su Amado,
y consideró a cuál de las tres daría mayor honor en sus
pensamientos y voluntad; pero por cuanto no podía enten-
der en ellas diferencia alguna, por ser una misma cosa sin
distinción, por esto igualmente las hizo honor y reverencia
con memorar, entender y amar a su Amado, y dijo: "Ado-
rote, virtud, que me has creado; adorote, verdad, que me
has de juzgar, y adorote, gloria, en quien espero ser glori-
ficado en virtud y verdad, que no cesará por ningún tiempo
de dar gloria sin fin."
8. Preguntó Blanquerna a la verdad de su Amado:
— Si en ti la gloria y perfección no fuese aquello que tú eres,
¿qué serías tú? — Respondió el entendimiento de Blanquerna
que sería falsedad, o una verdad semejante a la nuestra, o
sería nada, o alguna cosa en la cual habría pena eterna sin
fin. Insistió Blanquerna: — ¿Y si la verdad no fuese, qué
sería la gloria? — «Respondió la memoria que sería trabajo
y defecto. — ¿Y si la perfección no fuese, qué sería la glo-
ria?— Respondió 'la voluntad que sería todo lo que es nada,
o sería todo cuanto es defecto.
9. Consideró Blanquerna en el color, y entendió en él
diferencia entre lo blanco y lo rubio, y contrariedad entre
blanco y negro. Consideró en la gloria, perfección y justicia
de su Amado, y no pudo entender entre ellas diferencia ni
contrariedad. Consideró la blancura, y no pudo entender en
ella diferencia ni contrariedad. Consideró la gloria, y enten-
dió en ella perfección y justicia. Consideró la perfección,
y entendió en ella gloria y justicia. Consideró la justicia,
y entendió en ella perfección y gloria. Maravillóse mucho
Blanquerna de tal consideración, en la cual exaltó mucho a
su memoria, entendimiento y voluntad para contemplar a su
Amado. Y deseando su gloria, llenó sus ojos de lágrimas
y lloró amargamente, temiendo la justicia de su Amado.
10. La memoria, entendimiento y voluntad de Blanquer-
na se esforzaban a subir a su Amado; la memoria quiso ele-
varse para memorar la perfección; el entendimiento para
entender la justicia, y la voluntad para amar la largueza;
6 «veritat de vostra virtut, e de vostra veritat, e de vostres
amors».
532
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLTJLL
pero ninguna de las tres potencias pudo trascender a la
otra, porque cada una había menester a las tres virtudes de
su Amado: para significar que las tres virtudes referidas
son una misma cosa en su Amado.
11. — ¡Justicia! — dijo Blanquerna — , ¿qué quieres tú
de mi voluntad? — Respondió la memoria por la justicia:
— Quiero en vos -contrición y temor, y quiero en vuestros
ojos lloros, y en vuestro corazón suspiros, y en vuestro cuer-
po aflicciones. — Y tú, largueza, ¿qué quieres de mi volun-
tad?— -Respondió el entendimiento por la largueza: — Quié-
rola tener toda para amar y para arrepentirme y despreciar
las vanidades de este mundo. — Y tú, misericordia, ¿ qué quie-
res de mi memoria y de mi entendimiento — Respondióle la
voluntad por la misericordia: — Quiero toda lai memoria para
memorar, y todo el entendimiento para entender su don y
su perdón, y mayormente para contemplar a sí misma. — Y
entonces Blanquerna se entregó todo en contemplar todo
cuanto deseaban de él las virtudes de su Amado.
12. Adoraba y contemplaba Blanquerna en su Amado
la largueza, misericordia y humildad; y las consideraba
mayores y mejores que cuando las contemplaba en sí mis-
mo, y por esto decía a su entendimiento que en su Amado
no podía entender toda liberalidad, misericordia y humil-
dad; y decía a su voluntad que la misericordia de su Ama-
do tenía tan gran largueza, que podía tomar de ella cuanta
humildad quisiese, y podía haber de ella tanta largueza
y misericordia cuanta había menester para su salvación.
13. En peligro se vió Blanquerna en su pensamiento
de creer y juzgar que el señorío de su Amado fuese mayor
que la misericordia y humildad, puesto que su señorío es
sobre cuantos hombres hay y su humildad y misericordia
no iluminan en la fe católica a los infieles, pero el Ama-
do despertó la memoria de Blanquerna y la hizo recordar
de que la misericordia hizo humillar el Hijo de Dios a en-
carnarse y morir en cruz en cuanto hombre, para que su
señorío fuese revelado y predicado en todo el mundo por
aquellos a quienes Dios se ha humillado en el santo sacri-
ficio del altar, y a quien ha hecho Dios tantas honras y los
espera su misericordia para la satisfacción de tantas y tan
graves faltas mortales desagradables a Dios y a las gentes.
14. Decía Blanquerna que en este mundo no conviene
al príncipe señorío sin humildad y paciencia, para signifi-
car que sería inconveniente el que en Dios hubiese señorío
sin humildad y paciencia; y, por esto, Blanquerna, que era
príncipe y señor de su memorar, entender y querer, humi-
lló su principado a la paciencia, para poder subir a contem-
plar, en su Amado, humildad, señorío y paciencia, de quien
LIBRO DE EVAST V BLANQUERNA
tiene a feudo su principado, del cual debe dar cuenta a su
Amado.
15. De esta suerte concluyó Blanquerna su oración, y
al otro día la prosiguió en otra manera, es a saber, que, de-
jando la consideración de la paciencia, empezó por el se-
ñorío, combinando las virtudes de tres en tres para usar de
distinto modo ; y otro día consideraba las virtudes de cuatro
en cuatro, o de cinco en cinco, o de seis en seis 8, o de dos
en dos, o las combinaba todas con la grandeza y eternidad,
y así de las demás virtudes. Y, de este modo, cada vez que
en su contemplación mudaba la combinación de una virtud
con otra, se le ofrecían nuevas razones y varios modos y
asuntos para contemplar a su A'mado. Y porque seguía
arte en su oración y contemplación, por eso era Blanquer-
na tan fecundo en contemplar su Amado, que sus ojos no
cesaban todos los días de llorar, y su corazón de suspirar,
y su alma se derretía en contrición, devoción y amor de su
Amado.
CA PITULO I I I
De la esencia
1. Comenzó Blanquerna a contemplar la divina esen-
cia con las divinas virtudes, y memorando, entendiendo y
amando aquéllas, decía estas palabras:
2. "¡Oh esencia divina! Tan grande eres tú en bon-
dad y eternidad, que entre ti y entre tu bondad, grande-
za; y eternidad no hay diferencia alguna. Tú eres esencia
y tú eres Dios; y, pues entre deidad y Dios no hay diferen-
cia alguna, adorote deidad y Dios, esencia y ser en una
cosa misma, porque si la deidad en Dios y la esencia y ser
no fuese una misma cosa, sin diferencia alguna, tu gran-
deza sería finida y terminada entre tu bondad y tu bien,
y entre tu eternidad y tu ser eternal; y se seguiría que
tu deidad sería una cosa y Dios otra, y lo mismo se se-
guiría de tu ser y de tu esencia; y porque tu grandeza es
infinita en bondad y eternidad, por eso, soberana esen-
cia, yo te adoro y bendigo en 1 una pura actualidad y sim-
ple igualdad con todas tus virtudes y dignidades divinas.
3. "De tu bondad y grandeza y de tu bien grande, ¡oh
esencia gloriosa!, memora y entiende tu memoria y enten-
dimiento lo que no puede memorar y entender de ninguna
otra cosa, en que la bondad y el bien, grandeza y grande,
• El autor pasa en silencio <ale seis^ eu seis».
7 «en una pura actualitat simple ab totes les virtuts tues».
534
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
duración y durante no son una misma posa; porque si lo
fueran, no habría diferencia entre la esencia y el ser de la
criatura y la esencia y el ser del Creador; y si esto no
fuera así, tu bondad no sería soberana en grandeza, como
conviene que lo sea. Para que, pues, sea significada mayor
la nobleza de tu esencia y de tu ser, entiende y memora
ser mayor en ser una cosa misma tu esencia y tu ser, que
no la esencia y el ser creado, en quien es defectuosa la
grandeza, por cuyo defecto tenemos conocimiento de tu
grande e infinita grandeza, a quien alabo y bendigo, suje-
tando toda la grandeza de mi voluntad para adorar, con-
templar, loar y servir a tu esencia gloriosa.
4. "La esencia en la criatura es distinta del poder,
saber y querer creado, porque una cosa es el poder, otra
cosa es el saber y otra el querer ; y, por esto, la esencia crea-
da no puede ser una misma cosa en su poder, saber y que-
rer. Mas porque tú, gloriosa esencia, no tienes diferencia
en tu poder, saber y querer, ni menos entre tu poder, sa-
ber y querer, hay diferencia alguna; por esto eres una esen-
cia y una misma cosa con tu ser, sin 2 diferencia ni distin-
ción de tu poder, saber y querer. Y siendo esto así, por
eso eres tú soberano bien, pues todo otro bien es deficiente
en poder, saber y querer para ser una cosa misma con su
esencia; y de ahí por su naturaleza se inclina a la corrup-
ción, a cuya inclinación sería contraria su naturaleza si
no hubiese diferencia entre el ser y su esencia.
5. "¡Gloriosa esencia! Tu poder en tu ser no puede
obrar ningún defecto. Mi poder puede hacerlo contra mi
ser; y la razón de esto es porque una cosa es mi ser y otra
es mi esencia y otra mi poder. Y porque mi poder es dis-
tante por gran diferencia de mi ser y de mi esencia, por
esto puede contra mi ser y mi esencia. Mas cuanto tu po-
der es tu esencia y tu ser sin diferencia alguna, por esto
no puede hacer cosa alguna contra tu esencia y ser di-
vino; y, por esta razón, tienes tú, ¡oh esencia!, cumplido,
perfecto, infinito y eterno poder en virtud, verdad, gloria
y perfección.
6. "De 3 la humanidad es llamado el hombre tal, la
cual es esencia del hombre; y de caballería es llamado tal
el caballero; y de la justicia el justo, y de la sabiduría el
sabio. De donde en tu deidad eres tú Dios, y quien dice tu
deidad, dice Dios, y quien dice Dios, dice tu esencia; por-
que tu virtud es bastante para ser tu esencia y tu ser en
2 «sens que ab l'ésser de ton poder, saber, voler, no és diferent
de nulla cosa».
3 «De home és dita humanitat ^ qui és essència d'home, e de
cavaller és dita cavalleria, e de just és dit justícia, e de savi
saviea. En la tua deytat e tu, Déu, qui diu ta deytat.»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA
verdad, gloria y perfección; y mayor verdad es en ser una
cosa misma tu ser y tu esencia, que no es en la criatura
ser una cosa la esencia y otra el ser, y en ser una cosa
justa y otra justicia. Y, por esto, muchos justos y muchos
hombres y muchos caballeros pueden ser diversos en al-
guna cosa debajo razón de la justicia, humanidad y caba-
llería. Pero no es así de tu ser y de tu esencia, por cuanto
tu gloria y tu perfección tienen virtud y verdad, donde no
hay diferencia de ser y de esencia.
7. "Si justicia no se hallara en la criatura, sería im-
posible que el justo fuese creado, así como es imposible
que sea el hombre sin la humanidad. De donde, cuando el
hombre y su humanidad y las demás criaturas aun no eran
cosa alguna, ya en tu esencia 4 había justo y justicia, sin
que en tu esencia haya justo, ni en ti, justo, haya justicia
por razón de la criatura, sino que tú eres justo y justicia
por ti mismo; porque, así como el hombre no podría ser
sin 5 su esencia, esto es, sin la humildad y naturaleza hu-
mana, así, por el contrario sentido, puede ser en ti justo y
justicia sin la criatura. Y así como el hombre no puede ser
sin alguna otra cosa que no es hombre, esto es, sin los ele-
mentos materia, forma, accidentes, naturaleza y causa efi-
ciente, así en tu esencia no podría ser justo ni justicia, si
pudieran en ella caber accidentes, cualidad y diferencia en-
tre el ser y la esencia. Y si tu justicia tuviera necesidad
de alguna cosa que no fuese Dios ni esencia divina, no po-
dría ser eterna, infinita, virtuosa, ni cumplida como lo es en
toda perfección.
8. "¡Esencia divina! Antes que fuese aquel a quien
das, había en ti largueza, pues si tú eres la largueza y la
largueza es tú mismo, no es tu largueza en tu eternidad
e infinidad posterior a tu esencia; y lo mismo se sigue de
tu misericordia y de las demás virtudes. Ni ahora, cuando
son y existen las criaturas a quienes tú das y perdonas, tu
largueza y misericordia son mayores. Y si hubiese diferen-
cia entre tu largueza y tu misericordia en tu esencia, no
serías0 soberano bien liberal en dar y perdonar; y ten-
drías misericordia hasta tanto que hubieses creado la cria-
tura; y sería imposible que creases cosa alguna sin que an-
tes de la creación de aquélla tuvieses largueza y miseri-
cordia."
9. Consideró Blanquerna que la humildad, señorío y pa-
ciencia en la criatura son cualidades, y en Dios son esencia ;
4 Llull dice «justicia».
•5 «sen sa essència, ço és natura humana».
0 «no fores larc ni bagres misericòrdia tro que haçnesses creada
creatura».
5.36
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
y cómo 7 las cualidades son distantes de la esencia, y mucho
más en comparación con la humildad, señorío y paciencia,
como esencia y ser divinal. Por eso Blanquerna adoró a la
humildad, paciencia y señorío como ser divinal, y dijo es-
tas palabras': "Humildad sin humillar, y señorío sin domi-
nar, y paciencia sin pacienciar no se convienen en ser esen-
cia soberana, en bondad y grandeza eternal sobre todas las
criaturas. Ni en la esencia de Dios s se conviene humillarse
de mayor a menor, pues no las hay ; ni se conviene haber en
ella señor y vasallo, ni agente y paciente, según distinción
de mayor a menor." Mientras Blanquerna contemplaba da
este modo, se quedó turbado y temió de afirmar contradic-
ción; pero por la grande elevación en que se hallaba su en-
tendimiento por la contemplación, conoció que la imagina-
ción pecaba en la falsa comparación; y la memoria recordó
cómo a Dios se deben atribuir todas las cosas buenas que
hay en las criaturas y que dicen perfección 9 en tanto que
todas ellas convienen que sean en la divina esencia, como
no se siga alguna imperfección en Dios ; y por cuanto es cosa
buena la humildad, señorío y paciencia en la criatura, con-
viene que asimismo sean en la esencia divina; pero como
en la criatura no sean aquéllas en tan grande perfección
como lo son en Dios, conviene 10 que por otro más noble modo,
esto es, por identidad, entendamos existir en la esencia di-
vina humildad, señorío y paciencia, que es distinto del modo
según el cual existen en la criatura, en la cual son aquellas
virtudes cualidades accidentales que tienen principio, me-
dio y fin.
10. En esta contemplación decía Blanquerna que la
esencia de su Amado era inconmutable, por cuanto com-
prendía y no era comprendida; y era inalterable, por cuanto
era eternidad; y era incorruptible, porque su poder, querer
y saber, su virtud, justicia y perfección eran eternas, y que
por eso una tal y tan gloriosa esencia debía ser tenida más
a menudo en su memorar, entender y amar que cualquiera
otra esencia o esencias.
11. Decía también que el rey, por razón de su señorío,
ni por sus fuerzas, belleza, sabiduría, poder, justicia y de-
más cualidades, no es más cercano a la esencia humana ni
7 «e car calitàt sóii luny de essència, segons comparació de humi-
litat, senyoria, paciència, qui són essència, per açò Blanquerna...».
H «ni en la essència de Déu no-s cove humiliar major a menor, ni
ésser senyor e vassall».
* Está de más «y que dicen perfección».
10 «cové que per altra manera pus noble entenam ésser en la
essència humilitat, senyoria, paciència, que la manera segons la
qual són en creatura, on són calitats accidentals havent comen-
çament e fi».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERXA 537
es más hombre que el hombre de fea figura que es su vasallo
y es hombre pobre y de poco poder y saber; y esto se mani-
fiesta ser así por cuanto el rey puede privarse asimismo de
todas estas cosas. Pero 11 no es así de la esencia de Dios y
de sus virtudes, porque, como sean una misma cosa la esen-
cia y las virtudes, esto es, bondad, grandeza, eternidad, po-
der, sabiduría, amor, perfección, etc., por esto es la divina
esencia presencialmente en virtud, en sabiduría, poder, per-
fección y en todas las otras dignidades pertenecientes a ella;
y en todo lugar y parte de él y en todo tiempo y por todos
tiempos infaliblemente. Y esto no conviene sino solamente
a la voluntad de Dios, pues que ninguna otra cosa, que no
sea Dios, no puede poseer las virtudes de Dios, no puede ser
su esencia misma.
12. Por este modo y por otros muchos contemplaba
Blanquerna la esencia de Dios, combinando las unas virtu-
des con las otras, según su inteligencia, para tener muchas
razones y nuevos modos, más abundante materia para con-
templar la esencia de Dios. Y cuando hubo finido su ora-
ción, escribió lo que había contemplado, y después leyó lo
que había escrito, y no sintió tanta devoción mientras lo
leía como cuando lo contemplaba. Y por esto la contempla-
ción no es tan devota en leyendo el libro como lo es contem-
plando las razones escritas en él; y la razón es porque en la
contemplación la alma asciende más altamente a memorar,
entender y amar la divina esencia — por cuanto 12 habla con
Dios sin medio — , que no cuando lee lo que ha contemplado,
y porque devoción se conviene mejor con contemplación que
con escritura.
CAPITULO IV
De la unidad [de Dios]
1. Transfirió Blanquerna sus pensamientos, sus consi-
deraciones y amores a contemplar la unidad de Dios, y dijo
estas palabras: "Soberano Bien! Sólo tu bondad es infi-
nita en grandeza, en eternidad y poder, porque ninguna
11 «Has de la essència de Déu e de ses virtuts no és en axí ¡
,car per çu car són una cosa metexa la essència e les virtuts en
bonea, granea, eternitat etc., milla altra cosa no s cove a haver
les virtuts de Déu ni ésser sa essència ; e per açò la divinal essèn-
cia és en virtut, en presència, en saviea, poder, e en tot ço qui-s
pertany a sa essència, en tot loe e part tot loe, e en tot temps e
part-- tot temps; e aquesta cosa no:s cové mas tan solament a la
volentat de Déu.»
12 Sobra «por medio».
538
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
otra bondad tiene con que pueda ser infinita eternamente,
ni poderosa infinitamente; y por eso, Soberano Bien, yo te
adoro a ti solo, un Dios que eres soberano en todas perfec-
ciones. Tú eres un solo bien, de quien descienden y emanan
todos los otros bienes. Tu bien tan solamente sostiene a todo
otro bien. Sólo tu bien es principio de mi bien; y, por eso,
todo mi bien doy y sujeto a honrar, loar y servir a tu bien
tan solamente.
2. "¡Amable Señor! Grandeza sin principio y fin en
esencia virtuosa y cumplida en todas perfecciones, conviene
a un Dios tan solamente, y no a muchos, por razón de que
eternidad, que es sin principio y fin en durabilidad, se con-
viene con grandeza que en esencia y virtud no tenga prin-
cipio ni fin, antes bien sea sin principio y sin fin cumplida-
mente. Y si esto no fuera así, seguiríase, Señor, que la jus-
ticia y perfección serían cosas contrarias en la eternidad,
si la eternidad, que no tiene principio ni fin en duración, se
conviniese también con esencial grandeza, habiente cuanti-
dad finida y terminada, como en esencia indefinida e inter-
minable. Mas como tú, Señor, inmenso Dios mío, seas tu
justicia y tu misma perfección, por esto es significado a mi
entendimiento que tú eres un Dios eterno tan solamente."
3. Memoró la memoria de Blanquerna en la bondad,
grandeza, eternidad, sabiduría y voluntad el poder de Dios.
Por la bondad entendió mejor poder que otro poder; por la
grandeza entendió mayor poder; por la eternidad entendió
un poder más durable; por la sabiduría, un poder más sa-
bio ; por la voluntad, un poder más benigno que ningún otro
poder, como 1 todas las dignidades sean en Dios esencialmen-
te una misma cosa. Y cuando el entendimiento de Blanquer-
na hubo entendido el poder divino, entonces la memoria me-
moró un poder tan solamente supremo a todos los otros po-
deres; por lo cual el entendimiento entendió haber un Dios
tan solamente, por cuanto, si hubiese muchos dioses, sería
imposible que el entendimiento pudiese entender mayor y
más noble que todos los otros poderes.
4. Consideró Blanquerna en la virtud 2 de las plantas,
hierbas y demás cosas que la naturaleza ordena a un fin ;
y su entendimiento entendió cómo en cada una de las cosas
naturales hay una virtud que domina todas las otras virtu-
des que se hallan en aquel cuerpo; y por eso la naturaleza
en cada cuerpo elementado tiene natural apetito a un fin
más que a otro, por cuanto el un fin, esto es, una perfección,
tiene debajo de sí a las demás perfecciones. Mientras con-
sideraba esto Blanquerna, su memoria transfirió su enten-
1 El autor calla «como... cosa».
a «en la virtut qui és en les plantes e en les coses».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA
539
dimiento a entender el fin para que son creados los hom-
bres. Y cómo las bestias, aves, plantas, metales, elementos,
cielos y estrellas se han y llevan a un fin, que es servir al
hombre. Y por esto le fué significado, según la perfección
de 3 bondad, poder, justicia, sabiduría, voluntad y de las
otras dignidades, que todos los hombres están obligados a
loar, honrar y servir a un Dios tan solamente; porque si
fuesen muchos los dioses, según la perfección y la justicia,
saber y poder de cada uno, Dios hubiera creado y producido
las criaturas y los hombres a muchos fines. Contemplando
así Blanquerna en la virtud 4 y unidad de Dios, según la
manera antedicha, sintió muy elevada su memoria, entendi-
miento y voluntad en 5 la contemplación de Dios, por cuanto
se entendía la unidad de Dios con sus divinas virtudes, las
cuales conservaba en su memoria, entendimiento y voluntad.
5. Dada es voluntad al hombre, por la cual quiere tener
solo y poseer su castillo, su ciudad y su reino tí, y quiere ser
señor de su mujer y de su hijo; y por cuya voluntad quiere
también tener libres su entendimiento y su voluntad, y así
de las demás cosas. Y cuando injuriosamente contra su vo-
luntad tiene par e igual en estas cosas, siente gran pasión,
la cual es contra gloria y señorío. Habiendo Blanquerna re-
pasado todo esto en su memoria, consideró la gloria y se-
ñorío de Dios; y entendió que, si hubiera muchos dioses se-
ñores del mundo, su gloria y señorío no pudieran ser tan
grandes como lo son si hay un solo Dios; y porque a Dios
se conviene el que sea conocida su mayor gloria y señorío,
por esto fué demostrando manifiestamente al entendimiento
de Blanquerna haber un Dios solamente. Y para que su en-
tendimiento entendiera más altamente, fué su voluntad más
exaltada con fervor y devoción a contemplar a su Amado,
esposo de su voluntad, y dijo estas palabras;
6. "Verdad es, mi Señor Dios, que no hay otro Dios
sino tú solamente. A ti solo me encargo y me ofrezco para
servirte. De ti solo espero gracia y perdón, pues otra lar-
gueza no hay que pueda dar gracia ni otra misericordia que
pueda perdonar sino solamente la tuya. Humilde 7 eres tú,
Señor, si a ti humilde soy. Señor soy yo, si tuyo sólo soy.
Victoria consigo sobre todos mis enemigos, si por ti sola-
mente soy paciente. Y por esto, con todo cuanto soy, pue-
do ser y seré, a ti solo soy culpable y pecador. A ti sólo
pido el perdón; y en ti me fío, y por ti me expongo a los
5 tile poder, justicia, saviea, volentat».
* En el texto primitivo no se lee «en la virtud».
* Tampoco se leen en el original las palabras «en la... voluntad».
' «son regne, o sa mà, o sa muller o son fill o sa memòria, son
teniment, sa volentat, e axí de les altres coses».
" «Humil so si a vós humil so.»
540 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
peligros; y cuanto aconteciere de mí, sea todo a un fin, en
que tú seas loado, servido y honrado. A ti solo temo, mi
Señor; de ti recibo esfuerzo y vigor. Por ti lloro y me enar-
dezco en amor; y no quiero a otro señor s sino a ti solo,
que eres mi Creador."
CAPÍTULO V
De la Trinidad [de Dios]
1. Contemplar quiso Blanquerna la Santísima Trinidad
de nuestro Señor Dios, y, por eso, en el principio de su ora-
ción, rogó a Dios le exaltase las potencias de su alma para
poder ascender a contemplar sus divinas virtudes y digni-
dades \ para que por ellas pudiese contemplar su Trinidad
gloriosa, y dijo estas palabras: "¡ Santa y gloriosa esen-
cia divina', en quien es Trinidad de divinas personas! Gra-
cia te pido, como te plega humillarte, para que mi alma pue-
da subir a contemplarte en tu Trinidad santa con 2 tus pro-
pias y esenciales virtudes y dignidades comunes a las tres
propiedades esenciales personales y a las tres divinas per-
sonas. No soy yo digno, Señor, de pedirte el don que te pido,
ni menos recibirlo ; mas por cuanto tú, Señor, me lo puedes
dar, y yo con él podré mejor amarte, conocerte, recordar-
te y alabarte, por esto te lo pido; pues mi alma desea co-
nocer y amar todas aquellas cosas por las cuales pudiere
mejor alabarte y servirte, conocerte y amarte, y por las cua-
les pueda yo hacer amar y conocer tus honores y valores y
tus honr ación es a las gentes" a.
2. Confióse Blanquerna en el auxilio de Dios, y dijo
estas palabras: "No fué jamás, ni es, ni será en la criatu-
ra que el bien infinito y eterno pueda naturalmente ser en-
gendrado ni precedido, siendo así que todo bien creado es
terminado y finido en 4 bondad, grandeza, duración, poder,
etcétera. Pero si en la criatura hubiese un bien infinitamen-
te grande en eternidad, poder, saber, querer, etc., sería po-
sible cosa que un bien infinito pudiese engendrar otro bien
infinito; y si esto no fuera posible, sería imposible que en
la criatura hubiese un bien infinito, según arriba habernos
s Hay que suprimir «si no... creador».
1 «ses virtuts», dice simplemente el autor.
- «Ab tes pròpries, essencials virtuts comunes, tes proprietats,
tr€Sj essencials, personals.»
■ Sobra «a las gentes».
4 «granea, eternitat», léese solamente en el original.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA
541
supuesto." Cuando Blanquerna hubo recordado, entendido y
amado todo eso, recordó y entendió que el Soberano Bien
es más excelente en bondad, grandeza y eternidad, poder,
saber y querer que el bien creado; y conviene que tenga
más alta y más noble obra y actualidad que el bien creado;
porque, si no lo tuviera, sería imposible que le fuese supe-
rior en infinidad de bondad, grandeza, eternidad, poder, sa-
biduría, etc.
3. Habiendo Blanquerna, con el auxilio de Dios, eleva-
do las potencias de su alma en el más alto grado que las
había podido exaltar, se esforzó cómo por otro modo pudie-
se más altamente elevarlas; y empezó a considerar que gran
bien es engendrar Dios que sea bien infinito, eterno, po-
deroso, sabio, amoroso, virtuoso, verdadero, glorioso, cum-
plido en toda perfección, justo, liberal, misericordioso, hu-
milde, señor de cuanto tiene ser, y en supremo grado pa-
ciente 5. Después de haber considerado Blanquerna todo esto,
per largo espacio de tiempo consideró otra vez cuán grande
bien es dar a Dios procesión en que sean todas las virtu-
des comunes sobredichas. Consideró otra vez cuán grande es
el bien de que es engendrado Dios y de dónde emana Dios
eternal e infinitamente. Y habiendo considerado Blanquer-
na todas estas cosas, consideró por negación que en el So-
berano Bien no fuese el bien que había considerado, y sin-
tió entonces su alma vacía de devoción e inteligencia; y
volviendo a considerar en Dios todo lo que había considera-
do por afirmación, por este medio sintió luego a su alma
llena de recordación e inteligencia y amor al Soberano Bien ;
y empezó a llorar y alabar a Dios, que tan altamente le ha-
cía contemplar.
4. Recordó Blanquerna en su alma a la virtud creada,
la cual quiso ascender a más alto grado por especial auxi-
lio de la virtud increada, y presentándola en su memoria,
dijo estas palabras: "Los filósofos antiguos dijeron que el
mundo es eterno; y lo entendieron decir a honor de la vir-
tud increada, a quien se conviene obrar eterna e infinita-
mente. Y porque ellos ignoraron en Dios Trinidad y ope-
ración intrínseca eternal, atribuyeron a Dios obra eterna
e infinida en el mundo, y en las cosas de que es compuesto
e integrado; pero, por cuanto a la virtud de Dios se con-
viene mucho mejor el obrar en sí obra eterna e infinida en
poder, sabiduría, amor, perfección y gloria que en otra
cosa que no sea Dios, por eso, la perfecta justicia, sabidu-
ría, verdad y gloria de Dios significaron a Blanquerna que
el mundo había tenido principio y que la obra que la divi-
8 El original silencia «y en supremo grado».
542
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
na esencia tiene en sí misma engendrando al Hijo, y pro-
cediendo el Espíritu Santo del Padre y del Hijo 6 es eter-
nal e infinida en toda perfección. Y si esto no fuera así,
se seguiría que tan infinida virtud y capacidad 7 tendría el
mundo en recibir eternidad, como 8 es en el divino poder
y en la eternidad y virtud de comunicársela, cual es im-
posible; por cuya imposibilidad significada a Blanquerna,
quedó su entendimiento tan exaltado y su voluntad se elevó
tan altamente a amar la Santísima Trinidad de Dios, que
el amor dió al cuerpo sus langores, y a los ojos lágrimas
y lloros, y al corazón suspiros y devoción, y a la boca ora-
ciones y loores de su Dios glorioso.
5. Con gran temor decía Blanquerna a la Santísima
Trinidad, mental y corpo raímente estas palabras: "¡Exce-
lente Trinidad soberana! Por tus comunes virtudes eleva
mi entendimiento a contemplarte y amarte. En tus propias
virtudes personales desfallece mi entendimiento en tener de
ti conocimiento; pero, por cuanto mi voluntad asciende a
amarte a ti, y mi entendimiento a creerte, iluminado con
luz de fe por tu bendición, por eso están en ti contemplan-
do estas potencias mías por amor y por fe e inteligencia,
sin que de esto se siga contradicción alguna."
6. Mientras Blanquerna contemplaba de este modo la
Trinidad soberana, error e ignorancia quisieron inclinarle
a descreer la Santa Trinidad en Dios, considerando que toda
trinidad ,hacía composición; pero volviendo sobre sí, re-
cordó Blanquerna cómo la grandeza de Dios es infinida en
poder, perfección y eternidad, por lo cual entendió sería
grande inconveniente que, si la pluralidad y trinidad crea-
da no pueden ser sin composioión, se siga de aquí que la
Trinidad soberana deba de ser compuesta, ni entrar en ella
composición alguna 9, porque así como la soberana Trini-
dad y pluralidad de las divinas personas es superior en
bondad, grandeza, eternidad, poder, etc., a la pluralidad y
trinidad creada, asimismo conviene que le sea superior en
simplicidad; y porque la unidad de Dios es superior en
simplicidad a toda unidad creada, asimismo conviene que el
Soberano Bien tenga pluralidad, con la cual sea superior
en Trinidad 10 personal y en simplicidad a toda pluralidad
creada. »
7. "¡ Trinidad santa! En todo lo que no te alcanza mi
(1 Texto truncado en las ediciones de Ovejero y Aguilar.
7 No aparece en el original ay capacidad».
s «com en donar lo divinal poder, virtut en la eternitat».
9 Está de más «ni entrar en ella composición alguna».
10 aen simplicitat a la pluralitat creada», léése solamente en el
texto primitivo.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA
entendimiento 11 eres tú mayor en grandeza, y es mayor mi
fe que mi entendimiento, y es mayor tu grandeza que mi fe,
y la razón de esto es porque tu grandeza es infinida en toda
perfección, y mi fe y entendimiento son comprendidos y li-
mitados por tu grandeza; luego si en lo que cree de ti mi
entendimiento, soy yo mayor por fe que por entendimiento,
si yo te entendiera, sería mayor en amor por el entender
que por el creer; y si eso no fuera así, se seguiría que el
amor se convendría más con la ignorancia que con el en-
tender; y siendo esto así, aun se seguiría que el amor sería
menor en las alturas del entendimiento y mayor en sus des-
fallecimientos, y esto es imposible, sin que se siga contradic-
ción alguna ni en el mérito ni en el entendimiento por fe l2,
la cual queda en su estado perfectamente la que era según
la diversidad de los objetos que tienen la fe y el entendi-
miento, cuya diversidad habernos significado arriba en las
divinas virtudes y dignidades comunes a todas las tres di-
vinas personas, *y según las propiedades personales divinas."
8. Para usar Blanquerna del Arte de contemplación,
consideraba en su alma generación con infinidad, eterni-
dad y perfección; y también para que no creyese ser seme-
jante la divina generación a la de las criaturas, la que 1
no pudo hacer caber en su alma, ni entender, amar, ni re-
cordar el que fuese con eternidad, infinidad y perfección,
por cuanto no pudo creer en ella simplicidad sin composi-
ción y corrupción, según su entendimiento tenía de ello co-
nocimiento; y en la suprema generación entendió simplici-
dad sin composición y corrupción, en cuanto no puede ser
sin eternidad, infinidad y perfección en su entendimiento,
memoria y voluntad, que así la entendía, recordaba y amaba.
9. "¡Trinidad santa!: si tú no fueras, ¿en qué sería
Dios semejante al hombre? Y ¿en qué haría ser verdadera
su palabra cuando dijo: "Hagamos al hombre a imagen y
semejanza nuestra?" [Gén. 1, 26]. Y si hay Trinidad14, no
es desemejante a la nuestra en aquesto que se la pueda asi-
milar, aunque sea aquélla un infinito y eterno poder, sabi-
duría, perfección, etc." De esta manera, contemplaba Blan-
n «En ço que no t 'entén, és major ta granea e és menor mon ente-
niment, e en ço que-t creu sens entendre, és major ma fe que mon
enteniment e és major ta granea que ma fe ; e açò és...»
u «per fe que roman en son estament segons diversitat d'objects
entre fe e enteniment».
13 «la qual en sa ànima no pot metre en infinitat, eternitat ;
e per açò entén subirana generació, simplicitat sens compusició, co-
rropció, e en la jusana generació no pot creure corropció ni compu-
sició, per ço car son enteniment n'a conexença en ço que la gene-
ració creada no pot metre en eternitat, infinitat, perfecció en son
enteniment, remembrament.»
M «E si és trinitat desemblant a la nostra, és que és ésser infinit,
eternal, en poder, saviea, perfecció.»
544
OHRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
quema la Santísima Trinidad de Dios, y a ella elevaba to-
dos los poderes de su alma, cuanto podía para que así fuese
obediente al precepto de Dios que manda que el hombre ame
a su Dios, Creador y Señor, con todas sus fuerzas y con to-
dos sus pensamientos y con toda su alma en quien son la
memoria, entendimiento y voluntad.
CAPITULO VI
DE LA ENCARNACIÓN
1. Recordó Blanquerna la Santísima Trinidad de nues-
tro Señor Dios para que el entendimiento entendiese cómo
de la influencia de bondad \ eternidad, poder, sabiduría y
voluntad de la Trinidad divina debía Dios hacer en la cria-
tura una obra que fuese de gran benignidád, durabilidad,
poder, sabiduría, caridad, etc. Y, por esto, el entendimien-
to entendió que, según la operación que hay en las perso-
nas divinas, era cosa conveniente que Dios asumiese natu-
raleza humana en unión personal 2, en la cual y por la cual
fuesen significadas sus divinas virtudes y las operaciones
interiores que tiene en sus divinas personas, y que por
aquella significación la voluntad de Blanquerna y la de los
damas hombres amase más a Dios y sus obras, por lo cual
dijo estas palabras:
2. "Divina virtud, tú eres infinita en bondad :;, gran-
deza, poder, sabiduría, amor y en toda, perfección, y, por
eso, si otra cosa fuese infinita en bondad, grandeza, eter-
nidad, paciencia, etc., en ella pudieras tú obrar infinitamen-
te por la grandeza, eternidad y acción, por cuanto tuvie-
ras poder para ello, y aquella cosa pudiera recibir tu ac-
ción. Pero por cuanto toda otra virtud es finida, menos la
tuya, por esto no es suficiente cosa alguna a ser paciente en
eternidad ni en grandeza infinita a tu obra y acción, que
es sin principio, tiempo ni cuantidad. Para demostrar, pues,
todas estas cosas, quiso tu sabiduría crear una criatura
mayor y mejor en virtud que todas las otras criaturas y
virtudes creadas. Y quiso el Hijo de Dios ser una persona
con aquella criatura, para significar que así como tu bon-
dad le había podido dar mayor virtud que todas criaturas,
1 «de la gran bonea, de eternitat, poder».
2 En el texto primitivo no se dice «en unión personal».
3 «bonea, granea, eternitat, poder saviea, amor, e en tota per-
fecció ; e per açò, si fos altra cosa infinida en granea, eternitat, pa-
ciencia».
LIBRO DK EVAST Y BLANQUERNA
545
' 4 esto tu sabiduría lo entendió, así también la había que-
ido hacer mayor que la criatura y que todas las demás
Maturas.
3. "Mayor es, Señor, la gloria de tu humana natura-
eza, que todas las otras glorias creadas, y esto es porque
u perfección es mayor que toda otra perfección; y por
¡uanto tu justicia, Señor, tiene mayor bondad, poder, sabi-
luría y amor que toda otra naturaleza creada, por eso quiso
lar mayor perfección a tu humanidad que a ninguna otra
laturaíleaa creada. Y como esto sea así, conviene, pues, que
odos los ángeles y todas las almas de los santos, y aun to-
los los cuerpos de los bienaventurados, después de la resu-
rección, tengan gloria en tu humana naturaleza y por ella
medan ascender a haberla mayor en tu naturaleza divina."
4. Habiendo Blanquerna considerado largo rato en las
:osas antedichas, sintió a su memoria, entendimiento y vo-
mitad por elevadas en la contemplación ; pero aun con esto
ío daba su corazón agua a sus ojos por la cual se hallasen
m lágrimas y lloros, y por esto elevó Blanquerna las poten-
ñas de su alma más altamente en la contemplación, para
nultiplicar la devoción tan vivamente en su corazón hasta
jue sus ojos corriesen en lágrimas y lloros, por ser cosa
nconveniente el contemplar altamente sin derramar lágri
nas; y por esto bajó Blanquerna su memoria a recordar la
vileza y miseria de este mundo y los pecados que hay en él ;
y asimismo cuán grande fué la maldad que cometió nuestro
padre Adán contra su Creador cuando le fué inobediente, y
¡;uán grande la misericordia, largueza, humildad, paciencia
y señorío de Dios, cuando le plugo tomar carne humana y
:uando quiso entregar aquella humanidad a la pobreza, des-
precios, tormentos, trabajos, congojas y vil muerte, sin te-
ner culpa ni parte en nuestros defectos. Mientras la memo-
ria de Blanquerna estaba acá abajo memorando estas cosas,
isoendió el entendimiento a entender, y, siguiéndole la me-
moria, contemplaron en las otras virtudes divinas, a saber :
51 la infinita bondad, eternidad, poder, sabiduría, amor,
virtud, verdad, gloria, perfección, etc., y por lo que el en-
:endimiento contempló y la memoria recordó de la bondad
/ demás virtudes de Dios y de la pasión y muerte de la na-
turaleza humana de Jesucristo, la voluntad concibió tanta
ievoción, que dió al corazón suspiros y contrición, y el co-
razón dió a los ojos lágrimas y llantos, y la boca, confesión
y loores de Dios.
5. Grande rato lloró Blanquerna contemplando la encar-
tación del Hijo de Dios, como arriba se había dicho; pero,
4 No se lee en el original «y esto tu sabiduría lo entendió».
18
546
ORRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
mientras lloraba, la imaginación quiso imaginar el modo
cómo el Hijo de Dios unió a sí la humana naturaleza a se]
con él un supuesto y una persona. Y por cuanto no lo pud(
imaginar, comenzó el entendimiento a ignorar y Blanquerm
a dudar, y cesaron los suspiros y las lágrimas y los lloro!
por causa de la duda, que desvaneció a la devoción en qu<
antes se hallaba. Cuando Blanquerna advirtió el estado ei
que había parado su pensamiento, elevó otra vez su memorií
y su entendimiento a la grandeza de la bondad, poder, sa
biduría, amor y perfección de Dios ; y en la grandeza de
aquellas virtudes entendió su entendimiento que Dios pud<
unir a sí la humana naturaleza, aunque la imaginación n<
lo sepa ni pueda imaginar, por ser Dios mayor en bondad
poder, sabiduría y querer que la imaginación en imaginar
Y por este tal memorar y entender, destruyó Blanquerna te
duda que había tenido de la encarnación, y volvieron en si
corazón la contrición y devoción, y en los ojos lágrimas 3
llantos, y se halló en más alta y fervorosa devoción y con
templación que no en el principio.
6. Meditó y contempló profundamente Blanquerna la en
carnación del Hijo de Dios en el modo arriba dicho; y cuan
do sintió que su alma se fatigaba de aquel primer modo, eli
gió otro, para que, mudando su contemplación por otn
nueva manera, recobrase su alma alguna virtud y fuera
para contemplar. Y, por eso, Blanquerna recordó cómo te
santa encarnación y pasión del Hijo de Dios es honrada er
la bondad de Dios, grandeza, eternidad y poder, sabiduría
amor y perfección, etc., y cómo en este mundo ha honradc
a muchos hombres con su honor, los cuades 6 no se lo dai
como pudieren. A más de esto, recordó cómo son muchos Ioí
infieles en este mundo que no honran a la naturaleza humana
de Jesucristo, a la cual ha honrado Dios tanto en sí mismo:
antes bien, la descreen y blasfeman; y poseen la Tierra San-
ta, en donde Dios asumió aquella naturaleza y donde, pars
honrarnos a nosotros y restituirnos al supremo señorío que
habíamos perdido, padeció muerte y pasión aquella humans
naturaleza. Cuando Blanquerna tuvo aplicadas las potencias
de su alma en esta materia, entonces renováronse en él te
devoción, los suspiros, lloros y contrición; y fué puesta st
alma en altísima contemplación de la santa encarnación de
Hijo de Dios, y, por esto, dijo estas palabras: "¡Ah Señoi
Dios, que has honrado y exaltado de tan gran manera en tus
divinas virtudes a nuestra humana naturaleza! ¡Cuándo lle-
gará aquel tiempo que tú exaltes fuertemente y honres ?
s Llull dice «triplemente «la manera segons la qual lo Fill d<
Déu e la natura humana s'ajustaren».
ü Texto alterado en las ediciones de Ovejero y de Aguilar.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA
547
nuestro memorar, entender y amar a tu santa encarnación
y pasión!"
7. Tan alta era la contemplación de Blanquerna, que las
potencias de su alma mentalmente se hablaban. Y decía la
memoria que bondad grande, había grande obra, y grande
potestad, poder grande. Respondía el entendimiento, y decía
que gran misericordia, amor, largueza y humanidad 7 unía
y juntaba menor virtud a mayor. Y la voluntad decía que
a ella le convenía amar sobre todas las criaturas a su señor
Dios Jesucristo; pero que de una cosa se maravillaba, y era
cómo puede ser, supuesto que Jesucristo amaba tanto a su
pueblo, y por él quiso sufrir tan grande pasión, y Dios quiso
humillarse tanto, por cuál razón ha»y en el mundo tan-
tas gentes idólatras e infieles, que todos viven con ignoran-
cia de su honor. Respondió el entendimiento, y dijo que
aquella cosa era materia a la voluntad para que tuviese tan-
ta devoción que hiciese al hombre desear padecer martirio
para honrar la encarnación; y era materia a la memoria
cómo recordase y pensase tan altamente en las virtudes y
dignidades de Dios, que él pudiese ser exaltado en tan nece-
sarias demostraciones que pudiese significar a los infieles la
santa encarnación y pasión de su señor Dios Jesucristo.
8. Tan iluminado e inflamado de la divina luz estaba el
espíritu de Blanquerna, que decía estas palabras: "La ma-
yor verdad que sea conjunta de verdad increada y creada
es en la encarnación ; luego ¿ cómo son más los hombres que
la. ignoran, descreen y menosprecian que los que la honran
y creen? ¡Aih justicia! Tú, que eres tan grande en poder,
sa.ber y perfección, ¿qué harás?; ¿castigarás estos defectos
tan grandes y tan mortales ? ¡ AJh misericordia ! Tú, en quien
hay tanta benignidad, amor, ciencia y humildad, ¿los per-
donarás?" Aquí lloró Blanquerna; y entre temor y espe-
ranza se entristecía y se alegraba contemplando la santa en-
carnación del Hijo de Dios.
CAPÍTULO VII
Del "Pater noster"
1. Recordó Blanquerna las divinas virtudes y dignida-
des, y quiso por ellas contemplar a Dios en la oración del
Pater noster, y quiso poner las virtudes y el Pater noster
en su memoria, entendimiento y voluntad. Y, por esto, ha-
blando con Dios, dijo estas palabras: "Padre eres tú, Se-
7 tlarguea, humilitat...».
54S
OBfcAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
ñor, de nosotros, y eres padre \ es a saber, que Dios Pa
dre es Padre de Dios Hijo infinita y eternalmente en bon
dad, grandeza, poder, sabiduría, amor, ¡perfección, etc. Y ti
divina esencia es padre de la naturaleza humana de Jesu
cristo por creación y por benignidad, largueza, misericor
dia, humildad y caridad; y, por eso, dijo Jesucristo, cuand<
hizo la oración del Pater noster, que en ti es padre, po
persona, Padre propiamente de Dios Hijo; y tú eres esen
cia, la cual es padre de su humanidad, y asimismo de to
das las criaturas; y por cuanto los apóstoles eran criatura
y creían en la Santa Trinidad y en la humanidad 2 y encar
nación de nuestro Señor Jesucristo, les enseñó y mandó qu
rezasen el Pater noster.
2. "Tú, Señor, eres Padre de Dios Hijo en los cielos, lo
cuales son tu misma grande e infinita bondad, eternidad
poder, sabiduría, amor, perfección, etc., que son esencii
en la cual es Dios Padre, que engendra a Dios Hijo. Y po
cuanto en tu esencia hay infinita perfección en bondad
grandeza, eternidad, poder, sabiduría, amor, gloria, etc,
por esto, Señor, son comparadas tus dignidades a los cielo*
que son altos, y son tan altas tus dignidades y virtudes, qu
ningunas otras virtudes son bastantes a ser en tan grande
alturas y excelencias como son las tuyas solamente; po
cuyas alturas y excelencias nos significas, Señor, en el Pate
noster que tú eres padre, porque eres más alto que toda
las criaturas, y por razón que en tus cielos son tus obra
por las cuales Jesucristo te llama padre suyo y nuestro
Luego si Jesucristo, que es Dios y hombre verdadero, y a
los cielos es igual a ti en cuanto Dios y es en la tierra e:
cuanto es hombre, el que da de ti testimonio que eres pa
dre suyo y nuestro, y que estás en los cielos, justa cosa e
que nosotros, que estamos acá en la tierra, creamos su tes
timonio y que recemos la oración del Pater noster.
3. "Santificado sea, Señor, tu santo y glorioso nombr
en tu bondad, grandeza, eternidad, poder, sabiduría, amoi
perfección, etc., en quienes es el nombre del Padre, del Hij
y del Espíritu Santo por generación y procesión, sin la
cuales no podrían ser en tu esencia nombres propios y dis
tintos eterna e infinitamente en bondad, virtud, verdad
perfección. Mas porque hay Padre eternal, Hijo eternal
Espíritu Santo eternal, y cada una de estas personas es ir
finita en perfección, por esto hay en tu esencia nombre
eternales e infinitos en perfección ; y por esto es cosa dign
que sean santificados tus nombres personales en tu eterna
infinita y perfecta esencia divina."
' «y eres padre» es un añadido del traductor. ^
- También añadió el traductor «y en la humanidad».
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA
54 9
4. "Y no solamente, Señor, requiere la justicia que tu
nombre sea santificado en tus referidas virtudes, pero aun,
según razón, es digno, asimismo, que sea santificado acá
abajo entre nosotros por todo el mundo. Y, por esta razón,
Señor, has establecido tú en la tierra la santa Iglesia Ro-
mana, para que procure a que tu santo nombre sea nom-
brado, loado J y conocido por todo el mundo, a fin que sea
santificado en las almas de los hombres y en el santo sacra-
mento del altar; y para que el Santo Padre Apostólico y sus
compañeros los señores cardenales y los otros prelados no
sean negligentes y que por otros negocios no cesen de pro-
curar cómo tu nombre sea santificado, pues de esto has tú
hecho mandamiento con tu propia boca en la oración del
Pater noster y en la hora de tu tránsito de este mundo, cuyo
mandamiento hiciste tú, Señor, a tus lugartenientes los apos-
tóles después de tu muerte.
5. "El tu reino, Señor, es tu esencia misma en tus
propiedades personales, en quienes es la bondad, grandeza,
eternidad, poder, sabiduría, amor, perfección. Aquel reino,
Señor, venga en nuestra alma para memorar, entender y
amar tus propiedades comunes y tus propiedades propias
personales, para que tu reino sea honrado acá abajo entre
nosotros y que podamos nosotros arribar a tu reino glorioso
y en él ser bienaventurados perpetuamente.
6. "Hecha es, Señor, tu voluntad en los cielos y en la
tierra; en los cielos, pues buena es tu esencia, en la cual
hay bondad y voluntad, que emana de Padre infinito e Hijo
infinito en bondad, grandeza, eternidad, poder, sabiduría,
amor, perfección, etc. Cumplida es, Señor, tu voluntad en
el Hijo, el cual es eterna e infinitamente engendrado 4 en
toda perfección. Y, por eso, Señor, quiere la justicia, la
perfección, virtud, verdad, etc., que tu voluntad se cum-
pla en la tierra, esto es, en la naturaleza humana que to-
maste, en la cual hay tierra corporal y elemental, la cual
voluntad fué por obra del Espíritu Santo, cuando te encar-
naste en la virgen gloriosa Santa María.
7. "Tan alta es, Señor, tu voluntad y tan maravillosa,
que por todo este mundo debe ser obedecida por razón de
tu bondad, de tu poder, perfección y justicia. Obedecida es,
Señor, por tu bondad, humildad, paciencia y misericordia
en todos aquellos que deseen servirte y desvian y apartan de
la tierra a su memorar, entender y amar, para contemplarte
a ti y servirte. Obedecida es, Señor, tu voluntad por tu
justicia, señorío, poder y verdad en castigar a penas infer-
' El original calla tloado».
1 Este párrafo aparece incompleto en las edicioiu-- de Ovejero
y -.le Aguilar.
550
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
nales a todos aquellos que no pueden escapar de tu sentencia 5
y de tu señorío, y tienen su memoria, entendimiento y vo-
luntad aplicados en amar las vanidades terrenas, despre-
ciando las bendiciones celestiales que 6 les has prometido dar.
8. "El pan nuestro de cada día es, Señor, tu sacratí-
simo cuerpo glorioso, sacrificado en el altar. Aquel tu cuer-
po glorioso está en los cielos y está acá abajo entre nosotros
en la tierra por el santo sacrificio, cuyo cuerpo vemos nos-
otros mentalmente por obra de tu gran benignidad, sabi-
duría, voluntad y misericordia 7 ; porque así como nuestros
ojos corporales y los demás sentidos desfallecen para ver al
pan nuestro, esto es, tu carne y sangre, así, Señor, son bas-
tantes las virtudes de nuestra alma con tu auxilio para poder-
ver al pan nuestro por obra de tus esenciales dignidades y
virtudes; y pues que, si tu poder es grande infinitamente,
se sigue muy bien, Señor, que pueda debajo la forma o figura
de pan ser carne y sangre un cuerpo sacrificado en diversos
lugares, para significar que tu poder es infinito. Y si tu
benignidad, voluntad, humildad y largueza es grande in-
finitamente según la infinidad de tu perfecta justicia, está
significado que el pan de cada día nos lo debas dar en este
mundo, que es el día de hoy, por razón de que es día de elec-
ción; o de condenación o de salvación; el cual día 8 continua-
mente sin parar camina y pasa por cada uno de nosotros.
9. "Perdónanos, Señor, la deuda que te debemos; pues
no te la pudiéramos pagar por ser todos pecadores en nues-
tro padre Adán; y nos has obligado tanto, pues nos has
creado, y has querido por nuestro amor hacerte hombre
y ser atormentado, crucificado y muerto, que no pudié-
ramos pagarte. Y siendo tu perfección infinita en tu bondad,
grandeza, eternidad, etc., por esto, Señor, no tienes tú
necesidad de que te paguemos; pues si la tuvieras, habría
en ti defecto de perfección; y por cuanto nosotros perdona-
mos las deudas que debemos a nuestras sensibilidades, las
que mortificamos con ayunos, aflicciones y oraciones, y mor-
tificamos a nuestro entendimiento creyendo por fe las ma-
ravillas que obran tus virtudes, por esto, Señor, si tú no
nos perdonaras ni relajaras nuestras deudas, cuando nos-
otros por ti relajamos las nuestras, sería en nosotros mayor
perfección que no en ti, y porque esto no conviene ni puede
ser, por eso, Señor, es cosa conveniente que tú no nos pidas
nuestras deudas, que no podríamos pagarte.
10. "Bien sabemos, Señor, que tu gran bondad, amor,
0 En las ediciones de Ovejero y Aguilar léese malamente aesencia».
0 Sobra aque... dar».
7 La versión omite apoder, humilitat».
8 «lo qual dia és trespassable en cascú de nosaltres», dice sim-
plemente el autor.
LIBRO D'¿ EVAST Y BLANQUERNA
551
largueza, misericordia, etc., te hace desear que nosotros
tuviésemos grandes méritos, para que tu justicia tuviese
razón de podernos dar gran gloria y perfección. Y por esto,
Señor, nos dejas tentar del demonio, del mundo y de la car-
ne; y por cuanto nosotros somos muy pobres en memorar,
entender y amar, muy a menudo nos acontece el ser vencidos
y superados en nuestras tentaciones. De donde como tú,
Señor, seas tan grande en misericordia, benignidad, largue-
za y humildad, etc., lo que nosotros no merecemos, dánoslo
tú 9 sin tentaciones, aunque por ellas no logremos victoria;
pues nos basta a nosotros, Señor, que estemos en tu reino
y tengamos en ti gloria sin nuestros méritos.
11. "Líbranos, Señor, del mal, el cual tenemos cuando
te olvidamos e ignoramos y desamamos ; porque de este mal
tienen principio y origen todos los otros males. Y por cuanto
este libramiento se ha de hacer, Señor, por el recordar, en-
tender y amar a tu bondad, grandeza y eternidad, si tú no
nos defiendes y libras del mal, pues nos has creado y nos
puedes ayudar, será tu misericordia, piedad y humildad sin
amor; y nosotros seremos creados 10 sin señor que ame a sus
subditos; y esto es inconveniente que sea así, por lo cual mi
recuerdo tiene esperanza, Señor, en tu recurso y ayuda." De
esta manera y mucho mejor de lo que se puede decir ni es-
cribir, contemplaba Blanquerna las virtudes de Dios con la
oración del Pater noster.
CAPÍTULO VIII
Del "Ave María"
1. Quiso Blanquerna contemplar a la Reina del cielo, y
de la tierra, y del mar y de todo cuanto hay con las virtu-
des y dignidades de su Hijo glorioso, nuestro señor Dios
Jesucristo, y por esto dijo estas palabras: "Ave Maria!
La bondad de tu Hijo, que es infinitamente grande en eter-
nilad, poder, sabiduría, amor, perfección, etc., te saluda;
pues que el Hijo de Dios tomó de ti naturaleza humana,
con la cual es una sola persona, siendo igual en bondad,
grandeza, eternidad, poder, sabiduría, amor y perfección
al Padre y al Espíritu Santo y a toda la esencia en bondad,
grandeza y en virtud, etc.
2. "Gratia plena! 1 Poder, saber y querer, que son un
poder, saber y querer en esencia y que son un poder, sa-
ber y querer en filiación, se ha encarnado en carne de tu
,n-- «rcrea tures sens senyor», léese en el texto catalán.
9 «dónams ho tu, si be temptacions havem ni vencem».
1 «Gràcia plena.»
552
OBRAS LITERARIAS DE RAMON" LLULL
carne y en sangre de tu sangre. Este poder, saber y querer
es un Hijo tan solamente del Padre soberano. Por este
Hijo es creado en ti el Hijo-hombre y unido a ser una per-
sona con el Hijo de Dios. De donde, como esto sea así, de
la influencia y plenitud de la gracia, de la cual está lleno tu
Hijo, eres tú, Reina, llena de gracia, mayor de lo que nos-
otros podemos memorar, entender ni amar; y de tu plenitud
de gracia viene influencia a la memoria, entendimiento y
voluntad de aquel que contempla en el cumplimiento de tu
gracia. Bendita sea, pues, ¡oh Reina!, tu gracia, que es tan
llena, que cumple a todos aquellos que por tu gracia han de
venir a perdurable cumplimiento '-.
3. "Dorninus tecum! 3 El Señor es contigo, Reina1, el
cual es virtud, verdad y gloria, que son el Hijo de Dios.
Aquella virtud, verdad y gloria tienen infinidad en poder,
saber y querer, y aquella infinidad es soberano bien en
eternidad. Este señor, Reina, es en ti Dios y hombre; Dios
: De esta plenitud de gracia de María, gracias a la cual nosotros
somos llenos de gracia, trata también, como recuerda el lector, en
el cap. 62, n. 8 ss. Son dignas de citarse estas palabras del Beato :
«Tu ets plena de gràcia per ço que recobrem la gracia que havíem
perduda. En tu és plena nostra fe, esperança, caritat, justícia, pru-
dència, fortitudo, temprança. Nos som plens car tu est plena» (ORL,
IX, 217). En verdad, no son más expresivas las palabras del Angé-
lico : «Beata Virgo... plena fuit gratia... quantum ad refusionem in
omnes homines. Magnum enim est in quolibet sancto, quod habet
tantum de gratia, quod sufficit ad sahucm multorum ; 6ed quando
haberet tamum quod sufficeret ad salutem omnium hominum de
mundo, hoc esset máximum : et hoc est in Christo et in beata Vir-
gine. Nam in omni periculo potest salutem obtinere ab ipsa Virgine
gloriosa...» (Op. 6). Merced a esta plenitud de gracias de la Virgen,
María puede llamarse, y es con toda verdad, Madre de nuestra pú-
blica utilidad y redención: «Plena sots vós, reyna, de gracia en pú-
blica utilitat ; car a la major e a la pus noble utilitat qui ésser pusca,
sots eleta, ço és a saber, que la major utilitat que humana natura
pusca reebre, hoc encara, que totes les creatures pusquen reebre, és
ésser mare de Déu, e ésser mare del millor home qui val més que tot
quant és creat, e ésser mare de nostra pública utilitat e redempció,
e encara ésser mare de justs e de peccadors ; que si vós no fóssets
mare, e vostre Fill no fos Déu home, tot l'umanal linatge fora per-
dut, e car vós sots mare és restaurat en quant és recreat. Doncs, qui
poria dir com vós, regina, sots agraciada de comuna utilitat a la
qual vos ha Déus eleta e triada sobre totes les altres eleccions e so-
bre tots altres dons?» Así Llull en su Llibre de Santa Maria (ORL,
X, 83).
Y la Santísima Virgen, según el Doctor Iluminado, es Madre de
la pública utilidad y redención no sólo cuanto a los hombres, sino
también con relación a los ángeles. Ramón Llull lo dice en el Liber
de hominc : «...quae [sanctit-as Virginis Mariae] est coelum sancti-
tatis omnium virorum et faeminarum et omnium angelorum...» (edi-
ción Mag. [1737], 57 [en el texto catalán sólo leemos «... la vostra
santetat que és cel de aquesta santetat sajús», ORL, XXI, 148]) ;
y lo presuixme, sin duda alguna, aquí, en Ari de contemplado,
cap. 8, n. o.
3 El autor calla Dominus tecum.
LIBRO DE EVAS! V BLANQUERNA
553
es por el Padre divino, y es hombre por haber tomado carne
y sangre de ti, y porque es en ti. El ser en ti, Reina, tal señor
te hace ser en tan gran virtud, verdad y gloria, que, des-
pués de tu Hijo, sobrepujas en virtud, verdad y gloria a
todas las demás criaturas; y esto es por cuanto, a excepción
de tu Hijo, no está el Señor en criatura alguna tan virtuo-
samente, verdadera y gloriosamente como está en ti, porque
a ninguna criatura ha dado tanta virtud para recibir su
virtud como te ha dado a ti; y porque tú puedes por su
virtud recibir mayor virtud que ninguna otra criatura, es
en ti más verdaderamente su gloria y virtud que en otra
criatura.
4. "Benedicta tu in mulieribus! 4 Bendita eres tú, ¡oh
Reina!, entre las mujeres; porque a ti sola se te ha dado
mayor perfección y mayor justicia y largueza que a todas
las otras mujeres, y aun mayor que a todos los hombres y
a todos los ángeles y que a todas las demás criaturas, pues
que por la perfección, justicia y largueza que se te ha
dado, es Jesucristo Hijo tuyo, que es perfección de todas
las demás perfecciones, y justicia de todas las otras justi-
cias, y largueza de todas las otras larguezas; y sin tu Hijo,
nada habría que tuviese ser ni perfección alguna. De esta
perfección, ¡oh Reina!, que es tu Hijo, hace la justicia que
tú seas bendita sobre todas las mujeres, por cuanto tienes
mayor perfección que todas las mujeres. Como, pues, en ti
sea tanta perfección, quiere la perfección de tu justicia,
largueza, etc., que tú comuniques perfección a toda el alma
en su memoria si te recuerda, y en su entendimiento si te
entiende, y en su voluntad si te ama; y si esto no fuese
así, habría en tu Hijo y en ti defecto de justicia y largue-
za, lo cual es inconveniente e imposible.
5. " ' Bened'wtus fructus ventris tui Iesus! 5 Tu fruto,
¡oh Reina!, es bendito de misericordia, humildad, etc., que
han unido el fruto de tu vientre a la naturaleza divina;
cuya unión es mayor que toda otra unión que pueda ser en-
tre Dios y la criatura; y por eso, Reina, no ha hecho por
sí la divina naturaleza a criatura alguna ni a todas las
criaturas juntas tanta misericordia y humildad como al
fruto de tu vientre; pues que sólo aquel Hijo tuyo, hombre
glorioso, es hombre en el Hijo de Dios glorioso, que lo hace
ser hombre, junto con ser con sí mismo una persona, que
es Dios y hombre. Esta persona, que es Dios, infinita mise-
ricordia y humildad en bondad, eternidad, poder, etc., ha
bendecido a tu Hijo del ser uno con la infinidad de miseri-
cordia, humildad, bondad, eternidad, poder, etc. Y como
4 Calla también el autor Benedicta tu in mulieribus.
6 El original calla también Benedictas fructus ventris tui lesas.
554
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
esto, Reina, sea así, ¿cuál fruto, pues, puede ser tan bien-
aventurado como el fruto de tu vientre ?
6. "; Reina excelentísima! Grande es el resplandor del
sol, que da claridad a la luna, a las estrellas y al aire; y
por cuanto a la misericordia y humildad es mayor que tu
Hijo que el resplandor en el sol, por esto, Reina mía, viene
a nosotros y a los ángeles mayor influencia de bendición del
fruto bendito de tu vientre que no es el resplandor del sol,
de las estrellas y de las otras criaturas. Y, supuesto la mi-
sericordia y humildad, Reina mía, han exaltado tanto en ti a
tu bendito fruto y te han puesto en tan altas excelencias,
razón será que tú hagas memoria de nosotros según la gran
misericordia y humildad que en ti se halla. Y si la mise-
ricordia te ha querido honrar, haz tú, pues, que por tu
misericordia nos quieras recordar. Y si la humildad quiso
inclinarse a ti para exaltarte, humilla tú tus pensamientos
hacia nosotros para que a ellos podamos ascender y recibir
bendiciones del fruto bendito G de tu vientre.
7. "El Espíritu Santo ha venido sobre ti, Reina mía,
y te ha hecho sombra con la virtud del Altísimo. Aquel es-
píritu divino ha venido en ti, Reina, con el Señor de todo el
mundo y Señor del1 otro siglo y te ha ensombrecido 7 de la
virtud el que es virtud y virtudes, que son una virtud.
Ha ensombrecido a la naturaleza, que ha tomado de ti con
infinita grandeza, bondad, eternidad, poder, sabiduría, etc. : y
te ha ensombrecido a ti de aquella naturaleza que tomó en
ti, por la cual eres Mjadre de toda, virtud y de todas las
virtudes oreadas; y todas toman tu sombra y resplandor y
por tu sombra son enderezadas a la luz y resplandor de tu
Hijo; y por tu sombra está ensombrecida la divina y hu-
mana sombra y están los santos en la gloria en eterna som-
bra apartados del fuego perdurable, en donde no hay sombra
alguna de refrigerio ni perdón.
8. "¡Celestial Reina! Por dos razones es tu Hijo Señor
de todas las criaturas : la primera, porque es Dios ; la segun-
da, porque es hombre conjunto y unido con Dios. Luego
como tu Hijo, por estas razones, sea Señor de todo el mun-
do, conviene que por otras dos razones seas tú, también,
Señora de todo el mundo: la una es por ser tú Madre de
Dios, y la otra, porque eres Madre de hombre unido perso-
nalmente con Dios. Y como esto sea así, acuérdate, pues,
Señora, de aquello por que eres señora, para que te lo agra-
dezca aquel que te ha hecho señora y que por tu recuerdo
y magnanimidad seamos nosotros exaltados en la nobleza
de su señorío" 8.
■ «del fruto bendito» es un añadido del traductor.
7 «oburnbrado» pone la versión castellana de 1749.
s Cuando el Doctor Iluminado proclama a María Reina y Señora
LIBRO I>L EVASI V HLANQUERNA
9. De esta manera contemplaba Blanquerna en el Ave
Maria y en nuestra Señora con las virtudes de su Hijo san-
tísimo. Mientras así contemplaba, tenía tan elevada su me-
moria, entendimiento y voluntad, que no pensaba en si llo-
raba o no; y cuando hubo finido su contemplación, se acor-
dó de ello, y conoció que su corazón no había dado agua a
sus ojos, por lo cual en su contemplación hubiesen derrama-
do lágrimas y lloros; y por cuanto fué cosa inconveniente
el contemplar a nuestra Señora sin lloros, por esto Blanquer-
na tornó a contemplar a nuestra Señora, y recordó la gran
paciencia que tuvo su Hijo glorioso en aquel día en que fué
despojado, escupido, azotado, coronado, llagado, clavado y
del mundo, señala, al mismo tiempo, el motivo fundamental de se-
mejante privilegio ; es a saber : María es Reina y Señora por ser
Madre del Redentor del mundo, Rey de reyes y Señor de los que
señorean. Ha>ta aquí. Ramón Llull no hace sino ponerse al lado de
Eadmero, San Bernardo y de los grandes Doctores de su siglo : San
Buenaventura y Santo Tomás de Aqaino, y aun de los mariólogos de
hov. Citemos a uno de los más insignes paladines modernos de la
realeza de María : «He aquí la razón fundamental en la que todos
ios autores concuerdan : María es Reina por ser Madre de Dios. Y a
esta conclusión puede llegarse por un doble camino : sea que consi-
deremos a Cristo como Dios, sea que le consideremos como hombre.
He aquí el raciocinio en su doble formalidad : María es Madre
del Hijo de Dios, en cuanto a su humana naturaleza. Ahora bien, el
Hijo de Dios, en cuanto a su humana naturaleza, es rey. Luego Ma-
ría es Madre del Rev, es decir, luego María es Reina. 2.", María es
Madre del Hijo de Dios. Ahora bien, el Hijo de Dios es rev se^ún
su naturaleza divina. Luego María es Madre del Rey, es decir, lue^o
María es Reina. La conclusión es idéntica (siempre que se admita
que la madre de un rey es reina a su vez}, puesto que Cristo, Hijo
de Dios, es rey lo mismo en cuanto a su naturaleza divina que en
cuanto a su naturaleza humana, estando, como están, ambas natu-
ralezas inseparablemente unidas en una misma persona : la persona
del V~-bo» (P. A. Luis, C. SS. R., Marta Reina [Zaragoza, 1942],
107-108).
En su poema teológico Hores de nostra Dona, canta el Doctor
Iluminado con tanta belleza como viveza :
Es un Déu e una Dona
qui sobre totes és bona.
D'aquests dos és trestot lo món,
en long, pregon, ample, redon.
La Dona és sancta Maria,
qui ha fill sens d'om pana,
e -s un üll home e Déu...
Lo que vale tanto como decir : al lado de Cristo Rey vemos a su
Madre, la mejor de todas las reinas. De estos dos es todo el mundo»
en toda su longitud y profundidad, en toda su anchura y redondez.
Notemos que el Doctor Iluminado, al igual que los Padres, para
celebrar la excelsa soberanía de la Virgen, usa indistintamente las
palabras «reina» y aseñora», que él consideraba como voces sinónimas.
De !a realeza de María y extensión de esta realeza habla más lar-
gamente Ramón Llull en el Llibre de Santa Maria <ORL, X, 133-
13SI, y también en Arbre de scièneia (ORL, XII, 197 ss.).
9 «En axí contemplava Blanquerna en la Ave Maria nostra Dona
ab les virtuts de son Fill.»
556
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
muerto en la cruz; y recordó también cómo nuestra Señora
le amaba con grande amor y cómo, mientras le atormenta-
ban, se miraban ambos a dos con piadoso y agradable sem-
blante; y cómo nuestra Señora se compadecía de su Hijo
glorioso cuando le veía morir, y se entristecía y le extra-
ñaba en ocasión que ya le veía apartarse de ella por la muer-
te, y sabía que no tenía culpa alguna y que era Señor y Dios
de la naturaleza 10. Mientras Blanquerna así contemplaba y
guiaba las potencias de su alma por las virtudes y dignida-
des de Dios y de nuestra Señora, su corazón sintió tanta
devoción y se halló en tan fervorosa contemplación, que sus
ojos abundaron de agua, lágrimas y lloros.
CAPIT U L O I X
DE LOS MANDAMIENTOS
1. Recordó Blanquerna en los sagrados evangelios la
respuesta que Jesucristo había dado de los mandamientos
10 De los dolores de María- en el Calvario habla también el Doctor
Iluminado en Llibre de contemplació (ORL, VII, 16S-169), Plant de
¡a Ver ge (ORL, 211 ss.), Hores de nostra Dona (ORL, XIX, 194) y,
de una manera muy especial, en Llibre de Scuita Maria (ORL, X,
181 ss).
Si examinamos los textos lulianos a la luz del principio teológico-
mariano de la asociación, está fuera de duda que, según el bienaven-
turado Maestro, la Virgen Santísima con su compasión cooperó pró-
ximamente a la redención del género humano. No son, no, estos do-
lores de María, al decir de Llull, meros dolores personales de una
madre que asiste al martirio de su hijo, sino que tienen en sí un
carácter más universal. ¡ María sufre estos dolores por la salvación
de los hombres ! En su dolor, inmenso, como las aguas del mar, la
Madre de Dios incluso siente un vivísimo placer en la muerte de su
Hijo «per ço car recreava l'umà linatge, la qual recreació era agra-
dable a nostra Dona per ço car és piadosa» (Ll. de Santa Maria, 1. c).
Muy grandes habían de ser los dolores de la Virgen al pie de la
cruz, cuando el Doctor Iluminado osa decir que de los méritos de
las lágrimas de María en el Calvario, unidos a los méritos de la san-
gre y sudor de Cristo en la cruz, había de nacer nuestra vida de
hijos ele Dios, que se nos da en los sacramentos. Hablando del cris-
ma del sacramento de la extremaunción, dice, el juglar de nuestra
Señora :
e l'on fayt en Xfist, quant penjà
en la cros, ab sanch e suor,
e en la 'Regina, ab plor,
car ab negú sen no peceà,
mas que nostres peecats plorà.
Cf. nue.>tro trabajo Una cuestión mariana de máxima actualidad : la
corredención de la Virgen a la luz del Doctor Iluminado..., en Estu-
dios Marianos, III (1944), 287-322. 1
LIBRO DE EVAST V BLANLJUKRN A
557
cuando 1 dijo por San Mateo, capítulo 19, [17] : "Si quieres
entrar en el Paraíso, guarda los mandamientos" de la ley
de Dios, y quiso contemplar en ellos con las divinas virtu-
des de Dios, y dijo estas palabras a su voluntad: "Amarás
a tu Señor Dios, pues así se te ha hecho mandamiento por ta
bondad, grandeza, eternidad, poder y querer de Dios. Y si
tu voluntad fuese tan grande que pudieses eternamente, sin
principio ni fin, amar a Dios, estarías obligada a obedecer su
mandamiento, porque un señor infinitamente y eternamen-
te bueno es el que te hace este mandamiento; pero por cuan-
to tú eres principada y finida, antes de tener ser no podías
amarle. Ahora, pero, cuando tienes ser, estás obligada a amar;
y si no amas, eres inobediente a la bondad eterna e infini-
ta, por cuya inobediencia te condenará a eterna muerte y a
pena de infinitos tormentos."
2. El entendimiento decía a Blanquerna que el poder,
sabiduría y amor de Dios hacían mandamiento a la voluntad
que amase a Dios de todo su corazón; y porque él entendía
que la voluntad toda podía amar a Dios por el poder, sa-
biduría y querer de Dios, dijo que el poder que tenía de no
amar a Dios de toda su voluntad no era del poder, saber y
querer de Dios, sino de culpa, defecto y pecado e inclinado
al no poder, el cual no quiere ser poder en el poder, saber
y querer de Dios, en quienes es sustentado, defendido y am-
parado el poder creado contra el defecto y podçr de culpa,
si toda la voluntad creada se entregara a amar y obedecer
el mandamiento de Dios.
3. Mientras el entendimiento de Blanquerna, consideran-
do, decía mentalmente a la voluntad las palabras antedi-
chas, respondió la voluntad, diciendo si le era lícito el amar
alguna otra cosa sino solamente a Dios. A que respondió el
entendimiento, y dijo que ella podía amar todas las cria-
turas con el respeto a Dios, es a saber: que las amara con
el fin de poder más amar a Dios.
4. Estando el entendimiento y voluntad de Blanquerna
en estas razones, la memoria recor dó 2 cómo en el primero
y general mandamiento, en el cual están comprendidos todos
los otros mandamientos, está contenido que el hombre ame
a Dios de toda su alma, y por cuanto ella era una de las
tres potencias del alma, por esto se tenía por obligada a me-
morar con todo su poder a la virtud, "verdad y glori?. de Dios:
y dijo el entendimiento que ella recordaba que, siendo él una
de las tres potencias del alma, estaba obligado todo a enten-
der la virtud, verdad y gloria de Dios. Cuando el entendi-
miento hubo entendido la razón que la memoria memorando
1 El autor calla «cuando... Dios».
' «remembrà com en lo manament se contc que hom am Déu».
55$ OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
le relataba, tuvo conciencia que muchas veces había omi-
tido el entender la virtud, verdad y gloria de Dios con el
fin de que la voluntad consiguiese por fe mayor mérito. Y por
cuanto al entendimiento se le está hecho tan grande man-
damiento en su totalidad como a la voluntad, por esto se
exaltó con todo su poder a entender la virtud, verdad y
gloria de Dios; y pidió perdón de lo que había ignorado y
errado ignorantemente para que la fe hubiera sido mayor en
su voluntad.
5. Hablaba Blanquerna con Dios, y decía que su justi-
cia era perfecta; y por esto convenía que el mandamiento
que hacía a todo su pensamiento fuese justo y perfecto, cuya
perfección no tendría el mandamiento si no mandase al
humano pensamiento que todo él estuviese empleado en amar
la justicia y perfección de Dios, como sea así que el pen-
samiento sea todo entero creado y beneficiado por la jus-
ticia y perfección de Dios. Y mientras Blanquerna hablaba
así con su pensamiento y con la justicia y perfección de
Dios, la voluntad dijo al entendimiento que ella amaba en
gran manera la mayoridad de su entender cuando entendía
a Dios de todo su poder; y por eso reprendió al entendi-
miento de lo que había errado por mucho tiempo; es a saber:
que para obtener mayor gloria no se había elevado a entender
cuanto había podido, siendo así que el mandamiento está
hecho a todo el pensamiento, que significa toda la potencia
del entendimiento. Y diciendo la voluntad esas palabras al
entendimiento, le vino la voluntad, conciencia y contrición,
porque no había mandado al entendimiento que entendiese a
Dios con todo su pensamiento, puesto que de ello se le estaba
hecho mandamiento. Y por lo que la voluntad tenía contri-
ción, la memoria recordó cómo eran muchos los hombres
en el mundo que son inobedientes al mandamiento de Dios,
creyéndose que le son obedientes con exaltar su fe y mor-
tificar su entendimiento ; y dijo que por aquella mortificación
se sigue error, defecto e ignorancia contra el mandamiento
de Dios.
6. Recordó Blanquerna otra vez el mandamiento que
Dios hizo al entendimiento y a la voluntad cuando mandó al
hombre que le amase de su corazón; y después le dice que
le ame de toda su alma, y otra vez le dice que le ame de
todo su pensamiento. Y por estas tres veces en que se repite
al hombre el mandamiento, tuvo Blanquerna conocimiento
que la largueza de Dios hace misericordia a su entendimien-
to y 3 al de todos los hombres, en cuanto manda que en-
tienda diversas obras en las tres potencias del alma, según
la diversidad de aquellos tres modos de amar arriba dichos;
3 «y al de todos los hombres» es un añadido del traductor.
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA «^Q
pues que en cuanto Dios manda que el hombre le ame de
todo su corazón, es significada la fe, por la cual la voluntad
ame sobre aquello que el entendimiento no puede entender,
y en cuanto manda que el hombre le ame de toda su alma,
es significado que todas las tres potencias del alma se igua-
len y se convengan en un mismo objeto memorado, entendido
y amado igualmente. Y en cuanto manda que el hombre le
ame de todo su pensamiento, es significado que Dios manda
al hombre que exalte su entendimiento agente y posible 4,
para que en el memorar a Dios obtenga mayor acto y re-
cuerdo ; en amar a Dios, mayor voluntad ; cuyos actos tienen
mayoridad en la exaltación del entendimiento, por el cual
Dios ama y quiere ser muy conocido.
7. Dijo Blanquerna a su alma que amar a Dios de todo
su corazón y de toda su alma y de todo su pensamiento es
el primer mandamiento; y, por eso, el entendimiento enten-
dió que por el segundo mandamiento, según relación al pri-
mero, fué significada la igualdad de amor entre Blanquerna
y su prójimo, en cuanto Dios manda a la voluntad que el
hombre ame a su prójimo como a sí mismo; y por cuanto
no dice de toda su alma, ni de todo su pensamiento, ni me-
nos de todo su corazón, se hace diferencia entre el primero
y el segundo mandamiento, por cuya diferencia está signi-
ficado que el primer mandamiento tiene señorío sobre el
segundo y que éste está debajo del primero y sujeto a él,
para que el hombre en amar, entender y recordar más a Dios
que a sí mismo ni a su prójimo obedezca y haga reverencia
honrando la humildad y señorío de Dios.
8. Amar, entender y recordar más a Dios que a otra
cosa y a su prójimo tanto como a sí mismo son dos manda-
mientos que son principio y fundamento de los otros; y el
que es obediente a estos dos mandamientos, obedece a Dios
en todos los demás; y el que es inobediente a Dios en cual-
quiera de los otros mandamientos, no obedece a Dios en
aquellos dos primeros mandamientos; y el que ama igual-
mente a sí mismo o a su prójimo como a Dios, es inobediente
al primer mandamiento y a todos los demás.
4 «son enteniment» dice simplemente el original.
5bo
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
CAPÍTULO X
Del ''Miserere mei Deus"
1. Exposi tando Blanquerna con las virtudes y dignida
des de nuestro Señor Dios, meditando los dichos de los santos
profetas, contemplaba a Dios en su esencia, trinidad y en-
carnación, según está ejemplificado por estas palabras : Pidió
David a nuestro Señor Dios que le perdonase según su gran
misericordia; y, por esto, su alma, en el principio de su pe-
tición, consideró la grandeza y misericordia de Dios con la
bondad y eternidad, y por cuanto la bondad en Dios es
mayor que toda otra bondad y su eternidad es mayor que
cualquier otra durabilidad; y como la bondad y eternidad
se concuerdan con la grandeza, y la misericordia de Dios es
grande sobre toda otra misericordia, por esto David pidió a
la bondad bien grande de piedad y de perdón de Dios, y pi-
dió a ¡la eternidad que aquel don y perdón fuese durable sin
fin. Y esta petición y demanda fué por razón de que entre
las personas divinas hay concordancia de propiedades per-
sonales, que son en la esencia, bondad, grandeza, eternidad,
poder, sabiduría, misericordia, etc.
2. "No convenía — dijo Blanquerna — 'que David hiciese
diferencia en la esencia de Dios entre grandeza, misericor-
dia y justicia, pues son una cosa tan solamente. Y, por esto,
cuando dijo que Dios le perdonase según su grande miseri-
cordia, significó en Dios gran justicia; por cuanto grande
misericordia se conviene según gran justicia en dar y per-
donar, para significar que mayor justicia es que grande mi-
sericordia perdone grandes culpas y conceda grandes dones,
que menor misericordia perdonar pocas culpas y conceder
dones pequeños. Y 1 de aquí es que nadie debe desconfiar ni
desesperar de Dios. Y si esto no fuera así, se seguiría que
grande misericordia y gran justicia no tendrían en qué pu-
diesen concordarse ni convenirse."
3. Considerando Blanquerna en las palabras sobredi-
chas, se alegró fuertemente su alma en la esperanza de la
misericordia y de la justicia de Dios y de su grandeza, y
por esto entendió que grandes bienes durables sin fin están
aparejados para el hombre que pide misericordia a la gran-
deza y justicia de Dios. Y cuando Blanquerna en la esencia
de Dios hubo contemplado y considerado la bondad, gran-
1 «Y... Dio*», glo>a del traductor.
LIBRO Di: KVAS ï V BLANQUERNA
deza y misericordia, justicia, etc., entró en otro pensamiento
y contempló aquellas mismas virtudes en las tres divinas
Personas y dijo estas palabras:
4. "¡Señor 2 Dios, que eres padre eterno, primera perso-
na en Trinidad!, tú eres grande, poderoso e infinito, y eres
grande en tu poder, saber y querer, en verdad de bondad,
grandeza, eternidad, misericordia y justicia. Y, por esto, Da-
vid, en persona de Ja Iglesia romana, te pidió tu Hijo glo-
rioso, el cual, en sí mismo, es grande en poder, saber, querer,
virtud, verdad, bondad, eternidad, justicia y misericordia.
Y por cuanto te pidió que tuvieses misericordia según tu
grandeza, fué conveniente que la tuvieses con grandeza tan
grande como lo es la tuya, la cual no pudiéramos nosotros
recibir sin alguna cosa igual a tu grandeza. Y, por esto. Se-
ñor, te hacemos gracias de habernos querido dar a tu Hijo
glorioso por la encarnación y recreación, por cuyo Hijo se
nos está significada y declarada tu gloriosa trinidad y la en-
carnación ; porque, si en tu divina naturaleza no hubiera dis-
tinción de personas, no nos pudieras dar ni perdonar según
tu gran misericordia, por cuanto nosotros no tuviéramos
virtud en qué recibir aquélla. Mas 5 por cuanto tu Hijo, Se-
ñor, quiso encarnarse y habitar entre nosotros en aquella hu-
manidad suya, pudo nuestra flaca naturaleza recibir cumpli-
damente la gracia y misericordia ; pues en cuanto tu Hijo es
Dios, es igual a tu grandeza y virtud, y pudiste, por él y con
él, tanto como tú eres, dar, perdonar y juzgar."
5. Recordó Blanquerna a la verdad, gloria y perfec-
ción en Dios; y por las palabras de David encontró que la
grandeza conviene con la verdad, gloria y perfección, cuya
grandeza conviene que sea infinita; porque, si era finida, no
se convendría con verdad, gloria y perfección, que son vir-
tudes infinitas en Dios; y como la grandeza y misericordia
sean virtudes infinitas y David pidiese misericordia según la
grandeza de Dios, por esto está significado que al Padre le
pidió su Hijo, en quien fuese verdad, gloria y perfección
infinitamente, para que fuese igual el don y perdón a la
grandeza infinita que tiene el Padre en verdad, gloria y
perfección. Luego, como esto sea así, por esto está signifi-
- «SC-nyer Déus qui est Pare, gran en ton poder, saber, voler, en
virtut de bonea, eternitat, misericòrdia, justícia! On, en persona de
la Esgleya...»
3 «Car en açò que-t demanà que tu haguesses misericordia segons
ta granea, covenc que la haguesses de ta gran granea com és la tna,
la qual nos no pogrem reebre sens alcuna cosa egual a la toa gra-
nea, la qual cosa és ton Fill gloriós qne-ns donets per encarnació e
per recreació. Per lo qual Fill és a nos significada la tua gloriosa
trinitat e encarnació...»
4 iMas car ton Fill volguist encarnar, en aquell la poc nostra na-
tura reebre, per ço car en quant ton Fill és Déu...»
562
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
cado que David pidió el don y perdón en persona de la hu-
manidad de Jesucristo, a cuya humanidad no se le pudiera
haber dado sin que de ella se hubiese hecho unión con al-
guna persona de verdad, gloria y perfección igual a otra
persona que hubiese en la divina esencia.
6. "Largueza, humildad, señorío y paciencia, Señor
Dios — dijo Blanquerna — , son en ti virtudes grandes infini-
tamente; porque, si no lo fueran, serían contrarias a tu mi-
sericordia, que es infinita, y se seguiría que David te hu-
biera pedido un don y perdón que tú, Señor, no le hubieras
podido dar por defecto de tus virtudes. Y siendo imposible
que en ti haya defecto alguno, conviene que tu largueza
tenga en sí don igual a sí misma y que en tu humildad haya
humildad, en quien pueda humillarse toda, y tu señorío ten-
ga igual en sí mismo, para que tu misericordia, igual a sí
misma, tenga, Señor, y pueda dar a sí misma paciencia
igual. Y si esto no fuera así, David pudiera pedirte mayor
misericordia que la que tú le pudieras dar ni tener; y esto,
Señor, es cosa en ti muy inconveniente e imposible."
7. En el modo arriba dicho, contemp'aba Blanquerna a
Dios en su esencia, trinidad y encarnación con arte, expo-
sitando las palabras de David por las divinas virtudes; por
cuya arte puede el hombre revelar los secretos y oscurida-
des que los profetas usaban en sus palabras, para que el en-
tendimiento se elevase mejor en investigar los secretos
de Dios y que más altamente entendiese, y, en la elevación
del entendimiento, la voluntad se exaltase en amar más a
Dios en su esencia, trinidad y encarnación y en las demás
obras.
CAPITULO XI
De los siete sacramentos de la santa Iglesia
1. En los sacramentos de la santa Iglesia quiso Blan-
querna contemplar las divinas virtudes, y dijo a Dios estas
palabras: "¡Señor Dios, que con orden maravilloso has dis-
puesto y ordenado todas las cosas! Así 1 como en una ciudad
corporal terrena están bien ordenados ciertos oficios, así
en la ciudad de santa Madre Iglesia están bien ordenados
los siete sacramentos; pues así como todos los oficios son
para la nobleza y perfección de la ciudad, del mismo modo,
los siete sacramentos son para demostrar el noble uso que
tus gloriosas dignidades tienen en las criaturas, el cual está
1 En el texto catalán este párrafo: aA_sí como...», aparece después
del siguiente : «Señor Dios...»
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA
revelado y demostrado en los siete sacramentos, median-
te 2 los cuales la santa Iglesia recibe de ti el cumplimiento
de la perfección. Y, por eso, Señor, la bondad y grandeza
de tu señorío demostrará cómo en los siete sacramentos son
obedientes todas las criaturas a tu poder, saber y querer.
2. "¡Señor Dios infinito y poderoso! En el santo sa-
cramento del bautismo quieres tú demostrar la grandeza de
tu poder, saber, virtud y querer, pues que por gran vir-
tud en el poder, saber y querer revelas a nuestro humano
entendimiento una obra muy extraña y maravillosa en el
santo bautismo, como, por agua y por las palabras del pres-
bítero y por la fe de los padrinos, el infante, que no usa de
memoria ;i, entendimiento ni voluntad, por el sacramento
quede mundado y limpio del pecado original. Esta obra, tan
grande y tan maravillosa, Señor, es obra sobrenatural, para
dar a entender y significar que tu virtud es tan grande en
poder, saber y querer, que puedes, sabes y quieres hacer
sobre la naturaleza todo lo que te place y es de tu agrado.
3. "¡Glorioso Dios! Por cuanto el infante no tiene uso
de razón hasta que es ya mayor, es necesario que los padri-
nos tengan la virtud que tu virtud da y comunica al infante,
cuando se halla en edad de confirmar y otorgar por sí lo que
los padrinos por él otorgaron y prometieron. Luego, Señor,
el tener de ti los padrinos tal virtud y potestad, y el salir de
aquella obligación en Ta confirmación del infante, y tener el
infante aquella virtud por la confirmación del obispo es sig-
nificación de tu gran virtud, verdad, perfección y señorío, las
cuales, en el sacramento de la confirmación, hacen todo aque-
llo que quiere tu querer, sin contraste de cualquier otro po-
der que no puede contra tu querer y poder."
4. Quiso Blanquerna entrar a contemplar el santo sa-
cramento del altar con las virtudes y dignidades divinas; y,
por eso, en el principio enderezó y ordenó las potencias de
su alma a aquella contemplación, para que, hallándose ya
en ella, no tuviese embarazo alguno por desordenado recor-
dar ni querer y que por los sentidos corporales no fuese in-
obediente a las divinas virtudes. Y por eso dijo a su alma
estas palabras:
5. "Alma mía, amiga, tú sabes bien que la humildad
de Dios es grande, y es grande también con ella igual-
mente su poder; y por cuanto la humildad y el poder son
una misma cosa en virtud, sabiduría, voluntad, Verdad,
gloria y perfección, los ojos corporales, que no ven la car-
ne bajo la figura de pan en el sacramento del altar, no quie-
ren inclinarse a ser inobedientes a las divinas virtudes ante-
2 En el original no aparecen las palabras «me liante... perfección».
' Llull dice tan sólo «usa de enteniment, volentat».
564 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
dichas, las cuales son tan grandes, que pueden, saben y quie-
ren que bajo la forma de pan está la verdadera carne y ver-
dadera sangre del cuerpo santísimo de Jesucristo. Y si esto
no pudiera ser así, se seguiría que los ojos corporales po-
drían más verdaderamente tomar por objeto las cosas corpo-
rales que tú, ¡oh alma mía!, las divinas virtudes de Dios y
sus obras, y se seguiría aún que faltaría la grandeza en las
virtudes de Dios y que la verdad se convendría mejor con
las cosas corporales que con las cosas espirituales, y esto es
inconveniente, como sea así que Dios es esencia espiritual,
y sus virtudes son espirituales, y en el cuerpo y los sentidos
sensuales son cosas corporales y corruptibles."
6. Grande rato habló Blanquerna mentalmente con la3
potencias de su alma, y el entendimiento le respondió, dicien-
do que él entendía grandeza tan grande en la virtud y en
el poder de Dios, que podría hacer existir verdadera carne y
verdadera sangre bajo la forma de pan y vino consagra-
dos 4 ; pero no entendía por qué razón quiso hacer Dios aquel
sacramento ni por qué debiese instituirlo. Entonces respon-
dió Blanquerna, y dijo al entendimiento que en su entender
y consideración juntase, con el poder y virtud, la gran bon-
dad, sabiduría, amor, perfección, humildad, largueza, mi-
sericordia y paciencia de Dios, y que entendiese cómo Dios
demuestra su gran poder en hacer existir accidentes sin sus-
tancia y sustancia sin accidentes; y cómo tan gran obra y
tan maravillosa no pueda hacerse según el curso natural, si,
pero, se hace por el poder de Dios, sería más fuertemente
conocido el poder de Dios ser sobre el poder de la naturaleza
que si tal obra no hiciera. Y pues la voluntad lo quiere, para
que sea manifestado en ella el poder y sea conocido mayor y
más noble, demuéstrase ser tal obra más amable por el poder.
Y si el poder no lo pudiera ni el querer lo quisiera, no se co-
nocería tan bien el convenirse con el saber, ni la humildad de
Dios sería tan grande para con nosotros, ni la misericordia,
largueza y paciencia no serían conocidas convenirse tan bien
con la bondad, grandeza, etc. Y por cuanto nosotros en tal
obra podemos mejor conocer la nobleza de las divinas vir-
tudes y conocer mejor la bondad, grandeza, virtud, verdad,
etcétera, de Dios, en esto está significada la razón por qué
Dios ha querido crear y ordenar el santo sacramento del
altar.
7. "¡Entendimiento amigo! — dijo Blanquerna — : Es-
fuérzate en tu virtud, pues la tienes mayor en entender que
los ojos corporales en ver, ni el gusto en gustar, ni el tacto
en tocar; pues que en muchas cosas los ves errar y faltar
cada día, no dejes vencerte de los sentidos corporales; de-
1 «sots forma dt pa» dice bimpieinente el autor.
LIBRO I>H BVAST V BLANQUERNA
565
fiéndete, sí, de ellos con las divinas virtudes. ¿Entiendes»
cuán grande obra y altísima de entender es la trinidad de
Dios y cómo la encarnación del Hijo de Dios es sobre la na-
turaleza? Para significar, pues, esta extraña y admirable
obra quiso Dios establecer e instituir el santo sacrificio del
altar, para que por él todos los días se nos fuese hecha me-
moria y Representada a nuestros ojos la extraña obra que las
divinas virtudes tienen sobre la naturaleza; pues así como
nosotros, sensual y corporalmente, hacemos la señal de la
figura de nuestro Señor Dios Jesucristo en la cruz, del mismo
modo, en el santo sacrificio del altar se hace la señal de la
obra milagrosa intelectual que se hace por las virtudes y
dignidades divinas."
8. Consideró mucho el entendimiento en las palabras
que Blanquerna le decía, y por ellas entendió que la imagi-
nativa le había impedido mucho tiempo para entender el san-
to sacramento del altar, por cuanto le hacía imaginar más
fuertemente el santo sacramento del altar en la obra cor-
poral natural que en las virtudes y obras de su Dios glorio-
so, a cuyas obras y virtudes no puede la imaginativa as-
cender. Por eso el entendimiento otorgó a Blanquerna lo que
le había dicho; y con las virtudes de Dios ascendió a §on-
templar y adorar el santo sacramento del altar.
9. Entre la memoria y el entendimiento de Blanquerna
hubo cuestión sobre cuál sacramento era más remoto y con-
trario a los sentidos corporales; o el sacramento del al-
tar, o el sacramento de la penitencia, por cuanto la memo-
ria recordó cómo el hombre pecaba contra Dios, y que hom-
bre es también el Santo Padre Apostólico, y hombres son
todos sus lugartenientes que absuelven y perdonan acá en
la tierra y dan penitencia a los otros hombres que con ellos
se confiesan. Y el entendimiento respondió que el sacramen-
to del altar se manifiesta en forma corporal y sensible, y es
forma corporal invisible, la cual no pueden percibir los sen-
tidos corporales. Largamente disputaron sobre esta materia
la memoria y el entendimiento, y vinieron a juicio delan-
te Blanquerna, el cual dió la sentencia, diciendo que los
sacramentos eran 5 igualmente contra las sensualidades y
remotos y apartados de ellas, por razón que eran estableci-
dos y creados los do3 antedichos señaladamente, y también
los otros, por las virtudes divinas, que son incorporales,
sobre los poderes de la naturaleza, para demostrar la vir-
■ «... eren lo-^ sagramenta contra les >en>ualitat>, per ço car ab les
divina vinut> qui són incorporáis eren establits e creats los .ij. sa-
graments, e encara los altres, sobre los poders de natura, a demos-
trar lur virtut sobirana a virtut natural creada. On, dementre que
Blanquerna donà la sentencia, ell deia estes paraules.»
566
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
tud que es superior a toda virtud natural creada. Y mien-
tras Blanquerna daba la sentencia, decía estas palabras í
10. "Así como la divina virtud hace estar la virtud de
carne y sangre bajo la forma o figura de pan, hace tam-
bién estar, bajo la forma de hombre presbítero, la virtud de
perdonar; y así como la carne y sangre virtuosa, que están
bajo la forma de la hostia, no es de la hostia, sino^e Dios,
del mismo modo, la virtud que tiene el presbítero en perdo-
nar, no es del presbítero, sino que es del poder de Dios, bajo
la forma de presbítero."
11. — ¡Blanquerna! — dijo la memoria — : Pues habláis
vos con tanta sutileza, ¿me sabríais probar que, supuesto
Dios tiene poder de obrar e instituir el sacramento de la pe-
nitencia, qué deba haber de querer que dicho sacramento
exista, como sea así que Dios puede hacer muchas cosas que
su querer no las quiere poner en obra? — Respondió Blan-
querna, diciendo: — Así como en la gran bondad, misericor-
dia, humildad y virtud de Dios está significado que Dios quie-
re y debe querer, según grandeza de justicia, que las virtu-
des sean significadas en gran grandeza en el santo sacramento
del altar, así también por aquella misma ordenación quiere
y debe querer, según gran justicia, que exista el sacramento
de la penitencia, para que sus divinas virtudes sean mani-
festadas y que los hombres, por él, sean enderezados en con-
trición, penitencia, restitución, consejo, aflicción, arrepenti-
miento, esperanza, y otras cosas semejantes a éstas, las
cuales no pudieran ser sin el sacramento de la penitencia.
12. Para significar el orden que hay en las tres divinas
personas, y cómo por el orden vino la persona del Hijo de
Dios a tomar carne humana, y cómo el desorden no se con-
viene con el bautismo, confirmación, sacrificio, penitencia,
matrimonio y unción, por esto conviene que sea el orden
sacerdotal, con el cual fuese ordenado cada uno de los so-
bredichos sacramentos, y esto está significado en las divinas
virtudes y en la grandeza, según la cual son a. nosotros sig-
nificables y demostrables.
13. En las divinas virtudes antedichas veía Blanquerna
el orden de matrimonio, así como había visto en ellas a los
otros sacramentos, y dijo estas palabras: "Así como justi-
cia significa que de las cosas temporales sea hecha especia-
lidad a diversos hombres, del mismo modo también significa
y conviene que sea hecha especialidad de hombre y mujer,
para que pueda ser la castidad y virginidad contra lujuria,
y para que por las cosas sensuales tomen ordenación y regla-
mento las potencias espirituales del alma para obedecer a los
mandamientos del divino señorío."
LIBRO DE EVAST Y BLANQÜERNA
14. "En el paraíso terrenal — dijo la memoria a la vo-
luntad— hizo Dios matrimonio entre Adán y Eva 8, y en sig-
nificación de aquel matrimonio, quiso Dios que en este mun-
do sea el sacramento del matrimonio ; porque, si no fuera, la
sabiduría y voluntad de Dios no concordarían tan bien con
la perfección en demostrar la gran gloria de Dios, que se
conviene con la justicia, contra la cual es el desordenado
ayuntamiento de hombre y mujer; por cuya desordenación el
hombre se hace indigno de venir a la gloria de Dios, la cual
sería contraria a la grandeza, perfección, justicia y a las
demás, si el hombre, con el desordenado ayuntamiento de
hombre y mujer, viniese a la verdad de la gloria de Dios;
y la sabiduría y virtud divinas habrían puesto mayor virtud
en los elementos que son meramente corporales, los cuales
se juntan y mezclan ordenadamente por composición para
engendrar los cuerpos elementados en otra especie, que no en
la voluntad del hombre y de la mujer, a fin de engendrar
hijos para la conservación de la especie humana en el mundo."
15. Acordóse Blanquerna de que los hombres en esto
mundo tienen principio, medio y fin; y, por esto, entendió
que, en significación de la eternidad y señorío de Dios, la
divina sabiduría ha ordenado cómo en la entrada que hace
el hombre en este mundo, sea el bautismo el primer sacra-
mento que recibe y que la extremaunción sea el último, para
significar la servitud y obediencia con que el hombre en este
mundo ha estado sujeto al primer sacramento y a los que
median entre el primero y el último. Y por cuanto la justi-
cia tiene mayor conducencia y razón de juzgar premio al
hombre por misericordia, y perdonarle por confesión, contri-
ción, confirmación y los otros sacramentos, desde el primero
hasta el último, por esto, la gran justicia y señorío de Dios
quiere que la extremaunción sea sacramento, para que con
él sea hecha confirmación de todos los otros sacramentos y
que en él sea significado cómo todos los otros sacramentos
emanaron del sagrado cuerpo de nuestro Señor Jesucristo
en la cruz, el cual fué ungido con la sangre de su cuerpo, y
con lágrimas de sus ojos, y con sudor por las agonías de la
muerte que sufría para nosotros.
* En el texto primitivo no leemos «entre Adán y Eva».
568
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLUU.
CAPÍTULO XII
De las virtudes
1. Memoró Blanquerna las siete virtudes, las cuales mu-
chas veces le habían ayudado contra el maligno espíritu; y
quiso en ellas contemplar las virtudes y dignidades divinas
que le habían comunicado las siete virtudes, y, por esto, dijo
estas palabras: "¡Amable fe! Grande eres tú en creer de
Dios grandes cosas, y eres buena, pues por ti viene el hom-
bre a eterna bienaventuranza. Iluminada eres de luz de gra-
cia por divina sabiduría. Tú amas cosas verdaderas, pues
el amor del Rey celestial te hace amar a su virtud, verdad,
gloria y perfección.
2. "¡Fe amiga! Tú» eres en Dios unidad de esencia y
trinidad de personas. Cosa grande es en ti creer cosas invi-
sibles. El creer que bien infinito y eterno sea engendrado in-
finita y eternamente de infinito bien eterno y creer que de
entrambos emane y proceda infinito bien eterno, es una
creencia muy grande y muy maravillosa y es iluminada de
mucho resplandor de luz de gracia. Y, por esto, amable fe,
por cuanto tú eres grande, conviene a mi alma que rinda
grandes gracias y tenga grandes amores a la grande gran-
deza, bondad y eternidad, que te ha creado tan grande y en
tu grandeza me ha hecho a mí tan grande.
3. "Por ti, fe amiga, creo tyo verdaderamente que el
Hijo de Dios, por su gran caridad, poder, saber, misericor-
dia y humildad, que 1 son en él lo mismo, tomó carne huma-
na de nuestra Señora Santa María y unió aquélla a sí mis-
mo, y con ella fué una persona con dos naturalezas, divina
y humana, sin corrupción, alteración, composición ni acci-
dentes de la, naturaleza divina - y sin mutación ni disminu-
ción de la naturaleza humana que tomó. Creer, pues, todas
esas cosas tan grandes y tan maravillosas, que son por la
gran grandeza y virtud 3, sabiduría, amor, misericordia y be-
nignidad del Soberano Bien, es manifestar que tú eres muy
grande en mi alma; y, por esto, mi alma está muy obligada
a memorar, entender y amar, honrar y servir a las divinas
virtudes que a ti, fe, te hacen ser en mí en tan grande ho-
nor y tan grande caridad 4 y en iluminación tan grande."
1 El traductor añade «que son en él lo mismo».
2 «la natura divina e sens camiament de la natura humana».
■• «virtut doctrina, misericòrdia...».
4 «en tan gran cantitat», dice el autor.
LIBRO HE EVAST V BLAXQUERNA
569
4. En su alma hablaba Blanquerna con la esperanza, y
decía que de grandes cosas debía el hombre tener grande
esperanza; y, por eso \ de tan gran bondad, grandeza, poder,
sabiduría, amor, virtud, verdad, gloria, perfección, largue-
za y las demás como es Dios, de las cuales es engendrado por
el Padre tan grande bien como son las divinas virtudes ante-
dichas en el Hijo, y de quienes emana y procede tan gran
bien, como son las dichas virtudes en el Espíritu Santo, se
debe haber esperanza y deseo de grande bienaventuranza;
pues cosa es imposible que de cosas tan nobles y grandes
como las sobredichas no salga influencia muy grande de gran
bienaventuranza a los amadores y de las divinas virtudes.
5. "Considera " tú, esperanza, cuán gran cosa es el
Hijo de Dios, el cual es tan grande en virtudes, que ha po-
dido juntar y unir a sí mismo la naturaleza humana, que es
criatura, y ha querido entregar aquella criatura a tormentos
y a la muerte por nosotros, pecadores, y para que tú pudie-
ses ser mayor en nosotros, confiando tú en las virtudes del
Soberano «Bien. Mira, esperanza, cómo Dios ha creado gran-
des cosas y en mucho número y diversas, buenas, bellas y
virtuosas, como son los ángeles, los cielos, estrellas, elemen-
tos, los hombres, las bestias, las aves, los peces, las plantas,
los metales, las hierbas 7 y otras criaturas; y cerno todas
esas cosas sean tantas y tan nobles y tan grandes, conside-
ra, pues, esperanza, cuánto te conviene esperar y confiar
de la bondad, grandeza, eternidad, poder, y de las demás
virtudes divinas, grandes gracias y grandes bendiciones.
6. "¡Esperanza amiga! Si no hubiera Trinidad ni En-
camación, no pudieras tú esperar de Dios tan grandes do-
nes ni bendiciones como ahora puedes esperar, pues hay
Trinidad y Encarnación; pues8 que las virtudes de Dios
no se nos manifestarían tan grandes como se manifiestan
ahora por la existencia de la Trinidad y de la Encarnación.
Y si no hubiera resurrección, tú serías menor de lo que
eres, por cuanto nosotros no veríamos la caridad ni el po-
der, misericordia, señorío, paciencia y humildad tan grande
en Dios como lo vemos en cuanto creemos que hay resu-
rrección. Y por cuanto nosotros y tú, ¡oh esperanza!, vemos
5 «... car de tan gran bonea, granea, eternitat, poder, saviea, amor,
virtut, veritat, glòria, perfecció, justícia, larguea, on és engenrat ai-
tant gran be" com són les virtuts damunt dites e ix aytan gran bé
com són les dites virtuts, deu ésser es]>erança e desijada gran bena-
huyrança.»
a «Considerats, esperança, com gran cosa és ajustar lo Fill de Déu,
qui és tan gran en virtuts, a si mateix natura humana qui és crea-
tura.»
¿ "' El original enumera también «sol, luna, terra» v calla «elemen-
tos y hierbas».
1 «car les virtuts de Déu no:s mostraren tan gran* a vós».
57o
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
con las divinas virtudes la resurrección, y con la resurrec-
ción vemos la grandeza de las divinas virtudes, por esto 9,
tú y la fe concordáis juntas en ser mayores en ti; y la fe
y nosotros somos por ello mayores en ti, y nosotros tene-
mos por esto mayor concordancia con la creencia.
7. "¡Amor divino, que tienes en ti amador infinito y
eterno en amar! De ti 10, que eres tan grande en toda per-
fección en tus altos honores, esperamos acá abajo que nos
des caridad para amar tus valores y tus honores; pues si
en tu esencia hay tres amados amadores eternos, iguales
e infinitos en poder, saber, querer, verdad, perfección y glo-
ria, de esa tan grande influencia de amor que hay en ti, ven-
ga a nosotros acá abajo tanta, que no amemos a cosa alguna
para honrarla y servirla, sino a ti tan solamente.
8. "Naturaleza es del bien el engendrar a otro bien,
y naturaleza es del poder el engendrar a otro poder; y lo
mismo se sigue de la verdad lx, gloria y perfección. Luego,
siendo tú tan grande y tan noble amor, pues eres infinito en
bondad, eternidad, poder, sabiduría, etc., ¿cómo puede ser
que nosotros, que somos criaturas tuyas, recreadas por ti,
y que somos tus siervos y comiprados, no seamos muy fuer-
temente encalentados de tu amor? ¿En dónde es, ¡oh amor!,
aquella concordancia que tienes con la largueza, misericor-
dia, humildad y paciencia? Pues de esta concordancia con-
viene que en ti sea piedad, y en nosotros esperanza, bien-
aventuranza y amores.
9. "¡Oh justicia divina! Entre nosotros se dice: de
justo, justicia; y en ti, justo y justicia son una misma cosa;
luego, como tú seas justo y justicia infinita en ser esencia
sin diferencia, y por cuanto esto que en ti es justo y justi-
cia, esencia y ser, sea bondad, eternidad, poder, sabiduría,
amor, virtud, verdad, gloria, perfección, misericordia, lar-
gueza, humildad, señorío y paciencia, conviene de necesidad,
según estas tales comunes virtudes y propiedades, que tú
seas justo y justicia para con nosotros, con misericordia,
humildad, caridad y paciencia, y que de ti hayamos justicia,
por la cual vivamos justamente loándote, honrándote y sir-
viéndote; y si en nosotros no hay justicia de la justicia que
en ti hay, ¿dónde es la influencia que nos viene de tu justi-
cia? Y ¿dónde es la concordancia que hay entre tu justicia
y tu bondad, caridad, misericordia, humildad, paciencia y
liberalidad ?
8 ae per açò vos concordáis, e vós e fe, en ésser majors en vós
e fe, e nos ne som majors en vós, e nos n'auem major concordança
ab creença».
10 «De vós qui sots tan gran en tota perfecció en vostres altees,
venran honraments ; car si en vostra essència...».
n En el texto primitivo léese ccvirtut».
LIBRO DE EVAST Y RLANQI ERNA
571
10. "¡Oh esencia divina! La gran justicia que hay en
ti hace que en ti, un justo infinito y eterno en bondad, po-
der, sabiduría y caridad, engendre otro justo e infinito y
eterno en bondad, poder, sabiduría y amor, y de entram-
bos justos hace emanar y proceder otro justo, eterno, infini-
to en bondad, poder, sabiduría y amor. Y como esto sea
así, luego de esta tu justicia salió tan grande influencia, que
a uno de nosotros hizo ser una persona con una' de vuestras
tres divinas personas; y de aquella tan grande influencia de
justicia que vino a uno de nosotros con caridad, misericor-
dia, humildad, etc., esperamos vendrá ya a todos nosotros
el que nos haigas justos en amarte, conocerte, honrarte y
servirte. Y si esto no hicieres, ¿dónde está, ¡oh divina esen-
cia!, la influencia divina de la humildad, paciencia, cari-
dad y largueza que hay en ti? Y ¿quién es aquel Señor de
quien somos nosotros? Puesto que es cosa muy razonable
que el señor deba amar, ayudar y dar a sus súbditos y sir-
vientes.
11. "Prudencia pido, Señor Dios glorioso, a tu poder,
saber y querer, la cual me debes dar por la benignidad que
hay en ti, según justicia y misericordia. Por tu poder y
saber me la puedes dar tú, Señor. Y por cuanto te la pido
para amarte, por esto, la verdad y justicia deben hacerte
amar en mí a la prudencia, para que con ella te pueda co-
nocer para poderte amar; y por el conocimiento y amor sepa
y quiera honrarte, loarte, obedecerte y servirte.
12. "¡Oh grandeza de justicia! Si la quieres tener tú,
Señor, en nosotros pecadores para castigarnos, en mayor
uso la puedes haber si nos castigares, porque, conociendo tu
santa trinidad y encarnación, no te honramos, amamos y
servimos; que no la pudieras haber en aquellos que ignoran
en ti la Santísima Trinidad y descreen ignorantemente tu
encarnación. Y si quieres tener misericordia, humildad y
piedad de nosotros, mayor la puedes tener en nosotros si
te conocemos y amamos, que si ignorantemente te fuéremos
• inobedientes. Luego, como esto sea así, parece, Señor, por
todas estas razones y otras muchas, que nos debes dar fe
y prudencia a nosotros, cristianos, y a los infieles, por lo cual
te conozcamos y te amemos; como sea así que tu largueza
se convenga con tu querer, el cual nos ha creado principal-
mente para amarte y conocerte a ti, Señor, más que a nin-
guna otra cosa.
13. "¡Templanza amiga! Todos los días te he menester
contra mis enemigos, los que me embarazan para contemplar
las virtudes de mi amado Señor, pará lo cual he venido yo
a este desierto. A las virtudes del Señor, que te ha creado,
te pido, pues te he menester para servirle a él totalmente.
Padre y madre, riquezas y parientes he dejado, sólo para
572
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
que en este estado eremítico pueda estar en tu compañía.
Sin ti, no puede el hombre ser contrario a la gula y embria-
guez por vida eremítica, ni por religión, ni por honestos ves-
tidos. No ouedo tenerte, sin la bondad, grandeza, poder,
sabiduría, amor, virtud, humildad, misericordia y liberalidad
del Señor, en quien son todas estas virtudes.
14. "¡Templanza amiga! Ningún hombre puede dema-
siadamente memorarte, entenderte ni amarte; pero por de-
masiado memorar, entender y amar a Dios con llorar, ayu-
nar, sufrir aflicciones y velar, puede enflaquecerse el cuerpo,
enfermar y morir; y el alma no puede tan dilatadamente ni
con tanta fuerza contemplar las virtudes de Dios. Por eso,
templanza amiga, yo te he menester corporal y espiritual-
mente. Entrégate, pues, a mí, para que yo sea tuyo, y tú
seas señora en mí de ti misma, y que salgas de la servidum-
bre de la glotonería y de mi vientre." De este modo y otras
muchas maneras pedía Blanquerna a las virtudes increadas
las virtudes creadas, para que con éstas fuese buen servidor
de Dios.
CAPÍTULO XIII
De los vicios
1. Recordó Blanquerna los siete pecados mortales, los
cuales tienen desordenado al mundo, que es creado por las
virtudes de Dios; y por esto- preguntó Blanquerna a la di-
vina bondad de dónde habían venido esos demonios sobre-
dichos, que pierden y destruyen al mundo. Y dijo estas pa-
labras: "Soberana bondad, tú que eres tan grande en vir-
tud y perfección y que en eternidad y nobleza eres emi-
nente sobre toda criatura, ¿de dónde han venido la gula, lu-
juria, avaricia, acedía, soberbia, envidia e ira? Pues estas
siete bestias destruyen, corrompen y estropean los bienes
que son tuyos por creación y por señorío. Y, como tú seas
tan poderosa, sabia, amable y virtuosa, ¿por qué sufres que
tanta maldad, engaño, error, trabajo e ignorancia reine en
el mundo por los siete demonios antedichos?
2. "Si tú, bondad soberana, fueras maldad o defecto,
pudieran haber venido de ti los siete pecados mortales, mas
como tú seas cumplimiento de todos los cumplimientos, y
como la perfección sea contra el defecto, y todo pecado y
cualquier otro mal de necesidad haya de tener principio, dí-
game, pues, tu eternidad, la cual fué antes de ser el prin-
cipio del pecado, ¿de dónde ha venido el pecado y defecto?"
3. Contempló Blanquerna la soberana bondad, eterni-
dad, poder, sabiduría, amor y las demás virtudes, según
la manera arriba dicha, y sintió en su alma que la memoria
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERIA 573
y el entendimiento se hablaban. Y decía la memoria al en-
tendimiento que ella se acordaba de que la voluntad tiene
en su querer a la gula, lujuria y a los demás. Y, por esto, el
entendimiento respondía, entendiendo que el querer que que-
ría gula o lujuria u otro vicio nace de la voluntad y enculpa
a la voluntad, por cuanto produce aquel querer que ama al
pecado, y por aquel querer es culpado el entendimiento que
entiende el pecado, y el querer y la libertad de la voluntad
con que se inclina a querer el pecado; y, por esto, es tam-
bién culpada la memoria 'que recuerda todas estas cosas.
Y por cuanto la memoria, entendimiento y voluntad son
criaturas de la soberana bondad y dan lugar a recordar, en-
tender y amar al pecado, por esto el entendimiento de Blan-
•querna dijo a la memoria, excusando a la bondad de Dios,
que los siete demonios referidos toman principio y origen
en las obras del recordar, entender y amar que tratan de
cosas desagradables a la bondad de Dios.
4. "\ Sabiduría divina! Tú que eres luz de todas las
luces, enséñame el arte y modo cómo pueda mortificar yo
los siete vicios en mi memoria, entendimiento y voluntad."
Recordó la memoria las divinas virtudes; entendió el enten-
dimiento la brevedad de la vida de este mundo y las penas
infernales; amó la voluntad a Dios y a todas las virtudes, y
aborreció los pecados, y pidió perdón y despreció la vanidad
de este mundo; y entonces Blanquerna sintió en su alma
mortificados los vicios y pecados por las obras de su recordar,
entender y amar. Y por esto dijo a la divina sabiduría es-
tas palabras:
5. "¡Soberana bondad! 1 De tu virtud viene virtud, y
de tu poder viene el poder, y de tu amor viene amor - en
el alma que quiere recordarte, entenderte y amarte. Pero
cuando la memoria no quiere recordarte, ni el entendimiento
entenderte, ni la voluntad amarte, vienen las culpas e injurias
de aquello que la voluntad no quiere querer, y de aquello que
el querer quiere en el recordar, entender y amar o desamar.
Y por eso, soberana bondad, sea tuyo mi recordar, entender
y querer con la memoria, entendimiento y voluntad para
contemplar, recordar, entender y amar tus virtudes y abo-
rrecer los vicios, culpas e injurias, a fin que tu loor y tu
honor, señorío y virtud sean todos los días en mi memoria,
entendimiento y voluntad.
6. "¡Soberana largueza y misericordia! Dado me has
memoria para memorar y entendimiento para entender y
voluntad para amar tus virtudes; pero aun esto no me basta
sin que me des memoria, entendimiento y voluntad en me-
1 En el original, »cloctrina».
• «voler», dice el texto catalán.
574
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
morar, entender y amar tus virtudes divinas y las siete vir-
tudes contrarias a los siete pecados mortales. Aun te pido
más: que me des recordar, entender y querer para desamar
la gula, lujuria y los demás vicios; y como tu poder pueda
darme todas esas cosas y ellas me sean muy necesarias, y
como tú me hayas criado para todas ellas, por esto te pido
me des don y gracia tal, por los cuales estén todas mis po-
tencias empleadas en honrar, loar y servir para siempre tus
honores.
7. "¡Gloria y perfección divina! El dar poder de pe-
car es dar ocasión de tener fe, esperanza y caridad y las
demás virtudes; y el dar poder de tener fe, esperanza y
caridad es don contra la gula, lujuria y demás vicios; y por
esto te pido don de virtudes y libertad de pecar, con tal que
me des recordar, entender y amar tus honores y me des re-
cordar, entender y desamar mis culpas y pecados y los va-
nos deleites de este mundo." Lloraba y suspiraba Blanquer-
na mientras estaba pidiendo estos dones; y Dios le daba
todo lo que quería, y Blanquerna, llorando, le daba infinitas
gracias por ello. La contemplación y devoción de Blanquerna
y el arte y alto modo que tenía en el contemplar, no hay
quien os lo pueda decir ni significar, sino sólo Dios, quien
le enseñaba.
Finido 3 está por la gracia de nuestro Señor Dios el libro
del Arte de contemplación en vida eremítica.
CAPITULO XIV
Del fin del libro
1. Estaba un día Blanquerna contemplando en Dios, y
teniendo en sus manos el Libro de contemplación, [y] vino
a él un juglar muy lloroso, y con su semblante y duelo
que manifestaba, daba muestras de ser muy grande la tris-
teza de su alma. Y dijo a Blanquerna estas palabras: — Se-
ñor Blanquerna, fama es por todo el mundo de vuestra san-
ta vida, por la cual la conciencia atormenta a mi alma con
contrición por las faltas que he cometido contra mi oficio;
y por esto he venido a vos para que me deis penitencia. —
Blanquerna preguntó al juglar qué oficio tenía, y éste le res-
pondió y dijo que era juglar. — Buen amigo — dijo Blanquer-
na— t ei oficio de juglaría fué inventado con buena intención,
* «Fenit és lo libre de la Art de contemplació» , escribe solamente
el autor.
LIBRO DE EVAST Y HLANQUERNA
575
es a saber, para loar a Dios y para recrear y consolar a aque-
llos que se hallan en trabajos y tormentos por servir a Dios.
Mas hemos ya llegado a tiempo en que casi ningún hombre
usa de la final razón e intervención por la cual fueron orde-
nados en el principio los oficios, pues el estado y principio de
los eclesiásticos fué fundado sobre una buena intención \
que es entender, amar, recordar y servir a Dios, y lo mismo
se sigue de los caballeros y de los juristas, decretalistas, mé-
dicos, artesanos, mercaderes, religiosos, ermitaños y de to-
dos los demás estados, cada uno según su grado. Pero aho-
ra hemos llegado a tiempo en que los hombres tienen olvi-
dada la final intención por la cual fueron inventados los ofi-
cios y las ciencias, y no usan de ellos conforme deberían
usar, y por eso está el mundo en error y trabajo, y Dios es
ignorado, desamado y desobedecido en gran manera por
aquellos que están obligados a haberle de amar, conocer, obe-
decer y servirle como a verdadero Dios y 2 Señor que es de
todo el mundo. Por esta razón, pues, buen amigo, yo os doy
por consejo y en penitencia que andéis por el mundo gritan-
do y cantando entre las gentes, a todos los estados de los
hombres y por entre unos y otros, diciéndoles la intención
por que fueron inventados en sus principios el oficio de jugla-
ría y demás oficios. Y llevad con vos mismo a este Libro de
Evast y de Blanquerna, en el cual están significadas las ra-
zones por las cuales fueron ordenados e inventados en sus
principios los oficios arriba dichos. Y corregid y reprended
con todo vuestro poder, en su caso, tiempo, lugar y oportu-
nidad, a todos aquellos que usan mal de sus oficios ; y no te-
máis la murmuración de las gentes, ni el padecer trabajos,
ni la muerte, para que seáis agradable a Dios. — Admitió el
juglar aquella penitencia de Blanquerna y aceptó aquel ofi-
cio que le había dado; y se fué por el mundo, y refería y
explicaba el fin por que era la teología, la prelacia, la cle-
recía, religión, caballería y señorío en los hombres, y decía
el fin por el cual eran inventados el derecho civil y el dere-
cho canónico, la filosofía, la medicina, la mercadería y otras
cosas semejantes a éstas; y reprendía fuertemente a aque-
llos que no conservaban la final intención por la cual eran
inventadas y ordenadas en el mundo las ciencias, dignidades,
artes y las demás cosas arriba dichas ; y en las plazas y cor-
tes y monasterios leía el Libro de Evast y Blanquerna, con
el fin de multiplicar en las gentes la devoción y que por este
medio él tuviese mayor animosidad y fortaleza en cumplir
la penitencia que Blanquerna le había impuesto.
1 «sobre bona entenció en primer ; e açò mateix se segueix deis
cavallers».
9 Cállase en el original «y... mundo».
576
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
2. Hasta 3 aquí habernos hablado de Evast y de Blan-
querna. Y por esto ahora conviene que volvamos a hablar del
emperador que Blanquerna encontró en aquel bosque. Des-
pués de haber renunciado Blanquerna al Pontificado, y sien-
do ya ermitaño, el emperador hubo ya ordenado su imperio
para el intento de que en él fuese restituido valor; y renun-
ció su imperio a favor de su hijo, para quien había compues-
to un Libro de la doctrina, del príncipe, para el régimen de
su persona, de su palacio y de su reino. Y habiendo ejecu-
tado todas esas cosas, desamparó el mundo y se fué a bus-
car a Blanquerna para que los dos juntos contemplasen a
nuestro Señor Dios en la vida eremítica.
3. Mientras el emperador iba buscando a Blanquerna,
encontró a un obispo que iba a la corte de Roma para ense-
ñar el Arte obreviado de encontrar la verdad. Aquel obispo
proponía de impetrar del Santo Padre Apostólico el que pu-
diese hacer leer y enseñar aquel arte en todos los estudios
generales, a fin que por la exaltación del entendimiento, la
cual se demuestra verdaderamente en dicho arte, fuese ma-
yor en el mundo la devoción en amar, honrar y servir a Dios,
y en dar conocimiento de Dios a los infieles, que por su ig-
norancia se van a los perdurables tormentos. Y para impe-
trar este negocio, propuso el obispo gastar todo su patrimo-
nio y las rentas de su obispado y emplear en esto todos los
días de su vida. Habiéndose, pues, encontrado el emperador
y el obispo, ambos a dos se conocieron y se saludaron muy
civil y agradablemente y se recibieron recíprocamente con
grande cortesanía, y se informaron uno al otro de su estado
y de sus intentos, que se comunicaron. Gran gusto y placer
tuvo el emperador de la devoción del obispo, y éste de la
del emperador, quien rogó al obispo que en la corte de Roma
fuese procurador de la virtud de valor, la cual ha sido in-
juriada por tantas personas e impedidas en dar honor y
loor a Dios. — Y diréis al juglar de Vailor— dijo el emperador
al obispo— que cante estas coplas en la corte, para que el
señor Papa y los señores cardenales se acuerden mejor de
los hechos y santa vida de los apóstoles, en cuyos tiempos
la santidad de la vida y la devoción vivían y 4 reinaban en
el mundo.
Excelso Rey glorioso,
Señor Dios verdadero,
que en ti quisiste unir al ser humano,
acuérdate piadoso
de los que con esmero
s «Recontat havem lo romanç de Evast e Blanquerna, e retorna
lo conte a l'emperador que Blanquerna atrobà en lo boscatge ; lo qual
emperador hac ordenat son emperi.»
* No se lee en el texto primitivo «y reinaban en el mundo».
LIBRO DE EVAST Y HLANQUERNA
577
quieren por ti 6ufrir golpe tirano
de cruel, bárbara mano.
Dales valor y celo
como puedan honrarte,
.servirte y alabarte
con todo su poder y su desvelo,
siendo muy de tu gusto
el celo de tu honor, tan santo y justo.
Ya en el mundo ha nacido
nuevo fervor, hoy día,
apostólico, puro y .peregrino.
La edad ha renacido
en que la sangre hervía
inflamada de amor todo divino ;
luego el amador fino
vaya y publique, osado,
el gran poder bendito
y el saber infinito
de nuestro Salvador Dios encarnado,
a fin que el mundo entero
ame y sirva a Jesús, Dios verdadero.
Ya los frailes menores
recuerdan, fervorosos,
de un Dios crucificado
los debidos honores.
Ya en Miramar, dichosos,
que el gran rey de Mallorca ha destinado,
y en colegio fundado,
se ocupan estudiando
el idioma morisco.
Y en el cristiano aprisco
recogerán al moro bautizado,
con" que de Africa el suelo
volverá a fecundarse para el cielo.
¿ Qué hacéis, predicadores ?
Si tanto a Dios amáis,
esta ocasión lograd, que es oportuna.
Abades, y priores,
y obispos ¿en qué andáis?
Dejad allá los bienes de fortuna ;
sin tardanza ninguna
servid a Dios, que es justo.
Reyes y potentados,
¿qué pensáis, regalados,
con comer y beber sin pena o susto,
largo sueño durmiendo,
se logre estar a Dios gozando y viendo ?
Grandes, chicos, medianos,
con gran placer y gusto, *
casi todos de mí se están burlando.
Y contentos y ufanos,
se me oponen al justo
proyecto principal, que voy tratando.
Se consume llorando,
19
S78 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
mi cuerpo desfallece ;
mas mi alma, siempre atenta
en su recuerdo, aumenta
el celo, y el amor se aviva y crece.
Mi Dios es mi deseo,
y el procurar su honor, todo mi empleo.
Servir quiero a la Virgen,
de mi esperanza amada,
dulce consuelo y guía.
>Ias ¿ quién me enseñaría
adonde está, ¡ oh Blanquerna !, tu morada ?
Feliz yo, si consigo
estar siempre con Dios allí contigo 8.
8 La traducción castellana de esta inspirada poesía es muy libre
e imperfecta. El texto catalán es como sigue (ORL, IX, 493-495) :
Sènyer ver Déus, rey gloriós,
Qui ab vós volgués hom unir I
Membre-us dels vostres serv idors
qui per vós volen mort sufrir,
e fayts-los ardits lausadors
en vós honrar e obeir
de lur poder ;
car vós ets plaent, dous desir
de lur esper.
Nada és novella frevós
e renovellen li desu-
déis apòstols, qui lausant vos
anaven mort plaent sentir.
E, doncs, qui és verai ni bos,
meta's avant, e vaja dir
lo gran poder
de Déu, qui hom fes devenir
en son saber.
Remembrat han fratres menors
lo Salvador, qui volc vestir
ab si lo sant religiós,
e han fayt Miramar bastir
al rey de Mallorca morós :
iran serraïns convertir
per far plaer
a Déu, qui a mort volc venir
per nos haver.
E doncs, què fan preycadors.
pus amen tant en Déu fruir?
ni què fan abats ni priors,
bisbes, prelats, qui enantir
amen tant lurs possessions ?
ni què fan reys qui ab durmir
e ab haver
cuydon a paráis tenir
e Déus veser ?
Menors e mijans e majors
han plaer en mi scarnir,
e amors, làgremes e plors
e suspirs fan mon cors languir ;
c m 'ànima creix son joyós
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA
4. — ¿Cómo, qué me decís, Señor — dijo el obispo al em-
perador— , sabéis vos quién es Blanquerna? — Respondió el
emperador, y le refirió cómo un día se había encontrado con
él yendo solo y perdido por el bosque donde Blanquerna bus-
caba lugar para su ermita ; y dijo también cómo él le había
prometido que satisfaría a Valor la injuria y faltas que con-
tra él había cometido. El obispo refirió también al empera-
dor la santa vida de Blanquerna, y enseñóle las señas por
donde podría encontrar el puesto donde vivía en vida ermi-
taña. Alegróse mucho el emperador de lo que el obispo le ha-
bía referido de Blanquerna y de haberle enseñado el camino
por donde podía encontrarle. El obispo tomó las coplas y se
despidió agradablemente del emperador, y le dejó en coman-
da 4e la bendición de Dios.
5. Por 6 gracia de nuestro Señor Dios, ha finido el Libro
de Evast, Aloma y Blanquerna, su hijo ; en el cual se ha tra-
tado del matrimonio, de religión, de prelacia en los obispos
y arzobispos y de sus oficiales en sus obispados; del apos-
tólico señorío que tiene el Santo Padre Apostólico y los se-
ñores cardenales en el régimen espiritual de la universal
Iglesia santa, y de la vida eremítica contemplativa, para dar
doctrina cómo todos los hombres deban vivir en este mundo
en servicio de Dios y recibir su divina gracia, y en el otro
mundo la gloria, a la cual por su divina bondad nos quiera
llevar para más perfectamente entenderle, amarle y servirle
y de todo darle gracias sin fin. Amén.
remembrament e son albir
e son voler
en Déus, qui -m fay tots jorns jausir
en son dever.
La dolça Verge vull servir
de mon poder,
car sa.y m'a tramès dolç desir „
e bo esper.
Blanquerna! Qui •m sabria dir
on dey tener
vas vostra cella, on desir
sol Déus haver ?
Como con broche de oro, Ramón Llull cierra este himno de ale-
gría con el nombre de la dulce Virgen, que le ha inspirado dulce de-
sear y bello esperar. ¡ Al recuerdo del colegio de Miramar, tan lar-
gamente deseado como tiernamente amado, debe el Procurador de in-
fieles tanto gozo como respira esta alegre canción !
• «Acabat és lo romanç de Evast e Blanquerna, qui és de vida de
matremoni e de l'orde de clerecia, per donar doctrina com deja hora
viure en est món per tal que en l'altre eternalment sia en la glòria
de Déu.»
APENDICE I
Versículos sobrantes de la edición castellana 1
66. Mas preguntaron al Amigo qué cosa era miseria.
Y respondió el Amigo: — Cumplir en este mundo sus deseos,
puesto que a deleites brevísimos se siguen perpetuos tor-
mentos en el infierno.
70. Entró el Amigo en un delicioso prado, y vió a mu-
chos jóvenes que perseguían muchedumbre de mariposas y
hollaban las flores, y cuanto más porfiaban en agarrarlas,
tanto más altas volaban las mariposas. De que discurrió el
Amigo que tales son aquellos que con curiosas sutilezas
piensan comprender a su Amado, quien abre las puertas a
los simples y las cierra a los sutiles; y la fe muestra aquél
en sus secretos por la ventana del Amor.
72. Preguntaron al Amigo qué hombres le parecían más
enfermos. Respondió que los ciegos, que oyen a los médicos
del Amado y, viniendo a ellos, no los reciben para su propia
curación, puesto que es suma felicidad ver a mi Amado, y
pena horrible el no poderle ver.
114. Preguntaron al Amigo cuál era la fuente de amor.
Respondió que aquella en donde el Amado nos ha limpiado
de nuestras culpas, y en la cual da de balde agua viva, de
la cual quien bebe, logra vida eterna en amor sin fin.
146. Dijo el Amigo: — Al que en todo tiempo es cau-
tivo no se le debe dar salario ni premio de sus trabajos, ni
menos al que debe más de lo que puede panar. — Y por esto
reprendió a los amantes indiscretos, que no hacen diferencia
entre la gracia y el premio.
237. Encontró el amor del Amigo al amor mundano,
quien luego se convirtió en nada; de lo que se admiraron
los hombres que lo vieron, a quienes dijo el Amigo: — No
1 Los siguientes versículos no se hallan en la edición del Llibre
de Blanquería de S. Galmés y M. Ferrà ([Palma de] Mallorca, 1914).
Por las razones apuntadas ya en otra parte, conservamos la numera*
• ción de la edición de Aguilar.
LIBRO DE EVAST V BLÀNQUERNA . — APENDICE T 581
tenéis que admiraros, porque no es contra naturaleza des-
vanecerse las tinieblas en presencia de la luz.
238. Compró el Amado al Amigo un huerto, en donde
criase sus amores. Rególe el Amado con sudor, y con cinco
ríos que eran más dulces que cualquier otra cosa, por suave
que sea, le hizo fértilísimo; y en medio de aquel huerto
plantó un bello árbol, cuyo fruto sanaba todas las enfer-
medades.
241. En una grande fiesta estaba el Amigo en el ora-
torio de su Amado. Oyó a los músicos que cantaban, y las
palabras de su canto eran del Amado, mas la solfa era mun-
dana. Y no pudo contenerse el Amigo sin decir en altas vo-
ces estas palabras: — ¿Por qué ensuciasteis las piedras pre-
ciosas con el lodo, vosotros que no sabéis alabar? ¿No sa-
béis que este modo de cantar no conviene con los honores
del Rey de las vírgenes, pues de esto resulta el que las mu-
jeres ruines se inclinan a vivir mal?
249. Iba el Amigo gritando en altas voces por las ca-
lles y plazas: — El nombre de mi Amado es fuente copiosa
de amor; si todos bebiesen de ella, no fueran partidos sus
amores, como en el sol no es partido el resplandor. Poco,
pues, saben todos los que rompen el vaso precioso, el cual,
después de quebrado, para nada vale.
255. Los que hacen burla del Amado citaron al Amigo
para que compareciese en juicio. Compareció el Amigo, mas
no tuvo abogado que hablase por él, porque de la pobreza
ninguna riqueza aguardaban. Acusáronle de que no vivía
como los demás hombres. Respondió el Amigo: — Dispensa
tengo del Amor. — Quisieron prenderle y encarcelarle, mas él
apeló a las leyes de su Amado.
256. Saliendo el Amigo de la sala y tribunal de justicia,
vió al sol resplandeciente y claro, y dijo: — ¡Oh sol reful-
gentísimo! Tú que te enseñas obediente a mi Amado, así
como cumples cada día veinticuatro horas justas, así te ruego
des claridad a todos los que hacen y administran justicia.
265. Entró el Amigo en el huerto del amor, en donde,
vió una hermosa azucena, y se alegró, por cuanto le repre-
sentaba a su Amado, que es más blanco y puro que todas
las cosas. Después vió una rosa muy hermosa y dijo: — Asi
como la rosa es a los ojos corporales hermosa sobre todas
las demás flores, así a los ojos del entendimiento mi Amado
es mucho más bello y agradable que todos los amadores.
272. En la aurora se paseaba el Amigo, y miró al sol
que salía, y, lleno de regocijo, empezó a cantar, diciendo:
— Del casto lecho de la aurora salió mi Amado en este mun-
do; quien en ella juzga mancha, en el sol discurre tinieblas.
274. Al Amigo preguntaron cuáles eran los parientes
de su Amado, y respondió por este enigma: Mi Amado es
582
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
un sol que nació sin madre y una luna que nació sin padre.
Padre tiene sin madre, y Madre sin padre.
287. Preguntó el Amigo si habían visto a su Amado, y
dijéronle: — ¿Qué tal es tu Amado? — Y respondió eí Amigo:
— Mi Amado es cual sin cualidad, porque es bueno y bon-
dad, bello y belleza. — ¿Cuánto es tu Amado? — Respondió:
— Grande y chico, alto y bajo, simple y compuesto, y, por
esto, él es todo sin composición uno.
288. Con alta voz decía el Amigo: — Mi Amado es luz
inmensa, y bajo su sombra es donde vivimos; es inaccesi-
ble, a quien se acercan los humildes, y es incomprensible,
y le alcanzan los simples. Comprad, pues, humildad y apren-
ded simplicidad, para que de las tinieblas paséis a la luz
infinita.
292. Preguntaron al Amigo si el pecado era algo. Res-
pondió: — (No sé que cosa alguna tenga ser, sino la criatura
y el Amado; si el Amado, pues, no creó al pecado, ¿cómo
puede el pecado tener ser? Mas así como la ceguedad priva
de la vista, así el pecado hace perder a muchos la bienaven-
turanza.
300. Entró un día el Amigo en un claustro de religiosos.,
y preguntáronle si era religioso. Respondió: — Sí; religioso
soy de mi Amado. —¿Qué regla sigues? — Respondió: — La
de mi Amado. — ¿A quién votaste? — iDijo: — -A mi Amado.
— 1¿ Tienes voluntad ? — Respondió : — iNb ; mi Amado la tiene.
— 1¿ Añadiste algo a la regla de tu Amado? — Respondió que
lo perfecto no admite adición. — Mas ¿ por qué vosotros — dijo
el Amigo — , siendo religiosos, no os llamáis con el nombre de
mi Amado? No sea que, teniendo el nombre de otros, dismi-
nuyáis el amor, y, oyendo la voz de otro, no entendáis al
Amado.
306. Preguntaron al Amigo qué cosa era el mundo. Res-
pondió: — Es libro para los que saben leer, en el cual es co-
nocido mi Amado. — (Preguntáronle si su Amado era en el
mundo. Respondió : — Sí ; como el escritor en el libro. — (¿ En
quién está este libro ? — Respondió : — |En mi Amado, pues que
todo lo contiene mi Amado, por cuya causa el mundo está
en mi Amado, y no mi Amado en el mundo.
307. — Amigo — dijeron algunos — : ¿cuál amador te pa-
rece que sea fatuo ? — Respondió el Amigo : * — Aquel que ama
la sombra, sin cuidar de la verdad. — '¿Y cuál piensas que
sea rico? — IE1 que ama la verdad. — i¿Y quién pobre? — Dijo:
— (El que ama la falsedad. — Preguntáronle si el mundo era
amable. — Sí — 'dijo — , así como la obra a causa del artífice,
y como la noche, que [lo es] por razón del día que la sigue.
308. Otros amadores preguntaron al Amigo si entre él
y el Amado había alguna proporción. — 'Preguntadlo — dijo —
al cielo más encumbrado, cuyo movimiento es finido, y el
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — APENDICE I 583
vigor de mi Amado es infinito y eterno. Mas, si la naturaleza
aparta de ellos la proporción, la voluntad los iguala y los
hace convenir por proporción, por razón que cuanta es la
voluntad de mi Amado en mover, tanta es la velocidad del
movimiento del primer ciclo.
312. — ¿Qué cosa es el ser de tu Amado? — (Respondió:
— (Es rayo y radiante en todas cosas, como el sol en todo el
mundo, el cual, si retira su resplandor, deja todas las cosas
en tinieblas y, difundiéndose, es día de todas ellas. Y aún
más es el ser de mi Amado, fundamento en cuya similitud
es conservado el orbe todo.
313. Mas le preguntaron: — ¿Qué cosa es la unidad de
tu Amado? — (Respondió: — Es lo que une a tres en eternidad,
sin distinción de la naturaleza o de substancia, y ata y une
tres cosas temporalmente. Y si cosa hay, en parte alguna,
que perfecta sea, en ella son tres unidos por unidad.
314. — Fatuo por amor: ¿cuan grande es la bondad de
tu Amado? — Tanta es — respondió — ¡, que cualquier otro bien,
en comparación suya, es nada o un punto sólo, y todo lo
cuanto es no cuanto, lo cual, siendo sin división, tres, tie-
ne en las cosas vestigio individido en tres, esto es, útil, ho-
nesto y deleitable.
315. — Poder de mi Amado — decía el Amigo — : quien te
quiere medir, intenta con la nada contar el número ; mas tú
mides la nada, cuanto de la nada haces algo. Como, pues, tú
solo puedas esto, está claro que tú solo justificas al impío.
317. Miraba el Amigo al arco iris, y le pareció que te-
nía tres colores, y dijo: — Admirable distinción de tres, y
son los tres del todo una cosa misma — . Y dijo: — ¿Cómo
esto aparece en la imagen, si no subsiste en la verdad?
328. En un día solemne entró el Amigo en una iglesia,
y consideraba el honor que allí se daba a su Amado, y vió
que le hacían deshonor ; y, por esto, con alta voz, dijo a toda
aquella multitud de gente: — jGh insensatos! No toquéis con
irreverencia los altares, pues que son el lecho del Rey eter-
no; no entréis en lugar sagrado, porque es su tálamo. Y co-
rrigió las centinelas, porque con tanta negligencia celaban
y procuraban el honor de su Amado.
329. — Dime, Amigo: ¿qué cosa es amor? — (Respondió:
— Muerte de quien vive y vida de quien muere; es alegría en
el día y tristeza en la muerte; es deleite y consuelo en la
patria y tristeza y melancolía en la peregrinación; es au-
sencia suspirada y presencia alegre sin fin.
330. Mas le preguntaron si se paseaba de día o de no-
che. Respondió : — Mi amor me es dulzura amarga, y amar-
gura dulce, y mis lágrimas son testimonio de que todavía
no me nació el día; mas mi amor me conduce a la patria en
donde no puede haber noche.
584
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
334. Sobre la simplicidad disputaban dos entre sí. El
uno decía: — Simple es el que no sabe nada. — El otro decía:
—(Simple es quien vive sin pecado. — iSobrevino el Amigo y
dijo: — iLa verdadera simplicidad es la que encomienda con
confianza a mi Amado todos sus hechos. Simplicidad es mag-
nificar la fe sobre el saber en lo que la excede y evitar en
toda forma las cosas vanas, superfluas, curiosas y nimia-
mente sutiles y presuntuosas en todo lo que es de mi Amado,
porque aquéllas son contrarias a la simplicidad.
335. Otra vez le preguntaron ambos les dijese si es
grande la ciencia de los simples. Respondió: — La, sabidu-
ría en los sabihondones es gran montón y poco grano; mas
la de los simples es montón chico, pero de innumerables
granos, porque ni presunción, ni curiosidad, ni demasiada
sutileza abulta el montón de los simples — . Pues ¿ qué ha-
cen la presunción y la curiosidad? — Respondió el Amigo:
— ILa vanidad es madre de la curiosidad, y la soberbia de
la presunción; y, por esto, hacen lo mismo que hacen la
vanidad y la soberbia; y por la curiosidad y presunción se
encuentran los enemigos de mi Amado, así como por la
simplicidad se adquieren sus amores.
338. Caminaba el Amigo y decía: — El primer cuer-
po, de nadie es contenido y lo contiene todo; y el primer
movimiento no es contenido, mas él contiene todos los otros
movimientos. ¿Quién, pues, no conoce que mi Amado, que
totalmente es primero que todo, todo lo contiene y de nadie
es contenido?
340. Acordóse el Amigo de sus pecados, y por temor
del infierno quiso llorar y no pudo. Pidió lágrimas al Amor,
y la sabiduría le respondió que más frecuente y fuerte-
mente llorase por amor de su Amado que por temor de las
penas del infierno, puesto que le agradan más los llantos
que son por amor que las lágrimas que se derraman por
temor.
341. Obedeció el Amigo a la sabiduría, y con un ojo
lloró muchas y mayores lágrimas por amor y con el otro
pocas y chicas por temor, para hacer mayor honra a su
Amado por amor que por temor; y las lágrimas por amor
le servían de consuelo y descanso; mas las lágrimas por
temor le daban pena y tribulación.
344. Preguntaron al Amigo de qué manera se convier-
te el corazón del hombre a amar a su Amado. Respondió
que así como el girasol se vierte al sol. — ¿Cómo es, pues,
que todos no aman a tu Amado? — Respondió que a los que
no aman les es noche el pecado.
346. Encontró el Amigo a un astrólogo adivino y le
preguntó qué cosa era su astrologia. El dijo que era ciencia
para saber lo venidero. — Engañaste — le dijo el Amigo — ;
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — APENDICE I 5S5
no es ciencia, sino un engaño de ciencia y velo de nigroman-
cía y fitomancía, y ciencia de fingidos y mentirosos profe-
tas, que infaman la obra del soberano Maestro, nuncio en
todo tiempo de malas nuevas; la cual reprueba y extirpa la
providencia de mi Amado, que promete dar bien en lugar del
mal que ella amenaza.
347. Con altas voces iba el Amigo diciendo: — ¡Oh,
qué vanos son muchos hombres en el mundo, que siguen
curiosidades y aman presunción ! Pues por la curiosidad caen
en la mayor de todas las impiedades, esto es, que abusan de
los nombres de Dios e invocan con encantos y deprecacio-
nes los espíritus malos, como si fuesen ángeles buenos, y les
atribuyen los nombres de Dios y de los ángeles buenos y
profanan malamente las cosas santas con caracteres, figuras
e imágenes; y por la presunción se han sembrado en el
mundo cuantos errores hay. Con vivas lágrimas lloró el
Amigo tanta.s injurias que contra de su Amado cometen mu-
chos hombres ignorantes.
351. Un día estaba el Amigo mirando al oriente y po-
niente, al norte y mediodía, y conoció la señal de su Amado,
la que hizo esculpir, y en cada una de las cuatro extremi-
dades hizo colocar una piedra preciosa refulgentísima como
un sol; y llevábala de continuo sobre sí, y esta señal le hacía
memoria de la verdad.
352. Visitaba varios lugares el Amigo, y encontró a mu-
chos que estaban alegres, riendo, cantando y viviendo con
grande gozo y divertimiento. Hízose lo cuestión si en este
mundo hay más para reír que para llorar. Vinieron las virtu-
des para ser jueces y declarar de la duda. Dijo la Fe : — Más
hay para llorar, porque son más los infieles que los fieles. —
La Esperanza dijo: — Más hay para llorar, porque pocos son
los que esperan en Dios y muchos los que confían en los bie-
nes del mundo. — La Caridad dijo : — Más hay para llorar,
porque tan pocos son los que aman a Dios y al prójimo. —
Todas las demás virtudes fueron del mismo voto y parecer.
354. Pensando en la muerte, el Amigo dijo: — 1 0h Rei-
na del cielo! Estando yo para morir, extended y manifestad
vuestro regazo, en que estuvo reclinado mi dulcísimo Amado,
y no temeré a daño alguno de cuantos me podrían causar los
enemigos.
356. Juntáronse muchos amadores, y preguntaron a un
mensajero de amor en dónde y en quién estaba el corazón
más inflamado en devoción y amor. Respondió : — En el tem-
plo de mi Amado, humillándose a él con todas las fuerzas,
y adorando al Amado, porque él es un solo santo de los
santos, por lo cual los que esto no saben hacer, no saben
legítimamente amar.
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
357. Los amadores experimentaron el nuncio de amor,
diciéndole que anduviese por el mundo pregonando que los
adoradores adorasen a los siervos como a siervos y al Señor
como a Señor, para que mejor puedan ser oídos sus ruegos
y porque no hay necesidad de amar a otro más que al Amado
ni de confiar en otro más que en él.
359. Preguntaron al mensajero de amor de dónde habían
venido al Amado tantos siervos inútiles, que son más viles
y más despreciables que los hombres seglares. Respondió
que esto provenía por culpa de aquellos que deben proveer
de servidores al soberano Amado, que es Rey de reyes, y
deben examinarlos, y no se informan como debieran de la
ciencia, vida y costumbres que tienen; y los que ellos no
quisieran para su caballeriza, permiten que sirvan al Rey
eterno en su palacio y en el purísimo ministerio de la mesa.
Por lo que debieran temer la dura retribución del Amado,
cuando les llamará a cuentas.
364. Al Amigo fué propuesta esta cuestión: — '¿En dón-
de muere el amor? — Respondió que en los temporales delei-
tes de este mundo. — ¿En dónde vive y se cría? — En los
pensamientos del otro mundo. — (De aquí sucedió que los que
íe preguntaron resolvieron huirse de este mundo, para en-
contrar muchos pensamientos del otro mundo, de que viviese
Amor, y, viviendo, se alimentase.
APENDICE II
CA PÍTULO CX V 1
De la pasión de Jesucristo, Salvador nuestro, y cómo
Blanquerna la contemplaba, después de la Santa Trini-
dad y Encarnación, con las tres potencias de su alma,
POR los actos de cada una de las virtudes y dignidades
divinas aquí expresadas
1. Dijo Blanquerna a la memoria que él quería contem-
plar la pasión de nuestro Señor Jesucristo con el acto de
dieciséis virtudes y dignidades de nuestro Señor Dios, para
que, con las tres potencias de su alma, tuviesen arte y doc-
trina de recordar, entender y amar mucho a su Señor Jesu-
cristo y todo lo que conviene ser recordado, entendido y
amado por su amor; y, por eso, dijo a la bondad de Dios
• estas palabras: "Bondad divina, que eres acto infinito en
tonificar, magnificar, eternificar, posificar, conocer y amar,
etcétera, tu acto y tu entidad tienen igualdad en infinidad
de bien bonificar por todas las dignidades infinitas, en quie-
nes existe acto eterno e infinito de unido bien y de unidad,
que es bien y esencia eternal infinita en todas tus dignida-
des. Y porque tú, bondad, eres bonificar y eres bien en acto
de paternal, filial y procesional bien, por esto quisiste que
la1 santa pasión del Hijo del Hombre, el cual es una persona
en tu eternal infinito bien, fuese a todo el género humano
bien muy útil y provechoso para recuperar el bien que ha-
1 En la versión castellana, este capítulo sigue al De la encama-
ción. Mas, si bien aparece en dos mss., el de la Biblioteca Na-
cional de París y el de la Provincial de Mallorca, es tenido jpor to-
dos como apócrifo : porque el mismo Ramón Llull, en el prólogo
del Art de contemplació, dice que divide el libro en 12 partes, decla-
rando las respectivas materias, sin hacer, empero, ninguna mención
de la Pasión de Jesucristo, que, j.°, tratada en capítulo aparte, haría
que fueran trece y no doce las partes del indicado libro, contra la
expresa declaración del autor ; 3.0, corrobora dicha argumentación
de S. Galmés (ORL, IX, 461, nota) el hecho de que el ms. de Mu-
nich, sin duda alguna el mejor que poseemos (primera mitad del si-
glo XIV), pasa por alto e^te capítulo.
5S8 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
bíamos perdido en nuestro padre Adán y nuestra madre Eva ;
y que, por su pasión, las almas cristianas se esforzasen en
adquirir virtudes que son bien y a huir vicios que son mal."
2. "Blanquerna — dijo el entendimiento — , grande es
Dios en su esencia y en su acto, y en unidad y unir, y en
dignidades y en dignificar, pues infinidad e infinir y eter-
nidad y eternificar son la bondad, poder, sabiduría, etc."
Respondió Blanquerna, diciendo que por aquella grandeza
tan grande en la cual no hay minoridad que sea de la en-
tidad divinal, fué muy grande la cruel pasión de rni Señor
Dios Jesucristo; y fué grande ser traído, vendido, mofado,
azotado, despreciado, desamparado, negado, crucificado y
muerto. El dolor y pena tan grande que mi Señor Jesucristo
sufrió, ¿quién la pudiera imaginar con toda tu grandeza?
Pues en cuanto la naturaleza humana de Jesucristo es más
grande 'que toda otra grandeza que sea en la criatura, fué
mayor su pasión que toda otra pasión, la cual convenía fuese
tan grande, que bastase para [re] crear el linaje humano
que estaba perdido. Muchas cosas dijo Blanquerna de la
grandeza de la pasión de su Redentor, y el entendimiento
consideraba cuán grande es el deshonor que se hace a aquella
pasión por todos aquellos que por ella están en tan grandes
honores, felicidades y riquezas, los- cuales no la hacen honrar
según lo pueden y deben hacer; y por lo que el entendimien-
to consideraba, Blanquerna lloraba y decía estas palabras:
3. "Voluntad amiga: ¿Amáis vos en Dios acto de eter-
nificar que sea igual en durar de su misma eternidad? Si
vos desamáis por negación igual eternificación al acto de
eternal duración, amáis en Dios acto de principio y mino-
ridad en duración; y amáis en Dios defecto eternal." Antes
de responder a Blanquerna, la voluntad hizo poner los ojos
en lágrimas a impulsos de la contrición y a su corazón en
suspiros, e hizo a la memoria memorar tanto tiempo hasta
que hubo memorado el acto eternal sin fin y principio de
eternidad, el cual une tres distintas propiedades personales,
etern ales, esenciales; y en el cuail acto eternalmente son dis-
tintas y concordantes infinitamente, sin contrariedad alguna,
un ser eterno y divinal. Con lo que la memoria había re-
cordado, hubo satisfecho a la demanda que Blanquerna ha-
bía hecho; y éste preguntó a la voluntad si amaba la cruel
pasión de su Señor, la cual había sufrido por su amor. Y res-
pondió la voluntad, diciendo que, si ella amara mucho la pa-
sión de Jesucristo, movería su cuerpo a que fuese a morir
por su amor y para honrar sus honorificencias e imitar los
tormentos que padeció para dar a todos la salvación.
4. Avergonzado quedó Blanquerna de lo que dijo la vo-
luntad, y empezó a considerar en el acto del poder divino,
por cuya consideración su entendimiento mentalmente dijo
LIBRO DIC EV AST Y BLANQUERNA. — APÉNDICE II 589
estas palabras: "Si hay poder infinito, sin posificar infinito
de cosas infinitas, es aquel poder potencia infinita y su acto
es finido, por cuya infinidad y finidad el poder y su acto son
compuestos de mayoridad y minoridad; y mi hermana me-
moria no puede memorar en Dios tan gran poder ni actua-
lidad tan grande; por cuyo no poder memorar, la hermana
voluntad no podría sentir tanto la angustiosa pasión de Je-
sucristo, ni amar tanto a Dios y a sus virtudes, ni desamar
tanto a los vicios; ni yo puedo así bien considerar que el
poder infinito pueda mejor tener acto infinito que finido, ni
que el acto finido se convenga con poder infinito."
5. Considerando profundamente en la divina sabiduría
el entendimiento de Blanquerna decía que de la sabiduría
de Dios es el acto de saber infinito y es aquel acto de boni-
ficar, magnificar, eternificar, etc.; porque, si la sabiduría de
Dios no tuviese tal acto, en su saber no hubiera querer y
tendría pena y defecto, en cuanto la sabiduría no sabría en
su actualidad perfección de acto de querer y de los actos de
las demás dignidades divinas. Mientras el entendimiento de
Blanquerna consideraba de esta manera, recordó la memoria
que la pasión de nuestro Señor Dios Jesucristo no es enten-
dida de los infieles, por tener de ella ignorancia, ni en su
querer es amada ni honrada, y por esto la memoria hizo al
entendimiento esta cuestión: ¿Quiénes eran sabidos y repu-
tados de la sabiduría de Dios por más culpables: o los infie-
les, que por su ignorancia no honran a la santa pasión de
Jesucristo, o aquellos católicos que la saben y entienden y
no la honran ni la hacen honrar por aquellos que la ignoran,
a quienes la pudieran hacer amar, conocer y honrar?
6. Preguntó Blanquerna al querer — que es acto de su
voluntad — en qué era semejante al acto de la voluntad divi-
na. A que respondió el querer, diciendo que él era semejante
al querer de la voluntad de Dios en esto que quería ser igual
al acto de la memoria y del entendimiento, para que pudiese
amar perfectamente todo lo que puede ser memorado y en-
tendido sin defecto. Después de esta pregunta, Blanquerna
preguntó al acto de su voluntad en qué cosa era desemejante
al acto de voluntad de su Dios. Respondió el querer por
otra razón, diciendo que en el ser acto diverso de la voluntad,
que es potencia, por cuanto el querer y la voluntad de Dios
son una misma cosa, y el querer de Dios es igual al acto de
bondad, grandeza, eternidad, poder, sabiduría y a las de-
más dignidades; y por esto puede Dios haber todo cuanto
quiere haber y cuanto es conocido en su saber, según acto
infinito de poder, justicia, perfección y gloria. Agradó mu-
cho a Blanquerna la respuesta que le dió el acto de su querer,
y preguntóle qué quería él de la pasión de Jesucristo. Res-
pondió el querer diciendo que él quería y deseaba que por
590
OBRAS LITERARIAS DE RAMON. LLULL
todo el mundo fuese predicada y conocida entre los hombres,
pues ella fué obrada y sufrida para todo el linaje humano.
Y deseaba también que hubiese mas hombres que se aseme-
jasen por vía de martirio que por muerte natural, a fin de
que más fuertemente fuese objetada al ateto de voluntad de
las gentes.
7. El entendimiento de Blanquerna entendió que virtud
en substancia sin acto es hábito compuesto de materia y
forma, y el acto de la virtud es la obra que era en la potencia
antes que fuese la obra; y por cuanto el entendimiento tiene
más noble y virtuoso acto en contemplar el acto de la virtud
divina, que es el acto de la virtud creada, por esto entendió
que entre el acto de la virtud de Dios, su esencia y su subs-
tancia, no hay diversidad alguna, porque, si la hubiera, con
igual virtud se llevaría el entendimiento en contemplar los
actos creados y los increados; y, así, en Dios habría hábito
y virtud, que sería en potencia sin acto; y esto es grande
inconveniente, por lo cual el entendimiento se eleva a en-
tender que en el acto de la virtud divina es la paternidad,
esencia, acto y substancia sin alguna diversidad, y lo mismo
se sigue del acto filial y procesional; y que todos los tres
actos distintos, concordantes e iguales en propiedades per-
sonales y en dignidades propias personales, son un acto
virtuoso en una esencia, que es virtud y acto de virtud,
en la cual son las dignidades comunes a las tres personas
divinas. Mientras el entendimiento consideraba de este modo
el acto de la virtud divina, al cual entendía distinto en per-
sonas y uno en esencia sin diversidad, la memoria recordó
cuán gran virtud y acto de virtud es el desear morir para
honrar la pasión de Jesucristo, y que en la voluntad del
hombre hay falta de acto de querer virtuoso, cuando teme
más la muerte corporal que perder aquel acto de querer vir-
tuoso antedicho; y por lo que la memoria recordó y el en-
tendimiento hubo entendido, vino en Blanquerna acto de con-
trición, por el cual la voluntad lloró y lamentóse del deshonor
que se hace a Jesucristo y a su pasión santísima y dolorosa.
8. Memoró Blanquerna que en la verdad donde haya
verificar de verdadero en acto que es infinito en bonificar,
magnificar, eternificar, etc., hay mayoridad suprema. Y en
la verdad, en el verificar y en el verdadero donde no haya
distinción, hay mayoridad distinta en verdad con su acto y
con su verdadero. Y por lo que la memoria memoró, el en-
tendimiento entendió que en Dios conviene que un verdadero
verifique a otro verdadero; porque de no, se seguiría en el
acto de la verdad divina minoridad del infinito acto en
bondad, grandeza, eternidad, poder, etc., y serían una cosa
misma la infinidad y el infinito en el acto de verdad, y esto
es grande inconveniente; por lo cual el entendimiento de
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — APENDICE II 5QI
Blanquerna dijo estas palabras: "Acto de muerte es morir;
y morir por la pasión de mi Señor Dios Jesucristo para hon-
rarla, loarla y amarla, enseñarla y servirla es acto de ver-
dad." Y lloró Blanquerna por la cruel muerte de su Señor
Jesucristo, y dijo que temor de morir por su amor es acto
compuesto de falso y verdadero, en cuya composición recibe
mi Señor desagrado.
9. Mentalmente entendió y amó a Blanquerna el gloriar-
infinito, contemplando el acto de la gloria de Dios, y dijo
así: "Gloriar infinito, bonificar, magnificar, eternificar, Do-
sificar, etc., es acto de gloria, el cual por acto de infinidad
de gloria es distante de pena. Y si en acto de gloria, en
quien es el acto de infinidad, no hubiera distinción, concor-
dancia e igualdad de iguales propiedades personales, en el
acto de la gloria y de la infinidad habría confusa gloria en
bonificar, magnificar, etc., por cuya confusión el acto de
infinita gloria tendría mayor concordancia con el finir que
con el infinir, y esto es inconveniente." Esas y otras pala-
bras decía mentalmente Blanquerna de la gloria de Dios y
de su acto; pero la memoria mudó la materia de aquellas
palabras en cuanto recordó la cruel pasión de Jesucristo, la
cual, para dar gran gozo, quiso Dios que fuese mayor que
todas las demás pasiones de todos los hombres, cuya gran-
deza es apta y bastante a causar muchos llantos, lágrimas,
suspiros, dolores, contriciones y muertes a los hombres, que
por ella caminan por la vía de perdurable gloria; y por
cuanto aquéllos no aman, ni lloran, ni sienten como debe-
rían, la justicia y su acto, que es juzgar, es de temer mucho.
10. Preguntó Blanquerna a todos los tres actos de las
tres potencias de su alma si podrían contemplar perfecta-
mente la santa pasión de nuestro Señor Dios Jesucristo. Res-
pondió el entendimiento, y dijo que convenía contemplasen
primero en el acto de la perfección de Dios, para que por
ello recibiesen gracia, bendición e influencia, por la cual con-
siguiesen perfección en contemplar la perfección de la pa-
sión de Jesucristo. Y, habiendo dicho estas palabras, Blan-
querna se esforzó con todos los poderes de su alma a con-
templar la perfección de Dios, diciendo: "¡Oh Soberana
Perfección, cumplimiento de todas las perfecciones! Tu in-
finito acto es perfección por esencia, de la cual desciende
toda otra perfección en la criatura. Y, por esto, negar per-
fección en acto, que es bonificar, magnificar, eternificar, etc.,
es negar en ti perfeccionar en perfeccionante y perfecto dis-
tintos en tu esencia perfecta e infinita en bondad, grande-
za, etc. ; y, si esto no fuese así, sería imposible que tuvieses
acto perfecto; y, si no lo tuvieras, serías potencia sin acto,
y esto es inconveniente ; por lo cual está significado que en
ti hay perfeccionante y perfecto en acto de perfección y de
592 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
bondad, grandeza, eternidad, etc." Contemplando Blanquer-
na en esta manera la perfección de Dios, el entendimiento
subió más alto, y dijo que la perfección infinita en bondad,
grandeza, eternidad, etc., conviene que dé perfección a cosa
infinita en bondad, grandeza, eternidad, etc. ; pues tan fuer-
temente se conviene la perfección con el perfeccionar, dando
la perfección a otro, como tener perfección en sí mismo;
porque, si no fuera así, el acto de perfección, sería hábito y
potencia en quienes hay acto de imperfección. Aun quiso la
voluntad de Blanquerna ascender más alto a contemplar la
perfección de Dios ; pero Blanquerna la dijo que ya era tiem-
po de bajar a contemplar la pasión de Jesucristo, y dijo
estas palabras: "Memoria amiga: ¿qué recordáis vos de la
pasión de nuestro Señor Dios Jesucristo?" Respondió la me-
moria, diciendo: "Yo recuerdo maravillas en la perfección
de Dios, de las cuales estoy muy admirada, pensando cómo
puede ser que acá abajo en el mundo no dé perfección a las
gentes para entender, amar, recordar y honrar por la predi-
cación y martirio la perfección de la pasión de Jesucristo,
siendo así que por imperfección de entender, amar y recor-
dar viven las gentes con ignorancia de Jesucristo, y muere
. la devoción y amor en la muerte de la predicación que solía
haber en tiempo que los apóstoles por todo el mundo daban
loores de Jesucristo y le tributaban honras con áspera peni-
tencia y santa vida." Lloró Blanquerna grande rato, y en su
alma las tres potencias, entendimiento, memoria y voluntad,
se hablaron, diciendo: "¡Ah, cuándo llegará aquel tiempo
que a la pasión de Jesucristo se le hará toda aquella honra
que le pertenece!"
11. Acto de justicia es justificar; el cual conviene ser en
Dios acto de ^bonificar, magnificar, eternificar, porque, sin
justificar, el bonificar no podría convenirse con engendrar
bien infinito y se convendría con acto de injuria, que es in-
juriar, si no bonificara, magnificara, eternificara, etc., lo que
puede bonificar y magnificar y eternificar, etc., en su mismo
bien eterno y justo. Y considerando Blanquerna largamente
en el acto de la suprema justicia arriba dicho, dijo que la
perfección y justicia no podrían convenirse en infinidad de
posificar, saber, querer, glorificar, etc., sin el justificar de
cosas infinitas, es a saber: que la justicia justifique en cada
uno de los actos de las divinas dignidades comunes a las
tres divinas personas, a fin que los actos puedan ser en las
propiedades personales distintas, las cuales tengan distintos
actos en quienes sea justicia justificante y que cada un acto
sea bondad, grandeza, eternidad, etc., sin cuyos actos dis-
tintos la justicia no pudiera tener perfectamente su acto
en las dignidades divinas. Tan altamente contemplaba Blan-
querna el acto de justicia en la Trinidad de Dios, que apenas
LIBRO DE EVAST Y BLANQCERNA. — APENDICE II 5Q3
pudo bajar a recordar el acto supremo de justificar que tuvo
Dios en la encarnación del Hijo de Dios y en su pasión; y
se maravilló grandemente cómo a la pasión de Jesucristo
se hace por tantos hombres deshonra e injuria, habiéndola
puesto Dios en tan grande honor y justicia.
12. Si en la entidad de nuestro Señor Dios no hubiese
propiedades personales que tuviesen actos distintos, igu:
y concordantes en acto de infinita largueza, sería largueza
en Dios potencia sin acto, por cuanto no habría quien infini-
tamente pudiese de ella recibir don en bonificar, magnificar,
eternificar, posificar, etc.; y habría largueza estando ella
infinitamente en defecto en sí mismo y en el acto de cada
una de las dignidades divinas, en quienes habría avaricia y
su acto infinitamente; lo cual es inconveniente. Mientras
Blanquerna consideraba de este modo, su memoria recordó
que un tan grande acto de largueza, como él había enten-
dido en la divina entidad, era conveniente que influyese lar-
gueza y que diese el Hgo de Dios a la humana naturaleza
por encarnación, pasión y muerte, para que fuese el mayor
acto de don que la criatura pudiese recibir; para significar
que, así como la largueza puede tener en la divina esencia
acto infinito, lo puede, en cuanto a su entidad, tener en la
criatura, aunque la criatura no pueda totalmente recibirlo,
por ser entidad terminada y finida en tiempo y en cuantidad,
por lo que no puede contener todo el infinito largificar, que
es el acto de la infinita largueza divina. Cuando la me-
moria hubo r.iemorado todo esto, la voluntad hizo llorar,
suspirar y lamentar a Blanquerna, diciendo que, si a la so-
berana largueza pluguiera, tiempo y hora sería ya que diese
muchos hombres diligentes, fervorosos y devotos para hon-
rar, loar, servir, bendecir y predicar la santa pasión de Je-
sucristo y dar conocimiento de ella a aquellos infieles que la
ignoran. Y el entendimiento respondió a Blanquerna que la
largueza de Dios había dado la mayor ocasión que el hombre
pueda recibir de honrar y predicar la santa pasión de Jesu-
cristo, en cuanto el Hijo de Dios había ya encarnado y había
entregado aquella humanidad a pobreza y tormentos y cruel
muerte para salvar a los hombres, y para que ninguno tema
ni tenga excusa de haber de honrar sus honores y obedecer
a sus divinos mandamientos.
13. Dios es misericordia, y acto de misericordia es mi-
sericordiar; y por cuanto el perdonar y el misericordiar se
convienen entre sí, la imaginación en la fantasía de Blan-
querna quiso imaginar que en Dios hubiese perdonar eterna-
mente; y, por esto, el entendimiento, fantásticamente, quiso
inclinarse a considerar que el mundo fuese sin fin ni princi-
pio; pero la memoria desvió la imaginación del entendimien-
to, acordándose aquélla que Dios es misericordia y su acto,
594
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
en cuanto se conviene con uso y ejercicio de perdonar y en ser
principio de la criatura, pues la criatura no puede ser su
principio; y la misericordia sería sin uso de perdonar eter-
namente si el eternificar pudiese caber en la criatura. Y por
lo que la memoria hubo recordado, el entendimiento se des-
vió de la imaginación, y entendió distinción entre la miseri-
cordia y su acto en respecto del hombre, según que le to-
maba por objeto; pero, según la entidad de la misericordia
divina y su acto, eran, en cuanto esencia, una misma cosa,
en bondad, grandeza, eternidad, etc., la misericordia y su
acto. Muy agradable fué a la voluntad lo que el entendi-
miento había entendido, y dijo: "¡Oh divina misericor-
dia, que de tu Hijo infinito y eterno has hecho misericordia
al linaje humano por vía de la encarnación milagrosa y de
muerte penosa, para que el acto de tu misericordia sea
mayor en nosotros para honrarte y servirte! Conviértanse
ahora tus ojos hacia nosotros y usa de misericordia con
nosotros, dándonos santidad y muchas perfecciones, para
que vayamos a honrarte, enseñando a los infieles el grande
acto de misericordia que tuviste en aquel tiempo cuando
hacías morir, mofar y despreciar en la cruz a nuestro Re-
dentor Dios Jesucristo, quien de todo sí mismo hizo a nos-
otros misericordia." Por lo que la voluntad decía de la mi-
sericordia de Dios, recordó Blanquerna a la grande humil-
dad de Dios, y en ella no podía entender acto que fuese
humillar en bonificar, magnificar, eternificar, etc., por ser
así que él humillar no puede ser sino de menor a mayor, lo
qoie no hay en Dios, antes hay lo contrario ; y por esto con-
viene que entienda acto de humildad divina que lo tenga en
la eriatura, cuyo acto no puede entender en mayoridad ma-
yor que humillarse el infinito en bondad, grandeza, eternidad,
etcétera, a ser una persona con el finido, terminando en tiem-
po y en cuantidad, y entregar aquella persona a humildad
por pobreza, desprecio, olvido de las gentes y por tormentos
y muerte. Cuando Blanquerna hubo memorado la grande hu-
manidad sobredicha de la misericordia de Dios, entendió que,
si Dios no se hubiese humillado a tomar carne humana y
no hubiese humillado aquella humanidad de Jesucristo a
cruel pasión y muerte accidental, no sería tan contrario al
acto de soberbia; y por cuanto por el acto de humildad ha
de tener mayor contrariedad con la soberbia, y el acto de
humildad convenga más con mayoridad, por esto convino
que el Hijo de Dios fuese hombre, pobre, vendido, olvidado,
desamparado, atormentado, crucificado y muerto.
14. En el acto del señorío de Dios consideró largamente
Blanquerna, diciendo: "¡Olh soberano señorío, que dominas
todo cuanto tiene ser y cuanto no le tiene, pues lo que tiene'
ser has creado de la nada, cuya nada no puede contrastar el
LIBRO DE EVAST Y BLANQUERNA. — APENDICE II 5Q5
acto de tus dignidades, el cual ha creado todo cuanto tiene
ser, siendo todo ello sostenido en el' ser por el acto de sus
dignidades; estando debajo de tu señorío todas las cosas que
tienen principio, para significar tu eternidad, y siendo sin
fin en duración muchas criaturas, para que se conozca que
tú eres sin fin; y juzgará tu justicia cuanto señorío hay en
justos y pecadores perdurablemente, según sus méritos!"
Después de estas palabras dijo al entendimiento que, si el
mundo fuera sin principio, no pudiera tan manifiestamente
conocer el señorío de Dios ser dominante sobre todo cuanto
tiene y no tiene ser, como ahora lo conoce; por cuanto nin-
guna cosa pudiera haber sido hecha de la nada ni reducida
su entidad a la nada; y la justicia de Dios sería contra el
acto de su señorío en todos los actos de las dignidades divi-
nas, si el mundo no tuviera principio. Por las razones del
entendimiento, recordó la memoria cómo al señorío de Dios
están sujetos todos los actos de la naturaleza, pues los unos
le están sujetos en cuanto obran naturalmente, siendo ayu-
dados y permitidos por el señorío divino, y los otros le están
sujetos según que por él son forzados y constreñidos, cuando
el señorío de Dios obra milagrosamente las cosas sobrenatu-
rales, cuya obra conviene que sea según actos de justicia en
bonificar, magnificar, etc., para conocerse que el acto de las
dignidades divinas es sobre el acto de la naturaleza. Y cuan-
to en mayores cosas y más a menudo y más contra el curso
de la naturaleza es el acto de las dignidades, tanto más es
sobre la naturaleza y es más demostrado el Dios de la natu-
raleza tener acto de señorío en las cosas naturales. Y, por
eso, recordó la memoria cómo Dios ha ordenado los siete sa-
cramentos, el acto de los cuales es muy a menudo en dife-
rentes lugares sobre el curso de la naturaleza. Quiso la vo-
luntad de Blanquerna decir de ellos alguna cosa; pero, para
evitar prolijidad, mudó la materia en las siguientes palabras,
y dijo que el señorío divino la había muy fuertemente obli-
gado en amar y temer a su Dios, puesto que por la creación
y conservación son grandes los beneficios que de él recibe;
y aun le estaba más obligada por haber querido Dios hacerse
hombre, y, siendo hombre, quiso morir para que ella fuese
a aquel hombre sierva y comprada por la recreación que hizo
con su amarga y dolorosa pa.sión que sufrió en la cruz para
salvar los pecadores.
15. "Entendimiento amigo — dijo Blanquerna — : ¿enten-
déis vos cómo el acto de la paciencia de Dios es muy gran-
de para con nosotros? Pues Dios nos ha creado y recreado
y cada día recibimos de él beneficios y gracias sin fin, sién-
dole nosotros a él tan desobedientes, y a los señores de la
tierra y a las cosas del mundo tan obedientes. Acordaos, me-
moria— dijo Blanquerna — , cuántas son las ofensas que todos
596
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLÜLL
los días hacemos contra Dios y cómo la paciencia de Dios
espera nuestra satisfacción. Mirad vos, entendimiento, cuán-
tos son los hombres que tienen ignorancia de Dios, le des-
creen y desprecian y cuán pocos los que le conocen, aman y
honran. Y vos, voluntad, llorad, llorad, porque los moros po-
seen la Tierra Santa de ultramar, donde tomó Dios carne hu-
mana y murió en cuanto hombre; y llorad también porque
los malos sacerdotes, estando en pecado, tratan el sacratísi-
mo cuerpo de Jesucristo, y Dios tiene paciencia en todas es-
tas cosas." Lloró la voluntad, y lloraron también la memo-
ria y el entendimiento en los ojos de Blanquerna, quien dijo
estas palabras: "¡Ah y cuán paciente es Dios para con el
mundo, quien es tan culpable contra él y tan desconocido!"
Después de esos lloros, lloraron todos largamente por la santa
pasión de nuestro Señor Dios, en la cual fué Dios tan pacien-
te, pues en cuanto su muerte fué mayor y el más vivo y sen-
sible dolor que ninguna otra muerte que pueda sentirse por
criatura alguna, en tanto fué mayor su pasión por haber sido
sin culpa traído, vendido, mofado, azotado, crucificado y
muerto por aquellos a quienes perdonaba, y por quienes ha-
bía venido a hacerse hombre ; y fué paciente cuando se halló
desamparado de todos y cuando veía ajar y reempujar a nues-
tra Señora y llorar en su pasión ; y fué paciente en todos sus
actos en tanto grado, que corazón ninguno lo puede pensar
ni entendimiento alguno entender.
16. De esta manera y otras muchas, el ermitaño Blan-
querna— que era hombre justo — , con los tres actos de su
alma, contemplaba y adoraba día y noche los actos de las
divinas dignidades, y por los cuales elevaba sus potencias
para tener conocimiento de la Santísima Trinidad y encar-
nación de nuestro Señor Dios Jesucristo y de su santa pa-
sión.
FELIX O MARAVILLAS
DEL MUNDO
FELIX,
LIBRO I |
sis1
8*8
II MARAVILLAS 11
| & DEL MUNDO, l>
COMPUESTO S:f
EN LENGUA LEMGSINA POR EL IL-
ïuminado po^tòr, .MacíUo y Manyr el Beato vllft
V^'? Ray mando Luiio Mallorquín ; y traducido
6 çL en Efpañol por un Difcipuloj puedas ai- $ £
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*B £| Viuda FRAÜ Impiefora de la Kl Audiencia. $ g
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INTRODUCCION
Es el Llibre de meravelles la obra luliana más conocida
y divulgada después del Blanquerna, y, como ésta, designada
también por el nombre de su protagonista: Fèlix. Ambas
constituyen las dos primeras obras del género novelístico
no solamente en la literatura catalana, -sino en todas las cul-
turas hispánicas.
Mas la trama novelística se teje en entrambas sobre una.
urdimbre doctrinal: esencialmente religiosa y eclesiástica en
el Blanquerna, más laica y enciclopédica en el Fèlix, por más
que la inquietud religiosa no deje nunca tranquilo al grande
ánimo de Ramón Llull e informe todas las maravillas que se
exponen en el decurso de la narración.
Es el Fèlix, como lo definió Littré l, un verdadero r ornan
à tiroirs, una novela episódica, un verdadero libro de caba-
llerías a lo divino. Como Gui de Warwick o Tristán salían
à recorrer el mundo en busca de aventuras o a la búsqueda
del Santo Grial, Félix, a instigación de su padre, que se la-
mentaba de la muerte de la sabiduría y de la caridad en el
mundo, va por montes y llanos, por yermos y ciudades, por
castillos y ermitas, maravillándose de las maravillas que Dios
ha esparcido por doquier en el mundo, alabándole por ellas
y procurando que todos las admiren y le alaben. El libro en-
tero es, pues, como una extensísima "contemplación para
alcanzar amor", hablando en términos ignacianos.
Ese aliento espiritual de la gran novela luliana late cons-
tantemente, así bajo las idílicas descripciones del paisaje
como en las lecciones científicas que los sabios ermitaños
exponen a Félix y en los pintorescos ejemplos que las con-
firman y coloran más bellamente, todo a través de un viaje
fantástico e irreal, donde el joven viajero, maravillado, se
encuentra siempre en idéntico ambiente: en un bello bosque,
junto a una clara fuente, frente a un santo ermitaño, siem-
pre el mismo a pesar de los frecuentes cambios, ya se llame
•' 1 HLstoire lUtérairc de ¡a Frunce, XXIX, n. 257.
6oo
MIGUEL BATLLORI
Blanquerna, como el héroe de la otra novela, bien permanezca
en humilde anonimato. Ellos — casi diríase él con mayor pro-
piedad— le hablan de Dios, de los ángeles, del cielo, de los
elementos, de las plantas, de los metales, de los animales y
del hombre, al que dedica más de la mitad de la obra. Esta
parte octava, dice el P. Longpré 2, constituye un "intere-
sante tratado de psicología", y todo el libro "tiene el carácter
de una enciclopedia popular: teología, física, meteorología,
moral; todo se halla en él".
Ninguno de los numerosos manuscritos catalanes que nos
han conservado este Llibre de meravelles consigna el lugar
ni la fecha de su composición, si no es alguno interpolado.
Pero las citas claras que contiene del Llibre dels àngels, del
Caos, del Gentil, del Llibre dels articles, del Art demostrati-
va y de lo.. Doctrina puerU — obras, todas ellas, anteriores
al 1286 — son ya un buen indicio cronológico !.
Además, del mismo prólogo — autobiográfico, como la ma-
yor parte de dos prólogos lulianos — donde Llull dice que
"en tristícia e el llanguiment estava un home en estranya
terra", se deduce que, al redactar el Fèlix, se hallaba el
autor fuera de su Patria, casi ciertamente en París, dado el
claro influjo de los libros novelescos del Norte y sus alu-
siones indirectas al rey de Francia.
Ambas circunstancias — ciudad de París y año 1287 — se
consignan ya en algunos manuscritos medievales; señal evi-
dente de una antigua tradición en su favor.
Podemos afirmar que el Llibre de meravelles es la obra
más interesante de cuantas compuso Ramón Llull en aquella
larga demora en París hacia el año 1288, que nos dió tam-
bién la Disputatio fidelis et infidelis, ofrendada a los docto-
res parisinos, y el perdido Llibre de plasent visió, del que ha-
bla el propio autor con gran encomio — cosa en él insólita —
en el capítulo 57 del Fèlix.
Esta fecha de 1288 tal vez no valga para el Llibre de les
bèsties, que constituye el tratado séptimo de toda la obra,
ya que en su introducción se menciona elogiosamente a dos
varones de la Orden de ios Apóstoles, condenada por Hono-
rio IV en 1286 4 y reprobada por el mismo Llull poco más
adelante, en el capítulo 56 del libro VIII. Ello induce ya a
creer que la composición de ese "Tierepos", como lo apellidó
1 «Dictionnaire de théologie catholique», IX, 1092.
a Mateo Obrador, prólogo al Fèlix en Obras de Ramón Lull
ffalma, 1903).
4 Véase la nota de Gal més en su edición del Llibre de merave-
lles, IV, 325, nn. 85, 26.
INTRODUCCIÓN AL FÉLIX
6o I
Konrad Hofmann B, debe de ser un tanto anterior, y que lue-
go Ramón lo aprovechó para incluirlo en el Fèlix antes del
libro del hombre.
A idéntica conclusión parece llevarnos el examen mismo
de este libro de las bestias y de sus fuentes literarias : mien-
tras en el Llibre de meravelles es clarísimo el influjo prima-
rio de la novelística francesa, en el Llibre de les bèsties, en
cambio — a pesar de la opinión francesa, que intentó situarlo
simplemente en los ciclos nórdicos del Roman du Renard c — ,
la fuente principal parece ser el Calila y Dimna, cuento des-
gajado del Panchatantra, que Llull pudo conocer en la ver-
sión árabe y reproducir luego de memoria, con interpreta-
ciones y episodios originales, claramente precisados por Lát-
tré. Esta es también la tesis de Rubió y Lluch 7 y de Menén-
dez y Pelayo.
"No cabe controversia — escribe este insigne crítico — ni
sobre el origen de la ficción principal ni sobre los apólogos
accesorios. Pudo creerse al principio que teníamos aquí la
única forma española conocida del ciclo satírico de Renart.
No era enteramente desconocida esta creación poética para
R. Lulio, puesto que de ella tomó el nombre de su protago-
nista, a quien designa siempre no con el genérico de volp,
sino con el propio y peculiar de ATa Ren-art, siendo de notar
la sustitución del género femenino al masculino que este ani-
mal tiene en las versiones francesas. Pero a esto se reduce
toda la decantada influencia, puesto que las demás semejan-
zas, que una lectura superficial pudiera sugerir como verosí-
miles entre ambas obras, no son más que las muy vagas y re-
motas que existen entre el Renart y el verdadero modelo
que R. Lulio tuvo a la vista, el cual no es otro que el famoso
libro árabe de Calila y Dimna, del cual imitó el cuadro de
la fábula y también muchos de los cuentos, pero todo ello con
tan notables y substanciales diferencias, que, a no suponer-
las nacidas de su propio ingenio y capricho, indican que no
tenía el original a la vista, aunque recordaba los principa-
les puntos de él. Desde luego, es original de Raimundo la
grande escena de la elección del rey de los animales, el apoyo
que al león presta el zorro, la oposición del buey y del caba-
llo, que, ofendidos, se entregan al hombre. Le pertenece tam-
bién el importante episodio de la embajada que el rey de
los animales envía al rey de los hombres por medio del leo-
pardo y de la onza, llevándole como presentes el gato y el
■ Kin katúUuiisches Thierepos (Munich, 1872), tirada aparte de las
Memorias de la Academia de Ba viera.
6 J. H. Probst, Camctèrc ct origines Jes idées di; />'. Rayinoini
Lnlle (Tolosa, 1912), -53*255.
7 Ramón IaiJI cu ets Estudis Universitaris Catalans, en BUC, |
iftro), 290.
Ó02
MIGUEL BATLLORI
perro. La descripción de la corte del rey de los hombres da
pretexto a nuestro autor para censurar la licencia y desho-
nestidad de los cantos y músicas de los juglares. Otro episo-
dio enteramente nuevo y propio de un libro de caballerías
es el combate singular entre la onza y el leopardo, a quien
el león había robado tiránicamente su mujer. De los dos
chacales o lobos cervales del texto árabe no ha conservado
más que uno, convirtiéndole en zorra, lo mismo que el tra-
ductor latino Juan de Capua" 8.
Muchos de los episodios animalescos de toda esta fábula
han tenido una larga vigencia literaria desde Esopo y Fedro
hasta los fabulistas europeos del XVII y del XVIII; así, por
ejemplo, el episodio de la zorra y los pollitos fué también ex-
plotado por La Fontaine en Le Renard et les pauléis d'Inde,
cuya moraleja es la misma que en el texto luliano: "Le
trop d'attention qu'on a pour le danger j fait le plus souvant
qu'on y tombe" ; y el de la alianza de todos los enemigos del
lobo, de ascendencia esópica, reaparece también en Le loup
et les bergers del fabulista francés del grand siècle, donde
"Le loup est l'ennemi commun : ¡ chiens, chasseurs, villageois,
s'assemblent pour sa perte" y.
Contrariamente a lo que sucede con la mayor parte de
las obras Miañas, este Llibre de meravelles no se difundió
en Europa a través de una traducción latina, sino en textos
vulgares; el original catalán consérvase en numerosos ma-
nuscritos antiguos, pero no fué publicado hasta tiempos
muy recientes, pues la primera edición fué la de Jerónimo
Rosselló en la Biblioteca Catalana, que dirigía en Barcelona
Mariano Aguiló y Fuster (1872-1904), reproducida en la
colección de Obras de Ramón Lull (Palma, 1903, dos tomos) ;
mosén Salvador Galmés cuidó más recientemente el texto
de la edición del Llibre de meravelles en la colección "Els
Nostres Clàssics" (Barcelona, 1931-34, cuatro tomos), que
es la que utilizamos en las notas de nuestra edición cas-
tellana.
En Francia es famoso el lujoso manuscrito, de la segunda
mitad del siglo XV, Livre des merveüles, perteneciente un
tiempo a Luis de Brujas, señor de la Gruthuyse, hoy en la
Biblioteca Nacional de París (ms. 189), que contiene un texto
francés nunca impreso hasta el presente.
Pero donde más se difundió el Fèlix fué en Italia; hasta
cinco manuscritos se conocen de la versión italiana: dos en
Módena, procedentes de la corte estense de Ferrara, centro
de interés hispánico en tiempos de Isabel de Este y de Lu-
s Orígenes de la novela, 1 (Madrid-Santander, 1943), 136-137.
8 Fábulas XII, 18, y X, 5, respectivamente.
INTRODUCCIÓN AL FELIX 6o;,
crecía Borja; otro en la Marciana, de Venècia, que cabe re-
lacionar con el de la Bodleian Library, de Oxford, también
de origen veneciano; y el último, finalmente, en Munich.
No se conoce ningún manuscrito medieval o del Renaci-
miento que contenga esta obra en versión castellana. No
obstante, española fué su primera edición, impresa en Palma
el año 1750, obra atribuida al capuchino Luis de Flandes,
quien admitió en sus traducciones excesivo número de cata-
lanismos y barbarismos. Es el texto que reproducimos a con-
tinuación, sin más cambios que los puramente ortográficos,
pero anotando al pie de la página las más importantes di-
vergencias con respecto al original luliano. Adviértase, con
todo, que muchas de esas divergencias no dependen tanto
del prurito del traductor por componer en estilo periódico,
cuanto de haber seguido un manuscrito (B) distinto del bá-
sico (A), reproducido por Galmés en su edición "Els Nostres
Clàssics". Ambos códices se conservan en la Sociedad Ar-
queológica Luliana, de Mallorca.
M. Batllop.i.
MARAVILLAS DEL ORBE
PRÓLOGO
Dios, en virtud de tu bondad, grandeza, eternidad, poder,
sabiduría y voluntad, comienza este Libro de Maravillas.
En tristeza y congoja estaba un hombre en tierra extra-
ña, el cual se maravillaba de cuán poco las gentes de este
mundo conocen y aman a Dios, que le ha criado y puesto
en poder de los hombres con tan magnífica liberalidad \ con
el fin de ser por ellos amado y conocido. Este hombre llo-
raba y se lamentaba de cuán pocos amadores, servidores y
loadores tiene Dios en él. Y para que sea verdaderamente
amado, conocido y servido, hace este libro, el cual divide en
diez partes o tratados, a saber: de Dios, de los ángeles, del
cielo, de los elementos, de las plantas, metales, animales,
hombres, paraíso e infierno.
Y como tuviese un hijo llamado Félix, a quien tierna-
mente amaba, le dijo estas palabras: — Amado hijo mío,
cuasi muerta es la sabiduría, caridad y devoción, y pocos
son los hombres que siguen el fin para que Dios nuestro
Señor los crió. No hay hoy el fervor ni la devoción que en
tiempo de los apóstoles ni de los mártires, que por conocer
y amar a Dios padecían y morían. Y así, de lo primero que
te debes maravillar es de la falta de caridad y devoción de
nuestro siglo 2. Vete tú por el mundo maravillándote de los
hombres, porque cesan de amar y conocer a Dios. Gasta en
esto tu vida : en amarle tú y en llorar los defectos y miserias
de los que le ignoran y desaman.
Obedeció Félix a su padre, y, con su licencia y doctrina
y la bendición de Dios, se fué por los bosques, montes, lla-
nos, desiertos, poblados, castillos, ciudades, etc., maravi-
llándose de las maravillas que hay en el mundo, preguntando
lo que no entendía y enseñando lo que sabía, no excusando
ponerse en los mayores riesgos y peligros para que a Dios
se le hiciese reverencia y honor.
1 «cou tan magnífica liberalidad» no corresponde exactamente o la
frase típica luliana aen gran noblea e bonea».
2 tA meravellar te cové hon és caritat e devoció añaden, escribió
Ramón Llull.
LIBRO I
DE DIOS
CAPITULO I
En que se manifiesta que hay Dios
Después de haberse despedido Félix de su padre, entró
en un gran bosque, y caminando por él encontró una pastor-
cita que guardaba ganado, a quien dijo: — Amiga, mucho
me maravillo de que estéis tan sola en este bosque, en que
hay muchas fieras, que podrían devorar 1 vuestra persona, y
no veo en ella fortaleza para defenderos, ni a vos ni a vues-
tras ovejas.
Respondióle la pastora : — Señor, Dios es esperanza, com-
pañía y fortaleza de mi espíritu ; y estando yo 2 en este bosque
bajo su guardia y virtud, no tengo de qué temer, pues El
ayuda a todos aquellos que en El se fían, y tiene todo poder,
sabiduría y bondad, y está en mi compañía.
Mucho agradaron a Félix las palabras de la pastora, y
se admiró de que en ella cupiese tanta esperanza y sabidu-
ría. Y, prosiguiendo su viaje, a poco trecho oyó que la pas-
tora daba voces y lloraba, y vió que corría tras de un lobo
que la llevaba un cordero. Y en el intermedio que Félix ad-
miraba la ligereza y espíritu de la pastora, pues alcanzaba z
la fiera, vió que ésta, dejando el cordero, embistió, devoró
y despedazó a la pastora, sin que 4 pudiese llegar a soco-
rrerla, por más que corriendo procuró ejecutarlo; y entran-
do el lobo en el ganado, devoró muchas ovejas y corderos.
Quedóse pasmado Félix con la tragedia que había visto,
y, acordándose de las piadosas y devotas palabras que a la
pastora había oído, se maravilló de cómo Dios no la había
1 «dar dampnatge», dice simplemente el texto original.
a Aquí parafrasea el traductor : a... e en sa guarda e virtut estich
en aquest boscatge, car ell ajuda a tots aquells qui en ell se confien.»
3 Mala traducción de «encalcaba», perseguía.
1 La frase «sin que pudiese... ejecutarlo» es una añadidura lite-
raria del traductor.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. I
607
ayudado en aquel lance, pues ella en él confiaba, y cayó en
gran tentación, dudando que hubiese Dios; porque, si le hu-
biese, le parecía imposible que en aquella ocasión hubiese
dejado de asistirla. Con esta tentación y dudoso pensamien-
to caminó todo el día, hasta que llegó a recogerse por la
noche en una ermita, donde había un santo hombre, que en
teología y filosofía había estudiado muchos años, y con sus
libros y sabiduría en ella contemplaba y adoraba a Dios.
Este santo ermitaño saludó a Félix con mucho agrado, pero
Félix no pudo responderle ni articular palabra 6, sino que,
todo aturdido, se echó a sus pies y estuvo gran rato sin po-
der prorrumpir, de que se maravillaba el ermitaño, cono-
ciendo que aquel hombre estaba poseído de algún gran pe-
sar 7. No menos se maravillaba Félix de la tentación que
oprimía^su espíritu; y cuanto más ésta le atormentaba, más
consideraba y se afirmaba en que no había Dios, imaginando
que, si le hubiese, no hubiera permitido que cayese en tan
grande tentación, mayormente cuando él, por amor del mis-
mo Dios, había hecho propósito de ir por el mundo para
procurar que las gentes le amasen, conociesen, honrasen y
sirviesen. — Amigo — dijo el ermitaño — , ¿ qué tenéis y de qué
estáis tan aturdido? — Señor — respondió Félix — , estoy ma-
ravillado de que Dios me haya desamparado y me haya de-
jado caer en tan gran tentación, y lo estoy también porque
ha desamparado a una pastorcita, a quien a mi vista ha de-
vorado un lobo. — Y entonces contó al ermitaño la duda que
tenía de que hubiese Dios, y le rogó que le ayudase como
pudiese para volver a adquirir la devoción y fe que había
perdido.
— Hijo — dijo el ermitaño — , en una tierra había un rey
que amaba mucho la justicia, y sobre su trono había hecho
poner un brazo de hombre, que era de piedra, y en la mano
tenía una espada, y en la punta de la espada un corazón,
que era una piedra roja, para significar a sus vasallos que
el corazón del rey tenía voluntad de mover el brazo, y éste
a la espada, símbolo de la justicia. Sucedió después el que-
dar este palacio deshabitado por causa de una gran sierpe ? ;
y entrando en él un santo hombre que buscaba la soledad
para hacer penitencia y contemplar a Dios, vió el brazo, la
espada y el corazón; y discurriendo lo que quería significar
0 En la ermita, según se ve en el original : «en aquell armi-
tatge.»
* Por supuesto que «articular palabra» es una glosa del traductor.
7 «que alcun sbayment havia», escribió Llull con más viveza.
8 El traductor no supo traducir con exactitud el original, que
dice : «E sdevench-se que per una gran serpent lo palau fo jaquit,
e nuil home no-y poch abitar», donde jaquit equivale a abandonado.
6o8
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
aquella figura, premeditó 9 sobre ello tanto tiempo, que al-
canzó el fin por que se había hecho.
— Señor — dijo Félix — , esa similitud que me decís, ¿qué
significa? — Significa — dijo el ermitaño — el que debías tú
considerar que este mundo es por ocasión de algún bien, poi-
que sin ocasión de bien no podría él ser tan hermoso como
es ; y, si no hubiese Dios, sería el mundo por ocasión de mal,
pues habría en él más de mal que bien; y respecto de que
el bien conviene con el ser y el mal con el no ser, se mani-
fiesta que aquello por que el mundo es bueno es Dios, y aque-
llo por que el mundo sería mayor en mal que en bien sería
si no hubiese Dios, sin cuyo ser todo cuanto es sería al con-
trario de lo que es, y, por consecuencia, que el bien fuese
para que fuese el mal, y el mal sería por sí mismo, y sería
fin del bien, lo que no puede ser y en lo que se manifiesta
que hay Dios 10.
Habiendo considerado Félix gran rato en las palabras que
el buen hombre le decía, su alma se empezó a alegrar, por lo
que, suspirando y llorando, dijo al ermitaño estas palabras:
— Virtud y fortaleza de espíritu había en la pastorcita cuan-
do seguía al lobo. Luego, si hubiese Dios, a la virtud de la
pastorcita hubiera ayudado, con lo cual no hubiera desfa-
llecido la virtud que solía haber en mi alma amando a Dios.
— Amigo — dijo el ermitaño — , Dios es caridad y justicia, y
en premio de que la pastorcita le amaba, servía y en él con-
fiaba, le dió la gloria, y en el mesmo acto11, ocasión a vos
para que seáis fuerte contra las tentaciones y que creáis de
Dios lo que no podéis entender, porque hombre que ha to-
mado a su cargo tan gran negocio como vos, es menester
que tenga gran fortaleza de espíritu ; y por eso ha permitido
Dios que el demonio os tiente, para que, venciendo ésta, os
acostumbréis a ser firme y fuerte contra las demás tenta-
ciones y vicios.
Después que el santo hombre hubo dicho estas palabras,
tomó una vara e hizo un círculo alrededor de Félix; y des-*
pués le preguntó si le parecía que fuera de aquel círculo hu-
biese alguna cosa de necesidad mayor que dentro. Y, en
tanto que Félix se maravillaba de la cuestión que el ermi-
taño le hacía, el ermitaño le dijo que la grandeza tiene ma-
yor concordancia con el ser que la pequeñez; y que, pues
fuera del círculo había cosas de mayor grandeza y exten-
sión que dentro de él, era manifiesto que fuera del círculo
había alguna cosa mayor que las que eran dentro; y que
" «Premeditó-) corresponde inexactamente a «cogita», pensó.
10 Este argumento se apoya-en la idea típica de Ramón Llull de-
que todas las perfecciones, aun las exeadas, se identifican, al menos
lógicamente, con el Ser supremo o de él derivan.
" «en el mesmo arto» es glosa del traductor.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. I 609
por esta similitud entendiese que la razón juzga y conoce
que fuera del firmamento ha de haber alguna cosa tan gran-
de, que sea causa del mesmo firmamento, y ésta es Dios; y
como es manifiesto que aquello que está dentro del firma-
mento no es de tan gran cuantidad como el firmamento mis-
mo, pues éste contiene todo cuanto hay dentro de sí, se sigue
que hay Dios; porque, si no fuese este divino Ente fuera
del firmamento, se seguiría que mayor causa sería el no ser
que el ser, pues fuera del firmamento sería el no ser en in-
finita grandeza, y aquello que sería dentro del firmamento
sería grandeza terminada y finita, lo que es muy inconve-
niente 1L>.
En tanto que el ermitaño decía estas palabras, pasó una
gran serpiente por el lado de Félix, quien tuvo gran temoi
y miedo de ella, y se maravilló cómo el ermitaño no había
manifestado tenerle; lo que conocido por éste 13, le dijo:
— Aimado hijo, si no hubiera Dios, no hubiera resurrección,
y el mundo fuera eterno, y fuera por sí mesmo 14, y el hom-
bre, después de muerto, sería en privación y no ser; de que
se seguiría que el mundo fuese para que los hombres estu-
viesen más en el no ser que en el ser, pues en el no ser es-
tarían sin fin, y en el ser sólo mientras viven en el mundo.
Por lo que puedes considerar y conocer en ti mesmo que, si
no hubiese Dios, tu naturaleza no hubiera tenido miedo de la
serpiente, porque en este caso sería cosa natural que el
hombre desease morir, pues la muerte sería ocasión de que
el hombre consiguiese su mayor fin, esto es, el ser perpe-
tuamente en privación. Pero en que naturalmente has te-
nido miedo de la muerte, conocerás que hay Dios, con el
cual los hombres justos estarán en gloria, que después de
la resurrección no tendrá fin.
— Señor — «dijo Félix — , según vuestras palabras, me cau-
sa más admiración el que vos no hayáis tenido miedo de la
serpiente, pues por naturaleza amáis ser, y no venir en
privación. —Amigo — dijo el ermitaño — es cosa tan gus-
tosa el conocer y amar a Dios, que todos aquellos que ver-
n tina traducción más exacta de este párrafo sería: Después de
esta semejanza, el santo varón dijo que la razón juzga y conoce que
fuera del firmamento ha de haber alguna cosa, y aquella cosa es
Dios, como sea que lo que hay dentro del firmamento no sea en tan
gran cantidad como es el firmamento, que contiene todo lo eme hay
en él. Y, si Dios no existiera fuera del firmamento, se seguiría que
mayor cosa sería no ser que ser, pues fuera del firmamento sería no
ser en infinita grandeza, etc.
18 «lo que conocido por éste» lo añade innecesariamente el tra-
ductor.
14 Ramón Llull impugnó constantemente a los averroístas, que
afirmaban la eternidad del mundo ; según él, repugna a lá razón
la misma posibilidad de un mundo eterno.
30
6io
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
daderamente saben conocerle y amarle, desean verle y go-
zarle eternamente, y por ello menosprecian las vanidades
de este mundo poco durable ; por lo que yo no he tenido mie-
do de la muerte, antes deseo morir para ser con Dios; en
lo que conocerás que le hay; pues, si no le hubiese, ten-
dría yo debilidad de espíritu y hubiera tenido, como tú,
miedo de la serpiente, el que has tenido porque no sabes
con perfección amar ni conocer a Dios.
Mucho agradó a Félix la prueba que el ermitaño le
hizo de ila existencia de Dios, a quien alabó y bendijo por-
que había iluminado su conocimiento; y con contrición y
lágrimas confesó su culpa, y alabó y bendijo a Dios por-
que tenía tan buen contemplador en aquel santo ermita-
ño, deseando que hubiese muchos que, como él, con gran
sabiduría y amor le conociesen y amasen.
CAPÍTULO II
Qué es Dios
— Señor — dijo Félix al ermitaño — , ¿sabréisme decir lo
que es Dios? Pues deseo mucho saberlo, para que con ese
conocimiento se exalte mi voluntad en amarle con más
fortaleza que no le amo, pues es natural cosa que por ilu-
minación del entendimiento se eleve la voluntad más alta
en amar aquello de que el entendimiento ailcanza mayor co-
nocimiento.
El ermitaño se suspendió y se puso a considerar 1 cómo
pudiese dar a entender a Félix lo que es Dios; y, conocien-
do éste la suspensión del ermitaño y que no respondía a su
pregunta, le dijo: — Señor, un hombre halló una piedra
preciosa que valía mil sueldos, la que vendió por un dinero
a un hombre que sabía lo que la piedra era; y éste, vol-
viéndola a vender, sacó los mil sueldos de su legítimo va-
lor 2 . Y así, si vos sabéis lo que es Dios, os ruego que me
lo digáis, ¡para que yo, con ese conocimiento, le sepa amar
y conocer. Y, si vos no saibéis lo que es Dios, me causa gran
maravilla el que podáis amarle tanto sin conocerle, ni que
podáis hacer en esta ermita tan áspera vida, cuando me
parece que, sin ese conocimiento, por poca ocasión le me-
nospreciaréis, como hizo el hombre de la piedra que no co-
1 El original dice más simplemente : «Longament considerà lo
hermità en la demanda que li hac feta Fèlix.»
2 Más parece paráfrasis que traducción : <r... la qual vene per ï-
diner a *i¿ hom qui la pera conexia, de la qual pera hac -M- sois.»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 2
6lT
nocía, dándola por un dinero que conocía, siendo subse-
cuente al conocimiento del dinero la estimación que de él
hizo, y a la ignorancia de la virtud de ia piedra el despre-
ciarla *.
— Amado hijo — dijo el ermitaño — <, en un país sucedió
que una mujer osó alabar a un rey de muy sabio, poderoso
y dotado de todas buenas costumbres; y por el gran bien
que oyó decir del rey, tuvo deseo de verle *. Y cuando lo
hubo conseguido, y visto la gran orden de su corte, su buen
régimen, su gran poder, la belleza de su persona y, lo que
es más, sus buenas costumbres y virtudes, le amó más que
no le había amado, antes que le hubiese visto ni conocido.
Y pues vos, hijo, habéis ya dicho la causa por ia cual la
voluntad ama más lo que el hombre conoce que lo que no
conoce, sabréis que yo, estoy únicamente en esta ermita
para solicitar conocer lo que es Dios, en lo que he gastado
mucho tiempo, estudiando continuamente, para conseguir-
lo, diversos libros de filosofía y teología 3.
Después dijo el ermitaño a Félix 0 : — Sabrás, hijo, que
un rey tenía mujer muy bella y bien acostumbrada, a la
que tiernamente amaba, y era de ella correspondido con
tanto exceso, que pasó a tener celos de él y de una donce-
lla que la asistía, con la cual el rey solía tener gusto de ha-
blar por su agradable conversación. La reina esta'ba con-
tinuamente en una grande tristeza, sin que nada la pudiese
alegrar, por más que el rey procuraba manifestarla su amor;
de que maravillado, pasó a sospechar que la reina tuviese
otro cuidado o indecente conversación, por lo que, celoso
y cuidadoso, empezó a aborrecer a su mujer, y por ella) a
la doncella con quien antes hablaba. Y, confuso en estos
cuidados, dejó de tratarla, por no tener gusto en ello, de que
luego la reina se empezó a alegrar, lo que admiró al rey
mucho más; y, viendo que su mujer volvía a marle con
más fuerza que antes, volvió a manifestarla su cariño, para
que, viéndose correspondida, prosiguiese en su alegrías
— 'Hijo — «dijo el ermitaño- — , cuando los hombres tienen
placer en los deleites temporales y no los aman con la con-
sideración de que el Creador los ha creado para que por ellos
3 Bien se ve que en estas últimas frases el traductor ha amplifi-
cado un texto mucho más ingenuo.
4 Según el original, «rhac volentat que anas en aquella terra hon
lo rey era». Mosén Galmés anota en su edición del Fèlix (I, 36, y
IV, 321) que este párrafo parece aludir a la historia de la reina de
Sabá y del rey Salomón, consignada en el libro III de los Re-
yes, 10, 1-10.
6 «En theologia e en philosophia», dice Ramón Llull, con grada-
ción muy luliana.
a Todo este párrafo que sigue es una traducción asaz libre, pero
exacta cuanto al sentido.
6l2
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
y con ellos le sepan amar y conocer, sucede el que se apar-
ta Dios de los hombres, por cuya separación no pueden
conocer a Dios ni tener la deleitación que tendrían si le co-
nociesen. Pero cuando los hombres dejan de amar los delei-
tes como deleites mundanos y aman sólo en ellos las simi-
litudes que tienen del Creador 7, sucede el que el mesmo
mundo y sus criaturas enseñan a los hombres el modo cómo
amen y conozcan a Dios, y por esto puedes tú tener conoci-
miento de lo que es Dios, considerando que Dios es aque-
llo de cuyo conocimiento el mundo nos aparta si amamos
el mundo por el mesmo mundo, y Dios es aquello de quien
el mundo nos da conocimiento si amamos el mundo con el.
fin de que podamos conocer y amar a Dios.
— -Amado hijo, el hombre adquiere conocimiento de lo
que es Dios diciendo que en Dios no hay ninguna falta de
nobleza, perfección, bondad, grandeza, eternidad, poder, sa-
biduría, voluntad y virtud, ni de las demás virtudes y per-
fecciones; y conociendo que Dios no es ninguna cosa en que
haya ni pueda haber el menor defecto, alcanza el hombre
también conocimiento de Dios, diciendo: es cumplimiento de
toda bondad, de toda grandeza, de toda eternidad, poder, sa-
biduría, voluntad y de todas las demás dignidades.
— 'Amado hijo — dijo el ermitaño — », un mercader tenía mil
pesos 8 y deseaba tener otros mil ; y cuando tuvo dos mil,
deseó tener más, hasta que tuvo cien mil, y todavíaj no pudo
saciar su deseo: de que maravillado, pensó que el cumpli-
miento de sus deseos no estaba en tener dinero, sino en ad-
quirir castillos, villas y posesiones, los cuales deseó tener y
adquirir; pero, habiéndolo conseguido, no halló cumplidos
sus deseos, porque cuanto más compraba, más se le aumen-
taba la voluntad de tener más. Viendo que de riquezas no
se podía saciar, creyó se saciaría, y tendrían cumplimiento
sus deseos, teniendo mujer e hijos; y, conseguido uno y
otro, halló que no se aquietaba su espíritu ni saciaba su
apetito ; entonces quiso tener honras, dignidades y otras mu-
chas cosas, y cuanto más tenía, más deseaba tener, de que
él se maravillaba mucho. Viendo que ninguna cosa de este
mundo le podía saciar ni llenar el alma, consideró poner a
Dios en ella, amándole y sirviéndole con todo cuanto su
Majestad le había dado ; y entonces se sació, estuvo conten-
to y no quiso tener más. En lo que conocerás, hijo, que Dios
es cumplimiento del alma cuando ésta le sirve con todo su
poder.
Pero todavía has de saber que por una floresta, en la
1 Comentario e interpretación del original : «Mas quant home se
lexa amar los delits d'aquest món, ab los quals delits e ab lo qual
món hom ama Déus.»
6 «mil besants», escribió Ramón.
FELIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 2 Oí V
cual había una ermita, pasó un caballero armado de todas
armas, y, encontrando al ermitaño que cogía unas hierbas,
de que vivía, le preguntó qué era Dios; y el ermitaño le
respondió que Dios es aquello por que es creado y orde-
nado cuanto tiene ser; y Dios es aquello que resucitará los
hombres buenos y malos, y dará gloria eterna a los buenos
y pena eterna a los malos; y que Dios es aquello que hace
llover, florecer y granar, y que da vida y sustento a todo
cuanto tiene ser. Cuando el ermitaño hubo satisfecho al ca-
ballero, le preguntó qué es caballero. Y el caballero le res-
pondió que el caballero es hombre que hace profesión de
andar a caballo para sostener la justicia, guardar y defen-
der al rey y al pueblo, para que el uno pueda reinar y el
otro vivir, de forma que el pueblo pue^a amar y servir a
Dios »
— Señor — dijo Félix al ermitaño — , una vez sucedió que
un caballero declaró a una virtuosa mujer lo enamorado que
estaba de ella, solicitándola para el carnal deleite, y ella le
preguntó qué era amor. A que el caballero respondió que
amor es aquello que hace unir diversas voluntades a un fin.
Entonces la mujer preguntó al caballero si aquel amor que
la tenía la uniría a Dios en la gloria 10 ; y el caballero que-
dó confuso de la cuestión que la mujer le había propuesto,
y dijo estas palabras: "Mucho tiempo he estado sujeto al
falso amor y he tenido una total ignorancia del amor ver-
dadero." Y, vuelto a la mujer, la dijo que bien conocía que
el verdadero amor hacía unir al hombre a Dios y le apar-
taba de la traición, lujuria, cobardía y de todo engaño y
falsedad; pero que todavía quería saber lo que es amor en
si mesmo, porque una cosa es lo que el amor hace, y otra
lo que el amor es; y por esto rogó a la mujer le diese cono-
cimiento del verdadero amor, pues se le había dado del fal-
so amor 11 . Mucho agradó a la mujer la devoción del caba-
llero, y alabó a Dios porque le había enardecido con el fuego
del verdadero amor, y dijo estas palabras : "Señor verdadero
y Dios glorioso, pues por amor habéis enamorado a este ca-
ballero, os ruego le deis conocimiento de lo que amor es,
pues yo por tu gracia y por tu virtud se le he dado de su
operación; mas él quiere exaltar su entendimiento a cono-
cerle, con el fin de poder mejor amaros, y vos sabéis con
perfección lo qUe es amor en sí mesmo."
9 Traducción complicada de «... per çordar e salvar lo rev t son
pobla, per tal que puscha regnar en tal manera que son poble ne
puscha Déus amar e conèxer.»
" Ramón Llull añade : «... quan trespass&ria de la vida d'aqoest
segle.»
n Aquí deja sin traducir la frase «la qual amade havia sens que
conexença no-n havia haüde».
6i4
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
Por las palabras de Félix conoció el ermitaño que no es-
taba satisfecho del conocimiento que le había dado de Dios,
cuyo ser le había explicado por las obras que Dios hace en
las criaturas; y vió que Félix quería saber lo que es Dios
en sí mesmo y en sus obras interiores ; por lo que le dijo es-
tas palabras:
— Un filósofo tenía un hijo a quién mucho amaba, al cual
enseñó mucho tiempo la filosofía; y cuando el hijo fué bien
sabio en esta ciencia, el padre le enseñó un libro que él ha-
bía escrito, y le preguntó si conocía que él fuese hombre
porque había escrito el libro o porque era su padre. Y el hijo
le respondió que por haber escrito el libro conocía que era
hombre, por ser acto de hombre el escribir; pero que mucho
mejor conocía que era hombre porque le había engendrado,
por ser más propio acto del hombre el engendrar a otro hom-
bre que el escribir 12. — Después de este ejemplo dijo el ermi-
taño que Dios es aquel que hace la obra que ninguno otro
puede hacer, sino es Dios tan solamente, la cual obra hace
Dios en las criaturas; pero aquello por que el hombre tiene
mayor conocimiento de lo que es Dios, es por la obra que
Dios hace en sí mesmo, engendrando en sí mesmo y de sí
mesmo Dios, esto es, que Dios Padre engendra a Dios que es
Hijo, y del Padre y del Hijo procede Dios que es el Santo
Espíritu, y todos tres son tan solamente un Dios. El cual
Dios es aquel que es Padre Dios, que es Hijo Dios y que es
Espíritu Santo Dios, y que es un Dios y no tres dioses.
Y Dios es aquel que es Dios infinito y eterno, sabio, pode-
roso, virtuoso y que es cumplido en sí mesmo de toda bon-
dad, de toda infinidad y de toda perfección.
¡Mucho agradó a Félix el conocimiento que el ermitaño le
había dado de Dios, a quien alabó y bendijo por ello y por-
que al mesmo tiemípo sintió que en su alma se le multiplicaba
el amor de Dios, por causa 13 del mayor conocimiento de este
soberano Ente que con esta explicación había adquirido.
CAPÍTULO III
DE LA UNIDAD DE DIOS
— En cierto país — dijo Félix al ermitaño — había un rey
que era muy hermoso en lo personal y bien acostumbrado de
virtudes, el cual tenía gran poder de gentes y de riquezas y
13 Desde «par ser mSs propio» hasta el fin es una glosa del tra-
ductor.
18 Esta frase corresponde a «per ço car mils lo conexia que d 'abans
no fe ya».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 3 6l.S
era robusto y de gTande espíritu. Lo que contemplando uno
de su corte, deseaba que en el mundo hubiese muchos reyes
semejantes a aquél, para que hubiese amor y concordancia
entre ellos, y que juntos hiciesen estar el mundo en tal dispo-
sición, que Dios fuese conocido y amado por los hombres. —
Después de estas palabras dijo Félix: — Señor, yo quisiera
saber si hay un Dios tan solamente o si hay muchos; por-
que, si hay uno, deberé amar uno, y si son muchos, deberé
procurar conocer y amar a muchos.
— Sabrás — dijo el ermitaño — que, si hay sólo un Dios,
puede haber en él todo cumplimiento de perfección; y1, si
hubiese más de uno, sería más cumplido que los otros si uno
de ellos tuviese la virtud de todos, y la tuviese en sí mesmo
y por sí mesmo. Luego conveniente cosa es que sea en un
Dios toda la nobleza, la bondad, la grandeza y la virtud que
podría ser en todos los demás dioses; y éstos, entre todos,
no podrían tener tanta grandeza como uno; pues un Dios
puede ser infinito y puede ser soberano en bondad y en po-
der, y, si fuesen muchos iguales, cada uno convendría fuese
finito y terminado por el otro, y ninguno sería totalmente
poderoso. Y, si hubiese un Dios infinito, poderoso y soberano
más que los otros, convendría que éstos le obedeciesen, pues
no le podrían contrastar; de que se seguiría que al fin no
habría sino un Dios.
Y añadió el ermitaño: — Sabrás que un rey insipiente y
necio deseaba tener y ser señor de los estados de otro rey
que era muy sabio y virtuoso, el cual mantenía su reino en
paz y justicia. Este sabio rey deseaba ser rey del reino del
rey insipiente y necio, porque le parecía tenía muchos incon-
venientes el que reinase un rey sin sabiduría y justicia. Su-
cedió que ambos a dos reyes se combatieron en campaña con
todas sus fuerzas, donde fué vencido aquel que era sabio y
justo, y el injusto e ignorante se apoderó de su reino; lo
cual causó grandes desórdenes en ambos, por carecer de sa-
biduría para gobernarlos; por lo cual y por sus malas cos-
tumbres padecieron los vasallos muchas guerras, pobreza y
otros desórdenes.
Cuando Félix hubo oído al ermitaño, se le aumentaron
sus dudas 2 y dijo : — Señor, vuestras palabras parece signi-
fican que haya muchos dioses, porque este mundo es conti-
nuamente en trabajos y guerras, y hay muchos hombres que
son enemigos de la virtud y amadores de los vicios, siguiendo
unos una secta y otros otra; por lo cual y por vuestro dis-
curso parece que hay muchos dioses, o que hay uno en el
1 «e si n són més de -i-, fóra déu pus complit que tots, si
hagués en si mateix tota la virtut que queseun déu hauria en si ma-
teix per si mateix.»
: Por ese maravellà fortment».
6i6
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
cual hay falta de sabiduría, justicia, bondad, poder y vir-
tud; porque, si hubiese un solo Dios que fuese sabio, bueno,
justo y poderoso, tendría al mundo o a los que le habitan en
vía de virtud, paz y caridad.
— Querido hijo— dijo el ermitaño — , todo hombre tiene
alguna similitud de Dios, porque todo hombre es bueno en
cuanto es criatura y en cuanto tiene entendimiento y volun-
tad, y la bondad del hombre es semejante a la bondad de
Dios, pues Dios ha puesto su similitud en el entendimiento
y voluntad del hombre; y porque el hombre es similitud de
Dios, le es natural al hombre el conocer y amar a su seme-
jante, esto es, a Dios; pero porque el hombre no quiere usar
sabiamente de la similitud que de Dios tiene, obra contra sí
mesmo y contra la semejanza de Dios, pues presume cada
uno ser un dios cuando contra Dios obra. En lo que conoce-
rás que el no amar los hombres a un solo Dios es la causa
de que el mundo esté en continuos trabajos, desórdenes y
errores ; y que Dios 3 les ha dado libertad, para que le pue-
dan amar y conocer, con el fin de darles 4 gran gloria si fran-
camente y con libre voluntad quieren amarle y conocerle;
porque ama Dios tanto su similitud en el hombre, que le ha
puesto, en estado dé adquirirla y multiplicarla mediante las
buenas obras que puede ejecutar.
— Has de saber, hijo — dijo el ermitaño—, que, cazando
un caballero, siguió tanto a un jabalí, que, apartándose de
sus compañeros y perdiéndose en un bosque, hubo de pasar
la noche en él, donde tuvo gran miedo. Y maravillándose, por
no saber la causa de su temor, empezó a imaginar que el sol
era Dios, supuesto que de día él no tenía miedo y de noche
sí, lo que no podía dimanar sino de la ausencia del sol. Por
la mañana, cuando el caballero se volvía, encontró a un es-
cudero a cuyo padre había muerto, y de verle tuvo gran mie-
do, por considerarle ofendido y armado y él no tener armas
con que defenderse; por lo que se puso a rogar al sol que le
ayudase contra aquel hombre, a quien veía venir derecho
a él. Mas como todo esto no remediase su miedo, antes se
le aumentase cuanto más el hombre5 se le acercaba con la
lanza en la mano, empezó a clamar y a pedirle que antes
que le matase le escuchase. Suspendióse el hombre, y el ca-
ballero le contó el miedo que había tenido en el bosque por
la ausencia del sol, y cómo había creído que el sol fuese
Dios; pero que conocía que no lo era, porque, si lo fuese,
no hubiera tenido miedo de verle venir cuando ya era me-
3 «e-l déus qui és «i*», precisa Ramón.
4 El texto castellano dice erróneamente «los ha dado libertad»
y «darlos gran gloria». .. .
5 Aquí y hasta el fin del capítulo, «el hombre» se refiere al
escudero. '." • *
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 4
617
diodía 15 ; y que le había de deber le dijese si conocía que él
era más digno de la muerte por haber muerto a su padre
o por haber creído que el sol fuese Dios. El hombre se ad-
miró de la pregunta que el caballero le hacía, y no sabía qué
responderle; por lo que el caballero volvió a preguntarle si
le parecía que él había ofendido a Dios en haber dudado lo
que le había de responder a la pregunta que le acababa de
hacer, cuando no se hubiera detenido en ello ningún hombre
que amase más a Dios que a su padre. Mucho tiempo estuvo
pensativo el hombre discurriendo sobre las dos preguntas
que el caballero le había hecho; pero al fin dijo que él debía
matarle en venganza de la muerte de su padre ; mas que por-
que había creído que el sol era Dios, debía doctrinarle y en-
señarle para que conociese y amase al Dios verdadero. Y des-
pués se tuvo por culpado porque tanto tiempo había tardado
y dudado en responder; y entonces le dijo el caballero que,
pues le había doctrinado y dado conocimiento de Dios, no
debía matarle, antes sí perdonarle, sobre que le hizo tantas
instancias, que ambos a dos se aquietaron, apaciguaron y
concordaron en servir y amar a Dios, y amándole fueron ver-
daderos amigos mucho tiempo.
Después que el ermitaño hubo dicho todo esto, añadió
que el mundo está desordenado y en trabajos por causa de
que las gentes tienen poco amor a la sabiduría y a la caridad
y son diversos en opiniones; pero que si se concordasen en
servir y amar a Dios, cesaría uno y otro y reinaría sólo la
caridad, amor y conformidad, como se vió en el hombre y
el caballero, que por el conocimiento de un solo Dios se
enardecieron en caridad y depusieron todos sus particulares
enojos.
CAPITULO IV
De la Trinidad de Dios
— Señor — dijo Félix al ermitaño — , en una festividad que
se celebró el día dedicado a la Santísima Trinidad, cí predi-
car de este misterio, y me maravillé mucho de que el buen
predicador dijese no deberse dar pruebas de él, por ser más
conveniente que las gentes le crean que no que le entiendan
por razones necesarias \ siendo así que, si lo que dijo el
predicador es verdad, se sigue que el hombre tenga mayor
• «cor, si fos Déu, hagra-li ajudat a sa pahor, pus que lo veya».
1 Sobre el alcance probativo de pura congruencia que hay que
dar a esas crazones 'necesarias» lu lianas véase la bibliografía citada
más arriba, p. 89.
6i8
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
mérito en creer la trinidad de Dios que en conocerla y amar-
la, y que pueda exaltar más su amor por ignorancia que por
conocimiènto.
A lo que el ermitaño le respondió que en una ciudad ha-
bía muchas costumbres que eran contra Dios y contra la
justicia y buen régimen, cuyas costumbres eran privilegios
que el pueblo gozaba, por los cuales el rey no podía hacer
observar la justicia. Sucedió que, habiendo hecho un hombre
un homicidio, el rey le quiso castigar; pero por oponerse a
algunos privilegios hubo de soltarle, contentándose con ha-
berle multado, de que tuvo el rey un gran pesar, viéndose
obligado a faltar a la justicia; y mandando juntar al pueblo,
le dijo: "Dos hombres pecadores estaban delante de un al-
tar, y el uno rogaba a Dios le perdonase porque le temía, y
el otro pedía a Dios le perdonase porque le amaba. Y, pues
vosotros contra justicia alegáis vuestras malas costumbres,
quiero que me digáis : Dios, ¿ a cuál de aquellos dos hombres
debía primero perdonar?" Y, habiéndose juntado los prin-
cipales de la ciudad para tratar lo que se había de responder
al rey sobre su pregunta, resolvieron responderle que Dios
debía perdonar primero a aquel que le amaba que [a] aquel
que le temía ; y cuando el rey vio que la respuesta era contra
las malas costumbres, les dijo: "¡Mucho me agrada vuestra
respuesta, y así tendréis entendido que según ella yo debo
amar más a Dios que temeros a vosotros, pues por amor de
Dios puedo mantener entre vosotros la justicia, y por teme-
ros a vosotros habré de faltar a ella."
Cuando Félix oyó estas palabras, dijo que se maravillaba
mucho de que el amor pudiese estar sin el temor, ni el te-
mor sin el amor. —.Hijo — dijo el ermitaño — i, aquellos que
quieren creer la trinidad de Dios y no quieren entenderla,
se aman más a sí mesmos que a Dios, pues creyendo que
adquieren mayor mérito con solamente creer lo que no en-
tienden, no procuran entender lo que deberían, con el fin de
adquirir mayor gloria por la fe que por el conocimiento, en
cuyo caso tienen temor sin amor muchas veces, esto es, te-
mor de que les fad'te el premio, sin amor a Dios por ser
quien es 2.
—Señor — dijo Félix — , he tenido muchas veces deseo de
preguntar a los sabios de nuestra ley de qué manera está
en Dios una esencia y tres personas, y he dejado de ejecu-
tarlo por temer no podría entenderlo; por cuya razón os su-
plico me digáis tantas palabras sobre este asunto, que con-
sigáis el fin de dármelo a entender. — A lo que el ermitaño
... s Traducción muy libre de «ço és saber, que con temor és per ço
que hom no perdé glòria e que no hage pena, e hom no ama conèxer
ne amar Déu per la bonesa e noblesa de Déu, a<Jonchs és aquella
temor sens amor».
FÉLIX PE LAS MARAVILLAS. — C. 4 6lQ
respondió y dijo : — En una ciudad habia un mercader 3 en-
fermo, espiritual y corporal mente : espiritual, porque pade-
cía dudas sobre él misterio de la Santísima Trinidad, por no
alcanzar a entender cómo en Dios hay una esencia y tres
personas, y, como no lo entendía ni sabía creerlo, dudaba en
la fe. por cuya duda estaba expuesto a condenarse; de otra
parte, estaba corporalmente enfermo y postrado con calen-
tura, y lo estaba también por las riquezas adquiridas, las
cuales temía dejar. Estando con estos grandes peligros y
solo, se puso a considerar cuánto mas le hubiera valido el
haber trabajado tanto en amar y servir a Dios como en
juntar riquezas, las cuales conocía que no le podían ayudar
ni para vencer la tentación de su espíritu ni la enfermedad
de su cuerpo. Y deseó tanto el servir a Dios, que su majes-
tad le inspiró luz de fe en el alma, por medio de la cual en-
tendió por lo que antes no entendía el misterio de la San-
tísima Trinidad, y cesaron sus dudas; pues Dios ha orde-
nado la fe en el hombre para que por ella crea lo que no
entiende, por ser éste tan alto misterio, que los más hom-
bres, y con especialidad los ocupados en las cosas munda-
nas 4, no pueden entenderle ~°. Y así, hijo mío, si vos no po-
déis entender el misterio de la Santísima Trinidad en Dios,
bueno es que la creáis, porque, si todo aquello que el hom-
bre no puede entender no hubiera de creer, se siguiera que la
fe fuese vicio, siendo así que es virtud muy noble, pues por
ella son los más hombres en vía de salvación, creyendo lo
que no pueden entender. Y por esto os basta a vos que creáis
el misterio de la Santísima Trinidad, pues entenderle no
podéis.
— Señor — dijo Félix — , si yo no pudiese entender las pa-
labras que vos me diréis de este santo misterio, estoy pron-
to a creerle, como le creo, y a mantenerme en la fe, con
asistencia del Altísimo 7 ; pero como yo deseo conocer a
Dios porque es bueno, y por su bondad le deseo más amar
y conocer, que no por adquirir para mí la gloria ni apartar-
me de las infernales penas, quiero aventurarme a buscar
modo de conocer y amar a Dios, y por esto os ruego me di-
gáis lo que sabéis de este inefable misterio.
El ermitaño le dijo: — «Un filósofo había oído hablar de
5 O el traductor o el impresor se saltó aquí todo un párrafo :
«•I- mercader era en -I- ciutat, qui havia gonvats molts diners, en
los quals havia treballat "ongament. Aquell mercader...»
* Traducción libre de tíos homes que són mercaders e qui són
negocie jants en les coses mundanes».
6 Aquí junte el traductor dos párrafos en uno, omitiendo ; «Can
lo ermità hac dites aquestes peraules, ell dix a Fèlix : — Bell fill, si
vós no podets...»
• Ramón Llull escribió simplemente «los hòmens».
v Amplificación de «son apperellat de creure e haver fe».
Ó20
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
un santo hombre cristiano muy sabio en teología y filoso-
fía, que estaba en un desierto contemplando la obra de Dios
en sí mesmo ; y deseando verle, le fué a buscar, a tiempo que
él estaba disputando con un judío del misterio de la San-
tísima Trinidad ; y vió que, por más que el santo hombre se
esforzaba a probarle con razones, él judío no lo podía en-
tender, por causa de que, como aborrecía lo que el cristia-
no le probaba, no podía su entendimiento entender lo que
su voluntad aborrecía. Pero el filósofo, aunque gentil, enten-
dió las razones del cristiano y sé hizo bautizar, de que se
maravilló mucho el judío, que le conocía antes que hubiesen
concurrido juntos en aquel lugar; por lo que dijo al filósofo
estas palabras: "Mucho me he maravillado de que os ha-
yáis convertido tan inopinadaimente a la fe de los cristianos
y dejado la secta que hasta ahora habéis seguido" 8 ; a las
que el filósofo respondió: "Mucho tiempo ha que yo he que-
rido por medio de la filosofía adquirir conocimiento de Dios
y de las obras que opera en la® criaturas, lo que en parte
he conseguido 9 ; pero de la obra que Dios tiene en sí mes-
mo no tenía conocimiento, ni le hubiera adquirido a no ser
que por la teología, que el santo ermitaño ha explicado, y
por la filosofía, que yo sé y que de él he oído, he venido en
^conocimiento de que Dios es uno y trino 10, el cual conoci-
miento tú también puedes alcanzar si supones que hay tri-
nidad, y te complaces de que la haya en Dios, pues probarla
sin suponerla no puede ser, como ni tampoco probársela a
entendimientos rebeldes y a espíritus orgullosos" 11.
■ — Señor — .dijo Félix—, bien he entendido vuestras pala-
bras y la razón por que me habéis contado tantos ejemplos ;
pero os ruego no tengáis reparo de sembrar en mi alma las
palabras que encierran tanta doctrina, pues yo deseo con
humildad entender y suponer lo que habéis dicho, para con-
seguirlo, por el gran placer que en ello tendré, y1- para
8 Más explícito es Ramón Llull : «Sènyer, molt he gran meravella
com vós sóts tan tost convertit a la fe dels christians. Prech-vos
que-m digats la rahon per la qual vós havets pres babtisma, ni havets
desemperade la secta en què ésser solíets.» •
u Versión libre de «Lonch temps ha que jo, per phisolophia, volia
haver conexença de Déu ; e de la obra que Déus ha en les creatures
venia a conexença per phisoloffia...»
10 asón vengut a conexença de la trinitat de Déu», dice el texto
catalán. . . . .,
11 Estas dos ideas, que «provar trinitat no es sens subposicio» v
que «hom no pot provar trinitat a entendement rebel·la que sia en
coratge de hom ergullós», confirman el sentido de meras congruen-
cias oue hay que dar a las «razones necesarias» . luhanas.
12 Aquí el traductor, sin duda para esquivar la tan disputada ter-
minología luliana, abrevia las frases originales : «E molt haune gran
plaser que per necessàries rahons la pogués entendre, per les quals
rahons pogués mortifficar dubitació e temptació...»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 4
621
mortificar las dudas y tentaciones, siempre que se me ofrez-
can, contra tan santo misterio, el que deseo amar, servir,
honrar y conocer todos los días de mi vida.
Viendo el fervor de Félix, se inclinó la voluntad del er-
mitaño a condescender con sus ruegos 1 y haciéndose la
señal de la cruz, con la esperanza de que el Altísimo le ayu-
daría a explicarse, dijo estas palabras: — (Manifiesto es que
Dios ha criado todo cuanto tiene ser para dar conocimiento
y amor de sí a las gentes ; y, por ser uno en esencia y trino
en personas, quiso que el mundo se compusiese de tres cosas
diversas, esto es, sensualidad, intelectualidad y animalidad.
Por sensualidad has de entender las cosas sensuales, que
son corporales y sensibles; por intelectualidad, el alma del
hombre y el ángel, y por animalidad, el mismo hombre y las
demás cosas qué tienen cuerpo y espíritu, en cuyas tres co-
sas consiste el mundo, que en sí es uno ; cuyas tres cosas (y
sin las cuales el mundo no sería en unidad) no serían tam-
poco en sí lo que son si cada una de por sí no fuese en sí
m-esma una en tres, esto es, una forma, una materia y una
conjunción o unión de la materia y de la forma, de que se
compone todo ente creado. El alma por sí es una esencia
en tres cosas diversas, de las cuales es su ser y sin las cua-
les no podría ser una substancia; éstas son la memoria, el
entendimiento y la voluntad. El animal consiste también en
tres cosas, esto es, en cuerpo, alma y la unión o conjunción
por la cual el cuerpo y el alma se unen y son un animal,
como un hombre, un león, una águila 14, y así de todas las
demás cosas qué son compuestas de cuerpo y ánima. En este
número de uno y de tres consiste el mundo y todo cuanto
tiene ser creado substancial, para significar que la substan-
cia de Dios es una en tres personas distintas, que son Pa-
dre, Hijo y Espíritu Santo. Si Dios no fuese en unidad de
substancia y trinidad de personas, no hubiera criado todo
cuanto tiene ser con esta disposición; pues, debiendo tener
todo su similitud, según que es cada cosa capaz de recibirla,
no podría ser de otra forma, y hubiera sido imperfecta la
creación si por la similitud de lo creado los hombres no pu-
diesen tener conocimiento de lo increado 15.
Después que el ermitaño hubo dado a entender a Félix la
unidad y la trinidad de Dios por la similitud de las criatu-
ras, subió de punto el discurso para declarar a Félix estos
13 Añadidura del traductor.
14 Rampn Llull dice simplemente «•!• aucell».
M Glosa, más que traducción, de «no hagre creat tot quant és a
tal semblança de si mateix, qúe-n pogués ésser conegut e amat per
los hòmens, e fóra lo deffelliment en Déu, si -Is hòmens no:l pognes-
sen conèxer per deffelliment de sa semblança, e de la semblança
del món, e de ço que el món conté en si mateix».
Ó22
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
misterios por las dignidades del mesmo Dios, diciendo:
— Amado hijo, en la naturaleza divina hay bondad, eterni-
dad, poder, sabiduría y voluntad y muchas otras dignida-
des que son el ser de Dios, siendo cada una Dios, sin que en
ninguna haya ociosidad. Por lo que la bondad no cesa de ha-
cer bien, esto es, producir bien en sí mesma y de sí mesma ;
y por la infinidad, eternidad, poder, sabiduría y voluntad,
hace bien, el cual engendra de sí mesma y de la eternidad,
poder, sabiduría y voluntad; y este bien que engendra tam-
bién de sí mesma y el bien engendrado es la persona del
Hijo» y el engendrador es la persona del Padre, y del Pa-
dre y del Hijo procede el Santo Espíritu 16. Y esto mesmo
que hace la bondad, hace la inmensidad, eternidad, poder,
sabiduría y voluntad, y juntos el Padre, el Hijo y el Espí-
ritu Santo son en una naturaleza divina una deidad y un
Dios. En Dios es una persona el Padre, por toda da bondad,
grandeza, etc. 17, porque aquél', que engendra al Hijo y es-
pira al Santo Espíritu, es bondad, infinidad, eternidad, po-
der, sabiduría y voluntad; y esto mesmo se sigue del Hijo
y del Santo Espíritu, que son cada uno bondad, infinidad,
eternidad, pòder, sabiduría y voluntad; y por esto basta
en esta obra que Dios tiene dentro de sí una paternidad,
una filiación y una procesión ; y, porque hay infinidad y eter-
nidad, no puede haber ociosidad, ni en esta divinidad pue-
de haber desigualdad, ni mayoridad, ni minoridad. Si en
Dios hubiese bondad sin hacer bien, o infinidad sin hacer
infinito, y así de la eternidad, poder, sabiduría y voluntad,
habría en Dios ociosidad de bondad, infinidad, eternidad, po-
der, sabiduría y voluntad, la que sería contra la bondad,
infinidad y demás atributos. Ajsí como basta en Dios una
unidad, así basta en la mesma unidad una paternidad, una
filiación y una espiración, pues que en el Padre, el Hijo y
el Santo Espíritu es bondad, infinidad, eternidad, etc. ; y,
porque el Padre de toda su bondad, poder, sabiduría y vo-
luntad engendra al Hijo, es el Hijo toda la bondad, infinidad,
eternidad, poder, sabiduría y voluntad del Padre; y esto
mesmo se sigue del Espíritu Santo, que es toda la bondad,
infinidad, poder, sabiduría y voluntad del Padre y del Hijo,
producido de todo el' Padre y de todo el Hijo, infinita y eter-
namente por todo el Padre y todo el Hijo. Natural cosa es
que haya amor entre Padre e Hijo, y también lo es el que
el hombre ame los actos de su memorar, entender y amar.
16 Traducción complicada e inexacta de «... fa bé, lo qual, engen-
drat, és la persona del Fill, e lo engenrador és la persona del Para,
e del Pare e del Fill ix lo sant Spirit».
17 «... per tota bontat, granea, eternitat, poder, saviesa, volentat» :
así resume con frecuencia -el traductor castellano todos los atributos
latinos expresados en el original con enfadosa repetición.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS.
4
623
Luego, si un padre ama a su hijo, que es engendrado de su
cuerpo y del de la mujer, ¡cuánto más amaría un hombre
a su hijo si le engendrase totalmente de sí mesmo e igual
a sí mesmo! Y si el alma ama su memorar, entender y amar
por producidos de su virtud, ¡cuánto más los amaría si su
memorar, entender y amar fueran su virtud mesma y ella
mesma !
Hijo, en tu naturaleza mesma puedes conocer y entender
cómo quieres tú ser un hombre, y no dos o más hombres;
y cómo por tu humanidad amas ser en tres cosas, que son
alma, cuerpo y conjunción, sin las cuales tres cosas tú no
podías ser hambre. De que inferirás que así como por natu-
raleza tú sientes y sabes lo que amas ser, así en ti mesmo
puedes conocer lo que es Dios, que te ha creado para que
le ames y conozcas l8.
Si Dios no se entendía y amaba a sí mesmo, no sería
Dios; y si Dios se entiende y ama a sí mesmo, conviene que
bonifique, magnifique, eternifique y posifique en sí mesmo 19;
porque, si no lo hacía -°, sería en Dios más noble virtud la
sabiduría y voluntad que la bondad, infinidad, poder, etc., y
esto es imposible, por haber en Dios toda igualdad, por la
que la bondad bonifica en sí mesma a sí mesma y de sí mes-
ma; esto es, bondad, que es Padre, engendra al Hijo y da
procesión al Santo Espíritu de sí mesma, en sí mesma y por
sí mesma; y esto mesmo se sigue de la infinidad, eternidad y
poder. Sabrás que un sabio preguntó a un filósofo cuál era
cosa más noble, la esencia de Dios o la obra de Dios. Y el
filósofo, habiendo considerado largamente sobre ello, res-
pondió que Dios' es tan eterno como el mundo, y el mundo
como Dios; y el motivo que el filósofo tuvo para entender
y decir que el mundo era eterno, fué el de atribuir a Dios
obra eterna. Y por lo mismo hubo muchos de esta opinión,,
por parecerles imposible que, siendo tan noble Dios en bon-
dad, infinidad, poder, sabiduría y voluntad, pudiese ni de-
biese estar ocioso ; pues, como no alcanzaron a conocer la
obra que Dios tiene en sí mesmo, engendrando el Padre al
Hijo y produciendo los dos al Santo Espíritu, incurrieron en
estas y otras falsas opiniones 21.
1S El s^muk» viene a coincidir con el texto original : «... en vós
mateix podets entendre e saber ço que és en nostre senyor Déus,
que ns ha creats a si amar e conèxer.»
19 Sería más exacto decir «a sí mismo». Adviértase que estos im-
perfectos de indicativo — aquí y en otros pasajes — son un catalanis-
mo, en vez de los irreales castellanos en -ra.
20 El imperfecto «si no no feya», mejor se traduciría «si no lo hi-
ciera».
21 Ramón Llull resume aauí la posición de los aristotélicos y ave-
rroístas sobre la eternidad del mundo y su refutación característica
por la actividad de Dios en las obras ad intra, por las cuales no
Ó24
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
Sabrás que dos grandes sabios estaban delante de un
rey, y, queriendo el rey conocer cuál de los dos era más sa-
bio, les preguntó cuál era la cosa más noble que el hombre
podía obtener y pedir a Dios 22 . A que el un sabio respon-
dió que ser Dios; y el otro dijo que el mayor don que el
hombre podía pedir a Dios era que Dios hiciese que la vo-
luntad y el poder del hombre fuesen una cosa mesma, sin
diferencia alguna; porque, si la voluntad del hombre fuera
su poder, podría ser Dios si quería 23 ser Dios. Y por esto,
hijo, debéis saber que, porque Dios es una cosa misma con
su poder y querer, puede todo lo que quiere, y así su que-
rer 24 conviene que quiera tanto como puede su poder, por-
que, si no, sería menor que e'l poder y no serían una cosa
mesma; y así, porque el poder es infinito y eterno, tiene todo
poder en sí mesmo; y el querer conviene que quiera que el
poder, que es Padre, engendre al Hijo y dé procesión al San-
to Espíritu por toda su infinidad y eternidad y por toda la
bondad, sabiduría y poder.
Sabrás que un caballero mostró a su hijo un gran salto
que había dado un escudero; y, viendo que el muchacho se
maravillaba de la gran distancia, le pareció al padre buena
ocasión para conocer si su hijo era capaz de adquirir las
ciencias a que quería aplicarle 25 ; y así' le preguntó que por
qué se maravillaba. A que el muchacho respondió: "Señor,
yo me maravillo de la fuerza del escudero, no del salto que
ha dado; pues, teniendo la fuerza correspondiente para dar
virtud a su cuerpo para ejecutarle, no me causa extrañeza
según sus fuerzas, pero me la causa según las mías" 26, cuya
respuesta agradó mucho al padre.
Dijo Félix al ermitaño que ya estaba contento y con co-
nocimiento del misterio de la Santísima Trinidad 2r, el que
había alcanzado considerando la bondad, infinidad, poder,
estuvo ocioso antes de la creación. La frase final «incurrieron...»
traduce muy libremente el original : «... ja ells no hagren haüde
falça oppinió, la qual hagren en creurà que el món sie sens comen-
çament.»
- Traducción también asaz defectuosa, pues Ramón escribió :
«...e féu-los demanda qual era la pus noble cosa que om podia
haver a demanar a Déu. La -i- savi dix que haver Déu...»
23 asi quería» por «si quisiese».
91 El texto castellano dice aquí «su a querer» ; ya se advierte
en la fe de erratas.
25 El original dice sencillamente : «... si havie discreció per la
qual fos en disposició de haver saviesa.»
28 Versión muy libre. Escribió Ramón : «Sènyer, dix lo fill, jo-m
meravell Segons la força de mon cors, del saut que ha fet lo scuder,
mas no-m meravell segons la força del cors del scuder, lo qual stech
en aytan gran virtut com fou mestar al saut que féu lo scuder.»
31 El texto catalán es distinto : «Fèlix dix al hermità que assats
se tenia per contengut de la conexença que havia haüde de la 6anta
trinitat...»
FELIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 5
625
sabiduría y voluntad de Dios y las demás cosas que con-
vienen a la obra que Dios tiene en sí mesmo, por toda su
bondad, infinidad, etc.; pero añadió que se maravillaba mu-
cho de que los filósofos gentiles, habiendo sido tan sabios,
ignorasen o no creyesen la trinidad en Dios, siendo cierto
que sin conocimiento de este soberano misterio no puede
llegar el hombre jamás a ser totalmente científico -\
— Hijo — dijo el ermitaño — , los filósofos gentiles no su-
ponían por la fe lo que no alcanzaban con el entendimiento,
sino es que se dirigían por razones necesarias, y por esto
su entendimiento no podía levantarse en tan alto grado para
contemplar a Dios como el de los filósofos cristianos católi-
cos y teólogos, que por la fe comienzan, suponiendo ser
Dios uno y trino. Y, como la fe es luz del entendimiento,
sube éste, iluminado de ella, a entender lo que los gentiles
no pudieron entender por faltarles la luz de esta antorcha 20.
CAPÍTULO V
Dónde está Dios
Félix preguntó al ermitaño dónde estaba Dios, pues se
maravillaba mucho cómo no le veía. El ermitaño le respondió
que Dios está en sí mesmo; y en todo cuanto es, esencial y
presencialmente; pero que, como no es cosa corporal, es in-
visible a los ojos corporales, aunque no a los espirituales,
como espiritual.
Y añadió este ejemplo: — <A un hombre sabio preguntó
un loco si Dios está en los infiernos y en los lugares inmun-
dos, donde hay putrefacción y hedor; y si está en las piedras
y en los hombres pecadores y en otras muchas partes donde
a él le parecía imposible que Dios pudiese estar, siendo tan
noble y tan perfecto y estando estos lugares llenos de fetor
y suciedad. El sabio probó al loco que Dios es infinito en
grandeza, en bondad, en santidad, etc., y por la infinidad
conviene que esté en todo lugar y fuera de lugar; y por la
pureza y limpieza, que esté en todo lugar sin suciedad de
sí mesmo; porque, si el sol, pasando por el estiércol e in-
mundicia, no adquiere suciedad, ni el hombre justo no en-
sucia sus potencias aborreciendo e imaginando el pecado,
■ Apenas se acerca la traducción al pensamiento luliano : «... per
la -qual virtut se segueix que los phisoloffs crestians ne poden haver
conexença, e los pnisolofts gentils no-n pogren haver conexença.»
■ Esta última frase, «por faltarles la luz de esta antorcha», bien
se ve ser una glosa del traductor. Adviértase también cómo las ra-
zones lulianas presuponen la fe.
Ó2Ó
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLÜLL
¡cuánto más Dios, que es tanto más noble, más grande, po-
deroso y limpio que el sol y que el hombre justo, puede estar
en todo lugar sin suciedad ni terminación de sí mesmo !
También — -prosiguió el ermitaño— Dios está en sí mesmo ;
porque, queriendo ser Dios, engendra a Dios, y por esto Dios
está en Dios y es un Dios tan solamente, en el cual es Dios 1
que es Padre, eh Dios que es Hijo y en Dios que es Espíritu
Santo; y Dios que es Hijo y Dios que es Santo Espíritu
están en Dios que es Padre ; y Dios Hijo está en Dios Espí-
ritu Santo, y Dios Santo Espíritu está en Dios Hijo: cuya
existencia es por razón de la generación y espiración. Y esto
mesmo se sigue de la esencia de las dignidades y virtudes de
Dios, porque la' bondad que es Padre está en si mesma en-
gendrando al Hijo y espirando al Santo Espíritu de sí mes-
ma; y la bondad, que es Hijo y que es Santo Espíritu, está
*en sí mesma, y esto mesmo se sigue de la grandeza, eterni-
dad, poder, sabiduría y voluntad.
Esta esencia 2, hijo mío, no la puede el hombre ver con
los ojos corporales, pero sí con los espirituales. Y por esto
me maravillo digáis no habéis visto a Dios, cuando os he
explicado el ser 'de Dios respondiéndoos a las preguntas de
su unidad y trinidad que me habéis hecho s.
Félix dijo: — Cuando considero el error, vileza y sucie-
dad que hay en el mundo y la poca devoción, caridad y temor
que las gentes tienen a Dios, me parece que Dios no está
en el mundo; porque, así como el sol, que está en el aire,
ilumina y calienta al aire, al agua y a la tierra, manifes-
tando e introduciendo por todo la virtud de sus rayos, así y
mucho mejor Dios, que es luz, resplandor y limpieza de toda
limpieza, y que es caridad y fuente viva de vida, si. estuviese
en el mundo, le iluminaría de su gracia y no permitiría que
estuviese tan turbado y lleno de vicios*.
A lo que el ermitaño respondió: — En una alta montaña
estaba un hombre que tenía gran frío por la mucha nieve que
había, y, estando mirando un gran fuego en otra montaña
muy distante, se maravillaba porque aquel fuego no le ca-
lentaba y porque la nieve que había donde él estaba le en-
friaba; que era un necio modo de maravillarse. Tú, hijo,
puedes considerar por este ejemplo cómo está Dios en el
mundo, manifestándose a las gentes por muchas maneras y
1 «qual és Déu qui és Pare», diceel texto catalán.
2 El manuscrito básico catalán dice aquí «existència» y no «es-
sència». m 4
8 Versión inexacta de «cor, segons que vós podets membrar, jo-us
he provat Béns ésser, e a les demandes que vos ma fets del ésser de
Déu e de sa unitat e trinitat, vos he satisfet complidament ; la qual
satisfacció no fóra complida sens vista spiritual veeirt Déu»%
4 Amplificación de «si... Déu... és en lo món, ¿cora pot ésser que
lo món está en tan torbat stament ?»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 6 62 7
similitudes, como son las guerras, las penitencias, las ham-
bres y las enfermedades, que nos envía para que le veamos
por aquellas causas8 y procuremos desenojarle por medio
de la penitencia y buenas obras, y que nos apartemos y
huyamos del calor y ardor que hay en el mundo y en sus
vanidades, para que, sirviendo y amando a Su Majestad, nos
enardezcamos, perfeccionemos y purifiquemos.
CAPÍTULO VI
De la creación del mundo
— -Señor — dijo Félix — , cuando considero que el mundo
fué creado de la nada, me maravillo mucho, no alcanzando
cómo de la nada se puede hacer algo. — -El ermitaño res-
pondió : — -Un rey envió un caballero a la corte de otro rey.
para que cuerpo a cuerpo combatiese con un escudero que
había sido retado de traidor; y, como poco después viniese
de aquel país un pasajero 1 y le dijese que el caballero que
había enviado había vencido en el combate al escudero, tuvo
el rey de ello grande alegría, aunque lo que el pasajero dijo
al rey en este asunto era falso y dicho sólo por lisonja:
en que conocerás que, si el rey pudo tener alegría de lo que
no era nada ni tenía ser, ¡cuánto más Dios, que tiene poder
soberano, pudo crear al mundo y darle ser de la nada!
Félix dijo : — -Por una ciudad pasaba un ermitaño que no
había entrado en mucho tiempo en poblado 2, y, viendo que
un cuchillero hacía un cuchillo y un zapatero un zapato, le
pareció que el cuchillero no podría hacer el cuchillo sin
hierro ni el zapatero el zapato sin pellejo. Por \o que le pa-
reció también que sería mayor nobleza del mundo si hu-
biese sido hecho de alguna cosa; porque, si el cuchillo, que
es para el servicio del hombre, es hecho de algo, ¡cuánto
más el mundo lo debiera ser, pues es creado para que Dios
sea servido, amado y conocido!
A lo que el ermitaño respondió: — <Un clérigo compró un
cautivo, a quien preguntó qué quería comer; y el cautivo
le respondió que comería lo que a él le agradase, como a
su señor \ y lo mesmo le dijo de beber, de vestir, de discu-
rrir, de desear y de obrar 4. Al fin, el clérigo le preguntó si
6 «causas» por «cosas».
1 <t-i- donzel», escribió Ramón.
' Traducción libre de «qui lonçament havie stat en ermitatge».
3 «como a su señor» es añadidura del traductor.
4 Ramón Llull añadió aún : «... e-1 servent tota hora li responút
que ell de totes coses volie ço que el clerga ne volie».
6 28
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
tenía voluntad; y el cautivo le respondió que no, porque su
señor se la había comprado 5 para que la sometiese y subor-
dinase a la suya.
Después de este ejemplo dijo el ermitaño a Félix que
Dios creó el» mundo de la nada para que el hombre fuese
más obligado a querer todo aquello que Dios quiere disponer
del hombre y del mundo; porque, si el mundo hubiese sido
hecho y no creado, aquella materia de que el mundo hubiera
sido hecho, fuera eterna; y el hombre, que es hecho de4
mundo, no tendría tanta obligación a ser humilde y subdito
de Dios como la tiene ahora que el mundo es creado de la
nada.
— Señor — dijo Félix—, ¿ cuál es la principal razón por que
Dios ha creado el mundo? — <Y el ermitaño respondió que la
principal razón por que Dios ha creado el mundo es para
ser amado y conocido por el hombre. Félix dijo: — Manifiesto
es que son otras cosas mucho más amadas y conocidas por
el hombre que Dios; de que se infiere que el mundo no es
creado principalmente para conocer y amar a Dios, antes
parece que la razón más eficaz para que el mundo fué creado
es para que sean conocidas por él todas aquellas cosas a
quienes ama más que a Dios, y de las cuales tiene más co-
nocimiento que de Dios mesmo.
Mucho se maravilló 01 ermitaño de las palabras que Félix
decía, y en tanto que estaba suspenso, dijo [a] Félix: — [En
una festividad predicó un santo hombre, y dijo que la final
intención para que las cosas son creadas se ha mudado cuasi
del todo en sus opuestos, por causa de que las gentes por ei
pecado se desvían de la intención de servir y amar a Dios;
para que son creadas; pero que, por más que los hombres
pecadores se desvíen del fin para que son creados, Dios no
desvía su operación del fin para que los creó, pues a los
unos perdona y les da la gloria eterna y a los otros castiga
con pena perdurable según sus méritos; y así, que use Dios
de su misericordia o que use de su justicia, siempre se sigue
el fin por que Dios ha creado al hombre, que es para que le
conozca y ame en sí mesmo y en sus obras.
— Señor — dijo Félix — , ¿por qué Dios no creó el mundo
en estado que el hombre no pudiese pecar, ni morir, ni tener
hambre, sed, calor, frío, enfermedad, pobreza, ira y ot¡
cosas semejantes a éstas? Porque, si Dios es bueno y n
malo, me maravillo mucho de que no haya separado el nr
del bien, por ser contra su bondad. — El ermitaño respondió
— Un abad fué depuesto de una gran abadía y enviado a
una muy pequeña. En la primera había muchos monjes, pe:
6 «la havia comprade per ço que volgués ço que la volentat d
son senyor volria», dice el texto catalán. »
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 6 629
muy malos; y en la segunda había pocos, pero muy buenos 6.
El abad estaba muy sentido de que lo hubiesen depuesto de
la gran abadía, y estuvo mucho tiempo poseído de la ira y
tristeza, hasta que consideró que la grandeza de la orden no
está en la multitud de personas, de riquezas ni de honras
mundanas, sino es en santidad de sujetos reglados y bien
acostumbrados a servir, amar y conocer a Dios. Por cuya
similitud he respondido a vuestra pregunta, pues Dios no
quiso ni tuvo intención de crear en el mundo multitud de
gentes para la gloria si no eran de santa vida; y por eso
dejó al hombre el libre albedrío, para que la mereciese, y
este mérito no podría alcanzarle (supuesto el pecado mortal
del primer hombre) si no padeciese hambre, sed, trabajos,
enfermedades y muerte ; pues el mundo no es bastante a con-
tener la gran gloria para que el hombre es creado, sino
es el paraíso, lugar que no tendrá fin \
— nSeñor— dijo Félix — , ¿por qué Dios no creó el mundo
antes, o por qué no le creó mayor, más hermoso, mejor y
más noble, pues la bondad y poder de Dios son en la mayor
grandeza y cumplimiento de virtud? — (A lo que respondió el
ermitaño : — Una reina, mujer de un rey muy noble y pode-
roso de reinos y riquezas, no podía tener hijos; por lo que,
considerando el estado en que quedarían sus reinos por falta
de sucesión después de la muerte del rey, padecía grandes
tristezas. Sucedió un día que, entrando el rey en su retrete,
la halló llorando y lamentándose porque no tenía sucesión;
y el rey la consoló diciendo: "Señora, un obispo que tenía
un gran obispado y señorío, tenía un sobrino que. era canó-
nigo y dignidad de la misma iglesia, pero hombre de muy
malas costumbres, las que le aceleraron la muerte 8 ; de la
que el obispo tuvo gran sentimiento, pues deseaba y dis-
ponía que su sobrino fuese obispo de aquel obispado después
de su muerte. Ahora os pregunto yo si el obispo debía jus-
tamente tener sentimiento o no de la muerte de su sobrino."
"Señor — dijo la reina — , en cuanto el canónigo era sobrino
del obispo, era natural en el obispo el sentimiento de la
muerte de su sobrino ; pero no en cuanto a que por esta falta
c Más explícito es el texto de Ramón Llull : «En aquella gran
abadia havia molts monges dissoluts e qui no eren bé obedients a la
orda. En la pocha abadia éran los monges bé acustumats, e qui se-
guien molt bé lur orda.»
7 Todo este final más es una interpretación que una versión fiel :
«... cor Déus no hac entenció, con creà lo món a multitut de gents,
qui fossen en glòria, los quals no fossen stats de santa vida ; en la
qual vida no pogren ésser sens que hom no morís ni hagués fam, set
treballs, maleuties, ni mort ; ni aquest món no fóra abastant a haver
la gran glòria a la qual hom és creat, ço és, en peradiç haver glòria
inestimable e qui no ha fi.»
8 Ramón Llull precisa que era arcediano, pero no asevera que fue-
sen sus malas costumbres las que le aceleraron la muerte.
630
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
se hubiese frustrado la idea de revestirle del obispado, por
ser hombre pecador." Y como la respuesta de la reina agra-
dase mucho al rey, la dijo: "Señora, la razón por que yo
soy rey no es porque tenga hijo que sea rey, sino es por que
reine como rey y que tenga en paz y justicia mis vasallos,
para que Dios sea amado y conocido. Y si yo tenía un hijo
que heredase mis dominios y éste era malo, se seguiría mu-
cho mal a los vasallos y muchas ofensas contra Dios9; y
por esto, Dios, que es sabio en todas sus cosas, ordena que
después de mi muerte haya en mi reino tal rey que sea digno
de reinar, para que se siga la final intención por que Dios
da a un hombre potestad sobre los otros hombres." 10 Mucho
agradaron a la reina las palabras del rey, mediante las cua-
les se consoló y alegró, y puso toda su esperanza en la vo-
luntad y ordenación divina ; en premio de la cual le dió Dios
un hijo muy sabio, que reinó muchos años, desvelándose
para que Dios fuese servido, conocido y amado 11 .
Después de todas estas palabras, dijo el ermitaño: — 2Sfo
siendo el mundo por sí ni para sí, como no lo es; ni que
hubiese sido creado antes ni después, ni que fuese mayor
ni más bello, no era del caso; y sí él haberle Dios creado
cuando quiso ser amado, conocido y servido, que fué el' fin
para que le creó tal y de tanta grandeza como convenía
al fin para que le creaba, y según lo que quiso ser conocido
y amado 12.
CAPÍTULO VII
de la encarnación del hljo de dlos en nuestra señora
la Virgen María
Dándose Félix por satisfecho, y asegurado de la existen-
cia de Dios, del misterio de la Santísima Trinidad y de las
demás cosas explicadas hasta aquí, pidió licencia al ermi-
taño para proseguir su viaje y comenzado intento 1. Y, ha-
biéndole el ermitaño dado su bendición y encomendado a
Dios, se partió, y, bajando del monte, se entró en un bosque,
por el cual caminó hasta hora de mediodía, que, habiendo
dicho la de nona, se puso a descansar al margen de un arro-
0 Glosa de «seria molt de mal, lo qual mal seria contra ço per què
seria rey».
J0 El original catalán dice más brevemente : «... e seguescha la
fin per què nom és en offici de rey.»
■ Interpretación de ae qui longament regnà en servir e amar Déu*.
" Traducción algo libre, pero conforme a las ideas del original.
1 Versión muy amplificada.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 7
631
yo, considerando que, así como aquella agua corría al mar,
así las almas de los infieles corren noche y día al fuego eter-
no; y que para remediar este daño no se han buscado los
medios que se debían, procurando reducirlos al camino de
la salvación, enviando para ello misioneros por todo el mun-
do, que les mostrasen y enseñasen las católicas verdades,
maravillándose de cómo los católicos no tienen tan gran amor
a Dios, que disponen que los infieles le amen y conozcan.
En tanto que Félix estaba en esta admiración, una loca
mujer - pasaba por aquel paraje, muy bien vestida y a ca-
ballo en un palafrén, la cual iba acompañada de un estu-
diante criado de un prelado ;; que le había enviado a bus-
carla. Cuando Félix la vió cerca de sí, se levantó para
saludarla, y, espantándose el caballo, que ya había entrado
en el agua, derribó en ella a la mujer, la que se hubiera
anegado 4 si el estudiante y Félix no la hubieran socorrido
y sacado. La cual, luego que se vió a la orilla, se puso a
llorar y a hacer extremos porque se le habían mojado sus
vestidos, y maldijo a Félix porque, por haberse él levantado,
ella se había caído. Félix se maravillaba mucho de cómo la
loca mujer le blasfemaba, pues él no se había levantado con
intención de que ella cayese en el agua, y la había socorrido
a tiempo y librado de la muerte. Mas, con todo ello, no la
respondió ni una palabra descompuesta, antes la bendecía
en tanto que ella le maldecía.
De que admirado el estudiante, en tanto que la mujer
enjugaba sus vestidos, se arrimó a Félix, quien le preguntó
dónde iba con aquella mujer. Y él le respondió que la llevaba
•en casa de un prelado que ilícitamente la amaba y le había
enviado a acompañarla B. — -Amigo — dijo Félix — , mucho me
admiro de que os encarguéis de ejecutar cosa de que ha de
resultar vuestra condenación; y mucho más me admiro del
prelado, que, estando destinado por su oficio para conocer y
amar a Dios, ejecuta cosas que le son tan desagradables. —
El estudiante respondió: — Señor, este prelado, de quien vos
os admiráis, tiene mucha renta y señorío y ama mucho a
: El antiguo traductor castellano marginaba pintorescamente :
i Esta mujer me parece que en sentido alegórico significa a la sina-
goga ; en el tropológlco, el alma encenagada en la culpa, que siente
y aborrece cuanto le sirve de estorbo para proseguir en ella ; y en el
anagógico, la misma culpa siguiendo el curso de su despeño hasta
que con el mayor delito adquiere el tormento eterno. Más cierto creo
que es el que esta mujer significa la naturaleza.»
* «per -i- *ieu clergue», dice el original ; y más abajo, siempre
clérigo por estudiante.
4 «la qual mullà tots sos vestiments e fóra negade en la aygua...»,
escribió. Ramon.
• Con más ingenuidad había escrito Ramón IJull : € — Sènyer, dix
Id clergue, a -i- prelat va, lo qual li ha tremés mi per missatge, per
tal que poscha peccar ab ella.»
6^2
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LMJLL
esta mujer, con quien ha tiempo que peca; y por que me dé
algún beneficio ejecuto lo que veis. — lÀmigo — dijo Félix—,
gran admiración me causa de que quien tiene, como vos,
oficio de demonio, quiera adquirir beneficio, el que no debe
darse a hombre que sea enemigo de Dios, pues este oficio
fué principiado para que Dios fuese amado y conocido.—
Y6, volviéndose a la mujer, la dijo: — .Loca mujer, mucho
tengo que maravillarme de que llores por haber caído del
caballo en el agua y mojado tus vestidos, que son incen-
tivos de la lujuria. Dime, ¿cómo no lloras por haber caído
en la culpa y desmerecido la gloria para la cual eras creada,
por haberte entrado tú mesma en el camino que te condu-
cirá al infierno, habiendo manchado en el cieno de la lujuria
tu amar, memorar y entender? ¡Ah mujer!, llora porque
has ensuciado tu alma en tan vil obra, y no porque te has
manchado tus vestidos 7. — Estas y otras muchas razones dijo
Félix a la mujer, la cual, cuanto más la predicaba, más le
afrentaba y menospreciaba; y, subiéndose en su caballo, pro-
siguió su camino.
Mucho consideró Félix en el prelado a quien la loca mu-
jer iba a ver, y después mucho más en la pobreza con que
Jesucristo vivió en el mundo y en cómo la mantuvieron los
apóstoles. Estando en este pensamiento, le vino el de que
el prelado no creía en Jesucristo ni en su Iglesia ; porque, si
lo creyese, no parece podría, por una loca mujer, ser contra
Dios y contra su dignidad y religión 8. Estando con estos
pensamientos, le asaltó lá tentación de que • Jesucristo no
había venido al mundo, y empezó a dudar de la fe, de que
tuvo un gran pesar.
Y, estando con esta congoja, vió venir otra mujer 9, llo-
rando y lamentándose porque había perdido un hijo, a quien
mucho amaba ; y por el sentimiento que tenía de su muerte,
en que no hallaba consuelo, iba buscando un santo hombre
llamado Blanquerna, que habitaba una ermita, donde con-
templaba a Dios 10 ; y la mujer esperaba que con las pala-
bras devotas y consolatorias que la diría, aliviaría el pesar
de la muerte de su hijo. Félix la preguntó que por qué llo-
raba. Y, habiéndoselo ella referido y ponderado el dolor,
sentimiento y tristeza que padecía, y cómo iba para su ali-
vio buscando aquel santo hombre, se convidó [a] acompañar-
9 El texto medieval repite aquí : «Quant Fèlix hac entesa la oc-
casió per la qual la folla íembre anava, ell vénch a la fembra...»
T Versión libre de «Folla fembra, plora car has perdut Déu, e car
has ensutzada ta ànima en tan vil obra».
8 «contra Déu e son orda».
' También aquí acota el antiguo traductor castellano : «Esta en
el alegórico significa a la Iglesia ; en el tropológico, al alma devota,
y en el analógico, a la virtud.»
10 Est« ultimo inciso es del traductor.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 7 633
".a, por si hallaba en su doctrina alivio y consuelo en la duda
que padecía w.
Pero, en tanto que con la mujer iba por el bosque, le
vino tentación 12 de pecar con ella; de que maravillado se
volvió a Dios, a quien dijo interiormente estas palabras:
— Señor y Dios glorioso e infinito en perfección, ¿ cómo o
por qué has desamparado a tu siervo Félix, que todo el
tiempo de su vida propuso gastar en conocerte y amarte?
Veis, aquí está, Señor, ahora en pecado y en error, pues en
tu santa encarnación ha dudado y en el deseo carnal ha caí-
do, habiendo tenido voluntad de corromper su virginidad.
¿Cómo o por qué es Félix en tan mal estado? ¿Dónde está
la fe que solía tener ? La virginidad que tanto amaba, ¿ dón-
de se ha ido?
En tanto que Félix hablaba así consigo mesmo y de sí
mesmo se maravillaba, la mujer que iba con él lloraba y en
altas voces decía: — Altísimo Señor, que con perfección y
justicia haces todas las cosas, mi voluntad es contra tu jus-
ticia, en cuanto desama la muerte de mi hijo, el cual tú has
muerto con justicia, pues es justo cuanto quiere tu volun-
tad. Y así, es loca la mía en cuanto desama lo que ha que-
rido la tuya, desobedeciendo en esto a tu justicia; pues,
siendo mi voluntad creada para querer todo cuanto quie-
re la tuya, me maravilla la impaciencia de la mía contra
tus disposiciones. — tMucho se maravilló Félix de las pala-
bras de la mujer, tan sabias y devotas; y se maravilló mu-
cho más de que quien las decía estuviese tan impaciente
por la muerte de su hijo, y de que él tuviese movimientos
de lujuria con mujer que tan santas y devotas palabras
decía de Dios.
Con estos pensamientos, llegaron él y la mujer a la er-
mita donde estaba el ' santo ermitaño Blanquerna, al cual
hallaron debajo de un hermoso árbol, con un libro en la
nuano, que contenía mucha ciencia de teología y filosofía,
en que contemplaba a Dios. Ellos le saludaron, y él con
mucho agrado les correspondió; y, habiéndose sentado jun-
11 Aquí el texto castellano se separa notablemente del original :
« — Sènyer, d ix la fembra, jo plor per la mort de mon fill, lo qual
mes amava que nulla cosa d'aquest món. E, per la dolor, ira e tristor
en la qual són per la mort de mon fill, plor e són desconsolade tan
fortment que a penes viu. É per ço que a me ira puscha haver algun
remey, vaig a sant hermità qui a nom Blanquerna, lo qual és
molt sant hom e ha gran 6aviesá, e les gents d'aquestes terres, con
han alcuna desconsolació ho con dupten en alcuna cosa van a ell, e
demànan-li ço en què dupten ; e-1 bon hom consola los irats ab les
pe$aules de Déu, e dóna concell a aquells qui dupten en ço que no
entenen. — Molt plach a Fèlix ço que li hac dit la fembre ; e ab la fem-
bra anà a Blanquerna, per ço que li donàs conexença de la encarna-
;ciÓ del Fill de Déu, en la qual duptave.»
M «temptació li vénch mòlt gran», dice el original.
654
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
to a él, la mujer habló primero, y dijo al ermitaño las si-
guientes palabras: — Señor, en una alta montaña se en-
contraron Aimor y Temor, que alegremente se acompaña-
ron y saludaron. El Temor preguntó al Amor qué quería-3
y a qué había venido a aquellos parajes. El Aimor le res-
pondió que había venido a edificar en aquella montaña un
hermoso palacio, en el cual quería residir todos los días de
su vida. De cuyas palabras se entristeció el Temor mucho,
y, maravillado el Amor de su tristeza, le preguntó la causa,
a que el Temor respondió: "Mayor perfección es el temor
en el alma que teme ofender a Dios, que amor en el alma
que ama las cosas mundanas. Y porque tú, Amor, amas
los deleites del mundo y yo temo la justicia de Dios, me
causa tristeza el que tú quieras edificar en esta montaña
edificio que te divierta en ella; *pues, queriendo yo habitar-
la, me estorbarás, si no mudas de método en amar" 14.
Después de estas palabras, la mujer contó a Blanquer-
na la tristeza que tenía por la muerte de su hijo, y que
tenía más amor a su hijo que temor a Dios; por cuyo mo-
tivo había venido a aquel lugar para que la consolase y en-
señase cómo tendría mayor temor a Dios que dolor de la
muerte de su hijo.
Blanquerna se maravilló mucho de la bella comparación
que la mujer le había hecho, admirándose cómo el mismo
conocimiento que tenía de su defecto no la consolaba y obli-
gaba a ser obediente a la voluntad de Dios; por ser cosa
natural que el conocimiento nos dirija y ordene por el ca-
mino de la salvación, haciendo supedite el temor de Dios
al amor que tenemos a las cosas del mundo 15. Después que
Blanquerna hubo estado algún tiempo suspenso con estos
pensamientos, dijo a la mujer las siguientes palabras: — Eh
una ciudad había un gobernador que era hombre lujurioso,
orgulloso, injurioso y avaro, y tenía otras muy malas cos-
tumbres; y el rey de la provincia, que residía en la misma
ciudad 16 , era hombre sabio, justo, liberal, humilde y lleno
de otras virtudes. Sucedió que vino a aquella ciudad un pe-
regrino, y, llegando a un mesón, oyó que un santo hombre
decía estas 'palabras a un caballero, por haberle solicitado
13 La traducción castellana dice, por error, «que tenía».
u Ramón Llull escribió más concisamente : «È car vós amats los
delits d'aquest món, e jo he temor de la justícia de Déu, he tristícia
com vós volets hedifficar ni star en esta muntanya en la qual jo
propòs hedifficar e star tots los jorns de ma vida.»
13 «sobre la amor que les gents han en aquest món e a ços per-
seque nts».
16 El original catalán dice simplemente : «Lo rey d'aquella ciu:aí
era molt savi...» El traductor barroco observó aquí : «El gobernador
es la potencia sensual, y el rey la intelectual.»
KÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 7 635
y engañado a una hija el meamo baile 17 : "Grande es la in-
justicia del rey, pues deja que el gobernador use tan mal de
su oficio, porque cuanto más éste ofende al rey y a su pue-
blo, más multiplica la pena que el rey le habrá de dar" l\
A que respondió el caballero que en ser el gobernador tan
malo se conocía que el rey no era bueno y que tenia las
mesmas costumbres que el gobernador. Y considerando en
unas y otras palabras, estuvo toda la noche el peregrino
sin determinar quién había manifestado mejor en su razo-
namiento las costumbres del rey, el plebeyo o el caba-
llero 19.
Después que Blanquerna hubo dicho esta metáfora, aña-
dió la siguiente: — 'Una hermosa doncella era muy solici-
tada para el carnal deleite. Esta doncella amaba la virgini-
dad, para más servir y amar a Dios, absteniéndose de
aquello en que era más solicitada y persuadida 20. Sucedió
que un mal hombre la difamó, sentido de no haberla podi-
do conseguir ; de que ella se ofendió tanto, que cayó en
el pecado de ira -2 y mala voluntad contra el hombre que
la había infamado. En tanto que la doncella estaba en este
estado, y por consecuencia en pecado mortal, por el odio
grande que le tenía, le vino deseo de pecar con un caballe-
ro que mucho tiempo la había amado; de que ella se mara-
villó mucho, pues siempre había antepuesto el amor de su
virginidad a todas las demás cosas; por lo que, atormenta-
da de los carnales incentivos, se fué a confesar con un re-
ligioso, a quien dijo: "Padre, mucho me persiguen ahora los
pensamientos lascivos, que en algún tiempo aborrecía, y
esto siempre con vivos deseos de pecar con un caballero
que me ama; por lo que os ruego me digáis de qué dimana
o en qué puede consistir el que así haya pasado mi alma de
bueno a mal estado." El santo religioso dijo a la doncella
que prosiguiese su confesión, por si por ella y por los de-
más pecados podía conocer el motivo de las tentaciones que
padecía; y habiendo ella dicho cómo estaba en pecado de
ira contra aquel hombre que la había difamado, conoció el
religioso que ia doncella estaba desamparada de Dios, y que
por este motivo había caído en aquella tentación. Y así la
,: Según el texto primitivo de Ramón Llull : «En aquella ciutat
vénch -i- palegTÍ, qui albergà al hostal de -i- hom qui de ya aquestes
peraules a «i- cavaller qui-s clamava del batlle qui li havia engañade
filla, ab la qual peccava.»
a El texto catalán añade : «... e lo poble, qui ha paciència en les
males costumes del batlle, regordonara lo rey ; hon pus lo batlle
serà contra son poble.»
* «ho el caveller ho lo hostaler».
• «per ço que en aquella cosa hon era pus cobejade servis Déu
e fos pus contrària a la vanitat d'aquest món.»
■ La última frase es una glosa del traductor.
a «que caech en ira, que és peccat mortal», precisa Ramón.
636
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLTJLL
aconsejó que perdonase a aquel hombre y que como a pró-
jimo le amase, para adquirir las virtudes de paciencia y for-
taleza y no tener vanagloria de su virginidad.
Después que Blanquerna acabó de decir estas palabras,
entendió la mujer por ellas y sus similitudes su doctrina.
Y Félix se maravilló mucho también, pues por ellas com-
prendió la razón por que había caído en la tentación contra
la fe y contra la castidad; por cuyo motivo alabó y bendijo
a Dios, y dijo a Blanquerna las siguientes: — -En una pro-
vincia sucedió que un religioso cristiano disputó tanto con
un rey moro, que le dió a entender que la ley de los moros
era falsa; lo que el rey comprendió por las positivas razo-
nes que el religioso le dió 23 ; por lo que le rogó que por
otras semejantes probase cómo la fe de los cristianos era
verdadera, así como le había probado que la de los moros
era falsa 24, porque quería bautizarse y ser cristiano y que
lo fuese también todo su reino. El religioso le respondió
que no podía mostrar por razones necesarias lo que le pe-,
día, de que se desagradó mucho el moro, y dijo al cristiano
había hecho muy mal en sacarle de la creencia de los sa-
rracenos 25 , pues no sabía darle razones necesarias de la fe
de los cristianos 2G, por ser fuerte cosa haber de dejar uno
la fe que tiene y en la que le han criado y educado, por otra
fe 27 ; aunque razonable el dejar la falsa por la verdadera
cuando por razones necesarias se manifiesta serlo ; y que
así, si no le hacía comprender que la fe de los cristianos o
religión de Jesucristo 2S era verdadera, le haría matar. Por
lo que aquel religioso huyó y aquel rey murió en su error,
de que se siguió mucho daño.
Esta similitud dijo Félix por que Blanquerna le probase
la encarnación del Hijo de Dios para preservarle en ade-
lante de semejantes tentaciones, por lo peligrosas que son,
y con especialidad las que tocan a la fe. Pero, para precaver-
se también de 'las de lujuria, dijo la siguiente: —Un ermi-
taño estuvo cuarenta años en un desierto, en el cual hizo
vida muy áspera; y como un día espulgase su túnica y se
viese tan flaco y esperido, por las grandes aflicciones que
había pasado y cilicios que se había puesto, consideró que
Dios le daría gran gloria por la gran penitencia que había
23 Se ve que el traductor quiso esquivar también aquí la tan com-
batida terminología lüliana : «... lo qual rey conech, per les necessà-
ries rahons que -l religiós li hac dites, que ell era en stament d<e
dampnació» ; e inmediatamente añade : «Aquell pregà lo religiós que
li provàs per rahons necessàries...»
34 Desde «así como...» es una amplificación del traductor.
* Ramón Llull añadió : «... en la qual creure solia.»
28 En vez de «de la fe romana».
91 «lexar se fe per altre fe».
38 «a religión de Jesucristo» es glosa.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 7
6.17
hecho; y como inmediatamente reflexionase en la tentación
de vanagloria en que había caído, se puso a discurrir al-
gún modo de mortificar en sí tan fuerte tentación y de pre-
servarse de ella en lo futuro. Y para conseguirlo ideó ves-
tirse su cilicio e irse a la ciudad más inmediata, entrando
en ella dando voces por las calles y diciendo si había algu-
no que quisiese comprarle el mérito que había adquirido
en cuarenta años de hacer penitencia; de que todos se ma-
ravillaban, y creían que había perdido el juicio, hasta que
preguntó a un hombre que llevaba dos panes si le daría los
dos panes por el mérito adquirido en hacer penitencia cua-
renta años; a lo que el hombre le respondió que ni menos
le daría uno 29, por lo que el ermitaño se avergonzó y re-
prendió tan fuertemente a sí mesmo, por la tentación de
vanagloria en que había incurrido, que en adelante no la
padeció más, y se volvió a hacer penitencia como antes.
Estas palabras dijo Félix a Blanquerna con el fin de que
le diese tan fuerte penitencia, que en ningún tiempo vol-
viese a caer en tentación de lujuria, por lo que contó al er-
mitaño lo que le había pasado sobre este asunto y sobre
la tentación de las cosas de fe que había antecedido a la
de lujuria.
Mucho agradaron a Blanquerna las dos similitudes que
Félix le contó, a las que él añadió la siguiente: —Debajo
de un hermoso árbol, que estaba al margen de una fuente,
se recostaban un filósofo y un pastor; y el filósofo decía
al pastor cosas de la filosofía que el pastor no entendía; y,
mientras el pastor se maravillaba de lo que el filósofo le
decía, vinieron lobos y le devoraron gran parte de las
ovejas.
Esta similitud dijo el ermitaño a Félix para que en ade-
lante no tuviese tentaciones de fe, y añadió la siguiente
para que se librase de las de lujuria: — Un hombre muy rico
era habitualmente en dos pecados: el uno de avaricia y el
otro de ira. Y, como un día oyese «n el Evangelio que Dios
manda al hombre amar a su enemigo, propuso amar aquel
a quien aborrecía. Y luego que le amó, Dios le dió gracia
para que se apartase del pecado de avaricia, por ser la mor-
tificación de un pecado extinción de otro pecado. Y así,
quien aborrece la lujuria, todos los pecados aborrece, por
ser un pecado ocasión de que el hombre incurra en otros,
y una virtud motivo de que ejercite las demás :
Y prosiguió Blanquerna diciendo a Félix: — Delante de
un gentil disputaban un cristiano, un judío y un sarraceno
sobre él misterio de la encarnación del Hijo de Dios ; y como
28 ¿que no li'n daria «l« pa», escribió Ramón.
" La frase «y una virtud...» falta en el original.
638
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
el judío y el sarraceno le negasen, el cristiano le probó en
estos términos: "Manifiesto es que Dios ha creado el mundo
para ser conocido y amado; y como en Dios haya grande-
za, bondad, eternidad, poder, sabiduría y voluntad, por su
bondad ha querido que el mundo sea bueno, para que por
ella se conozca y ame la de Dios, que es bondad infinita 31 ;
por su grandeza, que sea su bondad, grandeza, eternidad,
poder, sabiduría y voluntad muy conocidas y amadas, y por
su eternidad, que los hombres que le amen 32 sean durables
en gloria sin fin; por su poder, que todas aquellas cosas
sean verdaderas que con mayor perfección manifiestan que
Dios puede ser más conocido y amado; por su sabiduría,
que aquellos hombres sean más sabios que más le aman
y conocen ; y por. su voluntad, que aquellos hombres sean
en vía de verdad y hayan mayor mérito, que tienen mayor
fe, en que esté significado más vivamente ser la bondad
y demás dignidades de Dios en la mayor virtud, nobleza,
misericordia y justicia; y que sean en la mesma aquellos
que siguen la que les da más motivos de amar a Dios y a
las virtudes, y de aborrecer los vicios 33.
"También es manifiesto 34 que la mayor bondad que Dios
puede hacer en el hombre, es hacerle Dios en la persona del
Hijo de Dios 35, y la mayor grandeza que puede haber en el
hombre, es que sea una persona con Dios, que es infinita
grandeza; y la mayor duración que la criatura puede tener,
es que dure sin fin en ser Dios; y el mayor poder es que
pueda ser una persona con el Hijo Dios; y la mayor sabi-
duría, que sepa ser él mesmo una persona con él, y que
todo cuanto es creado, es creado para que sea Hombre
Dios 30 ; y el mayor amor 37 que la criatura puede tener a
Dios y a sí mesma es que ame ser una persona con Dios;
y esto mesmo se sigue de la virtud, verdad, perfección y
nobleza." Y prosiguió el cristiano diciendo que ningún hom-
bre podía tener más motivo de conocer y amar a Dios que
el hombre que sea Dios y que muera para que Dios sea co-
nocido y amado, y su pueblo redimido; y que ningún pue-
blo puede ser más obligado a conocer y amar a Dios, que
31 «que es bondad infinita» lo añade el traductor.
T- «qui-l amaran e-l conexeran», dice Ramón Llull.
33 Este párrafo y el siguiente contienen algunas de las más
típicas argumentaciones lulianas, partiendo de las dignidades divinas.
34 Continúa hablando el cristiano, como se deduce del original
catalán : «Lo cfestià dix que la major bontat...»
33 «én la essència del Fifi de Déu», escribió Ramón ; ambas expre-
siones pueden entenderse rectamente. t ■
x Apunta a-quí la idea luliana y escotista del primado de Cristo
en la economía de la creación.
w Por «e la major fermetat...».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS.- — C. 7 639
el que *cree ser redimido y salvado por la encarnación y pa-
sión del Hombre Dios.
Después de esta demostración que el cristiano hizo del
misterio de la encarnación, dijo al gentil estas palabras:
"Un rey envió a la corte romana por embajador a un ca«
ballero que mucho amaba, el cual se desempeñó muy bien
de las dependencias que se le encargaron; y, cuando se vol-
vía, fué asaltado de una cuadrilla de ladrones, que le roba-
ron y mataron. Este caballero tenía mujer e hijos, la cual,
cuando supo la muerte de su marido, rogó al rey ?^ que por
sus méritos le ayudase en sus necesidades 39 ; de que lasti-
mado el rey, se compadeció de ella y de sus hijos, y se en-
ternecía al verlos, por el amor que al caballero había tenido,
y que por servirle había muerto; por cuyos motivos hizo
siempre a la mujer y a los hijos continuados favores."
Después de esta similitud, dijo el cristiano al gentil si
naturalmente conocía se movía su voluntad y entendimien-
to más a conocer y amar a Dios por las palabras que él ha-
bía dicho de su fe, que por las que el judío y sarraceno le
habían dicho de las suyas; porque, si se sentía más enar-
decido del amor de Dios e iluminado de sus obras por sus
palabras que por las ddl judío y sarraceno, era señal evi-
dente que las suyas eran verdaderas y las otras falsas * .
pues de lo contrario se seguiría que la bondad, la grande-
za y las otras virtudes de Dios fuesen contrarias a sí mes-
mas y a sus obras41, en cuanto no darían similitud de sí ni
de ellas y en cuanto las obras no darían similitud del Cria-
dor, cuya contrariedad es imposible. Y, habiendo discurrido
largamente ei gentil sobre las palabras de los tres sabios,
conoció por las del cristiano que Dios participa o se comu-
nica más con el hombre y con todas las demás criaturas en
bondad, grandeza, eternidad, poder, sabiduría y voluntad,
y así de los demás atributos, siendo Dios y hombre 4- ; por
lo que se hizo cristiano y deseó conocer y amar 4 a Dios.
Mucho agradó a Félix la bella similitud con que Blan-
querna le probó la encarnación del Hijo de Dios, y por ello
se confirmó en la fortaleza de fe que solía tener; y bendijo
38 El original expresa más la escena : «véneh deuant lo rey ab
tots son infans, e plorà e planch la mort de son marit, pregant lo
rey...»
w El traductor, llevado de su afición a los sentidos alegórica,
acota : «En esta metáfora, el caballero significa Cristo, bien nuestro ;
la mujer, a la Iglesia ; los hijos, a los rieles cristianos, y el rev, a]
Eterno Padre.»
Ç «y las otras falsas» es añadidura del traductor.
41 Desde aquí hasta tCriadon falta en el original.
* En vez de tsiendo Dios y hombre», el original dice oque jxri
les peraules xiel juheu e del sarrahí».
• Ramón escribió «amar, e honrar, e conèxer».
640
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
y alabó a quien tanta sabiduría había dado al ermitaño **
que por similitudes probaba y respondía a las cuestiones
que se le hacían, y por ellas doctrinaba a las gentes, ense-
ñándoles buenas costumbres y el modo de amar, honrar y
conocer a Dios.
capítulo vnr
DE LA SANTA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Félix dijo a Blanquerna : —(Señor, estoy satisfecho de
la prueba que me habéis dado de la santa encarnación del
Hijo de Dios, la cual he entendido por los ejemplos que la
significan; pero me maravilla mucho de que la naturaleza
divina dejase crucificar, atormentar y morir a la naturale-
za humana, con la cual es una persona mesma, siendo así
que la divina ama más aquella naturaleza humana que a
todas las criaturas, y que es propio del1 amor no permitir
que padezca ni muera el objeto amado.
Blanquerna respondió: — En la santa humanidad de Je-
sucristo puso la naturaleza divina más bondad que en todas
las demás criaturas, y la grandeza de la misma naturaleza
humana de Cristo es mayor en virtud de durar, de poder,
de entender y de amar, que no lo son todas las otras natu-
ralezas que Dios ha creado. Por lo que convino que, así
como la bondad de Dios exaltó la bondad de la humana na-
turaleza de Jesucristo sobre toda bondad creada, así la
bondad de la humana naturaleza de Jesucristo se ofreciese
a sostener grandes penas, trabajos y muerte 1 para honrar
la bondad divina, cuya pena y trabajo convino fuese mayor
que ningún trabajo ni pena que se pueda padecer2.
—Hijo mío — tdijo Blanquerna — i, así como Dios Hijo
exaltó la humanidad de Jesucristo en la mayor grandeza que
pudo, haciéndola ser una persona consigo mésma, así la hu-
manidad de Jesucristo se quiso humillar3 para honrar la
grandeza del Hijo de Dios ; y esta mayor humildad se ma-
nifestó en que Jesucristo quiso ser encarnado en una mujer
pobre, y pobremente nació y se crió, y quiso ser acompa-
ñada de pocos y pobres, a pocos quiso predicar, por po-
** «Blanquerna», según el texto catalán.
1 El original dice solamente «se liuràs a gran mal de. pena a
sostenir», . ,¡
9 Por «que puscha ésser stimada».
8 «se volch humiliar a la major poquesa a la qiial se.poch humi-
liar. E açò féu per honrar...»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS.— C. 8
641
eos quiso ser honrado, pocos milagros hizo, según los mu-
chos que podía hacer; pobre quiso ser y poco quiso vivir;
y, según el honor que le pertenecía, fué honrado menos
que ningún hombre en el mundo, y, en fin, se quiso humillar
a la muerte, la cual conviene con el no ser o privación 1 ; y
todas estas cosas hizo para honrar la grandeza de Dios
Hijo. Y porque Dios quiso ser hombre, quiso también que
todos cuantos hombres son, fueron y serán, sean perdura-
bles sin fin, para que la humanidad de Cristo con gloria sin
fin sea honrada, conocida y amada por todos los santos, los
cuales tendrán gloria 5 en la gloria de la naturaleza divinn
y humana de Jesucristo. Y así conocerás que la naturale-
za humana de nuestro Redentor amó trabajar y padecer
tanto en este mundo, por dar en él honor y reverencia a la
naturaleza divina.
Sabrás — dijo Blanquerna- que un rey tenía guerra con
un conde, al cual había tomado toda su tierra, a excepción
de un castillo, en que por su fortaleza el conde se mante-
nía. Este conde era muy malo y orgulloso y había hecho
al rey su señor muchas ofensas ¿ injurias. Sucedió que el
conde oyó predicar a un santo hombre la santa pasión de Je-
sucristo; y como en saliendo del sermón se fuese a su pa-
lacio, vió que un lebrel suyo corría tras de un perro peque-
ño, el que luego se echó en tierra, humillándose para que
no le mordiese; pero el lebrel le embistió y despedazó de-
lante de su señor, de que el conde se irritó tanto, que luego
le mandó matar, y dijo a los que le acompañaban que en
su vida había visto peor bestia que aquel lebrel, ni que nin-
gún animal hiciese tan gran crueldad, pues el perro peque-
ño se le había humillado perqué no le matase ni mordiese.
En el acompañamiento del conde había un sabio y an-
ciano caballero, hombre de santa vida, que, valiéndose de
la ocasión, dijo al conde estas palabras: "Señor conde, la
más noble y buena criatura es aquella que tiene mayor po-
der que todo cuanto ha sido ni será creado, y éste es Je-
sucristo, hijo de María Santísima; y la más vil, más cruel
y más mala del mundo es el hombre pecador ;. Lo que se
verifica en que Jesucristo, que tuvo mayor grandeza cíe po-
der que ninguna criatura, se humilló a la muerte por salvar
a los judíos y a todos nosotros; y los judíos que le cruci-
ficaron y dieron la más cruel muerte eran hombres peca-
dores." Mucho discurrió interiormente el conde en las pala-
bras que oyó al caballero, y por virtud de la santa pasión
de Jesucristo concibió en su espíritu humildad y contrición,
* Interpretación de «la qual ab poqttesa se cové»,
«los quals hageu gloria», escribió más bien Ramón Llult.
,; Traducción amplificada del original : «... e la pus pocha bèstia
qui sia en la món 6s l'(»m peccador.»
642
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
de forma que, apartándose de todos7, montó en un caballo
y solo se fué a echar a los pies del rey, a quien pidió con
humildad que le perdonase, diciendo sus culpas delante de
él y de sus consej[er]os, quienes se maravillaron de la ve-
nida del conde y de sus palabras; por lo que el rey dijo las
siguientes: "Un escudero ofendió a un caballero, que era su
señor. Este escudero tuvo gran arrepentimiento de lo que
había hecho contra su amo, y se huyó por temor de que le
hiciese dar la muerte. Sucedió un día que el caballero venía
de cazar, y pasó por delante de un mesón donde el escudero
estaba escondido, el cual salió del mesón y se echó a los
pies del caballero, a quien pidió perdón diciendo: "Señor,
falsedad y engaño me inclinaron al defecto que cometí con-
tra vos. El miedo de la muerte me hizo huir; renovado
sea 8 en mi espíritu el amor que largo tiempo os he tenido.
No pido me favorezcáis en concederme la vida, antes me
acuso, por conocerme digno de la muerte. Lo que os pido es
que me perdonéis el delito, para que se pueda salvar mi
alma." Mucho se admiró el caballero del escudero, por no
haber visto hombre que con tanto fervor pidiese perdón;
y, movido a ternura y compasión, bajó del caballo y le
abrazó; y, viendo que lloraba, le besó en los ojos y en la
boca y armó de caballero, y, después de haberle dado gran-
des dones, le encomendó el régimen y gobierno de su casa
y familia 9.
Después que el rey dijo estas palabras, el conde, que
pedía le perdonase, contó al rey lo que a ello le había mo-
vido, y narró el sermón que había oído predicar de la pa-
sión de Jesucristo, y añadió las siguientes: "En tan gran
soberbia estaba mi espíritu, que sola la consideración de la
pasión de Jesucristo le hubiera podido humillar y sujetar a
ponerme de rodillas delante de vuestra majestad y *su cor-
te; porque, si Jesucristo, siendo Dios y hombre, se humilló
a la muerte y a los hombres pecadores, sin tener culpa y
siendo la mesma inocencia, ¿por qué no me he de humillar
yo a morir, teniéndola, y mereciendo los mayores castigos
por mi espíritu orgulloso, falso y traidor, que tantas des-
lealtades me ha dictado contra mi legítimo señor y contra
sus buenas costumbres ?" 10 Mucho agradaron al rey y a su
consejo las palabras del conde, y de común acuerdo resol-
vieron perdonarle, volverle todos sus estados y hacerle del
7 «apartándose de todos» es glosa innecesaria.
8 Diverso es el sentido del texto original : «... retornade és en
mon coratge la bona amor...»
" La última frase traduce libremente : «... e aquell féu major en
tot son alberch.»
10 Versión libre de «contre mon leyal senyor e contre son le val
consell».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 8 64^
consejo u, alabando todos juntos el poder de Dios, que por
medio de. la humildad vence los espíritus soberbios y al-
tivos.
Después de algún tiempo sucedió que aquel conde pasa-
ba cerca de un monasterio de religiosos devotos memorando
la santa pasión de Jesucristo l2, y vió al hortelano que sa-
caba el estiércol ia; y, como tuviese presente que Jesucristo
se entregó totalmente a la humildad y al menosprecio de
las cosas de este mundo, le vino deseo de imitarle, y para
ello entregarse a ejercer aquel oficio; por lo que, bajando
de su caballo, dijo al hortelano que le diese la espuerta en
que sacaba el estiércol; y sus vestidos, y que tomase los
suyos y su caballo. Mas el hortelano le respondió que si se
acordaba de un sobrino suyo que había desaparecido mu-
cho tiempo había, al cual él había armado caballero y le
quería prohijar, dejándole cuanto tenía y poseía ; a que res-
pondió el conde que sí, y que muchas veces le había hecho
buscar por diversos países, sin haber podido adquirir noti-
cia de él. "Pues señor — dijo el hortelano — ., yo soy vuestro
sobrino, yo soy aquel que tanto solíais amar." Y entonces
el conde le conoció, aunque estaba demudado y negro 14 por
la gran penitencia que hacía y trabajo que tenía. El conde
quedó muy alegre de haber encontrado a su sobrino, pero
mucho más maravillado cómo se había puesto en tan vil
oficio. Mas, haciendo reflexión de que poco antes lo había él
deseado, se maravilló de ver extrañaba que otro hubiese
ejecutado lo que él quería ejecutar ; y, recobrándose, le dijo :
"Querido sobrino, yo quiero que de aquí adelante seáis conde
y señor de mis estados, para que yo pueda ser hortelano
toda mi vida." A que el hortelano respondió: "Señor, el
mismo día que me armasteis caballero oí predicar que era
mejor a la sabiduría del hombre 10 saber de humildad y po-
nerse con ella a ejercer oficio donde se sirva a Dios que ser
rey de Francia 16 ; por lo que no quiero apartar de mí este
11 El original se refiere sólo al rey : «... al qual [al conde] perdo-
nà, e reté-li tota sa terra, e féu-lo de son eoncell».
12 «memorando la santa pasión de Jesucristo» no está en este lugar
del original, sino algo más abajo.
13 bon hom ortolà se era donat a servir aquells sants hòmens,
e aportave fems al ort.» Y prosigue : «Dementre que lo comte pas-
sava per la carrera, lo comte remembra en la santa passió de Christ
e en la santa vida que-ls sants hòmens feyen en aquell monastir ;
-e hac devoció que en axí com Jhesuchrist se liurà a humilitat e
menysprehà la vanitat d'aquest món, que en axí desemperàs aquest
món e que-s liuràs al pus vil offïci que pogués.»
" El traductor leyó «negre» por «magre» (delgado), que es la
idea del original catalán.
13 Torcida interpretación de «que mellor cosa era, en saviesa de
hom, saber humilitat».
1B Recuérdese que Llull escribía el Fèlix en París.
644 OBRAS LITHkARlAS DE RAMON LLULL
oficio, en que ejercito la humildad, por vuestro condado 17 ni
por cuanto me podéis dar, pues más me estimo esta espuerta
y estos pobres vestidos que vuestro caballo y vuestros ricos
adornos, porque con ella y ellos sé que soy más agradable
a la sabiduría de Dios, que no lo sería con los vuestros."
Además, has de saber, hijo — dijo Blanquerna a Félix — ,
quelx en una ciudad había un noble ciudadano que tenía
mujer, hijos y grandes riquezas. Este deseaba mucho servir
a Dios, y no quería que en su corazón entrase otro amor que
el del mesmo Dios; pero por la mujer, los hijos, las honras
y las riquezas que tenía, no podía cumplir sus deseos ; hasta
que consiguió con su mujer la separación, y la entregó a
ella y a sus hijos todo cuanto tenía, a excepción de una casa
y una viña, que se reservó para vivir, con cuya disposiciÓ3i
pudo contemplar a Dios mucho mejor que antes. Pero to-
davía la casa y la viña se lo embarazaban en parte, por lo
que dió la casa y la viña por amor de Dios, y entonces pudo
contemplar a Dios mucho mejor y con más frecuencia. Mas
todavía sus hijos y sus parientes se lo estorbaban algunas
veces; por lo que, no hallando el ciudadano del todo la sa-
tisfacción y quietud de espíritu que buscaba J'\ se fué a tie-
rra extraña, donde fué tan pobre, que no tuvo nada propio,
y entonces tuvo a Dios en toda su voluntad y no tuvo cosa
que le estorbase su contemplación -".
Cuando Blanquerna hubo explicado a Félix por medio
de estas similitudes la razón por que la deidad quiso que
la humanidad de Jesucristo fuese en este mundo en pobreza,
pasión, desprecios y muerte, Félix por ellas lo entendió, y
bendijo [a Dios], e hizo propósito interiormente de ser po-
bre toda su vida, y deseó morir para dar conocimiento y
amor a las gentes del Hijo de Dios, que por su santa huma-
nidad quiso ser tan conocido y amado.
,T «cuidado» dice e1 texto por error, ya subsanado en la fe de
erratas.
!x Hasta aquí falta en el original.
" Versión libre de «lo burgués no poch bé a sa volentat satisfer
e amar Déu...»
* «e neguna cosa no l'embargave a amar Déu.» Galmés llama
a todo e>te párrafo «resumen autobiográfico de la vida de_ Ramón
ut-sde mi conversión hasta su salida de Mallorca, hacia el año 1279»
i Llibre de meravelles, IV, 322).
FELIX DE LAS MARAVILLAS . — C . Q
<M5
CAPITULO I X
Del pecado original
--Señor — dijo Félix — , he oído decir que, por el pecado
mortal que nuestro padre Adán cometió cuando comió deJ
fruto vedado y fué desobediente a Dios, padecemos todos
las penas corporales que padecemos, como son hambre, sed,
frío, calor, enfermedades y muerte. Y también he oído decir
que todo hombre que no esté bautizado, está perdido por el
mismo pecado original. Lo que me admira mucho, respecto
de que, como el alma del hombre no proviene del alma de
Adán, no parece regular ni yo alcanzo cómo el hombre debe
pagar pena del pecado que él no cometió, ni por qué todos
la hayamos de pagar y padecer por él, que cometió uno solo.
A que el ermitaño respondió: — Un rey se había apo-
derado de un castillo que pertenecía a un caballero. Este* rey
murió, y dejó por heredero a su hijo, ante quien el caballero
se presentó y pidió le restituyese el castillo que su padre le
había usurpado; a que el nuevo rey respondió que él no
tenía culpa de los pecados de su padre, y que su padre no le
había tomado el castillo con su voluntad (esto es, con la del
rey reinante), sino es con la propia (esto es, con la del rey
muerto). A que el caballero respondió: "Señor, así como vos
sois rey por vuestro padre (esto es, por haber nacido hijo
de rey) l, así estáis obligado a satisfacer todo aquello que
vuestro padre debía satisfacer; y, pues vos reináis por el
derecho que vuestro padre tenía y os dejó en estos reinos,
estáis obligado a hacer justicia en lo que poseéis por heren-
cia del rey vuestro padre, y, por consecuencia, a restituirme
lo que él me había usurpado" -.
Cuando Blanquerna hubo dicho este ejemplo, le aplicó a
su propósito, diciendo: - En Adán y Eva, antes que engen-
drasen a Caín y Abel, estaba toda la humana naturaleza,
la que fué exaltada en ambos a dos, constituyéndolos seño-
res de los animales :, aves, plantas, peces y de todas las
demás cosas creadas, cuyo señorío ha pasado, a nosotros,
como herederos de Adán y Eva, nuestros primeros padres,
'- Ya advierte el mismo traductor anónimo : «Lo que esiá entró-
los paréntesis es añadido por mí para dar más clara inteligencia al
autor.»
V Las frases «y os dejó en estos reinos» «y por consecuencia...»
son añadiduras innecesaria:-.
' Glosa gramaticalmente incorrecta de «fo exalçada la humana
natura sobre totes les bèsties...»
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
y por ellos somos señores de todas las criaturas sensibles.
Luego, así como por hijos de Adán y Eva participamos de
todo este bien y señorío 4, así por el mesmo motivo, insi-
guiendo el orden de la justicia, es necesario que tengamos
más sujeción, más subordinación y más tormento que nin-
guna criatura °, por razón del pecado que nuestros primeros
padres cometieron contra su Criador; y por este motivo
traemos con nosotros y padecemos las penas corporales y
espirituales que padecemos.
Además, que si el alma del hombre por el pecado ori-
ginal no estuviese sujeta a la pena antes del bautismo, no
pudiera estar el hombre en peor estado que los brutos ni otra
criatura, como es necesario lo esté por ordenación de jus-
ticia, por razón de ser él quien cometió el pecado c ; y así
Dios no podría satisfacer al uso de su justicia, la cual con-
viene sea tan grande, que así como la bondad de Dios pudo
por razón de su grandeza 7 exaltar la naturaleza del hombre
sobre toda otra naturaleza y criatura corporal, así la jus-
ticia de Dios puede castigar a todo el hombre que carece del
bautismo, como criatura de más vil condición que ninguna
otra criatura 8.
— Señor — dijo Félix — ¿cómo pudo la pasión de Jesu-
cristo tener tan gran virtud, que fuese suficiente a redimir
todo el género humano, siendo Cristo un solo hombre y no
muchos hombres? — CE1 ermitaño respondió que la natura-
leza humana de Jesucristo, por sí tan solamente (esto es,
como humana) 9, no podia tener virtud para redimir todo el
género humano ; pero, como era y es unida con la divina en
el Hijo de Dios, fué por este motivo tan exaltada en dig-
nidad, virtud y poder, que no tan solamente pudo y fué su-
ficiente a recrear el mundo T0, sino es mil millares de mundos
que hubiese habido.
— íSeñor — dijo Félix — ^ pues que es tan grande la virtud
de la pasión dé Jesucristo para la salvación de su pueblo,
¿cómo es posible qaie todos los hombres no se salven, y por
1 «lo qual honrament — prosigue el texto catalán — no havem per
nosaltres mateys.»
B Versión amplificada de «que sim. turmentats e avilats pus fort-
ment que neguna ereatura» ; y más abajo ! «... cové que tuyt portem
pena corporal per lo peccat original.»
c Interpretación personal de la frase luliana «ni que altre creatU
ra, stant hom ço que és hom».
7 Paisa lectura del original «per gràcia».
s Traducción muy incorrecta del original : «... en axí la justicia
de Déu la natura humana en universal hage pogude baxar e punir,
e ésser tot hom qui no sia batejat de pus vil condició que neguna
bèstia ni neguna creatura ; en la qual vil condició està tot hom qui
no sie batejat, car per absència del babtisme és jutjat a dampnacio^
n Todo el paréntesis es del traductor,
«segle» escribió Ramón.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 10
6.17
qué hay más infieles que fieles? Pues, 'siendo tanto mayor
el número de aquellos que no creen su santo advenimiento
que no el de los que le creen, parece no fué bastante a la
recreación de todo el género humano. — Blanquerna respon-
dió: — ^Un rey tenía muy buenas costumbres y había hecho
partícipe de ellas a su reino con el buen ejemplo. Este rey
tenía un hijo, a quien tiernamente amaba y enseñaba sus
costumbres, educándole lo mejor que le era posible. Sucedió
que este rey murió, y, habiéndole heredado su hijo, reinó
mucho tiempo sabiamente y con buenas costumbres, mante-
niendo en paz y justicia su reino. Después de su muerte le
heredó un hijo loco y mal acostumbrado, que gastó y disipó
todo el reino y dió tan mal ejemplo a los vasallos, que casi
todos se hicieron pésimos.
Además — dijo Blanquerna — , has de saber, hijo, que por
una ciudad pasaba un sabio rey a caballo, con toda su co-
mitiva y gran corte de caballeros, y, habiendo encontrado
en la calle un sacerdote que llevaba el Santísimo Sacramento,
se bajó del caballo, se puso de rodillas y besó la tierra en
reverencia del cuerpo de Jesucristo; y como un loco caba-
llero de los que le acompañaban no quisiese bajar de su ca-
ballo ni hacer tal reverencia, antes extrañase que el rey la
hiciese, y el rey lo reparase, se maravilló, le desterró de su
corte y confiscó sus bienes por este motivo. — (Después de
dichas estas palabras, añadió Blanquerna las siguientes:
—La pasión de Jesucristo bastó a dar al rey ejemplo de ca-
ridad, justicia, devoción y humildad, y también bastaba a
dar el mesmo ejemplo al caballero; pero éste no le quiso
tomar ni abrazar la virtud; en que conocerás que no es el
mundo en error por defecto de la pasión de Jesucristo, sino
es porque no quieren los hombres usar ni imitar las buenas
costumbres que Jesucristo tuvo en sí mesmo y dejó para
los que las quieren abrazar y seguir, como los apóstoles,
mártires y confesores y otros santos.
CAPITULO X
De María Santísima nuestra Señora
Maravillábase Félix delante de Blanquerna de cómo Ma-
ría Santísima pudo quedar virgen después del nacimiento de
nuestro Redentor, por lo que dijo a Blanquerna: — Señor,
mucho me maravillo de cómo nuestra Señora pudo parir a
su Hijo sin corrupción de su virginidad. — A lo que Blanquer -
na respondió que así como el Hijo de María Santísima fue
concebido en ella sin corrupción de su virginidad, así convino
648 '.MR AS LITEKÁRÍAS DE RAMON LLULL
que naciese sin corromperla; porque, si no, sería su naci-
miento desigual y contra la naturaleza de su encarnación, y
en el principio de la generación de Jesucristo hubiera sido
nuestra Señora más noble y perfecta que en .el fin (que es
en el nacimiento) 1; y la voluntad de nuestra Señora no hu-
biera tenido cumplimiento; pues, como tenía elegida la vir-
ginidad, hubiera perdido en el nacimiento de su Hijo el pro
pósito de su voluntad; por cuya razón quiso su Hijo santí-
simo conservársela en el parto y después del parto, como se
la había conservado antes.
Y, en tanto que Félix se» admiraba de las palabras de
Blanquerna, éste prosiguió diciendo: — Un discípulo pregun-
tó a su maestro cómo era posible que la luz y resplandor de
los rayos del sol entrase y se comunicase con la luz y res-
plandor del fuego sin corrupción de la luz del fuego y sin
deslucimiento 2 de la luz del sol, que no está incluido en la
luz del fuego, aunque esté dentro de él. A cuya pregunta el
maestro, que era muy sabio en filosofía, respondió: "Natu-
ral cosa es que en todo cuerpo compuesto de los cuatro ele-
mentos entre el un elemento en el otro sin que el uno co-
rrompa al otro y que de todos cuatro se produzca un com-
puesto, que sea un cuerpo compuesto de todos cuatro; como
el Hijo de María Santísima, que fué formado en su santí-
simo vientre de su preciosa carne, entrando o comunicán-
dose el un elemento en el otro, y salió de él quedando vir-
gen; así como' el cuerpo compuesto que sale engendrado
de los elementos en otra especie que no es ninguno de ellos,
y sin que en aquel cuerpo haya ninguno de ellos corrompido
esencialmente."
— Señor — dijo Félix — , también me admiro de cómo nues-
tra Señora pudo sufrir y no murió de dolor viendo a su
santísimo Hijo, a quien tanto amaba, aprisionar, ligar, herir,
escarnecer, despedazar y, en fin, morir en una cruz. — -Blan-
querna respondió : — En una ciudad había un ciudadano muy
celoso de su mujer, de la cual tenía un hijo. Esta mujer era
muy honesta y bien acostumbrada y amaba a su hijo sobre
todas las cosas del mundo. Sucedió que un sobrino que tenía
el ciudadano, a quien quería mucho, deseoso de heredar sus
bienes, infamó a la mujer, para que, aborreciendo su ma-
rido a ella y a su hijo, pudiese lograr su fin. Y, p^ara más
esforzar su dañado intento, dijo a su tío que él había visto
salir del cuarto de su mujer a un clérigo, con quien antes
le había hecho creer que ella tenía ilícita comunicación. El
ciudadano se irritó tanto, que dijo a su sobrino: "Hijo, si
1 El paréntesis es del traductor.
3 El original diçe «^uclòíment», forma substantivada que concuerc
da mejor con la frase siguiente «que no és enclosa dintre la lugo*
del foch».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. I(> O.ju
tú me amas y quieres después de mi muerte poseer mis
riquezas, has de hacer lo que te diré, que es ir incontinente
adonde está mi mujer y delante de ella abrir el pecho a su
hijo y sacarle el corazón, para que ella, a vista de tal atro-
cidad, muera de tristeza y dolor." Por lo que aquel cruei
hombre fué inmediatamente donde estaba la buena mujer,
que, teniendo a. su hijo en su regazo, se consolaba de los
trabajos que sufría por el genio celoso del marido; y arre-
batándola el hijo delante de ella mesma, le metió el cuchillo
en el pecho, y después, per la herida, la mano, en la que
sacó el corazón del inocente infante y le arrojó, aún palpi-
tando ;, en la falda de su madre. [A] la cual (en tanto que
el mal hombre ejecutaba esto, y el niño lloraba y la llamaba
y miraba para que le socorriese y librase de él) por la
fuerza del dolor se le embargaron las acciones; no pudo
moverse ni socorrerle; sólo se admiraba de cómo el dolor
no la mataba, que era lo que deseaba, por no ver la cruel
muerte que daban a su querido hijo. Pero Dios no quiso
concederla lo que le pedía, por darla, más motivo de pa-
decer y de tener mayor paciencia, para que le diese gracias
por los trabajos que la enviaba, y así dispuso que viviese
muchos años en trabajos y dolor, para que, adquiriendo gran
mérito, mereciese gran gloria.
— Señor — dijo Félix — , las gentes de este mundo, ¿por
qué tienen tan gran esperanza en María Santísima? Pues
veo muchos hombres que la muestran tener, y efectiva-
mente la tienen, en algún modo, mayor que en su santísimo
Hijo !. — A que respondió Blanquerna: — Amado hijo, la car-
ne que el Hijo de Dios tomó en y de María Santísima (como
elegida para la unión de la Divinidad) 3 vale sin compara-
ción mucho más que todos los ángeles y los arcángeles y
que todos los hombres que son, fueron y serán; y vale más
que todo cuanto Dios ha criado, y aun el mismo Dios no
puede crear cosa alguna tan preciosa ni que tanto pueda
valer. Por lo que es necesario que nuestra Señora sea tan
alta y tan excelente criatura, y que tenga tal cumplimiento
de perfección, justicia, caridad, virtud, santidad y poder, que
sea bastante a la esperanza que los justos y los pecadores
necesitamos tener y tenemos en ella. Y porque su Hijo quier?
más oír los ruegos de su Madre que los de todos los santos,
tenemos necesidad, todos los hombres pecadores, de la inter-
cesión de María Santísima, mayormente cuando esta divina
Señora- (por tenernos más eficaz amor) B es más diligente en
' «aún palpiuuulo» es añadidura del traductor.
r El traductor amortigua la ingenua expresión de Félix : tCat
molts hòmens són qui han major sperançn en nostra Dona que en
son fill.»
¿ El paréntesis falta en el original.
650
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
rogar a su Hijo por nosotros que todos los demás santos.
Después de estas palabras, Blanquerna dijo a Félix la
siguiente similitud, para que entendiese mejor lo que él
había dicho: — En una provincia había un rey muy sabio,
y como en ella hubiese hombres muy malos, tenía el rey
que hacer grandes actos de justicia, para castigar sus gran-
des delitos. Sucedió muchas veces disgustarse el rey de
haber de castigar criminalmente a tantos, por lo que ¿le-
seaba que hubiese en su corte hombres que supiesen rogar
e interceder por los que había de castigar, pues él se incli-
naba a perdonar a muchos; pero los culpados, que sabían
lo recto de la justicia del rey y desesperaban alcanzar per-
dón, no se le pedían como debían °. Por lo que, teniendo el
rey una hija muy hermosa y bien acostumbrada, la dijo:
"Amada hija, gran deseo tengo de perdonar a muchos, pero
mis vasallos no saben el modo de pedirme perdón; y así
tendrás entendido que desde hoy te manifestaré todo lo
que te quiero, para que los que contra mí cometen algún
delito, se valgan de ti, pidiendo te interpongas conmigo
para alcanzarles el perdón que necesitan, y yo por tu medio
perdonaré a muchos y tendré el gusto de usar de mi mise-
ricordia complaciéndote a ti 7. Y así, hija mía, a ti te toca
hacer que las gentes se enamoren de ti 8, para que, aten-
diendo a tus buenas costumbres y virtudes, yo no pueda
dejar de oírte; y así todos, por tu bello trato y por la espe-
ranza que en ti tendrán, recurrirán a ti en sus aflicciones,
trabajos y defectos que cometan, y tú los oirás, y manifes-
tarás cómo el mejor modo de pedirme perdón y misericordia
es tu medio y tu intercesión *
CAPÍTULO XI
De los profetas
— Señor — dijo Félix — , en el tiempo en que estamos, ¿ por
qué no hay profetas? — A que Blanquerna respondió: — Un
rey muy noble tenía un hijo a quien mucho amaba. Este rey
0 «no li clamaven mercè, e-l rey feya d'ells justicia.»
7 Versión muy libre de «A mi se cové que a vós dó senyal de gra
amor, per ço que les gents que contra mi fan felliment se confien e
vós, e qiie jo per vostres pregueries lus deja perdonar algunes v~
gades*.
* Más expresiva y clara es la frase de Ramón Llull : «E a yós
filla, se cove que les gents façats en amor de vós mateixa e de mi...
0 Glosa, más bien que traducción, del original : «... e per la spe
ranea que hauran en vós, se castiguen dels deffelliments que fan ;
e ©ové que vós los mostréis manera com degen clamar mercè.»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. II 6s.T
envió por todo su reino mensajeros, que con solemnidad
participasen a las gentes unas nuevas cortes que querí?.
hacer para honrar a su hijo, armarle caballero y cederle
su reino y corona 1 ; cuya función ejecutada, y concluido el
ceremonial y cumplimiento de las cortes -, cesaron en su
oficio 3 los mensajeros.
— Señor--volvió a preguntar Félix a Blanquerna— , el
rey que vos decís, ¿por qué no hizo antes las cortes, pues
que su hijo era digno de ser antes caballero y honrado?
Y los mensajeros que las anunciaron, ¿por qué murieron
antes que se celebrasen, cuando tanto tiempo las habían
estado anunciando? — Blanquerna respondió que las cortes
principalmente se habían celebrado en obsequio del rey y
de su hijo, y que a éste le pertenecía mucho más honor que
el que las gentes que a las cortes vendrían le podrían dar
y tributar4, por lo que las hizo cuando y como quiso que
su hijo fuese honrado, y no antes ni después, pues que aque-
llas cortes se establecieron según el mucho honor que con-
venía a los reyes, que quisieron tenerlas en aquel tiempo y
no en otro.
Félix preguntó a Blanquerna por qué los profetas habían
hablado tan obscuramente de la venida de Jesucristo, pues,
si hubiesen hablado con más claridad, muchos más hombres
hubieran creído en él que no han creído ni creen, lo que
ocasiona su condenación eterna. Blanquerna respondió: — El
entendimiento y la fe son criaturas de Dios, y cuanto más
obscuramente hablaron los profetas del advenimiento de
Jesucristo, más ocasión dieron a los entendimientos huma-
nos para ensalzarse a sutilizar e inquirir las obras que Dios
tiene en sí mesmo y extra de sí mesmo, en las cuales, y en
cada una de por sí. el entendimiento puede entender que
el advenimiento de Jesucristo está secretamente anunciado
y significado \ Y esto mesmo se sigue de la fe, que puede
ser mayor y adquirir mayor mérito 0 en creer el adveni-
1 L·l original dice solamente : «... e-l volia heretar de >oii regne»,
pero el sentido, a juzgar por el contexto, es el que le dio el traduc-
tor anónimo.
- Traducción obscura dé «Aprés la cavelleria del rey jove e lo
compliment de la cort...».
3 Falsa versión de «cessaren», .que aquí significa «murieron», se-
gún .^c desprende del siguiente párrafo. Se refiere a la muerte de los
profetas antes de la venida de Cristo.
J Lo que sigue es una declaración del original : «...rar aquella
cort-fo stablida segons la alte honor que-^ con venia ais .u« reys que
en aquell temps volgueren tenir cort.»
5 Falsa interpretación de «en les quals obres l'enteniment pot més
entendre, hon pu^ Paveniment de Christ és secretament nunciat».
6 «y adquirir mayor mérito» lo añadió el traductor.
652
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
miento de Jesucristo cuanto más obscuramente 7 hablaron
de él los profetas.
Sabrás — dijo Blanquerna — que una vez sucedió que el
sumo pontífice dijo a un buen sacerdote que eligiese uno de
dos obispados que por entonces había vacantes; y, habiendo
examinado el sacerdote que el uno era de mucha renta y
señorío, pero que los feligreses s no eran bien acostumbra-
dos ni virtuosos, y que en el otro, que era de mucha menor
renta y menos señorío 9, lo eran, eligió el pequeño, amando
más ser señor de pocos virtuosos que de muchos viciosos.
— Señor — dijo Félix — , según vuestra similitud, parece
que Dios ama más en la gloria a los hombres muy virtuo-
sos, aunque sean pocos, que no a los que no hayan sido tan
virtuosos, aunque sean muchos. Y, siendo Dios en todo bue-
no, poderoso, grande y con cumplida voluntad, me causa
admiración el que Dios no haya dispuesto que en este mundo
haya habido muchos más hombres de mayor virtud y san-
tidad que los que ha habido ni hay. — Blanquerna respondió:
— Un abad, que era hombre de santa vida y gran devoción,
tenía en su monasterio muchos monjes que no eran tan
honestos ni devotos como convenía a la religión que pro-
fesaban, aunque había otros que eran buenos y observan-
tes. Este abad hacía muchas penitencias, ayunos y morti-
ficaciones 10, para que, predicando a sus monjes con el ejem-
plo, se hiciesen buenos observantes y devotos los que no le
eran, y que los que lo eran se fortaleciesen y psrficionasen
más en la virtud n.
— Señor- dijo Félix- , ¿ por qué razón los judíos no se
hacen cristianos,, observando como observan la ley antigua,
que es fundamento de la nueva? Pues me causa admiración
que, teniendo ellos los principios de ésta, sean contrarios
de ella mesma v~. — Blanquerna respondió: — En tiempo de
los profetas reinaba fuertemente la fe, porque las gentes no
estaban tan acostumbradas a la sabiduría como lo están al
presente; por cuyo motivo- los judíos, fundados en aquella
creencia, quieren por ella mantener la ley antigua, para lo
que han hecho muchas glosas al testamento, oponiéndose a
"' «subtilment» escribió aquí Ramón Llull.
8 «los seus prelats e sotsmeses» , escribió Ramón.
;' «havia... petita renda, e los clergues e los lechs eren en poch
quantitat.»
w «feya moltes abstinències en dejuni-, e havia molta de san
taiiat e de converció...»
11 Él original prosigue ; «... per tal que gran santadat e converci
significas la alta santadat de lur creador.»
B La argumentación luhana es como se sigue : «Car gran mera
vella és que ells teríguen los començaments de la ley nova, e qu
ells, ab aquells començaments, sien contraris a la li de aquells ÇT
mençaments.»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 11
6«í ;
la nueva ley 1 . Y por esto y porque dirigen sus pensamien-
tos contra su fin, están en cautiverio, como lo demostró un
sabio judío a otro de su religión, diciéndole que antes de
la venida de Cristo habían padecido dos cautividades en
castigo de sus pecados, y que. de éstas, la una duró cuatro-
cientos años y la otra sólo setenta; pero que la que actual-
mente padecen, ha más de mil doscientos años, sin que sepan
ni discurran por qué, si no es por haber dado la muerte a
Jesucristo 1
— Señor — dijo Félix-—, un cristiano, que era usurero y
tenía mujer e hijos, llegó al artículo de la muerte; y dicién-
dole su confesor que. si no restituía lo que tan ilícitamente
había ganado, no se podía salvar, le respondió que más
quería condenarse que restituir lo que por usura había ga-
nado, pues su mujer y sus hijos quedarían pobres. Y así,
me admiro de la constitución que se ha establecido para que
el judío que se vuelve cristiano sea despojado de cuanto
tiene, pues muchos judíos dejan de ser cristianos por esta
constitución. — Blanquerna respondió; — En una ciudad ha-
bía muchos judíos, de los cuales el rey sacaba un gran te-
soro todos los años, dejándolos por esto vivir y hacer las
usuras que acostumbran contra los cristianos; y como su-
cediese que un judío muy rico, con toda su familia, abrazase
la religión de Jesucristo, el rey le tomó cuanto tenía, y él
se vió obligado a pedir limosna y pasar una vida sumamente
miserable lc, maravillándose todos de que el rey quisiese po-
seer (sin creer cargaba su conciencia) 10 aquellos bienes, pro-
cedidos de la usura, y que dejase perecer a aquel miserable
con su familia.
— Señor — dijo Félix — , un ermitaño, hombre de santa
vida, entró en una ciudad donde había muchos judíos, con
el fin de alegrarse de todo aquello que viese en que se ma-
nifestase que Dios era muy amado y conocido, y de entris-
tecerse y compungirse de todo lo contrario y que fuese en
su ofensa. Sucedió un día que este ermitaño entró en la
sinagoga de los judíos, donde oyó que maldecían a Jesu-
cristo ,;, de que tuvo gran pesar y sentimiento, y se mara-
villó de cómo, siendo el rey cristiano, permitía habitase s*;
tierra gente contraria de su religión y que aborrecía y blas-
femaba a quien era Rey del rey. Y. habiendo salido con este
13 «han fetes moltes ,l;ío>c> contre els tests, e«ls conseqüents segne-
xen lnrs pares primers qui faleament contradixeren la lev nova.»
Todo este párrafo, má> es un re>umen que una traducción, pero
el >emido corresponde al original.
^ Versión incompleta de «e sa muller, e»ls infants» e ell mateix
foren tan pobres que, quirent per les porto, morien de f;im»
10 Paréntesis del traductor.
,; El texto catalán añade : «...e-l< jabeas no-s garda ven de ell.
car cuvdaven-se que fos juheu.»
654 OBRAS LITERARIAS DE RAMON* LLULL
disgusto de la sinagoga, vió que llevaban a justiciar un
cristiano porque había muerto un judío el viernes santo,
arrebatado del dolor que le causó contemplar la pasión de
Jesucristo y los tormentos y muerte que por mano de los
judíos padeció. De que se maravilló mucho más el ermitaño,
considerando cómo era posible que un rey y un pueblo cris-
tiano pudiesen vivir entre gente que sólo trataba el deshonor
de Jesucristo, amándole tanto su Padre (y, por consecuen-
cia, a los que le honran), y difamando tanto a los que tratan
su deshonor (y, por consecuencia, a los que lo permiten) 18 .
CAPÍTULO XII
De los apóstoles
— Mucho me admira — dijo Félix — que, siendo los após-
toles tan pocos en número, pudiesen convertir tantas gentes,
y que, habiendo ahora tantos cristianos, no podamos con-
vertir a los infieles. — Blanquerna respondió: — Un discípulo
en filosofía encendía fuego delante de su maestro, y se ma-
ravillaba de que con una chispa pudiese el hombre quemar
toda cuanta leña le fuese posible multiplicar y poner en el
fuego 1 ; por lo que preguntó a su maestro que por qué na-
turaleza tenía el fuego tan gran virtud. A que el filósofo
respondió que los* apóstoles habían sido inflamados de la
gracia e inspiración de Dios, quien les daba materia 2 para
que la caridad y devoción multiplicase, y virtud para que
el poder de sus almas se fortaleciese, a fin de que las gentes
por este medio se enardeciesen y le conociesen y amasen.
— Señor — dijo Félix — , ¿por qué no hay ahora hombres
tan inflamados en el amor de Dios que por su medio ilu-
minen a las gentes para que le amen y le conozcan, habien-
do tantos que no le conocen ni le aman? — Blanquerna res-
pondió : — Un rey muy poderoso :; tenía gran afición a la
caza, y como un día, siguiendo a un oso, se perdiese y le
cogiese la noche en el campo, hubo de recogerse en casa de
1S Traducción muy libre e incorrecta: «... ab avtals gents, que
tan contraris són a la" alta honor qui-s cové a Jhesuchrist, per lo qual
cuyden ésser honrats per tots temps en la glòria de son Pare, qui
tant ama son honrament e tots aquells qui-l honren en aquest món,
e qui tant desama tots aquells qui li fan desonor.»
1 Amplificación de «com de -i-8 spira de foch podie montiplicar
tan gran foch».
- «e Déus donave-ls manera per què la caritat e devoció mon-
tiplicava», dice el original.
1 «molt poderós de thesaur e de gents».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 12 ÓS.S
un labrador, a quien dijo que era un caballero de los de la
comitiva del rey 4 ; y como el labrador le preguntase que de
qué rey, y el rey le respondiese algo enfurecido, le dijo el
labrador: "Señor, no os admiréis que yo soy rey, y aquel a
quien vos se lo llamáis no lo es; porque el oficio del rey es
hacer todo el bien que puede a sus vasallos y apartarlos 5
de todo mal; y el rey de quien vos habláis tiene otro oficio,
que no es de rey, por haberse metido a cazador siguiendo
a las fieras, para lo que no es el rey (estando continuamente
con desazón y tristeza por no poderlas alcanzar). Pero yo ;,
que soy rey de mi voluntad y cumplo con mi oficio, solici-
tando que mi familia conozca y ame a Dios, soy verdadera-
mente rey." A lo que el rey le respondió que los reyes y
los grandes señores suelen estar muchas veces ociosos, y
para apartar malos pensamientos, tristezas y evitar otros
males, ejercitan la caza. Pero el labrador le replicó: "Señor,
en la caza no cesa el mal, sino que se multiplica, según lo
manifiestan las palabras que un clérigo dijo a su prelado."
Y como el rey le mandase que se las dijese, el labrador pro-
siguió diciendo: "Un obispo llevaba muy mal el cuidado de
las cosas de su obispado, y lo tenía por trabajo insoporta-
ble, por lo que hizo empeño en la Santa Sede para residir
fuera de él; y, conseguida la licencia, le dejó encargado a
un canónigo 7, hombre de muy mala vida y que hacía mucho
mal en él. Y como el clérigo se lastimase y le preguntase
cómo era posible que tanto mal hiciese sin tener conciencia
ni temor de Dios, le respondió el canónigo: "El obispo no
quiso tener cuenta de sus ovejas, y, entregándomelas a mí,
se las entregó al lobo, por lo que las ha perdido" 8, de cuyo
desembarazo el clérigo se quedó maravillado.
"Amigo — dijo el rey — , decidme qué significan estas pa-
labras que el canónigo dijo." "Señor — respondió el labra-
dor— , en una ermita se encontraron la Voluntad y el Poder,
y entre ellos tuvieron gran altercado, alegando el Poder que
él valía más que la Voluntad, y la Voluntad, que ella era más
que el Poder. Y, como ambos a dos eligiesen por juez, para
decidir su cuestión, al ermitaño'-', éste les dijo: "Sabréis
4 Ramón añade : «... e. pregà lo pagès que-l albergàs per amor
del rey.»
La versión de todo este párrafo es muy poco fiel, aunque bas-
tante exacta cuanto al sentido.
8 El texto catalán dice : «Mas jo, sènyer, són rey de ma volentat,
en ço que-m sent tal voler, que, si era 'rey per poder, jo faria tant
que tots los jorns de ma vida e tota ma terra ordonaria a tal sta-
ment, que Déus na fos amat e conegut. »
7 El original escribe : «•!• clerga.»
1 Paráfrasis de aLo bisbe ha a retre compte de ses ovelles, que en
mi les ha perdudes».
■ «lo ermita d'aquel loch», precisa Ramón Llull, para que no
6e confunda con Blanquerna, interlocutor de Félix.
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLl'LL
que había un sabio hombre vasallo de un rey, el cual 10 tenía
gran deseo de hacer bien, para lo que deseaba tener tan
gran poder como el rey mesmo, con el fin de emplearle en
hacer todo el bien que se perdía en el que el rey dejaba de
hacer, por causa de que la voluntad del rey no era corres-
pondiente a su poder."
Después que Blanquerna hubo dicho todas estas simili-
tudes, Félix entendió por ellas la causa por que los cris-
tianos no tienen el ardor que los apóstoles para convertir
e inducir a vía de salvación a tantos que por error caminan
por la de su condenación; por lo que dijo a Blanquerna es-
tas palabras: — En una ciudad murió un rico hombre, que
dejó muchas riquezas a su mujer y a sus hijos; y, habiendo
venido del entierro en que unos y otros lloraron lo que se
deja considerar, se pusieron en una cuadra a recibir el pé-
same con todo el fúnebre aparato que se acostumbra; y
cuando estaban todos con la mayor serenidad, un gato que
estaba en la sala jugaba con una pluma 11 con tales demos-
traciones, que la mujer, los hijos y todos los circunstantes
prorrumpieron en risa.
Blanquerna dijo: — Un día estaba un peregrino delante
de la cruz, la que miraba con los ojos corporales, y con los
espirituales memoraba lo que la cruz significa de la santa
pasión de Jesucristo. Y, estando en esta contemplación, vió
entrar en la iglesia dos capellanes que hablaban de las cosas
temporales, en las que mucho se divertían y complacían;
por lo que el peregrino les dijo : "Señores, ¿ no saben vue-
sas mercedes y- que después de la muerte de Jesucristo fué
encomendada la Iglesia en custodia a San Pedro, desde cuyo
tiempo hasta ahora ha habido muchos santos padres que
sucesivamente la han gobernado?10' Y ¿no saben vuesas
mercedes también que son ministros e hijos de la Iglesia?14
Pues me maravilla mucho que, si lo saben y contemplan la
pasión de Jesucristo, que la cruz significa, puedan hombres
de su carácter 15 estar delante de ella con conocida alegría,
cuando nuestro Redentor es menospreciado y deshonrado por
10 Ès decir, «aquell hom savi», como dice el original.
11 Ramón es mucho más conciso : «... -i- gat, denant ells, demen-
tre sesían en una gran salà, jugava ab ploma...»
El texto medieval, menos ceremonioso, dice sencillamente :
«Senyors capellans, vosaltres...»
,:1 Acomodación de «après la mort de sant Tere tro ara ha haüts
molts apòstols [apostolis ?] que successivament són estats pastors de
santa Sgleya».
. 11 Toda esta segunda interrogación fué interpolada por el tra-
ductor.
15 Ramón Llull escribió, más en general, «negun fill de ^anta
Serle va*.
FELIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 12
tantos hcmbres que hay en el mundo qu^ no creen en él" ";.
"Señor — respondió uno de los capellanes al peregrino— ,
una vez oí contar que un rey muy honrado y muy rico ju-
gaba al ajedrez, y que, viéndole un hombre sabio, le pregun-
tó que por qué estaba ocioso y no hacía todo el bien que
podía, disponiendo que Dios fuese honrado y servido, pues
era el fin con que había creado el mundo y le había hecho
a él rey :. A lo que el rey respondió que jugaba para no
hacer mal ni pensar mal, y también para pasar el tiempo.
A lo que el sabio le replicó que Dios no le había hecho rey
sólo para que no hiciese mal ni pensase mal. ni para que
estuviese ocioso, sino es para que hiciese bien mientras vi-
viese y pudiese. Y, en tanto que el sabio decía al rey estas
palabras, otro sabio consideraba cuánto bien se perdía en
la ociosidad del rey y cuánto mal por ella se ocasionaba;
por lo que dijo al rey: "Señor, el Poder. Sabiduría y Volun-
tad se encontraron al margen de una bella fuente, y, des-
pués de haberse regocijado y hablado de muchas cosas, el
Poder contó la gran virtud que él tenía en hacer bien y
privar el mal de mucho6 modos; y la Sabiduría, oyéndole,
se puso a llorar, porque aquella virtud se perdía y porque
la Voluntad no movía el Poder para ejercitarle; y, en tanto
que la Sabiduría lloraba, la Voluntad cantaba y se alegra-
ba, y el Poder estaba ocioso."
— Señor — dijo Félix — , ¿de qué proviene que los sarra-
cenos posean y hayan poseído tanto tiempo la Tierra Santa,
donde Jesucristo nació, murió y fué sepultado? Pues me
maravillo de que los cristianos lo hayan permitido y per-
mitan \ — Blanquerna respondió: — Siendo el soldán, prín-
cipe sarraceno, señor de aquella tierra, escribió al sumo
pontífice y a los demás reyes cristianos, aiciéndoles se ma-
ravillaba de que los príncipes cristianos pensasen sólo en
conquistar aquella tierra por fuerza de armas corporales,
sin cuidarse de las espirituales, predicando, con las cuales
solas, sosteniendo el martirio y la muerte, los apóstoles con-
virtieron todo aquel país, que después perdieron los cris-
tianos por la fuerza de las armas corporales, cuando Mano-
meto y sus sucesores le conquistaron, el que con las mesmas
mantienen y poseen, con deshonor de las de los cristianos
y en desdoro del honor de Jesucristo y del de sus vicarios
los sumos pontífices 1".
1,5 Añade aquí el catalán : «e. per tant hom que no li ha grat
de la alta honor que li ha feta en est món.»
«y le habí.i hecho a él rey» es una añadidura de la traducción.
,v «qui tan lon^ament ho han sofferl», e>crihió Ramón, con frase
qu<? rezuma sus altos ideales de cruzada.
13 Ramón Llull dice : «... contre la alta honor que cové a Jhe>u-
xrist e a sos conseqüentes», es decir, a sos seguidores los cristianos,
sin referirle pnrn nada a Io> >iimo« pontífices,
6s8
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
— Señor — dijo Félix — , mucho me maravillo de que los
hombres apetezcan tanto el que los honren y veneren, cuan-
do es cierto que sólo Dios debe ser el honrado y venerado ;
y que, si algunos otros hombres lo son, lo son sólo por el
honor que en ellos se atribuye a Dios y por lo que de Dios
representan, honrándoles para que Dios sea honrado en
ellos 20. — Blanquerna respondió que un rey muy noble y po-
deroso tenía gran corte y riquezas, e hizo juntar muchas
gentes para que todos viesen su grandeza y el gran honor
y veneración que se debe dar a los reyes y a su grandeza
y potestad. Este rey, que era muy sabio, quiso honrar a un
hijo suyo, y, para mostrar su poder, le hizo rey y seme-
jante a sí en el mando y señorío, mandando a todos que
como a tal le honrasen y obedeciesen 21. Por lo que muchos
de aquella corte tuvieron envidia del honor que el hijo dei
rey gozaba, y quisiera cada uno de por sí para sí aquel
honor, dimanado todo de que no dirigían sus pensamientos
a que el rey fuese honrado, sino es a serlo ellos mesmos
— Señor — dijo Félix — , ¿en qué consiste que los empe-
radores, los reyes, los príncipes y» los grandes señores, y
también los prelados 23, sean tan poco honrados después
de su muerte en este mundo, y que los apóstoles, habiendo
sido hombres pobres y despreciados mientras vivieron, sean
después de su muerte tan honrados, venerados y celebra-
dos?— A lo que Blanquerna respondió: — El Anticristo ven-
drá al mundo con intención de ser honrado en él con el honor
que a Jesucristo sólo se debe dar, y así el Anticristo querrá
ser honrado contra Cristo, por lo que en su muerte será
deshonrado en este y en el otro mundo 24.
— Señor — dijo Félix — , a un hombre de mucha autori-
dad 25 oí decir que el Anticristo había ya nacido y que en
breve tiempo vendría y reinaría en el mundo ; lo que, si fuese
cierto, sería señal de que el mundo se acabaría, pues des-
pués de su muerte debe ser el fin de él. Y, como Dios haya
creado el mundo para que se multipliquen muchos hombres
* Desde «y por lo que...» ha sido añadido en la traducción.
-1 «manà a totes les gents que vengudes eren an aquella cort,
que^honrassen son fill en la honor que a rey se cové.»
- El texto catalán dice más bien : «... lo qual honrament le?
gens no volien haver a honrar Déu, mas a si mateixs.»
23 El original añade : «los quals són tan honrat? en aquest món.»
31 Ramón Llull dice sólo : «en aquest món.»
■= Escrito el Fèlix hacia 1288-S9, es muy posible que esos rumores
sobre el Anticristo le viniesen de su contemporáneo Arnau de Vila-
nova, cuyos contactos personales con Ramón Llull son todavía muy
desconocidos ; sobre sus particulares doctrinas escatológicas, véase
A. de Vilanova, Obres catalanes, I. Escrits icligiosos, a cura del
P. Miguel Batllori, S. I. Pròleg de Joaquim Carreras i Artau : E/5
Nostres Clàssics, col·lecció A, volums 53-54 (Barcelona, 1917).
l·LLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 12
de santa vida para la gloria, y sean tan pocos (respecto de
los que Dios puede crear) M los que ha habido, ms causa
gran admiración el que Dios quiera que el mundo se acabe
tan aprisa, y que no le haga durar mucho más, para que
haya más santos hombres y más perseguidos y mártires por
su nombre y amor.
A que Blanquerna respondió: — Un rey edificaba un
grande palacio, para cuyo trabajo destinó muchos hombres
y señaló gran renta, por convenir que el palacio fuese muy
grande en grandeza, magnificencia y hermosura. Sucedió
que, estando los fabricantes construyendo este suntuoso edi-
ficio, vinieron hombres facinerosos que los mataron. Por lo
que el rey envió otros para que prosiguiesen la fábrica, los
cuales también fueron muertos y robados por los facinero-
sos; de que el rey se indignó mucho, por ver destruían to-
dos los obreros de su palacio; pero dijo que, pues su volun-
tad era que el palacio se acabase, convenía de necesidad que
la obra durase tanto tiempo cuanto fuese menester para dar
cumplimiento a su voluntad y al fin que había tenido en em-
pezar aquella fábrica -\
— Señor — 'dijo Félix — , en tiempo de los apóstoles se ha-
cían muchos milagros, y. después se hicieron otros muchos
por muchos santos, de que dimanaba la conversión de mul-
titud de infieles ; pero ahora se hacen muy pocos milagros, y
muy pocos infieles se convierten, de lo que estoy muy mara-
villado.— Blanquerna respondió y dijo: — En el tiempo de los
profetas convenía convertir, a las gentes persuadiéndolas a
que creyesen, porque estaban aptas para creer2"; y en el
tiempo de Jesucristo y de los apóstoles convino convertir-
los con milagros, porque no estaban bien fundados en la
Escritura y amaban más los milagros, como demostracio-
nes de cosas visibles y corporales. Pero hoy ya estamos en
tiempo en que las gentes aman se les den razones necesa-
rias y convincentes, respecto de estar 20 más fundados en fi-
losofía y teología; por lo que conviene que a los que por fi-
losofía han caído en error contra la fe. se les den por filo-
sofía y teología razones necesarias y convincentes que des-
truyan sus falsas opiniones 90 fque es el medio de convertir-
* El parénttMí- es una interpolación del traductor.
Ramón Llull, como *e ve, no veía tan cercano el fin del mundo
como muchos de sus contemporáneos ; lo mismo afirma en otros
pasaje- de sus obras, y más particularmente en el Libcr de Atitichris-
to, compuesto hacia el año I29J.
T5 Esta última frase no corresponde exactamente al «car leugera-
ment creyen» del original.
39 Esto es, «porque e>tán...», conforme al texio catalán : «... car
són fundades en gran> sciències de fisolofia e de theologia.»
OT Lo que sigue entre paréntesis es interpolación del traductor.
66o
OBRAS LITERARIAS DÉ RAMON LLULL
los por el presente, pues tienen cerrados los ojos espiritua-
les por falta de fe y no está en nuestra mano darles demos-
tración con milagros para que se convenzan con los ;1 sensua-
les y corporales, por faltarnos poder para ello) 32.
;;i La traducción dice !as, evidentemente por error.
Ei texto castellano omite todo un párrafo final, que, traducido
fielmente, dice : «Mucho le contentaron a Félix las palabras de
Blanquerna, y alabó y bendijo a Dios, que lo había iluminado sobre
la encarnación del Hijo de Dios, de la cual dudaba cuando se llegó
a Blanquerna. Félix se despidió de Blanquerna, y fué por el mundo
;i buscar maravillas con las cuales pudiese conocer y amar a Dios.»
LIBRO II
DE LOS ANGELES
Después que Félix se despidió de Blanquerna, se entró
en un gran valle, donde halló un camino, por donde anduvo
todo aquel día sin encontrar cosa de que maravillarse, lo
que deseaba mucho; y esforzaba su espíritu para discurrir
en alguna nueva maravilla. Y, caminando con estos pensa-
mientos, llegó a una iglesia, donde estaba un ermitaño que
tenía el Libro de ¡os ángeles \ en el que leía, para adquirir
conocimiento de ellos.
Y 2, reparando Félix, vió sobre la puerta pintado un hom-
bre con alas, y unas balanzas en la mano, que significaba a
San Miguel - ; y, maravillado de aquella pintura, dijo al er-
mitaño (después de haberse hecho la señal de la cruz y sa-
ludádole cariñosamente) estas palabras: - Señor, ¿qué sig-
nifica esta pintura que está sobre la puerta de vuestra igle-
sia?— A que el ermitaño respondió que significaba a San
Miguel, que pesaba ias almas. Félix dijo al ermitaño 4 qu:>
deseaba mucho oír algunas razones necesarias que demos-
trasen la existencia de los ángeles; por lo que el ermitaño le
dijo las siguientes.
C A IM'TI'LO XIII
Si hay o no ángeles
Hijo ', natural cosa es que toda criatura ame su seme-
jante, y que cuanto más unas cosas son semejantes a las
1 Sin duda se refiere Ramón a su propio Llibre dels àngels, uno
de los primeros que compuso en Mallorca,
Según el original,: «Kélix fo a la porta de la sgleya bou havía
altar de sant Miquel. Sobre la porta... havia, pintat...»
: «hon er i affigurat que sant Miquel pesa Ve les ànimes.»
1 El texto catalán diré Bolamente : «Fèlix dix al ermita si era
àngel neguna cosa, cor molt bo desiujave saber.*
1 Én el original precede un párrafo que, traducido a la letra, dice
así : «Cuando FClix hubo rogado al ermitaño que le dijese si el ángel
es alguna cosa, el ermitaño le significó qué es ángel, según estas
palabras : ...»
6Ó2
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
otras, tanto más se amen entre sí. De que dimanó que un rey,
que tenía dos hijos, amase más al mayor, porque le era en
todo más parecido que al menor, y que la reina, su mujer,
amase mucho más al menor porque lo era a ella; por cuya
razón la reina se disgustaba y maravillaba del mayor cari-
ño que al hijo mayor tenía el rey; lo que le manifestó, di-
ciendo se admiraba mucho de que él amase más al un hijo
que al otro, siéndolo ambos suyos. El rey, que era muy sabio,
preguntó a la reina que por qué ella amaba más al hijo me-
nor que al mayor; y la reina le respondió que le amaba más
porque se parecía más a ella que a él. Y entonces el rey la
dijo: "Señora, no hay criatura alguna que sea tan semejan-
te a Dios como el ángel, porque el ángel no tiene cuerpo, es
cosa insensible 2, y tiene mayor poder para entender y amar
a Dios que todas las demás criaturas ; de que inferiréis que,
si no hubiese ángeles, Dios no amaría tanto aquello que le
es más semejante que aquello que le es menos semejante;
y, vos, señora, tendríais mayor virtud y orden en amar vues-
tra semejanza (en vuestro hijo) 3 que Dios en amar la suya
en el ángel, lo que es imposible."
— (Señor — dijo Félix al ermitaño — , mucho me ha agrada-
do el ejemplo que me habéis dado para demostrarme que hay
ángeles; pero me admiro de que la reina no conociese en el
rey la naturaleza por que amaba más su semejante que su
desemejante, pues que la reina lo conocía en sí mesma, por
la que tenía con el hijo menor. — Hijo — <iijo el ermitaño — ,
tan grande es la participación y unión 4 entre la voluntad
y el entendimiento, que porque la voluntad de la reina ama-
ba más al hijo menor que al mayor, deseaba conocer el enten-
dimiento de la mesma reina ser semejante naturaleza en la
voluntad del rey, que en la suya, memorando más veces la
mesma reina su semejanza en aquel hijo que más se la pare-
cía que en aquel que más se parecía al rey.
CAPITULO XIV
Qué es el ángel
— Señor — dijo Félix — , ¿qué es el ser del ángel, o qué
cosa es el ángel? — A lo que el ermitaño respondió y dijo
que había un rey que no sabía lo: que era ser rey, ni lo que
al oficio de rey pertenecía; y como cometiese un gran de-
• «invisible» en el original catalán.
:i Todo el paréntesis es del traductor.
4 «y unión» está interpolado.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 14 663
fecto, de que se siguió gran daño a su reino y a otros, se
irritó tanto de ello, por no haberle sido posible enmendar
el daño que se había seguido, que maldijo a quien le había
engendrado y a quien le había concebido, porque no le ha-
bían enseñado en su juventud ciencia suficiente para saber
reinar, y también porque le habían dado oficio que no sabía
ejercer.
Mucho se maravilló Félix de esta similitud, porque no
le parecía que fuese a propósito para responder a su pre-
gunta. Y, conociendo el ermitaño la admiración de Félix
y la falta de inteligencia de la antecedente similitud, dijo
otra en estos términos: — En un gran monasterio había
un santo religioso que en virtudes y santa vida sobrepuja-
ba a todos los otros; por cuya razón había conseguido pri-
vilegio para estarse retirado eñ un cuarto, donde comía y
dormía y oraba cuando quería. Sucedió que un día le vino
al pensamiento el inquirir la causa por que el hombre ve,
oye, huele, gusta y siente. Estando en esta consideración,
le vino a visitar el rey, por la gran fama que había oído
de su santidad y virtud 1 ; y como el abad le acompañase y
viese la pobreza de sus vestidos, la dureza de su cama y las
demás cosas, todas indicios de su penitencia, tomó asunto
para alabar su áspera vida. El religioso se maravillaba mu-
cho de que el abad le alabase, porque, alabándole a él, se
vituperaba a sí mesmo y a su religión, pues los santos hom-
bres que la establecieron, la establecieron para que todos
los religiosos observasen e hiciesen igual penitencia a la que
él hacía.
Y, estando el santo religioso en esta consideración y
admiración, el rey dijo al abad estas palabras: "Naturale-
za es de las cosas corporales que vivifiquen los corporales
sentidos cuando el hombre los usa para los placeres sen-
suales; y por esto los hombres mundanos fabrican bellos
palacios, bellos vestidos, y desean ver cosas bellas, para
que la vista tenga mayor placer cuanto es más hermoso
el objeto que poseen. Y lo mismo hacen con los otros sen-
tidos corporales, pues por el oír desean palabras en su elo-
gio; por el oler apetecen fragantes olores; por el gustar,
comer delicados manjares y beber buenos licores; y por el
tocar apetecen tener suaves tapicerías, camas y vestidos,
para que los muevan al carnal deleite" 2. Inmediatamente
que el rey acabó de decir el oficio de los sentidos, conoció
el santo religioso lo que era la causa de que los hombres
/ El original sigue así : «Lo rey vi aquell sant religiós pobrement
ves'tit, e viu son pobre lit en què ío religiós jahia.»
3 No es éste el sentido de la frase luliana, sino simplemente :
«...e per lo palpar volen haver molls draps, molls lits e molls vesti-
ments, e-s mouen a carnals delits.»
664
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
Sientan las cosas sensibles; esto es, porque la virtud sen-
sitiva ama por naturaleza usar de las cosas con quien tiene
similitud para sus deleites y placeres, porque es cosa natu-
ral el que todo ame su semejante y que se deleite con ello.
— Señor — dijo Félix- , mucho me maravillo de vuestros
ejemplos, pues me parece que de ningún modo son del caso,
para responderme a lo que os pregunto. — Amigo — dijo el
ermitaño — , sabréis que os digo estas similitudes para que
exaltéis vuestro entendimiento a entender; pues, cuanto
más obscura es la . similitud o metáfora ;:, más se exalta el
entendimiento que la entiende.
Dicho esto, prosiguió diciendo: — Amado hijo, Dios (¡por
siempre sea bendito!) es memorable, inteligible y amable
en sumo grado ; y por esto creó al ángel, que es unido de tres
esencias4, esto es, memorativa, intelectiva y amativa. Con
la memorativa memora a Dios, con la intelectiva le en-
tiende y con la amativa le ama. Y así el ángel con todo su
ser, entendiendo, memorando y amando, contempla a Dios.
Y para que esta contemplación sea grande, quiere Dios
que el ángel sea cosa espiritual y que no tenga cuerpo, para
que éste no le dé ningún embarazo ni distraiga de tan alta
contemplación. Además — dijo el ermitaño — , que ninguna
criatura puede ser más semejante a Dios que la memoria,
el entendimiento y la voluntad, siendo un ser unido, que es
el ángel. Y estas tres naturalezas del ángel significan en
Dios las personas divinas; y la unidad del ángel significa
la unidad de Dios, que es una en tres personas. De que se
sigue que, para que de Dios y de su obra y operación poda-
mos tener mayor conocimiento, y que de este conocimiento
resulte el que le amemos, alabemos y honremos, ha criado
Dios al ángel a su mayor semejanza 5.
Cuando el emitaño hubo explicado a Félix lo que es el
ángel, volvió a tomar el discurso de explicar las metáforas
arriba dichas, y dijo que las alas añadidas a la figura del
hombre significan que el ángel es espíritu que se mueve
•por cualquier lugar que quiere, sin que el lugar pueda causar
embarazo a su movimiento, y por las balanzas se significa
que el ángel bueno conduce al cielo las almas justas, y ei
malo al infierno las que mueren en pecado (en consecuen-
cia de los actos de la justicia significados por las balanzas) ;
Asimesmo ten entendido que por ciencia de rey se sig-
nifica el ser del ángel bueno, pues que sabe el fin para que
:t «o metáfora», naturalmente, es una gíosa del traductor.
1 El catalán dice «spècies».
■' f£l texto original añade : «per tal que en aquella semblança
lo coneja e lo am.»
0 Todo el paréntesis es una glosa, lo mismo que la frase que
sigue : «Asimesmo ten entendido que».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS . — Ci 15 665
es creado y ama lo creado; y por ignorancia de rey se sig-
nifica el ser del ángel malo, que hace con su malicia pecar
y errar muchos hombres, así como de la ignorancia del
rey se siguieron muchos males. Y por los deleites de los
cinco sentidos corporales se significa que el ángel bueno es
aquel que se deleita en memorar, entender y amar a Dios,
y que el ángel malo es aquel que se atormenta en memo-
rar, desconocer y desamar a Dios :.
CAPÍTULO XV
Del entendimiento del ángel
— Mucho me maravillo — dijo Félix — de que el ángel pue-
da tener conocimiento de las cosas corporales, pues carees
de cuerpo, y, por consecuencia, de ojos corporales. — A que
el ermitaño respondió: - En un camino se encontraron dos
hombres, el uno filósofo y el otro jurista, que hallaron un
peregrino que venía de Jerusalén; y como el filósofo le pre-
guntase de dónde venía, y el peregrino le respondiese 'que
de Jerusalén, el filósofo volvió a preguntarle las circunstan-
cias y estado de aquella ciudad1, las que el peregrino narró
según las había visto y según su imaginación. Entonces
el jurista dijo al filósofo se maravillaba mucho de cómo el
peregrino podía explicar lo que era Jerusalén, cuando (ac-
tualmente) 2 no le veía corporalmente. A que el filósofo res-
pondió que el acto de la imaginación es imaginar lo que el
hombre ha visto y no lo ve, por cuyo acto el entendimientc
puede entender las cosas corporales, aunque los ojos corpo-
rales no las hayan visto corporalmente.
— Señor — dijo Félix — , el peregrino, como había visto
a Jerusalén, le pudo imaginar, y por la imaginación pudo
pasar su similitud al entendimiento para que le entendie-
se; pero el ángel, como carece de ojos corporales, no puede
imaginar lo que no ha visto, y así, por defecto de la ima-
ginación, no lo puede entender. — El ermitaño respondió:
-Un maestro leía una lección a sus discípulos, entre los
cuales había uno que era presuntuoso, orgulloso y vanaglo-
rioso, el cual no entendió la lección, y los otros sí. El estu-
' Ramón escribió — a juzgar por el manuscrito catalán básico—'
*qtl£*s turmenta a menbrar, couèxer e desamar Déu».
1 Traducción inexacta <le «lo philòsoff demanà,, al palegrí de Jhe-
rusalem e de ses encontrades» , es decir, de Jerusalén y de mis con-
tornos.
■ El paréntesis es una glosa explicativa del traductor.
666
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
diante que no la entendió creía luego que el maestro no
entendía lo que decía, y entendió lo contrario de lo que la
lección en realidad contenía; de que se originó una gran
disputa entre el maestro y el discípulo, la que obligó al
maestro a decirle estas palabras: "El ángel entiende por
la voluntad, y la voluntad ama por el entendimiento; y así,
amando el ángel a Dios, entiende a Dios, y, entendiendo :>
a Dios, ama a Dios por haberle Dios dado virtud de que.,
cuando ama alguna cosa, incontinente la entienda, y de que,
cuando entiende alguna cosa, incontinente la ame, si es
amable, o la aborrezca, si es aborrecible. Pues, así como
hay orden entre la imaginación y la vista corporal, para
que el hombre pueda imaginar lo que ha visto, así, y con
mayor perfección, ha puesto Dios orden entre el entendi-
miento del ángel, que entiende, y la voluntad, que ama;
en cuyo orden el ángel, amando, entiende lo que ama o
desama." Por cuyas palabras entendió el discípulo que la
causa de no haber entendido la lección era porque aborrecía
el entenderla por humildad y amaba entenderla por or-
gullo y vanagloria; por lo que dijo a su maestro y a los
otros discípulos las siguientes: "Entre un caballero y un
clérigo se pleiteaba la pertenencia de un castillo, alegando
cada uno pertenecerle a él; pero en realidad el castillo era
del caballero, el cual entendía que el castillo era suyo; pero
el clérigo creía 'que también tenía él legítimo derecho.
Y, como ambos a dos estuviesen delante del juez que lo
había de sentenciar, éste conoció que el clérigo deseaba
más poseer el castillo que el caballero, de que se maravilló
mucho, pues, según la razón natural, mayor deseo debe tener
aquel que entiende lo que ama, que aquel que cree en lo
que ama. Por lo que dijo que, si el clérigo tuviese entendi-
miento de ángel, aborrecería poseer el castillo, porque el
ángel bueno según lo que ama entiende, y según lo que
entiende ama."
CAPÍTULO XV I
Del modo de hablar los ángeles
— Señor — dijo Félix al ermitaño — , yo os ruego me di-
gáis si el ángel habla; porque, si un ángel habla con otro,
es gran maravilla, pues la palabra no conviene con ningún
ente que no tenga boca y lengua para mover el aire en que
se forma. — El ermitaño respondió: — Léese en el evangelio
'J El texto castellano dice, erróneamente, «entendido a Dios».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. IÒ
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de San Juan que en el principio era la Palabra \ la cual Pa-
labra es la persona del Hijo de Dios; y Dios Padre, enten-
diéndose a sí mesmo, engendra la Palabra, que es el Hijo
sin tener boca ni lengua, por ser puro espíritu. Y así, para
que el ángel le sea más semejante, le ha dado Dios virtud
natural de tener palabra sin boca ni lengua ni movimiento
de aire. De forma que, así como Dios Padre, entendiéndose
a sí mesmo, engendra la Palabra, así el ángel, amando y
entendiendo a Dios y a sí mesmo, habla a Dios, y alaba
a Dios, y habla con otro ángel sin boca, lengua ni movi-
miento de aire.
Sabrás — dijo el ermitaño — que un religioso estaba en
oración, en la que el demonio le tentó del pecado de lujuria,
haciéndole acordar de una hermosa mujer que con él se ha-
bía confesado del mismo pecado. Y como se sintiese con mo-
vimientos carnales, acordándosele lo que la mujer le habí a
dicho, su voluntad tuvo placer de lo que la memoria memo-
raba, hasta que el entendimiento escrupulizó de este acto
de la memoria y del placer de la voluntad; y, por la gran
conciencia del entendimiento, la voluntad se inclinó a abo-
rrecer, y la memoria a olvidar los placeres de la lujuria ; por
lo que el santo hombre conoció el modo con que habla es-
piritualmente el entendimiento a la memoria y a la voluntad,
aunque el entendimiento, memoria ni voluntad no tengan
boca ni lengua, ni muevan el aire.
Además, has de saber que un pastor dormía- al sol, y, por
el gran calor 2 del sol, la humedad padecía en el estómago del
pastor, porque la sequedad del calor del mesmo sol la iba
consumiendo ; por cuya razón el pastor soñaba que veía una
bella fuente, de la que deseaba beber, y no se atrevía por
miedo de un león que bebía en ella; de forma que imagina-
ba la belleza de la fuente y se irritaba contra el león porque
no se iba de ella; y así, en sueños, el alma del pastor habla-
ba en sí mentalmente.
— Señor — dijo Félix — , el ángel, ¿qué modo tiene de ha-
blar al hombre? — A que el ermitaño respondió: — \Un caba-
llero era baile de una muy noble ciudad, y su rey era muy
justo y muy sabio. En el principio que el caballero empezó
a ejercer su empleo de baile, era también justo y leal; pero
después se hizo muy injusto y avaro ; por lo que, consideran-
do un día en el mal estado en que se hallaba, se maravilló
mucho de haberse apartado del recto camino que solía se-
guir. Y, estando en este pensamiento, sintió tristeza y contri-
ción en su alma, de que tuvo gran pasión, por haberle du-
rado mucho tiempo este pensamiento ; y se arrepintió de los
defectos que había cometido contra su oficio, absteniéndose
1 lo. I, I.
J ala gran calor» escribió el traductor por catalanismo.
668
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLÜLL
de cometer más todo el tiempo que por este motivo le duró
la contrición. Pero, como un día un mercader le regalase
una bella copa de plata llena de dinero porque no sentencia-
se a muerte a un hijo suyo que la merecía, él. sintió que su
alma se volvía a alegrar ;: con la representación de la copa,
e hizo propósito de no hacer justicia, por el estímulo del re-
galo, y así la tomó ; pero, luego que la tuvo en su poder,, vol-
vió a entristecerse por remorderle la conciencia el defecto
que cometía, en que conoció el baile el modo como el án-
gel bueno y él ángel malo hablaban a su alma.
:; Ramón escribió, más simplemente, «ell sentia alebrar sa ànima».
i
LIBRO III
DE LOS CIELOS
Después que Félix hubo hablado largamente con- el ermi-
taño de los ángeles, se partió en busca de maravillas 1 para
por ellas exaltar sus potencias y amar y conocer a Dios.
Y como, a poco de haber emprendido su camino por un gran
bosque, empezase una gran tempestad de truenos, relámpa-
gos y agua, se fué a recoger a una cabaña 2 que descubrió,
donde había un pastor que guardaba ganado. Y, habiéndola
saludado, éste le recibió agradablemente; mas, habiéndose
sentado Félix junto a él, observó que estaba muy pensativo
y que no le hablaba palabra; por lo que le preguntó qué te-
nía y de qué procedía su suspensión ;.
— Señor— respondió el pastor , yo soy hijo de un rico
labrador \ de quien es este ganado; el cual me quiso casar y
dar gran riqueza; pero yo, no aceptando nada, rae he venido
a . este bosque, con el ánimo de estar desembarazado para
amar y conocer a Dios, por el que he dejado las vanidades
del mundo y abrazado la virginidad de mi espíritu 5.
Félix se maravilló de la alta comprensión del pastor, a
quien dijo: — ^En un monasterio había un santo religioso
que estaba siempre muy alegre, siendo la causa el que ama-
ba a Dios y no tenía pecado mortal ; por lo que, acordándose
de la gracia que Dios le hacía y la esperanza que tenía de
conseguir la gloria, estaba siempre con el mayor gusto y re-
gocijo: el que vos, amigo, debíais también tener, pues ha-
béis dejado las riquezas y vanidades temporales por amar y
conocer a Dios, a quien debéis estar muy agradecido por la
gracia que os ha hecho e inspiración que os ha dado
1 La traducción dice, por equivocación, «de mis maravillas» ; el
original, «anà sercar meravelles».
1 Según el texto catalán, era «•!"• cava», es decir, una cueva, y no
una cabana.
■ Todo este primer párrafo ea ana traducción gramaticalmente
muy libre, pero exacta cuanto al sentido.
¡ tde -i- noble hurgué-», escribió más propiamente el autor.
' Versión inexacta de «vull haver Déu en virginitat en mon co-
ratge» ; esto es, he hecho el firme propósito de poseer a Dios en
virginidad.
tí Toda la frase te inspiración que os ha dado» es una añadidura
del traductor.
6/0
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLTLL
CAPÍTULO XVII
Del cielo empíreo
— Señor — dijo el pastor — , mucho me maravillo al consi-
derar lo que es el cielo empíreo y de qué modo están en él
los ángeles y las almas de los santos delante de Jesucristo
y de María Santísima; por lo que, pareeiéndome que este
cielo estará muy bien dispuesto para la bienaventuranza de
tantos, imagino su disposición según explicaré en las si-
guientes palabras : Dios y Señor — dijo el pastor — , vos sois
luz y fuente de vida; por lo que me parece que aquel lugar
donde vos os representáis a los santos en la gloria, está ilu-
minado de luces y resplandores \ los que se nos manifiestan
en las estrellas que están en el firmamento y en los planetas ;
y en aquella luz estarán los cuerpos glorificados, que serán
iluminados de la luz del cielo empíreo, y aquellos cuerpos
iluminarán aquel cielo que es luz.
— Amigo — dijo Félix — , por luz es significada sabiduría,
y sabiduría significa luz; y por luz es significada gloria, y
por tinieblas, pena e ignorancia. — |En las palabras que Félix
dijo de la luz, conoció el pastor que era sabio, por lo que le
dijo que un noble rey era muy iluminado de sabiduría y te-
nía en su consejo hombres muy sabios, justos y honrados, en
quien se encerraba mucho bien. Este rey habitaba en un
grande y hermoso palacio, donde había muchas ventanas,
por las cuales entraba la luz del sol, que iluminaba todo el
palacio, en el cual había personas muy honradas que estaban
delante del rey, que las iluminaba de buenas costumbres; y
aquellos hombres que tenían mayor sabiduría, justicia, ca-
ridad y humildad, estaban más inmediatos al rey, quien ha-
blaba a su pueblo 2 de la nobleza y alteza de Dios y de la
operación que tiene en sí mesmo y en sus criaturas ; y ha-
blaba de la caridad, justicia, sabiduría, correspondencia y
gratitud 3 que debe haber entre el rey y su pueblo4; siendo
tan grande el resplandor de la luz del sol que entraba en el
palacio, que todo él resplandecía de luces y buenas costum-
1 «v resplandores» es una glosa.
- «qui denant li stave», añade, precisando, el original.
;: «correspondencia y gratitud» falta en el texto catalán.
" La obra original continúa así : «Tantes bones peraules eren entre
lo rey e son poble, e tant era gran la resplandor del solell que en-
tra ve en lo pnlau...»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. l8
6-r
bres, y todos los que le habitaban estaban con grandísima
alegría.
Mucho se maravilló Félix de la bella similitud que el
pastor había dado del cielo empíreo y de Jesucristo y los
santos, por lo que dijo al pastor:
CAPÍTULO XVIII
Del firmamento
— Yo os ruego me digáis: el firmamento, ¿por qué se
mueve?; esto es, si se mueve por sí mesmo o es movido por
otro. — (A que el pastor respondió que él fuego se mueve hacia
arriba a causa de que todas sus partes son motivas por for-
mas y movibles por materia, teniendo por toda la forma y
por toda la materia virtud levitiva.
Preguntó Félix que por qué el firmamento se mueve alre-
dedor (o circularmente) 1 ; a que respondió el pastor que el
fuego se mueve hacia arriba por derecha línea a causa de
que todas sus partes tiran directamente a lo alto, que es
por lo que no se mueve circularmente ; pues, si así se movie-
se, sería compuesto de partes circulares, como lo es el fir-
mamento.
Preguntó Félix : — ¿ Quién sostiene el firmamento ? — A quo
respondió el pastor que el firmamento se sostiene natural-
mente por movimiento circular.
— AÍmigo — dijo Félix — , ¿por qué causa o naturaleza las
estrellas que están en el firmamento y los planetas influyen
en los cuatro elementos y en lo que es compuesto de ellos ? —
A que respondió el pastor que, porque el sol y el fuego con-
cuerdan en la lucidez, se calienta el fuego a sí mesmo y a
otros; y porque el sol tiene mayor luz en los lugares donde
es verano que donde es invierno, calienta más en aquellos
lugares al fuego en verano que en invierno. Y allí, por razón
de multiplicarse la luz y por participar la esencia de los cuer-
pos celestes con los terrestres, proviene la influencia que
preguntas 2.
1 Todo el paréntesis es una añadidura.
2 Este párrafo queda algo obscuro tanto en la traducción como
en el original : «Per ço car lo sol e-l foch se resemblen en lttgor,
és lo foch escalfant, si mateix e altra, pus fortment en stiu que en
ivefn, con sie lo sol en major higor en los lochs on és stiu que en
los lochs on és ivern. Donchs, per rahó deis muntiplicaments de lu-
gar feta en lo foch, e per la participació de la essència dels corses
celestials ab los terrenals, és la influencia que demanes.»
672 OBRAS ¿ITERARIAS DE RAMON LLULL
También preguntó Félix al pastor si en los doce signos y
los siete planetas hay calor, humedad, frialdad y sequedad.
A que respondió el pastor que los astrólogos han apropiado
estas cuatro calidades a los doce signos y siete planetas,
porque son ocasión de multiplicarlas en los elementos más
en un tiempo que en otro ; y esto es por razón de la misma
influencia *que los cuerpos terrestres reciben de los celestes ".
Félix preguntó al pastor si hay destino o si la influencia
de los astros obliga y violenta a que necesariamente haya
de suceder lo que influyen 4. A que respondió el pastor que
Dios ha ordenado todo cuanto tiene ser para ser amado y
conocido, y ha dado virtud a unas criaturas para que tengan
poder sobre las otras, para el referido fin de ser amado, co-
nocido y servido 5.
Por cuyas palabras entendió Félix lo que es lo que el
vulgo llama astro, destino o hado ; y dijo las siguientes :
— Contra un noble rey cometió un gran defecto un caballe-
ro vasallo suyo, a quien tuvo preso mucho tiempo, con in-
tención de hacerle quitar la vida. Y, habiendo llegado el de
que el rey quería mandar .ejecutar su intento, el caballero
escribió al rey en estos términos: "Dios ha dado virtud al
poder del rey para que pueda juzgar y perdonar, y esta vir-
tud tiene similitud con el poder de Dios, que puede dejar
usar al firmamento de la virtud de su influencia sobre los
cuerpos terrestres y puede contradecir aquella virtud con
otra contraria influencia, según que quiere castigar o perdo-
nar los hombres1; y entonces la naturaleza nada puede con-
trastar ni oponerse a la justicia ni el poder de Dios.
Después de dichas estas palabras, preguntó Félix al pastor
qué eran las estrellas que se veían correr por el cielo. A que
el pastor respondió que una vez sucedió, siendo él estudiante,
que la luz de una vela encendida bajó por el humo de otra
vela apagada, a causa de que la luz de la encendida quemó la
humedad, frialdad y sequedad del humo que por sus cos-
tados se movía, y por él bajó, y encendió a la apagada.
Mucho se maravilló Félix de la sabiduría del pastor, al
cual dijo las siguientes [palabras] : - Amigo, mucho me ad-
miro de que hayáis dejado los estudios de filosofía y teo-
logía ,; y os hayáis venido a este bosque, en el cual os veo
:: De los doce signos del zodíaco, los siete planetas, y sus relació-,
nes con los cuerpos y elementos terrestres trató Ramón Llull en otras
de sus obras, sobre' lodo en el Arbre de seiencia («Arbre celestial»
en las Obres de R. L., XII) \ en el Tractat d'astronomia, todavía
inédito en catalán, escritos, respectivamente, en 1295 y 1296.
1 Interpretación muy ampliada de la frase luhana «Fèlix de-
manà al pastor si fat ni astre era cosa necessària».
' «v servido» lo añadió el traductor.
,: Antes, la oración «siendo él estudiante» ya correspondía al ca-
talán «dementre que jo me stujcliave en theologia e en fisolofria».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. iS
vestido pobremente 7 y sujeto a guardar tganado. — Se-
ñor— dijo el pastor — , en las ciudades habitan los filóso-
fos para que los cinco sentidos corporales se ejerciten en
recibir los diversos objetos y obras que en ellas se les re-
presentan 8, pues viéndolos y oyéndolos se multiplica la
sabiduría en el hombre. Y así habéis de saber que una vez
sucedió que un filósofo, después de haber estudiado, se fué
a pasear fuera de la ciudad, y vió un buey que comía mucho
en un campo de trigo y que, cuando hubo comido bastante,
se salió de él, se entró en el bosque y echó junto a un árbol,
donde se puso a romear y mascar todo aquello que había
comido. De cuyo ejemplo aprovechado el filósofo, se volvió
a la ciudad, y ,J, tomando todos sus libros, se subió a una
alta montaña, donde estuvo mucho tiempo memorando y
discurriendo sobre lo que había aprendido; y allí adelanta-
ba e inventaba nuevas ciencias, guardando al mismo tiempo
ganado para observar algunas cosas del instinto y natura-
leza de los animales. Iba vestido humildemente, para ser
humilde, y que la ciencia no le estimulase a vanagloria; tenía
un pobre lecho, para no dormir mucho; comía y bebía poco,
para vivir largo tiempo; habitaba en paraje donde era el
aire puro, para vivir sano y para que su entendimiento su-
tilizase más en dictarle los libros de filosofía, que componía
con el fin de entender mejor los de teología.
Mucho agradó a Félix la vida del pastor, y en ella cono-
ció que era filósofo; por lo que le preguntó que por qué
naturaleza el sol parece por la mañana mayor que al medio-
día. A lo que el pastor respondió que un filósofo, después
de comer, se iba a pasear por un hermoso vergel y se ale-
graba viendo la belleza de los árboles y de sus hojas y flo-
res y en oír el canto de las aves; lo que hacía porque la
comida se pudiese cocer mejor, para que recrease y vivificase
su espíritu, fatigado del estudio de la mañana. Y, paseán-
dose así por el jardín, un discípulo suyo le vino a proponer
esta misma cuestión, y él le dijo: "Por la mañana, cuando
la noche desfallece y viene el día, suben los vapores de la
tierra a lo alto, los cuales no son digestos por falta del
calor, que no los ha purificado. Y estos vapores, como son
gruesos, espesan el aire, en cuya gruesa espesura se repre-
senta por la mañana la figura del sol, la cual parece mayor
en la recepción e impresión del aire grueso y confuso que
en medio del día, cuando el sol y el fuego han depurado y
7 -Según el original, «vos veig star SQls e poLreimiu vestit».
s Versión muy libre de «se exerciten en pendre les (Jivérse9 obres
que-s fan en les ciutats per la multitut <le les sents»,
u En el texto catalán sigue «per lo eximpli que nac après del bou».
22
674
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
digerido 10 el aire, en el cual el sol parece menor que por
la mañana por causa de que la impresión umbra 11 es menor
en el aire sutil y depurado que en el grueso e indigesto."
-^Señor — dijo Félix al pastor — , ¿por qué la luna es
mayor en un tiempo que en otro? — Y el pastor se maravilló
porque Félix le había llamado señor, habiéndole tratado
antes de impersonal 12, siendo así que él era el mismo en-
tonces que en el principio de la conversación; hasta que
consideró que el honor conviene más con sabias palabras
que con ricos vestidos 13. Por lo que, prosiguiendo su con-
versación, respondió a Félix diciendo: — Una mujer se ador-
naba y ponía colores en la cara por parecer más hermosa,
para que los hombres la apeteciesen para el carnal deleite;
y su marido la vedó el ponerse aquellos colores, porque no
la deseasen y porque ella no fuese orgullosa, lo que a ella
desazonó mucho 14, y se quejó del marido a sus amigos ; pero
el marido dijo delante de ellos y ella 15 estas palabras: "Una
vez sucedió que el sol por un día iluminó toda la luna de su
resplandor, y viéndose llena y redonda como el sol, le pa-
reció que la luz que tenía era propia suya y que no la re-
cibía del sol 16 ; por lo que se hizo orgullosa y se volvió con-
tra él; por cuyo motivo el sol la quitó su luz, poniendo
entre él y la luna la tierra, para que la luna por la luz
extraña no fuese soberbia, y sí defectuosa, por falta de
resplandor y de forma rotunda" 1T.
—Señor — dijo Félix — , aquella sombra u opacidad 18 que
hay en la luna, ¿qué es? — A que respondió el pastor: — Una
mujer se maravillaba un día de ver la sombra que había
en la luna, y mientras se maravillaba, se miró en un es-
pejo que tenía, en el cual vió su cara, y conoció que la som-
bra de la luna era la disposición de la tierra, la que se nos
representa en la luna como a la mujer su cara en el espejo.
10 La traducción dice, por manifiesto error, «dirigido» ; en ca-
talán, «digest».
n Es decir, la impresión que se hace en la sombra, «la emprenció
de ombra».
12 Interpretación retórica de «e en lo començament no-l hac appe-
llat sènyer».
w La" frase luliana tiene un matiz distinto : «honor mils se covè
ab sàvies peraules que ab vils vestiments».
14 Ramón Llull precisa más : «Molt desplagué a la dona quant
pintar, adobar e ornar no-s gosave.»
16 El original : «denant los amichs de la dona».
16 «y que no la recibía del Bol» es glosa.
17 En el Llibre de contemplació, Ramón Llull había hablado lar-
gamente contra los afeites femeninos. Las costumbres de la época
a ese respecto pueden verse en los curiosísimos tratados De or-
natu mulieris y De deioraiione, de su contemporáneo y amigo Arnau
de Vilanova.
M «u opacidad» es también una glosa.
LIBRO IV
LOS ELEMENTOS
Después que Félix hubo hablado largo tiempo con el
pastor de los cuerpos celestes y recibido por su doctrina
conocimiento de ellos, se partió acompañado de él, y cami-
naron por una floresta hasta que llegaron a un camino
por el cual iba una doncella a caballo en un palafrén x.
Y Félix preguntó al pastor si sabía dónde iba aquel
camino; el que le respondió que iba a una villa que estaba
cerca de allí, en la cual había dos hijos de un rey muy noble
y muy sabio, los cuales aprendían por orden de su padre
distintas ciencias, pues al mayor le hacía enseñar la natu-
raleza de las cosas 2 y al menor ejercitar en las armas. — Y
la doncella que vos habéis visto — le dijo a Félix — viene de
ver, de orden de la reina su madre, al hijo menor, a quien
ama mucho más que al mayor.
Y, habiéndose maravillado Félix de esto, le preguntó la
causa de que amase más al menor, y el pastor respondió
que la reina amaba más en su hijo caballería y bizarría que
sabiduría; de que Félix se volvió a admirar, pues por el
ejercicio de las armas están los hombres más expuestos al
peligro de la muerte, y por la sabiduría saben apartar las
ocasiones y riesgos de padecerla.
— Señor — volvió a preguntar Félix — , ¿cuál es la razón
por que el rey hace enseñar al hijo mayor filosofía y al
menor el ejercicio de las armas 3 — A que respondió el pastor
que el rey tiene mayor necesidad de la sabiduría que de
otra ninguna cosa 3 ; porque por la ciencia natural puede
tener conocimiento de Dios y de sí mismo, y puede alcanzar
el modo de gobernarse a sí y a su pueblo. Y, porque el rey
necesita de tener hombres bien enseñados y disciplinados
en las armas, hace mostrar al hijo menor este ejercicio,
para que pueda ser guarda y defensa del hijo mayor y de
su reino después de la muerte de su padre. Mucho agradó
1 Es decir, en una cabalgadura noble.
3 Corresponde a lo añil major aprèn de natures».
s tque sciència de arme6», en el texto catalán.
676
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
a Félix la educación que el rey daba a sus hijos, y dijo que
todos los reyes debían ejecutar lo mismo.
Y, estando en esta conversación, vieron venir al rey, que
venía de ver doctrinar sus hijos 4. Y, habiéndole hecho la
reverencia correspondiente, él los saludó, y preguntó a Fé-
lix que por qué le había hecho tan gran reverencia y cómo
sabía que él fuese digno de ella.
A que respondió Félix que en una ciudad había un rey
de muy malas costumbres, y, pasando por la plaza, encontró
un peregrino, el cual no le saludó ni hizo la reverencia que
los otros le hacían; de que se irritó mucho el rey, y, cono-
ciéndolo el peregrino, le dijo: "Señor, sepa vuestra majes-
tad que dos peregrinos salían de Jerusalén el mismo día que
yo entré en aquella ciudad, y ambos a dos lloraban y se
lamentaban por el deshonor que el cristianismo padece de
que aquella ciudad esté en poder de los sarracenos, los cua-
les en ella honran a Mahometo, su profeta, que negó que
Jesucristo fuese Dios. Y en tanto que los peregrinos llo-
raban, dijo uno de ellos que seis hombres cristianos había
en el mundo que eran reyes los cuales podrían entregar
aquella santa tierra a los cristianos, pero que no querían
hacerlo, por causa de que no se cuidaban tanto del honor
de Jesucristo como del de sí mesmos; por lo que no eran
dignos de ningún honor. Y vos — dijo el peregrino — sois uno
de aquellos reyes, y, por consecuencia, no digno de que se
os haga reverencia." — Y añadió Félix que el rey por sí y
como rey es digno de honor, pues Dios le ha honrado, y es
honrado en el honor que se hace al rey. — Y así por esto
como porque vuestra majestad enseña a sus hijos a honrar
a Dios, es digno de que los hombres le honremos.
Después de cuya conversación Félix se despidió del rey
y del pastor, y se fué al lugar donde estaban los hijos del
rey, y, entrando en el palacio, vió al hijo mayor que oía
lección de filosofía, la que a él y a otros hijos de nobles
enseñaba un filósofo, diciendo:
4 Ramón Llull escribió : «qui venia de sqs fills, los quals havie
vists bé adoctrináis en las Sciencias que apprenian» .
. 5 Teniendo en cuenta que en 1288-89, cuando Ramón escribía el
Fèlïx, Jaime II de Mallorca aun no había recuperado su reino, es
muy probable que los 'seis reyes mentados en este pasaje sean :
Alfonso II (de Cataluña (III de Aragón), Jaime 1 de Sicilia (después]
II de Cataluña-Aragón), Carlos II de Ncápoles, Kelipe IV de Fran-
cia, Sancho IV de Castilla y Dionisio I de Portugál ; al emperador
no le llamaría simplemente rey.
l-HLIX DE LAS MARAVILLAS. —c. ig
677
CAPITULO XIX
De la simplicidad y composición de los elementos
— El fuego es simple elemento en cuanto tiene propia
forma y propia materia, las cuales tienen apetito de estar
la una en la otra sin mezcla de ningún otro elemento; y
esto mesmo se sigue del aire, agua y tierra en cuanto a su
simplicidad1. Y, porque todos los elementos están mezcla-
dos y cada uno está en el otro, el fuego simple no puede
estar en ninguna parte sin los otros elementos, con los cua-
les se compone, dando el fuego su calor al aire, y recibiendo
sequedad de la tierra, y calentando al agua con el fin de
destruirla, siendo el modo de calentarla el calentar el aire,
porque el aire da su humedad calentada por el fuego - al
agua, y el agua que la recibe mortifica la frialdad que tiene
en sí mesma; y asimesmo en si mesma mortifica aquel calor
que recibe 3, el cual pasa a la tierra, que del agua recibe
frialdad, junto con cuya frialdad la tierra recibe el calor
del fuego, que entró en el agua por medio del aire. Y así
la tierra, recibiendo humedad del agua, recibe de ella frial-
dad ', cuya humedad entra en el agua porque la recibe del
aire, la que contradice en la tierra la sequedad con la cual
la tierra mortifica la humedad del aire; y, recibiendo el fue-
go sequedad de la tierra, recibe en sí la humedad del aire
que pasa en el agua y la frialdad que pasa en la tierra; y
recobra el calor que introdujo en el aire, y que del aire pasó
al agua 5 ; cuyo calor es digesto y mortificado, por haber pa-
sado por todos los otros elementos.
Y, habiendo el filósofo leído esta lección de la materia
del fuego y de su calor, adquirió por ella el hijo del rey co-
nocimiento de la simplicidad y de la composición del fuego
y de los otros elementos. Y repitió la lección por similitud
en estos términos: — ¿El fuego tuvo una vez apetito de en-
gendrar el grano de la pimienta, y unió cuatro puntos de sí
mesmo con tres de la tierra, y con dos del aire unió dos
de sí mesmo, y con uno de sí mesmo unió otro del agua. Y por
1 «... e açò mateix se segueix de la simplicitat quf és en los altres
«.'laments, ço és a saber, àer, ayga e terra.»
f «por el fuego* es una explicación del traductor.
' «que recibe» es también una glosa.
* El original dice, por el contrario : «Aquella terra reseb humidi-
tat de la ayga, reebén d 'ela fredor.»
5 El texto catalán prosigue todavía : «... e que l'aygua mès en la
terra, e que la terra mès en lo foch.»
678
OBRAS LIBERARIAS DE RAMON LLULL
esto fueron cuatro grados en Ta pimienta, en los cuales fué
el calor en cuarto grado, la sequedad en tres, la humedad
en dos y la frialdad en uno. Y así la pimienta es fuego com-
puesto en cuarto grado, tierra compuesta en tercero, aire
compuesto en segundo y agua compuesta en primero. Y así,
por la esencia del fuego, que es por el cuarto, tercero, se-
gundo y primero grado, es elemento simple ; y la esencia de
la tierra, que es por el tercero, segundo y primero, es la tie-
rra simple; y la esencia del aire, que es por todos los grados,
es el aire simple; y la esencia del agua, que es también por
todos los grados, es el agua simple.
CAPITULO XX
DE LA GENERACIÓN Y CORRUPCIÓN DE LOS ELEMENTOS
Dijo el filósofo que la generación del elemento se hace
cuando se engendra a sí mesmo en alguna cosa elementada,
asj como el fuego, que, engendrando el grano de la pimienta,
le engendra bajo complexión de naturaleza cálida, comple-
xión de naturaleza fría, húmeda y seca, corrompiendo en la
tierra complexión fría y húmeda; y en el aire, complexión
cálida y húmeda; y en el agua, complexión húmeda y fría.
Y, cuando el filósofo hubo significado la generación y
corrupción de los elementos en el grano de la pimienta, el
hijo del rey repitió la lección por esta similitud: — Una vez
la justicia quiso engendrar a la caridad en un hombre pe-
cador, de quien se había apoderado la injuria; por lo que
justicia movió la memoria, entendimiento y voluntad de
aquel hombre para que memorase, entendiese y amase la
caridad de Dios. Y la sabiduría dió a la justicia el modo para
que las moviese a todo esto; pero, como la injuria contras-
taba a la justicia, y la ignorancia a la sabiduría, encontra-
ban estas virtudes gran repugnancia ; hasta que 1 la forta-
leza vino en ayuda de la justicia, y la templanza en ayuda
de la sabiduría, con cuyo auxilio fueron vencidas injuria
e ignorancia, pereza y gula, y fué engendrada la caridad,
en la cual se mantuvieron justicia, sabiduría, fortaleza y
templanza.
Mucho se maravilló Félix de la gran ciencia del hijo del
rey, a quien preguntó cómo los elementos, no teniendo dis-
creción, pueden engendrar y corromper los cuerpos elemen-
tados, ni cómo saben darles las figuras y colores que tienen,
■ \J*À
1 Toda la frase «encontraban estas virtudes gran repugnancia ;
hasta que» es una glosa explicativa del traductor.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 21
67Q
pues parece que semejante obra no la pueden hacer sin
discreción. A que respondió el hijo del rey que Dios ama
en sí mesmo su semejanza, por cuyo amor Dios Padre en-
gendra a Dios Hijo, cuyo Hijo engendra el Padre de su
sabiduría mesma. Y por esto ha dado Dios virtud a los ele-
mentos de que por la virtud de Dios tenga cada uno apetito
a engendrar sus semejantes, los cuales tienen en los cuer-
pos compuestos, según la disposición de aquellas especies.
— Señor — dijo Félix al hijo del rey — , ¿por qué natura-
leza la vela encendida enciende otra sin disminución de su
propia luz? — A que él respondió diciendo que la forma y
materia del fuego apetecen convertir en sí 2 la vela encen-
dida, y en otra vela que no esté encendida puede también la
forma del fuego engendrar de sí mesma otra forma, y de su
materia otra materia; por cuya razón no se disminuye la
luz que engendra otra luz en la vela que enciende.
Y cuando el hijo del rey hubo dichas estas palabras, su
maestro le reprehendió porque no había respondido por simi-
litud, por lo que dijo las siguientes: — Dios ha dado natu-
raleza al hombre, a la mujer y a las plantas, para que cada
una engendre su semejante sin corrupción de su ser espe-
cífico, como el hombre y la mujer, que engendran el hijo
sin que se corrompa el ser del padre ni de la madre en la
generación del hijo. Y esto mismo se sigue de la generación
de los árboles, porque el árbol engendra otro árbol seme-
jante a sí mesmo sin corrupción de su ser específico; y, por
consecuencia, la luz puede engendrar otra luz sin corrup-
ción de la mesma luz, y un fiel o católico volver fiel a un
gentil o infiel sin que él deje de ser fiel ni corrompa su fe \
Y estas generaciones están así ordenadas, para que den
alguna similitud de que en la generación del Hijo de Dios
no hay ninguna corrupción.
CAPÍTULO XXI
Del movimiento de los elementos
El filósofo leía, y decía que Dios ha creado cuatro esen-
cias, esto es, igneitas, aereitas, aqueitas y terreitas, según
se dice en el libro llamado Chaos l. Y estas cuatro esencias
2 El traductor advirtió aquí : «Dice el le mosín per cabal» ; pero
«per cabala no significa «en sí», sino «por entero».
•"Desde «y, por consecuencia» hasta aquí falta en el texto original.
1 Se refiere al Llibre de chaos, escrito por el propio Ramón Llull
hacia el año 1275, del cual se nos ha conservado sólo la versión la-
tina.
'68o
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
fueron creadas unidas o mezcladas 2, y unidas fueron el hile
que es llamado chaos. Y cada una de estas cuatro esencias
consiste en forma y en materia, siendo la forma pura acción,
y la materia, pura pasión, moviéndose la forma por toda la
materia; por lo que es movida toda la materia por toda la
forma.
Mucho se maravilló Félix de estas palabras, por pare-
cerle que el movimiento no podía ser en la forma y en la
materia del fuego, respecto de que 3 toda la materia está
en la forma, y la forma en la materia. Por lo que rogó al
filósofo que se las expusiese, y éste dijo al hijo del rey que
enterase a Félix por alguna similitud de lo que dudaba. Por
lo que éste le dijo que en la esencia de Dios son tres per-
sonas, según se dice en el Libro del gentil y en el de los ar-
tículos 4. Estas tres personas son sin ningún movimiento,
engendrando el Padre de sí mesmo al Hijo, y procediendo del
Padre y del Hijo el Espíritu Santo. Y porque Dios Padre
de todo sí mesmo y en todo sí mesmo engendra al Hijo y da
procedimiento al Santo Espíritu infinita y eternamente, no
puede haber movimiento. Y así, para significar' que en la
obra que Dios tiene dentro de sí mesmo no hay movimiento,
quiso crear en los elementos la naturaleza del movimiento,
el cual está dentro de los elementos por virtud y por natu-
raleza, ya sea que la forma esté en la materia o que la ma-
teria esté en la forma; y este movimiento puede ser ince-
sante 5, pues que la forma y la materia son distintas por
esencia, por dignidad, mayoridad y minoridad.
También preguntó Félix al hijo del rey cómo el fuego
podía bajar acá bajo G, siendo natural cosa en él el subir a
lo alto, mayormente cuando 7 la esfera del aire y la del agua
están situadas entre él y la tierra. A que éste respondió y
dijo que en el cuerpo elementado están los elementos mez-
clados los unos en los otros así como en el frasco en que
están mezclados el vino y el agua, donde están cada una
parte de vino en cada una parte de agua, y cada una parte
de agua en cada una parte de vino, bajando y subiendo las
partes del fuego por todo el cuerpo compuesto de} vino y del
agua ; cuyo acto de bajar — continuó — 8 hace el fuego sim-
ple, para poder subir las partes del fuego compuesto que
están en las partes del aire, agua y tierra.
3 «o mezcladas» es una glosa ; «unidas» corresponde al catalán
« e n se ni ps» , con j u nia m ente.
:; Corresponde -a cepas que», puesto que.
1 Libros de Ramón .Llull escritos hacia el año 1272 y 1275, res-
pectivamente.
0 El texto original dice «intensament» y no incesante.
8 Por «hacia abajo» :' «sajús».
7 Aquí «cuando» tiene el sentido de «siendo así que».
* El paréntesis es una glosa.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — c. 22
6Si
C A P1TULÓ X X I í
Del relámpago 1
También leyó 2 el filósofo, y dijo que el relámpago es
incendio instantáneo de vapores secos, los cuales se causan
porque la forma y la materia del fuego tienen apetito a
unirse y ser por sí solos, sin mezcla de los otros elementos;
lo que sucede cuando los vapores suben tan altos, que cuasi
el sol y el fuego han consumido la frialdad y humedad: que
entonces el gran calor del fuego se mueve de aquel lugar
sublime y desciende instantáneamente, encendiendo por la
línea donde encuentra más vapores [secos], quemándolos
para que la forma del fuego pueda ser en la simple materia
del fuego sin mezcla de los otros elementos.
Y, cuando el filósofo hubo dichos estas palabras y mu-
chas otras del relámpago, dijo al hijo del rey que repitiese
la lección por alguna similitud, y éste lo hizo en estos tér-
minos: — 'Una vez sucedió que un filósofo se iba a pasear
por una llanura con gran séquito de discípulos, y, viendo
muchas aberturas que el gran calor del sol había hecho en
la tierra, consumiendo en ella la humedad y frialdad, pre-
guntó a un discípulo si el sol, teniendo gran abundancia de
calor, podría hacer en la tierra aquellas aberturas en un
instante, así como las había hecho en mucho tiempo con
menos calor 4. A que respondió el discípulo que aquello que
un fuego tarda en quemar una hora lo podría quemar otro
fuego en un instante, siendo más activo y vehemente.
— Señor — preguntó Félix al hijo del rey — , ¿ por qué razón
el relámpago tiene el movimiento tortuoso, y no baja por
derecha línea?— A que éste respondió y dijo que una vez
sucedió que un maestro echó por una ventana una neula
(o barquillo) ', la cual, bajando, vió se movía una vez hacia
1 El propio traductor se apresuró a advenir : «.Yo/a que donde
dice relámpago has de entender propiamente rayo, pues el lemosín
donde se tradujo decía lamp, que es nombre equívoco, que signi-
fica ambas cosas en dicha lengua.» Mas en catalán, relámpago es
«llampec».
2 En el sentido de «en>eñó» ¡ el original dice sólo : «Lo phiso-
loph dix...»
► * Versión inexacta de «loch sobirà», que significa sólo «lugar
alto».
1 Desde «así como» es más bien una aclaración del traductor.
tNeula* es palabra catalana ■ que equivale a «barquillo», pero
— según la acepción corriente aún en Mallorca -sin arrollar ; ade-
682
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
una parte y otra hacia otra 6. Por lo que preguntó a un su
discípulo que por qué razón la neula había caído por linea
oblicua o tortuosa7 y no por línea recta. El cual respondió
que la neula, por razón de ser delgada y ancha, baja por
el aire dividiéndole con su tenuidad y revolviendo su an-
chura sobre él para el mismo efecto.
— Señor — dijo Félix 8 — , la luz que se engendra en el
aire, que parece ser fuego cuando relampaguea, ¿qué es? —
A que respondió el hijo del rey que un discípulo había hecho
aquella cuestión a su maestro, el cual, para responderle,
tomó un pedazo de estopa y mojó la mitad de ella, y la
otra mitad dejó enjuta; y, pegándola después fuego, éste
quemó la estopa hasta la parte que estaba mojada, y de
allí no pasó. Con lo que le dió a entender que el fuego,
en su región 9, por la abundancia de su gran calor, quema
en las nubes los vapores cálidos y secos, pero no puede que-
mar los que tienen gran abundancia de humedad y frialdad.
CAPÍTULO XXIII
Del trueno
Dijo el filósofo en la lección que el trueno es encuentro
de los vapores cálidos y secos movidos en el aire, por com-
batirse los vientos unos contra otros; siendo estos vientos
originados de la ponderosidad de las nubes que oprimen el
aire, por tener el agua y la tierra que hay en ellas apetito
a su centro. Después de estas palabras, repitió el hijo del
rey la lección por esta similitud: — Un rey tenía sitiado un
castillo, al cual hacía tirar, con un gran ingenio de madera,
piedras de desmesurada grandeza 1 ; y los que estaban dentro
del castillo tenían otro igual ingenio o instrumento, con el
cual tiraban iguales piedras contra los del campo del rey.
Y una noche, como disparasen unos y otros a un tiempo,
se encontraron las piedras en el aire con gran estruendo, de
cuyo encuentro resultó el romperse y arrojar de sí abun-
más, antiguamente la nenia solía ser algo viscosa (cf. Arnàu de
Vilanova, Obres catalanes, II [Barcelona, 1947], p. 186, n. 22, ed. de
J. Carreras y M. Batllori).
fl «la qual embiaix se moch t¿)ta hora tro a la terra».
7 «o tortuosa» es también una añadidura, lo mismo que «para
el mismo efecto», al final del parraio.
8 «al hijo del rey», debería añadir el traductor.
* «qui és en sa regió».
1 Ramón escribió solamente : «•!• rey tenia assatjat un castell,
al qua! feya trer molts de gints» ; y al parigual más abajo.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 24
683
dancia de fuego, que le encendió mucho mayor en el aire-';
el que duró algún tiempo, con admiración del rey y de su
ejército, por no comprender era causa natural, y que pro-
cedía de que el fuego que salió del encuentro de las piedras
encendió los vapores cálidos y secos que había en el aire,
y que duró tanto cuanto tuvo en ellos materia que con-
sumir.
CAPÍTULO XXIV
DE LAS NUBES
Leía el filósofo y decía que las nubes se engendran de los
vapores que salen de la mar y de la tierra, en los cuales
están encadenados y enlazados los cuatro elementos. Y así,
por el fuego y por el aire suben dichos vapores, por ser el
fuego y el aire ligeros; y por el enlazamiento que el agua
y la tierra tienen con el fuego y el aire, suben con ellos
arriba, y el fuego y el aire, que son en su región, atraen a
sí los vapores del agua y de la tierra, para sacar y extraer
de ellos el fuego y el aire con que están mezclados. Y, cuan-
do estos vapores han subido a lo alto, y el fuego y el aire
los han digerido, entonces se unen el agua y la tierra, y
hacen cuerpo ancho y tenue1, y se extienden en figura de
nube, la cual se sostiene como en el aire como la nave en el
agua. Tienen las nubes, por el fuego y por el aire, apetito
de subir; y por el agua y por la tierra, el de bajar; por
cuya razón son movibles por sí mesmas, y también por los
vientos, con los cuales participan, moviendo éstos la nube
en el aire como la nave en el agua.
El hijo del rey repitió la lección por esta similitud:
— Un pastor, estando en una montaña, vió que por la ma-
ñana en lo profundo de un valle se engendraba una nube
que subía a lo alto, de que se maravilló mucho. Y, al mesmo
tiempo, vió un gran fuego, de que salía mucho humo, que
también subía y se escampaba por el aire; el que subía
porque el fuego le impelía y porque el fuego y el aire que
había en el mesmo humo tenían apetito de subir a lo alto;
a Versión libre de «que il·luminà tota la host del rey». Lo que
sigue, todavía se separa más del original : «Lo colp de amdues les
peres fo enaxí .erran, que despertà tots aquells qui dormien en la
host del rey, e hagren pahor molt gran del colp que ausiren e del
lúm que vaeren ; lo qual fo foch qui cremà les vapors caldes e se-
ques qui eren en la àer, en lo qual amdues les pedres s'encon-
traren.».
1 «tenuo» dice la traducción.
,6cS4
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
por lo que el humo no podía acabar de convertirse en nube,
a causa de que los muchos vapores cálidos y secos con que
salía del fuego le obligaban a subir y no permitían se espar-
ciese y ampliase como la. nube.
Félix preguntó que por qué razón son las nubes de di-
versos colores. A que respondió el hijo del rey que una
agua pasaba por donde había muchas piedras coloradas, y
ella lo parecía; y después pasaba por donde había muchas
piedras blancas, y ella lo parecía también, diversificando
sus colores según los parajes por donde pasaba y los nue-
vos accidentes que recibía 2.
CAPÍTULO XXV
De la lluvia
En la lección que el filósofo leía 1 se contenía que la llu-
via se engendra en lo alto del aire, de las nubes que se
digieren en partes propias elementales, esto es, que el fuego
se depura en las nubes por cualidad cálida y seca, y el aire
por cualidad húmeda y cálida, y el agua por cualidad fría
y húmeda, y la tierra por cualidad seca y fría. Y por esto
las partes de los elementos que en las nubes están mezcla-
das, se dividen las unas de las otras según son diversas y
contrarias y se unen unas con otras según son diversas y
concordantes. De que dimana que el fuego y el aire se di-
viden, en las nubes, del agua y de la tierra, y se mueven a
lo alto por su ligereza. Y como, al contrario, por su ponde-
rosidad el agua y la tierra se mueven hacia bajo, se en-
gendra de este movimiento la lluvia-, que es tierra y agua
(o compuesto que tiene mayor porción de estos dos elemen-
tos que del fuego y del aire), dividida en el aire en muchas
partes, en las cuales hay mayor cuantidad de frialdad y
sequedad que de calidez y humedad.
Mucho se maravilló Félix de que aquel maestro dijese
que en la lluvia había mayor sequedad que humedad, siendo
así que la lluvia es de complexión fría y húmeda; pero el
hijo del rey le sacó de duda repitiendo la lección en estas
2 Esta última frase «y los nuevos accidentes que recibía» es una
añadidura explicativa. Todo el párrafo está traducido muy libre-
mente, pero con bastante fidelidad al sentido.
1 Debería añadirse : «al hijo del rey».
2 El original prosigue así, con alguna confusión : «... que és
depertida en l'àer en moltes parts de aygua e de terra, en. què és
major quantitat de fret e de sech, que de calt e de humit.»
FÉLIX DK LAS MARAVILLAS. — c. 2$ 68.S
palabras: — La tierra es seca de su naturaleza, y el agua
de su naturaleza es fría; y en lo alto, cuando las nubes la
disuelven y engendran la lluvia, están el agua y la tierra en
mayor participación que no en la esfera. por donde la lluvia
se mueve a su centro; porque en el aire por donde se mueve
o encamina \ se multiplica la humedad de la lluvia. Por el
movimiento del agua, que camina hacia bajo, y por la pro
ximidad de la tierra hacia su centro, la humedad no puede
privar el que la lluvia descienda y participe de la sequedad
de la tierra aún más que de la humedad del aire 4. — Mucho
se maravilló Félix de la sabiduría del hijo del rey, pues en
tales términos repetía la lección, por los que fué instruido
en lo que dudaba. Y volvió a preguntar al hijo del rey que
por qué la lluvia es provechosa a las hierbas y a las plantas
y a todas las otras cosas que son en la tierra. A que éste
respondió que el fuego y el aire que están en la tierra mez-
clados con ella, tienen apetito de subir a lo alto, a sus re-
giones ', y por esto crecen en alto las plantas y los anima-
les; por lo que,; todas las cosas que son ligeras se inclinan
a subir por calidez y humedad; pero, como el fuego es cá-
lido y seco, la tierra en lo alto, dominando al aire (por el
ayuda del fuego, con quien concuerda) 7, consume la hume-
dad y la frialdad, y por esto desciende la lluvia, para mul-
tiplicar en los cuerpos elementados estas dos cualidades,
habiendo concordancia entre el aire y el agua por cualidad
húmeda y fría; por la que crecen los cuerpos elementados
en cuantidad ancha o de amplitud 8, para que sean gruesos
y espesos. Y esto, por causa de que el aire tiene naturaleza
de llenar y el agua de restriñir aquello que está lleno; ha-
ciendo la tierra lo contrario que el aire en cuanto es eva-
cuable, y el fuego lo contrario que el agua en cuanto es
dispersible. Y así, por el fuego y por la tierra son las plan-
tas y los árboles de derecha, delgada y alta cuantidad y
situación; y9 por el agua y por el aire, de ancha y redonda.
* «o encamina» es glosa.
4 También la última frase «y participé. V.» está añadida para com-
pletar y explicar el sentido.
1 «a sus regiones» es interpolación del traductor.
6 Mala traducción de «car» = pues.
7 Todo el paréntesis es una glosa explicativa.
5 Traducción errónea de «en quantitat de ample e de pregon»,
esto es, en anchura y en profundidad.
" Desde aquí falta en el original.
686
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
CAPÍTULO XXVI
DE LA NIEVE Y EL HIELO
Dijo el filósofo que la nieve se engendra en el aire cuan-
do la lluvia baja por él; en el cual, por la gran abundancia
de frialdad, se llena el agua de aire, restriñéndole en sí
mesma. Y por ser éste de complexión húmeda y contener
en sí lucidez blanca, se viste el agua la color del aire, por
lo cual se ve de blanca color en la nieve.
Félix volvió a preguntar por qué naturaleza se engen-
draba el hielo en el agua. Y el filósofo dijo al hijo del rey
que le respondiese, por lo que éste dijo que en el agua están
el fuego y el aire, que tienen apetito de subir a lo alto; y
así, cuando el fuego se quiere subir con su calor y con la
sequedad que tiene por la tierra, el aire y el agua se lo
contradicen, restriñendo en sí el agua tan fuertemente la
humedad, que se engendra el hielo, que es cuerpo sólido, y
que priva la subida de los vapores del agua, en los que
tienen apetito el fuego y la tierra de subirse a lo alto.
Félix volvió a preguntar por qué naturaleza las bambo-
llas 1 del agua suben hacia arriba en el agua de la fuente.
Y el hijo del rey respondió y dijo que aquellas bambollas
están dentro llenas de aire, y que las vestiduras que tienen
por defuera es agua, que restriñe el aire de forma que no
puede salir; y así, por lo leve de éstos, el agua que viene
de debajo de la tierra puede subir, lo que no podría hacer
por sí sola si la ligereza del aire no la ayudase, cuya lige-
reza adquiere por contenerle y restringirle en sí mesma,
vistiéndole con aquellas bambollas porque no se huya y que-
dé ella imposibilitada de ascender 2.
1 Catalanismo por «burbujas».
3 Todo este final apenas concuerda con el texto catalán, que dice :
«... la qual aygua no poria pujar per lo cors de la aygua de la font,
sens la leugeria del àer, la qual lausreria contén en si, continent
l'àer en si mateixa.» Todavía es más ingenuo el comentario del
traductor setecentista : «Nota. — Causa de que ascienda el agua en
los bufadors o fuentes, que se ve la arrojan hacia arriba, y de que
se hallen tantas fuentes en las montañas y en lo más alto de ellas.»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 27
687
CAPÍTULO XXVTT
De los vientos
Leía ei filósofo y decía que el viento es aire movido por
razón de aproximarse alguna nube que tiene apetito al cen-
tro de la tierra; el cual viento o aire movido, por hallarse
oprimido entre la nube y ella l, huye de aquella opresión,
donde no haya descenso de nube que le oprima. Dichas estas
palabras 2 por el filósofo, repitió el hijo del rey la lección
por esta similitud: — Un hombre preguntó a un filósofo qué
era viento, y el filósofo se lo explicó; pero, como el hombre
no pudiese entenderlo por razones, hizo el filósofo traer de-
lante de sí un pellejo3 lleno de aire, y después hizo poner
encima de él una piedra de mucho peso, la que a poco rato
reventó el pellejo e hizo salir por los costados el viento que
contenía, con gran estrépito.
Después de esto, preguntó Félix al filósofo por qué había
cuatro vientos principales, esto es, levante, poniente, me-
diodía y tramontana. A que él respondió que el viento de
levante le engendran los vapores cálidos y secos; el po-
niente, los fríos y húmedos; el mediodía, los húmedos y
cálidos, y la tramontana, los secos y fríos. Y la razón por
que son engendrados así 4 por diversos vapores, es porque,
según es la región diversa, así son las nubes que los en-
gendran diversas en cualidades concordantes y contrarias.
Después de esto dijo el hijo del rey que de los cuatro
vientos principales se engendraban otros cuatro, que son
el chaioc, maestral, gregal y ábrego \ Y estos cuatro vien-
tos tienen mezcladas las cualidades de que se engendran
los cuatro vientos principales. De estos ocho vientos se en-
gendran otros ocho por cualidades más templadas. Y otros
diversos [hay], que no son naturales según las disposi-
ciones del sol, pero son naturales según las disposiciones
de las tierras y de las montañas, y según los accidentes por
que unas nubes se mueven en oposición de las otras.
1 Es decir, entre la nube y la tierra.
2 «e moltes d'altres», añade el original.
s Ramón escribió «-Ia- odra».
* Dice la traducción, erróneamente : «así y por...» ; «n el origi-
nal : «enaxí per diverses vapors».
6 En catalán : «... exaloch, mestre, e grech, e labeig.»
688
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
CAPÍTULO XXVIII
Del tiempo
En la lección que el filósofo leía, se contenía del tiempo
lo siguiente: los cuatro tiempos del año son: el estío, el
invierno, la primavera y el otoño. El estío es por la cualidad
cálida y seca; el invierno, por la fría y húmeda; la prima-
vera, por la húmeda y cálida, y el otoño, por la fría y seca.
Y así, en el estío hay concordancia entre el fuego y la
tierra; y el fuego, que es cálido y seco, sube arriba sobre
la tierra en las plantas, y consume la frialdad de éstas con
su calor y con la lucidez del sol, por la cual el fuego mul-
tiplica el calor y sequedad en la tierra, mortificando la hu-
medad del aire en las plantas, por la concordancia que tiene
con la tierra contra el agua y el aire. Y por esto en estío
se hace la digestión de las plantas, y se maduran los fru-
tos, y se sazonan las semillas y los humores de los animales,
y recoge el hombre los trigos.
En "el otoño restriñe el agua a la tierra, por lo que se
quedan los vapores debajo de ella sin poder subir a lo alto,
y entonces se siembra y se comienza la generación de las
semillas.
En el invierno comienzan a salir éstas sobre la tierra
por la humedad del aire, que se mezcla con la frialdad del
agua; por la cual pasa el vapor de la tierra disecada y
escalfada1, en el otoño; de que dimana el nacimiento de
las plantas, que por cálida; seca y húmeda complexión su-
ben y crecen sobre la tierra.
En la primavera brotan, florecen, pululan y ponen hojas
y ramos los árboles, y producen sus frutos, a causa de que
la calor y la humedad suben, y la frialdad y sequedad de-
tienen aquella humedad y calor en los lugares bajos, en los
cuales maduran los frutos en estío, por calor y sequedad.
Por estas y por otras muchas razones que dijo el filósofo
de los tiempos del año, comprendió Félix la causa de su
variación; y añadió el filósofo que los cuatro tiempos arriba
dichos se componen de doce meses, en cincuenta y dos se-
manas y en trescientos sesenta y cinco días y seis horas,
las cuales seis horas componen el bisiesto en el cuarto año,
el cual tiene trescientos sesenta y seis días, compuesto de
veinticuatro horas cada día natural.
1 Catalanismo por «calentada».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS . — C . 28 689
— Señor — dijo Félix, ¿por qué naturaleza hace mayor
frío al alba que a la media noche? — A que respondió el hijo
del rey que, porque el sol es cálido en el fuego y comienza
a salir en el alba, huyen los vapores, que son frjos y hú-
medos, del sol, que por accidente es cálido y seco; y estos
vapores, descendiendo a nosotros, nos causan mayor frialdad
en aquella hora que no en la media noche; pues en ésta,
como el sol estaba más distante, ellos habían subido y
esparcídose por toda la región etérea (othomosfera, que di-
cen los modernos) -.
El filósofo preguntó al hijo del rey por qué razón hace
mayor frío en los lugares altos que en los bajos, siendo así
que el sol está más inmediato al fuego en los primeros que
en los segundos. — Señor — dijo el discípulo--, en los luga-
res altos se depuran más fuertemente el fuego y el aire
que no en los bajos, moviéndose hacia arriba y apartándose
del agua y de la tierra, que se mueven hacia bajo; y por
esto en los llanos o lugares bajos el fuego y el aire no tie-
nen tanto poder (para depurarse) ; como en los lugares al-
tos, donde cuanto más se depuran y extrañan 4, más se huyen
el agua y la tierra, y causan mayor frialdad en las cimas
de los montes que no en sus profundidades, como lo enseña
la experiencia, por las nieves y las aguas de las fuentes que
son en las alturas.
— Señor — dijo Félix — , ¿ por qué razón es el aire más
sutil en lo alto de los montes que en los llanos ? — A que res-
pondió el hijo del rey que en lo alto de los montes está el
aire más inmediato a su propia esfera, la cual está colocada
debajo de la del fuego, y debajo del mismo aire la del agua,
y debajo de la del agua la de la tierra. De que sé sigue que
el aire es más depurado y más sutil cuanto está más lejos
de la mezcla del agua y de la tierra, siendo esta mezcla ma-
yor en los valles por los vapores fríos y gruesos, y, por
consecuencia, el aire en ellos más craso '.
El filósofo preguntó al hijo del rey por qué razón está
el agua en el pozo fría en el estío y caliente en el invierno.
A lo que respondió que en el estío están abiertos los poros
de la tierra, por donde sale el calor que el fuego y el sol
atraen a sí ,;; y cuanto más los vapores del fuego suben, más
- El original dice solamente : «... pèr ço rar lo sol lar era pus
lunv en la mige nit que en l 'alba. »
3 El paréntesis es una glosa del traductor.
* Es decir, >e reparan : «.. aytant quant pus se depuren e-s
destrenyen lo foch e l'àer en los Jochs alts...»
5 Ramón Llull escribió solamente: «. . . segueix-se • que làer sia
pus depurat e pus subtil, bon pus és lunv al mesclament de la avgua
e de la terra, e qui-s mescla pus forment en les vapors que -ón
fredes e grosses, que en les vapors que són caldes e sobtils.»
1 «a ensús», dice el original, esto es, hacia arriba.
690
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
se depuran y dividen 7 de la frialdad, que permanece abajo ;
por lo que, por la falta del calor del fuego, queda el agua
con mayor frialdad en el estío 8. Pero en el invierno el agua
restriñe la faz de la tierra, para que no pasen los vapores
del fuego que están debajo de ella; por lo que este vapor
que en ella permanece calienta al agua en los pozos y en
las fuentes, del mismo modo que el fuego la calienta en
la olla.
Entonces preguntó el filósofo al hijo del rey que por qué
razón el fuego calienta el agua en la olla. A que éste res-
pondió que en el agua hay naturalmente calor, por causa
del fuego que es unido y mezclado con ella. Pero este fuego
está remiso y no tiene tan gran poder como ella mesma, por
cuya razón es ella más fría que caliente entonces; pero des-
pués 9, por la gran calor del fuego que está debajo de la olla,
y porque éste por ella pasa al agua, mortifica en ella la
frialdad y aumenta el calor del fuego con que está mezcla-
da, ayudándose el fuego exterior con el interior, como dos
semejantes y concordantes 10, y mortificando por este mo-
tivo la frialdad como contraria.
Después de esto prosiguió el filósofo la lección diciendo
que la mar es salada porque se mueve continuamente arriba
y abajo; arriba, por causa de que el calor del fuego y el sol
la calientan, y atraen a sí los vapores cálidos y secos; y,
porque el agua es pesada por su naturaleza, se mueven ha-
cia abajo los vapores fríos y húmedos; y, porque es redon-
da, se mueve alrededor y en ondas o a oleadas, según el
balance de su rotundidad, por la cual se mueven las ondas
de la mar hacia la tierra, y se mueve la mar de Inglaterra;
pues, balanceando n, se inclina en un tiempo a una parte y
en otro 12 a otra. Y por esto se causa la influencia del mo-
vimiento que con ayuda del viento mueve el mar, por opri-
mirle las nubes, según que ya se ha dicho. De que resulta
que, por el movimiento, mezcla y turbación de vientos y de
calidades, se engendra calor y sequedad, de que dimana que
el agua del mar, aunque naturalmente es de complexión fría
y húmeda, accidentalmente se convierte en complexión cá-
lida y seca, por la cual se vuelve salada 13.
7 «y dividen» es una añadidura explicativa.
8 La última frase «por lo que...» apenas corresponde al texto
catalán : «la qual vapor és major en fredor, hon menys hi ha de
calor.»
0 «entonces» y «después» ñon palabras añadidas por el traductor.
10 Lo mismo se diga de toda la frase «ayudándose... concordantes».
11 Falsa versión de «car lo bescuns s'enclina a la -Ia- part...», don-
de «bescuns» significa «oblicuidad».
12 «en otra», dice erróneamente la traducción.
13 Acerca del concepto luliano de las mareas véanse los estudios
del Dr. Massntí citados en la Bibliografía, supra, p. 90.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — -C. 2Ç
691
CAPÍTULO XXIX
DE LA BATALLA QUE SE HIZO DELANTE DE LOS [DOS] HIJOS
DEL REY
Luego que hubo concluido el filósofo la lección, se entró
en un bello vergel en compañía del hijo del rey y de otros
discípulos, entre los cuales iba Félix. Y, en tanto que iban
por él, mirando los árboles, las flores, las aguas y las demás
cosas agradables a la vista, vino el hijo del rey que apren-
día el ejercicio de las armas, con su maestro, a ver a su
hermano mayor; y para que éste se recrease 1 montó a ca-
ballo con otros compañeros, e hizo diversas escaramuzas y
otras cosas, según que su maestro le enseñaba.
Y, estando en esta diversión, entraron otros caballeros,
entre los cuales había uno que había retado 2 de traidor fal-
samente a un escudero, fiado en su mucho orgullo, grandes
fuerzas y grande habilidad en el manejo de las armas; y el
escudero, que también se hallaba presente, aunque carecía
de todas estas circunstancias, tenía razón, en la que confia-
ba. Y el rey envió uno y otro para que delante de sus hijos
tuviesen su duelo, porque, viéndoles combatir, aprendiese
mejor el menor y perdiese el pavor 3.
Puestos los dos combatientes en el campo, en el principio
el caballero maltrató mucho al escudero; pero al fin éste
derribó y mató al caballero, de que se admiró mucho el hijo
del rey, así por las ventajas que vió llevaba en el principio
del combate, como por las que tenía en fuerzas y destreza,
más que el escudero.
Lo que conocido por el filósofo, le dijo que en un árbol
estaba un gallo con muchas gallinas; y habiéndole visto una
zorra, se puso debajo del árbol a saltar, correr, jugar y a
hacer tales movimientos por largo tiempo, que al gallo, que
la estaba siempre mirando, se le desvaneció la cabeza, per-
dió la virtud y se cayó del árbol; e inmediatamente la zorra
le cogió y mató. Después que el filósofo hubo dicho estas
1 El texto original prosigue : «denant ell, en r- bell prat, lo
fill del rey ab son maestre se sgramí longament. Après la art de
s.errima, pujà lo fill del rey en «i. bell cavall, e ab molts de com-
panvons bornà, e trasch, al taulat, e feya de armes, sesrons que son
mestre li ensenvava. Lon^ament se deportà e usà de art de armes
lo fill del rey denant son frare ; e, estant que...»
a La traducción dice «rectato» ; el catalán, <rraptave», por «rep-
tava».
8 «y perdiese el pavor» es una añadidura.
6ç2
OBRAS LITERARIAS DE RÀMÓN LLULL
palabras, el hijo del rey 4 las expuso diciendo que, mirando
el gallo a la zorra, tenía miedo, por lo que su virtud se dis-
minuía, y más cuanto más la miraba; de que dimanó el que
su espíritu se entorpeció y enfrió, y al fin cayó del árbol.
— Hermano — dijo el hijo del rey que se ejercitaba en las
armas " — , ¿ qué es el suceso de la batalla que me quieres sig-
nificar en esas palabras ?— A que respondió el mayor que,
considerando el caballero en la sinrazón que contra el escu-
dero hacía, perdió la virtud y fortaleza; y por esto se le
constreñía el espíritu, y había venido a hallarse inhábil en
la batalla; y, al contrario, al escudero, la verdad y fortaleza
le habían ido aumentando las fuerzas y virtud cuanto más
había considerado en el legítimo derecho y razón que le
asistía.
Mucho se admiró Félix de que el hijo del rey que apren-
día de filosofía hubiese .conocido mejor la causa por que el
caballero fué vencido y muerto, que no su hermano, que se
ejercitaba en las armas; por lo que alabó la ciencia sobre
todas las otras cosas. Después de esto, preguntó Félix al
filósofo por qué motivo había caído el gallo del árbol y no
habían caído las gallinas. A lo que el filósofo dijo al hijo
del rey que se ejercitaba en las armas respondiese; pero
el mozo se halló embarazado y no supo qué decir; por lo
que dijo a su maestro que respondiese él; mas éste respon-
dió que él era maestro de armas y no de filosofía 6.
Por lo que el hermano mayor tomó a su cuenta el des-
empeñar al menor, y respondió a la cuestión diciendo : — Por
un camino iba un hombre con su mujer, y hallaron una sierpe
tan grande y horrible, que el hombre se murió de miedo jun-
to de ella; y la mujer, aunque le tuvo grande y se hubiera
muerto del mismo, la confianza que tuvo de que su marido
la defendiera la alentó para que no desfalleciese. Y, viendo
que la sierpe cogía a su marido ya muerto y se le entraba
en el bosque para comérsele, tuvo valor para huir, el que
la hubiera faltado si hubiese visto que la 'sierpe, dejando
el cuerpo de su marido, la hubiera seguido a ella.
Después de esto, les 7 preguntó el filósofo cuál era la
principal razón por que se permitía el duelo entre dos hom-
bres. A que respondió el hijo mayor del rey que la solución
de esta cuestión estaba dada en las palabras que se habían
1 «qui apprenia de phisoloña», precisa Ramón.
" Aquí, en cámbio, la frase «cine se ejercitaba en las armas» está
añadida por el traductor.
e «... dix que >ell era mestre con sabés hom moure son cors, e fe-
rir gran colp e sostenir, e lo phisoloff era mestre com donàs doc-
trina al enteniment de son frare, per lo qual enteses son entenimen
altes coses e subtite.»
T La traducción dice «los». El original es más explícito: «....de
manà a sos scolans.»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 20.
dicho de la zorra, del gallo y de las gallinas, considerando
que la conciencia vence y desmaya a todos aquellos que con-
tra razón pelean, sucediendo al contrario a los que con ra-
zón lo ejecutan, pues la lealtad y verdad les aumentan la
fortaleza 8.
Félix dijo al hijo del rey que algunas veces sucede que
los hombres que no tienen razón ni justicia vencen a los que
la tienen; a que respondió el filósofo y dijo que un hombre
muy lujurioso tenía un hijo a quien amaba mucho, y Dios
se le quitó en castigo del pecado de lujuria; dándole con este
medio ocasión para que ejercitase la paciencia y que con
ésta adquiriese la castidad y caridad :' de que antes estaba
desposeído.
8 Asi justificaba el iluelo el hombre medieval, por considerarle
[como verdadero juicio de Dios.
9 «castedat, paciència e caritat», según el texto catalán ; la última
frase es sólo una añadidura explicativa.
I
LIBRO V
DE LAS PLANTAS
Félix se partió de la corte 1 alabando y bendiciendo a
Dios porque había dado tanta sabiduría a aquel rey y a sus
hijos. Y, caminando por un gran bosque en busca de su-
mara villas 2, encontró a un escudero a caballo, que llorab
y se lamentaba. Y, habiéndole preguntado la causa de tan
gran sentimiento, éste le respondió diciendo: — Un sabio
maestro en filosofía lo ha* sido mío mucho tiempo 3, y ahor
se ha apartado de mí para irse a estar toda su vida en un
soledad, habiendo dejado muchas riquezas, honras y digni-
dades, para padecer pobreza y miseria, de que ha hecho pro-
pósito, y de estarse siempre solo en este bosque ; de que ten-
go tal sentimiento, que no os le puedo explicar.
— Amigo — dijo Félix — , ¿sabéis vos la razón por que
vuestro maestro quiere estar en esta soledad y por que ha
dejado las riquezas y dignidades? — Señor — dijo el escude-
ro— , cuando se apartó de mí se lo pregunté 4, y me dijo que
se venía a estar solo en este bosque para contemplar en las
obras y naturaleza de las plantas y árboles, y por ellas, y
por la significación que de él dan, conocer y amar a su Cria-
dor; lo que no podía conseguir en la ciudad, porque las hon-
ras, las dignidades y los amigos se lo estorbaban.
Mucho agradó a Félix la santa devoción del filósofo,
deseó mucho que hubiese muchos en el mundo que la tu vi
sen; por lo que dijo al escudero: — Amigo, mucho me mará
villo de vuestro extraño sentimiento, pues lloráis del bie
que hace vuestro maestro; de que se infiere que reiríais
1 El original añade : «non amdosos los^ filis del rey apprenien.
2 «ensercar meravelles», dice, más ampliamente, el texto catal
3 Maestro y dueño sería, pues Ramón dice : «ha stat mon seny
longament».
* Versión muy abreviada de «li demané per què era vengut s'
en est boscatge, ni per què havia lexats sos amichs, e s'exia de t
noble ciutat en què star solia ab tan de honrament. Con jo ha
demenat a mon senyor aquestes coses e moltes d'altres, ell ma d
que per ço que en les obres de les plantes e dels arbres pogu
contemplar, conèxer e amar lur creador, venia star en est
catge.»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 29 695
hiciese mal; pues el hombre debe llorar y tener tristeza de
que Dios sea tan poco amado y conocido en el mundo, siendo
así que el mundo fué creado para que Su Majestad lo sea.
Y así, no lloréis, y alegraos en la santidad de vuestro maes-
tro, pues debéis tener a gran dicha el tenerle, porque de ello
se puede seguir el que vos seáis a Dios agradable. Y ahora
os ruego me mostréis el camino, para que yo pueda llegar
y verle donde está.
El escudero se le mostró, y en breve llegó Félix a unos
prados muy amenos, donde el filósofo había hecho propósito
de residir, y le halló en uno donde había muchos árboles,
cerca de una hermosa fuente, con un libro en la mano le-
yendo. Félix le saludó humildemente, y el filósofo ie respon-
dió con agrado; por lo que, sentándose cerca de él, le dijo:
— Señor, mucho me maravillo de que podáis estar en este
bosque tan solo y de que hayáis dejado los deleites y place-
res del mundo; y así, decidme: en él, ¿qué hacéis, qué co-
méis, qué bebéis y dónde tenéis vuestra habitación?
A lo que el filósofo le respondió: — El hombre debe sólo
admirarse de los delitos que los hombres cometen; pero he-
mos llegado a tiempo en que se cometen tantos, que nos po-
demos maravillar de que haya quien obre bien ni ejecute
cosa agradable a Dios; pues parece que el mayor delito5
que el hombre puede hacer hoy en este mundo es procurar
conocerle, amarle y servirle, cuando sólo fué creado para
ello (que a tal maldad ha llegado la locura en estos siglos,
que se burlan de los que para ello ocupan algunas horas en
el estudio o en la contemplación). Ahora has de saber que
en este bosque hay un ermitaño que hace penitencia, el cual
tiene un criado que le trae algunas viandas, con las que nos
mantenemos ambos a dos corporalmente ; y por la noche, si
hace mucho frío o llueve, me voy a recoger a su ermita; pero
de día me estoy en este bosque, mirando lo que la natura-
leza hace en los árboles y en las hierbas, para que, conside-
rando sus obras y producciones6, pueda contemplar a Dics
según el arte de filosofía y teología que está escrito en el
Libro llamado de los artículos, ordenado por el Arte demos-
trativa 7.
— Señor — dijo Félix — , en una ciudad había un noble ciu
dadano que tenía dos hijos sacerdotes s, grandes estudiantes
8 Un grave error de traducción tergiversa aquí el genuino sentido
de Ramón Llull, que escribió sencillamente : «Tot lo major delit
eme hom pot haver en est món és conèxer e amar Déu», donde ade-
lit» significa «deleite», y no «delito». Naturalmente que el parén-
tesis es sólo una glosa justificativa del traductor.
* *«y producciones» lo añade el traductor.
7 Ramón Llull escribió su Art demostrativa hacia el año 1274.
8 Ramón sólo escribió : «los quals eren grans clergues en theo-
logia e en phisolofin·» .
6g6
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULI.
en teología y filosofía; y el uno de ellos eligió vida eremí-
tica para contemplar a Dios según la ciencia que había
aprendido, y el otro se quedó en la ciudad para leer, mostrar
y predicar e inducir las gentes a contemplar 9 y amar a Dios;
por lo que entre ellos se movió gran cuestión sobre cuál ha
bía elegido vida más perfecta.
A lo que el filósofo respondió diciendo: — En una ciudad
había un gran filósofo, el que leyó mucho tiempo su arte en
ella; y, viendo que sus discípulos aprovechaban poco por ser
malos y viciosos 10, se fué a un bosque para recrear en él
su alma y su cuerpo, contemplando a- Dios, amando más es-
tar en compañía de las bestias salvajes y en la de los árbo-
les, que en la de los hombres malvados y pecadores. — Y, ha-
biendo respondido a Félix por esta similitud, se volvió a su
contemplación, del mismo modo que estaba cuando Félix le
halló.
C A P í T U L O XXX
De la generación de las plantas
Estaba el filósofo sentado debajo de un hermoso árbol
cargado de hojas y flores, al cual regaba una hermosa fuen-
te, y en él había muchas aves, que dulcemente cantaban.
Y, según la disposición del árbol, de la fuente y de las aves,
contemplaba el filósofo la grandeza y la bondad de Dios, que
en aquel árbol se representaba [n] como Criador y como
criatura l. Y, después que el filósofo hubo largamente estado
en su contemplación, Félix le dijo: — Señor, mucho me ma-
ravillo de la grandeza de este árbol, y de cómo puede ser
que de tan pequeña cosa como el grano de que fué engen-
drado, pueda haber llegado a tener tan gran magnitud.
— Amigo — dijo el filósofo — , un pastor encendió fuego de-
lante de un sabio, y habiendo multiplicado el fuego en gran
cuantidad, el pastor se maravilló de que una pequeña chispa
hubiese multiplicado tanto ; y preguntó al sabio la razón. El
cual le dijo ser naturaleza del fuego convertir en sí o en su
0 «conèxer» en el original.
10 Versión muy libre e incorrecta del original : «Los scolani
d'aquell maestre no profitaven tan fort en la sciència com lo mestre
volia, e eran hòmens mundanals, e que poch preaven la sciència de
la phisoloffia. Lo mestre d'aquells scolans era molt treballat per les
liçons que legia, e era molt despagat, car los scolans no volien
apendre diligentment.»
1 La frase castellana no corresponde con fidelidad a la catalana :
«... qui an aquell arbre se representaven per manera de creador e de
creatura.»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. ,^0
6q7
semejante todas las partes que con él participan, por tener
mayor virtud que ellas; y así, porque convierte en sí mesmo
muchas cosas, por muchas cosas se multiplica.
Guando el filósofo hubo respondido a Félix con esta si-
militud, Félix le dijo que, según ella parecía, se debía seguir
que Jesucristo, que había tenido virtud mayor que todos los
otros hombres mientras estuvo en el mundo, debía haber
convertido a santa vida todos los otros hombres con quien
participó; y que así, pues había convertido pocos y quedado
muchos después de su muerte en vía de damnación, parecía
que el árbol tenía mayor poder y virtud en convertir ea su
semejanza las partes con quien participaba, que la natura-
leza de Cristo en convertir los hombres con quien había par-
ticipado 2.
Mucho agradó al filósofo la cuestión que Félix le hacía,
por conocer que era hombre entendido y sabio ; por lo que
en adelante le habló con palabras y similitudes de alta ex-
posición, y así le dijo: — Amigo, un rey estaba en un pala-
cio, donde comía con muchos caballeros. Y entre tanto an-
daba por allí un hombre que se había hecho procurador de
los infieles ; para solicitar medios de que viniesen a vía de
salvación; y así decía al rey y a los caballeros y a los pre-
lados 4 que en aquel palacio comían que se aplicasen al es-
tablecimiento de tan santa intención, mostrándoles el modo
como se podía dar conocimiento de la verdad a los que están
en. error, manifestándoles el Arte demostrativa y el Libro
de los artículos. Pero todos los que le oían le escarnecían
y menospreciaban, por lo que él lloraba y tenía tal senti-
miento, que se despedazaba los vestidos y arrancaba los ca-
bellos. Y al mismo tiempo andaban por aquel palacio jugla-
res cantando y sonando instrumentos para que los que en él
comían se alegrasen y deleitasen. Y como, después de haber
comido y bebido mucho, el rey saliese del palacio, una mu-
jer se echó a sus pies, pidiéndole perdonase a un hijo suyo
que estaba condenado a muerte; y un caballero que la apa-
drinaba, porque ella le había dado porción de dinero, habló
al rey sobre lo mesmo, cuya súplica apadrinaron muchos
otros caballeros que se hallaron presentes; por lo que el rey
perdonó al mozo, que, según derecho, merecía la muerte. Y el
hombre procurador de los infieles se puso entonces a dar
grandes voces y a llorar, diciendo: "La mujer ha convertido
la voluntad del caballero con dinero a amar semejantes co-
sas de las que ella ama; y el caballero ha convertido a la
semejanza de su voluntad a la del rey y a las de todos los
5»«C01l quien había participados lo añadió el traductor.
:t Título que corresponde a Ramón Llull ¡ el rey a quien alude
en este "pasaje, bien pudiera ser Felipe IV el Hermoso, ae Francia,
i Ramón escribió sólo «clergues».
6g8
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
demás que con él interpusieron su ruego. Y en esta unión
y semejanza de voluntades hay avaricia, injuria, vanagloria
y repleción de comer y beber; y no tiene María Santísima
semejantes amadores en amar a su Hijo en esta plaza."
Después de dicho esto, añadió el filósofo: — Sabrás que
el Hijo de María Santísima, que creó libertad en la voluntad
de los hombres, ha obligado 5 los mesmos hombres, por su
encarnación y muerte y por la creación, a que le honren en
este mundo (no destruyéndoles, no obstante, la libertad de
su voluntad, como criatura y similitud suya) para que me-
rezcan más, uniendo sus voluntades con la de María Santí-
sima para el referido fin. — Mucho agradó a Félix esta simi-
litud, y alabó y bendijo a Dios, que tanta sabiduría daba al
hombre.
CAPÍTULO XXXI
De la corrupción de los árboles
Largamente hablaron el filósofo y Félix de la generación
de las plantas y del modo según el cual significa haber en
Dios generación, engendrando Dios Padre a Dios Hijo sin
corrupción, cuyo incorrupción está significada en la mesma
corrupción de los árboles. Y, concluida esta conversación,
se fueron a pasear por el prado y la floresta 1, en la cual
había árboles de diversas maneras, y uno de ellos a la orilla
de un arroyo, cargado de hojas y flores, al cual estaba cor-
tando un hombre ; de que se admiró Félix, por verle tan
hermoso y florido, y así preguntó al que le cortaba la razón
por que destruía árbol tan hermoso.
Y el filósofo respondió por el hombre en este ejemplo:
— En una ciudad había un banquero muy rico de los bienes
temporales, pero muy pobre de los bienes espirituales. Y,
como un día un pobre se acercase a la tabla donde él tenía
muchos dineros y le rogase que por amor de Dios le diese
uno, pues Dios le había dado tantos, el banquero no sólo
no se lo quiso dar, sino es que le dijo villanas y afrentosas
palabras, las que el pobre sufrió con paciencia por su po-
breza, y consideró cuánto daño se seguía de la vida de aquel
hombre y cuánto provecho resultaría de su muerte, pues
aquellas grandes riquezas y dineros estaban estancados, de-
5 La frase Juliana es más suave \ «ha logat... com lo honren».
1 El original dice «forest», que significa «bosque» y no «floresta».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 3I
6qq
tenidos y sin causar bien alguno, y con su muerte se repar-
tirían y causarían muchos 2.
— Señor — dijo Félix—, ¿por qué naturaleza los árboles
vienen a corrupción? Y la esencia del árbol que corta este
hombre, ¿dónde estará cuando el árbol se habrá corrompido
o quemado? — Y el filósofo dió a Félix la solución por esta
similitud: — Un sabio cristiano disputaba con un sabio sa-
rraceno, y el sarraceno preguntó al cristiano que si, engen-
drando Dios Padre a Dios Hijo, se corrompe alguna cosa de
que se haga esta generación; a que respondió el cristiano
que en Dios hay más noble generación que en los árboles,
en los cuales no puede haber generación sin corrupción;
pues, luego que el árbol está cortado, se trastorna toda su
esencia para corromper aquel mismo árbol, y la naturaleza
de aquel árbol, corrompiéndose, engendra algunas otras co-
sas, en las que se restaura su esencia 3. Pero Dios Padre en-
gendra de sí mismo a Dios Hijo, y, porque le engendra de
todo sí mesmo y es infinito, eterno y cumiplido de todo bien,
puede y es bastante a engendrarle infinita, eterna y perfec-
tamente en todo bien sin corrupción; y el Padre y el Hijo
permanecen por siempre una misma esencia, y una misma
deidad, y una misma virtud.
Después que el filósofo hubo dicho estas palabras a Fé-
lix 4, vieron que en aquella ribera mesma donde el hombre
cortaba el árbol que tenía hojas y flores, mas no daba fru-
tos, había otro que estaba tan cargado de manzanas, que
tenía muchas brancas 5 desgajadas, por la gran multitud que
había producido y no podía sostener.
Por lo que Félix dijo al filósofo: — Señor, ¿por qué na-
turaleza este manzano ha llevado tantas manzanas, que a sí
mesmo se destruye y corrompe? — A que el filósofo respon-
dió: — En una ciudad había un obispo y un caballero que
eran hermanos, y el obispo era muy hermoso de persona y
tenía muchas letras; y porque en ellas, en su hermosura y
dignidad se complacía, y olvidaba la final intención por que
había sido electo obispo, era semejante al árbol que no hacía
ningún fruto ; pero el caballero su hermano, que era veguer G
de la misma ciudad y trabajaba noche y día para mantener
la justicia y cumplir con su obligación, era semejante al ár-
* El texto catalán no es potencial, sino enunciativo histórico :
«En breu de temps Déus auçís aquell cambiador qui empetxava
sa mort deperti's aquella riquesa, e féu a molt hom molt de bé.»
■ No es éste el sentido de la frase luliana : «la essència del qual
arbre se restaura en aquelles coses que són engendrades d'aquell
arbre.»
* Esta primera frase es una añadidura.
• Catalanismo por «ramas».
8 Cargo judicial y administrativo en las regiones catalanas.
molts diners, q^ue no se'n sequía
7oo
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
bol que desgaja sus ramas con el mucho fruto, pues por de
velarse perdía su salud y corrompía su persona. Por lo qu
sucedió un día que, en tanto que el obispo se estaba delei
tando y discurriendo medios para vivir largo tiempo en s
felicidad, un loco le hizo esta cuestión: "Señor, ¿por qué ra
zón vos, siendo obispo, amáis más los placeres y el much
vivir (cuando lo sois para honrar a Jesucristo y para se
más semejante a El), que no vuestro hermano? Y ¿por qu
razón éste trabaja más en servirle, y, para conseguirlo, n
repara en los placeres ni en que su vida sea corta o larga
imitando a Su Majestad, que quiso en el mundo trabajar mu
cho y no amó el vivir largo tiempo?" De cuyas palabras e
obispo se irritó, y dijo al loco otras muy villanas; por 1
que un clérigo 7 que estaba presente se levantó, y dió solu
ción a la cuestión en las siguientes: "En una viña había do
manzanos, y el uno de ellos llevaba todos los años mucha
hojas y muchas flores, pero pocos frutos; y el otro, por e
contrario, más frutos y menos hojas y flores. Sucedió qu
el señor de la viña entró un día en ella, y vió los dos man-
zanos, y, considerando en sus cualidades, hizo cortar al qu
no llevaba manzanas, y cultivar bien al que las llevaba. Po
lo que el hombre que cuidaba de la viña 3 preguntó a su am
por qué había hecho cortar el árbol que no llevaba fruto, y
le había mandado cuidase mucho del que le llevaba. A que
éste respondió que era loca la cuestión que le hacía, pero
que más loco era el obispo, que por sus placeres se cuidaba
más de vivir, cuando su hermano se desvelaba y trabajaba
para cumplir con la final intención de su oficio, que era para
lo que el rey le había hecho veguer de aquella ciudad, y ro-
gaba a Dios le diese larga vida para ejercerle y servirle;
cuya petición tuvo más virtud que no el cuidado que el obis-
po tenía de la suya, pues en breve se la cortó Dios, como
árbol inútil, y se la prolongó a su hermano, como fructífero
y provechoso 9.
— Señor — dijo Félix — ., ¿por qué naturaleza tiene más
corrupción y causa mayor fetor 10 el cuerpo del hombre muer-
to que no el del árbol cortado? — A que el filósofo respondió
por esta similitud: — En una villa había un mercader que
tenía la mujer muy hermosa u, y la tenía encerrada por
conocer que el cura 12 la amaba. Este mercader tenía otra
1 Propiamente, savi clergue».
s .Más fielmente, «el hombre que cortaba el man/ano».
" Versión muy libre, pero bastante exacta cuanto al sentido.
1 «v causa mavor fetor» lo añade el traductor.
31 Ramón había' escrito : «... e tenia -I-" folla fembre ab qui peq
cava.»
'- «lo prior d 'aquella vila», según el original.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. C. %2 7nI
mujer con quien estaba amancebado in, y el cura le repren-
dió y privó de que la viese; de que se originó en aquella
villa gran cuestión sobre quién tenía la voluntad más co-
rrompida y depravada, y cuál era más contra el estado que
profesaba, el cura o el mercader.
CA P1TULO X X XI 1
Déla virtud de las plantas
Sucedió después de esto que en una gran llanura, donde
se fueron a pasear el filósofo y Félix, había muchas hierbas
medicinales que tenían gran virtud. Y, cuando Félix las
hubo visto, preguntó al filósofo que por qué había dado Dios
virtud a las .hierbas. A lo que el filósofo respondió que Dios
había dado virtud a las hierbas para que significasen la
virtud del mismo Dios.
— Señor- dijo Félixj — , el azafrán, ¿qué virtud tiene para
significar la virtud de Dios?- -Y el filósofo respondió a la
cuestión por similitud en estas palabras: — Un ciudadano
tenía un hermoso hijo bien criado y bien acostumbrado. Este
mozo causaba gran gozo a su padre siempre que le veía y
siempre que le memoraba; y, por la gran alegría que el
ciudadano tenía en estos actos, se alegraba en Dios ; a quien
alababa porque le había dado hijo tan bien dispuesto y her-
moso y de tan buenas costumbres. Y, en tanto que tenía
toda esta complacencia, fué voluntad de Dios que el mozo
muriese; de que el padre se entristeció, y perdió la alegría
y complacencia que solía haber en Dios. Y, como la tristeza
se le aumentaba por la falta de conformidad, llegó a estar
enfermo y a los umbrales de la muerte; cuando el médico
que le curaba compuso un electuario de oro, de perlas y de
piedras preciosas, en el cual mezcló azafrán, por tener la
virtud de confortar y alegrar el corazón y de engendrar
buena sangre, con cuyo fin se lo 1 dió al enfermo. Pero la
tristeza de éste era tan grande, que ni la virtud del azafrán
ni de las otras cosas le pudieron alegrar, hasta que un día,
considerando en la muerte de su hijo y en el modo que con
él se solía alegrar, consideró también cómo por aquel medio
alababa a Dios por razón de su hijo, pero no especial y
solamente por el mesmo Dios. Y entonces conoció que Dios
le había quitado el hijo porque era el medio por el cual él le
u Toda esta trase La añade inútilmente el traductor.
1 El texto español dice, erróneamente, cae la ¿lió».
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OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
amaba; y conoció también su culpa, pues había amado a
Dios por su hijo y no por sí mismo, siendo Dios tan bueno
y tan noble, que debe ser amado por sí mesmo y por ser
quien es, más que por otro ningún motivo 2. Y entonces el
ciudadano hizo propósito de hacer penitencia del defecto
que había cometido contra Dios y contra la virtud de la
paciencia, y se comenzó a alegrar en la belleza y bondad
de Dios, olvidó la muerte de su hijo y dió gracias a Su Ma
jestad de que le hubiese iluminado y dado conocimiento de
su defecto ; y se sintió luego bueno 3, sano y alegre, por lo
que bendijo a Dios y a su virtud, que le había sanado de
tal tristeza.
— Señor — dijo Félix — , ¿por qué virtud vive el hombre
de las plantas y de las frutas que come? — A que el filósofo
respondió que en la conversión que hace la naturaleza de
las plantas en sangre y de la sangre en carne, después de
hecha la digestión en el estómago, se renueva la virtud de
vivir, esto es, vivir vida vegetativa. Y, porque mejor Félix
pudiese entender la virtud que tienen las plantas y hierbas 4,
y cómo el hombre vive de ellas, dijo este ejemplo:
— En una ciudad sucedió que a un mercader le quitaron
mil doblones 5 ; de que tuvo tan gran tristeza, y pensó tanto
en el daño que se le había seguido, que se volvió loco, y,
de conformidad, que fué necesario atarle fuertemente 6 para
que no se matase u ofendiese a otros. Y; como un sabio
médico le viniese a ver 7, dijo a sus amigos que le curaría
si le tenían bien atado, lo que éstos ejecutaron ; y el médico,
tomando mil doblones, dijo al loco que aquéllos eran los
mil doblones que a él le habían quitado; y, haciéndole des-
atar, le echó los doblones sobre la cabeza, y se los hizo
manejar mucho tiempo; lo que habiendo ejecutado el mer-
cader, la virtud de la imaginativa le comenzó a volver, y
por la vista y el tacto la imaginación se multiplicaba en
él en virtud, y esto por tanto tiempo, que el mercader ima-
ginó y creyó que aquellos doblones eran los mismos que él
había perdido. Y cuando su imaginación hubo cobrado su
virtud, su voluntad se comenzó a alegrar por lo que la
- «más que por otro ningún motivo» es una añadidura del tra-
ductor.
3 Por «estant lo burgués una ora en aytal pençament».
4 «cy hierbas» lo añadió el traductor.
6 El manuscrito catalán dice «-x-m- besans», diez mil monedas
bizantinas.
' Mala traducción castellana de la frase original : «Aquell mer-
cader co venen que hom ligàs e ferràs...»
7 Más exactamente : •!• savi metge dix als amichs d'aquell mer-
cader que ell lo garria si bé n' era logat. Los parents del mercader
logaren lo metge, he el metge hac -x-m- besants, e dix al foll...»
Nada, por tanto, de atarle, como interpreto el traductor.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 32 703
primera imaginaba 8 ; y el entendimiento se movió 9 a enten-
der, y la memoria *a memorar; y así poco a poco se mul-
tiplicó la virtud en el poder del alma del mercader, de forma
que recobró su sano juicio.
— Señor — dijo Félix — , ¿por qué virtud el ruibarbo, que
es cálido y seco, es bueno para la calor y sequedad del hí-
gado?— A lo que respondió el filósofo que el mercader que
enloqueció por los doblones que había perdido, cobró el jui-
cio por los doblones que tocaba y veía, porque el corazón
envió su sangre por todos los miembros del cuerpo, a causa
de la alegría que tuvo en el tacto y vista de ellos; cuya
alegría avivó en su corazón el espíritu 10, y la sangre del
mesmo corazón arrojó de sí la causa de su tristeza 11 ; y así.
cuando el hígado tiene mucho calor y sequedad y siente el
ruibarbo, que es de su complexión, se alegra con la parti-
cipación de su semejante, y arroja fuera de sí su inordinado
calor y sequedad, para unirse con el ruibarbo, con quien
tiene concordancia; y en aquel tiempo la naturaleza, que
aborrece que el ruibarbo entre en digestión, porque no mul-
tiplique demasiado la calor del hígado, arroja al ruibarbo
del estómago, con el cual se había antes unido la calor y
sequedad que había en el hígado, que era el motivo de su
enfermedad ; por lo que el enfermo queda sano 12 .
En tanto que el filósofo decía esto a Félix, un perro que
estaba inmediato a ellos comía de una hierba, de que dima-
nó, el que arrojó porción de cóleras que tenía en el vientre.
De lo que se admiró Félix, por considerar la industria del
perro, la virtud de la hierba y el instinto en escogerla, y
conocer que fuese buena para purgar los humores que le
tenían enfermo; y así, preguntó al filósofo le declarase por
qué naturaleza el perro, sin tener entendimiento, conoce la
virtud de la hierba. A que éste respondió:
— En una ciudad de católicos había un hereje que vivía
entre ellos ocultamente, el cual mortificaba gravemente su
cuerpo con el fin de agradar a Dios 18. Sucedió que, pasando
por una calle, encontró en ella a un canónigo noblemente
vestido y a caballo en un bello palafrén; y, reparando la
áspera vida que él hacía y mortificaciones que se daba y
8 La traducción dice «imaginativa» por «imaginabas ¡ en catalán :
«per ço que la imaginativa íniaginave».
9 «Movieron» por «movió», dice el texto castellano.
w El espíritu, según los médicos medievales, era una substancia
sutilísima que se formaba en el cerebro, en el corazón y en el hígado,
que por eso eran llamados miembros espirituales.
u «y de su locura», debiera añadirse, conforme al original.
u.Ésta última frase fué añadida por el traductor.
" «con el fin de agradar a Dios» es también una glosa expli-
cativa, como poco más abajo las palabras oy mortificaciones que
6e daba», «y fausto con que caminaba».
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OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
en la felicidad con que el canónigo vivía y fausto con que
caminaba, reflexionó interiormente el gran disparate que
hacía en ayunar, padecer pobreza, vestir mal, dormir en
duro y ser menospreciado de todos, cuando aquel canónigo
con tantas felicidades y aplausos seguía religión más noble,
de más séquito, de más antigüedad y de más seguridad para
salvarse; lo que se manifestaba en que, no obstante la va-
nidad, orgullo, riqueza, y felicidad con que el canónigo vivía,
no eran bastantes a abatir, destruir ni hacer menospreciar
la religión que profesaba; ni su pobreza, miseria, trabajos
ni penitencia, a ensalzar, aumentar ni dar estimación a la
que él había seguido hasta entonces 14 .
Mucho se maravilló Félix de la similitud que el filósofo
había hecho, por no parecerle suficiente ni al propósito de
la cuestión que él le había propuesto; por lo que le replicó
se la expusiese. Y éste lo hizo diciendo que la virtud de la
buena intención con que el hereje hacía tan áspera vida,
le significó la virtud de la fe del canónigo; y, como con-
cordaron la virtud de la intención del hereje y la virtud de
la santa fe católica, desterraron de su alma los errores en
que había vivido, así corno* concordando la propiedad o
virtud de la hierba que come el perro con el apetito que el
perro tiene de comerla (que es la intención con que la na-
turaleza busca su remedio), conoce por la virtud de su ape-
tito y la de la hierba el provecho que le ha de hacer en
hacerle arrojar del cuerpo humor que le es tan nocivo 15.
—Señor — dijo Félix — , mucho me maravillo de la gran
virtud que la naturaleza tiene en las hierbas medicinales;
pues, según he oído decir, la virtud de una misma hierba
es buena para curar la enfermedad de distintos miembros,
así como el ruibarbo, que es bueno para curar el excesivo
calor del hígado y aprovecha mucho también a clarificar
la vista y a limpiar los ojos. — Amigo — dijo el filòsof o — ,
en este árbol en que vos veis hojas y flores es diversificada
la virtud vegetativa en diversas maneras ; porque, en tantas
hojas y flores como tiene, se distingue ella en virtud, pues
no está la virtud de la una hoja en la otra, ni la de una
flor en otra flor, sino es que la virtud es toda una en sí
mesma, pero, según se diversifican las cosas que las reciben,
se diversifica ella también por todo el árbol. Hijo, esta si-
militud que te he dicho significa la gracia y la virtud que
Dios envía a los hombres en este mundo, los cuales la
reciben de Dios diversamente, según que son diversos los
14 Todo este párrafo es una traducción libre del original, aunque
fiel cuanto al sentido; y contiene una prueba de la divinidad de la
Iglesia católica, frecuente en el medievo entre autores tan des-
aprensivos como Boccaccio; por ejemplo.
15 Versión también poco ceñida al original.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS.- — C. 32 70^
unos de los otros en memorar, entender y amar, y según que
diversamente usan de las cosas del mundo. Esta diferencia
de virtud que Dios estampa en el mundo, influyendo su
gracia, da significación de la virtud que Dios tiene en sí
mismo, cuya virtud es una esencia sin diferencia. Pero
como el Padre, que es virtud, engendra el Hijo, que es vir-
tud, y el Santo Espíritu es producido de ambos a dos, siendo
aquella mesma virtud del Padre y del Hijo; y el Padre y
Hijo y el Santo Espíritu distintos en propiedades persona-
les, se sigue por esto que la virtud, que es toda una, se
comunica y se da distintamente en las divinas personas,
por ser las personas distintas las unas de las otras, y, jun-
tas, una mesma virtud por esencia.
— Señor — dijo Félix — , ¿qué virtud hay en las plantas,
que quiso Jesucristo ser honrado por ellas el día de Ramos,
cuando las gentes le hicieron procesión y arrojaron los ra-
mos por las calles por donde debía pasar? — A cuya cuestión
respondió el filósofo estas palabras: — El día que Jesucristo
vino cabalgando humildemente sobre la somera 10 o jumenta,
se manifestó o fué significado que Dios participó en la na-
turaleza humana de Jesucristo con todas las criaturas; pues
por su santísimo cuerpo se significó que los árboles parti-
cipaban con la vegetativa de Cristo, y por esto 17 quiso que
la vegetativa de los árboles hiciese honor y reverencia a
su santísimo cuerpo por la naturaleza vegetable. Por la
somera o jumenta fué significado que la virtud sensitiva
de Cristo y de los animales irracionales es, o fué l8, una en
la creación. Por los hombres que hacían esta reverencia y
honor fué significado que Cristo es en naturaleza humana
semejante a ellos. Y porque Cristo es una persona en que
son dos naturalezas, esto es, divina y humana, quiso, como
Dios y como Hombre 19, que aquel día todas las criaturas
hiciesen reverencia a su deidad y humanidad sagrada.
:6 Catalanismo por oasna».
^ 17 Mala traducción por «pues quiso...».
19 «o fué» es glosa.
19 El original dice sólo : «per ço volch Déus...», «a la deïtat e
humanitat de Christ».
2R
LIBRO VI
DE LOS METALES
Después que el filósofo hubo hablado largamente con
Félix de las plantas, y por ellas en diversas maneras signi-
ficado la grandeza y nobleza 1 de Dios, mudó el asunto de
sus palabras, y dijo que quería hablar de Dios según la
significación que los metales dan de su nobleza, bondad,
grandeza, infinidad, etc.
CAPÍTULO XXXIII
De la generación de los metales
— En aquel tiempo — dijo el filósofo — que Dios crió los ele-
mentos, dispuso y ordenó que los mismos elementos significa-
sen la glorificación de los cuerpos glorificados que después del
día del juicio permanecerán en la gloria para siempre. Por-
que los elementos, buscando su perfección, se componen y se
disuelven en los cuerpos elementados, en los que no pueden
hallarla a causa de que la duración sin fin no conviene con
la corrupción; y por esto los elementos tienen apetito na-
tural al fin para que fueron creados, esto es, para que haya
algunos cuerpos compuestos en que concuerden sin corrup-
ción alguna. Y porque los elementos concuerdan mejor entre
sí en los metales que en ningún otro cuerpo elementado 2, se
componen y unen en ellos con mayor concordancia, a causa
de haber en ellos menor corrupción que en ningún otro cuer-
po elementado.
Además dijo el filósofo que el oro, la plata, el hierro
otros metales y piedras se pueden mejor mantener en di-
1 El original dice sólo «la noblesa de Déu», y más ahajo «signi
ficança de la sua noblesa».
8 «que en ningún otro cuerpo elementado» es glosa del traduc
tor para precisar más la frase luliana.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 33
707
ferencia e independientes de todos que ningún otro cuerpo
elementado ; pues todos los demás tienen necesidad de lo que
está fuera de sí, como se experimenta en las plantas y en
los animales, que para vivir necesitan del aire, del agua, de
la tierra y del fuego, lo que no tienen los metales, por la
gran virtud que tienen en sí mesmos.
— Señor — dijo Félix — , ¿por qué razón hay mayor con-
cordancia de elementos en los metales que en las plantas
y en los animales? — »A que él filósofo respondió dicien-
do: — *En la generación que los elementos hacen de los me-
tales no hay medio, pues ellos mismos los engendran, sin
que un metal engendre otro metal; pero, como en las plan-
tas una engendra a otra y en los animales un animal en-
gendra a otro animal, tienen la generación más fuerte los
metales que ellas. Y esto está así ordenado para que den
significación de la eterna generación que es en Dios, la cual
es de Dios Padre en Dios Hijo, donde no hay ninguna otra
cosa (ni medio) 4 más que Dios.
— Señor — dijo Félix — , ¿por qué naturaleza es más du-
rable el oro que el hierro, siendo así que el hierro es más
fuerte que el oro?— A que el filósofo respondió: — Un dis-
cípulo preguntó a su maestro que por qué naturaleza la tie-
rra se sostenía, y el maestro le respondió que el sostenerse
la tierra consistía en que el un elemento está enlazado con
el otro, entrando el fuego en el aire, el aire en el agua, el
agua en la tierra y la tierra en el fuego; y por la levedad
y ponderosidad que está igualmente en los elementos, se
mantiene la tierra por sí mesma en el medio lugar del fir-
mamento, el cual la hiere igualmente por todas partes con
la influencia de su movimiento ; por lo que está fija. Y, cuan-
do sucede que en aquel movimiento (se entiende de la in-
fluencia del firmamento) 5 Jiay algún embarazo, por algún
grueso vapor que se pone entre el percutimiento (o conti-
nuada influencia) que el firmamento hace en la tierra, se
causa en ella el temblor o terremoto en aquellas partes don-
de los vapores le han embarazado.
3 Ramón escribió sólo : «se poden mils sostenir en duració, que
Etegun altre cors elementat».
' Todo el paréntesis es una glosa explicativa.
■ Tanto este paréntesis como el que signe son glosas explicativas.
7o8
OBRAS LITERARIAS T>E RAMON LLULL
CAPITULO XXXIV
De la cuestión que hubo entre el HIERRO Y LA PLATA
— 'Entre el hierro y la plata — dijo Félix al filósofo— hubo
una gran cuestión, porque el hierro decía que las gentes
tenían mayor necesidad de él que de la plata, y que él era
también más fuerte que ella, además de que por ella come-
ten los hombres muchos pecados y son desobedientes a Dios.
Pero la plata, de otra parte, alegaba" y decía que ella era
más bella, más ligera, y tenía mejor sonido que el hierro,
y que también era más amada por los hombres; y culpaba
al hierro de que por él mueren muchas gentes al filo de la
espada y de otras heridas 1. Y así os suplico — prosiguió Fé-
lix volviéndose al ermitaño-Hme digáis cuál os parece ale-
gaba mejor.
A que el filósofo respondió que por una plaza donde había
muchas gentes pasaban dos mujeres, la una muy fea y la
otra muy hermosa; y esta última era lasciva, cruel y envi-
diosa - ; y la primera era casta, caritativa, y tenía gran
paciencia cuando su marido Ta menospreciaba así por su
fealdad como porque amaba a la hermosa con quien iba
acompañada. Entre los que estaban en la plaza hubo muchos
que dijeron mal de la mujer hermosa y bien de la mujer
fea; y, como ambas a dos fuesen a una iglesia donde se
celebraba la festividad de un santo 3, y en ella hubiese una
campana pequeña de bello sonido y una grande que por
quebrada le tenía muy desagradable, le dijo la mujer fea
a la hermosa que era lástima que la campana grande no
sonase tan bien como la pequeña. De cuyas palabras (por
dichas en buena ocasión) 4 tomó la mujer hermosa asunto
para considerar la grandeza de su belleza y riqueza (pero
que toda ella le servía sólo de mayorN nota y mal sonido en
su fama, al contrario de la fealdad de la otra mujer, que por
su bondad la tenía buena), y entonces conoció su defecto
y el pecado que cometía contra su marido y contra sí mes-
1 En el* original todo este párrafo parece puesto en 1>oca del filó-
sofo, y el final es más explícito : «... car ab ferré mor molt hom
a glay, yo és saber, per nafframent de coltell, de lauca, e de spasa,
e de cayrell.»
- Ramón escribió: «... era òrrea e eobea, e havia gran enveja.»
3 Traducción incorrecta de «hon havia vigília de ;I; sant».
4 Tanto este paréntesis como el que signe son añadiduras de la
versión.
fÉlix de las maravillas. — c. 34 709
ma, y deseó ser buena a imitación de la mujer fea, por lo
cual fué casta y de santa vida. Y dijo estas palabras: "Me-
jor está el hierro en el arado que el oro en el escritorio \
y mejor está la espada en la mano del príncipe que el tesoro
ocioso 8 ; y mejor es la mujer casta, aunque fea, que la
hermosa lujuriosa; y mejor canta el gallo en el alba, que
el clérigo, si es malo y lujurioso7, en la iglesia; y mejor
está la hebra en la aguja que el zafiro en el anillo 8 ; y, en
fini a fuerza de hombre humilde y piadoso no puede resistir
el hombre orgulloso."
— 'Señor — dijo Félix — -, ¿por qué razón produce natura-
leza más hierro que no oro, plata ni piedras preciosas? — A
que el filósofo respondió que Dios ha creado mayor abun-
dancia de aquellas cosas que son más necesarias, que no de
aquellas que no lo son tanto, como de fuego, de aire, de
agua, de tierra, de trigo, de sal, de hierro, de piedras y de
otras cosas semejantes a éstas, que todas son más útiles
a la vida del hombre que no la pimienta, el oro, .[la plata]
y las piedras preciosas.
— Señor — dijo Félix — , pues el hierro es más provechoso
y necesario que no el oro y la plata, ¿por qué las gentes
aman más al oro y a la plata que al hierro? — A que res-
pondió el filósofo: — La cosa más noble y necesaria que
el hombre puede entender y amar es Dios, y, no obstante,
son más amados en él mundo el oro y la plata que Dios 9.
A que añadió el filósofo este ejemplo: — Un mercader
había trabajado mucho en juntar dinero, y, habiéndolo con-
seguido, tuvo deseo de ser honrado por el rey y por las gen-
tes obteniendo empleos públicos 10. Y el rey, para disfrutar
el dinero del mercader, le hizo baile de una ciudad n, de
que éste tuvo gran placer. Después que se vió baile, quiso
resarcir el dinero que había dado para obtener el empleo, y
para ello hizo muchas injusticias 12, por lo que el rey se vió
obligado a confiscarle no sólo los bienes que había adquirido
siendo baile, sino es los que había ganado siendo mercader.
Y así, viéndose pobre, le dijo al rey: "Señor, en una ciudad
6 Interpretación muy libre de «que lo aur ne lo argent en la eaxa».
6 «que thesaur en coratge» mejor se traduciría «que tesoro en
deseo».
7 «que malvat clergue, luxuriós, avar.»
8 Una traducción exacta diría : «... más vale el imán 'en la aguja
que el zafiro en el anillo de ore»
9 El original añade : «qui és pus necessari a hom, a ésser amat
e entès, vque argent ne aur».
10 El original dice sólo : «ell hac desig de ésser honrat per lo
rey, e per les gents de aquella ciutat hon estave.»
u El texto catalán especifica «d'aquella ciutat».
n Ramón Llull añade aquí : «car aquell mercader no havia ma-
nera en ço que feya, e amava més diners que justícia».
•7io
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
había un hombre ciego, que con mil libras 13 que no tenía
cobró mil libras que perdido había." Y, diciéndole el rey
que le explicase cómo había sucedido, respondió el merca-
der: "Un hombre ciego tenía escondidas mil libras en un
campo debajo de una piedra, y todos los días, fingiendo que
hacía oración, se iba a aquel lugar y tomaba el dinero que
había menester para aquel día, asegurándose 14 al mismo
tiempo de que no le habían tocado el dinero. Pero como un
labrador, dueño del campo y vecino suyo, lo notase e infi-
riese lo que era, fué y le tomó las mil libras. Por la maña-
na 15, cuando el ciego vino y no las halló, imaginó luego
que su vecino se las había robado; por lo que, pasando a
encontrarle, le dijo: "Amigo, yo vengo a comunicaros cómo
tengo mil libras escondidas en un paraje días ha, y, habien-
do cobrado ahora otras mil, estoy dudoso si las ponga en
la mesma parte o en otra." A que el vecino (maliciosamente
y para robárselas también) 16 le aconsejó que las pusiese
en la mesma parte; y, partiendo inmediatamente, puso en
ella las primeras que antes había tomado, para que el ciego
no las echase menos; pero el ciego, volviéndolas a hallar
allí, se las llevó, y, buscando al vecino, le dijo que con mil
libras que no tenía había cobrado mil libras que perdido
había, y que más ciego era él, pues no le entendía, que el
mismo ciego, que no veía" 17.
— Señor — idijo Félix al filósofo — exponedme esta simi-
litud al propósito de la cuestión que os he hecho. — ^A que
el filósofo respondió que la mayor ceguedad es amar más
las cosas que no tienen vida que las que la tienen 18, y amar
más a quien no es digno de ningún honor, que a Dios, que
tiene conocimiento de todas las cosas y vale más que todo
cuanto es creado ; y que, porque el mercader quiso adquirir
el honor que no le pertenecía y se puso a ejercer oficio que
no sabía, perdió lo que antes había y tenía, y el rey le en-
gañó, dándole oficio donde aparentemente usurpase el honor
que a él se le debía, el que perdió por amar más el dinero
que la justicia 19. Mucho se admiró Félix de la similitud,
porque en realidad era obscura; pero, no obstante, entendió
que se la había dicho para significarle que, por apartar el
hombre su voluntad de la final intención con que Dios ha
13 «libras» por «besants».
11 Esta última frase está añadida.
" Falsa traducción de «l'endemà», al día siguiente.
19 El paréntesis es una glosa del traductor.
37 Versión inexacta de «e dix que pus orp era ell en ço que no
entenia, que lo orp en ço que no vesia».
18 Ramón más bien decía : «ama el hombre más lo que no ve
ni entiende, que lo que ve y entiende.»
" Traducción muy libre, pero fiel cuanto al sentido.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 35
711
creado todas las cosas, ama más lo que debía amar menos,
y menos lo que debía amar más; y entendió también .que
con aquello que el hombre tiene puede ganar lo que no
tiene, si signe el fin para que fué creado ; y que, si se desvía
de aquel fin, pierde, por aquello que no tiene, lo que tiene.
CAPÍTULO XXXV
Del imán y del hierro
— En el imán (o calamita) 1 ha puesto Dios tanta sim-
plicidad de tierra — dijo el filósofo — \ que el hierro tiene
apetito a ella. Y por esto la calamita mueve a si al hierro
con su gran influencia, por tener también éste mayor sim-
plicidad de tierra que otro ningún metal; y por esto es
más fuerte que todos ellos. Y en el mayor apetito que tiene
la calamita de tirar a sí el hierro que no al oro, ni a la plata,
ni a otros metales en que la tierra no tiene tanta simpli-
cidad 2, está significada la perfección que hay en Dios y en
el hombre naturalmente; en virtud de la cual el hombre
debía amar más a Dios que a otra ninguna cosa. Y Dios,
cuando el hombre opera contra su naturaleza (amando más
las cosas del mundo que a Dios) l, le es más contrario que
no sería la calamita al hierro en su simplicidad, si ésta atraía
a sí las cosas donde la hay mayor 3 de aire y de fuego que
de tierra.
— Señor — dijo Félix — , ¿atrae la virtud de la calamita
al hierro, o el hierro se mueve por su propia virtud a jun-
tarse con la calamita? — A lo que respondió el filósofo que
en una ciudad había una iglesia, en la cual estaba colocada
una hermosa cruz, y en ella figurado Cristo, Señor nuestro,
y juntamente estaba guarnecida de mucho oro y plata y
embutida de piedras preciosas. Sucedió un día que dos hom-
bres estaban arrodillados delante de ella, y el uno tenía do-
lor de la pasión de nuestro Redentor, que memoraba con
la presencia de la cruz, y el otro envidiaba el oro, la plata
y las piedras preciosas de que estaba guarnecida. El que
tenía dolor de la pasión de Jesucristo, tenía sus pensamien-
tos bien ordenados, pues la mayor virtud atraía a sí la
menor; y el que envidiaba el oro, la plata y las piedras, los
tenía desordenados, pues la menor virtud atraía a sí a la
• 1 Glosa explicativa.
3 Versión muy libre y condensada, pero fiel.
8 Se entiende «simplicidad» ; «y de fuego» es una añadidura ;
poco más arriba, «atraía» por «atrajera».
,712
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
mayor. También sabrás que la calamita tiene virtud para
hacer volver la aguja a la tramontana y al mediodía, y que
es tan fuerte en su sequedad, que no la puede fundir el
fuego, aunque funde el hierro. Y así, porque la calamita
tiene mayor virtud que el hierro, la menor virtud tiene na-
turalmente apetito a la mayor.
— Señor — dijo Félix — , ¿qué es la causa de que el fuego
funda al hierro? — A lo que el filósofo respondió: — En una
ciudad residía un rey muy lujurioso, y una mujer de ella se
adornaba y pintaba cuanto podía y salía a la ventana siem-
pre que el rey pasaba 4, deseosa de agradarle para el carnal
deleite. Y, como en la compañía del rey fuese un caballero
y viese las acciones que la mujer hacía, creyó que las hacía
por él y que de él estaba enamorada; y habiéndola solici-
tado con este motivo, ella se excusó por estarlo del rey.
Cuando Félix oyó esta similitud, le pareció muy obscura,
y rogó al filósofo que se la expusiese; el cual le dijo: — El
fuego es cálido por su naturaleza y seco por la tierra; y
así, porque en el hierro hay más simplicidad de la tierra
que de otro ningún elemento, cuando el fuego le ha calen-
tado mucho, le funde y deshace 5, apeteciendo el que se una
con la tierra tan fuertemente, que expela al aire y al agua,
los cuales se unen liquidándose, cuya forma toman también
el fuego y la tierra en el hierro derretido, para expeler al
fuego y al aire, por estar más aptos a salir de él cuando
está blando y derretido que cuando está duro ; pero 6, una
vez que la tierra se ha liquidado, apetece más al agua que
al fuego, y así luego que la fuerza de éste falta, vuelve a
su solidez y la detiene con su dureza.
—Señor — dijo Félix} — , ¿por qué razón es la plata más
sonora que el hierro? — A lo que el filósofo respondió que
una mujer tenía los pechos tan secos, que apenas podía
hablar ni respirar, y un mal médico, que la curaba, la daba
a comer cosas frías y húmedas, creyendo que la enfermedad
procedía de calor y sequedad; por lo que aquella mujer pa-
deció mucho, pues cuanto más comía aquel género de ali-
mento, más se le agravaba la enfermedad. Lo que obser-
vado por el médico, mudó la cura, y dió a comer a la mujer
4 Ramón dice más pintorescamente : «e estave a la finistre totes
les vegades que el rey passave per aquella carrera hon era lo hostal
lion la dona estave».
" «y deshace» es glosa ; el texto castellano escribe «desasse», que
interpretamos como del verbo ^deshacer» .
,; Desde aquí hasta el final del párrafo, la versión se separa mu-
cho del texto original : «e car la terra se transforma en liquidat,
cuyde's la aygua que ara més participar ab ella que ab lo foch, e per
ço no-s vol pertir de la terra ; e açò mateix fa la àer, qui-s cuyde
que eí foch, am mes perticipar ab ell que ab la terra, per ço car se
transforma de solidat en liquidat.»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. ¡Jj¡ ^13
comidas cálidas y secas, creyendo que la enfermedad pro-
cediese de humedad y frialdad; pero tampoco esta cura apro-
vechó a la mujer, y antes se la empeoró más, por serle tan
contraria como la primera. Lo que observado también por
el médico, desamparó aquel método, y ordenó a la mujer que
guardase dieta, con la cual curó, porque el calor natural
consumió los humores gruesos e indigestos que la mujer
tenía por sobrada replepión de comer y beber; cuyos humo-
res bajaban y subían crudos por los pechos y privaban el
movimiento del aire digerido, por lo cual no podía forovaj
la voz ni entrar ni salir la respiración según convenía.
■ — Señor — dijo Félix — , ¿ por qué naturaleza es más fuerte
el hierro que el oro ni la plata? — A que el filósofo respondió
que los elementos son más nobles en virtud de forma que
en virtud de materia; y aunque el fuego tiene más de forma
que ningún elemento y es más noble y más fuerte que los
demás, no obstante no puede destruir los otros; porque la
materia refrena su actividad, a causa de que no tiene tanta
como ellos; y por esto la forma no puede operar el todo de
su virtud en su propia materia, por ser ésta de poca cuan-
tidad, como podría operar si la materia propia fuese de
cuantidad grande y conveniente. Y lo mesmo se sigue de!
aire, que también tiene menos materia propia que el agua
ni la tierra, y más forma que cada uno de estos dos elemen-
tos por sí; y del agua, que también tiene más de forma
y menos de materia que la tierra. Y así todos los elementos
son ordenados y proporcionados, en general, a igual tem-
peramento; pero, según están los unos más o menos domi-
nantes que los otros en los cuerpos elementados, tienen
mayor o menor virtud en ellos, ver Digracia, como el hierro,
que es duro y fuerte por sequedad y frialdad, y el oro es
blando por calidad y humedad, y la plata por humedad y
frialdad, habiendo más de forma en el oro y en la plata, y
menos de materia, que en el hierro 7. Y por esto, porque 8
la forma del hierro es poca y la materia mucha, es la ma-
teria de la tierra más indigesta en el hierro que no en el
oro ni en la plata; por cuya indigestión es el hierro más
fuerte y más duro que ninguno de estos dos metales.
— Señor — dijo Félix — , respecto de que en el hierro hay
más materia que en el oro, ¿cómo es o de qué proviene que
sea el oro más pesado que el hierro? — A que el filósofo
respondió que la esponja, aunque es de gran cuantidad, es
más ligera que el oro, que es de menor cuantidad; y lo
7 «que en el hierro» es una explicación del traductor.
a La versión castellana dice erróneamente : «... v por esto v por-
que...»
714
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
mismo se sigue de la perla, que es más ligera que el boj 9 ;
por causa de que, cuanto la materia es más sólida y sin
poros, es más pesada, porque, no teniendo poros, no pueden
con facilidad entrar ni participar en ella el fuego ni el aire,
que son los elementos que apetecen ascender a lo alto por
lo leves que son; y así el fuego y el aire mueven en parte
(aunque levemente) 10 la naturaleza del hierro hacia arriba
en cuanto pueden, y no al oro, porque, no teniendo éste
poros, no pueden entrar en él, y sí en el hierro, por contener
muchos 11 .
Después de estas palabras, dijo el filósofo que una pobre
mujer dió de limosna a un pobre, por amor de Dios, una
malla 12 que tenía, y que el rey dió a aquel mismo pobre sus
vestidos reales, y que así le dijese quién había dado más
a aquel pobre, el rey o la mujer. Y, como Félix considerase
esta similitud, entendió por ella que en el hierro hay más
materia que en el oro, porque tiene materia de tierra; pero,
considerada la materia en universal, hay más materia en
el oro que en el hierro, porque el oro es más espeso y más
sólido que el hierro; así como en la voluntad de la pobre
mujer, donde fué más intenso y sólido el acto de la caridad
,que en la voluntad del rey.
CAPÍTULO XXXVI
DE LA ALQUIMIA
Después de esto, Félix preguntó al filósofo si la alquimia
es arte por el cual el hombre puede hacer transmutación
de un metal en otro. A que el filósofo respondió que en la
transmutación de un metal en otro conviene haber trans-
mutación substancial y accidental, esto es, que la forma y
la materia se transmuden, con todos sus accidentes, en subs-
tancia nueva, compuesta de nuevas formas, materias y ac-
cidentes; y tal operación no se puede hacer artificialmente,
pues la naturaleza ha de menester todo su poder K
9 El traductor leyó en el original catalán «perla» por «feria», esto
es, «caña», que es la lección correcta.
10 Todo el paréntesis está añadido por el traductor.
11 Traducción muy libre del original : «en quant poden pus en-
trar en lo ferré que en l'aur, en què no ha tants de porus com ha en
lo ferré.»
^ Moneda mínima mallorquína, de cobre.
1 No todos los textos lulianos son tan francos sobre la imposibili-
dad de la alquimia, pero es cierto que todas Jas obras Químicas que
se le atribuyen son espúreas ; véanse los estudios de M. Masslii >
de T y J Carreras Artau, citados en la Bibliografía, pp. 85 y 91.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 36
71.S
— Hijo, en todo principio natural hay intención, porque
los elementos, cuando se componen para engendrar los me-
tales, conviene que se mezclen de tal manera, que las unas
partes estén con las otras; así como en la garrafa llena de
vino y agua, donde están el vino y el agua mezclados subs-
tancial y accidentalmente, esto es, que toda la forma, la
materia y los accidentes del vino se mezclan - con el agua:
con su forma, su materia y accidentes. Y en esta mezcla
hay diversas intenciones naturales, según que las unas par-
tes se conservan ;; en las otras, y la cuantidad de estas
partes, sus grados y situaciones, son intangibles, invisibles,
inestimables e inimaginables.
— Sabrás — dijo el filósofo — que entre un alquimista y
el fuego hubo una gran cuestión, porque el alquimista decía
que artificialmente puede el hombre simplificar los elemen-
tos y depurar y apartar el uno del otro, quedando cada uno
simple por sí mesmo, y cuerpo simple, compuesto tan sola-
mente de una simple forma y de una simple materia, con
sus accidentes también simples. El fuego se admiró mucho
de la loca opinión del alquimista, que pensaba saber más
de la esencia de los elementos simples que él; por lo que
le dijo estas palabras :
"En los metales y en todos los cuerpos elementados bus-
can los elementos su perfección, la que no pueden encontrar,
aunque lo procuran desde que Dios creó el mundo. Esta
perfección es que cada elemento sea simple, por sí rnosmo,
"sin corrupción; pero, habiendo Dios mezclado las cualidades
de los elementos (esto es, calor, humedad, frialdad y se-
quedad), y siendo el sujeto de estas cualidades las formas
y materias de los elementos mesmos, [los cuales] están mez-
clados en la confusión de las simples materias y de las sim-
ples formas, que son los comenzamientos o principios co-
munes de todos los cuerpos elementados; por esto 4 es im-
posible que el un elemento pueda estar per sí y sin el otro;
porque, si el un elemento pudiera estar sin el otro, podría
ser el aire húmedo por sí solo, sin tener nada de calor, y
sería con propia forma y materia, cuantidad y color, inco-
rruptible en algún cuerpo compuesto; lo que es imposible
y contra los principios naturales, que son más fuertes en el
natural apetito que en el artificial del alquimista."
— Después de esto — añadió el filósofo — dijo el alquimista
al fuego que un pintor de colores figuró en la pared la ima-
gen de un hombre. Y el fuego respondió al alquimista que
la forma y la materia de aquella imagen estaban remotas;
} El texto castellano escribe erróneamente «mezclen».
3 Interpretación falsa del original : «... segons que les untrs parts
són gradades en les altres» ; es decir; «graduadas».
* I-a traducción dice «y por esto».
7i6
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
y por esto estaba sin movimiento natural, porque el movi-
miento natural pertenece a la naturaleza [humana]. Des-
pués el alquimista rogó al fuego que de plata le hiciese oro.
Y el fuego respondió: "En un país sucedió que un león com-
batió mucho tiempo con un jabalí, y el león se esforzaba
cuanto podía para despedazarle, por el apetito que tenía
de comérsele; pero el jabalí se defendía, porque no quería
perder su ser ni que su carne se transmudase en la carne
del león, porque amaba más el ser en especie de puerco que
en especie de león."
r-^Señor — dijo Félix al filósofo — , según vuestras pala-
bras, parece queréis decir que es imposible hacer la trans-
mutación de un elemento en otro, ni de un metal en otro,
según el arte de la alquimia; pues decís que ningún metal
tiene apetito de mudar su ser en otro ser; porque, si le
mudaba, no sería aquel mesmo ser que tenía. Y así he en-
tendido todavía vuestras razones y similitudes ; mas me
maravillo de que el hombre pueda tener tal afición a la
alquimia, si no es arte verdadero.
A que el filósofo respondió: — En un país sucedió que
-un hombre imaginó cómo podía juntar un gran tesoro, y
para ello vendió cuanto tenía. Y se fué a un reino muy
distante, y dijo al rey que él era alquimista; de que el rey
tuvo gran placer, le hizo alojar y dar cuanto había menester.
Sucedió después que aquel hombre metió mucho oro en tres
bustias 5 o cañones, en las cuales había decocción de hierbas,
que componían a modo de un lectuario. Y, como delante del
rey metiese aquel hombre una de aquellas bustias en una cal-
dera en que había gran porción de doblones que el rey le
había dado para que multiplicase el oro que había en ella,
el que estaba dentro del cañón se derritió y aumentó al que
el rey había puesto en la caldera, de forma que al fin se
encontró que la masa del oro pesaba dos mil doblones, no
habiendo puesto el rey más de mil 6. Ouya acción repitió el
embustero por tres veces delante del rey, quien creyó por
verdad que aquél era alquimista. Pero al fin se huyó con un
gran tesoro que el rey le había entregado para que le mul-
tiplicase, creyendo que el licor o lectuario que estaba en
los cañones tenía virtud de multiplicar el oro.
También has de saber que había en una ciudad un hom-
bre muy rico, que tenía mujer, en la cual no podía tener
hijos; y ella lo deseaba tanto, que, sabiéndolo una falsa
e El traductor advirtió al margen : «Así dice el lemosín» ; y por
eso añadió en el texto «o cañones», si bien abústia» significa mas bien
«recipiente». , . - . ,
fi Dice el original : ctL'aur qui era en la bustie pessava -M- dobles,
e el rey m'avia meses :H:M« en la caldera ; e a la fi pesà la missa del
aur •III·M· dobles.»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 36
717
mujer que había en la misma ciudad, que tenía gran deseo
de juntar dinero, se fué a encontrarla, y la dijo que ella la
daría a comer cosas con las cuales se haría preñada; lo que
la mujer creyó, y ejecutó por mucho tiempo, hasta que al
fin, habiéndola sacado la engañadora mucho dinero, huyó
con él y se fué a vivir en otro país muy distante.
LIBRO VII
DE LOS ANIMALES1
Después que Félix dió muchas gracias al filósofo, se des-
pidió de él y se fué por un valle lleno de árboles y fuentes,
eu la salida del cual encontró dos hombres con crecidas bar-
bas y cabellos y pobremente vestidos, a los que saludó, y le
saludaron ; y después les dijo : — Señores, ¿ de dónde venís y
qué orden es la vuestra, pues parece la profesáis, según
vuestras vestiduras y traje? — Señor — dijeron ellos — », nos-
otros venimos de tierras muy distantes, y hemos pasado por
una gran llanura 2, en la cual hay gran junta de animales
salvajes que quieren elegir rey. Y en cuanto a lo que nos
preguntáis de quién somos \ nosotros somos llamados del
orden de los apóstoles, iporque nuestros vestidos y nuestra
pobreza significa la que los apóstoles tuvieron y profesaron
mientras vivieron en este mundo.
Mucho se maravilló Félix de que aquellos dos hombres
hubiesen abrazado tan alta orden como la de los apóstoles;
por lo que les dijo : — La orden de los apóstoles es superior
a todas las demás, y quien la profesa no debe temer la muer-
te por mostrar el camino de la salvación a los infieles que
están en error; y también deben doctrinar y catequizar a los
cristianos que están en pecado, dándoles ejemplo con sus
costumbres y santa vida para que salgan de él y predicán-
dolos y amonestándolos sin cesar de efectuar uno y otro y
de hacer buenas obras con todo su poder.
— ¡Señor — dijeron los dos hombres — nosotros no somos
dignos de observar vida tan perfecta como la que observa-
ron los apóstoles, pero somos en parte su figura, la que se
representa en nuestros vestidos y en nuestra pobreza y en
1 Acota aquí ingenuamente el traductor : «En este tratado, los
animales que comen carne significan a los nobles ; y los que comen
hierba, a los plebeyos ; el león, al rey ; el leopardo, al honrado ; la
onza, al lisonjero ; la zorra, al astuto ; la sierpe, al prudente, y así
<le los demás, etc. N. B. — Además de lo antecedente, incluye este tra-
tado toda la transmutación metálica, sabiéndole dar el sentido que
le corresponde.»
: «que és pr¿s de ací», precisa el original.
3 Toda esta frase falta en el original.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 37
710
que andamos por el mundo de unas partes a otras; por lo
que tenemos esperanza de que Dios enviará algún día hom-
bres de santa vida, los cuales serán y se llamarán de la or-
den de los apóstoles, y sabrán lenguas y ciencias para po-
der predicar y disputar por el mundo y convertir por este
medio los infieles con el ayuda de Dios 4.
Mucho agradó a Félix lo que los dos hombres le dije-
ron, y con ellos lloró mucho, y dijo a Dios estas palabras:
— Señor y Dios mío Jesucristo, ¿dónde está la santidad, fer-
vor y devoción que solía ser en vuestros apóstoles, que por
amaros y conoceros no dudaban ni temían trabajos, peli-
gros 0 ni muerte ? Ruégoos, Señor, que en breve venga el
tiempo en que se cumpla la santa vida que está significada
y figurada en la vida de estos hombres.
Después de dicho esto, Félix encomendó a Dios los santos
hombres, y, despidiéndose de ellos, se fué al paraje adonde
le dijeron que 6 los animales querían elegir rey.
CAPÍTULO XXXVII
1. DE LA ELECCIÓN DEL REY
En una hermosa y espaciosa 1 llanura, por donde corría
un manso arroyo, había gran multitud de animales salva-
jes que querían elegir rey. Y, cuando estuvo resuelto por la
mayor parte que lo fuese el León, el Toro se opuso y contra-
dijo fuertemente tal elección, diciendo: — Señores, a nobleza
de rey conviene belleza de persona, y así es menester que
el que elijamos sea corpulento, hermoso y humilde, y que no
cause daño a sus vasallos. Y el León, a quien queréis elegir,
no es grande, ni corpulento, ni vive sólo de hierbas, sino es
que se come los otros animales. Y, además de esto, tiene la
voz tan horrible y espantosa, que nos hace estremecer a to-
dos cuando ruge. Por lo que yo soy de opinión que elijáis por
rey al Caballo, pues es grande, bello, ligero y, en lo que cabe,
humilde, y no tiene el semblante feroz ni come carne. — Mu-
cho agradaron al Ciervo, al Corzo, al Carnero y a todos los
4 En la época barroca se interpretó absurdamente este párrafo
como una visión profètica de la Compañía de Jesús. El texto catalán
prosigue : «... e ais crestians donen bon eximpli per vida e per santes
peraules ; e per tal que Déus se'n moga a pietat, e que los hòmens
crestians desigen lo aveniment de aytals hòmens, representem en
figura los apòstols.»
•'6 Esta palabra es una añadidura.
• «le dijeron que» es del traductor.
1 «y espaciosa» lo añade el traductor por su cuenta.
720
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
animales que viven de hierba, las palabras que dijo el Toro;
pero la Zorra ¡?e adelantó a hablar antes que los demás, y
dijo, oponiéndose — Señores, cuando Dios creó el inundo,
no lo creó para que el hombre fuese conocido ni amado, sino
es para ser conocido y amado el mesmo Dios por el hom-
bre ; y, arreglado a esta intención, dispuso Dios que el hom-
bre fuese servido por los animales, sin privarle que se ali-
mente de ellos o de hierbas 2 ; y así vosotros no debéis hacer
caso de la intención del Toro, pues aborrece al León por
causa de que se alimenta de carne, sino es seguir, para vues-
tra elección, la regla y el orden que Dios ha puesto entre
las criaturas. — De otra parte alegó el Toro y sus compañe-
ros contra las palabras de la Zorra, diciendo que por lo mis-
mo decían ellos que se eligiese por rey al Caballo; y que,
pues éste comía hierba, si él y sus compañeros tuviesen fal-
sa intención, no querrían por rey a quienes les comería la
que ellos necesitaban para alimentarse. Y que así, a quien
no debían creer era a la Zorra1, pues ella quería que el León
fuese rey para alimentarse de los desperdicios que él deja-
ría después de haberse comido los otros animales, y que
éste era el motivo por que le proponía, y no el de la noble-
za ni generosidad del León 3.
En fin, se alegaron tantas razones de una y otra parte,
que la corte se turbó, y embarazó la elección; lo que visto
por él Oso, el Leopardo y la Onza, quienes tenían esperanza
de ser reyes, dijeron que las cortes se alargasen para otro
tiempo, en el cual se determinaría! qué animal era más digno
de ser rey. Entonces la Zorra conoció la intención con que
el Oso, el Leopardo y la Onza habían alargado la elección, y
dijo, en presencia de todos, estas palabras : — En una iglesia
catedral se disputaba entre los canónigos la elección de obis-
po, porque los unos querían que lo fuese el sacristán de la
misma iglesia, que era hombre sabio y virtuoso ; y los otros,
que lo fuese el arcediano o el capiscol, que eran también pre-
tendientes. Y, viendo que sus votos no podían prevalecer4,
consintieron que fuese obispo un canónigo simple, que era
de hermosa presencia, pero de flaco espíritu, sin ninguna
ciencia y muy lujurioso; de que se maravillaron mucho to-
dos, por lo que uno de los canónigos dijo estas palabras : "Si
el León es rey, y el Oso, la Onza y el Leopardo contradicen
a su elección, quedarán siempre en su indignación y tendrá
2 Traducción inexacta de «jatçia que hom viva de carn e de er-
bes», es decir, «a pesar de que el hombre viva de carne y de hierbas».
1 Falsa versión de «... per ço car viu de les romanalles qui roma-
nen del Lehó, con ha menjat en la cassa que ha presa, que no fa per
la noblesa del Lehó.» v
4 Inciso del traductor.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. $7
721
poder para castigarlos G; pero si el Caballo es rey, y el León,
el Oso, la Onza, el Tigre y el Leopardo le ofenden J en algu-
na cosa, no podrá tomar satisfacción, por no ser tan fuerte
ni tan valiente animal como ellos." — Cuando el Oso, la Onza,
el Tigre 7 y el Leopardo oyeron las palabras de la Zorra, te-
mieron al León, y consintieron en su elección; lo que visto
por los animales que comen carne 8, eligieron e hicieron ele-
gir por rey al León, a pesar de los que comen hierba; el cual
dió luego licencia a todos los que viven de comer carne que
comiesen y viviesen de los que comen hierba.
Sucedió, después de esto, que, estando un día en pleno
consistorio tratando de la ordenación de la corte, se prolon-
gó tanto, que el León y sus compañeros tuvieron hambre,
por haber mucho tiempo que no comían ni bebían, y. habien-
do preguntado al Lobo y a la Zorra qué podían comer, les
respondieron que era muy tarde para poder cazar ■ ; pero
que allí cerca había un ternero, hijo del Toro, y un potro,
hijo del Caballo, de que podían comer abundantemente; por
lo que el León envió por ellos, y, habiéndolos hecho venir, se
los comieron. De que irritados el Toro y el Caballo, se fue-
ron a encontrar al hombre para servirle, porque los venga-
se de lo que contra ellos se había hecho; y, cuando estuvie-
ron en su poder, el hombre montó el Caballo e hizo arar al
Buey.
Sucedió, después, que el Caballo y el Buey se encontraron,
y cada uno preguntó al otro el estado de sus cosas. Y el
Caballo dijo que estaba muy cansado y trabajado en servir
al hombre, pues todo el día le montaba y le hacía correr por
subidas y bajadas, llanos, cuestas y barrancos i0, y lo restante
de la noche y el día le tenía atado; por lo que deseaba mu-
cho salir de la sujeción en que estaba, y que de buena gana
se volvería a ser vasallo del León, si no comiese carne y si
no hubiese tenido algunos votos para ser elegido rey ; lo que
le hacía temer volver a la tierra en que el León reinaba, y
que al fin se mantendría con el hombre, pues éste no comía
carne de caballo, y el León sí.
8 ty tendrá poder para castigarlos» lo añade el traductor con
poca habilidad.
• Ramón escribió simplemente : «... e lo Lehó fa negun falliment
contre lo rey.»
7 «el Tigre» falta en el texto catalán ; tal vez en la traducción
quiera tener erróneamente esta palabra un valor explicativo, pues
más adelante se traduce por «Tigre» la palabra «Onza» del origina!
(«onza» o «lince» en castellano).
■ Versión inexacta de «per la força del Ors, e de les altres bèsties
qui menjaven carn...».
0 Falsa traducción de «percassar», buscar.
M Paráfrasis retórica del original : «... e«l feya córrer amunt e
avall.»
722 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
Después que el Caballo hubo dicho el estado de sus cosas,
el Buey dijo que él tenía el gran trabajo de todos los días
arar, y que del trigo que la tierra que él araba producía, no
le dejaba su amo comer, y sí sólo, cuando le desuncía del
arado, le dejaba pacer las hierbas que antes habían pacido
las ovejas y las cabras; de que se lastimaba mucho, por lo
que el Caballo le consolaba lo que podía.
Estando en esta conversación, vino un carnicero a mirar
si el Buey estaba gordo, porque su amo le quería vender;
por lo que el Buey dijo al Caballo: — Amigo, mi amo me
quiere vender para que me maten y coman los hombres. —
A que el Caballo le dijo que le daba mala recompensa del
tiempo que le había servido; por lo que juntos lloraron; y
después el Caballo aconsejó al Buey que huyese y se vol-
viese a su tierra, pues mejor era estar en peligro de muerte
con descanso y entre sus parientes, que en peligro de muer-
te con trabajo y en poder de amo desagradecido
CAPÍTULO XXXVIII
2. Del consejo del rey
Después que el León fué elegido rey, hizo un día un bello
discurso delante de todo su pueblo, diciendo : — Señores, vos-
otros habéis querido que yo sea rey; pero habéis de saber
que el oficio del rey es de gran peligro, porque por los pe-
cados del rey sucede muchas veces el que Dios envía a la
tierra hambres, enfermedades y muertes; y esto mismo hace
por los pecados del pueblo. Y por esto es al rey peligroso el
reinar, y a todo el pueblo peligroso el que reine el mal rey.
Y así, pues es tan gran trabajo a un rey el gobernarse a sí
y a su pueblo, os ruego a todos juntos me deis consejeros
que me ayuden y aconsejen de forma que no peligremos ni
yo ni vosotros. Y los consejeros que me deis, os ruego que
sean sabios y leales, y tales, que sean dignos de ser conse-
jeros y de estar al lado de un rey.
Mucho agradaron a toda la nobleza y plebe las palabras
que el rey les dijo, y todos se tuvieron por dichosos en la
elección que habían hecho; y resolvieron que el Oso, el Leo-
pardo, la Onza, la Sierpe y el Lobo fuesen consejeros del
rey; los que juraron, en presencia de la corte, de dar al rey
leales pareceres en todo lo que pudiesen.
Pero la Zorra quedó muy disgustada; por no haber sido
11 Amplificación del texto catalán : «... car més li valia estar en
perill de mort e ab treball, que a,b senyor desconexent.»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 38 723
ella elegida por uno de los consejeros; y en presencia de
todos dijo: -—Según se halla escrito en el Evangelio, Jesu-
cristo, que es rey del cielo y de la tierra, quiso tener en este
mundo compañía y amistad con hombres simples y humil-
des, y por esto eligió a los apóstoles l, para significar que
por su virtud los ensalzaba y que con esta consideración fue-
sen más humildes. Por lo que, con licencia de todos vos-
otros 2, yo soy de opinión que el rey debe tener en su con-
sejo animales simples y humildes, para que no se ensober-
bezcan ni por poder ni por linaje, y que no sé quieran igua-
lar con el rey, y así a los animales simples y que viven de
hierba se les dará ejemplo de esperanza y humildad. — Mu-
cho agradó al Elefante, al Jabalí, al Ciervo, al Carnero y
a los otros animales que viven de hierba, lo que decía la
Zorra; por lo que aconsejaron al rey que a ella misma hi-
ciese de su consejo, pues tenía gran sabiduría y era bien
hablada. Y la Zorra aconsejó, por otra parte, que el Elefan-
te, el Jabalí, el Ciervo y el Carnero 4 fuesen elegidos también
por consejeros del rey.
Mucho le desagradó al Oso, al Leopardo y a la Onza el
que la Zorra fuese del consejo; pues temieron que con su
elocuencia y astucia los pusiese mal con el rey, mayormente
cuando ella había tenido más parte en su elección que nin-,
guno. Por lo que dijo el Leopardo al rey que en su corte es-
taba el Gallo, que era hermoso y sabio, y sabía ser señor de
muchas gallinas, el cual cantaba en el alba, clara y bella-
mente; por lo que le parecía era más digno de ser de su
consejo que no la Zorra. Cuyo parecer apoyó el Elefante,
añadiendo que el Gallo daría al rey ejemplo para que su-
piese regir y sujetar a la reina, y que le despertaría tem-
prano y alabaría a Dios; pero que la Zorra era también
buena para consejero, pues era animal entendido y sabía
muchas cosas. Pero el Leopardo le contradijo, diciendo no
convenía que en el consejo del rey hubiese dos personas que
por naturaleza se aborreciesen, pues por sus odios particu-
lares podían turbar el consejo y perturbar la quietud públi-
ca ~. De otra parte habló la Zorra, y dijo que en el consejo
convenía que hubiese bellos y grandes animales, como lo
era el Elefante, el Jabalí, el Carnero y el Ciervo'''; pues,
para estar en presencia del rey, conviene tener hermosura
corporal.
1 Ramón añade : aquí eren homens simples e pobres.»
2 El catalán dice : «a esmenda de tots vosaltres», es decir, «en
contra de vosotros».
3 El mejor manuscrito catalán suprime «al Ciervo» y añade oe al
Moltó» .
4 Véase la nota anterior, que vale también aquí.
8 «y perturbar la salud pública» es una añadidura.
e Aquí ya menciona Ramón al Ciervo y también al Cordero.
724
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
Por cuyos razonamientos quiso el rey que la Zorra y sus
compañeros fuesen de su consejo y de su corte; y lo hubiera
puesto en práctica si el Leopardo, en efecto, no hubiera dicho
al rey estas palabras: — Señor, un conde tenía guerra con
un rey, y, no siendo tan poderoso como él, se ayudó de la
[guerra del rey con] industria, dando secretamente gran
porción de dinero a un secretario del rey para que le avisase
de todas las providencias que el rey daba [en su guerra]
contra él. Por cuya razón el secretario embarazaba las ideas
del rey7, de forma que nunca pudo ver el fin de la guerra
ni sujetar al conde. — Cuando el León hubo oído la similitud
que el Leopardo le había dicho, entendió lo que le convenía,
y mandó que el Gallo le asistiese, y no la Zorra, porque no
hiciese saber al Elefante ni a los demás animales que viven
de hierba la intención del rey ni de sus compañeros.
CAPÍTULO XXXIX
3. DE LA TRAICIÓN QUE LA ZORRA QUISO HACER AL REY
Mucho desagradó a la Zorra y a sus compañeros el que
el rey no los hubiese hecho de su consejo; y desde entonces
concibió en su espíritu la traición y deseo de la muerte del
rey. Por lo que dijo al Elefante: — Desde hoy habrá gran
enemistad entre los animales que comen carne y los que co-
men hierba; pues el rey y sus consejeros comen carne, y
vosotros no tenéis en su consejo ningún animal que sea de
vuestra naturaleza ni que mantenga vuestro derecho. — A que
respondió el Elefante que en la Sierpe y en el Gallo tenían
la esperanza de que mirarían por ellos, pues eran de la corte
del rey y no comían carne. A lo que replicó la Zorra diciendo
que en una tierra sucedió que un cristiano tenía un esclavo
sarraceno, en quien confiaba mucho y al cual hacía grandes
beneficios ; pero el sarraceno, como era contrario en religión,
no le podía querer bien, antes consideraba todos los días el
modo de matarle. — Y así, señor — dijo la Zorra al Elefan-
te— , siendo el Gallo y la Sierpe de extraño linaje que vos
y vuestros compañeros, aunque no comen carne, no debéis
confiaros de ellos, antes sí estar asegurados que os harán
todo el mal que podrán, siempre que se les presente la oca-
sión K
7 Débil traducción de «lo poder del rey».
J La última frase «siempre que...» es una añadidura ; el texto cas-
tellano dice «se los presente».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 39
725
Mucho consideró el Elefante en las palabras de la Zorra
y en el daño que a él y a sus compañeros podía resultar por
la elección del rey que habían hecho y por los consejeros
que le habían dado; y, viéndole pensativo, la Zorra le dijo
que no tuviese miedo del rey ni de sus compañeros, pues si
él quería ser rey, ella buscaría medio de que lo consiguiese.
Mas el Elefante temió que la Zorra no le hiciese traición,
pues por su naturaleza debía amar más a los animales que
viven de carne que a los que viven de hierba. Por lo que la
respondió estas palabras: — En un país sucedió que un mi-
lano se llevaba una rata, y un ermitaño que lo miraba rogó
a Dios que aquella rata cayese en su falda; lo que Dios le
concedió, y él volvió a rogar a Dios que la volviese en una
hermosa doncella, lo que Dios también le concedió. Y, vién-
dola el ermitaño, la dijo: "Hermosa hija, ¿queréis al sol por
marido?'' ''No, señor — respondió ella — , porque al sol le pri-
van muchas veces las nubes la claridad." El ermitaño la vol-
vió a preguntar si quería por marido a la luna; y ella dijo
que la luna no tenía claridad propia, sino es apropiada por
el sol. "Hermosa hija — dijo el ermitaño — , ¿queréis por ma-
rido a las nubes?" Y ella respondió que no, porque el viento
las lleva donde quiere. Ni quiso por marido al viento, porque
las montañas le embarazaban su movimiento ; ni quiso a las
montañas, porque los ratones las horadaban; ni quiso al
hombre por marido, porque aborrecía a las ratas. De forma
que, al fin, la doncella rogó al ermitaño pidiese a Dios la
volviese rata, como lo era antes, y que la diese por marido
a un hermoso y grande 2 ratón.
Cuando la Zorra hubo oído este ejemplo, conoció que el
Elefante sospechaba de ella, y temió no la descubriese; pot
lo que quería decir al Jabalí que fuese rey, en los mismos
términos que se lo había dicho al Elefante. Pero, porque mu-
chos no supiesen su intención, quiso esforzar cuanto pudo el
que lo fuese el Elefante, diciéndole estas palabras: — Un ca-
ballero tenía de su mujer un hermoso hijo; y, como la mujer
del caballero muriese y éste se tornase a casar, aborreció la
nueva mujer al hijo que el caballero tanto amaba. Y, cuando
éste fué de edad de veinte años, la mujer descubrió medio
para hacer que su marido echase al mozo de casa, y dijo al
marido que su hijo la había solicitado ilícitamente; de que
el padre se irritó tanto, por lo mucho que amaba a su mu-
jer, que luego echó al mozo de su casa, mandándole que en
ningún tiempo se le pusiese delante. Lo que el mozo sintió
mucho, y tuvo gran ira contra su padre, por la sinrazón que
con él ejecutaba 3. — Por este ejemplo que la Zorra dijo, se
■ «y grande» lo añadió el traductor sin necesidad.
• Ramón escribió más emotivamente : a... car sens rahon lo havia
iíitat de son hostal, e li havia tolta sa gràcia.»
726
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLTJLL
alentó en parte el Elefante, y concibió esperanza de ser rey
por lo que la dijo qué medio podía hallar para que el rey
muriese y que él fuese elegido, cuando el rey era tan fuerte
y robusto y tenía tan sabios consejeros, siendo ella tan poca
cosa y de tan poco poder.
A que la Zorra respondió con este ejemplo: — £n una
tierra sucedió que todas las bestias concordaron en darle una
diariamente al león, para que no las persiguiese cazando 4 ;
de forma que todos los días echaban suertes, y aquella que
le caía iba al león, el cual se la comía. Sucedió una vez que
cayó la suerte sobre una liebre, y, como temía morir, se fué
muy despacio, de forma que era mediodía cuando llegó de-
lante del león, al cual halló muy irritado por tener hambre;
y la preguntó que cómo se había tardado tanto tiempo. A que
la liebre respondió que cerca de aquel lugar había un otro
león, que decía que era rey de aquella tierra, el cual la había
perseguido para cogerla. Lo que el león sintió mucho, cre-
yendo que era verdad, y dijo a la liebre que le mostrase el
otro león, que decía Ser rey de aquella tierra 5. La que se
puso delante, y el león la siguió ; y le llevó a un gran estaño f
de agua que por todas partes estaba cercado de un gran
muro, sobre el que se puso la liebre y el león. Y, viendo éste
la sombra de ambos en el agua, la liebre le dijo: "Señor,
mirad el león que está en el agua, que se quiere comer una
liebre." Lo que creyendo el león, por ver en ella su sombra,
saltó en- el agua para combatirse con el león fingido, y se
anegó; quedando la liebre viva (siendo animal tan débil) y
muerto el león (siendo tan fuerte) 1 . •
Cuando el Elefante hubo oído este ejemplo, contó a la
Zorra el siguiente : — Un rey tenía dos caballeros mozos que
le servían, y un día que estaba sentado en su silla y delante
de él gran multitud de barones 8 y caballeros, el uno de aque-
llos mozos vió en el vestido del rey 9 una pulga, y le dijo que
le diese licencia para quitársela; y, habiéndola cogido, quiso
el rey verla; y, mostrándosela a los caballeros, les dijo era
j El texto original añade : «... e-1 lehó les en apellà quíties»,
decir, que consintió en ello y les dió palabra de contentarse.
6 Tocia esta oración de relativo es una añadidura sobrante del tra-
ductor.
* Catalanismo por «estanque».
7 Los dos paréntesis son amplificaciones del traductor, fundadas
en un error de la palabra «cortesa» (por «certesa», astucia) del texm
original, que él interpretó, sin duda, por «cortedad», «pequenez» :
«... e la lebra ab sa cortesa aucís lo lehó.»
8 Aquí y en otros muchos lugares de este Llibre de les bèstiet
el traductor escribe «varones» ; mas el catalán «barons» puede sig-
nificar también «barones», que cuadra mejor en estos pasajes, por lo
que modificamos la v en b.
9 «en -T-a vestadura de sàmit blanch, que el rey vestia», preoi<-r.
Ramón Llull.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 40
727
maravilla que tan pequeño animalejo se atreviese al rey;
e hizo dar al mozo cien pesos l0. El otro compañero suyo,
envidioso del suceso, puso él día siguiente un piojo en el
manto real ; y, estando el rey también en público, se le quitó
y mostró, de que el rey se enojó mucho; y, diciéndole por
qué no había tenido cuidado de guardar y limpiar sus ves-
tidos, mandó le diesen cien azotes.
Por cuyas palabras conoció la Zorra que el Elefante te-
mía ser rey, y se maravilló de que en bestia tan robusta y
corpulenta cupiese tanto miedo; por lo que le dijo las si-
guientes : —La serpiente hizo caer en ira de Dios a Eva, por
cuya persuasión incurrió en lo mismo Adán y todos sus des-
cendientes. Luego, si la serpiente causó tanto mal a Eva,
bien puedo yo con mi malicia disponer que el rey caiga en
la ira y odio de su pueblo. — Y el Elefante, dejándose per-
suadir con el ejemplo de Eva, consintió en ser traidor a su
rey, y dijo que él lo sería voluntario11, luego que la 'Zorra
hubiese hecho matar al rey; lo que ella le ofreció, y el Ele-
fante a ella grandes dones y mercedes si lo ejecutaba.
C A P í T U LO X L
4. De cómo la Zorra fué elegida portero del rey
En la corte del rey se ordenó que el Gato fuese su cama-
rero, por ser en algo su semejante y apto para cazar y co-
merse los ratones, que destruyen las ropas; y que el Perro
fuese su portero, porque siente 1 de lejos, ladra y da aviso
de los que vienen. Estando el Gato y el Perro ejerciendo sus
oficios, la Zorra se fué a buscar al Buey y al Caballo, que
faltaban de la corte, y encontró al Buey en un hermoso pra-
do 2 ; y habiéndole saludado agradablemente y contádola el
Buey su estado y cómo voluntariamente se había ido a en-
tregar al hombre, quien lo había tenido en esclavitud y al
fin le había querido vender a un carnicero para que le ma-
tase, la Zorra también contó al Buey el estado en que se
hallaba la corte del rey, y le preguntó qué era su intención ;
a que el Buey respondió que él quería vivir en la corte del
10 Corresponde aquí, como otras veces, a «besants».
31 Falsa versión de «volenters», 4de buena gana-'.
Catalanismo por «percibe», «olfatea».
e La versión simplifica el texto original : «e a trobà lo Bou en
la via, que se'n tornava a la cort del rey. En una bella plana se atro-
jaren Na Ranart e el Bou.»
7¿8
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
rey y huir del hombre que le había querido hacer matar;
a lo que la Zorra respondió:
— Efo un reino había un rey mal acostumbrado, que tenía
muy malos consejeros; y por la malicia de éstos y del rey
padecía el reino continuos trabajos y aflicciones, pues Dios
estaba con él airado 3. Y duró tanto y fueron tantos los des-
órdenes del rey y de su consejo, que, no pudiendo sufrirlo
el pueblo, desearon su muerte 4.
Luego que el Buey oyó las palabras de la Zorra, conoció
que el rey y su consejo eran malos, y dudó en ir a vivir bajo
un inicuo gobierno; por lo que dijo a la Zorra las siguien-
tes: — 'En una ciudad había un obispo que era muy contra-
rio de su oficio, y por su malicia, 'deshonestidad y el mal
ejemplo que daba a su capítulo y feligreses, se ocasionaba
mucho mal y se dejaba de hacer mucho bien 5. Sucedió un
día que el obispo hizo una gran injuria y después se fué a
decir misa; lo que visto por un canónigo, lo abominó tanto,
que se salió de la ciudad y se fué a los bosques a vivir entre
los pastores, diciendo que más quería vivir con los pastores
que guardaban sus ovejas de los lobos, que no con pastor que
entregaba a los lobos sus ovejas *.
Habiendo oído el Buey este ejemplo, dijo que se quería
salir de toda aquella tierra antes que sujetarse a mal rey y
a mal consejo. — Señor — dijo la Zorra — , ¿habéis oído la
pregunta que hizo un ermitaño a un rey? — ¿Y qué pregun-
ta fué ésa ? — dijo el Buey. A que respondió la Zorra : — En :
una alta montaña estaba un santo ermitaño, que oía que-
jarse a las gentes de aquella provincia muchas veces del rey
y de su mala vida, costumbres y régimen; de que se despe-
chó tanto, que se fué a la corte y en su mismo palacio habló
al rey y le dijo : "Señor, ¿ qué vida os parece que es más
agradable a Dios, la de un ermitaño o la de un rey que tenga
buenas costumbres y con ellas rija a su pueblo?" El rey,
habiendo discurrido sobre la pregunta, le respondió que la
vida del rey que hace buenas obras es causa de mayor bien
que no la vida del ermitaño. "Señor, dijo el ermitaño, mu-
cho me agrada vuestra respuesta, en la cual se significa que
el mal rey causa más mal en su reino que no bien el ermi-
-* Esta última frase «pues Dios...» sustituye a la repetición del
original : «... car inesmable era lo mal que el rey e son concell
feyen a les gens que staven en aquell regnat.»
4 «la mort del rey e de son concell», precisa Ramón.
6 Se omite lo siguiente, tan genuinamente luliano : «... e-s perdia
molt de bé que fóra en aquella ciutat si el bisbe fos aquell que ésser
degre, segons la regla e la doctrina que Jhesuchrist ne donà ais
apòstols a sos consegüents.»
8 El original dice : «... que ab pastor que les sues ovelles auciu
e dóna als lops.»
1 Todo este párrafo está traducido muy libremente.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 40
729
taño en su ermita. Y por esto he venido a verme con Vues-
tra Majestad 8, para estarme en su compañía tanto tiempo
cuanto sea menester para que Vuestra Majestad y sus reinos
sean buenos, exhortando y amonestando siempre a Vuestra
Majestad, con el ejemplo y la palabra de Dios, para que le
tenga amor, reverencia y temor." Lo que el rey aceptó, y el
ermitaño cumplió 9.
Concluido este ejemplo, añadió la Zorra y dijo al Buey:
— Señor, vos sois animal semejante al ermitaño, y así, si
queréis, yo os facilitaré medio por el cual podáis inducir al
rey mi señor a buen estado, de que se seguirá mucho bien. —
Lo que el Buey aceptó y ofreció hacer por el beneficio común.
Entonces la Zorra aconsejó al Buey que se estuviese en un
hermoso prado que había cerca de donde estaba el rey y sus
barones, y que descansase y comiese para que pareciese her-
moso y tuviese fuerte bramido; y que ella se iría a la corte,
y se introduciría con el rey, y le contaría lo que le había
sucedido; y que el Buey en dicho prado bramase tres veces
cada día 10 cuanto más fuerte pudiese; y encontinente la
Zorra se partió a la corte del rey.
Y estando en su presencia, ya que el Buey había descan-
sado y comido bien, comenzó a bramar fuertemente, de que
el rey tuvo tanto miedo, que no podía disimularlo; por lo
que se avergonzó mucho, temiendo que sus barones le tu-
viesen por cobarde. Estando el León así medroso, aunque
ninguno de los que estaban presentes había percibido su te-
mor, la Zorra se acercó a él, y, encontinente que la vieron,
el Gallo cantó y el Perro ladró; mas, no obstante, el rey se
alegró de ello, y la preguntó si sabía de qué animal era aque-
lla voz que había oído, pues le parecía que fuese de bestia
muy grande y fuerte, según demostraba.
— Señor — dijo la Zorra — , en un valle colgó de un árbol
un hombre un tímpano 11 , el cual, movido del viento, pega-
ba contra las ramas y tronco del árbol, moviendo tan gran
ruido, que resonaba en todo el valle. Lo que oyendo y viendo
una mona que en él había, creyó que, así como el ruido que
el tímpano o tambor hacía era muy grande, era consecuen-
te que estuviese lleno de alguna gran cosa buena para co-
mer11'; y, habiéndole hecho pedazos, le halló vacío. Y así
* En trl texto luliano, aquí, como siempre, se trata a los reyes
cou el respetuoso y sencillo ovos».
8 Esta lra.se compendia todo el siguiente párrafo : «Aquell ermità
stech. longament en la cort del rey dient bones peraules de Déu,
per les quals lo rey sdevench en bon stament, e tot son regne ne fo
en bon regiment.»
14 Ramón escribió, con mayor sentido de la fábula : «... -ni- ve-
gadas lo jorn, e •nl· vegades la nit.»
" Quiere decir tambor ; «alduff» en catalán.
M El original dice más concretamente : a... ple de mantegua, ho
de alenna cosa que fos bona a manjar.»
730 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
puede Vuestra Majestad discurrir que esta voz que oye es
de bestia que también lo está, y que no tiene la fuerza ni
el valor que en la voz manifiesta; y a quien es tan noble,
fuerte y espirituoso como lo es Vuestra Majestad y como lo
debe ser un rey 13, no le está bien mostrar miedo de nada,
y más de cosa que ignora lo que es.
En tanto que la Zorra decía estas palabras, el Buey
volvió a bramar tan fuertemente, que hizo resonar todos
aquellos valles y estremecer al León y a todos sus compa-
ñeros, sin que el León pudiese dejar de manifestar su te-
mor, diciendo que, si la fuerza de aquel animal correspondía
a su bramido, él no estaba seguro en aquel lugar. Y enton-
ces el Buey volvió a bramar otra vez, de que todos, menos
la Zorra 14, se estremecieron ; por lo que, maravillado el
León, la preguntó cómo no la causaba miedo aquella voz
tan grande y horrible, cuando a él, que era tan poderoso
y fuerte, se le había causado, y también al Oso, al Leopardo
y a todos los más fuertes animales.
A que la Zorra respondió : — Un cuervo tenía su nido en
una roca, y todos los años una gran sierpe se le comía los
hijuelos, de que estaba desesperado; pero no osaba com-
batir cuerpo a cuerpo 15 con la sierpe, por no ser tan pode-
roso ni tan fuerte como ella; por lo que ideó ayudarse con
la industria para vengarse. Y así, habiendo un día la hija
del rey de aquella provincia, que jugaba con algunas donce-
llas en un vergel, quitádose de la cabeza una guirnalda guar-
necida de piedras preciosas y puéstola sobre las flores 1C, el
cuervo se la abatió y se la llevó; y, como le fuesen siguien-
do muchos criados para ver si la dejaba caer, el cuervo fué
y la puso en el lugar donde estaba la sierpe, y, llegando
los que le seguían a coger la guirnalda, la vieron 17 y ma-
taron, quedando por este medio vencida la fuerza por la
industria. Y así — añadió la Zorra — , yo tengo tanta, que,
si no puedo vencer por fuerza de armas al animal que
tiene esta voz tan fuerte y tan terrible, me valdré de eÚa,
de forma que le haré morir malamente.
Cuando la Zorra hubo contado este ejemplo, la Sierpe,
que también era del consejo del rey, dijo el siguiente : — En
13 Esa adulación no está en el texto catalán, que sólo dice : «... e
stats fort e ardit de coratge, car a rey no li està bé...»
14 Ramón Llull especifica que «Na Ranart no féu negun semblant
de pahor en si, ans stech alegrament denant lo rey.»
M «cuerpo a cuerpo» lo añade inútilmente el traductor.
lrt «... e havia posada sa garlanda de aur, e de argent, e de pért^
precioses en la brancha de -i- arbre. Lo corp pres aquella garland;.
e volà per l'àer longament, tro que molts hòmens seguiren lo corp.
per veser hon posaria la garlanda que la filia del rey molt amava,
e qui plorava forment, car lo corp se'n portava la garlanda.»
17 En el texto castellano : «-y la vieron», advertido ya en la ft
de erratas.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 40 73 I
un estaño había un agarón 1S acostumbrado a comer mucho,
y, como envejeciese y por la vejez no pudiese cazar, discu-
rrió arte cómo ayudarse con la industria, y por el tal a^te
se acarreó la muerte. Y, habiéndola dicho el León le contase
el caso, ella prosiguió diciendo: — Señor, el agarón se estu-
vo un día entero sin querer pescar, a la orilla del estaño,
muy triste; y un cangrejo, admirándose de ello, le preguntó
que de qué estaba tan pensativo. A lo que él respondió que
tenía gran lástima de los peces de aquel estaño, en cuya
compañía había vivido tantos años, pues había oído decir a
unos pescadores que pescaban en otro estaño cerca de allí
que, en habiendo acabado de pescar en él, habían de venir
a ejecutarlo en aquel mismo, y que, siendo ellos muy hábiles
y diestros en su oficio, no se les escaparía pez alguno, y aca-
barían con todos los que allí había. Habiendo el cangrejo
oído estas palabras, tuvo gran miedo y se lo dijo a los de-
más peces; por lo que todos concurrieron delante del aga-
rón y le pidieron les aconsejase lo que habían de ejecutar.
El agarón les dijo que no había otro consejo ni remedio más
que el de que él los condujese, de uno a uno, a otro estaño
que había una legua de allí, en el que había muchas cañas
y bobas r\ por las cuales los pescadores no los podrían co-
ger ni ofender. A cuyo parecer asintieron todos los peces,
y el agarón todos los días tomaba los que le parecía y, fin-
giendo que los llevaba a un otro estaño, se ponía cerca ds
un .pozo 20 y se los comía, volviendo después por otros, du-
rando esto mucho tiempo y viviendo sin el trabajo de pescar.
Sucedió, al fin, que el cangrejo rogó al agarón que le llevase
a él; y, extendiendo éste su cuello, se agarró de él el can-
grejo con ambas manos, y, volando con él, se admiraba el
cangrejo cómo nunca veía el estaño; y, cuando el agarón
llegó a aquel lugar donde se solía comer los peces, el cangre-
jo vió las escamas y espinas 21 de los que se había comido,
y conoció el engaño; por lo que dijo entre sí :"En tanto que
tienes tiempo y vida, es menester que te vengues del trai-
dor que te quiere comer." Y entonces estrechó tan fuerte-
mente el cuello del agarón, que se le tronchó, y cayó muerto
en tierra. Y, volviéndose el cangrejo al estaño con sus com-
pañeros, les contó lá traición que él agarón les había hecho
y cómo la misma traición le había ocasionado su muerte.
" «Agarón» no es palabra castellana ; corresponde aquí al catalán
«agró», que, según acotación del mismo traductor, es una «especie
de ánsar, oca o pato grande, que habita en los estanques o lagunas
v se come los peces».
19 Palabra no castellana, probablemente calcada sobre la catalana
«boves» o «bogues» («ancas» en español), pero adviértase que el ori-
ginal dice : «En aquell stany ha moltes canyes, e ha gran fanga.»
** «en -i- puig», dice el original, es decir, en una colina.
21 El texto catalán dice sólo, más cuerdamente, «les spines».
732
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
— iSeñor — 'dijo la Zorra al rey — , cuando Dios echo a
Adán del paraíso, maldijo a la Serpiente, que había aconse-
jado a Eva que comiese del fruto que el mismo Dios había
prohibido a Adán; y desde entonces son todas las serpien-
tes horribles a la vista y venenosas, y por la serpiente han
venido todos los males al mundo; por lo cual un sabio hizo
echar una gran sierpe del consejo de un rey, aunque el'
rey la estimaba. Y diciéndola el León que contase aquel
ejemplo, lo nizo en estos términos : — Hito rey había oído ha-
blar de un hombre muy santo y muy sabio, y, enviándole a
buscar, le rogó que estuviese con él y que le aconsejase el
modo de gobernar su reino, y que le reprendiese de algu-
nos vicios que tenía 22. El santo hombre se estuvo con el rey
con intención de aconsejarle el obrar bien y el apartarse del
mal. Y, como un día el rey tuviese consejo sobre un negocio
de grande importancia y estuviese cerca de él una gran sierpe
con quien se aconsejaba y a quien creía más que a todos los
demás, preguntó al rey qué significaba el rey en este mundo ;
y el rey respondió que el rey es una similitud de Dios, esto
es, que el rey es para que mantenga en la tierra la justicia
y para que con ella gobierne -el pueblo que Dios le ha enco-
mendado. "Señor — «volvió a preguntar el sabio—, ¿qué bestia
fué a Dios más contraria cuando creó el mundo?" Y el rey
respondió que la serpiente. Y entonces exclamó el sabio: ''Se-
ñor, según vuestra respuesta, se sigue el que vos debéis abo-
rrecer la serpiente y que pecáis gravemente 'èn tenerla en
vuestra compañía; porque, si vos representáis la imagen de
Dios en cuanto sois rey, debéis aborrecer todo aquello que
Dios aborrece, y mucho más aquello que Dios aborrece más.'
De forma que por las palabras que el santo hombre dijo al
rey, el rey mandó matar la serpiente, sin que a ésta le valiese
el arte ni la industria para librarse de la muerte.
Cuando la Zorra hubo acabado este ejemplo, el Buey vol-
vió a bramar tan fuertemente, que hizo estremecer todos
aquellos valles, de lo que el León y todos los demás tuvieron
gran miedo. Por lo que la Zorra les dijo que, si querían, ella
iría a buscar la fiera de quien salía la voz tan extraña, y ve-
ría si podría traerla delante del rey y que fuese de su comi-
tiva. Lo que agradó mucho al León y a todos los demás. Y la
Zorra dijo al León que, si ella conseguía que aquella bestia
viniese en su compañía, era menester que nadie en su corte
la ofendiese ni maltratase ; lo que el León ofreció delante de
todos.
Entonces la Zorra se fué donde estaba el Buey, el que
" Versión inexacta de «que lo reprenés de alguns vici.-, si g«n|
H'n conexia».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 40
tuvo gran placer de verla ,a, y ella le contó todo lo que había
sucedido. Y así, que se fuese delante del rey e hiciese sem-
blante humilde 24 , y que diese en sus acciones muestra de
grande humildad y arrepentimiento, que ella diría que él
había tenido gran pesar de lo que había ejecutado; y que
así, delante de todos, pidiese perdón al rey de haberse ido
a servir al hombre y dejado de ser su vasallo ; de forma que
había de hablar y estar delante del rey, de su corte y de
su consejo tan remirado, que todos se asegurasen 25 de sus
palabras y de sus acciones ; y que les contase el estado de los
hombres y les aconsejase que tuviesen amistad con su rey.
Entonces el Buey y la Zorra se fueron a la corte; y, vién-
dole venir, el rey y los demás le conocieron, y tuvieron ver-
güenza de haberle tenido miedo; y el rey se maravilló de
que el Buey pudiese tener tan fuerte, tan alta y tan terrible
voz. El Buey hizo a su señor la reverencia que le pertenecía,
y el León le preguntó su estado ; y él le contó todo lo que le
había pasado estando sirviendo al hombre. Y el León le dijo
se maravillaba mucho de que hubiese cambiado tanto su voz!
A que respondió el Buey que él bramaba con temor y arre-
pentimiento, porque temía la ira del rey y de su corte por
haberlos dejado 26 ; y porque el temor y aflicción hacían tem-
blar su espíritu, se había cambiado su voz, significando te-
mor, arrepentimiento y falta de espíritu (la voz tremulen-
ta) L>7. Entonces el Buey pidió al rey perdón, y éste se le
concedió en presencia de todos, y le preguntó el estado del
rey de los hombres. Y él Buey le dijo que una serpiente ha-
bía dicho la verdad cuando dijo que la más mala y más falsa
bestia que hay en el mundo es el hombre. Y, diciéndole el
León que le diese la razón, prosiguió diciendo:
— XJna vez sucedió que un oso, un cuervo, un hombre y
una sierpe cayeron en una gran sima 2\ Y pasando por allí
un santo hombre ermitaño, los vió, y le rogaron que les sacase
de ella, ofreciéndole serle agradecidos toda su vida. Y, ha-
biendo sacado al oso, al cuervo y a la serpiente, y queriendo
sacar al hombre, la serpiente le dijo que no hiciese tal. por-
que, si lo hacía, tendría mala recompensa. Pero el ermitaño,
no queriéndola creer, sacó también al hombre. Y de allí a poco
tiempo el oso le trajo una colmena llena de panales. Y, ha-
biendo comido de ellos, se fué a predicar a una ciudad; y al
23 Ramón añade graciosamente : «Anulosos se saludaren bella*
ment...»
«semblant de gran saviesa», dice el original.
a ese «legrasen», deixaria decir, pues esto significa ese asaut».
** «en quan longament l'avia lexat per altre senvoratge» .
'-' Ese paréntesis e- una añadidura sobrante ; en cambio, se deja
sin traducir la frase «per ço car exia de cors hon stave coratge te-
moró- e penident».
JS El texto catalán dice fciga» («sitja»), granero hondo, silo.
734
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
tiempo de entrar en ella, el cuervo le trajo una preciosa guir-
nalda que había quitado de la cabeza de la hija del rey, la
que estimó el ermitaño mucho, porque era de gran valor.
Y, entrándose en la ciudad, vió un hombre que pregonaba
que cualquiera que la hubiese hallado, se la restituyese a
la hija del rey, pues sería muy remunerado, y castigado si
alguno la tenía y no la restituía. Y el buen ermitaño, ha-
biendo entrado en una calle, vió al hombre que había sacado
de la sima, que era platero, y le encomendó secretamente la
guirnalda; pero él la llevó a la corte y acusó al ermitaño,
por lo que éste fué aporreado, preso y encarcelado. Pero
la sierpe que él había sacado de la sima fué y, hallando dor-
mida a la princesa, la mordió en la mano; por cuyo motivo
ella se puso a dar voces y a llorar, por habérsele hinchado
gravemente20; lo que sabido por el rey, su padre, hizo pre-
gonar por toda la ciudad que daría grandes dones a quien le
curase su hija. Y entonces vino la serpiente y, estando el
rey dormido, le dijo a La oreja que en la cárcel había preso
un hombre que tenía una hierba con la* cual curaría su hija,
cuya hierba había dado antes la sierpe al ermitaño, y le
había enseñado él modo de aplicarla y de pedir al rey casti-
gase al platero, que tan desagradecido le había sido. Y. ha-
biéndose practicado todo como la serpiente lo ideó, fué libre
el ermitaño, y el platero castigado.
Mucho agradó al León y a todo su consejo el ejemplo que
el Buey les dijo contra el hombre, y le preguntó si le parecía
que él debía tener temor del rey de los hombres : a que res-
pondió el Buey que era cosa muy peligrosa estar enemistado
con él ; porque del hombre poderoso e industrioso :;0 ninguna
bestia se puede defender.
Lo que dió mucho que pensar al León; y, conociendo la
Zorra que volvía a tener miedo, le dijo : — (Señor, la más or-
gullosa bestia es aquella en que hay más avaricia que en las
otras, y éste es el hombre 31 ; y, por esto, si parece bien a
Vuestra Majestad y a su consejo, será bien que se le envíen
embajadores y presentes al rey de los hombres, para que de
vuestra parte le digan la buena voluntad que le tenéis, y le
entreguen los presentes que le enviáis 32, y con esto os con-
cebirá amor en su espíritu, a vos y a vuestro pueblo.
Lo que pareció muy bien al León y a su consejo, pero el
Gallo contrastó esta opinión, diciendo : — En un país sucedió
" ■ «sa mà havia inflada e entuxagada» ; es decir, hinchada y
envenenada.
3,1 Mejor diría «de hombre malo, poderoso y engañoso».
31 La idea de Ramón Llull es distinta : «... la más orgullosa bestia
v aquella donde hay más avaricia que en ninguna otra bestia, es el
hombre. í r
v- «vostres joyes» dice más concretamente el autor.
FKLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 40 7 >5
que la fuerza y la industria 3;; disputaban delante del rey.
Y la fuerza decía que ella tenia por naturaleza señorío sobre
la industria; y la industria alegaba lo contrario. Por lo que,
queriendo el rey saber cuál tenía razón, las hizo combatir,
y la industria superó a la fuerza. Y por esto, señor — dijo el
Gallo- si vos tenéis amistad con el rey de los hombres y
le enviáis vuestros embajadores, y él os envía los suyos, és-
tos conocerán que ni en vos ni en vuestros barones hay in-
genio ni arte para poderos defender del que combate con
arte y con ingenio, y supera con él a todos aquellos que de
él carecen. — De otra parte dijo la Zorra que Dios cuanto
hace lo hace con poder, sin arte y sin industria; por lo que
parece preciso que, según naturaleza, sean más poderosos
en la batalla aquellos que combaten con armas semejantes
a las de Dios, que 34 no aquellos que combaten con armas de-
semejantes a las del mismo Dios.
Mucho agradó al León él ejemplo de La Zorra, y quiso de
cualquier modo 35 enviar presentes y mensajeros al rey de
los hombres; para lo que preguntó qué mensajeros le acon-
sejaban enviarle y qué joyas debían llevar; y la Zorra acon-
sejó que siguiese el parecer del Buey, pues él sabía las cos-
tumbres de los hombres y las cosas que más apreciaban,
como quien había estado entre ellos30. Y, habiéndoselo pre- .
guntado, respondió: — 'Señor, cuando el rey de los hombres
envía embajadores, los envía escogiendo los más nobles y
prudentes de su consejo ; y, siéndolo entre los del vuestro el
Tigre y el Leopardo 37 , deberán éstos ir, y llevar por pre-
sentes al Gato, por tener en algo vuestra similitud, y al Perro,
porque los hombres se agradan mucho de la caza 3S.
Y, -habiéndolo el León ejecutado todo según el consejo del
Buey, envió al Tigre y al Leopardo por embajadores, y por
presentes al Gato y al Perro, e hizo su camarero al Buey,
y dió a la Zorra el oficio que solía tener el Perro.
33 La palabra original «maestría» significa más bien 'industria en-
gañosa".
** Todo este segundo término de la comparación falta en el :r\;<>
catalán.
36 Corresponde a la expresión «de totes passades».
88 También la frase «como quien había estado entre ellos» es una
glosa explicativa.
87 «la Onça e lo Leupart», es decir, el lince y el leopardo ; en
todo el capítulo siguiente se traduce erróneamente «1 igre» por
«Lince».
w Versión abreviada, pero bastante fiel.
736
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
CAPITULO XLI
5. DE LOS EMBAJADORES QUE EL LEÓN ENVIÓ AL REY
DE LOS HOMBRES
Antes de partirse los embajadores, el León quiso ense-
ñar al Tigre y al Leopardo el modo de practicar su emba-
jada, y les dijo estas palabras: — La sabiduría del señor
está significada en los sabios embajadores y en que hablen
bien, aconsejen bien y estén bien unidos; y la nobleza del
señor está significada en que los embajadores vivan con
toda orden en sus casas que estén bien vestidos y tengan
su familia bien acostumbrada y bien lucida, y que así ellos
como ella no tengan avaricia, lujuria, soberbia, ira ni nin-
gún otro vicio. Cuyas circunstancias y otras muchas son
necesarias a los embajadores de un príncipe y a la corte a
quien se envían.
Cuando el León hubo doctrinado a sus embajadores con
estas palabras 2, se partieron de la corte y anduvieron mu-
chas tierras hasta llegar a una ciudad donde el rey de los
hombres tenía su parlamento. Y al entrar en ella había mu-
jeres de las que se ganan la vida con pérdida de sus cuerpos
y almas y corrompiendo los cuerpos y almas ajenas 3, que
en presencia de los embajadores pecaban con los hombres;
de que los embajadores se maravillaron mucho ; y el Leopardo
dijo a sus compañeros * estas palabras :
— Un ciudadano amaba mucho a su mujer, y como cerca
de su casa viviese una mujer mundana 5, y la mujer del
ciudadano viese entrar muchas veces los hombres a pecar
con aquella mujer, le vino deseo de ejecutar lo mismo. Y así
vivió mucho tiempo en pecado, hasta que su marido la en-
contró cometiéndole con un hombre, de que se irritó mu-
cho, por lo que la mujer le dijo: "Una vez sucedió que en
un prado se combatían dos machos de cabrío 6, y por los
grandes golpes que se daban les caía mucha sangre de la
frente, la que caía en la hierba, y una zorra la lamía, hasta
1 Falsa traducción de «que fassen honradament massió» ; es^ de-
cir, que gasten como corresponde a gente honrada y de categoría.
2 «Con lo Lehó hac adoctrináis sos missatgers com deguessen
perlar ab lo rey, ni com se deguessen captenir...»
3 Amplificación de «folles fembres de bordell».
4 En catalán se lee en singular «son companyó».
5 No escribió esto Ramón, sino : «Aquell burgués loga va •!• ostal
que ere prop son alberch, a folla fembra.»
6 El manuscrito B, que sigue el traductor castellano, dice real-
mente «bochs», que son machos cabríos ; el códice A, «bous», bueyes
(cf. ed. Galmés, II, 123, y IV, 334).
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 41
737
que, encontrándose los dos machos con gran furor, encon-
traron en medio a la zorra, y la hirieron por los costados,
de forma que del golpe murió, diciendo que ella era la
ocasión de su muerte."
— Señores 7 — dijo el Perro — , gran maravilla es de que
los hombres, que creen en Dios, no tengan escrúpulo de
dejar pecar estas malas mujeres en presencia de las gen-
tes que entran y salen en esta ciudad; en que se manifiesta
que los habitadores de ella y su señor son lujuriosos, pues
tan desvergonzadamente, como los perros, usan de la lu-
juria.— Y, en diciendo el Perro estas palabras, entraron
en la ciudad y se fueron a la posada; y después el Leo-
pardo y el Tigre, a ver al rey, con los presentes que lle-
vaban.
Pero no lo pudieron conseguir, porque aquel rey tenía
por costumbre dejarse ver muy pocas veces, para manifes-
tar su grandeza; de forma que, habiendo estado ellos, entre
otras, todo un día a la puerta de palacio sin poderlo con-
seguir, se disgustaron mucho de estar en su corte; y un
hombre injuriado, que había estado mucho tiempo en ella
sin poder hablar al rey, dijo en presencia de los embaja-
dores: — Humilde es Dios, que es rey del cielo y de la tie-
rra y de todo cuanto tiene ser, pues todas las veces que el
hombre le quiere ver y decir sus necesidades, puede, no te-
niendo porteros a quien se necesite de dar dinero, ni con-
sejeros que por él hagan injusticias y engaños, ni cree a
hombres lisonjeros, ni hace vegueres 8, jueces, bailes ni
procuradores que sean orgullosos, avaros, vanagloriosos, lu-
juriosos o injuriosos. ¡Bendito sea tal rey y todos aquellos
que le conocen, le aman, le honrar y le sirven!
Por las palabras que el hombre decía conocieron los em-
bajadores que el rey era hombre lujurioso <J ; por lo que dijo
el Tigre al Leopardo las siguientes: — Un rey quiso dar
por mujer su hija a un otro rey, y secretamente envió un
caballero a su corte para tratar el casamiento. Este caba-
llero, luego que entró en el reino 10, preguntó a los pasa-
jeros11 las costumbres del rey, los que le informaron las
tenía muy malas. Y, habiendo, en fin, encontrado dos ju-
glares que venían de la corte, les preguntó lo mismo ; y éstos
le dijeron que el rey era liberal, cazador, enamorado 12, y
" aLeupart, sènyer», en el texto original.
s t Veguer», cargo de gobierno y de justicia en toda úna comarca.
9 El texto catalán dice «injuriós»; epíteto que no concuerda tan
bien con todo lo que se sigue.
10 El inciso «luego que entró en el reino» lo añade el traductor
para -mayor claridad.
11 Ramón escribió «als pageses e al poble».
13 «enamorado» no refleja todo el sentido del catalán '(amador <Ie
dones».
738
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
le alabaron de otras muchas cosas semejantes, y que al fin
a ellos les había dado dineros y vestidos. Por cuyas alaban-
zas y por los vituperios que los otros pasajeros y el pueblo
le habían dicho, conoció el caballero que el rey era hombre
malo y de malas costumbres; y se volvió, y contó a su señor
lo que había, el que no quiso casar su hija con aquel rey,
por tener escrúpulo de dársela a hombre de malas costum-
bres.
Después de haber pasado poco tiempo de este razona-
miento 13, entraron los embajadores a hablar al rey, y le
dieron los presentes que el León le enviaba y una carta de
su parte, que contenía estas palabras: "En una provincia
había un rey que tenía muchos honrados barones, todos
hombres de gran poder. Y el rey, para que ellos le temiesen
y para poder mantener paz y justicia en sus dominios, pro-
curó tener estrecha amistad con el emperador. Y el empe-
rador, que le amaba mucho por sus buenas costumbres, se
la mantenía, con el mismo fin, y con el de que los barones
del emperador no osasen desobedecerle, ni tampoco los del
rey al emperador 14 ; y así estaban todos contentos 15 y
mantenían uno y otro la quietud y la justicia en sus do-
minios" 16. Habiendo el rey oído el contenido de las cartas
del León y recibido los presentes, dió el Gato a un ropero 17
que estaba delante, y el Perro a un caballero aficionado a
la caza; de que se disgustaron mucho los embajadores, pues
el ropero no era hombre digno de tener el Gato, que el León
enviaba para mostrar su semejanza. Y, cuando se hubieron
vuelto a la posada 18, el Perro vino a ella, y les dijo que
él estaba muy disgustado de que le hubiesen entregado al
caballero, pues le quería para cazar y perseguir los peque-
ños vasallos del León, lo 19 que se vería precisado a ejecutar.
Sucedió un día de celebridad que el rey llamó a los em-
bajadores y les dió de comer delante de sí en una bella sala,
en que comía él también con la reina y gran multitud de
caballeros. Y en tanto que comían, andaban por la sala truha-
nes 20, cantando y sonando instrumentos y diciendo tantas
deshonestidades contrarias a las buenas costumbres, que
13 Hasta aquí es una añadidura del traductor.
u Con muy poco sentido de la jerarquía feudal se introdujo en la
versión esta frase : «ni tampoco los del rey al emperador».
15 No «contentos», sino «dominados», significa el catalán «plants»
(por «plans»).
16 Amplificación del original luliano : «... e havia lo rey pau en
sa terra.»
M «ropero» traduce mal la palabra «draper» — («trapero».
38 El traductor omitió la frase «e ab lo rey hagueren perlat lon-
gament de la missatgeria per què eren venguts».
19 Esta última frase no corresponde al texto de Llull : «e per
açò havia consciència com faés cosa contra lo senyor de qui era estat.»
20 Traducción excesiva de «juglars».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 41
739
alababan lo que debían vituperar y vituperaban lo que de-
bían alabar; de lo que el rey y la reina y todos los demás
tenían complacencia.
Y, en tanto que estaban con esta diversión, entró en
la sala un hombre pobremente vestido y con grandes barbas,
el cual dijo: — No se olvide el rey, la reina, sus barones y
todos los demás, grandes y pequeños, que hay en esta sala 21,
de que Dios ha creado todas las criaturas que hay en la
mesa del rey 22 para el servicio y sustento del hombre y para
que el hombre sirva a Dios. No crean el rey, la reina ni
sus barones y damas 23 que Dios olvide la deshonestidad
y el desorden que hay en esta sala, en la cual es Dios ofen-
dido por no haber quien reprenda lo que se debe repren-
der, ni quien alabe lo que se debe alabar, ni quien dé a
Dios gracias del honor que ha dado en este mundo al rey,
a la reina y a todos los demás de su corte. — Habiendo dicho
el buen hombre estas palabras, un sabio escudero se arro-
dilló delante del rey, y le rogó le diese oficio en su palacio,
para que él alabase lo que se debía alabar y que vitupe-
rase lo que se debía vituperar; lo que no le quiso el rey
conceder, temiendo que el escudero no vituperase los de-
fectos que él tenía costumbre de hacer, en los cuales se
delectaba y quería mantener hasta el fin de sus días, guar-
dando para entonces el hacer penitencia de sus pecados.
Y, en tanto que el escudero pedía al rey aquel oficio,
y el rey se le negaba, entró el veguer de la ciudad con un
nombre que había muerto a un caballero alevosamente, por
lo que estaba condenado a la horca 24 ; y el hombre dijo al
rey estas palabras: — Señor, Dios perdona siempre que el
hombre le pide misericordia; y, pues vos sois en la tierra
lugarteniente de Dios, os pido perdón, el que me debéis
conceder a su imitación. — A que respondió el rey: — Dios
es justo y misericordioso, y obra con justicia si perdona a
aquel que comete el delito por acaso, por accidente o por
desgracia (y también al que después de cometido, de cual-
quier modo que sea, le pide perdón con propósito firme de
la enmienda) 25. Pero la justicia de Dios no tendría con-
cordancia con su misericordia si ésta perdonaba a quien
hace propósito de pecar con la esperanza de ser después
21 «qui menjen en esta sala», escribió Ramón con más fuerza
plástica.
Y añade Llull, preciso y detallista: «les quals ha creades diverses
e delitables a menjar, e ha fetes aquelles venir de longues terres...»
a El miembro «ni sus barones y damas» amengua la audacia del
original, en que el hombre de Dios se encara sólo con los reyes.
? En el texto luliano fué el rey quien le condenó : «Aquell rey
menà penjar lo hom qui havia mort lo caveller.»
* Lo que incluímos entre paréntesis lo añadió, sin duda, el tra-
ductor para que nadie interpretase torcidamente la falta de precisión
del párrafo anterior.
740
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
perdonado (pues esto es abusar de la misericordia) 25. Y, pues
tú hiciste propósito de matar al caballero con la esperanza
de que yo te perdonaría, no eres por esto digno de perdón. —
Por cuyas palabras, dichas por el mesmo rey, conocieron los
embajadores que el rey había obrado contra sí mesmo en
haber negado el oficio que el escudero le había pedido (pues
por ellas era digno de alabanza) 25.
Después que el rey y los demás hubieron comido y se
salieron de la sala, los embajadores se volvieron a su po-
sada, diciendo que era grande la nobleza de la corte y el
poder 26 del rey, si él fuese sabio y temeroso de Dios. En
el mesón encontraron a la mesonera llorando, y, pregun-
tándola qué tenía, respondió: — En esta ciudad ha tenido
el rey cortes, y para ello ha hecho juntar gran multitud de
gentes27, con gran gasto; y para subvenirle ha repartido
una gran contribución, tal que por mi parte sola habré de
pagar mil sueldos 2S, los que no tengo ni sé de dónde sa-
carlos. — Señora — dijeron los embajadores — , ¿el rey no
tiene tesoros? — A lo que ella respondió que el rey no tenía
más tesoros que la contribución que sacaba de sus vasallos,
y que, teniendo grandes gastos por las cortes que todos los
años 29 ejecutaba, los destruía. — Señora — la dijo el Tigre — ,
¿qué útilidad se sigue de tener el rey cortes todos los
años? — A que ella respondió que ninguna, antes mucho
daño; porque la gente se empobrecía, y la necesidad les
obligaba a cometer muchos engaños y falsedades y aborre-
cer al rey, porque gastaba más de lo que tenía, y porque se
lo quitaba a los unos para dárselo a los otros, que lo me-
nospreciaban, porque, fingiendo grandes misterios y nego-
cios, después no resultaba cosa de entidad ni provecho.
Y cuando los embajadores oyeron estas palabras, le des-
preciaron también (pues rey despreciado de sus vasallos
nunca puede ser apreciado de los extranjeros) 30. — Seño-
ra— dijo el Leopardo — , gran daño se sigue a este país de
que su rey no sea bien acostumbrado y rectoj — A que la
hostalera 31 respondió : — No puede el hombre explicar 32 el
daño que causa un mal príncipe: por el mal que hace y por
el bien que deja de hacer, pudiendo hacerle. Y éste es hom-
-3 Vid. nota 25 pág. 739.
-6 Versión incolora de «e gran poder havia de gents e de thesaur».
27 «qui són venguts de longues terres». En el original quien se
lamenta es el mesonero.
2S La frase que sigue sustituye a «los quals hauré a manlavar de
juheus».
29 «les quals corts fe ya tots anys .11. vegades».
30 El paréntesis es una añadidura del traductor, quien, en cambio,
omite 'a frase «menysprearen lo rey e tots los hòmens de la terra».
81 Catalanismo por «huéspeda».
32 «aestmar» significa, mejor, estimar, ponderar.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 41
74 1
bre que se confía demasiado de su consejo, siendo así que
es compuesto de hombres malvados y viles y tan soberbios,
que cada uno cree ser mejor que el rey, el que no se cuida
más que de cazar, de pasearse y de hacer vanidades y ejer-
cicios de lujuria.
Los embajadores se volvieron a palacio para hablar al
rey r¿, y, cuando estuvieron en su presencia, el rey honró
más al Leopardo que a la Onza o Tigre : 4, por causa de que
le miró con más agrado y semblante más risueño, y le hizo
sentar más cerca de sí ; de lo que la Onza tuvo gran ira w.
Y, en tanto que el rey estaba con los embajadores, cuatro
ciudades enviaron ocho mensajeros, quejándose de los ofi-
ciales reales que había en ellas; pues, siendo malos, peca-
dores y avaros, las destruían; por lo que le rogaban que
les enviase otros; pero el rey les remitió a su consejo36.
El cual, habiéndolos oído, los reprendió mucho, a causa de
que los oficiales reales tenían en él amigos, y con su con-
sentimiento obraban mal, por darles parte de lo que ilíci-
tamente adquirían. Y así los mensajeros se hubieron de
volver sin haber adelantado nada en su pretensión.
En fin, el Leopardo dijo al rey qué quería que respon-
diese a su señor; y él le respondió que le dijese 37 que le
enviase un oso y un lobo, para que se combatiesen el oso
con un jabalí que tenía muy fuerte, y el lobo con un alano -s.
Por lo que los embajadores se despidieron, y se fueron
disgustados por no haberles dado nada para sí ni para su
señor, y por parecerles que el rey quería sojuzgar al León.
Puestos en el camino, encontraron a los ocho mensaje-
ros, que se volvían a sus tierras también muy disgustados;
por lo que los unos y los otros dijeron mal del rey y de su
consejo. Y el Leopardo les preguntó si les parecía que el
rey tenía culpa de todo aquel mal régimen. A que el uno
de ellos respondió : — En una ciudad había un ciudadano muy
rico, el cual murió y dejó a su hijo cuanto tenía, e inmedia-
tamente se metieron muchos a aconsejarle, los unos que se
casase y los otros que se hiciese sacerdote :!!'. Pero él se es-
" Compárese con el original : «Con lo rey hac dormit, los mis-
satgers foren venguts al palau del rey, e no pogueren entrar perlar
ab lo rey tro que hagueren logats los porters.»
M El original sólo dice «que la Onça» ; véase más arriba, p. 735,
n. 37-
35 La traducción omite todo un párrafo : «car la Unça creya que
el rey la degués aytant ho pus honrar que lo Leupart».
34 «e dix que son concell proveiria a lurs demandes».
ST Ramón escribió más cortésmente : «... que li saludas lo rey,
e que li digués de sa part.»
*' El catalán dice : «... ab lo qual volia que-s combatés -i- lop tot
!o pus mal que fos en la cort del Lehó.»
" Llull dice más vagamente : «los altres lo pregaven que en-
tràs en ofda.»
742
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
timó más 40 vender cuanto tenía y hacer un hospital, para
que se albergasen los peregrinos que venían de la Tierra
Santa; y un puente, para que ellos y los demás pasajeros
pasasen, sin mojarse, un río que estaba a la entrada de la
ciudad, en el cual se habían anegado muchos 41. Cuando hubo
acabado sus dos obras, soñó una noche que todo cuanto bien
de ellas se seguiría le serviría de mérito delante de Dios. —
Cuando el Leopardo oyó estas palabras, conoció que el rey
tendría pena en el infierno, tan grande como era el daño que
se seguiría de las malas costumbres que él y su consejo ha-
bían esparcido con su mal ejemplo 42 ; por lo que dijo que él
se estimaba más ser bestia irracional, aunque no fuese nada
después de muerto, que ser mal rey de los hombres, a vista
de los males que por serlo se originaban. Al tiempo de des-
pedirse los mensajeros y los embajadores, el Leopardo les
dijo que confiasen en Dios, para que en breve tiempo les
diese buen príncipe 43, pues con esto Dios no sufre que el
majo viva mucho, por que no haga tanto mal como haría si
él viviese.
Volviendo el discurso a tratar de la corte del León, en
tanto que sus embajadores estaban en la del rey de los hom-
bres, se ha de saber que la Zorra, que quedó por portera
del rey, le dijo que el Leopardo tenía por mujer la más her-
mosa bestia del mundo; y la alabó tanto, que el rey se ena-
moró de la Leoparda y la hizo su mujer, a pesar de la reina
y de todo su consejo; y todos los que le componían conci-
bieron gran miedo cuando vieron que la Zorra había hecho
hacer al rey tan gran defecto contra su buena mujer y con-
tra el Leopardo, que era su leal servidor. Por lo que el Buey
dijo a la Zorra: — Amiga, gran miedo tengo de que el Leo-
pardo te ha de ser muy contrario cuando sepa que tú has
sido causa de que el rey le quite su mujer. — A lo que respon-
dió la Zorra : — Una vez sucedió que una doncella de la reina
cometió una falsedad contra su señora, y esta doncella ad-
quirió tanto el afecto del rey, que la reina la temía mucho,
y por miedo del rey no se osaba vengar de ella.
A poco tiempo llegaron los embajadores a la corte del
León, su señor, y, habiéndole dado cuenta de su suceso, el
Leopardo se fué a su casa, donde creyó encontrar su mujer 4i,
40 Catalanismo por «prefirió» («fo en volentat»).
41 El texto luliano añade : «... molts pelagrins qui venien e ana-
ven en Jherusalem.»
42 Se omite aquí todo un párrafo : «e dix que la pena que stava
apperellada al rey e a son concell, era enesmable.»
43 Ramón concreta más : «... qui hagués bon concell e bons
officials.»
44 aque molt amava», añade Ramón emotivamente.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 42
743
y halló en ella a la Mustela, al Hurón 45 y a todos los demás
de su familia con suma tristeza, los que contaron al Leopardo
el deshonor que el rey le había hecho y cómo le había for-
zado su mujer; de que el Leopardo se irritó en extremo, y
preguntó si su mujer había mostrado gusto en el suceso o
si había sido violentada. A que respondió la Mustela que su
señora había mostrado gran sentimiento y lloraba mucho este
suceso, por causa de que a él le amaba sobre todas las cosas.
De cuyas razones el Leopardo se irritó mucho más que no
lo hubiera estado si ella hubiese sido rogada y no violen-
tada; por lo que con esta tristeza se puso a discurrir el
modo de vengarse del León.
CAPITULO XLII
6. De la batalla que hubo entre el Leopardo y la Onza
El Leopardo se volvió a la corte del rey, y la Zorra, vién-
dole venir, dijo al rey con todo secreto: — éeñor, por vues-
tros amores con la Leoparda he caído en desgracia de su
marido ; y, si vos no me honráis y me tenéis cerca de vuestra
persona, es cierto que él me quitará la vida. — Por cuyas
razones el León luego hizo a la Zorra de su consejo y la dió
lugar inmediato a su persona (e hizo, por consejo de la mis-
ma, su portero al Pavón, porque siente mucho), aunque
con disgusto de todos los barones y nobles, y sobre todo del
Leopardo, por haber tenido noticia de que la Zorra había sido
ocasión de su desgracia.
Por lo que, en presencia del rey y de toda su corte, retó
al rey de traición, pues inicuamente le había quitado a su
mujer; y que si en la corte había algún barón que quisiese
tomar la demanda por el rey, que él se combatiría con él
cuerpo a cuerpo. Y, aplazando la batalla, dió al rey una pren-
da suya; de que el León tuvo gran ira \ y dijo a sus barones
que quién de ellos quería defender su punto y estimación con-
tra el Leopardo2. Y, como ninguno quisiese tomar el parti-
* aMustela» es catalanismo por «Ardilla» ; «el Hurón» no se men-
ciona en el original.
1 El texto primitivo es más explícito : aruolt fo irat lo rey contra
lo Leupart, e hac gran vengonya de ses gents, com fVn apellat
traydor.»
*xLa versión omite todo un párrafo : «Tots los barons callaren,
tro eme Na Ranart dix aquestes peraules : — Traïció és cosa aui és
a Déu molt desagradable, e gran desonor és a tot lo poble del rey,
que lur senyor sia appellat de traïció. Enaxí con lo Leupart fa gran
744
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
do, Ta Onza, acordándose que el rey de los hombres había
honrado más al Leopardo que a ella, le tomó, aunque le re-
mordía la conciencia, como sabía que el rey había obrado
mal 3.
En fin, vinieron al campo de batalla, con gran concurso
de pueblo 4 que quería verlos combatir ; y, habiendo pregun-
tado el Gallo a la Serpiente que cuál le parecía que vencería,
ésta le respondió : — La batalla se permite 5 porque la ver-
dad confunda y destruya a la falsedad; y, siendo Dios ver-
dad, todo el que defiende la falsedad combate contra Dios y
contra la verdad. — Cuyas palabras oídas por el Leopardo, se
consoló mucho, y, al contrario, la Onza concibió gran recelo
y tristeza, temiendo que los pecados del rey habían de ser
causa de su deshonor y de su muerte.
La batalla duró todo aquel día hasta la hora de comple-
tas, porque Ta Onza se defendía ferozmente, y hubiera ven-
cido y muerto al Leopardo si la falta de razón no la desma-
yase, y si la que el Leopardo tenía, ayudado de la verdad y
de la ira concebida contra el rey, no le diese alientos; de
forma que le parecía que por ningún motivo podía ser venci-
do. Y le dió tanto vaTor esta consideración, que al fin venció
a la Onza 6, y le hizo confesar, delante de toda la corte, que <
el rey su señor era falso y traidor ; de que todo el pueblo tuvo
gran vergüenza, y el rey mucha más, y en tanto grado, que
se arrojó y despedazó al Leopardo, sin que éste se pudiese
defender contra su señor 7 ; de que todos los de la plaza
tuvieron gran despecho, y cada uno de por sí deseó estar
bajo el dominio de otro príncipe, por ser cosa peligrosa el vi-
vir bajo del que es injurioso, iracundo y traidor.
Habiendo estado el León toda aquella noche con gran tris-
teza y despecho, por la mañana juntó su consejo y Tes dijo
le diesen su parecer sobre lo que el rey de los hombres le
había enviado a decir de que le enviase un oso y un lobo.
—Señor — dijo la Serpiente, que era el consejero más sabio — ,
muchos osos y muchos lobos hay en vuestro país, de los cua-
les podéis escoger el que os parezca mejor para enviar. — (Pero
desonor a son senyor, e per fer desonor se vol metre en perill de
mort, enaxí farà honor tot bo baró qui seondescha lo rey de trahi-
ció ; e qui, per salvar sa honor, se matrà en la batalla, trobar n'à
del rev gran gasardó — . Per la gran desonor que el rey prenia cant
lo Leopart lo raptava de trahició, e car la Unça aïrà lo Leopart
quant lo rey dels hòmens lo havia honrat...»
3 «havia feta malvestat e engan contra lo Leupart, qui leyal-
ment lo havia servit tot lo temps de sa vida.»
4 «e tot lo poble dix : — Ara apperrà qui venerà, ho veritat
ho falcetat.»
5 afo atrobade» dice propiamente el texto catalán.
6 El original añade que la mató.
* Toda esta parte abrevia notablemente el texto catalán, aunque
conservando el sentido.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS.
42
745
la Zorra dijo: -^Señor, el rey de los hombres es el más sa-
bio s y más poderoso que hay entre todos los reyes del mun-
do; por lo que es necesario que vos, señor, le enviéis el
más fuerte y más sabio oso y lobo que tengáis 9. Y, habién-
dole preguntado el rey que cuáles eran estos dos, le respon-
dió que, pues tenía un Oso y un Lobo en su consejo, era con-
secuente que fuesen estos dos los más fuertes y sabios en-
tre todos los demás de su especie ; lo que al rey pareció bien,
y los envió, sacándolos de su consejo, sin que ellos se osasen
excusar, porque amaban la honra y temían se les notase de
cobardes.
Entonces la Zorra dijo al rey que, así como enviaba los
más nobles de su tierra por presente, así era necesario que
los llevase el más sabio embajador de su corte; lo que al rey
pareció bien, y envió como a tal a la Serpiente.
Pero antes que la Serpiente saliese de la corte, dijo es-
tas palabras: — -Una vez sucedió que una zorra encontró en
un prado una asadura 10, en la cual había oculto un anzuelo
que un cazador había puesto para cogerla; y la Zorra, vien-
do la asadura, no la quiso tocar, diciendo: "No está esta
carne puesta en este prado sin intención y peligro." Mas como
el León, después que estuvo en pecado por la muerte del Leo-
pardo, no tuviese tanta sutileza como antes, no entendió la
significación de las palabras de la Serpiente; por lo que la
mandó que se las expusiese. Y ella dijo [que] aquel 11 con-
sejo que la Zorra le había dado no se le daba sin intención
y falsedad, y que, después que el Buey y la Zorra habían
entrado en su corte, no faltaban en 12 ella trabajos, tribula-
ciones y peligros.
Cuando el Buey oyó a la Serpiente, se excusó, diciendo
que él no había hecho ningún mal contra el rey 13, y que, si
él estaba allí, era porque la Zorra se lo había aconsejado, di-
ciéndole que para ello bramase tres veces por la noche y tres
por el día 14.
8 Por «lo puN noble».
0 «car si no ho fets — añadió la Zorra — porie-us ésser blasme e
perill».
10 Como traducción de «frexura», propiamente desperdicio de las
entrañas de algún animal.
u Desde esta palabra hasta «falsedad, y» lo añade por su cuenta
el traductor.
M El traductor escribió «de» y añadió la siguiente ingenua acota-
ción : «Esto es, después que la ignorancia y la malicia.»
13 En la traducción se evapora el pintoresco sentido de timidez
del original : «... e dix que ell no li era de neguua cosa mal mirent,
ni no era semblant que ell degués fer neguna res de mal estant
contre lo rey ni sa cort, cor lo rey lo tenia honrat ; e car era bèstia
bona ' a menjar de rey, e lo rey no-l volia menjar, per ço devia
gardar e salvar al rey tota sa honor.»
* «e que vengés á la cort— prosigue el texto — per tractar ab lo
rey molt de bé».
746
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
Lo que oyendo la Zorra, tuvo gran disgusto, y concibió en
su corazón mala voluntad contra el Buey; por lo que, como
un día de gran nieve y frío el León y los de su comitiva no
tuviesen qué comer y el León pidiese a la Zorra algún arbi-
trio para ello, ella respondió que no sabía, pero que pregun-
taría al Pavón si sentía alguna bestia cerca de allí que pu-
diesen comer, y partió a encontrarle. El Pavón, viéndola
venir, tuvo gran miedo; y ella le dijo que si el Rey le pre-
guntaba si sentía alguna bestia que pudiesen comer, que
dijese que no, pero que sentía que al Buey le olía mal el
aliento y que en breve había de morir de enfermedad. Lo
que el Pavón se encargó de hacer por dos fines: el primero,
por temor de la Zorra, y el segundo, porque el Buey le co-
mía el trigo; y habiendo dicho al León lo que le había en-
cargado la Zorra, le vino deseo 15 de comerse el Buey, pero
tenía el reparo de haberle prometido toda seguridad y de
que le había servido bien.
Conociendo la Zorra que el rey dudaba si se comería o no
al Buey, se llegó a él y le dijo que, respecto de que, según
el conocimiento del Pavón, el Buey había de morir en breve
de enfermedad, que por qué no se le comían, mayormente
cuando Dios permite al rey servirse de sus subditos siempre
que la necesidad le obliga a ello. Y habiéndola puesto el León
el reparo de la seguridad que le había prometido, ella le
dijo si se le comería si el Buey mismo decía que se le comie-
se y le absolvía de la seguridad que le había prometido. Y ha-
biéndola dicho el León que sí, ella se fué a encontrar un
cuervo que estaba hambriento, y le dijo:
—-El León tiene gran hambre, y yo dispondré cómo mate
al1 Buey, que está muy gordo y bastará para todos; pero
para ello me has de ayudar tú, diciendo al León que te coma ;
lo que él no ejecutará, pues yo lo estorbaré con mi consejo;
y, cuando yo me le ofrezca para que me coma a mí, tú has
de decir que yo no soy buena para eso y que mi carne es mal-
sana.
Y, habiendo la Zorra doctrinado así al Cuervo, se fué a
encontrar al Buey y le dijo que el rey se le quería comer,
porque el Pavón le había dicho que le olía mal el aliento y
que en breve moriría de enfermedad. De cuya noticia conci-
bió el Buey gran miedo, y dijo que era verdadera la palabra
que el labrador había dicho al caballero. — 1¿ Y cómo fué ello ?
— dijo la Zorra — . A que el Buey respondió : — Un rico labra-
dor deseaba honras, y para conseguirlas dió su hija por mu-
jer a un caballero que amaba la riqueza del labrador. Y la
honra convirtió en sí a la riqueza, y la riqueza no pudo te-
ner poder para que el labrador pudiese tener la honra del
15 Al León.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 42
747
caballero; y el labrador fué pobre y no honrado, y el caba-
llero, honrado y rico. Y entonces el labrador dijo al caba-
llero que en el parentesco del caballero y del labrador está
incluida la pobreza y trabajos del labrador y la honra del
caballero; lo que sucede en este caso, pues en el León está
la muerte del Buey, y en la muerte del Buey, el alivio del
León. — Pero, esto no obstante, la Zorra aseguró al Buey para
que no tuviese miedo, ponderándole la seguridad que el León
le había prometido, y que era mejor que él voluntariamente se
ofreciese para que se le comiese, lo que sería al León muy
agradable; por cuyo motivo, y por lo que le había ofrecido,
no tenía que temer, además de que ella dispondría las cosas
de modo que el León no le ofendiese.
Habiendo la Zorra dispuesto así las cosas, se fué delan-
te del León con el Buey y con el Cuervo, y éste se le ofreció
luego para que se le comiese. Pero la Zorra dijo que el Cuervo
no tenía carne conveniente para el alimento del rey, y que
allí estaba ella, que se la comiese, pues no tenía otra cosa para
darle de comer; pero el Cuervo dijo que la carne de Zorra
era muy malsana. Entonces e'l Buey se ofreció del mismo
modo y para el mismo efecto, añadiendo que él era grande y
gordo y tenía buena carne para que el León se alimentase.
Lo que oído por el León, le mató y comió de él; y de lo que
dejó, la Zorra y el Cuervo cuanto gustaron.
Después de muerto el Buey, el León preguntó al Gallo y
a la Zorra que a quién haría su camarero; y, queriendo el
Gallo hablar primero, la Zorra le miró con semblante airado,
por lo que no se atrevió hasta que ella hablase. Y la Zorra
dijo que el Conejo tenía agraciada preferencia y era animal
humilde, y ejercería bien el empleo que habían tenido el Gato
y el Buey. Y, pidiendo el León su parecer al Gallo, éste ño se
atrevió a oponerse al de la Zorra, por lo mucho que la temía ;
y así aconsejó al rey lo mismo que ella. Por lo cual el León
hizo su camarero al Conejo, y entonces la Zorra alcanzó todo
el poder de la corte, porque el Gallo, el# Pavón y el Conejo la
temían, y el León la creía.
Sucedió un día que el rey tuvo que tratar un gran nego-
cio y se aconsejó sobre él con el Gallo y con la Zorra. Y el
Gallo dijo al rey que no era él suficiente a tomar resolución en
semejante dependencia sin otros compañeros; y aconsejó al
rey que aumentase el número de los de su consejo, pues era
el deshonor tenerle tan diminuto como lo estaba desde que
faltaban de él la Serpiente, el Leopardo, la Onza y el Lobo.
Lo que pareció bien al rey, pero la Zorra se opuso^diciendo :
— En un país sucedió que había un hombre a quien Dios ha-
bía dado tanta ciencia, que entendía todo lo que decían los
animales y las aves. Pero se la había dado con tal condi-
743
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
ción que, de cuanto de ellos entendiese ni oyese, no había de
comunicar nada a nadie, y que aquel día que lo diría había de
morir. Este hombre tenía un huerto, en el cual había una
noria, de que un buey sacaba agua, y tenía también un burro
que acarreaba el estiércol para estercolarle. Sucedió una tar-
de que el buey estaba muy cansado, y el burro le aconsejó
que aquella noche no comiese la cebada, porque a la mañana
su amo no le hiciese tirar la noria; lo que el buey ejecutó,
estándose toda la noche echado. Y el hortelano, creyendo que
el buey estaba enfermo, puso el día siguiente al burro a ti-
rar la noria, en que tuvo gran trabajo. Y, habiendo éste en-
trado por la noche en el establo y hallado al buey que des-
cansaba, le dijo : "Nuestro amo te quiere vender a un carni-
cero, porque cree que estás enfermo; y así, antes que esto
suceda, es menester que te vuelvas a tu trabajo y hagas ver
que estás bueno" 16. Lo que oído por el buey, comió aque-
lla noche bien y manifestó estar sano. El amo, entendiendo la
conversación del buey y del burro, no pudo disimular la risa;
lo que visto por su mujer y queriendo saber de qué se reía,
él no quiso decírselo (temiendo que la muerte le asaltaría si
decía y revelaba lo que sabía) 17. Pero la mujer, empeñada
en saberlo, le hizo tan grandes instancias, que por fin le dijo
que no comería ni bebería hasta que se lo dijese, y que, en
caso necesario, se dejaría morir. Y, con efecto, no quiso co-
mer ni beber en todo aquel día ni aquella noche. Y el marido
la amaba tanto, que dijo se lo diría; y para ejecutarlo hizo
primero su testamento; pero cuando ya se lo quería decir,
oyó lo que el perro de su casa dijo al gallo y lo que el gallo
le respondió. — Y, preguntado el León a la Zorra qué era lo
que había dicho el uno y respondido el otro, ésta prosiguió
diciendo: — En tanto que el hombre hacía su testamento, el
gallo cantó, y el perro le reprendió porque cantaba cuando su
señor había de morir, siendo tan fino, que jquería morir por
que su mujer viviese; a que el gallo respondió que bien me-
recía morir hombre tan simple, que no sabía ser señor de una
mujer. Y entonces se»puso a llamar a diez gallinas que tenía,
y habiéndolas hecho venir, hizo de ellas lo que quiso ; lo que
visto por el perro, se consoló con el gallo de la muerte de su
señor, pues era tan simple; y volvió a cantar, y el perro a
alegrarse. Y prosiguió el perro diciendo: "Compañero, si tu-
vieses una mujer tan loca como nuestro amo y te sucediese
el caso que a él le sucede, ¿qué harías?" A lo que el gallo
respondió que cortaría cinco varas de un granado que había
en el huerto y batiría con ellas a su mujer hasta que todas
36 Llull añade : «Aquestes peraules dix l'ase al bou, per ço que
hom no-l tornas a tirar la sínia, qui li era de major treball que los
fems que aportava.»
JT Iodo el paréntesis es una añadidura.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 42
749
se hubiesen quebrado, y que bebiese y comiese o se muriese.
Por lo que luego que el hombre entendió la conversación del
gallo y del perro, se levantó de la cama y ejecutó lo que al
gallo había oído; y, cuando su mujer estuvo bien apaleada,
comió y bebió e hizo todo lo que su marido le mandó. — Con-
cluido este ejemplo, añadió la Zorra que el Gallo era tan sa-
bio, que podía aconsejar en todas cosas, por lo que no era
menester que el rey aumentase el número de sus consejeros,
mayormente cuando de la multitud de ellos se originan gran-
des disensiones, diversas opiniones, intenciones y volunta-
des, por lo cual se turba todo y arrasan los negocios.
Después de haber acabado la Zorra su razonamiento, hizo
el Gallo el siguiente: — Un papagayo y un cuervo estaban
sobre un árbol, debajo del cual había una mona que había
puesto leña sobre una lucerna 1S, creyendo que era fuego, con
intención de que la leña se encendiese, y de calentarse ella.
Y el papagayo, viéndola, la daba voces, y decía que no era
fuego, sino lucerna. Pero el cuervo le reprendió, diciendo
no quisiese aconsejar ni doctrinar a aquel que no recibe con-
sejo ni corrección. Mas el papagayo prosiguió siempre di-
ciendo a la mona que no era fuego lo que él tenía por tal;
y el cuervo prosiguió, otras tantas, en reprenderla, porque
intentaba poner derecho lo que naturalmente es torcido. Has-
ta que al fin (viendo el papagayo que sus amonestaciones
desde allí no bastaban) 19, bajó del árbol y se arrimó a la
mona para darla mejor a entender lo que la reprendía; pero,
habiéndose acercado a ella, la mona le cogió y le mató.
Habiendo oído el León el ejemplo que el Gallo había con-
tado, creyó que lo decía por él, y le miró con un semblante
cruel, en que manifestó su mala voluntad. Y entonces la Zo-
rra cogió al Gallo, le mató y se le comió delante del León.
Habiendo quedado la Zorra por único consejero del rey,
el Conejo por su camarero y el Pavón por su portero, llegó
ella al colmo de su felicidad, y hacía del rey todo lo que que-
ría. Y, estando en esta (a su parecer) 20 bienaventuranza, se
acordó de la traición que contra el rey había concebido, cuan-
do dijo al Elefante que ella dispondría que el rey muriese y
que él fuese rey. Y, aunque estaba gustosa de la grandeza
que había adquirido, tenía temor de que el Elefante la des-
cubriese, por lo que quiso tratar de nuevo la muerte del rey,
para cumplir lo que al Elefante había prometido.
18 Por «luciérnaga».
M El paréntesis ]o añade el traductor.
?■ Paréntesis del traductor.
750
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
CAPÍTULO XLIII
7. De la muerte de la Zorra
No habiéndose olvidado la (Zorra de disponer la muerte
del rey y habiéndose olvidado de los honores excesivos que
de él había recibido, dijo al Elefante que ya era hora de que
el rey muriese, pues no había en la corte otro consejero que
ella. Sobre cuyas palabras, habiendo reflexionado el Elefan-
te, le pareció no debía consentir en la muerte del rey. Pero,
de otra parte, temía que, si no ejecutaba lo que la Zorra de-
cía, ella lo descubriría y dispondría su muerte 1. Y también
temía que, si él llegaba a ser rey, la Zorra le haría las mis-
mas traiciones que a su señor; por lo que eligió el no con-
sentir en la muerte de éste, aunque peligrase su vida. Y así
le pareció mejor tratar y disponer con maña e industria la
muerte de la Zorra 2 ; pues, si la traición cabía y se hallaba
en un cuerpo tan pequeño como el de ella, cuánto más debía
caber la industria y la lealtad en un cuerpo tan grande como
el suyo.
Estando el Elefante en esta consideración, le dijo la Zo-
rra en qué pensaba y que por qué no apresuraba y disponía
el ser rey antes que volviese la Serpiente de su embajada,
que con su sabiduría y destreza se lo impediría. Lo que oído
por el Elefante, hizo el ánimo de esperar a la Serpiente an-
tes de tratar ninguna cosa contra la Zorra 3. Y, viendo ésta
que el Elefante era negligente en su propio negocio, tuvo
miedo de que no la descubriese 4 ; por lo que le dijo que se
diese priesa, porque, si no, trataría el hecho de un modo
que le pesase.
De cuyas razones tuvo el Elefante gran miedo, y quiso
saber cómo quería la Zorra que la tratase cuando él fuese
rey. Y ella le dijo que del mismo modo que la trataba el rey
actual, siendo su único consejero ella, su camarero el Co-
nejo y su portero el Pavón.
1 El traductor omitió aquí todo un párrafo : «Finalment se acordà
l'Orifany que no consentís a Na Ranart, car gran consciència avia
que el rey morís.»
2 En el texto luliano se da un fundamento moral a esta decisión :
«Dementre que l'Orifany enaxí considerave, ell dix enfre si que
enaxí com Na Ranart ab maestria volie fer auciure lo rey, que enaxí
ell ab maestria faés auciure al rey Na Ranart.»
3 El texto catalán añade : «e que ab la Serpent que tractàs com
lo rey auciés Na Ranart».
* «hac temor que la Serpent no vengués, e que l'Orifany no la
descobrís».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 43 75¿
Después la preguntó el Elefante de qué modo quería dis-
poner la muerte del rey, y ella le dijo: — Has de saber que
el Jabalí es fuerte y orgulloso y presume ser igual en per-
sona y fuerzas con el rey; por lo que yo le diré que el rey
le quiere matar, y que así se guarde de él; y después diré
al rey que se guarde del Jabalí, porque tiene deseo de rei-
nar; con cuyo medio dispondré que el rey mate al Jabalí;
y, cuando estará cansado y fatigado de la batalla en que
le habrá muerto, tú con poco trabajo le puedes superar y
ocupar el trono.
Cuyo pensamiento oído por el Elefante, pensó el medio
de engañarla con el mismo, y para ello la dijo: — Toda pro-
mesa en que no hay testigos es nula; por lo que yo quiero
que los haya de lo que yo te prometo, pues será factible
que, cuando yo sea rey, me olvide de todo ello si no hay
quien me reconvenga con lo que prometí 5. — Mucho penso
la Zorra en estas palabras del Elefante, temiendo que los
testigos la descubrirían; y, observando el Elefante sus du-
das, la dijo (para asegurarla) que los mejores testigos que
él podía hallar eran el Conejo y el Pavón, y que, pues eran
sus hechuras, no tenía que temer el que la descubriesen. Lo
que a la Zorra pareció bien, y así, en presencia del Conejo
y del Pavón, se firmó el contrato ; los que prometieron guar-
dar todo secreto.
Después el Elefante aconsejó a la Zorra que, en primer
lugar, dijese al Jabalí que el rey le quería matar, y que des-
pués se lo dijese al rey. Y, habiendo la Zorra seguido este
dictamen, se fué a buscar al Jabalí para decírselo, en cuyo
intermedio el Elefante se fué a buscar al León y le contó
todo lo que había pasado, pidiéndole al mismo tiempo per-
dón, pues había amado más ser su leal vasallo que rey con
traición. El León le dijo que cómo podía él certificarse de
aquel hecho. Y el Elefante le respondió que lo podía conocer
en que la Zorra había dispuesto quedar por su único conse-
jero, y que al Conejo y al Pavón, que por naturaleza la te-
mían, los había empleado en los primeros puestos de su pa-
lacio; y que se podía certificar de ello mejor, pues la Zorra
se había ido a decir al Jabalí que él le quería matar, y que
vendría a decirle a él que el Jabalí quería matarle, y que le
aconsejaría que le mostrase el semblante orgulloso, para que
el Jabalí tuviese por verdad la falsedad que ella le habría
dicho.
Después le dijo el Elefante cómo el Conejo y el Pavón
habían consentido en su muerte; de que el rey se maravilló
mucho, y más de que la Zorra, a quien él había favorecido
y honrado tanto, tratase semejante traición ; por lo que dijo :
• Tradnrción abreviada, pero fiel.
752
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
— A mi padre oí cantar que, habiendo mi abuelo, que era
rey de un gran reino, abatido los barones y grandes, a quien
por naturaleza pertenecía el honor, y exaltado los viles y
plebeyos, y entre ellos a la Mona, ésta, como tenía alguna
similitud con el hombre, deseó ser rey, concibiendo, en lugar
de agradecimiento, traición contra quien la había honrado
y distinguido. — Señor — dijo el Elefante — , en poco vaso no
puede caber mucho vino, ni en vil persona gran honra ni
lealtad; por lo que es conveniente el que matéis a la Zorra,
que creéis un buen consejo y que seáis absoluto en vuestros
dominios, no sujetando más a malvada y ruin persona la
nobleza que Dios os ha dado por sangre y por oficio.
Después de esto, el Elefante buscó al Jabalí, a quien ya
la Zorra había hablado, y le dijo cómo él sabía lo que ella
le había dicho ; de que el Jabalí se maravilló ; y, en tanto que
los dos hablaban, la Zorra se fué a buscar al rey y a decirle
cómo el Jabalí le quería matar. Y entonces el León conoció
del todo la traición ; y, haciendo juntar delante de sí muchos
barones, y entre ellos al Elefante, la Zorra, el Jabalí, el Co-
nejo y el Pavón, preguntó 6 a estos dos últimos le dijesen la
verdad, en cuanto habían prometido ser testigos en favor
de la Zorra después de su muerte; de que ellos concibieron
gran miedo, y ella mucho mayor. Mas, no obstante, dijo es-
tas palabras: — Señor, con intención de tentar y conocer si
vuestros barones son buenos, le dije al Elefante y al Jabalí
lo que sabéis. Pero al Conejo y al Pavón nunca he dicho lo
que el Elefante me acumula. — Y esto dijo confiada de que
estos dos no la descubrirían, por lo mucho que la temían.
Pero el rey, mirándolos con semblante horrible y dando
un gran rugido, para que la virtud natural de su gran seño-
río tuviese mayor poder en el espíritu del Conejo y del Pa-
vón que el que tenía en ellos la naturaleza de la Zorra, les
dijo que le dijesen la verdad, la que ellos no pudieron ne-
gar ; y entonces el rey mató a la Zorra, con lo que quedó su
corte en quietud, y buen estado, haciendo el rey de su con-
sejo al Elefante, y al Jabalí, y a otros honrados barones, y
echando de él al Conejo y al Pavón.
Finalizado el Libro de tos animales, Félix se le llevó y
presentó a un rey 7 para que viese y observase cómo en las
operaciones de los animales está significado el modo de rei-
nar bien y de precaverse de los malos consejeros, engañosos
privados y malos hombres.
6 Por «pidió», que ambos sentidos puede tener el verbo «de-
manda».
7 Tal vez el rey de Francia, Felipe IV el Hermoso.
LIBRO VIII
DEL HOMBRE
PRÓLOGO
Después de haber observado Félix todas las cosas antece-
dentes en los animales y presentado el libro que de ellos com-
puso al rey, se partió de la corte 1, y caminó mucho tiempo
sin hallar de qué admirarse, hasta que llegó a un prado don-
de halló muchas ovejas, y en un cercado en que estaban me-
tidas había entrado un lobo que las mataba y devoraba, sin
que un pastor que estaba cerca de allí, en una cabaña, se qui-
siese levantar de la cama, porque hacía mal tiempo de lluvia
y viento. Y un perro que inmediato a él se combatía con otro
lobo, ladraba fuertemente para que el pastor le ayudase ::,
mas él de nada se dolía 4.
Y, maravillado Félix de la pereza y cobardía del pastor,
pues ni ayudaba al perro que con el lobo se combatía, ni a las
ovejas a quien el otro lobo devoraba, le dijo: — En guardia
y custodia del alma nos ha entregado Dios el cuerpo, para
que no le entre pecado mortal ; y así el alma será por su cul-
pa condenada si no defiende al cuerpo que está puesto a su
cuidado. También ha encomendado Cristo el mundo en guar-
da del sumo pontífice, de los cardenales y de los prelados de
la Iglesia. Ladren los cristianos que están cerca de los infie-
les, para que Su Santidad y los hombres virtuosos los soco-
rran, y destruyan todos los errores que hay contra la Igle-
sia. Piedad y dolor tengo de las ovejas que veo despedazar
al lobo, y del perro que pelea, pues no hay quien le ayude.
Gran maravilla me da el que, no teniendo éste razón ni co-
nocimiento, cumpla con el oficio que le está encomendado,
y de que tú, pastor, faltes al tuyo. — Estas y otras muchas
palabras dijo Félix al pastor, el cual las menospreció todas,
1 Hasta aquí no está en el original.
2 vcen una cabaña» tampoco es del original.
* Ramón especifica : «... que li ajudàs contra lo lop ab qui-s com-
batía, e contra lo lop qui les ovelles auceya.»
* Frase añadida inútilmente por el traductor.
754
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
y, teniéndole por loco, le dijo muchas villanías y amenazó
rigurosamente 5.
Por lo que Félix se apartó de él, maravillado de que cu-
piese en el pastor tan desordenada intención; a cuyo pen-
samiento se le aumentó inmediatamente el deseo de inquirir
la naturaleza del hombre y del ser humano, para por él po-
der alcanzar conocimiento de la ocasión por que el hombre
está en pecado o hace buenas obras.
Y a poco rato encontró en el camino dos hombres que
disputaban 6 ; y, habiéndolos saludado, ellos estaban tan en-
furecidos, que no le respondieron, por lo que se puso a escu-
char lo que decían, para por ello saber la causa de su cues-
tión 7 ; y oyó al uno estas palabras 8 :
— En el mundo no hay cosa tan deleitable como el honor
y la buena fama, pues por adquirirla trabajan los hombres
con gusto, y se exponen a cualquier peligro 9 por que alaben
sus hechos y sus dichos. Y por esto se visten ricamente, po-
nen grandes aparamentos en sus casas, bellas armas, bellos
caballos ; juntan muchos dineros y muchos criados ; y, en fin,
por el honor y la fama hace el hombre grandes hechos 10 y
se aventura a grandes hazañas, a batallas, a asaltos y a
otros muchos peligros.
De otra parte alegaba el otro hombre 11 y decía: — A Dios
solamente pertenece el honor, pues tiene el ser por sí mesmo,
del cual carece toda criatura, que es, en fin, producida de la
nada, y a la nada tornaría si el mesmo Dios no la sostenía.
Y, si algún hombre debe ser honrado, debe serlo para que
en él lo sea Dios, como se ve en el honor que hacemos a los
prelados, a los príncipes y a otros nobles hombres, a los cua-
les honramos sólo porque Dios los ha honrado sobre los
otros hombres 12.
Después de estas palabras, dijo el que había hablado pri-
mero 13 : — En una ciudad había un ciudadano muy rico, y
con el fin de ser honrado tenía en su casa gran ostentación
y hacía grandes hechos, de forma que por sus muchos gastos
5 Según el original : «... e manaçà-li ergullosament, en tal manera
que Fèlix hac paor de morir.»
6 El texto catalán prosigue : «la -i- d 'aquells hòmens havia nom
Poch-me-preu, e l'altre havia nom Diria-hom».
7 Llull dice más ingenuamente : «... per ço que en aquelles perau-
les pogués entendre alguna cosa de què-s pogués meravellar.»
* Quien habla es «En Diria-hom», es decir, el respeto humano,
dirigiéndose a «En Poch-me-preu», esto es, el desprecio de sí mismo.
* «y se exponen a cualquier peligro» es una añadidura innece-
saria.
10 Ramón añade aquí : «e vol hom molt donar, molt convidar».
11 Esto es, «En Poch-me-preu».
12 Ramón continúa aún : «per ço que aquells que Déus ha pus
honrats, honren més Déus que los altres hòmens».
13 Traducción muy inhábil de «En Diria-hom dix a-N Poch-me-
preu.»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS.
43
755
llegó a ser pobre, con gran dolor y sentimiento suyo, por no
poder mantener la ostentación que antes mantenía. Sucedió
que, sabiéndolo el rey, le dió un castillo y gran renta 14, para
que pudiese mantenerse con la grandeza que solía; de que
todos los hombres de la ciudad se complacieron mucho, y
alabaron la acción y generosidad del rey.
Concluido este razonamiento, dijo el que había hablado
en segundo lugar 15 : — En una ciudad había un ciudadano
que amaba mucho la honra de Dios; y, como sucediese que
en ella hubiese una gran carestía y hambre 16, el ciudadano
daba y socorría los pobres 17 por amor de Dios cuanto podía.
Y, como su mujer, que era orgullosa y tenía miedo de que
su marido llegase a ser pobre y por ello fuesen desprecia-
dos, le reprendiese porque daba tanta limosna, él la res-
pondió que, si las gentes le despreciaban, Dios le apreciaría,
y que, si le vituperaban, Dios le alabaría, y, en fin, que más
estimaba la alabanza verdadera de un hombre solo, que la
falsa de muchos.
En esta contienda caminaban los dos hombres, y Félix
tras ellos 1S, hasta que llegaron a una ciudad; y al entrar en
ella, el que habló primero (que significa al amor propio) se
puso unos calzones 19 de grana que llevaba, unos zapatos pin-
tados y otros adornos, en que se estuvo mucho tiempo, y
tanto, que el que había hablado en segundo lugar (que sig-
nifica al amor de Dios) le fué diciendo que, como él no era
ni solicitaba ser allí conocido, no se le daba nada de ir des-
nudo ni descalzo. Mas el primero de ningún modo quiso en-
trar hasta haberse adornado y vestido muy bien.
Sucedió después que dos hijos de dos honrados hombres
14 Sesrún el original, un castillo de gran renta.
16 Fl Deprecio de sí mismo al Respeto humano.
ia El traductor omite la pintoresca descripción luliana : «e los
pobres anaven morts de fam per les carreres, cridant que hom los
donàs a meniar per l'amor de Déu.»
" «Aquell burgués donave tot ço que podie ais pobres, e ell son
cors ius servia.»
18 «per ço que hoís lurs peraules».
M «Calces» dice Llull, es decir, medias largas. Una traducción riel
de todo este párrafo diría : Al entrar en la ciudad, el Respeto hu-
mano se calzó unas calzas bermeias que llevaba, y calzóse unos
zaoato-í pintados, en calzar los cuales tardó mucho rato, pues eran
estrechos. Tanto tardó en calzarse el Respeto humano, que el Des-
precio propio y el Respeto humano se pelearon, y el Desprecio propio
dijo que en aquella ciudad no había nadie que conociese al Respeto
humano, v por eso no le vendría .ningún daño si fuese descalzo. El
Respeto humano dijo al Desprecio propio que se calzase para que
las gentes no le escarneciesen. El Desprecio propio respondió, y dijo
que no le importaba si alguien le escarnecía, pues buena cosa es
sostener el escarnio, con tal que se soporte con humildad. Cuando
el Respeto humano se hubo calzado, vistióse un bello jubón que
traía, e iba por las calles de aquella ciudad con gran vanidad y
ufanía.
756
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
de la ciudad, viendo los ricos vestidos de éste, le espiaron
y se los quitaron, sin que dijesen nada a Félix ni a su com-
pañero, que iban despojados. Mucho se irritó el vanaglorioso
de que le hubiesen quitado sus vestidos, y le pareció que,
si no se vengaba, que las gentes no harían caso de él y que
le tendrían por cobarde. Y así, sacando un cuchillo que lle-
vaba, mató a uno de los dos, y el otro le mató a él; cuya
desgracia sintió mucho Félix y su compañero, mayormente
por haber sido ocasión de su muerte su locura y vanagloria.
Después de esto, Félix y su compañero 20 se fueron a hos-
pedar a una casa pobre, aunque el huésped, que tenía mujer
y tres hijos, había tenido grandes conveniencias, riquezas y
empleos ; pero entonces perecía con su mujer y sus hijos, por
causa de que tenía vergüenza de su pobreza y no quería pe-
dir por amor de Dios. Cuya tentación conociendo el compa-
ñero de Félix, le dijo:
— En una ciudad había dos caballeros domésticos del
príncipe, el cual un día de festividad dió al uno un caballo,
y al otro unas vestiduras semejantes a las suyas, y a este
último le hizo comer en su mesa. — Este ejemplo le dijo el
compañero de Félix al huésped, para que se acordase que
Jesucristo quiso ser pobre en el mundo y dió lugar cerca
de sí a todos aquellos que son pobres por su amor o que en
la pobreza tienen paciencia.
Al día siguiente se fué este buen hombre a encontrar un
prelado de gran dignidad y renta, y le dijo que, pues era
[hombre y] prelado para poder servir a Dios, con todo
cuanto tenía y podía, como hombre y prelado, estaba obli-
gado a [hacer] servir y conocer a Dios; y, si no lo ejecutaba,
obraba contra el todo de su poder, dignidad y prelacia 21 .
Mas el prelado le respondió que las gentes le escarnecerían
si ejecutaba lo que le decía; y el hombre que, como va di-
cho, significa el amor divino, le dijo que todavía era vivo
Qué-dirán-los-hombres (que significa el amor humano).
Mucho se alegró Félix de haber conocido en esta oca-
sión que su compañero había tomado el oficio de ir por el
mundo alabando y bendiciendo a Dios y aconsejando a las
gentes hiciesen buenas obras, y le amasen, y le conociesen;
por lo que padecía hambre, sed, calor, frío, enfermedades,
trabajos y pobreza, sin que él se diese por entendido aunque
las gentes le hiriesen y deshonrasen; por lo que Félix le
preguntó 22 cómo podía tener tanta paciencia ; y él respon-
dió : — Naturaleza es de manera 23 que, cuanto más sufre,
20 «En Poch-me-preu.»
21 La traducción literal y lógica sería : «obraría contra la totalidad
de su poder y de su humanidad y prelacia».
22 A «En Poch-me-preu».
28 El texto castellano dice «de la materia» ; el catalán, «de ma-
nera».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 43
más se perfecciona. Y por esto, cuando la voluntad del
hombre se hace pasiva y quiere que la voluntad de Dios sea
sobre ella activa, entonces la humana voluntad es perfecta,
por cuya perfección da alegría y consuelo al hombre cuanto
más fervorosamente trabaja por el honor de Dios.
Después de estas palabras 24 se acordó Félix de la loca
voluntad del pastor que dejaba devorar al lobo las ovejas
que le habían encomendado, y se acordó también de la loca
voluntad de Qué-dirán-los-hombres (o del amor propio), por
lo que dijo a En-poco-me-tengo (o al humilde) K las siguien-
tes: — Señor, ¿por qué virtud o naturaleza podría yo co-
nocer el descuido de un pastor que a un lobo dejaba devorar
las ovejas que su señor le había encomendado, el cual le
había dado gran salario para que las guardase? Y ¿cómo
podría yo conocer el motivo por que Qué-dirán-los-hombres
tenía orgullo y vanagloria y deseaba ser honrado en el mun-
do? Y ¿cómo podría conocer la causa por que vos tenéis
tan gran constancia en amar a Dios y en tener paciencia
en los trabajos que padecéis?
— Amigo — dijo En-poco-me-tengo — , en una ermita que
está en una alta montaña cerca de aquí reside un santo
hombre, que está allí para hacer penitencia y considerar el
estado humano, el cual es gran filósofo; y en el principio,
cuando yo quise tomar este oficio, me vi con él, para que
me diese conocimiento del hombre: para qué es creado, qué
es, cómo está ordenado por naturaleza y cómo usa de vir-
tudes y de vicios. Este santo ermitaño da consejo y modo
a todo hombre para que sepa amar y conocer a Dios, y amar
y conocerse a sí mismo y a su prójimo; y muestra la razón
por que el hombre es creado y por que sabe adquirir vir-
tudes y contrastar los vicios. — Gran gozo tuvo Félix de oír
estas palabras, y, tomando licencia de su compañero, se fué
a buscar al ermitaño para que le mostrase todo lo referido M.
Y, habiendo caminado todo aquel día, llegó a la ermita,
donde le halló contemplando a Dios. Le saludó, y le respon-
dió agradablemente. Y Félix le dijo: — Señor, mucho he
deseado saber qué es el hombre, cómo está ordenado por
naturaleza y para qué fin le ha creado Dios; porque he
observado tantos defectos en el hombre pecador, que padezco
mil dudas, y deseo saber el modo de conocer y distinguir
al pecador del justo; pues por este conocimiento sabré co-
nocerme a mí mesmo y a mi prójimo, y primeramente a
Dios. — Mucho agradó al santo ermitaño la buena intención
41 Estas primeras palabras ias añade el traductor como transición.
* Estos paréntesis, como todos los semejantes de este capítulo,
son glosas del traductor.
26 Llull repite aquí las cuestiones antedichas.
758
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
de Félix, y le dijo que él habia estudiado largo tiempo en
conocer el ser humano, para por él alcanzar conocimiento de
Dios y de sí mesmo, y que le diría lo que sabía sobre este
asunto, diciéndole en primer lugar lo [que es el hombre].
CAPÍTULO XLIV
Qué es el hombre
Dijo el santo ermitaño a Félix que el hombre es un ser
unido de alma y de cuerpo, en el cual hay vegetación, sen-
sación, imaginación, razón y movimiento. Por la vegetación
es el nombre situado y compuesto de los cuatro elementos,
por los cuales es hombre (en cuanto a lo corpóreo) \ teniendo
longitud, latitud, profundidad; cabeza, narices, ojos, brazos
y los demás miembros. Por la potencia sensitiva tiene el
nombre inclinación y apetito al calor, a la humedad, frial-
dad y sequedad, y apetece comer, beber y vestir; y por ella
está sano o enfermo, gordo o flaco; y así de las demás cosas
semejantes a éstas.
— Por cuanto el hombre es vegetado, es elementado, en-
trando el un elemento en el otro, como el fuego en el aire,
el aire en el agua, el agua en la tierra, la tierra en el fuego,
el fuego en el agua y en la tierra [y en el aire], y el aire
en el fuego y en la tierra, y el agua en el fuego y en el aire,
y la tierra en el aire y en el agua. Este continuo círculo,
amado hijo, se hace en el cuerpo del hombre interior y ex-
teriormente; exterior aparece todo el cuerpo y su figura, e
interior es la forma y la materia humana.
Cuya forma es de las cuatro formas de los elementos,
por las cuales es el hombre una forma de cuerpo, multipli-
cada de dichas cuatro formas elementales. Y debajo de aque-
lla forma está una materia común, compuesta de las cuatro
materias de los elementos; por cuya materia y forma el
hombre tiene cuerpo elementado.
Y la forma y la materia son un cuerpo, en el cual ¿s la
sensualidad, por la cual tiene [el hombre] cinco sentidos
corporales, a saber: ver, oír, oler, gustar y tocar. Esta sen-
sualidad se llama forma sensitiva, cuyo sujeto es el cuerpo
vegetado, sensado, imaginado, raciocinado y movido a tener
ser humano. Por la vida ve el hombre el color y la figura
fuera de la substancia del cuerpo; por el oído oye el hombre
el sonido, el ruido, la voz y la palabra; por el olfato huele
1 Paréntesis añadido por el traductor.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 44
75Q
las flores, el ámbar, el almizcle, y siente los buenos o malos
olores; por el gusto siente lo dulce, lo amargo y los sabores
de lo que come y bebe; por el sentido (o tacto) siente lo
leve, lo grave, lo duro, blando, cálido, frío, la sanidad, la
enfermedad, el tocamiento y las otras cosas semejantes a
éstas.
Por la imaginación imagina las cosas sensibles 2 cuando
las tiene ausentes, las cuales retiene y las representa según
la disposición en que el hombre las ha visto, oído, gustado,
olido o sentido. Con ella imagina la disposición de las obras
corporales, como son el escribir, pintar, edificar, etc. 3 Esta
imaginación se llama forma o potencia imaginativa, y es
la virtud de imaginar. Y así como la potencia sensitiva es
una misma, aunque diversificada por los cinco sentidos cor-
porales, así la imaginativa es una misma potencia, mas di-
versificada también según los cinco sentidos corporales, re-
teniendo la disposición de ellos, e influyendo su operación
diversamente según que por la sensitiva los ha recibido *.
Por la racionalidad y para raciocinar le fué dada al B
hombre ánima racional, la que es creada nuevamente cuan-
do se une al cuerpo; pero la vegetativa, sensitiva e ima-
ginativa son engendradas por el padre y por la madre. Esta
ánima racional o raciocinativa tiene tres potencias, que son
memoria, entendimiento y voluntad, que, juntas, componen
un alma racional. Por la memoria se acuerda el hombre de
las cosas pasadas; por el entendimiento, entiende y conoce,
y por la voluntad tiene inclinación a amar o aborrecer [las
cosas]. Por el movimiento que es en el todo del hombre, se
entiende la potencia motiva, esto es, aquel movimiento unido
de vegetación, sensación, imaginación y raciocinación; y la
razón o potencia racional es en él mejor y más noble forma
que todas las otras, y señorea al movimiento de ellas, mo-
viéndose todas por su bondad y virtud. Y por esto se dice
que el alma es forma del cuerpo, pues señorea todo lo que
hay en él por vegetación, sensación e imaginación, moviendo
la razón la imaginativa a imaginar, la sensitiva a sentir y
la vegetativa a vegetar; y debajo de la razón 6 o potencia
2 Versión abreviada : «Per la imaginació imagina hom les coses
sensibles ; e con hom no ha en presència les coses que hom ha sen-
tides ab senys corporals, adonchs la imaginativa les reté e les re-
presenta a hom en aquella disposició...»
3 «edificar castells e palaus, naus e les altres coses de açò sem-
blants».
4 «segons que la sensitiva ha pres sensualment».
1 El original sólo dice : «Per la rahon ha hom...»
y Todo este párrafo no corresponde exactamente al original, se-
gún el cual «debajo de la razón, esto es, el alma intelectiva, la sen-
sitiva mueve a la vegetativa, y la imaginativa a la sensitiva ; v de-
bajo de la razón, la apetitiva mueve a la digestiva, y la retentiva
7Óo
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
racional, esto es, del alma intelectiva, se mueve la sensitiva,
vegetativa e imaginativa; y debajo de la misma se mueve
la apetitiva, la digestiva, y la retentiva, y la expulsiva; y
lo mismo hace la digestiva y las demás, que hace la ape-
titiva.
Amado hijo, de todas estas cosas, esto es, de todas estas
formas y materias, que en el hombre son muchas y diversas,
se sigue una forma humana compuesta de muchas formas,
y una materia compuesta de muchas materias, cuya forma
y materia son la esencia del hombre, y el hombre es un ser
compuesto y unido de forma y materia humana. Y, en fin,
todo lo que os he dicho y significado, es el hombre.
Mucho agradó a Félix la disposición del hombre, que
entendió por la explicación que de él le dió el santo ermi-
taño, y estuvo considerando largo tiempo sobre ella antes
de hablarle ninguna palabra; por lo que el ermitaño le pre-
guntó que de qué estaba tan pensativo. — Señor — respondió
Félix — , estoy considerando cómo un pastor, siendo hombre,
podía tener tanta negligencia, que no ayudaba a las ovejas
que tenia encomendadas, contra un lobo que las devoraba
en su presencia, siendo así que el hombre es en tan noble
disposición por su creación; y cómo un perro, que delante
del pastor se combatía con un lobo, podía tener mayor co-
nocimiento del fin para que fué creado, que el pastor, siendo
hombre [y no teniendo conocimiento del fin por el cual es
hombre] y pastor, quien no se quería levantar de la cama
por temor de la lluvia y el frío que hacía.
Cuando el santo hombre oyó estas palabras a Félix, co-
noció de lo que estaba admirado, y, por lo que así hablaba,
se acordó de algunas cosas que muchas veces había memo-
rado. Por lo que con gran tristeza y lágrimas le dijo : — Ama-
do hijo, si en Dios hubiese alguna cosa mala [orgullo, ig-
norancia, injuria o algún otro defecto], ésta sería mayor
y más mala que todas las que hay en el mundo, ni que el
mesmo mundo 7 ; así como, habiendo en Dios bondad y per-
fección, ésta es mayor que toda la bondad y perfección que
hay en el mundo ni que el mesmo mundo.
Por cuyas palabras entendió Félix lo que el santo hom-
bre le quería decir, y dijo llorando: — Señor y Dios mío,
a la expulsiva ; y la digestiva y las demás hacen lo mismo que la
digestiva».
7 El texto luliano dice : «... major fóra que neguna cosa que fos
en lo món ; ne tot lo món no és tan gran en bonea ni en compliment,
com fóra aquella en malea e en defelliment ; e car en Déu cové ésser
major bonea e major perfecció de totes coses, que en neguna altra
cosa, per açò hi fóra major malea e mayor defelliment, que en
neguna cosa' tot lo menor mal e lo menor defelliment que sia en
lo món.»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 45 76 1
¿cuándo será el día que vos seáis amado y conocido por
todo el mundo? Y ¿cuándo tendréis procuradores que apli-
quen todas sus fuerzas para haceros amar y conocer por
aquellos que de vos no tienen amor ni conocimiento?
CAPÍTULO XLV
DE QUÉ ES EL HOMBRE
Después que Félix hubo llorado mucho tiempo, pidió al
ermitaño le explicase de qué es el hombre. Y el ermitaño
le dijo que el hombre es de todas aquellas cosas que le
había explicado en el antecedente capítulo; y añadió: — Has
de saber que a un filósofo le preguntó un discípulo que de
qué era el sol, y el filósofo le respondió que el sol es de
lucidez activa y pasiva compuesto y unido; y los rayos que
fuera de sí influye, con los cuales ilumina la luna y el aire,
son por la operación que la luz activa tiene en la pasiva.
Amado hijo, el grano de trigo que debajo de la tierra
engendra a los otros granos, los da de su esencia y de su
ser, de su forma, de su materia, de su cualidad, cuantidad,
habituación, situación, relación, acción y pasión, según su
similitud; de forma que los granos que se engendran son
del grano que muere en la tierra y de aquello que aquel
grano convierte en su propia naturaleza, tomando de la tie-
rra y de los otros elementos forma, materia, cuantidad,
cualidad y todos los otros accidentes, convirtiendo en su
propia especie y naturaleza todo lo que de ellos puede tomar,
lo que después da a los granos que engendra y que multi-
plica en la espiga. Así, pues, el pan, el vino, la carne y todas
las otras cosas que el hombre come, se convierten en su
estómago en sangre, y de sangre en carne, en huesos, medu-
las, uñas l, cabellos y en todas las otras cosas que hay èn
el cuerpo humano. Cuyo cuerpo da su similitud cuando el
hombre engendra a otro hombre; y así, el hijo toma del ser
del padre la forma, la materia, la cuantidad y todos los
otros accidentes; y lo mismo (unitivamente) toma de la
madre; pero el ser específico de éstos permanece (a dife-
rencia del grano de trigo! que pierde su ser específico para
engendrar los otros granos, y lo mismo es de todas las otras
semillas) 2; y el hijo toma ser en cuanto es engendrado de
aquello que el padre y la madre convierten en su especie,
«e moyls, e nirvis, cabells...»
- Los paréntesis son añadiduras del traductor.
762
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
similitud y naturaleza, comiendo, bebiendo, oliendo y to-
cando.
Además, has de saber que, cuando Dios creó el mundo,
y formó a Adán del limo de la tierra y a Eva de su costilla,
éstos engendraron hijos del semen de Adán y de lo que
éste comía y bebía y en su naturaleza convertía, transubs-
tanciándolo en su especie; y de aquella materia, forma y
accidentes [que se transubstanció en la esencia y ser de
Adán corporalmente, Adán engendraba en Eva hijos; y así]
por línea y por continuación, es el hombre corporalmente,
convirtiendo lo que como en sí mesmo, y después dándole a
otro hombre en el acto de la generación, para que tenga
nuevo ser.
— Señor — dijo Félix — , la humanidad de nuestro Señor
Jesucristo, ¿de qué fué? — Y el ermitaño respondió y dijo
que la naturaleza corporal de Cristo fué de la naturaleza
corporal de María Santísima; porque, así como Dios del limo
de la tierra formó a Adán, obrando sobre las fuerzas de la
naturaleza, así el mismo Dios, con obra superior a las de
la naturaleza, formó e hizo dentro de María Santísima y de
su propia carne el cuerpo de Jesucristo, en el cual creó el
alma, dándole ser humano al mismo tiempo corporal y es-
piritualmente.
Mucho agradó a Félix el haber entendido de qué es el
hombre, y tuvo gran júbilo cuando conoció que él era de la
naturaleza humana, de la cual es el mesmo Cristo. Pero,
considerando que el mesmo Cristo no es amado ni conocido
por todo el mundo, y que son muchos más los hombres que
no le aman ni le conocen, aunque son de su misma natu-
raleza, que los que le aman y conocen, se entristeció y ma-
ravilló mucho de que, siendo el mismo Cristo Dios y hombre
y habiendo hecho tanto por el hombre, sea tan poco cono-
cido, honrado y servido por él.
Y, después de haber llorado mucho con esta considera-
ción, preguntó al ermitaño [por qué es el hombre].
CAPÍTULO XLVI
Por qué o para qué es el hombre
— Amado hijo — dijo el ermitaño — , Dios es memorable,
inteligible, amable, honorable y temible, y tiene otras mu-
chas dignidades que convienen a su inmenso poder y señorío.
Y para ser memoradd, conocido, amado, honrado y temido,
creó al hombre, el cual tiene ser para memorar, entender,
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 46
763
amar, honrar y servir a Dios. Amado hijo, esta que he dicho
es la principal razón por que y para que es el hombre; e
inferior a ésta hay otra, que es la de que el hombre es para
que goce de la gloria en el cielo, memorando, conociendo y
amando a Dios perdurablemente y sin fin. Después de esta
razón hay otra, y ésta es que el hombre es o tiene ser
porque fué engendrado de otro hombre, según que ya he
dicho.
— Señor — dijo Félix — , pues la principal razón por que
tiene ser el hombre es para conocer, memorar y amar a
Dios, ¿ cómo es posible que haya tan pocos en el mundo que
le memoren, amen y conozcan, y cómo es posible que sean
más amadas las vanidades del mundo (por los del mismo
mundo) 1 que Dios? — Amado hijo — dijo el ermitaño — , en
una ciudad había un ciudadano muy rico, honrado, hermoso
y dotado de todas buenas costumbres, el cual tenía una mu-
jer muy bella, a la que honraba y amaba mucho; y, viendo
ésta a un villano que entraba en su casa a sacar estiércol
de la caballeriza, se agradó de él, y, amándole más que a
su marido, le entregó su cuerpo deshonesta e ilícitamente.
Esto es, hijo, desviarse el hombre del fin por que es hombre ;
por cuyo desvío se acarrea infinita duración en pena y en
tormento, por ofender a infinita bondad, grandeza, poder,
sabiduría, voluntad y justicia.
Después de dichas estas palabras, prosiguió el ermitaño
diciendo las siguientes 2 : — La calor natural es la causa de
que viva el hombre; y, cuando muere, la calor innatural
es mayor que la natural, porque, si no, el hombre no mo-
riría de aquella enfermedad.
Por las antecedentes palabras y similitudes entendió Fé-
lix lo que el ermitaño quería decir; pero se maravilló mucho
de que hubiese cosa que pudiese apartar al hombre del fin
para que es creado, siendo así que Dios es más poderoso en
perfección que ninguna cosa en imperfección; lo que cono-
ciendo el ermitaño, le dijo que el nombre justo permanece
y camina al fin para que es creado, esto es, para memorar,
entender y amar a Dios en gloria sin fin; de cuyo fin se
desvía el hombre pecador, pero no se desvía de forma que
Dios pierda en él su derecho, antes se sigue el fin por que
Dios le ha creado, pues en la justicia que Dios hace, dando
pena sin fin en el infierno a los hombres injustos y a los
ángeles malos, es memorado., entendido y amado por su
justicia; y por su misericordia, cuando perdona en este
'-Paréntesis del traductor.
1 Traducción deficiente de : «molt stech meravellat Fèlix de tío
que lo ermità deya, e no entès la semblança tro que lo ermità dix
aquestes peraules».
7Ó4
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
mundo a los pecadores que se arrepienten de sus culpas ;:.
— Señor — dijo Félix — , ¿por qué Dios creó al hombre de
forma que pudiese pecar? — A que el ermitaño respondió que
si Dios hubiese creado al hombre de forma que le pudiese
memorar, entender y amar, y que no le pudiese olvidar,
ignorar y desamar, sería el fin por que el hombre es por la
bondad de Dios y no por la justicia, y serían la bondad y
la justicia de Dios contrarias en grandeza, cuya contrariedad
es imposible. Pero, porque el hombre justo puede pecar y
no quiere pecar, la bondad y la justicia de Dios concuerdan
en él, a causa de que obra bien en cuanto memora, entiende
y ama a Dios y no le quiere Olvidar, ignorar y desamar.
Y, cuando hace lo contrario, obra mal contra la bondad, y
entonces la justicia le castiga, cuyo castigo es bueno, por-
que el hombre injusto obra contra la justicia y bondad.
— Señor — dijo Félix — , pues que Dios no es visible, ni
oíble, ni sensible, ni tangible, ¿por qué ha creado ojos para
ver, orejas para oír, manos para tocar, y así de las demás
cosas sensibles? Pues era bastante que Dios tan solamente
crease el alma, respecto de ser sólo memorable, inteligible
y amable. — Amado hijo, en Dios hay bondad, grandeza,
eternidad, poder, y tiene otras muchas virtudes ; y para que
las similitudes de sus virtudes fuesen vistas, oídas y tocadas,
hizo al hombre con ojos, manos, orejas y boca, y le dió sen-
tidos para que viese al mundo bueno, grande y durable, en el
cual hay poder y otras muchas cosas que tienen alguna simi-
litud de las virtudes de Dios, en cuya similitud se manifies-
tan y demuestran para que el hombre mejor le pueda memo-
rar, conocer y amar, y ¡para que pueda adquirir virtudes y
huir de los vicios, adquiriendo por este medio mayor mérito,
y por él mayor gloria.
CAPITULO XLVII
Por qué vive el hombre
— Señor — dijo Félix — <, el hombre, ¿ipor qué vive en este
mundo ? — A que el ermitaño respondió : — ¡El hombre vive en
este mundo para que, viviendo, memore, entienda y ame a
Dios, y para que pueda vivir en el otro en gloria sin fin. Ade-
más has de saber 1 que el alma racional es una cosa mesma
con su mesma vida, porque aquello que es alma racional es
1 Interpretación recta de un lugar algo oscuro en el original.
1 Esta frase, aquí y más abajo, falta siempre en el original.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. C. 47 765
vida, esto es, que la memoria, el entendimiento y la voluntad
son de naturaleza de vida espiritual, y su vivir es un ser, que
es alma, así como el ser del sol, que es lucir de forma y de
materia de luz. Además has de saber que la vida corporal del
hombre consiste en la unión de los elementos de que es com-
puesto aquel cuerpo, como ya habernos dicho, y esta vida se
llama vegetativa, porque su vivir consiste en la obra de la
potencia vegetal ; y el cuerpo vive porque come, bebe, respi-
ra, siente calor y frío y hace otras cosas semejantes; pues
por el calor consume la humedad, frialdad y sequedad, calen-
tando al cuerpo; y lo mismo hace la frialdad, que consume
la calor; y así de los demás. Y por esto el hombre apetece
comer y beber, para que se pueda hacer temperamento de
humores, calidades y complexiones, sin el cual no podría vi-
vir. Además has de saber que esta potencia vegetativa vive
por sí mesma y por la sensitiva, que es la vida sensual ; y por
esto, sin ver ni oír y oler puede el hombre vivir, mas no sin
sentir ni gustar.
Además has de saber que por el ánima racional vive el
cuerpo y vive la sensitiva, porque el ánima es tan virtuosa
en su vivir, que hace vivir todo lo que en el hombre es ve-
getado y sensado; y por la virtud del alma racional se tras-
mudan los manjares que el hombre come y bebe, en vivir
vegetante y sensante 2, verbigracia, como el pan, el vino y
la carne, que el hombre come, que se transmuda en sangre
y en carne viviente, vegetante y sensante.
Amado hijo, el hombre es instrumento compuesto de vida
corporal y espiritual, las cuales causan la vida del hombre;
y la muerte [es] lo contrario de la vida, pues el hombre
muere por haberse desordenado el instrumento y por sepa-
rarse el alma del cuerpo, que es la que le da vida.
— iSeñor: — dijo Félix — , ¿por qué causa quieren los hom-
bres vivir mucho tiempo en el mundo? — A lo que el ermita-
ño respondió que todas las cosas aman su ser por naturaleza,
y desaman el no ser por ella mesma; y porque el vivir tiene
concordancia con el ser, y el morir con el no ser, ama el
hombre vivir y desama el morir.
— Asimesmo, porque el alma da vida al cuerpo y el cuer-
po recibe vida del alma, el alma quiere vivir en el cuerpo y
el cuerpo quiere vivir con el alma ; y por esto, el hombre des-
ama el morir, porque quiere ser hombre viviendo; pues des-
pués de muerto no es hombre, sino es que el alma es una par-
te del hombre y el cuerpo se reduce a polvo, dejando de ser
hombre hasta el día de la resurrección, que se volverán a unir
y serán aquel mismo hombre que era antes.
- La traducción castellana dice «vegetado y Alisado».
766
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
Asimesmo has de saber que 3 el hombre es para que me-
more, entienda y ame a Dios, pues es digno de ser memorado,
entendido y amado, por ser grande en bondad, eternidad, po-
der, sabiduría, voluntad y perfección; por lo que el hombre
también naturalmente quiere vivir para poder memorarle,
entenderle y amarle mucho. Y una vez que está en pecado y
se ha desviado del fin para que fué creado, innaturalmente
quiere vivir mucho tiempo, para cometer delitos en este mun-
do 4 y huir de la pena que le espera en el otro ; al contrario
del hombre justo, que desea vivir mucho tiempo para poder
servir más a Dios y alcanzar mayor gloria.
Has de saber que en una ciudad había un obispo que era
hombre de muy buenas costumbres antes que lo fuese, pero
de muy malas después de serlo, y deseaba vivir mucho tiem-
po. Sucedió un día que, habiendo muerto un noble ciudada-
no, él dijo el oficio; y, cuando vió que le soterraban y le
echaban la tierra encima, concibió gran horror, y, conside-
rando qué era la causa de que el hombre le tuviese mayor es-
tando cerca del hombre muerto, que cerca de otra cosa muer-
ta, alcanzó la razón, conociendo que el hombre aborrece más
por naturaleza lo que es semejante a él en especie cuando
desfallece (o tiene otro cualquier defecto) 5 que no aborrece
ninguna otra cosa por .grande que le tenga. Y, cuando hubo
considerado sobre esto mucho tiempo, memoró la humani-
dad de nuestro Señor Jesucristo, a la que él era semejante
por naturaleza humana, y memoró que él era pecador y obra-
ba contra la dignidad que poseía; por lo que era a Jesucris-
to muy desagradable; pues cuanto le era más semejante en
naturaleza y en oficio sacerdotal, más le era desemejante, y,
por consecuencia, desagradable, por ser hombre pecador. En
cuya consideración se detuvo tanto, que conoció sus defec-
tos, se arrepintió de sus pecados y deseó vivir mucho tiem-
po para hacer penitencia de ellos.
CAPÍTULO XLVIII
POR QUÉ AMA Y DESEA EL HOMBRE TENER HIJOS
— Señor — dijo Félix — , ¿por qué causa desea el hombre
tener hijos, cuando sabe que hay más hombres en el mundo
en estado de condenarse que en el de salvarse ?
3 Palabras de transición añadidas por el traductor.
* Falsa versión de «per ço que hage delits en est món...», para
tener placeres en este mundo.
6 Paréntesis del traductor.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 48
767
— Amado hijo — dijo el ermitaño — , naturalmente todas
las cosas aman su semejanza, y esta naturaleza (de amor) se
principia en Dios, porque Dios, amándose a sí mesmo, ama su
semejanza ; y por esto Dios Padre, amándose a sí mesmo, en-
gendra al Hijo, que es a él semejante en ser Dios y en bon-
dad, grandeza, eternidad, poder, sabiduría y voluntad. Asi-
mesmo ama Dios su semejanza en las criaturas, esto es, en
aquello que las criaturas son buenas, grandes, durables, po-
derosas, nobles, en lo que tienen alguna similitud con la bon-
dad, grandeza y virtudes de Dios. Y también porque Dios
ama su semejanza, ha creado el mundo, el cual ha creado con
alguna similitud de sí mesmo, y por esto es el homíbre hijo
de Dios por creación.
Por esta naturaleza y razón desea el hombre tener hijos,
apeteciendo que su semejanza se imprima e informe en ellos
y que ésta sea durable, para que se represente la bondad,
grandeza, eternidad, poder, sabiduría y voluntad de Dios.
Pero, porque el hombre pecador está corrompido por el pe-
cado y ama contra el fin para que es creado, hay muchos
hombres que desean tener hijos por naturaleza desemejante
a Dios, amando tenerlos para contrario fin del que los de-
bían amar, enseñándolos por esto a amar las vanidades del
mundo.
Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que 1 en una ciu-
dad sucedió que un hombre tenía un hijo al cual honró mucho
mientras vivió, y le dejó cuanto tenía cuando murió. Este
día, en que el hijo tenía delante el cadáver de su padre y
esperaba a los clérigos para que le llevasen a enterrar, mira-
ba al mesmo tiempo por la ventana si veía venir una mujer
a quien amaba mucho; y tenía mayor ira de no verla, que
pesar de la muerte de su padre. Y aun te diré más: que de
esto 2 tenía gozo, como su padre le había dejado toda su
hacienda.
Mucho se maravilló Félix de lo que el ermitaño le decía,
y le preguntó que por qué razón o naturaleza podía suceder
aquello. A que el ermitaño respondió: — Una vez sucedió que
un usurero hizo su testamento sin querer restituir nada de
lo que había adquirido, por dejárselo a un hijo a quien mu-
cho amaba, el cual tuvo gran alegría de la muerte de su pa-
dre. Este hijo vivió mucho tiempo, y acordándose un día de
que su padre había sido usurero, de que le había dejado
cuanto tenía y de que él había tenido gran alegría de su
muerte, se maravilló de que su padre hubiese querido más
irse al infierno que dejarle a él pobre; y se maravilló tam-
bién de que él hubiese podido tener alegría de la muerte de
1 Toda esta frase es una añadidura inútil del traductor.
3 La versión española dice testa».
;68
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
su padre, que tanto le había amado; hasta que conoció que,
así como su padre le amaba locamente, así Dios le castigó
haciendo que su hijo ¡le aborreciese y amase más la herencia
que la vida ni la salvación de su padre.
Por estas palabras del ermitaño conoció Félix que, por-
que los hombres aman tener hijos loca y ciegamente y con-
tra la intención por que los deberían amar, los castiga Dios
en el desamor de sus hijos, los cuales aman más los bienes
que los dejan que no la salvación ni la vida de sus padres.
Y cuando Félix hubo comprendido bien esto, preguntó al
ermitaño por qué naturaleza la madre ama más tener hijo
que hija, cuando la hija es más semejante a ella que el hijo.
A que el ermitaño respondió : — En la naturaleza por la cual
la mujer ama más tener hijo que hija, está significada la
causa por que el hombre desea y debe desear tener hijos,
y ésta es porque, como Dios ama manifestar y significar su
virtud y similitud en la criatura más noble que en la menos
noble, ama también más la mujer tener hijo que hija, porque,
siendo el hombre más noble, más fuerte y más sabia criatu-
ra que la mujer, ama ésta y debe amar más el tener hijos
que hijas, para producir de sí mesma cosa que sea más se-
mejante a Dios.
CAPITULO XLIX
Por qué causa el hombre está sano y enfermo
Félix preguntó al ermitaño que por qué causa está el
hombre sano y enfermo. A que el ermitaño respondió que en
la potencia vegetativa hay cuatro potencias o facultades, esto
es : apetitiva, retentiva, digestiva y expulsiva.
La potencia apetitiva da a los hombres apetito de co-
mer, beber, calentar, enfriar, velar y dormir, de que dimana
que, cuando esta potencia pide las cosas que son necesarias al
cuerpo y aborrece naturalmente las que no le son necesarias,
entonces tiene el hombre sanidad corporal, con la cual tem-
pladamente come, bebe, viste, vela y duerme, y obra de con-
formidad que el movimiento natural no se corrompa. Y cuan-
do el hombre obra lo contrario de esto, padece enfermedades
corporales.
El oficio de la potencia retentiva es de retener las viandas
que el hombre come, tanto tiempo cuanto es el que la diges-
tiva ha menester para digerirlas y repartirlas por todos los
miembros del cuerpo. Después conviene que da digestiva dé
pleno poder a la expulsiva, para que arroje fuera la materia
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 49
76q
gruesa, que no es necesaria ni provechosa para el nutrimien-
to del cuerpo. Y si la expulsiva arroja fuera toda aquella su-
perfluidad, entonces está el cuerpo sano; y si la retentiva
retiene más de lo que debe, entonces se engendra enferme-
dad. Y si la digestiva digiere la vianda que el hombre come,
de forma que la calor natural pueda obrar contra la calor in-
natural, entonces está el hombre sano; por lo que debe cui-
dar más de la potencia digestiva que de ninguna de las otras ;
porque si la apetitiva pide más o menos que la digestiva no
puede cocer, y si la retentiva retiene más o menos, o la expul-
siva expele más o menos que la digestiva no pueda obrar, en-
tonces enferma el cuerpo. La experiencia en que el hombre
puede conocer si la digestiva es en buena disposición en su
cuerpo, es considerando en su oficio o ejercicio muchas veces,
y si se siente ligero o pesado, triste o alegre, experimentando
si la expulsiva es bien ordenada, y qué 1 manjares son más
fáciles de cocer y expeler. Y asimesmo debe el hombre consi-
derar sobre su dormir, velar, etc., porque todas estas cosas
son señales por las cuales puede tener conocimiento de la di-
gestiva. En la potencia expulsiva hay muchas señales que
significan la sanidad o la enfermedad, como son la figura o
el color de lo que la expulsiva arroja ; porque si es unido, sig-
nifica digestión; y si claro, indigestión; lo que también ma-
nifiesta si el color conviene con los manjares de que el hom-
bre se alimenta 2. Y lo mesmo se puede conocer por los mes-
mos términos en el sudor, saliva, en lo que se arroja por las
narices, por los ojos, por las orejas, y por otras muchas seña-
les que dan indicio de la sanidad o enfermedad del hombre;
advirtiendo que toda sanidad consiste en la templanza, orde-
nación e igualdad de la apetitiva, retentiva, digestiva, expul-
siva; y por semejantes calidades, viandas, humores y com-
plexiones, según que el cuerpo es de cálida complexión, o de
húmeda, o de fría, o de seca. Y por lo contrario de todo esto
se engendra la enfermedad.
Has de saber — dijo el ermitaño — que en un noble monas-
terio había un prior que era hombre lujurioso, el cual, cuando
consagraba en el sacrificio de la misa, sentía que se introdu-
cía en su alma una gran tristeza, y después de haberla dicho
estaba mucho más triste que cuando la quería decir, de que
él se admiraba mucho, no conociendo la ocasión de este acci-
dente. Sucedió un día que, después de haber dicho misa y
sentí dose con la tristeza y despecho que acostumbraba, se
vino un médico a confesar con él de diversos pecados de lu-
juria con grande arrepentimiento; y habiéndole confesado y
'••La versión española dice : «... y en que los manjares...», mien-
tras el texto catalán es claro : «... ne guals viandes són...»
2 Esa frase no concuerda con el original : «... e la color se cové
segons les viandes que hom menugue.»
28
-770
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
absuelto, se sintió mucho más triste y despechado que lo es-
taba antes; por lo que preguntó al médico si le sabría dar
la razón por qué le venía tan grande tristeza cuando había
dicho misa y cuando le había confesado. A lo que el médico
le respondió:
"Un rey tenía dos hijos, el uno de los cuales estaba siem-
pre triste, y el otro siempre alegre, de que su padre se mara-
villaba mucho; y, viniendo a su corte un médico célebre, el
rey le preguntó la causa de esta variedad, y el médico hizo
que los dos muchachos comiesen delante de él y del rey, y
vió que el que estaba siempre alegre comía y bebía templa-
damente, y lo que comía lo mascaba mucho, y cuando bebía,
bebía despacio y lentamente; y el otro que siempre estaba
triste, comía mucho y bebía mucho, y no comía ni bebía se-
gún convenía, de que dimanaba su tristeza, por no poder la
digestiva cocer los manjares, y por esto se entristecía. Y des-
pués de haber manifestado el médico al rey la causa de que
su hijo estuviese triste, le trajeron delante dos hombres acu-
sados, cómplices en un delito 3, aunque el uno de los dos solo
le había cometido, y éste, que era el verdadero reo, estaba
delante del rey compungido, perezoso y sin poder hablar4,
y el otro, que era inocente, estaba alegre y hablaba con ar-
dimiento y cordura; en cuya diversidad de acciones y sem-
blantes conoció el rey y supo distinguir al inocente del reo."
— Señor — dijo Félix — , mucho me maravillo de que el
prior, que estaba tan enfermo espiritualmente, pudiese sa-
nar al médico que con él se confesó. — A que el ermitaño res-
pondió que la sanidad que el médico recibió del prior dima-
nó del poder que Dios ha dado al hombre que tiene oficio
sacerdotal, cuyo poder es tan grande, que la enfermedad es-
piritual que el prior por la lujuria padecía, no le podía ni
pudo corromper ni destruir. Mucho agradó a Félix lo que el
ermitaño le dijo; pero se entristeció y admiró de que hom-
bres a quien Dios ha dado tan gran poder, que en algún
modo es semejante al suyo, puedan permanecer en pecado
de lujuria ni en ningún otro.
3 Esa complicidad la inventa el traductor, contra el texto luga-
no, en que uno de los acusados era culpable, y el otro, inocente.
1 Traducción inexacta de «vergonyós, e pahorós, e descolorit, e
empetxat de perlar denant lo rey».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 50
771
CAPITULO L
POR QUÉ EL HOMBRE ENVEJECE
— Señor — dijo Félix al ermitaño — , ¿por qué causa el
hombre envejece? — A que el ermitaño respondió diciendo:
■ — Esa misma1 pregunta hizo un discípulo a su maestro, el
'cual, para responderle, le mostró una canal de molino que
estaba vieja y usada por el agua que por ella había pasado
muchos años. Amado hijo — 'prosiguió el ermitaño — , el cuer-
po ded hombre es un vaso, en el cual entra y sale el un ele-
mento en otro sin cesar, y en el mismo cuerpo se hace la
transmutación de una cosa en otra, así como el pan, el vino,
el agua y las oirás viandas, que se transmudan en carne y en
sangre; y por la resistencia que la una cosa hace a la otra,
se causa la corrupción, y por ella la vejez. En el cuerpo del
hombre entra el fuego en el aire, y por él pasa el fuego a
calentar el agua, y el agua, contrastándole, le introduce en la
tierra; y así se mortifica el fuego, pasando por estos tres
elementos; y lo mismo es de los otros, que, pasando el uno
por el otro, se mortifican, por cuya mortificación el hombre
envejece y se hace perezoso, frío 1 y pesado. Pero la mayor ra-
zón por que el hombre envejece es por la potencia vegetativa,
que tiene en sí otras cuatro que se unen en el movimiento de
la motiva; porque la apetitiva apetece el comer y desear, y
la retentiva retener, y la digestiva cocer y repartir, y la
expulsiva apetece arrojar aquello que no es menester para
el nutrimento del cuerpo. Y por este continuado movimien-
to viene la vejez, la torpeza y la falta de fuerzas en el hom-
bre para todos sus usos, como son el andar, comer, beber,
obrar, hablar, engendrar y las demás cosas semejantes.
— iSeñor — dijo Félix — >, ¿qué es la causa de que se hagan
más aprisa viejos los unos hombres que los otros ? — A que el
ermitaño respondió: — Un hombre tenía dos burros, y al uno
le ponía gran carga y le hacía caminar muy de priesa, y al
otro se la ponía pequeña y le dejaba ir despacio ; por lo que
el primero se hizo mucho tiempo antes viejo que el segundo.
Además has de saber que 2 la causa por que envejece mucho
antes un cristiano que un sarraceno es porque el sarraceno
usa más de cosas dulces, que son cálidas y húmedas, que el
cristiano ; y con el agua que bebe, multiplica la humedad, por
1 Por afrèvol», débil.
s Toda esta frase, repetida más abajo, es una añadidura del tra-
ductor.
772
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
la cual dura el húmedo radical ; y el cristiano, bebiendo vino,
que es cálido y seco, multiplica el calor y consume la hu-
medad.
—Señor — dijo Félix — , ¿ por qué causa tienen los sarrace-
nos más perspicaz el entendimiento cuanto más viejos son,
y a los cristianos se les disminuye en llegando a serlo ? — A lo
que el ermitaño respondió: — El vino, que es evaporativo, y
el exceso de viandas, que los cristianos comen más que los
sarracenos, es ocasión de la destrucción del cerebro, en el
cual se hace la impresión o acto de entender; y el agua, que
es húmeda y fría, atempera el cerebro y la subida y bajada o
ascenso y descenso de los vapores, que por su humedad suben
a la humedad del cerebro y por la frialdad bajan, por ser la
humedad leve y la frialdad pesada, por razón del sujeto en
que están; y, por ser el cerebro frío y húmedo, puede ser
atemperado más por sus semejantes vapores que por sus
desemejantes. Aldemás has de saber que para conservar la
juventud es mucho más conveniente la vestidura ancha que
la estrecha, porque el aire pueda participar con la superficie
del cuerpo, y con su calor ayudarle a arrojar los vapores que
la potencia digestiva apetece expeler (esto se consigue por
medio de dicha vestidura en la primavera y estío y en el oto-
ño e invierno) 3, [y] por causa 4 de la frialdad del aire se
restriñan los poros y quede dentro del cuerpo el calor natu-
ral y se haga mejor la digestión, por la cual se conserva la
juventud en el hombre joven y se prolonga la vida en el viejo.
En tanto que el ermitaño decía estas palabras, pasó por
delante de ellos un burro viejo y flaco, que tenía desollado
el lomo por la gran carga que estaba acostumbrado a llevar
a la ermita, sirviendo al ermitaño muchos años había. Y,
cuando Félix le vió y consideró que aquel burro había vivi-
do muchos años sirviendo al hombre, en que había trabaja-
do mucho, lloró y dijo : — Bienaventurado de aquel que apro-
vecha una larga vida en . servir a Dios, trabaja mucho por
sü honor, y por el mismo no teme la muerte. ¡Ah Dios mío!
Enardece mi corazón, pues le has creado, y pon en él gran
carga de trabajos, para amarte con más fervor y para que
pueda por largo tiempo dar conocimiento a los nombres de
tu gloria y perfección. — Por cuyas palabras lloró también el
ermitaño, y alabó y bendijo a Dios porque había dado a Fé-
lix tanta devoción.
8 Este paréntesis es una glosa de la versión.
* La traducción española dice, sin ningún sentido : «... el que
por causa.»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 51
CAPÍTULO LI
Por qué muere el hombre
Félix preguntó al ermitaño que por qué muere el hombre.
A lo que el ermitaño respondió que en dos maneras muere
el hombre: la una por muerte corporal y la otra por muerte
espiritual. La muerte corporal es cuando el cuerpo y el alma
se separan, y la muerte espiritual es cuando el hombre peca
mortalmente. — Has de saber, hijo, que en una nave hay una
común forma, multiplicada de muchas formas, y hay una co-
mún materia, multiplicada de muchas materias ; y así la nave
es compuesta de una forma común y de una materia común ;
y cuando la forma y la materia se dividen, es cuando la nave
se deshace, y se corrompe la forma común con la separación
de las formas particulares de que aquella forma es multi-
plicada; y esto mismo sucede de la materia.
Por cuya similitud conoció Félix el modo como se corrom-
pe el cuerpo del hombre y muere; esto es, cuando los cuatro
elementos de que es compuesto se desunen el uno del otro, en
cuya desunión la forma del cuerpo se corrompe por la sepa-
ración que la una forma de elemento hace de la del otro ele-
mento \
Y Félix volvió a preguntar al ermitaño la causa por que el
cuerpo del hombre se corrompe y muere. A que el ermitaño
respondió: — Cuando la forma del fuego no concuerda1 con
su propia materia, según tiene apetito de obrar en ella, ni
la materia no concuerda con la forma, según desea tener de-
bajo de ella pasión, apeteciendo una y otra la concordancia,
que no pueden conseguir a causa de que los otros elementos
los contrastan, entonces la forma y la materia aborrecen
aquel cuerpo y apetecen otro donde se puedan mejor conve-
nir y concordar; por cuya causa corrompen aquel cuerpo,
apartándose la forma del fuego de las formas de los demás
elementos, y la materia, de las materias, cuya separación
ocasiona la muerte. Has de saber que un hombre tenía mu-
jer, a quien amaba mucho; y esta mujer tenía un hijo de
otro marido que había tenido, y su marido tenía una hija
de otra mujer; y la mujer amaba a la hijastra para que su
marido la amase más a ella, y el marido amaba al hijastro
para ser amado de su mujer.
1 El original prosigue : aE açò mateix se segueix de la matèria.
Cant Fèlix hac apercebude la manera segons la qual lo cors ve fií
(Hssolviment e a mort, ell demanà...»
774
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
Esta similitud dijo el ermitaño a Félix para que enten-
diese que la concordancia que la forma del fuego tiene con
la materia del aire y de la tierra es para concordar con su
propia materia, y ésta concuerda con las formas de estos dos
elementos para más concordar con su propia forma. — En que
conocerás la causa por que la forma y la materia del fuego
concuerdan en el cuerpo compuesto. — Después de esto dijo el
ermitaño :
— Sucedió que la hijastra de la mujer y el hijastro del
marido riñeron tan fuertemente, que el marido ni la mujer
no los pudieron meter en paz 2 ; por lo que se corrompió el
amor que entre sí tenían, a causa de que éste era derivado
de la concordancia del que ambos tenían a- la hijastra y al
hijastro, por lo que se tuvieron mala voluntad en tanto que
éstos vivieron en aquella casa. Pero, habiendo muerto am-
bos, el marido y la mujer se volvieron a concordar y a amar.
Muerte espiritual es — dijo el ermitaño — «cuando el alma se
desvía del fin para que es creada, esto es, cuando ignora, ol-
vida y desama a Dios, o cuando memora, entiende y ama al
pecado 3. Has de sabér, hijo, que una vez la forma y la materia
del fuego se inclinaron a engendrar una palma, y, cuando la
hubieron engendrado, hubo crecido y estuvo en estado de
producir dátiles, la forma del fuego tuvo inclinación a en-
gendrar un olivo, y la materia a engendrar una higuera ; por
cuya causa la palma no pudo fructificar, pues la forma y la
materia se desviaron del fin para que comenzaron a engen-
drarla.
Por cuya similitud entendió Félix la ocasión del pecado y
la muerte espiritual del alma ; y preguntó al ermitaño le dije-
se por qué Dios no ha creado al hombre con tal disposición
que en ningún tiempo pudiese morir. A que éste respondió:
— Un noble rey tenía un hijo, a quien amaba mucho ; y como
un día el príncipe pasase delante de su padre muy bien ves-
tido y adornado, y el rey le mirase, sintió en su corazón tan
tierno amor a su hijo, que consideró mucho sobre ello, y le
vino deseo de que éste hiciese algunas cosas por su amor para
poderle amar más; y así le hizo su virrey en un reino que él
había conquistado por fuerza de armas. Y en tanto que el
hijo estuvo en aquel reino, guerreó mucho con otro rey con-
finante, que era muy fuerte y poderoso, en que tuvo grandes
trabajos y peligros, de que se desempeñó sabia y varonil-
mente. Y cuando el rey oía lo que su hijo ejecutaba con tan-
to acierto, le tenía gran amor por ser su hijo, y se le aumen-
taba porque era bien acostumbrado y por el mérito que ad-
2 Por «no. y pogueren metre pau ni concordança».
3 Este último miembro parece más lógico que el original : «e con
menbra e entén e desama Déu».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 53
775
quiría en defensa de sus vasallos 4 ; por lo que le hizo here-
dero de su reino 5.
Por esta similitud entendió Félix que este mundo no
es bastante para el hombre que es hijo de Dios por crea-
ción, y servidor de Dios por virtudes y buenas obras; y
que por esto quiso Su Majestad que el hombre muriese y
padeciese trabajos en este mundo, para que le [honrase],
amase, sirviese y conociese, y para que Dios en el otro le
pueda galardonar y premiar con gloria que nunca tendrá
fin.
CAPÍTULO LII
Por qué ama el hombre los deleites de este mundo
— Señor — dijo Félix — , pues el hombre es creado para el
otro mundo y no para éste, ¿por qué ama y se deleita tanto
con los deleites que hay en él? — Hijo — dijo el ermitaño — , la
cuestión que me haces es muy difícil, aunque no lo parece.
Pero, según el entendimiento que Dios me ha dado, te quie-
ro explicar sobre ello algunas cosas, y primero de los placeres
espirituales que el hombre tiene en este mundo, según las
tres potencias del alma; y después de los corporales, se-
gún los cinco sentidos del cuerpo l.
C A PÍ TULO LUI
¿Bu' , s
Del placer que el hombre tiene en memorar
— Félix — dijo el ermitaño — , Dios quiere ser memorado
por el hombre, cuya voluntad tiene Dios porque es digno de
ser memorado; y por cumplirse la voluntad de Dios, cuando
e] hombre le memora, tiene placer en memorar a Dios, a sí
rnesmo, a su prójimo y a todas las otras cosas en que se si-
gue orden, según el fin por que se creó el placer en el memo-
4 Desde «y por el mérito...» lo añade el traductor.
"'.Llull dice : «l'aterra de son regne», es decir, le dió por tierra
propia su reino.
1 Los incisos «según las tres potencias del alma» y «según los
cinco sentidos del cuerpo» faltan en el original.
'776
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
rar del hombre. Además has de saber que 1 el memorar y el
ser concuerdan, y el olvidar y el no ser, y por esto el memo-
rar causa felicidad, e infelicidad el olvidar; y el hombre me-
mora por la memoria y olvida por la memoria, siendo el
memorar su obra y similitud, y el olvidar, su obra y disimi-
litud; en euyas palabras te he significado la naturaleza por
que el hombre tiene placer en memorar, esto es, porque la
memoria tiene placer cuando engendra su semejante, esto es,
el acto de memorar, y tendría mayor placer si su memorar
le pudiese convertir en el ser de la memoria 2 ; así como la
esencia de Dios, en la cual Dios Padre tiene placer en enten-
der lo que le es semejanza de sabiduría, cuyo entender es
Hijo, convertido per generación en ser sabiduría, la cual es
una cosa mesma con el Padre. Has de saber, hijo, que la me-
moria quiere memorar repetidas veces en muchas cosas, para
que otras tantas engendre su semejanza; y por esto quiere
memorar cosas muy diversas, y las quiere memorar mucho,
para que su memorar sea grande, en que nos signifique que
la memoria es creada para memorar muy grandes cosas, y
por ellas mucho a Dios.
Has de saber que un caballero enviaba a su hijo a una
tierra extraña, y, antes que el mozo se despidiese de su pa-
dre y de su madre, le hicieron retratar en la pared de su
cuarto con tan vivos colores, que significasen las cualidades
y disposición de su hijo ; y cuando el padre y la madre veían
aquella imagen, se acordaban de él. Y, aunque estuvo mu-
cho tiempo ausente en el ejercicio de las armas, siempre que
el padre y la madre la miraban, se alegraban y complacían,
porque le memoraban.
Mucho agradó a Félix la similitud, por la cual entendió
que este mundo es imagen que significa la gran bondad y
nobleza de Dios, y que, porque la memoria es creada para
memorar a Dios, por naturaleza se debe alegrar cuando me-
mora la imagen de Dios, en la cual están significadas sus dig-
nidades, esto es, en la bondad de la criatura, la bondad de
Dios; en la grandeza, su grandeza; en su duración, su eter-
nidad 3 ; y así de las otras cosas semejantes a éstas. Cuando
Félix hubo considerado mucho sobre ellas y conocido la na-
turaleza y principio de que dimana la alegría que el hombre
tiene memorando, se maravilló de que pueda alegrarse me-
morando al pecado y desamando a Dios, siendo así que aquel
memorar es contra la final intención para que la memoria
es creada.
Y cuanto más sobre ello consideraba, más se maravilla-
1 Transición añadida por el traductor, lo mismo que las dos si-
guientes : «Has de saber que...».
s «en ésser memòria», en ser memoria, dice más concisamente Llull.
3 Este último miembro falta en el original.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS.
54
777
ba; por lo que preguntó al ermitaño le explicase el porqué el
hombre pecador tenía placer en memorar. — Hijo — dijo el er-
mitaño— , un discípulo preguntó a su maestro cuál era la cau-
sa de que la triaca operase contra el veneno, siendo así que
es cosa compuesta de veneno. A que el maestro respondió:
"En un país había un mercader que amaba mucho la riqueza
mundana ; y, habiendo en aquella tierra gran sequedad y fal-
ta de lluvias, el mercader compró mucho trigo a subido pre-
cio, creyendo hacer gran ganancia, por la falta que preveía
había de haber 4 ; y como después de haberle comprado llo-
viese mucho y hubiese aquel año grande abundancia de co-
sechas, tomó tal sentimiento e ira de ello, que, trastocándo-
se su naturaleza contra sí, se aborreció a sí mesmo tan fuer-
temente, que se ahorcó y quitó la vida.
CAPITULO LTV
DEL PLACER QUE EL HOMBRE TIENE EN ENTENDER
— Asimesmo has de saber, hijo, que según naturaleza, el
mayor placer que el entendimiento del hombre puede tener es
entender, y esto procede de que el entender puede ser más
semejante al entendimiento que ninguna otra cosa. El pla-
cer del entendimiento es mayor en entender que en memo-
rar ni en amar, porque es obra suya y más semejante a sí
que no las otras dos; y por esta razón tiene también el en-
tendimiento mayor placer en entenderse a sí mesmo, que no
en entender a la memoria ni a la voluntad; porque, como es
creádo para entender a Dios y a la obra de Dios, según obra
natural, debe tener mayor placer en entender la obra de Dios
que en entenderse a sí mesmo y a sus obras ; y, cuando sigue
directamente este método -, camina por línea recta a la bien-
aventuranza; y, cuando se desvía de él, se aparta del fin
para que es creado, y va por línea oblicua a pena perdu-
rable 3.
Amado hijo, has de saber que un maestro tenía mi-
chos discípulos, y entre ellos uno que aprendía con más
* Ramón escribió solamente : «E lo mercader compra molt blat
a gran carestia, com pencas que en aquella terra fos £ran carestia
de blat.»
1 Transición del traductor.
2 Es decir, «con l'enteniment ha major plaser en entendre Déu
que neguna altra cosa».
3 «va per via per la qual ve a pena infernal, que no ha nuyll
temps fi».
778
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
repugnancia que los otros; y, preguntándole el maestro la
causa, respondió que, como no sentía interior complacen-
cia en la lección que le daba, no quería aprender. A que el
maestro le dijo que es distinto el placer que se tiene por
entender que el que se tiene por amar, y que así él debía
convertir y sujetar el placer de amar al de entender. A que
el discípulo respondió: "Señor, la ciencia que vos mostráis
es más propia para la voluntad que para el entendimiento,
en cuanto va más por el derecho positivo que por el natu-
ral; por cuya razón mi entendimiento no puede tener tanto
placer por entender como tiene la voluntad por amar, por-
que ama más querer que entender; y así os ruego me di-
gáis cuál es de más aprecio : o el entendimiento o la volun-
tad." A que el maestro respondió que el entendimiento vale
más en entender que la voluntad, y la voluntad vale más
en amar que el entendimiento. Lo que habiendo entendido
el discípulo 4, volvió a preguntar al maestro si daría su en-
tendimiento por un reino; y el maestro le respondió que ni
por todo el mundo. Todavía volvió a preguntar el discípu-
lo que, si su entendimiento no pudiese entender nunca nada,
que si le vendería o le daría por un reino. A que el maes-
tro respondió que sí, pues de poco le serviría el entendi-
miento si con él no hubiese de entender.
Mucho agradaron a Félix estas similitudes, y se mara-
villó de que ningún hombre pueda tener placer en entender
las cosas que le son opuestas \ y que de entenderlas le
viene mal; por lo que preguntó al ermitaño que por qué
razón el entendimiento tiene placer en entender el pecado
o la falsedad, siendo así que ni uno ni otro tienen similitud
alguna de Dios. — Hijo — dijo el ermitaño — , el entendi-
miento, cuando es bien ordenado y sigue el fin para que es
creado, tiene placer en entender el pecado y la falsedad por
tres cosas, [entre otras] : la primera, porque en el pecado y
falsedad conoce que no hay ninguna similitud ni obra de
Dios; la segunda, porque, cuando entiende , el pecado y la
falsedad, la voluntad se inclina a aborrecerlos, y la tercera,
porque, entendiéndolos, engendra su semejanza, esto es, en-
tender, en cuya semejanza o similitud tiene el entendimiento
placer, aunque en el pecado ni en la falsedad no haya nin-
guna semejanza de Dios 6.
— Señor — dijo Félix — , pues que el entendimiento tiene
4 Según el original, «el estudiante se dió ipor satisfecho con la
respuesta del maestro».
é Llull escribió : «cuando entiende cosa que le convendría no en-
tender».
fí El texto original añade : «mas d'eytant com no hi ha semblan-
ça de Déu, e car la volentat, per son entendre, se'n mon a "desamar
íalcetat e peccat».
FÉLIX DK LAS MARAVILLAS. — C. 55
77Q
placer en entender a Dios y a su obra, ¿por qué Dios no
deja que el entendimiento le entienda tan fuertemente y
con tanto placer, que nunca se pueda trastornar a tener pla-
cer en el pecado? — Amado hijo — respondió el ermitaño—,
tan fuertemente se podría Dios en este mundo representar
al humano entendimiento, que no podría ningún hombre
tener inclinación al pecado, como sucede a los bienaventu-
rados en la gloria, pero sería en este mundo destruido el
libre albedrío, por cuya falta no podría el hombre adquirir
ningún mérito, aunque tuviese virtudes y venciese los vicios.
— Señor — dijo Félix — , pues que en el entender el peca-
do que hace tiene el hombre pecador placer, ¿cómo tam-
bién tiene pena con los remordimientos de conciencia cuan-
do le entiende? — Hijo — dijo el ermitaño — , como la vo-
luntad aborrece naturalmente al pecado y por accidente le
ama, operando contra su naturaleza, y el entendimiento en
tiende el pecado contra la suya cuando la voluntad le ama,
por esto el entendimiento naturalmente siente pena en en-
tender el pecado, que la voluntad ama contra su natura-
leza.
Mucho agradó a Félix lo que al ermitaño oyó, y dijo
que por causa de que el entendimiento entiende contra su
entender cuando entiende el pecado que la voluntad ama,
y por causa de que la voluntad ama contra la naturaleza del
querer cuando ama el pecado que el entendimiento entiende,
tienen uno y otro pena en estos actos.
C A PÍTULO LV
DEL PLACER QUE EL HOMBRE TIENE EN AMAR 1
— Amado hijo — dijo el ermitaño — , en Dios hay volun-
tad, que quiere que el hombre la tenga también, para que
con ella ame a Dios; y, como en Dios hay gloria, quiere su
voluntad que la del hombre tenga placer en amarle, y éste
es el fin principal 2 y el más soberano grado por que natu-
ralmente la voluntad del hombre tiene placer en querer.
[En Dios su voluntad, que es Dios, tiene todo lo que quie-
re], y por esto la humana voluntad desea conseguir aque-
llo que quiere; y, cuando lo consigue, tiene placer, y des-
placer cuando no; significando lo primero el placer que Dios
1 Ramón escribió «en voler», en querer, termino que abarca el
acto de voluntad y el de amor.
2 No es ésta la idea de Ramón Llull, sino : «aquest plaser és lo
pus primer e-l pus subirá grau...»
78o
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
tiene en sí mesmo, y lo segundo lo mesmo por desemejanza,
pues manifiesta el gran placer que tiene quien tiene todo
lo que quiere, como sucede en Dios, por su infinito poder 3.
Mucho consideró Félix en lo que el ermitaño le decía,
de que la divina voluntad tiene todo lo que quiere por su in-
mensa bondad, infinidad, eternidad, poder, sabiduría 4, etc. ;
y con esta consideración se maravilló de que la voluntad
del hombre quiera ninguna otra cosa que la que quiere la
de Dios. Y, después de haber considerado en esto algún tiem-
po, dijo al ermitaño: — En una ciudad murió un mancebo
hijo de un noble ciudadano, y su padre, su madre y sus pa-
rientes hicieron gran duelo por su muerte, de que me ma-
ravillé mucho, considerando cómo era posible que tuviesen
tan gran sentimiento de la muerte del mancebo, cuando era
voluntad de Dios que muriese, siendo así que la voluntad
del hombre es creada para querer todo aquello que quiere
la de Dios.
— 'Hijo — dijo el ermitaño — , natural cosa es a la huma-
na voluntad amar su semejante, esto es, su querer, que es
su obra; pero más natural le es que ame la divina voluntad
y su querer 5. Y así, cuando sucede que la voluntad del hom-
bre se aparta o gira en contrario fin y naturaleza de aquel
para que fué creada, quiere contra la divina voluntad, y
quiere más su querer que el querer de Dios, teniendo dis-
plicencia de lo que Dios quiere y complacencia de lo que
no quiere.
Has de saber, hijo, que en una ciudad había un hom-
bre usurero que tenía un hijo, al cual amaba más que a
Dios ni que a ninguna otra cosa, y hacía cuanto podía por
tenerle contento y divertido y por juntar dinero para ha-
cerle poseer gran riqueza. Sucedió que este hijo se le mu-
rió, y el día de su muerte un pobre pidió limosna por amor
de Dios a su puerta; de que le dió tal ira, que no se pudo
contener, y prorrumpió blasfemando y maldiciendo a Dios
y a todo aquello que Dios había querido, y dió al pobre tan-
tos golpes, que le hubiera muerto si no se le hubieran qui-
tado de entre las manos. Y después 6 Se maldijo a sí mesmo,
y a todo cuanto había adquirido, y a su padre, que le ha-
bía engendrado, y a su madre, que le había concebido.
Y, cuando hubo prorrumpido en todas estas blasfemias, se
le inflamó el corazón con tal ira, que se le reventó, y murió
en presencia de su vecino, hombre muy sabio y que amaba
3 Traducción muy condensada, pero exacta cuanto al sentido.
4 El texto catalán añade «voluntad y perfección».
5 Aquí insiste todavía Ramón : «.. e aqnesta natura avtal se
pren en ço que la volentat de hom és per ço que am sobre totes
coses la divina volentat e tot ço que aquella volentat vol.»
6 Con lo usurer ach malasit Déu, e ach batut lo pobre», repite
más pintorescamente Ramón.
FÉLIX DE LAS MASA VILLAS . — C. 55 7«9I
y temía mucho a Dios; el cual se maravilló mucho del usu-
rero, de su ira y de su muerte, y dijo estas palabras: "¡Oh,
cuánto es peligroso amar más el placer de su propia volun-
tad que el placer de la divina! ¡Ay, Dios mío, y cómo vos
hubierais tenido gran placer si el usurero, después que le
quitasteis su hijo, se alegrase, queriendo amar lo que vos
quisisteis, y que sacrificase por vuestro amor sus pasiones
y sentimientos 7 y diese cuanto tenía a los pobres que por
vuestro amor le pedían limosna!"
Estas palabras y otras muchas dijo el sabio hombre, el
cual consideró mucho tiempo en lo que había sucedido al
usurero, y después se fué a su casa y dió cuanto tenía al
pobre que el usurero había aporreado, por la paciencia que
había tenido en sufrir sus golpes e injurias, alabando a
Dios, pidiendo que le ayudase y diciendo estas palabras:
''Señor Dios mío, por la necesidad corporal pido limosna
por vuestro amor, y para sufrir estos golpes os pido pa-
ciencia, humildad, caridad y fortaleza. Señor Dios mío, así
como has querido que yo sea pobre y pida limosna por tu
amor, te suplico que yo tenga estas y otras muchas ocasio-
nes de alabarte y adorarte con paciencia en todos mis tra-
bajos, los que me vienen por tu divina voluntad" s.
Cuyas palabras y suceso considerando el sabio hombre,
dió al pobre cuanto tenía, como ya se ha dicho c\ por el buen
ejemplo que le había dado; pero el pobre no lo quiso reci-
bir, diciendo que él hacía propósito de ser pobre todos los
días de su vida, y quería ir por el mundo pidiendo por amor
de Dios y alegrándose de todo aquello que fuese agradable
a su divina voluntad. De cuyas palabras habiendo tomado
el sabio hombre nuevo ejemplo, dió a otros pobres cuanto
tenía, y en compañía de aquél se fué por el mundo, para con
él complacerse de todo aquello que les pareciese ser del agra-
do de Dios, y entristecerse de todo lo que viesen ejecutar
de su desagrado.
1 Versión inexacta, en vez de : ay que por vuestro amor satisfa-
ciese por sus errores».
8 «per !a tua volen tat e honor».
■ Este inciso tcorao ya se ha dicho» refleja la preocupación del
traductor por esquivar ías continuas repeticiones del estilo luliano.
Faltan también en el original las primeras palabras de transición
retórica.
-782
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
CAPÍTULO LVI
Del placer que el hombre tiene por el sentido de la vista
— Señor — dijo Félix al ermitaño — , pues que los ojos cor-
porales no pueden ver a Dios, por ser invisible, ¿de qué
dimana que los hombres tengan tan gran placer en ver las
cosas corporales, pues es cierto que mucho más se deleitan
en ellas que en [ver con el entendimiento] las espirituales,
que son las que dan de Dios mayor similitud.
Mucho agradó al ermitaño la cuestión que Félix le pro-
ponía, y dijo estas palabras: — El placer que el hombre tie-
ne de ver es de dos maneras : la una, por la vista espiritual,
y la otra, por la vista corporal. Por la vista espiritual, esto
es, por la visión del entendimiento, puede Dios ser visto
(por sus atributos) 1 en sí mesmo y en la santa obra que en
sí mesmo tiene; y por esta misma visión puede el humano
entendimiento ver las obras que Dios hace en las criatu-
ras; y, por ser la vista intelectiva mucho más noble que
la corporal, ha puesto Dios placer en ver las cosas corpo-
rales, para que por ellas le tenga mucho mayor el entendi-
miento 2 ; pero por causa de que los hombres pecadores se
olvidan de memorar y entender a Dios y aman más las co-
sas mundanas que al mismo Dios, les queda el imperfecto 3
placer que tienen en ver las cosas corporales, perdiéndose el
que deberían tener en entender las* espirituales.
Has de saber — dijo el ermitaño — que en una catedral
había un canónigo que era hombre de muy santa vida, cuan-
do muchos otros compañeros suyos eran muy desarreglados
y de malas costumbres; de lo que él se admiraba y disgus-
taba tanto, que estaba siempre triste y cuasi desesperado 4.
Y se acostumbró por este motivo tanto a su tristeza y dis-
gusto, que cayó de ella enfermo, sin poderse alegrar de nada,
maravillado de su tristeza, ira y mucho más de sus com-
pañeros, que se alegraban cuando unos a otros se veían, y
se entristecían cuando él los veía y reprendía de sus malas
costumbres.
Sucedió que, viniendo de la iglesia, donde había tenido
gran complacencia en ver la señal de la cruz, por haber
contemplado en ella la santa pasión de Jesucristo, en la
1 Acotación explicativa del traductor.
2 «per ço que-l enteniment en entendre aquelles atrop plaser».
3 Este epíteto es del traductor.
4 ccdespagat» en el original, desazonado.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 56
cual se le representaba el gran amor que Dios tiene a su
pueblo y la gran misericordia en que pueden confiar los
justos y pecadores, vió un canónigo montado en un bello
palafrén, noblemente vestido y adornado y con los demás
aparatos correspondientes :>, y que en una ventana había una
loca mujer, con quien el canónigo hablaba deshonestamente,
y incontinenti que él los vió, se fué con nueva ira y des-
pecho, saliendo de su espíritu el placer que había tenido
en ver la cruz, en la cual había contemplado la pasión de
Jesucristo.
De que él se maravilló mucho viendo que por tal mo-
tivo se hubiese impresionado de tan gran tristeza; y, ha-
biendo llegado a su posada, encontró a la puerta un hom-
bre viejo que pedía limosna por amor de Dios, vestido
humildemente, con gran barba y con semblante que demos-
traba devoción y penitencia. De cuya vista incontinenti se
empezó a alegrar y a olvidar de la ira que le había dado
la vista del mal canónigo y la loca mujer, y dijo que el
placer de la vista corporal consistía más en ver hombres
pobres con vestidos humildes y de santa vida, que en ver
hombres pecadores con vestidos ricos, orgullosos y vanos.
Hijo — dijo el ermitaño a Félix — , cuanto más placer tie-
ne el nombre en ver con los ojos corporales el cielo, el sol, la
luna, las estrellas, el mar, la tierra, el fuego, los hombres, las
aves, los animales, las plantas, los colores, el dinero, los ves-
tidos y todas las otras cosas semejantes a éstas, tanto más
debe ver con los ojos espirituales a Dios y a sus obras, pues
todas estas cosas Dios las ha criado agradables a la vista
para hacerse conocer y amar, y para que cuanto más bellas
son, más le amen y le conozcan. Y así, aunque es cosa muy
deleitable el ver con la vista corporal las cosas hermosas, lo
es mucho más el ver con la vista espiritual la justicia, la
caridad, la sabiduría, la templanza y la fortaleza de espíritu.
Pero los que están en pecado tienen mayor placer en ver las
cosas corporales que las espirituales, y lo que en esto hay
de raro y admirable es que semejantes hombres no tengan
mayor placer en ver las cosas feas que las hermosas, porque,
así como tienen desordenada la vista espiritual para enten-
der, deberían tener también desordenada la vista corporal
para ver.
Estando en esta conversación, el ermitaño y Félix vie-
ron venir dos hombres que se llamaban del orden de los
apóstoles, los que les causaron complacencia a la vista, se-
gún el orden y disposición de sus cabellos y barbas, por sig-
nificar la santa vida que los apóstoles hacían y la pobreza
6 El pintoresquismo luliano precisa más ; «e en son palafrè hac
molt bella sella, e fre, e pitral tot nou ; e aquell canonje fo calçat
polidament, é ach luis sperons qui tots luhien»
784
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
con que habían vivido en el mundo. Pero, como al mismo
tiempo el ermitaño y Félix considerasen el estado de estos
hombres y que su vida no era semejante a la de los apósto-
les, tuvieron gran displicencia en verlos, a causa de que sus
obras no convenían con su hálito y exterior apariencia 6. Por
lo que lloraron juntos y dijeron : — -*¡ Oh hipocresía, cómo sa-
bes unir hábito penitente y falsa intención! ¡Oh Dios mío!,
envía hombres agradables a la vista por hábito corporal y
espiritual, para que se vea que tenéis muchos y verdaderos
eervidores y procuradores valerosos en amaros y alabaros.
CAPITULO LVII
Por qué el hombre tiene placer en oír
Después de esto dijo el ermitaño que el 1 oír es obra de la
potencia auditiva, que obra oyendo, para que por lo que oye
el oído le venga placer al alma, memorando, entendiendo y
amando aquello que oye; y, por ser Dios loable, ha querido
ser alabado por el hombre, y quiere que los hombres tengan
placer en oír palabras en su alabanza.
— Señor — dijo Félix — , según las palabras que me decís,
me causa gran admiración el que las gentes de este mundo
se deleiten tanto en oír vanidades, vanos elogios, instrumen-
tos, músicas, cantos y las demás cosas semejantes a éstas,
siendo así que cuanto se debe oír debe ser ordenado para
alabar a Dios, y los hombres se deleitan en oír cosís que
son contra Dios (o desagradables a Dios).
— Hijo — dijo el ermitaño — , delante de un sabio rey había
un truhán 2 que alababa a un caballero muy malo y de muy
malas costumbres, y le alababa porque le haibía dado un pa-
lafrén que había quitado a un monje; y, viendo el rey al
truhán, tuvo gran pesar, porque conocía la falsedad con que
le alababa; y le preguntó que por qué había dispuesto Dios
que hubiese palabras (o que el hombre hablase)3, y el truhán
respondió que las palabras son para dar conocimiento cuan-
do el hombre habla de lo que el alma memora, entiende, ama
o desama ; a que el rey le dijo que le había dicho la verdad,
pero que, si no se la decía en lo que le iba a preguntar, ]¿
haría quitar la vida; de lo que el truhán concibió gran mie-
0 Véase supra, pp. 6oo y 718.
1 Toda esta frase inicial la añade el traductor.
2 En el original, un «jutglar».
3 Glosa -del traductor, lo mismo que la frase final del párrafo an-
terior.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 57
785
do, y se lo ofreció ; y el rey le dijo : "Dime, ¿ alabas tú al ca-
ballero por darme gusto a mí con lo que me dices de él o le
alabas porque él verdaderamente merezca ser alabado?"
A que el juglar, después de haber estado mucho tiempo pen-
sativo, temeroso del castigo, respondió: "Señor, el caballe-
ro no es digno de alabanza, pero yo le alabo porque me ha
dado un palafrén, y le alabo delante de Vuestra Majestad 4,
porque Vuestra Majestad me mande dar alguna cosa mejor;
pues, si él me ha dado un palafrén como caballero, a Vuestra
Majestad, como a rey, le compete el darme a lo menos un
rico caballo, para que pueda alabar a Vuestra Majestad más
que al caballero" 5. Entonces dijo el rey: "Tú me has dicho
la verdad; pero, por el disgusto que me has dado en alabar
al caballero cuando no lo merece, es menester que quedes
castigado, y, aunque merecías mayor pena, no te quiero dar
otra que el que vuelvas el palafrén al caballero y que le digas
de mi parte que se le restituya al monje a quien se le quitó,
y que así el monje dará verdaderas alabanzas a Dios; y, si
el caballero no quiere volver el palafrén a su legítimo dueño,
le dirás que yo le quiero para mí ,;. Y sabrás que él tendrá
mayor pesar de oír estas palabras, que no ha tenido gusto en
oír las alabanzas que tú falsamente le has dado."
Después de esto se puso el rey a considerar en la vana-
gloria que los hombres tienen en este mundo oyendo ala-
banzas propias, y se maravilló de que el hombre, que ha
venido y ha sido creado de la nada, las pueda apetecer y de-
sear tanto. Y, estando en esta consideración, entró un don-
cel, que le trajo un libro donde había pintadas muchas fi-
guras e historias, el cual le dijo estas palabras: "Señor, un
santo ermitaño que en una' alta montaña, cerca de uno de
vuestros castillos, hacía penitencia, cuando murió entregó
a mi padre este libro, y le dijo que se le diese al príncipe
más sabio 7 que supiese ; por lo que os le envía, respecto
de ser s Vuestra Majestad el príncipe más sabio y más de-
voto que se halla hoy en todo el mundo." "Doncel, dijo
«1 rey, ¿sabéis vos qué contiene este libro?" Y el doncel
dijo que el libro contenía el placer corporal y espiritual
que tiene el hombre: el corporal, por contener muchas y
diversas figuras, hechas con gran arte y de tantos mo-
dos y maneras como el hombre puede pensar de la dispo-
sición de las criaturas y de sus obras, pues en él está figu-
* Falsa interpretación del original ae yo lou vós...».
" a... per ço que dó de vós laor a les gents.»
* Todo este fragmento parafrasea el original ; pero el final se
separa claramente del texto luliano, donde adigues-li que jo l'acuyn-
de e^-m desisch de ell» significa ole retiro mi gracia y me desentien-
do de él».
7 «pus devot» en el texto luliano.
8 Es decir, por ser...
786
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
rada la disposición del cielo empíreo y la de la Suma y Sacra
Majestad y de los santos de la gloria; después está la figura
del firmamento, del sol, de la luna, etc.; también contiene la
historia del Nuevo y Viejo Testamento. Se ven también fi-
gurados en él los filósofos y las obras de la naturaleza, como
son los hombres, animales, aves, peces, plantas, y de todas
hay en él figuras y obras; lo mismo contiene en lo moral y
político de los hombres 9, como prelados, príncipes, clérigos,
y de todos los demás artes mecánicos. Y así, por orden, está
en él cada cosa manifiesta y distinta de otra, según [que los
hombres y las bestias y aves y peces] viven y hacen sus
obras para vivir. También contiene historias, batallas de
mar y de tierra, asedios, mutaciones de reinos 10 y todas las
demás cosas que han pasado, y de todo esto hace memoria
por figuras. Este libro hizo aquel santo ermitaño de todos
los libros que pudo juntar, y de todo lo que pudo ver hacer
a los hombres, animales, etc., poniéndolo todo en figuras,
para tener, contemplándole, placer corporal y espiritual;
corporal, por ser el libro hermoso y bien pintado y figurado,
y espiritual, porque cuanto veía en él con los ojos corpora-
les lo contemplaba con los espirituales, con los cuales veía
a Dios y a las obras que tiene en las criaturas, y tenía pla-
cer en considerar las cosas pasadas y los instintos de los
animales u.
El rey tomó aquel libro 12 y se acostumbró gustoso a es-
tudiar en él ; lo que estando ejecutando un día, vió una figu-
ra que manifestaba un rey en un palacio, donde comía con
gran multitud de caballeros ; y en la misma sala, muchos ju-
glares y truhanes 13 que tocaban diversos instrumentos ; y
delante de la figura del rey había pintados una serpiente y un
león, que entre sí combatían; y a la oreja del rey tenía un
demonio la boca, lo cual significaba que la serpiente con alai-
banzas y vanidades combate al león, que significa al rey. Lo
que habiendo él considerado, dijo: "¡Ah falsats y vanas ala-
banzas!, ¿para qué estáis en el mundo, ni por qué tienen más
placer de oíros los príncipes y los prelados que los demás
hombres?" Y con estas palabras prorrumpió en lágrimas, y
por inspiración divina propuso hacer un gran monasterio,
donde se entró en compañía de otros religiosos que supie-
sen cantar noblemente el santo oficio de la misa y que fue-
8 Paráfrasis culta de la simple expresión luliana «e aço mateix
dels hòmens».
"' «En aquest libre ha stòries de bataylles, de ciutats e naus e
galees, e deserets reys...»
31 Todo este párrafo condensa mucho el original, pero con sufi-
ciente fidelidad ideológica..
12 El original precisa que se trataba del Llibre de plasent visió,
obra luliana perdida, de carácter enciclopédico.
** cv truhanes» lo añade el traductor.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. C. 58
787
sen doctos en las ciencias de filosofía y teología, para que
siempre tuviesen placer en oírle 14 y en oír sus palabras, por
Ja doctrina que incluían de Dios y de sus obras.
Y en aquel monasterio vivió largo tiempo 1 haciéndose
exponer lo que las historias del Libro de v-isión significaban.
Y así, entre oír, ver, considerar, memorar, entender y amar,
vivía siempre en grandísimo placer, el cual mantuvo hasta su
muerte, y en ella dejó mandado a su hijo (a quien había de-
jado colocado en el trono) 16 que al fin de su vida ejecutase
lo mismo que él había ejecutado.
CAPÍTULO LVIII
Por qué el hombre tiene placer en oler
— En oler flores, frutas, almizcle \ ámbar y las otras co-
sas que huelen bien, tiene el hombre placer; y al contrario,
en oler letrinas, carne corrompida, cieno, estiércol, etc., tiene
pesar; y uno y otro significan el placer que debe el hombre
tener en conocer y amar a Dios, y el desplacer que debe te-
ner de todo aquello que es a Dios desagradable; y significa
también la muerte que el hombre ha de padecer, por la cual
vendrá a tal fetor y corrupción, que sea desagradable a todos
en tanto grado, que nadie querrá estar cerca de él, aunque
viviendo haya sido su mayor amigo.
— Señor — dijo Félix — , ¿por qué ha dado Dios compla-
cencia en los olores, pues que no es odorable? — Amado hijo
— dijo el ermitaño — , Dios no ha dado el placer de oler por-
que él sea odorable, pues no es cuerpo ni cosa que por el
olfato se pueda percibir; pero, como el oler causa placer,
ha creado los olores para que la voluntad del hombre le ten-
ga cuando el sentido los perciba, y para que, mediante este
placer que recibe, alabe y ame a Dios 2. Además has de sa-
•ber 3, hijo, que Dics ha dado el sentido del olfato al hombre
para que, percibiendo los malos olores, considere los que pa-
decerá en el infierno, de azufre y de otras cosas semejantes
y fetentes ; pues en él tendrán un gran fetor todos los cuer-
14 *en hoir lo offici de la missa...»
10 Ramón Llull escribió : «Enax'í com ho considera lo rev, enaxí
ho féu, e heretà sos fills de tot quant havia, e al monestir donà
gran renda perpetual.»
M Paréntesis del traductor.
1 El texto castellano dice «admiscle».
2 <rqui aquell plaser li ha donat en odorar», añade Ramón Llull.
8 Esas frases de transición son artificios del traductor.
788
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
pos de los hombres, y les olerá mal el aliento y los miem-
bros, según los pecados que habrán cometido con ellos en
este mundo.
Has de saber, hijo, que un hombre tenía mujer que
se componía con diversos afeites la cara y se ponía en ella
tales colores, que olían mal y mortificaban a su marido
cuando se acercaba a ella, siendo así que ella se los ponía
con el fin de parecer más bella y de agradarle a él; pero
el marido, creyendo que ella se los ponía por agradar a otros,
estaba celoso, y así tenía del mal olor de la cara de su mu-
jer disgusto de dos modos: el uno, porque le mortificaba
los sentidos, y el otro, porque le atormentaba el pensa-
miento 4.
En que conocerás que, si la, humana voluntad puede te-
ner tan gran placer o desplacer por el olor, que es criatu-
ra corporal, cuánto más puede tener gran placer en amar
a Dios, que es cosa espiritual, y cuánto más tendrá la vo-
luntad del hombre pecador mayor disgusto en desamar a
Dios que en oler los malos olores del mismo infierno.
Amado hijo, has de saber que una mujer de un noble
ciudadano tenía en su casa un hermoso jardín, en el cual
había diversa suerte de árboles, todos cargados de hojas,
flores y frutos 5, los que entraba a ver la mujer muchas ve-
ces, por el placer que recibía de su vista y fragancia. Su-
cedió un día que, paseándose y deleitándose de este modo
en el jardín, le dió gana de entrar en una secreta, que es-
taba en él, en la cual percibió muy mal olor; y se maravilló
que de su cuerpo saliese cosa tan hedionda y de que las
que había en el jardín fuesen tan fragantes, odoríferas y
deleitables.
Estando en esta consideración, concibió en su alma cas-
tidad y honestidad, y se apartó del pecado de lujuria en que
había estado mucho tiempo, y dijo estas palabras: "¡Oh
infeliz mujer, loca y pecadora, cuán gran maravilla es que
la manzana, que es tan hermosa y tan olorosa, en comién-
dola el hombre, se vuelva en su cuerpo tan fea, tan pútri-
da, tan sucia y tan hedionda, que, cuando ha vuelto a salir
de él, nadie por ningún precio la querría volver a comer!"
Y, habiendo pensado y considerado largo tiempo sobre esto,
dijo que mucho mayor defecto y asquerosidad es introdu-
cir en su corazón, esto es, en su amar, el deleite carnal que
el hombre siente por el vicio de la lujuria, pues es más
hediondo y asqueroso a quien tiene arreglado su memorar,
4 Ramón añade todavía : «E enaxí, per lo desplaer corporal, lo
marit havia de sa muller desplaser spirital, ço és a saber, desplaser
de volentat, lo qual havia per jelosia.»
6 «-y frutos» lo añade el traductor, lo mismo que «de su vista y
fragancia».
FELIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 59 789
entender y amar, que no lo es el mal olor de ninguna in-
mundicia ni letrina. De que se contristó mucho, lloró y se
arrepintió de los pecados que había cometido, y pidió a Dios
misericordia. De que dimanó que esta mujer, con la oca-
sión del olfato y por la gracia de Dios, mudó de vida y se
acostumbró a vivir bien, pues siempre que olía buenos o
malos olores se arrepentía y aborrecía los pecados de lu-
juria que había cometido, y de nuevo pedía a Dios la asis-
tiese 8 y perdonase.
CAPITULO LIX
Por qué causa el hombre tiene placer en gustar
— Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que el hom-
bre tiene placer en gustar, cuando come y bebe, por ser el
gusto un poder de la potencia sensitiva, siendo el sujeto
en que se mueve la vegetativa, que es compuesta de los
cuatro elementos, por forma unida de sus cuatro 'formas,
debajo de la cual está la materia unida de las cuatro ma-
terias de los mismos elementos.
Amado hijo, sabrás que el placer que la sensitiva siente
y recibe de la vegetativa se le ofrece a la voluntad, la cual
se deleita en el gusto de la sensitiva; siendo gran mara-
villa que el placer sensual se convierta en placer espiri-
tual (esto es, en placer de la voluntad) *.
En que conocerás que así como la potencia visiva reci-
be por objeto el color y le ofrece por la imaginativa a la
intelectiva para que le entienda, así la sensitiva por el gus-
to recibe la dulzura o amargura, y la pasa a la intelectiva,
que por ella entiende la cualidad de lo dulce o amargo; y
esto mismo hace con la memorativa, para que la memore.
En que conocerás también que todas las tres potencias del
alma se deleitan por la del gusto, según cada una le pu^de
recibir en sí mesma.
Has de saber, hijo, que un obispo era hombre muy de-
licado y había vivido mucho tiempo en grandes deleites.
Sucedió un día que, estando comiendo y deleitándose con
el sabor de los delicados manjares, un escudero que le ser-
vía se cayó delante de él - repentinamente muerto; de que
" E! texto castellano impreso dice «le asistisse», o por error de
imprenta o por catalanismo.
1 Paréntesis del traductor.
1 «ce denant tots aquells qui ab ell menjaven a la taula», añade el
original.
790
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
el obispo y todos los presentes tomaron gran espanto. Y, ha- .
biendo considerado el obispo algún tiempo sobre ello, quiso
volver a comer, mas no pudo hallar en las viandas el deli-
cado sabor que antes, a causa del horror que habia con-
cebido. Por lo que se levantó de la mesa diciendo que el
hombre no debía comer cuando no hallaba gusto ni sabor
en los manjares, y que se maravillaba de que por aquel
motivo se le hubiese quitado.
A lo que le respondió un sabio que estaba presente:
"Señor, un ermitaño habitaba una ermita en una alta mon-
taña, donde contemplaba a Dios. Y, habiendo bajado a una
ciudad que estaba al pie de ella, y caminando por sus ca-
lles, encontró al obispo, que venía montado en un hermoso
caballo muy adornado y con lucida compañía, y delante de
él muchos escuderos con el mismo tren 3 y montados en her-
mosos palafrenes. De cuya vista tuvo el ermitaño gran
displicencia, memorando la pobreza de Cristo y la de los
apóstoles cuando andaban por el mundo, la que se le au-
mentó tanto, que, volviéndose a su ermita, no pudo des-
pués contemplar a Dios tan bien como solía, de 4 que se ma-
ravilló mucho, considerando que por el mal ejemplo que
el obispo le había dado había perdido su devoción."
Después de este ejemplo, dijo el sabio al obispo que el
placer del gusto fué dado al hombre para que con él ape-
teciese comer, y que por el comer viviese el cuerpo, para
que el cuerpo sirviese a Dios. "Y porque el comer es para
que el hombre viva, y el vivir es para servir a Dios, y la
muerte es contra la vida, el gusto de vuestra señoría ilus-
trisima 5 se ha perdido, porque su naturaleza ha tenido
miedo de la muerte viendo súbitamente morir al escudero.
Y el placer que el ermitaño tenía en contemplar a Dios se
perdió viendo ir a caballo al obispo con tanta vanagloria,
por ser el obispo de la naturaleza del ermitaño en cuanto
hombre, y contra la vida espiritual del ermitaño en cuanto
la vanagloria con que vivía y 4 caminaba por las calles."
Después de haber considerado mucho tiempo el obispo
que vió morir al escudero, en este ejemplo, entendió que
la dignidad episcopal ,est,á establecida para que el obispo
sirva a Dios y procure que otros le sirvan 6, y no para que
se deleite en comer ni en beber; y entendió también que
el otro obispo que iba montado en el hermoso caballo con
tanta pompa y acompañamiento, por cuanto cabalgaba tan
3 Falsa interpretación de «vestits de nieytats», es decir, Jas dos
mitades de diferentes colores.
4 Desde aquí es una glosa del traductor.
5 Traducción anacrónica de la simple frase luliana «lo vostre
sentiment de gustar».
8 «y procure que otros le sirvan» no está en el original.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 59 7QI
pomposamente, fué ocasión de que el ermitaño pecase y le
faltase la devoción. Por lo que desde entonces dejó de comer
delicados manjares, y siempre que le venía alguna tenta-
ción 7, hacía venir delante de sí hombres pobres, que, con el
hambre que tenían, comían poderosamente; y se deleitaba
en verlos comer, y mucho más en considerar que él los daba
de comer por el amor de Dios.
Además has de saber que a un capítulo general concu-
rrieron gran multitud de religiosos, y un príncipe, habién-
dolos convidado un día, les dió a comer muchas y muy de-
licadas viandas. Y, después de haber comido, un religioso
preguntó cuál sabor era más deleitable y apreciable: el que
se siente cuando el hombre come con hambre, aunque sea
poco y desabrido, o el que se tiene cuando sin necesidad
se come mucho y muy delicado. Sobre cuya cuestión varia-
ron las opiniones, hasta que el que la había propuesto la
determinó diciendo que el sabor de la comida es por la ne-
cesidad de haber de mantener el cuerpo, y no para deleite
de él ni para tener vanagloria.
Además has de saber que un noble ciudadano estaba
sentado a su mesa y comía delicadamente. Y en tanto que
comía y se deleitaba en ello por el placer que tenía, llegó
un pobre a la puerta a pedir limosna por amor de Dios; de
que el ciudadano se enojó, pareciéndole que aquel pobre le
impedía e interrumpía el gusto con que comía. Por cuyo
motivo mandó a un criado le despidiese y maltratase para
que se fuese [y no le molestase].
Y, saliendo el criado (como que iba a despedirle) s, entró
al pobre al cuarto donde su amo comía, y, poniéndosele de-
lante, le dijo: "Señor, más vale el placer del amar que el
del comer, pues el hombre puede amar a Dios y no se puede
comer a Dios. De que se infiere que en dar limosna por
amor de Dios puede la voluntad tener mayor placer que no
en dejar de darla por tener más que comer; y así, para
que tengáis mayor placer en dar por amor de Dios que en
comer, os traigo delante este pobre, para que le deis de
comer de aquello que tengáis más sabroso y regalado y que
os sea más agradable; pues tanto crecerá vuestro mérito
y vuestro querer y amar a Dios °, cuanto es mayor el placer
que encontréis en el gusto de una vianda que en el de otra,
si le dais de aquella que a vos más os agrada."
De cuyas palabras convencido el ciudadano, dió al po-
bre por amor de Dios un capón asado que tenía delante, y
comió de las otras viandas que no eran tan sabrosas. Y, en
7 De gula, se entiende : atotes vegades que li venia temptació
que s'i tornas...».
** Paréntesis explicativo añadido por el traductor.
? «car aytant crexerà lo plaer del vostro voler en amar IK-u...».
792
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
tanto que de ellas comía, sentía en su voluntad y en su
entendimiento placer de caridad, justicia, sabiduría, forta-
leza y templanza, y este placer era tan grande, que en nin-
gún tiempo le había tenido como él, aunque comiese las
viandas más delicadas y regaladas al gusto 10.
— Señor — dijo Félix — , mucho me maravillo de que los
animales y las aves se dejen de comer y de beber, luego
que han comido y bebido lo bastante para alimentarse, y
de que el hombre, siendo racional, coma y beba excesiva-
mente y sin necesidad. — Hijo — dijo el ermitaño — , el ani-
mal, como no tiene uso de razón, sigue el curso de su natu-
raleza sensitiva, y por esto come y bebe según lo que siente
o en tanto que tiene necesidad 11 ; pero, como el hombre tiene
voluntad y entendimiento y se inclina al placer sensual para
adquirir el intelectual, ama el primero con el fin de tener
mayor el segundo, y por éste, tenerle contemplando a Dios,
que es cumplimiento de todos los placeres; esto está dis-
puesto así por naturaleza. Pero, como muchas veces el hom-
bre no quiere tener el placer sensual con el fin de tenerle
mayor intelectual para contemplar a Dios, come y bebe sólo
para complacerse, por lo que es su placer desordenado y
peor que el de las bestias, y come y bebe más de lo que ha
menester, contra el fin para que se le dió el apetito; de que
dimanan los pecados de gula y las enfermedades y muertes
que por ella se ocasionan.
CAPÍTULO LX
Por qué tiene el hombre placer en tocar
— Hijo — dijo el ermitaño — , has de saber que el placer
del sentir (o tocar) corporal es para que haya placer en
sentir espiritual; pero los hombres mundanos aman más
el primero que el segundo, y por esto apetecen los blandos
tactos, las camas delicadas, las vestiduras delgadas l, etc.,
y apetecen sentir placer en calentarse cuando tienen frío
y en refrescarse cuando tienen calor 2.
Pero 3, como Dios ha ordenado por naturaleza que el
30 «com feya en son voler e en son entendre per lo capó que havia
donat al pobre», repite el original catalán.
11 «o en tanto que tiene necesidad» es una glosa explicativa.
1 «delgadas y blandas», según el original.
2 Ramón añade : «... per què ve sentiment qui dóna desplaser»,
donde «sentiment» significa sensación de tacto.
3 Desde aquí hasta «a causa de que» inclusive, falta en el manus-
crito básico catalán.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 6o
793
hombre se refresque cuando tiene calor, apartando de sí
el trabajo y el movimiento, y que con el movimiento se ca-
liente, has de saber que esto sucede a causa de que el fuego
entra en el aire, en el agua y en la tierra, y, en fin, el un
elemento en el otro; de que se origina su tocamento, y de
éste, hecho dentro del cuerpo del hombre, el sentimiento
del calor, del frío, del hambre o de la sed, cuyo sentimiento
se forma por la potencia sensitiva sobre la vegetativa; y,
según la disposición de estos tocamentos que interiormente
hace el un elemento en el otro, se forma el placer o des-
placer sensual.
— Señor — dijo Félix — , mucho me maravillo de ver que
el hombre que está cercano a la muerte y todo frío, desee
sentir frío y no calor 4. — Hijo — dijo el ermitaño — , el hom-
bre que está cercano a la muerte ha perdido el sentido
natural, y la naturaleza quiere recobrar lo que ha perdido;
y por esto el enfermo desea sentir frío, pero su naturaleza
no desea el frío, antes sí el calor natural, que ha perdido
por el calor innatural.
— Señor — dijo Félix — , ¿por qué naturaleza el enfermo a
quien viene la calentura con el frío desea sentir calor?
— Hijo — dijo el ermitaño — , la calentura con desordenado
frío es ocasión de que se destruya el calor natural; y por
esto el enfermo desea calor contra el frío que siente, y de-
sea también su naturaleza calor natural, que destruya al
frío que la oprime.
Mucho consideró Félix en lo que el ermitaño decía, ma-
ravillándose de que el hombre desee en estos casos sentir
una cosa, y su naturaleza desee sentir otra; como el en-
fermo cercano a la muerte, que está frío y 'desea sentir
frío, y su naturaleza desea calor natural. Y, habiendo con-
siderado sobre ello, dijo al ermitaño la causa de su admira-
ción, a la que éste le respondió :
— Hijo, has de saber que un caballero tenía mujer, a
quien mucho amaba, y ella igualmente le correspondía; pero
era de tal naturaleza, que nunca, cuando su marido tenía
acto con ella, quedaba gustosa. De que ella se maravillaba
mucho, pues que amaba a su marido; sobre que reflexionó
tanto, que se acordó de que antes de casarse había tenido
gran amor a la virginidad, de que dimanaba el no tener al
'presente gusto en el acto, por impedírselo lo habituada que
tenía la voluntad a amar la castidad \
* El original añade aquí «pus que és tot fret per la calor natural
que ha perduda».
* Traducción abreviada del original : «... ans que preses marit,
arnava molt virginitat, la quel havia longament amada, mas son pare
e sa" mare la forçaren en pendre marit. Hon, con la dona hac açò
considerat, ella apercebé com la virginitat que amada havia longa-
794
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
— Señor — dijo Félix — , ¿por qué causa siente el hombre
dolor cuando está enfermo ? — Hijo — dijo el ermitaño — , una
religiosa era muy santa y devota, y cumplía muy bien con
las reglas de su orden. Sucedió que un falso religioso que
la confesaba la dijo que la lujuria no era pecado, y tan
bien se lo dió a entender, que la engañó, y tuvo acto con
ella. Después de corrompida y de haber perdido su virgi-
nidad, quedó muy triste y despechada; de que se maravilló
mucho, pues no creía haber pecado.
Mucho agradó a Félix esta similitud, pues por ella co-
noció que el hombre sin dolor no puede estar enfermo, por-
que la enfermedad procede de desordenados humores, y así
la religiosa sentía tristeza como estaba en pecado, aunque
no creía haberle cometido (como el enfermo dolor, sin saber
de qué le proviene) G. Y, habiendo Félix entendido todo esto,
sintió en sí una grande alegría, de que también se mara-
villó, por no alcanzar la causa, hasta que conoció que pro-
cedía de que él era virgen, y sentía alegría porque su na-
turaleza se deleitaba en la virginidad.
Después de esto, preguntó Félix al ermitaño que por
qué el hombre que está cerca del fuego siente calor, y por
qué el hombre que está sentado en la piedra siente frío.
— Hijo — dijo el ermitaño — , porque Jesucristo amaba a los
hombres que por amar y conocer a Dios sentían pobreza,
hambre, sed, golpes, escarnios, trabajos y muertes, quiso ser
pobre, y quiso padecer y morir. — Luego que oyó estas ra-
zones, entendió Félix la similitud, y dijo que el fuego ca-
lienta al hombre por causa de que tiene apetito de convertir
en sí al calor del hombre, y lo mismo hace la frialdad de
la piedra, pues cada criatura ama engendrar, aumentar o
convertir 7 en sí a su semejante.
Y 8, dicho esto, pasó Félix a considerar, por la similitud
que había oído, cuán pocos hombres son semejantes a Jesu-
cristo en padecer por él y por su amor lo que él padeció por
su pueblo, por lo que dijo llorando: — ¡Ah9 leales servido-
res y verdaderos amadores de la honra de Cristo nuestro
Salvador!, ¿dónde estáis y cómo tardáis tanto en venir?—
Dichas estas palabras 10, preguntó al ermitaño le dijese qué
era la causa de que el sabueso que caza y sigue al ciervo
siente más y mejor la pisada del ciervo que sigue que no
ment, li -era occasió com ab son marit no stigués pagada, dementre
que ab aquell ella jahia.»
6 Lo contenido en el paréntesis es una simple glosa del traductor.
7 «aumentar o convertir en sí» no está en el original.
s «Can Fèlix la semblança de Crist hac entesa, e considerà com
pochs hòmens són semblants...
,J « — Ay, las, amors ! Vers sentidors de amor, de plaser en honrar
Crist...», lésse en el texto catalán.
w «e moltes de altres» sigue diciendo el autor.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 6l
795
la del que no sigue. Pues de ello estaba muy admirado. A que
el ermitaño respondió:
— Has de saber, hijo, que un peregrino estaba en Jeru-
salén en oración, y sentía en su corazón gran fervor acor-
dándose de la pasión de Jesucristo, y deseó morir por su
amor, en recompensa de la muerte que por él había pade-
cido; y cerca del peregrino había un sarraceno también en
oración, que no tenía aquellos vivos deseos ni fervor que
el peregrino. — Por cuya similitud entendió Félix que, como
el sabueso había corrido más en seguimiento del ciervo
que sigue que no del que no sigue, por esto se le imprimía
más la similitud de la pisada del primero que no la del
segundo, por exhalar más el primero de su virtud, por el
violento movimiento que hacía corriendo, que no el segun-
do, que corría y se movía menos; y por esto el peregrino,
considerando que Dios había hecho tanto por él, tenía ma-
yor devoción en honrarle que no el sarraceno, que no creía
que hubiese Dios hecho tanto por él, que hubiese tomado
naturaleza humana y que se hubiese ofrecido a la muerte
por salvarle.
— Señor — dijo Félix — , ¿por qué naturaleza siente el
hombre el calor en la boca cuando come cosas cálidas y
no lo siente en el vientre? — Amigo— dijo el ermitaño — , la
vianda en la boca está cerca del paladar, donde reside el
sentido del gusto, y no en el vientre.
Por cuyas palabras prorrumpió Félix en llanto, diciendo:
—¡Oh sentimiento de dulzura! Bendito seas tú, que has
venido al corazón devoto por gracia y por amor, siendo
contemplador de Jesucristo, su Dios, Señor y Salvador u, el
cual da dulzura en el llanto cuando el hombre siente deseo
de morir por su amor [señoría, bondad] y honor.
CAPÍTULO LXI
Por qué es el hombre bueno y por qué es malo
Preguntó Félix al ermitaño que por qué es el hombre
bueno y por qué es malo. A que el ermitaño respondió1:
— Ainado hijo, el hombre es bueno cuando usa y obra
arreglado a las similitudes de Dios, que Dios ha puesto en
él, y es malo cuando usa de ellas en contra del fin para que
Dios las ha creado, como, v. gr., cuando no quiere usar de
P El texto catalán dice sólo : «de son Jhesús Salvador»
1 Toda esta introducción la añadió el traductor.
796
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL •
su bondad, que es una de ellas, y usa de su malicia y de
todas las demás cosas que son disimilitudes de la bondad.
Además has de saber que Dios quiere que el hombre sea
bueno, creyendo y sabiendo los catorce artículos de nuestra
santa fe, de los cuales podrás adquirir conocimiento estu-
diando el Libro del gentil (compuesto por mí) 2, en el cual
puedes también adquirir conocimiento de las siete virtudes,
por las cuales es el hombre bueno si las ama, y al contrario,
malo si ama a los siete vicios sus opuestos, que también se
explican en dicho libro. También has de saber que es el
hombre bueno cuando guarda los diez mandamientos y los
siete sacramentos y cuando agradece a Dios los siete dones
que recibe por el Espíritu Santo, de que se trata en el libro
de Doctrina pueril, y cuando opera contra todas estas cosas
o alguna de ellas, es malo y desagradable a Dios.
Has de saber, hijo, que la bondad del hombre consiste
en memorar, entender y amar a Dios; y la malicia, en lo
contrario; y la gran bondad consiste en el mucho memo-
rarle, entenderle y amarle; y en todo lo contrario, la gran
malicia. También has de saber que la causa de que la bon-
dad del hombre consista en el memorar, entender y amar
a Dios es porque el hombre fué creado principalmente para
este fin; y como es tan bueno para cumplir con el fin para
que fué creado y tan bueno el memorar, entender y amar a
Dios, es el hombre bueno porque hace lo que debe y porque
hace lo bueno; y porque es malo el no hacer aquello para
cuyo fin fué creado, es el hombre malo cuando memora,
entiende y deja de amar a Dios, y cuando ni le memora,
entiende ni ama.
Has de saber, hijo, que el firmamento, el sol, la luna,
las estrellas, los elementos, las plantas, los animales y todas
las demás cosas corporales son buenas en el hombre por
haberlas Dios creado todas para que se sirva de ellas el
mismo hombre, sin el cual no valdrían nada (porque serían
'inútiles e infructuosas); y el hombre es bueno en Dios por
haberle Dios creado para que sirva al mesmo Dios y para
que haga su voluntad; y si no hubiese Dios, el hombre
nada valdría (porque carecería de fin) ; y por ser esto así
como te refiero, puedes conocer por qué causa es el hombre
bueno y por qué causa es malo, así en este mundo como
en el otro.
— Señor — dijo Félix — , si el hombre es bueno en Dios,
¿podrá ser Dios bueno en el hombre? — Hijo — dijo el ermi-
taño— , Dios Padre es bueno en sí mesmo, es bueno en el
Hijo y es bueno en el Santo Espíritu; y el Hijo es bueno
en sí mesmo, en el Padre y en el Espíritu Santo; y el Espí-
2 También el paréntesis e's del traductor, como todos los demás
de este capítulo.
FÉLIX DK LAS' MARAVILLAS. C. 6l 797
ritu Santo es bueno en sí mesmo, en el Padre y en el Hijo;
y por esto ha creado Dios el hombre, para que sea bueno
en Dios y en sí mesmo, y que Dios sea bueno en el hombre
en cuanto influye en él su gracia; pero, aunque Dios tiene
bondad en el hombre, la de Dios ni crece ni mejora, porque:
Dios es tan infinitamente perfecto y cumplido de todos bie-
nes, que es imposible se mejore, y más por cosa en que
haya defecto (como le hay en el hombre).
— Señor — dijo Félix — , mucho me maravillo de que, ha
biendo Dios creado al hombre para que sea bueno y no
para que sea malo, haya más hombres malos que buenos,
y que sea mayor la malicia de los malos que la bondad de
los buenos. — Mucho consideró el ermitaño en esta cuestión
y antes de responder a Félix se puso a llorar y a suspirar,
y cuando las lágrimas y suspiros le dieron lugar para ello,
le respondió en estos términos 3 :
— Una vez sucedió que la Bondad y la Malicia se comba-
tían mutuamente, porque la Bondad decía que ella era mayor
que la Malicia, porque era similitud de Dios y porque la
servía y seguía el fin para que, fué creada; y la Malicia
alegaba que ella era mayor que la Bondad, pues era señora
de más príncipes, barones y grandes señores, y que más son
los hombres que son muy malos que los que son muy bue-
nos; por lo que hubiera sido vencida la Bondad a no haber
alegado el que un pequeño bien es mayor en bondad que
muchos grandes males en malicia, porque la grandeza se
conviene con el bien y no se conviene con el mal; antes
bien, cuanto la malicia es mayor, tanto más se desconviene
y es más disímil de la grandeza; y cuanto el bien es mayor,
tanto más se conviene y es más semejante a la grandeza
y a la bondad 4.
— Señor — dijo Félix — , mucho me maravillo de que los
hombres se inclinen más a ser malos que a ser buenos.
— Hijo — dijo el ermitaño — , un santo hombre tenía en su
ermita muchas tentaciones, y cuanto más se adelantaba en
la virtud, más se le aumentaban; y cuanto más se esforzaba
a ser bueno, más tentaciones tenía, de que estaba maravi-
llado y confuso ; y estando en esta duda, Dios le reveló que
la bondad y santidad del hombre consiste en contrastar y
en vencer la malicia, cuyo vencimiento y contraste no se
puede conseguir sin tentaciones, y cuanto éstas son mayores,
tanto es el hombre mejor cuando las vence.
— Señor — dijo Félix — , el hombre malo, ¿contiene en sí
alguna cosa buena o es en algún modo bueno? — Hijo — dijo
• Ramón escribió más concisamente «y lloró largamente, y sus-
pirando dijo estas palabras...».
4 El original, con frase típicamente luliana, dice : aés pus con-
cordant ab granea de boneaj».
7y8
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
el ermitaño — , una mujer de un gentil hombre estuvo mucho
tiempo en pecado de lujuria, y por los muchos y grandes que
había cometido desesperó de la misericordia de Dios y entró
en sospecha de que por ninguna penitencia que hiciese no se
podría salvar, porque Dios no la perdonaría. Y estando en
esta desesperación y congoja, un día sintió en su alma mu-
cha alegría, y dijo estas palabras: "Bendito seáis, Dios y Se-
ñor, por vuestra gran justicia, pues que ya que yo no soy
buena para recibir vuestra misericordia, lo soy, a lo menos,
para el uso de vuestra justicia, la cual me juzgará a infernal
y eterna pena; y en mí será buena, en cuanto me castigará
con rctitud, y yo seré buena, para que en mí se manifieste
vuestra justicia." Cuyas palabras agradaron tanto a Dios,
que el uso que su justicia había de tener en aquella mujer
por la maldad de los pecados que había cometido, se convir-
tió en el uso de su misericordia por la bondad de su mise-
ricordia.
— Señor — dijo Félix — , ¿cuál es el mayor bien que el
hombre puede hacer en este mundo? — Hijo — dijo el ermi-
taño— ; por su contrario lo puedes conocer, sabiendo que el
mayor ^mal que hay en el mundo es no conocer ni amar a
Dios, o conocerle y desamarle. — Por cuya respuesta conoció
Félix que en el mal cristiano es mayor el pecado, cuando
es malo, que en el mal infiel, pues es más malo el cristiano
que conoce y no ama a Dios, que el infiel que no le ama ni
conoce.
Por lo que, admirándose Félix de esto, propuso al ermi-
taño esta cuestión: — Señor, en cuanto el entendimiento co-
noce a Dios, es bueno, y es mejor que el entendimiento que
no le conoce; y por esto los cristianos, que conocen a Dios,
aunque 'le desamen, no son tan malos como los infieles, que
ni le conocen ni aman. — Hijo — dijo el ermitaño — , Dios ha
dado virtud a la voluntad del hombre para poder desviar al
entendimiento del fin para que es creado y para poderle in-
clinar al mesmo fin; esto es, que, cuando el entendimiento
entiende a Dios y la voluntad no le ama, el entendimiento
no tiene buen modo de entender, y este entender es malo, por
el mal querer; y por esta causa 5, el entender se convierte en
mal por el mal querer [o] amar, así como en bien por querer
bien (o por querer lo bueno) ; pero el entendimiento no puede
mudar a la voluntad, sino es que la puede multiplicar en
mayoridad o en minoridad, porque tanto como el entendi-
miento entiende el bien o el mal, tanto da ocasión a la volun-
tad para que aumente o disminuya su querer (o aborrecer).
— Señor — -dijo Félix — , mucho me maravillo de que, te-
niendo la voluntad poder para convertir en bien o en mal los
6 Mala traducción, en vez de : «y esto es así porque el en-
tender...».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 62
7QQ
actos del entendimiento, el entendimiento no tenga poder
para convertir en bien o en mal los actos de la voluntad.
— Hijo — dijo el ermitaño — Dios ha dado al hombre el libre
albedrío, y éste tiene mayor dependencia con la voluntad que
con el entendimiento; y por esto la voluntad tiene la pro-
piedad de mandar al entendimiento, y el entendimiento la
de manifestar el bien o el mal a la voluntad, para que ésta
ame lo bueno y aborrezca lo malo, y ame mucho lo muy
bueno y aborrezca mucho lo muy malo.
—•(Señor — dijo Félix — , ¿en qué puede tener el hombre
mayor placer, en hacer bien o en hacer mal? — •Hijo — dijo
el ermitaño — , una buena mujer, hija de castidad, caridad,
paciencia y fortaleza, tenía el marido lujurioso, celoso, ira-
cundo y mal acostumbrado; y este mal hombre, con todos
sus malos procederes, hacía muchos males y daba villanos
tratos a su mujer, la cual tenía mayor placer en ser casta
y paciente y proceder bien, que no tenía sentimiento de los
golpes y malos tratos que su marido la daba sin razón ni
motivo alguno 6.
CAPÍTULO LXII
DE LA VIDA ACTIVA Y DE LA VIDA CONTEMPLATIVA
Después de esto, Félix preguntó al ermitaño qué era lo
que competía a la vida activa y a la vida contemplativa K Y el
ermitaño respondió que la vida activa y la vida contempla-
tiva competen al estado humano, esto es, la vida activa por
necesidad y la contemplativa por perfección, y por esto un
monje no quiso ser abad.
— Y ¿cómo fué eso? — dijo Félix. — En una noble aba-
día hubo un monje — dijo el ermitaño — que salió electo abad,
el cual no lo quiso ser por decir que el ser abad compete a
la vida activa, y ésta no es propia de un monje claustral; y
así, porque la vida contemplativa es más agradable a Dios, el
monje se excusaba de ser abad, diciendo le remordía la con-
ciencia si se apartaba más del camino de la contemplación
siendo abad, que se había aproximado siendo monje 2. De otra
parte, alegaban los monjes que le habían electo abad que él
no se podía excusar, pues todo el convento lo quería, mayor-
6 «sin razón o motivo alguno» falta tn el texto catalán.
1 Hasta aquí, transición añadida por el traductor, lo mismo que,
más abajo, la frase «además, has de ^saber...».
1 £1 original sólo dice ¡ «car deïa que consciència lo remordía si-s
lunyava de Déu, pus que s'i era acostat».
Soo
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
mente cuando, siendo él bueno y ejerciendo bien este empleo
que pertenece a la vida activa, podían mejor practicar todos
los monjes la contemplativa.
Mucho consideró Félix en el ejemplo que el ermitaño le
había dicho, y se maraivilló de la simonía que cometió un
canónigo por ser obispo ; y habiéndole dicho el ermitaño que
le contase cómo había sucedido, le dijo: — >Un canónigo de-
seaba ser obispo, y para conseguirlo esperó mucho tiempo
que el obispo muriese s, y en tanto hacía todo lo que podía
para agradar a los otros canónigos, dándoles muchas dádi-
vas, haciéndoles grandes sumisiones y pasando grandes tra-
bajos porque le eligiesen; lo que es muy digno de admira-
ción, pues estando el canónigo libre para la vida contempla-
tiva y habiendo de tener como obispo . tantas obligaciones y
tantos de que cuidar, era amar más la esclavitud que la li-
bertad 4.
— Amiado hijo — dijo el ermitaño — , en una iglesia [muy
honrada] había un obispo muy malo, el cual temía mucho el
que le diesen veneno, y este temor le provenía por causa de
que era tan malo y de tan malas costumbres; pero al fin no
se pudo guardar tanto que no cayese en do mismo que temía,
y muriese del que le hizo dar el arcediano, el cual confesó
este pecado con un canónigo, y este canónigo fué electo obis-
po pocos días después en lugar del muerto, e inmediatamente
tuvo gran temor de que no le envenenasen, y por otra parte
tuvo displicencia de mudarse de la vida contemplativa a la
activa; pero, en fin, se aventuró a ser obispo para adquirir
mérito, solicitando el bien común, y para ser bueno y hacer
bien donde otro podría ser que fuese malo e hiciese mal. Y
habiendo confortado su espíritu con estas reflexiones, les
dijo a los canónigos las siguientes palabras : "Señores y com-
pañeros, vosotros me habéis elegido pastor y, siendo libre,
puestot en servitud ; yo me esforzaré todo lo posible para serlo
bueno; pero mirad que si las ovejas están a cargo del pastor
y es bueno, tienen mucho que agradecerle". Y, habiendo sido
después este obispo hombre de santa vida, no tuvo miedo de
que le envenenasen, por la gran esperanza que en Dios tenía
y en las buenas obras que hacía; y así vivió mucho tiempo
en su dignidad, y, por el trabajo que sostenía y por el bien
que hacía, no había ningún canónigo que ganase tanto mé-
rito en la vida contemplativa como el obispo ganaba en la
activa.
Además Jias de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que en
3 Más maliciosa es la frase luliana «e sempre que fo canonge de-
siyà la mort del bisbe qui-il ach feyt canonge».
' 4 Aquí suprime el traductor las siguientes repeticiones lulianas :
« — Fill — dix lo ermità — , no era aqueix bisbe semblant a un altre
bisbe qui desiyà ésser bisbe. — E con fo açò, sènyer? — dix Fèlix.»
FÉLIX DK LAS MARAVILLAS. — C. 02 Sol
una alta montaña estaba un ermitaño en vida contemplativa,
y un día sucedió que él consideró en la santa pasión de Je-
sucristo y en las gentes que tan poco le aman y honran,
respecto del gran amor que Su Majestad les tiene, y, estando
en esta consideración, bajó de su ermita, queriendo trabajar
en la vida activa, con el fin de persuadir a las gentes a loar,
amar y conocer a Dios nuestro Señor. Y cuando hubo prac-
ticado la vida activa y padecido los trabajos que es necesario
padezcan todos aquellos que la profesan, quiso tornarse a su
ermita, para volverse a la vida contemplativa, en la cual no
había experimentado tantos trabajos ni peligros. Pero, con-
siderando en la fortaleza, paciencia y caridad, que concuer-
dan más con la vida activa que con la contemplativa, se le
multiplicó el ardor, el celo, la devoción y el amor de Dios,
y se fué por el mundo, haciendo todo el bien que pudo, con
el fin de procurar que Dios fuese más amado y conocido \
Un día sucedió que aquel ermitaño dijo a un arzobispo
que tenía gran renta y había juntado gran tesoro, que hiciese
un monasterio en que estuviesen religiosos en vida contem-
plativa, para que rogasen a Dios le sacase de la vida activa
en que estaba, pues tan mal usaba de ella, que quitaba a los
pobres de Jesucristo todo el tesoro que había adquirido0; de
que el arzobispo se irritó tanto, que hizo aporrear y echar
de su palacio aquel ermitaño, el cual dijo que todos aquellos
golpes para él eran placeres y frutos de la vida activa que
practicaba, de la cual nacía, florecía y granaba el fruto de la
contemplativa.
— -Además has de saber — dijo el ermitaño — que un santo
prelado religioso estuvo mucho tiempo en la vida activa, ejer-
citando, no obstante, en cuanto religioso, la contemplativa;
y así por la activa padecía trabajos, trabajando corporal y
espiritualmente por la común utilidad, porque iba a predicar
de unos lugares a otros y tenía que corregir a los frailes
que estaban a su cargo; y era espiritual, porque tenía dis-
gusto cuando alguno obraba contra la caridad, castidad, hu-
mildad, paciencia y obediencia : de forma que este santo re-
ligioso no podía sostener los trabajos, sino es ayudándose con
los placeres de la vida contemplativa, los que sentía memo-
rando, entendiendo y amando a Dios y menospreciando las
vanidades del mundo. — Estas palabras decía el ermitaño a
Félix para darle conocimiento de las vidas activa y contem-
plativa.
Y cuando Félix las hubo entendido, dijo al ermitaño las
8 También este párrafo, como otros del Fèlix, parece autobio-
gráfico.
8 Se le escapó aquí al traductor el matiz humorístico del origi-
nal :•«... per tal que (pregassen Déu que-l mesés en vida activa, en
la qual no era, per ço car lo tresor tollia ais pobres de Crist.»
26
S02
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
siguientes: — Señor, mucho me maravillo de que Jesucristo
y los apestóles en este «mundo ejerciesen la vida activa y no
la contemplativa, siendo así que la vida contemplativa es
más noble que la activa. — Hijo — dijo el ermitaño — , Jesu-
cristo y los apóstoles, en cuanto al cuerpo, tenían vida activa,
y en cuanto ai alma, la tenían contemplativa; y esto puedes
tú entender por el ejemplo que te he dado del santo prelado
religioso.
CAPITULO LXIII
DE LA FE Y FALTA DE FE
Después de esto, preguntó Félix al ermitaño en qué con-
sistía la fe y la falta de ella, o el creer o no creer. A que el
ermitaño respondió 1 : — Hijo, la fe es creer en los catorce
artículos, y la fe es luz del humano entendimiento, pues por
la fe supone lo que no entiende, y por la suposición se exalta
él en entender lo que no podría ejecutar sin la suposición
que por la fe hace; y la falta de fe es todo lo contrario de
esto.
Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que un hombre
lego quiso dejar las vanidades del mundo y emplearse en
conocer y amar a Dios; este hombre tenía pocas letras y
sabía muy poco 2, y, no obstante, deseaba tener conocimiento
de Jesucristo y de cómo o por qué vino para salvar al hom-
bre y murió por él, lo que ningún judío cree. Además has
de saber que este hombre quería entender los artículos y la
Sagrada! Escritura, y, como no pudiese entender estas cosas,
la descredenza 3 o incredulidad quisieron inducirle e incli-
narle a que no creyese en la fe católica; pero la fe, por la
virtud y gracia de Dios, le sostenía contra la incredulidad y
le hacía suponer lo que no entendía, conociendo y conside-
rando que la fe y las Escrituras de los cristianos son verda-
deras, mas que él no las podía entender, por lo que se le ha-
bía dado la fe para creerlas ; y como este hombre así se ayu-
dase de la fe contra la incredulidad, se empezó a exaltar su
1 Esa transición falta en el original.
2 Desde aquí hasta «este hombre quería entender» falta en la edi-
ción catalana de Galmés.
3 El mismo traductor añadió al margen la siguiente nota acla-
ratoria : «N. B. El autor, en el lemosín antiguo, pone este término
descredenza, y he hallado no se puede verter este capítu!o_ con el
mismo sentido en nuestro idioma sin incluir el mesmo término, pol-
lo que le he puesto aquí ; en el principio del capítulo le traduje en
el de falta de fe, o no creer.»
FKLIX DE LAS MARAVILLAS.— C. 63 803
entendimiento [por la luz de la fe], de forma que por este
medio entendió muchas cosas que antes no entendía, y en
tanto grado, que venció del todo su incredulidad y dejó de
tener tentaciones contra la fe.
Además has de saber, hijo, que la fe es amar a Dios en
su unidad, trinidad, encarnación y los otros artículos, y
este amor es operación de la voluntad sin entender lo que
se ama, sino es que el hombre ama sólo lo que cree ser ver-
dadero por la suposición que de ello hace. Esta fe, hijo, ha
dado Dios a los hombres, por causa de que no pueden en-
tender lo que creen, y esta fe ha dejado Dios encomendada
al Sumo Pontífice, cardenales, prelados y sacerdotes, para
que la guarden y defiendan contra los infieles e incrédulos,
como lo son los judíos, sarracenos, herejes y otros infieles,
los cuales procuran siempre perseguir la fe católica con el
fin de destruirla y aniquilarla *. Además has de saber, hijo,
que los cristianos que son hombres legos e iliteratos están
obligados a guardar y defender la fe con las armas corpo-
rales, y los eclesiásticos con las espirituales, como son ra-
zones, argumentos, textos de la Sagrada Escritura, oracio-
nes y santa vida.
Cuando el ermitaño hubo dicho estas y otras semejantes
palabras, se puso a llorar por mucho rato, y después dijo
las siguientes: — ¡Ay Señor y Dios mío!, ¿cómo es posible
permita la fe de los cristianos, cuando vos por defenderla
y ensalzarla quisisteis ser hombre para librar al hombre
de la muerte, que los sarracenos, hijos de la incredulidad,
tengan y posean la Tierra Santa, donde la fe fué fundada y
puesta en guardia de la Iglesia? ¡Oh Señor!, ¿cuándo será
el día que pasarán los valientes y buenos amadores y loa-
dores vuestros con armas espirituales y corporales a dar
honor y ensalzar la fe y destruir el error, que la tiene tan
avergonzada y despreciada en este mundo?
Después de hecha esta deprecación, el ermitaño dijo a
Félix: — Has de saber, hijo, que hubo un poderoso príncipe
al cual Dios en este mundo había dado mucho honor; este
príncipe fué a cazar, y, siguiendo a un jabalí, encontró con
la Fe y con la Infidelidad, que mutuamente se combatían y
peleaban, y la Fe llamó al príncipe en altas voces y le dijo:
"¡Oh tú, príncipe, que persigues los animales, que son cria-
turas de Dios!, ven a ayudarme contra la Infidelidad, que
me tiene tan desolada, oprimida y menospreciada, y es causa
de que se haga tan poco caso de mí entre los hombres;
deja estar las bestias y las fieras en quietud y ven a hon-
rarme, pues por mí eres cristiano, y para que me honren
son los príncipes, y sin mí no puede haber salvación; y allí,
* Ramón escribió simplemente : «... la fe romana».
S04 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
en tanto que vives, es necesario te dediques con todo tu
poder a honrar en mí a Dios, que te ha creado y te ha en-
salzado, y que seas tan fervoroso en honrar a Dios en mí
como lo eres en perseguir las fieras, y que dejes mandado
que después de tu muerte todos tus sucesores me honren
como deben." Estas y otras muchas palabras dijo la Fe a
aquel rey, el que todas las despreció, y corrió siguiendo el
jabalí, por lo que la Fe lloró mucho, y la Infidelidad la
escarneció, burlándose de ella y diciendo que ella tenía mu-
chos más que la seguían y obsequiaban ; a que la Fe respon-
dió que la infidelidad galardonaba muy mal a los que la
servían bien.
Mucho se maravilló Félix de oír al ermitaño, y mucho
más de que la fe de los cristianos no se predicase entre los
infieles y tuviese tan nobles sujetos que la alabasen y hon-
rasen y que no temiesen padecer trabajos, peligros ni muer-
tes para conseguirlo.
— Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que un hom-
bre tomó el oficio de juglar, esto es, de ir a los palacios
de los príncipes y de los prelados y rogarles que ayudasen
a la fe contra la infidelidad. Sucedió un día que, estando
él comiendo en la corte de un gran prelado con otros muchos
juglares, le dijo si quería honrar la fe, pues él era prelado
y honrado, y el prelado le preguntó cómo podía honrarla,
á que el juglar respondió y dijo que hiciese un convento
de religiosos que aprendiesen la lengua arábiga, para que
fuesen a honrar la fe a la Tierra Santa, donde la infidelidad
tanto la deshonra. El prelado le respondió que los sarra-
cenos daban la muerte a todos los que les hablaban de esta
materia, y que así no convenía que los hombres muriesen
sin conseguir ningún fruto; a que el juglar respondió di-
ciendo que mayor fruto era alabar y honrar a Dios que
salvar y convertir los hombres, pues más nobleza y per-
fección hay en Dios solo que en todos los hombres juntos,
y . que así, aunque no se pudiese convertir ningún sarrace-
no, no se debía dejar de alabar y honrar a Dios entre ellos,
pues por sí mesmo es digno de ser alabado, honrado y ve-
nerado, y todo el mayor honor que el hombre le puede dar
es ofrecerse a morir por su amor, y éste es el modo dé ala-
barle y honrarle en lo que más le agrada.
Pero todo lo que dijo el juglar fué despreciado, por te-
ner aquel prelado muy poca f e 5 ; y por este motivo y otros
semejantes, el juglar andaba vestido de negro y con crecida
barba, e iba por las calles haciendo duelo y diciendo que
6 El original es mucho más pintoresco : aPoch valen al juttjlar ço
que deya, car descraença havia en servitut aquell prelat ab lo qual
lo jutgkir de fe perlava». Todo este pasaje se suele tener por auto-
biográfico.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. Ó4 80.S
su Señor Jesucristo era deshonrado por el alto dominio que
la infidelidad tenía en el mundo, y lloraba, pero su llanto
era escarnecido por los hombres. Razones necesarias contra
la infidelidad decía, pero aquellos que le debían defender
le reprendían, por lo que la fe se entristecía y la infide-
lidad se alegraba.
Y así, hijo — dijo el ermitaño a Félix — , siente y llora
el deshonor que la fe padece en este mundo; mira cuánto
son amados los deleites corporales; repara cuántos son los
infieles y cuán pocos los católicos; y de los católicos, cuan
pocos son los que aman el honor y la exaltación de la fe,
que Dios les tiene encomendada. Hijo, abre los ojos y repara
cómo por las honras humanas, que nada valen, temen poco
los hombres los trabajos, peligros y muertes y otras cosas
semejantes a éstas. ¡Maravíllate, hijo, pues ves maravillas!
Estas y otras semejantes palabras decía el ermitaño a
Félix, llorando con gran devoción y fervor de espíritu, y
Félix también lloró mucho el deshonor que la fe padece en
el mundo y el honor en que la infidelidad se halla, lo que
es gran maravilla.
CAPÍTULO LX IV
De la esperanza y desesperación
— Señor — dijo Félix — , ruégoos me digáis qué diferencia
hay entre esperanza y desesperación l. — Amado hijo — dijo
el ermitaño — , la esperanza es virtud que Dios ha creado
para que el hombre espere en su grandeza, bondad, poder,
justicia, misericordia y en todas sus dignidades; y la deses-
peración causa todo lo contrario de esto.
Hijo, has de saber que el hombre es creado y producido
de la nada, y por esto es por sí mesmo tan poco y tan des-
preciable, que en nada que por sí mesmo tenga debe confiar,
sino es en Dios, que es' infinito en bondad, grandeza, eter-
nidad, poder, sabiduría, voluntad y en todo cumplido y per-
fecto, y así confía y debe confiar en El, porque es grande,
bueno y poderoso. Pero la desesperación le ocasiona al hom-
bre todo lo contrario de esto.
Has de saber, hijo, que había un rey muy poderoso de
gentes y de riquezas, joven y robusto, el que llegó a com-
batirse y dar batalla a otro rey que era hombre viejo y no
tenía tantas gentes en su ejército como él; pero, no obs-
1 'Transición que, como las anteriores, falta en el texto catalán
editado por Galmés.
8o6
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
tante, porque el anciano confió en el poder, justicia y mi-
sericordia de Dios, y el joven sólo en sus fuerzas y en su
numeroso ejército, hubiera sido vencido a no haber vencido
primero la tentación y considerado que Dios era más fuerte
que su juventud, su poder ni su ejército 2. Y en aquel punto
entendió la injusticia con que peleaba contra el rey anciano,
y que por este motivo no podía tener esperanza verdadera
de que Dios le ayudase en la batalla, respecto de que la /
daba contra razón y justicia; por lo que se arrepintió y pa-
cificó con el otro rey, y le dió satisfacción del agravio que
le había hecho, diciendo que él se daba por vencido, por
haber ganado mayor victoria venciendo la tentación que la
falta de esperanza le había ocasionado.
— Señor — dijo Félix — , mucho me maravillo de que el
hombre pecador pueda tener esperanza en Dios, estando en
pecado mortal. -—Hijo — respondió el ermitaño — , un hom-
bre era tan gran pecador, que, habiendo cometido toda suer-
te de pecados :, reflexionó sobre ellos, y consideró que no
podía o no debía ser perdonado, por lo que desesperó de la
misericordia de Dios; después de esto se maravilló de sí
mesmo, porque desconfiaba de la misericordia de Dios, sien-
do ésta tanto mayor sola que sus pecados juntos 4. Estando
maravillado y con esta consideración, mediante la divina
gracia conoció que por causa de que él amaba el pecado en
que estaba, desesperaba de la divina misericordia, pues el
pecado y el amor del pecado concuerdan. Por lo que dejó
el amor del pecado e inmediatamente adquirió la virtud de
la esperanza, y confió en la misericordia de Dios, y enton-
ces sintió en su corazón gran alegría, y se maravilló mucho
de que, estando el hombre en pecado mortal, pueda creer
que hay salvación. Mucho consideró este hombre en esta
nueva maravilla, y tanto, que conoció que los hombres que
están en pecado y creen que se han de salvar no tienen
esperanza; {porque, si la tuviesen, se seguiría que la espe-
ranza y el pecado concordarían, lo que es imposible; y así,
aquello que el hombre pecador tiene no es esperanza, sino
es falsa creencia y falsa opinión, la que tiene porque ama
desordenadamente su salvación y teme su condenación.
Hijo, has de saber que todas las veces que el hombre
tiene esperanza en Dios, honra y alaba a Dios; y porque
Dios quiere ser loado y honrado por el hombre, para tener
motivo de hacerle gran bien, puso una vez a un príncipe
en grandes trabajos en este mundo; el que los sostenía con
2 Todo este párrafo está traducido muy libremente,
«iots los -vil- peccats mortals eren en ell».
4 Ramón dijo simplemente : «Molt se meraveyllà de si mateix
com se podia desesperar de la misericòrdia de Déu, que és major que
son peccat.»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 64
807
gran constancia por amor de Dios, y cuanto más fuertes
eran los trabajos, con más firmeza confiaba y esperaba en
su divina misericordia, cuya esperanza le sostenía, con-
solaba y aliviaba en un todo. Y cuando sus trabajos se
aumentaban y parecía que todas sus cosas se perdían, le
volvía a embestir la desesperación, para que se desesperase
y no confiase en ella; pero la esperanza le amonestaba, de
otra parte, que cuanto la desesperación más fuertemente le
atormentaba y tentaba, debía tener mayor esperanza; de
forma que estuvo mucho tiempo padeciendo las tentaciones
de la desesperación y venciéndolas otras tantas, hasta que
un día se enojó y entristeció por el contraste que la espe-
ranza y desesperación tenían en él y por el trabajo en que
tanto tiempo había estado por servir a Dios, y tanto, que
rogó a Su Majestad le quitase la vida o le aliviase los tra-
bajos que padecía, por parecerle no los podía sostener más.
Este príncipe se quedó dormido, acabada su oración, y en
sueños le pareció que una voz le decía que Dios quiere que
el hombre padezca trabajos, peligros, pobrezas y otras des-
venturas en el mundo, para que pueda usar y ejecutar la
virtud de la esperanza contra la desesperación; con cuya
esperanza quiere Dios ser servido, teniendo a gran honor
el que el hombre, en sus peligros, trabajos y tribulaciones,
reclame a Dios y tenga en El confianza, pues es quien le
puede dar la gloria y ayudar en sus trabajos. Habiéndose
el príncipe despertado después de vista esta visión (o tenido
este sueño), quedó muy consolado, y deseó toda su vida
padecer trabajos y peligros para honrar a Dios, pues con
ellos tenía mayor esperanza en Su Majestad; y cuanto ma-
yor esperanza tenía, tanto con más fortaleza le amaba y
servía.
Amado hijo — dijo el ermitaño — , el hombre que espera
por sus propios méritos ser salvado, no tiene verdadera
esperanza, porque la verdadera esperanza más nos viene
por gracia y don de Dios que por los méritos de los hom-
bres; y por esto un santo hombre, en el artículo de la muer-
te, dijo que moría entre esperanza y temor.
— Contadme esto, señor — dijo Félix. — Un hombre — dijo
el ermitaño — hubo en el mundo que por mucho tiempo fué
pecador y después fué hombre justo y de santa vida; éste,
en su muerte, consideró que Dios unas veces perdona por
su misericordia y otras castiga por su justicia; y cuando
consideraba en la misericordia de Dios, tenía esperanza, y
cuando consideraba en su justicia, tenía temor; y por esto
decía que moría entre esperanza y temor.
Hijo — dijo el ermitaño — , una vez sucedió que un cris-
tiano y un sarraceno iban por un desierto, en el cual en-
contraron un judío que llevaba mucho dinero, y por quitar-
8o8
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
selo le mataron. Después de mucho tiempo, estando el sa-
rraceno cercano a la muerte, consideró en sus defectos, y
con especialidad en el que había cometido en la muerte del
judío, y se tuvo por ello por tan pecador, que desesperó de
la misericordia de Dios. El cristiano, también después de
tiempo, estando próximo a la muerte, se confesó de todos
sus pecados, y también del de la muerte del judío, y dijo
conocía que la ley de los cristianos concordaba mejor con
la grandeza de la esperanza que ninguna otra ley; de cu-
yas palabras se maravillaron los que estaban presentes, y
le rogaron se las expusiese, pues querían saber el motivo
por que decía que en la ley de los cristianos puede haber
mayor esperanza que en otra alguna.
Entonces el buen hombre les contó la muerte del judío,
y cómo el sarraceno había muerto sin esperanza de la mi-
sericordia de Dios, por causa de que no la pudo tener tan
grande como él, pues él; como cristiano, la tenía mayor que
ninguno de otra ley, por causa de que creyó que Dios se
encarnó por amor del hombre y que por salvarle murió, lo
que no cree ningún judío ni sarraceno.
— Señor— dijo Félix — , a mí me parece que el cristiano
que desconfía de la misericordia de Dios cae en mayor deses-
peración que ningún judío ni sarraceno; porque, así como
puede tener mayor esperanza, es consecuente que tenga
también mayor desesperación. — Hijo — dijo el ermitaño — ,
sabrás que hubo una gran cuestión entre un rey y un es-
cudero, porque el rey decía que el rey puede más fácilmente
pecar que el vasallo, y que así no comete tan gran culpa,
cuando peca, como él; a que el escudero respondía que, si
fuese cierto lo que el rey decía, lo sería también el que el
vasallo tendría mayor potestad para hacer bien y ganar
mayor mérito que el rey, y lo sería también el que, si en
Dios hubiese pecado o defecto, no sería mayor que el del
hombre (cuando es cierto que, si en Dios hubiese pecado
o defecto, no sólo sería mayor que el del hombre, sino es
que sería infinito como el mesmo Dios) 5.
5 El paréntesis es un comentario del traductor.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — -C. 65
Sog
C A PÍTULO LXV
De la caridad y la crueldad
Preguntó Félix al ermitaño qué era caridad y qué era
crueldad. A que el ermitaño respondió: — Hijo, la caridad
es virtud de que se sigue amistad entre Dios y el hombre,
y la crueldad es vicio tan contrario a la caridad, que de él
se origina enemistad entre el hombre y Dios.
Amado hijo — dijo el ermitaño — , la caridad junta a Dios
las similitudes que el hombre tiene del mesmo Dios, de
forma que la bondad de Dios y la bondad del hombre, y así
de los demás atributos, tengan respectiva semejanza y re-
lación como Criador y criatura, causa y efecto, padre e
hijo, señor y súbdito, glorificador y glorificado.
Hijo — dijo el ermitaño — , es inexplicable la nobleza y la
utilidad que tiene en sí la caridad, mayormente cuando el
hombre tiene por primer objeto a Diós y después a sí mes-
mo y a su prójimo, y la vileza y daño que se sigue de la
crueldad, pues por ella está cuasi perdida y abandonada la
caridad en el mundo, y por un. hombre que haya en vía de
salvación, hay mil que por la crueldad caminan por la de
su condenación; y por ella, las similitudes que el hombre
tiene de las virtudes de Dios se convierten en disimilitudes,
siendo el hombre cruel enemigo de Dios y de sus virtudes,
por ser la bondad sin caridad contraria a la bondad de Dios.
Y esto mismo se sigue de la grandeza del hombre cruel, que
es contraria a la grandeza de Dios, y así de las demás cosas.
Cuando Félix hubo entendido la nobleza de la caridad
y el gran bien que de ella se sigue, y la vileza de la crueldad
y el gran mal que de ella se origina, y cuando oyó que el
ermitaño decía que de mil hombre sólo 1 había uno en vía de
salvación, y que todos los demás caminan por el camino de
su condenación, se maravilló mucho de que haya tan pocos
que sean amantes de la caridad, siendo virtud tan agrada-
ble a Dios, y de que haya tantos que lo sean de la crueldad,
siéndole tan desagradable; por lo que dijo al ermitaño:
— Señor, mucho me maravillo de que la caridad esté tan
perdida y la devoción tan abandonada, y de que la crueldad
se haya multiplicado tanto. —Hijo — dijo el ermitaño — , la
caridad se ha perdido por falsas intenciones, porque esta
K El traductor leyó «no es »i« en via de salvació» en vez de «ne
és -I-...», y escribió, equivocadamente, «no había uno», lección que
corrijo en el mismo texto.
SlO OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
virtud no puede residir sino es en la ordenada y verdadera
intención y en la que se dirige al fin para que es creado
todo cuanto tiene ser; pero como los hombres convierten la
intención contra el fin para que son creados, dirigiéndola
a aquello para que no lo son, la caridad se destruye y la
crueldad se multiplica.
Y como Félix, por las antecedentes palabras, no enten-
diese bien lo que el ermitaño le quería decir, le rogó se las
expusiese por alguna similitud, para que las pudiese en-
tender; y el ermitaño le dijo: — Hijo, has de saber que ha-
*bía un obispo que toda su autoridad y jurisdicción la usaba
con la intención de ser honrado, temido y loado, y para esto
hacía convites, festines y otras vanidades, siendo por este
medio todo lo que hacía, y la intención con que lo hacía,
contra la intención por que había sido electo obispo y con-
tra el fin para que fué creada esta dignidad, y por esto en
todas sus obras tenía la crueldad tan gran poder, que la
caridad, por no tener en él en qué arraigarse, no podía
subsistir.
Por cuyas palabras entendió Félix la gran culpa que hay
en los que falta la caridad y vive la crueldad, y [el] gran mé-
rito que podrían alcanzar los que a la caridad ayudasen y
la pusiesen en el alto honor que le compete; por lo que lloró
mucho, y lo mismo hizo el ermitaño, el cual añadió estas
palabras: — Por falta de caridad son más amadas las ricas
telas 2, los buenos vinos, los dineros, los vestidos, las muje-
res, los hijos, las ciudades, los castillos y las dignidades
que Dios; y por sobra de crueldad hay huérfanos deshere-
dados, mujeres viudas y hombres pobres que se mueren de
hambre, sed y frío, y se ha olvidado la piedad, el perdón
y la misericordia, y se ha multiplicado la vileza sobre la
honra, y la falsedad sobre la verdad, y, en fin, se han dismi-
nuido las virtudes y se han aumentado los vicios.
— Señor — dijo Félix — , ¿habría algún medio para que
se pudiese multiplicar la caridad y disminuir la crueldad? —
A que el ermitaño respondió que quien quisiese ensalzar
la caridad, necesitaba de tener muchas y nobles personas
de gran espíritu y virtud en servir y amar a Dios y que no
temiesen sufrir ignominias y desprecios de las gentes, ni
pobreza, peligros, trabajos, ni muerte por su amor. — Pero,
como cuasi todos los hombres que a la caridad más la pueden
ayudar le son contrarios, se va perdiendo cada día más y
más, como te explicaré en el siguiente ejemplo3:'
En una ciudad había un obispo que era muy avaro, y el
príncipe de ella era muy malo y cruel, y como a ambos a
- «las ricas telas» en lugar de «blanchs pans».
n Esta última frase es una añadidura.
FÈLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 65
Su
dos la caridad les faltaba y la crueldad los poseía, todos
los habitantes de aquella provincia tenían mal ejemplo, por
el cual en todos se disminuía la caridad y se aumentaba la
crueldad. En aquella ciudad había un hombre de santa vida
y caritativo, pero pobre de los bienes temporales, aunque
rico de los espirituales. Sucedió un día que el príncipe y el
obispo pasaban a caballo juntos por la calle donde vivía
aquel pobre hombre, el cual, viéndolos venir, se puso a dar
voces, diciendo que la caridad se había muerto en ellos y
que la crueldad los poseía; por lo que fué inmediatamente
preso, aporreado y puesto en la cárcel, donde estuvo mu-
cho tiempo por haber dicho semejantes palabras a los ene-
migos de la paciencia, caridad y humildad.
Por esto te aconsejo, hijo, que abras tus ojos corporales
e intelectuales y veas cómo Dios tiene gran caridad, pues
nos ha creado de la nada y ha creado el cielo, el sol, las
estrellas, el mar, la tierra, las plantas, los animales y las
aves, y que a todo cuanto tiene ser lo ha destinado para
servir al hombre; y, además de todo esto, por salvarle se
hizo hombre. Tcdo lo cual 1 ha hecho por su gran caridad, en
que conocerás cuán poco agradecidos le somos, pues con-
sentimos que haya tantas gentes en error entre nosotros,
que no creen, desprecian, blasfeman y deshonran a Dios
[tanto como pueden], siendo tan pocos los que tienen cui-
dado de que Dios sea amado, conocido y honrado en el mun-
do como lo debería ser.
Has de saber, hijo, que por una gran villa iba un pobre \
el cual vió Ta muchos hombres] que [venían del extremo del
mundo y] llevaban gerifaltes o halcones para venderlos a los
tártaros, con el fin de lucrarse y ganar dinero; después de
esto vió un obispo que iba con grande acompañamiento a
Roma, para impetrar su confirmación de la Santa Sede;
después pasó por la plaza, y vió muchos obradores llenos de
ricas telas, y sobre los tableros muchos dineros, y en la pla-
tería muchos aparadores con ricas joyas, y platos dorados y
utras muchas variedades y riquezas''; después vió por las
calles muchos hombres pobres, desnudos, flacos, macilentos
y hambrientos, que pedían caridad por amor de Dios, y no
había auien con ellos la tuviese ni se la diese, antes con
crueldad y malos modos los despedían y despreciaban; de
todo lo cual aauel pobre hombre se maravilló mucho, por lo
que exclamó diciendo: "¿Dónde está la caridad y qué hace
la crueldad en esta ciudad?" Y aunque quiso exclamar más
fuerte y decir otras palabras contra los hijos de la crueldad.
1 El texto castellano dice «Lodo lo que».
5» El texto español dice «un pobre hombre».
u La última frase en el texto catalán dice «e viu moltes altres
vanitats».
Sl2
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
no se atrevió a ejecutarlo por temor del desprecio de las
gentes, lo que dimanó de que él no era verdaderamente hom-
bre caritativo, pues si lo fuese, no temería ningún desprecio
propio por la alabanza de Dios.
CAPITULO LXVI
DE LA JUSTICIA E INJUSTICIA
— 'Amado hijo — dijo el ermitaño — , has de saber que en
Dios hay justicia, la cual ama su similitud, queriendo que en
el hombre la haya (para que obre justificadamente) ; y des-
ama la injusticia, por ser el opuesto de su misma justicia.
Hijo, has de saber que de justicia debe el hombre más
amar, honrar, conocer y servir a Dios que a ninguna otra
cosa, .pues Dios es más que ninguna otra cosa, noble, virtuo-
so, poderoso y digno de ser amado, y todo cuanto tiene ser
no es tan bueno, tan noble ni tan poderoso como el mismo
Dios \ por lo que le pertenece ser mucho más amado y reco-
nocido que todo lo demás, siendo la mayor injusticia que el
hombre puede hacer el amar más las otras cosas que a Dios.
Además has de saber que, por causa de que son más los
hombres que aman más las otras cosas que a Dios, que los
que aman a Dios sobre todas las cosas, hay más de injusticia
en el mundo que de justicia, pues siendo todo él criatura de
Dios y no habiendo en Dios ninguna injusticia, es gran ma-
ravilla que en el mundo haya más de injusticia que de jus-
ticia, teniendo la justicia del mundo y el mismo mundo al-
guna similitud con el mismo Dios, que es justicia infinita2.
— Señor — dijo Félix — «, mucho me maravillo de que, sien-
do Dios justo y el mundo su criatura, permita el que haya
en. él tanta injusticia, cuando pudo y puede hacer que los
hombres sean más justos que injustos. — Hijo — dijo el er-
mitaño— , la justicia de Dios ha creado en el hombre el libre
albedrío, y por esto no puede, ni debe, ni quiere constreñirle
la voluntad; pero, porque los hombres libremente se inclinan
a más amar, servir, conocer, loar y honrarse los unos a los
otros, que a conocer, amar, honrar y servir al mismo Dios,
hay más de injustos en el mundo que de justos 3 ; y, por con-
secuencia, más de injusticia que de justicia en ellos; pues,
aunque en algún modo es justo que el hombre se complazca
1 Hasta aquí es una amplificación del original.
2 El original dice solamente : «... que de justícia, qui ha elcuna
semblança a la justícia de Déu.»
3 Construcción partitiva propia del catalán.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS.— C. 60 Si;,
y deleite con los placeres corporales, viendo, oyendo, oliendo,
gustando y tocando, y también con los placeres espirituales
que tiene memorando, entendiendo y amando, lo es mucho
más el que dé mayores ensanches a los espirituales que a los
corporales, y, si hace lo contrario, la injusticia es mayor en
él que la justicia; por cuyo motivo caen los hombres en la
ira de Dios, y su justicia los castiga, destinándolos a infini-
tos trabajos y penas.
Has de saber, hijo, que una vez sucedió que un juez dió
una sentencia injusta en presencia de un zapatero que le
había de hacer unos zapatos, el que, habiéndola oído y no-
tado, hizo al juez un zapato muy grande y otro muy pequeño.
Y cuando se los fué a calzar y el juez vió que el uno era tan
grande y el otro tan pequeño, se admiró de que el zapatero
hubiese errado tanto la medida, por lo que le reprendió ; pero
él respondió que él se maravillaba mucho más de que el juez
supiese [y] quisiese iguales medidas para sus pies, cuando
en las sentencias que daba las quería tan desiguales y con-
trarias a la justicia.
Además has de saber, hijo, que había un rey muy pode-
roso de gentes y de tesoros, el cual todo cuanto tenía lo
aplicaba para ser honrado y conseguir los deleites de este
mundo; y como él había sido electo rey para amar y man-
tener la justicia y hacía todo lo contrario, [así él, en elec-
ción de justicia, estaba en injusticia contra justicia; por lo
que] un rústico tuvo atrevimiento para decirle que él se es-
timaba más ir detrás de los bueyes todo el día, que ser rey;
de que el rey se maravilló mucho, y quiso saber por qué el
rústico lo decía, por lo que éste se explicó diciendo : "Señor,
hubo un rey que toda su vida y todo su poder empleó en las
vanidades de este mundo, y cuando estuvo cercano a la muer-
te, se arrepintió de no haber empleado toda su vida y poder
en amar, conocer, honrar y servir a Dios, y pensó que, si
lo hubiese hecho, podía haber destruido todos los sarracenos
de Berbería y conquistado todas sus tierras; por lo que, re-
presentándosele la gran justicia de Dios y olvidándose de su
gran misericordia, por las grandes injusticias que había he-
cho, desesperó de ella (y se condenó)."
Además has de saber, hijo, que un hombre pecador es-
taba en oración, y consideró en las grandes ofensas que había
hecho a Dios, por lo que dijo: "La justicia de Dios y las
injurias son opuestas, y, habiendo yo con las injurias con-
trastado y opuéstome cuasi todo el tiempo de mi vida a su
justicia, tiene éste derecho para castigarme con fuego eterno,
en cumplimiento de su voluntad." Y, porque este pecador se
reconocía y juzgaba él mismo de sus pecados y se complacía
del uso de la justicia de Dios, quiso Su Majestad que el uso
Si4
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
de su justicia y de su misericordia concordasen con él y le
salvasen.
Además has de saber, hijo, que había un hombre usurero
que amaba mucho a un hijo que tenía, y, cuando estuve cer-
cano a la muerte, no quiso restituir el dinero que injusta-
mente había ganado, por amar más que su hijo fuese ricor
que su salvación; por lo que su confesor le dijo este ejem-
plo: "En una ciudad había un caballero,' el cual era veguer
de ella, y no tenía más que un hijo, a quien mucho amaba.
Sucedió que el mozo mató a un hombre, y el padre hizo ahor-
car a su hijo, diciendo que más valía la justicia en el hombre
que el amor en el padre si le obliga a obrar injustamente."
Mas tan apoderada estaba la injusticia de aquel mal hombre
usurero, que no aprovechó de nada el ejemplo que el con-
fesor le dijo.
Además has de saber, hijo, que sucedió una vez que un
rey había condenado a muerte a un labrador porque había
muerto a otro; este rey, después de mucho tiempo, fué a ca-
izar, y por cierto accidente se vino a recoger a la casa del
hijo del labrador que había hecho ahorcar. Y, cuando estuvo
en la cama, el mozo tuvo grandes impulsos de matarle, en
venganza de la muerte de su padre; pero, considerando que
el rey le había hecho castigar con justicia, exclamó dicien-
do: "¡Oh injusticia, cuánto te has multiplicado en el mundo
y cuánto está abandonada de él la justicia; por lo que yo,
para hacerla algún honor, quiero ser justo y leal al rey,
porque es mi señor y porque justamente mandó quitar la
vida a mi padre!" En tanto que el rey dormía, le pareció que
el labrador le quería matar, pero que la justicia le defendía;
por lo que prometió no faltarla jamás ni hacer ninguna' in-
justicia en toda su vida.
Además, hijo — dijo el ermitaño — •, puedes considerar cuan
injustamente obra el hombre contra Dios cuando por alguna
cosa le deja de amar, honrar y servir, pues tanto como es
más noble que todas las demás cosas, tanto más merece ser
amado, servido y honrado que ellas; y por ser la injusticia
pecado tan grande, la justicia de Dios lo 4 castiga con la
mayor pena que el hombre puede imaginar, que es la que1 no
tiene fin.
Amado hijo, por causa de que es tan grande la contrarie-
dad que hay entre la justicia y la injusticia, quiere Dios que
los hombres justos padezcan en este mundo grandes traba-
jos y peligros, para destruir la [injusticia] <y mantener la
justicia; pero estos trabajos y peligros no son llevaderos a
los hombres de poco espíritu que poco le aman; por lo que
por la justicia son fácilmente vencidos, amando más estarse
4 El texto castellano dice «les».
FELIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 67 8l5
descansados en el vicio, que ejercitar con traba-os la virtud:
lo que es causa de que la justicia todos los días descaece y
!a injusticia se aumenta.
CAPÍTULO LXVII
De la sabiduría y de la ignorancia 1
— Has de saber, hijo — -dijo el ermitaño — , que la sabidu-
ría de Dios que es Padre, entendiéndose a sí mesma, engen-
dra el Hijo, que es sabiduría; y porque Dios Padre con sabi-
duría y amor engendra a su Hijo, que es Dios, ha querido
que haya sabiduría en el hombre, que entiende a Dios para
que le ame; pero si entiende a Dios y no le ama, su enten-
der es ocasión de que en él haya ignorancia (en cuanto es
su disimilitud) 2 y, per consecuencia, opuesta o contraria a
Dios (que es sabiduría infinita).
Amado hijo, has de saber que a la sabiduría de Dios le
compete grandeza de bondad, infinidad, eternidad, poder
y voluntad, y por esto quiere que la sabiduría del hombro
sea grande en bondad, en grandeza, en duración, poder y
voluntad, porque tanto cuanto la sabiduría del hombre es
grande en todas estas cosas, tanto tiene alguna mayor si-
militud con la de Dios, y tanto más se aparta y destruye la
ignorancia (que es su disimilitud).
Has de saber, hijo, que un rey cazaba una vez por un
gran bosque, y, corriendo tras de un jabalí, cayó del caballo y
se quebró una pierna ; de cuya desgracia hubiera muerto a no
haber acudido un ermitaño, que oyó sus voces, a socorrerle,
el cual se le llevó a su ermita y cuidó de él, hasta que estuvo
curado. Y, en tanto que le asistía, consideró en la grandeza
del rey, la que tenía de muchos modos, porque era grande
de persona, de hermosura, de póder y de riquezas. Estan-
do el ermitaño en esta consideración, deseó que a todas estas
grandezas las acompañase la de la sabiduría, sin la cual nin-
guna servía, por no saber usarlas ni aprovecharse de ellas 3.
También has de saber que un pobre hombre sabio estaba
a la puerta de una iglesia, y pasó por allí un ciudadano mu/
rico a caballo, el que era hombre muy mundano y poco de-
1 Ramón usa el término «follia» , que, más que 'ignorancia', sig-
nifica 'locura'.
2 Todos los paréntesis de este capítulo son glosas del traductor.
'^.Traducción inexacta de «... hagués lo rey saviesa, sens la qual
havia lo rey, en totes aquelles, gran foyllia, la qual era gran, segons
que-n fallía granen de «aviesa.»
Sió obras literarias de ramón llull
voto, por lo que no hizo reverencia a la iglesia; de lo que el
pobre hombre se admiró mucho, y, considerando en su locu-
ra, dijo entre sí mismo: "¿De qué le vale a éste su juventud,
su robustez y su riqueza, si no tiene sabiduría y, por falta
de ella, de todo cuanto tiene usa mal y no conoce a Dios, ni
se ¡conoce a sí mesmo, ni a los bienes que Dios le ha enco-
mendado?" Por lo que, aunque pobre, aquel hombre menos-
preció al ciudadano, menospreció su riqueza y su nobleza, y
dijo que más quería ser hombre pobre y entendido, que rico
y presumido *.
— iSeñor — dijo Félix — , mucho me maravillo de que las
gentes del mundo amen más ser honrados por ser ricos que
por ser sabios, siendo la sabiduría más natural en el hom-
bre que la riqueza, y más propio el poseerla que el poseer
castillos, villas ni ciudades, y, sobre todo, siendo la sabidu-
ría del hombre más agradable a Dios que todas las cosas cor-
porales y mundanas. -nHijo — dijo el emitaño — , la sabiduría
del hombre nace cuando el hombre entiende y ama a Dios, y
acaba cuando le olvida y desama, por cuya muerte nace la
ignorancia, la cual permanece en ellos, cuando aman 5 más
las honras, los deleites y las riquezas que a Dios. Memorar,
entender y amar las virtudes, y memorar, entender y aborre-
cer los vicios, es la causa de la sabiduría, y lo contrario
es la causa de la ignorancia; y por ser esto así, se excusó
Dios de dar la gloria a un rey, y le condenó a infernales
penas.
— Y ¿cómo fué esto? — dijo Félix — . A que el ermitaño
respondió: — [Un rey era muy poderoso y abundante de los
bienes de este mundo, el cual vivió con grandes prosperida-
des y honras, cuidándose muy poco de la de Dios; sucedió
que el día de su muerte rogó a Dios que le diese la gloria,
y en visión oyó una voz que le dijo que acudiese a aquel
que más le había hecho memorar, entender y amar los de- *
leites y las honras del mundo que las de Dios, para que le
diese lo que pedía.
Además has de saber que por una calle pasaba un hom-
bre loco, el cual encontró a un sabio, a quien dijo muchas
injurias, sin ningún motivo. Y el hombre sabio tuvo pacien-
cia de oírlas; y cuanto más paciencia tenía, más crecía su
sabiduría. Pero, habiendo el loco proseguido en infamarle y
deshonrarle de palabra mucho tiempo, el sabio sintió se mu-
daba su paciencia en impaciencia; de que se maravilló, con-
siderando cómo podía ser que cuanto más se había exaltado
en él la sabiduría, más estaba próximo a impacientarse y a
perderla, siendo así que debía sucederle lo contrario, por lo
4 «... que ésser rich e ésser en follia.»
6 El texto castellano dice, por error, aporque ama...»
FÉLIX DL LAS MARAVILLAS. — C. 67 Si 7
que [recordó, entendió yj amó la grandeza de la sabiduría,
y conoció que ésta debía ser grande en él, por medio de la
fortaleza, abstinencia y paciencia, las que empezó a experi-
mentar cuando se sintió inclinar a la ira e impaciencia,
amando con fortaleza de espíritu la grandeza de la sabidu-
ría, [paciencia] y humildad, por lo que dijo entre sí mismo:
"Loco fué el religioso que por ignorancia se apartó de la
sabiduría."
— Y ¿cómo fué eso? — dijo Félix.— A que el ermitaño res-
pondió: — En una ciudad había un religioso muy sabio y
que tenía fama de santa vida; sucedió un día que un loco
oyó hablar de él y se disgustó de que le alabasen; por lo
que dijo que él le haría impacientar si quería; y como le
dijesen que no podía ser, se fué a encontrarle y dijo algu-
nas palabras muy injuriosas, de que el religioso concibió tal
gran ira, que le dijo otras tantas al loco, admirándose de
ello todos los circunstantes, pues por tan poco motivo había
mostrado ser impaciente, cuando por tanto tiempo le habían
tenido por sabio \
— Señor — dijo Félix — , ¿cuál es la obra más sabia que el
hombre puede hacer en este mundo? — A que el ermitaño res-
pondió que la obra más sabia que el hombre puede hacer
en el mundo es tratar en él del mayor bien que en él hay.
que es la común utilidad en conocer y amar a Dios; por lo
que Félix entendió que la obra más sabia es solicitar la ex-
tensión de la religión cristiana, para que todos crean que
Dios encarnó por salvar al hombre, y se maravilló mucho
de que los grandes señores sean tan locos y dejados, que no
procuren ejercitar esta obra de la mayor sabiduría, para con-
seguir por su medio grandeza de perfección, justicia y
bondad
— Además has de saber, hijo, que en un ameno prado,
debajo de un hermoso árbol e inmediato a una gran fuente,
se encontraron la Sabiduría y la Ignorancia, donde halla-
ron a la Caridad y la Devoción, una y otra llorando amar-
gamente cuán poco eran estimadas en el mundo. Y, habién-
dolas preguntado por qué lloraban, respondieron que por-
que en el mundo se había perdido su grandeza; lo que oyen-
do la Sabiduría y la Ignorancia, se fueron por él, la Sabi-
duría para persuadir a los hombres que aman las dignida-
des, las honras y las riquezas, pusiesen a la Caridad y a la
6 Traducción muy libre : «Molt ;-e meravellareu los hòniens quid
religiós havien loat de saviea, com per home foll havia errat contra
saviea, que longement havia mantenguda contra supèrbia e follia.»
7 Escápesele aquí al traductor el recto sentido de la frase lulia-
na.; t... y maravillóse fuertemente de la gran locura que hay en los
señores, que no tienen la gran sabiduría que vence a todas las demás
sabidurías en grandeza de perfección, justicia y bondad.»
Si8
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
Devoción en la grandeza que solían ser; y la Ignorancia para
persuadirlos se conservasen con la poca caridad y devoción
que por antes tenían.
Además has de saber que a un hombre muy rico y hon-
rado llegaron la Sabiduría y la Ignorancia; y la Sabiduría
le dijo que toda su honra y toda su riqueza emplease en
servir, amar y conocer a Dios, para que la Caridad y la De-
voción se ensalzasen. Y cuando aquel hombre se inclinaba
a obedecer a la Sabiduría, la Ignorancia le dijo que los de-
leites y riquezas que tenía en el mundo perderían su gran-
deza y se apocarían si ejecutaba lo que la Sabiduría le acon-
sejaba;, por lo que la Sabiduría, llorando, dijo: "Por vos,
Locura, se ha perdido la grandeza de la bondad, de la cari-
dad, oración, limosna y contrición, v por vos se ha perdido
la grandeza de la gloria celestial y aumentado 8 la grandeza
de la pena infernal. Cuanto mayor sois vos, Ignorancia, en
grandeza, mayor es vuestra malicia. ¡ Oh, cuándo será aquel
día que vos y vuestra malicia seáis abatidas, y que yo y la
bondad seamos ensalzadas!"
Pero la Locura se alegraba, y quiso probar que era ma-
yor que la Sabiduría, diciendo que un hombre era avaro con
el fin de dejar grandes riquezas y poder testar de mucho,
por lo que murió en la ira de Dios 9. Después dijo que otro
hombre se había muerto 10 de celos, y que otro se condenó
porque no quiso confesar un pecado, y que otro había come-
tido [un homicidio] por una mala palabra que le habían
dicho, y que otro amaba más su propia alabanza que la de
Dios. Cuyas palabras y otras muchas dichas por la Locura
[para probar que ella era mayor que la Sabiduría], causa-
ron a la Sabiduría gran tristeza, considerando que decía la
verdad.
Además has de saber, hijo, que en la corte de un rey
había dos hombres que se fingían locos, el uno con el fin de
ganar dinero [y vestidos] diciendo palabras imprudentes y
deshonestas, para hacer reír al rey y a los caballeros; y el
otro con el de poder decir palabras en alabanza de Dios y
por su amor y para que el rey y los caballeros le escuchasen
y a Dios conociesen y amasen. Al doco que para juntar di-
nero se fingía loco, había muchos que le escuchaban y le
daban grandes dones; y al loco que se fingía doco por la
honra y servicio de Dios no había quien le escuchase, aun-
que no les pedía dones ni quería eosa alguna de ellos; por
lo que exclamó en presencia de todos diciendo: "¡Oh Locu-
s El texto español dice «aumentando» .
Ramón añade : «... per ço que les gents lo lohassen que era
stat molt rich hom.»
10 El original dice «se mató por celos».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 68 Sil)
ra, cuánto mayor eres en el rey en su corte que la Sabi-
duría!"
— Señor — dijo Félix al ermitaño — , mucho me admiro de
que los hombres se hagan locos para juntar dinero, pues me
parece podrían ganar más manifestando ser cuerdos que lo-
cos. — Hijo — dijo el ermitaño — , el grano de trigo que mue-
re debajo de la tierra, confunde y destruye su ser especí-
fico, para que, por su confusión, la tierra y los otros elemen-
tos, que están mezclados entre sí, se mezclen también con él,
para que él pueda multiplicarse, formando la espiga; porque,
si el grano no se mezclase por medio de alguna similitud con
la confusión de los elementos, a ningún elemento podría con-
vertir en sí. — Por cuyas palabras entendió Félix la similitud,
y dijo que el hombre se hace loco para agradar a los locos y
para por medio de aquel grado poder recibir de ellos sus dá-
divas y dones (así como el grano de trigo la sustancia de
los elementos por la mezcla que ha hecho debajo de la tierra
con ellos y sus cualidades).
CAPÍ T U L O L X VIII
De la potencia e impotencia 1
— Sabrás, hijo, que Dios ha ordenado el poder en el hom-
bre de muchos modos, porque de todos multiplique un poder
ordenado para amarle, servirle y conocerle '-, y el hombre por
sus pecados se ha inhabilitado para todo esto y habilitado
para recar, desamando, olvidando y no procurando conocer
ni servir a Dios, que es el fin para que le creó 3.
Hijo — dijo el ermitaño — , en Dios es un poder que es
Dios, y todo este poder se comunica de tres maneras, esto
es, en poder que es Padre, en poder que es Hijo y en poder
que es Espíritu Santo, y todas tres Personas permanecen un
poder que es un Dios y una naturaleza de poder; y por esto
en Dios no puede haber falta de poder, por[que] todo él
opera obra tan grande como es El mesmo, que es inmensa
bondad, grandeza, etern:'dad, sabiduría y voluntad.
Hijo, el alma del hombre tiene poder^de memorar, en-
tender y amar, y tanto como más memora y entiende algu-
na cosa, tanto tiene mayor poder de amarla o aborrecerla,
y tanto como menos la memora o entiende, tanto menos pue-
1 «Frevoltat» más bien significa «debilidad».
- «servirle, amarle y conocerle», se^ún el original.
a. Versión excesivamente libre : «Mas frevoltat, fill — dix lo ermi-
ta— , es muntipücada en sen-ir Déu, amar e conèxer ; e poder de
peccat, desamar, ablidar, desonrar Déu ; és crescut en lo món.»
S20
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
de amarla o aborrecerla, y por esto dijo el sabio al loco que
no sabía amar a Dios.
— Y ¿ cómo fué esto ? — dijo Félix. — iA que el ermitaño res-
pondió : — (Había un hombre loco que se enojaba de no poder
amar a Dios como él decía que le quería amar \ y un sabio
le dijo que no podría amarle por causa de que, cuando le me-
moraba, no usaba bien del poder que la memoria tenía ni
del que tenía el entendimiento, dimanando todo de que por
defecto de la voluntad perdían la memoria y el entendimien-
to su poder, y por la pérdida de su poder perdía la voluntad
el suyo, por lo que en todas tres potencias se multiplicaba
la ignorancia 5.
Hijo, el hombre tiene cinco poderes o facultades sensua-
les en sus cinco sentidos corporales, y por la costumbre o
hábito de éstos se acostumbra el alma del hombre a tener
poder para obrar bien o mal ; y si por ellos se habitúa a obrar
bien, debilita en sí el poder del obrar mal ; y si se habitúa a
obrar mal, debilita en sí el poder del obrar bien. Y por esto
dijo el sabio al loco que él mismo se enloquecía.
— Y ¿cómo fué esto? — 'dijo Félix. — Un loco pecador
— -dijo el ermitaño — era glotón, lujurioso y lleno de vicios,
y quería estar siempre viendo hermosas mujeres y gustando
sabrosos manjares, y no quería ser casto, ni templado en la
comida, por lo que disminuía su querer en ser casto y tem-
plado y le multiplicaba en pecar por el gustar y el ver.
Hijo — dijo el ermitaño — , todo el poder de Dios obra tan-
to como puede en sí mesmo, pues si no lo hiciese, sería ma-
yor su poder que su obrar, lo que es imposible; y porque el
poder de Dios es tan grande en sí mesmo como su obra, quie-
re Dios que el hombre le sirva y ame con todo el suyo, para
que haya alguna similitud entre poder y poder; y así, cuan-
do el hombre no usa de todo su poder en servir a Dios, obra
contra la similitud que de El recibió, y por la disimilitud se
disminuye el poder del hombre, y esto se manifiesta en el
poco amor que un hombre tenía a su mujer.
Hijo, un hombre tenía mujer, a la cual quería amar y
nunca podía, porque memoraba siempre en los defectos que
la había visto hacer contra él y contra sí mesma 0 y en los
placeres y gustos que él la había hecho; y como en memo-
4 Todo este párrafo no responde a la idea de Ramón Llull : aEra
■ i- hom foyll, qui-s tenia per escusat com Déu no amava, cor deya
que ell lo volia amar t no podia. E aquell savi, a aquell foyll qui >e
scusava de Déu amar, dix que ell no podia Déu amar per ço car ha-
frevolia a la memoria 6on menbrar, per ço com no usava del poder
de menbrar lo qual havia ; e açò mateix feya del enteniment, que
no havia poder de entendre Déu, pus que" la volentat no-l feya
entendre.»
0 (cfrevoltat» en el texto catalán, y no ignorancia.
8 El original sólo dice : «los falíiments, íos quals havia vists fer
a sa muller contra si mateix.»
FÉLIX Dt LAS MARAVILLAS. — C. 6S Sz I
rando en esto hallaba contrariedad y disimilitud entre él y
su mujer, cuanto más en ello memoraba, más se imposibili-
taba para poder amarla, por más que lo procuraba.
— iSeñor — dijo Félix — , ¿de qué modo puede el hombre
multiplicar el poder de amar, entender y memorar a Dios?
— (Hijo— dijo el ermitaño— , un hombre muy pecador se arro-
pintió e hizo penitencia de sus pecados; este hombre tenía
muchas tentaciones y de diversas maneras, porque tenía ten-
taciones cuando hacía bien y las tenía también cuando no
hacía el mal que estaba acostumbrado a hacer, y tanto le
atormentaron, que de desesperado quiso tornarse a sus vi-
cios, maravillándose de que Dios no le diese tan gran poder
para contrastar las tentaciones, que incontinenti las ven-
ciese. Y, estando en esta maravilla, una voz le dijo que con
mayor fervor puede el hombre amar, memorar y entender
a Dios, contrastando y venciendo las tentaciones y vicios y
contemplando después al mismo Dios, que sin tentaciones ni
vicios, por causa de que tiene más poder para memorar, en-
tender y amar a Dios si vence y supera jos trabajos, los pe-
ligros y las tentaciones, que si no los vence ni supera.
— Señor — dijo Félix — «, gran maravilla me causa el consi-
derar que Dios haya dado al hombre poder para pecar. — Hijo
— dijo el ermitaño — , en el hombre ha creado Dios el libre
albedrío, el que no tendría si no pudiese pecar y si no tuvie-
se poder para ello; y para que con el poder se venza a sí
mesmo, deje de pecar y adquiera mérito, aborreciendo el pe-
cado, ha puesto Dios en su voluntad libertad para elegir el
bien o el mal, o para pecar o dejar de pecar 7.
Hijo, has de saber que había un rey muy poderoso, el
cual todo su poder lo aplicaba a obrar mal, por ser muy
pecador; y cuanto más pecaba, más multiplicaba su poder
en pecar y más se debilitaba para obrar bien, que era para
lo que Dios le había dado el gran poder que él empleaba en
obrar mal. — Cuyas palabras considerando Félix, se maravilló
de la gran culpa que aquel rey cometía, por 'convertir tan
gran poder en hacer tanto mal a los otros, imposibilitándose
cuasi al mismo tiempo de poder obrar bien ni de hacerse
bien a sí 8.
— Además has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que
hubo un santo hombre que en su poder quiso multiplicar la
grandeza y apartarle de la parvidad; este hombre hizo con
todo su poder buenas obras, y, para que fuesen gratas, las
7 Mucho más sabroso y expresivo es el original luliano : «en
liom ha Dón creat franch arbitre, lo qual hom uo hauria si peccar
no podia en poder peccar, e que lo poder vença si mateix en no
peçcar, e complesca si mateix en desamar peccnt. Açò és granea
de poder, e és contra fra voltat de si mateix».
* «per ço car poder en tant de mal convertia, e frevoltat en tant
de poder muntiplicava».
822
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
acompañó con oraciones, sabiduría, caridad, justicia, humil-
dad, liberalidad, paciencia y con todas las demás virtudes; y
tanto cuanto engrandeció su poder con ellas, tanto le mul-
tiplicó y apartó de la flojedad (y del descuido en obrar bien).
Sucedió que este hombre cometió un pecado mortal y se ma-
ravilló mucho después de haberle cometido, porque le parecía
que su poder se había multiplicado en tanto grado en obrar
bien, que ya no podía de ningún modo obrar mal; por lo que
dijo estas palabras: "En esta vida no puede el poder del
hombre llegar a tal perfección y grandeza de bondad, que no
pueda pecar, porque, si no pudiese pecar, no sería en tanta
grandeza de bondad como en la que es cuando puede pecar y
no peca". Por lo que el santo hombre, después de hecha esta
reflexión, lloró mucho su pecado y se arrepintió de él, exal-
tando por este medio su poder para hacer bien, con gran
contrición, y multiplicándole en grandeza de bondad, mara-
villándose al mismo tiempo de que el pecado, que conviene
con el no ser, impotencia e imperfección 9, hubiese sido causa
de que él hubiese multiplicado su poder para obrar bien y
hacer buenas obras.
Además has de saber, hijo, que un hombre pecador te-
nía creído que él podía salir de pecado siempre que quisie-
se. Sucedió un día que un compadre suyo le dijo que Dios
tenía poder para juzgar y castigar a todos los pecadores,
y entonces se maravilló mucho aquel hombre de que el pe-
cador se persuada puede salir de pecado siempre que quie-
re; porque, si por sí tuviese poder para ello, se seguiría que
en Dios habría falta de poder para juzgarle y castigarle
siempre que quiere. — 'Por cuyas razones, que Félix entendió,
quedó muy admirado de que los pecadores se persuadan
pueden salir de pecado siempre que quieran ejecutarlo.
— Hijo — dijo el ermitaño — », en un palacio estuvieron
mucho tiempo La Sabiduría, el Poder y la Voluntad, y todo
aquel tiempo la Impotencia estuvo lejos del Poder; pero
habiéndose apartado de él la Sabiduría y quedado solo con
la Voluntad, se disminuyó el Poder y desfalleció la Volun-
tad 10. — Por cuyas palabras entendió Félix que a grandeza de
poder conviene grandeza de sabiduría y de voluntad, y se
maravilló de que una y otra se pudiesen apartar de él.
—Señor — dijo Félix — , ¿ha dejado Dios tanto poder en
la tierra, que se pueda conseguir hacer que todos los infie-
les le amen y le conozcan? — (Hijo — dijo el ermitaño — , el
Poder y la Sabiduría han contraído matrimonio y tienen
una hija, que se llama Voluntad, por medio de la cual en
" Ramón escribió más concisamente : «peccat, qui ab frevoltat
se cové».
u Bl original añade además : «hac poder defalliment de granea,
e sí s'ach saviesa».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 69
823
el Poder y en la Sabiduría está la Voluntad. — Luego que
entendió Félix estas palabras, prorrumpió en lágrimas, y
dijo: — ¡Oh poder, sabiduría y voluntad!, ¿cuándo será
aquel tiempo que juntas os acordéis en amar y conocer mu-
cho a (Dios (y en hacer que los infieles le amen y conoz-
can)? 11
CAPÍTULO LXIX
De la templanza y de la gula
La templanza y la gula son contrarias; y habiendo en
Dios igualdad de personas, es la templanza, contradiciendo
a la gula por modo de atemperamento o igualdad, semejan-
te en alguna cosa a la igualdad divina, contra la gula, que
le es en todo desemejante, por modo de mayoridad y mi-
noridad, que concuerdan con ella y son contrarias de la
templanza.
— Señor — dijo Félix — , mucho me maravillo de que la
templanza sea tan poca y de que la gula sea tan grande,
siendo Dios grande y no pequeño, y teniendo la templanza,
por razón de la igualdad, alguna similitud con Dios, y nin-
guna la gula, como vicio l. — Hijo — dijo el ermitaño — , Dios
ha creado el mundo para su servicio, según que un maes-
tro en teología se lo probó a un filósofo. — Y ¿cómo fué
esto? — dijo Félix. — -Hijo, un filósofo preguntó a un maes-
tro en teología que por qué Dios castiga el hombre pecador
sólo por los pecados que hace, cuando al justo no le salva
sólo por las buenas obras que ejecuta ni virtudes que tie-
ne. Y el maestro respondió que el pecado es contra la in-
finita justicia, eternidad y bondad de Dios, y que por esto
la justicia de Dios con su grandeza le castiga, por haberle
cometido contra la infinita grandeza de su justicia; cuyo
castigo sería poco y no correspondiente a su justicia si tu-
viese en el infierno fin la pena, y que lo mismo sería si Dios
castigase al hombre por otra cosa que no fuese por la cul-
pa; y que la justicia de Dios obraría también con pequeñez
y parvidad si daba la gran gloria del paraíso tan solamen-
te por la pequeñez del mérito que el hombre tiene en obrar
bien, pues, cualquiera que sea, es poco en comparación de
la gran gloria que adquiere; ícuya poquedad se multiplica
y remunera con grandeza por la liberal misericordia de
Dios.
" Todo el paréntesis es una añadidura del traductor. ■
1 «como vicio» es una glosa explicativa.
324
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
Mucho agradaron a Félix las palabras del ermitaño, pero
no entendió por ellas el que le hubiese dado solución a la
cuestión que le había propuesto, por lo que le pidió que se
las explicase; a que el ermitaño respondió: — Hijo, la gran-
deza de la gula tiene concordancia con el uso del gran cas-
tigo, y éste con el uso de la justicia, para significar que en
Dios hay grandeza; y la poquedad de la templanza significa
la poquedad del mérito que el hombre tiene para conseguir
la salvación por su mérito sólo. — «Entonces Félix entendió la
solución, y alabó y bendijo a Dios, que tanta sabiduría ha-
bía dado a aquel ermitaño, el cual prosiguié diciendo : — (Has
de saber, hijo, que por la templanza se acostumbra el hom-
bre a tenerla en el memorar, entender y amar, y por ella
se templan los cinco sentidos en sus obras y se atemperan
los cuatro elementos y los humores y cualidades 2 ; y de esta
templanza se sigue la igualdad de la grandeza en el hombre
y en sus obras, las cuales son agradables a Dios, respecto de
que tienen alguna similitud con su igualdad y grandeza; y
porque la gula es contraria a la igualdad y grandeza en el
hombre, le es a Dios muy [des] agradable.
Has de saber, hijo, que había un prelado muy rico y abun-
dante de bienes temporales, pero muy mal acostumbrado y
desarreglado en el comer y beber, por lo que estaba enfermo
muchas veces; sucedió un día que, habiendo comido y bebido
mucho, un hombre le propuso una pequeña cuestión, a la
cual no supo responder, quedándose por ello muy confuso y
avergonzado delante de todos los que estaban presentes, y
más cuando oyó decir al que le había hecho la cuestión que
más valía templanza con pobreza que gula con riqueza1, y que
más valía templanza con riqueza que con pobreza, y que la
gula era peor y mayor vicio en la riqueza que en la pobreza
(o ten el rico que en el pobre) 3.
Además has de saber, hijo, que había un hombre muy
glotón, el cual, habiendo un día comido y bebido mucho y ha-
llándose muy repleto de manjares, se sintió muy débil, por
razón de que la digestión no se podía ordenadamente hacer
y de que el calor natural no podía sustentar con el espíritu
vital a los miembros según convenía. Y, maravillándose mu-
cho de sentirse tan débil, volvió a comer y beber, imaginan-
do que su debilidad procedía de haber comido y bebido poco ;
pero cuanto más comía y bebía, más débil se sentía y más se
maravillaba. De lo que estaba admirado, dijo a un médico
su enfermedad, el cual le respondió estas palabras: "Hubo
un religioso que hacía santa vida en contemplación, y, ha-
biendo estado mucho tiempo en ella, la dejó y tomó la
2 «y los humores y cualidades» falta en el original.
3 È1 paréntesis es una glosa del traductor.
IÉLIX DE LAS MARAVILLAS.
70
S25
vida activa, en la que sintió que se le resfriaba la devoción
que solía tener, de que se maravilló mucho; y, habiendo
discurrido largamente sobre ello, comprendió que en su me-
morar, entender y amar no tenía tan continuamente a Dios
como solía, y que, al contrario, tenía más de lo que solía
de las cosas del mundo."
Hijo, has de saber que había un príncipe que deseaba
grandemente ser templado, y para ello, siempre que se
sentaba a la mesa, hacía poner una rueda de oro sobre la
copa en que bebía, en la cual estaban escritos los nom-
bres de la templanza y gula; y, cuando tenía tentaciones
contra la templanza, los leía, y repetía por tres veces que
la templanza alegraba a los hombres cuando se habían le-
vantado de la mesa y que la gula los entristecía. Sucedió
un día que aquel príncipe, habiendo comido y bebido bas-
tante según las reglas de la templanza, la gula le hizo to-
mar un pedazo de carne sabrosa para el natural apetito, y
cuando la tuvo en la mano, hizo comparación, y dijo que
cuál valía más en la memoria y el entendimiento del hom-
bre : Dios y la templanza, larga vida y sanidad 1 o gula,
enfermedad, muerte e ira de Dios; y cuando hubo hecho
esta comparación, dejó el pedazo de carne en el plato, abs-
teniéndose de comerle, y alabó a Dios, que le había dado
templanza y conocimiento para que por su medio le amase,
[le temiese,] le bendijese y por mucho tiempo le sirviese.
CAPÍTULO LXX
De la liberalidad y de la avaricia
— Hay, hijo — dijo el ermitaño — , liberalidad en Dios,
porque Dios Padre se da todo a Dios Hijo y al Santo Espí-
ritu, engendrando al Hijo y espirando al Santo Espíritu; y,
dándose el Padre al Hijo y al Santo (Espíritu, da el ser al
uno y al otro, en el cual ser da inmensidad de bondad,
grandeza, [eternidad,] poder, sabiduría y voluntad, y toda
perfección y nobleza; y porque el Padre es liberalidad, da li-
beralidad dándose Padre, y dándose todo cuanto es, es el don
igual a cada una de las personas divinas. Y esto mismo hace
el Hijo, que se da todo al Santo Espíritu espirándolo, y el
Santo Espíritu se da todo en fruición al Padre y al Hijo.
Has de saber, hijo, que Dios Padre envió a encamar a
Dio? Hijo, el cual se dió todo al ser de hombre, y como
' El texto español dice «santidad)' ; el catalán, «sanitat».
.Saó
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
hombre, todo a congojosa muerte, para salvar a los hom-
bres.
Dios ha dado al hombre su similitud, en cuanto le ha
dado grandeza, bondad, duración, [poder,] sabiduría y vo-
luntad y las otras propiedades semejantes a éstas; además
le ha dado el ser humano y todo el mundo a su servicio ; por
cuya liberalidad debe el hombre serle muy agradecido y
darse a {sí mesmo a Dios, empleando todas sus fuerzas en
conocerle, amarle, honrarle y servirle 1.
La avaricia es, hijo, contraria de la liberalidad, y el
hombre avaro contradice a toda la liberalidad arriba ex-
presada; por lo que, siendo tan poca la liberalidad en los
hombres y tanta la avaricia, es necesario que llores el des-
honor que esta similitud de (Dios padece en el mundo, y la
exaltación en que su disimilitud se halla.
Mucho consideró Félix en estas palabras, y se maravi-
lló de que la liberalidad y grandeza que es en Dios, siendo
tan grande, se dé toda y quede toda en sí mesma ; y, cuando
se hubo maravillado mucho de la liberalidad de Dios, se
maravilló también de que Dios Hijo tan liberalmente hu-
biese dado la humanidad, que tomó a tan grandes traba-
jos y a tan afrentosa muerte por salvar al hombre; y de
que los hombres sean tan avaros e ingratos a Dios, que se
den más a los otros hombres y a sí mesmos que a Dios,
que les ha dado el ser y todo cuanto tienen.
Cuando Félix de todas estas y otras muchas cosas se
hubo maravillado, lloró mucho, y dijo: — /¡Oh Señor y Dios
mío!, bendito seáis, que habéis dado al hombre en el mun-
do entendimiento, memoria y voluntad: [ver, oír, gustar, oler,
tocar;] honras, villas, castillos, riquezas y muchos otros bie-
nes, siendo tan pocos los que (quieren entregar los actos de
su memorar, entender y amar para amaros, conoceros, hon-
raros y serviros, ni que para ello empleen sus sentidos y po-
tencias 2, ni quieran dar de sus bienes temporales a los po-
bres que por amor de vos se lo piden. — Por lo que Félix
volvió a entristecerse, y lo mismo hizo el ermitaño, y juntos
maldijeron la avaricia y se admiraron de que haya tantos
que la sigan y sean sus esclavos. Después de esto dijo el
ermitaño a Félix:
— Hijo, has de saber que en tu cuerpo se da todo el fuego
al aire, todo el aire al agua, todo el agua a la tierra y toda
la tierra al fuego ; y por este don se componen y mezclan los
cuatro elementos. Y esto mismo hace en tu alma la memoria,
que se da toda al entendimiento y a la voluntad, y el enten-
dimiento y la voluntad se dan a la memoria, y la voluntad
1 El original sólo dice «... a honrar, conèxer e amar ell».
2 Ramón especifica : «... no volen veser, hovr, anar, ne -star...»
FÉLIX DK LAS MARAVILLAS. — C. ~0
827
se da al entendimiento, y el encendimiento a la voluntad; y
por esto es el alma un ser unido de memoria, entendimiento
y voluntad.
Has de saber, hijo, que había un rey muy rico y muy
poderoso, el cual se empleaba todo en honrarse a sí mesmo
y en vivir entre los deleites de este mundo; este rey deseaba
mucho vivir largo tiempo y que todos los hombres de su
reino se empleasen en honrarle y servirle. Sucedió que es-
tuvo enfermo y próximo a la muerte, y en sueños le pareció
que veía inmediatas a sí dos mujeres, que la una era la Libe-
ralidad y la otra la Avaricia; y el rey rogó a la Liberalidad
que le diese salud y larga vida; pero ella le respondió que
no le podía dar nada que fuese contrario a Dios ni que tu-
viese concordancia con la Avaricia.
Además has de saber que había un hombre que tenía un
hijo a quien amó mucho y dejó cuanto tenía a la hora de su
muerte, el que, habiendo venido de la iglesia, de asistir al
entierro de su padre, encontró a la puerta de su casa muchos
pobres que le pidieron limosna por su alma; pero él, sin
querérsela dar, se entró en la caballeriza, donde tenía un
caballo tomando verde, y, como no tuviese qué comer de-
lante, se enojó mucho con todos los de casa y se puso él
mismo a echarle de comer y a cuidarle, porque engordase,
para venderle y ganar dinero.
— Señor — dijo Félix — , mucho me maravillo de que la
avaricia reine mucho más en los ricos que en los pobres.
--•Hijo — dijo el ermitaño — , la liberalidad tiene mayor vo-
der en la riqueza que en la pobreza; y cuando el hombre rico
es avaro, tiene también mayor poder en él la avaricia que
en el pobre, porque, si no fuese así, se seguiría que la ri-
queza no fuese tan poderosa como la pobreza. Y por causa
de que en este mundo es mayor la avaricia que la liberalidad,
es mayor la avaricia en los hombres ricos que en los hom-
bres pobres.
Hijo, para que te hagas cargo del gran t poder que la ava-
ricia tiene en el mundo, mira cuántos hombres trabajan por
juntar dinero y a cuántos peligros se exponen por las rique-
zas, cuántos rubores pasan, cuántas veces hambre, sed, ca-
lor, frío, heridas, muertes y otros inmensos trabajos ; ; abre
los ojos de tu entendimiento y considera cuán pocos hom-
bres trabajan en el mundo por la liberalidad, y cómo los más
son avaros de sí mesmos y de sus bienes.
Has de saber, hijo, que había un hombre muy rico que
tenía cinco hijos, y el uno dé ellos se entró en religión, en
la cual totalmente se empleó en amar, conocer y servir a
n «y oíros inmensos trabajos» lo añade retóricamente el iraductor
por su cuenta.
828
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
Dios; el padre y la madre sintieron mucho la vocación del
hijo, y con gran acompañamiento fueron al monasterio para
sacarle por fuerza; pero, como no lo pudiesen conseguir,
dijeron a los frailes que tomasen un hijo que tenían cojo y
tuerto y que les entregasen a aquél; y como los frailes no
quisiesen consentir, el padre y la madre cobraron tal ira,
que ofrecieron y juraron de no hacer jamás más limosna a
aquel convento, y cuando murieron, uno y otro dejaron todo
cuanto tenían a los otros hijos, sin querer por ningún mo-
tivo dejar nada al religioso.
Además has de saber que había un caballero muy vana-
glorioso, y, como amaba tanto el ser alabado en el mundo,
daba con prodigalidad cuanto tenía. Sucedió que, por lo mu-
cho que dió, llegó a ser pobre, y cuando no tuvo que dar,
lo quitaba a sus labradores súbditos para dárselo a los otros;
y habiendo una vez tomado una capa a un labrador, se la
dió a un truhán 4 que alababa la liberalidad y decía mal de
la avaricia. El truhán dijo al caballero que él era avaro de
sí mesmo y de sus bienes contra Dios, pues el honor que a
Dios debía dar le quería para sí ; por lo que con todo cuanto
daba no era liberal 5, sino es esclavo de la avaricia.
Además has de saber, hijo, que una vez sucedió que un
peregrino fué a encontrar a un rey muy poderoso, y le dijo
que, pues Dios le había dado tanto en este mundo, que por
qué él no daba la Tierra Santa a los cristianos y se la quitaba
a los sarracenos, que con deshonor de la Iglesia la poseían;
y el rey respondió al peregrino que él quería que la Tierra
Santa fuese de los cristianos; a que el peregrino respondió
que la voluntad del rey lo quería, pero que el rey no quería
prestar a su voluntad su poder y su tesoro 6 para que tuviese
cumplimiento su voluntad. — Mucho se maravilló Félix de que
la voluntad del rey no diese cumplimiento a su querer, cuan-
do su poder podía dar cumplimiento a su voluntad; pero en-
tendió después que, porque la voluntad del rey no se había
entregado toda al amor de Dios 7, no quería dar el rey todo
su poder para que se emplease en tan santo fin como el de
conquistar la Tierra Santa.
— -Además has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que
hubo una gran contienda entre la Liberalidad y la Avaricia,
y se aplazaron para una batalla, para la cual cada una apron-
tó sus valedores. Pero, cuando estuvieron juntos, vió la Li-
beralidad que la habían seguido muy pocos, y muchos a la
4 También aquí traduce esta palabra con exceso el original
«jutglar».
5 El catalán dice alaren» ; el castellano, por error, «liberidad».
" Ramón sólo escribió «tot lo poder del rey e de sa terra».
7 «no ? donava tota a Déu amar e conèxer».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 71
859
Avaricia * ; de lo que ésta tuvo mucho que reír, y la primera
mucho que llorar; y la Liberalidad dijo a la Avaricia que su
llanto tornaría en la otra vida en risa, y la risa de la Ava-
ricia, en llanto.
Además has de saber que había un hombre avaro en-
fermo, el cual tenía en su casa muchas gallinas, sin que
quisiese comer de ellas, aunque lo necesitaba para fortificar
su persona. Estando así enfermo, oyó un asno suyo rebuz-
nar, y llamó prontamente para que le diesen cebada, di-
ciendo que rebuznaba porque no se la habían dado; este
avaro murió por debilidad de la naturaleza, y dejó cuanto
tenía a un hijo que él había criado según sus costumbres.
Sucedió que este mozo se hizo mercader y fué a una feria,
en la cual perdió la mitad de su caudal, de que se entristeció
mucho; y como en el mismo mesón que él estaba hubiese un
mercader muy liberal y rico, a quien se le quemó cuanto te-
nía, y viese que después de haberlo perdido estaba muy ale-
gre, se admiró, y le preguntó cómo podía estar alegre ha-
biendo perdido cuanto tenía. A que el mercader liberal res-
pondió que él estaba alegre porque a la voluntad de Dios,
a quien había entregado su hacienda, le había entregado
también su voluntad y todo cuanto tenía, y a sí mismo.
CAPÍTULO LXXI
DE LA CASTIDAD Y DE LA LUJURIA
— La castidad y la lujuria son contrarias, y cuanto mayo-
res son, más contrarias son entre sí y más se apartan una
de otra.
Sucedió una vez — dijo el ermitaño — que a un hombre
viejo y lujurioso le dieron por mujer una doncella muy her-
mosa, muy casta y de muy santa vida 1 ; y las gentes que los
conocían se admiraban mucho de que, siendo él viejo, fuese
lujurioso, y de que, siendo ella joven, fuese casta. Sucedió
un día que el demonio tentó a la mujer de lujuria y al ma-
rido de celos; y el marido, no contrastando al demonio, fué
atormentado de esta pasión, y la mujer, contrastándole, se
mantuvo firme en la castidad y tuvo paciencia para sufrir
palabras muy injuriosas que su marido la dijo, ciego de su
pasión. Sucedió otro día que el marido puso las manos en
8 Falta aquí la frase «Maravillóse Liberalidad de que tuviese tan
pocos mantenedores, y de que la Avaricia tuviese tantos».
1 Vuelve aquí a repetir el autor : «y su marido, que vivía con
ella, era hombre lujurioso y de mala vida».
S3o
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
ella y la maltrató mucho de obra y de palabra, y por este
motivo el demonio en aquel día la tentó más que nunca2, y
la hubiera vencido a no memorar ella que Dios ama la cas-
tidad y desama la lujuria, y ama la paciencia y aborrece la
impaciencia; por lo que la mujer amó la grandeza de la
castidad y de la paciencia, y alabó a Dios porque la había
puesto en estado de poder adquirir gran mérito con la ob-
servancia de estas virtudes. Y, habiendo acabado su oración,
se admiró de que hubiese podido caber en ella pensamiento
alguno ni inclinación a la lujuria, por más que el demonio
la tentase ni su marido la maltratase; y en tanto que así
se maravillaba de sí mesma y a sí mesma se menospreciaba,
conoció que aquel pensamiento había sido pecado venial mul-
tiplicado por la tentación del demonio y por los malos tratos
de su marido, y que aquello con que ella vencía la tentación
era caridad, justicia, fortaleza, abstinencia, [castidad] y
paciencia, y entonces se consoló mucho.
— Señor — dijo Félix — , mucho me maravillo de que por
el ver y por el oír se mueva la sensitiva en el hombre al
deleite de la lujuria 3 ; y que por la sensitiva se mueva la
imaginativa, contemplando la belleza de las facciones y oyen-
do palabras deshonestas. — Hijo — dijo el ermitaño — , dos mo-
vimientos hay en el hombre, el uno corporal y el otro espi-
ritual; el corporal se mueve por la vista y los otros sentidos
corporales, y el espiritual por la memoria, el entendimiento
y la voluntad. Por lo que sucede que por ver, oír, imaginar
o tocar corporalmente es el hombre tentado de la lujuria, y
entonces se causa el movimiento o tocamiento en el alma
de consentirla o de contrastarla, moviendo la memoria al
entendimiento y a la voluntad 4, y moviendo el entendimien-
to a la memoria y a la voluntad; y esto mismo hace la vo-
luntad consintiendo o contrastando a las otras dos poten-
cias; y, si el movimiento espiritual consiente, se sigue el cor-
poral, y si no consiente, es vencido éste por aquél, y se gana
gran mérito amando la castidad y aborreciendo la lujuria.
Has de saber, hijo, que un obispo era lujurioso y amaba
a una mujer muy casta, a quien había rogado muchas veces
condescendiese a sus sacrilegos deseos 5 ; y la buena mujer le
decía siempre que se apartase de ella y que no quisiese dar
de comer al lobo las ovejas que le habían encomendado. Pero
el obispo la persiguió tanto, que, no hallando la buena mu-
2 Versión muy amplificada.
3 El texto original prosigue «car veer bellesa de faysons, e hoir
peraules de luxúria, mou la sensitiva a carnal delit ; e açò mateix
fa la ymaginativa».
! El texto castellano dice, equivocadamente, «moviendo el apetito
a la memoria, al entendimiento y a la voluntad».
3 Traducción retórica de «que faés sa volentat».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. Jl
jer otro modo de desengañarle, le hizo introducir secreta-
mente en su cuarto, y delante de dos criadas y de un sobrino
suyo se desnudó, y se mostró al obispo con la camisa sucia
de la suciedad menstrual °, y le dijo que, si tenía ojos, que
mirase por lo que perdía la castidad y deshonraba al cuerpo
de Jesucristo cuando le sacrificaba en la misa, y que si la
amaba, para qué la quería hacer caer en la ira de Dios, en
la de su marido, en la de sus parientes y en el menosprecio
de todas las gentes 7 ; de cuyas palabras el obispo tuvo gran
vergüenza y contrición, y se maravilló de su locura y de la
gran castidad y virtud de la mujer, y fué después hombre
justo y de santa vida.
— Señor — dijo Félix — , la lujuria, ¿por qué es pecado?
— Hijo — dijo el ermitaño — , Dios Padre engendra a Dios
Hijo con orden en su bondad, grandeza, eternidad, poder,
sabiduría, justicia y voluntad; y por esto quiere Dios que
en el matrimonio sea orden de bondad, grandeza, poder,
justicia, voluntad y sabiduría, cuyo orden se mantiene con
la castidad y se corrompe con la lujuria. Y por esto y por-
que tiene concordancia con la castidad, se ha dado virtud
al sacramento del matrimonio, para que entre sí una vir-
tud con otra virtud mutuamente concuerden (esto es, la
virtud de la castidad con la del matrimonio) s.
Has de saber, hijo, que había un rey que quitó a un ca-
ballero su mujer para pecar ilícitamente con ella; por lo que
así el rey como la mujer delinquieron contra la justicia, bon-
dad, grandeza, etc. 9; y el caballero se admiró mucho de que
el rey tuviese mayor amor a la lujuria que a todas estas
virtudes, que con las dignidades o atributos de Dios tienen
similitud.
— tSeñor — dijo Félix — , mucho me maravillo de lo que oí
contar una vez. — ¿Qué fué? — dijo el ermitaño: y Félix pro-
siguió diciendo: — <Un hombre tenía mujer, a quien hacía
muchas injurias; pero ella era buena, y casta, y leal a su
marido. Y al mismo tiempo había otro hombre que hacía a
su mujer todos los beneficios que podía y le daba gusto en
todo 10, y ella era lujuriosa y de mala vida. Y de esto procede
mi maravilla, porque la una era casta y buena, no obstan-
te los pesares que su marido la daba, y la otra era ma¡
8 En el original, «que era sutza d sutzetat vergonyosa a nomenar
e a tocar».
7 El catalán prosigue «e que fos enamiga de castedat e sotsraesa
a luxúria».
8 El original, más breve y conciso, dice solamente : «E per açò,
fill, és donada virtut en lo segrament de matrimoni, ta qual virtut
ab castedat ha concordança.»
8 Ramón, incansable en sus repeticiones, escribió aquí — v repitió
dos- líneas más abajo — : «contra justicia de bonea, granea, poder,
saviesa, volentat».
10 «y le daba gusto en todo» es una inútil amplificación retórica.
832 OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
lujuriosa, no obstante los placeres y gustos que su marido
la hacía.
A lo que el ermitaño respondió diciendo: — Hijo, la bon-
dad, grandeza, eternidad, poder, sabiduría,, voluntad [y Vir-
tud] de Dios tienen mayor similitud con la buena mujer, que
amaba la castidad, que la malicia, grandeza, poder y locura
del mal marido con la lujuria ; y por esto la lujuria no tenía
poder contra la buena mujer, ni la castidad le tenía para
contener la mala, que amaba más la lujuria que los placeres
y gustos que su marido la daba, aunque éstos tenían algu-
na similitud con la castidad u.
Has de saber, 'hijo, que la Castidad iba una vez por los
lugares más encumbrados y por los valles más humildes, y
por todas partes encontraba a la Lujuria, que cada día más
y más se multiplicaba y crecía. Sucedió un día que la en-
contró en un prelado y en una mujer de orden 12. Pasó más
adelante, y la encontró entre hermano y hermana y entre
un marido y su mujer. Y la Castidad se maravilló de que
la Lujuria fuese tan grande, y por ello lloró, al mismo tiem-
po que se alegró la Lujuria, la que tenía tantos parciales
y tan abundantes de riquezas, de honras y de bienes, que
se maravillaba de que la Castidad, siendo tan poca, pudie-
se vivir ni habitar en el mundo. Y, en tanto que la Lujuria
se maravillaba, un hombre que se había huido de una reli-
gión vino con una loca mujer' a quien amaba, el que estaba
muy mal vestido y con gran pobreza; y por el mucho frío
que hacía, temblaba; y cuando la Castidad vió aquel loco
hombre lujurioso, perdido por la loca mujer, se maravi-
lló mucho de que por tan sucio y vil pecado como el de la
lujuria hubiese dejado su religión y estuviese en tanta po-
breza, desgracia, suciedad y vileza, y expuesto a una con-
denación eterna.
31 Falsa interpretación de «qui ab castedat havien alcuna sem-
blança» ; y prosigue el original : «E contrestave-y la foylla fembra
ab les semblances de luxúria, les quals més amava e menbrave, que
les sembCances de castedat.»
13 Según el original, «... en un hom de orde e en una fembra de
orde...», es decir, en un religioso y en una religiosa.
FKLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. J2 833
■j "
CAPÍTULO LXXTI
De la diligencia y acidia
— Has de saber, hijo — -dijo el ermitaño — , que Dios ha
creado al hombre para que le ame y le conozca; y porque
Dios es muy digno de ser amado y conocido, quiere que el
hombre mucho le ame y le conozca mucho, y que de este
amar y conocer tenga principio y nazca la diligencia, esto
es, el ser el hombre diligente en amar y conocer a Dios,
pues que Dios es tan digno de ser amado y conocido.
Hijo — dijo el ermitaño — , cuando el hombre se desvía
del fin para que fué creado, opera contra su fin ; por lo que,
cuando no se emplea en amar y entender a Dios, o entiende
a Dios y no le ama, está acidioso y no tiene cuidado ni di-
ligencia de aquello para que es creado; y de esto nace en él
la acidia y el aborrecer el bien ajeno y complacerse del
mal del prójimo.
Hijo, la bondad de Dios que es Padre no cesa de engen-
drar a Dios que es Hijo, porque es bueno engendrar hijo
que sea Dios infinito en bondad y perfección ; y esto mismo
sucede de la grandeva que es Padre en Dios, que no cesa
de engendrar Hijo Dios, que es grande e infinita bondad,
y así de sus demás dignidades. Y por ser así, es justa cosa
y razonable que el hombre sea diligente en hacer bien gran-
de y durable con todo su poder; y cuando es negligente en
hacerle, es acidioso y contrario a la operación que Dios
tiene en sí mesmo y a la que tiene en las criaturas.
Hijo, porque Dios ama el bien y el gran bien, y desama
el mal y el gran mal, y cuanto más es grande el mal, más
le desama, está el hombre obligado a desamar el mal y a
amar el bien, y a ser diligente en hacerle, y a desamar o
aborrecer más el mal cuanto es más grande; y cuando no
lo hace así, es acidioso y obra contra Dios y contra su
prójimo.
Por cuyas palabras Félix entendió los principios de la
diligencia y de su opuesta la acidia, que el ermitaño había
sentado; y dijo se admiraba mucho de que la acidia pueda
ser en este mundo mayor que la diligencia, siendo los prin-
cipios de la diligencia tan buenos y los de la acidia tan
malos.
é — 'Hijo — dijo el ermitaño — , Jesucristo vino al mundo y
en él fué muy diligente en amar, loar y servir a Dios Padre,
que le envió a ser hombre. Y el mismo Cristo fué tan dili-
27
834 OBRAS LITERARIAS DE *RAMON LLULL
gente en salvar al hombre, que se sujetó a trabajos, a tor-
mentos y a la muerte; y esto mismo quiso que hiciesen los
apóstoles y los mártires, los cuales fueron muy diligentes
en cumplir con los Evangelios, y en anuarios y predicarlos
por todo el mundo, y en padecer trabajos y muerte por su
extensión K
En tanto que él ermitaño decía estas palabras, Félix se
maravillaba cómo los compañeros de Jesucristo que están
en este mundo en grandes prosperidades y honras, son tan
poco diligentes en solicitar que se le dé el grande honor que
le compete ; porque, si ellos lo fuesen, harían que en el mun-
do fuese más honrado, conocido, servido y amado que lo es.
— Además has de saber, hijo — '«dijo el ermitaño — , que la
acidia es contraria del bien común y del bien especial, y
que lo es mucho más del primero que del segundo; y por-
que en este mundo hay más de acidia que de diligencia,
tiene el hombre en él mayor diligencia en el bien especial
que en el común ; y por ello la diligencia está en él desorde-
nada, porque, debiendo ser mayor en el bien común que en
el especial, y siendo al contrario, mayor en el especial que
en el común, es causa de que la acidia también sea mayor
en el bien común que en el especial.
Has de saber, hijo, que había un hombre pecador, al
cual Dios daba trabajos en el, mundo por los pecados que
hacía, y él se impacientaba de ellos en sus enfermedades,
por la pérdida de sus hijos, parientes, amigos y riquezas,
por cuya impaciencia tenía acidia; y cuando oía decir que
a algún hombre le sucedía algún bien, tenía pesar, y, al
contrario, cuando oía decir que baibía sucedido algún mal,
tenía placer. Sucedió un día que él perdió algún caudal en
una mercadería, de que tuvo gran pesar; y, estando con él,
oyó decir que un mercader había perdido mil libras, y se
alegró, y que otro había ganado ciento, y volvió a entris-
tecerse; de lo que se maravilló, y consideró en qué podía
consistir el que él tuviese disgusto de su mal y placer del
mal ajeno, y displicencia de que los demás tuviesen alguna
ganancia o se les siguiese algún bien; y entonces conoció
que él era acidioso, por la impaciencia que tenía de los tra-
bajos que Dios le enviaba, y que estos trabajos Dios se los
enviaba por ser pecador: por lo que fué paciente y salió de
pecado, y después no tuvo más acidia, antes fué diligente,
así en amar a Dios como a su prójimo.
Además has de saber, hijo, que había un ciudadano muy
rico y honrado, el cual vivía de sus rentáis y sin trabajar,
comiendo, y bebiendo, y paseándose; por lo que, estándose
• 3 «por su extensión» : añadidura inútil ; lo mismo que, más abajo,
«servido y amado que lo es»,
I I I. IX DE LAS MARAVILLAS. — C. 72
835
siempre ocioso y sin hacer cosa alguna útil, sentía en sí
continuamente una gran tristeza y fastidio de todo, de que
le dimanó el volverse acidioso y tener placer del mal y
desplacer del bien; y este placer del mal le causaba des-
placer, porque el mal no era mayor; y el bien que aborre-
cía le aumentaba también la tristeza, porque había tantas
cosas buenas ; de lo que le dimanaba el estar de todos modos
sujeto al trabajo y a la penalidad por causa de la ociosidad,
la que le ocasionaba la acidia que padecía.
Además has de saber que un santo peregrino pasó a
visitar la Tierra Santa, y, estando en Jerusalén y conside-
rando que los sarracenos poseen aquel sagrado lugar, se
maravilló mucho de que los cristianos se le dejasen poseer
por su negligencia. Y, estando en esta consideración 2, entró
en una mezquita de los moros, donde vió que honraban a
Mahoma, el cual dijo a los que le seguían que Cristo no
era Dios; y volvió a maravillarse de nuevo de que los cris-
tianos sean tan negligentes que no prediquen y muestren
el camino de la verdad a los infieles. Por lo que se enca-
minó a los príncipes y prelados de ila cristiandad, amones-
tándolos que fuesen diligentes en honrar a Jesucristo; pero,
aunque todos le decían que tenían obligación de hacerlo,
ninguno tomaba a su cargo el ejecutarlo con tanto fervor
como el peregrino deseaba; de lo que, admirado, dijo que
entre estos grandes personajes vivía la acidia y moría la
diligencia.
— Hijo — Klijo el ermitaño — , la acidia es un pecado muy
secreto, así como la gula; porque muchos hombres hay go-
losos y acidiosos que no creen serlo; y por esto preguntó
un canónigo a un obispo, a sus compañeros y a los princi-
pales de una ciudad que dónde estaba la acidia que tenían.
— Y ¿cómo fué eso? — dijo Félix. A que el ermitaño res-
pondió: — En una ciudad había un hospital destruido por
culpa de sus malos administradores; y por esta causa pa-
decían los pobres mucha falta de camas y de viandas, y
aun alguna vez sucedió hallarlos muertos de frío- y de ham-
bre. De este hospital era patrón el obispo y el cabildo, por
haberlo dejado así dispuesto el que lo fundó, pero con la
condición que, si no lo administraban bien, se debiesen cui-
dar de ello los regidores de aquella ciudad, y que después
el cabildo ni ed obispo no pudiesen tener sobre él la más
mínima señoría. Al canónigo que hemos dicho le remordía
la conciencia por la mala administración del hospital; y
así lo dijo muchas veces al obispo, al cabildo y a los regi-
- También este pasaje se suele tener por autobiográfico, y confir-
maría aquel viaje de circunnavegación en torno al Mediterráneo, de
que se ha hablado en la Introducción de este volumen.
'836
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
dores ; pero todos eran tan negligentes, que unos por otros se
excusaban. Y por esto preguntó el canónigo si la acidia se
hallaba entre ellos; y, si se hallaba, en cuál de ellos era
mayor.
CAPÍTULO L XX III
DE LA HUMILDAD Y DE LA SOBERBIA 1
— Hijo — dijo el ermitaño — la humildad y la soberbia
son contrarios en grandeza y pequenez, por cuya causa
tienen mayor contrariedad en unos hombres que en otros,
porque, así como en unos puede ser mayor la humildad,
puede en otros ser mayor la soberbia.
Amado hijo, en cuanto Dios creó al hombre a su imagen
y semejanza, es Dios humilde, pues al hombre, a quien creó
de la nada, siendo en sí cosa tan frágil y mala, en compa-
ración de la gran nobleza de Dios, se dignó darle su simi-
litud; y porque es Dios humilde, quiere que el hombre sea
humilde, para que su humildad tenga su semejanza en El,
así como la tienen los demás atributos 2.
Hijo, la bondad de Dios, y la magnitud, y las demás
dignidades suyas, se humillaron a la bondad, magnitud y
demás dignidades del hombre, en cuanto las hicieron a su
semejanza; y la humildad del hombre es buena y es gran-
de, etc., cuando se humilla a honrar, servir, obedecer [ben-
decir,] amar y loar la bondad, grandeza, eternidad, poder,
sabiduría y voluntad de Dios.
Hijo, ya has entendido la raíz de la humildad de Dios
y de la 'que hay en el hombre cuando empieza a amar y
servir a este divino Señor: la humildad de un hombre para
con otro hombre nace y se mantiene humillando cada uno
su bien, su grandeza, su poder, etc., al bien, a la grandeza
y al poder del prójimo, de forma que haya entre uno y otro
caridad y justicia, 'que son las que la producén; y, al con-
trario, nace en ellos la soberbia cuando la bondad de un
hombre no tiene concordancia con la bondad de otro, y la
voluntad de cada uno está rebelde y quiere que su bien sea
mayor que el bien del otro, contra la caridad y la justi-
cia. Ya sabes, hijo, que Dios se humilló a la naturaleza del
hombre cuando la tomó en nuestra Señora Santa María, Vir-
gen gloriosa, pues fué gran humildad que la naturaleza de
1 Ramón, dice : «á'ergtill».
2 Esta última frase «así como...» es una añadidura.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 73
337
Dios, inmensa en bondad, [grandeza, eternidad,] sabiduría,
poder, [.voluntad] y perfección, se quisiese unir con la na-
turaleza del hombre, finita en bondad, grandeza, poder, sa-
biduría, voluntad [y perfección).
. Amado hijo, todas cuantas criaturas son, no son tan
nobles como la humanidad de nuestro Señor Jesucristo, y
esta tan buena, tan noble y tan excelente humanidad la hu-
milló Dios a la mayor humildad, haciendo que fuese pobre,
perseguida, vendida, atormentada, [trabajada, despreciada]
y muerta en una cruz, sufriendo que todo esto fuese ejecu-
tado por hombres viles.
Hijo, has de saber que una vez un hombre soberbio que
había dicho y hecho villanas acciones y palabras contra un
vecino suyo, que las había llevado con gran paciencia y re-
signación, se fué a encontrar a un sabio, al que contó lo
que le había sucedido, y cómo se hallaba arrepentido de los
malos tratos que a su vecino había hecho, porque la pacien-
cia con que éste los había sufrido le había dado ejemplo
para conocer su defecto, por lo que deseaba ser humilde;
y así suplicó al sabio le dijese cómo podría conseguirlo, el
cual le respondió que aplicase siempre su memoria a memo-
rar la gran humildad de Dios, la cual manifestó cuando quiso
que el hombre se le semejase, que fué cuando le creó; y
cuando quiso ser hombre y humillarse a la muerte, que fué
cuando le recreó; y cuando quiso también que nuestra Se-
ñora y los apóstoles todos fuesen humildes y sujetos a pa-
decer pobreza, trabajos, peligros y tormentos. También
— dijo — se humilla Dios todos los días a los pecadores, es-
perando que hagan penitencia, cuando ellos todos los días
le deshonran y blasfeman, habiéndoles dado el ser y los
bienes temporales. Y como todavía aquel sabio hombre co-
nociese que, aun después de haber dicho esto, el soberbio
no se movía a ser humilde, le dijo reparase, además de lo
referido, que la humildad de Dios ha humillado su poder al
poder del hombre en los siete sacramentos, con los cuales
el hombre usa del poder de Dios; y que también Dios ha
humillado su honor y su poder, dando poder y libertad al
hombre para que pueda en este mundo honrarle o deshon-
rarle, dándole o quitándole el culto; amarle o desamarle,
etcétera 3. Y cuando el hombre soberbio oyó estas palabras,
se admiró tanto de la gran humildad de Dios, que en aquel
instante hizo propósito de ser humilde toda su vida.
— Señor — dijo Félix — , habiendo llegado yo una vez donde
había muchos religiosos y saludádolos cortésmente y con
gran humildad, ellos no lo hicieron conmigo, ni les debí nin-
guna atención. Y, habiendo después llegado un hombre rico,
3 Versión muy libre.
,838
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
se levantaron todos y le cortejaron mucho, de que yo me ad-
miré y enojé, hasta que conocí que ellos eran soberbios y
que yo también lo era, pues ellos habían honrado la riqueza
en el rico y despreciado la pobreza en mí, y yo había sen-
tido el ser despreciado por ellos 4.
— Hijo— dijo el ermitaño — , si tú quisiste en esta oca-
sión ser honrado por ti mesmo, es cierto que fuiste sober-
bio; pero si tú quisiste que te honrasen por la representa-
ción que de Jesucristo hace el pobre, no lo eres de ningún
modo, pues tu obligación es solicitar que el mundo te me-
nosprecie en cuanto a ti y que aprecie, honre y alabe lo
que tú representas de Jesucristo y de sus obras 5.v
— Señor — dijo Félix — , ¿qué es la causa de que el hom-
bre sea soberbio, siendo como es corruptible y mortal, y
engendrando en su vientre tan asquerosos excrementos y dé
su cuerpo tantos gusanos? — Hijo — dijo el ermitaño — , en
Dios, como en su centro, está toda la nobleza, toda la per-
fección y toda la bondad; y por esto el hombre ama ser
bueno, noble y perfecto en todo, para semejarse a Dios en
lo posible; pero cuando convierte estos deseos de nobleza
y bondad en obras injuriosas y viles pensamientos, se vuelve
soberbio 6 ; y, al contrario, cuando ama ser bueno, noble y
perfecto con humildad y con deseo de sujetarse con toda su
posibilidad a servir y amar a Dios, consigue con facilidad
ser bueno, noble y perfecto en todo.
Y así has de saber que había un labrador que tenía her-
mosa mujer y bien nacida, y por esto la amaba mucho, y la
adornaba, la hacía estar ociosa y la alimentaba con exqui-
sitos manjares 7. Y como ella se contemplaba hermosa y no-
ble y veía que el labrador la honraba más que a sí mismo,
era soberbia y le menospreciaba, de cuyo menosprecio di-
manó el caer en pecado de (lujuria; el labrador se admiraba
mucho de verla tan soberbia y se admiraba mucho más de
que, cuanto más da amaba y honraba, más soberbia se tor-
naba.
Has de saber que una vez se encontraron la Grandeza y
la Pequeñez, y entre las dos contrajeron matrimonio, del
4 «... e que jo fos erguyllós, per ço con fuy despagat com no
m 'avien honrat aytant o pus com lo hom rich, pus" que jo són servidor
de Déu, e lo hom rich és ajustador de diners.»
B Todo este párrafo está traducido con excesiva libertad. Una
versión más exacta diría : «Hijo — dijo e!l ermitaño — , si vos quisie-
seis ser honrado por los religiosos para que honrasen a Dios en vos,
entonces fuerais excusado de orgullo, si en vuestro ánimo Os plu-
guiese que vos, en cuanto vos, fueseis menospreciado de las gentes ;
mas si vos mismo quisieseis que ellos mismos os honrasen, entonces
estad cierto que fuisteis orgulloso, en cuanto os dolisteis de que no
os tributasen honor.»
6 amas con hom aquesta natura converteix en injuria, e ab vils
feyts que fa, vol ésser bo e noble, adonchs esdevé erguyllós.»
7 «mils que a si mateix», precisa pintorescamente el original.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 73
cual tuvieron una hija, que fué la Humildad, la que fué en-
gendrada dándole la Grandeza a la Pequeñez parte de sí
mesma, y estando la Pequeñez con humildad debajo de la
Grandeza, haciéndole siempre mucha reverencia y honor, y
deseando que la Grandeza fuese en todas ocasiones mayor
que ella.
Además has de saber — dijo el ermitaño — que había un
zapatero que tenía un hijo, a quien mucho amaba; y era
muy rico, por lo que tenía todos sus pensamientos en dar
a su hijo grandes riquezas y buscarle honrada mujer, no
cuidándose de enseñarle ningún oficio, sino es de vestirle
ricamente, etc. Siendo ya de edad suficiente, el mozo dispuso
casarse con una hija de un ciudadano pobre, que consintió
en el casamiento a vista de su pobreza y de la riqueza del
zapatero. Pero cuando la muchacha se vió en casa del za-
patero, se ensoberbeció mucho, y lo mismo hizo su hijo,
despreciando a su padre, y su mujer a su suegra, de forma
que, en tanto que vivieron, hubo grandes enemistades y
enojos entre el zapatero y su hijo, y entre la nuera y la
suegra 8.
También has de saber que un rey tenía un hermoso hijo,
el cual había encomendado, para que le educase, a un sabio
caballero. Y, como un día fuesen juntos a caballo por la ciu-
dad, y el hijo del rey se deleitase en la lozanía de su ca-
ballo, en sus adornos y vestidos y en la aclamación del
pueblo, conoció el caballero que aquel príncipe no vivía or-
denadamente ni tenía el espíritu humilde, antes sí vanaglo-
rioso, por su juventud y belleza, y soberbio por el reino que
esperaba heredar 9. Y así, buscando ocasión de dárselo a en-
tender, le llevó por las calles de la ciudad donde estaban
los oficios, y le dijo que él había de ser súbdito de todos
aquéllos, y que en toda la ciudad no había ningún hombre
con tanta sujeción como la que él había de tener después
de la muerte de su padre; de cuyas palabras el príncipe
se maravilló mucho, por lo que su maestro añadió las si-
guientes :
"En una villa había diez caballeros que tenían a su
cargo la custodia de un castillo perteneciente a su príncipe,
y tenían un mayordomo que se cuidaba de tenerlos de comer,
vestir y lo demás necesario a costa del erario del mismo
príncipe:" Mucho se admiró el mozo de oír estas palabras de
su maestro, por parecerle no eran del caso, hasta que él,
explicándoselas, le dijo que en los diez caballeros está sig-
nificado el pueblo, y en el mayordomo el rey, que está obli-
gado a asistirle en todas sus necesidades y de mantenerle
8 El texto catalán dice propiamente «enfre la muller del sabater
e son fill».
• Paráfrasis más que traducción.
840
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
en paz y en justicia, sin que le falte que vestir al desnudo
ni que comer al hambriento 10. Y, habiendo escuchado aquel
príncipe a su maestro, se entristeció mucho, y dijo que era
grande la esclavitud de los príncipes en este mundo, y que
así debía ser mayor su humildad.
Además has de saber, hijo, que había un rey que tenía
en su palacio un hombre que por devoción y humildad an-
daba pobremente vestido, aunque de noble linaje y caballe-
ro; y en el mismo palacio tenía dos hermanos que eran
hombre soberbios y amaban las vanidades de este mundo.
Y como el rey era también soberbio, se avergonzaba de que
fuese su privado aquel caballero pobre, aunque era humilde
y agradable en todos sus hechos y dichos; y al contrario,
se divertía y alegraba con sus dos hermanos que eran so-
berbios y orgullosos, porque congeniaban más con él y por-
que cada uno ama su semejante.
CAPÍTULO LXXIV
DE LA CONTINENCIA Y DE LA ENVIDIA
— -La continencia, hijo — dijo el ermitaño a Félix — , es
un contentarse de lo que uno tiene o posee, sin desear ni
apetecer otra cosa, por lo que es principio de la templanza
y contraria de la envidia, que es vicio mortal y deseo des-
ordenado contra la perfección de la continencia. Amado hijo
— dijo el ermitaño — , la envidia puede ser mayor en el hom-'
bre rico que en el pobre, pues mayor vicio es en el rico el
ser envidioso, no teniéndose por contento de los muchos
bienes que Dios le ha dado, que no en el pobre, que carece
de ellos; y lo mismo es de la continencia, que mayor virtud
es en el nombre rico que en el 'pobre \
De cuyas razones se maravilló mucho Félix, por pare-
cerle era imposible que la continencia pudiera ser mayor en
el hombre rico que en el pobre, respecto de que el hombre
pobre merece más contentándose con lo poco que el hombre
10 He ahí el original luliano : «Meraveyllà's lo fill del. rey de la
semblança que el maestre li deya, car no ía entès tro que son maes-
tre li dix que el príncep que era pres significa ánima de rey, qui
sta presa en lo obligament per què és elet a rey, lo qual rey és
tengut de scoltar los hòmens, e que los tenga en tal pau, que, per
la pau, son poble, significat per los -i- cavallers, haya majordom,
ço és, officials dreturers, qui als cavallers satisfaça en tal manera,
que lo rey ne sia scusat a Déu.»
u Desde aquí hasta el final lo añade el traductor.
1 Todo este párrafo está muy amplificado.
FKLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 74 84 1
rico con lo mucho; y conociendo el ermitaño su admiración,
le dijo: — Todos los bienes y perfecciones vienen de Dios, y
cuanto son mayores, son mejores, como más semejantes a
su Creador; y así, cuando sucede que un rico y perfecto con
toda su riqueza y perfección sirve a Dios, puede hacer y
hace mayor bien que no el pobre e imperfecto, y si esto no
fuese así, no sería cierto lo que un rey dijo a un ermitaño.
— -Y ¿cómo fué esto? — 'dijo Félix. A que el ermitaño res-
pondió: — Un rey pasaba por un desierto con gran comitiva
de caballeros, y habiendo en él un ermitaño, quiso saber si
el rey era hombre justo y si se tenía por contento de la
riqueza que Dios le había dado. Y así le preguntó si con
gran riqueza se podía vencer la envidia, y el rey le res-
pondió que el humano deseo es más fuerte cuando vence la
gran tentación de la envidia que cuando vence la pequeña;
por cuyas palabras conoció el ermitaño que el rey no era
envidioso y que con toda su riqueza vencía la envidia y ejer-
citaba la continencia, para poder amar, servir y honrar a
Dios, y se maravilló de que no hubiese muchos reyes y
muchos hombres como él en el mundo.
Además has de saber, hijo, que un labrador pobre tenía
una viña cerca de la heredad de un caballero muy rico, y el
labrador le envidiaba al caballero su heredad, y el caballero
al labrador la viña; y como ambos a dos fuesen a confesarse
con un mismo confesor, el confesor dió mayor penitencia al
labrador que no al caballero, porque el caballero tenía poder
para quitar al labrador la viña y no lo ejecutaba, y así
contrastaba más y con mayor continencia a la envidia que
no el labrador.
Además has de saber, hijo, que la envidia es contra la
esperanza, justicia, caridad, fortaleza y templanza, y con-
cuerda con todos los vicios contrarios a estas virtudes, los
que se multiplican en el hombre por la envidia, así como las
virtudes por la continencia2.
Cuando Félix entendió lo que el ermitaño decía de la
multiplicación de la envidia y de la continencia, dijo se ma-
ravillaba mucho de que la envidia se hubiese multiplicado
tanto en el mundo y tan poco la continencia; pues las vir-
tudes que tienen alguna similitud con Dios, debían ser en
mayor número entre los hombres que los vicios, que no la
tienen.
Lo que habiendo oído el ermitaño a Félix, se admiró de
que le hubiese hecho tan ardua cuestión, y estuvo pensativo
mucho tiempo antes de saberle responder; pero por fin le
2 Suprime aquí el autor todo un párrafo : «Hon, con se sdevé
que envera muntiplica, adonchs, en 6on muntiplicament, muntipli-
quen los contraris de les virtuts ; e con continència muntiplica,
adonchs muntiplican los contraris dels vicis.»
342
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
dijo: — En una ciudad residían un rey y un obispo, ambos
hombres envidiosos y viciosos y de mala vida, de forma que
tomaban mal ejemplo de ellos todos los habitantes; pero
mucho peor lo tomaban del obispo que del rey, porque el
obispo, según su oficio, tiene mayor similitud con Dios que
no el rey, y esta similitud, cuando deja de serlo por el pe-
cado, tiene mayor disimilitud con lo bueno.
Y, habiendo oído Féjix estas razones, entendió la solu-
ción de la cuestión, y se maravilló del gran mal que causa
la envidia en el prelado envidioso, y de ique Dios permita que
este vicio pueda ser mayor en los sacerdotes, cuando ellos
están más obligados a huirle y apartarse de él que los secu-
lares 3.
— Has de saber que un caballero que tenía dos escude-
ros tenía encomendada su asistencia y el regalo de su per-
sona al uno, y a éste le fiaba sus secretos, no permitiendo
que el otro se cuidase más que de su caballo; sucedió que
ambos a dos consintieron en una gran traición contra su
amo, y, habiéndolos de castigar, mandó que al primero se
le diese la muerte con mayor tormento y afrenta que al se-
gundo.
Además has de saber, hijo, que un obispo tenía un cas-
tillo muy hermoso en su obispado, el que envidiaba para
propio suyo, por dejársele a un sobrino, a quien mucho ama-
ba; y el príncipe señor de aquella tierra envidiaba también
el mesmo para sí propio; por lo que se movió gran cuestión
entre los que lio supieron sobre en euál de los dos era más
grave el pecado de la envidia, en el obispo o en el príncipe.
También has de saber que, habiéndose encontrado la
Envidia y la Continencia, la Continencia le dijo a la Envi-
dia: "¿Por qué me persigues? ¿No sabes que aquel pastor
que envidiaba las ovejas de su señor vivió poco tiempo, por-
que, habiéndole muerto para quitárselas, fué luego descu-
bierta su traición, y él preso y sentenciado a muerte, no
habiendo podido gozar de las ovejas más que sólo un día?"
A que respondió la EJnvidia: "Y tú, ¿para qué me contras-
tas, pues ves que soy en este mundo más amada y más hon-
rada que tú y, tengo muchos más que me siguen? ¿No te
acuerdas que yo estaba en un rey muy poderoso cuando quitó
a un caballero su hermosa mujer, y tú, aunque estabas en
el caballero, no tuviste poder contra mí ni contra el rey
para defenderla ? 4 ¿Y no te acuerdas también cuánto fué
grande aquel día que un ciudadano envidió la hija de una
mujer viuda que un compadre suyo le había encomendado,
y envidió también un huerto con el cual aquella pobre mujer
:: «com clergue sia pus apropriat a servir Déus, que lech.»
4 «contra mi, qui era en lo rey», dice más gráficamente el original.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 75
843
vivía y alimentaba sus hijos, y que, no contento con haberle
desflorado la hija, le usurpó el huerto?" A que respondió la
Continencia: "Bien sé cuán grande eres en este mundo, pero
también sé cuán grande eres en la ira de Dios; y, aunque
yo soy pequeña en el mundo, soy grande en su bendición."
También has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que un
trajinero que era' continente, tenía una mujer e hijos y un
solo jumento, con el cual ganaba de comer para sustentar-
los; y uno de sus hijos deseaba la muerte de su padre
para heredarle el jumento, sobre que se pregunta cuál era
mayor, la continencia del padre o la envidia del hijo.
CAPITULO LXXV
De la paciencia y de la ira
— Has de saber, hijo — dijo el ermitaño a Félixi — , que
la paciencia y la ira son contrarias, porque la paciencia es
acto del espíritu fortalecido por la caridad, justicia, humil-
dad y esperanza; y la ira es debilidad del espíritu inflama-
do de la vanidad, soberbia, injuria, locura y mala voluntad.
Félix — dijo el ermitaño — , Dios es paciente, en cuanto
sufre que el hombre , que es su hechura y a quien creó para
amarle y servirle l, le desame y desprecie por viles cosas y
por el pecado; y porque el hombre es semejanza de Dios, y
Dios tiene paciencia, quiere que el hombre la tenga, para
que le sea más semejante. Tanto ama, hijo, Dios la pacien-
cia, que la humana naturaleza que tomó quiso que fuese
paciente y que sufriese como hombre el ser vendido, pobre
y menospreciado, atormentado, desamparado y muerto, todo
para darnos ejemplo y camino de cómo le hemos de seguir
y cómo, si queremos tener su similitud, debemos padecer
pobreza, tormentos y muerte por su amor y honor.
— Sepas, hijo, que nuestro Señor Jesucristo es muy pa-
ciente, pues habiendo dado tantas riquezas en este mundo
a muchos hombres, que le podían hacer amar, honrar y co-
nocer, no lo hacen, y Su Majestad sufre este deshonor en
tanto que viven en él, pero en el otro los maldecirá y cas-
tigará con fuego eterno.
Hijo, con la paciencia se consigue el consuelo y la ale-
gría, y por la ira nos viene el desconsuelo y la tristeza; y
así, todos los hombres pacientes se sienten consolados cuando
1 Inhábil traducción de «e és creat a honrar, amar e servir ell».
844
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
han padecido alguna pena, y todos los impacientes, descon-
solados, airados y tristes.
La ira empieza en la voluntad, que prontamente y sin
deliberación del entendimiento ni de la memoria se altera,
porque, invertido el orden de operar, la voluntad con la ira
impide su acto a las demás potencias, privando por este mo-
tivo a la memoria el memorar y al entendimiento el enten-
der las cosas de Dios y las similitudes que las criaturas
tienen de El, lo que es causa de que desprecie sus santos
mandamientos y los de la Iglesia y de que las penas infer-
nales no les causen horror a los airados, como si estuviesen
borrachos o locos 2. Pero si sucede que, cuando la ira se em-
pieza a encender en el corazón, el hombre la contrasta con
la paciencia y fortaleza, la memoria y el entendimiento
vuelven a tener su deliberación en él, y vuelve [n] a memorar
y a entender a Dios y a sus similitudes ; por cuyo medio ven-
ce la ira, de que le resulta ^placer y alegría.
Has de saber, hijo, que una vez un hombre sabio habla-
ba con un necio, y el sabio, que defendía la razón, la defen-
día con palabras humildes y ajustadas, y, al contrario, las
del necio, que defendía la sinrazón, eran orgullosas e inde-
centes; de tal modo que el hombre sabio sintió que en su
pecho se empezaba a encender la ira y que sus palabras se
iban desordenando, lo que le causó gran admiración, pues
no tenía por decente que por las palabras dé un loco él se
hubiese de enojar. Y, estando considerando en ello, dió lugar
a que su memoria memorase la paciencia, caridad y demás
virtudes y a que su entendimiento las entendiese, y enton-
ces conoció que había sido tentado de aquel movimiento de
ira para tener ocasión de ejercer la paciencia, por la cual
fuese en algo semejante a Dios. Y así 3 volvió a hablar con
el necio con palabras tan dulces y humildes, que le conven-
ció, de forma que con corazón contrito y lágrimas le con-
cedió la verdad, que antes le había negado.
Además has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que un
rey amaba mucho al pueblo de una ciudad, el cual, no obs-
tante, cometió contra él una traición, lo que el rey sintió
muchos porque los tenía en concepto de muy leales, y [no
les había dado ocasión para que le traicionasen]. Estan-
do el rey con esta consideración lleno de ira y dolor, por-
que la ira nos causa pena y" tormento, deseaba ser sufi-
cientemente poderoso para destruir y aniquilar aquel pueblo,
2 Las palabras «y los de la Iglesia» son una añadidura. En cam-
bio, más abajo, después de «a sus similitudes», queda por traducir
la frase «e tem hom Déu offendre».
3 He ahí el texto original, típicamente luliano : «Lò savi hom
pres paciència en son coratge ab fortitudo, e al foyll hom fo pas-
cient, humil, e de dolces e humils paraules, ab les quals convertí
lo foyll hom a peraules veres e humils...»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 75
845
y cuanto más lo deseaba y en ello pensaba, más se le mul-
tiplicaba Ja ira y crecía la pena que ésta le daba4. Y, mara-
villado de que este pensamiento le diese tanta pena, con-
sideró que la ira de Dios debe de ser grande contra los que
le hacen traición y ofenden; por lo que, estando pensando
en esto y en los pecados y traición que los hombres cometen
contra Dios, se acordó que él estaba en pecado de ira, y
pidió a Dios que le perdonase y que manifestase con él su
infinita paciencia. Y, luego que se acordó de la paciencia,
tuvo en Dios esperanza, y sintió que en su corazón no había
la pena y tormento que antes, cuando sólo pensaba en la
traición que aquellos vasallos le habían hecho; por lo que
dijo que es gran maravilla que el hombre pida perdón y que
no quiera perdonar, y que quiera que otros tengan pacien-
cia y que no quiera él tenerla; y se maravilló también de
que los hombres no procuren desechar la ira, considerando
los defectos que cometen contra Dios, y que no es justo
espere misericordia el que nunca la ha tenido.
Además has de saber, hijo, que un hombre pobre y des-
valido trataba un negocio de la mayor importancia, como
es el de que Dios fuese amado, conocido y servido en todo
el mundo, y andaba por él procurando persuadírselo a los
prelados, príncipes y grandes señores, [a quienes Dios ha
honrado mucho en este mundo y dado gran poder] 5. Suce-
dióle un día que, hablando sobre ello con un prelado, se rió
de él, le escarneció y menospreció; de que él hombre pobre
se maravilló mucho, pues veía que un prelado estimaba tan
poco la honra de Dios, por lo que empezó a sentir ira y pena ;
de que también se maravilló mucho, pareciéndole no debía
tener ira hombre que trataba tan santo negocio, por creer
que aquella ira que entonces tenía era vicio. Y habiendo acu-
dido a valerse de la paciencia para que le ayudase contra la
ira, no encontró ningún alivio, por lo que, buscándole, se
puso a considerar en la paciencia de nuestro Señor Jesucristo
y de los apóstoles, y entonces se le multiplicó mucho más la
ira, porque cuanto más consideraba en estas cosas, más
claramente veía que él prelado era desemejante a ellos y
culpable; y estando el buen hombre' todo admirado de que
con tantas consideraciones de paciencia no pudiese vencer
la ira, conoció que aquella ira no era vicio, porque, si lo
fuese, no tendría concordancia con la paciencia.
— Señor — dijo Félix al ermitaño — , a mí me causa ad-
miración el que aquel hombre tuviese pena después que co-
noció que aquella ira no era vicio y que concordaba con la
paciencia. — Hijo — dijo el ermitaño — , aquel hombre tenía
' 4 Todo este párrafo está muy condensació, si bien el sentido co-
rresponde al del original.
6 Pasaje que ha solido considerarse como autobiográfico.
§46
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
pena porque amaba el honor de Jesucristo y veía que el pre-
lado le desamaba; porque, si no tuviese pena, no tendría
paciencia ni fortaleza, que son virtudes que duran en el
hombre, causándole pasión cuando desea alguna cosa, hasta
que la consigue.
También has de saber, hijo, que en una ciudad había un
ciudadano muy sabio, noble y poderoso de riquezas y de
amigos; y el príncipe que era señor de ella era hombre de
tan malas costumbres, que la aniquilaba y destruía; y como
el ciudadano era hombre justo y sabio y amaba la ciudad,
tenía gran sentimiento e ira contra el príncipe, la que se le
aumentó tanto un día, con motivo de haber hecho aquel
príncipe una gran crueldad contra ella, que se puso a dis-
currir el modo de conmover todo el pueblo para que le qui-
tasen la vida. En cuyo dictamen persistió pertinaz, hasta
que, memorando la justicia, lealtad y caridad, conoció que
debía tener paciencia, sujetándose a la voluntad de Dios,
que les había dado aquel príncipe por señor natural; por
lo que se arrepintió de sus malos pensamientos, y se admiró
de que, siendo la ira pecado mortal, se hubiese apoderado
tanto de él,, cuando él deseaba el bien y la utilidad común ;
hasta que consideró que la ira que tenía del mal de la ciu-
dad no era vicio, pero que tenía alguna similitud con el
vicio el pensamiento de procurar la muerte de su príncipe,
habiéndole faltado la fortaleza para destruir, mediante la
paciencia, la similitud que la una ira tenía con la otra.
CAPÍTULO LXXVI
DE LA BIENAVENTURANZA Y MALAVENTURANZA O DE LA FELI-
CIDAD E INFELICIDAD
— (En Dios — dijo el ermitaño a Félix — (hay bondad, de
la cual proviene la bienaventuranziai o felicidad en el hom-
bre, y su contrario es la malaventuranza o infelicidad, que
es disímil de la bondad de Dios, cuya bondad formó a su
similitud la bienaventuranza en el hombre, la cual tiene
su cumplimiento en la gloria, donde posee todo cuanto pue-
de desear.
Amado hijo, así como la bondad de Dios es grande, así
influye en el mundo gran similitud de sí mesma y gran bien-
aventuranza en el hombre, como lo es el pasao* del no ser
al ser por modo de creación, y el que Dios le dé dominio
sobre todas las otras cosas creadas, y que le dé memoria,
entendimiento y voluntad con que pueda conocer y amar a
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 76
847
Dios, a sí mesmo y a todas las demás cosas que con la bien-
aventuranza concuerdan; y, en fin, que Dios le dé la mayor
bienaventuranza y gloria áin fin.
Amado hijo, los hombres serían felices si quisiesen, pues
Dios les ha dado a todos posibilidad y oportunidad de serlo
usando de su bienaventuranza; pero, como se inclinan a la
malicia y se hacen desemejantes de Dios por el pecado, se
acarrean ellos mismos su infelicidad, cayendo en la ira de
Dios, lo que es tan grave mal, que sería mejor no habei
tenido ser que padecerle.
Hijo, de muchos modos da Dios bienaventuranza a los
hombres y de muchos se acarrean ellos la desgracia, obran-
do contra la bienaventuranza que Dios les da para su honor
y utilidad de ellos mesmos; y de esto, hijo, nos debemos
admirar [mucho en este mundo], pues no hay1 [hombre al-
guno que, teniendo necesidad de alguna cosa corporal,] si
se la dan, prestan o venden, no la tome gustoso, [como re-
galo, préstamo o venta] ; y la bienaventuranza que Dios nos
da, apenas hay ninguno que la quiera recibir con el fin de
honrarle, serle agradecido y aprovecharse a sí mismo [evi-
tando la infelicidad].
Amado hijo, la mayor bienaventuranza que Dios ha
dado ni puede dar al hombre, fué cuando dispuso que la
bienaventurada humanidad de Jesucristo fuese una persona
con el Hijo de Dios ; respecto de que aquella es mayor bien-
aventuranza que está más unida y tiene mayor similitud
con la grandeza, bondad, eternidad, poder, sabiduría, vo-
luntad y demás dignidades de Dios, que todas las demás
bienaventuranzas, y por aquélla tuvieron ser y fueron crea-
das todas las demás.
Y, después de la bienaventuranza de Cristo, Señor nues-
tro, es la mayor la de la Virgen Santísima, su madre, y
después de ésta son grandes la[s] de los ángeles, apóstoles,
profetas y mártires; y, en fin, la mayor bienaventuranza
que Dios puede dar a hombre en este mundo es que le haga
la gracia de que en él sea pobre, trabajado, [atormentado,]
muerto y menospreciado por loar, amar [conocer,] servir
y honrar a Dios, y por encaminar por la vía de su salvación
a aquellos que por ignorancia caminan por la de la eterna
condenación.
— Señor-^dijo Félix al ermitaño — , mucho me maravillo
de que Dios dé en este mundo bienaventuranza de bienes
temporales a unos y a otros no, siendo los unos ricos, robus-
1 Aquí nos hemos de separar forzosamente de la versión castella-
na, gramatical e ideológicamente imperfecta : «... pues no hay cosa
alguna corporal de que tengan necesidad que, si se la dan, prestan
o venden, no la tome gustoso, solicitándolo o con ruegos, o con
dádivas, o con promesas; y la bienaventuranza...»
848
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
tos y ¡honrados, y los otros pobres, enfermos y menospre-
ciados.
— Hijo — idijo el ermitaño — , un padre tenía dos hijos,
y, estando para morir, tle rogaron ambos que les diese su
gracia y bendición, y él les respondió que cuál de ellos que-
ría sus grandes riquezas y cuál sus buenas costumbres; y,
habiendo pedido el hijo mayor que le dejase sus riquezas,
y el menor sus buenas costumbres, éste fué mucho más
feliz con días que el mayor con sus riquezas.
— Señor — (dijo Félix — , dos hombres había pecadores, y
al uno le dio Dios gracia para salir de pecado y felicidad
de adquirir muchas virtudes, honras y riquezas; y al otro
le dejó estar en su pecado, en el que permaneció hasta el
día de su muerte; y siendo Dios justo, bueno, piadoso y
poderoso, me causa admiración el que perdone y haga di-
choso al uno (dándole auxilios para que salga del pecado y
consiga eterna bienaventuranza) 2, y que no se los dé ni per-
done al otro y le deje morir en pecado mortal.
— iHijo — dijo él ermitaño — ■, en una provincia había un
emperador que a los unos delincuentes perdonaba y a los
otros castigaba [cuando habían cometido alguna injuria
contra él]; y en la mesma provincia había dos reyes: el
uno que a todos les perdonaba [y no castigaba a nadie por
cualquier injuria que hiciese] ; y el otro que [no perdonaba
a nadie, antes a los que obraban mal] a todos les castigaba;
de que dimanaba que el país que dominaba el emperador
estuviese muy poblado y lleno de habitantes, porque en él
concordaba la justicia y la misericordia, y que el país que
dominaban los dos reyes estuviese cuasi despoblado y des-
habitado, por no concordar en ellos 3 estas virtudes.
Además has de saber que un rey dió a un caballero un
castillo y a otro un caballo, y habiéndose procurado in-
quirir la causa de esta diferencia de dádiva, respecto de
que los dos caballeros eran iguales en nobleza, bondad y
riqueza, se halló que en laquella diferencia había mostrado 1
el rey su libre voluntad, y que libre y francamente dió
estas dádivas, según su voluntad y poder.
— Señor — dijo Félix — , los gentiles y los demás que ig-
norantemente siguen los' errores, ¿por qué están en des-
gracia de Dios, ni por qué se encaminan a la perdición?
(pues Dios los ha hecho nacer en aquellos países y permitido
se eduquen con aquellas costumbres) 4. — Hijo — dijo el ermi-
taño— >, la desgracia en que aquéllos están por el pecado
original, es diversa de la en que están los cristianos peca-
- Glosa teológica del traductor.
' :i Según el original, en sus tierras.
4 Paréntesis del traductor.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 77
84Q
dores, pues en los unos es pecado original y en los otros lo
es actual.
— Señor — dijo Félix — , mucho me maravillo de que el
hombre pueda ser feliz o desgraciado por la constancia de
los astros o por naturaleza 5; pues, si esto es así, la felicidad
no consiste totalmente en la bondad y justicia de Dios.
— tHijo, un hombre tenía en su huerta una rueda, la cual
hacía rodar el agua siempre que él quería, y cuando quería
que no rodase más, atravesaba un palo y la detenía, de
forma que el agua no la podía mover sino es cuando él
quería.
— ¡Señor — dijo Félix — , ¿por qué Dios hace a un hombre
dichoso en ser señor de otro hombre, y al otro desgraciado
haciéndole súbdito y vasallo o esclavo, siendo así que son
todos de una especie? — 'Hijo — dijo el ermitaño — , a cargo
de un pastor se pusieron muchas ovejas, y el pastor y un
perro que tenía pasaban siempre grandes trabajos para
guardarlas y defenderlas de los lobos6.
Por cuyas palabras entendió Félix que la grandeza del
príncipe es esclavitud, pues está obligado a guardar, regir
y defender el pueblo y a ser responsable de él a Dios; y en-
tonces se maravilló de que los príncipes se tengan por bien-
aventurados, cuando son súbditos de todos; y el ermitaño
dijo: — Hijo, la bienaventuranza concuerda más con la li-
bertad que con la servitud; pero, como los príncipes consi-
deran más el honor y señorío que tienen sobre el pueblo que
no la obligación en que se hallan constituidos, se tienen por
dichosos de lo que son desgraciados, y por desgraciados de
lo que son dichosos, que es el Cumplir exactamente con las
obligaciones de príncipe 7.
CAPÍTULO LXXVII
DE LA LEALTAD Y DESLEALTAD
— La lealtad se halla en el espíritu verdadero 1 fortaleci-
da por la caridad, temor, justicia y esperanza, cuya fortaleza
participa con las virtudes en concordancia y tiene contra-
5 «per constel·lacions ne per cors de natura», escribió Ramón.
6 Por supuesto que el sentido es que «a un pastor foren comena-
des moltes ove viles».
7 Todo jes te último párrafo es una traducción muy resumida del
original. Ramón Llull todavía prosigue : «Entès Fèlix les peraules
del ermità, e dix que fort se meraveyllava de tant príncep qui és en
malevuyrança e cuyda ésser en benevuyrança.»
1 Mejor diría «en ánimo verdadero» («en coratge vertader»).
85O OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
riedad y oposición con los vicios; y la deslealtad es todo lo
contrario de esto.
Hijo-^-dijo el ermitaño — , Dios ha puesto lealtad en el
hombre para que un hombre se pueda fiar de otro, diciéndole
sus secretos, pidiéndole consejo y encomendándole sus hijos,
su mujer y su hacienda, y fiándose de él para todas sus co-
•sas, pues para todo es la lealtad necesaria. También — dijo el
ermitaño — se ha encomendado Dios al hombre a sí mesmo 2
y a todo el mundo, porque el hombre, en cuanto criatura, es
de Dios, y Dios tiene encomendado al hombre cuanto hay en
el hombre, para que todo se lo rinda y con todo le sirva por
medio de las buenas obras; y Dios le ha encomendado su
culto y honor, queriendo ser memorado, entendido y amado
por él ; y Jesucristo, cuando se subió a los cielos, encomendó
su Iglesia al Sumo Pontífice y a sus compañeros ; y al pastor
encomienda las ovejas, para que las conduzca a los pastos,
donde por sí mesmas no se sabrían ir, y para que las muestre
la fuente, que sin la guía del pastor no sabrían hallar. Tam-
bién has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que Dios ha en-
comendado al alma los cinco sentidos del cuerpo para que
los guarde con su memorar, entender y amar.
Cuyos encargos y otros narraba el ermitaño a Félix para
que entendiese cuán necesaria es la lealtad y cuán peligrosa
la deslealtad ; sobre que Félix, habiendo pensado mucho, con-
sideró en cuán mal estado está el mundo, y se admiró de que
en él hubiese tan poca lealtad y tan gran deslealtad; por lo
que dijo al ermitaño: — iSeñor, si en el mundo hubiese más
bondad que malicia, también habría más lealtad que des-
lealtad; pero, como [el mundo está más bien en mal estado
que en bueno, y] en él hay más hombres malos que bue-
nos, sucede lo contrario; y siendo la lealtad amada de Dios
y la deslealtad aborrecida, no sé ni en qué la deslealtad se
mantiene ni de qué proviene [el que la deslealtad sea mayor
que la lealtad].
— Hijo — dijo el ermitaño — , has de saber que había un
rey, hombre de muy santa vida y que pasaba grandes tra-
bajos para regir y gobernar su reino, por estar lleno de muy
malas costumbres ; y como el rey no pudiese sostener los tra-
bajos que el regir del pueblo le ocasionaba, y estuviese un
día en oración rogando a Dios que diese gracia al pueblo
para que enmendase sus costumbres o que a él le quitase la
vida, pues no le podía regir bien 3, le pareció que oía una voz
que le decía: "En los grandes defectos de tu pueblo quiere
2 Según el texto original, «Déus ha comenat a hom si mateix en
lo món». . -
3 Traducción abreviada de «car no podia sostenir lo trebayll que
havia en regnar e posseir son poble».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 77 85 1
Dios que multipliques tu mérito, convirtiéndolo y reducién-
dolo con tu trabajo al camino de la salvación."
Por cuyas palabras entendiendo Félix la similitud, cono-
ció 4 que la deslealtad permite Dios que sea tan grande en
el mundo para que la lealtad se pueda multiplicar destru-
yéndola, pues cuanto mayor es el vicio que se destruye, tanto
mayor es necesario que sea la virtud que lo consigue, y así
los males, los errores y los vicios que hay en el mundo los
sufre Dios para que el hombre pueda multiplicar mayores
bienes, mayores verdades y mayores virtudes.
— Hijo — dijo el ermitaño — , has de saber que una perra
tenía sus cachorros cerca de una cueva donde había un lobo,
y como tuviese hambre y deseo de córner, y al mismo tiempo
miedo de que el lobo le comería los perrillos, se fué a encon-
trarle y se los encomendó, pareciéndole que con esta con-
fianza los aseguraba. Y, habiéndose ido a comer en casa de
un labrador, de quien era, el lobo se quedó con los perrillos,
y, viéndolos delante de sí hermosos y gordos, consideró que,
si crecían, habían de ser sus enemigos, y que aquella perra
no se los había encomendado por cariño, sino es por temor;
y así, movido de esto y de la gran hambre que tenía, se los
comió. Y, cuando la madre vino y los echó de menos, se ad-
miró de la gran deslealtad del lobo, pues ella se había fiado
de él; pero el lobo, por otra parte, se admiraba de que ella
le hubiese podido fiar sus hijos cachorros, cuando él sabía
que ella los criaba para que fuesen sus enemigos y defen-
diesen de él las ovejas 5. Y así, cuando oyó que la perra se
qúejaba de él y acusaba su deslealtad, la amenazó y des-
preció.
Además has de saber que dos buenos casados no podían
tener hijos y tenían gran riqueza. Y, como un día llegase a
su puerta un [hermoso] muchacho a pedir limosna, ellos le
recogieron y adoptaron por hijo, [y lo educaron cuanto me-
jor pudieron], dejándole después de su muerte heredero de
todos sus bienes. Y, habiendo llegado este caso, lo ejecuta-
ron así, reservándose sólo mil sueldos para hacer bien por
sus almas; pero el malvado hijo se apoderó de todo y no
quiso dar los mil sueldos, antes bien se maravillaba de que
así se hubiesen fiado de él y no se maravillaba de su des-
lealtad, como debía.
4 El texto español dice «conociendo». Adviértase también que la
última frase de todo este párrafo se separa bastante del original :
«per ço que' hom ne pusca muntiplicar e adur majors béns, majors
virtuts e majors hordonances».
B Faltan en la traducción las frases siguientes ¡ «... del labrador
de quien era la perra. Esta increpó al lobo de deslealtad, diciéndole
que la lealtad ha de seguir a toda confianza y encargo, pues la leal-
tad es para que puedan conservarse encargo y confianza ; y el lobo
se excusó y amenazó a la perra.»
852
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLVLL
Además has de saber que un noble varón, señor de un
castillo, quiso hacer Una peregrinación. Y, como amase mu-
cho a su mujer, que era muy hermosa, se la dejó encomen-
dada, con el castillo y cuanto tenía, a un escudero que él
había criado; el cual, luego que su señor estuvo fuera, le
hizo traición con su mujer y entregó el castillo a un conde
que era su enemigo, y con quien el caballero había tenido
guerra mucho tiempo; de cuya acción se maravillaron todos
los de aquella tierra [y castillo; y antes de que tal desleal-
tad cometiese, (no se maravillaron de que su señor le hubie-
se encomendado su mujer y su castillo, y maravilláronse
cuando el escudero hubo cometido su deslealtad] . Y, habien-
do el conde apoderádose del castillo, prendió al escudero y
le preguntó por qué había hecho tan gran traición a su se-
ñor; a que el escudero respondió: "Señor, yo nunca amé a
mi señor con lealtad ni amor verdadero, y así como él me
encomendó todo aquello que a quien no le tiene verdadero
no se puede encomendar, el poco que le tenía por el bien que
de él recibía me faltó con la ocasión y me obligó a ejecutar
lo que he ejecutada" El conde, oyendo esto, reprendió al
escudero severamente y después le hizo quitar la vida, di-
ciendo que, ya que el poco amor que él tenía a su señor no
le hubiese obligado a ser leal, debía haberle obligado la
confianza que de él había hecho y el amor que le había ma-
nifestado. Y, cuando el caballero volvió, le entregó su mu-
jer y su castillo, diciendo no quería poseer cosa alguna ad-
quirida por los medios de la traición y de la deslealtad; por
cuya acción hicieron, un gran concepto del conde todos, y el
caballero, de su propia voluntad, se le sujetó e hizo su
vasallo.
CAPÍTULO LXXVIII
De la cortesía y descortesía 1
— La cortesía 2 da placer a la vida y deleita al oído, y por
esto quiere Dios que los hombres se enseñen a saludar,
tratar y hablar, para complacerse los unos a los otros, pues
por tales medios entra por los sentidos placer al alma, la
1 «De ensenyament e de vilania», escribe Ramón con más fuerza
gráfica.
2 Todo este primer párrafo está traducido asaz libremente, pero
mucho más el segundo, que dice así en el original : «Ensenyament
e cortesia fa los hòmens vestir, menjar, beure, anar estar, perlar,
e axí de totes coses, segons que-s cové ; e vilania fa de tot ço lo
contrari.»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS.
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que por él aumenta su memorar, entender y amar con ca-
ridad, justicia, humildad y las demás virtudes.
Y también es causa la cortesía de que los hombres ad-
quieran riquezas, posesiones y bienes; y la descortesía lo
es de todo lo contrario; por lo que es digno de admiración
— dijo el ermitaño — el que haya tantos hombres, y entre
ellos príncipes, señores y caballeros, malcriados, descorteses
y acostumbrados a malas palabras y peores .hechos, con los
que se hacen desagradables a Dios y a los hombres.
Hijo — dijo el ermitaño — , muchos hombres hay 3 que
enseñan a sus hijos el buen trato y la cortesía sólo para que
agraden a los otros, con el fin de que sean estimados por
ellos, en que no soló no merecen, sino que desmerecen, pues
lo hacen por mera vanagloria y conveniencia propia, debien-
do hacerlo porque los hombres honren y bendigan a Dios,
por el agrado que experimentan y complacencia que les
causa el hombre cortés y bien doctrinado, mayormente si
es algún príncipe o gran señor en los que sobresale, y está
mejor este realce que en los demás hombres.
Has de saber, hijo, que había un ciudadano muy luju-
rioso a quien muchas veces acusaba la conciencia su peca-
do, y él pedía a Dios le diese gracia para salir de él ; y como
un día estuviese en la plaza con muchos otros, se vió pre-
cisado a irse a su casa a hacer una necesidad 4, y después
le vino deseo de ir a ver una mujer con quien solía pecar:
lo que habiendo ejecutado y cometido el pecado, se volvió
a la plaza con los otros, y en ella le volvió a dar gana ác
repetir su necesidad, y entonces consideró que por ningún
motivo lo ejecutaría delante de todos los circunstantes, por
la vergüenza que le causaría; y se admiró de que le diese
vergüenza el hacer sus necesidades delante de los hombres
y no se la diese el pecar delante de Dios, ni el memorar,
entender y amar cosas obscenas delante de Su Majestad,
que está en todas partes y sabe todos nuestros pensa-
mientos 5.
Además has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que
había una mujer casta, pero que siempre decía palabras
malas y deshonestas, y en su compañía había otra lujuriosa,
3 E! traductor interpretó mal el texto luliano, que dice así : «molt
hom és ensenyat e cortès en ses peraules e en sos feyts per tal
que sia agredable e plaent a les gents, per les quals vol ésser amat,
honrat, lohat, servit ; e de aytal ensenyament se deu hom mera-
veyllar, car res no val, ans és noïble...».
4 «... ach volentat de escampar aygua...», dice más ingenuamente
Ramón Llull ; v más abajo, «... li venen volentat de pixar...».
5 Esta oración de relativo la añade el traductor, quien, en cambio,
omite las siguientes frases : «car pus gran vilania és desobayr Déu
e ensutzar sa ànima de vil menbrament, entendre e voler, que no és
pixar denant hom».
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OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
pero que por ningún motivo las decía; sucedió que esta
mujer lujuriosa cometió un pecado con un clérigo que todos
los días decía misa en la mesma casa, y, estando las dos
un día oyendo misa, la mujer casta dijo una mala palabra,
de que la otra se admiró mucho por ser en aquel lugar, y
no se admiró i de sí mesma, que pecaba con el clérigo, ni del
clérigo, que decía la misa el mesmo día que con ella había
pecado.
Además has de saber que a la mesa de un gran señor se
sentó un hombre pobre y mal vestido, pero sabio y de bue-
nas costumbres, y, habiéndolo advertido un mayordomo, le
levantó de ella con improperio, [pues no le parecía bien que
un hombre vestido tan vilmente como él iba vestido se sen-
tase a la mesa de tan noble varón] ; de que fce admiró mucho
un caballero que estaba presente y sabía que aquel hombre,
aunque mal vestido, era sabio, virtuoso y bien hablado, y el
caballero (aunque muy adornado), vicioso, descortés y des-
vergonzado.
También has de saber que en una provincia había un
rey bien educado y cortés y que trabajaba para que todos
lo fuesen; y como pasase por la ciudad [en peregrinación
a Santiago] una principal señora, [mujer de un noble con-
de,] y oyese [en la posada] que unos hombres, burlándose,
decían palabras sucias, deshonestas e indecentes 6, le dió al
oírlas gran vergüenza, y dijo se maravillaba mucho de que
un rey tan bueno y tan sabio consintiese en su corte hom-
bres tan mal hablados y desvergonzados.
Además has de saber que en una plaza estaba un hombre
orgulloso y malcriado diciendo palabras viles y deshonestas,
con las que infamaba y descubría los defectos de una mujer
de la misma ciudad; y como un pariente suyo que se hallaba
presente procurase disculparla con razones prudentes y hu-
mildes, el orgulloso, irritado, le maltrató con otras muy
agrias y descorteses, y aun pasó a tanto su cólera, que
puso en él las manos, lo que llevó con gran resignación y
prudencia; admirando todos los prudentes la bondad y mo-
destia del uno y la malicia y descompostura del otro.
6 Versión atenuada de «eran -n- hòmens qui-s contrestaven de
ioch, e deïen peraules vilanes e leges de Jhesuchrist e de nostra
Dona...».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 79
855
CAPÍTULO LXXIX
De la verdad y de la falsedad
— La verdad y la falsedad — dijo el ermitaño — son con-
trarias, y son más contrarias en las cosas grandes que en
las pequeñas, porque en las grandes tienen mayor poder para
contrarrestarse y oponerse que en las pequeñas.
Hijo — dijo el ermitaño — , Dios es verdad, esto es, Dios
es su mesma verdad; y la verdad que hay en el hombre y
en las otras criaturas tiene alguna similitud con la verdad
de Dios, que creó la verdad a su semejanza, contra cuya
similitud es la falsedad, provenida en el hombre por el pe-
cado; por cuyo motivo (y no por sí) la verdad creada es
contraria de su semejanza, esto es, de la verdad increada l.
Luego que Félix hubo entendido lo que el ermitaño dijo
de la verdad y de la falsedad, se maravilló de que ésta sea
mayor en el mundo que aquélla, cuando la verdad creada
contrasta a la falsedad con ayuda de la verdad increada, que
es mayor que todo el mundo; por lo que dijo al ermitaño
estas palabras: — Señor, una vez oí decir en un sermón que
por cada hombre que hay en vía de salvación, que es el de
la verdad, hay mil en la de damnación, que es la de la
mentira, y me admiro mucho de que Dios sufra que de la
verdad, siendo su similitud, haya en el mundo tan poca
cuantidad y tanta de la mentira, siendo su disimilitud.
— Hijo — dijo el ermitaño — , Dios Padre es verdad, y de
su mesma verdad engendra a Dios Hijo y espira al Santo
Espíritu, que son verdad; y como la verdad creada tenga
alguna similitud con la verdad increada, como te he ense-
ñado, quiere Dios (para que la tenga mayor) que así como
Su Majestad en sí y de sí (esto es, Dios Padre) engendra y
espira grandeza de verdad, que así los hombres que son en
ella y en vía de salvación multipliquen su verdad en los
infieles y en los malos cristianos, que caminan por el camino
del error; cuya multiplicación no habría tanta ocasión de
hacerse si la falsedad fuese menor.
Por cuyas palabras entendió Félix que el error y la fal-
sedad que hay en los hombres es grande, para que destru-
yéndola se multiplique la verdad y el mérito de los que lo
solicitan; pero se maravilló de que los que están en ella y
1 El paréntesis lo añadió el traductor, y lo mismo se diga de los
otros que aparecen en este capítulo.
856 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
la profesan se cuiden tan poco de multiplicarla y de destruir
su opuesto; por lo que el ermitaño dijo:
■ — Hijo, has de saber que había un santo hombre que
andaba por el mundo diciendo la verdad para que todos la
amasen y a su contrario destruyesen, y como un día se la
dijese a un prelado, poniéndole delante los defectos que
cometía si no observaba la pobreza que encarga el Evan-
gelio ni iba por el mundo predicando la verdad, el prelado se
irritó tanto de oírla, que hizo poner aquel hombre en la
cárcel, donde estuvo mucho tiempo y con gran tristeza por
no poder seguir el mundo diciendo la verdad, maravillándose
de que la falsedad la hubiese vencido; hasta que consideró
que, estando él en la cárcel y teniendo paciencia, fe, cari-
dad, humildad, esperanza y justicia, etc., vencía y destruía
en sí mesmo la falsedad, por cuyo vencimiento multiplicaba
en su espíritu la verdad, en lo que hallaba consuelo y fe-
licidad.
— Señor — dijo Félix — , la verdad tiene poder para ma-
nifestarse a sí mesma, y la falsedad tiene poder para sig-
nificar qué cosa sea la verdad; y así me maravillo de que
la falsedad tenga tan gran poder y la verdad tan poco, pues
es cosa más difícil el persuadir y manifestar que aquello
que es no es, y que aquello que no es es, que no el manifestar
que aquello que es es y que aquello que no es no es.
— Amado hijo — respondió el ermitaño — , has de saber
que delante de un gentil disputaban tres sabios, el uno cris-
tiano, el otro mahometano y el otro judío. Y, para disputar
y manifestar al gentil la verdad y la falsedad, para que
eligiese la una y se apartase de la otra, se convinieron en
que aquella ley que con los atributos de Dios y las virtudes
creadas tuviese mayor concordancia y mayor contrariedad
con los vicios, se tuviese por verdadera, y las demás por
falsas; y esto por causa de que en Dios hay grandeza de
bondad, eternidad y poder, y así de los demás atributos, y
que éstos y la verdad tienen mayor concordancia con las
mayores virtudes, y contradicen más a los mayores vicios
que no a los menores. Y, disputando con este orden, probó
el sabio cristiano ser su ley verdadera y todas las otras
falsas, según y como se manifiesta el Libro del gentil y está
contenido en el Arte demonstrativa 2.
—Señor — dijo Félix — , mucho me maravillan vuestras
razones, pues, según decís, es cosa fácil por este medio des-
truir el error que hay en los infieles y la falsedad que creen,
con la verdad de la fe católica; por lo que, siendo cosa tan
fácil, me admira el que no se ponga en práctica.
— Hijo — dijo el ermitaño — , verdad sin caridad, fe, es-
3 Véase supra, Introducción biográfica; pp. 8 y 11.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 79 857
peranza, justicia, templanza, fortaleza, castidad, humildad,
[conciencia, paciencia, contrición] y diligencia, [y asi de las
demás virtudes,] no tiene tan gran poder como la falsedad
multiplicada por la gula, avaricia, lujuria, soberbia, envidia,
ira y los demás vicios; y así, hijo, la verdad sin las demás
virtudes no tiene poder contra la mentira, a quien muchos
vicios acompañan 3.
Y entonces el ermitaño lloró mucho, y dijo estas pala-
bras: — -Los cuerpos celestes, los planetas, los animales, las
aves y todo el orden natural y espiritual de este mundo dan
significación de la virtud y verdad de Dios y de sus artículos
a los hombres, y los hombres cristianos no osan referirla ni
enseñarla a los infieles, por temor de padecer trabajos y
muerte o por temor de perder los vanos deleites temporales.
Siendo así que Jesucristo, por mortificar en el hombre la
falsedad y vivificar la verdad, le dió ejemplo para que no
temiese la muerte ni los trabajos que ocasiona, para que
pudiese manifestar la verdad, mediante la cual Dios fuese
amado, conocido, servido y venerado; y, por esto, Jesucristo
quiso padecer pobreza, trabajos y martirios, para manifes-
tar la verdad, y que también los padeciesen sus apóstoles y
todos aquellos que más ama; todo lo cual casi nada vale
en el mundo en este tiempo, por tener los más hombres ver-
güenza de decirla y de alabar a Dios, temiendo más el des-
precio de las gentes que su ira.— iPor lo que Félix se admiró,
y dijo que decía bien el ermitaño en decir que aun vivía
Qué-dirá-el-mundo.
— Has de saber, hijo — dijo el ermitaño a Félix — que en
un hermoso 'prado encontró un santo ermitaño a la Verdad
que lloraba y de los príncipes, prelados, caballeros, ciuda-
danos y demás hombres de este mundo se lamentaba. Y el
ermitaño quiso consolarla, admirado de que de todos se la-
mentase; por lo que ella le dijo: "Señor, yo no puedo tener
consuelo en tanto que la falsedad sea en este mundo tan
amada y loada y tenga tantos servidores y mantenedores,
ni yo puedo estar sin clamar contra aquellos que me aman,
porque no me aman y sirven más, cuando veo que la false-
dad tiene servidores que trabajan mucho más por ella que
no trabajan los míos por mí. Por lo que no puedo tener con-
suelo, ni hallo cosa en que pueda encontrar alegría, pues
apenas puedo ser nombrada y amada." A lo que el ermitaño
le dijo: "Hermana Verdad, un hombre pobre fué solicitado
para servir de falso testigo contra, un prelado, ofreciéndole
por ello mil onzas de plata, a que él respondió que amaba
más ser pobre y rico de verdad, que rico e hijo de falsedad
De que debéis tener vos gran alegría, pues tenéis quien tanto
1 «ayudan», debería decir propiamente.
858
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
os ame." Lo que oyendo la Verdad, dió voces, lloró y se la-
mentó mucho más ; de que se admiró el santo ermitaño, vien-
do que sus palabras habían multiplicado sus sentimientos, y
la Verdad le dijo: "¡Si vos sabéis que ese hombre pobre por
dineros no me ha vendido, también sabéis que reyes, pre-
lados y hombres grandes y potentes me han vendido por
ellos, y que son mis enemigos y desobedientes por miedo 4 de
la mentira, que los tiene dominados." Lo que convenció al
ermitaño, y le obligó al acompañar a la Verdad en su llanto.
Atoado hijo — dijo el ermitaño a Félix — , ¿por qué no
lloras el deshonor que la verdad padece en el mundo y por
qué no tienes presente siempre que hay gentes en él que
creen (y adoran) a lqs ídolos, al sol y a otras cosas de que
hacen dioses extraños ? Mira cómo los sarracenos creen de
Dios falsas cosas, y lo mismo los judíos que habitan entre
nosotros, y que de nuestro (Señor y de su gloriosa Mladre
dicen malas y villanas palabras, deshonrándoles y blasfe-
mándoles falsamente, sin que nosotros pongamos remedio en
ello; lo que si memoras, entiendes y aborreces, me admiro
cómo no lloras. — Por lo que Félix lloró, considerando la falta
de caridad y sobra de falsedad que todo esto significa haber
en el mundo.
— 'Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — ¡, que un clérigo
dijo una vez a un hombre que, aunque es verdad que Dios
es uno y trino y que se encarnó, esto no se podía probar ni
demostrar 'en este mundo; de que aquel hombre se maravilló
mucho, por parecerle que, si era cierto lo que el clérigo le
decía, se seguiría que la verdad, que es contraria de la fal-
sedad, no sería demostrable ; y que otras verdades menores
lo serían, y que la mayor verdad no lo sería, lo que es impo-
sible; además de que, si lo que el clérigo decía era verdad,
se seguiría que el humano entendimiento no podría ni de-
bería entender tanto a Dios, para lo cual es creado, como
podría y debería entender las cosas mundanas, para lo cual
no es creado (sino es en cuanto tienen relación y manifiestan
las divinas) ; y los mismos inconvenientes se seguirían de
la memoria y de la voluntad que del entendimiento, pues
igualmente fueron creadas para memorar y amar las mayores
verdades, como el entendimiento para entenderlas.
4 La traducción dice «medio» por error de imprenta ; en catalán,
«per paor de falcetat».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS.
So
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CAPÍTULO LXXX
Del mérito y de la culpa
— -Amado hijo — dijo el ermitaño a Félix — , en cuanto en-
tendemos el mérito por la buena obra, entendemos también
la culpa por la mala y entendemos también la gran contra-
riedad que hay entre uno y otro.
Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — :, que por el gran
mérito se gana gran gloria y por la gran culpa se merece
gran pena 1 ; y por esto, la grandeza de las virtudes sobrepu-
ja a la grandeza de la3 culpas y multiplica grandeza de mé-
rito, y la grandeza de los vicios multiplica grandeza de cul-
pas, y, por consecuencia, de penas.
Has de sabér, hijo, que en Dios hay grandeza de libera-
lidad, justicia y misericordia. Y la grandeza de la libera-
lidad le da al hombre grandeza de virtudes, y la justicia,
según la grandeza de las virtudes, recompensa a los hom-
bres por el mérito; bien entendido que la liberalidad le da
más que él por el mérito merece, porque no puede haber
tan gran grandeza de virtudes como la liberalidad de Dios le
puede dar de premios, y por esto da la liberalidad más que el
hombre merece. Y la misericordia perdona las culpas, y da
sobre los méritos, y perdona más que el hombre puede pedir
perdón ni hacer penitencia, porque la misericordia y la li-
beralidad son en Dios una cosa mesma. Pero la justicia
de Dios no castiga al hombre sin culpa del hombre, y por
esto conviene que sea tan grande la culpa del hombre como
el castigo que la justicia le da; porque si la justicia le cas-
tigaba y daba mayor pena que no merece la culpa, la jus-
ticia no sería justa, lo que es imposible; pues, como queda
dicho, la justicia y la grandeza son en Dios una mesma cosa.
Mucho se maravilló Félix de lo que el ermitaño decía de
la justicia y la culpa, por parecerle que la justicia le daba
mayor pena al hombre, dándole tormento eterno, que no era
la pena que merecía, por ser el pecado finito y temporal, y
la pena, eterna ; lo que conociendo el ermitaño, le dijo :
— Has de saber que había un obispo que tenía un sobrino
a quien amaba más que a Dios, pues, cuando murió, le dejó
mil marcos de plata, y a los pobres de Jesucristo no dejó
más que mil sueldos. El tal obispo había sido hombre avaro
1 Las frases que signen amplifican el texto original, según el
cual .«grandeza de virtudes multiplica grandeza de mérito, y gran-
deza de vicios multiplica grandeza de culpa».
86o
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
para poder enriquecer a su sobrino; por lo que murió en
pecado de avaricia. Y, porque amó más la cosa finita que la
infinita, fué la culpa finita, pero cometida contra la justicia
infinita, que es Dios, cuya infinidad de justicia fué toda
contraria a aquella culpa; por cuya contrariedad convino
que castigase al obispo con pena eterna, porque, si no lo
hiciese, no sería grande la justicia, ni la justicia y la eter-
nidad tendrían concordancia.
Además has de saber, hijo, que había un rey que mur-
muraba mucho de la justicia de Dios, porque le parecía que
él estaba puesto en mayor peligro que ningún hombre en
su reino, y por esto creía que Dios le había.' hecho injusti-
cia, por cuanto estaba más próximo y le era más fácil
pecar que ninguno de sus subditos; sobre lo que consideró
mucho, sin entender cómo la grandeza de Dios le había
puesto en estado que podía tener mayor mérito en hacer
bien que ninguno de sus vasallos, y que por esto la justicia
de Dios, así como es grande en castigar al rey por las
mayores culpas, así es grande en premiarle por los mayores
méritos. Lo que alcanzando y comprendiendo a'l fin el rey,
tuvo gran placer, considerando la gran concordancia que la
justicia y la liberalidad de Dios tenían, pues habían puesto
en él mayor mérito haciendo buenas obras y mayor culpa
haciéndolas malas.
— Señor — dijo Félix al ermitaño — , estoy admirado de que
el hombre adquiera mérito del bien que hace, pues he oído
decir que todo el bien que se hace en el mundo le hace Dios ;
luego si Dios le hace, ¿de qué el hombre puede adquirir
mérito? — Hijo — dijo el ermitaño — , has de saber que un
rey condenó a un hombre a muerte, que había hecho un
homicidio, mandando a un veguer que conociese e hiciese
justicia de aquel hecho; en cuyo caso el rey hizo la justicia
y el veguer usó de ella, por lo que el veguer tuvo mérito,
porque, si no le hubiese tenido, hubiera sido su uso sin
utilidad propia, esto es, del mismo que usó de la justicia,
y a la justicia de Dios le faltaría grandeza, cuya falta es
imposible.
— Señor — dijo Félix — , ¿de qué forma adquiere el hom-
bre gran mérito y de qué forma merece gran pena? — Ama-
do hijo — dijo el ermitaño — , has de saber que había un rey
que tenía gran poder de gentes y de tesoros, y, según su
gran poder, podía aquel rey tener gran mérito o gran culpa;
porque si el rey de todo su poder hace bien, es tan grande
el mérito como el bien que hace; y si no hace bien de todo
su poder, y de todo su poder hace mal, tiene dos veces
tanta culpa como es el bien que se pierde, porque no le hace,
y como es el mal que hace; y esto mismo sucede cuando
hace bien, porque por todo lo que hace bien, tiene mérito,
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. So
861
y porque deja de hacer mal tiene mérito, según que el bien
es grande y según es grande el mal que no quiere hacer,
de que se origina, gran bien.
Además . has de saber, hijo, que un santo hombre que
era obispo de una ciudad estaba en oración, y mientras
estaba en oración pensó en la bondad de Dios, y reconoció
provenir de Dios todos los bienes que Dios le había dado,
y a sí mismo no se atribuyó ninguno. Estando en esta con-
sideración, le pareció que no tenía mérito de ningún bien
que hubiese hecho, pues veía que todo aquel bien le había
hecho Dios; y de esta consideración se siguió venirle opi-
nión que de ningún pecado que hubiese hecho tendría culpa,
por parecerle que, pues del bien no tenía mérito 2 (como
él pensaba), tampoco del mal debía tener culpa; por lo que
cayó en gran tentación,, y rogó a Dios que le iluminase y
le mostrase el modo según el cual el hombre adquiere mé-
rito o culpa, porque deseaba saberlo para destruir la ten-
tación en que estaba, la que fuertemente le estrechaba y
atormentaba. Y, como se lo rogase a Dios con gran fervor,
le pareció haberse dormido y que veía y se le manifestaba
en visión cómo el hombre fué creado para amar y servir
a Dios y conocerle, de forma que el hombre memore, en-
tienda y ame a Dios y le sea obediente, que es el fin para
que fué creado. Estando en esta visión, le pareció que él
decía a dos caballeros a quien mucho amaba: "Id por este
camino a una fuente que está al fin de él, y traedme de ella
agua." A lo que el uno fué obediente, y, yendo por el mismo
camino y tornando por él, trajo el agua que le había man-
dado; pero el otro, siendo desobediente al obispo, no quiso
ir por aquel camino, sino es por otro, donde encontró una
fuente envenenada, de la cual trajo agua al obispo, el que
murió bebiéndola.
— Señor — dijo Félix — , una vez oí decir que ningún hom-
bre que está en pecado mortal adquiere mérito alguno por
cualquier bien que haga, de lò que estoy muy maravillado.
— ¿Hijo — dijo el ermitaño — <, has de saber que había dos
pecadores, el uno lego y el otro sacerdote, y el lego daba
limosna con intención de que Dios le sacase de pecado, y el
eclesiástico la daba por hipocresía. Y, por esto, el lego adqui-
ría mérito del bien que hacía, porque le hacía con buena in-
tención, y el eclesiástico, cuya intención era mala, en la
limosna que hacía no sólo no tenía mérito, sino que aumen-
taba su culpa.
— Señor — dijo Félix — , ¿ por qué razón adquiere igual mé-
rito, o mayor, el pobre que da un dinero que el rico que da un
doblón ? 3 — Hijo — dijo el ermitaño — , había un hornero que
2 Paréntesis del traductor.
3 «doblón» traduce aquí «morebalí».
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OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
había ganado dos panes en el horno, y eil un pan vendió por
un dinero para comprar vino, y con el otro se quedó para co-
mer; y como un pobre le pidiese limosna por amor de Dios,
el hornero le dió el dinero que le habían dado por el un pan,
y comió sin beber vino ; y en aquella misma ciudad, al mismo
tiempo había un rico ciudadano que tenía en su mano un do-
blón, el cual dió a un pobre que se le pidió por amor de Dios,
y después el rico se fué a su casa, donde encontró prevenida
la comida, y comió pan y carne y otros manjares, según esta-
ba acostumbrado.
— -Señor — 'dijo Félix — , según* la similitud que habéis pues-
to, parece que el hornero tuvo mayor mérito que el rico ciu-
dadano, pues él hornero no bebió vino por dar el dinero al
pobre, y el ciudadano no padeció ninguna pena, aunque dió
el doblón.
— jHijo — 'dijo el ermitaño — , la justicia de Dios es tan
grande, que ningún hombre puede perder ningún bien que
haga; y por esto el rico ciudadano, en cuanto no tuvo pena
de aflicción ni de necesidad, no ganó tanto mérito con el do-
blón como él hornero con el dinero ; pero comp el ciudadano
tenía más obligaciones que mantener que el hornero y esta-
ba acostumbrado a más, podía temer más el que le faltase
para mantener la dignidad y el fausto en que se hallaba ; por
lo que pudo ganar y ganó tanto mérito como el hornero.
Has de saber, hijo, que había un hombre que estaba en
pecado y no quería salir de él, y por esto procuraba no me-
morar ni entender en tal pecado, para que la conciencia no le
remordiese y porque la culpa no fuese tan grande. Otro hom-
bre había que creía la fe católica, pero no la quería enten-
der, porque por la fe alcanzase mayor mérito. Sobre que se
suscitó la cuestión en cuál de estos dos hombres había mayor
grandeza de mérito o de culpa.
CAPÍTULO LXXXI
DE LA OBEDIENCIA Y DESOBEDIENCIA
— Obediencia, hijo — dijo el ermitaño—, y desobediencia
son contrarias, y así como la obediencia es virtud, es, por
consecuencia, la inobediencia vicio, como lo es también todo
lo que a la obediencia se opone.
— 'Señor — dijo Félix — , mucho me admiro de que, siendo
la obediencia virtud y Ta desobediencia vicio, el hombre sea
más desobediente que obediente y abrace más aquel vicio que
esta virtud. < * ¡
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 8l
— Hijo — dijo el ermitaño — , la obediencia está en el hom-
bre de muchos modos, y en otros tantos puede estar la inobe-
diencia, v. gr., en obediencia sensual y en obediencia intelec-
tual; siendo la obediencia sensual cuando el hombre obedece
a las cosas sensuales y a sus cinco sentidos corporales, y la
intelectual cuando obedece a las cosas intelectuales y a sus
cinco sentidos intelectuales l. Y estas obediencias se mezclan,
componiéndose una de ambas, sin ser una ni otra, sino es un
compuesto, como cuando el hombre en las cosas sensuales obe-
dece las intelectuales (v. gr., la sensualidad le incita a ver un
bello objeto y la intelectualidad detiene aquel acto, por el pe-
ligro que hay de apetecerle) 2; y otras veces obedece con los
sentidos espirituales a los corporales, y los sentidos el uno
obedece al otro, y la una virtud del alma a otra que es del
cuerpo, y por esto se sigue que el ánima obedece al cuerpo,
según que las obediencias particulares se mezclan con las
universales.
Has de saber, hijo, que había un hombre justo que oyó
leer en el Evangelio cómo Dios mandaba a los apóstoles que
fuesen a predicarle por todo el mundo, y que fuesen de dos
en dos, por lo que él buscó un compañero, con el cual iba
predicando el Evangelio, habiendo tomado el modo, el hábi-
to y la pobreza con que Dios mandó a los apóstoles que le
predicasen. Sucedió que, mientras estaban en este ejercicio,
el uno de ellos sintió la asperísima vida que hacían, y tuvo
gran miedo de morir predicando en un lugar, porque un rey
infiel los amenazó con la muerte, por lo que obedeció al rey
y se dejó de predicar; y el otro se admiró mucho de que su
compañero fuese más obediente al rey que a Dios, y a las co-
sas corporales que a las espirituales.
Además has de saber, hijo, que había un rico hombre que
estaba sentado a su mesa y había comido y bebido mucho, y
mientras comía, tomó de un plato una gallina ; pero hizo es-
crúpulo de que, si comía más, sería vicio y le haría mal. Y,
estando con este pensamiento, oyó un pobre que a su puerta
pedía limosna, por lo que le vino impulso de darle la gallina;
mas al tiempo de dársela se arrepintió y se la comió, por lo
que fué inobediente en el principio a la templanza y a la for-
taleza, y en el fin a la caridad y justicia, y fué obediente a
los vicios contrarios de estas virtudes.
Además has de saber que había un hombre lujurioso, el
cual se maravillaba mucho de que él fuese desobediente a la
castidad y obediente a la lujuria. Sucedió un día que leía
un libro donde estaban escritos los diez mandamientos, entre
1 Segrán el texto catalán, «e entel-iectual és con hom obaeix ab
les cpses spiritals, axí com ab membrar, entendre e amar».
Añadidura de) traductor, lo mismo que las acostumbradas tran-
siciones.
864
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
los cuales Dios manda que el hombre no sea lujurioso, por
lo que él propuso de nunca más serlo ; pero a poco de haberse
dejado de leer en el libro, se sintió el movimiento carnal y sé
fué a cometer el pecado de lujuria, aunque la conciencia le
remordía e impelía a no hacerlo, pues que Pios lo mandaba y
él había hecho propósito en su espíritu. Después de haber
cometido el pecado, se arrepintió fuertemente, y se mara-
villó por haber sido desobediente a Dios y a su conciencia
y obedecido a tan vil movimiento. Estando en esta mara-
villa, comprendió que había sido desobediente a Dios, porque
no le amaba ni temía como debía, y por esto el movimiento
carnal le arrastraba y vencía; pues, como congénito con el
hombre, no le puede vencer sin tener a Dios gran amor y
gran temor 3.
Además has de saber, hijo, que un hombre estaba delan-
te de un rey muy poderoso, y memoró cómo Dios manda en
él1 Evangelio que el hombre ame a Dios de todo su corazón, y
de todos sus pensamientos, y con todas üas fuerzas de su
alma; y acordándose de que aquel rey, que amaba las deli-
cias temporales, era desobediente a Dios, porque, si no lo
fuese, era consecuente que fuese con todo su poder a hacer
la guerra a los sarracenos y a quitarles todas las tierras ul-
tramarinas que injustamente poseen, se maravilló mucho,
por conocer que no sólo aquel rey era desobediente a Dios,
sino que también To era su pueblo y todos sus vasallos, y que
sería gran maravilla si en rey y pueblo, desobedientes a Dios,
se hallaban [obediencia,]' caridad, temor ni justicia.
Además has de saber — (dijo el ermitaño — (que a un santo
religioso, diciendo misa y habiendo consagrado y partido la
hostia, le vino al pensamiento que aquél no podía ser el ver-
dadero cuerpo de Jesucristo, sino es que real y verdadera-
mente era pan, como a sus ojos se representaba, por parecer-
le imposible que aquella hostia pudiese ser carne y cuerpo
verdadero de Jesucristo, estando dividida en pedazos. Hallán-
dose aquel santo hombre con esta tentación, quiso obedecer y
creer lo que le representaban sus cinco sentidos corporales y
creer que aquella hostia no fuese en realidad el verdadero
cuerpo de Jesucristo; pero antes de negarlo o no creerlo del
todo, memoró el poder de Dios y memoró las palabras que
dijo en el Evangelio, de que aquel pan era su verdadero cuer-
po, y así se halló embarazado sin resolverse a obedecer a los
sentidos corporales o a los espirituales, hasta que Dios le
comunicó luz de gracia, por medio de la cuál conoció, y dijo
que mejor era obedecer y creer a las cosas que son más fuer-
tes, más nobles, más verdaderas y más necesarias, que a las
menos fuertes, menos nobles, menos verdaderas y menos ne-
3 «como congénito con el hombre» lo añade, naturalmente, el
traductor.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. C. 8l 865
cesarías. [Y entonces el santo varón obedeció a las cosas
espirituales, y desobedeció ai las corporales.]
— Señor — dijo Félix — », mucho me admiro de que Dios
quiera que el hombre crea en el sacramento del Altar, cuan-
do parece cosa imposible según el curso de la naturaleza.
— Hijo — idijo el ermitaño — , Dios quiere que el hombre
sea más obediente y crea más de su poder, saber y querer
que de las obras de la naturaleza, y que lo que parece impo-
sible según el curso de ésta, lo crea posible según su poder,
saber y querer, pues de lo contrario no sería superior a ella.
Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que en una ciu-
dad había un prior o rector que era hombre vicioso y de
mala vida, el cual poseía un gran priorato, y, no obstante su
mala vida, amonestaba y predicaba a todos sus feligreses que
viviesen bien. En aquella iglesia había un clérigo que era
hombre lujurioso y no quería obedecer a las amonestacio-
nes de su prelado, por constarle que éste estaba encenagado
en el mismo vicio. Sucedió, con el tiempo, que el prior hizo
penitencia, mudó de vida y vivió justificadamente. Y, como
un día estuviese predicando a sus feligreses y concurriese al
sermón el clérigo lujurioso, y el rector reprendiese fuertemen-
te el pecado de lujuria, al clérigo le remordió la conciencia
por hallarse en él, y, arrepintiéndose de sus pecados, creyó
en lo futuro las amonestaciones de su prelado, no sin gran
maravilla propia de que en aquella ocasión le hubiesen hecho
fuerza y causado contrición sus palabras, no habiéndosela
hecho antes en tantas veces como las había oído.
Además has de saber que entre un cristiano y un judío
hubo una gran disputa, no queriendo el judío creer ni enten-
der las palabras que el cristiano le decía, por más que en ellas
le probaba los misterios de la fe de Jesucristo con fuertes ra-
zones. Sucedió un día que el judío entendió una de las que
el cristiano le daba probándole el misterio de la Santísima
Trinidad, y que otro día entendió otra de las que le daba
probándole el de la Encarnación ; por lo que el judío se incli-
nó a creer en las palabras del cristiano y a sujetarse a sus
argumentos, y se maravilló de que los hubiese entendido des-
pués que los había creído y de que no los hubiese podido en-
tender antes de creerlos.
Además has de saber que había un religioso que lo había
sido setenta años, el cual era tan obediente, que ejecutaba
todo lo que le mandaban, sin querer usar de su entendimiento
ni voluntad para entender ni amar, sino es para creer y obe-
decer 4 . Sucedió el que se puso a pensar cuán dilatado tiem-
po había estado sujeto a la obediencia, y le pareció que por
ella Dios le debía dar gran gloria, por lo que rogó a Su Ma-
4 La frase «ni voluntad para entender ni amar» la añade también
inútilmente el traductor.
28
866
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
jestad le manifestase la que le tenía destinada; y habiéndole
dormido, le pareció hallarse en el paraíso, en el cual su vo-
luntad estaba coronada con una corona muy bella, y que su
entendimiento tenía otra, que no lo era tanto ; después le pa-
reció ver a otro religioso joven que tenía su entendimiento
coronado de una corona más bella que aquella con que lo es-
taba el suyo, y que sobre su voluntad tenía otra igual a la de
su propia voluntad ; en lo que conoció que aquel religioso
joven había solicitado entender y amar las cosas que deben
serlo, mientras vivió en el mundo, sujetando, no obstante, los
actos de su entendimiento y voluntad a las de sus superiores ;
y por haber procurado entender lo que había de amar o debía
obedecer, tenía el religioso joven el entendimiento coronado
de más bella corona que la que debía tener el del anciano
después de tantos años de obediencia 5.
— ¡Señor — dijo Félix al ermitaño — , como la obediencia
sea tan buena en cuanto es virtud y tan mala en cuanto es
vicio, me admiro mucho de que los hombres seamos más obe-
dientes al demonio que a Dios. — iHijo — dijo el ermitaño — ,
especialmente ha creado Dios al hombre para ser por él ama-
do y conocido; pero, como los hombres se aman más a sí
mesmos que a Dios, y los más le ignoran y no le conocen, por
esto aman más y son más obedientes a aquello que con más
frecuencia memoran, entienden y aman (que es a sí mismos
y a las cosas del mundo)6 que a Dios, lo que conocerás en el
ejemplo siguiente:
Una loca mujer amaba más a un vil hombre con quien
estaba amancebada que a su marido, que era rico, noble y
bien acostumbrado. Sucedió encontrarla un día su marido
en el acto con aquel vil hombre, de que tomó la cólera co-
rrespondiente; y habiéndola reprendido porque por tan vil
obra y tan vil hombre le había deshonrado, la loca mujer le
respondió que porque se había acostumbrado a memorar, en-
tender y amar aquella obra y aquel hombre, y a olvidar e
ignorar él pecado que hacía y a su marido 7, había venido a
caer en tal flaqueza, contra sí. contra Dios y contra la honra
de su marido.
Y entonces Félix y el ermitaño exclamaron, y lloraron por
la locura y delito que cometemos los hombres en olvidar, ig-
norar y desamar a Dios, y en memorar, entender y amar el
mundo y la carne, obedeciendo a>l demonio. Y habiéndosele
saltado con esta consideración las lágrimas al ermitaño, dijo
a Félix:
5 Las últimas frases son una amplificación retórica de un original
mucho más escueto.
6 El paréntesis es una glosa explicativa.
7 Todo lo que sigue corresponde al original «l'avia cambiat per
altre» .
FELIX DE LAS MARAVILLAS. — C. &2
867
— Un rey muy sabio y devoto, estando un día en un re-
fitorio de un gran convento, comiendo con sus religiosos, y
viendo la gran obediencia que todos tenían a su superior, se
admiró mucho de que sus vasallos no se la tuviesen igual a
él; y exaltando por este medio su consideración, se admiró
mucho más de que los hombres no fuesen más obedientes a
Dios (cuando por tantos motivos están más obligados a serlo
que no los monjes al prelado ni los vasallos al rey) 8. [En-
tonces lloró el rey por el deshonor que se hace a Dios en el
mundo por la falta de obediencia.]
CAPITULO LXXXII
DE LA ORDENACIÓN E INOR DENACIÓN
— En todas las cosas quiere Dios, hijo, que haya orden, o
que estén ordenadas, y para significarnos que en sí mesmo
le hay, le ha creado extra de sí mesmo y puesto en todas las
criaturas. Le hay en sí mesmo, en cuanto el Padre de sí mes-
mo engendra al Hijo y en cuanto el Padre y el Hijo produ-
cen ordenadamente al Espíritu Santo.
Has de saber que en Dios hay bondad, grandeza, eterni-
dad, poder," sabiduría y voluntad, y todas estas dignidades o
atributos están o son ordenados en ser una persona, que es
Padre, el cual de su misma bondad, grandeza, etc., engendra
al Hijo y espira al Espíritu Santo, por cuanto la bondad en-
gendra bueno, la grandeza grande y la eternidad eterno, y asi
de todos los demás atributos ; y esto mismo se sigue en cuan-
to el Hijo espira el Santo Espíritu.
En esta obra, hijo, hay maravillosa ordenación, pues en
una persona que es Padre, en otra que es Hijo y en otra que
es Espíritu Santo son y están unidas todas las divinas digni-
dades inmensa y eternamente, siendo todas juntas una divi-
na esencia, aunque distintas personas. — Mucho pensó Félix
en la maravillosa ordenación que Dios tiene en sí mesmo, ad-
mirándose de su infinidad, y el ermitaño prosiguió, diciendo:
— -Amado hijo, de esta tan gran orden que hay en Dios
quiere Su Majestad que se siga utilidad a las criaturas, y
para ello les ordenó su memorar, entender y amar; y por este
orden creó todo cuanto tiene ser, con el fin de que las cria-
turas memorativas, intelectivas y amativas pudiesen ordena-
damente memorar, entender y amar el gran orden que tiene
Dios en sí mesmo y en sus obras. Estas criaturas, hijo, que
8 Paréntesis añadido por el traductor.
868
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
por orden pueden memorar, entender y amar a Dios son los
ángeles y los hombres, y los ángeles buenos le entienden, sir-
ven y le aman ordenadamente con todo su memorar, enten-
der y amar arreglados a la ordenación que Dios tiene en si
mesmo. Y, al contrario, los ángeles malos desordenadamente
le memoran, entienden y aborrecen, porque su voluntad abo-
rrece todo aquello que su memoria y su entendimiento entien-
den de Dios.
Hijo, los hombres tienen con ordenación los cinco senti-
dos corporales, para que usen de las cosas corpóreas y para
que por ellas puedan adquirir orden, para memorar, enten-
der y amar las espirituales, adquirir las virtudes y apar-
tarse de los vicios. En el cuerpo del hombre están compues-
tos los cuatro elementos por los cuales cada cuerpo es cuer-
po, y por operación de los mesmos elementos aquel cuerpo
crece y es engendrado ; siendo esta operación de los elemen-
tos la potencia vegetativa, que es la misma obra u opera-
ción que un elemento tiene en el otro, y esta potencia vege-
tativa tiene ser y vive para que sea lia sensitiva, y la sensi-
tiva y la vegetativa tienen ser y viven por la intelectiva;
teniendo en sí el hombre otras muchas ordenaciones maravi-
llosas para quien sepa memorarlas y entenderlas.
Hijo, por causa de que Dios es muy memorable, inteligi-
ble y amable, quiso su grandeza ser muy memorada, entendi-
da y amada por el hombre, y que también lo fuesen sus otras
dignidades ; y por esto unió a sí mesmo y a todas sus digni-
dades o atributos la naturaleza humana de Jesucristo, para
que fuese con ella una persona, para que aquella humana na-
turaleza pudiese con más fervor y fortaleza memorar, en-
tender y amar a Dios; y debajo de la ordenación de aquella
humana naturaleza están ordenados el ángel y el hombre y
todas las demás criaturas, para memorar, entender y amar
a Dios, quien también ha ordenado la ley y el camino de la
salvación, y ha ordenado que por hacer bien el hombre se
salve y posea la gloria, y por hacer mal se condene y tenga
pena eterna; y que, según ha de ser grande la gloria y la
pena por toda una eternidad, lo haya de ser la gloria y la
pena que Dios ha puesto en ella.
Por cuyas palabras se admiró Félix de que hasta ahora
se haya puesto tan poco orden y cuidado en el mundo para
encaminar por el camino de la salvación a los infieles y a
otros errados, y dijo que había en él poca ordenación y [no]
poca desordenación. — Hijo — dijo el ermitaño a Félix — i, Dios
ha ordenado que en este mundo haya reyes paira que manten-
gan la justicia, y que haya prelados para conservar nuestra
fe, y que debajo del dominio de los reyes haya condes, du-
ques, marqueses, caballeros, ciudadanos, mercaderes, labrado-
res, y así de los demás oficios ; y lo mesmo ha dispuesto en
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 82
869
el estado eclesiástico, pues ha ordenado que bajo la orden
de I03 prelados estén los clérigos, frailes y demás eclesiásti-
cos, divididos en varios oficios, para que por orden puedan
y deban mantener la santidad y verdad en el mundo, para
que en él Dios sea alabado, conocido y amado.
Mucho consideró Félix en las palabras que el ermitaño
decía sobre el orden de las cosas; y dijo que se maravillaba
mucho del gran desorden que había en el mundo, pues había
en él muchos más hombres desordenados, o que por desorden
no entendían y desamaban a Dios, que aquellos que por orden
le etntendían y amaban ; por lo que dijo el ermitaño : — (Hijo,
Dios tomó la naturaleza humana, y así como la naturaleza
divina hizo y ensalzó en este acto todo lo más que pudo a la
humana, así quiso que la humana honrase y venerase cuanto
más pudiese a la divina; y por esto, y para honrar y venerar
a la divina, quiso que la humana padeciese en este mundo
pobreza, deshonor, trabajos y muerte.
Por el ejemplo que el ermitaño decía entendió Félix que
Dios había ordenado que el hombre pudiese honrarle y ser-
virle mucho, sufriendo por él trabajos y muerte, por cuyo
motivo quiere que multiplique la ordenación y destruya la
inordenación, para que más pueda servir a Dios y apartarse
de los vicios 1.
— Además has ' de saber, hijo — -dijo el ermitaño — , que
Dios ha ordenado y dispuesto que haya tanto poder en el
Sumo Pontífice, en los cardenales, en los religiosos y en todos
los eclesiásticos, que por su poder y saber puedan 2 ordenar
y disponer que los infieles se reduzcan al camino de la verdad
y salvación; y lo mesmo pueden los reyes y los príncipes, a
quienes Dios ha dado tanto poder, que pueden mantener la
justicia, la verdad y la religión en la tierra; lo que muchos
no ejecutan porque, aunque tienen el poder y la sabiduría,
les falta la voluntad ; y por esto de día en día se multiplica el
desorden y se disminuye el orden. — iCon cuya consideración
el ermitaño lloró mucho, de que Félix se admiraba; y el er-
mitaño siguió diciendo:
— Has de saber, hijo, que había un religioso ocioso en su
orden, por cuanto no hacía todo el bien que podía. Sucedió
que un día, encontrando a un ciudadano, le preguntó que
por qué estaba ocioso y por qué no hacía todo el bien que
podía hacer. De que dimanó el que el ciudadano se admirase
por saber la ociosidad del religioso y el bien que dejaba de
hacer, y de que hubiese reparado estos defectos en él y no los
hubiese visto ni conocido en sí mesmo; y, maravillándose de
esto, conoció que aquel desorden provenía de que a uno y a
* Toda esta oración final es una añadidura %
2 El texto español dice «pueden».
y 70 Obras literarias de ramón llull
otro les faltaba el memorar, entender y amar a Dios con la
grandeza y perfección que se debe, para lo cual fueron
creados J.
— Señor — dijo Félix — , mucho me admiro de que el án-
gel pueda saber lo que el hombre piensa en sí mesmo o inte-
riormente. — Hijo — dijo el ermitaño—, por ordenación divi-
na está dispuesto el que así como el hombre por las obras
corporales y exteriores percibe y conoce lo que otro hombre
piensa interiormente dentro de sí mesmo, así los ángeles por
las obras corporales y espirituales exteriores e interiores co-
nocen lo que los hombres imaginan y piensan interiormente;
porque, así como Dios ha dispuesto que la mano del escriba-
no que escribe forme la letra, mediante la cual, por medio de
la vista y la imaginación, el entendimiento conoce lo que
aquél imaginaba cuando da escribía, así en el memorar, enten-
deir y amar del hombre, o en el ver, oír, gustar [oler] o to-
car, o en su propio movimiento o acción, comprende el ángel
lo que el hombre piensa e imagina.
Félix se maravilló de lo que el ermitaño decía, y mucho
más de que las plantas y las bestias sigan ordenadamente el
curso de la naturaleza y que el hombre le deje de seguir,
apartándose de la final intención para que fué creado. — Hijo
— dijo el ermitaño — >, en el cuerpo del hombre está ordenada
la potencia vegetativa para convertir en sangre la vianda
que come, y después la convierte en carne, medulas y terni-
llas, y después las distribuye por todos los miembros ; y cuan-
do sucede que la potencia vegetativa se desordena y no se
puede hacer la conversión en la forma referida, todos los
miembros se desordenan, por causa de la desordenación ds
la vegetativa, y padece o muere el cuerpo del hombre. Por
cuyas palabras entendió Félix la significación de que por
los desórdenes de la potencia racional se desordenan en el
hombre la sensitiva, memorativa, intelectiva y volitiva.
CAPÍTULO LXXXIII
De la riqueza y de la pobreza
— iLa riqueza espiritual — dijo el ermitaño — vale más que
la corporal, porque la riqueza espiritual es virtud y cumpli-
miento de las tres virtudes del alma, memoria, entendimien-
to y voluntad; y la riqueza corporal lo es sólo de los cinco
sentidos corporales : ver, oír, oler, gustar y tocar.
Y así como la riqueza espiritual es mayor que la corpo-
3 La última frase final falta en el texto luliano.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 8^
871
ral (cuando trata o toma por objeto las cosas espirituales) \
así es mayor la pobreza o desvío que entonces tiene de las
corporales, de quien absolutamente se abstrae por memorar,
entender y amar a Dios, a sus obras y virtudes y a la vida
celestial; y si no lo ejecuta así, memora, entiende y ama
las cosas corporales, que por medio de los corporales senti-
dos se le representan; y olvidándose de amar a Dios, pasa
entonces a ser pobre de la riqueza espiritual y rica de la cor-
poral, olvidando a Dios y a sus obras y virtudes.
—Señor — dijo Félix — respecto de que la riqueza espiri-
tual es más noble que la corporal, ¿ por qué es más amada la
corporal que la espiritual ? Pues es gran maravilla que lo que
vale menos se ame más y que lo que vale más se ame me-
nos. — ¡Hijo — dijo el ermitaño — , has de saber que un hom-
bre halló dos dineros, el uno de latón y el otro de plata ; y él
creyó que el de latón era de oro y que el de plata era de
plomo, por lo que amó más el de latón que el de plata.
— (Señor — dijo Félix — , gran admiración me causa el que
los hombres ricos de las riquezas temporales, cuanto más
tienen, más desean tener, sucediéndoles lo mismo si acaso
llegan a ser pobres, porque cuanto más pobres son, más las
aman. — iHijo — dijo el ermitaño — •, un hombre amaba mucho
el dinero, el cual tenía mil sueldos, y los amaba tanto, que
deseaba que se multiplicasen y que fuesen dos mil, y después
que fuesen hasta cien mil; y porque amaba tanto la multi-
plicación del dinero, quería y amaba sólo que se multiplicase,
y no el fin para que el 'dinero debía servir; y por causa de
que no se quería servir del dinero para el fin que debe ser-
vir, cuanto más se le multiplicaba y aumentaba, mayor po-
breza sentía y más falta le hacía.
Por cuya similitud entendió Félix el modo como Dios
Padre, entendiendo y amando a su Hijo, le da inmensidad de
bondad, grandeza, eternidad, poder, sabiduría y voluntad,
que es la espiritual e infinita riqueza que la esencia divina
tiene en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo. Después
que Félix, por la antecedente similitud, entendió esta espiri-
tual riqueza, entendió también que la divina naturaleza amó
tanto y quiso tanto multiplicar la operación que tiene en la
criatura en grandeza de [bondad,] poder, sabiduría y volun-
tad [y también en duración], que quiso juntar y unir el
hombre a sí mesma 2. Y por esta mesma razón, la naturaleza
de Jesucristo, por medio del ejemplo de su vida, quiso unir
y juntar a sí la riqueza de los apóstoles, haciéndoles vivir
con santa vida en este mundo, para que (en lo que cupiese)
le fuesen semejantes.
-1 Paréntesis añadido, como todos los demás de este capítulo.
? La yersión española dice, erróneamente, *mismo».
872
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
— Hijo — dijo el ermitaño — , has de saber que la riqueza
de Dios tiene su similitud en el hombre justo, y la riqueza
del hombre justo tiene su similitud en la de Dios ; y la po-
breza de Dios es cuando el hombre le arroja de su corazón,
desama o deja por las cosas temporales; y la pobreza de los
hombres pecadores, cuando arrojan de su corazón o dejan de
memorar, entender y amar a Dios. — ¡De lo que Félix se mara-
villó, considerando cómo Dios tiene en este mundo tanta po-
breza, pues por un hombre que en él le memora, entiende
y ama, hay mil que ni le memoran, aman ni entienden.
Y cuando Félix hubo admirado aquello de la pobreza que
Dios tiene en el mundo y de la que padecen los hombres que
en él no le memoran, entienden ni aman, prorrumpió en mal-
decirla y en bendecir la riqueza de los hombres justos, que
se emplean en memorarle, entenderle y amarle. — ÍHijo — dijo
el ermitaño — , has de saber que, no obstante todo esto, en los
hombres pecadores es Dios rico por el uso de su justicia y
de su misericordia, perdonando a los unos y castigando a los
otros, no teniendo ellos en Dios riqueza alguna [por justi-
cia], antes cuanto más su justicia es mayor en castigarlos,
más son pobres miserables y necesitados de todas cosas en
eterna peina.
De que Félix se maravilló mucho, considerando la gran
pobreza que el hombre pecador padece en el infierno por ca-
recer de un todo así sus corporales sentidos como las tres
potencias del alma y su potencia vegetativa.
— ¡Has de saber — Úijo el ermitaño—, que había un ciu-
dadano muy rico de bienes temporales, el cual vivía muy
delicadamente y con gran regalo y era hombre orgulloso,
airado y que se hacía servir y respetar mucho de sus subdi-
tos. Por cuyo motivo pasaba grandes trabajos y desazones
para poseer sus riquezas y deleites, por lo mucho que los
amaba y quería multiplicar, lo que le daba trabajo y pena,
mayormente cuando consideraba que no podía tenerlos tan
grandes como era su deseo ; de que venía a sentir pobreza
y congoja en su espíritu, dimanada de que los memoraba,
entendía y amaba excesivamente, por lo que estaba siempre
airado. Y conociendo no podía ser rico ni saciarse de los de-
leites del mundo con sus riquezas, las dió por amor de Dios,
y entonces sintió en sí alegría de riqueza espiritual, en la
que vivió mucho tiempo con pobreza corporal, y al fin de sus
días alcanzó la bienaventuranza.
Además has de saber que había un rey que tenía gran
esperanza, la cual le ayudaba mucho a sostener los trabajos,
persecuciones y peligros, respecto de que, siempre que se
hallaba en alguno, confiaba en Dios y esperaba en su miseri-
cordia. Sucedió un día que aquel rey se halló en una batalla,
en la cual tuvo gran miedo de morir, y tanto, que perdió la
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 84 873
esperanza de que Dios le diese victoria ni conservase la vida ;
cuya consideración le amilanó totalmente el espíritu y privo
la fuerza, y él se admiraba de que le faltase el valor y la
esperanza que solía tener, la que tantas veces le había ayu-
dado y sacado de los peligros, sin alcanzar que consistía en
que daba aquella batalla contra razón y justicia, por cuyo
motivo se hallaba sin la fortaleza de espíritu y grandeza de
esperanza que solía tener.
Además has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que hubo
otro rey muy rico de gentes y de reinos, mas muy pobre de
entendimiento, pues no sabía quién era ni de dónde había
venido, para qué había nacido ni para qué era rey, ni menos
alcanzaba conocimiento alguno de Dios. Sucedió que este rey
dudó el que la fe que tenía fuese verdadera, cuya duda y ten-
tación le trabajó mucho el espíritu; hasta que oyó a un hom-
bre pobre de los bienes temporales, pero rico de los espiritua-
les, que seguía su corte, explicar un artículo a muchos oa*
balleros de su comitiva, por cuya declaración y palabras,
que comprendió, se confortó y aquietó su espíritu, y venció
la tentación que padecía, y prorrumpió diciendo que más
quisiera ser aquel pobre hombre que rey; pues aquél con su
sabiduría tenía más y mejor riqueza que no él siendo rey,
con todo su poder y señorío.
Además has de saber — dijo el ermitaño — que había un
hombre pobre que deseaba hallar una piedra preciosa que va-
liese mil marcos de oro, y estaba siempre imaginando que,
si hallase tal piedra, haría con su valor muchas cosas; y en
tanto que tenía esta imaginación se sentía mucho más pobre
y necesitado que antes que pensase en la piedra, hasta que
consideró y se maravilló de su necedad, que le hacía ser po-
bre, por carecer de lo que no podía tener porque no tenía ser.
CAPITULO LXXXIV
DE LA LIBERTAD Y SERVITUD
— La libertad, hijo — dijo el ermitaño a Félix — , fué dada
a la voluntad del hombre para que tenga libertad de amar
a Dios y para que tenga por este medio alguna similitud con
la libertad de su divina voluntad, que libremente ama cuanto
quiere amar.
Y la libertad de Dios está libremente en la bondad, poder,
sabiduría y voluntad y en todos los demás atributos del mis-
mo Dios, y todos los atributos están libremente en su vo-
luntad, por cuyo motivo tiene Dios franco querer en todo lo
í*74
OBRAS LITERARIAS Í)E RAMON LLULL
bueno, en todo lo grande y en todo lo eterno y en todos los
demás atributos que puede su poder. Y porque es de la na-
turaleza de la bondad, grandeza, eternidad, y así de las de-
más dignidades, que el poder francamente se comunique a la
voluntad y por toda la voluntad, por esto el amor libremente
obra por toda la bondad, grandeza, eternidad y todos los de-
más atributos, por cuya incesante operación infinita y eter-
namente se sigue producción en las divinas personas.
Ajmable hijo — dijo el ermitaño — , has de saber que, con-
forme Dios tiene en sí libertad por todas sus dignidades,
ha dado su similitud a la voluntad del hombre, para que ten-
ga libertad en amar libremente por todo el entendimiento y
la memoria, para que así sean el entender y el memorar
francos, y para que cada uno de por sí y todos juntos sean
francos por toda el alma y por todas sus operaciones, para
que de tal franqueza se originen las virtudes libre y franca-
mente sin ninguna restricción ni embarazo, como, v. gr., la
fe, la esperanza, la caridad, la justicia y las demás, etc.
— Señor — dijo Félix — , conforme vos habéis demostrado
que está la libertad en el alma del hombre, me maravillo mu-
cho de que el hombre caiga en la servidumbre y esclavitud
de los vicios y pecados, teniendo tanta libertad y siendo su
libertad a la de Dios tan parecida.
—Hijo — dijo el ermitaño — , tan franca es la voluntad de
Dios en toda su esencia y en todas sus dignidades, que a to-
das se comunica en su libertad, en sí mesma y en toda la
esencia, y en todas las dignidades ; y por esto se sigue pro-
ducción de personas. Y porque toda la libertad de la volun-
tad humana se debiera convertir y emplear en memorar, en-
tender y amar a Dios, cuando hace lo contrario cae en la es-
clavitud del pecado, que es opuesto a la similitud y al ca-
rácter que ha recibido de Dios, teniendo su semejanza [en
libertad] .
Amado hijo — dijo el ermitaño — , tan noble cosa es la li-
bertad en el espíritu del hombre, que ninguno daría la liber-
tad de su franco querer o aborrecer por todos los tesoros del
mundo ; y por esto se maravilló mucho un santo ermitaño de
un hombre lujurioso que, conociendo esto y amando tanto su
libertad que muchas veces le habían oído decir que no la da-
ría por todo el mundo, estaba cautivo de enamorado y su-
jeto a una loca mujer, a quien deseaba dejar de querer, por
apartarse de ella, y no podía l.
Hijo, el Espíritu Santo procede libre y francamente del
Padre y del Hijo, estando cada uno en sí mesmo libre y fran-
1 «por apartarse de ella, y no podía» lo añade el traductor por
su cuenta, lo mismo que, mas abajo, las frases incluidas entre pa-
réntesis.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS.
84
S75
camente sin ninguna sujeción; y también la libre voluntad
del hombre pecador está franca en sí mesma, en el entendi-
miento y en la memoria, de los que sale el franco querer
cuando ama el pecado, en el que está la voluntad en escla-
vitud, respecto de que opera contra la libertad del Santo Es-
píritu, permitiendo la justicia de Dios se mantenga en él,
para más castigarle, dejándole, no obstante, su libre albe-
drío, que tiene gran similitud con la libertad de Dios, para
que pueda salir de él mediante la divina gracia y su mise-
ricordia.
Hijo, tan noble criatura es el libre albedrío, que nadie
puede constreñir al hombre a que ame lo que no quiere amar
ni a que aborrezca lo que no quiere aborrecer, pues nadie le
puede quitar al alma la similitud que tiene de Dios. Pero
como el hombre debe ejercitar la caridad, la justicia, la pru-
dencia, la fortaleza y la templanza, si no usa de ellas y abusa
de su libertad, [debe entonces obligar y someter su querer
a servidumbre, por la cual adquiera virtudes y salga de
vicios]. Por lo que, aunque en este mundo nadie se la pue-
da quitar, en el otro el hombre pecador no la tendrá para
querer lo bueno, pues aunque deseará tener la gloria y
apartarse de la pena en que estará, será su deseo contra
la justicia, caridad, esperanza y contrición, cuyas virtudes
aborrecerá, permaneciendo en él siempre el amor y deseo de
la gloria, que nunca alcanzará, para tener mayor pena.
Félix quedó muy admirado de lo que el ermitaño decía,
considerando la gran pena que los pecadores tendrán en el
otro mundo, según lo que explicaba en sus palabras el er-
mitaño.
— Sepas, hijo — dijo el ermitaño — , que estaba un rey sen-
tado en su real trono, y en su presencia había muchos ca-
balleros y otras muchas gentes. Lo que viendo y conside-
rando el rey, tuvo de ello gran vanagloria, persuadiéndose a
que tan solamente él era libre, y todos aquéllos, sus sub-
ditos. Y estando el rey así ocioso y con tan vanos pensamien-
tos, le llegó aviso de que una provincia se había rebelado
contra él; y después de esto un caballero entró pidiendo se
le administrase justicia contra otro que le había injuriado.
Y viéndose precisado el rey a responder y dar pronta pro-
videncia en uno y otro asunto, conoció que él era el verda-
dero esclavo, y todos aquéllos libres (pues se veía constituí-
do en mayor sujeción que ellos, si había de cumplir con su
obligación).
— Señor — dijo Félix — . mucho me maravillo de que, sien-
do los reyes, barones y grandes señores los hombres más
siervos y más sujetos del mundo (si han de cumplir con sus
obligaciones), amen tanto reinar, mandar, y poseer muchas
S/6
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
tierras, y tener muchos vasallos; pues cuanto más tienen,
tienen más que trabajar y gobernar, y, por consecuencia,
mayor sujeción y más de qué responder.
— Hijo — dijo el ermitaño — , la inmensidad y eternidad
de Dios Padre produce libre e infinitamente la persona de
Dios Hijo y la de Dios Espíritu Santo ; y por ser natural cosa
que los hombres deseen tener las similitudes de Dios, en
cuanto las pueden recibir, desean los reyes y grandes seño-
res ser reyes y señores, ser libres y ser francos, para con
libertad poder obrar; y para lo mismo desean tener muchos
vasallos, muchas tierras y muchos tesoros 2. Pero la mayor
parte, por estar en pecado, no saben ordenar sus deseos ni
pensamientos, ni conocen la esclavitud en que viven (por la
grandeza' que poseen).
Hijo — dijo el ermitaño — , el alma por su naturaleza debe
ser libre y señora del cuerpo ; pero por el pecado está sujeta
a él en el hombre pecador, y por esta sujeción están en él
su memorar, entender y amar sujetos a los cinco sentidos
corporales; por cuyo motivo son las cosas espirituales des-
preciadas y las corporales amadas, y es en tanto grado lo
que algunos hombres desprecian las espirituales y aman las
corporales, que del todo están sujetos a ellas, y, por conse-
cuencia, al pecado; siendo cierto que todo hombre que tiene
el alma o sus potencias sujetas al cuerpo y a sus sentidos,
cuando quiere salir de pecado, no lo puede conseguir.
Has de saber que había un pueblo que amaba mucho la
libertad, y todos los días contrastaba con su señor para con-
seguir muchos privilegios y franquezas. Sucedió un día que
hubo gran cuestión y enfado entre el señor y el pueblo, por-
que el pueblo quería a todo trance que se le concediese una
franqueza o privilegio que el señor no les quería conceder;
por lo que les dijo: "En una ciudad había un ciudadano que
gozaba del privilegio de que ningún hombre que hubiese
muerto a otro y se refugiase a su casa pudiese ser sacado
de ella para castigarle. Este ciudadano tenía un vecino que
envidiaba mucho el privilegio y excepción que el ciudadano
gozaba, por lo que ofreció grandes dones y dádivas al señor
de la ciudad para que se le Concediese a él también (lo que
por fin consiguió). Y como el ciudadano tuviese un hijo, y su
vecino otro, y ambos a dos tuviesen un altercado y llegasen
a las manos, el hijo del vecino mató al del ciudadano y se
retiró a su casa, por lo que la justicia no le pudo castigar.
Y como el ciudadano viese todos los días al que había muer-
2 Omite aquí el traductor la frase siguiente : «e aytal desig sig-
nifica que han gran servitud en usar de ço que desiyen».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 8.S 877
to a su hijo y no pudiese tomar venganza (ni se le pudiese
dar castigo), vino a morir del dolor :\ pena y desesperación
que le causaba el ver todos los días y a todas las horas de-
lante de sí a su enemigo, sin que se le pudiese castigar ni él
se pudiese vengar.
CAPITULO LXXXV
De la similitud y disimilitud
-^En la esencia de Dios hay la sabiduría, que, entendién-
dose a sí mesma, ama su semejanza, cuya semejanza es Dios
Hijo, engendrado de Dios Padre, que de sí mesmo le engen-
dra; y por ello sucede el que naturalmente todas las criatu-
ras aman engendrar su semejante, así como el entendimiento
del hombre, que engendra su entender, y la voluntad su
amar, y un hombre a otro hombre, y un árbol a otro árbol,
y así de las demás cosas.
Da Dios sus similitudes a las criaturas; v. gr., al hombre
le da el ser, y siendo el ser ya similitud de Dios, es bueno,
grande, durable, poderoso, sabio, amoroso, y así de todas
las demás cosas, que son similitudes de Dios, las que ha
puesto Dios en los hombres para que mutuamente se amen
y para que por medio de ellas, y por habérselas Dios dado,
le amen, le conozcan, le alaben y le sirvan. Hijo, por ser en
Dios una persona el Padre, otra el Hijo y otra el Santo Es-
píritu, hay similitúdines y disimilitúdines en las criaturas;
hay similitúdines, en cuanto el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo son una misma esencia, una naturaleza, una bondad,
una grandeza, y así de todos los demás atributos. Hay disi-
militúdines en las criaturas, por ser en Dios una persona el
Padre, otra el Hijo y otra el Espíritu Santo; y así como las
divinas personas son semejantes, así es semejante la opera-
ción que hay entre ellas. Y por esto quiere Dios que las
similitudes que el hombre tiene de Su Majestad sean tam-
bién semejantes en ser grandes, durables y poderosas en sus
operaciones, para que se parezcan sus obras a las similitú-
dines que Dios puso en él. Pero, si sucede que estas simili-
túdines se conviertan en disimilitúdines por sus obras, en-
tonces son contrarias a las de Dios, respecto de que en los
hombres las obras contradicen a las similitúdines, y en Dios
nada se contradice. Y por esto son los hombres justos o
.3 Las frases que siguen, redundantes y pleonásticas, las añade
el traductor.
878
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
pecadores ; esto es : son justos cuando sus obras tienen simi-
litud y corresponden, en cuanto pueden, a las similitudes de
Dios, que las creó; y pecadores cuando no corresponden y
operan lo contrario del fin para que fueron creadas e im-
presas en él.
Has de saber, hijo, que había un hombre que tenía un
hermoso hijo al cual amaba mucho, no tanto por su hermo-
sura ni por ser su hijo, cuanto por sus buenas costumbres y
por su bondad, y sobre todo porque amaba a Dios y le ama-
ba en Dios 1. En este amor había similitud y disimilitud del
amor que Dios Padre tiene a Dios Hijo : similitud, porque el
buen hombre amaba a su hijo, y disimilitud, porque le ama-
ba más y menos y con desigualdad, lo que no hay en el amor
de Dios, pues Dios Padre, como perfectísimo, ama con per-
fectísimo amor, con toda igualdad, sin mayoridad ni mino-
ridad, a su Hijo de todos modos, y por todos modos.
Estas y otras muchas palabras dijo el ermitaño a Félix
para darle a entender las similitudes y disimilitudes que hay
entre Dios y las criaturas, y Félix quedó muy admirado de
lo que el ermitaño le había dicho y de cómo én tan breves
palabras le había explicado tan altos misterios y dado ca-
mino para poder conocer en qué las cosas son semejantes
y desemejantes a Dios.
— Hijo — dijo el ermitaño — , habla un rey que era muy
bello, grande, robusto de persona y poderoso de vasallos,
por cuyo motivo tenía particular vanagloria, así de su be-
lleza como de su poder, en lo que obraba con similitud y di-
similitud ; pues contemplando su belleza, debía amar las be-
llas obras y actos de la justicia, caridad, humildad y demás
virtudes, y por la grandeza que tenía de persona y de poder
debía querer ejecutar grandes actos de justicia, caridad y
humildad. Y ejecutando lo contrario, como lo ejecutaba, eran
desemejantes sus obras a sus riquezas, a su grandeza y al
oñcio de rey que profesaba.
Natural cosa es 'que el hombre ame más al hombre que
al caballo, que al árbol ni que a la piedra, pues cada uno
ama su semejante e igual en especie; por lo que es gran
maravilla el que el hombre ame más el dinero, los castillos,
los caballos, los) bellos vestidos, el cazar y ©]> divertirse, que no
el justo memorar, entender y amar, siendo así que estos ac-
tos del entendimiento, memoria y voluntad en el hombre tie-
nen más similitud con Dios que no los dineros, los castillos,
las villas, las delicias 2, los caballos y todas las demás cosas.
Había un rey que cada día se iba a cazar, y pasaba por
un lugar desierto donde había un ermitaño, el que se mara-
1 Traducción imprecisa de «e açò feya per ço car lo fill amava
Déu, en lo qual lo pare lo amave».
z «las delicias» falta en el original.
FELIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 85 8 79
villaba mucho de la gran afición que el rey tenía a la caza,
y el rey se maravillaba de que el ermitaño pudiese estar tan
solo en aquel desierto y hacer tan áspera vida. Sucedió un
día que un halcón peregrino que el rey tenía prendió y mató
una garza real, por lo que el rey en presencia del ermitaño
alabó grandemente la valentía de su halcón y la rapidez de
su yuelo, pues con tanta gallardía y constancia a su vista
había alcanzado y muerto la garza; lo que habiendo oído el
ermitaño, dijo al rey: "Señor, igualmente me admiran vues-
tras palabras que vuestra vida, pues sería más natural que
el pueblo alabase al rey de justo, caritativo, sabio y apli-
cado a su régimen, que no que el rey alabase al halcón de
su vuelo, rapidez y valentía." A que el rey respondió: "Er-
mitaño, el placer que yo tengo de haber visto volar el hal-
cón, dimana del que ha tenido mi vista agradándose del
vuelo del halcón, el que ha engendrado placer semejante en
la voluntad." "Señor — dijo el ermitaño — , es cierto que el
amar es semejante a la voluntad, pero también es cierto que
le es desemejante cuando el amar es contrario al fin e in-
tención para que la voluntad es creada." "Ermitaño — dijo el
rey — , yo me maravillo de cómo puedes estar solo y hacer
tan áspera vida y penitencia en este destierro." "Señor — dijo
el ermitaño — , maravíllese Vuestra Majestad de sí mesmo y
de cómo puede estar solo sin cuidarse de los negocios de su
reino ni ejercitar el oficio de rey, pues el oficio del rey es
estar entre los hombres, y regirlos, administrarles justicia y
disponer que vivan en santo temor de Dios, y no perseguir
las fieras, tener vanos pensamientos y estar ocioso, cosas
que de ningún modo competen ni debe practicar un rey."
— Señor — dijo Félix — , respecto de que cada cosa ama
su semejante, parece que debía haber en el mundo más se-
mejanzas que desemejanzas, mayormente cuando Dios ha
creado al hombre semejante a sí; por lo que es gran mara-
villa el que los hombres tengan más vicios que virtudes. —
A que el ermitaño respondió:
— En lo interior del hombre se convierten las viandas
que come en carne y sangre, que son semejanzas del mismo
hombre. Sentado esto, has de saber que a un rey le dieron
a beber veneno, el cual en el estómago del rey convirtió en
su semejante toda la comida y bebida que el rey comió y
bebió aquel día; y por causa de que la# naturaleza no pudo
convertir en su semejante el veneno que al rey le habían
dado ni las viandas que con él se habían mezclado, murió,
por haberle faltado a éstas (respecto de haberse mezclado
con el veneno) 3 la semejanza que debían tener con- la natu-
raleza del rey.
3 Paréntesis del traductor.
cS8o
ÒBRÀS LITERARIAS DE RAMON LLULL
CAPITULO LXXXV1
DE LA ALABANZA Y VITUPERIO
. — Dios, ¡ por siempre sea bendito ! — dijo el ermitaño a
Félix — , es digno de ser alabado por su pueblo, y por esto
creó al hombre para que le atiabase, y principalmente de la
operación que tiene en sí mesmo 1.
Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que un pintoi
pintaba una imagen en una pared, y en tanto que la pintaba,
muchos hombres que estaban presentes alababan la destre-
za del pintor en su arte ; lo que reparando el pintor, preguntó
a uno de ellos cuál era más digno de alabar, la imagen que
pintaba o la imaginación con que la pintaba, pues sin tenerla
primero impresa en ella, no la podía pintar. A que el hom-
bre respondió: "Dios Padre, entendiéndose a sí mesmo, en-
gendra a Dios Hijo, y amando al Hijo espira al Espíritu
Santo ; y por entender Dios Padre su bondad, grandeza, eter-
nidad, etc., son el Hijo y el Santo Espíritu bondad, gran-
deza, eternidad, poder y todos los demás atributos de Dios;
en que conocerás que en esta obra tan grande y maravillosa
debe Dios ser más alabado por ios hombres por la obra
u operación que tiene ad intra que por la que tiene ad extra
(y, por consecuencia, que debía ser más alabado el pintor por
la operación de su imaginación en imaginar la imagen que
por su destreza en el pintarla)" 2.
— Señor — dijo Félix — , gran maravilla me causa el ver
que Dios no sea más alabado por los hombres por la opera-
ción que tiene en sí mesmo, que por la que tiene en las cria-
turas, pues la que tiene en sí mesmo es mucho más perfecta
y apreciable que la que tiene en las criaturas (según vos
mesmo dejáis explicado).
— Hijo — dijo el ermitaño — , la obra que el pintor hacía
en pintar la imagen, era mejor en la imaginación del pintor
que en la pared que la pintaba; pero como la obra de la
imaginación ad intra era invisible a los ojos corporales, y
la obra que pintaba era visible, los hombres alababan la obra
que veían en la imagen pintada, y no en la imagen conce-
bida en la mente o imaginación del pintor.
Hijo, Dios es digno de que los hombres le alabemos por
cuanto hace en este mundo; y por haber hecho al hombre a
1 En el texto catalán, «... que lo loha de ço que Déus fa en si
mateix e fora si mateix.»
2 Los paréntesis son añadiduras de la traducción.
Ï-ÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 86 88 1
su similitud, quieren los hombres ser alabados unos por
otros; pero como no los ha creado para este fin, sino es para
alabar a Dios mismo, pecamos siempre que tenemos compla-
cencia de que nos alaben, o que injustamente alabamos a
otros, pues la alabanza se debe atribuir sólo a Dios (como
de quien dimana todo el bien y todas las buenas obras que
hacemos) 3.
Admiróse Félix, y dijo que era gran maravilla el que los
hombres amasen más su alabanza propia que la alabanza
de Dios, cuando ningún hombre debía ser alabado, y Dios sí.
— Hijo — dijo el ermitaño — , había un rey que tenía gran
placer de que le alabasen y de que alabasen el gran gasto
que hacía en tener su corte muy numerosa y lucida, y en
que le alabasen de liberal, por los grandes dones que repar-
tía y por otras cosas semejantes a éstas. Este rey tenía un
judío por mayordomo, al que amaba más, por lo bien que
para su fines le servía, que a Jesucristo, pues el judío in-
teriormente le blasfemaba (y el rey lo sabía o sospechaba y
lo consentía) ; lo que dimanaba de que el rey temía más el
que dijesen mal, o que no dijesen bien de él, que el que le
dijesen o dejasen de decir de Dios.
Por las palabras que el ermitaño dijo entendió Félix que,
por causa que los hombres se aman más a sí mesmos que a
Dios, aman más sus alabanzas que las de Dios; y se mara-
villó de que Dios lo sufra y permita. — Hijo — dijo el ermi-
taño— , Dios quiere ser alabado por su infinita paciencia,
piedad y misericordia, y por este motivo sufre que las gen-
tes le blasfemen y no le den las alabanzas que deben y le
competen. — Mucho consideró Félix y lloró los vituperios que
los nombres hacemos a Dios, siendo tan bueno, tan noble y
tan digno de toda alabanza y honor, y de que su infinita pa-
ciencia permita que haya tan pocos que le honren y tantos
que le blasfemen y ofendan.
— Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que a los pies
de un prelado estaba un santo religioso arrodillado, rogán-
dole humilde y devotamente que le diese licencia de ir a
tierra de moros a alabar el nombre de Jesucristo, a quien
ellos no querían conocer por Dios. El prelado se excusaba
de darle la licencia, por temor de que los moros le matarían
y porque creía que el religioso no convertiría ninguno ni
sacaría ningún fruto de su viaje. Lo que conociendo el re-
ligioso, le dijo: "Señor, el principal fin para que el hombre
es creado, es para que alabe a Dios, y así yo no me puedo
excusar de ir a alabarle entre infieles por temor de la muer-
te, aunque crea no he de convertir ninguno; pues estoy obli-
gado a alabarle, y excusar, en cuanto me sea posible, el que
*" El párrafo siguiente está muy amplificado.
882
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
le blasfemen y ofendan, y el que crean, como hay muchos
que creen, que sean dioses el sol, la luna, los ídolos y otras
cosas semejantes."
Cuando el religioso hubo dicho estas palabras, se puso
a llorar, y dijo que había un rey que tenía gran deseo de
que se le alabase por todo el mundo, y que, habiendo venido
de tierras muy remotas unos mercaderes vasallos suyos, les
preguntó si en las Indias se hablaba de él. Y como los mer-
caderes le dijesen que no, se disgustó mucho, y envió luego
embajadores con grandes presentes al rey de la India, para
que le alabase y tuviesen motivo de hablar de él y de su
generosidad en aquella tierra. Los embajadores que nombró
se excusaron de hacer el viaje, respecto de la gran distancia,
del temor de la muerte que concibieron podía acaecerles en
el viaje y de que efectivamente creyeron no sacarían ningún
fruto, aunque consiguiesen que su rey fuese alabado en aque-
llas tierras. Pero, no obstante, el rey insistió en su dicta-
men 4, y les dijo que en las ocasiones arduas y peligrosas era
donde podían los vasallos manifestar su grande afecto, ala-
bando a su señor con ardimiento; y que así quería que, de
cualquier modo, ellos, como hombres honrados y leales, em-
prendiesen aquel viaje y diesen cumplimiento a su voluntad.
Además has de saber, hijo, que delante de un rey estaban
gran multitud de juglares que loaban a quien les 5 daba y
vituperaban a quien no lo hacía. Entre ellos había también
uno vestido pobremente, el cual alababa a aquellos que ala-
baban a Dios y vituperaba a aquellos que no le alababan;
y reparando el rey en él, se maravilló de que fuese tan po-
bremente vestido y derrotado, por lo que juzgó que aquél
era pobre juglar y sin habilidad. Cada uno de ellos hizo las
suyas delante del rey, pero ninguno habló de Dios ni le alabó,
sino al rey y a sus barones y personas de su comitiva. El
rey y los demás dieron grandes y bellos dones y dádivas a
todos ellos ; pero a aquel que, usando bien de su oficio, alabó
a Dios y dijo mal del rey y de sus barones, porque habían
querido oír falsas alabanzas y porque habían olvidado las
de Dios, le reprendieron, y después le hicieron aporrear y
maltratar por los criados, sin que él se alterase, antes lo
llevó con humildad, con paciencia y por amor de Dios. Ha-
biendo salido el juglar así maltratado del palacio del rey, se
fué a un gran monasterio de religiosos, y entrando en el
refitorio, donde todos estaban comiendo, les dijo era gran
4 El original es mucho más vigoroso : «Lo rey menassà fortment
als missatges...». El final de este párrafo se separa mucho del orir
ginal : «e car ells eren per honrar ell, a totes passades volia que
anassen en aquell viatge».
6 El texto castellano dice «los» por catalanismo. Poco más abajo,
la expresión «y derrotado» falta en el original.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 87 883
vergüenza el que, siendo todos ellos tan doctos en la sagrada
teología, hubiese en el mundo tantos lugares y tantas gentes
que no conocen a Dios, o que, si le conocen, no le conocen
como deben, o que de Dios y de su santa Iglesia no conocen
ni creen lo que deben, dimanado todo de que Dios tiene po-
cos que le amen y que le alaben icomo deben r>.
CAPÍTULO LXXXVII
De la perfección e imperfección
— La perfección y la imperfección son contrarias, y la
perfección contradice a la imperfección con justicia, y la
imperfección con injusticia contradice a la perfección. Y sien-
do Dios perfección y justicia, es cosa digna de admiración
el que en el hombre, que es criatura de Dios y que ha sido
creado para amarle y servirle, haya más de imperfección
que de perfección. Has de saber, hijo, que, entendiendo Dios
infinita perfección en sí mesmo, es conveniente que se siga
perfección; pues a no ser así, se seguiría que la perfección
sería mayor en grandeza de bondad que en obra de perfec-
ción, lo que en Dios es imposible.
Admiróse Félix de las palabras del ermitaño, por pare-
cerle que, si de perfección se seguía perfección, la perfec-
ción tendría principio, lo que le pareció imposible en Dios
— Hijo — dijo el ermitaño — , Dios Padre es perfección, la cual
es infinita y eterna, y la cual de sí toiesma engendra al Hijo,
que es Dios infinito y eterno, porque le engendra de sí mes-
mo, y por esto Dios Hijo, que es perfección y consecuencia
de perfección infinita y eterna, es necesario que sea sin prin-
cipio ni fin.
Mucho se admiró Félix de que Dios Padre infinita y eterna-
mente dé perfección a Dios Hijo, por considerar que, pues el
Hijo es del todo cumplido y perfecto, no necesita de que Dios
Padre le dé perfección, pues que la tiene ya. — Hijo — dijo
el ermitaño — , en la perfección de Dios Padre estarían ocio-
sas la grandeza, bondad, eternidad, poder y todas las demás
dignidades de Dios si Dios Padre cesase de dar perfección:
y así es necesario que, como Padre e infinito, no cese de dar
perfección infinita y eternamente al Hijo y al Santo Espí-
ritu, y que de necesidad se siga que el Hijo y el Santo Es-
píritu reciban infinita y eternamente aquella perfección, la
6 *Todo este final es una amplificación retórica.
884
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
que recibe el Hijo en ser Hijo, y el Espíritu Santo en ser
Espíritu Santo, y cada uno en esencia, en naturaleza y en
todo lo que es igual al Padre (menos en la paternidad). —
Muy contento quedó Félix de lo que al ermitaño había oído
de la perfección de Dios, lo que conociendo el ermitaño, pro-
siguió explicándole la perfección del alma en estos términos :
m — Hijo, Dios Padre ha impreso la imagen de su perfec-
ción en el alma del hombre, la cual por su creación es per-
fecta; esto es decir que el alma es perfecta en su esencia,
perfecta en su reeolencia, perfecta en su inteligencia y per-
fecta en su volencia ; en cuya esencia es perfecta la memoria
para memorar y ser memorada; el entendimiento, para en-
tender y ser entendido, y la voluntad, para amar y ser
amada.
Ajmado hijo, el alma apetece su memorar, entender y
amar, por ser esto su perfección, y para más poder memorar,
entender y amar, memora, entiende y ama en un tiempo unas
cosas y en otro otras, por no cesar de ejercitar los actos de
sus potencias, porque el cesar en ello le es imperfección.
— iSeñor — dijo Félix — , pues es perfección del alma el me-
morar, entender y amar, ¿ipor qué, cuando memora, entiende
y ama una cosa, la deja de memorar, entender y amar, y pasa
a memorar, entender y amar otra? — <Hijo — dijo el ermita-
ño— , Dios ha puesto su semejanza en el alma del hombre, y
así como el Padre engendra su semejanza engendrando al
Hijo, y esta generación conviene que sea inmensa y eterna
para que no deje de producir su semejanza, así el alma, ya
que no puede inmensa y eternamente multiplicar su memo-
rar, entender y amar, memora, entiende y ama diversas co-
sas, para por este medio tener alguna mayor similitud con
la grandeza, inmensidad y eternidad de Dios.
— íSeñor— dijo Félix — , estoy admirado de que, siendo el
alma hecha a similitud de Dios, quiera memorar, .entender y
amar otra cosa más que a Dios, mayormente siendo Dios tan
perfecto y cumplido en todo, que puede el alma en El solo
perficionarse y saciarse de memorar, entender y amar. — Hijo
— dijo el ermitaño — , Dios es bastante para que el alma se
llene y sacie memorándole, entendiéndole y amándole; pero
quiere que el alma adquiera perfección y mérito en ejecutar-
lo, el que no podría adquirir si no memoraba, entendía y ama-
ba también otras cosas, para por su medio mejor poder me-
morar, entender y amar a Dios. Has de saber, hijo, que todo
aquello que el fuego calienta en él aire, el agua y la tierra \
todo lo hace con el fin de poderse calentar más a sí mismo,
1 -En el texto castellano se lee «al agua y a la tierra» ; en el
catalán, «en l'àer, aygua e terra».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 87
885
porque su calor tiene mayor perfección para calentarse a sí
que no para calentar al aire, agua y tierra ; y esto para sig-
nificarnos que la perfección de Dios puede más perfeccionar
en sí mesma y dentro de sí mesma, que dar perfección fuera
de sí mesma a las criaturas ; por lo que el alma, todo cuanto
memora, entiende y ama que no es Dios, todo lo memora, en-
tiende y ama para adquirir mayor perfección para más me-
morar, entender y amar a Dios.
— Señor — dijo Félix — , Dios ha dado perfección al sol,
a la luna, a las estrellas, a los elementos, plantas y animales
y a todas las demás cosas; pero el hombre nace y vive con
tantas imperfecciones, que me quedo admirado de dónde pro-
vienen en él, mayormente si se consideran sus vicios, pues
por uno que haya virtuoso, hay muchos en extremo viciosos,
lo que es gran maravilla -.
— tHijo — dijo el ermitaño — , la perfección la tiene el hom-
bre de dos modos : el primero, en ser criatura, y esta perfec-
ción es perfecta y cumplida en él; el segundo, en ejercitar-
los actos de su memorar, entender y amar. Y por causa de
que los hombres creen que estos actos adquieren su perfec-
ción memorando, entendiendo y amando los objetos tempora-
les y no los eternos, adquieren imperfección.
Has de saber, hijo, que había un rey que no podía tener
hijos de su mujer, por más que lo deseaba, pareciéndole que,
si tuviese un hijo, sería todo su contento y habría alcanzado
su mayor felicidad. Logró, en fin, tenerle muy hermoso y ro-
busto, al que amaba tanto, que conocía en su alma mayor
imperfección después de tener el hijo que antes de tenerle,
de que estaba muy maravillado; lo que comunicó con un sa-
bio, el que le respondió que el no haber tenido gusto cumpli-
do ni saciádose su alma después de haber tenido el hijo, di-
manaba de que le memoraba, entendía y amaba con exceso y
desordenadamente.
Además has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que ha-
bía un mercader que creía que él sería feliz si llegaba a
tener muchas riquezas, dineros y posesiones. Este mercader
las llegó a tener, y cuanto más se le multiplicaban, más se
disgustaba y más descaecía su memorar, entender y amar,
de lo que se admiraba \ Y proponiendo su duda a un filósofo,
éste le respondió: "Calentaba el fuego el agua, y cuanto más
la calentaba, más multiplicaba su calor y más se disminuía
la frialdad del agua, y cuando más el fuego multiplicaba
2 Por «jo-m dó gran meraveylla de la imperfecció dels hòmens
d'on ve, ne en què-s pren.»
3 Versión abreviada del original : aMolt se meraveyllà lo merca-
der de son deffalliment, lo qual en sa ànima sentia, per ço que no-s
podia sadoyllar de riqueses...»
886
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
su calor, más le deseaba multiplicar y más y más quería mul-
tiplicar calor y destruir la frialdad.
Félix se maravilló de que el ermitaño le respondiese con
palabras de tan alta doctrina, y consideró cuán grande es la
perfección de quien memora, entiende y ama justa y ordena-
damente a Dios.
CAPÍTULO LXXXVIII
DE LA NOBLEZA Y DE LA VILEZA
— La nobleza — dijo el ermitaño — es, hijo, de muchas ma-
neras, y lo es también la vileza, como su contrario ; mas por-
que en Dios hay nobleza y no hay vileza, contradice más
y de más modos la nobleza a la vileza que la vileza a la no-
bleza ; por lo que es gran maravilla el que en el mundo ten-
gan los hombres más inclinación a la vileza que a la noble-
za. Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que en la esencia
de Dios no hay vileza alguna, por ser toda nobleza, y esta
nobleza fuera vileza si no se siguiese y produjese de su no-
bleza igual nobleza.
Maravillóse Félix de oír que de la nobleza de Dios es siga
y produzca nobleza; por lo que el ermitaño prosiguió dicien-
do : — Hijo, en el humano entendimiento hay nobleza, por ha-
ber sido creado para entender a Dios ; y por esto, cuando le
entiende, es su entender noble, [lo cual procede de la noble-
za del humano entendimiento, y] porque se sigue el fin para
que fué creado. Has de saber, hijo, que la mayor nobleza que
el hombre puede considerar la ha de considerar en Dios, por-
que, si la podía considerar y hallar en otra cosa que no fuese
Dios, se seguiría que en Dios habría vileza o falta de noble-
za; y por esto conviene que de la nobleza de Dios se siga y
produzca nobleza por toda la bondad, grandeza, eternidad,
poder, sabiduría y voluntad, y por todos los demás atribu-
tos, porque, a no ser así, se seguiría que en el hombre habría
mayor nobleza que en Dios ; pues del hombre se sigue y pro-
duce hombre, y de la memoria memorar [y memorado], y
del entendimiento entender [y entendido], y de la voluntad
amar [y amado].
Mucho consideró Félix en lo que el ermitaño decía, y com-
prendió por sus palabras que en la divina esencia de Dios
Padre se sigue y produce Dios Hijo, y de Dios Padre y de
Dios Hijo se sigue y procede el Santo Espíritu, siendo todo
un Dios y una nobleza, para que haya nobleza en grandeza
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 88 887
de unidad, bondad, infinidad, eternidad, sabiduría y poder, etc.
Considerando Félix en todas estas cosas, se maravilló en ex-
tremo de la divina nobleza y de sus dignidades. Lo que co-
nociendo el ermitaño, prpsiguió diciendo: — Amado hijo, así
como la mayor nobleza que pueda haber conviene que sea en
Dios (o que sea Dios), así la mayor nobleza que la criatura
puede tener conviene que la tenga en Dios, la que puede te-
ner de dos modos: el uno, siendo una persona unida a la
naturaleza de Dios, y el otro, memorando, entendiendo y
amando a Dios; y respecto de que Dios en sí mesmo tiene
tanta nobleza que no puede tener más ni ser mayor, ha
querido dar a la criatura, esto es, a la naturaleza humana
de Cristo, tanta nobleza, que no puede tener más, por ser
tan grande, que hace que por su medio la naturaleza hu-
mana sea una persona con la naturaleza divina.
Has de saber, hijo, que cuando el entendimiento humano
entiende la piedra o el sol, u otra criatura, es más noble en
su entender que no lo es el sujeto que entiende, por causa
de que su entender le es más propio que no le es la cosa
entendida; pero cuando el entendimiento entiende a Dios, es
más noble en Dios que en su entender, aunque su entender
sea más propio y más cercano del mesmo entendimiento que
Dios (por ser su mismo acto).
Has de saber, hijo, que había un príncipe muy noble y
poderoso, el cual tuvo gran corte el día que fué nuevamente
armado caballero, y el mesmo día dió muchos empleos y
grandes dones, para manifestar su nobleza, por lo que con-
cibió en su espíritu gran vanagloria, así del lucimiento de
su corte como de sus riquezas. Pero después se maravilló de
que tan vil cosa como la vanagloria hubiese cabido en su
nobleza y en su entendimiento, hasta que por gracia del Al-
tísimo conoció que no hay en el mundo tan desordenado
memorar, entender y amar como la vileza, por [la] que se
había inclinado a la vanagloria.
— Señor — dijo Félix — >, gran maravilla es de que, siendo
cosa tan noble y justa el memorar, entender y amar a Dios,
el alma del hombre se pueda apartar de él e inclinarse a la
vileza del pecado. — Hijo — dijo el ermitaño — , así como es
gran nobleza amar, entender y memorar a Dios, así es gran
vileza memorarle, entenderle y desamarle.
De cuyas palabras Félix se maravilló, por parecerle que
era mayor nobleza memorar, entender y amar a Dios, que
vileza memorar, entender y'amar a los vicios; pero el ermi-
taño le dijo que la vileza de la voluntad que desama a Dios,
multiplica la vileza de la memoria que la memora y la vileza
del entendimiento que le entiende, por la gran participación
888
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
que la memoria, entendimiento y voluntad tienen en sus
obras.
— *Has de saber, hijo, que había una vez una señora, mu-
jer de un conde, la cual era muy casta y muy hermosa. Su-
cedió un día que el rey fué a visitarla y la solicitó para el
carnal deleite. La condesa se admiró de que el rey la des-
preciase tanto que creyese que ella podía condescender a sus
ilícitos deseos ; y así le preguntó que por qué la había tenido
en tan poco, que para tan vil obra la había solicitado. A que
el rey respondió que por la nobleza que el rey tiene mayor
que el conde, había creído que ella hubiera condescendido a
su voluntad. A que la condesa replicó que había mucha ma-
yor nobleza en el justo, caritativo, fuerte y sabio memorar,
entender y amar, que no en los condados, reinos ni imperios.
— Señor — dijo Félix — , ¿ cómo pudo ser que el mismo Je-
sucristo se entregase a la muerte en manos de tan vil gente
como eran los judíos que se la dieron, siendo así que el morir
es vileza y pena, y ésta tanto mayor como fueron viles y
malos los hombres que sin ocasión se la dieron? — Hijo — dijo
el ermitaño^— , cuanto más vil muerte padeció la naturaleza
humana de Jesucristo y cuanto más viles fueron los hom-
bres que se la dieron, más fué alabada, ensalzada y honrada
por ella la divina.
— 'Señor — dijo Félix — , siendo los sacramentos de nues-
tra Madre la Iglesia cosa tan santa, ¿por qué permite Dios
que por tantos hombres, tan viles y tan pecadores, sean me-
nospreciados y vilipendiados? — Hijo — «dijo el ermitaño — ,
Dios es humilde, paciente, justo y misericordioso, y ama
tener gran nobleza de grandeza en juzgar, perdonar, casti-
gar, humillar y permitir 1.
— Señor — dijo Félix — , cómo puede ser (o en qué con-
siste) el que haya tantos hombres en el mundo nobles, ricos
y emparentados, siendo sus hechos tan viles y de tan mala
crianza y educación? ¿Y por qué Dios permite que en el
mundo las cosas más viles sean más amadas que las más
nobles ?
— Hijo — dijo el ermitaño — , Dios ha dado libertad al hom-
bre para que libre y francamente pueda memorar, entender
y amar, porque sería gran vileza del alma si de necesidad
y sin libertad memorase, entendiese y amase, respecto de
que estos actos no podrían ser tan nobles, si fuese constre-
ñida a ejecutarlos sin libertad, como lo son ejecutándolos
con ella, y más siendo Dios tan digno por sus infinitas per-
fecciones de ser franca y libremente memorado, entendido
y amado.
1 «sofferir», dice el original.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 89
889
Has de saber, hijo, que había un rey muy poderoso de gen-
tes, pero falto de sabiduría. Este rey tenía en su corte un
hombre sabio, pero pobre; y así el sabio era [juzgado en la
corte por] más rico que el rey, por su sabiduría y porque
despreciaba los bienes temporales; pero el rey lo era más
que el sabio, en cuanto los tenía y poseía. Sucedió que el rey
hizo un pecado de orgullo o soberbia con cierta ciencia y co-
nocimiento 2, y el sabio hizo otro por ignorancia; en lo que
el sabio se mostró más vil que el rey por la ignorancia, y
el rey más vil que el sabio por la sabiduría.
CAPITULO LXXXIX
Del crecer y menguar
— Señor, gran maravilla me causa el que, en la divina
esencia, Dios Padre engendre a Dios Hijo y espire al Santo
Espíritu sin disminución alguna de su ser, no siéndolo me-
nor el que el Hijo y el Espíritu Santo no crezcan ni hayan
crecido, estándolos el Padre engendrando y espirando en to-
dos tiempos y antes del tiempo infinita y eternamente. — Hijo
— dijo el ermitaño — , como el Padre es eterno e infinito, y
de toda su infinidad y eternidad engendra al Hijo y espira
el Santo Espíritu, es imposible que el Padre pueda dismi-
nuirse ni el Hijo ni el Espíritu Santo aumentarse; y, por lo
mismo, de ser esta operación eterna e infinita, no cabe en
ella mayoridad ni minoridad, ni, por consecuencia, aumento
ni disminución.
— Señor — dijo Félix — , Jesucristo es una persona en la
que hay dos naturalezas, esto es, divina y humana; y así,
en cuanto la divina naturaleza unió a sí mesma a la humana,
parece que la divina ha crecido o se ha aumentado en aque-
lla unión. — Hijo — dijo el ermitaño — , el cuerpo y el alma
del hombre son una persona, no obstante que el cuerpo no
es alma, ni el alma es cuerpo, y, no obstante ser dos y unir-
se para ser el hombre, no por esta unión el hombre crece, ni
mengua, ni es más de una persona.
— Señor — dijo Félix — , siendo el hombre tan pequeño
cuando nace y creciendo en el cuerpo hasta la competente
edad, ¿cómo es que el alma no crece, siendo el hombre un
compuesto de cuerpo y alma? — Hijo — dijo el ermitaño —
2 tun peccat cerquer», escribió Ramón con frase ceñida y pinto-
resca.- La última frase dé este párrafo es dudosa en los diversos
manuscritos catalanes.
Sgo
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
el color del vino en que se echa agua no crece ni aumenta
el color mesmo del vino, pero sí el del agua donde se fecha o
el del agua que se echa en él, a la que da color.
— Señor — dijo Félix — , cuando el hombre ama alguna
cosa lentamente y con poco fervor y después la ama con mu-
cho fervor y vehemencia, ¿aquella voluntad de qué creció
(o quién hizo crecer aquella voluntad) ? — Hijo — dijo el er-
mitaño*— , había un hombre que levantaba un quintal de peso
desde tierra; después volvió a probar, y levantó dos, y se
admiró, por no alcanzar aquella mayor fuerza de dónde pro-
venía ; hasta que un filósofo le dijo que el poder, aunque está
siempre en potencia, no llega siempre a ponerse en acto.
— Señor — dijo Félix — , el grano de trigo, ¿cómo puede
ni apetece multiplicar tantos granos, no siendo él más de
uno? — -Hijo — dijo el ermitaño — , Dios Padre es uno y de
sí mesmo engendra a Dios Hijo ; y del Padre y del Hijo pro-
cede uno, que es el Santo Espíritu, permaneciendo todos tres
una esencia y una naturaleza; y porque la esencia y la na-
turaleza es eterna e infinita y es una misma en cada perso-
na, no se sigue multiplicación de universal a particular ni de
de particular a universal. Pero en el grano de trigo se mul-
tiplica lo universal en lo particular, esto es, los cuatro ele-
mentos, que universalmente se comunican en él debajo de la
tierra; por lo que el grano de trigo, multiplicándose él,
multiplica naturalmente los granos que engendra, lo que
si no hiciese, se seguiría que de lo universal y de lo particu-
lar no se siguiese mayor aumento que de lo particular y
particular. Además has de saber, hijo, que el grano de trigo
tiene apetito de conservar su especie, bajo de la cual se
contienen muchos granos particulares, los que naturalmen-
te multiplica, porque en la virtud que el grano tiene de con-
servar su especie y en la universalidad con que los elemen-
tos se le comunican, se hace la multiplicación de los granos.
— Señor — dijo Félix — , ¿por qué en este mundo apetece
tanto el hombre las honras, las riquezas y las felicidades?
— Hijo — dijo el ermitaño — , has de saber que había un fi-
lósofo que siempre quería multiplicar su sabiduría, y para
conseguirlo multiplicaba su entender y procuraba aprender
muchas cosas, porque cuanto más sabía y aprendía, más se
multiplicaba y aumentaba su entendimiento y más crecía
su sabiduría.
— Señor — dijo P"elix — , el sol, no siendo por sí cálido
(como no lo es), ¿cómo puede multiplicar el calor en el fue-
go, siendo éste por su misma naturaleza cálido? — Hijo — dijo
el ermitaño — , el entendimiento multiplica su similitud en
lo que entiende, porque de aquello que entiende y del mesmo
entendimiento se origina su entender, cuyo acto de entender
es similitud del mismo entendimiento; y así, por causa de
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 89 89I
que el sol y el fuego son semejantes en lucidez, multiplica
el fuego la calor en su misma semejanza; esto es, aumentan-
do su lucidez, aumenta su calor, respecto de ser propio en
él el lucir y el calentar y no podérsele aumentar la una vir-
tud sin aumentársele también la otra. Además has de saber,
hijo, que el calor que hay en el agua es todo del fuego, el
cual se va multiplicando en el fuego cuanto más éste va dis-
minuyendo la frialdad del agua, respecto de que por la dis-
minución de la frialdad se aproxima el fuego más a su sim-
plicidad (y que cuanto más se aproxima a su simplicidad,
más eficaz es su virtud).
— Señor — dijo Félix — , la bondad y la santa vida, ¿ cómo
se podrían multiplicar tanto en el mundo, que por ellas se
destruyesen o, a lo menos, se disminuyesen los vicios7
— Hijo — dijo el ermitaño — , había un hombre que deseaba
ser muy bueno, y, para conseguirlo, memoraba, entendía y
amaba la gran bondad de Dios; y así, por la similitud de
la bondad y de la grandeza que había entre la bondad que él
amaba tener y entre la bondad que memoraba, entendía y
amaba en Dios y en los demás hombres, crecía y se aumenta-
ba más y más en él cada día su bondad.
Además has de saber, hijo, que había un rey que siem-
pre estaba deseando multiplicar su honor y estimación, para
lo que hacía cuanto podía; y cuanto más apetecía y deseaba
ser honrado y estimado, más crecía y se aumentaba en su
alma la pasión y la tristeza; de que él se maravillaba discu-
rriendo cómo se podrían convertir en él el deseo de ias hon-
ras" y estimaciones en trabajos y aflicciones, hasta que un
sabio le dijo: "Señor, es natural cosa y divino mandato el
que el hombre ame la honra y servicio de Dios más que to-
das las demás cosas de este mundo; y porque Vuestra Ma-
jestad no lo ejecuta así ni se cuida del servicio y honra de
Dios, sino del suyo propio, queriendo tomarse lo que a Dios
sólo compete, se sigue el que halle Vuestra Majestad triste-
za y trabajo donde creía hallar honor y gusto."
— Señor — dijo Félix — , ¿ cómo se podría ensalzar nuestra
santa Iglesia y destruir los errores que la persiguen y opri-
men? — Hijo— dijo el ermitaño — , un hombre que había tra-
bajado mucho tiempo en utilidad de la Iglesia fué a París
y dijo al rey de Francia y a la Universidad de aquella ciudad
que sería muy conveniente el que en ella se estableciesen mo-
nasterios donde se aprendiesen los distintos idiomas de que
usan los infieles, y que en ellos se tradujese el Arte demons-
trativa, y que con ella traducida fuesen a los tártaros y a
otras naciones bárbaras; y que, de cualquier modo, se hi-
ciesen venir a París algunos hombres de aquellas mesmas
naciones, para que aprendiesen el uso de nuestras letras e
idiomas, y que después fuesen a sus tierras a enseñar lo que
892 OBRAS LITERARIAS Í>E RAMON LLULL
habían aprendido. Y, habiendo pedido aquel hombre al rey
y a la Universidad todas estas cosas y otras muchas, y so-
bre todo el que la Santa Sede lo autorizase y ayudase para
ello, porque así fuese permanente tan santa obra, no lo pudo
conseguir, no obstante haberles manifestado el que por en-
tonces no había otro medio, en lo humano, de que se exalta-
se la fe y se destruyese el error, pues convencidos y con-
vertidos los tártaros y otras numerosas naciones de aque-
llas partes, serían luego vencidos y convertidos los sarrace-
nos y moros, mayormente si se les ayuda con la predicación
y el ejemplo del martirio 1.
CAPÍTULO XC
DE LA GANANCIA Y DE LA PÉRDIDA
— Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que hubo un
mercader que se alegraba de todo lo que perdía y se entris-
tecía de todo lo que ganaba, lo que maravillaba a todos. Su-
cedió el que este mercader perdió mil pesos que tenía de
parte en una nave que se anegó, por cuyo motivo y para ma-
nifestación de su alegría hizo un convite, en el cual le pre-
guntó uno de los convidados que por qué se alegraba cuan-
do tenía alguna pérdida y por qué se entristecía cuando te-
nía alguna ganancia. A que él respondió diciendo: "De la
ociosidad y poco uso de los bienes temporales se sigue la
vanagloria, el orgullo y los falsos deleites. Y siendo todas es-
tas cosas muy temibles para el hombre, debe amar el no
tenerlas y temer el poseerlas ; y de las pérdidas y pobreza se
sigue el uso y ejercicio de la fortaleza, justicia y templanza
y de las demás riquezas espirituales; luego es consecuente
que deba el hombre alegrarse más de la pobreza temporal y
de los trabajos (que ocasiona, que de la riqueza, por cuanto
la primera le da motivos de ser bueno, de ejercitar las vir-
tudes y adquirir mérito, y la segunda, ocasiones de ser malo,
de ejercitar los vicios y de merecer eternas penas." Has de
saber, hijo, que en ganar a Dios gana el hombre infinita bon-
dad, infinita grandeza, infinita eternidad, infinito poder, sa-
biduría y voluntad, y gana también todos los atributos de
Dios y a todo Dios; y en perder el hombre a Dios, pierde a
Dios y a todas las cosas expresadas.
Mucho se maravilló Félix de la gran ganancia y de !a
1 Este párrafo refleja evidentemente las andanzas y los ideales
de Ramón Llull y la finalidad de su viaje a París cuando escribió
allí el Fèlix.
FELIX DE LAS MARAVILLAS. — C. Ç0
gran pérdida que el hombre puede hacer en Dios y con Dios,
y dijo que era gran maravilla el que las gentes temiesen tan
poco el perderle y se cuidasen tan poco de ganarle. — Ade-
más has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que, en cuanto
el hombre es criatura, es bueno, y es grande, y es durable, y
es poderoso, y con la bondad puede el hombre ganar gran-
deza, multiplicando la bondad y aumentando las virtudes; y
esto mismo puede hacer de la grandeza y duración, poder,
sabiduría, etc., y así en cada virtud y dignidad puede el hom-
bre ganar [una en] la otra, o perder la una perdiendo la
otra K
Mucho se admiró Félix de la gran ganancia que el hombre
puede hacer multiplicando la una virtud con la otra, y tan-
to mayor que el ganar dineros, villas ni castillos, cuanto
son mayores y más apreciables los bienes espirituales que
los temporales ; por lo que es gran maravilla que los hombres
aprecien tanto éstos y hagan tan poco caso de adquirir
aquéllos.
— Has de saber, hijo — dijo el ermitaño- — , que hufro un
mercader que quiso ganar en una bala de ropas mucho di-
nero, y como la encontrase mojada y conociese que no po-
día venderla sin algún engaño y baratería, deseó hacerle;
pero después se acordó y pensó que, si lo ejecutaba, per-
dería su justo memorar, entender y amar, cosa tanto más
apreciable que el dinero que mediante el engaño quería ga-
nar, por lo que dejó de hacerle.
— tSeñor — -dijo Félix — , ¿por qué naturaleza generalmente
aman los hombres hacer ganancias y huyen de tener pér-
didas? — Hijo — dijo el ermitaño — , con la ganancia concuer-
da la grandeza y con la pérdida concuerda la pequeñez; y
como en Dios hay grandeza y no pequeñez, se ama en Dios
la grandeza y, por consecuencia, lo que con ella concuerda,
que es la ganancia o el ganar, y se desama o aborrece la
pérdida, porque no tiene similitud alguna con las virtudes
de Dios ni se halla en Dios.
Mucho se maravilló Félix de que las gentes de este mun-
do amen más y prefieran las cosas que son de poco valor,
virtud y utilidad, a las que son de mucho y de gran nobleza
(como lo son las virtudes). — Hijo — dijo el ermitaño — , el
hombre puede ganarse o perderse a sí mesmo y puede con sí
mesmo ganarse a sí mesmo, y al contrario, perderse a sí
mesmo con sí mesmo. Se puede ganar a sí mesmo amando,
conociendo y sirviendo a Dios, que es la final intención para
que fué creado, por cuyo medio conseguirá gloria sin fin;
y se puede perder a sí mesmo perdiéndose y apartándose del
1 JL\ párrafo siguiente está notablemente abreviado, pero el sen-
tido es exacto.
894
OBRAS LITERARIAS ÜE RAMON LLULL
fin para que fué creado ; por cuyo medio proviene 2 a infinitos
tormentos y eternas penas. Además has de saber que, según
curso natural, el entendimiento más gana o se complace en
su justo entender, esto es, entendiéndose a sí mesmo, que no
en entender los dineros, los bienes, los castillos, aunque sean
justamente ganados o adquiridos ; y cuando injustamente en-
tiende, esto es, injustamente se entiende a sí mesmo, pierde
más que cuando entiende que ha perdido el dinero, los cas-
tillos o las posesiones.
Félix se admiraba de lo que el ermitaño decía, respecto
de que los hombres más creen haber ganado cuando ganan
dineros u otros bienes que cuando adquieren inteligencia y
virtud 3 ; y anás creen haber perdido cuando creen haber per-
dido los bienes temporales que cuando creen haber perdido
los espirituales.
— Hijo — dijo el ermitaño — , a un hombre se le murió un
hijo que mucho amaba, y el día de su muerte le vinieron a
visitar muchas gentes, como es costumbre. Y uno de ellos,
dándole el pésame, le dijo cuánto sentía el que hubiese per-
dido tan buen hijo. A que el padre respondió que era mucho
más lo que había ganado en llevar con paciencia y resig-
nación la muerte de su hijo, que no el daño ni pérdida que
por ella se le había ocasionado.
Además has de saber, hijo, que hubo un hombre que llo-
raba y se lamentaba del tiempo que había perdido por ha-
berle empleado mal y por ver que de ningún modo le podía
recuperar. Estando con este sentimiento, consideró que,
no obstante, podría recuperarle en parte multiplicando la
grandeza de la justicia, caridad, esperanza, sabiduría y for-
taleza en su memorar, entender y amar. Consolado por este
medio y por el de la reiterada consideración de que podría
recobrarle con la multiplicación de las virtudes, vió a un
prelado y a un príncipe que estaban jugando al ajedrez, a
quienes, habiendo preguntado por qué jugaban, le respon-
dieron que por pasar el tiempo y por no estar ociosos; por
lo que lloró el santo hombre, considerando el tiempo que
perdían, y dijo: "¡Oh, cuánto pierde el hombre en perder el
tiempo, como le pierden éstos y todos aquellos que le em-
plean en jugar a este juego (al de los dados, al de los nai-
pes) y en otras diversiones!" 4 Con cuya consideración lloró
2 «proviene» en vez de «llega».
3 Segiin el texto catalán, «que con guanyen justícia entendre» ; y,
más abajo, «que con perden just entendre».
4 Traducción muy libre; he ahí el original: «¡A, quant pert
hom en perdre temps ! Lo qual temps és perdut a tots aquells qui
no fan ço per què són elets a offici hon Déus sia amat e conegut,
en lo qual offici no és joch de escachs ne de daus, ne cassar, sojor-
nar, ne neguna de les altres coses semblants a aquestes.»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. qi 895
el santo hombre; de que Fe maravillaron el príncipe y el pre-
lado, pero mucho más él de oue no le entendiesen ni cum-
pliesen con lo que debían y les decía.
Además has de saber, hijo, que hubo un caballero que
tuvo un hijo a quien mataron con muerte violenta y en pe-
cado, de cuyo suceso el caballero se entristeció y lloró mu-
cho, sin encontrar consuelo, por decir que le era de gran
daño y había tenido gran pérdida en la muerte de su hijo,
por haberle engendrado y ser de su carne y sangre, pero que
le era mucho mayor y sin comparación más sensible el que
hubiese muerto en pecado mortal y el que, por consecuencia,
estuviese en la ira de Dios y en el fuego perdurable por toda
una eternidad.
Además has de saber, hijo, que a una tierra extraña y
distante fué un santo religioso con muchos compañeros, con
el fin de convertir los infieles que la habitaban, viviendo
entre ellos. Sucedió el haber convertido a uno, el cual a la
hora de su muerte manifestó mantenerse firme en la fe y
que, por consecuencia, esperaba la gloria ; de que el religioso
se alegró mucho, considerando que por su medio había Dios
ganado aquella alma [que estaba perdida] (o que aquella
alma había ganado >por su medio a Dios). Después vió el
religioso a una mujer, a quien también' había convertido, en
oración, y que le decía a Dios estas palabrs: "Dios y Señor,
a quien yo por ignorancia y por el pecado original había
perdido, bendito seas tú, que me has hecho la gracia de que
te haya vuelto a hallar y de que haya en ti hallado ftodo mi
bien y todo mi consuelo; y bendito sea aquel que por ha-
berme convertido y ganado para ti ha adquirido tan gran
mérito."
CAPÍTULO XCI
Del ardimiento y de la cobardía
— El ardimiento (o valor) — 'dijo el ermitaño — -y la cobar-
día son contrarios, y el ardimiento contrasta a la cobardía
con el aire, y la cobardía al ardimiento con la tierra.
Maravillóse Félix de lo que el ermitaño decía, por lo que
éste prosiguió, diciendo : — El ardimiento se forma de la san-
gre, que es húmeda y cálida, esparciéndola el corazón en
abundancia por todos los miembros, con la cual se fortalecen
ellos y los espíritus, y de esto se engendra y origina el valor,
el cual falta cuando es vencido por sus contrarios, que son
la sequedad y frialdad, las que restriñen la sangre y la hacen
So6
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
retroceder de los miembros al corazón, [al cual la sangre de
los miembros vuelve, y de los miembros sale] ; por cuya re-
trocesión y separación queda el cuerpo sin espíritus y sin
valor ni ardimiento [y nace la cobardía].
Amado hijo, por la virtud de la fortaleza vive el ardi-
miento en el espíritu del hombre 1 ; y así como el corazón
da fortaleza y valor al cuerpo por medio de la sangre que
le comunica y comunica a los miembros, así esta virtud for-
tifica las otras virtudes, comunicándose a la fe, caridad,
justicia y sabiduría, y éstas la fortifican a ella, comunicán-
dose y mezclándose mutuamente; y así todas juntas dan
virtud, fortaleza y valor» al hombre y ahuyentan de él el
miedo y la cobardía K
Admiróse Félix de las palabras del ermitaño, y dijo que
él había visto muchos hombres sin fe, esperanza, caridad,
justicia ni sabiduría valientes. A lo que el ermitaño respon-
dió que éstos son valientes o les engendra valor el mucho
memorar, entender y amar las cosas, y el que, como a los
demás, la sangre de que abundan y reparte el corazón por
sus miembros les engendra el ardimiento y valor2; aunque
en realidad no es valor verdadero, porque para el valor ver-
dadero, además de la abundancia de la sangre [por todos
los miembros y espíritus del cuerpo], y del mucho memo-
rar, entender y amar las cosas, se requiere el ejercicio de
las virtudes.
— -Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que, estando
un rey y un emperador ai frente de sus ejércitos para darse*
la batalla, el emperador y su ejército concibieron gran valor
y esperanza de la victoria por verse mucho mayores en nú-
mero y en calidad que los del rey; y el rey y su ejército
concibieron gran miedo al verse tan pocos y tan inferiores
en todo: el que llegó a supeditarles tanto, que estuvieron
para huirse, y lo hubieran ejecutado a no considerar que
el rey tenía justicia en lo que pretendía, y que así era razón
defenderla hasta morir, dejándose en las manos de Dios.
Cuya consideración fortaleció tanto el espíritu del rey y de
sus gentes, que embistieron al emperador y le derrotaron;
en que conocerás que el más valiente es el que mejor funda
su razón o el que más razón tiene cuando pelea 3.
1 El final de este párrafo está muy resumido.
2 Según el original, diría solamente : «estos tales son valientes
por gran recuerdo y querer, y por la sangre que abunda en los
miembros del cuerpo».
3 Traducción fragmentaria y desmañada. He ahí el texto de Llull :
«Estant aquest rey en paor, "en volentat li vénch que se'n fu?ís ;
mas vergonya e justícia, car bon dret havia, li ajudaren, e confià's
en son bon dret, e amà més morir que ésser desobadient a fortesa
de coratge. Con lo rey ach pres aytal concebiment, ell sentí que
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. ÇI 8Q7
Además has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que una
vez se desafiaron un caballero cristiano y un mahometano,
por defender el cristiano que Cristo era Dios, y el sarraceno
negarlo. Ambos a dos eran fuertes y valerosos; pero, consi-
derando el cristiano que Dios por amor del hombre se había
encarnado y, en cuanto hombre, muerto, se le aumentaba
el valor, y con él la fe, esperanza, caridad, fortaleza y jus-
ticia, por lo que venció al mahometano, [que no creía en
aquella encarnación y muerte].
— Señor — dijo Félix — >, en una provincia había un mar-
qués y un conde que se hacían la guerra, en la que el mar-
qués era muy inteligente, por lo que tomaba muy bien sus
medidas y ordenaba igualmente sus cosas y sus gentes; pero
cuando se hallaba en la batalla tenía tan poco valor, que
nada ejecutaba de lo que había premeditado ; lo que me cau-
sa admiración.
— 'Hijo — dijo el ermitaño — -, has de saber que había un
hombre que amaba tanto a su príncipe, que cuando estaba
delante de él no le sabía alabar, ejecutándolo con primor
cuando estaba ausente, lo que dimanaba del gran amor que
le tenía y del respeto que le causaba por ser su príncipe y
como a tal temerle; por lo que el corazón de este hombre
influía en él con tal abundancia y precipitación la sangre
por todos los miembros para enardecerlos 4, que perturbaban
la memoria y el entendimiento, por cuyo motivo no podían
obrar ordenadamente ni con acierto.
Además has de saber, hijo, que dos naves de sarracenos
atacaron a una -de cristianos, en cuyo combate el señor de
la misma nave, que iba en ella, se acobardó tanto, que se
metió debajo de escotilla, por ser hombre injusto y pecador
y tener miedo de morir; y, al contrario, un hombre justo y
de buena vida que iba en ella se defendió y la defendió va-
lerosamente, sin ser señor de la nave ni tener en ella parte;
de que, admirado el almirante moro, después de rendida, dijo
a aquellos dos hombres que, si no se volvían moros y abra-
zaban la secta de Mahoma, les haría quitar la vida. A lo que
asintió luego el señor de la nave, como hombre injusto y
pecador; pero el otro nunca quiso consentir, y ge la dejó
son cor tramès la sanch per tots los membres e los spirits de son
cors, e començà molt menbrar, entendre e amar Déu e virtuts ; e
adonchs fo guarnit ílo rey de ardiment, per lo qual aneçà e guarní
totes ses gents de ardiment. Aquell rey se cobaté ab l'emperador,
e fo vençut l'emperador e ses gents, per ço car no era fermat lur
ardiment sobre tens bons fonaments com eren ceylls del rey e de
sa gent. Gran fo la meraveylla que fo per tota la terra con lo rey
ab ten poques de gents ach vençuda la bataylla.»
4 En el original, «E lo cor trop influïa la sanch per tots los mem-
bres e exalçava tant son voler...».
29
SgS
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
quitar antes de abandonar la religión que profesaba, por lo
que murió mártir 5.
— Señor — dijo Félix — , mucho me admiro del valor y ar-
dimiento que muestran tener los hombres del mundo por
gamair dinero, honras, riquezas y fama, sin temor de morir
en los peligros a que se exponen para conseguirlo ; pero mu-
cho más de la cobardía que se experimenta en la mayor parte
de los hombres religiosos, que no osan morir, como deberían,
por la honra de Dios y por su servicio.
— Hijo — |dijo el ermitaño — <, cuando la memoria memora
mucho y por mucho tiempo una cosa, y el entendimiento la
entiende, y la voluntad la ama, sostienen y se exponen los
hombres por haberla y conseguirla a mayores peligros y a
mayores trabajos que a los que se exponen por conseguir
otras que poco y por poco tiempo memoran, entienden y
aman.
Has de saber, hijo, que había un religioso que predicaba
la fe de Jesucristo en una ciudad de moros, cuyo príncipe
le hizo intimar un decreto en que le mandaba que dejase de
predicar y se fuese de aquella ciudad, porque, si no, le haría
quitar la vida ; a que el religioso replicó estaba más obligado
a servir y a obedecer al rey del cielo que al de la tierra,
por lo que no quiso salir de la ciudad ni dejar de predicar,
estimándose más morir y obedecer a Dios que vivir y des-
obedecerle.
— Señor — dijo Félix — , hubo un caballero que combatió
con un escudero en duelo porque le asistía la razón y jus-
ticia, y el escudero combatía sólo con el caballero por una
porción de dinero que le habían [prometido si podía ganar
la batalla] 6 ; y habiendo, no obstante esto, superado y muer-
to el escudero al caballero, estoy muy admirado jde ello, pues
el valor y ardimiento es más propio en el hombre cuando de-
fiende la justicia y la razón que ¿cuando pelea por interés.
— Hijo — dijo el ermitaño — , cada uno de estos dos comba-
tientes logró en el combate el premio a que anhelaba, pues
el escudero ganó las riquezas, y el caballero la gloria, por
haber muerto en defensa de la justicia que le asistía ; en que
consiguió mayor galardón y mayor premio que el escudero
en haber ganado la riqueza o ¡el dinero.
— Señor — dijo Félix — , un caballero tenía gran deseo de
encontrarse con otro caballero enemigo suyo, pareciéndole
que, si reñía con él, le vencería y mataría; y habiéndole en-
contrado, en lugar de embestirle, tuvo miedo y huyó de
él, de que me maravillo.
Todo este párrafo y el que signe están traducidos muy libró-
me n te.
0 El texto español dice «que le habían dado».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. yl S99
— Hijo — dijo el ermitaño — , cuando la vista corporal ve
alguna cosa de que puede recibir daño el cuerpo, el corazón
se restriñe y la sangre [huye de] 7 los miembros, de que
dimana el que el hombre queda cobarde y falto de (Valor8;
pero, vuelto sobre sí y pasado aquel primer asombro o pas.
mo que le causó la vista del peligro, si halla tener razón y
justicia en lo que emprende, vuelve el corazón a ensanchar-
se y a recoger la sangre que había esparcido, la que nueva-
mente, y con nuevos espíritus, vuelve a repartir por los
miembros, y entonces ya el temor del peligro no le acobar-
da ni el valor le falta.
Has de saber que había dos reyes, el uno muy justo,
bueno y amado de sus vasallos, y el otro injusto, malo y
aborrecido de los suyos, los cuales estaban en guerra. Y ha-
biendo llegado el caso de darse la batalla, el justo y bueno
la venció; habiendo sido el primero que, con arrojo y des-
precio de la muerte, embistió y se metió entre sus ene-
migos.
También has de saber que había un hombre que iba por
el mundo reprendiendo a los reyes y a los prelados porque
no trataban y disponían la conversión de los infieles, para
que Dios fuese más amado y conocido, el cual, estando un
día delante de un prelado injusto y pecador que tenía gran
compañía y comitiva, quiso reprenderle como a los demás;
pero al tiempo de ejecutarlo le faltó el valor y se acobardó,
sin poder decir lo que tenía intención, por lo que recurrió
a ayudarse con la fortaleza, caridad, justicia y humildad,
y para conseguirlo con más fervor se azotó fuertemente con
unas correas que llevaba, y así después se halló con forta-
leza de espíritu para reprender al prelado, que, por cuidar-
se de su honor, se descuidada del de Jesucristo; de cuya
osadía el prelado se admiró, y le hizo echar de su palacio,
habiéndole hecho primero dar de palos por dos criados, lo
que admiró a los circunstantes a vista de la poca devoción
y menos justicia, paciencia, humildad y caridad del pre-
lado.
7 Erróneamente, el traductor interpretó como «se esparce por los
miembros» la frase luliana «fuig als membres».
8 Compárase con la rapidez y plasticidad del original : «e mor
ardiment, e viu volpeatge ; mas com fortesa de coratge enforteix
lo cor, e la sanch li fa trametrà per los membres, adonchs la vista
corporal no pot engendrar en lo cor volpeatge, ne-n pot citar ar-
diment».
yOO OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
CAPITULO XCI1
Del honor y deshonor
— A Dios — dijo el ermitaño — le compete todo honor y
ningún deshonor, y por esto, todo cuanto tiene ser ha sido
creado para honrarle y servirle; y por causa de competerle
a Dios todo honor y haber sido creado el hombre a su ima-
gen y semejanza, apetece por naturaleza todo hombre el ser
honrado (o el que le honren).
— Señor — dijo Félix — , según vuestras palabras, el hom-
bre quiere ser honrado por ser imagen de Dios y por ha-
berle Dios creado [y porque a Dios le compete le honra] ;
lo que si es así [como vos decís], preguntóos: ¿por qué el
hombre ama más en este mundo su propia honra que la de
Dios?, [pues es gran maravilla que, si el hombre ama la
honra porque es semejante a Dios, y a Dios compete la glo-
ria más que al hombre, ¿por qué el hombre ama más hon-
rarse a sí mismo que a Dios?]
— Hijo — dijo el ermitaño — , el honor y deshonor son
contrarios, y porque el hombre se inclina a pecar, se aca-
rrea el deshonor, por el que hace a la similitud de Dios que
tiene [cuando se somete al (pecado; y por esta sujeción le
viene deshonra], porque ama más ser él honrado que no que
lo sea Dios.
— Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que en una ciu-
dad había un ciudadano muy noble y rico, humilde y bien
acostumbrado, por lo que todos los días honraba su alma,
ejercitándola en memorar, entender y amar lo bueno, pues
el buen memorar, entender y amar es honrar y venerar al
alma y, al mismo tiempo, a la fe, esperanza, caridad, justi-
cia, fortaleza, templanza y a las demás virtudes. Este ciu-
dadano tenía mujer bella y noble, por lo que era orgulloso
y amaba ser venerada y alabada por su belleza y nobleza,
según los cinco sentidos corporales. Y así apetecía traer
ricos vestidos y adornos, para que la obsequiasen y dijesen
bien de ella (olvidándose de Dios). Y como [Dios no es
cuerpo ni tiene en sí los cinco sentidos corporales, por eso la
mujer amaba más honras en las cosas que son desemejantes
a Dios, que en aquellas que con Dios tienen semejanza.
Y, como] su marido hiciese todo lo contrario, al mismo tiem-
po que el uno honraba a Dios, el otro le deshonraba (o pri-
vaba del honor que le competía).
FÉLIX DL LAS MARAVILLAS. — C. y¿ yul
Además has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que lam-
bía un prelado muy poderoso de los bienes de este nnrodo.
pero hombre muy mal acostumbrado. Este prelado era or-
gulloso, por lo que se maravillaba mucho de que las gentes
no le hiciesen gran honor y le tuviesen gran veneración. Su-
cedió un día que él preguntó a un clérigo, su súbdito, la
causa de que las gentes le honrasen y obsequiasen tan poco.
A lo que el clérigo respondió: "Señor, ningún hombre, se-
gún razón y naturaleza, debe ser honrado si no es en cuan-
to lo es Dios en él ; por lo que quiere Dios que los hombrea
honremos a los prelados sólo para ser honrado. Y porqv*
vos amáis sólo el ser ¡honrado por vos mesmo y no porque
en vos lo sea Dios, pervertís en vos la naturaleza del honor
y la causa por que las gentes debían honraros;. y por este
motivo y porque os comprenden y entienden orgulloso, ava-
ro y lujurioso, no os tienen por digno del honor que apete-
céis, sino es del deshonor que experimentáis.
Además has de saber, hijo, que en una ciudad sucedió
ser electo obispo un hijo de un labrador pobre, el cual lloa-
raba mucho a su padre, y a su madre, y a todos sus parien-
tes, pero no les daba nada, aunque el obispado era muy rico
y tenía grandes rentas; por lo que todos los feligreses es-
taban admirados de que el obispo no enriqueciese a su pa-
dre y a su madre, siéndole tan fácil, y de que, honrándolos
tanto, no tuviese vergüenza de tener parientes tan pobres.
Y como pasase por allí un arzobispo y hospedádose en el
palacio del obispo, en conversación le dijo que hacía muy
mal en no enriquecer sus parientes cuando podía, sin per-
mitirlos andar delante de él tan pobremente vestidos y des-
pojados, lo que era deshonra y vergüenza, no sólo de su li-
naje, sino es de su dignidad. A que el obispo respondió:
"Las riquezas son peligrosas cuando recaen en sujetos de
vil linaje, y lo mismo sucede de las honras; y así yo honro
a mis parientes por humillarme y tener presentes mis prin-
cipios, y por lo mesmo, y por ser la humildad prenda tan
amable, quiero que vayan mal vestidos; y por este motivo
y porque desprecio la honra mía y de mi linaje y aprecio
la de Dios, se cuida Dios de mi honor, queriendo ser por mi
medio honrado en manifestación de su poder."
Además has de saber, hijo, que había un rey que amaba
mucho el ser honrado y obsequiado, y para conseguirlo se
gastaba inútilmente la mayor parte de las rentas de su rei-
no, sin cuidarse de que fuese honrado Dios, que era para
lo que era rey. Sucedió un día que un rico judío vino delan-
te de él, al que honró y recibió alegremente, con el fin de
que el judío le prestase una gran porción de dinero que le
había pedido; por lo que un cristiano que se halló presente
exclamó, diciendo: "Deshonrado y vituperado es Jesucris-
902 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
to en el alma del judío, que no cree que el mesmo Cristo
sea Dios verdadero, «antes cree que sea hombre vil, peca-
dor, falso y engañador, por cuyo motivo quiere mal a Cris-
to y a todos los que le siguen. Deshonrado es Cristo en el
alma del príncipe que ama más su honor que el de Dios.
Deshonrado es Dios en el poder del príncipe que podía ha-
cer que Dios fuese honrado en muchos países donde es des-
honrado y blasfemado. Deshonrado es Dios en todas aque-
llas tierras donde dicen que el sol, la luna 1 y los ídolos son
dioses. Deshonrado es Dios en todas aquellas partes y por
todos aquellos hombres que dicen que no le hay; y deshon-
rado es Dios todas las veces que los hombres aman más los
dineros, los hijos, las blandas ropas, los delicados manja-
res y las hermosas mujeres que a Dios." Estas y otras mu-
chas palabras dijo aquel santo hombre en presencia del rey
y del judío, quienes se rieron de ellas, por lo que llorando
dijo se maravillaba mucho cómo era Dios tan deshonrado
por el mal príncipe, cuando en este mundo le hace Dios ser
honrado sobre todos los hombres, habiendo Dios honrado a
todos los hombres e impreso en ellos sus similitudes y ha-
biendo creado tantas criaturas para su servicio, y ellos y
ellas para el del príncipe, en cuanto representa a Dios. Des-
honra [el hombre a Dios deshonrándolo con sus similitudes,
en cuanto las hace contrarias ¿a El por obras de pecado.
Y deshonra] también en este mundo el mal príncipe a Dios,
en cuanto es omiso en hacerle honrar como debía y castigar
a los que le ofenden.
De cuyas palabras se admiró Félix, considerando la gran
paciencia y humildad de Dios en sufrir tantos deshonores
que se le hacen en el mundo (y tantos* pecados que contra
sus mandamientos se cometen).
— Señor — dijo Félix — , gran maravilla me causa lo apre-
ciado y apetecido que es en el mundo el obsequio y el honor,
con especialidad por los príncipes, prelados, clérigos, reli-
giosos, caballeros, ciudadanos, mercaderes y todo género de
gentes, pues muchos veo que dejaron y se despojaron de la
mujer, de los hijos, de los deleites y de las riquezas, mas
del honor nadie se quiere despojar ni dejar, antes bien to-
dos se airan y enfurecen si se le quitan o quieren quitar.
■ — Hijo — dijo el ermitaño — , el honor y el deshonor son
contrarios y tienen mayor contrariedad en la grandeza que
en la pequenez; y por competerle a Dios honor, y gran ho-
nor, quiere Su Majestad que todos los hombres, y con espe-
cialidad los prelados, los príncipes y los caballeros, deseen
ser honrados, para que lo sea en ellos el mesmo Dios. Y por-
que los hombres pervierten esta intención y quieren ser hon
1 El original no dice aquí «luna», sino «upega», abubilla'.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 93 903
rados por ellos mesmos, permite Dios que sean deshonrados
con falsas y sucias imaginaciones y pensamientos, para que
caigan en su ira y maldición y sean dignos de su justicia.
Amado hijo, abre los ojos de tus pensamientos y repara
cuántas armas, cuántos blasones, cuántos edificios y cuán-
tas cosas se han hecho y hacen en el mundo para ser hon-
rados los hombres; y para que lo sea Dios, mira cuán pocos
trabajan.
Lloró Félix, y lo mesmo hizo el ermitaño, y dijeron que
el deshonor había vencido en el mundo al honor, por de-
fecto de los que le gobiernan.
CAPÍTULO X C 1 1 1
DE LA HERMOSURA Y DE LA FEALDAD
— Naturalmente — dijo el ermitaño — , ama el hombre la
hermosura, por haberla en Dios; pero, siendo ésta espiri-
tual y no corporal, es maravilla el que el hombre ¿e incline
a amar más la hermosura corporal que la espiritual. Es la
hermosura espiritual — prosiguió el ermitaño — el memorar,
entender y amar a Dios y a las virtudes, y memorar, en-
tender y aborrecer los vicios. Y es la fealdad espiritual me-
morar, entender y desamar o aborrecer a Dios y a las vir-
tudes, y memorar, entender y amar los vicios; lo que siendo
así, es gran maravilla el que la fealdad esté tan ensalzada
y sea en tan gran cantidad en el mundo y el que la hermo-
sura esté tan abatida y sea en tanta poquedad 1.
Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que toda la mayor
hermosura que el hombre puede tener es considerar en la
divina esencia, en la cual Dios Padre de su hermosura en-
gendra a Dios Hijo y espira a Dios Espíritu Santo; porque
en la fruición que tiene en sí mesmo el Padre de su bondad,
infinidad, eternidad y demás atributos, es hermoso en sí
mesmo, y en el Hijo, y en el Santo Espíritu; y el Hijo es
hermoso en sí mesmo, y en el Padre, y en el Santo Espíritu ;
y el Santo Espíritu es hermoso en sí mesmo, y en el Padre,
y en el Hijo.
Para que Félix mejor entendiese lo que es la divina her-
mosura, dijo el ermitaño que una santa alma estaba en con-
templación y veía gran hermosura en su entendimiento y en
su entender, porque el entendimiento entendía que podía en-
tender a Dios, y en este poder entendía gran hermosura, por
1 El traductor, interpretando mal «en ten gran poquea», escribió
«en tan poca»,
904
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
ser gran hermosura el entenderle, por hermosearse mucho
el entendimiento entendiéndole ; y lo mismo veía aquella san-
ta alma en su memoria y en su voluntad. Y viendo tanta
hermosura de poder en sus tres potencias, quiso tenerla y
ejercerla, memorando, entendiendo y amando a Dios para ser
del todo hermosa en su esencia y en sus operaciones.
Entendió Félix la similitud del ermitaño, y dijo que en-
tendiendo Dios hermosura de poder en su bondad, infinidad
y eternidad y demás atributos, quiere que en aquella bondad
haya hermosura de producción buena, infinita y eterna, y
que sea hermosura en hermosura de operación por todos los
mismos atributos, siendo todos una hermosura esencial, aun-
que distinta, por las distintas operaciones de las divinas per-
sonas.
En tanto que Félix consideraba esto, se maravillaba de
que ningún hombre que ve y contempla tan gran hermosura
en Dios se pueda inclinar a la fealdad ni al pecado, por lo
que el ermitaño le dijo:
— Has de saber, hijo, que la divina hermosura quiso crear
su similitud en la nobleza del alma, por lo que puso en el
entendimiento hermosura de bondad, hermosura de grandeza,
hermosura de duración, hermosura de poder y hermosura de
entender, por ser bella cosa al humano entendimiento el ser
bueno, grande, [durable], poderoso y sabio. Y porque Dios
es inteligible y el entendimiento le puede entender, puso
Dios en él la hermosura de entender, lo que fué hermosa-
mente ordenado para que la hermosura de la sabiduría fuese
superior ¿a las demás hermosuras, respecto de que el alma
puede entender a Dios y no puede hacerle bueno, ni grande,
ni durable, ni poderoso.
Mucho agradó a Félix lo que el ermitaño le decía, por
parecerle que hablaba sutil y hermosamente ; por lo que éste
añadió que lo mismo que se había dicho de la hermosura dei
entendimiento, debía entenderse de la hermosura de la me-
moria y de la voluntad, pues Dios es memorable y amable
igualmente que inteligible.
Como el ermitaño conoció que Félix le había entendido,
tuvo gran compdacencia y, por consecuencia, hermosura de
placer, caridad, justicia y sabiduría; por lo que dijo que
Dios había hermoseado el entendimiento humano con hermo-
sura de bondad, de grandeza, de duración, de poder y de
sabiduría, y había puesto en él más hermosura de sabiduría
que de bondad, grandeza ni duración, por causa de ser Dios
inteligible por el alma y no bonificable, magnificable, eter-
nificable, [posificable], etc.; y por esto todas las hermosu-
ras se nombran (y están en el alma) bajo de la hermosura
del entendimiento, memoria y voluntad.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 93 905
Habiendo el ermitaño dicho estas palabras de la hermo-
sura espiritual, quiso hablar de la corporal, y dijo que Dios
ha hermoseado el cuerpo del hombre con sus cualidades;
esto es decir que la substancia está hermoseada de los ac-
cidentes; lo que dijo el ermitaño para que Félix elevase su
entendimiento todo lo posible, para entender la hermosura
espiritual puesta en el alma, la que está hermoseada con las
similitudes de Dios y por El creadas, de cuyas similitudes
resulta la unión y composición del alma, y estas similitudes
de la bondad, de la grandeza, de la eternidad y del poder, etc.,
hermosean a las similitudes substanciales, esto es, a la me-
moria, al entendimiento y a la voluntad, que son substan-
ciales y unidas con el alma racional, según explicamos en
nuestro Libro del Caos.
Por las antecedentes palabras dichas por el ermitaño en-
tendió Félix que la esencia del alma es un ser unido de me-
moria, entendimiento y voluntad, que juntos la componen,
por ser Dios memorable, inteligible y amable, hallándose en
la (mesma alma las otras similitudes de Dios por manera de
potencias y calidades, por no ser Dios bonificable, magnifica-
ble ni eternificable [ni posificable] por el alma.
Y cuanto más Félix entendía y consideraba las palabras
del ermitaño, más se maravillaba de que, siendo el alma
creada de tan bellas, tan- nobles y tan grandes hermosuras,
se pueda inclinar al pecado y a tantas fealdades. — Hijo
-^dijo el ermitaño — , la vida corporal se deleita en ver be-
llos colores, bellas facciones, bellos vestidos, árboles, hojas,
flores, frutos, edificios, sol, luna, estrellas, mar, bestias, aves,
hombres y las otras cosas semejantes a éstas, siendo todas
ellas y toda su belleza nada en comparación de la hermosura
del alma y de sus potencias y virtudes, y la hermosura del
alma, con todas sus potencias y virtudes, nada en compara-
ción de la hermosura que ¡Dios tiene en su esencia, en sus
atributos, en sus personas y en sus obras; lo que siendo así,
como lo es, es gran maravilla el que la belleza corporal sea
más amada que la espiritual, ni la espiritual creada, que la
espiritual increada. Además has de saber, Jiijo, que la ma-
yor hermosura que Dios pudo poner en criatura fué cuando
la hizo tal, que consigo mesmo fuese una persona, por lo que
en aquella criatura fueron tan unidas y semejantes las si-
militudes increadas y creadas, que fueron ama sola persona.
Maravillóse Félix mucho de la gran hermosura que hubo
en Jesucristo, y de la belleza de su vida y doctrina, y tam-
bién de la de nuestra Señora y los apóstoles; y se maravilló
también de la fealdad que hay en los hombres cristianos
que consienten que aquella gran hermosura de Cristo sea en
Qo6 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
este mundo menospreciada por los judíos y por los sarra-
cenos e ignorada por los tártaros y otros infieles.
— HHas de saber, hijo— iprosiguió él ermitaño—, que una
mujer pasaba por un camino donde había muchas gentes.
Elsta mujer iba noble y pomposamente vestida y adornada,
y era muy hermosa, pero estaba encenagada en los pecados
de gula y lujuria; por lo que un hombre que la vió pasar
dijo a otro que él estaba admirado de que en aquella mujer
se hubiesen unido la hermosura y la fealdad. A lo que el otro
respondió diciendo :
"Has de saber que había un prelado ricamente revestido
cantando la misa en el altar mayor de una iglesia, y estando
consagrando el cuerpo de Jesucristo, consideró cuan grande
era la hermosura que Dios tenía en aquel sacramento, donde
se hace tan maravillosa, tan milagrosa, tan honrada y tan
noble obra, que el poder de Dios vence y supera todos los
poderes de la naturaleza, para significarnos su hermosura,
la cual tiene en su bondad, grandeza, eternidad, poder, sabi-
duría, voluntad y en todos los demás atributos. En tanto
que aquel prelado contemplaba la gran hermosura que el
poder de Dios tenía en todos sus atributos, y que aquella
hermosura se representaba en el santo sacrificio de la misa,
se acordó de una mujer a quien mucho había lamado y con
quien mucho tiempo había pecado, y entonces se maravilló
mucho de que por tan feo y sucio pecado hubiese sido ene-
migo de tan gran hermosura como en aquel santo sacrificio
se le representaba y entendía."
Además has de saber, hijo — (dijo el ermitaño — , que había
una mujer muy hermosa, lo que le ocasionaba el ser orgu-
llosa y soberbia. Sucedió un día que, habiéndose mirado en
el espejo, se puso a contemplar en su hermosura, y, habiendo
tenido después necesidad de ir a la secreta, reparó en ella
la fealdad, horrura y fetor que saJlía de su cuerpo, y entonces
consideró lia poca razón que tenía de ser soberbia y vanaglo-
riosa por su belleza, cuando su cuerpo encerraba y contenía
tan fea y asquerosa porquería.
Hijo — dijo el ermitaño — , es feísima cosa el que los sa-
rracenos posean la Santa Tierra donde Jesucristo nació y
murió; (y por esto dijo un caballero a un príncipe que la
fealdad era mayor y aparecía más en un príncipe que en un
simple caballero, porque la fealdad de un príncipe arroja
de sí a la belleza. — Entendiendo Félix la razón del ermitaño
y el porqué había puesto tal similitud, dijo que Dios es más
deshonrado y ofendido por los príncipes y prelados cuando
son malos hombres y se inclinan a amar las viles cosas y
feas, que no por los subditos ; y añadió que las mayores si-
militudes de la beldad se convierten en este mundo en ma-
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 94 907
yores similitudes de la fealdad. Y diciendo estas palabras
Félix, lloró y maldijo a la fealdad, que en tantos y tan gran-
des hombres se mantenía para vencer a tan grande y her-
mosa belleza (como lo es la similitud de Dios) [en bondad,
duración, poder, sabiduría y voluntad].
CAPÍTULO X C I V
Del consuelo y desconsuelo
— tEn una ciudad había un buen mozo, hijo de un noble
ciudadano, a'l cual su padre había criado muy bien y ense-
ñado a' amar, conocer y servir a Dios. Este mozo ideó irse
por el mundo alabando y bendiciendo a Dios, y para ello
hacerse pobre peregrino y pedir limosna de puerta en puer-
ta; y sin que su padre ni ningún otro supiese nada, se salió
de su casa y se f ué peregrinando por todos los santuarios de
que tuvo noticia, visitándolos y alabando y bendiciendo a
Dios en ellos. Y habiendo concluido todas sus peregrinacio-
nes, tomó el oficio de consolar dos desconsolados que se ha-
llaban en algún trabajo o aflicción. Este peregrino — prosi-
guió el ermitaño — ¡fué hombre de santa vida e hizo mucho
bien en el mundo, consolando los desconsolados, según po-
drás inferir de las siguientes palabras:
Había un hombre que había estado mucho tiempo ha-
ciendo buena y virtuosa vida y sin cometer pecado mortal,
el cual fué tentado y solicitado por una loca mujer para el
carnal deleite, que al fin pecó con ella; de que inmediata-
mente se arrepintió y desconsoló mucho, y en tanto grado,
que le parecía que Dios no le había de perdonar por ninguna
penitencia que hiciese ; y con este pensamiento y el de creer
que había perdido a Dios y la gloria, lloraba continuamente,
sin poderse consolar por cosa que viese ni oyese. Estando en
esta tristeza y congoja, llegó el peregrino a aquella ciudad,
y sabiendo que aquel hombre estaba tan desconsolado, se
fué a encontrarle y le dijo: "Señor, según tengo entendido
de la tristeza con que os halláis, vos estáis desconsolado por
algún trabajo que os ha sucedido y no queréis decir; por lo
que, habiéndome yo destinado a ir por el mundo consolando
los afligidos, si queréis decirme vuestro dolor, puede ser que
os le pueda aliviar." Habiendo oído el hombre estas palabras,
se maravilló, y dijo que a él le parecía imposible hallar con-
suelo por cosa alguna que le dijesen ni hiciesen; por lo que
no quiso decir el motivo de su tristeza, antes se puso a llo-
rar delante del peregrino, ponderando el gran daño y pérdida
9o8
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
que había hedho, la que por ningún tiempo podría recobrar.
De que se maravilló el peregrino, y pensó entre sí decir-
le tantas similitudes y ejemplos, que, en fin, acertase con
alguno igual o semejante al que le ocasionaba tanto descon-
suelo. Y así le dijo: "Una vez sucedió que un mercader per-
dió todo cuanto tenía en una nave que naufragó, lo que le
causaba gran tristeza, por tener vergüenza de ser pobre en-
tre los que le habían conocido rico, y de que lo fuese su
mujer y sus hijos. Estando con este desconsuelo y aflicción,
se acordó de que Jesucristo, siendo Dios y hombre, quiso
ser en el mundo pobre y despreciado, y que lo fuesen y es-
tuviesen siempre en trabajos su santísima Madre y los após-
toles; lo que le hizo comprender que los que están en tra-
bajos en el mundo ¡son más semejantes al mesmo Cristo, a
su Madre y a los apóstoles, y, por consecuencia, más agra-
dables a Dios. Lo que le obligó a consolarse y a apetecer
más la pobreza que la riqueza."
Viendo el peregrino que el hombre no se consolaba por
las palabras que le decía, y que antes bien lloraba y se la-
mentaba más, mudó de asunto, y dijo: "Una vez sucedió
que un ciudadano que tenía hermosa mujer la encontró con
otro en el acto de la fornicación, de que se irritó en extre-
mo, así por el gran amor que a su mujer tenía, como por el
deshonor que se le seguía 1 ; hasta que se acordó que él había
cometido muchos iguales defectos contra su mujer con otras
con quien había estado amancebado, de que entonces tuvo
gran dolor y arrepentimiento, se consoló del defecto que su
mujer había cometido y de haber sido deshonrado por ella,
manifestando en todas sus acciones paciencia y justicia, las
que le obligaron a olvidar la injuria.
El mismo ciudadano tenía un hijo a quien mucho ama-
ba, y murió, de que tuvo en el principio gran sentimiento;
pero, considerando que Dios es justo y que todo cuanto su
voluntad quiere lo quiere con justicia. [Entonces el ciuda-
dano dijo que más valía lo que la voluntad de Dios había
querido juzgar en su hijo, que su mismo hijo y el amor que
él le tenía; y por ésto] se consoló [de la muerte de su hijo,
y se alegró en el querer de la voluntad de Dios]."
Estas palabras y otras muchas dijo el peregrino pam
consolar a aquel hombre, el cual, cuanto más le decía y más
ejemplos le sacaba, más se desconsolaba y entristecía y más
lloraba; por lo que el peregrino prosiguió, diciendo:
"Un clérigo se maravillaba del poco temor que tenía a
Dios y de que no amase más su misericordia. Este clérigo
era hombre honesto y justo, y nunca había pecado carnal-
1 El original ¡prosigue : «Lo burgués se penedí de ço que fet havia
contra sa muller, con moltes vegades havia peccat ab una foylla
fembra.»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. Q4 QOQ
mente hasta entonces, que habla corrompido su virginidad
con una loca mujer, por lo que se hallaba en el mayor des-
consuelo y arrepentimiento. Hallándose en este estado, sintió
que su alma tenía temor de la justicia de Dios, y que, no obs-
tante, confiaba en su gran misericordia, y entonces se acordó
de las muchas veces que había deseado temer a Dios y amar
su infinita misericordia; lo que entonces había conseguido
mediante el pecado que había cometido y por la virginidad
que había perdido, y se alegró mucho de su arrepentimiento
y de conocerse pecador, para confiar, temer y hacer peni-
tencia."
Mucho pensó el santo hombre en las antecedentes pala>-
bras del peregrino, por medio de las cuales se consoló y ma-
ravilló de que pudiese haber perdido la esperanza en la mi-
sericordia de Dios por el pecado de fornicación que había co-
metido ni por otro alguno.
Habiendo el peregrino consolado por este medio a aquel
buen hombre, se fué a encontrar un caballero, a quien otro
había vencido en una batalla, el cual estaba tan desconsola-
do por haberlo sido, que se dejaba morir de dolor y tristeza,
teniéndolo a gran afrenta y deshonor. Por lo que el peregri-
no le dijo:
"Había un rey que hacía cuanto podía para ser honrado y
temido. Sucedió el que sus vasallos le dejaron y eligieron otro
rey, de que se irritó mucho y tuvo el mayor despecho y des-
contento. Estando con él, conoció, mediante la gracia de Dios,
que más valía ser hombre paciente y amar la humildad, que
no impaciente y soberbio, pues el que en los trabajos conser-
va las virtudes es el que mantiene la honra, y el que en las
prosperidades las desprecia y abandona, el que la pierde" 2.
Además dijo el peregrino que Jesucristo, rey del cielo y
de la tierra, sufrió ser deshonrado y muerto en la cruz para
honrar a la divinidad, sufriendo su deshonor como hombre
para honrar a Dios. Luego que el caballero oyó estas pala-
bras, se alegró de lo que antes se entristecía, y amó ser des-
honrado en el mundo, para más honrar y venerar a Dios en
su espíritu, con el ejercicio de la paciencia y humildad; por
lo que dijo que más había ganado siendo vencido que si hu-
biese sido vencedor; pues si hubiese sido vencedor, no hubie-
ra logrado tener tanta ocasión de ser paciente y humilde
como cuando había sido vencido 3.
Además has de saber, hijo, que en aquella ciudad había
- Traducción libre en exceso : «Estant lo rey enaxí, til viu, per
gràcia de Déu, que més li valia no ésser rey, e ésser fill de pascièn-
cia, e que anàs tant humiliat que no volgués ésser honrat, ans
volgués ésser desonrat en lo mon e per ses gents matexes, que ésser
fey, amant honrament contra pasciencia humilitat.»
3 acornó cuando había sido vencido», añadidura inútil.
910
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
un trico mercader enfermo de mucho cuidado y cercano a la
muerte, el cual se desconsolaba viendo que se moría y dejaba
las riquezas, para cuyo logro había gastado mucho tiempo y
puesto gran trabajo, el que sentía haber perdido, y lloraba
porque no se le había dado mejor en el mundo 4 ; y también
porque dejaba su mujer, sus hijos, sus amigos y esta vida
mundana, que mucho amaba; de lo que noticioso el peregri-
no, fué a visitarle, para consolarle en aquel lance, y le dijo:
"Señor, un hombre avaro que había adquirido grandes ri-
quezas, se hallaba cercano a la muerte y con gran tristeza,
cuando le vino al pensamiento que Dios quería que él murie-
se para que sus riquezas no estuviesen ociosas y para que
se repartiesen después de su muerte entre algunas personas
pobres que de ellas carecían y a quienes hacían falta. Ésta
consideración le trajo al pensamiento la justicia de Dios, por
lo que se consoló en su muerte, y dijo era digno de ella, pues
viviendo estorbaba el que los bienes de que los pobres nece-
sitaban se repartiesen entre ellos 5 y sirviesen al fin para
que Dios los había creado." A cuyas palabras añadió el pe-
regrino que cuanto más cosas dejaba el hombre, al tiempo
de su muerte, en este mundo y más bienes temporales, más
mérito adquiría y mayor gloria se le multiplicaba si moría
con resignación, conformidad y temor de Dios.
Lo que oyendo el mercader, se consoló y murió alegre ; es-
parciéndose, así por éste como por otros casos semejantes,
tanto la fama del peregrino en aquella tierra, que luego que
se hallaban en algún desconsuelo (trabajo, aflicción o peli-
gro) le (enviaban a llamar para que les consolase (y para que,
mediante sus palabras, adquiriesen resignación para confor-
marse con la voluntad de Dios) 6.
CAPÍTULO XCV
DE LA ALEGRÍA Y DE LA TRISTEZA
— ¿La alegría del alma — dijo el ermitaño — es similitud de
la gloria que Dios tiene en su esencia ; porque, como Dios ha
creado el alma a su similitud y Dios es gloria, la gloria de
Dios influye alegría en el alma del hombre, por cuya causa
la alegría tiene similitud con la gloria de Dios.
4 El sentido obscuro de la traducción es claro en el original :
«... e lexava la riquesa en què longament havia trebayllat, e planyia
com nò havia més de benenança donada a se persona.))
5 El original dice solamente : «pus que empetxava los béns que
los pobres han mester».
fl Esos paréntesis son añadiduras retóricas.
FKI.IX DE LiS MARAVILLAS C. 95
gil
Hijo — prosiguió el ermitaño — , el Padre es gloria, que de
su gloria engendra al Hijo, que es gloria, y espira al Santo
Espíritu, que es gloria, porque 1 son procedidos de gloria ;
cuya gloria engendra alegría en el alma, al ver hay en Dios
tanta y tan inestimable gloria.
Consideró entonces Félix en la gran alegría que el alma
tendrá en la gloria, la que recibirá en similitud de gloria, por
haber creado Dios el alma a su similitud ; por lo que le pare-
ció debe tener el hombre tal alegría en este mundo, que por
ningún motivo debe entristecerse.
— Hijo — dijo el ermitaño — , has de saber que había un
hombre que consideraba cuánto tiempo había pasado sin es-
tar en el mundo ni tener ser, y que ahora le tenía y era hom-
bre, que es tan hermosa criatura, de lo que tenía gran gozo
y alegría. Viviendo así con él, y a su parecer feliz, se sintió
enfermo, y consideró en la muerte; por lo que cayó en gran
tristeza, considerando cuán mala cosa es el haber de morir y
el haber de venir en privación Este hombre era gentil y no
creía en la otra vida, sino en esta humana y transitoria, por
lo que tenía mayor tristeza cuando pensaba en la muerte, que
no alegría cuando pensaba en el ser que tenía. Sucedió que
este gentil se hizo cristiano, y habiendo vuelto a estar en-
fermo, se complació y alegró de su muerte, por la esperan-
za que tenía de adquirir la vida eterna.
Además has de saber, hijo, que, habiendo parido un hijo
una buena mujer, con grandes dolores, incontinenti que vió
al niño olvidó los dolores que había padecido, y, sintiéndose
muy alegre, consideró en el gran gozo que nuestra Señora
habría tenido cuando parió a su santísimo Hijo sin ningún
dolor, sabiendo que era Dios y hombre. Después consideró en
el gran gozo que tendrá el Padre, que tiene un Hijo infinito
y eterno, bueno, cumplido y con todas las perfecciones, el
cual tiene de sí mesmo y en sí mesmo. Con ¿cuya considera-
ción sentía aquella buena mujer gran gozo y alegría en eJ
gozo que consideraba, por lo que se maravilló del gran gozo
de Dios, del de nuestra Señora y del de sí mesma.
Además has de saber, hijo, que había dos hermanos que
vendieron y dieron por amor de Dios todo cuanto tenían, y
después se fueron por el mundo, el uno para alegrarse y de-
leitarse en cuanto viese y oyese del servicio de Dios, y el
otro para entristecerse y mortificarse de cuanto viese y oye-
se que se ejecutaba contra su santo servicio y de cuantos
defectos y pecados viese cometer a sus prójimos. Sucedió que,
1 El texto español dice erróneamente» por lo que» ; el catalán,
«per co car».
- «e esdevenir a no ésser», escribió Ramón menos escolástica-
mente.
912
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
entrando ambos a dos en el palacio de un rey que estaba co-
miendo en él con muchos caballeros y gran comitiva, el que
era hombre mundano y do eran también los de su corte,
uno de los dos hermanos empezó a llorar y a entristecerse
al verlos ; y que al mismo tiempo el otro empezó a alegrarse
y regocijarse, por considerar que la justicia de Dios los había
de castigar a todos. El rey y los demás se admiraban de ver
que aquellos dos hombres, el uno se entristecía y lloraba, y
el otro se alegraba y reía, sin saber ellos de qué; por lo que
les preguntaron la causa de semejantes mudanzas y, a su
parecer, extravagancias. A que respondió el hermano ma-
yor 3 : "Señor, mi oficio es entristecerme de todo cuanto veo
o comprendo que es ofensa de ¡Dios; y, viendo las malas
obras en que se ejercitan Vuestra Majestad y su compañía,
comprendo están en su ira, de lo que me entristezco, pues el
hombre se debe entristecer cuando ve a otro- en vía de dam-
nación y que es enemigo de Dios." Entonces el hermano me-
nor dijo que él se alegraba y tenía complacencia consideran-
do que el rey y sus compañeros eran criaturas en quienes la
justicia de Dios se manifestaría en el otro mundo dándoles
eternas penas, porque, de todo cuanto Dios hace en este
mundo y en el otro, el hombre se debe alegrar y deleitar,
respecto de que todas sus obras son buenas y bien orde-
nadas.
— ISeñor — preguntó Félix al ermitaño — , la alegría y la
tristeza, ¿ de qué provienen y de qué se mantienen ? 4 — Hi jo
— dijo el ermitaño — , entre las similitudes que Dios ha pues-
to en el alma hay una, que es semejante a la gloria, según
ya te he explicado; y cuando el alma usa de esta similitud
en alguna cosa que ama, viene el gozo en su corazón; [así
como la ¿voluntad, cuyo querer, mezclado con cumplimiento,
tiene gozo en alguna cosa en que su querer es cumplido] 5;
y ésta es la vida de que nace y vive el gozo. Y cuando suce-
de que aquel querer o desear de la voluntad no tiene cum-
plimiento o no consigue lo que ama, entonces la tristeza sig-
nifica la pena que ha de tener (como similitud de la pena
eterna).
Maravillóse Félix de las palabras del ermitaño, y dijo que
muchas veces los hombres tenían gozo en pecar, y muchas,
tristeza en obrar bien. — Hijo — dijo él ermitaño — , aquellos
8 En el original, «lo frare de la tristícia» ; y, más abajo, «l'altre
frare».
4 Las preguntas de Ramón son mueho más gráficas : «goig de
què ve? Ne de què viu? Ne per què ve goig? Ne per què ve tris-
tícia ?»
6 El traductor interpretó mal el texto luliano, diciendo : <ry da
cumplimiento al deseo de la voluntad». Tampoco tradujo con exac-
titud la frase ae aquesta és la via e la raeyl d'on goyg ve, neix
e viu».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 95
913
que encuentran gozo en los vicios, usan de la similitud de la
gloria en contrario fin de aquel para que se les dió, y hacen
que toda su similitud sea contraria a la gloria de Dios, por
cuya contrariedad su semejanza en el gozo se convierte en
semejanza de tristeza.
Cuando Félix oyó estas palabras, consideró da gran tris-
teza que tendrán los hombres en el infierno, de cuya gran-
deza se admiró mucho.
— Hijo — dijo el ermitaño — , has de saber que había un
mercader que envió a su hijo a tierras muy remotas con
mercaderías, el que volvió después de mucho tiempo con cre-
cidas ganancias. Cuando el padre vió a su hijo y vió el gran
lucro que había hecho, tuvo el gozo que se deja considerar 6.
Sucedió que aquella noche se pegó fuego a la casa, la que se
quemó con toda la familia que había en ella, y el hijo del mer-
cader y todo cuanto había traído. El mercader quedó muy
triste, y maravillado de la muerte de su hijo, de la de su
mujer, de la de su familia y de lo que había perdido, pero
mucho más de que cupiese en tan poco tiempo tan gran gozo
y tan gran tristeza como las que él había tenido.
Además has de saber que había una mujer que tenía un.
hijo a quien mucho amaba, y cuando el mozo fué de edad de
veinte años, se le murió, de que la mujer concibió gran tris-
teza, por lo que estaba siempre llorando. Sucedió que, ha-
biéndose quedado dormida, se le reveló que, si su hijo hubie-
ra vivido dos años más, habría muerto a un hombre, por lo
que le habrían ahorcado y se habría condenado, y que, por
haberse muerto entonces, no había llegado este caso y se ha-
bía salvado ; por lo que la mujer despertó, tuvo gran alegría
y desterró del todo de su espíritu la tristeza que le causaba
la' muerte de su hijo.
Además has de saber que una santa persona dormía, y
en sueños le parecía hallarse en la gloria con Jesucristo, su
santísima Madre, los ángeles y los santos, de que se hallaba
tan gozosa cual no se puede explicar, y cuando se despertó
tuvo igual tristeza, considerando el gran deshonor que los
hombres hacen en este mundo a Jesucristo y a toda su corte
celestial por los pecados que cometen, motivo que la obligó
a pasar todo el resto de su vida en dolor y tristeza.
6 Frase banal, en vez de la ingenua de Llull : «ell hac molt gran
goig» ; lo mismo se diga de la última frase del párrafo : «e mera-
veyllà's com ten gran goyg e ten gran tristícia se podien ten acostar
en ten poch de temps».
OHRAC f/TTER ARIAS DE RAMON LLTTLL
CAPITULO XCVI
De la concordancia y de la contrariedad
— En Dios hay concordancia sin contrariedad, engendran-
do el Padre de sí mesmo al Hijo y produciendo al Santo Es-
píritu; y por ser el Padre concordancia sin (contrariedad de
bondad, grandeza, [eternidad,] poder, sabiduría, etc., con el
Hijo y con el Santo Espíritu, hay en Dios concordancia sin
contrariedad, y sin que la contrariedad pueda ser, por con-
cordar entre sí todas las divinas dignidades.
— Considera, hijo — dijo el ermitaño — , cuán grande es la
concordancia que (hay en la divina esencia, pues todas las dig- .
nidades divinas concuerdan en ser una esencia, una natura-
leza, una deidad, y cada una tiene su operación en sí mesma,
y la tiene también en la otra, y así en el acto de la bondad
está también el de Ha grandeza, eternidad, poder y los demás,
y lo mismo se sigue de la grandeza y de todas juntas.
Mucho se maravilló Félix de la gran concordancia que hay
en Dios y de que sea una esencia sin distinción, teniendo con-
cordancia en las dignidades por relación de diferentes perso-
nas, siendo una concordancia en esencia, naturaleza y atri-
butos.
— Ornado hijo, entre Dios y eil hombre hay concordancia
y hay contrariedad. Hay concordancia, en cuanto el hombre
tiene algunas similitudes de Dios, por haber sido creado a
su imagen y semejanza; por lo que, cuando el hombre usa
de las similitudes que tiene de Dios, para alabarle y servirle,
hay concordaincia entre similitud y similitud, entre Dios y la
criatura y entre la bondad increada y la bondad creada. Pero
cuando sucede que las calidades que hay en el hombre son
contrarias a las dignidades de Dios, entonces son deseme-
jantes y contrarias en sus obras a Dios y a sus virtudes,
[y así hay muy gran contrariedad entre Dios y hombre].
Hijo — dijo el ermitaño — , en Dios hay bondad, que es
Dios, la cual tiene su semejanza en la bondad del hombre, y
ésta es criatura; por lo que cuando sucede que el hombre
obra bien, con intención de amar y conocer la bondad de
Dios, hay concordancia entre semejanza y semejanza, y, por
consecuncia, entre Dios y el hombre ; pero cuando el hombre
obra bien o hace bien sólo por intención de sí mesmo o por
intención de otra cosa que no sea Dios, hay contrariedad en-
tre Dios y el hombre, y lo mismo sucede cuando obra mal,
pues «contradice a la bondad de Dios y de sí mesmo ; por cuyo
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 96 gi5
motivo se sigue contrariedad entre Dios y el hombre, y entre
similitud y similitud.
Mucho pensó Félix en la concordancia y contrariedad quj
el ermitaño decía, y se maravilló de la grandeza en que pue-
den ser una y otra, por parecerse que puede ser grande la
concordancia y contrariedad que puede haber entre el hom-
bre y Dios respecto de la grandeza de la similitud que hay
entre uno y otro, por lo que dijo al ermitaño estas palabras :
— ySeñor, estoy muy admirado de la gran contrariedad que
hay entre Dios y el hombre, pues, según parece, más son los
hombres que son contrarios a Dios que los que le son con-
cordantes, siendo así que debería ser lo contrario, pues los
ha creado y les 1 ha dado su similitud.
— Hijo — ¡dijo el ermitaño — Dios ha creado los hombres
para la otra vida y no para ésta, y, por consecuencia, para
que tengan mayor concordancia con EJ1 en la primera que en
lia segunda ; y por esto, cuanto más los hombres en esta vida
son contrarios a Dios, más los puede Dios castigar en la otra
por su justicia o perdonar por su misericordia 2, en lo que co-
nocerás que en ellos la justicia y la misericordia de Dios pue-
den tener la mayor concordancia; y también Dios permite
que muchos hombres mallos le sean contrarios, para que mu-
chos hombres buenos tengan motivo de serle concordantes, y
muy concordantes, sirviendo más a Dios y trabajando para
concordarlos con él.
Has de saber, hijo, que hay concordancia entre hombre y
hombre, en cuanto son de una especie ; pero mucha mayor la
tienen si concuerdan en sus obras y pensamientos, entendien-
do un hombre lo mismo que el otro entiende y amando lo mis-
mo que ama. Y así como por este medio se consigue la ma-
yor concordancia, por su opuesto se consigue la mayor con-
trariedad.
Además has de saber, hijo, que entre el alma y el cuerpo
hay concordancia y hay contrariedad ; concordancia, en cuan-
to se concuerdan en ser un hombre, y contrariedad, en cuan-
to el cuerpo se corrompe y el atoa queda viva para volverse
a unir con él; y hay otra mayor contrariedad entre ellos, la
que se padece cuando el hombre es en pecado, pues entonces
es el alma contra la final intención del cuerpo, y el cuerpo
es contra la final intención del ailma, y así concuerdan en
aquello para que no son creados y se contradicen en aquello
para que son creados.
Mucho pensó Félix en la concordancia y en la contrarie-
dad del cuerpo y del alma, y cuanto más pensaba, más se ma-
1 ..«los» en la traducción, probablemente por catalanismo.
1 La frase siguiente exagera el sentido del original : «e per açò
en ells justícia o misericòrdia se poden molt concordar» .
9i6
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
ravillaba de que él cuerpo y el alma tengan mayor concor-
dancia en aquello para que no son creados que en aquello
para que son creados, lo que conociendo el ermitaño, le diio:
— Un rey memoraba, entendía y amaba más y con más fre-
cuencia su poder y su estimación que el poder ni el honor de
Dios, de lo que dimanaba el que tuviese su memorar, enten-
der y amar mayor concordancia con el defecto que con la per-
fección y con él no ser que con el ser.
Hijo — dijo el ermitaño — , entre el entendimiento y el en-
tender hay concordancia, porque el entender es obra del en-
tendimiento, como de la memoria el memorar y de la volun-
tad el amar; mas cuando sucede que el entendimiento en-
tiende y su entender es contra Dios y contra el fin para que
fué creado, se contradicen el entendimiento y el entender.
Admiróse Félix de que hubiese contrariedad entre el en-
tendimiento y él entender, y de que, siendo el entender ope-
ración del mismo entendimiento, su misma obra se convir-
tiese en contrariedad, lo que conociendo el ermitaño, le dijo:
— Un rey era contrario de su pueblo, y su pueblo lo era del
rey. Este rey tenía un hijo, que también le era contrario, y
tenía mujer, que también le era contraria. Y así cada uno de
por sí y todos juntos le eran contrarios en lo que más amaba.
Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que toda concor-
dancia o contrariedad se origina del fin ; porque, si el hombre
concuerda las cosas según el fin a que se dirigen, conseguirá
di fin que pretende, mediante algún medio que tenga concor-
dancia entre el principio y el fin; pero cuando las cosas no
se concuerdan y son contrarias a su fin, concuerdan con el no
ser y son contrarias del ser; en lo que conocerás cuán gran
maravilla es que el hombre pecador, de tan gran contrarie-
dad como tiene con él ser (porque contradice al fin para que
fué creado), se pueda levantar y volver a tener nueva con-
cordancia con el mesmo ser (por medio de la penitencia) 8.
CAPÍTULO XCVII
Del principio y del fin
— En Dios no hay principio ni fin — dijo el ermitaño a
Félix — limitados ni terminados, aunque es cierto que Dios
Padre sea principio de Dios Hijo, porque le engendra en sí
mesmo ; y que el fin sea una misma cosa en el Hijo que en el
Padre, porque, siendo el Padre fin inmenso y eterno, y en
Paréntesis del traductor.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 97 917
gendrando de todo sí mesmo al Hijo, es consecuente que sea
también el Hijo inmenso y eterno: en que se manifiesta que
el fin es uno, aunque en el principio sean el Padre y el Hijo
diferentes.
Admiróse Félix de oír al ermitaño decir que el Padre y el
Hijo son una misma cosa en el fin o son un mismo fin, aun-
que en el principio sean diferentes; por lo que el ermitaño
prosiguió diciendo que así como en el principio son diferentes
personas, esto es, una el Padre, otra el Hijo y otra el Es-
píritu Santo, así son también en el fin diferentes personas,
esto es, que el fin por que el Padre es Padre, es Padre y es
Hijo; y lo mismo se sigue del fin del Hijo y del Santo Espí-
ritu, por lo que por un modo son diferentes los fines y por el
otro son un mismo fin, por ser un solo Dios ; y lo mismo has
de entender del principio, en el cual son diferentes el Padre
y el Hijo, y son un mismo principio por eficiencia y natura-
leza, en cuanto el Padre de sí mesmo engendra al Hijo.
— Señor — dijo Félix al ermitaño — mucho me admiro de
que en Dios pueda haber bondad y grandeza, etc., sin prin-
cipio, siendo así que la bondad hace lo bueno, y la grandeza
lo grande, en que parece se manifiesta que tengan principio,
y si tienen principio, se sigue, por consecuencia, el que hayan
de tener fin. — Hijo — dijo el ermitaño — , en cuanto el Padre
es principio del Hijo y del Espíritu Santo, es principio de la
bondad, grandeza, eternidad y de todos los demás atributo?,
existiendo en ellos el Padre, principio del Hijo y del Santo
Espíritu, de que se sigue que de este modo hay principio en
Dios; pero en el de engendrar ni en el de proceder no le hay,
ni de tiempo ni de (terminación, porque, si le había, no esta-
rían en él la bondad, grandeza, infinidad, eternidad y los
demás atributos.
— Señor — dijo Félix — , ¿ cómo puede ser que Dios sea tan
grande, que su grandeza no tenga término, y que sea tan
durable, que no tenga principio ni fin su ser?
— -Hijo — dijo el ermitaño — , había un caballero que era
muy ligero y saltaba más que ningún hombre que se hubie-
se conocido; y, maravillándose de ello un escudero, le dijo un
filósofo que así lo había ordenado la naturaleza, la cual ha-
bía puesto mayor ligereza en el caballero que en el escudero.
Además has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que todo
principio que tiene mayor concordancia con su fin es mayor
y más noble que otro principio ni otro fin; lo que proviene
de que tiene mayor similitud con el principio y con el fin que
hay en Dios, los que tienen tan gran concordancia, que son
una misma cosa.
En Dios Hijo — dijo el ermitaño — hay bondad, cuya bon-
dad es buena, grande, eterna y poderosa, y la grandeza es
gi8 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
buena, eterna y poderosa, y lo mismo se sigue del poder ; por
lo queL concordándose la grandeza, eternidad y el poder con
la bondad, siendo la bondad sin fin y sin principio, se signe
que todas sean infinitas y que lo sean la una y la otra, de
forma que no tengan limitación ni fin.
— Señor — dijo Félix — j, siendo Dios principio de este mun-
do, ¿cómo permite que los hombres, así pasados como pre-
sentes, hayan ejercitado y ejerciten más los vicios que las
virtudes? Lo que me admira mucho, siendo Dios cumplido y
perfecto en todo, pues parece que por haber creado tan malo
y tan vil mundo haya principiado el mal.
— Hijo — (dijo el ermitaño — ¡, la final intención por que
Dios ha creado el mundo es para ser memorado, conocido y
amado, y para que lo sea conviene que haya muchos modos
y medios, y que éstos sean muy peligrosos y trabajosos, los
que no lo podrían ser si en el mundo no hubiese tan malos y
viles hombres como hay, porque no habría tantas ni tan gran-
des ocasiones en que aumentar el mérito ni el conocimiento
y adquirirle mayor.
Has de saber, hijo — dijo Cl ermitaño — , que había un rey
señor de una gran provincia, en la que había muchos hom-
bres de mala vida y pésimas costumbres. El rey, que era muy
bueno y las tenía muy buenas, hacía cuanto podía para regir
su pueblo y encaminarle a amar y servir a Dios; y cuanto
más el rey trabajaba y se esforzaba para que Dios fuese
amado y conocido, más y mejor manifestaba el fin y el prin-
cipio por que era rey y para que era rey. Y de tales hombres
y tales obras se agrada a Dios y quiere que haya gran can-
tidad en el mundo.
También has de saber que había un hombre orgulloso y
soberbio, que siempre estaba pensando en su honra, en su po-
der y en sus riquezas, las que tenía muy abundantes. Suce-
dió un día el que, habiendo hecho una gran injuria a un po-
bre hombre, éste le dijo que memorase su principio y su fin ;
por lo que él le preguntó que cuál era su principio y su fin.
A que el pobre respondió que su principio era Dios, que le
había creado, y teu fin el memorar, entender y amar al mes-
mo Dios, que era para lo que le había creado, y que así no
debía obrar contra tan noble principio y tan noble fin, pues
en deshonrarle a él (como pobre) deshonraba al mismo Dios
en su imagen.
— Señor — dijo Félix — , ¿ cómo puede ser que de mal prin-
cipio se pueda seguir buen fin, ni de buen principio mal fin,
siendo así que el fin y el principio entre sí concuerdan?
— iHijo — dijo el ermitaño — ■, había un caballero mal cris-
tiano, porque dudaba en la fe y era hombre lujurioso y ava-
ro. Este caballero guerreaba con otro, a quien hizo prisio-
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 9/ QIQ
nero un clérigo que tenía en su casa 1 y por desprecio del ca-
ballero y de la religión católica tenia al clérigo atado y en-
cadenado, y le hacía comer en tierra delante de sí. El clérigo,
todas las veces que estaba delante del caballero, le hablaba de
Dios y de nuestra religión, con palabras devotas y humildes,
de cuya frecuente conversación resultó que el caballero se
convirtió y se hizo católico virtuoso y de buenas costumbres.
También has de saber que había un escudero, hijo de un
noble caballero, que tenia devoción y afición a servir en la
orden de los Templarios ; pero para más humillarse no quiso
tomar el hábito, sino es servir en el Temple 2. Sucedió el que.
habiendo estado en este ejercicio mucho tiempo, reparó el
que no le hacían a él tan gran honor como a los caballeros
profesos, de que tuvo gran envidia, a la que se acostumbró
tanto, que se hizo malo, iracundo, vicioso, y murió en pecado.
También has de saber que había un hombre que tenía la
costumbre de que, siempre que había de empezar alguna cosa,
primero consideraba el fin, fuese que hubiese de hablar u
obrar; y así, por la gran concordancia que hay entre el prin-
cipio y el fin, era aquel hombre muy sabio en sus operacio-
nes, de forma que en nada erraba, causándoles admiración a
todos el acierto con que se dirigía en sus obras y palabras,
siendo como era hombre lego e iliterato .
También has de saber que había un hombre que muchas
veces consideraba y se maravillaba del principio del pecado,
y de qué provenía, y para qué era. Sucedió una vez que. es-
tando hablando en un gran corro de gente, llegó un pobre
a pedirle una limosna por amor de Dios, y él, por mera va-
nagloria y para que le tuviesen por liberal, le dió un dinero.
Cuando se lo hubo dado, pensó en el principio y el fin por
que se lo había dado, y conoció que el pecado comienza en
la operación que se hace contra el buen fin. de la cual se
origina el mal fin.
— Señor — dijo Félix — , antes que el mundo fuese, ¿dón-
de o en qué estaba el principio y el fin del mundo o de aque-
llo que en él es principio y fin? — -Hijo — dijo el ermitaño — ,
un sabio preguntó a un filósofo que cómo veía Dios las co-
sas que han de suceder antes que sucedan. Y el filósofo res-
pondió que Dios en sí anesmo ve y entiende cuanto es, por-
que es eternidad, que es sabiduría, simplicidad, inmensidad
y tiene poder de saber todo cuanto es creado, cómo es
creado y antes que sea creado, por lo que ve en sí mesmo,
consigo mesmo y por naturaleza de sí mesmo, y Jo ve del
1 El original es mucho más c'aro : «Aquell cavaller garre jà ab »I«
altre cavaller, e pres -i- clergue qui stave en la terra de aquell ca-
vairèr ab qui garre ja va.»
= El texto español dice «Templo».
■ «car poch sabia de scriptures».
920
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
mismo modo antes que sean las cosas que después de ser;
porque, si no las veía, sería defectuosa en él la grandeza
de bondad, eternidad, poder, sabiduría, voluntad y perfec-
ción, lo que es imposible.
— Señor — «preguntó Félix — , de las cosas contingentes,
¿puede Dios, antes que sean, saber su principio y su fin?
— iHijo — dijo el ermitaño — , había un hombre que tenía li-
bertad de ir por uno de dos caminos, el que antes de elegir-
le él, sabía Dios cuál había de elegir, porque antes fué la
sabiduría de Dios que Ha elección que aquel hombre había
de hacer; y respecto de que todo cuanto Dios ha creado y
ordenado lo ha creado y ordenado para el fin de ser amado
y conocido, y por esto sabe todos los fines y principios con-
tingentes 4.
CAPITULO XCVIII
DE LA GRANDEZA Y DE LA PEQUENEZ
— 'Por haber en Dios — 'dijo él ermitaño a Félix — grande-
za infinita sin pequeñez, y ser la grandeza de Dios buena y
eterna infinitamente, aman naturalmente los hombres gran-
deza y duración en la bondad; pero accidentalmente y por
el pecado, el hombre pecador ama más grandeza de vileza,
poco durable, que grandeza de nobleza eterna; y por el mes-
mo motivo aman más los hombres este mundo perecedero
y transitorio que el otro, siendo eterno.
En Dios Padre hay grandeza de bondad, eternidad, po-
der, sabiduría y voluntad, y de todos los demás atributos
y dignidades; por lo que, siendo el Padre grandeza, convie-
ne que la grandeza de la bondad y de todas las demás dig-
nidades en su misma grandeza engendren grandeza de bue-
no, eterno, poderoso y sabio, etc., y que tal generación &ea
obra de gran bondad, eternidad, poder, sabiduría y volun-
tad, y de todos los demás atributos; pues si así no fuese,
se seguiría que en Dios habría pequeñez de bondad, eter-
nidad, etc., lo que es imposible.
Además has de saber, hijo, que Dios amó tanto la gran
bondad, duración, poder, sabiduría y voluntad del hombre
y el ser del hombre, que quiso ser hombre para que el hom-
bre fuese grande en la bondad, en la eternidad y en todos
los demás atributos y dignidades de Dios, y quiso que el
hombre fuese grande en memorar, entender y amar a Dios,
4 Traducción desmañada de un original incorrecto.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 98
Q2I
y para ello, y para que el hombre le honrase y le sirviese
mucho, quiso ser hombre y murió por salvar al hombre.
Cuando Félix hubo entendido la infinita grandeza de
Dios, lo grande de la encarnación y lo grande que el hombre
debe ser en bondad y en las demás similitúdines que de Dios
tiene, se maravilló mucho de que la pequeñez tenga tanta
fuerza para contrastar la grandeza en el mundo y para ha-
cer que los hombres amen más los deleites mundanos, que
son parvidades en comparación de todas las cosas antece-
dentes.
— Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que había un
hombre mundano que amaba tener grandes riquezas, y cuan-
to más tenía, más quería tener, anhelando siempre adqui-
rir más y más, sin que jamás se pudiese saciar su apetito,
de que se maravillaba mucho él mismo. Sucedió, en fin, que
él amó la grandeza de la caridad, de la justicia y de la sa-
biduría en su riqueza, y entonces se sació de las riquezas,
y estuvo contento de las que tenía, sin querer adquirir más ;
antes bien dió la mayor parte de ellas a los pobres por amor
de Dios.
Además has de saber, hijo, que había un rey muy pode-
roso, el cual amaba ser honrado y venerado, con el fin de
que su pueblo le temiese por su honra, como le temía por
su poder, respecto de que no había podido conseguir el que
le quisiesen por su bondad; pero el pueblo, al contrario,
aborrecía la grandeza del poder del rey y amaba la gran-
deza de los privilegios, libertades y franquezas que poseía
y que aun deseaba y esperaba aumentar. De que admirado
el rey, les dijo : "Dios quiere que el príncipe sea bueno, para
que sea amado por sus vasallos, y quiere que sea honrado
y poderoso, para que sea venerado y temido; y vosotros que-
réis de mí todo lo contrario, por cuyo motivo no me po-
déis temer ni amar con verdadero amor, y así me veré obli-
gado a hacer que me le tengáis por temor; y siendo el que
se tiene por amor el más perfecto, y no teniéndomele a mí
vosotros, deshonráis en mí a Dios, cuyo lugarteniente soy
entre vosotros."
— Señor — dijo Félix — , es gran maravilla que el hombre
que ama este mundo y sus caducas y perecederas cosas,
sea más temido y amado que el que ama a Dios, siendo así
que en este mundo y en sus cosas hay ruindad y vileza, y
en Dios sólo grandeza y nobleza. — 'Hijo — dijo el ermitaño — ,
has de saber que había un religioso procurador de su con-
vento, el cual hacía más honra y acatamiento a los hom-
bres ricos que a los pobres, porque estimaba más la rique-
za de los ricos que la bondad de los pobres.
— Señor — dijo Félix — , es gran maravilla que los hom-
922
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
bres amemos más en Dios su gran misericordia que su gran
justicia, siendo así que en Dios la justicia, la misericordia
y la grandeza son una misma cosa. — Hijo — dijo el ermita-
ño— , por causa de que los hombres cometemos tan grandes
pecados y tan grandes defectos, amamos más en Dios gran-
deza de misericordia que grandeza de justicia, amando al
mismo tiempo más nuestra grandeza que la grandeza de Dios.
— Señor — dijo Félix — , ¿por qué grandeza o por qué na-
turaleza de grandeza puede el hombre multiplicar en sí gran
bondad y mortificar o disminuir gran malicia? — Hijo — dijo
el ermitaño — , has de saber que había un ciudadano que
amaba tener puestos y dignidades para ser más honrado
y venerado, por lo que todo el día hablaba con todos de su
riqueza y de cuanto hacía, por mera vanidad y vanagloria;
de que dimanaba el que todos, cuanto más de estas cosas le
oían hablar, más le menospreciaban y menos le amaban y
honraban. Maravillado él de que los hombres no le honrasen,
mudó de método, y procuró amar, entender y memorar la
caridad, justicia y demás virtudes; y cuando las hubo me-
morado, entendido y amado con grandeza, mudó su inten-
ción en el amar, y quiso ser honrado sólo para que lo fuese
Dios, y entonces consiguió adquirir en sí grandeza de bon-
dad y destruir grandeza de malicia, y luego todos le honra-
ron, porque le tuvieron por bueno (por cuyo medio consi-
guió su fin).
— Señor — dijo Félix — , ¿en qué obra puede adquirir el
hombre mayor grandeza? — Hijo — dijo el ermitaño — , en
memorar, entender y amar a Dios, porque en ello se hace
el hombre más semejante a (Dios que en ninguna otra cosa.
Lo que oído por Félix, se admiró, y dijo que lo menos de que
los hombres se cuidaban era de memorar, entender y amar
a Dios, y sí las otras cosas. — Has de saber, hijo — dijo el
ermitaño — , que había un rey muy poderoso en provincias,
vasallos, tesoros y en todas las demás delicias humanas, pero
tenía muy poca bondad, justicia y sabiduría, por causa de
que memoraba, entendía y amaba poco a Dios.
— Señor — dijo Félix — , ¿ por qué motivo hay en el mundo
más ignorancia que sabiduría, más avaricia que liberalidad,
más soberbia que humildad y más lujuria que castidad, etc. ?
— Hijo — dijo el ermitaño — , una vez pelearon la gran bon-
dad y la gran malicia, y, habiendo sido vencida la gran bon-
dad, se vió precisada, para «conservarse, a retirarse 1 entre
muy pocos hombres, que la conservan, cuando la gran mali-
1 En el texto castellano, por error, «reiterarse» ; en catalán, «anà
habitar en la poquea dels hòmens». Todo este párrafo apenas se com-
prende si no se tiene en cuenta la forma original de las preguntas
anteriores : «per què ha en aquest món major granea de foyllia que
de saviesa», etc.
FELIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 98 923
cia halló acogida en todos los demás : y éste es el motivo de
que haya más hombres muy malos que muy buenos.
También has de saber que había un hombre que tenía
dos hijos, el cual tenía gran riqueza, y, para hacer su testa-
mento, los llamó a ambos y les preguntó qué cosa era me-
jor, la mucha riqueza o la mucha sabiduría. Y habiendo res-
pondido el uno que la mucha sabiduría y el otro que la mu-
cha riqueza, el hombre testó y dejó su riqueza al que ama-
ba la sabiduría, respecto de que la gran riqueza es tan per-
judicial al ignorante, cuanto provechosa al sabio.
— Señor — dijo Félix — , la grandeza de la obra, ¿por qué
se conviene más (o tiene mayor operación) dentro de la
substancia que fuera de ella? — Hijo — dijo el ermitaño — ,
esto lo causa el que Dios tiene mayor operación dentro de
sí mesmo que extra de sí mesmo; y porque toda grandeza,
cuanto es más semejante a Dios, es mayor, por este motivo
es mayor en todas las cosas la operación ad intra que ad
extra, para que sean en ella onás semejantes a Dios
Admiróse Félix de lo que el ermitaño le decía, conside-
rando que la mayor nobleza y la mayor riqueza de los prín-
cipes conviene mucho más con la bondad, cuando son bue-
nos, que no en los otros hombres. A que el ermitaño le aña-
dió que por causa de que la grandeza se convierte en ma-
licia contra la similitud que tiene de Dios, se sigue muchas
veces que en los malos príncipes haya mayor vileza o sean
más malos, cuando son malos, que en los malos vasallos.
Mucho consideró Félix en el estado de la grandeza y de
la pequeñez, y se maravilló de los grandes defectos que hay
en el mundo y cometen los hombres unos contra otros y aun
contra el mismo Dios, habiendo en él tanta grandeza de
bondad. Asimismo se maravilló de la gran bondad de Jesu-
cristo y de las grandes penas y tormentos que padeció por
salvar su pueblo, y también se admiró considerando la gran-
deza de la gloria y de la pena que nos espera; y habiendo
considerado todas estas cosas, y el mal estado del mundo,
y la pequeñez de la bondad que hay en él, cuando Dios quie-
re que sea en la mayor grandeza de fe, esperanza, caridad
y las demás virtudes, lloró mucho y tuvo tal sentimiento,
que deseó morir, por parecerle era gran trabajo el haber
de vivir en él.
— Hijo — dijo el ermitaño — , por haber en el mundo tanto
2 El original es más sencillo : «e car tota granea qui sia pus
semblant a Déu que altre és major, per ço pot ésser pus gran en
ço hon és pus semblant a Déu, que en ço que li ès pus dessemblant».
Y continúa : «De ço que:l ermità dix, se meravevllà Fèlix per què
granea de linatge de príncep se descové pus fortment ab bonea con
en príncep és malea, que en altre hom qui no sia de linatge ne de
antiga riquesa ne honrament.»
y¿4 OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLÜLL
desconocimiento, tantas ingratitudes y tantos defectos, me
he venido a estar en esta ermita, para no ver el mal estado
en que está y las malas operaciones de los que le habitan,
que lo son tanto, que el considerarlas le perturba a uno el
entendimiento y la memoria, y le hace tener mala y desor-
denada voluntad; por lo que me estoy en este desierto, con-
templando a Dios y considerando cómo las cosas han sido
creadas y el porqué han sido creadas, lo que me causa una
gran alegría y felicidad [cuando lo contemplo y considero].
CAPÍTULO XCIX
DE LA COSTUMBRE Y DE SU PRIVACIÓN 1
— La costumbre espiritual — dijo el ermitaño a Félix —
es similitud de la obra que Dios tiene en sí mesmo ; y porque
Dios Padre incesantemente engendra al Hijo y espira al
Santo Espíritu, ha dado virtud a la forma del alma para
que incesantemente apetezca informar la materia, y para que
la materia incesantemente apetezca ser informada por la
forma, y que la materia y la forma incesantemente deseen
ser una alma que incesantemente memore, entienda y ame a
Dios.
Por la costumbre que el alma tiene en s\, se acostumbran
la memoria, entendimiento y voluntad a memorar, entender
y amar los objetos que toman, los que debieran tomar me-
diante la costumbre de la fe, esperanza, caridad y demás
virtudes; siendo maravilla que el alma ejecute lo contrario,
acostumbrándose a memorar, entender y amar los pecados
y vicios, contra la costumbre de la similitud que tiene de
Dios2.
Dicho esto, pasó el ermitaño a tratar de las costumbres
del cuerpo, por lo que dijo a Félix: — El hombre se acos-
tumbra a recibir los objetos corporales por medio de los
cinco corporales sentidos, y suministrándoselos al alma, se
acostumbran sus potencias a memorarlos, entenderlos y
amarlos, siendo en esto maravilla el que elija más los malos
y viciosos que los buenos y virtuosos, y sobre todo el que
no elija a Dios, para cuyo fin fué creada 3.
1 Infeliz traducción del original : «De acostumança e desacostu-
mança.»
2 Contenía aquí el original : «... acustumant-se incessantment la
forma e la matèria a ésser una ànima tan solament.»
3 Pierde este párrafo en la traducción todo el pintoresquismo del
original : «E açò és gran meraveylla : que la ànima acustum son re-
FÉLIX DE LAb MARAVILLAS . — C. 99 925
— Hijo — dijo el ermitaño — , has de saber que había un
hombre pecaaor que tenia muchas veces contrición de los
pecados que nacía, de que se maravillaba, porque, no obs-
tante, voivia a pecar. Sucedió una vez el que, habiendo he-
cbo un pecado üe lujuria, inmediatamente se arrepintió y
se acordo de que antes de hacerle y cuando le quena hacer
tenía contrición, y que le hacía casi forzado; de que se ad-
miro, nasta que por gracia de Dios conoció que esto dima-
naba de que el tenía sus potencias mal acostumbradas a
memorar, entender y amar, por lo que le faltaba la grandeza
de constancia, fortaleza y justicia; y así, habiéndole venido
otra vez la tentación de volver al pecado, él se resistió y
se mantuvo firme en el arrepentimiento, lo que habiendo
reiterado en otras ocasiones, perdió la costumbre de pecar
que tenía y amó verdaderamente la contrición 4.
También has de saber que había un hombre muy glotón,
que comía y bebía desordenadamente. Este hombre conocía
que el demasiado comer y beber le hacía mal, y lo conocía
mas y mejor después de comer que antes; por lo que, re-
flexionando mucnas veces en lo mal que la comida le hacía
y en los malos electos que le podía causar a su salud y a
su vida, memoró, entendió y amó la templanza y se acos-
tumbró a ella 5.
También has de saber que había un ciudadano muy ena-
morado de una hermosa mujer, por lo que estaba muy celo-
so, de que se maravillaba, pues no podía percibir en ella
cosa alguna ni detecto que le pudiese causar celos. En tanto
que el ciudadano se maravillaba de sus celos y no sabía so-
bre qué fundarlos, conoció que el estar celoso dimanaba de
pensar siempre que su mujer le engañaba y en los medios
y modos por donde lo podia hacer; y entonces hizo el ánimo
de pensar siempre bien de su mujer y de sus costumbres y
en las muchas razones que ella tenia y le asistían para obrar
bien y no mal; lo que habiéndose acostumbrado a memorar,
entender y amar, curó de sus celos y se aquietó bu espíritu 6.
menbrar, entendre e amar a veer belles figures, belles vstadures,
belles palaus, e ha oyr peraules vanes e de pocha utilitat, e a gustar
bons pans, bons vins, e axí de totes les altres coses corporals ; car
segons cors de natura ordonada, hom se deuria acustuniar en les
coses corporals, per tal que la ànima se pogués acustuniar a men-
brar, entendre e amar Dèu e virtuts e bones hobres.»
4 Según el original, te axí desecustumà's a peccar, per ço car
acustumà gran força de contricció a menbrar, entendre e amar».
6 .No es ésta precisamente la idea de Ramón L·lull, sino : «Aquell
hom acustumà son menbrar, entendre e amar, a conéxer lo mal que
li feya lo menjar, ans que menjàs e dementre mentave ; e per açò
acustumà's a haver temprança en son menjar.»
* Jisíúmase aquí la terminología luliana : «... e adonchs per aytal
acustumament acustumat en remenbrament, enteniment e volentat,
lo burgués guarí del mal de gelozia.»
' 92Ó Obras literarias de ramón llull
También has de saber que había un abad que envidiaba
mucho una villa que había cerca de su abadía, la que era
de un rico caballero que no la quería vender. No obstante,
el abad, siempre que pasaba por la villa o la veía, la envi-
diaba y la deseaba poseer, aunque conocía que lo que de-
seaba no podía ser, de que se maravillaba mucho. Estando
en esta admiración, mediante la gracia de Dios conoció que
el motivo por que deseaba tanto tener la villa era porque
continuamente la estaba memorando, entendiendo y aman-
do (y que por haberse acostumbrado a esto estaba habitual-
mente en el pecado de envidia) . Por ¿Lo que propuso el [me-
morar, entender y] amar la caridad, justicia, liberalidad 7 y
sabiduría y las reglas de su orden; lo que habiendo ejecu-
tado (y acostumbrádose a ello, olvidó la villa y sanó del pe-
cado de envidia que le atormentaba.
También has de saber que había un zapatero que conti-
nuamente estaba pensando en un agravio que le había hecho
un zurrador vecino suyo, por lo que le tenía muy mala vo-
luntad y odio; pero no osaba vengarse, por más que lo de-
seaba, y muchas veces lo había intentado, porque le faltaba
el espíritu y valor para ello al tiempo de irlo a ejecutar;
de que se maravillaba, hasta que conoció que esto dimanaba
de lo habituado que tenía el temor, considerando el daño
que le podía resultar y peligro a que se exponía al tiempo
de querer herir o afrentar a su enemigo. Por lo que procuró
olvidar el peligro a que se exponía y el daño que le podía
resultar, y entonces, sin pensar en ello, se fué a buscarle
y delante de todos, [en la plaza,] le afrentó e hirió sin te-
mor alguno.
Además has de saber que había un rey tan acostumbrado
a la caza, que con todos se disgustaba si no le hablaban de
ella, de forma que había olvidado totalmente el gobierno de
su reino y el régimen de sus pueblos ; de que se maravillaba
él mismo, hasta que conoció dimanaba del mucho tiempo
que había gastado en este ejercicio y de lo mucho que se
había acostumbrado a memorarle, entenderle y amarle; por
lo que, memorando y entendiendo la razón por qué y para
qué era rey, y pensando algún tiempo en ello, amó el serlo
y cumplir con su obligación, y a pocos días se halló habi-
tuado y contento, y fué en adelante prudente, bueno y sa-
bio (y supo reinar).
También has de saber que había un hombre que habla'-
ba mucho, de que dimanaba el que también mentía mucho,
y decía palabras deshonestas y desordenadas, no sin gran
vergüenza suya, por lo que deseaba apartarse de aquel vi-
cio y perder aquella mala costumbre, pero no podía; de que
7 La traducción dice «libertad» ; el original, «larguesa».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. IOO
pa-
se admiraba, hasta que consideró tanto sobre ello, que llegó
a memorar, entender y amar la justicia, la prudencia, la
sabiduría y la templanza, y memorándolas, entendiéndolas
y amándolas, por medio de la justicia amó la verdad y abo-
rreció la falsedad, y por el de la templanza se contenía en
hablar, hasta que la fortaleza ayudaba a la verdad, para
que venciese la mentira, por cuyo medio [se] corrigió y se
acostumbró a decir verdad y a hablar bien.
— Señor — dijo Félix — , gran admiración me causa e'l que
estemos los hombres en el mundo tan dados y acostumbra-
dos a las malas obras, a las falsedades y a los vanos delei-
tes y a otro sinnúmero de defectos, pues por esta costumbre
es Dios, siendo tan bueno, menospreciado, desamado, olvi-
dado y desobedecido, y son amadas y deseadas las cosas
viles, lo que es gran maravilla, y tan grande, que no puede
serlo mayor. — Hijo — dijo el ermitaño — , Dios es digno de
ser muy amado, muy memorado, muy entendido y muy obe-
decido, y si sucede lo contrario, es porque el mundo está
lleno de malas costumbres y Dios espera que por personas
santas, devotas y de buen ejemplo vuelva (o volvamos los
que le habitamos) las malas costumbres en buenas, lo que
para conseguirse es menester que haya gran santidad, per-
fección, fortaleza, caridad y devoción entre nosotros. ¿[Pero
tal grandeza de santidad y de buena vida no llega, entre
los hombres] ; siendo gran maravilla lo mucho que Dios nos
espera [cada día, lo mucho que el demonio puede contras-
tar] y lo mucho que nosotros nos tardamos, sin temor de
su justicia 8.
CAPITULO C
De la predestinación y del libre albedrío
— iHijo — dijo el ermitaño — , la consecuencia que se debe
seguir de la predestinación es el que se cumpla en el hom-
bre lo que sabe la sabiduría de Dios como infinita ; y la con-
secuencia que se sigue del libre albedrío es que la justicia
de Dios, que es cumplida y perfecta en sí mesma y en las
criaturas, deje al hombre libertad para poderse salvar, me-
diante la divina gracia, o condenar; pues si no la tenía1, la
justicia de Dios no podría tener operación perfecta ni jus-
ta en el hombre, lo que es imposible.
Mucho pensó Félix en lo que el ermitaño le decía de la
* Todo este tercer miembro es una añadidura inútil.
1 Aquí, como en tantos otros pasajes, el imperfecto de indicativo
es un catalanismo, en ve/ de la fornia irreal ; «tuviera».
•928
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
predestinación y del libre albedrío, y se maravilló en extre-
mo de que el hombre predestinado se pueda condenar y de
que el hombre preordenado o precito se pueda salvar; por
lo que replicó diciendo: — (Señor, siendo como es la sabidu-
ría de Dios cumplida y perfecta, se sigue que, si ella! sabe
que un hombre se ha de salvar, aquel hombre se ha de sal-
var precisamente y de necesidad, porque, si no sucedía así,
la sabiduría de Dios no tendría cumplimiento. Y siendo la
justicia de Dios, igualmente que Ta sabiduría, cumplida y
perfecta (como lo es), conviene también que aquel hombre
se pueda condenar, pues si esto no fuese así, la justicia de
Dios no sería cumplida ni perfecta, porque, si salvaba a
aquel hombre, sería por necesidad y sin libre albedrío, lo
que es imposible 2.
— Hijo — 'dijo el ermitaño — , has de saber que había un
hombre que se maravillaba de la voluntad de Dios, por pa-
recerle que ésta era alterable, respecto de que considera-
ba que Dios ama al hombre como justo y le aborrece o des-
ama como pecador, y que así se muda tantas veces como se
muda el hombre de buen estado en malo o de malo en bue-
no, de pecador en justo o de justo en pecador; en cuya ad-
miración estuvo hasta que, mediante Ja gracia de Dios, en-
tendió y conoció que la voluntad de Dios no es alterable,
aunque al hombre se lo parezca; porque, si lo fuese, se se-
guiría que lo que es menor mudase y alterase lo que es ma-
yor, y entonces la voluntad de Dios sería finita y estaría
sujeta a los accidentes, lo que es imposible.
Mediante la antecedente similitud, entendió Félix (por re-
gla de proporción) que, así como la voluntad de Dios no pa-
dece en sí mudanza ni alteración alguna, aunque el hom-
bre sea en un tiempo en un estado y en otro y pase del bien
al mal o del mal al bien (respecto de haber en Dios suma
igualdad entre sus atributos esencia y operación) 3, así la
sabiduría y la justicia de Dios no se mudan ni alteran por-
que el hombre sea predestinado o porque sea precito, ni por-
que se pueda salvar o condenar; y si el hombre que es pre-
destinado se hubiese de salvar de necesidad o el precito de
necesidad se hubiese de condenar, se seguiría que de nece-
sidad se mudasen por la operación del hombre la justicia
y la sabiduría de Dios, pues la una sería contraria a la
2 A continuación el autor vuelve a insistir todavía en las mismas
ideas : «E per açò són fort meraveyllat de aquesta obra, car vijares
m'és que de necessitat hom predestinat se deja salvar, e que no-s
pusca perdre ; e con la justícia, m'és vijares que tot hom, si bé sVs
predestinat, que-s pusca perdre.»
8 Este paréntesis es una añadidura, como todos los demás <le
este capítulo.
FÉLIX DE L\S MARAVILLAS.
100
920
otra en cuanto a la operación u operaciones que tendrían en
el hombre, lo que es imposible.
— Has de saber, hijo, que un discípulo preguntó a su
maestro que, si Dios podía haber creado mil mundos, por
qué dejó de crearlos y por qué no creó más de uno. y si
este que creó podía haberle dejado de crear. A lo que el
maestro respondió que el poder de Dios absolutamente pue-
de hacer todas las cosas, como infinito: pero como su sabi-
duría sabía que Dios no crearía si no es uno, y sabía que
aquello quería la voluntad, por esto el poder, que es una
cosa mesma con la sabiduría y con la voluntad, no pudo
crear mil mundos ni pudo dejar de crear el que creó, y ese
no poder es respectivo a la sabiduría y a la voluntad y no
a sí mesmo; y por esto conviene que el hombre diga y afir-
me que Dios puede, en cuanto a su poder absoluto, pero no
en cuanto éste está ordenado con la sabiduría y la volun-
tad, sin que por esto se siga contradicción, porque, si se se-
guía, se seguiría también defecto o en el poder, o en la sa-
biduría, o en la voluntad de Dios, lo que es imposible.
Mucho se maravilló Félix de las palabras del ermitaño
y de las similitudes oue le había puesto, por lo que dijo:
— Señor, jamás he oído palabras que me causen tanta ad-
miración ni que se la deban causar a todos los hombres,
como las que acabáis de decir, pues parece imposible que
el entendimiento humano las pueda comprender, respecto de
que decís que Dios puede hacer lo que sabe que no hará y lo
que su voluntad quiere que no haga, y decís que no lo pue-
de hacer porque la sabiduría sabe que la voluntad no lo
quiere, y así vos decís que Dios puede y no puede, lo que
es raro y maravilloso.
— Hijo — dijo el ermitaño — , Dios quiere que el hombre
afirme que El puede hacer lo que su sabiduría sabe que no
hará y que su voluntad no quiere que haga, lo que es afir-
mable por causa de que en el poder de Dios hay grandeza,
bondad y libertad, y si debiese hacer tan solamente lo que
hace y no pudiese hacer otra cosa, sería constreñido y limi-
tado a seguir aquello que sabe su sabiduría y aquello que
quiere su voluntad, y serían la sabiduría y la voluntad ma-
yores en grandeza, nobleza y bondad que el poder, lo que
es imposible. Y si Dios podía hacer aquello que su sabidu-
ría sabe que no hará y lo que su voluntad quiere que no
haga, se seguiría que el acto u obra de su poder podría
más y sería mayor en grandeza que los actos de la sabidu-
ría y la voluntad, y sería más noble, más bueno y mayor
el poder que la sabiduría ni la voluntad, lo que es imposi-
ble ; por cuyo motivo es necesario que el hombre diga y afir-
me que Dios puede en cuanto a su potestad y que no puede
30
930
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
en cuanto a su sabiduría y voluntad, hablando de aquello
que no hará ni que hasta ahora ha hecho, sin que de ello
se siga ningún inconveniente ni contradicción.
Habiéndose Félix maravillado mucho de esta similitud,
levantó su entendimiento tan alto como pudo, y rogó a
Dios le diese gracia para poderla entender, y entonces en-
tendió que así como conviene afirmar que Dios puede hacer
lo que no hará y que no lo puede hacer porque la sabiduría
de Dios sabe que no lo hará 4 ni la voluntad quiere hacerlo ,
que así es el hombre predestinado, por causa de que la sabi-
duría lo sabe, y que aquel hombre se puede condenar res-
pecto de que da justicia le ha dado libre albedrío. Y así con-
viene (y se ha de decir) que todo hombre que sea predesti-
nado o precito se pueda salvar o condenar, sin que se siga
contradicción en el poder de Dios.
Después de esto dijo el ermitaño a Félix: — Has de sa-
ber, hijo, que había un prelado a quien Dios había dado gran
poder y sabiduría, pues era general de su religión y tenía a
sus órdenes muchos hombres muy sabios y doctos, por lo
que, por consecuencia, podía hacer mucho bien; en lo que
reparando un hombre, le dijo que Dios había influido la simi-
litud de su grandeza en él, dándole tanto poder y sabiduría
para que pudiese hacer gran bien con el poder y para que lo
supiese hacer con la sabiduría ; a que añadió que en Dios hay
grandeza de voluntad, la que quería tuviese su similitud en
la del prelado, para que con grandeza de voluntad quisiese
usar de la grandeza del poder y de la sabiduría; pero por
causa de que en aquel prelado era mayor el poder y la sabi-
duría que la voluntad, el poder y la sabiduría estaban ocio-
sos, dejando de obrar todo lo que podían por falta del prela-
do, que en su voluntad no quería recibir la similitud de la
voluntad de Dios, que es tan grande como su potestad y su
sabiduría.
Como Félix estaba acostumbrado a entender una si-
militud por otra, entendió por la antecedente- que conviene
que haya grandeza de poder, sabiduría y voluntad, y que
igualmente conviene que el hombre obre con grandeza, me-
diante la cual la sabiduría de Dios le pueda predestinar, si
está predestinado, y la justicia condenar, si es digno de con-
denación ; porque si no le podía condenar por causa de que
era predestinado y que de necesidad se hubiese de salvar,
se seguiría que en las obras del hombre tuviese Ta sabiduría
de Dios mayor operación que la justicia, lo que es imposi-
ble, y en que se manifiesta que el hombre (mediante sus
obras) se puede salvar o condenar.
4 La traducción dice erróneamente «lo que no harás», pero el texto
original «que no ho farà».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 100 Q^í
— Hijo — dijo el ermitaño — , cuando el hombre afirma que
el predestinado se debe salvar, respecto de que la sabiduría
de Dios lo sabe y supo ab aeterno 5, afirma la verdad; pero de
la afirmación de esta verdad se sigue una falsa negación si
se dice que aquel hombre no se puede condenar. Y cuando
el hombre afirma que todos nos podemos salvar o condenar,
afirma la verdad, respecto de que afirma cumplimiento y
perfección en la justicia de Dios, la que no lo sería ni ten-
dría si no ¡hubiese dado al hombre libre albedrío. Y, no obs-
tante, de esta afirmación se sigue falsa negación, [esto es,
que] si decimos que todos los hombres [tenemos libertad
por la que] nos podemos salvar o condenar 6, parece que la
sabiduría de Dios no puede saber quién se salvará ni quién
se condenará, lo que es imposible 7. En cuya imposibilidad
se manifiesta que las dos afirmaciones son verdaderas, y las
dos negaciones que de ellas se siguen falsas; y siendo esto
así, se manifiesta también deberse afirmar que el hombre
predestinado se puede salvar y se puede condenar.
— Hijo — dijo el ermitaño — , hubo un hombre que tuvo
grandes tentaciones sobre la predestinación, por parecerle
que él tenía mayor poder que la justicia de Dios; y estando
con esta tentación, se puso a pensar en la disposición del
mundo; la que considerando y reflexionando, conoeió que
el hombre se halla en él en estado de obrar bien o mal, y
que Dios ha ordenado que viva en el mundo con el libre al-
bedrío para que le ejercite y merezca o desmerezca, me-
diante el uso que haga de las cosas. Y, [si no existiese el
libre albedrío, y necesariamente el hombre se salvase por
ser predestinado, y se condenase por ser precito, se segui-
ría inconveniente para cuanto en el mundo ha sido ordena-
do; pues no importaría obrar bien o mal, además de] que
para este fin [Dios] creó y dió el ser 8 al sol, luna y estre-
llas, ty a todas las obras de la naturaleza sensual e intelec-
tual, las cuales y todo el mundo serían desordenadas, como
no creadas para este fin, lo que es imposible.
5 «ty supo ab detento» lo añade el traductor.
8 Suprimimos un «pues» sobrante.
7 Frase de sentido obscuro; he ahí el original: «E de aquesta aytal
affermació se segueix falça negació, ço és saber, que si tot hom ha
libertat que-s pusca salvar ho dampnar, par que ia saviesa de Déu
no pusca saber qui-s salvarà ne qui:s dempnarà, e açò és impossible.»
8 Omitimos aquí las palabras «.a todas ellas y».
932
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
CAPÍTULO Cl
DE LA ABSTINENCIA
— Señor— dijo Félix — , mucho me admiro de que la abs-
tinencia sea tan poco amada por los hombres, siendo virtud
tan noble y tan necesaria.
— Hijo — dijo el ermitaño — , naturalmente la memoria tie-
ne inclinación a su semejante (como la tienen todas las co-
sas del mundo), y siendo lo de ella el memorar, como del
entendimiento el entender y de la voluntad el amar, todas
estas cosas ejercita mediante los objetos que toma corporal
o espiritualmente. Y así, para que estas similitudes se to-
men por las potencias ordenadamente, puso Dios en el hom-
bre virtud, mediante la cual pueda tener abstinencia de no
obrar por sí nada a que no concurran la justicia, sabiduría,
fortaleza y templanza y las demás virtudes; [y que des-
pués, con estas' virtudes y con la memoria, entendimiento y
voluntad, tomen las semejanzas, para que estén en ellas las
sobredichas virtudes].
Hijo, has de saber que quien sepa lo alto, grande y per-
fecto de la virtud de la abstinencia, se maravillará del agra-
vio que un rey muy poderoso la hizo en presencia de todos
los de su corte. — Y como Félix le rogase que se lo dijese, él
le respondió:
— Un rey muy poderoso [en gentes y dominios] tuvo un
festín y convite, a que concurrieron gran número de nobles
caballeros y otras gentes. [Sentóse en el trono el rey muy
noblemente vestido,] y, habiendo pasado todo aquel día en
delicias, comidas y vanidades, comparecieron ante él la abs-
tinencia y su opuesto, y habiendo cometido aquel día el rey
toda suerte de pecados l, siempre que había de cometer algu-
no, y antes de ejecutarlo, se le representaba en su memoria,
entendimiento y voluntad la abstinencia, con el fin de que el
rey la memorase, entendiese y amase, y que memorase, en-
tendiese y aborreciese a su opuesto; pero el rey hizo siempre
lo contrario, no amando la abstinencia y amando los excesos;
y cuando la abstinencia se le representaba para que fuese
abstinencia en comer, beber, hablar y en lo demás, y para,
que no fuese orgulloso ni vanaglorioso de su poder y ri-
quezas, el rey la aborrecía, y amaba el ver, oír y los demás
1 Versión inexpresiva de «en, tots los -vil- peccats anortáis peccà
aquell dia lo rey».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. C. IOI
933
actos y objetos agradable* al corazón y a los sentidos. Es-
tando el rey así divertido, vino a su presencia un hombre
pobre y mal vestido, el cual iba por las cortes de los prínci-
pes sólo a ver sus operaciones y sus tratos y los de sus ba-
rones y grandes para tener motivos de alabar y bendecir
a Dios; y cuando veía que caminaban por el camino de su
salvación, se alegraba mucho de que Dios tuviese tan bue-
nos y tan nobles servidores, por ser consecuente y propio
de tan gran Señor tener servidores nobles, buenos y pode-
rosos; y cuando veía que eran malos y disolutos, viles y de
malas costumbres, se lamentaba y lloraba de que no ama-
sen y sirviesen a Dios como debían, pues de ello se origina-
ba mucho mal. Cuando este pobre hombre llegó delante del
rey y observó que le faltaba la abstinencia, dijo: "Señor,
Dios ha creado el alma del hombre con sus tres potencias
para que memore, entienda y ame; estos actos quiere Dios
que estén ordenados por la fe, esperanza, caridad y las de-
más virtudes; y así, cuando sucede que la memoria y el en-
tendimiento entiende alguna cosa antes que la voluntad la
ame o la aborrezca, quiere Dios que le asista la abstinencia
y que sirva como de adorno a los actos de estas tres po-
tencias y como regla que las dirija y ponga límites."
Además has de saber, hijo, que un prelado que fué elec-
to para una alta prelacia, el mismo día que lo fué, vió de-
lante de sí a un clérigo que le había hecho un agravio, e
irritado, sin poderse contener, ultrajó y dió una bofetada
al clérigo delante de todos los presentes; los que se admi-
raron de semejante trato, en nada correspondiente al pre-
lado ni a su dignidad.
También has de saber que había un hombre que no se
podía abstener de comer y beber mucho; lo que habiendo
ejecutado un día como acostumbraba, conoció que le ha-
bía hecho mal, y consideró en qué podía consistir el que él
no se pudiese abstener ni contener cuando comía y bebía.
Estando con esta consideración, entró a pasearse en un jar-
dín que tenía, y vió que el hortelano estaba quemando un
árbol. Y habiendo considerado el poco tiempo en que el
fuego le había consumido, cuando la naturaleza había tar-
dado tanto en producirle, conoció que el no saberse él con-
tener de comer y beber demasiado consistía en que la abs-
tinencia se consigue con muchas consideraciones y reflexio-
nes, y que sus opuestos (que son los excesos) se introdu-
cen por la prontitud y f^lta de reflexión, y que la abstinen-
cia ha de menester fortalecerse y arraigarse por medio de
la justicia, fortaleza y demás virtudes, no necesitando el ex-
ceso en todo más que el placer de la voluntad y la con-
sideración del deleite. Y así, aquel hombre en adelante,
934
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
cuando tenía apetitos, reflexionaba en los bienes que por
la abstinencia se consiguen y en los males que los excesos
nos ocasionan, y así era continente en todo.
Has de saber que estando una vez un caballero para em-
barcarse y pasar el mar, dejó a su mujer en un castillo o
posesión que tenía, y la dijo al tiempo de despedirse que,
sobre todo, la encargaba que, si se hallaba con tentaciones
de cometer el pecado de lujuria, antes de ejecutarlo consi-
derase por tres veces la infamia que cometía y la desleal-
tad y ofensa que contra él hacía, y que de ello se arrepen-
tiría; cuyas palabras la dijo con el fin de que con la refle-
xión que sobre ello hiciese se abstuviese y diese tiempo para
que la [caridad, sabiduría,] justicia y fortaleza viniesen a
socorrerla, [pues apenas sucede que el hombre se detenga
de improviso antes de querer algo, sin que aparezca la abs-
tinencia con alguna virtud, de que se sigue gran utilidad].
También has de saber que a un filósofo le preguntó un
discípulo que cómo podía tener conocimiento de la absti-
nencia; a que el filósofo le respondió con esta similitud:
"Cuando yo estudiaba, pregunté a mi maestro cómo era la
disposición de la materia y de la forma y cómo se unen
y sacan el compuesto; a que él me respondió que la forma
digiere la materia, hasta tanto que con ella puede ser un
cuerpo, cuya digestión no se puede hacer prontamente, y sí
con sucesión de tiempo, porque dentro de la materia hay
diversas formas intensas, que unas y otras digieren las ma-
terias particulares, y, depuradas, la forma común encuen-
tra la común materia y la digiere y obliga a ser común con
ella mesma en el supuesto o sujeto que componen."
Entendió Félix por la antecedente similitud lo que el er-
mitaño decía, y se admiró de su sutileza, porque verdadera-
mente es sutil la respuesta, y añadió que era la abstinen-
cia una gran virtud, pues por ella se consigue él fin y la
perfección de lo que se obra, por lo que debía ser más co-
nocida, amada y venerada en el mundo que no lo es.
CAPÍTULO CU
DE LA CONCIENCIA
— La cogienda — idijo el ermitaño — es aquella naturale-
za intelectiva que punza al alma cuando se inclina a obrar
o pensar contra la final intención para que fué creada; y
esta naturaleza la creó Dios en el alma del hombre para
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 102 935
que conozca y distinga lo que obra según Dios o contra
Dios.
Has de saber, hijo — 'prosiguió el ermitaño — , que en una
abadía se celebró un capítulo, a que asistieron, entre otros
monjes, el abad, el prior y el despensero, y cada uno de
ellos por sí se alabó y probó lo mucho que habían aumen-
tado por sus medios y diligencias las rentas del monaste-
rio. Lo que habiendo oído un monje claustral que estaba
presente, dijo que se maravillaba mucho [de que no les re-
mordiese la conciencia] del tiempo que por hacerlo y conse-
guirlo habían perdido y dejado de contemplar a Dios en su
unidad, trinidad, encarnación y en los demás atributos, y
de que tuviesen vanagloria de haber multiplicado las rentas
del monasterio, cuando mayor y más provechosa multipli-
cación pudieran haber hecho con oraciones, contemplacio-
nes, lágrimas y suspiros, que con dineros, castillos, [ciu-
dades] y villas, <por convenirse y concordar mucho más con
un. monje el contemplar, suspirar y llorar, que el adquirir,
vender y comprar.
— Señor — 'dijo Félix — , gran maravilla me causa el que
los obispos y demás prelados hagan tanto deshonor y esti-
men en tan poco la exaltación de la Iglesia, que no [les re-
muerda la conciencia el ver tantas gentes que la vituperan
y deshonran, ni] apliquen para [impedirlo] 1 las grandes
rentas, tesoros y prosperidades que poseen, [ni ofrezcan a
sus subditos toda la ayuda que podrían],
— 'Hijo — dijo el ermitaño — , así como 4as plantas y los
animales tienen algún modo o propiedad por la cual son ge-
nerables y corruptibles, así espiritualmente la conciencia,
laj abstinencia y las demás virtudes o propiedades espiritua-
les tienen también su modo de engendrarse y de corromper-
se espiritualmente; y así, cuando sucede que la conciencia
se halla en algún hombre sin las otras virtudes, no tiene
en qué fortificarse ni arraigarse, y le sucede lo que al gra-
no de trigo que cae o se siembra en las piedras o entre es-
pinas: que no nace ni fructifica por no encontrar humor en
que arraigarse ni de que producirse.
Hijo, has de saber que un obispo poseyó cuarenta años
un rico obispado, y al fin de sus días le remordió la con-
ciencia por lo mal que había empleado sus rentas; pero, ha-
llándose en él la conciencia sola, sin justicia ni contrición,
esperanza ni satisfacción (por causa de que muchas veces,
antes de estar enfermo, se había acostumbrado a no tener
estas virtudes, aunque la conciencia le remordía), Je suce-
dió a la hora de la muerte el hallarse con ella sola y morir
1 Esta palabra substituye a «ello».
936
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
sin Satisfacerla (porque por sí sola y sin las otras virtudes
poco vale) 2.
Hijo — Idijo el ermitaño — t, has de saber que había un
abogado que por su diligencia y elocuencia hizo perder mu-
chos pleitos a muchos hombres contra justicia, y como lo
que él había hecho perder a muchos hombres por este me-
dio era mucho más de lo que él había ganado para sí, su-
cedió que, hallándose in articulo mortis, se confesó y dijo
sus pecados ; y como el confesor le dijese que satisficiese lo
que pudiese, ya que se hallaba imposibilitado de ejecutarlo
del todo, respondió que él se compadecía tanto de su mujer
y de sus hijos, que le parecía acusarle la conciencia si res-
tituía lo que debía, respecto de que quedarían pobres y mi-
serables. Y aunque el confesor le replicó que, naturalmente
y según conciencia, debía más mirar por sí y por su salva-
ción que por su mujer y por sus hijos, no quiso restituir
nada, por lo que murió en pecado [mortal, np queriendo
usar de su conciencia con justicia, grandeza, sabiduría y
fuerza,] (y se condenó). Lo que sirvió de ejemplo al con-
fesor, que [conoció cómo el abogado había muerto mal por
no haber tenido en su conciencia grandeza de justicia, fuer-
za y sabiduría; reflexionó él en su propio estado, y conoció
que a su conciencia le faltaba grandeza de justicia, sabidu-
ría, fuerza y caridad, y multiplicó en su conciencia grande-
za de virtudes, por las cuales tuvo verdadera conciencia de
cómo él] era un prelado con muchas rentas para [el bien
de la santa Iglesia, por lo que decidió] repartirlas entre
los pobres y vivir mucho tiempo ¿haciendo santa vida.
Además has de saber, hijo, que, delante de un prelado
y de un príncipe, dijo un pobre hombre que la conciencia
no obligaba sin el poder, saber y querer; porque quien la
debe tener y peca, es el que puede, sabe y no quiere hacer
el bien que puede y sabe; y si no le puede hacer, le obliga
la conciencia a desear hacerle, si pudiese, y arrepentirse
del que ha dejado de hacer pudiendo y sabiendo, por no
haber querido; y si así no se ejecuta, se debe tener con-
ciencia (porque se peca). Lo que oyendo todos los circuns-
tantes, se maravillaron, por no entender lo que el hombre
decía, y él prosiguió diciendo: "Un santo hombre se fué
entre los tártaros y otras muchas naciones idólatras 3, mi-
rando y considerando las cosas que aquellos bárbaros ha-
cen y cómo viven; maravillándose de que hiciesen a Dios
tal deshonor haciendo dioses de los íclolos del sol, de las es-
trellas, bestias, aves y de otras muchas cosas ; pero mucho
2 Este último paréntesis es una glosa ; el otro, no. También son
una añadidura los de los párrafos siguientes.
8 Muchos lulistas han tenido este párrnfo por autobiográfico.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 102 9.} 7
más se maravilló de considerar que a los príncipes, religio-
sos y prelados y a todos los demás hombres cristianos no
les remordiese la conciencia en consentirlo, permitiendo y
dejando vivir a aquellos bárbaros en su error, sin conoci-
miento de Dios, que los ha creado y dado ser y vida. Es-
tando este santo hombre en esta consideración, conoció que
la poca conciencia (o poco escrúpulo) que los cristianos te-
nían de esto, provenía de la poca fe, esperanza, caridad, jus-
ticia y las demás virtudes que tenían, porque, si las tuvie-
sen como debían, tendrían también grande conciencia y la
amarían, pues en Dios hay grandeza y no pequenez, y, por
consecuencia, deberían amar más los hombres la semejanza
de Dios en su conciencia que no su desemejanza.
— Señor — dijo Félix — , ¿qué es la causa de que muchas
veces tengamos conciencia (o sintamos que la conciencia nos
remuerde) de aquello [de] que no la debemos tener o no nos
debía remorder, y no la tengamos de aquello de que la de-
bíamos tener o nos debía remorder?
Hijo — dijo el ermitaño — , a un príncipe le remordía la
conciencia cuando le venían algunos vanos y lascivos pen^
samientos, y, conociendo le provenían y los causaba la ocio-
sidad, salía a ejercitarse en la caza todos los días, para
desecharlos y apartarlos de sí, y en el ínterin encomendaba
el gobierno de sus reinos y vasallos a hombres que lo re-
gían mal; de que dimanaba que, por apartarse de los peca-
dos veniales que le ocasionaban J~s malos pensamientos,
incurría en muchos' mortales, por el mal régimen que daba
a sus pueblos y por los muchos agravios que de ello4 se
originaban; lo que no le sucediera si hubiese procurado
desechar y vencer los malos pensamientos con otros bue-
nos y, sobre todo, con ocupar el tiempo en el gobierno de
sus reinos, pues la primera virtud es la obligación.
Hijo — dijo el ermitaño — , la conciencia también tiene
sus extremos, pues unas veces es tan aguda, que nos ator-
menta de lo que no debía, y otras tan grosera, que no nos
punza de lo que debía; cuando es muy sutil y nos punza
más de lo que debía, proviene del exceso de amor o de
temor que tenemos; y cuando es muy grosera, proviene
de la falta de uno y otro: lo que está dispuesto así para
que la conciencia no pueda estar en nosotros sin la jus-
ticia, que tenga igual la balanza, para que los actos de la
memoria, entendimiento y voluntad sean ordenados y no
declinen a tener escrúpulo de lo que se debe tener, ni a de-
jarle de tener de lo que se debe tener.
4 «ellos» en la traducción castellana.
938
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
CAPÍTULO CIII
DE LA CONFESIÓN
— La confesión es manifestación y declaración de los
pecados y defectos 1 que el hombre ha cometido contra Dios,
contra el prójimo y contra si mesmo, la que requiere arre-
pentimiento y satisfacción arreglada al consejo o peniten-
cia que el confesor le diere, a quien corresponde enseñar
al penitente el modo o modos de ejercitar las virtudes y
apartarse de los vicios y de satisfacer a Dios y a sus pró-
jimos de 'lias ofensas que les hubiese hecho y defectos que
contra sus preceptos hubiese cometido.
Has de saber, hijo, que había un clérigo que regía una
gran parroquia, el cual había estudiado leyes con el fin de
saber en la confesión aconsejar y dirigir a los que se con-
fesaban con él, pareciéndole que con ellas solas y sin la
teología y filosofía podía conseguirlo y ser buen confesor;
[y por esto el tal clérigo no sabía aconsejar los modos para
vivificar en el alma las virtudes y mortificar los vicios, an-
tes sólo sabía aconsejar sobre. los bienes temporales y sobre
la manera cómo dar con ellos satisfacción]. Sucedió una
vez que, habiéndose confesado con él un hombre de al-
gunos pecados de lujuria y pidiéndole consejo para po-
derse apartar de ellos y para fortificar en sí Ja virtud de
la castidad y resistir los ardores de la lujuria, el clérigo
no se le supo dar ni menos aconsejar ni fortificar en la fe,
no obstante haberle dicho el hombre dudaba de ella en mu-
chas ocasiones ; de que el hombre se admiró 2 (y comprendió
que, aunque es bueno que el confesor sepa leyes, para dis-
tinguir los casos en que obliga la satisfacción y restitu-
ción y cómo se debe ejecutar, éstas no bastan, sin la filo-
sofía y teología, para enseñar al penitente a que abrace
las virtudes, a que se aparte de los vicios y a que se ra-
dique en la fe).
— Señor— (dijo Félix — „ yo me maravillo de que los hom-
bres que no quieren o no se hallan dispuestos para apartarse
del pecado, se confiesen, cuando la confesión vale poco sin
contrición ni satisfacción. — (Hijo— -úijo el ermitaño — , has
de saber que un beneficiado tenía en su casa una loca mu-
1 Ambos términos corresponden al catalán «fallimens».
2 Todo lo que sigue es una glosa de la sencilla frase luliana : «Lo
hom se meraveyllà per què a aytal hom era comenada confessió.»
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 103
939
jer, con quien pecaba, y, no obstante esto, decía misa todos
los días, confesando antes sus pecados sin contrición ni
satisfacción; por lo que lá confesión era nula. Pero, no
obstante, como confesándose así se aproximaba más ai la
verdadera confesión que si no se confesase, por tal proxi-
midad, que tenía alguna similitud con la confesión verda-
dera, se siguió en él, y se sigue algunas veces en los más
hombres, el llegar a ejecutarlo con contrición y satisfac-
ción, que era lo que al prebendado le faltaba.
— »Señor — dijo Félix — , yo me maravillo de que haya
hombres que se confiesen con confesor que saben que está
en pecado mortal, y he conocido adgunos que han dejado
de ejecutarlo por este motivo. — tfiijo — 'dijo el ermitaño — ,
la bondad y la misericordia de Dios son tan -grandes e in-
finitas como su justicia, y la grandeza de Dios influye la
similitud de estas virtudes con tal grandeza en el confesor,
que la parvidad de su ser ni de sus defectos no puede des-
truir ni aniquilar el carácter y similitud de la grandeza
de estas virtudes que Dios ha puesto en él.
Además has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que ha-
bía un hombre que había cometido un pecado tan feo, que
por vergüenza dejaba de decirle cuando se confesaba, de
que se admiraba él mesmo, considerando que tenía más ver-
güenza y empacho de decir aquel pecado al confesor, que
de (Dios que le sabía. [Por mucho tiempo reflexionó aquel
hombre en la causa por que no podía confesar el pecado, y
mucho se maravillaba. Sucedió un día, que él consideró el
estado en que se hallaba ty en las costumbres que tenía;]
hasta que alcanzó que esto provenía de que él temía más el
decir de las gentes, que no amaba ni temía a Dios, [y por
ello continuaba en el feo pecado que había cometido y que
no podía confesar].
También has de saber que había un religioso muy docto
en filosofía y teología, que era confesor de un rey, quien
se confesó con él una vez de todos sus pecados, y entre
otros del de hafoer quitado injustamente un castillo a un
conde. El religioso, habiendo considerado sobre los peca-
dos del rey, como era tan sabio, conoció y le manifestó con
razones necesarias el principio del pecado, y de qué se ori-
gina, y cómo del que había cometido injustamente contra
el conde debía darle satisfacción; de que el rey estuvo muy
contento, y lo ejecutó, quedando instruido en adelante del
origen del pecado y de la forma cómo se debe destruir y
mortificar.
También has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que en
un gran monasterio había un fraile lego y simple, el que se
maravillaba de ver confesar tan a menudo a los religiosos,
940
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
cuando nunca los veía pecar; lo que dimanaba de parecerle
a él que no se podía pecar con sola la intención o con sola
el alma y sin manifestación de señales exteriores.
También has de saber que un peregrino de Ultramar
fué a estar con un emperador, y le dijo que si se había
confesado del pecado que cometía en dejar tener y poseer
la Tierra Santa a los infieles; a que el emperador respondió
que ni menos había hecho escrúpulo de ello, y que así nunca
se había confesado; por lo que el peregrino prosiguió di-
ciendo que había un prelado que tenía gran poder, en el
cual había grandeza de ociosidad y pequeñez de utilidad, al
que preguntó un clérigo de su casa de qué pecados era
más provechoso y consecuente que se confesase, de los que
hacía contra el honor y servicio de Dios o de los que hacía
contra el honor y utilidad de sus prójimos. A que el pre-
lado, juzgando como debía, dijo que así como le compete
más honor a Dios que al prójimo, así es consecuente que
sea mayor el pecado que se comete contra Dios que el que
> se cómete contra el prójimo. Mucho se maravilló el clérigo
de las palabras del prelado, pues con ellas contradecía a sus
obras; por lo que añadió las siguientes:
"Quien peca contra Dios y se confiesa, debe darle mayor
satisfacción que la que da a su prójimo [con bienes tempo-
rales] cuando contra él ha pecado; pues para que la confe-
sión sea perfecta es más necesaria la satisfacción de la hon-
ra, de la alabanza, del conocimiento y del amor que se ha
dejado de tener a Dios, que no la satisfacción de las viñas,
castillos, dineros u otras cosas que se hayan usurpado ta los
prójimos."
También has de saber que un caballero, habiendo ido
a confesarse con un obispo, le dijo en la confesión cómo
había robado mil sueldos a un labrador vasallo suyo. El
obispo le dijo que era necesario que los restituyese, porque,
si no, no le podía absolver. El caballero le respondió que
no los tenía; a que el obispo volvió a decirle que hiciese el
ánimo y propósito de restituírselos cuando los tuviese; a
lo que el caballero le respondió que no quería; de que el
obispo se admiró mucho, pero mucho más el caballero de
que el obispo no le diese los mil sueldos para restituirlos,
teniendo tan gran renta y muchos millares de doblones,
procedentes de ella, detenidos y sin uso en su tesoro; por
lo que dijo al obispo:
"Señor, sírvase vuestra señoría ilustrísima 3 decirme quién
3 Traducción dieciochesca de la frase medieval : «Sen ver bisbe,
prech-vos...» Claro está que en este punto, como en otros, la moral
luliana es exagerada, .pues t aquí bastaba que el caballero propusiese
seriamente restituir los mil sueldos cuando los tuviese.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 104 941
comete mayor defecto: yo, que no quiero ni tengo voluntad
de restituir los mil sueldos que no tengo, o vuestra señoría
ilustrísima, que puede dármelos por amor de Dios, pues
tiene tantos, y deja, por no hacerlo, de hacer el bien que
puede y a que está obligado." A lo que el obispo no supo
qué responder, volviéndose a maravillar el caballero de
que el obispo conociese y se maravillase del pecado que él
había cometido y no conociese ni se maravillase del que
él cometía, estando tanto más cercano del entendimiento
del obispo su propio defecto que el del caballero.
— Señor — dijo Félix—, tengo entendido que un santo
hombre confesor, habiendo confesado un día muchas mu-
jeres y oído los distintos pecados de lujuria que habían
cometido, tuvo grandísimos incentivos y tentaciones, de que
él se maravillaba, considerando cómo de la confesión, que
es cosa tan buena, se puede seguir cosa tan mala, como las
tentaciones e incentivos de la lujuria. — Hijo — dijo el er-
mitaño— , en Dios hay grandeza de bondad, y porque la
confesión es buena y en Dios hay grandeza y no parvidad,
quiso Dios que en el confesor hubiese grandeza de forta-
leza, para que con ella resistiese al deleite e incentivos car-
nales (por lo que permitió las tentaciones en el confesor
y las permite en nosotros para que, venciéndolas, engran-
dezcamos nuestras virtudes y merezcamos eternos pre-
mios) 4.
CAPÍTULO CIV
De la penitencia
— 'Hijo — dijo el ermitaño — , los hombres hacen peniten-
cia (por medio de la caridad, justicia, esperanza, sabidu-
ría, fortaleza y templanza) de los pecados que han come-
tido si se arrepienten de ellos; pero como los más sin el
uso de estas virtudes quieren hacer penitencia, obran con-
tra la penitencia, porque, sin ellas, con nada conviene, ni
tiene compañía, ni en qué arraigarse.
Maravíllate, hijo — prosiguió el ermitaño — , de los hom-
bres, pues quieren hacer penitencia sin justicia; sin consi-
derar de que, tanto como han ofendido a Dios, tanta ha de
ser la penitencia que deben hacer según justicia, y otro tan-
to se deben arrepentir de los pecados, y otro tanto deben
satisfacer a Dios y a los prójimos, contra quienes los han
cometido; todo lo cual es necesario para que el hombre
4 Glosa del traductor.
942
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
engrandezca su justicia, caridad y las demás virtudes l. Mas
cuando sucede que ellas comienzan a engrandecerse y el
hombre a querer hacer penitencia, y siente el trabajo que
en ella ha de pasar, le falta la compañía de la grandeza a
las demás virtudes, introduciéndose en su lugar la pequeñez
en hacer poca penitencia, por razón de que no puede ni
quiere sostener los trabajos que para hacerla perfecta ha de
padecer. i .
Has de saber, hijo — prosiguió el ermitaño — , que un
caballero, hombre usurpador, lujurioso, iracundo, homicida
y que había hecho otros muchos pecados, se entró religioso
con el fin de hacer penitencia. Y cuando estuvo en el con-
vento, sintió alguna aflicción corporal, pero ninguna espi-
ritual, ni en su alma dolor ni penn. antes bien menos ansia
y trabajo y más descanso que el que solía tener cuando
, estaba en el siglo. Por lo que se puso a pensar que aquella
penitencia no podía ser suficiente ni satisfactoria de los
grandes pecados que él había cometido; y así rogó a su
abad le enseñase modo y diese doctrina para hacerla tan
justa y conveniente como deseaba. Pero el abad, no hacien-
do caso de lo que el nuevo monje le decía, le hizo despen-
sero, por verle cuidadoso, diligente y apto para ello; por
lo que el caballero no pudo hacer cumplida y perfecta peni-
tencia respecto del nuevo encargo oue tenía, pues la que lo
ha de ser requiere muchas lágrima?, cogitaciones, susoiros,
continuos arrepentimientos de haber pecado (y propósitos
de no volver a pecar, y esto no se puede hacer entre las ocu-
paciones y afanes del mundo) 2.
— ^Señoff — dijo Félix — , mucho me admiro de que los
hombres hagan hacer penitencia al cuerpo, vistiéndole de
toscos paños, azotándole, ayunando y durmiendo mal y en
duras camas, y que no se la hagan hacer al alma, que es
quien ha pecado mucho más que el cuerpo. — Hijo — dijo el
ermitaño — , has de saber que había un hombre que estaba
en un desierto haciendo penitencia, el cual la hacía corpo¿
ral y espiritualmente : corporal, porque se atormentaba
y destruía el cuerpo con ayunos, llantos, vigilias, y con
sufrir calor, frío, soledad y muchas otras cosas traba iosas
para el cuerpo; y espiritualmente. porque todo el día hacía
que su alma estuviese aborreciendo el pecado y amando a
1 Más claro es «1 original : «... car aytant com Déu ha offès Déu,
de aytant vol justícia que hom se peneda del peccat que fevt ha ¡
e per la justícia cové que hom, faén penitència, satisfaça a Déu e a
son proïsme contra qui ha peccat ; e açò se cové per ço que hom
haja granea en justícia, caritat, sperance, força, saviesa e tem-
prança.»
2 Todo el paréntesis es una glosa : en cambio, queda por traducir
«Molt se meraveyllà aquell cavaller del abat qui no li donava oppor-
tunitat de fer penitència».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS.
104
943
Dios, en lo que se esforzaba tanto como podía, teniendo
siempre su voluntad sierva y sujeta de su entendimiento,
por conocer que así como esta potencia era la que más había
pecado, así debía ser la más afligida y más penitente según
justicia.
— Señor — dijo Félix — , gran maravilla me causa el ver a
muchos hombres que hacen penitencia y, al mismo tiempo,
aman ser honrados y venerados, de forma que, si uno les dice
alguna mala palabra o les hace algún mal hecho, se irritan
y descomponen y aun pasan a vengarse. — Hijo — dijo el er-
mitaño— , Dios es totalmente digno de ser honrado y vene-
rado, y quiere serlo por ios hombres y por medio de los
hombres; esto es, que le demos veneración por sí mesmo y
por la que nos damos unos a otros, y con especialidad por
la que damos a los príncipes y prelados, por cuyo motivo
el demonio tienta a muchos hombres de todas clases, para
que cuando hacen penitencia se impacienten si no los hon-
ran, y pierden la humildad y la justicia que debían mantener.
—-Señor — dijo Félix — , gran maravilla me causa el ver
muchos religiosos que, haciendo penitencia, solicitan ser
obispos, cuando la pueden hacer mejor y con más quietud
en sus conventos que en los palacios 3.
— Hijo — dijo el ermitaño — , un religioso muy devoto y de
santa vida fué electo obispo, el que se excusó de serlo por
no dejar su religión; pero el capítulo insistió en que lo
fuese, diciendo que mayor bien podía hacer siendo religioso
y obispo que siendo sólo religioso. A lo que él respondió:
"Una vez sucedió que un monje fué electo obispo, y aunque
cuando aceptó el obispado lo aceptó con el fin de hacer mu-
cho bien, después que fué obispo hizo mucho mal, y empleó
muy mal sus rentas, cuidándose sólo de vivir delicada y re-
galadamente; por lo que no quería él ser como aquél siendo
obispo, ni, por consecuencia, aceptar el obispado." Cuya res-
puesta habiendo oído un hombre que estaba presente, dijo
que de aquella clase de religiosos (que debía haber muchos
en el mundo) 4 reparaba que había muy pocos.
Has de saber — prosiguió el ermitaño — - que había un
hombre que se confesaba muy a menudo, pero no quería ha-
cer ninguna penitencia, o dejaba de hacerla luego que la em-
pezaba a hacer; de que él mismo se admiraba, por lo que pre-
guntó a su confesor que de qué podía dimanar o provenir
aquella negligencia que experimentaba al tiempo de hacer
la penitencia. A que el confesor le respondió que la penitencia
sin trabajo nada valía, y que así, por no quererle él tener,
3 Interpretación de la frase «e volen ésser bisbes, los quals no
den fer tanta de penitència com los religioses».
4 Paréntesis del traductor.
944
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
carecía de virtud en que la penitencia pudiese arraigarse y
permanecer.
— Señor — dijo Félix — , para hacer gran penitencia con-
viene tener gran mortificación, y para tener gran mortifi-
cación conviene mortificar todos los sentidos en todas aque-
llas cosas que encuentran delectación, pur lo que me admiro
mucho de ver hombres que dicen que hacen penitencia y, al
mismo tiempo, se complacen de ver cosas bellas, de oír pa-
labras agradables, de comer panes blancos y de beber vinos
delicados. — Hijo — dijo el ermitaño — , has de saber que había
un hombre tan bueno y tan fuerte de espíritu, que por nada
que viese, que oyese, que comiese ni bebiese manifestaba
inmutarse, alterarse ni inclinarse al pecado5; antes bien,
cuando estaba entre las gentes y veía bellas cosas, oía pala-
bras dulces o comía o bebía manjares delicados, siempre ala-
baba a Dios, que tanto bien daba a sus criaturas ; pero en su
corazón sentía dolor e interiormente lloraba y se lamentaba
de que las criaturas no correspondiesen dando a Dios las de-
bidas gracias por los beneficios que les había hecho y hacía.
CAPÍTULO CV
De LA ORACIÓN
— La oración — dijo el ermitaño a Félix — , es el medio por
el cual las virtudes de Dios influyen su similitud en las vir-
tudes del hombre ; y esto es decir que, cuando el hombre de-
votamente y con verdadera intención contempla a Dios, la
bondad del hombre tiene similitud con la de Dios, en cuanto
aquel hombre es bueno, por la oración que hace contemplan-
do a Dios; y cuando la oración es grande, la grandeza de
Dios influye su similitud, haciendo aquella oración grande en
bondad, duración, poder, sabiduría, etc., y esto mismo hace
la eternidad, que hace durar la oración con la influencia de
su similitud; y lo mismo es el poder y las demás virtudes
de Dios.
Hijo — dijo el ermitaño — , cuando un grano de semilla
engendra otro grano y cuando el entendimiento del hombre
engendra su entender, se hace aquella generación por in-
fluencia de la similitud, y la similitud influyente es engen-
drante, y la similitud influida es engendrada en su similitud;
por lo que es gran maravilla el que los hombres no se esfuer-
cen y procuren más contemplar a Dios, respecto de que en
c «a peccat mortal», dice Ramón.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 105
945
aquella oración y contemplación se hace conjunción de la
similitud increada con la similitud creada, en cuyo acto e
instante el hombre recibe beneficio y gracia de su Creador.
Hijo — prosiguió el ermitaño — , has de saber que, en
la esencia de Dios, la bondad que es Padre es semejante a la
bondad que es Hijo, y esta similitud está relativamente se-
gún la bondad personal, y es tan grande esta similitud, que
es una común esencia y una naturaleza que es Padre y que es
Hijo, y personal y relativamente está la similitud en la dis-
tinción de la una persona y .de la otra. Estas palabras te
digo, hijo — prosiguió el ermitaño — , para que te maravilles
de cómo Dios por la oración quiere significar la operación
que tiene en sí mesmo por la similitud de personas, pues
en la oración -está la voluntad de Dios con similitud a la
voluntad del hombre, respecto de que el hombre ama a Dios,
y Dios ama al hombre, y el amor de Dios y el del hombre
son entonces semejantes en la bondad, grandeza y demás
virtudes de Dios, y también en las propiedades que Dios ha
dado al hombre, en algo semejantes a sus virtudes, para que
pueda recibir su influencia.
Mucho tiempo estuvo pensativo Félix y reflexionando las
palabras que al ermitaño había oído, y por ellas conoció cuán
agradable le es a Dios la oración; pero se maravilló de que
los hombres en este mundo tan poco y con tan poco fervor
adoren y contemplen a Dios, cuando es tan digno de ser ado-
rado y contemplado ; por lo que dijo al ermitaño :
— Señor, había una vez un hombre avaro, que se mara-
villaba mucho de que, cuando estaba en oración, no podía
orar ni contemplar a Dios con la devoción ni fervor que de-
seaba; antes bien, cuando quería orar y contemplar, comen-
zaba a desesperarse y bostezar y se sentía triste, melancóli-
co y pesado, y cuando dejaba este pensamiento y pensaba en
sus riquezas y demás cosas de este mundo, se sentía alegre
y regocijado, de que él mismo se maravillaba. Sucedió un
día que preguntó a un su amigo la razón de lo que le sucedía,
y él le respondió: "Has de saber que había un príncipe que
amaba mucho el ser honrado y venerado de sus vasallos,
sólo con el fin de que, honrándole y venerándole a él, apren-
diesen a honrar y venerar más a Dios, por ser el príncipe, en
algún modo, su imagen 1, y, por consecuencia, tener alguna
similitud la honra que a él se le hace con la que se hace
a Dios; lo que si este príncipe no hubiese hecho con esta
intención y hubiese querido ser honrado por sí mesmo, hu-
biera invertido el orden del honor, y Dios no hubiera podido
1 He ahí el texto original, algo diverso : «Aquell rey volia ésser
honrat per ço que Déus fos honrat ; e per ço volen que fos una sem-
blança de honrar, per donar honrament a altra semblança.»
946
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
influir en él su similitud con la similitud de su mismo
honor."
Mucho agradó al ermitaño la comparación que había he-
cho Félix del hombre avaro y de la causa por que no podía
orar ni rogar a Dios, que era el que invertía y apartaba su
voluntad del fin para que Dios la creó; por lo que dijo a
Félix estas palabras*/
— Hijo, la oración y la intención son dos cosas que se
deben convertir en grandeza de bondad, potestad, sabiduría,
voluntad, justicia y perfección; pero como la grandeza de la
bondad se ha disminuido tanto en el mundo y la grandeza de
la malicia e imperfección se ha aumentado, se ha aumentado
también la grandeza de la mala intención, por cuyo motivo
las gentes no se cuidan de orar, adorar ni rogar a Dios
como deben, antes bien hay muchos que le blasfeman y
maldicen, y en éstos se incluyen también los que le ruegan
y piden cosas inútiles, injustas, contra la bondad, perfección
y grandeza (del mismo Dios) 2.
Has de saber que había un ropero 3 que tenía un hijo a
quien amaba tanto, que para dejarle rico cometía muchas
usuras y hacía muchas injurias y falsedades. Este ropero
rogaba a Dios que diese salud y larga vida a su hijo, y con
mucho más fervor oraba y contemplaba cuando rogaba a
Dios por su hijo que cuando rogaba y contemplaba a Dios
por ser quien es; y como en la oración tenía más fervor y
más presente la similitud de su hijo que la de Dios, en lugar
de merecer, desmerecía, y en lugar de alabarle, le desprecia-
ba y vituperaba.
También has de saber que en un monasterio entró un
religioso muy joven, el cual, después que tomó el hábito,
vivió en él muchos años. Habiendo llegado a la senectud, le
pareció que Dios debía darle gran gloria, en premio del
mucho tiempo que había vivido en religión. Y habiéndose
dormido con este pensamiento una noche, soñó que se había
condenado y que estaba en el infierno acompañado de los
malos espíritus. Estando así, y todo admirado de haberse
condenado, cuando había creído salvarse, le sacó de duda uno
de los malos espíritus, diciéndole que se había condenado
porque todas las veces que había orado y rogado a Dios
lo había hecho sólo porque le diese da gloria del cielo y le
librase de las penas del infierno, y que nunca había orado
ni rogado a Dios por razón del mesmo Dios ni por ser quien
es (siendo así que éste es el fin principal de la oración y el
porqué creó al hombre) 4.
2 Glosa inútil y aun contraria a la terminología luliana.
3 Falsa traducción de «draper», mercader de paños.
4 Añadidura innecesaria.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 105
Q47
Habiendo el ermitaño dicho estas palabras, y reflexio-
nado mucho sobre ellas Félix, se puso a llorar y lamentar;
y preguntándole el ermitaño que por qué hacía tales ex-
tremos, respondió: — 'Señor, yo lloro porque contemplo cuán-
tos hombres están en mal estado porque adoran a Dios fal-
samente y contra la verdadera intención por que le deben
adorar, pues los más que oran y ruegan a Dios le ruegan
y oran más por temor que por amor, y se aman más a bí
mesmos y a las cosas mundanas que a Dios cuando oran. — Y
prosiguió diciendo: — Cuando considero la infinita perfec-
ción de Dios, su infinita bondad, infinita magnitud, infinita
eternidad, infinito poder e infinita sabiduría, y considero
que son más los hombres que adoran al sol, a los ídolos y a
las bestias que a Dios, me admiro de que lo estén viendo y
tolerando tanto los cristianos, y con especialidad tantos ecle-
siásticos sacerdotes, religiosos y prelados 5 que tiene la Igle-
sia de Dios.
— Hijo — dijo el ermitaño — , en una ciudad había un hom-
bre recluso o encarcelado que vivía sólo de la limosna que
la gente que pasaba por la calle le hacía. Este hombre tenía
la costumbre de estarse todo él día a una ventana mirando
la gente que pasaba por la calle y considerando en lo que
iban a hacer y en el afán con que lo hacían; pero siempre
discurría, y hallaba que, por uno que fuese con buena in-
tención y a ejecutar cosas buenas, iban ciento con mala
intención y a ejecutar cosas malas. Habiéndose estado en
esta costumbre mucho tiempo y maravillándose de que Dios
lo sufriese y permitiese, y de que Dios no diese gracia y dis-
pusiese que en el mundo hubiese más de buenos que de ma-
los, y, sobre todo, de que la naturaleza humana de Jesucristo
no intercediese sobre esto con la divina, y de que ésta no oye-
se a María Santísima y a tantos ángeles y arcángeles, márti-
res, confesores y vírgenes que están en el cielo y se lo están
pidiendo, se durmió, y vió en sueños cuán grandes son los
defectos y pecados que los hombres cometemos contra Dios;
y después no se maravilló de que Su Majestad dejase estar
y perseverar el mundo en su malicia e iniquidad.
6 Por «tant sant religiós e sant hora qui són en la santa fe ca-
thólica, com ho poden sostenir e com no han gran dolor de la vi-
lania, injuria, qui és feta a Déu, adorant-lo sots spècia de ydola,
ho de bèstia, ho de altra cosa».
948
OBRAS Ll i ERARIAS DE RAMON LLULL
CAPITULO CVI
De la limosna
— Hijo — dijo el ermitaño — >, en una ciudad había un noble
ciudadano muy rico y opulento de los bienes temporales, el
que muchos años había vivido y vivía con toda felicidad
y regalo. Sucedió un día que, estando sentado a su puerta,
pasó un pobre peregrino, que le pidió limosna por tamor de
Dios. El ciudadano le respondió que Dios le ayudase; a que
el pobre replicó que Dios le quería ayudar con la limosna
que él le había de hacer, respecto de que los bienes que tenia
y poseía eran de Dios y no suyos.
Admirado el ciudadano de las palabras del peregrino, y
considerando en ellas y en el porqué Dios había establecido
y ordenado la limosna, conoció que Dios ha ordenado la li-
mosna para que los hombres tengamos ocasión de dar a
Dios; y para tener el mesmo Dios motivo de podernos re-
compensar y dar, quiere que nos socorramos unos a otros por
amor del mismo Dios. Habiendo considerado el ciudadano
todo esto, dió al peregrino un dinero, por lo que éste le ben-
dijo, y dió muchas gracias a Dios, y le rogó que perdonase
a aquel ciudadano sus pecados y le diese la gloria.
Por lo que el ciudadano dijo que aquel dinero que había
dado de limosna valía sin comparación mucho más que otros
muchos que tenía guardados, pues que aquél sólo había sido
causa de que el peregrino bendijese y alabase a Dios y de
que rogase por él, y que ninguno de los otros que guardaba,
ni todos juntos, podrían aprovecharle tanto si no los emplea-
ba en (lo mesmo.
Estando el ciudadano en esta consideración, consideró
también él que muchas veces había negado la limosna a
muchos pobres que por amor de Dios se la habían pedido,
habiéndole dado Dios tantos bienes temporales; por lo que
se iluminó su entendimiento, memoria y voluntad, y, ven
diendo cuanto tenía, se lo dió a los pobres dinero a dinero;
y cuando se los hubo dado todos, él se fué con ellos de puer-
ta en puerta pidiendo limosna por amor de Dios. Sucedió
un día que, habiéndola pedido todo él \ no encontró quien
se la diese, ni menos un pedazo de pan, por lo que, estando
en ayunas y teniendo gran hambre, respecto de ser hora
1 Frase obscura en castellano, que tampoco corresponde al catalán.
La expresión «ni menos» es un catalanismo por «ni siquiera».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS.— C. lOÓ 949
de nona, se admiró de que aquel día Dios no le hubiese hecho
la gracia de encontrar quien le diese un pedazo de pan. Es-
tando con esta admiración, vió venir al obispo de la ciudad,
que cabalgaba con gran tren, fausto y compañía; por lo
que se puso a considerar que & quién había dado Dios más,
a él o al obispo, que era hombre avaro y de malas costum-
bres; con cuya consideración se consoló, conociendo que
cuanto [s] más trabajos por Dios sostenía, más a Dios servía
y más rico Dios le hacía.
También has de saber, hijo — dijo el ermitaño a Félix —
que, cuando el hombre pobre está delante del rico pidiéndo-
le limosna por amor de Dios, es una figura y espejo en que
se debe considerar lo siguiente: el pedir limosna el hombre
pobre al hombre rico significa que el hombre rico debe me-
morar, entender, amar y alabar a Dios, que le ha creado,
le ha dado riquezas y ha querido que no sea pobre ; por lo
que el rico debe considerar que él pudo ser pobre y que aun
puede venir tiempo en que lo sea. Además debe considerar
que el dar es gran nobleza y generosidad, y el recibir, gran
vileza, y que por el dar se hace semejante al Santo Espí-
ritu y que se asemeja a la nobleza del Padre 2 ; y que "si el
hombre rico no da limosna al pobre, es desemejante a todas
estas cosas y a otras muchas. Y así, cuando el hombre rico
da un dinero de limosna, tonia la semejanza de Dios en dar,
y cuando la niega, vende la misma semejanza por un dinero,
al que manifiesta amar más que el ser semejante a Dios.
Cuando Félix hubo oído estas palabras se admiró mucho
de que los hombres ricos no den limosna a los pobres, cuan-
do dándola se pueden parecer a Dios, que es lo más a que
el hombre puede aspirar en este ni en el otro mundo.
— Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que en una ciu-
dad había un obispo tan amante de dar limosna por amor
de Dios, que en ello empleaba la mitad de la renta de su
obispado; y por el buen ejemplo que daba y tomaban todos
los de la ciudad, en ella se hacía más limosna que en otras
de aquella provincia. Por lo que, habiendo llegado el día
de la muerte del obispo, todos los pobres de ella tuvieron
el mayor sentimiento e hicieron gran duelo, maravillándose
de que Dios no le hubiese dado más larga vida, por el temor
que tenían de que el que fuese nuevamente electo no sería
tan caritativo y limosnero como el que habían perdido.
También has de saber que, pidiendo un hombre pobre
a un rico una limosna por amor de Dios y por el de su san-
tísima Madre, el rico le dió un dinero por Dios y otro por
2 Traducción equivocada de un original bastante obscuro ; «e per
donar serà semblant al Pare qui el Sant Spirit, qui és, dóna, e
semblant a la noblea del Pare qui dóna».
950
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
María Santísima, lo que dió motivo al pobre de admirar
el que Dios no hubiese creado muchos hombres como a Hiél,
para que honrasen su nombre y el de su Madre santísima.
Félix dijo al ermitaño que él estaba maravillado de que
los hombres ricos se comiesen el pan blanco y diesen el
negro a los pobres. A que el ermitaño respondió :
— <Has de saber que un hombre tenía un hijo y un hi-
jastro, y al hijo le daba a comer pan de trigo y al hijastro
se lo daba de cebada», lo que provenía de que amaba más
al hijo que al hijastro.
También has de saber, hijo — prosiguió el ermitaño — , que
había un obispo que había estudiado el derecho canónico, el
que dijo a un ciudadano que todo cuanto los prelados guar-
daban y atesoraban se lo robaban 3 a los pobres, excepto lo
necesario para su vida, con que se debían quedar; pero él
no hacía lo que decía, antes atesoraba todo cuanto podía.
Y habiendo llegado la hora de su muerte, hizo su albacea
a aquell ciudadano, el cual ideó restituir a los pobres todo
cuanto el obispo difunto había guardado4; pero, habiendo
venido nuevo obispo a la ciudad, se apoderó del tesoro del
difunto, sin quererle volver ni entregar al ciudadano, por
más que éste le (pedía, diciendo que su antecesor lo había
robado a los pobres, y que así se debía repartir entre ellos
en cumplimiento de su voluntad; en lo que el nuevo obispo
no quiso consentir.
Además has de saber, hijo, que un caballero dió una
malla 5 de limosna a un pobre por amor de Dios, y no quiso
dar limosna a otro que se hallaba presente ; por lo que aquel
pobre que recibió la limosna compró con la malla un poquito
de pan, de que dió lai mitad al otro pobre a quien el caba-
llero no había querido dar limosna; de lo que el caballero
se admiró, considerando que aquel pobre tenía mayor ca-
ridad y adquiría mayor mérito con una malla que él con
todo cuanto tenía. Lo que habiendo expresado al pobre, éste
le dijo que no se maravillase, porque él era más semejante
a Jesucristo por su pobreza que el caballero por su riqueza.
Por lo que el caballero vendió y dió todo cuanto tenía a los
pobres, amando ser pobre para más parecerse a Jesucristo,
y pedir limosna como ellos, y de todo cuanto le daban repar-
tía y daba limosna a los otros pobres por amor de Dios.
3 «emblaven, robaven e tollien», dice con más vigor el original.
4 Ramón escribió solamente : «Morí aquell bisbe, e lo tresaur que
havia ajustat hac un bisbe son acessor...»
8 Moneda antigua catalana y mallorquina, que equivalía a medio
dinero. #
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS.
107
951
CAPITULO CVII
De la intención
— 'Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que Dios ha
creado el mundo para ser amado y conocido, y al fin e in-
tención con que Dios creó el mundo concurrió su grandeza,
para que fuese grande el conocimiento y amor que los hom-
bres deben tener a Dios y de Dios, siendo en esto maravilla
el que, eñ lugar de la grandeza que Dios influyó para este
fin e intención, haya introducido el hombre la pequeñez en
amarle, servirle y conocerle.
Además has de saber que, según el curso y naturaleza
de la intención que Dios tuvo en crear el mundo, creó el
cielo, el sol, la luna, las estrellas, los elementos, plantas,
animales y metales, para servicio del hombre o para que el
hambre se sirviese de todos. Y siguiendo todos el fin y la
intención para que fueron creados, sólo el hombre no le
sigue, antes, abusando de [todas estas cosas] l, parece que
fueron creadas para otro fin y que él no fué creado para co-
nocer y amar a Dios; siendo cosa maravillosa y digna de ad-
miración el que las cosas que no tienen razón ni entendi-
miento sigan el curso de su naturaleza, y que el hombre, que
la tiene, no le siga.
Asimismo has de saber, hijo, que en la ordenación de la
intención por que el hombre fué creado ha ordenado Dios
diversas y muchas intenciones, y muchos grados de inten-
ción en los mismos hombres, como en los príncipes y los
prelados y en otros muchos sujetos a éstos, como caballeros,
ciudadanos, mercaderes, labradores, menestrales etc., y lo
mismo en el papa, cardenales, arzobispos, obispos, canóni-
gos, [religiosos] y todos los demás del estado eclesiástico;
y todas estas clases ha creado Dios con el fin e intención de
ser amado y conocido, honrado, servido y alabado con gran-
de amor y conocimiento; y la falta de todo esto y la de ser
Dios tan poco conocido y amado es gran maravilla.
Has de saber que había un obispo que poseía una gran
renta y era también señor de muchas villas, castillos y de
una muy noble ciudad, el cual era hombre avaro, orgulloso,
acidioso y lujurioso. En la grandeza de la ciudad, de los
castillos, de las villas y de la renta que el obispo tenía,
estaba la intención de que Dios fuese conocido, [servido] y
1 El texto castellano dice «ellas», sin sentido gramatical.
- «zapateros» dice propiamente Llull, y no «menestrales».
952
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
amado (porque Dios lo había creado con este fin) 3; pero no
estaba esta grandeza en la intención del obispo, porque él se
amaba más a sí mismo que a Dios y había aplicado toda la
grandeza de su intención y de su renta para sí mesmo y para
sus temporales deleites, contra la intención y fin por que era
obispo (y por que Dios le había dado tan gran renta y dig-
nidad).
También has de saber que había un príncipe muy pode-
roso de gentes, provincias y tesoros, el cual amaba más la
vana gloria de este mundo que la gloria del otro ; por lo que
todo el poder de su reino convertía y gastaba en contrarios
fines de aquellos para que fué creado. Y como la intención
del rey estaba trastocada y viciada, lo estaban también las
de sus vegueres, bailes, jueces y oficiales; por lo que todo
aquel reino se destruía y apartaba de la final intención para
que Dios le había creado.
También has de saber, hijo, que la intención tiene dos
grados, esto es, primero y segundo; [y la segunda intención
es para que exista la primera,] así como el mal, que es para
que se conozca el bien ; y el ánima y el cuerpo, para que sea
el hombre ; y como el entendimiento, que es para que sea el
entender; el árbol, para que sea el fruto; y el cielo y los ele-
mentos, los árboles y los animales, para que sea y viva el
hombre ; este siglo, para que sea el otro, y éste y el otro para
que Dios sea conocido y amado. Y en todas estas cosas y
otras semejantes está[n] la primera [y la segunda] inten-
ción; [primera es] la que concuerda con la grandeza de la
bondad, [nobleza,] perfección y virtud; [y la segunda tiene
concordancia con pequeñez de nobleza, bondad, perfección y
virtudes]. Y por causa de que los hombres convierten la pri-
mera intención en segunda, y la segunda en primera, y se
aman más a sí mesmos que a Dios, destruyen la primera in-
tención [cuanto pueden] ; por cuyo motivo es cuasi todo el
mundo lleno de defectos y de errores.
Y por esto se maravillaba un santo hombre de que, sien-
do creados todos los hombres del mundo para que Dios fuese
conocido, amado, alabado y servido, haya tan pocos que
hagan aquello para que son creados; cuya consideración le
obligó a dejar su casa e ir por el mundo exclamando y di-
ciendo que la falsa intención se aumentaba y la verdadera
se destruía, lo que es una gran maravilla.
Además has de saber, hijo, que en el principio (del cris-
tianismo) f cuando los ermitaños hacían áspera vida en los
desiertos, fué ordenado que se juntasen, hiciesen comunida-
des y estuviesen en monasterios, con el fin de que mejor
hiciesen penitencia y de que los unos a los otros se ayuda-
* Paréntesis del traductor.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 107
953
sen, diesen buen ejemplo y enseñasen la doctrina y ciencia,
para más servir y alabar a Dios 4. Mas esta intención se halla
hoy corrompida, de forma que, habiendo entrado un hombre
en la celda de un monje que era abad de una gran abadía,
reparó que la tenía muy adornada, y en ella una grande y
hermosa cama, con cobertor de seda hecho a propósito, y que
también tenía muchos vasos de plata y ricos muebles; de
que el hombre se admiró, considerando el fin e intención con
•que la abadía había sido fundada; cuán distinto sería del
que entonces tenía y del en que sus grandes rentas se ex-
pendían.
— Señor — dijo Félix — , muchas veces sucede que los hom-
bres hacemos bien, con intención de hacer mal, y mal, con
intención de hacer bien, de que me maravillo, pues Dios
juzga más los hombres según la intención que según la
operación. — Hijo — dijo el ermitaño — , la intención es ope-
ración del alma, y la[s] que se manifiesta [n] exteriormente
son operaciones del cuerpo ; por cuyo motivo Dios quiere juz-
gar y castigar o premiar las intenciones más que las opera-
ciones 6.
Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que había un
abad que no consentía ni quería que sus monjes aprendie-
sen la sagrada teología ni estudiasen las divinas escrituras,
con el fin de que no supiesen más que él y de que no estu-
viesen ocupados en los estudios, para que pudiesen adquirir
más bienes temporales. Sucedió un día que un monje le dijo
que él se maravillaba de que Dios (muchas veces") hiciese
bien y ayudase a los hombres que hacían mal e hiciese mal
(o permitiese les sucediesen desgracias) a los hombres que
hacían bien y tenían buena intención; a que el abad respon-
dió que el bien del hombre es memorar, entender y amar
bien a Dios; y a los hombres que tienen buena intención es
a quien Dios les hace y permite este bien especial, y a los
que tienen mala intención les da otros bienes de menos apre-
cio y consideración, como son riquezas, salud, honras, robus-
tez y larga vida. Maravillóse el monje de lo que el abad
le decía, considerando cuán contrarias eran sus palabras
a la intención que llevaba en no dejar estudiar ni aprender
a sus monjes.
4 Inexacta amplificación del original luliano : o... per entenció
que faessen mils penitència e que haguessen doctrina, la un de1,
altre, a servir Déu.» Con el texto español, desde «Mas...» nasta «... de
forma que», y desde «cuán distinto...» hasta «... expendían», lo aña-
dió el traductor, lo mismo que los dos paréntesis del párrafo que
sigue.
6 Corrijo aquí el texto español, aue dice «habría»,
"'«per açò Déus vol jutjar les obres de la anima pus fortmeni
que les obres del cors».
954
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
CAPÍTULO CVIII
DE LA TENTACIÓN
Por mucho tiempo hablaron el ermitaño y Félix de la in-
tención, y mucho se maravillaron de que la intención verda-
dera esté tan perdida en el mundo, cuando el mismo mundo
fué creado con verdadera y recta intención. Y considerando
Félix la recta y verdadera intención que él tenía en amcr
y servir a Dios, cayó en tentación, pareciéndole que él debía
tener gran gloria, respecto del gran mérito que adquiría
en la verdadera intención que profesaba; pero reparándose
y conociendo la tentación aue tenía, se maravilló mucho de
que en tan poco tiempo pudiese haber pasado su conciencia
de buen estado en malo, por lo que dijo al ermitaño:
— Señor, mucho me admiro de aue Dios permita aue al
hombre aue está en buen estado y tiene recta y sana inten-
ción le tiente el diablo, para que se haga desagradable al
mismo Dios. — Hijo — dijo el ermitaño — . la tentación y la
fortaleza concuerdan para multiplicar la fe, esperanza, cari-
dad, justicia y sabiduría: y cuanto es mayor la tentación
aue el hombre padece, más mérito puede adauirir vencién-
dola y aumentando estas virtudes, por cuya victoria, venci-
miento y aumento de virtudes se hace más agradable a Dios.
— Señor — dijo Félix — >, de aué modo está la tentación
entre dos contrarios? — Hijo — dijo el ermitaño — . has de
saber que había un escolar aue preguntó a su maestro cómo
estaba el libre albedrío en el alma. A que el maestro respon-
dió que el alma es un compuesto o conjunción de las tres
potencias : memoria, entendimiento v voluntad. En la memo-
ria hay dos naturalezas, esto es. la de memorar y la de
retener lo memorado: la una virtud es activa v la otra pasiva,
y cada una tiene libertad, según que es activa o pasiva, y
esto mismo se sigue y entiende del entendimiento y de la
voluntad. Por lo que de todas tres potencias se produce una
libertad aiustada y compuesta de propiedades activas y pa-
sivas, para que el hombre pueda libremente memorar, enten-
der y amar.
Mucho se maravilló Félix de las palabras del ermitaño,
por lo que le replicó que en cosa pasiva le parecía imposible
aue hubiese libertad. — Hijo — dijo el ermitaño — . como en
Dios hay grandeza de justicia y Dios influye en el alma sus
similitudes, se requiere que en el hombre haya grandeza de
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. C. Io8 955
libertad, porque, si no, en Dios no pudiera haber grandeza
de justicia para juzgarle.
Y para que Félix mejor le entendiese, prosiguió el ermita-
ño con esta similitud: — Natural cosa es en todo elemento
que la forma, en cuanto es activa, tenga apetito de oDrar
libremente en la materia, y que la materia, en cuanto es
pasiva, tenga apetito a conservar; y por esto la forma fran-
camente informa la materia, y la materia francamente se
entrega a la forma, apeteciendo estar sumisa a ella, para
que la conjunción de ambas sea más tuerte y más unida.
For las antecedentes paiaüras entendió Félix que, si en
el aima no nabía libertad para padecer, no podría recibir
Lan gran similitud de 1a justicia y la grandeza de Dios (como
la que recioe tenienooiaj, poique tan solamente la torma
agente tenaria mérito o culpa, y no la torma paciente, esto
es, la materia. Y en tanto que t elix consideraba todas estas
cosas, entendió que la tentación entraba en el alma del hom-
Dre según la disposición de su libre albedrio; y entonces dijo
que ei se maravillaba mucno de que la tentación tuviese
naturaleza de dar pasión a ningún hombre antes que ei
nombre se inclinase a nacer bien o mal.
- — nijo — dijo ei ermitaño — , una vez sucedió que en un
monasterio haoia un monje que era hombre de santa vida,
sienuo, por el contrario, todos los demás muy malos y de
depravadas costumbres; y por ía mala conversación y trato
con enos, padecía el ouen monje grandísimas tentaciones, de
que el se maravillaba, pues ei no tema voluntad ni quería
usar de las maias costumbres que los otros usaoan. Estando
con esta admiración y maravilla, Dios le ilumino para que
conociese por que la tentación le constrenia, que era para
dañe ocasión de ejercitar las virtudes y de vencer los vicios,
l_y pues no lo hacia, se sentía apretado por influencia de Dios,
que le exigía procurase aquena multiplicación de virtudesj.
— Señor — dijo Félix— , una vez oi contar que un mal
hombre, después de haber vivido mucho tiempo en pecaio
mortal, se arrepintió e hizo penitencia, y fué hombre de
santa vida. L·stando haciendo penitencia, tuvo muchas ten-
taciones contra la te, porque unas veces dudaba (o era ten-
tado en dudar; que nuoiese Dios, y otras veces dudaba que
fuese trino en personas, otras dudaba que hubiese encarna-
do y otras el que hubiese resucitado ni nubiese resurrección.
Y asi de los demás artículos; de que él se maravillaba mu-
cho, considerando que en tanto que habia vivido mal y estado
en pecado mortal, no habia tenido aquellas tentaciones que
entonces tan fuertemente y tan a menudo le constreñían y
atormentaban, Lcuando llevaba buena vida y, que ei supiese,
estaba sin pecado mortal].
956
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN I.LULL
— Hijo — dijo el ermitaño — , Dios ha creado al hombre
para que le ame y conozca, y quiere que le ame y conozca
más en aquellas obras en que el hombre puede con más per-
fección pensar y cogitar, que son sus operaciones ad intra,
y en las que de ellas dimanan en los artículos, en los Sacra-
mentos y en las otras cosas semejantes (y arcanas), en las
cuales no es digno de considerar ni pensar ningún hombre
que esté en pecado mortal ; y los que no lo están tienen estas
tentaciones para que con más vigor exalten su memoria a
memorar, su entendimiento a entender y su voluntad a amar
a Dios y a sus obras.
— Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que en una
alta montaña estaba un ermitaño, hombre de santa vida,
haciendo penitencia, el cual padecía grandes tentaciones
siempre que estaba en oración y cuando estaba ocioso, de
que se maravillaba, y rogaba a Dios le librase de ellas, por-
que le causaban gran tristeza. Estando en este estado, se fué
a una fuente donde solía ir, y halló inmediato a ella, dormi-
do, un hombre, a quien le vino tentación de degollar con un
pequeño cuchillo que llevaba, sobre que pensó mucho, y se
maravilló de que hubiese podido caber en él tal tentación y
mal pensamiento, cuando por ningún motivo le pondría en
ejecución. Estando con esta admiración, conoció que Dios
había permitido que tuviese aquella tentación para que co-
nociese la malicia del demonio y la fragilidad, y miseria del
hombre, y cuán ligeramente y con cuánta facilidad está ex-
puesto a errar y delinquir. Después de esto consideró y se
acordó que, en el tiempo que le vino la tentación, él no
pensaba en Dios ni en otra alguna cosa. Y conoció que por
estar ocioso la había tenido. También conoció que así como
para despertar aquel hombre dormido era necesario tocarle,
llamarle o vociferarle, así al hombre que está padeciendo
la tentación le es necesario memorar, entender y amar a
Dios y a las virtudes y aborrecer los vicios, para librarse
de ella, la que permite Dios tengan los hombres para que se
despierten con la consideración de todas estas cosas.
— Señor — dijo Félix — -, una vez oí contar que un canó-
nigo muy orgulloso fué electo arcediano y después obispo,
el cual, en el tiempo que tuvo todas tres dignidades, tuvo
grandes ocasiones de ser humilde, y las tuvo mayores sien-
do obispo que siendo arcediano, y siendo arcediano que sien-
do canónigo, de que él se maravillaba, considerando o pa-
reciéndole que la humildad era más contraria (o concordaba
menos) con el estado de obispo que con el de arcediano, y con
el de arcediano que con el de canónigo.
— Hijo — dijo el ermitaño — , según razón natural, cuanto
más noble es el hombre, más propia es en él la virtud y más
impropio el vicio ; y por esto el impulso u oda&ión que teñe-
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. IOÇ
957
mos, sea para lo bueno o para lo malo, mayor puede ser y
más se puede multiplicar en el hombre cuanto en mayor
carácter o dignidad se halla y cuanto más poder tiene para
ponerla en práctica.
— iSeñor — dijo Félix — , un hombre tuvo intención de pe-
car carnalmente; pero, asistido de la fortaleza, justicia y
caridad, venció la tentación, por lo que se abstuvo y no
cometió el pecado. Sucedió que, después de poco tiempo, la
tentación le volvió, y él prontamente y sin reflexión ni deli-
beración fué y cometió el pecado, de que él se maravilló,
considerando cómo no se había abstenido la segunda vez,
como la primera.
A que el ermitaño respondió: — La razón por que se abs-
tuvo la primera vez fué porque hizo reflexión y concordaron
en él la fortaleza, justicia, caridad y abstinencia; y la razón
por que no se abstuvo en la segunda fué porque no la hizo,
ni dió tiempo para que estas virtudes viniesen y ayudasen
a la voluntad a resistir y vencer la tentación.
También has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que la
tentación nos da pasión, por causa de que nos retenemos
y no seguimos incontinenti el apetito de nuestra voluntad,
la que es necesario vencer por medio de la fortaleza, como
lo ejecutaba un hombre sabio, que mantenía en su casa y
a su mesa a un hombre rústico, ignorante y de malas cos-
tumbres, al que cada vez que veía hacer alguna mala acción,
u oía decir alguna mala palabra, le venía impulso de echar
de ella, por el mal ejemplo que daba; pero al tiempo de irlo
a poner en ejecución, se retenía y le vencía con la fortaleza,
esperanza y caridad, considerando y confiando poderle redu-
cir con el tiempo, la doctrina y el ejemplo, a ser bien acos-
tumbrado y virtuoso, en lo que adquiría gran mérito l.
CAPÍTULO CIX
DE LA VANAGLORIA
— Hijo — dijo el ermitaño — , la vanagloria de este siglo
es contraria de la gloria verdadera del otro, para la cual es
creado el hombre, y el amar tanto la vanagloria en este siglo
les imposibilitará a muchos el poseer la gloria verdadera
en el otro.
Está la vanagloria, hijo, en complacerse en memorar, en-
* No es éste propiamente el sentido, sino «y en esto ganaba el
hombre sabio, pues vencía la tentación con fuerza de ánimo».
958
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
tender y querer, cuando el complacerse es contra la caridad,
justicia y sabiduría, y así de los demás atributos de Dios.
Has de saber, hijo, que un obispo tenía gran vanagloria de
la renta que poseía y de los muchos clérigos y otros ecle-
siásticos que contenía su obispado y jurisdicción; en lo que
considerando se deleitaba y complacía mucho. Y como éste
no era el fin ni intención por que él era obispo ni para que
se crearon estas dignidades, el placer que tenía se convertid
en vanagloria, y para aumentarla hacía cuanto podía para
que le honrasen y venerasen. Sucedió que este obispo enfer-
mó gravemente y tuvo gran miedo de la muerte, consideran-
do había de dejar las riquezas y dignidad que tenía y los
placeres de este mundo; con cuya consideración se durmió,
y en sueños le pareció que se moría y que un mal espíritu
llevaba su ¡alma a los infiernos, de que se admiraba, por ver
al mismo tiempo que un ángel bueno, a quien veía y pedía
socorro, no le ayudaba y que, antes bien, le respondía que,
pues él había amado la vanagloria de este mundo y olvidado
la gloria verdadera del otro, no debía admirarse si él no le
ayudaba ni socorría en aquel lance.
También has de saber que había un clérigo que cantaba
muy bien, de que tenía gran vanidad. Sucedió que este clé-
rigo fué a un sermón que predicaba un religioso, el cual
tenía tanta vanidad en predicar como el clérigo en el can-
tar; y el clérigo se admiró de que el religioso tuviese tanta
vanidad en el predicar y persuadir, cuando sólo debía por
ello dar gloria y alabanza a Dios, pues todo cuanto hay bueno
proviene de El, y no se maravilló de la vanagloria que él
mismo tenía en el cantar, lo que es de maravillar, pues co-
nociendo y viendo los defectos ajenos, no los conocemos ni
vemos en nosotros mesmos.
Asimismo has de saber que en la corte de un rey entra-
ron dos caballeros, el uno vestido pobremente y el otro rica-
mente adornado. El caballero que iba ricamente adornado
fué recibido con mucho agrado por el rey y todos los de su
corte, de que él tuvo gran vanagloria; y del caballero que
iba pobremente vestido ninguno hizo caso, de lo que un sabio
que estaba en ella se admiró, por saber que el que iba rica-
mente adornado era lujurioso, vanaglorioso y vicioso, y el
que iba pobremente m vestido era hombre justo, humilde y
virtuoso; en que conoció que el mundo juzga por las exte-
rioridades, y honra las vestiduras, que no son del ser ni de
la naturaleza del hombre, y desprecia las virtudes, que lo
son y le hacen estar en el agrado y gracia de Dios.
Asimismo has de saber que un ermitaño llegó a reco-
gerse en un monasterio, de que el abad tuvo gran compla-
cencia. Y por haber mucho tiempo que no le había visto, le
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. IOÇ
950
mostró el monasterio, que era bello, perfecto y cumplido,
y tenía, además de las oficinas necesarias, perfecta arqui-
tectura y hermosura, de que el abad se vanagloriaba y ale-
graba, y no se entristecía del mal proceder de sus monjes,
que no era correspondiente al monasterio que habitaban ni
a la religión que profesaban. Por lo que el ermitaño, que lo
sabía, se maravillaba de que el prelado tuviese tanta vana-
gloria y alegría de las paredes del monasterio y de sus ofi-
cinas y heredades, y de que no se entristeciese de la desho-
nesta vida que él y sus monjes hacían. Y habiéndose partido
del monasterio, entró en una ciudad, donde encontró a un
hombre pobre y desnudo, que lloraba y se lamentaba por el
hambre que tenía, por el frío que padecía y por la vergüenza
que le daba verse así. El ermitaño le consoló y dió lo que
pudo, diciéndole que estuviese contento y que apreciase el
ser de hombre que tenía y no se menospreciase ni entriste-
ciese por faltarle las cosas necesarias para la vida,, pues
éstas son accidentales, y apreciable y noble el ser de hombre
que Dios le había dado. En tanto que el ermitaño así con-
solaba al pobre, pasó por delante de ellos un ciudadano a
caballo, ricamente vestido y con gran vanagloria de los bue-
nos vestidos y buen caballo que llevaba. Por lo que el er-
mitaño dijo al pobre: "Esto sí que es maravilla, pues aqud
ciudadano se precia más y tiene más vanagloria de sus bue-
nos vestidos y de su buen caballo que del ser de hombre que
tiene ni de ser imagen de Dios; y así consuélate, hijo, de tu
pobreza, pues sabes que eres imagen de Dios, por ser hom-
bre, y que lo eres de Jesucristo y de los apóstoles por ser
pobre." Consolado el pobre con estas palabras, se fué con el
ermitaño por la ciudad, quien le mostró las tiendas de los
mercaderes, donde había muchas cosas necesarias para la
vida; después le mostró la ropería, la carnicería, la panade-
ría y los otros lugares donde se practican las artes mecá-
nicas, y le dijo: "Todas estas cosas son necesarias al hombre
para vivir; y así no sé en qué ninguno de ellos puede fundar
su vanidad ni tener vanagloria, cuando de tantas cosas ex-
teriores necesita, en lo que se manifiestan sus defectos y
miserias."
— Hijo — dijo el ermitaño a Félix — , has de saber que une
mujer muy hermosa tenía gran vanagloria de su hermosura.
Sucedió un día que, estando contemplando su belleza y ha-
ciendo ella gran vanagloria, estornudó y arrojó gran por-
ción de porquería y materia excrementicia 1 y asquerosa por
boca y narices; la que viendo la mujer, se admiró de su va-
nagloria y de lo mal que la fundaba, pues su cabeza ence-
rraba tanta porquería, y sus narices y boca (a su parecer
1 «gran res de posterma»
9Óo
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
tan hermosas y apreciables) eran los conductos o apañales
por donde salía.
Asimismo has de saber que había un caballero que tenia
un hijo que nuevamente había sido armado caballero, con
el cual se fué. a sitiar un castillo de otro caballero con quien
tenía guerra. Sucedió que, estando un día el caballero con-
templando a su hijo, a quien tenía cerca de sí a caballo, y
admirando la hermosura y bizarría del mozo y la lozanía
y belleza del caballo, en cuyo manejo y él de las armas era
muy diestro, tuvo gran complacencia y vanagloria. Estando
con ella mirando y contemplando a su hijo, dispararon del
castillo un tiro [de saeta], que le mató y derribó a los pies
de su mismo caballo, quedando el padre a vista de tal desgra-
cia pasmado, aturdido y admirado de que pudiese haber te-
nido vanagloria de lo que tan súbitamente podía- morir y de-
jar de ser 2. •
También has de saber, hijo, que había otro caballero
que tenía un castillo roquero muy fuerte y bien guarnecido,
tan hermoso, tan espacioso y tan bien construido, que siem-
pre que el caballero le veía, memoraba u oía hablar de él,
se vanagloriaba. Sucedió un día que, habiendo salido a cazar
a un bosque cerca del castillo, encontró a otro caballero su
enemigo, quien le derribó, hirió y quitó el caballo que lle-
vaba ; por cuyo motivo y el de no poderse levantar por causa
de la herida, se estuvo toda aquella noche en el bosque, pa-
deciendo gran sed, por la falta de sangre que derramaba
Hallándose en este estado, pasó por allí un pastor que lle-
vaba una bota de vino en él zurrón, a quien el caballero rogó
mucho le diese de beber; pero el pastor antes le preguntó
que qué se estimaba más en aquella ocasión, un vaso de agua
o vino o su castillo roquero. A que el caballero respondió
que más amaba y deseaba entonces un vaso de agua o vino
que mil castillos. Por lo que el pastor le reconvino, diciendo
que mirase cuán sin razón había tenido tanta vanidad por
ser señor del castillo, pues por un vaso de agua se le cedía
en aquella ocasión (y entonces le dió de beber).
2 Amplificación retórica.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. IIO
QÓt
CAPITULO CX
De edificar
— Señor — dijo Félix--, gran maravilla me causa el que
las gentes en este mundo tengan tanta afición a edificar
bellos castillos, grandes palacios y hermosas casas, habiendo
de vivir tan poco en ellos y ellas, pues ninguno sabe si vivirá
el día de mañana.
— -Hijo — dijo el ermitaño — , las obras exteriores signifi-
can las interiores, como lo comprenderás por el siguiente
ejemplo:
En una ciudad habitaba un obispo, el cual hacía edificar
en ella, en un mismo tiempo, una gran iglesia y un gran
palacio, a cuyas fábricas tenía tal inclinación y afición, que.
imaginando siempre en ellas, olvidó los edificios espirituales
que el hombre debe hacer en su alma, con adquisición y unión
de las virtudes, en grandeza, hermosura y fortaleza, sobre
cuyos cimientos y el de la bondad y. caridad está fundada y
edificada la santa Iglesia, siendo el coro el entendimiento,
y el palacio la memoria, en la cual deben estar y habitar, y
a lo que el obispo debía atender, más que a la material edifi-
cación del palacio e iglesia corporal y material en que estaba
divertido y abstraído, por no alcanzar que el impulso o ins-
piración que Dios le dió para que edificase la iglesia y pala-
cio materiales fué para que por ellos trascendiese y pasase
a edificar en su espíritu y en los de sus subditos los palacios
e iglesias espirituales, mediante la unión y congregación de
las virtudes, ejercicio de la penitencia y frecuencia de los
sacramentos *.
— Señor — dijo Félix — , cáusame gran maravilla el que
los hombres hagan túmulos o sepulcros suntuosos y muchas
veces de mármoles, jaspes y alabastros, cuando no saben si
morirán en aquellas villas o países en donde los hacen, ni si
serán enterrados en ellos.
— Hijo — dijo el ermitaño — . según te dejo explicado y fi-
gurado, puedes y debes entender que el hombre empieza con
los sentidos exteriores la operación, para que se convierta y
acabe en los interiores; y por creer el hombre que ha de
morir en algún lugar señalado, se hace en él edificar su se-
pulcro, para tener después de su muerte vaso señalado y
distinto de los demás, donde se coloque su cuerpo; y le hace
1 TckIo este final está muy amplificado.
31
gÓ2
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
fabricar grande, hermoso y de costosa materia, porque ama
la grandeza de la belleza y bondad de aquel lugar. Lo que
significa que, así como el hombre se cuida de edificar en
este mundo lugar señalado en que colocar su cuerpo, debe
amar y apetecer tenerle en el paraíso también bello, grande
y de gran gloria, inmediato a Jesucristo, para colocar por el
presente su alma y después de la resurrección su cuerpo y
alma. Pero como los hombres se hallan preocupados de las
cosas mundanas y corporales y olvidan las espirituales,
se cuidan de edificar magníficos sepulcros para sus cuerpos
y se descuidan de adquirir magníficas virtudes para que se
coloquen en buen lugar sus almas.
También has de saber que había un rey que tenía un gran
tesoro, el que gastó por mera vanagloria en la fábrica de
un castillo que contenía un gran palacio, muy fuerte, muy
grande, de espaciosas murallas, de profundos fosos, de le-
vantadas torres y de grandes habitaciones, sin que le faltase
cosa concerniente a mostrar la magnificencia de un rey gran-
de y poderoso. El que se envejeció y preocupó tanto de la
fábrica de su castillo, que se descuidó de fabricar en su alma
palacio adornado de virtudes, donde Dios fuese hospedado y
contemplado, para que le sirviesen de defensa contra los
asaltos de los vicios. Por lo que sucedió que, habiendo aca-
bado de edificar el castillo y palacio y queriendo pasar él
mismo a habitarle, murió y se condenó. [Este rey no quiso
edificar su castillo en él otro siglo, donde el hombre perma-
nece para siempre, y edificólo en este mundo, donde hemos
de estar tan poco. Lo cual es muy de admirar], por haber
antepuesto el cuidado de lo que tan poco vale y tan poco dura
al de su ailma, que tanto vale y que tanto ha de durar: [esos
tales pierden tanta gloria perdurable y están en edificio de
fuego que nunca cesa de quemar a los condenados].
También has de saber que en un desierto había un cas-
tillo fundado sobre la eminencia de una roca, el cual habitaba
un caballero que era salteador, asesino, traidor y lleno de
otros muchos vicios. Sucedió un día que robó y prendió a
un mercader que pasaba por aquellas cercanías, y después
de haberle robado, le llevó al castillo, donde le metió en una
torre fuerte, adonde acostumbraba encerrar los que cogía
y robaba. En la misma torre había un clérigo, a quien por el
mismo motivo el caballero tenía encerrado, y, habiéndole
preguntado si podría quebrantar aquella prisión y huirse
una noche, el clérigo respondió que lo tenía por imposible,
respecto de lo bien guardado que estaba el castillo y de lo
fuerte que era. De lo que se admiró el mercader, consideran-
do cómo el caballero había podido juntar tantos y tan dis-
FÉLIX DK LAS MARAVILLAS. — G. III QÓJ
tintos materiales para fabricar el castillo, y no había juntado
ninguno para fortificar y adornar su alma de virtudes 2.
Asimismo has de saber que en una ciudad había un mer-
cader que toda su vida había trabajado en juntar mucho
dinero, con el cual edificó una grande y hermosa casa, en la
que se mantenía con poca familia y compañía, por ser hom-
bre avaro y estar acostumbrado a poco gasto, de que dima-
naba el que en la casa hubiese muchas salas, piezas y otras
oficinas inhabitadas y sin uso. Sucedió el que, pasando por
allí el rey de aquella provincia, le alabaron tanto la casa, que
la quiso ver, y habiéndola reconocido y examinado toda y
visto cuánto de ella se perdía inútilmente, por el poco aso
del mercader, le quitó la casa y la tomó para su habitación,
de que el mercader se maravilló. Lo que conociendo el rey,
le dijo no debía maravillarse, pues lo que había hecho era
razón, porque tan bello, grande y suntuoso edificio no se
debía perder ni estar sin quien le habitase.
CAPITULO CXI
Del régimen
— Hijo — dijo el ermitaño — , tú que vas por el mundo bus-
cando maravillas, maravíllate del mal régimen que tienen los
príncipes, prelados y otros que gobiernan el mundo, pues
para uno que le tenga bueno, hay ciento que le tienen malo,
siendo así que la grandeza del buen régimen tiene similitud
con la grandeza de Dios, y la grandeza del mal régimen es
su disimilitud K
El régimen es, hijo, para conservar la final intención
por que el hombre es creado, el que tiene su origen primero
en el alma, desde donde pasa al cuerpo, y vuelve después a
ella misma, lo que entenderás mejor por la siguiente simi-
litud:
Has de saber que había un rey que, habiendo reinado
mucho tiempo con gran prudencia y sabiduría, deseó descan-
sar; y, teniendo un hijo a quien había enseñado cómo había
de usar de sus potencias y sentidos para que supiese regir
y gobernar bien sus vasallos espiritual y corporalmente 2, le
2 «e en sa ànima havia tan frèvol hediffici de virtuts, e tan forts
vicis».
1 Según Ramón Llull, «meraveylle't de aquells qui han mal regi-
ment per què són tants, e de aquells qui han bon regiment per què
són tan pochs...».
2 El detallismo medieval de Ramón dice mucho más pintoresca-
mente : «e a un seu fill ell hac fet mostrar con sabés réger se me-
964 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
hizo rey y colocó en su mismo trono, cediéndole el reino, y
él se retiró a un monasterio, donde acabó sus días contem-
plando a Dios y a sus obras.
También has de saber que en aquella misma tierra había
un conde malo y de mala vida (el cual había enseñado mal
y dado mala doctrina a un hijo que tenía). Este conde se
maravillaba de que él rey hubiese dejado su corona y reti-
rádose del mundo, por lo que, discurriendo que lo había
hecho por propia conveniencia y utilidad y para algún fin
que él no alcanzaba, se entró también en un monasterio y
cedió su condado en el hijo que tenía mal educado, de que
se siguió que el conde se gobernó mal y con escándalo en el
monasterio y que el hijo hizo lo mismo en el condado.
Asimesmo has de saber que el rey en el monasterio consi-
deraba en 'la bondad de Dios y en la bondad que él de ella
recibía, y, tanto como podía, engrandecía su bondad en poder,
sabiduría y voluntad y en las otras virtudes que poseía con
similitud a las de Dios. Por este régimen y modo de vivir
y contemplar que el rey tenía, engrandecía su bondad, me-
morando, entendiendo y amando a Dios y ia sus obras ; y por
lo bien que obraba y hacía, daba ejemplo a su hijo para
hacer otras tantas, y lo mismo ejecutaban todas las gentes
de su reino, de que todos se maravillaban (y alababan a
Dios).
En este tiempo sucedió que uno de sus corregidores, que
mucho tiempo había regido bien, se corrompió por dinero y
se hizo malvado, sin saber nada el rey ; de que todais las gen-
tes se maravillaron, pareciéndoles muy mal el que un rey
tan bueno tuviese un ministro tan malo. Cuando el rey 1c
supo, tuvo gran ira, y mandó que se le diese una muerte
afrentosa, e hizo restituir de sus bienes todo lo que a unos
y a otros había usurpado, de que los demás corregidores y
ministros tomaron ejemplo para ser buenos y contenerse.
También has de saber que a la corte de aquel rey vino un
santo ermitaño que deseaba estar entre seglares con el fin
de adquirir mérito, manteniéndose entre ellos firme en las
buenas costumbres y ejercitando las virtudes. El que se ma-
ravilló mucho cuando vió el buen régimen que el rey tenía
en su persona, en su casa y en su reino ; por lo que le pregun-
tó se sirviese decirle cuál era la principal causa y razón
por que mejor sabía regirse a sí y a su pueblo. A que el rey
respondió que la principal razón, después de la gracia de
Dios, era la educación y el buen ejemplo que su padre fe
había dado en regir las operaciones del alma, por ser éstas
moria a menbrár, e son enteniment a entendre, è se volentat a amar ;
car per aytal regiment sab hom réger e governar sos uylls a veer,
e ses oreylles a hoyr, e son nas a hodorar, son gustus á gustar, e
.son sentit a palpar...».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. III
gó.s
similitudes de las de Dios, y tenerlas en cuanto las pueden
recibir *•.
— Señor — dijo Félix al ermitaño — , caúsame gran mara-
villa el que Dios a un hombre solo, como es el rey, entregue
todo el gobierno de un reino, y el que ponga bajo de su man-
do tantas y tan distintas criaturas, cuando cualquier hombre
solo, por prudente que sea, tiene bastante que hacer en re-
girse y gobernarse a sí y a su familia. — Hijo — dijo el ermi-
taño— , una vez sucedió que entre un rey y su pueblo hubo
grandes cuestiones y debates, porque el pueblo quería ser
absolutamente franco de muchas cosas que pertenecían al
rey» y Que el privarle de ellas era quitarle su estimación,
poder y honor; por lo que el rey les dijo: "El que el príncipe
tenga poco poder o se le disminuya la autoridad, tiene gra-
vísimos inconvenientes (como, si lo reflexionáis, podéis al-
canzar), pues el príncipe, por medio de su poder y de su
autoridad, puede regir y gobernar su pueblo, y sin él y ella,
no; y cuanto más está refundida en él la autoridad y poder,
más se puede hacer respetar, amar y temer (haciendo justi-
cia y manteniendo sus vasallos en paz y quietud, y sin él
nada de esto puede hacer). Por lo que es gran maravilla y
poca reflexión vuestra el querer que os gobierne quien carez-
ca de él, cuando el que tiene el príncipe como persona común
se refunde en beneficio y utilidad de todos sus vasallos."
Habiendo el ermitaño dicho esta similitud, prosiguió di-
ciendo la siguiente : — El grano de trigo, para engendrar otros
granos, les da su similitud, y para dar su similitud a muchos
granos es necesario que convierta muchas cosas en su mesma
similitud, como lo ejecuta, tomando debajo de la tierra la
de todos los elementos que entran en su compuesto, por cuyo
medio engendra los otros granos — ». En la antecedente simili-
tud conoció Félix que la causa por que un rey puede regir
muchos hombres es porque les da su similitud con el ejemplo
de sus costumbres, por medio de sus gobernadores, [bailes] \
justicias y oficiales, y, sobre todo, porque él las ha recibido
primero de Dios y de sus virtudes, las que resplandecen en él
como comunicadas inmediatamente. — Mucho agradó a Félix
la similitud que al ermitaño había oído, y se admiró de su
gran sabiduría y sutileza.
— Sepas, hijo — 'prosiguió el ermitaño — -, que había un em-
perador que era hombre simple y benigno y no sabía regir
sus vasallos, por lo que fué a ver a. este rey y le rogó le mos-
trase y enseñase modo de acertar en su gobierno y en el
'•Traducción inexacta : «com sien semblants a les obres *le Déu,
Midons que semblança ne poden pendre».
' Aquí el traductor leyó mal el texto luliano, que dice : «baties»,
y él interpretó «bisbes».
q66
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
régimen de su imperio, pues lo necesitaba mucho y deseaba
el acierto ; a lo que el rey le respondió :
"Que había un rey que todos los hombres con quien tra-
taba o veía, presumía que fuesen malos, lo que ejecutaba a
vista de los muchos que hay en el mundo que lo son y del
mal estado en que está. Y así, con cualquiera que tratase
o hablase, en eü principio se recelaba, y, presumiendo que
era malo, le tentaba y experimentaba antes de fiarse, y si era
malo se hacía respetar y temer de él, y si era bueno se ha-
cía (o procuraba hacerse) amar y querer; y así se precau-
cionaba de que ninguno le engañase lantes de haberle cono-
cido y examinado su intención, con cuya precaución sabía
bien reinar y regir sus vasallos."
Mucho agradó al emperador la similitud que el rey le
dijo, por la que entendió que él no sabía reinar, por causa
de que de sus gentes, que eran malas, presumía bien y no
mal, por lo que se dejaba engañar con buena intención antes
de conocer el mal. Y entonces se admiró del mal estado del
mundo y de que se halle tan pervertido; pues es cierto que
naturalmente el hombre debería antes pensar bien que mal
de otro hombre, pero la mailicia está tan multiplicada, que
son más los hombres malos que los buenos. Y así se ha de
pensar más mal que bien de todo hombre a quien uno no
tenga tratado y conocido.
La reflexión y consideración de estas palabras hizo llo-
rar ia Félix, considerando el mal estado del mundo y el mal
régimen que de él se origina, dimanado de que el alma no
rige al cuerpo como debiera; pues así como en las plantas
la forma rige la materia con orden, así el alma con orden
debiera regir él cuerpo, para que el régimen del mundo fue-
se bueno y acertado.
CAPÍTULO CXI1
De la elección
Félix dijo al ermitaño: — Señor, estoy muy maravillado
del modo como se gobernaba un príncipe, el cuati era muy
voluntarioso y liberal en el dar, y lo era también en el qui-
tar y usurpar, sin querer restituir nada de lo que quitaba
o usurpaba.
— ¿Hijo — dijo el ermitaño — , Dios influye siempre las si-
militudes de sus virtudes en eQ hombre, pero el hombre no
siempre las toma ni recibe todas, sino es unas después de
otras o unas veces unas y otras otras, como le sucedía a ese
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 112 96/
príncipe, que recibía y se imprimía en él la similitud de Dios
en el dar y en el ser liberal, y no se imprimía en él la simi-
litud de la justicia de Dios, pues no volvía ni restituía aque-
llo que tomaba o usurpaba; por cuyo motivo la similitud de
la liberalidad de Dios que recibía en sí mismo, la convertía
en similitud de avaricia.
Has de saber que en un monasterio había dos monjes
que fueron causa de que se eligiese un abad, el uno con el
fin e intención de que alabase, entendiese, amase y sirviese
a Dios, y el otro con el fin de que le fuese agradecido y le
amase y honrase a él más que a los otros monjes. Sucedió
que el abad fué hombre de buenas costumbres y santa vida ;
y viendo qúe el monje que le había elegido abad con el fin
de que le honrase y distinguiese de entre los demás era malo
y escandaloso, le hizo poner preso, y al que le había elegido
con el fin de que amase y sirviese a Dios, honró y distinguió
entre todos los demás; de que todos los monjes se maravilla-
ban, ignorando el fin y los motivos que el abad tenía para
ejecutarlo.
También has de saber que delante de un rey comparecie-
ron dos hombres, que ambos solicitaban que los eligiese go-
bernadores de una provincia, el uno con el fin de poder ser-
vir a Dios administrándola bien y haciendo justicia, por ser
hombre bueno y de buenas costumbres, y el otro con el fin
de que le honrasen y venerasen a él y el de juntar mucho
dinero, por ser hombre avaro, injusto y orgulloso; y como
el rey también estaba poseído de estos vicios, eligió al hom-
bre malo y mal acostumbrado ; de cuya elección todos los de
aquella provincia se maravillaron.
— Señor — dijo Félix — , ¿por qué causa o naturaleza eli-
gen y anteponen los hombres las delicias temporales a las
espirituales, siendo así que las espirituales sin comparación
son más nobles y más perfectas que las corporales? ■ — Hijo
— dijo el ermitaño — , un obispo tenía un sobrino a quien
amaba mucho, por lo que deseaba que él y no otro fuese obis-
po después de su muerte; en lo que conocerás que el obispo
amaba más elegir similitud sensual que espiritual, por lo
que Dios le castigó en la elección que hacía de su similitud. —
Maravillóse Félix de que el obispo amase más elegir para
obispo a hombre que tuviese más su similitud corporal que
su similitud espiritual, por lo que dijo al ermitaño:
— En una iglesia catedral se hubo de elegir obispo, y los
canónigos, que eran nobles, querían que el arcediano, que
también lo era, lo fuese, alegando que era hombre [hermo-
so] \ había estudiado leyes y hacía gran gasto ; y el sacris-
1 También aquí el traductor levó «vell» (viejo), por el verdadero
original abell» (hermoso).
q68
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
tán, con otros, quería que lo fuese un ipobre clérigo que tenía
muy poca renta, pero era muy sabio, gran teólogo y de san-
ta vida. Mas a pluralidad de votos fué electo el arcediano,
de que el sacristán se maravilló, considerando que en aque-
lla elección la soberbia había vencido a la humildad, la sen-
sualidad a la intelectualidad, y las leyes a la teología.
Has de saber, hijo, que nabía dos clérigos, que el uno se
alegraba de ver cosas bellas, como bellas vestiduras, bellos
arneses, 'bellas casas y las demás cosas semejantes a éstas;
y el otro amaba oír bellas palabras, verdaderas y bien orde-
nadas. El que eligió belleza en las figuras visibles, eligió la
belleza que Dios demuestra de sí mesmo en (las cosas visibles ;
y el que eligió 'la belleza en las oíbles, eligió la belleza que
Dios demuestra de sí mesmo por ellas. Sucedió que el que
amaba la belleza de las cosas visibles fué electo obispo, y el
que amaba la belleza de las oíbles, refutado, siendo mara-
villa que fuese electo obispo él que amaba la belleza de las
cosas visibles (por serlo él), que no el que amaba la belleza
de las cosas oíbles, cuando puede Dios ser nombrado y no
visto.
Además has de saber, hijo, que en una abadía había un
abad que, por ser hombre avaro, se cuidaba más de multi-
plicar Tas rentas dél monasterio que de multiplicar en sus
monjes la virtud ni devoción. En otra abadía, que era supe-
rior a aquélla, murió el abad; y habiendo en ella un monje
sabio y de muy buena vida, los de la abadía superior eli-
gieron abad al de tía inferior, no obstante constarles su ava-
ricia, y no quisieron elegir al monje saibio y de buenas cos-
turnbres.
Además has de saber que delante de un obispo se presen-
taron dos clérigos que le pidieron un curato, el uno que te-
nía por mérito su buena vida y buenas costumbres, y el
otro que no tenía otro que el haber servido al obispo largo
tiempo. Y el obispo proveyó el curato en aquel que le ¡había»
servido, aunque sabía muy poco latín y era de malas costum-
bres. Lo que es gran maravilla y simonía.
También has de saber que una vez un canónigo, para
poder ser obispo, aprendió leyes y se manifestó hombre hu-
milde y honesto. Sucedió que, habiendo muerto el obispo y
sucedido en la dignidad el canónigo, se hizo orgulloso, ava-
ro y lujurioso, y las leyes que sabía las aplicó en contra-
rio fin del que debía; de que todos se maravillaron mucho,
y deseaban que le depusiesen y separasen del obispado.
— Hijo — prosiguió el ermitaño — , maravíllate y llora el
mal y el desorden que se sigue de las malas elecciones, pues
si fuesen hechas buenas y verdaderas, habría mucho más
bien que no hay y dejaría de haber mucho mal que hay.—
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS .-— C. II3 QÓQ
En lo que pensando y reflexionando Félix, conoció que en el
mundo había mucho más mal que bien, por el bien que por
las malas elecciones se perdía y por el mucho mal que de
ellas se seguía.
— «Hijo — «prosiguió el ermitaño--, has de saber que en
una ciudad había un ciudadano muy rico, el cual eligió el
camino de los deleites temporales, creyendo hallar en ellos
toda perfección, complacencia y deleite, y saciar su apetito
y su deseo. Pero, experimentando que en ninguna cosa qtíe
dijese ni oyese podía hallar gusto cumplido, pensó mejor, y
eligió los deleites y perfecciones espirituales, y con especia-
lidad en Dios y en su bondad, grandeza y demás atributos,
en los que halló en qué saciar y llenar su alma perfectamen-
te, y entonces tuvo gran gozo y alegría. Por lo que, vendien-
do todo cuanto tenía y dándoselo a los pobres de Jesucristo,
se retiró todo él resto de su vida a una ermita, en compañía
de un ermitaño, a contemplar a Dios y a pensar en las obras
espirituales, donde se maravillaba muchas veces de que tan-
tos religiosos y clérigos que hay en el mundo eligiesen y
buscasen los placeres sensuales, que nunca son bastantes a
dar cumplimiento a nuestros deseos, y dejasen los espiri-
tuales, que nos le dan y acarrean todo bien y felicidad.
CAPÍTULO CXI II
Del pecado
— Señor — dijo Félix al ermitaño — ,.he oído decir muciia^
veces que el pecado en sí no es nada, de que me maravillo,
porque, si el pecado no es nada, ¿ cómo por él puede el hom-
bre condenarse?
— Hijo— dijo el ermitaño — , Dios creó todo cuanto tiene
ser para ser amado y conocido, y como ésta sea la final y
principal intención para que Dios creó al hombre, cuando el
hombre se desvía de ella amando otras cosas más que a
Dios, se desvía de la final intención para que fué creado, en
cuyo acto tiene culpa, la que tiene por consecuencia la pena.
Y como este desviarse de la final intención para que el hom-
bre fué creado sea el pecado, y él desvío o separación en sí
no sea nada ni cosa creada, si no es separación del fin para
que es creado, por esto con mucha razón se dice que el pe-
cado no es nada.
Has de saber que había un rey que amaba las delicias de
este mundo y menospreciaba la gloria del otro. Este rey lo
era para ser rico y abundante en tesoros, honras y deleites
97o
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
[de cazar, holgar, comer, beber, vestir y darse a los placeres
carnales] ; por lo que gastaba en ellos el tiempo, sin cuidarse
de la justicia ; y así su reino se destruía, por no tener quien
le rigiese, y el rey pecaba por causa de que se apartaba de la
final intención para que era rey.
— Señor — dijo Félix — , también me maravillo de que el
cuerpo del hombre pueda pecar, cuando el alma le señorea
y le da la vida y el movimiento, y él sin ella nada puede hacer
ni Obrar.
— Hijo — dijo él ermitaño — , el alma y el cuerpo son el
hombre, y como el hombre es el que hace el pecado, y el
alma no podría pecar si con el cuerpo no fuese hombre, peca
el cuerpo, por ser él y el alma el hombre.
Has de saber, hijo, que cerca de una fuente estaba un
pastor que tenía un pan pequeño y una grande hambre. Su-
cedió que, estando comiendo el pan, le vino a la imaginación
el pensar si entonces, con 'la gran hambre y el poco pan que
tenía, llegase algún pobre a pedirle (limosna por amor de
Dios si le daría dél pan. Y, movido de la caridad, pensó que
sí, y que le daría. Estando con este pensamiento, vió venir
un pobre con gran hambre, que le pidió un pedazo de pan,
y el pastor le dió la mitad del que tenía, por lo que padeció
gran hambre todo aquell día y aquella noche.
Después de haber dicho el ermitaño estas palabras a Fé-
lix le preguntó que si el pastor se hubiese muerto antes de
dar el pan al pobre, si con sola la intención habría tenido
tan gran mérito como si se hubiese muerto después de ha-
bérsele dado. Habiendo pensado Félix algún tiempo en la
cuestión que el ermitaño le había hecho, entendió que, res-
pecto de que el cuerpo del pastor había padecido mayor pa-
sión en la multiplicación de la caridad cuando dió la mitad
del pan, que antes de haberlo dado, aunque había consentido
el darle, había adquirido mayor mérito después de darle que
antes de haberle dado, y que, si no le hubiese dado, sería
culpable.
Félix dijo al ermitaño que él se maravillaba también de
que el pecado pudiese crecer ni menguar, no siendo nada. %
A. que el ermitaño respondió : — Un obispo pecó carnalmente
con una loca mujer, por lo que el pecado fué mayor en el
obispo que en la mujer, respecto de que el obispo se había
apartado más en aquel acto de la intención por que era obis-
po, que no l¡ai mujer de la intención por que era mujer.
— Señor — dijo Félix — , haciendo el pecador el pecado,
¿cómo puede ser que el pecado no sea nada? Pues si no fue-
se nada, no podría ser hecho.
— Hijo — dijo el ermitaño — , a esta cuestión está dada so-
lución en la antecedente, esto es, que el pecado es mudar y
apartar la intención en lo que el hombre hace de aquello
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 113
971
para que es creado; y porque el hombre puede hacer esta
mudanza y desvío de intención, puede haber pecado sin que
el pecado sea nada, ni por creación ni por final intención.
Además añadió Félix que él se maravillaba de que el
confesor, siendo hombre, pudiese perdonar el pecado, cuan-
do en el pecado que se comete ofende el hombre más a Dios
que al hombre. A que el ermitaño respondió: — El accidente
no es en sí mesmo nada, pero en otro es alguna cosa.— (Por
lo que entendió Félix que el hombre perdona el pecado por
el poder que tiene de Dios, pero no por el que tiene de sí
mesmo.
— Señor — dijo Félix — , el pecado, ¿en qué tiene princi-
pio, en qué se mantiene, cómo se multiplica y cómo acaba?
— Hijo — dijo el ermitaño — , el principio del pecado, su au-
mento, su permanencia y su disminución, todo consiste en
el desviarse o mantenerse en la final intención por la cual
o para la cual las cosas han sido creadas, [es decir, cuando
se Jas desvía del fin para el cual existen].
Y para que mejor Félix lo entendiese, el ermitaño pro-
siguió diciendo: — En un huerto había una rueda que una
bestia hacía andar, con cuyo movimiento sacaba agua para
regarle. Sucedió que el hortelano trastornó la rueda, por lo
que la bestia trabajaba en vano, y la rueda se destruía, y
las plantas del huerto lo padecían, pues por falta de agua
se secaban. Lo que visto por el hortelano, y que cuanto más
la bestia trabajaba menos agua sacaba y más plantas se des-
truían, conoció su error, y, arrepentido de él, volvió a poner
la rueda en el estado que antes estaba, y la bestia a rodar
como solía, y las plantas del huerto a vivir como vivían.
— Señor — dijo Félix — , ¿cómo puede ser que, no siendo
nada el pecado, se haya tanto multiplicado? Pues apenas
hay nadie que verdaderamente haga aquello que debe y para
que es creado, lo que es gran maravilla, siendo la virtud
mucho y el pecado nada. — -A lo que respondió el ermitaño:
— Has de saber que el pecado es mayor en la privación del
bien, que la virtud en el ser del bien, por causa de que las
gentes, cuando hacen el pecado, son más contrarias (o con-
tradicen más) al infinito bien que al bien finito, por cuyo mo-
tivo serán castigados con privación de infinito bien.
Dijo Félix que también se maravillaba mucho de que, ha-
biendo Dios hecho tantos bienes a los hombres en este mun-
do, ellos se pudiesen inclinar al pecado, que es cosa con-
traria a Dios y a sus preceptos; y que los más honrados,
más ricos, más poderosos, robustos y bellos suelen ser los
más ingratos y los más pecadores, abusando de los bienes y
dones que Dios les había dado. A lo que respondió el ermi-
taño: — Has de saber que un obispo era avaro de mil mar-
cos de plata que tenía y guardaba ; un arcediano lo era tam-
973
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
bién de mil sueldos que había juntado; y por causa de que
la avaricia del obispo era mayor en guardar los mil marcos
que la del arcediano en guardar los mil sueldos, era también
mayor el pecado que el obispo cometía que el que el arce-
diano hacía.
— Señor — dijo Félix — , también me maravillo de que el
hombre se incline más a hacer mal que a hacer bien (y a
pecar que a virtuificar), respecto de que en el pecar obra el
hombre contra la razón e intención por que es creado (y en
ed virtuificar obra con ella y camina por ella). — A que el er-
mitaño respondió que para hacer bien es necesario que con-
curra la fortaleza de espíritu, la cual da pasión a la volun-
tad y al cuerpo para que el hombre alcance mérito espiritual
y corporal, por causa de que la voluntad se mueve con re-
pugnancia a hacer bien, respecto de la inclinación o propen-
sión que tiene accidentalmente, por el pecado, a hacer mal,
y de que para hacer mal no tiene ninguna repugnancia es-
piritual ni corporal, antes bien inclinación a ello; por cuyo
motivo, y el no sentir pasión cuando ha de hacer mal y de
sentirla cuando ha de hacer bien, se inclina el hombre más
al mal que aü bien 1.
CAPÍTULO CXJV
De la resurrección
Muchas veces había considerado Félix en la resurrección,
maravillándose de que el cuerpo del hombre pudiese resu-
citar en el mismo ser que tenía, siendo el cuerpo corruptible
y convirtiéndose en polvo debajo de la tierra. Por lo que,
habiendo propuesto su maravilla al ermitaño, éste le res-
pondió :
— La principal razón por que Dios ha creado al hombre,
es para ser por él conocido, servido y amado. Y como el
hombre es un compuesto de alma y cuerpo, y por el alma
sola, sin el cuerpo, no sería hombre, es necesario que el
cuerpo resucite para que vuelva a ser el mesmo hombre y
— : "r •* fi i
3 Traducción muy complicada. He aquí el texto luliano : «L'ermi-
tà dix que en fer bé cové ésser una virtut que és apellada fortitudo,
ço és saber, força de coratge, e aquella dóna pació a la volentat e al
cors, per ço que hom ne guany mèrit sperital e corporal. E com
les gents senten aquella passió spirital e corporal, adonchs greument
se mouen a fer bé; mas con fan mal en peccat, no-y cal ésset
greuge sperital ne corporal, e per açò no senten .pasció con fan mal ;
è per aquesta rahó fan anants lo mal que d bé.»
FELIX DE LAS MARAVILLAS.
i 1}
971
se siga la final intención para que fué creado, que es el ser
Dios servido, conocido y amado por el mesmo hombre.
Dios ha impreso en el hombre su imagen y semejanza
para que el hombre le ame y le conozca. Dios es bueno, y
su bondad es grande, eterna y cumplida de toda virtud;
y por tener el hombre la similitud de Dios, es bueno, cuya
bondad procede de la bondad de Dios, y de la grandeza de
Dios procede el que el hombre sea grande en bondad, por
ser su grandeza y su bondad similitudes de la bondad y de
la grandeza de Dios, y lo mismo se sigue de todos los demás
atributos; en que se manifiesta que, si Dios hubiese puesto
la similitud de su grandeza y de su bondad en el hombre
(y así de los demás atributos) y no hubiese puesto la de la
eternidad o duración (en cuanto la puede recibir), se segui-
ría que, por faltarle la imagen de este esencialísimo atributo,
no podría amar y conocer a Dios perpetuamente, que fué el
fin principal para que fué creado, y quedaría vacua, inútil
y apartada de su fin la intención con que Dios le creó, lo
que es imposible.
— Señor — dijo Félix — , el hombre cuyo cuerpo habrán
comido las fieras, las aves o los peces, ¿cómo puede resuci-
tar en su mesmo ser, cuando su carne se habrá convertido
en la carne de las fieras, de las aves o de los peces que se
!e habrán comido, mezclándose con la de otras fieras, aves
y peces y otras cosas que habrán comido también, convir-
tiéndose una cosa en otra y en la carne de unos y otros ani-
males sucesivamente, después de ciento, o doscientos, o mu-
chos más años que el hombre habrá muerto?
— Hijo — dijo el ermitaño — , un cristiano y un judío dispu-
taban, negando el judío al cristiano el misterio de la encar-
nación, por parecerle que era cosa contra el curso de la
naturaleza, y, por consecuencia, imposible. Pero el cristiano
alegaba y decía que Dios creó al mundo de la nada y al
hombre del limo de la tierra, y creó también el primer ár-
bol, el primer caballo, etc., y así de todas las demás cesas
sobre el curso de la naturaleza, y que así sobre el curso de
la naturaleza pudo también tomar carne humana.
Además — dijo el ermitaño — , debes considerar que Dios
es justo y justísimo, y que, habiendo obrado el hombre mal,
usando de los vicios, o bien, usando de las virtudes (mien-
tras vivió en este mundo), es necesario que la justicia de
Dios le resucite, porque, si no lo hacía, se seguiría que el
hombre no adquiriría mérito o culpa con su obrar, y, por
consecuencia, que no fuese castigado obrando mal ni pre-
miado obrando bien, lo que es imposible. Además has de
saber que el hombre ama más ser hombre que ser. alma o
ser espíritu solamente, y amando el hombre justo el ser
hombre, si después de su muerte no lo hubiese de ser, se
<574 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
seguiría que, si no hubiese resurrección, la similitud que la
voluntad de Dios influye en él sería contra la grandeza de
la voluntad del hombre justo, la cual nunca llegaría a tener
cumplimiento ni quietud, aun estando en la gloria, porque
siempre estaría apeteciendo el volver a ser hombre, y para
ello unirse al cuerpo.
Además — dijo el ermitaño — , debes considerar que el gu-
sano de seda nos significa en algún modo la resurrección,
pues muere y después de muerto sale de él una mariposa,
la cual engendra otro gusano semejante en especie a aquel
de que ha salido. En que conocerás que, si la naturaleza
tiene virtud y propiedad de producir del gusano muerto una
mariposa viva, que engendra otro gusano semejante a aquel
que ha muerto, mucho más, sin comparación, puede Dios
del polvo producido del cuerpo del hombre resucitar el mis-
mo cuerpo del hombre, y puede unir un átomo con otro áto-
mo, siendo (como son) su sabiduría y su poder infinitos en
todas partes y por todas partes.
Además has de saber, hijo, que había un gentil que no
creía en la resurrección ni en la otra vida, sino es que creía
que, después de su muerte, se había de reducir a la nada, el
cual estaba siempre triste con esta consideración. Sucedió
que este gentil se hizo judío, y creyó que después de su
muerte su alma permanecería para siempre, con cuya con-
sideración y creencia estuvo muy alegre, amando a Dios,
según lo que creía por la fe y creencia de los judíos que pro-
fesaba, cuyo amor ni alegría no tenía cuando era gentil.
Sucedió después de tiempo que aquel judío, dejando la fe y
creencia de los judíos, se hizo cristiano, y como tal creyó
en la resurrección de la carne, por lo que amó más a Dios
que cuando era judío, conociendo por razones necesarias que
en la resurrección de la carne, que nuevamente creía, se ma-
nifestaba mayor nobleza y poder en la operación que Dios
tiene sobre las criaturas \ y mayor grandeza de justicia, bon-
dad y unidad. Habiendo considerado aquel hombre todas es-
tas cosas, conoció que la resurrección debe ser de necesidad,
pues él por ningún otro medio ni modo había podido ni
podía más ni mejor entender ni amar a Dios que creyendoi
en ella, respecto de que, si no hubiese resurrección, se se-
guiría que aquello por que las criaturas pueden más conocer
y amar a Dios, convendría con el no ser; y que aquello por
lo cual las criaturas podrían menos conocerle y amarle, con-
vendría con el ser, lo que es imposible.
Por estas y otras muchas razones probó el ermitaño a
Félix con tanta evidencia la resurrección, que Félix fué cer-
1 El texto catalán prosigue : «e mils hi demostra granea de son
poder, voler, justícia, e bonea, e veritat».
FÉL·IX DE LAS MARAVILLAS
115
Q75
tificado de ella y no se maravilló, admiró ni dudó más en lo
futuro. Pero se maravilló de que los hombres que creen en
ella, siendo buenos, puedan dejar de hacer bien, y siendo mal-
los, puedan pecar, siendo cosa tan excelente y que trae con-
sigo eterna gloria o eterna pena.
— tHas de saber — prosiguió el ermitaño — que, habiendo
hecho un rey una gran injuria a un caballero y hallándose
en el artículo de la muerte, el caballero le pidió que le die-
se satisfacción de la injuria, pues en recompensa rogaría a
Dios que en el día de la resurrección, uniéndose y resucitan-
do su alma con su cuerpo y sentidos corporales, estuviese en
eterno descanso. A lo que el rey, no obstante la súplica del
caballero, no quiso asentir ni resarcir él daño que le había
hecho, de que el caballero y todos los circunstantes se que-
daron admirados.
CAPITULO CXV
De los milagros
■ — jSeñor — dijo Félix — , yo me maravillo de los hombres
que se maravillan de los milagros y de todo aquello que
Dios hace sobrenatural \ respecto de que, habiendo Dios
creado la naturaleza y teniendo poder absoluto sobre ella,
ningún hombre se debe admirar de cuanto Dios hace sobre su
natural curso. — (Hijo — dijo el ermitaño — , es verdad cuan:
to dices de que, si los hombres pensaban y cogitaban en
Dios y de Dios y en su poder, como debían, no se maravilla-
rían de ningún milagro ni de ninguna operación sobrenatu-
ral; pero por causa de que no memoran ni entienden el po-
der de Dios como él es en sí, se 'maravillan de ver las obras
sobrenaturales, por causa de estar acostumbrados a ver sólo
con continuación las naturales. Por lo que debes considerar
que el hombre se maravilla cuando ve, entiende, oye o me-
mora alguna cosa muy extraña, la que acostumbrándose des-
pués a ver, oír, entender y memorar, no le causa extrañe-
za ni admiración. Y por esto los infieles se maravillan cuan-
do oyen decir que Dios es uno y trino y que encarnó [y cuan-
do ven que los cristianos creen en los sacramentos], pade-
ciéndoles cosas muy extrañas [y milagrosas], por no estar
acostumbrados a oírlas, entenderlas ni amarlas.
Además — añadió el ermitaño — , has de saber que una
vez disputaba un cristiano con un sarraceno sobre el mis-
1 esobre cors de naturap.
L)7Ó OKRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
terio de la Santísima Trinidad, y le decía que Dios Padre
engendra a Dios Hijo; lo que oyendo el sarraceno, se ma-
ravilló, pareciéndole que, habiendo en Dios generación de
Padre a Hijo, era necesario que hubiese también tiempo dis-
tinto de Hijo a Padre, pues forzosamente el Padre había de
ser primero que el Hijo. Y también se maravilló de que el
cristiano dijese que Dios era trino, pues habiendo en Dios
trinidad, era consecuente que hubiese pluralidad, y habien-
do pluralidad, consecuente que hubiese composición. Tam-
bién se maravilló de que e¡l cristiano dijese que Dio3 había
encarnado, por parecerle que, si Dios hubiese encarnado,
era consecuente que hubiese alterado su esencia. También
se maravilló del sacramento del Altar, por parecerle imposi-
ble que debajo de los accidentes de pan y vino pudiese es-
tar substancia de carne y sangre, de todo lo cual [y de otras
muchas cosas] se maravilló mucho. Pero el cristiano le sacó
de sus dudas, diciendo estas palabras:
"En Dios hay bondad, ¡la cual de sí mesma engendra al
Hijo, que es bondad, y así es el Padre bondad, que engendra
lo bueno, para que la bondad no esté ociosa; lo mismo que
de la bondad — fie dijo el cristiano al sarraceno -se sigue de
la magnitud o infinidad, de la eternidad, del poder y de los
demás atributos que engendran al Hijo, para que éstos no
estén en Dios ociosos, y que así cada uno de por sí y todos
juntos, siendo un mismo Padre, estén siempre engendran-
do sin tener ociosidad en su operación, por ser la substan-
cia de Dios infinita y eterna *. Y porque en Dios hay infinita
.simplicidad y ésta de sí mesma engendra al Hijo, no puede
haber en Dios composición, aunque haya pluralidad de per-
sonas, porque, si la hubiese, se seguiría que la simplicidad
que es Padre no hubiese engendrado el Hijo, que es simpli-
cidad, en la que el Padre y el Hijo son una misma esencia.
Después de estas palabras prosiguió el cristiano diciendo
que en Dios no podía haber alteración por haber encarnado,
respecto de su infinidad y eternidad, y de que su poder y su
voluntad son una misma cosa, y de que, si la voluntad lo
quiere, el poder lo puede, porque, si la voluntad lo quería y
el poder no lo podía, no serían, el poder y la voluntad una
cosa misma en Dios (como queda explicado en muchas par-
tes de este libro). Pasando el cristiano a tratar del sacramen-
to del Altar, dijo que si en el poder de la ^naturaleza está !a
sangre en potencia en el pan, y en el pan y en la sangre
está la carne (pues se convierten en ella), mucho mejor es-
- Interpretación equivocada : «e que cascuna [dignitat] per 8
matexe e ensemps, estans un mateix Pare, sien sens ociositat en
obra de dintre la substància de Déu eternalment e infinida.» Los
j)aréntesis, como siempre, son añadidura del traductor.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 115
977
tará en 'la virtud de Dios y de su poder y querer infinito,
virtud o potestad sobrenatural, mediante la cual, debajo de
los accidentes de pan y vino, puedan existir las substancias
de carne y sangre." Habiendo dicho el cristiano al sarraceno
estas y otras muchas palabras y reflexionando el sarraceno
sobre ellas, cesaron sus admiraciones y sus dudas y se con-
virtió a 3a ley de Jesucristo.
— -Hijo — -dijo el ermitaño — , todo lo que el hombre sien-
te y puede sentir con los sentidos corporales es maravilla,
pero no se admira de ello como lo tiene acostumbrado, y lo
mismo le sucede con las cosas espirituales que memora y
entiende con continuación.
Por lo que has de saber que una vez sucedió que un sa-
rraceno, gran filósofo, fué apresado por los cristianos y con-
ducido a su tierra. Y ha>biendo vivido largo tiempo entr^
ellos, se maravillaba de su modo de comer, vestir, hablar y
de todo lo demás, por lo que escribió a un amigo suyo que se
hallaba donde veía gentes que no estaba acostumbrado su ver.
y a oír cosas que no estaba acostumbrado a oír, y a memo-
rar cosas que no estaba acostumbrado a memorar, y a hacer
otras que no estaba acostumbrado ni nunca había visto ha-
cer. Por lo que se maravillaba de cuanto oía y veía, memo-
raba y entendía; lo que le sucedía al sarraceno y no a los
cristianos con quien trataba, porque ellos estaban acostum-
brados a oírlas, verlas y memorarlas, y él no.
— Señor — dijo Félix — , yo me maravillo de que las gen-
tes de este mundo no se maravillen de los defectos y peca-
dos que cometen, y se maravillen de las cosas sobrenatura-
les, pues mayor maravilla es pecar, y ver que todo el mun-
do se haya dado más a amar sus vanidades y locuras que
no al mismo Dios, que no que Dios resucite muertos, sane
contrahechos ni haga otros milagros sobrenaturales, pues
esto, respecto de su poder, no es nada ni es maravilla.
— -Hijo — dijo el ermitaño — , habiéndose subido un filóso-
fo a residir algún tiempo en una alta montaña, vió desde
ella, una noche, una gran claridad en el cielo, de que se ma-
ravilló mucho, y después se maravilló de haberse maravilla-
do, pues consideró que aquella claridad era cuerpo natural.
Estando con esta admiración, comprendió que su maravilla
había dimanado de que, habiendo visto el resplandor en el
cielo inopinadamente, el entendimiento no tuvo deliberación
ni tiempo para entender por el pronto lo que después suce-
sivamente entendió.
Mucho consideró Félix en la similitud que el ermitaño le
había hecho, y se maravilló de ella, por parecerle obscura y
muy sutil para entender lo que él había preguntado. En tan-
to que así Félix se maravillaba, su entendimiento tuvo tiem-
978
OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
po para adquirir virtud y fuerza para entender lo que antes
no entendía, esto es, que 'los hombres mundanos y pecado-
res aman los pecados, por cuyo motivo no se maravillan de
ellos, pues nadie se maravilla de aquello que ama; pero sí
se maravillan cuando les sucede alguna cosa que no aman
sin que él entendimiento antes da perciba y comprenda, por
ser inopinada e improvisa y no tener tiempo para reflectir
sobre ella.
LIBRO IX
DEL PARAISO
CAPÍTULO CX VI
Comienza el libro IX, que es del paraíso, y primeramente
DE LA GLORIA DE LOS ÁNGELES
—Hijo — dijo el ermitaño — , la gloria de que gozan los án-
geles en el paraíso es tan grande, que quien pudiese enten-
derla en este mundo, sobre todas las cosas se maravillaría,
pues en ella ha puesto Dios tanta similitud de su grandeza,
que es cosa maravillosa el entenderla y amarla. — Y para que
Félix más se maravillase de la gloria de los ángeles, dijo el
ermitaño estas palabras:
— 'Dios en el paraíso se manifiesta a los ángeles con todas
sus virtudes y atributos influyéndolos e imprimiéndolos en
ellos, y les manifiesta la similitud que de ellos ha puesto en
ïos mismos ángeles, según que los ángeles los han podido re-
cibir; pues la bondad de Dios ha dado su similitud a la del
ángel, y lo mismo la grandeza de Dios a la grandeza del
ángel, la eternidad a la eviternidad, y así respective de to-
dos los demás atributos o virtudes de Dios. Atrae también
a sí la bondad de Dios a la de los ángeles, engrandeciéndola
por este medio, eternificándola, posificándola, y así de todos
los demás atributos1. Lo mismo hace la grandeza de Dios,
que atrae a sí lsu grandeza de los ángeles en bondad, 1 eterni-
dad,] poder y sabiduría, porque cada atributo de Dios, por
sí y en sí y los unos en los otros, unen e informan las cua-
lidades de los ángeles, para que sean vasos espirituales ca-
paces de recibir la gloria de Dios. Quiere Dios que la gloria
de los ángeles sea [muy grande] en bondad, [grandeza,]
duración, [poder,] sabiduría y voluntad y en todas las de-
más cualidades angélicas, para que los ángeles puedan mu-
cho e incesantemente contemplarle en su esencia, en sus dig-
nidades, en su trinidad y en su unidad; porque cuanto más
Dios comunica la similitud de sus dignidades a las calidades
1 Traducción imperfecta : «La bonea de Déu assembla a si mate-
xa 'la bonea dels àngels en granea de si matexa e de eternitat, po-
der, saviesa, e axí de totes.»
980 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLU EL
de los ángeles y Tai similitud de su esencia a las esencias de
los ángeles, más los ángeles ¡le pueden contemplar, fruir y
gozar.
En la esencia de Dios, la bondad que es Padre, de toda sí
mesma engendra al Hijo, que es bondad; porque la bondad
que es Padre y que es Hijo son una misma esencia, y está
la distinción en ia persona que es Padre y en la persona que
es Hijo; y lo mismo se entiende del Santo Espiritu y de to-
das las dignidades de Dios. Y siendo esta operación intrín-
seca en Dios, se juntan en el ángel todas sus cualidades a
recibir y comprender aquella obra, de forma que por el amor
y contemplación de ella misma nace en ellos tal conocimien-
to y amor de la gloria, que ni la imaginación la puede pen-
sar, ni la lengua explicar, ni el oído percibir.
Mucho pensó Félix en la grandeza de la gloria de los án-
geles, por habérsela el ermitaño figurado en la esencia y en
las dignidades y personas de Dios; y por haber entendido
tanta grandeza en la gloria de los ángeles, estuvo mucho
tiempo maravillándose de ella antes que pudiese decir al er-
mitaño las siguientes palabras: — Señor, mucho me admiro
de que, participando los ángeles de tanta gloria, los hombres
no les hagamos más reverencia y honor, pues, como peca-
dores, no les creemos ni obedecemos, antes delante de ellos
hacemos malas operaciones y pecados, siéndoles tan desagra-
dables.
— Hijo — dijo el ermitaño — , por ser el fuego y el agua
contraríos, operan con contrariedad, el uno contra el otro. —
Por cuya similitud entendió Félix que los hombres pecado-
res usan con contrariedad de las similitúdines que tienen y
recibieron de Dios, cuando los ángeles usan de ellas con con-
cordancia; por lo cual los pecadores, aunque tienen las cua-
lidades creadas semejantes a las de los ángeles, usan de ellas
en contrario fin de aquel para que les fueron dadas, cuando
las de los ángeles nunca se apartan de él. Mucho agradó
ai ermitaño el que Félix le hubiese entendido, de que se ma-
ravilló.
Por lo que prosiguió diciendo: — Hijo, en el paraíso, que
es lugar donde los ángeles poseen la gloria, la tienen de mu-
chas maneras, y de tantas, que no te las puedo nombrar ni
significar; pero en algunas, aunque pocas, te daré luz y ex-
plicación de las otras: en el ángel, su bondad ama su simi-
litud en la grandeza, en la duración, en el poder, en la sabi-
duría y en todas las demás calidades; y por esto y porque
la bondad ama y entiende su similitud en las otras, todas
son buenas, y en todas existe, y todas en ella. Por lo cual
. la bondad es grande, durable, poderosa, etc. ; y lo mismo que
te digo de la bondad debes entender de la grandeza y de to-
das las demás, pues cada una ama su similitud en la otra,
FELIX DE LAS MARAVILLAS. — C. IIÒ
de que dimana tanta gloria y superabundancia de amor en
la esencia del ángel, que es imposible podértelo explicar ni
significar.
Hijo, hasta aquí te he hablado de la gloria que el ángel
posee en el paraíso contemplando a Dios y de la que tiene
contemplándose a sí mesmo. Alhora te quiero explicar la que
tiene contemplando a los hombres que aman a Dios, la cual
has de entender de esta forma: los ángeles aman tanto a
Dios, que aman todo aquello que Dios ama y aman también
a todos aquellos que aman a Dios; y porque Dios ha creado
al hombre a su imagen y semejanza, aman los ángeles a los
hombres, porque son imágenes y semejanzas de Dios; y
cuando los hombres quieren contemplar a Dios en su imagen
y semejanza, tienen de ello los ángeles gran gloria, por el
placer que les causa el que los hombres sigan el fin para
que Dios los creó [a su imagen y semejanza].
Habiendo Félix entendido los tres grados de gloria de
rué los ángeles gozan, tuvo de ello gran placer, por pare-
cerle cosa maravillosa y grande la gloria de los ángeles;
pero, no obstante, replicó al ermitaño diciendo que le pare-
cía que, si los ángeles tenían gran gloria y complacencia de
las buenas obras que los hombres ejecutaban, tendrían tam-
bién gran pena y displicencia de los pecados y defectos que
cometían. — Hijo — dijo el ermitaño — , los ángeles tienen ma-
yor gloria de las obras que hace Dios que de las que hacen
los hombres, por cuyo motivo la obra u operación que tiene
Dios en sí, en los ángeles y en los hombres, causa el que
los ángeles no sólo no tengan gran pena de las malas obras
que hacen los hombres, sino que tienen gran gloria y com-
placencia cuando la justicia de Dios les castiga o cuando su
misericordia les perdona.
— Señor — dijo Félix — , teniendo los ángeles tanta gloria
en Dios y en sí mismos, me causa admiración el que pueda
aumentárseles por ninguna cosa que los hombres hagamos
o digamos, por buena o mala que sea. — Hijo — dijo el ermi-
taño— , del principio se sigue el fin, y del fin el principio.
En cuyas cortas palabras entendió Félix ser cosa bien
dispuesta, ordenada y razonable que los ángeles tengan glo-
ria en Dios por el bien que Dios hace a los hombres y por
el amor que los hombres tienen a Dios, por ser justo que
Angeles amen todo aquello que Dios ama y a todos aque-
llos que aman a Dios.
982
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
CAPÍTULO CXVII
DE LA GLORIA QUE LAS ALMAS DE LOS HOMBRES TIENEN EN EL
PARAÍSO
Dijo Félix al ermitaño que él se maravillaba de que el
alma del hombre pueda tener gloria en el paraíso sin el cuer-
po, amándole tanto y no pudiéndose unir con él hasta el día
de la resurrección.
— Hijo — dijo el ermitaño — , por ser Dios memorable, in-
teligible y amable, ha creado el alma del hombre para que
le memore, entienda y ame. Y por haber creado Dios las
cosas sensuales para manifestar la grandeza de sus atribu-
tos y virtudes, creó el cuerpo para que viese, oyese, etc.,
cuan grandes y bellas son las cosas temporales que Dios
ha creado; lo que percibiendo el alma por medio del cuer-
po, le sirve para aumentar su memorar, entender y amar a
Dios, que es para lo que fué creada; y en él fin del mundo,
después de la resurrección, le servirá para aumentar su glo-
ria corporal y espiritualmente en el ser del hombre.
Hijo — prosiguió el ermitaño; — , no es posible poderte ex-
plicar la gran gloria que el alma del hombre tiene en el
paraíso, pues Dios con toda su esencia, con todas sus dig-
nidades, con todas sus tres personas y con toda la gloria
que hay en sí mesmo, es gloria del allma. En lo que puedes
conocer cuán grande y maravillosa será la gloria del alma,
que se glorifica en todo Dios.
Mucho se admiró Félix de las palabras del ermitaño, por
parecerle que, siendo el alma cosa finita, no puede tener glo-
ria en toda la esencia, en todas las 1 dignidades y en todas
las personas divinas. Por lo que el ermitaño le dijo: — Dios
es todo sin parte ni partes, por ser cosa que no se puede
dividir ni partir ; y, siendo todo Dios digno, de ser por el alma
memorado, entendido y amado en su totalidad, es preciso
que el alma se glorifique en todo Dios, porque, si no, sería
Dios divisible, lo que es imposible.
Entendió Félix lo que el ermitaño le decía, y se mara-
villó de la gloria que las almas gozan en el paraíso, respecto
de que si el hombre tiene gran placer y alegría cuando me-
mora, entiende y ama algún amigo, aunque en él todo no le
memore ni entienda, ¡ cuánto mayor será su placer y alegría
en el paraíso, donde memora, entiende y ama a todo Dios!
1 El texto español dice erróneamente «rsus».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 117 Q&T,
Habiendo Félix manifestado su nueva admiración al er-
mitaño, le rogó que le explicase de qué forma el alma puede
tener gloria en toda la esencia, en todas las dignidades y
eu todas las personas de Dios.
A que el ermitaño respondió : — El alma del hombre justo
memora, entiende y ama en el paraíso la esencia de Dios,
que es bondad, grandeza, eternidad, poder, sabiduría y vo-
luntad, etc.; y cada uno de estos atributos, en sí y por sí
y en los otros, es toda la esencia de Dios, sin diferencia al-
guna de esencia ni naturaleza; y también memora, entien-
de y ama que todo el Padre, que es toda la esencia y todos
los atributos, de todo sí mesmo engendra al Hijo y espira
ail Santo Espíritu; y que el Espíritu Santo, que es toda la
esencia y todos los atributos, en sí mesmo y de todo sí mes-
mo a sí mesmo se goza, fruye y glorifica en sí mesmo en el
Padre y en el Hijo. Y porque el alma memora, entiende y
ama todo esto en todo Dios y por todo Dios, tiene tan gran
g-loria en su memorar, entender y amar, como te dejo ex-
plicada.
Entendió Félix todo lo que el ermitaño decía, pero se
volvió a admirar de que el alma pudiese fruir y tener gloria
en todo Dios, no pudiendo entender tanto a Dios como Dios
se entiende a sí mesmo; por lo que rogó al ermitaño se lo
explicase.
A lo que el ermitaño respondió: — El alma del hombre
no puede entender tanto como la sabiduría de Dios; pero,
por ser Dios todo en sí mesmo sin división y haber Dios
dado la similitud de su totalidad al alma, de la misma for-
ma que le ha dado la de su bondad, grandeza, duración, etc.,
entiende, memora y ama el alma a todo Dios en el paraíso,
porque, si no fuese así, la totalidad de Dios no habría dado
su similitud al alma, como le dió la de la bondad, grandeza,
duración, etc., y la totalidad sería menor, y la bondad, gran-
deza, duración, etc., mayores, lo que es imposible. Además
de que, así como la bondad y las otras dignidades de Dios
son mayores que la bondad y las otras dignidades del alma,
así la totalidad de Dios es mayor en el entendimiento de
Dios que en el entendimiento del alma, y por esta Dios se
entiende mejor a todo sí mesmo que el alma, aunque ésta
entienda a todo Dios.
Mucho agradó a Félix todo lo que el ermitaño le explicó
de Dios y de su totalidad, por causarle antes gran admira-
ción y duda el que el alma pudiese entender a todo Dios y
que, entendiéndole todo, no le entendiese tanto como Dios
se entendía a sí mesmo; por lo que, habiéndose Félix rego-
cijado mucho tiempo con la consideración de lo que el er-
mitaño le había declarado, le volvió a preguntar: — íSeñor,
pues me habéis declarado y manifestado cómo el alma tiene
9$4
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
gloria en memorar, entender y amar a todo Dios, os ruego
que también me declaréis y manifestéis cómo toda el alma
tiene gloria en Dios, pues parece es conveniente que, así
como el alma tiene gloria en todo Dios, y Dios la tiene en
sí mesmo, que el alma la tenga también en sí mesma y en
todo Dios.
— Hijo — dijo el ermitaño — , por ser todo Dios digno de
ser memorado, entendido y amado, ha su totalidad influido
su semejanza en la memoria, entendimiento y voluntad del
alma, de forma que toda la esencia del alma, memorando,
entendiendo y amando, quiere Dios que esté fruyendo a todo
Dios, y que aquel memorar, entender y amar sea la misma
esencia del alma, en cuanto son esencias substanciales, sien-
do el alma una con ellas, por manera de forma y agente, en
memorar, entender y amar a Dios, en quien toda el alma es
glorificada, porque la totalidad de Dios influye e imprime
en el alma la similitud de toda su gloria.
Hijo — [dijo él ermitaño] — , tú que buscas maravillas y
quieres maravillarte, procura entender la gloria que tienen
las almas en el paraíso por la siguiente similitud: en la
esencia del fuego,, cuando quema la leña, es mayor la forma
y la materia que no el calor y la lucidez, aunque éstas sean
calidades del fuego ; mas como por todo el fuego está el ca-
lor y la lucidez en su esencia, no cesa el calor de calentar ni
la lucidez de iluminar.
Mucho agradó a Félix la similitud que el ermitaño le
dijo, pues por ella entendió que toda la esencia del alma fru-
ye y goza esencialmente a Dios, por lo que toda Ja esencia
tiene gloria por toda la substancia. Y después entendió tam-
bién que el alma por todas y con todas sus cualidades tendrá
gloria, fruyendo y gozando a Dios en aquellas obras que
Dios hace en las criaturas; con cuya inteligencia y conside-
ración Félix se alegró y admiró mucho de la gran gloria que
el alma tiene en el paraíso.
-^Maravíllate — 'prosiguió el ermitaño- — de la gran gloria
que el alma posee en el paraíso, pues la memoria memora
que la voluntad tiene toda la gloria que quiere tener 2 ; lo que
el entendimiento también entiende, y que tal gloria la po-
see con grandeza de amar, entender y memorar, según que
la grandeza de Dios influye su similitud en la voluntad y
en el querer, en la memoria y en el memorar, y en el enten-
dimiento y en el entender, y así de todas las demás digni-
dades.
3 Las frases siguientes resultan algo obscuras en Ja traducción-,
por ser ésta demasiado concisa : «e l'enteniment entén que la vo-
lentat ha aquella glòria que vol haver, que la ha per granea de
voler, entendre e menbrar, segons que la granea de Déu inflneix
sa semblança...».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. IlS
985
Mucho consideró Félix lo que el ermitaño le había dicho
de la grandeza de la gloria, y cuando la hubo entendido, se
maravilló mucho de ella y de su grandeza y de haber cono-
cido un obispo gran teólogo que amaba más la falsa gloria
de este mundo que la gloria verdadera del otro.
CAPÍTULO CX VIII
De la gran gloria que el cuerpo del hombre tendrá
en el paraíso
— (Señor — dijo Félix — , según he oído decir, en el paraí-
so el hombre no comerá, ni beberá, ni olerá, ni tendrá acto
carnal, lo que me maravilla mucho, pues no sé, sin estas
circunstancias, cómo el cuerpo pueda tener deleite y placer.
— Hijo — dijo el ermitaño — , en el paraíso estarán los
cuerpos de los santos glorificados corporalmente ; y así como
el hierro en la fragua está encendido todo y todo lleno de
fuego por dentro y por fuera, así lo estará de gloria el cuer-
po del bienaventurado, respecto de que el ailma con quien
estará unido estará viendo la divina esencia, las divinas dig-
nidades y las divinas personas, por lo que será tanta la gloria
de que participará, el cuerpo viéndose todo glorificado y per-
fecto, que tendrá todo el cumplimiento de gloria que la vo-
luntad querrá, con grandeza de bondad, duración, poder y
sabiduría, y lo mismo se seguirá, por consecuencia, de todas
las similitudes que el alma tiene de Dios.
Respecto de que 1 el entendimiento entenderá la grandeza
de la gloria corporal, la que la memoria memorará y la vo-
luntad amará; y 'la naturaleza del cuerpo obedecerá aquella
grandeza que la memoria no podrá memorar, ni el entendi-
miento entender, ni la voluntad amar. Y, respecto de que en
el paraíso el alma puede memorar, entender y amar mucho
más que en este mundo, porque estará viendo a Dios en su
esencia, dignidades y personas, puedes pensar cuan grande
será la gloria que el cuerpo del hombre bienaventurado ten-
drá en el cielo.
Mucho consideró Félix en las palabras que había oído al
ermitaño, y por ellas conoció que la gloria del cuerpo será
muy grande y prodigiosa; y el ermitaño prosiguió diciendo:
— 'En este mundo apetece el hombre comer, beber, vestir y
tener deleites, por causa de que el cuerpo se desfallece y
procura recuperarse con ellos; pero si el cuerpo fuese tan
perfecto en virtudes como la voluntad puede querer, el en-
cendimiento entender y la memoria memorar, y que esta per-
' En e<ta traducción castellana equivale a «porque».
986
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLÜLL
fección le proviniese de la influencia que Dios da' de su simi-
litud al alma que está en el paraíso, ningún hombre apete-
cería ni querría comer, beber, vestir ni tener deleite alguno
temporal.
Según las antecedentes paílábras del ermitaño, entendió
Félix que si el alma bienaventurada quiere que el cuerpo
tenga movimiento, le tendrá, y que si quiere que le tenga por
el aire, le tendrá también, y que si quiere que este movi-
miento sea tan grande y veloz que en un momento esté en
el oriente y en otro en el occidente, lo estará también, sin
que nada se lo pueda impedir ni estorbar, una vez que la
voluntad lo quiera, porque, si se lo impedía1, ya aquella vo-
luntad no sería cumplida ni perfecta.' Lo mismo dijo del res-
plandor del cuerpo, de su inmortalidad y de la gran gloria
que percibirá, y así de las demás cosas. Bor lo que, cono-
ciendo el ermitaño que Félix le había entendido bien y que
se maravillaba de la gloria que el cuerpo tendrá en el pa-
raíso, prosiguió diciendo:
— En el paraíso el alma ve a todo Dios, como ya te he
explicado, y por medio de esta visión influirá la similitud
de su visión al cuerpo, la que será corporal, mediante la cua i
él hombre verá corporalmente a Jesucristo, a María Santí-
sima y a todos los santos y santas que hay en el cielo, todos
más lucientes y resplandecientes, sin comparación, que la
misma luz del sol.
Después de estas palabras dijo el ermitaño que, por aque-
lla visión que el alma tendrá de Dios, influirá en el cuerpo
virtud de oír lo que hablarán y dirán Jesucristo, su santísima
Madre y todos los santos de la gloria; lo que se la causará
tan grande al cuerpo, mediante la visión que el alma recibirá
de la esencia de Dios, que no se puede decir ni explicar.
— ÏEÍijo — tdijo el ermitaño — , según que el hombre tiene
placer en ver, oír, gustar y tocar en este mundo, le tiene en
el sentimiento o percepción que recibe; en lo que puedes
considerar cuan grande y maravillosa será la gloria que el
cuerpo sentirá por ver y oír en el paraíso, pues que será a
proporción de ¡la visión que el alma tendrá en él viendo y
oyendo a Jesucristo, a su santísima Madre y a Tos santos,
según dejo explicado.
Mucho pensó Félix en lo que el ermitaño decía, por lo que
comprendió que, así como el alma y el cuerpo se unen en el
ser de hombre, así se unen en la gloria la gloria que tienen 2
eü cuerpo y el alma, de que le resulta mayor ¿loria; con
cuya consideración comprendió Félix cuan grande será Ja
gloria del cuerpo, de la que se maravilló tanto, que prorrum-
a El texto castellano dice, sin sentido alguno : «tienen él, el
cuerpo y el alma».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — G. I l8
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pió en estas palabras : — ¡ Oh Señor y Dios, omnipotente en
todos los poderes y perfecto en todas las perfecciones, cuán
gran maravilla es que los hombres de este mundo amen
tanto sus vanaglorias, y deseen y amen tan poco la gloria
verdadera del otro, siendo la una leve, falsa y transitoria,
y la otra firme, eterna y verdadera!
— Señor — dijo Félix — , el cuerpo del hombre es compues-
to de los cuatro elementos entre sí contrarios, como lo es
el fuego y el agua por el calor y la frialdad, y el aire y la
tierra por la humedad y sequedad; por lo que me admiro de
que el cuerpo en el paraíso pueda tener ni poseer perfecta
gloria. — Hijo — dijo el ermitaño — , has de saber que había
un hombre que aborrecía mucho a su mujer, y su mujer tam-
bién le aborrecía a él; pero tenían un hijo a quien igual-
mente amaban, y por el amor que ambos tenían al hijo, se
amaban y pacificaban mutuamente entre ellos, no obstante
sus odios y reyertas particulares y continuas.
Entendió Félix por la antecedente similitud el que, por-
que en el paraíso seguirá el cuerpo lo que querrá la voluntad,
entenderá el entendimiento y memorará la memoria, se con-
cordarán también en él los elementos, sin contrariedad al-
guna que les perturbe, por conseguirse en ella y por ella el
cumplimiento y perfección para que los elementos fueron
creados y parai lo que se movieron sin cesar en este mundo,
engendrando unos cuerpos y corrompiendo otros.
Habiendo Félix entendido todo lo antecedente, entendió
también, por ello, cuán grande será la gloria que el cuerpo
:endrá en el paraíso, porque si, siendo en este mundo los
elementos contrarios en el cuerpo que componen, siente, no
obstante, en él tantas delicias y placeres, aunque no pueda
seguir ni conseguir todo lo que desea la voluntad, ¡cuánto
más será grande su gloria en la gloria, donde no se contras-
tarán ni opondrán los elementos, ni en nada contradirán a
lo que quiera la voluntad!
— Señor — dijo Félix — , siendo la gloria que el cuerpo
tendrá en el paraíso tan grande como vos decís y yo com-
prendo, y mucho mayor, ¿cómo siente naturalmente el hom-
bre morir? — 'Hijo — dijo él ermitaño — , el cuerpo del hombre
en este mundo tiene ser y tiene esencia humana en tanto
que vive con el alma, y cuando muere la pierde; por lo que
el privarse de tan noble ser, como lo es el de hombre, le
es naturalmente sensible, por cuyo motivo siente morir;
pero si incontinenti que muere resucitase, sería otra cosa.
3 Suprima aquí el traductor las ingenuas repeticiones del origi-
nal : «Mbit cogita Fèlix en ço que dix l'ermità, e entès que enaxí
cera la Anima e-l cors s'unexen en ésser hora, enaxí se unexen la
glòria que ha lo cors ab la ànima. E per açò entès Fèlix con gran
és la glòria del cors, de la qual gloria se meraveyllà kmgament ; e
dix estes peraules...»
LIBRO X
DEL INFIERNO
CAPÍTULO CX IX
Comienza el libro X, que es del infierno, y primerament í:
DE LA PENA DE LOS MALOS ESPÍRITUS
— *Señor — dijo Félix — , gran maravilla me causa que los
malos espíritus, no teniendo cuerpo, puedan ser atormen-
tados por él fuego material del infierno.
— -Hijo— (dijo él1 ermitaño — r, ya te dejo explicado cómo
en el paraíso el cuerpo, siendo libre, seguirá 'la voluntad, por
cuyo motivo estará el cuerpo en el cielo y tendrá movimiento
por el aire, sin que haya cosa que se 'lo pueda impedir ni
estorbar. En lo que entenderás que lo mismo que has oído
y te dejo explicado del cuerpo y de la voluntad de los santos
que estarán en la gloria, debes entender de la naturaleza
de los ma<los espíritus, que seguirán en padecer la pena que
les impondrá la justicia divina si su voluntad los quiere
atormentar con fuego eterno. Y sobre aquel tormento dei
fuego tendrán otro, que será mucho mayor, el que si quieres
saber para maravillarte, procura entender las palabras si-
guientes :
Los malos espíritus, en cuanto son criaturas, tienen ca-
lidades semejantes a las propiedades de Dios ; esto es decirte
que tienen bondad, magnitud, duración, poder, ciencia y vo-
luntad, cuyas cualidades creó Díqs en ellos para que gozasen
y fruyesen sus divinos atributos. Pero como ellos operan en
contrario de las calidades que les fueron dadas y para que
les fueron dadas, padecen la mayor pena que se pueda pa-
decer, pues la bondad del mal espíritu (y así de las demás
cualidades), siendo buenas por su creación, se convierten
en ser malas por la mala operación en que el mal espíritu
las emplea.
Has de saber que había un hombre que tenía un hijo que
se le parecía mucho, por cuyo motivo el padre mucho k
FELIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 119 gSc;
amaba. Sucedió que, habiendo hecho un día un atentado muy
ruin y villano, y castigándole el padre por él, efl hijo se volvió
contra su padre y le hirió y afrentó delante de todos, de que
el padre se irritó mucho.
Por las antecedentes similitudes entendió Félix la causa
por que el ermitaño quería probar que la pena de los malos
espíritus es muy grande y maravillosa, pues debiéndose con-
cordar su bondad (con su operación) por su naturaleza a un
fin, esto es, a la bondad de Dios y a la operación infinita-
mente buena que Dios tiene en sí mismo, engendrando el
Padre all Hijo y espirando al Santo Espíritu; la bondad de!
demonio se convierte por su operación en malicia contra la
bondad de Dios, y su obra es aquella conversión y contra-
riedad, la que le ocasiona el padecer la mayor pena que se
pueda padecer, porque se multiplica por todas sus cuali-
dades.
Cuando Félix hubo entendido todo esto, consideró mucho
en la pena que padecen los malos espíritus, maravillándose
de que pudiese ser tan grande la contrariedad que tienen en
sus cualidades, pues lo es tanto, que así como el entendi-
miento de Félix no pudo entender la gran gloria que los
ángeles poseen en el paraíso, así tampoco pudo entender la
gran pena que los demonios padecen en el infierno.
— Hijo — dijo el ermitaño- , la esencia del demonio con-
siste en tres cosas, esto es, en inteligencia, recolencia y vo-
lencia, habiendo sido toda creada para fruir y gozar de Dios
con todas tres potencias. Pero como él, por causa de su ma-
licia e injusticia, con toda su esencia se convierte en ser
contra Dios, toda su esencia se convierte en pena; así como,
si sirviese a Dios, toda su esencia se convertiría en gloria.
Después que Félix oyó estas palabras, entendió por ellas
cuán grande era la gloria que los malos espíritus tendrían
si no la hubiesen perdido, maravillándose de ello mucho. Lo
que conociendo el ermitaño, prosiguió diciendo que en el prin-
cipio, cuando creó Dios todos los ángeles, [entonces los án-
geles] malos, o que ahora son malos, quisieron ser seme-
jantes a Dios; esto es decir que cada uno quiso ser bueno
por sí mesmo, grande por sí mesmo y así de las demás cali-
dades, y cada uno quiso tener el fin de perfección y cumpli-
miento por sí mesmo y en sí mesmo; y porque cada uno
quiso ser semejante o igual a Dios, fué y es justo que cada,
uno esté en pena y haya perdido la gloria para que fué
creado.
— Hijo — dijo el ermitaño — , los demonios tienen pena de
conocer a Dios y a sus obras y de conocerse a sí meamos y a
sus obras, y también la tienen de conocer las obras de todas
las criaturas y a ellas mesmas, lo que sucede por causa de
que su entendimiento, su voluntad y su memoria son contra-
990
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
rias de la grandeza. Esto es decir que tanto cuanto el de-
monio más entiende y memora, más desama o aborrece su
voluntad lo que el entendimiento entiende y la memoria me-
mora que debería aborrecer, siendo esta contrariedad entre
sus potencias tan grande, que no puede ser mayor, porque
su memoria memora y su entendimiento entiende que per-
durablemente y sin fin ha de permanecer así; por cuyo mo-
tivo es su pena sin fin e inexplicable.
Además has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que en-
tre la forma del fuego y la materia del fuego hay mayor
concordancia que entre la forma del fuego y la materia del
aire; pero si pudiese haber contrariedad entre la forma del
fuego y su materia, ésta sería, sin comparación, mucho ma-
yor que la que pueda haber entre la forma del fuego y la
materia del aire, siendo la causa de esto el que la forma del
fuego y la materia del fuego son más próximas a tener ser
(o producir en ser alguna cosa) que la forma del fuego y la
materia del aire. — (Por cuyas palabras entendió Félix cuán
grande es la pena de los malos espíritus, respecto de que
mayor contrariedad hay entre su memoria, entendimiento y
voluntad, que no habría entre la forma del fuego y su ma-
teria si la pudiese haber, por causa de que ellos son más
simples en su ser que no lo son la forma y la materia del
fuego en el suyo.
Mucho se maravilló Félix de la pena que los demonios
sostienen substancial y accidentalmente, por lo que dijo que
se admiraba de que pudiesen durar teniendo tan gran pena,
siendo así que la pena corrompe y destruye el ser del sujeto
en quien existe. — Hijo — dijo el ermitaño — , la pena de los
demonios es tan grande, que por ningún motivo ni natura-
leza la podrían sostener, a no ser que la justicia de Dios,
consecuente a su poder y a su voluntad, los sostiene y hace
permanecer para que la padezcan.
— Señor — dijo Félix — , siendo así que los demonios pa-
decen mayor pena cuando más memoran, entienden y quie-
ren o aborrecen, me maravillo por qué quieren tanto memo-
rar, entender, amar o aborrecer, ni por qué apetecen tanto
hacer a los hombres mal, cuando de ello no se les sigue_ nin-
gún bien, antes sí mayor pena. — Hijo — dijo el ermitaño — ,
al demonio todo se le convierte en contrario de lo que obra,
por causa del defecto que cometió el día que perdió la gracia
y cayó del cielo; y por este motivo hace lo que no debería
hacer y no quiere hacer lo que hacer debería: asá como la
mala mujer, que, cuando más su marido la bate y la castiga,
más locuras hace (y más repropia se vuelve), y así como el
hombre avaro, que, cuanto más crece su riqueza, más mul-
tiplica su avaricia.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 120 QQI
C A P f T U LO C X X
De la pena que padecen las almas en el infierno
Dijo el ermitaño a Félix que las almas que están en el
infierno tienen pena substancial y pena accidental, siendo
la substancial mucho mayor que la accidental.
— Has de saber — prosiguió el ermitaño — que la pena
substancial se padece cuando el alma siente pena en su mes-
ma esencia, esto es, en aquellas cosas de que es constituida
o compuesta, que son la memoria, entendimiento y voluntad.
La memoria tiene pena en memorar mucho cualquier cosa
que memore, y tiene pena en ser memorada, entendida y abo-
rrecida; y lo mesmo le sucede al entendimiento, pues tiene
pena en todo cuanto entiende y en ser entendido, memorado
y aborrecido; y lo mesmo a la voluntad, que la padece en
cuanto quiere y es querida y en cuanto es memorada y en-
tendida.
— Hijo — dijo el ermitaño — , si te quieres maravillar, ma-
ravíllate de la gran pena que el alma padece, pues es tan
grande como lo es el alma en todo su mesmo ser. Porque
todo su ser está en pena, pues tiene pena de todo cuanto
entiende, memora y ama o aborrece, y todas estas tres po-
tencias operan la una contra la otra, y cada una contra sí
mesma, y cada una padece pena en la pena de la otra ; pues
la memoria, memorándose a sí mesma, da pena al entendi-
miento y a la voluntad y a sí misma, porque la pena que
causa en el entendimiento y en la voluntad la padece ella
también y la padecen todas tres potencias.
Y para que Félix mejor entendiese la gran pena que las
almas padecen en los infiernos, le dijo el ermitaño la si-
guiente similitud: — iE\ fuego, simple, se compone a sí mesmo
en el cuerpo compuesto, y componiéndose a sí mesmo, com-
pone en aquel mesmo cuerpo al aire, al agua y a la tierra;
y la mesma operación hacen en él los demás elementos, ha-
biendo en esta composición concordancia; pero en el alma
condenada no la hay, sino mera contrariedad entre la ne-
moria, entendimiento y voluntad.
Maravillóse Félix de la gran pena que las almas sostie-
nen en el infierno, pues por las palabras que acababa de oír
entendió que la voluntad quiere que la memoria memore y
el entendimiento entienda que llegará a tener lo que desea,
y aborrece el que el entendimiento entienda y la memoria
memore que ella en ningún tiempo lo tendrá, antes bien que
902 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
tendrá siempre y para siempre aquello que aborrece, y que
nunca tendrá aquello que amará; por cuyo motivo la volun-
tad aborrece el memorar de su memoria y el entender de su
entendimiento, y así será su pena inextinguible y sin fin;
y lo mismo le sucederá a su entendimiento y a su voluntad
y a toda su esencia.
— Hijo — prosiguió el ermitaño — , el alma intelectiva tie-
ne pena por la sensitiva y por la vegetativa, respecto de que
en todo cuanto la sensitiva siente y la vegetativa vegeta
tendrá la intelectiva pena, por ser su forma y movimiento.
Y así, pues buscas maravillas, maravíllate de la pena que
las almas padecen en el infierno, por ser tan grande, que
pasa a ser una de las mayores maravillas. Además has de
saber que en aquel horrible lugar entenderá el entendimiento
para siempre que Dios es bueno, justo y perfecto en todo,
y, no obstante, le entenderá de forma que le parecerá que en
Dios no hay bondad, ni justicia, ni perfección, de cuyo modo
de entender le resultará tan gran pena, que no la podré ex-
plicar, ni la podrá explicar ningún hombre; y la misma pa-
decerán el entendimiento y la voluntad.
Quedóse atónito y admirado Félix de la pena que el er-
mitaño le había explicado en sus palabras. El que prosiguió
diciendo: — Después del día del juicio, el alma recuperará el
mismo cuerpo en que vivió, en el cual tendrá pena, pues en
la unión que se hará del alma y del cuerpo para que vuel-
van a ser el hombre, tendrá pena corporal, que, unida a la
espiritual, multiplicará la pena del cuerpo y del alma, de
forma que en la pena espiritual tendrá también el cuerpo
pena.
Has de saber que había un marido y mujer que se ama-
ban mucho, los que tuvieron un hijo a quien amaban mucho
más, aunque era de pésimas costumbres; al cual, habiéndole
dado perlesía y hallándose cercano a la muerte, miraban, y
contemplando la pena que sostenía, padecían igual pena; y
porque el marido amaba a su mujer, tenía pena de la pena
que ella tenía; y lo mismo le sucedía a la mujer, que la tenía
de Ha que tenía el marido : y así él marido tenía pena de su
pena, de la del hijo y de la de la mujer, y la mujer la tenía
de la suya, de la del padre y de la del hijo (e igualmente el
hijo la tenía y padecía, y así era igual la pena en todos tres).
Por la antecedente similitud entendió Félix que, en el
infierno, el alma tendrá pena en sí imesma, y en el cuerpo,
y en todo aquello que amará en sí y en el cuerpo ; y lo mismo
le sucederá en todo aquello que desamará en sí mesma y en
el cuerpo. Lo que siendo así, como lo es, ¿quién podrá ex-
plicar la gran pena que el alma tendrá en los infiernos?
— Considera, hijo — prosiguió el ermitaño — , cuan grande
será la pena que el alma tendrá en los infiernos, reflexió-
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 121 993
nando que, por un pequeño deleite que habrá tenido en este
mundo, habrá perdido la gloria celestial, que es tan grande
que no tendrá fin, ni le tendrá la pena eterna que habrá de
sufrir y padecer.
Has de saber que había un rey súbdito de un emperador,
el cual poseía un reino muy noble, rico y abundante; y por-
uña mentira que dijo al emperador, el emperador se irritó
tanto, que le despojó del reino y le mandó poner en una pri-
sión, donde todas las veces que consideraba y memoré1
por cuán leve causa había perdido su reino 1 y estaba privado
de su potestad, libertad y riqueza para siempre, se aburría,
melancolizaba y desesperaba, sin poder hallar remedio ni ali
vio a su pena.
Además debes admirarte, hijo — dijo el ermitaño — , de la
pena que tendrá el alma en el infierno considerando la glo-
ria que ha perdido, pues ella memorará que, si se hubiese
salvado, toda la voluntad de Dios la haría bien, y toda su
gloria la glorificaría, y toda su grandeza la engrandecería;
y que por su culpa toda la voluntad de Dios la desama, toda
la bondad la maldice y condena a infinita pena, y toda su
grandeza magnifica la pena que para siempre ha de. tener.
Mucho se maravilló Félix de la pena que el alma sosten-
drá en el infierno, y dijo que era una de las mayores mara-
villas el que el hombre se inclinase y consintiese en el pe-
cado, sabiendo la pena que por él le espera. Y en tanto que
Félix se maravillaba, el ermitaño prosiguió diciendo: — Un
arcediano, con el fin de ser electo obispo, cometió una si-
monía; y habiendo logrado el obispado, murió después de
un mes de ser obispo, permaneciendo en la simonía. — Luego
que Félix oyó estas palabras, se puso a llorar y a maravillar
de que los hombres en este mundo amemos tan poco la gloria
del paraíso y temamos tan poco las penas del infierno (siendo
unas y otras tan grandes).
CAPITULO CX XI
De la pena que el cuerpo del hombre tendrá
EN EL INFIERNO
— Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que un rey se
puso a imaginar un día el gran poder que tenía en este
mundo, el que so consideraba discurriendo que todo el poder
que los hombres de sus reinos tenían, se juntaba y se unía
1 El original continúa : «... € estava en carcre, se meruveyllavc
com per ten pocha cosa havia perdut tant de bé, c havia* tant
de mal.»
32
• 994 OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
en él solo, pues todos, en general y en especial, se inclinaban
a ser sus subditos y a someterse a su poder.
La antecedente similitud dijo el ermitaño a Félix para
que se maravillase de la gran pena que el cuerpo del hombre
tendrá en el infierno, y por ella, y por (la consideración de
la gloria que el cuerpo del hombre tendrá en el paraíso,
entendió la gran pena que padecerá el que esté en el infierno.
Lo que conociendo el ermitaño, prosiguió diciendo: — Así
como el poder del rey y del pueblo se unen y de su unión
resulta un poder solo, así se unen y juntan en el infierno
las penas del alma racional y de la potencia sensitiva, vege-
tativa e imaginativa, de cuya unión resultará una pena en
el hombre multiplicada de muchas penas, [da cual pena será
toda para la potencia racionall, sensitiva y vegetativa, y aun
para la imaginativa,] y, por consecuencia, [será] maravi-
llosa pena.
Habiendo oído Félix la antecedente similitud y su decla-
ración, dijo que se maravillaba mucho de que los reyes con-
virtiesen y gastasen su gran poder en actos de vanagloria
y que le apartasen del servicio de Dios, por cuyo motivo
padecerán en el infierno la pena declarada en él. — Hijo — dijo
el ermitaño — , puesto en una ampolla 1 vino y agua, se mez-
clan y unen sus partes de tal conformidad, que todas las
unas están en las otras y componen un solo cuerpo, con un
solo color, que es el del vino.
Como Félix había tratado tanto con él ermitaño y le
había oído tantas similitudes, se había acostumbrado tanto
a entenderlas, que él mismo las declaraba y exponía, como
lo ejecutó en ésta, en estos términos: — En el cuerpo del
hombre están 'los cuatro elementos los unos en los otros, y
todos juntos componen un solo cuerpo, por cuyo motivo está
el calor del ruego en todos los otros elementos con sus mis-
mas calidades; esto es decir que el calor está en la forma y
en la materia de cada elemento, y está también en la hu-
medad del aire, y en la frialdad del agua, y en la sequedad
de la tierra; y lo mismo que hace el fuego en los otros ele-
mentos hacen los otros elementos en él y en los otros, por
cuyo motivo todos juntos participan de sus cualidades. Y
por lo mismo, en el infierno todo el calor atormentará al
cuerpo por todas las formas y todas las materias y por todas
sus cualidades, y lo mismo hará la humedad del aire, la
frialdad del agua y la sequedad de la tierra, componiéndose
de todas las penas una pena, en diferencia y unidad, pero
sin concordancia y con mera contrariedad.
Volvióse a admirar Félix de la gran pena que I03 cuer-
pos padecerán en el infierno, y con especialidad la que pade-
1 «botella» debería decir.
FÉLIX DK LAS MARAVILLAS. — C. 121
995
cerá el de Mahoma, por haber sido causa de que tantos
hombres se hayan ido y se vayan cada día a él, pues en la
pena que padecerá cada uno se multiplicará su misma pena.
Después de haberse maravillado Félix mucho de la gran pena
que padecerá Mahoma, se maraivilló mucho más de lo poco
que se cuidan los cristianos de la conversión de los infieles,
y fué de opinión que, por cuidarse tan poco de ella, se les
seguirá y tendrán pena en la pena que los infieles padecerán
en los infiernos.
Estando Félix con esta opinión y consideración, se acor-
dó de San Benito, San Agustín, San Bernardo, Santo Do-
mingo y San Francisco y de otros muchos santos que están
en gracia de Dios, los que han sido motivo y dado ocasión
para que tantos hombres se hayan salvado y librado de las
penas del infierno, por cuyo motivo se maravilló cómo no
hay muchos más hombres que, como aquellos santos, em-
prendan cosas nuevas, de las cuales por todos tiempos se
siga utilidad, por la cual ellos sean remunerados y se mul-
tiplique su gloria.
— 'Hijo — dijo el ermitaño—, en una ciudad había un hos-
pital destruido por la mala administración del que cuidaba
de él. Este hospital estaba bajo la protección del obispo, el
que tampoco se cuidaba de él, por ser hombre negligente y
que temía- más los trabajos de este mundo que las penas
del infierno.
. Lo que oído por Félix, dijo que, si el obispo se condena-
ba, tendría pena por todo el mal que se seguiría de haber
dejado perder el hospital y por todo el bien que se dejaría
de hacer por no haberle conservado, por lo que se admiró de
la negligencia del obispo. Y dijo que un clérigo estaba
echado en su cama con gran descanso, la que tenía muy
compuesta y aderezada con ricas sábanas y hermosas col-
gaduras. Sucedió que, estando con todo este regalo y des-
canso en su cama, se pegó fuego en una de las casas más
inmediatas, por 16 que incontinenti se levantó el clérigo y
fué a procurar apagarle con los demás. Habiéndolo conse-
guido, se volvió el clérigo a la suya y se echó a dormir, y,
estando ya casi dormido, le vinieron a llamar para que fuese
a confesar y comulgar a uno de sus feligreses que estaba
cercano a la muerte; pero, con la pereza que tenía por ha-
berse adormecido, se tardó mucho tiempo en ir, de que re-
sultó que, cuando llegó a casa del enfermo, ya había muerto
sin comunión ni confesión; por cuyo motivo acusaron al
clérigo delante del obispo, quien se maravilló mucho de su
descuido y pereza, por lo que le castigó severamente ; lo que
obligó al clérigo a decirle que él se maravillaba de que el
obispo no se castigase a sí mesmo, por la culpa que había
cometido y cometía permitiendo que el hospital que estaba
'gQÓ OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
bajo su amparo y protección se perdiese y destruyese, sin
procurar remediarlo, como era de su obligación.
Félix preguntó 2 al ermitaño le explicase cómo el cuerpo
del hombre en el fuego infernal podrá sufrir tan gran pena
como padecerá y le causará así él fuego como los demás
elementos, y la que le ocasionarán y darán el hambre, la sed
y los demás sentidos corporales.
— ÍHijo — idijo el ermitaño — , el cuerpo del hombre es cosa
tan débil, que en este mundo le atormenta una poca de ham-
bre, o de sed, o de ira, o de calentura, o le causa dolor un
grano, siendo cosa tan pequeña, en lo que conocerás que,
según su debilidad y poca resistencia, el cuerpo no podría
sufrir sin fin la infernal pena, que es la mayor que el hombre
puede imaginar ni entender, si la justicia de Dios, como
grande, eterna e infinita, no le hiciese durar en el infierno
eternamente y por todos tiempos, para por todos tiempos
poderle castigar.
— Has de saber, hijo — dijo el ermitaño — , que un cura
tenía en su parroquia una mujer muy hermosa, y aunque el
curai era muy amante de la castidad, tenía fuertes tentacio-
nes siempre que la veía o venía a su iglesia; y aunque él se
confesaba a menudo para librarse de ellas 3, para mejor
conseguirlo, estaba siempre pensando en lais penas del in-
fierno y en cómo en aquel lugar los cuerpos de los hombres
estarán todos blancos como troncos de fuego y por todos los
siglos los unos sobre los otros, hasta que se harán mayores
montañas que él monte de Canigó; y en que estarán todos
sumergidos en el azufre, en el agua hirviendo y en la¡s lla-
mas de fuego, porque todos los elementos se mezclarán para
atormentarlos, que es el motivo por que está este horrible
lugar en medio de la tierra. Esto no obstante y el usar de
todos los medios que se explican en el libro de Doctrina
pueril, no era suficiente para que le dejasen los pensamientos
lascivos que le ocasionaba la vista de la mujer, de que él se
maravillaba mucho. Sucedió después el que aquella mujer se
confesó con él de un pecado de lujuria que había1 cometido
con otro hombre, lo que aumentó mucho en él la tentación;
por lo que incontinenti se puso a imaginar que en el infierno
estarán los cuerpos de muchos condenados en estanques de
acero y plomo derretido, de la mesma forma que están los
peces en el mar. Mas con toda1 esta consideración no perdió
la tentación, por lo que consideró y reflexionó que, pues por
temor no podía desecharla, debía probar si lo podría con-
seguir por amor, y, levantando su espíritu a amar a Dios
2 Confusión, muy típica de Mallorca, entre «preguntar» y crpedir».
¿ El texto español dice «y para*.
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 121 997
y a sus obras con todo su poder, se halló inmediatamente
libre de ella.
Maravillado Félix de que aquel sacerdote no hubiese per-
dido o vencido la tentación por el temor de las penas del
infierno, explicó su admiración al ermitaño diciendo que en
este mundo son muchos más los hombres que se abstienen
de hacer mal por temor, que los que dejan de hacerlo por
amor.
— -Hijo — dijo el ermitaño — , todo hombre que se halla en
buen estado (o en estado de salvación) es necesario que lo
esté porque Dios influye en él su gracia, y Dios no la influye
a hombres que le temen más que no le aman, por ser acto
mucho más perfecto el amarle que el temerle. En que cono-
cerás que los hombres que en este mundo se dejan de hacer
mal más por temor que por amor, no tienen el temor ni el
amor con aquella ordenación y perfección que deben tenerle,
ni siguen la ordenación y disposición de Dios.
— 'Hijo — dijo el ermitaño—, has de saber que había un
usurero enfermo y cercano a la muerte, el que tenía gran
sed y rogaba a su médico le hiciese dar un vaso de agua;
pero el médico, por temor de que la calentura no se le au-
mentase, no se le quería dar. Y al mismo tiempo que estaba
pasando esto entre el enfermo y el médico, estaba delante un
religioso con quien se había confesado y a quien, aunque
había declarado los pecados de usura, no había querido obe-
decer en restituir lo que había usurpado. Por cuyo motivo
el religioso preguntó al enfermo si daría cuanto tenía a quien
le diese de beber, por no sufrir aquella sed tan ardiente. A lo
que el enfermo respondió que sí. Por lo que el religioso ex-
clamó diciendo: "Advierte, hombre, que para siempre has
de tener sed mucho más ardiente en el infierno si no satis-
faces todas las injurias que has hecho, y restituyes todo lo
que has robado y usurpado; y que, así como en este mundo
darías cuanto tienes por no padecer la sed que padeces tan
corto tiempo, debes restituirlo, para no padecerla mayor sin
comparación eternamente." Pero aquel obstinado no quiso
ablandar su endurecido corazón con las santas pailabras del
religioso, por lo que murió en pecado, de lo que todos se
maravillaron.
— Señor — dijo Félix — , cáusame maravilla el que el fue-
go infernal pueda durar para siempre, siendo así que es pro-
piedad del fuego consumir todo cuanto se pone en él.
— Hijo — dijo el ermitaño — , el infierno está en el medio
y centro de la tierra, [que está vacía] 4 ; y en aquella vacui-
dad se contendrán tantos elementos, que con los cuerpos de
4 «qui és vàcua» dice el original ; en el texto español, «donde
está vacua».
998 OBRAS LITERARIAS DE RAMÓN LLULL
los condenados la llenarán, y estarán tan cerrados sus po-
ros, que ningún elemento podrá salir ni traspirar por vapor,
exhalación ni otro motivo. En aqueste lugar o vacuidad que-
mará todo el fuego a todos los otros elementos; pero no los
consumirá, por causa de que cada uno tendrá tanta activi-
dad en él como él en ellos; por cuyo motivo ningún elemento
se podrá convertir en otro ni se podrá ^consumir si no es aue
todos juntos serán un cuerpo cromante, [humificante, frigi-
dante] 5 y disecante, por cuyo motivo se influirán en los cuer-
pos de los hombres mezclados; esto es, que se mezclarán con
las partes substanciales y calidades del cuerpo, de forma que
éste padecerá pena sin consumirse ni consumir su substancia
ni sus cualidades; pero no tendrá concordancia ni refrigerio
alguno, antes será toda su igualdad substancial y accidental
en diversidad y contrariedad, para que la grandeza de Dios
le castigue con grandeza de pena y de justicia, y la eterni-
dad hará lo mismo, por convenir así a la grandeza de la
justicia y eternidad de Dios.
Del fin del libro
Por el antecedente método enseñaba y doctrinaba el er-
mitaño a Félix el modo de maravillarse, y le refería y na-
rraba las similitúdines para que adquiriese ciencia, pues me-
diante ellas se ensalza mucho el alma a memorar, entender y
amar. Y cuando Félix se halló bien doctrinado y enseñado,
pidió licencia al ermitaño para proseguir su viaje, deseando
encontrar nuevas aventuras y cosas de que maravillarse, y,
habiéndosela dado el ermitaño, se partió Félix.
Y llegó a una abadía muy noble y rica, en la que fué
recibido con agrado por el abad y todos los monjes. Y ha-
biéndole preguntado quién era, dónde iba y de dónde venía,
Félix les contó cómo su padre le había mandado que fuese
por el mundo buscando maravillas y cosas dignas de admi-
ración, y que después fuese contándolas por las cortes de los
príncipes y de los prelados, por las villas, por los castillos,
por las ciudades, por los monasterios y por todos ylos demás
lugares donde habitan gentes, y que, habiendo ya visto mu-
chas y tratado de muchas, si gustaban se quedaría con ellos
en el monasterio hasta que se las hubiese contado todas,
pues de saberlas podía seguírseles gran utilidad y aumento
de ciencia, devoción y satisfacción.
Mucho agradó al abad y a todos los monjes lo que a Fé-
lix oyeron, y mucho más después, cuando todos los día? le
1 La traducción dice, absurdamente, «humeante, frigerante».
FÉLIX DE LAS MARAVILLAS. — C. 121
999
oían contar y narrar las muchas maravillas que había notado,
con palabras agradables, sabias y de mucha doctrina, con
las cuales se deleitaban mucho y adquirían gran ciencia; por
lo que tuvieron gran deseo de que Félix tomase el hábito y
se quedase con ellos en el convento; lo que habiéndole ma-
nifestado en diversas ocasiones, él se excusaba diciendo es-
taba obligado a ir por el mundo viendo y buscando mara-
villas y contando las que sabía y había visto, por habérselo
ofrecido así a su padre. Por lo que el abad y todos los reli-
giosos le rogaron que a lo menos tomase su hábito y fuese
con él por el mundo ejerciendo su oficio y contando sus ma-
ravillas.
A lo que Félix se convino y tomó el hábito en él, con la
condición de que se le había de permitir ir por el mundo
toda su vida, como mensajero de aquel monasterio, mani-
festando a todos el Libro de las maravillas que había com-
puesto, para que se multiplicase y multiplicasen las maravi-
llas que en él se narraban, añadiendo las que en adelante
fuese viendo, oyendo y observando.
Estando Félix disponiendo su viaje y ya pronto para
partir del monasterio, enfermó, y, agravándose la enferme-
dad, en el extremo de ella y conociendo que se moría, dijo
estas palabras: — ¡Oh Señor y Dios glorioso! Si no fuese
[(porque] 1 es justo el que yo muera y no viva, por no ser
digno de más larga vida para poderla emplear en tu servicio,
me maravillaría de tu providencia, porque no me la ha alar-
gado tanto tiempo que yo pudiese alcanzar el deseado fin y
cumplir la promesa que tengo hecha de ir por el mundo ma-
ravillándome de las gentes que no te conocen ni aman y
maravillándome mucho más de cómo los que te conocen y
aman no te sirven, conocen y aman más. Por lo que, Señor,
te suplico que, ya que yo desfallezco y, por "acabar mi vida,
no puedo proseguir este oficio, proveas de otro que lo eje-
cute y que sea más digno de él, ya que yo no puedo ejecu-
tarlo más por acabar aquí mi vida.
Murió Félix, y fué muy llorado del abad y de todos los
monjes del monasterio y sepultado con gran honor y decen-
cia delante del altar mayor de la misma iglesia.
Del segundo Félix
Habiendo sido Félix enterrado muy suntuosa y honrada-
mente, como queda dicho, el abad predicó sus honras con
gran primor, por lo que un monje, hombre de muy santa
1 La traducción dice «¿como» ; el original, «cor».
IOOO
OBRAS LITERARIAS DE RAMON LLULL
vida y que había heredado el espíritu de Félix, por haber
retenido en su memoria y entendimiento los ejemplos y na-
ravillas que le había contado, se maravilló de que los hom-
bres quisiesen que después de muertos los honrasen cuando
los sepultan. Por lo que dijo que esta maravilla se había de-
jado de poner Félix en su libro, y que así sería bien añadirla ;
y, arrodillándose delante del abad, le pidió con mucha de-
voción y lágrimas le confiriese el oficio que Félix tenía, de
ir por el mundo buscando y explicando maravillas.
Lo que el abad, con acuerdo de todos los demás religio-
sos, le concedió, y, habiéndole dado su bendición, se partió
a publicar y multiplicar su libro, según las maravillas y co-
sas dignas de admiración que encontrase.
Y el abad, con nuevo acuerdo de los demás religiosos del
convento, ordenó que en él se nombrase siempre un sujeto
destinado para tal oficio, el cual debía llamarse Félix.
Bendito, alabado, glorificado, ensalzado y santificado
para siempre sea el nombre de Jesucristo y el de su bendita
madre María Santísima, nuestra Señora. Ajmén 2.
3 Al final de la traducción española se lee el siguiente colofón :
«Fué traducido este libro del idioma lemosín en castellano, por un
devoto deseoso del servicio de Dios y del bien de las almas, parte
de él en Barcelona, sacado de un antiquísimo manuscrito que en-
contró, y lo restante en Mallorca, cotejado con otros dos, el uno
que se halló en el Colegio de la Sapiencia, y el otro en la librería
de San Francisco de 'Asís de esta ciudad de Palma, y acabado en
20 de octubre de 1749. Sea el nombre de Dios bendito y alabado
por los siglos de los siglos, amén.»
Poesía
INTRODUCCION A LA
POESIA DE RAMON LLULL
I. RAMON LLULL, POETA FRANCISCANO
1. Según una tradición antiquísima, recogida y consig-
nada por Nicolás de Pachs en su Vita divi Raymundi Lulli,
el Doctor Iluminado vistió la librea del Pobrecillo de Asís l.
Un documento escrito, casi contemporáneo, nos ío .ofrece
Eymerich (1320-1399), inquisidor del reino de Aragón y ene-
migo acérrimo de Ramón Llull y de su escuela, en el Diálo-
gus, donde dice:
Raimundos Lullus Alaioricum, ande traxerat originem, rediit, li-
brum de Planeta [Planí de la Verge] edidit... Paulo post deffunctus,
in con ven tu Fratrum Minorum Maíoricàrum est sepultos, erat enim
de tertia regula beati Francisci \
Que Ramón Llull era, pues, de la Tercera Regla del bien-
aventurado Francisco es una verdad histórica que confirman,
además, las miniaturas del Breviculum de la Biblioteca de
Karlsruhe (principios s. XIV) ', una de las cuales muestra al
Beato en una iglesia con frailes menores, recibiendo de ma-
nos del prelado el hábito de penitencia.
2. A nadie, pues, debe extrañar que en un antiguo do-
cumento, hallado por FXeinrich Finke 1 en el fondo de Jai-
me II del Archivo de la Corona de Aragón y publicado en
1 Esta lita divi Raymundi Lidli Doctoris Jüurninati ct martiris
fué incluida en la edición del Líber de anima rationaü del Doctor
Iluminado (Alcalá de Henares, 1519). Cf. F. Rogent i E. Duran, Bi-
bliografia de les impresiona lid dianes ^Barcelona, 1927), 43 ss., 49 ss.
y 73 ss. ; p. A. de Palma de Mallorca, O. F. M. Cap., Hacia ¡as
pruebas documentales del martirio del Be-ato Ramón Llull, en Bole-
tín de la Sociedad Arqueológica Luüana, XXVII (1937), 266-26S ;
J. Avinyó, Història del lul·lisme (Barcelona, 1925), 309-310.
: Citado por J. Tarrl. Los códices lidíanos de la Biblioteca Na-
cional de Parts, en Aualecta Sacra Tanaconcnsia. XIV '1941), 61,
nota íz.
3 Cf. J. Rubió, El Breviculum i Ics miniatures d'en Ramon Lull
de- la Biblioteca de Karlsruhe, en Bullctí de la Biblioteca de Cata-
lunya (Barcelona, 1916), 73-78.
4 Heinrich Finke. Acta mragonensia, II (Berlin-Leipzig), doc =;s6,
pp. 87S-879.
ioo4
MIGUEL CALDENTEY
Acta Aragonensia, el autor llame fratrem al bienaventurado
Maestro. Trátase de una carta enviada desde Genova por el
noble Cristián Spínola, quizás pariente del genovès Perceval
Spínola, tan amigo de Ramón Llull, al rey Jaime II, y fe-
chada en 4 de septiembre de incierto año, pues mientras
Pinke, Keicher y Gottron 5 señalan el de 1308, el P. Batllori 8
se inclina, y ello nos parece más probable, al de 1305. Dice
así el citado documento:
Per domimiin fratrem Ramondum Lugin ipsa [nova] meis apicibus
pridie destinavi, qui ad maiestatem vestram [dirigit] iter suum, qui
etiam me pridie requi sivit, ut iré deberem ad curiara summi ponti-
ficis cum certis bonis hominibus terre nostre (?), quos requixiveral
velud me, ad requirendum et deprecandum ipsum summum pontifi-
cem, quod honore et bono fidei christiano [christiane ?] faceret gen-
tes assumere crucem sanctam súper terra Saracenorum Yspanie in
terra regis Granate... Propter malum statuni, in quo permanet terra
nostra, in his attendere non valens. Unde prefatus dominus Ramon-
dus,. quod de civitate non possumus separare [sperare?], ad presens
vadit Marxiliam ad Magistrum Arnaldum de Villanova ob eundem ad
curiam summi pontificis causa tractandi et ordinandi, si poterit, ut
predicta crux a gentibus assumatnr, et etiam, quod vestra serenitas
fore debeat huius rei capitaneus, dominus adque caput... Dat. Ia-
nue IIII. Septembris.
Aquí, como se ve, al Beato una vez le apellidan domi-
num fratrem Ramondum y otra vez es simplemente llamado
dominus Ramondus, y esto unido al antiquísimo testimonio
de las miniaturas del Breviculum de Karlsruhe, fácilmente
se explica en el sentido de que Llull había dado su nombre
a la Tercera Orden, cuyos miembros, sin dejar el mundo, y,
por ende, bien podían llamarse señores, domini, eran en
verdad hermanos, fratres. Fratres y sórores, hermanos y
hermanas, y no de otro modo, ya el Pobrecillo de Asís lla-
maba a los penitentes, hermanos de penitencia, nombre con
que son designados los terciarios franciscanos en los más
antiguos documentos pontificios, ya que la expresión Ter-
cera Orden, Orden de Terciarios, aparece por primera vez
en el Breve Cum dilecti, de 4 de junio de 1230. Un ejemplo
tomado de la primitiva Regula et vita fratrum vel sororum
de poénitentia, c. 10, n. 2.
...Si, contra ius vel privilegia, fratre» vel sórores a postestatibus
vel rectoribus locorum in quibus habitant vexentur, minisíri loci
3 O. Keicher, Raymundus Lidlus luid seine Stellung zur arabis-
chen PhilosophU (Münster, 1909), 20; A. Gottron, Ramon Lulls
KreuzzugsSdeen (Berlín, 1912), 39.
.6 M. Batllori, S. I., El lulismo en Italia, en Revisto de Filo-
sofía, I (1943), 277.
INTRODUCCIÓN A LA POESÍA DE R. LLULL
Iüü5
presidentes loci, quod videbitur expediré, cum consilio domini epis-
copi faciant ' .
Son, por tanto, razones levísimas las que alega el padre
Longpré, O. F. M., en contra de la identificación de este
Ramón Lugin, del arriba citado documento, con nuestro
Ramón Llull, cuando dice: "Comme le texte de la lettre porte,
per dominum fratrem Ramondum Lugin et que — outre le
fait que Lulle ne fut jamáis religieux — les noms diffèrents,
cette identification me parait tout à fait improbable" ?. Ma-
yor, a primera vista, es la dificultad que se origina de la
palabra Lugin, en vez de Llull. Mas esta confusión de nom-
bres es más aparente que real, y, a nuestro humilde juicio,
bastan para desvanecerla del todo las siguientes palabras
de un amigo: "... y si el documento dice Lugin, en vez de
Llull. sabiendo que en documentos latinos contemporáneos
aparece su nombre escrito Rayinundus Luglli, ¿no es más
obvio pensar que Cristián Spínola quiso representar apro-
ximativamente el sonido catalán 11, que falta en latín, con
un signo aproximativo, g, cuyo sonido italiano está fonéti-
camente muy próximo a nuestra 11? Además, ¿qué otro
Ramón podríamos hallar anigo de la familia Spínola y de
Jaime II y entusiasmado locamente de los ideales de cru-
zada, que anima a todos los príncipes y caballeros a acudir
a la corte pontificia para organizar una nueva cruzada contra
los sarracenos de España ? Si ése era precisamente el primer
plan guerrero propuesto en el Líber de fine" °.
3. Mas, aun suponiendo que el Beato Ramón no hubie-
ra ceñido el cordón franciscano, al igual que como místi-
co, como poeta, debe colocarse en la escuela franciscana.
Junto a San Buenaventura, poeta en prosa, en verso y hasta
filosofando; junto a fra Pacífico, el trovador convertido,
llamado en el siglo, por sus poesías galantes, el Rey de los
versos; y más propiamente, junto a fra Jacopone de Todi.
Ramón "lo foll" tiene, en verdad, un gran parentesco espi-
ritual y litérario con Jacopone, o Jacobo el insensato, con
su fantasía ardiente y su crudo realismo, con sus arroba-
mientos místicos y sus depresiones del alma, claridades y
tinieblas; con su ingenuidad candorosa y su picante iro-
nía, ora cantando y bailando, ora gimiendo y llorando, ora
suplicando con humildad, ora exigiendo con imperio. El
mismo ímpetu y ardor del sentimiento. El mismo desdén de
las regias artísticas. El mismo celo en fustigar y señalar
con el dedo los vicios de la Iglesia, sin llegar, empero, al
-■: P. Kilarino DE Lucerna, O. M. Cap., Los ideales de San Fran-
cisco (Pamplona, 5. a.), II, 84.
8 Art. Lulle del Dtctionnairc de ThcoJ, Cath. Taris, 1026), io8s.
' L. c.j 276-277.
iooó
MIGUEL CALDENTEY
caso de hacer de un papa el blanco de sus quemantes sátiras.
Analogías entre Jacopone de Todi y Ramón Llull las
han señalado ya no pocos críticos 10. Pero, más que simples
semejanzas, podemos señalar puntos de casi verdadera iden-
tidad literaria y doctrinal entre ambos autores. Así, por
ejemplo, lo que dice Ramón Llull en su Plant de nostra Dana,
hablando de los atroces dolores de Jesús en el Calvario :
Sentia Jhesú Crist en la crots gran turment
per les nafres dels claus e per lo pesament
de la sua persona, car en desjuniment
era d'osses, nervis, e pe-l coronament
de cascuna espina, que era trop punyent.
Encara, que avia aytan gran sentiment
de pena e dolor, com fo lo falliment
de tot lo humà linatge e li primer parent,
per so que-n fos fayt lo nostre reparament.
Altra dolor avia Crist en son pensament
can veya sa mayre en tan gran ianguiment ;
e-ncara, que son cors mays que altre era sintcntn,
¿no lo vemos fielmente reflejado en otro drama gemelo,
Pianto de la Madonna, del poeta de Todi ? :
Vergine. — E i' comencio il corrotto [corrotto = pianto'],
figliuolo, mió diporto,
figlio, chi mi t'ha morto,
figlio mió delicato ?
Meglio averieno fatto
che'l cor m'avessin tratto
che ne la croce tratto
starci desciliato.
Cristo. — Donna, ove sei venida?
mortal mi dai feruta,
il tu o pianger mi stuta
piú che il mió cruciato iZ.
Y, sin embargo, ningún influjo activo ni pasivo entre Ra-
món Llull y Jacopo Bsnedetti. Son simplemente dos juglares
de la misma danza de amor, dos vástagos de una misma fa-
milia, dos retoños de un mismo tronco, que ofrecen las mis-
mas flores y llevan los mismos frutos.
Oon todo, Ramón Llull siempre será más dulce, más no-
10 Además de Menéndez y Pelayo, en su conocido Discurso del
Instituto de Baleares, cf. G. M. Bertini, La poesía de Ramón Llull,
en La Paraula Cristiana, XX (1934), 355 ss. ; Ramón d'Alòs-Moner,
ORL, XIX, pról., XVI ss.
u ORL, XIX, 211.
13 M. Martina, Antologia italiana, II (Torino; 1935), 684.
En Le Laudi (ed. Uonw [Milano, 1945]) acusanse las variantes
siguientes :
— Mamma, 'o sei venuta ? — mortal me dài feruta,
ché '1 tuo pianger me stuta, —*che 'i vcggio si ai f errata.
INTRODUCCIÓN A LA POESÍA DE R. LLULL IOO;
ble y recatado en el decir que el fraile de Todi. Este, en el
paroxismo de su fervor religioso, suplica al Señor que le
haga esclavo de las enfermedades más dolorosas y repug-
nantes y juguete de toda suerte de males:
O Signor, per cortesia, — mándame la malsania !
A me la freve quartana, — la contina e la terzaua,
la doppiá cotidiana — colla grande idropesia.
A me venga mal de dente, — mal de capo e mal de ventre ;
a lo stomaco dolor pungente, — en canna la squinantla,
mal de occhi e doglia de flanco, — e l'apostèma al lato manco ;
tiseco me ionga en aleo, — ed onne tempo la frenesia.
Agia el fegato rescaldato, — la milza grossa, el ventre enflato ;
lo polmone sia piagato — con gran tossa e parlasia.
A me vengan le fistelli — con migliaia de carboncelli,
e li granchi sian quelli — che tutto piéno ne sia.
A me venga la podagra, — mal de ciglia si m 'agrava,
la sisinteria sia piaga — e l'emoroide a me se dia.
A me venga el mal de Pasmo — e iòngasece quel del pasmo ;
como al can venga rasmo — ed en bocea la gránela.
A me lo morbo caduco — de cadere en acqua e'n foco,
e jamai non trovi loco — ch'io afflitto no ce sia.
A me venga cechitate, — muteza e sorditate,
la miseria e povertate ; — ed onne tempo en trapperia.
Tanto sia el fetor fetente, — che non sia nul om vivente
che non fuga da me dolente, — posto en tanta enfermaría.
En terribile fossato, — che Regoverci è nominato,
loco sia abandonato — da onne bona compagnia.
Gelo, grandine, tempestate, — fulguri, troni, oscuritate :
non sia nulla aversitate — che me non agia en sua balla.
Glie demonia enfernali — essi sian mei ministrali,
che m'exerciten li mali — c'ho guadagnati a mia follia...".
¡Cómo contrastan estos sentimientos del juglar tuder-
tano con los del mallorquín, cuando, cantando, implora de
Dios la salud del alma y del cuerpo, protección contra la
furia de los elementos y las asechanzas del demonio, y com-
pañeros reconocidos, devotos, leales, humildes y celosos de
su gloria ! :
Santetat, vida, sanitat,
gaug, me do Déus, e libertat,
e gart-me de mal e peccat
A Déu me son tot comanat :
mal esperit ni hom irat
no hajen en mi potestat
Man Déus als cels e-ls elemento,
plantes e totes res vivents,
que no-m fassen mal ni tormén».
Do-ras Déus companyons conexens,
devots, leíais, humils, tements,
a procurar sos honraments
13 Le Laudi (ed. Uonw), p. 131,
M Del cani de Ramon, ORL, XIX, 360
ioo8
MIGUEL CALDENTEY
No hay tanto acíbar en la boca de Raimón como en la de
Jacopone al achacar a las más altas jerarquías religiosas
y civiles los pecados y defectos de su tiempo:
E, doncs, què fan preicador*
pus amen tant en Déu fruir f
ni què fan abats ne priors,
bisbes, prelats, qui enantir
amen tant lurs possessions ?
ni què fan reis qui ab durmir
e ab haver
cuy don a paráis tenir
e Déus veser ? ™
Hasta en los mismos anatemas que lanza el Procurador
de infieles contra el Papa Clemente V hay un marcado dejo
de respeto y de reverencia, que apenas se trasluce en la3
duras invectivas que el zvlawte fraile vomita contra el Papa
Petro da Morrone o Pedro Celestino y el Papa Bonifa-
cio VIH:
Sènyer en Papa quint Clement,
qui estats senyor de tanta gent :
fayts que-1 consili sia breument ;
si trop hi fayts d'alonguament
parrà barat,
e Déus vos en haurà desgrat :
serets jutjat.
Sènyer en Papa : què farets ?
vostre consilii honrar l'ets?
si no-y fayts tot quant porets,
per tot lo món blasmat serets
e, mal volgut,
mostrarets siats recresut,
e és {perdut.
Sènyer .en Papa : què farà
lo gran poder qui-n vós està?
si no li fayts far quant porà,
a Jhesú Crist se-n clamarà
fortment de vós,
e car no vol sia ociós,
e és raysós.
Sènyer en Papa : fayts prevea r
la saneta fe e mostrar clar,
perquè venguon a batejar
tuyt l'infesel, e per salvar ;
e eu say raysons
contra que no val hirs sermons :
dats-hi perdons.
15 Blanquerna, ORL, IX, 494.
Por lo que hace a Jacopone, cf. Le taudi (ed. Uomo), pp. Ï42-143.
INTRODUCCIÓN A LA POESÍA DE R. LLl'LL
IOOQ
Sènyer en Papa : Déus preçatu
que en est pas siats aydats,
pel Sant Espirit espirats,
per nostra Dona remenbrat^ ¡
e-l Déu d'amor
ajut a la cuyta major,
per sa honor *.
4. Mencionamos a fra Pacífico, y, quizás, no con mucho
razón.
Al golpe de la gracia, Guillermo de Lisciano descíñese la
corona de laurel para calarse la capilla de San Francisco.
Xo sabemos que en el claustro continuara rimando cosa
alguna. Lo más que podemos otorgarle es que dividiera en
estrofas el cántico de Fratre Solé y que compusiera la música
de algunos himnos piadosos que a coro entonaban los fieles.
Xo creemos que peque de exagerada la condesa de Pardo Ba-
zán cuando dice: "La verdadera poesía que hoy nos resta
del que después fué fray Pacífico, son sus visiones, cuando
casualmente oyó predicar a San Francisco de Asís en San
Severino. y ve el cuerpo del predicador atravesado por dos
espadas resplandecientes en figura de cruz, y escrita en su
frente la letra tau. signo misterioso con que el ángel de la
profecía de Ezequiel señala a los que no serán exterminados
porque gimen ; y en el cielo divisa el sitial de oro que perdió
Satanás por su soberbia, reservado para el humildísimo men-
dicante, y. echándose a los pies de San Francisco, le pide la
cuerda y el sayal y un nombre de paz que encubriese la pro-
fana gloria del suyo" lz.
5. En Ramón Llull pasa casi al revés. Verdad es que
sabemos que en los años de su juventud "era donat en la art
de trobar e compondre cansons e dictats de les follias de
aquest món" 18. Ni hace falta el testimonio de la Vida coe-
tánea para concluir que el senescal y mayordomo del here-
dero de Mallorca era trovador, y trovador no vulgar. Pero
lo que queremos significar es que toda la obra rimada de
Ramón Llull, que conocemos, es posterior a su conversión.
Calóse, si, la capilla de San Francisco, pero sin desceñirse la
corona de laurel. De trovador profano que era, trocóse en
trovador franciscano, que es tanto como decir juglar de nues-
tro Señor Jesucristo y de nuestra Señora Santa María.
Nada, o casi nada, de poesía de visiones, arrobamientos
y carismas celestiales en la azarosa vida del Beato, como él
mismo canta en su Desconort:
15 Del concili, ORL, 25S-260.
Cuanto e Jacopone, cf. Le Laudi, pp. 147, 15: —
1T San Francisco de Asís Madrid, s. a.), II, loo.
• a Cf . >nt>m, y. ■-. • :
IOIO
HÍIGUEL CALDENTEY
N'ermità : uo m'escús que no ha ja pecat
mortalment mantes vets, d'on me són confessat ;
mas depús que Jhesú Crist a mi's fo revelat
en la crots, segons que damont vos he contat,
e en la sua amor mon voler confermat,
no pequé a seient en nuyl mortal pecat.
Mas poria ésser que per so qui's passat
cant era cech del món, amant sa vanitat,
no sia per Jhesú en far bé ajudat;
emperò si no-u era, tort faria ei pecat
si no m'ajudava depús que l'ac amat
e, per la sua amor, lo món desemparat ]".
La gràcia no destruye la naturaleza, sino que la eleva.
Si Mateo no pudo volver a la mesa de su banco, Pedro pudo
lanzar nuevamente las redes en el mar. Ramón Llull, una
vez convertido, no apostatará de la regla o arte de jugla-
ría, pero la enderezará a Dios, fin principal para el que fué
instituida. "Lujuria, Señor — dice en su Libre de contempla-
ció— y inspira canciones, y sones, y danzas, y rimas, y ver-
sos, a los trovadores que, por lujuria, son loadores y can-
tores. Ende, ¿qué pro les hacen, Señor, alabanza de fac-
ciones ni aliño y compostura de palabras, pues que el sujeto
y la materia por que cantan está llena de hedor y de podre
y de suciedad?" 20 Mas Ramón Llull harto reconoce que
esto es más por causa de los juglares, que son malos, que
por defecto del arte de juglaría, que salió de las manos de
Dios puro y sin mancilla, como la carne de nuestros prime-
ros padres en el paraíso: "El arte de juglaría, Señor, co-
menzó para loaros y para bendeciros, y para esto fueron
inventados instrumentos, y bailes, y lays, y noveles sones,
con que los hombres se regocijasen en vos... Y aquéllos,
Señor, son bendecidos que en los instrumentos, y en los
bailes, y en los lays se regocijan y se recrean en vuestro
loor, y en vuestro amor, y en vuestra bondad, pues aquéllos
conservan el arte según aquello por que comenzó" 21. En
verdad, Ramón Llull habla según los sentimientos del Po-
brecillo de Asís, que un día manda llamar a un fraile que
en el siglo había sido citarista, y le dice: — Hermano, los
hijos del siglo no comprenden los secretos divinos; los ins-
trumentos musicales se han hecho para cantar las alaban-
zas del Señor, y ellos los emplean sólo para deleitar los
oídos. Me darías un gran contento si pudieras encontrar, sin
que nadie lo advierta, cualquier instrumento y cantarme al-
guna canción — 22. No es de extrañar, pues, que concluya
19 ORL, XIX, 225.
30 ORL, IV, 261.
21 Libre de contemplació, ORL, IV, 97.
- V V. Fnchtntttt, O. F. M., Sed alegre? 'Bnroelonn, 1944), 24
INTRODUCCIÓN A LA POESÍA DK R. LLULL
10 1 I
Ramón Llull: "Ende, pues, como vuestro siervo y esclavo
haya sido, hasta ahora, falso loador y mentiroso maldeci-
dor, pues que vos le habéis mirado con vuestros ojos llenos
de piedad y de misericordia, de ahí en adelante propónese,
Señor, trocarse en verdadero juglar, en rendir sinceras ala-
banzas de su señor Dios" 2a.
II. JUGLAR DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
1. Ramón Llull puede llamarse con toda verdad juglar
de nuestro Señor Jesucristo. No hay ternura que iguale a
la suya al cantar el idilio del Niñito Dios:
Jhesú Crist, Sènyerl A, qui fos
en aquel temps que nasqués vós,
e vos vesés infant petit,
vostres carns nues e poc lit,
pobre de draps, ple de bon tat !
A, com fóra enamorat
en vós veser, tenir, tocar,
e contra erguyl contrastar,
veent lo rey del cel e-1 tro
jaer en paubre liteló !
A, qui fos en sel temps nuyrit
que Jhesús fo infant petit !
e c'om totz jorns ab el anas,
ab el estés, ab el jugàs !
A , con fóra gaug de plaer !
A, qui volgra «als may's a ver ? Jl
Fuera de Jacopone de Todi, ningún poeta ha cantado de
una manera tan sencilla y sublime el misterio de Belén.
2. Con una suavidad inefable, que envidiaría San Ber-
nardino de Sena, coplea la dulzura de mieles del nombre de
Jesús :
O Jhesú, en Betlem nat !
tu és home deïficat
e és Déus hominificat.
Jhesú és home e deitat,
per so que Déus participat
estia ab tot quant ha creat.
Jhesú, per Spirit Sant concebut!
tu as per la mort en la creu reemut
l'umà genre qui estava perdut.
Jhesú, tu és resuscitat,
e en lo cel te'n és pujat, ,
C jutjaràs tot home nat.
a Libre de contemplació, ORL, IV, 103.
** Medicina de pecat, ORL, XX, 190. '
IOI2
MIGUEL CALDENTEY
Jhesú, en ta sensualitat
aurà glòria home salvat,
veent ton cors deïficat.
Jhesú, per tu principalment
és lo món creat de nient, ,
per so car te tayn honrameut.
Jhesú, qui estàs personat
de home e de deïtat,
ages de nos gran pietat.
Jhesús, prenga-us de nos dolor,
" car tuyt estam quays en error,
e exellats de bona amor.
Jhesú, ino-ns gits anoxaler,
pus que tu àuries plaser
com tuyt te poguessen veser.
Jhesú, tu ests bo a nomnar,
e a entendre e a remembrar,
a servir e a enamorar 36 .
¿Qué importa la aspereza de las rimas agudas y vivas, si,
una vez quebrada su dureza de roca, manan torrentes de
leche y de miel?
Será o no verdad que el Doctor Iluminado haya ejercido
algún influjo en los posteriores cantores franciscanos del
dulcísimo nombre de Jesús; será o no verdad que, el mo-
nograma radiante de este dulcísimo nombre, pintado por San
Bernardino de Sena, sea el blasón, imagen o divisa del Ama-
do que Ramón Llull quiere hacer bordar en los pliegues de
aquella bandera de amor, ante la cual deben formar, en ague-
rrido ejército, los que han profesado la Regla del Amor;
será o no verdad que el Procurador de infieles y predicador
de cruzadas haya querido ir tan lejos como San Juan de Ca-
pistrano, hasta tomar, bajo la invocación del nombre de Je-
sús, un puesto de mando al lado del generalísimo Juan Hu-
niades y disciplinar militarmente las tropas en el nombre de
Jesús; lo cierto es que en la galería gloriosa de juglares
franciscanos de este divino nombre, antes de San Bernar-
dino de Sena, Beato Mateo de Girgenti, Beato Bernardino
de Feltre, Beato Bernardino de Bustis, Beato Juan de Lip-
nika, varios siglos antes, nos hallamos con el Beato Ramón
Llull. Admitiendo, naturalmente, que todos ellos sacaron la
devoción al Santísimo Nombre de Jesús de los escritos de San
Pablo, de San Bernardo y de San Buenaventura.
3. Hemos nombrado a San Bernardino de Sena. En rea-
lidad de verdad, la citada loa del nombre de Jesús tiene su
eco en la siguiente del apóstol de la Italia central y septen-
trional :
29 Cent noms de Deu, ORL, XIX, no.
INTRODUCCIÓN A LA POESÍA DE K. LLULL
IOl'3
0 Jesu, iigiol de Dio,
a te laude e gratia io,
10 ti rendo, o segnor mío,
che m'aje recomparato.
O Jesu, ferma speranza,
chi nel tuo nonie a íidan/.i
pasto a verá ferma costanza,
ello è aliberato.
0 Jesú, speranza mia,
de, volgi per cortesia
11 occhi ver la mente uiia
che giace nel peccato.
U Jesu, lo mió segnore,
fa di gratia lo mjo cuore
de l'ardente tuo amore
sempre ne sia infiambato.
O Jesú, no me lasciare,
el mondo per seguitare,
ma tutto lo mío sperare,
sempre sia refermato.
ü Jesú, amor benegno,
de portare fam me degno
el tuo nome per ensegno
nel cuore afigura to.. . 2,1 .
¿Podría darse el caso de que San Bernardino de Sena de-
pendiera literaria o doctrinalmente de nuestro Beato? Esta
hipótesis no es inadmisible, teniendo en cuenta las estrechas
relaciones que Ramón Llull contrajo en los conventos de los
franciscanos, en sus repetidos viajes por la península italia-
na. Baste recordar que, en 26 de octubre de 1290, el general
de los Menores, Ramón Gaufredi, italiano, le daba en Mont-
pellier cartas de recomendación para todos los superiores de
las provincias franciscanas de Roma y Apulia y también de
Sicilia, como observa Wadding, an. 1290, n. 18, a fin de que
acogiesen al maestro Ramón Llull, "amicus Ordinis et de-
votus ab antiquo, in relevandis fratrum nostrorum inopiis
gratiosus, et in subsidiis sollicitus... et attentus", y pusieran
a su disposición un convento en el que pudiera enseñar su
arte para convertir infieles a cuantos frailes lo desearan 27 .
Ramón Llull se aprovechó ciertamente de las letras comen-
daticias del Ministro general de los Menores en su quinto
viaje a Italia (Génova-Roma-Génova, 1290-1293) y cuarta
visita a Roma. De este magisterio del Doctor Iluminado en-
tre los franciscanos de Roma y Apulia podrían ser un ves-
tigio las Quaestiones quas quaesivit quídam frater minor a
Raymundo y el Llibre d'Anticrist, ambos escritos, probable-
M Miscellanea Franccscami (Foligno), Y, 150.
17 P. Pascual, l'indiciac luUUmoe, I (Aviñón, 1778), 186, nota 1,
y'p- 275-
T.0I4
MIGUEL CALDENTEY
mente, en Italia, lo mismo que los Cent noms de Déu, en
este período de cerca de dos años.
Tenemos, pues, un hecho que nos permitiría conjeturar
que de los Cent noms de Déu bien hubiera podido quedar en
los conventos de Menores, que frecuentó el Maestro, algún
códice que, un siglo más tarde, viniera a parar en las manos
de San Bernardino de Sena. Mas, a decir verdad, esta hipó-
tesis es más bella que fundada, ya que de toda su obra poé-
tica sólo sabemos que se difundió en Italia el Llibre de Amic
e Amat en su texto latino. "De sus poesías religiosas, tan
llenas de un emotivo y purísimo franciscanismo — dice el ci-
tado P. Batllori — , ni rastro siquiera, a pesar de las seme-
janzas que tantos críticos han notado con las Laudi de Ja-
copone de Todi" 28.
III. JUGLAR DE NUESTRA SEÑORA SANTA
MARIA
1. Ramón Llull también es el juglar de nuestra Señora
Santa María.
Al decir del Doctor Iluminado, Dios creó el mundo para
gloria y honor de su divina Madre :
Lo món ha sol un creador
qui-1 ha creat per far honor
a la puella, sa mayre,
de los peccadors guyayrc
con són en tribulació,
e pregon ella que lur do
consell, confort, gaug e amor,
com serve squen nostre Senyor
ab tot quant han, al lur poder,
e de lurs peccats dol haver.
Aquella puella és cabal
<le tot ço per què amor val -°.
t
Este será también el pensamiento de San Bernardino de
Sena.
Ninguna maravilla, pues, que Ramón Llull lea en todas
y en cada una de las páginas del grande libro de la natura-
leza, ora escrito con caracteres de estrellas rutilantes, ora
bordado con juegos de flores, ora grabado en las blancas
espumas del mar, el santísimo nombre de María:
Can par Téstela en l'alboi
e s'apareylon tuyt li flor
28 El IuUshuo en Italia, en Revista de Filosofía, I (i943)> ~65-
* Hores de nostra Dona, ORL, XIX, 176-177.
INTRODUCCIÓN A LA POESÍA DE R. LLULI,
IOI.S
que-l sol multiplic hir coloi
d'esperansa
mi vest alegransa
d "una dousor, confiansa
que a y en la Dona d 'a mor... "
Can veg la terra e la mar,
lo cel, e auyg aucells cantar,
e sent de les flors lur odor
e de les viandes sabor,
e toc, drap, fust, aur c rubís
per la Dona de paradís
ab la qual parle en pregan,
quant l'arma e-l cors li coman,
adonchs sent al cor tal dolsor
qúe hanc no la sentí major.
E dich a la Verge, plorant :
— Veus-me Dona-n vostre coman"1
2. Esta "Dona d'amors" y "Dona de paradís" es la nue-
va dama del novel trovador. Y con la misma pasión con que
los trovadores de su tiempo cantaban a su dama cantigas de
amor del tenor siguiente:
Sen hora, por amor DÍOS,
habed algún duelo de mí,
que los mos oios como irios
coirem del día que vus vi ¡
hermanos e primos e tíos
tódolos yo por vos perdí ;
se vos non pensades de mí
fi »
Ramón Llull desahogará su corazón entonando a la Virgen
María estos amorosos cantares, ricos joyeles de la poesía
lírica catalana:
A vós, Dona Verge Santa Maria
do mon /voler, qui-s vol enamorar
de vós tan, fort, que, sens vós, no volria
en nulla re desirar ni amar ;
car tot voler ha melloria
sobre tot altre qui no sia
volent en vós qui és mayre d'amor :
qui vos no vol no ha d'on s'enamor.
Pus mon voler vol vostra senyoria,
lo meu membrar e-1 saber vos vull dar ;
car sens voler, Dona, jo què -Is faria ?
. 80 Medicina de pecat, ORL, XX, 43.
71 Hores de nostra Dona, ORL, XIX, 197.
" Alfonso el Sabio. Prólogo, selección y glosarios de A. G. Sola-
eCNDB, 1 (Madrid, s. a.), lio.
ioió
MIGUEL CALDENTEY
E vós, Dona, si us play, façats membrar,
entendre, amar a clerecia,
per ço que vagen en Súria
los infeels convertir, preycar,
e-ls crestians facen pacificar 88 .
La dolça Verge vull servir
de mon poder,
car say m'ha tramès dolç desir
e bo esper **.
Pres ay la crots, tramet amors
a la Dona de pecadors
que d'ela m'aport gran secors.
Mon cor està casa d'amors
e mos hüyls fontanes de plors :
enfre gaug estag e dolors 88 :
Los nombres de Dona d/amors, Dona de paradís, la Dona
verge, la Dolça Verge, la Dona de peccadors, la Douça Dona
de valors, la Douça donzella, la Regina de valors, la Flor
d'amor, la Mayre de valor e d'amor, la Mayre e flor, son
otras tantas rubias estrellas que tachonan de oro y de luz
las páginas de casi todos sus libros poéticos.
Digámoslo de una vez. Como Dante Alighieri, patriarca
de la poesía italiana ; como Gonzalo de Berceo, patriarca de
la de Castilla, Ramón Llull, patriarca de la poesía catalana,
será poeta mariano por antonomasia.
3. Y, dicho sea de paso, adrede llamamos a Ramón Llull
patriarca de la poesía catalana. Efectivamente, no ya sola-
mente la poesía, sino toda la literatura catalana, nacida
como un apéndice de la provenzal y por largo tiempo con-
fundida con el nombre de lemosina, toma fisonomía distinta
de la provenzal, lemosina, y adquiere su expresión definitiva
en las obras de Ramón Llull. Es por esto que Ramón Llull,
tanto y mucho más que en la filosofía, teología y mística, es
figura de primer orden en el campo literario catalán 36.
88 L. de Blanqucrna, ORL, IX, 272.
" Ibíd., 495.
™ Del cant de Ramon, ORL, XIX, 258.
w Cf. Bertint, 1, c, pp. 253-254.
INTRODUCCIÓN A LA POESÍA DE R. LLULL
I0I7
IV. OBRA POETICA Y OBRA RIMADA EN
RAMON LLULL. LA POESIA DEL "LLIBRE
DE AMIC I AMAT"
1. Mas no todo es poesía en las obras rimadas del Maes-
tro. Gran parte de sus libros poéticos, mayormente los del
género didáctico, que son los más copiosos, más que obra
poética, debemos llamarla obra rimada, ya que Ramón Llull,
siguiendo la moda de su tiempo — un ejemplo, Brunetto La-
tini (1210-1230) — , recurre a la rima en dialecto vulgar como
medio muy eficaz para difundir su pensamiento. Lo dice ex-
presamente el Beato en los Cent noms de Déu: "Aquests
verses rimam en vulgar per ço que mils hom los pusca saber
de cor" j~ . Y otro tanto repite en Medicina de pecat:
... faç est tractat
lo qual vull que sia rimat
car mills pot ésser decorat ■
Todo esto es muy franciscano. Pero Ramón Llull, apóstol
y pedagogo, para mejor lograr su intento, usa otro ardid del
que se valieron los primitivos apóstoles franciscanos: re-
curre a melodías en cierta manera populares. Ahí están los
Cent noms de Déu, que se pueden "cantar segons quells
psalps se canten en la sancta esgleya" 39. Ahí tenemos tam-
bién las Hores de nostra Dona Santa Maria, que "canten-se
al so dels himnes" 40.
Y, como se sirve principalmente de la rima para auxiliar
a la memoria, no hará caso de que unos versos sean más lar-
gos que los otros, "car assò sostenim per so que meylor ma-
tèria puscam posar" 41 ; sin, empero, llegar a aquel desdén
de códigos de gaya ciencia a que llegó Jacopone de Todi, del
cual se ha dicho que no cuida del arte ni solicita prez de
lengua ni estilo, antes afecta plebeyo hablar con tanto pla-
cer como hallaban los santos en vestir harapos de mendigos.
Al contrario, Ramón Llull tiene el sentido de lo bello, y en
el prólogo de los Cent nojyis de Déu pide al Santo Padre y
a los cardenales que los hagan poner en latín y en un bello
dictado, que él no lo sabría poner, porque ignoraba la gra-
mática: "... car yo no lo y sabria posar per ço car ignor gra-
màtica" 42. Eb decir, ignoraba la métrica latina o el latín
57 ORL, XIX, Si.
* ORL, XX, 3.
39 ORL, XIX, So.
40 ORL, XIX, 172.
11 ORL, ibíd., 81.
" ORL, XIX, 79.
ioi8
MIGUEL CALDENTÈY
elegante y ornado de belleza literaria, en el cual anhelaba
ver traducido aquel libro para provecho también de los más
eruditos; que el latín corriente de las aulas y de las canci-
llerías no lo ignoraba el Doctor Iluminado, y en latín escribió
algunas de sus obras y algunas de sus cartas.
2. Además, como ya notó Menéndez y Pelayo, Ramón
Llull es poeta, mucho más que en sus versos, en sus libros
en prosa, en el Bilanquema, en el Llibre de Amic i Amat, en
la enorme enciclopedia ascética Llibre de contemplació.
En vano buscaríamos en la obra rimada del Maestro per-
las de tan sutil poesía como estos versículos, tomados al
azar, del Ldibre de Anmc i Amat ;
Cantaba el pájaro en el vergel del Amado. Vino el Amigo y dijo
al pájaro : — Si no nos entendemos por la habla, entendámonos por
amor, porque en tu canto se representa a mis ojos mi Amado
Cantaba una avecilla en un ramo lleno de hojas y de flores, y d
viento movía las hojas y esparcía el olor de las flores. Preguntaba
el Amigo a la avecilla qué significaba aquel movimiento de las hojas
y el olor de las flores. Respondió que las hojas en su movimiento
significan obediencia, y el olor de las flores el tolerar tribulaciones
y angustias **.
Preguntaron al Amigo de quién era. Respondióles que del Amor.
— ¿ De qué eres ? — De amor. — ¿ Quién te engendró ? — Amor. — ¿ En
dónde naciste? — En amor. — '¿Quién te crió? — Amor. — ¿De dónde
vienes? — De amor. — ¿ Adónde vas? — A amor. — ¿En dónde ha-
bitas ? — En amor. — Preguntáronle más : — ¿ Tienes otra cosa más
que amor? — Respondió: — Sí; injurias, culpas y pecados contra
mi Amado 43 .
"Admirable poesía — dice Menéndez y Pelayo — , que junta
como en un haz de mirra la pura esencia de cuanto especu-
laron sabios y poetas de la Edad Media sobre el amor divino
y el amor humano, y realza y santifica hasta las reminis-
cencias provenzales de canciones de mayo y de alborada, de
vergeles y pájaros cantores, casando por extraña manera a
Giraldo Borneil con Hugo de San Víctor" 4G.
« ORL, IX, 383.
M ORL, IX, 387.
4"' ORL, IX, 392.
w Edición nacional de las obras completas de Menéndez y Pela'
yo, II (Madrid, 1941), 86.
INTRODUCCIÓN A LA POESÍA DK R. LLULL
IOIC)
V. POETA ESCOLASTICO POPULAR
1. Mérito no pequeño de Ramón Llull, aun como poeta,
es haberse servido de la lengua vulgar para exponer las más
profundas verdades de la filosofía y de la teología. Así, por
ejemplo, de la trinidad del alma y del cuerpo y de la unión
de los dos en una misma persona, que hay en el hombre, se
valdrá para ilustrar la trinidad de personas en unidad de
esencia que hay en Dios:
En trinitat
ra 'a lo Senyor creat,
car d'anime cors m'a- justa t,
e-ncara so
de lur conjuncció,
e ab tots tres fi faho
vas lo Senyor ;
per què n'av gran dolor,
tant, que'n suspir, en plano, en plor
e me'n confés
ab voler, que ya me»
no fassa per neguna res
negú peccat
contra la trinitat
de lo senyor, qui m'a creat
a son semblant ;
e-n tot quant són trinant
m'acús penedent en plorant n.
2. La teoria de Escoto sobre el primado absoluto de Je-
sucristo, más que escotista, debiera llamarse luliana, como
se desprende de los siguientes versos de Cent noms de Déu,
ya citados:
Jhesú és home e deïtat,
per so que Déus participat
estia ab tot quant ha creat.
Jhesú, per tu principalment
és lo món creat de nient
per so car te tayn hónrame ni.
Lo món no fóra en gran bonea pausat,
si no fos per home deïficat
en qui Déus sia hominificat.
Aquella fi és Déus membrar,
conèxer, amar e honrar,
e per home deificar B.
" Medicina dc pecat, ORL, XX, 28.
tó Cent noms dc Déu, ORL, XIX, ixo-xx, ri6.
1020
MIGUEL CAL DEN TE Y
Hasta el famoso orden del divino querer, del Doctor Su-
til, apúntase ya en los sobredichos versos.
3. ¿Qué más? En las Hores de nostra Dona, el Doctoi
Iluminado, dejando en zaga a los maestros marianos más
ilustres de su siglo, sin exceptuar al mismo San Anselmo,
nos da una síntesis de los títulos y grandezas de Miaría, tal
como nos la exponen los más grandes mariólogos de hoy.
Ved ahí los trazos más salientes:
1. ° La realeza de Maria. — La Santísima Virgen es, al
lado de su Hijo Jesús, Reina y Señora de cielos y tierras y
Emperatriz del universo:
Es un Déu e una Dona
qui sobre totes és bona.
D'aquests dos és trestot lo món,
en lonch, pregon, ample, redon.
La dona-s sancta Maria
qui ha fill sens d'om paria,
e-s un fill home e Déu ;
e celi qui vol tot ésser seu
no hage paor, a la mort,
que lo mal spirit lo'n port ;
car Déus lo vol al cel haver,
pas tot s'és dat a son voler
2. ° Su maternidad espiritual. — Ante Dios Padre tenemos
una Madre, a la cual invocan todos los hombres, porque de
ella es la merced, la piedad y el perdón :
En la divina natura
és un Payre sens mesura ;
e-n la natura humana
una don-és c'om reclama :
nostra Dona mayre de Déu,
qui és filla del hom fill seu ;
e del Payre [e] la Mayre so
mercè, pietat e perdó.
Amdós estan en aquell port
on hom no mor a mala mort.
Lo Payre, la Mayre, amdós
sien payre e mayre de nos r,,\
3. * Su mediación universal. — La Virgen María es la li-
mosnera de la Santísima Trinidad, la tesorera de su Hijo
Jesús. Todos los bienes de la naturaleza y de la gracia, las
virtudes y los mismos dones del Espíritu Santo nos vienen
* ORL, XIX, ijs-
* ORL, XIX, i-;.
INTRODUCCIÓN A LA POESÍA DE R. LLULL
1021
por manos de María. A espaldas de la Santísima Virgen no
se pueden vender, comprar ni dispensar:
E qui caritat vol havei
faça a la Verge son plaer ;
car, sens ella, no-s pot donar,
vendre, comprar, ne autrejar
Ella se adelanta a nuestras súplicas, y, si no fuera por
su amor, ninguno de nosotros podría escapar de las penas
del infierno ni alcanzar la gloria del cielo:
Senyor.s àngels : no us cal pregar
la Reina que-ns vulla amar;
car ella-ns ha tan gran amor
que no- y ha mésttr pregador.
E vós, sèn ver sent Gabriel,
Michael, Seraphín, Raphael,
fayts Ji'n gracias e mercès
car nostra advocada és ;
car si per s'amor no fo^,
ja no pogra negú de nos
íugir a pena infernal
ni haver gaug celestial
En el día del juicio, Jesucristo, después de haber recha-
zado de sí a los pecadores, dirá a su Madre: "Madre, llama
a tus hijos a la gloria eterna y dame a ellos por galar-
dón, cuanto quieran, pues que por ellos tanto me rogaste" :
Ressucitarà tota gent
e venrà a lo jutjament
de Jhesú Xrist, qui és senyor,
qui dirà a li peccador ■.
«Anats a lo foch infernal ,
haver dolor perpetual!»
E dirà a la puncella :
* ORL, XIX, 187-188. Testimonios de esta mediación universal de
María los hallamos en cada una de las páginas de Hores de nostra
'>ona.
Día vendrá en que San Bernardino de Sena diga, con sublime au-
dacia, que ttodos los dones, y todas las gracias, y todas las virtude-
uos vienen por María, que las da a quien quiere, cuando quiere
como quiere : sA lempore quo Virgo Mater concepit in útero Ver-
hum Dei quamdam, ut sic dicam, iurisdictionem obtinuit in omni
Spiritus Sancti processione temporali ; ita quod nalla creatura, ali-
quam a Deo obtinuit gratiam, nisi secundum ipsius piae Matris dis-
:*?n>ationem» (Scrm. 4 de Xa t i-e. B. M. V. [Venetiis, 1745], IV, gz.
col. 2) ; «Ideo omnia dona Spiritus, virtutes, et gratiae, quibus vult,
luando vuit, et quomodo vult, per ipsius manus dispensantur» (1. c,
p. 93, col. 1). Mas, diciendo esto, ¿qué hará ^ino repetir lo que más
le un siglo antes había dicho c". Doctor Iluminado?
■ ORE, XIX, 196.
1022
MIGUEL CALDENTEY
tlSfayre, vostres fills appella
a k glòria eternal,
e dóna lar mi per cabal,
a tota la lur volentat,
pus que per ells m'as tant pregat» a.
Y si la Reina no rogara continuamente a su Hijo, el mun-
do hallaríase en mal trance:
E si la reyna no pregas
son Fill, fóra-l món en mal cas **.
4.° La corredención. — Incluso la doctrina de la corre-
dención mariana, que tan triunfalmente se ha abierto paso,
contiénese ya en Ramón Llull con tanta claridad de expre-
sión como en cualquiera de los mariólogos modernos. Es, en
efecto, el Doctor Iluminado quien nos enseña que del sacri-
ficio doloroso y precioso de Jesús y de María en el Calvario
manan para las almas las corrientes de agua de vida sobre
natural, que son los sacramentos; y que en los orígenes de
esos ríos de agua viva, que suben hasta el cielo, hallamos, sí,
y principalmente, el Corazón de Jesús, pero también, aunque
secundariamente y con subordinación a este mismo Corazón
de Jesús, el Corazón de su inmaculada Madre María.
Hablando, en especial, del sacramento de la extremaun-
ción, dice el bienaventurado Maestro, con palabras precisas,
que el sagrado crisma fué hecho, es decir, obróse, en virtud
de los méritos de la sangre y el sudor de Cristo en la cruz
y de las lágrimas que derramó la Dolorosa al pie de la cruz:
Es la extrema uncció
sagrament de querré perdo
a la fi, assumadament
e c'hom fassa confermament
de la fe en què ha estat,
e cascà se'n sia untat
ab crisma com ver xrestià ;
e fon fayt en Xrist, quant penjà
en la evos, ab sang e suor,
e ab la Regina ab plor,
car ab negú sen no peceà,
mas que .nostres peccats plorà*.
35 ORL, XIX, iSi.
54 ORL, XIX, 183.
55 ORL, XIX, 194-195. Arrojará no poca luz sobre los citados ver-
sos del Doctor Iluminado el examen del siguiente texto del Llibre
de Blanquerna, que hace referencia también al sacramento de la ex-
tremaunción : «Remembra B'anquerna que en est món han los ho-
mes començament, mijà e fi, e per aço, a signiñeanca de la eter-
nitat, senyoria de Déu, la saviea divina ha ordenat que en l'entra-
ment que' hom fa en lo món sia baptisme lo primer sagrament, e
que la extrema unció sia lo derrer, a =ignificanca de la servitut fiots
INTRODUCCIÓN A LA POESÍA DE R. LLULL
I023
4. Muchos años más tarde, otro poeta místico mariano
catalán, Joan Roiç de Corella (t 1500?), que antes había
sido también autor de canciones eróticas, influenciado, qui-
zás, por Ramón Llull, cantará en su sin par Oració a la
Verge María:
Ab fonts de sang — regua lo verge strado
honc, chic infant, — lo bolcàs ab rialles ;
c-ls vostres ulls — estilen tan gran aygua,
que pot lavar — les sues cruels nafres,
jfent ab la sancli — un engüent e col·liri
d'infinit preu, — per levar-nos les taques
que-l primer hom, — com a vassall rebetlc,
nos ha causat, — ensemps ab nostra culpa™.
la qual hom ha estat en lo món obedient al primer sagrament e ais
altres qui són enfre lo primer e-l derrer. E car justicia ha major
raó de jutjar a home guardó, e misericordia de }>erdonar per con-
fessió, contricció, confermació e los altres del davant al derrer, per
açò la gran justícia, senyoria de Déu vol que sia extrema uucció
sagrament, per ço que sia feta confermació de tots los altres sagra-
ments, e que sia significat lo sagramoit que -l cors de nostre Senyor
Déus feu en la creu, lo qual fo untat en sane de son cors, c ab là-
gremes de sos ulls, e ab suor, per lo destrenymoit de la mort»
(ORL, IX, 482-483). Fíjese el erudito lector en las últimas líneas,
que en la traducción castellana dicen así : «... por esto, la gran jus-
ticia y señorío de Dios quiere que la extremaunción sea sacramento,
para 'que con él sea significado cómo todos los otros sacramentos
emanaron del sagrado cuerpo de nuestro Señor Dios Jesucristo en
la. cruz, el cual fué uyig'.do con la sangre de su cuerpo, y con las
lágrimas de sus ojos, y con sudor par las agonías de la muerte que
sufría \para nosotros* (cf. supra p. 567).
30 Cf. R. Miquel i Planes, Obres de Roiç de Corella (Barcelo-
na, 1913), 409.
Igualmente aquel grito de júbilo oue da Abrahán en el limbo,
celebrando la parte que la Virgen María tuvo en la liberación de los
patriarcas y profetas de la Vieja Alianza :
E dix Abrahain : cDe ma cosina [Maria]
e com és de nos medicina!»
(Hores de nostra Dona, ORL, XIX, 180.)
parece resonar en los siguientes versos que el «cavaller de València
1 mestre en sacra teología» dirige a la Madre de Dios :
Magnificat — ab veu humil concorde
tan bé cantas, — que -ls serafins bailaren,
í en los inferns — celebraren grans festes
al si d'Abraham, — sants Pares i profetes.
(Obres de Roiç de Corella, p. 395.)
V tras J. Roiç de Corella, N. Vinyoles :
Súbitament. prenyada gloriosa,
Déu vos tramès del cel riques estrenes
de dotze -stels que us feren luminosa
tant que Adam de les escures penes
ven claredat dins vós maravellosa ;
• (>. Pira :
Font de salut, de Déu excellent ara
de Gedeón vós sou rosada lana.
Sens vós iamés l'Esperit Sant rosara
1024
MIGUEL CALI)ENTEY
VI. LEVES ANALOGIAS ENTRE RAMON LLULL
Y ALFONSO EL SABIO Y DANTE ALIGHIERI
Como escolástico popular, el Doctor Iluminado tiene no
pocos puntos de semejanza con Alfonso X el Sabio (1221-
1284) y Dante Alighieri (1265-1321). Solamente algunos
ejemplos, para solaz del lector:
1. Ramón Llull y Alfonso el Sabio
Ramón Llull y Alfonso el Sabio comentan los males de
que nos vimos libres por María, en especial el de la muerte
y del infierno:
Alfonso el Sabio
Os peccadores todos loarán
Santa Maria ; ca dereit'y an
en a loar, et dereito será ;
ca muito ben nos fez sempr'e e
[fará,
et se non foss'ela, foramos iá
todos con Abirón e con Datán™.
Ramón Llull
Senyors àngels : no- us cal pre-
[gar
la rey na, que'ns vulla amar ;
car ella-ns ha tan gran amor
que no -y ha mester pregador.
E vos, sènyer sent Gabriel,
Michael, Seraphín, Raphael,
fayts li'n gràcias e mercès,
car nostra advocada és ;
car si per s'anwr no fos,
ja no pogra negú de nos
fugir a pena infernal
ni haver gaug celestial w.
Ambos a dos, paladines de su mediación universal, pro-
claman que ni una sola gracia se concede a los hombres que
no les venga inmediatamente por María, o sea sin su inter-
cesión. Incluso los mismos dones del Espíritu Santo. Así,
por ejemplo, el don del entendimiento:
Alfonso el Sabio Ramón Llull
Quen entender quisier, euten- L'Espirit Sant enteniment
[dedor dóna c'om sia conexent
seia da Madre de nostro Sennor. de ço qui és bo e és mal ;
Ca ela faz todo entender, e la reyna atretal
ni dels inferns portes Ihesús trancara
portant los sants als cels per cenda plana ;
con toda aquella pléyade de poetas que intervinieron en la justa
de 1474 (cf. Les trobes en llaors de la Verge Maria [Valencia, 1894],
sin paginación), y de los cuales Ramón Llull es ilustre abanderado.
07 Cantigas de'Santa María de don Alfonso el Sabio (Madrid, 1889),
II, 335 (Cant. 240).
88 Hores de nostra Dona, ORL, XIX, 106.
INTRODUCCIÓN A LA POESÍA DE R. LLULL
1025
et entendendo nos faz connocer
nostro Sen ñor et o seu ben nuer
et que perçamo? do demo pavor w.
lo dóna a celis qui són seus ;
per ço qu-ells coneguen Déu*.
E la revna, l'Espirit
ha un gran orde stablit,
i:'om entene son Fill aman
en contricci/* e-n ploran
que lur perdó colpes e torts
e que los guan de mala morts m.
Ambos a dos cantan que, pues nosotros no somos más
que miserables mendigos que continuamente tenemos nece-
sidad de las limosnas de la Virgen gloriosa, debemos detes-
tar el orgullo, que mucho desagrada a la humildísima Virgen :
Alfonso el Sabio
Omildade con pobreça
quer a Uirgen eoroada ;
uiais d'orgullo con requeza
i cía muí des pagada n\
Ramón Llull
Ergull es peccat qui en alt
vol estar, e-n ju<; pren tal salt
que negú home ergullós
no ha amichs ne companyós.
Ergull no hac la plasenta
can dix : aVet-me la serventa
del Senyor, fasse'n son plaer.
E hom qui ergull vol haver,
no és per la Verge membrat
a la mort, quant serà jutjat ;
ans lo lexa anar a la sort
del demoni a mala mort 88 .
Y si, en vez de espigar a la ligera en ambos poetas-teó-
logos de Santa María, estudiáramos atentamente sus poe-
sías, ¡qué bellos pensamientos gemelos hallaríamos en Ra-
món Llull y Alfonso el Sabio, no ya sobre la mediación actual
o dispensadora de María, sino también sobre su mediación
radical o redentora, preciosas manifestaciones del sentir teo-
lógico y mariano de España en los siglos de epopeya y re-
conquista!
2. Ramón Llull y kl Divino Poeta
Los dos ensalzan a porfía la maternal intervención de
María en la dispensación de las gracias, aun sin ser rogada :
■ Ibíd., p. ios (Cant. ixçf),
w Ibíd., p. 182.
" Ibíd., p. 117 (Cant. 75;.
(C Ibíd., pp. 189-190.
a
I02Ó
MIGUEL CALDENTEY
Dante Alighieri
La tua benignità no pur soc-
[corre
a chi dimanda, ma volte fiate
liberalmente al dimandar preco-
[rre 63 .
Uno y otro se complacen
Hija de su Hijo:
Dante Alighieri
Vergine Madre, figlia del tuo
[Figlio... *.
Ramón Llull
Senyors àngels : no -us cal pre-
[gar
la Reyna que-us vulla amar ;
car ella-ns ha tan gran amor
que no-y ha mester pregador w.
en llamar a la Virgen María
Ramón Llull
Nostra Dona Mayre de Déu
qui és filla del hom fill seu 01
La expresión figiia del tuo Figlio, filla del hom fill seu,
era nueva y poéticamente bella, si bien su contenido fuera ya
patrimonio de la liturgia de la Iglesia, que canta: Genuisti
qui te fecit... 67 .
63 Parad., Cant. 33, vv. 13-15.
64 Hores de nostra Dom, ORL, XIX, 196.
63 Ibíd., Cant. 3^ v. 1.
60 ORL, XIX, 175.
67 Com. fest. B. M. V., ad Matui., respons. 3.
También podríamos acusar ciertas analogías entre el autor del
Llibre de Amic e Amat y el de la Vita Nuova.
Como ya advertimos en una de las notas con que ilustramos e!
Blanquerna (cf. supra, p. 496), en el Versículo 157 : «Grans hosts e
grans companyes se són ajustades d'espirits d'amors...» (ORL, IX,
401), la expresión espirits d'amor, nos recuerda la de spirto d spirti
d'amore o amoroso, tan frecuente en la Vita Nuova de Dante :
E par che delia sua labbia si muova
un spirto soave e pien d'amorc,
che va dicendo alla'anima : sospira
(cap. 36) .
Ei li risponde : O anima penosa,
quest' è uno spiritcl novo d' A more
(cap. 39).
Digamos también que el versículo 250, es a saber :
Havia en l'Amic dos pensaments : la un cogitava tots jorns en la essència
e en les virtuts de son Amat, e l 'altre cogitava en les obres de son Amat...
(ORL, IX, 414),
nos trae a las mientes ciertos lugares de la Vita Nuova, que refle-
jan una lucha entre pensamientos contrarios en el alma del poeta :
Tutti li miei pensier parlan d'amore
ed hanno in lor si gran varietate,
ch'altro forte ragiona il suo valore,
altro sperando m'aporta dolzore...
(cap. 1$).
Ante estos textos, el sagaz crítico catalán M. de Montoliu plan-
tea la cuestión de una posible «dependencia del Llibre de Amic c
Amat, de Llull, respecto a la Vita Nuova, del Alighieri, hipótesis
que nos llevaría necesariamente a cambiar la fecha de la composi-
ción del libro luliano, fijada comúnmente entre los años 1283 y 1285,
INTRODUCCIÓN A LA POESÍA DL R. LLULL
VII. GENERO Y CATALOGO DE LAS POESIAS
DE RAMON LLULL
Podemos dividir las poesías de Ramón Llull en tres gé-
neros, tomados en sentido lato: lírico provenzal, épico na-
rrativo y didáctico, advirtiendo que este último género y
el lírico provenzal aparecen no pocas veces confundidos en
un mismo poema.
L GÉNERO LÍRICO PROVENZAL
A) A vós. Dona Verge Santa Maria. Montpellier, ha-
cia 12S4. Esta breve poesía, de aire trovadoresco, está in-
cluida en el Blanquerna 1 \ y es una de las mejores del autor.
B) Sènyer ver Déus, rei gloriós. Montpellier, hacia 12S4.
Un poco más larga que la precedente, es de la misma época
y del mismo carácter y aparece también en el Llibre de
Blanquerna °9.
C) Cant de R-amon ;o. París, 1299. . Esta composición,
con ser bastante breve, pues sólo consta de 80 versos octo-
sílabos, es la poesía de más sentimiento y más emotiva del
Doctor Iluminado.
D) Del concili7'-. Viena de Francia, 1311. Poema de
cruzada, de 809 versos de ocho y cinco sílabas, muy personal
y muy vivido, con grande interés de época.
2. GÉNERO ÉPICO NARRATIVO
A) Desconhort : - . Roma, 1295? Poema elegiaco de 828
versos alejandrinos, distribuidos en 69 coplas monorrimas
de a 12, de grande fuerza dramática y de especial interés
autobiográfico, es, sin duda alguna, la rosa y el clavel de
toda la poesía luliana. "Este es el Desconsuelo que el maes-
tro Ramón hizo en su vejez, cuando vió que ni el Papa ni
los otros señores temporales no quisieron poner orden en
la conversión de los infieles, según fueron requeridos por
él muchas y muy varias veces." Así en un manuscrito del
siglo XV.
B) Plant de la Verge :-. Mallorca (tal vez en Miramar).
por '..1 de 1303, que coincide o>n la seg-anda estancia del Maestro
en Montpelfier. Cf. M. de Montoí-Íu. Ramon Llull trobador, en
Estudis L'n:i¿rsitaris Catalans. XXI 11916), 160370, nota :
■ ORL. IX. 272-2::,.
" Ib id., 493-495-
*ORL, XIX, 2~-2Óo.
n ORL, XX, 2^-288
:i ORL, XIX. 219*54.
■ < >RL. ibíd., 201-216.
1028
MIGUEL CALDENTEY
hacia 1275? Poema también de 828 versos alejandrinos, dis-
tribuidos en 32 coplas monorrimas de a 12, en el cual el Doc-
tor Iluminado pinta con tanta elevación como viveza el
drama del Calvario. Adrede citamos esta composición inme-
diatamente después del Desconhort, y no antes — a pesar de
haber parecido siempre a la mayoría de los lulistas crono-
lógicamente muy anterior a él — , porque el hecho de estar
escrito este poema en estrofas monorrimas de 12 versos ale-
jandrinos, lo mismo que el Desconhort, hizo sospechar al
preclaro Mn. Galmés que las dos obras fueran escritas bajo
la misma impresión literaria y aun anímica: "Car no desdiu
gens de la pietat de Ramon, que, després del Desconort,
esclat personalíssim i àdhuc egoista de la seva pena íntima,
giràs els ulls a la Dona de dolors, considerant el seu pati-
ment i desconort en la passió de son Fill Jesucrist..." 74 No
parece alejarse muy mucho de esta opinión J. S. Pons, cuan-
do escribe: "On observera que le Desconhort et le Plant
sont de la méme venue. Cela semble prouver que les deux
oeuvres ont été composées dans un intervalle pus rapproché
qu'on ne le suppose. Elles expriment avec le méme accent
deux formes du désespoir. Elles suri également dramàtiques
sur des plans différents" 75.
3. GÉNERO DIDÁCTICO
A) Llògica del Gatzel 76. Montpellier, hacia 1275. Consta
de 1.612 versos pareados de nueve sílabas, distribuidos en
60 capítulos, y fué escrita, como confiesa su autor,
per tal que hom puscha mostrar
lògica e philosoffar
a cels qui no saben latí
ni aràbich... 77
La LJógica del Gatzel, redactada originariamente en ára-
be, fué más tarde traducida sucesivamente al latín y al ca-
talán. Más que al poeta, que brilla por su ausencia, hallamos
en esta composición rimada al pedagogo que busca las sen-
das de la verdad para iniciar su cruzada contra el error.
B) Lo pecat d'Adam 78. Perpiñán, 1282. Poema teoló-
gico de 200 versos pareados octosílabos, escrito a instancias
de Jaime II de Mallorca. Responde a una doble pregunta:
1.a ¿Por qué Dios prohibió a Adán comer del fruto, sabiendo
que Adán cometería un pecado del cual se seguiría la con-
denación eterna para muchos hombres?:
M ORLj XIX, p. XXXVIII.
75 Raymond Lidie et le ttPlant de notre Dame sainle Marte», en
Estudis Universitaris Catalans, XXII (1936), 111-112.
76 ORL, XIX, 3-62. 77 Ibíd., 3.
™ Ibíd., 65-73. '
INTRODUCCIÓN A LA POESÍA DE R. LLULL 1029
Un senyor rey, qui bé entén,
*.e maravela molt sovén
<le Déu, qui és bo en quant és,
no falfs en neguna res
quan fe a Adam lo maudameut
que-1 fruyt no manjàs, el seient,
c'Adam faria lo peccat
d'on mant hom seria dampnat,
a vent totz temps pena e mal... ;"
2.' ¿Por qué Dios, que es bueno por esencia, no impidió el
pecado, de tal suerte que ninguno lo cometiera, a fin de
poder glorificar a todos los hombres?:
Con Déus sia bon vas tot/, lat/,
per què no esquiva peccatz
tant, que hom no'n faés negü
e qui gloriagés cascú ? 80
Conocido entre los lulistas bajo variados nombres, J. Ros-
selló lo individualizó llamándole Lo pecat de N'Adam, nom-
bre que admite en la edición original Mn. Galmés, levemente
corregido en Lo pecat d'Adam.
C) Hores de nostra Dona 81. Roma, 1292 ? Poema teo-
lógico-mariano de 632 versos octosílabos, repartidos en un
prólogo y 49 coplas de seis pareados cada una, compiladas
de siete en siete y formando las siete horas canónicas. Y
"canten-se al so dels himnes". Su valor doctrinal supera
ciertamente su valor literario, escaso en todo el poema,
fuera de algunas estrofas que nos recuerdan la manera de
los trovadores. De esta misma obra hay una amplificación
en prosa.
D) Els cent noms de Déu B2. Roma, 1292. Poema teo-
lógico de 1.009 versos tripartitos, de variado número de
sílabas, formando sendos tercetos breves monorrimos, dis-
tribuidos en cien capítulos o salmos. "Los sarracenos — dice
Ramón Llull — dicen que el Alcorán contiene noventa y nueve
nombres de Dios, y que quien supiese el que hace cien, sabría
todas las cosas; por esto yo hago este libro de Los cien
nombres de Dios que yo sé. Y de ello no se sigue que yo
sepa todas las cosas, y hágolo para reprender su falsa opi-
nión. En este dictado pongo muchos nombres que son más
propios de Dios que algunos que los sarracenos a Dios apro-
pian... En cada uno de los cien nombres de Dios me pro-
pongo poner diez versos, los cuales se pueden cantar según
los salmos se cantan en la santa Iglesia. Y esto hacemos
porque los sarracenos cantan el Alcorán en la mezquita. Por
" ORL, XIX, 65.
■ Tbíd., 173-108.
^ Ibíd., 70.
Ibíd., 75-170.
1030
MIGUEL CAL DEN TE Y
■*
lo cual estos versos se pueden cantar conforme los sarrace-
nos cantan. Este libro es bueno para contemplar a Dios y
conocerle y para probar la fe cristiana. Es libro de gran
consuelo y placer y es útil para predicar..." (pról.). El libro
es seco y desabrido, pero tiene algunas páginas de amena
lectura.
E) Dictat de Ramon 83. Barcelona, 1299. Poema didác-
tico-teológico de 290 versos pareados de nueve sílabas, de-
dicado a Jaime II y destinado a explanar algunos artículos
de la fe. Anejo al poema va un comentario en prosa, obra
del mismo Ramón Llull.
F) Medicina de pecat s4. Mallorca, 1300. Dice Mn. Ri-
ber: "Es el más extenso de los poemas lulianos. Es un pá-
ramo de una enjutez aterradora; pero precisamente en este
tórrido arenal surgen súbitos oasis de poesía tierna y fresca
como no los tiene ninguna obra rimada luliana. ¿No acusó
Menéndez y Pelayo la semejanza del autor del Amigo y del
Amado con Giraldo de Borneil y con los trovadores pro-
venzales? Pues precisamente en este abstrusísimo tratado
de Medicina de peccat asoma insospechadamente el trovador
suave, que hace pensar en lo que sería el poeta galante de
sus primeros años, cuando componía vanas canciones en loor
de aquella dama que le caldeó con amores ilegítimos" s .
G) Aplicació de VArt general 80. Mallorca, 1301. Largo
poema de 1.131 versos, cuyo objeto es popularizar el arte
general en sus diversas aplicaciones a las ciencias particu-
lares.
H) Proverbis d'ensenyament 87. Después de 1309. Co-
lección de 225 dísticos octosílabos de carácter moral. De poco
valor.
VIH. NUESTRA EDICION
Ofrecemos tres obras rimadas completas: las Hores de
nostra Dona, el Plant de la Verge y el Desconhort, en doble
texto catalán y castellano. Para esta última obra seguimos
la versión quincentista de Nicolás de Pachs, revisada en el
siglo pasado por Jerónimo Rosselló, substituyendo en ella
"Raimundo" por Ramón. En las otras dos versiones hemos
procurado ceñirnos lo más posible al original.
M. Caldentey.
K ORL, XIX, 261-276.
M ( URL, XX, T-205.
" Raimundo Lidio (Barcelona, 1935), 176.
" ORL, XX, 207-251.
M ORL, XIV. 373-389.
E¡ Bmto Ramón Lluli (a. 1611). Basílica de San Francisco, Palma
de Mallorca
HORES DE NOSTRA DONA
Déus, en vostra virtut comença Ramon aquestes
"Hores de nostra dona Sancta Maria" : e can-
tense al so dels hym nes.
A honor del major senyor
Jesú Xrist, vul far, per sa amor.
set hores de sua mayre,
que és de peccats repayre,
per sperança e perdó.
Les set hores aquestes so:
Maytines, Prima, Tèrcia.
Migdia, e Nona hi sia,
Vespres, Completa, e si hi fos
10 altra hora, fora'n joyós.
Cascuna és de setenes
qui són de oracions plenes.
L'ora qui és de Matines
és de persones divines.
Prima és de la humanitat
ab qui Déus ha-1 món recreat.
Tèrcia del Spirit Sant
qui set dons dóna, en amant.
Migdia de set virtuts
20 qui són carreres de saluts.
Contra los set peccats mortals
està Nona, hora cabals.
Vespres són dels set sagraments,
qui de la fe són ornaments.
De set coses és Completa
ab qui los sants fan collecta
de sanctetat perpetual,
en glòria celestial.
HORAS DE NUESTRA SEÑORA
Dios, con vuestra gracia comienza Ramón estas
"Horas de nuestra Sejwra Santa María", y
cantan se al son de los himnos.
A honor del mayor señor, Jesucristo, quiero hacer, por
su amor, siete horas en loor de su Madre, que es refugio de
pecadores, por esperanza y perdón. Las siete horas son:
Maitines, Prima, Tercia, Mediodía, Nona, Vísperas y Com-
pletas, y, si otra hora hubiera, alegraríame de ello. Cada
una se compone de siete partes, que están llenas de oracio-
nes. La hora de Maitines es sobre las divinas personas. La
de Prima es sobre la humanidad con que Dios redimió el
mundo. La de Tercia, sobre el Espíritu Santo, el cual, aman-
do, da siete dones. La de Mediodía, sobre las siete virtudes
que son sendas de salvación. Contra los siete pecados mor-
tales pónese la hora cabal de Nona. La de Vísperas es sobre
los siete sacramentos, que son ornamento de la fe. La de
Completas es sobre siete cosas con las cuales los santos
hacen cosecha de perpetua santidad en la gloria del cielo.
1 De estas Hores de nostra Dona po^ccino^ una amplificación en
prosa, posterior a 1290 (ORL, X, 228-288), con el mismo uúmero de
40 capkulos, y, fuera de los siete últimos, en todos ellos los mismos
títulos y la misma materia, si bien tratada de diversa manera. Su
filiación luliana es admitida por la mayoría de autores, si bien no
falta algún lulista de nota que la admite con ciertas reservas, si no
es que ya abiertamente la impugne. X.. lie, empero, podrá poner en
tela de juicio que las HoreS en pro»a sean una verdadera paráfrasis,
algún tanto libre si se quiere, de las Hores en verso, y, en general,
del genuino pensamiento luliano, como podría probarse, capítulo por
capítulo, con otros lugares paralelos del Llibtc de Santa Marij y
Arbre de scicncia. E-to sólo no.» basta para que tn notas >ucesivas,
y para mayor ilustración de la doctrina del Maestro, hágame algu-
nas referencias a dichas Hores en prosa. Por otra parte, no estará
de más adornar con notas doctrinales un poema que, como Hokfs
de nos:r\ Dona, es esencialmente teológico.
I034
HORES DE NOSTRA DONA
De la confessió que hom deu fer a cascuna hora,
auans que la digua
A vós, Mayre de pietat,
30 me confés de tot mon peccat
ab dolor e contricció,
volent far satisfacció,
a mon poder, del falliment
c'ay fasyt vas vós e manta gent.
E vós, Dona, per pietat,
prenets esta hora en grat;
la cual dic per vostra lausor
e peí vostro Fill salvador.
Ave Maria, alegramén
4o diga hom al començamén.
DE MATINES, e primerament
I. De un Déu
Es un Déu e una Dona
qui sobre totes és bona.
D'aquests dos és trestot lo món,
en Ion oh, pregon, ample, redon.
La dona s sanota Maria,
qui ha fill sens d'om paria,
e-s un fill home e déu;
e celi qui vol tot ésser seu
no hage paor, a la mort,
50 que lo mal spirit lo'n port;
car Déus lo vol al cel haver,
pus tot s'és dat a son voler.
II. De Déu Pare
En la divina natura
és un payre sens mesura;
e-n la natura humana
una donés c'om reclama:
nostra dona, Mayre de Déu,
qui és filla del hom fill seu;
e del Payre, la Mayre so
60 mercè, pietat e perdó.
Amdós estan en aquell port
HORAS DE NUESTRA SEÑORA
De la confesión que el hombre debe hacer a cada una
de las horas antes de rezarla
A vos, Madre de piedad, confiésome de todos mis peca-
dos con dolor y contrición, queriendo satisfacer, según mis
fuerzas, por los pecados que he cometido contra vos y contra
tanta gente. Y vos, Señora, por piedad, recibid con agrado
esta hora, que digo en loor de vos y de vuestro Hijo sal-
vador. Ave María, alegremente, digan todos al principio.
DE MAITINES, y primeramente
I. De Dios uno
Hay un solo Dios y una sola Señora, que es buena sobre
todas. De estos dos es todo el mundo, en largo, profundo,
ancho y redondo. La Señora es Santa María, que, sin ayun-
tamiento de varón, ha un hijo, un hijo, por cierto, que es
hombre y Dios. Y aquel que quiera ser todo suyo no tenga
pavor de que, a la muerte, se lo lleve el mal espiritu. pues
Dios lo quiere tener consigo en el cielo, ya que todo se ha
entregado a su querer.
II. De Dios Padre 2
En la divina naturaleza hay un Padre, sin medida : y en
la naturaleza humana todos claman a una Señora: nuestra
Señora, Madre de Dios, que es hija del hombre hijo suyo.
Y del Padre y la Madre son la merced, el perdón y la piedad.
1 En las Hokes ta prosa : «Per un Dea sóa totes unitat.- creades :
per una Dona són totes salvacions. Per un Déu és compliment e per-
fecció del món : per una regina és lo món restaurat, qui per peccat
era perdut, a la r: per la qual és creat» ORL. X, 233». Palibr is
qae nos recuerdan aquello de San Anselma : *Deus igitur est Patet
rerum creatarejn, et .Maria Mater renun recreatarum. Deus es: I' ■.-
ter con<:;:ut:on:s omnium, et Mana est Mater re>tiiutionis omnium.
Deas tnim genait illum, per quem omnia sunt facta ¡ et Maria pe-
périt illum, per quem omnia sant safra ta., j i Orat. 52 ; PL, 15S, 956».
Y lo de su discípulo Eadmero : «Sicut Deus, Ma poten tia cuneta
parando. Pater est et Deus omnium, ¡ta Beata Dei Geni tris Maris,
sais mentís cuneta reparando, Mater est et Domina renupi (Dé 'x-
ccllct'.tij B. flf. Virghtls, c. ir: PL, 159, 578).
1036
HORES DE NOSTRA DONA
on hom no mor a mala mort.
Lo Payre, la Mayre, amdós
sien payre e mayre de nos.
III. De déu Fill
Es un Fill déu en deïtat,
fill de sa filla, Xrits nomnat,
qui és tremés per son Payre,
per ésser nostre salvayre.
Aquell Fill ha tan gran virtut,
to que, sens ell, no ha salut;
e té per sa mayre perdó,
e no diu a nuil hom de no
de neguna perdonanea
si-n sa mayre ha fiança.
Aytal Fill sia conegut
per tot lo món e car tengut.
IV. De Sant Spirit
De déu Payre e Fill amant
hix un Spirit qui és Sant,
e és creayre e senyor.
8° e vol la puella d'amor
mays que quant ha creait sa jus
e la sus, enfora Jhesús;
e quant pregom la puella
que li ajut, li consella
que a son fill ella deman
so de què hom la va pregan,
puys l'a fayta maiyre d'onor
e refugi de peccador.
HORAS DE NUESTRA SEÑORA
Ambos están en aquel puerto donde el hombre no muere de
mala muerte. El Padre y la Madre, ambos, sean Padre y
Madre de nosotros.
III. De Dios Hijo :
Hay un Hijo, Dios en deidad, Hijo de su Hija, por nom-
bre Cristo, a quien ha enviado su Padre para ser nuestro
salvador. Aquel Hijo tiene tan grande virtud, que sin él no
hay salvación, y tiene por su Madre perdón, que nunca niega
a ningún hombre que en su Madre tenga esperanza. Tal Hijo
sea conocido por todo el mundo y tenido en aprecio.
IV. Del Espíritu Santo 4
De Dios Padre e Hijo, amando, proviene el Espíritu San-
to, y es creador y señor, y quiere a la Doncella de amor más
que cuanto ha creado aquí abajo y allí arriba, menos Jesu-
cristo. Y, cuando el hombre ruega a la Doncella que le ayude,
inspírale [el Espíritu Santo a la Doncella] que a su Hijo
ella pida aquello de que el hombre le está rogando, pues que
la ha hecho Madre de honor y refugio de los pecadores.
3 En las Hores en prosa : aLa bonea de nostra Dona és filia de
la bonea de son Fill : les bonees de tots los hòmens e de totes les
fembres són filles de la bonea de nostra Dona... Totes fins de crea-
tures són filles de la fi del Fill de Déu hume : e de la sua marc
e filia» (ibíd., 236).
Del examen cronológico de los libros del Beato se desprende que
el Doctor Iluminado, tenido, y en verdad, por acérrimo paladín de
la doctrina del Primado de Cristo y de la Virgen María, no abrazó
esta opinión hasta en 1285. En tocias las Hores de nostra Dona,
como se ve en esta estrofa III y también en la VI, Ramón Llull no
considera la encarnación sino como motivada por la redención, fcal
como la suponen los tomistas. «Sin embargo — diremos con el insigne
lulista Dr. Eiio-Garay — , y acaso como claror de aurora, nuncio de
la luminosa idea que pronto dominará en la mente de Lulio, ex-
clama en la estrofa V :
Lo món ha un sol creador
qui l'ha creat per far honor
a la puella sa mayrc...»
Cf. Finalidad de la encarnación según el Beato Raimundo Lulio,
en Revista Española de Teología, II (1942), 216. El primer ^libro en
que el Maestro aboga claramente por la encarnación, como finalidad
del acto creador, es Els cent noms de Déu, escrito, como ya hemos
dicho, en Roma, en 1285. Desde entonces sostendrá siempre esta
opinión.
* En las Hores en prosa : «L'Esperit Sant dóna amor : nostra
Dona esperança dóna. Per l'Esperit Sant són espirades virtuts als
hòmens : per nostra Dona són virtuts conservades. L'Esperit Sant
és fi d'amor : nostra Dona és recolència del peccador. Per l'Esperit
Sant és espirada gran bonesa : per nostra Dona és espirada paciència
e pietat. L'Esperit Sant espira en l'oració indulgència : nostra Dona
espira en l'oració plors e su^pirs» i'ibíd., 237-238).
HORES DE NOSTRA DONA
V. DE CREADOR
Lo món ha sol un creador
90 quU ha creat per far honor
a la puella, sa mayre,
de los peccadors guyayre
com són en tribulació,
e pregon ella que lur do
consell, confort, gaug e amor,
com servesquen nostre Senyor
ab tot quant han, al lur poder,
e de lurs peccats dol haver.
Aquella puella s cabal
loo de tot ço per què amor val.
VI. DE RECREADOR
Un recreador de quant és
en una verge home se fes,
ab una tal condició
que vengues a sal vació
Turnan genre, qu era perdut,
e que la Verge fos salut
de tots aquells qui Taimaran,
e qu-el recreayre en istan
complesca sua demanda,
HO pus sa mayre ho comanda;
per que-s confort tot peccador
si ama la dona meyllor.
VII. De glorificador
Gloria nostra Dona-! cel
ab Tangel Sant Gabriel
e a*b tots los sants que la-y són
e-n veser son fill desiron,
qui-ls dóna glòria tan gran,
en membrant, entenent, aman,
e ab un tal esguardament,
120 que no és negun hom vivent
qui la pugues dir ni pensar:
"Fill — di;x la Verge — s, pus pots dar
en est loc tal gloriament,
vengon say tuyt nostre parent".
HORAS DE NUESTRA SEÑORA
1039
V. Del Creador 5
Uno solo es el creador del mundo, quien lo creó para
hacer honor a la Doncella, su Madre, guía de los pecadores,
cuando están atribulados y la ruegan que les dé consejo,
aliento, gozo y amor, para servir a nuestro Señor con todo
cuanto tienen, según sus fuerzas, y arrepentirse de sus pe-
cados. Aquella Doncella es cumplida en todo aquello por
que el amor vale.
VI. Del Redentor 6
El Redentor de cuanto hay se hizo hombre en una virgen,
a trueque de que se salvara el linaje humano, que estaba
perdido, y que la Virgen fuera salud de todos los que la
amen, y que el Redentor, al instante, despache sus oracio-
nes, pues su Madre lo manda, para que se anime todo peca-
dor, si ama a la mejor Señora.
VIL Del Glorificador
Disfruta de la gloria nuestra Señora, en el cielo, con el
ángel San Gabriel y con todos los santos que hay allí, y
desean ver a su Hijo, que les da gloria tan grande, recor-
dando, entendiendo y amando, y en tal medida, que no hay
alma viviente que la pudiera decir o pensar. "Hijo — dijo la
Virgen — , pues que en este lugar puedes proporcionar tan
grande gloria, vengan aquí todos nuestros parientes."
c En las Hores en prosa : «A nostra Dona servexen totes creatu-
res : qui nostra Dona avorreix és contra totes creatures» (ibíd., 239).
* En las Hores en prosa : «Adam e Eva foren occasió de des-
trucció del món : nostra Dona fo occasió de recreació del món. En
los primers pares fo corromput el món e malalt per lo pecat d'ells :
en nostra Dona, qui és primera per santedat e bonea, lo món fo res-
taurat e sanat... En nostra Dona fo començada la recreació del món
per encarnació de son Fill beneyt : en nostra Dona fo començada la
salvació dels hòmens per la sua concepció. Per Déu Fill fo feta
recreació de totes creatures : recreació no pot ésser per Déu Fill
home sen? nostra Dona Sancta Maria. Déu lo Pare ha recrat lo món
ab lo seu Fill : nostra Dona *ab son Fill home ha deliurat tots los
peccadors de damnació. Déu heneyt més de bé ha creat en nostra
Dona per recreació que en lo món per natura : nostra Dona més de
bé ha procurat als peccadors que no és tot lo bé que han per natura»
(ibíd.. 283-240).
Advierta el discreto lector que en Ramón 1.1 ull la palabra occastó
frecuentemente vale tanto como decir cansa o motivo.
HORES DE NOSTRA DONA
DE PRIMA, e primerament
VIU. De la sua concepció
A vós, Mayre de pietat...
Ha, Déus! Con gran meravella
és que reyna puncella
naja ver home concebut,
qui ver déus sia sdevengut!
Emper no'n sey maravellant,
130 pus que fo per l'Espirit Sant,
qui pot complir quant vol haver
sa volentaft, ab son poder.
Mas la virtut d'on fo plena
quant li fo feyta estrena
de fill déu home qui fos seu,
no la pogra far major Déu.
IX. De la natptitat
Cant consir la nativitat,
que home ver pusque ser nat
de fembra verge, e passar
un cors per altre sens trencar,
molt estay en gran spavén
tro que pens lo concebimén
qui fo, per miracle, complit
per lo senyor Sant Spirit.
Mas, quant consir lo gran plaer
que la Verge hac sens doler
en enfantar home e déu,
me meravell sobre-l sen meu.
X. De la passió
Anc passió de passió
150 ne de neguna acció
poc sofrir cos ne pensament,
com soffrí la Verge, humilment,
cant vy son fill tant ahontat,
sus en la crots mort e penjat ;
e. adonchs, desirà morir
car no-s podia sostenir;
mas, car avia gran plaser
HORAS DE NUESTRA SEÑORA
104 1
DE PRIMA, y primeramente
VHI. De su concepción
A vos, Madre de piedad...
¡Oh Dios! ¡Qué grande maravilla es que la Reina virgen
haya concebido a un hombre verdadero que sea, al mismo
tiempo, verdadero Dios! Sin embargo, no hay de qué mara-
villarme, pues que fué por obra del Espíritu Santo, que con
su poder puede obrar cuanto quiere haber su voluntad. Mas
la virtud de que fué llena [la Reina virgen] cuando se le
hizo el regalo de un Hijo Dios y hombre, para ser suyo, Dios
no la podría hacer mayor.
IX. DE LA NATIVIDAD
Cuando considero la natividad, es a saber, que un hom-
bre verdadero pueda haber nacido de una mujer virgen, y
pasar un cuerpo por otro sin romperlo, estoy en grande es-
panto, hasta que pienso que la concepción fué, por milagro,
realizada por el señor Espíritu Santo. Mas, cuando considero
el grande placer que hubo la Virgen al dar a luz, sin dolor,
a un hombre y Dios, me maravillo muy sobremanera.
X. De la pasión t
Nunca pasión de pasión, ni de ninguna acción, pudo su-
frir cuerpo ni alma como sufrió la humilde Virgen cuando
vió a su Hijo tan deshonrado, muerto y colgado encima de
la cruz. Y entonces deseó la muerte, pues no se podía soste-
7 En las Hokls en prosa : ajudes Escariot traí nostre senyor Jesú
Christ : nostra Dona és leyal als peccndors qui en ella han esperança.
Íudes vené Jesú Christ per diners : ab esperança compra nostra
)ona peccadors, qui en lurs tribulacions e adversitats ella reclamen.
Judes besà Jesú Christ per ço qut-1 liuràs als jueus v oients lo auciu-
re : nostra Dona al seu Fill mostra les mamelles ab les quals l'a
alletat, per tal que «ls peccadors no punesca qui ell loen e preguen.
Nostre Senyor Jesú Christ fo pres e liçat per ço que morís : nostra
Dona solta e trau de càrcer açjuells qui en ella-s confien. Los jueus
cobriren los ulls de Jesú Christ, per ço que fos escarnit e menys-
preat : nostra Dona obre als peccadors ulls de correcció, per ço qu<?
racen penitència e quv honren son fill...» (ibíd., 244).
1042
HORES DE NOSTRA DONA
en son amorós fill veser.
no la podia pendre mort,
e stava en guayg, desconort.
XI. Devallà als inferns
Cant Jhesú Xrist fo mes al vas,
dix la reyna: "Què faràs?
Iràs a maysó per morir?
Estaràs say per vivir
en veent aquest monimén?"
Dementre era en est pensamén,
l'arma de son fill devallà
en infern, de lo qual gità
Adam e tots sos companyons,
170 per victòria e per dons.
E dix Abraham: "De ma cosina!
E com és de nos medecina!"
XII. De resurrecció
Jhesú ressucitat sentit,
recobrà virtut l'espirit
de la reyna en plaer,
on fo conformat sens doler;
e dix a son fill en rién:
"Què s'és feta soptosamén
la greu dolor queus vy sentir?
180 E vós, fill, podets may morir?"
E quant recobrà son seient
e conec manifestament
que son fill fo ressucitat,
null gaug al seu és comparat.
XIII. Del pujament de Jhesú Xrist al cel
Cant Jhesús ac son fayt complit
al Payre, al Sant Spirit
en est món, ab sant Gabriel
e ab tots los àngels del cel,
pujà el se'n a son Payre,
190 al cel, qui és son repayre,
e sa mayre-n lo món lexet,
en qui molt paubrement visquet,
per ço que gran eximpli fos
HORAS DE NUESTRA SEÑORA
1043
ner. Mas, como había grande placer en ver a su amoroso
Hijo, no la podía llevar la muerte, y estaba en gozo y des-
consuelo.
XI. Bajó a los infiernos *
Cuando Jesucristo fué puesto en el sepulcro, dijo para sí
la Reina: "¿Qué vas a hacer? ¿Irás a casa para morir?
¿Permanecerás aquí para vivir, a la vista de este monumen-
to?" Mientras ocupábase en tales pensamientos, el alma de
su Hijo bajó al infierno, del cual sacó a Adán y a todos sus
compañeros con su victoria y sus méritos. Y dijo Abrahán :
"¡Ah, mi parienta! ¡Y cómo eres medicina de nuestros ma-
les!"
XII. De LA RESURRECCIÓN
Una vez que hubo visto resucitado a Jesucristo, recobró
fuerza el alma de la Virgen con placer, en el que fué con-
firmado sin dolor. Y dijo a su Hijo, riendo: "¿Qué se ha he-
cho tan repentinamente del grave dolor que os vi experimen-
tar? ¿Y vos, Hijo, podéis nunca más morir?" Y cuando volvió
en sí y conoció a las claras que su Hijo había resucitado,
ningún gozo con el suyo puede compararse.
XHI. DE LA SUBIDA DE JESUCRISTO AL CIELO
Cuando Jesucristo hubo cumplido su misión para con el
Padre y el Espíritu Santo en este mundo, con San Gabriel
y con todos los ángeles celestiales subióse a su Padre, al
cielo, que es su morada, y dejó a su Madre en la tierra,
• En las Hores en prosa : «Tragué Joú Chríst d'infern Adam e
los profetes : nostra Dona trau los peccadors de peccats, qui ella
preguen... Los profetes, nostra Dona bene i ren con lo seu Fill los
tragué d'infern : Ies animes dels peccadors, com pugen a paradís
nostra Dona beneexen* (ibí L. 247).
1 044
HORES DE NOSTRA DONA
a hom rich, avar, ergullós,
e que tots jorns son fill pregàs
que als peccadors perdonàs.
XIV. Del dia del judici
Ressucitarà tota gent,
e venrà a lo jutjament
de Jhesú Xrist, qui és senyor,
200 qui dirà a li peccador:
"Anats a lo foch infernal,
haver dolor perpetual!"
E dirà a la puncella:
"Mkyre, vostres fills appella
a la glòria eterna],
e dóna lur mi per cabal
a tota la lur volentat,"
pus que per ells m'as tant pregat".
DE TERCIA, e primerament
XV. De saviesa
A vós, Mayre...
A la mayre del gran Senyor,
210 mayre de valor e d'amor,
ha donat lo Sant Spirit
un do, qui està molt complit,
apellat sapiència,
per ço que aquel hom sia
en lo seu libre nou escrit,
qui haurà d'ella gran bé dit.
Per què, diguen bé de s'amor
tuyt li just e li peccador;
car ella-ls darà tal saber
220 que poran lo seu fill veser.
XVI. De enteniment
L'Espirit Sant enteniment
dóna c'om sia conexent
de ço qui és bo e és mal;
HORAS DE NUESTRA SEÑORA
IO45
en donde vivió muy pobremente, para que fuera grande ejem-
plo al hombre rico, avaro, orgulloso, y todos los días rogara
a su Hijo que perdonara a los pecadores.
XIV. Del día del juicio j
Resucitará toda la gente y vendrá al juicio de Jesucristo,
su Señor, el cual dirá a los pecadores: "¡Id al fuego del in-
fierno, a padecer para siempre jamás!" Y dirá a la Virgen:
"Madre, llamad a vuestros hijos a la gloria eterna y dame
a ellos por tesoro, cuanto quieran, ya que por ellos tanto me
rogaste."
DE TERCIA, y primeramente
XV. De la sapiencia
A vos, (Madre...
A la Madre del grande Señor, Madre de valores y de
amores, ha dado el Espíritu Santo un don muy cumplido,
llamado sapiencia, a fin de que sea inscrito en su libro todo
hombre que haya dicho bien de ella. Por lo tanto, digan bien
de su amor todos los justos y pecadores, pues ella les dará
tal saber, que podrán ver a su Hijo.
XVI. Del entendimiento
El Espíritu Santo da el [don del] entendimiento para que
el hombre discierna entre lo bueno y lo malo, e igualmente,
la Reina lo da a los que son suyos para que conozcan a Dios.
• En las Hores en prosa : «En lo dia del juy Déu e home, qui és
Christ, serà jutge : en lo dia en que som, Maria mare de Déu da-
vant lo seu Fill és nostra advocada... En lo dia del juy noí>tre Senyor
Jesú Christ la sua creu mostrarà a testificar la mort la qual per nos
en aquella soferí : la Verge dels verges al seu Fill gloriós mostra
les esperances les qu<fls han en ella los peccadors. Nostre Senyor
Jesú Christ en lo dia del juy la lança ab la qual fo nafrat en lo costat
mostrarà : nostra Dona mostra a son Fill Ics amors' les quals los
peccadors han a ella. Jesú Christ benevt, en lo dia del juy, mostrarà
los £laus ab los quals fo en la creu clavellat : la Senyora del cel e
de la terra e de tot ço qui en ella és, mostra a son Fill la gran
pietat la qual ha de tots los peccadors... Nostre Senyor Tesú Christ
les sues -v- plagues en lo dia del juy mostrarà : Sancta Maria al sen
Fill mostrarà les sues mamelles ab les quals l'a alletat, e los braços
e ventre seu ab los quals l'a portat» (ibid., 250).
1046
HORES DE NOSTRA DONA
e la reyna atretal
lo dóna a celis qui són seus,
per ço quells coneguen Déus.
E la reyna, l'Espirit
ha un gran orde stablit,
c'om entena son fill aman,
230 ab contricció e-n ploran,
que lur perdó colpes e torts
e que los guart de mala morts.
XWI. De consell
Dóna Sant Spirit consell
a la reyna, que capdell
lo món a via de salut;
mas hom s'és tan desconegut,
que no s vol lexar capdellar
a la reyna, ne pregar
que To consell quant és vençut
240 e en mortal peecat caüt,
e està tot desemparat,
com a home desconsellat.
E si la reyna no pregas
son fill, fóral món en mal cas.
XVm. De forsa
Sant Spirit dóna força
a tot hom qui bé s'esforça
a reclamar, quant és cuytat,
la reyna de pietat,
qui enfortex tot pensament,
250 qui sia humil e tement,
contra falliment e peccat;
e té-lo tan fort esforçat,
si és pacient per s'amor,
que tuyt li demoni major
no-I poden pendre, ne forsar,
car al seu fill lo fa guardar.
XÜX. De sciència
Sciència és donada
per Sant Spirit, pausada
en la dolça dona d'amor,
260 qui la dóna al peccador
por ço que sàpia on és
secós, pietat e mercès,
e que a ella los deman,
HORAS DE NUESTRA SEÑORA
I047
Y la Reina y el Espíritu Santo han establecido un gran or-
den, es a saber, que los hombres entiendan a su Hijo aman-
do, con contrición y llorando, para que les perdone culpas
y pecados y que los defienda de una mala muerte.
XVII. Del consejo
Da el Espíritu Santo consejo a la Reina, para que acau-
dille el mundo por las sendas de la salvación. Mas el hombre
es tan desagradecido, que no se quiere dejar acaudillar por
la Reina ni rogarla que le aconseje cuando es vencido y ha
caído en pecado mortal, y está sin amparo, como hombre sin
consejo. Y, si la Reina no rogara a su Hijo, estaría el mundo
en mal trance.
XVm. DE LA FORTALEZA
El Espíritu Santo da la fortaleza a todo hombre que se
esfuerza bien en invocar en todas sus cuitas a la Reina de
piedad, que fortalece toda alma, que sea humilde y temerosa,
contra la culpa y el pecado; y la hace tan esforzada, si es
paciente por su amor, que ni todos los demonios mayores
no la pueden coger ni forzar, pues la pone en guardia de su
mismo Hijo.
XIX. De la ciencia
La ciencia es don del Espíritu Santo, quien la ha depo-
sitado en la dulce Señora de amor, la cual la da al pecador
para que sepa dónde está el socorro, la piedad y la merced,
y que a ella se las pida, pues tiene grande deseo de dar, y
1048
HORES DE NOSTRA DONA
car del donar ha gran talan,
e dóna sciència infusa;
e quant hom li quer, no s'escusa,
ans so té fortment a nial,
a celis a qui saber no cal.
XX. De pietat
"Pietat: quius ha donada
270 a la Verge coronada,
ha-us donada al Sant Spirit,
per ço que no sien punit
li peccador quan fiança
en la Verge, qui-s anança,
en tal granea e bontat,
que per vós són tuyt li salvat,
estorts a foch qui may no mor.
Pietat : venits a mon. cor,
e fayts n'exir suspirs e plors,
280 membrant la reyna d'amors."
XXI. De temor
"Temor: d'amor sots venguda
de la reyna qui-ns ajuda;
sots per l'Espirit tramesa,
de Déu e d'amor dexesa,
per ço que tots comunalment
temam a fayre falliment
contra la dolça puncella,
que ab amor nos apella:
celia e-l Sant Spirit
290 en nos no han re departit.
Temor: ab vós mercè deman
a la reyna, en ploran."
DE MIGDIA, e primerament
XXII. De justícia
A vós, Mayre...
Justíci es so per què just
fa ver judici; e al fust
pujà morir lo Salvador
per desliurar li peccador,
e per donar justicia
a sa mayre, verge pia,
per ço que faça jutjament
HORAS DE NUESTRA SEÑORA
1049
da ciencia infusa. Y, cuando el hombre la ruega, no da ex-
cusas, antes bien, lleva muy a mal a aquellos a quienes no
interesa el saber.
XX. De la piedad
"Piedad: quien os ha dado a la Virgen coronada, os ha
dado al Espíritu Santo, para que no sean castigados los pe-
cadores que esperan en la Virgen, que se nos adelanta en tal
grandeza y bondad, que por vos somos salvados y arranca-
dos del fuego que nunca muere. Piedad: venid a mi corazón
y haced brotar de él suspiros y lágrimas, recordando a la
Reina de amores."
XXI. Del temor
'Temor: vos habéis provenido del amor de la Reina que
nos ayuda; sois por el Espíritu Santo enviado, bajado de
Dios y de amor, para que todos, sin distinción, temamos co-
meter culpa contra la dulce Virgen, que con amor nos llama :
ella y el Espíritu Santo en nosotros nada tienen dividido.
Temor: con vos pido merced a la Reina, llorando."
DE MEDIODIA, y primeramente
XXII. De la justicia
A vos, Madre...
Justicia es aquello por que el justo hace juicio verdade-
ro; ya la cruz subió a morir el Salvador para libertar a los
pecadores y para dar justicia a su Madre, virgen pía, a fin
de que haga juicio de todo hombre que está arrepentido,
1050
HORES DE NOSTRA DONA
300 de tot hom, qui és penedent,
qui de peccats deman perdó,
prometent satisfacció,
que si-s jutje sia jutjat,
e l peccat sia perdonat.
XXin. De prudència
Prudència esta virtut
per què hom eleyg sa saJlut,
e fuyg a ma'l e a peccat ;
e és donada, de bon grat,
per nostra Dona son ami oh,
310 com per altre mal se castich,
e sàpial bé ,que pot far
e lo mal que por esquivar.
Per què prudència és luts
que mostra via de saluts,
e mostra carreres de mort,
e aporta hom a bon port.
XXIV. De fortitudo
Fortitudo és tal virtut,
que conforta cor conbatut,
contra malvestar e engan,
320 ab esperança, e n pregan
la reyna que li ajut
com l'enamich sia vengut
ab fortitudo, qui és port
en qui cascum hom és tan fort,
que vens e no està sobrat.
E qui és bé enamorat
de la Verge, mayre e flor,
sia forts contra fals amor.
XXV. De temprança
Temprança és virtut cabal,
330 en sanitat mays qualtra val;
és virtut que sovén dóna
bos mèrits, e la persona
fa viure mésuradament,
menjant, parlant, e en vistent;
e vol la dona de valor
que hom la haja per s'amor,
car ella la hac en est món :
per què, tots aquells d'ella són
qui de temprança són vestit
340 e ab ella són bé noyrit.
HORAS DE NUESTRA SEÑORA
IO.S1
que pida perdón de sus pecados, prometiendo satisfacer, que
se juzgue merecedor de juicio; y el pecado sea perdonado.
XXIII. De la prudencia
Prudencia es aquella virtud mediante la cual el hombre
elige su salvación y huye del mal y del pecado; y es dada
de buen grado por nuestra Señora a su amigo, para que con
otros males [penitencias] se castigue y sepa el bien que
puede hacer y el mal que puede rehuir. Así que la prudencia
es una luz que ilumina la senda de la salvación, y enseña
los caminos de la muerte, y conduce el hombre a buen puerto.
XXIV. De la fortaleza
La fortaleza es tal virtud, que conforta el corazón com-
batido contra la maldad y el engaño, con esperanza, y ro-
gando a la Reina que le ayude para vencer al enemigo con
fortaleza, que es puerto en el cual todos los hombres son
tan fuertes, que vencen y no son vencidos. Y quien está bien
enamorado de la Virgen, Madre y flor, sea fuerte contra el
amor falso.
XXV. De la templanza
La templanza es virtud cabal que, en la sanidad, más que
ninguna otra vale ; y es virtud que da con frecuencia buenos
méritos y hace vivir la persona mesuradamente, comiendo,
hablando y vistiendo. Y quiere la Señora de valor que el
hombre la tenga por amor de ella, pues ella la tuvo en este
mundo. Por lo tanto, de ella son todos aquellos que se visten
de templanza y con ella son bien nutridos.
IÓ52
HORES DE NOSTRA DONA
XXVI. De fe
Fe .és virtut ab què entén
veritat, nostr entenimén,
com entén sobre son poder;
e qui la fe vol mantener
dels articles e l sagrament,
serà en lo manteniment
de la Verge, qui fe amà
quant Gabriel la saludà.
La nostra fe-n ella romàs
350 quant Jhesú Xrist passà del pas
de la mort. E ay gran dolor,
car la fe no ha mays d'onor.
XXVII. De sperança
Esperança és la virtut
ab c'om espera la salut
que ve de mercè e perdó,
e mou la Verge a rahó
que deja Déu son fill pregar
que tots aquells vulla salvar
qui en ella han bon esper.
360 Per què sperança car tener
la deu tot hom, pus que tant val,
e que la tenga per sensal
de la Verge, que li consent
a tot lo seu requeriment.
XXVIII. De caritat
Karitat és virtut major
ab què hom ama-1 Déu d'amor,
en aman son proïsme, se,
e la reyna, qui la té
per ço que la do a tot for,
370 e-n puscha hom complir son cor
aytant quant l'on volrà complir,
e ab guauyg viure e morir.
E qui caritat vol haver,
faça [a] la Verge son plaer;
car, sens ella, nos pot donar,
vendre, comprar, ne autrejar.
HORAS DE NUESTRA SEÑORA
105^
XXVI. DE LA FE
La fe es una virtud con que entiende la verdad nuestro
entendimiento, cuando entiende sobre su poder. Y quien quie-
re conservar la fe de los artículos y el [santísimo] sacra-
mento, será con el mantenimiento de la Virgen, que amó la
fe al saludarla Gabriel. Nuestra fe en ella permaneció, cuan-
do Jesucristo cruzó el paso de la muerte. Y tengo grande
dolor porque la fe no es más honrada,
XXVII. DE LA ESPERANZA
La esperanza es una virtud mediante la cual el hombre
espera la salvación, que viene de la merced y del perdón, y
mueve a la Virgen a rogar a su Hijo, Dios, que quiera salvar
a todos aquellos que en ella tienen firme esperanza. Por lo
tanto, todos los hombres deben apreciar mucho la esperan-
za, pues que tanto vale, y que la tengan por censo de la
Virgen que les otorga todo cuanto le pidan.
XXiVin. De la caridad
La caridad es la virtud mayor con que el hombre ama al
Dios de amores, amando a su prójimo, a sí mismo y a la
Reina, que la tiene para que la dé a cualquier precio, y pueda
el hombre henchir su corazón tanto como lo querrá henchir,
y con gozo vivir y morir. Y quien caridad quiere tener, ten-
ga siempre contenta a la Virgen, pues sin ella no se puede
regalar, vender, comprar ni otorgar.
HORES DE NOSTRA DONA
DE NONA, e primerament
XXDC. De avarícia
A vós, ¡May re...
Avarícia és sel peccat
qui és mays contra caritat,
contra larguea e perdó
380 e sperar satisfacció ;
e no sadolla hom de res,
ans lo sotsmet a tot quant és,
e pert n'om la Verge d'amor,
qui no pregua nostre Senyor
per negun hom qui sia avar;
car per re no i pot amar,
pus que de diners fa tresor,
e no del fill seu, en son cor.
XXX. De glotonía
Glotonia és aquell peccat
390 per què ve enans paupertat,
e per què hom es sovén mal sa
e en ses paraules vilà;
e aquell hom qui és golós
mays qu altre ome és pereós;
e, quant no menja, es irat,
e trist està, quant ha menjat
En la dona, flor de amor,
hom golós no troba sabor;
per què la Verge no i requer
400 qu-el li faça negun plaer.
XXXI. De luxúria
Luxuri-és pudent peccat,
qui-n hom consuma sanitat;
e és peccat qui mays desplau
a nostra Dona, qui-s palau
de virginitat, e odor
que hix de blancha flor d'amor.
E aquell hom luxuriós
és trop vilà e ergullós,
si nostra Dona va pregan
410 que sia-n re d'el menbran;
car dos contraris no estan
en un acort nen un talan.
HORAS DE NUESTRA SEÑORA
1055
DE NONA, y primeramente
XXIX. DE LA AVARICIA
A vos, Madre...
La avaricia es el pecado más contrario de la caridad, la
largueza, el perdón, y del esperar satisfacción. Y no sacia
al hombre de nada, antes lo sujeta a todas las cosas, y por
él el hombre pierde a la Virgen de amores, que no ruega a
nuestro Señor por ningún hombre que sea avaro; pues por
nada le puede amar, ya que de las riquezas hace tesoro, y
no del Hijo suyo, en su corazón.
XXX. De la gula
La gula es el pecado por que viene antes de tiempo la
pobreza y por que el hombre contrae enfermedades y es vi-
llano en sus palabras. Y aquel hombre que es goloso, es más
perezoso que cualquier otro hombre, y, cuando no come, está
enojado, y está triste cuando está harto. En la Señora, flor
de amores, el goloso no halla ningún sabor. Así que la Virgen
ni siquiera le requiere para que le haga algún placer.
XXXI. De la lujuria
La lujuria es un pecado hediondo, en el cual el hombre
consume su salud ; y es el pecado que más desplace a nuestra
Señora, que es alcázar de la virginidad y perfume que sale
de la blanca flor de amor. Y el hombre lujurioso muy villano
es y orgulloso si osa rogar a nuestra Señora que le recuerde
en algo; pues dos contrarios no son de un mismo acuerdo ni
de un mismo talante.
HORES DE NOSTRA DONA
XXXII. De ergull
Ergull és peccat qui en alt
vol estar, e-n jus pren tal salt,
que negú home ergullós
no ha amichs ne companyós.
Ergull no hac la plasenta,
can dix: "Vet-me la serventa
del Senyor, fasse'n son plaer "
420 E hom qui ergull vol haver,
no és per la Verge membrat
a la mort, quant serà jutjat;
ans lo lexa anar a la sort
del demoni, a mala mort.
XXXIII. De accídia
Acóídias neglegiment
en far bé, e és amament
de fallimet e de tot mal;
per què accídia no val,
ans desval tant, que tol valor
450 e n pert hom la dona d'amor,
qui ama bé en tot quant és.
Per què-s vilà e descortés
vays la Verge, accidiós
qui mays qu altre és envejós;
e ja la Verge no i varrà
a la mort, quant ops li serà.
XXXIV. De enveja
Enveja és desijament
de castell, fembra o argent,
contra caritat e rahó,
440 volent hom la possessió
d'altruy sens que noy ha nulL dret;
per què enveja lo sotsmet
a yra e dampnació,
e ja no fa s'oració
a nostra Dona que-1 ajut;
car envejós no ha virtut
que sia exoït, ne entès;
car ab peccat null bé no és.
XXXV. De yra
Ira és trista passió
450 e voler contr elecció
de lexar mal e pendre- 1 bé;
HORAS DE NUESTRA SEÑORA
1057
XXXII. Del orgullo
El orgullo es el pecado del que quiere estar en alto, y da
tal salto hacia abajo, que ningún hombre orgulloso tiene
amigos ni compañeros. Orgullo no tuvo la Hermosa cuando
dijo : "He aquí la esclava del Señor, hágase según su volun-
tad." Y el hombre que ama el orgullo no es por la Virgen
recordado, a la muerte, cuando será juzgado, antes lo aban-
dona a la suerte del demonio, a una mala muerte.
XXXIII. De la PEREZA
La pereza es no solamente negligencia en hacer el bien,
sino también propensión al pecado y a todo mal. Por lo tan-
to, la pereza no solamente no vale, sino que quita valor a
todo, y por ella pierde el hombre a la Señora de amor, que
ama el bien en todas las cosas. Por lo cual es villano y des-
cortés, con relación a la Virgen, el perezoso, que es el más
envidioso de todos. Y ya la Virgen no le valdrá, a la muerte,
cuando le será necesario.
XXXIV. De LA ENVIDIA
Envidia es desear castillos, mujeres, riquezas, contra la
caridad y la razón, pretendiendo el hombre poseer lo ajeno,
sin que a ello tenga ningún derecho. Por lo que la envidia
lo sujeta a la ira y a la condenación, y ya no rogará a nues-
tra Señora que le ayude; que el envidioso no tiene virtud
para ser escuchado ni atendido, ya que con el pecado no
se aviene ningún bien.
XXXV. De la ira
La ira es triste pasión y voluntad contra elección de de-
jar el mal y escoger el bien; por lo que el hombre airado no
es dueño de su libertad, pues la ira lo tiene en prisiones, y
M
1058
HORES DE NOSTRA DONA
per què hom irat no reté
en son voler sa libertat,
car yra lo té carcerat,
e torba son enteniment,
e fa-1 fer mal soptosament.
Per què null hom qui és yrat
ab la Verge ha amistat;
ans és per ella mal volgut,
460 pus que per yra és vençut.
DE VESPRES, e primerament
XXXVI. De matremoni
A vós, Mayre...
Matrimoni és sagrament
qui fa còpula carnalment
d'om e fembra, e és amat
per la Verge, que castetat
ama, car està amistat
seguens l'orde qui fo pausat
en na Eva e en Adam.
E tot hom qui castetat am,
sech lo primer ordonament
470 e és a la Verge plasent,
que vol que hom sia engenrat,
ordenadament, sens peccat.
XXXVII. De babtisme
Babtisme està lavament
del peccat que-1 primer parent
han sobre tots hòmens sembrat,
peccat original nomnat;
lo qual babtisme ha en grat
nostra Dona, car començat
fo per son fill, sus en la crots,
480 quant ab sa sanch nos lavà tots
e-n flom Jordà fon batejats,
per Sant Spirit saludats.
Gran fo lo seu batiament,
car molt home n'a salvament.
XXXVIII. De confirmació
Confirmar està sagrament
que confirma l batiament
que han fayt del petit infan,
HOkAS DE NUESTRA SEÑORA
1059
turba su entendimiento, y le impele a hacer el mal súbita-
mente. Por lo tanto, ningún hombre airado goza de la amis-
tad de la Virgen, antes bien es por ella mal querido, puesto
que es esclavo de la ira.
DE VISPERAS, y primeramente
XXXVI. Del matrimonio 10
A vos, Madre...
El matrimonio es un sacramento que hace cópula carnal
de hombre y de mujer, y es amado de la Virgen, que ama la
castidad, pues es amistad según el orden que fué establecido
en Eva y en Adán. Y todo hombre que ama la castidad, si-
gue la primera ordenación y es agradable a. la Virgen, que
quiere que el hombre sea engendrado, como es razón, sin
pecado.
XXXVII. Del bautismo 11
El bautismo es la purificación del pecado que los prime-
ros padres sembraron en todos los hombres, por nombre el
pecado original; el cual bautismo agrada a nuestra Señora,
pues fué comenzado por su Hijo en lo alto de la cruz, cuando
con su sangre nos lavó a todos, y en el río Jordán fué bauti-
zado y saludado por el Espíritu Santo. Grande fué su bau-
tismo, pues tiene virtud para salvar a muchos hombres.
XXXVIII. De la confirmación
Confirmar es el sacramento que corrobora el bautizo que
han hecho del pequeño infante, el cual otorga, cuando es
grande, con voluntad, entendimiento. Y Cristo instituyó la
* En las Hores en prosa : «Déu féu matrimoni de Adam e Eva
en paradís terrenal : la senyora Mare de Déu fa matrimoni en pa-
radís terrenal de la amor sua e de la esperança la qual han en ella
los peccadors» (ibíd., 273).
u En las Hores en prosa : «Lo baptisme lava l'om batejat de
peccat original : la dona dels sants mumla lo peccador del peccat
actual com se pinet e a ella-s reclama. En baptisme de sanc fo
bategat nostre senyor Jesú Christ : al peu de la creu fo batejada
nostra Dona en aygüa de les sues làgremes. Per baptisme de foc fo
batejada la bena venturada verge com Sant Gabriel la saludà : lo
infeel peccador qui baptisme desi ja és batejat en flama d'amor. L<<
baptisme de l'aygua ha virtut ab les paraules del sacerdot : lo bap-
tisme de foc ha virtut ab nostra Dona» (ibíd., 274).
lOÓO
HORES DE NOSTRA DONA
lo qual atorga, quant és gran,
ab volentat, enteniment.
490 E Xrist fe lo confirmament
sus en la crots, ab sa greu mort;
ab la qual mort son say estort
del mal peccat original;
e la reyna, que mays val,
vol que hom sia confermat,
pus que en vera fe és entrat.
XXXIX. Del sagrament de la missa
Lo sant sagrament del altar
és do en qui Déus no pot dar
a paraula mays de poder,
500 ab la qual Xrist fa son cors fer
al prevere, en trespassan
pa e vi, en carn e en sanen
qui és de nostro rey Jhesús,
ell estant al cel e sajús.
La virtut de aquell sagrament
no la pot dir home vivent,
ne-1 guauyg que nostra Dona n'a,
e majorment s-om just lo fa.
XL. De orde
Orde d'acòlit, diaque,
510 prevere e subdiaque,
és sagrament per Déu servir
en cantant, e la missa dir,
e en infants a batejar,
e en matrimoni, confessar,
e lo prevere que perdó,
e faça extrema uneció,
e sia vicari de Déu,
e beneesca tot hom seu.
D'aquest sagrament fa plaer
520 a la Verge, qui l vol haver.
HOKA5» L·L NUESTRA SEÑORA
looi
confirmación en lo alto de la cruz, con su dolorosa muerte;
con la cual muerte somos todos arrancados, aquí, del mal pe-
cado original. Y la Reina que más vale quiere que el hombre
sea confirmado, pues que ha entrado en la verdadera fe.
XXXIX. Del sacramento de la misa
El sacramento del altar es un don en el cual Dios no
puede dar más poder a la palabra, mediante la cual Cristo
hace hacer su cuerpo al sacerdote, convirtiendo el pan y el
vino en la carne y sangre de nuestro rey Jesús, estando
él en el cielo y en la tierra. La virtud de aquel sacramen-
to no la puede decir hombre viviente, ni el gozo que nues-
tra Señora tiene en él. y mayormente si es justo el sacerdo-
te que celebra.
XL. Del orden 12
El orden de acólito, subdiácono, diácono y sacerdote es
un sacramento ordenado al servicio de Dios, cantando y di-
ciendo misa, y bautizando a los niños, y administrando el
matrimonio y la confesión, y el sacerdote que perdone y haga
la extremaunción, y sea el vicario de Dios, y bendiga a todos
los hombres. De este sacramento hace contenta a la Virgen,
quien lo quiere recibir.
a ¿Puede llamarst María Virgen sacerdote, aVirgo i»acerdos». se-
gún el Doctor Iluminado ? Al decir de Ramón Llull, compete única-
intrate a la Madre de Dios un sacerdocio espiritual y místico, que,
por otra parte, conviene a todos los ñeles, según aquello del
Apoc. i, 6 : eíecit nos regnum et sacerdotes Deo Patri» ¡ y 2 leí.,
2, 5-9 : «et ipsi... tanquam sacerdotium sanctum». Si bien dicho
>accr iocio toca a la Madre de Dios de una manera más eminente
que a los demás ñeles, como compañera y ayudadora le Cristo,
bumo Sacerdote. En este sentido hallamos en el Doctor Iluminado
bellos paralelos entre el sacerdote y la Virgen María, henchidos de
profundo mentido místico. Así, en* las Hores en prosa: «Lo pre-
vere ha orde per ço que ordonadament íaça lo sagrament de l'altar :
nostra Dona ha orde per ço que sanctiñe les oracions les quals los
peccadors fan a son Fill. Lo prevere és ordenat a demanar indul-
gència per son poble : nostra Dona ha orde per ço que a son poble
lurs peccats remeta. Lo prevere ha orde de batejar : nostra Dona é-^
ordenada a confermar los peccadors. Lo prevere és ordenat a fer
matrimoni : nostra Dona és ordenada a esposar donzelles verges ab
son' Fill qui és verge. Lo prevere és ordenat a pregar per los morts,
les ànimes dels quals són en purgatori : la Vneyta verge és orde-
nada per los vius qui són morts per peccats. Lo prevere és ordenat
a fer oració : la Dona dels àngels ha orde a donar devoció e a exau-
sir oració» (ibíd., 277-278).
IOÒ2
HORES DE NOSTRA DONA
XLI. De penitència
• Penitència és sagrament
per qui hom fa dejunament,
e-s penet e requer perdó,
e hom fa satisfacció
de sos torts, contra greus peccats,
e vol c'om si encarserats
• en temor e en aflicció,
ab dolor e contricció.
Aytal sagrament ha virtut
530 qui mou la dona de salut
a una tal devoció,
c a penedent no diu de no.
XLTI. De extrema uncció
Es la extrema uncció
sagrament de querré perdó
a la fi, assumadament,
e c'hom fassa confermament
de la fe en que ha estat,
e cascú se'n sia untat
ab crisma, com ver xrestià;
540 e fon fayt en Xrist, quant penjà
en la cros, ab sanch e suor,
e en la regina, ab plor,
car ab negú sen no peccà,
mas que nostres peccats plorà.
HORAS DE NUESTRA SEÑORA
IOÓ3
XLI. DE LA PENITENCIA 13
La penitencia es un sacramento por el cual el hombre
ayuna, y se arrepiente y pide perdón, y hace satisfacción de
sus culpas y graves pecados, y quiere como encarcelarse en
temores y aflicciones, con dolor y contrición. Tan grande
sacramento tiene virtud de mover a la Señora de la salud a
'Woción tan grande, que al arrepentido no dice que no.
XLLT. De la extremaunción 14
Es la extremaunción un sacramento por el cual, en la
hora de la muerte, y de una manera resumida, pedimos per-
dón de nuestros pecados y nos confirmamos en la fe en que
hemos vivido. Y cada uno sea ungido, como verdadero cris-
tiano, con el crisma que brotó de la sangre y sudor de Cristo
en la cruz y de las lágrimas de la Reina, pues no pecó en
ningún sentido, sino que nuestros pecados lloró.
13 En las Hores en prosa : «Lo prevere absol lo peccador ab sa-
tisfacció : nostra Dona absol lo peccador ab devoció. Lo prevere tan-
ca la porta del paradís ab les claus de Sant Pere, per sentència de
vet : la Mare de Déu obre les portes de paradís ab les claus de son
fill per oració. Lo sagrament de penitencia requer del peccador
consciència, contricció e satisfacció : nostra Dona requer del pecca-
dor esperança e amor» (ibíd., 278-279).
14 En las Hores en prosa : «... Extrema uncció és sagrament a
untar tots los senys de l'om, a significar que l'om se pinet deis pee-
cats que per los seus senys ha fets. Los ulls del peccador són un-
fcats car ab ells ha vistes coses qui Van mogut a peccar : nos*-**"
Dona los ulls del peccador beneeix, qui de les coses vistes han loo*
lur creador. Les orelles del peccador són untades car ab aquelles
ha oïdes males e falses paraules : nestra Dona les orelles del pec-
cador beneeix car ab elles moltes bones coses e veres paraules ha
.jídes. Les narils del peccador són untades car ab elles ha odorades
odors les quals Tan mogut a peccat : la beneyta verge lo' nas del
peccador beneeix, qui, com sent odors, la sua virginitat e bellesa re-
membra. La boca del peccador és untada car ab aquella ha mentit
e moltes males paraules ha dites : la 6enyora del cel la boca dels
peccadors beneeix car Tan loada, preïcada e reclamada. Les mans
del peccador en la extrema uncció són untades car ab aquelles ha
obrades males obres : la Mare de Déu les mans del peccador be-
neeix car ab aquelles ha fetes almoynes, ponts e esgleyes. Los peus
del peccador són untats car ab ells és anat fer peccats : la Mare de
Déu los peus del peccador beneeix car ab aquells és anat d fer ora-
ció a l'esgleya» íibíd., 279-280). Todo esto es, en verdad, delicioso.
ioÓ4
HORES DE NOSTRA DONA
DE COMPLETA, e primerament
XLIII. DE MEMBRANÇA
A vós, Mayre...
Membrança de gràcia, do,
de sperança e perdó,
fa coratje franch e joyos
e, en tots bos faits, virtuós
per virtut del remenbrament,
550 si hom menbra la pus plasent,
qui de menbrar és joy e flor,
e fa menbrar, per nostra amor,
a son fill, nostra frevoltat,
per ço que'n naje pietat;
e per res no s pot abstener
que no'ns am ab tot son poder.
XLIV. DE ENTENDRE
Celi qui entén ab veritat
son falliment e son peccat
ab contricció e temor,
560 a la mort, no naja paor
de son falliment e peccat,
si entén la gran pietat
que ha de tots los peccadors
la dolça dona de valors,
que no soffer c'hom sia mort
ab neguna colpa e tort,
pus que hom sa valor entén
e-s pinet de son fallimén.
XLiV. De volentat
Qui ha veraya volentat
570 a nostra Dona, de bo grat,
ha un tan noble amament,
que-n tota res és avinent,
leyal, humil, franch e cortès,
e no fall en neguna res;
car nostra Dona l té tant car
que no i lexa en res errar.
Amem, donchs, la Verge molt fort,
car ella és de tot gaug port,
hon hom està segurament
580 e no tem nulla re vivent,
HORAS DE NUESTRA SEÑORA
IOO5
DE COMPLETAS 15, y primeramente
XT/Í7I. Del recuerdo
A vos, Madre...
El recuerdo de la gracia, de los dones, de la esperanza y
del perdón, hace el corazón franco y alegre y, en todas las
buenas obras, virtuoso, en virtud de dicho recuerdo, con tal
que recordemos a la más agradable, que es la alegría y flor
del recuerdo, la cual, per nuestro amor, hace recordar a su
Hijo nuestra debilidad, a fin de que se mueva a compasión.
Y ella no puede menos de amarnos con todas sus fuerzas.
XLIV. Del entendimiento
Aquel que entiende claramente sus culpas y pecados, con
contrición y temor, a la muerte no tenga pavor de ellos, si
entiende [y medita] la grande piedad que tiene de todos
los pecadores la dulce Señora de valor, que no consiente que
el hombre muera en ninguna culpa o pecado, con tal que se
arrepienta de ellos y entienda su valor.
XL,V. De la voluntad
Quien ama de corazón a nuestra Señora, tiene un tan no-
ble amor, que en todo es acertado, leal, humilde, franco y
cortés, y no yerra, en ninguna cosa, pues nuestra Señora le
aprecia tanto, que en nada le deja errar. Amemos, pues, a
la Virgen en gran manera, pues ella es puerto de todo gozo,
en donde el hombre está seguro y no teme a nada de este
mundo.
18 En los siguientes siete capítulo- > salmos De Completa difiere
la materia y los títulos en las dos Hores. En las en verso :
De set coses és Completa
ab qui los sants tan eollecta
de sanctetat perpetual
en írlòria celestial.
OBL, XIX, 174J
En las Hores en prosa : «Completa serà de les • vij • parts de Ave
Maria» ÍORL, X, 231).
iü66
HORES DE NOSTRA DONA
XLVL De àngels
"Senyors àngels : no us cal pregar
la reyna, que'ns vulla amar;
car ella ns ha tan gran amor,
que no y ha mester pregador.
E vós, sènyer sent Gabriel,
Michael, Seraphin, Raphael,
fayts-li'n gràcias e mercès,
car nostra advocada és;
car si per s'amor no fos,
•590 ja no pogra negú de nos
fugir a pena infernal
ni haver gaug celestial.
XLVII. De ymaginar
Gay so quant vul ymaginar
en la Verge, gloriejar
que ha al cel imperial.
E l'imaginar mays me val
que tot quant ay sentit de sa;
car tots los sants qui són de la
cantón de la sua valor,
600 pregant-la per li peccador.
Mas, quant ymagín lo turment
que-n infern és tan longament,
adonchs suy trist e ay paor
tro menbre la dona d'amor.
XLVin. De sentir
Cant veg la terra e la mar,
lo cel, e auyg aucells cantar,
e sent de les flos lur odor
e de les viandes sabor,
e toc drap, fust, aur e rubís
610 per la dona de paradís,
ab la qual parle en pregan,
quant l'arma e l cors li coman, •
adonchs, sent al cor tal dolsor,
que hanc no la sentí major,
e dich a la Verge, ploran:
"Veus-me, Donan vostre coman."
XLIX. DE pregar
Aquell qui bé volrà pregar
la mellor dona, e orar,
acús-se de son falliment,
HORAS DE NUESTRA SEÑORA IOÒ7
XLVI. DE LOS ÁNGELES
"Señores ángeles : no es necesario que roguéis a la Reina
que nos quiera amar; pues ella nos tiene tan grande amor,
que no necesita de intercesores. Y vos, señor San Gabriel,
Miguel, Rafael, con los serafines, dadle gracias y mercedes
porque es nuestra abogada; que, si no fuera por su amor,
ya no podría ninguno de nosotros escapar de las penas del
infierno ni poseer lo gloria del cielo."
XLVTI. De la imaginación
Alegre estoy cuando quiero imaginar la gloria que tiene
la Virgen en el cielo imperial. Y este imaginar más me apro-
vecha que todo cuanto he sentido en este mundo, pues todos
los santos que hay allí cantan su valor, rogándole por los
pecadores. Mas cuando imagino el tormento tan duradero
del infierno, entonces estoy en tristeza y pavor hasta que
imagino a la Señora de amor.
XLVH3. De los sentidos
Cuando veo la tierra, y el mar, y el cielo, y oigo cantar
a las aves, y percibo de las flores el buen olor, y gusto el
sabor de las viandas, y toco telas, maderas, oro y rubíes por
la Señora del paraíso, con la cual hablo en mis oraciones,
cuando le encomiendo el alma y el cuerpo, entonces experi-
mento tal dulzura en el corazón, que nunca la sentí mayor,
y digo a la Virgen, llorando: "Vedme ahí, Señora, a vos me
entrego."
XLLX. De la plegaria
Aquel que querrá rogar y orar, como conviene, a la me-
jor Señora, acúsese de sus pecados y desee tan grande juicio
io68
HORES DE NOSTRA DONA
620 e desir aytant jutjament
contra si, com ama perdó;
car pus ell se pos en rahó,
noi pot la Dona de no dir
de res que li vulla querir;
mas celi qui ama mays salut
que-1 judici per Déu vulgut
no fa oració leyal,
ans s'o té la Dona a mal.
De la fi d'aquest libre
Les set hores són finides
630 e per Ramon proferides.
A la dolça dona d'amor;
pregon per ell li peccador.
HORAS DE NUESTRA SEÑORA
IOÓg
contra sí, como ama el perdón. Que cuanto más él se ponga
en razón, no puede la Señora negarle nada de lo que le quie-
ra pedir. Mas aquel que ama más su salvación que el juicio
que Dios quiere, no hace oración leal, antes lo lleva a mal
la Señora.
Del fin de este libro
Acaban las siete horas compuestas por Ramón. Rueguen
por él los pecadores a la dulce Reina de amor.
PLANT DE LA VERGE
De la passió e lo desconort que ac nostra
Dona de son fil
Vivia a<b gran gaug la verge Maria
en veser son Déu fil, que aüt avia
per lo Sant Espirit, sens d'ome paria:
e car son dou[s] fil, déu e home sabia,
lo gran gaug e-1 p'laser que per el sentia,
no és qui-l pogués dir. Mas gens no sabia
Tira ni-1 desconort en que-s devenia,
car Judas Scariot consebut avia
en trair Jhesú Crist, qui morir volia
10 per nosaltres salvar e per donar via
com mays lo servescam, e que cascú sia
seu, per compra de mort, car per nos moria.
I. Com fo venut
"Judas Escariot, tu as mon fil venut,
lo qual molt mays val que so que n'as aüt :
donat as per argent lo seynor de vertut.
Tu eres per mon fil e per mi molt volguti
mi as, fals, engañada, e tu t'és desebut,
e si eu ne son trista, e tu-n seràs perdut.
Fals! com as pogut vendre cel qui és mays temut.
20 qui és home e déu, e és rey de salut?
Jo n romang dolorosa, e tu n'és abatut.
LLANTO DE LA VIRGEN
De la pasión y desconsuelo que hubo nuestra
Señora de su Hijo
Vivía con grande gozo la Virgen María, contemplando a
su Hijo Dios, habido por el Espíritu Santo, sin obra de va-
rón. Y, pues no se le ocultaba que su dulce Hijo era Dios y
hombre, el grande gozo y placer que por él experimentaba
no hay quien lo pudiera decir. Mas ignoraba del todo la
tristeza y el desconsuelo que le sobrevendría, pues Judas
Iscariote ya había tramado entregar a Jesucristo, quien
quería morir para salvarnos, para proporcionarnos medio
de que más le sirviéramos y para rescatarnos de la muerte,
pues oor nosotros iba a morir.
I. De cómo fué vendido
"Judas Iscariote: tú has vendido a mi Hijo, el cual v¿le
harto más que lo que has cobrado: con plata cambiaste al
que es autor de la gracia. Tú eras muy amado por mi Hijo
y por mi, y, falso, me has engañado, y, a la vez, te engañaste
a ti mismo, y, si yo estoy triste, en cambio, tú serás per-
dido. ¡Falso!, ¿cómo has podido vender a aquel que es más
temido, que es hombre y Dios y es rey de salud? Y, si yo
1 ¿Cómo intituló su autor esta composición, si es que, de hecho,
le diera algún título? Si nos fijamos en el incipit: aDe la passió e lo
desconort que ac nostra Dona de son fil», y la rúbrica de la estrofa
final : «De la fi del desconort», del ms. Ott. lat. 845, de la Biblio-
teca Vaticana, siglo XIV, que sirvió de base para la edición de 1936,
parece que su nombre debería >er Passió c descorikori de nos} ni
Dona. Así 6ería más perfecto el paralelismo con el otro poema ele-
giaco Desconhort, ya que, como indicamos en la Introducción , las dos
obras podrían ser escritas bajo una misma impresión literaria y tam-
bién anímica. Sin embargo, contra estas razones se puede alegar que
el Maestro, al final del poema, lo llama genéricamente Plant... de
la Verge, título que registran también no pocos manuscritos, y bajo
1072
PLANT DE LA VERGE
Judas faüs, traidor! mon cor as combatut
ab ira e dolor aytant com as pogut;
per que-n serás en infern combatut e vensut."
II. De tració
"Seynors: a tuyt mi clam de la gran tració
que an fayt a mon fil li fals judeu felló,
qui en mi s'es fayt home per lur salvació,
e tots temps ha fayt bé, e falliment no fo:
ara lo m'an traït, e Tan mes en presó.
30 A, judeus traydors! per qual entenció
avets traït mon (fil, qui de linatge fo
de David, Moysès, segons profeció?
De aquest gran traïment, lassa, irada so
tan fort, que tota-m sent en consumació,
e tot quant ha en mi, n'està en passió.
De aquest mal qui m'és fayt, quin trobarà perdó ?"
III. De bes ament
"Judas fals e amic de tot defalliment !
com fust anc tan ardit, que ab boca tan pudent
baysest mon dous fil, amic de compliment,
40 qui ha boca oient en tan bel parlament,
qui anc mays no mentí nin parlet follament,
ans en diu veritat tan vertuosament,
que nuyl hom viciós, ni qui sia mintent,
no la deuria baysar per negú traïment?
B tu fals, erguyllós, as donat baysament
a mon fil, qui és déu e home exament,
lo qual fiovín baysava tan amorosament.
A, con l'as aunit per ton fals tocament!"
IV. De mostrar
"Judas: tu as donat un fals bays per seynal,
bo per aportar a mort lo meu fil, qui tant val,
e qui ha entreseyna de persona leyaT.
Enemic de vertut e en tot ple de mal !
car as fayt fals seynal, tu-n auràs tal cabal
que tost temps ne staràs en lo foc infernal.
Trista! Anc mays no fo, segons dret natural,
que ab falsa semblan sa hom vengués en ostal
LLANTO DE LA VIRGEN
1073
estoy dolorosa por ello, tú serás abatido. ¡Judas, falso, trai-
dor!, mi corazón has henchido de pena y dolor cuanto pu-
diste, por lo que en el infierno serás atormentado y rendido."
LT. De la TRAICIÓN
"Señores: a todos reclamo por la grande traición que los
falsos y felones judíos han hecho a mi Hijo, que en mí se
hizo hombre para salvarlos, y siempre hizo el bien y nunca
obró el mal; ahora me lo han traicionado y metido en pri-
sión. ¡Ah, judíos traidores!: ¿por qué traicionasteis a mi
Hijo, que era del linaje de David, Moisés, según las profe-
cías? Tan apenada estoy a causa de esta grande traición,
que me consumo toda, y todo cuanto hay en mí padece. De
este mal que se me hace, ¿quién alcanzará perdón?"
III. Del beso
"¡ Judas, falso y amigo de toda defección! : ¿ cómo te atre-
viste a tanto, que con boca tan maloliente besaste a mi
dulce Hijo, tan buen amigo, que tiene labios olorosos de
bellas palabras, que nunca mintió ni habló neciamente, sino
que siempre dijo la verdad con tanta virtud, que ningún
hombre vicioso y mentiroso es digno de besarle, mayor-
mente por traición? Y tú, falso, orgulloso, has dado un beso
a mi Hijo, que es Dios y hombre a la vez, al cual yo a me-
nudo besaba con tanto amor. ¡Ah, cómo le has deshonrado
con tu falso ósculo!"
IV. De la señal
"Judas, enemigo de la virtud y repleto de maldad : tú has
dado un falso beso como señal para entregar a la muerte
a mi Hijo, que vale tanto y que tiene la marca de persona
leal. Porque diste una señal falsa, tendrás tal recompensa,
que en todo tiempo arderás en el fuego del infierno. ¡Ay de
mí! Siempre fué contra el derecho natural ir a ofrecer con
el cual es conocido comúnmente el poema. Por otra parte, este nom-
bre tiene la ventaja de diferenciarlo claramente del Dcsconhort .
El tema del -Plani abunda en la literatura piadosa de la Edad
Media. Por lo que mira a la lengua catalana, el más antiguo, del
siglo XII, es la poesía que empieza : «Aujats, senyors, qui credets
Déu lo paire.» Otro Plant, quizás del siglo XIV, empieza : «De grieu
dolor cruzel amb mortal pena.» Noticias de otros Plants con refe-
rencias bibliográficas trae R. D'Alòs-Montk (1. c, 154-155), cuyas
stíh también estas palabras : «... cap dels |"Plants] provençals i fran-
cesos que hem' llegit no es post comparar amb ell [el de Llull], que
és certament un dels més importants en tota la literatura del temps,
per la seva extensió, força dramàtica i magestat dels versos, tot en
conjunt.»
I074 PLANT DE LA VERGE
mostrar veçitat de nuylla res corporal,
e aysò ineteyx és de causa spiritad ;
e tu, fals mostrador, as mostrat hom vidal,
6° qui en quant és Déu no poria ésser mortal."
V. De presó
"A, dolenta marrida! Lo meu fil està pres:
menen-lo-se'n judeus, sens que el nos n'és defès,
ni eu, qui son fembra, no-y poria far res.
Ha negú emfre nos que ajudar i pogués?"
Anava la puella pres son fil, e espès
demandava ajuda, e tirava a manés
sos cabéis, e sa cara rompia, e no és
qui li donàs ajuda, com si res no valgués
ella ni son Déu fil ; per què pietat és
70 oir lo desconort en lo qual ella s mes,
ni com foren, vas ella, vilà e descortés
tuyt li seu compaynó e-1 judeu mal après.
VI. Desemparada
Estava la reina molt fortment irada
can per los seus si era desemparada,
car, sinó sant Jouan, per tots fo lexada.
Cridava la doncella: "E on és anada
la nostra compaynia qui m'a desonrada?
car m'an jaquida sola ab tant vil meynada.
meynada del demoni, e qui m'a donada
80 tanta de pressura e tanta bocada,
que apenes mi sostenc, tam fort són cascada.
Lassa ï e ja era per los meus au jada;
es eu que amc no fuy en vas els errada,
per qual rasó m'an, doncs, axí ublidada?"
LLANTO DE LA VIRGEN
IO75
falsedad a una casa, como verdadera, una cosa corporal, y
lo mismo pasa con una espiritual; y tú, falso señalador,
has señalado a un hombre viviente, que, en cuanto es Dios,
no podía estar sujeto a la muerte."
V. De la prisión -
4*¡Ay, triste y afligida! Preso está mi Hijo: llévanselo
los judíos, sin que se defienda ni sea defendido, y yo, que
soy mujer, en nada podría defenderlo. ¿Hay, por ventura,
entre nosotros, alguien que pudiese prestarle socorro?" Iba.
pues, la doncella junto a su Hijo, pidiendo continuamente
auxilio, y mesándose a puñados sus cabellos, y lastimándose
la cara. Mas ninguno le ayudaba, como si nada valiera ni
ella ni su Hijo Dios. En verdad daba lástima oír las quejas
que daba y ver cómo eran para con ella villanos y descor-
teses todos sus compañeros y los judíos mal educados.
VI. Desamparada
En grande desconsuelo estaba la Reina, viendo cómo to-
dos los suyos, menos San Juan, la habían abandonado. Cla-
maba, pues, la doncella: "¿Y dónde han ido los míos, que
me han deshonrado, al dejarme sola con esta vil chusma,
meznada del diablo, la cual me ha dado tantos empellones
y tantas dentelladas, que apenas me sostengo, tan quebran-
tada estoy? ;Ay de mí!, y los míos ya no me hacían caso;
y si yo nunca les falté en nada. ¿ por qué razón, pues, ahora
me han olvidado?"
1 Acentos semejantes a los que tiene Ramón Llull en es:a estrofa
y algnnas de las siguientes los oímos en el Planto dclla Madonna.
de Jacopone :
— Donna del paradiso, — lo tuo figliolo è preso.
Iesú Cristo beato.
Accurre, donna. e vide — che la ¿ente l'allide !
credo che lio s'occide — tanto l'on ftagellato.—
— Como esser porria, — che no fece mai follia.
Cristo. la spene mia, — orno I'avessc pi:-rliato ? —
—Madonna. egli è traduto : — luda d l'ha venduto,
trenta denari n'ha'vuto, — fatto n'ha «ran mercato. —
— Succurri. Magdalena: — cionca m'è ados.*o ptena !
Cristo figlio se mena, — como m'è annunziato. —
— Saccurri. Madonna, ainta ! — ch'al tuo rijlio se jputa
e la líente lo muta : — hanlo dato a Pilato. —
—O Pilato, non fare — lo figlio mió tormentare :
ch'io te posso mostrare — como a torto è acctisato.
(Le Laudi. p. 264.»
1076
PLA NT DE LA VERGE
VII.
Negat
"Negat ha sent Pere lo meu fil per paor,
la qual ac de'ls judeus, e no la ac major
de mon fil gloriós, qui és son creador,
lo qual l'a molt amM, com leyal amador.
E tu, Pere, qui eres un paubre piscador,
90 has negat lo meu fil, qui t'es honrat seynor
e qui tu ha elet a ésser procurador
de totes ses oveylles, de qui t'a fayt pastor.
Peyre — dix la reyna e dona de valor — :
tam fort m'as trabayllada per la paucamor
que aguist a mon fil per pauca de temor
de presó o de mort! Per què en planc e-n plor."
"Estava lo meu fil emfre ls judeus clucat:
cascú colps li donava, dient: "Qui t'a tocat?
Pus que tu-t fas profeta, divina veritat."
100 Estava lo meu fil pacient e senat,
per donar exempli de gran humilitat
e de gran paciència ; per què fa gran pecat
qui no pren son exempli, qui tant li ha costat,
e qui no fa so que pot com el sia honrat.
A, seynors! con són trista, con tant pauc és amat
lo meu fil déu e home, qui vos ha tant donat,
e qui per vosaltres és tan fort avilat!
Ha negú emfre nos qui n'aja pietat?"
"Pres està mon car fil, e, per vilania,
no en la sua cara cascú escupia:
cara de déu e home, on tot bé avia,
en qui veyg escupir, com si la pudia.
En ella escupir negú no s jaquia,
e tant estava gran la inmundicia
que en ella posaven, que cain la vesia,
d'ella nom venia lo gaug que solia;
e, car a ella, la.ssa, venir no i podia
que la denejàs, ab pauc no moria.
A, cara gloriosa, d'on joy me venia !
120 A, can gran gaug àuria si torçar- vos podia!"
VIII.
Clucat
IX.
Escupit
LLANTO DE LA VIRGEN
I077
VII. Negado
"Negado ha San Pedro a mi Hijo por miedo que tuvo de
los judíos, y no lo hubo mayor de mi Hijo glorioso, que lo
ha creado y que lo ha amado entrañablemente, como leal
amador. Y tú, Pedro, que eras un pobre pescador, has ne-
gado a mi Hijo, que es tu honrado dueño y que te ha ele-
gido para que cuidases de todas sus ovejas, de las cuales
te ha constituido pastor. Pedro — dijo la Reina y Señora de
valor — : ¡en tanto trabajo me pusiste por el escaso amor
que demostraste a mi Hijo a causa de un poco de miedo de
la prisión y de la muerte! Ende me lamento y lloro."
VIII. Con los ojos vendados
"Estaba mi Hijo entre los judíos, con los ojos vendados.
Todos le daban golpes, diciendo: "¿Quién te ha herido? Pues
que te haces profeta, adivina la verdad." Mas mi Hijo es-
taba paciente y mesurado, para darnos ejemplo de grande
humildad y de grande paciencia. Por lo que comete grande
pecado quien no toma su ejemplo, que tanto le costó, y
quien no hace cuanto puede para que él honrado sea. ¡Ah,
señores! ¡Cómo estoy triste de que sea tan poco amado mi
Hijo, Dios y hombre, que os ha dado tanto y que por vos-
otros es tan envilecido! ¿No hay nadie de vosotros que se
mueva a piedad?"
IX. Escupido
"Preso está mi querido Hijo, y, por desprecio, todos le
escupían en la cara, cara de Dios y hombre, en donde había
todo bien, en la cual veo echar salivazos, como si fuera mal-
oliente. Ninguno cesaba de escupir en ella, y. tan grande era
la inmundicia que ponían en ella, que, al verla, no me cau-
saba el gozo que solía; y, al no poder, ¡ay de mí!, acercarme
a ella para limpiarla, por poco no moría. ¡Oh cara gloriosa,
que me llenaba de gozo! ¡Cuánto me holgaría de poderos
limpiar!"
1078
PLANT DE LA VERGE
X . De gaut ades
"Per la cara e-d col veig lo meu fil ferir
ab les mans, e nos mou, tan fort ama suffrir!
e s eu, trista, esper quan se,n volran jaquir.
A, cara a qui-s tayn honrament e servir
e c'om a vós deman perdó de son fallir !
Qui en axí vos veu colpejar e aunir
per tant malvat judeu, com se pot abstenir
que no plor e no fassa mant anxós suspir?
A, col tam pacient! com podets sustenir
130 tant espès feriment? ni eu, com puse vivir
vesent-vos per tant hom tant fort envikinir,
ni los judeus malvats no ujar de ferir?"
XI. De escarnir
"A, trista de mon fil ! e com és desonrats
emfre los mals judeus e los hòmens armats
qui rescarnexon com si agués pecats!
A, judeus plens de mal! e no escarnescats
aquel per qui se rets jutjats e blastomats,
lo dia del judici, per so col desonrats;
car adones vos dirá: "Arnats, malaiyrats,
14<> en lo foc enfernal, on tots temps estiats,
car mi eneolpàvets de so d'on sots naf rats" !
A, fil! per pietat, un pauc mi esguardats,
e ab vostre veser a ma pen ajudats,
car en vós escarnir és mon cor treballats."
XII. Despuyllat
"Despuyllat és mon fil e tot quant ha li par:
cel qui és ver seynor de terra e de mar
no ha un petit drap d'on se puscabrigar.
A lassa! Car lo veig en axí nuu estar
e per los fals judeus tant fort vitoperar,
150 ab pauc no pert lo sen, e l cor vol esclatar.
Seynors: aquest vel meu plasa us en el pausar.
E els, com a enics, no m volgren escoltar,
A, fi'l gloriós! pus vos lexats despuyllar,
de vostra innocència vos vuyllats adossar;
car trop ay gran ira dels escarns queus veig far
ni car eu, lasseta, no vos pusc abrassar."
XIII. Ligat
'Trista fuy e marrida, can vi mon fil ligats,
fil qui està seynor de tot quant és creats,
LLANTO DL LA VIRGLN
1079
X. De las bofetadas
"Por la cara y el cuello veo golpear con las manos a mi
Hijo, tan amigo del sufrimiento, que no se mueve, y yo,
triste, aguardo a que les plega cesar. ¡Ah, cara digna de
todo honor y acatamiento, y a la cual deberían los hombres
pedir perdón de sus pecados! Quien así os ve golpear y en-
vilecer por los malvados judíos, ¿cómo se puede abstener
de llorar y de lanzar muchos y ansiosos suspiros ? ¡ Oh cuello
muy sufrido, ¿cómo podéis tolerar tan repetidos golpes?;
y yo. ¿cómo no muero viendo cómo tantos hombres de tal
suerte os deshonran, y cómo los malvados judíos no se can-
san de heriros?"
"¡Ay, triste de mí, por mi Hijo! ¡Cómo es deshonrado
entre los malos judíos y la soldadesca, que le escarnece como
si fuera culpable! ¡Ah, judíos, henchidos de maldad! No
querráis escarnecer a aquel por quien seréis juzgados y
condenados el día del juicio, por cuanto le deshonráis. Pues
entonces él diráos: "¡Id, malditos, al fuego eterno, en donde
estaréis para siempre jamás, por haberme culpado de aquello
de que estáis llagados!" ¡Ah, Hijo!, por piedad, echadme uní.
sola mirada y con vuestros ojos aliviad mi pena, que harto
sufre mi corazón viéndoos tan escarnecido."
"Desnudo está mi Hijo a la vista de todos: aquel que es
verdadero Señor de tierra y mar no tiene un pobre paño
con que cubrirse. ¡ Ay, triste ! Viéndolo así, del todo desnudo,
hecho el ludibrio de los falsos judíos, por poco mi razón no
se desvanece y estalla mi corazón. Señores: plégaos este
mi velo echar sobre él. Mas ellos, como malvados que eran,
no quisieron escucharme. Ah, Hijo glorioso!, pues os dejáis
desnudar, sea de vuestra merced revestiros de vuestra ino-
cencia, que harto atribulada estoy al veros tan escarnecido,
y yo, pobrecita de mí, ¡no poder abrazaros!"
XI. De los escarnios
XII.
Desnudado
XIII.
Atado
"Triste y afligida estuve viendo atado a mi Hijo, Hijo que
es Señor de todo lo que existe. Hijo que nunca cometió culpa
ÍOÒO
PLANT DE LA VERGE
fil qui anc mays no fo falliment ni peccats.
160 Eh axi com aynel que hom ha degollats,
qui en res nos n'és defès, és mon fil suauats
per pendre e ligar, a la lur vOlentats,
los seus brasses tan forts ab un filet delgats.
Mas aysò el sofria per sa humilitats
e car amà honrar ab sa humanitats
la divina natura, qui tant Ta exausats,
que tot quant ha creat a el ho ha donats,
e ab el s'es ajustada en un home deïtats."
XIV. Batut
Estava Jhesú Crist a un pilar ligat,
170 e per dos fort ribauts tam fortment assotat,
que tot lo cuir dels costats li avion levat.
Cridava la doncella: '"A, on és pietat?
A, judeus traydors, e com gran crueltat
està en vostre coratge, ple de gran falsetat!"
Cridava la reina en alts crits a Pilat
que falsament avia son fil a mort jujat,
car en nuyl falliment no-1 avia trobat.
"A, fil ! — dix la doncellas — , e com sots malmenat !
ni com lo meu cor, ab qui-us he tant amat,
180 està en gran dolor e per vós trabayllat!"
XV. Con portà la crou
"De dos grans fusts fo fayt un molt greu bastiment
per so que en el lo meu fil suffris turment:
fayta ne fo la crots on pres recreament
trastot l'humà genre, e, per avilament,
sobre l col de mon fil la posaren vilment.
Com si el fos bastayx, li feren mandament
que el portàs la crou, qui pesava malament ;
e per lo gran pes e per lo batiment
a penes la portava, per l'aflaquiment
190 del seu cors gloriós, de tot mal innocent.
E eu, lassa, a el no pudia laver passament,
e cridava: "Senyors! fayts-lí acurriment."
XVI. Clauellat
"Can mon fil fo "al loc on fo crucificat,
en subines mon fil els agren enversat,
e ab tres claus en la crou molt fortment clauellat,
e de cascuna part cascú clau reblegat
per so que la pena fos en majoritat,
car en vers la terra estava regirat.
LLANTO DE LA VIRGEN
ni pecado. Así como un cordero que van a degollar, que en
nada se defiende ni es defendido, mi Hijo deja mansamente
coger y atar, a gusto de ellos, con un delgado hilillo, sus
tan fuertes brazos. Pero esto sufríalo él por su humildad,
y porque quería honrar con su humanidad la divina natu-
raleza, que tanto le ensalzó hasta darle todo lo creado, y
con ella se ha unido en un hombre Dios."
XIV. Azotado
Estaba Jesucristo atado a una columna y era por dos
sañudos esbirros tan cruelmente azotado, que toda la piel
de sus costados le habían arrancado. Clamaba la doncella:
"¿Dónde está la compasión? ¡Ah, judíos traidores, y cómo
está vuestro corazón lleno de grande crueldad y falsía!"
Clamaba la Reina, a voz en grito, a Pilatos, que injusta-
mente había condenado a muerte a su Hijo, ya que de nin-
guna culpa le había hallado reo. "¡Ah, Hijo — dijo la donce-
lla— , y qué maltratado sois! ¡Cómo mi corazón, que os amó
tan entrañablemente, está por vos en grande dolor y tra-
bajo!"
XV. De cómo llevó la cruz
"De dos grandes maderos fué hecha una muy pesada hor-
ca, a fin de que en ella mi Hijo sufriera el tormento; hecha
fué la cruz, en donde obróse la redención de todo el linaje
humano, y, para afrenta, cargáronla vilmente sobre el cuello
de mi Hijo. Como si fuese un ganapán, mandáronle cargar
con la cruz, que mucho pesaba; y por el grande peso y por
la flagelación y enflaquecimiento de su cuerpo glorioso y
limpio de todo mal, apenas la podía llevar. Y yo, infeliz,
no pudiendo llegarme hacia él, gritaba: "¡Señores!, soco-
rredle."
XVI. Enclavado
"Cuando mi Hijo estuvo en el lugar del suplicio, echáron-
le en tierra, boca arriba, y con tres clavos cosiéronle a la
cruz fuertemente, y remacharon estos clavos de cada parte,
para que la pena fuera mayor, pues que estaba vuelto hacia
1082
PLANT DE LA VERGE
Lo sanc qui n decorria tot era causigat:
200 cascú son peu torçava e era despagat
com al sanc de mon fil l'avia acostat,
sanc qui de font ixia de home deïtat;
e cant eu lo volia baysar era'm vedat.
A, lassa! com no moyr o no m'és ajudat?"
XVII. Coronat
"Per so que al meu fil fos donat gran turment,
e que fos escarnit per trastota la gent,
ab corona d'espines, e cascuna puynent,
coronaren mon fil, quax qui fa honrament
a rey per son regisme, con pren coronament;
210 e cascuria espina entrava tan fortment
per lo cap de mon fil, que tot era sagnent,
e per tota la cara era l decorriment
de la sanc tro als peus; mas l'angoxós turment
que eu, lassa, avia, no és home vivent
B qui lo pogués pensar; car sol l'esgardament
que mon fil me fasia, m'era quax foc ardent."
XVIII. Penjat
"Can dresaren la creu, e mon fil penjar vi, -
en aquel punt un gran colp en mon cor sentí
de tan gran ira, que en pauc no morí:
220 e la sanc e suor que d'aquel cors ixi
reguà lo païment; per qu-eu adones n'aguí
e baysé-lo molt car; mas per so nos partí
l'ira ni la dolor, ans tota m'estremí
can sentí aquel sanc que Déus volc prendre en mi.
Dementre que mon fil penjava en axí,
cascú lo desonrà e cascú l'escarní;
e mon fil callava, e el cap teni enelí:
e al peu de la creu sent Jouan era ab mi."
XIX. COMANA SA MAY RE A SENT JOUAN
Esguardà Jhesú Orist sa mayre e sent Jouañ,
ab esguart angoxós, com a hom angoxan,
e dix a sent Jouan: "Ma mayre te coman:
ella sia en ta guarda de uy més en avan.
E vós, mayre e dona, prenets per fil Jouan."
"Trista! Cant eu ausí que de mi fo coman
cel qui nom lexava nuyPhora, tan ni quan,
adones me sentí sola, e pensé, en estan,
que lo meu fil moria, e que en gran affan
LLANTO DE LA VIRGEN
la tierra. La sangre que de él corría era hollada. Todos lim-
piaban su pie de ella, doliéndose de haberlo acercado a la
sangre de mi Hijo, sangre que salía, como de su fuente, del
hombre Dios. Mas cuando yo besarla quería, me era vedado.
¡Ah, infeliz!, ¿cómo no muero o no me es dada ayuda?"
XVII. Coronado
'Tara darle mayor tormento y para que fuera escarne-
cido por toda la gente, con corona de espinas, y cada una
punzante, coronaron a mi Hijo, como quien hace honor al
rey por su realeza cuando se le corona. Y cada espina pe-
netraba tan hondamente en la cabeza de mi Hijo, que por
todas partes era sangrante, y la sangre le corría por la cara
hasta los pies. Mas el atroz tormento que yo, ¡ay de mí!,
padecía, no hay hombre viviente que imaginarlo pudiese,
que solas las miradas que mi Hijo me daba éranme como
fuego ardiente."
XVIII. Colgado
"Cuando levantaron la cruz y vi a mi Hijo colgado, en
aquel momento sentí mi corazón herido de un golpe tan
rudo de tan grande angustia, que por poco no morí; y la
sangre y sudor que de aquel cuerpo brotó regó el suelo.
Y así, yo entonces pude recoger de ella y besarla muy enca-
recidamente; mas por esto no se mitigó mi pena y mi dolor,
sino que toda me estremecí cuando toqué aquella sangre,
que Dios quiso tomar en mi seno. Mientras que mi Hijo
estaba así pendiente, todos le deshonraron y todos le escar-
necieron. Y mi Hijo callaba, inclinada la cabeza; y al pie
de la cruz estaba conmigo San Juan."
XIX. Encomienda su Madre a San Juan
Miró Jesucristo a su madre y a San Juan con mirada
llena de congoja, como la de un moribundo, y dijo al após-
tol: "Mi madre te encomiendo. Ella esté a tu cuidado de
aquí en adelante. Y vos, madre y señora, tomad por hijo
a Juan." "¡Ay triste! Al escuchar el encargo que de mí hacía
aquel que ninguna hora me abandonaba, ni poco ni mucho,
entonces me sentí sola y pensé, estando en pie, que mi Hijo
moría, mientras que yo seguiría viviendo con grande afán
l'LAM DE LA VERGE
en aquest món viuria, on visquí benanan
en estar ab mon fil, al qual dix, en ploran:
240 a, fil! mena'm ab tu: per mersè, t'o deman."
XX . Abourat
Dementre Jhesú Crist en la creu pendia,
en auts crits cridava que gran set avia,
car tota la humiditat de son cors ixia
en sane e en suor; e, per vilania,
beuratge molt amar, qui a set no valia,
de suja e de fel, vinagre, hom metia
en la sua boca, que mal no deya:
boca dolsa de amor e qui no mentia.
"A, lassa marrida! E com tanta aygua sia,
250 què és so que mon fil, qui tant la volia,
non poc gens aver, pus creada l'avia?
Trista son, car no li-n puse donar aquel dia."
XXI. De la pena que Crist sentia
Sentia Jhesú Crist en la crots gran turment,
per les nafres dels claus e per lo pesament
de la sua persona, car en desjuniment
era d'osses, nervis, e pe l coronament
de cascuna espina, que era trop puynent.
Encara, que avia aytan gran sentiment
de pena e dolor, como fo lo falliment
260 de tot lo humà linatge e li primer parent,
per so que-n fos fayt lo nostre reparament.
Altra dolor avia Crist en son pensament,
can veya sa mayre en tan gran languiment;
e-ncara, que son cors mays que altre era sintent.
XXII. De la pena que sentia nostra Dona
Sentia nostra Dona per son fil grans dolors,
tant que tota estava en suspirs e en plors,
e en axí tremblava com fembra per paors.
Lo seu cors verge tot era en gran sudors,
e lo cor se departia per forsa de langors.
270 Tan gran dolor avia que anc no fo majors:
les sues mans torsia, e cridava: "Seynors!
LLANTO L·L· LA VIRGEN
en este mundo, en donde viví dichosa al lado de mi Hijo,
al cual dije llorando: ¡Oh Hijo!, llévame contigo: te lo pido
por favor."
XX. Le dan de beber
Mientras Jesucristo pendía en la cruz, clamaba en voz
alta que tenía mucha sed, pues toda la humedad de su cuerpo
se derramaba en sangre y sudor; mas, por desprecio, un
brebaje muy amargo, que no era bueno para la sed, de hollín
y de hiél y de vinagre, ponían en su boca, que no decía mal,
boca dulce de amor que no sabía mentir. "¡Ay, dolorida y
triste de mí! Y, como haya tanta agua, ¿por qué mi Hijo,
que tanto la deseaba, no pudo tenerla, habiéndola creado?
Triste estoy porque no se la pude ofrecer aquel día."
XXI. DE LA PENA QUE CRISTO SENTÍA
Sentía Jesucristo en la cruz grande tormento por las
llagas de los clavos y por el peso de su persona, porque des-
coyuntados tenía huesos y nervios, y por el hincamiento de
las espinas, que eran muy punzantes. Había, además, tan
grande sentimiento de pena y de dolor, como fué el pecado
de los primeros padres y de todo el linaje humano, a fin
de que fuera consumada nuestra redención. Otro dolor pa-
decía Cristo en su alma 3, y era ver a su Madre tan profun-
damente abatida, y, además, su cuerpo era más sensible que
cualquier otro.
XXH. DE LA PENA QUE SENTÍA NUESTRA SEÑORA
Sentía nuestra Señora tan agudos dolores por su Hijo,
que no cesaba de suspirar y de llorar, y temblaba como una
mujer muerta de miedo. Su cuerpo virgen bañábase en mor-
tales sudores y su corazón rompíase de tanto penar. Tan
profunda era su pena, que no la hubo mayor. Las sus manos
retorcía y clamaba: ''¡Señores!, de buen grado moriría, pues
3 Aquí, como ya advertimos en la p. 1006, es mayor la analogia
con el poeta tudertano :
Vfkgine. — E i' comencio il corrotto,
Figliuolo, mió diporto,
figlio, chi mi t'ha morto.
figlio mió dilicato?
Meglio avtrieno fatto
che'l cor m'avessin tratto
che ne la croce tratto
starci descüiato.
CRISTO. — Donna, ove sei venutaf
Mortal mi dai feruta,
il tuo pianger mi stuta
pià che il mió cruc'iato.
(Antologia italiana, p. 684.)
PLANI DE LA VERGE
volentera morria, car li gran desonors
e la pena que dats a mon fil, qui amors
lo fan morir en la creu per tuyt li pecadors,
mi costreynen tan fort mon cor ab amargors,
que tot se deslassa e-s bayna en dolors."
XXIII. Com nostra Dona pregava a los àngels que aju-
DASSEN A SON FIL
Levava nostra Dona les mans e-ls uyls al cel,
e n altes vots cridaba a l'àngel sent Miquel,
Serafí, Cherubí, Gabriel e sen Rafael:
280 "Avallats e vejats esta mort tan cruel,
la qual fan a mon fil li malvat infeel,
sens que el no ha colpa, ans ha estat feel
al Payre qui l tramés en mi per Gabriel.
Ve-us e com mor de set, e donen-li de fel
ab suja e vinagre, pus contraris a mel
que no és foc ardent a aygua ni a gel.
A, senyors! ajudats; car anc Caim d'Abel
no ac mays de crueltat com an cest infidel."
XXIV. Com Jhesú Crist comanà la sua ànima al Payre
Cridava lo Seynor, qui moria n la crots,
290 a lo seu Payre déu, e gitava sanglots,
per angoxa de mort que l'auseia per tots:
"O sant Payre, mon Déu ! Vós, qui tan leyal sots,
prenets lo meu espirit, qui mundarà lo pots
d'Adam e los profetes, e deligaràl nots
del pecat original, qui estava en tots.
A, Payre gloriós! vuyllats ausir ma vots,
e perdonats a est layre qui pres de mi és en crots
car en mi se confia que y o lo gart del lots,
on estan li demoni en l'abís mays de sots,
los quals tracten ma mort em fan dir fals mots!"
LLANTO.DE la virgen
1087
el grande deshonor y el tormento que dais a mi Hijo, a quien
amores hácenle morir en la cruz por todos los pecadores,
constriñen mi corazón con tanta amargura, que se deshace
y se empapa en dolores."
XXIII. De cómo nuestra Señora rogaba a los ángeles 4
QUE AYUDARAN A SU HUO
Levantaba nuestra Señora las manos y los ojos al cielo,
y en altas voces decía al ángel San Miguel, Gabriel, Rafael,
y a los serafines y querubines : "Bajad y ved qué cruel muer-
te dan a mi Hijo los malvados infieles, sin tener culpa, antes
bien ha sido fiel al Padre, que me lo envió por Gabriel. Ved
cómo muere de sed, y danle hiél con hollín y vinagre, más
contrarios a la miel que no lo es el fuego ardiente al agua
o al hielo. ¡Ah, señores!, socorred; pues ni Caín tuvo con
Abel mayor crueldad que la que tienen estos infieles."
XXIV. De cómo Jesucristo encomendó su alma al Padre
Clamaba el Señor, que moría en la cruz, a Dios su Padre,
y lanzaba sollozos por la angustiosa muerte que le hacía
morir por todos: "¡Oh Santo Padre, mi Dios! Vos que sois
tan leal, tomad mi espíritu, que limpiará el pozo de Adán
y los profetas y desatará el nudo del pecado original que
estaba en todos. ¡Oh Padre glorioso! ¡Oíd, os ruego, mí voz
y perdonad a este ladrón que está junto a mí en cruz, pues
confía que yo le guarde del cieno en donde están los demo-
nios, en el abismo más profundo, los cuales traman mi muer-
te y me hacen prorrumpir en palabras indebidas!"
4 Es notable en Ramón este trato íntimo de María con los ánge-
les. Y viceversa. Aqní es la Virgen, que se dirige a los espíritus ce-
lestiales. En Hores de nostra Dona, por ejemplo, son los ángeles
quienes se dirigirían a María (ORL, XIX, 196) :
.Senyors àngels : no -us cal pregar
5a reyna, que -ns vulla amar ;
car ella -ns ha tan gran amor,
que no -y ha mcster pregador. ,
E vós, sènyer sent Gabriel,
Michael, Serphim, Raphael,
fayts li'n gràcias e mercès,
car nostra advocada és ;
car si per s'amor no fos,
ja no pogra nepú de nos
fugir a pena infernal
ni haver gausr celestial.
Ello es una bella expresión de la realeza y señorío que, según el
Doctor Iluminado, la Virgen ejerce sobre las falamje- angélicas, de
qúe trata ampliamente en Llibre de Santa Maria .'Mont pel lier, 1200)
y en ,4rbre" de sciència (Roma, 1925), y es, a la vez, una hermosa
prueba de la devoción, por cierto muy franciscana, que el Doctor
Iluminado, llamado también el Doctor ' Arcangélico, profesaba a los
santos ángeles, en honor de los cuales compuso un bello tratado, el
¡Aibrc de àngels (Mallorca, parangonaba por la riqne/a de
su doctrina, al que escribió el Doctor Angélico. .
ioS8
PLANT DE LA VERGE
XXV. De la mort
Estremí's Jhesú Orist e reclamà: "Elí",
qui és interpretat: "Tu qui és Déu de mi",
Déus de la humanitat, la qual el relinquí
en lexar-la morir, mas d'ella nos partí;
mas volc que morís per so que agués fi
l'original pecat que, per la mort, delí.
E, adones, Jhesú Crist espirà e morí:
morí en quan fo home, no en quan fo diví
En lo punt de la mort lo sol s'escureí,
310 e sí-s fe la luna, e-1 temple s'estremí,
Sa mayre qui l vi mort, caer al sol se jaquí,
e dix a la mort: "A, mort! portats-ne mi!"
XXVI. Lansejat
En lo cor de Jhesú estava restaurat
un petit de sanc, per so que calsigat
no fos pels judeus; mas Longí al costat
lo ferí ab la lansa, e hal cor traucat,
d'on ixi aygua e sanc qui an Longí tocat
en los uyls; per què ha son veer recobrat:
e d'aygua e de sanc fol paviment rosat.
320 Maraveylla's Longí, can el vi la clardat.
e de la mort de Crist ac molt gran pietat,
e penedi's fort car l'avia nafrat
E yo, lassa, can vi que Longí fo sanat,
dix als judeus: "Vejats com for avets errat!"
XXVII. Com fo devallat de la crou
Can viren los judeus que Crist fo trespassats,
• cascú lo léxà, e fo acompaynats
de sa mayre e sent Jouan e no d'altre home nats;
lo dol que ambdós fayen no pot ésser contats.
Dementre axí ploraven e mig jorn fo passats,
330 Josep Benamatia, qui era molt privats
de Jhesú Crist estat, demanà a Pilats
lo cors de Jhesú Crist, e ha-l-li altrejats,
sí qu-el e sent Jouan de la creu l'han levats,
e de la douça puella qui lo pres en los brats.
En un nou moniment e tots tres l'an pausats:
ab una nova tela en el l'an soterrats.
LLANTO DE LA VIRGEN
XXV. DE LA MUERTE
Estremecióse Jesucristo y clamó: "¡Elí!", que vale tanto
como decir: "Tú que eres Dios de mí", Dios de la humani-
dad, la cual él abandonó al dejarla morir, mas de ella no se
partió; pero quiso que muriera a fin de que hubiera fin el
pecado original, que borró con la muerte. Y entonces Jesu-
cristo expiró y murió: murió en cuanto fué hombre, no en
cuanto Dios. En el instante de la muerte, el sol se obscu-
reció, e igualmente la luna, y estremecióse el templo. Su
madre, al verle muerto, dejóse caer al suelo, y dijo a la
muerte: "¡Ah muerte!, llevadme también a mí."
XXVI. Alanceado
"En el corazón de Jesús quedaba un poco de sangre, a fin
de que no fuese hollada por los judíos; mas Longinos hirió
el costado con la lanza y abrió el corazón, de donde salió
agua y sangre, que tocaron los ojos de Longinos 5, con lo
cual recobró su vista; y de agua y sangre fué teñido el suelo.
Maravillóse Longinos cuando él vió la luz, y de la muerte
de Cristo tuvo muy grande compasión, y arrepintióse de
veras de haberle llagado. Y yo, infeliz, viendo cómo Lon-
ginos había curado, dije a los judíos: ¡Ved cómo errado
habéis!"
XXVLT. De cómo fué bajado de la cruz
Al ver los judíos que Cristo había muerto, lo abando-
naron, y quedó acompañado de su madre y San Juan, y no
de otro hombre. El llanto que ambos hacían no puede ser
narrado. Mientras así lloraban y hubo pasado mediodía, José
de Arimatea, que había gozado de gran privanza con Jesu-
cristo, pidió a Pilatos el cuerpo de Jesús, y [Pilatos] se lo
otorgó. Así que él y San Juan lo bajaron de la cruz. Des-
pués que la dulce doncella lo hubo tenido en sus brazos 6, los
tres lo pusieron en un monumento nuevo, enterrándolo en
él con una sábana nueva.
5 Huellas de la tradición popular religiosa de la época adviértan-
se en las estrofas del Plaxt df. la Verge. Así, por ejemplo, este
alumbramiento milagroso de los ojos de Longinos, bañados por la
preeipsa sanare de Cristo. El mismo nombre de Longino es legen-
dario. En griego, lanza se dice lonche, y de aquí que al soldado que
traspasó el pecho de Je^ús, la leyenda cristiana le haya llamado Lon-
gino, es a saber, Lancero.
* Este verso :
e la douça puella qui lo pres en sos brats,
viene a ser como un royo de alborada de la Pietà, tema aun no co-
nocido en la iconografía religiosa de la época.
iogo
PLANT DE LA VERGE
XXVTII. Con la reïna se partí de moniment
Maria Magdalena venc al moniment
on trobà la reyna en gran desconsolament,
e sí-s fé sent Jouan, e preguà humilment
340 la puella d'amor que vengués mantinent
a l'ostal, e presés un pauc de recreament.
A! dix la reina: "E tan greu partiment
és aquest que eu fas de mon fil! car no sent
vertut ni forsa, en anant ni en seent."
B, adones, la reyna, donà un baysament
a la peyra del vas, ab tal suspirament,
que en pauc no fo son cor en esclatament:
va-se'n ab Magdalena, en ella sustinent.
XXIX. CON LA CONSOLAVEN" LES IIJ. MARIES
Can amdues foren vengudes a maysó,
350 Maria Cleofàs e Maria Salomó
estaven en la cambra en gran desconsolació.
Can viren la reïna, qui no is dix hoc ni no,
car quax morta estava, mudaren lo sermó
en consolar la reïna, mas no valc pauc ni pro,
car tan gran dol faya que [a] neguna rasó
* que elles li dixessen, no donava responsió,
car pres era de mort per la greu passió
que membrà de son fil, qui a gran tort mort fo.
Esguardava la reïna sa e lla enviró
360 si veuria son fil, rey de la mar e l tro.
XXX. Com sent Jouan consolava nostra Dona
Dementre nostra Dona estava en plorar
e en torsre ses mans e en suspir gitar,
a l'ostal venc Jouan, e volc-la consolar
la reïna que plorava; mas anc nos pot estar
cab ella no ploràs tro que-s volc esforsar;
e dix a la reïna que no volgués membrar
lo seu fil ni sa mort, per so que reposar
pogués un petit car no [o] poria durar.
"A, Jouan! — dix la reïna — : no sabs bé conseyllar,
370 car en membrar mon fil, la mort nom pot sobrar,
e si eu l'oblidava, fallir-m'ia amar;
per qu-eu te prec, fil, que d'el me vuylles parlar."
XXXI. De la fi del "Desconort"
Finit es aquest Plant, qui és tam dolorós
de la Verge reïna, mare dels pecadors,
LLANTO DE LA VIRGEN
logi
XXVIII. De cómo la Reina marchóse del monumento
María Magdalena vino al monumento, en donde encontró
a la Reina y a San Juan en grande desconsuelo, y rogó hu-
mildemente a la doncella de amor que al momento se fuera
a la posada y tomara un poco de alivio. ";Ah — dijo la Rei-
na— , y qué triste separación es esta que yo hago de mi
Hijo!, pues no siento virtud ni fuerza para andar ni para
estar sentada." Y entonces la Reina dió un beso a la piedra
del sepulcro, con tales suspiros, que por poco no estalló su
corazón. Y vase con Magdalena, apoyándose en ella.
XXIX. De cómo la consolaban las tres Marías
Cuando hubieron llegado a la posada, María Cleofás y
María Salomé estaban en la habitación en grande descon-
suelo. Viendo que la Reina no les decía sí ni no, pues estaba
como muerta, cambiaron de conversación para consolarla,
lo que no les valió ni poco ni mucho, pues era tan inmenso
su dolor, que a ninguna palabra de las que le decían no
daba respuesta, pues estaba como muerta al solo recuerdo
de la dolorosa pasión de su Hijo, tan injustamente conde-
nado a la muerte. Y miraba la Reina aquí y allí por el re-
dedor, por si vería a su Hijo, rey de la mar y del trueno.
XXX. De cómo San Juan consolaba a nuestra Señora
Mientras que nuestra Señora estaba llorando, y retor-
ciendo sus manos, y lanzando suspiros, vino San Juan a la
posada, y quiso consolar a la Reina, que lloraba; mas tam-
poco él pudo menos de llorar con ella, hasta que quiso hacer
un esfuerzo y dijo a la Reina que no quisiese recordar a su
Hijo ni su muerte, para que pudiera reposar un poquito,
que no podía sostenerse de aquella manera. "¡Ah, Juan!
— dijo la Reina — , no me sabes aconsejar bien, porque, re-
cordando a mi Hijo, la muerte no me puede vencer, y, si
yo le olvidaba, faltaríame el amor. Así que te ruego, hijo,
que de él me quieras hablar."
XXXI. Del fin del "Desconsuelo"
Acabado está este Llanto, que es tan doloroso, de la
Virgen, reina y madre de pecadores, y quiere que lo canten 7
7 Este anhelo de la Virgen, significado por su juglar, de que to-
dos, grandes y chicos, canten el PLAN?, hace buenas, a nuestro jui-
cio, la^ siguientes palabras de J. S. Pons, refiriéndose al poema lu-
liano : «Córame le drame religieux se de ve lo p pe surtout autour de la
scène liturgique des trois Manes au sepulcre, il se peut qui'il ait été
I092
PLANI DE LA VERGE
lo qual vol que xanton los grans e los menors
la douça doncella qui és dona d'amors.
Per què, eu Ramon Luyl, qui del xant ay dolors,
lo do als uns é als altres, per so que les langors
menbren de nostra Dona, e la gran desonors
380 qUe és fayt a son Fill per prelats e senyors,
car en la Terra Sancta no fan dire lausors;
e si nostra Dona al cel agués dolors,
car tan pauc onram son fil, ara l'agra majors.
A vós, Verge reina, coman est xant d'amors.
LLANTO DE LA VIRGEN
' 093
grandes y chicos la dulce doncella que es señora de amores.
Por lo que yo, Ramón Llull 8, a quien duele este canto, en-
trególo a unos y a otros para que recuerden las penas de
nuestra Señora y los grandes deshonores que hacen a su
Hijo prelados y señores, por cuanto en la Tierra Santa no
hacen decir sus alabanzas. Y si nuestra Señora pudiese
padecer en el cielo, pues tan poco honramos a su Hijo, ahora
sufriría más. A vos, Virgen Reina, encomiendo este canto
de amor.
précédé d'une représentation assez semblable au poème de Lulle.
Le Livre des Cérémonies de la cathédrale Saint Jean de Perpignan
mentionne, pour une date plus récente, il est vrai, l'obligation
qu'avaient les prètres de la communauté de faire la représentation
de Marie Majeure et de Saint Jean Evangéliste et des antres Maties
et de faire cliantcr le plant» (Raymond Lidie et le «Plant de notre
Dame Saintc Marie», en Estudis Universitaris Catalans, XXII [1936],
no).
8 Movidos por esta autocitación, cosa que no vemos nunca en las
obras más antiguas de Llull, en donde el Maestro calla su nombre,
por humildad, usando, en todo caso, frases como éstas : «Un hom
pobre pecador, menyspreat de les gents, colpable, mesquí, indigne
que son nom sia escrit en est libre» (pról. de Doctrina pueril, escrita
cerca de 1272-1275 [ORL, I, 3]), algunos lulistas opinan que la fecha
de la composición del Plaxt, que, según el P. Pascual y la mayoría
de los lulistas, es el año 1275, debiera retardarse en algunos años.
DESCON HORT
Déus amorós: ab ta vertut comensa aquest Desconort
de R. Luyl.
I
Déus : ab vostra vertut comens est Desconort.
lo qual fas en xantan, per so que me'n conort,
e c-ab el reconté lo falliment e-1 tort
que hom fa en vers vós, qui ns jutjats en la mort ;
e on mays mi conort, e meyns ay lo cor fort,
car d'ira e dolor fa mon coratge port;
per què-1 conort retorna en molt greu desconort.
E per aysò estayg en trebay e n deport,
e no ay nuyl amic qui negú gaug m'aport,
10 mas tan solament vós ; per queu lo fax en port
en caent e n levant, e son say en tal sort,
que res no veyg ni aug d'on me vengua confort.
II
Can fuy gran e sentí del món sa vanitat,
comensé a far mal e entré en peccat,
ublidant Déus gloriós, siguent carnalitaf;
mas plac a Jhesú Orist, per sa gran pietat,
que-s presentà a mi .v. vets crucifigat,
per so que 1 remembras e n fos enamorat
EL DESCONSUELO
Este 1 es el Desconsuelo que Ramón Llull compuso en
su vejez, al ver que el Papa y los señores de la tierra se ne-
gaban a acceder a sus reiteradas súplicas en orden a la con-
versión de los infieles.
I
Dios, con vuestra virtud, comienzo este Desconsuelo, el
cual canto para consolarme y para publicar la grande sin-
razón y el agravio que los hombres os hacen a vos, Señor,
que en el angosto paso de la muerte nos juzgáis. Y cuanto
más me consuelo, mayor flaqueza siento en mi corazón, por-
que hago mi alma puerto de enojo y dolor; por lo cual el
consuelo se me trueca en muy grande desconsuelo. Y, así,
estoy en placer, de una parte, y de otra, en trabajo. No ten-
go amigo que me consuele, sino vos solo, Señor, por quien
sufro este gran peso; y, ora cayendo, ora levantándome, há-
llome de manera que no veo ni oigo cosa que pueda darme
aliento.
II
Cuando fui de edad crecida, sentí la vanidad del mundo,
y empecé a hacer mal y a entrar en pecado, y, olvidado del
Dios verdadero, seguí los carnales apetitos; pero Jesucristo,
por su gran piedad, quiso cinco veces aparecérseme cruci-
ficado para que me acordara de él, le amase y procurara
1 Esta.» palabras fallan en los más anticuo» manuscritos, en que
se lee : «Deus amorós : ab ta vertut comensa aquest Desconort
de R. Luyl.»
* 5 En la Vidu coetánea hállase una descripción más minuciosa de
esta quíntuple aparición del Crucificado :
«Raymundus senescallus" mense re.çis Maioricarum, dum iuvenis
àdhuc ifl vanis cantillenis seu carminibus compont-ndis et aliis Utt"
civiis seculi deditus esset nimis, sedebat nocte quadam iuxta lectum
suum paratus ad dictandum et scribendum in suo vuli;ari unam can-
DESCONHORT
tant fort, que eu tractàs com el fos preïcat
20 per tot lo món, e que fos dita veritat ,
de la sua trinitat e con fo encarnat;
per qu-eu fuy espirat e-n tan gran volentat,
que res als no amé mas que el fos honrat:
e adones comensé con lo servís de grat.
III
Can pris a consirar del món son estament,
com paucs són cristians e molt li descreent,
adones en mon coratge ac tal concebiment:
que anàs a prelats e a reys, exament,
e a religioses, per tal ordenament,
30 que se n seguís passatge e tal preïcament,
que ab ferré e fust e ab ver argument
se donàs de nostra fe tan gran exalsament,
que ls infeels venguessen a convertiment.
E s eu aysó tractan, .xxx. ans ha verament,
nou ay pogut obtenir; per què n'estay dolent
tant, que-n plore sovén e-n son en languiment.
EL DESCONSUELO
IOQ7
fuese conocido por todo el mundo, y que la verdad infalible
de la Santísima Trinidad y de la encarnación gloriosa fuese
predicada y enseñada. Y, así, yo me sentí inspirado, y tuve
tan grande amor a Dios, que jamás amé otra cosa sino que
él fuese honrado; y entonces empecé a servirle de buena
voluntad.
III
Cuando después consideré el estado del mundo y cuan
pocos son los cristianos y muchos los incrédulos e infieles,
conmovido mi corazón, me hizo concebir el pensamiento de
acudir a los prelados, reyes y religiosos, demostrándoles los
medios de pasar a los dominios de los moros y cómo con
predicaciones, argumentos y armas se pudiera dar tal en-
salzamiento a nuestra santa fe católica, que los infieles vi-
niesen a verdadera conversión. En este santo negocio me
he ocupado por espacio de treinta años, y en verdad que
nada he podido alcanzar; y por eso estoy tan triste y tan
a menudo lloro, que me veo reducido a grande flaqueza.
tilenam de quadam domina, quam tune arnore fatuo diligebat. Dum
igitur cantilenam predictam meiperet scribere, respiciens a dextris
vidit dominum Iesum Christum tanquam pendentem in cruce ; quo
viso timuit, et relictis que habebat in manibus, lectum suum, ut
dormiret, intravit. In crastino vero surgens, et ad vanitates sólitas
rediens, nichil de visione illa curabat, immo cito quasi per octo dies
postea, in loco quo prius, et quasi hora eadem, iterum se aptavit ad
scribendum et perficiendum cantilenam suara predictam ; cui Domi-
nus iterum in cruce apparuit, sicut ante ; ipse vero tune territus
plus quam primo, lectum suum intrans, ut alias, obdormivit ; sed
adhuc in crastino apparitionem negligens sibi factam, suam lasci-
viam non dimisit ; immo post paululum >uam cantilenam nitebatur
perficere incoatam, doñee sibi tertio et quarto successive diebus in-
terpositis aliquibus Salvator in forma semper, qua primitus appa-
reret. In quarta ergo vel etiam quinta vice, sicut plus creditur, eadem
apparitione sibi facta territus nimium lectum suum intravit, secum
tota illa nocte cogitando tractans quidnam visiones iste tociens ité-
rate significare deberent. Hinc sibi quandoque dictabat conscientia,
quod apparitiones ille nichil aliud pretendebant, nisi, quod ipse mox
relicto mundo domino Iesu Christo ex tune integre deserviret...»
En el texto catalán léese sin titubeos : «... fins que tersament,
quarta e quinta li aparech [nostre senyor Déu Jhesuxrist]» (cf. su-
pra, p. 46 ss.). Las apariciones del Crucificado están representadas
en una de las miniaturas de la vida de Ramón Llull del citado ma-
nuscrito de Karlsruhe.
En Del cunt de Ramon (ORL, XIX, 257), nácese también una
alusión a dichas apariciones :
Jesús me venc crucificat :
volc que Déus fos per mi amat.
DESCON HORT
IV
Dementre que en axí estava en tristor,
e consirava sovén la gran desonor
que Déus pren en lo món per sofraxa d'amor,
40 con a home irat que fuyg a mal seynor,
me n'ané en un boscatge, on estava en plor,
tant fort desconortat, que-1 cor n'eran dolor;
mas per so car plorava, hi sentia dolsor,
e car a Déu parlava, feent a el clamor
car tant pauc exoex li just e l peccador,
adones [c]om lo requiren en tractar sa honor;
car si mays los donava d'ajuda e favor,
pus tost convertirien lo món a sa valor.
V
En axi eu estan en malencolia,
50 esgardé e vi un hom qui venia,
un bastó en sa mà e gran barba avia, .
e en son dos cilici, e qui pauc vestia.
Segons son captener hermita paria
e can fos pres de mi, dix-me què avia,
ni lo dol qu-eu menava, e d'on me venia,
ni si el en res ajudar-me podia.
Es eu respul-li que tal ira sentia,
que per el ni per altre nom consolaria;
car, segons que hom pért, creyx la fellonia.
60 So qu-eu ay perdut, e dir-o qui poria?
VI
—Ramon : dix l'eremità, vós, què avets perdut ?
per què no-us consolats en lo rey de salut,
qui abasta a tot so qui per el és vengut ?
mas aquel qui el pert no pot aver vertut
en ésser consolat, car trop és abatut.
E, si no avets nuyl amic qui-us ajut,
digats-me vostre cor, e què avets aüt,
car, si avets flac cor, o si sots desebut,
bé poria ésser queus fos acorregut
70 per la mia doctrina, tant que si sots vensut,
que-us mostrara a venere vostre cor combatut
de ira e dolor, ab què Déus hi ajut.
EL DESCONSUELO
iogy
IV
Mientras que yo me abandonaba de esta manera a mis
tristes pensamientos, considerando con frecuencia los gran-
des ultrajes que a Dios se hacen en el mundo por falta de
amor, como hombre enojado y descontento que huye de su
mal señor, fuíme al bosque, en donde me puse a llorar tan
desconsolado, que estallaba de dolor mi corazón; mas, llo-
rando, hablaba yo con Dios y hallaba en esto dulzura y re-
medio. Quejábame de que tan poco oiga a los justos y pe-
cadores cuando tratan de su honor divino, porque, si más les
ayudase y favoreciese, más pronto convertirían el mundo
a la fe.
V
Estando así, abismado en honda melancolía, miré lejos,
y vi llegar un hombre con un cayado en la mano, luenga la
barba y vestido de cilicio; y, según su gesto, parecíame er-
mitaño. Y, acercándose a mí, díjome qué causa era la de mi
duelo y de mis lágrimas y si en algo podíame ayudar. Res-
pondí que yo tenía y sentía tal mal, que ni él ni otro podían
darme consuelo; porque el enojo es tan grande, a propor-
ción de lo que perdemos. Y dije que nadie en el mundo po-
día darme ya lo que perdido había.
VI
— Ramón — dijo el ermitaño — : ¿qué habéis perdido?
¿Por qué no os consoláis con Dios omnipotente, el cual a
todas las criaturas es cumplimiento? Quien pierde a Dios
es quien no puede tener virtud de consolación, porque está
muy perdido. Y, si vos no tenéis amigos que os ayuden,
abridme vuestro corazón y decidme lo que tenéis; porque, si
flaqueza de corazón o entendimiento es en vos, bien podrá
ser que por mi doctrina seáis socorrido, y, si os vence la
pasión de ánimo, mostraros he, con la ayuda de Dios, a
vencer vuestra alma combatida por el enojo y dolor.
IIOO
DESCONHORÏ
VII
— N'eremità : s'eu pogués aportar a compliment
la honor que per Déu tracté tan, longament,
no agra re perdut ni n fera clamament,
ans guasaynara tant, que a convertiment
ne vengron li errat, e lo sant Moniment
agren los crestians. Mas per defalliment
d'aquels a qui Déus ha donat mays d'onrament,
80 qui no m volen ausir, e tenen a nient
mi e mes paraules, com hom qui follament
parla, e res fa segons enteniment;
per què eu per els pert tot lo procurament
que fas per honrar Déu e d'òmens salvament.
VIII
Encaraus dic que port un Art general,
que novament és dada per do espirital,
per qui hom pot saber tota re natural
segons qu-enteniment ateyn lo sensual.
A dret e medicina e a tot saber val.
EL DESCONSUELO
IIOI
VII
— ¡Oh ermitaño!: si yo pudiese llevar a feliz término lo
que respecto de Dios tan largamente he tratado, no perdie-
ra yo cosa alguna, ni menos me quejara, antes ganaría tan-
to, que los que viven en las sombras del error vendrían a
convertirse, y los cristianos poseerían el Santo Sepulcro de
Jesucristo. Mas, por culpa de aquellos a quienes Dios honra
más, los que no sólo no quieren oírme, sino que me tienen
a mí y a mis palabras en nada, como a hombre que habla
neciamente y sin discreción 3, pierdo el trabajo que hago por
honra de Dios y bien de las gentes.
VIII
Por eso os digo, ermitaño, que traigo una Arte general *,
que me fué inspirada por el Espíritu Santo, por medio de la
cual puede el hombre saber todas las cosas naturales, según
la comprensión del entendimiento por los sentidos. Sirve
para aprender el derecho, la medicina y todas las ciencias,
5 Parecida queja hará Ramón Llull a un monje en el prólogo del
Arbre de sciència (Roma, 1296), donde se lee : «Sènyer en monge!
Long temps he treballat a encercar veritat, per unes maneres e per
altres, e, per la gràcia de Déu, som vengut a fi e a conexença de la
veritat que tant he desiderada a saber, la qual he posada en mos li-
bres. E car som desconortat, car no puse aportar a fi ço que tant he
desirat e en què he treballat -xxx- anys ha passats, e encara, car
mos libres són poc presats, ans vos dic que molts hòmens me tenen
per fat, car m'en tramet d'avtal negoci...)) (ORL, XI, 4).
Y también en su Cant (ORL, XIX, 258) :
Som hom veyl, paubre, meinspreat ,
no ay ajuda d'ome nat
e ay trop gran fayt emparat ;
gran res ai de lo món sereat ;
mant bon exempli ay donat ;
poc som conegut e amat.
* Especificadamente por esta Arte hase de entender el libro Art
abreujada d'atrobar veritat (Ars compendiosa inveniendi veritatem
seu Ars magna et maior), que se supone escrita en Mallorca cerca
del año 1271, y de la cual dice sabiamente Carreras v Artau : «Obra
capital, aunque no haya sido de las más divulgadas, puesto que
constituye el primer modelo, harto complicado y difícil, del Arte
general luliana. Es el punto de partida para conocer la evolución
del Arte general en su doble proceso de reducción y de perfecciona-
miento lógico. Nosotros, para distinguir esta obra del Ars magna,
gene ralis et ultima, que cierra dicho proceso, la denominaremos
también Ars magna primitiva. Es un artificio lógico, pero de base
y transcendencias metafísicas, cuyo objeto es reducir los conocimien-
tos humanos a un corto número de principios, y, consiguientemente,
expresar todas las relaciones posibles entre las ideas, mediante com-
binaciones figuradas. De esta obra troncal, el autor hace derivar las
diversas Artes particulares.» Cf. Historia de la Filosofía Española. I
1 Madrid, 1939), 28S-289.
Ramón Llull siempre creyó haber recibido su Arte por «.eleste ilu-
minación. De ahí el apelativo de Doctor Iluminado.
1102
DESCONHORT
90 e a theologia, la qual m'és mays coral:
a soure qüestions nuylla art tant no val,
e a destruir errors per raó natural:
e tenc-la per perduda, car quax a hom no cal.
Per qu-eu en plance-n plor, e-n ay ira mortal:
car nuyl home qui perdés tan preciós cabal,
no poria aver mays gaug* de re terrenal.
IX
— Ramon : si vos fayts so que a vós se cové,
en procurar honor a Déu, e a faire bé,
e no sots escoltat ni ajuda no us ve
100 d'aquels qui n'an poder, per tot so no s cové
que siats despagat, car Déus, qui tot ho ve,
vos n'a aytant de grat, com si s complís de se
tot so que demanats; car hom qui bés capté
en tractar sa honor, aconsegueyx en se
mèrit, esmenda e do, pietat e mersè.
Per què fa gran pecat qui en son cor reté
ira ni desconort, faent Déus a el bé
qui-s concorda ab gaug, esperansa e fe.
X
Ramon: de vostra Art no siats consirós,
HO ans en siats alegre e n'estiats joiós;
car, pus Déus la-us ha dada, justícia e valors
la moltiplicaran en leyals amadós;
e, si vós en est temps ne sentits amargós,
en altre temps meyllor aurets ajudadós
tals, qui la apendran, e-n venscran les errors
d'aquets món, en faran molts bons fayts cabalós.
Per què-us prec, mon amic, que conort sia ab vós,
e d'uy mays no plorets contra fayt virtuós;
enans vos alegrats contra fayt viciós,
120 e de Déu esperats gràcia e secors.
XI
Ramon: per què plorats e no fayts bél semblant,
e que vos conortets de vostre mal talant?
E, car no ho fayts, mi fayts ésser duptant
que siats en pecat mortal, tam mal estant;
EL DESCONSUELO
1103
y, asimismo, para aprender la teología, ciencia para mi la
más estimada. No hay otro Arte que tanto valga para re-
solver cuestiones y para destruir errores por la razón natu-
ral; y téngola por perdida, porque casi nadie la entiende ni
la aprecia. Y por esto lloro y estoy en mortal tristeza, por-
que cualquiera que perdiese caudal tan precioso no podría
gozar de cosa alguna de este mundo.
IX
— Ramón: si vos hacéis lo que os toca por la honra de
Dios y por el bien del género humano, y no sois escuchado
ni alcanzáis ayuda de aquellos que pueden ayudaros, por
eso no debéis estar tan descontento. Quien todo lo ve os lo
agradece tanto como si, de hecho, se cumpliera lo que deman-
dáis; porque el que bien procura que a Dios se honre, con-
sigue, en efecto, mérito, piedad y merced. Y por esto peca
mucho el que guarda enojo en su corazón y se entrega al
pesar y al desconsuelo, cuando Dios le hace gracia de un
bien que tanto se aviene con el gozo, la fe y la esperanza.
X
Ramón: de vuestra Arte no tengáis cuidado, antes ale-
graos de ella, que, pues Dios os la dió, justicia y esfuerzo
la multiplicarán en leales amadores. Y si vos ahora por ella
sentís adversidades, vendrá otro tiempo mejor en que ten-
gáis ayudadores tales que la estudien y aprendan y en que
con ella venzan los errores de este mundo y hagan muchos
actos provechosos '°. Por esto os ruego, amigo mío, que os
consoléis, que enjuguéis vuestras lágrimas y que os alegréis
contra los vicios, esperando de Dios merced y socorro.
XI
Ramón: ¿por qué lloráis y no me mostráis alegre y se-
reno el rostro? ¿Cómo no os consoláis en vuestro mal? Du-
dar me hacéis si por ventura, estando vos en pecado mortal,
0 ¿A qué leales amadores de su Arte se refiere e] aulor ?
Ya en vida, Ramón Llull tuvo el presentimiento de que su Arte
sería más apreciada en la Urden de San Francisco que en la de
Santo Domingo, como lo prueban las siguientes palabras de lo Vida
coetánea: «...Sicque Raymundus. mittens pro Fratribus [Predicato-
ribus] illius domus eorum habitu raox indui petiit ; sed fratres prop-
ter prioris absentiam hoc faceré distulerunt. Reversus igitur Ray-
mundus in hospitium suum reduxit ad memoriam quod Fratres Mi-
nores Artem, quam sibi Dominus dederat in monte, plus peraecep-
tando dilexerant, quam Predicatores prefati. Quamobrem sperans,
quod ipsi Fratres Minores efíicacius Artem predictam ad honorem
domini Iesu Christi, et utilitatem sue Ecclesie promoverent, cü,l;i-
tavit, quod ipse dimissis Predicatoribus intraret Ordinein I ratrum
Minorum» (supra p. 58). ELsto sucedería en Genova el año 1292.
ii04
DESCOXHORT
per què siats indigne a far res ben estant;
car Déus no s vol servir per nuyl home en pecant.
E, si no ve a fi so que desirats tant,
no és culpa d'aquels d'on vós anats clamant;
car Déus no vol que vostre fayt vaja en avant,
130 si estats en pecat; car de bé tant ni quant
no pot, hom pecador, d'el ésser comensant;
car lo bé e l pecat en res no són semblant.
XII
— N'ermità: no m'escús que no aja pecat
mortalment, mantes vets, d'on me són confessat;
mas, depús que Jhesú Crist a mi s fo revelat
en la crots, segons que damont vos he contat,
e en la sua amor mon voler confermat,
no pequé, a seient, en nuyl mortal pecat.
Mas poria ésser que per so qui-s passat,
140 cant era ser [cech] del món, amant sa vanitat,
no sia per Jhesú en far bé ajudat;
emperò, si nou era, tort faria e pecat
si no m'ajudava, depús que-1 ac amat
e, per la sua amor, lo món desemparat.
XIII
— Ramon: hom neegligent no sab bé procurar;
e està neegligent, car molt no vol membrar
so que entén acabar- Per què mi fas duptar
que lo públic negoci que tu vols acabar,
ab los molts grans seynors, qui no-t volen ajudar,
150 nos perda per so car molt no lo vols amar;
car ab pauca amor gran fayt nos pot menar;
e, si és pereós, de tu t deus rancurar,
ni de ton falliment no deus altrencolpar,
ni tu, estant ociós, no-t deus desconortar
per altre, mas per tu qui no-t vols esforsar
en far tot ton poder con Déus pusques honrar.
XIV
— N'ermità: vós vejats si eu són ociós
en tractar públic bé de justs e pecados,
car muyller n'ay lexada, fils e possessiós,
160 e -XXX. ans n'ay estat en trebayl e langós,
e -v. vets a la cort ab mies messions
n'ay estat, e encara a los Preïcadors
a iij- capítols generals, e a los Menós
EL DESCONSUELO
II05
seáis indigno de hacer cosa buena, porque Dios no quiere
ser servido por hombre culpable. Y, si no veis realizados
vuestros deseos, no es por falta de aquellos contra los cua-
les dirigís vuestros clamores. Si en culpa estáis, no querrá
Dios que vaya adelante vuestro negocio, pues hombre pe-
cador no puede ser principio de tanto bien, porque el bien
y el mal nunca concuerdan.
XII
— Ermitaño: no digo que no haya pecado mortalmente
muchas veces, pero heme confesado de ello. Desde la hora
en que Jesucristo se me apareció crucificado, según tengo
dicho, y confirmó mi querer con su amor, no caí jamás, a
sabiendas, en pecado mortal. Puede ser que por lo que hice,
siendo ciego y amante de las vanidades del mundo, no me
vea ahora ayudado por Jesucristo en el bien que proyecto;
empero, injuria me haría Dios si no me ayudase, porque le
amo, y por su amor he dejado el mundo.
XIII
— Ramón: el hombre negligente no es buen procurador,
si de lo que quiere acabar se olvida. Por eso me hacéis dudai
del éxito del negocio que tratáis de llevar adelante con los
grandes señores, que, por otra parte, se niegan a ayudaros;
porque con poco fervor no se puede tratar de tan alta em-
presa. Si vos sois flojo, quejaos de vos mismo y no culpéis
a los demás. Y, andando vos tan remiso, no os debéis des-
consolar por la falta ajena, sino por la vuestra, que no
queréis esforzaros en hacer cuanto os es dable por la honra
de Dios.
XIV
— Ermitaño: mirad si, cuando se trata del bien público,
del bien de justos y pecadores, soy en algo negligente; sabed
que dejé por esto esposa, hijos y heredades, y que pasé
treinta años de trabajos y congojas. Cinco veces fui a la
corte romana8, a mis expensas; he asistido a tres capítulos
generales de Predicadores y a otros tres capítulos generales
c Ramón Llull nos dice que ha estado cinco veces en Roma. De
cuatro de ellas consta históricamente: en 1277?, en 1287, en 1290-
1293 y en 1294-1296. La que falta para completar el número de cin-
co la deberíamos poner en 1285.
IIOO
DESLOAHÜKJ
altres tres generals capítols; e, si vós
sabíets què n'ay dit a reys e a seynors,
ni con ay trebayllat, no seríets duptós
en mi que sia estat en est fayt pereós,
ans n'auríets pietat, si sots hom piadós,
XV
— Ramon : tot hom qui vol adur a compliment
170 negú fayt que sia de molt gran estament,
cové que-1 sapia tractar discretament;
mas, si vós no sots home discret ni entenent
segons lo fayt, sin fayts rancurament,
rancurat-vos a tort e sots-ne reprendent
d'aquels qui són discrets, e qui fan sàviament
so qui a fayt bos cové, e a l'exausament
de la fe cristiana. Per quèus conseyl breument
que estiats consolat en vostre defalliment,
consirant que no sots a lo fayt convinent,
180 e estats emfre vós humil e pacient.
XVI
— N'eremità: eu no só de tal discreció
c-a fayt tan cabalós abastas ma raó;
e si eu, ignorant, vas el fas fallió
per sofrayta d'entendre e car discret no só,
segons que-1 fayt es gran, per so vuyl compaynó
quil m'ajut a complir; mas nom val pauc ni pro
requerir compaynia, ans són sol a bandó ;
e, can los guart en la cara e-ls vuyl dir ma rasó,
no-m volen escoltar, ans dient que fat só
190 los de més, per so car los dic aytal sermó.
Emperò al judici parrà qui ha discreció,
e qui de sos peccats atrobarà perdó.
XVII
— Ramon: home avar can vol negú fayt far,
so que volria no ho sab acabar.
On, si vós sots avar e no volets donar
del vostre, per so que Déus poguéssets honrar,
de vostra cobeitat vos deuríets clamar,
EL DESCONSUELO
II07
de Menores 7 ; y, si supieseis lo que he dicho a reyes y a
grandes señores y cuanto he trabajado, no dudaríais de mi
constancia ni me tuvierais por negligente en este negocio;
antes me compadecierais, si es que sois hombre piadoso.
XV
— Ramón: el hombre que quiere llevar a feliz término
una empresa de tanta importancia, conviene que con dis-
creción la haga comprender. Mas, si vos no sois tan dis-
creto y sabio como el negocio requiere, y, al mismo tiempo,
venís con quejas, con injusticia os quejáis de los que, obran-
do con prudencia y sabiduría, hacen lo que pertenece y lo
que conviene a la exaltación de la fe cristiana. Por eso,
brevemente os aconsejo que os consoléis con vuestra falta,
pensando que a tal empresa no sois bastante, y habed en
vos humildad y paciencia.
XVI
— Ermitaño: si tan poco discreto soy, que mi razón no
baste a cosa tan provechosa; si yo, en mi ignorancia, falto
por defecto de entendimiento y discreción, por eso demando
compañeros que me ayuden en la empresa; mas no los puedo
hallar, ni pequeños ni grandes, antes me encuentro solo y
desamparado. Y, cuando les miro cara a cara y les quiero
exponer mis razones, no me quieren escuchar, y los más
me dicen que soy necio cuando les explico mi proyecto. Mas
en el día del juicio se verá quién ha sido discreto y quién
alcanzará perdón de sus pecados 8.
XVII
— Ramón: hombre avaro no puede dar cumplimiento a
lo que quiere. Por esto, si vos sois codicioso y no consentís
en dar de lo vuestro por honra de Dios, quejaros debéis
7 Lo^ tro capítulos generales de los Dominicos son : el de Mont-
pellier (12S3), el de Bolonia (1285) y el de París (1286). A los dos
primeros alúdese en el Blanqucrna, capítulos 90 y 86, respectiva-
mente. Los capítulos generales de los Menores serían el de Mont-
pellier (1287' el de Rieti (1289) y el de Asís (1295).
8 Palabras mucho más fuertes profiere Ramón Llull en su Líber
de fine (Montpellier, 1305) : «... et hinc, in die iudicii, me excusabo
coram supraemo iudice, sic dicendo, et etiam cum dígito demons-
trando : Domine iudev iuste, ecce ÍUOS personaliter, quibus dixi, et
per scripta, ut melius potui, demonstravi modum per quem, si vo-
luissent, potuissent convertere infideles, et reducere ad nostrae fidei
catholicae unitatem, recuperando vestram praetiosam sepulturam
unacum civitate Ierusalem, Terram Sanctam. Tune super ipsos iu-
dicium quale erit non est mihi licitum scire, solum illi pertinet, qui
scivit omnia ab aeterno...» (Palmae Balear., 1665), 5-6.
no8
DE SCONHORT
car ella vos enpatxa el bo fayt procurar;
o, si dar no podets, paupertat pot estar
200 contra vostre negoci, e deuríets pensar
que-ls seynors mays s'aclinen, per donar que preycar,
a los precs que hom los fa. Per què-us vuyl conseyllar
que, si donar podets, pensats tost del añar;
car per donar porets tota res acabar.
XVIII
— N'ermità: certs siats que anc mays cobeytat
de deners ni d'onors a mon coratge plac,
e en aquest negoci de mon patrimonat
ay tota ora despès e n'ay tant larguejat,
que li meu infant n'estan en paupertat;
210 per què de avarícia nom tem ésser reptat;
ni donar eu no puse a los hòmens de grat,
car no so home ric ni seynor de ciutat;
per què de so d'on m'encolpats, m'ajats escusat;
ans si eu fos seynor d'enperi o regnat,
tant del meu hi donara tro que fos acabat:
mas home qui pauc dóna no és bé escoltat.
XIX
— Ramon: vana glòria si fa a hom amar,
per so que hom fassa de si les gens parlar,
diens de hom lausor, per so que ls sia car,
220 e que-1 amen el honren en sovín nomenar.
On, si vós trebayllats per vós meteyx lausar,
erguyl e vana glòria vos fan tant menysprear
a cels ab qui volets vostre fayt acabar,
que no-us deynon veer ni.us volen escoltar;
car nuyl fayt tan honrat, vil hom no deu menar,
e tot hom és vil qui estiy en pecar
e qui mays que no s tayn se vuylla far honrar.
Per què de vostre tort no vuyllats altr encolpar.
XX
— N'eremità: eu no say per qual entén ció
230 avets de mi tanta mala cogitació;
car ans deu hom a ver bona presumpció
de hom que no coneyx, que mala opinió.
É com no vos pensats que a fayt qui-s tam bo
se pusca tot donar home qui pauc ni pro
no vayla en lo fayt? Car si eu tot mal só,
segons que ho requer natura e rasó.
EL DESCONSUELO
II09
tan sólo de vuestra avaricia, porque ella os impide hacer
la buena obra. Y, si nada podéis dar, la pobreza puede con-
trariar vuestro intento, porque habéis de tener presente que
los grandes señores más se inclinan por dádivas que por
palabras o por ruegos. Por esto os digo que, si tenéis algo
que dar, vivid persuadido que presto será la ida, porque
dando podréis llevar a cabo cuanto quisiereis.
XVIII
— Ermitaño: estad seguro de que codicia de dinero y de
honra en mí nunca halló cabida; muy al contrario, he siem
pre gastado en este negocio de mi caudal con tanta largueza,
que por esto mis hijos quedan empobrecidos, por lo que
no debéis calificarme de avaro. Ni podría yo dar mucho a
los hombres, porque no soy rico ni señor de villas y ciu-
dades. Así, pues, no me inculpéis, antes tenedme por excu-
sado. Y os aseguro que, si empuñaran mis manos cetro de
reino o de imperio, no dejaría de dar hasta que fuese aca-
bada la empresa. Pero hombre que poco da no es oído.
XIX
— Ramón: la vanagloria hace tener al hombre mucho
amor propio, y le hace trabajar para que de él se hable y
pregone la fama sus alabanzas, y le estimen y honren, y
le tengan las gentes en su memoria. Si vos trabajáis por
honra propia, la soberbia y la vanagloria tanto os rebajan,
que ni se dignarán miraros las gentes ni escucharos, porque
hombre vil no debe tratar cosa de tanta honra. Y vil es y
está en pecado quien más gloria quiere que la que le per-
tenece. Por esto, de vuestra sinrazón no queráis a nadie
culpar.
XX
— Ermitaño: yo no sé por cuál intención me tenéis vos
en tan mal concepto; porque de hombre no conocido, antes
se debe presumir bien que mal. Pero ¿ por qué no creéis que
para hecho tan bueno se pueda encontrar hombre de mucho
valer? Si, según imagináis, yo fuese mal hombre en todo,
razón y naturaleza me aconsejaran lo contrario de lo que
IIIÓ
DESCONHORT
tractarà lo contrari; e, si Déus me perdó,
anc mays en mon coratge entenció no fo
que per aver lausor parlas d'aytal sermó;
240 car en hom pecador nuyl laus pot ésser bo.
XXI
— Ramon: per aventura vós no sots conegut,
e per so podets ésser en lo fayt desebut;
car nuyl tresor qui sia en terra escondut
no s cové que sia desirat ni volgut.
On, si vostre saber no és apersebut,
co us pensats que per so ne siats creegut ?
mas mostrats so que sabets, per so que vos ajut
vostra Art e saber; car hom desconegut
no ha, per ignorància, honrament ni vertut.
250 E si vós, mon amic, arnats de hòmens salut
e de Déu honrament, e que no sia perdut
vostre saber, fayts tant que sia conegut.
XXII
— N'ermità: cous pensats queu tal saber celàs,
ab lo qual home nostra fe en provàs
a los hòmens errats, per so que los salvàs
Déus, lo qual tant desir que tot home l'amàs?
ans siats segur que de mostrar en son las.
Mas si hom en mos libres fortment estudiàs,
e que per altre saber en res no-ls oblidàs,
260 jon fóra conegut; mas com gat qui passàs
tost per brases los ligen: per què ab els no fas
quax res de mon negoci ; mas, si fos qui ls membràs,
e qui los entesés, e que en els no dubtàs,
hom pogra per mos libres posar lo món en bon cas.
XXIII
— Ramon: tot so que dic fas per vós conortar;
mas, pus no-us volets abstenir de plorar,
porà ésser que men vuylla enujar.
Emperò escoltats, e vejats si s pot far
so que vós demanats al papa; car no par
270 que sia possíbol la nostra fe provar,
ni que home pusca tals hòmens atrobar
qui si mateyxs se donen a marturiar
a los .mals sarraïns, per els a preïcar.
On, per so vós, amic, nous devets maraveyllar,
si-1 papa e-ls cardenals nous volen atorgar
so que les demanats, pus que no s pusca far.
EL DESCONSUELO
1 1 I 1
hago. Así Dios me perdone como nunca en mí hubo inten-
ción de hablar de este negocio por alabanza mía, la cual
no parece bien en hombre pecador como yo.
XXI
— Ramón: por ventura vos no sois bastante conocido, y,
por eso, en el negocio pudierais ser engañado. Ningún tesoro
oculto debajo de la tierra puede ser deseado ni querido. Por
eso, si no conocen las gentes vuestra ciencia, nunca se os
tendrá por lo que sois. Mostrad lo que sabéis; mostrad vues-
tra Arte y ciencia, y os darán ayuda, porque hombre no
conocido no es honrado ni reputado. Y si vos, mi amigo,
amáis la honra de Dios y la salud de los hombres, haced
que vuestra ciencia se extienda, a fin de que no se pierda.
XXII
— Ermitaño: ¿cómo pensáis que yo esconda tal ciencia,
cuando con ella se puede incontestablemente probar nuestra
fe? ¿Cómo pensáis que la oculte a los hombres errados, que
por mi saber pueden alcanzar la salvación de Dios, a quien
quisiera que tanto amasen? Aseguraos que estoy cansado
ya de enseñar. Y si los hombres muy de veras estudiasen
en mis libros y por otra doctrina no los olvidaran, yo fuera
conocido; pero léenlos algunos como gato que pasa por bra-
sas encendidas; por eso casi nada alcanzo con ellos en este
negocio. Mas, si hubiese algunos que de mi Arte se acorda-
sen y la comprendiesen y en nada de ella quedasen dudosos,
podríase por mis libros poner el mundo en buen estado.
XXIII
— Ramón: dígoos lo que os digo para consolaros; mas,
si no queréis dar fin a vuestro llanto, no es extraño que me
canse. Escuchad, y mirad bien si lo que demandáis al Sumo
Pontífice puede llevarse adelante; porque imposible me pa-
rece demostrar con razones nuestra fe, y que se hallasen
hombres de tanta abnegación, que se ofrecieran a padecer
el cruel martirio que los malvados infieles les dieran en su
predicación Por esto, amigo mío, no os debéis maravillar
si el Papa y los cardenales no os quieren conceder lo que
pedís, puesto que es imposible.
III2
DESCONHORT
XXIV
— N'ermità: si la fe hom no pogués provar,
doncs los crestians Déus no pogra encolpar
si a los infeels no la volon mostrar,
280 e ls infeels se pogren per dret de Déu clamar,
car major veritat no lex-argumentar,
per so que l'enteniment ajut a nostre amar,
com mays am trinitat e de Déu encarnar,
e a la falsetat mays pusca contrastar.
Escrit ay lo Passatge on ay mostrat tot clar,
com lo sant Sepulcre se pusca recobrar,
e com hom atrob hòmens qui vajen preïcar
la fe, sens paor de mort, e qui ho sabion far.
XXV
— Ramon: si hom pogués demostrar nostra fe,
290 hom perdria mèrit; e, per so, nos cové
que-s pusca demostrar, pus que sen perdés bé;
car en perdre lo bé, fóra lo mal, de se,
causa al demostrar, qui contra l mèrit ve,
lo qual hom ha per creure veritat, que no s ve
per forsa d'argument, mas solament per fe.
Encara, que-1 entendre humà gens no conté
tota la veritat de Déu, qui infinida-s manté
tant, que causa finida tota ella no té.
Per què vostra rasó no par que valia re,
300 e car no-us consolats, fayts so que descové.
EL DESCONSUELO
II 13
XXIV
— Ermitaño: si no fuese posible probar nuestra fe 9, fno]
pudiera Dios culpar a los cristianos si no la demostrasen a
los infieles, los cuales se podrían quejar justamente de Dios
si no permitiera que la mayor verdad se probase, para
que el entendimiento ayude a amar la Santa Trinidad, la
Encarnación y los otros artículos; y entendiéndolos puede
el hombre mejor resistir a la falsedad. Escrito tengo, ade-
más, [el Pasaje 10, en donde he] demostrado claramente el
modo como el Santo Sepulcro se puede recobrar y el medio
de hallarse hombres que supieran predicar la santa fe sin
temor de la muerte.
XXV
— Ramón: si el hombre pudiese demostrar nuestra fe.
perdería el mérito de la fe; y por eso no conviene que se
pueda demostrar, pues perdería aquel bien, y, perdiéndose
aquel bien, sería tal demostración causa de mal, contrario
al mérito que se gana creyendo la verdad, no por fuerza de
argumentos, sino por la fe. Y aún más, os digo que el en-
tendimiento humano no comprende todas las verdades de
Dios, las cuales son infinitas; pues cosa finita no las puede
contener todas. Por lo cual, vuestra razón es nula, y,, no
consolándoos, hacéis lo que no es debido.
. ^TWI
• Recuerde el lector lo que acotamos en el Blanqucrna (t>. 26a.
nota i . v p. ^93, nota 2) v lo que subravó igual mente el P. Batllori
en el Fèlix fp. 620, nota ti) sobre el sentido y alcance de las razones
necesarias de Llull en orden a los misterios revelados. Que son ra-
zones o argumentos de conveniencia lo confirman los siguientes ver-
sos de las estrofas 25 y 26. respectivamente :
Encara Que -l entendre humà gens no conté
tota la veritat de Déu, qui infinida -s manté,
tant, que causa finida tota rila no té...
... e si bé;s pot provar [la fe], no -s segueyx Que creat,
contenzua e com preña tot lo ens increat,
mas Que -n entén avtant, como a el se «n és dat
per so oue hom aja plena de Déu sa volentat, •
son membrar e entendre, poder e bontat.
Las razones que el Doctor Iluminado llama necesarias significan
solamente un esfuerzo poderoso de la razón humana para servicio de
la fe catóüca, para que el entendimiento avude a amar la Santa Tri-
nidad, la Encarnación y los otros artículos y pueda resistir a la fal-
sedad (estrofa 24) :
Per so Que l'enteniment aiut a nostre amar.
con mavs am trinitat e de Déu encarnar,
e a la falsetat mays pusca contrastar.
•• 10 Aquí corregimos la versión castellana, que reza así : «Escrito
tengo además y demostrado claramente el modo...» Este Llibre
del Passat zc (Liber de transitu) desgraciadamente se ha perdido.
Anteriormente al año T2qq. en qne, como dijimos, se supone es-
crito el Dfsconhort, Rainófl Llull había escrito las siguientes obras
^obre la cruzada v las misiones : i.° De epístola Sumnio Pontifici
iii4
DESCONHORT
XXVI
— N'ermità: si hom fos a si meteyx creat,
so qu-entenets provar contengre veritat;
mas, car Déus creà home, per so quen sia honrat,
qui és pus noble fi e ha mays de altetat
que la fi que hom ha en ésser gloriejat,
no val vostra raó; es ja damunt provat,
que la fe-s pot provar, si bén avets membrat;
e, si be s pot provar, no s segueyx que creat
contengua e comprena tot lo ens increat,
310 mas que-n entén aytant, com a el sen és dat,
per so que hom aja plena de Déu sa volentat,
son membrar e entendre, poder e bontat.
XXVII
— Ramon : com vós pensats que hom per preïcar
pusca los sarraïns adur a batejar,
car segons que Mafumet ha volgut ordenar
que aquel qui-n diu mal no pusca escapar,
e que ses raons hom no vuylla escoltar?
Per què a mi no par utilitat l'anar.
Encara, que home no sabria parlar
320 lenguatge arabesc; mas per enterpretar
no poria per res ab els molt enansar;
e sM lenguatge.pren, poray trop trigar.
Per què [a] vós consel que anets Déu preguar,
e n una alta montanya ab mi Déu contemplar.
XXVIII
— N'ermità: .ls sarraïns són en tal estament,
que aquels qui són savis, per forsa d'argument
no creen en Mafumet; ans tenen a nient
l'Alcorà, per so car no visc honestament.
Per què aquels venrien tost a convertiment,
330 si hom ab els estava en gran disputament,
pro rccitpcratione Terrae Sanctae, denominada también Libcr dc
cònquisitione Sancti Sepulchri y Dc modo convertendi infideles et
recHperandi Terram Sanctam (Roma, 1200). Inédito. Es un memorial
presentado al Papa Nicolás IV en la citada fecha. 2.0 Petitio Ray-
mundi pro conversione infidelium ad Caelestinum V (Nápoles, 1204),
que se inserta generalmente al final del Libcr de quinqué sapicnti-
bus. 3.0 Y quizás también Petitio pro conversione infidelium (Ro-
ma, 1295-1296), dirigida al Papa Bonifacio VIH, como muestran las
primeras palabras : «Advertat sanctitas vestra, sanctissime pater,
domine Bonifaci papa.» Para más indicacion.es bibliográficas de estas
obras cf. Carreras y Artatt, 1. c„ p. 324.
EL DESCONSUELO
ÏU5
XXVI
— -Ermitaño: si el hombre fuese criado para sí mismo,
fuera verdad lo que decís; mas como Dios crió al hombre
para que le honrase, lo cual es más noble y más alto fin
que la gloria que el mortal anhela procurarse, sigúese que
vuestra razón nada vale. Y tengo ya manifestado que la fe
se puede probar, si lo recordáis; y, aunque se puede probar,
no se deduce de aquí que la cosa creada contenga ni com-
prenda la cosa increada; pero entiéndese tanto cuanto le
es concedido, para que el hombre reciba de Dios plena gracia
en el entender, memorar, poder y querer.
XXVII
— Ramón: ¿cómo pensáis que pçr la predicación pu-
diese el hombre conducir los moros al bautismo? Según la
ley que Mahoma dejó escrita, les está prohibido disputar
con los cristianos, y debe ser penado quien mal dijere de la
ley mahometana. Y por eso me parece que no fuera muy
útil ir allá. Además, no sería fácil encontrar hombres que
supiesen el idioma arábigo, y poco se alcanzaría si tuviesen
que valerse de intérpretes. Si algunos hubiera que quisiesen
aprender aquella lengua, tardarían mucho en saberla. Por
lo mismo, os aconsejo que nos vayamos los dos a una alta
montaña para contemplar a Dios.
XXVIII
— Ermitaño: en tal estado se hallan los moros, que mu-
chos de sus sabios por razón natural no creen en Mahoma,
antes hacen muy poco aprecio del Alcorán, porque Mahoma
vivió deshonestamente. Por este motivo, no fuera difícil la
conversión de aquéllos si les patentizasen con buenos argu-
mentos las verdades de nuestra fe; y después los converti-
dos reducirían el vulgo a la misma creencia. Ni es cierto,
11 Ramón Liull habla por propia experiencia. Volviendo de sus
primeras peregrinaciones a Mallorca (1263-1272), compró un esclavo
moro, y de él aprendió el cárabe, lengua en la cual escribió algunos
de mis libros, que luego tradujo al catalán, entre ellos la enorme en-
ciclopedia ascética Llibre de contemplació (Mallorca, 1272).
1 110
DESCÜNHORT
e la fe los mostrava per forsa d'argument,
e aquels convertits, convertrien la gent;
en apendre lur lenguatge hom no està longament,
ni no cal com blastom Mafumet mantinent.
E qui fa so que pot, lo sant Spirament
fa so que a el cové, donant lo compliment.
XXIX
— Ramon: cant Déus volrà que-1 món sia convertit,
adones darà los lenguages, per lo Sant Espirit,
e convertirà lo món, segons que avets ausit
340 de Crist e dels apòstols, d'on és fayt mant escrit;
e aquel convertiment serà per tot lo món sentit
tant, que-n -j. ovili seran li hom unit,
lo qual mays no serà en est món departit ; •
e aquel serà nostre e per Déu estabilit,
e ja mays nuyl pecat no serà consentit;
e car en aquest «temps cascú hom ha fallit
tam fortment, que no vol que sia exibit
Déus a far en el miracles, pus que tant Tan aunit.
XXX
— N'ermità: en tots temps ama Déus veritat,
350 e vol ésser per home conegut e amat;
e, per so, en tots temps ha home libertat
en far bé e no mal; e seria forsat,
si, en est temps en qui som, no avia potestat
en tractar honrament a Déu, e caritat
a son proxme aver. Per qu-eu no son pagat
de so que dit avets: e avets gran pecat
en so que affermats, que tot hom és ligat,
en est temps hom no pot convertir li errat,
ni per Déu no pot ésser a sa honor ajudat.
360 Per què-n lo vostre parlar estag desconsolat.
XXXI
— Ramon: molt meyllor sen és qui sab retenir
so que ha guasaynat, que anar convertir
los Sarraïns malvats, con no volen ausir;
per ca los crestians deu hom tant de bé dir
de Déu, en preïcant, que ls fassa Déu servir.
Encara, com no sab si bé se pot seguir
d'anar als sarraïns; car poria-y fallir,
en tant que hom volguessen destruir;
e so que mays és, que no porien esdevenir
EL DESCONSUELO
1117
además, que se necesite mucho tiempo para aprender la
lengua arábiga u, ni es necesario decir, desde luego, mal
de Mahoma. Y a quien hace lo que puede, el Espíritu Santo
le ayuda y da cumplimiento a su buen propósito.
XXIX
— Ramón: cuando Dios quiera la entera conversión del
mundo, entonces dará las lenguas por el Espíritu Santo
para predicar, así como sucedió con los apóstoles de Jesu-
cristo, según queda escrito; y será oída la predicación por
todo el orbe, y todos los hombres estarán unidos en una
misma fe, la cual jamás será en este mundo disipada, y
jamás el pecado consentido. Mas ahora no hay hombre íor-
tal que no tenga faltas; por eso Dios no los quiere oír.
XXX
— Ermitaño: Dios siempre quiere que el hombre le ame
y conozca la verdad. Por esto le ha dado el libre albedrío,
así para hacer el bien como para dejar de practicar el mal;
y forzado obrara si en nuestros tiempos no pudiese amar
a su prójimo y a Dios, procurando su honra. Así, pues, lo
que decís no me satisface, antes pecáis mucho al asegurar
que todas las cosas están ligadas, que en la actualidad no
es posible la conversión de los infieles, y que Dios no puede
ayudarles en el negocio de su honra. Por lo cual, vuestro
hablar mucho me desconsuela.
XXXI
— Ramón: mucho mejor es conservar lo que se ha ga-
nado que ir a convertir los malvados sarracenos que no
quieren entrar en razón. Por eso vale más que cuidemos de
los cristianos, manifestándoles las excelencias de Dios por
medio de la predicación del Evangelio, a fin de que quieran
hacerse sus leales servidores- Además, ¿quién sabe si se lo-
graría el bien que pensáis con respecto a los infieles? ¿Quién
sabe si ellos pervirtieran a los que les predicasen? Y lo
peor es que ellos nunca fueran buenos cristianos, porque
iii8
DESCONHORT
370 nuyl temps bons cristians, car no-s poden partir
de so que an acostumat. Per què us plassa jaquir
vostra ira, e mudats alor vostre desir.
XXXII
— N'ermità: si fossen pauc li preïcador,
e li clergue seglar e li frare menor,
e ncara li monge, tant abat e prior,
so que vós en deïts fóra conseyl meyllor.
Mas car en nostra fe ha mant hom de valor,
qui desiren morir per far a Déu honor,
e qui poden abastar e a nos e a lor,
380 per so ay desplaer ; car cels qui són major
no fan so que deven en dar de Déu lausor.
El si ls payres convertits no an a la fe amor,
auran ho lurs infants. E deïts gran follor,
car nul hom no pert, si mor per son creador.
XXXIII
—Ramon: segons que aug dir, mant hom és anat
preïcar als tartres e pauc an enansat,
e ncara als sarraïns: d'on son maraveyllat
can axí estats forts en vostra volentat;
car de tot fayt on hom se sia fadigat,
390 e majorment con tantes vets l'aja-ssajat,
se deu tot hom partir, pus que sia-ssenat,
e, si no sen parteyx, fa-se'n tenir per fat.
Per què us conseyl, germà, que ajats pietat
de vostre cors meteyx, que tant avets ujat,
e estats en un loc on sia reposat,
e de vostres dampnatges estiats consolat.
XXXIV
— .N'ermità : cel qui vol molt servir e honrar
son bon seynor, no se'n deu per nuylla re laxar,
ni d'el a servir no s deuria enujar.
400 E, car en vostre cor ha fretura d'amar,
no sabets vós meteyx ni altre conseyllar;
car, si hom en un temps no pot son fayt acabar,
poràl acabar en altre, si ho sab bé menar:
e qui bon fayt comensa no l'a a comensar,
e si ls primers fan pauc, los altres poran molt far
Per què us prec per mersè quem lexàssets estar;
car no m par que ab vós pogués res guasaynar,
ans on mays me dïets, mays me fayts entristar.
EL DESCONSUELO IHy
no es fácil que se olvidasen de su creencia y de sus costum-
bres. Así, pues, dejad vuestro enojo y trocad ese deseo en
cosa mejor.
XXXII
— Ermitaño: si los religiosos, predicadores, menores,
clérigos, seglares, monjes, abades y priores fuesen pocos,
sería más prudente y acertado lo que me decís- Mas en nues-
tra santa religión cristiana hay muchos hombres valerosos,
dispuestos a morir por la honra de Dios, y ellos bastan para
nosotros y para los infieles; por esto duélome de que los
príncipes de la fe cristiana no hagan lo que deben por la
gloria del Supremo Ser. Si los moros convertidos no tienen
fe verdadera y de corazón, sus hijos la tendrán. Así, pues,
errado andáis, porque nada pierde quien muere por su
Criador.
XXXIII
— Ramón : oigo decir que muchos han ido a predicar a
los moros y a los tártaros y han aprovechado poco. Mara-
villóme, pues, de que tan recio persistáis en vuestro pro-
pósito; porque en cosa por otros tentada, y de que se nap
fatigado, no debe el hombre empeñarse, y si permanece
firme en su propósito, da pruebas de poco juicio. Por esto
suplicóos, hermano, que de vuestro mismo cuerpo, tan can-
sado, hayáis piedad, y retiraos en un lugar donde podáis
reposar y os remediéis de los daños que habéis experi-
mentado.
XXXIV
— Ermitaño: el que de veras quiere servir y honrar a su
buen señor, por ninguna cosa debe dejarse ni cansarse de
bien servirle. Por la falta de amor que hay en vuestro co-
razón, no os sabéis consolar a vos mismo ni a otro. Lo que
no es dable en un tiempo llevar a cabo, si bien se sabe ges-
tionar, en otro se podrá hacer: a quien empieza buena obra,
no le queda por hacer tanto, y si los primeros hacen poco,
los otros podrán hacer más. Así. pues, os ruego, por mer
ced, que me dejéis, ya que en vos no puedo cosa alguna
alcanzar, que mayor tristeza me causáis cuanto más me
decís.
1120
DESCONHORT
XXXV
Ramon senfelloní, e no volia ausir
410 l'ermità, quil pregava con se degués jaquir
de l[o] dol que menava, e comensà a dir:
"Senyor Déus gloriós! Ha al món tal màrtir
com aquest que sostenc, con tu no pusc servir?
Car no ay qui m'ajut, com pusca romanir
esta Art que m'as dada, d'on tant de bés pot seguir,
la qual tem que sia perduda, après lo meu fenir;
car nuyl hom no la sab bé segons mon albir,
ni eu no pusc forsar nuyl hom d'ella ausir.
A, las! Si ella-s pert, a tu què poray dir
420 qui la m'as donada per ella enantir"?
XXXVI
— Ramon: li philòsof qui foren antigament,
d'esta Art, que tu as, no agren coneximent;
per què par que no sia de gran profitament;
e, si ella fos vera, fóra en lo comensament
per los filòsofs atrobada; car lur enteniment
fo pus alt que lo teu. Emperò si eu ment
e que lajes aüda de Déu, fas falliment,
con tems c aprés ta mort ella vingua a nient;
car tot so que Déus dóna ve a bo compliment.
430 Encara, que-ls antics, dementre eren vivent,
les arts que fayen no agren exalsament,
enans són exalsades per li altre conseqüent.
XXXVII
Consolar-se volc Ramon, emperò felló fo,
can ausí que l'ermità avia opinió
que li filòsof antic, en los quals fe no fo,
sien estats comensament de tot so qui és bo
a conèxer Déu, trinitat, e encarnació;
car nuyl filòsof antic no ac opinió
que en Déu fos trinitat, ni ab hom unió,
440 ni la obra que Déus ha en si per producció
no amà ni conec. E, dons, per qual rasó
li filòsof antic agren mays de visió
en lur enteniment, que aquels c-aprés so,
qui an lig e creensa, e esperen resurrecció?
EL DESCONSUELO
II2I
XXXV
Entonces Ramón se enojó y no quería oír al ermitaño,
que le rogaba se consolase en el dolor que le oprimía, y
exclamó: "¡Oh Señor glorioso! ¿Hay en el mundo martirio
como el que sufro, cuando veo que no os puedo servir ni
tengo quien me ayude? ¿Cómo quedará este Arte que me
disteis, de la cual puede seguirse tanto bien? Mucho temo
que, después de mi muerte, no se pierda; porque, según veo,
ningún hombre la sabe cual yo quisiera, sin que pueda obli-
gar a que la oigan. ¡Ay, triste de mí! Si ella se pierde, ¿qué
os podré decir, Señor, a vos, que me la disteis para que la
extendiese?"
XXXVI
— Ramón: los filósofos antiguos no tuvieron noticia de
vuestra Arte, lo que prueba no ser ella de gran provecho;
porque, si ella fuese verdadera, la hubieran concebido, sien-
do como era su entendimiento más alto que el vuestro. Pero,
si la recibisteis de Dios, no hacéis bien en haber temor de
que, después de vuestros días, se pierda, porque cuanto Dios
da, viene a cumplido fin. Y aun os digo que, en vida de los
autores, sus artes fueron tan poco favorecidas como después
han sido ensalzadas.
XXXVII
Quería consolarse Ramón, pero enojóse viendo que el
ermitaño opinaba que los antiguos filósofos, en los cuales
no hubo fe, habían sido principio de todo lo que es bueno,
para conocer la Santa Trinidad y la Encarnación, siendo así
que ellos no creyeron que Dios fuese trino en personas ni
que se quisiese humanar, ni conocieron la producción que
Dios tiene en sí. Luego ¿por cuál razón los filósofos anti-
guos tuvieron mayor aviso en su entendimiento que los que
después fueron, los cuales tuvieron ley y creencia de re-
surrección? 12
u Estas palabras nos traen a las mientes las que ya había escrito
el Doctor Iluminado en Doctrina pueril (Mallorca, 1278?), dedicada
a su hijo : «Aristòtil e Plató e los altres filòsofs qui volien haver co-
nexensa de Déu sens fe, no poeten, fill, pujar tan alt lur enteni-
ment que poguessen haver declaradament conexensa de Déu, ne de
ses obres, ne de so per què hom va a Déu ; e assò fo per so car no
volien creure ne haver fe en aquelles coses per les quals l'humanal
enteniment, per lum de fe, s'exalsa a entendre a Déu» (ORL, I, 135).
Be]la evocación de lo que había dicho el Doctor Angélico : «Ratio
enim humana in rebus divinis est multum deficiens. Cuius signum
est quia philosophi, de rebus humanis naturali investigatione pers-
crurantes, in multis erraverunt, et sibiipsis contraria senserunt . »
(2-2, q. 2, fl. 4).
39
1122
DESCONHORT
XXXVIII
— Ramon: no pusc far res com sies consolat:
entín esta rasó e no sies irat:
En què n'es Déus si lo món no és en bo estat?
car no leva ni baxa a el quant és creat,
con sia en si complit, e no aja necessitat
450 de nuylla creatura: d'on deus ésser paguat
del compliment que Déus ha en si per sa bontat.
E tu, fol, estàs trist, quax si Déus fos mirvat
per lo mal estament en què-1 món as trobat.
Fol! Com no t'alegres en lo compliment de deïtat,
e que gits a no cura tot so qui és creat,
per so que a ton cor abast Déus no mermat?
XXXIX
— N'ermità: mal me fa lo vostre consolar:
per què aquel punt fo fort on vos pusc atrobar;
e, si no fos queu tem vergoyna e mal estar,
460 de uy mays en avant ab vós no volgra parlar.
E, doncs, com podets dir que-m pusca consolar
en veer Déus aunir, no servir, ni menbrar,
ni conèxer, ni amar? E si bé pot bastar
Déu, per si mateys, a mon cor per amar,
no m'abasta, car noi vey molt fortment honrar;
e car, per tan vils causes, lo veyg tan menysprear,
estayg en desconort, e nom pusc alegrar;
mas en so que Déus és estag en confortar.
XL
— Ramon: Déus tot quant fa, tot ho fa justament,
470 e, si met en infern li malvat discreent,
rio devets per tot so aver desconsolament;
e, car vós sots irat car Déus fa jutjament,
és vostra ira pecat, e fallits malament
contra Déu, e arnats aquels qui falsament
creon contra Déu e estan desobedient.
E, si en vós fos bo e leyal amament,
vós forets molt pagat; car Déus dóna turment
a cels qui tot dia fan ves el falliment;
car home qui bé am no fa rancurament
480 de so que fa l'amat, pus queu fa dretamet.
EL DESCONSUELO
II23
XXXVIII
— Ramón: ¿nada puedo decir con que podáis recibir con-
suelo? Atended a esta razón y no permanezcáis enojado.
¿Qué le importa a Dios si el mundo no está en buen orden?
Cierto es que ninguna cosa criada realza ni rebaja a Dios,
pues él es en sí cumplido, sin necesidad de la criatura. Por
tanto, debéis estar contento del cumplimiento que Dios tiene
en sí mismo por su bondad. ¿Por qué vos solo habéis loca-
mente de entristeceros de esto, como si Dios recibiese dismi-
nución por el mal estado del mundo ? Insensato sois, cuando
no os alegráis en la plenitud de bienes que Dios tiene. Echad
la tristeza y no curéis de lo criado, para que Dios, cumplido
y no imperfecto, llene el deseo de vuestro corazón.
XXXIX
— Ermitaño: mal me hace vuestra consolación. ¡Desdi-
chada fué la hora en que me vi con vos! Y, si no me refre-
nase temor de vergüenza, de hoy en adelante jamás vol-
vería a hablaros. ¿Cómo podéis decirme que reciba consuelo,
cuando veo que Dios no es oído, servido, acatado, conocido
ni amado? Aunque Dios por sí mismo baste al amor de mi
corazón, fáltame verle honrado, en vez de verle en menos-
precio por cosas tan viles, de lo cual estoy muy triste, sin
poderme alegrar. Mjas en lo que Dios es, estoy bien consolado.
XL
— Ramón: en todo cuanto Dios obra hay el sello de su
divina justicia, y, si condena a las penas del infierno a los
incrédulos, no debéis por eso desconsolaros, así como no
debéis enojaros de lo que Dios obra justamente, pues pecado
es vuestro enojo, y con él erráis malamente contra Dios,
amando aquellos que falsamente creen contra la verdad del
Eterno y le son inobedientes. Si en vos hubiera bueno y leal
amor, no os descontentara que Dios dé tormentos a los que
cada día le ofenden; porque el hombre que bien ama, no
tiene cuidado ni pesar de lo. que su amado hace, porque
Dios obra siempre con justicia.
IÏ24
DESCONHORT
XL·I
— N'ermità : eu no m duyl per so que f a-1 Senyor,
ans en tot so que fa lo lou e lo aor;
mas, per so cal volria com li feés honor,
e que sobre quant és hom li agués amor,
me duyl e mi complane, e estag en tristor;
e car vós no sabets d'on ve ma greu dolor,
nom sabets conortar ni donar nuyl secor.
Per què-s bo que-m lexets estar en ira e plor,
e aprenets com siats millor consolador,
490 car molt pauc en sabets; e ja li peccador
per vós mays no valran, car no avets, vas lor,
caritat, com Déus sia d[e] els perdonador.
XLII
—Ramon: per so car am que en gu'ag estiats,
e que ira ne dolor en uylla re ajats,
vos vuyl [a] consolar, e prec- vos que aujats:
Déus sofer que lo món sia axí malvats,
per so que mils pusca perdonar a tots lats;
car, on mays el perdona, mays ha de pietats,
e mays li n cové grat. Per què segur siats
500 que Déus ha a son poble tan alta caritats,
que quax tots los hòmens del món seran salvats;
car, si mays non eron tos salvats que ls dampnats,
la sua mersè seria sens gran caritats:
per quèn la gran mercè de Déu siats consolats.
EL DESCONSUELO
II25
XLI
— Ermitaño: no me duele lo que mi Señor hace, antes
le adoro y alabo en cuanto hace; mas, como quisiera que
le honrasen y amasen sobre todas las cosas, no dejo de la-
mentarme y de estar triste; y no me consoláis ni me soco-
rréis porque no sabéis de dónde viene el dolor mío. Por eso
convendría que me dejaseis a solas con mi pesar y mis lá-
grimas. Aprended a ser mejor consolador, porque poco sa-
béis consolar con vuestras palabras. Jamás los pecadores
os querrán, porque no tenéis caridad con ellos, estando,
como está, Dios siempre dispuesto a perdonarles.
XLII
— Ramón: pues por cuanto quisiera que os consolaseis
y en nada recibieseis duelo y enojo, ruégoos que me oigáis.
Dios sufre que el mundo sea malvado, como lo es, para que
él pueda ejercer su misericordia y perdonar mejor por
doquiera, pues cuanto más perdona, mayor piedad ejerce y
más le es agradecido. Así, vivid en la persuasión de que
Dios tiene tanta caridad con su pueblo, que casi todos los
hombres del mundo lograrán la salvación, porque, si no son
más los salvados que los condenados, fuera su misericordia
sin grandeza de caridad 13. Consuéleos, pues, la divina mi-
sericordia.
B El Doctor Iluminado no era ajeno a las controversias de los
teólogos de su tiempo sobre si es o no mayor el número de los que
se salvan que el de los que se condenan, controversias que aun hoy
día perduran en las aulas. Podemos resumir el sentir común de los
teólogos sobre el particular en los siguientes puntos : i.° Si mira-
mos a todo el linaje humano, menos son los elegidos que los répro-
bos. 2.0 Por lo que hace a los católicos, aun entre los adultos, son
más los que se salvan que los que se condenan. 3.0 Si se trata de
todos los cristianos, ya sean católicos, ya cismáticos, ya herejes, no
están de acuerdo los autores, pues mientras unos dicen ser mayor
el número de los condenados que el de los salvados, otros defienden
lo contrario. 4.0 Ni tampoco entre las sectas no cristianas faltarán
escogidos, pues, por una parte, los judíos y los mahometanos pue-
den creer en Dios remunerador sobrenatural, y, con la ayuda de
Dios, hacer un acto de contrición perfecta, y, por otra parte, los
paganos, si bien carezcan de toda revelación, si observan la ley na-
tural, pueden ser conducidos a la fe mediante una interna revela-
ción y otros medios tan sólo de Dios conocidos. 5.0 Una cosa es
cierta, es a saber, que ninguno se condena a no ser a sabiendas y
voluntariamente por culpa suya.
Ahora bien : contra los que disminuyen excesivamente el número
de los elegidos, hoy como en tiempos del Maestro, vale su argumen-
to, es a saber : si no son más los salvados que los condenados, la\
misericordia de Dios fuera sin grandeza de caridad.
DE SCONHORT
XLIII
— N'ermità: tot dia-m tenits en parlament,
e no-m lexats membrar mon angoxós turment,
e fayts-ho per ço que git a ublidament
Tira e l desconort d'on me ve languiment;
mas res no acabats, e fayts avocament
510 mays de gran pietat que de gran jutjament.
Per quèn aysò errats, car en Déu egalment
estan jutjar e perdonar, segons ordenament
de les sues vertuts; car nulla no consent
que-n la sua justicia sia nuyl minvament;
per què-n deu peccador aver gran espavent.
Per què eu no plor mas car no ha Déus honrament
X LIV
— Ramon: aquels hòmens qui són predestinat, •
cové, per fina forsa, que els sien salvat;
car, si no ho eren, poriésser mudat
520 lo saber que Déus ha, en contrarietat;
lo qual mundament no està en possibilitat,
car, si estar hi podia, no seria acabat
lo saber que Déus ha, ans seria mermat;
e, car està complit, siats, doncs, consolat
en lo seu compliment, contra-1 qua-1 fayts pecat,
en quant no-us conortats en so qui-s ja jutjat
e, per la volentat de Déu, en axi autrejat
com ho sab son saber e-u fa ver veritat.
XLV
— N'ermità: si vós fóssets home qui fos letrat,
530 mils sabríets parlar d'ome predestinat,
e no agrets en oblit de Déu sa libertat,
la qual ha en si meteyx e en quant ha creat,
per la qual a home ha dada libertat
con lo vuylla molt servir, sens que no sia forsat,
con Déus sia tan bo que-s deu servir de grat;
lo qual servir no pot si, de necessitat,
per hom predestinat fos servit e amat,
e fóra hom salvat sens que no fóra jutjat;
car judici no pot ésser senes libertat,
540 ni libertat no costreyn precís ni predestinat.
EL DESCONSUELO
1127
XLITI
— Ermitaño: todo el día me entretenéis con palabras y
no me dejáis recordar mi hondo y angustioso pesar. Quizás
lo hacéis para que destierre de mí el desconsuelo que tanto
me acongoja; pero nada venís a conseguir, contando más
con la gran misericordia de Dios que con su gran justicia.
Andáis muy equivocado si creéis que la misericordia de
Dios no ha de ser igual a su justicia, según el orden de sus
dignidades, de las cuales ninguna consiente que la divina
justicia sea diminuta. De esto el pecador debiera espantarse.
Y cuando veo que no se tributa a Dios el honor que le es
debido, mis ojos se inundan de lágrimas.
XLIV
— -Ramón: los predestinados de necesidad y conveniencia
es que se salven; porque, si no se salvasen, el saber de Dios
pudiera ser mudado por contrariedad, cuya mutación es im-
posible, porque, si posible fuera, la sabiduría divina no fuera
perfecta. Mas, siendo como es perfecta, consolaos en su
cumplimiento, contra el cual pecáis si no recibís consuelo
en lo que Dios ha ya juzgado, en lo que ha ordenado según
su saber y albedrío y en lo que su verdad pone en verdad 14.
XLV
— Ermitaño: si fueseis hombre entendido, supierais ha-
blar mejor de la predestinación del hombre y no tuvierais
en olvido la libertad que Dios tiene en sí y en las criaturas,
por lo cual dió al hombre el albedrío de poder servirle sin
forzar su voluntad, porque Dios es tan bueno, que debe ser
servido voluntariamente. Así, Dios no fuera servido de libre
voluntad por el hombre predestinado si éste por necesidad
le amase y sirviese. El hombre fuera salvado sin ser juz-
gado, y juicio no puede haber sin que el que es juzgado
haya libertad, la cual no constriñe al prescrito ni al pre-
destinado 15.
14 El Doctor Iluminado escribió un L'iber de praedestinatione et
praescientia (París, 1310). Inédito. Para referencias bibliográficas
cf. Carreras y Artau^ L c, p. 308.
16 Entre las obras teológicas y apologéticas del Doctor Iluminado
cítase el Libcr de praedestinatione et libero arbitrio (Montpellier, 1304).
Inédito. Cf. Carreras y Artau, 1. c, p. 305.
IÏ28
DESCONHORT
XLVI
— Ramon : si en vós fos molt gran speransa,
si tot lo món està en molt greu balansa,
del seu mal estament no agrets malenansa;
car Déus, qui és tot ple de gran pietansa,
aportarà lo món, en breu, en bonansa
tan gran, que cascú home n'aurà alegransa.
E caysò sia ver ajats-hi fiansa,
per so car Déus donà a home comensansa
ab mersè e bontat, qui an sa semblansa;
650 e, si vós per aysó no lexats tristansa,
no aurets en bontat ni mersè, confiansa,
e serets contra Déus e la sua amistansa.
XL VII
— N'ermità: ans que-1 món sia en bo estament,
serà fayt a Déu molt vituperament.
Encara, que no veyg far nuyl cadenament
con lo temps sia prop; car so que en cort present,
el papa els cardenals no ho prenon mantinent,
ans ho van alongan; per què n'ay marriment
tant, que no puse a ver negú consolament;
560 car so qu-eu los present mostra, tot clarament,
l'ordenament del món, qui-s pot far en breument,
e nou tenen a re, ans se-n fan gabament,
con si-u fés home fat qui parlàs follament;
per què d'aytals hòmens ay desperament.
XLVIII
Consirà l'eremità si per res poria
aconortar Ramon, qui tan fort playnia;
e dix a Ramon que sancta Maria,
e que, ab ella, cascuna gererchia
dels àngels pregavon, e de nuyt e de dia,
570 a Jhesú Ürist, son fil, que per mersè li sia
que-n breu donàs al món ordenament e via,
pn el onrar, servir. Per què asòus deuria
EL DESCONSUELO
1129
XLVI
— -Ramón: si en vos hubiese gran esperanza, poco cui-
dado os diera que el mundo estuviese en mal estado, porque
Dios, tan piadoso como es, pondrá en breve el mundo en
mejor camino, y todos los hombres se alegrarán de ello.
Tened firme confianza de que esto acontecerá, porque el
hombre tomó principio de Dios por gracia, piedad y bondad,
semejantes a él- Y si, por lo que os digo, no dejáis la tris-
teza, demostráis desconfiar de su bondad y misericordia y
que sois contrario de Dios y de su amor.
XLVII
— Ermitaño: antes que el mundo venga a buen estado,
será hecha gran deshonra al Dios verdadero. Más os digo:
que no veo hacerse ordinación que indique la proximidad de
tal tiempo. Lo que yo suplico y expongo a la corte de Roma,
al Papa y a los cardenales, no lo ejecutan, antes me lo dila-
tan; por esto siento tal dolor, que no puedo en cosa alguna
alegrarme. En mis súplicas y peticiones les manifiesto el
modo de poner el mundo en orden con brevedad; mas en
tan poco me tienen, que se burlan de mí como de un loco que
habla neciamente; de manera que en tales hombres tengo
ya perdida la esperanza.
XLVIIl
Consideró el ermitaño si, por alguna manera, podría dar
consuelo a Ramón, que tan dolorosamente se plañía, y dí-
jole : — Ramón, no dudéis de que la Virgen María 10 y todas
las jerarquías de los ángeles y de los santos ruegan, de dia
y de noche, a Jesucristo, su único Hijo, para que por su
misericordia ponga muy presto orden en el mundo y dé
camino para que sea servido y honrado. Y esto, Ramón, os
16 En los trances más difíciles, Ramón Llull, amamantado, en
cierta manera, a los pechos del monasterio cisterciense de nuestra
Señora de la Real de Mallorca, mira a la Estrella, invoca a María.
En otra hora amarga en demasía, cuando apor tan cierta tenía la
condenación eviternal, como un hombre que tiene un pan en la
mano está seguro que se lo llevará a la boca para comerlo», siente
algún consuelo y esperanza en nuestra Señora, a causa de un libro
que por amor suyo había hecho, en el cual mucho la enaltecía y la
loaba [ :el Llibre de Santa María]. El mismo lo confiesa en su obra
enciclopédica Arbre de scièficis, (Roma, 1296), ORE, XII, 382.
Además, como ya indicamos en la introducción a la poesía de
Ramón Elull, es muy probable que el Maestro escribiera el Plant de
la Verge inmediatámente o casi inmediatamente después del Des-
CONHORT, para que los dolores de la Virgen al pie de la cruz fueran
suave bálsamo a 6u alma dolorida.
1130
DESCONHORT
consolar, Ramon; car Crist tota via
fa so d'on és pregat per sa mayre pia,
per los àngels els sants; per què en aysò sia
trastot vostre conort, e gaug en nos estia.
XLIX
N'ermità: can consir que la dona de amor.
dona de valor, de just e pecador,
e cascú dels sants pregon nostre Seynor
con tot lo món fassa a Jhesú Crist honor,
e veyg que lo món li fa tan gran desonor,
adones cuyt morir d'ira e dolor;
car tant són indigne li malvat peccador,
que Déus nos sosté que negú prec per lor;
e en axí lo món roman en sa error
e quax no és qui de Déu vuylla donar lausor,
ans lausa si meteyx, son fil e son austor.
E, doncs, qui deuria aver gaug, mas . tristor ?
L
— Ramon: a mi no par siats hom pacient,
590 per so car per re no volets consolament.
B com no membrats Job, qui ac tant perdiment
e qui en sa persona suffrí tant de turment,
e esdevenc si paubre que no ac nient?
Emperò consolà's, e vós per re vivent
no-us volets consolar, e estats sanament,
e avets eretat, deners e vestiment,
infants e d'altres causes d'on hom ha paguament;
e cor a Déu no plau home impacient,
no sosté que per vós vengua a compliment
600 lo seu fayt que menats, ni aja honrament.
EL DESCONSUELO
"31
debe consolar, pues Jesucristo, por su gran piedad, hace
siempre lo que le ruegan los ángeles, los santos y su pia-
dosa Madre. Ruégoos, por tanto, que esto sea vuestro con-
suelo y que de hoy en adelante os mostréis alegre.
XLIX
— Ermitaño: cuando pienso que la Señora, llena de amor
y valor, dueña de justos y pecadores, y que todos los santos
ruegan a nuestro Señor para que todo el mundo honre a
Jesucristo, y veo que el mundo le hace tanta deshonra, en-
tonces me siento morir de pesar y tristeza. Imagino que,
por ser los hombres tan malvados e indignos, Dios casi no
quiere ya que nadie niegue por ellos; y de esta manera
queda el mundo en su deplorable error; y no se halla apenas
hombre alguno sobre la tierra que quiera alabar a Dios 17 ,
antes cada uno se alaba sólo a sí mismo, a su hijo, a su
caballo, a su halcón y a sus cosas. ¿Quién, pues, podrá ale-
grarse de cosa alguna? ¿Quién podrá dejar de entristecerse?
L
. - — Ramón : paréceme que no sois hombre paciente, porque
veo que por ninguna cosa os queréis aquietar. Acordaos de
Job, que perdió tantas cosas, que sufrió en su persona tantos
tormentos y vino a tanta pobreza, que no tuvo cosa alguna.
Y, sin embargo, aquél recibió consuelo, y vos por ninguna
cosa del mundo os queréis consolar, y eso que estáis sano,
tenéis heredades, dinero, vestidos, hijos y otras cosas de
que los hombres recibieron contentamiento. No place a Dios
hombre impaciente; por eso no sufre que por medio vuestro
venga a feliz término el negocio que tratáis en honra suya.
17 De la vanagloria de los hombres de su siglo habla también el
Maestro en su Llibre de Santa Maria cuando dice : «... Mas en
aquella ciutat són les gents tant mundanes e tant amen la glòria
d'aquest món, que no volen oir quaix laor de nostra Dona, e la un
loa son drap, l'altre son vi, l'altre son cavall e son austor e sa lança,
e l'altre son fill e la beutat de sa filla, e l'altre sa vinva e son
castell ; e quant lus loava nostra Dona np-m porien entendre, tant
són occupats de les laors que han enfre si meteixs, en axí que nr
he quaix feta neguna utilitat, e. per açò partesc-me d'aquella ciutat
e vaig veer si en una altra ciutat, qui és pres d'ací, si poró fer
negun fruvt» (ORL, X, 6).
El mismo pensamiento en el Desconhort y en el Llibre de San-
ta-Maria. Sólo que, en el primer lugar, el apóstol mallorquín se duele
de ver tan poco honrado en el mundo a nuestro Señor Jesucristo, y
en el segundo lugar llora el menosprecio en que los hombres tienen
el honor de su bendita Madre. Jesucristo y la Virgen María serán
siempre los; dos amores del alma de Ramón.
113-
DESCONHORT
LI
— N'ermità: no és molt si hom és consolat
en perdre infants, diners e eretat,
e en estar malaute, pus ca Déus ve de grat.
(Mas, qui-s pot consolar que Déus sia ublidat,
menyspreat, blastomat, e tam fort ignorat,
com de tot so sia Déus fortment despagat?
Encara, que no sabets com eu soy menyspreat
per Déu, tantas vets maldit e blastomat,
e en peril de mort, e per barba tirat,
610 e per vertut de Déu pacient són estat;
mas que Déus en lo món sia tam pauc honrat,
no és hom en lo món qui men feés conortat.
Lli
— Ramon: segons que-m par, tu fas tot ton poder
con Déus per tot lo món honor pogués aver;
per què Déus te'n ' deu aytant de grat aver,
con si-1 fayt se complia. Per què-t deurà valer
aysò a consolar e ton dol remaner;
car mèrit n'as mol gran, e pots n'aver esper
de molt gran guasardó, e gita noxaler
620 lo falliment dels altres ca Déu fan desplaer,
e alegra't en tu e en ton captener,
e no sies trop forts en so que vols aver,
ni per so car los altres no fan a ton voler;
e a tu abast Déus per amar e temer.
LUI
— N'ermità: no és hom creat principalment
per so que aja gran glorie jament :
ans ho és per tal que Déus aja gran honrament
en lo món per son poble. Per qu-eu no són jausent
si ay gran guasardó, ni no estayg dolent
630 si n'ay pauc, car no és d'aysò mon comensament;
ans és tota ma ira, mon dol, mon marriment,
car no és en lo món fayt un tal ordenament
con Déus fos honrat, amat, per tota gent,
e que tot hom fos en via de salvament.
E, car vós me volets dar consolament
de so d'on no s pot dar, parlats-me per nient.
EL DESCONSUELO
"33
LI
— Ermitaño: no es mucho sufrir resignado la pérdida de
hijos, salud y fortuna cuando lo quiere Dios. Mas ¿quién
podrá jamás consolarse, al ver el olvido y el menosprecio en
que a Dios se tiene, al oír blasfemado su nombre e ignorado
su ser, cuando esto tanto le agravia? Y aun no sabéis vos
lo mucho que por su amor fui escarnecido, golpeado, mal-
decido, tirado por las barbas y puesto en peligro de muer-
te 1S ; a todo lo cual por su virtud me he resignado. No hay
hombre en el mundo, empero, que pueda consolarme cuando
veo lo poco que se le honra sobre la tierra.
LII
— Ramón: paréceme que vos hacéis cuanto está a vues-
tro alcance para que Dios sea honrado en todas partes, lo
cual Dios, justo, os lo agradece, tanto como si lo que deseáis
tuviese efecto. Y esto os debiera consolar en vuestro duelo;
y mérito en ello alcalizarais, y aun pudierais esperar ga-
lardón. No seáis, pues, como los necios que desplacen a
Dios: alegraos en vuestro espíritu. No seáis porfiado en lo
que queréis acabar ni en lo que los otros no hacen a vuestro
gusto. Contentaos con amar y reverenciar al Criador.
LUI
■ — Ermitaño: no somos criados principalmente para al-
canzar grandes méritos ni gloría, sino para que procuremos
que Dios sea en el mundo honrado por su pueblo. Y, por
esta razón, no me alegro del premio que pueda alcanzar ni
me duelo de que sea escaso, porque no soy criado para ese
fin; empero, me pesa mucho de que no se haga ordenación
para que Dios sea más amado y honrado por todo el mundo
y para que todas las naciones abracen la fe salvadora.
Y cuando vos me queréis consolar con lo que no puede dar
consolación, habláis en vano.
" ¡ Cómo parece percibirse aquí la voz del Apóstol de las gentes !
(2 Cor. 23 ss.). El procurador de infieles alude a los trabajos pade-
cidos en su viaje a Túnez el año 1292, en que fué encarcelado, con-»
denado a muerte, golpeado y apedreado, secrún se narra en la Vidá
coetánea (cf. supra. p. 63 ss.).
1134
DESCONHORT
LIV
— Ramon: qual és lo fayt, que vós tant desirats.
per lo qual en lo món fos Déus tant fort honrats ?
car poria ésser que-n lo fayt no siats,
640 e c-altre sia lo fayt, que vós no procurats,
per lo qual lo món sia a bona fi menats ;
car, si altre és lo fayt, per nient trebaylats,
e poríets trebaylar, si mil ans viviats,
que ja vós no venríets a so que volriats;
car hom no pot complir fayt on és desviats.
Per quèus prec que lo fayt clarament me digats,
e que amdós vejam sil fayt, on' vós estats,
és aquel per què Déus pot ésser mays arnats.
LV
— N'ermità: la manera con Déus fos mays amat,
650 ja la vos ay contada, si bé u avets membrat:
so és, que-1 papa agués mant home letrat,
qui desiràs per Jhesú ésser marturiat,
per so que per tot lo món fos entès e honrat;
e que cascú lenguatge fos mostrat,
segons que a Miramar ha estat ordenat,
e aja'n conciència qui ho ha af oliat!
encara, cal passatge fos lo deè donat
de tot quant posseexen li clergue el prelat;
e c-asò tant duràs, tro que fos conquistat
660 lo Sepulcre. E d'aysò libre n'ay ordenat.
EL DESCONSUELO
1135
LIV
— Ramón : ¿ qué cosa es la que tanto deseáis y por la cual
en el mundo a Dios tanto se honrara? Pudiera acontecer
que no fuese lo que vos procuráis lo que condujera el orbe
a buen fin; pues, no siendo lo que pensáis, trabajaríais en
vano, y, si mil años vivieseis, no llegaríais tal vez a lo que
queréis, porque nadie puede acabar cosa perjudicial y da-
ñosa. Por eso os ruego que claramente me digáis el negocio,
y que ambos miremos si aquello en que tanto perseveráis es
cosa tal que con ella pueda Dios ser amado y servido.
LV
— Ermitaño: ya os dije, si os acordáis, la manera con
que Dios fuera más amado y servido; esto es, que el Sumo
Pontífice buscase muchos hombres esforzados y entendidos
que arrostrasen las penas del martirio por nuestro Señor,
trabajando para que por todo el mundo fuese conocido y
amado; y que [a] cada cual le fuese enseñada la lengua de
los infieles, así como en el Colegio de Miramar estuvo orde-
nado— ¡perdone Dios a quien lo perturbó! 19 — , y que el Papa
" ¡ Remuérdale la conciencia a quien lo frustró ! Esta es la tra-
ducción exacta de :
E haja'n conciència qui lo ha afoUat !
Tan exquisita es la amargura de Ramón, que la ampollita de un
solo verso es bastante para contener toda su fina esencia. Empero,
la nostalgia del recuerdo de su colegio entrañablemente amado, a
hechura del cual anhelaba se instituyeran colegios de lenguas orien-
tales por toda la haz del mundo, no le abandonará nunca. Cuatro
años más tarde, el Maestro dirá todavía en su Cant de Ramon
(ORL, XLX, 257-259) la poesía más emotiva y de más fuerza lírica,
y que, como el Desconhort, respondía a un grave estado de melanco-
lía y depresión del alma :
Lo monestir de Miramai
fiu a frares Menors donar
per serrayns a preicar.
Enfre la vinya -1 fenolar
amor me pres : fe'm Déus amar
e-nfre sospirs e plors estar.
Postrado de cuerpo y de alma, repútase indigno de hacer honor
a Dios a causa de sus muchos pecados :
No son digne de far honor
a Déu : tan fort són peccador...
Mas también en esa agonía del alma volverá los ojos suplicantes
a María, consuelo de los desconsolados :
La Verge on Déus hom se t«s
e tots los sants d'ela sotsmès
prec que-n ifern no sia mes.
No sabemos por qué causas ni la fecha exacta en que sobrevino
la destrucción del Colegio de Miramar, que en 1292 aun subsistía,
como consta por algunas nuevas confirmaciones que obtuvo de parte
de los condes-reyes Alfonso II y Jaime II.
DESCONHORT
LVI
N'ermità: encara és altre ordenament
lo qual seria al passatge gran anantament,
e a destruir la error de la gent:
que lo papa feés que a reuniment
venguesson los scismàtics, per desputament,
del qual desputar avem í'ayt tractament ;
e-ls scismàtics cobrats, qui són mant hom vivent,
no és qui pogués contrastar malament
a l'Esgleya, per ferre ni per nuyl argument;
670 e que del Temple e l'Espital fos fayt un uniment,
e que lur major fos rey del sant Muniment ;
per què a honrar Déus no say pus alt tractament.
LVII
Consirà l'ermità si Ramon deya veritat,
e emfre si meteyx estec molt apensat,
e no poc atrobar pus profitós tractat
que cel que diu Ramon; d'on li pres pietat,
e penedí's molt fort con tant l'ac trebayllat,
e volc ésser ab Ramon trist e desconsolat,
e pregava Ramon que li fos perdonat,
680 en plorant, suspirant, e dix: "A, veritat,
devoció, caritat! E vas on és anat
lo grat que a Déu deuria ésser donat?"
Can Ramon viu l'ermità cab el s'era-cordat,
adones lo va baysar: ensems an molt plorat.
EL DESCONSUELO
II37
hiciese la expedición, dando para la conquista general la
décima parte de cuanto poseen los clérigos y prelados 20 ; y
que esto durase hasta que el Santo Sepulcro tuese conquis-
tado. Sobre este asunto tengo escrito ya un libro.
LVI
Ermitaño : otra ordenación pudiera hacerse todavía para
llevarse a cabo la expedición santa y para destruir el error
en que vive tanta gente ; esto es, que el Santo Padre hiciese
que todos los cismáticos, por medio de argumentos, viniesen
a convertirse y a aunarse con los fieles, sobre cuya razonada
discusión tengo escrito un tratado21; y, ganados los cis-
máticos, que son muchos, no hubiera quien con armas ni
sofismas pudiese contrastar a la santa Iglesia. Y, asimismo,
que se hiciese una sola Orden del Temple y de los Hospi-
talarios y que su gran maestre fuese hecho rey del Santo
Sepulcro. En verdad no sé cosa mejor para honrar a Dios.
LVII
Consideró el ermitaño si Ramón tenía razón; reflexionó
mucho consigo mismo, y no pudo hallar más provechoso ne-
gocio que el que Ramón le exponía. Compadecióle, y arre-
pintióse mucho de haberle tanto enojado. Quiso dolerse y
-desconsolarse con Ramón, y rogóle eficazmente que le per-
donase, y, con suspiros y lágrimas, dijo: "¡Oh verdad, de-
voción y caridad! ¿Dónde está el agradecimiento que los
hombres deberían tener a Dios?" Y, cuando Ramón vió al
ermitaño consigo reconciliado, le besó y lloró mucho con él.
30 Muchas veces Ramón Llull insiste pidiendo la décima de los
bienes de ia Iglesia para la tan suspirada conquista de Tierra Santa,
y, como cosa ardua que es, en el Llibre de Santa Maria hace esta
misma petición materia de sus oraciones a la Virgen María : «Dolça
Regina I Dos tresors ha en sancta Esgleya los quals vos deman a
exaltació de la sancta fe romana : lo un tresor que -us deman és deis
béns temporals del quals ha l'Esgleya gran abundància, lo qual és
dat a l'Esgleya per conservar e guardar la fe, e recobrar lo Sepulcre
e les altres terres que ha perdudes l'Esgleya. D 'aquest tresor vos
deman la dècima per tots temps, del qual sien fets guerrers corpo-
rals als enemics de la sancta Esgleya, e que-n sia dada messió a fer
monestirs e mostrar diverses lenguatges a aquells qui voldran anar
preycar la sancta fe per lo món...» (URL, X, 153).
■ ¿Cuál es este tratado? ¿El Llibre del Sant Esperit (Liber de
Sancto Spiritu [Mallorca, 1274?]), obra consagrada a establecer la
procesión del Espíritu Santo ab utroque contra los griegos, o es,
quizás, Disputado dels V savis (Disputatio quinqué hotninum $a-
pientium o Liber de quinqué sapientibus [Nápoles, 1295], disputa su-
cesiva del autor con un sabio griego, nestoriano, jacobita y maho-
metano, argumentación secundum dignitates Dei, reputada como la
síntesis más completa de la apologética luliana ?
DESCONHORT
L.VIII
— Ramon, dix l'ermità: com poríem mover
lo papa e-ls cardenals, e lo fayt obtener?
car en tan noble fayt vuyl tots temps remaner,
e a el a tractar vuyl far tot mon poder,
car fayt és on lo món porà molt mays valer;
690 e car eu ans no i vi, ay-ne molt gran desplaer,
car, si eu ans lo vis, res no-m pogra tener
qu-eu no apresés arabesc e lo vostre saber,
per anar als sarraïns e la fe mantener,
senes paor de mort, e gran plaer aver
en morir per Jhesú honrar e car tener,
car mays val per el morir que per si vida aver.
LIX
— N'ermità: eu són las d'aquest fayt a menar
en la cort, pus noy puys nulla re acabar;
e, si vós volíats en la cort procurar
700 aquest fayt de Jhesú e vostre poder far
en la cort longament, bé puria estar
que-1 fayt vengués a fi si-us volien escoltar
lo papa e-ls cardenals ; si no, que quax juglar
vos feyésets en la cort, e los .C. noms cantar,
los quals ay fayts de Déu e posats en rimar,
per ço que ls hi cantàs e parlàs sens duptar;
mas no-u ay de conseyl, per so que meynsprear
no fassa los meus libres, que Déus m'a fayts trobar.
LX
— Ramon: s-eu en la cort estayg, vós, on irets?
710 ni per què ab mi en la cort no procurarets
lo fayt de Jhesú Orist, pus que mogut l'avets?
ni si hom vós escarneyx, e vós en què-n serets?
Vós manats a mi far so que far no volets;
per què-m par que-n est fayt nin altre no valets.
Mas anem a la cort, e en res no dubtets,
e no siats d'aquels qui dion: "Seynors, fets
so", que els no farien. Per què d'asò devets
ésser envergoynit, e scusa no avets,
ans fayts ypocrisia, de qui pecat avets,
720 e-1 bé que avets fayt per vergoyna perdets.
EL DESCONSUELO
"39
LVIII
— Ramón — dijo el ermitaño — : ¿Cómo podríamos indu-
cir al Papa y a los cardenales a que hagan lo que deseamos ?
Yo en tan noble negocio quiero siempre entender, y quiero
en ello esforzarme, por ser cosa que mucho ha de enaltecer
al hombre, bésame de que antes no lo conociera, pues, a
conocerlo, me hubiera apresurado a aprender la lengua ará-
biga y la ciencia vuestra, para ir a tierra de moros en de-
fensa de la santa fe, sin temor de la muerte. Pues gran
placer hubiera sido para mí morir por la honra y amor de
Jesucristo; que más vale morir por él que para sí mismo
vivir.
LIX
— Ermitaño: cansado estoy de tratar con la corte ro-
mana, sin que ninguna cosa haya podido alcanzar; y si vos
queréis trabajar por la santa causa de nuestro Señor Jesu-
cristo en la metrópoli y en ella hacer, despacio y con dili-
gencia, cuanto os sea dado, quizás este negocio llegará a
su fin, si os quieren escuchar el Santo Padre y los cardenales;
o, si no, haceos juglar en la corte y cantad los Cien nom-
bres de Dios, que escribí *n rimas para que cantar se pu-
diesen. Aunque, bien mirado, no os doy este consejo, por
que no hagáis menospreciar los libros que Dios me hizo
concebir.
LX
— Ramón: si yo voy a la corte, ¿vos adonde iréis? ¿Por
qué no procuráis conmigo la causa de Jesucristo, pues la
movisteis? Y si hacen burla y escarnio de mí, ¿adonde es-
taréis vos? ¿Pretendéis, acaso, que yo haga lo que vos no
queréis hacer? Paréceme que no me deseáis mucho a mí ni
a otro en este negocio. Ea, pues, vamos a Roma, no vaci-
léis en nada; no seáis de aquellos que dicen: "Señores, haced
lo que y° no haría." Avergonzado debierais estar de esto;
que no tenéis excusa, antes pecáis por hipocresía, y lo que
hasta aquí lograsteis lo perdéis por vergüenza.
1 140
DESCONHORT
LXI
—N'ermità: eu prepòs als sarraïns tornar,
per so que a la fe los pusca aportar;
on vayg sens paor de mort, que fa pus greu portar,
que vergoyna sofrir per Jhesú Crist honrar,
la qual en res no tem, ans la deu hom amar.
Mas per so que ma Art no fassa meynsprear
en tenir la manera que tenon li juglar,
encara, que-n altre loc creu mays de bé far,
per què no prepòs ara a cort retornar.
730 E, car vós tan forment me volets encolpar,
pot ésser que-u fassats per vós a escusar
a venir a la cort; per què-u lexem estar.
LXII
r'enedí's l'ermità car ac Ramon reprès,
e dix-li, que per so que ab el en cort stegués,
l'habia tan fortment en axí escomès.
Ramón, dix l'ermità: dos ans, prepòs, o tres
a estar en la cort, sotsposat que no res
hi fassa; mas, après, prepòs que eu tengués,
per lo món sa e lla, a prelats e marquès
740 religioses e reys, e fer so que pogués
en menar aquest fayt que m'avets escomès.
Mas volgra que-n mon loc altre en cort estegués,
e que en axí, un tal cercle se'n feés,
tro que aquest fayt en la cort se presés.
LXIII
— N'ermità, dix Ramon: bé avets consirat;
car per aytal cercle pot ésser acabat
lo fayt, qui és tam bo a crestianitat.
E digats sa e la, a rey e a prelat,
que sil fayt tost nos pren, que ja és ordenat
750 per sarraïns, que-ls tartrés a el sion girat,
e ja n'an convertits una gran quantitat;
EL DESCONSUELO
II4I
LXI
— Ermitaño : propóngome volver a los moros, para redu-
cirles a la fe ; y voy sin temor a la muerte, que arredra más
que cualquiera escarnio sufrido por la honra de Jesucristo.
Yo no la temo, porque el hombre debe desearla. Mas, a fin
de que no haga yo menospreciar mi Arte, obrando a manera
de juglar, y porque en otra parte pienso hacer mayor bien,
no determino volver a la corte. Cuando veo la insistencia
con que de todos modos me culpáis, sospecho si lo hacéis
para excusaros de ir a Roma; por eso dejémoslo estar.
LXII
El ermitaño se arrepintió de haber reprendido a Ramón, y
manifestóle que le había hablado así para determinarle a que
emprendiese con él el camino de la corte. — Ramón — añadió
entonces el ermitaño — : dos o tres años quiero permanecer
en Roma, aunque nada pueda alcanzar, y después deseo
entender en el negocio de que me habéis hablado. Mas qui-
siera que después otro, en mi lugar, fuese allá, y que de
tales hombres se estableciera una orden religiosa, hasta
que tan grande beneficio fuese comprendido y debidamente
apreciado por la corte romana.
LXIII
— 'Ermitaño — contestó Ramón — : bien pensasteis, por-
que, con esa orden, fácil fuera se llevase a ejecución cosa
tan grande y provechosa para el cristianismo. Decid por
todas partes, a reyes y prelados, que se apresuren a hacerlo,
pues los moros han pervertido ya a los tártaros 22 , los cua-
22 La invasión de los tártaros o tátaros, pueblo cuya geografía y
etnografía aun no ha sido bien marcada, constituía una de las más
graves preocupaciones de nuestro Beato y aun de toda la Euro-
pa cristiana de su tiempo. En 1241 escribía el rey Luis IX a su ma-
dre doña Blanca : «Erigat nos, Mater, caeleste solatium quia, si
perveniant ipsi, vel nos ipsos, quos vocamus tártaros, ad suas tarta-
reas sedes (lo más profundo del infierno) retrudemus, vel ipsi nos
omnes ad caelum subvehent.» En la Petitio Raymundi pro conver-
sione infidelium ad Caclestimim V (Nápoles, 1294), Ramón Llull ya
insta al Papa para que haga todo lo posible por convertir a los tár-
taros. Esta conversión sería fácil, siendo así que los tártaros no tie-
nen ley y permiten que en sus tierras se predique la fe cristiana ;
y todo aquel que quiera puede ser cristiano, sin recelo alguno ni
temor del rey. Y esto es muy necesario, porque si los tártaros hicie-
sen ley como lo hizo Mahoma; o los sarracenos o los judíos los con-
virtiesen a la suya, toda la cristiandad correría gravísimo riesgo.
Cf. L. Riber, Raimundo Lulio (Barcelona, 193$), pp. 127-128.
Dice mucho en favor de esta tolerancia religiosa de los tártaros,
ensalzada por Ramón Llull, el siguiente hecho, narrado por J. Ta-
rré : «Uno de los actos más emocionantes del LT Concilio de Lyón
1142
DESCONHORT
e-ls tartres, convertits en sarraïnitat,
leu poran destruir quax tota cristianitat,
en tant, que no serà cristià qui aja regnat,
ni negú prelat aurà caval sejornat.
Vejats, doncs, n'ermità, lo món a quès tornat.
LXIV
— Ramon, dix l'ermità: fort volria saber
per qual raó Déus se pot en axí captener
del món, qui és seu, e l gita non chaler,
760 ni la sua bontat, com ho pot sostener
que tans peccadors vajen en infern mal aver.
Per què-us prec, Ramon, que men digats vostre saber ;
car on mays me-n direts, mays en sabray retrer,
e lo fayt que-m liurats mils poray mantener.
Oar, pus que-1 món fo fayt tro ara, a mon parer,
si és un home salvat, mil ne són en doler
en infern per tost temps. E assò, co s pot fer
que l'Esgleya ni hom no hi fa son poder?
LXV
— N'ermità: ja-us ay dit, si bé vós pot membrar,
770 que Déus mays creà hom per si servir e honrar,
que per so que hom agués gloriejar.
E, car hom no està en la fi de crear,
en quant mays desira a si meteyx procurar
salvació, que a Déu honor e bé estar,
per aysò aytal home no pot en gràcia estar,
ans està en pecat assís en l'abissar.
Per què lo món se pert, e no s vol despertar,
e jens no m maravel si Déus no-1 vol amar,
ni si lexa-1 demoni en lo món tant mal far,
780 per so que del tort que pren se pusca fort venjar.
LXVI
L'érmità e Ramon preseren cumiat,
e amdós, en ploran, se son baysat e abrasat,
e cascú dix a l'altre c a Déu fos comanat
e en oració l'u per l'autre menbrat.
Al partir se sguardaren ab mojt gran caritat,
pietat e dolor, cascú ajenollat,
e cascú senyà l'altre e ac agraciat.
La un se partí del altre ab mant suspir gitat,
car mays no pre posaven que fossen assemblat
EL DESCONSUELO
1143
les, convertidos a la secta mahomética y unidos a los sa-
rracenos, podrán destruir toda la cristiandad; tanto, que
no se hallará cristiano que sea señor del reino ni habrá pre-
lado que tenga caballo grueso. Mirad, pues, ermitaño, a qué
es venido el mundo.
LXIV
— Ramón — dijo el ermitaño — : mucho deseo saber por qué
causa Dios quiere así olvidarse del mundo, que es suyo, y poi-
qué lo deja de modo que no tiene semejanza de su bondad,
y cómo puede sufrir que tantos pecadores vayan al infierno.
Rúegoos, Ramón, que me digáis la verdad y la causa de
todo esto; porque, cuanto más me digáis, de más cosas me
acordaré y mejor defenderé el negocio que me encomendáis.
Según me parece, desde el principio del mundo hasta nues-
tros días, si un hombre se salva, mil se condenan en el
infierno. Y ¿cómo es que la Iglesia ni nadie se esfuerza en
dar a esto remedio?
LXV
— Ermitaño: si bien lo recordáis, ya os dije que Dios
crió al hombre más para que le sirviera y honrara que para
que alcanzara gloria. Los hombres no cumplen el fin de la
creación, cuando más procuran y desean su salvación que la
honra de Dios; por eso no pueden tales hombres estar en
gracia de Dios, antes viven en pecado. Este es el abismo por
el cual va deslizándose el mundo, y el mundo no quiere
despertar de su letargo. Por eso me maravillo si Dios no
le ama y si deja hacer al espíritu maligno tanto mal, en
venganza de las ofensas que recibe.
LXVI
El ermitaño y Ramón mutuamente se despidieron, y,
llorando, se abrazaron y besaron; y el uno dijo al otro que
a Dios le encomendaba y que por él en sus oraciones rogaría.
Al separarse, miráronse con mucho amor, piedad y senti-
miento, e, hincadas al suelo las rodillas, cada uno al otro
santiguaba y bendecía. Y después partieron, exhalando am-
bos tiernos suspiros, porque creían no volverse a ver más
(1274), presidido por Gregorio LX, fué el bautismo de un embajador
de Abagha, rey de los tártaros, y de dos personas de su séquito,
solemnemente administrado por el que era cardenal obispo de Ostia
y .fué elegido Papa, poco tiempo después (enero de 1276), con el nom-
bre de Inocencio III.» Cf. Los códices lulianos de la Biblioteca Na*
cioíial de París, en Analccta Sacra Tarraconensia, 14 (1941), 157.
ii44
DESCONHORT
9o en est món, mas en l'altre, si a Déu ve de grau
E can cascú del autre se fo un petit luynat,
tant tost fo l'un per l'altre molt fortment desirat.
LXVII
L'ermità rememorà lo trebayl el afán
en què Ramon avia estat en mant an;
encara, ques metia en perill qui-s molt gran:
al cel levà sos uyls, mans juntas, ajenoyllan,
ab pietat e amor a Déu dix, en ploran:
"O, Déus humil, piados! per mersè vos deman
c'ab vós sia Ramon, tant que-l gardets de dan.
800 A vós, Déus poderos, mon amic Ramon coman;
e al món trametets hòmens c-ajen talan
a morir per vostra amor, e qui vajen mostran
veritat de la fe, per lo món preïcan,
segons que Ramon ho va ja comensan."
LXVIII
Can Ramon remembra la molt gran tempestat
en la qual longament ac estat tabuxat,
e menbrà l'ermità c a ella s'era dat,
adones plorà molt fort, e ac d'el pietat,
e dix a Jhesú Crist, mans juntas, ajenoyllat:
sio "o, vós, ver déus e hom, per qu-eu ay trebayllat
com per tot lo món fóssets conegut e amat!
Si a dretura plau que vós me-n ajats grat,
plasia'us que l'ermità ne sia remunerat,
pus que s'és mes tam fort en ma societat,
e fayts per él complir so on ay pauc enansat,
e a mi ajudats enansar cristianitat."
LXIX
Fenit és lo Desconort que Ramon ha escrit;
e en lo qual l'ordenament del món ha dit
e en rimes posat, per so que no s'oblit;
820 car poria ésser que molt home ardit
se meta en lo fayt, tro que sia complit
so que ha Ramon al papa requerit.
Car, si per lo papa lo fayt és stabilit
EL DESCONSUELO
"45
en este mundo, sino en el cielo, mediante la voluntad de
Dios. Y, cuando estuvieron algo distantes, los dos se de-
searon mucho.
LXVII
El ermitaño se acordaba del trabajo y las fatigas que
Ramón había, durante tantos años, arrostrado, y de que
aun iba a ponerse en gran peligro. A)lzó los ojos al cielo, y,
de rodillas, con las manos juntas y con ardiente celo, ca-
ridad y lágrimas, dijo: "¡Oh Dios piadoso!, por merced os
pido que no desamparéis a Ramón y que le guardéis de mal.
A vos, poderoso Señor, os lo encomiendo; enviad al mundo
hombres dispuestos a morir, como él, por vuestro amor, y
que, como él, vayan mostrando la verdad de la santa fe,
predicando por todo el orbe.
LXVIII
Cuando Ramón recordó la gran tempestad que por tanto
tiempo le combatiera, y pensó en que el ermitaño se había
puesto de su parte, lloró mucho, y hubo compasión de él, y
dijo a Jesucristo, con las manos juntas y arrodillado: "¡Oh
verdadero Dios y hombre, por quien tanto he trabajado,
para que seáis de todos conocido y amado! Si a vuestra
justicia place que esto me agradezcáis, plázcaos también
que por ello sea remunerado el ermitaño, ya que lealmente
se puso en mi compañía. Haced que por él se acabe lo que
yo he encaminado y adelantado, y ayudadme a mí para que
pueda trabajar por la prosperidad del reino cristiano."
LXIX
Acabado es el Desconsuelo que Ramón ha escrito, en el
cual ha manifestado el orden del mundo. Lo ha compuesto
en rima para que mejor pueda conservarse en la memoria;
que bien pudiera acontecer que algún varón animoso y es-
forzado emprendiese este negocio, hasta que fuera cumplido
lo" que Ramón ha tanto suplicado al santo Pastor de la
Iglesia. Porque, si Su Santidad lo ordenare, con asentimiento
DESCONHORT
e que cascú de sos frayres hi ajan consentit,
poran ésser del món tot li mal departit,
e tot lo món serà a Déu tant abellit,
que a la fe romana no serà contradit.
Aquest Desconort coman al Sant Spirit.
Aquest Desconort fo fet en la cort de Roma, e canta's
en lo so de Berart.
EL DESCONSUELO
1147
de los cardenales, se diera fin a los males de este mundo,
y el orbe todo fuera ennoblecido a los ojos de Dios, y la fe
cristiana se viera felizmente libre de todos sus contrarios.
Encomiendo este triste llanto y Desconsuelo al Espíritu
Santo 23.
3 En el texto catalán léese, al final, esta nota curiosa : «Aquest
Desconort ío fet en la cort de Roma, e canta's en lo so de Berart.»
¿Cuál sería este son, al ritmo del cual se cantaba el poema lulia-
no ? ¿ Quién sería este Berardo y cuál el poema que llevaba su nom-
bre y que tenía igual forma que el poema de Llull ? Según los auto-
res de la Histoire littéraire de la Frunce (XXIX, 267), a quienes
sigue d'Alòs-Moner (1. c, p. 164), bien pudiera ser que se tratara
de Berardo de MontcLidier, héroe del ciclo de Carlomagno. En efecto,
diversas alusiones en la poesía de los trovadores prueban la existen-
cia de un poema, hoy perdido, cuyo protagonista sería este Berardo.
Por otra parte, era un caso frecuente en aquellas épocas, que los
poetas hicieran obras para cantarse al son de alguna otra conocida o
famosa. Un ejemplo : Ramón Muntaner, que pone en su Crònica un
Sermó en alejandrinos monorrimos en so de Gui de N'Antull.
ACABÓSE DE IMPRIMIR ESTE VOLUMEN DE
LAS «OBRAS LITERARIAS» DE RAMÓN
LLULL EL DIA 18 DE MARZO DE 1948,
VÍSPERA DE LA FESTIVIDAD DEL
GLORIOSO PATRIARCA SAN
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8. TRATADO DE LA VIRGEN SANTISIMA, por el doctor
don Gregorio Alastruey (2.a edición). En tela, 40 peseta.*;
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tela, 30 pesetas; en piel, 65. (Publicados los tomos HE y IV.)
10. OBRAS DE SAN AGUSTIN. Tomo I: Introducción y texto
bilingüe: Vida de San Agustín, por Posidio; Soliloquios, So-
bre el orden, Sobre la vida feliz. En tela, 30 pesetas; en
piel, 65. (Publicados los tomos H y m.)
11. OBRAS DE SAN AGUSTIN. Tomo H: Introducción gene-
ral a la filosofía de San Agustín y texto latino y versión
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los maniqueos y Del alma y su origen. En tela, 45 pesetas;
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22. SANTO DOMINGO DE GUZMAN: Su vida, su Orden, sus
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23. OBRAS DE SAN BERNARDO. Selección, versión castella-
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27. LA ASUNCION DE MARIA. Tratado teológico y antolo-
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28. OBRAS DE SAN BUENAVENTURA. Tomo IV: Teología
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