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Full text of "Pláticas intimas con los de otras creencias"

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Plátias  Intimas 

con  los  de 
Otras  Creencias 

Pablo  Burgess 


Cuarta  Edición 
Quezaltenango 


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1950. 

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163 


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A  la  memoria  de  mi  Abuela 

Mary  Henderson  Hertz 

Quien  más  (jue  otra  persona  alguna 

me  enseñó  a  apreciar  a 
respetar  las  creencias  ajenas,  dedico 
con  profundo  respeto  y  üíüo  amor 
esta  cuarta  edición. 


^uto. 


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Prefacio  de  la  cuarta 
Edición 

Habiéndose  agotado  las  primeras  tres  edicio- 
nes de  "Pláticas  Intimas  con  los  de  otras  Creen- 
cias*^ y  aun  persistiendo  demanda  de  estas 
cartas,  nos  hemos  propuesto  sacar  una  cuarta  edi- 
ción. Durante  los  veinticinco  años  en  que  ha  circu- 
lado esta  obra,  ciertos  grupos  religiosos  han  dejado 
de  ocupar  el  foco  de  la  aténción  pública  y  otros  se 
han  movido  más  hacia  este  centro;  pero  no  hemos 
creído  que  hay  razones  para  suprimir  alguna  de 
las  cartas  que  aparecen  en  las  ediciones  anterio- 
res, puesto  que  todas  las  agrupaciones  a  que  se 
dirigen  se  hacen  sentir  todavía  en  nuestro  am- 
biente. 

A  las  cartas  anteriores  agregamos  una  carta 
*'Al  Mormón*'  en  la  presente  edición,  ya  que  mu- 
chas personas  han  pedido  esta  carta  ante  el  incre- 
mento que  las  doctrinas  y  prácticas  que  esta 
Iglesia  han  tomado  en  los  últimos  años. 

Por  lo  demás,  se  ha  modificado  solamente  la 
fraseología  algunas  veces  y  lo  que  se  requiere  para 
"ponerse  al  día'*  por  decir  asi,  de  modo  que  nues- 
tro objeto  y  esperanzas  quedan  hoy  como  cuando 
apareció  el  primer  volumen,  consignados  en  la 
Indroducción  que  sigue, 

Pablo  Bu7'gess 

Quezaltenango,  Julio  de  1950. 


INTRODUCCION 


Los  cristianos  evangélicos  creemos  que  el  Dios 
que  todos  los  hombres  buscan  «si  por  vtntura  pal- 
pando la  hallasen*  {Hechos  17:27)  y  que  todos  los 
hombres  reconocen  bajo  distintos  nombres  y  con 
diferentes  grados  de  comprensión,  ha  hablado  a  los 
habitantes  de  este  planeta  por  medio  de  una  revela- 
ción de  sí  mismo  contenida  en  la  Biblia,y  que  esta 
revelación  presenta  como  punto  culminante  a  su 
Hijo,  nuestro  Señor  Jesucristo,  cuya  persona  es  la 
llave  al  entendimiento  de  estas  Escrituras  y  cuyo 
sacrificio  de  si  mismo  en  la  Cruz  del  Calvario  obró 
salvación  para  todo  aquel  que  cree.  Creemos  que 
es  Dios  mismo  quien  obra  «e¿  nacimiento  de  arri- 
ba», que  nos  da  vida  en  su  Hijo,  y  que  esta  vida  es 
Vida  Eterna. 

Las  bases  fundamentales  de  la  religión  cris- 
tiana descansan  en  la  fe,  lo  que  sucede  con  todas 
las  demás  religiones  y  no  sólo  con  las  religiones 
sino  aún  con  las  filosofías,  los  distintos  ramos  de 
ciencia,  el  comercio,  el  trato  social  y  en  una  pa- 
labra, la  vida  en  su  totalidad. 


Pero  en  todo  casorios  principios  fundamenta' 
les  que  por  fe  únicamente  pueden  asentarse, 
dejan  un  campo  más  limitado  dentro  de  sus  mis- 
mas fronteras  donde  hay  amplia  libertad  para 
el  uso  del  raciocinio.  Este  hecho  puede  observar- 
se con  respecto  a  la  fe  cristiana,  tan  bien  como  en 
cualquier  otro  ramo  de  la  experiencia  humana. 
Una  vez  asentadas  las  grandes  verdades  que  solo 
por  fe  pueden  reconocerse,  la  razón  tiene  su  traba- 
jo de  juzgar  y  coordinarlas,  presentándolas  en  el 
marco  de  la  lógica  {por  hablar  así)  al  hombre  en 
su  aspecto  de  pensador. 

Bien  entendemos  que  las  numerosas  apologías 
cristianas  no  han  salvado  a  ninguna  alma.  Pero 
han  tenido  y  aún  tienen  su  utilidad  como  medio 
de  quitar  prejuicios  e  infundir  confianza,  prepa- 
rando el  terreno  para  la  simiente  divina  que 
cuando  se  siembra  y  brota,  lleva  los  frutos  de  la 
vida  eterna.  Si  este  pequeño  volumen  logra  qui' 
tar  algún  prejuicio  que  los  adeptos  de  otras  creen- 
cias tienen  contra  la  fe  evangélica,  si  logra 
inspirar  en  ellos  más  confianza  hacia  el  Cristia- 
nismo y  si  por  su  medio  aprenden  a  mirar  hacia 
el  Cordero  de  Dios  que  quita  el  pecado  del  mundo 
creerá  el  autor  que  su  trabajo  no  ha  sido  en  vano. 


Pablo  Biirgess. 

Quezaltenango,  Noviembre  5  de  1923. 


Capítulo  I 

CARTA  ABIERTA  AL  LIBRE  ' 
PENSADOR 


Te  saludo  por  medio  de  la  presente,  presentán- 
dome como  creyente  evangélico  convencido.  Nues- 
tras diferencias  en  ideas  son  motivo  suficiente,  creo 
yo,  para  entablar  una  correspondencia.  Empiezo 
por  reconocer  que  tú  te  has  tomado  un  hermoso 
nombre,  que  siempre  me  ha  prustado.  El  pensar  es 
lo  que  eleva  al  hombre  por  encima  del  mundo  ma- 
terial, encima  también  de  toda  la  creación  animal. 
Ese  sér,  pequeño  y  débil,  que  la  ciencia  separa  de 
los  demás  animales  con  el  nombre  de  "homo  sa* 
piens"  (hombre)  se  encuentra  en  medio  de  fuerzas 
muy  superiores  a  las  suyas.  ¡Que  parecido  a  lanada 
parece  el  hombre  ante  la  Catarata  del  NisgaraljCuán 
impotente  aun  ante  el  elefante  de  la  India!  Pero  aun- 
que débil  en  cuerpo  el  hombre  tiene  un  poder  en  su 


pensamiento  que  hace  al  elefante  llevar  sus  pesadas 
cargas  y  al  Niágara  le  hace  iluminar  sus  ciudades 
de  noche  y  mover  las  pesadas  máquinas  de  su  indus- 
tria de  día.  Las  fuerzas  ciegas  de  la  Naturaleza  y 
los  instintos  de  los  animales  obedecen  a  ese  poder 
superior  en  el  hombre  que  analiza  y  coordina,  y  que 
llamamos  su  pensamiento.  Debe  ser  la  ambición 
de  todo  hombre  que  aprecia  su  puesto  en  el  mundo, 
llegar  a  pensar  bien  y  así  merecer  el  título  de  pensa- 
dor, es  decir  alcanzar  por  experiencia  y  análisis  loa 
conocimientos  y  las  convicciones  que  le  darán  dere- 
cho a  este  título.  También  el  ser  "libre"  en  el 
sentido  de  no  ser  esclavo  de  prejuicio,  ni  pasiones, 
ni  hombres,  es  un  estado  digno  y  altamente  desea- 
ble. ¡Ojalá  que  todo  el  mundo  fuera  "Libre  Pen- 
sador" en  este  sentido! 

Pero  desgraciadamente  los  títulos  que  los  hom- 
bres se  dan  no  siempre  nos  proporcionan  una  idea 
cabal  de  los  principios  que  siguen.  Así  sucede  en 
el  presente  caso.  Pues  los  principios  y  creencias 
que  se  han  juntado  bajo  esta  bandera  del  Libre 
Pensamiento  muy  poco  tienen  de  común  con  lo 
esencial  de  este  concepto. 

Precisamente  porque  yo  me  creo  en  verdad  Li- 
bre Pensador,  no  comulgo  con  las  siguientes  ideas 
que  se  presentan  bajo  el  título  oficial  del  Libre 
Pensamiento. 

Primero:  El  llamado  Libre  Pensamiento  mira 
con  cierta  duda,  si  no  niega  de  lleno,  la  existencia 
de  Dios.   Yo  como  pensador  y  usando  mis  poderes 


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como  tal  con  toda  libertad,  no  puedo  menoB  que 
reconocer  que  no  fui  yo  quien  crié  el  mundo.  Con- 
forme mi  inteligencia  se  iba  despertando,  iba  des- 
cubriendo un  mundo  fuera  de  mí,  del  cual,  sin 
embargo,  tuvo  que  confesar  que  era  una  parte. 
Hoy  veo  que  aunque  el  mundo  es  tan  diverso  en 
sus  manifestaciones,  hay  sin  embargo  un  lazo  de 
unión  que  hace  que  todas  sus  partea  caminen  de  co- 
mún acuerdo.  Mi  vida  y  mi  mismo  pensamiento 
son  nacidos  de  este  mundo  y  no  puedo  creer  que  lo 
que  produce  mi  pensamiento,  sea  inferior  a  éste 
(aunque  bien  puede  ser  infínitamente  superior  a 
él).  De  modo  que  entiendo  que  la  Unidad  que 
abarca  el  Universo  debe  ser  inteligente  y  con  esto 
he  dicho  que  creo  en  Dios.  No  he  puesto  cadena 
alguna  a  mi  pensamiento  al  afirmar  que  creo  en 
Dios.  Mi  pensamiento  es  tan  libre  al  afirmarlo  co- 
mo el  tuyo  en  dudarlo  o  negarlo,  sólo  que  creo  ha- 
berlo usado  mejor. 

Segundo:  Sin  dejar  de  ser  libre  ni  pensador, 
no  puedo  como  tú  pretendes  hacer,  reducir  mi  vida 
enteramente  al  dominio  del  pensamiento  racional. 
Como  encuentro  en  mí  impulsos  que  me  dirigen  en 
contra  de  toda  sana  razón,  (curiosidad  que  me  ha- 
ce exponer  la  vida,  orgullo  que  me  hace  sufrir  mil 
amarguras,  amor  que  me  hace  dar  a  otro  lo  que  me 
fuera  muy  útil  a  mí  mismo)  siento  también  en  mí, 
anhelos  que  tu  racionalismo  nunca  puede  satisfacer. 
Mi  misma  razón  que  me  hace  creer  que  hay  un 
Dios,  me  dice  que  no  soy  capaz  de  comprenderlo 


plenamente  y  sin  embargo  mi  ser  siente  un  hueco 
que  sólo  El  puede  llenar.  "Mi  alma  tiene  sed  de 
Dios,  del  Dios  vivo."  (Salmo  42:2).  Yo  sé  que  tú 
también  has  sentido  esta  sed,  pero  piensas  apagarla 
con  la  ciencia  y  la  filosofía,  necesarias  y  útiles  pero 
incompletas  siempre.  ¡Vana  esperanza!  La  ciencia 
te  ofrece  hipótesis  y  la  filosofía  conjetura,  pero  tú 
y  yo  buscamos  seguridad,  certeza.  Estas  nos  suple 
solamente  la  fe.  ¡Pobre  de  aquella  vida  que  no 
conoce  las  llamas  consumidoras  de  una  fe  viva,  que 
DO  se  ha  entregado  con  una  lealtad  absoluta  en  los 
brazos  de  un  algo  más  grande  que  sí  misma!  El 
objeto  de  mi  fe,  aquel  que  es  dueño  de  mi  lealtad, 
68  el  que  sin  vacilación  y  con  plena  certeza  afirmó: 

YO  SOY  EL  CAMINO  Y  LA  VERDAD  Y  LA  VIDA.  NADIB 

VIENE  AL  PADRE  SINO  POR  MI."  (Juan  14:6).  Yo 
le  acepté  por  fe  y  mi  fe  no  fué  mal  puesta,  pues  he 
encontrado  que  El  es  el  Camino  y  la  Verdad  y  la 
Vida  y  que  El  me  lleva  a  Dios.  Ahora  sé  que  ese 
Dios  que  mi  razón  afirmaba  sin  poderle  describir, 
68  mi  Padre,  que  quiere  que  yo  viva  y  no  me  muera 
y  que  tanto  interés  tuvo  por  mí,  que  supo  sufrir  y 
aun  morir  para  que  yo  tuviera  vida  eterna. 

Tercero:  Sé  que  si  dudas  de  la  existencia  de 
Dios  y  sientes  temor  de  dejarte  arrastrar  por  la  fe, 
aborreces  con  todo  tu  sér,  la  religión  organizada, 
pues  entiendes  que  ella  te  hace  perder  tu  libertad  y 
te  obliga  a  que  otro  piense  por  ti.  Y  ciertamente, 
nó  dejas  de  tener  razón  hasta  cierto  punto.  Pero 
¿porqué  este  aborrecimiento  tan  especial  por  la 


religión  organizada?  Organización  es  la  ley  de  la 
vida.  Cada  planta  lá  muestra;  aun  cada  grano  de 
arena.  Como  en  lo  pequeño  tanabién  en  lo  grande, 
iqué  organización  tan  admirable,  la  de  los  astros! 
En  la  vida  humana  la  organización  de  la  industria 
con  la  división  del  trabajo,  nos  hace  posible  la  civi" 
lización.  El  comercio  no  es  más  que  una  organiza- 
ción para  destribuir  los  productos  de  nuestro 
trabajo.  Un  pueblo  sin  gobierno  no  es  de  pensarse, 
y  el  gobierno  es  precisamente  la  fuerza  organizado- 
ra en  él.  Y  en  toda  organización  los  miembros 
individuales  pierden  basta  cierto  punto,  su  indivi- 
dualidad. Pero  al  mismo  tiempo  alcanzan  mayor 
vida  por  y  con  su  organización.  El  hombre  soltero 
es  muy  dueño  de  su  tiempo  y  de  su  dinero.  El 
hombre  casado  no  lo  es,  pero  negándose  a  sí  mismo 
por  cuidar  de  su  mujer  y  sus  hijos,  encuentra  una 
vida  más  completa  y  satisfacciones  que  nunca  hubie- 
ra tenido  de  otro  modo.  Lo  mismo  sucede  en  todo 
grupo  a  que  pertenecemos.  Y  así  por  someternos  a 
la  organización  de  la  religión  y  sostenerla  con  entu- 
siasmo,alcanzamos  valores  de  fe  y  comunión  que  no 
se  pueden  experimentar  fuera  de  la  organización. 
Nuestra  "libertad",  en  sentido  lógico  habrá  sufrido 
pero  nuestra  vida  ha  sido  enriquecida. 

No  hemos  tocado  el  punto  moral.  Algunos 
maliciosos  aseguran  que  los  Libres  Pensadores  son 
en  el  fondo,  Libres  Pecadores.  Yo  no  los  juzgo  más 
pecadores  que  a  mí  mismo  pero  sí  creo  su  debilidad 
principal  estriba  «n  no  haber  comprendido  la  moral, 


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en  toda  su  extensión.  "Moral"  viene  de  la  voz  latina 
"mora"  que  quiere  decir  "costumbre"  y  nos  hace 
recordar  que  como  ningún  hombre  nace  de  su  propia 
voluntad,  tampoco  puede  uno  pensar  en  vivir  solo. 
El  hombre  no  vive  su  vida  apartada  de  sus  semejan- 
tes contemplando  las  cosas  fríamente  con  su  pensa- 
miento, sino  la  vida  de  la  humanidad  de  que  forma 
parte  pulsa  por  sus  venas.  Es  miembro  de  este 
cuerpo,  lo  que  le  une  intimamente  a  los  demás 
miembros  y  a  la  cabeza  del  cuerpo  que  es  Dios, 
Si  es  immoral,  no  haciendo  caso  de  los  demás,  él 
mismo  se  daña,  pues  no  cuenta  con  el  apoyo  de  ellos 
y  como  tu  bien  sabes  aun  el  pobre  y  la  leña  verde  sir- 
ven en  la  mejor  ocasión .  No  puedes  echar  en  saco  ro- 
to los  ideales  y  normas  de  conducta  que  sostienen 
tus  semejantes. 

Y  ahora  te  voy  á  hacer  una  pregunta  que  sin 
duda  te  parecerá  impertinente:  ¿Qué  te  sacas  con 
tu  libre  pensamiento?  Si  me  contestas  honrada- 
mente tendrás  que  reconocer  que  no  pasa  de  ser 
una  cierta  satisfacción  fría  y  egoísta,  la  cual  no 
puedes  participar  ni  a  tu  mujer  ni  a  tus  hijos.  Y 
si  tu  me  retornas  lá  pregunta  sobre  lo  que  la  fe 
cristiana  significa  para  mi  vida  te  diré  que  me  ha 
hecho  "una  nueva  criatura",  que  me  da  un  gozo  al 
saber  que  Dios  ha  perdonado  mis  pecados  que  llena 
mi  ser  hasta  lo  más  profundo  y  que  me  proporciona 
orientación  para  mi  conducta,  entendimiento  de 
los  misterios  de  la  vida  y  una  santa  causa  en  que 


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ye  y  mi  familia  y  mis  hermanos  en  !a  fe  podemos  jun- 
tamente gastar  nuestra  vida  terrenal.  Quiera  Dios 
que  participes  de  nuestra  fe,  milites  con  nosotros  y 
goces  de  la  vida  eterna  con  el  Señor  para  siempre. 


;«o«o«o«c»o«o«o«o«o*D»o»o«o«o«o«o»o»G«c«o«o«o«o«o«ü»o«c»o»c«o»o«o«o«<»o53 

Capítulo  II 

CARTA  ABIERTA  AL  CATOLICO 
APOSTOLICO  ROMANO 

-^preciable  Paisano: 

Si  llegó  la  carta  abierta  que  dirigí  al  Libre 
Pensador,  a  manos  tuyas,  habrás  comprendido  que 
yo  considero  como  de  vital  importancia  varias  cosas 
que  tú  también  aceptas  y  crees,  que  son:  la  existen- 
cia de  Dios,  los  derechos  de  la  fe  y  la  necesidad  de 
la  religión  organizada.  «Pues  precisamente  estos 
son  los  puntos  que  yo  sostengo»  te  oigo  decir.  Y 
en  verdad  tenemos  no  poco  en  común,  a  más  de  lo 
ya  mencionado,  porque  los  dos  reconocemos  a  Cris- 
to como  Hijo  de  Dios  y  las  Sagradas  Escrituras 

como  su  palabra.    Pero  y  este  «pero»  es  una 

historia  larga.    Vamos  a  ver. 

Tú  te  llamas  «Católico,  Apostólico  y  Romano». 
No  ignoras  que  la  palabra  «católico»  viene  de  una  voz 
griega  que  quiere  decir  «Universal».  De  modo  que 
cuando  dices  que  perteneces  a  la  Iglesia  Católica  estas 


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afirmando  que  perteneces  a  la  Iglesia  Universal. 
¿Qué  quieres  decir  con  esto?  Si  quieres  decir  que 
perteneces  a  una  Iglesia  que  abarca  todo  el  mundo 
te  equivocas,  porque  tu  iglesia,  dándole  toda  la 
amplitud  posible,  apenas  abarca  en  su  cumunión  la 
décima  parte  de  los  habitantes  del  globo  terrestre 
y  ni  siquiera  incluye  la  mitad  de  los  que  se  llaman 
cristianos.  O  ai  quieres  decir  que  tu  iglesia  debe 
abarcar  a  todo  el  mundo,  no  tienes  derecho  a  lla- 
marla «apostólica»  porque  en  la  Iglesia  Apostólica 
«muchos  son  los  llamados,  mas  pocos  los  escogidos». 
(Mateo  22:14).  Pero  si  al  llamarte  «católico»  reco- 
noces a  Dios  como  el  único  sér  universal  y  reclamas 
pertenecer  a  El,  y  sólo  a  El,  entonces  tan  católico 
soy  yo  como  eres  tú  y  aun  más  católico,  como  espe- 
ro demostrarte. 

Luego  te  llamas  «Apostólico»  y  supongo  que 
quieres  decir  con  esto  que  perteneces  a  la  Iglesia 
de  los  Apóstoles.  Estos  eran  hombres  que  no  fue- 
ron libres  de  disensiones  entre  si  y  que  organizaron 
BUS  iglesias  con  diferentes  ritos  y  costumbres  según 
el  pueblo  con  que  trataban  (Gálataa  2:11-14).  A 
mi  juicio  es  mejor  seguir  a  Cristo  que  a  sus  apósto- 
les, y  llamarse  «cristiano»  antes  que  «apostólico». 
Pero  al  fin  y  al  cabo  los  apóstoles  a  pesar  de  sus 
diferencias  en  organización  y  ritos,  no  se  separaron 
ni  se  anatematizaron  mutuamente  y  por  lo  general 
nos  dan  un  hermoso  reñejo  del  amor  de  su  Señor. 
De  modo  que  yo  podría  llamarme  «apostólico»  y 
creo  que  así  me  honraría. 


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Pero  cuando  a  más  de  llamarte  «católico»  y 
«apostólico»  acabas  por  añadir  «romano»,  echas  todo 
a  perder  y  caes  en  un  fango  de  contradicciones,  de 
donde,  si  sales,  todo  enlodado  vas  a  salir.  «Católico» 
es  universal,  abarcando  el  Universo  entero.  «Ro- 
mano» es  local  perteneciente  a  este  pedazo  de 
tierra  de  las  «siete  colinas»  en  la  lejana  Italia,  que 
se  conoce  con  el  nombre  de  Roma.  La  palabra 
«apostólico  nos  habla  de  San  Juan  y  San  Bartolomé 
y  Santiago  y  los  demás,  hombres  descalzos,  humil- 
des pescadores  y  artesanos  de  la  antigua  provincia 
arrinconada  y  despreciada  de  Galilea.  «Romano» 
nos  trae  a  la  memoria  la  magnificencia  de  los  Césa- 
res, y  de  aquel  que  después  se  sentó  en  el  trono  de 
ellos,  el  llamado  «papa»  Tú  y  yo  nunca  vamos  a 
poder  ponernos  de  acuerdo,  mientras  te  sigas  lla- 
mando «Romano». 

Por  cierto  hay  muchas  diferencias  entre  los 
que  nos  llamamos  evangélicos  y  vosotros  los  roma- 
nistas en  nuestras  creencias  y  nuestras  prácticas. 
Nosotros  permitimos  a  nuestros  ministros  casarse,  si 
creen  servir  mejor  a  Dios  así.  Vosotros  condenáis 
a  los  vuestros  al  celibato  (lo  que  tantas  veces  resul- 
ta .. .  concubinato.)  Nosotros  participamos  todos 
de  la  comunión  del  Señor,  el  ministro  y  loa  simples 
creyentes  recibiendo  el  pan  como  símbolo  del  cuer- 
po quebrantado  de  Cristo  y  el  vino  como  símbolo 
de  su  sangre  derramada.  Vosotros  creéis  que  el 
pan  después  de  la  bendición  sacerdotal  ya  no  es  pan 
sino  la  verdadera  carne  de  Cristo  y  el  vino  su  san- 


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gre,  y  que  sólo  el  ministro  tiene  derecho  de  tomar 
este  último.  Nosotros  comemos  carne  cuando  nos 
da  la  gana  y  cuando  tenemos  con  qué  comprarla; 
vosotros  por  ley  no  debéis  comerla  los  viernes  ni  en 
Cuaresma.  Nuestros  cultos  y  nuestros  templos 
presentan  una  sencillez  severa,  los  vuestros  un  lujo 
garrafal;  y  apenas  hemos  empezado  a  relatar  las 
diferencias  entre  uno  y  otro  sistema. 

Pero  todo  esto  es  del  exterior.  La  Iglesia  tuya 
bien  puede  prescindir  de  estos  cuatro  y  otros  tan- 
tos puntos  (como  ha  hecho  ya  más  de  una  vez)  y 
sin  embargo  estará  tan  alejada  de  la  mía  como  en 
el  día  de  hoy.  Y  la  Iglesia  Evangélica  puede  acep- 
tar estos  y  otros  tantos  puntos  (como  unas  de  sus 
denominaciones  han  hecho  algunas  veces)  y  sin 
embargo  no  dejará  de  ser  evangélica.  Lo  que  nos 
separa  es  algo  más  fundamental  y  tiene  que  ver 
con  la  suprema  autoridad  que  una  y  otra  reconoce. 

Nosotros  reconocemos  como  Jefe  de  la  Iglesia 
únicamente  a  Cristo  quien  ha  dicho:  "donde  están 

DOS  o  TRES  CONGREGADOS  EN  MI  NOMBRE  ALLI  ESTOY 
YO  EN  MEDIO  DE  ELLOS"  (Mateo  18:20)  y  «HE  AQUI,  YO 
ESTOY  CON  VOSOTROS  TODOS  LOS  DIAS,  HASTA  EL 
FIN  DEL  MUNDO.»  (Mateo  28:20)  Pof  tanto  él  está 
hoy  en  todas  partes  del  mundo  mirando  y  dirigien- 
do los  pasos  de  su  Iglesia.  Vosotros  tenéis  por 
jefe  a  cierto  hombre  de  carne  y  hueso,  nríandatario 
de  un  pequeño  principado  en  Italia  que  reside  en  el 
Vaticano  y  tiene  que  saber  lo  que  pasa  en  su  iglesia 
por  medio  de  cartas  y  telegramas.    Vosotros  creéis 


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que  éste,  vuestro  papa,  es  infalible  en  su  'enseñanza. 
Nosotros  reconocennos  como  infalible  solamente  la 
enseñanza  del  Hijo  de  Dios,  consignada  en  las  Sa- 
gradas Escrituras.  Vosotros  creéis  que  vuestro 
papa  y  vuestroai  sacerdotes  tienen  el  derecho  hasta 
de  perdonar  los  pecados.  Nosotros  sabemos  que 
solo  Dios  tiene  este  derecho. 

Esta  tendencia  de  confiar  en  los  humanos  te 
lleva  a  lo  que  para  mí  es  la  idolatría  suprema  o  sea 
el  pretender  crear  a  Jesucristo  y  luego  sacrificarlo 
cada  vez  que  un  sacerdote  celebra  la  misa.  He 
querido  ser  imparcial  y  entender  los  argumentos 
de  tus  mentores.  He  querido  ser  tolerante.  Pero 
confieso  que  mucho  de  lo  que  dices  me  parecen  puros 
sofismas  ideados  para  cubrir  o  esconder  el  impulso 
de  querer  dominar. 

Puesto  que  has  reconocido  A  UN  hombre  como 
tu  Dios  y  hassometido  tu  vida  espiritual  en  todos  sus 
aspectos  a  él,  fácilmente  te  dejas  arrastrar  por  sus 
opiniones  e  intereses  y  en  lugar  de  poner  tu  grano 
de  arena  para  el  bien  de  tu  patria,  mirando  los  inte- 
reses de  ella  y  dando  a  César  lo  que  es  de  César  y 
a  Dios  lo  que  lo  que  es  de  Dios,  te  dejas  mandar 
hasta  en  cosas  de  política  por  este  príncipe  extran- 
jero o  si  no,  te  vuelves  «mal  católico»  que  es  lo 
mismo  como  no  serlo.  A  tal  extremo  se  ha  vuelto 
tu  iglesia  una  organización  política  que  en  los  países 
donde  más  tiempo  ha  dominado,  sus  mismos  hijos 
se  han  levantado  contra  ella,  llamándose  liberales, 
mientras  los  romanistas  fieles  forman  un  partido 
clerical  que  es  un  elemento  poderoso  en  la  política 
—  12  — 


de  cada  nación  donde  vosotros  habitáis.  De  modo 
que  el  culto  ya  no  es  un  servicio  a  Dios  sino  un 
instrumento  de  partido.  Esto  y  la  bien  conocida 
corrupción  de  la  moralidad  en  los  países  católicos, 
la  superstición  e  idolatría  que  prevalecen, la  descon- 
fianza de  los  laicos  ante  sus  ministros  y  todos  loa 
demás  males  de  tu  sistema  sonVesultado  de  recono- 
cer a  un  hombre  como  infalible  en  lugar  de  atender 
el  primer  mandamiento  de  Jehová.  "No  tendrás 
dioses  ajenos  delante  de  mi". 

Oh  amigo,  fíjate  en  donde  estás  parado.  Te 
has  puesto  bajo  el  poder  de  un  principe  extranjero, 
te  dejas  enseñar  por  un  humano  que  seguramente 
te  hará  creer  lo  que  conviene  a  los  intereses  de  él 
mismo  y  te  confiesas  y  recibes  absolución  de  otro 
hombre  tan  pecador  como  tú  mismo.  Estás  para- 
do sobre  las  arenas  movedizas  de  la  opinión  humana. 
Eres  un  ciego  que  te  dejas  guiar  por  otro  ciego. 

¿No  quisieras  el  gozo  de  obedecer  a  un  Jefe 
Divino,  de  tener  la  certidumbre  y  claridad  que  la 
Palabríi  de  Dios  te  ofrece  y  de  alcanzar  la  seguridad 
de  perdón  y  salvación  por  la  obra  consumada  una 
vez  para  siempre  en  el  madero  de  la  cruz?  Cristo  te 
ofrece  todo  esto  en  su  Evangelio,  y  todo  esto  en- 
contrarás en  la  comunión  de  aquellos  que  siguen 
su  Evangelio,  o  sea  en  la  Iglesia  Evangélica.  ¿No 
te  parece  que  es  tiempo  de  pararte  sobre  la  roca 
inconmovible  de  Cristo? 


-  13  — 


C«t>«0*0*0*0«0«0«0«0«0»0*'D«0*C«0«0«C«0*0«U«0*0*0«0«S*0»0«0«0«C*C^ 


A  cada  cuando  oigo  de  alguna  maravilla  nueva, 
de  alguna  revelación  de  los  espíritus  de  ultratumba, 
y  tú  y  tus  amigos  no  os  cansáis  de  invitarme  a 
vuestro  *'Centro"  y  de  asegurarme  que  '*solo  un 
paso  me  falta".  He  leído  tas  hojas  de  propaganda 
y  los  libros  de  Alian  Kárdec,  he  asistido  a  las  sesio- 
nes de  los  tuyos  en  Europa,  Norte  América  y  aquí 
en  Guatemala  también  y  ahora  después  de  cincuen- 
ta años  de  estudiar  el  Espiritismo,  debo  en  justicia 
manifestarte  porqué  no  doy  el  "paso"  que  tó  dices 
que  me  falta, 

Pero  antes  de  todo  quiero  reconocer  lo  bueno 
de  tu  sistema,  pues  a  ninguno  hay  que  negarle  e| 
mérito  que  tiene.  Habéis  desechado  el  yugo  cleri- 
cal, lucháis  por  la  libertad  de  cultos  y  de  pensamiea- 


Capítulo 


CARTA  ABIERTA  AL 
ESPIRITISTA 


-^     14  — 


to,  reconocéis  el  principio  de  separación  entre  la 
Iglesia  y  el  Estado.  También  procuráis  hacer  bien 
al  prójimo.  Oa  compadecéis  de  la  humanidad  do- 
liente proveyéndole  centros  donde  curarse,  lo  que 
forma  la  atracción  principal  de  vuestro  sistema  pa- 
ra las  masas  y  consoláis  a  ios  afligidos  de  corazón 
en  esos  momentos  tan  difíciles,  cuando  un  ser  que- 
rido ha  sido  separado  por  la  muerte  dei  círculo  de 
sus  familiares. 

Mas  todo  esto  no  impide  que  estéis  en  un  gran 
error,  a  mi  humilde  juicio.  La  base  principal  de 
vuestro  sistema  es  la  creencia  que  loa  espíritus  de 
los  muertos  comunican  con  nosotros  los  vivos,  por 
medio  de  ciertos  paisanos  nuestros  llamados  «mé- 
diums». Todo  lo  demás  está  levantado  encima  de 
esta  base.  Quitamos  la  base  y  todo  cae.  Empiezo 
por  decir  que  yo  no  creo  que  los  espíritus  de  los 
muertos  comunican  con  los  vivos  por  medio  de  los 
«médiums»,  y  por  las  siguientes  razones. 

1.  La  mayor  parte  de  los  «médiums»  que  en- 
contramos en  los  «centros»  ordinarios  son  o  «mé- 
diums escribientes»  o  «médiums  parlantes»  cuyas 
comunicaciones  no  son  más  que  un  conjunto  de 
simplezas  parecidas  a  las  palabras  que  habla  un  so- 
ñador o  a  las  que  se  hablan  en  estado  de  delirio.  Na. 
da  nuevo, nada  de  positivo  provecho  nos  han  enseña- 
do. Si  Bon  comunicaciones  de  los  muertos,  ¡pobres 
jos  muertos!  porque  en  vida  hablaron  con  más  in- 
teligencia que  ahora.  Pero  no  son  comunicaciones 
de  los  muertos  sino  extravaganci&s  de  la  mente 


-  15  - 


subconsciente  del  «médium». 

2.  De  los  «médiums»  que  practican  otras  cosas 
como  la  levitación  de  objetos,  materialización  de 
espíritus  etc.  etc.,  casi  todos  han  sido  cogidos  prac- 
ticando fraudes  de  una  u  otra  naturaleza,  Estos 
fraudes  han  sido  tan  bien  hechos  que  han  engañado 
a  grandes  científicos  muchas  veces.  Pero  donde 
hay  tanto  fraude  probado  hay  que  exigir  doble 
seguridad  para  creer  y  se  carece  hasta  la  fecha  de 
esta  seguridad. 

3.  Los  hombres  de  ciencia  con  muy  pocas 
excepciones  que,  habiendo  estudiado  estos  fenóme- 
nos se  han  persuadido  que  son  auténticos,  no  cree^^ 
sin  embargo  que  proceden  de  espíritus  de  ultratum- 
ba sino  de  facultades  del  mismo  «médium»  hasta 
hoy  poco  entendidas.  Aun  de  los  pocos  científicos 
que  durante  el  último  medio  siglo  se  han  agregado 
a  las  filas  del  Espiritismo,  varios  han  dejado  estas 
doctrinas  después.  El  famoso  astrónomo  francés 
Camilo  Flammarión,  es  un  ejemplo. 

Yo  por  mi  parte  no  pongo  traba  alguna  a  la 
ciencia  y  la  dejo  que  siga  sus  estudios  pero  no  quie- 
ro basar  mi  esperanza  de  vida  en  el  Más  Allá  sobre 
extravagancias  de  mentes  enfermas  ni  fraudes  de 
charlatanes. 

Luego  suponiendo,  sin  concederlo,  que  estos 
mensajes  y  fenómenos  que  los  «médiums»  nos  ofre- 
cen, procedieran  en  verdad  de  espíritus  de  ultra- 
tumba, ¿qué  garantía  tenemos  que  vengan  de  los 
espíritus,  (filósofos  santos,  científicos  etc.,  en  su 


—  16  - 


mayoría),  que  los  firman?  El  mismo  Espiritismo 
nos  enseña  que  hay  «espíritus  burladores»  y  la  Pa- 
labra de  Dios  asegura  que  hay  espíritus  malignos, 
«gobernadores  de  las  tinieblas»  «malicias  espiritua- 
les en  los  aires«.  Puesto  que  toda  la  tendencia 
del  Espiritismo  es  de  negar  la  Biblia  y  despreciar  la 
obra  del  Cristo  quien  compró  nuestra  salvación  con 
su  sangre  en  la  cruz,  no  podemos  dudar  que  si  hay 
de  veras  comunicaciones  de  espíritus  de  ultratum- 
ba, no  son  de  Kant  ni  Gaíiieo,  ni  San  Agustín,  ni 
mucho  menos  de  Jesucristo  mismo,  sino  son  los  de- 
monios los  autores  de  ellos. 

Pero  supongamos  por  fin  que  en  lugar  de  ser 
extravagancias  de  la  mente  subconsciente  como  son 
o  en  lugar  de  ser  mensajes  de  los  demonios  como  en 
algunos  casos  pueden  ser  estas  comunicaciones  sean 
en  verdad  de  los  mismos  seres  de  los  cuales  se  pre- 
tende que  vienen.  Concedo  que  bajo  estas  circuns- 
tancias, los  humanos  tendríamos  ciertas  ventajas.^ 
El  padre  de  familia  que  murió  de  repente  sin  arre- 
glar sus  asuntos  podría  manifestar  a  su  viuda  la 
combinación  de  su  caja  de  hierro  y  en  qué  gaveta 
secreta  dejó  las  escrituras  de  sus  propiedades.  Los 
hijos  pudieran  oír  los  buenos  consejos  de  la  madre  y 
sentir  sus  caricias  etc.etc.  Pero  ¿qué  base  nos  ofre- 
ce todo  esto  para  nuestra  fe?  Una  base  como  tienen 
las  demás  religiones,  (menos  el  Cristianismo):  LA 
PALABRA  DE  UN  SER  CREADO.  El  profeta  Isáías  ocho- 
cientos años  antes  de  la  venida  de  Cristo  al  mundo 
puso  al  Espiritismo  en  su  lugar  cuando  dijo:  «Y 


-  17  - 


CUANDO  OS  dijeron:  acudid  a  los  espíritus  y  a 
LOS  adivinos,  que  chirrían  y  mascullan;  res- 
ponded: ¿No  debe  un  pueblo  acudir  más  bien 
a  SU  dios?     ¿por  los  vivos  acaso  se  ha  de 

acudir  a  los  MUERTOS?  ¡A  LA  LEY  Y  AL  TESTIMO- 
NIO! (la  SANTA  biblia)  SI  NO  HABLAREN  CONFORME 
A  ESTA  PALABRA,  SON  AQUtDLLOS  PARA  QUIENES  NO 
HA  AMANECIDO.  (IsRÍas  8:19,20) .  Habiendo  habla- 
do Dios  en  8u  Palabra  y  teniendo  nosotros  por  tanto 
un  mensaje  del  mismo  Padre  de  los  espíritus,  ¿qué 
necesidad  hay  de  estar  oyendo  las  voces  de  aquellos 
que  segün  ellos  mismos  confiesan  no  han  penetrado 
al  mero  centro  del  misterio  de  la  existencia? 

La  poca  capacidad  de  los  espíritus  de  ensoñar- 
nos  del  Más  Allá  está  patente  en  las  contradicciones 
de  BUS  mensajes  entre  sí,  de  lo  cual  hay  evidencias 
hasta  por  mayor  si  tuviéramos  tiempo  para  men- 
tarlas. 

En  resumen,  siento  decirte  que  tu  sistema  ape- 
sar  de  haberse  apartado  del  Romanismo,  ha  retenido 
sus  peores  errores. 

Vosotros  sois  tan  idólatras  como  son  los  roma- 
nistas. En  lugar  de  los  "Santos"  y  el  "Pápa"  ha- 
béis puesto  a  "los  buenos  espíritus"  y  a  Alian 
Kardec,  u  otros  "maestros"  ahora  últimamente, pe- 
ro en  esencia  es  una  misma  cosa.  Seguís  la  palabra 
del  hombre  en  lugar  de  la  Palabra  de  Dios. 

En  lugar  del  Purgatorio  habéis  puesto  la  Reen- 
carnación que  viene  siendo  lo  mismo,  pues  la  salva- 
ción es  por  obras  y  sufrimientos  y  no  por  la  gracia 


—  18  - 


de  Dios,  mediante  la  fe  en  la  sangre  derramada 
por  Cristo. 

No  ofrecéis  al  alma  apesadumbrada  ningún 
consuelo  que  no  se  encuentra  en  el  Evangelio  de 
Cristo  y  sí  le  ofrecéis  mucho  que  sólo  puede  dañarle 
y  apartarle  de  la  verdad.  Ya  viste  que  aun  el  profe- 
ta Isaías  supo  que  no  te  había  amanecido,  que  toda- 
vía estabas  en  tinieblas.  Tus  mismos  espíritus  te 
cuentan  lo  mismo.  Muchos  de  tus  fenómenos  sólo 
en  la  obscuridad  puede  producirse.  Tu  religión  es 
la  religión  del  obscurantismo.  Pero  Cristo  dice:  YO 
SOY  LA  LUZ  DEL  MUNDO.  ¿No  quisieras  andar  en 
esta  luz?   Acepta  a  Cristo  antes  de  que  se  diga  de 

ti,  "LA  LUZ  VINO  AL  MUNDO  Y  LOS  HOMBRES  AMA- 
RON  MÁS  LAS  TINIEBLAS  QUE  LA  LUZ;  POR  QUE  SU3 
OBRAS  ERAN  MALAS."     (Juan  3;19.) 


-  19  - 


'•0»0«0»OOC60«0«0»0»OfO«OeO»0«0«0*0«0«OffO«0«0< 

io»o«o«o«o»o»o*o«otocoao»c»o«o«o«o«oeo»o«o«o«i 


Capítulo  IV 

CARTA  ABIERTA  AL 
ADVENTISTA  DEL  SEPTIMO  DIA 


Me  dirijo  a  ti,  usando  un  título  que  no  he  podi- 
do dar  ni  al  Libre  Pensador,  ni  al  Católico-romano 
ni  al  Espiritista.  Ellos  todos  contigo  y  conmigo 
son  las  criaturas  de  un  mismo  Creador  pero  no  son 
hijos  de  un  mismo  Padre  y  por  tanto  hermanos  en 
una  misma  familia  con  nosotros.  Ciertamente  son 
hijos  de  Dios  por  creación  pero  como  el  hijo  pró- 
digo, se  han  alejado  de  la  casa  paternal  y  mientras 
están  en  la  «tierra  lejana»  no  podemos  reconocerles 
como  «hermanos». 

Tu  y  yo,  por  otra  parte,  tenemos  no  solamente 
el  mismo  Dios,  el  mismo  Salvador  y  la  misma  Pala- 
bra.Divina,  sino  aun  nuestras  prácticas  y  ritos  son 
semejantes.  Leemos  la  misma  Biblia  y  cantamos 
los  mismos  himnos. 


-  20  - 


¿Porqué  esto  entonces  de  sacar  al  público  nues- 
tras diferencias  en  una  carta  abierta?  (pues  las 
diferencias  que  suelen  haber  en  una  familia  bien 
ordenada  se  arreglan  en  el  seno  de  la  misma,  sin 
hacer  escándalo.)  El  que  sacamos  nuestros  trapos 
al  sol  siendo  hermanos,  es  triste,  pero  la  actitud 
tuya  lo  hace  necesario.  Porque  tu  trabajo  no  es 
como  el  trabajo  de  los  demás  cristianos  que  procu- 
ran rescatar  almas  al  mundo  para  que  entren  a 
ocupar  un  puesto  en  el  reino  de  nuestro  Dios  y  de 
su  Cristo.  Si  fuera  así,  podríamos  dejar  pasar  al- 
gunas de  tus  cosas.  Tú  prohibes  comer  ciertas 
viandas.    ¿Qué  nos  importa'*a  nosotros?    «el  que 

COME,  COME  PARA  EL  SEÑOR,  PORQUE  DA  GRACIAS  A 
DIOS;  Y  EL  QUE  "NO  COME,  NO  COME  PARA  EL  SEÑOR 

Y  DA  GRACIAS  A  DIOS.»    (Romanos  14:6.)  ""'LOS 

ALIMENTOS  PARA  EL  VIENTRE  Y  EL  VIENTRE  PARA 
LOS  ALIMENTOS;  PERO  DIOS  DESTRUIRÁ  TANTO  AQUEL 

COMO  A  ESTOS"  (1  Cor.  6:13.)  Bien  podías  guardar 
el  sábado,    "el  que  hace  caso  del  día  hácelo 

PARA  el  señor,  Y  ÉL  QUE  NO  HACE  CASO  DEL  DÍA. 
NO  LO  HACE  PARA  EL  SEÑOR,"  (Rom.  14:6,).  En 
estas  cosas  y  otras  semejantes  nos  toca  seguir  el 
consejo  del  Apóstol.  UNO  HACE  diferencia  en- 
tre DÍA  Y  DÍA,  OTRO  JUZGA  IGUALES  TODOS  LOS 
DÍAS.  CADA  UNO  ESTE  ASEGURADO  EN  SU  ÁNIMO. 
1    NO  JUZGUEMOS  MÁS  LOS  UNOS  A  LOS  OTROS.  (Ro- 

'    manos  14:5,13). 

Pero  el  hecho  es  que  tú  sí  nos  juzgas  a  nosotros. 
En  lugar  de  buscar  a  los  pecadores,  tu  trabajo  es 


-  21  - 


principalmente  con  los  creyentes  en  el  Evangelio,  y 
casi  lodos  tus  prosélitos  los  buscas  entre  los  nues- 
tros. Vienes  anunciando  a  nuestros  hermanos  que 
nosotros  no  les  hemos  dado  toda  la  verdad,  que  los 
hemos  engañado,  que  tenemos  la  seña  de  la  bestia 
y  no  sé  cuantas  otras  cosas  por  el  estilo.  Si  calla- 
mos nos  hacemos  acreedores  de  tus  cargos. 

Por  esto  tenemos  que  contestar  de  voz  en  cue- 
llo que  no  somos  engañadores  ni  engañados,  sino 
que  tomamos  muy  en  serio  el  consejo  del  Apóstol: 

ESTAD,  PUES,  FIRMES  EN  LA  LIBERTAD  CON  QUE 
CRISTO  NOS  HIZO  UBRES,  Y  NO  OS  VOLVÁIS  OTRA  VEZ 
A  SER  PRESOS   EN    EL  YUGO    DE  SERVIDUMBRE. 

(Gálatas  5:1.) 

Empezamos  por  el  sábado.  Tü  nos  dices  y  con 
razón  que  el  cuarto  mandamiento  del  decálogo 
exige  que  se  guarde  el  séptimo  día  como  sábado 
de  descanso  y  culto;  que  los  Judíos  lo  guardaban; 
que  nuestro  Señor  y  los  apóstoles  asistían  a  las 
sinagogas  y  hacían  oración  en  ese  día  y  que  en  nin- 
guna parte  se  encuentra  un  mandamiento  de  Cristo 
aboliendo  el  sábado.  Añaden  Uds.  que  el  domingo 
eomo  día  de  descanso  fué  establecido  por  un  de- 
creto del  emperador  romano,  Constantino,  en  e\ 
cuarto  siglo  después  de  Cristo. 

Lo  que  omites  decir  es  que  el  decálogo,  poi" 
más  que  contiene  leyes  de  moral  universal,  fué  pre- 
cisamente el  pacto  hecho  entre  Jehová  y  el  pueblo 
de  Israel.  En  el  Cristianismo  vivimos  bajo  un  nue- 
vo pacto  sellado  con  la  sangre  de  Cristo  y  ninguna 


-  22  - 


cláusula  de  este  nuevo  pacto  hace  referencia  al  sá- 
bado. Pero  tú  me  dices:  "Jesús  y  sus  discípulos 
guardaban  el  día.''  Cómo  no;  asistían  a  las  sinago- 
gas en  sábado  porque  ese  era  el  día  en  que  se  jun- 
taba la  gente  a  quien  debían  de  servir  en  su 
ministerio.  Pero  tú  no  puedes  leer  Lucas  18:10-17 
y  una  docena  más  de  pasajes  por  el  estilo  que  con- 
tienen los  evangelios,  sin  reconocer  que  toda  la  ten- 
dencia de  Jesús  era  de  contrarrestar  la  observancia 
del  sábado  en  la  forma  establecida  en  su  pueblo.  El 
dice:  "el  sábado  por  causa  del  hombre  es  he- 
cho; NO  EL  hombre  por  CAUSA  DEL  SÁBEDO." 
(Marcos  2:27.)  Tú  con  exigir  que  el  descanso  ha 
de  ser  en  cierto  día,  estás  haciendo  que  el  hombre 
sea  para  el  sábado,  contraviniendo  la  voluntad  de 
Cristo  mismo. 

En  las  epístolas  no  encontramos  exhortación 
alguna  a  las  nuevas  iglesias  gentiles  para  que  guar- 
den el  sábado.  Antes  al  contrario  contienen  al 
menos  dos  pasajes  que  enseñan  claramente  que  el 
guardar  el  sábado  no  es  obligatorio  para  el  cristiano. 
(Col.  2:16,  Rom.  14:6). 

Como  es  sabido,  hubo  en  la  Iglesia  primitiva 
una  lucha  entre  los  hermanos  que  querían  que  la 
religión  cristiana  fuera  la  expresión  de  una  fé  uni- 
versal y  aquellos  que  la  miraban  como  una  simple 
secta  del  Judaismo  a  la  par  de  la  de  los  Fariseos, 
Saduceos  o  Esenios.  La  Iglesia  primitiva,  iluminada 
por  el  Espíritu  Santo  escogió  romper  con  la  ley  de 
Moisés.     La  decisión  fue  dada  por  un  concilio 


—  23  — 


celebrado  en  Jerusalem  y  que  está  descrito  en  el 
Capítulo  15  de  los  Hechos.  Su  fallo  fué  de  no  impo- 
ner a  los  cristianos  gentiles  más  carga  que  el  de  abs- 
tenerse de  cosas  sacrificadas  a  ídolos  y  de  sangre  y 
de  lo  ahogado  y  de  la  fornicación  (Hechos  15:28,29). 
Al  haber  sido  el  Sábado  obligatorio  se  hubiera 
mencionado,  lo  que  no  se  hizo. 

El  Apóstol  Pablo  fué  el  campeón  de  este  punto 
de  vista.  Pero  el  partido  judáico  no  se  dió  por  ven- 
cido y  donde  quiera  que  el  Apóstol  iba  ganando 
almas  para  Cristo,  representantes  de  este  partido 
iban  atrás  diciendo  a  los  recién-convertidos  que 
debían  guardar  la  ley  de  Moisés.  Esto  sucedió  tam- 
bién en  Galacia  y  la  Carta  a  los  Gálatas  tiene  por 
objeto  contrarrestar  los  esfuerzos  de  ese  partido  y 
poner  las  cosas  en  su  lugar.  Cada  vez  que  leo  esta 
carta  tengo  la  convicción  más  clara  que  tú  estás 
haciendo  en  la  Iglesia  de  hoy  precisamente  lo  que 
el  partido  judaizante  hacía  en  el  tiempo  de  Pablo. 
Ciertamente  se  trataba  de  imponer  la  circuncisión 
a  loa  creyentes  de  entonces  y  hoy  tú  tratas  de  im- 
ponernos el  sábado,  pero  en  ambos  casos,  el  princi- 
pio es  el  mismo;  que  el  cristiano  está  bajo  la  ley  de 
Moisés. 

No  dudo  que  la  actitud  del  partido  judáico  en 
la  Iglesia  Primitiva  fué  elemento  poderoso  en  cam- 
biar el  día  de  descanso  de  Sábado  a  Domingo.  El 
cambio  fué  llevado  a  cabo  antes  de  terminarse  el 
primer  siglo  cristiano  como  se  ve  en  varios  pasajes 
del  Nuevo  Testamento  (Hechos  20:7.  Apocalipsis 

-  24  - 


1:10.  etc.)  y  fué  observádo  entre  los  cristianos  du- 
rante todo  el  tiempo  de  las  persecuciones,  como  se 
prueba  por  los  escritos  de  muchos  autores  del  se- 
gundo, tercero  y  cuarto  siglo.  El  decreto  de  Cons- 
tantino no  hizo  más  que  dar  legalidad  civil  a  una 
costumbre  observada  por  los  cristianos  desde  tres 
siglos  atrás. 

Tú  me  dices  que  no  debo  despreciar  la  ley  del 
Sábado  porque  fué  escrita  con  el  mismo  dedo  de 
Dios.  Yo  contesto  con  Pablo:  "Y  si  el  ministerio 
en  la  letra  grabada  en  piedras  fué  con  gloria,  tanto 
que  los  hijos  de  Israel  no  pudieron  poner  los  ojos 
en  la  faz  de  Moisés  a  causa  de  la  gloria  de  su  rostro. 
LA  CUAL  HABÍA  DE  PERECER,  ¿cómo  no  será  más 
bien  con  gloria  el  ministerio  del  espíritu?  Porque 
si  el  MINISTÉRIO  DE  CONDENACION  fué  con  gloria, 
mucho  más  abundará  en  gloria  el  ministerio  de 
justicia".    (2a.  Corintios  3:7-9.) 

¿Entonces  en  qué  quedamos?  Que  mientras  tú 
guardas  el  Sábado  y  te  abstienes  de  las  viandas  y 
das  el  diezmo  etc.  etc.,  si  lo  haces  para  el  Señor, 
haces  bien.  Que  si  tratas  de  obligar  a  tus  herma- 
nos a  hacer  lo  mismo,  haces  muy  mal.  Y  si  procu- 
ras imponer  la  ley  de  Moisés  a  los  cristianos,  estás 
predicando  "otro  Evangelio"  y  eres  anatema.  Yo 
no  conozco  tu  corazón  y  por  esto  dejo  el  juicio  al 
juez  justo  y  me  suscribo,  tu  Atto.  S.  S.  y  hermano. 


—  25  - 


Capítulo  V 

CARTA  ABIERTA  AL 
TESTIGO  DE  JEHOVA 

Señor  >^4í¿o: 

Todavía  vive  en  mi  memoria  el  encuentro  que 
tuve  con  el  "Pastor"  Russel  en  un  hotel  de  la  Suiza 
en  1912.  Aun  antes  de  saber  quién  era,  su  aspecto 
venerable,  la  dulzura  de  su  voz  y  sus  maneras  sim- 
páticas me  impresionaron  vivamente.  Y  ahora  que 
acabo  de  releer  su  Plan  Divino  de  las  Edades  me 
siento  arrebatado  nuevamente  por  el  poder  de  su 
personalidad.  Cuando  habla  en  defensa  de  la  Bi- 
blia, cuando  rechaza  los  argumentos  de  los  incrédu- 
los, lleva  convicción  a  mi  corazón  y  digo:  "Este  no 
puede  ser  mal  hombre".  Cuando  con  una  plumada 
resuelve  diñcultades  doctrinales  y  de  interpretación 
bíblica  que  han  agobiado  las  energías  délos  mejores 
pensadores  cristianos  de  veinte  siglos,  quedo  admi- 
rado y  me  pregunto:  ¿Podrá  ser  que  hasta  aho/a 


-  26  - 


estamos  viendo  la  luz  que  ha  sido  escondida  durante 
tanto  tiempo?  No  deja  de  tener  sus  calidades,  el 
profeta  que  tú  sigues. 

Mas  creo  oírte  decir:  No  soy  seguidor  del  Pas- 
tor Russel;  soy  un  simple  estudiante  de  la  Biblia. 
Veamos:  y  suplico  que  seas  franco.  ¿Aprendiste 
sólo  por  el  estudio  de  tu  Biblia  que  el  infierno  es  el 
sepulcro,  que  en  la  resurrección  todos  tendrán  la 
oportunidad  de  aceptar  a  Cristo,  que  la  doctrina  de 
la  Santísima  Trinidad  es  falsa,  que  grandes  trastor- 
nos mundiales  iban  a  suceder  antes  de  1914,  despuéa 
1915,  1918  y  1925  (ninguna  de  cuyas  fechas  ha  re- 
sultado cierta)  que  Cristo  ya  descendió  al  taber- 
náculo etc.  etc?  La  verdad  es  que  tú  aprendistes 
estas  cosas  no  de  la  Biblia  sino  de  "La  Torre  del 
Vigía",  del  "Plan  Divino  de  las  edades",  de  "El 
Arpa  de  Dios"  u  otro  de  tantos  escritos,  unos  por 
Russel  mismo,  otros  por  sus  seguidores  que  se  lla- 
maban Asociación  Internacional  de  Los  Estudiantes 
de  la  Biblia  o  ahora  después  Los  Testigos  de  Jehová. 
¡Y  estos  escritos  ponen  al  Pastor  Russel  en  la  luz 
de  un  profeta!  Según  ellos  sus  siete  libros  son  los 
siete  truenos  del  Apocalipsis.  Se  llaman  también 
los  siete  ángeles,  las  siete  Plagas,  la  Cadena  grande 
en  manos  del  ángel,  las  siete  copas  de  la  ira  de 
Dios  etc.  etc.  El  séptimo  de  los  siete  libros  del 
Pastor  Russel  se  llama  a  sí  mismo:  El  Incensario 
de  Oro,  el  lugar  del  furor  de  Dios  y  la  Punta  de  la 
Espada  del  Espíritu.  (Puesto  que  la  Espada  del 
Espíritu  es  la  Palabra  de  Dios  (Ef.6:17)  se  hace  es- 


-  27  — 


te  libro  también  una  parte  de  la  Palabra  de  Dios). 
Véase  Páginas  167,  237,  320,  290,  237,  145,  229  y 
466  del  Volumen  7  de  las  Obras  de  Russel. 

Es  de  notar  que  se  da  mucha  importancia  a  la 
persona  del  Pastor  Russel  en  estos  libros.  El  volu* 
men  7  se  publicó  después  de  la  muerte  de  este  y 
aunque  asegura  ser  por  él  mismo  se  ve  que  el  edi- 
tor ha  hecho  bastante  de  su  parte.  Pero  de  todos 
modos  es  una  publicación  autorizada  de  los  Testigos 
de  Jehova.  En  este  volumen  leemos  en  la  página  169 
que  el  Pastor  Russel  es  el  séptimo  ángel  mencionado 
en  Apocalipsis  10.  En  la  pagina  418  dice  que  el  Pastor 
Russel  es  la  persona  descrita  en  Exequiel  9:2  sig. Has- 
ta las  dificultades  que  el  Pastor  Russel  tuvo  con  su 
legítima  esposa,  que  terminaron  en  un  divorcio,  son 
profetizados  en  el  capítulo  24  de  ^Exequiel  según 
vemos  en  la  página  483  de  este  libro.  Página  386 
dice  que  en  1878  Dios  quitó  el  derecho  de  enseñar 
e  interpretar  la  Biblia  al  clero  y  lo  dió  al  Pastor 
Russel.  En  la  página  387  leemos  que  Dios  consti- 
tuyó al  Pastor  Russel  por  Atalaya  sobre  toda  la 
Cristiandad.  Esto  explica  la  razón  porque  no  se 
reconocen  más  pastores  que  el  Pastor  Russel  en  tu 
secta.  Aun  es  diferente  de  loa  demás  hombres  en 
su  naturaleza.  Nos  enseñas  tú  que  todos  los  hom- 
bres al  morir,  dormimos  un  sueño  profundo  hasta 
la  resurrección.  Mas  no  ha  sido  así  con  el  Pastor 
Russel,  porque  dice  la  página  420  que  este  ha  ido  a 
Cristo  dentro  del  velo  y  le  ha  dado  informes  de 
como  ha  cumplido  su  cometido.  Así  es  que  el  Pastor 


-  28  - 


Russel,  viene  a  ser  un  segundo  Cristo  para  tí,  o 
cuando  menos  un  gran  profeta. 

Mas  como  el  Señor  Jesucristo  nos  ha  dicho  que 
vendrán  muchos  falsos  profetas  (Mateo  24:11.)  su- 
plicóte fijarte  muy  bien  en  lo  siguiente: 

En  Volumen  2,  página  99  edición  1907,  «ncon- 
tramos  estas  palabras  "El  fin  definitivo  d«  loi 
reinos  de  este  mundo  y  el  establecimiento  completo 
del  reino  de  Dios  será  llevado  a  cabo  antes  del  fin 
del  año  1914.'*  Dime  si  el  autor  de  estas  palabras 
fué  un  profeta  verdadero  o  un  profeta  falso. 

En  Volumen  3,  página  363  dice  que  probable- 
mente en  el  año  1910  pero  de  todos  modos  antes  de 
1914  la  iglesia  verdadera,  novia  de  Cristo,  habrá 
sido  completada  y  pasada  dentro  del  velo.  Dime  si 
esta  profesía  es  falsa  o  verdadera. 

Volumen  7,  página  485  dice  literalmente  *'En 
el  año  1918  cuando  Dios  destruye  las  iglesias  por 
mayor  y  sus  miembros  por  millones  sucederá  que 
los  pocos  que  escapan  vendrán  a  las  obras  del  pas- 
tor Rusael,  para  aprender  el  significado  de  la  caída 
del  Cristianismo." 

No  hemos  vito  esta  destrucción  de  iglesias  ni 
de  miembros  de  elias  ni  los  restantes  volviéndose 
Russelistas.  Desde  luego  aquí  se  trata  de  un  falso 
profeta,  nacido  en  los  Estados  Unidos  (cuna  de 
tantos  errores  religiosos  como  son  el  AdveDtismoi 
el  Mormoniemo,  la  Ciencia  Cristiana  y  ei  Russelis- 
mo).  No  digo  que  uno  que  ha  dicho  profecías 
falsas  no  puede  también  decir  verdades,  pero  aque 


-  29  - 


cabe  el  refrán  que  al  mentiroso  ni  la  verdad  se  le 
cree  y  sabiendo  que  las  doctrinas  de  los  testigos  de 
Jehova  proceden  de  una  fuente  tan  peligrosa, 
tendremos  mucho  cuidado  de  no  aceptarlas  antes 
de  averiguar  lo  que  dice  la  Biblia  mianr^o. 

Veamos  entonces  cuáles  son  algunas  doctrinas 
principales  que  diferencian  a  tí  de  los  demás  cris- 
tianos. 

■  1.  Tú  enseñas  que  **los€lementos  gobernantes 
están  bajo  el  dominio  del  Dios  malo  de  este  mundo" 
(Satanás)  ("'El  Estandarte  para  los  Pueblos",  p. 
17),  que  ocupar  un  puesto  en  un  gobierno  es  sola- 
mente egoísmo,  (Item  4),  que  Dios  nunca  organizó 
más  gobierno  que  el  pueblo  judío  (Item.  8),  que 
él  cristiano  no  debe  votar  en  elecciones  municipa- 
les ni  nacionales,  (Volumen  6  p.  593)  y  que  no  debe 
prestar  servicio  militar  (Item  595).  ¿Será  esta  la 
enseñanza  de  la  Biblia?  No,  señor.  La  Palabra  de 
Dios  dice  en  Romanos  13:  1,  2:  "Sométese  toda 
alma  a  las  potestades  superiores:  porque  no  hay 
potestad  sino  de  Dios  y  las  que  hay  por  Dios  han 
sido  ordenadas.  De  modo  que,  el  que  se  opone  a 
la  potestad,  a  la  ordenación  de  Dios  resiste".  Aquí 
se  ve  qiie  lus  elementos  gobernantes  o  sean  las  au- 
toridades no  son  agentes  de  Satanás  sino  de  Dios, 
como  consta  también  en  muchos  otros  pasajes  como 
Tito  3:1,  1  Pedro  2:13.15,1  Timoteo  2:1-3  etc.  Re- 
cordamos que  el  peor  tirano  que  regístrala  historia 
o  sea  Nerón,  era  el  mandatario  cuando  las  palabras 


—  30  - 


citadas  arriba  fueron  habladas  por  inspiración  del 
Espíritu  Santo.  Puede  tisber  hombres  malos  en 
puestos  públicos,  pueden  haber  injusticias  ina- 
guantables, mas  las  autoridades  constituidas  son 
establecidas  por  voluntad  divina.  Debemos  orar 
por  ellas,  lo  que  no  sucedería  si  eran  del  sistema 
satánico. 

2.  Tú  le  das  demasiada  importancia  a  la  razón 
en  cuestiones  religiosas.  Véese  solamente  una  pá- 
gina (la  65)  del  Pian  Divino  de  las  Edades.  Allá 
nos  dice:  "La  razón  nos  ha  dicho",  "La  razón  nos 
enseña",  "La  razón  nos  dice",  "conforme  a  la 
razón";  todo  en  una  págir.8  y  todos  ios  libros  y 
folletos  de  tu  secta  apelan  constantemerte  ala  ra- 
zón. El  Pastor  Russsl  se  justifica  citando  í-aías  1:18 
(Plan  Divino  de  las  Eiades,  23)  pero  este  pasaje 
nada  habla  al  respecto. Es  porque  no  te  parece  RAZO- 
NABLE que  rechazas  Is  enseñanza  bíblica  de  unínfier 
no  ola  doctrina  que  muchos  son  los ilarnados  y  pocos 
los  escogidos  Ahora  el  diccionario  dice  que  la  razón 
es  la  facultad  humana  de  relacionar,  de  generalizar 
de  entender.  Li  Biblia  nos  enseña  a  us^^r  la  razón 
en  dar  el  Evangelio  al  mundo  (1  Pedro  3:  15,  He- 
chos 17:23  etc  )  mas  no  he  encontrado  ni  un  pasaje 
que  nos  indique  que  debemos  usar  la  razón  para 
suplir  lo  que  no  esté  claramente  dicho  en  la  reve^ 
lación  Divina  de  Dios  a  nosotros  los  humanos,  en 
su  Santa  Palabra. 

Como  conocemos  en  parte,  (la.  Corintios  13:12), 
al  relacionar  y  generalizar,  la  razón  tiene  que  errar 


—  31  — 


porque  no  tiene  los  datos  completos.  Por  esto  el 
creyente  confiesa  con  el  Apóstol  que  el  mundo  no 
ha  conocido  a  Dios  por  sabiduría  y  que  lo  loco  de 
Dios  es  más  sabio  que  los  hombres,  (la.  Corontios 
1:21,25)  y  acepta  por  fe  una  Revelación  que  mani- 
fiesta cosas  que  su  razón  no  alcanza,  y  que  él  sim- 
plemente cree,  agradece,  y  predica. 

3.  Tus  creencias  respecto  al  futuro,  cielo  e  in- 
fierno, Día  del  Juicio  y  Milenio  son  tan  diferentes 
d«  las  que  los  demás  cristianos  siempre  han  acepta- 
y  tán  diferentes  de  lo  que  yo  entiendo  que  enseñan 
las  Sagradas  Escrituras  que  aquí  difícilmente  nos 
podremos  poner  de  acuerdo.  Ahora  si  el  Pastor 
Russel  es  un  profeta  inspirado  de  Dios  para  revelar 
lo  que  el  mismo  San  Juan  no  entendía  al  escribir  su 
Apocalipsis,  como  dice,  no  hay  más  que  aceptar  sug 
enseñanzas.  Mas  si  el  Pastor  Russel  es  un  falso 
profeta,  como  ha  sido  probado  que  es,  entonces  es 
mejor  rechazar  toda  su  ayuda  y  estudiar  las  Sagra- 
das Escrituras  con  la  humildad  debida.  Creo  que 
podemos  entender  lo  que  dice  la.  Corintios  2:9. 

"cosas  que  ojo  no  vio  ni  oreja  OYO  NI  HAN  SU- 
BIDO EN  CORAZON  DE  HOMBRE,  SON  LAS  QUE  HA  DIOS 
PREPARADO  PARA  AQUELLOS  QUE  LE   AMAN".  LaS 

cosas  que  Dios  nos  ha  revelado  del  futuro  por  fuer- 
za han  sido  por  símbolos  y  figuras,  porque  son  co- 
sas de  otro  mundo  que  no  conocemos.  Para  tratar 
todo  lo  que  el  Pastor  Russel  trata  a  este  respecto, 
tendríamos  que  escribir  siete  libros  nuestros.  No 
hay  lugar  aquí  para  meDcionar  muchos  detalles. 


—  32  - 


Sólo  me  sea  permitido  manifestar  que  como  tú  a- 
nuncias  que  todos  tendrán  una  nueva  oportunidad 
de  aceptar  a  Cristo  en  el  Milenio,  no  sientes  que 
hay  mucha  necesidad  de  predicar  el  Evangelio  hoy, 
ni  tampoco  procuras  una  vida  agradable  a  Dios. 
Entre  vosotros  son  consentidos  los  borrachos  y  los 
fornicarios,  y  aun  los  que  en  las  iglesias  evangéli- 
cas han  vivido  muchos  años  correctamente,  volvién- 
dose Russeliitas  muchas  veces  hacen  lo  del  perro  y 
vuelven  a  su  vómito.  Tampoco  se  ven  misiones  su- 
yas llevando  las  Sagradas  Escrituras  a  los  paganos 
y  a  los  incrédulos.  Tu  secta  es  una  pura  garrapata 
que  solamente  prospera  cuando  puede  pegarse  al 
buey  llamado  Iglesia  Evangélica. 

En  cuarto  lugar  y  por  último  no  puedo  tomar 
la  actitud  tuya  respecto  a  las  iglesias  organizadas 
de  la  Cristianidad.  Tú  las  llamas  Babilonia.  El 
Pastor  Russel  enseña:  que  el  texto  Apocalipsis  18:4: 
"Salid  de  ella,  pueblo  mío,  porque  no  seáis  partici- 
pantes de  sus  pecados,  y  que  no  recibáis  de  sus  pla- 
gas" (Vol.  6  p.  656.)  refiere  a  las  iglesias  cristia- 
nas. ¿Con  qué  derecho?  Aquí  el  pastor  Russel  se 
encontraba  en  un  dilema.  No  eran  sus  seguidores 
loa  que  conservaron  las  Sagradas  Escrituras  duran- 
te dos  mil  años  y  llevaron  el  conocimiento  de  Cristo 
a  los  últimos  confines  de  la  tierra.  No  eran  sus  se- 
guidores los  que  expusieron  sus  vidas  para  corregir 
los  abusos  y  devolver  al  pueblo  el  Evangelio  puro 
en  el  tiempo  de  la  Reforma.  De  modo  que  el  Pas- 
tor Russel  no  tuvo  más  que  reconocer  que  las  igle- 


33  - 


sias  históricas  eran  de  Cristo  en  los  siglos  pasados. 
Mas  dice  qua  en  el  año  1878,  el  Señor  quitó  el  dere- 
cho de  enseñar  al  pueblo  a  estas  iglesias  y  a  su  cle- 
ro y  lo  dió  a  él  mismo.  Quisiéramos  ver  este  decre- 
to. Buscamos  en  las  Sísgradas  Escrituras  en  vano. 
No  está  allí.  ¿Qué  gran  pecado  cometieron  las  i- 
glesias  en  ese  año  para  que  el  Señor  apartara  su 
Espíritu  de  ellas?  Silencio  profundo.  Ninguno  sa- 
be. Con  eso  de  estar  saliendo  de  todas  las  demás 
organizaciones  cristianas  para  fundar  una  nueva 
que  reclama  ser  la  verdadera  iglesia  ya  tenemos  lo 
suficiente.  Entre  tantas  que  hay,  debe  haber  algu- 
na que  esa  más  o  menos  de  tus  convicciones,  y  si  no 
la  hay  fúndela,  mas  no  la  llames  la  única  verdadera. 
Recuerdo  lo  que  dice  Marcos  9:38-42. 

Después  de  las  organizaciones  de  la  Cristiandad 
BUS  credos  asustan  al  Pastor  Russel  y  sus  seguido- 
res.  ¿Y  por  qué?  Los  credos  son  tentativas  de  los 
cristianos  de  poner  en  pocas  palabras  las  cosas  prin- 
cipales creídos  por  ellos.  La  única  diferencia  en- 
tre los  credos  históricos  y  el  credo  del  Pastor  Ru- 
ssel es  que  esos  son  por  lo  general  breves,  mientras 
el  suyo  ocupa  siete  volúmenes. 

Mas  el  colmo  del  odio  del  Pastor  Russel  contra 
la  Cristianidad  actual  se  descarga  contra  los  minis. 
tros  cristianos  (probablemente  porque  hombres 
instruidos  en  la  Palabra  de  Dios  como  son  los  mi- 
nistros han  defendido  el  rebaño  contra  este  lobo  de 
quien  nos  ocupamos.)  Mas  Russel  no  puede  negar 
que  las  Sagradas  Escrituras  proveen  un  ministerio. 


—  34  — 


El  mismo  ordena  que  cadá  grupo  suyo  tenga  un  je. 
fe  anciano  que  iiace  las  veces  de  pastor.  De  modo 
que  en  resumidas  cuentas  todo  queda  en  lo  mismo 
en  cuanto  a  organización. 

Para  terminar  quisiera  hacerte  una  EÚpiica.  El 
"Pastor"  Russel  en  su  volumen  6  página  281  hace 
una  exhortación  al  estudio,  usando  "la  Biblia  como 
texto  y  con  el  hermano  Russel  representativamente 
presente  como  Maestro  por  medio  de  "Los  Estu- 
dios" y  "Las  Torres"!  El  Russelismo  niega  la  per- 
sonalidad del  Espíritu  Santo  mas  nosotros  los  cris- 
tianos evangélicos  sabemos  que  existe  en  el  mundo 
y  que  él  nos  está  guiando  a  toda  verdad,  según  dice 
San  Juan  16:13.  Tenemos  la  preciosa  promesa  del 
Señor  contenida  en  el  mismo  Evangelio  de  Juan 
14:26:  "Mas  el  Consolador,  El  Esi^íritu  Santo,  al 
cual  el  Padre  enviará  en  mi  nombre,  él  os  enseñará 
todas  las  cosas  y  os  recordará  todas  las  cosas  que 
08  he  enseñado."  Entonces  dos  maestros  se  te  o- 
frecen,  el  Pastor  Russel  y  el  Espíritu  Santo. 
primero  lo  has  estado  oyendo  bástante  tiempo.  Su- 
plicóte que  durante  un  año,  contando  desde  esta 
fecha  dQjas  sin  leer  todos  loa  libros  y  periódicos  que 
salen  da  la  casa  publicadora  de  los  testigosde  Jehova 
enBroklyn  y  que  estudies  solamente  el  Libro  Sagra- 
do, pidiendo  al  Espíritu  Santo  que  te  lleve  de  verasa 
la  Verdad.  Entonces  hablaremos  para  ver  si  tenemos 
que  separarnos  de  los  otros  que  se  llaman  cristianos 
y  todos  los  demás  puntos  tuyos,  teniendo  yo  la  se- 
guridad que  nos  encontraremos  mucho  más  unidos 
que  ahora. 


~  35  — 


CARTA  ABIERTA  AL  COMUNISTA 


Me  creo  con  derecho  de  llamarte  así,  recordan- 
do aquellos  días  de  hace  cuárenticinco  años  cuando 
militamos  juntos  en  el  partido  socialista,  dándonos 
ínfulas  de  grandes  sabios  por  masticar  las  frases  de 
Carlos  Marx  y  persuadiéndonos  que  el  Capitalismo 
se  estaba  enterrando  por  sí  solo  y  que  íbamos  a  en- 
trar en  cualquier  momento  a  la  utopia  en  que  sien- 
do todos  los  medios  de  producción  y  transporte  pro- 
piedad del  Bstado,  habría  iguales  oportunidades  y 
trabajo  para  todos. 

Entonces  yo  era  creyente  cristiano  y  ¿tu  ateo 
pero  nos  consentimos  ambos  a  dos,  y  creíamos  per- 
seguir el  mismo  ideal.  Pero  con  el  transcurso  del 
tiempo,  la  lógica  de  los  acontecimientos  nos  ha  ido 
separando,  haciendo  que  nos  entendamos  mejor. 


% 


-  36  - 


Ambos  abandonamos  el  socialismo  como  demasiado 
teórico,  tú  buscando  el  modo  de  realizar  la  dictadu- 
ra del  Proletariado  por  medio  de  la  "acción  direc- 
ta" que  había  de  inaugurar  la  felicidad  humana  y 
yo  profundizándome  más  en  las  Sagradas  Escritu- 
ras y  esperando  la  realización  de  nuestro  ideal 
en  la  segunda  venida  de  Cristo  como  Rey  al  mundo 
y  el  establecimiento  de  su  reino  milenario. 

Los  años  que  han  transcurrido  desde  que  andu- 
vimos  juntos  han  traido  sus  lecciones.  Tú  me  pue- 
des echar  en  cara  que  aún  estoy  con  los  ojos  dirigi- 
dos hacia  las  nubes  esperando  al  Cristo  que  no  ha 
venido  y  yo  te  puedo  echar  en  cara,  que  a  pesar  de 
los  tremendos  esfuerzos  y  los  tremendos  sacrificios 
de  los  tuyos,  a  pesar  de  la  sangre  y  el  chicote...  y  el 
hambre  que  habéis  aguantado,  la  felicidad  humana 
esta  tan  lejos,  sí  y  mucho  más  lejosen  Rusia  y  otros 
lugares  donde  se  han  llevado  tus  teorías  a  la  prác- 
tica, que  antes  de  empezar. 

Tus  experimentos  han  sacado  en  limpio  varios 
puntos  que  son  de  importancia. 

Primero:  El  Comunismo  no  es  como  enseñara 
Marx,  un  desarrollo  inevitable  que  viene  por  sí, 
sino  un  sistema  que  si  se  implanta  ha  de  implantar- 
se a  fuerza  de  fuego  y  espada  así  como  el  Islam 
se  implantó.  Para  sostenerse,  el  Comunismo  ha 
tenido  que  suprimir  toda  oposición  a  rajatabla. 
Libertad  de  asociación,  libertad  de  prensa,  libertad 
de  cultos,  libertad  de  enseñanza,  todas  las  liberta- 
des que  dignifican  y  enaltecen  al  hombre  han  teni- 


do  que  caer  ante  el  empuja  de  una  tiranía  que  no 
tiene  paralelo  en  la  historia  moderna.  Todo  esto  me 
es  repugnante  en  extremo, pues  el  Evangelio  anun- 
cia que  a  libertad  hemos  sido  llamados(Gálata3  5:13) 
y  Cristo  dice:  "Si  el  Hijo  os  libertare  seréis  verda^ 
deramente  libres".  (Juan  8:36).  El  Cristianismo 
considera  la  personalidad  humana  como  algo  sa- 
grado en  sí  que  no  debe  violarse  poco  mái  o  menOS. 
Aun  el  mismo  Hijo  de  Dios  dice  "He  aquí,  estoy  a 
la  puerta  y  llamo"  (Apocalipsis  3:20).  Mas  el  Co- 
munismo no  pide  permisos  ni  toca  en  las  puertas 
sino  entra  donde  le  da  la  gana  y  dispone  de  vidas 
y  haciendas  ajenas  sin  consultar  la  voluntad  de 
nadie. 

Segundo.  Entiendo  que  en  lo  que  se  relaciona 
a  la  familia  como  institución,  los  enemigos  del  Co- 
munismo han  exagerado  sus  enseñanzas  y  prácticas. 
Entiendo  también  que  el  sistema  capitalista  no  es 
siempre  amigo  y  protector  del  hogar.  Confieso 
que  aun  dentro  del  mismo  Cristianismo  hay  a  veces 
hipocresía  reprobable  respecto  a  las  relaciones  de 
los  sexos.  Pero  vive  en  mi  alma  el  ideal  de 
jóvenes  que  se  guardan  vírgenes  hasta  el  día  de  su 
casamiento  y  entonces  se  guardan  mutua  fidelidad 
hasta  el  día  que  la  muerte  los  separa,  que  respetan 
el  nuevo  ser  que  engendran,  desde  el  día  de  su  con- 
cepción, como  un  don  de  Dios  y  que  dan  a  Dios  el 
mando  aun  en  estos  instintos  animales  que  tienen 
que  ver  con  la  procreación.   Vive  en  mi  alma  el 


-38  — 


ideal  de  Jesús  cuando  dijo:  "al  principio  de  la. 

CREACIÓN  VARÓN  Y  HEMBRA  LOS  HIZO  DIOS.  POR 
ESTO  DEJARÁ  EL  HOMBRE  A  SU  PADRE  Y  A  SU  MA- 
DRE Y  SE  JUNTARÁ  A  SU  MUJER.  Y  LOS  QUE  ERAN 
DOS,  SERÁN  HECHAS  UNA  CARNE;  ASÍ  QUE  YA  NO 
SON  MÁS  DOS  SINO  UNA  CARNE.  PUES  LO  QUE  DIOS 
JUNTÓ,  NO  LO  APARTE  EL  HOMBRE".  MarCOS  10:6-8. 

Entiendo  que  el  ideal  cristiano  no  puede  im- 
plantarse por  ley  y  que  la  dureza  del  corazón  huma- 
no exige  que  las  leyes  reconozcan  el  divorcio  y  otras 
cosas  por  el  estilo,  pero  tú  propones  abolir  la  fami- 
lia. Aunque  reconoces  el  matrimonio  facilitas  el 
divorcio  de  tal  modo  que  carece  el  hogar  de  apoyo 
oficial.  Los  abortos  ae  practican  por  cuenta  del 
mismo  estado.  Se  obligan  a  las  mujeres  a  trabajar 
en  las  industrias, igualmente  como  los  hombres.  Los 
hijos  se  recojan  en  instituciones  oficiales  en  cuanto 
se  pueda.  Si  bien  ea  cierto  que  asi  se  ahorra  cui- 
dados y  lágrimas  es  tan  bien  cierto  que  no  se  goza 
las  bendiciones  que  vienen  de  llevar  las  cargas  jun- 
tas y  que  la  vida  sexual  del  hombre  se  degenera 
hasta  un  nivel  más  bajo  aun  que  la  de  los  animales. 

Tercero.  La  oposición  del  Comunismo  a  la 
religión'  es  cada  vez  más  patente  y  obstinada.  Jud- 
íos, Mahometanos  y  Cristianos  de  todas  las  denomi- 
naciones caen  bajo  su  anatema.  Donde  el  Comu- 
nismo manda,  no  tardan  en  prohibir  la  enseñanza 
religiosa  a  los  menores,  en  quitar  los  templos  de 


-  39  - 


las  congregaciones,  en  suprimir  la  impresión  y  cir- 
culación de  las  Escrituras,  en  restringir  a  los  mi- 
nistros en  sus  actividades,  poniendo  contribuciones 
exhorbitantes  sobre  las  iglesias,  apoyando  la  pro- 
paganda anti-religiosa  por  medio  de  las  escuelas 
y  la  prensa,  desterrando  o  matando  a  los  creyentes 
más  valientes  en  la  fe,  prohibiendo  las  fiestas  reli- 
giosas etc.,  etc.  y  terminan  poniendo  un  plazo  de- 
finitivo para  liquidar  a  Dios. 

Mas  no  vayas  a  creer,  camarada,  que  por  lla- 
marte comunista  dejas  de  ser  hombre  y  como  tal, 
necesitado  de  una  religión  para  poder  vivir.  No 
llamarás  a  Dios  por  el  nombre  Jehová,  pero  siem- 
pre reconoces  un  algo  mayor  que  tí  mismo  aunque 
no  sea  más  que  el  "determinismo  económico". 
Haces  alarde  de  ser  práctico  y  buscar  la  realidad 
de  las  cosas  pero  siempre  eres  guiado  por 
un  ideal  y  tus  manos  fortalecidas  por  el  fana- 
tismo de  tu  fe.  Tu  fe  temiendo  la  luz  de  la  razón 
se  refugia  en  la  intolerancia.  Rechazando  a  Jesu- 
cristo eriges  un  santuario  a  Lenín.  En  fin  tienes 
varias  marcas  que  señalan  al  hombre  religioso.  De 
modo  que  no  puedo  entender  tu  oposición  a  la  reli- 
gión sino  como  un  fanatismo  religioso. 

Entonces  creo  que  nos  entendemos.  Ambos 
somos  humanos,  muy  humanos.  Ambos  tenemos 
las  mismas  necesidades  materiales  y  espirituales. 
Ambos  tenemos  necesidad  de  un  Salvador.  Tú 


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escogiste  a  Lenín  y  yo  a  Jesucristo.  Solo  esto  ca 
nuestra  diferencia.  Yo  sé  lo  que  vas  a  decir:  que 
la  religión  está  al  servicio  del  Capitalismo,  que  los 
ricos  sostienen  a  las  iglesias  para  envenenar  el 
pensamiento  de  las  masas  etc.  etc.,  lo  que  puede 
tener  bu  pro  y  contra.  Pero  no  te  hablo  de  iglesias 
ahora,  ni  del  Cristianismo  histórico.  No  soy  defen- 
sor de  ningún  sistema  político  ni  económico.  Quiero 
nada  más  preguntarte  a  solas  y  con  toda  la  calma  si 
tu  propia  alma  no  te  dice  que  la  vida  es  más  que  el 
alimento  y  el  cuerpo  que  el  vestido.  (Mateo  6:25.) 
Yo  sé  que  no  hubieras  aguantado  los  desprecios  y 
persecuciones  y  las  hambres  y  las  desnudeces  que 
tu  credo  te  ha  impuesto  si  no  tuvieras  este  sentir. 
Pero  ¿cómo  lo  tienes  tan  al  revés  que  practiques 
abnegación  espiritual  para  ganar  un  ideal  material? 
¿Cómo  no  entiendes  la  palabra,  de  Jesüs:  "BUSCAD 
PRIMERAMENTE  AL  REINO  DE  DIOS  Y  SU  JUSTICIA  Y 
TODAS  ESTAS  COSAS  OS  SERÁN  DADAS  POR  AÑADI- 
DURA?"   Mateo  6:33. 

Precisamente  porque  tú  y  tus  compañeros 
buscan  primeramente  las  cosas  materiales,  no  las 
hallaréis.  Habíais  propuesto  que  dentro  de  un 
período  de  cinco  años  acabaríais  con  la  fé  en  Dios 
por  completo.  Este  punto  estaba  en  vuestro  plan 
dos  otras  veces.  Algo  habéis  logrado  en  este  sen- 
tido aunque  estáis  lejos  de  realizarlo  por  completo. 
Sabemos  que  persisten  millones  de  creyentes  cris- 


—  41  - 


tianos  en  Rusia  a  pesar  de  las  persecuciones  tuyas. 
Pero  Dios  también  tiene  su  plan  y  sabe  perfecta- 
mente el  tiempo  que  en  sus  designios  aun  le  queda 
al  Comunismo.   Ojalá,  amigo  con  tiempo  buscares  ' 

a  Cristo,  *'EL  CAMINO,  LA  VERDAD  Y  LA  VIDA".  El 

aun  te  recibe  y  te  lleva  al  seno  de  un  Padre 
de  Amor. 


-  42  — 


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CARTA  ABIERTA  AL  INDIFEREN- 
TE EN  MATERIA  DE  RELIGION 


Con  todos  los  amigos  anteriores  hemos  tenido 
algo  de  común,  algün  punto  en  que  podíamos  estar 
juntos  por  un  momento  antes  que  nuestros  caminos 
se  separasen.  Pero  contigo  la  cosa  es  de  otro  modo. 
Todavía  con  aquel  que  contradice,  aunque  sea  fa- 
náticamente, se  puede  entender.  Pero  con  él  que 
no  nos  quiere  prestar  su  atención  un  memento  si- 
quiera, sino  se  mantiene  muy  ocupado  en  otros 
asuntos,  no  ae  puede  platicar  nada. 

Pero  al  fin  y  al  cabo  los  dos  somos  humanos  y 
como  hunoanoa  en  algún  terreno  nos  hemos  de 
tntender.  Tú  dices  que  no  te  interesan  en  náda 
nuestras  pláticas  respecto  a  Dios  y  Cristo  y  la  Bi- 


—  43  - 


blia.  Pero  no  por  esto  dejas  de  tener  tus  intereses. 
La  cuestión  de  la  comida  seguramente  te  interesa. 
Probablemente  te  interesas  también  por  terrenos, 
mercaderías,  dinero,  política  y  un  sin  número  de 
cosas  por  el  estilo.  En  estas  cosas  nos  interesamos 
nosotros  también.  El  mismo  Señor  nos  enseñó  a 
orar:  «Danos  hoy  nuestro  pan  cotidiano». 

Y  ¿porqué  nos  interesamos  y  porqué  te  intere- 
sas por  la  comida?  Precisamente  porque  entendemos 
que  sin  comida  para  sostener  el  cuerpo,  no  hay  vi- 
da. Por  la  misma  razón  nos  interesamos  en  las 
demás  cosas,  pues  nuestro  sér  anhela  vida,  la 
vida  más  completa,  más  perfecta,  más  hermosa  que 
podemos  alcanzar.  Y  todo  aquello  que  creemos  de 
utilidad  para  contribuir  a  esta  vida  en  nosotros, 
anhelamos  y  procuramos  alcanzar. 

Ahora  bien:  tú  no  sientes  que  ninguna  religión 
te  sea  necesaria  para  que  alcances  la  vidj^  que  tú 
deseas.  «Cada  cabeza  es  un  mundo»  nos  dices,  «y 
en  el  mundo  mío  no  cabe  la  religión.  Yo  no  me 
opongo.  Cada  uno  es  libre  para  seguir  la  religión 
que  desea  o  para  no  seguir  ninguna.  Yo  valién- 
dome de  esta  libertad  escojo  no  seguir  ninguna». 

Lejos  sea  de  nosotros  querer  quitarte  tu  liber- 
tad. Pero  ¿de  veras  puedes  pasar  la  vida  sin  una 
religión?  Aun  más,  ¿puedes  hacer  frente  a  esa 
experiencia  trascendental  que  llamamos  «muerte» 


-  44  - 


8ÍD  ninguna  religión?  ¿Te  satisfacen  en  verdad 
estas  ocupaciones  materiales  de  conseguir  la  comi- 
da, de  trabajar,  de  dormir,  de  divertirse?  ¿No 
se  conmueven  a  veces  tus  entrañas  con  anhelos  in- 
definibles? ¿No  te  encuentras  a  veces  como  en 
tinieblas  sin  saber  a  dónde  vas  y  no  sientes  la  nece- 
sidad de  un  Padre  que  te  dirija?  No  puedo  creer 
que  estás  enteramente  inconciente  de  tus  necesida- 
des espirituales. 

Empecemos  entonces  por  una  consideración  de 
la  razón.  (Bien  sé  que  las  corrientes  de  la  vida  no 
salen  de  la  razón,  pero  ya  que  no  dejas  hablar  a  tu 
corazón  hablemos  a  tu  razón).  Tu  reconocerás 
que  al  menos  hay  una  posibilidad  de  que  pueda 
haber  una  vida  espiritual,  y  que  la  vida  del  hombre 
sea  más  que  una  simple  existencia  animal;  y  que 
si  no  se  aprovecha  ahora  esta  vida  para  ''echar  ma- 
no de  vida  eterna",  ésta  se  pierde  irremisiblemen- 
te. Considera  pues  el  peligro  en  que  te  encuentras 
bí  esta  posibilidad  llegare  a  ser  una  realidad  (como 
nosotros  entendemos  que  es),  puesto  que  la  indife- 
rencia en  este  caso  te  lleva  cada  día  más  cerca  del 
abismo. 

Cualquier  peligro  que  amenaza  debe  ser  aten- 
dido. Si  lo  que  aparece  ser  un  peligro,  no  lo  es, 
hay  que  saberlo.  Si  lo  es  en  verdad  hay  que  pre- 
caverse contra  él.  Lo  que  nunca  conviene  en  tal 
caso  es  el  indiferentismo. 


-  45  — 


Se  presenta  este  caso  en  que  el  libro  que  millo- 
nea de  tus  semejantes  reconocen  como  Palabra  de 
Dios,  te  dice  que  estás  en  peligro.  «¿Cómo  escapá- 
remos» dice,  "si  miramos  con  indiferencia  una 
salud  tan  grande?»  (Hebreos  2:3).  El  castigo 
que  sobrevino  al  mal  siervo  que  escondió  el  talento 
de  su  Señor,  fué  por  su  indiferencia  (Mateo  25:25) 
¿Porqué  van  los  cabritos  al  tormento  eterno  donde 
Jesús  describe  el  juicio  final  en  Mat.  25:31-46? 
Por  su  indiferencia.  El  indiferentismo  está  descrito 
en  muchos  partes  de  la  Biblia  como  más  peligroso 
aún  que  el  mal  obrar.  Desde  las  estrofas  de  la  can- 
ción de  Débora:  "Maldecid  a  Meroz,  dijo  el  ángel  de 
Jehová,  maldecid  severamente  a  sus  moradores, 
porque  no  vinieron  al  socorro  de  Jehová"  (Jueces 
5:  23)  hasta  las  palabras  del  Apoc.  3:  16  dirigidas  a 
la  Iglesia  de  Laodicea  "Mas  porque  eres  tibio,  y  no 
^  frío  ni  caliente  te  vomitaré  de  mi  boca",  la  Biblia 
contiene  una  protesta  continua  contra  el  indife- 
rentismo. ¿No  te  dice  entonces  tu  razón  que  te 
conviene  orientarte  de  alguna  manera? 

Pero  en  cuanto  a  la  religión  repito  que  bien 
comprendo  que  la  razón  no  nos  conmueve  a  hacer 
nada  que  valga  la  pena.  Por  esío  quisiera  hablar 
a  tu  corazón  como  hermano  tuyo  en  la  carne  que 
soy,  a  decirte  que  sin  la  fe  y  sin  la  comunión  con 
tus  hermanos  que  participan  de  esta  fe,  tu  vida  no 
puede  alcanzar  un  desarrollo  completo.  "No  con 
solo  el  pan  vivirá  el  hombre,  mas  con  toda  Palabra 


—  46 


que  sale  de  la  boca  de  Dios".  (Mateo  4:4).  Tu 
dices  que  estás  ciego  para  las  cosas  espirituales, 
que  todo  parece  tinieblas  y  oscuridad  cuando  te 
pones  a  pensar  en  las  cosas  religiosas  y  que  por  esto 
buscas  «lo  positivo»  que  para  tí  está  encerrado  en 
los  cinco  sentidos.  Pero  aun  un  ciego  puede  saber 
que  existe  un  mundo  donde  hay  luz  y  donde  loa 
colores  y  las  formas  con  su  infinidad  de  variaciones 
cautivan  la  atención  y  causan  mil  deleites  a  los  hom- 
bres que  poseen  el  precioso  sentido  de  la  vista.  Y 
este  ciego  puede  anhelar  con  todo  su  corazón,  el 
llegar  a  ver.  Este  ciego  puede  también  hacer 
cualquier  sacrificio  para  poder  alcanzar  esta  expe- 
riencia. Lo  mismo  puede  pasar  en  tí.  Reconocien- 
do tu  ceguedad  en  cosas  espirituales,  puedes  a  lo 
menos  decir  como  uno  de  tus  compañeros:  "¡Oh 
Dios,  si  hay  un  Dios  salva  mi  alma,  si  tengo  un 
alma!". 

Pero  cuando  en  medio  de  tu  ceguedad  empiezas 
a  buscar  la  luz,  luego  vas  a  sentir  que  no  estás 
solo  y  que  "el  que  pide,  recibe  y  el  que  busca,  halla 
y  al  que  llama  se  le  abrirá",  (Mateo  7:8),  Encon- 
trarás que  Aquel  que  en  tiempos  anteriores  abrió 
los  ojos  de  los  ciegos,  abrirá  los  ojos  de  tu  entendi- 
miento para  que  sepas  "cual  sea  la  esperanza  de  su 
vocación  y  cuales  las  riquezas  de  la  gloria  de  su 
herencia  en  los  santos  y  cuál  aquella  supereminente 
grandeza  de  su  poder  para  con  nosotros  los  que 
creemos,  por  la  operación  de  la  potencia  de  su  for- 


-47  — 


taleza,  la  cual  obró  en  Cristo  resucitándole  de  los 
muertos",  (Efesios  1:18-20). 

Cuentan  que  el  Diablo  reunió  un  día  a  su  cor- 
te para  tratar  del  mejor  método  de  deshacer  la 
gracia  de  Dios  y  ganar  a  ios  hombres  para  sí.  Pidió 
el  parecer  de  sus  demonios  sobre  el  asunto,  contes- 
tando uno:  «Yo  iré  a  decir  a  los  hombres  que  no 
hay  Dios».  «No  te  van  a  creer  y  no  acepto  este  con- 
sejo». «Pues  yo»  dijo  otro,  "iré  a  decir  que  hay 
un  Dios  pero  que  como  es  amor  no  puede  condenar 
a  ninguno  al  infierno".  **Tampoco  te  van  a  creer" 
contesta  Satanás.  «Pues  yo»  dijo  el  tercer  demonio, 
«tengo  otra  idea  y  ea  de  decirles  que  sí  hay  Dios  y 
hay  infierno,  pero  que  estas  cosas  no  precisan  aten- 
derlas, puesto  que  allí  esta  el  día  de  mañana».  «Este 
consejo  me  parece»  dijo  el  Maligno,  «Tú  serás 
mi  mensajero». 

Sabiendo  por  esta  historia  de  dónde  previene 
tu  indiferencia,  despiértate  y  sigue  adel&nte  en 
poz  de  nuestro  Salvador,  agrégate  a  las  filas  de  las 
huestes  de  la  fe  con  la  seguridad  que  aquí  te  espera 
vida  que  aun  no  has  soñado,  pues  «cosas  que  ojo  no 
vió  ni  oreja  oyó,  ni  han  subido  en  corazón  de  hom- 
bre, son  las  que  Dios  ha  preparado  para  los  que  le 
aman».    1  Corintios  2:9. 


Capítulo  VIII 

CARTA  ABIERTA  AL  TEOSOFO 


A  los  demás  que  profesan  distintas  religiones 
me  he  podido  dirigir  confio  a  mis  iguales.  Cierta- 
mente algunos  de  ellos  me  creen  en  error  y  otros 
me  creen  condenado,  pero  precisamente  porque 
tenemos  cosas  comunes  y  cosas  distintas  con  ellos 
hemos  podido  hablar  y  hemos  podido  entendernos, 
hasta  cierto  punto,  por  lo  menos.  Contigo  se  me 
presenta  una  situación  diferente,  pues  tú  no  me 
contradices  nada,  antes  me  miras  con  una  sonrisa 
benevolente.  Me  dices  que  estoy  en  un  buen  cami- 
no porque  tengo  una  religión  y  procuro  cumplirla. 
Pero  a  la  vez,  con  un  suspiro,  confiesas  que  estoy 
bastante  atrasado,  porque  no  reconozco  que  todaa 
las  religiones  son  tan  divinas  como  la  mía. 


—  49 


Permíteme  entonces  que  hable  no  con  el  len- 
guaje de  la  religión  sino  con  el  del  ciudadano  del 
mundo  que  mira,  analiza  y  forma  un  juicio  sobre 
las  cosas  que  pasan  bajo  su  escrutinio.  Tu  religión 
se  presenta  (tú  mismo  lo  aseguras)  como  una  reli- 
gión ecléctica,  formada  del  conjunto  de  muchas. 
¿Pero  dónde  hay  en  la  historia  un  solo  caso  de  una 
religión  ecléctica  que  se  haya  sostenido  largo  tiem- 
po? No  lo  hay.  Los  gnósticos,  eclécticos  por 
excelencia,  apenas  dilataron  un  par  de  siglos  y  así 
ha  pasado  con  una  infinidad  de  otros  esfuerzos  se- 
mejantes. Las  religiones  que  han  sobrevivido  en 
^a  lucha  por  la  existencia  son  todas  religiones  que 
o  dan  énfasis  a  ritos  peculiares  o  enaltecen  un  fun- 
dador cuyas  palabras  siguen  a  exclusión  de  otro 
alguno.  Juzgado  por  la  historia,  cuyo  fallo  para 
tí  algún  valor  debe  tener, estás  perdiendo  tu  tiempo 
en  un  esfuerzo  vano  que  el  futuro  ha  de  calificar 
como  enteramente  estéril.  Entonces  ¿para  qué 
continuar? 

Porque  la  Teosofía  me  enseña  a  conocer  a  Dios 
directamente,  me  dices.  Pero  amigo  mío,  ¿acaso 
el  Cristianismo  no  te  enseña  esto  mismo  y  mejor? 
Lee  el  Evangelio  de  San  Juan  y  aprende  a  vivir  de 
lá  manera  que  él  te  enseña  y  a  conocer  al  solo  Dios 
verdadero  y  a  Jesucristo  a  quien  envió,  que  es  la 
vida  eterna.  (Juan  17:3).  Experimenta  que  cosa 
es  estar  crucificado  con  Cristo  y  vivir,  no  ya  tü  sino 
que  Cristo  vive  en  ti  (Gálataa   2:20).  Entonces 


-  50  - 


tendrás  una  experiencia  mística  mucho  más  profun- 
da que  la  que  encuentras  en  Kana,  Nirvana 
o  Adí. 

Pero  tú  me  dices;  "La  Teosofía  me  ofrece  el 
núcleo  de  la  fraternidad  universal  de  la  Humanidad 
sin  distinción  de  razas,  nacionalidad,  castas,  creen- 
cias, sexos,  color,  ni  credos  políticos".  Muy  bien, 
¿y  no  sabes  que  en  Cristo  Jesús  "no  hay  Judío  ni 
Griego,  no  hay  siervo  ni  libre,  no  hay  varón  ni  hem- 
bra, porque  todos  nosotros  somos  uno  en  Cristo 
Jesús?"  (Gálatas  3:28).  Tú  nos  hablas  de  un 
núcleo  que  tal  vez  llegará  a  ser  una  Fraternidad. 
Nosotros  te  hablamos  de  una  iglesia  que  tiene  casi 
dos  mil  años  de  ofrecer  a  los  hombres  una  frater- 
nidad que  se  ha  realizado  si  no  en  perfección,  ^a  lo 
menos  mejor  que  cualquier  otra  organización  hu- 
mana. Tú  haces  alarde  de  sacar  de  todas  las  dfemás 
religiones  sus  principios  fundamentales  y  unirlos 
en  una  síntesis  más  alta.  Como  principios  funda- 
mentales nos  citas  "la  creencia  en  Dios,  en  ángeles, 
en  la  encarnación  de  la  Divinidad,  en  un  universo 
de  Acción  y  Reacción".  Pero  hay  un  principio  en 
todas  las  religiones  que  se  te  olvida  y  es  la  de  anun- 
ciar que  el  hombre  está  separado  de  la  Divinidad 
por  causa  de  su  pecado.  Como  tu  sistema  es  pan- 
teista,  no  puede  reconocer  el  pecado  y  se  entienden 
las  palabras  de  tu  propagandista  en  Excelsior,  19 
de  Mayo  de  1923,  cuando  dice  "el  mal  propiamen- 
te hablado,  no  existe  en  lo  absoluto;  pues  el  mal  no 


—  51  — 


es  má3  que  la  modalidad  más  grosera  del  bien,  por- 
que el  bien  es  la  suprema  finalidad  de  todas  las  co- 
sas."  El  concepto  del  pecado  entonces  viene  siendo 
el  barranco  hondo  que  nos  divide.  No  te  basta  cre- 
erte muy  superior  a  nosotros  que  reconocemos  que 
el  pecado  es  más  que  imperfección,  y  mirarnos  con 
sonrisa  tolerante  cuando  hacemos  frente  al  reino 
del  mal  y  luchamos  bajo  las  órdenes  de  nuestro  Ca- 
pitán contra  las  huestes  del  Maligno.  No  te  basta 
^ecir  que  esto  no  te  hace  a  ti,  puesto  que  la  Teoso- 
fía es  para  los  que  ya  son  buenos,  ya  perfectos. 
Hay  que  ver  que  "  La  Luz  ha  venido  al  mundo^ 
mas  los  hombres  amaron  más  las  tinieblas  que  la 
Luz  porque  sus  obras  eran  malas"  (Juan  3:19.)  Hay 
que  entender  que  el  hombre  no  puede  salvarse  a  sí 
mismo.  No  hablaremos  de  tu  teoría  de  la  transmi- 
gración de  las  almas  por  todos  los  seres  vivientes  a 
trav^éa  de  todos  los  siglos,  teoría  en  lo  absoluto  sin 
fundamentos  en  la  ciencia, la  filosofía  o  la  revelación. 
Basta  hacer  constar  que  ni  tu  religión  ni  ninguna 
otra  conocida  hasta  la  fecha  (fuera  de  la  cristiana) 
ofrece  la  salvación  por  gracia.  El  Cristianismo  no 
sólo  la  ofrece,  sino  la  da.  No  se  puede  negar  los 
frutos  del  Cristianismo,  que  son  hombres  y  mujeres 
regenerados.  Ante  estos  hechos  aun  tu  misma  pro- 
fetisa, Annie  Besant,  ha  tenido  que  confesar  que 
hay  casos  en  que  "el  Dios  que  está  entre  nosotros 
se  despierta  y  rompe  nuestras  cadenas".  Pero,  dice 
ella,  son  casos  raros.  "La  generalidad  de  los  hom- 
bres tienen  que  buscar  otro  camino  de  Salvación." 


—  52  — 


Pero  los  casos  no  son  tan  raros  y  si  los  hombres  bu- 
scan otro  camino,  no  es  porque  teng-an  que  hacerlo 
sino  porque  no  quieren  humillarse  ante  la  Cruz  re- 
dentora del  Hijo  de  Dios  quien  nos  amó  y  se  entre- 
gó a  sí  mismo  por  nosotros. 

Deseara  hablar  mucho  sobre  "Los  Misterios"  que 
tú  crees  haber  encontrado,  sobre  "los  secretos  ma- 
ravillosos" que  cuando  la  Ciencia  los  descubre  re- 
clamas haber  sabido,  (¿por  qué  no  los  manifiestas 
antes?)  sobre  tu  creencia  en  hadas,  gnomos  y  otros 
seres  legendarios  como  seres  reales,  y  muchas  cosas 
por  el  estilo  en  que  creo  que  iaCienciay  la  Revelación 
contradicen  tus  enseñanzas,  pero  ya  no  me  queda 
lugar  para  esto  en  mi  caí  ta.  Debo  terminar  pues, 
haciendo  resaltar  la  diferiencia  de  experiencia  que 
nos  hace  entrar  en  comuniones  de  tan  distintas 
ideas  como  son  La  Sociedad  Teosófica  y  la  Iglesia 
Evangélica. 

Dice  tu  profetÍ8a:"Ei  lazo  de  unión  en  la  Sociedad 
Teosófica  ne  es  la  profesión  de  una  creencia  común 
sino  una  común  busca  y  aspiración  por  la  verdad". 

Lo  que  el  teósofo  "busca,"  esto  ya  tiene  el  cris- 
tianismo evangélico  en  Aquel  que  dijo:  "Yo  soy  el 
camino  y  la  verdad  y  la  vida.  Nadie  viene  al  Padre 
sino  por  mí."  (Juan  14:6. )  El  lazo  de  unión  entre  loa 
cristianos  no  es  una  vaga  busca  que  les  lleva, 
¿quién  sabe  a  dónde?  sino  un  hecho  consumado, 
una  salvación  ya  obrada. 

Cada  vez  que  oigo  hablar  de  Teosofía  hago  recuer- 
do de  un  venerable  anciano  que  con  fe  y  por  fe  an- 


—  53  - 


daba  por  estas  tierras,  repartiendo  literatura  evan- 
gélica hasta  morir  como  héroe  valiente  en  su  misión. 
Este  había  sido  teósofo  hasta  tener  cincuenta  años 
de  edad,  cuandojle  alumbró  Cristo  y  se  dedicó  a  su 
servicio.  Cada  vez  que  me  hablaba  de  haber  sido  teó- 
sofo, su  rostro  mostraba  el  horror  que  sentía. 
"Orgullo,  vanagloria,  entendimiento  entenebreci- 
do", estas  eran  las  palabras  que  usaban  para  descu- 
brir su  estado  como  teósofo.  «Pero  Dios  al  fin  me 
enseñó  lo  que  era,  un  pobre  pecador,  y  entonces 
creí  a  Cristo  y  soy  salvo».  El  Cristo  que  salvó  a  aquel 
teósofo,  te  puede  salvar  tí  también,  amigo,  y  re- 
cuerda que  "En  ningún  otro  hay  salud.» 


0»0»0»0»0»0«0»C)»0»0»0»0<>0*0»0«0»0.tfO»0»0»0*0«0»0»0^^ 


Capítulo  IX 

CARTAíABIERTA  AL  MASON. 


Me  pongo  entre  columnas,  miro  hacia  el  Oriente 
y  te  saludo  con  las  baterías  de  costumbre.  Trata- 
mos varias  cosas  que  decimos  son  concernientes  a  loa 
hombres  libres  y  de  buenas  costumbres  y  de  la 
humanidad  muy  en  general.  Cumplidos  los  ritos  re- 
glamentarios durante  unas  dos  horas,  bajemos  a  la 
biblioteca,  quitemos  los  delantales  y  hablemos  un 
rato  no  como  masones  sino  como  hombres.  ¿  No  te 
parece  algo  pueril  lo  que  hemos  estado  haciendo? 
Unos  cuarenta  hombrea  con  vestidos  fantásticos, 
hablando  con  términos  poco  usados,  asustando  novi- 
cios con  cuartos  obscuros  y  calaveras,  haciendo  se- 
ñas y  gesticulaciones,  gastan  un  par  de  horas  en  o- 
tros  mánejos  igualmente  inútiles.  Al  fin  la  vida  es 
real  y  «tempus  fugit».  Yo  seré  franco  en  decirte  que 
una  razón  porque  he  dejado  de  asivStir  á  las  tenidas 
es  porque  habiendo  tomado  por  tarea  el  mandamien- 


•o•■:•o•^•?o"^D•r■•c•c••;e"-•:^•^•o^>•r•c•; 


-55  — 


to  de  Cristo  de  ser  testigo  suyo,  encuentro  tantas 
obligaciones  directamente  relacionadas  con  mi  obra, 
que  no  me  dejan  tiempo  para  cumplir  ritos  com- 
pletamente estériles  de  resultados  prácticos.  Si  co- 
mo masones,  dejáramos  a  un  lado  toda  pompa  cere- 
monial y  nos  pusiéramos  como  hombres  a  discutir 
el  bien  propio  y  de  la  humanidad, alcanzaríamos  ma- 
tados, no  cabe  duda, 
f  Sí,  entiendo  lo  que  tú  me  dices,  que  no  es  tanto 
errito"que"nos  llámala  atención  sino  el  compañeris- 
mo y  este  compañerismo  siempre  ha  de  exteriori- 
zarse en  alguna  manera.  Yo  también  he  sido  atraído 
a  la  Logia  buscando  amigos  y  los  he  encontrado, an- 
tes y  después  de  las  tenidas,  pero  durante  éstas,  la 
amistad  no  ha  adelantado  gran  cosa.  Al  fin  dejemos 
este  punto,pues  entiendo  que  cada  hombre  necesita 
de  recreo  y  si  estos  ritos  te  sirven  de  distracción, 
gózalos.  Yo  encuentro  más  placer  en  una  partida  de 
tennis  o  de  ajedrez,  pero  "de  gustibus  non  es  dis- 
putandum." 

Pero  ahora  que  hablamos  de  compañerismo  ¿no  te 
parece  algo  triste  que  entre  nuestros  qs.*.  hs.*.  que 
por.  la  institución  que  representan  y  los  principio» 
que  profesan, deben  ser  modelos  de  virtud,  hay  tan- 
tos que  son  devotos  al  dios  Baco  y  que  aun  en  nues- 
tras fiestas  de  la  Logia  misma, el  licor  es  lo  primero 
en  que  se  piensa?  Si  somos  consecuentes  en  nuestro 
empeño  en  pro  de  la  moral  debemos  de  ser  los  pri- 
meros en  plantarnos  contra  ese  gran  enemigo  de  la 
sociedad  en  lugar  de  estar  coqueteando  con  él. 


—  56  — 


Sí,  como  no,  yo  reconozco  que  la  Masonería  ha  si- 
do una  poderosa  arma  contra  el  clericalismo  y  que 
Bun  hoy  es  uno  de  los  elementos  de  más  peso 
uen  ta  la  América  Latina  en  su  lucha  con- 
tra las  fuerzas  de  Roma  y  en  pro  de  los  principios 
verdaderamente  liberales.  En  todo  esto  me  regoci- 
jo porque  en  la  lucha  contra  la  dominación  de  la  so. 
I  tana,  se  necesita  de  muchas  clases  de  armas  y  la 
Masonería  se  presta  admirablemente  por  su  organi- 
zación   secreta    para    contrarrestar  aquellas 
(  maquinaciones  también  secretas  de  los  Jesuítas  y  los 
I  demás  elementos  catolicoromanos  que  simpatizan 
i  con  sus  principios.  No  seré  el  ingrato  que  muerda 
la  mano  de  la  cual  como,  y  sin  embargo  ¿cómo  olvi- 
daré que  aun  estos  beneficios  que  nuestra  sociedad 
I   moderna  debe  a  la  Masonería  hasta  cierto  punto, 
'  han  sido  alcanzados  por  la  misma,  por  desatender 
uno  de  sus  principios  fundamentales  cual  es  el  de 
no  mezclarse  en  asuntos  políticos  ni  religiosos? 

Y  ahora  que  hacemos  mención  de  religión,  creo 
encont-'-ar  otra  inconsecuencia  de  la  Masonería.  Lo 
que  no  me  explico  es  porque,  no  siendo  religión,  es 
tan  raro  encontrar  un  hombre  de  convicciones  reli- 
giosas entre  este  gremio.  Los  hs.'.  toleran  que  sus 
familias  sigan  el  Romanismo  o  las  obligan  a  que 
sean  Protestantes,  pero  ellos  mismos  no  son  ni 
chicha  ni  limonada. 

Tú  me  dices  que  en  la  Logia  siempre  se  invoca  al 
Gran  Arquitecto  del  Universo  y  se  tiene  la  Biblia. 
¿Y  qué  quieres  decirme  con  esto?  Que  al  fin  y  al 


-57  - 


cabo,  si  la  Masonería  no  es  una  religión,  hace  las 
veces  de  una  para  sus  miembros  ¿verdad?  Pues  esto 
yo  me  lo  imaginaba  yá  hace  tiempo  y  me  alegro 
que  me  lo  hayas  dicho  porque  entonces  podemos 
entendernos.  Si  tú  tomas  tu  Logia  en  lugar  de  una 
Iglesia  pierdes  lo  mejor  que  la  religión  te  puede 
ofrecer. 

Primero, porque  tu  Logia  es  solamente  para  hom- 
bres de  cierta  categoría  social.  Allí  no  entran  los 
pobres,  ni  los  esclavos.  Allí  no  entran  las  mujeres 
ni  los  niños.  Pero  una  religión  debe  incluir  a  toda 
clase  de  humanos.  Si  tú  perteneces  a  una  religión 
en  que  tu  familia  no  puede  participar,  haces  un 
gran  mal  a  tí  mismo  y  un  mal  mayor  a  tu  familia. 
¿Qué  cosa  buena  se  puede  esperar  del  hogar  donde 
el  padre  no  ora  con  la  madre  y  los  hijos? 

Segundo,  tu  religión, si  es  que  tomas  a  la  Masone- 
ría por  una,  es  de  prácticas  secretas.  En  este  senti- 
do gana  a  los  espiritistas,  que  ciertamente  trabajan 
mejor  en  la  obscuridad  y  se  va  asociando  con  los  za- 
hurines o  brujos,  cuyos  ritos  no  pueden  practicarse 
a  la  luz  del  día. 

Pero  mi  principal  objeción  a  que  tomes  tu  Ma- 
sonería como  religión  está  en  la  pobreza  de  tu  vida 
espiritual.  Ciertamente  invocas  al  Gran  Arquitecto 
del  Universo  al  principio  y  al  fin  de  tus  tenidas 
pero  no  practicas  lo  que  se  llama  oración.  Ciertamen- 
te tienes  la  Biblia  en  la  Logia  pero  no  para  leerla 


-58- 


sino  simplemente  como  pedestal  a  una  calavera. 
¿Qué  te  enseña  la  Logia  sobre  el  camino  de  la  sál- 
vación?  Nada  en  lo  absoluto.  El  nombre  de  Cristo, 
el  único  nombre  dado  bajo  los  cielos  en  el  cual 
podemos  ser  salvados,  no  se  oye  en  la  Logia. 

No  te  estoy  quitando  tu  derecho  de  ser  masón. 
No  estoy  diciendo  que  la  Masonería  sea  en  y  por  sí 
mala.  Lo  que  sí  afirmo  es  que  sirve  de  estorbo  a 
muchos,  evitándoles  tal  vez  inconcientemente  el  pa- 
so que  les  haría  felices  para  la  eternidad.  Te  encargo 
pienses  seriamente  sobre  lo 'que  te  digo  y  que  no 
por  ser  masón  dejes  de  buscar  primeramente  el 
reino  de  Dios  y  su  justicia. 

Sin  otro  particular  me  suscribo,  tu  hermano 
masón  que  quisiera  ser  también  tu  hermano  en 
Cristo. 


59  - 


•©♦o»o»o»3«c«c«c»'í«r»r»oo-»-«^«^»o»o«c«^«")»'-,«^«-«c»o»ooo«o»o«o»c«o«o»o«oi 


Capítulo  X 

CARTA  ABIERTA  AL  JUDIO 


Á  adre  y  hermano  mío: 

Casi  no  me  atrevo  a  dirigirte  una  carta  abiertá 
pues  podía  fácilmente  entenderse  en  el  sentido  de 
un  ataque  no  provocado  a  un  anciano  que  no  hace 
mal  a  nadie.  Porque  tú  a  través  de  las  persecu- 
ciones milenarias  que  te  han  tocado  aguantar,  has 
aprendido  una  gran  paciencia  y  una  tolerancia  ad- 
mirable para  con  las  demás  comunidades  religiosas 
y  muy  rara  vez  sales  a  la  palestra  de  las  discusiones 
populares,  a  no  ser  que  te  piquen.  Y  como  a  lo 
que  menos  aspiro  es  el  ser  torero,  no  quisiera  ser 
acusado  de  empezar  el  pleito. 

Pero  tengo  un  encargo  de  predicar  el  Evange- 
lio a  toda  criatura  por  parte  de  mi  Señor  y  cuando 
procuro  hacerlo  en  los  trenes  y  en  los  hoteles,  en 
las  plazas  y  en  las  tiendas,  de  repente  me  encuen- 


-  60  - 


tro  contigo  y  me  haces  alto.  Tú  tienes  algo  en  tu 
corazón  que  no  puedes  calla/ y  yo  también  por  mi 
parte  tengo  que  decirte.  Mejor  es  hablar  con  fran- 
queza lo  que  sentimos  y  no  esconderlo.  Platique- 
mos pues. 

Te  oigo  decir  que  n«  tienes  necesidad  de  estar 
prestando  oídos  al  Evangelio  de  este  Cristo  quien 
en  resumidas  cuentas  era  un  mal  judío,  traidor  a 
las  tradiciones  de  sus  mayftres;  que  quisiera  saber 
con  qué  derecho  nos  metemos  a  promulgar  la  Biblia 
al  mundo  siendo  ésta  el  libro  de  tu  pueblo;  que  los 
que  hoy  se  jactan  de  ir  a  lá  vanguardia  de  la  civi- 
lización moderna,  los  ingleses,  alemanes,  franceses, 
etc.  eran  salvajes  rústicos  cuando  tu  pueblo  tenía 
una  cultura  que  brillaba  en  la  gloria  de  Salomón; 
que  en  cuanto  a  las  obras  de  caridad  y  de  beneficio 
social  los  judíos  siempre  van  a  la  cabeza  etc.  etc. 

Te  contesto  confesándome  hijo  de  Abraham 
según  la  carne.  Aunque  nací  en  un  hogar  cristiano 
conocí  las  tradiciones  y  costumbres  judáicas  por 
miembros  de  la  familia  que  aun  persistían  en  la 
comunidad  Israelita.  Si  de  la  sangre  se  habla  yo 
también  soy  hebreo  de  los  hebreos  y  me  gozo  con- 
tigo por  las  glorias  de  nuestra  historia.  Veo  en  la 
raza  judía  la  levadura  que  con  más  poder  ha  obrado 
para  impulsar  el  adelanto  y  el  progreso  en  todas 
las  naciones.  Me  enorgullezco  por  los  triunfos  de 
los  de  nuestra  raza  en  el  campo  científico,  literario, 


61  - 


artístico  y  comercial.  También  siento  contigo  las 
persecuciones  de  que  ha  sido  objeto  el  pueblo  israe- 
lita desde  el  tiempo  de  Faraón  hasta  el  tiempo 
de  Hitler.  Al  ver  lo  poco  que  los  cristianos  hemos 
sufrido  por  nuestra  fe  cuando  se  compara  con  los 
sufrimientos  y  persecuciones  de  los  Beni  Israel,  ca- 
si me  avergüenzo  de  ser  cristiano. 

Por  ser  de  tu  misma  raza  también  siento  con- 
tigo las  acusaciones  que*  nos  hacen  los  Gentiles  de 
ser  «listos»  en  cuestiones  de  negocios  hasta  el  extre- 
mo de  ser  poco  escrupulosos,  de  ser  embusteros 
envanecidos  y  vulgares  y  de .  alabarnos  a  nosotros 
mismos  por  nuestras  buenas  obras.  Quisiera  decir 
que  no  es  así  pero  tengo  que  confesar  que  el  vulgo 
odia  a  los  Judíos  no  sólo  porque  crucificaron  a  Cris- 
to, sino  porque  en  muchísimos  casos  se  han  hecho 
merecedores  del  odio  popular.  Quisiera  decir  que 
no  es  justo  condenar  todo  un  pueblo  por  las  faltas 
de  algunos  individuos,  pero  no  puedo  olvidar  que 
nuestros  padres  gritaron:  "Su  sangre  sea  sobre 
nosotros  y  sobre  nuestros  hijos"  (Mateo  27:25)  y 
que  en  toda  línea  de  la  vida,  justos  pagan  por  peca- 
dores. No  digo  que  los  vicios  de  que  se  acusan  a  los 
Judíos  no  se  encuentren  en  otras  razas  pero  sí  con- 
fieso que  el  hecho  de  que  los  haya  en  este  pueblo  io 
siento  casi  como  una  vergüenza  persona!,  ya  que 
tu  pueblo  es  también  mi  pueblo  y  el  pueblo  escogi- 
do de  mi  Dios.  En  todo  lo  manifestado  me  siento 
Judío.    Tú  eres  mi  hermano. 


—  62  — 


"Entonces",  me  preguntas  "siendo  de  noso- 
tros ¿cómo  dejaste  que  te  echaran  agua  encimB,  o 
si  no  podías  evitar  esto  (puesto  que  uno  nunca  está 
libre  de  algún  accidente  por  el  estilo)  porqué  andas 
por  allá  predicando  ei  Evangelio  cristiano"?  Pacien- 
cia, padre,  a  esto  voy. 

Tú  tienes  los  Oráculos  de  Dios  y  te  regocijas 
de  pertenecer  al  pueblo  que  es  el  depositario  de  la 
Ley  divina. 

Está  bien.  ¿Y  basta  ser  depositario  de  la  ley 
para  ser  justo  delante  de  Dios?  ¿No  será  necesario 
también  guardar  ia  ley  además  de  conocerla?  ¿Qué 
ta!  en  este  punto?  Suplicóle  leer  detenidamente  Ro- 
manos 2:17-29  y  preguntarte  entonces  si  verdade- 
ramente eres  Judío. 

Tú  eres  hijo  de  Abraham.  Muy  bien. ¿Y  honras 
a  tu  padre  andando  como  él  anduvo?  Fíjate  en  Ma- 
teo 3:9  y  en  Juan  8:39.  Te  aseguro  que  no  por  ser 
Judío,  dejas  de  ser  pecador.  Tal  vez  eres  pecador 
más  grande  que  tu  amigo  gentil  porque  tienes  un 
conocimiento  más  exacto  de  la  voluntad  de  Dios 
que  él  y  sin  embargo  andas  siempre  en  el  camino 
de  tu  propia  voluntad.  ¿Y  cómo  esperas  ser  salvo 
entonces?  Cuando  había  templo  y  se  ofrecían  los 
sacrificios,  había  como  purgar  tu  pecado.  Mas  aho- 
ra ¿qué  puedes  hacer?  ¿Cómo  no  comprendes  esa 
gracia  divina  que  proveyó  un  sacrificio  mejor 
(Hebreos  7:22-28)  antes  de  permitir  que  se  suprí- 


63 


míese  el  servicio  de  los  Levitas  en  el  templo? 

Tú  aún  esperas  al  Mesías.  No  comprendes  la 
gracia  de  Dios  manifestada  en  Jesucristo.  ¿Será 
capricho  tuyo,  o  cómo  se  explica  esto  de  que  tú  no 
puedes  entender  que  ese  paisano  tuyo  que  anduvo 
tu  tierra  hace  un  par  de  milenios  hablando  como 
nunca  habló  hombre  y  obrando  lo  que  los  siglos  han 
tenido  que  admirar,  cumplió  en  su  persona  las  pro- 
fecías consignadas  en  tus  Sagradas  Escriturai,  de 
modo  que  no  tenemos  que  esperar  a  otro?  Medio 
mundo  lo  adora,  y  tú  persistes  en  desconocerlo. 
Viniendo  la  salvación  al  mundo  por  los  Judíos, 
ellos  debían  ser  los  primeros  en  aprovechar  y 
anunciar  dicha  salvación. 

Me  recuerdo  un  día  de  nueva  luna  hace  pocos 
años  en  Jerusalem  cuando  estaba  parado  frente  a 
la  famosa  Muralla  de  Lloro  donde  más  o  menos  dos- 
cientos Judíos,  hombres  y  mujeres  clamaban  según 
su  costumbre  y  lloraban  la  destrucción  de  su  tem- 
plo. Un  hombre  venerable,  con  barba  blanca  y  larga 
se  me  acercaba  y  me  preguntó:  "¿Qué  dice  Ud.  de 
todo  esto?"  "Que  es  una  escena  muy  emocionante" 
le  dije,  como  en  efecto  lo  sentí  al  recordar  que  se 
había  repetido  este  lloro  en  e!  mismo  lugar  diaria- 
mente por  casi  dos  mil  años.  "Sí"  dijo  aquel  viejo 
Judío,  "es  emocionante  y  si  estamos  aquí  llorando, 
es  por  nuestros  pecados.  Pero  Mesías  viene  y  enton- 
ces estaremos  allí  arriba,  (señalando  el  ares  del 
templo)  muy  pronto,  muy  pronto."  Notando  en  mí 


64 


8in  duda  alguna  vacilación  me  preguntó  "y,  Ud. 
¿qué  siente  de  esto?"  "Que  quisiera  con  todo  ral 
corazón  verlos  allá,  mas  reconociendo  a  su  verda- 
dero Rey"  le  contesté.  Cuando  él  se  dió  cuenta  que 
le  hablaba  de  Jesucristo,  me  parecía  que  el  odio  y 
el  capricho  de  veinte  siglos  se  reconcentraban  en 
aquel  rostro  y  pude  darme  cuenta  como  tus  profe- 
tas llamaron  a  ese  pueblo  de  cerviz  duro,  de  cora- 
zón de  piedra  y  de  labios  incircuncisoa. 

La  cruz  de  Cristo  sigue  siendo  escándelo  para 
tí.  No  quieres  reconocer  que  convenía  que  el  Me- 
sías padeciera  ni  que  las  palabras  de  tu  profeta  "El 
llevó  nuestras  enfermedades  y  sufrió  nuestros  dolo- 
res, que  él,  herido  fué  por  nuestras  rebeliones,  mo- 
lido por  nuestros  pecados:  el  castigo  de  nuestra  paz 
sobre  él  y  por  su  llaga  fuimos  nosotros  curados", 
Isaías  53:4,5.  ¿Por  qué  no  aceptas  esta  gracia  divi- 
na? No  por  ser  Judío  te  rechaza  Jesús,  pues  él  es 
hoy  como  siempre,  para  los  llamados,  así  Judíos  co- 
mo Griegos,  potencia  y  sabiduría  de  Dios.  1  Corin- 
tios 1:24. 


♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦ 
♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦  ♦»♦♦♦»♦♦♦♦♦♦ 


65 


;S2S^?*o»o»o«c3«oeoeo«>o«o»o«o»o»o«o»o«o«o»o«oacec«o»o»o«o«ooo«o»o»o«c«o»of 
»o«o«»oao»o»o»o«o»o«o»o«ü»o»o»o«ü«o<»o«oéo«o»o*o»o»c«o«o«o»a«o»o«o»oi>&«o»3 


Capítulo  XI 


CAUTA  ABIERTA  AL 
MODERNISTA 


^^ppeciable  (So ¿i 


eaa¿ 


El  nombre  que  te  han  puesto  es  denriasisdo  am- 
biguo. Modernistas  somos  todos  los  que  aprovecha- 
mos la  vida  moderna, usando  la  fuerza  eléctrica  y  las 
máquinas  de  esta  época  en  que  vivimos.  Modernis- 
tas en  sentido  religioso  son  los  que  procuran  sacar 
del  Evangelio  eterno  aquellos  elementos  que  tienen 
aplicación  especial  a  las  necesidades  de  este  tiempo. 
El  nombre  que  te  han  puesto  no  te  da  a  conocer  por 
lo  que  eres,  es  a  saber  un  protestante  racionalista. 
Mas  como  el  uso  popular  te  ha  señalado  como  mo- 
dernista, no  me  queda  más  recurso  que  llamarte 
así. 

Siento  no  poder  usar  el  trato  de  "hermano" 


66 


contigo  porque  éste  está  reservado  para  aquellos 
que  por  un  nuevo  nacimiento  han  llegado  a  recono- 
cer a  Dios  por  BU  Padre, con  quien  han  llegado  a  ser 
reconciliados  por  la  obra  consumada  por  Cristo  en 
la  cruz.  Tú,  que  miras  en  el  Protestantismo  sola- 
mente cierto  movimiento  histórico,  sociológico,  con 
el  cuál  deseas  identificarte  por  sus  rasgos  de  liber- 
tad y  tolerancia,  que  pones  nuestra  herencia  bíbli- 
ca en  la  misma  categoría  de  las  obras  de  Homero  o 
Confucio,  y  las  usas  principalmente  para  desarro- 
llar tus  propios  poderes  de  análiais  e  imaginación, 
tú  que  miras  todo  el  ¡ado  espiritual  de  nuestra  vida 
como  un  magnífico  campo  para  estudios  psicológi- 
cos nada  más,  tienes  puesto  tu  pensfimiento  más 
bien  en  las  aulas  universitarias  Que  en  la  comunión 
de  los  santos  redimidos.  Tu  tesoro  está  en  la  Cien- 
cia Humana  y  donde  está  tu  tesoro  allá  también 
ebtá  tu  corazón.  Por  esto  eres  mi  «colega»  porcfue 
yo  también  he  pisado  las  aulas  universitarias  tanto 
de  la  Amói  icñ  como  de  la  vieja  Europa,  he  bebido 
también  en  la  fuente  pieria  y  aprecio  en  alto  grado 
ei  método  científico. 

Tú  me  dices  que  la  mayor  parte  de  los  creyen- 
tes protestantes  están  casi  tan  atrasados  en  sentido 
científico  como  son  los  mismos  romanistas;  que  han 
vuelto  en  superstición  su  religión;  que  procuran 
combatir  la  Ciencia  por  medio  de  la  Biblia  sin  enten- 
der ni  la  Ciencia  ni  la  Biblia;  que  están  empeñados 
en  procurar  su  Salvación  personal  mientras  no  Ies 


67 


importa  un  pito  los  grandes  males  eociaiee  que  mar- 
chitan nuestra^sociedad  moderna. 

En  parte  tienes  razón.  La  ciencia  posee  un 
campo  donde  tiene  derecho  a  plena  libertad.  Hechos 
son  hechos  y  el  creyente  que  niega  los  hechos  de  la 
Ciencia  con  interés  de  sostener  algún  dogma  suyo 
o  alguna  interpretación  de  la  Biblia,  no  sirve  bien  a 
su  Señor.  Se  pone  en  abierta  oposición  al  Dios  quien 
nos  habla  en  la  Naturaleza,  cuya  revelación  es  tan 
divina  como  la  contenida  en  la  Biblia. 

Igualmente  creo  contigo  que  la  Iglesia  en  tiem- 
pos pasados  ha  sido  dominada  demasiado  por  los 
poderosos  del  mundo,  recibiendo  su  protección  a 
cambio  de  cerrar  los  ojos  y  las  bocas  respecto  a  sus 
abusos  e  injusticias.  Por  tanto  no  desprecio  tu  én- 
fasis en  un  «Evangelio  SociaU  pues  creo  que  el  Es- 
píritu de  Dios  nos  está  enseñando  nuevas  cosas  hoy 
en  día  como  ha  hecho  a  los  creyentes  de  todos  los 
siglos  pasados. 

Pero  ahora  vengo  al  punto  donde  tenemos  que 
separarnos.  El  apóstol  Pablo  dice:  «La  ciencia  hin- 
che, mas  el  amor  edifica.»  En  la  ciencia  tienes  un 
buen  siervo,  mas  un  mal  amo.  Si  vives  para  la  cien- 
cia nada  permanente  alcanzas,  porque  la  ciencia 
acabará  en  su  forma  presente  ante  los  progresos 
futuros  alcanzados  por  su  mismo  método.  Como  los 
textos  de  ciencia  de  hace  cincuenta  años  ya  pasaron 
de  moda,  los  de  hoy  no  servirán  de  aquí  a  diez 


68 


años.  De  modo  que  edificar  tu  vida  sobre  la  cien- 
cia 68  edificarla  sobre  la  arena.  Si  al  contrario  edi- 
ficas tu  vida  sobre  la  fe  en  y  el  amor  a  Dios  y 
aprendes  a  ser  manso  y  humilde  de  corazón,  edifi- 
cas sobre  una  roca  firme  y  eterna. 

En  segundo  lugar,  encuentro  que  este  aire  uni- 
versitario que  te  das,  al  fin  y  al  cabo  te  hace  vivir 
en  el  mundo  del  pensamiento  donde  analizas  per- 
fectamente, pero  donde  no  puedes  dar  vida.  Te  veo 
analizando  el  cuerpo  humano  en  una  arroba  de  cal 
y  otra  de  cebo  con  tres  de  agua,  dos  libras  de  hie- 
rro, cinco  de  fósforo  etc.  etc.  Pero  cuando  te  traigo 
el  agua  y  la  cal,  el  hierro  y  el  fósforo  no  puedes 
hacer  con  ellos  un  hombre  ni  lo  que  parezca  siquie- 
ra a  uno.  Como  esto  pudiera  suceder  en  el  ramo 
material,  suela  suceder  muy  amenudo  el  en  ramo 
espiritual.  Tú  analizas  elementos  psicológicos  en  las 
vidas  de  los  santos  de  Dios, mostrando  perfectamen- 
te como  vencieron  el  p*cado  y  alcanzaron  la  comu- 
nión con  Dios  pero  cuando  te  encuentras  ante  un 
pecador  ya  no  sabes  que  hacer.  Nunca  te  he  visto 
llevar  B  un  hombre  a  Dios,  nunca  te  he  visto  con 
ese  celo  por  las  almas  perdidas  que  hay  entre  loe 
grupos  evangélicos.  Al  contrario  cuando  tu  racio- 
nalismo entra  a  una  iglesia,  ésta  se  vuelve  fría  y 
moribunda. 

Y  luego  encontramos  otro  punto  de  divergen- 
cia. Tú  no  encuentras  razonable  el  sufrimiento  de 
uno  por  las  culpas  de  otro.  Como  los  griegos  en 

<~  69  - 


tiempo  de  Pablo,  tú  buscas  sabiduría  y  como  estos 
mismos  griegos,  tu  encuentras  que  el  mensaje  de  la 
cruz  es  locura.  El  que  debe  haber  derramiento  de 
sangre  para  alcanzar  remisión  de  pecados  no  te  pa- 
rece lógico,  luego  tratas  de  establecer  tu  propia 
justicia  en  lugar  de  aceptar  la  justicia  de  Dios  que 
es  por  la  fe.  Por  esto  es  que  entiendo  que  no  eres 
tü  en  verdad  un  redimido,  un  salvo.  El  mundo  juz- 
ga que  eres  uno  de  nosotros.  Puede  ser  que  eres 
miembro  de  nuestra  misma  iglesia,  puede  ser  que 
tú  mismo  te  crees  un  cristiano  pero  no  eres  herma- 
no nuestro  porque  hermanos  son  los  que  son  de  una 
misma  sangre.  En  sentido  humano  puedes  sar  her- 
mano nuestro,  puedes  pertenecer  a  la  misma  raza, 
al  mismo  pueblo,  aún  a  ia  misma  familia,  pero  des- 
preciando la  sangre  de  Cristo,  no  habiendo  alcan- 
zado el  nuevo  nacimiento,  no  eres  de  nuestra  san- 
gre íque  a  la  verdad  no  es  nuestra  sino  de  Cristo)  y 
por  lo  tanto  como  dije  al  principio,  podemos  ser  co- 
legas pero  no  hermanos. 

Siento  que  te  hayas  encerrado  en  un  campo  tan 
estéril.  Ya  sé  como  me  quieres  enredar  con  tus  so- 
fismas, como  me  quieres  poner  tantas  objeciones  a 
que  acepte  la  Biblia  como  Palabra  de  Dios,  a  que 
acepte  la  muerte  expiatoria  de  Cristo  como  mi  úni- 
ca esperanza  de  vida  eterna.  A  tí  te  puede  pasar  lo 
que  sucedió  con  un  joven  una  vez  que  llego  con  un 
pastor  para  hacerle  muchas  preguntas  respecto  a  la 
Biblia.  El  pastor  contestó  que  él  no  podía  contestar- 


-  70  - 


tea  pero  aconsejó  al  joven  que  las  hiciera  a  Dios  en 
humilde  y  sincera  oración.  El  joven  lo  hizo.  Des- 
pués el  pastor  preguntó  al  joven  ei  Dios  había  con- 
testado estas  sus  preguntas.  «Como  noi>  replicó  este. 
«Las  contestó  todas  con  cuatro  palabras:  Tü  ERES 
UN  ORGULLOSO.» 

Esta  es  la  razón  de  tu  fracaso,  colega,  tu  orgu- 
llo. Pues  queriendo  entenderlo  todo,  haces  a  Dios  a 
la  imagen  y  semejanza  tuya,  y  entonces  no  entien- 
des por  qué  aquellos  que  le  comprenden  como  infi- 
nito, eterno  e  inmutable  en  su  ser,  sabiduría,  san- 
tidad, bondad,  justicia  y  verdad  y  Le  siguen  como 
tal,  te  dejan  muy  atrás  en  experiencias  espirituales 
y  servicio  social.  Tú  eres  al  fin  un  parásito  que  no 
tienes  vida  propia  y  sólo  quieres  vivir  da  aquellos 
que  tienen  sus  raíces  bien  sembradas  en  Dios.  Pero 
esto  es  porque  tú  así  lo  quieres.  Dios  no  te  hizo  pa- 
ra esto.  Entrega  tu  vida  a  El.  Confía  en  Cristo  co- 
mo tu  Salvador.  Aprende  usar  tu  razón  para  honra 
y  gloria  de  tu  Salvador  en  lugar  de  servirla  como  a 
un  ídolo,  y  entonces  tu  ciencia  que  hoy  estorba  tu 
fe,  será  un  adorno  más  en  el  templo  de  piedras  vivas 
donde  mora  el  Señor,  y  tú  habrás  experimentado 
lo  que  es  alcanzar  la  vida,  perdiéndola. 

Tu  colega  que  quiere  ser  tu  hermano. 


—  71  — 


i>o«<.i«o«oéo«o*o«o*oéo*úaoio«o«  oéo«o*oéo*c«c  ••o«c«o*c«o»* 


Capítulo  XII 


CAUTA  ABIERTA  AL 
PROTESTANTE  RITUALISTA 


No  te  vayas  a  asustar  si  te  saludo  con  el  título 
de  "Hermano"  en  lugar  de  llamarte  "Reverendísi- 
mo Doctor"  o  "venerable  Padre."  Recuerdo  que 
nuestro  Señor  nos  dijo:  "Mas  vosotros  no  seáis  lla- 
mados Rabbi:  porque  uno  solo  es  vuestro  Maestro 
y  todos  vosotros  sois  hermanos."  (Mateo  23:8.)  Si 
somos  hermanos  creo  que  no  debemos  tener  ver- 
güenza de  llamarnos  asi.  Tú  y  yo  somos  hermanos 
porque  reconocemos  el  mismo  Maestro  y  el  mismo 


—  72  — 


Salvador.  En  cuestión  de  doctrinas  estamos  ente- 
ranoente  de  acuerdo.  Lo  que  pasa  es  que  tú  pone^ 
un  énfasis  muy  especial  en  la  forma  en  que  lleva- 
mos a  cabo  ciertos  ritos  y  ceremonias  mientras  yo 
creo  que  el  fondo  de  las  cosas  y  el  espíritu  en  que 
se  llevan  acabo  es  el  todo.  Te  oigo  decir  que  la 
misma  palabra  nos  enseña:  "Hágase  todo  decoro- 
samente y  con  orden".  (1  Cor.  14:40).  Creo  que 
tu  énfasis  en  la  forma  nace  de  un  deseo  de  cumplir 
este  consejo.  Pero  debes  considerar  lo  peligroso, 
hermano,  que  es  dejarte  dominar  por  cuestiones  de 
formas  o  ritos. 

Pueda  ser  que  tu  tendencia  ritualista  se  ocupe 
de  la  forma  del  bautismo.  Ninguno  puede  negar 
que  el  bautismo  está  ordenado  en  la  Biblia  como  el 
medio  de  confesar  el  nombre  del  Señor  y  agregarse 
a  su  iglesia  visible.  Pero  tú  (si  con  o  sin  razón  es 
cuestión  sucundaria)  te  pones  a  defender  cierta 
forma  de  bautismo,  inmersión  o  derramamiento  o 
asperación.o  alegar  en  pro  o  en  contra  del  bautismo 
de  párvulos  hasta  el  extremo  de  volver  el  bautismo 
una  superstición  y  negar  el  trato  de  hermano  y  la 
comunión  en  la  Cena  del  Señor  a  todos  aquellos  que 
no  practican  el  rito  exactamente  como  tú  lo  haces. 

O  puede  ser  que  te  ocupes  de  la  sucesión  ápos- 
tólica  y  la  imposición  de  manos,  negando  Ift  validez 
de  la  ordenación  de  aquellos  ministros  que  no  han 
sido  consagrados  canónicamente.    La  imposición 


—  73  — 


de  manos  es  un  rito  del  Nuevo  Testamento  que  en 
todos  los  siglos  puede  practicarse  con  provecho,  pe- 
ro no  es  más  que  un  reconocimiento  por  parte  del 
pueblo  de  Dios  que  ciertas  personas  tienen  dones 
especiales  para  la  obra  de  Cristo.  Lo  esencial  es 
que  estas  personas  sean  reconocidas  por  sus  herma- 
nos por  lo  que  son.  Poner  énfasis  en  el  rito,  pro- 
curando sobre  todo  que  esta  imposición  venga  en 
línea  recta  de  los  mismos  apóstoles,  es  atribuir  al 
rito  un  poder  mágico  que  echa  a  perder  toda  su 
verdadera  significación. 

De  la  misma  manera  puedes  tomar  la  cuestión 
de  guardar  ciertos  días  como  Navidad,  Semana  San- 
ta o  aún  el  Domingo  mismo  y  mirar  estas  obervacio- 
nes  como  de  tanta  importancia  que  todo  lo  demás 
viene  siendo  secundario.  Igual  cosa  puede  suceder 
con  el  don  de  hablar  con  lenguas  extrañas. 

Clasifico  como  ritualistas  a  todos  aquellos  que 
atribuyen  algún  poder  salvador  a  cualquier 
rito  o  práctica  exterior,  haciéndolo  un  asunto 
(como  se  dice  en  latín)  ex  opere  operAto  y  afirmo 
que  cualquier  cristiano  que  se  deja  enredar  en  estas 
cuestiones  pone  en  peligro  muy  grave  su  propia 
vida  espiritual  como  también  la  causa  del  Señor. 
¡Quién  no  puede  cumplir  un  rito!  Un  hombre 
puede  bautizarse  en  diez  diferentes  maneras  y  sin 
embargo  permanecer  un  pecador  perdido.  Un  mi- 
nistro puede  ser  ordenado  por  aquellos  que  son  de 


—  74  — 


la  llamada  sucesión  apostólica  y  sin  embargo  no  lle- 
var una  sola  alma  a  los  pies  del  Señor.  Un  cristia- 
no puede  guardar  el  domingo  y  todos  los  demás 
días  acostumbrados  y  sin  embargo  deshonrar  el 
nombre  que  lleva.  Uno  puede  hablar  con  lenguas 
de  hombres  y  de  ángeles  y  no  pasar  de  ser  metal 
que  resuena  o  címbalo  que  retiñe.  Uno  puede 
cumplir  todos  los  ritos  conocidos  entre  los  cristianos 
desde  la  circuncisión  hasta  el  lavamiento  de  los  pies 
y  nunca  llegar  a!  fondo  de  la  fe  que  profesa. 

Cristo  no  dijo:  el  que  ae  bautizare  en  cierta 
manera,  el  que  guardare  ciertos  días,  el  que  cum- 
pliere ciertos  ritos  verá  el  Reino  de  Dios.  Lo  que 
sí  dijo  fué  "de  cierto,  de  cierto  te  digo  que  el 

QUE  NO  NACIERE   DE  ARRIBA,   NO  PUEDE  VER  EL 

REINO  DE  Dios".    (Juan  3:3.) 

Pablo  dijo  en  el  mismo  sentido:  "Porque  ni 

LA  CIRCUNCISIÓN  NI  LA  ÍNCIRCUNCISIÓN  VALE  ALGO 
SINO  LA  NUEVA  CRIATURA".     (Gálatas  6.15). 

Y  con  esto  no  desecho  los  ritos.  Un  hombre 
decente  no  anda  desnudo;  pone  todo  cuidado  en  que 
8u  vestido  sea  correcto  y  limpio.  Pero  está  más 
solícito  por  el  bienestar  de  su  cuerpo  que  por  la 
ropa  que  lo  cubre.  Tú  estas  más  semejante  a 
aquel  que  deja  desarrollar  toda  clase  de  enferme- 
dades en  su  cuerpo  sin  que  le  dé  cuidado,  con  tal 
de  estar  vestido  a  la  moda  que  rige. 


—  75- 


Los  ritos  por  su  naturaleza  tienen  que  ver  con 
la  Letra,  mas  la  Letra  siempre  mata  mientras  que 
es  el  Espíritu  que  vivifíca. 

Tras  de  la  Letra  vienen  las  luchas  de  interpre- 
tación y  la  división  del  cuerpo  de  Cristo  en  sectas 
antagonistas,  gastando  los  cristianos  en  guerras 
fratricidas  lo  que  debía  aprovecharse  en  evange- 
lizar al  mundo  inconverso. 

Entiendo  que  es  una  tentación  refugiarse  en 
formas  y  fórmulas  cuando  la  llama  de  la  fe  se  va 
apagando,  pero  éstas  no  hacen  más  que  dar  cierta 
apariencia  de  vida  a  lo  que  ésta  en  verdad  mori- 
bundo. El  poder  del  Evangelio,  no  estriba  en  nin- 
gún rito  sino  en  su  capacidad  de  transformar  las 
vidas  mediante  la  fe  en  la  obra  de  reconciliación 
sellada  con  la  sangre  de  Cordero  de  Dios  que  quita 
el  pecado  al  mundo.  Este  es  el  motor  que  hace  que 
el  Cristianismo  camine.  Todo  lo  demás  es  acciden- 
tal. Esto  es  lo  que  tú  has  olvidado  y  lo  que  te 
quiere  recordar. 

Tu  hermano  en  la  fe  de  Cristo. 


—  76  — 


i«o»ci«o«o«o«o«o«o«o»o«o»o«o»o»o«o»oi»o«o»o»o«o«o«o«o»o»o»oco»o«o«o«o»o«Of 
»o«oi»o«o«o»o«o«o«o«o«o«o«o»o«o»o«o»io«ü«ü«o»o«o»o«o«o«o»o«ooo»o«ü«oao»o»a 


Capítulo  XIIT 


CARTA  ABIERTA  AL 
PENTECOSTALISTA 


>^maclo  hermano: 

He  rehuido  de  escribir  esta  carta.  He  querido 
que  fuésemos  tan  unidos  en  el  servicio  de  nuestro 
Señor  que  ninguno  notara  que  no  estamos  de  acuer- 
do en  ciertos  detalles  de  menor  importancia.  Pero 
no  he  podido  escaparme  de  mandar  una  carta  tam- 
bién a  Ud.  Mis  amigos  mundanos  me  han  echado 
en  cara  que  los  pastores  protestantes  son  los  que  se 
dejan  picar  de  un  cascabel  para  probar  al  mundo 


-  77  - 


que  BÍ  se  cumple  la  promesa  de  Cristo  en  Marcos 
16:18  y  he  teoido  que  decirles  que  éstos  pastores  son 
otros  y  que  los  que  son  de  mi  denominación  no  se 
valen  de  medios  de  publicidad  tan  indignos. 
Ciertos  vecinos  míos  me  andan  diciendo  que  soy  de 
los  que  mantienen  el  barrio  despierto  hasta  las  dos 
de  la  mañana  con  los  alborotos  e  bullas  de  su  tem- 
plo y  he  tenido  que  decirles  que  no,  que  estos  son 
otros  Pedros.  Mía  hermanos  recién-convertidos 
vienen  preguntándome  si  pueden  estar  seguros  de 
su  salvación  cuando  no  han  alcanzado  el  don  de  ha- 
blar en  lenguas  y  como  en  algunos  de  ellos  no  se 
les  suelta  la  lengua  por  nada,  están  apenadísimos, 
habiendo  oído  de  usted  que  solamente  aqu«l  que 
tiene  este  don  pueden  tener  la  seguridad  de  la  sal- 
vación. Ante  esta  pena  he  tenido  que  decirles  que 
sí,  usted  es  un  hermano  fiel,  amoroso  y  consagrado 
pero  que  en  este  punto  se  halla  errido,  puesto  que 
las  Sagradas  Escrituras  solamente  ponen  la  fe  en 
nuestro  Señor  Jesucristo  como  condición  de  salva- 
ción. He  visto  también  unos  de  mis  hermanos  po- 
bres y  sencillos,  que  habiendo  oído  de  usted  que 
"Jesús  es  mi  Sanador"  han  entregado  sus  cuerpos 
a  El  por  BU  consejo,  despreciando  la  vacuna,  por 
ser  de  los  hombres  (y  muriendo  de  la  viruela), 
aguantando  los  dolores  de  un  apendicitis  (y  murien- 
do de  él  al  fin)  y  no  observando  las  leyes  sanitarias 
más  fundamentales  y  he  tenido  que  protestar  que 
en  este  asunto  de  nuestras  enfermedades  no  es 
justo  pedir  que  Dios  haga  lo  que  está  muy  fácil 


—  78  - 


hacer  nosotros  mismos  y  que  para  esperar  la  ben- 
dición de  Dios  y  poder  orar  con  verdadera  fe  que 
nos  sane,  debemos  aprovechar  primero  todos  I03 
medios  de  Ciencia  que  El  ha  puesto  a  nuestro  alcan- 
ce. Así  es  que,  aunque  no  he  querido  contradicio- 
nes con  usted,  hermano  querido.  la  fuerza  de  las 
circunstancias  me  ha  obligado  a  ellas. 

Pero  no  quiero,  bajo  ningún  concepto,  que  es- 
tas diferencias  vengan  a  estorbar  el  gran  gozo  que 
nace  de  nuestra  unión  en  el  Señor.  Ambos  tene- 
mos el  mismo  Salvador.  ¡Gloria  sea  a  su  santo 
nombre!.  Amén.  Ambos  tenemos  le  misma  revela- 
ción divina  en  la  Santa  Biblia.  Si  usted  la  entiende 
de  un  modo  y  yo  de  otro  es  porque  es  Palabra  de 
Dios  y  nosotros  somos  hombres  que  no  alcanzamos 
a  percibir  y  armonizar  todo  su  contenido.  Pero 
nada  gánamos  con  encubrir  nuestras  diferencias. 
De  Ift  discusión  nace  la  luz.  En  la  medida  que 
usted  es  sincero  y  yo  también,  el  Señor  de  ambos 
hará  que  la  verdad  salga  de  nuestras  mismas  con- 
tradicciones más  reluciente  y  hermosa  que  si  noso- 
tros hubiéramos  quedado  callados. 

Doy  gracias  a  Dios  por  usted  y  por  la  obra 
preciosa  que  ha  estado  haciendo  en  el  nombre  del 
Señor.  La  nota  del  gozo  sobresale  en  su  predica- 
ción y  en  su  vida  y  usted  ha  sabido  atraer  a  mul- 
titudes a  nuestro  Señor  con  el  espíritu  contagioso 
de  gozo  santo.    Ha  despertado  los  depósitos  de  la 


-79  — 


emoción  que  muchos  cristianos  tememos  tocar  y 
nos  ha  enseñado  a  todos  que  también  la  emoción 
puede  ser  don  de  Dios  cuando  es  usado  para  gloria 
de  BU  Santo  nombre. 

Hay  muchos  puntos,  sin  embargo,  de  doctrina 
en  que  no  estamos  de  acuerdo.  La  mayor  parte 
tienen  que  ver  con  la  enseñanza  bíblica  respecto  al 
Espirito  Santo.  Ni  aun  aquí  estamos  en  un  desacuer- 
do completo,  pues  en  gran  parte,  reconocemos  loa 
mismos  hechos  y  nuestras  diferencias  refieren  prin- 
cipalmente a  la  explicación  de  los  hechos.  Yo  en- 
tiendo que  el  Señor  está  presente  en  el  mundo  por 
medio  de  su  Espíritu,  pidiendo  entrada  en  los  co- 
razones de  los  pecadores,  encontrando  es- 
ta enseñanza  en  las  Sagradas  Escrituras 
desde  Génesis  6;3  hasta  Apocalipsis  22:17.  Yo 
entiendo  que  cuando  el  humano  abre  la  puerta  de 
su  corazón  a  Dios  y  recibe  a  Jesucristo  como  su 
único  y  suficiente  Salvador,  no  puede  excluir  a  la 
tercera  persona  de  la  Santísima  Trinidad.  Hechos 
2:38,  Juan  3:5,  I  Cor.  3:19,  20,  Efe.  1:13,14,  Rom. 
8:9,  14,  todas  según  mi  parecer  enseñan  que  reci- 
bimos el  Espíritu  Santo  desde  que  creemos.  Tenien- 
do el  Espíritu  Santo  podemos  contristarle  (Ef. 
4:30),  podremos  apagarle  también  (I  Tes.  5:19),  y 
así  estar  en  condición  de  recibir  la  exhortación  de 
Ef.  5:18  de  ser  llenos  del  Espíritu.  Cuando  habien- 
do apagado  o  contristado  al  Espíritu,  le  damos  ple- 
no lugar  nuevamente,  sentimos  d¿8de  luego  un 


—  80  — 


goza  y  crecemos  en  la  gracia.  Es  una  experiencia 
preciosa  entrar  en  la  vida  victoriosa.  Pero  las  evi- 
dencias de  tener  el  Espíritu  son  precisamente  en  el 
hecho  que  llevemos  los  frutos  del  Espíritu  que  eon 
"amor,  gozo,  paz,  tolerancia,  benignidad,  bondad, 
fe,  mansedumbre,  templanza."  (Gál.  5:22,  23.) 

En  cuanto  al  don  de  lenguas,  entiendo  que  las 
manifestaciones  especiales  que  el  libro  de  los  He- 
chos consigna,  como  ocurridas  en  el  día  de  Pente- 
costés en  Jerusalem  y  cuando  la  visita  de  Pedro  a 
la  casa  de  Cornelio,  tenían  que  ver  ccn  la  iniciación 
de  una  época  o  dispensación  para  los  judíos  en  el 
primer  caso  y  para  los  gentiles  en  el  segundo,  en 
que  el  Espíritu  Santo  de  Dios,  en  ausencia  de  la 
persona  de  nuestro  Señor  en  la  carne,  tomó  bejo  su 
especial  cuidado  la  marcha  de  la  Iglesia  Cristiana. 
No  veo  en  estos  acontecimientos  ninguna  indica- 
ción que  deben  establecerse  como  normas  para  cada 
creyente  individual. 

Tratando  ahora  no  de  doctrina,  sino  de  prácti- 
ca, me  baso  en  la  enseñanza  de  I  Cor.  14  para  afir- 
mar que  lá  manera  suya  de  llevar  el  culto  no  es 
provechoso,  pues  Dios  es  Dios  de  orden.  El  mismo 
apóstol  dice  que  si  toda  la  iglesia  se  juntara  en  una 
y  todos  hablan  lenguas  y  entran  indoctos  o  infieles 
¿no  dirán  que  estáis  locos?  Ustedes  contestan  que 
no  importa  lo  que  ellos  piensan,  pero  el  apóstol  di- 
ce que  sí  importa  y  que  más  fácilmente  puede  el 
Espíritu  usar  una  predicación  para  sacar  lo  oculto 
de  BUS  corazones  y  para  que  se  postren  sobre  sus 


—81— 


rostros  adorando  a  Dios  y  declarando  que  Este  es- 
tá verdaderamente  en  vosotros,  que  no  hablando 
miles  de  palabras  no  entendibles.   Su  manera  de 
permitir  la  oración  de  todos  en  conjunto  y  todos  en  . 
voz  alta,  priva  a  los  hermnos  del  privilegio  de  decir  - 
amén  a  lo  que  uno  en  nombre  de  todos  manifiesta. 
Para  que  cada  uno  hable  a  Dios  directamente  tene- 
mos nuestras  casas  donde  entrados  en  nuestras  cá- 
maras, podremos  hablar  a  nuestro  Dios  en  secreto, 
(Mat.  6:6)  y  sin  hacer  el  escándalo  que  implica  esa 
gritería,  cuando  todos  oran  juntos  en  voz  alta. 
Otro  punto  de  orden.  Usted  recibe  en  la  comunión 
de  la  Iglesia  y  concede  el  bautismo  a  cualquiera  que 
hace  profesión  de  conversión,  de  modo  que  hay  en- 
tre los  suyos  personas  que  viven  con  una  o  más 
mujeres,  sin  ser  casadas,  personas  que  se  ocupan 
en  trabajos  vergonzasos,  como  vender  aguardiente 
a  sus  semejantes  y  otras  personas  que  dan  mal  tes- 
timonio.   En  bautizar  a  estas  personas  usted  está 
saliendo  del  testimonio,  hasta  ahora  unido,  del  pue- 
blo evangélico  en  estos  puntos,  y  debilitando  en  es- 
ta medida  dicho  testimonio. 

En  cuanto  a  sus  prácticas  con  respecto  a  la  sa- 
nidad del  cuerpo,  debo  manifestar  que  la  Palabra 
de  Dios  de  ninguna  manera  prohibe  el  uso  délos 
médicos  ni  de  las  medicinas.  Lucas  era  el  médico 
amado.  Nuestro  Señor  dice  claramente  que  el  que 
está  enfermo  necesita  de  médico.  El  mismo  usó 
ciertos  medios  materiales  (medicinas)  para  curar  a 


—82— 


los  que  llegaron  a  El.  Y  en  2  Reyes  20:7,  Ez.  47:12, 
Jer.  8:22,  I  Tim.  5:23,  etc.  se  recomienda  el  uso  de 
medios  materiales  en  las  curaciones.  En  cuanto  a 
esto  de  las  culebras  cascabeles  entiendo  que  dejar- 
se picar  por  una  tal  con  el  fin  de  mostrar  que  el 
Señor  obrará  el  milagro  de  que  el  veneno  no  nos 
mate,  es  directamente  tentar  a  Dios.  Ahora,  si  aten- 
diendo sus  quehaceres  legítimos  el  hombre  fuera 
mordido  por  dicho  cascabel  y  habiendo  aprovecha- 
do todos  los  medios  a  su  alcance  de  lograr  su  vida, 
terminara  orando  fervientemente  al  Señor  que 
bendijera  estos  medios  y  prometiera  consagrar  sus 
e3fuerzo3a  servir  ai  Señor  cuando  se  haya  restable- 
cido, entonces  sí  podrá  esperar  la  bendición  de  Dios 
para  su  levantamiento.  De  igual  manera  el  cristia- 
no, en  cuanto  se  encuentra  enfermo,  debe  enco- 
mendarse al  Señor  en  esto  como  para  todas  sus  co- 
sas desde  luego,  pero  debe  valerse  también  de  to- 
dos los  medios  que  están  a  su  elcance  para  su  res- 
tablecimiento y  si  Dios  no  permite  que  éstos  den  el 
resultado  de  su  curación,  debe  como  San  Pablo, 
gloriarse  en  sus  enfermedades,  (2a.  Cor.  12:7-9). 
Pues  el  fin  primordial  del  hombre  no  es  el  de  estar 
sano  de  BU  cuerpo,  que  tarde  o  temprano  tendrá 
que  dejar,  sino  de  glorificar  a  su  Dios,  quien  le  ha 
dado  vida  y  salvación. 

Vuelvo  a  decir  que  me  alegro  por  toda  la  bue- 
na obra  que  usted  hace,  mas  temo  también  que  ha 
soltado  fuerzas  en  la  Iglesia  que  fácilmente  pueden 


—83— 


salir  de  sus  cauces,  como  se  ha  visto  más  de  una 
vez  en  los  centros  pentecostales.  Si  he  de  escoger 
entre  la  doctrina  seca  y  sin  emoción  del  profesor 
ortodoxo  y  la  bulla  de  una  reunión  de  los  suyos, 
puedo  sentirme  atraído  verdaderamente  a  su  com- 
pañía, pero  no  me  encuentro  ante  este  dilema.  En- 
tre el  Racionalismo  y  el  Pentecostalismo  hay  un 
término  medio  que  la  Iglesia  Evangélica  ha  de  bus- 
car y  pido  a  Dios  que  también  usted  pueda  buscar 
este  camino  como  yo  también  deseo  hallarlo  y  que 
así  nuestros  c&minos  que  ahora  aparecen  separados 
vayan  uniéndose,  conforme  ambos  vamos  buscando 
al  Señor.  Subscríbome 


Su  hermano  en  la  fe. 


—84— 


  —    '    —   r-  •o«C'»o»o»c»c«-;«  _ "  D«o*o«oio#O«O«0tMa 

•o»o«o*'  t  •  -  •  -  •«■•o»c»o»o»c«o«c«o»c«c«o«-:«o»c«c^ 
""OIIO»0  •o«o*o»o»o»o»o»o«o«o»o»o«c»o»o«o»o»o»o» 


Capítulo  XIV 


CARTA  AL  HORMON. 

^fiespetaéle  Paisano: 

Por  allá  en  el  estado  de  Colorado  donde  yo  cre- 
cí tus  padres  pasaron  hace  cíen  años  hasta  echar 
raices  en  el  territorio  vecino  de  Utah  que  vino  a 
ser  para  ellos  una  especie  de  paraíso  terrenal.  Ya 
tenemos  más  de  cincuenta  años  de  jugar  la  vuelta 
contigo;  pues  tú  entras  en  las  casas  tras  de  mí  y  yo 
tras  tí  oyendo  de  tu  visita  y  tus  doctrinas  de  aque- 
iloB  a  quienes  has  tratado  de  convencer.  Ya  es  tiem- 
po pues  que  nos  entendamos  directamente.  ¡Vamos 
pues  al  grano! 

Tu  eres  propagandista  muy  activo  y  muy  há- 
bil. Tú  te  presentas  como  miembro  de  la  "Iglesia 
de  Jesucristo  de  los  Santos  de  los  Ultimos  Días" 
(si  eres  de  los  Mormones  de  Utah)  o  como  de  la 


Iglesia  Reorgranízada  de  Jesucristo  de  los  Santos  de 
los  Ultimos  Días"  (si  eres  de  los  Mormones  de  Mi- 
ssouri). Apelas  a  la  Biblia.  Practicas  las  virtude» 
cristianas.  Evitas  los  vicios.  Socorres  a  los  pobres. 
Procuras  manejar  tus  bienes  materiales  como  una 
mayordomía  que  Dios  te  ha  entregado.  Parece  que 
fuésemos  hermanos.  Pero  las  apariencias  a  veces 
engañan  como  en  el  caso  presente. 

Según  yo  entiendo,  todas  mis  cartas  anteriores 
tienen  algo  para  tí.  Igual  al  Libre  Pensador  some- 
tes la  Biblia  a  tus  ideas  preconcebidas  en  lugar  de 
ácatarla  humildemente  como  Palabra  de  Dios;  con 
los  Catóiicoromanos  profesas  que  por  tus  ceremo- 
nias (Bautismos  por  los  Muertos)  puedes  salvar  a 
los  muertos  que  languidecen  en  un  estado  de  prue- 
ba; con  los  Espiritistas  presentas  las  buenas  obras 
como  esperanza  de  salvación.  Así  como  los  Adven- 
tistas tienen  su  profeta  que  les  ha  dejado  otro  libro 
para  completar  la  Biblia,  tú  tienes  tu  profeta,  José 
Smith,  y  su  libro  de  Mormon;  con  el  Testigo  de  Je- 
hová  piensas  del  Espíritu  Santo  como  una  simple 
influencia,  no  como  una  persona;  como  el  Comunis- 
ta esperas  encontrar  la  dicha  en  las  cosas  materia- 
les.Tienes  la  creencia  del  Teósofo  en  la  preexistencia 
del  hombre.  Con  el  Masón  usás  ceremonias  secretas 
donde  no  es  admitido  el  público.  Miras  al  templo 
con  sus  ritos  como  esencial  al  culto  verdadero  como 
BÍ  fueses  Judío.  Añadesy  quitas  a  la  Palabra  de  Dios 
como  el  Modernista.  Eres  Ritualista  más  que  ningu- 
no y  vas  más  allá  del  Pentecostalista  (si  eres  de  los 


—86— 


no  reorganizados)  que  a  veces  tolera  la  Poligamia, 
enseñando  que  es  el  estado  ideal  del  Cristiano. 
De  modo  que  el  único  de  mis  corresponsales 
con  quien  no  tienes  nada  de  común  es  el  Indife- 
rente en  materia  de  religión. 

Desde  luego  si  naciste  en  el  Mormonismo  no 
es  justo  echarte  la  culpa  de  su  principio  y  desarro- 
llo. Pero  tenemos  que  ver  un  poquito  de  Historia 
de  todos  modos.  El  principio  de  tu  religión  fué  el 
6  de  Abril  de  1830  cuando  José  Smith  preguntó  a 
Dios  a  cual  de  las  sectas  debía  unirse  y  se  le  contes- 
tó que  "TODAS  eran  malas  y  TODOS  sus  credos 
eran  una  abominación  y  TODOS  sus  ministros  esta- 
ban corrompidos".  Mas  la  verdadera  iglesia  que 
él  fundó  (la  mormona)  luego  se  dividió  en  seis  o 
siete  ramos  al  ser  asesinado  su  primer  profeta.  No 
comprendió  José  Smith  ni  has  comprendido  tü  que 
la  verdadera  Iglesia,  la  novia  del  Señor,  no  puede 
identificarse  con  ninguna  organización  visible  ni  se 
puede  decir  que  aquí  está  o  allá  pues  esta  dentro  de 
cada  creyente  verdadero,  sea  su  filiación  eclesiásti- 
ca la  que  fuera. 

Luego  el  libro  del  Mormon  se  ha  probado  sin 
dejar  lugar  a  dudas  que  es  basado  sobre  una  nove- 
la, aunque  con  algunas  adiciones.que  por  vía  de  di- 
versión escribía  un  tal  Salomón  Sp&udling,  quien 
murió  antes  que  se  le  publicara.  El  manuscrito  fue 
robado  a  su  viuda  y  resultó  en  poder  de  Smith 


—87-^ 


quien  sabe  como  de  modo  que  tu  aceptas  como  Pa- 
labra de  Dios  lo  que  no  tiene  más  base  que  la  fan- 
tasía de  un  hombre. 

Luego  para  darle  al  libro  una  apariencia  de  ori- 
gen divino  se  inventó  lo  de  las  planchas  de  oro  es- 
critas con  caracteres  egipcios.  Estas,  según  asevera 
José  Smith, fueron  descubiertas  por  él  el  22  de  Sep- 
tiembre de  1827  en  un  monte  cerca  de  su  casa.  Co- 
mo no  sabía  ni  leer  ni  escribir  con  perfección,  pre- 
tendía que  con  unos  anteojos  de  cristal,  descubier- 
tos al  lado  de  las  planchas, pudo  descifrar  el  sentido 
de  las  letras.  Desde  atrás  de  una  cortina  dictaba  el 
actual  libro  de  Mormón  como  fiel  traducción  de  Id 
escrito  en  las  planchas  de  oro  a  unos  secretarios  es- 
cogidos por  él  que  después  juraron  haber  visto  las 
planchas.  Aun  presentaron  fotografías  de  algunas 
de  las  planchas  para  probar  que  en  realidad  exis- 
tían. ¿Pero  donde  están  las  planchas  hoy? 

Todavía  los  Judíos  guardaban  las  dos  tablas  de 
la  Ley  o  sean  los  Diez  Mandamientos  dentro  del  ar- 
ca del  pacto  durante  1,400  años  hasta  que  el  gene- 
ral Tito  las  llevó  a  Roma  después  de  la  destrucción 
di  Jerusalem  y  se  perdieron.  Pero  el  ángel  Moroni 
no  tuvo  tanta  confianza  con  tus  antepasados  como 
Jehova  con  el  pueblo  de  Israel,  pues  hecha  la  tra- 
ducción llevó  las  planchas  al  cielo,  según  dice  José 
Smith.  ¡Mejor  ro  hubieran  hecho  las  fotografías  de 
las  planchas!  pues  no  sen  caracteres  egipcios  que 
aparecen  en  estas.  Escucha  el  testimonio  del  profe- 


-88— 


sor  Carlos  H.  S.  Davis:  ^'Conozco  los  idiomas  egip- 
cio, caldeo,  asirlo,  y  árabe;  adeniás  conozco  muchas 
de  las  lenguas  orientales  y  declaro  positivamente 
que  no  hay  en  la  susodicha  copia  ni  una  letra  siquie- 
ra de  ningún  idioma  oriental.  Un  estudio  cuidadoso 
de  la  copia  exacta  demuestra  que  los  caracteres 
que  existen,  fueron  puesto  al  tanteo  por  una  perso- 
na completamente  ignorante,  porque  no  presentan 
semejanza  ni  aun  con  los  signos  de  la  taquigrafía". 
(Copiado  del  libro  DOCTRINA  Y  PACTOS  DEL 
MORMONISMO  por  Bay  263-266  en  el  Mormonis- 
mo  por  Bogart). 

También  por  el  contenido  del  libro  se  ve  que 
es  del  siglo  diecinueve.  Los  discursos  de  pretendi- 
dos caciques  indígenas  de  la  antigüedad  se  llenan 
con  f races  acostumbradas  en  los  avivamientos  reli- 
giosos del  siglo  pasado,  hay  largas  porciones  copia- 
das palabra  por  palabra  de  la  Confesión  de  West- 
minster  y  aun  un  discurso  de  Nefí  contiene  la  expo- 
sición de  una  doctrina  correspondiente  a  opiniones 
particulares  expuestas  en  el  Presbiterio  de  Ginebra 
(Nueva  York)  en  donde  vivía  Smith.  Por  lo  arriba 
expuesto  no  puedo  zafarme  de  la  convicción  que  te 
han  metido  gato  por  liebre  y  que  has  dejado  que 
un  profeta  falso  se  burlara  desvergonzadamente 
de  ti. 

Pero  pasemos  a  otros  puntos.  De  los  pretendi- 
dos milagros  de  tu  secta  solo  puedo  repetir  lo  que 
he  dicho  al  Pentecostalista,  en  la  cartá  anterior  a  la 


presente.  Suplicóte  pesar  mis  razones. 

Con  respecto  a  ta  exclusivismo  que  pretende 
que  todas  las  demás  iglesias  son  apóstatas  y  que  el 
único  bautismo  que  vale  es  el  administrado  por  un 
apóstol  mormon  solo  puedo  suplicarte  que  aplicas 
a  ti  y  a  tu  iglesia  lo  expuesto  al  Católicoromano  en 
la  carta  dirigida  a  este. 

Respecto  a  tu  pretensión  que  el  Presidente  de 
tu  Iglesia  es  inspirado  divinamente  y  que  su  voz  es 
la  voz  de  Dios  no  hay  necesidad  que  escriba  muchas 
palabras.  Lo  que  he  consignado  en  mis  cartas  ál  Ro 
manistay  al  Adventista  puede  dirigirse  a  tí  con  so- 
lo cambiar  el  nombre. Parece  que  a  tí  como  a  ellos  no 
os  entra  pena  por  lo  dicho  en  Apocalipsis  22:18,19. 

En  cuanto  a  la  poligamia  no  cabe  duda  que 
José  Smith  dió  el  decreto  que  la  autoriza  entre  sus 
seguidores  y  que  forma  parte  integrante  de  tu  si*'- 
tema.  Es  verdad  que  el  ramo  "reorganizado"  de  tu 
iglesia  no  la  acepta  (en  que  hace  bien  aunque  no  es 
consecuente)  y  que  los  de  Utah  la  han  suprimido 
oficialmente  por  no  incurrir  en  dificultades  con  el 
Gobierno  de  los  Estados  Unidos.  Pero  siempre  la 
consideran  como  la  forma  ideal  y  celestial  del  ma- 
trimonio. Por  esto  creo  que  debo  escribir  algunas 
palabras  al  respecto. 

Vosotros  citáis  el  hecho  que  Abraham,  Jacob  y 
David,  lo  mismo  que  Salomón  tuvieron  más  que 


una  esposa  y  a  pesar  de  este  hecho  fueron  siervos 
de  Dios  que  merecieron  su  aprobación.  Es  cierto. 
Pero  este  hecho  no  autoriza  la  poligamia  en  nues- 
tro tiempo.  Nuestro  Señor  cita  Génesis  2:24  que  di- 
ce que  el  hombre  ha  de  allegarse  a  su  mujer,  (no 
sus  mujeres)  (Marcos  10:6-9).  También  el  apóstol 
Pablo  presenta  la  monogamia  como  la  condición 
recta  y  decorosa  del  creyente.  (1  Timoteo  3:1,2; 
Hebreos  13:4  etc).  Una  doctrina  tan  agradable  al 
varón  carnal  como  es  la  poligamia  era  de  esperarse 
en  un  sistema  apóstata,  que  descansa  sobre  enga- 
ños y  falsificaciones. 

Y  por  último  vosotros  creéis  que  el  perdón  de 
'los  pecados  y  la  expiación  por  ellos  se  alcanza  por 
"las  leyes  y  ordenanzas  del  Evangelio".  Es  tu  pen-. 
samiento  que  tus  buenas  obras  te  han  de  salvar. 
Pero  esta  enseñanza  no  es  del  Evangelio.  Has  hecho 
de  las  Buenas  Nuevas  o  sea  el  Evangelio  una  ley 
que  descansa  pesadamente  sobre  los  hombres.  Con 
esto  le  quita  su  carácter  de  Buenas  Nuevas.  Suplí- 
cote  leer  Gálatas  1:6-8,  Efeseos  2:8-10,  Lucas  7:44- 
50,  Juan  4:7-15,  Romanos  5:1,2  etc,  etc. 

La  gracia  de  que  hablan  estos  pasajes  es  tam- 
bién para  tí.  Deja  de  seguir  un  profeta  falso,  a  un 
sistema  erróneo.  Acepta  la  salvación  que  Jesús  te 
ofrece  y  tendrás  una  vida  feliz,  muy  distinta  de  la 
que  vives  en  el  Mormonismo. 

Sin  otro  particular  me  suscribo  como  tu  paisa- 
no que  quisiera  ser  tu  hermano  en  Cristo. 


—91— 


Capítulo  XV 


HABLA  LA  PALABRA 
DE  DIOS  SOBRE  LAS 
OTRAS  CREENCIAS. 


7  (Boi*intios1  :í 8' 31  , 

18  Porque  la  palabra  de  la  cruz  es  locura  a 
los  que  se  pierden,  mas  a  los  que  se  salvan,  es  a 
saber,  a  nosotros,  es  potencia  de  Uios. 

19  Porque  está  escrito:  Destruiré  la  sabidu* 
ría  de  los  sabios,  y  desecharé  la  inteligencia  de  los 
entendidos. 

20  ¿Qué  es  del  sabio?  ¿qué  del  escriba?  ¿qué 
del  escudriñador  de  este  siglo?  ¿no  ha  enloquecido 
Dios  la  sabiduría  del  mundo? 


92— 


21  Porque  por  no  haber  el  mundo  conocido  en 
la  sabiduría  de  Dios  a  Dios  por  sabiduría,  agradó  a 
Dios  salvar  a  los  creyentes  por  la  locura  de  la  pre- 
dicación. 

22  Porque  los  Judíos  piden  señales,  y  los  Grie- 
gos buscan  sabiduría: 

23  Mas  nosotros  predicamos  a  Cristo  crucifi- 
cado, a  los  Judíos  ciertamente  tropezadero,  y  a  los 
Gentiles  locura; 

24  Empero  a  los  llamados,  así  Judíos  como 
Griegos,  Cristo  potencia  de  Dios,  y  sabiduría  de 
Dios. 

25  Porque  lo  loco  de  Dios  es  más  sabio  que  los 
hombres;  y  lo  flaco  de  Dios  es  más  fuerte  que  los 
hombres. 

26  Porque  mirad,  hermanos,  vuestra  voca- 
ción, que  no  sois  muchos  sabios  según  la  carne,  no 
muchos  poderosos,  no  muchos  nobles; 

27  Antes  lo  necio  del  mundo  escogió  Dios  pa- 
ra avergonzar  a  los  sabios;  y  lo  flaco  del  mundo 
escogió  Dios,  para  avergonzar  lo  fuerte; 

28  Y  lo  vil  del  mundo  y  lo  menospreciado  esco- 
gió Dios,  y  lo  que  no  es,  para  deshacer  lo  que  es: 

29  Para  que  ninguna  carne  se  jacte  en  su 
presencia. 

—93^ 


1 

30  Mas  de  él  sois  vosotros  en  Cristo  Jesús,  t 
cual  nos  ha  sido  hecho  por  Dios  sabiduría,  y  justi 
ficación,  y  santificación,  y  redención: 

31  Para  que,  como  está  escrito:  El  que  se  g 
ri8,  gloríese  en  el  Señor. 


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