^mmmmmmmmi
Plátias Intimas
con los de
Otras Creencias
Pablo Burgess
Cuarta Edición
Quezaltenango
1^
1950.
mm
mimmmmmmimmmmím
163
i
A la memoria de mi Abuela
Mary Henderson Hertz
Quien más (jue otra persona alguna
me enseñó a apreciar a
respetar las creencias ajenas, dedico
con profundo respeto y üíüo amor
esta cuarta edición.
^uto.
mmmmmsmmm
Prefacio de la cuarta
Edición
Habiéndose agotado las primeras tres edicio-
nes de "Pláticas Intimas con los de otras Creen-
cias*^ y aun persistiendo demanda de estas
cartas, nos hemos propuesto sacar una cuarta edi-
ción. Durante los veinticinco años en que ha circu-
lado esta obra, ciertos grupos religiosos han dejado
de ocupar el foco de la aténción pública y otros se
han movido más hacia este centro; pero no hemos
creído que hay razones para suprimir alguna de
las cartas que aparecen en las ediciones anterio-
res, puesto que todas las agrupaciones a que se
dirigen se hacen sentir todavía en nuestro am-
biente.
A las cartas anteriores agregamos una carta
*'Al Mormón*' en la presente edición, ya que mu-
chas personas han pedido esta carta ante el incre-
mento que las doctrinas y prácticas que esta
Iglesia han tomado en los últimos años.
Por lo demás, se ha modificado solamente la
fraseología algunas veces y lo que se requiere para
"ponerse al día'* por decir asi, de modo que nues-
tro objeto y esperanzas quedan hoy como cuando
apareció el primer volumen, consignados en la
Indroducción que sigue,
Pablo Bu7'gess
Quezaltenango, Julio de 1950.
INTRODUCCION
Los cristianos evangélicos creemos que el Dios
que todos los hombres buscan «si por vtntura pal-
pando la hallasen* {Hechos 17:27) y que todos los
hombres reconocen bajo distintos nombres y con
diferentes grados de comprensión, ha hablado a los
habitantes de este planeta por medio de una revela-
ción de sí mismo contenida en la Biblia,y que esta
revelación presenta como punto culminante a su
Hijo, nuestro Señor Jesucristo, cuya persona es la
llave al entendimiento de estas Escrituras y cuyo
sacrificio de si mismo en la Cruz del Calvario obró
salvación para todo aquel que cree. Creemos que
es Dios mismo quien obra «e¿ nacimiento de arri-
ba», que nos da vida en su Hijo, y que esta vida es
Vida Eterna.
Las bases fundamentales de la religión cris-
tiana descansan en la fe, lo que sucede con todas
las demás religiones y no sólo con las religiones
sino aún con las filosofías, los distintos ramos de
ciencia, el comercio, el trato social y en una pa-
labra, la vida en su totalidad.
Pero en todo casorios principios fundamenta'
les que por fe únicamente pueden asentarse,
dejan un campo más limitado dentro de sus mis-
mas fronteras donde hay amplia libertad para
el uso del raciocinio. Este hecho puede observar-
se con respecto a la fe cristiana, tan bien como en
cualquier otro ramo de la experiencia humana.
Una vez asentadas las grandes verdades que solo
por fe pueden reconocerse, la razón tiene su traba-
jo de juzgar y coordinarlas, presentándolas en el
marco de la lógica {por hablar así) al hombre en
su aspecto de pensador.
Bien entendemos que las numerosas apologías
cristianas no han salvado a ninguna alma. Pero
han tenido y aún tienen su utilidad como medio
de quitar prejuicios e infundir confianza, prepa-
rando el terreno para la simiente divina que
cuando se siembra y brota, lleva los frutos de la
vida eterna. Si este pequeño volumen logra qui'
tar algún prejuicio que los adeptos de otras creen-
cias tienen contra la fe evangélica, si logra
inspirar en ellos más confianza hacia el Cristia-
nismo y si por su medio aprenden a mirar hacia
el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo
creerá el autor que su trabajo no ha sido en vano.
Pablo Biirgess.
Quezaltenango, Noviembre 5 de 1923.
Capítulo I
CARTA ABIERTA AL LIBRE '
PENSADOR
Te saludo por medio de la presente, presentán-
dome como creyente evangélico convencido. Nues-
tras diferencias en ideas son motivo suficiente, creo
yo, para entablar una correspondencia. Empiezo
por reconocer que tú te has tomado un hermoso
nombre, que siempre me ha prustado. El pensar es
lo que eleva al hombre por encima del mundo ma-
terial, encima también de toda la creación animal.
Ese sér, pequeño y débil, que la ciencia separa de
los demás animales con el nombre de "homo sa*
piens" (hombre) se encuentra en medio de fuerzas
muy superiores a las suyas. ¡Que parecido a lanada
parece el hombre ante la Catarata del NisgaraljCuán
impotente aun ante el elefante de la India! Pero aun-
que débil en cuerpo el hombre tiene un poder en su
pensamiento que hace al elefante llevar sus pesadas
cargas y al Niágara le hace iluminar sus ciudades
de noche y mover las pesadas máquinas de su indus-
tria de día. Las fuerzas ciegas de la Naturaleza y
los instintos de los animales obedecen a ese poder
superior en el hombre que analiza y coordina, y que
llamamos su pensamiento. Debe ser la ambición
de todo hombre que aprecia su puesto en el mundo,
llegar a pensar bien y así merecer el título de pensa-
dor, es decir alcanzar por experiencia y análisis loa
conocimientos y las convicciones que le darán dere-
cho a este título. También el ser "libre" en el
sentido de no ser esclavo de prejuicio, ni pasiones,
ni hombres, es un estado digno y altamente desea-
ble. ¡Ojalá que todo el mundo fuera "Libre Pen-
sador" en este sentido!
Pero desgraciadamente los títulos que los hom-
bres se dan no siempre nos proporcionan una idea
cabal de los principios que siguen. Así sucede en
el presente caso. Pues los principios y creencias
que se han juntado bajo esta bandera del Libre
Pensamiento muy poco tienen de común con lo
esencial de este concepto.
Precisamente porque yo me creo en verdad Li-
bre Pensador, no comulgo con las siguientes ideas
que se presentan bajo el título oficial del Libre
Pensamiento.
Primero: El llamado Libre Pensamiento mira
con cierta duda, si no niega de lleno, la existencia
de Dios. Yo como pensador y usando mis poderes
— 2 —
como tal con toda libertad, no puedo menoB que
reconocer que no fui yo quien crié el mundo. Con-
forme mi inteligencia se iba despertando, iba des-
cubriendo un mundo fuera de mí, del cual, sin
embargo, tuvo que confesar que era una parte.
Hoy veo que aunque el mundo es tan diverso en
sus manifestaciones, hay sin embargo un lazo de
unión que hace que todas sus partea caminen de co-
mún acuerdo. Mi vida y mi mismo pensamiento
son nacidos de este mundo y no puedo creer que lo
que produce mi pensamiento, sea inferior a éste
(aunque bien puede ser infínitamente superior a
él). De modo que entiendo que la Unidad que
abarca el Universo debe ser inteligente y con esto
he dicho que creo en Dios. No he puesto cadena
alguna a mi pensamiento al afirmar que creo en
Dios. Mi pensamiento es tan libre al afirmarlo co-
mo el tuyo en dudarlo o negarlo, sólo que creo ha-
berlo usado mejor.
Segundo: Sin dejar de ser libre ni pensador,
no puedo como tú pretendes hacer, reducir mi vida
enteramente al dominio del pensamiento racional.
Como encuentro en mí impulsos que me dirigen en
contra de toda sana razón, (curiosidad que me ha-
ce exponer la vida, orgullo que me hace sufrir mil
amarguras, amor que me hace dar a otro lo que me
fuera muy útil a mí mismo) siento también en mí,
anhelos que tu racionalismo nunca puede satisfacer.
Mi misma razón que me hace creer que hay un
Dios, me dice que no soy capaz de comprenderlo
plenamente y sin embargo mi ser siente un hueco
que sólo El puede llenar. "Mi alma tiene sed de
Dios, del Dios vivo." (Salmo 42:2). Yo sé que tú
también has sentido esta sed, pero piensas apagarla
con la ciencia y la filosofía, necesarias y útiles pero
incompletas siempre. ¡Vana esperanza! La ciencia
te ofrece hipótesis y la filosofía conjetura, pero tú
y yo buscamos seguridad, certeza. Estas nos suple
solamente la fe. ¡Pobre de aquella vida que no
conoce las llamas consumidoras de una fe viva, que
DO se ha entregado con una lealtad absoluta en los
brazos de un algo más grande que sí misma! El
objeto de mi fe, aquel que es dueño de mi lealtad,
68 el que sin vacilación y con plena certeza afirmó:
YO SOY EL CAMINO Y LA VERDAD Y LA VIDA. NADIB
VIENE AL PADRE SINO POR MI." (Juan 14:6). Yo
le acepté por fe y mi fe no fué mal puesta, pues he
encontrado que El es el Camino y la Verdad y la
Vida y que El me lleva a Dios. Ahora sé que ese
Dios que mi razón afirmaba sin poderle describir,
68 mi Padre, que quiere que yo viva y no me muera
y que tanto interés tuvo por mí, que supo sufrir y
aun morir para que yo tuviera vida eterna.
Tercero: Sé que si dudas de la existencia de
Dios y sientes temor de dejarte arrastrar por la fe,
aborreces con todo tu sér, la religión organizada,
pues entiendes que ella te hace perder tu libertad y
te obliga a que otro piense por ti. Y ciertamente,
nó dejas de tener razón hasta cierto punto. Pero
¿porqué este aborrecimiento tan especial por la
religión organizada? Organización es la ley de la
vida. Cada planta lá muestra; aun cada grano de
arena. Como en lo pequeño tanabién en lo grande,
iqué organización tan admirable, la de los astros!
En la vida humana la organización de la industria
con la división del trabajo, nos hace posible la civi"
lización. El comercio no es más que una organiza-
ción para destribuir los productos de nuestro
trabajo. Un pueblo sin gobierno no es de pensarse,
y el gobierno es precisamente la fuerza organizado-
ra en él. Y en toda organización los miembros
individuales pierden basta cierto punto, su indivi-
dualidad. Pero al mismo tiempo alcanzan mayor
vida por y con su organización. El hombre soltero
es muy dueño de su tiempo y de su dinero. El
hombre casado no lo es, pero negándose a sí mismo
por cuidar de su mujer y sus hijos, encuentra una
vida más completa y satisfacciones que nunca hubie-
ra tenido de otro modo. Lo mismo sucede en todo
grupo a que pertenecemos. Y así por someternos a
la organización de la religión y sostenerla con entu-
siasmo,alcanzamos valores de fe y comunión que no
se pueden experimentar fuera de la organización.
Nuestra "libertad", en sentido lógico habrá sufrido
pero nuestra vida ha sido enriquecida.
No hemos tocado el punto moral. Algunos
maliciosos aseguran que los Libres Pensadores son
en el fondo, Libres Pecadores. Yo no los juzgo más
pecadores que a mí mismo pero sí creo su debilidad
principal estriba «n no haber comprendido la moral,
— 5 —
en toda su extensión. "Moral" viene de la voz latina
"mora" que quiere decir "costumbre" y nos hace
recordar que como ningún hombre nace de su propia
voluntad, tampoco puede uno pensar en vivir solo.
El hombre no vive su vida apartada de sus semejan-
tes contemplando las cosas fríamente con su pensa-
miento, sino la vida de la humanidad de que forma
parte pulsa por sus venas. Es miembro de este
cuerpo, lo que le une intimamente a los demás
miembros y a la cabeza del cuerpo que es Dios,
Si es immoral, no haciendo caso de los demás, él
mismo se daña, pues no cuenta con el apoyo de ellos
y como tu bien sabes aun el pobre y la leña verde sir-
ven en la mejor ocasión . No puedes echar en saco ro-
to los ideales y normas de conducta que sostienen
tus semejantes.
Y ahora te voy á hacer una pregunta que sin
duda te parecerá impertinente: ¿Qué te sacas con
tu libre pensamiento? Si me contestas honrada-
mente tendrás que reconocer que no pasa de ser
una cierta satisfacción fría y egoísta, la cual no
puedes participar ni a tu mujer ni a tus hijos. Y
si tu me retornas lá pregunta sobre lo que la fe
cristiana significa para mi vida te diré que me ha
hecho "una nueva criatura", que me da un gozo al
saber que Dios ha perdonado mis pecados que llena
mi ser hasta lo más profundo y que me proporciona
orientación para mi conducta, entendimiento de
los misterios de la vida y una santa causa en que
— 6 —
ye y mi familia y mis hermanos en !a fe podemos jun-
tamente gastar nuestra vida terrenal. Quiera Dios
que participes de nuestra fe, milites con nosotros y
goces de la vida eterna con el Señor para siempre.
;«o«o«o«c»o«o«o«o«o*D»o»o«o«o«o«o»o»G«c«o«o«o«o«o«ü»o«c»o»c«o»o«o«o«<»o53
Capítulo II
CARTA ABIERTA AL CATOLICO
APOSTOLICO ROMANO
-^preciable Paisano:
Si llegó la carta abierta que dirigí al Libre
Pensador, a manos tuyas, habrás comprendido que
yo considero como de vital importancia varias cosas
que tú también aceptas y crees, que son: la existen-
cia de Dios, los derechos de la fe y la necesidad de
la religión organizada. «Pues precisamente estos
son los puntos que yo sostengo» te oigo decir. Y
en verdad tenemos no poco en común, a más de lo
ya mencionado, porque los dos reconocemos a Cris-
to como Hijo de Dios y las Sagradas Escrituras
como su palabra. Pero y este «pero» es una
historia larga. Vamos a ver.
Tú te llamas «Católico, Apostólico y Romano».
No ignoras que la palabra «católico» viene de una voz
griega que quiere decir «Universal». De modo que
cuando dices que perteneces a la Iglesia Católica estas
— 8 -
afirmando que perteneces a la Iglesia Universal.
¿Qué quieres decir con esto? Si quieres decir que
perteneces a una Iglesia que abarca todo el mundo
te equivocas, porque tu iglesia, dándole toda la
amplitud posible, apenas abarca en su cumunión la
décima parte de los habitantes del globo terrestre
y ni siquiera incluye la mitad de los que se llaman
cristianos. O ai quieres decir que tu iglesia debe
abarcar a todo el mundo, no tienes derecho a lla-
marla «apostólica» porque en la Iglesia Apostólica
«muchos son los llamados, mas pocos los escogidos».
(Mateo 22:14). Pero si al llamarte «católico» reco-
noces a Dios como el único sér universal y reclamas
pertenecer a El, y sólo a El, entonces tan católico
soy yo como eres tú y aun más católico, como espe-
ro demostrarte.
Luego te llamas «Apostólico» y supongo que
quieres decir con esto que perteneces a la Iglesia
de los Apóstoles. Estos eran hombres que no fue-
ron libres de disensiones entre si y que organizaron
BUS iglesias con diferentes ritos y costumbres según
el pueblo con que trataban (Gálataa 2:11-14). A
mi juicio es mejor seguir a Cristo que a sus apósto-
les, y llamarse «cristiano» antes que «apostólico».
Pero al fin y al cabo los apóstoles a pesar de sus
diferencias en organización y ritos, no se separaron
ni se anatematizaron mutuamente y por lo general
nos dan un hermoso reñejo del amor de su Señor.
De modo que yo podría llamarme «apostólico» y
creo que así me honraría.
- 9 -
Pero cuando a más de llamarte «católico» y
«apostólico» acabas por añadir «romano», echas todo
a perder y caes en un fango de contradicciones, de
donde, si sales, todo enlodado vas a salir. «Católico»
es universal, abarcando el Universo entero. «Ro-
mano» es local perteneciente a este pedazo de
tierra de las «siete colinas» en la lejana Italia, que
se conoce con el nombre de Roma. La palabra
«apostólico nos habla de San Juan y San Bartolomé
y Santiago y los demás, hombres descalzos, humil-
des pescadores y artesanos de la antigua provincia
arrinconada y despreciada de Galilea. «Romano»
nos trae a la memoria la magnificencia de los Césa-
res, y de aquel que después se sentó en el trono de
ellos, el llamado «papa» Tú y yo nunca vamos a
poder ponernos de acuerdo, mientras te sigas lla-
mando «Romano».
Por cierto hay muchas diferencias entre los
que nos llamamos evangélicos y vosotros los roma-
nistas en nuestras creencias y nuestras prácticas.
Nosotros permitimos a nuestros ministros casarse, si
creen servir mejor a Dios así. Vosotros condenáis
a los vuestros al celibato (lo que tantas veces resul-
ta .. . concubinato.) Nosotros participamos todos
de la comunión del Señor, el ministro y loa simples
creyentes recibiendo el pan como símbolo del cuer-
po quebrantado de Cristo y el vino como símbolo
de su sangre derramada. Vosotros creéis que el
pan después de la bendición sacerdotal ya no es pan
sino la verdadera carne de Cristo y el vino su san-
— 10 —
gre, y que sólo el ministro tiene derecho de tomar
este último. Nosotros comemos carne cuando nos
da la gana y cuando tenemos con qué comprarla;
vosotros por ley no debéis comerla los viernes ni en
Cuaresma. Nuestros cultos y nuestros templos
presentan una sencillez severa, los vuestros un lujo
garrafal; y apenas hemos empezado a relatar las
diferencias entre uno y otro sistema.
Pero todo esto es del exterior. La Iglesia tuya
bien puede prescindir de estos cuatro y otros tan-
tos puntos (como ha hecho ya más de una vez) y
sin embargo estará tan alejada de la mía como en
el día de hoy. Y la Iglesia Evangélica puede acep-
tar estos y otros tantos puntos (como unas de sus
denominaciones han hecho algunas veces) y sin
embargo no dejará de ser evangélica. Lo que nos
separa es algo más fundamental y tiene que ver
con la suprema autoridad que una y otra reconoce.
Nosotros reconocemos como Jefe de la Iglesia
únicamente a Cristo quien ha dicho: "donde están
DOS o TRES CONGREGADOS EN MI NOMBRE ALLI ESTOY
YO EN MEDIO DE ELLOS" (Mateo 18:20) y «HE AQUI, YO
ESTOY CON VOSOTROS TODOS LOS DIAS, HASTA EL
FIN DEL MUNDO.» (Mateo 28:20) Pof tanto él está
hoy en todas partes del mundo mirando y dirigien-
do los pasos de su Iglesia. Vosotros tenéis por
jefe a cierto hombre de carne y hueso, nríandatario
de un pequeño principado en Italia que reside en el
Vaticano y tiene que saber lo que pasa en su iglesia
por medio de cartas y telegramas. Vosotros creéis
- 11 —
que éste, vuestro papa, es infalible en su 'enseñanza.
Nosotros reconocennos como infalible solamente la
enseñanza del Hijo de Dios, consignada en las Sa-
gradas Escrituras. Vosotros creéis que vuestro
papa y vuestroai sacerdotes tienen el derecho hasta
de perdonar los pecados. Nosotros sabemos que
solo Dios tiene este derecho.
Esta tendencia de confiar en los humanos te
lleva a lo que para mí es la idolatría suprema o sea
el pretender crear a Jesucristo y luego sacrificarlo
cada vez que un sacerdote celebra la misa. He
querido ser imparcial y entender los argumentos
de tus mentores. He querido ser tolerante. Pero
confieso que mucho de lo que dices me parecen puros
sofismas ideados para cubrir o esconder el impulso
de querer dominar.
Puesto que has reconocido A UN hombre como
tu Dios y hassometido tu vida espiritual en todos sus
aspectos a él, fácilmente te dejas arrastrar por sus
opiniones e intereses y en lugar de poner tu grano
de arena para el bien de tu patria, mirando los inte-
reses de ella y dando a César lo que es de César y
a Dios lo que lo que es de Dios, te dejas mandar
hasta en cosas de política por este príncipe extran-
jero o si no, te vuelves «mal católico» que es lo
mismo como no serlo. A tal extremo se ha vuelto
tu iglesia una organización política que en los países
donde más tiempo ha dominado, sus mismos hijos
se han levantado contra ella, llamándose liberales,
mientras los romanistas fieles forman un partido
clerical que es un elemento poderoso en la política
— 12 —
de cada nación donde vosotros habitáis. De modo
que el culto ya no es un servicio a Dios sino un
instrumento de partido. Esto y la bien conocida
corrupción de la moralidad en los países católicos,
la superstición e idolatría que prevalecen, la descon-
fianza de los laicos ante sus ministros y todos loa
demás males de tu sistema sonVesultado de recono-
cer a un hombre como infalible en lugar de atender
el primer mandamiento de Jehová. "No tendrás
dioses ajenos delante de mi".
Oh amigo, fíjate en donde estás parado. Te
has puesto bajo el poder de un principe extranjero,
te dejas enseñar por un humano que seguramente
te hará creer lo que conviene a los intereses de él
mismo y te confiesas y recibes absolución de otro
hombre tan pecador como tú mismo. Estás para-
do sobre las arenas movedizas de la opinión humana.
Eres un ciego que te dejas guiar por otro ciego.
¿No quisieras el gozo de obedecer a un Jefe
Divino, de tener la certidumbre y claridad que la
Palabríi de Dios te ofrece y de alcanzar la seguridad
de perdón y salvación por la obra consumada una
vez para siempre en el madero de la cruz? Cristo te
ofrece todo esto en su Evangelio, y todo esto en-
contrarás en la comunión de aquellos que siguen
su Evangelio, o sea en la Iglesia Evangélica. ¿No
te parece que es tiempo de pararte sobre la roca
inconmovible de Cristo?
- 13 —
C«t>«0*0*0*0«0«0«0«0«0»0*'D«0*C«0«0«C«0*0«U«0*0*0«0«S*0»0«0«0«C*C^
A cada cuando oigo de alguna maravilla nueva,
de alguna revelación de los espíritus de ultratumba,
y tú y tus amigos no os cansáis de invitarme a
vuestro *'Centro" y de asegurarme que '*solo un
paso me falta". He leído tas hojas de propaganda
y los libros de Alian Kárdec, he asistido a las sesio-
nes de los tuyos en Europa, Norte América y aquí
en Guatemala también y ahora después de cincuen-
ta años de estudiar el Espiritismo, debo en justicia
manifestarte porqué no doy el "paso" que tó dices
que me falta,
Pero antes de todo quiero reconocer lo bueno
de tu sistema, pues a ninguno hay que negarle e|
mérito que tiene. Habéis desechado el yugo cleri-
cal, lucháis por la libertad de cultos y de pensamiea-
Capítulo
CARTA ABIERTA AL
ESPIRITISTA
-^ 14 —
to, reconocéis el principio de separación entre la
Iglesia y el Estado. También procuráis hacer bien
al prójimo. Oa compadecéis de la humanidad do-
liente proveyéndole centros donde curarse, lo que
forma la atracción principal de vuestro sistema pa-
ra las masas y consoláis a ios afligidos de corazón
en esos momentos tan difíciles, cuando un ser que-
rido ha sido separado por la muerte dei círculo de
sus familiares.
Mas todo esto no impide que estéis en un gran
error, a mi humilde juicio. La base principal de
vuestro sistema es la creencia que loa espíritus de
los muertos comunican con nosotros los vivos, por
medio de ciertos paisanos nuestros llamados «mé-
diums». Todo lo demás está levantado encima de
esta base. Quitamos la base y todo cae. Empiezo
por decir que yo no creo que los espíritus de los
muertos comunican con los vivos por medio de los
«médiums», y por las siguientes razones.
1. La mayor parte de los «médiums» que en-
contramos en los «centros» ordinarios son o «mé-
diums escribientes» o «médiums parlantes» cuyas
comunicaciones no son más que un conjunto de
simplezas parecidas a las palabras que habla un so-
ñador o a las que se hablan en estado de delirio. Na.
da nuevo, nada de positivo provecho nos han enseña-
do. Si Bon comunicaciones de los muertos, ¡pobres
jos muertos! porque en vida hablaron con más in-
teligencia que ahora. Pero no son comunicaciones
de los muertos sino extravaganci&s de la mente
- 15 -
subconsciente del «médium».
2. De los «médiums» que practican otras cosas
como la levitación de objetos, materialización de
espíritus etc. etc., casi todos han sido cogidos prac-
ticando fraudes de una u otra naturaleza, Estos
fraudes han sido tan bien hechos que han engañado
a grandes científicos muchas veces. Pero donde
hay tanto fraude probado hay que exigir doble
seguridad para creer y se carece hasta la fecha de
esta seguridad.
3. Los hombres de ciencia con muy pocas
excepciones que, habiendo estudiado estos fenóme-
nos se han persuadido que son auténticos, no cree^^
sin embargo que proceden de espíritus de ultratum-
ba sino de facultades del mismo «médium» hasta
hoy poco entendidas. Aun de los pocos científicos
que durante el último medio siglo se han agregado
a las filas del Espiritismo, varios han dejado estas
doctrinas después. El famoso astrónomo francés
Camilo Flammarión, es un ejemplo.
Yo por mi parte no pongo traba alguna a la
ciencia y la dejo que siga sus estudios pero no quie-
ro basar mi esperanza de vida en el Más Allá sobre
extravagancias de mentes enfermas ni fraudes de
charlatanes.
Luego suponiendo, sin concederlo, que estos
mensajes y fenómenos que los «médiums» nos ofre-
cen, procedieran en verdad de espíritus de ultra-
tumba, ¿qué garantía tenemos que vengan de los
espíritus, (filósofos santos, científicos etc., en su
— 16 -
mayoría), que los firman? El mismo Espiritismo
nos enseña que hay «espíritus burladores» y la Pa-
labra de Dios asegura que hay espíritus malignos,
«gobernadores de las tinieblas» «malicias espiritua-
les en los aires«. Puesto que toda la tendencia
del Espiritismo es de negar la Biblia y despreciar la
obra del Cristo quien compró nuestra salvación con
su sangre en la cruz, no podemos dudar que si hay
de veras comunicaciones de espíritus de ultratum-
ba, no son de Kant ni Gaíiieo, ni San Agustín, ni
mucho menos de Jesucristo mismo, sino son los de-
monios los autores de ellos.
Pero supongamos por fin que en lugar de ser
extravagancias de la mente subconsciente como son
o en lugar de ser mensajes de los demonios como en
algunos casos pueden ser estas comunicaciones sean
en verdad de los mismos seres de los cuales se pre-
tende que vienen. Concedo que bajo estas circuns-
tancias, los humanos tendríamos ciertas ventajas.^
El padre de familia que murió de repente sin arre-
glar sus asuntos podría manifestar a su viuda la
combinación de su caja de hierro y en qué gaveta
secreta dejó las escrituras de sus propiedades. Los
hijos pudieran oír los buenos consejos de la madre y
sentir sus caricias etc.etc. Pero ¿qué base nos ofre-
ce todo esto para nuestra fe? Una base como tienen
las demás religiones, (menos el Cristianismo): LA
PALABRA DE UN SER CREADO. El profeta Isáías ocho-
cientos años antes de la venida de Cristo al mundo
puso al Espiritismo en su lugar cuando dijo: «Y
- 17 -
CUANDO OS dijeron: acudid a los espíritus y a
LOS adivinos, que chirrían y mascullan; res-
ponded: ¿No debe un pueblo acudir más bien
a SU dios? ¿por los vivos acaso se ha de
acudir a los MUERTOS? ¡A LA LEY Y AL TESTIMO-
NIO! (la SANTA biblia) SI NO HABLAREN CONFORME
A ESTA PALABRA, SON AQUtDLLOS PARA QUIENES NO
HA AMANECIDO. (IsRÍas 8:19,20) . Habiendo habla-
do Dios en 8u Palabra y teniendo nosotros por tanto
un mensaje del mismo Padre de los espíritus, ¿qué
necesidad hay de estar oyendo las voces de aquellos
que segün ellos mismos confiesan no han penetrado
al mero centro del misterio de la existencia?
La poca capacidad de los espíritus de ensoñar-
nos del Más Allá está patente en las contradicciones
de BUS mensajes entre sí, de lo cual hay evidencias
hasta por mayor si tuviéramos tiempo para men-
tarlas.
En resumen, siento decirte que tu sistema ape-
sar de haberse apartado del Romanismo, ha retenido
sus peores errores.
Vosotros sois tan idólatras como son los roma-
nistas. En lugar de los "Santos" y el "Pápa" ha-
béis puesto a "los buenos espíritus" y a Alian
Kardec, u otros "maestros" ahora últimamente, pe-
ro en esencia es una misma cosa. Seguís la palabra
del hombre en lugar de la Palabra de Dios.
En lugar del Purgatorio habéis puesto la Reen-
carnación que viene siendo lo mismo, pues la salva-
ción es por obras y sufrimientos y no por la gracia
— 18 -
de Dios, mediante la fe en la sangre derramada
por Cristo.
No ofrecéis al alma apesadumbrada ningún
consuelo que no se encuentra en el Evangelio de
Cristo y sí le ofrecéis mucho que sólo puede dañarle
y apartarle de la verdad. Ya viste que aun el profe-
ta Isaías supo que no te había amanecido, que toda-
vía estabas en tinieblas. Tus mismos espíritus te
cuentan lo mismo. Muchos de tus fenómenos sólo
en la obscuridad puede producirse. Tu religión es
la religión del obscurantismo. Pero Cristo dice: YO
SOY LA LUZ DEL MUNDO. ¿No quisieras andar en
esta luz? Acepta a Cristo antes de que se diga de
ti, "LA LUZ VINO AL MUNDO Y LOS HOMBRES AMA-
RON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ; POR QUE SU3
OBRAS ERAN MALAS." (Juan 3;19.)
- 19 -
'•0»0«0»OOC60«0«0»0»OfO«OeO»0«0«0*0«0«OffO«0«0<
io»o«o«o«o»o»o*o«otocoao»c»o«o«o«o«oeo»o«o«o«i
Capítulo IV
CARTA ABIERTA AL
ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA
Me dirijo a ti, usando un título que no he podi-
do dar ni al Libre Pensador, ni al Católico-romano
ni al Espiritista. Ellos todos contigo y conmigo
son las criaturas de un mismo Creador pero no son
hijos de un mismo Padre y por tanto hermanos en
una misma familia con nosotros. Ciertamente son
hijos de Dios por creación pero como el hijo pró-
digo, se han alejado de la casa paternal y mientras
están en la «tierra lejana» no podemos reconocerles
como «hermanos».
Tu y yo, por otra parte, tenemos no solamente
el mismo Dios, el mismo Salvador y la misma Pala-
bra.Divina, sino aun nuestras prácticas y ritos son
semejantes. Leemos la misma Biblia y cantamos
los mismos himnos.
- 20 -
¿Porqué esto entonces de sacar al público nues-
tras diferencias en una carta abierta? (pues las
diferencias que suelen haber en una familia bien
ordenada se arreglan en el seno de la misma, sin
hacer escándalo.) El que sacamos nuestros trapos
al sol siendo hermanos, es triste, pero la actitud
tuya lo hace necesario. Porque tu trabajo no es
como el trabajo de los demás cristianos que procu-
ran rescatar almas al mundo para que entren a
ocupar un puesto en el reino de nuestro Dios y de
su Cristo. Si fuera así, podríamos dejar pasar al-
gunas de tus cosas. Tú prohibes comer ciertas
viandas. ¿Qué nos importa'*a nosotros? «el que
COME, COME PARA EL SEÑOR, PORQUE DA GRACIAS A
DIOS; Y EL QUE "NO COME, NO COME PARA EL SEÑOR
Y DA GRACIAS A DIOS.» (Romanos 14:6.) ""'LOS
ALIMENTOS PARA EL VIENTRE Y EL VIENTRE PARA
LOS ALIMENTOS; PERO DIOS DESTRUIRÁ TANTO AQUEL
COMO A ESTOS" (1 Cor. 6:13.) Bien podías guardar
el sábado, "el que hace caso del día hácelo
PARA el señor, Y ÉL QUE NO HACE CASO DEL DÍA.
NO LO HACE PARA EL SEÑOR," (Rom. 14:6,). En
estas cosas y otras semejantes nos toca seguir el
consejo del Apóstol. UNO HACE diferencia en-
tre DÍA Y DÍA, OTRO JUZGA IGUALES TODOS LOS
DÍAS. CADA UNO ESTE ASEGURADO EN SU ÁNIMO.
1 NO JUZGUEMOS MÁS LOS UNOS A LOS OTROS. (Ro-
' manos 14:5,13).
Pero el hecho es que tú sí nos juzgas a nosotros.
En lugar de buscar a los pecadores, tu trabajo es
- 21 -
principalmente con los creyentes en el Evangelio, y
casi lodos tus prosélitos los buscas entre los nues-
tros. Vienes anunciando a nuestros hermanos que
nosotros no les hemos dado toda la verdad, que los
hemos engañado, que tenemos la seña de la bestia
y no sé cuantas otras cosas por el estilo. Si calla-
mos nos hacemos acreedores de tus cargos.
Por esto tenemos que contestar de voz en cue-
llo que no somos engañadores ni engañados, sino
que tomamos muy en serio el consejo del Apóstol:
ESTAD, PUES, FIRMES EN LA LIBERTAD CON QUE
CRISTO NOS HIZO UBRES, Y NO OS VOLVÁIS OTRA VEZ
A SER PRESOS EN EL YUGO DE SERVIDUMBRE.
(Gálatas 5:1.)
Empezamos por el sábado. Tü nos dices y con
razón que el cuarto mandamiento del decálogo
exige que se guarde el séptimo día como sábado
de descanso y culto; que los Judíos lo guardaban;
que nuestro Señor y los apóstoles asistían a las
sinagogas y hacían oración en ese día y que en nin-
guna parte se encuentra un mandamiento de Cristo
aboliendo el sábado. Añaden Uds. que el domingo
eomo día de descanso fué establecido por un de-
creto del emperador romano, Constantino, en e\
cuarto siglo después de Cristo.
Lo que omites decir es que el decálogo, poi"
más que contiene leyes de moral universal, fué pre-
cisamente el pacto hecho entre Jehová y el pueblo
de Israel. En el Cristianismo vivimos bajo un nue-
vo pacto sellado con la sangre de Cristo y ninguna
- 22 -
cláusula de este nuevo pacto hace referencia al sá-
bado. Pero tú me dices: "Jesús y sus discípulos
guardaban el día.'' Cómo no; asistían a las sinago-
gas en sábado porque ese era el día en que se jun-
taba la gente a quien debían de servir en su
ministerio. Pero tú no puedes leer Lucas 18:10-17
y una docena más de pasajes por el estilo que con-
tienen los evangelios, sin reconocer que toda la ten-
dencia de Jesús era de contrarrestar la observancia
del sábado en la forma establecida en su pueblo. El
dice: "el sábado por causa del hombre es he-
cho; NO EL hombre por CAUSA DEL SÁBEDO."
(Marcos 2:27.) Tú con exigir que el descanso ha
de ser en cierto día, estás haciendo que el hombre
sea para el sábado, contraviniendo la voluntad de
Cristo mismo.
En las epístolas no encontramos exhortación
alguna a las nuevas iglesias gentiles para que guar-
den el sábado. Antes al contrario contienen al
menos dos pasajes que enseñan claramente que el
guardar el sábado no es obligatorio para el cristiano.
(Col. 2:16, Rom. 14:6).
Como es sabido, hubo en la Iglesia primitiva
una lucha entre los hermanos que querían que la
religión cristiana fuera la expresión de una fé uni-
versal y aquellos que la miraban como una simple
secta del Judaismo a la par de la de los Fariseos,
Saduceos o Esenios. La Iglesia primitiva, iluminada
por el Espíritu Santo escogió romper con la ley de
Moisés. La decisión fue dada por un concilio
— 23 —
celebrado en Jerusalem y que está descrito en el
Capítulo 15 de los Hechos. Su fallo fué de no impo-
ner a los cristianos gentiles más carga que el de abs-
tenerse de cosas sacrificadas a ídolos y de sangre y
de lo ahogado y de la fornicación (Hechos 15:28,29).
Al haber sido el Sábado obligatorio se hubiera
mencionado, lo que no se hizo.
El Apóstol Pablo fué el campeón de este punto
de vista. Pero el partido judáico no se dió por ven-
cido y donde quiera que el Apóstol iba ganando
almas para Cristo, representantes de este partido
iban atrás diciendo a los recién-convertidos que
debían guardar la ley de Moisés. Esto sucedió tam-
bién en Galacia y la Carta a los Gálatas tiene por
objeto contrarrestar los esfuerzos de ese partido y
poner las cosas en su lugar. Cada vez que leo esta
carta tengo la convicción más clara que tú estás
haciendo en la Iglesia de hoy precisamente lo que
el partido judaizante hacía en el tiempo de Pablo.
Ciertamente se trataba de imponer la circuncisión
a loa creyentes de entonces y hoy tú tratas de im-
ponernos el sábado, pero en ambos casos, el princi-
pio es el mismo; que el cristiano está bajo la ley de
Moisés.
No dudo que la actitud del partido judáico en
la Iglesia Primitiva fué elemento poderoso en cam-
biar el día de descanso de Sábado a Domingo. El
cambio fué llevado a cabo antes de terminarse el
primer siglo cristiano como se ve en varios pasajes
del Nuevo Testamento (Hechos 20:7. Apocalipsis
- 24 -
1:10. etc.) y fué observádo entre los cristianos du-
rante todo el tiempo de las persecuciones, como se
prueba por los escritos de muchos autores del se-
gundo, tercero y cuarto siglo. El decreto de Cons-
tantino no hizo más que dar legalidad civil a una
costumbre observada por los cristianos desde tres
siglos atrás.
Tú me dices que no debo despreciar la ley del
Sábado porque fué escrita con el mismo dedo de
Dios. Yo contesto con Pablo: "Y si el ministerio
en la letra grabada en piedras fué con gloria, tanto
que los hijos de Israel no pudieron poner los ojos
en la faz de Moisés a causa de la gloria de su rostro.
LA CUAL HABÍA DE PERECER, ¿cómo no será más
bien con gloria el ministerio del espíritu? Porque
si el MINISTÉRIO DE CONDENACION fué con gloria,
mucho más abundará en gloria el ministerio de
justicia". (2a. Corintios 3:7-9.)
¿Entonces en qué quedamos? Que mientras tú
guardas el Sábado y te abstienes de las viandas y
das el diezmo etc. etc., si lo haces para el Señor,
haces bien. Que si tratas de obligar a tus herma-
nos a hacer lo mismo, haces muy mal. Y si procu-
ras imponer la ley de Moisés a los cristianos, estás
predicando "otro Evangelio" y eres anatema. Yo
no conozco tu corazón y por esto dejo el juicio al
juez justo y me suscribo, tu Atto. S. S. y hermano.
— 25 -
Capítulo V
CARTA ABIERTA AL
TESTIGO DE JEHOVA
Señor >^4í¿o:
Todavía vive en mi memoria el encuentro que
tuve con el "Pastor" Russel en un hotel de la Suiza
en 1912. Aun antes de saber quién era, su aspecto
venerable, la dulzura de su voz y sus maneras sim-
páticas me impresionaron vivamente. Y ahora que
acabo de releer su Plan Divino de las Edades me
siento arrebatado nuevamente por el poder de su
personalidad. Cuando habla en defensa de la Bi-
blia, cuando rechaza los argumentos de los incrédu-
los, lleva convicción a mi corazón y digo: "Este no
puede ser mal hombre". Cuando con una plumada
resuelve diñcultades doctrinales y de interpretación
bíblica que han agobiado las energías délos mejores
pensadores cristianos de veinte siglos, quedo admi-
rado y me pregunto: ¿Podrá ser que hasta aho/a
- 26 -
estamos viendo la luz que ha sido escondida durante
tanto tiempo? No deja de tener sus calidades, el
profeta que tú sigues.
Mas creo oírte decir: No soy seguidor del Pas-
tor Russel; soy un simple estudiante de la Biblia.
Veamos: y suplico que seas franco. ¿Aprendiste
sólo por el estudio de tu Biblia que el infierno es el
sepulcro, que en la resurrección todos tendrán la
oportunidad de aceptar a Cristo, que la doctrina de
la Santísima Trinidad es falsa, que grandes trastor-
nos mundiales iban a suceder antes de 1914, despuéa
1915, 1918 y 1925 (ninguna de cuyas fechas ha re-
sultado cierta) que Cristo ya descendió al taber-
náculo etc. etc? La verdad es que tú aprendistes
estas cosas no de la Biblia sino de "La Torre del
Vigía", del "Plan Divino de las edades", de "El
Arpa de Dios" u otro de tantos escritos, unos por
Russel mismo, otros por sus seguidores que se lla-
maban Asociación Internacional de Los Estudiantes
de la Biblia o ahora después Los Testigos de Jehová.
¡Y estos escritos ponen al Pastor Russel en la luz
de un profeta! Según ellos sus siete libros son los
siete truenos del Apocalipsis. Se llaman también
los siete ángeles, las siete Plagas, la Cadena grande
en manos del ángel, las siete copas de la ira de
Dios etc. etc. El séptimo de los siete libros del
Pastor Russel se llama a sí mismo: El Incensario
de Oro, el lugar del furor de Dios y la Punta de la
Espada del Espíritu. (Puesto que la Espada del
Espíritu es la Palabra de Dios (Ef.6:17) se hace es-
- 27 —
te libro también una parte de la Palabra de Dios).
Véase Páginas 167, 237, 320, 290, 237, 145, 229 y
466 del Volumen 7 de las Obras de Russel.
Es de notar que se da mucha importancia a la
persona del Pastor Russel en estos libros. El volu*
men 7 se publicó después de la muerte de este y
aunque asegura ser por él mismo se ve que el edi-
tor ha hecho bastante de su parte. Pero de todos
modos es una publicación autorizada de los Testigos
de Jehova. En este volumen leemos en la página 169
que el Pastor Russel es el séptimo ángel mencionado
en Apocalipsis 10. En la pagina 418 dice que el Pastor
Russel es la persona descrita en Exequiel 9:2 sig. Has-
ta las dificultades que el Pastor Russel tuvo con su
legítima esposa, que terminaron en un divorcio, son
profetizados en el capítulo 24 de ^Exequiel según
vemos en la página 483 de este libro. Página 386
dice que en 1878 Dios quitó el derecho de enseñar
e interpretar la Biblia al clero y lo dió al Pastor
Russel. En la página 387 leemos que Dios consti-
tuyó al Pastor Russel por Atalaya sobre toda la
Cristiandad. Esto explica la razón porque no se
reconocen más pastores que el Pastor Russel en tu
secta. Aun es diferente de loa demás hombres en
su naturaleza. Nos enseñas tú que todos los hom-
bres al morir, dormimos un sueño profundo hasta
la resurrección. Mas no ha sido así con el Pastor
Russel, porque dice la página 420 que este ha ido a
Cristo dentro del velo y le ha dado informes de
como ha cumplido su cometido. Así es que el Pastor
- 28 -
Russel, viene a ser un segundo Cristo para tí, o
cuando menos un gran profeta.
Mas como el Señor Jesucristo nos ha dicho que
vendrán muchos falsos profetas (Mateo 24:11.) su-
plicóte fijarte muy bien en lo siguiente:
En Volumen 2, página 99 edición 1907, «ncon-
tramos estas palabras "El fin definitivo d« loi
reinos de este mundo y el establecimiento completo
del reino de Dios será llevado a cabo antes del fin
del año 1914.'* Dime si el autor de estas palabras
fué un profeta verdadero o un profeta falso.
En Volumen 3, página 363 dice que probable-
mente en el año 1910 pero de todos modos antes de
1914 la iglesia verdadera, novia de Cristo, habrá
sido completada y pasada dentro del velo. Dime si
esta profesía es falsa o verdadera.
Volumen 7, página 485 dice literalmente *'En
el año 1918 cuando Dios destruye las iglesias por
mayor y sus miembros por millones sucederá que
los pocos que escapan vendrán a las obras del pas-
tor Rusael, para aprender el significado de la caída
del Cristianismo."
No hemos vito esta destrucción de iglesias ni
de miembros de elias ni los restantes volviéndose
Russelistas. Desde luego aquí se trata de un falso
profeta, nacido en los Estados Unidos (cuna de
tantos errores religiosos como son el AdveDtismoi
el Mormoniemo, la Ciencia Cristiana y ei Russelis-
mo). No digo que uno que ha dicho profecías
falsas no puede también decir verdades, pero aque
- 29 -
cabe el refrán que al mentiroso ni la verdad se le
cree y sabiendo que las doctrinas de los testigos de
Jehova proceden de una fuente tan peligrosa,
tendremos mucho cuidado de no aceptarlas antes
de averiguar lo que dice la Biblia mianr^o.
Veamos entonces cuáles son algunas doctrinas
principales que diferencian a tí de los demás cris-
tianos.
■ 1. Tú enseñas que **los€lementos gobernantes
están bajo el dominio del Dios malo de este mundo"
(Satanás) ("'El Estandarte para los Pueblos", p.
17), que ocupar un puesto en un gobierno es sola-
mente egoísmo, (Item 4), que Dios nunca organizó
más gobierno que el pueblo judío (Item. 8), que
él cristiano no debe votar en elecciones municipa-
les ni nacionales, (Volumen 6 p. 593) y que no debe
prestar servicio militar (Item 595). ¿Será esta la
enseñanza de la Biblia? No, señor. La Palabra de
Dios dice en Romanos 13: 1, 2: "Sométese toda
alma a las potestades superiores: porque no hay
potestad sino de Dios y las que hay por Dios han
sido ordenadas. De modo que, el que se opone a
la potestad, a la ordenación de Dios resiste". Aquí
se ve qiie lus elementos gobernantes o sean las au-
toridades no son agentes de Satanás sino de Dios,
como consta también en muchos otros pasajes como
Tito 3:1, 1 Pedro 2:13.15,1 Timoteo 2:1-3 etc. Re-
cordamos que el peor tirano que regístrala historia
o sea Nerón, era el mandatario cuando las palabras
— 30 -
citadas arriba fueron habladas por inspiración del
Espíritu Santo. Puede tisber hombres malos en
puestos públicos, pueden haber injusticias ina-
guantables, mas las autoridades constituidas son
establecidas por voluntad divina. Debemos orar
por ellas, lo que no sucedería si eran del sistema
satánico.
2. Tú le das demasiada importancia a la razón
en cuestiones religiosas. Véese solamente una pá-
gina (la 65) del Pian Divino de las Edades. Allá
nos dice: "La razón nos ha dicho", "La razón nos
enseña", "La razón nos dice", "conforme a la
razón"; todo en una págir.8 y todos ios libros y
folletos de tu secta apelan constantemerte ala ra-
zón. El Pastor Russsl se justifica citando í-aías 1:18
(Plan Divino de las Eiades, 23) pero este pasaje
nada habla al respecto. Es porque no te parece RAZO-
NABLE que rechazas Is enseñanza bíblica de unínfier
no ola doctrina que muchos son los ilarnados y pocos
los escogidos Ahora el diccionario dice que la razón
es la facultad humana de relacionar, de generalizar
de entender. Li Biblia nos enseña a us^^r la razón
en dar el Evangelio al mundo (1 Pedro 3: 15, He-
chos 17:23 etc ) mas no he encontrado ni un pasaje
que nos indique que debemos usar la razón para
suplir lo que no esté claramente dicho en la reve^
lación Divina de Dios a nosotros los humanos, en
su Santa Palabra.
Como conocemos en parte, (la. Corintios 13:12),
al relacionar y generalizar, la razón tiene que errar
— 31 —
porque no tiene los datos completos. Por esto el
creyente confiesa con el Apóstol que el mundo no
ha conocido a Dios por sabiduría y que lo loco de
Dios es más sabio que los hombres, (la. Corontios
1:21,25) y acepta por fe una Revelación que mani-
fiesta cosas que su razón no alcanza, y que él sim-
plemente cree, agradece, y predica.
3. Tus creencias respecto al futuro, cielo e in-
fierno, Día del Juicio y Milenio son tan diferentes
d« las que los demás cristianos siempre han acepta-
y tán diferentes de lo que yo entiendo que enseñan
las Sagradas Escrituras que aquí difícilmente nos
podremos poner de acuerdo. Ahora si el Pastor
Russel es un profeta inspirado de Dios para revelar
lo que el mismo San Juan no entendía al escribir su
Apocalipsis, como dice, no hay más que aceptar sug
enseñanzas. Mas si el Pastor Russel es un falso
profeta, como ha sido probado que es, entonces es
mejor rechazar toda su ayuda y estudiar las Sagra-
das Escrituras con la humildad debida. Creo que
podemos entender lo que dice la. Corintios 2:9.
"cosas que ojo no vio ni oreja OYO NI HAN SU-
BIDO EN CORAZON DE HOMBRE, SON LAS QUE HA DIOS
PREPARADO PARA AQUELLOS QUE LE AMAN". LaS
cosas que Dios nos ha revelado del futuro por fuer-
za han sido por símbolos y figuras, porque son co-
sas de otro mundo que no conocemos. Para tratar
todo lo que el Pastor Russel trata a este respecto,
tendríamos que escribir siete libros nuestros. No
hay lugar aquí para meDcionar muchos detalles.
— 32 -
Sólo me sea permitido manifestar que como tú a-
nuncias que todos tendrán una nueva oportunidad
de aceptar a Cristo en el Milenio, no sientes que
hay mucha necesidad de predicar el Evangelio hoy,
ni tampoco procuras una vida agradable a Dios.
Entre vosotros son consentidos los borrachos y los
fornicarios, y aun los que en las iglesias evangéli-
cas han vivido muchos años correctamente, volvién-
dose Russeliitas muchas veces hacen lo del perro y
vuelven a su vómito. Tampoco se ven misiones su-
yas llevando las Sagradas Escrituras a los paganos
y a los incrédulos. Tu secta es una pura garrapata
que solamente prospera cuando puede pegarse al
buey llamado Iglesia Evangélica.
En cuarto lugar y por último no puedo tomar
la actitud tuya respecto a las iglesias organizadas
de la Cristianidad. Tú las llamas Babilonia. El
Pastor Russel enseña: que el texto Apocalipsis 18:4:
"Salid de ella, pueblo mío, porque no seáis partici-
pantes de sus pecados, y que no recibáis de sus pla-
gas" (Vol. 6 p. 656.) refiere a las iglesias cristia-
nas. ¿Con qué derecho? Aquí el pastor Russel se
encontraba en un dilema. No eran sus seguidores
loa que conservaron las Sagradas Escrituras duran-
te dos mil años y llevaron el conocimiento de Cristo
a los últimos confines de la tierra. No eran sus se-
guidores los que expusieron sus vidas para corregir
los abusos y devolver al pueblo el Evangelio puro
en el tiempo de la Reforma. De modo que el Pas-
tor Russel no tuvo más que reconocer que las igle-
33 -
sias históricas eran de Cristo en los siglos pasados.
Mas dice qua en el año 1878, el Señor quitó el dere-
cho de enseñar al pueblo a estas iglesias y a su cle-
ro y lo dió a él mismo. Quisiéramos ver este decre-
to. Buscamos en las Sísgradas Escrituras en vano.
No está allí. ¿Qué gran pecado cometieron las i-
glesias en ese año para que el Señor apartara su
Espíritu de ellas? Silencio profundo. Ninguno sa-
be. Con eso de estar saliendo de todas las demás
organizaciones cristianas para fundar una nueva
que reclama ser la verdadera iglesia ya tenemos lo
suficiente. Entre tantas que hay, debe haber algu-
na que esa más o menos de tus convicciones, y si no
la hay fúndela, mas no la llames la única verdadera.
Recuerdo lo que dice Marcos 9:38-42.
Después de las organizaciones de la Cristiandad
BUS credos asustan al Pastor Russel y sus seguido-
res. ¿Y por qué? Los credos son tentativas de los
cristianos de poner en pocas palabras las cosas prin-
cipales creídos por ellos. La única diferencia en-
tre los credos históricos y el credo del Pastor Ru-
ssel es que esos son por lo general breves, mientras
el suyo ocupa siete volúmenes.
Mas el colmo del odio del Pastor Russel contra
la Cristianidad actual se descarga contra los minis.
tros cristianos (probablemente porque hombres
instruidos en la Palabra de Dios como son los mi-
nistros han defendido el rebaño contra este lobo de
quien nos ocupamos.) Mas Russel no puede negar
que las Sagradas Escrituras proveen un ministerio.
— 34 —
El mismo ordena que cadá grupo suyo tenga un je.
fe anciano que iiace las veces de pastor. De modo
que en resumidas cuentas todo queda en lo mismo
en cuanto a organización.
Para terminar quisiera hacerte una EÚpiica. El
"Pastor" Russel en su volumen 6 página 281 hace
una exhortación al estudio, usando "la Biblia como
texto y con el hermano Russel representativamente
presente como Maestro por medio de "Los Estu-
dios" y "Las Torres"! El Russelismo niega la per-
sonalidad del Espíritu Santo mas nosotros los cris-
tianos evangélicos sabemos que existe en el mundo
y que él nos está guiando a toda verdad, según dice
San Juan 16:13. Tenemos la preciosa promesa del
Señor contenida en el mismo Evangelio de Juan
14:26: "Mas el Consolador, El Esi^íritu Santo, al
cual el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará
todas las cosas y os recordará todas las cosas que
08 he enseñado." Entonces dos maestros se te o-
frecen, el Pastor Russel y el Espíritu Santo.
primero lo has estado oyendo bástante tiempo. Su-
plicóte que durante un año, contando desde esta
fecha dQjas sin leer todos loa libros y periódicos que
salen da la casa publicadora de los testigosde Jehova
enBroklyn y que estudies solamente el Libro Sagra-
do, pidiendo al Espíritu Santo que te lleve de verasa
la Verdad. Entonces hablaremos para ver si tenemos
que separarnos de los otros que se llaman cristianos
y todos los demás puntos tuyos, teniendo yo la se-
guridad que nos encontraremos mucho más unidos
que ahora.
~ 35 —
CARTA ABIERTA AL COMUNISTA
Me creo con derecho de llamarte así, recordan-
do aquellos días de hace cuárenticinco años cuando
militamos juntos en el partido socialista, dándonos
ínfulas de grandes sabios por masticar las frases de
Carlos Marx y persuadiéndonos que el Capitalismo
se estaba enterrando por sí solo y que íbamos a en-
trar en cualquier momento a la utopia en que sien-
do todos los medios de producción y transporte pro-
piedad del Bstado, habría iguales oportunidades y
trabajo para todos.
Entonces yo era creyente cristiano y ¿tu ateo
pero nos consentimos ambos a dos, y creíamos per-
seguir el mismo ideal. Pero con el transcurso del
tiempo, la lógica de los acontecimientos nos ha ido
separando, haciendo que nos entendamos mejor.
%
- 36 -
Ambos abandonamos el socialismo como demasiado
teórico, tú buscando el modo de realizar la dictadu-
ra del Proletariado por medio de la "acción direc-
ta" que había de inaugurar la felicidad humana y
yo profundizándome más en las Sagradas Escritu-
ras y esperando la realización de nuestro ideal
en la segunda venida de Cristo como Rey al mundo
y el establecimiento de su reino milenario.
Los años que han transcurrido desde que andu-
vimos juntos han traido sus lecciones. Tú me pue-
des echar en cara que aún estoy con los ojos dirigi-
dos hacia las nubes esperando al Cristo que no ha
venido y yo te puedo echar en cara, que a pesar de
los tremendos esfuerzos y los tremendos sacrificios
de los tuyos, a pesar de la sangre y el chicote... y el
hambre que habéis aguantado, la felicidad humana
esta tan lejos, sí y mucho más lejosen Rusia y otros
lugares donde se han llevado tus teorías a la prác-
tica, que antes de empezar.
Tus experimentos han sacado en limpio varios
puntos que son de importancia.
Primero: El Comunismo no es como enseñara
Marx, un desarrollo inevitable que viene por sí,
sino un sistema que si se implanta ha de implantar-
se a fuerza de fuego y espada así como el Islam
se implantó. Para sostenerse, el Comunismo ha
tenido que suprimir toda oposición a rajatabla.
Libertad de asociación, libertad de prensa, libertad
de cultos, libertad de enseñanza, todas las liberta-
des que dignifican y enaltecen al hombre han teni-
do que caer ante el empuja de una tiranía que no
tiene paralelo en la historia moderna. Todo esto me
es repugnante en extremo, pues el Evangelio anun-
cia que a libertad hemos sido llamados(Gálata3 5:13)
y Cristo dice: "Si el Hijo os libertare seréis verda^
deramente libres". (Juan 8:36). El Cristianismo
considera la personalidad humana como algo sa-
grado en sí que no debe violarse poco mái o menOS.
Aun el mismo Hijo de Dios dice "He aquí, estoy a
la puerta y llamo" (Apocalipsis 3:20). Mas el Co-
munismo no pide permisos ni toca en las puertas
sino entra donde le da la gana y dispone de vidas
y haciendas ajenas sin consultar la voluntad de
nadie.
Segundo. Entiendo que en lo que se relaciona
a la familia como institución, los enemigos del Co-
munismo han exagerado sus enseñanzas y prácticas.
Entiendo también que el sistema capitalista no es
siempre amigo y protector del hogar. Confieso
que aun dentro del mismo Cristianismo hay a veces
hipocresía reprobable respecto a las relaciones de
los sexos. Pero vive en mi alma el ideal de
jóvenes que se guardan vírgenes hasta el día de su
casamiento y entonces se guardan mutua fidelidad
hasta el día que la muerte los separa, que respetan
el nuevo ser que engendran, desde el día de su con-
cepción, como un don de Dios y que dan a Dios el
mando aun en estos instintos animales que tienen
que ver con la procreación. Vive en mi alma el
-38 —
ideal de Jesús cuando dijo: "al principio de la.
CREACIÓN VARÓN Y HEMBRA LOS HIZO DIOS. POR
ESTO DEJARÁ EL HOMBRE A SU PADRE Y A SU MA-
DRE Y SE JUNTARÁ A SU MUJER. Y LOS QUE ERAN
DOS, SERÁN HECHAS UNA CARNE; ASÍ QUE YA NO
SON MÁS DOS SINO UNA CARNE. PUES LO QUE DIOS
JUNTÓ, NO LO APARTE EL HOMBRE". MarCOS 10:6-8.
Entiendo que el ideal cristiano no puede im-
plantarse por ley y que la dureza del corazón huma-
no exige que las leyes reconozcan el divorcio y otras
cosas por el estilo, pero tú propones abolir la fami-
lia. Aunque reconoces el matrimonio facilitas el
divorcio de tal modo que carece el hogar de apoyo
oficial. Los abortos ae practican por cuenta del
mismo estado. Se obligan a las mujeres a trabajar
en las industrias, igualmente como los hombres. Los
hijos se recojan en instituciones oficiales en cuanto
se pueda. Si bien ea cierto que asi se ahorra cui-
dados y lágrimas es tan bien cierto que no se goza
las bendiciones que vienen de llevar las cargas jun-
tas y que la vida sexual del hombre se degenera
hasta un nivel más bajo aun que la de los animales.
Tercero. La oposición del Comunismo a la
religión' es cada vez más patente y obstinada. Jud-
íos, Mahometanos y Cristianos de todas las denomi-
naciones caen bajo su anatema. Donde el Comu-
nismo manda, no tardan en prohibir la enseñanza
religiosa a los menores, en quitar los templos de
- 39 -
las congregaciones, en suprimir la impresión y cir-
culación de las Escrituras, en restringir a los mi-
nistros en sus actividades, poniendo contribuciones
exhorbitantes sobre las iglesias, apoyando la pro-
paganda anti-religiosa por medio de las escuelas
y la prensa, desterrando o matando a los creyentes
más valientes en la fe, prohibiendo las fiestas reli-
giosas etc., etc. y terminan poniendo un plazo de-
finitivo para liquidar a Dios.
Mas no vayas a creer, camarada, que por lla-
marte comunista dejas de ser hombre y como tal,
necesitado de una religión para poder vivir. No
llamarás a Dios por el nombre Jehová, pero siem-
pre reconoces un algo mayor que tí mismo aunque
no sea más que el "determinismo económico".
Haces alarde de ser práctico y buscar la realidad
de las cosas pero siempre eres guiado por
un ideal y tus manos fortalecidas por el fana-
tismo de tu fe. Tu fe temiendo la luz de la razón
se refugia en la intolerancia. Rechazando a Jesu-
cristo eriges un santuario a Lenín. En fin tienes
varias marcas que señalan al hombre religioso. De
modo que no puedo entender tu oposición a la reli-
gión sino como un fanatismo religioso.
Entonces creo que nos entendemos. Ambos
somos humanos, muy humanos. Ambos tenemos
las mismas necesidades materiales y espirituales.
Ambos tenemos necesidad de un Salvador. Tú
- 40 -
escogiste a Lenín y yo a Jesucristo. Solo esto ca
nuestra diferencia. Yo sé lo que vas a decir: que
la religión está al servicio del Capitalismo, que los
ricos sostienen a las iglesias para envenenar el
pensamiento de las masas etc. etc., lo que puede
tener bu pro y contra. Pero no te hablo de iglesias
ahora, ni del Cristianismo histórico. No soy defen-
sor de ningún sistema político ni económico. Quiero
nada más preguntarte a solas y con toda la calma si
tu propia alma no te dice que la vida es más que el
alimento y el cuerpo que el vestido. (Mateo 6:25.)
Yo sé que no hubieras aguantado los desprecios y
persecuciones y las hambres y las desnudeces que
tu credo te ha impuesto si no tuvieras este sentir.
Pero ¿cómo lo tienes tan al revés que practiques
abnegación espiritual para ganar un ideal material?
¿Cómo no entiendes la palabra, de Jesüs: "BUSCAD
PRIMERAMENTE AL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA Y
TODAS ESTAS COSAS OS SERÁN DADAS POR AÑADI-
DURA?" Mateo 6:33.
Precisamente porque tú y tus compañeros
buscan primeramente las cosas materiales, no las
hallaréis. Habíais propuesto que dentro de un
período de cinco años acabaríais con la fé en Dios
por completo. Este punto estaba en vuestro plan
dos otras veces. Algo habéis logrado en este sen-
tido aunque estáis lejos de realizarlo por completo.
Sabemos que persisten millones de creyentes cris-
— 41 -
tianos en Rusia a pesar de las persecuciones tuyas.
Pero Dios también tiene su plan y sabe perfecta-
mente el tiempo que en sus designios aun le queda
al Comunismo. Ojalá, amigo con tiempo buscares '
a Cristo, *'EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA". El
aun te recibe y te lleva al seno de un Padre
de Amor.
- 42 —
•o»o«o«ooo«o»o»o»o«o«o»o«o«c»o«o«o«o«c«oeo»o«o«o»o»o»o»o»o«n#o»c«c«o«o«oi
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CARTA ABIERTA AL INDIFEREN-
TE EN MATERIA DE RELIGION
Con todos los amigos anteriores hemos tenido
algo de común, algün punto en que podíamos estar
juntos por un momento antes que nuestros caminos
se separasen. Pero contigo la cosa es de otro modo.
Todavía con aquel que contradice, aunque sea fa-
náticamente, se puede entender. Pero con él que
no nos quiere prestar su atención un memento si-
quiera, sino se mantiene muy ocupado en otros
asuntos, no ae puede platicar nada.
Pero al fin y al cabo los dos somos humanos y
como hunoanoa en algún terreno nos hemos de
tntender. Tú dices que no te interesan en náda
nuestras pláticas respecto a Dios y Cristo y la Bi-
— 43 -
blia. Pero no por esto dejas de tener tus intereses.
La cuestión de la comida seguramente te interesa.
Probablemente te interesas también por terrenos,
mercaderías, dinero, política y un sin número de
cosas por el estilo. En estas cosas nos interesamos
nosotros también. El mismo Señor nos enseñó a
orar: «Danos hoy nuestro pan cotidiano».
Y ¿porqué nos interesamos y porqué te intere-
sas por la comida? Precisamente porque entendemos
que sin comida para sostener el cuerpo, no hay vi-
da. Por la misma razón nos interesamos en las
demás cosas, pues nuestro sér anhela vida, la
vida más completa, más perfecta, más hermosa que
podemos alcanzar. Y todo aquello que creemos de
utilidad para contribuir a esta vida en nosotros,
anhelamos y procuramos alcanzar.
Ahora bien: tú no sientes que ninguna religión
te sea necesaria para que alcances la vidj^ que tú
deseas. «Cada cabeza es un mundo» nos dices, «y
en el mundo mío no cabe la religión. Yo no me
opongo. Cada uno es libre para seguir la religión
que desea o para no seguir ninguna. Yo valién-
dome de esta libertad escojo no seguir ninguna».
Lejos sea de nosotros querer quitarte tu liber-
tad. Pero ¿de veras puedes pasar la vida sin una
religión? Aun más, ¿puedes hacer frente a esa
experiencia trascendental que llamamos «muerte»
- 44 -
8ÍD ninguna religión? ¿Te satisfacen en verdad
estas ocupaciones materiales de conseguir la comi-
da, de trabajar, de dormir, de divertirse? ¿No
se conmueven a veces tus entrañas con anhelos in-
definibles? ¿No te encuentras a veces como en
tinieblas sin saber a dónde vas y no sientes la nece-
sidad de un Padre que te dirija? No puedo creer
que estás enteramente inconciente de tus necesida-
des espirituales.
Empecemos entonces por una consideración de
la razón. (Bien sé que las corrientes de la vida no
salen de la razón, pero ya que no dejas hablar a tu
corazón hablemos a tu razón). Tu reconocerás
que al menos hay una posibilidad de que pueda
haber una vida espiritual, y que la vida del hombre
sea más que una simple existencia animal; y que
si no se aprovecha ahora esta vida para ''echar ma-
no de vida eterna", ésta se pierde irremisiblemen-
te. Considera pues el peligro en que te encuentras
bí esta posibilidad llegare a ser una realidad (como
nosotros entendemos que es), puesto que la indife-
rencia en este caso te lleva cada día más cerca del
abismo.
Cualquier peligro que amenaza debe ser aten-
dido. Si lo que aparece ser un peligro, no lo es,
hay que saberlo. Si lo es en verdad hay que pre-
caverse contra él. Lo que nunca conviene en tal
caso es el indiferentismo.
- 45 —
Se presenta este caso en que el libro que millo-
nea de tus semejantes reconocen como Palabra de
Dios, te dice que estás en peligro. «¿Cómo escapá-
remos» dice, "si miramos con indiferencia una
salud tan grande?» (Hebreos 2:3). El castigo
que sobrevino al mal siervo que escondió el talento
de su Señor, fué por su indiferencia (Mateo 25:25)
¿Porqué van los cabritos al tormento eterno donde
Jesús describe el juicio final en Mat. 25:31-46?
Por su indiferencia. El indiferentismo está descrito
en muchos partes de la Biblia como más peligroso
aún que el mal obrar. Desde las estrofas de la can-
ción de Débora: "Maldecid a Meroz, dijo el ángel de
Jehová, maldecid severamente a sus moradores,
porque no vinieron al socorro de Jehová" (Jueces
5: 23) hasta las palabras del Apoc. 3: 16 dirigidas a
la Iglesia de Laodicea "Mas porque eres tibio, y no
^ frío ni caliente te vomitaré de mi boca", la Biblia
contiene una protesta continua contra el indife-
rentismo. ¿No te dice entonces tu razón que te
conviene orientarte de alguna manera?
Pero en cuanto a la religión repito que bien
comprendo que la razón no nos conmueve a hacer
nada que valga la pena. Por esío quisiera hablar
a tu corazón como hermano tuyo en la carne que
soy, a decirte que sin la fe y sin la comunión con
tus hermanos que participan de esta fe, tu vida no
puede alcanzar un desarrollo completo. "No con
solo el pan vivirá el hombre, mas con toda Palabra
— 46
que sale de la boca de Dios". (Mateo 4:4). Tu
dices que estás ciego para las cosas espirituales,
que todo parece tinieblas y oscuridad cuando te
pones a pensar en las cosas religiosas y que por esto
buscas «lo positivo» que para tí está encerrado en
los cinco sentidos. Pero aun un ciego puede saber
que existe un mundo donde hay luz y donde loa
colores y las formas con su infinidad de variaciones
cautivan la atención y causan mil deleites a los hom-
bres que poseen el precioso sentido de la vista. Y
este ciego puede anhelar con todo su corazón, el
llegar a ver. Este ciego puede también hacer
cualquier sacrificio para poder alcanzar esta expe-
riencia. Lo mismo puede pasar en tí. Reconocien-
do tu ceguedad en cosas espirituales, puedes a lo
menos decir como uno de tus compañeros: "¡Oh
Dios, si hay un Dios salva mi alma, si tengo un
alma!".
Pero cuando en medio de tu ceguedad empiezas
a buscar la luz, luego vas a sentir que no estás
solo y que "el que pide, recibe y el que busca, halla
y al que llama se le abrirá", (Mateo 7:8), Encon-
trarás que Aquel que en tiempos anteriores abrió
los ojos de los ciegos, abrirá los ojos de tu entendi-
miento para que sepas "cual sea la esperanza de su
vocación y cuales las riquezas de la gloria de su
herencia en los santos y cuál aquella supereminente
grandeza de su poder para con nosotros los que
creemos, por la operación de la potencia de su for-
-47 —
taleza, la cual obró en Cristo resucitándole de los
muertos", (Efesios 1:18-20).
Cuentan que el Diablo reunió un día a su cor-
te para tratar del mejor método de deshacer la
gracia de Dios y ganar a ios hombres para sí. Pidió
el parecer de sus demonios sobre el asunto, contes-
tando uno: «Yo iré a decir a los hombres que no
hay Dios». «No te van a creer y no acepto este con-
sejo». «Pues yo» dijo otro, "iré a decir que hay
un Dios pero que como es amor no puede condenar
a ninguno al infierno". **Tampoco te van a creer"
contesta Satanás. «Pues yo» dijo el tercer demonio,
«tengo otra idea y ea de decirles que sí hay Dios y
hay infierno, pero que estas cosas no precisan aten-
derlas, puesto que allí esta el día de mañana». «Este
consejo me parece» dijo el Maligno, «Tú serás
mi mensajero».
Sabiendo por esta historia de dónde previene
tu indiferencia, despiértate y sigue adel&nte en
poz de nuestro Salvador, agrégate a las filas de las
huestes de la fe con la seguridad que aquí te espera
vida que aun no has soñado, pues «cosas que ojo no
vió ni oreja oyó, ni han subido en corazón de hom-
bre, son las que Dios ha preparado para los que le
aman». 1 Corintios 2:9.
Capítulo VIII
CARTA ABIERTA AL TEOSOFO
A los demás que profesan distintas religiones
me he podido dirigir confio a mis iguales. Cierta-
mente algunos de ellos me creen en error y otros
me creen condenado, pero precisamente porque
tenemos cosas comunes y cosas distintas con ellos
hemos podido hablar y hemos podido entendernos,
hasta cierto punto, por lo menos. Contigo se me
presenta una situación diferente, pues tú no me
contradices nada, antes me miras con una sonrisa
benevolente. Me dices que estoy en un buen cami-
no porque tengo una religión y procuro cumplirla.
Pero a la vez, con un suspiro, confiesas que estoy
bastante atrasado, porque no reconozco que todaa
las religiones son tan divinas como la mía.
— 49
Permíteme entonces que hable no con el len-
guaje de la religión sino con el del ciudadano del
mundo que mira, analiza y forma un juicio sobre
las cosas que pasan bajo su escrutinio. Tu religión
se presenta (tú mismo lo aseguras) como una reli-
gión ecléctica, formada del conjunto de muchas.
¿Pero dónde hay en la historia un solo caso de una
religión ecléctica que se haya sostenido largo tiem-
po? No lo hay. Los gnósticos, eclécticos por
excelencia, apenas dilataron un par de siglos y así
ha pasado con una infinidad de otros esfuerzos se-
mejantes. Las religiones que han sobrevivido en
^a lucha por la existencia son todas religiones que
o dan énfasis a ritos peculiares o enaltecen un fun-
dador cuyas palabras siguen a exclusión de otro
alguno. Juzgado por la historia, cuyo fallo para
tí algún valor debe tener, estás perdiendo tu tiempo
en un esfuerzo vano que el futuro ha de calificar
como enteramente estéril. Entonces ¿para qué
continuar?
Porque la Teosofía me enseña a conocer a Dios
directamente, me dices. Pero amigo mío, ¿acaso
el Cristianismo no te enseña esto mismo y mejor?
Lee el Evangelio de San Juan y aprende a vivir de
lá manera que él te enseña y a conocer al solo Dios
verdadero y a Jesucristo a quien envió, que es la
vida eterna. (Juan 17:3). Experimenta que cosa
es estar crucificado con Cristo y vivir, no ya tü sino
que Cristo vive en ti (Gálataa 2:20). Entonces
- 50 -
tendrás una experiencia mística mucho más profun-
da que la que encuentras en Kana, Nirvana
o Adí.
Pero tú me dices; "La Teosofía me ofrece el
núcleo de la fraternidad universal de la Humanidad
sin distinción de razas, nacionalidad, castas, creen-
cias, sexos, color, ni credos políticos". Muy bien,
¿y no sabes que en Cristo Jesús "no hay Judío ni
Griego, no hay siervo ni libre, no hay varón ni hem-
bra, porque todos nosotros somos uno en Cristo
Jesús?" (Gálatas 3:28). Tú nos hablas de un
núcleo que tal vez llegará a ser una Fraternidad.
Nosotros te hablamos de una iglesia que tiene casi
dos mil años de ofrecer a los hombres una frater-
nidad que se ha realizado si no en perfección, ^a lo
menos mejor que cualquier otra organización hu-
mana. Tú haces alarde de sacar de todas las dfemás
religiones sus principios fundamentales y unirlos
en una síntesis más alta. Como principios funda-
mentales nos citas "la creencia en Dios, en ángeles,
en la encarnación de la Divinidad, en un universo
de Acción y Reacción". Pero hay un principio en
todas las religiones que se te olvida y es la de anun-
ciar que el hombre está separado de la Divinidad
por causa de su pecado. Como tu sistema es pan-
teista, no puede reconocer el pecado y se entienden
las palabras de tu propagandista en Excelsior, 19
de Mayo de 1923, cuando dice "el mal propiamen-
te hablado, no existe en lo absoluto; pues el mal no
— 51 —
es má3 que la modalidad más grosera del bien, por-
que el bien es la suprema finalidad de todas las co-
sas." El concepto del pecado entonces viene siendo
el barranco hondo que nos divide. No te basta cre-
erte muy superior a nosotros que reconocemos que
el pecado es más que imperfección, y mirarnos con
sonrisa tolerante cuando hacemos frente al reino
del mal y luchamos bajo las órdenes de nuestro Ca-
pitán contra las huestes del Maligno. No te basta
^ecir que esto no te hace a ti, puesto que la Teoso-
fía es para los que ya son buenos, ya perfectos.
Hay que ver que " La Luz ha venido al mundo^
mas los hombres amaron más las tinieblas que la
Luz porque sus obras eran malas" (Juan 3:19.) Hay
que entender que el hombre no puede salvarse a sí
mismo. No hablaremos de tu teoría de la transmi-
gración de las almas por todos los seres vivientes a
trav^éa de todos los siglos, teoría en lo absoluto sin
fundamentos en la ciencia, la filosofía o la revelación.
Basta hacer constar que ni tu religión ni ninguna
otra conocida hasta la fecha (fuera de la cristiana)
ofrece la salvación por gracia. El Cristianismo no
sólo la ofrece, sino la da. No se puede negar los
frutos del Cristianismo, que son hombres y mujeres
regenerados. Ante estos hechos aun tu misma pro-
fetisa, Annie Besant, ha tenido que confesar que
hay casos en que "el Dios que está entre nosotros
se despierta y rompe nuestras cadenas". Pero, dice
ella, son casos raros. "La generalidad de los hom-
bres tienen que buscar otro camino de Salvación."
— 52 —
Pero los casos no son tan raros y si los hombres bu-
scan otro camino, no es porque teng-an que hacerlo
sino porque no quieren humillarse ante la Cruz re-
dentora del Hijo de Dios quien nos amó y se entre-
gó a sí mismo por nosotros.
Deseara hablar mucho sobre "Los Misterios" que
tú crees haber encontrado, sobre "los secretos ma-
ravillosos" que cuando la Ciencia los descubre re-
clamas haber sabido, (¿por qué no los manifiestas
antes?) sobre tu creencia en hadas, gnomos y otros
seres legendarios como seres reales, y muchas cosas
por el estilo en que creo que iaCienciay la Revelación
contradicen tus enseñanzas, pero ya no me queda
lugar para esto en mi caí ta. Debo terminar pues,
haciendo resaltar la diferiencia de experiencia que
nos hace entrar en comuniones de tan distintas
ideas como son La Sociedad Teosófica y la Iglesia
Evangélica.
Dice tu profetÍ8a:"Ei lazo de unión en la Sociedad
Teosófica ne es la profesión de una creencia común
sino una común busca y aspiración por la verdad".
Lo que el teósofo "busca," esto ya tiene el cris-
tianismo evangélico en Aquel que dijo: "Yo soy el
camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre
sino por mí." (Juan 14:6. ) El lazo de unión entre loa
cristianos no es una vaga busca que les lleva,
¿quién sabe a dónde? sino un hecho consumado,
una salvación ya obrada.
Cada vez que oigo hablar de Teosofía hago recuer-
do de un venerable anciano que con fe y por fe an-
— 53 -
daba por estas tierras, repartiendo literatura evan-
gélica hasta morir como héroe valiente en su misión.
Este había sido teósofo hasta tener cincuenta años
de edad, cuandojle alumbró Cristo y se dedicó a su
servicio. Cada vez que me hablaba de haber sido teó-
sofo, su rostro mostraba el horror que sentía.
"Orgullo, vanagloria, entendimiento entenebreci-
do", estas eran las palabras que usaban para descu-
brir su estado como teósofo. «Pero Dios al fin me
enseñó lo que era, un pobre pecador, y entonces
creí a Cristo y soy salvo». El Cristo que salvó a aquel
teósofo, te puede salvar tí también, amigo, y re-
cuerda que "En ningún otro hay salud.»
0»0»0»0»0»0«0»C)»0»0»0»0<>0*0»0«0»0.tfO»0»0»0*0«0»0»0^^
Capítulo IX
CARTAíABIERTA AL MASON.
Me pongo entre columnas, miro hacia el Oriente
y te saludo con las baterías de costumbre. Trata-
mos varias cosas que decimos son concernientes a loa
hombres libres y de buenas costumbres y de la
humanidad muy en general. Cumplidos los ritos re-
glamentarios durante unas dos horas, bajemos a la
biblioteca, quitemos los delantales y hablemos un
rato no como masones sino como hombres. ¿ No te
parece algo pueril lo que hemos estado haciendo?
Unos cuarenta hombrea con vestidos fantásticos,
hablando con términos poco usados, asustando novi-
cios con cuartos obscuros y calaveras, haciendo se-
ñas y gesticulaciones, gastan un par de horas en o-
tros mánejos igualmente inútiles. Al fin la vida es
real y «tempus fugit». Yo seré franco en decirte que
una razón porque he dejado de asivStir á las tenidas
es porque habiendo tomado por tarea el mandamien-
•o•■:•o•^•?o"^D•r■•c•c••;e"-•:^•^•o^>•r•c•;
-55 —
to de Cristo de ser testigo suyo, encuentro tantas
obligaciones directamente relacionadas con mi obra,
que no me dejan tiempo para cumplir ritos com-
pletamente estériles de resultados prácticos. Si co-
mo masones, dejáramos a un lado toda pompa cere-
monial y nos pusiéramos como hombres a discutir
el bien propio y de la humanidad, alcanzaríamos ma-
tados, no cabe duda,
f Sí, entiendo lo que tú me dices, que no es tanto
errito"que"nos llámala atención sino el compañeris-
mo y este compañerismo siempre ha de exteriori-
zarse en alguna manera. Yo también he sido atraído
a la Logia buscando amigos y los he encontrado, an-
tes y después de las tenidas, pero durante éstas, la
amistad no ha adelantado gran cosa. Al fin dejemos
este punto,pues entiendo que cada hombre necesita
de recreo y si estos ritos te sirven de distracción,
gózalos. Yo encuentro más placer en una partida de
tennis o de ajedrez, pero "de gustibus non es dis-
putandum."
Pero ahora que hablamos de compañerismo ¿no te
parece algo triste que entre nuestros qs.*. hs.*. que
por. la institución que representan y los principio»
que profesan, deben ser modelos de virtud, hay tan-
tos que son devotos al dios Baco y que aun en nues-
tras fiestas de la Logia misma, el licor es lo primero
en que se piensa? Si somos consecuentes en nuestro
empeño en pro de la moral debemos de ser los pri-
meros en plantarnos contra ese gran enemigo de la
sociedad en lugar de estar coqueteando con él.
— 56 —
Sí, como no, yo reconozco que la Masonería ha si-
do una poderosa arma contra el clericalismo y que
Bun hoy es uno de los elementos de más peso
uen ta la América Latina en su lucha con-
tra las fuerzas de Roma y en pro de los principios
verdaderamente liberales. En todo esto me regoci-
jo porque en la lucha contra la dominación de la so.
I tana, se necesita de muchas clases de armas y la
Masonería se presta admirablemente por su organi-
zación secreta para contrarrestar aquellas
( maquinaciones también secretas de los Jesuítas y los
I demás elementos catolicoromanos que simpatizan
i con sus principios. No seré el ingrato que muerda
la mano de la cual como, y sin embargo ¿cómo olvi-
daré que aun estos beneficios que nuestra sociedad
I moderna debe a la Masonería hasta cierto punto,
' han sido alcanzados por la misma, por desatender
uno de sus principios fundamentales cual es el de
no mezclarse en asuntos políticos ni religiosos?
Y ahora que hacemos mención de religión, creo
encont-'-ar otra inconsecuencia de la Masonería. Lo
que no me explico es porque, no siendo religión, es
tan raro encontrar un hombre de convicciones reli-
giosas entre este gremio. Los hs.'. toleran que sus
familias sigan el Romanismo o las obligan a que
sean Protestantes, pero ellos mismos no son ni
chicha ni limonada.
Tú me dices que en la Logia siempre se invoca al
Gran Arquitecto del Universo y se tiene la Biblia.
¿Y qué quieres decirme con esto? Que al fin y al
-57 -
cabo, si la Masonería no es una religión, hace las
veces de una para sus miembros ¿verdad? Pues esto
yo me lo imaginaba yá hace tiempo y me alegro
que me lo hayas dicho porque entonces podemos
entendernos. Si tú tomas tu Logia en lugar de una
Iglesia pierdes lo mejor que la religión te puede
ofrecer.
Primero, porque tu Logia es solamente para hom-
bres de cierta categoría social. Allí no entran los
pobres, ni los esclavos. Allí no entran las mujeres
ni los niños. Pero una religión debe incluir a toda
clase de humanos. Si tú perteneces a una religión
en que tu familia no puede participar, haces un
gran mal a tí mismo y un mal mayor a tu familia.
¿Qué cosa buena se puede esperar del hogar donde
el padre no ora con la madre y los hijos?
Segundo, tu religión, si es que tomas a la Masone-
ría por una, es de prácticas secretas. En este senti-
do gana a los espiritistas, que ciertamente trabajan
mejor en la obscuridad y se va asociando con los za-
hurines o brujos, cuyos ritos no pueden practicarse
a la luz del día.
Pero mi principal objeción a que tomes tu Ma-
sonería como religión está en la pobreza de tu vida
espiritual. Ciertamente invocas al Gran Arquitecto
del Universo al principio y al fin de tus tenidas
pero no practicas lo que se llama oración. Ciertamen-
te tienes la Biblia en la Logia pero no para leerla
-58-
sino simplemente como pedestal a una calavera.
¿Qué te enseña la Logia sobre el camino de la sál-
vación? Nada en lo absoluto. El nombre de Cristo,
el único nombre dado bajo los cielos en el cual
podemos ser salvados, no se oye en la Logia.
No te estoy quitando tu derecho de ser masón.
No estoy diciendo que la Masonería sea en y por sí
mala. Lo que sí afirmo es que sirve de estorbo a
muchos, evitándoles tal vez inconcientemente el pa-
so que les haría felices para la eternidad. Te encargo
pienses seriamente sobre lo 'que te digo y que no
por ser masón dejes de buscar primeramente el
reino de Dios y su justicia.
Sin otro particular me suscribo, tu hermano
masón que quisiera ser también tu hermano en
Cristo.
59 -
•©♦o»o»o»3«c«c«c»'í«r»r»oo-»-«^«^»o»o«c«^«")»'-,«^«-«c»o»ooo«o»o«o»c«o«o»o«oi
Capítulo X
CARTA ABIERTA AL JUDIO
Á adre y hermano mío:
Casi no me atrevo a dirigirte una carta abiertá
pues podía fácilmente entenderse en el sentido de
un ataque no provocado a un anciano que no hace
mal a nadie. Porque tú a través de las persecu-
ciones milenarias que te han tocado aguantar, has
aprendido una gran paciencia y una tolerancia ad-
mirable para con las demás comunidades religiosas
y muy rara vez sales a la palestra de las discusiones
populares, a no ser que te piquen. Y como a lo
que menos aspiro es el ser torero, no quisiera ser
acusado de empezar el pleito.
Pero tengo un encargo de predicar el Evange-
lio a toda criatura por parte de mi Señor y cuando
procuro hacerlo en los trenes y en los hoteles, en
las plazas y en las tiendas, de repente me encuen-
- 60 -
tro contigo y me haces alto. Tú tienes algo en tu
corazón que no puedes calla/ y yo también por mi
parte tengo que decirte. Mejor es hablar con fran-
queza lo que sentimos y no esconderlo. Platique-
mos pues.
Te oigo decir que n« tienes necesidad de estar
prestando oídos al Evangelio de este Cristo quien
en resumidas cuentas era un mal judío, traidor a
las tradiciones de sus mayftres; que quisiera saber
con qué derecho nos metemos a promulgar la Biblia
al mundo siendo ésta el libro de tu pueblo; que los
que hoy se jactan de ir a lá vanguardia de la civi-
lización moderna, los ingleses, alemanes, franceses,
etc. eran salvajes rústicos cuando tu pueblo tenía
una cultura que brillaba en la gloria de Salomón;
que en cuanto a las obras de caridad y de beneficio
social los judíos siempre van a la cabeza etc. etc.
Te contesto confesándome hijo de Abraham
según la carne. Aunque nací en un hogar cristiano
conocí las tradiciones y costumbres judáicas por
miembros de la familia que aun persistían en la
comunidad Israelita. Si de la sangre se habla yo
también soy hebreo de los hebreos y me gozo con-
tigo por las glorias de nuestra historia. Veo en la
raza judía la levadura que con más poder ha obrado
para impulsar el adelanto y el progreso en todas
las naciones. Me enorgullezco por los triunfos de
los de nuestra raza en el campo científico, literario,
61 -
artístico y comercial. También siento contigo las
persecuciones de que ha sido objeto el pueblo israe-
lita desde el tiempo de Faraón hasta el tiempo
de Hitler. Al ver lo poco que los cristianos hemos
sufrido por nuestra fe cuando se compara con los
sufrimientos y persecuciones de los Beni Israel, ca-
si me avergüenzo de ser cristiano.
Por ser de tu misma raza también siento con-
tigo las acusaciones que* nos hacen los Gentiles de
ser «listos» en cuestiones de negocios hasta el extre-
mo de ser poco escrupulosos, de ser embusteros
envanecidos y vulgares y de . alabarnos a nosotros
mismos por nuestras buenas obras. Quisiera decir
que no es así pero tengo que confesar que el vulgo
odia a los Judíos no sólo porque crucificaron a Cris-
to, sino porque en muchísimos casos se han hecho
merecedores del odio popular. Quisiera decir que
no es justo condenar todo un pueblo por las faltas
de algunos individuos, pero no puedo olvidar que
nuestros padres gritaron: "Su sangre sea sobre
nosotros y sobre nuestros hijos" (Mateo 27:25) y
que en toda línea de la vida, justos pagan por peca-
dores. No digo que los vicios de que se acusan a los
Judíos no se encuentren en otras razas pero sí con-
fieso que el hecho de que los haya en este pueblo io
siento casi como una vergüenza persona!, ya que
tu pueblo es también mi pueblo y el pueblo escogi-
do de mi Dios. En todo lo manifestado me siento
Judío. Tú eres mi hermano.
— 62 —
"Entonces", me preguntas "siendo de noso-
tros ¿cómo dejaste que te echaran agua encimB, o
si no podías evitar esto (puesto que uno nunca está
libre de algún accidente por el estilo) porqué andas
por allá predicando ei Evangelio cristiano"? Pacien-
cia, padre, a esto voy.
Tú tienes los Oráculos de Dios y te regocijas
de pertenecer al pueblo que es el depositario de la
Ley divina.
Está bien. ¿Y basta ser depositario de la ley
para ser justo delante de Dios? ¿No será necesario
también guardar ia ley además de conocerla? ¿Qué
ta! en este punto? Suplicóle leer detenidamente Ro-
manos 2:17-29 y preguntarte entonces si verdade-
ramente eres Judío.
Tú eres hijo de Abraham. Muy bien. ¿Y honras
a tu padre andando como él anduvo? Fíjate en Ma-
teo 3:9 y en Juan 8:39. Te aseguro que no por ser
Judío, dejas de ser pecador. Tal vez eres pecador
más grande que tu amigo gentil porque tienes un
conocimiento más exacto de la voluntad de Dios
que él y sin embargo andas siempre en el camino
de tu propia voluntad. ¿Y cómo esperas ser salvo
entonces? Cuando había templo y se ofrecían los
sacrificios, había como purgar tu pecado. Mas aho-
ra ¿qué puedes hacer? ¿Cómo no comprendes esa
gracia divina que proveyó un sacrificio mejor
(Hebreos 7:22-28) antes de permitir que se suprí-
63
míese el servicio de los Levitas en el templo?
Tú aún esperas al Mesías. No comprendes la
gracia de Dios manifestada en Jesucristo. ¿Será
capricho tuyo, o cómo se explica esto de que tú no
puedes entender que ese paisano tuyo que anduvo
tu tierra hace un par de milenios hablando como
nunca habló hombre y obrando lo que los siglos han
tenido que admirar, cumplió en su persona las pro-
fecías consignadas en tus Sagradas Escriturai, de
modo que no tenemos que esperar a otro? Medio
mundo lo adora, y tú persistes en desconocerlo.
Viniendo la salvación al mundo por los Judíos,
ellos debían ser los primeros en aprovechar y
anunciar dicha salvación.
Me recuerdo un día de nueva luna hace pocos
años en Jerusalem cuando estaba parado frente a
la famosa Muralla de Lloro donde más o menos dos-
cientos Judíos, hombres y mujeres clamaban según
su costumbre y lloraban la destrucción de su tem-
plo. Un hombre venerable, con barba blanca y larga
se me acercaba y me preguntó: "¿Qué dice Ud. de
todo esto?" "Que es una escena muy emocionante"
le dije, como en efecto lo sentí al recordar que se
había repetido este lloro en e! mismo lugar diaria-
mente por casi dos mil años. "Sí" dijo aquel viejo
Judío, "es emocionante y si estamos aquí llorando,
es por nuestros pecados. Pero Mesías viene y enton-
ces estaremos allí arriba, (señalando el ares del
templo) muy pronto, muy pronto." Notando en mí
64
8in duda alguna vacilación me preguntó "y, Ud.
¿qué siente de esto?" "Que quisiera con todo ral
corazón verlos allá, mas reconociendo a su verda-
dero Rey" le contesté. Cuando él se dió cuenta que
le hablaba de Jesucristo, me parecía que el odio y
el capricho de veinte siglos se reconcentraban en
aquel rostro y pude darme cuenta como tus profe-
tas llamaron a ese pueblo de cerviz duro, de cora-
zón de piedra y de labios incircuncisoa.
La cruz de Cristo sigue siendo escándelo para
tí. No quieres reconocer que convenía que el Me-
sías padeciera ni que las palabras de tu profeta "El
llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolo-
res, que él, herido fué por nuestras rebeliones, mo-
lido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz
sobre él y por su llaga fuimos nosotros curados",
Isaías 53:4,5. ¿Por qué no aceptas esta gracia divi-
na? No por ser Judío te rechaza Jesús, pues él es
hoy como siempre, para los llamados, así Judíos co-
mo Griegos, potencia y sabiduría de Dios. 1 Corin-
tios 1:24.
♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦
♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦ ♦»♦♦♦»♦♦♦♦♦♦
65
;S2S^?*o»o»o«c3«oeoeo«>o«o»o«o»o»o«o»o«o«o»o«oacec«o»o»o«o«ooo«o»o»o«c«o»of
»o«o«»oao»o»o»o«o»o«o»o«ü»o»o»o«ü«o<»o«oéo«o»o*o»o»c«o«o«o»a«o»o«o»oi>&«o»3
Capítulo XI
CAUTA ABIERTA AL
MODERNISTA
^^ppeciable (So ¿i
eaa¿
El nombre que te han puesto es denriasisdo am-
biguo. Modernistas somos todos los que aprovecha-
mos la vida moderna, usando la fuerza eléctrica y las
máquinas de esta época en que vivimos. Modernis-
tas en sentido religioso son los que procuran sacar
del Evangelio eterno aquellos elementos que tienen
aplicación especial a las necesidades de este tiempo.
El nombre que te han puesto no te da a conocer por
lo que eres, es a saber un protestante racionalista.
Mas como el uso popular te ha señalado como mo-
dernista, no me queda más recurso que llamarte
así.
Siento no poder usar el trato de "hermano"
66
contigo porque éste está reservado para aquellos
que por un nuevo nacimiento han llegado a recono-
cer a Dios por BU Padre, con quien han llegado a ser
reconciliados por la obra consumada por Cristo en
la cruz. Tú, que miras en el Protestantismo sola-
mente cierto movimiento histórico, sociológico, con
el cuál deseas identificarte por sus rasgos de liber-
tad y tolerancia, que pones nuestra herencia bíbli-
ca en la misma categoría de las obras de Homero o
Confucio, y las usas principalmente para desarro-
llar tus propios poderes de análiais e imaginación,
tú que miras todo el ¡ado espiritual de nuestra vida
como un magnífico campo para estudios psicológi-
cos nada más, tienes puesto tu pensfimiento más
bien en las aulas universitarias Que en la comunión
de los santos redimidos. Tu tesoro está en la Cien-
cia Humana y donde está tu tesoro allá también
ebtá tu corazón. Por esto eres mi «colega» porcfue
yo también he pisado las aulas universitarias tanto
de la Amói icñ como de la vieja Europa, he bebido
también en la fuente pieria y aprecio en alto grado
ei método científico.
Tú me dices que la mayor parte de los creyen-
tes protestantes están casi tan atrasados en sentido
científico como son los mismos romanistas; que han
vuelto en superstición su religión; que procuran
combatir la Ciencia por medio de la Biblia sin enten-
der ni la Ciencia ni la Biblia; que están empeñados
en procurar su Salvación personal mientras no Ies
67
importa un pito los grandes males eociaiee que mar-
chitan nuestra^sociedad moderna.
En parte tienes razón. La ciencia posee un
campo donde tiene derecho a plena libertad. Hechos
son hechos y el creyente que niega los hechos de la
Ciencia con interés de sostener algún dogma suyo
o alguna interpretación de la Biblia, no sirve bien a
su Señor. Se pone en abierta oposición al Dios quien
nos habla en la Naturaleza, cuya revelación es tan
divina como la contenida en la Biblia.
Igualmente creo contigo que la Iglesia en tiem-
pos pasados ha sido dominada demasiado por los
poderosos del mundo, recibiendo su protección a
cambio de cerrar los ojos y las bocas respecto a sus
abusos e injusticias. Por tanto no desprecio tu én-
fasis en un «Evangelio SociaU pues creo que el Es-
píritu de Dios nos está enseñando nuevas cosas hoy
en día como ha hecho a los creyentes de todos los
siglos pasados.
Pero ahora vengo al punto donde tenemos que
separarnos. El apóstol Pablo dice: «La ciencia hin-
che, mas el amor edifica.» En la ciencia tienes un
buen siervo, mas un mal amo. Si vives para la cien-
cia nada permanente alcanzas, porque la ciencia
acabará en su forma presente ante los progresos
futuros alcanzados por su mismo método. Como los
textos de ciencia de hace cincuenta años ya pasaron
de moda, los de hoy no servirán de aquí a diez
68
años. De modo que edificar tu vida sobre la cien-
cia 68 edificarla sobre la arena. Si al contrario edi-
ficas tu vida sobre la fe en y el amor a Dios y
aprendes a ser manso y humilde de corazón, edifi-
cas sobre una roca firme y eterna.
En segundo lugar, encuentro que este aire uni-
versitario que te das, al fin y al cabo te hace vivir
en el mundo del pensamiento donde analizas per-
fectamente, pero donde no puedes dar vida. Te veo
analizando el cuerpo humano en una arroba de cal
y otra de cebo con tres de agua, dos libras de hie-
rro, cinco de fósforo etc. etc. Pero cuando te traigo
el agua y la cal, el hierro y el fósforo no puedes
hacer con ellos un hombre ni lo que parezca siquie-
ra a uno. Como esto pudiera suceder en el ramo
material, suela suceder muy amenudo el en ramo
espiritual. Tú analizas elementos psicológicos en las
vidas de los santos de Dios, mostrando perfectamen-
te como vencieron el p*cado y alcanzaron la comu-
nión con Dios pero cuando te encuentras ante un
pecador ya no sabes que hacer. Nunca te he visto
llevar B un hombre a Dios, nunca te he visto con
ese celo por las almas perdidas que hay entre loe
grupos evangélicos. Al contrario cuando tu racio-
nalismo entra a una iglesia, ésta se vuelve fría y
moribunda.
Y luego encontramos otro punto de divergen-
cia. Tú no encuentras razonable el sufrimiento de
uno por las culpas de otro. Como los griegos en
<~ 69 -
tiempo de Pablo, tú buscas sabiduría y como estos
mismos griegos, tu encuentras que el mensaje de la
cruz es locura. El que debe haber derramiento de
sangre para alcanzar remisión de pecados no te pa-
rece lógico, luego tratas de establecer tu propia
justicia en lugar de aceptar la justicia de Dios que
es por la fe. Por esto es que entiendo que no eres
tü en verdad un redimido, un salvo. El mundo juz-
ga que eres uno de nosotros. Puede ser que eres
miembro de nuestra misma iglesia, puede ser que
tú mismo te crees un cristiano pero no eres herma-
no nuestro porque hermanos son los que son de una
misma sangre. En sentido humano puedes sar her-
mano nuestro, puedes pertenecer a la misma raza,
al mismo pueblo, aún a ia misma familia, pero des-
preciando la sangre de Cristo, no habiendo alcan-
zado el nuevo nacimiento, no eres de nuestra san-
gre íque a la verdad no es nuestra sino de Cristo) y
por lo tanto como dije al principio, podemos ser co-
legas pero no hermanos.
Siento que te hayas encerrado en un campo tan
estéril. Ya sé como me quieres enredar con tus so-
fismas, como me quieres poner tantas objeciones a
que acepte la Biblia como Palabra de Dios, a que
acepte la muerte expiatoria de Cristo como mi úni-
ca esperanza de vida eterna. A tí te puede pasar lo
que sucedió con un joven una vez que llego con un
pastor para hacerle muchas preguntas respecto a la
Biblia. El pastor contestó que él no podía contestar-
- 70 -
tea pero aconsejó al joven que las hiciera a Dios en
humilde y sincera oración. El joven lo hizo. Des-
pués el pastor preguntó al joven ei Dios había con-
testado estas sus preguntas. «Como noi> replicó este.
«Las contestó todas con cuatro palabras: Tü ERES
UN ORGULLOSO.»
Esta es la razón de tu fracaso, colega, tu orgu-
llo. Pues queriendo entenderlo todo, haces a Dios a
la imagen y semejanza tuya, y entonces no entien-
des por qué aquellos que le comprenden como infi-
nito, eterno e inmutable en su ser, sabiduría, san-
tidad, bondad, justicia y verdad y Le siguen como
tal, te dejan muy atrás en experiencias espirituales
y servicio social. Tú eres al fin un parásito que no
tienes vida propia y sólo quieres vivir da aquellos
que tienen sus raíces bien sembradas en Dios. Pero
esto es porque tú así lo quieres. Dios no te hizo pa-
ra esto. Entrega tu vida a El. Confía en Cristo co-
mo tu Salvador. Aprende usar tu razón para honra
y gloria de tu Salvador en lugar de servirla como a
un ídolo, y entonces tu ciencia que hoy estorba tu
fe, será un adorno más en el templo de piedras vivas
donde mora el Señor, y tú habrás experimentado
lo que es alcanzar la vida, perdiéndola.
Tu colega que quiere ser tu hermano.
— 71 —
i>o«<.i«o«oéo«o*o«o*oéo*úaoio«o« oéo«o*oéo*c«c ••o«c«o*c«o»*
Capítulo XII
CAUTA ABIERTA AL
PROTESTANTE RITUALISTA
No te vayas a asustar si te saludo con el título
de "Hermano" en lugar de llamarte "Reverendísi-
mo Doctor" o "venerable Padre." Recuerdo que
nuestro Señor nos dijo: "Mas vosotros no seáis lla-
mados Rabbi: porque uno solo es vuestro Maestro
y todos vosotros sois hermanos." (Mateo 23:8.) Si
somos hermanos creo que no debemos tener ver-
güenza de llamarnos asi. Tú y yo somos hermanos
porque reconocemos el mismo Maestro y el mismo
— 72 —
Salvador. En cuestión de doctrinas estamos ente-
ranoente de acuerdo. Lo que pasa es que tú pone^
un énfasis muy especial en la forma en que lleva-
mos a cabo ciertos ritos y ceremonias mientras yo
creo que el fondo de las cosas y el espíritu en que
se llevan acabo es el todo. Te oigo decir que la
misma palabra nos enseña: "Hágase todo decoro-
samente y con orden". (1 Cor. 14:40). Creo que
tu énfasis en la forma nace de un deseo de cumplir
este consejo. Pero debes considerar lo peligroso,
hermano, que es dejarte dominar por cuestiones de
formas o ritos.
Pueda ser que tu tendencia ritualista se ocupe
de la forma del bautismo. Ninguno puede negar
que el bautismo está ordenado en la Biblia como el
medio de confesar el nombre del Señor y agregarse
a su iglesia visible. Pero tú (si con o sin razón es
cuestión sucundaria) te pones a defender cierta
forma de bautismo, inmersión o derramamiento o
asperación.o alegar en pro o en contra del bautismo
de párvulos hasta el extremo de volver el bautismo
una superstición y negar el trato de hermano y la
comunión en la Cena del Señor a todos aquellos que
no practican el rito exactamente como tú lo haces.
O puede ser que te ocupes de la sucesión ápos-
tólica y la imposición de manos, negando Ift validez
de la ordenación de aquellos ministros que no han
sido consagrados canónicamente. La imposición
— 73 —
de manos es un rito del Nuevo Testamento que en
todos los siglos puede practicarse con provecho, pe-
ro no es más que un reconocimiento por parte del
pueblo de Dios que ciertas personas tienen dones
especiales para la obra de Cristo. Lo esencial es
que estas personas sean reconocidas por sus herma-
nos por lo que son. Poner énfasis en el rito, pro-
curando sobre todo que esta imposición venga en
línea recta de los mismos apóstoles, es atribuir al
rito un poder mágico que echa a perder toda su
verdadera significación.
De la misma manera puedes tomar la cuestión
de guardar ciertos días como Navidad, Semana San-
ta o aún el Domingo mismo y mirar estas obervacio-
nes como de tanta importancia que todo lo demás
viene siendo secundario. Igual cosa puede suceder
con el don de hablar con lenguas extrañas.
Clasifico como ritualistas a todos aquellos que
atribuyen algún poder salvador a cualquier
rito o práctica exterior, haciéndolo un asunto
(como se dice en latín) ex opere operAto y afirmo
que cualquier cristiano que se deja enredar en estas
cuestiones pone en peligro muy grave su propia
vida espiritual como también la causa del Señor.
¡Quién no puede cumplir un rito! Un hombre
puede bautizarse en diez diferentes maneras y sin
embargo permanecer un pecador perdido. Un mi-
nistro puede ser ordenado por aquellos que son de
— 74 —
la llamada sucesión apostólica y sin embargo no lle-
var una sola alma a los pies del Señor. Un cristia-
no puede guardar el domingo y todos los demás
días acostumbrados y sin embargo deshonrar el
nombre que lleva. Uno puede hablar con lenguas
de hombres y de ángeles y no pasar de ser metal
que resuena o címbalo que retiñe. Uno puede
cumplir todos los ritos conocidos entre los cristianos
desde la circuncisión hasta el lavamiento de los pies
y nunca llegar a! fondo de la fe que profesa.
Cristo no dijo: el que ae bautizare en cierta
manera, el que guardare ciertos días, el que cum-
pliere ciertos ritos verá el Reino de Dios. Lo que
sí dijo fué "de cierto, de cierto te digo que el
QUE NO NACIERE DE ARRIBA, NO PUEDE VER EL
REINO DE Dios". (Juan 3:3.)
Pablo dijo en el mismo sentido: "Porque ni
LA CIRCUNCISIÓN NI LA ÍNCIRCUNCISIÓN VALE ALGO
SINO LA NUEVA CRIATURA". (Gálatas 6.15).
Y con esto no desecho los ritos. Un hombre
decente no anda desnudo; pone todo cuidado en que
8u vestido sea correcto y limpio. Pero está más
solícito por el bienestar de su cuerpo que por la
ropa que lo cubre. Tú estas más semejante a
aquel que deja desarrollar toda clase de enferme-
dades en su cuerpo sin que le dé cuidado, con tal
de estar vestido a la moda que rige.
— 75-
Los ritos por su naturaleza tienen que ver con
la Letra, mas la Letra siempre mata mientras que
es el Espíritu que vivifíca.
Tras de la Letra vienen las luchas de interpre-
tación y la división del cuerpo de Cristo en sectas
antagonistas, gastando los cristianos en guerras
fratricidas lo que debía aprovecharse en evange-
lizar al mundo inconverso.
Entiendo que es una tentación refugiarse en
formas y fórmulas cuando la llama de la fe se va
apagando, pero éstas no hacen más que dar cierta
apariencia de vida a lo que ésta en verdad mori-
bundo. El poder del Evangelio, no estriba en nin-
gún rito sino en su capacidad de transformar las
vidas mediante la fe en la obra de reconciliación
sellada con la sangre de Cordero de Dios que quita
el pecado al mundo. Este es el motor que hace que
el Cristianismo camine. Todo lo demás es acciden-
tal. Esto es lo que tú has olvidado y lo que te
quiere recordar.
Tu hermano en la fe de Cristo.
— 76 —
i«o»ci«o«o«o«o«o«o«o»o«o»o«o»o»o«o»oi»o«o»o»o«o«o«o«o»o»o»oco»o«o«o«o»o«Of
»o«oi»o«o«o»o«o«o«o«o«o«o«o»o«o»o«o»io«ü«ü«o»o«o»o«o«o«o»o«ooo»o«ü«oao»o»a
Capítulo XIIT
CARTA ABIERTA AL
PENTECOSTALISTA
>^maclo hermano:
He rehuido de escribir esta carta. He querido
que fuésemos tan unidos en el servicio de nuestro
Señor que ninguno notara que no estamos de acuer-
do en ciertos detalles de menor importancia. Pero
no he podido escaparme de mandar una carta tam-
bién a Ud. Mis amigos mundanos me han echado
en cara que los pastores protestantes son los que se
dejan picar de un cascabel para probar al mundo
- 77 -
que BÍ se cumple la promesa de Cristo en Marcos
16:18 y he teoido que decirles que éstos pastores son
otros y que los que son de mi denominación no se
valen de medios de publicidad tan indignos.
Ciertos vecinos míos me andan diciendo que soy de
los que mantienen el barrio despierto hasta las dos
de la mañana con los alborotos e bullas de su tem-
plo y he tenido que decirles que no, que estos son
otros Pedros. Mía hermanos recién-convertidos
vienen preguntándome si pueden estar seguros de
su salvación cuando no han alcanzado el don de ha-
blar en lenguas y como en algunos de ellos no se
les suelta la lengua por nada, están apenadísimos,
habiendo oído de usted que solamente aqu«l que
tiene este don pueden tener la seguridad de la sal-
vación. Ante esta pena he tenido que decirles que
sí, usted es un hermano fiel, amoroso y consagrado
pero que en este punto se halla errido, puesto que
las Sagradas Escrituras solamente ponen la fe en
nuestro Señor Jesucristo como condición de salva-
ción. He visto también unos de mis hermanos po-
bres y sencillos, que habiendo oído de usted que
"Jesús es mi Sanador" han entregado sus cuerpos
a El por BU consejo, despreciando la vacuna, por
ser de los hombres (y muriendo de la viruela),
aguantando los dolores de un apendicitis (y murien-
do de él al fin) y no observando las leyes sanitarias
más fundamentales y he tenido que protestar que
en este asunto de nuestras enfermedades no es
justo pedir que Dios haga lo que está muy fácil
— 78 -
hacer nosotros mismos y que para esperar la ben-
dición de Dios y poder orar con verdadera fe que
nos sane, debemos aprovechar primero todos I03
medios de Ciencia que El ha puesto a nuestro alcan-
ce. Así es que, aunque no he querido contradicio-
nes con usted, hermano querido. la fuerza de las
circunstancias me ha obligado a ellas.
Pero no quiero, bajo ningún concepto, que es-
tas diferencias vengan a estorbar el gran gozo que
nace de nuestra unión en el Señor. Ambos tene-
mos el mismo Salvador. ¡Gloria sea a su santo
nombre!. Amén. Ambos tenemos le misma revela-
ción divina en la Santa Biblia. Si usted la entiende
de un modo y yo de otro es porque es Palabra de
Dios y nosotros somos hombres que no alcanzamos
a percibir y armonizar todo su contenido. Pero
nada gánamos con encubrir nuestras diferencias.
De Ift discusión nace la luz. En la medida que
usted es sincero y yo también, el Señor de ambos
hará que la verdad salga de nuestras mismas con-
tradicciones más reluciente y hermosa que si noso-
tros hubiéramos quedado callados.
Doy gracias a Dios por usted y por la obra
preciosa que ha estado haciendo en el nombre del
Señor. La nota del gozo sobresale en su predica-
ción y en su vida y usted ha sabido atraer a mul-
titudes a nuestro Señor con el espíritu contagioso
de gozo santo. Ha despertado los depósitos de la
-79 —
emoción que muchos cristianos tememos tocar y
nos ha enseñado a todos que también la emoción
puede ser don de Dios cuando es usado para gloria
de BU Santo nombre.
Hay muchos puntos, sin embargo, de doctrina
en que no estamos de acuerdo. La mayor parte
tienen que ver con la enseñanza bíblica respecto al
Espirito Santo. Ni aun aquí estamos en un desacuer-
do completo, pues en gran parte, reconocemos loa
mismos hechos y nuestras diferencias refieren prin-
cipalmente a la explicación de los hechos. Yo en-
tiendo que el Señor está presente en el mundo por
medio de su Espíritu, pidiendo entrada en los co-
razones de los pecadores, encontrando es-
ta enseñanza en las Sagradas Escrituras
desde Génesis 6;3 hasta Apocalipsis 22:17. Yo
entiendo que cuando el humano abre la puerta de
su corazón a Dios y recibe a Jesucristo como su
único y suficiente Salvador, no puede excluir a la
tercera persona de la Santísima Trinidad. Hechos
2:38, Juan 3:5, I Cor. 3:19, 20, Efe. 1:13,14, Rom.
8:9, 14, todas según mi parecer enseñan que reci-
bimos el Espíritu Santo desde que creemos. Tenien-
do el Espíritu Santo podemos contristarle (Ef.
4:30), podremos apagarle también (I Tes. 5:19), y
así estar en condición de recibir la exhortación de
Ef. 5:18 de ser llenos del Espíritu. Cuando habien-
do apagado o contristado al Espíritu, le damos ple-
no lugar nuevamente, sentimos d¿8de luego un
— 80 —
goza y crecemos en la gracia. Es una experiencia
preciosa entrar en la vida victoriosa. Pero las evi-
dencias de tener el Espíritu son precisamente en el
hecho que llevemos los frutos del Espíritu que eon
"amor, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad,
fe, mansedumbre, templanza." (Gál. 5:22, 23.)
En cuanto al don de lenguas, entiendo que las
manifestaciones especiales que el libro de los He-
chos consigna, como ocurridas en el día de Pente-
costés en Jerusalem y cuando la visita de Pedro a
la casa de Cornelio, tenían que ver ccn la iniciación
de una época o dispensación para los judíos en el
primer caso y para los gentiles en el segundo, en
que el Espíritu Santo de Dios, en ausencia de la
persona de nuestro Señor en la carne, tomó bejo su
especial cuidado la marcha de la Iglesia Cristiana.
No veo en estos acontecimientos ninguna indica-
ción que deben establecerse como normas para cada
creyente individual.
Tratando ahora no de doctrina, sino de prácti-
ca, me baso en la enseñanza de I Cor. 14 para afir-
mar que lá manera suya de llevar el culto no es
provechoso, pues Dios es Dios de orden. El mismo
apóstol dice que si toda la iglesia se juntara en una
y todos hablan lenguas y entran indoctos o infieles
¿no dirán que estáis locos? Ustedes contestan que
no importa lo que ellos piensan, pero el apóstol di-
ce que sí importa y que más fácilmente puede el
Espíritu usar una predicación para sacar lo oculto
de BUS corazones y para que se postren sobre sus
—81—
rostros adorando a Dios y declarando que Este es-
tá verdaderamente en vosotros, que no hablando
miles de palabras no entendibles. Su manera de
permitir la oración de todos en conjunto y todos en .
voz alta, priva a los hermnos del privilegio de decir -
amén a lo que uno en nombre de todos manifiesta.
Para que cada uno hable a Dios directamente tene-
mos nuestras casas donde entrados en nuestras cá-
maras, podremos hablar a nuestro Dios en secreto,
(Mat. 6:6) y sin hacer el escándalo que implica esa
gritería, cuando todos oran juntos en voz alta.
Otro punto de orden. Usted recibe en la comunión
de la Iglesia y concede el bautismo a cualquiera que
hace profesión de conversión, de modo que hay en-
tre los suyos personas que viven con una o más
mujeres, sin ser casadas, personas que se ocupan
en trabajos vergonzasos, como vender aguardiente
a sus semejantes y otras personas que dan mal tes-
timonio. En bautizar a estas personas usted está
saliendo del testimonio, hasta ahora unido, del pue-
blo evangélico en estos puntos, y debilitando en es-
ta medida dicho testimonio.
En cuanto a sus prácticas con respecto a la sa-
nidad del cuerpo, debo manifestar que la Palabra
de Dios de ninguna manera prohibe el uso délos
médicos ni de las medicinas. Lucas era el médico
amado. Nuestro Señor dice claramente que el que
está enfermo necesita de médico. El mismo usó
ciertos medios materiales (medicinas) para curar a
—82—
los que llegaron a El. Y en 2 Reyes 20:7, Ez. 47:12,
Jer. 8:22, I Tim. 5:23, etc. se recomienda el uso de
medios materiales en las curaciones. En cuanto a
esto de las culebras cascabeles entiendo que dejar-
se picar por una tal con el fin de mostrar que el
Señor obrará el milagro de que el veneno no nos
mate, es directamente tentar a Dios. Ahora, si aten-
diendo sus quehaceres legítimos el hombre fuera
mordido por dicho cascabel y habiendo aprovecha-
do todos los medios a su alcance de lograr su vida,
terminara orando fervientemente al Señor que
bendijera estos medios y prometiera consagrar sus
e3fuerzo3a servir ai Señor cuando se haya restable-
cido, entonces sí podrá esperar la bendición de Dios
para su levantamiento. De igual manera el cristia-
no, en cuanto se encuentra enfermo, debe enco-
mendarse al Señor en esto como para todas sus co-
sas desde luego, pero debe valerse también de to-
dos los medios que están a su elcance para su res-
tablecimiento y si Dios no permite que éstos den el
resultado de su curación, debe como San Pablo,
gloriarse en sus enfermedades, (2a. Cor. 12:7-9).
Pues el fin primordial del hombre no es el de estar
sano de BU cuerpo, que tarde o temprano tendrá
que dejar, sino de glorificar a su Dios, quien le ha
dado vida y salvación.
Vuelvo a decir que me alegro por toda la bue-
na obra que usted hace, mas temo también que ha
soltado fuerzas en la Iglesia que fácilmente pueden
—83—
salir de sus cauces, como se ha visto más de una
vez en los centros pentecostales. Si he de escoger
entre la doctrina seca y sin emoción del profesor
ortodoxo y la bulla de una reunión de los suyos,
puedo sentirme atraído verdaderamente a su com-
pañía, pero no me encuentro ante este dilema. En-
tre el Racionalismo y el Pentecostalismo hay un
término medio que la Iglesia Evangélica ha de bus-
car y pido a Dios que también usted pueda buscar
este camino como yo también deseo hallarlo y que
así nuestros c&minos que ahora aparecen separados
vayan uniéndose, conforme ambos vamos buscando
al Señor. Subscríbome
Su hermano en la fe.
—84—
— ' — r- •o«C'»o»o»c»c«-;« _ " D«o*o«oio#O«O«0tMa
•o»o«o*' t • - • - •«■•o»c»o»o»c«o«c«o»c«c«o«-:«o»c«c^
""OIIO»0 •o«o*o»o»o»o»o»o«o«o»o»o«c»o»o«o»o»o»o»
Capítulo XIV
CARTA AL HORMON.
^fiespetaéle Paisano:
Por allá en el estado de Colorado donde yo cre-
cí tus padres pasaron hace cíen años hasta echar
raices en el territorio vecino de Utah que vino a
ser para ellos una especie de paraíso terrenal. Ya
tenemos más de cincuenta años de jugar la vuelta
contigo; pues tú entras en las casas tras de mí y yo
tras tí oyendo de tu visita y tus doctrinas de aque-
iloB a quienes has tratado de convencer. Ya es tiem-
po pues que nos entendamos directamente. ¡Vamos
pues al grano!
Tu eres propagandista muy activo y muy há-
bil. Tú te presentas como miembro de la "Iglesia
de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días"
(si eres de los Mormones de Utah) o como de la
Iglesia Reorgranízada de Jesucristo de los Santos de
los Ultimos Días" (si eres de los Mormones de Mi-
ssouri). Apelas a la Biblia. Practicas las virtude»
cristianas. Evitas los vicios. Socorres a los pobres.
Procuras manejar tus bienes materiales como una
mayordomía que Dios te ha entregado. Parece que
fuésemos hermanos. Pero las apariencias a veces
engañan como en el caso presente.
Según yo entiendo, todas mis cartas anteriores
tienen algo para tí. Igual al Libre Pensador some-
tes la Biblia a tus ideas preconcebidas en lugar de
ácatarla humildemente como Palabra de Dios; con
los Catóiicoromanos profesas que por tus ceremo-
nias (Bautismos por los Muertos) puedes salvar a
los muertos que languidecen en un estado de prue-
ba; con los Espiritistas presentas las buenas obras
como esperanza de salvación. Así como los Adven-
tistas tienen su profeta que les ha dejado otro libro
para completar la Biblia, tú tienes tu profeta, José
Smith, y su libro de Mormon; con el Testigo de Je-
hová piensas del Espíritu Santo como una simple
influencia, no como una persona; como el Comunis-
ta esperas encontrar la dicha en las cosas materia-
les.Tienes la creencia del Teósofo en la preexistencia
del hombre. Con el Masón usás ceremonias secretas
donde no es admitido el público. Miras al templo
con sus ritos como esencial al culto verdadero como
BÍ fueses Judío. Añadesy quitas a la Palabra de Dios
como el Modernista. Eres Ritualista más que ningu-
no y vas más allá del Pentecostalista (si eres de los
—86—
no reorganizados) que a veces tolera la Poligamia,
enseñando que es el estado ideal del Cristiano.
De modo que el único de mis corresponsales
con quien no tienes nada de común es el Indife-
rente en materia de religión.
Desde luego si naciste en el Mormonismo no
es justo echarte la culpa de su principio y desarro-
llo. Pero tenemos que ver un poquito de Historia
de todos modos. El principio de tu religión fué el
6 de Abril de 1830 cuando José Smith preguntó a
Dios a cual de las sectas debía unirse y se le contes-
tó que "TODAS eran malas y TODOS sus credos
eran una abominación y TODOS sus ministros esta-
ban corrompidos". Mas la verdadera iglesia que
él fundó (la mormona) luego se dividió en seis o
siete ramos al ser asesinado su primer profeta. No
comprendió José Smith ni has comprendido tü que
la verdadera Iglesia, la novia del Señor, no puede
identificarse con ninguna organización visible ni se
puede decir que aquí está o allá pues esta dentro de
cada creyente verdadero, sea su filiación eclesiásti-
ca la que fuera.
Luego el libro del Mormon se ha probado sin
dejar lugar a dudas que es basado sobre una nove-
la, aunque con algunas adiciones.que por vía de di-
versión escribía un tal Salomón Sp&udling, quien
murió antes que se le publicara. El manuscrito fue
robado a su viuda y resultó en poder de Smith
—87-^
quien sabe como de modo que tu aceptas como Pa-
labra de Dios lo que no tiene más base que la fan-
tasía de un hombre.
Luego para darle al libro una apariencia de ori-
gen divino se inventó lo de las planchas de oro es-
critas con caracteres egipcios. Estas, según asevera
José Smith, fueron descubiertas por él el 22 de Sep-
tiembre de 1827 en un monte cerca de su casa. Co-
mo no sabía ni leer ni escribir con perfección, pre-
tendía que con unos anteojos de cristal, descubier-
tos al lado de las planchas, pudo descifrar el sentido
de las letras. Desde atrás de una cortina dictaba el
actual libro de Mormón como fiel traducción de Id
escrito en las planchas de oro a unos secretarios es-
cogidos por él que después juraron haber visto las
planchas. Aun presentaron fotografías de algunas
de las planchas para probar que en realidad exis-
tían. ¿Pero donde están las planchas hoy?
Todavía los Judíos guardaban las dos tablas de
la Ley o sean los Diez Mandamientos dentro del ar-
ca del pacto durante 1,400 años hasta que el gene-
ral Tito las llevó a Roma después de la destrucción
di Jerusalem y se perdieron. Pero el ángel Moroni
no tuvo tanta confianza con tus antepasados como
Jehova con el pueblo de Israel, pues hecha la tra-
ducción llevó las planchas al cielo, según dice José
Smith. ¡Mejor ro hubieran hecho las fotografías de
las planchas! pues no sen caracteres egipcios que
aparecen en estas. Escucha el testimonio del profe-
-88—
sor Carlos H. S. Davis: ^'Conozco los idiomas egip-
cio, caldeo, asirlo, y árabe; adeniás conozco muchas
de las lenguas orientales y declaro positivamente
que no hay en la susodicha copia ni una letra siquie-
ra de ningún idioma oriental. Un estudio cuidadoso
de la copia exacta demuestra que los caracteres
que existen, fueron puesto al tanteo por una perso-
na completamente ignorante, porque no presentan
semejanza ni aun con los signos de la taquigrafía".
(Copiado del libro DOCTRINA Y PACTOS DEL
MORMONISMO por Bay 263-266 en el Mormonis-
mo por Bogart).
También por el contenido del libro se ve que
es del siglo diecinueve. Los discursos de pretendi-
dos caciques indígenas de la antigüedad se llenan
con f races acostumbradas en los avivamientos reli-
giosos del siglo pasado, hay largas porciones copia-
das palabra por palabra de la Confesión de West-
minster y aun un discurso de Nefí contiene la expo-
sición de una doctrina correspondiente a opiniones
particulares expuestas en el Presbiterio de Ginebra
(Nueva York) en donde vivía Smith. Por lo arriba
expuesto no puedo zafarme de la convicción que te
han metido gato por liebre y que has dejado que
un profeta falso se burlara desvergonzadamente
de ti.
Pero pasemos a otros puntos. De los pretendi-
dos milagros de tu secta solo puedo repetir lo que
he dicho al Pentecostalista, en la cartá anterior a la
presente. Suplicóte pesar mis razones.
Con respecto a ta exclusivismo que pretende
que todas las demás iglesias son apóstatas y que el
único bautismo que vale es el administrado por un
apóstol mormon solo puedo suplicarte que aplicas
a ti y a tu iglesia lo expuesto al Católicoromano en
la carta dirigida a este.
Respecto a tu pretensión que el Presidente de
tu Iglesia es inspirado divinamente y que su voz es
la voz de Dios no hay necesidad que escriba muchas
palabras. Lo que he consignado en mis cartas ál Ro
manistay al Adventista puede dirigirse a tí con so-
lo cambiar el nombre. Parece que a tí como a ellos no
os entra pena por lo dicho en Apocalipsis 22:18,19.
En cuanto a la poligamia no cabe duda que
José Smith dió el decreto que la autoriza entre sus
seguidores y que forma parte integrante de tu si*'-
tema. Es verdad que el ramo "reorganizado" de tu
iglesia no la acepta (en que hace bien aunque no es
consecuente) y que los de Utah la han suprimido
oficialmente por no incurrir en dificultades con el
Gobierno de los Estados Unidos. Pero siempre la
consideran como la forma ideal y celestial del ma-
trimonio. Por esto creo que debo escribir algunas
palabras al respecto.
Vosotros citáis el hecho que Abraham, Jacob y
David, lo mismo que Salomón tuvieron más que
una esposa y a pesar de este hecho fueron siervos
de Dios que merecieron su aprobación. Es cierto.
Pero este hecho no autoriza la poligamia en nues-
tro tiempo. Nuestro Señor cita Génesis 2:24 que di-
ce que el hombre ha de allegarse a su mujer, (no
sus mujeres) (Marcos 10:6-9). También el apóstol
Pablo presenta la monogamia como la condición
recta y decorosa del creyente. (1 Timoteo 3:1,2;
Hebreos 13:4 etc). Una doctrina tan agradable al
varón carnal como es la poligamia era de esperarse
en un sistema apóstata, que descansa sobre enga-
ños y falsificaciones.
Y por último vosotros creéis que el perdón de
'los pecados y la expiación por ellos se alcanza por
"las leyes y ordenanzas del Evangelio". Es tu pen-.
samiento que tus buenas obras te han de salvar.
Pero esta enseñanza no es del Evangelio. Has hecho
de las Buenas Nuevas o sea el Evangelio una ley
que descansa pesadamente sobre los hombres. Con
esto le quita su carácter de Buenas Nuevas. Suplí-
cote leer Gálatas 1:6-8, Efeseos 2:8-10, Lucas 7:44-
50, Juan 4:7-15, Romanos 5:1,2 etc, etc.
La gracia de que hablan estos pasajes es tam-
bién para tí. Deja de seguir un profeta falso, a un
sistema erróneo. Acepta la salvación que Jesús te
ofrece y tendrás una vida feliz, muy distinta de la
que vives en el Mormonismo.
Sin otro particular me suscribo como tu paisa-
no que quisiera ser tu hermano en Cristo.
—91—
Capítulo XV
HABLA LA PALABRA
DE DIOS SOBRE LAS
OTRAS CREENCIAS.
7 (Boi*intios1 :í 8' 31 ,
18 Porque la palabra de la cruz es locura a
los que se pierden, mas a los que se salvan, es a
saber, a nosotros, es potencia de Uios.
19 Porque está escrito: Destruiré la sabidu*
ría de los sabios, y desecharé la inteligencia de los
entendidos.
20 ¿Qué es del sabio? ¿qué del escriba? ¿qué
del escudriñador de este siglo? ¿no ha enloquecido
Dios la sabiduría del mundo?
92—
21 Porque por no haber el mundo conocido en
la sabiduría de Dios a Dios por sabiduría, agradó a
Dios salvar a los creyentes por la locura de la pre-
dicación.
22 Porque los Judíos piden señales, y los Grie-
gos buscan sabiduría:
23 Mas nosotros predicamos a Cristo crucifi-
cado, a los Judíos ciertamente tropezadero, y a los
Gentiles locura;
24 Empero a los llamados, así Judíos como
Griegos, Cristo potencia de Dios, y sabiduría de
Dios.
25 Porque lo loco de Dios es más sabio que los
hombres; y lo flaco de Dios es más fuerte que los
hombres.
26 Porque mirad, hermanos, vuestra voca-
ción, que no sois muchos sabios según la carne, no
muchos poderosos, no muchos nobles;
27 Antes lo necio del mundo escogió Dios pa-
ra avergonzar a los sabios; y lo flaco del mundo
escogió Dios, para avergonzar lo fuerte;
28 Y lo vil del mundo y lo menospreciado esco-
gió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es:
29 Para que ninguna carne se jacte en su
presencia.
—93^
1
30 Mas de él sois vosotros en Cristo Jesús, t
cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, y justi
ficación, y santificación, y redención:
31 Para que, como está escrito: El que se g
ri8, gloríese en el Señor.
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