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Full text of "Poesías .."

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THE  LIBRARY  OF  THE 

UNIVERSITY  OF 

NORTH  CAROLINA 


ENDOWED  BY  THE 

DIALECTIC  AND  PHILANTHROPIC 

SOCIETIES 


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P6 


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This  book  is  due  at  the  WALTER  R.  DAVIS  LIBRARY  on 
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may  be  renewed  by  bringing  it  to  the  library. 

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Microfilmed 
SOÜNET/ASERLPROJECT 


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PRIMERA  EDICIÓN. 


M  AR  AC  AIBO. 


IMPRENTA  AL  VAPOR  DE   "LOS  ECOS  DEL  ZÜLIA" 
•     "CALLE  DE  URDÁNETA  NÚMEROS  18  Y  20. 


1M2. 


PRESIDENTE    DEL    ESTADO  FALCON-ZULIA. 

HAGO  SABER :  que  la  señora  Emigdia  Serrano  de  Yépes,  viuda  y  vecina  de 
Maracaibo,  se  ha  presentado  ante  mí,  redamando  el  derecho  exclusivo  para  publicar  y 
vender  una  obra  de  su  propiedad,  cuyo  título  ha  depositado  y  es  como  sigue :  "Poiisí  as 
BE  José  Ramojt  Yípes",  y  que  habiendo  prestado  eljuramsnto  requsrido,  la  pongo  por 
la  presente  en  posesión  del  privilegio  que  le  concede  la  ley,  pudiendo  ella  sola  publicar, 
vender  y  distribuir  dicha  obra  por  el  tiempo  que  le  permite  el  artículo  1".  de  la  cita- 
da ley. 

Dado :  firmado  de  mi  mam,  sellado  y  refrendado  por  el  Secretario  del  D3spacho 
en  Coro,  á  30  de  Junio  de  1882-19°  y  24\ 

JVlcoéaá  tJ¿,    Sel. 

El  Secretario. 

VEBm  TORRES. 

Refrendado. 

TORRES. 


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Digitized  by  the  Internet  Archive 

in  2012  with  funding  from 

University  of  North  Carolina  at  Chapel  Hill 


http://archive.org/details/poesasOOyepe 

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galería  de  escritores 

HISPAFO-AMEEICAITOS. 
He  aquí  lo  que  el  Sr.  Torres  Caicedo  dice  del  Sr.  Gral,  Yépes  como  poeta. 

II. 

DON  JOSÉ    EAION  TEPES. 

^J^omo  poeta,  Yépes  ha  lanzado  al  viento  sobre  el  azulado  lomo  de  los  mares  ó  en 
Miffllas  inmensas  soledades  del  desierto,  docenas  de  cantares,  dulces  como  la  voz  del  rui- 
í^aseflor,  tristes  como  las  noches  do  luna  en  medio  del  océano,  tiernos  y  dulces  como  el  acen- 
to de  la  mujer  que  se  ama.  Pero  si  el  poeta  maracaibero  ha  expresado  en  cadenciosos  versos 
los  más  íntimos  sentimientos  del  corazón  y  las  más  bellas  aspiraciones  del  alma,  también  para 
ensalzar  las  glorias  de  la  patria,  cantar  la  libertad  ó  anatematizar  la  tiranía,  ha  hallado  acentos 
terribles  como  el  fragor  del  huracán  desencadenado  en  mitad  de  los  mares,  como  el  estruendo 
do  la  catarata  que  se  despeña  espumosa,  como  la  voz  imponente  de  las  florestas  americanas. 

Pero  si  de  la  lira  de  Yépes  brotan  cantos  diariamente,  al  ver  la  fidelidad  con  que  le  acom- 
paña su  demonio  familiar,  al  notar  la  espontaneidad  de  su  inspiración,  hai  motivos  para  ser 
exigentes  con  él  y  acusarlo,  por  no  haber  acometido  una  obra  de  largo  aliento.  M.  de  Chateau- 
briand preguntaba  un  dia  á  su  amigo  Fontanes :  "  Con  el  talento  que  tenéis,  ¿  por  qué  no 
emprendéis  un  gran  poema  ?  seguro  estoi  de  que  seria  admirable.  Fontanes  le  repuso : — 
"  Habláis  con  desembarazo ;  no  es  dado  á  todo  el  mundo  ser  un  poeta  sin  fuego  ni  hogar ; 
y  vos  mismo  no  habríais  hecho  nada,  si  siempre  hubierais  tenido  cincuenta  mil  libras 
de  renta." 

El  espiritual  y  simpático  M.  Julio  Janin,  que  ha  poco  recordaba  esta  anécdota,  abunda 
en  el  sentir  de  Fontanes,  y  dice : — "  Si  el  amor  de  la  gloria  es  un  estimulante ;  no  es  menos 
cierto  que  hai  otro  aguijón  mayor:  la  necesidad  de  trabajar." 

Perdónennos  tan  ilustres  literatos  ;  pero  no  creemos  que  esa  aserción  pase  de  una  simple 
paradoja.  La  necesidad  no  estimuló  á  Goethe,  ni  á  Byron,  ni  á  Moore,  ni  á  Macaulay,  ni  á 
Martines  de  la  Rosa,  ni  estimula  á  Buhver,  ni  á  Dickens,  ni  á  Disraeli,  ni  á  Víctor  Hugo,  ni  á 
Guizot,  ni  á  Thicrs,  ni  á  Geroimias. 

Algunos,  para  confirmar  la  tesis  de  Fontanes,  dicen :  "  Si  no  hubieran  sido  pobres  Cer- 
vantes, Camoens,  Milton,  etc.,  no  habrían  tenido  estímulo  alguno  para  dejar  obras  tan  inmor- 
tales." ¿Y  cuánto,  respondemos  nosotros,  cuánto  dinero  recibió  Milton  por  su  Paraíso 
perdido  ?  Los  chelines  suficientes  para  vivir  una  semana.  ¿  El  divino  Lope  habría  hecho  solo 
obras  maestras  si  no  se  hubiera  visto  obligado  á  escribir  para  tener  el  pan  cotidiano,  y  repetir: 

"  Pues  que  lo  paga  el  vulgo,  ello  es  ju?to 
Hablarle^en  necio  para  darle  gusto," 

En  este  asunto  sucede  lo  que  antes  acontecía  con  la  Inglaterra,  bajo  e!  régimen  protector. 
Los  partidarios  de  este  sistema  alegaban  ; 


Vin  BIOGRAFÍA. 


"  La  Inglaterra  vive  bajo  el  régimen  protector,  progresa :  luego  el  régimen  protector  es 
excelente.  Los  partidarios  del  comercio  libre,  replicaban  :  "  La  Inglaterra  progresa  bajo  el 
régimen  protector:  luego  si  gozara  de  las  ventajas  del  libre  cambio,  progresarla  rnucho  más." 
— Peel  se  convirtió  al  fin  á  las  ideas  de  Huskinson  y  de  Cobden,  y  la  Inglaterra  avanza  asom- 
brosamente en  la  vida  de  la  prosperidad  y  de  la  riqueza  generales. 

Así  también  se  puede  decir :  si  tal  literato,  poeta  ó  historiador,  produce  tan  excelentes 
obras  siendo  pobre,  ¿  cuántas  obras  admirables  no  daría  á  luz  si  gozase  del  solaz  que  proporcio- 
na  una  modesta  fortuna  ? 

Y  si  fuera  cierto,  el  aguijón  de  la  gloria  y  el  estimulante  de  la  necesidad  impulsarían  á 
Yépes  á  hacer  lo  que  aun  no  sabemos  que  haya  hecho ;  pues  á  fe  que  por  desgracia  suya  y 
para  tristeza  nuestra,  lejos  está  de  gozar  de  las  cincuenta  mil  libras  de  renta  de  que  ha- 
blaba Fontanes. 

Lo  que  cautiva  más  en  las  poesías  de  Yépes,  al  par  de  su  dulce  versificación,  es  el  senti- 
miento estético,  el  amor  innato  que  tiene  por  todo  lo  bello,  de  tal  manera  que,  como  Winkel- 
mann,   podría  esclamar: 

"Cada  vez  que  veo  algo  bello,  tomo  una  actitud  noble  para  contemplar  con  dignidad 
á  la    belleza." 

Entre  las  poesías  que  poseemos  de  Yépes,  nos  seducen,  por  la  galanura  y  lo  rico  de  ta 
expresión,  ''El  rayo  azul ;"  por  su  ternura  y  la  nobleza  de  los  sentimientos  " Z«  Plegaria, 
con  motivo  del  nacimiento  de  mi  hijo ;"  por  su  fuego  y  robusta  entonación,  las  odas  ''Mi 
fe  republicana''  y  " A  la  libertad;"  por  sus  sentimientos  religiosos  y  sus  aspiraciones  á  un 
porvenir  de  bendición  y  paz,  "  Mí  fe  de  niño  "  y  "  Cántico  á  la  Virgen."  Tenemos  motivos 
particulares  para  no  olvidar  la  sentida  poesía  de  Yépes  á  la  memoria  de  la  señorita  Genoveva 
Eiilalia  Agustina  Charmy,  tipo  de  gracia   y  de  virtudes. 

Habiendo  Yépes  vivido  en  medio  de  esa  inmensidad  que  se  llama  el  mar,  en  donde 
más  y  más  contempla  el  hombre  su  miseria  y  admira  el  poder  de  Dios,-  la  mayor  parte  de  sus 
poesías  son,  no  plañideras  y  afectadas,  sino  melancólicas  y  de  una  filosófica  tristeza:  el 
poeta  solloza;  pero  espera.  En  medio  de  las  tranquilas  ondas  ó  de  los  tumbos  impetuosos 
de  las  aguas,  Yépes  ha  oido  las  voces  del  silencio  como  M.  de  Laprade,  sobre  todo,  cuando 
llevaba  en  el  corazón  lo  que  Lucrecio  llama  hxc  vulnera  x'itm,  y  que  el  eminente  literato  francés 
M.  Caro,  ha  traducido    "  Las  heridas  de  la  vida." 

Hoi  mal  haria  de  cantar  apesarado  el  poeta  de  Maracaibo,  cuando  tiene  para  consolarlo, 
para  hechizarle  la  viJ;i,  u:n  adorable  compañera,  y  que  no  puede  por  ningún  motivo,  repetir 
los   versos  de  M,  Ratisbonne : 

"Moncoeur  bat  dans  la  soiitude 
le  fil  est  long,  la   tache  est  rude, 
belle   étoiie,    ¡ah!  je  voudrais  bien- 
un   cceur,    un    cceur   auprés  du    mien." 

El  poeta  marino  debe  olvidar  las  reminiscencias  de  las  tristes  noches  de  combate  con,  los 
elementos,  al  verse   al  lado  de  la  esposa  amada  y  de  los  bellos  hijos.     Cierto  es  que  hoi,  aíi  n 

los  que  pudieran  llamarse  felices,  esclamarán   con   de  Mussat:  - 

"  Malgré  moi,  1'  infini  me  tourmente." 

Y  esto  como  dice  mui  bien  M.  de  Ratisbonne,    explica   el   sufrimiento  universal   de  nu  es. 
tro  siglo. 

Pero  el  autor  del  "Cántico  á  la  Virgen"  debe  esclamar  con  M.  Lafenestre  : 

",Une  promesse  parle  au  fond  de  la  souffrance, 
L'infini  le  tourmente  et  l'infini   l'attend." 

i  .  •    ^ 


PROLOGO 


ACB  algimos' años  que  el  distinguido  poeta  José  Ramón 
Yépes,  gloria  de  nuestra  naciente  literatura,  me  dispensó 
en  Caracas  la  honra  de  pedirme  un  prólogo  para  sus  bellas 
'poesías,  que  pensaba  publicar  entonces,  como  si  necesitaran 
semejante  arreo  para  ser  admiradas  y  suponiéndome,  acaso 
por  im  esceso  de  generosidad,  con  la  aptitud  y  caudal  de  co- 
nocimientos que  requiere  el  desempeño  de  tan  ardua  tarea.  Accedí 
gustosamente  á  lo  que  solo  tuve  por  ima  delicada  galantería  de  su 
])arte ;  mas  á  poco  de  esto  nos  vimos  uno  de  otro  separados  por  el 
recio  torbellino  de  la  política.  El,  poeta  de  corazón,  tomó  sus  dio- 
ses lares  y  cargado  con  el  precioso  tesoro  de  su  familia,  huyó  de 
(Jaiácas.  como  dicen  que  huyó  Eneas  de  la  incendiada  Troya,  y  vino  á  pe- 
dir al  claro  cielo  del  Zulia  y  á  las  serenas  ondas  de  este  lago  la  dulce  tran- 
quilidad del  espíritu.  Los  que  hemos  viajado  por  las  regiones  de  la  vida 
piíblica  sabemos  á  nuestra  costa  que  no  basta  el  deseo  de  servir  á  la  patria, 
ni  la  suficiencia  ni  el  mérito  para  ocupar  uno  el  puesto  que  le  corresponde,  . 
y  que  las  más  nobles  cualidades  no  son  las  mejores  armas  para  habérselas 
con  el  favoritismo,  la  intriga  y  la  coalición  de  los  intereses  de  partido.  Esto 
fué  lo  que  comprendió  bien  nuestro  poeta  y  amigo  cuando  se  determinó  á 
dejar  la  gloriosa  cuna  de  Bolívar  y  volverse  á  los  patrios  hogares.  ])íle  mi 
despedida,  no  sin  repetir  mentalmente  aquellos  dulces  votos  de  Horacio  ' 
por  el  feliz  viage  de  Virgilio,  y  permanecí  en  Caracas,  muy  ageno  de  pen- 
sar que  también  yo  habia  de  venir  á  Maracaibo  á  satisfacer  mi  solemne 
promesa  de  escribir  este  prólogo.  ¡Tales  son  las  combinaciones  déla 
suerte ! 


'^i^or  fortuna  para  mí,  la  merecida  celebridad    de  que  disftuta  el  poeta 
[convierte  en  honra  y  grato  solaz  el  encargo  de  presentar  sus  obras  al 
-público.     Las  poesías  de  Yépes  no  han  menester  encomios  de  mi  plu- 
ma ;  el  país  entero  las  conoce  y  son  recitadas  de  memoria  por  los  hombres 
de  letras  y  las  personas  de  buen  gusto.     El  tono  de  melancolía   dominante 
en  ellas,  que  es  el  verdadero,  si  no  el  único  tono  poético ;    la  suavidad  y  ri- 
'■queza  déla  rima;  el  lenguaje  por  lo  general  puro  y  correcto  ;    la  versifica-. 


PROLOGO. 


cien  fácil,  cadenciosa  j  espontánea,  son  cualidades  de  alto  precio  que  real- 
zan estas  hermosas  producciones  y  les  dan  puesto  eminente  en  el  Parnaso  de 
Sur  América. 

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^^épesno  arranca  de  su  lira  gritos  de  desesperación    como  Byron,  ni  se 

.  Jj  ípreeia  de  filósofo  como  Campoamor ;  no  agita  su  alma  el  estro  vigo- 
(^roso  de  Nicasio  Gallego,  ni  se  remonta  osadamente  al  idealismo  de 
Sclielly,  ó  las  concepciones  fantásticas  de  Edgai'd  Poc.  La  célica  Musa 
que  le  inspira  solo  se  agrada  eu  los  cuadros  apacibles  de  la  naturíileza  ó  de 
la  vida,  en  la  pintura  de  los  blandos  afectos,  en  la  expresión  de  los  sentimien- 
tos íntimos.  También  la  fantasía  del  bardo,  empapada  eu  los  vivos  coloi'es 
que  embellecen  los  paisajes  y  los  cielos  de  su  patria,  se  deleita  en  la  con- 
templación del  flotante  y  rico  lienzo  de  luz  que  "'el  astro  del  Inca"  tiende 
sobre  "la  ciudad  de  las  ppJnias"  y  las  dilatadas  llanuras  del  Lago,  y  en  dul- 
ces y  armoniosos  versos  canta  esa  espléndida  manifestación  de  la  belleza 
iirfinita.  líe  allí  los  dominios  del  poeta;  lie  allí  el  manantial  de  sus  inspira- 
ciones y  sn  verdadera  índole.  No  es  el  impetuoso  torrente  que  devasta  los 
campos;  no  es  el  cóndor  de  atrevido  vuelo  que  se  pierde  de  vista  en  las  nu- 
bes, ni  mucho  menos  la  inmensidad  del  océano  ni  la  ,devoradora  llama  del 
incendio.  Nada  que  impresione  hondamente,  nada  que  fatigiie  el  ánimo, 
nada  que  turbe  por  su  violencia  la  armonía  de  la  creación  puede  ofrecer 
ima  imagen  viviente  de  su  ingenio.  Pero  allí  la  tenéis  en  el  claro  y  sonoro 
arroyueío  (jue  se  desliza  serpenteando  entre  juncos  y  flores,  ufano  de, re- 
tríiíar  en  sns  cristales  los  columpiados  árboles  de  sus  orillas,  el  profundo 
azul  del  firmamento,  la  píirpui'a  del  celaje  vespei'tino,  los  trémulos  y  ar- 
jentados  rayos  de  la  luna.  Allí  la  tenéis  en  el  sollozo  de  la  onda  que  espi- 
ra blandamente  sobre  las  márgenes  del  lago,  en  la  atraedora  belleza  de! 
arco  iris  y  en  los  melodiosos  gorjeos  conque  saluda  el  pajarillo  la  apari- 
ción de  ]a   aurora. 

í 
■íl¡|Soeta  religioso,  sus  ]ilegarias  y  cánticos  deri-aman  dulce  bálsíimo  en  to- 

^'ijdo  corazón  cristiano.  Sus  "Nieblas,"  de  ima  ternura  esquisita,^  deiica- 
H das  y  vagarosas,  llevan  siempre  en  su  seno  alguna  lágrima.  El  llora 
los  niños  que  mueren  y  consuela  la  aflicción  de  las  madres.  Toma  ios  ¡nás 
lijeros  y  suaves  tintes  para  describrir  la  golondrina : 

Siempre  haciendo   en   raudo  giro 

Loco  alarde, 
Avecilla,  yo  te   miro 
Como  bajas,   como  subes 
Ya    en   el   viento,   ya   en  las  nubes 

De  la  tarde. 

t 

'^pecido  en  su  barquilla  sobre  las  ondas  del  Lago,  se  deja  llevar  dulce- 

'  i  límente  en  alas  de  la  brisa,  embelesado  en  los  irresistibles  encantos 

^.*-vde  la  muelle  y  hermosa  Maracaibo  á  la  vaga  claridad   de    la  luna  ; 

'  y  al  son  de  sus  dulces  rimas  aparece  dibujada  la   ciudad   querida   con  sus 

pintorescos  miradores  y  azoteas  y  su  verde  diadema  de  palmas  y  sus  grupos  i 


PROLOGO.  XI 


íle   ledas  ninfas  qiic    entonan  plácidas    canciones,    niiénti'as   él   en  su  o-rato 
arrobnniiento  siíjue  surcando  las  a,£;;iias  de  niaiisa  corriente. 

Poeta,    llorando  triste, 
Marino,    cantando   alegre. 

'anibien  sorpi'endereis  en  su  lira  dulces  quejas  de  amor, como  en  ••Le- 
jos de  tí."  "Ausencia"  y  otras  composiciones  en  que  bajo  el  velo  iiu- 
ií^r|)enetríible  del  misterio  y  ([uizá  disfrazado  con  el  nonil»^e  de  (Jlemen- 
cia,  apai'ece  el  ser  hermoso  y  angelical  (pie  cautiva  el  coi'azon  del  ])oeta 
y  á  (piien  van,  como  nube  de  fragante  incienso,  las  más  blandas  notas  do 
su  laúd  y  mi  mundo  de  recuerdos  y  con-fidencias  y  Ion"  suspiros  más  a])a- 
sionados  de  su  aluui. 


/' 


jero  enti'e  tantas  y  tan  deleitables  i)roducciones  de  Téjies  ^;cuál 
J'jiuedo  citar  que  no  sea  armoniosa,  fácil  y  lijera  oque  no  despida 
•f-pdesteüos  vivísimos  de  su  fecundo  ingenio  ?  No  examinéis  como  bo- 
tám' eos  estas  delicadas  flores  ;  ellas  no  abren  sus  cálices  ni  exhalan  sus  aro- 
mas, sino  a!  contacto  de  las  almas  de  esquisita  sensibilidad  y  caj)aces  de 
comprender  y  sentii'  lo  bello.  Dejad  que  el  ])octa  os  guíe  en  las  iniiltiples 
manifestaciones  de  su  genio  y  él  os  franqueará  todos  sus  tesoros.  Él  os  can- 
tará su  fe  de  niño  en  estrofas  tan  adnnral)les  é  impregnadas  de  sentimien- 
to religioso,  como  esta  : 

A     solas    con    mi    fe    voi    peregrino 
Entre   las  sombras   del  saber  humano, 
Buscando  el  dulce  suspirado  puerto, 
En  calma  sí,  pero  con  rumbo  cierto. 

f^l  OS  hará  gozar  en  su  "  líimno  epitalámico  "  la  embriagadora  dicha 
'M^c[ue  ])rometen  los  celestiaies  hechizos  de  muí  virgen  desposada.  El  os 
encantará  lindas  baladas,  como  aquella  que  comienza 

Bajo   la    sombra    del  ciclo 
Que    vacila    con   el   alba, 

donde  en  versos  ñuidos  gustaréis  la  sencillez  encantadora  de  las  tra- 
diciones populares.  Dejad  (pie  os  guíe  y  escucharéis  de  sus  labios  ins- 
pirados la  histoiáa  de  una  pasión  violenta  en  su  romance  "  Indiana,"  y 
os  pintará  "Los  Cielos  de  la  tarde,"  y  los  misterios  de  "La  Media  noche," 
y  os  contará  las  "Memorias  de  un  ángel"  y  de  encanto  en  encanto,  que- 
daréis indeciso  en  elejir  las  más  bellas  poesías  entre  las  muchas  q\te  con- 
tiene este   inapreciable  volumen. 


esoro  de   inmortales  pajinas,  ve  á  buscaí'  en  el  torbelhno  de  las  ciuda- 


.yresoro  cíe   inmortales  pa^jinas,  ve  a  buscaí'  en  el  torbellino  de  las  ciu 
lyi  ides  y  en  el  retiro  de  los  campos  los  corazones  que   te  c(»mprendau 


XII  PRÓLOGO. 


ristoso  ramillete  de  galanas  flores,  ve  á  la  CvStancia  de  las  bellas  ct  de- 
fleitarlas  con  el  mundo  de  atractivos  que  llevas  en  tu  seno. 


I  nía  de  suspiros  y  lágrimas,   ve  á  enternecer  las  almas  generosas,  ve  á 
[consolar  el  aflijido  corazón  de  las  madres. 


A 


foiiumento  dv  triunfo,  lleva  el  nombre  del  poeta  á  las  mas  remotas 
edades  junto  con  el  de  su  patria,  guarda  sus  laureles,  proclama  su  glo- 
ria, esta  gloria  pura  y  verdadera,  que  no  descansa  en  el  ultraje  de  la 
dignidad  humana,  ni  en  el  aparato  y  el  abuso  de  la  fiíerza,  ni  en  la  viola- 
ción del  derecho,  sino  en  la  superioridad  intelectual  y  moral  empleada  en 
servicio  de  la  civihzacion  para  el  mejoramiento  y  solaz  y  consuelo  de  lo& 
indÍAÍduos  de  nuestra  desdichada  especie. 

Maracaibo,  Marzo  5  de  1881. 


PROLOGO 


ACE  algunos  años  que  el  distinguido  poeta  José  Ramo» 
Yépes,  gloria  de  nuestra  naciente  literatura,  me  dispensó 
en  Caracas  la  honra  de  pedirme  un  prólogo  para  sus  bellas 
'poesías,  que  pensaba  publicar  entonces,  como  si  necesitaran 
de  semejante  arreo  para  ser  admiradas  y  suponiéndome,  acaso 
por  un  esceso  de  generosidad,  con  la  aptitud  y  caudal  de  co- 
'nocimientos  que  requiere  el  desempeño  de  tan  ardua  tarea.  Accedí 
gustosamente  á  lo  que  solo  tuve  por  una  delicada  galantería  de  su 
parte ;  mas  á  poco  de  esto  nos  vimos  uno  de  otro  separados  por  el 
recio  torbellino  de  la  política.  El,  poeta  de  corazón,  tomó  sus  dio- 
ses lares  y  cargado  con  el  precioso  tesoro  de  su  familia,  huyó  de 
(Jarácas,  como  dicen  que  huyó  Eneas  de  la  incendiada  Troya,  y  vino  á  pe- 
dir al  claro  cielo  del  Zulia  y  á  las  serenas  ondas  de  este  lago  la  dulce  tran- 
quilidad del  espíritu.  Los  que  hemos  viajado  por  las  regiones  de  la  vida 
pxiblica  sabemos  á  nuestra  costa  que  no  basta  el  deseo  de  servir  á  la  patria, 
ni  la  suficiencia  ni  el  mérito  para  ocupar  imo  el  puesto  que  le  corresponde, 
y  que  las  más  nobles  cualidades  no  son  las  mejores  armas  para  habérselas 
con  el  favoritismo,  la  intriga  y  la  coalición  de  los  intereses  de  partido.  Esto 
fué  lo  que  comprendió  bien  nuestro  poeta  y  amigo  cuando  se  determinó  á . 
dejar  la  gloriosa  cuna  de  Bolívar  y  volverse  á  los  patrios  hogares.  Díle  mi 
despedida,  no  sin  repetir  mentalmente  aquellos  dulces  votos  de  Horacio 
por  el  feliz  viage  de  Virgilio,  y  permanecí  en  Caracas,  muy  ageno  de  pen- 
sar que  también  yo  habia  de  venir  á  Maracaibo  á  satisfacer  mi  solemne 
promesa  de  escribir  este  prólogo.  ¡  Tales  son  las  combinaciones  de  la 
suerte ! 


ror  fortuna  para  mí,  la  merecida  celebridad  de  que  disfi'uta  el  poeta 
[convierte  en  honra  y  grato  solaz  el  encargo  de  presentar  sus  obras  al 
ll^público.  Las  poesías  de  Yépes  no  han  menester  encomios  de  mi  plu- 
ma ;  el  país  entero  las  conoce  y  son  recitadas  de  memoria  por  los  hombres 
de  letras  y  las  personas  de  buen  gusto.  El  tono  de  melancolía  dominante 
en  ellas,  que  es  el  verdaderoj  si  no  el  único  tono  poético ;  la  suavidad  y  ri- 
queza de  la  rima ;  el  lenguaje  por  lo  general  puro  y  correcto  ;    la  versifica- 


X  PROLOGO. 


cion  fácil,  cadenciosa  y  espontánea,  son  cualidades  de  alto  precio  que  real- 
zan estas  hermosas  producciones  y  les  dan  puesto  eminente  en  el  Parnaso  de 
Sur  América. 


tí 


l^épesno  arranca  de  su  lira  gritos  de  desesperación  como  Byron,  ni  se 
jprecia  de  filosofo  como  Campoamor;  no  agita  su  alma  el  esti'o  vigo- 
Q^roso  de  Nicasio  Gallego,  ni  se  remonta  osadamente  al  idealismo  de 
Scheliy,  olas  concepciones  fantásticas  de  Edgard  Poe.  La  célica  Musa 
c[ue  le  inspira  solo  se  agrada  en  los  cuadros  apacibles  de  la  naturaleza  ó  de 
la  vida,  en  la  pintura  de  los  blandos  afectos,  en  la  expresión  de  los  S'entimic]!- 
tos  íntimos.  También  la  fantasía  del  bardo,  empapada  en  los  vivos  colores 
que  embellecen  los  paisajes  y  los  cielos  de  su  patria;  se  deleita  en  la  con- 
templación del  flotante  y  rico  lienzo  de  luz  que  "el  astro  del  Inca"  tiende 
sobre  ''la  ciudad  do  las  palmas"  y  las  dilatadas  llanuras  del  Lago,  y  en  dul- 
ces y  armoniosos  versos  canta  esa  espléndida  manifestación  de  la  belleza 
infinita.  He  ahí  los  dominios  del  poeta  ;  he  ahí  el  manantial  de  sus  inspira- 
ciones y  su  verdadera  índole.  No  es  el  impetuoso  torrente  que  devasta  los 
campos  ;  no  es  el  cosidor  de  atrevido  vuelo  que  se  pierde  de  vista  en  las  m:i- 
bes,  ni  mucho  menos  la  inmensidad  del  océano  ni  la  devoradora  llama  del 
incendio.  Nada  que  impresione  hondamente,  nada  (jue  fatigue  el  ánimo, 
nada  que  tui^be  por  su  violencia  la  armonía  de  la  creación  puede  ofi^ecer 
una  imagen  viviente  de  su  ingenio.  Pero  allí  la  tenéis  en  el  claro  y  sonoro 
arroyuelo  <jue  se  desliza  serpenteando  entre  juncos  y  flores,  ufano  de  re- 
tratar en  sus  cristales  los  columpiados  árboles,  de  sus  oi'illas,  el  profundo 
azul  del  firmamento,  la  púrpura  del  celaje  vespertino,  los  trémulos  y  ar- 
jentados  rayos  de  la  luna.  Allí  la  tenéis  en  el  sollozo  de  la  onda  (jue  espi- 
ra blandamente  sobi'e  las  márgenes  del  lago,  en  la  atraedora  belleza  de't 
arco  iris  y  en  los  melodiosos  gorjeos  conque  saluda  el  pajarillo  la  apari- 
ción de  la   aurora. 

t  , 

fllSoeta  religioso,  sus  plegarias  3'^  cánticos  derraman  dulce  bálsamo  en  to- 

Í!,|do  corazón  cristiano.  Sus  "Nieblas,"  de  ima  ternura  esquisita.^  delica- 
K das  y  vagarosas,  llevan  siempre  en  su  seno  alguna  lágrima.    El   llora 
los  niños    que  mueren   y   consuela  la  aflicción  de  las  madres.  Toma  los  !uás- 
lijeros  y  suaves  tintes  j^ara  describrir  la  golondrina ; 

Siempre  haciendo   en    raudo  giro 

Loco  alarde, 
Avecilla,  yo  te   miro 
Como  bajas,   como  subes 
Ya    en    el   viento,   ya   en  las  nubes 

De  la  tarde. 

•ílljljjiecido  en  subarcpülla  sobre  las  ondas  del  Lago,  se  deja  llevar  dulce- 
'|(ljl¡¥mente  en  alas  de  la  brisa,  embelesado   en  los  irresistibles  encantos 


<^*l.de  la  muelle  y  hermosa  Maracaibo  á  la  vaga  claridad  de  la  luna  ; 
y  al  son  de  sus  dulces  rimas  aparece  dibujada  la  ciudad  querida  con  sus 
pintorescos  miradores  y  azoteas  y  su  verde  diadema  de  palmas  y  sus  grupos 


PROLOGO.  XI 


de   ledas  niiifan  que    entouaii  plácidas   canciones,    mientras  él   en  su  grato 
arrobamiento  sigue  sui'cando  las  aguas  de  mansa  corriente. 

Poeta,    llorando  triste, 
Marino,    cantando   alegre. 

fanihien  sorprenderéis  en  su  lira  dulces  (piejas  de  amor-,  como  en  •■Le- 
jos de  tí,"  "  Ausencia  "  y  otras  composiciones  en  ([ue  bajo  el  velo  im- 
(^peuetrable  del  misterio  y  quizá  disfrazado  con  el  nombre  de  Clemen- 
cia, aparece  el  ser  hermoso  y  angelical  que  cautiva  el  corazón  del  ])oeta 
y  á  quien  van,  como  nube  de  fragante  ijicienso,  las  más  blandas  notas  de 
su  laúd  y  un  mundo  de  recuerdos  y  confidencias  y  los  suspiros  más  apa- 
si(»nadoiJ  de  su  alma. 

jero  entre  tantas  y  tan  deleitables  produccioiícs  de  Yépes  ¿cuál 
^í;!.|pue(l<)  citar  que  no  sea  armoniosa,  fácil  y  lijera  ó  (]ue  no  despida 
/]  destellos  vivísimos  de  su  fecundo  ingenio  ?  No  examinéis  como  bo- 
tiínícos  estas  delicadas  flores;  ellas  no  aí)reu  sus  cáliqes  ni, exhalan  sus  aro- 
mas, sino  al  contacto  de  las  almas  de  esquisita  sensibilidad  y  capaces  de 
conqH'ender  y  sentii-  lo  bello.  Dejnd  que  el  poeta  os  guíe  en  las  múltiples 
manifestaciones  de  su  genio  y  él  os  fraíiqueai'á  todos  sus  tesoros.  El  os  can- 
tará sil  fe  de  niño  en  esti'ofas  tan  admirables  é  inqu'egnadas  de  sentimien- 
to religioso,  como  esta: 

A     solas    con    mi    fe    voi    peregrino 
Entre   las  sombras   del  saber  humano. 
Buscando  el  dulce  suspirado  puerto, 
En  calma  sí,  pero  con  rumbo  cierto. 

t  '  .  . 

1^1  os  hará  gozar  en  su  "  Himno  epitalániico  "  la  embriagadora  dicha 
'll^que  prometen  los  celestiales  hechizos  de  una  virgen  desposada.  El  os 
(5.:  cantará  lindas  baladas,  como  aquella  que  comienza 

Bajo   la    sombra    del  cielo 
Que    vacila    con  el   alba, 

donde  en  versos  Huidos  gustaréis  la  sencillez  encantadora  de  las  tra- 
diciones populares.  Dejad  que  os  guíe  y  escucharéis  de  sus  labios  ins- 
pirados la  liistoria  de  una  pasión  violenta  en  su  romance  "  Indiana,"  y 
os  pintará  ''Los  Cielos  de  la  tarde,"  y  los  misterios  de  "  La  Media  noche," 
y  os  contará  las '^ Memorias  de  un  ángel"  y  de  encanto  en  encanto,  que- 
daréis indeciso  en  elejir  las  más  bellas  poesías  entre  las  muchas  que  con- 
tiene este   inapreciable  volumen. 


^ 


'Si- 


esoro  de   inmortales  pajinas,  ve  á  buscar  en  el  torbellino  de  las  ciuda- 


•/í  esoro  ue   inmortales  pajmas,  ve  a  buscar  en  ei  torbeiimo  cíe  las  ciu 
n  ides  y  en  el  retiro  de  los  campos  los  corazones  que   te  comprendan 


XII  PROLOGO. 


ristoso  ramillete  de  galanas  flores,  ve  á  la  estancia  de  las  bellas  á  de- 
jleitarlas  con  el  mundo  de  atractivos  que   llevas  en  tu  seno. 

trna  de  suspiros  y  lágrimas,   ve  á  enternecer  las  almas  generosas   ve  á 
[consolar  el  aflijido  corazón  de  las  madres. 


<j|Í|Onumento  de  triunfo,  lleva  el  nombre  del  poeta  á  las  mas  remotas 
j|¥edades  junto  con  el  do  su  patria,  guarda  sus  laureles,  proclama  su  glo- 
^-iria,  esta  gloria  pura  j  verdadera,  que  no  descansa  en  el  ultraje  de  la 
dignidad  humana,  ni  en  el  aparato  y  el  abuso  de  la  fiíerza,  ni  en  la  viola- 
ción del  derecho,  sino  en  la  superioridad  intelectual  y  moral  empleada  en 
servicio  de  la  civilización  para  el  mejoramiento  y  solaz  y  consuelo  de  los 
individuos  de  nuestra  desdichada  especie. 

Maracaibo,  Marzo  5  de  18SL 


DIOS  Y  £L  HOMBRE. 


VO  quiero  dar  mi  jjenáaiiiiento  al  mundo 
Ya  que  de  Dios  me  viene  el  pensamiento  ; 
Si  es  un  estéril  grito 
Oue  se  apaga  en  las  alas  jemebuiido 
í_)el  huracán  \-iolento. 
Nada  me  importa,  no,  cumplo  el  bendito 
Destino  que  me  impele 
A  que  cantando  entusiasmado    vuele. 

¡Estéril!  ;\'por  qué?  Nunca  perece 
Bajo  el  amparo  de  la   fe  divina 
T.a  palabra  del  hombre  ; 
Se  nutre,  se  calienta,  nace  y  crece, 

Y  á  su  tiempo  ilumina 

Una  nueva  verdad,  un  nuev<")  nombre 

Pospuesto  á  la  arrogancia 

Que  ostentan  Jamentira  y  la  ignorancia. 

Cumplo  el  destino  sí,    que  s¡em])re  alcanza 
I'.l  hombre  de  la  tierra  peregrino 
Su  trabajo }'•  su  gloria: 
l'oresü  en  mi  magnífica  esperanza 
Cumplo  con  mi  destino 

Y  voto  al  porvenir  ¡  ay  !  mi  memoria  ; 
Si  ella -olvidada  fuere. 

¿Qué  mucho  cuand(j  el  iiombre  también,  muere 

.Solo  tú.  Dios  Excelso;  te  presentas 
.Siempre  imperecedero  y  soberano 

Y  donde  quiera  el  mismo  : 

'J\i  t|ue  desencadenas  las  tormentas 
Y"  sabes  el  arcano 

Que  encierra  airado  el  espantoso  abismo  : 
Tú  sí  eres  grande  sólo 
De  oriente  al  septentrión,  de  polo  á  polo. 
Sombras  de  los  cantores  que  evocaron 
Del  Invisible  el  inmortal  aliento. 
Profetas  misteriosos, 
A  cuya  voz  terrífica  temblaron 
En  su  marmóreo  asiento 
Eos  Reyes  de  la  tierra  poderosos, 
fíenlos  de  las  sombrías 
Lúgubres  y  sangrientas  profecías  ; 


Venid,  como  el  arcángel  del  oscuro 

Postrero  sol  (|uc  en  el  espacio  asoma. 

Como  el  ardiente  fuego 

Que  en   otro  tiempo  consiuniera  impuro 
;  Al  hijo  de  Sodoma 
'  Iracundo  y  maldito  y  loco  v  cie<'o. 
1  Venid,  sombras,  en  tanto 
1  Ako  hasta  Dios  mi  desacorde  canto. 
.      Mirad,  sobre  el  abismo  se  pasea 
K'ubierto  de  tinieblas  e!  fecundo 
I  Espíritu  increado. 
i  Dijo  para  su  gloria  "la  luz  sea," 
'  Y  fué  la  luz  del  mundo, 
¡Y  el  caos  de  iinpro\iso   iluminado, 

.Sin  tiempo  ni  medida, 

Bebió  el  soplo  primero  de  la  vida. 
Y  aquella  fué  magnífica  y  serena 

I, a  primera  \isi<jn   de  luz  )•  gloria 

Del  Invisible  y  santo; 

Y  desde  entonces  con  fragor  resuena 
Su  nombre  y  su  memoria. 

Ya  se  cubra  terrífico  de   espanto 
El  piélago  marino, 
Ya  tienda  el  sol  su  velo   purpurino. 
Bendito  Adán!  El  Poderoso  cjuiso 
Del  barro  impuro  de  la  tierra  madre 
Formar  su  semejanza ; 

Y  tú  fuistes,  en  medio  al  Paraíso. 
Esa  in^ájen  del  Padre. 
.Símbolo  del  amor  y   la  esjieranza. 
Adán,  mil  parabienes, 

Te  faltaba  una  esposa,  ya  la  tienes. 

Vino  luego  la  culpa,  y  al   olvido 
Del  precepto  de  Dios,  que  Adán  quebranta, 
La  tierra  se  convierte 
En  gleba  ingrata,  el  mar  estremecido 
.Su  ronca  voz  le\'anta. 

Y  mientras  vibra  el  ángel  de  la  muerte 
Su  espada  vengadora 

'  Lluvia  de  fuego  su  mansión  devora. 


POESÍAS  RELIGIOSAS. 


Pero,   ¿  cuál  voz  tristísima   murmura 
Faz'á  faz  con  tu  gloria  y  tu  grandeza? 
¿Por  qué, siniestro  vaga 
El  tempestuoso  viento  en  la  llanura? 
Temblad,  naturaleza! 

Maldición  !  maldición !  El  sol  se  apaga. . . . 
Por  qué  los  cielos  gimen  ? 
Ah !  ¿  no  veis  esa  sangre  ?  Es  la  del  crimen. 

El  primer  homicidio  al  mundo  llena 
De  pavorosa  sombra,  y  mientra   abarca 
Cain  el  asesino 

Con  su  mirada  la  terrible  escena, 
Dios  la  frente  le  marca, 

Y  al  seguir  miserando  su  camino 
A  la  tierra    se  encorva 

Como  ocultando  su  mirada  torva. 

No  fué  para  aquel  crimen  su  castigo 
Terrible  como  él. — Señor,  el  hombre 
Extraviado  y  perverso 
■  A  su  hermano  trató  como  á  enemigo, 
Befó  tu  santo  nombre, 
Siguió  más  criminal.  El  Universo 
Tu  cólera  temía ; 
Mas  siempre  el  hombre  en  su  maldad  seguía. 

Rompiéronse  las  fuentes  contenidas 
Del  grande  abismo,  abriéronse  en  el  ciclo 
Las  roncas  cataratas, 

Y  fué  el  diluvio. . .  .¿Adonde,  corrompidas 
Razas,  en  vuestro  duelo 

Encontrareis  amparo?  ¿Quién,  ingratas, 

A  tantos  beneficios, 

Os  librará  de  tan  nefandos  vicios? 

Sobre  la  oleada  inmensa,  que  tronando 
Colina  y  valladar  y  monte  ahoga. 
El  vacío  infinito 

Surje  doquier. . .  .y  allá  sobrenadando 
En  el   tremente  abismo,  boga,   boga, 
Bajo  el  amparo  del  Señor  bendito, 
El  arca  do  se  encierra 
La  futura  semilla  de  la  tierra. 

Niel  mismo  querubín  que  en  alta  esfera 
Canta  el  himno  inmortal,  temblando  alcanza 
Si  es  eterna  la  sombra  ; 
El  justo  solo  sin  temor  espera.  . . . 
No  en  vano  aguardará  :  prenda  de  alianza 
Entre  el  hombre  y  su  Dios  brilla,  y  alfombra 
La  atmósfera  indecisa 
Faja  de  luz  y  celestial  sonrisa. 

El  iris  está  allí  marcando  inmenso 
En  una  zona  de  esplendentes  rayos 
Los  confines  del  orbe  ; 
Quiebra  en  mil  prismas    el  celaje  denso 
Tras  la  neblina  azul,  y  entre  sus  gayos 
Reflejos  de  cristal  pasa  y  se  absorbe 
En  gotas  de  oro  y  plata 
Del  agua  la  mugiente  catarata. 

¡  Hosamna  al  Dios  que  premia  y  que  castiga 
Si  hubo  perversos,  de  la  tierra  fueron 
Raidos  con  espanto .... 
Allí  empezó  de  nuevo  su  fatiga 


-  La  pobre  humanidad  :  allí  quisieron 
Los  pertinaces  hombres  entretanto, 
A  Dios  teniendo  en  poco. 
Gravar  la  cifra  de  su  orgullo  loco. 

¿Cuánto  habrá  de  durar  del  ser  humano 
Esa  gigante  mole  que  alza  al  cielo  ? 
Tú  te  enciendes  en  ira 
¡  Oh,  infinito  Señor!  y  cual  en  vano 
Polvo  que  brota  el  suelo 
Se  derrumba  el  coloso,  mientras  gira 
Tu  vengador  querube 
De  Sennaar  bajo  la  negra  nube. 

No  es  el  orgullo  ya  de  que  blasona 
El  hombre  miserable. — Ahora  levanta 
De  nuevo  su  cabeza 

Y  con  nardos  y  lirios  se  corona ; 
En  su  abominación  se  goza  y  canta 
Cantares  de  torpeza. 

Registrad  la  llanura.  .  .  . 

Allí  está  la  Pentápolis  impura. 

Allí  se  encuentra  Bara,  el  de  Sodoma 
Nefando  Rey,  y  Bersa  con  su  hermana 
Gomorra  la  sombría.  . . . 
Allí  está  Semeber  que  rige  y  doma 
Tras  la  molicie  á  Seboim,  y  Adama 
Sierva  de  Sennaáb,  también  la  impía 
Segor.allí  se  muestra 
Que  hubo  perdón  en  su  maldad  siniestra.  ■■  , 

Del  valle  de  las  selvas,  como  el  grumo 
De  sangre  en  las   arenas  del  desierto. 
Pasó  tanto  cinismo  ;  • 

Y  el'rayo  atronador,  la  llama,  el  humo 
Del  fuego  sulfuroso,  trocó  en  yerto 
Cadáver  la  Pentápolis. . . . Hoj'  mismo 
En  tierras  tan  espúreas 

Se  ve  un  mar  de  betún  y  aguas  sulfúreas. 

Asia,  tierra  feliz,  adonde  quiso 
Dios  al  hombre  llenar  de  bendiciones 

Y  profundos    misterios, 

¿Qué  fué  de  tus  risueño  Paraíso? 

¿  Qué  fué  de  tus  monarcas  y  naciones  ? 

Por  aquellos  vastísimos  imperios 

De  ruinas  solitarias 

Abrevan  hoy  las  fieras  sanguinarias. 

Y  ejércitos  potentes  y  ciudades 

Y  palacios  y  votivas  ofrendas 

Y  altos  conquistadores. 

Todo  despareció.  . .  .Cien  soledades 

Y  algún  aduar  de  miserables  tiendas. 
Que  el  Simoun  combate,  los  horrores    ' 
Publican  sin  ejemplo. 

De  esa  tierra  .sin   Dios,  altar,  ni  templo. 

Qué  tiempos !  y  qué  pueblos ! — ¡  Qué  monarcas 
Los  que  abortaba  entonces  la  fecunda 
Energía  del  hombre  ! 
Nemrod,  hijo  de  Cus,  en  dos  comarcas 
Dilatadas  impera. — Nemrod   funda, 
Al  eco  pavoroso  de  su  nombre, 
Más  allá  del  martirio,  •  ' 

\  El  babilonio  imperio  y  el  asirio. 


POESÍAS  RELIGIOSAS. 


Luego  aparece  Niño,  triunfa,  y  donde 
Debiera  encontrar  vida,  cae  y  muere. 
Y  Semíramis  pasa 
Criminal  y  oiDulenta. — ¿  Quién  responde 


Del  babilonio    ahora?  ¿Quién  refiere 
La  grandeza  de  Asirla  ?  Como    brasa 
En  carbón  convertida 
Así  fuC-  tanta  gloria  y  tanta  vida. 


CÁNTICO  A  lA  VJRGEN. 


¿  Sabes  ¡  oh  Madre !  que  en  la  noche  umbría,  ^ 
Cuando  en  silencio  se  adormece  el  hombre, 
Trémulo  el  labio  de  esperanza  pia 
Canta  tu    nombre? 

¿Quién  presta  tonos  á  mi  pobre  lira 
Mientras  su  voz  el  temporal  levanta? 
¿Quién  estos  himnos  de  piedad  me  inspira? 
¿  Quién,  Madre  Santa  ? 

Dulces  memorias  los  destinos  mios. 
Guardan,  dichosos  de  poder  tenerlas. 
Como  se  ocultan  en  los   patrios  rios 
Conchas  y  perlas. 

Son  ellas,  Madre,  por  mi  mal,  perdida 
Luz  de  otro  tiempo  de  pasadas  glorias. 

Son  el  canto  de  mi  estéril  vida 

Son  tus   memorias. 

En  mí  tu  culto  se  guarece  y  brilla 
Cual  brilla  el  rayo  de  la  blanca  luna 
Alta  la  noche,  en  la  silente  orilla 
Do  fué  mi  cuna. 

Bien  misterioso  que  mi  pobre  gente 
Me  dio  por  gaje  de  inmortal  cariño, 
Aura  que  orea  mi  abrasada  frente 
Desde  mui  niño. 

Madre,  así  entanto  si  se  ven  pavesas 
Dentro  del  alma  cuando  triste  lloro. 


Nubes  lijeras  de  pesar  son  esas 

Siempre  te  adoro. 

Siempre  á  tí.   Madre,  mi  destino  sólo 
Busca  temblando  con  amor  profundo, 
Como    la  aguja  se  dirije  al  polo 
Norte  del  mundo. 

Búcaro  negro  con  claveles  rojos 
Puse  en  mis  duelos,  á  tus  pies  benditos ; 
Llenos  del  llanto  de  mis  turbios  ojos 
Yacen  marchitos. 

¿  Sabes  que  viendo  como  al  fin  imperan 
Crueles  dolores  y  desdichas  tantas. 
Mucho  me  asusta  que  mis  flores  mueran 
Bajo  tus  plantas? 

Iris  risueño  de  las  pardas  nubes, 
Voz  y  esperanza  del  humano  duelo, 
Santa  paloma  que  cantando  subes. 
Subes  al  cielo. 

Sea  tu  canto  la  oración  que  en  calma 
Brota  en  raudales  de  mi  mente  mustia, 
Sea  tu  canto  la  oración  de  mi  alma 
Llena  de  angustia. 

Pues  bien  comprendo  que  en.  amor  sublime, 
Cifra  y  misterio  de   tu  dulce  nombre, 
Mientras  el  mundo  se  querella  y    gime, 
Salvas  al  hombre. 

Caracas,  Marzo  i6  de  1865. 


EL  FESTÍN  DE  BALTAZAR. 


En  su  calor  les  pondré  sus  be- 
bidas, y  los  embriagaré,  para 
que  se  adormezcan,  y  duerman 
un  sueño  sempiterno,  y  no  se 
levanteu,   djcc  el  Señor. 

Jeremías,  cap".  LII,  vera".  39. 


EN  medio  del  pavor  de  noche  oscura 

Y  cuando  el  pueblo  de  Jacob  lloraba, 
La  infanda  Babilonia  levantaba 

Su  voz  en  honda  bacanal  impura : 
La  embriaguez,   el  deleite,  la  locura 

Y  la  que  mas  el  cielo  abominaba. 


Atroz  y  degradante  idolatría, 
Allí  se  viera  en  confusión  impía. 

II. 

Babilonia  la  reina,  la  Señora 
Del  pueblo  triste   de  la  raza  hebrea, 
La  expléndida  ciudad  de  la  Caldea 
Que  tantas  maravillas  atesora  ; 
La  que  al  silencio  de  nocturna  hora 
Cercada  de  enemigos  se  recrea, 
Cual  meretriz  que  en  su  impudencia 
La  cólera  de  Dios  muda  provoca. 


cea 


POESÍAS  RELIGIOSAS. 


IJI. 

Babilonia  que  escucha  el  alarido 
Del  Medo  altivo  que  su  ruina  canta, 
Voz  de  canción  también  allí  levanta, 
■En  vez  de  murmurar  voz  de  gemido  ; 

Y  en  torpe  fiesta  }'  pertinaz  olvido 
De  su  grandeza,    en  ignominia  tanta, 
Se  entrega  en  brazos    del  placer  terreno, 
l'.l,  pecho  frágil  de  lujuria  lleno. 

Liba  embriagada  la   imperial  nobleza, 
En  copas  embutidas  de  zafiro, 
Los  dulces  vinos  de  Damasco  )■  Tiro, 
Que  incitan  al  placer  y  á  la  pureza. 
La  concubina  luego  se  adereza, 

Y  con  extraño  y  voluptuoso  giro, 
Hace  patente  el  seno  levantado 
De  nardos  y  azucenas  perfumado. 

V- 

Allí  sus  bellos  dioses  de  oro  y  plata 

Y  cobre  y  piedra  y  palo  relucían  : 

Y  á  Bel  allí  los  reprobos  pedían 
Fausta  les  fuese  su  fortuna    ingrata. 
Sentados  en  cojines  de  escarlata 

Y  alfomtras  de  Dcdan,  allí  tañían 
Las  cítaras,  las  arpas  }•  el  salterio 
Con  cpic  lloró   Judá  su  cautiverio. 

A  I. 

.Allí  de  cobre  de  Tubal  luciente 
Columna  ejipcia  con  misterio  estaba. 
Donde  ;l  deshoras,  infernal,  silvaba 
Espantosa  y  simbólica  serpiente. 
Allí  de  hinojos  la  maldita  gente 
Al  inmundo  reptil  culto  prestaba, 
CrcN'endo  en  adivinos  )'  agoreros, 
['encantadores,  magos  y  hechiceros. 

Vil. 

Y  allí  su  Rey  también,  so  la   techumbre 
Del  marmóreo  palacio  giganteo, 
.■\hoga,  con  indómito  deseo, 

De  su  conciencia  la   espirante  lumbre. 
Allí  aplaude  la  noble  muchedumbre 
La  vil  licencia  del   monarca  reo  ; 

Y  al  ronco  estruendo  del  festín  impuro 
El  pavimicnto  cruje,  tieijibla   el  muro. 

YIII. 

Y  fué  entonces  que  el  Rey,   de  vino  lleno 

Y  loando  á  sus  dioses  fementidos, 
Hizo  traer  los  vasos  benclecido.s 

■En  el  santuario  del  Señor.  .  .  .-Sin  freno 
El  concurso  le  aplaude,  libre,  ajeno 
Del  culto  de  Israel.  .  .  .Y  maldecidos 
l^'ueron  al  punto  por  la  vez  postrera 
El  Rey,  el  noble,  el  viejo  y  la  ramera. 

ÍX. 

Que  el  Rey  y  su  nobleza  y  sus  mujeres. 
Sus  concubinas  y  su  corte  toda 
Añadiera,  sacrilega  y  beoda, 
Un  placer  de  irrisión  á  sus  placeres. 


¡  Infeliz  Babilonia!  Si  pvidieres, 
Danza  tranquila,  al  celebrar  tu  boda. 
Antes  que  corra  fiero  en  su  venganza 
El  atribulador  á  la  matanza. 


Selló  la  iniquidad  la  escena  impía 

Y  la  abominación  colmada  estaba  ; 

Y  más  el  ruido  del  festín  se  alzalja 
En  el  silencio  de  la  noche  umbría. 
Al  son  de  su  satánica  alegría 

íial tazar,  el  primero,  allí  loaba 

A  sus  dioses,  manchando,   sin  ejemplo. 

Los  sacros  \'asos  del  judaico  templo. 

Mas  de  improviso  ;  quién  tantos  excesos 
Turbó  ;i  despecho  del    monarca  fuerte.' 
;  Por  qué  palideció  como  la  muerte, 

Y  crujieron  las  fibras  de  sus  huesos? 

¿  Por  qué  se  helaron  los  ardientes  besos.' 

Y  ¿  por  cjué  la  algazara  se  convierte 
En  tal  silencio,  que  de  alguna  tea 
J-^1  ruido  puede  oírse  si  chispea? 

XII. 

.Suelto  el  augusto  purpurino   manto. 
La  veste  ajada  con  la  fimbria  de  oro. 
Húmeda  la  pupila  en  triste  lloro 
El  .semblante  sombrío  en  raudo    espanto  ; 
Así  el  monarca    se  k\'anta.  .  .  .  En  tanto. 
Perdido  el  regio  varonil  decoro. 
Temblando,  la  corona  con  su  diestra 
Sostiene,  )•  temeroso  e!  muro  muestra. 

-VIH. 

\,i  la  señal  atónitos  c|uedaron 
Todos,  y  de  pavor  se  estremecieron ; 
Los  brindis  y   cantares  .se  estinguieron, 
Los  instrumentos  músicos  callaron. 
Al  paladar  las  lenguas  se  pegaron 

Y  tener  un  sonido  no  supieron  : 
Un  ¡  ai !  siquiera,   cjue  morir  debia 
En  las  tinieblas  de  la  noche  umbría. 

XIA, 

Los  dedos  de  ijnamano  misteriosa 
Allí. .  .en  el  muro.  .allí.  ..frente  por  frente 
Trazaban  un  renglón   resplandeciente 
Que  devoraba  la  pupila  ansiosa  ; 
Mas  ninguno  entendió    la  tenebrosa 
Cifra,  que  allí  se  pro\'ectó  candente.  . . . 
Ninguno  en  medio  del  espanto  mudo 
¡  Ai !  decifrar  los  caracteres  pudo. 

XV, 

Ni  el  sabio,  ni  el  idólatra  adi\ino. 
Ni  el  mago  encantador,  ni    el    hechizero 
Pudo  explicar  el  fúnebre   letrero. 
El  arcano  insondable  del  destino. 

Y  aquello  era  verdad,  que  el  triste  sino, 
A  la  rojiza  luz  del  candelero. 
Apareció  visible  en  el  instante. 
Como  en  la  fragua  el  hierro  rutilante, 


POESÍAS  RELIGIOSAS. 


XVT 


Y  aquello  era  verdad,  que  el  Rey  profano, 
El  Rey  de  Babilonia  la  opulenta, 

Con  la  faz  conturbada  y  macilenta 
Inspiraba  piedad.  .  .  .  ¡  pero  era  en  vano  ! 
]\ies  cuando  Dios  al  reprobo  amedrenta 

Y  su  poder  confunde,  el  soberano 
Se  nivela  ¡  infebV,  !  con  el  mendií^o 
l'idiendocii  vano   com[)asion  yabrÍL;r). 

XAH. 

Mas   un  anciano  venerable    avanza 
Que  por  el  Rey  llamado  allí  aparece  ; 
Su  frente  pura  y  triste  resplandece 
Como  la  luz  del  arca  de  la  alianza  ; 
Su  boca  sólo  se  abre  en   alabanza 
Del  Santo  de  los  Santos,  y  parece 
VA  lin©  que  su  cuerpo   cubre  exhausto 
y\l  humo  del  altar  del  holocausto. 

XVIÍÍ, 

Y  así  el  monarca  en  su  aflicción  le  dijo  : 
";  Eres  ¡  oh  ttí,  Daniel, !  del  cauti\'erio 
Que  de  Judea  al  Babilonio  im])cr¡o 
Trajo  mi  padre  con  afán  prolijo? 

Yo  sé  de  tí  que  el  cielo  te  beíidiio. 
Que  á  tu  ciencia  la  sombra  del  misterio 
Se  aclara  como  luz,  cjue  amancillado 
No  está  tu  corazón,  con  el  ¡recado. 
XiX. 

"Y  en  mi  presencia  ahora  han  discurrido 
Los  magos  y  los  sabios  de  la  tierra 
Para  decir  acaso  lo  que'encierra 
Esa  escritura  ;  pero  en  vano  ha  sido  .... 
Con  su  saber  profundo  no  han  podido 
La  cifra  interpretar  que  á  mí  me  aterra, 
La  cifra  que  á  los   ojos  resplandece, 
La  cifra  que  ;í  la  mente  se  oscurece. 

XX. 

"Mas  tuque  en  sueños  alcanzaste  ciencia 

Y  en  toda  suerte  de  visión  oscui'a. 
Si  pudieres  leerme  esa  escritura 

Y  descifrar  tan  lúgubre  sentencia. 
Yo  te  daré  con  real  magnificencia, 
De  púrpura  suprema  \'esticlura. 
Collar  de  oro  llevarás,  quedando 
Noble  como  tu  Rey,  tercero  en  mando," 

XXi. 

Y  contestó  Daniel  con  triste  acento  : 

— "Tus  dádivas,  ¡oh  Rey,  !  para  tí  sean  ; 
Nunca  los  cielos  en  mis   manos  \'ean 
Tus  dones  que  me  ofreces  opulento  ; 
Mas  la  escritura  santa  en  el  momento 
Puedo  decirte,  porcjue  pronto  lean, 
Al  rodar  por  el  hondo  precipicio. 
Los  nobles  y  su  Rey  de  Dios  el   juicio. 

XXíiL. 

"Un  día  el  Dios  del  Sinaí  que  adora 
En  el  atrio  magnífico  el   Levita, 
Dio  á  tu  padre  la  estirpe  que  proscrita 
Orillas  del  Eufrates  triste  llora  ; 


Y  en  cuanto  el  sol  con  sus  reflejos  dora 
Poderle  dio,  y  de  Sion  bendita 

El  velo  que  ocultaba  su  recinto 
De  ópalo)'  rosa  y  púrpura  y  jacinto. 

XXIII. 

"Mas  cuando  henchido  de  soberbia  el  pecho 
Latió  su  corazón  de  orgullo  vano, 
Fué  abatido  del  trono  soberano 
Y,  cual  el  polvo,  su  poder  deshecho  : 
y  filé  SIL  corazón  de  pronto  hecho 
Como  bestia  feroz ;  y  por  el  llnno 
Sin  voluntad,  ni  fuerza  en  su  albetlrlo. 
Comió  del  heno,  le  bailé  el  rocío. 

XXIV. 

"Y  tu,  Rey  Baltazar,  su  hijo  siendo 

Y  mirando  tan  triste  aciaga  historia, 

No  has  aprendido  en  medio    de   tu  gloria 
A  humillarte;  infeliz!  Que  bien  comprendo 
Elculto  que  á  tus  dioses  das  horrendo. 
La  pompa  en  C[ue  te  cubres  irrisoria 

Y  el  olvido  del   Dios  que  tiene  ]  insano  ! 
Tu  aliento  y  tus  caminos  en  su  mano, 

XXY. 

"  Por  lo   que  ahora,  en  su  tremenda  ira, 
Unos  dedos  mandó  que  allí  en  el  muro 
Grabaron  un  renglón,  mientras  impuro 
Con  el  deleite  Baltazar  se  inspira. 
Esta  la  'cifra  es,  atiende  y  mira, 

Y  tiembla,  y  llora  tu   destino  duro ; 
Que  ya   el   Dominador  del  alto  cielo 
Ha  descorrido  el  misterioso  velo. 

XXVI. 

"Mane,  Tecel.  Thares  está  escrito 
Mane-^tu  reino   Dios  ha  numerado 

Y  es  Baltazar,  su   término  llegado. 
Teeel — en  su  balanza   el   Lifinito. 

Te   encontró  falto,  reprobo,  maldito. 
Fhares — tu  reino  dividido  es  dado 
A  los  Persas  y  Mcdos ....  Tal    el  hombre 
Descifra  esta  escritura  aunque  te  asombre". 

XXVI  I. 

Y  al  punto  la   palabra  fué  cumplida 
Del  místico   profeta.  A  sangre  y  fuego 
Destruye  el  Persa,  de  venganza  ciego 

Y  en  ruido  pavoroso,  la  \-encida 
Ciudad  de  los  portentos   maldecida. 

.  El  pueblo   de   Semíramis  es    luego 
Presa  del  vencedor,  que   en  fiero  encono 
Derriba   el  áureo  diamantino  trono. 

XXVIII. 

Voz  de  dolor  y  estruendo  de  tumulto 
Entre  la  sombra  misteriosa  suena, 

Y  la  madre  infeliz  muriendo  apena 
Librarse  puede  del  nefando  insulto. 
Arde  el  palacio    del  impío  culto,  . 

Y  el  caballero   en  la  sangrienta  arena 
Lidiando  cae  y  batallando  muere .... 
Que  fué  contaminado  y  Dios  lo  quiere. 


POESÍAS  RELIGIOSAS. 


XXIX. 

Y  cae  el  flccliador  y  el  ballestero 
Al  rudo  bote  de   enemiga  lanza, 

Y  sigue  entre  lai5  sombras  la  matanza 
Con  que  palpita  el  corazón   guerrero. 

¡  Ai !  las  cien  puertas  de  bruñido  acero 
También  en  la  terrífica  venganza 
Cayeron  con  estruendo   repentino, 
Cual  ruido  de  tormenta  y  torbellino. 

XXX. 
Después,  .llantos  y  sombra.  .El  miseran 
Monarca  de  Caldea  apareciera 
A  la  vislumbre  de   lejana  hoguera 
Solo   y  lleno  de  rabia  batallando. 


do 


Después,  .silencio   y  muerte.  .Agonizando 
Caj'ó  en  el  muro-,  sin  poder  siquiera 
Alejarse  del    Medo  que  insultante 
Escarnece  su  cuerpo  palpitante. 

XXXI. 

Ira  de  Dios.  . .  .porque  prestaste  oído, 
Babilonia  infeliz,  á  tus  deidades  : 
Por  que  llena  te  viste  de  maldades 
A  par  del  corazón  empedernido. 
Ira  de  Dios  y  fúnebre  gemido, 
Y  espíritu  de  miedo  en  tus  ciudades,  ■ 
Porque  muriendo  en  noche  tan  profunda 
Aun  se  escuchaba  tu  blasfemia  inmunda. 


HIMNO  AL  "MÜTÜO  AÜXÍLÍO; 


OOI=LO. 

APARTAD  con  amor  del  camino 
Las  sangrientas  espinas  del  mal  ; 
Pasa  el  hombre,  infeliz  peregrino, 
Y  es  el  bien  una  ofrenda  inmortal. 


El  dií'n,  como  la  dulce 
Estrella  de  la  tarde 
Jamas  haciendo  alarde 
Se  muestra  de  esplendor. 

El  brilla  entre  sonrisas 
Y  oculta  en  paz,  su  huella, 
Lo  mismo  que  la  estrella 
Cercana  al  rubio  sol. 

Coro 
Apartad,  &. 

Hermanos  somos  todos  ; 
Que  á  todos  Dios  asiste. 
Hermanos  en  la  triste 
Sentencia  del  dolor ; 

Por  eso  acá  en  el  Zulia, 
Cual  signo  de  esperanza. 
El  "Mutuo  Auxilio"  alcanza 
Altar  de  adoración. 

Coro. 
Apartad,  &. 


La  tierra  ufana   brota 
El  fruto  á  manos  llenas  , 
Jacintos  y  azucenas 
Meciendo  el  viento   va. 

Mortal,  es  el  ejemplo 
Del   dic/í  que  Dios  activa  ; 
Que  el  alma  vuestra  viva 
De  a!/wr  y  caridad. 

Coro. 
Apartad,  &. 

Benditas  en  el  mundo 
Las  voces  de  consuelo. 
Benditas  en  el  cielo 
Virtud,  constancia  y  paz. 

Aspira  esos  aromas 
Que  Dios  al  hombre  envia  ; 
Bendita  tú,  alma  mia, 
Con  gloria  sin  igual. 

Coro. 
Apartad,  &. 


A  NUESTRA  SEÑORA. 


PRELUDIAD  vuestros  bíblicos  cantares 
Los  que  adoráis  con  candida  alegría 
A  la  dulce  y  castísima  María, 
A  la  risueña  "Estrella  de  los  mares." 

Hoi  un  pueblo  se  inclina  en  sus  altares 
Y  la  tributa,  como  ofrenda  pía. 
El  puro  incienso  que  el  Arabia  envía, 
El  llanto  de  sus  duelosv<;    pesares. 


Lágrimas  y  perfumes !     ¡  Nunca  pudo 
Mejor  ofrenda  tributar  el  hombre 
A  la  Madre  de  Dios,  Reina  del  Cielo  ! 

Ella  será  nuestro  inmortal  escudo, 
El  paladión  augusto  cuyo  nombre 
Es  la  mística  VíROEN  DEL  CARMELO. 


P01£SÍAS  RELIGIOSAS, 


7 


A  LA  PURÍSIMA  CONCEPCIÓN  D£  MARÍA. 


MORTAL,  alza  á  los  ciclos  tu  cabeza  ; 
1.a.  campiña  verdea  y  brota  flores, 

Y  setiñen  los  cielos  de  colores, 

Y  iilegre  el  dia  á  clarear  empieza. 

Es  que  admira  la  gran  naturaleza, 
En  medio  de  divinos  resplandores, 
A  la  Madre,  consuelo  de  dolores, 
A  la  Reina  inmortal   en  su  belleza. 


Feliz  también  alégrate,  alma  mía ; 
Ea  CoNCKI'Ciox  PuKísiMA  de  aquella 
A  quien  llaman  los  ángeles  MakíA 

Y  es  en  el  mundo  rutilante  estrella, 
lidien  su  fe  celebran  los   zulianos 
Al  ruido  de  los  cánticos  cristianos. 


A  NUESTRA  SEÑORA. 


UNA  sola  sonrisa,  para  el  mundo. 
De  tus  divinos  labios  Madkk  mia. 
Hace  brillar  la  púrpura  del  dia. 
Inspira  paz  al  pecho  gemebundo. 

A  tu  sola  mirada  el  mar  profundo 
Cambia  su  voz  en  HiMNOS  de  alegría, 
La  tempestad  colérica  y  sombría 
Se  baña  con  la  luz  del  sol  fecundo. 


SíMiJOi.o  del  amor  que  enlaza  al  hombre 
Con  su  Dios  inmortal,  yo  te  bendigo, 
Al  perdido  rumor  de  mis  cantares  ; 

Mas,  si  llorando  mi  camino  sigo, 
Pronuncio  Madrk,  tu  divino  nombre, 
Y  en  gloria  se  convierten  mis  pesares, 


María,  candida  rosa, 
Expléndida  luz  del  cielo 
Nubecilla    del  Carmelo, 
Paloma  dulce  de  amor. 
En  el  afán  que   incesante 
Forma  la  vida  del  hombre. 
Murmuro,  madre,  tu  nombre 
Y  se  alegra  el  corazón. 


II 

Azucena  de  los  valles, 
Perfume  del  arca  santa, 
Estrella  que  se  levanta 
,  En  un  cielo  siempre  azul. 
Por  tí,  Madre,    pudo  acaso 
En  medio  al  duelo  profundo 
Morir  por  salvar  al  mundo 
El  hombre  Dios  en  la  cruz. 


AL  AUGUSTO  PONTÍFICE  PÍO  IX. 


¿DE  dónde  te  vendrá,  Santo  Pontífice, 
El  Rescate  del  solio, 

De  tu  augusta  persona  el  noble  amparo  ? 
Sombrío  el  capitolio 
En  ese  como  avaro 
Destino  de  los  pueblos,   el  profundo 
Mandato  espera  mudo.     No  vencida 
Será  la  ley  de  gracia;  sobre  el  mundo, 
Solitario  atalaya  de  tu  vida, 
El  ángel  misterioso  del  consuelo,' 
Anunciará  la  salvación  del  cielo. 

La  antigua  sociedad  llena  de  crí)nenes 
Apegada  á  su  idea 

Hasta  el  abismóse  hundo.     En  la  balanza 
De  la  ciudad  caldea, 
Sin  fe,  sin  esperanza 
»F"alla  la  encuentra  Dios,  la  encuentra  impía. 
¡  Ai  de  tí  laque  un  tiempo,  bella  Ausonia, 


Con  otro  iKjmbre,  asiento  pareci;i 
De  la  cruz  inmortal !    Ni  Babilonia 
Fué  tan  perversa  en  su  poder  insano. 
Como  lo  has  sido  tú  con  un  anciano. 

Por  eso  Dios  en  la  región  de  América, 
A  todo  bieii  fecunda, 
Abrasado  entusiasmo  á  nuestras  almas 

Y  de  fe  las   inunda  : 

Y  a\-os,   flores  \-  i)almas 

Escuchan  nuestros  cantos,  y  su  gloria 
Repiten  sin  cesar;    es  la  protesta, 
Cuanto  sencilla  y  pura,  meritoria 
De  las  nue\as  Repúblicas.  Lafiesta 
De!  porvenir  que  so  anticiiia,  en  tanto 
Que  el  cielo  premia  la  virtud  do  un  santo. 

Regiones    de  la  luz,  cielos  espléndidos 
En  colores  distintos, 
Abrios,  como  el  velo  sobre  el  arca 


8 


poesías  religiosas, 


De  perlas  y  jacintos, 

Paso  y  gloria  al  patriarca 

Que  de  lágrimas  llena  nuestros  ojos 

Y  á  quien  furente  la  injusticia  nprinie. 


Vírgenes  de  mi  patria,  los    despojos 
Guardad  de  su   naufragio.   Mas  sublime, 
Cuando  su  nube  Dios  rasgue  de  fuego. 
El  augusto  pastor  se  alzará  luego. 

Maracaibo,  Agosto   29  de  iS/i. 


A  LA  PROVÍDENCÍA  D£  MARÍA. 


El  corazón  cristiano  es  una  lira 
Que  á  toda  pena,  á  todo  sentimiento 
Responde  con   tan  dulce)' blando  acento 
Que  aun  llorando  su  mal,   el  bien  le  inspira. 

Como  retnita  el  mar  al  sol  que  jira 
E^n  medio  del  brillante  firmamento. 
Así  en  María  el  corazón  sediento 
Se  refleja  en  amor  y  en  paz  le  admira. 


¡  Oh,  Madre  celestial,  que  en  la  concienciíK 
(Ese  espejo  inmortal  que  lle\'a  el  hombre,) 
Ves  las  angustias  del  dolor  humano  ; 

Haz  c|ue  murniure  el  eco  de  tu  nombre 
De  María,   de  Madre  y  Providencia 
Aquella  lira,  el  corazón  cristiano. 


A  MUESTRA  SEÑORA  DE  CHIQÜIMQüIRA. 


.Salve,  Virgen  divina,   redentora 
]3el  iM'iinitivo  mal ;  en    nuestro  anhelo 
Permite  que  h.is  cánticos    del  cielo 
Resuenen  en  la  tierra    que  te  adora. 

Que  la  brisa  dulcísima  y  sonora 
Haga  fecundo  nuestro    patrio  suelo, 
Y  que  el  alma  se  llene  de  consuelo, 
Al  rosicler  de  la  serena  aurora. 


r\'o  esté'riles  serán,  bajóla  ejida 
De  tu  inmortal  ampai'o,  sin  ejemplo. 
Estas  angustias  de  la  humana  vida. 

líien  lo  sabe  el  zuliano  cjue  en  tvi  templo 

Canta,  rico  de  flores  y  preseas; 
".Sol  de  Chicjuinquirá,  bendito  seas," 


SONETO  A  NÜESTRl  SEÑORA. 


Virgen  de  paz,  espíritu  fecundo  ■ 

Que  sigue  fiel  en   su  esperanza  pia  j 

Como  una  luz,  la  humanidad  sombría  j 

Por  el  piélago  horrible  de  este  mundo.  i 

■^.'o  que  en  tu  templo  con  mi  llanto  innundo; 

Tu  altar  de  bendición  y  de   alegría  j 

Yó  te  pido  perdón   ¡oh,  madre  mia!  | 

Contrito  y  lleno    de  dolor  profundo.  ( 


.Salve,  señora,  estrella    del  Carmelo  I 
Hoi  que  el  alma  te  adora  y  te  comprende; 
Hoi  que  en  tu  amor  mi  corazón  se  enciende 

Con  esa  fe  que  s(')ln' inspira  el  cielo: 
Acógeme  á  tu  sombra  protectora,    , 
Por  que  llorando  estoi  madre  y  .Señora. 


A  LA  PURÍSIMA  COMGEPCÍOH. 


PURÍSIMA  Señora,  cuyo  nombre 
Es  bálsamo  de  amor,  luz  de  consuelo, 
0\.-c  propicia  la  oración  del  hombre, 
Calma  el  absintio    del  humano  duelo. 


Haz  que  rápidas  suban    hasta  el  cielo, 
]'or  mas  que  el  mundo  ingrato  al  Cielo  asombre, 
La  Uoro.sa  jílegaria   con  que  un  dia    ' 
Piedad  te  pide  el  mundo,  MADRE  MÍA, 


POESÍAS  RELIÜIOSAS. 


HIMNO 

Cantado  en  honor  de   la  promulgación  del  dogma  de  la  Inmaculada 

Concepción   de   María. 


cono  i;)l',   NIN'OS 

De  nueva   luz  ceñidn 
líl  nuindo  te  ha  inirailo 
¡  f )  vírfi'cn  concebida 
Sin  mancha  de  pecafhi  I 


So  cerdo /c  1 ". 

Gloria  á  tí  con  respeto  profundo 
Reina  excelsa  del  Dios  de  Abraham, 
LuZfUvina,  consuelo  del  mundo, 
Oue  bendice  la  estirpe  de  Adán, 

SihYiWo/r  2°. 

Salve  á  tí  tle  lf)s  cielos  y  tierra 
La  esperanza,  laf^loria,  el  amor: 
Urna  santa  que  mística  encierra 
El  consuelo  al  mundano    d<ilor. 

(COK(J.) 

Sacerdote    i°. 

Alabad  con  canción  bendecida, 
Del  Señor  la  suprema  bondad, 

A  la  virgen  sin  par  prometida, 
Con  canción  bendecida  alabad. 


Siteerdo/c  1  ^. 

Perdiu-able   sei'á  la  memoria 
De  este  siglo  brillante  de  fe. 
Que  coíiiprende  ¡  oh  María!  tu  gloria 
Que  naciendo  sin  mánchate  ve. 

¡Coro.) 

Saccrdo/e  2°. 

Tú  también  ¡  oh  Pastor  del  irjiperio  1 
Vivirás  cuanto  dure   la  cruz 
Que  en  tu    reino  fué  luz  el  misterio 
\  la  sombra  en  tu  reino  fué  luz. 

Sacerdotes  i''  y  2° . 

^'alos  fieles  cantando  doquiera. 
Virgen  pura,  te  siguen  en  pos. 
Madre,  Madre,    feliz  medianer.a 
Nuestra  súplica  eleva  hasta.  Dios, 


£L? 


Escrito  sobre  nna  bellísima  composición  de  Selgas  intitulada 


LA  CUNA  VACÍA  " 


SE  oyeron  mil  voces. 
Mil  luces  se  vieron  ^ 
Y  cantando  volaron   los  Angeles 
Subiendo,  subiendo. 

Batiendo  las  palmas 
Los  pobres  vaqueros 
Escuchaban  la  voz  de  los    Angeles 
Corriendo,  corriendo. 

Cruzaron  colinas, 
Rondaron  el  pueblo 
^'  al  Uetrar  á  un  establo   los  Ansreles 


■'  Aquí,  "    les  dijero.n 

Con  flores  las  pajas 
Del  niíw  cubrieron 
adoraron  al  par  de  los  Ángeles 
i\\  Re-\'  de  los  cielos. 


Se  pasan  los  siglos 
Y  el  Niño  es  eterno 
Ya  no  hai  cunas  vacías,  si   hai  Angeles 
En  casas  y  templos. 

Coro,  Diciembre  30  de  1865. 


10 


POESÍAS  RELIGIOSAS. 


A  SÁM  FMHCÍSCO  D£  ASÍS. 

improvisado  á  solicitud  de  varios  jóvenes  del  Colegio  Nacional  del  Znlia, 


¿QUIÉN  como  tú,    Francisco,  recojiendo 
La  inspiración  del  Cielo  en  íu    camino? 
¿Quién  como  tú,  piadoso,  difundiendo 
La  luz  de  la  verdad,  que  es  bien  divino? 

Nacido  para    el  Cielo,  vas  \  ¡\'iendo 
Con  la  \'ida  del  pobre  peregrino. 
Escojido  de  Dios,  vas  convirtiendo 
La  descarriada  "rei  á  su  destino. 


i  Gloria  de  Asís,   admir:icion  del  homljre. 
En  vano  humilde  inclinas  la  cabeza 
Porque  á  la  tierra  tu  virtud  no  asomlirc  I 

En  vano,  bajo  el  saj-o  de  pobreza. 
Adora  fiel   y  patentiza  el  mundo 
Un  santo  entre  los  santos    sin  sesjundo. 


A  LA  ?ÍRG£N  DEL  CARMEN. 


EN  la  cumbre  de  un  monte  bendecido, 
Que  el  tiempo  airado  á  su  pe.sar  respeta. 
Aun  hoi  se  \'e  la  cueva  del  profeta 
Por  Jezabel,  errante  y  perseguido. 

Allí  donde  doliente  su  gemido 
Exhala  solitario  anacoreta, 
Pura,  sublime  y  sin    igual  vejeta, 
Flor  perfumada  del   bklen  perdido. 


Bendita  la  floresta  del   Carmelo 

Olic  con  la  luz  de  la  verdad  se  inunda, 


Como  el  arca  di\'in;; 


la  alian.za. 


El  hombre  allí  con  relijlon  profunda 

A  la  virgen   purísima  del  cielo 

Un  himno  sacro  entona  en  su  alabanza. 


HIMNO 

cantado  en  la  inauguración  del   Hospital  de  Chiquinquirá  de   Maracaibo. 


Coro. 

¡  Oh,  Dios,  en  tu  profunda 
•Sublime   eternidad 
Del  corazón  fecunda 
La  dulce  caridad. 


I 

ESCUCHAD.  . .  .de  una  nueva  armonía 

I^a  distante  campiña  se  llena, 

Y  la  choza  del  pobre  resuena 

Con  antiguas  canciones  de  paz. 

Es  que  el  pueblo  bendice  á  los  cielos, 

Portjue  al  fin    en  sus  penas  ha  visto, 

Que  la  santa  semilla  de  Cristo 

No    se  pierde  en  el  mundo  jamas. 

Coro. 

II 

Caridad,  solitaria  del  mundo. 
Tú  á  los  duelos    humano.s-  respondes  ; 
'J"ú  derramas   la  dich.a  )'  te  escondes 
Porque  oculta  pareces  mejor. 


Es  tu   augusta  misión  en  la  tierra 
Preparar  y  alfombrar  el  camino 
Que  conduce    al  alcázar    di\'ino 
Donde  brilla  la  Gloria  de  Dios. 


Coí'U). 


III 


Recoged,  recoged  la  semilla 

Que  está    listo  el  sagrado  granero  ; 

A  sus  puertas  espera  el  cordero. 

Bajo  un  sol  esplendente  de  lu/,. 

Separad  la  zizaña  del  fruto : 

La  zizaña  es  el  negro  egoísmo  ; 

l'ero  el  fruto  está  en  Dios,  en  i-)ios  mismo, 

Que  él  es  fuente  de  toda   \  irtud. 

Cn|;i). 


poesías  religiosas, 


A  LA  VIRG£N. 


IHA  á  morii-  tu  Hijo,  Madre  mia, 
Y  en  medio  de  un  silencio  aterrador, 
Como  el  postrer  sonido  de  una  lira 

Se  apagaba  su  voz. 
l'asaba  el  liui-acan    por  el  dcsicr-to 

Callado  y  sepulcral, 
CaJlaba  el  ave  atravesando  el  cielo. 

Callaba  el  ronco  mar. 


Muda  la  tierra.  . .  .y  misteriosa  y  negra 

Y  pesada  la  atmósfera y  sin  luz 

La  campiña  feliz   de  Cialilea.  .  .  . 

Y  el  firmamento,  azul.  . 


Iba  á  morir  tu  Hijo,   dulce    Madre, 
Iba  á  morir  el  sol 

Sin  púi'pura,  C(jlores,  ni  celajes, 

.Sin  luces  ni  esplendor. 

La  creación  en    hora  tan  suprema 
De  angustia,  de  terror  iba  á  morir; 
yVquello  era  un  prodigio,  mas  la  tierra 

Otro  mayor  vio  allí. 
Una  higrima  tuya.  Virgen  santa 

Hasta  el  polvo  rodó.  .  . . 
Salva  Jesús  al  liombre,  mas  tu    lágrima 

Salva  la  creación. 
Marzo  23,  á  las  4   P.  M.— 1S83. 


A  LA  VIRGEN  DEL  CARMEN. 


¡OH  Virgen  soberana  del  Carmelo! 
Madre  divina  de  acendrado  amor. 
Pobre  mortal,   en  mi  terrible  duelo 
Elevo  á  tí    mi   solitaria  voz. 


Acórreme,  Señora  y  Madre  mia, 
Piedad,   misei'icordia,  compasión  ; 
Hijo  tuyo  soy  yo.  Virgen  María, 
Que  así  llorando  por  el  mundo  vo}". 


Por  conservar  en    su  feliz  pureza 
Mi  pobre  y  combatido  corazón, 
Yo,  que  comprendo,  ¡oh  Virgen  !  tu  grandeza, 
Como  la  madre  del  divino    Dios, 

Te  llamo  con  el  eco  de  mi  llanto  ; 
Te  llamo  con  la  voz  de  mi  dolor; 
Y  de  mis  culpas  abjurando  en.  ta.iito. 
Te  pido  ¡  oh  Madre  celestial  !    PerduX, 


HIMNO  A  NUESTRA  SEÑORA. 


S.ALVl".  ;i  la  l\nsa  mística 
F.niperatriz   del   Cielo. 
A  tí,    luz  del  Carmelo, 
Paterna  bendición. 

Recibe  nuestras  lágrimas 
Como  la  humana  prenda, 
Como  la  dulce   ofrenda 
Del  pobre  corazón. 


Bajo  el  am[)aro  acógenos 
De  tu  inmortal  jiureza, 
Mira  nuestra  flaqueza. 
Nuestro  terrible  mal. 

P'.l  mundo  es  como  férvido 
Revuelto  mar  que  alfombra 
El  paso  de  una  sombra, 
La  vida  del  mortal. 


Cuando  en  la  ignota  America 
.Se  oyó  tu  dulce  nombre, 
P^n.altecido  ef  hombre, 
Purificado  fué.  ^ 

Y  en  el  altar  magmfico, 
O  bajo  gruta  umbrosa 
Tu  huella  luminosa 
De  entóiices  siempre  ve. 


Virgen  entre  las  \'irgenes, 
Madre  del  Rey  del  Cielo, 
Estrella  del  Carmelo, 
I-'uente  de  Casto  amor, 

Escucha  nuestra  súplica, 
Nuestra  existencia  guía. 
Salve  Virgen  María, 
Bendita  del  Señor. 


poesías  religiosas, 


RIMAS 

Pronunciadas  en  una  fiesta  de  la  Sociedad  "Mutno  Auxilio." 


BRILLA  coniii  la  luz  de  mil  colores 
Del  cielo  tropical, 

Ll  óbolo  escondido  que  socorrt: 

La  mísera  orfandad. 

Fragrancia  de  perfumes  exquisitos 
Tiene  el  pequefio  ])an, 

<Juc  se  arroja  en  el  saco  del  mendigo 
Temblando  de  piedad. 

Himno  de  las  esferas  celestiales 
Es  la  sensible  voz 

Ouc  con.suela  al  que  llora  como  el  a\-c 
Que  canta  con  el  sol. 

V  luz  )■  aroma  )■  canto, (]ue  de  un    mundo 
A  otro  mimdo"\'an  en  pos, 

Eso  y  más  es  el  bien  siempre  fecundo 
Ln  el  nombre  de   Dios. 

¡  Misterio  que  bendice  el  alma  mia 
Al  calor  de  su  fe  ! 

Va\  olro  tiempo  aquí  blandas  tañían 
I-as  arpas  de  Israel. 

En  otro  tiempo  aquí  de  Jesucristo 
La  cruz  se   levantó ; 

^'  era  todo  misterio  este  recinto 
Plegai'ia  y  oración. 

El  carbón  encendido  del  Pi'ofeta 
No  se  apaga  jamas, 


Y  la  zarza  del    monte  por  la  tierra 

Ardiendo  siempre  está. 

Donde  el  altar  fué  .símbolo  de  gloria 
Y  de  piedad  la  cruz, 

]^a  voz  del  porvenir  resuena  ahora 
La  voz  de   la  virtud. 

Sacrosanto  misterio  cpie   armoniza 

Lo  que  fué  y  lo  que  es. 

La  cosecha  del  hombre  con'  la  espiga 
De  la  di\"ina  mies. 

¡Ayer  }•  hoy  !'  Esfuerzo  por  esfuerzo 
Decid  ¿  cuál  es  mejor? 

\  .Scr\ir  al  hombre  es  adorar  al  cielo  ! 
El  bien    es  oración  i 

¡Ayer  y  //or.'-Creyente  y  "Mutuo  Auxilio"  ! 

;  Qué  cielo  es  más  azul  ? 
Servir  al  hombre  es  adorar  á  Cristo.  .  . . 

¿  Qué  sol   tiene  más  luz  ? 

Pai'a  vi\ir  con^  Dios  le  cumple  al  alma 
Amar  al  hombre ....  Oíd  : 

¿Quién  en  el  "Mutuo  Auxilio"  no  le  ama? 
¡  El  nos  bendice  aquí ! 

Que  no  hay  trabajo  en  el  afán  del  mundo 
Ni  virtud,  ni  dolor 

Que  \\o  se  eleve  en  cántico  profundo 
Masta  el    seno  de  Dios. 


ANUNCIANDO  UNA  FÉRÍÁ 

Del   Hospital  de  Cteqninqnirá   de   Maracaibo. 


EA !  la  cosa  es  mu}-  seria  ,  .  ,  . 
Se  quiere,  acá  para  nos. 
Llevar  á  cabo  una  Ft'.RiA, 
No  per  ganga  ni  miseria 
Sino  por  amor  de  Dios. 

¡  Foramorde  Diosl   Hien  lia}-a 
Aquel  que  en  pos  de  esa  luz 
Sus  pasiones  pone  á  ra\a 
Y  en  medio  del  mundo  ensaya 
Llevar  al  hombro  su  cruz. 

■  ¿Queréis  saber  cuanto  encierra, 
Tras  el  mundano  dolor 
Que  al  ser  humano  se  aferra. 
Ese  amor  acá  en  la  tierra. 
La  santidad  de  ese  amor  ? 


Pues   él  prodijios  levanta', 
líl  fecundiza,  él    encanta 
Nuestra  vida,   nuestro  ser 
Y  convierte  en  vida  santa  ■ 
La  insensatez  y   el  placer. 

Va)'a  I   Ese  amor  sin  segundo 
l,le\a  siempre  al  alma  en  pos 
De  algo  mu}-  grave  y  profurido, 
¡Tanto  jjuede  en  este  mundo 
I'^l  santo  nombre    de  Dios! 


IVlas,  á  la    i'^éria  volviendo  ; 
F.ldiez)'  ocho   empezará 
Del  mes  que  vamos  corriendo, 
Y  digo,  según    lo  entiendo, 
Que  diez  dias  durará. 


poesías  religiosas. 


13 


La  Feria  ha  de  sei-  tan  buena 
Que  al  salir  de  la  novena 
No  habrá  delfín  ni  tritón, 
Xi  dorado,  ni  sirena  ; 
Ningún  pez  :  en  conclusión, 

1  labra  dé  la  mar  salobre, 
Quien  no  deje  en  el   cristal 
Del    revuelto  mar  del  pobre, 
Ya  que  no  cuanto  le  sobre, 
Si  una  ofrenda  al  hospital. 

Ea!  si  es  seria  la  cosa, 
En  cambio  es  dicha  yioriosa, 
Sobre  el    humano  tapiz 
De  una  miseria  espantosa. 
La  dicha  de  un  infeliz. 


¿Quién  habrá  cuando  ejercita 
El  bien  de!  mísero    en  pos, 
Que  no  escuche  esa  infinita 
Voz  del    ciclo  cfuc  le  grita: 
"Mortal,  te  ha  visto  tu  Dios"? 

Y  si  de  Dios  en  presencia 
El  mundo  gravita  ¿quién 
A  su  Dios  no  reverencia 
¡^.Jareando  aquí  su  existencia 
Haciendo  un  ]jequeño  bien  ? 

llagamos,  pues,  de  la  I'éria 
Una  cosa  buena  y  seria: 
Comjjrar  por  pura  piedad 
Es  socorrer  la  miseria 
Y  ejercer  la  caridad. 


A  LA  SANTÍSIMA  TRÍNÍDAD. 


/VUGUSTA  Trinitlad;  sobre  la  lien-a 
El  más  grande  misterio,  el   ciclo  mismo. 
Un  dia  vio  del  espantoso  abismo 
Las  potestades  que  le   mueven  guerra. 

En  la  sublime  Trinidad  se  enciei"ra 
La  fuerza  y  la  virtud  del  cristianismo. 
Aunque  no  lo  comprenda,  en  su  egoismo, 
La  imjíiedad  que  en  el  mundo  al  mal  se  aíerra. 


Vosotros,    hijos  del  dolor  del  honibi'c, 
Que  adoráis  tan  recóndito  misterio, 
Cantad  de  Dios  el  inefable  nombre, 

Y  el  ahvia  al  trasponer  su  cautiverio, 
Verá  las  tres  personas  inmortales 
Al  eco  de  las  arpas  celestiales. 


£M  LA  BEMDÍCÍOM 
deí  Templo  de  San  Frafícisco. 

AI  linio,  senor  Dr,  Víctor  José  Diez  Obispo  de   Coro  &, 


i. 

LEVANTy-\TE,  oración,  alza  tu  vuelo. 
Que  mi  ángel  custodio  te  guian'i 
Sobre  los  astros  más  allá  del  cielo. 
Más  allá,  más  allá. 

No  te  amedrentes   si  tan  alto  subes, 
Que  eres  aliento  y  luz  del  corazón  ; 
Rasga  serena  las  doradas  nubes, 
Levántate,  oración. 

Padre  y  Dios  inmortal  en  quien  confia 
El  pobre  y  miserable  pecador, 
Jíoi  á  tí  elevo  la  plegaria  mia, 
Escúchala  Señor. 

If. 

W  ai'rojar  la  muerte  sus  despojos 
El  crimen  confundió  con  la  virtud, 
Y  anublados  de  lágrimas  los  ojos 
Temblamos  de  inquietud. 


En  profundo  estupor  fi¡é  entonces  \'isto 
Que,  bajo  aquella   horrible  tempestad. 
Ni  aun  el  templo   inmortal  de  Jesucristo 
Perdono   la  impiedad. 

Al  sonido  marcial   de  los  clarines 
Piafaba  en  el  santísimo  diiitel, 
Sueltas  al  \-icnto  las  undosas   crines. 
El  bélico  corcel. 

Ni  flores,  ni  magníficas  alfombras  : 
Ni  perfumes,   ni  cánticos,  ni  luz.  .  . , 
Todo  estaba  sumido  entre  las  sombras  ; 
Efijie,  altar  y  cruz. 

¿Quién  es,  empero,  el  responsable,  cuando 
La  magestad  de  Dios  se  ofende  aquí? 

Es   la  civil  discordia-;  monstruo  infando 
Lleno  de  frenesí  ! 
511. 
( jloria  al  Dios  de  Jacob  :    un  alto  cjcmplg 
Patentiza  eii  la  tierra  su  bondad  : 


14 


POESÍAS  RELIGIOSAS. 


y\b¡erto  á  la  oración  está  su  Lcmi)lo  ; 
Orad,  fieles,  orad. 

La  sombra  se  extinguió,  bendito  sea 
El  cántico  purísimo  de  amor 
Del  lirio  de  los  valles  ele  Judea, 
La  Esposa  del  Señor. 

Ya  volvieron  las  flores  y  el  incienso. 

La  ofrenda  en  el  altar,  su   eterna  luz. 

Los  perfumes,  las  flores  y  el  inmenso 

Cortejo  de  la  cruz. 

He  aquí  las  pompas  de  la  ley  cristiana 
Y  el  arca  de   oro  de  la  antigua  ley  ; 
Oid  ese  tañido  :  es  la  campana 
Que  convoca  á  la  grey. 

Al  perderse  su    acento  fugitivo 
Otro  acento  da  vida  á  esta  mansión  : 
Habla  el  pastor,  3'en  nombre  del  Dios  vivo 
•  ■  Nos  da  su  bendición. 

Que  ella  de  nuestros  duelos  y  prolijos 
Afanes  (triste  herencia  del  mortal) 
Nos  salve  como  hermanos-y  por  hijos 
Del  Padre  celestial. 

Que  ella  alcance  lo  mismo  al  cp.ie  la  suerte 
/  Derriba  y  solo  y    desterrado  \'a. 
Que  al  anciano  tjuc  al  peso  de  la  muerte 
Duerme  su  sueño  va. 


Que  alcanze  á  todos,  y  n'iui  niEÍsque  á  todos. 
Como  una  brisa  del  perdido  Edén, 
Que  alcanze  al  hijo  que  de  varios  modos 
Hizo  á  este  pueblo  el  bien. 

Que  si  esa  bendición  es  de  clemencia. 
De  justicia  y  amor,   de  paz  y  unión, 
Timbre  del  bienhechor  es  en  su  ausencia 
La  santa  bendición. 

Y  vos,  el  escogido,  que  en  el  vario 
Destino  de  los  siervos  del  Señor, 
Trabajabais  ayer  en  su   Santuario 
Y  hoi  le  dais  esplendor  ; 

Ya  que  feliz  os  cupo  tanta  gloria; 
(Vuestro   mismo  trabajo  bendecir) ; 
¡  Ojalá  que  guardar  vuestra  memoria 
Pudiera  el  porvenir ! 

(¡doria  al  Dios  de  Jacob  ;  uñ  alto  ejemplo 
De  su  divino  amor  nos  pone  acjuí. ; 
Cristianos,  de    rodillas  en  su  templo: 
Sube,   oración,  así. 

La  sombra  se  extinguió,  tan  fausto  dia 
Nuncio  es  del  año  que  le  sigue  en  pos: 
Sube  llena  de  fe,  plegaria  mia. 

Plasta  el  trono  de  Dios. 


Coro,  Enero  \°   de  1869, 


A  LA 


COK(  ). 

LA  tierra   está  somliría 
Terrible  ruje  el    n.Kir, 
Bendice  ¡oh,  madi'e   mial 
La  vida  del  mortal. 


l'u  cult<.)  es  el  divínij 
Amor  de  los   amores, 
Ferfimie  de  las  flores, 
Sonrisa  de  la  kiz  ; 
A  tu  sublime  nombre. 
Que  es  paz,  amor,  eonsueli-i, 
Aspira  el  alma  al  cieh), 
Se  abrasa  en  la  virtud. 

CiiKO. 

Socórreme  en  la  angustia 
De  nii  pesar  prolijn. 
Como  la  madre  al  hijo 
En  su  profundo  amor. 


La  nave  de  mi  \  ida 
Zozobra,  nada  alcanza.  .  .  . 
yXlicntala  esperanza 
Que  en  tí   buscando  voy. 
CoKo. 

]'al<_)nia  que  en    los  bosques 
De  mirra  y  de  canela 
I^scucha  Venezuela 
Su  místico  cantar, 
Bendice  en  nuestros  ca.nipos 
La  mies  i-es])]andeciente, 
Pendice  ;í  nuestra  gente 
Que  vive  de  la  paz. 

,  Coro. 


NIEBLAS. 


15 


Whxm>  ^- 


ALLÁ  en  los  ciclos  divinos 
De  las  orillas  del  (juaire 
Se  encontraron  en  el  aire 
Dos  celajes  vespertinos. 

Y  como  el  sol  se  csCríTidia, 
Se  pusieron  los  celajes 
A  sacudir  sus  encajes 
De  expléndida  anrcntería. 

Con  el  beso  del  caprino 
Del  maternal  desconsuelo 
Pasaba  cantando  al   cielo 
El  alma  dulce  de  un  niño. 

— Queréis  llevar  mi  i)lc_£;aria, 
De  la  tarde  á  los  rumores, 
Hasta  el  valle  de  las  flores 
A  mi  madre  solitaria? 

— Sí  queremos,  contestaron 
Los  dos  celajes,  y  luego  ' 
Bajo  la  zona  de  fuego 
Hacia  la  tierra  bajaron. 

Cuando  bajaban  haciendo 
De  su  diliíjericia   alarde, 


Iba  al  rumor  déla  tarde 
Un  espíritu  subiendo. 

— ¿Queréis  decirme  los   dos, 
Este  llorando  les  dijo. 
Si  va  el  alma  de  mi  hijo 
Derecha  al  seno  de  Dios? 

— Camino  de  hallarlo  lleva 
— Pues  yo  su  camino  si^o. 
— Iremos  los  dos  contigo 
A  darle  tan  buena  nueva. 

Cuando  el  grupo  á  torcer  iba 
El  rumbo  al  cielo  volando 
Del  niño  el  alma  bajando 
Se  desprendió  desde  arriba. 

— Hijo  !  —  Madre  !    Y  nadie  supo 
So  la  noche  que  teñía. 
La  celestial  alegría 
De  aquel  delicioso  grupo. 

Mas  bien  columbra  mi  anhelo, 
Por  más  qne  al  hombre  no   cuadre, 
Que  celajes,  hijo  y  madre 
Son  hoi  ¡a  gloria  del  cielo. 


A  U  MEMORIA  M  ÜN  ÁNGEL 


POR  más  que  al  silencio    aspira 
El  alma  en  duelo  profundo, 
A  cada  grito  del  mundo 
Vuelve  á  mis  manos  la  lira  ; 
Que  si  sufro  como  bueno 
Las  penas,  en  honda  calma. 
Callar  no  puede  mi  alma 
Mirando  el  dolor  ajeno. 

í!. 

Aun  de  playa  en  playa  \'uela 
La  grave  voz  de   la  historia 
Atestiguando  la  gloria 
Del  Hijo  de  Venezuela. 
El  de  tal  gloria  clecia 
Que  era  del  ciclo  un   presente, 
¡  Cuando   el  dolor  inclemente 
Tras  de  su  elriria  seí'uia  ! 


III, 

He  allí  cual  nido  de  amores 
Orillas  de  un  mar  sereno. 
Un  hogar  de  dichas  Heno 
En  la  ciudad   de  las  flores. 
Habitan  en  él    prolijos 
Todos  los  sueños  del  hombre  : 
Gloria,  riqueza,  alto  nombre, 
üelhi  esposa  \-  dulces  hijos. 

IV. 

Brisas  del  Guaire  callatlo, 
Contadle  á  las  flores  mustias 
Las  improvisas  angustias 
De  aquel  hogar  encantado  ; 
Que  al  dolor  jamas  se  cierra 
El  corazón  ;  su    destino 
l'^s  beber  en  el  caniinn 
El  absintio  de  la   tiei  ra. 


16 


NIEBLAS. 


V. 

Yo  he  visto  en  tan  hondo  duelo, 
Como  un  celaje  de  armiño, 
Volar  el  alma  de  un  niño 
A  las  mansiones  de!  cielo. 


¿Quién  no  tendrá  una  semblanza 
De  estos    perdidos  amores, 
Medio  oculta  en  lo^t  dolores 
De  una  soílada  esperanza? 


EL   GOLFO  DE  LAS  SIRENAS 


EN  el  risueño  golfo    . 

Dt  las  sirenas. 
El  más  rico  tesoro 

De  Venezuela, 

Corren  en  popa. 
Mil  barquillas  flameando 

Sus  banderolas. 


Como  de  seda  blanca 

Su  entena  lucen 

Parecen  con   el  alba 

Marinas  nubes  : 
Y  es  marax'illa 

Como  salen  á  verlas 

Las  tribus  indias. 


Por  eso  cuando  en  calma 
Cruzan  de  ronza, 

Y  de  los  mangles  pasan 
Bajo  la  sombra, 
En  pos  las  vírgenes 

Trémulas  \-an   nadando 
Como  los  cisnes. 


Yes  de  ver  como  entonces 
Palmas  y  limos 

Y  conchuelas  y  flores 

De  malvavisco 
Arrojan  ellas 

Con  gritos  de  alegría 

Sobre  las  velas 


¡Ai,  triste  del  que  piense 

Que  así  la  vida 
Sobre  las   aguas  siempre 

Corre    festiva ; 

Y  en  su  esperanza 
Forme  sus  ilusiones 

Sobre  las  a^uas. 


Dígalo  el   pobre  Alicio, 

Que  al  sol    sereno 
Se  fué   dando  suspiros 

Laguna  adentro. 

La  dulce  Anaida 
Lo  esperaba    escondida 

Cabe  unas   palmas. 


"Vente  á  la  barca  mia. 
Garza  morena. 

Que  hoi  es  todo  sonrisas 

El   alba  cxpléndida, 
Iremos  juntos 

Diciénd Olios  secretos 

A  nuestro  gusto." 


Así    escucha  el  reclamo 

De  amor,  un  dia 
La  de  los  ojos  garzos 

Risueña  niña  ; 

Y  en  su  embeleso 
Abordó  la  barquilla 

De  los  secretos. 


Todavía  los    guardan. 

Laguna   adentro, 
Las  nubes  y   las  aguas 

Y  el  mudo  tien.ipo. 

¡  Ai ',   todavía 
Pensando  en  ella  lloran 

I^as  tribus  indias. 


CiJue    nadie  al   cabo  supo 

De  aquella  Anaida, 

De  los  cabellos   rubios 

Y  ojos  de   garza, 
Sóbrelas  olas 

y\  donde  se  hundió  triste 

Como  una  sombra, 


Vendrán  las  nubes  negras 

Como  fantasmas 
El   dia  en  que  aparezcan 

Más  encantadas ; 

Pues  las  sonrisas 
Son  siempre  de  las  nubes 

Puras  mentiras. 


En  el  golfo  encantado 
De  las  sirenas. 

Espejo  de  topacios 

De  luz  expléndida, 
Cuide  del  rumbo 

Quien  piense  va  cruzando 
Sobre  seguro. 


KlEBLAá, 


17 


A  LA  MEMORIA 
del  Venerable   Pro.  José  M.  Alvarado. 


LLEG(.)  á  su  fin  el   pobre  pcrcí^rino, 

Y  murió  como  siempre  nuierc  el  justo; 
No  preguntéis  si  su  destimí  auyuslo 

En  la  tierra  cumplió  ; 
Que  anciano  y  sacerdote  \' sabio  )-  bueno. 
Cuando  A  la  grey  temblando  bendecía, 
La  grey  eomo  un   consuelo  repetía 

Su  santa  bendición. 

Dicen  que  el  buen   anciano  en  el  silencio 
De- la  tranquila  noche  y  solitaria, 
A  tiempo  que  elevaba  su  ¡llegaría, 

Pálido   de  inquietud ; 
Oyó  un  acento  vago  y  misterioso 
Murmurando  su  nombre ;  aquel  acento 
Parecia  salir  como  un  lamento 

De  una  campestre  cruz. 

Con  esa  fe  de  los  antiguos  santos. 
Sencilla  en  su  virtud,  pura  en  su  esencia, 
El  anciano  creyó  que  su  existencia 

Se  acercaba  á  su  fin. 
Pensó  que  aquella  voz  entre  la  sombra, 
Mientras  le  llama,  su  destino    encierra  ; 

Y  regando  con  lágrimas  la  tierra 

Se  preparó  á   morir. 

¡Prepararse  á  morir!  ¿Acaso   tiene 
El  justo  un  solo  y  pasajero  instante 
Sin  que  se  crea  con    su  Dios  delante 
Mirándole  doquier? 


'.  Ese  anciano  tan  dulce  como  un  niño. 
Tras  las  sonrisas  de  su  vida  en  calma. 
¿No  sentía  en  el  fondo  de  su  alma 

:  El  fuego  déla  fe  ? 

•  j  Sí,  que  en  él  se  abrasaba  ;  pero  el  hombre, 
i  Aunque  posea   á  Dios,  luz  infinita, 
i  Debe  purificarse,  porc¡ue  escrita 
i  Su  maldición   está. 

,  V  ese  anciano  de  rostro  venerable, 
i  Rico  en  toda  virtud,  de  ciencia  lleno, 
:  Golpeó,  llorando,  el  corazón  terreno 
)  Con  ardiente  ]>iedad. 

j  Después,  su  postrimer  paso  en  el  mundo 
¡  Fué  cual  la  luz  del  sol  que  el  cíelo  argenta 
'  Y  al  universo  adormecido  alienta  ; 
I  Fué  todo  paz  y  amor, 

j  Jamás  oyó  el  cristiano  una  palabra 
Más  elocuente  y  clara  y  persuasi\a  : 
I  Era  la  convicción  brotando  viva, 
i  Porque  b.ablaba  de  Dios. 

¡  Cuando  se  vive  así  con  esa  vida, 

i  Y  con  tan  santa  muerte  asi  se  muere, 

i  ¿  Quién  no  envidia  al  anciano?  ¿Quién  no  quiere 

i  Como  él  también  morir? 

j  No  derraméis  sobre  su  oculta  tumba 

i  Lágrimas  de  dolor  á  su  memoria  ; 

i  Alabad  del  Señor  la  eterna  gloria, 

¡'  Que  el  anciano  es  feliz. 


A  LA  MEMORIA  DÉ  A.  LOZANO. 


I. 


.SI  es  i  lija  de  otra  re  j  ion 
El  alma  al  cuerpo  sujeta, 
¿  J^or  qué  lloras,  corazón. 
Cuando  rompo  su   prisión 
El  alma  de  este  poeta? 

No  en  el  sentir  y  el  pensar 
El  alma  cifra  su  anhelo  ; 
No,  que  ella  ansia  volar, 
Como  un  rio  corre  al  mar, 
A  las  mansiones  del  cielo. 


¿  Creéis  que  es  vida  el  exceso 
De  una  pasión  convertida 
En  indecible    embeleso? 
¡  j\h  !  jio,   la  vida  no  es  eso. 
Mucho  más  noble  es  la  vida. 


Cuando  el  alma  se  consuela 
Volando  del  bien  en  pos, 
En  pos  de  su  vida  vuela, 

Y  esc  bien  que  tanto  anhela 
El  alma  lo  encuentra  en  Dios. 

Más  hoy  que  el  dulce  poeta 
Goza  esa  vida   completa 
Tan  infinita  y  sublime  ; 
Ai!  corazón,  ¿qué  te  inquieta? 
-Ai !  corazón  ¿qué  te  opi'ime? 

11. 

E,ntre  nubes   de    arrebol 
Todas  las   tardes  inquiero, 
Cuándo  asoma  aquel  lucero 
Sobre    la  tumba  del   90I. 

Y  es  ¡  oh,  cantor !  que  tu  huella. 
^íiéntras  el  alma  suspira 


18 


NIEBLAS, 


Le  parece  que  se  mira 
Sobre  !a  luz  de  la  estrella. 

Desde  que  supe  cobarde 
Que  de  la  tierra  partiste 
l'ienso  en  tí,  mirando  triste 
l'.sii  estrella  de  la  tarde. 

Y  es  que  perdida  mi  calma 
Con  tanta  y  tanta  amargura, 
La  estrella   se  me  figura 
Vn  reflejo  de  tu  alma. 

Mas  si  en  tan  grata  ilusión   ■ 
Paso   tranquilo    mis  horas. 


Ai! 


cora/.on  ¿por  que  lloras.-' 


;  Qué  te  asusta,   corazón  ? 
ÍIT, 

Al  romper  su  cauti\crio 
Con  la  posti'er    despedida 
El  alma  vuela  á  su  imperio  ; 
Pero  es  tan  grande  el  misterio 
Entre  la  tumba  }'  la  vida, 

Que  no  hai  bien  que  al  hombre  guarde 
Ni  virtud  que  le  haga  fuerte 
Para  que,  temprano  ó   tarde, 
Ante  el  misterio,    cobarde. 
No  le  estremezca  la  muerte. 

Mas  ese  vago  terror, 

Que  una  ley    humana  encierra. 

No  le  cupo  en  su  dolor 

Al  dulcísimo  cantor 

Que  abandonaba  la  tierra. 

Pues  apagó  su  agonía. 
Para  evitarle  aquel    duelo, 
Grave  y  lejana  armonía  ; 


Y  era  que    un  ángel  tañia 
Su  misma  lira  en  el  cielo. 

Si,  pues,  al  triste  que  canta. 
Mientras  muere  )■  se  le\'anta 
Su  espíritu,  Dios   le  asiste, 
y\i !  corazón,  ¿  qué  te  esj^anta  ? 
;  No  canto  \'i\'icndo  triste  ? 

IV. 

Creo  en  Dios,  con  hondo  acento 
De  la  verdad   clamo  en  pos, 

Y  sigo  ....}'  distante  el  viento 
Me   responde: — "Creo    en  Diíss." 

Tras  ese  rumor,  que    espira 
Al  compás  de  mis  cjuerellas, 
Es  que  el  espíritu  mira 
Las  almas  en  las  estrellas. 

Tú,  que  alcanzando  una  palma 
Llegaste  en  paz  á  la  meta. 
Bendita  sea  tu  alma 
De  cristiano  \-  de  yjocta. 

Y  .si  tu  alma  creyente 
Goza  ya  del   bien  fecundo, 
¿No  podrá  ser  C[ue  ella  aliente 
A  las  cauti\'as  del  mando ? 

Mas,  ¿quién  haj-  que  lo  demande? 
Quién? — Mi  fe  cjue  sigue  en  pos 
De  lo  bello,  de  lo  grande. 
De  lo  infinito,  de  Dios. 

Y  pues,  que  paso  mis   horas 
En  tan  divinos  anhelos. 

Ai  ¡corazón,  ¿por  qué  lloras 
Si  un  alma  sube  á  los  cielos? 


A  JULIO  CALCAÑO, 


Con  mi  esperanza  tienden  su  vuelo 
Las  alegrías  del  corazón, 

Y  auncjueá  las  veces  dudo  y  recelo, 

Con  mi  esperanza 

Y  las  sonrisas  que  tiene  el  ciclo 
Pulso  la  lira,  bendigo  á  Dios, 
Que  da  alegrías  al  corazón. 

Ninguno  crea  si  eñ  mis  tormentos. 
Digo  :  ¡  Mal  haya,  pesa  esta  cruz  ! 
Esos  son,  Julio,  cuento  de   cuentos  ; 

Nadie  me  crea, 
Pues  si  mis  labios  están  sedientos. 
Mi  alma  que  sueila  con  la  virtud. 
Me  dice:  ¡alienta,  gloria  es  tu  cruz  ! 

Al  ver  del  mundo  tanta  demencia 
Siento  un  des]:)recio,  .  .  .!  pero  vi\ir 


Es  fuerza,  y  cargo  con    mi  existencia. 

Dios  hizo  el  mundo: 
Dios  hizo  al  hombre  con  su  conciencia: 
Polvo  es  el  mundo :  ]5olvo,  sí,  sí ....  I 
Pero  ;  y  mi  alma  ?....;  Fuerza  es  vivir . 

Desde  muy  niño  cobré  inocente 
De  ir  viendo  al  cielo  costumbre  tal. 
Que  alta  he  llevado  siempre  la  frente. 

Desde  muy  niño  :■ 
Hoy  imposible,  Julio,   es  que  intente 
Ante  la  fuerza  bajarla  ya 
Con  los  que  tienen  costumbre  t;il. 

He  aquí  el  secreto  de  cuanto  en  viva 
Luz  acompaña  mi  inspiración  ; 
Luz  muy  intensa,  luz  muy  activa. 
Porque,  en  secreto. 


NIEBLAS. 


19 


Julio,  me"  viene  la  luz   de  arriba 
Dando  á  mis  ritmas,  dando  á  mi  vo/. 
Fuego,  esperanzas,  inspiración. 

Mira  si  pueden  causarle  daño 
Recias  tormentas  á  mi  bajel ; 
Ni  el  crimen  mismo,  ni  el  vil  en<^aAo, 

No,  no  lo  pueden  ; 
T'or  mas  C[ue  un  año  pase  y  otro  año, 
Cuando  se  vive,  Julio,  de  fe 
A  salvo  sale  siempre  el  bajel. 

Luces  del  ciclo,  luces  divinas 
De  la  alborada  primaveral, 
Ouc  dais  colores  á  las  neblinas, 

Y  desde  el   cielo, 
Para  mis  blandas  trovas  marinas, 
Sino  armonías,  fuego  me  dais, 
Luces  del  cielo   primaveral ; 

Pues  Julio  tiene  del  alma  mijl 
La  misma  esencia.  la  misma  fe: 


Luces  del    cielo,  luces  del  dia  ; 

.Si  Julio  tiene 
Ln  tanta  estima  la  i)ocsía 
CJue  en  los  dolores  de  mi  niñez 
Sact)  del  ar[)a  mi  ardiente  fe  ; 

Para  cpic  alumbre    resplandeciente 
De  gente  en  gente  su  porvenir, 
Luces  del  cielo,  dadle  á  su  frente 

La  viva  lumbre 
Que  le  distinga  de  gente  en  gente, 
Entre  los  bardos  de  mi    país, 
Como  un  poeta  de  porvenir. 

Luces  serenas  por  argentinas 
En  los  celajes  de  esta  región. 
Dejad  mis  blancas  nieblas  marinas, 

Que  hay  más    serenas, 
Tras  de  los  Ancles  otras  neblinas, 
Donde  os  esperan,  luces  de  Dios, 
Flores  y  perlas  de  otra  región. 


ESCRITA  PARA  LA  Sra.  E.  V.  de  G.  EN  PRUEBA  DE  RESPETO. 


I. 

Un  Genio  Icx'antóel  velo 
De  una    cuna  en  que  )'acía 
Un  ser  lindo  \'  pequeñuclo, 
Que  suspirando  quería 
Volar  de  la  cuna  ;d  Cielo. 

Alegre   con  su  fortuna 
Colgó  el  tesoro  C[uc  hallaba 
.Sobre  un  ra\'o  de  la  luna, 
Sin  reparar   que  lloraba 
Otro  ser  junto  á  la  cuna. 

Cuandij  en  nubecilla  de  oro 
Daba  su  fortuna  al  vien.to. 
Sintió  al  fin  el  triste  lloro, 

Y  en  el  rayo  amarillento 
Volvió  á  colgar  su  tesoro. 

— ¿Quién  se  queja  aquí?  Quién  llora: 
VA  Genio  dijo  temblando. 
—  Una  madre.  . .  .C[ue  te  implora. 
— ;  Por  qué  me  imploras  llorando  ? 
¿Porqué   estás  llorando  ahora? 

— Porcjue  es  muí  triste  mi  suerte.  .  . . 
— -¿  Tu  hija  el  cielo  no  alcanza  ? 
— Que  soi  madre.  Genio,  advierte 

Y  es  su  vida  mi    esperanza 

\'  es  mi  infortunio   su  muerte. 

Quedóse  el  Genio   indeciso 
Pues  no  hai  razón  que  le  cuadre 
P^n  tranco  tan  improviso: 
Si   da  el  ángel  á  la  madre 
Se  lo  c¡uita  al  paraíso. 

— Madre  llena  de  dolores 
Al  fin  dijo,  pues  lo    quieres, 


Goza  en  paz  de  tus  amores, 
Pero  no  olvides  que  hai  seres 
Con  la  vida  de  las  flores. 

Sonrieron  ángel  y  luna. 

La  niña  y  madre  en  la  cuna 

Sonrieron  ....  sonrió   la  suerte . . . 

¡  Ai,  fugitiva  fortuna  ! 

¡  Ai,  abismo  de  la  muerte  ! 

ir. 

Tras  el  misterioso  duelo 
Del  dolor  en  que  yacía 
Cubrió  un  ángel  con  su  velo 
A  una  \-írgen   cjue  dcbia 
Subir   de  la  tierra  al  Cielo. 

Teniendo  á  suerte  importuna 
Encontrar  aquel  tesoro. 
Lloró  su  misma  fortuna, 
Y  le  suplicó  á   la  luna 
Lo  acomjjañase  en  el  lloro. 

Mientras  lloraban  los  dos, 
En  la  sombra  solitaria 
Sintieron   llorando    en  pos 
A  otro  ser  cuya   plegaria 
Se  levantaba  hasta  Dios. 

— ¿Quién  de  la  vida  ilusoria 
Se  queja?    El  ángel  murmura, 
— Una    madre.  .  . . 

— lín  la   memoria 
Guardo  con  honda  ternura 
De  cierta  madre  la  historia. 

— Angel_  que  es  la  mía  advierte. 
— Mujer,  también  es  la  mía. 
— ;  Bendita  sea  mi  suerte  \ 


20 


KIEBLAS, 


Tú  eres  nuncio  de  alegría.  . . . 
— Mujer,  soy  nuncio  de  muerte. 

(Juedó  la  madre  sumida 
En  un  duelo  tan  profundo, 
Que  no  hay  voz  entristecida 
Para  lloraren  el    Mundo 
El  dolor  de  aquella  \ida: 

Y  como  á  pena  postrera 
No  hay  esperanza  que  cuadre, 
La  virgen  maracaibera 
Lloró  también  con  la   madre 
üe  su  virgen  compañera. 

;  Ai,  fuGfitiva  fortuna  ! 
r' Cuándo  habrá  de  conocerte 
Nuestra  razón  importuna? 
.Sonrisas  tiene  la  cuna, 
Lágrimas  tiene  la  muerte  ; 

Mas  la  distancia  están  poca 
Que  hasta  el  insecto  que  zumba. 
Cuando  en  medio  se  coloca. 
Llena  el  espacio  que  toca 
Entre  la  cuna  }■  la  tumba. 

1 11. 

¡  Ai,  madre,   mucho  has  llorado 
Tus  esperanzas  secretas ! 
Tu  ángel  buscas,  y  \elado 
Lo  han  con  un  velo  inorado 
Del  color  de  las  violetas. 


Contemplando  tanto   duelo, 
En  la  aflicción  que  te  asiste, 
Recordé    mirando  al  Cielo 
Que  no  hace  el  color  del  velo, 
.Si  el  corazón  está  triste. 

Yo  también  en  trance  fuerte. 
Prenda  de  ardiente  cariño 
'  Perdí  ¡  por  mi  mala  .suerte  ! 
También  me  llevó  la  muerte 
La  dulce  vida  de  un   niño. 

Y  como  no  hay   quien  elija 
Entre  un  dolor  y  un  recuerdo. 
Mientras  lloras  átu  hija, 
¿  Que  mueho,  al  verte,  me  aflija 
Recordando  lo  que   jiierdo? 

¡  A\,  fujitivos  placeres  ! 
;  Ai,  misteriosos  dolores ! 
¡Ai,  esperanza,  cual  mueres ! 
Tras  el  adiós  de  esos  seres. 
Que  pasan  como  las  flores. 


IV. 

;  Ya  ves?  También  he  llorado 
Prenda    de  ardiente  cariño. . . . 
¡  Quién  no  es  aquí  desdichado ! 
Guarda  ese  velo  morado 
Yo  guardo  el  velo  de  un  niño. 


A  Mí  AMIGO  M.  fíENRíQÜ£Z 
en  la  muerte  de  so  hijo. 


í 

A    cada  risueño   amor 
Con  que  el  hombre  se  engalana. 
Digo  temblando-"  mañana 
}[ai    que    llorar  un  dolor." 

J'ucs  liicn   }"  mal    de  tal   suerte 
Tienen  su  peso    y  medida, 
Que,  un  paso  dado  en  la  vida 
Ks  un  paso  hacia  la    muerte. 

l'ei'o   alii    do   se  derrumba 
VA  hombre,  tras  honda  pena, 
Y  la  universal  cadena 
Parece   rompe  la  tumba. 

No  hai  mas  que  un  oscuro  velo 
Que  oculta,  de  varios  modos, 
í.a  luz  que  buscamos  todos 
F.ntre  los  soles  del  cielo. 


Flor   de  purísima  esencia 
Fué  tu  niño,  y  me  imajino 


Oue    .ipresuró  su  camino 
Por  conservar  la  inocencia. 

Pues  que  cuakiuiera  lo  acierta, 
ü  lo  sabe,   ó  lo  presume  ; 
Pierde  la  flor  su  perfume 
■  Al    \'endabal  entreabierta. 

I  i 

Yo  no  conozco  una  historia 
De  más  dulce   consonancia 
Que  la  historia  de  la  infancia 
I'^n  el  libro  de  la  gloria. 

Pero  á  la  verdad,  ninguna 
Otra  mejor  nos  advierte. 
Que  es  esclavo  de   la  muerte 
El  hombre  desde  la  cuna. 

Con  esa  cifra  que  alfombra 
Al  mundo,  nació  tu  niño. 
Risueño  copo  de  armiño 
Que  se  deshiüo  en  la  üouibrit. 


■\ 


21 


Mas  también,  por  ella  unida 
Nuestra  angustia  á  la  esperauza, 
El  hombre  llorando  alcanza 
La  eternidad  de  la  vida. 

En  ese  mar  sin   ribera 
De  tan   infinita  calma 


FA  llorado   hijo  del  alma 
Tus  bendiciones  espera. 

(Jue  del  hombre  el  descntisuelo 
Así  Dios  al    bien  aduna: 
I'ija  una  escala  en  la  cuna, 
l'ara  levantarlo  al  cielo. 


DIOS  OS  GUARDE,  SEÑORA 


Ibase   por   el    vario 

Pensil  de  un  rio  de  fuyaz  corriente 

Un    ángel    solitario, 

Negros  los  ojos  y  la  faz  riente, 

Y  al  asomar  brotaban   las    arenas 
jazmines   y    azucenas. 

De   pronto    en  la  campiña. 

Cual  sedienta  avecilla  en  pos  del  agua, 

Vio  cruzar  á  una  niña  ; 

Y  era  aquel  rio  el   apacible  Aragua, 
El  ángel  el  amor  y  vos,  señora, 

La   niña  encantadora. 

Absorto  el  ángel  queda. 

Mas  cuando  quiso  desplegar  sus  alas 

De  unos  iuncos  se  enreda, 


Y  cauti\u  se  siente  entre    las  galas 
De  aquel  pensil  de  luz  )-  mariposas 

Y  flores  olorosas. 

Té  salvaré,  le  dice 

La  niña,  }■  corre,    y  libre  lo  suspende  ; 

¡  Oii.  momento  felice  ! 

En  aquel  corazón   de  n¡ñ;i  enciende 

'La.  ¿>i>//t/ií//  y  el  ir/."i>r  el    i-apazuelo, 

Y  se  levanta  al  cielo. 

Hoy  ese  a/z/or  fascina 

Al  dichoso  mortal  que  el  pueblo  aclama  : 

Vuestra  bondad   di\ina 

Es  hoy  como  un  perfume,  como  llama 

De  vida  al  infeliz  que  triste  llora. . . . 

;  Dios  os  guarde,  señora! 


AL  SEÑOR  MARCO  ANTONIO  SALÜZZO. 


¿  .Vdóndc   está,   manso  rio, 
La  ílorecilla  riente 
Que  se  bañó  en  tu  corriente 
Coronada  de  rocío? 
¿Adonde  está,    manso  rio? 

Encantada  en  la  campiña 
Al  escuchar    tus  rumores. 
Por  verte,  con  otras  flores 
Corrió  á  tí   la  dulce  niña 
Encantada  en  la  campiña. 

Soñando  entonces  despierto 
Creíste  que  iban    llegando 
Tus  bellas  indias  cantando 
El    yaraví   del  desierto. 
Soñando  entonces  despierti^i. 

Y   aquel  inocente  bando 
Cruzó    las  aguas  serenas. 
Como  un  grupo  de  azucenas. 
Como  los  cisnes  cantando 
Aquel    inocente  bando. 

A  sus  voces  de  alegría 
El  saucedal  con  el  viento 
Rumoroso,  de  contenta 


También  cantar  parecía 
A  sus  voces   de  alegría. 

¡  Ai.  rio,  tu  extraña  suerte 
Corrió  á  par  de  tus  cristales  ; 
;  Quién  adurió  por  iguales 
Las  sonrisas  y  la  muerte? 
;  Ai,  rio,  tu   exti'aña  suerte  ! 


Y  sucedió,    que  improviso. 
Tras   infantiles  antojos, 
La  niña  de  negros  ojos 
Del   grupo  alejarse  c|uiso  ; 

¡  Y  sucedió  ele  improviso! 

Y  al  seductor  murmurio 
Del  agua  corriendo  en  tanto, 
Ün  grito  se  oyó  de  espanto.  . . . 
¡Ai  de  la  niña  en  el  rio 

A\  seductor  murmurio  ! 

;  Quién  tranquilo  allí  resiste 
A]  horror  que    se  difunde? 
Allí.  .  .en  las  ondas!.  .  .se  hunde 
Temblando  aquel  ángel  triste.  .  .. 
¿  Quién   tranquilo  allí  resiste  ? 


22 


NIEBLAS, 


¡  Ai,  rio,  llora  ese  duelo 

Que  amengua  tu  dulce  nombre : 


¿  Cuándo  inquirir  podrá  el  hombre 
Las  altas  miras  del  cielo? 
;  Ai,  rio.  llora  ese  duelo! 


Quién  habrá  de   comprenderte 
Oh!  Dios!  si  en  tantas  sonrisas 
Se  hacen  celajes  y  brisas 
Atalayas  de  la  muerte  ! 

Al  rumor  que  van    formando 
Las  ondas  de  la  laguna, 
Se  inclina  sobre  una  cuna 
Una   mujer  suspirando. 

No  hay  quien  al  ver  sus  dolores 
y  contemplarla   tan  bella, 
No  se  imajine  que  es  ella 
La  madre  de  los  amores. 

Mas  de  improviso  se  inquiere 
La  verdad,  cuadre  ó  no  cuadre  : 
Esa  mujer  es  la  madre 
De  un  ángel  que  allí    se  muere. 

Pasando  la  brisa  leda 
Sobre  un  marino  boscaje, 


Vio  no  muy  alto  un  celaje 
Como  una   estopa  de  seda. 

-^Vellón  de  luz  purpurino, 
Dijo  la  brisa  subiendo, 
Su   fragrancia  sacudiendo 
Sobre  el  celaje  marino  ; 

— Aunque  es  mucho  tu  donaire, 
¿Cómo  es  que  ala  luz  febea, 
Solo  un  celaje  campea 
Sin  compañero  en  el  aire? 

— Porque  espero  en  esta  calma 
Del  rubio  esplendor  del  cielo, 
Acompañar  en  su  vuelo 
De  un  niño  feliz  el  alma. 

Calló  el  Celaje  de  armiño, 
La  brisa  calló  quedando 
Como  en  silencio  aguardando 
El  espíritu  del  niño. 


MISERIA  DE  LA  VIDA. 


Por  el  calvario  subiendo. 

Hoy  eminencia  florida, 

Iba  á  mis  solas  diciendo  : 

"/  Vive  Dios  !  que  asi  es  la  vida  !  " 

Y  en  alto  de  hueco  en  hueco 

Y  á  trechos  de  rama  en  rama, 
"¡  Vive  Dios  !  "  repite  un  eco: 
"¡Así  es  la  vida!" — otro  clama. 

—"He  aquí  para  el  Iiúiiibre  ciega'. 
Dos  verdades'-me  decia; 
"Las  únicas, "-gritó  luego 
Un  viejo  que  atrás  venia. 

— "¿Y  tantas  cosas  que  admira 
El  hombre  y  persigue  en  pos  ?  " 
— Ilusión!  Todo  es  mentira 
Fuera  de  la  muerte  y  Dios. 

- — "¡Acentos  bien  dolorosos!  " 
— "Que  al  fin  la  experiencia  enseña. 
— "A,ncian_o,  hay  muchos    dichosos 
En  Caracas  la  risueña." 

-^"Sí,  muchos.  ..."  con    ironía 
Él  murmura  y  me  señala 
A  la  ciudad  que  se  vía 
Como  vestida  de  gala. 


—"Y  bien ! " 

— "¿  Qué  ves  por  el  aire 
Por  esas  nubes  de  armiño  ?" 
Veo  del  lado  del  Guaire 
Unos  cometas  de  niño." 

— "Pues  contrario  ce  lo  que  dices 
Esos  niños,    turba  loca. 
Son  los  únicos  felices 
En  Caracas".  ... 

-^" ¡  Punto  eii  boca  í* 

Y  aquí  el  anciano  y  el  indio 
Callaron  como   una  peña 
En  la  cumbre  de  ese  Pindio  (•') 
De  Caracas  la  risueña. 


(")  Historia  inuracailjorirrlc  cslc  dispárale. 

Crc.yeiido  un  amigo  del  padre  Sanyus  ponerlo  eii  apu- 
ros le  dio  por  pié  forzado  á  lo.'*  postres  do  una  comida  el 
ver.so,-"  Bailando  ca  la  cuerda  uq  indio  "-á  lo  que  el 
septiiajenario  levita  i'cspoudió  cou  el  desenfado  rjuc  le 
era  caractcrísIJco: 

"  En  la  cúspide    del  Pindio 
•   Del  Pindó  (me  equivoqué  ) 
Cierta   ocasión  observé  , 

Bailar  en  la  cuerda  un  indio," 


NIEBLAS, 


23 


A  MI  DISTINGUIDO  AMIGO  EL  SEÑOR  J,  M.  MANRIQUE. 


Silenciosa  y   serena 
Extendiéndose  va  como  una  gasa 
La  noche  con  sus  sombras.  Si  resuena 
El   blando  vicntecilio. 
Olor  lleva  de   nardo  y  de  tomillo, 
Y  fugitivo  pasa 

Murmurando  de  Dios  el  santo  nombre 
Que  entre  las   flores   aprendió  del  hombre. 

La  noche  de  la  tierra 
Es  un  mundo  de  voces  y  de  ruidos, 
Que  para  el  alma  entristecida  encierra 
Al  temblor  de  las  palmas, 
La  piedad  de   las  lágrimas  tlcl  alma. 
Los    recuerdos  perdidos, 
I>a  adoración,  el  bien,   la  gloria  misma, 
Que   mata  la  virtud  y  al  hombre  abisma. 

Por  eso  en  mis  querellas. 
Tan  tristes  como  extrañas  para  el    mundo. 
Busco  desde  la  sombra  las  estrellas, 
Creyendo   ver  alguna  . 


Que,  de  la  vida  en  duelos  importuna, 
Me   descifre  el  [jrofundo 
Misterio  que  nos  lanza  al  infinito 
En  este  mundo  del  terror  maldito. 

Ante  mí  se  engrandece 
La  noche  entonces  que  en  el  cielo  avanza, 
Y  sombra  y  flor,  y  luz   que  palidece 
Con  las   pardas  neblinas. 
Tienen  para  mi  espíritu  divinas 
Palabras   de  esperanza : 
Desde  la   tierra  entonces,  en  mi  anhelo, 
Platico  con   mis  ángeles  del  cielo, 

¡  Ay.   recuerdos  sombríos, 
Terrores  de   mi  vida  solitaria! 
Ángeles    sin  sonrisas,    hijos  míos, 
y\rrebaLadas    flores 
Del  oculto  jardín  de  mis  amores; 
Si  en   mi  triste    plegaria 
Aún  bendeciros   en  la  noche  puedo, 
La  propia  voz  me  espanta. .  .tengo miedo! 


LA  NIÑA  MARÍA  LUISA  ALVAREZ. 


Cogiendo  flores  en  la  campiña, 
Mas  vaporosa  que  el  aura  leve. 
Aquella  dulce,   risueña  nina 

Vio    una  mañana 
Dos  nubecitas  color  de  nieve 
Que  se  tiñeron  color  de  grana. 

"Quiero  ser  nube-dijo  la  niña- 
Más  vaporosa    que    el  aura  leve." 
Y  con  las  flores  de  la  campiña, 
Cintas  y  galas, 


Y  con  sus  velos  color   de  nieve 
La  dulce  niña  formó  sus  alas. 

Cuando  en  los  huertos  de  la  campiña 

Y  al  viento  leve  de  la  rnaflana 
La  pobre  madre  buscó  á  su  niña, 

¡Ai .... !  en  su  anhelo 
Vio  que  entre  nubes  color  de  grana 
La  dulce  niña  volaba  al  cielo. 

Coro,  Marzo  23  de  186S. 


A  MI  AMIGO  EL  DR.  TRINIDAD  CÉLIS  AVILA. 


Pasando  una  sombra  va 
Sobre  el  Avila  eminente  ; 
De  una  nube  es  esa  sombra 
Que  se  mueve,  que  se  mueve. 

Mas  cuando  el   hombre  la  nube 
Quiere  buscar  en    el  cielo. 


Como  el  humo,  como  el  humo 
Se  la  han  llevado  los  vientos. 
Así  son  mis  alegrías. 

Son  así  mis  esperanzas 

Como  el  humo,  como  sombra. 
Como    la  nube  que  pasa. 


PARA  ARVELO. 


Sin  ser  mi  numen  cobarde 
Al    ver  las  trovas  de  Arvelo 
Pedí  como  auxilio  al  cielo 
Los  celajes   de   la  tarde. 


Pues  con  las  armas  que  esgrime. 
Es  decir,   con  la  palabra, 
Un  templo  tal  hombre    labra 
De   arquitectura    'Sublime. 


24 


NIEBL7\S, 


Cuando    la    Musa   de  Arvelo 
Hace  de  su  gloria  alarde, 
¿Qué  otra  Musa  no   es  cobarde 
Aunque   descienda  del  cielo? 

Nidie  de   guerrero  á  guisa 
Puede   con    clla-Relona 
Le   dio  arreos  de  amazona 
Sobre  el  campo  de   la  risa. 

;  Sabéis  las   arjaas  que  esgrime 
En  vez  de  lanza  y  espada  ? 
La  olímpica  carcajada 
Que  ella  eleva  á    lo  sublime. 

¡  Que  donaire  !  cpic-  agudeza  ! 
Mirad,  si  no  por  ejemplo 
Su   ofrenda   llevada    al   tem]:ilo 
Del    valor  v    la   belleza, 


Así,  por  mas  que  blasones 
Tenga    mi  musa  natal. 
Si   Arvelo    tiene  la  sal 
¿Acjue   sabrán    mis  canciones? 

Con  todo  nunca  cobarde 
¡  (.)h    Musa,    te   mire  Arvelo  ; 
Canta !  Arrebátale  al  cielo 
La  púrpura  de  la  tarde. 

¡VL'is  ¿para  qué  necesito 
Ese   atavío   de    grana 
Cuando    la   verdad  zuliana 
Está  le\-antando   el   grito  ? 

•  Con    un   rosal  de   lo  lindo 
Y   un  laurel  á  todo  punto 
¿Cómo    ha  de   faltar  asunto, 
En    el    congreso  del    Pindó? 


A  LA  MEMORIA  DE  MARÍA  MÁRQUEZ. 


Si  en  vida  el   mal  se  convierte, 

Y  el   mundo   en  sombra  importuna, 
¿A  qué  vida  llamáis  suerte? 
Morir  ángel  en  la  cuna, 

Ó  vivir  para  la  muerte? 

Si  aquí  la  vida  es  tan  triste, 

Y  en  el  cielo  es  sin  reproche. 
¿En  qué,  decidme,    consiste 
Que  clel  color  de  la  noche 
Aquí  la  muerte  se  viste  ? 

Si  la  vida  es  luz  mortuoria, 

Y  paz  la  tumba  escondida. 
Mortal,    ¿porcjuésin   memoria 
Reis  con  el  mal  de  vida. 
Lloráis  con   el  bien  de  gloria? 

Si  el  hombre  cumple  su  sino, 

Y  el  mal  al  bien  sigue  en  pos. 
Torciendo  aquel  su  camino 
Cuando  el  bien  llega  hasta  Dios, 
Plasta  Dios  centro  divino  ; 

^•Porqué  cuando  el  cuerpo    muere, 

Y  el    alma  vive  mejor. 
Ningún  mortal   morir  quiere, 

Y  su  vida  de  dolor. 
Antes  que  morir  prefiere  ? 

Arpa  llena  de   armonía. 
Yo  de  la  sombra  sabía 
Que  no  era  un  mal,  pues  su  \'elo 
Le  sirve  al  brillante  dia 
Para  ocultarse  en  el  Cielo  ; 

Y  si  en  la  sombra  se   esconde 
Un  ser,   mientra  el  \'iento  zumba, 
¿Adonde  está  el  mal,  adonde? 
Arpa  mia,    ¿está  en  la  tumba? 
¿Qué  dices,  arpa?   Respondí:. 


♦  II 

Llorando  mi  desconsuelo, 
Con  que  Dios  tal   vez  me  humilla. 
Vi  un  ave   que  alzaba  el  vuelo 

Y  dije:  "Adiós,  avecilla, 

;  Quien  fuera  contigo  al  Cielo  !  " 

Torné  mi  vista  al  momento. 
Con  pensamiento  tan  grave, 
Al   mundo...    Escuché  un  lamento, 
— El  hombre    lloraba  al  ave — 

Y  se  asombró  el  pensamiento. 

Si   el  hombre  la  vida  anhela, 

Y  el  mal  al  bien  sigue  en  pos, 
¿  Por  qué  aquí  se  desconsuela 
El  hombre   si  busca  á  Dios, 
Él  avecilla  que  vuela? 

¿  No  es  Dios  la  cifra  ó  la  letra 
De!  sumo  bien  celestial? 
¿Por  qué,  pues  el  hombre  impetra 
El  bien,  y  prefiere  el  mal 
Que  nunca  hasta  Dios  penetra? 

Lira,   armonioso  instrumento. 
No  sabes  que  sobre  el  viento 
Más  de  un  a\'e  se  levanta? 
¿  A  qué,  pues,  esc  lamento 
.Si  un  ave  en  el  Cielo  canta? 

Y  si  lo  que  sube  ó  gira 
Es  un  ser  de  pura  esencia. 
Que  ama  á  IDios  y  á  Dios  aspira, 
f  Es  perdida  esa  existencia.'' 
Responde,  responde,  lira.. 

III 

Si  el  bien  es  una  corona 
De  luz,  que  al  mortal   abona 
l~.n  este  mar  de  inquicf\u.l : 


^RKa: 


25 


Taluui  do  la  fiiciiíc  mansa, 
]Julcc  María,  dcscinsa.  .  . . 
l^icn  te  abona  la  virlnd. 

No  iin|)orla    i|iir  '-1    limidjic  lloic 
Ni  (,|u<j  llorando  le  iniplnic 
(.'rrj-cndo  dirlia  el  \  i\  ii'  ; 
l'd    lioiiilnT,  fii  I  r.iiii  '•  I  riii  :ji'avc, 
(  oiiio  bcndcrir   no   s.d.if , 
1  ,l(jra  vu  \  (■/.  di:  jicndci  ir. 

Laud,,iJS|)cr,in/.i  nii.i, 
Si  en  la  Unnba  de    María 
'l\:  ])iden  nna  caiuion  ; 
Tan  suave  acorde  niininina, 
(¿ue  cstrcnie/.ca  de  ternura 
Las  fdjras   del  corazón  ; 


\    iiiie-.  la  Uindja  convierte 
I'.n  ,^doria  la  misma   muerte. 
Tras  este  mar  de  inquietud  ; 
1  ,aud,  ¿  por  quf'  sin  iticmoria 
1  -ainenta  el 
]  )imc,  rcs|)onde,    laúd 


lioirdjre  su  gloria  '. 


Afarí-t,    In/  fu.L,nti\'a. 
Mi  fe  te  cohunbra  vixa 
De:  Dios  en  la  eternidad. 
.Ir/'ii,  no  llores,    despierta. 
/.i/'/r,  ¿su  ¡gloria  no  es  cierta  í 
/.nut/,  }  no  es  Dios  la  verdad  i 

Mar.Kdibo,   /\bril   i  J  de  i  .S64. 


t 


N(.)  ha\'  inbtanlc    en  esa  torre 
Con  su  sonido  estridente. 
Oue  no  le  anuncie  á  la  i^ente 
El  raudo  tiempo   que  corre. 

.Si  pues  tan  lúgubre   grito 
A  cada  instante   me  espanta, 
¿l-'orqué,  Diosmio,  la  planta 
No  apresuro  y  precipito? 
U 

Cada  sol,  cada    mañana 
Me  murmura  la  conciencia  : 
"Mortal,  tu    noble  existencia 
No  es  mas  que  una  sombra  vana' 

Mas  si  la  conciencia  en  calma 
i\nda  en  mí  tan  advertida, 
¿Por  cpié  mal  gasto  la  vida 
A  despecho  de  mi  alma? 


tli. 

\  o  se  (|ue  en  cí  hondo    abismo 
lie  la  muerte,  toilo    es  sueño; 
Que  lo  grande  y  lo  ])equeftü 
l'ara  Dios  valen  lo  mismo  ; 

l'ero  si  somos  iguales 

Ante  esc  abismo    profnmlo, 

¿  Por  qué  me    asedian  ¡oh  mundo! 

Estos  sueños   inmortales  ? 

rv. 

r^l  sonido  de  la  tierra, 

Y  la  conciencia  del  hombre, 

Y  la  muerte  á  cuyo  nombre 
Sus  puertas  el  mundo  cierra 

'Qué  son  ?  silencio  !  ¡  el    vacío  ! 
No  puede   ser  ini  imperio! 
Kasga,  descifra  el  mistérica 
Oue  yo  te  adoro,    Dios  mió. 


LOS  DOS  ANGELES, 
A  la  señora  Rosa  de  Alvarez, 


QUISO  calmar  el    cielo  la  memoi-Ía 

1  )e  tu    mortal  martii-Jo, 
Y  te  dii)  como  un  gaje  de  su  gloria 

Otra  i)eHa,  c^tro  lii'io. 

Pero  ese  nuevo  amor   tpie  el  llanto  sella 

]Je  una  tumba  sombría. 
Era  un  ;ingel  también,    era  otra  estrella, 

Otra  dulce  María. 


Bien  lo  supo  la  lh)r  del    arro)-uelo 
Cantando  una  mañana  : 


■'•  "La  seguntla  'Aíai'ía  se  ii'á  al  cii:lo 

Como  su  tierna  hermana"'. 

.\si  fué  (jue  al  m'r  el  triste  llanto 
;  De  toda  la  campiña, 

I  'l^'i^  sc'  luuuüó  !-dije  trémulo  de  espanto, 

lisa  segunda    niña. 

i  cQ'"-"  «-inieres.  ¡)obre  madre?  Nei  ha\'  bendito 

I  Martirio  sin  su    ¡lalnia; 

I  A  ))ii  también  me  guarda  el  Infinito 

Dos  hijos  de  mi    alma. 
I   Coro  Marzo  15  de  i8'69' 


26 


NíEBLAS, 


A  E.  S.  de  Y. 
Inédita. 


SERENO  muere  el  dia  y  más  sereno 

Murmura  el  ancho   mar  ; 
Arma,  pobre  marino,  el  débil  remo, 
Llévame  en  la  barquilla  por  el  puerto 
Mientras  el  sol  se  va. 

Y  al  soplo  de  la  brisa  de  la  tarde 

Corre  .el  batel  en  pos 
]Jc  los  verdes  pesqueros  y  los  mangles, 
Sobre  arenillas  de  oro  más  brillantes 
r)i¡c  las  luces  del  sol. 


¿  Por  qué  no  soy  feliz  ?  ¿  Qué  abismo  inmenso 

Llevo  dentro  "de  mí 
Que  no  me  aplace  ni  la  luz  del  cielo  ? 
¿Qué  me  asombra  en  la  vida?  Por  qué  tiem^blo  ? 

¿  Por  qué  no  soy  feliz  ? 

¡  Alienta  corazón  !  Bella  es  la  vida. 

La  tierra,  el  mar,  l;i  luz  ; 
Es  verdad  ¡  ¿  Pero  puede  el  alma  mia 
Ni  ser  feliz,  ni  sonreír  trantjuila 

Cuando  me  faltas  tú? 


MURMURIO  de  fuente  escasa, 
Montes  que  brotan  al  fuego 
De  oculto    abismo, 
Gloria  del  mundo  que  pasa, 
Dolor,  lágrimias  y  duelo  ; 

¡  Todo  es  lo  mismo  ! 

Hombre  que  alcanza  una   idea. 
Noche  que  al  cielo  se  encumbra 
Triste  y  callada, 


Mar  que  á  la  tierra  rodea, 
Sol  que  al  uni\erso  alumbra; 
■j  Todo  eso  es  nada  ! 

Mas  lo  invisible   v-ivientc, 
Que  el  hombre  encontrar  ansia 

De  cualquier  modo  : 
Ese  ser  que  el  alma  siente. 
El  DlüS  de  la    infancia  mia, 

;  Eso  sí  es  todo ! 


Á  MI  ESPOSA. 


YO  no  sé  lo  que  pienses,  vida  mia, 
De  este  amor  en  desdichas  sin  igual ; 
¡Cuánto  sufro,  Clemencia!  cada  dia 
Me  desespero  más. 

yXnte  el  fantasma  de  la  ausencia   evoco 
Tu  memoria  dulcísima  y  feliz, 
Y  e!  fantasma  me  grita  :  ¡  pobre  loco  ! 
¿Se  acordará  de  tí? 

Para  mi  alma,  en  cuanto  el  mundo  existe, 
Como  chispa  fugaz  brilla  una  luz  : 


La  esperanza,  Clemencia;  ¿acaso  triste 
Esperas  también    tú  ? 

Y  el  mar  entre  los  dos,  y  el  alto  monte 
Se  interponen  sombríos   á  la  vez, 

Y  á  un  horizonte  sigue  otro  horizonte.  . 

¡  Aun  suspiro,  otro  cruel ! 
Abra.sado  arenal   sin  flor  ni  planta. 
Así  mi  corazón   lejos  de  tí. 
¡Quién  pudiera,  Clemencia  de  mi  alma. 
Llorar,  verte   y  morir ! 
Caracas,  Abril  5  ele  1 87.4. 


M\  (lucvidii  Barbcrií. 

y  iiUL'.slo  que  mi  iniíiicu 
está  tocando  á  lu  puerta 
(le  mi  cor*zon, 

DlLl-l  á  e.sa  bella,  gentil  seilora. 
Que  cuando  escuche  del  Lago  azul 
Alguna  brisa  murmuradora; 


Si  alge  presume. 
No  será  mucho  que  entre  sonrisas 

Sieiiía  un  perfume 
Que  yo  le  mando  sobre  las  brisas, 
Como  un  recuerdo  de  mi  laúd. 

Dile  á  esa  bella,  gentil  sei"iora, 

Que  si  en  los  cielos  del  mes  de  Abril, 


NIEBLAS. 


27 


Ve  un  blando^aiToyo  que  se  colora 

Solo  un  momento ; 
Que  nunca  inquiera  como  es  que  .sal\;i 

Mi  pensamicnlo 
l'or  solo  verla,  la  luz  del  alba 
Sobre  los  cielos  de  mi  país. 

Díle  á  e.sa  bella,  gentüfseftora, 
Que  cuando  alcance  sobre  la  mar 
Náufraga  nave  que  al  cielo  implora  ; 

Que  no  pretenda 
Saber  la  sirte  mui  escondida 


Donde  en  ofrenda 
VA  pobre  nauta  deja  su  vida, 
Mientras  las  olas  vienen  y  \aii. 

i  >ile  áesa  bella  yeiitíl  sentirá, 
Que  cuando  el  aire  cru?;a  veloz, 
V'Á  avecilla  madrugadora. 

Pregunte  al  ave. 
Si  entre  los  sueños  que  tiene  el  liuiubre 

De  alguno  saV)c 
Que  canta  triste  su  dulce  nombre 
Mientras  se  aleja  diciendo  adiós  ! 


TARDAS 


TARDAS  !  y  muere  el  día, 

Y  se  asoma  la  noche,  y  desespero .  . . . 
Tardas,  Clemencia  mia. 

Porque  no  sabes  tú  cuanto  le  quiero. 
Herido  siento  el  corazón  y  lloro, 

Y  tú  tardas,  Clemencia,  y  yo  te  adoro. 

En  silencio  apacible 

Se  han  venido  los  astros  asomando, 

Y  tardas. . . . !  Imposible 

Es  vivir  como  vivo  agonizando, 
Muriendo  en  medio  de  tan  dulce  calma. 
Ai !  si  vinieras  tú,  bien  de  mi  alma. 

Si  vieras  en  mi  anhelo 

Como  sufro  esperando  tu  venida  ! 

Cómo  demando  al  cielo 


La  paz  del  corazón,  ya  que  la  vida 
Eres,  Clemcia,  tú,  tú  que  no  vienes 
Y  atjuí  esperando  sin  piedad  me  tienes! 

En  zozobra  tan  triste 

Piénsalo  Iiien,  Clemencia,  )-o  me  mmictu: 

Mi  alma  no  resiste 

El  bien  de  la  esperanza,  si  te  espero  ; 

El  bien  de  la  esperanza!  ¡  Cuan  sombrío  I 

Es  esc  bien  si  tardas,  amor  mió  ! 

Clemencia,  bien  lo  sabes: 

Mientras  mi  pobre  corazón  se  abisma, 

Solemnes  son  y  graves 

Nuestros  destijios,  nuestra  vida  mislna .... 

Silencio,  hermosa! — Cuando  así  se  (juiere, 

Palpita  el  corazón,  estalla  ...  .y  muere. 


TRADÜCCÍOM. 


AI !  dulce  inadre  mia, 
No  llores,  no;  tus  lágrimas 
Me  están  bañando  toda 
Mi  camisita  blanca. 
¿No  ves  que  tus   suspiros 
Me  tienen   desvelada 
En  esta  fosa,  donde 


Los  ángeles  me  guardan  ^ 
Madre,  no  llores  triste, 
Tranquila  en  paz  descansa, 
¿No  ves  que  me   despiertas 
Oh,  madre  de  mi  alma  ? 

de  Agosto  de  1879. 


A  m  QUERIDO  AMIGO  EDUARDO  GAICANO  EN  LA  MUERTE  DE  SU  HIJA. 


Si  es  admirable  ese  velo 
Que  el  sol  con  sus   luces  arde, 
¿Porqué  se  oculta  en  la  tarde 
El  rubio  sol  en  el  cielo? 

Asf  en  vaga  pesadumbre 
Contemplando  me  decia. 
El  último  adiós  del  dia 
Sobre  la  lejana  cumbre. 


Y  es  que  á  nuestra  vista  encierra 
El  mal  y  el  bien  de  tal  modo, 
Que  luz  y  sombra  son  todo 
Eii  la  vida  de  la  tierra. 

¿Quién  en  tu  pensil  de  flores 
Tan  encantadas  creyera 
Que  la  más  dulce  te  diera 
El  dolor  de  los  dolores? 


28 


KÍEBLAS, 


Ella  rocío,  ella  palma, 
Perfume  y  luz  que  riela, 
T.^  mimada  pequefiíiela 
En  el  culto  de  tu  alma  . 


Hoi  si  íns  duelos  inquieren 
Adonde  el  ángel  se  ha  ido  ■ 
IMira,  Eduardo,  está  dormido, 
Cae  los  ángeles  uo  mueren. 


mmmmK 


_  YA  lo  diviso !  Es  rubio  !  Es  un  lucero 
Átomo,  mundo  ó  sol  del  infinito  ; 
Y  á  la  verdad  que'para  el  Dios  del  cielo, 
Átomo,  mundo  ó  sol  valen  lo  mismo. 

Si  es  átomo,  de  luz  es  una  chispa, 
Si  es  mundo,  del  dolor  ea  una  sombra, 


Si  eá  so! ....  ¡todo  es  igual,  todo  se  abisma 
En  lo  inmenso  y  lo  eterno  de  su   gloria ! 

El  hombre  solo  como  el  ente  libre 
Ante  Dios,  en  la  idea  y  la  conciencia, 
Átomo,  mundo  ó  sol  eterno  vive 
Y  en  el  mundo  moral  es  cifra  eterna. 


CERTEZA  BE  LA  flDl 

El  alma  v  el  coraizon. 


— ¿  LO  ves,  pobre  corazón  ? 
Llega  un  dia 
Que  se  estingue  la  pasión 

Y  el  amor  es  luz  mortuoria .... 
-No  me  espantes  alma  rnia, 

Por  piedad; 
No  es  verdad  que  amor  es  gloria  ? 
— No  es  verdad. 

*i        — 

~-¿Y  este  fuego  que  me  abrasa 
Lentamente  ; 

V  esta  existencia  que  pasa 
F.trc  perfumes  y  flores  ? 

-j  Pobre  corazón  doliente  ! 

¿  No  suspiras  ? 

-Sí 

-Pues  luz,  sueños  y  amores 

Son  mentiras ! 


—Aima  mia,  pues  presumo 
Mis  quebrantos, 
Dímey  las  dichas? 
-Son  humo 

— Y  el  placer? 
— Solo  es  un  nombre. 
-Y  el  mundo  ? 

— Miseria,  llantos, 
Inquietud. ....,., 
~¿  Qué  le  resta  pues  al  hom.bre  ? 
— La  virtud. 

-Y  con  virtud  la  existencia, 
Di,  qué  alcanza? 

-La  paz'de  nuestra  conciencia, 

-¿  Nada  rnás  en  tanto  duelo  ? 

-No,  que  tiene  ¡a  esperanza 
Siempre  en  pos. 

-;  Nada  más? 

— No,  tiene  el  cielo, 
Tiene  á  Dios. 


LA  0GLOMBRIMÍ 


AVE  de  las  negras  plumas, 

Golondrina, 
Que  rasando  las  espumas 
Vas  bebiendo  en  curso  vago 
El  agua  del  patrio  ¡sgo 

Cristalina. 

Ave  de  rápido  vuelo, 

Que   irnprovisas 
Un  viaje  al  azwl  del  délo, 


Y  a!  ver  las  compestrcs  ga!as 
Vuelves  al  camp3  las  aías 
Indecisas. 

i  ú  que  cruzas  de  ola  en  ola, 

Palpitante, 
i-jn  que  mire  una  vez  soja 
Con  quién  loca  te  entretienes. 
Por  qué  alegre  vas  y  vienes 
Delirante.   . 


lEBLAS. 


29 


l'ajai'illo    entusiasmado 

Con  el    \'ionto, 
¡  Cuántas  veces  be  pensado 
Que  como  tú,    íuL^itivfi, 
'J'ambícn  puedo  alzar  mi  alti\(i 

Pensamiento  ! 

Siempre  liacientlo  en  i-aiido  í;'Íi'o 

T.oco    alarde, 
Avecilla,  yo  te  miro 
.Cómo  bajas,  ciímo  subes. 
Va  en  el  x'iento,  ya  en  l;is  nubes 

De    la    larde. 

¿  Es  por  la  luz  que  te  alecjras 

Incendiaria  ? 
Ave  de  las  plumas    ne!.;'ras, 
7\l  ver  la  estrellada  alfombra, 
¿  F.s   que  la  noche  te  asombi.a 

Solitaria  ? 

Tan  pronto  en  verde  paisaje 

Te  contemplo, 
Como  en  el  seco   ramaje, 
Lomo  en  la    fuente  (jue   corre, 
Como   en  la  ])arduzca  torre 

i)e   alLj'uii  templo. 

Ya  \-isitando  los   muertos 

Importuna, 
Oyes  los  ru!dr)s  inciertos, 
i'd  rumoi-  di'  las  eiuíJ.idcs. 
A  las  tristes    clariihidc; 

i  )e  la  lim.a. 

Y  si   l;i  flor  campesina 

Ciei-r;i  el  Itroche, 
Tú  te  .alejas,  i^olondriiia, 
l'or  e.scucli.ai-  la  prinuaa 
La    campana  pl.uiidera 

JJe  la  noche, 

•Saliíaido  á  \'eces  del    monte 

Sin  fatií;a, 
Vas  dereclio  al  horizonte, 
CV)n  tal  soltura  y  donaii-i;, 
Que  no  ha\'   ave  pnr  elaii'C 

Qlil-  te  sÍL;a. 

Y  luego  alhí  de   las  nubes 

i\'lara\-illa. 
Después  que  tan  alto  subes, 
AI  vei'  C[ue  tus  p)lumas  ajas 
■Cierras  tus  alas  \-  bajas, 

A\'ecilla.  T 

Tal,  siendo    niño,  n-ozando 

Mi    des\í.-(,  ' 
Di\  ertíame  ari'ojando 
Las  conchas,que  iba  coejicndo. 
l'or  \erlas  después  ea\'ci)do 

.Sobre  el  rio 


Ai  I  entonces  mi  ff)rtunn,   . 

M  is    amores 
F.ran   el  sol,  la  laguna, 
.Sus    barquillas,  y  los  nidos 
Ln  los  ramos  suspendido-; 

De  las  flores. 

Con  los  niños  compañeros 

De  mi  infancia, 
Trepaba  á  los. cocotero.'-. : 
Y  cuandí)  en  alto  me  via 
Lra  j^i'ande  mi  alcarria, 

.Mi  arrogancia, 

Qlic  acaso  yo  de  mil  modos 

Me  pensaba 
Que  era  más  grande  que  todos, 
y  dv  orgullo  satisfecho 
Ll  corazón  en  mi  pecho 

Palpitaba. 

Sueño  si!i  lu.z  )' sin  nombre. 

Tan  profundo. 
Que  lanza   después  al   hrjmbrc 
P.ara  realizar  su  instinto, 
l'oi-  el  ancho  laberinto 

De  este    mundo. 

Sueño  de  ai'diente  cariño 

.Subreliumano  ; 
Porque  es  .-illa  cuando  niño 
One  se  abriga  en  la  memoi'ia 
i\se  sueño  de  la  gloria 

Soberano. 

¡vMi,  laglorki!    es  un  deliric), 

Luz  soñada 
Que  se  comiertc  en  martirio 
]Je  la  fr/un'l    existencia, 
¡  Ah,  l:i  gloria  I  es'  la  demencia, 

Soniljra   )   nada  1 

Lo  sé  ;  'mas  volar  te  veo 

Por  las  nuhjes, 
'  Ave,  \-  n.ii  muerto  deseo 
Se  a\'i\-a,  }•  lloro  y   me  afano, 
\'  (jiiiero  subir  en  \'ano 

Cual  tú   subes. 

Que  si  algo  estimo  esta  \'ida 

Transitoria, 
Es  que  en  mi    mente  se  anida 
La  esperanz,',.  el  loco  empeño 
De   darle  cima  á  ese  sueño 

Déla  gloria. 

Pajarillo    entusiasmado 

Con  el  viento, 
¡  Cu:'intas  veces  he. pensado 
Que  LÍ  tu  \uelo  raudo,  alti\o, 
I-~s  igurJ  mi  fy.gitix'o 

Peiismiiiento  ! .    .  . 


poesías  filosóficas, 


^mrnis  ^ñBmñms>' 


EL  ÍMPERÍO  DEL  MAL  (^) 

A  raí  inteligente  y  buen  amigo  eí  señor  Alejandro  Andrade. 


ABRAZADO  á  la  Cruz  con  mis  dolores, 
De  tí,  Padre  y  Dios  mió,  solo  espero 
La  luz  de  la\-erdad,  que  en  los  horrores 
De  tanto  infando  crimen 
En  zozobra  mortal    temblando  inc|uiero. 
Qué  soy?  De  dónde  vengo  ?  ¿Porqué  \ivo 
Con    este  Juez  interno  que  sentencia 
Cuanto  en  la  esfera  de  mi  ser  activo, 

Y  libre,  y  responsable 

Gravita   sin    cesar    en    la    conciencia? 
Existe  el  bien,    Diosmio?  El  alma  triste 
En  preseiícia  del  mal  me  grita:  existf  ! 

Pero  esta  voz  del  alma,  que  me  alienta. 
Camino  del  calvario  de  la  vida; 
Como  la  voz  del  ave  en  la  tormenta 
Se  apaga  jemebunda 

En  medio  délas  sombras,    ¿Quién  se  cuida 
Al  rededor  de  mí  del  bien  que  anhelo  ? 
Quién  se  sonroja  de  manchar  sus  manos 
Haciendo  impio  estremecer  al  cielo 
Con  la  sangre  del  hombre. 
Con  la  sangre  fatal    de  sus  h.ermanos  ? 
¿Qnién  hace  el  bien    por  solo   el  oportuno 

Y  divino  placer  del  bien?- fsinguno. 

El  imperio  del  mal  reina  en  la  tierra, 
El  hombre,  en  el  desfogue  intemperante 
De    pasiones    ilícitas,    se  aferra 
A    su  egoísmo,   y  \'ive 
Sin    apartar  sus  ojos  del  semblante 
De   la  fortuna  infiel,  de  la  fortuna 
Indiferente  al  bien,  si  no  propicia 
7\1  desmán  de  la  fuerza.    Así  en   la  .cuna 
Del   pueblo    Americano, 
Por  oficio  la  innerte  y  la  injusticia 
Del  liedlo  victorioso  por    bandera. 
La  sociedad    se   abisma  donde  quiera. 

La  moral,    ese    mágico  perfume. 
Que  toda  acción  humana  vi\-ifica. 
Estéril,   infecur.da  se  consume 
De    la  pasión  al  fuego  ; 


La   má.s  grave  virtud  se  sacrifica 
Al  ínteres  ;    y   el  siglo  de  la  ciencia 
Ha  gravado    por  lema   en  su  santuario: 
"  El  placer  es  la  ley  de  la  existencia." 
¡Adiós,  santos   recuerdos! 
Altar  de  la  familia,  relicario 
Sieriipre  lleno    de  lágrimas   ardicjitcs, 
La  ciencia  os    dice  adiós,  sois  impotentes. 

Dt'l  .-.ensualismo  que  implacable  tiende 
A  degradar  al  liombre,    de  ese  abismo 
De  la  conciencia   luimaíia,  se   desprende 
P.'u-a  su  eterno  opi-obio, 
(Jtrií  crimen  mayor;  el  sensualismo 
Al  disolver  los  sacrosantos  lazos 
De  la    familia  al  fin,  rompe,  dcstru}'c 
La  tradición    cristiana  ;  hace    pedazos 
Sli  símbolo,  y  más  rudo 
Que  la  salvaje    ley  que  constituye: 
"Llewar  á  rienda  suelta  su    deseo," 
O  se  hace  indiferente  ó  se  hace  ateo. 

(■■•")  Sabios  sin  corazón,  sabios  del  mundo, 
La  impiedad  que  nos  hunde  es  obra  vuestra  ; 
Cul¡m  vuestra  y  maldita  es  el  profundo 
Mal  estar  de  los  pueblos  ; 
'  A  vosotros  os  debe  la  siniestra 
Actitud  que  consume  los  tesoros 
De  las  grandes  naciones.  Cuantos  vicios 
Este  siglo  destila  por  sus  poros 
( )tra  razón  no  tienen 
Que  el  craso  error  y  los  absurdos  juicios 
De  vuestra  ciencia  impía  ;  sus    excesos 
y\y¡  noí  han  corrompido  hasta  los  huesos. 

A'  en  verdad,  si  á  los  pueblos  se  presenta, 
Por  más  torpe  que  sea,   una  doctrina 
Que  entre  losp-itos  del  dolor,    alienta 
Sus  pnsos  vacilantes  ; 

¿Quién  no  comprende  al  fin,  quién  no  adivina 
Sa  triunfo,  su  victoria?    Por  derecho 
Inmortal  de!  espíritu,  fecunda 
La  idea  es  siempre  ;    ;i  la  palabra  el  hecho. 


'  lial>l;i  :W|i!Í 


.  I.)!.  r.-ilso-^  ''iiliio.-  y  lie 


(-'=1  Ksniííi  |i;ira   ■■r.o-;   Kfo^  do  f'iV'i'l;!  ' 


MI  covriiiilnr.'l  rn'iit'ia 
X'.    l'Kl.  A. 


POESÍAS  flLOSOFLCAí;, 


¿Que  importa,  cómo  y  cuándo? 
Sij;iic  y  de  sombras  ó  de  luz    inunda 
Pueblos  y  sociedades,  scj;iin   sea 
SacríleL;a  <j  benéfica  la  idea. 

i)  I  Al  com[)i'cndeis  almia?  Nunca  suerte 
Cual  la  nuestra  hubo  tiásle  en  la  nienioi-ia: 
Herida  está  la  sociedad  de  muerte, 
rorc]uc  triunfa  la  idea 
Que  anula  en  los  dominios  de  la  liisttiria 
Al  hombre  espiritual.    ¡Qué  dit;o  anula! 
Indiferente  á  la  verdad  (jue  ultraje, 
Cuando  los  vicios    sin    pudor  adula, 
Al  nivel  de  las  bestias 
La  materia  en  su  triunfo  ñus  rebaja, 
Si  Dios  para  la  ciencia  es  sólo  un  noriibre, 
En  sus  abismos  mil  ¿qué  será    el  iiombre  ? 

Todos  lloramos  la  común  desgracia, 

Y  se  propaga  el  mal  y  el  vicio  cunde ; 

Y  es  que  nuestra  alma,  para  el   bien  reacia. 
Desorientada  vive. 

No  hay  placer  sin  virtud   que  no  redunde 
En  nuestra  mengua,  en  nuestra  propia  ruina; 
Norma  del  hombre  la  inmortal  conciencia 
Ha  sido  siempre   como  vox  divina. 
Algo  de  pavoroso 

Lleva  tras  sí  en  su  atmósfera  esa  ciencia 
Que  hace  del  hombre  como  ser  sociable 
Un  Dios,  siendo  tan  triste  y  miserable. 

A  la  luz  de   los  hechos,  lo  que   entrafia 
El  más  rudo  y  fatal  contrasentido 
Es  el  dolor,  la  negación   extraña. 
El  termino  infecundo 
A  c[ue  la  ciencia  al  fin  nos  ha  traído. 
En  tiempo  alguno  el  hombre  á  tal  altura 
Ha  llegado  en  verdad  ;  mas  ved  que   al  cabo 
Nunca  ha  sido  mayor  su   desventura; 
Bajo  la  forma  es  libre,  , 

Pero  en  la  esencia  es  el  sumiso  esclavo 
Del  primer  desalmado  que  le  obliga 
A  obedecer  por  fuer/.a  ó  por  intriga. 

Injusticia  en  las  leyes,  infirmcza 
En  los  altos  principios,  abandono 

Y  ociosidad  doquier  :  muclia  bajeza 

Y  encubierta  ojeriza 

Con  los  ricos  )•  fuertes  :  mucho  encono 
Con  el  altar  de  Cristo  :   hipocresía 
Eir  el  trato  social:  desprecio  sunio 
Por  la  verdad  :  pasmosa    gerarquia 
,  De  grandes  criminales; 
Inepcia,  lucha,  antagonismo  )■  humo 


De  combates  á  muerte  do  resella 

La  turba  el  triunfo  mientras  más  degüella  ; 

'Jal  es  nuestro  presente,  el   mal  profundo 
De  las  nuevas  Repúblicas.  Ma.s  nuestro, 
.Será  sólo  esc   duelo? — No,  (|ue  cl  mundo 
l'hi  sus  razas   distintas 
Suspira,  gime,  llora.  ¿  (¿ué  siniestro 
Kunují'  de  destrucción  lltna  de  cs])anto 
l'ueblos  y  sociedades?  Confundidos 
Ciuzan,  se   [¡ierdcn  so  hi  noche  en  tanto 
Himnos  y  voces  tristes: 
F.n  cl  mundo  moral  desconocidos 
Presentimientos  vagan  ;  donde  quiera 
Lo  imprevisto,   terrífico  se   espera. 

Hundido  en  la  vergüenza,    esc   vestigio 
Del  derecho  divino  :    solitaria 
En  medio  del  clamor  de  nuestro  siglo 
La  majestad  del  trono  ; 
Malditos  en  la  gloria  sanguinaria. 
Hija  de  Satanás,   la  infanda  guerra. 
Los  pueblos    de  la  América  española: 
Voceando  á  los  vientos  de  ?a  tierra 
La  anarcjuía  furente  ; 
En  desconcierto  tal,   la  triste  y  sola 
Espantosa  verdad    que   el  hombre  alcanza 

Es  que  ha  muerto  en  el  hombre  la  esperanza. 

¿Qué  saldrá  de  estas  sombras  ?  Qué  linaje 
De  ideas  se  alzarán  sobre  este  abismo  ? 
¿Quién  podrá  contener  el  oleaje 
Délas   rabiosas    turbas? 
Qué  genio  ó  c¡ue  virtud  nuestro  egoísmo 
Convertirá  en  amor?     El  sacro  fuego 
Que  purifique  al  hombre  ¿  de  qué  llama, 
De  que    silente  cripta  saldrá  luego  ? 
¿Qué  corriente  de  vida 
Brotará  de  esta  tierra  que   se    infama. 
Qué  está  llena  en  su  misma  pesadumbre. 
De  crímenes,  de  sangre  y  podredumbre  ? 

Ni  el    ángel  lo  sabrá,  ni  en  su  blasfemo 
Marchito  corazón   lo  sabrá  el  hombre. 
;  <_)h  Padre  celestial  1    (:¿ue  en  tan  supremo 
Momento   de   su  vida. 
Bajo  la  gloria  de  tu  etci'üo  nombre. 
La  humanidad    se  sah  e.     No  el  previsto 
Castigo  de  sus  crímenes  estalle. 
Que  en  la  sangre  inmortal  de  Jesucristo 
Purificada  cjuede 

Tanta  abominación,)-  tiemble,  \-  calle, 
Y  al  borde   del  abismo    retroceda 
j     Y  al  bien  eterno  consagrarse  pueda. 


% 


POESÍAS  FILOSÓFICAS, 


A  LA  AMERICA  LATÍMA. 

ODA. 

A  mi  amigo  Aristides  rinjas. 


Sobi'c  c^lH  ticrr.i    de  aisr.isaili  i  aliciiln, 
Que   se  estremece   en   v¡,L;"(»i'(.>sa  viila 
Con  las  luces  del  alto  firaiamenlo 

Y   la  materia  oculta 
Que    ruje  en  sus  entrañas  derretida  ; 
Sobre  este  mundo   c[ue  su  voz  leva.nta, 
Como  un  liinmode  amor,  porque  él  encierra 
El  porvenir  del  hombre.  .  .  .vuela,  canta, 

Espíritu   sublime, 
Musa  nacida  al  fuego  de  esta  tierra. 
Palacio  de  la  luz,  que  en  el   granito 
Tu  canto  viva  por  la  gloria  escrito. 

¿Que  poderosas  moles  son  aquellas 
Del  sur  al  grande  océano  mirando. 
Que  tocan  con   su  frente  á  las  estrellas, 

\'  entre  turnientas   \'i\-en, 
El  mar,    la  tierrii,  el  cielo  ;itala\'aiido  ? 
Son  los    Andes,  pasmosa  maravilla 
Del  suelo  y\mericano,  son  los  Andes 
Cuya  grandeza  primitiva  brilla, 

Conio  mía  cifr^i  eíei'iKi 
Del  porvenir  oculto,  de  los  grandes 
Destinos  de  los  ])ueblos  de  occidente. 
Q,ue  hoi   derraman  su  sangre   estérilmente. 

Oh,  patria!  Olí,  dulce  .América,  de  extraños 
Calumniada  doquier    _y  escarnecida! 
Con  el  vigor  de  tus  serenes  años, 

A}'er  no  mas  eschu'a,' 
Independencia,  libertad    y  \ida 
En  una  misma   adoración    conlundes; 

Y  al  divino  esplendor  de  esa  corona 
De  triples  soles,  á  la  vez  difundes. 

No. solo  el  bien  eterno, 
Sino  que  á  tu  camino  se  eslabona, 
Para  amenguar   tus  regias  claridades. 
El  mal  de  las  sombrías  tempestades. 

Y  en  su  esplen.dor  Europa,   que  recela 

La  gloria  que  te  aguarda,    dice    al  mundo  : 
"Mirad  cuan  pavorosa,    raudo  vuela 

"El  Carro    de  la  muerte 
"EnelEdem    de  América  fecundo, 
"¡  Morriblc  mancha  y  espantable  vicio 
"Déla  ley  que  proclama  !    Sangre  }■  duelo. 
"Lágrimas    y  dolor  el  sacriñcio 

"Siempre  de  la  Repüljüca 
"Serán  al  ])ié  del  .Ande;   que    hasta  el  ciclo 
"La  maldice,  con  mengua  de  su  gloria, 
"En  su  vida,    en  sus  iiijos,   en  su  historia. 

Asi  la  ilustre  I'".uropa  nos    de¡>rime  ; 

Y  el  descrédito  cubre,  con  esijanto 
De  la  virtud  nativa,   la  sublime 

Libertad  conquistada. 


Mas  ;i¡ue  la  liistoria  de  la  h'.uropri  en  tanto 
Dice  á  la  humanidad  ?—  Dice  que  muerte 
líubo  )■  tiesolacion,  y  ])or   derecho 
La  corLadoi-a  espada  del  más  fuerte: 

Dice  que  entre  las  soniijriis 
De  la  giHica  edad,    fué  sienijirc  e!  hecho 
Altar  tle  la   i'az<jn  y  el  crimen,  mismo 
La  le\'  social,  el  dios  de  a.cjuel  abismo- 

— \'    en  ese  liempei.  .añade,  tle  supremos 
Trastornos  y  huntiimientos  en    la  \ida 
Moral   de  las  naciones,  ni  blasfemos 

Ni  estúpidos   faltaron, 
.Sin  fe,  sin  convicciones,  que  perdida 
No  cre)'eseu  la  causa   sacrosanta 
Del  progreso  social  :  y  ent(3nces  ei^a 
Quemas  altivo  y  fiel    bajo  su  planta 

Despedazaba  monstruos. 
Eneriiigos  \'encía  )'  por  doquiera. 
Con  la  luz  déla  ojiva,  sus  anales 
Grababa  en  giganteas  catedrales. 

Se  cumplirán  los  tiempos  y  esta  prueba 
Pasará  y  esta   sombra.  A  los  errores 
A  las  falsas  iilea.s,  u.na  nueva 

Y  floreciente  \  ida 
Sucederá  en   mi  patria.  A'encedores 
Saldremos  de  esta  lucha  ;  sí,    saldremos, 
Que  si  la  Eiu'opa  lo   cjue  sabe  alcanza. 
Nosotros  en   América  sabemos 

Que  en  su  raza  latina 
Ha  vinculado  el    cielo    la  esperanza 
Del  mimen  de  los  pueblos,   Dios  no    cjuierc 
Que  triimfe  el  mal  :  la  humanidad  no  muere. 

Como  al  cesa!-   del  sanguinoso  Marte 
h'l  espantable  estruendo,    la  áurea  copa. 
Obra  inmortal  y  admiración  del    arte. 

Escanciaban  los  héroes 
I-ln  apacibles  fiestas  :.  así   Europa, 
No  muí  distante,  en    el   bendito  dia 
Déla  anhelada  paz  de  este    hemisfeiáo. 
Habrá  de   contemplarnos.  La  alegría 

De  la   dulce  abundancia, 
La  libertad  \'  el  órclen  y  el    imperio 
])e  la  justicia  asistirán  mañana 
7\1  festiu  de  la  patria  americana. 

F.iití'inces  desde  el  mar  en  cuyas   olas 
.Sonríe  Cuba,  hasta    la   tierra   ardiente 
Del  peligroso  cabo  que  españolas 

Cai'abelas    vencieron, 
.Sereno  el  corazón,   alta  la  IVente, 
Marcharán  nuestros  hijos.     No  el  camino 
Que  .abrieron  nuestros  padres  fué  tan    solo 
El  de  la  independencia.     Otro  destino 


poesías  filosóficas, 


Y  oti-a  misión  aguardan 
A  este  pueblo  viril : — hacer  que  el  dolo 
Medio  de  gobernar  que  aquí  campea. 
Jamás  vm  medio  de  gobierno  sea. 

Queremos  paz  y  libertatl,  sedientos 
Estamos  de  estos  bienes.     ,•  Quién  ignora 
Que  en  ludia  con   los  varios  elementos 

De    una  feroz  conquista, 
liemos  ido  gastando  hora  por  hora, 
En  ensayos  estériles,  la  savia 
Preciosa  de  la  vida?  En   la  amargura 
De  tanto  desengaño,  tras  la  rabia 

De   nuestros  opresores, 
¡  lacado  sea  Dios!  sale  más  pura, 
Cual  oro  del  crisol,  la  inteligencia, 

Y  de  sí  tiene  el  pueblo  más  conciencia. 

En  nombre,  pues,  de  la  misión  divina, 
De  paz  y  amor  que  el  Nuevo  Mundo  tiene, 
¡  Naciones  de  la  América  latina  ! 

Gloriosas  levantaos. 
Reina  de  los  ¡los  istmos,  que  resuene 
Tu  nombre  la  primera;  tú    que  alarde 
Haciendo  estás  de  agradecida  y  libre 
Invocando  á Colombia.  En  la  cobarde 

Guerra  que  el  fanatismo 
Te  declara  feroz,  antes   que  vibre 
Su  rayo  postrimero,  marcha,  boga, 

Y  entre  tus  brazos  á  ese  monstruo  ahoga. 

Menos  brillante,  pero    más  severa 

El  justo  medio  y  la    equidad  buscando, 

Hija  del  Aconcagua,    tu  bandera 

Se  divisa  á  lo  lejos. 
¡Contraste  singular!  Chile  llevando, 
Sintiendo  por  sus  venas    el  torrente 
De  la  araucana  sangre,  el   paso  mide, 
¡\1  archa  á  la   libertad,  cauta,  prudente, 

Colombia  de  la  raza 
Del  pacífico  Chibcha,  se  decide 
Entre  tormentas  á  fundar  su  nombre 

Y  á  resellar  la  libertad  del  hombre. 

En  la  antigua  región  del  opulento 
Imperio  de  los  Incas,  dos  hermanas, 
En  opuestas  orillas,  el  contento 

Y  la  esperanza  infunden. 
Sonrisas  del  Rimac  son  las  peruanas 
Historias  que  el  Pacífico  sepulta  : 
Alegrías  del  Plata  son  las  artes 
Que  por  Atlante  de  la  Europa  culta 
,  Hasta  las  pampas  llegan. 

Fieles  al  porvenir,  sus  estandartes 


Divisa  en  el  Callao  el  junco  chino 

Y  en  Buenos  Aires  el  bajel  latino. 

Noá  la  cita  triunfal  de  esa  existencia 
Nuevay  bendita,    fallará  ninguna 
De  las  naciones  cuya  triste  herencia 

I'.s  hoy  la  generosa 
Sangre  vertida  en  posdc  la  fortuna 
De  un  bien,  hasta  el    presente,  ¡niaginario  : 
En  ese  dia  de  justicia  y  orden. 
La  América  del  Sur  será  un    santuario 

Donde  estarán   los  pueblos 
Sin  miedo  á  que  en  venganzas    se  desborden, 
Pidicndoá  Dios  que  al  porvenir  redunde 
En  equidad  yamor  el  mal  que  se  hunde. 

Y  cl  Ecuador,  espléndida   floresta 
Donde  la  luz  su  púrpura  derrama 

Y  el  soplo  ardiente  á  sus  volcanes  presta  : 

Y  la  dulce  ]5oliv¡a, 
Perdida  en  su  desierto  de  yXlacama 
Bajo  cl  Soracta  excelso  ;  y  la  que  supo 
Lavar  en  regia  sangre  cl  negro  crimen 
De  lesa  libertad;  y  el  bello  grupo 

De  naciones  que  azota 
El  golfo  mejicano,  cuántas  gimen 
En  esta  lucha  que  abortó  el   infierno, 
Su  corona  tendrán,   su  lauro  eterno. 

Y  en  este  triunfo,  en  tan  solemne  dia 
De  Dios  bajo  las  sacras  bendiciones, 
Tú  la  desventurada  patria    mia. 

Serás  también  dichosa. 
¡  Ai  !  en  mejores  tiempos,  las  naciones, 
Los  pueblos  todos  el  lugar  primero 
Te  daban  en  América.  ; Quién    pudo 
Hacer  del  ciudadano  el  aparcero 

Banderizo    implacable? 
Lo  pudo  la  ambición,  fetiche  rudo 
Que  sangre  y  duelos  á  su  culto  asocia 

Y  nos  iguala  al  negro  de  Hotentocia. 

¡  Mas  no  imiiorta!  ¡  adelante!  eii  negro  abismo 
Se  hundirá  la  ignorancia.   Nunca  es  tarde 
Si  con  la  audaz  virtud  de  su    heroísmo 

Ouieic-  sal\-arse  un   puebhj. 
¡  Progreso  uni\'ersal,  que  Dios    te  guarde  ! 
Llega  y  difunde  en  nuestra  inmensa  zona 
De  la  sedienta  humanidad  la  vida, 
El  espíritu  eterno  que  eslabona 

Los  siglos  á  los  siglos .... 
Mañana,  cuando  Dios  cuenta  nos  pida. 
El  sudor  del  trabajo  en  nuestra  frente 
Borrará  de  Caín  la  marca  ardiente. 


04 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


LA  MUERTE  ES  LA  AURORA  DE  UN  ETERNO  DÍA. 


Del  dolor  combatida 
Cual  nave  que   zozobra  en  la  tormenta, 
Así  la  frágil  vida ! 

Valor,  pobre   alma  mia,  alienta!  alienta! 
Hasta  rendir  el  áspero  camino 
Firme  en  la  santidad  de  tu  destino. 

Llorando   del  presente, 
¿Quién  podrá  consolarte,   si,  ya  esquiva. 
Tornas  de  luego  ardiente  ' 
A  desear  la  hora  fugitiva. 
El  instante  que  oculta  el  tiempo  airado 
Y  lo  llamas  feliz  por  ser  pasado  ? 

La  dicha  paso  á  paso 
Es  para  tí  la  adoración   tardía 
De  la  vida  en  su   ocaso, 
De  cuanto  va  extinguiéndose,  alma  mia; 
Adoración   de  lágrim.as,  historia 
De  algún  recuerdo  convertido  en   gloria. 

De  algún  recuerdo!  Alfombra 
De  estrellas    todos  para  tí  son  ellos. 
Por  más  que  en|:re  la  sombra 
El  tiempo  apague,  oculte  los  destellos 
De  lo  que  fué  una  vez   gloria,   demencia. 
Amor,  vida,  orfandad,  hombre,  conciencia. 

Así  con  paso  incierto 
De  su  encalatado  Edén  se 
Camino   del  desierto, 
El  desterrado  del  amur,  llorando 
Sus  recuerdos,  más  dulces  yciueridos, 
^Mientras  más  imposibles  y  perdidos. 

No  vedará  tu  anhelo, 
Tobre  alma  mia,  para  siempre  quiso 
Sus  ventui-asel  cielo  : 
Otra  gloria,   más  noble  paraíso. 


iba  alejando, 


Te  reserva  en  su    eterno  santuario. 
Benditos  en  la  sangre  del   calvario. 

De  la  ruda  materia 
Que  te  aprisiona  aquí,   jamaste  oprima 
T^a  profunda  miseria : 
Tu  estirpe  por  eterna  te  sublima 
Sobre  el  mundo  y  la  luz  y   la  cspei-;i,iix,a 
Aún  más  allá  de  lo  que  el  mundo  alcanza. 

Alienta,  pues,  resiste  .... 
Cuando  la  ijnuerte  rompa  esa  envoltura 
Tan  miserable  y  triste, 
¡Oh  maravilla  ysin  igual    ventura! 
La  muerte  será  un  bien,  pobre   alma  mia, 
Y  aurora  para  tí  de  eterno  dia. 

Que  eso  bajo  la  inerte 
Arcilla  de  la  tierra  vive  csci-ito 
¡Oh,  misteriosa  muerte  I 
Ante  el  santo  esplendor  de   lo  infinito 
Se  extiende  tu  horizonte,  ese  mañana, 
Eterno  bien  de  la  cor.ciencia  humana. 

Venid  á  mí,  serenas 
Dulces  visiones  del  amor  di\in(j ; 
I'ragrantes  azucenas 
En  los  ocultos  huertos  del  camino  ; 
De  la  tierra  infeliz,  ^•íl•gcnes    santas, 
Libradme  ahora  ele  am;u-guras  tantas. 

Que  e.n  vuestra  fe   apacible 
Habré  de  hallai'  el  sumo  bien  que  anhelo  : 
La  virtud  I  imposible 
]-'arael  mundo  tal  \-ez,  no  y/Ai-.i  el   cielo 
Tras  cuya  luz  su  espirilLi  se  laii/.a. 
Buscando  á  Dios  en  pus   de  su  cspeíaiiza. 

14  de  Julio  de  iS/J. 


ODA. 

A   la  Libertad, 


V.!-A-  rii)  tic  -nn;;ro  i;(.'ncro.-^a 
>íü  correrá  infceumlo, 

(Jiicú  su  r¡f!;o  feni/,  croco,  frondosa 
La  libtrliid  ild  mundo. 

.iÍEÜlBEliTU  CÍAllCÍA  DE    (lUEVEDO. 

C)UÉ  estruendo?  Qué  rumor?  ¿Quién  así  canta, 

En  su  entusiasmo  ardiente. 

Con  esa  voz  que  horrísono  levanta 

Impetuoso  torrente? 

¿Quién  altivo    quebranta 

De  la  patria  impasible, 

El  que  ha  tiempo  le  embarga,  sueño  horrible  ? 

No  es  el  clamor  tremendo  de  la  guerra 

A  cuyo  soplo  infando 

Tiembla  en  sus  ejes  la  espantada  tierra, 


Ni  el  trueno  retumbando 

Que  en  la  nube  se  encierra. 

Ni  el  eco  palpitante 

Del  marque  choca  en  el  peñón  jigante  : 

Ni  el  acento  de  cólera    iracundo 

Que  el  crimen  alza  fuerte 

Magnífica  esa  voz  rompe  el  profundo 

.Silencio  de  la  muerte,' 

Y  vuela  por  el  mundo 

Orgullosa  y  sublime. 

Inmortal  como  el  hombre   á  ciuieii  redime. 

Tal  suena  el  poderoso  iiiclito  acento. 

Que  doquiera  se  escucha. 

Es  de  la  libertad. — El  hombre  atento. 


(• 


PCHSÍAS  FILOSÓFICAS. 


35 


Que  en  fi-;itricida  lucha 
Vibra  el  puilal   s;in;^-ricii!.i), 
]  ,L'  aiToja,  avei'goiizatlo, 
V  se  encuentra  ante  Dios   arroi. 


lado. 


IJbertad,  libertad   ¡grande  esperanx.a, 

Sol  de  la  patria  mia, 

'l'ras  cuya  lu7.  ardiente  se  abal.'inz.a 

1.a  humanidad  sombría; 

l'eli/.  el  que  te  alcanza, 

\'  cual  )'o  te  saluda  ; 

Aini  lleno  el  pobre  cora/.on    de  duda, 

Conquista  de  los  sicjlos,  soberano 

Y  sumo  bien  del  hombre, 

Verdad  velada  en  mistei-ioso  arcano, 

Puro  y  divino  nombre. 

Que  al  protervo  tirano 

l'lspanta  bajo  el  siilio 

Al  pié  mismo   del  viejo  capitolio  ; 

¡  Sal\-e  en  la    tierra  de  los  libres!    Llcc^a, 

Numen  del  Infinito, 

l'us  alas  de  oro    íatÍ!j;ado  pliet^a 

ICn  el  altar  bendito 

Uondc  lát^rimas  riega 

l'A  pueblo,  :i  quien  abona 

J.a  ofensa  misma  que  leal  perdona. 

Sí,  sí,  que  al  corazón  del  pueblo  espande 
El  grito  de  victoria  ; 

Y  ora  en  Grecia,  ya  en  Roma,  al   pié  del  Ande, 
Ceñido  de  su  gloria, 

l'A  pueblo  siempre  es  grande. 

AI  seguir  su  camino 

Nunca  desmiente  el   pueblo  su  destino, 

VA  siempre  afronta  al  torvo  despotismo  ; 

Si  oprimido,  proclama. 

Lleno  de  fe,  radiante  de  heroísmo, 

La  libertad  que  inflama 

Su  noble  patriotismo  : 

Si  esclavo,  antes  prefiere 

Cual  Leónidas  morir  y  cual  él  muere. 

Así,  en  afán   prolijo,  batallando 

La  humanidad  se  agita, 

l'aso  á  paso  la  tierra  conquistando 

l'or  el  error  maldita. 

La  sangre  derramando 


■■■Así  van  sus  lejiones 
A  través  de  los  tiempos  y  naciones, 

Poco  le  falta  ya,  nueva  y   ardiente 

La  contienda  se  trava, 

Y  cual  ola  terrífica  y  mugMcnte 

La  libertad  soca\a 

Los  tronos  hondamente  : 

Iluminado  el  caos 


Le  irritará  á  los  siervos : 


levantaos. 


Libertad,   libertad,  contigo  sea 

!•:!    Dios   de  las  batallas. 

Que  tu  pendón  espléndido  se  ve.-x 

Triunfante   en    las    murallas 

Do  el  orgullo  campea. 

Que  puro  siempre  brille. 

Que  nunca  la  discordia  le  amancille. 

Libertad,    libertad,  cuando  mi  boca 

balbuciente   te  aclama  : 

No  cual  Bacante  .sanguinaria  )■  loca 

Frenética  se  inflama 

El    alma    que  te  invoca  : 

No,   tu    luz  bendecida 

Al  hombre  purifica,  le  da  \ida. 

Ni  del  romano  Hruto  la  venganza 

En    mi  pecho  fermenta  ; 

Que   más  digna,  por  Dios,  es  la  esperanza 

Que   el  corazón    alienta. 

Solo  quiero  la  alianza,  / 

Bajo    tu    .santo   nombre. 

Del  siervo  y  del  Señor,  de  hombre  con  hombre. 

Libertad,  libertad,    cuando  te  nombra 

El  labio,  pienso  ufano 

Que  cruza  altiva,  en  la  estrellada  alfombra, 

Del    genio    americano 

La  jigantesca  sombra. 

A  veces    me   imagino 

Que  guarda  de  la  patria  su  destino. 

Oh !  que  esta  trova    por  la  patria  mia. 

Tras   mi  férvido  anhelo. 

Repitan   como  ofrenda   al  cielo  pía, 

Las   cítaras    del  cielo  ; 

Que  pueda,  en   este  día. 

Ver  la  negra  discordia 

Vencida   en    el   altar  de  la  concordia. 


A  LA  LIBERTAD  D£L  VIEJO  MUNDO, 

ODA. 


Rasga  el  diáfano  velo 
Tachonado  de  estrellas  rutilantes. 
Divina  inspiración  :  baja  del  cielo, 

Y  en   verso  armonioso 
Canta  ;i  los  pueblos  tic  la  mar  distantes 
l*,\  libertad,  el  porvenir   fecimdo 
i 'ue  -Vmérica  [irediceal  Viejo  .Mundo, 


^  He  aquí  la  blanda  lira 

De  tanto  fácil  canto  :  tiembla  ahora, 
Y  ante  la  sacra  inspiración   suspira  : 
Como  si  en  este  instante. 
Avergonzada  de  su  voz  canora. 
Perdiese  su  dulcísimo  contento 

í  Aspirando  al  laurel  .^in  fe  ni  aliento. 


% 


36 


Poesías  filosóficas, 


Asia,  cuna  del  hombre. 
Tierra  de  los  prodijios  ;  y  tú,  ardiente 
África  silenciosa ;  y  la  del  nombre 

De  mar  en  mar  llevado, 
Soberbia  Europa  :  ¡  sus  !  que  ya  se  siente 
Lavo7.de  vida.  Alzad!  Cómo!  ¿no  alcanza 
A  ios  pueblos  antiguos   la  esperanza? 

Era  el  dia  bendito 
De  los  grandes  recuerdos.  Celebraba 
Con  una  sola  voz,  un  solo  grito 

De  admiración  profunda 
Su    independencia  el  pueblo  ;  y  traspiraba 
La  tierra  vida  y  luz.   El  alma  min 
A  l^ios  en  el  pasado  bendecía. 

íbame  caminando 
Por  el  Avila  enhiesto.  Aquella   gloria 
Del  Mtroc,  aquellos  triunfos,    abrasando 

Estaban  como  el  fuego 
■  Mi  corazón.   Llevaba  en  la  memoria 
Los  prodijios    de  América,  hemisferio 
líonde  la  Libertad  fundó  su  imperio. 

De  pronto  queda  triste 
La  risueña  eminencia   solitaria; 
A'   se  oscurece  y  de  pavor  se  viste 

El  domo    diamantino : 
Zumba  el   trueno  doquier,  y  á  la   incendiaria 
Pálida  luz  que  al  campesino   asusta 
De  Bolívar  se  ve  la  sombra  augusta. 

Sobre  los  mil  pedazos 
De  la  empinada  roca,  alta  la  noble 
Frente  de  un  semidiós,  rotos   los  lazos 

De  lo  eterno  invisible. 
Allí  de  pié  se  levantaba  inmoble 
El  Titán  de  los  libres.  A  lo  lejos 
Todo  era  luz  y  espléndidos  reflejos. 

Y  más  que  ofrenda  digna 
Al  sacro  Numen  que  en  el  cielo  impera, 
Desde  la  verde  cumbre  á  la  benigna 

Ciudad  llena  de    pueblo. 
Del  castellano  la  marcial  bandera 
Tendida  se  veia,   como  alfombra 
Que  hollara  al  paso  la  gigante  sombra. 

Y  doquier  los  timbales 
Sonoros  del  soldado,  y  las  torcidas 
Trompas  de  guerra,  }•  petos,  y  marciales 

Expléndidas   preseas 
Esparcidos  estaban  :  \-  teñidas 
La  yerba  en  sangre,  lanzas  y  garzotas, 
Y  las  de  esclavitud  cadenas  rotas. 

Y  sonar  parecía 

Del  inmortal  bajo  la  diestra  en  tanto 
El  fulminante  acero  ;  )■  su  sombría 

Terrífica  mirada, 
Al  fijarse  en  el  iris  sacrosanto 
Que  en  otros  tiempos  la  victoria  salva. 
Quedó  serena  cual  la  luz  del  alba. 

Mas  la  gente  del  valle 
Que  de  entusiasmo  rebosaba  y  leda. 
Iba  por  la  ciudad  de  calle  en  calle 


Cantando  himnos  de  triunfo, 
Muda    de  asombro  al  improviso  queda, 

Y  escucha  el  hondo  acento  del  coloso. 
Libertador  y  padre  glorioso. 

"Bien  cuadra  á  heroicos  pechos 
El  entusiasmo  y  los  recuerdos  grandes: 
Débiles  sois,   mas  salvan  los  estrechos 

Límites  de  las  selvas 
Nuestras  conquistas  santas.    Ni  los  Andes 
Son  ya  muralla  al  huracán  ardiente 
Que    lanzamos   al   Viejo  Continente. 

"Ni  lo  será  en  su  inmensa 
Extensión  el  océano,  callando 
Ante  ese   pueblo  que  trabaja,  piensa, 

Y  estirpe  de  gigantes, 
Electriza  á    la  tierra,   proclamando 
Su  libertad  ;    magnífico  resorte 

Que  sublima   á  la  América  del  Norte. 

"La    libertad    nacida. 
Como    el    Cristo,    sin   pompa    n.i    esplendores, 
En  desamparo    y  llanto  :    la  oprimida 

Con  los  viejos  imperios  : 
La  que  de  Grecia   y  Roma  en  los  mejores 
Dias  de  su  grandeza,  fué  ultrajada, 

Y  en  Cartago    infeliz  tenida  e\i  nad.i. 

"La    libertad   sublime 

Que  ni  soñara  el  Asia,    ni  la  ruda 

África  ignota:  la  que  un  dia  gime 
I  Ante  Alejandro  y  César : 

¡La  que  no  hallando   un    pueblo  que    le   acuda 

En  la  Europa  feudal,  intentó  en  \ano 

Ampararse  del  mimen  italiano. 

"La  libertad  que  pudo 
Sacar  á  salvo  la  conciencia  humana, 
Si  las  hordas  del  Norte,  como  escudo 

Con  la  enseña  de  Cristo, 
Menos  bárbara  fueran  :  la  cristiana 
Moderna   libertad  llena  de  vida, 
A  Francia  fiel,  mas  siempre  allí  vencida. 

"Esa  deidad  que  en  sueños 
Vieron  nobles  espíritus,  levanta 
En  este  instante  mismo  sus  risueños 

Y  modernos  altares. 

¡  El  mundo  será  libre  !  sí,  tu  planta 
¡Oh  Libertad!  los  tronos  desmenuza, 
y  hasta  el  cano  Himaús  silente  cruza. 

"En  la  Europa   que  labra 
El  duro  hierro,  abriendo  ancho  camino 
A  naciones  ilustres,  su  palabra 

La  democracia  anuncia ; 

Y  en  la  Europa  sin  duda  está  el  destino 
Del  Viejo  Continente,  en  cuyo. polo 

La  libertad  cristinna  falta  solo. 

"¿Qué  importa  el  cesarismo 
Que  hoi  pesa  sobre   el   galo,  ni  el  alarde 
De  esa  estúpida  fuerza,  que  un  abismo 

Socaba  ante  los  Reyes.-' 
Al  sol  de  libertad  veréis  cómo  arde 
La  .sangre  de  la  Europa;  y  Francia  y  Prnsia 
jSe  alzarán,  y  Turquía,  'y  Austria,  >'  Rusia. 


POESÍAS    FILOSÓFICAS, 


37 


"Y    veréis  renaciendo 
Del    siglo    diez  y  seis    con   nuevas  ya1as 
El  espíritu  audaz,    no  dividiendo 

Cual  un  tiempo  á  los  hombres; 
Sino  llevando  en  paz  sobre  sus  alas 
Cuanto  el  ser  pensador  en  su  infinita 
Escala   de  progreso  necesita. 

"Las  naciones  c|ue  activas 
Aparejan  en  paz  su  débil  nave, 

Y  á  la  expansión  del  hombre,  pre\'isi\-as 

Buscan  el  rumbo  cierto  : 
Helvecia,  Holanda,  Bélgica  y  la  grave 
Opulenta  Albion ;     Espafia,    Italia, 
Do  libertad  ha  impreso  su  sandalia; 

"  Benditas    las    primeras 
Serán,  al  himno  universal  }'  en  nombre 
Del  Dios  que  en  las  magníficas  esferas 

Su    resplandor  dilata: 

Y  desde  el  Tibre  al  Indo  podrá  al  hombre 
Unir  su  fe  con  su  razón,  de  modo 

Que   ser  libre  }'  cristiano  será  todo. 

"¡Oh  pueblos!    ¡  Oh  naciones 
Que  el  cielo  me  señala,  y  que  diviso 
Al  través  délos  tiempos!    Gratos  dones 

La  sabia  Providencia, 
Para  hacer  de  la  tierra  un   paraíso, 
Guarda  en  secretas  urnas.     La  moderna 
Libertad  que  os  anuncio  será  eterna. 

"Sí  lo  será,  que    lleva 
La  humanidad  su  porvenir  escrito. 
Sobre  la  impura  ensangrentada  gleba 

Que  amasaba  el  esclavo. 
¡  La  eterna  libertad  no    será  un  mito  ! 
¡  No  lo  será  por  Dios  ;  que  en  ancha  copa 
Ha  bebido  sus  lágrimas  la  Europa  ! 

"  Y  lo  que  aquí  nos  falta, 
Ilustración,   costumbres,  ella  tiene  ; 

Y  lo  que  aquí    nos  sobra  y  nos  exalta. 

La  vida,   el  sentimiento. 
Ella  prudente    á  su  razón  lo  aviene  ; 

Y  aunque    se  inclina,   marcha    y  no  se  arredra, 

Y  á  los  fines    de  Dios  pone  su  piedra. 

"  Y  Dios    su  senda  trilla, 
¡  Que  mucho  en  su  dolor  ella  ha  chuñado  ! 
¡  Oh  nunca  vista  y  rara  maravilla  ! 

Las  artes  y  las  ciencias. 
La  industria  y  el  comercio  ;    el  genio  honrado. 
La  modesta  virtud,  la  gloria  el  hecho  : 
Todo  el  mundo  al  servicio  de  un  derecho. 

"Del  hombre  la  expansiva 
Actividad,  doquiera  descubriendo 
Los  tesoros  que  ocultos  guarda  esqui\a 

La  gran  Naturaleza. 
El  hombre,  rey  del  mundo,  sacudiendo 
El  misterioso  polvo  de  los  siglos 
Engendradora  lama  de  vestiglos. 

"¿Quién  decir  puede  á  dónde 
Se  encumbrará  el  progreso,  si  )'a  luego 
El  Viejo  Mundo  á  nuestra  voz  responde 


Regenerado  y  librv? 
Cuando  su  vida  ptir    la  idea  es  fuego, 

Y  la  imprenta  á  ese   fuego  da  salida, 
Con  libertad  ¿qué  no  será  su  vida.' 

"En    medio  á  su  opulencia 
Al  emprender  su  marcha,  en  la  conquista  : 
Segura  del  derecho  y  la  conciencia, 

Europa   palpitante 
Llena  de  asombro    extenderá   la  vista 
Sobre  esos  pueblos  á  la  industria  muertos, 

Y  llevará   su  industria  á  los  desiertos. 

"Y  con  su  industria  ufana 
Montes  descuajará,  pondrá  ric/cs  ; 

Y  en  su  vagan,  moderna  caravana. 

Bajo  la  extraña  zona 
De  una  aurora  boreal,  pedirá  pieles 
AI  hijo  de  Siberia  :  pobre    esclavo. 
Víctima  allí  del  despotismo  eslavo  .... 

"Y  el  Asia  soñolienta. 
Presa  infeliz  del  despotismo  turco. 
Bebiendo  el  nuevo  espíritu  que  alienta 

Al  mundo,  estremecida 
Con  el  delirio  del  progreso,  un  surco 
Abrirá, la  primera,  en  honda  calma: 
Cifra  de  que  abre  al  porvenir  su  alma. 

"Y  apretados  de  espigas 
Sus  montes  )'  desiertos,  las  distantes 
Naciones,  siempre  en  la  paz  amigas, 

Bendecirán  á  Europa  ; 

Y  la  mirra,  y  el  oro  y  los  djamantes. 
Cuanto  deslumbrador  el  Asia  encierra. 
Llevando  irá  el  comercio  por  la  tierra. 

"Y  no  será  ilusorio 
El  progreso  feliz  de  mil  ciudades 
Que  brotará  el  desierto  :  ellas  emporio 

Serán  de  las  riqueza 
Oculta  en  las  perdidas  soledades 
Del  codiciado  oriente  ;  y  serán  ellas 
Astros  llenos  de  luz,  grupos  de  estrellas. 

"Entonces  esa  raza 
De  la  tez  amarilla,  cuyo  centro 
De  indu.stria  guarda  el  chino,  que  rechaza 

El  contacto  del  mundo. 
Libre  de  su  estupor  saldrá  al  encuentro 
De  otras  instituciones  más  activas. 
Más  sabias  en    su   esencia  y  progresivas.  ■ 

"Los   liijos  de  la  Nubia 
De  negra  piel,  entonces  enlazados 
A  los  del  Rin  de  cabellera  rubia 

Por  el  sensible  alambre 
Que  realiza  los  sueños  encantados. 
Avisarán,  desde  su  hogar  tranquilo, 
Cuándo  es  que  sube  y  cuándo  baja    el  Nilo, 

"Y  la  cimera  de  humo 
Del  tren,  en  cuya  entraña  el  fuego  brama, 
Divisará  el  beduino,  no  en  el  sumo 

Fatalista  abandono. 
Sino  invocando  á  la  estruendosa  Fama 

Y  al  progreso  feliz,  con  fe  de  sobra  ; 
VA  poniendo  á  su  vez  mano  á  la    obra. 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


''Y  el  hijo  del  Sahara 
Que  hoy  ve  la  empresa  realizar  de!  itsmo, 
Que  allí  también  Sesóstris  realizara 

Dará  cita  á  la  tierra ; 

Y  á  la  voz  retronante  del  abismo 
En  el  desierto  surgirá  de  pronto 
Otro  abismo,  otro  Océano,  otro  Ponto, 

"Y  en  todo  clima  )'  todo 
Pueblo  se  extenderá,  símbolo  eterno, 
La  divina   República;  de  modo 

Que  las  distintas  razas 
No  tendrán  otra  ley  ni  otro  gobierno. 
Que  la  igualdad  del  hombre  soberano. 
Como  impera  en  el  Mundo  Americano. 

"Entonces,  solo   entonces 
El  misterioso  abrazo  de  la  tierra 
Será  verdad.  Los   mármoles  y  bronces 

Guardarán  esa  historia 
Que  hará  imposible  la  espantable  guerra 

Y  el  olvido  ele  Dios,  en  cuyo  nombre 
Manda  la  ley  y  se  respeta  al  hombre. 

"¡  Oh  misterioso  dia  ! 
Victoria  sin  igual  del  Viejo  Mundo, 
¡  Llega  feliz  !  J^a  Libertad  te  guía, 

I, a  humanidad  te  espera. 


I  Te  implora  la  justicia;  y  al  profundo 
Rumor  cjue  hace  en  América  la  Fama, 
Mi  patria  ¡  oh  santo  dia  !  te    proclama." 

Tal  esclamó  el  divino 
Padre  Libertador :  los  horizontes 
Retiemblan  á  su  voz  ;  el  purpurino 

Color  de  los  espacios 
Brilla  en  el  alto  mar,  brilla  en  los  montes 
Y  envuelto  en  esa  atmósfera  de  fuego 
El  Padre,  el  Limortal  se  oculta  luego. 


Mas  calla,  y  tu  armonía 
Grave  suspende  ¡  oh  lira!  Cuando    tanto 
Silencioso   dolor  la  gente  mia 

.Sufre  en  la  triste  patria. 
Aun  masque  ella  infeliz. ...¿cpiién  tendrá  un  canto 
En  que  la  inspiración  brille  y  la  idea, 
Y  heraldo  de  fortuna   \'  gloria  sea? 

i  Vuelve,  pues,  á   tu  oscura 

I  Apacible  existencia.  Que  mi  audacia 
j  Ninguno  ¡  oh  lira!  cuente.   En  la  amargura 
i  De  mi  afanosa  vida 

i  Fuera  á  mi  corazón  mayor  desgracia, 
Sialh'i  mi  gente  en  el   palmar  nati\'0 
Y  Pensase    que  en  la  ausencia  alegre  \ivo. 


ODA. 


ÁLZATE  en  tu  grandeza  soberana, 
j  Oh  pensamiento  mío  ! 
V^  en  el  rayo  de  púrpura  y  de  grana 
Que  colora  la  nube 

Y  purifica  el  temporal  sombrío. 

Vuela  de  mundo  en  mundo,  sube !  sube ! 

Y  un  canto  digno  de  mi  noble  anhelo 
Arranca  de  las  cítaras  del  cielo. 

De  más  antiguas  palmas  á  la  sombra 
Trofeos  inmortales 

Otros  pueblos  tendrán — Pero  ;  quién  nombra 
Al  sol  que  eterno  gira. 
Que  no  vea  á  su  luz  nuestros  anales, 
Eíi  altas  cifras  que  la  gloria  admira. 
Grabados  en  los  Andes  giganteos. 
En  vez  de  aquellas  palmas  y  trofeos? 

La  patria!  Sí!  La  patria  que  su  gleba, 
Con  sangre  humedecida, 
V^ació  en  el  molde  de    la  idea  nueva 
Queriendo  en  su    venganza 
Un  coloso  formar  lleno  de  vida. 
La  patria  que  cual  Dios   tal  gloria  alcanza. 
No  habrá  temor  de  que  nación  alguna 
Le  aventaje  en  valor,  gloria,  fortuna. 

Dejad,  pues,  que  mi  ])atrio   sentimiento 
Respire  el  infinito. 

Que  lo  respire  el  ;dto  pensamiento,  ,  ,  . 
Ailalid  idorioso, 


f .Salve!  Ya  estás  aquí  sobre    el  granito 
I  De  inmoble  pedestal. — Es  el  Coloso 
Que  aún  lucha  y  triunfa  en  la  nativa  tierra 
Y  hoy  aparece  en  su  corcel  de  guerra. 

¡  Paso  al  Libertador !  ¡  Calle  el  bullentc 
Océano  profundo  ! 

¡Silencio  áese  fragor  de  gente  en  gente! 
Cuando  el  Eterno  espan.de 
En  un  hombre  su   gloria  ¡Calle  el  mundo! 
!  Y  abra  su.abismo  el  mar  y  baje  el  Ande  ! 
¡  Paso  al  Libertador  que  el  tiempo  escuda 
V  á  este  pueblo  inmortal,  feliz  saluda  ! 

I      Pero  ¿es  verdad  lo  que  en  su  ardor  concibe 

I  El  numen  que  me  alienta? 

!  Si,  Que  no  muere  el   sol!   Bolívar  \ive  I 

i  Y  á  la  patria  no  importa 
Aquella  voz  que  en  Santa   Marta  cuenta 
Un  dia  funeral.   La    tierr.a  absorta 
Alza  su  nombre  al  ruido  de  la  {^"ama, 
E  inmortal  en  el  mundo  lo  proclama. 


Lo  mismo  grande  cuando  al  fin  su  diostra 
A  Colombia  levanta. 
Que  en  el  horror  de  ingratitud  siniestra. 
Radiante  de  heroísmo 

Crea  y  asombra,  ;d  enemigo  espanta 

Le  asaltó  la  calumnia  y  fué  lo  mismo. 

I'urificc')  la  patria  en  el  incienso 

Del  amor  y  la  glnija.   El  era  imnenso, 


poesías  filosóficas. 


39 


I3ajo  esta  zoila  perennal   c|uc   vierte 
Calor,    luz,  armonía. 

Ni  de  titán  ni  de   héruc   en  armas  fuerte 
Se  viera  en   la  desgraeia 
Tan    varonil   espíritu.    Tenia    ■ 
F.n  su    genio  tal    fe,  tal  en   su  audacia, 
(.jue  abrazado  á   la  esfinge  del  destino 
Siempre  saK'ó  ;í  la  patria  en  su   camino. 

Predestinado    ;i    transformai'  naciones 
.Stjbi-e    medio  planeta, 
Y  de    una   raza  triste  en  tradiciones 
Formar  pueblos  hermanos. 
Él  es  soldado,    ley,  luz  y  profeta. 
Uel  porvenir  mostrando  sus  arcanos  : 
Rs  más  aún    de  nuestra  gloria    en  nombre. 
El   es    aquí  Libertador  del  hombre. 


Colombia  era  un  milagro,  más  concita 
VA  lier\()roso    enojo 
iJe    la  contraria  gente.   Necesita 
Milagros  de  heroísmo. 
J-5olfvar  los  tendrá  !   Nunca  el  arj'ojo 
Unido  al  genio,  tan   profundo   abismo 
yXbrió  jamás  á  su  enemigo.  Aún  zumba 
En  Carabobo  el  eco  de  una  tumba. 

l'-sa  tumba  en   la  i)atria  es  la  postrera 
Memoria    en  tanta  hazafia. 
De  bravura  á  bravura,  una  bandera. 
Pasmo    de  las    naciones. 
Bolívar  abatió  ;  fué    la  de  Espaíia. 
iMitrc  el  cóndor  del  Ande  }'  los  leones, 
J<"alla  el  derecho  en  contra  de  Castilla, 
'Friunfante  el  iris  de  Colombia  brilla. 


(.^ué    tiempos!    Qué  adalides 
]Je    sangre.    Venezuela 
ConteiThpla   las    silentes  gemonías 
De    los  campos  natales. 
Bajo  la  noche  solitaria  vuela 
1^1  ángel  del  dolor — Bóves,  Monde 
Kn  "  La  Puerta" 
Triunfan  al  grito 


Son 


dias 


y  "  Lírica 

de   lai/uerra  á  muerte 


F>sa  c;imi)al  victoria  es  la  corona 
De  nuestra  independencia, 
l^rcludia  la  de  Quito;  afianza,  abona 
La  de  nueva  Granada. 
Enaltece  á  Colombia   en  la  conciencia 
De  la  Europa,  ven  fin,  graba  en  la  espada 
oh  triste  suerte  1 1  Del  triunfador  la  cifra,  C|ue  convierte 
i  luz  en  sombras  y  la  vida  en  muerte. 


Muda  de    horror   la   tieii'a.  .  .  .allí  se  sacia 

La  Némesis  sangrienta 

i'ero    la    patria  audaz  en  su  desgracia 

Calla,  recoje  activas 

Sus   fuerzas    de    amazona:    \j\'c,  alienta ...  . 

Y  ve  caer   á  Villapol    \-  á   Rivas, 

Y  á  Sanz  y  á  Campo  Elias.  .  .  .Todo  es  dué'lo ! 
Hasta  Ricaurte  que  se  cle\-a  a!  ciclo! 

¡Oh,  tú.    Genio  feliz   de  ojos  serenos! 
Numen    de  la  esperanza, 
'Fras    la   horrible  hecatombe   de    los    buenos 

Ibas  llorando  triste 

¿Quién  ¡)enetra    en    la  sombra,  (.|uién  alcanza 
F.l  porvenir,   la  salvación? — Resiste, 
(jen.io   apacible,    la  tremente   ola, 
]3olivar  sale  ya  de  la  Española. 


lace    ]jropicia 
la  injusticia 


En  vano  con  su  genio  I 
A  la  instable  fortuna 
En  Bombona  y  Junin.  Si 
No  irgue  allí  su  cabeza, 

Y  calla  en  Guayaquil,  Lima  \-  la    cuna 
Del  peruviano  sol :  tanta   grandeza 
Pasa  en  deslumbrador  sueño  ydcliric> 

Y  se  hunde  al  cabo  en  funeral  martirio 


¡Cómo  enmudeces.  Musa!- 
Con  Glorias  encadena? 


Quién  pesares 


Y¿á  qué  tampoco  flébiles    cantarcí, 
Cuando    feliz  se  encumbra 
Honrada  la  República,  \-  resuena 
Libre  su  voz  \-  su  esplendor  dcslumbra? 
Musa,    desplega  el  ala,  rauda  avanza. 
Tu  voz  es  hoy  la  voz  de  la  esperanza. 


Y    rumbo   de  los  Cayos  hace    luego 
A    la   Esparta  marina, 
Y  arroja  en  Ocumare,    como   el   fuego 
Del  Pichincha  nevado, 
Un  grupo  de  valientes.   Habla,  y  mina 
La  ibérica  fortuna.  Ve,  inspirado. 
Desde   Apure   los  ;Vndes.  .  . -I-'asa.  .  .  -Nombr 
A  Boyacá!.  .  .  .y  llegando  triunfa,  asombra! 


De  laespei'anza,  si,  que  en  vano  alienta 
i  De   imi^roviso   sañuda 
I  La  estúpida  ambición.  La  patria  cuenta 
]  Abismar  esc  ulti'aje 

'  Hoi  lo  mismo  que  ayer.    Su  gloria  escuda 
i  El  Ínclito  Guzman,    columna  y  gaje 
a    De  nuestro  inmenso  porvenir,  que  encierra 
;  Sola  una  maldición — la  de  la  guerra. 


La  libertad  del  Vireinato  acendra 
Su    concepción    gigante. 
i',1,  como  Jove,  en  su  cabeza  engendra 
Una  bélica  diosa. 

De  la  olímpica  mente   del  Tonante 
Minerva  salió  armada.     La  pasmosa 
Colombia,  sol  del  genio,  de  re]:)ente 
También  apareció  resplandeciente. 


i      No  )"a  con   el  en  desamparo  gimcH 

I  Los  pueblos.  Su  firmeza 

I  Pone  á  raya  la  fuerza,   aterra  al  crimen, 

i  Reprime  la  anarc[uía. 

'  Su  genio  nuestra  pública  riqueza 

j  I,cvanta,  y  da  instrucción  al  pueblo,   y  guia 

I  El  carro  del  progreso,  mientras  vela 

■f  Por  el  nombre  y  la  paz  de  Venezuela. 


\ 


40 


poesías  filosóficas, 


Eso  es  Guzmaii  á  quien  el  pueblo  aclama 
Y  el  Nuevo  Mundo  admira. 
Eso  es  Guzman  que  sÍL^ue  de  fu  fama, 
¡Oh,  Bolívar!  las  huellas. 


'  Bien  puede  el  ritmo  de  la  dulce  lira 
Enlazar  con  la  luz  de  las  estrellas 
Dos  héroes,  dos  grandezas,  dos  memorias, 
Dos  cifras  inmortales  y  dos  glorias. 


A  LA  PAZ. 


UN  canto !  Un  himno.  Musa  mia !  Calma 
Este  profundo   duelo 

Que  en  zozobra  inmortal  siente    mi  alma. 
A  la  dulce  alegría 
Abre  tu  corazón,  propicio  el  cielo 
Luce  sobre  la  patria 
El  sol  de  la  esperanza.  ¡  (^h.  Musa  mia  1 
Un  héroe  cerró  el  templo  de  la  guerra, 
'Canta  esa  gloria  en  nuestra   hermosa  tierra. 

¡  Sobre  la  tierra  de  la  luz  la  gloria 
JDe  esta  paz  deseada  ! 
¡  Oh  timbrcjsin  igual  de  nuestra  historia  ! 
¡  Oh  patria,  Venezuela, 
Tuyo  es  el  porvenir,  estás  vengada  ! 
No  ya  del  insensato 

Que  en  su  ambición  á  la  discordia    apela 
Hayas  temor;  camina  en  paz,  camina. 
El  pueblo  odia  la  sangre,  la  abomina. 

De  hoy  más  aquella   ensangrentada  ruta 
Por  donde  audaz  corría 
A  escalar  el  poder  la  fuerza  bruta  ; 
De  ho)'  más  luchas  de    hermanos, 
Antigua  y   degradante  tiranía, 
Te  inspirarán  asombro. 
Jove    arrojaba  'un  tiempo  de  sus  manos 
El  rayo  y  retemblaban  los    gigantes, 
Y  el  pueblo  es  dios  de  pasos  fulminantes. 


Cifra  de  su  poder,  sobre  las  almas 
De  generoso  aliento. 
Es  la  oliva  de  paz,  son  esas  palmas 
Que  en  tu  postrer  tristeza 
Han  cegado  el  abismo  turbulento 
De  la  impía  discordia. 
I'udo  triunfar  el  hé-roe.  Su    grandeza 
Canrino  halló  mejor  al  patriotismo: 
Perdonar  y  cegar  aquel  abismo. 

Bendito  bien  el  de  la  jiaz,  bendito 
Ouien  purifica  al  hombre 
Levantando  inmortal  sobre  el  granito 
Un  templo  á  la  esperanza, 
Sol  de  la  humanidad.  ¡  Cuánto  renombre 
Bajo  el  cielo  de  América 
7\1  héroe  vencedor  feliz  alcanza  ! 
La  ingratitud,  la  cólera,  el  infierno 
Van  á  morir  sobre    ese  altar  eterno. 

Himno  del  corazón  !  Haz  que  recobre 
La  ya  perdida  calma 
Allá  en  los  campos  el  hogar  del  pobre. 
El  es  siempre  el  que  llora, 

Porque  es  siempre  el  que  sufre-Himno  del  alma. 
En  medio  de  sus  hijos 
Las  nuevas  de  la   paz  murmura  ahora. 
¿  Qué  gloria  habrá  mayor  al   héroe  en  tanto  ? 
¡  Ver  en  sonrisas  convertirse  el  llanto  ! 


¿  CUAL  SERA  EL  PORVENIR  DE  LA  AMERICA  ? 


Santo  amor  de  la  patria,  noble  acento 
Del  pueblo  que  eterniza  sus  anales  ; 
Poderoso  y  sublime  sentimianto 
Que  engendras   las  acciones  inmortales  ; 
Tú  que  eterno   palpitas 
En  el  alma  del  hombre,  tú  que  escritas 
Sobre  el  azul  del  alto  firmamento 
Tienes  en  letras  de  oro 
La  vida  de  los  héroes  ; 
Santo  amor  de  la  patria. 
Dame  el  ritmo  sonoro 
De  la  fama  y  la  gloria,  dame  aliento 
Para  cantar  con  estro  soberano 
El  porvenir  del  mundo  americano. 

El  hijo  ardiente  de  tu  rica  Zona, 
Oh,  patria,  Venezuela,      ^ 


'Por  tí  aspira  del  triunfo  á  la  corona, 

La  quiere  para  tí,  por  tílaanhela. 

Así  el  hombre  á  la  tierra  se  eslabona. 

Así  mientras  en  vivos  resplandores 

El  dorso  de  esmeralda     . 

Del  A\'ila  se  inunda. 

El  fresco  arbusto  de  risueñas    flores  ■ 

Sobre  la  frente  andina 

Enlaza  una  guirnalda  á  otra  guirnalda 

Como  votiva    ofrenda  campesina. 
Oh,  América  feliz,  no  á  los  suspiros 

De  alboradas  y    blandas  ilusiones 

Hoy  el  arpa  resuena. 

¿Qué  serán  tus  naciones, 

Collar  de  filigranas  y  zafiros, 
i  Tras  esa  aspiración  del  bien  avara 
í  Que  lanza  al  pueblo  á  la  sangrienta  arena 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


41 


Ganandd  caiii|j(i  un  sus  tortuosos  ijiros 

Hasta  llcfíar  á  la  (iiial  escena 

Que  sitólo  ¡isig'lo  el  porxx-iiii'pi'epara  ? 

Cuando  el  pueblo  se  atropa 
Sin  númenes  ni  templo 

Y  en  su  rabia  terrífica  )•  soml^ría 
Pugna  por  derrumbar  all;í  en  Europa 
i-'amilia,  instituciones! ; 

A  tí  vuelvo  los  ojos,  patria  mia, 

Y  mientras  más  gloriosa  te  contemplo 
Más  de  terror  me  embarga  aquel  ejemplo. 

No!  no,  por  Dios!  Ante    el  futuro,    arcano 
De  armoniosas  leyes: 
En  marcha  ya  siguiendo  tu   camino, 
¿  Qué  á  tí  con  el  destino 
implacable,  tirano 

Que  hace  temblar  el  trono  de  los  reyes  ? 
¿  Qué  te    importa  tampoco  si  columbras 
Distante  aún,  distante,  en  triste  calma, 
El  sol  y  los  inmensos  liorizontes. 
Si,  águila  tú,  te  encumbras, 

Y  en  gigantesco  vuelo 

Con  la  fe  que  trasciende  de  tu  alma 

.Tienes  valor  para  escalar  el  cielo? 

¿Quién  eclipsa  tu  gloria  ?  ¿No  responde 

Al  progreso  bendito  ?  "^ 

Adelante!  Adelante! 

El  mundo  accidental  sobre  el  granito 

Ha  grabado  su   símbolo.   Pujante 

Al  fin  tu  libertad  de  este  hemisferio 

Cimentará  el   imperio 

De  la  eterna  justicia. 

Cuando  en  la  vieja  Europa  se  desborden 

Tantas   iras  y  torvas  amenazas. 

Inmoble,  antemural  la  ley  y  el  orden 

De  América  serán  á  la  codicia 

De  las  furiosas  turbas.    Ancho  campo 

Tendrán  aquí  las  razas 

Para  olvidar  tradicionales  odios 

Y  estirpar  su  presente  antagonismo  ; 
Para  vivir  de  amor  y  ser  custodios. 
En  nombre  de  la  ciencia. 

Del  santuario  inmortal  del  patriotismo. 
La  América  sei'á  la  rica  herencia 
Del  progreso  y  la  historia, 

Y  el  gran  Jurado  en   cuyas  libres  manos  , 
Pondrá  Dios  bajo  el  sol  de   la  conciencia. 
Como  el  signo  más  grande  de  su  gloria, 
Los  destinos  humanos.' 


Oh,  patria  de  los    anchos  continentes. 
Palacios  de  la  luz ;  para  esa  cita 
De  las  extraídas  y  lejanas  gentes. 
Tal  haz  de  ser  feliz,  que  será  poco 
Cuanto  presiento,  cuanto  grande   evoco. 
El  mundo  se  transforma  y  Dios  se  agita 
Én  medio  de  los  pueblos -¿Quién    limita 
JJe  tu  éncumbracío  espíritu  la  fuerza? 
El  poblará  las  seh'as  de  Orinoco 
De  opulentas  ciuclades, 


I  Al  martillo  del  ciclo])e,  los  rieles 
Tender:í  por  las  mudas  soledades. 
l.e  pedirá  al  comercio   su«  i)ajeles 
Que  irán  hasta  los  mares  de  l;i  ;uu-ora, 

Y  en  triunfo  ya,  vencidos 

Los  misteriosos  lindes  del  desierto, 
Escuchará  silvando  hora  por  hora 
Con  rumbo  al   polo,  cual  segui'o    inurli), 
A  la  febril,  audaz  locomotora. 

Desde  el  temible  golfo  que  interruni|)r 
El  profundo  sosiego 
Del  blando  mar  caribe, 
Hasta  el  gigante  patagón  c\ur  acamp:( 
En  la  tierra  del  fuego; 
Al  solemne  rumor  de  cuanto  vi\'e 
Sobre  el  volcan,  en  la  extenrlida  ]jampa. 
De  tu  sol  á  la  lumbi'e. 

De  un  mar  hacia  otro  mar,  de  cumbre  a  curnhrc 
Despertarás,    oh  Patria  :  al    embeleso 
Del  dios  universal,  del  dios    progreso. 

Todo  espera  á  ese  numen 
En  los  fragrantés  bosques  de  canelos, 
Por  colinas  y  alegres  valladares  ; 
Al  murmurio  de  ríos  y  arroyuelos"* 
De  frescas  flores  y  arenillas  de  oro  ; 
Sobre  la  hirviente    comba  de  los  míires 
Que  arrojan  á  la  orilla  su  tesoi-o 
De  perlas  y   de  múrice,  entre  espumas, 
Diademas  de  jaznn'n,  randasde  plumas. 

En  esta  dulce  creación  que  aduna 
La  púrpura  y  las  sombras,  )•  aproxima 
En  contraste  inmortal    de  formas  bellas, 
Al  lago  azul  los  rayos  de  la  luna 

Y  la  luz  del  volcan  á  las  estrellas. 
Todo  espera  ese  numen,  murmuranflo. 
Como  oración  del  alma  reverente. 

El  himno  de  la  patria  floreciente. 

¡  Cuánta  felicidad  !  ¡  cuánta   riqueza 
En  frutos  y  tesoros,  ciencias  }•  artes  ! 
¡Y  qué  culto  de  amor  }■  de  pureza 
A  la  virtud  divina. 
Como  mérito  y  timbre  y  sol  \-  alteza 
Dé  la  raza  latina  ! 

No  es  ilusion-L'n  pueblo  que  cl  abismo 
De  su  miseria  con  heroico  pecho 

Y  constancia  viril,  ciega,  y  proclama 
Que  es  libre  y  grande,  en  alas  de  la  fama; 
Ese  pueblo  en  la  infausta  y  cruel  fortuna 
Tendrá  el  valor,  la  fuerza  en  su  derecho 
Para  cumplir  audaz  consigo    mismo 

En  el  tiempo,  en  la  gloria,  en  todo  cuanto 
Se  irgue  en  la  \'oluntad,   que  puede  tanlo. 

Y  qué  ?  ¿  carece  acaso 
De  maestro  ese  pueblo  que  le  exhorte 
En  noble  ejemplo  }•  liberal  anhelo? 
Brilla  á  su  laclo  la  nación  model<"i 
Y  Que  se  abre  al  mundo  paso 


\ 


42 


POESÍAS  FILOSÓFICAS 


En  las  nieblas  del  norte. 

Como  el  antiguo  quipo 

Del  opulento  y  dulce  peruviano, 

Ella  encierra  un  secreto-el  hondo  arcano 

Que,  á  falta  de  otro  nombre, 

Felicidad  tranquila  llama  el  hombre. 

Su  libérrimo  pueblo  será  el  tipo 

Que  han  de  seguir  un  dia  las  naciones 

Del  mundo  americano  : 

Grandes  federaciones 

Formarán  por  doquiera, 

Gravitando  el  hermano   hacia  el  liermano 

Y  uniendo  una  bandera  á  otra  bandera. 

¿  Qué  faltará  á  tu  gloria?     Nuevo  Anteo 
La  ardiente  libertad  deque  blasonas 
Se  apoyará  en  la  tierra, 

Y  en  nueva  maravilla 
Ofrecerá  á  los  pueblos  por  trofeo 
Destrozadas  cadenas  y  coronas 
Bajo  el  fragor  allá  del  Amazonas, 

Acá  en  las  playas  de  la  hermosa  Antilla. 

Tal  ;  oh  !  patria  te  admira    el  numen  mió  : 


aY  eso  será  la  vida  que  ho;  demandas 
'  En  angustia  de  amor  al  cielo  pío,  .  . 
A  contemplar  tu  gloria,  del  miibrío 
Silencio  de  la  muerte,  venerandas 
ínclitas  sombras  se  alzarán  de  guerra; 

Y  en  cuanto  el  Sol,   amarite 
De  estas  regiones,  quiso 
Convertir  en.  risueño  paraíso, 

Y  en  cuanto  el  cielo  americano  encierra, 
"Bolívar"  y  "Colon"  irá  tronante 
Clamando    del  Pacífico  al  Atlante  ; 

Y  en  mármoles  y'  en  bronces 
"Bolívar"  y  "Colon"   grabará  luego 
El  arte  patrio  con   cincel  de.  fuego. 
A  ese  estruendo  profundo 

Su  voz  unirá  entonces 

El  genio  misterioso  de  los  Andes, 

'■'■Paz  y  progreso  y  libirlad"  clamando  ; 

Y  las  serenas  sombras  descansando, 
Tras  los  sueños  divinos 

De  su   esfuerzo  fecundo, 
Contemplarán  sellados  nuestros  graneles 
Magníficos  destinos 
"Al  espléndido  sol  del  NiK\'o -Mi.XDo. 


ANDRÉS  BELLO. 


¡  OH  tú  la  soñadora 
De  solitario  vuelo, 
Reina  de  los  espacios,  alma  mia  ; 
Tú  que  al  nacer  la  aurora, 
En  las  sonantes  cítaras  del  ciclo 
Oyes  aquella  espléndida  armonía 
Que  en  misterios  profundos, 
Concierta  noche  y  dia 
La  marcha  de  los  mundos  ; 
Tú  que  risueña  sabes, 
Ceñida  de  gloriosos  resplandores, 
Lo  que  6n  trinos  de  amor  cantan  las  aves. 
Lo  que  al  céfiro  audaz  dicen  las  flores  ; 
Alma  mia  feliz,  tu  voz  levanta, 
Inspira  al  numen  de  entusiasmo  lleno. 
Que  hoy  de  la  patria  canta 
A  un  insigne  varón,  mientras    por  bueno 
Lo  aplaude  el  hombre,  la  virtud    lo  abona. 
Minerva  le  corona 

Y  la  América  graba  en  sus  anales 
De  un  poeta  los  cantos  inmoitales. 

Rasga  el  genio  anhelante 
Del  porvenir  la  sombra  : 
Mirad  á  esc  mancebo  ¿quién    le  nombra? 
Desconocido  empero,  en  la  silente 
Noclie  que  le  rodea,    ;iudaz  [iresiente 
Su  triunfo:  es  la  cóndor  que  irguc   su  cuello 

Y  mira  frente  á  frente 
La  nube  rutilante. 

Nacido  al  pié  de  las  floridas  lomas 
Por  donde  arrullan  al  primei'  destello 


ADelGnaire  las  dulcísimas  palomas, 
El  se  llama  Andrés  Bello  : 
De  cuerpo  débil,  y  á  la  par   acti\o, 
Grave  carácter  y  modestia  suma. 
El  silencio  le   aplace,  y  pensativo 
Camina  y  solitario. 
Generosa  con  ella  Providencia, 
Orillas  del  Anauco  se  decia, 
Que  de  ofrendas  su  pecho  era  un  santuario 

Y  mares  de  esplendor  su  inteligencia  ; 

Y  en  verdad,  parecía 
Acuerdo  y  signo  de  fortuna  rara 

De  Bello  el  entusiasmo  por  la  ciencia, 
De  Bello  el  numen  y  la  mente  clara. 

¡  Oh,  tiempo  misterioso  que  fatiga 
De  una  esfera  á  otra  esfei'a 
A  la  instable  fortuna  ! 
No  á  vestir  la  loriga 
Nacido  ese  doncel,  la  patria   espera 
Entrej  mirtos  de  amor  guardar  su  uíMiibre. 
Tal  pensó  Venezuela  estremecid.i 
De  libertad  al  grito   sacrosantij : 

Y  el  joven  Bello  le  consagra  en  t.uUíj 
Su  fervorosa  vida. 

Mirad  !   feliz  su  corazón  se  espande  ; 
El  va  de  gente  en  gente. 
Como  la  fama  de   mirada  ardiente. 
Publicando  del  Ande 
La  libertad,  la  gloria; 
Diamantino  buril  es  y\   en  la  grande 
■  \'  poderosa  Albion  su  débil  ])hiina: 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


43 


('ad;i  triunfo  veloz,  cada  victoria 

Con  que  Colombia  abruma 

Al  castellano  altivo, 

¿Sabéis  porqué  la  iíurojni  admira  luego  ? 

l'orque  los  taraba  con    cincel  de  fuego. 

Cuando  triunfante  al,>fin  Roma  su  sello 
Tm]niso  á  las  naciones,- oyó  el  Tibrc 
Cantar  al  cisne  de  Tibur  di\-ino 
La  paz  universal. — Así  Andrés  Bello 
Al  Nuevo  mundo  contemplando  libre, 
Ciísnc  de  los  torrentes,  se  levanta 

Y  en  libación  de  amor,  otro  camino 
A  los  ínclitos  hijos  de  Colombia 
Vigorosos  señala.  ''¿Qué  destino 

"Al  héroe  más  sublime  el  bardo  canta, 
"Qué  unir  :l    tanto  lauro   y  maravilla 
"Sobre  el  campo  sangriento  de  la  guerra 
"Otra  mayor  victoria  sin  mancilla, 
"La  virtud  del  trabajo  de  la  tierra  ?  " 

I'Lntónces  fué  que,  ausente, 
!'".vocó  los  recuerdos  encantados 
Uc  sus  ejidos  y  risueños  prados, 
Las  músicas  i)ausadas   y  tañeres 
De  nocturna  alegría, 
Sus  pastoriles  danzas  y  placeres, 

Y  el  lejano  mugir  de  los  ganados 

Y  el  sol  del  cabañal  y  la  alquería. 
Entonces  al  recuerdo   de  esas  fiestas, 
Respirando   de  lucos  y  florestas, 
iM-agrancia  de  airecillos  rumorosos, 
Cantó  de  inspiración  trémula  el  alma, 
Los  abundantes  frutos    deliciosos 

De  esta  zona  feliz  cjue  en  dulce  calma 

"Para  sus  hijos  la  procera  palma 

"Su  \'ar¡o,  feudo  cria, 

"Y  el  ananás  sazona  su  ambrosía, 

"Su  blanco  pan  la  yuca, 

"Sus  rubias  pomas  la  patata  educa, 

"Y  el  algodón  despliega  al  aura  leve 

"Las  rosas  de  oro  y  el  vellón  de  nieve." 

¿Quién  sabe  en.  los   misterios  de  la  vida, 
Si  en  la  horrible  nostalgia  del  ausente, 
¡\íás  vuelo  hubo  la  musa  esclarecida 

Y  mayor  luz  el  alma  inteligente  ? 
Así  cuando  :;.e  agitan 

Del  mar  caribe  las  cerúleas  ondas 

Y  entre  hirviente  fragor  se  precipitan, 
IVÍá.s  irisadas  las  espumas  blondas 
Cruzan,  á  modo  de  la  nube  leda. 

Con  rojas  fimbrias  )"  cendal  de  seda. 

Y  ;'i  la  \  crdad,  de  l^ello  el  pensamiento 
Que  múltiples    ideas  elabora. 
Semeja  al  Aconcagua 

l<\indiendo  en  el  abismo  de  su  fragua 
La  materia  metálica  y  sonora. 

V.n  af|uella  región   crimo  serpiente 
Tendida  frente  á  frente 
De  iliis  gigantes  ])ara  siempre  f\']o 
¡  OÍT  Chile  fortunado,   ciueda  el  hijo 
i)c  \'enezucla,  la  infelice  patria! 

Y  su  hogares  un  templo 


Levantado  al  estudio  y  noble  ejemplo 
De  virtudes  tranc|uilas.-  -Su  fecundo 
Ingenio  abraza  el  mundo  ; 

Y  canta  conmovido 

A  la  amorosa  abandonada  Dido 

Y  á  .su  amante  falaz    el  duro  Eneas. 
Con  el  numen  divino  quclo  absorbe 
Llena  del  esplendor  de  sus  ideas 
La  máquina  del  Orbe. 

¡  Qué  multiplicidad  !  Como  pregona 
De  la  ciencia  el  poder!  Cómo  eslabona 
Los  sistemas  de  mundos   estelarlos, 
Con  éste  que  el  orgullo   diviniza! 
Lo  mismo  relaciona 
Los  astros  con  los  astros,  que  armoniza 
Los  pueblos  con  los  pueblos,  en  los  varios 
Caminos  de  las  leyes 

Y  bajo  el  yugo  antiguo  de  los  reyes. 
Filósofo,  en  sus  cantos  maravilla 
Las  verdades  que  entraña : 
Galano  evi  los  conceptos 

Depura  de  Castilla 

La  rica  lengua  ;  y  dulce  en  sus  afectos 

Si  no  maldice  en  su  mesura  al  vicio 

Ala  virtud  se  ofrece  en  sacrificio. 

El  pensador  y  sabio  abrió  su  pecho 

A  los  sueños  divinos  : 

Amó  la  libertad,  y  dio  á  los  hombi-cs 

Universal  derecho ; 

Y  al  señalar  del  mundo  los  destinos, 
Aunque  di\'ersos  nombres 
Tuviesen  las  naciones  saberanas, 
Con  una  ley  social  las  hizo  hermanas. 
Como  águila  caudal  que  el  aire  hiende 
Tranquila  y  mesurada. 

La  reflexión  en  Bello  así  se  encumbra  ; 

Mas  lo  que  en  él  sorprende 

No  es  su  profundidad,  ni   la  atildada 

Palabra  que  deslumbra ; 

Lo  que  en  Bello  sorprende,  lo  que  admira 

Es  que  cantando  lo  que  siente  ínspii-a, 

Y  lo  que  escribe  ardiente 

Es  la  verdad  pensada  en  cuanto  siente. 

Nunca  vida  más  llena 
S'e  vio  de  generosas  bendiciones. 
Con  la  grave   moral  de  sus  lecciones 

Y  la  dulce  palabra  de  sus  labios. 
El  vigoriza,  atrae  y  encadena 

A  dos  generaciones 

De  la  brillante  juventud  chilena. 

¡  Hoy no  existe   el  patriarca! ¿Ou.ien  aviva 

De  la  justicia  el  fuego?  Quién  los  sabios 
Consejos  honra  y  sigue?  Quién    condena, 
O  ya  indignado  acusa 
La  fuerza,  la  conquista,  el  atropello 
En  la  patria  adoctiva 
Del  insigne  Andrés  Bello? 
¡  Oh,  glacial  egoísmo  ! 
Retírate,  alma  mia,  de  esc  abismo. 
¡  Silencio  !  Calla,  Musa, 
Ahoga  tus  pesares  ; 
íOue  cuando  lleva  el  viento  en  nuestra" zona 


\ 


-Kl 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


Sonido  de  cantares, 

Y  la  América  libre  en  paz  pregona 
Ac|uel  ingenio  inmenso  que    se  inspira 
En  sus  altas  y  múltiples  virtudes, 

,;  A  qué  memorias  tristes 

Y  hondas  vicisitudes 
Despertar  en.  la  lira  ? 
¿Quién  en  amor  convierte 

/\  la  ambición  que  admira  , 

F.l  espantable  troiTO  de  la  muerte?         I 

V  tu  la  generosa,  tú  la  austera, 
Firme  en  la  convicción,  digna  en    el  culto 
De  la  ley   sacrosanta, 
¡  Oh   Colombia,  le\'anía 
í.a  tricolor  magnifica  bandera 
One  jamas  el  insulto 
Toleró  de  los  déspotas,  ni  el  crimen 


■'•  De  lesa  libertad  ! .  .  . .  Hija  modelo 
Del  Inmortal  que  aun  lloran,  por  cjuien  gimen 
Las  sombras  venerandas, 

Contigo  sea  el   cielo 

Bien  'te  cumple   por  justa 

Honrar  siempre  la  idea^.en  su  infinito 

Y  misterioso  vuelo  : 

Eu  esa  fiesta  secular,   augusta, 

La  primera  en  tu   liistoria, 

A!  grabar  de  Añores  Bbi,L(j  eu   el  granito 

El  popular  americano  nombre, 

Grabas  tu  propia  gloria  ; 

Que  del  bien  nace  el  bien,    numen  del  hombre. 

Divinidad  que  en  su   ascensión  encierra 

De  las  naciones  la  feliz  memoria 

Y  el  progreso  inmutable  de  la  tierra. 

Agosto  19  de    1 88 1. 


SILVA. 

A  la  raemofia  del  sabio  y  virtuoso  ciudadano  Dr.  José  María  Vargas. 

(  Li.'j'Ja  en  el  Uanpleí  üe   Suu  Francisco  al  pié  del  catiii'alco    cu    (.[iio  fueron  colocados  los  restos 
lie  ^'iírgas,  la  noche  del    Í5  de  Abril  do  ISI";'.) 


^;.V  qué  clamor   ele  duelo 

Xi  lágrimas   que    amargan  la  existencia, 

Si  en  grave  inspiración    el  alma  mia 

("anta  \'  se  eleva  al  cielo 

I  )esde    el    recinto  augusto  de  la  ciencia.'' 

No    el  ti'émulo   plañir  de  la  clejía 

ride  la  patria  historia, 

.Si  eternos  han   de  ser  nuestros  anales, 

Suene    la  lira  con  tañir  de  gloria 

Coronada  de  flores  inmortales. 

Alma  \iilud,   \i\iente 

Resplandor    del  fecundo 

Espíritu  de  Dios;    no  tu  simiente 

Se  ])erdcr;i  di\  ¡na 

Bajo  el  cielo  feliz  del  Nuevo  Mundo: 

Cuanto  sale  de  Dins    at|ui  germina; 

Desde   la  chisp.i    de   oro  cpre  .se  encierra 

lüi   los  ocultos  senos  de  la  tierra, 

Hastíi  la  iuimaira    idea  que  ¡pregona 

1  ,a  libcilail,    la  ciencia,    el  bien  sublime    ■ 

(  >uc  :i  li'S   pueblos  redime 

rfii'(|ue  al  oi'tlcn  nioi';d  los  eslabona. 

1  le  ;u]ui,    cijino  serena  ' 

Alboiada,   que  el  sni  en  paz  anuncia 

.\1  .angustiado  corazón  del  hombre, 

Oue  ;  ph  virtud  santa!  al  pronunciar  tu  nonibn 

La  ciencia  patria,  de    entusiasmo  llena. 

Otro  también  pronuncia: 

V'árgas !  el  labio  sonriente  espira, 

Y  el  corazón  aplaude,  el  alma  admii'a. 

\^aron  rico  de  dones 

Con  genial  dignidad  siempre  encubiertos, 


:,  Gratos  como  fragrancia  de  los  huertos, 
j  Delicia  de  ¡os  puros  corazones. 

I  Varón  de  alma  encendida 

;  AI  fuego  inextinguible  que  se  encierra 

i  En  aciuel  sacrificio  de  la  vida, 

j  Holocausto  divino  de  la  tierra. 

La  heroica  Venezuela 
En    medio  de  sus  luchas  y  prolijos 
Dolores,  se  ufanaba 
Con  Vargas,  el  más  docto  de  sus  hijos  ; 
Ella  que  sobre  el  y\nde    tremolaba 
i  El  ardiente  pendón  de  la  victoria. 
Dicha  ma3-or  anhela  : 
Quiere  más  digno  altar,  cjuiere  otra  gloria  : 

Y  alt;ir  3-  gloria  encuentra  sin   agravio 

;  Sobre  el  ara  de  amor  de  una  conciencia  ; 
'  En  los  timbres  de  Vargas  como  sabio 

Y  en  la  noble  virtud  de  su  existencia. 

Por  eso  cuando  un  dia  el  patriotismo 
'  Al  solio  de  la   gran  Magistratura 
':  Le  lleva  como  prenda    de  civismo, 

El  repúblico,  el   sabio  á  tal  altura 
'  Es  siempre  hombre  de  bien,  es  siempre  el  mismo. 
,  ,  Qué  digo  !  Allí,  no  hay  miedo  que  se  pierda 
j  Aquel  sublime  arranque  de  heroísmo 

Que  la  patria  recuerda  ; 

La  fuerza  le  gritó  con  ceño   adusto. 

"  ¡  De  los  \-alIentes  es  el  mundo  !  "  Y  lleno 

El  corazón  de  su  deber  bendito, 

Aquel  varón   augusto, 

Al  destemplado   grito 


f 


POESÍAS  FILOSÓFICAS, 


45 


De  la  discordia,  contestó  sereno; 

— "De  los  valientes,  no,  mas  sí  del   justo." 

¡  Oh,  qué  gran  ciudadano  ! 

¡  Qué  riqueza  de  esjjíritu  !  ¡(Jué  inmenso 

Amor  por  e!  saber  y  el  bien   luimano  ! 

7\sí  entre   lirios  ofrendar  lie  visto 

Juntos,  en  áurea  y  cincelada   copa, 

La  mirra  y  el  incienso 

Sobre  el  divino  altar  de  Jesucristo. 

¡  Ciencia  y  moralidad  !  ¿Cuál    (;tra  ofrenda 

A  la  tierra  y  al  cielo  más  propicia 

De  nuestro  porvenir? — Valiosa  j^renda 

Ella   fué  para  Europa 

l'-n  la  balanza  fiel  de  la  justicia: 

Oyendo  á  Vargas  proclamar  sus  fueros, 

Ya  no  fuimos  un   pueblo  de  guerreros 

Que  solo  en  criminal  discordia  vive 

Tinta  las  manos  en  la  sangre  inulta  ; 

Con  el  saber  profundo   que  él  exhibe 

A  difundir  alcanza  lo  que  anhela 

Y  lo  que  alcanza,  con  su    pluma  escribe  : 
Que  á  par  de  libre  es  culta 

Nuestra  gloriosa  madre  Vene/Aiela. 

¡  Ciencia  y    moralidad  !  Bajo   este    templo 

Mas   firme  cpie  el  granito. 

El  era  el  sacerdote  de  la  idea 

En  alas  de  lo  eterno  y  lo  infinito. 

¿Que  no  puede  un  laudable  y  noble  ejemplo? 

La  juventud  le  admira,    le   rodea. 

Recoge  su  palabra  y    se  deslumbra. 

Miel  destila  su  labio 

En  aquella  enseñanza  persuasiva 

Que  la  bondad  del  corazón  activa 

Y  mientras    más    se  aprende  más  encanta, 

Y  mientras  más  se  escucha   más  encumbra 
El  viril  pensamiento — Guía  sabio 

Que  al  débil  hace  fuerte, 

Penetrando  lo  mismo, 

De  la  ciencia  á  los  vivos  resplandores, 

En  los  misterios  de  la  verde  planta, 

Que    en  el  confuso  abismo 

De  la  materia  inerte  ; 


i  Lo  mismo  en  el  secreto  de  las  flores, 
Que    en  la  sombra  aterida, 
Que  en  el  eterno  arcano  de  la  muerte, 
Que  en  las  hondas  tristezas  de  la  vida, 
(ruía    sabio   t[ue  lleva, 
Moralista  y   cristiano. 
La  antorcha   de  la  ciencia   en  una  mano 

Y  en  la  otra  el  amor  por  buena  nueva-. 

Tal  fué  tle  Vargas   la  misión  que  un  dia 

]^e  ti"izó  providente 

lí\  numen  de  la  gloria;     él    lo  sabia, 

Y  su  fama  llev()  de  gente  en  gente. 

¡  No  existe  )'a  el  anciano  I 
Muí  lejos  de  nosotros,  peregrino 
Resignado,  inclinó  la  mustia  frente; 
Pero  vive  la  patria  y  su  destino 
Regenerada  cumple.     ¡  Oh  tú,  felice 
Hijo  de  la  fortuna, 
Americano- Ilustre,  american(j 
Que  nuestro  amor,  que  ardieiue  te  bendice 

Y  en  la  gloria  que  aduna 

Este  momento  de  la  patria  historia 

Con  nuestro  grande  ¡porvenir  de  gloria. 

¿  h'ueron  jamás  propicios 

Cual  hoi  en  Venezuela  k)s  auspicios? 

¡  Paso  á  esos  mudos  venerables  restos ! 

Sin  sangre,  sin  funestos 

Gritos  de  gemebundos  sacrificios 

Marchan  al  Panteón  en  alto  triunfo. 

La  paz  que  el  héroe  levantó  á  su  fama 

Y  un  digno  y  noble  sucesor  sustenta. 
La  paz  que  el  pueblo  ama, 

A  Vargas  muerto  en  su  esplendor  reclama 

Y  entre  palmas  al  mundo  lo  presenta. 

¡  Paso  á  esos  restos  !     En  las  anchas  zonas 
Do  gravita  la  mole  de  los  Andes, 
Tendrá  culto  de  afecto  aquel  sencillo 

Y  virtuoso  varón  ;    tendrá  coronas 
Su  funeral  lucillo, 

Y  el  sabio  será  grande  entre  los  grandes, 
Descansando  á  la  luz  del  nuevo  dia 

"  Entre  los  héroes  de  la  patria  mia. 


SUYA. 

A   "Él  Poder  de  la  Idea." 

Escrita  para   el  Certáuicii  Literario  del  ■¿8    de    OeLubre  de  iti'i'j 


YO  quiero  dar  mi  pensamiento  a!    mundo, 

Porque  la  fuerza  audaz  del  pensamiento 

Me  arrebata,  me  inspira, 

Cambia  el  temor  ;  mi  canto  gemebundo 

En  el  sublime  acento 

De  la  apolínea  lira. 

Si 'estéril  á  mi  gloria  es  este  can.to. 

Si  lo  ahoga  el  profundo 


■I  Rumor  que  lleva  el  huracán  \-ioleuto  : 
¿Qué  importa?  sobre  el  mármol  ó  el  granito 
De  otro  cantor  grabada  será  en  tanto 
La  victoriosa  palma, 
Gloria  ideal  que  el  corazón  anhela, 
Y  que  será  el  orgullo  de  nn  alma. 
Si  es  triunfo  del  talento   en  \'enezucla. 


\ 


46 


"POESÍAS  FILOSÓFICAS, 


¡  Paso  ep  la  tierra  que  gravita  eterna 

J\->r  el piclagú  imiiciiso  del  vacio 

Al  hombre,  al  ser  pensante  de  la  historia ! 

No  del  caos  sombrío' 

La  bóveda  superna 

El  Invisible    levanto  en  su  gloria 

Con  más  brillante  luz  que  la   que  encierra 

El  mortal  en  su  mente. 

Centro  del  univei-so,  omnipotente. 

En  sí  lleva  el    destino 

De  la  afanosa  humanidad  ;  pasea 

Su  mirada  inmortal  de  ])ü1o  á  polo, 

Y  cielo  }•  mar  y  raudo  torbellino 
Impasible  sondea. 

Porque  en  la  creación   él  guarda  solo 
La  ijalabra  de  Dios  :  guarda,  la    idea. 

La  idea,  sí  !  del  pensamiento  vida 

Luminosa,  incansable,   en  cuanto  abraza; 

Desde  el  insecto  cpie  en  el  polvo  traza 

Para  el  hombre  escondida 

Imperceptible  huella, 

Plasta  el  Ande,  hasta  el  sol,    hasta  la  estrella, 

Hasta  la  eternidad  desconocida. 

Timbre  cxelso  del  hombre 

Aquella  fuei'z;'.,  como  el  sol,   divina, 

Bajo  la  roca  ei  hinojeo  labra, 

Eterniza  su  nombre 

En  las  altas  piríimides,   encierra 

El  raj'o  que  en  las  nubes  se  a\'ecina 

Y  arroja  su  palabra 

Sobre  los  anchos  \  ¡entos  de  la  tieri'a. 

¡Oh,  poder  de  la  idea  !-¿  Ouit'U   resiste 
Tu  vigoroso  aliento? 

¿Ni   quién  podr;í  decir,    en    la   insondable 
Noche  del  tiempo,    desde  cuando  asiste 
El  mundo    á    tu  \ictoria?--¿  Qué  portento 
A    tu    portento  alcanza  ? 
Tú  condensas  en  hechos  Id  impalpable, 
Los  sueños,  los  temores,  la  esi^eranza, 
¡Y  lo  impalpable  en  mara\'illas  eres  ! 
A  tu  voz,  en  fecundas  creaciones  ' 
y\parece   la  forma,   brotan    seres ; 
Generación    de  \-idas,    encantada, 
Oculta  en  tí    ¡  quién  sabe  de  que  modo  1 

Y  c|ue  latentes,  á  la  luz  son  nada; 

Pero  que  un  dia.    cuando    tú    lo   quieres, 
Al  mundo  lanzas,  y  á  la  ñn  son  todo. 

En  los  risueños  pi'adits 

De  la  Grecia  feliz,  pas;in  la  \  ¡da 

Entre  mirtos  y  .H-ares 

Y  fiestas  y  deleites  encajitados 
Del  persa  los  altivos  vencedores. 
I\las  no    creáis,  ac;is(_),  íidormecida 

En  los  ensueños  de  la  dulce  holganza, 

Antes  que  lap;ision  de  la  venganza, 

La  idea  griega,  entonces    convertida, 

Del  arte  tras  el  m;lgico  embeleso, 

En  la  pasión  de  libertad,  progreso 

Del  mundo  esclavo  que  al  Saturnio    adora. 


Al  Asia  !  le  murmuran  á  deshora 


i  Maratón  y  Platea  ; 

1  Y  el    griego  sabe  bien  que  aquella  idea 

I  Realizará,  sin  esperar  en  vano  ; 

¡Que  un  héroe  ó  un  tirano 

í  Conducirlo  Síibrá  de  gente  en  gente, 

¡  Camino  de  la  aurora, 

I  A  la  conquista  del  lejano  oriente. 

I  El  macedón,  el  hijo  de  P'ilipo 

No  fué  grande  por  sí,  que  en    la  conciencia 

Llevaba  como  el    tipo 

Del  porvenir,   la  idea  de  la  historia, 
,  El  progreso  del  mundo,  su  sentencia  ! 
I  Alejandro  fué  el  medio   de  esta  gloria 
i  Y  eiiunidcció  la  tierra  cu  s//  presencia. 

i  La  sangre  jenerosa  de  Lucrecia 

:  Hundió  á  Tarquino,  y    solitario  el  Tibre 

'  Ve  pasar  á  los  reyes  :  como  Grecia 

¡  Será  inmortal  el    Lacio,  Roma  es  libre. 

j  Pero  el  torvo  patricio  no  consiente 

:  Bajarse  hasta  el  amor  de  su  cliente, 

Y  el  desnivel  sobre  las  leyes  traza. 

i  En  su  idea  de  fuerza,  en  su  injusticia 
'  No  será  allí  la  libertad    patricia 
;  La  libertad  de  Atenas  en  la  plaza. 

Y  la  lucha  empezó.     La  idea  antigua 
;  Su  poder  y  sus  fuerzas   atestigua 

En  la  historia  implacable  : 

I  El  hecho,  siempre  el  hecho  ! 
,  Es  su  mejor  razón  :    calla  el  derecho, 
I  No  de  la  ley,  que  es  un  fantasma  vano, 

Ante  el  poder  que  toma 
j  El  patriciado  como  idea  en  Roma, 

I  Calla  el  derecho  humano. 

I  

La  lejana  colonia 
,  Que  á  las  legiones  sin  cesar  contrista 

Porque  las  lleva    de  su  dulce  Ausonia 

De  conquista  en  conquista. 
'  El  severo   Scipion  triunfando  en    Zama, 

Después  de  Trasimeno  en  sangre  tinto  : 

Numancia   la    Española, 

Y  la  muelle  y  bellísima  Corinto, 

Y  Cartago  la    púnica,  arrasadas 

Del  exterminio  en  la  mugiente  ola.  .  . . 

Y  César  que  las  leyes  pisotea 

Para  después,  bajo   el  ]3uñal  de  Bruto, 

Caer  velado  en  el  purpúreo  manto  ; 

Toda  esta  inicjuidad  ciue   al  mundo  afea. 

Que  ve  con  ojo  enjuto 

La  ,ser\-il  muchedumbre  : 

Toda  esta  historia  de  injusticia   y  llanlo. 

No  es  más  que  el   absoluto 

Resultado  inmutable  de  una  idea. 

Que  el  tiempo  !  el  tiempo  !  sin  cesar  transfoi'ma  ; 

Como  base  social  la  servidumbi-e. 

La  raza  \'  la  conquista  como  norma. 

Pero  ¿quién  este  cáncei'  de  la  guerra. 
Quién  la  lepra  moral,  que  en  tanto  exeso 
Cubre  á  la  torpe  sociedad  romana. 
Curará  para  ejemplo  de  la  tierra?  '■ 

'0\\ !  1X0  temáis,  previsto 


í 


POESÍAS    FILOSÓFICAS. 


47 


Lo  tiene  )'a  el  pi'Of^'reso  : 

Lo  curará  una  idea    soberana: 

La  ley  espiritual   de  Jesucristo. 

Mirad  !-¿QuicJn  silencioso  prir  la   arena 

Del  Jordán  se  encamina? 

Ls  Jesús  el  humilde. 

Su  frente  es  más  serena 

Que  el  cielo  de  la  tarde  : 

Como  estrellas  sus  ojos.  .  .  . 

Habla  de  los  profetas  y  hace  alarde, 

Al  pueblo  que  en  su  asombro  tras  si   lleva, 

De  decir  la  verdad,  la  buena  nueva. 

1.2^  buena  nueva  !  La  \-erdad  !    que  ahora 

Es  alma,  es  vida,  es  verbo, 

Transforma  en  hombre  al  siervo, 

Al  esclavo  del  viejo  fatalismo; 

Socaba    un  hondo  abismo 

Entre  el  mundo  C[ue  adora 

A  Venus  Citerea 

Y  el  mundo  de  Jesús  ¡  oh,  redentora 
Fuerza  inmortal  de  la  inmortal  idea  ! 
Esta  idea  flotando  como  el  arca 

Del  abismo  en  las  ondas  ha  llegado 
Oculta,  misteriosa,  y  peregrina 
A  una  pobre  comarca, 
Al  pueblo  de  Judea  en  Palestina, 

Y  se  encarna  en  Jesús,  en  el  Dios-hombre. 
¿  Creéis  que  por  divina. 

Desde  el  eterno  amordel  Licreado, 

El  Mediador,  divino  como  ella. 

El  porvenir  abarca, 

Los  pueblos  y  los  siglos? 

¡  Bien  la  tierra  lo  sabe  !   ¡  Bien  lo  inquiere  ! 

¡  El  amor  como  idea  nunca  muere  ! 

Cuando  en  su  afán  la  humanidad  perdura 

Y  el  triste  cáliz  de  dolor  apura  ; 

Y  progresa  y  resella 

IÍ.1  pueblo  los  ]Dr¡ncipios   con.su  sangre: 

Cuando  lucha  y  trabaja 

Por  la  igualdad  libérrima,  es   en  nombre 

De  aquel  gran  pensamiento,   que  en  Judea 

Trazó  en  moral  ai  hombre 

La  senda  perfectible, 

No  en  la  divinidad  que  es  imposible, 

Pero  sí  por  el  culto  de  la  idea. 

Desde  entcjnces  vacila 

El  mundo  de  la  fuerza  : .  calla  el  coro 

De  las  danzas  de  Venus:  la  .Sibila 

Dl  Roma  anuncia  el  fin  ;  ;á  dónde,  á  dónde 

Sobre  sus  ejes  de  oro 

El  Olimpo  se  asienta?  ¿Quién  responde 

A  las  fiestas  triunfales?  El  imperio 

De  aquel  terror  inmenso  se  sonroja.  .  . . 

¿Qué  al  mísero  senado 

Las  tor\as  delaciones  de  Tiberio? 

Entre  el  incendio  de  Nerón  se  siente, 

Se  escucha  el  prolongado 

Espantable  rumor:  ¡  se  van  los  dioses  ! 

¡  OJi  criminal  vergüenza  la  que  arroja 

al  circo  de  las  fieras   por  \'enganza. 

La  de  Jesús  generación  naciente! 


,!  Si  Vespaciano  con  la  regia  estirpe 

I  Acaba  de  David:    si  Alejandría 
El  buey  yipis  encuentra  }•  revei'cntc 
De  Isis  el  culto  se  renueva  en  Roma: 

j  Si  enemigo  de  Dios  Juliano  un  dia 

I  Desatentado  toma 
La  senda  del  fatal  politcisnio 
Y  va  en  su  ajjostasía 
Hasta  querer  destruir  el  cristianismo  : 
Ello  ]jasa  tan  pronto  como  asoma, 
Como  arista  en  el  mar    así  se  hunde  ; 
Oíd  como  estruendoso  se  desploma 
El  cielo  de  los  dioses.  Todo  es  vano 
Antcla  gran  \'erdad  que  se  difunde, 
Hasta  esclamar  Juliano, 
Sin  lograr  con  la  muerte  su  deseo  : 
j  Venciste,  Galileo  !  " 


La  ides 


Tiene  en  sí  x'irtud  tan  "rancie! 


¡Tan  gran  poder  y  condición  de  vida  ! 

Que  entre  los  pueblos  bárbaros  se  espande 

lín  símbolo  de  luZ,  siguiendo  todos, 

Galos,  escitas,  sármatas  y  godos 

Tras  su  voz  de  piedad.     P^naltecida 

Hasta  la  lictlicria  griega,  envilecida, 
i  En  una  virgen,  la  muger  empieza 
j  Poniendo  su  belleza 

Al  servicio  de  Cristo. — Así  convierte 

Al  franco  fiel  Clotilde  de  Borgoña; 

Tal  Ingunda  de  h" rancia 

Domina  al  godo  fuerte  ; 

Así  al  lombardo  que  en  Italia  impera 
i  Somete  Teodelinda  de  Babiera. 
i  La  idea  sube  al  trono, con  los  reyes, 
I  Santifica  en  la  cuna  el  domicilio, 
j  Su  autoridad  proclama  en  el  concilio 

Sobre  el  culto,  las  ciencias  y  las  le}'cs. 
I  En  la  Edad  Media  el  cristianismo  alcanza 

Su  gran  milagro  :    el  elemento  mismo 
I  De  espanto,  destrucción,  sangre,  matanza 
j  Lo  transforma  feliz  el  cristianismo 
I  En  altar  de  esperanza. 
¡  Si  el  duro  feudalismo, 
j  Amenaza  social,  une  á  la  gleba 
¡Al  pobre  siervo  á  quien  la  cruz  rescata; 
I  Veréis  como  el  recinto  rompe  estrecho 
I  Del  castillo,  la  cruz,  como  en  su  pecho 
I  La  graban  los  barones,  como  un  dia, 
¡  De  esta  insignia  en  el  nombre  se  subleva 
!  La  señorial  grandeza,  y  las  prisiones 
\  Ella  misma,  del  pobre  que  maltrata. 

La  cruz  besando,  con  amor  desata, 
i  ¿Qué  pasa  en  los  antiguos  torreones? 

¿Qué  en  la  andante  }-  marcial  caballería? 

Es  un  acento  extraño 

Que  se  lleva  tras  sí  los  corazones  : 
í  Es  la  \-oz  dé  clamor,  la  voz  srimbría 
i  De  Pedro  el  Ermitaño. 
\  FLa  bebido  en  la  copa 
:  Del  peregrino.  \'  cuenta  lo  que  ha  \-isto 

Allá  en  Jerusalen.     ;  No  clama  en  vano  ! 
i  A  recobrar  arm.ada' ir:í   la  Europa 
El  sepulcro  de  Cristo. 


\ 


V 


48 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


So  la  humilde  sandalia 

Plega  el  hijo  del  Norte  en  su  injusticia. 

En  Albion,  en  una  y  otra  Galia, 

En  la  España  que  el  árabe  ensangrienta 

Y  en  las  libres  repúblicas  de  Italia. 
La  autoridad  de  Dios,  la  pontificia 
Ninguno  habrá  que  tuerza. 

Ella  es  fuerza  de  idea  ante  la  fuerza. 

Así  emancipa  al  siervo,  eleva  al  hombre, 
Al  pueblo  constituye  y  le  da  nombre 
La  misteriosa  evolución  cristiana. 
Así  la  idea  eterna 
A  salvo  saca  la  conciencia  humana 

Y  abre  el  camino  de  la  Edad  Moderna. 

¡  Cuan  lentamente   corre 
O  pasa  el   pavoroso  conticinio 
De  esa  noche  letal  de  la  Edad  Media  ! 
¡  Todavía  la  muerte  !  Su  dominio 
Anuncia  la  campana  de  la  torre 
Del  gótico,  .severo  santuario.  . . . 
¡  Aun  vive  la  barbarie   de  esterminio  ! 
¡  Sola  está  un    alma,  sola  ! 
¡  La  inquisición  impera! 
¡  Rogad  que  va  á  morir  en  una   hoguera 
El  libre  y  pensador  Savonarola ! 
¡Oh,  redentora  cruz  !     El  fanatismo 
Jamas  comprende  á  Dios. — Mas  si  en    Judca 
Salvó  al  mundo  su  sangre,  otro  bautismo 
A  Europa  salvará  ;  no  !  será  el  mismo  I 
¡  La  sangre  derramada  por  la  idea ! 
^¡Y   tú,   doncella  ilustre!  Pero,  ¡  acaso 
Fué  tu  noble  \'irtud  la  mas  propicia 
Ofrenda  al  sacro   numen  del  progreso  ! 
¡  Helo  allí !  j  Se  abre  paso 
Sacudiendo  las  sombras ! 
¡Cuánta  luz!    Son  los  almos  resplandores 
Del  cielo  sideral.  Cuántos  rumores! 
Es  el  hombre  en  sus  varios  pensamientos, 
Son    los  pueblos  con  múltiples  jemidos, 
La  humanidad  cjue  ruge  en  sus  termentos, 
La  tierra,    el  mar  con  todos  sus  sonidos. 
¡Y  fué  más  el  rumor!     ¡Y  más   la  lumbre  ! 
Fué  la  alteza  del  alma  convertida 
Hasta  en  la  miserable  servidumbre 
En  poder  de  verdad,  fuerza  de  vida, 
\L\  ftat  lux  que  lo  infinito  argenta, 
¡  La   inmortal   maravilla  de  la  imprenta  ! 

¿  Qué  no  podrás  ahora 
Revclg-cion  del  hombre,   idea  ardiente? 
Devorarás  el  tiempo  y  el  espacio, 
Querrás    ir  entre  abismos  al  oriente 
Sobre  las  tempestades;    vencedora 
Serás  al  fin,    domando   el  mar  profundo, 

Y  hallarás  para  Dios  otro  palacio 

Y  para  tí  y  el  pueblo  un  Nuevo  Mundo. 

¿  Qué  fueron  la  indigencia    }'   el  ludibrio 
Entonces   de  Colon,   el  equilibrio 
Ilallando  del  planeta?  ¡Soberanas 
Magníficas  ideas,    ]>or  \'osotras. 


Tan  solo  por  vosotras,  salvó  el  muro_ 

De  regiones  ignotas  y  lejanas 

El  un  día  mendaz  marino  oscuro, 

Y  hoi,  sin  rival,  eu  cuanto  el  orbe  encierra. 
El  grande  entre  los  grandes  de  la  tierra  ! 

Y  ved  como    difunde  l 
La  Providencia  ahora  en  el  camino 
De  la  Europa  la  idea.  Allá  se  hunde 
En  oriente  el  imperio  bizantino, 

Y  al  Lacio,  cuna  del  poder  latino, 

Las  escuelas  de  Grecia,  como  herencia, 
IjOs  desterrados  llevan.  Se  diria. 
Que  en  misterioso  fin  la  Providencia 
En  Europa  enlazaba 
La  escuela  de  la  grave  Alejandría, 
Que  de  Platón   sus  armonías  toma, 
Con  la  idea  teocrática  que  en  Roma 
Terrores  arrojando  en  la  conciencia 
Altiva  cuanto  inmoble  rechazaba 
El  espléndido  sol  c|ue  aparecía 
De  la  moderna  ciencia. 

¿La  historia  no  consigna 

Este  progreso?  ¿  El  arte  no  halló  el  numen 

De  Fidias,  no  lo  halló   de  Praxjteles? 

¿  No  fueron  Rafael  y  Miguel  Ángel 

Los  intérpretes  fieles 

Del  siglo  de  Pericles?    ¡Nunca  fama 

La  Italia  hiubo  mayor!   Ella  amalgama 

En  la  profunda  inspiración  del  arte 

La  razón  y  la  fe,  senda  más  digna 

El  hombre  caminó.  Si  Dios  le  llama. 

¿  Por  qué  no  puede  levantar  su  mente 

Y  adorándole  en  gloria  más    benigna 
Ser  más  independiente? 

La  razón  y  la  fe  lanzaron  luego 

A  Lutero  y  Calvino  y  las  discordias. . . . 

Mas  ¡no  haya  el  bien  temor!  No  porque  inflamen 

Las  guerras  religiosas  como  el  fuego, 

A  los  pueblos,  temáis  al  libre  examen.; 

Es  la  idea  que  estalla  y  lucha  y  triunfa : 

La  religiosa  libertad  concuerda 

Con  otra  libertad,  la  ciudadana. 

La  verdadera    libertad' cristiana. 

¡  Cómo  palpita  el   alma  de  la  tierra! 

¡  Cómo  en  amor  la  humanidad  se  espande  ! 

;A  quién  habrá  que  la  razón  asombre? 

Mientras  la  luz   al  fanatismo  aterra. 

Diosen  la  libertad  se  hace  más   grande, 

El  pensamiento,  al  hombre  hace  más  hombre. 

¡Qué  tiempos!   ¡Qué  esplendores! 

Si  origen  torpe  y  pavoroso  ejemplo 

h'ué  de  grandes  errores 

La  de  atropellos  ignorancia  adusta  : 

i  Miradla  !   j  Ya  se  hundió  con  sus  vestiglos  ! 

¡  Oh,  siglo  diez  y  seis  !  tú  fuiste  el  templo 

Donde  se  lialló  el  progreso  en  cita  augusta  , 

Con  la  razón  eterna  de  los  siglos, 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


49 


Ministros  ele  este  ininciiMi 

Sanliiario  del  nuiíulo 

J"iicroii  tocios  los  grandes  })ensadores : 

Brifon,  Descartas,  (ialilco,  el  mismo 

A  qiiit.'n  la  ii'jira  (khc 

KL'lraelando  yv  idea,  el  m:is  profundo 

SÍL;ilodc  su   piiilel-:    ¡  /'ero  xf  llIllrVí'  ! 

Protestas  son  de  totlos  los  errores 

De  la  triste  Edad    Media, 

Antes  que  de  X'oltaire  la  intolerancia, 

La  ¡iran  "Encielopetlia" 

V  el  Contrato  Social,  que  hizo  de  i'rancia 
La  abrasadora  y  humeante  pira 

.Donde  la  libertad  y  el  pen.samiento 

Arrojan  el  cendal  de  la  mentira. 

¡  t)h,  divino    elemento! 

i  Razón  del  hombre  que  en  los  orbes  jira  ! 

L'n  pobre  libro  que   deshoja  el  viento, 

El  "Contrato  social"  encierra  ahora 

La  fuerza  aterradora  • 

Que  á  la  grandeza  abruma  : 

Guarda  en  si  el  delirante 

Espíritu  que  e.xhuma 

La  república  antigua. 

Milagro  es  todo  en  tan  supremo  instante 

Del  valor  de  la  idea  ; — porque  un  libro 

Es  la  cifra  del  alma  }•  será  siempre 

Poder  incontrastable. 

El  libro  de  RoKScan  tuvo  en  su  abono 

La  idea  de  igualdad  que  el  hombre  vicia 

En  su  soberbia.     íí!  pueblo  miserable 

Se  avergonzó  con  él  ;  pidió  justicia  ; 

No  la  encontró  y  entonces  fué  en  su  encono 

Hasta  el  crimen. — Lo  inmoble  se  hizo  instable; 

i  La  secular  nobleza,  el  re)-,  el  trono  ! 

¡  Diez  de  Agosto  !   ¡  llcpública  francesa  ! 
¡  La  democracia,  en  fin,  ¡  Sublime  arrobo  ! 
Que  pesa  sobre  Europa  lo  que  pesa 
El  "Conti-ato  social  "  de  Juan  Jacobo! 

Después.  .  .  .\\\\  triunfador!   Halaga  un    suefio; 

l^a  monarqiu'a   uni\-ersal.    1^1  héroe 

Como  Alejandro  dueño 

]  )el  mundo  y  solo  á  su  poder  sensible, 

Cav.'indo  su  desgracia 

Se  estrellará  en  su  empeño; 

l'orciue  4a  fuerza  en  que  el   Titán  se  .sacia 

Será  impotente  ;  no  !  Será  imposible 

Ante  el  nuevo  poder  :-la  democracia. 

La  gloria,  no  en  la  tierra  se  eterniza 

Por  la  muerte  y  la  sangre  ;    aquella  gloria 

Oue  al  hombre  civiliza 

Y  que  á  todo  se  atreve, 

I-'stá  en  el  Nuevo  Mundo,  está  en  su    historia, 
En  la  niilgica  idea  qiie  electriza 
Al  luminoso  siglo  diez  y  nue\e: 

Por  eso  será  eterna  en  cuanto  \iva 

El  Niágara  rugiente. 

De  Washington  la  gloria. 

;  Quién  habrá  que  conciba 

L;i  gr,inde/.;i  i|ue  \  :i  de  gente  en  gente 


,,  La  estrellada  República 

I  .Sin  tregua   |)roclamando?   Kr--.nnartcia 

Del  progreso  presente  : 
!  Del  vapor  que  acortanrlo  la  distancia 

Alarga  nuestra  \ida, 
I  Del  alambre  que  acentos    tiene  .nidios 

Y  públicas  palabras.   Armoiii;i 
;  I.^e  creencias  y  cidtos  ; 

j  En  tan  libre  nación   est;i  pesando 

I  La  idea  toda\'ía 
Del  fundador,  se  aspira   la  fragrancia 
De  la  virtud  que  á  Washington  movía  ; 
Pero ....  ¡he  allí  á  la  guerra  ! .  .  .  . 

Y  qué  !  ¿Tembláis  ante  la  sangre?  Graba 
La  libertad  con  ella  otro  prodijio, 

Otro  nuevo  portento.  ,  .  . 

Ante  el  mundo  ha  fallado  el  gran  litigio. 

¡  Libre  es  la  raza  esclava! 

¡  El  poder  de  la  idea,  ¡  oh,  siglo;  alaba! 

Y  tú,  mi  hermosa  patria,  la  que  en  mares 
De  libre  sangre  en  la  marcial  contienda 
Símbolo  el  Iris  levantaste  santo  : 
Déjame  que  abrazado  á  tus  altares 
Arroje  como  ofrenda 

La  postrera  armonía  de  este  canto. 
¿Quién  el  sueíio  letal  de  tres  centurias 
Sacudió  de  tus  ojos  ? 
¿Quién  vengó  tus  injurias 
De  aquellos  tiempos  bajo  el  ala  triste  ? 
Hombre  la  España  lo  crcyiS,  y  resiste 
En  vengativa  saña ; 
Pero  el  batallador  era  Bolívar, 
El  inmortal,  y  sucumbii'i  la  España. 
¡  Padre  Libertador,  bendito  seas! 
Aquí  tu  pueblo  está  libre  y  felice. 
Que  más  que  por  tu  gloria,  te  bendice 
Por  la  prez  y  el  valor  de  tus  ideas. 
¡Tu  espiritual  aspiración,  tu  intento 
Quedó,  como  en  un  astro,  condensado  : 
La  libertad  de  América.     El  portento 
Ií,xiste,  vive  aun.     No  el  tiempo  airado 
Podrá  destruirlo  ;   que  ante  el  sol  nacida 
Esta  virgen  de  amor,  la  patria  santa 
Sus  leyes  el  derecho  de  la  vida. 
Su  Dios  la  convicción  del  pensamiento. 

Y  de  esta  ley  y  de  este  Dios,  n.nillo 
Del  tiempo  misterioso. 

También  de  Abril  el  nacional  Caudillo 

Arder  sintió  en  su  pecho 

El  fuego  sobrehumano. — En  vil  acocho 

Rugían  las  pasiones. 

Venezuela    ¡infeliz!    era  un  abismo 

En  donde  solo   resonar  se  oían 

Horribles  maldiciones; 

Ni  piedad,  ni  dolor,  ni  patriotismo 

Los  hombres  parecían, 

h'ormando   de  este  Edén    un  ancho  osario. 

Tocados  de    un  delirio  sanguinario. 

Le\'antar   la    mem.oria 

De  la  doliente  patria,   en  su  balanza 


50 


POESÍAS  FILOSÓFICAS, 


Arroiaiido    de   un  lado  todo  el  peso 
Del  t;énio  luz,  del  otro  la  esperanza 
Del  generoso  corazón  :  alti\o 
Reivindicar  la  historia 
De  un  princiirio,    bandera    de  progreso: 
Sostener    en  sus  liornbros,  como  Atlantes, 
La  República:    en    paz  sacar  triunfante 

El  orden,  la  justicia,  el  ciudadano 

Esto  será   tu    inmarcesible  gloria. 

En    el  suelo  nativo 

¡Oh,  Ilustre  Americano! 

Por  eso  en  el  proscenio 

De  nuestra  redención,    el  pueblo  aduna 

Su  nombre    con    tu  nombre  ; 

Y  antes  cjue  á  tu  magnífica  fortima, 


f  Y  en  su  noble  entusiasmo,  más  que  á!  homlire, 
I  l^a  idea  liberal  alza    á  tu  genio 

Estatua  gloriosa,  cifra  eterna 

De   la    patria  feliz    y  agradecida. 

Sí,    sí,   la  idea  liberal    que  triunfa 

Bajo    esta  rica  zona, 
i  Ea  idea  del  progreso  que  eslabona 

Los  numdos  á   los    mundos  : 

Por  que  la    idea  es  \ida 

Incansable    y    sublime,    en  cuanto  abraza ; 

Desde  el  insecto  que  en  el  poK'o  traza 

Para  el  hombre  escondida 

Imperceptible  huella. 

Hasta  el  Ande,  hasta  el  sol,  hasta  la  estrella, 

Hasta    la    eternidad  desconocida. 


£L  RAYO  D£  LUZ. 

A  Eduardo  Gaicano, 


EN  medio  á  la  paz  inerte 
De  la  noche  silenciosa 
Abriendo  estaba  una  fosa 
El  labrieíTo  de  la  muerte. 


Aquella  mole   encorvada 
Tan  solo  en  su  afrní  procuiM 
Caxai'  bien  la  sepultura 
IVdada  sobre  palada. 

Por   el  apacible  espacio 
Donde  vuela  el  alma  mia, 
Rompií)  una  nube  sombría 
Un  rayo  de  oro  y  topacio  ; 

Y  fue  la  luna  en   Oriente, 
Que  al  \'cr  tal  noche  }•  ta!  duelo, 
i.anzi'i  al  nnnido  dcscle    el  cielo 
l'U  rayo    resplandeciente. 


Sobre  la  tierra  mortuoria 
La  linnbrc  queil('>  extendida 
Alegrandf),  como  \  ida, 
Y  brillando,  como  gloria. 


El  labriego  en  la  penumbra, 
Mm-mun'):   "la  fosa  es  honda, 
^'o  li;Li-é  que  en   ella  se  esconda 
Ivsa  luz  (pie  me  deskniibra." 


Creyendo  que  el  ra\-o  oculta 
Con  la  removida  tien-a. 
Tan  solo  la  tumba  cierra 
Aquella  figura  estulta. 


Y  mientras  ella  se  inclina 
En  tan  estéril  facn.a, 
Allí  se  estaba  serena 
La  luz  del  cielo  di\'ina. 


En  vano  espera  paciente 
Que  el  rayo  la  tierra  oprima  : 
Pues  siempre  se  cpieda  encima 
El  ra_\'o  resplandeciente. 


Ca\'a,   huella  y  pisotea 
La  luz,  mas  todo  es  en  \'ano, 
Y  al    fin,  rab/ioso  el  ;inciano, 
Exchima  ;  ■  ;  maldito  sea  I 


¡  Maldito  sea  !   Es  el  grito 
Del  en\'iclioso  que  anhela 
Matar  todo  cuanto  xuela. 
Cuanto  aspira  ;i  lo  infinito. 


Tierra  á  la  luz  !   que  es  la  esencia 
De  Dios,  cjue  graba    su  nomlu'e 
ICn  las  dos  luces  del  honvbre. 
En  la  ií/iir  y  la  nh/r/rz/i  /)/. 


Y  la  tierra,  en  triste  calma, 
,Se  ]niso  á  arrojar  el  viejo 
Sobre  el  divino  reflejo 
Impasible  como  el  alma. 


Tierra  ;l  la  luz  I  Cuando  en  calma 
Veo  (|ue  ca\'an  su  abismo, 
Me  digo  -vale  lo  mismo 
Que  querer  matar  el  ;dma. 
2  1    de  Enero   de  1S75. 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


VERSOS.  (1) 

A  la  raemona  de  mi  virtuoso  amigo  el  señor  ELIAS  SÁNCHEZ  PEÑA  incansable 
colaborador  de  la  instrucción  popular  en  el  Zulia. 

(Leiilii.s   i.'Ji  hi  iKiclir  lie   \:i   iliilli;;lll':lL-iull  (.lii  1:18  "  l'^-clK•lll.-■    imcl  liniM.-:  ilf  ¡U'l f-¡illi.i.-.") 


r/FIüv  y  luz,  calor,  aire,  .sonido: 

]  le  ai]i.ií    la   creación  ;  cifra  t]Ue  encierra 

Desde -ei  polvo    invisible  de   la  tierra 

1 1  asta  cl  ra)'o  de  sol 
En  lo  múltiple  y  vario  lo   inmutable. 
La  unidad,    la  armonía,  el  pensamiento, 
La  misteriosa  ley  del  movimiento, 

El  secreto  de    Dios. 

Así,  sobre  el  planeta,  el  ser,    el  iiombrc 
Que  oprime  al  mar,  y  salva  el  torbellino, 

Y  traza  á  los  cometas  el  camino 

Del  mundo  sideral  ; 
Esc  rey,  de  aptitudes  portentosas 
Se  concentra,  se  inclina,  se  deslumbra, 

Y  obedece  á  la  regla  que  columbra 

'  La   pobre  humanidad. 


Oue  sabéis 


ña.  es  armonía  ? 


¿Es  fuerza?  antagonismo  de  algún  modo? 
Escuchadme,  esa  regla  es  todo!  todo! 

Obligación  ;  deber ; 
Imán  del  pensamiento,    y   deslumbrante 
Palacio  de  la  luz  ;    á  su  embeleso 
La  humanidad   murmura-es  el  progreso 

Esa  divina  ley.- 

Ah  !  la  ley  del  progreso,   que  á  los  hombres 
En  lluvia  de  oro  y  resplandor  inunda ; 
i\h  !    la  ley  del  progreso    que  fecunda 

Hasta  el  mismo  dolor; 
Inquirid  de  la  historia:  solo  al  cabo 
De  sangre  y  lucha  y  lágrimas  impera  ; 
¿Y  cómo  no,   si    escribe    en    su  bandera 

"  Trabajo  y  redención?  " 

;  Y  como  no  !  cuando   sublime   cicri'a 
Con  Sócrates,    de  Cj recia  el  hondo  abismo, 
Esc  impuro  y  fatal  politeísmo, 

Religión   de!  ])lacer? 
;  Y  cijnio  no  !  cuando   di\'ino   alcanza, 
^Vuncjue  la  antigua  sociedad  se  asondíre, 
Rehabilitar  con  Jesucristo  al  hombre, 

.Salvarlo,  hacerlo  rey ! 


,  (I)  Se  t'Sfriliii  idii  rstus  versos  voít  liiolivu  ilcl  Dcct 
Kjw-ulivd  úr\  EsUidu  crcaudn  la-i  ■■üs^.aiela-j  uoeluruas 
artij'iuuo'^. 


'      Coronadíi  la  América  de  soles 

Y  entre  palmas  de  gloria    rediniida, 
El  trabajo  es  su  símbolo   de  \'i'.la, 

.Su  amor  la  libertad. 
¿Qué  Importa  que  el  altar  de  la  Justicia  . 
Tiemble  de  horror  al    grito  del  infiei'iio? 
Inconmovible  un  día  seni  eterno 

Ese  di\'ino  altar. 

Por  eso  aquí    se  piensa,  aquí  se  aprende 

Y  en  talismán  el   libro  se  transforma  : 
Mejorar  nuestro  ser  aquí  es  la  nornuí 

Cual  prenda  deviilud. 
Esjjíritu,  razón,  alma,    conciencia 
Gravitan  hacia  el  bien.    Salve,  artesano! 
Ahora  sí  eres  libre  }•  ciudadano, 

Por(¡ue  tu  mente  es  luz. 

Ayer  fuerza  de  instinto  cua!   la  tiene 
En  la  floresta  el  nómade  salvaje. 
Hoy  aurora,  cxplcndo",  íri.s,  celaje 

Como  el  alma  inmortal. 
Adelante  !  Adelante  !   Entre  la  sombra 
Se  extingue  y  muere  la  ignorancia  estulta; 
¡  Paso  en   su  triunfo  al  A.  B.  C.  que  oculta 

El  bien  )'  la  \'erdad  ! 

El    hierro    mata,    la  jjalabra  \'i\  c. 
La  idea  en  su  labor  todo    lo    alcanza  ; 
Alzemos    un   altar  á  la  esperanza»  . 

De  la  patria  feliz. 
Timbre  para  cl  maestro,   lauro    al   libro, 
Al  Zulia  paz,    al  Magistrado   gloria, 

Y  escriba  el  ai^tesano   nuestra  historia 
Cuando  sepa  escribir. 

Éter  y  luz,  cakir,    aire,  sonido. 

He  atpií  la  creación  ;  cifra   que  encierra 

Desde  el  [)olvo    in\¡sible  de    la  ticira 

1 1  asta  el  ra\'o  de  sol. 
Conciencia,  \-oluntad,  idea,  verbo. 
He  aquí  al  ser.  al  hombre  que  gra\  ita 
Hacia  eTniundo  moi-al  en  la  infinita 

¡Mara\illa   de  Dios. 


Febrero    t   de  1881. 


\ 


1^.9 


POESÍAS  FILOSÓFICAS, 


QUIEN  PUDIERA  LLOMR ! 


]UN  dia  más!    El  imiiosiblc  abrasa 
Mi  corazón  en  realidad  febril  ; 
Espero  con  el  dia  y  pasa  y  pasa 
Y  aparece  la  noche  y  desespero, 
Porque  en  su  sombrad  mi  pesar  inquiero 
Que  soy  muy  infeliz. 


Deseo  y  nada  alcanzo. —  El  alma  ansia 
La  santa  dicha  del  querido  hogar 
Cuando  volviendo  á  cl,  la  esposa  mia 
Sin  apartar  de  mí  sus  ojos  fijos 
Sale  al  dintel  rodeada  desús  hijos 
A  recibirme  en  paz. 


La  ausencia,  la  distancia,  el  m<ir  inmenso 
Se  interponen  terríficos,  v  }'o 
En  vano  los  devoro,  en  vano  pienso 
En  ese  Edén  de  mi  perdida  calma 
Que  miro  desde  el  fondo  de  mi  alma 
Trémulo  cl  coi'azon. 

Cuan  im])otenle  es  el  niorta!  en  medio 
De  su  dolor,  tremenda  realidad  ; 
Tengo  sed  de  esperanza  y  tengo  tedio 
De  mi  vida  infeliz  y  sueño  y  vi\(3 
Y  seca  está  la  página  que  escribo.  .  . . 
¡Quien  pudiera  llorar! 

Puerto  Cabello,  Febrero  19  de  1876. 


MEDITÁOÍON,  MELANCOLÍA  Y  GLORÍA. 


YA  quiebra  el  alba  pura 
Su  espléndido  reflejo  purpurino 
Tras  el  silencio  de  la  noche  oscura, 
Ya  la  fuente  murmura 
En  el  follaje  agreste  y  campesino. 

Los  ruidos  del  torrente 
Que  remedan  los  vientos  tropicales. 
El  viajador  bajo  sus  plantas  siente. 
Mientras  la  escasa  fuente     • 
Riega  los  abrasados  arenales. 

Y  el  sol  que  se  levanta 
En  el  azid  purísimo  de!  cieli.i. 
La  flor  en  las  campiñas  abrillanta 

Y  el  pájaro  ciuc  canta 

Cruza  el  espacio  en  impetuoso  vuelo. 

El  soplo  perfumado 
Del  ambiente  vital  de  la  Horesta, 
El  milfflV  apacible  \-  prolongado 
Del  tímido  ganado. 
Que  pace  al  pié  de  la  niuntaña  enhiesta; 

El  alba  con  sus  risas, 

Y  la  luz  y  la  sombra  )"  los  colores, 
Las  nieblas,  cual  las  alas  indecisas 
De  las  marinas  bi'isas 

IJoviendo  perlas  en  las  dulces  ¡lores. 

Todo  al  honibi'e  ccnu'ida 


De  la  tierra 


rozar  donde  se  lanza; 


Pero  hay  hombre  infeliz  en  cu}'a  vida 

Lina  hora  maldecida 

Acibaró  su  dicha  y  su  esperanza. 

Ihiy  hombre  en  su  camino. 
Que  como  el  Cristo  en  la  oración  suj)rema. 
Entre  misterio  y  sombra  y  torbellino 
Columbra  su  destino 
Al  terrible  clamor  de  su  anatema, 


Para  ese  son  los  duelos 
Que  por  el  mundo  misteriosos  vagan, 
Las  negras  tempestades  de  los  cielos 
Los  tristes  desconsuelos 
Que  los  destellos  del  talento  apagan. 

Para  ese  no  ha\'  auroras. 
Ni  altas  estrellas  en  la  noche  umbría, 
Ni  brisas  en  los  niares  gemidoras 
Para  ese.  .  .  .solo  hay  horas 
De  triste  y  funeral  melancolía. 

En  su  dolor  insano 

Y  al  impulso  tenaz  de  su  demencia, 
Esc  tal  vez,  la  temblorosa  mano 
Lle\'a  á  su  frente  en  vano 
Creyendo  allí  grabada  su  sentencia. 

Tal  vez  en  el  profundo 
IMisteriode  la  muerte  se  anonada, 

Y  a!  ruido  de  su  acento  gemebundo 
Prorumpe  alegre  el  mundo 

1-^1  báquica  estridente   carcajada. 

Luchaiulo  Clin  la  suei'te 
.Apura  el  infeliz  en  sus  pesares. 
Todo  el  absintio  de  la  horrible  muerte, 
Porc|ue  se  juzga  fuerte 

Y  t|uisiera  cual    Dios  tener  altares.   , 

IVirque  \olar  c.|uisiera 
.Aunque  (.lespues  el  cielo  le  maldiga. . . . 
Porque  á  ese  barro  que  la  tUmba  espera 
Terrible  }•  altanera 
Ün  a!ma  poderosa  le  fatiga. 

I'obre  mortal  1  tu  llanto 
No  alivia  tu  dolor,  ni  tu  tristeza, 
Ni  ese  spmbrío  y  sin    igual  espanto, 
Que  abrasa  ¡  cielo  santo  ! 
Cual  materia  candente  tu  cabeza. 


poesías  HLOSOl-lCAS, 


.'x3 


I'aracM.'  no  h;i\'  auroras, 
Ni  altas  estrellas  cu  la  noche  umbría, 
Ni  brisas  en  los  mares  gemidoras  ; 
l'ara  ese  .  .  .  .solo  hay   horas. 
De  triste  y  funeral  melancolía. 

Ese  lleva  en  su  mente 
Como  indeciso  rayo  de  la  lun<t 
Un  ensueño  ideal  que  no  consiente 
Resbalen  por  .su  frente 
Las  risas  del  placer  y  la  forttina. 

Ese  busca  en  la  historia 
Los  hechos  que  registran  sus  anales. 
Brillo  anhelando  dar  á  su  memoria  : 
Ese  sueña  en  la  gloria, 
Sol  inmortal  de  tantos   inmortales. 

Gloria,  visión  divina 
Que  al  hombre  altivo  en  su  aflicción  alienta, 
Estrella  que  del  caos,  peregrina 
Saliera  repentina 
A  la  terrible  voz  de  la  tormenta. 
Gloria,  fuego  sublime 

Del  alto  numen  que  mi  pecho  adoi'a, 

Deslumbrador  tesoro  cjue  redime 

La  humanidad  que  gime 

Bajo  ese  ciclo  que  la  luz  colora. 
Por  tí  con  noble  anhelo 

Una  raza  terrífica  y  gigante 

Creyendo  poco  á  su  ambición  el  suelo 

Quiso  escalar  el  cielo 

Bajo  del  rayo  que  vibró  el  Tonante. 

Por  tí  arrastrado  fuera 
De  Ilion  en  las  murallas  detendidas 
El  caudillo  mejor  de  cuantos  viera 
Esa  estirpe  guerrera 
Que  la  injuria  vengó  de  los  Atridas. 

Por  tí,  gloria  se  alzaron 
Del  polvo  en  que  nacieron  indigentes 
Esclavos  que  bien  pronto  esclavizaron 


La  tierra  <ji:e  regaron 

Con  el  sudor  copioso  de  sus  frentes, 

I'or  tí  en  ignotos  mares 
Entlereza  Colon  la  débil  prora 

Y  descubre  otro  Dios  y  otros  aldxrcs 

Y  tierras  y  palmares 

Más  bellos  que  las  tieri'as  de  la  aurora. 

Magnífico  y  tremendo 
Se  alzó  el  titán  del  Sena  por  tí  sola, 
v\  su  paso  la  tierra  estremeciendo ; 

Y  en  sacrificio   horrendo 

Su  poder  asentó  de  polo  á  polo. 

Y  el  genio  á  quien   deprime 
Tal  vez  nefanda  ingratitud  de  hermano 
Por  tí  también  se  levantó  sublime, 

Y  la  patria  redime 

Al  estruendo  del  pueblo  colombiano. 

¡  Oh  Gloria  !  mientra  inflama 
Tu  voz  al  hombre  en  su  insondable  idea, 
Mientras  en  alto,  libre  tu  oriflama 
Al  viento  de   la  fama 
Sola  en  el  mundo  colosal  campea; 

Yo  haré  que  á  tí  se  encumbre 
También  el  noble  pensamiento  mío ; 

Y  bajo  el  rayo  de  tu  viva  lumbre 
Mi  negra  pesadumbre 

El  porvenir  descubrirá  sombrío. 

Yo  haré  que  mis  cantares 
Lleguen  al  sacro  templo  de  la  Gloria, 

Y  al  ruido  de  los  tórridos  palmares, 
Orillas  de  los  mares 

No  darán  al  olvido  mi  memoria. 

Gloria,  fuego  sublime. 
Que  abrasa  inmensa  la  esperanza  mía  ; 
Yo  sé  que  á  tu  reflejo  se  redime  '^ 
La  humanidad  que  gime 
En  honda  y  funeral  melancolía. 


PENSEMOS. 


,SI  seguimos  así,  pvir  \id,i  nií.i, 
l'Vl  demonio  nos  lleva  ó  nos  ensarta 
"  ^"  la  que  llama  El  Monitor"  la  carta 
Será  si  mucho  dura,  "  flor  de  un  día." 

Gran  confusión,  terrible  algarabía 
En  la  nave  del  pueblo:  de   una  cuarta 
Es  el  abierto  rumbo. — Santa  Marta  ! 
Bomba,  que  el  agujero  es  de  cuantía  ! 


\  Si  nos  vienen  con  esas  cuando  el  Ponto 

I      Remontemos  aun  ;  tras  brisa  fresca. 
Si  el  pasado  se  ol\-ida  aquí  tan  pronto, 

j  Quedarán  hechas  trizas,  vueltas  yesca. 

]      Las  velas  del  bajel  y  como  lo  hablo 
y     Nos  llevará  cantando,  el  mismo  diablo. 


54 


POESÍAS  FILOSÓFICAS 


A  Mí  HIJA  MARÍA. 


SEIS  años,  dulce  hija  mía, 
Y  ya  en  risueñas  amores 
Andas  besando  las  flores 
Tan  semejantes  á  tí : 
Seis  años  y  ya  preguntas, 
Por  qué  en  tus  vagas  quimeras, 
Siempre  en  vano  las  esperas, 
Las  esperas  al  morir. 

¡Ai,  embeleso  de  mi  alma! 
Si  supieras  que  muriendo 
Tus  rosas  te  están  diciendo 
Un  secreto  aterrador; 
Si  cuando  tus  rosas  caen 
Sobre  el  polvo  de  la  tierra, 
Alcanzaras  lo  que  encierra 
Ese  secreto  de  Dios; 

En  tus  quimeras  doradas 
Como  las  luces  del  cielo, 
Se  interpusiera  algún  velo. 
Alguna  sombra  fugaz, 

Y  no  esperaras  en  vano 
Verde  nuevo  abrir  las  rosas 
Que  se  caen  temblorosas 
De  tu  pequeño  rosal. 

Yo  no  lo  sé,  pero  tiemblo 
Mientras  más  feliz  te  miro; 
Ries  y  lanzo  un  suspiro. 
Que  va  de  tu  risa  en  pos  ; 

Y  cuando  coges  las  rosas. 
Tas  rosas  que  agita  el  viento. 
Se  me  anubla  el  pensamiento, 
Se  me  oprime  el  corazón. 

■  Es  que  no  ha)'  dicha  en  la  ticira. 
Hija,  que  á  mi  amor  le  cuadre; 
Porque  es  el  amor  de  padre 
Sueños,  placer,  inquietud : 
Mezcla  esc  amor  misterioso 
De  ilusiones  indecisas. 
Lágrimas  tiene  y  sonrisas, 

Y  sombras  también  y  luz. 
Con  las  pasiones  sucede 

Lo  que  en  el  mar  con  las  olas  : 
A  veces  murmuran  solas 

Y  entre  sonrisas  se  van: 
Otras,  en  calma  los  vientos. 
De  azul  las  aguas  teñidas. 
Sacuden  entumecidas 
Hasta  los  senos  del  mar. 


Así,  María,  en  mi  aféelo 
Pláceme  verte  jugando 
Con  tus  flores  platicando. 
Muy  inocente  y  feliz; 
Pero  tal  vez  de  improviso 
Lloro  si  te  oigo  de  lejos 
A  palomas  y  azulejos 
Adiós  risueña  decir. 

Si  tal  coa  tus  risas  siento,  - 
Si  esto  me  pasa,  María, 
Con  tus  ruegos,  hija  mia, 
¿Cuánto  más    no  sentiré? 
Esas  trovas  que  me  pides 
En  infantiles  antojos 
De  llanto  cubren  mis  ojos 
Entre  mortal  palidez. 

'  ¡  Ai,  embeleso  de  mi  alma ! 
Ojalá  que  siempre  ignores 
Estos  sombríos  terrores 
Que  pasan,  hija,  por  mí. 
,  Es  que  no  hay  luz  en  los  cielos, 
"Tras  mi  vaga  pesadumbi-e. 
Que  de  tu  vida  me  alumbre 
Las  sombras  del  porvenir. 

Pasarán  tantos  ensueños, 
Serás  muger,  hija  mia, 
Y ....  ¡  ai  de  tí,  pobre  María  ¡ 
Todo  al  punto  cambiará. 
Mundo,    esperanzas  }•  vida 
Serán  otros,  al  reflejo 
De  esc  misterioso  espejo 
De  la  conciencia  inmortal. 

líntónces  estas    canciones 
Que  yo  negarte  .no  puedo, 
Apesar  de  tener  miedo. 
Miedo  de  mi  i)ropia   voz; 
Entonces  no  cual  ahora 
Las  cantarás  soni'eida, 
Que  ellas  serán  la  medida 
De  algún  oculto  dolor. 

Mas  ¿por  qué  mi  alma  se  angustia 
De  dolores  tan  lejanos. 
Cuando  de  Dios  en  las  manos. 
Hija,  está  tu  porvenir? 
Si  tú  no  alcanzas  ni  entiendes 
Estos  humanos  pesares  ; 
¿Por  qué  siempre  en  mis  cantares 
Te  los  voy  cantando  á  ti  ? 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


£L  PROGRESO. 

Sscrita  para  la  sociedad  "£I  Porvenir"  de  la  Corauaidad  Nerl :   üsr:  Reformada. 


55 


1 

NO  lia)-  nada  estable  y  lijo  en  cuanto  encierra 
Kl  Universo.     La  materia  ruda, 
Ivl  pn'.stino  elemento  de  la  tierra, 
Ora  se  cambia,  donde  quier  se  muda. 
Tras  esa  ley  de  destrucción  y  guerra, 
Palinger.csia  universal,  se  escuda, 

Y  se  presiente  un  bien,  un  fin  lejano 
Norte  inmoi-tal  riel  pensamiento  humano. 

II.» 

Esa  ley  en  lo  físico  proclama 

Que  hay  entre  el  hombre  y  la  materia  inerte 

'Una  fuerza   fecunda  que  derrania 

Cuando  en  la  vida  luz,  sombra  en   la  muerte, 

Esa  ley  es  du   Dios  la  inmensa  gama. 

Armónica,  infinita,  que  convierte 

La  vida  en  una  prueba  meritoria, 

La  muerte  en  una  luz  de  eterna  gloria. 

11 1. 

En  el  mundo  moral  es  laniedida 
Esa  ley,  de  la  humana   inteligencia, 
La  cifra  del  trabajo  déla  vida. 
La  prueba  del  poder  de  la  conciencia. 
Victoriosa  doquier,  jamas  vencida. 
Arreglando  feliz  nuestra  existencia. 
Esa  le)'  es,  á  falta  de  otro  nombre. 
El  Progreso  ////.vcrAr/ que  empuja  al  hombre. 
IV. 

;Oué  importa  que  el  vetusto  oscurantismo 
,\lze  su  voz  en  contra  del  J^rogreso, 

Y  en  su  foco  de  luz  vea  un  abismo, 

Y  en  su  libre  pendón  vea  un  exceso? 
,;Oué  fuera  del    mortal,  si  su  heroísmo. 
\)c  la  barbarie  eterno  contrapeso, 
Retrocediera  falto  de  constancia, 

Al  imj)ío  clamor  de  la  ignorancia  ? 

V. 

Bien  lo  .sabéis  vosotros  que  en  la  e.xigua 
Virtud  de  nuestras  míseras  pasiones 
Purificáis  vuestra    creencia  antigua 
De  añejas  y  sin  par  preocupaciones  ; 
]-)ien  lo  sabéis  vosotros  tras  la  ambigua 
Oscura    fe  de  pueblos  \'  naciones, 
Que  á  fuer  de  amar  á  Dios  se  desentienden 
De  laaugusta  \erdad  que  no  comprenden. 
VI. 

Y  en  la  mentira  audaces,  atesoran 
Errores  que  orgullosos  justifican 
Poniendo  por  testigo  al  Dios  cjue  adoran, 
Cuando  del  Dios   que  adoran  prevarican  : 
Ciegos  cuanto  ignorantes,  .se  enamoran 
Dt^  \ci  />tisadú  que  al  proscuic  aplican, 

A'  el  priwiiír  les  dice  en  noble  acento 
f  Hie  es  libie  la  razón,  el   pensamiento, 


i  VtT. 

F'urificando  el  culto  primitivo 
De  vuestros  padres,  con  afán    profundo, 
En  gloria  de  Israel,  llenáis  el  vivo 
Noble  derecho  que  reclama  el  mundo: 
Haciendo  entrar  el  pcn.samiento  activo 
En  vuestra  adoración,    creáis  fecundo, 
A  fuerza  de  constancia  un  alto  ejemplo, 
V alzáis  á  Dios  su  más  hermoso  templo. 

VIII. 
Marchad,  pues,  que  ya  es  tiempo-¿Ouién  creyera 
Que  en  e.sa  lucha  el  pueblo   israelita 
Inmoble  yace,  acaso  porque  espera 
Triunfar  de  algún   moderno  inndianita  ? 
¡  Buen  modo  de  entender  la  verdadera 
Marcha  de  la  razón  ! — ¿  Qué  solicita 
En  este  hervor  de  vida  necesario 
Al  pensamiento,  un  pueblo  estacionario? 

IX. 

El  porvenir!     He  aquí  la  noble,  grande 
Voz  de  la  humanidad,  la  voz  amiga. . . . 
Marchad  que  no  habrá  ley   que  es  lo  demande, 
Ni  pueblo  que  al  miraros  no  os  bendiga. 
Marchad,   marchad,   que  el  corazón  se  espande 

Y  hace  votos  al  cielo  porque  os  siga 
No  ya  el  que  Hora,  canta,  duda,  espera. 
Sino  Israel,  la  humanidad  entera. 

X. 

Adelante,  seguid,  y  el  mundo  vea 
Cuan  alto  comprendéis  la  lej-  divina 
Del  progreso  social.     Bendita  sea 
Vuestra  misión,  rompiendo  la  mezquina, 
]'\atal  cadena  de  la  ley  hebrea  ; ! 
Pero  entendedlo  bien,  lo  que  se  inclina 
Tras  la  preocupación  siempre  ignorante. 
Que  no  es  la  ley  del  Sinaí  brillante. 
XI. 

Cada  tiempo  á  su  vez  latente  llex'a 
Un  principio  social. — El  hombre  en  tanto 
Lo  desenvuelve  con  vigor  y  eleva. 
Símbolo  de  progreso,  al  puesto  santo 
De  inconcusa  verdad  ;    la  idea  nue\a 
Terror  inspira  y  repentino  espanto 
A  las  viejas  costumbres  y  habitudes 
Tenidas  en  el  \ulgo  por  \irtvidcs, 

XII. 

Y  mientras  estas  dan  un  brillo  escaso 

Y  cl  principio  magnífico  campea. 
Observad  como  luchan  paso  á  paso 
L  ¡dea  vieja  y  la  naciente  idea  ; 
Mas  si  es  lo  viejo  como  luz  de  ocaso 

Y  la  naciente  como  luz  febea, 

¿Creéis  dudoso  el  triunfo?     ¿Quién  no  mira 
Que  una  luz  nace  y  otra  luz  espira  ? 


56 


poesías  filosóficas; 


xiir. 

Seguid,  pues,  que  á  la  frágil,  débil  nao 
No  el  viento  abate  ni  la  mar  ahoga : 
Firme  la  prora  al  resistente  bao 
Sobre  el  abismo  enfurecido  boga  : 


i  Fundando  en  la  marina  Curacao 
Esa  ilustre  y  moderna  Sinagoga 
A  salvo  sacareis  el  mosaismo, 

1  Como  el  bajel  sobre  el  rujíente  abismo. 

I  Curacao,  Junio  12  de  1865. 


£L  SUEÑO. 

Fragmento  de  ona  leyenda   perdida  titulada  "Las  flores  raaracaiberas." 


Una  \jjíA. 

—OH,  qué  suéfio  !  Qué  agonía  ! 
Madre? 

La  Madre. 

—Qué  quieres,  mi  alma  ? 

— Es  cierto  ?  Todo  está  en  calma? 

— Todos  descai\san,  María, 

Descansa  tú. 

—Y  ese  empeño  ? 
— Te  miro  tan  fatigada  ! 
— 'Y  mi  suefto? 

— Niña,  es  nada. 
— ¿Tú  no  me  engañas? 

— ¡  Si  es  sueño ! 

— Gracias,  madre ! 

— Dime  en    tanto 
Lo  que   soñabas.  ¿Qué  viste? 
— Ai !  es  un  sueño  muy   triste, 
—Hija! 

--Madre,  sufro  tanto.  .  , .  ! 

— Qué  tormento  !  su  delirio 
Calma,  Dios  mió.  . . . 

—  Tú  quieres 
Saber  mi  sueño? 

— (Oh  martirio  !  ) 
— Dímelo  sí,  por  quién  eres. 

—  Pues  oye :  soñando  estaba 
Que  en  mi   matita  de  aroma 
Linda  azucena  asomaba 
Más  blanca  que  una  paloma, 

Cuando  la  vi  tan  serena 
Sin  saber  por  qué,  tenia 
Miedo  A  la  linda  azucena .... 
— Eso  es  todo,  vida    mia? 

— No,  m.adre.  Voz  interior 
Me  gritaba  :  "no  l*ro\  oques 


"A  los  Genios  del  dolor, 
•"llu}'e,  niña,  ño  la  toques. 

"Esa  flor  que  en  blandos  jiros 
"Desparce  tan  pura  esencia, 
"Es  la  flor  de  los  suspiros 
"Que  marchita  la  inocencia." 

Me  detuve   vacilante.  . . . 
Volví  atrás.  .  .  .mas  de  improviso 
Loca,  curiosa,  anhelante 
La  flor  de  marfil  div"iso; 

Y  sin    que  oculta  razón 
Al  grito  del  alma   cuadre, 
Me  dio  un  vuelco  el  corazón  ; 
Quise  cogerla .... 
—  Hija....! 

—Madre  ! 

Qué  horror.  .  .  . !    Brillí)   de  repente 
Tras  un  ruido  sin  igual, 
VA  relámpago  candente 
Con  palidez  funeral. 

"Cubierto  de  negra  toca 
Se  alz(')  un  fantasma  sombrío  .... 

Perdí  el  sentido 

— Está  loca  ! . 
¡  l'icdad,  compasión,   Dios  mió.  .  ,  . 

l'\    ANCKI,. 

— Con  los   sueños  de  inquietud 
Alerta  Dios  la  inocencia 

Maprf.  !■:  ni.iA. 

—  Quién  habla  ? 

El,   ANCHI,. 

— La    T^'("i\idenria, 
Ouc  \ela  por  la  \irtiid. 

J\ilio.   TO  de    iñ55. 


POESÍAS  FILOSÓFICA^. 


57 


LA  ULTIMA  LUNA. 

MEMORIAS  DÉ  UN  ÁNGEL 
AI  Sr,  J-  M.  Torres  Caicedo,  en  la  muerte  de  la  señorita  Genoveva  Eulalia  Agustina  Charmy. 


ACUDIí  :i  tus  recuerdos,  alma   mia.  .  .  . 
Pues  tu  pesar  profundo 

Y  tus  sueños  de  amor  y  poesía 
Ludibrio  son  del  mundo  ; 
¡Mientras    la  vida  pasa  hora   tras  hora, 
Ai,  alma  mia,  tus  recuerdos  llora  ! 

Era  la  noche.   Misteriosa  )■  llena 
De  murmullos  y  ruidos 
Vagaba  el    aura,  y  pálida  y  serena. 
A  sus    ecos  perdidos, 
En  el  espacio  límpido  y  sonoro 
Se  iba   la  luna  entre  luceros  de  oro. 

El  silencio   es  solemne  en  una  estancia. 
Mansión  de  los  dolores, 
Tibia  aun  del  vapor  y  la  fragancia 
De   retamas  y  flores  : 
l'odo  es  allí    misterio  y  calma  mustia. 

Y  honda  ansiedad,  y  lágrimas  de  angustia. 

A  la  rojiza  luz  que  bajo  un  \'elo 
De  gasa    allí  vacila, 

Y  hace  la  niña  del  mirar  de  cielo. 
La  risueña  y  tranquila 

Hija  de  estas  colinas  y  estas  lomas 
Donde  ocultan  sus  nidos  las  palomas  ; 

Virgen  de-cásta  frente  que,  adormida 
Bajo    su  ní\'ea  toca, 
Parece   C[ue   un  recuerdo  de  su  vida 
A  su    entreabierta    boca 
Sonrisas  presta  de  infantil  cariño. 
Como  ac|iicllas  que  Dios  concede  al  niño. 

Así,  cuandoMa  luz  del  dia  sa!\a 
El  horizonte,    y  brilla. 
Se  tiñc  con  la  púrpura  del  alba 
Oscura  nubécula : 

Pero  ¡  ay  !  tras  el  carmín  que  la  embellece 
Vacila,  tiembla,  pasa,   desparece 

Lina    voz  dolorosa,    semejando 
A  la  del  \-iento,  incierta, 
Anuncia  que    aquel  ;ingel  suspirando 
De  su  sueño  despierta. 

¡Ai,  como  cst;í   de  bello!  ¿Quién  presume 
Cuando  es  tpie  pierde   el  lirio  su  perfume? 

,     — "Madre,  murmura  al  fin  la  dulce  niña: 
Huye  la  noche  )•  muero  ; 
Mas  la  luna  es  tau  suave  en  la  campiña, 


i      Que  ver  la  luna  quiero  : 

No  llores  ni  me  llames  importuna, 
Si  te  ruego  me  dejes  ver  la  luna." 

En  aquella  mansión  de   los  dolores, 
Aun  llena  de  fragancia. 
Reinó  nuevo  silencio  ;  y  cual  las  flores 
Marchitas  en  la  estancia, 
Las  dos  unidas  en  abrazo   estrecho 
Inclinadas  lloraron  sobre  el  lecho. 

Muda,  más  que  el  dolor  sin  esperanza, 
Medroso  el    pié  y  sombría, 
A  una  doble  cortina  se  abalanza 
La  madre  en  su   agonía  ; 

Y  al  descorrer,   temblando,  el  débil  broche 
Entró  en  la  estancia  el  \-¡ento  de  la  noche  ; 

Y  con  él  los  tristísimos  reflejos. 
Sombras  y  tenues  brillos 
De  la  luna  asomaron  ;  y  á  lo  lejos 
Sus  velos  amarillos 
Daban  á  los  lugares    solitarios 
El  pavor  y  la  luz  délos  santuarios. 

— "¡  Dios  te  bendiga!"  Con  suspiro  vago 
Grita  la  niña,  y  queda 
Como  nacen  los  juncos  sobre  un  lago  ; 
Medio  inclinada;  y  leda 
Mirando  pensativa  la  campiña  ; 
Daba  miedo  el  placer  de  aquella  niña. 

Ai !  el  último  fué.    Tranquila  quiso 
Sonreír  á   la  muerte 
Cuando  en  aquella  hora,  al  improx'iso. 
Sintió  su  soplo  inerte, 

Y  envuelta  en  sombras,  trémula,  espirante 
Ansiaba  ver  la  luna  en  ese  instante. 

Y  como  la  tiniebla  se   extendía 
Cada  vez  más  profunda 
Para  la  pobre  niña,  parecía 
Que,  á  tientas,  moribunda. 
Buscaba  con  sus   manos,  sobre  el  velo 
De  la  rojiza  luz,  la  luz  del  cielo. 

Así,  llena  de  amor  )  mansedumbre, 
Espiró  la  modesta 

Encantadora  niña.    Ala  quejumbre 
Del  viento,  en   la  floresta 
Llorando    recordé  tan  triste  historia. 
Que  es  ;  ¡  ai !  de  un  ángel  la  postrer  memoria 

I  Caracas,  Abril    lo  de  1865. 


58 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


CAMCÍON. 


]?IEN    haces,    patria  mia, 
En    levantar  tu  corazón  cristiano 
Al  infeliz  recuerdo  deaquel  dia 
Sombra  y  terror  del    pueblo  colombiano. 
Bien  haces  en  llorar;    él   e.s   tu  hermano 
En  la  gloria  inmortal  que  el  mundo  admira 
Y  en  el  culto  de  amor  que  á  Dio.s  aspira. 

Erguida  en  paz  la  frente 
Cíícuta  la  gentil  iba  trillando 

La  senda  del  progreso  diligente.  . 

Angeles  de   los  tristes !  decid  cuándo 
Hubo    pueblo  feliz    más  miserando. 
En  un  momento,  en  el  instante  mismo 
Cayendo   de  la  cumbre  .il  hondo  abismo  ! 

Al    misterio  profundo 
Que  te  circunda  ¡  oh  Dios  !  en  paz  te  adoro; 
Pero  en  la  ley   á  que  obedece  el  mundo. 
Si   el  bien  aplaudo   \-  la    desgracia  lloro 
Con  la  fe  de  la  infancia,  ese  tesoro 
Que  oculto  en  su  conciencia  el  hombre  tiene. 
Jamas  creo  que  el  m.al  de  tí  me  \'icne. 

Por  eso   en  la  balanza 
De  tu  eterna  armonía   siempre  inquiero 


El  humano  dolor  ;    y  mi  esperanza 
Se  acendra  más  )•  más.    Santo  venero  -.., 
De    bendiciones    es   tu   amor,    y  espero,. 
Sabe  mi  alma  a!  pronunciar  tu  nombre 
Que  conviertes  en  bien   el  mal  de!  hombre. 

Por  eso,  si  testigo 
Ha  sido  el  mundo  de  un  horrendo  estrago, 
No  veo  en  él,  Dios  mió,  tu  castigo  ; 
Que  eso  la  ingratitud  seria  en  pago 
Del  beneficio  ;  no!    Naturaleza 
Explica  por  sus  leyes  la  grandeza 
De  su  transformación,   á  que  va  unida 
El  constante  progreso  de  la  vida. 

Alienta,  pues,  alienta, 
¡  Oh  dulce  patria  !    El   Dios  eterno  mide 
Por  el  trabajo  nuestra  vida,    y  cuenta 
En    la    conciencia  humana   los  dolores. 
Ama  mucho,    ten  -fe,   tu  pan  divide 
Con  quien    aún  atribulado  mide 
Por   su    inmensa  desgracia   sus  terrores. 
Cúcuta  la  infeliz,   la  solitaria 
Bendecirá  llorando    tu   plegaria. 


LA  CAMCÍON  DE  LOS  SUSPIROS. 

Escrita  panra  raí  amigo  Octaviano  ürdaneta. 


La  vida  es  el  siicTio  tle  r.iia  soni 

PÍ.NDAltO. 

¡  AI  !',!^como  así  me  engañaron .  .  .' . 
¡  Ay  !  como  así  me  mintieron  .... 
Un  tiempo  á  tí  te  contaron, 

Alma   mia,     • 
Del  mun.do  las  réjias  glorias; 
¿Adonde  están  ?  ¿Qué  se  hicieron  ? 
Esi)eranzas  ilusorias 

Noche  3-  dia 
Las   glorias,  mentiras  fueron. 

Bajo  la  fúlgida  alfombra 

Del  divino  firmamento, 

¿  Que  es  el  mortal  ?—  Una  sombra 

Que    camina. 
Una  sombra  que  se  Irniza 
En  alas  del  pensamiento 
Con  la  fe  de  la  esperanza. 

Mas  se  inclina 
Al  peso  del  sentimiento. 

¡Ai  corazón  '     Tú  me  espantas 
En  estas  negras  mansiones. 
¡  Av.  corazón  I     Tú  quebrantas 
¡Vli  alhedi-io. 


'■ra-  i  ¿Qué  alcanzo  si  en  loco  anhelo 

Duermo  soñando  visione*,-^^- 
Vi\'0  esperando  en  el  cielo  ? 

¡  Paz,  Dios  mió, 
Que  me  abrasan  las  pasiones.  . . . 
¿Quién  á  su  influjo   adivina 
Cuanto  el  placer  sin  segundo 
Nos  amengua  y  nos  arruina? 

¿Quién  comprende 
Esta  tremenda  batalla 
Entre  el  principio  fecundo 

Y  la  materia  que  estalla. 
Que  se  enciende 

Con  el    contacto  del  mundo? 

Alma  mia,  si  no  acudes 
En  el  naufragio  que  temo, 
i  Ay,    de  mis  pobres  \'¡rtudes  ! 

¡  Ay  del  hombre 
Con  tanta  duda  sombría 
ICn  este    mundo  blasfemo! 
Acude,  acorre,  alma  mia  ; ' 

Vence  en  nomlire 
De    tu    principio  supremo. 

Y  no    soi   }'o  solamente 
Quien  gime,  se  queja  >■  llora; 


poesías  filosóficas. 


50 


Nü,  la  liuniiuiidad  dulicnlc 
Que  así  vaga 
Sin  dcscifi'ar  el  dualismo 

Del  bien  y  del  mal,  implura 
También  junto  a!  negro  abismo 

Que  le  traga 
Una    luz  consoladora. 

Si  tal  es  el  mundo,  cierto 
Es  bien  triste,  azas  sombrío 
Un  tan  árido  desierto 

Qué  tortura! 
Qué  pesares  !  Qué  inconstancia! 
y\lma  mia,  ¿  no  es  posible 
Tornar  á  la  bella  infancia? 

Por  ventura, 
j  La  infancia  no  es  preferible? 

Ai !  yo  trocara  el  tesoro 

Que  me  aplace  y  me  consuela. 

La  lira  de  cuerdas  de  oro, 

Por  la  vida 
Que  lleva  el    niño  buscando 
Ya  la  marina  conchuela, 
Ya  el  avecilla  cantando 

Sorprendida 
En  las  flores  de  canela. 

Diera  los  dulces  placeres 
Que  hacen  la  existencia  grata  : 
Música,  flores,  mujeres  ; 
Todo,  todo 
Diera,  sí,  por  el  cariño 
Ouc  el  destino  me    arrebata 


Hace   tienqjo,  desde  niño 

¡  De  tal  modo 
Así  el  destino  me  trata ! 

Mas  ¡  ay  !  (|ue  mi  afán,   mi  ruego 

Son  en  vano  y  yo  deliro ! 

¡  Volver  á  la  infancia. .  .  .ciego  ! 

¿Cómo  es  tanta 
Mi  vanidad,  mi  ílac|ucza? 
No  :    la  armonía  que  admiro. 
Esta    gran    naturaleza 

No  qucb¡-anta 
.Sus  leyes    poi-    un  susjjíro. 

Adiós,  pues,  castay  sencilla 
Infancia  :  por  tí  llorando 
i\quí  estoi,  cual  navecilla 

Bajo  el  ceño 
De  un  mar  revuelto  y  profundo 
En   la  noche  zozobrando. 
Hombre  sigo  por  el  mundo. 

Tras  mi  sueño, 
.Suspirando,  suspirando 

Canción,   s!  el  marino  viento 
Kompe    del   lago  la  calma 
Y  lleva  tu  triste  acento"; 

Si  en  sus  giros 
.Se  ajiagan  estos  clamores. 
Yo  guardaré  en  una  palma 
Las  notas  de  mis  dolores. 

Los  suspiros, 
Los  lamentos  de  mi  alma. 


JÜAHÁ  U  LINDA, 


'■^i' 


TEMEROSO  de  que  rinda 
Amor  mi  pecho   sediento, 
Ando  con  Juana  la  linda 
"L^na  cuarta  á  barlovento". 

Si  me  habla  risueña,  callo, 
."^li  llora,  me  escurro  listo 
Gritando,  ¡  "paso  c}ue  he  visto 
Las  pezuñas  al  caballo"  ! 


Gaita  zaraorana. 


En  esta  vida  que  afronto 
Y  á  la  vez  Jiiucho  me    afana 
¿Qué  hacer  con  la   linda  Juana  ? 
"Levar  anclas  listo  y  pronto". 

v\l  mar,  [lues,  que  )-a  me  ener\-a 
De  Juana  la  dulce  traza  : 
Linda,  no  sigas  tu  caza. 
Naveguemos  en  conserva". 


¿  OÜÍÉN  £S  JUANA  ? 

A  mi  amigo  Francisco  Carabaño. 


PlK';.  y;¡  i|lli'    1;',  tii'lTy  pií^U 

.*i  !ul   (¡c    \  ivir  nie.ioi-. 
Ka  l:i  lioi  va  del  dülur. 


APLICA  bien  el  oido 
Y  te  impondrás  al  momento 
"  Quien  es  Juana,"  y  quien  hasido 
El  adivino  del  cuento. 


Quién,  es  Juana?     ¿  No  lo  sabes? 
De  veras  no  lo  barruntas  ? 
Si  preguntas  á  las  aves 
Responderán  tus  preguntas. 

¿Quién  es  Juana?     No  lo  ignora 
La  brisa  de  la  mañana 
Que  ella  murmura  sonora 
A  lo  lejos,  "  quien  es  Juana  ' 


I 


60 


POESÍAS  FILOSÓFICAS, 


¿Quien  es  Juana?     Hasta  la  palma 
Que  junto  al  mar  se  avecinda, 
Sabe  el  secreto  de  mi  alma 

Y  quien  es  "Juana  la  linda.  " 

Juana  es  el  ángel  divino 
Que  de  los  cielos  alcanza 
Regar  triste  en  mi  camino 
Las  flores  de  la  esperanza. 

Juana  es  la  fuente  escondida, 
Que  escucho  en  amante  empeño, 
Es  la  ilusión  de  mi  vida.  . . . 
Juana  es  mi  gloria  y  mi  sueño. 

Cuando  en  crespones  de  gasa 
El  mundo  triste  reposa, 
Juana  es  la  sombra  que  pasa 
Impalpable  y  misteriosa. 

A  la  luz  de  los  luceros, 
En  los  rayos  de  la  luna. 
En  el  mar,  en  los  pesqueros, 
En  el  prado,  en  la  laguna. 

¡  Ay  !  donde  quiera  que  miro. 

Y  vuelvo  la  débil  planta 
Oigo  de  Juana  el  suspiro 
Que  triste  me  dice,  "  canta." 

Sí  que  esa  Juana,  en  resumen, 
Pues  quieres  yaque  lo  diga. 


Es.  .  .  .;no  lo  sabes?  el  núincn 
Que  me  abrasa  y  me  fatiga. 

El  se  presenta  á  mis  ojos 
Con  tan  varia  poesía.  .  .  . 
Cual  son  varios  ios  antojos 
De  mi  ardiente  fantasía. 

t-A  me  finjc  soberanas 
Visiones  de  extraño  ejemplo, 

Y  odaliscas  y  sultanas 

So  la  techumbre  del  templo. 

_E1,  cuando  llora  una  bella, 
Kinje  que  al  dolor  le  arranca 

Y  la  convierte  en  estrella 
O  en  divina  rosa  blanca. 

Todo  lo  puede  en  su  anhcln 
Ea  risueña  poesía, 
Vision  bendita  del  cielo. 
Genio,  Numen,  Fantasía.  ... 


_\  a  ves  que  la  linda  Juana 
No  tiene  figura  humana  ; 
Es  solo,  si  se  interpreta. 
Una  flor  venezolana. 
La  inspiración  de  un  poeta. 


LA  GOTA  DE  AGUA. 


CON  sabe!'  que  voy  corriendo 
A  una  triste  sepultura, 
Ai  !  me  lo  vive  diciendo. 
Cayendo,  siempre  cayendo 
Esa  gota  de  agua  pura. 


,;Quc  importa  caiga  serena. 
Si,  no  bien  se    precipita, 
Otra  desciende  á  la  arena 
Formando  así  una  cadena  . 
Inmensa,  eterna,  infinita? 


En  la  buena  ó  mala  suerte 
Arregla  tal  su  medida. 
Que  esa  gota  se  convierte 
En  campana  de  la  muerte 
En  las  glorias  de  la  vida. 


Por  más  que  de  miedo  exenta 
En  paz  mi  vida  sucumba. 
No  hay  agonía  tan  lenta 
Como  llevar  esta  cuenta 
De  su  distancia  á  la  tumba. 


A  su  lijero  sonido 
Sobre  su  lecho    profundo. 
El  corazón  advertido 
Responde  con    un  latido 
De  un  segundo  á  otro  segundo. 


Y  aunque  la  gota  temblante 
Desciende  al  punto  c(ue  brota, 
El  tiempo,  el  tiempo  incesante 
Hace  brotar  al  instante 
En  el  peñasco  otra  gota. 


A\l  esa  \'oz  t(ue  i'csiste 
Al  tiejnpo,  sobre  esta  alloinbi-a 
Que  (.le  \erde  musgo  \-isl:c, 
Es  un  alerta  mu_\-  triste 
Para  el  suciio  de  una  sondira. 


Gota  de  agua  cristalina, 
En  vanomides  en  cajma 
Nuestra  existencia  mezquina 
No  hay  medida  para  el  alma. 
Gota  de  agua  campesina. 


POliSIAS  FILOSÓFICAS. 


A  UNA  NAVE. 

Escrita  para  raí  esposa. 


^'A  te  vas,  íriljil,  vclora 

Na\'cc¡lla  ; 
¡Quien  pudiera,  (|iiicn  pudiera 
V^cr  flamear  íus  banderolas 
En  la  de  risueñas  olas 

Patria  orilla ! 

Distante  de  mis  hogares 

Voi  gimiendo  : 
.Si  acerbos  son  mis  pesares, 

Y  el  alma  de  duelo  viste, 
¿Qué  mucho  si  un  canto  triste 

Te  encomiendo  ? 

Extraño  al  aían  del  niundt> 

Con  mis  duelos, 
So)'  un  terreno  infecundo. 
Árbol  sin  flores  marchito. 
Tal  \  ez  un  hombre  maldit(.i 
De  los  cielos. 

El  mundo,  \'ivir  contento 

Me  demaiula. 
La  vida  es  el  movimiento.  .  .  . 

Y  á  mí  llorando  me  ii'ritan 
Esas  voces  que  nie  gritan  : 

¡  Anda,  anda  1 

¿Qué  le  va  por  cierto  al  hombre 

Si  abstraído 
■Sin  gloria,  fama,  ni    nombi'c 
\  i\e  esquivando  sus  hestas. 
Como  árbol  délas  florestas 
Escondido  ? 

No,  vuestro  afán  y  tlemeiicia 
Yo    rech.azo. 

Mi  fe,  mi  santa  creencia. 

En  esta  batalla  ruda, 

¡Ai !  la  perderé  sin  duda 
Paso  á  paso. 

No,  no,  dejadme  la  vida 

Como  (|uiero. 

Allá  en  mis  lares  perdida, 

Con  mi  amor,  solo,  cuitado 

vV  la  virtud  consagrado 

Todo  entero. 

Dejad  que  busque  en  los  otros 
Mi  ventura  ; 

Hien  estáis    aquí  vosotros 

Yo  no,  que  vuestro  entusiasmo 

Tengo  por  necio  sarcasmo 
De  locura. 


Yo  no,  queá  la  fresca  sombra 
De  una  palma. 

Tengo  una  voz  que  me  nombra  ; 

Y  aun  que  escucharla  no  puetla 

Esa  vo/,,  la  voz  remeda 

De  mi  alma. 

Navecilla,  le\a,  leva 

l'"ugiti\  a 
Mi  adiós  á  1,1  patria  lleva,  , 
Dile  que  en  la  tierra  extraña 
.Su  meinf)i-ia  me  acompaña 

^Mientras  viva.     ■ 

jAil   los    instantes    risueñns 
Dan  en  suma 

Un  [ilacer.  .  .  .  !  ¡el  de  los- sueños 

¡  Ai  !   cuando  el   dia  aparece 

El  placer  se  desvanece 

Como  espuma. 

Lleno  un  tiempo  de  ilusiones 

Iba  en  tanto 
Dando  al  viento  mis  canciones, 

Y  en  delicioso  contento, 
".Canta",  le  decia  al  \'iento. 

Cual  \'o  canto. 

Y  el  viento  el  fijllaje  seci> 

Removía 
Dejandn  escapar  un  eco, 
Que  yo  alegre  me  pensaba 
Era  el  viento  que  cantaba 

Su  armonía. 

Ms  i|ue  el  alma  asaz  esc(ui\';L 

Cuando  llora, 
Ivs  cuando  ríe  expansi\"a 

Y  al  romper  su  cauti\-erio 
Pide  á  la  tierra  el  misterio 

Que  atesora. 

Leva,  leva,   navecilla 

Solitaria, 
Torna  ;i  vei"  la  ]3atria  orilla, 
Yo  que  seguirte  no  puedo, 
Acjui  murmurando  quedo 

Mi  plegaria. 

Saluda  el  hogar  amigo. 

Su  ribera. 
Que  yo  en  mi  ausencia  bendígu; 
^'  pues  tu  fortuna  es  tanta 
Llega  y  festiva  levanta 

Tu  bandera. 


62 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


j  Pobre  la  dulce  liija  mia 
Pequeñuela  ! 

¡  Pobre  madre  de  María 

Alma  llena  de  dolores 

Que  solo  un  ángel  de  amores 
Le  consuela. 


¡  Que  aquí  me    retenga  el  cielo, 
Cuando '  amante 

Por  mí  suspira  en  su    duelo, 

Mi  compañera  avecilla 

Del  lago  en  la  fresca  orilla 

Tan  distante 


I  Ai  !  bien  el  cielo  lo  sabe  ; 

Si  en  mí  fuera, 
Por  ver  mis  amores,  nave. 


En  este  instante  darla 
Mi  sangre.  .  .  .la  vida  mia 
Toda  entera. 

Luz  de_mi  alma,  flor  mustia. 
Calma,  calma 

Esos  gemidos  de  angustia 

El  justo  se  inclina  y  mucre 

¡  Callemos.  .  . . !  que  Dios  lo  Cj[uicre, 


Flor  del  alma. 


Navecilla,  leva,  leva 
Solitaria 

Mi  adiós  á.la  patria    lleva. 

Ya  que  seguirte  no  puedo 

Aquí  murmurando  quedo 
Mi  plegaria. 
La  Guaira,  Julio  24    1858. 


LA  VOZ  DE  Mí  ALMA. 


RENDIDO  al  dolor  un  dia 
Contemplaba  el  cielo  en  calma 
Y  sentí  "la  voz  de  mi  alma" 
Que  temblando  me  decía  : 


".Bien  caridra  en  tu  amargo  duelo 
Ta)i  honda  con.teniplacion, 
Que  el  ¡ay!  de  tu  corazón 
Sube  de  la  tierra  al  cielo." 


SONRISAS. 


1. 

CUANDO  se  van  cayendo 

Mis  cabellicos, 
Y  vivo  de  recuerdos. 

Si  es  tiue  esto)'  vivo  ; 

Cuando  en  el  alma 
Mis  sueños  se  confunden 

Con  tristes   lágrimas. 

Mi  pequeña  María 

Que  apenas  cuenta. 
Entre  dulces  sonrisas. 

Seis  primaveras  ; 

A  todas  horas 
Me  asedia  y  me  persigue 

Como  una  loca. 

¿  Sabéis  cual  es  su  empeño? 

¡  Capricho  raro ! 
■ — Padre,  escribe  unos  versos 

Para  mis  cantos. 

— Pues,  ¿cjuién  te  ha  dicho 
Que  hacen  versos  los  padres 

Para  sus  hijos? 

— Padre,  tú  no  me  entiendes 
Porque  soy  niña  ;     «, 

Pero  si  tu  me  quieres  ■^ 

Nada  me  digas. 


Escribe  a.hora 
Los  versos  que  te  pido 
Paí'a  ni  i   sola'. 

— Para  tí  sola.?     Sacas 

Muy  mal  tus  cuentas  ; 
Pues  ¿  y  tus  dos  hermanas, 

No  cantan  ellas? 

— Llorando  á  veces 
Ana  canta  de  noche 

Mientras  la  duermen. 

—¿Y  la  Ines^ 

— ¡  Vaya,  padre. 

Como  íne  rio  ! 
La  pobre  Lies  no  sabe 

.Sino  dar  gritos ; 

No  sabe  nada. 
Ni  pide  pan  ni  dulces. 

Ni  habla  pala-bra. 

Si  )'o  fuera  mi  madre.  .  . . 

— Piola!  Qué    barias? 
Veamos  tus  disparates, 

Gran  parlanchína. 

— P'ucra  á  las  tiendas 
Y  comprara  á  mi  gusto 

Cuatro  muñecas. 


'svDidOsoiii  svisaod 


LA  FLORIDA, 
lí. 

A  la  orilla  del  lago 

IVIaracaibero, 
En  vuelta  del    "Milagro," 

Ni  más,  ni  menos, 

Tengo   una  choza 
Como  el  oculto    nido 

De  dos  palomas. 

Ni  le  ofenden    los  ra)os 

Del  sol  que  auimbi'a, 
No  los  recios  chubascos, 

Las  aguas  nunca  ; 

Pues  á  la    sombra 
Se  cobija  de  palmas 

Murmuradoras. 

Es  mm'  pobre  en  riquezas. 

Mas    rica    en  rosas: 
El -aire   es  pura. esencia, 

Jazmines  sobran  ; 

Mañana  y  tarde 
Me  embeles;ui  los  trinos 

Di'  muchas  aws, 


— ¿Y  qué  barias  al  cabo 

Cop  'cada  una? 
.Sii|)ontc    que    las  cuatro 

Son    todas   tuyas. 

-  -Son   todas   mias  ? 
¿  Y    tienen  manteletas       *' 

Y  crinolinas  'i 

Sa!,  pues,   y  me  las  traes; 
Solo  te  pido 
Que  no  me  las  maltrates 

En  el  camino 

¡  Mias  son  todas.  .  . . ! 
¡Como  serán  de  lindas 

Si  son  de  losa  ? 

¡  Muñequitas  tenemos.  ...  I 

Con  el  gatito, 
Cuantío  escribas  los  versos 

Hago  un  bautismo. 

Yo    soi  el  cura 
Y  lo  nieto  en  las  aguas 

De  la  laguna. 

Corro,  y  mis  dos  hermanas 

Sabrán  mi  dicha 

— ¡  .Soñadora  de  mi  alma. 

Dios   te  bendiga . . .  . ! 

¡  Como   me    alienta 
Tras   mi  vida  de  angustias 

Tanta  inocencia  I 

Cuando  se  \'an  cayendo 
Los  cabellicos, 

Fuera  el  mundo  un  desierto  ; 
Pero    los  hijos 
Consuelan  mucho 

P'ormando  en'  los  hogares 

Vn    nuevo  mundo. 


Vicndf)  sus  lindas  flores 

La  gente  mia 
1a-  ha  puesto  el  dulce  nombre 

De  '''  La  l'Iorida." 


Se    juzga 


¡  l'obre  mi  gente, 
tan  dichosa 


Con  lo  ijue  tiene ! 

Al  umbral   de  la  puerta 

l'asa  un  camino 
IJiinde    siempre    resuenan 

Campestres    gritos; 

Con  dar  un  paso 
.Se   sube   á  un  deleznable, 

Rojo  barranco. 

Por  él  triscan  alegres 

Mis  pobres  cabras 
\''isíosas  con    sus  pieles 

Llenas  de  manchas. 

¡  Modesta  altura 
Desile  donde  diviso 

.Salir  la  luna ! 

A  veces   con  la  aurora 

Lejos  escucho 
En  las   azules  ondas 

Blandos    murmullos  ; 

De  las  barquillas 
S;ilen  esas  salomas 

Y  canturías. 

Y  así  sucede    al  cabo 

Que  á  "La  Florida" 
Nunca  le  faltan    cantos 

^  Por   ambas  vias  : 
Gritos   de  tierra 

Y  trovas  en  las  aguas 

De  la    ribera. 

Siempre    al  caer  las  llu\-!as 

De  la  mañana 
Mis  palmeras  columpian 

Todas  sus  palmas  : 

\'  es  un  prodigio 
Mirar  como  amanecen 

Haciendo  ruido. 

Y  no  s(')!o  se  alegran 

Como    las  chicas, 
O  como  las  doncellas 

Que  se  abanican  ; 

La  noche  toda 
Pasan   coino   los  viejos, 

Hablando  á  solas. 
Después  con  las  fcstiwas 

Auras  que  soplan. 
Cada  palma  se  inclina 

.Sobre  las    otras  ; 

Lo  que   murmuran 
Yo  no  sé,    pero  pienso 

Que  se  saludan. 
Si  al  fin  es  un  secreto 

La  vida  toda,    • 
Si  en  suma  el  unixerso 

>.  (1  es  mfis  (jue    sombi'a  ; 


64 


POESÍAS  FILOSÓFICAS, 


Si  ;í  cada  paso 
Con  nuevas  maravillas 

Nos   encontramos: 

rQué  muclio,  por    Dios,  tiene 

Que  en  "La  Florida" 
Canten  las  palmas  \crdes, 

O  triste  t:^inian? 

¿No  sabe  el  hombre 
Que  el  cielo  se  som'ie 

Tras  negra  noche? 

Añadid  á  todo   eso 

Mis  esperanzas : 

I -OS  muchos  bananeros 

Que  tengo  en  ]:)lanta  : 
Canelos  indios, 

Guay.abos  }'  limones 

\'  tamarindos ; 


Y  liabreis    visto  la  playa 

Voy  doiule  juegan, 

Mientras  sonrio   el  alba, 

]\[¡s  pecpieñuelas : 
Sabréis,  en  suma, 

I)on(.le  oK'ido  á  las  veces' 
Mis   des\'entiiras. 

A  MARÍA, 
ri  I. 

Matica  de  albahaca 

De  "  La  J'lorida," 
Consuelo  de  mi  alma, 

Dulce  hija  mia  : 

Ya  tienes  trovas, 
C:intalas   al  arrullo 

})e  las  palomas. 


EL   RAYO  AZUL. 


Cüinino  niUt<,M-io:?o 

J)e  los  (iiKM'ubes  : 

,;  Qiiií'ii  lieiiílo  sil('iK'in.<o. 
Biijo  las  ililhes. 

Tu  f;lrUá¿rii:o  \'oln  ? 

.;  f'm- qué  brillas  leniljlalido 
Uavo  lid  i  ■iclc  ;- 


¡.SIEMPRE  brillando  en  las  marinas  nubes 

AI  último  reflejo  vespertino! 

¿  Por  qué  me  inspiras  tú,  rayo  di\  ino. 

La  paz  del  corazón  ? 
Más  puro  que  las  aguas  tembladoras 
De\  plateado  y  pacifico  arroyuelo  ; 
¿Por  qué  te  asomas  tú,  rayo  del  Cielo, 

Como  extraña  ilusión  ? 

Yo  he  visto  al  astro  que  adoraba  el  inca. 
Sumido  en  lluvia  de  flotante  fuego. 
Salir  al  mundo  y  trasponerse  luego 

En  las  ondas  del  mar. 
La  noche,  ese  terrífico  recuerdo 
Del  abismo,  del  caos,  de  la  nada. 
Yo  la  he  visto  de  estrellas  coron:ula 

Espléndida  brillar. 

IJ. 

Genios  del  aire,  espíritus  fugaces 
De  las  regiones  índicas,  )-o  anhelo. 
Como  vosotros  recorrer    el  Cielo 

Tras  nubes   de  arrebol  : 
Al  despedirse  el  moribundo  dia 
Prestadme  vuestras  alas,  porque  jiueda 
Ver  ese  ra\'o  azul  de  gasa  \'  seda. 

Que  brilla  junto  al  sol. 

J^risas  murmuradoras  de   la  tarde, 
A  cu)'Os  tenues   encantados  ruidos 
Se  pierden    lentamente  mis  gemidos. 
Las  voces  del    pesar  ; 


1,  Decidme  ¿quién  colora  en  las  alturas, 
Que  la  alta  noche  de  misterios  puebla. 
Esa  estofa  de  plata,  luz  y  niebla 
Qne  refleja  en  el  mar? 

A\'ccillas  del  cielo   peregrinas. 

De  dulce  canto  y  de  lijera  pluma, 

¿  l'ls  precursora  esa  impalpable  espuma, 

De  horrible  tempestad? 
Cuando  el  astro  del  LTca  silencioso 
Se  hunde  veloz  y  oculta  sus  reflejos, 
'  ¿  Quién  tapiza  de  nácar  y  azulejos 

La  triste  oscuridad  ? 

i 

¿Quién ,  .  .  .?  La  voz  del  Señor,  el  Dios  del  cielo 

Rey  de  los  Reyes.  .  .  .  Mientras  paso  á  paso 

Se  en\'uelven  los  países  del  ocaso 
;  En  mantos  de  oropel ; 

i  Como  la  sombra  es  triste,  como  el  hombre 
i  Gime  en  su  corazón,  el  Dios  bendito 

Tiende  ese   rayo  azul  \'ago,  infinito 
i  Donde  se  oculta  El. 

'  Invisible  poder,  Núm^en  divino, 
Espei'anza  del  mundo  )'o  te  imploro. 
Trémulo  de  piedad.  Señor,  te  adoro 

Sediento  de  \'irtud : 
En  el  ritmo  del  alma  te  bendije 
Yo  te  alababa  en  mi  niñez  primera, 
FÍO)',  pecador,  te  llamo  por  doquiera 

Al  son  de  mi  laúd. 

Y  aunque  la  sombra  del  inmenso   espacio, 

Y  la  lumbre  magnífica  del    dia 
A  veces  calman  la  tristeza  mia, 

I  llondísimo  dolor ; 

'  Nunca  á  la  \'o/,  de  la  esperanza  se  abre 

¡  El  pobre  corazón  tan    dulcemente, 

I  Como  al  \'er  ese  rayo  reluciente 

•  De  límpido  color, 


POESÍAS  FiLOSÓFICAS, 


65 


])iccn  (¡ue  Lin  .íní(cl  ciiaiiilo    mniTí.'  el  dia 
Triste  en  los  aires  su  pieí^^aria   entona, 
;.Ser;ín  sus  alas  la  brillante  zona, 

Que  miro  relucir? 
¿Ser;i  que  peregrino  de  otros  niundoji, 
Cruzando^  bajo  el  lampo  de  una   estrella, 
Deja  tras  sí  la  luminosa  huella 

]  -)e  azul  y  tle    zafir  ? 

I'^l  iris  tiende    en  la  borrasca  oscura 
Sus  cambiantes,  su  luz,  su   g;aía  de  oro. 
Mensajero  del  bien,  feliz  meteoro    . 
.Sínibolo  de  la  paz  : 


'  Xiniciode  una  ¡iromesa  soberana, 
!,a  tempestuosa  lumbre  empalidece 
Apaj^a  la  tormenta,  y  desparece 
Misterioso  y   fugaz. 

I'cro  tú,  faz  á  faz  con  el  carmíneo 
Surco  de  sol  maj^nífico  te  pintas, 

V  m\iestras  suaves  tus  serenas  tintas 

En  el  flotante  tul  ; 

Y  cuando  el  viento  ajita  tle  ¡a  tarde 
Su  reflejo  de  nubes,  incendiario, 
Mrillas,  i'aj'o  tranquilo,  solit.irio, 

I  Misterioso  y  azul. 


SOMBRA  Y  LUZ. 


TAÑER,  DE   LIRA. 

EX  las  umbrías  del  Anauco  blando 
Mientras  el  cielo   de  esplendor  se  cubre 
Con  la  postrera  luz   del  sol  de  Octubre, 
Tañer  se  oye  una  lira    y    soUozandfi.  .  . . 

Ac[uella  melodía 
Érala  historia  de  la  patria  mía. 

Los  bardos  de  la  patria  la  escucharon, 
Y  antes  que  al  cielo  solitaria  ascienda, 
A  la  paz  y  al  progreso,  como  ofrenda 
La  canción  en  sus  lira.s  modularon. 

No  del  dolor  se  asombre 
Quien  sepa  que  el  dolor  acendra  al  hombre. 

LA  CANCIÓN. 
"He  sufrido,  he    llorado;  cada  gota 
De  sangre  que  en  la  patria  se  \ertia 
Era  una  angustia   m;í.s,   era  una  rota 
i'ibra  del  corazón.     El  alma  mia 

Tras  esta  prueba  ruda 
Llena  de  un  santo  horror  callaba  muda. 

jMuerte  y  desolación  !   Eso  la  palma 
Era  del  triunfo  en  la  batalla  fiera, 
líntre  las  sombras  de  la  noche  en  calm.-i, 
j\l   esplúndido  sol  de  primavera. 

El    infierno....    Imposible! 
¿Cuííndo    tu\-o  castigo  más  horrible? 

Este  pueblo  á  quien  nunca  en  paz  oprimen 
Nefandas  tiranías,  se  \i(')   inr^rte 
Cargando  ¡  oh  vili¡)endi(i  !  con  el  crínieii 
Del  hierro,  de  la  sangre,  de  la  muerte. 

En  sus  triunfos  insanos 
Se   mataban  hermanos  con   hermana is. 

Como  el  seco  arenal  de   agua  sediento 
Así  de  sangre    ardiendo  estaban    todos  ; 
Jamas  saciado  el  criminal  intento 
.Siempre  hubo  sangre  de  distintos  morios. 
»  ;Cuál  era  la  medida 

De  est.-i  rabia  insensata  de  la  viflaí 


La  tiene  el  tigre  cuando  .su  hambre  .sacia, 
Pero  mi  alma  de  terror  se  hiela 
Porque  nunca  la   tuvo  en  su  desgracia 
I".l  ciudadano,  el  hombre  en  Venezuela. 

i  L'^"-'  giií'i'ile  l'i  memoria 
En  este  F.í.len  tan  eí'pantable  liistoria! 

lie  sufrido,  he  llorado.  ;  Quién  me  libra 
De  tanto  horror  en  la  nocturna  calma? 
¡Alienta  corazón  !  No  hai  una  fibra 
Que  no  palpite  ciin  la  voz  del  alma 
Al  grito  de  la  guerra 
Que  :í  toda  compasión  el  alma  cierra. 

EL  GENIO. 

Ca>'()  la  \o/,  y  el  ra\'o  \'espertiao 
Que  al  so!  levanta  pabellón  de  seda, 
Nuncio  feliz,  esjjiritu  divino 
De  la  sombra  salir'i  de  la  arboleda. 

Era  tal  mara\'illa 
El  genio  (lela  gloria  sin  mancilla. 

Toc(')  l:i  til  rra  )■  levantando  luego 
De  la  ¡injilacable  muerte  los  despojos. 
Su  man.)  incandescente  como  el  fuego 
Del  cíclope  quedó:  bri!!(<  eit  sus   ojos 

Una  lágrima  ardiente  ; 
Que  era  sangic  el  color  incandescente. 

"  Salvado  estás  1  oh  pueblo  ! — Tu  bandera, 
Del  heroismo  }•  la  desgracia  en  nombre. 
Como  el  iris  de  paz  brilla  en  la  esfera  : 
.Sení  en  la  tierra  paladión  del  hombre. 

Sin  mancilla   tu  gloria 
De  lioi  m;ís  el  mundo  grabará  en  la  historia. 

Dijo  batiendo  el  ala  ;    y  como  suele 
Pasar  la  nube  al  resplandor   del  dia 
Coronada  de  luz.   por  más  que  anhele 
Contenqilarla  el  mortal;    así  se  vía 

Cruzando  el  aire  vario 
Aquel  Genio  di\iru-)  \-  solitario. 

9 


66 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


REGENERACIÓN, 

Respiró  lentamente   en  duelo   tanto 
VA  miserando  pueblo.    La  cabeza, 
Mientras  secaba   el  abundoso  llanto 
'JVanquilo  levantó.    Mas  si  tristeza. 

Tal  le  humilla  }•  le  abruma, 
Que  aun  desconfiaba    de  su  tliclia  suma. 

¡  Oh,  madre  patria,  tu  valor  alienta  ! 
¿Noves  que  un  Hijo  Ilustre  en  la  batalla 
De  la  cWú  discordia    se    presenta 
Y  las    malas  pasiones  avasalla? 

¿  No  ves  como  eslabop.a 
La  verdadera  gloria   á  tu  corona?  ' 

Si  horrible  fué  el  pasado,   tu   presente 
Saluda  al  porvenir  lleno  de  vida  : 
Borró  el  héroe    la  marca    de  tu  frente, 
Acabó  con  la  guerra  fratricida  ; 

Y    á    tu  grandeza  aduna 
Su  genio,  su  \alnr  y  su  fortuna. 

De  hoi  más  la  guerra  en  criminal  exceso 
No  tu  mengua  será  ;  cuanto  es  sublime 
Esta  fuerza,  esta  paz,  este  progreso 
Que  te  levanta  ¡  oh  patria  !  y  te  redime. 
La  guerra,  cuando  y  donde 
Sah'r  podrá  del  antro   que  la  esconde? 

La  esconde  ?  La  degrada  !     Quien  pudiera 
Proclamarla  discordia?    j^ Quién  alcanza 
A  oscurecer  la  gloria  ?  Qué  bandera 
Será  mejor  que  el  iris  de  esperanza 

En  la  paz,  bien  fecundo. 
En  la  instrucción  que  regenera   al  mundo? 

No  saldrá  del  abismo.     La  corriente 
Del  progreso  del  pueblo  es  infinita. 


''■      Y  no  habrá  quien  satánico  ensangriente 
.Su  linfa  en  medio  de  la  paz  bendita 

¡  Quien  rdiogue  la  idea, 

Quien  grite  guerra,  escarnecido  sea! 

Palmas  en  su  camino  de  esperanza 
Y  flores,  va.rnionías,  y  canciones 
Al  Hijo   ilustre.     i,^uiep.  tu  gloria  alcanza 
Bien  ¡  olí  patria!  merece  bendiciones  ; 
[  Palmas  en  su  camino  . 

Al  héroe  misterioso  del  destino  ! 


Alienta,  patria  hei'inosa,  patria  mía, 
Hoi  que  la  paz  esplendorosa  impera, 
Levanta  un  himno  santo  de  alegría 
Sobre  el  mundo  y  el  sol,  de  esfera  á  esfera. 

La  sombra  al  fin  profunda 
Pasa.  \'  la  luz  al  universo  inunda. 


LA  IDEA  LIBERAL 

La  estatua  es  obra  mía.     No  revela 
AI  mundo  solo  tic  un  mortal    la  gloria; 
Como  cifra  del  pueblo  es  una  historia 
Que  en  plauso  inmenso  por  el  orbe  vuela. 

El  pueblo  sabe  bien  que  cuando  ajiela 
Al  porvenir,  su  noble  ejecutoria  ' 
Escribe  aquí  como  inmortal  memoria 
Del  progreso  y  la  paz  de  Venezuela 

I      Mañana  habrá  pasado  este  momento 
I      .Solemne  de  la  patria.     Acaso  un  dia 
Polvo  será  tan  noble  monumento  ; 

I      IMas  siempre  de  Guzman  el  alto  nombre 
j      (i\iardará  con  amor  la  ]Kitria  mía 
",'      En  honra  a!  héroe,  al  ciu.dadiu.io,  al  homl^re. 


MI  F£  BE  MIMO. 


BAJO  el  amparo  del  amor  divino, 
Con  que  se  nutre  el  corazón  cristiano, 
Suelto  mi  voz,  como  el  terral  marino 
Murmura  triste  por  el  bosque  indiano  : 
A  solas  con  mi  fe  \'o}-    peregrino, 
Entre  las  sombras  del    saber  humano, 
Buscando  el  dulce  suspirado  puerto 
Con  calma  sí,  pero    con  rumbo  cierto. 

Asólas  con  mi  fe  doquiera  siento 
Del  alto  Numen  el  poder    sublime. 
Ya  cante  con  altivo  pensamiento. 
Ya  llore  con  el  duelo  que  me  oprime  : 
A  solas  con  mi   fe  busco   sediento 
Una  sola  esperanza  que  me  anime, 
Y  la  encuentro  tranqm'lay  solitaria 
lÜ!  la  trémula  \'oz  de  mi  ¡jlegaria, 


Santa,  tres  veces  santa  la  bendita 
Sencilla  religión  :  puro  arro\uelo 
Que  su  mansa  corriente   precipita 
A  travez  del  mundano  desc<insuclo. 
Nuncio  feliz  de  paz,  voz  infinita, 
Que    resuena  en  los  ámi^ivos  del  cielo, 

Y  escuclia  el  hombre  en  ■  •'.  ;'cnar  prolundo 
Mientras  \-a  caminando  \y.;i  el  mundo. 

Niño,  muy  niño,  en  mi  inocencia  pía 
La  simiente  de  Dios  broL'»  en  mi  ]3echo, 

Y  á  Dios  casi  llorando  le  pedia 

Paz  en  mi  sueño  sobre  el  blando  lecho. 
Ella,  mi  único  amor,  la  madre  mia. 
Cuando  bramaba  el  temporal  deshecho. 
También  oraba  con  afán    iirolijo 
A  r)¡os  i)¡diendo  poi'  su  débil  hijo. 


POtSi AS  FILOSÓFICAS. 


Í--7 


'  recio  c!  nifio  dcspii'cs,  con  pie  lijcro 
I^a  senda  del  pesar  fué  caminando; 
Con  aliento  y  valor  seguí  primero, 
Después  con  tardo  i)aso    suspiíando; 
I.a  gloria,  ese  magnífico    venero, 
Que  el  corazón  anhela  palpitando, 
Con  sarcasmo  la  vi  descolorida 
Tras  el  cansancio  de  la  estéril  vitla. 

üh  !  que  es  triste,  muy  triste,  en  la  m;iñaiu 
De  nuestras   encantadas  ilusiones 
Palpar  la  realidad,  miseria  humana. 
Amasada  de  inpúdicas  pasiones; 
Sentir  como  se  apaga  soberana, 
En  medio  de  las  danzas  y  canciones, 
Esa  llama  inmortal  de   la  existencia  : 
La  castidad  de!  alma,  la  Inocencia. 

l'rueba  terrible  para  el  frágil  hombre, 
Supremo  instante  en   que  somete  á  duda, 
Sin  que  blasfemo  el  corazón  se  asombre. 
Su  fe,  que  entonces  se  mantiene  muda  : 
Hora  men.guada  en  cjuc  de  Dios  el  nombre. 
Postrero  paladión  con  C|ue  se  escuda, 
Pronuncia  nuestro  labio  indiferente 
Olvidando  que  es  Dios  omnipotente. 

Así  la  vida  nuestra  se  asemeja 
Al  velero  y  fortísinio  navio. 
Que  l'a  onda  pura,  ribereña,  deja 
Bajo  del  recio  temporal  sombrío  ; 
Larga  sus  banderolas  y  se  aleja 
Adentro  en  el  fragor  del  mar  bra\ío, 

Y  á, poco  sin  timón  perdido  vaga, 

Y  rebramando  el  mar -le    imjiele  y  traga." 

Si  ent()nces  el  mortal  en  su  amargura 
El  crimen  cree  valor,  lo  cree   arrogancia. 
Si  en  medio  ala  corriente  no  procura 
Por  el  Dios  sacrosanto  de  su  iulancia  ; 
Si  no  quiere,  tenaz,  volver  su  impura 
Mirada  al  Cielo  en  criminal  constancia; 
Si  el  llanto  no  humedece   su  mejilla, 
Ofrenda  grata  á   Dios  pui'a  }-  sencilla; 


¡  Ai,  del  híjmbre  infeliz !  ¡  Ai,  del  (jue  fuei'tc 
Se  juzga  en  su  soberbia  ó  su  cinismo  ! 
Nave  altanera  correrá  -la  suerte 
De  ser  tragada  por  el  hondo  abismo. 
¡  Ai,  del  liombrc  infeliz  !    i'odrá  su  nuirrlc 
Con  las  palmas  cubrir  del    heroísmo  : 
Pero  serán,  en  su    terrible  tiucln, 
La  sefial  del  estígmata  del  Cielo. 

Yo  fui,  .Sefíor,  en  medio  á  mi  camino 
Semejantcála  nave, débil  pluma 
Arrastrada  del  recio  torbellino. 
Rota  y  sin  rumbo  entre  la  hir\icnte  espuma: 
Pobre  mortal,  cuitado    peregrino. 
Volví  la  vista  á  tu  grandezi  suma. 
Mi  voz  á  tí  la  levanté  postrera 

Y  hallé  MI  FK  DH  NIÑO  toda  entera. 

Próximo  á  perecer,  la  \'iva   lumbre 
Me  hirió  de  tu  grandeza  y  de    tu  gloria  ; 

Y  se  trocó  mi  orgullo  en  mansedumbre 
Al  suave  soplo  de  infantil  memoria. 

Me  alzé,  Señor,  del  cieno  y  podredumbre 
De  la  mundana  \¡tla,(.]ue  ilusoria., 
J'or  la  le  t¡ue  de  niñt)  me  (¡lied.aba, 
?í!is  instintos  sublimes  sufocaba. 

<  )bra  filé  tuya  ¡ah  Dio.-j!    Padre 
Esa  que  \'o  sentí  tiulce  esperanza. 
Ai  !   desde  entonce  el  cor.izon  blasfemo 
Quedó  pui'ificado  en  tu  balanza; 
Hoy  te  admiro,    Señor,  te  adoro  y  temo, 
Cuandn  entono  postradi)  en  tu  alabanza 
El  himno  de  mi    amor,  que  el  alma  ansiosa 
Encomienda  á  la  brisa   rumorosa. 

Por  eso  á  solas  con  mi  fe  camino, 

Y  al  ver  del  hombre  la  fortuna  varia, 
F^mpuño  mi  bordón  de  peregrino 

Y  elevo  á  Dios    mi  férvida  plegaria. 
Voy  entre  sonibras,   sí,  mas  el  destino 
Fiará  brilhu'  mi    estrella   solitaria, 

Y  en  Dios  conlian.do  con    amor  jirofundo 
Mi  primera  palabra  daré  a!  nuindo. 


sripi'cmo, 


¿Qü£  VERÁ? 


ES.\  fuente  que  en  lo  verde 
Murmura  con  linfa  escasa 
Y'  al  cabo  gimiendo  pasa 

Y  en  la  floresta  se  pierde  ; 

;  Hacia  donde 
lisa  fuente  triste  va? 
Cuando  ella  gime  y  se  esconde, 

¿  Qué  verá  ? 

Y  el  águila  cjue    su  vuelo 
Desde  la  tierra  levanta, 

Y  riza  su  pluma  }'  canta 
En  las  alturas  del  cielo  ; 


Cuando  sube 
De  la  nube  aun  más  all.i, 
¿  Qué  verá  desde  la  nube'' 

¿Qué  verá? 

Y  el  sol  distante,  distante 
Que  tierra  y  mares  argenta, 
Pupila  extraña  )'  sangrienta 
F2n  la  frente  de  un  gigante  ; 

Pues  alumbra, 
^'  en  el  universo  está 
Imjo,  ¿sabéis  qué  columbra? 

¿Qué  verá? 


¡-•OESiAS  !-!ÍX)L;ÓFJCAí;, 


Y  cl  espíritu  cjiíc  adoro 
Del  ángel  de  mi  carifio, 
Kl  alma  del  dulce  niño, 
Del  hijo  que  aun  triste  lloro  ; 

En  la  inmensa 
Giandezadc  Jeho\á 
¿  Cómo  vive  ?     ¿  Cómo  piensa  ; 

¿  Qué  verá  ? 


i  Ai,  fuente  del  bosipie  umbrío! 
i  Ai,  ág^uiia  voladora  1 
¡  Ai,  sol  que  el  alba  colora  1 
¡  Ai,  alma  del  hijo  mió  ! 

Si  este  mundo 
Siemi)re  un  misterio  será, 
E]  hombre  en  duelo  pi-ofnndo 

¿  Qué  verá  ? 


V£Ri. 


ESA  fuente  que  desala 
Su  linfa  en  el  prado  verde, 
Si  se  esconde,  si  se  pierde 
Entre  arenillas  de  plata, 

Sin  rumores 
Verá  en  tierras  campesinas, 
Las  flores  en  las  coh'nas, 

Y  á.  Dios  brotando  las  riores. 

El  águila  que  en  la  nube 
Cuando  la  tormenta  brama. 
El  ronco  trueno  le  inflama 

Y  con  la  tormenta  sube. 

Pues  que  cierra 
Sus  alas  sin   (|ue  se  asombre 
Verá  en  la  cifra  del  hondjre 
Á  Dios  cifra  de   la  tierra. 

El  sol  de  llamas  cubierto 
Que  al  universo  da  \itla. 
Cual  pirániide  eucentlitla 
Para  alumbrar  un  desierto. 


Ya  que   brilla. 
Verá  mundos  por  doquiera, 

Y  de  una  esfera  á  otra  esfera 
Verá  á  Dios  por  maravilla. 

Y  aquel  mi  santo  tesoro, 
Anyel  que  emprendió  su  vuelo 

las  regiones  del  ciclo 
Batiendo  sus  alas  de  oro, 


\' 


lema 


-De  la  eternidad  bendita, 
\'^er;í  á  Dios  luz  infinita. 
Verá  á  Dios,  gloria  suprema. 

Y  fuentr-^s,  flores,  colinas, 
;\\'es,  sol,  inmensidades, 
Vund'.),  esferas,  claridades. 
Pasarán  como  neblinas 

En  el  Ande; 
A'  en   ese  c;ios  movible 
Dios  sólo  será  \'isible, 

Y  justo,  y  eterno,  y  grande. 


VERSOS 

Dedicados   á  los  distmgaidos  Directores  del  Colegio  ce  Santa  María. 


ASÍ  se  cumióle  en  el  afán  del  hombi-e 
El  mandato,  el  deber  déla  conciencia 
Así  so  sacrifica  ia  existencia 

Con  santa  abnegación. 

¿Quién  solitario,  entre  la  sombra  oculto. 
De  fe  inspirado  y  ])atcrnal  carino 
La  mente  eleva  del  risueño  niño 

Desde  el  hombre  hasta  Dios? 

Es  un  noble  y  modesto  eiutladano, 
De  ciencia  lleno,  en  la  enseñanza  dieslio 
Es  la  luz  de  la  tierra,  es  el  maestro 
De  la  niñez  feliz. 

Atento  á  la  palabra  misteriosa 
Que  vertió  Jesucristo,  acepta  grave 
La  misión  de  enseñar  al  c^ue  no  sabe 
En  honra  al  porvenir. 


Jamas  iu'.bo  labor  soijix-  la  ticna, 
C'onio  ofi'enda  al  progreso,  más  sublime: 
Ella  fecunda  el  bien,  ella  redime 
Al  hombre  en  la  virtud. 

Entre  la  leti'a  (.|uc  el  maestro  enseña 
Y  de  la  fuerza  bruta  el  ronco  grito, 
l'^xlientie  Dios  un  mundo,  un  itifinito 
Ucean.')  de  luz, 

Hajo  esta  zuna  esplendida,  la  idea 
El  ti'iunfi)  grabar;!  de  su  constancia 
.Sobre  el  cnmeii,  hi  fuerza,  la  ignorancia 
Que  asfixia  el  corazón. 

.Si  el  tliilijr  es  el  hijo  misei'able 
'Del  se¡'  (|ue  anhela  su  final  destino, 
Luz  á  la  mente  )■  se  alzará  di\'ino 
Hasta  el  ¡ai  !  del  dolor. 


poesías  filosóficas. 


69 


Venid  á  mi,  tnuiquiluíi  como  el  alba 
Que  en  niyos  de  oro  sus  perfumes  lleva, 
Angeles  del  amor ;  la  buena  nueva 
Un  padre  os  quiere  dar. 

La  palabra  )■  el  libro  (|ue  iluminan 
Al  nifio  en  el  recinto  de  ¡a  escuela, 
Tanto  como  la  prez  de  Venezuela 
Vuestra  yloria  ser;i. 


Sus  prece]3tos  guardad  :  (|ue  en  vuestras  almas 
Sean  cual  mies  que  el  labrador  recoge 
Y  al  llevarla  feliz  bajo  su  troje 
Bendice  al  sumo  j-iien. 

VA  á  la  luz  pr¡niavei-al,  el   rico 
Fruto  atesora  que  la  tierra  alfombra.  .  . . 
Cuando  llegue  el  invierno  con  su  sombra 
Vivirá  de  la  mies. 


'i'al  vuestro  ardiente  coi'azon,  que  ahor;i 
J)e  fe,  de  anují",  de  ciencia  se  penetra, 
.Al  encantado  ritmo  de  la  klra 

i  limnos  hará  de  ]>;i./.. 
Y  vivirá  el  esi)íritii  ini|u¡riend'i 
iJe  la  \'erdad  la  luminosa  huella 
Desde  el  polvo  invisible  liasta  la  estrella; 

M;ís  allíí,  más  ,dlá ,  .  .  .' 

N'enid  á  mi  hjs  jiu'enes,  que  culto 
Tributáis  al   saber,  dais  á  la  idea. 
Que  martana  feliz  la  patria  os  vea 
.Sus  glorias  [jresidir. 

Amando  en  paz  l;i  libertad  del  hondjre 
Seréis  por  ella  ante  la  fuerza  escudo. 
Juventud  ele  mi  patria,  yo  os  saludo.  . . , 
Venid  .i    mi  ¡  \  enid  I 
7  de  .\gosto  de  iS^ri. 


A  LA  MEMORIA  D£  OCTAVÍANO  ÜRMMETA. 


i  ES  otro  duelo  profundo 
Que  turba  mi  triste  calma  ! 
¡  Cuándo  estará  libre  el  alma 
De  los  dolores  del  mundo  ! 

El  corazojí  que  sensible 
Sus  afectos  atesora, 
Se  desangra  hora  por  hora 
Con  el  llanto  inextingiúble. 

Si  no  hay  paz  en    el  camino 
De  nuestra  humana  miseria, 
líntre  la  frájil  materia 
Y  el  espíritu  divino  ; 

¿  Por  qué  vive  aquella  unida 
Al  alma  en    estrecho  abrazo 
Para  romper  luego  el  lazo 
De  las  glorias  de  la  vida  '. 

11. 

Lleno  de  didce  confianza 
'l"e  vi  partir,  pobre  amigo  : 
De  compañeros  contigo 
Iban  votos  de  esperanza. 


iJespues,  lie  la  i)atria  en  nombie 
(,¿uizo  SLi'xiile  de  escudo 
La  ciencia;   mas  nada  inid<j  : 
¡Como  nada  puede  el   hombi'e  !     '>*' 

Sereno  en   tu  adversa  suerte 
Cumpliste  contigo  mismo 
Sin  asombrarte   el  abismo 
Que  ha\'  de  la  vida  á  la  muerte. 

Y  es  (.[ue  al  hombre  tal  auxilia 
El  Dios  que  nuestra  alma  siente, 
Que  hasta  muere  en  paz  ausente 
De  la  patria  \'  la  familia. 

Si  iiyer  \-iajaban  contigo 
Como  dulces  compañeros' 
Votos  del  alma  sincerti.s 
De  la  madre  y  del  amigo, 

lio)'  las  voces  solitarias 
De  nuestro   profimdo  duelo 
Por  ti  subirán  al  cielo 
En  lágrimas  \-  plegarias. 

( )ctubre    14    de    1876. 


A  LA  MEMORIA  DEL  DR.  MATEO   TROCONÍS. 


PAZ  á  esa  tumba  I   La    virtud  su  historia 
Graba  en  el  mármol  con  profundo  duelo; 
Duerme  en  ella  un  \-aron   cuya  memoria 
Sin  miedo  al  porvenir  remonta  al  cielo. 


'''  Honra,  c'uiiáa.  deber,  tal  es  la  gloria 
Que,  con  oi'gullo  del  natix'o  suelo. 
'  En  noble  ejemplo,  á  convertir  alcanza 
\  Esa  tumba  en  altar  de  la  espei'anza: 


70 


POESÍAS  FILOSÓFÍCAS, 


A  Mí  BISTÍNGÜÍDO  AMÍGO  ERMELIMDO  RIVODO. 


DOLOR,  misterio  eterno,  que  la  vida 
Marchita  y  descolora. 
Ninguno  habrá  que  ])ucda  comprenderte 
Desde  la  blanda  cuna  remecida 
Por  el  niño  que  llora. 
Hasta  el  trémulo  aneiano, 
Esperanza  sin  voz  del  ser  humano 
Que  se  pierde  en  la  noche  de  la  muerte. 

Dolor,  ¿  qué  te  eslabona  con  el  hombre 
En  su  estéril  camino  ? 

¿  Quién  te  puso  á  su  lado  ?  ¿  Quién    te  oblic 
Siempre  alienar  de  lágrimas  tu  nombre, 
De  sombras  tu  destino? 
l^ajo  zozobra  tanta, 

¡Oh,  dolor  de  la  tierra!.  .  .  .¿no  te  espanta 
Que  tu  poder  la  humanidad   maldiga? 

7\yer  no  mas  en  el  hogar  tenia 
La  virtud  su  consuelo: 
Eeliz  én  su  honradez,   tras  la  esperanza 
De  la  dulce  familia,  bendecía 


Mi  pobre  amigo  al  cielo. 

Mirad  como  aparece 

De  improviso  esa  sombra  y  pasa  y  crece 

En  el  hogar  que  en  paz  la  dicha  alcanza. 

Es  el  dolor!  La  joven  y  modesta 
Madre  y  risueña  esposa. 
Como  la  palma  al  huracán  sombrío 
Se  abate  suspirando  en  la  floresta, 
Así  en  la  misteriosa 
Tumba,  en  el  mismo  instante 
Se  hundió,  llena  de  lágrimas,  amante 
La  compañera  del  amigo  mió. 

Paz  á  esa  tumba,  retemplando  el  alma 
Su  varonil  aliento. 
Virtud  grande  y  sublime  y  meritoria 
Es  la  resignación  ;  Bendita  palma 
Que  al  desgajarla  el  \iento 
Pudo  ser  abatida 
El  amor  de  sus  hijos  en  la  vida 
Consagrado  en  el  culto  de  su  gloria. 

Caracas,  Mayo  3 1  de  1873. 


£M  LA  MUERTE  DE  MANUEL  FREÍTES. 


I. 

AS-Í  perece  en  solitaria  selva 
Con  su  corola  de  carmín  )•  grana 
La  rosa  tropical  que  en  la  mañana 
En  su  tallo  gentil  se  columpió. 
•Así  la  pobre  tortoiilla  muere 
Cuando  dichosa  de  placer  suspira 
Y  el  bardo  al  eco  de  la  dulce  lira    ■ 
Su  funeral' cantigíi  murmuró. 


i! 


.,\sí  miu'ii')  mi  desdichado  amigo 

'J"al  vez  en  gloria  y  porvenir  soñando, 

Porque  doquiera  juventud  buscando 

Esos  fantasmas  incansable  va. 

Por  que  la  luz  de  nuestra  zona  ardiente 

Abrasa  el  corazón,  el  alma  quema 

Y  por  tenei-  la  juventud  emblema, 

Su  sangre  toda  en  liolucausto  da. 


¿Porqué  la  sombra  impalpable 
De  la  muerte  maldecida 
Empaña  de  nuestra  vida 
El  terso  y  puro  cristal? 
¿Porcj^üc;  ala  voz  del  destino 
Su  voz  apaga  el  torren.te  : 
Y  el  hoihbre  inclina  su  fi'ente 
Altanera  y  colisa!  ? 

Cuan  triste  es  ver  una  palma 
Que  se  nutre  en  la  llanura 
Abatirse  en  noche  oscura 
.Por  el  furioso  turbión  ; 
Asi  causa  sentimiento 
Ver  sin  coronas  ni  nombre 
Bajar  á  la  tumb;i  el  hombre 
Velado  en  negro  crespón. 


¡Oh  !  como  es  ííÍs'lc  en  la  risueña  aurora 
De  la  placida  }■  virgen  existencia. 
Escuchar  es;i  lúgubre  sentencia      ' 
Del   ángel  invisible  del  dolor. 
Cuánto  al  sencillo  corazón  lastima 
Dar  el  adiós  postrero  al  ser  humano, 
Que  estrechó  cariñoso  nuestra  mano. 
Lleno  de  \-ida,  de  amistad,  de  amor. 

Esa  es  la  cifra  misteriosa  y  grande 
De  los  cantores  de  la  raza  humana, 
Hora  nacer  para  morir  mañana 
Lleno  de  vida,  de  amistad  de  amor. 
Yo,  caro  amigo,  guari^laré  tu  nombre 
Y  tu  memoria  lloraré  constante 
Hasta  que  llegue  el  funeral  instante 
En  las  alas  del¿'í'/.'/í>  del  dolor. 


POESÍAS  FILOSÓFICAS, 


GÜZMAN  BLANCO. 


RISUEK'A  un   día  la  gloria 
Cantaba   en  dulce  solaz  : 
"Hoi  nadie  vive  en  la  liistni-ia 
Si  no  \'i\-e  de  la    paz." 


Cuando  el  taílido  rotundo 
Se  oyó    en  Abril,  me  decia  : 
Esa  gloria  vale  un  mundo 
Pues  salva  la  ¡jatria  mia. 


Oyendo  tal    cantinela, 
¿Cómo-excI;imé-se  concibe 
Pueda  vivir  Venezuela, 
Si  de  saneare    \'    cruerra  \ive  • 


Era    el  reproche  tan  franco, 
Que  sin  enojo  me  dijo  : 
Vivirá  con  Guzman  Blanco 
A  quien  adoptó   por  hijo. 

Del  secreto  apercibido 
Las  horas  conté  una  á  una, 
Llevando  puesto  el  oido 
Al  timbre  de  la  fortuna. 


¿Qué  mucho  pues  que  demande 
La  patria  en  canto  sonoro. 
Para  una  gloria  tan  grande 
Hrillante  p;igina  de  oro  ? 

Ella  muerte  y  vida  encierra. 
Cifra    de  eterna    memoria  ; 
Muerte  á  la  misera  guerra. 
Vida  á  Guzman  en  la  liistoria. 

I>o  que  ha  sucedido  luego 
Se  canta  d'c   boca  en  boca; 
Cuando  un   malo  toca  á  fuego 
A  paz  Guzman  Illanco  toca. 


LUZ  Y  SOMBRA. 


ALMA  inmortal,  espíritu  divino 
Que  haciendo  vas  de  mis  profundas  penas 
El  lúgubre  recuento ; 
No  siempre  tu  destino 
lis,  para  mengua  del  orgullo  humano. 
Caminar  entre  sombras; 
"Más  dulce  que  la  luz  del  firmamento 
En  las  noches  serenas 
13c  la  querida  patria. 
Irradia  á  veces  la  \'irtud  sublime 
.Sus  almos  resplandores  ; 

Y  al  calor  de  ese  fuego  sacrosanto 
El  egoísmo  muere,  brota  el  llanto, 
Se  alivian  los  dolores. 

La  fe  se  acendra  en  la  esperanza  pía 

Y  el  entusiasmo  tuyo  es,  alma  mia. 
El  ritmo  eterno,  universal,  que  canta 
''  lísperaii-a  y  amor"  al  sacro  nombre 
De  la  \irtud  sublime, 

-De  la  virtud  que  salva,  que  redime 
De  su  egoísmo  miserable  al  hombre. 

En  alas  de  ese  monstruo  que  arrebata 
La  tierra  en  sus  cimientos 

Y  que  la  ciencia  <í  la  moderna  industria 
Plizo  nacer  tonante 

De  opuestos  }' encontrados   elementos; 
Lleno  de   banderol;i.s  se  \ei.i 


i  Cruzar  las  ondas  del  sereno  Plata 
Alíjero  bajel.  Soltado  habia 
Como  la  inmensa  toca  de  un  gigante 
El  ancho  lino  al  despedirse  alegre 
De  Piuenos  Aires  la  opulenta  y  rica 
Ciudad  del  Nuevo  Mundo. 
Nunca  en  su  gala  el  cielo 
Mostró  con   más  alarde 
Sus  ricos   esplendores. 
Era  una  tibia  y  deliciosa  tarde  ; 

!  La  Zona  equinocial  bajo  su  velo 

I  De  espléndidos  colores 

!  Se  iba  tiñendo  en  sombras  indecisas  ; 

I  Llegaba   ese  profundo 
Instante  en  que   aparece 
Con  el  último  adiós  y  las  sonrisas 
Trémulas    del  ocaso 
La  sombra  de  la  noche. 

En  los  antiguos  tiempos  esa  na\'e 

Bajo  el  cielo  brillante  de    la  Jonia, 

Alejándose  llena 

De  cánticos  de  paz  }/  bendiciones, 

Como  traspone  el  ave 

T^a  atmósfera  serena 

Para  llevar  entre  sus  niveas  plumas 
I  Los  suspiros  de  ardientes  corazones  ; 
y  En  esa-  edad  (¡ue  ;i  V^cmis  la  tle  Gnido 


72 


POESÍAS -FILOSÓFICAS, 


Vio  cncrintada  salir  de  las  espumas, 
El  ateniense  hubiera  confundido 
Esa  nave  feliz  del  Planta.undoso 
Con  aquella  de  ñores  coronada 
Que  en  las  fiestas  de  Anolo, 
CarL;"íítIa  de  maí^nüicos  presentes 
A  Dclfos  la  saí^rada 
Iba  con  los  deliastas  del  Pireo, 
En  memoria  de!  triunfo  de  Teseo 
Sobi-e  el  cretense  Minntauro  odioso. 

— ¿Quien  comanda  esa  nave?  ;Ad()nde  el  ruml: 

Lleva  el  audaz  marino? 

Ni  deslumbrante  fama  ni  ado  adx-erso 

En  su  mortal  camino 

Persigue  aún  ;i  su  j^iloto  oscuro. 

Jíossi  lo  llaman  solo; 

Y  cuando  sobre  el  terso 

Y  gigantesco  rio 

De  ])ié  en  la  popa  :d  gobernalle  atiende, 

En  su  audacia  seguro 

De  his  olas  .il  blamlo  mui-murío 

Darle  caza  pretende 

A  otro  bajel  ri\-al,  que  allá  á  lo  lejos 

Le  aventaja  en  su  mai-clia 

Y  levant.a  Lanil:)ien  sobre  las  olas 
Gallardas  banderolas 

Del  moribundo  sol  á  los  refleios. 

\  ■' 

Is'o  es  gloria  esa  insensata 
Pasión. £jue  suele  al  hombre 
ILstéril  ajitar,  \-i\'iendc)  asido 
]3el  \'ano  miindo  al  deleitable  ruido 
De  lisouj.a  falaz,  ó  bien  tras  kica 
'  Mspei'anza  de  oir  ca.ntar  su  nombre 
Por  un  hecho  cualquier  de  boca  en  boca.    . 

—"América  bajel  del  ancho  rio, 

Ouó  lle\as  como  un  signo  de  progreso 

Que  el  porvenir  reser\'a  á  est;is  regiones 

Su  esclarecido  nombi'e  : 

Sacude  tu  sombrío 

Penacho  de  humo.  )'  corre    retronando, 

Y  vuela,  y  march.a'al  encantado  beso 
De  las  auras  nocturnas. 
i\íaravilla  del  mar,  sobre   sus  uiaias 
Tu  resoplido  lanza. 

Nao  del  l^lata,  avanza! 

Eal  que   cnri'a  mi  marina  gente 

La  n.egra  piedra  en  la  caldeada  liornilia. 

;  No  es  de  la  mar  mi  nao  maravilla  ? 

Pues  raja  en  sus  liijares  fuego  ardiente 

Como  sic!i'>pea  fragua  .... 

¡  l".n  runibo  )'  sobre  el  a;:;aia  1  " 

Tal  grita  Hossi  y  c[ueda 
Como  si  en  c]  instante  ;í  la  P^ortinia, 
Móvil  de  los  humanos, 
(Quisiera  detenc'r,  de    entrambas  manos 
.,'Vterrado  á  la  ruc;la 

] )e!  timón  salvador.    [\íengua  n  mancilla 
De  su  m;d  entendida  Vionra,  supone 
I",l  oruailloso  l'ossi. 


,1  A  la  otra  nao  de  vapor,  "El  Villa", 
No  poder  alcanzar  y  que  pregone 
Allá  donde  le  lleva  su  deseo, 
En  la  dulce  y  feliz  Montevideo 
Luego  su  fácil  triunfo. 

¡Oh,  necia  vanidad,  que   así  deprime 
DeLserhumano  la  razón  sublime. 
Bossi,  el  hijo  del  mar,  á  los  reflejos 
De  la  postrera  luz  que  se  escondía. 
Como  una  torre  que  domina  en  alto 

V  solitario  ñionte, 
Divisa  allá  á  lo  lejos 
Á  la  "  Villa  del  .salto  " 
Orgullosa  cortando  el  híwizonte. 

¡  Oh,  necia  vanidad  !     Levado  había 

El  ancla  este  bajel,  tiempo  g;^aaad.o 

Sobre  el  gallardo  "América." 

De  su  puerto  apacible 

Hossi  le  vio  partir,  }-  á  poco  izando 

Él  también  su  bandera 

Alegre  se  alejó  de  la  ribera. 

Es  alta  noche,  y  á  la  par  de  ar[uellas 
Neblinas  trasparentes 
i  Del  antartico  mar  siempre  \'ecinas, 
•  \.d.^  J¿/ir//¿íS  fsfrr//(7s 
I  .Se  ven  cruzar  divinas 
'  ¡Como  queriendo  en  formas  de  serpientes 
'  El  íímbíto  poblar  de  las  r.eblínas. 

Oíd  !  Murmura  el    Plata.   E.Ktraño  món.strilo 
Que  en  mar  desconocida  ó  tierra  ignota 
Abre  sus  alas  silencioso  },"  brega 

!  Y  corre  )-  marcha  al  viento  que  le  azota  ;. 

j  Así  ¡carece  y  va  medio  \'elado 

I  Por  las  sombras  que  arroja  el  ancho  abismo 
El  "América"  fuerte.     Avanza,  llega 
Cerca  de  "  El  Villa,"  al  paralelo  mismo. 

La  clepsidra  de  luz  del  Nuevo  Mundo 
Señala  de  un  lucero  á  otro  lucero 
De  los  fantasmas  la  solemne  hora 
En  cuanto  al  ,Sur  abarca, 
La  fulgurante  zona  del  crucero 
LaMnedía  noche  marca. 

Bossi  está  silencioso 

No  de  alcanzar  "El  Villa"  el  necio  orgullo 

Le  satisface  )-a  ;  vence   ardoroso; 

Mas,  mudo  de  sorpresa,  observa  atento 
¡  Las  ondas  \-  el  espacio.   P3n  ese  instante- 
1  De  su   marino  triunfo  el  desaliento 
i  Nubla  ím¡Droviso  su    fug.iz  contento 
i  A  la  luz  amarilla 
i  Del  niyn  de  la  luna  \-a[)oros() 
i  El  ve  como  adelante 

Sigue  la  nao  Cjue  aleanzcJ,  3'  se  alej.a 

Y  aunque  comprende,  ciego 
'  Por  c!  tenaz  despecho  que  le  ahoga, 


De  adelaiitaró  de  seguir  al  V 
El  imposible  al  cabo-"bog.i ! 
itauíjo  luego  ; 


na 
boga 


Sigue 


POHSÍAS  FILOSÓFICAS. 


Y  bulle  ardiente  la   caldera.)-  biilla 
Más  intenso  en  la  liorna/.a  el  i'i.jn  fue<4-o. 

Mientras  ret;i  al    destino 
El  "yVmé-rica"  dobla  su  camino. 
La  marcha  precipita, 
Se  estremece,  palpita 

Y  cruza,  y  corre,  y  \  iiela  : 
Asorda  y  ruje  la  encendida  enlrai'^a, 

Y  la  profunda  .estela 

A  popa  en  qlas  de  /.añro  l)ana 

El  pendón  árjcntino. 

La  mole  de  t^ranito  suspendida 

Del  Ande  en  la  montaña; 

Así  una  fuerza    misteriosa,  cxtrafia 

A  bordo  del  América  se  siente. 

Corre  azorada  y  trémula  su  gente 

Y  la  cubierta  ocupa, 

Y  en  torno  á  Bossi,  el  capitán,  se  agrupa. 
-r-¿Qué  pasa?  ¡Decid  pronto!  Algo  se  esconde 
De  insólito,  espantoso,  horrible  y  triste. 

— No  es  nada — ac[uel  responde, 

Y  á  la  maniobra  indiferente  asiste. 

Mas  he  aquí  cjue  retumba 
Mayor  estruendo  en  la  centina  yerta, 

Y  por  todas  las  bocas  de  cubierta 
Como  respiradero  de  una  tumba. 
Donde  vivo  estuviera  palpitante 
Sepultado  un  gigante. 

Se  escapa  el  vaho  ardiente  del  infierno 
Entre  columnas  de  humo. 
¡Oh  suerte  infanda  y  realidad  maldita  ! 
Cuando  el  peligro  es  sumo, 

Y  la  llama  voraz  se  precipita, 
Cuando  no  hai  esperanza,  al  fin  se  sabe 
Que  se  incendia  la  nave  ! 

i  Aterradora  confusión  !     En  torno 
Del  chispeante  horno 
Lenguas  de  fuego  retronando  crecen  ; 

Y  á  su  siniestro  resplandor,    se  agitan, 

Y  se  ocultan,  y  saltan,  y  aparecen 
De  nuevo,  cual  fantasmas 

Que  huyeran  de  la  tumba  maldecida 

En  el  delirio  de  aspirar  la  vida, 

Cuantos  llevaba  alegres, 

Al  cerrar  de  la  noche,  pasajeros, 

Aquel  bajel,  ahora 

Volcan  flotante  en  llama  abrasadora. 

Allí  lajuventud  con  su  esperanza, 

Y  el  casto  amor  con  su  feliz  sonrisa, 

Y  la  opulencia  que  el  placer  alcanza, 

Y  la  blanda  piedad  de  voz  sumisa. 

Allí  la  joven  madre  y  dulce  esposa 
Sobre  su  pecho  aprieta  cariñosa 
J\[  hijo  de  su  alma.  Allí   la  lenta 
Ancianidad  temblando  se  presenta. 


A       l'^l  valor,  la  constancia, 
;  La  indiferencia,  el  crimen,  la  locura; 
1  Cada  infeliz  allí  personifica, 

Como  un  eco  ó  ¡jcrdida  resonancia, 
■  Alguna  de  las  férvidas  pasiones 

Vicia  de  los  humanos  corazones, 

Y  miénti'asallí  todos 
Amenazados  de  tlistintos  modos 
F,ntre  dos  muertes: -la    rujíente  fragua 
Del  incendio  que  allí  Satán  irrita 
En  la  embreada  jarcia,  y  la  malrlila 
Abismante  inquietud  que  muestra  el   agua, 
(íritan,  lloran  y  gimen, 

:  Corren,  caen,  se  oprimen 

\  Los  botes  alcanzando 
Con  su  peso  allí  mismo  zozobrando. 

¡  Oh,  •.■nusa  del  dolor!     AhoiTi  canta 
Más  de  una  acción  radiante  de  heroísmo. 
Reivindica  el  espíritu,  levanta 
Tu  voz  sobre  las  sombras  de  la  muerte 

Y  enalteciendo  á  la  virtud,  convierte 
En  un  altar  la  tumba  del  abismo. 

Sobre  el  innoble  espejo  )•  trasparente 
Del  caudaloso  Plata 
I  Iba,  en  lenguas  de  luz  resplandeciente. 
Corriendo  de  través,  perdido  el  rumbo, 
El  incendiado  América. 
Cuentan  que  á  la  redonda  aparecía 
De  cabezas  humanas  un  rebaño 
Poblado  el  campo  de  la  linfa  fria  ; 

Y  era,  por  Dios,  que  del  conflicto  extraño 
Se  abalanzaba  cada  cual,  huyendo, 

En  el  abismo,  delirante,  loco. 
Sobrenadando  á  poco 

Y  á  poco  en  lucha  sin  igual  muriendo. 

Aquella  blanda  niña  á  quien  sujeta 
Tiene  una  pobre  madre  temblorosa, 
Es  Elvira  Inurrieta. 
I'uera  de  sí,  espantada  ¡  simplecilla! 
Palpando  tan  horrible  pesadilla. 
De  los  niíLLernos  brazos  se  desprende 

Y  corre  vacilante 

Huyendo  del  incendio  devorante.  .  . . 
Como  el  espacio  hiende 
Solitaria  paloma 

Y  herida  cae  luego 

En  el  bosque  sombrío. 

Así  espantada  del  tronante   fuego 

La  dulce  niña  se  abalanza  al  rio. 

Un  ¡ai!   de  asombro  ajiiña, 
Apesar  del  terror  y  el  mar  que  brama, 
A  la  náufraga  turba 
Cabe  la  madre  de  la  triste  niña. 
"Salvadla",  á  todos   clama. 
Señalando  ¡infeliz!  la  onda  salobre; 
"yí///  ¡  por  Dios  !  Allí!" — Sobrenadando 
Y  Era  \xrdad  que  estaba  aun  la  pobre 

lO 


74 


Í>0ES'IAS  FILOSÓFICAS, 


Avecilla  del  Plata  ;    pero  cuando 

A  vedase  inclinó  la  turba  incierta, 

De  aquel  ángel  colérico  el-  destino 

La  hundió  en  el  hondo  negro  torbellino. 

¡Horror!   Mirad!  como  el  espanto  cunde, 

Saltando  la  obra  muerta 

Aquella  madre  (insólito  delirio!); 

Abrazar  á  la  liija  en  su  martirio 

Qniere,  y  se  arroja  al  mar  y  también  se  hunde. 

En  banda  el  gobernalles  de  una  rueda, 
Sobrenadando  con  su  esposa,  asido, 
Temiendo  está  Garrido 
Por  la  infeliz  á  quien  tan  solo  c[ueda 
De  morir  la  esperanza. 
-. — "Ayiidala"-murmura 
A  Giraldó  que  allí  también  alcanza  , 

A  sostenerse  en  lucha  aterradora  ; 

Y  á  la  matrona  socorrer  procura 
El  esforzado  náufrago  ;  mas  ella 
Cuidando  más  de  su  pudor  ahora, 
Que  de  la  vida,  temblorosa    }-   bella 
Suplicante  rechaza   al  noble  amigo; 

Y  como  á  recatarse    sólo   atiende 
En  sus  esfuerzos  vanos. 

Lleva  ¡  infeliz  !  sus  manos 

Al  mal  encubierto  seno,  y  se    desprende 

De  la  propicia  y  saK'adora   llanta. 

Eso  y  morir  se  confundió  en  un  punto. 

La  onda  en  sus  furores  la  levanta, 

La  remece   y  arroja 

Al  abismo  terrífico,  y  desciende, 

En  mísero  trasunto,  ' 

Como  del  árbol  la  tostada    hoja. 

¡Oh,  luz!  incomprensible  lluvia  de  oro 
De  los  astros  divinos. 
¡  Oh,  sombra  !  de  tristezas   incoloro 
Manto  de  los  nocturnos  torbellinos. 
¡  Luz  y  sombra  !  conjunto 
Del  primitivo    caos. 
Luz  !  Querubín    propicio  á  mis  deseos. 
Si  dormís  en  los  cielos,  levantaos  ! 
Sombra  !  si  monstruo   sois  ó  genio  impío 
Del  infierno  trasunto 
Plegad  las  negras  alas,  deteneos  ! 
En  la  encantada  margen  de  ese  rio. 

Una  joven  esposa 
íbase  sobre  el  agua  (lirio  ó  rosa 
Que  arrastra  la  corriente)  sostenida 
Por  el  fiel  talismán  de  un  salva-vida. 
Mudo  era  su  dolor,    grande  su  anhelo, 
Del  salva-vida  haciendo  y  de  sus  brazos. 
Sobre  el  abismo,    el   lecho    de  una  cuna. 
Así  salvaba  al   hijo  pequefluelo 
Aquella  madre,  que  miraba  al  cielo 
Más  pálida    que   el  ra)'o  de  la  luna. 

Atrás,    mientras  la  angustia 
Enerva  á  veces  y  sus  manos  crispa. 
Avanza  un  nadador  sombrío  }'  fuerte. 
Tor\-a  es  su  frente,    y  mustia 


Como  el  oscuro  velo  de  la  muerte. 

Las  niñas  de  sus  ojos  como  chispa 

De  hoguera  oculta,   )•  su  entreabierta  boca 

Cual  grieta  de  reptil  en  una  roca. 

Ya  está  cabe  del  grupo 
Del  niño  y  de  la  madre,  á  quien  le  cupo 
La  fortuna,  tal  vez  el  imposible 
De  sostenerse  en  trance  tan  horrible. 

Se  acerca  más,  no  le  miréis,  debiera 
De  fuerza  hacer  alarde 

Y  tiembla  y  desconfía.    Es   un  cobarde  ■ 
Según  se  desespera. 

Se  acerca  más.  ..  .acaso    su    mirada 
Por  extraña  os  asombre, 
i  Sacúdelo  la  inmensa  marejada  ! 
¿  Qué  pasa  por  el  alma  de  ese  hombre  ? 
¿Qué  tiene  al  improviso? 
¡  El  infierno  lo  quiso ! 
Blande  un    puñal  de  rutilante  hoja 

Y  mata  de  una  horrible  puñalada 
A  la  esposa,  á  la  madre  bendecida 
Que  á  par  del  niño  arroja 

La  muerte  en  el  profundo.  .  .  . 

Y  el  miserable  al  fin,  el  homicida, 
Recoje  por  botín  el  salva-vida. 

De  la  conciencia  el  torcedor  eterno. 
El    desprecio  del  mundo 

Y  en  el  alma  la  sombra  del  infierno. 


l\"ro  á  otro  lado  convertid  los  ojos,  .  .  . 
Hierven  las  aguas,  míseros    despojos 
Cayendo  van  de  aquella  mole   negra. 
¿  Os  asombra  ese  crimen  ? 
Ya  veréis  como  Dios  al  mundo  alegra 

Y  sonríen  las  almas 

Y  la  virtud  sublime  bate  palmas. 

De  la  llama  }'  del  humo 
Que  asfixia  á  su  sensible  compañera, 
Marcó  del  Pont  tras   un  esfuerzo  sumo, 
Huyendo  cae  al  rio 
Llevándola  en  sus  brazos  temblorosa. 
Ni  un  remo,  ni  un  pedazo  de  madera 
Ha  podido  alcanzar  :  la  onda  espumosa 
Con  su  carga  lo  arroja  en  el  \'acío  ; 
Parece  al  punto  que  á  tragarlo    fuei'a 

Y  luego  lo  levanta  diligente  : 
Pintado  está  elterror  sobre  la  frente 
De  la  mujer,  mientras  su  esposo  lucha 

Y  aun  so.stenerla  alcanza 

Sin  bríos  ya,  perdida  la  esperanza. 
En  tan  mísera  angustia,  en  tal' momento. 
La  compasión  divina 
A  un.  náufi'ago  ilumina 

Y  llena  del  más  puro  sentimiento. 

No  es  ya  el  abismo,  la  piedad  le  ;dioga. 
El  corazón  la  caridad  le  oprime. 
Puede  saharsc,  )■  retrocede  )•  boga 
•|  En  medio  ;i  l;i  cntiistrofi." 


poesías  filosóficas, 


75 


Esc  náufrago  ¡  olí  Dios  !  allí  redime 
Nuestra  miseria  inmunda, 

La  miseria  del    hombre 

A  la  matrona  palpitante  ofrece 

Su  propio  salva-vida.  Y  la  matrona 

Se  salvó  luego  y  él ....  ¡  Virtud  sublime ! 


l'Que  la  tierra  prcgojia 

(El ... .  tranquilo  se  hunde .  .  .  . !  allí  perece. 

USu  nombre!  Quién  e.s  él?  Decid  su  nombre, 

I  ¡  Descubrios,  que  el  cielo  resplandece.  .  .  . ! 

l;Quién  habrá  que  lo  iguale? 

V  Esa  gloria' arjentina,  es  Luis    Viaie.' 


SALÓN.    ■ 

A  raí  amigo  J.  A.  Segrestaa. 


GRAN  virtud,   raro  ejcmi)lo,  noble  vida 
De  tan  alta  memoria. 
Que  de  la  patria  en   sangre  fratricida 
Salpicada  doquiera, 

Será  el  timbre  mayor,  su  mayor  gloria  ; 
Ya  no  como  Ricaurte  á  su  bandera 
Abrazado  morir  al  pié  del  Ande 
Es  la  más  digna  acción  ni  lamas  grande. 

¿A  quién  cubre  de  gloria  la    caliente 
Sangre  de  las  legiones  ? 
Audaz  vencer,  lidiar  como    valiente 
Y  morir  escalando 
Almenas  y  empinados    torreones, 
Los  númenes  sangrientos  invocando. 
Si  en  lo  antiguo  eran  pruebas  de  heroísmo, 
Hoy  que  mandan  los  pueblos  no  es  lo  mismo. 

Vive  en  el  corazón  y  en  paz  alumbra 
A  veces  la  existeiicia. 
Cierta  virtud  sublime  :  ella  se  encumbra 
En  alguna  fuerte  alma 
Hasta  la  santidad  :    es  la  conciencia 
Sin  una  sombra,  como  el  mar  en  calma, 
Altar  esa  virtud  de  ánimos  fieles 
Valemás   que  victorias  y  laureles. 


Bardos  armoniosos,  que  se  llenen 
De  lágrimas  los  ojos  : 
Liras  veladas  encrespen,  resuenen 
En  la  noche  sombría 
Graves  lamentaciones.  Los  despojos 
Venerandos  de  un  héroe  ¡  oh.  patria  mia ! 
En  medio  de  tus  férvidos  quebrantos 
Guardaremos  al  son  de  nuestros    cantos. 

¡Y  hay  quien  juzgue  la  gloria  todavía, 
La  gloria  del  combate. 
Una  Diosa  inmortal ....  ¡-Salón    tenia 
Sin  una  mancha  sola, 
Esa  gloria  por  cierto.  ¿Quién  abate 
En  la  montuosa  Pastos  la  española 
Con  un  puílo  de  heroicos  colombianos 
Las  tropas  de  vireyes  soberanos? 

¿  Quién  en  las  tierras  del  Perú  sublima, 
Y  de  Colombia  eleva, 
í?i  cabe  su  alto  nombre?  ¿Quién  en  Lima 


La  ley  promulga  sabia? 


¿Quién  al  Callao  sus  valientes  lleva 

Y  desafíala  terrible  rabia 

Del  fiero  león  de  España?  ¿Quién  abona 
Luego  por  el  vencido  y  le  perdona? 

Pues  eso  y  más  en  su  inmortal  carrera 
Lnpávido   realiza 
El  preclaro  Salón.   Pero  su  entera 
Virtud  de  ciudadano 
Rompe  con  la  fortuna,  y  pulveriza, 
Con  blando  continente  y  firme   mano, 
Sus  lauros  y  coronas  :  ¡  cuánto  el  hombre 
Conquista  para  brillo  de  su'  nombre  ! 

Después  lo  vio  la  patria  retirado 
De  las  pompas  del  mundo. 
Dirigiendo  tranquilo  el  corvo  arado 
Con  el  ánimo  mismo 
De  sus  días  de  gloria.  Tan  profundo 
Era  en  su  corazón  el  patriotismo,    ■ 
Que  de  la  patria  columbró  en  mal  hora 
Los  fratricidas  crímenes  que  llora. 

Hoy  la  infelice  madre,  Venezuela, 
Desolada  en  su  angustia 
Tiembla,  y  llorando  al  viajador  revela 

Un  insondable   arcano 

Salón  murió .. . . ;  mas  su  mirada  mustia, 
La  postrera  mirada  del  anciano,     • 
Recogieron  ardientes    corazones 
Con  lágrimas  y  santas  bendiciones. 

¡  Cuánto  envidio  el  ejemplo  de  esa  vida 

Y  el  dolor  de  esa  muerte  .  .  .  . ! 

Sin  mancha  aquella,  en  tanta  fratricida 

Y  sangrienta  batalla  ; 

Esta  justa  y  gloriosa,  que  convierte 

En  altar  una  tumba  y  avasalla, 

Aquí  do  no  hay  piedad  por  los  que  gimen, 

Al  crimen  que  aun  triunfante  siempre  es  crimen. 

Mas  no  será  mi  Musa   la  que  evoque 
Un  recuerdo  tan  triste  ; 
Le  basta  que  del  crimen  ni  aun  le  to<iue 
Ráfaga  de  impureza. 
Padre  libertador,  tú  que  viviste 
Inmaculado,  inclina  la  cabeza. 
Que  un  día  habrá  se  escriba  á  tu  memoria: 
"A  su  patria  legó   virtud  }-  gloria." 

Mara,caibo,  Diciembre  2Ó  de  1863. 


76 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


S  RUIDOS  NOCTURNOS. 

A  raí  araigo  £.  Rivodó. 


DORMIDO  el  mundo  está,  triste,  impürtuiií 
La  noche  tiende  su  impalpable  velo, 
Mientras  se    ve  la  solitaria  luna. 
Globo  de  plata  en  el  azul  del  cielo. 

¿Qué  acento,  qué  murmullo,    que  sonido, 
Pasando  de  improviso  por  el  lago, 
Remeda  un  grito  acerbo,  ya  un  gemido, 
Ó  bien  un  eco  incomparable  y  vago  ? 

Horrible  es  el  silencio  ;  pero  mucho 
Se  angustia  el  corazón  eii  duda  triste 
Cuando  en  la  noche    solitaria  escucho 
El  solemne  rumor  de  cuanto  existe. 

Dicen  que  solo  el  vespertino  viento 
Tales  voces  terríficas  murmura  ; 
Pero;  cómo  remeda  ese    lamento/ 
¿Como  forma  esa  voz  en  la  espesura.-' 

— Oid  .  .  .  . ;  no  es  ilusión— Alguno    espira 
En  honda  pena,  tras  mortal    congoja  ; 
NoescLicijais?-;  una  voz...l"a]-i..l  No  es  mentira... 
— ¿  Qué  puede  ser? — ;  El  ruido  de  una  ii<ija  1.... 

¿Una  hoja  que  cae  así  lewuita 
E,se  grito  confuso.  .  .  .?  j  Qlió  demencia.  .  .  . ! 
No  es  su  roze  sutil  lo  que  me  csi)anta.  ... 
¡  Oid  la  misteriosa  balbucencia  .  .  .  . ! 

Es  la  misma,  por  cierto,  que  sentía 
Cuando,  niño,  por  ella  preguntaba  : 
Es  cívitJitoAíi  gente  me  decía- 

Y  yo  del  viento  á  mi  pesar  temblaba.  , 

El  hombre  en  su  angustioso  cautiverio. 
En  la  cárcel  precaria  de  este  mundo 
Esplica  á  su  placer  ese  misterio, 
Ese  rumor  tristísimo  y  profundo. 

Mas  yo  que  miro   la  silvestre  palma 
Columpiarse  á  la  luna  vaporosa, 

Y  busco,  en  las  angustias  de  mi  alma. 
La  sombra  de  la  noche  silenciosa; 

Yo  tengo  para  mí,  que  esos  lamentos. 
Ese  clamor  del  mundo  cuando  duerme. 
No  es  el  rujir  de  los  nocturnos  \ientos. 
Ni  la  voz  del  mortal  que  }-ace  inerme. 


En  otro  tiempo  la    ¡nocente  \'aya 
De  una  tropa  de  niños  placeiú.jra, 
Al  recoger  mariscos  en  la  phn-a, 
Llenaba    de  alborozo  la  ribera. 

Burlando  acaso  el   maternal  cariño 
Iba,  descalzo  el  pié,  suelto  el   cabello 
Mariscando  tamljien,  pues  era  niño 
Y  jugar  por  la  playa  era  muy  bello. 

Pendiente  al  brazo  la  mimbrosa  cesta 
Con  mariscos  de  vividos  colores, 


Era  el  lago  natal  nuestra  floresta, 

Sus  purpurinas  conchas  nuestras  flores. 

Y  saltando  doquier,    y  haciendo  alarde 
De  aquellos   dulces  infantiles  juegos. 
Mirábamos  el  cielo  de  la  tarde 

Teñido  de  arrebol,  chispeante   en  fuegos. 

Mas,  pasaba  el   crepúsculo;  la    alfombra 

De  los  luceros  índicos    se  vía 

Los  niños  se  apiñaban  en  la    sombra. 
La  turba,    sin  la  luz,    palidecía. 

Un  momento  después   el   son  distinto 
üe  un  clamor  se  escuchaba.  .  . .  Era  un  remedo 
De  humana  voz.    La  turba  por  instinto 
Al   lejano  clamor  tenia  miedo. 

— .Wi  csnií/idis,  preguntaba,    esc  lanicntih 
;  Que  puede  ser  .'    Nublada  su  alegría 
— Xoes  iittila  !  .  .  .  .El  eeo  del  pausado  viento 
Cada    niño    ;i    otro  niño    respondía. 

— ,.■  Xo  es  liada  ese  rumor  /    /  ¡.a    rw,;  extraña 
Es  solo  de  los  vieuios  .'    ¡  Qué  mentira  ! .  .  . . 
/■  Alp;un    (Jen  10   eueinií^v  nos  eujj-aña .  .  .  .  / 
I  l'al  ver^  es   un  fmrtasuia  que  suspira  !  ...  . 

— /  lis  verdad  !  ¡ E^s  verdad!  (  De  varios  modos 
rrénuiiiis  miu-muraban  )   y  sencillos 
Echaban  á  correr   los  niños  todos 
Cual    banda    de  espantados  pajarillos. 

I  Tiempo  feliz  de  plácida  fortuna, 
(;jKie    ha    rec'Ji'dado  siempre  el  marinero, 
A  los  ra)-os  tranquilos  de  la  luna, 
En  las  aguas    inmobles  de   un  pesquero  ! 

.;  La  niñez!    La  niñez  !     \  Siempre,  indeciso. 
Por  la  senda  del  mundo  caminando, 
Descubro  su  risueño  paraíso 
Vuelta  la  vista  atrás,   siempre   llorando  ! 

Y  me  aplace  creer   ei\  mi  entusiasmo 
(.^,ue   sus  gratas    memorias    pasajeras. 
Si  el  Iiombre,    tras    sonrisa  de  sarcasmo. 
Las  ve  no  más,  cual    májicas    tjuimeras; 

Sv)n  verdades    que  alcanza   en  sus  visiones 
La  soñadora    edad    de  la  inocencia  ; 
Verdades    qtie    des[)ues    nuestras  pasiones 
Ahog;i.n    á  la  par  con  la  conciencia. 

Por  eso,  en  las  .angustias   de    mi  alma. 
Cuando  escucho  la  brisa  rumoros:i 
Crimtendo    solitaria  en  una  palma 
En  medio  de  la  noj'ne  silenciosa;      «. 

Pienso    que    de   sus  tristes  cautiverios 
.Salen  los  Ceñios  á  volar  perdidos. 
Con  su  ])oinpa,    sus  luces,  sus  misterios, 
.Sus  voces,    sus  quejumbres  y  sus  ruidos. 


l'üEblAS  MLOSÓl-iCAS. 


77 


QUÉ  IMPORTA ! 


ES  un  poeta,  dicen  con  profuntUí 
Indiferencia,  y  cae  sin  aliento. 
Quien  apura  en  la  tierra  su  tormento 
Porque  en  su  alma  e!  entusiasmo  abunda. 

¿Qué  importa  ese  tlesden,  si    la  coyunda 
Rompe  de  este  inmortal    siylo  avariento 
"S' difunde  en  la  tierra  el  sentimiento. 
Genio  feliz  de  la  virtud  fecunda? 


¡  (^h  sociedad  !  desprecia   en  tu  egoísmo 
Al  ¡DOeta  de  estirpe  soberana. 
Que  im¡)orta  !   Eterna  ley  es  el  dualismo 

Del  bien  y  el  mal  en  la  existencia  humana. 
Qué  importa  !    l'-n  esa  lucha  meritoria, 
Corona  es  el  dolor,  el  llanto  gloria. 

Caracas,  Junio    3  de    1873. 


DESPEDIDA  A  MÍS  AMICxOS. 


"ADIÓS,"  palabra  ijue  resuena  siempre 
Sensible  y  misteriosa  en  nuestra  boca, 
Cual  del  náufrago  asido  á  negra  roca 
Gemido  agonizante  de  dolor. 
Palabra  que  conmueve,    que  anonada. 
Por  más  que  al  pronunciarla  indiferente. 
El  hombre  ahogue  lo  que    dentro -siente 
El  secreto  latir  del  corazón. 

"Adiós,"  la  brisa    que  perfuma  leda 
El  blanco  lirio  de  la  noclie  umbi'ia. 
Tan  doloroso  acento  de  agonía 
En  sus  cóncavos  senos  llevará  ; 
Y  \'o  sentado  en  la   pintada  popa 
De  la  nave  lijera,  voladora. 
Con  el  pesar  que  el  alma  me   devora 
Sólo,  amigos,  podré    triste  llorar.    . 

Entonces  como  sueños  misteriosos 
Olvidados  tal  vez,  tal  vez  queridos 
Por  la  memoria  pasarán  perdidos 
Los  gozados    instantes  de  placer  : 
Entonces  los  fantasmas  de  la  ausencia 
Con  su  bando  nocturno  de  visiones, 
Borrarán  las  queridas  ilusiones 
Que  á  la  orilla  del  lago  alimenté. 

¡Oh!  cuánto  sufre  el  marinero  triste 
En  su  vivir  precario  y  miserable 
Sin  un  amorcjue  le  alimente    estable, 
Sin  el  tierno  cariño  maternal ; 
Sin  escuchar  en  la  callada  noche 


■'■La  voz  de  la  mujer  por  quien  suspira  ; 
Ni  el  eco  dulce, de  amorosa  lira. 
Ni  el  acento  querido  de  amistad. 

Ni  ver  lucir  al  reflejo 
De  tibia,  dulce  alborada, 
El  ropaje  de  una   fada 
Que  aprisiona  el  corazón, 
Ni  en  la  tarde  cuando  muero 
Allá  lejos,  sol  brillante. 
Entregarse  algún   iiistante 
A  dulce  meditación. 

Que  en  esta  vida.  Dios  mió, 
En   vez  de  calma  y  contento 
Se  escacha  el  confuso  viento 
Con  ruido  extraño,  zumbar  : 
Sí,  en  esta  vida,  Dios  mió, 
El  corazón  sólo  alcanza 
Una  terrible  esperanza.  . . . 
El  hondo  abismo  del  mar.  . . . 


Adiós.  ...  la  brisa  de  la  noche  oscura 
Al  postrimero    resplandor  del  dia 
Dolorosos  acentos  de  agonía 
Para  el  pobre  marino  guardará  ; 
Y  si  la  hermosa  que    en  silencio  adoro 
Llorando  escucha  mis   sentidos  sones, 
Yo  sé  que  mis  queridas  ilusiones 
Más  risueñas  V  uuras  volverán. 


LA  MEDIA  MOCHE  A  LA  CLAPJ  DAD  DE  LA  LÜMA. 


Vai  uiug-umi  pai'lc  la  Nuturalu/.a  .1 
in'-  jionutra  más  de  un   scutimieu- 
ln  (le  su   .n'fandc'/.a  :    en    uinijuna 
]iarle  ella  nos   halüa  más  y  más 
Jt  fuertemente,  (lue  b;ijo  el  cielo   de  j 

la  América. 

OPACOS  horizontes  j 

Y  rumor  de  airecillos  y  cantares, 

Y  sombras  en  los  montes;  ■, 


Y  soledad   dulcísima 

En  la  tierra  infeliz  de  los  palmares: 
Yalhi  lejos  la  luna  que  se    encumbra 
Y  un  cielo  azul  de  porcelana  alumbra. 

Y  en  el  higo   sin    brun.ias 
La  onda  medio  caliente  entumecida, 

Coronada  de  es^iumas, 


78 


poesías  filosóficas, 


Soñando  melancólica: 
Y  como  tregua  ó  suefio  de    la  vida 
En  el  hogar  del  hombre  ;  y  como   inerte 
La  creación,  y  el  sueño  como  muerte. 

La  gran  Naturaleza 
O  vacila  ó  se  asombra,  y  muda  y  gravo, 
Pálida  de  tristeza, 
Ve  sus  astros  inmóviles.  .  . . 
Suspensión  de  la  vida,  C[ue  no  sabe, 
Maravillada  el  alma,  si  le  asusta, 
O  le  place  por  c^uieta  ó  por  augusta. 

Tal  es,  sobre  su  coche 
Que  silencioso  por  el  orbe   rueda. 
La  extraña  media  noche 
De   las  regiones  índicas  : 
Así,  al  tañer  de  la  campana,  queda, 
Su  voz  oyendo  por  el  aire   vago. 
La  ciudad  de  las  palmas  en  el  lago. 

Aquí  empieza  el    imperio 
De  esas  visiones  sin  color  ni  nombre 
Que  en  inmortal  misterio 
Guardan  las   noches  tórridas. 
Aquí  no  alcanza  á  comprender  el  hombre 
Latifra  ó  la  razón  de  cuanto  mira, 
ü  si  despierto  está,  sueña  ó  delira. 

Tanta  trémula    estrella 
Que  de  rubíes  el   espacio  alfombra, 
Tanta  roja  centella 
Que  con  la.  luna  pálida 
Penetra  y  brilla  en  la  nocturna  sombra, 
Causa  son  de  terroj',  causa  de  duelo 
Si  ya  la  medianoche  sube  al  cielo. 

¿  Quién  sabe  por  cjué  crece 
Entonces  el  j^enaclu)  deesa  palma, 

Y  el  viento  la  remece 

Y  la  despierta    súbito, 

Y  á  su  voz  el  concierto  y  dulce  calma. 
De  la  noche  se  rompe  cual  si  fuera 
Mablando  una  palmera  á  otra  palmera? 

¿Quién  sabe  por  qué  luego 
Se  vuelven  las  conchuelas  con   hi  luna 
Margaritas  de  fuego, 

Y  cuando  boga  rápido. 
Sonriendo   de  su  espléndida  fortuna. 
Nauta  feliz  que  ansia  por   cojerlas. 
Ni  conchas  halla  ni  radiantes  perlas? 


¿Quién  sabe,  quién  alcanza 
l'ur  qué  se  cierne  la  nocturna  nube 

Con   monstruosa    semblanza, 
Y  envuelta  en  sombras  tétricas 
Desciende  al  llano,  á  la  colina  sube 
Para  mostrar  después,  como    un   tesoro. 
El  plateado  cendal  con  fimbria  de  oro  ? 


Mentira !  bajo  el  peso 
De  tanta  maravilla,  grita  el  mundo. 

Acaso  será  eso 

Pueda  que  los  fantásticos 
Prestigios  de  la  luz,  tras  eLprofundo 
Rumor  que  alzan  los  vientos  que  campean, 
Finjan  visiones  y  mentiras  sean  ; 

Pero  algo  está   escondido 
Que  bulle  y  vive  y  lúgubre  se  extiende 
Al  solemne   tañido 
De  ese  cristiano   símbolo. 
Algún  prodigio  el  hombre  no  comprende 
En  esas  altas  horas :  algo  existe 
De  indefinible,  pavoroso  y  triste. 

No  es  que  la   anoche  ayude 
Los  Genios  á  salir  de  sus  recintos  ; 
No  la  mar  se  sacude. 
Ni  murmuran   los  céfiros. 
Ni  del  santuario  los  dorados  plintos 
Caen,  sonando,  ni  la  sombra  pasa, 
Ni  el  trueno  zumba,  ni  la  luz  abrasa. 

Mas  con  todo,  á  tal  hora 
Brota,  se  desvanece,  canta,  gime. 

Brilla,  se  descolora, 

Azota  el  aire  trémulo. 
Empaña  el  éter,  la  materia  oprime 
Una  sombra,  una  luz,  un  ser  ¡quién    sabe! 
Que  llena  el  orbe  y  que  en  la  chispa  cabe. 

Entre  el  hombre  cjue  piensa 

Y  los  astros  que  alumbran  se  descorre 

Como  una  cosa  inmensa. 
Impalpable,  magnífica  ;  ; 

Y  cuando  la  parduzca  y  vieja  torre 
Su  postrimera  campanada  vibra, 

De  eso  como  infinito  ¿cjuién  se  libra? 

Salve  augusto  misterio 
Que  encierras  tan  hondísimos  arcanos ; 
En  tu  silente   imperio 
De  sonidos  insólitos, 

Y  de  pálidas  luces,  y  de  vanos 
Pavorosos  fantasmas,  todo  es  triste 

Y  se  transforma  todo  cuanto  existe. 

Mas  la  razón  del  hombre, 
Al  inqjulso  inmortal   del  sentimiento 

Instintivo  y  sin  nombre, 

Penetrará   recóndito, 
O  explicarse  querrá  con  noble  aliento. 
Ese  mundo  invisible  que  reposa 
Oculto  entre  la  noche  silenciosa. 


Soledad  de  desierto 
Y  rumor  de  airccillo  en  los  fragrantés 
Limonares  del  huerto  ; 
Y  en  el  azul  vivísimo 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


Rubias  estrellas,  fuegos  vacilantes, 

Y  claridad  de  luna  que  se  encumbra 

Y  hasta  el  sombrío  limonar  alumbra. 

Tal  es,  sobre  su  coche 
Que  silencioso  sobre  el  orbe  rueda. 


79 


1.a  extraíala  media  noche 
De  las  regiones  índicas; 
Así,  al  tañer  de  la  cam])ana,  queda. 
Su  voz  oyendo  porcl  aii'c  \ago, 
I/a  ciudad  de  las  palmas  en  el  lago. 


LAS  DOS  CÍENCÍAS. 

A  mis  amibos  los  miembros  del   Hospital  de  Chiqüinquirá, 


An.itcma  al  progreso  por  el  ateísmo  :  t, 
sin  roligioii  no  puede  biilier  pro^re.ío, 
y  la  iieyaeion   de  J)io.s   es  la  iiogaciou 
del  progreso  mismo. 

C'onfereneias  en   Nuestra  Senor.i  de 
de  Píuis,  por  el  R.  P.   Féli.v. 

Mayo  de  1868. 

EL  hombre  como  ser  que  piensa,  labra 

Su   inmarcesible   gloria 
Al  sonido  inmortal  de  su   palabra 
En  los  eternos  fastos  de  la  historia. 
En  su  esfera  moral  no  encuentra  el  hombre 

Quien  limite  su  vuelo  ; 
Y,  semejante  á  Dios,  crea,  y  su    nombre 
Dura  más  que  las  moles  de  granito 
Porque  en  el  alma  humana  queda  escrito. 

Pero  esa  libertad  que  no  halla  acento 

Ni  voz  que  le  demande, 
Esa  amplitud  del  raudo  pensamiento 
Que  mientras  vuela  más,  se  hace  más  grande  ; 
Tuerce  á  veces  su  rumbo,'  su  camino 

En  el  tiempo  cambiando  ; 

Y  así  como  al  cruzar  el  torbellino 
El  águila  caudal  cae  sangrienta 

Del  ra)o  herida  que  cvl  fragor  revienta ; 

Así  el  hombre  que  piensa  y   mundos  crea 

Y  es  dueño  de  sí  mismo 
Desde  la  altura  donde  está,  flaquea 

Y  desciende  con  ímpetu  al  abismo  ; 

Y  aquella  excelsitud,  pasmo  del  mimdo. 

Le  sirve  ahora  solo. 
Como  á  Satán  su  gloria  en  el  profimdo : 
Le  sirve  para  el  crimen,  y  convierte 
La  luz  en  sombras  y  la  vida  en    muerte. 

¿  Sabéis  por  qué  no  hay  pueblo  que  no  cuente 
Tan  horribles  mudanzas, 

Y  ese  como  fenómeno  candente 
Representa  la  historia,   las    semblanzas 
De  los  hombres  ilustres  ?  Porque    olvida, 

Ebria  en  su  necio   orgullo. 
La  humana  ciencia  su  misión  de  vida, 
^Y  cuando  llena  al  mundo  como  ciencia 
Deja  al  hombre  sin  Dios    en  la  conciencia. 


Como  verdad  la  ciencia  hoy  no    responde 
A  lo  que  el  hombre  anhela  : 

Como  bien  calla  triste,  pues  esconde 

En  una  duda  que  la  sangre  hiela 

Tras  estupor  diabrSlico  y  \-itando 
Lo  inmortal  absoluto  ; 

Y  sin  verdad,  sin  bien  ¡  ai  1  ;  cómo  y  cuando 
Iluminar  el  árido  vacío 

Donde  vaga  el  espíritu  sombrío? 

Sin  bien  y  sin  verdad  naturaleza 

Rompe  su  eterna  lira. 
Sueños  y  sombras  son  virtud,  belleza, 
La  sociedad  sarcasmo  :  una  mentira 
La  eterna   religión  :    el  hombre  es  lodo  : 

La  unidad  panteística 
Reemplaza  á    Dios  y  la  materia  es  todo.  . . . 
No  llores,  alma  mia  ;  degradada 
No  serás  tú,  que  la   materia  es  nada. 

Mas  no  es  mejor  que  la   materia  innoble 
El  yo  racionalista  : 

Y  así  como  India  )•  Grecia  son  el  doble 

Y  antiguo  universal  punto  de  vista 
Del  uno  y  otro  error,  así  al  contagio 

De  uno   y  otro  sistema 
Descartes  y    Espinosa  son  su  plagio. 
¿Qué  e.xtraño,  pues,  que  el  ateísmo  cunda, 
Reine  el  dolor,  la  sociedad  se  hi\nda? 

No,  no,  para  que  el  hombre  su  destino 

Cumpla  sobre  la  tierra 
Debe  tomar  la  ciencia  otro  camino, 
Otro  rumbo  mejor.     Si  el  hombre  encierra 
O  lleva  en  sí  el  secreto,  el  hondo  arcano 

Que  descifrar  prpcura  : 
Si  en  el  dualismo  de  su  ser,  su  mano 
Hiende  el  pefiasco  que  á  su  golpe  gime 

Y  el  cielo  hiende  feliz  su  alma  sublime. 


¿  Por  qué  corre  la  ciencia  á  la  ventura 

Y  no  sale  al  encuentro 
Del  Dios  universal?     Si  ella  depura 
Al  hombre  del  error,  y  el  hombre  e.s  centro 
De  esta  armonía  eterna  que  le  absorbe 

En  conciencia  y  espíritu  ; 
;  Por  qué  l;i  ciencia  al  descifrar  el  orbe 


80 


POESÍAS^  FILOSÓFICAS. 


y  al  elevar  al  hombre,  se  resiste 
.A  ver  á  Dios  en  todo  cuanto  existe  ? 

La  inspiración  !  La  inspiración  fecunda! 

La  inspiración  que  exalta 
Y  en  resplandores  nuestra  mente  inunda, 
Eso  no  ha!  en  la  ciencia,   eso  le  falta. 
Sabiduría  humana  que  pretende 

Medir  hasta  por  líneas 
El  bien  y  la  rcrdad,  cuando  desciende 


A  un  tal 


sabiduría : 


¡  Eso  no  es  más  que  pura  mercancía  ! 

¡  Ah  !  las  preocupaciones  nos  aflijón. 

Los  vicios  nos   enervan  ; 
Principios  c]ue  la  ciencia   allá  en  su  oríjen 
Tuvo  en  pueblos  despóticos,  conservan 
Todo  el  prestigio  aun  ....   Esa  constancia 

En  la  idea   científica 
Tal  vez  explicará  la  estravagancia 
De  nuestra  ciencia   Cjue  ;í  los  cielos  toca, 
Huj'C  de  Dios  )•  lo  pasado  evoca. 


:  De  nuestra  ciencia  he  dicho: 


A  o  señores. 


^.  KosotroB  todavía, 

Si  somos  de  la  ciencia  admiradores 
Estamos  libres  de  esa  ciencia  impía  : 
Nación  a^x'r  no  más,  eso  nos  sah'a  ; 

Si  la  llamamos   nuestra 
Es  más  bien  como  idea  :  sol  que  al  alba, 
.Sobre  el  mundo  moral,  nace,  se  encumbra, 
(juia  á  la  humanidail  (i   la  deslumhra  ! .  .  . . 

Cuando  cumj)lido  el  tiempo,    entre  nosotros 

La  ciencia  su  luz  vibre, 
Otra  será  su  esfera,  y  serán  otros 
Los  frutos  del  saber  en  tierra   libre. 
La  igualdad  democrática  que    eleva 

Al  hombre    á  sus  destinos, 
Creará  en  lo  por\enir  la  ciencia  nue\a 
De  paz  y  amor,  la  ciencia  ciudadana, 
Espiritual,    magnifica,   cristiana. 

Esa  sí  que  será  la  ciencia  nuestra: 

Y  ella  será  tan  justa 
Que  hará  causa    común  coii  su%iaestra 
En  todo  bien,  la  religión    augusta. 
La  esfera  ele  esa  ciencia  será  el  vuelo 

De  la  mente  :  su  polo 
Nuestro  Padre  inmortal  que  está  cri  el  cielo, 
Y  su    ipalabra  con  qu.e  al  mundo  asombre 
La  lie  C'iisto  muriendo  por  el  lioml.re. 


Oh  tiempos  !  Oh    destin.os  venideros 

Que  el   espíritu    alcanza. 
Como  el  nauta  entre  sombras  los  luceros, 
Como  el  alma  entre  duelos  la   esperanza. 
Entonces  en  amor  el   hombre  unido 
j'\l  hombre  como  hermano. 
La  senda  de!  progreso    indefinido 
Alegre  seguirá    doquiera  \-ienclo 
Tanta  preocupación  triste  muriendo. 


Y  en  una  misma  adoración,  y  al  grande 

Himno  del  mundo   extenso. 
En   el  Ganges  3--  el  Nilo,  aquí  en  el  Ande, 
Allá  en  el  Quirinal,  el  sacro   incienso 

Y  los  perfumes  mil  americanos 

Quemarán  las  naciones  ; 

Y  en  ese  abrazo  universal  de   hermanos 
La  luz  de  la  verdad  será  tan  pura 
Cuanto,  por  nuestro  mal,  hoy    es  oscura. 


Porvenir  de  los  pueblos!  yo  os  saludo. 

Mi  corazón  se  aplace 
Deesa  felicidad.  Yo  que  no  dudo 
Que  para  ser   feliz  el  hombre    nace, 
Bajo  el  dintel  de  mi  cabana  espero. 

No  como  los  patriarcas 
Al  fatigado  y  mísero   viajero  ; 
Yo  espero  el  sol  intelectual  que  en  calma. 
Dé  vida  al  corazón,  aliento  al  alma. 


Vosotros  lo  esperáis  también,  propicios 

Los  númenes  haciendo 
Bajo  nobles,  benéficos  au.spicios. 
Si  lo  esperáis,  señores,  sosteniendo 
Como   un  derecho,  del  amor  7,uliano 

Este  piadoso  asilo, 
Y  estas  justas  de  paz,  que  el  santo  arcano 
Guardan,  al  ruido  de  la  infanda  guerra. 
Del  porvenir  de  nuestra  dulce  tierra.  ' 

Campo,  pues,   al  viajero  solitario, 

Al    porvenir  fecundo. 
Muriendo  está  el  presente   y    su  sudario 
Aun  sin  cubrirle  el  rosto  ya   está    inmundo. 
Claridades,  fulgores  del  bautismo 

De    la  nueva  existencia, 
Asios  de  la  cruz.  Catolicismo ! 
Tú  vencerás    al  fin  la  ciencia  atea     - 
Con    tu  idea  inmortal .  .  .  .he  aquí  mi  idea  ! 


POESÍAS  FlivOSaiCAS. 


A  LA  MEMORIA 


de  mi  nnbíe  BDMgo  el  Manscal  JiJon  C.  Fslcon. 


MI  corazüii    clui    lu    funcsüi  ^jiiertc 
Viviciiílci    va  iníciiz,   \-   tu  mcamria 
E!  sol  me  muestra  tie  hi   bumaiia  í^loria 
iMitrc  las  sombras   de   la  eterna  muerte. 

¿A  qué  sobre   tu  lápida  ofrecerte 
Coronas  y  laureles  de  victoria, 
Si   el  numen  ó  la  cifra   de  tii  historia 
Fué  la  noble  bondad    de    un    alma  fuerte? 


l',a;_;rimrís  I   solo  l;i¿r¡mas  el  hombre 
Darle  debt.:  en  silencio.     Es  una  ofrenda 
1)Íl;;i.'  de  tus  virtudes,   de  tu  nombre. 

¡  Üli,  dulce  amigo!  ciue  jamas  descienda 
A  esta  silente  tumba   el  triste  olvido  ; 
Tal,  en  plegaria  ardiente,   al  cielo  pido. 


AMERÍCANA. 


VÍRGENES  dulces  de  la  patria  mia, 

De  bendiciones  llenas 

Por  la  fe  ardiente  y  la  esperanza  pía  ; 

Ni  rosas   ni    azucenas 

Compiten   con  vosoti^as, 

Cuando    de  hinojos    imploráis  serenas 

El  corazón  divino  de  María, 

i, a  Reina  excelsa  de  la  patria  mia. 

Al   virginal   amor,    no   de    Bctulia 
Le  seduce  la  historia; 
Vosotras    de    la  riiística    In'perdulia 
Perpetuáis  la  memoria; 


Azucenas  y  lirios 

Mañana    cantarán   la    santa   gloria 
Que  corona   á   las  vírgenes  del    Zulla 
Sin  el  horror  sangriento  de  Betulia. 

Vírgenes   pudorosas,    más  modestas 

Que   la   fior   campesina. 

Dios  os  bendice  al  celebrar  las  fiestas 

De  la  Madre  divina. 

En  contento  tan  puro 

Hasta  el  ave  que   al  cielo  se  avecjn'a 

Canta  con  dulce  voz  en  las  florestas 

La  virtud    de  las  vírgenes  modestas. 


ALAIBA  Y  CORTES.  (*) 


En  tan  divina  pintura 
Bien  se  conoce,  pintor, 
Que  has  bebido  el  agua  pura 
]jc  la  corriente  de  amor. 

Que  tu   ardiente    fantasía 
Para  pinturas  tan  bellas 
Se  baña  al  morir  del  dia 
En  la  luz  de  las  estrellas. 

Que  llevas  en  la  memoria 
Del  dulce,  inocente  niño 
Las  ilusiones  de  gloria 
Y  los  ensueños  de  armiño. 

Oh  I   bien  hiciste,    pintor. 
Con  ese  genio    fecundo 
Buscar  unjanze  de  amor 
Altra','cs  del  niK\'o  mundo. 


(■•')  ,\lu<iiii  i-íos  \  ci'sos  á  im  rV!;uIro  que  oni  mui  ad- 
)i\iviii!u  i'U  un  (.ato  Ud  C;inU'.i::.  .]o.sé  Antonio,  líei'adio  y 
yo  nos  conipromplimus  á  escribiv  acerca  de  él.  Calcaño 
nft  se  volvió  i'i  acordar  del  corapronñso,  Graidia  hizo  cu 
el  acto  sus  versos,  y  1ü.s  piitilicó,  y  yo  borronee  esta  coru- 
(losieinn    y  qnedi')  olvidada,  como  otras  tontas. 


Si  yo  tu  nombre  supiera, 
Al  compás  de  mis  canciones 
Tii  nombre  se  repitiera 
E.-'!  estas  patrias  regiones. 

Bajo  tienda   campesina 
De  forma  un  tanto  moruna 
Se  ve  á  una  virgen  di\'ina 
De  noble  y  salvaje  cuna. 

Con  una  cituathc  de  gala 
Debido  á  la  indiana  rueca. 
Allí  está  la   flor  zempoala 
De  la  pura  sangre  a:íteca. 

En  actitud  que  atesora 
Todos  los  gozes  mundanos. 
Una  arpa  pulsa  sonora 
Risueña  alzando  las  manos. 

Tan  bella  }■  enamorada 
Como  trémula  y  sumisa 
L>e  antílope  es  su  mirada 
V  de  cielo  su  sonrisa. 


11 


POESÍAS  FILOSÓFICAS, 


Y  en  sus  adornos  de  pluma, 
Sus  ajorcas  y  corales 

Se  ve  la  belleza  suma 
Sin  las  tocas  vir^qnales. 

A  sus  pies  }'ace    rendido 
Depuesta  la  altiva  zana, 
Un  capitán  atrevido, 
Un  bravo  adalid  de  España. 

Reclinado  á  la  belleza 
A  c|uíen  estático  mira. 
En  la  diestra  la  cabeza 
Apoj'a  mientras  suspira. 

Y  ella  en  el  pecho,  de  hinojos. 
Parece  oculta,  inocente, 

El  casto  amor  que  sus  ojos 
Revelan  tan  dulcemente .... 

Esta  escena  singular 
T^asa  en  contraste    feliz 
Sobre  la  piel    de  un  jaguar 
Que  sirve   allí   de  tapiz 


Oh  !  ¿quié-n  habrá  que  no  rinda 
Su  vida  en  noble  querella 
Por  una  indiana  tan  linda, 
Por  ima  virgen  tan  bella? 

¿  Quién   con    delirio    no  anhela 
•El  amor  de  una  avecilla 
Criada  en  ñores  de  canela 

Y  perfumes  de  vainilla? 

¿  Quién  no  prefiere  a  la  griega 
Esta  Venus  que  arrebata. 
Cuando  la  del  Pindó  ciega 

Y  la  de  América  mata? 

En  cuanto  á  mi,  }'o  que  piso 
Mi  ¡)atna,  tierra  quimérica. 
Que  no  anhelo  el   paraíso 
l'ues  Paraíso  es  la  América; 

Yo  que  lo  bello  en  la  tierra 
Voi  siempre  buscando  en  pos. 
Porque  en  lo  bello  se  encierra 
El  pensamiento  de  Dios  : 


il' 


Al  enconti'ar  en  la  \'ida, 
De  la  cual  el  duelo  es  parlCj 
Ea  creación  de  Alaída, 
Como  un  esfuerzo  del  arte  ; 

Siente  uria  dicha   tan  grata, 
Tan  profunda  el  aima  mia. 
Que  la  lira  se  desata 
En  raudales  de  armonía. 

El  arte  !  Luz  creadora. 
Que  hace  enérgica  brotar 
}-{ipngcos  en   Eloi'a 

Y  colosos  en  el  mar. 

El  arte  !  inmortal   deseo 
De  todo  ser  inmortal, 
Que  imitando  á  Prometeo 
Roba  el  fuego  celestial; 

A  su  encantado  prodigio 
.Sonríe  la  mar  en  calma 

Y  las  sombras  del  lístigio 
Llenan  de  terror  el  alma. 

Naturaleza  que  esconde 
Doquier  sus  leyes  sencillas 
Del  arte  á  la  voz  responde. 
Responde  con   maravillas. 

Ve  la  historia  y  por  su  prisnia 
Presenta  en  modelos  plásticos 
La  \'erdad,  la  \'erdad  misma 
Con  mil  arreos  fantásticos. 

Así  toman  nuc\a  vida 
Dofla  Marina  y  Cortés, 

Y  sale  al  mundo  Alaída 
Con  el  guerrero  á  sus  pies. 

Oh  !  bien  hiciste,  pintor, 
INjner  tu  genio   fecundo 
Al  servicio   del  amor 
En  esta  parte  del  mundo. 

En  cuanto  ¿mí,   que  en  mal  hora 
A  huirse  el  numen  empieza, 
Tu  Alaída  me  enamora, 
Tu  Alaída  me  embelesa, 
lorida,  24  de   Mayo  i8ñ,v 


SUEÑOS  Y  LAGRÍMAS. 

Con  la  noticia  de  la  rauerte  de  mi  hijo  Mannel. 


¡  AH,  cómo  es  siempre  el  dolor 
La   sombra  de  nuestros  días, 

Y  al  más  puro    resplandor 
Siguen    noches  de  terror 

Y  mortales   agonías ! 

Tras  un  placer  que  se  toca 

Y  se  realiza  en   la  tierra, 
Alza  el    pesar  vma  roca, 


Que    á  nuestra    esperanza    loca 
El  ancho    camino  cierra.    . 

Así    cuanto  el    alma  triste 
En  el    universo   adora 
De  negro  color  se  \iste. 
Porque  siempre  al   hombre  asiste 
La    desdicha  aterradora. 

Yo  infeliz  Inibe  un    consuelo 
Después  de  uu  dolor  ]irolij(i: 


poesías  filosóficas, 


33 


Mo  hallé    bendiciendo    el  ciclo 
En    el  sim])ático    anhelo 
De  la  adoración   de  un  hijo. 

Tan  colmada  era  mi  «gloria, 
Que  doquiera  mcseguia 
])c  acjucl    liijo  la  memoria, 

Y  era    su  vida  ilusoria 
La  dulce  esperanza  mía. 

Sintienilo    partida  en  dos 
El  alma  pura  y  sencilla, 
iba  de  mi  alma  en  pos. 
Dando   alabanzas    á  Ditjs 
Con  el  llanto  en  la  mejilla. 

— Mortal,    ¿envidias   mi  suerte 
Tú,  que  has  perdido  la  calma? 
¡  Hela  aquí  que  se  convierte 
En  la  verdad  de  la  muerte 

Y  en  las  tristezas  del  alma ! 


li 


Ausente  de  mi  hogar  voi  jjeregi'ino, 
Trémulo  de  dolor,  la  frente  mustia 
Buscando  alguna  sombra  en  mi  camino, 
l^idiendo  á  Dios  un   bálsamo  á  mi  angustia. 

En  vano  con   el  duelo  y  la  fatiga 
Mi  cuerpo  cede,  á   veces  se  quebranta. 
Que  una  fuerza  tenaz,  .siempre  me  instiga, 
Que  un  secreto  pa\'or  doquier  me  espanta, 

Del  corazón   en  el  recinto  estrecho. 
De!  ahna  en   lo  profundo  \'ive  asida 
Morrible  sierpe  t^ue  me  oprime  el  pecho, 
¡  Honda  tortura  de  mi  triste  \-¡cla  ! 

Y  ese  dolor  no  duerme  ni  un  momento 
iS'i  con  la  luz,  ni  en  noche  pavorosa; 
Mientras  más  lo  rechazo,  más  lo  siento; 
Cuando  quiero  olvidarlo  más  me  acosa. 

La  tortura  es  igual  si  en  brusco  empeño 
Sacudo  mi  letal  melancolía. 
La  herida  se  desangra   con   el  sueño. 
La  sierpe  me  devora  con  el  día  ; 


Me  o)en  llorar  en  medio    de  la  sombra  ; 
De  la  alta  noche  en    el  silencio   umbrío. 
Dicen  que  el  labio  misterioso  nombra 
C<jn  un  vago  temblor  al  hijo  mió; 

¡  \'  dicen  la  \erdad  I   J^jrque  la  caima, 
Al  huir  del  coraz(jn  dej(j  en  mi  duelo, 
La  memoria  del  hijo  de  mi  alma 
Que  Dios  llamó,  para  probarme,    al  cielo. 

III 

Alba  que  aj)énas  se  enciende 

Y  al  improviso  se  apaga. 
Avecilla  que  se  traga 

El  ronco  mar ; 
Mijo,  del  cielo  desciende, 

Y  de  Dios  al  poderío 
Calma,    cuitado  hijo  mió, 

Mi  hondo  pesar. 

,\h  !  que   síjlo  la  inocencia 
De  un  ángel,  cvial  tú  divino, 
l'uede  cambiar  mi  destino 

Aterrador; 
Mas  si  en  mi  horrible  sentencia 
Xada  puedes,  dame   aliento  • 

l'ara    sufrir  el    tormen.to 

De  ni¡  dolor. 

Yo  quiery  adorar  de  hinojos 
La  mano  c^ue  asi  me  oprime. 
Cuando  en  lo  profundo  gime 

Todo  mi  ser ; 
Mas  salta  el  llanto  á  los  ojos 
Y  no  puedo  lo  que  c¡uiero, 
l'or  ([ue  ¡  oh   .Señor  !  desespero 

De  tu   poder. 


Señor,  era  mi  hijo  ;  en  la  balanza 
De  tu  justicia  se  pesó  mi  amor 
Y  en  el  hijo  falló  de  mi  esperanza.  .  . . 
T     ¡  Cumplida   está  tu  voluntad,  Señor ! 


CÁHSANCÍO. 


CANSADíJ  estoi,   el  porvenir  me  aterra. 
El  alma  mia  en  el  dolor  se  lanza. 
La  dicha   para  mí  nunca  .se  alcanza. 
El   placer   para   mi    sus   puertas    cierra. 

Ni  una  luz  en  el  Cielo,    ni   en  la  tierra 
Un  amor,  ni  su   pálida  semblanza, 
'Ni  sueños,  ni  ilusiones,  ni  esperanza.  .  . . 
¡  Sienii)re    el  pesar  al  corazón  se  aferral 


Mas  como  canto  a  veces,   piensa  el  hombre 
Que  mi  vida  es  feliz;  ve  cuando  rio 
Y    no  la  angustia   de   mi  faz  inerte, 

Que   bien   revela    mi    profundo  hastío, 
Este  cansancio  que  no  tiene  nombre, 
Esta  existencia  que  trocara  en  muerte. 


84 


POESÍAS  x^iLOSÓFiCAi, 


GÜAICAI 


Fragmento   ds 


nü  "Ganto  radiano." 


í. 

¡QUIÉN  más  digno  de  fórvida  plegaria 

Y  del    canto    sublime  del  poeta, 
Que    el    indio   cuya  tumba  solitaria 
Baten    las  ondas  de    la  mar  inquieta? 

¿  Quién    la    fortuna    al  relatar  contraria 
De  tanto   invicto  lidiador   atleta 
No  alcanza.^  fama   y    duradero  nombre, 
Sueños  divinos  con  que  sueña   el  liombre? 

lí. 

Yo    que    la  luz  de  la  abrasada  zona 

Vi  en-este  Cielo  por  la  vez  primera 

Al  grito   de  las  liuestes    de  Belona, 

Al  abatir   Espaila   su   bandera. 

Yo  que  entusiasta    busco   una   corona 

Que  aliente  acaso    mi   ambición  sincera, 

¿Cómo  podré  callar  cuando  aun  se  nn'ra 

De  uiipueblo  heri'iieo   la   sangrienta  jiira  .•• 

IJl. 

Es  fuerza,  empero,  tú,    Genio  sombiío 
Que  musitas    del  indio  los  cantares. 
El  noble  ardor   que  siente   el  pech-n  mió 
Al  través   de  los  vientos    \- I("!S  ir.:ii-es  ; 
En  alas  de    tu   inmcnse.    |^.0!'vi-íi_' 
Sabré  olvidar  mis  duelos    y  iie.-ares, 
Sabré,  buscando   duradera  g'^ri;;. 
De   tí  aprender  alguna  antigua  liistiiria. 

ÍV. 

Y  vosotros  también,  I\ianes   sagrados, 
Que  acaso    en    el  silente  bosque  oscuro 
Eos  restos   contempláis   cns'iiigrcntados 
Del  invencible    y   bra\-<:j  (  t u.\\c:.\ [:\\ro  : 
Vosotros    que    pcdis  dcsespecadüs 
Venganza  al  Cielo  en  funeral  e'  niLii'i, 
Vosotros,   si,   porq-tie  ;i  cantar  me  anime 
Daréis  al  mimen  \'uesi;''i  ardí:,-  sul)liine. 


Que  ha   tiempo  lejos    del  mundano  brillo 
Libre  vivir    en  la  floresta  rinbelo, 
Donde  pace  triscando    el  cerxatillo 
La    fresca  yerba    del   fecundo   siieio ; 
Y  bajo    el  árbol    del  Iio'^ar  sencil!'), 
Fija  la  vista    en  el  azul  de!  Cielo. 
En   las  estrellas  distinguir  aiguna 
De  esas  que  alumbran  n.ue-stra  débil  cuna. 

VI. 

Por  la  senda   del  corzo   y  l,"i  gacela, 
Del  manchado  jaguar    en  la  batida. 
El  pensamiento   como  el  a\-c  \uela 
Con    los  sueños  radiantes   de  la  \  ida  : 
Lejos  del  mundo   el  alma  su  consuel.i, 
Acaso  sin  razón,   pero    veiicifla 
Con    los  bellos  recuerdos   del  pasado, 
Edén  siempre  florido  y  perfumado. 


Al    ruido   misterioso  que  levanta 
.\igun  oculto  y  tropical  torrente, 
IMiéntras    que    purpurina    se    abrillanta 
La  luz  de!  Cielo  en.  olvidada  fuente  : 
En  tanto  la  ¡/aloma  gime  ó  canta, 

Y  en  la  campiña  vaga    el    puro  ambiente  ; 
Yo  e\"ücaré  un  recuerdo  transitorio 

Al  pié    de  algún  den-uido  adoratorio. 

lín   el  valle  risueño  de  las  flores 
Veréis  una  nación    libre  y  salvaje 
A  sus    dioses    pidiendo,  vengadoras, 
La-Ncn  con  s;ingre  el  recibido  ultraje: 
V'^ereis    ciimo  iricendiando   sus  alcores 

Y  ñuycndo   á   lo   profundo  del    boscaje 
Espantaban  los  tercios  españoles 

Ai    son  de  su>  torcidos  caracoles. 

Vei'cis    en  la   empinada,  serranía 
Ceinda  de  ixdmeras  y  maizales. 
Las  hcf-tas   del  anior  }■   la  alegría. 
Las  danzas  d::  los  pueblos  tropicales: 
\' eréis  ojállas  de  la  naai-  bravia, 
Recojiendei    telinas   y  er.jrales, 
La  ^•írg'■e^  de  la.  tribu   caraqueña 
De  blanca  tlentadura    >•    tez  trigueña. 


I>os  caciques  veréis  de  la  montaña. 
Cual  bandad.ís  de  buitres  carniceros, 
/\tre\-idios  bajar  ;¡  la  campaña 
S'.güidiis  de  sus  ínclitos  guerreros: 
Veivis   también    de  la  remota  España 
Ln.  puñado  ¡'in)orc:d  de  aventureros 
'1  al  vez  Ile\-;!r  ;i    cabo  un  imposible 
Ci>n  (L'iuiei.li;)  y   waior  inmarcesible. 

(Jeidtaejí  la  neblina,  de  ki  vega 
Teñida  con  ¡a.  ¡¡lirpura  del  dia, 
Verei--.    L-1    lujo  opimo  tjue  desplega 
La  tiVrrida  y  c  im¡)esli'e  ¡:iradería. 
En  !a  est.ieion  aleg:';,:   lie  la  sieg.'i 
Yej'eis  del  Üñirr    ]jim'  la  linía  fria. 
Sus  redes  cx: eiiíiiv'ud.i   ins   gandules 
En  pirageas    \'  ti'oncos  de  ai:icdules. 

Tenditlo   el    :irei_)    deyVí'V//' Kieieníe, 
One  cruje  a. I  tiro  de  .la  flecha  ;iguda. 
Algún    cacique  mirareis  valiente 
Noble,  prestando  á  su  enemigo  a\uda. 
A   tan    grande  heroísmo  el  pecho  siente 
Que    a   esa  libre  n:icion  salvaje    y  ruda 
La    suerte   le  cupiera  del  vencido.  ...'..    ' 
L^ormir    el    triste  sueño   del  oK'ido. 


poesías  filosóficas. 


85 


Vencieron  sí,  las   gentes    extranjeras  ; 
Pero  la  tribu   entonces  ultríijada 
Con  sangre  álimentí)  las  torvas  fieras, 
Kn  horrible  holocausto  derramada: 
Vencieron.  ..  .más    las    aves    carniceras 
Tuvieron   en   la  tierra  conquistada. 
Amplio   festin    de  castellanos  pechos, 

Y  cráneos   paljiitantes    _\'  deshech(js. 

XIY. 

Inmortal  (juaicaipuro,  tu  destino 
Las  tribus  valerosas  lamentaron,     ■ 
Cuando   en  alas  del  viento  campesino 
I>as    nuevas    de  tu  muerte  se  escucharon 
Así   corriendo    el   i)iélaL;'o  marino 
Bajel    que    otros  bajeles  saludaron. 
Encalla    de    improviso    en    una    roca, 

Y  es    contado  su  fin  de  boca  en  boca. 


XV. 

Venid,  Génio^,  venid,  dadme  un  acento 
Que  imite  en   alta  noche  silenciosa 
Los   jemidos  fantásticos  del  viento 
Ln  la  tieri-a  del  indio  deliciosa  : 
Dadme  también  el  eco  turbulento, 
Que    al    morir  de  l;i  tarde  vaporosa 
Despide  la  insondable  catarata 
Bajo   sus    plumas    de    carmin  y  plata. 

Venid,    (iénios,   venid,    mientras  la  luna 
Se  va  invisible  al  asomar  la  aurora, 
Yo  ensayaré    la  voz  en    mi  laguna, 
Porque  suene  dulcísima  y  sonora. 
Confiado    en    el    favor   de   la  fortmia, 
Y  bogando  en   mi  barca  pescadora, 
Voi  á  sacar  del  lúgubre  pas;uIo 
LTn   b.echo    sin    igual    aunque    olvidado. 
Diciembre  de  ¡8;  i. 


A  MARÍA 

En  su  Drimera   comaniou. 


■  ■} 


YA  sé  que  contenta  vienes 
¿Qué  te  han  dicho  en  este  dia 
Los  ángeles,  hija  mia, 
Al  pié  del  divino  altar 
Seguro  estoy  cjue    volando 
Te  alzaban  ci  blanco  \'elo 
Para  contar  en  el  cielo 
Tu  santa  felicidad. 

Mientras  recibiendo  esUibas 
El  augusto  sacramento, 
Como  de  apacible    viento 
Sentí  en  el  aire  un  rumor. 
En  nuestro  hogar  solitario 
Todos  fuimos    sorprendidos 
Con  misteriosos  sonidos. 
Hija  de  mi  cora/.on. 

Y  fué  que  el  ángel  custodio 
Que  á  Dios  tu    plegaria  eleva, 
Al  verte  en  gracia,  la  nueva 
Vino  á  trLicrmc  fugaz  ; 

Y  aunque  cantaba  niu>"   ledo. 
Tal  vez  con  la  niara\-illa. 

De  asombro  la  simplecilla 
Inés,  se  puso  á  llorar. 

Pero  el  niuiciu  de  tu  gloria 
De  Inés  luego  el  llanto  calma 

Y  después  le  habló  á  mi  alma 
De  la  esperanza  y  de  Dios. 
Cuando  desplegó  á  los  cielos 
Sus  alas  en  raudos  giros 

Se  ahogaba.n  los    suspiros 
Dentro  de  mi  corazón. 


Tú  haz  crecido  en  los    dolores 
De  la  dulce  patria   ausente 
Hoy  como  ayer  á  tu  gente 
Viendo  estás  triste  sufrir. 
No  hay  voz  para  la  venganza 
Donde  á  Dios  se  da  por  prenda. 
De  perdón,  la  misma  ofrenda 
De  nuestro  llanto  infeliz. 

La  religión,  hija  mia. 
Une  en  amor,  cielo  }•  tierra, 

Y  los  destinos   encierra 
De  la  pobre  humanidad. 
Nada  hay  firme  ni  durable 
Si  el  hombre  poder  ohida 
En  las  obras  de  la  \-itIa 
La  idea  de  lo  inmoriru. 

Que  lí)  inmortal  siempre  sea 
El  norte  de  tus  acciones, 

Y  las  míseras  pasiones 
.Se  humillarán  á    tus  pies; 
Porque  sábelo,  í.faria, 

Si  el  mal  nuestra  \'ida  alfoiiibra, 
.Solo  lia}-  luz  para  esa  sombra 
En  Dios,  origen  del  t^ien. 

El  liombre  en  constante  lucha 
Fuerza  en  sí  tan  solo  encuentra 
Cuando  su  vida  concentra 
En  practicar  la  virtud  : 
No  de  otro  modo  ya   hundido 
Alguna  \'ez  retrocede. 

Y  salva  el  abismo  }'  puede 
Hallar  de  nuevo  la  luz. 


86 


POESÍAS  FILOSÓFICAS, 


Mas  no  te  aflijas,  que  alegres 
Están  tus  padres,  María, 
¿  Qué  te  ha  dicho  en  este  dia 
Tu  séquito   celestial? 
Es  una  gloria  muy  grande 
Que  Dios  me  da  por  consuelo  : 
¡  Traerme  nuevas  del  cielo 
La  paloma  de  mi    hogar  ! 


Son  las  únicas  que  pueden 
Volver  al  hombre  la  calrna ; 
Dios  te  bendiga,  mi  alma, 
Que  en  tí  me  la  vuelve  Dios. 
Bien  me  lo  dijo  en  secreto 
El  ángel  tras  raudos  giros. 
Dándole  dulces  suspiros 
Al  sombrío  corazón. 

Coro,    Mayo  30  de  1869. 


A  CÜMANÁ!» 


¿  ES  esta  la  ciudad  que  del  oriente 
ürgullosa  asomaba 
A  la  orilla  del  mar  resplandeciente, 

Y  á  los  pueblos  gritaba. 

Del  trueno  con  la  voz  dominadora 
Ser  ella  la  primera  y  la  scriora? 

¡  x'Yi  I-en  silencio  lúgubre  y  sombrío. 
De  miedo  palpitante, 
La  ciudad  de   las  palmas  en  el  rio, 
Cumaná  la  arrogante. 
Yace  por  tierra  como  vil  mortaja 
Que  el  viento  airado  de  las  tumbas  aja. 

Genio  del  Infinito  doloroso 
Que  por  los  cielos  jiras, 
Que  lanzas  ¡  ai  !  con  eco  pavoroso 
Armado  de  sus  iras 

Y  al  ruido  de  las  roncas  tempestades 
La  voz  que  pone  espanto  á  las  ciudades. 

Venid  á  mí  que  la  tristeza  canto 

Y  la  sombría  suerte, 

Y  el  repentino  }"  fuiíei'al  espanto 
Horrible  de  la  nuierte  : 

Que  le  cupo  en  el  libi'o  de  la  vida 
A  Cumaná'  la  bella  y  la  aguerrida. 

Aun  resonandu  esta  tiel  hondo  abismo 
El  trueno  retumbante 

Y  la  que  fué  ciudad   del  heroísmo, 
El  paladión  brillante 

De  mil  valientes  que  la  patria    enciei'ra, 
Anonadada  está,  yace  por  tierra. 

Así  del  mar  batiendo    las  es¡íunias 
Confiada  en  su  pujanza, 
La  cóndor  tropical  de  negras  plumas 
A  los  cielos  se  lanza, 

Y  allá  en  los  Andes  donde  libi'e  anitla 
Las  otras  aves  ;i   \'iilar  convida 


Mas  ai !  que  sobreviene  la  tormenta 
Tórrida  y  repentina, 

Y  al  fragor  de  la  nube  que  revienta 
En  la  eminencia  alpina, 

De  roja  luz  la  atmósfera  se   inunda 

Y  á  tierra  \iene  el  a\'e  moribunda. 

Tal  quisieron  tus  hijos  en  sublime 
Delirio  le\-antarte. — 
Suena  el  clarín,  la  multitud    se  oprime 
En  torno  al   estandarte 
De  rebelión  sangrienta;  voz  infanda 
Venganza  al  cielo  con  .furor  demanda. 

El  chocpie  de  las  armas,   el  crujido 
Del  carro  de  la    guerra. 
La  confusión,   la   rabia,  el  alarido 
Co'lérico  (}ue  encierra. 

El  estruendo  de   un   pueblo  que  orgulloso 
Sacrifica  á  la  gloria  su   reposo, 

Todo  en  ti'opel  el   vengativo  bando 
Apresta   turbulento. 

Y  el  canon  de  la  alarma  retumbando 
Acrece  el  ardimiento 

De  acpiella  juNcntud,  (]ue   en    su  heroísmo 
Cantaba  al  borile  del  profundo  abismo. 

Ya  parten-uii    momento-"  combatientes 
"Jílandid  \'uestras  espadas, 
"La  gloria  no  abandona   á  los  valientes 
"(.|)ue  \'engan  ultrajadas 
"Le}-es  y  libertatl,  gloi'ia  busquemos. 
"¡  Sus  los  guerreros,    á  la  lid  niarchemos !' 

Y  aciuella  \'oz  tiue  repetir  procura 
El  ))ueblo  en  su  entusiasmo 
De  improviso  se  apaga....  nube  oscLU'a 
Se  extiende  en  hondo  pasmo, 

Y  cobija  la  atmósfera  infinita  ' 
Como  el  sudario  de  la  cruz  bendita. 


POESÍASFILOSÓFICAS. 


LA  LEYENDA  D£  UNA  FLOR. 


87 


Una  xiña.^ — YA  rc\olcindo  pasan 
Las  mariposas 

Con  sus  carmíneas  alas 
Color  de  aurora: 
;  De  dónde  vienen 

Cuando  brotan   espigas 
Los  campos  verdes  ? 

La  MADRK. — Nadie,  niña,  lo  sabe  ; 
Pero  es  lo  cierto 
Que  de  improviso  salen 
En  blando  vuelo . . . 
La  niña. —  ¡Ai,  madre,  madre. 

Quién  fuera  mariposa 
De  los  rosales  I 

La  maukk. — ;Qué  ganaras  con  ello? 


La  niña.— 
La  maurk. 

La  niña. — 
La  mapkk.- 


Volar  ufana, 
Y  remontarme  al  ciclo 

I)c  la  cspcraur^a. 

— Pobre  hija  mia. 
La  cspcram^a  es  mi  s/trj'/o. 

I'imIo  es  iiicutira .... 

;  Luego  el  mundo  se  \iiel\-e 

I\íentira  todo? 
-.Sueños  el  mundo  tiene. 

Niña,  tan  locos. 

Que  ni  aun  despiertos 
Comprenden  los  mortales 

(^ue  lodo  es  sjiefw. 


La  m^a. 


-¡  .Ai,  dulce  madre  mia, 

Quién   lo  crej-e'ra.  ...  I 
L.^  MADKK.—  ()\e  mi  pobre  hija. 

La  liorrible  endecha. 
La  suerte  aciaga 
De  una  flor  en  los  tiempos 
Que  ellas  soñaban. 

Era  una  ro.sa  gentil 
Tan  bella  y  encantadora. 
Como  un  rayo  de  la  aurora 
En  las  mañanas  de  abril. 

En  sua\'es  himnos  de  amor 
-Saludábanla  de  lejos, 
\'a  los  lindos  azulejos, 
"\'a  el  plateado   ruiseñor. 

Isleña  de   dulce  sonrisa. 
Haciendo  de  amor  alarde, 
Se  columpiaba  en  la   tarde 
Al  murmullo  de  la  brisa. 

Doquiera  tímida    oia 
Una  voz  de  complacencia, 
Y  el  carmín  de  la  inocencia 
De  su  corola  perdía. 


Como  el  amor  es  fecundo 
En  los  sueños  de  la  vida, 
(olvidaba  entretenida 
Los  desengaños  del  mundo. 

Hija,  no  vez  cual  se  lanza 
Al   prado  la  mariposa? 
Así  volaba  la  rosa 
En  alas  de  su  esperanza. 

¡  Ay,  que  gustando  el  placer. 
Por  má's  que  encantado  fuera. 
La  rosa  en  pos  de  una  hoguera 
Iba,  pues  era  muger  ! 

Que  cpiien  sueña  en  sus  antojos 
Una  ilusión  indecisa. 
Riega  la  tierra  que  pisa 
Con  lágrimas  de  sus  ojos. 


V\\  día  que  en  su  arrebol 
Brillaba  el   .sol  incendiario, 
Pasó  volando  un  canario 
Abrasado  por  el  sol. 

Y  como  \'iera  la  ro.sa 
Que  iba  á  morir  de  fatiga; 
.Sin  pensar  á  cuanto  obliga 
La  juventud  pudorosa ; 

(~)  tal  vez  al  halagüeño 
Pensainienlo  en  que  \i\'ia. 
Creyendo  realizaría 
Con  el  canario  su  sueño;       v 

])ej()  posar  fatigado 
Al  ave  en  sus  frescas  hojas. 
Que  cambió  negras  congojas 
Por  un   nido  ¡¡erfumado. 

AvK, — Rosa,  te  debo  la  vida. 
Flor. — P)¡en  está,  canta  sus  bienes. 

A\'l':. — ¿Sobre  este  ti-ono? 
El,(  iR. —  ;  Tú  tienes 

Quien  ser  rey  acpii  te   impida? 

A\'i;. — Ño,  florecilia.    ;  Ai  de  mí ! 

¡  Soi  tan   feliz  ! 

Fl.oR. —  Eso  quiero. 

Ave. — Rosa,  de  contento  muero.  .  .  . 
Fl.OR. — También  }'o  muero  por  tí ...  . 

Vino  la  noche,  en  su  calma 
Llena  de  dulce  misterio. 
Rompieron  el  cautiverio 
De!  corazón,  por  el   alma. 

Aquella  dicha  miraron 
Las  esti-ellns  en    el  cielo, 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


y  en  triste  señal  de  duelo 

Kn  la  sombra  se  ocultaron  . .  . . 

Cuai^do  la  aurora  en  oriente 
Aderezaba  su  earro, 

Y  se  mostraba  el  bizarro 

,  Sol,  de  luz  resplandeciente  ; 

Sonó  en  amoroso  exceso, 
Llevado  d.cl  viento  en  pos. 
El  más  tristís/mo  adiós, 

Y  el  ra:is  dulcísimo  beso. 


Después,  hija,  nada  extraño 
Sucedió,  lo  saben  todos, 
Porque  es*dc  distintos  modos 
T.a  historia  del  dcscní^'año. 

Es,  sin  que  mude  de  suerte, 
El  mismo  mal,  el  fin  mismo; 
Tras  de  una /ti //a  el  abismo, 
Luego  el  olvido  y .  .  .  la  iimcrJc. 

]^o  tiene  la  juventud. 
Para  su  fcr\'ido  anhelo. 


Jfas  lii:~  que  la  lar:  tiel  cielo, 
Jlfríx  senda  que  la  virliid . 

Si  hai  pasiones  cu}-o  instinto 
( )primen  al  Cíírazon, 
y  ofuscan   nuestra  razón 
Del  mundo  un  el  hiberinto  ; 

Nuestra  constancia  en  \'crdad. 
Todo  lo  alcanza  y  lo  puede. 
Que  la  jDasion  siempre  cede 
A  la  firme  voluntail. 

Hija,  ya  sabes  la  historia 
De  la  flor  de  la  campiña; 
No  la   olvides,  pobre  niña, 
Tenia,  tenia  en  la  memoria. 

La   MXA. — Ya  no  quiero  ser,  madre, 
i'ras  esa  historia. 
De  l'is  frescos  rosales 
La  mariposa. 
La  MAiiRt;. — Dios  te  bendiga, 

Porque  olvidas  tus  sueños. 
Casta  hija  mia. 


EL  BARWIMISMO. 

( inédita.) 
MONISMO,  TRANSFORMISMO,  POSÍTíVíSMO,  LAMARK,   DARWIN,   LITTRE. 

A  mi  amigo   K.  G.  Pardo. 


En  liras  mui  risueñas. 
Talismán  y  fortuna  de  aquel  bardo. 
Que  baila  por  más  señas. 
Las  zambras  caraqueñas 
El  retronante  ( juaicaipui-o  Pardo. 

En  liras  por  mejores, 
Al  gran  Lamark  he  de  cantar  lo  mismo 
(;¿ue  á  Littré,  sobre  flores, 
Lo  mismo,  sí,  señores. 
Que  á  Darwin  el  titán  de!    darwinismo. 

Paso,  paso  á  la  ciencia 
Maguer  llore  Delgado  }•  llore  Sil\-a. 
i\\  verla  en  su  demencia 
A'estida,  sin  conciencia. 
Con  tela  burda  de  pintura  jilba. 

¿Y  tpié  mucho    consienta 
La  nueva  ethaira  de  la   \"ieja  Europa, 
Llevar  tal  vestimenta 
.Si  con  ella  á  la  cuenta 
Quién  sabe  ¡  vi\'c  el  cielo  1   lo  cpie  arropa: 

Mirad:  la  tierra  ardiente 
Da  vueltas  en  la  atmósfera  infinit.i ; 
L'ii  átomo  vi\-icnte 


Aquí  y  allá  inconsciente 

Como  el  huevo  braininieo  palpita. 

Cierta  luz  subitánea 
A  Lamark   ilumina  en  un  esguince: 
En  la  greda  melánea. 
Pía  \'isto  la  espontánea 
(ieucraeion  feliz  su  ojo  de  lince. 

Ha  visto  ese  "Gran  todo" 
]5ajo  un  gl('>bulo  ó  germen  prototipo 
De  arena,  lama  ó  lodo 
Ocultando  á  su  modo 
T.a  creación,  como  la  historia   el  quipo. 

Un  dia  resonante 
El  informe  planeta    en  su  congoja. 
De  fuego  exuberante. 
De  un  instante  ;i  otro  instante 
An-oja.  .  .  -¿ciué  decís?  13igo   que  arro¡a 

l''l  átomo  que  brilla 
i  nifoi'me  y  tenaz,  sombrío  y  fuerte; 
Y  el  ;itomo  ó  celdilla, 
Al  átomo  se  anilla 
;  A'  en  \arie(.lad  de  cosas  se  conx'icrte  ! 


poesías  filosóficas. 


sa 


Diversa  cuanto  impura 
La  materia  vital  con  faz  distintr;  ^ 
Según  es  valle,  altura 
Playa,  .loma,  llanura 
Aríoma.  .'íe  aparece,  bulle,  pinta. 

Con  su  ley  ó    teoría 
El  hasta  el  mono  llega  por  ejcni¡)¡o, 
Pero  se  atasca  un  dia, 
;  Qué    hacer  por  vida  mia.-' 
Oid,  que  cuanto  sigue  vale  un  templo. 

Cual  refrescatite  ahorro 
Sobre  una  calva  de  lustroso  viso, 
Asada  bajo  un  gorro, 
De  Lamark  al  socorro, 
A<?í  aparece  Darwin  de  ímprovi.-o. 


¡  Oh,  milagro  completo! 
Que  envidia  á  Londres  la  ciudad  del  Louvre  ! 
¡  Quieto   Lamark,  quieto  ! 
¡  Ha  pasado  el  aprieto  L 
Danvin  la  le\-  de  selecion  descubre. 

¿  Eso  es  \-erdad  ?    ¿  La  huella 
Del  pasado  aclararse  no  habéis  visto  ? 
De  hoy  más  Danvin  con  ella 

El  fanatismo  sella 

Ni  necesita  á  Dios,  ni  piensa  en  Cristo. 

Y  el  pobre   Adán,  hechura 
De  la  suprema  y  sabia  omnipotencia,. 
En  CUJ71  faz  fulgura  I 

El  sol  de  la  hermosura, 

Y  el  soberano  don  de  la  conciencia ; 

1 

Viene  á  ser,  en  efecto,  j 

Tras  moldes  y  patrones  embrionarios 
L'n  animal  correcto, 
Digo,  lo  más  selecto 
De  tantos  monstruos  y  recortes  varios, 

i 
Darwin  en  su  egoísmo  j 

Lo  veis?  Hace  del  hombre  un  semitono 
Eh!  no  hace  al  hombre  mismo?. . . . 
Primero  el  Darwinismo 
Acaricia,  tantea. .  .  .escoje  al  mono. 

¿  Pudo  al  fiero  caraire 
Escojer  nuestro  sabio  en  vez  del  jimio? 
No,  scílor,  por  el  aire. 
El  aquel  y  el  donaire 
Sacó  mejor  del  mono  al  hombre  eximio. 

La  selecion  al  cabo 
Perfecciona  al  cuadrúmano  babieca. 
Habla  y  serie  ¡bravo  ! 
Desaparece  el  rabo .... 
1'ierde  lo  sustancial-pierde  la  mueca. 

,  Entonces . . . .  ¡  vaya  un  mito  ! 

Por  más  que  el  mismo  Satanás  se  asombre, 

Y  retiemble  á  su  grito 


El  cóncavo  infinito, 

Dei  Cuadrúmano  entónce.s  sale  el  hombre. 

Y  a!  pronto   que  vejeta 
De   sí  arroja,  tras  saltos  convulsivos 
Al  calor    del   planeta 
Deforme  é  incompleta 
Lama  de  m.iémbros  y  fragmentos  vivos. 

¡  Que  digo  ¡  Allí  procrea 
La   esdrújula  molécula   el  Bisonte,. 
La  vaca  que  cornea. 
El  pez  que  el  mar  pasea, 
Y  el  tigre,   la  serpiente,  el  mastodonte! 

Un  rayo  incohercible 
De  luz  solar  allí  transforma  leve 
El  lodo  en  algo  horrible. 
En  un  feto  sensible,  ^ 

Acaso  en  un  andróiino  de  nieve. 


En  cuanto  bulle  esbelto. 
En  su  cosmos  Lamark  le  busca  en  vano. 
Todo    allí  vive  suelto, 

Y  monstruoso    y  revuelto. 
Esperando   sombrío  al  ser  humano. 

Y  mientras  todo  en  vilo 
O  en  torbellino  va  sin  voz  ni  nombre, 
Lamark  pierde  el  hilo 

¡  Que  digo  I   Está  intranquilo 

¿Cómo  saltar  de  lo  monstruoso  al  hombre? 

No  en  valde  siempre  anhelo 
De  la  gloria  llegar  al  regio  trono, 
Volar,  volar  al  ciclo  ; 
Imitar   en  el  vuelo 
Al  águila  caudal  ¿no  he  sido  mono  ? 

¿Qué  piensas,  alma  mia, 
De  tanta  sombra  al  fin  de  la  jornada? 
Ni  Dios,  ni  amor,  ni  guía  ; 
La  ley  de  la  armonía 
Rota  en  pedazos  mil,  y  luego. . .  .nada, 

Jamas  en  el  desierto 
Se  oyó  gañir  con  tal  espanto  al  lobo  : 
Murió  Colon  !  Es  cierto? 
Sí,  pues  al  hoyo  el  muerto, 

Y  el  que  vive  ala  hogaza  y  ruede  el  globo. 

;  Sabéis   si  en  cuanto  existe 
Hubo  mayor  desolación  ?  Tremendo, 
¿Quién  tal  dolor   resiste? 
De  hoy  más  el  hombre  triste 
Se  inclinará  á  la   tumba  maldiciendo. 

Con  tan  negra  semblanza 
Del  caos  ¿qué  ha  de  hacer  en  su  impotencia? 
Del  ser  en  la  balanza 
Le  arrancan  la  esperanza, 

Y  le  arrancan  el  alma  y  la  conciencia. 

13 


90 


POBSlAS  FILOSÓFICAS. 


A  LA  ESTRELLA  DE  LA  TARDE. 


I. 


CAMPANITA  dephita 
De  tan  gran   templo, 
Trémula   y  solitaria 
Sobre  los  cielos ; 

Yo  te  diviso 
Suspendida   en  los  camisos 

Del  infinito. 

Cuando  á  la   fin  del  d¡a 
La  tarde  asoma 
Eres   la  campanita 
Oue  ;i  duelo  toca  ; 

Así  los   ángeles 
Saben   allá  en  el   cielo 

Cuando  es  de  larde. 

Campanita  te  llamo 
Sientlo  un  lucero. 
Mientras  voi   suspirando 
Con  mis   recuerdos  ; 

Es  que  así  mismo 
Te  llamaba  en  mi  patria 

Cuando   era  niño. 

Al  perder  mis  fecundas 
Ricas   visiones, 
Dicen  que  se  me  anublan 
porque  soi  hombre. 

¿Será  eso  cierto-?. 
;  Cómo,    pues,  me  acompañan 

I. as  que  están  lejos? 

l'orque  ti'i  eres  ahora 
Lo  que  en  mi  infancia 
Cuando    buscaba  conchas 
De  playa  en  plajea  : 

Chispa  ó  lucero 
Ouc  entre  gasas  de  púrpura 

Brilla  en  lo  inmenso. 

Todo,  pues,   se  reduce 
Tras  luengos    dias, 
A  los  suefíos  que    se  hunden 
Llamar  mentiras, 

Y  á  los  estables. 
Aunque  n:iedieun  abismo 

Llamai'  \'erdades. 

Por  eso    mientras   pasan 
Cual  viento  y  humo 
Las  dulces  esperanzas 
Que  inspira  el  niundo. 

Siempre  conmigo 
A'an  las  santas  visiones  * 

Que  sucha  el  niño.  ■ 

Campanita,   si  el  dueh* 
Tocas    del   dia, 
Tras  mis    clolores  creo 
Tocas  d    vida  / 


Miciilras  a  glor'wí 
llai  otras    campanitas 

Que  también  tocan. 

í!. 

Estrella    C[ue  despides 

Al  sol  que  nniei'o 

ICn  lagos  de  rubíes 

Resplandecientes. 

Tú  que  te   inundas 

En    sus  luces  \'  sabes 

Donde  es  su  tumba  ; 

Estrella    de  las  sombras, 

)  Como  es  que  siempre 
A  esta  fiesta  mortuoria 

Te  hallas   presente? 

¿Como  es  que  sales 
ruja  tú  i!e  la  noche. 

Siempre  de  tard.e  ? 

Entre   risueílas  nubes 

rú  centelleas 
t'omo  en  aguas  azules 

Pálida    perla. 

¿Tendrán  acaso 
Las  Qíi^uas  superiores 

Por  perlas  astros? 

Átomo   de  ese  polvo 

Que  en  las  alturas 
Como  neblina  de  oro 

Todo  lo  alumbra, 

Todo  lo  llena 
De  mimdos  rutilantes 

Soles  \'    estrellas  ; 

Tal    vez  se  llegue  un  dia 
Que   del  espacio 

Como  una  vieja  cifra 
Seas  borrado  ; 

Y  el  Rei  del  cielo 
Brote  acaso  otros  mundos 

Y  otros    luceros. 

Sí-,  los  astros   que  existen 

Son  sueños,   sombras.. 
Átomos    invisibles 

Ante  su  gloria  ; 

Sí,  todo  muere, 
!^()lo  el  Dios  infinito 

*\'ivirá  siempre. 

Lejana   campanita 

Cuando  \'o  muera 
Recibe  el  alma    nn'a 

Tocando  á    fiesta. 

¿  Te  pido  mucho? 
No,  que  las  almas  suben 

^\1  cielo    en  triunfo. 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 

VISIÓN  REPUBLICANA. 


91 


.A  I,  !;i'itii   tic  \  icli>n'a 
Alzó    mi  frente    [íálida, 
y,  cB  ('iptica   ilusoria, 
'S'o  vi  de  mil   ¡^nicrrcros 
Teñidos  ios  aceros 
1  )e  lÚ!4ul:)re  fulgor  ; 

Yo  \'í  por  la  llanura, 
Como  fantasmas  luirridos 
].)e  la  alta  noche  oscura, 
(¡inetes  batallando 
Rabiosos  ¡  ai  !  mostraiulo 
Selvático  \aIor. 

\o  oí  como  se  inOama 
El  hijo   de  la  América, 
Yo  vi  como   derrama 
Caliente  }•    vaporosa 
Su  sangre  Ljenerosa 
V.n  sacrificio  cruel  : 

^'  ac)uella  érala  impía 
Ofrenda  triste   y  bárbara, 
Que   dabas,  patria  mia, 
En  el  altar  de  un  hombre 
Manchando  asi  tu  nombre, 
'J"u  espléndido  laurel. 

En  esa    fratricida 
Contienda,    ni    una  siijjlica 
Se  alzo  de    vo/  rendida. 
A\    férvido    entusiasmo 
I>a  vida  era  un  sarcasmo 
La  muerte  un  c;alar(.lon. 

;  ( )h  meiiLjLKi !  los  valienies 
1  ,os    colombianos,  ínclitos. 
En  lides  impotenti.'s 
De  hermanos  con  hermanos 
Se  arrancan  con  las  manos 
Sangriento   el   corazón. 

El    ángel    de    la  muerte 
Daba  al  combate  ¡jábulo. 
Cual  fuerte  lucha  el  fuerte, 
Y,   en  oprobioso  alarde. 
También    lucha  el  cobarde 
Armado    del   iiuñal. 

-Sembrada    está   la  tici'ra 
De    fétidos  cadáveres, 
Y    el    sojjIo  de  la  gucri'a 
.•\paga  del  vencido, 
El  último  alarido 
De  rabia  sin  igual. 

Horrible  allí    campea 
El  odio  vil,    frenético. 
La  sangre  allí  se  orea, 


,\1  i'uido  pavoríjso 

De  viento  temjjesLuoso 

Que  azota  el  turbio    ;\Iar. 

No  hai  tregua.  .  . .    La  venganza 
Corriendo  va  .sacrilega, 
\  anima,  en   la  matanza, 
Al  mísero  guerrero, 
Que  \-ibra  c!  tor\-o  acero 

Y  muere  sin   temblai'. 

'Jal  viera  Roma    un  día 
Al  gladiador  impávido, 
•So   infanda    tiranía, 
Pisar  con  faz  serena 
La  ensangrentada  ai'cna 
Dispuesto  á  combatir. 

Y  en  gloria  vil,  precaria. 
De  ¡jrez  cubierto  efímera, 
Buscar  la  sanguinaria. 
Hosca    fiera  rugiendo, 

Y  altivo  combatiendo 
Caer  para  morir. 

;  La  patria   está  vengada ! 
Se  escucha  en  son  terrífico  ; 
I\I;is  de  improviso  airada, 
l'or  la  e.x'trellada  alfombra, 
Se  ve  la  esti'afia  sombra 
De  altix'o  paladín. 

l'll  cántico  de  gloria 

Se  torna  en    canto  fúnebre: 

La  voz  de  la  victoria 

So  trueca  ^en  triste  acento, 

Y  en    lúgubre  lamento 
El  bélico  clarín. 

Hablaba,  )■  mientras    tanto. 
Malditas  _\^  sacrilegas, 
En  medio  del  espanto. 
Las  huestes  altaneras 
Flameaban  sus  banderas 
Con  la  matanza  atroz. 

Risa,  blasfemia,  rluclo. 

Ira  mortal,  fatídica  : 

Mientras  temblaba  el  suelo. 

-Mientra    en    la  noche  oscura. 

Sonaba  con  pavura 

La  retumbante  \'oz, 
►  — 

.  ""lened  1,l  torpe  lengua, 

"Tmbéciles  caníbales; 

";No  basta  que  con  mengua, 

"En  medio  á  un  jnieblo  culto, 

"Llevéis  en  faz  de  insulto 

"La   hermosa  libertad  ? 


92 


poesías  filosóficas, 


"Tened,    tened    el   labio.... 
"De  entre  ambo.s  son  los  crímenes, 
"De  Dios  solo  el  agravio — 
"Quien  la  venganza  evoca 
"Cerrar  debe  su  boca, 
"  ¡  Imbéciles,  callad ! 

"  ¡  Reír  cuando    á    millares 
"Muriendo  van  las  víctimas  ¡ 
"  ¡  Alzar  esos    cantares, 
"Cuando  lanzar  debiera 
"El  hombre  ¡  ay  !  por  doquiera 
"Su  oprobio  Y  su  baldón  ! 

"  i  Triunfad,  reid  !  La  afrenta 
"Que  cubre  á  la  República 
"Será  pedida  en  cuenta.  .  .  . 
"Triunfantes  y  vencidos, 
"Seréis  escarnecidos, 
"A  entrambos  !  nialdicion  ! 

"Vendrá  ese  horrible  dia, 
"Y,  abierta  con  estrépito 
"Dirá  la  gemonía 
"De  torpes  y  sicarios  : 
"Sus  rayos  incendiarios 
"El  cielo  lanzará. 

"Y,  al  terroroso  grito 

"Que  lanze  el  pueblo  indómito, 

'Veráse  de  hito  en  hito, 

"Cruzar  con  faz  inerte, 

"La  sombra  de  la  muerte, 

"Que  muerte  clamará — 


"  i  Triunfad  !  reid  !  i  dementes.  .  . ! 
"El   hondo   y    negro  estígmata 
"Lleváis  en  vuestras  frentes — 
"¿Pensáis    queden  inultos 
"Los  héroes  insepultos? 
"Dios  no  lo  quiere,  ¡no! 

"Huid  por  el  ancho  rnundo.  .  . 
"Corred  .  .  .  Del  negro  Tártaro 
"Abierto  e.ítá  el  profundo.  .  .  . 
"  i  Qué  escucho .  .  ?  ¡  LTna  campana . 
"Do  está  vuestro  mañana.  .  .? 
"Lmbéciles ....  ¡  Se  hundió — " 


,  Al  grito  de  victoria 
Alzé  mi  frente  pálida: 
Busqué   la  patria  glori'a, 

,Y    solo  ■\'i    agoreros 
Los  buitres  carniceros 
Volando  en  derredor. 

Yo  \\  i)or  la,  llanura, 
Como    á    fantasmas  hórridos 
Bajo  la  noche  oscura, 
Triunfantes    y   vencidos, 
.Soberbios  y  abatidos 
J-^lclados  de  tei-ror. 


A  MÍS  BÜEMOS  AMIGOS  LOS  JOVEMES  AFICIONADOS  BE  LA 

.  COMPAÑÍA  lARACA'IBERÁ. 


ALLÍ  la  nave  está  de  mi  laguna 
Mecida  en  los  cristales    dulcemente: 
Allí  se  mira  al  rayo  déla  luna. 
Que  ora  refresca  mi  abra:-:ada   frente. 
Pronta  á  partir,  confiada  en  la  fortuna 
De  fausto  viento,   su  marina  gente 
Canta  impasible  mientra   al  lejos  zumba 
El  mar  que  cava  su  gigante  tumba. 


Cuando  la    vista  levantaba  al  cielo    , 
l\~ir  ciarle  mi  ]:)OstrcrrL   despedida. 
Cuando  regaba  con  mi  !1;íiilo  el  suelo, 
Que  es  la  tierra  nata!,  i)atria  querida. 
Cuando  en  penoso,  agonizante  anhelo 
(.'orjio  i.:l  ultimo  soiijo  de  la  vida. 
De  la  angustí;',  el  \'eneno  reljosaba 
V  al  ulcvra!.i(i  co)-a/,on  quemaba.   . 


Esa  es  la  vida,  la  existcnci;i  es  esa, 
Estrella  de  mil  prismas  ilusoria. 
La  perfumada  flor  junto   á  una  huesa. 
La  muerte  tras  el  grito  de   \  ictoria, , 
La  miseria  manchando  la    grandeza 
Con  que  sueña  el  artista  inmensa  gloria; 
Y  así  todo  en  revuelto  torbellino 
Goza  y  .sufre  el  mortal  en  su  cam.ino. 


Llegó  h;isUi  mí  di;-  la  amistad  modesta 

VA  acento  de  pkicida  iilegría'. 

Que  en  son  de  gozo  }'al  placer  disinicsla 

J-visay  placer  y  :40zo  me  ofrecía: 

líntusiastas  clel  genio,  en  noble  fiesta 

Mis  amigos  buscaban  á  [>orfía. 

El  camino  de  luz  donde  se  lanza 

F.l  liombi'c  que  aumenta  su  cspei'anza. 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


93 


Di  tregua  al  lloro,  serene- el' semblante, 
Y  como  el  niflo  en  su   ilusión  sencilla 
Convierte  en  risa  el  doloroso  instante, 
l'cndientc  aun'el  llanto  en  la  mejilla, 
Así  el  [)ecliü   ulceradla  y  palpitante, 
Con  esa  luz  que  momentánea  brilla, 
Dio  á  la  amistad  su   postrimer  contento, 
I'orijucesjai  Dios  1  la  dicha  de  un  mumeiito, 

Dulce  amistad  su  perfumatla  esencia 
Con  su  aliento  vivilico  y  divino 
Desvaneció  las  sombras  de  la  ausencia, 
Dio  paz  \'  dicha  al  infeliz   marino. 
Dulce  amistad,  que  am'ma  la  existencia. 
Risueña  floi',  que  orillas  del  camino 
Ostenta  su  campestre  galanura 
Más  bella  que  la  aurora  que   fulgura. 

Por  ella  unidos  vuestra  noble  empresa 

A  cabo  llevareis',  sin  que  resista 

La  mezquindad  mortal  que  opone  aviesa. 

Antagonismo  torpe  y  cgoista ; 

Adelante,  seguid,   tendréis  en  esa 

l'enosa  vida  que  lleváis  de  artista, 

Pesares  sí,  mundanos  sinsabores, 

Pero  palmas  también  y  también  flores. 

Que  no  hai  trabajo  en  cl  afán  del  mundo 
Al  progreso  perdido  ;  tiende  todo 
A  vuelto  fin  magnífico  }"    profundo, 
Con  varias  faces  de  distinto   modo  : 


k 


El  Iiombrc.'frájil  ser,  que  cl  vicio  inmundo 
Junta  mil  \ec' s  ;i  su  barro  y  lodo, 
.Si  presiente  su  genio,  i;o  se  arredra, 
V  á  los  fines  de  Dios  j)one  su  piedra. 

.Seguid  pues  adelante,  el  ¡nieblo  vc.'i 
Con  vueslio  estudioy  vuestro  afán  glorioso 
Los  hechos  de  la  historia  do  campea 
A  ])ar  del  crimen,  heroisino  hermoso  : 
.Seguid  pues  adelante,  el  pueblo  sea 
Ihistrado  también,  que  es  deshonroso 
Para  el  genio    sin  par  americano 
Xo  dar  al    pueblo  compasiva  nniiKj. 

Vosotros  si,  que  comprendéis  la  gloría, 
Edén  divino  de  feliz  fortuna. 
Vosotros  v^ivireis  en  mi  memoria. 
Cuando  lejos  esté  de  mi  laguna: 
A  la  luz  vaporosa  c  ilusoria. 
Que  en  el  cerúleo  mar  vierte  la  luna. 
Pondré  el  oido  álos  marinos    vientos 
Para  escuchar  trd  \'ez  \'uesíros  acentos. 

Juventud  generosa,  adius ;  la  na\"e 
Ya  se  apresta  y  se  mece,  el  ancla  leva, 
Ya  sus  alas  extiende  como  el  ave 
Busca  otros  cielos  y  campiña  nueva: 
Adonde  iré?  Jamas  el  hombre  sabe 
Donde  el  destino  á  su  jjesar  le  lleva  : 
Adiós,  amigos,  la  esperanza  mía 
.Se  desvanece  con  el  nue\'o  dia. 


ASÍ  £S  LA  VIDA ! 

El  canto  del  Pastor. 


MAivlPÜSA  entre   las  (lores 
Del  verde  )"  fresco  pensil. 
Que   tienes  tantos  amores. 
Como  en  tus  alas  colores 
Y  como  ílorcí  abril. 

i\Iariposa   encantadora. 

¿  Porqué  me  ocultas  tu  vuelo? 

Y<'>  sé  que  te  dio  la  aurora 

La  púrpura  que  colora 

La  tierra,  el  aire  y  el  ciólo. 

Yo  seque,  al  triste  lamento 
De  la  paloma  llorosa. 
Vas  en  los  pliegues  del  viento 
Huscando  cl  dulce  sustento 
Del  j.azmin  y  de  la  rosa. 


\  o  sé  que,  fiel   mensajera 
De  la  tarde  triste  y  vaga. 
Vas  de  pradera  en  pradera 
Anunciando  pasajera. 
Que  la  luz  del  sol  se  apaga. 

Y  cuando  el  hada  divina 
De  la  noche  se  presentíi, 
Alguna  flor  campesina 
Abre  su  roja  cortina 

Y  te  aduerme,  y  te  alimenta. 

^lariposa,  si  alcanzaras 

El  mal  que  me  haces  cruel  ; 

Tal  vez  así   no  volaras 

Y  por  mi  bien  no  ])osaras 
En  cl  ardiente  cla\'el. 


94 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


Que  yo  con  lagrimas  mojo 

De  su  lecho  las  arenas ; 

Y  el  llanto  que  vierto  rojo, 

En  su  corola  recojo 

Porque  es  sangre  de  mis  venas. 


Y  tú  en    loco  desvario 
Pensando  libar  su  esencia, 
O  el  purpurino  rocío 
Libas  ¡  ay !  el  llanto  mió 

Y  me  robas  la  existencia. 


Por  eso  la  ñor  descuella 

Y  mi  zagala  suspira. 

¡Ai  triste!  no  escucha  en  ella 

jMí  solitaria  querella 

Ni  en  ella  mi  llanto  mira 

LA  ZAGALA. 

Así    con   acento   blando 
]\liéntras  el  sol  se  escondía 

Lentamente, 
Un  pastorcillo  mirando 
Correr   una    oculta  fuente, 
Esta   canción  repetía 

Suspirando. 


Las   brisas   del   mar  serenas, 
Que    vienen    en  los  celajes 

De   la  aurora ; 
Contaron   las  dulces  penas 
A  la  cuitada  pastora 
Que  se   hallaba  en  los   boscajes 

Ue  azucenas,   .^t 
# 

Sumida    en    dulce    embeleso 
T'Y'liz,    atenta  y  sencilla 

Suspiraba, 
iMicntra   en   amoroso  exceso 
La  mariposa  libaba 
En   su  cai'mínea  mejilla 

Dulce  beso.  , 


En'  su  contento,  amorosa, 
Agradeciendo  ai  amante 

Su   cariño  : 
Tal  vez  sin  jiensar,    graciosa. 
Juntó  sus  manos  de  niño 

Y  aprisionó  la  inconstante 

IMariposa. 

En  lan  divina   apostuia 
]>a  bella  prisión  mirando 
Snnrcía.    •• 

Y  con  infantil  locura 
Tras  de  su  amante  corría, 
A  lo  lejos  publicando 

Su  Ventur;i. 


El  sol  de  rubia  alborad^a 
No  se  levanta  tan  bello 

Cual  la  niña, 
Que  corre,  así  delicada, 
Por  la  silvestre  campiña, 
La  crencha  de  oro    en  el  cuello 

Destrenzada. 


LA  MARIPOSA, 

Y  así  pasa  en  un  instante 
Por  la  cubierta  pradera 

De  roció, 

Y  llega  así  palpitante 
Con   la  hermosa  prisionera 

Junto  al   rio. 


Loca  en  sus  sueños  lozanos 
La,zagalcja  graciosa 

Ño  atendía. 
Que  del  hueco  de  sus  manos 
Salirse  la  mariposa 

Bien  podia. 


Y  en  pos  de   dichas  inciertas 
Casi  corriendo   olvidaba 

Su  decoro. 
Cuando    llevaba    entreabiertas 
Las  palmas  donde  guardaba 

Su  tesoro. 


Ai  de  la  niña  preciosa. 
Si  corre  alegre  llevando 

Por  doquiera 
Una  linda  mariposa 
En  las  manos  revolando 

Prisionera. 


Que  la  desdicha  se  muestra 
Cuando  la  frájil  fortuna 

Nos  convida ; 
Como  una  noche  siniestra, 
Como  una  sombra  importuna 

De  la  \'ida. 


Loca  va,  que   es  infinito 
Su   gozo,  el  amor  la  guiaba. 

Llega.  ...  ¡oh  duelo  ! 
Mira  al  fin,  y  lanza  un  grito  .  .  . . 
La  mariposa  volaba 

Por    el    cielo. 


Así  es  ia  vida.  Risueflo 
Pensil,  que  el  ábrego  ariasa 

Furibundo. 
La  vida!  la  vida  es  sueño, 
Y  así  la  ventura  pasa 

De  este  mundo. 


POESiASFlLOSÓPlCAS, 

PERCANCE. 


95 


TRIGUEÑA  dr  l:i  mirada 

De  (¡U7.el;i, 
Mejillas  (le  flor  tostada 

De  canela- 
;  Por  que  á  la  palma  permites 
Lucir  su  gracia  ondulante, 
'l"ú,  más  sabrosa   )■  picante 
Ouelos  cL'uos  v  confites? 


1  La  ocurrencia  era  tan  loca, 

;  Que  la  risa 

Andaba  de  boca  en  boca 
Llana  y  lisa. 

;  Monja  tú  !  vaya;  la  gente, 

Que  tal  disparate  oia, 
,  Del  disparate  seguía 

Riyendo.    tan  buenamente . 


Como    puños  de  granates 

iMicendidos, 
Cual   llores  en  acirates 

Suspendidos, 
Como  tropel  de   avecillas 
De  voz  dulce  y  v;íria  pluma, 
Cual  remolinos  de  espuma 
En  el  Mar  de  las  Antillas  ; 


.Mas  el  inglés  que  no  es  tonto, 

Pian  pianito 
j\  mi  se  vino  de  ])ronto, 

_¡  Dios  bendito  ! 
Y  al  verlo  tan   demudado 
Cual  del  cuento  se  colije, 
-  •-  mi  corazón  le  dije : 
"Crescnte  y  fuego  graneado". 


1  le  \-isto  guapas  triguefias 

¡  Daban    susto  ! . . . 

Tan  aereas  y  cenceñas. 

Que  era   un  gusto  ; 

Pero  en  llegando  á  tu  dengue. 

Trigueña,  me   voi  á  pique  ; 

Y  es  amargo  el   alfeñicjue 

Y  el  cara(.[ucño   merengue. 


Lieg<),  mirtime  y  miréle 

De  reojo  ; 
j\'i  más  ni  méno.s  cual  suele 

Pobre  cojo  ; 
Emprender  carrera  larga 
Por  huir  de  un  toro  perdido, 
Oue  bufando  se  ha  salido 
De  un  toril  de  caña  amarga. 


(iracia  tanta  es  el  señuelo 

De  algún  Mago. 
Qiie  tú  manejas  al  vuelo 
Con  estrago ; 
Porque  no  hai  viviente  5n'/ii> 
I  Perdón,  de  los  hombres  hablo,) 
Que  tú  no  le  des  al  diablo 
Por  amor  ú  por  capricho. 


¡  Vaya  un  inglés  !  ¡  Cuánto  ner\-io 

Demostraba  I 
Pero  Mfírj  de  ira  soberbio  ■ 

Le  ganaba —  ' 
Ronco  como  un  almirez, 
Rajado   de   abajo  arriba. 
Estaba    haciendo  saliva 
Para  tracarme    al  inglés. 


"S'  es  de  mirar,  Dios  lo  sabe. 

Tantos  perros 
Siguiendo  el  vuelo  de  un  a\'e 

Por  los  cerros ; 
Y  luego  ver  poco  á  poco. 
Como  se  vienen  bajando 
Este  triste,  aquel  ladrando 
L'no  ciego,  el  otro  loco. 


Trigueña   de  losantoios 
¡  Ai !  sin  tasa. 

Con    esos  labios  más  rojos 
Que  una  brasa. 

Contémplame  en  tal   quimera 

Y  dime,   ; es  buena  permuta 
Que    uno  se  coma  la  fruta 

Y  otro  pase  la  dentera? 


Hasta  yo,  risueña  niña. 

No  hace  mucho. 
Que  tuve  por  tí  tina  riña 
De  cartucho. 
Y,  fue  el  caso,  sin  lisonja, 
Que  un  inglés  decsplin  y  \eiKi. 
Dijo  que  tú  estabas  buena 
Para  profesar  de  monja. 


]''ortuna  mia,  que,  nunca 
Falta  un  pero. 
Que  el  vuelo  al  discurso  trunca 

Todo  entero — 
A  no  ser  eso.  . .  .(me  espanto  ) 
Yo  estarla  asaz  dormido 
En  la  tierra  del  olvido, 
Que  IJanian  el  canjpo  santo — ■ 


poesías  filosóficas. 


¡  Ai,  triq'ucña!  sin  que  al  ntvn 

Yn  denigre  ; 
¡  Qué  pantera,  ni  cjué  pe>tr(i, 

rs  i  qué  t'ÍLíre  1 
Era  el  inylé.sun  demonio, 
Era  un  lenn  ....  era  un  \aliente, 
Má.s  recio  que  la  corriente 
Dc\  cabo  de  San    Antonio. 

Sí,  contempUíndono.s  juntos 

Los  colmillos 
Nos  \'irnos  ambos  difunto.s," 

Amarillos  .  .  .  . ! 
Pero  firme  cada  quisque 
Con  una  faz  del  calvario, 
Como  diciendo   al  contrario  : 
"Si  quiere  morir  pellizque." 

Salimos  al    campo  verde 

¡  Dale  bola ! 
A  justar  la  gana  pierde 

De  pistola. 
Arreglamos  el  terreno  ; 
Y,  como  tronar  oimos, 
En  disparar  con\-en irnos 
Cuando  re\'entase  un  trueno. 


¡Qué  noche  1  mas  se  me  ocurre 
Mudar  de  metro  ;  cansado 
Estoi  con  el  pié  quebrado 
Y  la  cojera  me  aburre. 


¡  Qué  noche  !  helaba  lo.s  huesos 
A  las  deidades  del  Pindó, 
Era  un  tiempo  de  lo  lindo. 
Para  saltarse  los  sesos. 


En  ángulo  el  brazo  fuerte 
Teniendo  el  arma  homicida^ 
A  diez   varas  de  la  vida, 
A  dos  líneas  de  la  muerte. 

Perfilado    á   lo    torero 
Con  la  visual'cn  la  mira, 
Creyendo  en  una  mentira. 
Pensando   en  el  mundo  entei'o. 

Con  tal  actitud  y  valor 
Un  trueno  esj^eraba  luego. 
Para  hacer    al  inglés  fucgi:i 
En  honra  y  paz  de!  honor. 


Pero.  .  . .  (nunca  falta  un  pero 
}-',n  sus  percances  al  hombre 
Que  reduce,  no  te  asombre,' 
'Podas  sus  cosas  á  cero), 

Pero  ú  esc  tiempo  bajaba 
De  los  encumbrados  cerros, 
La  trailla  de  tus  perros 
Que  á  lo  lejos  te  venteaba. 


PírríJ   r".  ¡Ai  I 


Cómo ! 


Vah 


Sus! 
¿Qué? 


.,  4°. 

„  f- 

„  ó".  ¡Cielo! 

„  7°.  ¡  Un  indio  ! 

„  8°.  Un  ingles! 

9°.*  ¿  Es  riña  ? 

,,  ió°.  ;Se  matan? 

,,  \i°.  — Por  nuestra   nifia, 

„  12°.  La  justicia  1  ! 


Ln  ¡iisíicia. 


Fuera  el  duelo  ! ! 


Turbado  nuestro  sosiego 
Cuando  tal  tumulto  \-imos. 
El  inglés  y   yó  cojimos 
Las  calzas  de   Villadiego. 


A  tener  menos  pericia 
De  ac[uesos  campos  de  Dios, 
Carga  con  nosotros  dos 
'Nuestra  insidiosa  justicia. 


Pero. ...  ya  sabes  que  un  pero 
Jamas  falta  á  cosa  de  hombre, 
Con  gran  maña  (no  te  asombre) 
Saqué  á  salvo  á   mi  c?ctranjcro. 

Huyendo  por  esos  trigos; 
Miento,  por  esos    cardones, 
Trabamos  buenas  razones, 
Y....  nos  hicimos  amigos. 

Trigueña,  aquesto  te  explica 

Te   revela,  ■ 
Como  acaban  en  la  rica 

Venezuela, 
Los  mundanales  tropiezos. 
Conjuras,  duelos,  tumultos. 
Gritos,  motines,   insultos, 
Y.  .  .  hasta  los  misinos  Congresos, 

33  de  Setiembre- 185 5. 


POESIAS    FILOSÓFICAS. 


57 


A  LA  LUNA. 

Düdioado  á  mi  amigo  A.  Garbírfís. 


PEREGRINA  de  lu;.  ciclu^. 
ronipHfioni  sin    furtun.i 
ücl  sol  que  duranlc  cl  di.i 
Todos  los  ojos  ckslunibia, 

¿  Por  qué  en  tus  tristes  palacios 
No  cambias,   modesta  luna. 
Tus  cendales  como  nieve, 
Por  nuís  ricas  vestiduras? 

Si  tal  hicieras,  la  nuche, 

Que  comparan  á  la  tumba. 

Por  cl  terror  }•  el  misterio 

Que  entre  sus  sombras  se  ocultan  ; 

Cuando  asomara  en  oriente. 
En   vez  de  asomarse   mustia. 
Se  asomara  como   el  alba. 
Espléndida,  fresca  y  rubia. 

Cuanto  más,    c[ue  ,í  tus  rellejos. 
Dado  que  fueran  de  púrpura, 
Las   negras  noches  tendrían 
Más  vistosas   colgatiuras  ; 

Y  alhi  distante,  distante. 
Del  C  niccru  á  Cinosura, 
IJutiendo  el  ala  flexible 
De  mil  matizadas  plumas  ; 

El  hombre  viera  c.xtasiatlo 
Por  las  ci;lestes  alturasf 
.Subir  }-  bajar  los  ángeles 
De  las  plegarias  nocturnas. 

\'it:i'a  en  las  palmas   umbrías 
De  las  montañas  inoultas, 
\  en  los  nidos  y  en  las  flores 
(jue   los  céilros  columpian, 

Convertirse  en  blancas    [lerías, 
Cayendo  á  la  tierra  en  lluvia, 
ICl  llanto  de  esos  espíritus 
Vertido  por  nuestras  cnt¡»as. 

Cuanta  nubécula  aerea. 

De  las  que  en  el  cielo   hay  mucha'-. 

Fimbria  de  seda    amarilla 

Bajo  sus  tocas  oscuras, 

I'or  adularte,    i"¡sueña. 
Sote  presentara  ¡  oh  luna  ! 
Con  la  veste  de  hilos  de  oro, 
Va¡)orosa  y    rubicunda. 

Ai  !  reina  de  ios  espacii's, 
Si  tú  acojicras   mi  súplica 


Del  cielo  '.^n  la    oríebreria 
JMisc.iiulo  tus  regias  túnicas. 

C>lra  fuera  hasta    del  hombre 
Ka  voy.  con  que  te  saluda. 
Como  otras  también  serian 
Los  himnos  con  <]ue  te   adula. 

í'ucs  (jue  tú.  reina,  lo  sabe.s 
I'orlas  flores  de  las  grutas  ; 
Más  aprecia  el  hombre  el  brillo 
l^o  ki  V'énus  amantusia  : 

Tiene  en  más  sus  vanidades, 
Estima  en  más  sus  locuras. 
Que  la  virginal    modestia, 
Que  ¡as  virtudes  oculta.s. 

Mas  tú  en  tanto  permaneces. 
Reina  á  mis  acentos  muda, 

Y  pensativa  te  asomas 

Y  melancólica  cruzas. 

Tú  de  las  ruinas  campestres 
Rompes  las  sombras  profundas, 
Poi'  escuchar  los  suspiros 
Que  entre  las    ruinas  se  escuchan. 

Con  fantásticas  semblanzas, 
.Sombría,  meditabunda, 
Llenas  las  florestas  indias 
De  claridades  que  asustan. 

Tú  te  \"as  de  lago  en  lago 

Y  de  llanura  en   llanura 
\'isitando  temblorosa 
Olvidadas  sepulturas. 

Compartera  de  los  tristes 
Sufres  tanto  en  sus  angustias. 
Que  son  sus  duelo 5    tus  duelos, 

Y  sus  lágrimas  las  tuyas. 

Pero  ¡  ai !  misteriosa  reina. 
El  hombre  poco  se  cura 
Si  le  viene  de  los  cielos 
Lo  que  espera  ó  lo  que  busca. 

•Solo  anhela,  vano  y  necio, 
Pasar  su  vida  infecunda. 
Así  cual  llenas  de  ruidos 
Sobrenadan  las  espumas.. 


Pálida  reina  del  cielo. 

Ya  que  no  h.e  de  verte  nunca 

Con  cl  manto   purpurino 

Del  sol  que  espléndido  alumbra 


]» 


98 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


Ya  que  a!  favor  de  la  noche 
El  misterio  te  circunda, 
El  silencio  te  acompaña, 

Y  las  sombras  te  sepultan  ; 

Mira,  reina,  que  te  pido, 
Mira  que  te  ruego,  luna, 
Con  la  voz  de  mis  pesares 

Y  en  nombre  de  tus  angustias ; 

Que  cuando  las  trovas  mías, 
Orillas  de  esta  laguna, 
No  las  murmuren  los  vientos 
Porque  otros  cantos  murmuran  ; 


Cuando  al  soplo  de  la  muerte 
Mi  frájil  cuerpo  sucumba, 

Y  su  polvo  miserable 
Al  polvo  se  restituya  ; 

No  te  alejes,  peregrina 
De  las  mansiones  cerúleas, 
Sin  derrarílar  en  mi  lecho 
Tus  claridades  augustas ; 

Y  acaso  trémula  entonces 
Mi  pobre  gente  descubras 
Entre  la  sombra  llorando, 
Llorando  sobre  mi  tumba. 


MAR!M£SGA, 

Enel  álfcnra  de!  vapor  "Mapararí"  á  mi  araígo  el  Gral.  liíannel  E.  Braznal. 


AUNQUE  se  le  vuelvan  yesca 
Las  velas  á  mi  tartana 

Y  la  brisa    meridiana 
Recale  soplando  fresca, 
Como  en  la  cosía  coriana ; 

Aunque  maldiga  lo  instable 
De  mi  adusta  profesión 

Y  la  fuerte  obligación 

De  comer  el  miserable,  "■ 

Negro  pan  de  munición  ; 

Aunque  tenga  que   vivir 
Como  Bruzual  en  campaña, 
Peleando  hasta  conseguir 
Con  .«u  bandera  salir 
Triunfante  de  la  montaña ; 

Dejo  esta  vida  que  flatos 
Me  dan  y  m.e  causa  tedio. . . . 
¡  Adiós  tierra  !  ¡  Al  agua  patos  ! 
Me  voi  al  mar,  no  hay  ¡•ernedio  : 
"Zapatero,  á  tus  zapatos." 

En  el  mar  tengo  mis  fueros. . . . 
Allí  lanzaré  mis  cánticos  ; 
Adiós,  bardos  compañeros. 
Melindrosos  cancioneros. 
Babosísimos  románticos. 

¡  Guai  del  que  necio  replique. . . 
¡  Abur,  muchachos,  abur. . . . ! 
¡  Listo  á  proa !  ¡  Leva  á  pique  ! 
Voy  á  juntarme  en  el  sur 
Con  Terepaima  el  Cacique. 

Ya  sabré  lo  que  hace  en  Lima 

Y  si  algo  tiene  de  sobra .... 

— Uno  al  timón  !  (Me  da  grima 
Lo  tardo  de  esta  maniobra) 
Arrima,  nuestro  amo,  arrima ! 


—Ya  levó  ! 

— Famosa  nave  ! 
Si  es  nave  maracaibera ! 
Con  este  barco,  quién  sabe 
Si  mi  suerte  volandera 
Por  ser  buena  suerte  acabe ! 

Qué  noche  !  Se  viene  oscura, 
Como  el  manto  de  un  fantasma 
De  entreabierta  sepultura ; 
El  viento  corre  que  pasma. . . . 
Buena  va  la  singladura ! 

¡  Tope  del  palo  mayor, 
Cuidado !  el  ojo  avisor 
Que  el  horizonte   es  sombrío, 
Y  no  estoy  ¡pardiez  !  de  humor 
De  encallar  en  un  bajío. 

—Vela!!.... 

— Muy  bien.  ¿  Hacia  dónde  ? 
Cuenta !  Si  me  das  un  chasco. , .  ► 
— No,  mi  cabeza  responde. 
En  la  neblina  se  esconde, 
Navega  bajo  un    chubasco. 

Allí  está  !  Se  pega  al  viento, 
Como  paviota  marina .... 
Quiere  ganar  barlovento. 
— Galopín,  ¿logra  su  intento? 
— Sí,  salió  de  la  neblina. 


-Pues  ¡  a  virar  ! , 


—A  virar !     . 
-—Orzando ....  1  Acuartela  ahora . 

Braza !  (Ya  es  otro  cantar). 

Nuestro  amo,  descarga  á  prora, 
Que  hay  corriente  y  mucha  niai-. 

— Buena  vela  !    ¡  Vamos  listo 
Que  va  flameando  el  velacho  ! 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


99 


¡  Cómo  sopla,  vive  Cristo  ! 
— Capitán  ? 

— Hela,  muchacho ! 
— ^Ya  ese  perro  nos  ha  visto. 

Mejor,  con  la  voz  tenante 
De  mi  coliza  de  hierro, 
Cuando  el  ladrido  levante, 
Haré  callar  al  instante 
El  ladrido  de  ese  perro. 

Veremos  cual  á  su  m.odo 

Ladra  y  muerde  aun  tiempo  mismo ; 

Con  un  poco  de  heroísmo 

Se  gana  ó  se  pierde  todo 

Por  venganza  ó   patriotismo. 

¡Mas,  este  rumbo  !  este  centro 
De  las  aguas . . . .  ¡  Oh,   destino ! 
>Javego  en  un  mar  adentro, 

Y  nada  menos  me  encuentro, 
Que  en  las  aguas  del  Euxino. 

Vaya  que  el  asuntp  es  trágico  ! 

Mas  ¿  qué  se  me  da  ?  Ni  un  bledo . . . , 

Sigamos  con  el  enredo, 

Yo  que  por  mi  golpe  mágico 

Me  puse  en  Asia  de  un  credo. 

Nadie  dirá,    por  quien  soy. 
Que  yo  el  combate  rehuso  ; 

Y  si  en  el  Euxino  estoy, 
Ese  barco  es  barco  ruso. . . . 
Pues  tras  el  ruso  me  voy. 

Listo  !  que  el  contrario  tira. 

— Zafarrancho ! !  ^;  Dónde  para 

El  corneta  ?  ¡  Fuego  y  vira  I 
—  Tararira,  tar arara. . . . 
— ¡  Fuego,  fuego . . . . ! 

—  Tararira , ,../ 

Si  no  abordo  á  ese  renjífero 
Me  vuelve  el   foque  un  encaje. . . . 
üf !  qué  vapor  tan  pestífero  I 
Sus!  qué  fuego  tan  mortífero! 
Orza  todo ! !  Al  abordaje  ! ! 

A  la  banda,  buena  gente ! 
¡fAtraca  con  los  grampines  I 

Y  ahora  diente  con  diente. 
Que  la  coliza  reviente, 
Kevienten  los  palanquines. 

Misericordia!  Esa  bala 

Me  deja  mondo  y  lirondo 
;  Uno  al  agua  por  la  escala 
Queme  coja,  noramala, 
Mi  testa  que  .se  va  á  fondo  ! 

Diablos  I  qué  lance  tan  agro ! 
De  cólera  tengo  amengua 


Estar  vivo,  si  bien  magro. 
Descabezado  y  sin  lengua, 
Pero  hablando  por  milagro. 

1  Oh  !  qué  percance  tan  gordo  ! 
Sin  cabeza  el  comandante. 
Silencio  !  que   no  estoy  sordo. 
Un  tramojo  á  ese  bergante 
Que  viene  á  charlar  á   bordo. 

¡  Que  me  saquen  con  presteza. 
Sin  más  discusión  ni  asombros, 
Del  charco  azul  la  cabeza . . . . ! 
— Ya  la  cojí. . . . ! 

— Buena   pieza, 
Ponía,  pues,  sobre  mis  hombros, 

¡Qué  mueble  tan  necesario 
Es  este  mueble  de  juicio . . . . ! 
Mas,  siga  el  fuego  ¡  canario ! 
Abordaje  de  corsario 

Y  tajos  de  sacrificio. 

—Aquí ! 

—Allí . . . . ! 

— Por  la  popa. ...! 

Buena  gente  y  mejor  barco ! 

— Ahora  salte  la  tropa . . . . ! 
— ¡  Cómo  se  reirá  la  Europa 
De  las  cosas  de  este  charco . . . . ! 

— Ai !  ¡  Me  han  pegado  un  sablazo  I 

Y  para  colmo  de  enojos. 
Ese   marino  pelmazo, 

O  me  ha  puesto  atrás  los  ojos, 
O  adelante  el  espinazo. 

¡  Qué  espantoso  quid  pro  quó  I 

Al  revez  me  colocó 

Nuestro  amo  mi  pobre  testa, 

Y  me  encuentro   ¡  qué  se  yo  ! 
Con  la  cabeza  mal  puesta. 

Pues  no  es  cosa  de  ilusiones 

Ni  materia  de  litijio, 

¡  Hallarme  con  las  facciones 

A  manera  de  prodijio, 

En  vuelta  de  los  talones....! 

Sí,  sí,  la  cosa  es  muy  clara. . . . 
Aunque  parezca  mentira 
Hacia  atrás  traigo  la  cara. . . . 
— ¿  El  corneta  ? 

—  Tar arar  a 
— Otro  toque. 

— Tararira .... 

Mas  ¿qué  ruido  estoy  sintiendo? 

Bon . .  bon . .  bou . .  bou . .  bou . .  botí . .  bon . . . 

— Por  ese  agujero    horrendo 

El  agua  ¡ voto  á  Sansón . . . . ! 

Se  va  subiendo,  subiendo....  « 


íuu 


POESÍAS  FILOSÓFICAS, 


—Fuego .  . . . !  Fuego . . . . ! 

— Carambola ! 
I  La  piMvora  está  mojada ; 
— ¡  Tiró  el  diablo  de   ¡a  cohi  !  ! 
— Bomba,  . . .! 

— No  hay  bomba  ni  nada. 
—  Achica  .  . .  .! 

-Achica?  ¡  Mancóla  1 

— Nuestro  amo!  i'ronto,  descarga,  .  . . ! 
Aquí  tle  mi  gente . . . . !  Larga .  . . . ! 
¡  Larga  !   Nuestro  amo    está  sordo ,  .  , , ! 
Y  ya  sube  la   honda  amrirg;i 
En  un  aprieto   tan  gordo,, 


¡  Qué  me  ahogo,  San  Antonio  !, 
Trance  tal  es  sin   segundo.  . . . 
Adiós,  tierra  del  demonio . . . . ! 
Adiós,  bribones  del  mundo. . . . 
^^^  me  iTundo,  va  me  hundo.  . . . ! 


Salté ....  mi  pobre  camisa 
Se  arrollaba    blanca  y  lisa 
A  mi  cara  ;  con    tal  seño  ! . . . . 
El  gran  combate  era  un  suefio, 
De  esos  sueños  que  dan ....  risa. 


DOLORA. 


— ^;  A  quién  rezo,  abuela   mia. 
Ya  que  quiero  descansar? 
— A  nuestra  Virgen  María 
Es  bueno,    ñifla,  rezar 
Noche  y  dia. 

--¿Mucho  la  oración  alcanza? 
— Con  golpes,  niña,  en  el  pecho. 
—¿Golpes,  abuela?  ¡Qué    chanza! 
— Ellos  espantan  del  lecho 
Sombras  de  dulces  semblanza. 
— Jesús,  abuela  !    ¿Quién  teme. 
Quién  tales  vejeces  nonrb¡'a? 
— Niña,  escuche  y  no  blasfeme. 
¡  A'Iucho  miedo  da  una  sombra.  .  . . ! 
— Qué  sombra  truena  ni  truene? 
?»Ias  volviendo  A  lo  mejor: 
¿No  habrá  en  ningún  calendario 
Algún  santo    bienhechor 
Que  quiera  en    vez  del  rosario 
Alguna  trova  de   amor? 
— De  hinojos,  niña,  conmigo, 
Que  os  ha  puesto  el   cni'nngv 
Nueva  blasfemia  en  la  boca .... 
¡  Qué  juventud  !  ¡  Qué  castigo . . . . ! 
¡Qué  nietezuela   tan  loca  ! 

— Y  eso,  abuela,    ¿  es  un  pecado  ? 

—Magnifica  óniiiia  mea ' 

— ¡  Qué  asombro ....  1 

— ¡  Oh  crucificado  .  . 
Niña,  arrodíllese  y  crea. 
— Abuela,  esto  es  demasiado. ' 

Así  en  plática  reñida 
Astuta  y  celosa  abuela, 
Martirizaba  la  vida- 
De  su  linda  nietezuela  ; 
Sin  pensar 
En  su  temor, 
Que  corre  la  fuente  al  mar 
,  y  la  mujer  al  amo.r. 


Y  bien  mirado  y  bien  dicho, 
No  puede  ser  de  otro  modo, 
Pues  el  amor  es  un  bicJw 
Que  tiene  que  hacer  con  todo. 

Así  que .... 

¡  Suerte  infeliz ! 
No  hay  vieja  sin  \\\\  peque. 
Ni  virgen  sin   un  desliz. 

No  hay  ser  que    no  tenga  dueño 
Poniendo  en  tela  de  juicio, 
Si  es  ó  no  la  vida  sueño, 
O  un  continno  sacrificio. 
La   mujer 
Con  más  razón. 
Pues  paladea  el  placer 
Que  nace  del  corazón. 

.Víujer  bella  es  doble  pena 
Para  la  abuela  que  mira. 
Crecer  la  linda  azucena 
En  tanto  que  ella  suspira. 
Si  es  precoz 
En  su  querer. 
El  rezo  á  dúo  es  atroz .... 
Jesucristo   y  Lucifer. 

Ai !  lo  que  más  desconsuela. 
Sondeando  tan  hondo  abismo, 
Es  que  la  mística  abuela 
Hizo  en  su  tiempo  lo  mismo. 
¡  Singular 
Ley  del   Señor  I 
Las  fuentes  corriendo  al  mar 

Y  la  m.ujer  al  amor. 

Cumple  el  amor  á  la  nift.i, 
A  la  abuela  el    reñir  toca. 

Y  entre  un  amor  y  una  riña 
Se  levanta   como  roca. 

Sobre  el  mar, 

El  confesor, 
Que  en  diferente  cantar 
Oye  aquel  litis  de  amor. 


C- 


poesías  1-iLuSÓFlCAS. 


101 


La  nieta  imita  á  la  abuela. 
Y  nada  tiene  de    extraño, 
l'ues  no  ha  variado  la  escuela 
De  aquellos  tiempos  de  antafin. 
Sí,    señor. 
Que  bien    ó  mal. 
La  mujer  corre    al  amor. 
La  historia  siempre  es  igual. 

Risueñas  1  fijas  del  lago. 
Abuelas  de  ochenta  y  nueve, 
Cada  cual  reciba    en  pago 
Lo  que  á  cada  cual  se  del¡e. 


La  vejez 

No  es  juventud 

A  todos  llega  á  su  vez 

La, cuna  y  el  ataúd. 

Polillos,  pues,  á  la  espalda, 
Oue  es  misterio  asaz  profundo 
La  falda  siempre  ser  falda. 
El   mundo  siempre  ser  mundo, 
¿  Y    qué  más. 
Por  cabo  y  fin  ? 
Oue  habrá  siempre   un  Satanás 
Al  lado  de  u¡>  Serafin. 


A  CARACAS. 

DfidJcada   á   Terepaima. 


Parn  r.nilnr   ;'(    nn   gi.L'iiiiic  p.'í  i, 
preois.i   ;i;í¡ííiiniar   el  ciu-riK>,  le- 
v:mt,ir   la   Irrtiic  :i¡t:i   <omi)  los 
t-edm.-   ilel  láltíHio,  y  t'<i;nndorla 
t-n  l.<)?  luilit-s  \>;ir.\  ))u.íf;ir  en  sus 


un  tro-    i.i 


viíZ  i|(>l   ¡HU'ilCilIl. 

Tl.irLl'AlMA. 


CARACAS    la  ciudad  de  los  paisajes, 
La  ciudad  de  las  fuentes  cristalinas, 
Bellas  como  sus  flores  campesinas, 
Gloriosa  cual  la  enseña  tricolor  ; 
La  que  cantar  debiera  sus    recuerdos 
Al  son  agudo  del  clarin  de  guerra, 
Si  el  Hijo  heroico  que    la  tumba  encierra 
No  demandase  cantos  de   dolor. 

Yo  suspiro  por  tí,  víp^cn  indiana. 
Pobre  y  dcsvcnturadi.)  marinero, 
A  la  trémula  Ui/  de  algún  lucero 
Que  apagan    las  neblinas  de  la  mar. 
Yo  suspiro  ]3or  tí  cuando   se  mira 
El  piélago  que  augura  la  tormenta 
Con  el  ala  flexible  y  cenicienta, 
Las  candidas  espumas  azotar. 

Yo  que  en  la  popa  de  mi  frájil  nave, 
Al  postrimero  resplandor  del  dia. 
Siempre  el  terrible  acento  de  agonía 
En  mi  enlutada   lira  preludié  ; 
Yo.  .  .  .suspiro  por  tí,  ciudad  fecunda. 
Trémulo   el  corazón,  mustia  la  frente, 
Cual  siendo   niño  de  mi  patria  ausente. 
Por  mi    madre  querida  suspiré. 

Recuerdos  <iue  adormecen  los  pesares 
Tras  las  nocturnas,    rumorosas  brisas: 
Encantadas  memorias  indecisas 
En  la  feliz  edad  de  la  ilusión  ; 
Venid,  traed  los  mágicos  ensueños 
Ricos  de  amor,  placer  )-  bienandanza  .... 
Recuerdos  y  memorias  de  esperanza, 
Aliviad  mi  abrasado  corazón. 


Entonces  mis  cantares  dolorosos 
Perderán  su  amargura,   su  tri.stezu, 

Y  acaso  lev. altando  la    cabeza 
Evocaiv  la  ne_!:;ra  tempestad. 

Y  ron  la  voz  del  i rueño  que  retumba 
En   las  cimas  calcáreas  de  los  Andes, 
Cante  tal  vez  la   gloria  de  los  grandes 
A  (juienes  debo  patria  y  libertad. 

Después.  .  .  .en  alas  del  ardionte  numen, 
l)e  juvenil   valor,  de  fuerza  Heno, 
Mi  vo/  mas  alta  que  la  voz  del  trueno 
Se  hará  doquiera  tieniebunda  oir; 
Porque  e.sta  voz  que  llevarán  los  vientos 
Será  el  eco  de  un  nombre   misterioso, 
lU  nombre  formidable  del  coloso 
Que  no  pudo  la  España    resistir. 

¡  Osado  !  cuanilo  arranco  tle  la  lira 
Discorde  acento  que  callar  debiera, 
¿  Cómo  la  Musa  juvenil  pudiera 
En  su  rápido  vuelo  alzar  la  voz.' 
Cómo .  . .  .ya  se  que  la  esperanza  es  vana, 
La  mi!sa  que  me  alienta  callaría, 
Acaso  su  coíona   depondría 

Y  fuera  doble  mi  tormento  atroz. 

Ijolívar  !   Sol  del  colombiano  suelo, 
A  cuya  luz  mil  astros  se  eclipsaron. 
Gigante  que  los  Andes  abortaron 
Al  pavoroso  ruido  del  volcan: 
Yo  no  canto,  Bolí\-ar,  tus  \-ictorias, 
Porque  á pesar  de  mi  nativo  aliento. 
Yo  no  tengo  la  voz  del    raudo  viento, 
Yi)  no  tengo  la  \-oz  del  huracán. 

CaráLa.s,  en  tuscéfií'os  nocturnos 

Más  suaves  que  la  esencia  de  los  nardos, 

Escucho  las  canciones   de  tus  bardos 

Que  lloran  al   gigantt:   de  Jiniin.  • 

Y  es  fama  cpie  en  su  tumba,  solitario 
También  suspira  su  querella  }'  llora, 


102 


PüEsIj.S  filosóficas. 


El  Genio  de   Colombia  triunfadora. 
El  Genio  del  perdido  paladín. 

Tierra  de  mis  primeras  impresiones 
En  los  pasados  tiempos  de   la  infancia. 
Tan  llena  de  recuerdos  y   arrogancia 
Bajo  el  azul  del  Cielo   tropical ; 
Tú  fuiste  para  el  indio,  lo  que  un  dia 
Granada  la  morisca  para  el  moro  ; 
Recuerdo  de  placer,  germen  de  lloro. 
Lecho  de  mil  valientes  funeral. 

Por  eso  cuando  el  español  altivo 
Talaba  tus  campiñas,  temerario, 
A  la  sombra  de  un  árbol  centenario 
El  casique  peleando  sucumbió  : 
Por  eso  á  las  orillas  de  tus  rios 
La  virgen,  inocente  americana. 
Espiga  y  ñor  de  la  pradera  indiana, 
En  sus  campestres  cantos  te  llamó. 

Al  fin  los  valerosos  de  Castilla 

Tus  alcores  y  vegas  poseyeron  ; 

Y  la  le}''  que  al  \cncido  entonces  dieron 


L:i  servidumbre  fué,  la  esclavitud  ; 

Y  tú,  Caracas,  heredaste   el  nombre 
De  la  noble  nación  que  conquistaron, 

Y  el  español  y  el  indio  te  adoraron 
Este  llorando,  aquel  por  gratitud. 

A  tu  valor  y  hazaña  sucediera 
Sueño  triste,  letárjico  y  profundo. . . . 
Tras  luengos  dias  de  abyección,  el  mundo 
Libre  y  llena  te  vio   de  iiiagestad. 
Hoy  en  los  Andes  vése  una  divisa 
De  propicios  colores   esplendentes  : 
¡  Es  la  enseña  feliz  de  los  valientes . .  . . ! 
i  El  lábaro  de  triunfo  y  libertad . . . . ! 

Caracas,  la  ciudad  de  los  paisajes, 

La  ciudad  de  las  fuentes  cristalinas  ; 

Bella,  como  sus  flores   campesinas, 

Gloriosa  cual  la  enseña  tricolor. 

La  que  cantar  debiera   sus  recuerdos 

Al  eco  agudo  del  clarin  de  guerra, 

Si  el  Hijo  heroico  que   la  tumba  encierra 

No  demandase  cantos  de  dolor. 


LA  HORA  m  LA  MELANCOLÍA. 

A  rai  amigo  el  Sr.  Cáiios  T.  Irwm,  en  la  sentida  muerte  de  su  esposa  la  señora  Elvira  Vale, 


NO  ya  con  mi  esperanza 
Ni  en  sueños  de  oro  que  la  mente  crea, 
Ni  que  la  gloria   alcanza 
En  alas  de  la  espléndida  fortuna, 
Mi  voz  aquí  campea  ; 
El  Genio  del  dolor  pulsa  mi  lira, 
Mi  pecho  gime,  el  corazón  suspira, 

Y,  orillas  de  los  mares, 
Las  vírgenes  nativas,  en  su  duelo, 
Demandan  mis  cantares ; 
Esas  lamentaciones  de  la  noche 
Que  acoje  siempre  el  cielo  ; 
Esas  lágrimas  ¡ai !  que  con    profundo 
Pesar  voy  derramando  por  el  mundo .... 

Númenes  sacrosantos. 
Que  brotáis  en  la  noche,  mientra,  el  viento 
Murmura  nuestros  llantos, 
Angeles  del  dolor,  Genios  sombríos, 
Dadle  al  trémulo  acento 
La  gravedad  solemne,  la  honda  calma, 
Que  da  la  muerte  al  despedirse  el  alma. 

¡  Pues  qué  !  ¿  No  es  muy  horrible 
Del  hombre  aquí  la   mísera  existencia  ? 
¡  Siempre  juzga  posible 
Hallar  la  dicha  en  la  virtud  sublime 
Con  Dios  y  su  conciencia  ! 
Pero  la  dicha  se  le  escapa  al  hombre. 
Porque  la  dicha  es  humo....sQlo  un  nombre. 


El  sol  en  su  camino 
Desparce   misteriosas  claridades : 
El  piélago  marino 
Sordamente  se  queja,  cual  escucha 
La  voz  de  las  ciudades 
El  viajador  al  lejos ....  Ruido    \ago 
Murmura  en  torno  de  mi  p.atrio  lago. 

Y  corren  tristes,  lentas, 
Las  nubes  ya  rojizas,  ya  incoloras. 
Ya  negras  cenicientas  ; 
Pálido  brilla  el  postrimer  celaje .... 
Eran  las  mudas  horas. 
Que  en  lionday  funeral  melancoha 
La  noche  llega,  se  despide  el  dia. 

Al  pié  de  una  palmera, 
Que  saludan  las  aves  peregrinas, 
Admiraba  doquiera 

La  noche,  el  cielo,  el   mar  batiendo  ronco 
En.  las  playas  vecinas; 

Y  1,-1  tierra  en  la  sombra  palpitando.  .  .  . 

Y  noclie,  }•  cielo  y  mar  agonizando. 

De  pronto .  . .  .¿  Cuál  gemido 
Interrumpe  el   .silencio? — Solitario 
Rumor  siente  mi  oido; 

Y  á  la  luz  del  crepúsculo,  cubierto 
De  velo  funerario. 

Yo  vi  cruzar,  en  prolongados  giros, 
El  ángel  de  los  últimos  suspiros. 


POESÍAS  FILOSÓFICAS, 


lOÍ 


Tres  veces  misterioso 
Resonando  sus  alas  toca  el  suelo  ; 
Y  en  eco  pavoroso 
Por  tres  veces  tern'lico  murmura 
Palabras  ¡  ai !  de  duelo  ; 
Acentos  de  dolor,  que  sola,  mustia, 
Comprende  el  alma  en  su  profunda  angustia. 

Y  así  exclamó  batiendo 
Al  fin  sus  alas  de   impalpable  lumbre  : 
— "  ¡  Gloria  al  Señor  tremendo ....  I 
"De  rodillas,  mortal .  .  . . !  Que  tu  cabeza. 
"Lleno  de  mansedumbre, 
"A  la  tierra  se    inciine . .  . .  ¡  Triste  arcano 
"Hoy  te  revela  el  numen  soberano  ! 

"A  prueba  dolorosa, 
"Somete  Dios  á  tu  infeliz  amigo  ; 
"Su  inmaculada  esposa. 
"Ángel   de  caridad,  paloma  dulce 
"Que  se  duerme  al  abrigo 
"Déla  casta  virtud,  lioyel  Dioa  I'"ueite 
"AI  seno  llama  de  la  horrible  muerte, 

"En  el  trono  bendito 
"De  rutilantes  ejes,  donde  mora 
"El  Señor  infinito, 
"Al  coro  unida  de  las  almas  justa:,. 


"La  sangre  redentora 

"Cuidará  ilel  cordero  inmaculado 

"Que  limpia  la  impureza  del  pecado. 

"  ¡  Gloria  á  Dios   en  el  cielo  ! 
"  ¡  Gloria  <:n  la  tierra  al  Numen  soberano  1 
"  De  impenetrable  velo 
"Cubierto  está,  ¡morque  sus   altos  fines 
"Nú  comprenda  el  humano .... 
"Lloraba  Job  su  desventura  extrema 
"Y  Dios  en  dicha   la  cambió  suprema"'. 

Dijo,  y  pasando  el   viento 
Por  el  verde  palmar  de  la  laguna, 
El  celestial  acento 

Apaga  de   improviso  ....  Se  alza  triste 
La  amarillenta  luna. . .  . 
¿  Dónde  está  la  visión,  la  vo¿  del  alma  ? 
¡  Silencio  }■  Soledad  ! .  .;  Todo  está  en  calma  ! 

Amigo,   pobre  amigo. 

Y  más  que  amigo  en  lu  aflicción,  iiermano, 
\'en,  llórale  contigo ; 

Al  pié  del  ara  santa  encuentra  el  triste 

Y  misero   cristiano 

Resignación  \'  fe.    ¿Cuando  no  alcanza 
El  que  llora  contrito  una  esperanza  ? 

Junio  :'5  de  185;. 


A  UNA  SENSÍTÍVA. 


PLANTA,  ¡  y  te  troncha  inhumano, 

Y  da  fin  á  tu  existencia, 
En  su  torpe  diligencia, 
El  labriego  podador ! 

I  Y  no  híiy  un  ser  en  el  mundo 
Quien  le  advierta  ó  le  recuerde. 
Que   acaso  tu  ramo  verde 
Guarda  una  vida  de  amor! 

En  la  escala  m.isteriosa 
De  la  gran    naturaleza, 
¿Quién   puede  saber  do  empieza 
El  sentimiento  inmortal  ? 
¿Quién  puede  decir  juzgand<i 
De  la  vida  >'>  de  la  muei'te : 
— "Herid,  l;i  planta  es  inerte. 
En  ello  ni  bien    ni  mal." 

Con  todo,  el  guerrero  altivo 

Y  el  miserable  labriego 

Te    arrasan    ;í  hierro  y  fucgn 
Por  pasatiempo  y  desden: 
Mas  ¿qué  mucho   si  este  mata 
Por  gusto  la  débil    ave, 

Y  aquel,  criminal   se  sabe 
Que  mata    al  hombre  también? 

Sensitiva  de   los  prados, 
Yo  no  sé  si  por  cariño 
Bajo  mis  manos  de  niño 
Trémula,  asaz  te  sentí : 


Yo  no  sé,   pero  recuerdo 
Que  hasta  del  céfiro  blando. 
Temblando,  siempre  temblando 
En  la  pradera  te  vi. 

Así  la  tierna   zagala 
Que  pasa  de  amanti:  á  esposa. 
Junto  al  zagal  ndjorosa 
Se  postra  al  pié  del  altar; 
No  de^íotro  modo   se  arrullan 
En  las  floridas  praderas,  ' 

Dos  palomas pasajci'as, 
Peregrinas  de  la  mar. 

¿Por  qué  te  concede  el  hombre 
Vida,   savia  y  crecimiento, 

Y  te  niega  el  scntiiiiivnlu. 
Que  es  la  vida  de  dolor? 
.Si  te  llaman    sensitiva, 

Y  de  sentir  le  das  muestra, 

¿  l'or  qué  la    inhumana  diestra 
Te  arrasa  del  podador  ? 

Esto  es  una    inconsecunecia.  . . . 
¿  Una?. . .  .¡  El  hombre  tiene  tantas  ! 
No  ya  en  las  débiles  plantas, 
No  ya  en  su  vana  virtud  ; 
No  ya  en  los  pliegues  recónditos 
De   su  insondable  egoísmo.  . . . 
Es  con  su  Dios,  su  Dios  mismo. 
¡  Hasía  en  el  negro  ataúd  ! 


104 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


Pudorosa  sensitiva. 
En  las  alas  del  deseo. 
Mientras  más  medito,  creo 
En  el  error  mundanal. 
Tú  vives  como  yo  vivo, 
Como  yo  siento,  tú  sientes  ; 
Callas  empero ....  y  las  gentes 
Te  dan   muerte  ó  te  hacen  mal. 

No  es  extraño  que  en    el  mundo 
Tiene  un  puesto    distinguido 
La  gloria    que  es  vano  ruido, 
La  fama  que  nada  es  ; 
Y  la  virtud  que  en  silenciio 
Con  las  penas  se  aquilata. 
Camina  por  senda  ingrata 
Que  le  ensangrienta  !os  pies. 

Planta  verde,  planta  verde, 
Pudorosa  sensitiva, 
Por  modesta  y  pensativa 
A  tu  existencia  dan  fin  ; 
Si  tú,  jirasol  ó  rosa 
Fueras,  viento  y  luz  buscando, 
No  te  tronchara  cantando 
El  popador  del  jardin. 


Cuando  en  las  pálidas  noches 
Tras  los  sotos  campesinos, 
Escucho  los  dulces  trinos 
Del    nocturno  ruiseñor, 
Pienso   que  acaso  en  tu  gloria 
Su  voz  el  ave  levanta, 
Y  que  enamorado  canta 
Solicitando  tu   amor. 

Si  eso  á  la  tierra  te  apega, 
Algo  tu   fortuna  alcanza  ; 
Que  el  sueño  de  la  esperanza 
Siempre  es  dorado  y  feliz  ; 
Siempre  por  más  que  al  embate 
De  losmundan.os  empeños 
Caiga  el  árbol  de  los  sueños, 
Arrancado  de  ratz. 

En  la  escala  misteriosa 
De  la  gran  naturaleza, 
Nadie  sabe  donde  empieza 
La  vida,  la  sensación  ; 
Nadie  sabe  si  esta  planta 
Que  á  mi  contacto  se  cierra, 
Tiene  como  yo  en  la  tierra  : 
Amor,  placer,    ilusión. 
yMaracaibo,  Diciembre    15  de  185S. 


EH  EL  CÜMPlEAfiOS 

de  raí  estimable  amiga  la  sonorita  Áinelía  Hurtado. 


¿  NO  sabes  que  á  la  brisa  caraqueña 
Yo  le  pedí  un  rumor,  una  armonía 
Para  poder  cantarte,  amiga  mia, 
Ó  bien  decirte  lo  que  el  alma  sueña? 

Masía  brisa  al  pasar  de  pena  en  peña, 
Empapada  de    aronnis,  me  decía: 
¿Cómo  podr;is    en  dulce  poesía 
La  enhorabuena  dar  á  esta  trigueña? 


i     — ¿Con  que  nada  podré,  brisa  del  valle? 
I — Tu    numen  para  Amelia  es  infecundo, 
Y  es  perdido  tu  afán,    vano  tu  anl\elo. . . . 

I      Si  eso,  Amelia,  es  verdad,  fuerza  es  que  ca.l 
j  Aunque  tus  ojos  valgan  todo  un  mundo, 
i  Y  yu  cjuisiera  darte  todo  un  ciclo. 


T 


de  Mayo— 1S65. 


FE  REPÜBLÍCAMA. 


EN  mis  horas  de  angustia,  cuando  triste 

Vivo  para  el  pesar,  el  sufrimiento, 

¿  Quién  me  muestra  el    nocturno  firmamento 

Espléndido  de  luz  ? 
¿Quién  conmueve  mi  ser  hasta  las  fibras 
Del  ulcerado  corazón  ?  ¿Quién  calma 
Esta  lucha  terj'ible  de  mi  alma, 

Esta  gi^ave  inquietud? 

No  es  el  amor  con  su  terreno  instinto, 
'  Soplo  vertijinoso  cjue  conmueve 
El  pensamiento  que  :i  volar  se  atreve 
En  pos  de  j  chova. 


No  es  el  poder  mundano,   nu  es  la  dicha 
Que  atormenta  del  hombre  la  memoria; 
Ño  es  un  sueño  magnifico  de  gloria .... 
i  Eso  es  todo  mortal  I 

¿Oué  será,  pues? — Si  la  grandeza   luimana 

Y  la  dicha  y  la  gloria  de  este  mundo 
No  acallan  ni  mitigan  mi    profundo 

Dolor,  ¿c]ué    puede  ser? 
¡  Qué  podrá  ser.  . . . !  Al  corazón  pregunto, 

Y  el  corazón  ardiente  me  revela, 

Que  ese  impulso  de  paz  que  me  consuela  ' 
Es  la  luz  de  la  Fe. 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


105 


La  Fe  !  siempre  la  tuve.  .  .  . !   AÍa.s    iiUitiietn 
Un  nuevo  sentimiento  me  do.mina.  .  . . 
Ai  !  e.s  también  la  Ve.  la  Fe  di\-ina 

Con  .su  soplo  inmortal ; 
Es  la  Fe  de  los  tiempos  eolombianos 
Que  la  Fama  lle\-ó  de  gente  en  gente. 
La  Fe  de  nuestros  padres,  el  arLÜente 

Amor  de  libertad. 

¡  Fe  santa,  Fe  sublime,  yo  te  adoro .  . . . ! 
Bien  haces  cuando  escudas  de  mi  pecho 
El  corazón  que  al  palpitar,  estrecho. 

Brotó  sangre  infeliz. 
Abrásame  en  tu  fuego  inmaculado, 
Porque  es  contigo,  á  tu  divino  nombre 
Que  puede  solo  contener  el  hombre 

Su  indignación  aquí. 

Caminando  entre  sombras,   á  los  gritos 
De  imbéciles  que  forjan  sus  cadenas. 
Viendo  ;  ai  de  mí  I  terríficas  escenas. 

La  sangre  por  doquier: 
Palpando  la  mentira  que  orgullosa 
Invade  los  palacios,  las  cabanas, 
El  \'icio  no  apagado  en  las  entrafías 

De  la  fria  \-eiez  ; 

Alzada  la  ambición  tras  la  insolencia 
De  los  que  al  pueblo  con    furor  oprimen. 
Ciego  este  pueblo  tolerando  el  crimen 

De  lesa   libertad ; 
Hermanado  el  amor  con  la  perfidia. 
Querido  el  malo,  despreciado  el  bueno 
\'  lle\ado  el  poder  hasta  el  veneno. 

La  traición,  el  puñal ; 

Sin  tí,  ]-"e  \enturosa,  ¿cómo  triste 
Mis  decepciones  resistir  pudiera  } 
;Qué  sin  la  l-"e  mi  ilesaliento  fuera. 
.Mi  angustia,  mi  dolor? 


Yo  me  votara  á  la  segura  muerte' 
A  Bruto  semejante,  y  con  mis  mano.s- 
Yo  te  vengara  ¡  oh,  patria  Ide  tiranos 
Én  jli^ít»  indignación. 

Pero  yo  tengo  Fe,  qmes  para  el  hombre 

La  bendecida  luz  que  !s  sostiene: 

Yo  espero  en  Dios:  cuando  juvo?.  resuene 

Los  malos  temblarán: 
Los  sicarios  ocultos  en  las  sombras', 
El  \endido  al  poder,  el  poder  mismo, 
Pálido  de  terror,  al  negro  abismo 

Con  mengua  bajará. 

Símbolo  de  los  buenos,  alto  Numen 
Que  en  pos  derramas  tus  divinos  dones, 
\o  te  alejes  de  mí,  no  me    abandones 

Del  mundo  á  la  merced. 
Virtud  republicana  de  los  libres 
Que  columbras  á  Dios  en  la  tormenta,  - 
Ah  I  mi  ulcerado  corazón  alienta, 

Santa  y  divina  l'e. 

Que  animado  por  tí,  por  tí  inspirado 
Desde  el  inmoble  altar  de   mi  conciencia, 
Torva  ambición,  sacrilega  demencia 

Yo  sabré  resistir.  \ 

Patriota  y  libre  adoraré  la  patria. 
Cristiano  y  bueno  cumpliré  con  Cristo, 
Poeta,  al  mundo  cantaré  que  he  visto 

A  mi  patria  infeliz  ; 

Y  acaso  al  escucharme  conmo\'ido 
Marino  audaz  que  cruza  el  océano 
Dirá  de  nuestro  suelo  americano, 

Mientras  le  alcance  á  ver  ; 
Aun  vive  en  esa  tierra  la  esperanza 
En  el  fondo  de  nobles  corazones ; 
No  sucumben  ni  mueren  las  naciones 

Con  patriotismo  )•  ('C. 


PLEGARÍA. 

Con  motivo  del  nacimiento  de  mi  hijo  Manael. 


DIOS,  venero  fecundo  • 

De  infinita  bondad,  derrama  ])íf> 
Sobre  este  frágil  ser  \enido  al  inundo. 
El  mísero  hijo  mió. 
Las  felices  y  santas  bendiciones 
Que  encierran  los  humanos  corazones. 

Derrama  en  su  camino 
Bálsamo  de  virtud,  sombra  de  calma. 
Que  adorándote  cimipla  su  destino 
VA  hijo  de  mi  alma, 

Que  nunca  ol\i(lc  en  el  afán  del  hombre, 
;  Oh.  l'ro\-¡(lencia  !   tLi  divino  nombre. 

,     Que  de  mi  liogar  tranquilo 
llonra  y  felicidad  perenne  sea: 
V  rolo  ;í1  fin  de  mi  ex¡sienc¡;i  el  hilo. 


A  la  lumbre  febea       * 

Mm-mure  en  mi  sepulcro  esos  acentos 

Que  ;í  tí  llegan  en  alas  de  los  \ientos. 

Tú  que  á  volar  enseñas 
Desde  su  nido  al  blando  pajarillo; 
Tú,  Poder  inmortal,  que  no  desdeñas 
El  acento  cencillo, 
NI  la  v()tiva  ofrenda,  ni  las  flores 
Que  en  su  vellón  te  ofrecen  los  pastores  ; 

Escúchame  propicio, 
Proteje  á  mi  naciente  pequeñuelo. 
Si  para  ser  feliz  un  sacrificio 
Demanda  el  alto-Cielo, 
YoVne  ofrezco   por  víctima. — Culpable 
Ue  si(|o   mucho,  y  necio  v  miserable.  .  . 

14 


106 


POESlAS  FILOSÓFICAS, 


Dale  luz  á  su  mente ; 
Pero  luz  de  verdad  que  un  dia  alumbre, 
Siquiera  en  el  hogar  de  nuestra  gente, 
Tras  honda  servidumbre, 
Los  mentirosos   ídolos  que  adora 
Al  ruido  de  la  guerra  destructora. 

Fe  te  pido  sincera 
Para  su  corazón  :  ampara,  escuda 
Su  divina  creencia.  Cuando  impera 
La  desolante  duda 
Y  la  santa  virtud  yace  en  oh'ido, 
Para  este  pobre  niño,  l'"e  te  pido. 

En  los  dias  risueños 
De  nue.stra  juventud  torpe,  ilusoria. 
Se  apasta  el  loco  es]Mritu  de  su.cños 


Cuya  luz  es  la  gloria 

Como  la  entiende  el  alma  degradada  ; 

Insensatez)- ruidos,  humo,  nada 

Y  pues,  que  yo  sin  miedo 
Culto  presté  también  á  ese  delirio 
A  cuya  voz  aun  hoy  mísero  cedo, 
Y  es  mi  mayor  martirio, 
Que  el  hijo  mió  de   esas  glorias  huya  .... 
No  hay  más  gloria,  Dios   mió,  que  la  tuya. 

Padre  inmortal,  inspira. 
Tras  largo  insomnio  en  noche  solitaria, 
A  mi  espíritu  ardiente  que  te  admira 
En  trémula  plegaria. 
La  paz,  la  dulce  paz  hija  del  cielo. 
Que  necesito  en  mi  constante  duelo. 
Diciembre  de  1860. 


ODA  ummL 

.En  la  tnraba  de  Bolívar. 


¡  SILENCIO  ! !  Esta  es  la  tumba   del  Caudillo 

Del  pueblo  colombiano.   Esta  es    la  tumba 

Donde  jamas  el  sol  \'ierte  su  brillo 

Ni  el  eco  agudo  del  clarín   retumba. 

La  sombra  de  la  muerte 

Cubre  cloquier  la  bóveda  sagrada  : 

¿Adonde,  adonde  el  fuerte 

Caudillo  está,  su  fulminante  espada? 

,  Silencio  ! !  que  esta  tumba   solo  encierra 

El  desengaño  horrible  de  la  tierra. 


Genio  de  las  tristezas  que  suspiras 

En  el  silencio  de  la  noche  oscura, 

Que  el  mundano  dolor  piadoso  miras 

Desde  tu  excelsa,  inmensurable    altura  : 

Tú  que  el  grito  posfrcro 

Tras  el  bélico  ardor  de  la  batalla 

Recojes  del  gucncro 

Que  espira  al  pié  de  la  fatal  n'n¿ralla : 

Tú,  Genio  compasivo  y  sacrosanto. 

Inspira  al    Numen  doloroso  canto. 

Y  pueda  con  mis  lágrimas,  doliente 
El  túmulo  regar  negro  y  sombrío, 

Y  humillado,  contrito  y    reverente 
Besar  el  mármol  sepulcral  y  frió; 

Y  cuando  al  lejos  vea 

La  purpurina    faja  rutihuVcc 

De  la  lumbre  febea. 

Yo,  pobre  trovador,  vendré  anhelante 

Á  murmurar  mi  férvida  plegaria 

Avivando  la  lumbre  funeraria. 

Tal  es  la  ofrenda  votiva   que  el  hombre 
Dar  aquí  puede  á  quien  un  tiempo  viera 
Gigante,  escrito  su  grandioso  nombre. 
En  el  azul  de  la  estrellada  esfera.  «. 

Como  la  negra  nube 
Al  ruido  ronco  de  la  mar  bravia 


\  Hórrida  crece  y  sube 

Y  envuelve  en  sombras  el  nítente  dia  ; 
Así  en  duelo  terrífico  y  profundo, 

El  Héroe  sucumbió  del    Nuevo  Mundo. 

¿  El  Héroe.  .  .  .?  El  grande,  el  sol  de   la  risueña 

Creación  colombiana.  .  .  .¿quién    osado 

A  preferir  la  muerte  al  pueblo  enseña 

A  triste  esclavitud  ?  ¿Quién   al  soldado 

Conduce  á  la  victoria? 

¿Quién  forma  una  nación   omnipotente 

Y  Icdn  tanta  gloria. 

Que  hace  inmortal  al  nuevo  continente? 
¿Quién  puede  ser?  i  Bolívar  !     ¡  Y  él  reposa 
En  esta  tumba  oculta  y  silenciosa  ! 

i  Miserable  destino  !  ¡Cruel   sentencia! 

Que  en  un  momento  despiadado  aduna 

Al  plebeyo  de  oscura  descendencia 

Con  el  magnate  de  preclara  cuna, 

De  la  grandeza  humana 

Triste  y  aciago  y  espantoso  ejemplo  : 

Ver  su  pompa  profana. 

So  la  techumbre  del  bendito  templo. 

En  un  montón  de  harapos  convertida, 

A  tierra  y  polvo  )-  nada  reducida. 


Silencio!  ¿Acaso  al  inmortal  caudillo, 
A  Bolívar,  Titán  de  la  victoria, 
La  muerte  puede  marchitar  su  -brillo. 
La  tumba  puede  oscurecer  su  gloria  ? 
¿Acaso  con  estruendo 
No  despide  la   inmensa  catarata, 
En  torbellino  horrendo. 
La  voz  de  libertad,  que  se   desata 
Como  Genio  del  mal  para  el  tirano, 
yComo  Genio  del  bien  al    colombiano? 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


107 


¿Aeaso  las  banderas  tricolores 
Altivas  no  flamean  donde  un  dia 
Clavaban  su  pendo-n  nuestros    señores 
A  la  sombra  de  insana  tiranía? 
¿  La  apacible  llanura, 

Y  la  silente  tropical  montaña. 
Donde  la  fiera  impura 
Hambrienta  ruje  en  vengadora  saña, 
No  están  reradas  con  la  sanare  nuestra 
Que  bien  al  mundo  el  heroísmo  muestra.^ 

Sí,  que  á  ese  precio  concjuistadas  fueron 
Las  giganteas  moles  de  los  Andes, 

Y  millares  de  libres  sucumbieron 

Para  que  el  mundo  Jos  llamase  grandes. 

Y  en  tanto  se  redime 

La  antigua  libertad,  surje  altanera 


■¡•La  creación  sublime 

I  Que  se  llamó  Colombia  la  guerrera  ; 

'  Colombia  que  á  los  reyes,    patria  mia, 

:  Miraba  frente  á  frente,  no  temia ; 

I 

1  Mas  ¿  cómo  el  pecho  de  pesar  rendido 
!  IMarcial  recuerdo  de  valor  le  inflama, 
i  Y  en  vez  de  llanto  )■■  funeral  gemido 
t  La  voz  encuentra  de  la  limpia  fama? 
I  ¡  Oh  !  Genio  solitario, 
!  Que  guardas  de  Bolívar  la  memoria, 
!  Perdón,  si  en  tu  santuario 
!  Alzé  mi  voz  á  proclamar  su  gloria  ; 
I  Perdón  ¡oh  (iéniodel  dolor  postrero! 
Que  bien  sabe  su  gloria  el  mundo  entero. 

Caracas,  Diciembre  7   de    ¡849. 


ÁNGEL  Y  DEMONIO. 


ÁNGEL  es  la  muger  cuando  naciendo       •■ 
A  la  del   mundo  temi)estuosa  vida, 
Pudorosa  se  alarma  sonreída. 
El  vago  instinto  del  amor  sintiendo. 

Demonio  es  la  muger  cuando  bebiendo 
En  la  fuente  del  \icio  corrompida, 
Se  arrastra  por  el   oro,  envilecida, 
Al  hombre,  al  mundo,  á  Dios  escarneciendo. , 


El  ángel  bu:?caa  Dios  en   su  tristeza  : 
Husca  al  mundo  el  demonio  en  sus  pasiones; 
Y  cuando  aquel  inclina  la  cabeza, 

. 'J'.iién  levanta  frenéticas  canciones 
En  el  silencio  de  la  noche   oscura? 
Es  el  demonio,  la  muger  impura. 


LAS  BANDERAS  DE  Mí  HUO. 


Apenas  brilla  en  el  ticin 
El  carmín    de  hi  mañana 
Cuando  corre  á  la  \entana 
Mi  más  dulce   pccjueauelo. 

Y  á  los  gayos   resplandores 
Del  alba,  nuncio  del  dia. 
Coloca  en  la  celosía 
Sus  banderas  tricolores. 

No  tiene  el  cielo  hechiceras, 
Con    sus  encajes  de  anniño, 
.Sonrisas  como  este   niño 
,\brazado  á  sus  banderas. 

Asi  un  ángel  cuando  salva 
El  infinito  profundo, 
Sonreír  debe  en  el  mundo 
A  los  suspiros  del  alba. 

Encantado  vive  alerta 

Y  corre,  y  grita  en  la  casa : 
Soñando  la    noche  pasa 

Y  encantado  se  despierta. 


Y  Como  el  sumo  contento 
Es  ver  su  gloria  muí  alta. 
Jamas  al  niño  le  íalt:i 
vMguna  baulera  al  viento, 

A  veces  llena  felice 
Sus  banderas  de  amapolas, 

Y  habla  con  ellas  á  solas 

Y  es  de  oir  cuánto  les  dice, 

Otras  \-icndo  en  los  confines 
Del  cerro  las  blancas  nubes, 
Me  grita  ¿cuando  me  subes 
Allá  con  mis  banderines? 

Qué  entusiasmo  !   qué  inocencia! 
Qué  esplendor  de  fantasía! 
Cuánta  suprema  alegría ! 
Qué  nitidez  de  conciencia  ! 

i'or  qué  la  leí  del  progreso 
La  vida  en  su  Ici  tirana. 
Ha  de  convertir  mañana 
En  dolor  tanto  embeleso? 


i  08 


POESÍAS  1-ILOSOFICAS, 


¿Quien  habrá  que  no  se  asombre, 
Cuando  medite  ó  recuerde, 
Que  el  bien  de    niño  se  pierde, 
Por  la  gloria  de. ser  hombre? 

¡  Pobre   ángel  mió,  que  avanza 
De  flores  sobre  una  alfombra 
Sin  pensar  que  es  humo  y  sombra 
La  felicidad  que  alcanza  ! 

Pero  más  pobre  el  prolijo 
Estéril  afán  paterno .... 


¡  Quien  pudiera  hacer  eterno 
Este  encanto  de  mi  hijo  ! 

Eterno  !    Extraño  delirio  ! 
El  deber  mañana  ciego 
1  al  v^ez  hará  de  este  juego 
El  sudario  del  martirio. 

Que  si  á  infortunio  sombrío 
La  patria  acaso  volviera, 
Abrazado  á  su  bandera 
Morir  sabrá  el  hijo  mió. 


EN  LA  MUERTE 

Lamentable  del  joven.  A.  Mancó. 


Así  perece  en  la  selva 
La  palma  que  se  levanta 
A  las  sonrisas  del  cielo 

Y  á  la  frescura  del  alba. 

Viye  y  crece  entre  las  flores 

Y  en  las  fuentes  se  retrata, 

Y  la  saludan  los  vientos, 

Y  el  pajarillo  le  canta. 

Mas  zumba  la  oscura  nube, 
Lanza  su  luz  incendiaria.  .  . . 
¡Ai  fujitiva  existencia  ! 
¡  Ai  de  tí    risueña  palma  ! 

Así  fue  herido  de  muerte 
El  hijo  de  la  esperanza. 


El  generoso  mancebo 

Sin  una  sombra  en  el  alma. 

Vn  himno    fué  su  existencia. 
Un  consuelo  su   palabra, 
Su  hogar,  refugio   del  pobre 
Y  altar  su  hacienda  de  dádivas. 

Y  con  todo,  así  en  mal  hora 
Hubo  mano  despiadada, 
Que  arrebatara  esa  vida 
A  amigos,  familia  y  patria  ! . . . . 


Paz  á  esa  tumba  ;  ella  encierra 
El  dolor  lleno  de  lágrimas. 
La  virtud,  símbolo  eterno. 
El  perdón,  gloria  cristiana. 
Y  22  de  Mayo  de  1877. 


A  CLEMENCÍA. 


ClNTlA,  la  bella  pastora, 
Como  á  su  zagal    quería 
Un  rosal  de  Alejandría, 
Que  regaba  con  la   aurora 
Cuando  la  aurora  salía. 

Sacudiendo  una  mañana 
Su  rosal,  vio  temblorosa 
Entreabriéndose  una  rosa 
Muy  garrida  y  muy  galana. 
Muy  risueña  y  vaporosa. 

Agena  de  una  venganza 
Que  desprecia  por  mezquina, 
La  flor  á  coger  se  inclina, 
Y  un  ¡  ai !  de    improviso  lanza 
Herida  por  una  espina. 

El  cielo  de  aquellos  ojos 
Se  nubló  con  tanto  duelo. 
Que  cayeron  hasta  el  suelo 


En  los  silvestres  abrojos 
Las  lágrimas  de  aquel  cíela. 

Lloraba,  no  del  dolor. 
Que  no  era  el  dolor  su  estrella ; 
Lloraba  Cintia  de  aquella 
Venganza  ruin  de  la  flor .... 
Pues  era  Cintia  muy  bella. 

Mientras  cjue  el  susto  le  arranca 
Un  grito,  y  retira  el  pié, 
Cintia  sus  lágrimas  ve 
Convertirse  en    rosa  blanca. 
En  la  triste  rosa  le. 

¿  Ya  lo  ves,  dulce  Clemencia  ? 
De  lágrimas  sin  amoircs 
P'ormadas  también  hay  flores. 
Así  como  mi   existencia 
Es  hija  de  los  dolores. 

Junio,  10  de  1855. 


POIiSiAS  FILOSÓFICAS. 


■i  09 


FÁBULA  MARACAÍBERA. 


— "  ¡  QUE  me  ahogo  griiaba  una  luna 

Nadando  en  un  pozo  ; 
— "  Pobrccilla,  se  ahoga  sin  duda 

Sino  la  socorro." 

Tal  murmui'a  un  marino  y  da  un  grito. 
— i  Q'-"^  pasa  ?  ¡  Canario  ! 


— Ouc  al  quererla  a}"udar  se  le  vino 

Prendida  en  la  mano. 
— Marinero  del  lago  de  plata 
I  Que  triste  me  escuchas, 

Si  la  tuna  se  ahoga  ¡  caramba  ! 
[         ~  Dejad  que  se  hunda.  .  . . 

Coro.  Setiembre  22  de  1S66. 


í 


.OS  DOS   GENÍOS. 

Escrita  para  ios  célebres  artistas  F.  C.  y  £.  L. 


l'ara  el  Genio  coronas,  para  el  Genio 

El  laurel  encantado  de  la  gloria,  j 

Porque  al  través  del  tiempo,  su  memoria  , 

Pueda  siempre  vivir.  i 

Porque  al  cerrar  el  ángel  de  la  muerte  1 
Sus  ojos  á  la  luz,  sin  que  se  asombre, 
Pueda  aun  muriendo  contemplar  su  nombre- 

Que  aclama  el  porvenir.  i 

Porque  si  el  Genio  se  remonta  altixo  1 

La  luz  buscando  con  afán  profundo, 
¿Qué  menos  puede  darle  avaro  el  mundo. 

Que  una  palma  inmortal?  I 

Con  todo:   ¡cuántas  veces  tras  la  "envidia        i 
Se  niega  el  hombre  á  coronar  su  frente  ! 
No  importa  !  que  en  el  sol  tiene  esplendente  1 

Diadema  celestial.  i 

Oh  !  yo  he  visto  dos  Genios  que  se  alzaban  j 

Atrás  dejando  vaporosas   huellas,  j 
Como  la  luz  que  vierten  las  estrellas 

En  aquesta  rejion.  1 


Con  las  alas  del  águila,  gigantes, 
Ufanos,    los    espacios  recorrían, 
Y  doquiera  los  cánticos  se  oian 
De  noble  admiración. 

Para  el  hombre  es  la  tiei'ra  con  sus  lagos, 
.Sus  bosqes,  sus- cascadas,  sus  praderas  ; 
Para  el  Genio  es  el  cielo  y  las  esferas 

Que  brillan  sin  cesar. 
Para  el  Genio  que  vuela  no  es  bastante 
Su  nombre  rei:íetir  de  gente  en  gente ; 
Solo  puede  ensalzarlo  omnipotente 

La  voz  del  ronco  mar. 

(_)h  !    \o  he  visto  dos  Genios  misteriosos 
Llevados  del  favor  de  la  fortuna. 
Cruzando  de  la  tórrida  laguna 

.Su  argentado  tapiz. 
Han  descansado  acaso  en  nuestro  suelo 
l'ara  seguir  después  ese  camino 
Que  le  marca  su  espléndido  destino 

En  la  Europa  feliz. 


A  LA  MEMORÍA  OE  NUESTRO  MUY  QUERIDO  HERMANO 

Joaquín   Rívas. 


PR01-"UND()  acento  de  suspiros  lleno 
Que  estremeces  mi  pobre  corazón. 
Palabra  triste  de!  dolor  terreno. 

Palabra  de  dolor; 
Pon  en  mi  labio  trémulo  el    ijlaíiidn 
Que  en  un  dia  inmortal  Salem  o)ó  : 
Tañer  de  melancólico  gemido 

Y  quejumbre  de    voz 

Asi  tal  vez  al  sacudir  el  viento 
Las  cintas  de   esta  fiesta  funeral, 
,  .Símbolo  del  piadoso  sentimiento 
Que  nos  hace  llorar  : 
Pueda  mi  lira  en  su  dolor  bendito 


A  un  hermano  ¡ilañir  canción  de  paz, : 
Alma  que  se  remonta  al  infinito, 
Más  allá,  más  allá. 


Alma   serena  de   ]jureza  tanta. 

Que   al  postrarse  ante  Dios,  puede  feliz 

Como-el  iíngel  pulsar  la  lira  santa 

Cual    la  pulsaba  aquí. 
Alma,   íjue    en  sus  divinos   embelesos 
Cruzando  de  otros    mundos  el   con  fin, 
Puede  encantarlos,  y  en  los  mundos  esos 


Amar,   creer, 


vivn 


1 1 


no 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


De  ese  amigo  llorado,  de  ese  hermano, 
¿  Cuál  mérito  ó  virtud  creéis  mejor? 
Hijo,  padre  y  esposo  y  ciudadano, 

Quién  no   sabe   que  Dios 
De    artista    le    dio  el  genio.  ..  .Todavía 
La   virgen  del  hogar  canta  de  amor 
Algún   aire  ó  pausada  melodía" 

Que  aprieta  el  corazón. 

Y  esc  canto,  dulcísima  conquista. 
Sobre  el  aura  y  las  ondas  y  la  luz, 
Como  perlas  y  flores,  el  artista 

Sacaba  del  laúd. 
Májico   del  sonido,    tan  canoro 
Su  numen  fué,  que  acaso  vuela  aún 
Las  brisas  acordando,   en  arpa  de  oro, 

Por  el^  éter  azul. 

Májico  del  sonido,  á  veces   toma 
Su  música  el   estruendo  popular 

Y  murmurando  arrullos   de  paloma 

Risueña  en    otras  va. 


A      Májico  del  sonido,  él  es  poeta 
Y  en  sus  aires  se  siente  tropical 
Fuego  de  amor,  perfume  de  violeta, 
Ensueños,  ansiedad  ! 

¡  Cuánto  genio  perdido  entre  cantares ■ 
Sin  eco,  sin   rumor!  Así  también 
Gallarda  nave  el  dorso  de  los  mares 

y\travesar   se  ve. 
Mas  ¡  ai  !  un  dia  en  el  espacio  cunde 
Somlira   de  tempestad,  retruena  infiel 
El  negro  abismo,  y  de  improviso  se  hunde 

El  mísero    bajel. 

Modesto  hermano,  adiós;  morir  querido 
En  la  patria,  es  dormir  sueño  de  amor. 
Cada  palabra  nuestra  es    un  gemido 

Y  un  i  ai !  de   compasión  ! 
Eso  será  tu  perdurable  historia.  . .  . 
¿Qué  á  tí  fastuosa  tumba?  No,  no,  no! 
En  el  Zulia  es  eterna  tu  memoria. 

Modesto  amigo,  adiós ! 


A  LOS  JÓVENES  REDACTORES  DE  "£L  ECO: 


CON  ese  instinto,  inspiración   sin  nombre,     <'• 
Que  aquí  tan  solo  en  la  virtud  germina, 
Un  gran  servicio  le  prestáis  al  hombre. 
Lleváis  á  cabo  una  misión  divina. 
Grande  es  la  empresa  sí,  mas  no  os  asY>mbre, 
Que  al  mundo  lo  sujeta  y  lo  domina. 
No  el  bárbaro  poder,  no  la  ignorancia  ; 
Si,la  fe  del  valor,  sí  la  constancia. 

]5olívar,  ese  Genio  de  la  tierra. 
Orgullo  de  la  raza  americana  ; 
¿Por  qué  pensáis  que  al  despotismo  aterra 

Y  hace  temblar  á  la  nación  hispana? 
Bolívar  era  un  Dios  ?  No  ;  pero  encierra 
Todo  el  secreto  de  la  fuerza  humana  ; 
El  fué,  tal  vez  por   voluntad  del  cielo, 
De  la  constancia  el    inr,iortal  modelo. 

La  patria,  nuestra  madre  generosa 
Amparo  y  diclia  en  su  dolor  demanda, 

Y  una  estirpe  sediente  y  ambiciosa 

Le  grita  imbécil,  "Venezuela,   anda. . . , !  " 

Y  Venezuela  sigue  pesarosa 
Camino  de  aflicción,  y  nunca  ablanda 
El  llanto  de  la  patria  dolorida. 

El  alma  de  esa  estirj^e  corrompida. 

Pensar  que  nuestra  patria   en  su  quebranto 
Vaya  en  pos  de  la  gloria  y  la  grandeza. 
Es  quererlo  imposible  por  encanto, 
Es  unir  la  maldad  con  la  torpeza  ; 
Eso,  si  bien  se  mira,  vale  tanto 
Cual  querer  que  un  mendigo  en  su  pobreza 
Por  agradar  la  gente  á  quien  suplica, 
yista  de  fino  paño,  ó  seda  rica. 


Mas  ¿  cuál  aciago  y  criminal  destino 

A  la  patria  condena  en  su  balanza 

A  desandar  y  andar  ese  camino 

Sin  CHCoiítrar  más  bien  que  la  esperanza  ? 

¿Dónde  el  culpable  está?  ¿do  el  asesino 

Cuya  espantosa    maldición  .alcanza 

A  la  patria  infeliz?  ¡Que.  .  .!  ¿Nos  oprimen 

Doquiera  males  y  se  ignora  el  crimen? 

¡  Donde  el  culpable  está.  . !  Por  varios  modos, 

Y  acaso  haciendo  de  patriota  alarde  i 
Culpable,  vive  el.cielo  !  somos  todos. 

El  sabio,  y  el  guerrero,  )•  el  cobarde 
¡Tenemos  en  gran  dicha  andar  beodos 
Con  el  gorro  de  Frigia.  .  .  . !  Guai  que  tarde 
Al  pasar  esa  ñebre  lloraremos. 
Que  hoi  ser  libres  y  buenos  no  sabemos. 

Toca  á  la  juventud,  le  toca  al  bueno, 

Y  vosotros  los  sois,  del  patriotismo 
Alzad  la  voz  con  atleman  sereno 

En  medio  del  naciente  oscurantismo. 
La  vida  de  los  pueblos  es  el  lleno 
Noble  y  libre  poder  del  periodismo  ; 
La  tribuna  del  Eco  será  un  dia 
Honor  y  timbre  de  la  patria  mia. 

Seguid  pues  adelante,  vuestra  gloria 

No  es  de  presente,  que  el  presente  es  triste  ; 

Así  como  el  pasado  y  su  memoria 

Plstremece  de  horror,  de  horror  se  viste. 

Mas,  he  allí  el  porvenir . . . . !  ¿  A  la  victoria 

Del  libre  pensamiento  quién  rc^siste? 

¿Se  opondrá  el  hombre ;í  su  gigante  vuelo. 

Cuando  es  suya  la  tierra,  el  mar,  el  cielo? 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


IM 


Valor,  constancia,  aliento,  amigos  mios. 
Los  hilos  de  ay.na  que  del  monte  bajan 
Forman  si  juntos,  impetuosos  rios 
Que  los  cedros  altísimos  descuajan. 
No  temáis  los  oráculos  sombríos 
Que  en  su  cobarde  pesimismo  ultrajan 
La  voluntad  de  Dios,  que  solo  ciuiere 
Prot^resc  el  hombre,  la  justicia  imjjci'e. 

Cumplid  pues  con  la  patria  en  sus  altares, 
En  luí^ar  de  la  ofrenda  del  guerrero. 
Alzad  de  la  concordia  los  cantares, 
Cubrid  por  siempre  el  fratricida  acoro. 


'.  Afielante,  .scufuid.  .  .  . !  Nec;ros  azares 

!  .Sin  duda  correréis;  mas  cuando  entero 

I  Palpita  el  córazoa  ¿quién  vence  al  cabo  ? 

!  ;  El  poderoso,  el  libre  ó  el  esclavo  ? 

I  Seguid  pues  adelante,  \-ucstra  gloria 

I  No  es  de  presente,  que  el  presente  es  triste  ; 

!  Así  como  el  pasado  y  su  memoria 

Estremece  de  horror,  de  horrorse  v'iste. 

j  Mas,  he  allí  el  porvenir.  .  . . !  A  la  victoria 

I  Del  libre  pensamiento  ¿quién  resiste?, 

I  ¿Se  opondrá  el  hombre  á  su  gigante  vuelo 

V  Cuando  es  su)-a  la  tierra,  el  mar,  el  cielo  ? 


ROMANCE. 


DORMIDAS  están  las  nubes 
En  las  cumbres  y  hondonadas 
Al  murmurio  de  los  rios 
De  la  risueña  Caracas. 
¿  Por  qué  las  luces  divinas, 
En  tan  serena  maflana, 
A  esas  nubes  perezosas 
No  despiertan,  no  levantan, 
Tiñcndo  de  rosa  y  oro 
La  veste  de  pura  plata? 

Tendidas  están  las  nubes 
Soñolientas  y  calladas, 
Si  fuera  en  la  tierra  mia 
Ya  estuvieran  como  brasas, 
Mirándose  en  la  laguna 
De!  sol  patrio  enamoradas. 

Con  todo,  bendita  sean 
En  las  cumbres  solitarias 
Esas  nubes  argentinas 
Que  me  refrescan  el  alma. 
Recordándome    en  silencio 
La  dulce,  la  pobre  patria. 

En  premio  luces  divinas. 
Con  el  rosicler   del  alba 
Teñid"  las  nubes  que  duermen 
En  las  cumbres  y  hondonadas, 
Al  murmurio  de  los  rios 
De  la  risueña  Caracas. 

Pero  ¿qué  mucho  distintos 
Sean  los  velos  )•  gasas 
Del  lago  Coqxiivacoa 

Y  de  las  cumbres  del  Avila  ? 
No  á  los  diferentes  climas 
La  naturaleza  sabia 
Brinda   los  mismos  arreos 
Ni  de  igual  modo  engalanri. 
Lo  esencial  es  lo  infinito 
Maravilloso,  en  la  escala 
F-ntre  el  átomo  invisible 

V  Dios    que  al  átomo  ensalza. 


Asi  las  nubes  tendidas, 
Perezosas  y  calladas. 
Armonizan  dulcemente 
En  el  \alle  de  Caracas 
Con  la  cumbre  que  verdea, 
Con  losarroj'Os  que  saltan, 
Con  el  ambiente  y  las  flores 

Y  las  frescas  alboradas  ; 

Y  aquellas  nubes  marinas 
Que  á  impulso  del  viento  pasan 
Con  espantable  estallido 

Y  con  formas  y  semblanzas, 

De  monstruos  que  desde  el  cielo 
Se  descuelgan  en  las  aguas : 
Esas  nubes  siempre    rubias, 
]'"orman  grave  consonancia 
Con  las  ondas  espumosas 

Y  los  limos  y  las,  algas, 

Y  los  terrales  nocturnos, 

Y  las  secas  y  abrasadas 
Llanuras  donde  parece 

Que  el  cielo  toca  en  mi  patria. 

Con  todo,  blandos  reflejos, 
Campestres   luces- lejanas. 
Que  asi  llenáis  de  alegrías 
Las  auroras  de  Caracas,' 
Mirad  que  aun  duermen  las  nubes 
Con  sus  vestiduras    blancas, 

Y  es  bueno  que   se  despierten 
Como  las  flores,  gallardas 

Si  no  las  llenáis  de  fimbrias 

Y  vestes  tornasoladas. 
Dirán  las  brisas  viagcras 
En  otras  tierras  extrañas, 

Que  se  han  trocado    en  mentiras, 
Pues  "de  Caracas,  al  Cielo", 
Según  dicen  en  Caracas, 
No  hay  en  el   \-iagc   atractivo, 
Ni  es  cambio  que  mucho   agrada. 
Cuando  la  luz  no  colora 
Las  nubecitas  del  Avila, 
Que  se  han  quedado  dormidas 
En  tan  risueña  mañana. 


112 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


MÁMCAÍBO  A  LA  CLARÍDAB  DE  LA  LUNA. 

Escrito  para  rai  amigo  Francisco  Áranda  y  Ponte. 


Es  al  rumor  de  las  olas 

Y  palmas  que  se  estremecen 
Como  mis  sueños  de  niño 
Recuerdo,  y  me  alegran  siempre. 
Piloto  de  una  barquilla 

Tan  frágil  y,  diligente, 
Que  hace  rumbó  sobre  el  lago 
Al  soplo  del  aura  leve. 
A  un  tiempo  bardo  y  marino, 
(Ya  que  mi  estrella  lo  quiere), 
Con  el  timón  en  la  mano, 
La  inspiración  en  la  frente. 
Mis  ojos  llenos  de  lágrimas, 

Y  murmurando  solemnes 
Palabras,  que  el  alma  mia 
En  tales  instantes  tiene  ; 

¡  Oh  !  yo  me  paso  las  noches 
Del  apacible  Diciembre, 
Poeta,  llorando  triste 
Marino,  cantando  alegre. 
¿  Pensáis  que  el  llanto  y  la  risa 
Juntarse  á  la  vez  no  pueden  ? 
Pues  sabed  que  en  este  mundo 
Se  enlazan  volando  á  veces, 
El  Genio  de  los  pesares 

Y  el  Ángel  de  los  placeres  : 
Sabed;  mas  venid  conmigo 
A  mi  barquilla  de  alerce  ; 
Subid;  ya  estamos  á  bordo, 

¡  Andar  !  que  el  tiempo    se  pierde. 

Aprovechemos  las  brisas 

Que  suspiran  dulcemente. 

Miremos  á  MaraCaibo, 

El  país  de  los   claveles, 

La  tierra  de  las  palomas. 

El  cielo  de  los  donceles. 

Allí  está  la  dulce  indiana 

De  los  mares  de   Occidente, 

Con  sus  cortinas  azules 

Y  sotos  de  palmas  verdes. 
Al  resplandor  de  la  luna 
De  lejos  mirarse  pueden 
Sus  marinos  miradores, 

Y  sus  grupos  de  mujeres 
Preludiando  esas    canciones 
De  los  trópicos  ardientes. 
Esos  aires  de  las  criollas 

A  cuya  voz  se  estremecen 

Hasta  las-  palmas  del  rio, 

Hasta   el  rosal  de  la  fuente. 

Allí  están  sus  torrecillas 

De  blanquísimas  paredes 

Granadinos  alminares 

Que  aquí  recordaban  siempre, 

Lejos,  muy  lejos  de  Esijaña 

Los  españoles  valientes. 

¡  Ci'nno  encantan  los  seiitidos  ! 


En  estas  horas  solemnes, 
Las  gaitas  y  serenatas 
Con  que  el  pueblo  se  divierte  ! 
¡  Cómo  es  soñador  y  vago 
Los  tonos  tan  diferentes 
Del  arpa  ya  melancólicos 
''"'Ya  ruidosos,    ya  campestres  ! 
Esas  zalomas  marinas 
Que  salen  délos  bajeles 
Y  en  los  remansos  inmobles. 
Entre  la  sombra,  se  pierden  : 
Esos  ruidos    misteriosos 
Que  dan  ecos  al  ambiente. 
Balbucencias  y  suspiros 
De  la  ciudad  que  se  duerme: 
Ese   reflejo  amarillo 
De  la  luna  de  Diciembre, 
Que  ilumina  las  espumas 
Con  chispas  fosforecentes : 
Los  luceros  que  vacilan. 
La  luz  que  irradian  y  el  tenue 
Polvo  de  oro  que  en  cambiantes . 
De  los  astros   se  desprende  ;     < 
Todo  en  conjunto  fantástico 
p-ascina,  encanta,  conmueve 
En  las  noches  de  la  vida. 
Que  muchas  visiones  mienten 
Por  más  que  sean  las  sombras 
L-nágenes  de  la  muerte. 
Mar'acaibo  así  en  la  noche 
Vista  del  lago  parece 
Una  ciudad  encantada 
Ceñida  de  ramilletes, 
Donde  los  Genios  nocturnos 
Bajo  una  concha  celeste. 
Levantaron  sus  palacios 
Con  porcelana  de  Sevre. 
¿  La  veis  así  tan  hermosa, 
Y  que  seostenta  tan  muelle? 
Pues    ¡  vive  Dios  !  que  ella  sabe 
Como  la  tigre  rujíente, 
De  asesinos  cazadores 
Atrevida  defenderse. 
Guardada  por  esas  tribus 
Que  se  ajitan  al  noroeste. 
Los  goajiros  indomables 
De  voladores  corceles ; 
Ella,  mi  ciudad  nativa 
En  esas  naciones  tiene   ■ 
Antemural  poderoso 
En  desdichas  y  reveces. 
Tú  sabrás,  patria  de  brax'os. 
Con  sus  salvajes  ginetes 
Machacar  en  tu  camino 
Las  venenosas  serpientes. 
A]  gritar  las  atalayas 
Que  cor<)nan  los  bajeles 


i 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


ii: 


Tus  hijos  ardiendo  en  cillera 
Sabrán  si  preciso  fuere. 
Libertarte  de  tiranos 
Y  de  traidores  aleves, 
Semilla  que  va  brotando 
En  nuestros  pueblos  nacientes. 
Maracaibo,  dulce  patria, 
La  florecilla  sil\-cstre 
Que  se  retrata  en  el  !n;;o 


De  rumorosa  corriente, 
Canta  al  rayo  de  la  luna 
En  las  noches  de  Diciembre, 
Mientras  al  lejos  te  miro 
En  mi  barquilla  de  alerce, 
Triste  con  las  realidades 
Mas  con  la  esperanza  alegre 
Canta,  Maracaibo,  canta, 
Duerme,  patria  mia,  duerme. 


ROMANCES  DE  COLOR  DE  BROMA. 


EN  CARACAS.-LÁ  ZUMBA, 

Adiós,  y  .Tfi'i  ]);ira  no<;. 
Krcs  un  m.-istiu-rzo.  .  .  . 

—Adiós. 

;Ajai!  ¿Ya  lo  veis,  amigos. 

Los  cantores   caraqueños, 

Como  todo  en  este  mundo 

Tiene  su  más  y  su  menos? 

Cuando  salí  de  Caracas 

í  Y  me  salí  tan  á  tiempo 

Que  de  mi  ejira  osaüda 

Hace  tros  meses  y  medio  i 

¡  Cuantas  desaprobaciones  ! 

¡  Qué  de  puntos  !    qué  de  peros  ! 

— ;  Je  vas  ?  me  irritaba    el  uno. 

— De  contado,  por  supuesto. 

— ;  Y  qué  hallarás,  liombrc  estúpido, 

Üistantcde  nuestro  cielo? 

— Ciua  !  murmuraba  asombrado. 

Hallaré  mis  azulejos 

Bajo  el  ala  de  su  madre 

En  un  nidal  de  romero. 

— Adiós,  gritaba  un  scí4und<j : 

.Salvaje  de  otro  hemisferio, 

Permita  Dios  que  te  embista 

El  toro  maracaibero. 

—  E.SO  fuera,  le  decia, 

Entre  mollino  y  colérico. 

Si  yo,  como  antaño,  ahora 

Forzara  la  barra  adentro. 

— ¿  Luego  es  mentira  ? 

— No,  cierto  ; 
Me  voi,  pero  en  este  viaje 
En  el  camino  me  quedo. 
—¿le  vas,  pues  á  Curacao, 
A  ese  peñazco,  á  ese  cerro? 
— Eres  un  gran  adivino, 
— Y  tú  un  grande.  . . .  majadero. 
— l'ero,  ¡hombre!    ignoras  acaso 
Que  en  ese  peñazco  tengo.  .  .  . 
— Si,  sabrosísimo  fiiiu-lu- 

V  macaiela  ....}•.... 

— ¡  Reniego 
De  tanta  lengua  de  víbora, 

Y  de  tantos  viboreznos,  .  .  .! 
\'  \'o  con  la  zumba  ardidn 


Ai !  me  alejaba  corriendo, 
Sin  venírseme  á  los  ojos 
Aquello  de.  . .  .pues.  . .  .aquello 
De  que  todo  en  este  mundo 
Tiene  su  m;is  y  su  menos. 
II 

.  EN  curazao-La  carta. 

Xo  liai  ra.slillos  mis  risueños 
Como  iunu'llos  que  en  el  aive 
r.cviinliui  lijs  enracjiU'ñoi 
.\  l:is  orillas  del  giwiiíe. 

Nuevo  viaje  :  pero  ahora 

Listo  en  el  embarcadero 

Me  salgo  de  Curacao. 

— ¡  He,  muchacho  !  vé  al  correo 

Que  de  familia  y  amigos 

Saber  a!  marcharme  quiero. 

—  Una  carta.  .  . . 

— Es  de  aquel  sordo 
Del  lunar  en  el  pescuezo, 
En  cuyos  cantos  de  azúcar 
Se  endulzan  los  caramelos. 
"  Mi  querido  maula.  . . .  " — Bravo  ! 
j  Este  principio  es  espléndido  ! 
Promete  más  que  el  Gran  Circo .  .  .  . 
¡  Va)-a  !  veamos  qué  es  esto. 
"Desde  que  levaste  el   ancla 
Estamos  todos  riendo, 

Y  (!t:  puros  pesarosos 
Bailamos  que  es  un   contento. 
Tu  ausencia  ha  sido  motivo 
De  visajes  y  pucheros 
Cuando  tomamos  helados 

Ó  la  lengua  nos  mordemos. 
Tan  mal  estamos,  tan  tristes. 
Que  antes  de  que  el  año  nuevo 
Se  venga  encima,  por  pascuas 
Pensamos  echar  el  resto, 
A  tu  salud,  de  gallina 
Las  hallacas  comeremos, 

Y  para  matar  pesares. 
Hallándote  tú  tan  lejos, 
Hemos  jurado  ahogarnos 

Con  dulces  y  vinos  secos.  , 

Para  cuando  pase  todo 
Madurado  habré  un    proyecto 
Oue  si  tú  lo  secundaras 

15 


114 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


Seria  un  caso  estupendo.  .  . . 
Decia  no  ha  muchas  noches, 
Mientras  tocaba  impertérrito 
Bordoneando,  bordoneando 
El  profeta  caraqueño ; 
Si  yo  diera  á  la  redonda 
Un  viajecito  por    Méjico, 

Y  me  encontrara  una   falda, 
Algún  palmito  tudesco 

De  condesa  millonaria, 

Y  ella  al  afio,  sin  rodeos, 
Se  muriera  y  me  dejara 
De  su  millón  heredero. 
Si  yo  con  esa  bicoca 

Me  alistara  en  los  troteros 
De  Juáres  el  indio  libre 

Y  Juáres  triunfara  luego. 

Si  yo  con  gloria  y  renombre, 

Y  lo  que  es  más,  con  dineros. 
Los  cacitacos  de  Colombia 
Intentaran  con   estruendo 
Llevar  las  luces  del  siglo 

A  los  campos  brasileños  : 

Y  su  Jefe  me  nombraran, 

Y  yo  tumbara  ese  imperio. 
Esa  mancha  americana 
Plagada  de  escla\'os  negros. 
Si  después. ..." 

—  Paixi,  gritaron. 
Llegando   mis  azulejos. 
Cuando  leia,  leia.  . .  . 
Papá,  nos  llama  cX  ponchcro, 

Y  nos  hace  seña  el  buque, 

Y  el  sol  parece  de  fuego. 

■ — Vamos,  dije,  la    lectura 
De  la  carta  suspendiendo  ; 
Pero  al  saltar  en  el  ponclu 
Vf  el  final  que  muy  enserio 
Decia,  como  en  resumen  : 
"Si  esta  caravana  hacemos, 
En  comandita  de  hermanos, 
¡  Qué  porvenir  tan  risueño  ! 
Yo  me  volveré  un  Aquiles 
Tú  te  \-olverás  un  Néstor  ; 

Y  mientras  tanto  Caracas 

Y  tu  familia.  .  .  . 

— ¡  San  Telmo 
Te  abrase  hasta  los  bigotes  ! 
Al  fin  grité  sacudiendo 

Y  en  el  canal  arrojando 
Aquella  carta  de  á  pliego. 
Con  todo,  la  tal  locura, 
Esc  viage,  ese  pasco 
Proyectado  al  son  del  arpa 
Del  profeta  caraqueño ; 

No  era,  según  en  Diciembre 
Caracas  hizo  esperezos. 
Un  disparate  muy  grande  ; 
Al  contrario,  un  gran  talento 
Demostraba  previsivo  ; 
¿Porqué?   \  a)'a  !  por  aquel'" 


in. 


EN  CORO,- 


DIALOGO. 


De  que  todo  en  este  mundo 

'rii-nesu  rn;is  \'  sti  niéno.-', 

1    ...  -  ...  „ 


— Papá  ¿por  qué  cuando  escribe 
Se  pone  siempre    tan  sérir)? 
— Porcjue  en  pos  de  mis  pesares 
Anda  siempre  el  pensamiento. 
— ¿Y  ahora  también? 

— No,  hija. 
— Escjuc  ahora  tiene    un  ceño.  .  . . 
— Iba  á  escribir  ujia  carta 
Y  se  ha  marchado  el  correo. 
— ¿  Eso  es  todo  ?  Pues  le  digo  .... 
— Que  tú  quieres    ir  ¿no  es  esto  ? 
— No,  papá  ;  pero    á  mandai-le 
Su  carta  me  comprometo. 
— Bachillera  encantadora. 
Si  mi  carta  \-amui  lejos, 
A  Caracas. 

— Bueno,  bueno. 
Yo  se  la  mando.     Y  de  un  brinco 
A  la  ventana  saliendo, 
Mientras  el  sol  se  escondía 
Critaba  así  mi  azulejo  : 
"Golondrinas  voladoras, 
¿Cual  de  vosotras  de  un  vuelo 
Quiere  llevar  una  carta 
A  los  mundos  caraqueños?" 
— Papá,  repare  en  aquella 
Parada  en  la  cruz  del  templo; 
— Llámala,  pues,  hija  mia. 
"  Pajarito  compañero. 
Quieres  llevarle  á  mi  padre 
Hasta  Caracas  un  pliego  ?  " 
— ¿Qué  contesta  el  pajarito, 
.Soñadora  de  los  cielos? 
-    Papá,  ya  baja  cantando 
Cliis,  cliis,  pero  tiene  miedo. 
— Miedo  le  tendrá  á  los  hombres 
Pero  no  á  los  azulejos. 
Habíale  mientras  escribo. 
— ¡  Ai,  padre  cuánto  me  alegró 
Que  lleve  la  golondrina 
Su  carta  como  un  correo ! 
Tomé  la  pluma  esclamando: 
¡  Esos  son  cuentos  de  cuentos! 

IV. 

EN  MI  PUPITRE.-CONTESTACION 
A  LA  ZUMBA. 

Cofrades  amigos  mios : 
Aun  no  sé  qué  recadero 
O  posta  lleve  esta  carta  ; 
Pero  como  estoi  resuelto 
A  mandarla,  es  de  seguro 
Que  recibiréis  mi  pliego. 
¿  Qué  diréis  ahora,  vosotros. 
Los  pecaminosos  tercos  ? 
¿  Hize  bien  en  alejarme 
De  esa  tierra,  de  ese  centro, 
] Je  ese  foco  convulsivo. 
Según  ibarra  el  Maestro? 
;^)iié  lürci.s  alioni,  yosoiros, 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


iií 


Santos  Tomases  incrédulos, 
Del  dulce  Aristides  Rojas 

Y  de  sus  tonos  proíéticos  ? 
Cuando  el  gritaba:  "  SeTiOics, 
(Y  os  lo  gritaba  con  tiempo i 
"Seflores,  andarse  listos 
"Que  allá  por  el  archipiélago 
"De  las  antillas  menores 
"Viene,  á  modo  de  telégrafo 
"La  tempestad  subterránea 
"La  onda  de  movimiento" 
¿Qué  hacíais  vosotros  todos. 
Contumaces   caraqueños ? 
Hacíais  lo  que  Dios  sabe  : 

Y  Dios  sabe  que  rien.do, 
En  vez    de  huirle  á  la  onda, 
Ibais   vosotros  zagueros 
De  las  ondulantes  faldas 
En  un  vivo  escopeteo. 

Y  Aristides   mientras  tanto 
El  vulcanismu    sintiendo. 
Por  un  agudo  fenómeno, 
En  sus  entrañas   del  pecho  : 

Y  zahori  por  instinto 
Divisando  en  tufos  céntricos 
Seísmicas  IJamaradas 
13etras  de  sus  espejuelos  ; 
Como  San  Juan  el  Bautista, 
Ai !  predicaba  en  desierto, 

Y  no  se  daba  al  demonio 
Por  ser  dado  á  estudios  serios. 
Después,  cuando  por  debajo 
.Se  estableció  el  traqueteo. 

Y  la  avileña    Caráca.s 
Retemblaba  Je  lo  bueno  : 
Decidores   de  donaires, 

'     ¿Qué    hicisteis  vosotros  hiegí I "' 
Hai  marino  que  burlando 
El  mar  hinchado  \'  colérico 
Trinca  de  firmo  á  bolina 

Y  desafia    los  truenos. 
(.)tros,  de   noche  en  lo  oscuro. 
Bajo    un  temporal  inmenso, 
Tras  esas    \oces  profundas 

Que  alza  el  mar  y  lleva  el  viento. 
Cruza  sus    brazos,    arría, 

Y  na\ega  á  palo  seco. 
Ahora,  decid  vosotros : 
Al  sentirlos  í-s/'i-/r::<is 
De  la  danzadora  niña, 

¿Qué  hicisteis?  ¿Seguisteis  riendo? 
Ni  por  esas,  ni  por  todas 
Las  ñiflas  del  mundo  entero: 
Corristeis  desatentados 
Con  el   susto  hasta  los  huesos. 
Corristeis   hacia  las  ])lazas. 
Mirasteis    hacia  los  templos: 
Corristeis  hacia  el  calvario, 
Jurasteis  hacia  los  cielos  : 

Y  hubo  rosarios,  gemidos, 

Y  gloriados  padres  nuestros, 

Y  escapularios  y  cruces, 

Y  duros  golpes  de  pecho  : 


Y  Orrin  quedó  como  estaca, 

Y  Sebastian  como  lelo: 

Y  hasta  los  Guardias   quedaron 
Por  el  circo,  como  muertos. 

¡  Oh  !  si  hubiera  sido  Aristides, 

El  que  hablaba  en  el  desierto, 

¡  Como  me  hubieran  pagado 

Las  risas  y  gatuperios  ! 

Pues  al  ver  como  corrían. 

De  los  apuros  en  medio. 

Amarillos  con  c!  susto 

Los  tañedores  incrédulos. 

Yo  les  hubiera  gritado: 

"  ¡  Allá  viene  por  el  cerro 

1-a  tempestad  subterránea. 

La  onda  de  movimiento  1 

¡  Que  revienta,  que  nos  traga. 

De  Ibarra  el  amigo  nuestro. 

El  incandescente  foco 

De  azufre  _\-  plomo  rejileto  ! 

¡  Andad  paso  de  puntillas  ! 

¡  No  piséis  duro  en  el  suelo  ! 

¡Cuidado  con  nuestras  botas, 

I-'igurines  figureros  ! 

¿No  sabéis  que  el  antro  horrible 

Bajo  de  los  pies  tenemos?" 

Y  como  el  miedo  es  un  hombre 
Que  mete  á  las  almas  miedo, 

Y  hai  más  de  un  alma  de  cántaro 
Que  burla  li  los  caldereros; 

Es  clanj  que  el  buen  Aristides, 
Al  hacer  lo  que  yo  |)ienso, 
Tamañitos,  tamafiitos 
Los  hubiera  á  todos  puesto. 
Xo  es  decir  en  lo  que  digo 
Lleve  \'o  ;i  ni;il  ni  por  sueño,  . 
Que  se  reze  \'  que  se  llore 
l'.n  las  tlesgracias,  ni  menos 
l".n  un  trance  tan  de  suyo 
.\purado  como  el  vuestro  ; 
Pero  amigos,  lo  (|ue  ahora 
En  esta  carta  repruebo  : 
O  mejor  ,1o  que  sensata- 
Mente   (  señores  ¡  qué  ad\  erbio  !  I 
Debe  siempre  reprobarse. 
Es  la  alegría  sin  seso 

Y  lo  de  tomar  á  broma 

Lo  más  santo  y  lo  más  ser¡(j. 
Mientras  que  resuena  el  arpa 
Del  profeta  caraciueñ(.). 
¿Y  después?  Ya  lo  habéis  visto 

Y  lo  sabe  el  mundo  entero  : 

Si  hacéis  un  San  Juan  de  Aristides 
El  os  vio  como  á  un  San  Pedro 
Con  tamaños  lagrimones.  .  . , 
Así  Israel  se  bur.  . .  .Pero, 
¿  Qué  es  lo  que  pasa,  hija  mía  ? 
— Papá,  este  hombre. 

— So  i   Aiiscn/'o, 
Dijo,  llegándose  un  indio 
i\  la  ventana. 

— ¿Y  qué  tengo 
Yo  que  hacer.  . . , 


116 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


— Como  esta  niña 
Me  i^sirÁ.  proclamando  ha  tiempo. 
—Tú  María? 

— Yo?  Dios  mió  ! 
— Si,  señor,  yo  soi  el  inesiiio 
Golondrina,  qiie  me  sargo 
Del  liospctal  y  que  guervo 
A  mi  oficio  de  llevante 
De  bojotes  y  de  pliegos. 
— Es  decir  que  U.  se  llama.  .  .  . 
— J'nes  I   Golondrina  y  A  nsermo, 
O  ño  A  nsermo  Golondrina 
Condntor  de  los  gobiernos 
lín  ioos  los  papelorios  ; 
Y  pues  parao  me  cncnentro 
lín  la  esquina  y  me  han  llomao .  .  .  . 
Laiizé  al  fin  á  dos  carrillos 
Un  golpe  de  risa  abierto 
Hasta  dar  en  carcajada, 


Pensando,  palisando,  viendo, 
Como  realiza  el  acaso 
Con  un    nombre,  con  un,  cero, 
Con  un  indio,  con  un  punto, 

Y  aun  si  se  quiere  con  menos, 
No  solo  lo  razonable. 

Sino  hasta  aquello,  hasta  aquello 

Más  loco  y  disparatado  : 

Hasta  de  mis  azulejos 

Las  aéreas  fantasías. 

Hasta  sus  cuentos  de  cuentos. 

Y  iHics  la  ocasión  es  calva, 
Adiós,  cofrades  :  no  quiero 
Que  el  amigo  Golonclrina 

Se  demore.    Adiós  de  nuevo  ; 

Y  aquí  pcLja,  pues  concluyo. 
Lo  de  Perico  Sarmiento. 

28  de  Enero  de  1866. 


MAMAMA  MARACAÍBERA. 


AL  canto  de  unas  palomas 
Que  bajan  de  la  floresta 
Como  diciéndomc  alegres 
"También  estamos  devuelta," 
Escribo,  mudo  de  asombro, 
La  rica  y  variada  escena 
Del  alba,  que  al  cielo  sube 
En  playas  maracaibcras. 
Bendito  el  Señor,  bendito. 
El  padre  que  así  nos  muestra 
En  medio  de  angustias  tantas 
Sus  maravillas  eternas. 
Yo  he  visto  en  mi  triste  vida 
Salir  en  la  mar  serena 
El  alba,  como  regando 
Rubíes,  rosas  y  perlas. 
En  las  montañas  la  he  \'isto 
Rasgar  el  manto  de  nieblas 
Y  convertir  sus  jirones 
En  coloradas  banderas  : 
Pero  el  alba  que  se  asoma 
Libre,  brillante  y  risueña 
En  la  dulce  patria  mia. 
La  palma  de  Venezuela, 
Tiene  un  encanto.  .  .  .Veamos 
El  alba  maracaibera. 


\Ji\  grupo  de  golondrinas 

Cantando  revolotea 

Al  viento  de  madrugada 

Encima  de  mi  cabeza; 

Mientras  yo  puesto  de  codos 

En  la  escondida  azotea 

De  mi  casita  marina, 

Estol  viendo  que  se  incendian 

Todas  las  nubes  de  plata 


Como  cortinas  de  seda. 

El  cuadro,  el  gigante  cuadro 

Que  á  mi  vista  se  presenta, 

Tiene  por  marcp  divino 

Un  cielo  de  azul  turqueza, 

Dividido  á  la. redonda 

En  la  mitad  de  una  esfera. 

No  hai  pues  en  el  ancho  espacio 

l^intura  que  yo  no  vea. 

Ni  hai  paisaje  por  hermoso 

Que  no  distinga  en  la  tierra. 

La  luz  del  sol  chispeante 

Salta,  vibra,  corre,  vuela. 

Como  si  Dios  mi  alegría 

En  luz  condensado  hubiera. 

Y  esta  luz  que  tempestuosa 
En  remolinos  se  aumenta 
Abrasando  en  rubias  llamas 
Valles,  colinas,  florestas, 
h'inísimo  polvo  de  oro 
Sobre  el  Orienta  semeja. 
Polvo  de  oro  en  que  se  ocultan 
Las  matutinas  estrellas, 

Y  sil-ve  como  de  alfombra 

Al  sol  cjue  oscila,  que  tiembla, 

Y  aparece  al  improviso 
Más  encendido  que   esta 
Rutilante  purpurina 
Mañana  de  lago  espléndida  ; 
Mirad,  )-a  salen  en  rumbo 
De  las  lejanas  pesqueras 

Las  barcas  que  con  la  sombra 

Hicieron  copiosa  pesca; 

Esparcidas  en  el  lago 

Al  brillar  la  luz  febea, 

Ya  son  garzas,  ya  son  nubes. 

Según  la  brisa  refresca, 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


17 


Haciendo  amainar  ó  libres 
Descojer  las  blancas  velas. 
Las  olas  están  de  gala 
Tornasoladas  y  tersas 
]\Iojando  el  palmar  nativo 
Que  á  su  vez  está  de  fiesta. 
Con  la  claridad  del  dia 
Que  todo  lo  trasparenta, 
Con  la  frescura  del  aire 
Que  dilata  la  existencia, 
Esta  playa,  esta  laguna, 
Esta  comarca  de  América 
Nadando  tras  los  colores 
Del  iris,  se  me  presenta 
Como  un  país  encantado 
Que  los  mágicos  hubieran 
Entre  diáfanos  cristales, 
Convertido  en  rica  perla. 
Algo  en  sí  de  misterioso 
Vaga,  discurre  ó  campea 
En  el  paisaje  marino 
Que  de  admiración  mcJiena. 
Pero  ya  tocan  á  misa 
Las  campanitas  parleras  ; 


Son  las  mismas  de  mi  infancia, 
Las  campanitas  aquellas 
Que  tocaba  los  domingos 
En  la  torre  de  la  iglesia. 
Ya  se  0)"e  el  ruido  pausado 
De  abrir  y  cerrar  las  puertas  : 
En  el  cuartel  los  clarines 

Y  las  cajas  menudean  ; 
Cantan  batiendo  sus  ropas 
Alegres  las  lavanderas ; 

Y  mientras  á  su  alborada 
Dan  fin  las  aves,  empieza 
El  movimiento  y  la  vida 
De  la  ciudad  que  despierta. 


Alma  mía,  tu  entusiasmo 
Hicn  me  dice  ó  me  revela 
De  donde  vienes  y  adonde 
Tus  blancas  alas  despliegas. 
Alma  inmortal,  alma  mia, 
Bien  haces  cuando  me  muestras 
Empapada  en  tus  perfumes 
El  alba  maracaibera. 


LA  GALLINA  CIEGA. 


EN  un  prado  mui  florido, 
Al  soplo  primaveral, 
Volaba  el  niílo  Cupido 
De  un  rosal  á  otro  rosal. 

Por  ver  si  burlado  queda 

Y  divertirse  con  él, 

Las  "tres  Gracias"  le  hacen  rueda 

A  la  sombra  de  un  laurel. 

Por  donde,  sin  más  resguardos 
A  su  virtud,  pienso  yo, 
Que  andaban  &i\  picos  pardoí, 
Entre  ({icz  siis  r  un  no. 

Juntas  las  manos  de  armiño, 
Sin  dejar  liuellas  sus  pies, 
Pusieron  en  medio  al  nifío 
Dando  vueltas  todas  tres. 

Así  se  ve  en  la  pradera 
Preso  un  dulce  ruiseñor. 
En  flores  de  enredadera 
Üc  purpurino  color. 

La  burla  de  luego  á  luego 
Alegre  el  grupo  empezó 
(fritándole  al   niño  ciego  : 
— ''Adivina  quién  te  dio." — 

— "Dejad  que  os  toque  el  cabcll", 
Decia  el  niño  gentil, 
O  el  blanco  y  gracioso  cuello, 
Ó  las  manos  de  marfil."  — 


Prueba  cjue  no  conocía 
A  las  tres  por  el  capuz, 
\'endaje  i)  celajería 
Conque  \'enuslc  dió;i  luz. 

Con  lo  cual  ellas  esbeltas, 
De!  ceguezuelo  al  volar, 
Burl;indo!e  daban  vueltas. 
Daban  \ucltas  sin  cesar. 

Así  en  las  campiñas  ricas 
Del  Guaire.  niño  y  no  lerdo, 
fugué  con  tan  guapas  chicas 
Que  ho¡  suspiro  á  su  recuerdo. 

.'^iemi)re  cjue  el  dios  intentaba 
El  vuelo  alzar  para  huir, 
Era  preso  por  la  aljaba 
Sin  poderse  desasir. 

No  hai  un  ifoca  sin  un  /¡'ina  ; 
Y  Cupido  al  fin  pensó 
Vengarse  de  aciuclla  broma.  .  . 
Armó  el  arco  }•  dispar(3. 

Mas,  ardiendo  tanto  en  ira, 
Por  i>rimera  vez  allí 
¡Marró  el  tiro,  y  fué  la  vira 
A  dar  sobre  un  alelí. 

Nueva  risa  y  burla  nueva; 
El  grupo  mirando  tal, 
Al  dios  tambaleando  lleva 
De  un  rosal  á  otro  rosal. 


il8 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


_«: 


l'obr.c  rapaz !    sucumbía .... 

Y  en  'fan  ruinosa  ocasión, 
O  capitular  debia, 

Ó  rendirse  á  discreeion. 

¿Quién  de  Cupido  impo.sibic 
Creerá  este  caso,  lector, 
Si  lo  imposible  y  risisble 
Son.  los  posibles  de  amor? 

Por  suerte  el  céfiro  ledo, 

Trémulo  fresco  y  fugaz. 
Llegóse  al,  grupo  mui  quctlo 

Y  así  le  dijo  al  rapaz  : 

"Hijo  infeliz  de  Ericina, 
]-'ues  no  acatan  tu  poder 
Talía,  Aglae,  Eufrosina 
Que  andan  de  chunga  y  placer  ; 

Si  de  mi  cesto  sacudes 
Las  flores  que  en  él  están, 
Las  "tres  Gracias,"  no  lo  dudes. 
Tranquilo  te  dejarán. 

Ni  razonó  ni  echó  cuentas 
.  El  ya  cuerdo  niño  y  dios  ; 
El  cesto  tomando  á  tientas 
Lo  fué  sacudiendo  en  pos. 

¡  Cosas  del  Céfiro  blando  : 
Esposo  de  Flora  al  fin .... ! 
Las  flores  se  iban  cambiando 
En  perlas  de  Comorin. 


¿Qué  sucedió  al  improviso? 
De  improviso  sin  más  ver, 
Las  tres  diosas  del   Cefiso 
Ya  no  supieron  qué  hacer. 

"Perlas ....!"    afirmó  Talía : 
"Perlas.  ..."  Agláe  gritó. 
"Cojámoslas,  vida  mia," 
Eufrosina  murmuró. 

Y  pusiéronse  á  cojerias 
En  codiciosa  atención. 
Diciendo  á  ratos  "son  perlas. 

¡  Qué  fortuna !  perlas  son .  . . . " 

Mas,  suena  una  carcajada.  .  .  . 

Es  que  en  el  verde  tapiz 

T^as  perlas  se  han  vuelto .  .  .  .Nada  ! 

Y  el  rapaz  vuela  feliz. 

Pero  ala  cuenta  Cupido 
Lleva  de  entonces  acá, 
Como  repuesto  perdido 
Que  nunca  de  más  está  ; 

Por  cada  arpón  con  herrumbre 
Sin  uso  ya  y  sin  valor, 
Algo  que  siquier  relumbre 
Sino  plata,  similor; 

Y  aunque  ajuste  en  precio  sumo 
yírgen  corazón  venal, 

O  no  paga,  ó  cambia  en  humo 
Burla,  burlando,  el  metal. 


LEJOS  DE  Tí. 


SIEMPRI'!..  siempre  W.  adoro  \  ¡da   mía. 
No   la  ausencia   te  es])ante 
Ni  los  embates    de    la  suerte  impía. 
Tu  santuario  es  mi   pecho 
Donde   el  dolor  del  corazón  amante, 
Su  gemido   profundo  y  lastimero 
Te  dirá,  vida  mia,   si  te  cjuiero. 

¿No  sabes  que  en  mi  ausencia    es  una  gloria 
En  tí  vivir  pensando  ? 
¿No  sabes    tjue  te  llevo    en    la  memoria, 

Y  á  las  aves  pregunto 
Por  tí  mientras    ligeras   van  pasando? 
¿No  te  he  dicho    ciue  alivio  mis  dolores 
Contándole  á  la  luna  tus  amores  ? 

¡Cómo  olvidarte  !   Un  dia? .  .en  lo  escondido 
De  fragoroso  monte 
En    tí  pensando   me   interné  perdido : 

Y  como   el  sol  ardiente 

Espléndido   se  hundía,   el  horizonte 

Era    un   velo    de^júrpura  incendiario,  I 

Siniestra  luz  del  bosque  solitario.  I 

i 
Aquella  claridad,    más   que  el  remedo  | 

I3e  un    incendio    distante,  f 


Mira  un  lago  de  sangre.  .  .  .daba  miedo! 
Sobre  las   negras  nubes. 
Era  como  el  sudario  de   un  gigante.  .  .  . 
Tal,  desde  el  bosque,  mientra  el  sol  se  hundía, 
Aquella  claridad   me  parecía. 

¿Qué  hacer?    Tras  el  camino  de  occidente, 
Resplandor  del  ocaso, 
Se  asomaba    la  noche  lentamente 
Llena    de    vagas    sombras. 
Volaban    espantadas  á  mi  paso 
Las   dulces  avecillas.    ¡  Cuánto  alarde 
De  tristeza  al  morir  de  aquella  tarde  ! 

-"Cuando  se  envuelva  en  sombras  la  floresta. 
Llorando   me  decia, 
Sucumbiré  sin  duda,   y  la  funesta 
Seledad   de  este  bosque, 
Como    ve    ahora    la    desdicha    mia, 
Verá  luego  mi  fin,  trágica  suerte 
El  secreto  guardando    de  la  muerte.- ' 

¡  Morir  incauto  allí  sin  que  supieras 
Cu;ínto,  hermosa,  te  amaba  ! 
He   aquí    mis   agonías  postrimeras, 
Esta  mi  angustia  suma, 


POESÍAS  FILOSÓFICAS, 


119 


Este    mi  desconsuelo,  esto  lloraba.  ..  . 
Mas  ¿cuándo    el  cielo    al  infeliz  no  asiste? 
¿Cuándo  es  que  falta   la  esperanza  al  triste? 

Y  entonces,   [  oh  misterio  de  un  momento 
Solemne  de  mi  \ida  ! 
Cruzó  por   mi  abrasado  pensamiento 
Encomendar  tu  nombre. 
Himno  del  corazón,    gloria  perdida, 
Al  verde  tronco   de  una  oculta  palma.  .  .  . 
Y  allí  grabé  la   cifra  de  mi  alma. 

¿  Fué  milagro  de  amor?    ¿  l'ué   la  dl\in,i 
Inspiración  ?    ¡  Quién  sabe ! 


i  Pero    á    poco  tu  gente  campesina 

I  Me  halló  en  tan  triste  noche. 

¡¿Lo  recuerdas,  Clemencia?    Muda  y  grave 

Olvidaste   en  mis  duelos  tus  rigores.  .  . . 

;  Y  así  nacii')  tu  amor  con  mis  dolores.  .  .  . ! 

¿Qué  importa  ahora   la  implacable  ausencia, 
I  Si  te   llevo  en    mi  alma. 

¡  ( )h,  blando  amor,   dulcísima   Clemencia  I 
'  Como  en  la  noche  horrible 

Que  grababa  tu  nombre  en  una  palma? 

Aun  lo  guarda,  Clemencia,  al  cielo  erguida,  ,  .  , 

;  Xo  llores,  solitaria  ile  mi  \  idal 


£L  LAÜR£L  Y  LA  PERLA. 


MIENTRAS  en  guerra  homicida 
ha.  patria  no  halló  esperanza. 
Dejó   al  acaso  perdida 
La  fortuna   su  balanza. 

Quiso   un  Genio  recojerla 
¿  Para  qué  ?  ¡  Divina  historia  I 
Para  pesar  una  perla 
Con  el  laurel  de  la  gloria. 

La  rama  el  Genio  sencillo 
Puso  á  un  lado  en  honda  calm.i. 
Llevando  al  otro  platillo 
La   margarita  del  alma. 

Y  por  el  fiel  levantando 
El  peso  de  la  fortuna, 
\'i<')  que  por  igual  pesanflo 
Iban  />ir/í7  y  lauro  ;i  una. 


— "De  la  patria  al  santo  nombre 
Que  Dios  bendecir  anhela, 
IDaré  perla }^  lauro  al  hombre 
Que  en  paz  salve    á  \'enczuela."' 

— Tal  dijo  el  Genio  y  el  Ande 
De  asombro  irgui(')  la  cabeza 
¡Aquel  premio  era  tan  grande! 
¡  Gloria,  fortuna,  belleza! 

J-loy  que  la  paz,  bien  fecundo 
Es  nuestro  mejor  emblema, 
.\os  ])regunta  el  nuevo  mundo  ; 
¿Quién  ha   resuelto  el   problema? 

Y  el  Genio  á  Guzman  seilala 
Dando  en  jiremio  ;i  su  victoria, 
La  perla   de  amor  pórgala. 
La  palma  inmortal  por  gloi'ia. 


A  Mí  HERMANA  MARÍA  DE  JESÚS. 

AI  saber  que  se  había  casado. 


SI  alguna  suerte  se  iguala. 
Chucha,  con  la  suerte  mia 
Es  algima  suerte  mala, 
Chucha,  has  estado  de  gala 
\'  yo  aquí  no  lo  sabía. 

Y  á  fe,  Chucha,  que  lo  siento. 
l'ucs  que  del  ;inge!  en  pos. 
Nuncio  de  tu  casamiento, 
Hubiera  llevado  el  \icntu 
Mi  pobre  oración  á  Dios. 

Tras  esta  guerra  que  nombra 
El  pueblo,  guerra  inclemente, 
>¡i  un  eco,  Chucha,  en  la  sombra 
('ruz(<  la  e-itrellada  alfombra 
t'íiia  habK'UMUr  (|(  ini  bít'-iilc. 


Y  era  que  anclaba  en  Ijureo 
El  eco  sonando  un  on  !  ,  . ,  . 
Para  asustar  á  Tadeo, 
\'  después  sonaba  un  eo  ! ,  .  .  . 
P.ara  alertar  ;í  l'alcon. 

Por  más  que  de  varios  modos 
Por  tí  y  por  todos  doquiera 
Iba  preguntando  á  todos; 
¡Ai  !  federales  y  godos 
¡Ni  me  miraban  sic|uiera! 

Así  en  la  estrella  pertliij^: 
Pues!  en  Coro  la  dormWa, 
Pajo  su  toldo  de  fuego, 
Iba  pasando  l;i  vid.n 
f  (Uiio  sordo  V  cornil  (i<;.'ii 


120 


poesías  filosóficas. 


Bendito  sea  Martin 

Que  me  puso  al  fin  de  bulto 

Las  cosas  hablando  sin 

Tomar  aliento  hasta  al  fin 

Martin  es  siempre  tumulto.  (,'" ) 

¿Con  que  hubo  en  nuestra  morada 
Una  reina,  otra  Zenobia? 
Si,  !o  sé  ;  fuiste  llevada 


_  [*]  Elihi.stradoCicnoral-Arinniol  diaria  Martin 
leiiia  verbosidad  inconiparalilo  v  era' llainailo  '•'i'n- 
niulio."' 


Como  en  triunfo  y  coronada 
Con  azahares  de  novia. 

Pero  mi  suerte  que  iguala 
Un  diacon  otro  dia. 
Ocultó  de  noramala, 
Chucha,  tu  dia  de  gala 
A  toda  la  gente  mia. 

Hoi  rabiando  de  despecho 
Y  ardiendo  como  arden  ascuas, 
De  hermano  con  el  derecho. 
Te  digo,  "Chucha,  á  lo  hecho 
Barajar  y  santas  pascuas." 


PASTORHL 


PARA  cantar  al  niño. 

Rey  de  los  Ciclos, 
Me  pides  villajicicos 

De  gracia  llenos  ; 

Cuenta,  zagala, 
Con  estas  canturías 

De  madrugada. 

Yo  sé  que  en  las   aldeas, 

Por  navidades. 
Esa  es  costumbre  \¡e¡a 

De  los  zagales : 

Mas  por  lo  mismo 
Yo  sé  de  esas  costumbres 

Lo  que  me  digo. 

¡  Un  cantarcico  pides! 

No  tal  pidieras 
Cuidando  en  los  rediles 

De  tus  ovejas  ; 

¡  Pero  son  pascuas 
En  que  se  cantan  misas 

Antes  del  alba  ! 

Con  ser  la  noche  opaca 

Te  he  visto  anoche 
Con  rojas  lum.braradas 

Buscando  flores. 

i  Como  que  ignoras 
Que  se  encandilan  ;ives 

Cuu  luces  rojas  ! 

Y    bien  en  p/ocn  estu'vo 

Por  esas  misas 
El  rnnx'ertirse  en  iuiiiio 


Tus  alegrías ; 
Dígalo  el  lobo 
Que  ahullaba  olfateando 
Cercano   al  soto. 

Desde  que  Alicio  toca 

Su  caramillo, 
Las  más  extrañas  cosas 

Dicen  de  Alicio. 

¡  Cómo  se  mudan 
En  hogaño  los  tiempos; 

Bien  dice  el  Cura  ! 

No  hay  pastora  en  los  prados 

A  la  redonda, 
Que  á  la  misa  de  gallo 

Fugaz  no   corra. 

De  tanta  prisa 
Más  de  una   zagaleja 

Saldrá  corrida. 

Mira,  pues,    pastorcica, 
Que  temo  muclio, 

Tras  esas  alegrías 
Tan  de  tu  gusto. 
No  se  te  anublen 

Los  ojos,  cual  los  cielos 
Del  mes  de  Octubre. 

IT. 

Guarda  tus  villancicos. 

Ya  no  los  quiero, 
Claveles  tiene  y  lirios 

El  Rei  del  Cielo. 

¡  Bien  reza  el  Cura 
Que  ninguno  está  libre 

]  )o  la  calumnia! 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


121 


Si.  cual  dices,  lo  sabes. 

Que  en  las  aldeas 
Cantan  por  navidades 

Las  zat;alejas : 

¿Porqué  te  admira-. 
Cuando  madrugadoras, 

\'amos  á  misa  •■ 

Para  zayal  son  tristes 

Tus  pensamientos. 
Pues  según  lo  que  dices, 

'l"ú  tienes  celos. 

Y  ves  fantasmas 
En  nuestras  canturías 

De  madrugada. 

Si  anoche  salí  al  prado 
Con  luces  rojas. 

.No  iué  llores  buscando. 
Sino  palomas : 
Dos  montañeras 

Que  al  niño  con  su.s  cintas 
Llevé  en  ofrenda. 

Y  bien  por  nuestras  luces 
Estuvo  en  poco 

Que  alicio  el  del  adufe 
Cojicra  c!  lobo  -. 


La    I- 


Pues  escondido 
Lo  descubrió  en  la  vega 
De  los  olivos. 

Desde  que  Alicio  canta 

Los  villancicos 
Son,  pastor,  tus  miradas 

De  basilisco. 

Madre  asegura 
Que  anclas  como  lo.s  lobos, 

.íMuilla  que  almila. 

I^n  alcores  y  en  prados 

\'  cu  luengas  tierras 

Al  niño  en  su  sagrario 
Todos  le  rezan : 
Y^  es  una  dicha 

Cierno  caen  las  lluvias 
.¡\  maravilla. 

Mira,  pues,  pastorcico, 
Que  vas  zaguero 

Kn  (1  amor  del  niño 

Rei  de  los  cielos  : 
Si  no  me  cscidias 

Icino  (jue  tu  garganta 
Se  quede  muda. 

lorida,  r>icienihrc  de  ilVij. 


A  LA  SEÑORA   VÍRJÍNIA  DE  PULGAR. 


Km  |l:^|l(•l(•^  (le  ¡miii;(i> 
Sülimos  juulos.  . .  . 

l'.-lf  lioróxcopo  mió 
V:ili'  iliiv.  nuiíido^ 
-Mii<a  del  ;ilni:i, 

.\  la  rcinii  di'l  Ziili:i 
lüinn  una  ('hiiiíitm. 

I. 

LO  veis,  Señora.    Os  obliga 
Mi  suerte  en  plena  victoria 
A  ser  de  un  bardo  la  amiga: 
Mi  suerte!  Dios  la  bendiga 
Eni  cLaltar  de  la  gloria. 

¿YTomo  no,  si  el  secreto 
De  mi  buena  suerte  ahoni 
Tiene  por  mira  ú  objeto. 
El  más  profundo  respeto 
A  vuestra  amistad,  Señora? 

Si  pues  mi  respeto   abono, 
;Qué  hará  el  poeta  en  su  anhelo 
Con  una  dama  de  tono. 
Con  una  reina  en  su  trono. 
Con  una  estrella  en  su  cielo. ■* 

Cuando  otio    tiempo    solía 
-Alzar   alguna  canción. 
Señora,  porvidamial 
El   mar  y  la  poesia 
.Me    daban   ^u   in-^piracion. 


Hoi  el  tiempo  ....  es  una  senda 
Tan  llena   (le    desengaí^os, 
Que  al  cantar  no  hai  quien  me  atienda, 
Porque  el   tiempo  da  A  mi  ofrenda 
La  tristeza  de  los    años. 

Con    lotld,    cuando  en  la  calma 
De  nuestros  sueños    mejores 
Se  ofrece  en  vez  de  una  ])alma 
La  M)/. sincera  del  alma, 
Que  \ale  m.ís  cpic   las    flores. 

Bien    estii   ([ue  lle\e  el  hombi-c 
La  ofrenda  al  glorioso  altar, 
Por  más  cpie   un  tanto    se    asombre 
En  el  altar  \-iendo  el  nombre 
De  las  ]ialma'í    de    Pulgar. 

^'  (jué    ;no  abraza  la  historia 
Todo,}-  !o  encierra  y  lo   aviene? 
\'uestro  esposo   os  da  su  gloria 
Y'  3-0  esta   pobre  memoria .... 
Cada  cual  da  lo  (|uc  tiene. 

.Si  las   ofrendas  un  dia 
Pesáis  en  vuestra  equidad. 
Xo  la  de  Pulgar,  la    mia 
A  falta   de  poesia 
l'esar;i —sinceridafl. 

Kt 


122 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


LO  QUE  PASO  EN  %k  FLORIDA"  CON  UNA  ROSA  AMARILLA. 

A.  M.  A, 


RECIBÍ  la  prometida 
Rosa,   debelleza  tal, 
Que  de  vergüenza  corrida 
Cada  rosa  en  su  rosal 
Se  estremeció  en  "La  l'"lovida. 

•Así  ninguna  fué  osada 
(Y  lo  tengo  á  maravilla) 
A  mostrar  su  faz  rosada, 
M¡ént:ras  tu  rosa  aiñarilla 
Era  de   todos  mostrada. 

Hubo   rosa   Purpurirux 
Que  se  hirió  con  uua   espina, 
Pues  al  ver  tu    rosa  gualda 
Se  ocultó,    como    telina, 
En  sus  hojas    de  esmeralda. 

La  rosa    l'c   pudorosa 
Llena  de  melancolía 
Se  inclinó  más   silenciosa, 
Porc^ue  explicar  no  sabia 
La  palidez  de  tu   rosa.  ^^ 

Aun  la  rosa   Cr.rarol 
De  tu  rosa  sintió  celos 
A  pesar  de  su  arrebol; 
Hay  lucero   así  en   los  Ciclos 
Que  tiene   celos  del  Sol. 

Viendo  que  el   ]3rimer  lugar 
Siempre  á  tu  rosa  le  toca, 
Tras  improviso   pesar. 
De  Alepo  una  rosa  loca 
Se  quiere  triste   secar. 

Cierta  rosa   tembladora 
Sacó  del  seno  un  Cupido, 
Porque  volara  en  mal  hora 
A  contar  lo  sucedido 
A  las  rosas  de  Basara. 

Otra  que  en  perlas  exhala 
.Su  esencia,  la   de  Casfü/a, 
Se  puso  de  noramala 
Viendo  tu   rosa  amarilla 
Vestida  de  toda  gala. 

Temo  que  al  dolor  sujetas, 
.Sin  haber  quien  las  reporte. 
Se  me  mueran  las    coquetas  : 
Que  son  X'ñs.  rosas  del  Norte 
Y  las  de  Egipto  en  macetas. 

Temo  nublada  la  gloria 
De  esa  dulce  flor  modesta 
Cliie  algunos  llaman  i  'ieíiiria. 


Por  tu  flor  que  anda  de  fiesta, 
No  haya  una  fiesta  mortuoria. 

Según  las  rosas  se  exceden 
Temo  que  tristes  se  queden  ; 
¡  .Suponte  que  están    escuálidas  ! 
Tanto  de  tu  rosa  pueden 
Las  hojas  crespas  )•  pálidas. 

Llay  aquí  rosa  Poinona 
Que  se  ha  puesto  como  un  \\m() 
Tan  llorona,  tan  llorona. . . . 
Hay  Siljide  aquí  de  armiño 
Que  ha  perdido  su  corona. 

Hasta  el  rosal  sin  amores, 
El  de  Bengala  infecundo. 
Diz  que  por  tales  dolores 
En  esta  parte  del  mundo 
Es  estéril,  no  da  flores. 

¡  Puena  excusa  en  grave  pena  ! 
Cubrir  con  necia  arrogancia 
La  envidia  que  lo  enagena. . . . 
¿Cuándo  un  rosal  sin  fragancia 
lia  tenido  excusa  buena? 

Qué  más?  Las  rosas  pequeñas 
Cual  gotas  desangre,  puras,  • 
De  las  vegas   caraqueñas  ; 
Las  risueñas  miniaturas 
Ya  no  quieren  ser  risueñas. 

Viendo  al  fin  tal  laberinto 
H  e  partido  por  el  medio  ; 
(Yo  que  en  remedios  me  pinto) 
Poniendo  á   todo   remedio 
Ceñida  la  espada  al  cinto. 

Determiné  donde  quiera 
Buscar   tu  rosa  amarilla, 
Para  hacerla  compañera 
De  las  rosas  de  esta  orilla 
l-^eliz  por  maracaibera. 

Mis  rosas  al  ver  que   ufana 
Brota  tu  rosa  y  se  aduna 
Con  ellas  por  la  mañana. 
Tendrán  á  mucha  fortuna 
En  tenerla  por  hermana. 

Tal  es  el  medio,  á  mi  ver, 
De  resultados  mejores 
Para  cambiar   en  placer 
Envidias  y  sinsabores 
En  corazón  de  mujer. 


poesías  filosóficas. 


123 


A  más,  te  diré  una  cosa 
Que  acaso  e§  la  historia  entera 
Muy  íntima,  muy   curiosa  .... 
Es  que  mi  ave  compañera 
Se  mucre  por  esa  rosa. 


Mira,  pues,  que  necesito 
En  honra  á  la  diosa  Flora 
Ese  nuevo  rosalito  ; 
Di  lo  que  quieras  ahora 
Y  te  lo  do}" ....  por  escrito. 


La  1' 


Y  aunque  te  parezca  cuento 
Pedir  así,  bien  ó  mal  ; 
Pues  vivo  del  sentimiento, 
-Rosa  tan  scntiinaiíal 
Debe  ser  mia  al  momento. 

Si  á  tí,  cual  dicen  te  han  dado 
Las  rosas  de  un  corazón, 
No  es  mucho  te  ha}"a  sobrado 
Un  rosal,  que  sin  cuestión 
Debes  mandármelo,  Amado, 
lorida.  Noviembre    I  8  de  i86j. 


Á  ÜNÁ  MíFlÁ. 


LUZ    de   mis   ojos,  niña  hecliicci'a. 
Tú  que  á  la   vida  sales  feliz, 
Como  esas  aves  de  voz  parlera 
En  las  montañas    de  mi  pais. 
Manso  arroj'uelo,  puro  y  fecundo, 
Que   entre  las  flores  pasa  gentil ; 
¡  Quién  ignorara  que  al  mar  profundo 
Va  suspirando  pronto  á  morir ! 

II. 

Ya  que  á  la  vida  naces  risueña, 
Y  en  claridades  te  baña  el    sol ; 
¿Qué  mucho  tiene  niña  trigueña. 
Beba  en  tus  ojos  Ift  inspiración  ? 
Si  tal  supieran   en    la  campiña. 
Cuando  tus  pasos  sigo  \eloz, 
No  murmuraran  modesta  niña, 
Que  esclavo  tienes  mi  corazón. 


Torquc  le  llamo,  "luz  de  mis  ojos,' 
l"na  zagala  de  veste   azul, 
])ijo,  frunciendo  sus  labios  rojos. 
Que  amor  es   ciego,  ¿qué  dices  tú? 
Yo,  vida  mia,  como  tú  inspiras 
Estos  cantares  de    mi  laucl 
Te  iré  sacando   todas  las  rimas 
Llenas  de    fuego,  llei\as  de  luz. 

IV. 

Casta  paloma  Dios  te  conceda, 
Bajo    la    lumbre    meridional. 
Lucir  tus  blancas    plumas   de  seda, 
Por  tu  camino  seguir  en  paz  ; 
Que  en  este  mundo  pase  tu  vida, 
En  vez  de  arroyo  corriendo   al  mar, 
Como   a\'ecilla   que    en  la  I^lorida 
Vive  á  la  sombr;v  de   mi    rosal. 


CANTO.  (-) 

Mitolojía. 


Mirad!  pero  en  silencio.  Mirad!  con  la  vislumbrej  Yo   sé  c^ue  ese  palacio  recuerda  todavía 
Del  rayo  de  esa  luna  sin  vida  ni  color,  I  Las  torpes  liviandades  de  un  culto  criminal  ; 

Frenética  se  escapa  la  loca  muchedumbre,  :  Que  tiene  habitadores  }' altar  de   idolatría 

Los  genios  impalpables  f|ue  guarda  esa  mansión,  i  Alzado  como  en  gloria  del  mismo  Satanás. 

¡  Qué  luna  tan  cjpaca  !  Parece  que  la  calma  i  El  es   lugar  de  citas  y  danzas    cuando  zumba 

Alumbra  de  un  sepulcro  :   ¡  qué  triste  es  esa  luz  !  [  El  viento  en  los  palmai^es  y  rompen  su  tapiz 
Salud,  genios  fantásticos,  ensueños  de  mi  alma,  I  Los  genios  en  sus  urnas, los  muertos  en  su  tumba, 
Nocturnas  creaciones,  espíritus,  salud.  '  Y  el  vicio  en  los  infiernos    indómito  y  febril.  , 

Yo  sé  que  es  tal  el  vicio  y  el  hipo  de  esta  vida,  I  Mirad  !  uero  i.n  silencio— Lus  unos  llevan  galas 
Que  se   revuelve  loca  y  en  bacanal  tropel  ¡Cuajadas  de  rubíes,  los  otros.  .  .  .(|ué?  no  ois? 

La  turba  encantadora  de  genios,  sacudida  i  Rumores  misteriosos  despiden  de  sus   alas 

Del  v.iento,en  las  tinieblas  que  vagan  por  doquier.  I  Más  crespas  q'  la  espuma,más  blancas  q'  el  marfil. 


1*]   Es(ü  eaiiio  J'ijriiiii  ¡laric  de 
íiuitantico"  de  Guaivai'aliii. 


'■  Cuento  i  Ac[uellüs  que  derraman  suavísimos  aromas 
Y  En  pomos  de  jacintos,  turquczasy  coral, 


124 


poesías  filosóficas. 


Enlazan  con  cadenas  de  flores  las  palomas 
De   Venus  la  de  Gnido   vecina  de  la  mar. 

Y  atrás  los  que  siguiendo  la  luz  que  blanca  irradia 
Del  cielo  en  los  celajes  del  lago  en  el  confín, 
Los  "énios  son  campestres  nacidos  en  la  Arcadia 
Al  eco  de  las  flautas  y  al  son  del  tamboril. 

Mirad  cómo  los  genios  del  aire   mensajeros. 
Rasgando  esc  amarillo  tristísimo  cendal, 
Avivan  las  estrellas,  encienden   los  luceros 

Y  arrojan  los  meteoros  chispeantes  á  la  mar. 


Así  que  tarda  llega  Dictina  con  su  coche 
Al  medio  de  los  ciclos,  y  se  oiga  en  la  quietud 
Tañendo  las  campanas  de  triste  media  noche 
En  todos  los    santuarios  alzados  á  la  cruz; 

Veréis  a  la  ribera  llegar  toi'vos  é  inquietos. 
Buscando  ese  palacio,  siguiendo  al  viento  en  pos. 
Fantasmas  giganteos  3' blancos  esqueletos, 
Por   ver  también  los  genios  y  danzas  del  amor. 

¡  Qué  luna  tan  opaca !    Parece  que  la  calma 
Alumbra  de  un  sepulcro:!. .¡qué  triste  es  esa  luz!.. 
Mirad,  ya  toman  vida  los  miedos  de  mi  alma. 
Los  muertos  ([ue  se  escapan  del  lúgubre  atahud. 


LAS  NUBES. 


¡  CUANTO  brilla  la  luz  en  lus  ciclos 

De   aquesta   región, 
En  flotantes,  magníficos  velos 

De  vario  color  ! 

¡Cómo  zumban  los    vientos  perdidos 

Que  azotan  e!  mar 
Y  acompañan  con    trémulos  ruidos 

Al  sol  que  se  \'a  !- 

A  sus  tibios  reflejos    distantes 

Rodando   se  ven 
Nubes  mil,  que  en  el  cielo  brillantes 

Se  agolpan  doquier. 

Ya  los  anchos  espacios  ocupan 

Cual  rico  tapiz, 
Ya  del  sol  inmediato  se  agrupan 

Por  verle  morir. 

Ya  semejan    el  cráter  sonibrio 

De  ardiente  volcan, 
Ya  la  linfa  plateada   de  un  rio 

Que  corre  á  la  mar. 

Ya  son  leves  y  mágicos  tules 
Que  en\-uel\'en  al  sol. 

Ya  parecen  lagunas    azules 
En  rica  ilusión. 

Cual  las  alas  de  blancos  querubes 

Cruzando  en  tropel. 
Cual  horrísonos   monstruos  las  nubes 

Se  miran  también. 

(Jra  tiemblan,  cual  olas  rrun  idas 

Del  suave  ternil. 
Ya  sin  rumbo,  cual  naves    perdidas, 

Parecen   vagar. 
(^ra  mienten  fantasmas  extraños 

Con  blanco  capuz, 
Ya  los  negros  y  fúnebres  ]jaños 

Del  triste   ataúd. 
Ya  parecen  vellones    manchados 

De  vivo  carmín, 


Ya  semejan  los  cielos  dorados 
De  ignoto  país. 

Sacudidas  con  ímpetu  ciego 

Despiden    quizá, 
A  través  de  una  lluvia  de    fuego, 

Sonido  fatal.  . . . 

Donde  cjuiera  movibles   se  alcanzan 

Mil  nubes  y  mil. 
Donde  quiera  las  nubes    se  lanzan. 

Se  ven  relucir. 

11 

Altas  visiones  divinas. 

Que  al  húmedo  soplo  y  blando 

De  las  brisas  vespertinas. 

Vais  rodando 
Por  las  esferas   marinas  ; 

Motante  y  pálido  velo 
]je  las  tardes  vaporosas. 
Nubes  de  sonante  vuelo, 

^Misteriosas 
Apariciones  del  cielo  : 

Si  de   la  noche  encantada 
Buscáis  la  gigante  alfombra, 
¿  Por  qué  se  cierne,  callada 
Vuestra    sombra  ? 


;Oué  Uuvií 


dorada 


¿Por  cjué,  corriendo  encendidas 
Tan  extrañas  como  bellas. 
Siempre  ocultáis    bendecidas 

Las  estrellas,  . 
De  los  cielos  suspendidas? 

Cuando  el  sol  Con  brillo  escaso 
•  Va  dulcemente    muriendo, 
¿  Por  qué  mil  nubes   al  paso 

Van  saliendo 
Tras  sus  cortinas  de  raso  ? 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


125 


A  los  dudosos  reflejos 
De  las  luces  solitarias, 
;  Por  qué  brilláis  á  lo  lejos 

Incendiarias, 
Como  nitentes  espejos? 

¡  Vano  pensar.  ...  1   Convicciones 
O  sueños  del  alma  inquieta, 
Pasan  siempre  en  las  canciones 

Del  poeta 
Como  risueñas    ficciones  : 


Así  contemplando  luego 

MI  sol  c^ue  se  va    ocultando. 
Nadie  responde   á  mi  ruego 

Contemplando 
Las  nubes  color  de    fuego. 

¡  (^h.  nubes  que  al    dulce  aliento 
Rodáis  del  sol  moribundo! 
Llevad,  repetid  mi  acento 

Por  el   mundo 
j\nies  que  lo  apague  el  xienlo. 


Y  auntiue  su  mente  se  lanza 
A!  cielo,  el  cielo  le  esconde 
Lo  que  en  el  cielo  se  alcanza : 

No  responde 
A  la  luz    de  su  esperanza. 


Nubc<  de  sonante  vuelo, 
Que  siempre  á  lo   lejos  sigo, 
Tras    ese  füijido  velo 

Yo  os  bendigo. 
Apariciones  del  cielo  ! 


LOS  DOS  MRñ.íSOS. 


.^ÍII•',NTRAS  que  pisando   lirios 
Del    ¡jaraíso   se   aleja 
Aquella  dulce  pareja 
De  los  primeros  martirios  : 


El  ángel  resplandeciente 
De    la  venganza  di\ina. 
Con  el  nifio   de  P^ricin.i 
Se  tropez<i  de  repente. 


— ¿Qué  tal  "'-el  ángel  le  tlice. 

Maldito  !  el  rapaz  murnutra  ; 
¿  No  te  espanta  la  amargura 
Deesa   pareja  infelicc  ? 


—  1  lago  el    bien. 

-  I'',s  inÍLCundi>  . 
— Sirvo  á  Dios  cuadre  ó  no  CLiailre. 
-—Vaya  !   Pediré  á  mi  madre, 
L'n  altar  en  otro  mundo. 


Y  de  la  aljaba  al  sorioro 
Ruido,  que  en  el  iiombro  lle\  a. 
Voló,  gritándole  á  E,va 
Envuelta  en  su  crencha   ele  oro  : 

— ¡ -Vi.  pecadora,  no  lloi^es! 
— Asi  mi  suerte  lo  quiso. 
— Te  ofrezco  otro  paraíso 
En  el  valle  de  las  flores. 

II. 

1"-1  rapaz  cumplió  su  empeño. 
Y  en  vez  del  Edén  perdido, 


^\1  ])ié  del  Avila  erguiíh; 
Alzó  el  Edén  caraqueño. 

En  lugar  tic  una  belleza 
Cuatro  puso,  á  cual  mas  linda. 
Como  cañones  de  blindii 
(juardando  una   fortaleza. 


No  luí)'  allí  de  ningún    modo 
Ángel  con  dardos  de  fuego  ; 
En  él  solo    manda  el  ciego 
Niño,  (|ue  lo  puede  todo. 

Tal  mansión  será  ]nenu)ria  : 
De  la  amistad   verdadera  : 
Cómo  no  !  si  en  ella  impera 
Gracia,  amor,  virtud  )•  gloria. 


Entre  el  l",den  que  Dios  quiso 
Y  el  de  y\nauco  que  amor  quiere, 
,;  Quién  á  gritos  no  i^refierc 
Este  nuevo   paraíso  ? 


En  ese  altar  coronado 
De  rosas,  nardos  y  )'edra, 
Cada  cual   lleva  su  piedra 
De  admiración  encantado. 


I'ur  eso,  Plaza,    ]Jor   eso 
Hoy  te  encargo  lleves   dos  : 
Por  tí  y  jjor   mí  ¡  vive  Dios  ! 
Dos  piedras ....  es  poco  peso  ! 

Agosto  i8  de    \'é']J. 


126 


poesías  filosóficas 


A  LÁ  DAMA  DE  NOCHE. 


Olorosa, 
Te  llamo  y  no  me  respondes 
En  la  noche  silenciosa  ; 
Te  busco  á  su   dulce  calma, 
Y  solitaria  te  escondes, 
l'lorecilla  de  mi  alma. 

Si    presumes 
Vivir  al  mundo  escondida, 
Cuando  entre  tantos  perfumes 
La  belleza  el  tu)0   nombra. 
Muy  mal  conoces  la  vida, 
Florecilla  de   la  sombra. 

En  el  mundo 
El  hombre,  la  luz,  el  ave 
La  perla  del  mar  profundo, 
■  Ló  que  pesa  y  lo    que  piensa 
Se  armonizan  :  todo  cabe 
De  Dios  en  la  esfera  inmensa. 

¿  Habrá  fuente. 
Que  en  una    montaña  ignota 
Se  niegue  á  calmar  ardiente 
La  sed  de  agua   al  peregrino, 
Cuando  Dios  la  fuente   brota 
Para  la  sed    del  camino? 


Esconderte 
No  presumas  en  el  prado  ; 
La  noche  es  sombra  de  muerte  ; 
El  dia  con  sus  colores 
Es  el  palacio  encantado 
De  las  reinas  y  las   flores. 

Dulces   pompas, 
Florecilla,  á  tu  existencia 
Guarda  el  rubio  sol,  no  rompas 
De  Dios  la  eterna  armonía : 
Flor  que  Guarda  tal  esencia 
No  es  de  la  noche,  es  del  dia. 

Florecilla, 

¿  No  te  asusta  ese  abandono  ? 
¿  Quieres  ser  la  maravilla 
De  la  tierra  ?-Perfumada 
Serás  reina  sobre  un  trono, 
Sobre  el  seno   de  mi  amada. 

Olorosa. 
Responde  á  mi  voz,    responde  ; 
.Si  en  la  noche  silenciosa 
Te.  halaga  la  brisa    leve, 
Dile  que  tú  tienes  donde 
Ser  reina  en  trono  de  nieve. 


ALEGRÍAS'  FUGITIVAS. 


r. 

EN  el  patio  de   mi   casa 

Quise  plantar  una  higuera 

A  los    cantos  de  mis    hijos 

Con  los  cuentos  de  mi    abuela.      , 

Aquel  cuento  de  un  mal,  padre 

Y  dos   pobrecillas  huérfanas,      ,    . 
Que    por  dar   una  limosna 

El  padre   mató  á   una  de   ellas. 
Según  el    cuento,  enterrándola, 
Bajo  una  mata  de  higuera. 
En  el  patio  de  mi  casa 
Iba,   pues,  cavando,  mientras 
.  Mis    tres   hijas  me  ayudaban 
Cantando  y  sacando  tierra. 
La  barra  dio  de   improviso 
Acaso  sobre  una  piedra: 
.Saltó  una  cliispa    }'    gritaron 
Las  tres  dulces  pequeñuelas: 
''Padre,  si  será  una  mina.  .  .  . !  " 
Corrió  á  estas    voces  lijera 
La  madre,  corrió  Crisóstoma 
El  genio  de  mi  despensa: 

Y  su^gndiendo  el  rosario 
Si,  sálp^,   ¡  quién  lo  creyera! 
Corrió  ciando'  tropezones 

La  misma,  la  misma  abuela. 


Todos  metimos  las  manos 
Al  hoyo,  que  ya  era  cueva 

Y  sacamos  como  en  triunfo 
Un  tiesto  de  antigua  fecha, 
Obi^a  de  algún  caiquetia 
Alfarero   de    la  sierra. 

Ay  Dios!    murmuró    la  madre 
Jesús  !  esclamáj  'ía    suegra, 
Crisóstoma:  dijo  ¡vaya! 
Las  chicas  hicieron   muecas  ; 

Y  como  todas  á  una 
Me  miraban  como  lelas  ; 

Yo  que  pensaba  en  los    indios 
De    cuya   pobre   ralea 
Tal  vez  desciende  mi  musa. 
Puse    la  -cara    risueña 

Y  se  cambió   en  ^rarcajada 
La    esclamacion  de  sorpresa. 
Ahora,  dije,    soltando 

La  barra  dé   la    faena,' 
En  vez  de  sembrar   nosotros 
La  verde   mata  de  higuera 
En  el  tiesto  caiquetia. 
Llenándole  bien  de  tierra* 
Sembremos  silvestres   ramas 
De  olorosa     Yerba — buena. 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


127 


II. 

US  RAMAS  DE  YERBA-BUENA. 

En  el   patio  de    mi   casa 
Un  ancho  tiesto   verdea 
^fás    húmedo  y  oloroso 
Que  los  nardos  }•  azucenas. 
Como    es   tiempo    de   sequía 
Mis  tres  locas  pequeñuelas 
Se  levantan  con   el    alba 

V  dando  gritos  lo  riegan  ; 
Pero  el  ángel  de   las  flores 
Convierte    sobre    la   }erba 
Al    caer  el   agua    pura 

En  un  diluvio  de  perlas : 

Y  en  el  patio  de  mi  casa 

Se  arma  entonces  una  gresca 
Con  los  infantiles   gritos 
De  mis  locas  pequeñuelas  : 
Una  especie  de  arrebato 
Por   cojerlas,   por  cojerlas. 
Alcanzando  solo   en   suma 
Destrozar  lo  que  verdea 
Muí    húmedo  y  oloroso  : 
Las  ramas  de    Yerba — buena. 

III. 

TRISTEZAS. 
En  el   patio  de  mi   ca.sa 
Oyendo  tocar   la  queda 
Un  dos  de  Noviembre  triste  ' 
Mi  pobre  familia  reza. 
Como  doblan  las  campanas 
Con   una  voz  plañidera; 
Como  la  brisa  marina 
En  vez  de  pasar  riltiieña 
Va  sacudiendo  en   la  sombra 
Losarbolillosque  encuentra  ; 
Como  al  hundirse  la  tarde 
Se  ciñó  de  gasas  negras 
Contrastando  con    la   tumbri 
Del  sol  mui  amarillenta: 
Parece  que  á  la  redonda 
En  la  llanura  y  Ij  sierra, 
O  hai  fantasmas  invisibles, 
O  pobres  almas  que  penan; 
Y  en  el  patio  de  mi  casa 
A  tal  hora  triste  reina 
Un   silencio  parecido 
Al  que  vaga  en  una  iglesia 
Üin  culto,  altar,  ni  perfumes 
Bajo  el  terror   fie  la  guerra  ; 


Buscaba   yo  una  palabra 
Que  en  tal  momento  pudiera 
Disipar   de  la  familia 
Las   pavorosas  ideas. 
Cuando  á  su  madre  arrimándose 
Pálida  Inés,    «.lijo  trémula  : 
— "Madre,  ¿por  qué  con  nosotros 
Xo  está  rezando  mi   abuela? 
La  madre  exhaló  un  gemido 
De  una  angustia  tan  inmensa, 
Que  hasta  Incs,  la  simplecilla. 
Lloró,  }•  lloraron  con  ella, 
^  De  hinojos  sus  dos  hermanas. 
Pidiendo  á  Dios  por  la  abuela 
Lejos  de  la  dulce  patria 
lili  tris/e  destierro   unierta. 

IX. 

LA  TUMBA. 

Desde  el    patio  de  ¡ni  casa 
Masta  una  tumba  modesta 
Con  algo  cargan  mis  hijas 
En  pafíizuclos  de  seda 
¡  líien  haya  el  santo  propósito 
De  la  niás  ¡lura  inoci^ncia  ! 
Que  eso  cjuc  ocultan   de  tarde 

Y  mis  pobres  hijas  llevan. 
Camino  del, campo-santo. 
Sobre  una  turnea  modesta, 
Son  las  verdes  y  olorosas 
Ramitas  de    Yerba-buen.a. 
Así  en  silencio  trabajan 
Las  laboriosas  abejas, 

Y  asi  mis  hijas  la  tumba 
lian  puesto  de  tal  manera, 
Que  las  palomas  se  iiasan 
Allí  cantando  la  siesta. 

.Cuando  las  gentes  piadosas 
Divisan  como  verdea 
La  tumba   de  las  palomas 
P.orque  así  la  llaman    ellas, 
Diccri :  "bendita  la  anciana 
"Que  tuvo  unas  tales  nieta.s, 
"V  más  benditas    las  niñas 
"Que  tiivicnm  tal  abuela," 

¿  Lo  veis,  liijas?  Tan  hermosa 
Es  la  piedad,  que  la  vuestra 
Os  cubre   de  bendiciones,  • 
Aunque  lleve  por  ofrenda  <|Bp 
.Sobre  una   sencilla    tumba' 
Ramitas  de   yri-ba-bnena, 


128 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


HIMNO  EPITAUMÍCO. 

Escrito  para  Ignacio  Palza. 


NO  en  esa  estancia  penetréis  divina  ; 

Sobre  el  ara  de  aromas 
Pálida  de  pasión  lle\'ó  F2ricina 

Sus   risueñas  palomas.  , 

Atrás  !  ¿  No  veis  que  hasta  el  dorado  plinto 
Cae.  el   flotante  \'elo? 

La  diosa  ha  descendido  á  esc  recinto 
En  un  ra\'o   del    ciclo. 

Velad  tanto  esplendor,  oculte  Apolo 
La  luz  de  sus  mañanas ; 

Que  ala  estancia  nupcial  penetren  solo 
Las  flores  por  ^ralanas. 

La  Madre  del  Amor  desciñe  estrecho 
El    ceñidor  de   oro, 


Roja  la  boca  y  palpitante  el  pecho 
Del  oculto  tesoro. 

Suelte  temblando,  al  seductor  desvío, 
La  crencha   perfumada.... 

;  Cuan    divina  estarás,  rosa  de  Chío 
Así  medio  velada ! 

Fortunado  amador,  la  diosa  esbelta 
Ya  besa  al  dulce  niño  ; 

Mirad  como  el  rapaz  sonriendo  suelta 
.Su   túnica  de  armiño. 

Silencio  !  Ni  un  suspiro  en  el  imperio 
De  los   castos  amores. 

No  temáis  que  una  flor  rompa  el  misterio, 
Que    mudas    son  las  flores. 


MANDANDO  DE  REGALO  UN  DIJE  DE  CORAL 


NO  es  celuloide,    es  coral 
Que  el  buzo    atrevido  j^esca 
Como  el  ámbar  en  el  Báltico, 
Como  en   Cubariua  las  perlas. 

En  un  tiempo  la  ignorancia. 
Afirmó   más  de  setenta 
Mil    disparates  do  ;í  folio. 
Del  coral  hablando  á  cic^'as. 

Entre  lo  mucho  que  dijo 
Del  coral,  dijo  c|ue  era 
Un  vegetal  rubicundo 
De  las    marinas  arenas. 

Le  dio  poder  sobre  el  liombi-c 
I'Ln  simpatías  secretas, 
Afirmando  á  grito  herido 
Que  el  coral  era  una  piedra. 

¡  Cuántos  misterios    tenia 
Esa   italiana    riqueza 
Y    propiedades    ocultas 
Para  consolar  las  penas! 

Todas  cosas  imposibles 
Por  torpes  y  milagreras, 
Por  invenciones  del  vulgo. 
Por  ignorantes  }•  necias. 

Hoi  el  coral,  según    dice 

Mui  atufada  la  ciencia. 

Es  de  un  mundo  de  animálculos 

Las    concreciones    inmensas. 


¡  Eh  !  mi  amigo   sin  nifis 
Sea   el  coral   jo  que    sea. 


ch; 


Salvando    mi  voto  al  cabo 
Tras  mi   ignorancia    poética; 

Le    remito  de   corales 
Ese  dije,  como   muestra 
De  quien  agradece   mucho 
Su  muclia  benevolencia. 

Guardado  estaba  por  rojo 
En  una  oculta  gabeta 
Desde  que  entró  por  mí  casa 
La  musa  de  toca.s   negras. 

Y  rejistrando  rincones 
Ayer  tarde  di  con  ella. 
Honre  pues    esa  nonada 
Es  decir,  mi    amigo,  acéptela. 

Pero  le  advierto  de    plano 
Que  el  tal  dije  es  una  prenda 
Más  frájil  que  el  alfeñique, 
Ó  enamorada  doncella. 

Si  con  su  buena  memoria 
Del  gran  Cervantes  recuerda.    , 
Aquel    nene  apellidado 
El  licenciado  \-idriera ; 

Ello  del  dije  sciisili/f 

Le   dará  cabal  idea, 

Pero  aun  es  más.  por  desgracia, 

Quebradiza  esa  cadena. 

Con  todo,  como  memoria, 
T^or  frájil  que  el  dije  sea. 
Consérvelo  hasta  que  torne 

A  su   inolvidable  tierra, 


poesías  filosóficas, 


129 


A  LA  SEÑORA  ANA  TELIO  DE  GUTIÉRREZ  COLL. 

En  su    dia,   ausente   su  esposo. 


SI  el  magnetismo  es  vcrd;ul. 
Un  alma  en  el  Norte  ahora 
Está   diciendo,  señora : 
'■\'oi  á  salvar  el  abismo 
De  la  oscura  inmensidad 
En  alas  del  magnetismo." 

De  vuestro  hogar  el   recinto 
Adornad,  pues,  presurosa, 
Que  amando  tanto  á  su  esposa, 
Corona    de  amor  y   palma, 
A  verla   vendrá    Jacinto 
En  espíritu  y  en  alma. 

Dicen  que  todo  lo  allana 
La  ciencia.  Creo  mejor 
Oue  más  allana  el  amor 


Cuando  da    fe  la  memoria 
De  haber  llamado  al  bien,  A>//r, 
Y  h;illar   en  .I/m  la  gloria. 

Flores,  esencias,  perfumes 

Vuestro  hogar  tenga  este   dia 

Como  cielo  de  alegría ; 

Para  mí  siempre  es  galana 

La  virtud.     Qué!     ¿No  presumes 

Que  hoi  mi  amigo  piensa  en  Ana' 

¡  He  aquí,  señora,  mi  ofrenda! 
Cuanto  brille  )'  cuanto    vive 
En  mi  ser,  que  á  Dios  concibe. 
Os  ofrece  en  dulce  calma 
.  La  amistad. — ¿No  es  buena  prenda 
La   sincera  voz  del  alma? 


A  LA  MISMA  SEÑORA. 


SEÑORA,  el  cielo  es  testigo  i 

Que  hoi,  pen.sandn  en  vuestro  anhelo, 
Pregunté  mui  triste  al  cielo: ' 
"¿Porqué  no  ha  vuelto  el  amigo?" 

Y  el  cielo  donde  se   junta 
Mi  \oz  cun  vuestra    plegaria, 
Dijo  á  una  flor  solitaria: 
"Responde  tú  á  esa  pregunta." 

La  flor  era  una   violeta 
Viviendo  de    la  esperanza. 
¡  Cuánta    dulce    semejanza 
Con  la  esposa  del  poeta ! 

' — "Cuando  de  la  patria  en  nombre 
Cumple  sagrados  deberes 
Vuestro  amigo,  como  quieres 
Que  á  su  deber  falte  el  hombre? 

Muí  pronto  el  año  su  urdiembre 
Habrá  tejido  risueño 


Y  á  este  jardin    caraqueño 
Vendr;í  el  amigo  en  Diciembre. 

Así  de  perfumes  llena 
La  flor  habló  encantadora  : 

Y  yo  os  lo    digo,  señora, 
Como  una  noticia  buena. 

En  este  dia  en  que  pura 
A-tanto  una  flor  se  atreve,  • 
La  esposa  alegrarse  debe 
Con  la  esperanza  futura. 

¡  Atrás  cuidados  prolijos ! 
Yo  sé  que  Jacinto  diera 
Hoi  su  vida  toda  entera 
Por  bendecir  á  sus  hijos. 

Y,  pues,  os  concede  ahora 
Vida  el  cielo  tan  serena. 
Recibid   mi  enhorabuena 
En  vuestro  natal,  señora, 

26  de    Julio    de  1876. 


17 


130 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


TUS  OJOS. 


Ojos  claros,   serenos,  A 

y»  Qiw  así  me  miráis,  mir-admij  íil  menos 

Gi/TiERHEK  DE  Cetina. 

PARA  comparar  tus  ojos 
Llenos  de  melancolía, 
lie  invocado,  vida  mia, 
La   risueña   inspiración, 
Yo  vi  el  cielo  de  la  tarde 
y  me  dije  :-"así  son  ellos"  .... 
Mentira  !  tus  ojos  bellos 
Más  bellos  que  el   cielo  son. 

UVano  con  mis  cantares 
Luz  de  la  gloria  que  anhelo, 
La  voz  de  un  manso  arroyuelo 
Imité,  nifta,  por  tí. 


Tú  me  escucliabasi. 


01),    tri.ste 


Brillaron  tus  dulces  ojos, 
Y  yo,  postrado  de  hinojos, 
Mtii  pobre  mi  ofrenda  vi. 


Tiemblo,   niña,  si  lloiando 
En  honda  pena  suspiras  ; 
Si  airada,   niña,   me  miras, 
Tiemblo,  cuitado,  también  ; 
De  algún  misterioso  filtro, 
Niña,  tus  ojos  van  llenos.  . .  . 


Hermosa  de  ojos  serenos, 

r  Quién  te  ha  dado    el  filtro,  quién  ? 

El  amor?  Mal  ha}a  el  niño, 
Q\ic  quiso  de  luego  á  luego 
Á\7frr  loco  y  vivir  cit-go 
Volando  de  flor  en  flor. 
Ha  tiempo    sontos  contrarios, 
Pero,  á  pesar  de  su  venda. 
Ai !  no  e.s  igual  la  contienda  .... 
¡  Mal  haya,  niña,  el  amor ! 

Tus  ojos  no  son  azules 
Como  las  aguas   marinas. 
Ni  pardos  cual  las  neblinas 
De  la  noche  tropical. 
No  son  negros  ;  pero  brillan 
Tus  ojos,    maracaibera, 
Más  que  el  sol  de  primavera 
En  un  globo  de  cristal. 

Cuando  me  sirven  de  espejos 
Tus  apacibles  pupilas,  ' 
Esas  miradas  tranquilas 
No  puedo  en  tí  comprender; 
Ellas  conmueven,  profundas. 
Del  alma  el   libre  albedrío.  .  .  . 
¿  Serán  de  un  ángel,  bien  mió  ? 
Ojalá  ! .  . . .  son  de  muger. 


EN  LA  TUMBA  DE  Mí  Hí JO  MANUEL 


ÁNGEL  lo   quiso  Dios  y  alzó  su  vuelo ; 
No  preguntéis  por  el  dolor  del  hombre 
Cuando  hai  dolores  que  no  tienen  nombre, 
Por  más  que  un  ángel  se  remonte  al  cielo. 


LA  RAMILLETERA. 


RAMILLETERA   de  estos   alco-es, 
Siempre  vendiendo  llenos  de  cintas. 
De  cintas  verdes  ramos  de  flores  ; 

Si   ya   vendiendo 
Te  siguen  siempre  los  ruiseñores, 
No  es  por  las  flores  de  gayas  pintas, 
Sí  por  el  seno  do  van  las  cintas. 

Del   huertecito   de  los  manzanos- 
Dicen  que  quieres,  ramilletera. 
Los  olorosos  lirios  enanos, 

¿  Por  qué  los  quieres 
Cuando  no  hai  lirios  como  tus  manos 


No  por  la  fama,  que  es  volandera. 
Sí    por  ser  lindas,  ramilletera?  . 

Tienen  tal  magia  tus  ojos  pardos 
Que  al  Dios  con  venda  sobre  los  ojos, 
Entre   verbenas,  mirtos  y  nardos 

Guardó  su  venda, 
Rompió  la   aljaba,  rompió  los  dardos, 
Queriendo  solo  que  en  sus  enojos 
Sirvan  los  dardos  que  hai  en  tus  ojos. 

Como  andas  siempre  por  los  resales, 
Y  esas  tus  trenzas  son  hebras  de  oro, 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


131 


Dicen  no  hai  otras  trenzas    iguales, 

Porque  en  tus  trenzas, 
A   los  suspiros  primaverales. 
Van  ocultando  como  un  tesoro 
Las  mariposas  su  polvo  de  oro. 


Según  repiten  las  zagalejas 

Por  las  encinas  de  boca  en  boca, 

Mientras  dormías   so  las  añejas 

Altas  encinas, 
Posó  en  tus  labios  tropel  de  abejas, 
Y  al  despertarte   la   turba  loca 
Panal  de  Hibla  llamó  tu  boca. 


¿Qué  más?  El  dia  que  en  las  junqueras 
Cojiendo  flores,  quedó   tu  talle 
Preso  entre  juncos  y  enredaderas 

Llenas  de  flores. 
Se  dijo  á  gritos  en  las  praderas, 
Que  entre  los  juncos  del  hondo  valle 
No  hai  junco  verde  como  tu  talle. 

No,  pues,  te  engrías,  dulce  paloma, 
\endiendo  incauta  tus  ramilletes. 
Es   que  no  hai  flores  de  tanto  aroma. 

Como  la  incauta, 
Que  baja  al  valle,  sube  á  la  loma, 
Dejando  toquen  sus  brazaletes, 
Mientras  le  compran  sus  ramilletes. 


CON  MOTIVO  D£  LA  íNAÜCxURACÍOH 

Del  Templo  Masónico. 


T  K I U  N  y  A  la  razón   )•  vuela . . . . 

Y  del  pueblo  para  ejem])Io 
Alza,  edifica  este  temphi 
Honra  y  prez  de  Venezuela. 

Y  en  espíritu  y  verdad 
Adora  en  él  reverente, 

La  \oz  de  la  zarza  ardiente. 
Al  Dios  de   la  inmensidatl. 

y\qui  el  hombre  en  grave  calma 
Puede  a  la  suprema  esencia 
Culto  dar  en  su    conciencia. 
Que  es  templo  también  del  alma. 


Y  en  los  errores  humanos 
.Salvando  el  linde  jirofund'j, 


Decir  alto  puede  al  mundo: 
¡  Todos  somos  aquí  hermanos  ! 

,\si  esparciéndose  van 
Las  luces  del  sol  serenas  ; 
\'.¡  semillas  tan  buenas 
.'-•ienihiM  en  los  pueblos  (iuzman. 

Y  no  importa  al   patriotismo 

De  la  ignorancia   el  reproche  : 

La  ignorancia  !   Es  sombra!   Es  noche  ! 

Que  se  ]>ierde  en  el    abismo.  . . . 

Como  de'  (juzman  el  nombre 
Nuestra  gloria    significa. 
Este  templo  tal  explica 
La  independencia  del  hombre. 

Abril  29  de   1876. 


LA  FLOR  DEL  SUSPIRO. 

En  m    álbum, 


EN  los.  pensile^^  del  ciclo 
Columpia  el  viento  una  flur, 
Que  llaman  aquí  en  el  suelo, 
Tal  vez  por  dicha  )•  consuelo, 
Primer  suspiro  de  amor. 

l'Mor  extrailay  delicada 
De  pureza  sin  igual. 
Siempre  se  mira   bañada 
Por  el  llanto  de  una  fada, 
Por  la  brisa   matinal. 


Siempre  al  nacer    de  la  aurora 
En  praderas  de    jazmín 
Risueña  su  cá  iz  dora  ; 
Después  la  cubre,  señora, 
El   ala  de  un  serafín. 

Así  la  flor  peregrina 
Brilla  en  el  místico    Edén, 
Hasta  ciue  adorna  divina 
De  pura  y  mortal  ondina, 
La  tersa  nevada  sien. 


132 


poesías  filosóficas. 


II 

En  una  estancia  radiosa 
Se  escucha  un  ¡  ai  !  funeral, 
Porque  una  virgen   graciosa 
Prendió  en  su  frente  de  rosa 
La  flor  bendita  y  fatal. 

Ai !  ¡  pobre  virgen  terrena 
Que  por  curiosa  y  mujer, 
O  por  aliviar  su  pena 
Con  una  flor  se  enagena 
En  fantástico  placer ! 

Su  destino  acá  en    el  suelo 
Será  por  cierto  sufrir 
Desencanto  y  desconsuelo.  .  .  . 
"Que  á  darnos  no  alcanza  el  cielo 
Más  placer  que  el  de  morir." 

Y  con  la  voz  suplicante 
Del  continuo  padecer, 
Demandará  ¡  Pobre  amante  ! 
A  su  estrella  agonizante 
Sus  creencias  de  mujer. 


Y  triste  y  desfalleciente 
A  impulso  de  un  cruel  dolor 
Que  dentro  del  pecho  siente, 
Suspiro  lanzará  ardiente, 
"Primer  suspiro  de  amor." 


iir 

El  cielo  guarde,  señora, 
Tu  prístina  sencillez, 
Tu  sencillez  que  atesora 
Esa   virtud  seductora, 
Herencia  de  la  niñez. 

El  ángel  de  la  inocencia, 
Embriague  tu  corazón 
Con  la  celestial  esencia. 
Que  conserva  tu   existencia 
En  su  virgen  ilusión. 

Oh  !  guarda  siempre,  señora. 
Tu  sencillez  virginal. 
Tu  sencillez  que  atesora 
Esa  virtud    seductora 
De  un  cjuerubin  celestial. 


METAMORFOSIS. 

En  el    nacimiento  de  Alice. 


ENTRE  nardos  y  lirios  de  manchas  rojas 
Triscaba  como  un  niño  rubia  pastora. 

íbasc  ufana. 
Cual  reflejo  de  púrpura  que  anuncia  el  alba. 

Como  las  luces  célicas  de  gayas  fimbrias 
Bajo  de  nubes  negras  palidecían  : 

Como  los  mares 
El  sol  ya  estaba  oculto  y  era  de  tarde ; 

La  rubia  pastorcilla,  con  el  silencio. 
Se  quedó  pensativa   mirando  al  cielo  : 

Y  era   que  nunca 
Visto  habia  en  el  prado  salir  la   luna. 

Aquella  luz  espléndida  gustóle  tanto 
Alumbrando  palmeres,  fuentes  y   prados, 

i         Que   el  pié   detiene 
Para  mejor  mirarla   cabe   una  fuente. 

Sobre  las  claras  ondas  la  luna  estaba 
En  faz  de  misteriosa,  visión  fantástica : 

Allí  se   via 
Muí  tembladora  y  triste,  mui    amarilla. 

No  bien  sobre  la  linfa  se  inclina   leda, 
Y  más  y  más  se   admira  la  zagaleja. 
Cuando   una  rosa 
Cayendo,  de  la  luna  la  visión  borra. 


Y  fué  que  con  sus  alas  el  blando   céfiro 
Que  por  allí  pasaba  ruidos  mintiendo, 

Besó  la  reina, 
Que  cayó  sobre  el  agua  de  dicha  trémula. 

—  "Acórreme  pastora,  que  ves  la  fuente. 
Si  mi  seno  se  moja  mi  dicha  muere  : 

Sálvame,  sálvame, 
No  por  hermosa  y  reina,  porque  sol  madre." 

Así,  en  medio  á  las  aguas  la  (lor  murmura 
Poniéndose  tan  pálida  como  la  luna — 

¿Quién  no  comprende 
El  dolor  de  una  madre  que  amando  muere  'i 

Mientras  tanto  la  sombra  nocturna  vaga 
Como  impalpable  toca  de  algún  fantasma; 

Y  fué   una   nube 
Que  apagó  de  los  cielos  todas    las  luces. 

Por  eso  la  pastora  llena  de   susto 

A  la  cuitada  rosa  busca  en   lo  oscuro  : 

Hallóla  al  cabo 
Con  el  último  aliento  sobrenadando. 

Como  paloma   casta  guarece  y  cubre, 
Extendiendo  sus  alas,  la  prole  implumc  , 

Así  reanima 
A  la  rosa  en  su  seno  la  pastorcilla. 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


loo 


I  Misterio  de   las  flores  raro  y  oculto  ' 

Que  no  comprende  el  hombre  lleno  de  orgullo! 

La  rosa  náufraga 
Guardaba  allí  en  sus  hojas  una  crisálida. 

Oid,  que  es  el  prodigio  de  los  misterios: 
j  El  milagro  magnifico  del  sentimiento  ! 

Si,  puede  tanto 
En  los  pechos  sensibles,  que  hace  milagros. 

Por  eso  al  ver  la  angustia  de  aquella  reina, 
•  Su  agonía  profunda,  la  doble    pena 

De  esposa  y  madre 
Que  tumba  con  su  muerte  para  dos  abre  ; 

Al  contemplar  el  duelo  de  la  pastora. 
Que  en  su  púdico  seno  pone  la  rosa, 

Y  la  auxilia, 
Y  con  la  voz    de  su  alma  vuelve  á  la  vitia  ; 


El  cielo  se  sonríe,  brilla  la    luna  : 

Y  tos  genios  permiten  se  haga  fecunda. 


Para  su.  gloria, 
La  espirante  crisálida  que  está  en  la  rosa. 

¡  Magnífico  milagro   del  sentimiento  ! 

Por  no  visto  fantástico  de  amor  espléndido ; 

¡  l'ué    maravilla ! 
De  la  rosa  al  instante   saltó  una   niña. 

Miradla,  ¡es  un  prodijio!  como  las  hadas, 
Sobre  nardos  y  lirios  la  niña  danza  ; 

Revolotea 
Como  las  mariposas  en  primavera. 

De  sus  urnas  de  perlas  salen  las  silfides 
Para  ver  las  cadencias  que  forma  Alice  ; 

Sí,  que    ella  misma 
Es  la  frágil  crisálida  cambiada  en    niña. 

Mariposa  encantada  de  mil  colores, 

Mis  ojos  no  se  engañan,  bien  te  conocen  ; 

Si  otros  te  aplauden, 
Yo,  que  sé  de  do  vienes,  bendigo  á  un  ángel. 

"      Abril    lí  de  1861. 


A  LA  SEÑORITA  BARBARA  FERNANDEZ. 

Que  tuvo  la  amabilidad  d'i   dedicarme  unos  versos. 


SINTIENDO  el  amargo  duelo 
De  un  misterioso   dolor. 
Pobre  avecilla  del  cielo. 
Volé  buscando  el  consueln 
Desuna   sonrisa  de  aninr. 

Dejé  mi  mansa  laguna 
Donde  cuitado  veía 
El  resplandor  de  la  luna. 
Más  triste  que   la  fortuna 
Que  me  persigue   sombría. 

Echando  al  mar  mi  barquiUa 
Dije  en  mi  amargo  c[uebranto. 
Yo  buscaré    una  avecilla 
Lejos  de  mi  patria  orill.i 
Que  cante  como   \o  canlu. 

Vino  la  noche,  el  marino 
Pálido,  triste  y  sin  voz 
Naufragaba  en  su  camino. 
Y  confiaba  su  destino 
A  la  mirada  de  Dios. 

Diosle  salvo  ;  la  tormenta 
De  su  seno,    turbulenta. 
Le  arrojó  sobre  esta  pla>a. 


Donde  una  ninía  se  óslenla 
Con  las  canciones  (|ue  ensaya. 
Cuando  su    voz  escuchaba 
Alegre,  pura  y  sencill.i. 
Mi  corazón  palpitaba 
Y  al  cielo  !e    preguntaba 
;  .Ai,  si  será  mi  avecilla? 

\'o  no  lo  sé,   ni  tampoco 
Lo  sabes  tú,  poetisa, 
<i)uc  á  orillas  del  Orinoco 
;  Vive  el  cielo  !  que  es  un  loco 
Quien  lo  oculto  pi'oíetiza. 

Yo    no  lo  sé,  solo  alcanza 
Pobre  el  corazón  inerte. 
Que  hay  guardada  una  esperanza, 
l'ara  el  que  triste  se  lanza 
Buscando  m;is  didce  suerte, 

(iracias,  amable  cantora. 
Por  tu  agradable  cantiga, 
.Si  no  eres  mi  o^v  coiorn , 
Te  puedo  dar  en  buen  hora 
El  dulce  nombre  de  amiga. 

I     Riberas  del  üi'inoco,  Seticnibrc  35   de  54. 


134 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


A  LA  SEÑORITA  E 


CUANDO  mi  pecho  te  adora. 
Verte  inclinada  en  el  suelo! 
¡  Tú  de   rodillas,  señora ! 
¡  Tú  que  mereces  un  cielo 
Con  su  luna  y  con  su  aurora  ! 

Tú  llorando ....  no ....  mi  lira 
Llorado  también  hubiera, 
Y  hoy  dulcemente  suspira.  . . . 
Que  en  niña  tan  hechicera 
Decir  que  llora,   es  mentira. 

Nunca  tan  bella  y  divina 
Llena  de  pompa  lloró 
La  pura  flor  campesina, 
Nunca,  niña,  se  inclinó, 
Por  un-  ave  peregrina. 

La  que  tiene  mil  cantores, 
¿  Cómo  volverse  á  mirar 
A  un  ave  con  sus  dolores. 


Que  no  es  digna  de  cantar 
A  la  reina  de  las  flores? 

¿  Acaso  por  complacencia 
Quieres  con   dulce  ilusión 
Embellecer  mi  existencia? 
¿Acaso  por  compasión 
Te  pesa,  niña,  mi  ausencia? 

Tú  de  rodillas  llorando, 
Mentira,  no   puede  ser. 
Que  ó  estoy,  señora,  soñando 
O  no  alcanzo  á  comprender 
Porqué  te  inclinas  rogando. 

Tú  debes   mandar,   señora, 
Por  apuesta  y  por  divina; 
Manda  al  mortal  que  te  adora, 
Como  el  ave  campesina    , 
Ama  la  luz  de  la  aurora. 


LOS  CUADROS  DEL  SEÑOR  .KELLER 

Soenos  y  lágriraas. 


CUANTO  la  vida  en  sus  ensueños  dora. 
Quimeras,  ilusiones,  alegría; 
Cuanto  forja  la  rica  fantasía 
Con  la  espléndida  luz  que  le  devora  ; 

La  antigua   Grecia  con  su  bella  P'lora, 
El  rubio  oriente  al  despuntar  el  dia, 
Y  el  manto  de  zafiro  y  pedrería 
En  los  azules  cielos  de  la  aurora  ; 


Todo  se  anima  con  el  arte  tanto, 
Alli  en  la  escena,  que  parece    cuento 
El  misterioso  y  fugitivo  encanto .... 
Mas  habla  el  corazón,  y  el  sentimiento, 
Pulsación  de  la  vida,  inspira  al  hombre.  . . . 
¿Qué pasa?  ¿qué  sucede.' — Es  una  historia 

Que  guarda  la   memoria 
Pavorosa,  terrífica,  sin    nombi"e  .  . . . 
¡  Allí  aparece  un  Dios  crucificado  ! 
Alli  también  está  cuanto  he  llorado  '. 


PARA  EL  ÁLBUM 

DE  lA  SEÑORITA  ELENA  HAHM. 
A  petición  de  mi  araigo  y  cofrade  el  Señor  Manuel   María  Berraúdex. 


AL  mar  !  Me  vuelvo  á  las  olas  !^ 
Ya  te  dejo  tierra  in .  . .  .diana  ; 
Partiré   con    mi    tartana 
Cubierta  de    banderolas. 

Pensemos!  La  cosa  es  grave  ! 
Se  va   Elena  para  Europa.... 
Mientras  yo  ! .  . . .  Lista  mi  tropa ! 
;  En  rumbo  !    :  Y  caza  esa  nave  ! 


.Sí,  ¡  vive  Dios  !  es  preciso 
Que  alguno  á  seguir  se  atreva 
A  ese  vapor  que  se  lleva 
Las    flores   del  paraíso. .  (■'■') 

Castiga  ¡  oh  mar !  Los  que  aleves 
Surcan  tu  abismo  de  plata  .... 
Ese  vapor  es  pirata, 
Y  tú  tragártelo  debes. 


Y 


[*]  Nombre  do 
hmiiliii  Hahm. 


una  deliciosa  esLancia  de  la 


POESÍAS  FILOSÓFICAS, 


135 


Mas,  no  !  perdón  !  Tu  onda  amarga 

I.ucir  sus  grímpolas    vea. 

Por  más  pirata  que  él  sea 

lJe\a  una  carga.  . .  .¡  qué  carga  !  • 


Para  cuidar   sin   reserva 
Ese   tesoro  de  amor. 
Con    el   pirata  vapor 
Á'tivi\¡^arí'  de  conserva. 

¡  Leva,  pues,  tartana   rn¡.t! 
Adiós,  amigos,   adiós  I 
Me  voi  del  tesoro  en    pos 
Cruzando  la  mar  bra\"ía. 

ir. 

¡  Vano  alarde,  dulce  niña. 
Ante  la  \  erdad   traidora  ! 
Tú  te  vas  y  por  ti    llora 
La  palma    de    esta  cam[)ifla. 


Tú  te  vas  y  por  tí  dejan 
Triste  rumor  en  el  aire, 
Los  airecillos    del  Guairo 
One   suspiran  )•  se  quejan. 

Tú  te  vas  y  por  tí  pierde 
Su  fimbria    de  oro  el  celaje, 
Sus  sonrisas  el  paisaje 
Y  el  monte  su  manto  verde. 

Tú  te  vas  y  en  mis  querellas, 
Sin  conocerte,  te  lloro  ; 
Ya  se  vé  yo  siempre  adoro 
La  luz.  el   sol,  las  esti'ellas. 


Que  jamás,  nifia,  te  abrumen 
Estas  lágrimas  ; — son  gaje 
De  un  voto  por  tu  buen   viaje 
Que  al  ciclo  levanta  el  numen. 


de  Julio  de  1S77. 


A  Mí  DíSTíNGUmO  AMIGO 

Jacinto  Gutiérrez  CoII,  en  el  dia  de  su  esposa. 


DE  los  perfumes  que  tengo 
Muy  ocultos  en  el  alma, 
Porque  no  á  todos  los  hombres 
Estos  perfumes  agradan. 

Ofrezco  á  tu  dulce  esposa, 
Con   mis  sinceras  palabras, 
Una  roja  florecilla 
Llena  de  aquella  fragancia. 


Yo  sé  que  en  tu  hogar  tranquilo 
El  sol  espléndido  de  i-ina. 
Alumbra  tu  pensamiento 
Con  la  fe  de  la  esperanza. 

Pero  mi  flor  aunque    pobre 
No  avergonzará  tu  estancia, 
Que  no  hay  flor  del  sentimiento 
.Sin  el  esplendor  de  santa. 

1874. 


EN  EL    ÁLBUM 

De  la   señora  Esther  P.  Snárez, 


EN  el  nombre  de  una  amiga 
Solo  me  atrevo,  señora, 
A  preludiar  mi  cantiga, 
Hoy  que  el  pesar  me  devora, 
Hoy  que  el  dolor  me  fatiga. 

Hoy  que  en  horrible  toimciiln 
El  cuitado  corazón 
Consume  en  afán  violento 
La  sublime  inspiración. 
La  savia  del   sentimiento. 

May  en  la  vida,  señora, 
Tan  tristísimos  momentos. 
Que  el  hombre  cual  niño  llora, 
Y  vierte  en  tristes  acentos 
El  pesar  que  le  devora. 


Y  si  en  amargura  tanta 
El    hombre  cantar  pretende. 
Con  su  misma  voz  se  espanta, 
Porque  su  voz  no    se  entiende 
Comprimida  en  su  garganta. 

Allá  cuando  Dios  quería, 
Rajo  un  .sueña  encantador 
Yo  gozaba  y  sonreía  .... 
l'"ueron  los  tiempos  de   amor 
De  mi  juventud   sombría. 

Hoy  el  destino  ha  cambiado 
Y  en  vez  de  la  luz  serena 
De  aquel    ensueño  encantado, 
El  destino  me  encadena 
A\'ivir  desesperado. 


13f 


oD 


POESÍAS  FILOSÓFICAS, 


Cuando  líi  tormenta  oscura 
]-5ramadel  mar  en  la  orilla. 
Calla  el  av"e  en  la  espesura, 
La  flor  del   jardín  no  brilla 


Ni  el 


Dnto  aleare  murmura. 


Señora,  vos  sois  sensible 
Y  comprendéis  mi   dolor  ; 
No  me  pidáis  lo  imposible 
Cantar  sin  dicha  ni  amor 
Es  un  tormento  insufrible. 


Allá  cuando  Dios  quería 
Bajo  un  sueño  encantador, 
Es  verdad  que  sonreía  ; 
Ese  tiempo  fué  de  amor   ■ 
Ue  esperanza  y  poesía. 

Hoy  el  destino,  ha  canibiado 

Y  en  vez  de  la  luz  serena 

De  aquel  ensueño  encantado, 
El  destino  me  encadena 

Y  muerp  desesperado. 


A   LA  NIÑA. 

Juguete. 


NIÑA  hermosa 
La  trigueña 
Caraqueña 
Linda  flor, 
¿Quién  pudiera 
Suplicante 
Ser  tu  amante 
Pescador? 


Ven  á  bordo, 
Dulce  niña, 
La   campiña 
De  azahar 
Nada  vale, 
¡  Vive  el  cielo  ! 
Junto  al  velo 
De  la  mar. 


Por  tus   aves 
De  colores, , 
Por  las  flores 
Del  pensil, 
Olas  tengo. 
Leves  tules. 
Más,  azules 
Que  el  añil. 

Cuando  arrastre 
La  corriente 
La  simiente 
Del  maizal, 
Verás  cómo 
Se  alborota 
La  paviota 
Tropical. 

Tengo  brisas 
Jemidoras, 
Tengo  auroras 
Sin  igual  : 
Y    batiendo 
Las  espum;!--;. 
Tengo  pl  lunas 
De    coral. 


Corre,  niña, 
Mi  tartana 
Luce    ufana 
Su    pendón.' 
Ven  á  bordo. 
Caraqueña, 
Que    es  risueña 
La  estación. 

Tú  no  has    visto 
Los  dorados. 
Argentados 
Con  el  sol ; 
Ni  un  pesquero 
Purpurino, 
Ni  el  marino 
Caracol. 

De  mi   lago 
Por  la  siesta 
Con  tu  cesta 
De  abedul. 
Buscaremos 
En  el  agua 
La  piragua 
Del  Gandul. 

Comprarásle 
Sus  juguetes 

Y  copetes 
De  paují. 
Rudo  adorno. 
Pobre  gaje, 
Que  el  salvaje 
Vende  aquí. 

Si  otras  tierras, 
Niña,  estimas 
Otros  -climas 
'i"ú    verás, 

Y  el  mugiento 
Mar  de  Europa 
Viento  en  popa 
Cru?arás. 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


137 


Que  camino 
Nunca  pierde 
Por  la  verde 
Soledad, 
Mi  tartana 
Más  velera, 
Que  la  fiera 
Tempestad. 


Hasta  el  polo 
Subiremos  : 
Bien  podemos 
Ir  los  dos, 
Deja,  deja 
Tu  campiña 
Vente,   niña, 
Dile  adiós. 

Maracaibo,  Junio  de  1852' 


EL  AVE  Y  LA  FLOR. 


SOBRE  la  espuma  marina 
íbase  hermosa  y   serena 
La  amapola  campesina, 
A  tiempo  que  peregrina. 
Una  avecilla  morena 

Contra  el  viento 
Que  soplaba, 
Temerosa  atravesaba 
El  encrespado  elemento. 

Nunca   vieron  las  espumas. 
Viajera  de  más  donaire  ; 
Ni  el  aire  miró  en  sus  brumas, 
Un  ave  de  aquellas  plumas 
V-olando  asi  por  el  aire- 
Los    viajeros 
Se  miraron, 
Y  á  platicar  empezaron 
Como  amigos  compañeros. 

FLOR-¿Por  qué   vas  sola,  avecilla? 

A\'K — Porque    he  perdido   mi  amor 
A  manos  de    un  cazador 
Allá  en  mi    natal  orilla. 


—Y  sigues? 

— Mi  triste  suerte. 
— Sin  esperanza? 

— Ninguna. 
—Avecilla  sin    fortuna, 
Tú  vas  buscando  la  muerte. 


-Es  verdad ! 


-Bien  lo  sabia! 


-Tú? 


-Si 


•    — Cómo? 

— Por  el  viento, 
Que  me  contó    en  hondo  ^icento 
Tu  amarga  melancolía. 


— ¡Ai !  P'ué  el  adiós   que  en  mi  duelo 
Al  bosque  le  di  cantando. 
—¡Infeliz....! 


Muclio ! 

— Llorando 

Me  tienes,  ave  del  cielo. 

— Eso  es  piedad? 

— Puede   ser.,..! 
— Te  compadeces  de  mí  ? 
— Siempre    compasión  sentí ; 
Siempre  llora    una  mujer. 

—Ai !  flor,  si  tu    llanto  fuera .... 
Mas ....  me  olvido . . . . !  Adiós,  amiga  I 
— Te  vas? 

— Me  cansa  y  fatiga 
El  viento  de  la  ribera. 

— Tente, avecilla  cuitada! 
— Qué  quieres?        . 

— Darte,  amorosa, 
Mi  seno  de  nieve  y  rosa, 
Mi  corola  perfumada. 

—Oh  dicha! 

— Mira  que  avanza 
El  sol,  y  la  sombra  viene. 
— La  noche  sombras  no  tiene 
Con  la  luz  de  la  esperanza. 

— \'cn,  pues,  reposa. 

— Oh,  suprema 
Bondad.  . . .! 

— I  Te  aplace  mi  abrigo  ? 
— Todo  me  aplace  contigo. . . . 
Rema,  florecilla,  rema. 

Al  instante  la  amapola, 
Pálida  como  la  espuma 
Que  levanta  ola  tras  ola, 
Estremece  su  corola 

Y  el  fresco  ambiente  perfuma. 

Después. . . .  sus  hojas  de  fuego 
Abrió  temblando  la  flor, 

Y  el  ave  posóse  luego. . . . 

— "Mucho  puede  un  blando  ruego, 
Si  el  blando  ruego  es  de  amor." 

18 


138 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


BRINDIS   ÍMPROVÍSADO, 

En  el  matriraonío  del  señor  José  María  Baquero. 


TIENE  tal  poder  Ciipido-Y    están    terco  f 
y  pertinaz — Que  hace  volar  de  su  nido — A  una  | 
paloma  torcaz — Pero    no!    Ea  musa  mia — Que 
en  serio  las  cosas  toma — Canta  que  José  María 
■ — Hurtado  se  ha  la  paloma. 

No  es  buena  gracia á  mi  juicio, 
Ser  baquero,    sí  sefior, 

Y  luego  cambiar  de  oficio 

Y  meterse  á  cazador. 

Si  á  remediar  esta  traza, 
Ningim  remedio  presumes, 
Baquero,    ten    la  torcaza 
Como  un  dije  entre  perfunics. 

Como  el   cuento  que  recita 
Ea  nifiez  según  es  le)'. 
Mantenía  mui    sentadita 
Eabrando  paños  del  rey, 


Nada  de  aquel  yo  lo  pido, 
Yo  lo  mando,  yo   lo  quiero  : 
Haz  que  no  piense  en  su  nido 
La  torcaza  de  Raquero. 

Hai  un  remedio  encantado 
Para  ser  feliz  al  vuelo, 
Nada  de  celos.  Hurtado, 
Amelia,  ni  un  solo  celo. 

Con  este  remedio  solo 
El  uno  del  otro  en  pos, 
Irse  podrán  hasta  el  polo 
Y  al  fin  volar  hasta  Dios. 

Ea !  el    amor  aconseja 
Brindar  con  cerveza  ó  vino. 
Por  la  dichosa  pareja 
Que  hoi  empieza   su  camino. 


A  LA  NíMA  DE  J.  D£  J.  V. 


¡QUIÉN  tuviera  el   dulce  acento 
Del  mirlo  y   del  r\iisenor, 
Quién  la  quejumbre  del  siento, 
O  la  querella  de  amor 
Delave  del  siiírimiento. 

¡Quién,  al  tranquilo  embeleso 
De  la  tarde  silenciosa, 
Pudiera  dar  con  exceso 
I 'na  cantiga  amorosa 
Por  tu  castísimo  beso. 


Ai! 


niña  bella, 


,.,...;  ni  aun  asi. 
Con  mi  carillo  podría. 
Ni  con  mi    dulce   querella,. 
Cambiar  tu  estrella  sombría 
En  pura  }•  luciente    estrella, 

Linda  violeta  nacida 
Para  lucir  en  el  ciclo. 
Lloras  y  esperas,  mi  vida. 
De  un  padre  ausente   el  consuelo 
Y  el  beso  de    ¿/íV/  venid  a. 

Lloras  }'  espci"as  la  auroi-a 
De  tu  esperanza  risueña  : 
Que  la  niñez  atesora 
Una  esperanza,  si  sueña, 
[Jn  lindo  sueño,  si  llora. 

No  llores  así,  bien  mío, 
Calma  til  llanto  inocente; 


Porque  suele  el  hado  impío 
Con  el  que  más  llora  }■  siente 
Ensayar    su  poderío. 

Deja  que  calme  la  tormenta  ruda 
Ouc  triste  amaga  nuestra    débil  frente. 
Deja  que  el  pecho   conmovido  aliente 
Una  esperanza,  un  porvenir  mejor. 
Sin  ese  llanto  que  tu  faz  empaña 
Déjame,  niña  contemplarte  bella. 
Como  la  suave  )'  matutina  estrella, 
Cual  del  jacinto  la  grillante  flor.  * 

Deja  que  al  brillo  de  la  blanca  luna, 

Y  al  soplo  de  la    brisa  perfumada 
Te  mire,  cielo  mió,  como'  el  hada 
De  mi  mansa  laguna  de  zafir  ; 

Como  los  sueños  de  mi    triste  infancia, 
Como  el  arcángel  del   Edén  ]Derdido, 
Cual  la  paloma   en  el  oculto  nido 
Deja  amorosa  su  canción  oir. 

y\sí  las  brisas  de  la  tarde  opaca 
l'"austas  soplando  en  la  natal  orilla 
Impelan  suavemente  tu  barquilla 
Por  el  revuelto  y  tempestuoso  mar. 
Así  te  mire  compasivo  el  cielo, 

Y  alegre  la  fortuna  te  sonría, 

Y  te  cante  el  poeta,  vida  mía, 

Y  calme  tu  congoja  )•  tu  pesar. 

MruMcaibo,  Agosto  20  de  ^849, 


POESÍAS  FILOSÓFICAS, 


139 


EN  UN  ÁLBUM. 

A  Petronila. 


,\  mí  Uuiibicn,    cantora   peregrina, 
De    la  uriciital}'  bella  Cununiii, 
Su    misteriosa  inspiración    divina 
El  genio  de  la  lu/.   me  prestará. 

Y  yo  del  arpa  buscaré  sonora 
Las  dulces    armonías  del  amor; 

Y  por  cantarte,  ahogaré,  sei"lora. 

El  llanto  que   me  arranca  nii  dolor. 

<  >h  !  nunca,    nunca  el  dolorido  acento 
Del  marino  sin  paz  ni  porvenir, 
Turbará  despiaclado  tu  contento.  .  . . 
Callando  moriré  :  )o  se  sufrir. 

Nunca,  señora,   mi  dolor  profundo 
Implorará  tu  dulce  compasión, 
Morirá  mi   suspiro  gemebundo 
En  las   alas  del  triste  corazón. 

Si,  morirá,  que  cuando  crudo  \-  fiero 
Acá  en  mi  pecho  comprendí   el  pesar, 
En  su   dolor  el  ])obre  marinero 
Señora  ;  lo  diré  ?  juró  callar. 

Poetisa  venturosa 
La  de   los  labios  de  rosa 
De  la  oriental  Cumaná, 
I'ara  tí  dulces   cantares, 
A  orillas  del    Manzanares 
El  arpa  me  inspirará. 

Un   tiempo  allá  en  la  ribcia 
De  mi  laguna  hechicera, 
Soñé  con   dulce   ilusión, 
Que  un  cjuerubin  de  los  cielos 
Endulzaba  los  desvelos 
De  mi  ardiente  ccn-az.on. 

De  entonces  la  patria  orilla 
Dejo  mi    frájil  barquilla 
l'or  los  peligros"*del  mar : 
De  entonces  busco  risueño 
El  querubín  de  mi   sueño 
(Uic  me  vencía  á  consolar. 


Sabe 


divina    canttira. 


Donde   misterio.so  moia 
lísc  querub    del  placer? 
¿l\o  lo  has  visto,  vir^oi  jiuia, 
ICii  una  bella    figura. 
En  figura  de  mujer? 

'1  li  no  has  \islti  en  la  CLirrienlc 
De    alguna  límpida   fuente 
i\Ii   soñado  queiubin? 
Si  lo  has  \isto.  poetisa, 
Bien  lo  dic"e  la  sonrisa 
De    tus    labios   de  carmín. 

Dime,  ¿  su  Cíindidü  cuello 
No  es,  poetisa,  muí  bello? 
Su  mirar  fascinador 
Como  la  dicha  ilusoria, 
c  No  pronostica  la  gloria 
Y  los  delirios  de  amor? 

Tú   lo  sabes,  poetisa, 
Bien  lo  dice  la  sonrisa 
J)e  tus  labios  de  coral  ; 
Til  le    vistes  inocente 
(.Liando  inclinaste  la   frente 
lüi  el  lurqjido  cristal. 

Oh  !  si  vuelves  algún  tlia 
A  verle  por  dicha    mia. 
Cantora,  le  has  de  decii- 
Que  su  semblante    divino 
Consuela  al   triste    marino 
En  su    ;ingustioso  sufrir. 

Poetisa  venturosa, 

Que  conoces    amorosa 

^^  soñado  t|uerubin, 
1  Dile,   por  Dios,    poetisa, 

Que.es  mui- bella   su    sonrisa 
I  Y  su  boca    de  carmín. 

y      Bahiade  Cunian.i  á  26  de  Noviembre  de  1847. 


£L  Limo  NOCTURNO  Y  LA  PALMA. 


I. 

MKIO-EN  esta  blanda  ribera. 

Que  el  césped  mullido  alíonibia, 
Ver,  palma,  la    luz  quisiera, 
Si    me  prestaras  tu  sombra. 

I'.\1,.M.\-Mi  sombra  !   Pues  qué  ¿tu  broche 
,     No  se  abre  al  puro  arrebol  ? 
— Palmera,  nací  en  la  noche, 
Y  yo  nunca   he  visto  el  sol. 


— ¿  Nc)  lo  has  visto  ? 

—  \o,  en    verdad. 
y\\  \  ida  i;s  luto  y  martirio. 

Hijo  de  la  oscuridatl, 
Quién  eres,    pues,? 

— Soy  un  lirio. 

Nací  en  la  noche  serena 
(  )rillas  de  esta  laguna  : 
Mi  madi'e    fué  una  azucena. 
Mi  padre  un  rayo  de  luna^ 


140 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


Cuando  mis  hojas  brillaron 
A  sus  tristes  resplandores, 
Genios  y  brisas  besaron 
Mis  estambres  tembladores. 

Desde  entonces  la  inocencia 
Huyó  de  mí ... . 

— Negra  insidia. 
— Palma,  agostaron  mi  esencia 
Por  orgullo  y  por  envidia  ; 

Y  antes  que  tifiera  el  vago 
Color  del  celaje  diurno. 
Dijeron  en  todo  el  lago 
Que  yo  era  el  lirio  nocturno. 

— ;  Pobre  flor,  á  quien  abona 
Pesar  tan  triste  y  profundo .  . . . ! 
Si  el  mundo,  flor,   te  abandona  ; 
Tras  la  injusticia  del  mundo, 

Yo  sabré  calmar  tu  anhelo : 

Oculta  en  la  sombra  mia. 

Verás  el  alba  del  cielo 

A  la  vislumbre  del   dia. 
t 

— Ai !   palma,  por  tal  favor. 
Yo  puedo  en   la  noche  oscura.  . . . 
— Solo  quiero,  pobre  flor. 
Ver  el  sol  de  tu  ventura. 

II, 

Eran  las    horas  divinas 

En  que  cantan  los  pastores 

Sus  malogrados  amores 

Y  sus  dichas  campesinas. 

Brillaba  el  lago  sonoro, 
A  los  primeros   celajes, 
Como  una  randa  de  encajes 
Con  hilos  de  plata  y  oro. 

Por  ver  la  dicha  que  pierde. 
Llorando  el  mundano  insulto. 
Un  lirio  reposa  oculto 
Al  pié  de  una  palma  verde. 

Y  como  se  iba  mostrando 
El  cielo  con  tintas  rojas. 
La  palma  erguía  sus  hojas 
Al  pobre  lirio    llamando  : 


— Flor  modesta,  flor  sencilla. 
— Aquí  estoy. 

— Vuélvete   á  oriente. 
Mira. 

— ¿  Esa  luz  refulgente 
Es  el  sol? 

— No,  florecilla. 

Esa  es  la  lumbre  que  alfombra 
Al  Cielo,  no  hay  quien  la  tema. 
— Palma,  esa  lumbre  no    quema? 
— Flor,  te  he  ofrecido   mi  sombra. 


—Sí,  mas  advierte,  palmera,    . 
Que  te  columpia,  indecisa, 
Con  sus  halagos    la  brisa,     • 

Y  tú  te  mueves  doquiera. 

— Sigue    mi  sombra  y  guardarte 
Sabré   ahora. 

— ^^Tengo  miedo. 
Porque  seguirte  no  puedo, 

Y  hago  en  vano  por  buscarte. 

— Qué  dices?  Sigúeme  en  pos. 
— Imposible. . . .! 

— Ten    confianza. 
^¡  Ai  !  ¿  No  ves  que  tu  esperanza 
En  mí  la  castiga  Dios? 

¿  No  ves  que  esa  claridad 
Me  quema.  . .  .y  estoy  perdida? 
^Y  yo  del  viento  mecida 
Tiemblo  así .... ! 

—Piedad....!   Piedad....! 

— Lirio .  . . . ! 

■ — Sombra.  . . . ! 

— Lo  que  pides 
No  lo  alcanzo ....  I  ¡  Cruel  momento . . .! 
— La  luz  me  abrasa.  .  .  . ! 

— Oh  tormento . . . . ! 
— Adiós. ...palma....!  "No  me  olvides...!" 


■uego, 


III 

¡  No  me  olvides"  .  .  .  . !  Triste 
Que  así  levanta  la  flor 
Abrasada  en   vivo   fuego, 
Como  el  hombre   loco  y  ciego 
Muriendo  incauto  de  amor. 

Bien  lo  comprendes,  Elvira  : 
La  flor,,  el  viento  y  la  palma, 
No  son  ficción,  no  mentira; 
Es  nuestra  historia  que  mira 
En'  sus  delirios  el  alma. 

Como  el  lirio  campesino 
Buscaba  en  mi  amante  empeño. 
Una  sombra  en    mi    camino. 
Que  endulzase   mi  destino, 
Que  diera  vida  á  mi  sueño. 

Perdida,  Elvira,  la  calma. 
Sin  esperar   un  consuelo, 
Te  vio  el  ángel  de  mi  alma, 
Y  me  dijo  :  "en  esta  palma 
Hay  sombra  para   tu  duelo". 

Tu  sabes,  Elvira  mia. 
Que  mi   estéril  juventud 
La  cambió  tu  simpatía  ' 
En  ardiente  lozanía, 
En  vigorosa  virud. 

Mas  i  ai !  Apenas  diviso 

Con  tu  amor  la  gloria  ardiente, 

Luz  de  mi  sueño  indeciso. 

Que .  .  . .  ¡  Así  pasó  y  Dios  lo  quiso  . 

La  luz  abrazó  mi  frente. 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


141 


Hoy,  Elvira,  si   distante 
Los  duelos  ágenos  mides. 
Escucha  al  céfiro  amante, 
A  quien  pido  suplicante 
Te  murmure — "No  me  oh'ides' 


¿Qué  quieres,  mujer  !  En  vano 
Ansié  seguirte.  Tan    fuerte 
Es  el  destino  y  tirano, 
Que  ante  su   lúgubre  arcano. 
Ai !  lo  mejor  es  la  muerte. 


£L  SILFO. 


NACÍ  en  la  noche  al  misterioso  duelo 
De  las  blancas  estrellas,  mas  ninguna 
Dejó  de  sonreír,  cuando   la  luna 
En  un  rayo  de  luz   me  subió  al  cielo. 

Siempre  invisible  y  desceñido  el  velo, 
Formado  con  las   flores  de  mi  cuna, 
Rondando  estol  la  plácida  laguna 
Y   en  las  umbrías    silencioso  vuelo. 


Hijo  del  aire,  desplegué  de  armiño, 
A  su  primer  murmullo,  entre  la  inerte 
Sombra,  mis  alas ;    arranqué  á  la  muerte 

Al  borde  la  tumba  á  un  pobre  niño  : 
Y  el  bien  en  el  dolor  es  tan  fecundo, 
Que  hermano  \-  dulce  madre  hallé  en  el  mundo. 


AL  JOVEN  POETA  ABÍGAÍL  LOZANO. 


YO  he  escuchado  los  flébiles  cantares 
Que  revelan  tu  ardiente  inspiración  ; 
Como  el  ruido  lejano  de  los  mares, 
Como  el  postrer  suspiro  del  Alción. 

Y  por  cierto,  poeta,  que  no  alcan;:a 
La  mente  triste  á  comprender  de  ti, 
Por  qué  alejas  del  pecho  la  esperanza, 
Por  qué  tu  labio  se  querella  así  ? 

Mi  corazón  á  tu  sensible  canto 
Palpita  opreso  con  letal  dolor. 
Nubla  mis  ojos  angustioso  llanto 
Cuando  tú  lloras,  infeliz  cantor. 

Y  sintiendo  la  cuita  lastimera 
Que  tortura  tu  pecho  sin  cesar, 
No  comprendo  tu  historia  verdadera. 
Ni  adivino,  poeta,  en  tu  cantar  ; 

Que  hondo  misterio  tu  desdicha  vela, 
Cual  nos  encubre  funeral  crespón, 
Ese  secreto  que  los  huesos  hiela 

Y  á  cuya  vista  tiembla  el  corazón. 

Que  acaso  viendo  tu   congoja  estrema 
Pienso  que  el  lauro  de  tu  joven  sien. 
Si  es  de  tu  nombre  duradero  emblema, 
Es  del  Eterno  maldición  también.  ¡ 

Oh  !  si  la  gloria  conque  sueña  el  hombre    ! 
Acibara  las  dichas  del  vivir;  | 

Si  tanto  cuesta  conseguir  un   nombre, 
Vale  más,  oh  cantor!  en  paz  morir. 

Mas  no,  no  puede  ser,  la  gloria  es  bella,       i 
Como  es  bello  el  vivir  á  la  niñez,  y 


V  no  tiene  razón  quien  se  querella 
Al  brindarle  la  gloria  timbre  y  prez. 

Pulsa  la  lira,  poeta, 

Del  dolor  y  del  tormento, 

Y  arroja   tu  canto-  al  viento 
Como  su  aroma  la  flor. 
Deja  sentidos   cantares 
Que  acrecientan  tu  tristeza, 
Alza  altivo  la  cabeza, 
Canta  los  sueños  de  amor. 

Ornada  la  sien  de    mirtos 

Y  jazmines  olorosos. 
Esos  sueños  deliciosos 
Debes,  poeta,    cantar; 

Que  en  la  edad  de  los  amores 
Dicen  mui  mal  en  tu  frente. 
Una  corona  doliente 

Y  del  pecho  el   suspirar. 

Mas  si  tu  numen  altivo 
Aspira  á  más  alta  gloria. 
Tiene  la  patria  una  historia 
De  mil  timbres,  copia  fiel: 
L' na  historia  ¡  vive  el  cielo  ! 
Que  no  cede  á  las  extrañas, 
Ni  en  valientes,  ni  en  hazañas. 
Ni  en  divisas  de  laurel. 


Como  el  cóndor  de  los  Andes 
Ula'no  en  su  noble  intento, 
Canta,  cruza,  corta    el  viento 
Al  mugir  la  tempestad  ; 
Tal  en  alas  de  tu  numen 
Alza  guerreras  canciones, 


142 


"'OESlAS  FILOSÓFICAS, 


Al  compás  de  acordes  sones 
Y  gritos  de  libertad. 

A  tu  acento,   mil  valientes 
De  intachable   nombradla, 
A  la  pura  luz  del   dia, 
Verás  gozosos   salir. 
Verás  entonces,  poeta, 
Los  que  viven  retirados, 
Adalides  y  soldados 
Dispuestos  á  combatir. 


Pulsa,  pues,  la  noble  lira 
A  la  luz  del  firmamento, 
Como  brama  el  ronco  viento 
En  los  peñascos  del- mar. 
Deja  sentidas  querellas 
Para  oscuros   trovadores ; 
1  [ai  divisas  tricolores 
Que  tú  debes  ensalzar. 

Bahía  de  Jíarcelona,  Agosto  ü  de  1846. 


A  Mí  AMIGO  JOSÉ  A.  PÉREZ  BOMALDE. 

BESOS    Y    CLÁVELES. 
Recuerdos   maracaiberos. 


IBA  la  noche  sus   huellas 
Dejando  en  lenta  agonía, 

Y  el  cielo  resplandecía 
Con  sus  divinas  estrellas. 

Formaban  grato  concierto 
Como    endechas  y  cantares, 
La  brisa  entre  los  palmares 

Y  las  salomas  del  puerto. 

En  medio  á  rumor  tan   vago 
De  vientos  y  barcarolas, 
La  sonrisa  de  las  olas 
Era  una  fiesta  en  el  lago. 

Bien  se  conoce  que  en  calma 
Viven  sueños  y  quimeras, 
En  las  ardientes  riberas 
De  la  patria  de  mi  alma. 

II 

Brilla  á  lo  lejos  la  luna 
Tras  un  celaje  de  armiño, 
Como  la  cara   de  un  niño 
Bajo  el  velo  de  la  cuna. 

Mas  es  fama  que  en  la  orilla 
El  marino  indiferente 
La  vio  al    mostrarse  en  oriente 
Muy  triste   y  muy  amarilla. 

"Ya  vienes  con  tu  vislumbre 
A  marchitar,  como   sueles, 
Mis  encarnados   claveles. 
Astro  de  la  pesadumbre."' 

Así  en  voces  lastimeras. 
Dijo  una  niña,  temblando, 
En  una  estancia  ocultando 
Sus  flores  maracaiberas. 


Mas  con  vivos  resplandores 
A  pesar  de  la  distancia, 
La  luz  penetró    en  la  estancia 
Por  los  vidrios  de  colores. 

Cayó  un  raj'O  fugitivo 
Sobre  el  infantil    tesoro, 

Y  llenó  de  chispas  de  oro 
El  ramillete  nativo. 

Del  resplandor  sorprendida. 
Un  grito  la  niña  lanza, 
Al  ver    triste  su  esperanza 
Tan  pronto  desvanecida ; 

Que  harto  achaque  es  en  las  varias 
Quimeras  de  la  inocencia, 
Llenar  la    dulce  existencia 
De  penas  imaginarias. 

Pero,  Mirad:  como    leve, 
Nube  de  celajes  rojos. 
Un  ángel  de  negros  ojos 
Bate  sus  alas  de  nieve. 

Y  hacia   la  niña  infelice, 
inclinándose  al   momento, 
Con  blando  )'  tranquilo   acento 
Sonriendo  el   ángel  le  dice  ; 

"Niña  de  la  blanca  toca, 
Besa  tus  flores  sin  tasa, 

Y  se  pondrán  como  brasa 
Con  el  carmín  de  tu  boca." 

Y  alegre  por  la  campiña 
Voló  el  ángel,  pero  luego 
Se  pusieron  como  el  fuego 
Los  claveles  de  la  niña. 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


143 


Y  fué  que  en  dulce  embeleso 
Para  calmar  sus  temores, 
La  niña  besó  sus  flores. 
¡  Tanto  puede  un  casto  beso  ! 


Desde  entonces  conocidos 
Son  del  Zulia  en  los  vergeles, 
Los  manojos  de  claveles 
Olorosos  y  encendidos. 
Setiembre,  12  de  1876. 


ENDECHAS, 


LÁ  dulce  paloma 
De  los  ojos  negros 
Que  andaba  sin  sombra 
Por  místicos  sueños ; 
Llamando  á  los  Angeles 
Un  dia,  con  ellos, 
Como  era  paloma 
Se  perdió  en  el  cielo. 

¡Ai,  preciosa  niña. 
Del  hogar  modesto  ! 
Por  buena  )-  por  liija 
De  padres  tan  buenos. 
Pídele  á  los  Angeles 
Que  alivien   su  duelo, 
Pues,  que  alegres,  nifía. 
Son  tus  compañeros. 

Yo  só  que  las  arpas 
Por  tí  van  tañendo  : 
"  \'o  liai  cosa  más  santa 
Que  los  lirios  muertos;" 
Pero  es  tri.stc  y  lúgubre 
El  hogar   sin  fuego, 
Por  m;is  que  Ins  arpas 
Taiian  en  el  rielo. 


No  ha»  cesa  más  triste 
Que  el  amor  eterno 
Del  padre  que  vive 
Pensando  en  los  muertos ; 
Ni  noche  más  lúgubre 
Que  el  dia  supremo, 
En  que  un  ángel  triste 
Se  inclina  en  silencio. 

Si  la  humana  angustia 

Rescatara  sueños, 

Tu  sencilla  tumba 

Se  hubiera  entreabierto ; 

Que  nunca  más  lágrimas 

Ai,  niña,  caj'eron 

En  humana  angustia, 

Ni  de  heridos  pechos. 

S¡  buscáis  la  niña 
De  los  ojos   negros, 
Escuchad  de  arriba 
Las  arpas  tañendo : 
Contened  las   lágrimas, 
Y  escuchad  mui  lejos 
Que  cantan — "la  niña 
Ha  subido  al  cielo." 


LA  ROSA  TE. 

Escfila  para  la  sefiorita  M.  S. 


A.  I>i:\  (í.T.i 
I. 


MÁS  blanca  que   la  csjjuma  de  los  mar 
Y  delicada  así   como  un  susi)¡ro, 
Hay  una  flor  que  columpiarse  miro 
Ignorando  su  misma  csplcnilidc/'.. 
Absorta  en  su  dolor,  cabe  un  arniyn. 
Pasa  su  vida  triste  y  resignad.-i; 
.Nunca  su  faz  se   mira   sonrosada. 
Siempre  p;ilida  está  la  Rosa  'l'i:. 

Cuando  al  reflejo  de  la  luz  de]  alb.i, 
Con  solo  el  triste  pensamiinto  niiu, 
Sigo  el  hilo  de  plata  de    algún  rio, 
í'".n''anfa(io  tal  ve?  dr  s'u  luinor; 


es 


Enti'e  lo  más  oscuro  y  escondido 
Encuentro,  pensativa    y  pudorosa. 
Esa  flor  de  otros  climas,   esa  rosa 
Pálida  de  esjjeranza    )-  de  pasión. 

¿  Por  qué  cnteinces  ¡  cuitado  !  me  fascinan 

.Su  pudor,  su  blancura  y  su  belleza? 

¿  Por  qué,  triste,  no  pienso  en  mi  tristeza 

Y  se  llena  de  luz  la  soledad? 

Es  que  tal  \'ez  el  ángel  de   los  sueños 
Con  un  duelo  dos  seres  eslabona, 

Y  entrambos  corazones  aprisiona 
Con  hígrimas  de  idéntico  pesar. 

ir. 

Jílanca  )■  tristísima   Rosa, 
Tan  lánguida    y   vaporosa, 
Como,  un  Genio  celestial : 


144 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


Tú   mereces  que  las  brisas 
Se  bañen  con  las  sonrisas 
Del   alba  primaveral. 

Olvida,  flor,  tus  dolores  ; 
Luce,  flor,  entre  las  flores 
Tu  corola    de  marfil : 
No  la  cierres  en  mal  hora, 
Ni  á  los  ruidos  de  la  aurora, 
Ni  á  las  risas  del  Abril. 

Tus  hojas  de  porcelana 
Abre  al  sol  de  la  mañana 
Que  sigue  del  alba  en  pos. 


Ai  !  si  igual  es  nuestro  duelo, 
Mira  que  he  pedido  al  Cielo 
La  dicha  para   los  dos. 

IIT. 

Pálido  como  un  rayo  de  la  luna 
Temblando  en  el  azul  de   mi  laguna. 
Con  un  ángel,  tristísimo,  soñé  ; 
Vino  el  alba,  y  en  medio  de  mi  angustia 
Contemplé  la  verdad  :  yacía  mustia 
Bajo  un  velo  la  dulce  Rosa  Te. 

Junio,  de  1853. 


íí  SÜEHO. 


¡  MI  sueño  !  \  Es  ella  sí  !  Bajo  su    imperio 
Latió  mi  corazón,  sufrí  el    martirio, 
Canté  para  engañar  mi  cautiverio  .  .  : . 
,Unamuger'  ¡Silencio!  Es  un  delirio..! 
j  Es  un  sueño  de  amor!  ¡  Es  un  misterio  ! 

¡  Toda  una  vida  en  paz  de  peregrino 
Votada  á  un  loco  incomprensible  empeño. .! 
¡Queriendo  hallar   un  símbolo  divino.  .! 
¡  La  realidad  fantástica  de  un  sueño.  .! 


Y  i  hela  por  fin    allí .  . . . !  Kesuena   herido 
El  sonoro  metal :  su  voz  lc\'anta 

El  apacible  mar  estremecido 

Por  rudo  viento :  el  avecilla  canta 

Si  ve  salir  el  sol  desde  su  nido. 

Así  mi  pobre   corazón  sediento 

De  esperanza  y   amor,  lanzo,  señora, 

Al  veros  por  acaso,   de  contento 

Un  ¡  ai  !  profundo,  su   primer  acento 

A  esa  ilusión  que  desde  niño   adora. 

Nacido  al  mundo  en  el  país  ardiente 
Que  da  precoz  vigor  á  los  sentidos. 
Fuerzas  al  corazón,   luz  á  la  mente ; 
Donde  los  vagos  sueños    son    creídos. 
Donde  la  dulce  inspiración  se  siente; 

Yo  fui  dichoso  en  la  inocencia  mía. 
Yo  fui  feliz  en  mi  primera  gloria  ; 
Soñando  el  niño  sin  cesar  vivia .  . . . ! 

Y  cada  hermoso  sueño  era  una   historia, 
Oue  daba  al    corazón  la    fantasía. 


¡  Una  noche  !    La  luna  en  el  espacio 
Brillaba  con  tan  pálidos  reflejos, 
Que  parecía  un  globo  de  topacio. 
Del  cielo  en  el  espléndido  palacio. 
Peí  mar  en   los  magníficos  espejos, 


Mariscando  pacífico  á  su  lumbre 
Niño  y  solo  en  la  noche  iba  cantando  ; 
Si  me  asustaba  el  viento  y  su  quejumbre, 
Seguro   con  la  tersa  mansedumbre 
Del  lago,  proseguía  mariscando. 

Cuando  quise  volver  á  mis  alcores 
Se  agitaban  los  árboles  ;  la  luna 
De  improviso  veló  susresplandores, 
Brotó  la  oscuridad  sus   mil  terrores, 

Y  resonantes  ondas  la  laguna. 

Temblando  como  el  ciervo  que  se  oculta 

Sorprendido  sintiendo  la  jauría, 

Me  pierdo  ¡  ai  triste !  por  la  playa  inculta, 

Y  el  desamparo  mi  peligro  abulta 
Viendo  fantasmas  en  la  angustia  mia. 

Llena  el  agua  de  espumas  amarillas 

Y  chispas  de  coral  fosforecentes 
Rebotea  las  blancas  piedrecillas, 
Con  extraño  rumor  en  las  orillas. 

Cual  de  una  fiera  al  recrujir  los  dientes. 

Las  olas  se  rompían  con  estruendo 
Horrísono  clamor  asemejando.... 
Pasaba  el  viento  por  doquier  gimiendo, 
Las  palmas  solitarias  sacudiendo, 
Los  marinos  manglares  agitando. 

Poco  á  poco  mis  lágrimas,  ó  el  miedo. 
Propio  del  peregrino. que  se  pierde, 
Mis  ojos  cierra,  y  resistir  no  puedo, 

Y  adormecido  por  mi  dicha  quedo 
Sobre  una  palma   de  abanico  verde. 

Entonce  os  vi,   señora,  bajo  aquella 
Gruta  de  la  ribera.  .  .  .yo  soñaba: 
Sobre  el  rastro  de  luz  de  tibia  estrella. 
Hada  de  negros  ojos.  Ninfa  bella, 
La  tormenta  del  lago  contemplaba. 


POESÍAS  FILOSÓFICAS, 


145 


Nifio  aún  inocente,  el  alma  aria. 
Olvidando  el  peligro  del   momento, 
Con  la  blanda  visión  se  complacía, 
Mientras  que  por  mi  pecho  discurria 
El  fuego  de  un  tranquilo  sentimiento. 

¡Ai!  la  encantada    imagen  seductora. 
Oculta  luz  de  celestial  carifio, 
Quedó  en  mi  corazón,  y  ame,  señora, 
Una  sombra,  un  ensueño,  como  adora 
Sueños  y  sombras  inocente  niño. 

Vos  erais  esa  Ninfa,  ó  por  lo  menos 
Muy  parecida  sois    al  sueño  mió  : 
Risueña  frente,  y  de  entusiasmo  Henos 
Los  negros  ojos,  por  mi  mal  serenos, 
Como  remanso  de  apacible  rio. 


Pálida  tez  que  al  corazón  revela 
Oculto  duelo  que  al  deber  se  inmola, 
Labios  como  el  carmin  de  una  conchuela, 

Y  el  oloroso  aliento  de  canela, 

Y  en  profusión  los  rizos  de  española. 


Por  eso  cuando  os  vi ;  su  cautiverio 
Rompió  mi  corazón,  cesó  el  martirio  ; 
Y  feliz  me  llamé  bajo  el  imperio 
De  un  sueño  encantador  que  no  es  delirio  ; 
Pero  ¡ai  !  no  puede  ser  sino  un  misterio. 

La  Guaira,  Setiembre  I4de  1858. 


UNA  MADRE  Y  UN  RUISEÑOR. 


— ¿  POR  qué  te  apareces  de  noche  cantando | 

Tus  vagos  amores  ? 

Si  están  escondidas 

Las  risueñas  flores, 
¿  Porqué  vuelas,  ave,  de  noche  buscando 

Las  flores  dormidas?  , 

— Si  el  viento  | 

Murmura 

Mi  triste  lamento  :  I 

Ni  cuento  í 

A  las  flores  ! 
Mis  vagos  amores. 
Ni  vengo  volando, 
Cantando  á  escondidas  las   flores  buscando,    ■ 

Las  flores   dormidas.  '1' 


— ¿A  qué,  pues,  tu  canto,  tu  nocturno  vuelo? 
¿  No  ves  mi  tesoro 
Mi  postrer  fortuna? 
¿  No  sabes  que  lloro 
A  mi  dulce  niño  que  se  eleva  al  cielo 
Muriendo  en  su    cuna  ? 
— Del  cielo 
Soy  nuncio 
Feliz  de  consuelo. 
— Y  el  duelo? 
— Se  calma. . . . ! 
—Y  el  ángel  de  mi  alma? 
— Su  cuna  mortuoria 
Memoria  es  que  aduna  la  luz  de  la  gloría, 
La  paz  de  la  cuna. 
Curacao,  Noviembre  de  1865. 


LA  ILUSIÓN  PERDIDA. 

A  la  señorita  P.   S. 


Viiii  dr'  ruiin  poro  valor 

Son  las  cosas  inis  que  aiulnmos 

V  corramos 
Kti  pstr  miuiilip   tmidor, 
Que  m'in  prinirro  (jue  m\iramos 

Líis  pcrdcinfw. 
{(,'oplas  df   D.  .lorfre  >[anric(np. 

NIÑA  hermosa  cual  ninguna. 
Nereida  del   Manzanares 

Seductora, 
Yo  te  diré  mis  pesares 
A  los  rayos  de  la  luna 

Hrilladora. 

Que  estos  duelos  son,   bien  mió. 
De  aquellos  que  aletargando 
La  existencia, 


Van    poco  á  poco  acabando 
Nuestro  querer  y  albedrío 

Sin  clemencia. 
¡  Oh,  bien  hayas,  cantadora, 
La  de  la  boca  teñida 

De  escarlata! 
Tú  no   comprendes,  mi  vida. 
Esta  angustia  aterradora 

Que  me  mata. 
Marino  de  mi  ribera, 
Quise  ver  el  mar  salado 

Sin    tardanza ; 
Hice   rumbo  y.  . . .  ¡  desdichado! 
Perdí  en  el  mar  toda  entera 

Mi   esperanza. 

10 


M6 


¡poesías  filosóficas, 


Sí,  mi  esperanza,  señora. 
Pues  mis  dulces  ilusiones 

Se    apagaron  : 
Llevó  el  viento  mis  canciones 
Que  en  mi  laguna  en  mal  hora 

Resonaron. 

Al  contemplar  una  palma 
Que  en  la  llanura  vejeta 

Noche  y  dia, 
La  inspiración  del  poeta 
No  ha  resonado  en  mi  alma 

Cual  solia. 

El  pálido  sol  que  gira 
En  los  cielos  argentados 

De  la  aurora. 
Los  acordes  delicados 
Que  arranca  mi  pobre  lira 

Muí  sonora, 

La  fatigada  avecilla 
En  los  azules  cristales 

Descansando, 
El  soplo  de  los  terrales 
Que  impelen  mi  navecilla 

Murmurando ; 


La  luz  indecisa  y  bella 
Que  irradia  la  perla  pura 

Del  oriente. 
La  luz  que  en  la  noche  oscura 
Vierte  fantástica  estrella 

Reluciente ; 

No  han  podido  en  la  agonía 
Que  consume  sorda  y   lenta 

Mi  arrogancia, 
Darle  al  numen  que  me  alienta 
La  risueña  poesía 

De  mi  infancia. 

Pobre,  infeliz   marinero 
Cefií  un  tiempo  una  corona 

De   esmeralda: 
Hoy  el  sol  de  ardiente  zona 
Tostó  mi  triunfo   primero. 

Mi    guirnalda. 

Hoy  mis  vagas  ilusiones 
Y  mi  entusiasmo  divino 

Se  apagaron : 
Así  le  plugo  al  destino.  . . . 
Adiós,  mis  dulces  canciones 
.Se  olvidaron. 


A  JUAN  VICENTE  SILVA. 


JUAN,  en  mi  hatillo  te  espero 
Mañana  con  viento  en  popa  ; 
Ya  lo  sabes,    pues,  que  quiero. 
Sin  que  se  atraviese  i{7í  pt'?'o, 
Contigo  tomar  la  sopa. 

Si  vienes  al  medio  dia. 
Aunque  ha)  a  sol,  poco  á  poco. 
Por  tu  buena  compañía. 


(Esto  no  es  galantería) 
Beberás  agua  de  coco. 

Así  llevarás  las  señas 
De  mis  costumbres  natales 
A  tus  campiñas  risueñas. 
Hablando   á  las  caraqueñas 
Del  agua  de  mis  cocales. 
Florida,  Mayo  6  de  1864. 


A  Mí  HERMANA  CONCHA. 

No  habiendo  podido  asistir  á  sn  matrimonio 


CONCHA!  ha  pasado  tu  dia 
Y  me  abraso  de  hidrofobia. 
Pues  no  puedo,  hermana  mia, 
Verte  llena  de  alegría 
Con  tu  corona  de  novia. 


Cada  vez  que  pienso  en  ello, 
Concha,  me  digo  á  mis  solas : 
¡  Ojalá !  que  de  un  resuello 
Al  dulce  Puerto  Cabello 
Se  lo  tragaran  las  olas  ! 


Pero  el  caso  está  muy  lejos, 
Pues  aquí  no  hay  ola  ingrata 
Que  siga  tales  consejos. 
Siendo  sus  aguas  espejos 
Sobre  arenillas  de  plata. 


Mas  ¿  para  qué  tal  anhelo, 
Ni  propósitos   tan  rudos. 
Si  el  numen  levanta  el  vuelo, 
Como  avecilla  del  cielo 
Para  llevarte  un  saludo? 


poesías  filosóficas. 


147 


Recíbelo,  pues,  y  deja 
Qué  sus  alas  te  perfumen  ; 
Tus  sonrisas  apareja. 
Ai !  de  los  nervios  se  queja 
Con  los  Jurados  mi  numen. 


lil  de  variados  colores 
Te  llevará  como  palma 
De  tus  serenos  amores, 
Un  ramillete  de  flores 
De  los  jardines  del  alma. 


LA  LUNA  SE  VA. 


MIRA  que  son  los  últimos  reflejos, 

Pastora  de  mi  alma. 

De  una  noche  de  amor. 
I  esa  luz  que  columbras  á  lo  lejos 
Tras  el  silencio  de  la  noche  en  calma. 
Es  la  luz  de  los  cielos  arjentina, 
Es  la  luna  que  pasa  peregrina 

Diciéndonos  adiós. 

Ruégale,  vida  mia.  que  un   instante 

Se  detenga  siquiera, 

Ya  que  me  haces  feliz. 
Como  pasa  en  su  carro  rutilante  ! 
¡  Como  atraviesa  la  estrellada  esfera  ! 
!  Detente  astro  inmortal !  ¡Súplica  vana  ! 
La  luna  sin  que  asome  la  mañana, 

Se  va,  desciende  al  fin, 

Si  alguna  vez  el  sentimiento  humano, 

Con  palabras  de  fuego. 

Se  elevara  fugaz. 
Ese  fulgor   tristísimo  y  lejano. 
Esa  pálida  luna,  el  blando  ruego 
Oyera  de  los  dos  ;  pero  ¡  ai !  pastora. 
Como  mudo  está  el  cielo,  triste  ahora 

La  luna  muda  está. 


Yu  te  vi  oculto  en  el  ramaje  verde 

Cuando  al  reclamo  mió 

Llegabas  con  su  luz, 
Y  cual  la  cierva  que  de  vista  pierde 
Su  cervatillo  por  el  bosque  umbrío, 
Así  andabas,  pastora  en  tu  recelo, 
Confiada  en  que  la  luna  desde  el  cielo 

Calmara  tu  inquietud. 

Ya  lo  ves  ella  sigue  en  blandos  jiros 
A  esconderse  en  el  seno 
Rugiente   de  la  mar: 
Ella  no  quiere  oir  nuestros  suspiros. 
Porque  la  dicha  al  corazón  ajeno 
Causa  tedio  y  dolor,  es  importuna. . . . 
No  le  pidas  sus  rayosa  la  luna, 
Que  la  luna  se  va. 

G;>zcmos  pues  sus  últimos  reflejos, 

Pastora  de  mi  alma 

Nuestra  noche  de  amor. 
Lomo  es  de  dicha,  la  verá  á  lo  lejos, 
Tras  el  silencio  de  la  noche  en  calma 
Esa  luz  de  los  cielos  argentina.  . . . 
¿Que  tienes?  ah  !  La  luna  peregrina 
Se  va,  nos  dice  adiós. 


A  ILDEFONSO  VÁZQUEZ. 

por  SD  afición  a  la  caza. 


¡QUE  impiedad  tan  liorrorosa  ! 
Olvidar  sus  cantinelas 
Por  irse  á  la  selva  umbrosa. 
A  matar  ¡  bonita  cosa  ! 
Ruiseñores  y  gacelas. 


Echarla  de  cazador 
Y  olvidarse  que    el  cantor, 
Antes  que  vivir  matando, 
Como  su  vida  es  de    amor. 
Vive  cantando  6  llorando. 


¿Qué  dirás,  cuando  barrunten 
Tu   crimen  las  nueve  hermanas  ; 

Y  allá  en  el  Pindó   se  junten, 

Y  "¿qué  han  hecho,   te  pregunten, 
Las  corzas  americanas?  " 


Si  matas   por  ser  más  fuerte 
A  his  calandrias  que  espantas  ; 
¿  Xo  tendrás  la  misma  suerte. 
No  tendrás  la  misma  muerte, 
Tú  que  vuelas,  tú  que  cantas? 

La  historia  cuenta  á    su  modo 
Con  sus  ribetes  )•  todo, 
Es  decir  de  retahila. 
Aquel  caso  del  rey  godo 
Que  se  llamaba  I-'avila. 


Pasaba  el  re\',  según  leo. 
Cazando  alegre  su  vida  ; 

Y  eran  su  mayor  recreo 
La  jauría  en  el  ojeo, 

Y  la  sangre  en  la  batida. 


148 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


Con  el  calor  de  la  siesta, 
De  Pelayo  el   descendiente, 
Monte  adentro  en  la  floresta 
Se  fué  un  dia  en    son  de  fiesta, 
Atrás  dejando  su  gente ; 

Mas  á  poco,  cual  si  el  centro 
Del  monte  brotara  furias. 
Oyó  un  ruido  monte  adentro, 

Y  vio  salirle  al  encuentro 
Un  oso  de    las  Asturias. 

Al  ver   como  desbarata 
Olmos  y  encinas  la  fiera. 
Tocó  su  chiflo  de  plata 
Llamando  á  su  cabalgata 
Que  acosaba  una  pantera. 

— Sus  !  y  á  pié  de  los  troteros ! 
Gritaron  los  caballeros, 
Oyendo  aquella  señal, 

Y  al  blandir  de  los  aceros 
Cayeron  al  matorral. 

Pero  cuando  allí  llegando 
La  cabalgata  desfila. 
Aun  convulso  y  palpitando, 


Ibase  el  oso  arrastrando 
El  cuerpo  de  Don  Favila. 


Cofrade,  en  la  ley   severa 
De  nuestra  vida  ideal, 
¡La  inspiración  !    ¿Quién  creyera 
Que  acuchillar  á  una  fiera 
Al  fin  de  todo  es  un  mal  ? 

Si  tanto  ¡  por  vida  mia  ! 
Te  gusta  la  cacería, 
Cofrade,  ¿  te  falta  traza. 
Con  los  versos  por  jauría 
Para  emprender  otra  caza  ? 

Caza  si  quieres  al  vuelo. 
Mas  no  mates  como  el  boa ; 
Mira,  caza  con  señuelo 
A  las  palomas  del  cielo 
Del  lago  Coquibacoa. 

Eso  sí,  cuida  no  quedes 
Casado  ¡  mira  lo  que  haces, 
Que  si  ellas  rompen  tus  redes, 
¡  Ai,  cofrade  !  nada   puedes 
Con  las  palomas  torcaces. 


A  HICANOR  BOLET  PERAZA. 


HE  visto  tu  bello  artículo 
Titulado  "Los  juguetes": 
Peraza,  que  bien  escrito  ! 
Que  sal !  que  azúcar !  que  urdiembre ! 

Con  ese  carácter  áspero 
Que  muchos  dicen  que  tienes,  . 
He  gritado   ¡  cómo  diablos 
Sentir  estas  cosas  puede  ! 

Hablas  de  los  hijos  candidos, 

Y  en  tu  artículo  apareces 
Con  un  corazón  mas  blando 
Que  pan  de  Tunja  con  leche. 

Ríes  derramando  lágrimas 

Y  en  esta  amalgama  adrede. 
Estando  yo  como  pascuas, 
He  llorado  como  un  iicnc. 

Sí,  señor,  es  tan  dramático 
Eso  que  cuentas  alegre, 


Cuando  te  arrimas  temblando 
A  aquella  niña  con  fiebre, 

Que  toda  mi  sangre  tórrida 
De  los  indios  de  Occidente, 
Pasó  de  golpe  ¡  qué    cosa ! 
A  mi  corazón  ¡  No  tiemblas  ! 

Solo  un  padre  en  esos  íntimos 
Dolores  del  alma  puede 
Valorarte  ;  ó  solo  un  indio 
Sabrá  cual  yo,    comprenderte; 

Pues  en  esos  giros  fáciles. 
Muchos  no  alcanzan,   que  siempre 
Sacas  á  lucir  verdades, 
Burla,  burlando  solemnes.' 

Adiós  !  En  viago  á  las  mágicas 
Riberas  de  palmas  verdes. 
Aunque  sea  á  las  volandas 
Recibe  mis  parabienes. 


poesías  filosóficas. 


149 


A  ILDEFONSO  VÁZQUEZ. 

Contestación  á  su  poesía  intitulada 
VEN. 


CUANDO  la  vieja   cigüeña 
Ya  sin  fuerzas  pliega  el  ala 
Y  triste  su   canto  exhala 
En  el  hueco  de   una  peña  ; 

La  más  joven,  lista  y  fuerte 
De  su  prole  ó  de  su  bando, 
Vuela  con  ella  pensando 
Librarla  asi  de  la  muerte. 

Tú,  Ildefonzo,  en  quien  contemplo 
Las  prendas  de  un  buen  amigo, 
Estás  siguiendo  conmigo 
De  la  cigüeña  el  ejemplo. 

Pues  viendo  ya  reducida 
Mi  vida  á  tristes  escombros, 
Me  llevas  sobre  tus  hombros 
Como  para  darme  vida. 

Si  hay  algo  en  verdad  que  halague 
Mi  existencia  en  tal  momento. 
Es  tu  hermoso  sentimiento  : 
Poeta,  Dios  te  lo  pague. 

Y  de  pagártelo  empeña 
Mi  alma  la  fe  de  que  abunda. 
Que  el  mundo  moral    fecunda 
La  semilla  más  pequeña. 

Errado,  empero,  vas,  cuando 
Piensas  que  en  trovas  soi  ducho  : 
Yo  no  puedo  ni  con  mucho 
Cantar  como  estás  cantando. 

Pues  imitar  ia   parlera 
Jirisa  y  los  tintes  del  alba. 
No  es  una  taza  de  malva 
Ni  es  una  cosa  cualquiera, 

A  mas,  si  ei  don  con  c|ue   brillas 
Partimos  entre  los  dus. 
Tal  vez  irritando  á  Dios 
Por  partir  sus  maravillas  ; 

Como  mi  vida  se  viste 
De  la  tristeza,  Ildefonso, 
yVl  cantar  sacara  un  sonso- 
nete de  guitarra  triste. 


Viendo  lucir  cieilas  llores, 
Nauclero  yo  de  una  nave, 
Canté  como  canta  el  ave 
Para  olvidar  sus  dolores. 


Y  sucedió  que  llevada 
Del  viento  mi  cantinela, 
Por  alguna  gente  buena 
Fué  aplaudida  ó  alabada. 

Lancé  mis  notas  al  aire 
Como  plumas  de  garzotas, 

Y  alguna  vez  esas  notas 
Las  repiten  en  el  Guaire. 

Tal  es  cuanto  ha  visto  en  calma 
De  aquel   mi  entusiasmo  aonio 
Esa  patria  del  demonio 
Que  quiero  sobre  mi  alma. 


¿Y  qué  pudiera  ver  más 
Cuando  sin  tregua  me  avienta 
En  la  zaranda  sangrienta 
A  su  sfusto  Satanás  ? 


1  loi  por  broma   cada  hermana 
Me  hace  un  mohino  distinto. 
Lo  que  dice  que  ya  pinto 
De  vez  en  cuando  una  cana. 

Y  aunque  el  numen  ya  no  bebe 
De  la  fuente  deliciosa, 

¡  Caramba  !  que  es  dura  cosa 
Que  le  hagan  muecas  las  nueve. 

Hai  pues  no  poca   inocencia 
Cuando  tu  espíritu  sube 
I'ara  esperarme  en    la  nube 
Sin  contar  con  mi  impotencia. 

Y  al  fin,  ¿qué  resultaría 
.Si  pudiendo  dar  un   salto 
Trovando  los  dos  tan  alto 


Se  armara 


la  gritería  ? 


¡  Vaya,  Ildefonso  !   presumo 
Que  en    un  tris  ó  cgo  te  absoivo, 
La  nube  que  es  casi  polvo, 
Maria  lo  que  hace  el  humo, 

Y  perdido  cl  sustentáculo 
De  las  luibívagas  sillas, 
l^e  costillas,  de  costillas 
Bajáramos   sin   obstáculo. 

No,   buen  amigo,  esos  juegos, 
Resultado  de  tus  cábulas, 
I Tarian  verdad  las  fábulas 
Que  nos  cuentan  de  los  griegos. 


150 


poesías  filosóficas. 


E  Icaro  tú  y  de  contado 
Dédalo  yo,  del  bureo, 
Saldría  que  el  mar  Ejeo 
Es  nuestro  lago  encantado. 


Y  haciéndose  más  distinto 
El  símil,  grabado  en  bronces, 
Maracaibo  fuera  entonces 
Por  supuesto ....  el  laberinto. 


Mira,  Ildefonso,  me  callo, 
Porque,  al  fin,  maracaibero, 
Haí  algo  en  ese  puchero 
Que  mejor  es  no  "meneallo. . . . 

Queda  en  paz,  como  por  señas 
Estoi  yo,  mientras  escribo, 
Y  tu  regalo  recibo 
De  perlas  margariteñas. 
Y     Coro,  Mayó  26  de   1869. 


A  LA  NIÑA  DE  OJOS  SEREMOS. 


SI  eres  paloma  doliente 
La  paloma  escojer  sabe    " 
Por  compañero  algún  ave, 
Que  se  querella  infeliz. 
Si  eres  flor,  amiga  mía. . . . 
¿  Sabes  lo  que  hacen  las  flores  ? 
Escoger  en  sus  amores 
Alguna   flor  del  país. 

Sí  eres  estrella   del  cielo  ; 
Mira,  las  estrellas  aman 
Y  se  apasionan,  é  inflaman 
Por  los  luceros  también  : 
Si  eres  palma  que  suspira 
Cuando  la  noche  está  en  calma ; 
No  hay  palma  sin  otia  palma 
Que  murmure  del  placer. 

Si  eres  pastora  cuitada 
Que  sus  ovejuelas  guía-; 
No  hay  pastora,  amiga  mía, 
Sin  un  risueño  zagal ; 


.Si  eres  perla,  que  ninguno 
Oculta  puede  '  cogerla  : 
Jamas  hay  solo  una  perla 
En  lo  profundo  del  mar. 

Paloma,  ó  flor  encantada, 
Estrella,  ó  verde  palmera  ;  > 

Pastora  por  la  pradera. 
Perla  oculta  al  rojo  sol, 
Cuanto  vegeta  en   el  mundo. 
Se  nutre,  respira  ó  crece,. 
Con  el  amor  se  embellece, 
Tan  solo  con  el  amor. 

¿Qué  harás,  pues,  cuando  en  mi  duelo 
Por  mi  dolor  te  demande. 
Siendo  mi  dolor  tan  grande, 
Y  tan    grande  tu  desden? 
¡  Ah  no  lo  quieran  los  hados  ! 
Mas  si  lo  ordenas,  amiga. 
(A  tanto  el  amor  obliga .  .  . . ) 
Morir  de  amores  sabré. 


JOSEFINA  MALLORY. 


MAS  bella  que  las  flores 
Que  esmaltan  la  campiña 
Se  alzó  la  dulce  niña 
Risueña  en  su  candor. 

Y  al  verla  murmuraban 
Las  flores  y  la  aurora: 
Ya  viene  encantadora. 
La  virgen  del  amor. 

Pero  cruzó  una  sombra.  . . 
La  flor  su  llanto  vierte 

Y  el  soplo  de  la  muerte 
Va  del  mortal  en  pos. 


La  encantadora  niña 
Se  inclina  en  triste  duelo, 
Y  al  resplandor  del   cielo 
El  ángel  vuela  á  Dios. 

¡  Ai !  bella  y  dulce  niña. 
Nadie  ampararte  pudo. 
Ni  aun  te  sirvió  de  escudo 
Tu  gracia  y  juventud. 
Pero  el  amargo  llanto 
Que  vierto  á  tu  memoria. 
Publica  bien  la  gloria 
Que  brilla  en  la  virtud. 
Caracas,  Julio  20  de  1877. 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


151 


.     '  £N  UN  ÁLBUM. 

Escribí  esta  composición  á  instancias  del  señor  F.  de  P.  P. — Dedicada  á  él,  la  adoptó  é  hizo 


el  vsogve  más  k  convino, 


EL  mediodía. 

CARMEN,  mi  amiga  modesta, 
En  esta  tierra  encantada. 
Pues  estoi  de  risa  y  fiesta. 
Vaya  una  trova  inspirada 
En  el  calor  de  la  siesta 

Pero  antes  de  luego  á  luego 
Habré  de   decirte,  amiga, 
Que  en  esta  tierra  de  fuego. 
Cuesta  una  dulce  cantiga. 
Casi  perder  el  sosiego. 

Carmen,  la  mentira  es    fea, 

Y  no  me  gusta  mentir : 
Si  tu  lago  me  recrea, 
El  rojo  sol  que  chispea 
¡  Ai !  no  me  deja  vivir. 

Cuando  al  meridiano  llega 

Y  se  retrata  en  el  agua. 
De  puro  ardiente  me  ciega, 
Que  entonces  desparce    y  riega 
Chispas  lo  mismo  que  fragua. 

A  tal  hora,  amiga  mia, 
Las  flores  pierden  ,.su    aroma ; 
Pierde  el  hombre  su  alegría. 
Duerme  la  fiera  bravia 

Y  se  queja  la  paloma. 

El  verde  de  los  cocales 
Se  vuelve  casi  amarillo; 
Abrasan  los  arenales, 

Y  bala  entre  los  tunales. 
El  manchado  cabritillo. 

A  tal  hora  os  un  reguero 
De  luz,  el  aire  que  asombra; 
Es  llamas  el   cielo  entero, 

Y  en  el  marino    pesquero 

No  hay  vientecillo   ni  sombra. 

El  piragüero  cansado, 
Sintiendo  que  el  sol  le  quema. 
Su  piragua  tira  á  un  lado, 

Y  en  un  manglar  amarrado. 
Ni  torna  el  rumbo  ni  rema. 

A  tal  hora  el  pastor  siente 
El  suelo  en  que  \i\'e  ingrato. 

Y  desma\ado,  impotente, 
Con  el  sudor  de  su  frente 
Sazona  el  campestre  plato, 

¡  Ah  !  que  son  tristes  sin  duda 
Las  horas  del  mediodía, 
La  creación  está  muda, 
De  nada  sirve  ni  ayuda 
Al   trabajo  la  alegría. 


LA  TARDE. 


Pero  allá  viene   á  lo  lejos 

Pura  }'  divina 
La  tarde  con  sus  reflejos  ; 
Ya   descorre  su  cortina 
De  damascos   y  azulejos. 

Ya  en  oriente  se  divisa 

Rasando  _el  agua. 
En  popa   corriendo  á  prisa, 
La  pescadora  piragua 
Bajo  el    ala  de  la  brisa. 

Y  van  saliendo  una  á  una, 

De  flores  llenas 
Las  barcas  de  la  laguna, 
Que  despliegan  sus  entenas 
Al  resplandor   de  la  luna. 

Empieza  el  ruido  pausado 

Que  hacen   las  olas, 

Y  se  alborota  el  pescado 
Con  las  dulces  barcarolas 
Del  marino  fatigado. 

De  las  chozas  campesinas 

Arruinadas, 
Las  lijeras  golondrinas, 
Salen  doquier  en  bandadas 
A  volar  por  las  salinas. 

Con  visos  de  mil  colores 

La  luz  campea. 
Si  hay  en  verdad  resplandores,'' 
El  aire  puro  recrea 
Con  el  olor  de  las  flores. 

A  tal  hora  el  tibio  ambiente 
Pasa  sonoro, 

Y  hay  celage  en  Occidente 
Que  muestra  su  fimbria  de  oro 
De  puro  resplandeciente. 

A  tal  hora  por  doquiera 

Se  oye  en  el  lago 

Una  armonía  hechicera ; 

Y  es  el  eco   dulce  y  vago 
Del  arpa  maracaibera. 

La  atmósfera  toda    ruidos, 

Luz,   arreboles. 
Paisajes  de  azul  teñidos, 
Nubes  que  mienten  mil  soles 
Con  sus  reflejos  perdidos. 

Ya  no  es  la    tierra  abrasada 

Del  mediodía, 
Es  una  tierra  encantada, 


152 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


Que  me  inspira,  amiga  mía, 
Una  trova  enamorada. 

Ai !  yo  he  pasado,  hechiceras 

Tan    dulces  horas 
A  sombra  de  unas  palmeras  ; 
Yo  he  gozado  seductoras 
Las  tardes  maracaiberas. 

A  CARMEN. 

Ave  de  otras  florestas  y  otro  clima 
Sin  saberlo  volé  por  mi  fortuna 
A  la  orilla  feliz  de  esta  laguna 

Tierra  de  libertad. 
El  cielo  se  apiadó  de   mis  dolores, 
Porque  siendo  avecilla  de  otro  suelo 
Hallé  propicio   y  bienhadado  el  cielo 

De  la  dulce  amistad. 


Hallé,  desconocido^  en  vos  señora, 
Cuanto  el  mortal  para  su  dicha  anhela : 
Un  ángel  compasivo  que    consuela 

El  mundano  dolor. 
Así  cuentan  las  índicas  canciones. 
Que  existe  en  un  verjel  de  la  Florida 
La  esencia  misteriosa  de  Ik  vida. 

Guardada  en  una  flor. 

Cuando  deje  la  tierra  de  las  palmas 

Que  guarda  el  mar  con  peligroso  estrecho, 

Yo  llevaré,  señora,  aquí  en  mi  pecho 

Vuestra  imagen  feliz. 
Que  cumple   al  corazón,   si  es  generoso. 
Agradecer  y  conservar  entero 
Vuestro  afecto,  señora,   al  extrangero 

Que  vino  á  tu  país. 


A  fííXEN, 

Remitiéndole  los  versos  que  rae  pidió  para  ona  uííOía. 


HIXEN,  por  mucho   tiempo 

Pensando  estuve, 
Como  dejar  bien  puesto 

Mi  pobre  numen. 

¡  Apuro  grande  ! 
Siendo  el  numen    esencia 

Tan  impalpable. 

— "Con  tal  que  en    esas  trovas, 

(Que  tú  pedias) 
El  rastro  huela  á  gloria 

Como  la  mirra, 

Me  importa  poco 
No  guardar  el  espíritu 

En  urnas  de  oro." 

Tal  dijef  y  como  el  indio 

Rústico  labra 
Búcaros  amarillos 


Allá  en  mi  patria, 
De  luego  á  luego 
Urna  labré,  olvidando 

Los  moldes  viejos. 

En  ella,  moro,  tienes 

La  esencia  toda; 
Mas  ¡  ai !  que  no  trasciende 

Ni  huele  á  gloria. 

¡  Ai  !  no  pensaba 
Que  esencia  en  urna  pobre 

No  huele  á  nada. 

Si  al  Borinquen  arriban 
Estos  cantares, 

Dile  á   la  dulce  niña, 

"Que  por  un   ángel, 
Hixen,  el   moro, 

Es  capaz  de  hacer  surcos 
En  el  mar  hondo." 


A  UN  AMIGO. 


ÁNIMO  !  desde  lejos,  á  la  orilla 
De  una  mar  que  retumba, 

Escucho  á  un  noble  amigo  que  me  grita 
Pensando  en  mis  angustias. 


Lo  ves  corazón  mió?  ¿Qué  te  enseñan 
Cuando  esa  voz  escuchas? 

El  santo  bien  de  consolar  las  penas 
Sin  pensar  en  las  tuyas. 


Animo  !  Yo  lo  tengo,  amigo  mió; 

Mas  ¿quién  tus  amarguras 
Consolará  á  su  vez  ?.  Yo  que  te  grito 

i  Animo,  amigo,  y  lucha  ! 


La  flor  de  tu  esperanza  te  devuelvo 
Aunque  devuelta,  nunca 

Los  mios  llamarán,  según  te  quiero 
Ln  flor  de  las  repulsas. 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


153 


A  JUAN. 


DESDE  que   el  hado  enemigo 
Ensaya  en  tí  sus  rigores 
Ai !  hermano  y  pobre  amigo  ! 
Siento  tus  mismos    dolores, 
Estoi  llorando  contigo. 

Y  no  importa,  no,  que  ausente 
Del  hogar  me  encuentre  ahora, 
Porque  el  dolor  es  un  puente 
Que  une  al  corazón   que  llora, 
Con  el  corazón  que  siente. 

Tras  de  su  dicha  ilusoria 
Creiste  en  angustia  tanta 
Salvar  como  una  memoria. 
Aquella  reliquia  santa 
Del  naufragio  de  tu  gloria. 


Mas  entrífiteza,   tu  anhelo 
Se  convirtió  de  improviso  ; 
Y  aquel  ángel,  tu  consuelo. 
Dios    arrebatarlo  quiso 
Desde  tus  brazos  al  cielo. 

Tu  dolor  es  el  profundo 
Decreto  de  Dios,  que  encierra 
Un    porvenir  más  fecundo  : 
Tras  la  sombra  de  la  tierra 
Brilla  la  luz  de   otro  mundo. 

No   hai  alma  en  él  dolorida 

Ante  la  esencia  increada 

Que  á  Dios  no  se  encuentre  unida, 

Gloriosa  y  transfigurada 

Al  sol  de  la  eterna  vida. 


UNA  FLOR. 

A  la  nina  E . . . . 


SABIENDO  un  dia,  modesta  niña, 
Que,  con  el  alba  primaveral. 
Iban  los  silfos  de  la  campiña 
Buscando  flores  para  tu  altar; 

Tomé  las  señas,    seguí  el  camino, 
Pues  yo  buscaba  flores  también. 
Ya  que  las  flores  de  mi  destino 
Se  marchitaron  en   la  niñez. 

Cuando  á  la  margen  de  un  arroj'uelo, 
Danzando  alegres,  con  ellos  di, 
Todos  alzaron  el  blando  vuelo. 
Sobre  una  nube  de  oro  v   marfil. 


Quédeme  triste,  con  mis  dolores, 
Viendo  á  los  silfos  raudos  volar, 
Llenas  sus  urnas  de    bellas  flores, 
Mientras  lloraba  mi   soledad. 

Dulce  paloma  de  extraño  suelo, 
¿  Piensas  que  el  cielo  me  abandonó  ? 
Siempre  en  mis  cuitas  me  ampara  el  cíelo. 
Doquiera,  niña,  se   encuentra  Dios  : 

Y  en  aquel  sitio  de  alegre  danza, 

Por  un  olvido  quedó,  tal  vez. 

La  florecilla  de  la  esperanza, 

Que  hoi,  como  ofrenda,  pongo  á  tus  pies. 


Despnes  de  haber  leído  nnas  páginas  de  Medardo  Rivas  dedicadas  á  su  madre. 


¡  QUÉ  páginas  tan   bellas  !  Diera  todas 
Sus    cantigas  de  amor  el  alma  mia 
í'or  el    placer  doliente  de  esta  prosa, 
Dulces  recuerdos  de  Medardo  Rivas. 


^     No  sé  que  admire  más:  si  el  alma  noble 
Viviendo  de  memorias   fugitivas. 


O  el  generoso  corazón  del  hombre 
Sereno  en  las  desgracias  de  la  vida. 


P 


154 


POESÍAS  FILOSÓFICAS. 


LA  NIÑA  ERRANTE. 

Recnerdos. 


Llora,    cuitnda,  llora  i 

Al  nacer  de  la  noohc  y  de  la  aurora. 

(C'ASCfOK     DE   F.   PK  LA  ToRBE.  ) 

I. 

¿ADONDE  vas  en    medio  de  la  noche 
Tan  triste  y  tan  penada,  niña  liermosa? 
¿Adonde  vas.  . . .?  Tu  frente  candorosa 
Hizo  temblar  mi  pobre  corazón. 
Más  blanca  que  los  lirios  de  la  tarde 
No  hay  piedad  para  tí  flor  delicada.  . . . 
El  hombi^e  te    ha  lanzado  su  mirada 
Impura  cual  su    impúdica  pasión. 

¿Quién  al  mundo  te  lanza,  flor  temprana, 
A  correr  las  tormentas  de  la  vida? 
La  luz  del  nuevo  sol  envilecida 
Al  borde  del  cam.ino  te  verá  ; 

Y  tu  mejilla  de  carmin  y  rosa, 

Y  tu  flotante  y  rubia  cabellera. 

Cual  débil  pluma  de  chispeante  hoguera 
El  sol  americano  quemará. 

Después,  serás  mujer  ;  á  tu  inocencia 
Risueña  como  el  cielo  de  la  aurora, 
Sucederá,    febril  y  abrasadora 
La  impúdica  pasión  de  la  mujer  ; 
A  tu  pesar  de  niña,   los  pesares 
De  meretriz  vendida  á  la  riqueza, 
A  tu  blanco  cendal,  á  tu  pureza 
Las  sedas  y  las  danzas  del  placer. 

¿Serás  feliz  entonces?  Cuando  calle 
Ese  rumor  de  la  nocturna  orgía. 


Vaga,  terrible  y  fúnebre  agonía, 
No  cubrirá  tu  frente  de  sudor? 
¿Serás  feliz  entonces?  Más  valiera 
Que  el  mar  en  su  profundo  te  tragara 
Que  no  verla  conciencia  cara  á  cara, 
Ni  su  grita  escuchar  desgarrador. 

If. 

Niña  espósita  y  errante 
Que  con  la  noche  caminas 
Los  pies  clavados  de  espinas 
Sin  rumbp,  apoyo  ni  luz; 
Sufre  y  espera,  que  un  dia 
También  llorando  )'  sufriendo 
Por  tí  se  vio  padeciendo 
El  Cristo  puesto  en  la  cruz. 

Sufre  y  espera,  si  el  hombre 
Te  contempla   indiferente, 
Hunde  en  el  polvo  la  frente, 
Llámate   entonces  feliz  ; 
Que  tu  cansancio  y  la  sangre 
Que  vierten  tus  pies  de  armiño, 
Valen  más  que  ese  cariño 
De  la  infanda  meretriz. 

Y  aunque  te  encuentre  la  noche 
Vagando,  así  desvalida, 
No  serás  envilecida 
En  su  sombra   funeral ; 
No  lo  serás,  niña  hermosa. 
Que  á  la  virtud    siempre  abona 
Una  esplendente  corona 
En  la  mansión  inmortal. 


'Mñhñm 


AMOR  BE  MADRE. 

SOBRE  EL  TEMA  DE  BASTÍNE. 
Escrita  para  rai  estiraaWe  amigo  el  señor  Tomas  Aguerrevere  Pacanis, 


ATRAVESANDO  la  nieve 
Que  un  pobre  viñedo   alfombra. 
Más  pálido  que  la  muerte 
Corriendo  va  un  doncel  como  una  sombra  ; 
—Maldito !    Detente ! 
No  corras !  No  coi-ras  ! 


Loco  adorando  á  una  niña 
Esbelta  como  la  palma. 
La  dijo  sonriendo  un   dia  : 
-"Qué  quieres  ?  Pide  y  te  daré  mi  alma, , 
— ¡  Maldito  y  malditas 
Serán    tus  palabras! 


BALADAS. 


155 


Y  ella   callaba,  y  ardiente 
Él  instando  proseguía  : 

— "Quieres  oro  y  perlas  ?  ¿  Quieres 
Las    ricas  joyas  de  la  madre  mia?  " 
— Maldito    el  que  ofrece  ! 
Maldita  la  niña ! 

— "Quiero-dice-haciendo  alarde 
No  ya  de  niña,    de  fiera. 
El  corazón  de  tu  madre" .... 
Tiembla  el  mancebo,  mas  murmura-¡espera! 
— ¡  Guai  del  miserable 
Que  corriendo  tiembla! 

Algo  de  extraño,  invisible 
Vaga  en  rumor  gemebundo  ; 

Y  es  que  Cain  se  sonríe 

Y  Satanás  con   él  desde  el  profundo. 


-¡  Ay,  hombre  infelice  ! 
Mal   astro  te  cupo  ! 


Duerme  serena  la  madre, 
Y  él  llega,  la  mira,  y  ciego, 
Más  vil   que  el  puñal  que  blande. 
El  corazón  le  arranca,  y  corre  luego.  . 
— ¡  Jamas  un  infame 
Mavor  vio  el  infierno  ! 


Ya  gana  la  puerta,  cuando, 
Corriendo  en    tortuosos  giros. 
Tropieza,    y  cae.  ...  y  mui  paso 
El  corazón    le  dice  entre  suspiros .  . . . 
— ¿  Te    habrás  hecho  daño  ? 


Responde,   hijo  mió  ! 


Agosto  — 1881. 


U  ARAUCANA. 


TAN  medrosa  por  un  rio 
La  noche  oscura  se  interna. 
Que  se  asemeja  el  vacío 
La  boca  de  una  caverna. 
Por  eso   mira  á  los    cielos 
Lavando  sus  pañizuclos 
Una  anciana   por  el  rio 
Biü— Bio. 


Cada  rumor  es  u.i   trueno, 
O  triste  tañer  de  doble 
Allá  en  el  Ande  chileno 
Hasta  el  océano    inmoble  : 
Así  el  viento  á    la  distancia 
Miente,  oda    la  resonancia 
De  un  grito,  de  un  ¡  ai !,  de   un   trueno, 
Jíronco  y  lleno. 


— "l'or  la  vega  !   l'or  la  vega!  " 
Se  oye  al  lejos  voceando. 
Mientras  que  la  anciana  riega 
Sus  pañales,  murmurando: 
— "Del  prado  pisa  la  alfombra 
Un   ginete  entre  lasombra  ; 
Si  galopa  por  la  vega 

Pronto  llega." 


No  bien  consigo    mismo  habla, 
El  ginete  se    presenta 
Gritando  ; — ¡  "todo  se  endiabla 
En  noche  tal  de    tormenta! 
Bruja!  ¿no  habrá  una   barquilla 
Que  me  pase  á    la  otra  orilla  ?  " 
— "Para  el  sacrilego  que    habla 
Ni  una    tabla." 


— "Pues  llama,  evoca  á  tu  hermano 

Satanás ;  ¡  eh  !   ¡ cosa  nueva 

Será  verá  un  duende  enano 

Cómo  en   el  aire  me  lleva  ! 

¿  (¡ozarás  viendo  á  españoles 

Morir  aquí  ?    ¡  Caracoles  !  " 

— "  ¿  Eres  de  jesús  hermano  ?  " 

— "Soy    cristiano  !  " 


— Pucy,  español,  en   un  credo, 
¡  Ai  agua  !  i  Lánzate  listo  ! 
¿Quién  en  España  hubo  miedo 
Al  nombre  de  Jesucristo? 
¡  Al  rio  !  que  en  sus  cristales 
Te  so.stendrán  mis.j|)añales. 
¡  Mélos  aquí  !  por    un  credo 


Te  los  cedo. 


— "Creo  en  Dios  Padre".  . . , 
Bajo  el  nublado  sombrío, 
El  ginete  en  su  trotero 
Se  arroja  rezando  al  rio. 
Ya  era    tiempo,  que  feroces 
Asomaban    dando  voces 
Los ///í'/c/i'í'í,  tras  el  ligero 
Caballero. 


Esguaza  con  ansia  loca 
La  corriente  (el   ruido  cunde  ); 
Mas  ¡  qué  diablos  !  como   roca 
El  caballo  se  le  hunde  ; 
La  vieja  que    lo  comprende 
Sobre  el  Bío — Bío  extiende, 
Dando  gritos  como  loca, 
La  su    toca. 


y  lijcro. 


156 


BALADAS. 


— "Salta  !  "...  .y  sonando   el  herraje 
Rompe  el  trotero  la  brida  ; 
Y  en  el  respingo  salvaje 
Cae  á  la  toca  extendida. 
■ — "Firme  allí  !  "  y  en  ella  presto 
El  español  pasa  enhiesto, 
Sonando  al  indio  su  herraje 
De  coraje. 


Así  en  tierra  americana 
Se  cumple  tal  maravilla 
En  honra  á  la  gloria  humana  ; 
¡  Qué  el  español  era  Ercilla ! 
España  salvó    una  gloria, 
Y  Chile  una  extraña  historia 
De  grandeza  americana; 

"i  La  Araucana  !  " 

Maracaibo,  Noviembre    i°.  de  1880. 


PASTOR,  MONTERO  Y  FANTASMA, 


VOLANDO  va  una  paloma 

Es  que  cruza  la  arboleda 
Mientras  el  alba  se  asoma. 
La  niña  del  brial  de  seda, 
De  seda  color  de  malva ; 
Coma  hai  mucha  escarcha  fria 
La  niebla  oscurece  al  dia 
Por  má,s  que  se  asome  el  alba. 

Llegó  la  niña  á  una  alfombra 
Que  el  césped  formaba   blando 
De  un  gran  cerezo  á  la  sombra ; 
Allí  divisó  temblando, 
Como  muda  centinela. 
Mientras  la  nieve    caia, 
A  un  cazador  que  cojia 
Por  sorpresa  á   una  gacela. 

— "Montero,  al  dejar  la  aldea, 

¿  No  has  visto  á  un  pastor  gallardo, 

Que  las  gamuzas  ojea 

En  el  monte  "San  Bernardo  ?" — 

Sin  hablar,  volvió  los  ojos 

Y  le  señaló  una  via .... 

Siguió,  pero  ya  tenia 

Las  mejillas  como  abrojos. 

Cuando  cayó  á  la  campiña 
Dejando  atrás  la  arboleda, 
Llevaba  por  brial  la  niña 
Trizas  sangrientas  4^  seda. 


Al  pié  de  un  roble  sentado. 
Vióal  montero. — Allí  tenia 
La  gacela  que  gemia 
El  corazón  traspasado. 

— "Montero,  si  el  bien  perdido 

Que  busco,  hallarlo  pudieses. 

Te  diera  un  perro  nacido 

En  los  Alpes  tiroleses," 

Sin  hablar,  mostró  un  barranco 

Cuando  al  barranco  seguía, 

La  pobre  niña  tenia 

Su  negro  cabello,  blanco. 

Como  del  sol  á  las  luces 
Se  alejaban  las  tinieblas, 
La  niña  vio  muchas  cruces 
Tumbadas  entre  las  nieblas. 
Era  el  barranco  un  osario, 

Y  uft' fantasma  allí  se  vía. 
Que  á  una  gacela  envolvía 

En  los  pliegues  de  un   sudario. 

— "Montero  de  forma  extraña, 
Soi  niña  y  triste  me  muero, 
Pues  no  encuentro  en  la  montaña 

AI  más  gallardo  montero." 

De  pronto  el  terror  la  pasma 

Y  cae....  Del  negro  abismo 
Comprende  que  es  uno  mismo 
Pastor,  montero  y  fantasma. 


EL  VIRJÍNÍÜS. 


ALLÁ  en  lo  oscuro. 
Antes  que  el  alba  la  mar  serene, 
Y  entre  su  inmensa  movible  alfombra 
De  blanca  espuma,  como  una  sombra 
Lijera  nao  bogando  viene. 
I  Yaca  en  las  sirtes 

Cabe  las  negras  inmobles  rocas 
Que  en  sus  abismos  oculta   el  mar. 
Como    un  fantasma   de  largas  tocas 
Bajel  de  guerra  cruzando  va. 


Cuba  la  heroica 
A  quien  las   manos  en  su  venganza 
Ata  la  fuerza,    los  labios  sella, 
Sobre  la  sombra  puso  una  estrella, 
Signo  divino  de  su  esperanza. 

La  España  altiva. 
Ciega  al  progreso  y  á  Dios  ingrata. 
Dijo  al  fantasma   con  ronca  voz  : 
— "Hunde  esa  estrella  y  á  Cuba  mata, 
Quiere  ser  libre  del  español." 


BALADAS. 


Í57 


Y  así  la  nao 
Como  una  sombra,   boga,  que  aliento 
Tiene,  y  no  á  Cuba  la  muerte  pasma  ; 
Los  dos  bajeles  cortan  el  viento  ; 
Pero  á  la  sombra  busca  el  fantasma. 

Ai  !  en  el  cielo 
Brillando  el  dia  la  noche  salva  ; 
Ya  no  hai  visiones  !    Nao  y  bajel 
Como  enemigos  al  sol  del  alba 
Lejos,  mui  lejos  cruzar  se  ven. 


"Maldita  lumbre!" 
Grita  el  Virjinia   forzando  vela. 
"Caza!"   el  Tornado  grita  en  su  saña, 

Y  aviva  luego    su  ardiente  entraña, 

Y  sobre   el  agua  tronando   vuela. 

¡  Ai    del  Virjinia! 
Botando  carga,   de   tumbo   en  tumbo 
Busca    la    tierra  ¡  sálvelo  Dios  ! 
Pero  el  Tornado  le  corta  el  rumbo, 
Busca  su  presa  ¡  si  es  español ! 


Triunfó  la  fuerza! 
La  sangre  corre,  los  vientos  gimen  ; 
Ni  el  mismo    infierno    sañudo  alcanza 
Entre  las  nieblas  de  esa  matanza. 
Cómo  soporta  Dios    tanto  crimen. 

Cuba  la    mártir  ! 
Alienta, !    insiste  !   marcha  !  pelea  ! 
Por  ti  responde  la  humanidad  ; 
Desde  el  martirio  de  Galilea 
Pueblo  que  es  mártir,  es  inmortal. 

Asi  la  nao, 
Sombra  nocturna,  se  pega  al  viento. 
¿  Cuándo    á  los  libres  la  muerte  pasma? 
Y  así  el  de  guerra    bajel  sangriento 
Marcha  !  á  la  sombra  busca  el  fantasma. 

Pero    en  el  cielo 
Brillando  el  dia  la  noche  salva; 
Ya   no  hai  visiones  !   Nao  y  bajel 
Son  enemigos,  y  al  sol  del  alba 
Lejos  mui   lejos,   cruzar  se   ven. 


A  Mí  AMIGO  DIEGO  J.  RAMÍREZ. 


¿ADONDE  corres,    barquilla? 

¿Por  qué,  barquilla,  te  vas 

A  las  luces  vespertinas 

De  este    cielo  tropical? 

— Leva  !  la    gente  responde, 

Y  el  ancla  suspende  audaz : 

Y  como  el  mar  está   inmoble 
La  barquilla  corre,  corre 

Por  el   mar. 

Brilla  la  luna,    y  no  hai  timbre 
Que  no  den  en  remedar 
Los  vientos  del  Golfo  triste 
En  esta  noche   fatal. 
Parecen  doblan  á   muerto, 
Cuando,    en  la  noche,  no  es  más 
Que  el  ruido  del  ronco  viento 
La  barquilla  extrcmeciendo 
Sobre    el  mar. 


El  mar   se  ha  vuelto  de  espumas 
Porque  la  luna  se  va, 

Y  es    en  la  sombra  que  oculta 
Su    iiorror  la  suerte  fatal. 
Gigante  sudario    mienten 
Las  espumas. — ¡  Es  verdad  ! 

¡  Parecen  cifra  de  muerte  ! 
¡  Ai,  de  la  mísera  gente 

Sobre  el  mar ! 

La  pobre  gente  no  ha  vuelto 
Al  dulce  y  tranquilo  liogar  ; 

Y  el  mar  parece  un  espejo, 

Y  el    viento  callado  está. .. . 
Así  mi  frente  tranquila 

Del  alma  oculta  el  afán. 
¡  Ai,  corazón,  fué  tu  vida 
Como  la  pobre  barquilla 
Sobre  el    mar. 


LOS  CÍELOS  DE  LA  TARDE. 


CUITADO   marinero 
Del  mar  de  las  Antillas, 
¿Porqué  con  frente  pálida 
Miras  las  nubéculas 
Teñidas  de  arrebol  ? 
¿Qué  tiene   ese  postrero 
Celaje  vespertino? 
Es  fuego  de  los  trópicos 


Que  brilla  en  el  camino 
Magnífico  del  sol. 

No  endereces  cobarde 
El  rumbo  hacia   el  oriente  ; 
Lo  que  se  alcanza  expléndido, 
Como  volcan    ardiente. 
No  augura  el  temporal; 


158 


BALADAS, 


Es  la  risueña  tarde 
Que  muestra,  allá  á  lo  lejos 
Del  horizonte  cárdeno, 
Las  nubes  como  espejos 

Y  rocas  de  coral. 
Así  fulgura  el  cielo 

Mientras  el  sol  pasea 
Por  las  regiones  tórridas  ; 
La  luz  así  chispea 
Cual  lluvia  de  carmín  ; 

Y  en  el  flotante  velo 

Del  mar  que  sordo  brama, 
El  sol  así  vivífico 
Colora,  pinta,   inflama 
Su  blonda  de  jazmin. 

Marino  solitario 
Sobre  la  mar  profunda, 
No  temas  del    crepúsculo 
La  tibia  luz  que  inunda 
El  cielo  por  doquier. 
¿Qué  ves?  ¿El  incendiario 
Cielo  de  aquesta  hora? 
Son  los  celajes  índicos. 
La  luz  encantadora 
Del  vivo  rocicler. 

Yo  sé  cómo  resiste 
El  alma  á  su   tormento 
En  estas  horas  rápidas, 
Cuando  murmura   el  viento 
De  la  barquilla  en  pos : 
El  marinero    triste 
Yo  sé  que  en  este  instante, 
Sobre  la  popa  trémulo, 
Eleva  suplicante 
Su  corazón  á  Dios  ; 

Pero  ¡  ai  !  después  que  inclina 
¡  Cuitado  !    la  cabeza, 
Después  que,  melancólico, 
Con  llanto  de  tristeza 
Bañó  su  corazón  ; 
El  alma  se  ilumina. 
Se  ensancha  el  noble    pecho, 

Y  en  medio  del  océano 

El  mundo  viene  estrecho  .... 
¡  Poder  de  la  oración  ! 
Mas  tú  la  prora  marcas 

Y  piensas  que  en  tus  penas 
Se  abraza  en  luz  volcánica 
La  fimbria  de  azucenas 

De    ese  flotante  tul. 
Tal  vez  nuestras  comarcas, 
Pobre  nauclero,    ignoras  ; 
Tal  vez  nunca  de  América 


Miraste  las  auroras 
Bajo  su   cielo  azul. 

Que  aquí  son  los  espacios 
De  férvidos  colores, 
La  tierra,  el  ancho  piélago, 
Los  rios  y  las  flores,  ' 
Todo  se  enciende  aquí. 
Espuma  de  topacios  * 

La   nube  oscura  miente, 

Y  el  horizonte    cóncavo 
Semeja  reluciente 

L"n  disco  de  rubí. 

Doquier  aquí  se  mira 
La  tarde  vaporosa, 
Como  una  concha  diáfana 
De  porcelana  y  rosa 
Bañada  por  la  luz  ; 

Y  si  la  noche  gira 
Cercana  al  sol  que  pasa, 
Sombras  y  nieblas  húmedas 
Encienden  como  brasa 

Su  tétrico  capuz. 
Bajo  ese  polvo  de  orb 
No  temas  se  caliente 
El  soplo  de  la  atmósfera  ; 
No  temas,  no,  reviente 
El  negro  temporal ; 
No  viertas    triste  lloro, 
Si  ya  el  pesarte  abruma, 
Que  aquesa  luz  fantástica 
■  Es  la  belleza  suma 
Del  cielo    tropical. 

Cuando  lijeras   remen    • 
Las  naves  españolas 
Izadas  en  los  mástiles 
Las  viejas  banderolas 
De  su  fortuna  infiel ; 
Pregúntales  si  temen 
Cual  tú,  pobre  marino, 
Esc  celaje  cárdeno. 
Pálido  y  purpurino, 
De  plata  y  de   oropel. 

Marino  solitario 
Sobre  la  mar  profunda. 
No  temas  del   crepúsculo 
La  tibia  luz    que  inunda 
El  cielo  por  doquier. 
Qué  ves?  ¿El  incendiario 
Cielo  de  aquesta  hora? 
Son  los  celajes  índicos, 
La  luz  encantadora 
Del  vivo  rocicler. 


BALADA  MARINA. 

Santa  Rosa  de  Liifla. 


DEL  fondo  de  una  tartana 
Que  cruza  el  mar  turbulento 
De  la  tierra  americana, 
Se  alza  en  las  alas  del  viento 


Horrible  grito, 

Voz  de  pesar : 
— "Dios  bendito.  Dios  b.eaidito, 
Que  nos  traga  el  hondo  mar." — 


BALADAS. 


159 


Por  la  banda  el  palo  roto 
Hizo  estopa  la  obra  muerta, 

Y  la  sangre  del  piloto 
Tía  manchado  la  cubierta. 

La  gente  ansiosa 

Clama  doquier: 
— "Santa  Rosa,  Santa  Rosa, 
No  nos  dejes   perecer," — 

El  cielo  de  horror  se  viste, 
La  noche  llega  inclemente, 
El  viento  retumba  triste, 

Y  el  relámpago  candente 

De  hito  en  hito 
Se  ve  brillar. . . . 
— "Dios  bendito,  Dios  bendito, 
Que  nos    traga  el  hondo  mar."— 

— ;  Arrima,   arrima  á   la  bomba. 
Que  el  agua  está  en  la  bodega ! 
¡  Si  revienta  aquí  esa  tromba 
Hasta  la  popa  se  anega  ! 

¡Tocad  el  pito  ! 

¡  Pronto  á  virar. . . . ! 
"Dios  bendito,  Dios  bendito. 
Que  nos  traga  el  hondo  mar." — 

— Orza  todo  ....  !-El  brio  sobra. 
Que  son  marinos  de  España ; 
Pero  al  cambiar  la  maniobra 
Rompióse  timón  y  caña. 
Nuevo  conflicto 
Que  hace    exclamar : 
— "Dios  bendito,  Dios  bendito, 
Que  no?  traga  el  hondo  mar." — 

Por  salvarse  aquella  gente, 
(Que  mucho  el  vivir  se  estima) 
Le  ofrece    rico  presente 
A  la  Patrona  de  Lima 

¡  Suerte  horrorosa  .  . .  . ! 

Trance  fatal ! 
— "Santa  Ro.sa,  Santa  Rosa, 
Desvanece  el  temporal." — 

Lafe  velas  se  han  hecho  trizas 

Y  sus  mojados  jirones 

No  dejan   correr  las   drizas 
Mordidas  en  los  motones 


¡  Pica. . . . !  quebranta. 

¡  Oh,  noche  cruel ! 
"  Santa  Rosa,  Rosa  Santa, 
Ya  cruje  el  frágil  bajel. 

De  pronto  el  cielo  se  baña 
En  roja   luz    indecisa, 
Y   una  aparición    extraña 
Se  ve  que  las  ondas  pisa; 
La  nao  se  hunde 
Del  viento  en  pos .... 
— ¡  Oh  Santa  !    llega  y  difunde 
La  calma,  en  nombre  de  Dios."- 

Rajo   aquellos  resplandores, 
De  un  cestillo  campesino 
La  virgen    saca  unas  flores 
Que    arroja    en  el  torbellino. 

Ronca,  espumosa 

Zumba  la  mar : 
— "  Santa  Rosa,  Santa  Rosa, 
Tú  nos  vienes  á  salvar, — " 


Y  era  así,  que  en  'el  momento 
Innoble  queda  y  sombría 

La  mar,  mientras  lleva  el  viento 
Las  rosas  de  Alejandría. 

\'elada  airosa 

Con  tenue  tul. 
Se  deja  ver  Santa  Rosa 
Aplacando  el  mar  azul. 

Rendido  cual  un   gigante 
El  abismo  muge  sordo, 

Y  de  hinojos  suplicante 
Llora  la  gente  de  abordo; 

Al  fin  se  anima. 

Cobra  valor. 
— ¡  Salve,  patrona  de  Lima 
Virgen  de  paz  y  de  amor ! — 

Cuando  la  aura  clarea 
Mete  en  viento  la  tartana 
Cantando-"bendita  sea 
La  virgen  americana. "- 

Del   infinito 

La  gloria  fué  ; 
Tu  poder  ¡  oh  Dios  bendito  ! 
En  Santa  Rosa  se  ve. 


LA  ULTIMA  ROSA  DE  VERANO. 

THE   LAST  SÜMMER  ROSE. 
A  Francisco  Gaicano. 


DEErin   en    un  verde  prado 
Lleno   de   ricas  panojas. 
Iba  azotando    las    hojas 
Un   viento    del  norte  helado. 
De  Efih    era   el  \'erde  prado. 


Mientras  pasaba  corriendo 
Sin-  piedad    del  hortelano, 
Vio  á   una  rosa  de  verano 
Muí  triste  palideciendo; 
Y   ya   no   pasa  corriendo, 


160 


BALADAS, 


Para  inquirir  su  quebranto 
Muí  quedo  el  viento  le  dice: 
• — Reina  del  prado  felice, 
¿  Por  qué   palideces  tanto  ? 
¡  Me  da  miedo  tu   quebranto ! 

— Porque  tú  de  sombras  pueblas 
Campiñas,  montes,  cascadas, 
Y  las  reinas  perfumadas 
No  brillan  entre  las  nieblas 
Con  que  á  Erin  pasando   pueblas. 

— Yo  quiero  salvar   tus  galas 
Risueñas  y  campesinas 
- — Pues  aleja  tus  neblinas. 
— Ya  me  las  llevo  en  mis  alas 
Queda  en  paz,  luce  tus  galas. 

Torció  el  rumbo,  mas  la  reina 
Siente, que  el  viento   en  su  marcha 
Va  dejando  mucha  escarcha 


Que  en  copos  sus  hojas  peina' 

Y  ajada  se  ve  la  reina. 

Y  tiembla  al   beso  aterida, 
De  aquel  soplo  que  convierte, 
En  despojo  de  la  muerte 

El  encanto  de  la  vida, 
Deshojándose  aterida. 

Así    su  esperanza  pierde 
La  rosa  del  prado  mustia; 
Que  siempre  es  signo  de  angustia 
El  viento  de  Erin  la  verde 
Que  á  reinas  y  flores  pierde. 

Postrer   sonrisa  en  la  alfombra 
Del  campo  fué  tal  belleza : 
Vive  así  naturakza 
Entre  la  luz  y  la  sombra 
Conque   Dios   la  tierra  alfombra. 


MeritiítiE, 


m  m  ALBüM. 


ALLÁ  en  los  bosques   de   la  Florida 
Tierra  nevada  lejos  de  aquí, 
Hay  una  fuente  que  da  la  vida. 
Muí  misteriosa,  muí  escondida, 
La  fuente  indiana  de  Bhiiiní. 

Cuentan  que  un  día  gente  de   España 
La  prodigiosa  fuente  encontró; 
Pero  al  gañido  de  una'alímaña 
El  agua  pura,  ¡  desdicha  extraña  ! 
Se  hundió  en  la  tierra,  despareció.  . . . 

Sobre  las  ondas  de  las  Antillas 
Blancas  isletas  salir  se  ven, 

Y  una,    Bonaire,  sus  maravillas 
En  las  espumas  de  sus  orillas 
Guarda  entre  perlas,   tiene  también 

Pozas  profundas    de  aguas  serenas 
Del  cielo  pintan  las  nubes  mil;  - 

Y  como  el  fondo   lleno  de  arenas 
Brota  corales   de  rojas  venas, 

Y  azules  conchas  más  que  el  añil ; 

Quiebra  en  las  ondas,  brilla  y  retrata 
Sus  mil  cambiantes  la  luz   del  sol  ; 

Y  así,  la  espuma  que  se  desata, 


A     Se  torna  al  punto  lluvia  de  plata, 
Polvo  de  perlas  y  caracol. 

Hoy  que  el  azteca  noble  y  valiente 
Yace  en  olvido,  dan  en  decir: 
Que  en  los  boscajes  de  aquella  gente 
Ave  de  pluma  resplandeciente, 
Vaticinaba  su   porvenir. 

Y  es  fama  en  todos,  que  Motezuma, 
Rey  de  la  tierra,  quiso  escuchar 
Al  pajarillo  de^roja  pluma, 

Y  el  vaticinio   sabiendo  en  suma, 
Lidio  como  era  se  dio  á  llorar. 

Niña,  la  indiana  de  estas  laderas. 
Vamos,  formemos  grata  ilusion- 
l  Cuál  de  estas,  bellas,  dulces  quimeras. 
Tú,  la  garrida   niña,  quisieras. 
Si  consultara  tu  corazón  ? 

¿Quieres  la  vida?    ¿  Las  aguas  quieres 
Con  qué  están  fácil  ser  inmortal? 

Y  ¿qué  es  la  vida    sin    los  placeres? 
¡Un  tedio  eterno. ..  .¡  No,  las  mugeres 
Nunca  se  avienen  con  vida  tal. 


AMERICANAS. 


161 


Pues   ¿y  las  pozas  de  arena  blanca? 
Recuerda,  niña,   que  el  sol  allí, 
Luego  que  el  agua  bulle    y  se  estanca. 
Toda   la    espuma  de    la  barranca 
Se    vuelve  chispas  de  oro  y  rubí. 

Mas  ¿de  qué  sir\"e  prodijio  sumo? 
¿Qué  vale  empero  tanto  primor, 
Si  las  riquezas  se  vuelven  humo.  . . .? 
Ah,  linda  indiana,  bien  lo  presumo; 
Ese  prodijio  no  es  el   mejor. 

Pueda  que  el  ave  del  bravo  azteca 
Cojas  al  cabo,  quieras  oir.  . . . 
¿  No  eres  curiosa? — ¿Cuando  la  rueca 
Tras  un  secreto,  niña,  no  peca, 
Y  más  si  encierra  su  porvenir  ? 

Por  ella,  niña,  sabrás  en  tanto 
Si  del  poeta  verdades  son 
Las  armonías  que  hai  en  su  canto, 


Los  mil  suspiros  que  ¡i^i  en  su  llanto, 
Las  hondas  llagas   del  corazón. 

Mas,  ¿cuadra  á  un  ángel  sabt-^  las  penas 
Y  extrañas  cuitas,  cuando,  en  veivdad, 
No  puede  el  ángel  á  manos  llenas. 
Curar  desgracias  que  son  agenas 
A  los  consuelos  de  la  amistad . . . .? 

Eso  un  martirio  más  que  alegría 
Fuera  :  la  indiana,   siendo  muger. 
Indiferente  jamas   vería 
Nuestra  desgracia,  nuestra  agonía.  . . . 
¡  Nadie  tristezas  quiere  saber  ! 

¿Quedas  siifnada,  palma  guaírefta? 
No,  que  embriagada  de   juventud, 
Aunque  ficciones  tu  alma  desdeña, 
Yo  sé  que  á  solas   el  alma  sueña 
Con  los  encantos  de  la  virtud. 

La  Guaira,  de  18=; 8. 


%■ 


LA  VIRGEN  Y  £L  NIÑO. 


BAJO  la  sombra  del  cielo 
Que  vacila  con  el  alba. 
La  vela  tendida  al  viento 
Cruza  el  Coquivacoa  una  piragua. 

Y  como  lucha  la  sombra 
Entre   el  carmín  y  la  grana, 
Van  semejando  las  olas 
Madejas  de  cristal  tornasoladas. 

Risueño  se  anuncia  el  dia, 
Apacible  la   mañana,  . 

Pero  refresca  la  brisa 
Y  el  barquichuelo  vuela  sobre  el  agua. 

— "Nauclero  de  esta  laguna 
Que  tan  descuidado  cantas, 
Mira  que  la  brisa  zumba 
Por  más  que  entre  sonrisas  venga  el  alba. 

Así  se  escuchan  de  un  niño, 
Pasajero  en   la  piragua. 
Con  dulce  acento,  los  gritos 
A  un  viejo  timonel  que  alegre  canta. 

En  vano  se  puso  de  orza 
En  este  momento  el  nauta. 
Que  el  agua  entró  por  la  popa, 
Como  una  fiera  que  al  redil  se  lanza. 

En  tan  imprevisto  apuro 
Aquella  barquilla  náufraga 
Sobre  estribor  se  mantuvo 
Con  toda  la  obra  muerta  bajo  el  agua. 

En  los  espacios  del  cielo 
Espléndida  brilla  el  alba  ; 
Pasó  el  peligro  y  al  puerto 
Llega  con  viento  en  popa  In  piragua. 


!a  mndre  grit:i 


II. 

— "Adonde,  nauclero,  adonde 
Q"uedó  el  hijo  de  mi  alma? 
¡  El  que  te  llamaba  á  voces 
Recojiendo  telinas  en  la  playa!" 

— "Tu  pobre  niño"    murmura 
El  viejo  en  breves  palabras, 
"Con  la  ventisca,  su  tumba 
Halló  en  el  lago  de  las  aguas  mansas." 

— "Nauclero, 
Enjugándose  una  lágrima, 
"Por  Nuestra  Madre  Santísima 
Llévame  adonde  el  niñcsc  fué  al  agua." 

— Mujer,  tu  intento  es  locura; 
Mas  fueros  de  la  desgracia 
Son  las  insensatas  súplicas. . . . 
A  mi  brirquilla  sube. — i  Le\'a  y  marcha  ! 

Allá  lejos  se  distingue 
Lago  adentro  una  piragua: 
A  la  Sant^ima  Virgen 
La  pobre   madre  eleva  su  plegaria. 

III. 

Ciérrala  noche  y  las  sombras 
Se  ciernen  trémulas,  vagas  : 
El  lago  Coquibacoa 
Parece  que  está  lleno  de  fantasmas. 

Son  las  barquillas  que  mienten 
Formas  distintas  y  extrañas 
Cuando  la  noche  se  extiende 
En    el  risueño    lago  de   mi    patria. 

— "Madre  que  en  tan  honda  tumba 
Tienes  tan  grande  esperanza, 
Hai  quien  consuele  tu  angustia. . . . 
Un  ángel  en  las  ondas  sobrenada." 

21 


162 


AMERICANAS, 


— "¡  Derriba,  en  nombre  de  Cristo  !" 
Gritó  el  viejo  de  la  cantiga, 
"Esa  voz  es  un  aviso 
De  la  misericordia  soberana. 

Al  resplandor  de  un  lucero 
La  gente  medio  asombrada- 
Vio  al  niño  que   iba  sereno 
Sobrenadando  eri  las  profundas  aguas. 


Inclinada  hacia  el  abismo 
La  madre  al  hijo    levanta 
Temblando  como  los  lirios 
Que  arroja  la  mareta  en  nuestras  playas. 

— Nauclero,  cambia  de  rumbo. 
— Niño,  i  es  verdad  !  cambia  !  cambia  ! 
¡  Al  puerto  !   y  que  sepa  el  mundo 
Este  milagro  de  la  Virgen  Santa, 
í Agosto    1°  de   1 87 1, 


m  EL  ÁLBUM 

de  la  hija  de  rai  amigo  el  Dr.  Gerónirao  £.  Blanco, 


BRISAS  nocturnas  del  mar  caribe. 
Que  en  mi  risueño  país  natal 
Hasta  las  chozas  do  el  indio  vive 

Llegáis,  nocturnas, 
Con  mil  rumores  sobre  las  flores. 
Como  encantando  su  soledad  ; 

Yo  que  mil  veces  solo  y  perdido 
Por  las  florestas  y  el  cabañal. 
Lloro  como   ave  lejos  del  nido, 

Pues  á  las  veces 
Vuestras  sonrisas,  nocturnas  brisas, 
De  aquellas  chozas  nuevas  me  dan  ; 

Hoi  que  descanso  de   mis  funestas 
Hondas  angustias,  brisas  del  mar. 
Las  dulces  trovas  de  mis  florestas, 

Ya  que  descanso. 
Bajo  el  risueño  sol   caraqueño     , 
Ver  quiero  adonde  vienen  y  van. 

II 
Palma  del  rio  verde  y  gallarda. 
Llena  de  flores  del  mes  de  Abril, 
Si  alguna  nube  del  cielo,  parda, 

Ves  en  tu  rio, 
Díle  á  la  nube  que  te  acobarda : 
"Huye  á  tu  cielo,  pues  soi  feliz 
(Llena  de  flores  del  mes  de  Abril. 

Cuando  se  goza  tan   dulce  calma. 
Con  el  prestijio  de  la  virtud,    "^ 
Mira  que  el  cielo,  niña  del  alma. 

También  se  goza, 
Porque  es  su  gloria  ver  una  palma 


Suelta  y  garrida,  como  eres  tú. 
Con  el  prestijio  de  la  virtud. 

Que  ese  prestijio  sea  el  primero 
Con  que  te  admiren  llenos  de  amor 
Ya  el  can:ipesino,  ya  el  caballero 

Con  su  prestigio. 
Pues  no  hai  encanto  más  verdadero 
Como  esa  gracia,  que  hoi  te  da  Dios 
De  la  inocencia  llena  de  amor. 

Del  rayo  herido   ven  los  pastores 

Muchas  encinas  del  encinar ; 

¿  Sabes  ¡  oh,  palma  llena  de  flores,  ! 

Cuando  es  que  heridas 
Caen  aquellas? — Los  ruiseñores 
Cantando   alegres   te   lo  dirán, 
¡  Que  ellos  frecuentan  el  encinar  ! 

Niña  hechicera,  palma  del  rio, 
Por  quien  las  flores  rico  dosel 
Forman  en  medio  del  sol  de  estío. 

Sabe,  hechicera. 
Que  hasta  las  sombras  de  un  hado  impío 
Puedes  llenarlas   de  esplendidez. 
Si  las  virtudes  son  tu  dosel. 

Brisas  nocturnas  de  otras    regiones. 
Que  ignoran  todos  cómo  es   que  van 
Agonizando  mis  ilusiones. 
Mientras  nocturnas. 
Lleno  de  angustias,  estas  canciones 
Ofrezco  en  aras  de  la  amistad 
Por  ver  adonde  vienen  y  van. 

Caracas,  Mayo  1°  de  1865. 


m  EL  ALBÜM 

de  la  Seüorita   Araazili  Bnrgos. 


BELLO  país  de  las   palmas, 
Amorosa  patria  mia, 
¿  Por  qué  sin  cesar  me  llamas 
Con  las  trémulas  voces  de  tus  brisas  ? 


Bien  se  conoce  que  tienes 
Mensajeras' ventolinas. 
Que  van  por  su  gusto  y  vienen 
Corriendo  alegres  por  las  tierras  indias. 


AMERICANAS. 


163 


Tú  sabes  cómo  del   lago 
Hizo  rumbo  mi  barquilla 

Y  tristemente  llorando 
Cruzé  las   ondas  de  la  mar  bravia. 

Si,  pues,  todo  te  lo  cuento 

Y  sabes  toda  mi  vida, 
Mira,  patria,  que  te  ruego 

En  nombre  de  mis  férvidas  desdiqhas, 

No  me  avives  tus  memorias. 
No  me  llames  ni  le  digas 
A  las  auras  rumorosas 
Que  en  las  ausencias  el  amor  se  olvida  ; 

Porque  pueden   mis  tristezas 
Ser  tan  profundas  un  dia, 
Con  tus  amorosas   quejas 
En  las  auras  del  lago  fujitivas, 

Que  lo  intenso  de   la  angustia 
Me  haga  un  mal  tan  sin  medida. 
Que  de  la  luz  que  me  alumbra, 
Oscile  y  muera  la  postrera  chispa. 

Mas,  ;no  es  verdad  que  tú  sientes 
Mis  dolores,  patria  mia? 
¿Cuándo  no  tienen  las  madres 
Para  sus  hijos  májicas   sonrisas .•" 

Pues,   mira,  contarte  quiero, 
Antes  que  otro  te  lo  diga, 
El  misterioso  embeleso 
Que  hace  sonar  aquí  todas  las  liras. 

Yo  también  embelesado. . . . 
I  Patria,  patria,  no  me  riñasi 
Llevo  las  trémulas  manos 
Sobre  el  arpa  buscando  una  armonía. 

Porque  al  cabo  siendo  solo 
Una  mui  triste  avecilla 
La  que  embelesando  á  todos 
Mantiene  embelesada  la  campiña, 

¿  Qué  mucho,  medio  llorando, 
Cante  una  tro\'a  nativa, 
Si  en  este  suelo  encantado 
Ella  es  también  un  ave  peregrina? 

— ¿  Por  qué  á  todos  embelesa? 
(Preguntarás,  patria  mia,) 
— ^Tal  vez,  tal  vez  porque  s7/c-ñír 
Donde  no  sueña  nadie  y  todos  gritan. 


Porque  apesar  de  los  hombres 

Y  lo  vulgar  de  la-  vida, 
Tanta  es  la  savia  que  corre 

Del  generoso  corazón  que    abriga; 

Que  le  parecen  verdades 
Las  venturosas   mentiras,     < 

Y  diera  toda  su  sangre 

Por  calmar  el  dolor  de  agena  herida. 

Patria,  ¿sabes  lo  que  pienso 
De  esta  paloma  que  anida 
Hoi  en  el  val  caraqueño 
Al  rumor  de  sus  fuentes  cristalinas  ? 

Pienso  que  en  estas  regiones 
Su  corazón  se  marchita. 
Que  le  hacen  daño  las  flores 
Por  las  sierpes  qu&  guardan  escondidas. 

Ella,  el  ave    rumorosa 
De  dulce  melancolía. 
Que  girne  como  las  olas 

Y  tiembla  cual    la  verde  sensitiva  ; 

Ella  oyendo  ruidos  tantos 

Y  tan  varias  armonías. 
Mil  tormentos  levantando 

Sobre  su  corazón  lleno  de  vida  ; 

¿  Que  hará,  por  suerte,  tan  lejos 

De  su  nidal,  la  avecilla? 

Ai !  patria,  dile  á  tus  vientos 

Y  á  las   del  lago  resonantes  brisas  : 

"Que  los  mares  atraviesen 

Y  llegando  á  estas  colinas 
Arrasen  flores  y  sierpes 

Y  apaguen  las  ruidosas  armonías.  ..." 

Así  la  de  ojos  mui  negros, 
La  triste  y  blanda  avecilla, 
Podrá  levantar  áu  vuelo 
En  pos  ele  sus  florestas  escondidas; 

Y  cesarán  los  encantos, 

Y  las  soñadas  delicias, 
A  las  realidades  dando 

La  luz  que  han  menester  para  que  vivan. 

Bello  país  de  las  palmas, 
Amorosa   patria  mia, 
l'ensando  en  tí  pulsé  el  arpa 
En  honra  á  las  virtudes  de  una  amiga. 
Caracas,   Abril  28  de  1865. 


EN  EL  AIBÜM 

de  la  distin|mda  artista  Adela  Robreño. 


PERI'TLES  de   oro  tienen  á  miles 
Las  tersas  olas  del  lago  azul, 
»Y  aunque  otros  lagos  tengan  sutiles 
Perfiles  de  oro, 


ÍNo  son  de  aquellos  áureos  perfiles, 
Olas  de  fuego,  randas  de  luz, 
f  Perfiles  de  oro  del  lago  azul. 


164 


AMERICANAS. 


Dije  alas  aves:  en  libre  vuelo, 

Hijas  de!  aire,  de  aquella  luz 

Que  al  ciclo  alumbra,  tracdme  un  velo. 

Fuemn  las  a\'es, 
Fueron  volando,  volando  al   cielo  ; 
Pero  ¡  ai !  tornaron  del  cielo  azul 
Sin  el  brillante    rayo  de  luz. 

Como  en  las  palmas  doquiera  oia 
Más  de  un  acorde  dulce  rumor, 
Pedí  á   las  palmas  una   armonía  ; 

Pero  en  las  palmas 
Temblando  el  eco  me    repetía  : 
"Para  las   grandes    obras  de  Dios 
No  hai  en  las  palmas  dulce  rumor. 

Vi  una  colina  llena  su  falda 
Con  rojas  flores  de  este  país, 
Pedí   á  las  flores  una  guirnalda, 

Mas    la  colina 
Dijo,  más  verde  que  la  esmeralda. 
¿Qué  son  al  genio  grande   y  feliz 
Las  pobres  flores  de  este  país? 


A  Si  á  mi  deseo   no  hai  quien  responda, 
Mientras   las  aves  vienen  y  van; 
Si  ni  aun  el  cielo,  ni  la  mar    honda. 

Tras   mis  deseos, 
Que,  cual  las  aves,  á  la  redonda. 
Cruzan  los  aires,  crujan  el  mar 
Y  por  la  tierra  vienen  y  van  ; 

Tienen  ¡  ai,  triste  !   lo  que  buscando 

Va  por  el  mundo   mi  corazjDn  ; 

¿  No  es  mala  estrella  que  yo  cantando. 

Cantando  triste, 
Pase  mi  vida  siempre  admirando, 
Al  genio  siempre  siguiendo  en  pos. 
Dando  latidos  mi   corazón  ? 

Ved,  pues,  que  en  suma  no  hay  quien  comprenda 

La  vida  mia;  solo  el  laúd 

A  tus. altares  lleva  su    ofrenda  ; 

Mas  ved  que  en  suma 
A  sus  acordes  no  hay  quien  atienda, 
Que,  por  ser  mios,  pasan    cual  luz 
Los  blandos  sones  de  mi  laúd. 

Maracaibo,  de  1864. 


A  U  "FLOR  DE  ADORMIDERA." 


¡  AI,  rosa,  ya  estás  vencida 
Pues   lie  visto  en  la  pradera 
Una  flor  llena  de  vida, 
Mas    que  rosada,  encendida  : 
La  "  Flor  de  la  adormidera." 

Viendo  esa  flor  encantada, 
Con    profunda  admiración. 
Dije :    "  esa  flor  colorada 
"Sin  duda  ha  sido  manchada 
"Con  sangre    de  un  corazón. 

"Y  pues,    que  la  flor  es  roja 
"Y  son  tan  negras   mis  penas, 
"En  esa  flor   se  me  antoja, 
"Ya  que  la  vida  me  enoja, 
"Ver  la  sangre  de  mis  venas. 

"Cuando  á  la  luz  déla  aurora 
"Vi  esa  flor;    de   luego  á  luego 
"Me  murmuró  una  pastora: 
¡  "Parece  que  te  enamora 
"Esa  flor   color  de  fuego  ! 

"Pues  oye  :  en  la  pradería, 
("Y   mientras  esto  decia 
"Era  su  risa   tan  franca.  . . .)     * 
,  "Un  tiempo    esa  flor  lucía 
"En  vez  de  roja,  mui  blanca  ; 

"Pero  llegó  ruborosa 
"Alice  aquella  zagala 
"De  labios  color  de  rosa, 
"Y  como  andaba  celosa 
"Es  decir  de  noramala  ; 


"Sin  saber  en  sus  congojas 
"Lo  mucho  que  un   beso  inflama, 
"Su  boca  de  tintas  rojas 
"Puso  en  la  flor,  y  las  hojas 
"Se  hicieron  color  de  llama. 

"Desde  entonces  el  color 
"Blanquísimo  del  jazmín, 
"Que  ostentaba  aquella  flor, 
"Cambió  por  celos  de  amor, 
"En  el  color  del  carmín." 

Tal  me  contó  una  pastora ; 

Dime,  flor   encantadora, 

¿Es  mentira?  Esa  zagala, 

¿  No  anda   también  con  la  aurora 

Celosa  y   de  noramala  ? 

Como  el  amor   corre  en  pos 
De  todo  aquel  que  suspira, 

Y  es  niño  amor,  siendo  dios, 
Flor,  ¿no  habrán  dicholas  dos 
Zagalas  una  mentira? 

¡  Eso  lo  sabrán  los  sabios  ! 
1  Yo  no,  que  soló  recojo 
Del  mundo    crudos  agravios, 
E  ignoro  cómo  unos  labios 
Lo  blanco  cambian  en  rojo  ; 

Y  cuando  escucho,  al  exceso 
De  mi  pena  continuada. 
Sonar  en  la    sombra  un  beso, 
Pregunto  simple  ¿qué  es  eso? 

Y  el  viento  responde  ¡  nada.  . . . ! 


AMERICANAS. 


165 


Y  yo  lo  creo . . . . !  y  pasando 
Sigue  el  viento    gemebundo, 

Y  el  beso  sigue    sonando, 

Y  yo  pensando,   pensando 
En  las  nadas  de  este  mundo. 

Flor  pomposa  y  colorada, 
Aunque  en  tí    viese  la  huella 
De  un  beso  con  la  alborada, 


Ya  que  un  beso,  flor,  es  nada.  .  . . 
Siempre  te  amara  por   bella. 

Y,  pues,  la  vida  me  enoja, 
¿Qué  mucho,  sien  tantas  penas, 
Se  me  ocurre  ó  se  me  antoja. 
Creer  que  tu   tinta  roja 
Toda  es  sangre  de  mis  venas? 
■Caracas,  Mayo  8  de   1865. 


ÍNDÍÁNÁ. 

A  Mannel  María  Fernández. 


TENIENDO  la  vida  en  poco, 
Pues  por  su  amor  se  desvive 
Las  aguas   del  Orinoco 
Triste  atraviesa  un  caribe. 

En  busca  va  de  Nelida, 
Por  quien  suspira  de  amores  ; 
Más  risueña  y  más  garrida 
Que  la  palma  con  sus  flores. 

India  de  nobles  intentos, 

Pero  en  quien  corren  contrarios. 

Generosos  sentimientos 

Y  pareceres  voltarios. 

Su  tribu  entera  le  llama, 
"La  instable  flor  del  cariño," 
Porque  aborrece   como  ama 
Aquel  corazón  de  niño. 

Y  en  verdad  que  mucho  arguye 
Su  inconstancia,  cuando  ahora 
De  Mará  el   cacique  huye. 

Por  más  que  el  indio  le  adora. 

Como  la  corriente  clara 
Ella   esguazó   fujitiva, 
Lanza  el  indio  su  curiara 
Rio  arriba,  rio  arriba. 

Y  aunque  la  tersa  corriente 
Oculta  el  follaje  umbrío, 
.Sigue  el  caribe  paciente 
Por  el  rio,  por  el  rio. 

Llega  á  un  raudal  donde  vibra 
El  viento,  formando  espumas, 

Y  un  arco  ve  con  su  fibra, 

Y  un  refajo  sin  sus   plumas. 

De  rabia  el  indio  rugiendo 
Grita: — "lo  comprendo  todo, 
"Con  un  gandul  vas  huyendo, 
"Y  para  buscar  el  modo 


"De  engañarme  en    tu  camino, 
"Arco,  flechas  y    refajo 
"Arrojas    al    torbellino 
"Rio  abajo,  rio   abajo. 

"Juro  por  la  pahua  Seje 
"Que  baña  el  terso  Guainía: 
"Antes  que  el  indio  te  deje 
"Oculta  en  su  ranchería. 

"Salpicar  tu  eliuinbe  blanca 
"Con  la  sangre  de  sus  venas, 
"Y  orear  en  una  barranca 
"Sus  carnes  de  grasa  llenas. 

"Si,   chuchumeca  ;^HarieIia, 
"Cumple  á  tu  amor  lo  que  debas, 
"Que  como  bebes  la   chicha 
"Yo  haré  que  su  sangre  bebas." 

Calla  y  bogando  se  encorva 
Lijero,  rápido,  y  ágil; 
Lanza  una  mirada  torva 
Y  vuela  á  su  lancha  frágil. 

II 

— "Español,  español  mió. 

Remontemos 
Uajo  el  follaje  sombrío." 
— "Nelida,  el  viento  está  en  calma." 
— "  ¡Ai,  español  de  mi  alma, ! 

Pon  los  remos. 
Sigamos  subiendo  el  rio." 

Tal  bella   indiana  decia 
A  un  gallardo   aventurero 
Con  quien  iba  y  con  quien  luiia 
Dando  fondo  en  un  pesquero. 
De  la  corriente  sombría. 

Bien  sabe  la  infiel  Nelida 
Que  solo  de  un  hilo  pende 
Su  dulce  y  temprana  vida; 
Bien  la  guaricha  comprende 
Su  salvación  en  la  huida. 


166 


AMERICANAS. 


Atrás  el  temible   Mará, 
Aunque  el  sol  casi  le  ahoga 
Porque  le  viene  de   cara, 
Contra  los    raudales  boga 
En  su   lijera  curiara. 

Que  ha  jurado  tomar   cuenta 
De  su  amor  sin   esperanza, 
Pues  el  duelo  que  le  afrenta 
Pidiéndole  está  venganza, 
A  la  vez  que  le  atormenta. 

Con  todo,  el  indio  en.  su  saña 
Cuando  acierta  en  9Í(|  desdicha, 
En  su  desdicha  se  engaña  ; 
Quien  le  roba  su  guaricha 
Es  un  valiente  de   España. 

He  aquí  porque  previsiva 
La  indiana  echó  rio   arriba 
Arco   fiedlas   y   rcfaj9, 
Haciendo  creer  se  iba 
Con  un  gandul  rio  abajo. 

Mas  ¿  qué  sucede  ?  El  salvaje 
Tuerce  su  rumbo  improviso. 
Boga,  contempla  el  follaje, 
Vuelve,  se  para  indeciso 

Y  da  fondo    hacia  un  boscaje. 

Tal  vez  el  viento   ha  movido 
Las  verdes  ramas  pasando, 
Porque  Mará  oyó  un  gemido  ; 
A  no  ser  que   esté  acechando 
Algún  caimán   escondido. 

De  pechos  puesto  en  la  proa 
El  belfo  labio  Se    muerde, 

Y  mira  como  la    boa 

Hacia  aun  montecillo  verde 
Donde  surge  una  canoa. 

Llorando  á  fuerza  de  enojo, 
Sin  olvidar  lo  que  acecha. 
El  arco  templa  á  su  antojo, 

Y  mientras  cala  una  flecha 
Vuelve    á  mirar  de  reojo. 

Brilla  en  el  mismo  momento 
El  fuego  de  un  arcabuz, 

Y  Mará,  al  peligro  atento. 
Haciendo  blanco  en  la  luz, 
Dispara  su  flecha  al  viento. 

Tras  el  fragor  nada  queda 
En  silencio,  no  haí  mortal 
Que  describir  allí  pueda 
Aquella  escena    infernal 
Bajo  la  oscura  humareda. 


Cuando  el  espacio  se  aclara 
Se  ve  que  luchan  á  muerte 
Encima  de    una  enriara, 
El  español  bravo  y   fuerte 

Y  el   duro  y  fornido  Mará. 

III 

— "Español,  si  no  le  arrancas 
"Del  carcaj  de  caracol 
"La  flecha  de  plumas  blancas, 
"Eres  perdido,  español. 

"Ten  cuidado,  español  mió, 
"El  dardo  en  el  rio  arroja, 
"Que  yo  nadaré  en   el  rio 
"Y  pueda  ser  que  lo  coja." 

Así  gritaba  Nelida 
Mirando  desde  una  palma. 
El  riesgo  en  que  está  la  vida 
Del  español  de  su  alma. 

Este  con  Mará  luchando 
Sobre  el  batel  que  zozobra 
03'e  á  Nelida  llorando 

Y  pone  el  consejo  en  obra. 

Lleno  de  aliento  y  coraje, 
Sin  huella  mostrar  de  asombro, 
Quita  en  la  lucha  sX  salvaje 
El  carcaj  que  lleva  al  hombro. 

Cayó  al  rio,  mas  Nelida 
Lo  alcanzó,  que  nadie  inquiere 
Si  pone  en  riesgo  su  vida 
Cuando  de  amores  se  muere. 

'"Cacique,  tu  sangre  aleara 
A  Maboya" — dice,  y  lanza 
De  una  cerbatana  negra. 
La  misma  yfír//^  que  alcanza. 

Tiembla  el  caribe  y  le  mira 
Con  tan  profunda   exrañeza,     . 
Que  no  se  sabe  si  es  ira, 
O  compasión,  ó  tristeza. 

"Si  no  viera  quien  me  mata, 
"Cierto  que  no    lo  creería  ; 
"Eres,  india,  muy  ingrata. . .. 
"¡  Mal  haya  tu  alevosía  ! 

"Pero  s¡  alguno  quisiere 
"Saber  de  tí  mi  pasión, 
"Mira  y  cuenta  como  muere 
"Un  indio  de  corazón." 

Dice,  y  resuelto  se  embiste' 
Con  su  rival  que  se  ampara, 

Y  el  nuevo   ataque  resiste 
En  medio  de  la   enriara. 

Esta  cruje,  gira  y  vaga. . . . 

Y  á  entrambos,  al  punto  mismo, 


AMERICANAS. 


167 


BuUente  y  rápido  traga 

El  rio  en  su    inmenso  abismo. 

IV. 

— "Español,  español  mió, 

"Remontemos 
"Bajo  el  follaje   sombrío.  . . . 

— "i  Calma,  calma  ! ! 
— "Ai,  español  de  mi  alma  ! 

"Pon  los    remos, 
"Sigamos  subiendo   el  rio." 

En  la  luna  de  los  vientos 
Un  maaiso  peregrino 


Oyó  estos  tristes  acentos 
AI  proseguir  su  camino. 


Curioso  á  escucharse  puso  ; 
Mas  de  improviso  se  pasma, 
Que  ha  divisado  el  iiiacuso 
Un  macilento  fantasma. 


En    la  cresta  ennegrecida 
De  una  tristísima  roca 
Se  alzó  aqu|d(,. . . .  Era  Nelida . 
La  infeliz  esKiba  loca. 


INGRATITUD  Y  AMOR. 


latrodncciou. 

NIÑA  de   ojos   divinos, 

Que  en  tus   balcones 
Escuchas  las  canciones 

De  los  marinos  ; 
Lirio  maracaibcro. 
Oye  también  mi  canto  : 

Soi  marinero. 

Traspasando  horizontes 
Mi  mente  vuela. 

Donde  bosques  y  montes 
Son  de   canela  : 

Dejo  la  playa  amiga, 

Y  á  Java  voi  buscando 
Dulce  cantiga. 

Java,  tierra  preciosa. 

Tierra  temida, 
Comarca  fabulosa 

Donde  la  vida 
Se  evapora  encantada, 
Como  el  májico  filtro 

De  alguna  fada. 

Java,  suelo  indeciso 

De  los  amores. 
Vestida  con   las  flores 

Del  paraíso, 
Cielo  con   triste  luna, 
Flor  chinesca  que  brilla 

Más  que   ninguna. 


Java,  rico  trofeo 

Del  mar  distante, 
Que  se  tiende  arrogante 

Frente  á  Borneo, 
Isla  de  dulces  aves 
Que  saludan  alegres 

Naufragas  naves. 

Tierra  donde  el  ambiente 

Mece  las  flores 
En  búcaros  de  Oriente 

De  mil  colores ; 
Do  el  aire  perfumado 
Se  aspira  en  los  jardines 

Emponzoñado. 

En  este  suelo  niña 

Pasa  mi  cuento. 
Mientras  murmura  el  viento 

De  la  campiña : 
Tradición  javanesa 
Oriental  y  sencilla 

Por  su  belleza. 

JAVA, 

Cuando  la  tarde  su  sol  retira 
En  las  cerúleas  olas  del  mar, 
Cuentan  que   cae  la  perla  índica 
En  hondo  duelo   mudo  pesar. 

Cuentan  que  entonces  en  los  vecinos 
Bosques  de  java  se  ven  lucir 


Í68 


CUENTOS  FANTÁSTICOS. 


Monstruos  enormes,  fantasmas  lívidos 
A  los  conjuros  de  algún  faquir. 

Cuentan  que  horribles  en  las  florestas 
De  este  encantado  bello  país, 
Saliendo  á  miles  se  ven  frenéticos. 
Como  en  flamenco  rojo  tapiz, 

Selvosas  sierpes  de  negras  colas, 
De  ojos  de  fuego,  como  el  coral. 
Reptiles  verdes,  tímidas  tórtolas 
Que  anuncian  tristes  el  temporal ; 

Panteras  hoscas,  tigres  manchados, 
Que  van    rujiendo  bajo  el  capuz 
De  hórridas  sombras,  que  vuelven  pálidos 
Hombres  y  furias,  cielos  y  luz. 

Todo  es  extraño,  todo  misterios 
En  la  que  pinto  feliz  región, 
Los  vientos  vagos  resuenan  tétricos 
Cual  del  Kidoudi  siniestro  son. 

Java  la  espléndida  tiene  elevadas 
Negras  mezquitas  al  dios  azul, 

Y  finje  crédulas  deidades^árbaras 
En  los  abismos  del  guroul. 

Tiene  en  los  antros  de  sus  pagodas 
El  zoquetero   vingadasan 
Tejidos  mágicos,  luces  fosfóricas, 
Kioscos  en  forma  de  chatirán. 

Y  en  tenues  hilos  que  en  sus  mercados 
Vende  orguUosa  Coromandel, 
Cuelgan  de  plintos,  tal  vez  fantásticos 
De  hambrientos  tigres  la  negra  piel. 

Todo  es  confuso,  sombras  y  ruidos 
En  los  boscajes  de  esta   rejion, 
Tal  vez  estúpidos  del  suelo  índico 
Estos  misterios,  mentiras  son. 

LA  FLOR  Y  EL  AVE, 

Mas  ya  se  mira  al  lejos 

La  nube  oscura. 
Bañada  en  los  reflejos 

Del  alba  pura : 

Ya  se  colora 
Al  soplo  susurrante 

De  tibia  aurora. 

Descorre  el  sol  divino 

Sus  gayos  tules. 
Como  un  kiosco  marino 

De  olas  azules : 

La  lumbre  leda 
Brilla  como  una   estofa 

De  rosa  y  seda. 

Java  luego  teñida  , 

Con  mil  colores, 
Despierta  sonreída, 


Bajo  las  flores 
De  sus  praderas, 
Y  al  ruido  soporoso 
De  sus  palmeras. 

Luce  entonces  de  Brama 

Cofi  suaves  giros, 
La  flor  que  el  indio  llama 

De  los  suspiros : 

Las'  tradiciones 
Cuentan  que  ella  fascina 

Los  corazones, 

Columpiando  los  vientos 

Murmuradores, 
Despidiendo  lamentos 

Aterradores ; 

Parece  extraña 
Aparición    que    brota 

De  la  montaña. 

El  faquir  que  rezando 

Camina  adusto. 
Tiembla,  la  flor  mirando, 

De  amor  y  susto ; 

Con  ser  tan  bella 
Hasta  el  cipayo  triste 

Se  aleja  de  ella. 

Creación  de  aquel  clima 

De  luz  plateado, 
La  noche  la  reanima 

Con  su  callada 

Dulce  misterio: 
Cuando  llorar  debieran 

Su  cautiverio. 

Tan  solo  un  avecilla 

Con  sus  dolores, 
Junto  á  la  flor  que  brilla 

Llena  de  olores, 

Se  ve  volando. 
En  amante  embeleso 

La  flor  mirando. 

Ella  cierra  su  broche 

Tal  vez  culpable, 
Do  se  aduerme  en  la  noche 

Silfo  impalpable  ; 

Y  así  en  mal  hora 
El  bengalí  del  Asia 

Por  ella  llora. 
Ave  que  triste  anhela 

Morir  amando, 
Y  solo  se  consuela 

Su  amor  cantando 

Hasta  su  nido, 
En  la  orilla   del  Canjes, 

Puso  en  olvido. 
Siva,  de  esa   comarca 

La  diosa   impía, 
El  vivir  le  demarca 

Por  solo  un  día; 

En  las   praderas 
Después  cogen  sus  plumas 

Las  bayaderas. 


CUENTOS  FANTÁSTICOS. 


169 


Nace  con  las  auroras 

Y  triste    rñucrc 
Cuando  suenan  las  horas 

Que  el  triste  quiere  : 

La  noche  oscura 
Del  bengalí  cobija 

La  sepultura. 

Horrible  es  esa  vida 

De  un  solo  instante  : 

Volar  de  amor  rendida 
Cabe  su    amante 
Que  le  desdeña, 

Mientras  su   trino  vaga 
De  peña  en  peña. 

Xi  á  la  canción  festiva 
Con  que  le  alaba. 

La  flor  sonríe  esquiva 
Que  luce  en  Java  : 
Xi  oye  su  rucg'o, 

Xi  mira  ele  mis  ojos 
El  dulce    fuego. 

••I'lor  del  triste  suspiro, 

"Mor  voluptuosa; 
'•¿Por  qué  siempre  te  miro 

"Tan  desdeño.sa? 

"Dame  siquiera 
"Uno  de  tus  estambres, 

'•Mor  hechicera.'" 

El  ave  así  su  cjueja 

Repite  vana, 
Como  el  moro  á  la  reja 

De  una  sultana: 

Al  triste  arrullo 
La  flor  así  responde 

Llena  de  orgullo. 

"Bengalí  de  los  mares 

"Y  las  estrellas, 
"Vete  con  tus  pesares 

•'Y  tus  querellas; 

"'i  riste  te  miro 
"Mas  ni  puedo  encantada 

"Darte  un  suspiro. 


— "¿Ni  una  esperanza,  hermosa? 

"Ni  una  esperanza, 
— "¿Tu  amor  flor  orgullosa, 

"Con  qué  se  alcanza?" 

La  flor  inerte 
Temblando  le  responde : 

•'Mi  amor  es  muerte." 


Ave  de  las  congojas 

Y  duros  males. 
Nutrida  con  las   hojas 

De  los  rosales  ; 
Dulce  y  sencilla 
Mucres  poruña  ingrata, 
Pobre  avecilla. 

Tornarán  las  tinieblas 

Y  vagos  ruidos, 

La  noche  con  sus  nieblas 

Y  sus  rujidos  ; 
El  sol  indiano 

Se  apagará  en  las  ondas 
Del   mar  lejano. 

Después,  cabe  la  alfombra 
De  algún  canelo. 

Bajo  la  opaca  sombra 
Que  cubre  al  ciclo. 
Cual  negro  manto, 

Se  apagará  por  sienif)rc 
Tu  acorde  canto. 

Niña,  pura,  y  preciosa 

Como  una  fada, 
Más  bella  que  la  hermosa 

h'lor  hechizada ; 

Lirio  maracaibero, 
l'.sta  es  la  pobre  cantiga 

De  un  marinero.  . 


LA  SÍLFÍDE. 

FANTASÍA     , 
dedicada  á  mi  amigo  José  A.  Gaicano. 


¡  CUAN  rico  es  este  suelo  de  bellas  ilusiones, 
Bajo  el  azul  marino  del  cielo  tropical  ! 
Aquí  las  frescas  brisas  murmuran  mis  canciones  i 
Después  que  han  encrespado  las  olas  de  lámar,  j 

Aquí,  cuando  la  noche  se  extiende  en  mi  laguna, 
^Navegan  las  barquillas  del  pobre  pescador ; 
Y  en  alas  de  los  vientos,   al    rayo  de  la  luna. 
Dan  fondo  en  sus  pesqueros  de  limo  y  caracol,  V 


Mirad  si  son  serpientes  de  escamas  lumino.saí5 
Las  huellas  espumosas  del  índico  batel. 
Mirad  cc3mo  retratan  las  límpidas  orillas 
Menudas  piedrecillas    de  roja  esplendidez. 

Aquí  muriendo  el  dia,  la  atmósfera  serena 
Magnífica  se  llena  de  ruidos  y  de  luz. 
Parece  que  las  sombras  recorren  ignorados 
Mil  genios  encantados  del  firmamento  azul. 


170 


CUENTOS   FANTÁSTICOS. 


^ 


¡  Oh  lago  misterioso,  poblado  de  palmeras, 
Q,«c  tienes  por  riberas  remansos  de  zafir ! 
¿Quién  pinta  tus  movibles  y  vaporosas  brumas, 
US  Cándidas  espumas  de  nácar  y  rubí  ? 

¿  Por  qué  tus  lindas  flores  levantan  sus  corolas  ? 
¿Por  qué  tus  tersas  olas  gimiendo  tristes  van  ? 
¿  Por  qué  tanto  concierto,  tan    célica  alegría,  ■ 
Cuando  sepulta  el  dia  sus  luces  en  la  mar? 

¡  Cuan  rico   es  este  suelo  de  bellas  ilusiones  ! 
¡  Cuan  dulcemente  embriaga  mi  pobre  juventud! 
Por  eso  miro  siempre  fantásticas  visiones 
En  el  tapiz  espléndido  de  su    cristal  azul. 

11. 


Era  una  noche  callada  ; 
La  brisa  en  lánguidos   giros  ' 
Tras  armonía  encantada, 
Daba  besos  y  suspiros 
A  toda  flor  perfumada. 

Y  bajo   el  cielo  de  Eneto 
Bien  se  via   en  mi  laguna 
En  cada  espuma  un  lucero, 

Y  el  resplandor  de  la  luna 
En  cada  oculto  pesquero. 

A  lo  lejos  vaporosas, 
Como  blancas  nubéculas, 
En  las  ondas  azulosas 
Las  veleras  navecillas 
Navegaban  silenciosas. 

Yo,  pescador,    tristemente 
También  buscaba  anhelante 
En  un  hilo  de  corriente, 
De  algún  ^ardume  abundante 
La  huella  fosforescente. 

Y  por  aliviar  mejor 
Mi  negra  melancolía, 
Probé  si    cantar  podia 
Una  balada  de  amor, 
Mientras  las  redes  tendía. 

Mas  ¿  quién  apaga  mi  acento 
Con  otro  acento  tan   suave, 
Como  lejano  lamento. 
Como  los  trinos  del  ave, 
Cual  la  quejumbre    del  viento? 

¿Quién  de  improviso  levanta 

Y  remeda  de  improviso 

La  voz  del    que  triste  canta? 
Hay  voz  en  el  Paraíso 
Que  tenga  dulzura  tanta? 

Yo,  pescador,  anhelante 
Vi  con  la  luna  tranquila 
Aerea  visión  flotante, 
De  azul  y  suave  pupila, 
De  mirada  suplicante. 

Sobre  su  cuello  de  nieve 
La   crencha  de  oro  brillaba. 
Sobre  su    cintura  breve 
La  suelta   \'cste   flotaba 
Como  nubécula  leve, 


Llevada  en  la  brisa  leda 
Iban  mojando  las  olas 
Su  fimbria  de   rosa  y  seda, 
Que  allí  con  la  brisa  enreda  ; 

Siemprevivas    y  amapolas. 

Y  en  el  movible  cristal 
Con  tal  don-aire  iba  en  suma 
Aquel  genio  celestial. 
Como  un  cisne  tropical 
En  la  fujiti\'a  espuma. 

En  las  orillas  amenas 
Lleva   así  por  atavío 
ElZulialas  azucenas, 
.  Y  así  atraviesan  el    rio,  < 

El  Zulia  de  aguas  serenas. 

Su  voz  llegaba  á  mi  oido 
Cual  el  murmurio  perdido 
Del  apacible  arroyuelo  ; 
Era  un  eco  i;epetido 
Entre  la  tierra  y  el  cielo. 

Era  el  fantástico   trino 
Que  levanta    el  ruiseñor 
En  el  bosque  campesino. 
Era  el  adiós  del  marino 
A  la  prenda  de  su  amor. 

Pero  no,  fué  la  querella 
Que  en  mi  encantada  laguna 
Alzó  una  Sílfide  bella, 
Al  ocultarse  una  estrella 
Al  resplandor  de  la  luna.  .  .  . 

Tras  negra  melancolía, 
Yo,  cuitado  pescador. 
Que  mis  redes  extendía. 
Estar  oyendo  creía 
Una  querella  de  amor. 

III. 

^  "Ya  muere  en  el  cielo  azulado 
El    tenue    reflejo  plateado 
^Que  vierte  en  silencióla  luna, 

Y  el  viento  del  sur  abrasado 
Arruga  esta  mansa  laguna. 

"La  sombra  que  huyendo  se  apila 
En  torno  á  su   lumbre  tranquila 
Sus  alas  aun  cierne  en  el  mimdo.  . . . 
En  vano  la  sombra  vacila. ... 
Ya  muere  en  silencio  profundo. 

"Ya  vienen  las  gélidas  brisas, 
Del  cielo  las  dulces  sonrisas 
Refrescan   las  trémulas  flores, 

Y  al  lejos  se  ven  indecisas 
Las  nubes  de  ga^'os  colores, 

"En  tanto    la  mar  altanera 
Me  lleva  gentil  por  doquiera  ; 
Mecida  en  su  espuma  brillante 
Yo  voi  de  palmera  en  palmera. 
De  un  lago  á  otro  lago  distante. 

"Volad  junto  á  mí,  los  divinos 
Faiitásticos  genios  marinos 


CUENTOS   FANTÁSTICOS. 


171 


Que  impókn  las  índicas  naves, 
Por  esos  ocultos  caminos 
Que  solo  atraviesan  las  aves. 

"Iremos  al  rayo  postrero 
De  algún  oscilante  lucero 
I,as  dichas  del  hombre  cantando, 
Orillas  del  lago  hechicero 
Que  corre  á  la  mar  murmurando. 

"Volad  junto  al  genio  que  mora 
l'erdida  en  el  agua  sonora 
Que  tiñe  la  luz  de  Occidente.  .  . . 
\'olad  mientras  duerme  la  aurora 
Tras  esa  cortina  de  Oriente. 

'"La  noche  se  avanza.  . .  .volemos, 
Del  austro  la  voz  apaguemos 
Al  eco  de  blandos  cantares ; 
Aun  brilla  la  luna.  . .  .crucemos 
El  ancho  tapiz  de  los  mares. 

"La  noche  su  sombra  retira.  .  . . 
;No  veis  esa  estrella  que  gira 
Envuelta  en  la  lóbrega  niebla? 
Ya  triste  se  apaga.  .  .  .ya  espira.  .  . . 
El  aire  de  luces  se  puebla. 

"La  aurora  colora  la  espuma. 
Se  enciende  la  pálida  brama, 

Y  al  ruido  perdido  del  viento. 
El  ave  sacude  su  pluma 

En  raudo  y  gentil  movimiento. 

"La  lumbre  la  cumbre  rodea. 
Espléndidas  flores  orea, 

Y  el  velo  del  alba  ondulando 
Con  visos  azules  campea 

El  cóncavo  espacio  alumbrando. 

"Ya  pasa  esa  lluvia  de   fuego  .... 
.\dios  el   profundo  sosiego 
Que  vierte  la  noche  divina .  .  .  . ; 
Volemos. . .  .el  sol  saldrá  iui,g(j 
Tras  esa  brillante  cortina." 


IV. 

Y  se  apagó  la  voz  como  el  encanto 
De  fujitivos  sueños,  vino  el  dia 
Con  sus  luces,  sus  flores,  su  alegría, 

Su  pompa  celestial. 
En  las  alas  del  viento  sonorosas 
Volaban  por  las  límpidas  esferas. 
Blanquísimas  palomas  pasajeras 

De  la  orilla  natal. 

Y  allá  lejos,  mui  lejos,  al  poniente. 
Surco  de  luz,  espléndido  meteoro. 
Célica  zona  de  esmeralda  y  oro 

Se  viera  relucir. 
En  vano  allí  las  nubes  de  la  noche 
Sus  postrimeras  sombras  recojieron.  . .  . 
Las  nubes  )•  las  sombras  se  encendieron 

De  púrpura   y  zafir. 

Era  del   Genio  que  en  su  raudo  vuelo 
Atrás  el  sol  dejaba  purpurino. 
La  huella  esplendorosa  del  camino 

Que  en  los  aires  siguió. 
En  medio  á  los  celajes  indecisos 
Que  vagan  en  los  rayos  de  la  aurora, 
Yo  vi  que  la  visión  encantadora 

En  el  cielo  se  luindió  ! 


Sueños,  t|uimeras  de  dorado  nombre, 

Que  pasan  luego  con  la  estéril  vida; 

He  ac]uí  tan  solo  cuanto  puede  el  hombre 

Llamar  felicidad.  •.  . 
No  preguntéis  si  el  mundo  en  su  misterio 
yVborta  alguna  vez  esas  visiones.  .  .  . 
¡  El  mundo. . . . !  Es  un  pesado  cautiverio 

De  triste   realidad. 

Maraciubo,  Enero  i  ;  de   iS;j.. 


£L  ÁNGEL  D£  LOS  ANTEOJOS. 


EMPIEZA   EL  CUENTO 

¿QUIF..N  es  a(.[uel  que  el  paso  lento  mueve 
Sobre  el  collado,  el  monte  y  la  colina. 
Que  á  sus  espaldas  gélidas  de  nieve 
Carga  una  alforja,  como  faja  leve 
Con  polvos  de.  la  Madre  Celestina? 

;Que  los  bribones  por   doquiera  cuenta, 

Y  en  su  mente,  con  tétricos  renglones, 
Porque  no  se  le  olviden  los  asienta, 

Y  los  aoja  y  mima  y  los  contenta 

Y  les  hace  ohidar  que    son  bribones? 
>  

¿Quién  el  que  apercibido  ala  pelea 
Desciende  y  grita  \-  pavoroso  zumba?.  .  . . 


^  Preñada  en  tempestades  le  rodea 
!  Negra  nube  tonante, 

De  sus  secas  mamilas 

Lentamente    gotea, 

Como  los  fuegos  patrios  de  la   tumba, 

Un  fuego  Coruscante 

P21  brillo  sin  igual  de  sus  pupilas 
'  Es  el  vivo  reflejo  de  una  lanza  : 

.Su  voz  es  de  un  clarín  en    la  pelea 

Y  mientras  más  vocea,  más  voce.a. 

; Quién  aquel  c|ue  en  las  cañas  y  los  toros 
'Ufano,  como  nuncio  de   venganza, 
i  En  judíos  y  moros, 
■^  Agita  de  repente, 


172 


CUENTOS   FANTÁSTICOS. 


Armados  con  colmillos  de  serpiente, 
Un  número  infinito  de  tramojos  ? 
Quién,  sino  el  querubín  de  los  anteojos? 

ARENGA. 

Sonó  su  voz  "Bribones, 

Mirad  aquí  los  dones, 

Los  duros  instrumentos 

Que  traigo  de  los  cerros  : 

Son  tramojos  de  perros ; 

Pero  sirven  también  á  los  jumentos. 

Con  cien  mil  socaliñas,  á  mansalva, 

Sirviéndoos  la  ocasión,  cjue  es  fea  y  calva, 

Sin  conciencia  ni  susto 

Disteis  por  norma  con  baldón  eterno 

La  ley  de  vuestro  gusto, 

Que  es  la  ley  espantosa  del  infierno. 

Dejasteis  morir  de  hambre 

Al  compás  de  las  flautas  y  los  pitos, 

Al  soldado  infeliz  ....  De  pebre  y  fiambre 

En  tanto  andabais  todos 

Satisfec4ios  y  ahitos 

Regoldando  beodos .... 

Cada  cual  de  vosotros  fué  un  tirano, 

Que  se  acordó  tan  solo  del  hermano 

Los  dias  de  esquileo. 

Para  arrancarle  alegres,  según  creo, 

Si  no  el  vellón  con  artes  y    con  mafias. 

El  alma  y  las  entrañas. 

Cada  cual  de  vosotros  fué  una  criba 

De  las  bolsas  agenas 

A  vuestras  bolsas  llenas, 

Sobre  la  carne  \'iva 

Cada  cual  de  vosotros  fué    un  tarugo  ; 

Y  hasta  en  el  seno  fiel 'de  la  conciencia 
Cada  cual  de  vosotros  fué  un  verdugo 
De  no  vista  insolencia.  . . . 

En  unión  disoluta 
Presentasteis  doquier  el   maridaje, 
Tras  el  social  ultraje, 
De  la  injusticia  }'  de  la  fuerza  bruta. 
Grandes  fuisteis  tan  solo  en  atropellos. 
Llegando  vuestras  uñas  a  lo  chino 
A  romper,  por  buscar  el   macuquino, 
De  las  iras  de  dios  los  siete  sellos. 
Llegó  el  instante  de  crujir  de  dientes. 
Bribones  im'pudentes ; 
El  danzar  es  la  cosa  más  sencilla; 
-  Mas  todo  danzarín  se    desternilla 
Cuando  al  son  de  la  música  se  suelta 

Y  deja  en  la  jugada  de   ser  mingo. 
Para  hacer  el  respingo 

Y  poder  dar  la  vuelta. 

Si  olvidasteis  por  fin,  almas  de  roble, 
(Pomo  decir  de  cántaro  de  destayo) 
Que  ajusta  Dios  los  crímenes  por  a'flo, 

Y  hace  el  balance  por  partida  doble  ; 
He  aquí  que  vengo  ahora. 

Desde  esos  valladares  revolando, 
A  pediros  al  fin  burla  burlando 
La  cuenta  aterradora 


Dijo,  y  las  cejas  inclinó  cerúleas 
El  querubín  de  anteojos  : 
Ajitó  los  tramojos, 

Y  en  las  orejas  de  titán  hercúleas. 
Como  vedija  hirzuta  se  erizaron 
Los  cabellos  divinos  ; 

Después.  . .  .en  su  cabeza  reventaron 
Excelsos  remolinos 

Y  retembló  el  inmenso 

Olimpo  en  nubes  de  oloroso  incienso. 

MIRADA  RETROSPECTIVA, 

Y  bien  lector  amigo,  si  en  mi  vario 
Charlar,  golpes  no  sacas  ni  rasguño, 

Y  te  gusta  por  ser  estrafalario 

Mi  extraño  querubín  de  nuevo  cuño  ; 

Sigamos  con  la   broma, 

Que  si  el  S'eñorSan  Pedro, 

Como  dicen,  se  está  muí  bien  en  Roma, 

Yo  siguiendo  mi  cuento  no  me  arredro. 

Pero  andemos  despacio 

Y  hagamos  una  rueda, 

Para  tomar  como  decia  Horacio 

Esta  gran  quisicosa. 

Desde  el  huevo  de  Leda 

Aquella  que  de  Tíndaro  fué  esposa 

En  tiempos  ante-Iiistóricos 

Más  allá  de  los  tiempos  de  los  dóricos, 

Más  allá  de  Anfión,  Lino'  y  Orfeo, 

Más  allá,  más  allá  de  Prometeo ; 

En  fin,  aunque  sin  prueba 

Fijo  el  tiempo  preciso, 

Cuando  el  bucüri  tle^Adan  gozó  con    Eva 

La  dulcísima  paz  del  paraíso. 
I  Un  este  tiempo,   pues  tan  sin  dolores 
i  Los  gayos  ¡pajaritos  cantadores 
j  La  dieron  á  porfía 
j  Por  beberse  á  la  luz  del  nuevo  día 
■  Las  lágrimas  nocturnas  de  las  flores. 
!  No  es  fuera  de  propósito  ni  ajeno 
j  Decir  aquí  lo  qae  tal  vez  no  alabo, 

Y  es  que  la  creación  de  cabo  á  rabo 

i  Entonce  hablaba  mucho  y   de   lo  bueno. 
Pues  bien,  las  flores  gualdas 
Empa])ando  en  fragancia  pura  y  nue\'a 
Las  espléndidas  faldas 
Se  quejaron  á  Eva  ; 

Y  como  nuestra  madre  nuii  sencilla 
Charlaba  á  maravilla. 

Se  impuso  de  la  ciueja  de   las  flores 

Contra  los    pajaritos   cantadores. 

"Vuestro  ruego,  esclamó,  no  será  vano, 
i  Yo  fallaré  en  conciencia  : 

Dejad  caer  en   misinicstra  mano. 
I  Una  gota  de  esencia  ; 
j  En  la  diestra  otra  gota  ele  rocío 

Echadme,  bellas  llores; 

Y  ahora,  dijo  sonriendo,  yo  confío 
1  En    que  los  pajaritos  cantadores 

No  se  podran  beber  impunemente 
De  vosotros  la  lágrima  doliente.  " 
¿Mu.sa,  canta  tu  ahora  en  vos  sonante 


CUANTOS   FANTÁSTICOS. 


VFc 


Lo  que  pasó  al  instante  ; 

Y  fué  que  sacudiendo  con  donaire 

(  Por  si  acaso,    lector,  no  lo  presumes  ) 
Las  palmas,  se  juntaron  en  el  aire 
Lágrimas  y  perfumes. 
Surjió  de  aquel  ambiente  de  improviso 
Un  bello  querubín  batiendo  el  ala, 

Y  en  todo  el  paraíso 
Se  dijo  á  boca  llena, 

Que  era  señal  para  las  aves  mala, 
Que  era  señal  para  las  flores  buena. 
Goterin  fué  Jiamado  en    las  praderas 
Por  que  formado  fué  de  dos  goteras  : 
Desde  entonces  sin  quejas  y  sin  gritos 
La  creación  miraba  con  asombro 
Hasta  de  Adán  posados  en    el   hombro 
Muertos  caer  los  lindos  pajaritos. 
Al  fin  se  vino  en  cuenta  cierto  dia 
Que  Goterin  en  cada  flor  ponia 
Unos  polvos  diabólicos, 

Y  así  al  beber  las  lágrimas  que  hurtaban 
Las  aves  rebentaban 

Con  calambres  y  cólicos. 

Cuando  es  mui  grande  un  chasco       ' 

Las  iras  y  el  rencor  se  vuelven  cero, 

Y  el  corazón  atiende  lo  primero 
A    pasar  el  chubasco. 
Viéndose,  pues,  perdido 

El  bando  cantador  de  tumbo  en  tumbo 
Arrió  velas  á  plan,  cambió  de  rumbo 

Y  se  llamó  partido. 
Paz  hubo  y  fué  jurada 
Por  parte  de  las  flores 

Y  efe  los  pajaritos  cantadores  ; 

La  turba  multa  muerta  fué  enterrada. 


NUEVO  EMPLEO  DE     :    ; 

Ya  por  aqueste  tiempo  Adaii 

Con  Eva  en  una  gruta. 

Porque  pasado  entre  los  dos  hab'i 

Aquello  de  la  fruta. 

Quedó  por  tanto  suelto  y  vagabundo 

El  querubin   de  baja, 

Y  se  andaba  á  la  breva  por  el  auindu 
Impelido  doquier  como  una  p;ija. 
Tras  el  ocio  y  las  juntas, 

Con  nuestra  Madre  ál  fin  vino  de  piqu. 

Aprendió  ciertas  puntas 

Que  en  vez  de  ser  de  sándalo 

Eran   de  /'(r/<>  d  piaur 

Ribeteadas  de  escándalo. 

Ya  del  pecado  reo 

El  queritl)in  se  fue  poniendo  feo, 

Y  calvo  y  legañoso 

Y  perverso  y  maligno  y  mentiroso  : 
En  suma  se  salió  fuera  de  quicio 

Y  se  cíió  todo  al  vicio. 
Fué  entonces  c[ue  buscando 

El  arcángel  Gabriel  un  contrapcs.i 
/,  la  perversidad  que  iba  mirando, 
Como  el  ratón  al  queso 
Los  varios  corazones ; 


i  Viendo  que  apeñuscados  en  el  cócito 
Estaban  las  diabólicas  legiones, 
Llenas  de  sangre  y  zipa, 
Con  el  flrnie  propósito 
De  seguir  en  el  mundo  con  gran  celo 
V.'ñ.  jarana  perdida  de  chiripa 

,  A  las  puertas  del  ciclo  : 
.Sabiendo  que  lo  bueno  en  punto  á  malo 
Es  la  cuña  infernal  del  miJmo  palo  ; 
A  Goterin  buscó  ;-su  diligencia 
Vana  no  tué,  pues  le  encontró  mollino, 
Como  se  alcanza  á  ver  una  Excelencia, 
O  jumento  ó  pollino. 
Que  perdido  el  albur  se  queda  en  babia 
Sin  hallar  que  decir   roja  de  rabia 
"Goterin,  exclamó,  mal  criatura 
Tiempo  ha  qu9  te  buscaba  á  las  volandas. 
;  Hasta  cuando  serás  cabeza  dura  ? 
¿Nunca  podrán  .saciarse  tus  deseos? 

'  De  noche  en  las  parrandas, 

:  De  dia  en    los  bureos  ; 
i^No  te  avergüenza  ver  tanto  hijo  dalgo? 
Siquiera  con  jas  manos  haciendo  algo? 

,  Esa  existencia,  en  suma, 
;  Xo  te  fastidia,  al  cabo,  no  te  abruma? 


\  liii.L..-.,  j.'ii^.-,  noy  te  traigo  un  buen  oficio, 
1  Que  necesita  flema  y  mucho  juicio. 

El  negocio  no  es  mió,  ni  es  de  broma, 

l\iesque  tiene  su  origen  donde  canta, 

Aletea  y  escava  y  se  lex-anta 

El  crestifero  gallo  de  Mahoma. 

No  ignoras,  (ioterin,  que  con  agravio 

De  la  ciencia,  se  abusa  * 

!  Del  saber,  pues  hay  picaro  tan  sabio, 
I  Que  abre  escuela  doquier  de  ciencia  infusa. 
¡  Estos  grandes  señores 

:  Por  que  sus  obras  van  dictando  en  Cascaras 
!  Sin  togas  y  sin  máscaras 
;  Se  llaman  dictadores. 
\  Pues  bien,  tal  como, te  hablo, 
I  Se  supone  c[iie  el  dulce  de  rnaincvcs, 
\  .Según  afirma  el  diablo. 
I  Les  da  valor  para  evadir  las  leyes, 
I  Les  aclarar^el  chirumen, 
;  Y  les  aguza  el  numen 
i  Hasta  tener  llorando  al  diablo  mismo, 
i  Que   en  fuerza  del  saber  ó  del  cinismo, 
I  O  de  las  circunstancias  volanderas, 

O  del  éxito  bueno  en,  las  diablcras, 
I  En  ésos  miserables  ,, 

!  No  .se  cumplen' las  leyes  inmutables 
I  De  acción  y  reacción,  de  risa  y  llanto  ; 
i. -Sí,  !# leyes  (¡ue    en  tanto 
'Los  bribones jlDprímen 
j  AT  Aeblo  que  vencido  en  acechanzas 
I  Brotan  del  mismo  crimen 
:  Castigos,  reacciones  y  venganzas. 
I  Hoy  por  eso,  liijo  mió, 
i  Para  que  no  se  escapen, 
j  Y  los  genios  del  Báratro  sombrío 
y  Con  risas  de  demonio  los  atrapen, 


74 


CUENTOS   F/VNTAS'nCOr: 


En  una  yran  misión  hoi  se  te  nombra. 

Velado  en  humo  y  sombra, 
Como  el  buen  chocolate  en  una  jicaia. 
Te  acercarás  terrífico  á  los  ncncx 
Que  forman  todos  esa  estirpe  picara 
Cargada  de  tesoros  y  de  bienes 
Ganados  en   uñate  : 
■Y  así  como  vapor  de  chocolate, 
Te  subes  el  sus  ojos: 

Y  aunque  estén  por  acaso  en  su  üficina 
l'ones  á  cada  cual  estos  anteojos 

Con  polvos  de  la  Madre   Celestina. 
.líecho  lo  cual  con  lices  y  deslices 
Mientras  supongan  ellos  ver  más  claro, 
Correrán  á  romperse  las  narices 

Y  entrarán  cantandito  por  el  aro. 
Que  nada  les  valdrá  sus  previsiones, 
Ni  su   charlatanismo, 

Ni  su  descaro  vil,  ni  sus  millones. 
Ni  Su  privilegiado  periodismo  ; 
Como  ciegos  al  fin,  traspieses  dando 
En  medio  á  sus  apuros 
li-á  con  ellos  Satanás  cargando, 

Y  ellos  aún  se  juzgarán  seguros  ; 

Mas  como  allá  estarán  llenos  de  enjundia 

Y  en  los  calvos  y  cojos 

Suple  un  tanto  á  la  vista    la^  iracundia, 
Aquí  están,  Goterin,  estos  tramojos, 
Que  yo  para  ese  caso 
He  cortado  en  los  montes  del  parnaso. 

Goterin  lo  escuchi)   sin  hablar  jota. 

Como  lebrel  sumiso  ; 

Pero  creyó  preciso 

Tomar  de  todo  nota. 

Luego  Gabriel  para  salir  de  apuros 

Le  dio,  como  si  fueran  caramelos, 

Ensarta  triple  de  tramojos  duros. 

Púsole  en  la  nariz  con  gestos  trágici..- 

Un  par  de  ti'asparentes  espejuelos 

Misteriosos  y    mágicos. 

bastaba  colocarlos  un  iiistante 

Para  ver  el  carbón  como  diamante, 

Ellos  solos  tenían 

Un  sortilejio  tal,  un  tal  ensalmo 

Que  con  ellos  no  mas   se  mii'arian 

A  las  luces  febeas 

Las  narices  de  á  palmo, 

A  pesar  de  tenerlas   tan. pigmeas. 

En  fin,  Gabriel  velado  por  las  alas 

Le  puso  el    mismo  en  la  dorzal  espina 

Un  maletón  sin  pólvora  ni  balas, 

Pero  lleno,  llenísimo 

De  ese  polvo,  rarísimo  * 

Que  llaman  de  la  Madre  Celestina.  * 

Hecho   lo  cual  los. dos  se  despidieron 

Gabriel  haciendo  rumbo  á  las  mansiones 

Donde  la  paz  se  encierra, 

Goterin  en  demanda  ele  la  tiena 

Buscando  á  los  bribones. 


}  EN  LA   ACTUALIDAD, 

j  Míralo  ahora,  pues,  lector  querido. 

Que  enseñártelo  cjuiero ; 

Hoi  que  ejerce  su  oficio  muí  cumplido 

El  querubín  de  anteojos    parrandero. 

Con  los  años  se  ha  puesto 
!  Rollizo   y   mofletudo  : 
!  La  boca  es  un  repliegue  con  un  jesto 

El  repliegue  es  un  nudo: 

Entre  dos  cuencas  sus  pupilas  lucen, 

Y  sus  pestañas  canas 

Dentro  de  las  pupilas  se   introducen 
Hasta  dejar  caer  como  almendrones 
Por  sus  rojas  mejillas  cual  manzanas 
Dos  blancos  lagrimones  : 
Sus  orejas  son  grandes  ; 

Y  así  como  la  fiera  de  los  Andes, 
Son  sus  fuerzas  hercúleas, 

Ronca  es  su  voz  y  cavernosa  y  hueca, 

Y  por  sus  cejas  tiesas  y  cerúleas 
I  Se  dibuja  una  mueca, 

i  Que  ya  es  la  luz  de  un  cirio  que  se  apaga 

O  el  nervioso  temblor  de  vieja   llaga  : 

No  obstante  su  volumen, 

¿  Creéis,  lector,  que  al  querubín  le  abrumen 
'  .Sus  seismil  primaveras  ? 

Ni  por  esas  lector — siempre  á  la  pista 

Por  cerros  y  laderas, 

Ya  se  lo  lleva  el  viento  como  arista, 

O  descendiendo  de  las  nubes,  ágil. 

Parece  pluma  frágil  ; 

En  fin  tras  mil  antojos, 

Apesar  del  abdomen  que  es  un  piélago 

Sube  y  baja  cargado   de  tramojos, 

Y  se  basta  á  sí  mismo, 
Manejando  sus  alas  de  murciélago 
Más  negras  que  el   abismo. 

Yo  conocí  un  muchacho  cocinero 
Que  cierto  dia  sazonando  su  olla. 
El  fandanguillo  oyó,  perdió   la  cholla 

Y  se  metió  sin  más  á  maromero. 
El  mozo  era  un   martirio 

Para  el  viejo   maestro. 
Pues  la  afición  de  aquel  era  un  delirio 
Saltando  siempre  sin  hallarse  diestro. 
Luego  que  el  mozo  entraba   en  el  establo 
De   la  tesada  cuerda,   su   deseo 
Parece  que  avivaba  el  mismo  diablo 

Y  alcanzaba  la  cuerda  de  un  boleo.  ' 
Tal  era  su  pujanza, 

Que  sin  más  moriscjucta. 

Hubo  vez  que  saltara  sin  balanza 

Hasta  coger  la  opuesta  tijereta. 

"Hijo  infernal  de  Satanás  con  faldas, 

Tú  harás  al  fin  que  la  cabeza  pierda. 

Vuélvete  atrás,  mas  vuélvete  de  espaldas.  .  . 

Sin  brincos  has  de  andar  toda  la  cuerda." 

Así  con  votos  mil  le  reprendía 

El  maestro   funámbulo, 

Y  paso  á  paso  el  galopín  volvía 
f  Al  punto  de  su  preámbulo. 


CUENXOS  fantásticoí: 


75 


Pues  bien !  Con  diez  mil  truenos  ! 

Hoy  me  ha  pasado  á  mí  ni  más  ni  menos 

Que  al  brincador  muchacho  de   cocina: 

A¡  empezar  mi  historia  peregrina 

Di  un  brico  como  aquel.    <>  como  un  potro 

A  silla  no   avezado. 

Y  me  encontré  en    un  triz  de  un  punto  á 
Con  mucho  adelantado 
Mas,  lector,  ya  lo  has  visto  : 
He  vuelto  paso  á  pasoá  la  tijera 

Y  esto  me  cuesta  lo  de  Dios  es  Cristo. 
Ya  me  parece  oir  al  de  maroma 
Maestro  general :  "Si   consintiera 


^El  arteen  brincos,  gritará,  muy  muchos 

i  Artistas  íuuran  según  son  de  goma 

'  IIombre.s,  ''embras,  mochuelos  y  avechuchos 

Como  quiera  quesea, 
'  Empatemos  el  cuento  sin  enojos 
I  Buscando  al  querubín  de  los  anteojos, 
i  oti-o  I  En  el  instp.nte  aquel   que  centellea 
I  Su  terrible    mirada .... 
¡Aun  tiemblan  del  Olimpo  los  salones 
!  Cuando  como  argentina  clarinada, 
'  Ala  oreja  de  todos  los  bribones 

La  filípica  llega 
f  Del    querubín  talega. 


}^SmB  |1BI1 


SONETO. 

ESCRITO    AL  PIE  DEL   RETRATO  DE    BOLÍVAR, 

en  la  gran  fiesta  qne  celebra  á  su  raemoria  el  General  Venancio  Pulg,ar 
el  28  de  Octubre  de  1872. 


HELO  allí !  como  el  sol  que  ardiente  gira} 
Centro  de  luz,  en  la  infinita  esfera, 
La  patria  en  su  entusiasmo  lo  venera 
Con  alto  acento  y  resonante  lira. 

Jamas   su  gloria  con  el  tiempo  espira,  ' 

Ni  hai  que  pensar  que  con  el  tiempo  muera    \ 
El  pueblo  que  sostiene  su  bandera 
De  lil)erta(l,  ciue  el  \'icjo  .Mumlo  admir  -, 


Salve  líolívar!  Tu   inmortal    ejemplo 
En  más  de  un  noble  corazón,  fecundo 
Será  para  la  América.     En  el  templo 

Déla  fama,  un  zuliano  sin  segundo, 
El  ínclito  Pulgar,  graba  su  histori.i 
De  juventud,  valor,  martirio  y  gloria. 


CANGION  PATRIÓTICA. 

Para  el  19  de  Abril  de  1852, 


CORO. 

LA  nación  en  magnífico  di.i 
Cc)nqu¡stó  su  divina  igualdad  ; 
Ciloria,  gloria,  doquiera  se  oia, 
Libertad,  libertad,  liBertad. 


Como  es  grande  ese  grito  profundo, 
Que  estremece  de  espanto  la  tierra, 
Como  es  grande  ese  grito  de  guerra 
De  esterminio  horrorosa    seflal. 


A  su  voz  calla  el  aura  apacible, 
Enmudece  la  Paz  bicnheclior.-i ; 
Y  en  feriiz  holocausto  se  inqilora 
i"-  l.i  muerte  e!  imperio   fatal. 


176 


POESÍAS  PATRIÓTICAS. 


El  valiente  no  tiembla  ;  es  entonces 

Que  su  frente  altanera  levanta 

Y  sus  triunfos  magníficos  canta 

Llena  el  alma  de  gloria  de  honor. 

Es  entonces  que  en  charcas  de  sangi'e 

Hunde  el  fiero  titano  su  frente, 

Es  entonces  que  el  pueblo  es  potente, 

Es  entonces  que  el  pueblo  es  señor. 


Y  esa  fué  la  divisa  tremenda 

Que  del  viento  al  horrísono  embate 
Prolongaba  el    furor  del  combate, 
En  horrible  implacable  tezon. 
Ni  la  noche  al  mortífero' espanto 
Daba  tregua  en  sus  sombras  inerte  ; 
Guerra,  guerra,  clamaba  la    muerte, 

Y  mil  vidas  cegaba  el   cañón. 


Patria  mía,   tus  hijos  supieron 
El  de  Abril  diez  y  nueve  bendito, 
Levantar  ese  férvido  grito 
Que  auguraba  un  feliz  porvenir. 
A  la  luz  del  espléndido  cielo 
Tus  antiguos  caílones  hollaron  ; 
Y  en  presencia  del  mundo  juraron 
Por  la  patria  vencer    ó  morir. 


Salve,  oh  patria  !  cpie  altiva  pudiste 
Conquistar  los  derechos  sagrados  ; 
Tus  ultrajes  han  sido  vengados. 
La  victoria  corona  tu  sien. 
Que  la  paz  protectora  del  hombre 
Hora  esparza  sus  frutos  divinos, 

Y  te  aliente  á    tus  grandes  destinos 

Y  á  la  unión  de  tus  hijos  tanibicn. 


HIMMO  A  BOLÍVAR. 


CORO. 

Genio  de  luz  fecundo, 
De  estirpe  celestial. 
¡  Liberl;u!or  de  un  mundo  ! 
Tu  nombre  es  in.mortal. 


Sólo  el  Genio  columbra  altanero 
Ese  sol  de  feliz  esperanza  : 
Sólo  el  Genio  á  la  gloria  se  lanza 
Y  los  pueblos  le  siguen  en  pos. 
Faz  á  faz  con  lo  grande  y  sublime 
Sólo  el  Genio  levanta  su  \'uelo  ; 
Ángel  fuerte  caído  de!  cielo 
El  pretende  \"olar  liasta  Dios. 


Tú  Bolívar,  Titán  de  la  tierra. 

Fuiste  un  Genio  sediento  de  gloria. 

¿  Quién  más  grande  que  tú  ?     La  ^  ici'oria 

Te  ciñó   su  laurel   inmortal. 

Fué  tu  voz  como  el  trueno   espantoso 

•Que  inflamado  en  la  nube  revienta  ; 

P'ué  tu  voz  como  voz  de  tormenta 

En  los  senos  nrofundos  del  mar. 


Hacia  tí  gravitaron  entonces      _   - 
Los  misterios  de  un  grande  destino, 
Y  tu  carro  siguió  su    camino 
Por  clmuncVo  infeliz  de  Colon. 
Altos  hechos,  grandiosas  azañas. 
Realizaste,    Bolívar,  doquiera. 
Vué  Colombia.  .  .  .y  brilló   tu  bandera 
Más  allá  de  la   tierra  del  Sol. 


;  ¿Quién  más  grande  que  tú?  Los  valientes 

]  ímitarte'procuran  en    vano. 

j  ¡  Salve,  oh  Genio,  de  luz  soberano  ! 

:  I'ara  tí    celestial   bendición. 

,Si  en  tu  vida  salvastcs  un  mundo, 
Y  le  distes  un  nombre,  una  historia, 

\  En  tu  muerte  es  tu  sola  memoria 

i  De  la  patria   inmortal  paladión.     . 

yMaracaibo,    Octubre  28  de    1855. 


A  LOS  YENEZOLAMOS. 

Con  motivo  del  Woqneo  de  nuestras  costas  por'  las  fuerzas  inglesas  y  francesas. 


¿No  veis  bajoesas  nubes  plomizas,  cenicientas,!  No  veis  q'yase  acercan?  Qiieajitan  sus  banderas? 


Terríficas  los  vientos    haciendo   retumoar, 
Fantasmas  que  parecen  evocan  las  tormentas 
La  frente  allá  en  el  cielo,  los  pies  allá  en  el  mar? 


Que  en  realidad  se  cambia  la  tétrica  ilusión  ? 

.   t 
No  veis  que  son  ¡oh  rabia!  las  quillas  extranjeras. 

i>Que   vogai,í  impelidas  del  rápido  aquilón? 


CUENTOS   FANTÁSTICOS. 


177 


Adonde  van?   Sabedlo,   si  lleno  de  corage, 
Su  afrenta  puede  el  hombre  saberla  sin  morir.  .  . 
Será  mi  voz  cual  trueno!  Después  dt  tanto  ultraje 
;  Oué  vale  el  miserable  deseo   de  vi\"ir  ? 


i  Sí,  sí,  que  para  libres  el  mundo  viene    estrech 
¡  Alerta  ciudadanos ..-..!  ¡  Arriba  juventud . . . .  • 
¡Marchemos!  ¡A  las  armas!  Con  brios  en  el  pecho 
Jamas  sufrirse  puede  la  infame  esclavitud. 


Los  mismos  q'  famélicos, distantes  de  sus  Re\-es  ¡  Resuenen  las  montaftas  al  grito  que   le  arranca: 
Encuentran  aquí  amparo,   riquezas  y  quietud,    |  Del  pecho  es\:remecido   febril  indignación. 
Lqs  mismos  protejidos  por  códigos  y  le\'cs,      ;  ¡Eh  no  tenemos  naves..!  Nos  basta  el  arma  blanca 
Los  mismos  que  nos  deben  amor  y  gratitud  ;      '  Teniendo  cual   tenemos  aliento  y  corazón. 

Pretenden,  con  escarnio  de  la  conciencia  pública,  i  Votémosnos  altivos  al  grande  sacrificio, 
Protervos,    dividirnos;  insultan  ¡   por  Satán!    i  Muramos  como  muere   peleando  el   gladiador' 
Los  fueros  de  la  patria:  deprimen  la  República...   Y  fallará  la  historia,  tras  su  inmutable  juicio, 


¡Y  pisan  nuestras  plaj'as!  y  comen  nuestro  pan.. 

Nos  tienen  por  imbéciles  }■  quieren  espantarnos: 
Por  débiles  nos  tienen  }•    ostentan   su  poder; 
Sin  alcanzar  que  un  dia  podemos  irritarnos 
Hasta  morir  matando,  matando  por  doquier. 

He  aquí  por  qué  de  Europa  fortísimos  bajeles 
Ocupan  nuestras  aguas,  dominan  nuestra  mar. . 
¡  La  Francia  y  la  Inglaterra!  ¡Magníficos  laureles 
Sin  duda   á  Venezuela  venis  á  conquistar  ! 

Pues  lo  sabéis  ahora,  ¿Qué  haréis,  decid  vosotros. 
En  el  común   peligro?  si  amáis  la  libertad, 
¡  Unios !  abrazaos  los  unos  á  los  otros.  . . . ! 
Y  ¡  al  arma  I  en  las  llanuras  coléricos  tocad .... 


Y  llenará  de  oprobio  la  faz  del  vencedor. 

Sí,  sí,  para  los  libres  la  muerte  es  un  alarde 
De  gloria,  de  heroísmo,   de  aliento  y  corazón. 
Contémosnos..!  La  patria  no  tiene  ni  un  cobarde! 
¡  Las  víctimas  !  ¡  En  masa  es  toda  la  nación . . . . ! 

Bolívar,  á  tu  nombre,  salud  !  La  sangre  nuestra 
Empapará  en   ofrenda  tu  losa  sepulcral ;  ' 

Y  acaso  se  levante  de  súbito,  siniestra. 
Con  pavoroso  estruendo  tu  sombra  colosal, 

i  Entonces...!  Bien  seguros  están  los  miserables. 
Que  el  Héroe  de  Colombiano  se  levanta  en  pos 
Del  extrangero  insulto!  Marchemos!  Inmutables 
Son  siempre  los  destinos  que  nos  reserva  Dios. 

La  Cruaira,  Agosto  4  de  1858. 


A  LA  MEMORIA 

de  mi  noble  amigo  el  Mariscal  Juan  C.  Falcon 


MI  corazón  con  tu  funesta  suerte 
Viviendo  va  infeliz;   que  es  tu  memoria 
A.stro  en  el  cielo  de  la  patria  historia 
Entre  las  sombras  de  la  eterna  muerte. 

¿A  qué  sobre  tu  lápida  ofrecerte 
Coronas  y  laureles   de  victoria. 
Si   el  numen  n   la   cifra  de  tu  gloria 
Fué  la  excelsa  bondad  de  un  alma  fuerte?     y  Mayo  i^  de   1874. 


Lágrimas  !  Solo  lágrimas  el  hombre 
Darte  debe  en  silencio.    Es  una  ofrenda 
Digna  de  Venezuela  y  de  tu  nombre. 

¡  Oh.  noble  amigo  !  Que  jamás  descienda 
A  esta  tumba  el  olvido,  donde  ahora 
El  alma  mia  á  tu  recuerdo  llora. 


A  LA  MEMORIA  DE  ÜN  HÉROE. 


DEL  pacífico  mar  sobre  el  abismo. 
Como  el  dios  que  lo  calma  y  lo  enfurece. 
En  la  piopa  del  Huáscar  aparece 
Un    adalid    radiante   de  heroísmo. 

Grau  quiere  cumplir  consigo  mismo 
Muriendo  por  la  patria   que  enaltece, 
Y  en  sacrificio  ¡mpá\ido  se   ofrece. . . . 
Sentimiento  inmortal  del  patriotismo  ! 


La  escuadra  del  chileno  le  rodea 
A  fuero  de  venganza,  en  pos  de  gloria; 
Que  su  enemigo  es  grande  entre  los  grandes. 

Retruena  el  bronce,  el  fuego  centellea  ; 
Y  un  nuevo  semidiós  en  nuestra  historia 
La  espada  del  Perú  graba  en  los  Andes. 

[  Maracaibo,  Noviembre  19  de  1879. 


178 


CUENTOS  FANTÁSTICOS. 


A  LA  GUERRA  DEL  ORIENTE. 


NO  fué  fábula  oscura    esa  increíble 
Guerra  de  los  titane^. — Loco  anhelo 
Era  el  intento  de   escalar  el   cielo ; 
Pero  escalado  fué  :  no  era  imposible. 

Hoi  es  mayor  la  gloria,  más  temible 
La  empresa  poderosa.  .  .  .tiembla  el  suelo 
Que  el  Euxino  rodea  y  sani^re  y  duelo 
Contempla  el  mundo  con  afán  terrible. 


Tal  es  la  noble  guerra  del  Oriente, 
Horizonte  sin  fin  en   cuya    sombra 
Alta  la  voz  del  porvenir  retumba. 

Allí  lidia  el  britano  omnipotente, 
Allí  la  Galla  al  universo  asombra, 
El  despotismo    allí   ca\'a  su  tumba. 


A  LA  SOCIEDAD  AUXILIADORA  DE  CUBA  LIBRE. 


NO  de  mi  patria  callarán  las  liras 
En  honra  á  Cuba  que  inmortal  pelea. 
Como  el  león  soberbio  de  Numidia 
Rabioso  muere  en  la  sangrienta  arena. 

¿Quién  cerrará  su  corazón  al  grito 
De  la  orfandad  que  sobre  Cuba  pesa? 
No  serán  ¡vive  Dios  !    los  nobles  hijos 
Que  el  mar  Caribe  por  sus  ondas  lle\'a. 

Mi  patria  que  hoi  feliz  su  nombre  ilustra 

Y  levanta  á  los  cielos  su  bandera, 
Pasó  también  por  el  dolor  de  Cuba, 
y  a!  verla  hoi  triste  su  dolor  recuerda  ; 

Corramos  al  altar  de  la  esperanza, 
Que  es  el  mimen  magnífico  de  América 

Y  al  resplandor  de  la  piedad  del  alma 

En  él   pongamos  nuestra  himiilde  ofrenda. 


¡Auxilio  al  desamparo  !   De  los  tristes 
Enjuguemos  las  lágrimas. — Que  sean 
Nuestros  votos  por  Cuba,  como  el  tinibre 
De  una  plegaria  que  hasta  Dios  se  eleva ! 

;  Qué  homenaje,  que  gloria,  qué  holocausto? 
Más  dignos  de  dolor  verá  la  tierra 
Que  gritarle  á  ese  pueblo  infortunado 
i  Resiste  hasta  morir,  bendito  seas  ! 

i  Morir!  jamás  !    Derecho  que  se  pide 
Con  el  valor  de    la  justicia  eterna 
■  En   realidad  con\'iertc  lo  imposible 
¡  Porque  á  su  lado  est;i  la  Providencia  ! 

Por  eso  aquí  no  callarán  las  liras 
En  honra  á  Cuba  que  inmortal  pelea. 


Esperad  }"  veréis  ....  I 
Coronará  la  frente  de   esa 
Febrero  26  de  1877. 


a  gloria  misma 
Reina. 


RIMAS,  A  LOS  CUBANOS. 


NO   el  alto  ejemplo  se  hundirá  mañana 

Al  ruido  de  las  olas. 
De  esa  nueva  hecatombe   colombiana 

En  playas  espaflolas. 

Estallará  la  nube  de  tormenta 

Terrífica  y  sombría 
Y  pedirá  al  Sefior  estrecha  cuenta 

De  tanta  alevosía 

Dejad  que  el  crimen  en  las  alas  suba 
De  la  fortuna  instable', 

La  libertad  maldice  sobre  Cuba 
A  tanto  miserable 


¿  Que  pueblo  habrá  culpable  si  se  lanza. 
Desnudo  el  ancho  .pecho, 


Con  la  rabia  á  morir  de  la  venganza 
En  pro  de    su  derecho? 

Mi  patria  así  lucho;  lucha  ho\-    lo  mismo 

La   solitaria  estrella : 
Si  no  la  saca  á  salvo  su  heroísmo, 

j  Ai  de  Cuba  la  bella]       ,      . 

'Que  el  lábaro  inmortal  de  su  grandeza. 
En  las   tierras  distantes, 

De  monopolio  sirve  á  la  vileza 

De  extraños  comerciantes. 

¡  Rei)úblicas  heroicas  !  Cuba  encierra 

El  porvenir  fecundo. 
La  justicia,  el  derecho  de  la  tierra,  . 

La  libertad  del  mundo. 


CUENTOS   FAHTÁSTteOS; 


79 


Si  en  América  el  viejo  despotismo 
Aun  bate  sus  banderas,  .. 

Arrojemos  cual  piedra  al  negro  abismo 
A  esa  raza  de  fieras. 

¡  A  Cuba,  pues  !  con  nuestra  bra\a  gente 
No  liav  inmoble  muralla: 


Vuestros  hijos  lanzad  como  un  torrente 
A\  campo  'de  Batalla. 

Colombia  la  primera  os    dio  el  ejemplo 
Para  elfe  etprna  palma, 

Y  estas  rimas  cantadas  en  el  templo 
Solitario  de  mi  alma. 


¿QÜEHAYDE  NUEVO? 

Escrita  para  la  tertulia  de  la  botica  de  Diana, 


i  I"'UE(jU   de  Dios  !  y  me  abrase 
El  veneno  de  una  víbora, 
O  medio  á  medio  me  envase 
Tor\'a  alimaña  carnívora, 
.Si  yo  á  repetir  me  atrevo 
La  vulgarísima  frase : 

¿Que  ha\-  de  nue\o  ? 

Salgo  al  trote- de  una  Junta 
Oyendo  la  trompa  bélica, 

Y  una  mamá    que  despunta 
Por  setenta . . . . ( doña  Angélica) 
Me  hace  parar  como  el  huevo 
De  Colon,  y  me  pregunta: 

¿Quéhav   de  nuevo? 

Sin  responder  me  desvío 
De  aquella  estantigua  ascética; 
l'ero  ¡  amp;'irame,  Dios  niio  ! 
.Se  me  aboca  la  poética 
Juanita  de   Cumarebo 
I, a  cual  me  dice  :  '\]ucrio. 

;Qué  hay  de  nue^o?" 

Apuro,  doblo  la  esquina. 
Como  un  muñeco    mecánico, 

Y  me  cuelo.  .  .  .en  mi  oficina  ; 
Mas  ¡  oh  percance  satánico  ! 
ün  comerciante  de  cebo 
Ke\ienta  allí  como  mina 

;  Qué  hay   de  nuevo? 

— ; Qué  sé  \o  !  Respondo  en  prosa. 
— Cómo  I  ¡  ün  empleado!  ¡  Magnífico., 
;  No  sabe  usted  que  la   cosa 
Lleva  un  aspecto  tristísim'o? 
Ignora  (y  yo  no  lo  apruebo] 


Esa  noticia   espantosa 

¿Qué hay  de  nuevo? 

— Nada  sé,  me    ocupo, solo  .... 
-  Ilombre,  usted  vive  en  Gangárlda, 
Pues  me  lo  ha  dicho  Manolo, 
Zamora  está  en  CaiJatiirida.  .  .  . 
— Jamás  de  bolas  me  llevo  ; 
— Mas  aquí  llega  Hartólo: 

¿Qué  hay  de  nuevo? 

— Señores  :  yo-soy  un  hombre 
Muy  ocupado  y  muy  plácido  ; 
Pero  no  habrá  quien  me  asombre 
Hay  un  nnintii,  nniruii  ácido, 
Que  ;i    ustedes  decirle  debo 
Zamora.  .  .  . 

— ¡  Chis  !  no  lo    nombre  .  , . , 
¿  Si  esto  es  nuevo  ? 

— Mentiras.  .  . . 

— Uf! 

— Patarata ! 
■ — .Sin  ese  aspecto  sardónico 
Uiga  usted  lo  que  relata  : 
— Pues  yo  sin  .<5er  tan  pirrónico 
.Soy  cuarto  que  no  me  lluevo.  .  . . 
— Pero  al  cabo,  ¿qué  hay  en  plata? 
—  Mucho  )'  nuevo. 

Dice  el  hijo  de  Atanacia, 
La  que  vende  café  mójido  .... 
-  -¿Que  usted  su   manía  sacia 
Hablando  como'un  estólido? 
--;  Hombre,  poi-  Dios! 

■  — Lo  relevo 
De  la  historia. 


180 


LETRILLAS. 


— La  desgracia 
Que  hay  de  nuevo, 

La  sé,  cual  lo  tengo  diclio, 
Por  el  hijo 

— De  don  Cólico 
Hermano  de  cierto  viclio 
Que  se  llama  don  Bartólico, 
¿  No  es  verdad  ? 

— ¡ Juro  por  Febo! 


J a»-o « o-  ja 


ja- 


Raro  capricho ! 
— Cuento   nuevo ! 

. ' — Caballero  ! 

— Caballero ! 
Buflamaqui  dice .... 

— Cascara .  . . . ! 
No  lo  creí  tan  payaso, 
Señor  don  Bartolo  máscara. 
—Me  insulta   usted ....  si  me  muevo  ! 
— Allons  cufarits  y   habrá  un  caso 
Muy  más  nuevo. 

— ¡Auxilio!  ¿No  hay  quien  influya 
En  hombres  que  están  matándose? 
■ — Ganando  un  sueldo  y .... ! 

— Concluya ! 
— Sí,-señor,  y  federándose. 

—Ja ja ja 

— ¡  Como  no  bebo 
De  tal  agua.  ...  I 

—¿Y  la  aleluya 
-  De  lo  nuevo? 


Diera  asunto  la  jarana 
Para  escribir  dos  opúsculos, 
A  no  llenarse  la  Aduana 
De  personajes  mayúsculos; 
Y  esta  tropa  de  relevo 
Entró  preguntando  ufana: 
¿  Qué   hay  de  nuevo  ? 

Jesús  mío,  Dios  sensible, 
¿  Cómo  (sin  ser  un  cernícalü) 
Podré  sufrir  impasible 
Ese  eterno   ¡  crucifícalo  ! 
Porque  cruz,  y  cruz  de  acebo 
Es  para  mí  ese  terrible, 

Qué  hay  de  nuevo  ? 


Pregunta  monomaniaca, 
Vacía  como  una  jicara, 
Pregunta,  vulgo  matraca, 
De  puro  estólida  picara .... 
De  todo   anciano  y  mancebo 
El  único  loma  y  daca 
Siempre  nuevo. 


Siglos  ha  que  fué  lanzada 
Esa  pregunta  quimérica. 
Y  se  respondió  "no  hay  nada..  . . 
Mas  con  todo  aquí  en  América 
El  vándalo  el  godo  el  suevo 
Gruñen^cnson  de  asonada, 
¿Qué  hay  de  nuevo  ? 

Maracaibo,  Febrero  de  1 86o. 


Con  la  noticia  de  la  Confederación  Colombiana- 


JESUS!  de  contento  lloro 
Ya  viene  el  siglo  de  oro  ; 
¿No  lo  sabéis?  pues  ya  viene: 
Ya  era  tiempo  y  nos    conviene, 
Puesto  que  somos    hermanos.  .  . 
Vamos  á  ser  Colombianos. 
¡  Cuánta  alegría  y  poder  ! 
Miedo  nos  van  á  tener 
Esos  Estados  de  Europa. . . . 
i  Que  vengan  !  haremos  sopa 
Con  agallas  de  tiranos 
\Allons  cnfants,  Colombianos  ! 

Esto  es  si  nos  mueven    guerra 
Pues  por  lo  demás  la  tierra 
Será  un  risueño  'pensil ; 
No  habrá  un  cañón,  ni  un  fusil 
En  los  pueblos  comarcanos.  . . . 
Vamos  á  ser   Colombianos  ! 

Las  zagalas,  los  pastores 
Saborearán  sus  amores 
Como  palomas  caseras ; 


Habrá  verdura  en  las  eras 
De  los  dichosos    villanos 
Que  quieren  ser  Colombianos. 

Habrá  vertientes  de  leche 

Y  del  palo  de  campeche 
Extraerán  cierto  jugo 

Que  ablande    el  pesado  yugo 

A  los  bueyes  dé  los  llanos. 

i  Oh  témpora  !  oh    Colombianos  ! 

Ilabrá  muchos  hombres  ricos, 

Y  tres  presidentes   chicos ; 

O  habrá  un  grande  presidente  ; 
Pues  íoda\'ía   la  gente 
No  sabe    el  plan  de  los  planos 
De  los  nuevos  Colombianos. 
Habrá  papeles  en  blana), 

Y  habrá  papeles  de  banco, 
Cada  papel  con  su  nota 

De  estar  allá  en  bancarrota 
Cojeando  en  j^apeles  \-anos. 
Los  papeles  Colombianos. 


LETRILLAS. 


181 


Esa  especie  de  estrabismo 
Que  llaman  ''militarismo"', 
En  los  pueblos,  de  la  América 
Será  uaa  cosa  quimérica 
Los  tres  pueblos  soberanos 
Son  libres,  son  Colombianos. 

Realizada  tal  idea 

Jíagm'Jica  -ánima  inca 

\  Gloria  á  Dios  en  las  alturas  ! 

Y  aunque  corramos  á  oscuras, 
.} f cien  DIOS  /i/ícsí/-as  umnos 
Yor  no  caer  Colombianos. 

Tendrán  su  aurora  boreal 
Las  islas  del  litoral ; 

Y  al  eco  de  arpas  cólicas 
Se  quemar;ín  las  diabólicas 
Leyes  contra  los  paisanos : 
Pues  qué  ¿  no  son  Colombianos  ? 

La  paciente  Venezuela 
15rillará  como  candela  : 
Los  granadinos  en  masa 
Tendrán  un  rojo  de  brasa, 

Y  hasta  los  ecuatorianos 

Se  harán  chispas,  Colombianos. 


Al  decir  de  cierta  gente 
Será  una  fiesta  imponente. 
Una  farsa  jesuítica, 
L'na  comedia  política. 
Un  drama  con  tres  enanos 

Y  tres  pueblos  Colombianos. 
Colombia  I  sueño  indeciso. 
Añagaza  y  paraíso 

De  los  hijos  de  Bolívar, 
Copa  con  bordes  de  almíbar    - 

Y  fondo  de.  . .  .ciudadanos  ! 
Vivan  hoy  los  Colombianos  ! 
Vivan  sí,  taíi  solo  basta 
Destapar  una  canasta 

De  champaña,  y  luego,  luego 

Canciones,  toros  y ;  fueso  ! 

iiasta  monr. . .  .como  hermanos 
En  los  campos  Colombianos. 
Esto  y  mas,  mediante  el  cálculo 
•De  tanto  sabio  animálculo 
Sacaremos ....  En  resumen 
Mientras  á  Colombia  e.\húmen, 
rvlucrte,  Juicio,  Infierno  y. . .  .guano 
Será  un  todo  Colombiano. 
14  de  Mar'ío    1866 


TODO  EL  AÑO  £S  CARNAVAL. 


MAÑANICAS  de  Febrero, 
Dicen  que  tenéis   chapines 
Para  bailar  el  bolero 
De  parranda. 
¡  Hien  hecho  !.  Que  al  fin  ile  Hüc-. 
Según  Mcseron  y  Aranda, 
Tras  el  nuevo /ÍjV/Vví/, 
"Todo  el  año  es  carnaval." 

¡  Viva  Justo  ¡—¿Por    c^ué  vive?  ' 
— ¡Válgame   Dios!  Vive  Justo 
Porque  ¡¿[fcsttx'al  escribe. 

¡  Bien  pensado ! 
El  se  ha  dé  dar  ese  gusto 
Diciendo  en  papel  picado 
Con  su  pluma  comercial : 
"¡Todo  el  año  es  c.unaval  !" 

Después  de  Juíiío,  ¿quién  diablo 
Vive,  sujeto  á  e.stas  .leyes 
De!  carnavaW— Vi'.-'.-  "^'-.M-^. 

Vive  Alfred:'. 
Y  viven  todos  los  reyes 
(iritando,  á  modo  de  enredo, 
Con  aire  un  tanto  marcial  : 
"  ¡  Todo  el  año  es   carnaval  1  " 

Hijas  risadKi-;    del  Guaiic, 
Vamos,  es  tiempo  de  pesca. 
;  \o  echareis  siquiera  al  aire 
De  una  canil 


La  tinta  carnavalesca? 
.¡  Luz  de  broma  y  de  jaiana  ! 
Si  el  hombre  es  un  animal, 
■"Todo  el  año  es  carnaval." 

— ¡  Tarascas   de  cascarilla  ! 
¿Quién  compra  para  la  fiesta? 
Son  de  tono,   á  maravilla, 

Por  las  calles 
En  Carabas  la. . .  .modesta, 
i  Qué  moños,  Jesús  !  Qué  talles  ! 
l^ara  esa  cepa  inmortal, 
"Todo  el  año  es  carnaval." 

Hasta  las  nueve   del  Pindó 
Se  harán  cruces  del  bureo, 
Y  llevará  de  lo  lindo 

Esas  cruces 
Acuest.ts  el  sexo  feo. 
¡  Nada  de  sombra  !  A  las  luces 
De  ese  gremio  virginal, 
"Todo  el  año  es  carnaval." 

Mu-;a,  si  cantas  confía 

'ki  en  las  bromas  de  Febrero, 

W  ver  Cita  hipermetría 

El  Jurado, 
¡  Qué  cara  me  pondrá!  ....  l'ero 
;  Qué  ¡m]")orta  á  un  enmascarado  ! 
Sigue,  canta,  bien  ó  maL 
"  j  Todo  el  uño  es  carnaval." 


182 


LETRILLAS, 


EL  CROMOS  D£  UNA  lETRíLLA. 


HACER   mal  por   hacer  mal 
A  un  indio  de  la  Goajira 
Es  una  cosa  que  inspira 
Más  que  horror ; 
Y  si  el  indio  es  un  cantor 
Tan  topo  que  dice  Piíidio, 
I  No  está  bien  que  grite  el  indio, 
A  quien  sus  pecados  pierden, 
"¿Amigos,  por  qué  me  muerden?' 


Yo  no  soy  más  que  una  guija 

Zarandeada  por  peleles, 

Sin  más  bien  que  unos  claveles ; 


Siete  son ! 


Clavados  del  corazón 

Los  llevo  por  donde  quiera  ; 

Mi  fama  es  fama  casera 

Sin  cortejos  ni  testigos, 

i  Y  así  me  muerden,  amigos  I 


Saludando  á  todo  el  mundo 
Voi  gastando  mis  sombreros ; 
Vongo  peros,  más  son  peros 

De  amistad ; 
Con  todo  ¡  que  iniquidad  ! 
Apenas  doi  media  vuelta 
Hai  quien  á  mis  peros  suelta 
Todos  los  perros  del  Pindó 
Y  me  muerden  de  lo  lindo. 


Un  tiempo  el  niño  bitongo 
Fin  de  la  gente  del  bronce : 
Era  de  ver  como  entonce 

Mi  majin 
Hacía  el  primer  violin. 
Que  chicos  !  Que  buenas  almas ! 
Me  llevaban  en  las   palmas, 
Hasta  que  un  día  me  vieron .... 
Diré  cómo  me  mordieron. 


Allá  por  cuarenta  y  ocho 

Se  armó  aquella  chamusquina : 

Y  yo  jugué  á  la  bolina 

Mi  caudal. 
La  cosa. ...  no  salió  mal  ! 


Y  un   entmxhado  por  eso 
A  poco  me  dio  el  congreso. 
¡  Aquí  fué  troya  al  instante 
De  la  crisis  mordiscante  ! 


Al  punto  los  camaradas 
Me  perdieron  el  cariño. 
¡  Adiós  el  bitongo  niño  ! 

Y  yo  en  pos 
De  la  tierra,  dije  adiós 
A  tantas  almas  de  tierra. 
Porque   el  alma  mia  encierra 
Un  algo  de  más  arriba 
Que  mordiscos  con   saliva. 


Fui  á  dar  al  nativo  pueblo, 
i  Ai  !  á  todos  hallé  ariscos  ! , 


¿  Quién  tus  rabiosos  mordiscos 

Aguantó 
Con  paciencia? — Ese  fui  yo  ! 
Mas  ¿  á  qué  viejas  historias, 
Y  cegueras  y  memorias 
De  la  más  grande   iracundia 
Mordiéndome  hasta  la  enjundia 


Hoi,  en    fin,  de  todo  ajeno 
Si  bien  no  del  todo  calvo, 
Queriendo  poner  á  salvo 

Mi    nidal. 
Me  vengo  á  la  capital  ; 
Canto  ;  y  qué  !    No  soi  calandria 
Pero  no  falta   algún  mandria, 
Como  una  bellota,  verde, 
Que  al  indio  calandria  muerde. 


Qué  hacer  ?  ¿  Rechazar  en  brecha 

Del  enemigo  el  asedio  ? 

No,  que  yo  tengo  un  remedio  : 

•Sí,  señor ! 
Rcir !  Tal  es  lo  mejor ! 
Tomar  la  cosa  con    calma  ; 
Qué  diablos  !  ¡  Siento  en  mi  aln)a 
Un  algo  de  más  arriba 
Que  mordiscos  con  saliva  ! 
8  de  Marzo  de  t8;5. 


»,  ■ 


CANTOS. 


183 


A  LA  NIÑA  TRIGUEÑA. 

Serenata  morisca. 


(f-EIíEXATA    jrORISCA.)  I 

1 

1\-  ;inio  como  á  sxis  madre'»  ' 
Aman    los  niños  : 

'l'cnjio  (ic   hijo  y  de  ainiinto  ; 

Los  dos   cariiios :  ' 

Me  es  de  tal  modo,  i 

La  vida,  sin  tí,  nuda  :  | 

Contigo  todo.  ! 

ZfTríll,!.  ! 

PRELUDIO, 
I. 
Vecino  de  los  lagos,  del  boáque,  del  torrente. 
Que  ostenta  poderosa  la  zona  cquinocial, 
Yo  canto  con  los  tonos  bellísimos   de  Oriente, 
Por  mas  que  extrafios  .sean   al    sucio    tropical : 
Yo  imito  esos  cantares  del  bardo  de   Castilla, 
Porque  el  amor  anima  mi  germen  inmortal, 

Y  cambia  mis  instintos,  de  tímida  avecilla 
En  el  sublime  aliento  del  águila  caudal. 

XiiTa  trigueña  de  aquestos  climas. 
Para  entonarte  mis  pobres  rimas. 
Así  postrado  cabe  tu  altar, 
Dejé  las  palmas  de  mi  laguna. 
Dejé  la  estrella  de  mi  fortuna. 
Dejé  mi  nave  sola  en  el  mar  ; 
Y  en  mi  naciente  anhelo 

Dejara,  impío  : 
La  pocesion  del  cielo. 
Si  fuera  mió 
¿Qué  quiero  en  tanto? 
Que  escuches  placentera 
Mi  pobre  canto. 

(1. 

Amor  es  el  reflejo  purísimo  y  fecundo 
Con  que  :ic  tirtc  el  alba  de  vivido  color. 
Amor  es  el  aliento  que  vivifica  al  mundo 

Y  apaga  del  creyente  los   gritos  del  dolor. 
Bajo  los  mil  murmullos  que  brotan  por  doquiera 
Los  lagos,  las  campiñas,  el  céfiro  y  la  flor, 

Oid  como  repite  la  creación  entera 

Aquellos  ecos  dulces  c[ue  van  diciendo    amor.  . 

Aláh,  por  eso  tras  la  neblina 
Colora,  pinta,  lanza  ilumina 
Los  rayos  múltiples  del  puro  sol  : 
,  Amando  al  hombre  los  cielos  hizo, 
Por  que  en  los  cielos  del  paraíso 
Tu\iera  el  árabe  vida  m.ejor 


Si  amor  aquí  en  la  tierra 
Doquier  respira, 

Si  el  cielo  amor  encierra  ; 
¿  Por  qué  mi  lira 
Tiembla,  entretanto 

Preludio  yo  de  amores 
Mi  pobre  canto  ? 

SERENATA, 

Mientras  la  luna  aleja 
Su  luz  de   plata, 

Yo  murmuro  á  tu  reja 
Mi  serenata; 

Ya  que  te  admiro 

Perdóname  si  en  ella 
Va  mi  suspiro. 

Que  si  de  amor  la  llama 

Mi  pecho  siente, 
Xo  es  mucho  si  le  inflama 

Suspiro  ardiente ; 

No  es  mucho,  mora. 
Que  suspire   cantando 

Quien   tanto  adora. 

p'lor  de  aquesta    campiña 

\'enczolana, 
No  te  asustes,    por  niña. 

Sé  mi  Sultana : 

l'or  tus  amores 
Yo  te  daré    el  desierto 

Lleno  de  flores. 

Será  tuya  mi  nave 
De  tíos   entenas, 

Que  cruza,  como  el  ave, 
La  mar  de  Atenas  : 
Vendrá   de   Oriente 

Con  estofas  de   plata 
Para  tu    frente. 

Sultana,  la  morena 

De  labios  rojos. 
Ninguna  nazarení\ 

Tiene  tus  ojos  ; 

Ni  las  huríes 
Con  pupilas  de  fuego 

("omo  rubíes, 


184 


CANTOS. 


Con  la  esencia   del  nardo, 

Que  en  tu  retrete 
Arroje  en  humo  pardo 

Rico  pebete. 

Sal   perfumada, 
Como  el  iris  de!  cielo 

Tras  la  alborada. 

Deja  el  lecho,  Odalisca, 
Que  traigo  extraña 

Mucha  gente  morisca. 
Que  me  acompaña  ; 
Viene  conmigo 

Por  ver  si  eres  tan  bella 

Como  yo  digo. 

Las  auras  indecisas, 

Que  celos  tienen 
De  las  nocturnas  brisas 

Que  van  y   vienen, 

En  son  de  queja 
También,  cual  yo  murmuran 

Cabe  tu   reja. 

La  graciosa  argelina, 

Que  el  turco    anhela. 
No  tiene  tu  divina 

Tez  de  canela, 

Por  eso,  ufana, 
Lleva  á  Persia  tu  nombré' 

La  Caravana. 

Virgen  casta  de  Cristo, 

Lirio  del  valle. 
Cuantas  veces    he  \'isto 

Tu  breve    talle. 

Siento  que  estrecho 
El  corazón  se  encuentra 

Dentro  del    pecho. 

Paloma  rumorosa 

De  los  rosales, 
I^a  luna  es  deliciosa 

¿  Por  cjué  Jio  sales? 

A  tus  balcones 
Llegan  en  suaves  ecos 

Las  mis  canciones. 

Ven,  que  la  noche  ruidos 
Tiene  hechiceros. 

Cantos,  tal  vez,  perdidos. 
De  los  luceros : 


Verás  distante 
Raj'os  de   ópalo  y  rosa, 
Luces  brillantes. 

Oye  la  voz  del  Jeque 

De  los  beduinos. 
Que  mirar  quiere,  á  trueque 

De   sus  destinos, 

La  caraqueña 
De  las  sonrisas  dulces 

Y  faz  trigueña. 
¿Quién  aquí  tanto   teme 

Para  que  escondas 
En  el  blanco  alfareme 

Tus  trenzas  blondas? 

Ven,  luz  bendita, 
Más  pura  que  las  luces        ^ 

De  la   me.7quita. 

Mas  no  quiere   el  Profeta 

Que  yo  te    mire. 
Aunque    el  alma  sujeta 

Por  tí  suspire  ; 

Así  en  tus  ojos 
Puso  el  sueño  que,  triste. 

Me  causa  enojos. 

Me  voy  de  amores  ciego. 

Sultana  mia, 
A  la  -mar  do  navego 

De  Alejandría : 

Tú  no  me  atiendes, 
Pues  de  tu  lecho  blando 

No  te    desprendes. 

Adiós,  la  mariposa 

De  alas  doradas, 
Adiós,  Hurí    preciosa. 

Como  las  liadas; 

Que  Alah  conceda 
A  tu  vida  las  glorias 

Que  á  mí  me  veda. 

Adiós,  adiós,  paloma. 

De  los   gandules, 
Ramillete  que  aroma 

Conchas    azules: 

Si  no  volviere. 
Es  cpae  el  alma  en  su  angustí,' 

De  amores  muere. 

Caracas,  Febrero  de  185 1. 


LA  DÁMZA  BE  LOS  MARIMOS. 

A  m  sirajgo  el  capitán  de  fragata  señor  fí.  Todd, 


VENID  las  vírgenes   todas. 

Que  suspiráis  de  contento, 

¡  Sois  tan   bellas  ! — ¿  Queréis  bodas? 

¡  Al    momento ! 
Eso,  \-  mucho  más  se  nldanza 


Con  el  dulce   y  voluptuoso 
Movimiento .... 
Delicioso 

Es  un  sueño  de  esperanza  : 
;  Danza,  danza  ! 


CÁíiToa 


i85 


¡  Qué  preludio  tan  divino  I 
¡Qué  tono!  ¡qué  mansedumbre! 
¿  Será  del  viento  marino 

La  quejumbre? 
Mentira,  hermosas  ;  preveo, 
Que  esa  armonía  que   brota 

Viva  lumbre, 

Dulce  nota,  '. 

Es  el  compás  de  un  jaleo  ; 

¡  Ya  lo  creo ! 

Ea  !  venid  las  parejas 
Revolando  rumorosas, 
Como  diluvio  de  abejas 

Olorosas. 
De  manos  la  que  no  pueda 
Seguir  el  columpio  en  alas 

Amorosas 

Por  las  salas : 
— Cuidad  las  fimbrias  de  seda ! 

¡  Rueda,  rueda  I 

¡  Cuánto    placer  !-palpitando 
Están  de  amores,  risueñas. 
En  ese  columpio  blando, 

Las  trigueiías, 

Perezosas,  remecidas 
En  las  varias  sensaciones 

Halagüeñas, 

Las  pasiones 
Ya  parecen  distraídas, 

Ya  dormidas. 

Cuando  los  ruidos  desvelan 
Las  dulces,  ligeras  aves, 
Así  cruzan,  así   vuelan, 

Tras  las  naves 
De  mi  nativa  laguna. . . . 
Volad,  pues,  divina   tropa, 

Viento  suave, 

Mar  en  popa. 
Mujeres,  música  y  luna. 

Qué   fortuna  ! 

;  Cuánto  corazón   esclavo  1 

Danza,  baile,  risa,  juego 

Las  ninas  trémulas. . . .  ¡  bra\'0  ! 

¡  Fuego,  Luego  ! 
Ya  se  que  sus  flechas  lanza 
El  rapaz  de  las  canciones, 

Niño  ciego: 

i  Corazones  ! 
Estáis  rendidos. . . .  ¡  qué  chanza! 

¡  Danjza,  danza  1 


¡  Qué  brilla  !  parece  sordo 
El  capitán. — Señorita, 
Dispense  usted  ;  pero  á  bordo 

Todo  íjrita ; 
Y,  si  un  instrumento  suena, 
Hasta  el  tope,  allá  en  la  nube, 

Canta  y  grita, 

Baja  y  sube ; 
Perdón,  pues,  linda  sirena, 

¡  Ya  ! — ¡  Cadena  I 

Sí,  cadena,  como  argollas 
Unid  los  brazos,  y. . . .  cuenta. 
Que  estas  danzas  de  las  criollas 

Son  pimienta; 
Y  después . . . .  ¡  Vaya  !  ¡  estoi  loco  ! 
j  Pobre  cadena  del  alma. 

Se  revienta. . . .! 

Lindas,  calma ! 
Antes  que  sople  el  siroco, 

¡  Poco  á  poco! 

¿A  quién  no  anima  y  provoca 
Esta  nocturna  algazara, 
Tr.n  marina   como  loca  ? 

¡Cuánto  cara- 
Melo  dulce...!  ¡  Yo  me  rindo! 
Plermosa,  prueba  un  merengue, 

¡  Cosa   rara ! 

Me  hace  un  dengue, 
Que  me  pone  de  lo  lindo  : 

\  Viva  el    Pindó  1 

Pero, ....  ¡que  Santelmo  guarde 

Ese  refuerzo  postrero. 

Que  sube  á  bordo !   Mui  tarde, 

Niñas:  pero 
¡  Son  tan  guapas !  que  imagino 
Rueda  de   nuevo  la  bola  ; 

¡  Buen   agüero ! 

¡  Vaya,  ola ! 
¿Una  copa.'    ¿Marrasquino, 

Cidra   ó  vino? 

¿Qué  tiene  esa  blanca  ni¡".a? 

¿  No  baila?  ¡  quizá  el  sereno . » . , ! 

¡Guai,  que  es  ave  de  rj.piñi ! 

Lindo  seno, 
Pupila  azul,  crencha  de  oro, 
¿Quién  de  sus  garras  me  arranca? 

— Bueno,  bueno. 

S4: 


N 


186 


CANTOS, 


A  LA  NIÑA  BLANCA. 

La  Serenata  de  los  Genios. 


PRELUDIO  FANTÁSTICO. 


LOS  silfos,  las  hadas 
Volando  en  redor 
De  pálida  luna, 
Que  á  ratos  chispea. 
Que  Á  veces  gotea, 
En  noches   calladas, 
Mil  flores    pintadas 
'  De  extraño  color. 
¡  Vision  importuna  ! 
¿Los  silfos  qué  quieren 
Sobre  esta  laguna? 
¿Qué  quieren  las  hadas 
De  pálida  luna  • 
Volando  en  redor? 
■ — Los  silfos  se  mueren. 
Las  hadas  prefieren, 
Como  ellos  volando, 
También    suspirando 
Morirse  de    amor. 

If. 

La  noche  va  triste. 
De  extraño  color  ' 

La  luna  se  inflama. 
En  medio  del  mundo. 
Con  duelo  profundo 
La  noche  se   viste, 
Su  sombra  derrama 
Sobre  esta   laguna 
De  vago  rumor. 
Los  silfos  suspiran. 
Las  hadas  que  giran 
Con   tétrico  vuelo, 
Llorando  se  n>iran .... 
¡  Visiones  de!  cielo 
Oue  causan  pavor ! 
— ¿  Los  silfos   do  paran? 
— T¿ Las  liatlas  qué   tienen? 
— Los  silfos  se  abrasan, 
Las  hadas  se  vienen 
En  pos  suspirando 
Cual  ellos  llorando 
Muriendo  de  amor. 

SERENATA. 
LQS  GENIOS. 

í_.,os  silfos  y  las  hadas 

Buscan  de  nocl;ie, 
Las  flores  perfumadas 

De  blanco  broche ; 

Por  eso,  niña, 
Dormimos   en   las  flores 

De   la  campiña. 


Allá  lejos,  muy    lejos 

Do  duerme  el  dia 
Kn  cielo  de  azulejos 

Y  de  ambrosía. 
Nos  dijo  un  Mago 

Que  eras  tú,  ca.sta  niña. 

La  flor  del    Lago. 

Y  dejamos  por  eso 

Nuestros  amores 

Y  el  dulcísimo  beso 

De  nuestras  flores  ;  ■- 

Y  así   volando 
Venimos,  dulce  niña. 

Por  tí  cantando. 

Cuando  los  Genios  vuelan    - 

En  romería, 
Las  rosas  se  desvelan 

De   Alejandría, 

Que  son   las  rosas 
Amantes,  como  lindas. 

Pero   celosas. 

Si  supieren   acaso 

Que  aquí   estuvimos, 
Dile  que  fué  de  paso 

Cuando  te  vimos  ; 

Porque. hay   dolores 
Que  lle\-an  á  la  tumba 

Divinas  flores. 

Niña  divina  }'  pura 

De  gracia  llena. 
La  noche    corre  oscura, 

Pero  serena. 

Bajo  su  sombra 
La  bri.sa  en  tu  ventana. 

Niña,  te    nombra. 

Bien  haya  el  viejo  Mago 
Muy  hechicero, 

Cuando  vio  que   en  el  lago 
Maracaibcro 
.Se  columpiaba 

La  flor  de  blanco  broche 
Que  nos  faltaba. 

Pura. flor  sin  aromas 

Suelta  y  garrida, 
Como  las  dulces  flores 

De  la  Florida ; 

Ven,  niña  leda, 
A  lucir  tus  mejillas 

De  rosa  y  seda. 


CANTOS. 


18? 


Ven   á  lucir  tus  gaias 

Bajo  otro  ciclo. 
En  nuestras    blondas  alas 

Irás  de    un  vuelo. 

jQ.uiéres   ir  sola? 
Aquí  tienes    el  cáliz 

De  una    amapola. 

Por  graciosa  y  sencilla, 

Modesta  y  franca, 

Te  llaman  la  avecilla 

De  pluma   blanca 
Pero  las  ñores 

Te  llaman  por  envidia 

Flor  sin  amores. 

Cuando  venga  la,  aurora 
Te    llevaremos 

Al  jardin  de   Rasora 

Donde  tenemos 
Perla  y  corales 

Y  palomas    aíCulc.s 

En  sus   cristales. 

Con  ciclos   de  jacintos 

Y  de  topacios 
Allí   tendnls   ilistintos 

Helios  palacios. 

¡  Ri  co  tesoro  I 
En  cofres  de   atangia 

Con  llaxes  de  uro. 

Arroyuelus    perdidos 

Entre   violetas 

Y  diamantes  bruñiilos 

Con  mil  facetas 


Tan    rutilantes, 

Que  tú  verás  el  precio 

De  esos  diamantes. 

Mas  \-a  el  cielo  se  alumbra, 

La  aurora  Uegd 
Y  al  lejos  se  columbra 

La  luz  que   riega. 

Sal,  bella  niüa, 
^\.ntes  que  asome  el  alba 

Por  la    campiña. 

;  M.d  haya  el  viejo  Mago ! 

líien  lo  sabia  ! 
Que  la  niña  d^l  lago 

Despreciaría 

Nuestros  acentos, 
Que  son  los  mil  rumores 

Que  dan    los  vientes. 

^Vdios  la   mariposa 

De  alas  de  seda  : 
Adiós,  niña  preciosa, 

Con  Dios  te   tjiieda  : 

Tal  vez  perdido 
Creerás  mañana  un  sueño 

Lo  que  has  oido. 

EL  POETA. 

Paloma,  si  no  tienes  un  nido  de  canela 
Oue  pueda  cubijarte  si  sopla  el  aquilón: 
^I  i  pobre  serenata,  paloma,  te  revela 
El  nido  que  te  ofrezco.  .  mi  ardiente  corazón. 

Junio.    1S55. 


CANCIÓN  MARINA. 


ARRIBA,    marineros, 

De  mi  Tartana. 

Que  brillan  los  luceros 
De  la  mañana  : 

A  su  luz   ilusoria 

Iremos  hasta  Cuba         ^ 
Buscando  gloria. 

Veremos  un  instante 
De  sus  orillas, 

Esa  perla  brillante 

De  las  antillas  : 

Cuba,  la    seductora, 

Que  ha  tres  siglos  esclava 
Suspira  y  llora. 

Malditos  los  que  hallando 
Pobre  su  suelo 

Rumbo  hicieron  buscando 
M;is  bello  cielo : 


1  lumbres,  que  á  Dios  pluguiera 
I  íundir  en  el  océano 

Su  raza  entera. 

Llegaron  sí,  dañinos 

Más  que  las  fieras, 

En  barcos  levantinos 

Con  sus  banderas. 

Ellos  raza  de  bravos, 

A  nuestra  raza  hicieron 

Raza  de  esclavos 

Por  eso  aquí  lucia 

l3e  gente  extraña 
La  bandera  que  un  dia 

Dio  gloria  á  España 
Por  eso  en  mala  hora 
Tú  llorastes,  ;  oh  patria  ! 

Cual  Cuba  llora. 


185 


CANTOS. 


Mas  ¿qué  pueblo  no  lanza 
Si  triste  gime, 

El  grito  de  venganza 

Que  lo  redime? 

¿Cuál  esclavo,  viviendo, 

No  tiene  de  coraje 

Su  sangre  hirviendo  ? 


La  lucha  fué  sangrienta  ; 

Lavada  toda 
Quedó  la   vil  afrenta 

Con  sangre  goda : 
El  pueblo  j  ai !  iracundo 
Hizo  temblar  los  ejes 

Del  nuevo  mundo. 


Así  fué  que  potentes 

Nuestros   cañones, 

Rompieron  insolentes 

Viejos  blasones; 

Así,  con  nuestras  manos, 

Rompimos  las  coronas 
De  los  tiranos 


j  Alza  marinos  !    i  lev,a  ! 
.  '  Corta  es  la  vida ; 

i  Pronto  !    que  el  viento  lleva 

La  vela  henchida ; 
¡  Al  mar  !    que  Cuba  esclava 
Hoi,  si  quiere,  su  oprobio 

Con  sangre  lava. 

¡  Ea  marinos  !    solas 

Vuelan  las  aves. 

Tal  cruzemos  las  olas 

En  nuestras  naves : 

Nuestro  pendón  de  guerra 

Lo  llevará  el  primero 

Que  pise  tierra. 

Arriba  marineros 

De  mi  Tartana, 

Que  brillan  los  luceros 
!  De  la  m.añana : 

A  su  luz  ilusoria 

Iremos  hasta  Cuba 
••  Buscando  gloria, 

r     Diciembre  de  1868.  ,  , 


CANTARES. 


ESA    floreciiía 
Que  brota  en  el   suelo 
Es  la  maravilla 
Bajada  del  cielo. 

— Si  baja,  cantando 
Decid  ¿  cómo  brota  ?.■ 
— Eso  es   un  milagro 
Del  Coquibacoa. 

Si  brota  naciendo 
¿Se  formó  en  la  altura? 
— Eso   es  un  misterio 
Que  no  se  pregunta. 

En  la  dulce  tierra 
.?e  iDa^mas  marirsas, 
Los  campos   se  alegran 
Por  pascua  florida. 

Y  en  verdad,  las  palmas 
Murxnu!'o-;i    al-gres: 
"Ya  vienen  las  pasct'.as 
Pongámonos   verdes," 

A  su   vez  las  moñas 
De  cincuenta  y  pico. 


t    { 


Mirándose  todas 
Levantan  el   grito. 

—Si  á  orillas   del  lago 
Las  palmas  verdean 
¿  Qué  tiene  de  extraño 
Sé  vistan  las  vieias? 


Las  viejas !  Qué  ganga ! 
Si  no  tiene  un  siglo, 
La  falda  más  falda 
Es   plato ....  mui  rico. 


¡  i' enees  los  homores 
Que   gatos  y  liebres 
Muí  serios  se  comen 
Indistintamente ! 


Pero  aun  m;:s  felices 
Las  liebres  7   gatas, 
Que  vueltas  confites 
Los  hombres  se  tragan. 


No  hai  cielo  más  tinto 
Qae  el  lleno  de  flores 
Con  aquel  polvillo 
De  aquellos  filones. 


POESÍAS  humorísticas. 


189 


O- 


& 


tSMB  M 


lÁ  (xAKGARmA. 

A  raí  amigo  IlSsfonso  Vázqnez. 


PUES,  señor,  no  hai  rey  ni  Roque  ; 
Si  es  placer  asaz  insulso 
No   beber  de!  vino  aloque 
Por  apurar   vino  mulso  ; 
Peor  es  sin  duda  y  con  creces, 

Si,  señor. 
Es  peor  al  numen  mudeces, 

Y  diez  mil  veces  es  peor. 
Escribir  una  letrilla 
Cuyo  final  sea  en  aiiga. 

Sin  concluir  en  angarilla. .  . . 
¡  Qué  maravilla  y  qué  ganga  ! 

Para  cosas  de  manteles 
Las  papas  me  vüelven'loco  ; 
Pero  en  casos  de  papeles 
Pienso  mucho  y  charlo  poco  ; 
Pues  ha   tiempo  tengo  visto. 

Si,  señor. 
Que  aquello  de  Dic^  ¿s  Cristo 
Sale  siempre  á  lo  mejor; 

Y  la  más  acorde  orquesta 
Se  nos  vuelve  una  charanga 
Si  no  por  ganga  molesta. 

Si  por  ser  fiesta  de  gar.ga. 

— ;  Que  ganga,  dirá  Ildefonso. 
Cómo  el  cofrade  se  agarra, 
Hoi  escribiendo,   del  sonso- 
nete de  pobre  guitarra ! 
¡Cumplirás!  un  compromiso, 

Sí,  señor, 
Tan  ajustado   y  t m  H^o 
Como   el  parche  de  un  tamb,:  .  . . . ! 

-Bien  está,  cofrade,  pero 
Ya  que  es  tan  corta  tu  manga, 
¡  Cuidado  si  eres  santero 
Particionero  en  lagaiiga. . .  .1 

Ganga  !    Se  me  ocurre  al  trote 
Ir,  de  este  nombre  á  la  m.ano. 
Pues  gai:ga  es   un-sacerdote 
Del  congo,  rio  africano  ; 
Ahora  bien,    si  no  eres  hongo 

Por  demás 
Cambia  la.s  oes  de  congo 
En  dos  acs,  y  tendrás. 


Cuando  menos  lo  barruntes. 
Convertido  el  Congo  en  Canga, 
Y,   aunque   no  me  lo  preguntes. 
Canga  en  pespuntes  y  en  ganga. 

¿  Cuál  frase    en  sí  es  más  poética, 
Dime,   cuál  frase  es  más  árida: 
Sacar  de    ganjes  ganjVtiea, 
O  bien  de  ganga  j,'v?;/.;,'"í?>7'(;/c!:  .'' 
Antes  que  el  asunto  sanjes 

Sin  temor 
Digo,  que  entre  Ganga  y  Ganjes 
Siemjjre  VlWSí ganga  es  mejor; 

Y  siendo   uno  mismo  el  rio 
Que  á  mas  de  un  eipayo  enfanga, 
Por  Ganjes  que   es  nombre  frío 

Prefiero  el  mió  que  es  ganga. 

• 
Ganga  también    es  la  Diana 
Diosa  y  virgen  que,  en  conciencia, 
Para  la  gente  indostana 
Es  un   tipo   de  inocencia. 
Ya  ves  que  la  musa  lista 

Con  furor 
8e  ganga   sigue  la  pista 
C'omo   perro  cazador; 
Ya  ves  que  á  fuer  de  niarino, 
Por  si  naufrago,   mi  janga- 
da compongo  y  e.v^amino 
Si  hai  un  camino  -XItil ganga. 

Si  á  ganga  en  tanto  reputo 

Y  tanto   -k  ganga  repito, 
Gracias   al  curioso  fruto 
De  saber  otro  el  sánscrito  ; 
Te  advierto,  amigo,  una  cosa 

Sin  mas  ver; 

Y  es  que  ganga  siendo  diosa 

Y  siendo  Ganga  muger, 
No   comió  jamás  merengues, 
Ni   usó  gorra  ni  fa-ndanga. 
Ni  muecas  hizo  ni  dengues 
Por  perendengues   de  ganga. 

Aun  que  lo  crea  un  agravio 
El  cardenal  Antoneili 
Recuerdo   á  un  papa  mui  sabio 
Que  se  llamó  Ganganelli; 
Y,  hecho  que  á  nadie  se  escapa» 


190 


poesías  humorísticas. 


( Saivo  error ) 
Ni  era  gangárida^,  el  papa 
Ni  gangoso,   no  señor; 
Con  todo,    en  la  misma  Roma, 
Cual  si  fuera    en    tierra  loanga, 
Sin  más  dacá  ni  más  toma 
Murió  de  broma  y  por  gringa. 

11 

Ya  que  la  historia  mi  pluma 
Te  ha  dado  de  ganga  al  vivo. 
Hablemos  de  ganga  en  suma 
En  cuanto  á  lo  positivo. 
¡  Ai,  mi  querido  cofrade 

Cantador, 
Al  a;ran  salto  de  Leucade 
Llegamos  ya,  si,  señor.  . . . ! 
VuQS  ganga  en  el  mundo  es  todo, 
Y  el   tuno  y  la  guacinanga 
Viven  de  moda  y  de  modo 
Que  su  vida  es  yodo  y  ganga. 

Así  como  no  hai  Verónica 
Ouc    no  tenga  un  filisteo, 


Ni  simpatía  platónica 
Sin  galano  galanteo  : 
Así,  por  regla  precisa, 

Mal    ó    bien. 
Donde  asoma  una  sonrisa 

Y  con  cierto  ten  con  icn 
I^a  nariz,  carnoso  muro. 

Se  respinga  ó  se  arremanga. 

Mal  haya  sino  te  juro 

Que  allí  de  seguro  hai  ganga  ! 

De  ganga  surjió  Benito, 
Como  roja  luna  llena, 

Y  tocó    de  ganga  el  pito 
Más  limpio  cjue  una  patena. 
Si  ves  cubierta  dos  majas 

De  crespón. 
Ya  no  hai  pitos  sino  cajas 
Con  cojas  de  algún  mesón. 
No  hai  Julia  Inés   ó  Dominga 
Que  en  fiesta  de  mojiganga. 
Se  enoje  con  quien  la  pringa 
Si  estedá  guinga  ^ox  ganga: 


BROMA.       , 

AL    CASINO 

Unas  de  caí  y  otras  de  ar.ena. 


¡  Qué  noche  tan  encantada  ! 
Yo  me  alegré  de   tal  modo 
Que  estaba  pensando  en  todo 
Y  al  fin   no  pensaba  en  nada. 

Yo  el  .zarandeado  marino 
Iba  paseando  la  lun,a. 
Cuando  di  por  mi  fortuna 
Con  la  puerta   del  Casino. 

No  tiene  Caracas  hora 
Que  no  danze  en  son  de  fiesta, 
Así  es  que  la  tengo  puesta 
Caracas  la  danzadora. 

Pues,  como  al  cabo  decia. 
Llegué  á  la  puerta,  y  parado, 
Lo  de  broma  y  lo  mii-ado 
Era  igual  á  lo  que  oia. 

— "Vamos  I  dije,  riendo  á  solas. 
En  el:  Casino   campea 
El  rumor  de  la  marea 
Sobre  e!  ruido  de  las  olas.'"' — • 

Y  entrando  halló  de  improviso 
Que  en  vez  de  un  lago  en  bonanza, 
Era  aquello  la  semblanza 
De  un  moderno  paraíso. 

Fresco  jardín  venidero 
De  Qsc  Edén  en  miniatura,  , 


Prestadle  vuestra  frescura 
A  un  marino    cancionero. 

Pues  3^a  que  el  Casino  ahondo- 
Tiene  tantas  maravillas. 
Por  él  haré  en  redondillas 
De  noche  un  viagc'  redondo. 

Vaya  I    olvidemos  amaños 
De  aquel  jorge  sin  segundo  ; 
Ea  !  ya  estoi  en  mi  mundo. 
Ya  que  estoi  con  los  Cálcanos. 

Agradable  es  como  almíbar 
La  escojida  concurrencia: 
¡  Flores  de  esquisita  esencia 
De  la  píitria  de  Bolívar  ! 

Allí  brillaba  entre  encajes 
La  luna,  y,  según  es  uso, 
José  Antonio  la  supuso 
Entre  marinos  celajes. 

Aquel  sitio  descubierto 
Lleno  de  luces  y  damas, 
Ouc  ni  es  bosque  por  las  ramas 
Ni  por  las  frutas  es  huerto  ; 

Aquel  sitio  en  una  calle 
Con  cuatro  grandes  paredes, 
Tan  cerca  de  las  Mercedes 
Como  distante  del  Valle  ; 


POESÍAS  HUMORÍSTICAS. 


19  \ 


Era,  esa  noche  que  ajita 
Mi   mente  venezolana, 
Un  tiesto  de  porcelana 
Con  perlas  de  Margarita. 

Sentado  al  pié  de  una  palma 
La  blanda  música  oia, 

Y  el  aire   repercutía 

I\Iás  de  un  suspiro  del  alma. 

Y  como  .son  trasparentes 
Los  tiestos  del    mundo  chino, 

Y  he  comparado  el    Casino 
Con  un  tiesto  de  esas  gentes  ; 

Atisbaba  allí  en  mi  puesto 
Unos  ojos  cuya  fragua 
Consumiera  toda  el  agua 
De  los  helados  del  tiesto. 

•  Cuánta  niña  consolando 
A  muchos  caballeretes 
Vi  que  tomaba  sorbetes 
Entro  sonrisas  soplando  ! 

Y  como  el  fuego  sin  tasa 
Consume  hasta  el  mismo  cielo, 
Evaporaban  el  hielo 
Aquellas  bocas  de  brasa. 

A  la  luz  de  las  miradas 

Y  al  fuego  de  tanta  gente. 
Se  puso  el  tiesto  caliente 

Y  lleno  de  llamaradas. 
Conque  así,  no  es  maravilla 

Que  en  mis  ilusiones  tales. 
Roja  como  los  corales. 
Salga  alguna  redondilla. 

¿  f  labeis  tenido  una  noche 
Cierta  soñación,    por  ende 
.Sabéis  volar  como  duende, 
' )  subir  al  cielo  en  coche  ? 

Pues  así.  bajo  el  follaje 
Del  tiesto,  en  noche  tan  buena, 
Tenia  la  mente   llena  , 
De  cosas  de  este  linaje. 

En  mi  ser  marino  y  tosco 
Admiraba  donde  quiera 
Las  grutas  de  enredadera 

Y  aquello  que   llaman  kioski>. 
Ya  contemplaba  una  niña 

Con  su   cintura  de  junco 

Y  .saca"ba   un  verso  trunco 
A  dos  sorbetes  de  pina; 


Ya  oyendo  una  voz  de  maja 
En  la  gruta  de  la  piedra, 
Pensaba  que  quien  más  medra 
Es  el  que    menos   trabaja  ; 

Ya    comparando  un  lucero 
Con  los  globos  que  allí  habia, 
De  plano    me    decidía 
Por  los    globos  de  Romero  ; 

O  bien  admirando  el  alto 
Cielo,  tras  aquella  pompa, 
Al  sonido  de  una  trompa 
Daba   sin  querer  un    salto. 

Lleno  de  impresiones  iba 
Evitando  algún  encuentro, 
De  húlina  mar  adentro 
Y  ív/ /()/>«  corriente  arriba. 

Mas  en  esa  litar  en  leche 
Ai!  me  c^Uib^. jeiiílod pique, 
Sin  poder  pedir  á  Henrique 
La  avuda  del   Purureche. 


Dulce  recuerdo  que  aplacas 
Mis    sempiternos  dolores, 
jardín  de  futuras  flores 
En  la  festiva  Caracas  ; 

Casino,  blando  colegio 
De  donaires  entre  sorbos. 
Plantel   sembrado  de  estorbos 
Al  quitarte    el  privilegio; 

Corfcha  de  ricos  metales 
Recamada  de  abalorio, 
l'erenne  laboratorio 
De  las  bebidas  boreales  ; 

Qué  quieres?  Ya  que  tú  brindas 
Helados   de  ricas  frutas, 
Y  recibes  en  tu.S'  grutas 
A  las  caraqueñas  lindas; 

Ya  que  el  term(5mctro  marcas 
De  un  nuevo  y  dulce  recreo, 
¿Qué  mucho,  si  te  deseo 
i. a  vida  de   los  patriarcas  ? 

Perdona,  pues,  mis  cantares 
Sí  en  sus  marinescos  sones, 
.Salen  los  de  cal  á  nones 
Cuando  los  de  arena  á  pares. 

Canicas,  Ciotnbre  2  de-  iS^í, 


BROMA. 

El  uas. 


-SOPLA  si  tienes  pulmones. 
-Yo  ! 

—Si,  tú. 

— Pues,  ¿para  qué  ? 
-Hombre!  sopla  y  te   diré. 
-Esta  es  buena  ! 


— Sopla  tú. 
— ¿Es  cosa  de  experimento? 
—Cabal ! 

— ¡Ai,  maestro,   no!- 
— No  soplas  ? 

— ¡  Que  sople  yo  ! , 
Te  lo  manda  Belcebú. 


192 


poesías  HUKORiSTiCAa 


— Terrible  ensayo,  por  cierto  ! 
— Ea  !  soplar   es  preciso. .. . 
¡  Angeles  del  paraíso  ! 
— Te  lo   manda  Lucifer. 
—  Ai,  maestro ! . . . . 

— Sopla  el  tubo . . , 
— ¿  Y  si  estallan  los  bombillos  ? 
— Avienta  los   dos  carrillos, 
Como  falda  de  mujer. 

Sopló  el  aprendiz  el  fuego, 
Y,  mientras  los  puños  crispa. 
Saltó  del  fuego  una  chispa 
Y    dio    un  grito  Satanás, 

Caracas  logró  un  prodigio . . . , 
El  tuvo,  el  fuego  y  el  viento, 
Cifras  del  experimento, 
Al  fin  le  dieron  el  ras. 


¿  Ya  lo  ven  ?  Con  prensar  los  carrillos, 
En  un  /í-//,  en  un  /n's,  en  un    iras 
Puede  R.UÍZ  expender  por  cuartillos 
Esas  lumbres 

Y  asumbres 
De  gas. 

Gran  invento,  con  todo,  gran  medra 
De  que  orondo  se  ve  Satanás : 
Extraer  del  carbón  ó  la  piedra 

Sin  escoplos 

Los  soplos 

De  gas. 

Conducir  entre  tubos  de  hierro, 
Cual  lo  digo,  sin  menos  ni  más, 
A  través  de  la  pampa  y  el  cerro 

La  corriente 

Caliente 

De  gas. 

¡  Oh,  qué  tierra !  La  fruta  se  toma 
Al  nacer  y  los  graves  papas 
Dejan,  buenos,  que  siga  la  broma 

Medios  ciegos 

Con  fuegos 

De  gas. 

¡Oh,  qué  tierra  !  Yo  he  visto  risucfto 
Lo  que  aquí  no  se  viera  jamas: 
Algo  he  visto  de   Adela  RobreHo 
Calientito 

Y  es'crito 
Con  gas. 

Y  no  acaba,  por  cierto,  la  cosa 
En  leer  adelante  ó  atrás 
Una  cifra  de  amor  luminosa 

Con  estrellas 

Muy  bellas 

De  gas. 

¡  Ni  por  esas.  ...  El  diablo  que  extiende 
Tal  invento,  y   sazona  en  agras  . 
Cualquier  uva,   sin  duda  pretende 


Cual  los  curas, 
Diabluras 
De  gas. 

De  ese  fluido,  aseguran  á  bordo, 

Tiene  á  mares  el  pez  de  Jonás. 

Bah  '  No  hay  nada  por   flaco  ó  por  gordo 

Que   respire 

ó  se  mire 

Sin  gas. 

Gas  nos  dan.  el  vestiglo  y  la  bruja 
j\íiéntras  vuelan  así,  ras  con  ras, 

Y  no  hay  gas  como  eí  gas  de  burbuja, 

Quinta  esencia 
Y  potencia 
Del  gas. 

Gas  se  encuentra  en  la  poma,  el  acíbar, 
•     La  papaya  y  el  dulce  ananás, 

Y  en  la  tierra  feliz  de  Bolívar 

Hay  en  cintas  - 
Mil  pintas 
De  gas. 

"Padre  Cobos,"  tú  alegre   que  empiézaos 

A  vivir,  el  milagro  no  harás 

De  extraer  de  las  grandes  cabezas 

Algún  suco, 

El  estuco 

Del  gas? 

,  íll. 

Bellezas  caraqueñas,  las  del  listo 

Y  picarezco  pié,  cambio  manojos 
De  olorosos  Jacintos  ¡  vive   Cristo  ! 
Por  el  gas  que  tenéis  en  vuestros  ojos ; 
No  me  digáis  que  no,  porque  }-o  insisto, 

Y  por  tal  cambio  os  rogaré  de  hinojos  ; 
Cosa,  por  cierto^  que  la   ri.'^a  encierra : 

j  Ver  un  indio  cual  yo  rodilla  en  tierra  ! 

Vamos  !  trigueñas,  vamos  !  no  haya  miedo 
De  que  yo  desperdicie  ni  un  azumbre, 
Cuando  ese  gas  embotellarlo  puedo 

Y  venderlo  volando  para  alumbre 
En  las  noches  oscuras.  Triste  quedo 
Acosado  de  negra  pesadumbre. 
Esperando  se  cambien  mis  jacintos 
Por  esos  gases  que  lleváis  distintos. 

Qué  !.  . .  .¿!\inguna  responde?  Pues  repito 
Que  en  gas  soy  mercadante  con  empeño  : 
Si  queréis  mis  jacintos,  de  hito  en  hito      ■^. 
rdiradme  y  tendréis  gas ....  mas,  j  ese  seño*.. 
¡  .'\i.  Dios !  es  el  negocio  del  Distrito, 
Que  en  el  doiiado   Olimpo  caraqueño 
Es  asunto  de  tontos  y  de  tantos 
Tema  de  asombros  y  cuestión  de  espantos. 

,;  Y  q'-ié  se  os  da  á  vosotras  las  esbeltas. 
Pues  que  todas  If)  sois  en  este  valle,      '  , 

Ver  al  infierno  eh  masa  dando  vueltas. 

Y  andar  la  procesión  por  otra  calle  ? 


poesías  HUaMORISTICAS. 


193 


Flojo  el  cendal  y  con    las    crenchas    sueltas,' 
Dejad  que  al  cabo  el  polvorín  estalle,  ' 

Y  ya  veréis  si  en  ráfagas  gaseosas, 
En  el  níismo  lugar  quedan  las  cosas. 

Miradme,  pues,  y  dadme  vuestro  fluido 
Que  con  tan    nueva    industria    vivir   quiero: 
Salgan  las  avecitas  de  su  nido, 

Y  dejad  que  el  Distrito  de  brasero 
Se  lo  lleven  en  paz :  quede  Cupido 
Con  nosotros  aqui  :  quede   el  dinero, 

Y  con  tal  que  nos    dejen  las  toronjas 
Para  el  sabroso  dulce  de  las  monjas ! 

IV. 

l'cro  á  la  fin,  ¿es  un  sueño 
El  gas  no    ha  mucho  adquirido 
Con  tanto  afán,  tanto  empeño? 
¿Adonde  está  vuestro  fluido? 
¿  El  gas,  el  gas  caraqueño? 

Yo  que  necesito  luz 
Por  temor  de  un    arcabuz 
Que  me  mande  al   ciclo  en  coche, 
Eo  que  encuentro  es  el  capuz 
De  la  oscurísima    noche. 

Y  aunque  en  la  sombra,  en  verdad. 
A  veces  el  gas  chispea, 
Chispas  no  son  claridad, 

Y  prosigo  diiiuia  mea 
En  la  misma  oscuridad. 

¿Qué  dice  Ruiz  de  su  tren? 
Al  preguntaros  no  escuso 
Saber  si  lo  tiene  bien, 

Y  por  qué,  ya  que   lo  puso. 
Lo  quita  en  un  santiamén. 

Como  Ar\-elo,  loco,  loco 
El  mismo  Santo  Tomas 
Se  volviera,  viendo  el  foco 
De  una  máciuinade  gas 
Servir  tan  mal  y  tan  poco. 

Esto  á  pensar  me  provoca 
Que  en  su  gas,  Ruiz  ly  me  alegro) 
Tuvo  ganancia  muy  poca 


Por  no  ser  gas  de  ojo  negro. 
Ni  gas  de  purpúrea  boca. 

En  lugar  de  preferir  i 

El  gas  de  ojos  de  zafir. 
Que  es  un  gas  de  buena  medra, 
Ruiz  se    imagino  vivir 
Del  gas  de  carbón  de  piedra. 

Mas  no  siendo  Ruiz  un  san- 
To-do  al  revcz  lesaliii. 
Y  sin  ver   ho\'  la  ganan- 
cia y  boga,  y  dudo  yo 
Convierta  la  piedra  en  pan. 

Viendo,  al  fin,  que  á  Ruiz  le  lleva 
Tal  gas  á  su   perdición. 
Queriendo  vivir  de  bre\a. 
Prefiero  de  mogollón 
El  gas  de  las  ¡lijas  de  Uva. 

Llegaos,  pues,    caraqueñas  ; 
Quiero  gordas  y  cenceñas, 
Quiero  hacer  gases  distintos 
Con   las  blancas  y  trigueñas .... 
¡  Ea,  tomad    mis  Jacintos  ! 

POST  SCRIPTUM. 

Á   ARlSTlDES  RUJAS. 
Las  luces  se  apagaron  y  Ruiz  mismo, 
El  que  formó  con  gas  aquel  letrero, 
Sin  miis  p  11  i/t o,  ni  coma,  ni  iwks pero, 
Apagado  también,  cayó  al  abismo. 

Muerto  en  ciernes,  de  nema  y  de  mutismo, 
Cobos  el  padre,  joven  misionero. 
Yacía  cual  se  dice,    en  el  tintero 
Mi  pobre  .^rt.f  sin  agua  de  bautismo. 

Un  dia  qne  me  hallaba   vuelto  un  ascua 
Me  encontré  con  Arístides,  y — "cuento 
Para  mis  flores  que  serán  de  Pascua 

Con  las  del  lago,"  murmuró-" Al  momento 
Una  broma  tendrás,"  dije,    pensando 
En  esta  que  escribí   burla  burlando. 

Caracas. 


BROMA. 

AI  General  J.  V.  Guevara. 


NO  es  todo  en  la  tierra  niia 
Maldad,  calor,  sangre,  guerra. 
Que  hai  mucho  bueno  en  mi  tierra 
De  encantada  poesía. 

Naturaleza  aquí  aduna 
En  armonioso  ensayo 
La  electricidad  del  rayo 
Y  el  resplandor  de  la  luna, 


Aquí  transforma  en  suspiro 
La  brisa  al  pasar  riente. 
El  silvo  de  la  serpiente 
Y  el  yaraví  del  goagiro. 

Del  prado  aquí  los   olores 
Tanto  gustan  y  arrebatan. 
Que  nos  parece  que  matan 
Con  su  fragancia  las  flores. 


1Ü4 


ÍOSSlAS  HUMORÍSTICAS. 


Aquí  se  exajera  todo 

Y  en  gran  forma  se  destaca  ; 
Hueie  aquí  mas  !a  albahaca 

Y  es  mas  abundante  e!  godo. 

Y  sí  calía  la  razón 
Por  un  daca  ó  por  un  toma, 
i.a  puñalada  de    broma 
Va  derecha  al  corazón. 

¡  Que  mas  1    La  prueba   acabada 
De  cuanto  aquí  se  exajera 
Es  la  mi  musa  parlera 
Para  una  triste  nonada, 


Para  mandar  tras  el  eco 
De  estas  pobres  redondillas 
Unas  conchas  amarillas 

Y  bolas  de  palo  seco. 

Sí,  señor,  y  aunque  en  mi  anhelo 
Siempre  lo  vulgar  deseche, 
Los  nísperos  son  de  leche, 

Y  las  conchas  de  espejuelo. 

En  suma de  azúcar  todo 

i  El  dulce, !  por  vida  mia ! 
Fraternizar  podrá  un  dia 
Al  liberal  con  el  godo. 
Octubi-e   1879. 


CARTA  IMPROYISABA. 


HOY  que  el  abono  se   cierra 
Sepa  e!  ciudadano  Bien 
Que  hay  mucha  jente  de  guerra 
Y  jentc  de  paz  también. 
Que  quiere  la  Castañerra. 

Y  pues  es  hombre  de  entrañas 
Como  artista  verdadero, 
Si  no  puede  dar  castañas. 
Ponga  a!  punto  ,  al  "  Caballero'' 
Particular  "   en  .campaña. 

Ciudadano  Saturnino, 
-Sepa  que  ayer  un   mastuerzo 
Dijo— "si  Bien  no  es  mezquino 
Dará — "  E!  amor  y  el   almuerzo  ' 
Por  gala  y  sin  macuquino. 
^  Pero  un  hijo  de  Israel 
Gritó  también  á  su  turno : 
— El  debe  hacer  un  papel!—" 


— ¿Quién  es  él? — Guá;  Don  Saturno  !- 
Ya  sabe,  pues,  que  usté  es  él ... . 

Y  pues  ¿'7  y  i/stcd,  sin  \'iso 
De  mentira  no  son  dos, 

¡  Anjeles  del  paraíso  ! 
Don  Saturnino  ¡  por  Dios ! 
Complacernos  es  preciso ! 

¿Qué  cristiano  no  respeta 
Una  tan  grave  demanda  ? 
¿Qué  artista,  ni  que  poeta 
No  se  ablanda,  no  se  ablanda 
Con  súplicas  de  e;ícopcta? 

Y  pues  inclina  la  sien 
El  abono  y  dice  amen. 
Dar  gusto  al  íín  del  abono 
Ls  una  gracia  de  Bien 

Y  es  una  cosa  de  tono  \ 
Coro,  21  de  Marzo  de  1S61, 


EN  LA  PRIMERA  PAÜIMA  DE  ÜM  ALBÜM. 


PEDRO  Pablo  Navarrete 
Y  su  esposa  ó  m.i    cuñada 
Con  su  cuñada  ó  mi  e:-ijosa. 
Que  son  por  todos  tres  almas, 
A  quienes  uno  la  mia 
Para  que  sea  la  cuarta, 
Quieren  (mejor    e¿  queremos 
Ya  que  me  metí  en  la  danza) 
Queremos,  conio  bien  sumo 
.  Para  este  jardín  sin  matas, 
Pero  que  habrá  de  tenerlas 
Antes  que  lleguen  bis  pascuas; 
Querenrios  para  este  libro 
De  páginas  hoy  tan  bl.mcns: 
Queremos ;  ¡  válgame  el  cielo  ! 
j  Qué  queremos  cunio  gracia, 
Para  este  libro  qU'J  empieza 


Su  carrera  literaria  ? 
Queremos  un  imposible 
En  tierras  venezolanas. 
Un  milagro  de  lo  bueno 

Y  una  cosa  de  las  raras  : 
Queremos  (y  van  por   todo 
Del  verbo  luz  de  las  thinias, 
Siete  queremos  y  un  quiero 
Sin  haber  querido  nada)  • 

¡  Ea!  queremos  en  suma 
Que  este  libro  sea   un  arca 
Donde,  si  se  guard;ii!   flores 
Sean  flores  delicadas, 

Y  si  se  guardan  perfumes 
Sean  perfumes  de  Arabia, 

Y  si  se  guardan  confites 
Sean  confites  de  plata, 


POESÍAS  HUiíORÍSTlCAS. 


19: 


Y  si  se  guardan  suspiros ; 

— Qué  I  ¿  Los  suspiros  se  guardan  ? 
— Sí,  señor  ;    precisamente 
Esos  no  salen  de  casa 

Y  se  niantieneu  ocultos 
Por  ser  misterios  del  alma. 
Queremos,  pues,  que  si  llora 
Algún  doncel  su  desgracia, 
Escribiendo  en  este  libro 
Plegarias  y  serenatas, 

Sean  verdades  de  á  folio 
Serenatas  y   plegarias, 

Y  concluvan  en    la  itflesia 


Com.o  verdades  cristianas, 

Y  no  verdad.:"  jeníilcs 
Que  no  concluyen  en  nada. 
— Esto  quieren  ;  no,  queremos, 
Ya  que  me  metí  en  la  danza, 
Pedro  Pablo    Navarrete 

Y  su  esposa  ó  mi  cuñada. 
Con  su  cufiada  ó  mi  esposa. 
Que  son  por  todo  cuatro  almas 
Queriendo  aqueste   imposible 
En  tierras  venezolanas. 

1866. 


A  LA  SEÑORITA  CARMEN    SERRANO. 


HERMANA,    tanta  fatiga. 
Tantos  cuidados  por  Ana, 
¿  Piensas  tú  que  no  lo  diga? 

Pues  te  equivocas,  hermana 

— Hermana,  Dios  te  bendiga. 

En  la  copa  del  dolor 
De  lágrimas  toda  llena, 
Cuando  bebe  ajeno  amor 
Es  porque  el  alma   es  tan  buena 
Como  un  anjel  del  Señor. 

Fortuna  de  pequefiuela 

Ana,  la  dulce  hija   mia, 
Cuando  el  llanto  la  desvela. 
Tiene  en  la  noche  sombría 
Un  ángel  por  centinela. 

Y  no  ha\'  miedo  al  abandono 
Si  queda  luego  dormida. 
Pues  le  hace  en  su  pecho  un  trono 
¡Mientras  le  llama  "  mi  vida  " 
En  un  blandísimo  tono. 


Según  ese  puro  afecto 
Tú  no  permites   arguya 
Siquiera  de  Ana  un  defecto. 
¡  Jkicna  ceguedad  la  tuya  I 
¡  Un  ser  humano  perfecto! 


Ana  con  ser  iiija  mia 
Tendrá,  llegado  su  turno 
Poca,  mui  poca   alegría 
Un  carácter  taciturno 
Y  mucha  melancolía. 

Con  .ser  Ana  tu  sobrina 
Querrá  tener  una  mina 
En  sus  risuefios  afanes 


Y  tendrá  ¡  suerte  dañina ! 
La  flema  de  los   Duranes. 

Carmela,  ¿sabes  que  un  punto 
Al  meditarlo  me  mata 
Por  ¡o  grave  de!  asunto? 
— Ana  se  pondrá  muy  c/iaía 
Será  mi  propio  trasunto 

¡  Vaya  que  será  de  ver 
A  esa  fspiga  de  7naiz, 
Si  á  mi  se  ha  de  parecer, 
Con  mi  tacaña  nariz 
Echándola  de  mujer. 

Tendrá  su  crítica  hermana 
El  mundo  maracaibero 

Y  dirá  (la   cosa  es  llana) 
"Qun  Ana  tu  lindo  lucero. 

No  tiene  nariz  " ;  Pobre  Ana! 

Pero  no  te  pongas  triste, 
Cili-ni,  hormma  tu   inquietud; 
Si  Ana  es  cinta,  tendrá  cJikte 

Y  á  más,  de  que  la  virtud 
En  la  nariz  no  consiste. 

Tenga  tu  juicio  y  cordura 

Y  lo  demás  nada  importa. 

Que  hombre  de  bien  no  se    cura 

De  la  n.ir¡z  larga  ó  corta 

Pero  busca  el  alma  pura, 

EnséíUle  ásev  cristiana, 
A  ser  virtuosa,  y  que  diga 
La  gente  de  mi  pobre  Ana  : 

"  Ch  it.i,  el  cielo  te   b  :n  liga " 

¿Qué  mas  galardón  hermana? 


196 


POESÍAS  HUMORÍSTICAS, 


A  LA  VUELTA ....  LO  VENDEN  TINTO. 


TENGO  una  linda  barca 

Que  vuela  en  popa 
A  los  vientos  del  alba 

Como  paloma. 

¿  Qué  caraqueña 
Quiere  burla  burlando 

Ser  mi   barquera? 
Quieres  tú,  rubia  niña? 

— Guá  !  tengo  miedo  ! 
■ — Y  tú,  trigueña  mia  ? 

— Chis  !  yo  no  puedo  ! 

Y  haciendo  mimos 
Gritábanme — "A  la  vuelta 

Lo  venden  tinto  ! '" 


Al  mar  me  fui  lloroso 

Y  hallé,  por    suerte, 
Un  pesquero  muy  hondo 

Y  eché  mis  redes. 
— Alza  con  ellas  ! 

Guá  !  Chis  !  i  Estaban  todas 
Llenas  de  perlas  ! 

¿Quieres  venirte,  rubia? 

— Sí,  por  tus  trovas .  . . . 
Trigueña   quieres?  Mucha 

Será  mi  gloria.  .  .  . 

— ¡  Amores  mios, 
Es  lástima!  A  la  vuelta 

Lo  venden  tinto  ' 


MIS  DUDAS. 

Escrita  sobre  la  composición  de  rai  amigo  I.  Vázqaez  titulada  "Lo  qne  es  amor." 


CON  que  ¿á  la  sombra  de  las  palmeras, 
Aquí  en  las  tierras  maracaiberas 
Que  baña  el  lago  murmurador, 
Aun  hay  palomas  en   las  praderas 
Que  ignoran  tristes  "  lo  que   es  amor?  " 

;No  serán  cuentos,   no  serán  bromas 
Que  á  los  collados  y  verdes  lomas  . 
Llevan  las  flores  de  flor  en  fior  ? 
¿  No  serán  burlas  de  las  palomas 
Cuando  celebran  cortes  de  amor  / 

En  este  clima  do  el  niño  ciego 
Como  por  trisca,  como  por  juego 
Tiene  ¡  el  travieso  !  tanto  valor 
Que  á  quema  i'opa  nos  hace  fuego, 
¿  Hay  quién  ignore  "lo  que  es  amor?  " 

Si  alguna  existe    ;  bendita  sea. . . .! 


Pero  á  otro  simple  que  se  lo  crea  ; 
Yo,  por  mi  parte,  soy  pecador  ; 
Y  como  hay  muchos  de  mi  ralea 
Cuyo  pecado  solo  es  de  amor ; 

Pienso,  y  conmigo  piensa  la  gente,  ■ 
Que  si  hay  torcaza  tan  inocente, 
Las  mismas  tintes  de  su  pudor 
Cabe  la  margen  de  alguna  fuente 
Pueden  decirle  lo  que  es  amor. 

Amo»' !  lio  hay  aura  que  no  lo  cante, 
Ni  onda  tranquila  que  no  levante 
Al  blando  viento  dulce  rumor, 


Y  hasta  cu  los  ciclos   brilla  distante 
Trémula  estrella,  lumbre  de  amor. 
Si  }'a  muriendo  la  luz  febea 

Por  la  colina  frente   á  la  aldea 
Se  oye  cantando  triste  un  cantor, 
Esa  colina  que  aun  verdeguea 
Será  en  la  noche  templo   de  amor. 

A  veces  brota  como  un  misterio, 
Otras  domina  con  tal  imperio, 
Que  entre  sonrisas,  á  lo  mejor 
Llora  y  de  pronto  se  pone  serio.  . . . 
i  Distintas  fases  de  un  mismo  amor  ! 

Cuando  se  juntan   dos  avecillas. 
Cuando  presentan  sus  campanillas 
Las  pasionarias  al  ruiseñor, 
Aves  y  flores  muestran  sencillas. 
Aunque  distintas  un  mismo  amor. 

Yo  sé   que  pueden  la  simpatía 
Romper  dos  seres  y  su  alegría 
Cambiar  en  grito  desgarrador, 
Pero.  .  .  .es  que  al  cabo  gozan  un  dia 
Aunque  los  mismos,  distinto  amor. 

Y  si  esto  pasa  de  esfera  á  esfera 

Si  amor  se  asoma  por  donde  quiera, 
Yo  á  fuer  de  bardo  murmurador. 
De  tu  paloma  maracaibera 
Dudo  cjue  ignore  lo  que  es  amor. 

1873- 


poesías  humorísticas. 


197 


LOS  PESCADORES  SE  VAN. 


YA  se  alegró  la  ribera. 
Pues  Alicio  hace    sonar 
El  caracol  de  la  pesca 
Bajando  del  cabañal. 
Pastor  que  cambia  el  pellico, 

Como  Alicio, 
Por  las  redes  del  pescar. 

¿Qué  tendrá? 

Allá  corre  una  pastora 
Que,  según  parece,  va 
Siguiendo,  como  la  alondra. 
Algún  señuelo  fugaz. 
La  undosa  y  profusa  crencha 

Libre   lleva, 
Y  desceñido  el  cendal .... 

Allá  vá! 

Cabalgando  en   caballicbs 
De  ramos  de  sasafrás, 
Un  grupo  de  alegres  niños 
Jugando  y  corriendo  está. 
Me  divertiré  con  ellos.  . . . 

— "  ¡  Un  pandero 
Para  quien  diga  verdad  I 

Aquí  está  1  " 

—Yo!.... 

—Yo!.... 

— Silencio  y.  .    .en  fil.i  ' 
— Estamos  formados  ya, 
— Pues  bien  ¿no  habrá  quien  me  diga. 
Qué  tiene  Alicio  el    üagal  ? 
—  Está.  . .  .enfermo  1 

— No,  ilesea 
Cojer  perlas 
Para  el  dia  de.  .  . . 

—Callad : 
--Ja!  ja!  ja  ! 


— He  ganado. . . 

— Mi  pandero  ! . 
Gritan  mucho^. 


— Cómo ! 

— Nunca! 


-Tú    ganar? 


—Pues ! 

— Sin    duda!. 
— ¡  "  Los  pescadores  se  van  !  " 
Una  voz  grita  á  lo  lejos. 

—  Mi  pandero  ! . . . . 
Grita  á  su  vez  el  rapaz. 
—No! 

-Chis ! 

—Ai! 

— Pero,  señor,  si  nosotros 

Sabemos,  sabemos  más, 

— ;  Si  Juan  no  lo   ha  dicho  todu  ! 


— ¿  No  lo  he  dicho  ? 

—Chito  ! 

— J  uan  ! 
— ¿Pues  qué  tiene  Juan  oculto? 

— Tiene  mucho. 
Tiene.  .  .  .tiene.  . . . 

— Si,  á    pesar 
Del  d¡)i  dan  I 

— ¡  Buen  din  dan  que  todavía 
Este  señor  no  dará  ! 
— i  Si  estás  diciendo  mentira! 
— Envidioso  ! 

—Y  tú    falaz, 
Porque  callas  los  de   Alicio, 

Pian  pianito, 
Y  el  trato  es  decir  verdad, 

Bien  ó  mal. 

— Dila  tú,  pues. . . . 

— l'iibre  Alicio  ! 
— Y  el  pandero  me  dará  ? 
Te  daré  más,  dulce  niño. 
—Y  qué? 

— Campanitas. 

-Ah  ! 
Pandero  con  campanitas  ! 

Viva  !   viva  ! 
— '•;  En  leche  la  mar  esta  ! 
l^uen  terral  1" 

\  ocean  los  pescadores 
Atalaj-as  del  palmar  ; 

Y  mientras  los  caracoles 
.Suenan,  corre  cada  cual 

Y  abordando  su  barc[uilla 

También  grita : 
— "  ¡  Los  pescadores    se  van 
A  la  mar  !  " 

En  medio  estoi  de  los  niños 

Que  han  roto,  en  tan  largo  afán, 

La  fila  de  caballicos 

De  ramos  de  sasafrás. 

— Y  bien  ¿qué    me  dices  l'edro? 

Ya  se  fueron  ? 
Déjeme  ver  si  el  zagal .... 

— Bah!bah!"bah! 

— No  se  impaciente  en  el  trato 
—Pero,  por   Dios,  acabad  ! 
— Al  buen  callar  llaman  Sancho, 
Dice  el  cura. 

-  ■  Chito,  Juan  ! 
— ¡  Mira,  Pedro,  que  te  pierdes  ! 

¿Quién  te  mete 
En  camisa. . . . 

— Nadie  más 

Lo  sabrá ! 


19§ 


POE.SIAS  HUMORÍSTICAS. 


Ya  lo  ven  ?  él  y  nosotros : 
Nadie  más,  y  quedará 
El  pandero  para  todos.  . . . 
— Si  es  así,  di  la  verdad. 
— La  digo? 

—Sí! 

Sí  ! 
— Pues  vuelva 
La  cabeza 

Y  mire  aquella .... 

— Cabal 
Es  Pilar; 

— Sí,  la  que  canta  unas  coplas 
Las  noches  de  Navidad, 
Como  cantan  las  palomas 
Que  no  encuentran  su    nidal. 
Pues,  señor,  la  zagaleja 

Travesea, 
Como  para  hacer  rabiar 

Al  zagal. 

— Si  Alicio  llora,  ella  rie. 
Si  Alicio  viene,  ella  va, 

Y  cuando   el  cura  le  dice  : 
Pilar,   ¿qué  es  eso,  Pilar? 
Ella  le  responde  al  cura, 

"Que    las  uvas 
Si  se    comen  en   agras 
Hacen  m.al." 

— Pero,  ¿qué   importa  esto  á  Alicio  ? 
— Qué   importa  ! 

— Responde   ¡  aja  ! 
— Pues  no  ve  que  se  ha  metido 
A  pescador  ? 

— -Y  qué  más  ? 
— Qué  tiene. .  qué  tiene. .  el  pobre  !. 

¡Mal  de  amores  !. . . . 


Chis  !  ¡  simplecillo,  callad  ! 
—Ja!  ja!  ja! 

— Pandero  con  campanitas 
He  ganado,  ¿  no  es  verdad  ? 
— Sí,  niño,  y  lleno  de  cintas. 
Míralo,  Pedro,  aquí  está. 
Nuevos  gritos  :-"leva  !  leva  !" 

— "Brisa   fresca  !" 
— "Los  pescadores  se  van 

—A  pescar!" 

Y  el  grupo  de  rapazuclas 
Corre  á  la  orilla  del  mar, 
Suena  que  suena  el  pandero. 
Grita  que  grita  el  zagal : 

— "Alicio  !  ¡  Mira  á  esta  boba 

Como  llora 
Sin  duda  porque  te  vas  ! 

i  Vuevcacá!" 

Y  era  así,  que  pensativa 
Viendo  las  barcas  allá, 
Pilar  se  dice  así  misma, 

— "Qué  estás  haciendo,  Pilar  ?*' 
Yo  á  mi  vez,  dije:-"las  uvas 

Ya  maduras 
Para  el  pobre  Alicio  están. 

Ja!  ja!  ja! 

No  de  otro  modo  mis  penas 
Olvido  á  orillas  del  mar ; 
Que  el  amor  y  la  inocencia 
Guardan  la  felicidad. 
La  felicidad  !  No  es  sombra  ? 

No  !  que  es  gloria. 
Alicio  y  los  niños. . .  .¡  ah  ! 

Lo  dirán ! 


BROMA. 

Escrita  al  vapor  y  dedicada  á  las  volandas,  con  motivo  del  baile  dado 
por  el  seSof  JoséAniceto  Serrano. 


¡  CUANTO  afán  y  cuánto  ruido  ! 
¡Cuántas  luces,  cuántas  flores  ! 
i  Cómo  se  reirá  Cupido   - 
Viendo  fuera  de  su  nido 
Palomas  y  ruiseñores  ! 

Debe  ser  el  caso   estremo 
Para  tanta  b;iíahola.  .  . . 
¿Qué  pasa?  Mucho  me  temo 
Que  se  acerque  á  i'i'/a  y  remo 
Z..:¿.  gran  marina  española. 


— No  es  eso,  el  caso    es  distinto, 
— Pues  cuál  es  ?  Saberlo  quiero, 
Me  pierdo  en  tal  laberinto 
Y  hay  gente  en  este  recinto 
Para  olxo, seis  de  Febrero. 


— i  Mentira  !  ¡  Bachillería.  . . . ! 
— Sí  ?  Pues  de  veras  me  alegro, 
Porque  yo . , . .  i  Qué  diabluría . . . . ! 
¡  Quién  de  decírmelo  habia ! 
;  Ni  quién  tampoco  á  mi  suegro  ! 


POESÍAS  humorísticas. 


Í99 


Mas,  fuera  de  digresiones 

Y  volviendo  al  hecho  en  suma : 
¿Qué  quieren  esos  garzones ? 

Y  esas  ho}!il>as  y  bombones 
Livianos  como  una  pluma? 

¿Y  esa  música  que  atruena? 
Señores,  cierto  refrán 
Dice  :  cuando  el  rio  suena 
Viene  aleare  la  verbena, 
La  verbena  de  San  Juan. 

Si  el  caso  es  de  romería 
Lo  acepto  sin  ser  romero, 
Ni  aun  gustarme  la  sangría. 
Sin  tener  botellería 
Ni  viña,  ni  viñadero. 

Mas  en  un  caso  de  apuro 
Me  quito ....  hasta  la    corbata 

Y  alzo  el  codo.  .  .  .de  lo  duro  ; 
Pero  aquí. ..  .señores,   ¡uro 
No  sé  de  lo  que  se  trata. 

— No  .sabes? 

— ;  Cómo   lo  digo  ! 
Cargue  una  estrella  conmigo, 
Si  miento  en  apuro  tan .... 
O,  mejor,  cargue  un  mcndioo. 
Si  miento  con  Catalán. 

. — ;  Protesto  !  El  caso  es  muy  gordo. 
-No  se  admiten   alu.siones. 
— No  griten  que  no  estoy  sordo  .... 
— Es  que  v.sc  ageno  sobordo 
Nos  mete  en  complicaciones. 

¿A  que  hay  aquí  mercaderes? 
— Sí,  señor  y  con  mas  ganga, 
Olvidando  sus  que  liaccrcs 
Entre  todas  las  mujeres 

Y  entre  toda  la  bullanga, 

— Pero,  por  Dios,    al  oido 
Saber,  en  suma,  no  puedo. 
Siquiera  en  faz  de  marido, 
¿A  qué  viene  tanto  ruido? 
r' -A  qué  viene  tanto  enredo? 


— No  vienen  que  están  aquí .  .  ■ 
— ¿Quiénes,  seüores,  por  Dios? 
— Tu  chicuelo  baladí 

Y  un  cuñado;  con  que  así 
Es  la  fiesta  por  los  dos. 

— ¿  Es  decir  que  dos  en  ido 

Y  los  m.ismcs  dos  en  cn^ 
Mi  chico  el  recien  nacido 

Y  mi  cuñado  el  recién .... 
Al  fin  el  recien  venido ; 

Son  la  causa,  el  puro  fomcs 
El  motor,  ó  la  palanca 
De  estos  dares  y  estos  ióincs. 
Déla  bulla  de  estos  homes 

Y  de  tanta  risa  franca  ? 

¡  A  otro  nene  que   lo  crea . . . . ! 
Cuando  más  juzgo  que  sea 
Un  pretesto ....  cuando  más . . . . 
Aquí  Satanás  campea, 

Y  es  un  bribón  Satanás. 

Tal  vez  lo  dicho  creería 
Si  yo  fuera  de  otro  estado  ; 
Mas  ¡  Jesús  !    |  Ave  María  ! 
Me  da  miedo  esta  alegría. . . . 
¡  No  lo  saben  I  Soy  casado. 

Y  según  la  Iglesia  ordena.  . . . 
Dcrechito  como  un  San .... 

Y  me  asusta  }■  me  dá  pena 
Hasta  la  dulce  verbena, 
La  verbena  de    San  Juan. 

Por  eso  cuanto  ahora  veo 
No  lo  creo,  no  lo  creo. . . . 
Abandonemos  la  sala. . . . 
Dios  me  libre  de  un  mareo, 
¡  Es  una  cosa  tan   mala. ..." 


A  otro  nene  que  lo  aguante. . 
Mas  ¿cuándo  acabo  y  doy  fin  ? 
Listo  !  ¡  A  virar  por  avante  ! 
Fondo !  La  broma  es  bastante.  . 
¡  Ya  se  llenó  el  folletin  ! . 
Noviembre   3  de    1860. 


SONRISAS  DE  ÜN  PADRE.    ,- 


FUGi\CES    resplandores 

Entre  lo  oscuro 
Son  las  luces  que  al  hombre 

Llenan  de  orgullo. 

¡  Giiai  con  decirlo  ! 
Que  el  siglo  de  las  luces 

Es  todo  un  siglo. 


Cuando  sacaban    h:!as 

Para  los    pobres, 
Rezando  letanías 

A  soltó  vocc  : 

Cuando   mi  abuela 
Le  cogia  los  pumos 

A  sus  calcetas ; 


200 


poesías  humorísticas, 


Aunque  saltaban    chispas 
De  las  liogueras 

Y  gritaban  las  chicas 

Haciendo  rueda  ; 
Jamas  ni  nunca 
Las  chispas  fueron  soles 
Ni  fueron  lunas. 

Hoy  apenas   de  noche 

Brilla  un  cocuyo, 
Cuando  esclaman  ías  voces 

De  los  palurdos  : 

■'Siglo  de  gloria, 
Lunas  y  soles  brillan 

Entre  ia  sombra." 

IT 

Yo  tengo  entre  mis  flores 

Tres  pajarillos 
Con  su  metal  de  voces, 

De  oro  muy  fino ; 

Miento!  que  es  fama 
Las  tres  tañen  sus  lenguas 

Como  campanas. 

Inés  cuenta  cuatro  años, 

Ana  unos  siete, 
Ocho  María  entrados 

Creo  que  en    nueve. 

Siempre  están  juntas 
Pero  en  cuanto  á  calladas 

No  lo  están  nunca. 

Como  andan  siempre  á  guisa 
De  mis    periódicos 

Y  engullen  sus  noticias 

Como  bizcochos ; 
Y  como  en  uno 
Se  encontraron   anoche 
Con   este  anuncio  : 

"A  Guadalupe  el  cólera 

Llegó  del  Ganges 
Matando  á  quema  ropa 

Chicos  y  grandes  ; 

Tal  se  difunde 
Que  es  un  gran  cimenterio 

La  Guadalupe." 

■ — Vaya  !  dando  una  vuelta. 

Gritó  María, 
Libre  está  nuestra  tierra 

Buena  noticia  ! 

— Mira  lo  que  hablas  ! 
Ana  gritó  á  su  turno 

Dando  palmadas. 

Nos  vamos  !  sí !  nos  vamos  ! 
Gritaron   todas, 

Y  agarradas  las  manos, 

Como  tres  bombas 
Iban,  venían 
Contoneando  en  sus  cuerpos 
Las   crinolinas, 


Llevaba  aquello  viso 

De  no  acabarse 
Según  eran  los  gritos, 

Los  ademanes 

Y,  las  piruetas 
De  aquellos  tres    embriones 

Hijas  de  EA-a. 

Tal  las  pecjueñas  nubes 

De  fojas  fimbrias 
En  los  cielos    azAilcs 

De  las  antillas, 

Van  con  los  vientos 
En  grupos  encantados 

Cruzando   el  cielo. 

Cuando  más  que  de  prisa 

Juntos  llegamos 
La  madre  con  su-niñas  ! 

Yo  con  un-diablos ! 

Y  en   el  momento 
Se  soltaron  las  mano.s 

Mis  azulejos. 

^;  Es  posible  que  ustedes 

(jritando  vivan  ? 
— Si  es  que  estamos   alegres 

Con  la  noticia ! 

—  Mujer,   escuchas  ? 
— Castillos  en  el  aire 

Como  hijas  tuyas. 

-r:  Pero,  mujer',  no  piensas 
Que  al  fin  y  al  cabo 
Por  ser  faldas  son   cuentas 
De  tu  rosario  ? 

—  Niñas,  les  dijo 
La  madre  amostazada 

— I  Por  qué  esos  gritos  ? 

— ,;  No  dijo  ayer  mii}- seria 

Doña  Petrona 
Que  allá  por  nuestra  tierra 

Reinaba  el  Cólera  "/ 

—Dijo  eso  ? — Cómo  ! 
Esclamé  con  un  gesto 

Lleno  de  asombro. 

— Sí,  señor,  sonriendo 

Mientras  nos  daba 
Aquellos  caramelos. 

La  co.sa  es  clara  ! 

Si  á  Guadalupe 
Ha  volado  la  peste 

Dios  nos  ayude. 

— Nos  vamos  !  sí,  nos  vamos. 

Padre  !  y  de  nuevo 
A  gritar  empezaron 

¡  Maldito  impreso  1 

Maldita  chanza! 
¡  Malditos  los  caletres 

De  tahís  faldas ! 


POESÍAS  HUMORÍSTICAS, 


AL  SEÑOR  JOSÉ  ANICETO  SERRANO, 

Remitiéndole  algnnos  versos  de  mis  hijas  el  dia  de  mi  carapleafios. 


201 


COMO  una  prueba  divina 
De  que  aun  lejos  de  la  patria 
Nos  da  el  cielo  bellos    dias 
En  este  valle  de  lágrimas. 
Remítase  este  expediente 
Formado  por  m.is    calandrias 
A  los  que  tanto  las   quieren 
A  pesar  de  la  distancia. 
Porque  no  puede  haber  dicha 
En  esta  mi  pobre  casa, 
Para  mi    esposa,  mis  hijos, 

Y  para  el  que  escribe  tantas 
Tonterías,  sin   que  asomen 
Allá  en  el  fondo  del  alma 
Los  afectos   y  los  nombres 
De  las  personas  que  se  aman. 
Sepa,  pues,  el  buen  abuelo 
De  esta  risueña  nidada  : 
Sepa,  pues,  el  tio   enfermo 
Centro  de   nuestras  plegarias: 

Y  sepa  Aniceto  y  todos, 
Digo,  la  familia  en  masa 

Que  hoy  treinta  y  uno  de  7\gosto 
Los  cantos  de  mis  calandrias 
A  los  ausentes  recuerdan, 
En  esta  mi  pobre  casa. 
Con  dulces   reminiscencias 
Que  son  las  flores  del  almas 
Recibido  el  expediente, 


Pues  es  todo  una  monada. 
No  se  archive  como  siempre 
Mas  sí  arrójese  á  las  llamas. 
Otro  sí  :  sepa  el  abuelo 
(ÍJue  todo  el  cuento  ó  la  gracia 
De  los  infernales   versos 
De  sus  nietas  deslenguadas 
Consiste  en  la  pretenciosa. 
Simple  y  risible  arrogancia 
-  De  hacer  por  su  cuenta  propia 
Su  magnífica  ensalada 
Ninguno   quiere  la  ajuda 
Oficiosa  de  su  hermana. 

Y  así  cada  cual  se  encumbra 

Y  á  su  gusto  disparata. 
Inés  pretende  imposibles 

Y  cuando  á  Apolo  maltrata 
Cree  ser  la  lijcra  alondra 
Que  trina,  modula  y  canta. 
Sólo  Rafo  el  simplecillo 
Pide  á  María  prestada 
La  mu.sa,  y  aprende  á  brincos 
Lo  que  María  machaca. 
Ya  veremos  lo  que  arroja 
Con  el  tiempo  esta  nidada.  . . , 

Y  aquí  paz  y  después  gloria, 
Que  para  locuras  basta ! 

■     Coro,  Agosto  31  de  1868. 


BRINOÍS  EN  CASA  DEL  ORAL.  GIL 


HACE  un  año  en  esta  casa 
Que  hubo  en  paz  igual  comida. 
¡  Cómo  se  pasa  la  vida ! 
¡Cuan  pronto  un  año  se  pasa! 

Hoy  se  vuelve  á  reunir 
La  amistad  sin  sombra  alguna. 
¡  Viva  la  buena  fortuna  ! 
Venga  en  paz  el   porvenir! 

Y  es  que  el  ¿iiaí  espanta    al  mal; 

Y  el  ¿ífii  es  aquí  bandera, 
Como  divisa  sincera 

De  un  amigo  General, 


?    1875. 


¡  l".a,  flores  del  pensil! 
Si  formáis  tan  bella  tropa, 
Apuremos  una  copa 
En  honra  de  Miguel  Gil. 

Y  después,  como  la  aurora 
En  prado  brilla  y  Iloresta, 
Será  reina  de  la  fiesta 
Quién  ? — Su  estimable  señora. 

¿  He  concluido  ?  No !    Que  imploro 
Un  trato,  un  convenio    franco  : 
Brindemos  por  Guzman  Blanco, 
Por  Gil  y . . . .  por ....  el  do   Coro. 

.26 


202 


POESÍAS  humorísticas. 


LOS  dPJLLOS. 


LAS  flores  en  canastillos 
Van  las  niñas  arrojando, 
Como  nosotros  sacando 
Esta  canción  de  los  grillos  : 
¡  Hola!  hola!  Ved  que  os    hablo, 
Salte  el  diablo  con  su  cola. 
Salte  el  diablo ! 

Conozco   aquí  pecadores 
A  quienes  buscan  sus  damas 
Con  aromas  y  retamas 
¥oi-_^n'//os  de  sus  amores 
¡Carambola!  riño  habrá  un  Pablo 
Que  de   la  peluda  cola 

Tire  al  diablo  ? 


El  mundo   maracaibero 
Por  galeotes  nos  prepara 
Los  colores   en  la  cara 
Y   la  esperanza  en   el  cielo 
¡  Qué  mamola!   En  su  retablo 
Dice  el   diablo  con  su  cola.  .  . 
¡  Chito  al  diablo  ! 

Si  es  que  la  conciencia  mata 
Tranquila  está  mi  conciencia 
Como    riquísima  esencia 
Ln  pom.o  de    oro  y  de  plata  ; 
Pero  sola,  cuando  le  hablo 
i\Ie  grita  ;  ";  mira  qué  cola 

Tiene  el  diablo  !!! 


SEÑOR  ZEFERIMO 


FOSSI  &,  á,  á. 

Piesente, 


¡  BILLETES  yo,  qué  blasfemia  ! 
¡  Comprarlos,  cjué  pretensiones  1 
¡A  quien  se  muere    de  anemia 
Mablarlc  de. . .  .salchichones  ! 


Jamas  la  soga  se  mienta  ». 
En  casa  de. ... ;  Por  lo  \'isto. 


Tuerto,  no  sacas  la  cuenta 
De  quien  vive  sin   un  cristo! 

Quisiera  tomarlo  á  insulto, 
Mas  por  la  amistad  te  absuelvo . 
¡  Y  tienes  talento  !  Estulto  ! 
Tus  billetes  te  devuelvo. 
Maracaibo,  Diciembre    i°.  de  1880. 


DISCURSO  CÁRH.e'ÁLESCO. 


MUY  buena  es  la  verdad  ;  mas  ^  quién  aspira  ¡.    Nada!  Mentira!  Broma!   Eterno  lujo 
A  ser  fehz  con  ella  sin  recelo, 
Cuando  es  fuerza  cubrirla  con  un  \'e!o 
Para  hacerle  lugar  á  la  mentira  ? 

¿  Creis  que  el  bien  el  universo  admira  ? 
¿  Que  la  mujer  es  dulce  caramelo  ? 
Que  el  dolor  es  un  mal,  palacio  el  cielo 
Y  el  sol  ardiente  en  el  espacio  gira  ^ 


De  una  visible  }'  misteriosa   danza 
En  ciue  cada  mortal,    á  su  capricho, 

Baila,  miente  y    sonríe  de  tapujo. 
¡  La  creación ....  el  mundo  es  una  chanza  ! . 
i  El  año  todo  es   carnaval  ! — He  dicho. 

Y  Enero  31  de  1877. 


SEfiOR  Br.  MANOEl  DÁGMIMO. 

Presente. 


Maracaibo,  Agosto  17  de  1880. 

Mi  ciuerido  Manuel  : 

VA  el  romance  y  ¡  si  supieras  ! 
a'\jado  va,  buen  amigo, 
Por  estar  siempre  conmigo 
En  toda.=íl:is  faltriqueras. 


Vaya  !  tu  palabra  escrita 
Vuelve,  cual  ave,  á  su  nido, 
Después   de  haberla  leido 
Mi  la\  andera  maldita. 

Manuel,  fué  bueno  el  percance. 
Un  dia  g'rité  sin  tino: 


poesías  humorísticas. 


203 


;  Adonde  está  do  Dagnino 
El  dulcísimo  romance  ? 


Busco,  reyibtro    habita  el  centro 
De  los  bolsillos  más  hondos.  . . . 
■  Vacíos  están  sus  fondos 
Y  tu  romance  no  encuentro  ! 


;  Pasa  una  luz  por  mi  fncntc  ! 
Corro  ! — ¿  Y  qué  ?  Tu  poesía 
Mi    lavandera  leia 
Cuando  llegué  casualmente. 

Al  dármela,  bien  ó  mal, 
Me  dijo  la  vieja  loba: 


"Me  gusta  mucho  esa  trova  ; 
Es  niui  buena.  General." 

Pues  bien,  no  hai  signo  ni  norte 
Más  seguro  en  esta  siembra.  . . . 
¡  Oh  I  la  0|3Ínion  de  uno. /c/i/órir 
Es  el   mejor  pasaporte. 

L'ne,  pues,  íi  mis  respetos 

Y  aplausos  por  tu  cantiga, 
Esos   de  la  vieja  amiga; 

Y  son  i/i's  l'tititisnios  iicíos  I 

Conque ....  Manuel,  Dios  te  guarde 

Y  sabe  que  te  amo  mucho. 
Mientras  brego,  mientras  lucho 
De  la  mañanad  la  tarde. 


AL  ÁN.(V£RSAPJO 

de  ía  cojera  diil  General  Rodulfo  Calderón,  con  motivo  da  haberme    pedido ' 

unos  versos  para  este  dia. 


¡  EA  !  .trompetas  marciales, 
Tocad. . . .!  Resuene  el  canon. 
Que  hoi  para  alivio  de  m.des, 
Cumple  nueve  años  cabales 
La  lisia  de  Calderón. 

En  aquel  aciago  dia 
De  memoria  sempiterna, 
La  marcial  trompetería 
Estarna   que  re))etía:  ' 
Oh  !   ¡  qué  desgracia  de  pieriu'. ! 

i\Ias  \-o  no  tengo  por  mala 
Tu  cojera.     I)i.l  oficio 
Son  gajes,  si  no  son  gaia. 
r.  Qué  dijeras  si  la  bala 
Te  hubiera  llevado  el  juicio? 

Koi  en  la  pléyade  inxálida 
Cruzará  tu  sombra  escuálida, 
Temible,  rujíente,  inquieta, 

Y  la  república   jiálida 

Te  llamará,  buen  trompeta. 

No,  no,  creer  se  me  antoja 
Que  a  tí  te  alegra  y  te  place 
Cargar  mejor  con  tu  coja, 
Aunque  á  ratos  esté  floja. 
Que  tener  un  "  aquí  yace." 

Aquel  refrán  tan  sabido 
"No  hai  desgracia  sin  fortuna". 
En  tí,  cojo,  se  ha  cumplido  ; 
Hoi  si  te  encuentras  eojido 
Puedes  andar  á  la   tuna. 

Anda,  trompeta,  anda  pues, 
Ya  que  tu  fortuna  es  tanta, 

Y  á  los  nueve  aíios  levanta 


Tu  diestra  }■  garbosa  planta 
?dnstrando  que  coja  es. 

V  cuando  á  tu  gusto  ufanáis 
Las  ninfas  venezolanas 
A  tus  pies.le  den  botines, 
liarán  las   ninfas  corianas 
Para  tu  pierna  cojines. 

Jamás  cuidarán  las  monjas 
Tan  bien  así  un  caballero: 
Doncellas  te  darán  lonjas, 

Y  hasta  dulce  de  toronjas 
Le  echanin  á  tu  trotero. 

En  tanto  tú,  Calderón, 
Reirás  viendo  serenos 
Con  fe  de  federación. 
Trotadores  sin   trotón 
Muí  gordos,  sanos  \'  buenos. 

Mas  eso  no  hace  un  gorgojo  ; 
Dios  ayude   sus  hechuras 

Y  no  te  olvide    á  tí,  cojo. 
Para  vivir  á  tu  antojo 
En  tus  corianas  llanuras. 

Venid,  pues,  trompas  guerreras, 
Tocad  ....  Resuene  el  cañón  .... 
Con  fogariles   hogueras 
Celebren  los  calaveras 
La  lisia  de  Calderón. 

i  Hurra.  .  . . !  A  los  cojos  marciales 
Las   damiselas    carnales 
Con  cantos  y  gorgoritos. 
De  Coro  en  los  arenales 
Si  no  cajas,  toquen  pitos .... 


Ijulio  i6  de  1863. 


204 


POESÍAS  HUMORÍSTICAS, 


BRINDIS  IMPROVISADO. 

,     -    19  de  Abril  de  1850. 


COMO  esos  antiguos  reyes 
Coronados  en  la  cuna 
Tras  de  un  héroe  la  fortuna 
Por  la  sanción  de  las  leyes  ; 

Así  de  laurel  ceñida 
Saliste,  Patria,  en  tu  infancia. 
Era  grande  tu  arrogancia, 
Grande  el  vigor  de  tu  vida. 


Con  tus  victorias  ufana. 
Con  un  porvenir  propicio, 
Apagado  el  sacrificio 
De  la  guerra  colombiana, 

¿  Quién  como  tú  ?  Tan  fecundo 
Fué  ese  tiempo,  que,  en  verdad. 
Nació  en  él  la  libertad 
A  los  aplausos  del  mundo. 


A  J.  M.  RÍVAS. 


PARA  contestar  al  vuelo 
Tu  fraternal  atención 
Me  pongo  á  mirar    al  cielo 
Buscando ...  .la  inspiración. 

Pues  es  fama,  entre    románticos, 
Que  si  un  bardo  al  cielo  mira. 
Serán  ramplones  sus  cánticos, 
Pero  no  serán  mentiras. 

Eh  !  La  verdad  sin  reproche . . . . 
Mira,  no  fué  por  inedia 
Que  el  veintitrés  en  la  noche 
Falté,  falté  á   la  comedia. 

Que  si  bien  la  inedia  espanto 
Inspira  entre  daca   y  toma, 
No  aprieta  la  cosa  tanto 
Hasta  no  morir  de    broma .... 

¿No  sabes  que  al  olmo  umbrío 
Vive  enlazada  la  yedra? 
Pues  por  eso,  amigo  mió. 
No  vi  la  "Primera  piedra." 

Que  al  remontar  de  este  Ponto, 
Sin  vapor,  á  remo  y  vela. 
Se  me  enfermó  de  lo  pronto 
Marica,  la  mayorzuela. 


Y  como  á  sombra  del  olmo 
Crece  aquí  más  de  un  arbusto. 
El  susto  llegó  á  su  colmo .... 
¡Yo  siempre   vivo  de  susto  ! 

Mcdiii  iwclie  era  f>or  Jilo, 
Dando  las  doce  de  lleno. 
Cuando  buscaba  intranquilo 
Al  doctor  Carlos  Luis. ..  .bueno. 

Bueno  !  ¡  si  también  estaba 
Enfermo  !  ¡  pobre  !  ¡  Era  un  tronco! 
Es  decir  que  cuando  hablaba 
Carlos  Luis  hablaba  ronco. 

En  fin,  mi  hogar,  que  era  un  yermo. 
Tranquilo  quedó  en  un  fris  ! 
¡  Guá  I  ¿  No  se  alegra  un  enfermo 
Viendo  a!  doctor  Carlos  Luis? 

lie  aciuí  sin  arpa  ni   sistro. 
Agüella  faifa  cantada .... 
¿  Está  usted,  señor  Ministro  ? 
Mas,  ¡  calle;  ahí  !   ¡  Pues  no  os  nada  ! 

¡  Qué  tanto  la  musa  yerre  ! 
¡  Que  no  es  el  Ministro!  ¿Cómo 
Puede  sevjoia  eme   erre 
El  mismo?  ¡  Ni  por  asomo  ! 


A  Mí  AMIGO  £L  SEÑOR  A.  ÜRDANETA. 

Con  motivo  de   sn  coraposicion  titniada   "  LA    H;\MilCA." 


METAMORFOSIS, 
¡ATRÁS!  te  digo  ¡atrás  por   San  Patricio 
El  de  la  verde  Erin  !    ¡  Atrás  1  hermano, 
O  cofrade  en  Apolo,  si  es   que  el  juicio 
Por  carambola  te  ha  quedado  sano.  . . . 


¡  Qué  anatema  !    ¡Qué  horror!  ¡Qué  sacrificio 
Al  apolíneo  coro . . . . !    ¡  Guai,  profano ! 
Mereces  el  castigo  de  Faláris  ! 
i  ¡  Atrás,  vate  infeliz,  huye  cual  Páris! 


POESÍAS  HUMORlSTlGÁS. 


205 


i  ^lejor  es  eso,  sí,. que  yo  no  quiero 
Fallar  en  contra  tuya!  Me  horripila 
Hasta  la  negra  tinta  del  tintero 
Creyendo  que  á  la  sangre  se  asimila : 
Te  digo  más:  al  ver  un  candelcro 
"SU  corazón  sensible  se  aniquila 

Y  esclamo  para  mí :  ¡  cuitada  esperma  ! 
Lágrimas  viertes,  porque  vas  en  merma. 

Con  que  así,  vate  amigo,   te  conjuro 
l-'ongas  los  pies  en  parda  polvorosa, 

Y  huyendo 'como  un  gamo,  del  apuro 
Me  saques  por  tu    bien-;  Terrible  cosa 
Es  á  fuer  de  justicia  zurrar   duro. 

En  tierra  cual  la  nuestra  calurosa. 
A  un  vate  que  en  su  tórrida  pereza 
¡Metióselc  el  demonio  en  la  cabeza. 

Pero  ;  de  quó  se  trata?   me   pregunta 
La  Patria  abriendo  su  bocaza  toda, 

Y  se  apresta  á  la  lid  de  blanco  en  punta. 
Tal  vez  porque  la.s°punías  son  de  moda. 
Se  trata,   madre   mia,  la  difunta, 

Se  trata  ¡  oh  Venezuela.  . . . !  aquí  acomoda 
La  Patria  sobre  un  lado  el  gorro  frigio 
Para  mejor  oir  el  gran  litigio. 

Se  trata  de  una  ofensa ! — Yo  prescindo 
Del  modo  y  del  lugar,  pero  la  ofensa 
Tiene  á  las  nueve  del   .sagrado  Pindó 
Vueltas  un  basilisco. — Llama  inmensa 
Ilumina  los   cielos,  y  hasta  el  lindo 
(  Que  cuida  de  la  Olímpica  despensa) 
Ganimede';,   en    fin,    el    mozaivete 
Está  vueku  de  cólera  un  cohete. 

¿  Pero,  cuál  es  la  ofensa  ? — Voto  á  bríos  ! 
Se  me  olvidaba  con  la  misma  rabia ; 
Aftí  los  trampuleros  echan   fios 

Y  se  olvidan  también. — Yo  estoi  en  Babia ! 
Mas  en  niedio  á  mis  locos   desvarios 
Conservo    aun  la   suficiente    labia 

Para  decir  que  en  mengua  á  las  butacas. 
Se  trata  ¡  cjué  valor  !  de  las  hamacas. 

Ven  acá,    descreído  bardo   pobre, 
¿Quién  al  magín  le  acomodó  esa  idea. 
Más  infecunda  y  turbia,  y  tan  salobre 
Como  el  mar  de  Sodoma  en  Galilea? 
Si  yo  tuviera  un  paladar  de  cobre 

Y  una  lengua  durísima  y  pétrea, 
Hiciera  oir  mi  voz  para  tu  mengua 
Aun  que  perdiera  al  fin  la  dura  lengua. 

Sí,  por  mi  abuela,  sí,  que  no  se  aplaca 
Tan  fácilmente  mi  abr.isada  biiis 
Al  ver  como  le  cantas  á  la  hamaca 
Dando  al  olvido  tu  apegada  filis. 
Qué  dirá  la  ant'quísima  butaca? 
¿  Y  qué  dirán  los  lechos  de  Amarilis? 

Y  qué  dirán  las  camas,   que  (no  miento) 
Son  llamadas  aquí  catres  de  viento? 

¿Qué  dirán  las  naciones  extrangeras 
Que  ignoran  hasta  el  nombre  de  chinchorro, 
3  )nde  cada  gandul  duerme  en  esteras 
Abrigado  muy  bien  con  bata  y  gorro? 


i  Escucha:  por  tus  frases  volanderas 
'  Deduzco  que  no  has  visto  ni  aun  el  forro 
j  De  Homero,  que  murió,   [  por  Santa  Mónica  ! 
Sobre  un  cuero  de  vaca   Macedónica. 

Desdeñarlos  cogines  ;  buena  idea  ! 

Y  luego  porque  el  siglo  brinca  y  trota 
Divinizar  la  hamaca  que  marea. 

La  hamaca  que  nos  hace  una  pelota, 
La  hamaca  que  aun  de  noche  se  menea 

Y  que  vuelve  en  un  tris  al  hombre  idiota. 
Según  en  su  vaivén  saca  de  C|uicio 

La  masa  cerebral    donde  está  el  juicio. 

Si  el  siglo  anda  a!  vapor,  digo  \'  defiendo 
j  Que  maldecirse  debe  por  lo  mismo 


El  movible  ¿;hincliorro, — ¿Ni    durmiendo 
Puede  el  hombre  estar  quieto  en  este  abismo? 
Si  los  hijos  de  Adán  viven  gimiendo, 
Según  lo  reza  el  santo  cristianismo, 
;  Xo  es  justo  que  de  noche  quietos   duerman 
Oque  quietos  estén  cuando  se  enferman? 

Tan  lógico  y  sin  réplica  es  mi  aserto, 
Que  el  único  derecho  democrático 
Sin   mundial  zancadilla,  neto  y  cierto, 
Cual  eterno  problema  matemático, 
Inviolable  doquier,    jamas   in.jerto. 
De  que  disfruta    c\  fiofiulis,  maniático. 
Se  funda  en  el  derecho    del  quietismo 

0  derecho  de  muerte,  que  es  lo  mismo. 

Con  efecto,   por  débil   ó  por  fuerte 
No  habrá  ninguno,  pillastron  ó    ganzo, 
Que  al  sentir  el  aliento  de  la  muerte 
Quietitonose  esté. — Feliz  descanso 
Donde  un  día,  cantor,  habré  de  verte. 
Como  la  seca  flor  en  un    remanso, 
Sin  que  jjuedas  decir  con    tus  encías : 
¡Oi\  mundo!  estas  quijadas  fueron  mias. 

¡  Alma  quietud  !  milagro    americano! 
¡  Espíritu  inmortal  de  la  pachorra! 
'Te  quiere  federar  ese  profano, 

15uscándole  con  mengua  una  camorra. 

Así  tuve  un  amigo;  no,  un  hermano, 
;Que  á  fuerza  de  oprimirle   ¡  Cachiporra! 

Huyendo  de  Don  Justo,  ¡  Chis,  se  embarca! 

Y  á  poco  se   encontró  A(/ír/.i-  arca. 

Eso  no  harás,  Pachorra  damisela. 
Aunque  el  mundo  se  vuelva  una  mat'raca 

Y  salte,  como  salta    Venezuela, 

i  O  el  mismo   Ameiiodoro  en  una  hamaca. 

1  Si  nuestro  siglo  diez  y  nueve  vuela, 

i  Paciencia  y  barajar;  que  al  fin  se  aplaca 
!  No  digo  un  siglo,  á  quien  el  tiempo  aborda.  . , 
Se  aplaca  el  mar  que  es  cosamui  más  gorda. 

Maguer  cantes  en  tono  gemebundo 

Y  de  la  hamaca  lo  que  se  te  asombre, 
Voi  á  decirte  como  vino  al    mundo, 

Y  conocida  como  fué  del  hombre. 

De  un  pueblo  por  las  selvas  errabimdo 
Hube  esta  historia  :-Si  saber  el  nombre 
Quieres  de  mis  salvajes;  por  pereza 
^Se  mcha  traspapelado  en  la  cabeza. 


206 


POESÍAS  HUIviORlSTICAS. 


Parajuro  era  un  indio    mofletudo. 
Que  en  dulce  paz  de  mogollen  vivia, 
Autor   de  la  inmortal  ley  del  embudo 
Con  que  sus  pasos  por  doquier  media; 
Hacerlo  trabajar  ninguno  pudo 
En  cabañal,    floresta  ó  ranchería; 
Jamas  con  su  sudor  cosechó  un  grano, 
Ni  una  piedra  jamas  alzó  su  mano. 

Yarfá  (toma  razón  de  lo  que  te  hablo") 
El  genio  malo  que  al  goagiro  doma, 

Y  que  acá  para  nos  se  llama  Diablo 
Sin  más  rebetes,   luz,  punto  ni  coma. 
Yarfá,   que  via  bien  desde  su  establo 
El  daca  del  goagiro  y  nunca  el  toma, 
Su  flema  y  su  cachaza  siempre  activa, 
Noche  y  dia  acostado  panza  arriba; 

'''■Es  curiosa,  gritó,  tal  existencia. 
Ni  siquiera  este  nene  por  política 
Mueve  una  paja,  asiste  á  una  pendencia  : 
Ni  le  asustan  los  chismes,  ni  la  crítica : 
Yo  te  haré  trabajar,  ¡  voto  á  mi  ciencia  ! 
Perezoso  salvaje  :  tu  granítica 
Sin  par  naturaleza,  con  mis  modos. 
Verán  cambiada  los  goagiros  todos." 

Yarfá  dio  media  vuelta,  y  por  encanto 
Bajó  ala  tierra,  se  cambió  en  un  viejo 

Y  á  Parajuro  se  arrimó,  que  en  tanto 
Almorzaba  batatas  y  conejo  ; 

Y  semejante  al  que  sufoca  el  llanto 
Enmedio  de  una  plática  ó  consejo. 
Así  le  habló  Yarfá,  fingiendo  apuro 
Mientras  comia  el  grave  Parajuro  : 

— "Hijo  de  Güere  y  la  sin   par  Sarando, 
Un  buen  consejo  que  te  dé  permite.  ..." 
Oyólo  el  indio,  mas  siguió  almorzando 
Sin  dársele  del  viejo  ni  un  ardite. 
— ¿Criatura,  estás  sorda? 

— Estoi  mascando .... 
. — Pero  escucha :  en  el  boscjue  se  repite 
Que  eres  un  perezozo  sin  segundo .... 
• — ^Cada  uno  para  sí  vive  del  mundo. — 

— Hijo,  siquiera  al  despuntar  el  dia 
Pon  los  huesos  de  punta. 

— Con  mil  truenos.... 
Que  pides  poca  cosa !    \  Bobería  ! 
— Eso  tiene  su  más. 

— También  su  menos .... 
— Pero  al  cabo  .... 

— La  gran  sabiduría 
Es  no  hacer  nada. — 

— -j  Qué  dirán  los  buenos  ? 
— Los  bobos,  viejo  amigo,  di  los  bobos 
Que  al  fin  llegan  á  ser  pasto  de  lobos. 

— Es  decir  que .... 

— Que  nie  enfadas. 

— Desbarata- 
— Mis  pacíficos  planes,  . . . 

— Pues  tú  pones 
Con  tanto  hablar  amargas  mis  batatas;  ■ 
Déjame  en  paz  seguir  mis  convicciones: 


— Con  un   millón  de   roncas   cataratas 
Que  si  reviento  aquí  con  mil  legiones, 
Gritó   Yarfá   frenético    te    juro.... 
— El  indio  murmuró  :    "valiente  apuro." 

— -"Si,  te  juro  por  todas  las  serpientes 
Inspirar  tal  espanto  eíi  mis  enojos. 
Que  de  tu  boca   saltarán  los  dientes, 

Y  movible  te  haré  coma  los  ojos." 

— ^"Vaya  unos  cascos  viejos  bien  calientes," 
Dijo  el  gandul,  cojiendo  unos  mímojos 
De  espigas,  y  sin  más  junto  á  unos  brezos 
Los  puso  y  se  rodó  dando  bostezos. 

— /  Sea   para  tu    nial,   indio   maldito  1 
Articuló  Yarfá,  con  un  ceceo 
Que  era  como  quien  dice  el  gorgorito 
De  la  rabia  infernal ;  3'  de  un  boleo 
Fué  Parajuro   á  dar   en  un  caimito ; 
Pero  aquí  del  prodigio  !  Plorrible,  feo, 
Del  gran  Yarfá  con  el  terrible  encono. 
Cambióse  el  indio  en  espantoso  mono. 

"  ¡Ciíadrñi/iano   animal  I  de  rabia  flavo 
Yarfá  siguió  diciendo,  jf>or  castigo 
Te  condeno  d  mecerte  con  el  rabo 
En  los  verdes   arbustos  :  fui  tu  amigo. 
Mas  tu  perciba,  y  tu  pachorra  al  cabo. 
Convertido  me  kan  en  tu  enemigo. 
El  suco  rebosó  de  mi  dulrjura.  . . . 
Hoy  carga  con  tu  cuerpo,  creatura." 

Y  luego  incouti/ienti  su  corona 
Caló  sobre  la  hirsuta  cabellera, 
Requirió  con  donaire  la  tizona. 

Miró  al  soslayo  ;  y  como  al  punto  viera 
A  Parajuro  el  mono   ó  tal   vez  mona  , 
Meciéndose  del  rabo,  "en  otra  era 
Se  dijo  para  sí,  vendrá  la  nioda 
En  que  se  mesa   nuestra  tierra  toda" . 

¿Ya  lo  ves,  pobre  bardo,  donde  saca, 
O  tiene  sus   orígenes  oscuros 
La  Americana  y   tropical  hamaca? .  . . . 
"De  un  salvagetenarj  de  cascos  duros." 
Andando  el  tiempo,  otro  indio  (Carayaca 
Se  llamaba  por  cierto)  en    dos  seguros 
Troncos  de  palma  remedando  al  mono, 
Quiso  mecerse  en  índico  abandono. 

Y  amarrando  á  los  troncos  su  refajo 
Metióse  en  él  con  fuerza  tan  altiva. 

Que  el  columpio  empezó  de  arriba  á  abajo, 
Cuando  debiera  ser  de  abajo  á  arriba. 
La  zaranda  siguió  con  desparpajo 

Y  cual  salta  un  guijarro  en  una  criba. 
Saltaba  Carayaca,  hasta  que  al  suelo 
Vino  con  tantos  brincos  en  un  vuelo. 

Desputís. . .  .la  cosa  es  clara — la  zaranda, 
No  obstante  el  mal  ensayo,  se  hizo  moda ; 
I  Tuvo  la  monería  gran  demanda, 
\  Y  en  hamacas  durmió  la  gente  toda  ; 
Vino  á  América  luego  de  parranda 
I  Traida  por  Colon,  la  raza  goda, 
I  Y  con  el  oro  cjue  llevó  en  petacas, 
\  Llevó  también  á  Europa  las  hamacas. 


POESÍAS  HUMORÍSTICAS. 


207 


De  origen  infernal  como   te  lie  dicho 

Es  la  hamaca  ó  zaranda,  no  la  quiero, 

¡  Tuvo  por  inventor  á  un  mono,  á  un  bicho 

Y  al  pensarlo  no  mas  me  desespero  ! 
Será  una  tema  en  mi,  será  un  capricho. 
Como  quieras  al   fin  llamarla,  pero 

Me  columpié  una  vez,  hize  una  basca 

Y  por  un  tris  me  rompo  la  tarasca.  .  . . 


^  Sabe,  pues,  descreido  bardo  pobre, 
:  Que  debes  del  magin  lanzar  tu  idea, 
'  Tor  maldita,  .infecunda  y  tan  .salobre 
Como  el  mar  de  Asfaltitcen  Galilea. 
Si  te  dijera  todo  lo  que  sobre 
De  tus  hamacas  pienso  ¡  ánima  mea  ! 
I  Un  mamotreto  hiciera  con  mi  crítica 
I  Grande  como  los   chascos  en  política. 

Julio  T,\  de  t86t. 


? 


ENHORABUENA. 


PRIMERA  PARTE.  > 

DTALOGO  ;  El  poeta  y  su  Musa  :  Humos  de  aquel  : 
Inspiraoiou  de  esla  :  Al  pdttii  no  le  eoulentau  ios  Iones 
que  saca  :  Xe<;iiliva  de  la  >hisa  :  ?us  la/oiics  :  Lo  que 
afonseja  :  Aceplacion  :  Vuela  al  cielo  la  .Musa  ;  Exclama- 
ción del   Poeta. 

—CONMIGO  no  habla  esc  bando; 
Lo  que  tú  dices  no  excusa 
Hacer  cuanto  yo  te   mando, 
¿  0)'es  tú,  señora   Musa  ? 

—  Qué  tono  I  Cierre  esos  labio.s 
Que  est;ín  destilando  liiel .... 
— Es  que.  . . . ! 

— ¿Aun  le  quedan  resabios 
De  capitán    de  bajel  ? 

— Eso  te  importa  mu}-  poco. 
— Su  estribillo  sempiterno. 
Vaya!  ¿Me  harás  \ol\er  loco 
Señora  del  qitinto  infierno? 

— Si  en  serio   las  cosas  toma .... 
— No  me  queda  otro  recurso. 
— Diga:  ¿qué  vez  ni  aun  de  broma, 
Le  he  neg.idij  mi  concurso? 

—Hoy: 

— ¿  Cuándo  ? 

—Ahora,  tontuela  ! 
— Bravo!  Le  inspiro  á porfía 
Dos  trovas  y  una  espinela  . 

Y  quiere  más  todavía.  . . . ! 

— No  es  la  inspiración  ni  el  soplo. . . . 
— Y  bien  ¿no  escribe  al  momento? 
— Si,  pero  á  golpes  de  escoplo 

Y  no  estol  por  lo  violento. 

— La  culpa  es  suya. 

— ¿De  vi.ras? 
— ¿  Pues  no  quiere  en  tonos  gra\  e.í 
Remontarse  á  las  esferas? 
— ¿A  quién  le  escribo  no  sabes? 

— ¡  Cabal !  por  eso  lo  digo ....  1 
-Si  su  lenguaje  es  sincero 
Escribe  á  un  antiguo  amigo 
;A  qué  andar  buscando,  .  . .? 

—Pero.... 


Ignoras. . . . 

— Señor,  en  plata 
No  espere  mi   inspiración. 
Cuando  do  afectos  se  trata 
La  musa  es  el  corazón. 
Hable  con  gracia  y  decoro, 

Y  por  cumplir  su  deseo 
líatiré  mis  alas  de  oro 
Sir\iéndole  de  correo. 

— Acepto:  serás  mi  paje, 
A  tu  consejo  me  rindo 
Pero  antes  cambia  de  traje. 
Ponte,  musa,  de  lo  lindo. 
Tras  un  saludo  festivo 
Voló  sobre  nube  gualda, 

Y  yo  quedé  pensativo 
Diciendo:  "¡vaya  una  falda!" 

SEGUNDA  PARTE, 

La  Musa  vllelv(^  del  cielo  :  .su'  vpslirto  :  su  corona  de  es- 
trellas :  Por  r|ué  es  tina  de  esmevalda  '!  Pe  quien  espora  : 
.\nill()  lio  Salurud  :  l'oii|U<'    no  lienc   ijiedra  :    Cinta,   del 
íle  Nililiiia  :  La  Musa  apremia   para  de- 
Lo  iiuc   xale  esta  i'alda,    seü;uu  el 


iris  :  Un  recovli 
sempeiiar  >u  cmliajad.i 
Poda. 


— ¡  Ya  me  tiene  u.sted  de  vuelta  ! 
Gritó  cayendo  en  un  banco 
;\Iui  garrida  y  mui  esbelta 
La  musa  de  punta  cw  blanco. 

— Tan  jironto? 

— Nada  me  ari'edra. 
Vamos,  no  esté  taciturno 
Mire  este  anillo  sin  piedra 
Que  me  regaló   Saturno. 

No  se  admire  :  fué  arrancada 
En  medio  de  un  traqueteo, 
Para  dar  una  pedrada 
A  no  sé  que  filisteo. 

VA  sol  me  dio  por  antojo 
Un  mantón,  y  aun  me  lo  puso; 
Mas  no  lo  quiero  que  es  rojo 
Y  es  tinte  que  no  está  en  uso. 

Con  la  luna. . .  .ya  !  su  brillo  ^ 

Es  tan  suave ....  ella  tan  leda 

Mire  este  velo  amarillo 
Que  me  tejió  de  oro  y  seda. 


208 


poesías  humorísticas. 


¡  Las  pobres  nubes !    Con  ellas 
Hallé  al  fin  en  los  espacios 
Esta  corona  de  estrellas 
De  jacintos  y  topacios. 

Hay  una  siempre   brillando, 
-Más  bien  triste  que  ie3ti\'a  ; 
Pues . . . . !   como  vive  esperando 
Es  una  esmeralda  viva ; 

Vedla,  no  se  hunde    en  sus  giros   . 
Como  la  náufraga  nao .... 
■  Ella  espera  entre  suspiros 
Del  astro   de   Caujarao. 

Del  iris  hube  esta  cinta 
De  gasa  llena  de  flores. 
La  paz  en  ella  se  pinta 
Con  reflejos  tricolores. 

Repare  bien  en  mi  porte  ; 
Voy  arrastrando    la  veste 
Formada  con  un  recorte 
De  neblina  azul  celeste. 

Ande,  pues,  sacuda  el  ceño, 
Hable,  que  de   hablar  es  hora  ; 
Ya  verá  si  desempeño 
La  plaza  de  embajadora. 

Tomé  la  pluma,  y  pensando 
Lo  que  es  un  genio  fecundo, 
Dije  á  la  Musa  mirando 
"¡  Esta  falda  vale  un  mundo  !  " 

TERCERA  PARTE. 

El  Poeta  manda  á  la  musa  que  el  vfintc  y  sitlf  de  Kiie- 
ro  visite  al  Mariscal  :  Lo  que  a(jue!  vu  on  la  gloria  y  acti- 
1ud<leesle  :  En  vista  de  que  se.  cusaueha  su  pecho  :  Lo  i 
alienta  eii  su  política  magnánima  :  Los  Mi  años  del  amigo  : 
Utilidad  de  saberla  partjda  doble  á  la  moda  del  Parnaso  : 
Por  qué  es  un  problema  la  edad  dol  Poeta  y  Xna-  i|uó  \  ive 
plantado  en  los  ei.j  años  :  Consideración  solire  lo  i)ien  que 
lian  sido  empleados  aquellos  46  ;  el  Poela  ili<;e  la  Aiírdad, 
pésele  á  quien  le  pesare,  y  deeiara  i!ue  no  e-  un  mero  aca- 
so el  encumbramiento  del  amigo  :  Clin  i|ué,  cuáiuioy  adi3u- 
de  perpetuará  la  memoria  de  sus  -tC  primaveras  :  C'n  sus- 
piro por  cierta  reminiíceucia  de  Ires  palabras  de  ja  Salve  ; 
H)l  poeta  se  trauciuiliza  estando  en  Coro  :  líensage  íntimo 
que  la  Musa  debs  darle  al  amigo  :  Canto  del  nido  de  ruise- 
ñores :  La  3Iusa  se  apercibe  de  iodo  y  ai  rayar  la  aurora 
vuela  á  desempeñar  su     embajada. 

Óyeme,  Musa  ;  yo  cjuicro 
Que  con  mi  expansión  genial 
Hoi,  veinte  y  siete  de  Enero 
Visites  al  Mariscal. 

Le  dirás  que  en  este  dia 
A  fuer  de  amigo,  se  alegra 
Hasta  la  fortuna  mía 
Que  ha  sido  fortuna  negra. 

Pues  en  la  gloria  que  alcanza 
Y  en  la  quietud  porque  anhela. 
Veo  un  mundo  de  esperanza 
Para  el  bien  de  Venezuela : 

Díle  que  el  pecho  se  ensancha 
Al  ver  que  de  varios  modos. 
De  sangre  no  tiene  mancha, 
Cuando  se  mancharon  todos; 


Que  m.nrchc  así,  firme  el  ánimo, 
Para  obligar  á  la  historia 
A  que  escriba  :  "  fué  magnánimo  " 
Sobre  su  tumba  de  gloria. 

Un  mes  antes  del  mes  chicho 
A  veinte  y  siete  del  mes. 
Cumplir  los  cuarenta  y  pico 
Siendo  seis  el  pico.  . .  .ves? 

¡  Oh,  Musa  !  Cómo  en  la  vida 
Es  bueno,  por  un  acaso, 
Saber  la  doble  partida 
Ala  moda  del  Parnaso? 

Aquí,  Musa,  sin  que  tema 
Esta  vez   tus    objeciones, 
¿  Fuera  mi  edad  un  problema 
Dada  á  aquellas   condiciones  ? 

Si  pues  he   de   confundirme 
Con  los  mediocres ....  no  brinco .  .  . 
Y  el  tiempo  me  hallará  firme 
Plantado  en  mis  treinta  y  cineo. 

Pero  hablando  en  puridad 
Ya  que  el  tiempo  tanto  apura 
Musa,  ¿  no  es  grande  en  verdad 
Ilalier  subido  á  esa  altura? 

i  Que  tiempo  tan  bien  empleado  ! 
Hacer  brillar   como    lumbres 
La  profesión  de   soldado 

Y  las  sencillas   costumbres  ; 

Llegar  aun  tan  alto  puesto 
Con  la  oliva  y  el  laurel, 

Y  ser  en  él  tan  modesto 
Que  bastase  oculta  de  él; 

Piíiéntras  otros  á  balazos 
Apagaban  los  gemidos. 
El  recibía  en  sus  brazos 
A  sus  contrarios  yencidos  ; 

Y  cuando  entre  odios  insanos 
Muerte  daban  los  aceros, 
Iban  rompiendo  sus  manos 
Cadenas  de  prisioneros. 

¿Qué  mucho,  pues,  si  en  ardiente 
Amor  y  filantropía, 
Hoi  cobierna  blandamente 
Sin  un  l'iieeeneitxrw  Isía/ 

Cuanto  más,  Musa,  que  ese 
Amigo  á  quien  ti't  verás. 
Pese  al  fin  á  quien  le  pese, 
Es  instruido,  y  además. 

Ya  que  es  fuerza  que  lo  diga. 
Sabe  aunque  alguno  se  apene. 
Donde  ¡e  apriete  la  liga 

Y  es  cofrade. . .  .en  liípocrene. . . 

Conque  así  no  es  inero  acaso 
Subir  á  tan  alto  puesto. 
Quien  trepar  sabe'  al   Parnaso, 

Y  en  su  triunfo  es  tan  modesto. 


poesías  humorísticas. 


209 


Pero  \'o!viendo  á  sus  francas 
Cuarenta  y  seis  prima\'orris. 
Díle  que  con  piedras  blancas 
Las  marcaré  en  mis  palmeras : 

Mas  también  será  eiv  voh-iendo 
Al  dulce  lago  encantado, 
Ya  que  hai.miicho  á  lo  que  entiendo 
De  lo  vivo  á  lo  pintado. 

¡  Ai,  Musa,  no  es  lirio,  nardos 
Todo  lo  que  el  rio  lleva, 
Por  aquello  de  "los  bardos 
Desterrados  hijos  de  Eva." 

Mas  ¡  no  importa  !  estoy  en  Coro 
La  de  los  cielos  serenos, 
Y  si  en  mi  tierra  hay  un   moro 
Aquí  hay  cristianos  muy  buenos. 

Ahora,  en    íntimo  acento 
Le  hablarás  y  en  tono   gra\  e 
Del  justo  agradecimiento 
Que  en  mi  corazón  no  cabe. 

Si  el  hombre  al  amor   responde 
Por  más  que  el  pesar  le    abrume 
Urna  es  mi  alma  que   escoiíSe 
Amor  de  santo    perfume. 


Y  ya  que  el  bardo  es  un  niño 

Y  como  niño  se  apega 
A  esas  flores  de  cariño 
Que  con  sus  lágrimas  riega ; 

Musa,  dile  que  en   mis  flores 
Tengo  entre  amor  y  pesares, 
Un  nido  de  ruiseñores 
Que  cantan  estos  cantares  : 

"Alto,  hermoso  sentimiento 
Es  lá  amistad.  Dulce   nombre 
Que  calma  con  noble  aliento 
Las  desventuras  del    hombre." 

"La  gratitud  que  se   escribe 

Con  tinta  se  descolora; 

Ella  es  recuerdo  que  vive  ; 

Mas  no  se  escribe,  se  adora .  . . . " 

— ¿  Estás  Musa  ?  Porque  veo 

Que  te  aprontas,  que  te  vas. 

— Ya  brilla  el  rayo  febeo  ; 

— Eso  es  verdad,  pero  ¿  estás . . . . ! 

— Vaya !  si  estoi  en  franquía . . . . ! 

— Pues  ha7.tc.  Musa,  á  la  vela. 

Adiós ! 

i  — Adiós,  Musa  mía  ! 

i  Vuela,  embajadora,  vuela.  . .  . 

y  Coro,  13  de  Enero  de  1 866. 


A  MANUEL 


MANUEL!  Jesús  ¡qué  horror!  cuánta  herejía!'^  Por  Dios,  Manuel,  confiesa   tu  pecado; 

Tal  vez  no  hay  en  el   mundo  quién  lo  crea  \         Vuélvete  atrás,  compadre,  no   te  metas 

l--namorarte  asi  ¡  bendito  sea  . 

De  un  nvinstruo.  de  un  demonio,  de  una  harpía  !  Con  logreros,  pepitos  ni   mamones : 

Darle  todo  tu  ame»,  tu  poesía,  j  Si  en  algo  estimas  lo  que  te  he  ensefiado, 

Tus  flores,  tus  esencias,  tu  grajea, 
A  la  Juana  más  tísica  y  más  fea 
Que  viste  íalflas  en  la  patria  mia. 


Déjate  de  pollitos  y   coquetas 

Y  entona  como  yo    dulces  canciones. 


LAS  FLORES  DE  TRAPO. 

Canto   macarrónico. 


De  .iquí  inicc  la  liirliii  de  iumovta-^  Y  no  COSa  dc  faldas  ' 
:;í;rrercín.XT:;i"^Ír'y  i  Y  sin  embargo  aqmVni  por  semejas 

sil  li- 1  Partidario  lamas  de  la  mentira) 


■imigos,  y  que  apenas  pasan  de  mi  lí- 
mite, se  ven  silbados  y  dcsconoeidos 
i'n  la  ealle  inniediala. 

f'ir\TKMTi:iAXT>. 


NO  es  música  de  arpistas. 

Ni  esta  canción  es  cosa  de  floristas  ; 

Más  bien,  por  los    botones 

Y  ojales  con  lanceta  en  las  espaldas. 

Esta  canción  es  cosa  de  florones, 

Quiero  decir,  que  es    cosa  de  calzones 


Tañer  dejaré  oirde  cuerdas  viejas 

En  la  olvidada  lira  ; 

Preludiaré  con   ítalo  dacapo 

La  gloria,  el  triunfo  de  la  flor  ríe  trapo. 

¡  La  flor  de  trapo  bella! 
Cuidado  !   No  es  aquella 
Que  la   risueña  parisiense  un  dia 
V  Pintó  de  argentería 


27 


2iü 


POESÍAS  HUMORÍSTICAS. 


Y  en  la  divina  perfección  del  arte 
Tan  al  vivo  engañó  de  parte  á  parte, 
Que  pajarillo  no  faltó  canoro 
Picando  alegre  sus  estambres  de  oro  ; 
¡  Cuidado,  vive   el  cielo  ! 

Que  estas  flores  de  trapo   que  sublimo. 
Son  flores,  es  verdad,  mas  de  ciruelo, 
Mediocre   fruto  de  la  musa  opimo. 

¡  Ai,  rosas  de  Basora 

Y  azucenas  del  valle  de  Judea! 
Persiano  girasol,  lirio  de  Eubea, 
Jazmines  de  la  Arabia  soñadora. 
Balsamina   africana. 

Clavel  de  la   campiña  italiana, 

Y  cuantas  flores  enjendró  la  flora, 
Fantástica  y  quimérica. 

En  los  valles  ubérrimos  de  América; 

¿Quién  con  sangriento  encono 

De  vuestra  gloría  divinal   el  astro 

En  el  siglo  eclipsó  décimo  nono? 

¿  Quién  mísero  olvidó   vuestra  belleza  ? 

¿Quién,  no  sabéis?  La  mísera  cabeza 

De  tanto  retumbante  poetastro. 


Soñando  sin  soñar  cada  cual  quiso 

Entre  muecas  y  gritos  hacer  viso  ; 

Formáronse  pequeños, 

Grupos  llenos  de  iarvas  y  de  sueños; 

Cada  sabionda  larva, 

En  recíproca  y  dulce    rnaideria, 

A  su  tu.rno  iba  haciéndole  la  barba 

AI  hermano  más    sabio  en  barbería. 

Rechinaron   las    prensas 

Con  las  múltiples,  varias  y  estrambóticas 

Concepciones  inmensas ; 

En  las  mares  caóticas 

De  esc  abismo  de  estrofas  inconcusas 

Donde  todo  calor  se  cambió    en  nieve, 

Naufragaron  las    nueve. . . . 

Digo  que  el   diablo  se  llevó  las  m.usas,. 

Entre  tanto  cantor  de  rica  savia 

Al  por  menor  como  se  vende  el  vino, 

Antes  que  en  español  j  guai !  se  habló  en  chino. 

Escribir  fué  una   rabia, 

Moda,  prurito,  orgullo,  desatino. 

Escribir  era  todo.  . .  .   \ 

Entre  bravatas  empina.ndo  el  codo, 

—"Si  Baralt  fué  un  purista 

Y  hubo  en  Europa  fama. 
Sigámosle  la  pista 
Aunque  preciso  sea. 
Cual  cosa  nunca  vista, 

Volar  por  el  desierto  de  Atacama 
Sobre  el  cuerno  abundante  de  Amaltea." 
Dijo  así'mas  de   un  nene  á  quien  la  llama 
De  inspiración    consume; 

Y  perdieron  las  flores  su  perfume; 
Más  claro,  sí,  señor  ;    ¡  por  vida  mia  ! 

l^o  que  con  triste  asombro  hubo    de  cierto 
Fué  que  brotaron  como  oliendo  á  muerto 
Las  floiTs  (le  la  dulce  poesiñ  ; 


,1  Hubo  más  todavía  ; 

j  Oliendo  á  muerto,  no  :    todas  sin  jugo 

I  Brotaban  de  las  flores  de  un  sopapo 

Muertas  I  tiesas  á  modo  de  tamugo  ! 

Flores,  en  fin  ¡  qué  horror !  Flores  de  trapo . 

El  rábano  tomando  por  las  hojas. 

Desde  entonce  hubo  nene 

Que  escribió  en  su   divisa  :  "lo  que  suene"  ; 

Sin  saber  que  las  súplicas  son  cojas 

Como  los  versos  mismos 

Que  tronaban  cayendo  en  los  abismos. 

AI  son  de  esos  ruidosos  cascabeles 

Fueron  tal  los  dolores 

De  las  divinas  verdaderas  flores, 

Su  desprecio  falaz  y  duro  estrago, 

Que  si  alguno  quisiera  ruina  á  ruina 

Comparar  en  los  públicos    papeles, 

Fuera  nada  el  incendio  de  Chicago, 

Ni  el  petróleo,  el  aceite  y  la  reciña 

Del  comunista  á  quien  el   mundo  acusa; 

Nada  la  bomba  rusa, 

La  dinamita  nada ! 

Rosas,  nardos,  claveles  y  jacintos, 

Hermosos  todos  y  en  olor  distintos, 

Cual  ídolos  monolitos, 

O  cual  estos  esdrújulos  insólitos 

Déla  estólida  musa  deslengu?ida. 

Sin  \in  réquiem  murieron.  Tal  olvido 

Se  vio  de  la  verdad  cabe  el  augusto 

Altar  del  noble  y  literario  templo. 

Que  hasta  el  mismo  Cupido 

Liciado  del  mal  gusto 

En  fuerza  y  á  la  lei  del  mal  ejemplo. 

Ciñó  más  de  una  novia 

Con  cadenas  de  rosas  y  jazmines. 

No  ya  de  los  jardines 

Y  huertos  tropicales ; 

El  niño  amor  cayendo  en  la  hidrofobia 

De  los  bardos  camales. 

Optó  por  los  rabiosos  colorines 

!Dc  las  flores  c[ue  dicen  ser  estéticas, 

Y  que  á  la  fin  de  fines. 

Si  flores  son,  serán  de  musas  éticas. 
Cubierto  el  seno  con  algún  guiñapo, 
Las  flores,  pues,  poéticas 
Del  encantado  amor  hoi  son  de  trapo  ! 

Y  es  que  la  nueva  tanda 
.■\depta  pertinaz  del  rubio  Apolo, 
I'iensa  que  el  escribir  solo}' tan    solo 
La  voluntad  demanda. 

Pv  manera  de  máquina  que  pita 

Si  ya  el  Jiumo  asfixiante  desahoga; 

O  bien  como  el  que  grita 

AI  cuello  puesta  la  apretada  soga, 

Así  la  tanda  encomendar  a/  Tiento, 

Venga  ó  no  venga  á  cuento, 

Sus  trobas  necesita. 

¿Y  qué  serán  en  suma 

Esos  cantos  más  huecos  que  la  espuma 


POESÍAS  HU:.IORISTÍCAS. 


211 


Sin  fe,  ni  inspiración,  ni  verdadero 
Amor  al  arte,  ni  pasión  de  gloria. 
Escritos  con  el  numen  volandero 
De  algo  que  se  ha  leido  y  que  se  exhuma 
A  la  encantada  luz  de  la  memoria  ? 

Musa  del  galerón,  ¡  oh,  musa  querida. 

Trapos  son  triunfos,  y  que  siga  el  baile  : 

Vuestras  macetas  conservad  de  Mérida ; 

Flores  de  monjas  en  altar  de  fraile. 

El  sol  del  porvenir,  el  sol  eterno. 

El  sol  de  vuestra  fama,  aunque  de  invierno, 

Por  feliz  privilegio,  que  está  escrito, 

Jamás  se  ha  de  ocultar  como  si  fuera 

Un  astro  valadí  de  lo  infinito. 

Del  artificio   resultando  clara 

Su  macilento  brillo, 

¡  Oh,  musa  audaz  de  la  carmínea  cara  ! 

Nohai  miedo  á  cjue  se  entolde 

En   fuerza  del  carmín  del   papelillo. 

Flores  !  cuestan  tan  poco 


•¡Trabajando  á  destajo  como  loco  : 
!  Tenéis  los  admiaícalos  :    un   molde. 
|-Retales  de  liistrillo, 
!  Papel  sobre  dorado  y  de  co!ore.-5, 
j  Una  libra  de   estambre, 
Plumas,  las  de  turpial  son  ¡as  mejores. 
:  Pincel,  añil,  alambre, 
I  Alguna  pega  pega  como  goma, 
\  O  leche  de  auyama,  ó  bien  engrudo  ; 
\  jDe  platina  un  embvido 
\  Que  la  lei  represente  no  del  toma 
I  Sino  del  daca  en  ei  oculto  plajio  : 
I  Un  pomo  de  mal  gusto,  que  al  contajio 
\  .A.lgun  humillo  tenga,  algún  aroma  ; 
Y  en  fin  para  esas  flores  volanderas 
Que  llevan   siempre  un  saliumerio  místico, 
:  El  mejor  instrumento  el  más  artístico 
:  Son,  sin  duda  ninguna,  las  tijeras., 


(Esto  fué  lo  último  cji.ie  escribió.) 


^mmM 


CANTO. 

A  la  raeaiom  del  Graa  Poeta  araericaDo. 


¡  MUKl(')el  ilustre  anciano!  j  (Jnicii  su  nomoiv 

Sin  respeto  profundo. 

Osará  pronunciar ':"  asi  es  la  nuicrte 

Con  el  genio  del  hombre.  .  . . 

En  vano  brilla  y  se  revela  al  mundo 

Y  lucha  altivo  y  fuerte .... 

— Dejad  que  al  cabo  de  dolor  sucumba, 

Y  en  un  altar  convertirá  su  tumba. 

;.  Qué  á  mi  lauros  y  palmas  de  victoria 

Ni  el  entusiasmo  ardiente 

Al  ronco  estruendo  de  la  guerra  impía .' 

Quién  canta  ya  esa  gloria 

Baldón  tal  vez  del  nuevo  continente  ; 

¡  Oh,  dulce  patria  mía  ! 

Lo  que  hoi  piden  tus  nobles  corazones 

Son  voces  de  pesar,  tristes  canciones. 

Genios  americanos  que  escondidos 
Déla  luz  importuna 
^n  la  silente  oscuridad  de  un  mpnte 
Lanzáis  vuestnjs  gemidos : 
Vosotros  los  que  al  rayo  de  la  luna 


i.  Partí-,  e!    liorizonte 

.  Querellas  lamentables  dando  al  viento, 

:  V'enid  á  mí,  prestadme  vuestro  acento. 

Que  si  á  la  luz  nació  de  esta  infinita 
1  Atmósfera  de  faego 
j  El  anciano  vidente,  si  tan  grande 
I  Su  fama  dejó  escrita, 
! ;  Cuál  lira,  cuál  canción  habrá  que  luego 
I  Le  llore  al  pié  del  Ande? 
j  Para  esos  duelos  de  inmortal  tristeza 
I  Su  voz  tiene  la  gran  naturaleza.'^ 

i  Yo  confiaba  á  las  ondas  el  tesoro 
'  Que  embellece  mi  vida: 

Bajo  de  un  cielo  azul,  el  viento  en  calma 

Murmuraba  sonoro 
!  Llevando  en  el  batel  la  vela  henchida:, 
I  Lejos,  como  una  palma 
!  Que  se  mece  risueña  en  la  llanura, 
!  Cruzaba  otro  batel  la  noche  oscura. 

¡Cércala  noche, ya  cuando  el  marino 
f  Lev^antó  su  bandera. 


212 


MISCELyVNEA, 


Nuevas  quise  saber,  y  un  eco  grave, 

AI  rumor  vespertino, 

"Bello  murió  del  Maipo  en  la  ribera," 

Mustio  escuché  y  la  nave 

Hizo  rumbo  y  flameó  sus  banderolas. . . . 

¡  Y  así  supe  esa  nueva  entre  las  olas  ! 

¡  Cuánto  ingenio  profundo !  ]  qué  primores 

De  santa  poesía 

No  se  lleva  tras  sí,  con  el  quebranto 

De  los  graves  dolores, 

Esa  tumba  entreabierta  todavía  ! 

i  Cuánta  riqueza  y  cuánto 

Purísimo  entusiasmo !  ¡  Y  cuanta  ciencia 

Encerraba  su  noble  inteligencia ! 

Hombre  de  alta  razón,  la  madre  España 

Acojió  sus  preceptos  : 

Filósofo,  en  sus  cantos  maravilla 

Las  verdades  que  entraña : 

Galano  y  sentencioso  en  los  conceptos 

Depuró  de  Castilja 

La  rica  lengua.  El  es  siempre  poeta 

Que  huye  del  vicio  y  la  virtud  respeta. 

El  pensador  y  sabio  abrió  su  pecho 

A  los  cantos  divinos : 

Amó  la  libertad  y  dio  á  los  hombres 

Universal  derecho  ; 

Y  al  señalar  del  mundo   los  destinos, 

Aunque  diversos  nombres 

Tuviesen  las  naciones  soberanas. 

Con  una  ley  social  las  hizo  herm_anas. 

orno  águila  caudal  que  el  aire  hiende 
Tranquila  y  mesurada. 
La  reflexión  en  Bello  asi  se  encumbra ; 
Mas  lo  que  en  él  sorprende 
No  es  su  profundidad,  ni  la  atildada 
Palabra  que  deslumhra ; 


i  Lo  que  en  Bello   sorprende,  lo  que  admira 
Es  que  cantando  lo  que  siente  inspira. 

Empero  si  aun  se  escucha  retumbante 

Su  voz  entre   la  bruma. 

¿  Dónde  está  el  gran  poeta?  ¿  El  sabio  adonde? 

Esa  tumba  distante 

Que  un  mar  de  inmobles  ondas   con  su  espuma 

Baña,  mientras  esconde 

Al  virtuoso   patriarca  ¿  qué  revda  ? 

Qué  le  dice  á  su  patria  Venezuela? 

¡  Ai !  cuando  el  viento  misterioso  lleva 
Gemidos  de  laúdes, 

Y  sufres,  patria,  y  de  dolor  te  vistes  :  , 
Cuando  el  alma  se  eleva 

A  su  Creador,  ¿áqué  vicisitudes  ■ 

Y  hondas  níemorias  tristes 
Intentar  en  la  lira  ?    ¿  quién  es  fuerte 
Para  acusarte  al  grito  de  la  muerte? 

Adiós  altos  recuerdos,  adiós  fiestas 

Y  danzas  pastoriles. 

Adiós  del  valle  las  pintadas  flores : 

Genios  de  las  florestas, 

Adiós  con  vuestros  ruidos  infantiles 

Y  mágicos  amores ; 

Muda  la  lira  está  y  el  canto  mudo 
Del  gran  poeta  que  cantaros  pudo. 

Yo  confiaba  á  las  ondas,    peregrino, 
Cuanto  adoro  en  la  tierra, 

Y  supe  así  la  nueva  que  ignoraba : 

Y  lamenté  el  destino 

Del  genio ....  Mas  no  importa  ;  no  se  encierra. 
Ni  en  una  tumba  acaba 

Nuestra  gloria  ;  antes  bien  muriendo  el  homtfi'e 
Hace  inmortal  la  gloria  de  su  nombre. 

Coro.  Diciembre  22  de  1861;. 


CANTO. 


Eíte  "  Caato  "  fuá  escrito  al  inaugurai'.se  las  íucntes  públicas  ou  Ui   ciudad  ite   Coro,    cslaudo  ausente   por  lüS 

acontecimicutos   de   Zamora  el  Gi.'.vs  CIl"DADA^o. 


RASGA  el  diáfano  velo 
Tachonado  de  estrellas  rutilantes, 
Divina  inspiración,  baja  del  cielo 

Y  en  verso  armonioso 
Cuenta  á  los  pueblos  de  la  mar  distantes,     . 
Quien  tras  de  torva  y  fratricida  guerra 
En  el  ageno  bien  su  gloria  encierra. 

He  aquí  la  lira  mia 
De  tanto  fácil  y  risueño  canto, 
Pulsarla  sonorosa  en  este  dia  : 

Que  hospitalario  el  pueblo 
Donde  encontré  un  asilo  escuche  entanto 
Tu  voz,  que  toma  parte  en  su  fortuna 
Y  con  su  voz  de  bendición  se  aduna. 


■  De  lioi  más,  bajo  el  ardiente 
I  Tórrido  sol,  que  la  llanura  abrasa 

i  De  aquella  dulce  y  fenecida  gente 
i  Llam.ada  caeiquctía, 

!  No  llorará  el  anciano  porque  pasa 
!  Nube  seca  }■•  vibrante,  donde  fijos 
I  Tienen  los  ojos  sus  sedientos  hijos. 

I  Ni  habrá  en   el  santo  gozo 

i  De  la  maternidad  temor  ni  queja, 
;  .Si  en  el  nativo  sequeral  y  e¡  pozo 

■  Do  refresca  sus  labios 

j  La  familia  infeliz,  el  tiempo  deja, 
I  En  vez  del   agua  que  le  da  la  ^ida, 
Y  El  verdín  y  la  yerba  corrompida. 


MISCELÁNEA. 


213 


No,  que  en  hilos  de  plata, 
Ó  en  sierpes  de  cristal,  ó  en  surtidores 

Y  perlas  corro  el  agua  y  se  desata 

Y  borbota  y  despide 
Encantados  sonidos  y  rumores  : 

Y  cuando  salta  límpida  y  se  clcv'a, 

A  Dios  quiere  llevar  la  fausta  nueva. 

Fausta  sí,  porque  todo 
Progreso  para  el  hombre  purifica 
Su  inteligencia  y  tiende  de  algún  modo 

Al  bien  y  orden  fecundos ; 
I'austa  sí,  que  el  progreso  siempre  explica 
La  vida  del  espíritu,  y  su  nombre 
No  es  mas  que  la  verdad  que  inquiere  el  hombre 

Tú.  mi  constante  amigo, 
Que  un  puesto  tienes  en  la  patria  historia, 

Y  (jue  hoi  distante   en  el  peligro  sig<j 

Con  mis  votos  sinceros  ; 
Tú  has  comprendido  que  la  pura  gloria 
(^uc  encierra  el  porvenir  y  la  esperanza, 
Es  la  gloria  que  el  bien  del  liombre  alcanza  ; 

Y  ahogando  pasiones, 

Y  extendiendo  tus  brazos  por  doquiera, 
Y,  pudiendo  destruir,  dando  lecciones 

De  amor  y  tolerancia  ; 
Si  muestras  á  los  pueblos  tu  bandera, 
Es  queá  su  sombra  en  la  civil  discordia, 
Levantas  un  altar  á  la  concordia. 

Y  es  por  eso  que  ausente 
Xo  ves  hoi  ni  saludas  conmovido 

La  obra  inmortal  que  legas á  tu  gente.  . .  . 

¡  Oh  !  cuanto  te  gozara» 
Al  correr  de  estas  aguas  que  lian  subido, 
Comunal  mágico  acento  de  un  conjuro, 
Del  nuevo  lago  al  resistente  muro. 


'  —Inspiración  divina, 

:  Mañana  con  su  aliento  venenoso 
;  Negra  calumnia  te  b.erirá  mezquina 

Al  oir  tus  canciones; 
■  »\  ti  que  no  has  alzado  al  poderoso 
Cantos  jamas  ;  ¡  no  importa  I  Vuela  ufana, 
;  ¡  Uh  I  inspiración,  y  espera  ese  mañana. 

!  Y  precioso  testigo 

De  la  verdad,  com.o  sublime  ejemplo 
Que  á  su  patria  nativa  da  el  amigo. 

Señala  á  la  calumnia, 
;  No  esa  cruz  ni  ese  altar  ;  señala  el  templo 
I  Que  él  devuelve  magnífico  á  los  fieles 
Y  donde  'nalló  piafando  los  corceles. 

Y  esa  linfa  que  viene    . 
Buscando  con  amor  la  tierra  ingrata 

I Y  que  á  esfuerzos  del  arte  se  contiene, 

'  Y  murmurando  sube 

.,  El  ancho  malecón,  y  se  desata 
En  un  raudal  de  vida  }•  de  ventura, 
Porque  al  pueblo  la  vida  le  asegura  ; 

Eso  y  más  le  señala 
.\  la  mordaz  calumnia  ;  y  cuando  aspire, 
Allá  en  el  Zulia  por  aviesa  y  mala, 

.\  que  de  envidia  llena, 
'  O  triste  t;dulacion,  tu  voz  so  mire, 
¿Qué  importa?  El  mismo  Dios  Rei  de  los  royes, 
'  No  puede,  en  lo  moral,  cambiar  sus  leyes. 

He  aquí  la  lira  mia. 
Divina  inspiración,  rasga  ese  velo 
Magnifico  de  luz  y  argentería, 

Y  preludia  estas  trovas 

Al  magnánimo  amigo  ;  cruza  el  ciclo; 
,  Y  aun  que  la  guerra  su  pendón  levanta 
La  paz  anuncia  y  su  prostijio  canta. 

[  Coro,  Setiembre  27  de  1866. 


LAS  HADAS  MI  Pií  LACIO  D£  SATANÁS. 


LAS  doce!  alia  se  ven,  saltan,  se  agrujian, 
IJajo  las  sombras  de  las  verdes  palmas. 
Los  muertos  que  sus  lechos  desocupan; 

Allá  marcliando  vienen 

Esas  míseras  almas 
(¿ue  atado  en  su  dolor  al  mundo  lieiien. 
Del  lazo  que  une  á  Dios  nuestra  alma  j)ía, 
Un  cabo  mis'erablc  todavía. 

Por  cuantos  poros  la  materia  e:viste 
En  la  gigante  gleba  de  la  tierra 
L'n  esqueleto  se  ha  asomado  triste  ; 
Ha  brotado  un  fantasma 
Que  aun  trémulo  se  aforra 
.¡Ni  necio  mundo,  que  á  su  vez  se  pasma, 
Sintiendo  sobre  sí  tanta  osamenta 
De  que  él  no  lleva  en  su  tumulto  cuenta. 


^¿Qlió  quiere  esa  trailla  cuyos  dientes 
Chasquidos  dan  como  el  cerril  tapiro  ? 
,;Quc  busca  esa  trailla  en  las  silentes 
Altas  horas  nocturnas? 
Miradla  en  raudo  jiro, 
Allí  aventar  sus  funerarias  urnas, 
'  Recojiondo  el  andrajo  de  las  fosas 
Para  cubrir  sus  frentes  polvorosas. 

,¿Qué  c^uiere  sí,  c¡ué  busca   esa  trailla? 
i;Qué  ha  de  querer  sino  el  placer  inmundo? 
¿Qué  ha  do  buscar  mientras  la  luna  brilla 
Al  viento  solitario, 
Sino  el  vicio  del  mundo, 
I  Que  ni  le  deja  quieta  en  su  sudario,  - 
I  Ni  esperar  humillada  su  sentencia, 
\  Ni  llorar  entre  el  polvo  su  demencia? 


■2U 


MISCELÁNEA. 


Ni  el  bien  eterno,  ni  la  luz  vertida 
Con  la  sangre  de  Cristo,  ni  la  tumba 
Purificar  pudieron  esa  vida 

Material  y  blasfema ; 

y  allí  do  se  derrumba 
La  insensata  impiedad,  se  afana  y  rema 
El  hijo  del  placer,  y  se  levanta 
Del  seno  del  abismo,  y  íie  y  canta. . . . 

El  hijo  del  placer  ante  la  muerte. 
Eterna  lei  de  redención  humana. 
Su  mismo  porvenir  necio  convierte 

En   desconfianza  impía. 

Ai !  cuando  Dios  le  allana 
El  áspero  sendero,  cambiaría 
El  hijo  del  placer,  en  loca  feria. 
Su  gloria  por  lo  vil  de  la  materia. 

Indignado  el  Señor  cede  y  lo   abisma 
En  el  placer  estúpido  que  adora, 

Y  ¡  ai !  le  permite  que  en  la  tumba  misma 

Elvicio  maldiciente 
Le  visite  á  deshora  ; 

Y  á  las  veces  también  manda  que  aliente 
Sus  huesos  Satanás,  y  él  á  su  lumbre 
Da  sensación  á  tanta  podredumbre. 

Es  entonces  que  cruzan  los  malditos 
Fantasmas  de  la  noche,  y  surjen  luego, 
En  deshilada  inmensa   dando  gritos. 
Los  muertos  que  se  abrasan 


*  Al  impetuoso  fuego 

i  Del  antiguo  deleite  ;    y  como  pasan 
;  Riendo  en  el  carnaval  los  arlequines, 
i  Así  los  muertos  van  á  los  festines. 

i  i  Helos  allí  por  eso .  . . . !    Cada  horrible 
j  Miserable  escjueleto   se   presenta 
I  Satisfecho  de  sí  como  el  risible 
j  Jimio  de  algún  payaso. 

Esa  turba  sedienta 
'  Por  la  campaña  corre  y  se  abre  paso 
I  En  medio  de  la  sombra:    quiere  asirse 
1  A  la  vida  de  nuevo  y    divertirse. 

i  -Sí,  sí,  miradlos,  cada  cual  estudia, 

¡  Siguiendo  hacia  el  palacio  con  donaire, 

I  El  tono  favorito.   Este  preludia 

i  Un  aria  de  contralio: 

■    Aquel  al  aire 
Da  el  limpio  do  de  pecho   y  pega  un  salto,. 
Porque  el  ceceo  de  la  nota  indina 
Le  ha  requebrado  la  dorzal  espina. 

;  Bravo  !  ;  Bueno  es  el  mundo    para  tanto 
,  Gandul  de  buen  humor  !  Vale  la  pena 
i  Que  olvide  yo  tam.bien  mi  fútil   llanto 
!  Y  como  todos  ria . . . . 

i  ¡  Qué  tropa  tan  serena 

i  Es  la  que  ahora  de  la  tumba  fría 
Sale  formando  como  en  son   de  ganga 
Y  La  más  ruidosa  y  bélica  charanga ! 


LAS  ORILLAS  DEL  LAGO. 


DEL  PALACIO  DE  LAS  HADAS. 

PASANDO  va  el  vientecillo 

Del  boscaje 
Sobre  el  ramaje  amarillo  ; 

Y  es  de  oir  cómo  en  el  seco 

Y  ya  marchito  ramaje 
Murmurando  el  vientecillo 

Forma  un  eco. 

Aunque  extiende  el  mes  de  Octubre 

Sus  nublados 
y  en  esta  noche  se  cubre 
De  algunas   sombras,  con  todo 
Aparecen  alumbrados 
Los  nubarrones  de  Octubre 

De  algún  modo. 

Y  es  que  asoma  por  Oriente 

Triste    ¡una, 
Y,  en  onda  fosforecente, 
Prado  de  flores  de  abrojo 
Asemeja  la  laguna. 
Mientras  el  color  á  Oriente 

Cambia  en  rojo. 
Si,  pues,  el  carmín  campea 

No  distante, 


Cerca  y  mucho  amarillea 
El  triste  color  de  gualda 
Formando  un  velo  temblante 
En  las  palmas  do  campea 
La  esmeralda. 

A  esa  luz  que  brilla  leda 

Se  retrata. 
Bajo  un  cielo  azul  de  seda, 
Un  palacio  en  cuya  altura 
Suena  una  lira  de  plata 
Con  voz  acordada  y  leda 

De  dulzura. 

Si  esa  lira  es  el  señuelo 
De  algún  mago, 
Su  secreto  guarda  el  cielo ; 
Aunque  digan  en  las  lomas 

Y  en  los  remansos  del  lago. 
Que  esa  lira  es  un  señuelo 

De  palomas. 

A  las  puertas  del  palacio 

Llega  un  niño ; 
Toca  y  se  puebla  el  espacio 
De  sonidos- y  canciones, 

Y  de  Genios  como. armiño; 


AlISCELÁNEA. 


215 


Y  salen  de  aquel  palacio 

Mil  visiones. 
Hadas  y  silfos  son  esos 

Que  destapan 
Las  urnas,  en  donde  presos 
Allí  están,  á  los  conjuros 
De  los  magos,  y  se  escapan 
\'olando  alegres  por  esos 

Aires  puros. 
Mirad  cómo  van  y  vienen 

Y  se  inclinan. 
Se  deslizan,  se  detienen  : 
Ya  se  ciernen  suspirando. 
Ya  á  las  nubes  se  avecinan 

Y  de  nuevo  van  y  vienen 

Vueltas  dando. 
Ved  las  sílfides  esbeltas 

Qué  donaire 
Tienen  dando,  dando  vueltas, 
Celebrando  su  fortuna 
De  ser  libres,  por  el  aire. 
Sobre  un  rayo,  mui  esbeltas, 

De  la  ¡una. 


Todas  aplauden  al  niño:... 

Las  noveles 
Besado  le  han  con  cariño ; 

Y  otras  echan  á  la  larga 
Rosas,  jacintos,  claveles 
En  un  cestillo  que  el   niño 

Siempre  carga. 

Al  pronto  se  ve  un  inmenso 

Vellón  suave. 
Que  como  nube  de  incienso 
Envuelve  al  niño  perdido 
Que  entra  al  palacio  y  no  sabe 
Si  en  aquel  vellón  inmenso 

Va  metido. 

Mientra  el  niño  se  escondía. 

La  voz  tarda 
Del  vientecillo  gomia 
En  la  ribereña  alíombra; 

Y  era  el  ángel  de  la  guarda 
Del  niño  que  se  escondía 

Por  la  sombra. 


* 


LA  RGSA  T£. 

Tradncccion  del  italiano. 


— "NIÑO,  que  secas  la  red  marina. 
En  los  pimpollos  del  abedul, 
Dime  ¿  no  haz  visto  la  flor  divina 
Allá  en  la  orilla  del  mar  azul? 

— No,  pero  á  corta   cierta  distancia, 
Allí  do  bate  rugiendo  el  mar. 
La  esbelta  virgen  de  la  elegancia 
Triste,  muy  trÍFte,  la  vi  llorar. 


— ^Tú  la  escuchaste?  Por  las  orillas 
Los  niños  solo  buscan  el  pez .... 
Pero  ¿qué  sientes  en  las  mejillas 
Que  se  han  cubierto  de  palidez? 

— Niño  inocente,  Dios  te  bendiga, 
Puesto  que  haz  visto  la  Rosa  te." 


LOS  HUOS  D£  PARAYAÜTA. 

INTRODUCCIÓN, 


A  LA  CLARIDAD  DE  LA  TARDE. 

EL  sol  á  morir  camina 
Del  mundo  al  triste  sosiego, 
Mientras  la  tarde  divina 
Corre  su  blanca  cortina 
Con  sus  esbozos    de  fuego. 

El  viento  pasando   suena. 
Como  el  murmullo   de  un  rio 
Que  se  deliza   en  la  arena : 
La  tarde  cruza  serena, 
El  cielo  luce  sombrío. 

Hora  en  que  el  triste  viagern 
Saluda  el  rubio  arrebol 


Que  le  alumbra  compañero, 
Y  empalidece  el  postrero 
Brillante  rayo  del  sol. 

En  estas  horas   veladas 
De  vaga  melancolía, 
Voces  encuentro   encantadas 
Que  pide  al  cielo  prestadas 
La  voz  de  mi  fantasía. 

Pues  ya  (|ue  la   tierra  piso, 
Canto,  y  se  me  hace  preciso, 
A  tal  de  vivir  mejor. 
Levantar  un  paraíso 
En  la  tierra  del  dolor. 


216 


MISCELÁNEA. 


En  él  mi  mente  campea, 
Y  el  alma  goza  ó  delira  : 
y,  no  importa,  no,  que  sea 
'  Mentira  cuanto  yo  vea, 
Si  me  encanta  la  mentira. 

Mentira  !  prisma   divino 
líe  tan  variado  color, 
Como  el  celaje  marino. 
Como  el  matiz  camjicsino 
Con  que  se  tiñe  la  ñor. 

Mentira!  genio   invisible 
Del  jardín  de  los  amores. 
Tan  compasivo  y  sensible, 
Que  por  aliviar  dolores 
Finge  verdad    io    imposible. 

Tras  esa  ffccion,  mi  i;mpefio 
Habré  de  cumplir,  cantando. 
Cerca  del   lago  risueño, 
La  historia  de  un  dulce  sueño 
■Que  eslo\'  aquí  recordando. 

Niño  }'o  siempre  forjaba 
■Alguna  historia  quimérica 
Que  á  más  de  un  niño  contaba; 
;  Despierto   el  niño  soñaba 
Las  maravillas  de  Amerita  ! 

x\sí  en  las  horas  veladas 
De  vaga  meditación, 
Viendo  las  tardes  platead.is, 
,  Voces  escucho  encantadas 
En  mi  ardiente  cora/.ori. 

No  espero,  por  tanto,  ayuda 
De  los  hombres,  que  son  tales 
Formados  de  arcilla  ruda, 
.  Y  ño  comprenden    sin  duda 
Los  sonidos  celestiales. 

Venid,  pues,  brillantes  iioros. 
Del  rumoroso   pesquero, 
Que  no  faltarán  amores 
En  los  indianos  alcores 
Del  lago   rnaracaibcro. 

¡Que  digo!  Do  el  sentimiento 
Ajita  del  bien  la  calma, 
^;  Podré  contaros  un  cuento, 
Que  no  lleve  el    hondo  acento 
De  los  amores  del  alni:i  ? 

Aquí  cuanto  vejeta 
Crece,  se  nutre  o  respira' 
A  su  imperio  se  sujet;i. 
¿Amor  faltará  al  poeta? 
¿  Amor  faltará  á  la  lira  ? 

No,  que  si  amor  es  tva\ieso 
En  esta  región  indiana, 
Mi  canto  imita   por  eso 
El  dulcísimo    embeleso 
De  la  selva  americana. 

\'enid  pues,    las  h.'dagüefías 
Niñas,  festivas  y   francas, 
Oid  mis  trovas  risueñas. 


Suspirando  las  trigueñas 


Y  pens 


itivas  las  blancas. 

k  TRIBU  Y  NELIDA, 


A  la  riljera  del  dulce  lago, 

Que  de  oro  brilla  como  un  tapiz, 

Y  de  los  vientos  al  eco  vago 
Rubias  espigas  brota  el  maiz  ; 

y\l!á  en  oscuro  tiempo  lejano, 
Cuando  el  sencillo  fiero  gandul 
Con  su  piragua  cruzaba  ufano 
Sobre  las  olas  del  lago  azul. 

Cuentan  que  envuelta  de  losAmaibos, 
Una  guerrera  tribu  llegó  ; 

Y  publicando  que  eran  caraibos 
Y>c  una  floresta  se  apoderó. 

Luego  á  las  sombi''as  de  unos  cocales 
Su  ranchería  puso  gentil : 
.  Tuvo  al  instante  bellos  maizales. 
Chinchorros  ciento,  piraguas  mil. 

Después  sus  armas  á  la  redonda 
Con  sus  vecinos  quiso  medir  ; 

Y  hasta  en  las  islas  de  la  mar  onda 
Maüó  enemigos  que  combatir. 

La  voz  seguía  de  \in  indio  í;!crte, 
AL'.RAel  cacique,  gandul  audaz. 
De  tan  propicia  constante  suerte, 
Como  en  sus  planes  terco  y  tenaz. 

A  la  continua  guerra  buscando. 
Por  alongarse  rumbo  á  la  mar. 
Tribus  y  pueblos   atahiyando 
])esde  los  ceibos  de  su  manglar ; 

Era  el  caribe  tenido  en  tanto. 
Que,  aun  en  las  fiestas  de  x'ecindad. 
Su  solo  nombre  causaba  espanto, 
Como  estallido    de  tempestad. 

Tribu  temible  de  hambrientos  canes, 
'  Que  en  sus  descansos,  por  diversión 
Cazaba  horribles  fieros  caimanes 
Sin  dura  flecha,  ni  agudo  arpón. 

Cuando  un  valiente  cojer  solía 
Vivo  el  inmundo  verde  animal, 
.So  alborotaba  la  ranchería 
Tocal^a  á  fiesta  bajo  el  cocal ; 

Y  en  algazara  de  extraños  ruidos. 
Mientra  en  oriente  se   alzaba  el  sol. 
Danzaban  todos  á   los  sonidos 

Del  ronco  acento   del  caracol. 

Nunca  hubo  tribu  de  mejor  timbre. 
Ni  los  pesqueros  vieron  jamas 
Mejores  balsas  de  liana  y  mimbre, 
Mejores  lanchas  de  sasafras. 

Si  era  temida  por  su  caudillo, 
Jayán  esbelto  de  hundida  sien. 
Graciosas  indias  le  daban  brillo. 
Le  daban  gloria,  fama  también. 
Una  entre  todas  se  ve  risueña, 
Bajo  la  sombra  de  aquel  cocal. 


MISCELÁNEA, 


217 


De  negros  ojos  y   faz  trigueña, 
Como  la  garza  del  agua-sal. 

Ave  armoniosa  de  blanda  pluma, 
Lirio  que  aroma  todo   el  pensil. 
Perla  llevada  como  la  espuma 
A  los  remansos  de  agua  de  añil. 

Nelida,  el  astro  de  las  orillas, 
Que  al  sol  irradian  como  oropel. 
Canela  y  rosa  son  sus  mejillas. 
Sus  puros  labios  coral  y  miel. 

ludia  tan  bella,  suelta  y  garrida, 
Que  á  no  cruzarse  la  turbia  mar. 
Los  indios  bravos  de  la  Florida 
Guerreros  fueran  de  este  palmar. 

Sí,  que  por  ella  daban  gentiles 
Fiestas  y  danzas  con  su  tambor 
Los  jiraharas,  toas  y  alilcs 
Locos  de  celos,  muertos   de  amor. 

Mucho  en  renombre  ganado  habia 
La  pescadora  del   lago  azul 
Con  su  refajo  de    gaitería 

Y  sus  ajorcas  de   guzbadul ; 

Mas  ¡ai !  la  dicha,  nunca  pareja 
Corre  ;  si  es  sueño  dulce  de  paz, 
Ei  encantado  sueño  se  aiej.i, 
Tiembla, se    oculta,  pasa  luga.-;; 

Y  cuando  el  mundo  con  ella  alfombra 
La  estrecha  senda  de  la  virtud, 

Bien  sabe  i     mundo  que   es  vana  sombra 
Con  que  fascina  la  juvtiilud. 

Llegóse  un   tiempo. ...  i'cro  entrtíanLo 
Mi  asunto  pide  variar  aquí 
El  dulce  metro  de  aqueste  canto  ; 
Cambio  de  tono,  sigolo  así. 

HISTORIA  PASADA, 

Como  dos  perlas  que  la  nar  de   Cui'gua 
Arroja  unidas  en  su  rubia  concha 
Sobre  los  limos  de  su  agreste  playa 
Mientras  sonríe  la  naciente   aurora. 

Como  de  un  nido  que  los  vientos  mecen 
Adentro  allá  de    la  montaña  lóbrega, 
A  los  pálidos  soles  de  diciembre 
Se  levantan  cantando  dos  palomas. 

Así  Nelida  y  Zipazingo  juntos 
Nacieron  á  la  vida,  en  las  alfombras 
Que  baña  el  lago  de  plateados  zureos, 

Y  el  alba  riega  de  menudo  aljófar. 

Su  madre,  la  dulcísima   Arasili, 
Siempre  risueña  y  blanda  y  soñadora, 
Mientras  los  daba  á  luz  vio  el  arco-iris 
En  las  perlas  brillar  de  sus  ajorcas. 

Y  pensó  que  extendiendo  Ciicliavira 
Su  cinta  de  color  á  la  redonda, 

Le  anunciaba  á  sus  hijos  que  tendrían 
Grata  esperanza  y  porvenir  de  gloria. 
*  Parayauta  su  padre,  el  solo  aranra 
De  carnes  blaricas  en  las  pieles  rojas, 


j^     El  que  manda  la  tribu  de  las  palmas 

Y  espanta  á  los  poraucas  de  Misoa, 

Cuando  supo  la  nueva  en  los  alidlcs 
Donde  alcanzaba  espléndidas  victorias, 
Chagualas  de  oro   repartió  á  las  vírgenes 

Y  azules  clmmbcs  á  las  madres  todas. 

Dio  por  libre  á  una  noble  prisionera 
Traída  de  Bunaire,  á  la  imperiosa 

Y  terrible  Apecuane,  que  embelesa 
Alguna  vez  sus   fugitivas  horas. 

Joven  aun  y  viuda  del  soberbio 
Tiuna,  el  famoso  en  manejar  la  honda. 
De  la  tierra  infeliz  de  sus  recuerdos 
L^n  hijo  trajo  que  su  suerte  ignora. 

Mas  Parayauta,  que  á  Moporo  quiso 
Con  el  amor  de  padre,  al  ver  que  goza 
De  esa  felicidad,  junto  á  sus  hijos 
Mandó  llevarlo  y  como  tal  lo  adopta. 

Rechazó  la  adopción  la  altiva  viuda 
Diciendo  que  ella  se  bastaba  sola 
Para  criar  al  hijo  de  Tiuna 
Como  un  aranra  que   la  muerte  afronta. 

Calló  el  cacique  y  devoró  el  insulto 

De  la  altanera  esclava,  pero  toda 

La  gente  lúvo  desde  entonce  en  mucho 

Al  hijo  de  Apecuane    la  rabiosa. 

A  poco  Parayauta  en  una  fiesta 
Al  resonar  de  la  bocina  ronc:  , 
Herido  fué  de  un  ri'.yo  en  la  cabeza 
Sai  tc;iipestad  ni  nubes  en  la  atmósfera. 

Asustados  los  piache.i,  y  la  tribu 
Sobrecogida  de   terror,  imp'oran 
Amparo  y  protección  del   Grande  Espíritu, 
Tras  el  pro'l''^io  que  !a   rente  asombra. 

No  estaba  muerto  Parayauta  en  tanto, 
Mas  al  volver  en  sí  de  su  congoja, 
Al  hijo  de  Guanin,  su  primo  hermano, 
Mandó  traer  del  templo  déla  roca. 

Lo  que  dijo  el  caciq-j2  moribundo 

Al  bello  adolescente,  entre  las  sombras 

De  un  extraño  misterio  quedó  oculto 

Y  en  el  verde  palmar  aun  hoy  se  ignora, 
Parayauta  murió,  cuando  se  iba 
A  hundir  Madaguarayo  allá  en  las  lomas 
De  la  sierras  lejanas,  cual  lo  habia 
Anunciado  una  extraña  encantadora. 
Esta  supo  también  el  fin  cercano 
De  la  dulce  Arasili,  y  cariñosa 
No  se  apartó  de  su  yacija,  cuando 
Llegó  su  turno  á  la  infeliz  alondra. 
A  esta  imprevista  cuanto  extraña  serie 
De  dolores  horribles  se  eslabona 
La  vida  de  los  huérfanos,  que  á  veces 
Miran  los  piaches  y  en  silencio  lloran. 
Mucho  entonces  se  habló  de  su  desgracia, 

Y  tal  para  los  pueblos  fué  la  insólita, 
Que  se  conserva  todavía  intacta 
De  aquel  triste  suceso  la  memoria. 

aa 


218 


SCELÁNEA, 


A  veces  como  un  ruido  subterráneo, 
Sin  nadie  comprender  de  donde  brota, 
Hai  cuentos  y  sombríos  comentarios 
Que  repetidos  van  de  boca  en  boca. 

Y  estos  vagos  recuerdos  fugitivos 
Adquieren  vida  tal  y  una  tal  forma. 

Que  no  hai  fiesta  ni  areito  en  r¡ue  los  coritos 
De  venganza  frenéticos  no  se  oigan. 

De  venganza!   En  verdad,  ¿quién  insensato 
Del  dios  Ciipai  acusará  las  obras? 
¿  Quién  vengarse  podrá  del  Genio  malo 
Que  en  el   ardiente  Catatumlio  mora? 

De  venganza  !  si,  sí,  m;is  nadie  acusa 

A  la  impía  deidad,  que  sijilosas 

Se  fijan  las  miradas  en  la  viuda 

A  quien  señalan  y  temblando  nombran. 

No  hai  indio  quiriquire,  en  ese  pueblo 
Tan  dado  á  fantasías  melancólicas, 
Que  no  atribuya  la  desgracia  á  zelos 
y  á  evocación  nefanda   y  pavorosa. 

No  hai  Piache  motilón,  ni  a'ile  alegre 
Que  el  conjuro  no  crea,  y  h;s  diabólicas 
Artes  con  que  Apecuane  dio  la  muerte 
A  Parayauta  y  su  infeliz  esposa. 

Mas  en  tanto  Apecuane  ó  nada  sabe, 
<)  la  calumnia  vil  desprecia,  ó  pronta 
A  la  venganza  está,  finjiendo  acliaqucs 
De  extravagancias  mil  é  ideas  locas. 

Y  mientras  ella  con  los  cuentos  ínvidos 
.     Vive  su  triste  vida  de  zozobras. 

Cuenta  un  guerrero  más  y  un  adivino. 
En  Moporo,  el  gentil  Coquivacoa. 

Que  es  Moporo  el  primero  en  las  guazábaras. 
y  el  primero  en  las  vanas  ceremonias 
Del  negro  adoratorio,  y   se  la  pasa 
Haciendo  filtros  de  letal  ponzoña. 

Y  quiere  mucho  á  Zipazingo,  }'  quiere 
Mucho  á  Nelida,    sin  que  en  ello   ponga 
Más  que  la    gratitud  según  refieren, 
Como  un  araiira  que  á  ios  muertos  honra. 

Yo  los  honro  también,  que  no  mi  Musa 
Lleva  otro  fin,  cuando  llorando  evoca 
En  la  silente  soledad  las  tumbas, 

Y  de  los  pobres  indios  las  memorias. 

EL  CACIQUE  MARÁ, 

A  sombra  de  un  palmar  que  en  blandos  giros 
Inclina  sobre  el  lago  su  cimera. 
Como  escuchando  en   él  los  mil  suspiros 
Délos  vientos  que  azotan   la  ribera. 
Fumando  el  calumcl  de  los  goajiros 
Cien  gandules  están.     Gente  guerrera 
Perezosa  doquier,    y  al  tiempo  mismo 
Temible,  audaz, )- llena   de  heroísmo. 

En  medio  de   tal  grupo,  que  semeja 
Mosaico  de  extrañísimas    pinturas, 
Corriendo  sin  cesar  se  ve  una  vieja 
Haciendo  allí  visajes  y   locuras. 


I  Ya  quema  de  su  pelo  la  guedeja, 
Ya  en  la  arena  describe  mil  figuras, 
Esprime  ahora  de  una  planta  el  zumo. 
Sopla  una  hoguera  y  acrecienta  el  humo ; 

Y  así  que  el  viento  con  la  luz  se  irrita, 

Y  traga  al  parecer  su  onda  de  fuego, 
El  grupo  salvajino   tiembla  y  grita 
Cual  lleno  de  pavor. — La  vieja  luego 
Parda  serpiente    cascabel  agita, 

Y  elevando  á  Yai-fd  propicio  ruego, 
Coje  un  \\7,0Ví,  la  chumbe   se  despoja. 
Salta,  y  tizón  y  sierpe   y  chumbe  arroja. 

Jamás  en  indio  el  pensamiento   cupo 
Su  cuerpo  huir  del  maleficio  infando  ; 

Y  son  siempre  arrojados  sobre  el  grupo 
La  chumbe  ardiendo,  el  cascabel  sonando. 
En  esta  vez  cayí),  según  se  supo, 

Sobre  Cairama  el  fuego  chispeando, 

Y  en  un  seco  varal  terrible  y  hosca 
La  sierpe  se  torció  vuelta  una  rosca. 

¿Qué  indica  el  Piache  en  su  lenguaje  incierto 
Con  esta  ceremonia?  ¿Quién  alcanza 
Si  anuncia  los  placeres  del  desierto, 
O  es  la  horrible  señal  de  la  venganza? 
Mirad  como  Cairama  corre  al  puerto, 

Y  en  las  ondas  saltando  se  abalanza, 

Y  otro  gandul  abraza  la  serpiente 

Con  el  mismo  tizón  que  humea  ardiente. 

i  Ah  no  sabéis  que  ceremonia  es  esta  ? 
No  es  de  guerra  por  cierto.     Los  Mojanes 
Impasibles  están,  y  en  la  floresta 
No  se  juntan  los  bravos  capitanes. 
Aquí  sólo  se  trata  de  una  fiesta, 
De  la  batida  audaz  de  los  caimanes. 
Que  de  Diciembre,  á  la  primera  luna 
Todo  gandul  persigue  en  la  laguna. 

Y  como  el  indio  en  sü  ignorancia  atiende 
El  futuro  á  saber,  siempre  ignorado, 
Todo  en  el  indio    á  su   pesar  depende 
De  un  agüero  feliz  ó  desgraciado. 

Mientras  más  rudo  el  hombre,  más  le  enciende 
Aquel  vago  deseo ;  y  su  pasado 
Así  en  la  selva  indiferente  olvida. 
Como  en  sti  anhelo  del  futuro  cuida. 

Por  eso  con  la  luna  dicembrina, 
Cuando  al  instante  de  salir  se  oculta. 
La  tribu  á  la  ribera  se  avecina, 

Y  la  batida  del  caimán  consulta. 

Si  el  agüero  es  feliz   como   una    fitina 
En  el  agua  saltando  se  sepulta 
El  quemado  salvaje. — Si  es  aciago, 
Es  la  serpiente  la  que  corre  al  lago. 

Luego  aparece  allí  por  que  se  iguale 
Tal  vez  el  orden,  ó  el  agüero  explique 
Coronado  con  plumas  de    qitcisalc 
El  de  la  tribu  Reí,  que  es  el  cacique  ; 
Entonce  el  indio  de  las  ondas  sale, 

Y  la  vieja  que  pasa  por  vchiquc 
De  la  mano  á  sü  jefe  lo  presenta, 

■i' Y  él  toma  de  aquel  indio  nota  y  cuenta. 


MISCELÁNEA. 


:i9 


Hoi  después  del  anuncio  ó  del  agüero, 

Para  cazar    del  lago  los  reptiles, 

Se  incorpora  en  cí  grupo  tono  y  fiero 

El  cacique,  terror  de  los  aliles. 

Es  Mará  un  ajilísimo  flechero. 

Que  si  no  está  en  la  flor  de  sus  abriles, 

Tiene  del  tigre  la  sangrienta  saña, 

Y  es  fuerte  como  el  león  de  la  montafia. 

Ancho  de  espaldas,  de  cabeza  erguida. 

Desenvuelto  y  garboso  continente. 

Su  levantado  corazón  anida, 

La  audacia  escrita  en  su  atezada  frente. 

IManeja  una  macana  conocida 

De  nación  en  nación,  de  gente  en  gente. 

Pues  con  ella  dio  muerte    en  su   retiro 

A  un  gigantezco  y  montaraz  tapiro. 

Lleva  rica  tequiara,  y  por  lo  bajo 

Del  brazo  izquierdo,   se  recoje  estrecho, 

Con  un  nudo  de  perlas,  el  refajo 

Oue  sólo  cubre  la  mitad  del  pecho. 

En  el  brazo  desnudo  tiene  un  tajo 

Que  va  á  morir  sobre   el  pulmón  derecho, 

En  cuyo  lado  apunta  por  la  espalda 

Un  carcax  del  color  de  la  esmeralda, 

Síguenlc  los  Tmitcncs  que  en  su.s  c/iáras, 
En  las  fiestas  y  grandes  alegrías, 
Reparten  ramilletes  y  /ctpn'nnrs, 

Y  puños  de  encendidas  peonías: 
Estos  llevan   doquier  sendas    taparas, 
Con  vari<.>s  pulques  y  bebidas  frías 
Oue  sirven  ellos  al  (Itaavt  bizarro 

En  frescas  copas  de  amarillo  barro. 

Ilai  un  contraste    incumprcPisible,  extraíio 
En  sus  facciones  que  fascina  ó  choca, 
Pues  son  sus  ojos  de  mirar  huraño, 
Como  el  buitre  c]ue  acecha  en  una  roca  ; 
Empero,  libre  de  doblez  y  engaño 
Se  ve  tal  expresión  sobre  su  boca. 
Que  en  su  dulzura  se  parece  al  niño 
Cuando  sonríe  al  maternal  carillo. 

Dicen  que  este  contraste  sin  segundo 
Es  la  expresión  común  del  indio  esquivo, 

Y  que  el  caribe  audaz  del  Nuevo  Mundo 
Demuestra  este  contraste  más  al  vivo 
Odio  y  amor,  ya  débil,  ya  profundo. 
Aveces  cruel,  á  veces   compasivo: 

Ora  como  una  fiera,  sanguinario. 
Ya  llorando  en  un  boscjue  solitario. 

He  aquí  el  carácter,  que,  según  presumo, 

Tiene  tanto  el  alile,  el  jirahara 

Como  el  sabril  c[uc  vive  envuelto  en  humo. 

El  toa,  el  pocabuye  y  el  zapara. 

Ya   se  ve  que,    salvaje  en  grado   sumo. 

Este  carácter  tiene  el  indio   Mará, 

Creyendo  como  creo,  acá  á  mi  modo. 

Que  el  goajiro  es  caribe  más  que  todo. 

De  pié  los  cien  gandules  se  pusieron 
CuJndo  Mará  llegó  ;  y  en  su  alegría 
En  todas  direcciones  se  movieron 
Con  desacorde  y  ronca  vocería: 


^Las  flechas  de  los  arcos  desprendieron 
I  Llenas  de  sin   igual  plumajería, 

Y  lanzaron  al  aire  sus  corozas 

I  Llenas  también    de  plumas    priinorosas. 

El  Jefe  contempló    grave  y  contento 
En  esta  vez  el  singular  tumulto, 

Y  pronunció  después  con  claro  acento 

La  voz  de   "  maiquird" ;  y  un  indio  adulto 
Repitió  iiiaiquirrí ;  y  en  el  momento 
La  gente  dando  á  su  entusiasmo  punto. 
Con  el  silencio  que  les  fué  prescrito 
Quedaron  como  estatuas  de  granito. 

Luego  salió  Cairama  de  las  aguas  ; 

Y  así  el  cacique  prosiguió  diciendo  : 

I  '•  Mañana  al  primer  sol  los  dos  Aniaguas 
Irán  por  las  orillas   recojiendo 
Cuantas  miren  canoas  }•  piraguas 
Listas  para  pescar;  y  pues  entiendo 
Que  Zipazingo  conclu\'ó  propicio 
(La  serpiente  abrazando)  el  maleficio 

El  será  quien  vigile  en  la  primera 
Noche  ai  caimán  que  sale  con  la  luna. 
Vosotros  estaréis  en  la  pesquera 
Del  cortado  eneal ;  y  una  por  una 
Vigilará   cada   familia   entera 
En  las  noches  siguientes  la  laguna. 
T^o  demás  ya  s.abeis  cumple  á  Cairama 

Y  el  es  indio  de  cuenta,  lustre  y  fama." 

.■\si  como  en  las  selvas  silenciosas. 
Cuando  una  seca  ramazón  se  quiebra, 
El  ruido  miente  voces  caprichosas. 
Espantada  so  enrosca  la  culebra, 

Y  vuelan  «'n  tropel  las  mariposas. 
Tal,  con  el  mismo  acento,  ^llí  celebra 
Del  cacique  la  voz  la  turba,  en  tanto. 
Que  se  revuelve  y  gira  y  finge  espanto. 

Costumbres  estas  son  que  en  los  terrenos 
De  nación  á  nación  siempre  varían  ; 
■Pero  todas  las  tienen  más  ó  menos 

Y  las  tribus  en  ellas  se  glorían. 
En  cuanto  á  yerbas,  zumos  y  venenos 
\  Cómo  felices  á  la  vez  serian 
Las  naciones  salvages  si  ignoraran 
Los  filtros  y  ponzoñas  que  preparan  ! 

Pero  ya  cada  cual  coje  su  ruta 
Hablando  con  placer  de  la  dispuesta 
Batida  del  caimán  :  y  quien    disputa 
Sobre  el  agüero  y  la  futura   fiesta  : 
Quien  dice  que  la  india  de  la  gruta 
Asegura  será  triste  y  funesta  ; 
Aquel  canta,   este  silva,  el  otro  toca 
I^a  salvaje  marimba  con  la  boca. 

Mará  se  encamine)  por  la  vereda 

Que  entre  las  palmas  lleva  á  su  bohío  ; 

Y  pasado  un  instante   solo  queda 
En  las  arenas  del  palmar  sombrío. 
La  vieja  del  augurio.  No  hay  cjuien  pueda 
Sacarla  de  su  loco   desvarío 
Que  ha  tiempo  al  raso,  al  descubierto  vive 

i' Sin  entrar  en  las  chozas  del  caribe. 


220 


MISCELÁNEA. 


SI  ESO  FUERA  VERDAD. 

— Madre  he  llegado,  dijo  frente  á  frente 
Poniéndose  Moporo  de  Apecuane, 
Mientras  le  daba  vueltas  á  una  sierpe 
Que  le  salió  á  su  paso  en  el  boscaje. 

— Te  esperaba,  hijo  mió,  ya  era  tiempo, 

Le  contestó  la  vic  ji   sin  mirarie, 

La  chumbe  entre  sus  manos    recogiendo 

Y  en  ademan  en  tierra  de   sentarse. 

Arrimósele  aquel  y  de  las  diestras 
Cogidos  silenciosos  hijo   y  madre 
Se  dejaron  caer  sobre  l.i  arena 
A  un  tiempo,  de  consuno,  sin  soltarse. 

— Habla,  Apecuane,   que    Moporo  escucha, 

Dijo  luego  el  cacique   en  tono  grave. 

— Espera  que  registre  ia  laguna. 

No  te  muevas  de  aquí,   vuelvo  al  instante. 

Y  sacudiendo  el  brazo  de  Moporo 
Saltando  aquí  y  allá  como  el  caraire 
Que  persigue  su  presa,  volvió  á  poco 

Y  así  al  sentarse  habló  la  v\&y¿.  piache. 

— Cumplido  está,  Moporo,  de  mi  vida 
El  más  ferviente  anhelo  ;  por  mis  artes 
Eres  no  solo  encantador  de  víboras, 
Sino  astuto  también  como  Apecuane. 

El  hijo  de  una  esclava  tiene  puesto 

Y  se  sienta  á  la  par  con  los  mojanes 
En  el  recinto,  en  el  sombrío  templo 
Del  dios  caribe,  de  Cupai  el  grande. 

De  todos  los  poraucas  el  más  joven 
Eres  acaso  tú,  pero  no  obstante. 
Como  tu  nombre  es  eco  de  mi  nombre 
La  tribu  entera  sin  cesar  te  aplaude. 

¿Y  qué  recibe  al  fin  la  pobre  vieja 
En  pago  de  ese  afán  y  miserable 
Angustia  en  que  ha  corrido  su  existencia 
Tras  el  temor  de  malograr  sus  planes? 

¿Cómo  es  que  cumple  con  la  deuda  el  hijo 
Del  fiero  Tiuna  honderodo  de  Bunaire  ? 
¿  Qué  linaje  de  amor  tienes  conmigo 
Tú  la  esperanza  un  dia  de  tu  padre  ? 

Moporo,  tú  eres  malo,  que  á  no  serlo 
Sumida  no  viviera  en  el  ultraje 
De  presenciar  en  danzas  y  en  areiios 
Con  enemigos  tu  amistad  cobarde. 

Del  muerto  Parayauta  los  mellizos 
No  te  dejan  vivir,  por  que  te  trae 
Loco  de  amor  Nelida,  y  Zipazingo .... 
— Cállate,  madre,  si  me  quieres  cállate. 

— Ah !  tienes  miedo  de  que  alguno  escuche, 
O  es  ya  tu  miedo  de  escuchar  verdades  ? 
Pues  no  es  así  el  cacique,  la  voz  dulce 
Oyendo  de  Nelida. 

■ — ¡  Cómo  Madre  ! 

Exclamó  balbuciente  el  que  impasible 
A  la  mojan  oia 

— No  te  alarmesj 


Hijo  mió,  Moporo,  que  los  tristes 
Deben  al   bien  ageno  acostumbrarse. 

La  fiera  estaba  herida ;  sí,  Moporo 
Descompuesto  de  súbito  el  semblante 
Hacia  su  madre  se  inclinó,  los  ojos 
Casi  inyectados  de  rojiza  sangre. 
— Estás  cierta?  le  dijo  entre  sus  puños 
^Ahogando  la  sierpe  en   aquel  trance 
Sin  saber  lo  que  hncia,  y  más  convulso 
Que  el  indio  envenenado  con  curare. 

— A  iní,  Moporo,  me  preguntas  eso, 
Cuando  en  los  lucos  al  caer  la  tarde 
Ya  con  !a  sombra  y    al  primer  lucero 
He  visto  á  Mará  y  á  Nelida  hablarse  ? 
i  Olí,  simple  encantador!   todo  lo  ignora 

Y  la  tribu  caribe  entera  sabe 
Que  es  de  otro  gavilán  esa  paloma. 

— Si  eso  fuera  verdad  !  gritó  el  salvage. 

— Si  eso  fuera  verdad  !   repite    al  punto 
Con  una  mueca  á  guisa  de  burlarse 
La  vieja  loca,  y  con  desden  profundo 
Contempla  al  hijo  que  no  acierta  á  hablarle, 
— Vamos,  ¿  qué  barias  tú,  Moporo  mió, 
Si  esto  fuera  verdad?  de  pronto  añade. 
Tras  un  silencio  pavoroso  el  indio, 
■ — Si  eso  fuera  verdad,  dijo,  vengarme. 

— Mira,  Moporo,  pues :  del  lado  opuesto 
Tu  rostro  inclina  bien,  bájate,  bájate. 
Allá  en  las  sombra  de  los  verdes  ceibos. ..." 
El  indio  lanzó  un  grito  de  coraje. 
Allá  en  la  sombra  de  los  ceibos  verdes, 
Moporo  ha  visto  que  sentados   yacen 
Mará  y  Nelida,  mientras  él  se  muere 
De  amor  y  zelos  sin  saberlo  nadie. 

Si  eso  fuera   verdad. . ..!  con  burla  horrible 
Detras  le  repitió  la  vieja  infame, 
Como  el  que  azuza  sobre  un  niño  á  un  tigre, 
O  la  promesa  al  punto  reclamase. 

— Vieja !  gritó  colérico  Moporo, 
Fuera  de  sí  saltándole  delante, 
Retrocediendo  luego.    El  indio  torvo 
Casi  jimiendo  dominó  su  arranque. 

—Pues  bien,  Madre,  esta  noche,  cuando  Tiuna, 
Cual  suele  acontecer,  triste  te  llame 

Y  te  recuerde  que  su  sombra  inulta 
Llora  y  espera  su   festín  de  carne  ; 

Díle  que  al  mundo  de  las  almas  vuelva 
Que  3-0  de  sangre  le  hartaré  las  fauces. 
Tiuna  te  ha  oido  ya,  gritó  la  vieja. 
Intentando  frenética   abrazarle. 

— Apártala   mojan,  no  te  me   acerques, 

Y  aquel  demonio  rechazó  á  su  madre, 
Que  digna  de  tal  hijo,  se  detiene 

Y  murmura  sombría :  "  así  me  place." 

Pero  como  sonando  las   agudas 

Saetas  del  carcax,  Moporo   parte,  * 

Con  sardónica  risa  le  pregunta : 

— ¡  Eh !  no  has  dicho  de  quien  vas  á  vengarme. 


MISCELÁNEA. 


221 


— De  todos  vieja  víbora,  de  todos 
Los  que  tú  con  el  dedo  me  señales. 
Con  tal  de  que  á  Nelida,  de  los  ojos 
Lágrimas  sin  cesar  pueda  arrancarle. 

— Tiuna  te  ha  oído  ya,  de  luego  á  luego 
La  madre  al  hijo  repitió  y  distante 
Este  le  contestó ; — ya  nos  veremos 
En  el  canei  del  caño  de  los  mangles. 

NO  QUIERO-NO  PUEDO-NO  DEBO. 
I 
Ya  el  corazón  de  Apecuane, 
De  la  venganza  sediento. 
Respira,  como  las  aves 
Si  ensayan  su  primer  vuelo. 

Ya  logró  con  sus  astucias 
Lo  que  en  vano  hacia  tiempo. 
Alcanzar  quiso  con  súplicas 
Y  lágrimas  y  lamentos. 

Moporo,  el  que  le  afeaba 
Sus  vengativos  proyectos, 
El  que  á  pesar  de  su  audacia 
Contenido  andaba  en  estos  ; 

Ya  se  ha  puesto  en  su  camino 
Más  impávido  y  resuelto 
Que  un  encerrado  tapiro 
Acozado  de  los  perros. 

¿Cómo  pudo  la  adivina 
Hacer  cambiar   al  guerrero 
Señalándole  á  Nelida 
Junto  con  Mará  á  lo  lejos? 

¡  Ai !  corazón,  como  asustan 
Tus  insondables  misterios. 
Más  temibles  que  la  tumba, 
Más  candentes  que  el  infierno  ! 

Joven,  valiente  y  gallardo 
Habia  tenido  sueños 
Moporo,  el  enamorado 
De  la  garza  de  ojos  negros. 

Pensó  que  un  amor  nacido 
Al  dulcísimo  embeleso 
De  la  infancia   de  los  indios 
Por  campiñas  y  pesqueros, 

Le  daba  al  fin  como   timbre 
Ya  en  su  línea  de  mancebo. 
La  posesión  de  la  virgen 
Por  amor  y  por  derecho. 

Engañado  andaba  y  mucho 
E!  hijo  audaz  del  hondero. 
Que  se  deshacen  cual  luimo 
Las  nubecitas  del  cielo. 

Pues  si  fuego  es  en  la  vida 
Los  más  fundados  afectos. 
Lo  que  se  pierde  en  espiras 
Es  humo  que  brota   el  fuego. 

II 

Un  dia  que  mariscando 
Llevaba  por  compañero 


A  Zipazingo  el  hermano 
De  la  garza  de  ojos  negros  ; 

Le  dijo:  ¿quieres  que   bogue 
Adentro  del  lago,  adentro 
Para  contarte  hasta  dónde 
Encumbro  mi  pensamiento  ? 

Sin  mostrarse  sorprendido, 
Pero  sombrío  poniéndose. 
Le   contestó   Zipazingo, 
Moporo,  amigo, — no  quiero. 

Este  que  remaba  á  popa 
Le  dio  de  costado  al  remo, 
Cambió  el  rumbo  y  la  canoa 
Llegó  á  tierra  en  el  momento. 

Mientras  saltaba  á  la  orilla 
De  espaldas  su  compañero 
Parado  en  proa  finjía 
Estar  mirando  á  lo  lejos. 

III. 

A  verse  con  el  cacique 
Moporo  corre  en  silencio. 
Mientras  fermentan  horribles 
Tempestades  en  su  pecho. 

Cuando  el  indio  dio  con  Mará 
Encontrólo  retorciendo 
Las  dos  puntas  de  wrva,  guaica 
Entre  sus  manos  de  hierro. 

—"He  llegado,"  al  improviso 
Murmuró  con  hondo  acento  ; 
— Siéntate,  Mará  le  dijo. 
En  ese  topal  de  ceibo. 

— "  He  llegado,"  sin  sentarse 
Repitió, 

— Pues  ¿qué  tenemos? 
Mará  curioso  pregunta 
Hacia  Moporo   volviéndose. 

— Dos  arattras  que   se  miran, 
Y  el  un  araura  queriendo 
Que  el  otro  amura  le  diga 
Las  verdades  sin  rodeos. 

— Tú  vienes  como  las  aguas 
Levantadas  por  los  vientos. 
— Ya  lo  sabe,  pues,  araura. 
Que  henchido  de  rabia  vengo. 

La  guaíca  que  retorcía 

Puso  el  cacique  en  el  suelo. 

- — -Cuando  yo  encuentro  una  víbora, 

Dijo,  la  aplasto  al  momento. 

— ¿Y  al  indio  que  te  pregunta? 
— Pregunta,  pues,  agorero. 
Que  si  es  grande  mi  mesura 
No  adivino  tus  secretos. 

— ¿Puedes  decirme,  cacique, 
Preguntó  con  tono  lento 
Moporo,  puedes  decirme 
Las  palabras  de  los  muertos?' 


222 


MISCELÁNEA, 


— De  los  muertos  las  palabras 
Para  mí  sagradas  fueron. 
— De  los' mellizos  te  hablaban 
¿  Es  verdad?  Guardó  silencio 

Mará,  y  Moporo  impasible 
Volvió  á  prenguntar  de  nuevo  : 
— I  Puedes  decirme  cacique 
Las  palabras  de,  los  muertos? 

MoiTÜóse  Mará  los  labios, 
La, frente  irguió,  frunció  el  ceño 
V  los  dientes  rechinando 
Gritó  : — Moporó,   no  puedo. 
IV. 

Quedó  Mará  solo  al  punto. 
Corriendo,  allá  va  corriendo 
En  dirección  de  los  lucos 
Moporo  de  rabia  trémulo. 

Llega  á  una  gruta  y  le  sale 
Una  matrona  al  encuentro, 
Que  en  el  "grito  del  salvaje" 
Tiene  en  soledad  su  asiento. 

— Tangarala  encantadora, 

Mira  que  á  buscarte  vengo, 
Yo  que  adivino  en  las  sombras 
Los  más  profundos  secretos. 

■ — Pues  si  lo  adivinas  todo, 
Encantador  y  mancebo, 
¿Por  qué  busca  aquí  Moporo 
Las  palabras  de  los  muertos  ? 

— Eso  busco,  pues,  y  acaba.  .  . . 

Y  el  torvo  hijo  del  hondero 
Repetía,  "  Parayauta  " 
Mezándose  losxabellos. 

A  ese  nombre  la  matrona 
Guardó  un  profundo  silencio. 
Fingiendo  ver   las  alondras 
Volar  con  el  rumbo  al  cielo. 

— Habla,   le  gritó  el  bcliiquc 
Entre  un  no   quiero  y  no  puedo 
Tu  palabra  será. . . . 

— Un  triste, 
Moporo  amigo,  no  debo. 

— Nada  más!  casi   llorando 
Murmura,  y  vivo  sufriendo. 
Nada  más !  y  me  has  llamado 
Tu  amigo   y  sabes  que  muero. 
Tangarala  conmovida 
Le  dice :  mira,  mancebo, 
Te  callo  lo  que  adivinas 
Entre  lágrimas  y  celos. 
Pero  Aniariha  es  muy  grande 

Y  es  el  indio  muy  pequeño, 

Y  solo  Aviar  iba  sabe 

El  porvenir  del  desierto. 
— Es  verdad,  dijo  á  los  ojos 
Llevando  su  manta,  y  luego 
Alejando  se  fué,  absorto 
Tal  vez  con  aquel  consuelo. 


EL  ATALAYA, 

Silencio  y  soledad.  La   verde  alfombra 

De  la  inmensa  llanura 

Se  mira  envuelta  en  la  confusa  sombra 

De  la  noche  tranquila  ; 

Ni  el  céfiro  murmura 

Ni  alto  lucero  en  la  extensión  vacila. 

Una  atmósfera  opaca  y  cenicienta, 
Agena  de  este  clima. 
Con  formas  engañosas  representa 
Los  caneyes  indianos, 

Y  abulta  y  aproxima 

Los  objetos  confusos  ó  lejanos. 

Acaso  los  fantasmas  solitarios 

De  las  selvas  umbrías 

Extienden  sus  crespones  funerarios 

Y  apagan  tristemente 
Las  roncas  armonías 

Con  que  resuena  el  tropical  torrente. 

Eran  las  horas  en  que  el  indio  inerme 
■  Reposa  en  su  cabana  : 
En  que  la  corza  sin  recelo  duerme, 

Y  se  arrastran  sutiles 
En  confusión  extraña. 

Con  silvos  horrorosos  los  reptiles. 

La  gente  del  feliz  Coquibacoa 

No  cruza  por  sus  aguas  ; 

Ni  aun  el  gandul  marino  de  Misoa, 

Que  á  veces  acostumbra. 

Pasear  en   sus  piragua.s 

Mientras  el  astro  de  la  noche  alumbra. 

Sólo  un  guerrero  ^solitario  muestra 
Que  despierto  vigila ; 

Y  parece,  en  verdad,  sombra  siniestra 
Al  pié  de  una  barranca  ; 

O  genio  que  vacila 

Y  pisa  á  tientas  en  la  arena  blanca. 

¡  Silencio  y  soledad !  Mas  de  improviso, 

¿Qué  busca  el  atalaya 

Entre  el  vapor  del  lago?    Ve,  indeciso, 

Horribles  recorriendo 

Al  lago  de  la  playa. 

Monstruos  que  de  las  ondas  van  saliendo. 

Pálido  de  terror  .se  echa  en  el  suelo  ; 
La  sorpresa  le  pasma  ; 

Y  entonce  observa,  en  zozobroso  anhelo, 
De  forma  gigantea. 

Otro  nuevo  fantasma 

Que  el  lago   azul  terrífico    pasea. 

Temblando  el  indio  está!. . .  .su  cabe  lera. 
Sobre  el  cuello  robusto  1 

Parece  la  melena  de  una  fiera  .  . . , 
Pero  el  indio  se  enoja 

Y  se  desliza  adusto 

Con  el  mirar  de  la  serpiente  roja. 

Arrastrándose  así,  vio  los  tabucos 
De  la  gente  cobriza.... 
Por  el  hondo  palmar  de  los  bejucos 
Nada  observa  ni  advierte .... 


MISCELÁNEA. 


223 


La  tierra  fronteriza 

Descansa  en  el  silencio  de  la  muerte. 

Llega  á  un  lugar  donde  el  camino  estrecha 
Fétido  y  negro  charco 

Y  se  para  resuelto. . .  .Aguda    flecha 
Se  desprende  del  hombro. 
Templa  el  arco, 

Y  aun  poseído  del  salwije  asombro, 

Como  el  corzo  que  oculto  entre  la  rama 

Ventea  á  su  enemigo  : 

"  La  V02  del  Mauitú  que  así  me  llama 

O  me  salva,  ó  me  pierde" 

Dice,  }'  buscando  abrigo 

En  una  palma  de  abanico    verde, 

Lanza  forzudo,  al  recrujido  seco 

De  la  fibra  tirante, 

El  tosco  dardo  de  plumoso  flueco.  . . . 

Su  grito  de  alegría 

Se  pierde  en   el  instante 

Al- par  con  otro  grito  de  agonía. 

¡  Silencio  y  soledad  !    La  selva  viste 

Su  follaje  profundo. 

Ni  canta  un  ave,  ni  murmura  triste 

El  oculto  arroyuelo : 

No  hai  un  ruido  en  el  mundo 

Ni  brisa  errante  en  la  extensión  del  cielo. 

UNA  ESCENA  DE  PIRATAS. 

—  ¡  Ah  del  barco!  Airiba!  Ea! 
— ¿Qué  dirá? 

— Viejo  tunante, 
Aprovecha  la  marea, 
Orza...-.!!! 

— ¡  A  virar  por  avante  ! 

— ¿  Capitán  ? 

— Yo  soi  el  mismo, 
Carroñas. . . . 

— Lista  la  tropa.  . . . 
— ¡  Voto    al  ángel   del  abismo  I 
Tira  un  cabo  por  la  popa.  . . . 

— Va  con  Dios. . . .! ! 

— Mejor  seria 
Con  el  demonio  que  saca 
De  apuros ....  Vogando  cía. . . . !  ! 
¡  Atraca  el  esquife,  atraca  ! ! ! 


—Ya  estoi  á  bordo  y  por  cierto 
Si  el  grumete  no  me  nombra ....!! 
¿  Estabas,  piloto,  muerto  ? 
— Capitán  entre  las  sombra, 

Y  con  el  agua  á  los  codos 
Ni  aun  se  distinguen  las  manos.  .  . . 
— ¡Cargue  el  demonio  con  todos 
Estos  perros  de  cristianos! ! 

¿  Pero  ignoráis    que   Cazóte 
Viene  herido?  Zorro  viejo, 


Vaya  !    sácalo  del  bote, 
Pronto,  arriba  un    aparejo. 

— ¡  Un  farol ! 

-¿Qué?  . 

— ¡  Se  revienta 

La  driza.  . . .! ! 

— ¡  ¡  Baja  la  luz! ! 
— ¡  Ai !   ai !   ai ! ! ' 

— ¡  Cuidado  !  cuenta ! ! 

— ¡Por  Jesucristo  en  la  cruz 

Iza,  nuestro  amo ....!! 

— ¡  Ya  viene 

Arriba ....!! 

— i  Cobra  en  volanda  ! ! ! 
— Diablos  ! ! !  si  pasada  tiene 
La  cabeza  banda  á  banda. 

.  .» 

Lanzando  un  gemido    sordo. 
En  medio  á  tal  laberinto,  - 
Pusieron  por  fin  á  bordo 
Un  cuerpo  en  su  sangre  tinto. 

Era  un  joven  timonel 
Cuya  frente  de  africano 
Brillaba  más  que  la   piel 
Del  bizontc  americano. 

Como  su  líajcl    habia 
Llegado,  con  tiempo  oscuro 
A  un  puerto  que  no  tenia 
Torres,  lumbrera,  ni  muro; 

Queriendo  .salir  del  paso. 
Ya  que  se  encuentran  perdidos. 
Haciendo  rumbo  al  ocaso 
En  mares  dcscoiiocidos: 

Siguió  por  su  mala  estrella, 

Al  capitán  que  bajaba 

A  ver  que  tierra  era  aquella 

Y  en  qué  altura  .se  encontraba. 

Rejistrando  la  maleza 
De  una  cíimpiña  salvaje 
Herido  fué  en  la  cabeza 
Al  darle  vuelta  á  un  boscaje. 

Seguir  en  la  tierra  adentro 
Entonces  se  hizo   imposible; 
Que  es  mu  i  terrible  el  encuentro 
l3e  un  enemigo  invisible; 

Y  antes  que  el  pueblo  vecino 
Con  el   rumor  se  alborote 
Cargaron  con  el  marino 

A  quien    llamaban  Cazóte. 

Allí  está  como  un  balumbo 
Que  en  la  cubierta  se  orea. 
Mientras  el  buque  sin    rumbo 
Dando  bandazos  capea. 

Mas  el  capitán  que  alerta 
Está    reventando  en  ira, 

Y  regado  en  la  cubierta 
La  gente  confusa  mira. 


224 


MISCELÁNEA. 


1 1 


— ¡  Ola  !   la  guardia  á  sus  bancos, 
Dijo,  que  hai  gente  de  sobra, 
A  la  bodega  los  francos. 
Los  demás  á  la  maniobra. 

¡  En  rumbo  que  el  lago  es  hondo ! 
— ¿Adonde  vamos? 

— Veremos 
:  Si  en  esa  punta  doi  fondo. 
¡  Los  soldados  á  los  remos ! 

—Así ! ! 

— Demonio,  la  calma     • 
.  De  Norte  á  Sur  aquí  reina. 
No  se  mueve  ni  una  palma, 
Ni  un  soplo  las  aguíes  peina. 

¡  Vamos ! ! 

— Capitán,  la  gente 
Se  abrasa,  el  aire  la  ahoga .... 
— Por  Satanás  !  que  reviente! ! 
¡  i  Pecho  al  remo  ! !    ¡  ¡Boga !  Boga ! ! 


Siguió  el  barco  su  camino. 
Tras  aquel  grito  de  rabia, 
Como  un  fantasma  marino 
Bajo  el  cielo  de  Batavia. 

Y,  cierto,  tal  parecía, 
Después  de  un  atento  examen, 
Aquella  mole  sombría 
Sin  un  soplo  en  su  velamen. 

Perdido  en  ignoto  mundo. . . . 
La  calma ....  La  noche  incierta .... 
Los  gritos  de  un  moribundo, 
Que  se  arrastra  en  la  cubierta ; 

Todo  ese  cuadro,  trasunto 
Del  misterioso  bajel, 
Era  un  horrible   conjunto, 
Una  escena  de  Luzbel. 

Dando  al   fin  tumbos  y  saltos, 
En   banda  los  aparejos,  • 
Sus  masteleros  más  altos 
Se  ocultaron  á   lo  lejos. 

EL  DITIRAMBO  DE  LAS  SELVAS. 

Quise  admirar  la  vida   independiente 
Del  vecino  village. 
La  libertad  del  indio,  y  su  valiente 
Energía  salvage. 

Quise  ver  al  goajiro  á  quien  sin  duda 
La  sociedad  denigra. 
Porque  brilla  su  espalda  al   sol  desnuda, 
Como  piel  de  una  tigra. 

Y  una  noche  mi  rumbo  sobre  el    agua 
Marcando  con  mil  giros, 
Enderezé,  nauclero  mi  piragua 
A  tierra  de  goajiros. 

Llegué  cuando  la  lluvia  con  sus  perlas 
Las  cosehas  espiga. 


Y  las  lindas  guarichas  por  cojerlas 
Se  llenan  de  fatiga. 

Cuando  la  luna  triste  se  levanta, 
Como  nave  perdida, 

Y  se  escucha  el  gruñido  de  la  danta 
En  la  selva   tupida. 

Vi  costumbres  al  mundo  mui  extrañas, 

Y  despiadados   ritos, 

Y  x^eptiles  y  torvas  alimañas, 

Y  casos  inauditos. 

Los  caciques  mandando  en  aguazales 
Extensas  rancherías, 

Y  el  viviente  "carmín  de  los   nopales" 
Cual  rojas  peonías. 

Vi  pájaros,  en  palmas  giganteas 
De  colores  distintos. 
Mintiendo  caprichosas  taraceas 
De  conchas  y  jacintos. 

Vi  zajada  la  piel  de  los  mojanes 
Curtida  por  los  soles, 

Y  amuletos  de  huesos  de   caimanes. 
Remedio  de  españoles. 

Todo  lo  vi,  guardando  en  la  memoria. 
Según  lo  que  barrunto. 
Cuanto  habré  menester  para  mi  historia 
Que  sigo  en  este  punto. 

Es  un  caño  tan  solo  que  parece 
Morada  de  una  ninfa. 
Donde  un  manglar  exuberante  crece 
Al  frío  de  su  linfa ; 

Y  como  aquel  recibe  las  tostadas 
Cortezas  desprendidas. 

Sus  aguas  están  siempre  coloradas 
Por  el  mangle  teñidas. 

Al  pié  de  un  mucurito  que  despliega 
Sus  pimpollos  escasos. 
Tras  mil  rodeos  Apecuane  llega 
Con  cautelosos  pasos. 

Sobre  estacas  redondas  de  mopora. 
En  precaución  extraña 
Se  eleva  á  flor  del  agua  tembladora 
Solitaria  cabana. 

Y  tan  cubierta  está  de  enredadera 
Buscada  para  hechizos. 
Verdosas   lianas  y  sutil  estera     > 
De  pleitas  de  carrizos ; 

Que  parece  en  verdad  cuando  se  piei'de 

Su  figura  distante, 

Un  monstruoso  reptil  de  escama  verde 

O  colina  flotante. 

Ni  escalera,  ni  puente  se  apercibe  : 

Todo  está  solitario ; 

Ningún  gandul  en  la  cabana  vive. 

Ni  piache  sanguinario. 

A  fuerza  de  crecer,  la  palma  enhiesta 
A  la  cabana  pudo 
Extender  su  ramaje,  que  le  presta 
Aspecto  grato  y  rudo. 


MISCELÁNEA, 


225 


No  bien  llega  Apecuane  lan.ta  un  grito  ; 
Como  sierpe  macagua 
Trepa  allí  por  la  palma  nuicnriio 
Hasta  el  canei  del  agua. 

Su  cuerpo  descolgando  con  pi'esteza, 
De  las  manos  asida. 
Sobre  el  bohío  inclina   la   cabeza 
Con  riesgo  de  su  vida. 

Mecida   al  aire  ni  siquier  vacila  : 
En  su  atención  absorta, 
La  oreja  atenta,  fija  la  pupila 
Parece  que  le  importa, 

Por  un  respiradero  del  bohío 
Abierto  en  la  techumbre. 
Rejistrar  su  interior  triste,  vacío, 
Negro  sol  y  sin  lumbre. 

Insólita  por  cierto  era  la  escena  ; 
La  vieja   de   Bunaire 
De  cólera  erizada  la  melena. 
Columpiada  en  el  aire 

Con  extraño  vigor,  si  bien  cansada 

Del  esfuerzo  violento, 

La  chumbe  azul  en  trizas  desgarrada 

Y  sacudida  al  viento ; 

Parecía  algún  genio  de  los  montes 
A  cuyos  lentos  jiros 
Asustánse  panteras  y  bisontes, 
Jaguares  y  tapiros. 

Al  fin  como  el  lagarto  que  se  espanta, 

Y  vuelve  la  cabeza, 
Columpiándose  siempre,  aquella  canta 
En  tono  de  tristeza: 

"¿Por  qué  siempre  tu  nombre,  Tiuna  mió, 
Frenético  se  lanza 

En  pos  de  mi,  que  vengo  á  este  bohío 
Pensando  en  tu  venganza  ? 

Ardido  está  mi  corazón,  espera 

Y  te  dirá  la  fama. 

Que  si  dormida  es  mansa  la  pantera, 

Cuando  despierta  brama. 

Dicen  los  de  la  tribu  que  soi  loca — 

Ellos  serán  testigos 

De  mi  festín  de  masa  de  tapioca 

Y  carne  de  enemigos. 

Todos  están  allí,  de  varios  modos 
La  suerte  los  iguala, 

Y  yo  mujer  me  vengaré  de  todos 
Incluso  Tangarala. 

No  dejes  tu  careaba,  sombra  mía, 
A  la  luz  de  la  luna 
No  me  persigas  triste  nocheydia. 
Sombra  del  bravo  Tiuna. 

Sobre  la  piel  caliente  de  un   Adibe, 

Al  grito  de  la  guerra 

Vengar  juré  mi  tribu,  del  caribe. 

Que  arrasó  nuestra  tierra. 

Venid,  genios  maléficos  blandiendo 

La  ponderada^««/<rrt, 


Los  que  muertos  aquí  seguís  viviendo 
En  la  feliz  Jamaica 

Espíritu  infernal  por  quien  celebra 
El  goajiro  tus  votos, 
Dadme  el  humor  que  arroja  la  culebra 
De    la  sierra  de  Itotos. 

Sanguinario  Maboya,  que  sacudes 
La  sangre  de  tus  manos, 
Yo  llenaré  de  sangre,  no  lo  dudes. 
Los  caneyes  indianos. 

Ya  diviso  los  tiempos,  alentadme 
Yolokiamo  nocturno. 
Genios  de  plumas  negras,  ayudadme 
Cuando  llegue  mi  turno. 

Y  llegará  por  más  que  gima  y  vague, 
Como  loba  sedienta  ; 
Aunque  la  tierra  con  furor  me  trague 
En  medio  á  la  tormenta. 


Soi  dueño  de  la  tribu  que  blasona 
De  foráneas  inquietos ; 
Porque  su  vida  entera  se  eslabona 
Con  horribles  secretos ; 

Y  lo  sé  todo,  sí !   Calíate  ahora, 
A  la  luz  de  la  luna, 

Oh  sangrienta  visión  aterradora, 
Sombra  del  bravo  Tiuna." 

Dijo  y  cual  suele  rauda  golondrina 

Que  de  improviso  cierra 

Sus  negras  alas,  y  veloz  declina, 

Y  desciende  á  la  tierra  ; 

O  bien,  como  Perquisa,  de  un  inculto 
Saman,  caerse  deja, 

Y  forma  por  el  aire  estraño  bulto 

Que  doliente  se  queja  ;  ^ 

Así  Apecuane,  con  la  diestra  mano 
La  ch'.'mbe  recojida, 

Y  en  la  siniestra  su  cabello  cano ; 
Del  árbol  desprendida 

Bajó,  lanzando  un  grito,  por  el  hueco 
Del  canei  olvidado. 
Que  devolvió  de  su  interior  un  eco. 
Como  un  ¡  ai !  prolongado. 

APECUANE  LA  MOJAN. 

Esa  es  el  alba  de  los  cielos  índicos 
Que  asoma  al  lejos  su  cortina  azul, 
Como  un  arroyo  de  cristales  nítidos 
Como  una  lluvia  de  esplendente  luz. 

Entre  la  sombra  que  indecisa  y  trémula 
Huyendo  triste  en   remolinos  van. 
Cuando  las  nubes  de  la  noche  gélida 
Como   perdidas  en  el  cielo  están  ; 

Brilla  en  facetas  de  cambiantes  cárdenos, 
Se  estiende  en  visos  de  sin  par  color, 

2» 


226 


MISCELÁNEA, 


Randa  de  fuego  con  plumones  pálidos 
Rojci  reflejo  de  naciente  sol. 

Entonces  lanzan  las  rejiones  tórridas 
Sus  vagos  ruidos,  sus  rumores  mil, 
Vuelan  cantando  las  torcaces  tórtolas. 
El  mar  murmura  con  estruendo  aquí. 

Sobre  las  palmas  se  desliza  el  céfiro, 
Ruje  la  fiera  por  doquier  feroz, 

Y  en  los  verdines  del  pantano  fétido 
Abre  su  cáliz  la  embriagante  flor. 

La  dulce  indiana  .se  despierta  púdica, 
Musita  el  piache  su  oración  fatal, 

Y  el  tibio  cielo  reteñido  en  púrpura 
El  cráter  asemeja  de  un  volcan. 

De  pié,  la  estera  alzada  en  la  cabaiTa, 
Viendo  los  horizontes  de  carmín. 
Admiraba  Nelida  la  mañana 
De  su  silvestre  tropical  pais. 
Como  espera  á  su  hermano,  y  cree  sentirlo 
De  vuelta  por  la  pica  del  peñón. 
Se  oculta  tras  la  estera  como  el  niño 
Que  de  otro  niño,  alegre  .se  ocultó. 

El  último  suspiro  de  la  noche. 

En  que  cayera  herido  el  timonel, 

Se  apagaba  en  la  sombra  de  los  bosques 

Del  dia  al  encantado  rosicler; 

Y  por  los  bosquecillos  de  guayabos 
Del  sol  dorados  á  la  tibia  luz 
Camina  pensativo  y  solitario 

Un   alto  y  lijerísimo   gandul. 

Ibase  ya  á  meter  en  los  bohios 
Donde  habita  el  cacique  principal, 
Cuando  un  acento  bronco  y  conocido 
Áspero  siente   junto  á   sí  gritar. 

"  i  Zipazingo  el  valiente !...."  De  Apecuane 
I    Era  sin  duda  la  cascada  voz 
La  vieja  del  conjuro,  y  digna  madre 
De  Moporo  el  temible  encantador. 

Suspenso  el  indio  se  quedó  improviso, 
Como  el  montero  que  al  fijar  el  pié. 
Siente  en  las  yerbas  el  contacto  frió 
De  la  sierpe  fatal  de  cascabel. 

Aciago  es  el  encuentro,  pues  la  vieja 
Es  temible  en  la  tribu,  su  maldad 
.  Le  viene  de  la  gente  bunairesa 
Vengativa  nación  que  mira  al  mar. 

Prisionera  otro  tiempo  fué  querida 
De  Parayauta  el  blanco,  que  arrancó 
De  las  garras  sangrientas  de  una  tigra 
Al  que  cacique  de  la  tribu  es  hoi. 
Muerto  el  salvaje  de  las  carnes  blancas 
Se  hizo  adivina ;   pero  dio  en  vivir 
AI  viento,  al  sol,  corriendo  por  las  laudas 
Como  fiera  espantada  del  cubil. 

Siempre  augurando  males  á  la  tribu 
En   roncos  alaridos  se   le   vé. 
Semejante  Apecuane  al  negro  espíritu 
Que  evoca  el  piache  al  humo  del  canei. 


Por  eso  con  su  encuentro  tiembla  el  indio, 
También  por  eso  Zipazingo  está 
Cual  si  mirado  hubiera  un  basilisco 
Y  no  aciferta  de  pronto  á  contestar. 

Repuesto  al  fin  le  dice  :  ;  qué  me  quieres 
Matrona  del  dolor  ? 

— Bravo,  gandul. 
Diviso  en  las  arrugas  de  tu  frente 
Tu  zozobra  profunda ... 


— i  Como . 


-Tú, 

Lo  estol  viendo, 'tú  sufres,  Zipazingo, 
Un  secreto  tal  vez . . . .  ¡  Ah,  si  es  de  amor . ., 
Mas  si  lo  sabe  el  piache ....  eres  perdido . . 
La  loca  te  lo  dice.  . . . 

— ¿Tengo  yo 

Que  hacer  con  él  ? 

'  — ¡  El  atalaya 
Tiembla  como  las  hojas  del  cují, 
Si  en  la  alta  noche  tétricos  fantasmas 
En  los  mangles  del  lago  vé   salir. . . . ! 


;0h 


a  vieja  mojan . 


-Pobre  guerrero^ 

Escucha ! ! 

Y  quedo,  en  apagada  voz 
A  la  oreja  le  dijo  algún  secreto 
Espantoso  tal  vez,  tal  vez  traidor  ; 

Pues  el  guayupe,  tras  un  brinco  rápido. 
Se    retiró  diciendo    "  puede  ser  ;" 
Y  trasudando,  convulsivo  y  pálido 
Ocultarse  en  el  bosque  se   le  vé. 

"Anda,"  con  risa  horrible  ella  murmura, 
Los  caraibos  mui  pronto  llorarán 
Mi  espantosa  venganza.    Hondero  Tiuna, 
No  me  grites,  espera,  duerme  en  paz. 

"  Apecuane  proyecta  un  negro  crimen  " 
Dijo    Nelida,    Manitú    del  bien. 
Yo  te  ofrezco  dos  tórtolas  y  un  cisne. 
Si  guardas  en  mi  ausencia  mi  canei. 

Saltó  y  echó  á  correr  tras  Zipazingo  ; 
Mientras  como  una  sierva  va  veloz. 
Sale    bajo    una  lluvia  de    zafiros 
En  el  confín  del  cielo  el  almo  sol. 

EL  GENIO  DE  PARAYAUTA. 

En  medio  de  una  pampa, 

Que  en  lejanía  insólita  se  pierde,   ■  ■ 

Hai,   á  modo  de  trampa 

Para  cazar  las  fieras,  bosques  verdes 

De  terebintos,  ceibos  y  tamaibos 

Conquista  de  los  bélicos  caraibos. 

Llaman  á  este  boscaje. 

En  su  lengua  sin  par  desconocida, 

"  El  grito  del  salvaje  ;" 

Tal  vez  será  porque  la  voz  perdida 

Del  viento  blando  que  murmura  leda 

Algún  grito  selvático  remeda. 


MISCELÁNEA, 


227 


Allí  los  adivinos, 

Poniendo  en  arte  su  secreto  infando, 

Consultan  los  destinos 

De  la  tribu  guerrera,  rtiutilando, 

Sobre  esteras  de  jaguas  y  de  junco 

Del  vencido  cacique  el  cuerpo  trunco. 

O  bien  cuando  sensible 

Por  su  suerte  la  indiana  le  pregunta, 

El  agorero  horrible 

Al  negro  buitre'  con  la  flecha  apunta, 

Y  mientras  baja  agonizando  el  ave 

Dar  su  respuesta  á  la  pregunta  sabe. 

Es  pues  bajo  el  ramaje 

Que  en  la  alta  noche  con  el  viento  suena, 

Es  por  este  boscaje, 

Qnc  Nelida  la  indiana,  la  morena 

Corriendo  va,  con   tan  lijera  planta, 

Que  suelta   lleva  la  vistosa  manta. 

Esa  amenaza  extraña 

De  la  matrona,  madre  del  behiquc, 

Ella  oyó  en   su   cabana ;  i 

Y,  sin  que  nadie  aquella  voz  !c  esplique, 

A  Zipazingo  busca  porque  piensa 

Amenaza  al  gandul  desgracia  inmensa. 

A  su  paso  doquiera 

Hace  crujir  las  retostadas  hojas. 

Tronchando  en  su  carrera, 

Flores  de  penda  y  clavellinas  rojas. 

Que  ruedan  por  el  suelo,  y  los  terrales 

Llevan  en  rernolino  á  los  charcales. 

Ya  se  para  indecisa. . . . 

Vuelve  á  correr. . . .  á  Zipazingo  llama  .... 

Ya  tiembla  porque  pisa 

En  su  carrera,  bajo  seca  rama, 

Venenosa  serpiente. ..  .Ya  en  un  tronco 

Descansa  y  grita  con  acento  ronco. 

Y  mientras  va  perdida. 

En  tan  honda  aflicción  y  triste  hicha. 

Se   despierta  á  la  vida 

El  bosque  centenario. . . .  Al  pronto   escucha 

Las  mil  voces  fantásticas  y  e.vlrafias, 

Que  tiene  el  nuevo  mundo  en  sus  montañas. 

A  la  voz  de   Nelida 

Espántanse  las  aves  montafieras. 

Salta  de  su  guarida 

El  manchado  jaguar,  rujen  las  fieras, 

Se  columpia  la  palma  al   viento  leve. 

La  yerba  ondula,  y  el  reptil  se  mueve. 

El  bosque  y  sus  murmullos. 

De  tanta  florecilla  el  suave    aroma, 

Los  chirridos  y  arrullos 

Del  tordo,  el  cardenal  y  la  paloma, 

El  reflejo  del  sol,  su  tibio  rayo, 

La  algazara  del  verde  papagayo  ; 

La  dulce  cantinela 

Del  babaquí  doliente,  el  triste  silvo 

Del  paujil  cuando  vuela: 

Lps  pajarillos  de  plumaje  jilvo 

Cantando  en  los  esteros  y  bejucos 

De  aquellos  solitarios  arcabucos; 


Todo  ese  ■  laberinto 

Del  bosque  indiano,  que  el  rumor  concierta, 

Ya  vago,  ya  distinto : 

Naturaleza  toda  que   despierta 

Con  la  solemne  voz  de  cuanto  vive, 

Y  del  Criador  animación   recibe ; 

Ni  conmueve,   ni  alhaga 

A  la  llorosa  virgen  ;  tal   un  dia 

Iba  un  maipure  en    zaga 

De  su  perdido  amor,  sobre  el  guainía. 

Extraño  al  inundo,  al  bosque  indiferente 

Su  amor  solo  buscando  en  la  corriente ; 

Y  dejaba,    por   cierto, 

Sus  palmas  y  floridos  abedules. 
Su  perfumado  huerto, 
Su  ciclo  encantador,    nubes    azules. 
El  Caronéi,  que  al  lejos  se  derrumba, 
Una  choza,  una  madre  y  una  tumba. 

Pero  se  ha  detenido 

La  virgen  de  las  sehas.    Ruborosa 

Mira    un  jayán  dormido 

En    la  hojarasca  seca-¡  cuan  hermosa 

Es  su  actitud  !   Sobre  la  mano  diestra 

Parece  que  su  rostro  altivo  muestra. 

Así  bajo  el  risueño 

Rayo  de  luz,  la  diosa  sorprendía. 

En  su   profundo   sueño, 

Al  pastor   Endimion,    así  solía 

Depuesto  el  sacro,    virginal    decoro 

Verla  al  través  de  su  neblina  de  >)ro. 

India  de  dulce  boca, 

Nelida  la  trigueña  ¿quien  te  clava, 

Como  la   dura  roca. 

Orillas  de  esa  fuente  que  socava 

El   pié  de  un  bananero?  Corre,  corre, 

Y  haz  que  del  alma  su  visión  se  borre. 

El   gracioso    durmiente 

No  es  Zipazingo,  no  ;  pues  bien  se  alcanza, 

Al  contemplar  su  frente. 

Que  en  la  tribu  no  tiene  semejanza  : 

lú  lo  sabes,  Nelida,  bien  lo  miras, 

India,  ¿  será  por  eso  que  suspiras  ? 

¡  Ai  de  mí !  ¡cuan  incauta 

He  sido  en  este  bosque. . . .!  sombra  inerme. 

Genio  de   Parayauta, 

Mi  padre,  no   me  asustes,  duerme. 

Espíritu  del  ipdio,  que  Nelida 

Cantando  el  yarabí  tu  sueño  cuida." 

Dice,  y  de  hinojos  puesta 

Junto  del  Genio,  que  por  tal  lo  toma. 

Se  inclina  hacia  él  modesta, 

Y,  con  la  blanda  voz  de   la  paloma. 

Murmura  entre  sollozos  y  suspiros 

El  dulce  yarabí  de  los  guajiros. 

Inorcente  y   sencilla 

Era  la  indiana,  cuando  así  de  hinojos 

Se  pone,  simplecilla  ; 

Y  cambia  la  verdad  que    ven  sus  ojos, 

Por  las  ficciones  qve  con   canto  incierto 

Relata  el  piache  al  humo  del  desierto. 


228 


MISCELÁNEA, 


En  tanto,  poseído 

De  un  secreto  terror,  sobre  la  alfombra 

De  aquel  soto  escondido. 

Saltando  un  indio  va  como  la  sombra 

Del    Mojan  victimario ;  ó  bien  acaso, 

Como  pantera  á  quien  se  obstruye  el  paso. 

Es  Zipazingo  el  bravo 
Atalaya  nocturno.    A  corto   trecho 
Lo  que  persigue  al  cabo 
Tiene;  y  de  rabia  palpitando  el    pecho, 
,  Salva  de  una  vereda  allí  el  recodo 
Consigo  mismo  hablando  de  este  modo. — 

"Allí  está. . . .!  Genio,  amigo, 
Manitú  de  esta  selva  impenetrable, 
Yo  alegre  te  bendigo .... 
Ya  veo  lo  que    busco .  . . .  ¡  Tiíiserable 
Guerrero  blanco.  .  . . !  si    pudieres   ora 
Librarte  de  mi  flecha  silvadora. . . . 

Pero   ha  visto  á  la  indiana 

Y    de  pronto  el  salvaje  palidece.... 

¿  Será  posible  r — ;  Hermano  ? 

¿  Eres  tú,  ■  Zipazingo  ? 

— Aunque  te   pese 
El  mismo  soi. . . . 

—Silencio,  calla,  mira, 
No  se  despierte  padre 

— ¿  Qué  mentira 

Me  estas  allí  diciendo  ? 

— ¿  Pues  no  lo  ves? — .Vccrcate  que  es  mucha 

Fortuna . .  . .  j  Esiá    durmiendo ....!!! 

—¡¡India!!! 

— ¡  Más  bajo. . ! !  .';i  tu  voz  escucha. . 
— ¡  Oh  rabia  !    ¡  Oh  confusión  1 ! 


— ¡  Infeliz  ! 


j  Cierra  tu  boca . 


Calla  hermano 


-Tú  estás  loca ! ! 


-  LA  CULEBRA  MACAGUA. 

Cala  el  salvaje  su  afilada  flecha 
Sobre  el  arco  de   cerdas  retorcido, 

Y  con  mirada  vengativa  acecha 

El  primer  movimiento  del  dormido. 

Pálida,  como  un  rayo  de  la  luna. 

En  las  aguas  inmobles  de  un    pesquero, 

Nelida,  la    visión  de    la    laguna, 

De  hinojos  está   allí  junto  al  guerrero. 

Este  al  fin  se  despierta.    Entre  confuso 

Y  asombrado  tal  vez  á  un  tiempo  mismo, 
Con  altivo  ademan  de  pié  se  puso 

Por  un  supremo  esfuerzo  dé  heroísmo. 

El  dardo  del   salvaje  casi   toca 
El  pecho  del  doncel ;  pero  Nelida 
Se  abalanza  á  su  hermano  como   loca 
Con  sumo  riesgo  de  su  propia  vida. 

Sale  el  venablo  al  brusco  movimiento  ; 
Mas  como  se  desvió  la  puntería 
Fué  á  clavarse,  silvando  con  el  viento, 
En  un  cabimo  de  la  selva  hambría. 


El  bárbaro   da  un  grito  de  sorpresa, 
De  coraje  tal  vez. 

— Hermano  amigo, 
¿Qué  furia  te  ha  turbado    la  cabeza? 
— Ese  es  un  viracocha,  un  enemigo. — . 

Un  viracocha !  sea !  pero  atiende 
Hermano  Zipazingo.^.. 

— Guarda,  hermana, 
Que  hasta  !a  misma  súpüca  me   ofende. 
— Pues  bien,  aquí  me  tienes,  tu  macana, 

Haz  que   furioso    con  horror  taladre 
Mi  pecho  virginal.  ( ¡  A  tanta  mengua  !) 
— Por  el  alma  infeliz  de   nuestra  madre 
Déjame   ó   tiembla .... 

— ¿Cortarás  mi  lengua? 

Muí  bueno,  Zipazingo  ;    tu  memoria 
Enzalzaran  las  vírgenes   gentiles. 
La  tribu  entera  cantará  tu   gloria 
Con  el  ronco  atambor  de  los  aliles. 

Muí  bueno,  Zipazingo;  si  esa  vieja. 
La  nefanda  Apecuane,  tu  camino 
Quiere  regar  con  sangre,  y  te  aconseja 
La  muerte  de  este  Genio  peregrino  ; 

Ella  la  esclava  de  Bunaire,  viendo 
Que  también  m.e  das  muerte  en  tus  hazañas. 
Con  mi  cadáver  cargará  rujiendo 
Buscando  algún  augurio  en    mis  entrañas. 

Y  volviendo  al  doncel,  que  en  faz  de  amigo' 
Observa  triste  aquel  esfuerzo  vano. 

Mira,  le  dice,  moriré  contigo 

Al  hacha  de  ese  bárbaro,  es  mi  hermano. 

¿Pero  qué  tienes?   ¡  Ah  cuánto  padece! 
Seca  la  blanca  piel,  sin  juz    los   ojos, 
¡Pobre  estrangero  !     sufre,  palidece. 
Como  la  débil  flor  de  los  abrojos. . . . 

Y  era  verdad  —sobre  la  frente   mustia 
Una  mancha  rojiza   se  veía, 

Y  su  silencio  en  tanto  era  de  angustia. 
Que  ya  de  pié  tenerse  no  podía. — 

Transido  de  dolor  hablar  desea; 
Mas  áspera  su   lengua  se  contrae. 
Se  crispa,  se  conmueve,  tambalea, 

Y  exhalando  un  gemido  al  suelo  cae. 

i  Muerto  !  esclamó   la  virgen   con  un  jesto 
De  profundo  pesar. 

— Hermano,  amigo. 
Tras  ese  terebinto ....  corre  presto .... 
El  bejuco   rastrero. . . . 

— A  mi  enemigo. 

Pues  que  muriendo  está  le  presto  ayuda 
No  te  aflijas,  Nelida, — Esta  es  la  hoja 
Aplícala  á  su  boca. ... 

— Ya    se   muda 
La  color  de  su    rostro. ..."  Moja,  moja 

Luego  el  pufio  de  guaco  en   la  corriente 
De  ese  arroyuelo.  . . . 

— Pero   ¡  qué  silvido ! 


MISCELÁNEA. 


229 


-¡  Ai  Zipazingo ....!!  •, 

— ¡  !\Iira  esa  serpiente  !     j 

-¡  Una  horrible  Macagua.  . . . ! !  j 

— ¡  Le  ha  mordido  !  1 

i 

TANGARALA.  ^  '• 

"  Sal,  Tangarala,  y  apresta 
Tus  yerbas,  ven   diligente  : 

.  Deja  el  lecho,  pon    la  escala, 
Corre,  corre,  Tangarala, 
Que  hai  un  Genio   en  la  floresta, 
Mordido  de  unaserpiíJnte."' 
Así,  camino  á  una  gruta 
Que  en   medio  del    bosque  habia, 
Corriendo   desatentada 
Iba   gritando   Nelida; 

Y  en  el  boscaje  silvestre 
O  en  la  hojarasca  que  pisa. 
El  eco  ó  su  acento  en  tanto 
Con  pavor  se  repetía. 
Por  fin  al  lugar  do  corre 
Llega  la  virgen  solícita, 

Y  de  nuevo  toda  trémula 
Con  creciente  ansiedad  grita  : 
"Sal,  acude,  ven,  apresta 
Tus  yerbas,  tira  la  escala. 
Corre,  corre,   Tangarala 

Dilijente, 
Que  hai  un  Genio  en  la  floresta 
Mordido  de  una  serpiente." — 
Al  punto  de  un  hondo  hueco, 
Labrado  en  la   peña  viva, 
Media  oculta  por  la  sombra 
De  un  grupo  de  clavellinas. 
Asomó  penosamente 
La  cabeza  de  una  inclia 
Diciendo  con'  voz  pausada 
¿Qué  me  quieres    liija  mia? 
—  Matrona  de  los  secretos 
De  las  naciones  goajiras, 
Allá,  junto  al  arroyuelo. 
Dejo  muriendo  una   víctima. 
Ven  conmigo,  Tangarala, 
Ayúdame 

—Más,  Nelida, 
Para  preparar  mis  jerbas 
No  me  has  dicho 

— Mira,  mira. 

Es  una  sierpe  Macagua 

i  Creí  que  escuchado  habías  ! 

— Sociégate  y  \amos  pronto 

Que  es  mui  temible  esa   víbora.  . . . 

Y  así  diciendo,  sus  pasos 

Al  arroyuelo  encaminan. 

La  virgen  llorando  siempre, 

Pero  sirviendo  de  guia 

¿  Quién  es  aquesta  matrona, 

Que  entre  las  selvas  habita. 

Con  un  aspecto  tan  grave. 

Con  una  voz  tan  dulcísima? 

Nadie  lo  sabe — En  la  tribu 

La  tienen   por  adivina, 


Y  es  un  misterio  su  gruta. 
Como  es  misterio  su  vida. 
En  la  luna  de  las  pescas 
Cuando  los   indios  mariscan. 
Porque  en  hacecillos  tienen 
Apretadas  las  espigas, 
Al  lago  coquibacoa 
Llegó  Tangarala  un  día, 
De  la  vuelta  de  poniente. 
Camino  de  la   goajíra. 
Huésped  fué  bajo  las  palmas 
De  la  brava  ranchería, 
-Silenciosa  cual  la  muerte, 
Como  el  duelo  pensativa. 
El  Tapoi  de  los  caraibos 
Una  farna  repentina 
Adquirió,  pues  Tangarala 
Como    viajero  vivía 
En  el  Tapoi  de  la  tribu. 
Prediciendo  á  la  continua, 
Las  cosechas  y  las  calmas  ^ 

Y  las  tormentas    marítimas. 
Allí  le  llevaban  flores. 

De  fragancias   esquisitas, 

Y  adi\ínaba  por  ellas 
Los  amores  ele  las  indias. 
Enseñando  á  mensajeras 
Las  palomas   campesinas 
Les  ataba  al  cuello  sólo 
Un  hilo  de  peonías. 
Tres  cuentas  significaban 
Alguna  grande  desdichas. 
Cuatro,   matanzas  y  sangre. 
Cinco,    fortuna  propicia. 

Con  tales  artes,  que    en  suma, 
Son  industrias  mui  sencillas, 
Tangarala  asombra  á  unos 

Y  Á  los  otros  embelifia. 
En  el  grito  del   salvaje, 
En  la  floresta  vecina. 
Después  vivió  retirada 
En  una  gruta  sombría  ; 

y  desde  entonces    los  Piaches 
Con  gran  despecho  la  miran 

Y  si  en  público  la  enzalzan 
A  su/solas  !a  denigran 
Oiie  siempre  está  la  lisonja 
Mano  á  mano  con  la  envidia 
Extraordinaria  es  sin  duda 
y^a  matrona  peregrina. 

Por  el  silencio  que  guarda. 
Por  su  manera    de  vida. 
Por  los  venenos  que  cura, 
Por  los  bvevajes  que  filtra. 
Ninguno  sabe  como  ella 
Hacer  las  pastas    de  cliicha 
De  clavo  y  pimienta   roja 
Con  que  la  virgen  se  pinta. 
Dicen  los  indios  bobures 
De  la  ribera  vecina, 
Que  de  tierras  de  carare 
És  Tongarala  nativa ; 


230 


MISCELÁNEA. 


Y  cuando  las  chuchumecas, 
Que  es  lo  contrario  porfían 
Diciendo:  ¿cómo   ha  venido 
Del  lado  de  lá  Goajira  ? 
Los  bobures  con  misterio 
En  faz  de  secreto  guiñan 
Los  ojos,    y  sus  palabras 
Con  mil  razones  afirman.  • 
Lo  cierto  es   que  Tangarala 
Siempre  aparece  vestida 
Con  la  manta  sin  costura 
Que  las  cararesas  hilan. 

Por  lo  demás,  si  fué  bella 
Bien   lo  dicen  todavía 
Los  areitos  y  cantares 
Del  tiempo  de  su  venida. 
Aun  le  queda  una  cintura, 
Como  el  junco  del   Guainia, 
Labios  de  color  de  púrpura, 
Como  la  concha  marina 
Unos  ojos  de  tristeza 
Profunda,  amorosa  y  tímida ; 

Y  más  que  toda  la  gracia 
Del  andar,  un  tanto  arisca, 
Que  en  lo  resuelta  semeja 
A  las  corzas  fugitivas. 
Tal  es  en  fin   la   matrona 
Que  ya  en  los  cuarenta  frisa, 

Y  á  quien  llaman  Tangarala 
La  misteriosa  adivina. 

LA  GRUTA. 

Recuerdos  infantiles,   brillante  y  pura  gala 
Del  canto  que  preludia  mi  ardiente  corazón, 
Mostradme  ese  recinto  que  habita  Tangarala 
En  medio  de  las  selvas  tostadas  por  el  sol. 

Un  tiempo  las  que  evoco,  dulcísimas  memorias, 
Mi  amor  tan  solo  fueron,  mi  dicha,    mi  placer: 
Un  tiempo  esos  recuerdos,  las  mágicas  historias 
Mis  sueños  encantaron .  . . .  ¡  Bendita  la  niñez  ! 

Hoi  viendo  que  la  vida  tan  solo  es  un  sarcasmo, 
Temblando  del  presente,  temiendo  el  porvenir, 
Evoco  mis  recuerdos,  y  el  férvido  entusiasmo 
De  los  pasados  tiempos  de   la  niñez  feliz. 

Y  al  ritmo  melodioso  del  corazón,  extiende 
Sus  alas  el  espíritu  de  la  esperanza  en  pos; 

Y  rápida  las  sombras  del  porvenir  comprende. 
La  cifra  del  pasado,  la  luz,  la  creación. 

Seguidme  pues  que  quiero  mostraros  cuanto  veo 
En  medio  de  los  bosques,  distantes  de  la  mar- 
Es  una  grata  indiana  que  con  el  sol  chispea, 
Labrada  en  las  entrañas  del  rojo  peñascal. 

Rodeando  el  duro  lecho  del  pedregoso  pico. 
Donde  la  grieta  oscura  terrífica  se  ve. 
La  palma  pirijao  columpia  su  abanico, 
Como  la  crin  al  viento  de  indómito  corcel. 

Las  ceibas  giganteas,  los  verdes  cabimales 
No  lejos  de  la  entrada  se  agrupan,  y  de  allí 
Se  estienden  por  el  bosque  magueyes  y  piñales, 
Delicia  de  los  trópicos,  orgullo  del  país. 


f  Entremos  en  la  gruta  por  esa  estrecha  boca. 
Por  esa  escala  frájil  bajemos. . . .  ¡  Dónde  están 
Los  cuentos  de  la  tribu,  las  sombras  de  esta  roca, 
Si  brilla  por  doquiera  tan  suave  claridad  ? 

La  entrada  es  como  uu  pórtico  Ja  gruta  es  un  recinto 
De  cuevas  triangulares  que  irradian  blanda  luz  ; 
Parece  que  quisieron  formar  un  laberinto 
En  ángulos  cortando  la  roca  Norte  Sur. 

Caminos  misteriosos  serán  tal  vez  por  donde 
Penetra  el  ronco  viento  del  bosque  en  el  confín, 

Y  el  eco  en  las  cavernas  resuena  y  le  responde 
Terrífico  asustando  las  tribus  del  país. 

Sin  duda  esa  quejumbre,  los  ruidos  del  boscaje, 
Que  se  oyen  en  confuso   tristísimo  rumor. 
Le  dan  el  nombre  al  bosque  de  'grito  del  salvaje,' 
Desde  la  sierra  Itotos  al  rio  Torondoi. 

Y  cada  cueva  en  medio,  brillando  lentamente, 
Un  hondo  pozo  tiene  de  azufre  y  de  betún, 

Y  el  líquido  que  hierve  flamíjero,  candente, 
Despide  una  neblina  como  vapor  azul. 

Parece  que  algún  monstruo  sumido  en  el  asfalto 
Palpita  y  se  revuelve  cual  otro  Satanás, 

Y  desde  el  hondo  pozo  queriendo  dar  un  salto 
Derrama  en  rojas  chispas  el  líquido  infernal. 

Tapado  el  hueco  angosto  con  palmas  de  corozo, 
Que  sirve  á  cada  cueva  de  puerta  ó  de  dintel. 
La  gruta  es  una  estancia  sin  triángulo  ni  pozo 
De  forma  milagrosa  de  rara  esplendidez. 

Aüí  como   en  un  prisma  de  túrbida  vislumbre 
El  pórtico  aparece ....  palacio  singular ! 
Columnas  mil  sostienen  la  esférica  techumbre.... 
Oculta  "maravilla,  prodijio  de  un  volcan. 

Y  en  confusión  extraña  se  miran  confundidos 
Los  útiles  salvajes,  las  redes  y  el  harpon, 
Con  tiestos  de  metales,  sin  duda  derretidos 
Al  fuego  que  la  gruta  magnífica  formó ! 

Allí  se  ven  sirapas  de  vividos  colores. 
Tequiaras  y  garzotas,  pintadas  con  añil. 
Revueltas  con  macetas  rarísimas  de  flores,    " 
Manojos  de  bejucos  y  espigas  de  maiz. 

Deshechos  en  pedazos  las  muescas  y  guaqueros, 
A  chorros  derramada  la  chicha  de  Manioc, 
Volcadas  sus  vasijas,  y  ardiendo  en  los  braseros 
Corozas  emplumadas  y  telas  de  algodón. 

Qué  caos!  Qué  locura !  Discorde  extravagancia! 
Maléficos  espíritus  volaron,  y  tal  vez 
Al  ruido  de  sus  bámbulas  tuvieron  en  la  estancia 
Frenéticos  areitos  ó  danzas  de  placer. 

Memorias  infantiles,  radiante   y  pura  gala 
Del  ritmo  que  preludia  mi  ardiente  corazón, 
¿  Qué  tiene  este  recinto  do  habita  Tangarala  ? 
Que  Genio  misterioso,   fatal  le  visitó? 

/Serán  esos  espíritus  de  América   que  evoca 
El  indio  cuando  imita  la  voz  de  un  animal?        , 
El  lúgubre  gañido  que  se  oye  en  esa  roca, 
f¿El  Genio  déla  gruta  maléfico  será? 


MISCELÁNEA. 


231 


Quién  sabe!  Las  florestas  horribles  monstruos  tvenen  f^ 
Que  turban  á  deshoras  su  tétrica  quietud  ; 
Y  entre  las  ramas  saltan  y  corren,  van  y  vienen, 
Como  el  Adibe  huyendo  la  flecha  del  gandul. 

Quién  sabe  I  cou  el  tiempo  (que  mucho  el  tiempo  alcanza'^ 
Acaso  este  misterio  podamos  comprender, 
El  tiempo!  siempre  ha  sido  la  luz  de  mi  esperanza 
Soñando  ver  la  estrella  de  mi  fortuna  infiel. 

OLA  !JACOBO  RODRIGO. 

Todo  en  mi  mal  se  conspira. 
No  hai  tradición  ni  memoria 
De   lo  que  canta  mi  lira 
¿Cómo  cimentar  mi  gloria 
Relatando  una  mentira  ? 

Es  decir,  que  á  mi  placer, 

Y  bajo  un  prisma  encantado 
Por   un  divino   poder, 
Canto  lo  que  no  ha  pasado, 
Pero  que  bien  pudo  ser. 

Y  que  otra  cosa  en  verdad 
Es  la  dulce  poesía? 
Amor,  sensibilidad. 
Colorido,  fantasía, 
Sombra,  luz,  idealidad. 


Si  tal  es  cierto,  al  rujido 
De  algún  sangriento  caraire 
Sigamos ;  cuan  divertido 
Es  un  castillo  en  el  aire 
Entr^  las  nubes  perdido. 

Por  ahora  es  en  las  olas 
Que  se  halla  el  castillo  mió : 
Un  buque  con  banderolas. 
Aquel  pirata   sombrío 
Con  divisas   españolas. 

Hace  tiempo  lo  buscaba 
Por  darle  enlace  á  mi  cuento, 
¿Adonde  el  pirata  estaba? 
¡Vaya!  Por    falta  de  viento 
Cerca  de  tierra  fondeaba. 

Tras  de  faena  importuna, 

Como  seguían  las  calmas, 

Al  ocultarse  la  luna 

Dio  fondo  en  "Punta  de  palmas" 

El  barco  de  la  laguna. 

Recostado  en   la  obra  muerta, 
Junto  al  espejo  de  popa. 
Un  hombre  con   voz  incierta 
Manda  que   salga  la  tropa 
Arriba  de  la  cubierta. 

Un  cabo  partesanero 

De  la  bodega  saltó 

Ajil  y  listo  el  primero  ; 

Y    el  capitán  murmuró  : 

"  Buen  tigre  para  un  cordero :" 

— i  Eh,   como  vá,  cabo  Ponce  ? 
— Encantado   del  paisaje. 
— ;  Y  la  coliza  de  bronce  ? 


— Encantada  de  coraje. 
—Sí? 

— Desde  anoche  á  las  once. 

Pues  si  con  verdad  me  e.xplico 
Aquí  estol  ni  más,  ni  más, 
Encantado  como   un  chico .... 
•Por  el  mismo  Satanás 
Del  encanto   prevarico ! 

— Paciencia,  cabo. 

— Terrible 
Es  mantenerse  á  la  husma 

De  un  enemigo  invisible 

— Vamos,  que  salga  la  chusma .... 
Eh,  cabo,  todo  es  posible. 

Del  fondo  de  la  bodega. 
Unos  de  otros  en  pos. 
Fué  saliendo  aquella  ciega 
Turba  maldita  de  Dios, 
Que  obedeciendo  reniega. 

— Jacobo  ?  ¿  No  llamareis 
A  Jacobo?   Venga  al  punto 
¿Dónde  está? 

— ¿  No  lo  sabéis  ? 
— Pues  por  Jacobo  pregunto. 
¿  Que  lo  llaino  no  lo  veis  ? 

— ¡  Capitán  ! .  . . . 

— Llamadlo,  digo ; 
Mas,  qué  sucede,  qué  hai  ? 
¡Ola!   ¿Jacobo  Rodrigo. .. .? 
Apuesto  á  que  el  terecai .... 
— ¡  Cargue  el  demonio  conmigo . . . . ! 

— ¿  Nuestro  amo?  \  Ponce!  ¿Qué  es  esto  ? 

¡  Algo  extraño  pasa  aquí. . . .-! 

Por  Cristo  explicaos  presto— 

— Señor,  anoche  le  vi 

Del  esquife  en  el  apresto. . . . 

— ¿  Y,  bien  ? 

— Que  con  vos  se  fué  ; 
Pero  con  vos  no  volvió .... 
— ;  Y  es  ahora  que  yo  sé 
Que  Jacobo  se  quedó 
En  tierra.  . . .? 

— Yo  lo  avisé 

A  los  escuchas  que  entraron 
De  guardia  al  izar  el  bote; 
Si  ellos  la  voz  no  pasaron .... 
— ¡  Con  la  herida  de  cazóte 
Los  escuchas  se  olvidaron . . . . ! 

Muí  bien  parece  que  andáis. 
Muí  bien  se  cumple  el  servicio. . . . 
¡  Ah,   chusma,  os  equivocáis....! 
Yo  haré  volveros  el  juicio, 
Pues  la  consigna  olvidáis. — 

Desde  que  el  diablo  se  arrima 
De  otro  lado,  convenceros 
He  creído. — ¿Qué  os  anima? 
j  Ah,  que  tan  solo  de  veros 
Rabia  me  dá,  me  dá  grima! 


232 


MISCELÁNEA. 


Porque  la  calma  nos  cierra 
El  paso,  hai  aquí  pirata, 
Que  se  anonada  y  se  aterra .... 
Cobardes,  ninguno  trata 
De  reconocer  la  tierra. — 

Yo  lo  haré  por  vida. . . .  ¡  Vaya, 
Iréis  conmigo  también....! 
¡  Uno  al  tope  de  atalaya .  . . . ! 
J  Cuidado  con   el   relcn  ! 
¡  Ojo  avisor  á  la    playa  ! 

¿Chinchui? 

— I  Señor  ? 

—  Mi  süvato, 

Y  mi  mejor  arcabuz  — 

(El  lago  está  como  un  plato) 
Nuestro  amo,  la  verga  en  cruz, 
Ponce  tocad  arrebato .  . . . ! 

Al  momento  la  tartana 

Se  alista,  no  hai  quien  se  muestre 

Remizo,   Ponce  se   afana. 

La  voz  del  contramaestre 

Todo  lo  salva  y  lo  allana  ; 

Y  mientras  vienen  y  van, 

Y  mientras  todos  están 
En   su  marina   tarca. 
Iracundo  el  capitán 

En  el  combes  se  pasca.— 

EL  CAPITÁN  CANDALLA, 

Está  visto,  esta  canalla. 
Que  hoi  iría  á  Nue\';i   Zembla 
Por  sus  crímenes,  se   calla, 
Se  humilla,  trabaja  y  tiembla 
Ante  el  Capitán  Candalla. 

Miradlo  bien,  ya  que  el  nombre 
Sabéis  ;   haced  de  manera. 
Que  no  os  asuste  ni  asombre .... 
¿  Qué  pensáis  ?  Es  una  ñera  ? 
No,  lector,  Candalla  es  hombre. 

Un  hombre  sí,  que  revela 

Esa  rasa  malhadada 

Que  en  África  se  consuela, 

Y  fué   vencida  en  Granada 
Por  la  primera  Isabela. 

No  hai  nada  más  varonil 
Que  su  hermoso  continente. — 
¡  Si  es  un  hijo  del  Jenil .  .  .  . ! 
Tan  renegado  y  valiente. 
Como  amoroso  y  gentil. — 

Sin  cuidarse  del  destino 
Se  hizo  pirata  en  Argel 
Ben  Humeya  el  granadino, 

Y  se  le  vio  en  un  bajel 
Con  pabellón  tunecino. 

Luego  sin  darse  razón. 
En  medio  á  su  vida  inquieta, 
Pidió  el  bautismo  en  León, 
Renegó  de  su  Profeta, 

Y  cambió  de  pabellón. 


La  causa  no  se  sabia  ; 
Pero  la  gente  africana 
Una  causa  suponía, 

Y  el  amor  de  una  cristiana 
Que  era  la  causa  decia. 

Ello  es  que  Humeya  juró 
Morir  en  la  santa  Fe  ; 
Es  decir  se  bautizó, 

Y  que  tuvo  bien  se  ve 

Un  nom.bré,  "  Juan  Mataró." 

Luego  sin  saber  el  cuando. 
Ni  el  por  qué,  su  mayordomo. 
Nombróle  el  Rei  Don  Fernando ; 

Y  allí  sin  saber  el  como 
Candalla  lo  iban  llamando. 

Mas  ese  cargo  ú  oficio 
Para  un  marino  de  leí 
Era  un  grande  sacrificio  : 
Dejó  el  servicio  del   Rei 
Por  otro  mejor  servicio. 

Por  este  tiempo  en  España 
Sin  que  detenerse  pueda. 
Ni  asuste    del  mar  la  zana. 
Prepara  Alonzo  de  Ojeda 
Una  expedición  extraña. 

Sigue  la  huella  gloriosa 
De  Colon,  y  con  él  van 
Vespucio  y  Juan  de  la  Cosa  : 
Candalla  es  el  capitán 
De  una  nave  primorosa. 

Después  corriendo  el  pi-ofundo 
Mar  con  las  gentes  de  Ibérica, 
Tras  de  valor  sin  segundo, 
La  expedición  vino  á  América, 
Candalla  vio  el  Nuevo  Mundo. 

Pero  en  esta  tierra    ignota 
La  ambición  se. le  despierta. 
Su  espíritu   se   alborota, 

Y  levantarse  concierta 
Frente  al  cabo  de  la  Mota. 

Ojeda  de  rabia   mudo 

A  la  altura  de  Caruao 

Lo  hecho  menos,  mas  no  pudo 

Dar  caza  pronto  á  la  nao 

Porque  era  el  tiempo  mui  rudo. 

Candalla  logra  al  momento, 
Con  esa   acción  que  le  infama 
Su  ruin  y  bastardo  intento: 
Por  pirata  se  proclama, 
Hace  rumbo  y  pica  al  viento. 

Un  dia  con  la  alborada 
Siguió  una  piragua  toa 
De  ensenada  en  ensenada, 

Y  al  lago  Coquibacoa 
Vino  á  dar  en  recalada. 

Sin  experiencia  ninguna 
Embistió  por  sobre  un  bajo 
Del  delta  de  la  laguna  : 


MISCELÁNEA. 


233 


Pasó  con  mucho  trabajo ; 
Pero  al  pasar  fué  fortuna. 

Hoi  á  su  jente  maltrata, 
Por  más  que  se  halle  perdido 
Sobre  un  estanque  de   plata, 
Que  el  cristiano  convertido 
Ha  tomado  á  ser  pirata. 

Por  eso  en   confuso  afán 
Los  marineros  están 
En  su  marina  tarea, 

Y  Candalla  el  Capitán 
Renegando  se  pasea. 

¿Qué  quiere?   Quiere  venganza. 
Ahullando   como  lobo 
Alimenta  la  esperanza 
De   rescatar  á  jacobo, 
El  joven  de  su  confianza. 

Mientras  que  paseando  ruje, 

Y  su  venganza  concentra, 
En  calma  la  verga  cruje, 
No  sabe  donde  se  encuentra 
Ni  hai  un  viento  que  lo  empuje. 

Si  este  raro  personaje, 
Ya  co.Tiprer demos  quien  es, 
Volvámonos  al  boscaje : 
Lo  encontraremos  después 
Por  este  mismo  paisaje. 

EL  ENFERMO. 

Sobre  la  piel  curtida  de  un  bisonte 
Viracocha  infeliz  dormido  está 
En  una  estancia  de  la  gruta  donde 
Penetra  un  rayo  de  la  luz  solar. 

Con  un  plumón  azul  Nelida  trémula, 
A  su  blanda  y  tranquila  claridad. 
Espanta  la  luciente  cicindela 
Los  insectos  del  suelo  tropical. 

Sijilosa  se  vuelve  hacia  el  enfermo, 
Con  tanto  anhelo  y  compasivo  afán. 
Que  los  latidos  de  su  amante  pecho 
Parece  quiere  oir,  quiere  contar. 

Cerca  de  allí  también  la  pensativa 
Matrona  de  la  gruta  viene  y  vá 
Con  yerbas  y  retamas  esquisitas 

Y  pimpoyos  de  verde   sasafrás. 

De  un  manare  de  frutas  deliciosas. 
Cubierto  con  retoños  de  taral. 
Que  exhala  una  fragancia  embriagadora 
Más  dulce  que  la  esencia  de  copa!; 

Escoje  Tangarala  un  amarillo 
Sazonado  y  dulcísimo   ananas, 

Y  en  la  concha  rosada  de  un  marisco 
Esprime  el  néctar,  su  licor  vital. 

Después  vuelta  á  Nelida  que   le  mira 
jCon  silenciosa  angustia — Si  Cupái, 
Dice,  no  descompone  esta  bebida 
El  pobre  viracocha  sanará. 


Quiéralo   el  Grande    Espíritu  responde 
Nelida  sollozando.— 

— ¿Qné  pensar, 
Añade,  ¡Oh  hija  mia,  del  desorden 
Que  encontramos  aquí  ? — La  huta  en  paz. 

Dejé  cuando  salí  contigo   en  busca 
De  este  infeliz. — 

— Matrona,  ¿  no  será 
El  maléfico  Genio  de  esta  gruta  ?- 
Nieta  de   Guairatin,  fuerza  es  buscar 

La  causa  en  otra  parte. — Zipazingo 
Siguiendo  un  rastro  serca  del  piñal. 
Vio  marcada  una  Tisjita,  y  ha  creído 
Reconocer. . . . 

— Matrona,   ¿quién   habrá 

Que  á  ofenderte  se  atreva  en   el  desierto  ? 
— No  lo  piensas,  Nelida  ? 

— ¿  Algún  mojan 
Del  triste  adoratorio  del  consejo?. . . . 
— Lo  dudas,  hija  mia,  no  es  verdad? 

Sí,  Madre.— 

— Bien  comprendo   simplecilla, 
Eres  como  el   polluelo  del  doral; 
Lo  mismo  era  tu  abuela  Manapica 
Inocente  y  confiada. — 

— Si  no  es  yá : 

Que  nuestra  estirpe  toda  siempre  lleva 
En  pos  de  sí  la  maldición  fatal 
De  morir  engañados  cual  murieran 
Guairatin,  Aganipa  y  Parlaran. 

— Solo  Amariba  es  grande  y  solo  puede 
Nuestros  pobres  destinos  descifrar; 
Más  silencio,  hija  mia ;  me  parece 
Que  el  pobre  enfermo  á  despertarse  vá. 

Machaca  en  esa  piedra  y  vuelve  polvos 
Esa  negra  raíz  de   guayacan, 
Échalos  luego  en  el  tamis  de  coco.... 
—Así  Madre? 

— Muí  bien. 

— Pues  pronto  está. 

Ora  vierte  en  el  búcaro  ese  filtro, 
Que  se  enfria  en  la  concha  de  la  mar, 
Sopla  hasta  cinco  veces,  según  rito, 

Y  raspa  en  él  tu  hueso  de  caimán. 

¡  Agua,  dijo  en  caribe  el   castellano, 
Agua!  Muero  de  sed!  Quién  me  la  dál 

Y  atónitas  las  indias  se  miraron 
Oyendo  al  triste  en  su  dialecto  hablar. 

Yo  la  virgen  exclama,  y  se   aproxima 
Con  el  estraño  filtro — Sea  en  paz. 
Confia,   poderoso  es  Amariba,  / 
Bebe,  bebe,  infeliz,  no  morirás. 

Rodrigo,  pues  él  era,  sintió  el  hálito 
De  la  virgen  gentil  sobre  su    faz, 

Y  aspiró  su  perfume  al   beber  ávido 
En  el  bücarp  el  filtro  de  ananas. 

Hé  aquí  la  escena,  si  por  dicha  mia 
A  descubrirla  alcanzo — Soledad 

30 


234 


MISCELÁNEA, 


De  una  gruta  en  los  montes  escondida, 
Como  la  momia  oculta  de  un  Titán. 

Luz  que  irradia  en  su  centro  blandamente 

Y  penetra  á  travez  del  pedernal, 
Por  grietas  esteriores  que  parecen 
Respiraderos  muertos  de  un  volcan. 

Por  fuera,  tras  un  grupo  de  palmeras, 
Se  extiende  paso  á  paso  un  magueynl, 
Cabimos  y  corosos  que   rodean 
La  gruta  envuelta  en  triste  oscuridad. 
No  hai  pica,  ni  vereda,  n!  camino 
Que  á  la  mansión  salvaje  vaya,  á  dar: 
Con  mayales  y  liana  entretejido 
Todo  aquel  sitio  vejetando  está. 

Por  dentro,  en  una  estancia  del  palacio  : 
Por  que  eso  es,  (y  acaso  sin  igual ) 
El  estora,que,  el  cedro,  el  niquibao 
Llenan  el  aire  de  un  olor  fugaz. 

La  pared  interior  de  dura  piedra, 
Diáfana  luce  allí  como  el  cristal. 
Tallada  y  recortada  en  mil  facestas  " 
De  aspecto  vario  y  vista  singular. 

Penden  estalactitas  como  lágrimas 
De  la  ojiva  techumbre  natural. 
Más  estrañas,  lijeras  y  fantásticas, 
Que  las  nubes  movibles  de  la  mar. 
Subterráneo  rumor  resuena   á  veces, 
Como  el  ronco  estertor  de  Satanás, 

Y  es  el  ruido  terrífico  y  bul] ente 
De  ios  pozos  ocultos  de  alquitrán. 

Por  fin  en  el  calcáreo  pavimento, 
Como  dicho  en  mi    canto  tengo  yá. 
Se  vé  á  Rodrigo   sobre  pobre  lecho, 

Y  dos   indias  tristísimas  están. 

Y  en  el  instante  mismo  en  que  aparece 
Lo  que  poeta  fiel  quiero  narrar, 
Pronta  Nelida  el   búcaro  suspende 

A  los  labios  de  aquel,  y  por   detras, 

Tangarala  de  hinojos  lo  levanta, 
De  pechos  apoyados  en  un  topal. 
Por  que  las  fuerzas  á  Jacobo  faltan. 
Mordido  por  la  sierpe  montaraz. 

No  mira  muchas  veces  el  desierto. 
Ni  el  primitivo  tiempo  de  Abraham, 
Esa  escena  de  amor,   y  de  misterio, 
De  compasión,  de  ardiente  caridad. 

Es  la  escena  feliz  én  que  la  esposa 
Presenta  al  fruto  de  su  amor  y  afán 
La  fuente  de  su  seno  donde  brota 
El  néctar  de  la  vida  maternal. 
Escena  tierna,   apasionada  escena, 
Oue  el  corazón  doquier  repetirá  ; 
Por  que  es  la  cifra   del  amor  eterna, 
Pura  como  el  espíritu  inmortal. 

En  ese  cuadro  el  sentimiento  humano 
Un  testimonio  tiene,  es  la  verdad. 
La  dicha  de  sentirse  arrebatado 
A  la  fruición  del  bien  y  nada  más, 


PRESENTIMIENTO. 

Pero  ¿qué  tienes  tú,  pobre  matrona? 
Sensible  Tangarala,  ¿  qué  fatal 
Pensamiento  te  absorve  ?  ;  Por  qué  tornas 
De  nuevo  en  un  rincón  triste    á  llorar? - 

Ya  Nelida  sonríe,    ella  confía 

Del  filtro  en  el  poder  que  tú  le  das  : 

El  enfermo  se  duerme  y  tranquiliza, 

Y  á  verla  luz  de  cierto  volverá. 

¿Qué,  pues,  te  aflije?  ¡Oh  Genio  de  las  hutas, 
Que  el  peregrino  abandonó  quizá 
Para  siempre,  dejando  allí  sus  turnbas 
En  un  dia  de  sol  primaveral. 

Ellos  sañudos  en  aquel  momento 
Vienen  de  la  matrona  á  recordar 
Una  historia,  sombría  como  un  sueño, 
Que  se  vuelve  espantosa  realidad. 

Oyendo  hablar  al  mísero  Jacobo 
La  dulce  lengua  del  pais  níital. 
Tembló  más  que  la  flor  del  cocobolo 
Al  viento  de  nocturna  tempestad. 

Miró  su  juventud,  quiso  en  su  frente 
Los  secretos  del  alma  penetrar, 

Y  bajo  el  denso  velo  de  la  muerte, 
La  interrogó  temblando  de  ansiedad. 

Era  aquello  un  delirio,  una  locura, 
Cuanto  más  repentino,  pertinaz. 
Una  vaga  esperanza  como  muchas 
De  esas  que  siempre  el  corazón  nos  dá. 

Había  sido  madre  casi  niña, 
Cuando  apenas  contaba  de  su  edad 
Trece  lluvias  del  cielo  en  las  orillas 
Que  de  Manaure  con  la  tribu  dan. 

Y  al  hijo  de  su  llanto,  á   breve  tieínpo 
Miró  que  le  arrancaba  un  lenguaras, 
Más  malo  que  las  víboras  del  tentplo. 
Más  duro  que  un  ministro  de  Yarfá. 

Madre  infeliz  andaba  desde  entonces, 
Peregrina  doquier,  sin  cpie  jamas 
Del  hijo  y  del  raptor  que  ni  aun  conoce 
En  las  tribus  razón  pudieron  dar. 

Por  eso  á  los  impulsos  de  un  recuerdo 
Al  hijo  amado  que   buscando  vá. 
Llora,  la  voz  del  viracocha  oyendo 
Bajo  el  timbre  del  habla  nacional. 

"  Manitu  de   su  padre,  luz   secreta 
Inspírame    si   sabes  la  verdad  :" 
Dice,  y  del  seno  saca  con  su  diestra 
Un  pequeño  idolillo  de    coral. 

Mirólo  lentamente  en  honda  angustia, 
Como  aquel  que  suplica  á  Jehová 
Desde  el  fondo  del  alma,  y  tiembla  y  duda, 
En  el  cansancio  eterno  del  pesar. 

Después  haciendo  un  signo,  con  ternura 
Besó  la  roja  efijie^ — Bien  será 
Que  al  viracocha  esconda  en  esta  gruta, 
Por  sí  el  chacón  quisiere  hacerle   mal. 


MISCELÁNEA. 


235 


Esto  musita,  guarda  el  idolillo, 
Y  resignada,  ó  más  tranquila  ya 
Mientras  duerme  pacífico  Rodrigo, 
Se  pone  los  inseptos  á  espantar. 

La  hija  de  Guairatin  el  aire  puro 
En  tanto  renovaba,  sin  cesar 
Quemando  aromas,  flores  y  bejucos 
En  tres  perfumadores  de  metal. 

EL  ADORATORÍO  DEL  LAGO. 

¿  Veis  esa  negra  cabana 
Del  lago  murmurador. 
Que  se  levanta  sombría 
Cual  siniestra  aparición? 
— Es  el  nefando  santuario 
De  aquella  tribu  feroz 
Asentada  en  la  eminencia 
De  un  solitario  peñón. 
Adoratorio  lo  llama 
El  viracodia  español. 
Templo  dicen  los  salvajes. 
Huta,  seria    mejor. 
Escondrijo  de  Xo"-,  piaches. 
Choza,  canei  ¡qué  se  yo! 
Todo  parece  por  cierto. 
Menos  lugar  de  oración. 
En  este  inmenso  cuadrado 
Se  miran  de  dos  en  dos 
Acurrucados,  cual  monstruos 
Que  el  negro  abismo  abortó. 
Veinte  piaches  ó  adivinos 
De  aceitunado  color 
Con  sus  tequiaras  de  ¡)lumns 
Del  ave  chocorocoi. 
Los  indios  de  estas  riberas 
Indios  idólatras  son 
Que  adoran  á  Cackíinaiia 
Tras  un  grosero  temor  : 
Cachimana  el  mal  principia, 
El  espíritu  feroz 
A  quien  el  pueblo  caribe 
Sangriento  sacrificó 
Los  bencidos  enemigos 
En  prueba  de  adoración. 
— Es  alta  noche  :  en  el  cielo 
Jira  el  cruzero  veloz 
iluminando  las   sombras 
Del  trópico  abrazador. 
¿Sabéis que  en  las  tierras  indias, 
Del  sur  la  constelación 
Consulta  el  americano 
Después  que  se  pone  el  sol? 
Si  pasa  una  nube  errante 
Del  cruzero  al  rededor 
Es  buen  agüero  la  nube 
Y  alza  el  cacique   su  voz  : 
Juzga  el  indio  en  su  ignorancia 
Ser  aí[uella  una  visión 
Nuncio  de  los  sacrificios 
Que  le  deben  á  su  dios ; 
'  Ahora,  pues,  los  salvajes 

En   religioso  estupor 


Se  encuentran  mui  pensativos 
Unidos  de  dos  en  dos, 
Aguardando  se,  interponga 
El  deseado  nubarrón. 
Ert  un  gran  tiesto  amarillo, 
Obra  de  estraño    primor 
Que  un  alfarero  uiaipiirc 
Diz  que  otro  tiempo  cambió 
Por  diez  indias  ch.uchumecas 

Y  una  chumba  de  algodón, 
Arde  derramando  chispas. 
El  tronco  de  un  ocozol 

Que  alumbra  la  huta  sombría 
Con  siniestro  resplandor. 
Allí  sa  ven  á  su  lumbre. 
Bajo  una  piel  de  león, 
El  viejo  Cansarantare 

Y  el  sanguinario  Poro. 
Siguen  luego  Causinapa 

Y  Cairama  el  tirador 
Pintados  de  siqui/cte 

Y  encendido  bermellón. 
Enfrente  están  los  hermanos 
Pariosas,  un  caracol 

Toca  el  triste  Joj-ogüire 
Mano  á  mano  con  Guanor 
Cuyas  hazañas  recuerdan 
Losindios  de  Torondoi. 
De.spues,  del  rancho  en   lo  oscuro 
Se  alza  un   informe  montón 
Uc  piedras  blancas  y  negras. 
Que  á  no  ser  por  su  espesor 

Y  por  su  enorme  tamaño, 
l>ien  los  comparara  yo 

A  la  casilla  i.|uc  un  niño 
l'"orma  á  modo  de  torreón 
Poniendo  sobre  una  mesa 
]>as  piezas  de  un  dominó. 
lín  cuna  de  aquellas  piedras 
Se  ve  un  ídolo,  ¡  qué  horror ! 
El    Yarfá    de   los  goajiros, 
I^l  maldito  Epouainon 
Del  invencible  araucano  ; 
En  fin,   el  mónstro  mayor, 
El    espíritu   rebelde 
Adorado  como  dios 
Bajo   la  horrible  semblanza 
De    un  mal  formado  dragón. 
Ya  conocéis  casi  toda 
La  cabana  del  peñón. 
Que   se    joroyecta  en  la  orilla 
Del  lago  murmurador. 
Allí  se  encuentran   \os  piadas 
Sentados  de  dos  en  dos 
Aguardando  se  presente 
Del  cruzero  al    rededor 
Alguna  nube  fantástica 
Como  negro  pabellón. 

EL  AVISO  NOCTURNO. 

Nada  encierra  un  arcano  más  profundo, 
■  Ni  un  sueño  tan  fantástico  y  divino, 


236 


MISCELÁNEA. 


Como  el  Edén  salvaje   y   sin  segundo 
Bañado  por  el  piélago  marino, 
Llamado  con  asombro  el  Nuevo  Mundo. 

El  Nuevo  Mundo !    Aparición  brillante, 
Hijo  del  fuego  y  de  la  madre  tierra  ; 
Su  vida  es  el  estruendo  de  Atalante, 
Su  sueño  el  del  Pacífico  que  encierra 
Bajo  la  linfa  azul  su  voz  tonante. 

El  Nuevo  Mundo !    Cuando  en  sombra  y  du 
Su  luz  mostrar  el  invisible  quiso, 
Al  país  de  las  palmas  le  dio  un  velo 
Teñido  en  el  azul  del  paraíso, 
Pintado  con  la  púrpura  del  cielo. 

Le  dio  esa  inmensa  y  misteriosa  gama 
De  suspiros,  murmullos  y  armonías, 
El  estridor  del  ronco  Tequendama, 
Del  Niágara  la  voz,  y  las  sombrías 
Sulfúreas  criptas  de  betún  y  llama. 

El  Nuevo  Mundo !    Mientras  más  extraña 
Parece  esta  visión,  mui  más  se  nombra. 
¡  Una  tierra  que  tiene  por  montaña 
Los  titánicos  Andes,  cuya  sombra 
Ofusca  al  mismo  sol,  su  luz  empaña. 
Aquí  la  voz  del  hombre  se  comprimé 
Con  las  obras  de  Dios,  naturaleza 
Junta  con  lo  pequeño  lo  sublime, 

Y  parece  que  á  fuerza  de  grandeza 
La  mism.a  pequenez  mortal  redime. 

Tierra  de  los  jigantes,  ancho  escudo 
Que  comprime  la  mar  de  polo  á  polo, 
Bajo  la  choza  del  salvaje  rudo 
Decirte  puedo  en  tu  grandeza,  solo  : 
Maravilla  de  Dios  yo  te  saludo. 

Dormida  está  la  playa  deliciosa 
Del  palmar  amarillo  :  su  yacija 
Con  retama  silvestre  y  olorosa 
Prepara  ya  de  Guairatin,  la  hija  : 
La  tribu  del  maizal  también,  reposa. 
Algún  indio  que  atisba  la  marea 
Para  cojer  mariscos,  ha  movido 
La  estera  del  canei ;    ó  acaso  sea 
Guayupe  que  de  noche  anda  perdido 

Y  aguarda  á  su  dintel  la  luz  febea. 

Pero  es  lo  cierto,  que  Nelida  siente 
El  paso  mesurado   y  cauteloso 
Del  que  camina  á  oscuras. . .  .De  repente 
Oye  su  nombre  en  eco  misterioso, 

Y  el  miedo  cubre  de  sudor  su  frente. 
— Nelida,  hermana  mia,  bajo  el  techo 
De  aquel  adoratorio  solitario 

Que  mira  al  mar,  en  su  recinto  estrecho 

Te  espera  ahora  el  piache  victimario . 

Nelida,  hermana-  mia,  deja  el  lecho. 

No  aterra  mas   el   hondo  precipicio 
Al  viajador  perdido  en  el  nublado, 
Ni  tiembla  tanto  á  vista  del  suplicio, 
En  vértigo  espantoso,  el  desdichado 
Que  llevan  al  horrible  sacrificio : 


¿Como   la  pobre  virgen  escuchando 
La  voz  de  Zipazingo.    Llora,  mira, 
En  duda  aún  consigo  batallando, 
Donde   sale  la  voz—"  Eso  es  mentira  " 
Al  fin  murmura,   la  esterilla  alzando. 

— Pluguiera  al   Grande  Espíritu    que  fueran 
Visiones   ó  mentiras  ;    mas  te  digo, 
Hermana,  la  verdad.  Acaso  quieran 
gjQ   Reprenderte   los  Piaches.  Ven  conmigo. 
Sigúeme  pronto  al  bosque,    nos  esperan. 

— Pero  ¡  esto   es  espantoso  !  ¡  Cuan  estremo 

Y  raro  es  lo  que  escucho !  Algún  infame 
Me  acusa ;  más  de  qué  ?  Nunca  blasfemo 
Mi  labio  fué  jamás. ...  ¡  Ai !  que  se  trame 
Crimen  infando,   Zipazingo,  temo ! 

— Yo  lo  temo  también  y  nada  entiendo 
De  cuanto  pasa.  El  gran  Churcacuraca, 
Mientras  iba  la   playa   recorriendo. 
Me  sale  presuroso  y  se   destaca 
Como  el  caraire  negro,  así  diciendo : 

Lleva  á  tu  taciumí  quiera   ó  no  quiera, 

De  grado  ó  fuerza,  adonde  está   brillando 

Aquella  candelada,  si   pudiera 

Contigo  iría". ...  Y  se  ausentó  sonando 

Su  lúgubre  botuto  en  la  ribera. 

Después,  camino  de  la  playa,  un  viejo 

Miré  con  su  sicrito  que  cojia 

Telinas  y  coral,  y  no  lo  dejo 

Sin   antes   relatar  cuanto  sabia 

De  los  piaches  unidos  en  concejo  : 

Delata  á  un  enemigo  el  inhumano 
Moporo,  y  mucho  temo  de  algún  modo 
Nos   malponga  á  los  dos 

— Vamos,  hermano. 
Todo  lo  alcanzo,  lo  comprendo  todo  : 
Moporo  es  un  cobarde,  es  un  villano. 

— Silencio,  hermana  mia,  que  corremos 

Grave  peligro,  si  tu  voz  se  escucha. 

— ¿  Te  parece  menor  el  que  tenemos? 

— Nunca,  por  cierto,  la  desgracia  es  mucha 

Si  viene  sola. 

— Hermano,  no  podremos 

Salvar  al  infeliz  ? 

— Tal  vez ....  La  guerra 
Deja  ver  de  Moporo. 

Yo  la  afronto 
Contigo,  hermano  mío. 

— Esta  és  su  tierra 
Pero  no  está  en  la  choza. 

— Vamos  pronto 
Para  saber  lo  que  su  pecho   encierra. 

Y  dejando  el  camino  más  seguro 
Por  una  senda,  que  el  espacio  acorta. 
Iban  los  dos  hermanos  en  lo  oscuro. 
Como  esas  sombras  que  la  noche  aborta 
Al  terrífico  grito  de  un  conjuro. 

Las  noches  son  tan  diáfanas  y  bellas  » 

En  las  tierras  del  indio,  que  aunque  triste 
Y  Errante  nube  se  destaque  en  ellas,. 


rdlSCELÁNEA. 


237 


Siempre  en  la  esfera  tropical  se  viste 
Su  zona  de  magníficas  estrellas. 

Dejemos,  pues,  que  al  resplandor  escaso 
De  los  luceros  índicos  admiren 
Los  dos  salvajes  el  terrible  caso  ; 
Dejémoslos  también  que  asi  suspiren 
Mientras  van  caminando  paso  á  paso. 

TERRORES  DE  LA  TRIBU. 

Un  sol  tras  otro  ha  pasado 
Hasta  contar  nueve  soles  ; 
Ni  un  caracol  ha  sonado, 
Pues  Mará  tiene  mandado 
No  se  toquen  caracoles. 

Desde  la  noche  en  que  muestra 
Dio  el  gandul,  por  su  fortuna, 
Del  gran  valor  de  su  diestra, 
Pesa  una  sombra  siniestra 
En  la  callada  laguna. 

Nadie  sabe,  á  la  verdad, 
Lo  que  pasa  ;  más  con  todo 
Hai  una  horrible  ansiedad, 

Y  sabe  la  vecindad, 

Que  algo  pasa  de  algún  modo. 

Meditabundo  el  cacique 
Despacha  sus  recaderos 
Para  buscar  quien  le  esplique 
Lo  que  no  sabe  el   behique, 
Ni  los  viejos  agoreros. 

Y  como  viniendo  van 
Uno  tras  otro    mojan. 
Les  habla  quedo  al  oido 

Y  asi  que  impuestos  están 
Lanzan  un  hondo  alarido. 

¿Qué  muerte,  qué  sangre  inulta 
Clama  á  su  tremendo  juicio  ? 
¿  Acaso  el  terror  abulta 
Alguna  venganza  oculta 
Por  medio  de  un  sacrificio? 
En  zozobra  está  el  caribe 

Y  en  silencio  la  floresta. 
Mará  las  danzas  prohibe 

Y  la  tribu  se  desvive 
Siempre  á  la  guerra  dispuesta. 

Como  en  señal  de  desdicha  , 
Oculta  está  en  su  canei 
La  chuchumeca  guaricha  ;       ^ 
Ni  venden  los  tambos  chicha 
Ni  la  cidra  de  iiiaguci. 

Ni  cambian  los   jequipiles 
De  rico  y  rojo  cacao 
Por  estraños  cscaitpilcs, 
Ni  copetes  á&  paujilcs 
Por  cogollos  de  visao. 

Ni  el  indio  sacando  el  agua 
Que  filtra  de  las  casimbas 
j  Coje  la  horrible  macagua  ; 

Ni  se  escucha  en  su  piragua 
El  ruido  de  las  marimbas ; 


Cuando  preguntan  á  Mará 
Con  subterfujios  responde; 
Mas  la  espresion  de  su  cara 
Zozobra  revela  rara 
Que  en  sus  sonrisas  esconde. 
Así  en  misterio  y  acecho 
Vienen  y  van  los  mojanes: 
Mará  oculta  su  despecho 

Y  al  pueblo  se  le  ha  desecho 
La  caza  de  los   caiinanes. 
—"  Señor  le  dice  llegando 
Un  poranca,  la  campiña 

He  seguido    atalayan,do, 
Las  veredas  rejistrando 
Como  el  ave  do  rapiña. 

— Y  bien,  guerrero  ? 

— Cacique, 
Solo  he  visto  en  conclusión, 
Un  flechero  siquisiqjie 
Que  me  tomó  por  vchiquc 
De  la  tierra  niotilon. 

—Mojan,  me  dijo,  la  pista 
De  una  fiera  voi  siguiendo, 

Y  ¡por  Yarfá!  que  anda  lista: 
— Contesté,  Yarfá  te  asista, 
Como  yo,  gandul,  te  entiendo. 

También  persigo  á  esa  fiera, 
Sigámosla  pues,  en  pos" 

Y  la  seguimos  doquiera 
Por  el  monte  y  la  pradera 
Sin  encontrarla  los  dos. 

— ¿  Me  habrán  mentido  ? 

— Quién  sabe ! 
Gritó  llegando  improviso 
Moporo  con  aire  grave  ; 
Mas  antes  que  el  dia  acabe 
Saber  lo  cierto  es  preciso. 

Ya  verás  si  yo  te  entrego 
Al  viracocha  y  te  engaña 
Apccuane.   En  vivo  fuego, 
Por  obedecerte  luego 
He  abrazado  la  montaña. 

Tengo  en  asecho  mi  gente, 

Y  en  los  tupidos  mayales 
Ya  se  escucha,  ya  se  siente, 
El  ruido  confusamente 
De  los  fieros  animales. 
Cuando  encendidas  las  ramas 
Deje  la  danta  su    abrigo 

Por  huir  también  de  las  llamas 
Al  limpio  de  las  retamas 
Saldrá  el  estrafto  enemigo. 

Y  entonces,  por  mas  que  duro 
Sea  el  trance,  vivo  ó  muerto 
Ese  viracocha  impuro 

Te  traeré  ;  yo  lo  juro 

Por  las  tumbas  del  desierto. 

Dice  Moporo  y  se  tira 

Hacia  atrás  pegando  un  salto  \ 


238 


MISCELÁNEA, 


Vuelve  luego,  á  Mará  mira, 
Y  en  reto  ó  señal  de  ira 
Arroja  una  flecha  en  alto. 

Los  poratLcas  que  allí  estaban 
Con  estupor  le  miraban  ; 
y  aquel  silencio  decia 
Que  los  guerreros  dudaban 
Lo  que  Moporo  creia. 

Pero  Mará  de  sí  dueño, 
Tras  una  mirada  cauta 
Desarrugando  su    seño, 
Mucho  agradeció  el  empeño 
Del  hijo  de  Parayauta. 

EN  LA  TRIBU  HAI  TRAIDORES, 

Si  del  cacique  en  la  huta 
Esto  pasaba  por  fuera 
El  pueblo  grita  y  se  inmuta 
Al  ruido  de  una  disputa 
Que  ya  parece  quimera. 

■ — Déjame  pasar ! 

— Primero 
Adivina. 

— Sabe  el  caso. 
— Que  lo  diga  ! 

— Es  mal  agüero. 


-¿Quien  lo  quiere 


— Paipa,  tú  ? 

—Sí 
Muchas  voces 


-Yo  lo  quiero! 


— Paso  !  paso ! 

No,  no,  que  declare  ahora 
El  secreto. 

— Cara,  á  cara 
— Toda  la  tribu  lo  ignora. 
— Soítadme  ! 

— Embelinadora ! 
— Apecuane  ? 

—Mará,  Mará! 

Como  tras  una   colina 
Asoma  el  sol   de  verano 
Y  si  tierra  y  mar  domina 
También  risueño  ilumina 
La  tierra  y   el  océano; 

Asi   Mará  levantando 
De  su  covacha  la  estera 
Salió,  su  rostro  mostrando^ 
Porque  adentro  está  escuchando 
Los  alaridos  de  afuera. 

Quién  grita,  dijo,  saliendo 
33e  áiez  poraiicas  seguido. 
Parece  que  estáis  corriendo 
Güarires.  Más¿quéestoi   viendo? 
La  mojan?  ¿qué  ha  sucedido? 

— ^Desde  el  sitio  de  las  landas 
Que  linda  con  los  conucos 
Me  traen  aquí  en   volandas, 
Cuando  tú,  chacón,  me  mandas 
Rejístre  los  arcabucos. 


Ni  hablarme  deja  contigo. 
Ni  seguir  en  paz  me  deja 
Paipa 

—A  matarte  me  obligo. 
Mará  merece  un  castigfo 
— Paipa,  soltad  á  esa  vieja. 

— Como  !  ¿  Mi  madre  traída 
Y  arrastrada  de  ese  modo? 

—Hijo ! 

La  ti'ibu  es  perdida  ! 

Ai !  si   peligra  su  vida ! 

— Ella  es  la  culpa  de  todo. 

— Traidores  hai  por  doquiera 

— Nombradlos 

— Traidores,  nó . . . .  ! 
— Si  algún  traidor  conociera, 
¿  Pensáis  que  vivo  estuviera 
Mandando  la  tribu  yo  ? 

Como  vosotros  inquieto 
Estol  también,  pues  indago 
Que  se  me  piercle  el  respeto 

Y  hai  un  horrible  secreto 
En  las   orillas  del  lago. 

Los  poraucas  adivinos 

A  quienes  voi   preguntando 

Responden   mil  desatinos,' 

Y  se  andan   por  los  caminos 
Como  perqiiizas  llorando. 

Valientes   de  nombradla 
Encubren   su   torpe   asombro 
Alzando  en  la  ranchería 
Desacorde  vocería .... 
¡  Y  tienen  flechas  al  hombro ! 

Mejores  son  para  el  caso 
Las  mugeres ;  mas  con  todo 
Anda   el  valor   tan  escaso. 
Que  un  pueblo   insulta  á  su  paso 
A  una  vieja  de  ese  modo. 

¿Ignoráis  que  esta  muger 
Es  la  sola  que  me  ayuda, 
En   lo  que  quiero  saber, 

Y  tiene   acaso  el  poder 
Para   sacarme  de  duda  ? 

Sabedlo,  sí :   solo  de  ella 
He  recibido    el  delato 
De  una  traición  cuya  huella 
Al  alma  al  discurso  sella 
En  iracundo  arrebato. 

Así    con  mi  recaderos 
La  encomendé    registrar 
Arcabucos  y  senderos, 
Hasta  los  indios  fronteros 
De    las   orillas  del  mar. 

Vuelve  ahora    de  cumplir 
Lo  que  el  cacique   ordenó. 
Vuelve  sin  duda  á  decir 
Lo  que    pudo    colejir 
O  lo  que  cauta  observó. 


MISCELÁNEA. 


239 


En  tanto,  pueblo,  ¿que  hacéis 
Con  la  que  tanto  me  ayuda? 
¡  Por  Yarfá  que  lo  sabéis  ! 
La  insultáis  por  mas  que  veis 
Que  con  mi  nombre  se  escuda. 

;  Eh,  soltadla,  que  si  ahora 
Que  en  daros  razón  consiento, 
De  una  asechanza  traidora 
Mi  venganza   aterradora 
Pueda  que  estalle  al  momento  ! 

LOS  PESCADORES  DE  MISOA. 

Es  una  fresca  mañana 
En  que  la  aurora  descubre 
Bajo  un  nublado  de  Octubre 
Su  cielo  de  porcelana. 

El  mar  las  ondas  dilata, 

Y  empieza  el  sol  su    camino 
Sobre  un  velo  purpurino 

Y  nubes  color  de  plata. 

Parece  el  lago  en  sosiego. 
Desde  la  duna  salobre, 
Brillante   plancha  de  cobre. 
O  bien  un  lago  de  fuego. 

¡  Espléndido  es   el  celaje 
Que  asoma  en  pálidas  plumas, 

Y  se  pinta  en   las  espumas, 

Y  penetra  en  el  boscaje ! 

La  luz  que  se  irradia  en  torno 
Lo  tifie  todo  y  lo  abarca, 
Semejando  la   comarca 
La  boca  roja  de  un  horno. 

Y  luego  el  azul  del  dia 
Allá  en  los  aires  remeda 
Movible  gaza  de  seda, 
Con  franjas  de  arjentería. 

Algún  lucero  que  inerme 
Se  oculta  en  los  lampos  rojos 
Parece  los  dulces  ojos 
De  un  niño  cuando  se  duerme. 

Y  la  aurora  que  indecisa 
Vaga,  brilla  y  luce  incierta,    ' 
Es,  cuando  el  niño  despierta, 
De  una  fnadre  la  sonrisa. 

Sin  ver  los  cielos  azules 
Ni  pescar  en   su  piragua 
Lijeros  surcan  el  agua 
Tres  pescadores  gandules. 


Foráneas  son  de  Misoa, 
La  tribu  que  se  avecina, 
Como  la  garza  marina, 
A  flor  del   Coqvibacoa. 

Cual  si  perseguidos  fueran, 
Ansiando  el  trecho  se  acorte, 
Vienen  la  vuelta  del  norte 
Bogando  que  desesperan. 

Vuela  su  nao  derecha 
A  los  golpes   del  pagayo. 
Sino  como  ardiente  rayo 
Como  una  lijera  flecha. 

Y  según   vuelven  la  cara 

A  la  diestra,  sobre  el  hombro, 
Dejan  atrás  con  asombro 
Alguna  cosa  mu  i  rara. 

Al  fin  tras  dura  faena, 
Llega  la  frájit  barquilla 
A  la  comba  de   una  orilla 
De  agua  verde  y  blanca  arena. 

Y  cual  concha  que  se  aferra 
Al  fondo  del  mar  en  calma, 
A  la  sombra  de  una  palma 
La  barquilla  toma  tierra. 

Aquel  lugar  es  el  mismo 

'  Donde  al  más  lijero  amago 

Mucha  gente  sale  al  lago. 

Gente  llena  de  heroísmo. 

"No  bien  pisaron  la  playa 
Cuando  á  tierra  cayó  un  mozo 
De  un  corpulento  corozo. 
Donde  estaba  de  atalaj'a. 

— ¿Traéis  nuevas?    solo  dijo 
Hacia  los  tres  caminando, 
— Si,  respondieron  gritando, 
Nuevas  traemos  de   fijo. 

Los  cuatro,  á  la  deshilada, 
Marcha  á  la  trüm  emprendieron, 
Llegando;    como  salieron. 
Del  cacique  á  la  morada. 

Rodeado  de    mucha   gente, 
Que  alzaba  horrible  algazara, 
Hallaron  los  cuatro  á    Mará 
Llena  de  nubes  la  frente. 

Y  como  el  concurso  todo 

Se  agolpase  ;  alzó  una  mano, 

Y  en  silencio  el  más  anciano 
Habló  triste  de  este  modo  : 


la  muerte. 


Nota. — Hasta  aquí  había  escrito  de  la  anterior  composición,  cuando  le  sorprendió 


EL  Sr.  jóse  ramón  YEPES. 

(  De  El  Diario  de  El  Comercio,  de  La  Guaira. ) 


i 


LA  oda  que  este  poeta,  verdaderamente  ins-| 
pirado  por  los  dioses,  ha  escrito  "A  laliber-' 
tad  del  Viejo  Mundo,"  publicada  en  núes- 1 
tro  número  de  ayer,  ha  venido  á  excitar  de 
un  modo  no  común  las  fibras  de  nuestro  en- 
tusiasmo. Conocíam.os  al  poeta  de  las  medias 
luces  y  de  las  medias  sombras,  al  cantor  de 
los  ruidos  y  de  los  misterios  nocturnos,  al  in- 
térprete de  las  aguas  y  de  las  flores,  al  afor- 
tunado cisne  de  la  naturaleza  americana ; 
pero  mucho  no^  faltaba  que  admirar  toda- 
vía. El  señor  Yépes  se  nos  presenta  ahora 
sublimado  en  las  alturas  del  más  soberbio 
lirismo  :  y  ?'.jbrecojiendo  á  un  auditorio  que 
estático  saborea  las  bellezas  mil  de  su  vigo- 
rosa inspiración,  viene  á  revelarnos  que  es 
también  el  poeta  del  siglo  y  del  progreso,  el 
poeta  de  las  grandes  ideas  y  de  las  grandes 
esperanzas.  ¡  Poder  maravilloso  del  genio,  que 
tan  fácilmente  baja  y  se  entretiene  á  la 
sombra  de  su  palmar  nativo,  como  toca  á  las  nu- 
bes y  dilata  su  vista  de  águila  por  los  espacios 
incommensurablesdcl  porvenir  y  de  la  libertad! 

Tras  esta  manifestación  de  regocijo,  per- 
mítasenos otra  de  sorpresa  ;  de  asombro  :  la 
Junta  encargada  por  la  Academia  para  la  cali- 
ficación de  las  odas  presentadas  al  certamen 
habido  en  Caracas  el  28  de  Octubre  viltimo, 
no  ha  hecho  referencia  alguna  á  la  admira- 
ble oda   del    señor  José  Ramón  Yépes  I 

l-'iierzas  nos  faltan  para  entrar  en  un  es- 
tudio detallado  y  comparativo  de  las  diversas 
composiciones  presentadas  en  el  certamen : 
acaso  plumas  competentes  se  encarguen  de  ese 
estudio  tan  ameno,  útil  para  las  letras,  é  impe- 
riosamente reclamado  por  la  cspectacion  del 
criterio  público.  Hemos  de  limitarnos,  pues, 
á  consignar  con  brevedad  algunas  ideas,  tocan- 
te á  lá  obra  del  señor  Yépes:  hablaremos  con 
nuestro  particular  sentimiento,  aunque  no  sin 
la  íntima  convicción  de  que  muchos  están  hoi 
bajo  la  misma  fuerza  del  sentimiento  que  nos 
siibj-uga  á  nosotros. 

Antes  que  otra  cosa,  nos  ocurre  hacer  notar 
i  y  será  el  único  parangón  que  establezcamos  1 
el  mayor  alcance  dado  por  el  señor  Yépes  á 
las  miras  de  su  obra  ;  en  lo  cual  manifiiesta 
haber  comprendido  mejor  que  sus  rivales  afor- 
tunados el  asunto  propuesto  por  la  Academia: 
esta  pidió,  con  efecto,  un  canto  á  la  libertad 
del  Viejo  Mmido ;    y  el  señor  Yépes  ha   abar-t 


cado  en  su  obra  la  inmensidad  del  Viejo  Mun- 
do ;  los  otros  poetas  contendores  no  pensaron 
en  salvar  los  estrechos  límites  de  la  Europa ; 
y  agreguemos  en  seguida,  que  tal  circunstan- 
cia, valiosa  en  mucho,  puesto  que  se  rozaba 
con  el  fondo  del  argumento,  debió  haber  pe- 
sado en  el  dictamen  de  los  jueces.  ¡Con  cuan- 
ta belleza  apostrofa  nuestro  cantor  á  esa  an- 
tigua Asia,  cuna  del  hoii/brc,  tierra  de  ¡os  pro- 
dijios !  ;  á  esa  ardiente  África  silenciosa,  que 
tiene  tanto  sabor  de  Herrera  !  Y  más  luego, 
¡  como  de  asombro  en  asombro  nos  hace  ver  á 
la  Libertad,  que  hasta  el  cano  Hiuiaús  silente 
cni.':a,  despertando  al  chino  que  hoi  rechaza 
el  contacto  del  mundo;  al  beduino,  que  entu- 
siasmado ve  pasar  la  cimera  de  humo  del  tren  ; 
y  fundando,  finalmente,  en  toda  la  tierra,  por 
término  de  su  larga  peregrinación,  la  diviiia 
República,  la  igualdad  del  hombre,  tal  como  do- 
mina en  el  mundo  americano !  Síntesis  vasta, 
como  la  humanidad  que  en  ella  se  compren- 
de ;  profunda,  como  los  arcanos  del  porvenir 
que  descubre. 

Pasemos  á  entretenerngs,  aunque  mui  por 
encima,  con  la  ejecución  de  la  obra. — Invoca- 
el  poeta  á  su  genial  inspiración,  para  que  cante. 

La  libertad,  el   porvenir  fecundo 

Que  América   predice  al  Viejo  Mundo. 

Pero  tímido  la  mu.sa,  acaso. 

Avergonzada  de  su  voz  canora, 

(Adorable  vergüenza  de  una  virgen  )  tiem 
bla,  suspira,  y  parece  que  pierde. 

Su  dulcísimo    contento 
Aspirando  al  laurel,  sin  fe  ni  aliento. 
El  poeta  no  obstante,  apostrofa   al   mundo 

antiguo,  y  le  infunde    la  esperanza. 

Aquí  el  poeta  introduce  una  máquina  con 

resortes  de  grandísimo  vigor:  no  hallando  él 
en  sí  la  fuerza  de  autoridad  suficiente  para 
anunciar  á  todo  un  mundo  los  triunfos  de  la 
Libertad,  evoca  la  ilustre  sombra  del  Padre  de 
la   Patria :  y    es  el  Redentor  de  un 

hemisferio 
Donde  !a  Libertad  fundó   su  imperio, 

quien  vaticina  al  Viejo  Mundo  su  futura 
regeneración  al  paso  de  la  Libertad. 

Vagaba  meditabundo  el  poeta  por  el  Avila 


242 


JUICIO  CPáTICO, 


magestuoso:  era  un  gran   dia,   el  dia   de   los.i 
grandes  recuerdos :  la  ciudad  engalanada  bulle 
de  entusiasmo ;  y  traspiraba   la   tierra   vida  y 
y  luz ;  y  el  alma  del  poeta 

A  Dios  en  el  pasado   bendecía. 

¡  En  el  pasado  !  porqtie  el  presente  es  me- 
lancólico sin  duda 

De  pronto  queda  triste 
La  risueña  eminencia  solitaria; 
Y  se  oscurece  y  de  pavor  se  viste 

El  domo  dianiantino : 
.Zumba  el  trueno  doquier,  y  á  la  incendiaria 
Pálida  luz  que  al  campesino  asusta, 
De  Bolívar  se  ve  la  sombra  augusta. 

Toda  la  descripción  que  sigue  es  bella ;  pe" 
ro  cuando  nos  detuvimos  ante  aquellas  palabras" 

Y  sonar  parecía 
Del  Inmortal  bajo  la  diestra  e:i  tanto 
El  fulminante  acero 

quedamos  absortos :    ese  Inmortal  parece  fun" 
dido  junto  con  los  dioses  de  Homero  ! 

Entra  luego  la  profética  alocusion  del  Hé- 
roe, y  es  aquí  donde  nuestro  vate  se  exibe  con 
verdad  inspirado  al  caloroso  aliento  de  la  mu- 
sa lírica.  Profunda  mirada,  pensamientos  gran- 
diosos y  de  la  más  sorprendente  orijinaüdad : 
versos  llenos  de  magnificencia,  fluidos,  nume- 
rosos, enérgicos  ;  cortes  rítmicos  de  clásico  sa- 
bor; estro;  epítetos  singularmente  apropiados 
á  la  idea ;  pinceladas  que  retratan  á  un  pueblo, 
auna  época;  y  en  medio  de  esapompa  y  de 
esa  armonía,  y  atravesando  como  un  eje  dia- 
mantino el  orbe  de  todo  ese  rñundo  poético  y 
filosófico,  la  libertad,  la  grande  idea,  el  gran 
principio,  llamándolo  todo  á  su  centro,  anun- 
ciándolo todo,  prometiéndolo  todo  en  nombre 
de  la  palabra  divina.  Tal  es,  en  conjunto,  la 
admirable  oáa.  áéi  Señor  José  Ramón  Yépes: 
la  oda  que  no  obtuvo,  sin  embargo,  los  hono- 
res de  una  mención  académica. 

Deleitémonos  recordando  algunas   c:,trofas. 

La  libertad  sublime 
Que  ni  soñara  el  Asia,  ni  la  ruda 
África  ignota :  la  que  un  dia  gime 

Ante  Alejandro  y  César : 
La  que  no  hallando  pueblo  que  le  acuda 
En  la  Europa  feudal,  intentó  en  vano 
Ampararse  del  numen  italiano. 

He  aquí  de  nuevo  y  coii  sorprendente 
jía,  calificada  el  África :    ruda.  ¿  ignota. 


encr. 


En  la  Europa  que  labra 
El  duro  hierro,  abriendo  ancho  camino 
A  naciones  ilustres,  su  palabra 

La  democracia  anuncia ; 
Y  en  la  Europa  sin  duda  está  el  destino 
Del  Viejo  Continente,  en  cuyo  polo 
}^a  libertad  cristiana  falta  sólo, 


¿Qué  importa  el  cesarismo 

8ue  lioi  pesa  sobre  el  galo,  ni  el  alarde 
e  esa  estúpida  fuerza,  que  un  abismo 
Socaba  ante  los  reyes? 
Al  sol  de  libertad  veréis  como  arde 
La  sangre  de  la  Europa ;  y  Francia  y  Prusia 
Se  alzarán,  )•  Turquía,  y  Austria,  y  R Lisia. 

Las  naciones  que  activas 
Aparejan  en  paz  su  débil  nave, 

Y  á  la  espansion  del  hombre,  previsivas 
Buscan  el  rumbo  cierto  : 

Helvcsia,  Holanda,  Bélgica  y  la  grave 
Opulenta  Albíon  :    España,  Italia, 
Do  libertad  ha  impreso  su  sandalia ; 

Benditas  las  primeras 
.  -Serán  al  himno  universal  y  en  hombre 
Del  Dios  que  en  las  magníficas  esferas 
Su  resplandor  dilata : 

Y  desde  el  Tibre  al  Indo  podrá  el  hombre 
Unir  su  fe  con  su  razón,  de  modo 
Que  ser  libre  y  cristiano  será  todo. 

;  Oh  pueblos  ! ,  ¡  Oh  naciones 
Que  el  cielo  me  señala,  y  que  diviso 
Al  travez  de  los  tiempos  !  Gratos  dones 

La  sabia  l'rovidencia, 
Para  hacer  de  la  tierra  un  paraíso, 
Guarda  en  secretas  urnas.  La  moderna 
Libertad  que  os  anuncio  será  eterna. 

Sí  lo  será,  que  lleva 
La  humanidad  su  porvenir  escrito 
Sóbrela  impura  ensangrentada  gleba 

Que  amasaba  el  esclavo. 
¡  La  eterna  libertad  no  será  un  mito  ! 
¡'No  lo  será,  por  Dios  ;  que  en  ancha  copa 
Ha  bebido  sus  lágrimas  la  Europa  ! 

¿  No  es  cierto  que  tales  estrofas  son  de  una 
hermosura  y  perfección  admirables  f  La  sanda- 
lia de  la  Libertad,  la  ensangrentada  gleba  que 
amasaba  el  esclavo:  esas  lagrimas  de  la  Liber- 
tad, bebidas  fiar  la.  Europa:  tal  vez  nos  ofusque 
el  entusiasmo,  pero  nos  parecen  pinceladas  de 
maestro. 

Y  Dios  su  senda  trilla ; 
¡  Que  mucho  en  su  dolor  ella  ha  clamado  ! 
¡Oh  nunca  vista  y  rara  maravilla! 

Las  artes  y  la  ciencias. 
La  industria yel  comercio;  el  genio  honrado, 
La  modesta  virtud,  la  gloi-ia  el  hecho  ; 
Todo  e!  mundo  al  servicio  de  un  derecho. 

i  Cuánto  encierra  ahí  esa  palabra  el  hecho.  I : 
Es  decir:  la  verdad,  moral  ó  material;  lo  útil 
lo  bueno,  el  producto  efectivo  ;  la  justicia,  la 
razón,  la  humanidad  entera  :  Dios  !  Pero  he 
aquí  uno  de  ios  más  extraños  pensamientos 
que  ocurrirse  pueden  á  un  cantor  del  siglo  : 
es  una  ida  mercantil,  y  con  todo  es  poética,  es 
fantástica  en  grado  sumo. 

Y  con  su  industria  ufana 
Montes  descuajará,  pondrá  rieles  ; 


JUICIO  CRITICÓ;, 


243 


Y'en  su    vagón,  iiíodcnia  caravana, 

Bajo  la  extraña  zona 
De  una  aurora  boreal,  pedirá  pieles 
Al  hijo  de  Siberia;  pobre  esclavo. 
Víctima  allí  del  despotismo  eslavo  . 

El  vavon  corriendo  i^írjo  ¡a   exti-^iña 


una  aurora  boreal ! 
tria,  aparente  enigma 


^,ona   de 
Eso  es  poetizar  la    indus- 
de  la  inuv^inacion.    Y  si- 
"■uc  k  feliz' amalgama  de  cíos  tan    contrapues- 
tos elementos : 

Y  apretados  de  espigas 
Sus  montes  y  desiertos,  las  distantes 
Naciono.  siempre  con  la  pa;;  amigas. 

Bendecirán  á  Europa: 
Y  la  mirra,  y  el  oro,  y  los  diamantes. 
Cuanto  deslumbrador  el  Asia  encierra, 
■Llevando  irá  el  comercio  por  la  tierra. 

Pero  no  es  lícito  que  en  silencio  pase  la  es- 
trofa siguiente: 

I, os  hijos  de  la  Nubia 
De  negra  piel,  entonces  enlazados 
A  los  del  Rhin  de  cabellera  rubia 

l'or  el  sensible  alambre 
Que  realiza  los  sueños  encantados. 
Avisaran  desde  su  hogar  tranquilo. 
Cuando  es  que  sube  y  cuando  baja  el  Xilo. 

Aparte  lo  delicioso  de  esa  consonancia  que 
forman  los  hijos  tic  la  Anbia,  con  los  del  Khin 
de  cabellera  "rubia,  ( ¡  y  halaga  eso  al  oido  con 
tanto  placer !  i  aparte  V<\  feliz  calificación  de 
.sr;«/¿'/r  dada  al  telegráfico  alambre,    queda  to 


I  Mas  el  poeta  que  había  principiado  evocan- 
I  do  .su  musa,  debia  terminar  despidiéndola,  y 
!<¿n  esto,  cómo' en  lo  demás,  ha  siilo  feliz  el  Se- 
IfiorYcpes.  Recordando,  sin  duda,  la  manera 
i  de  aquel  bardo  sublime  cuando  dijo  ; 

¿Mas  cuál  :uidacia  te  elevo  á  los  cielos, 
Humilde  niusamia?   Oh  !  no  reveles 


En 


A  los  seres  mortales 
débil  canto  arcanos  celestiales ; 


desciende  también  él  de  su  pindárico  transpor- 
te, modulando  en  el  tono  apacible  de  sus  anti- 
guos cantares : 

Mas  calla,  y  tu  armonía 
,:     Grave  suspende  ¡  oh  lira !  Cuando  tanto 
Silencioso  dolor  la  gente  mia 

Sufre  en  la  triste  patria. 
Aun  masque  ella  infeliz,  .¿quién  tendrá  un 

(canto 
En  que  la  inspiración  brille  y  la  idea, 
Y  heraldo  de  fortuna  y  gloria  sea  ? 

Vuelve,  pues  á  tu  oscura 
Apacible  existencia.     Que  mi  audacia 
Ninguno  ¡oh  lira!  cuente.  En  la  amargura 

De  mi  afanosa  vida 
Fuera  á  mi  corazón  mayor  desgracia,   . 
Si  allá  mi  gente  en  cl  palmar  nativo 
Pensase  c^iic  en  la  ausencia  alegre  vivo. 

Tal  se  no.-,  c.\-bibe.  analizada  á  grandes  rasgos, 
la  composición  del  Sefior  Yépes.  Nuestra  opi- 
nión, simple  opinión  fundada  más  en  cl  senti- 
miento que  en  otra  cosa,   le    es  completamente 


vía,    coino    sorprendente    espectáculo  de    los '  favorable.    Hemos  gozado  y    gozamos    mucho 
tiempos  fui  uros,  el  í/Zovr  y  ¿«■r/'í?  del   Nilo,    padre 
}■  divinidad  de  los  egipcios,  anunc'inda.s  como 
pulsaciones  mercantiles  de  una  Icftija  europea.  , 

T)e  tal  modo  ha  sabitlo  nuestro  poeta  abar- 
car la  inmensidad  de  su  argumento,  que  apro- 
vecha hasta  el -A  última  hora  y  digamos  así 
de  los  adelantos  modernos-  Acaba  de  anun- 
ciar apenas  el  señor  Le.sseps  la  posibilidad  de 
llevarse  las  aguas  del' océano  al  desierto  de 
Sahara,  y  V(-;ise  aquí  como  sabe  aprovechar 
nuestro  poeta  la  estupenda  indicaci-m  : 

V  el  hijo  del  .Sahara  ' 
( >ue  ¡loi  ve  la  empresa  rcilizar  del  istmo, 
Que  allí  también  Scsóstrí.s  realizara. 

Dará  cita  á  la  tierra  ; 
Y  á  la  voz  retronante  del  abismo 
En  el  desierto  surjirá  de  pronto 
Otro  abismo,  otro  océano,  otra  Ponto. 


Nos  atrevemos  á  creer  que  es   nuestro  ad- 
mirable cantor  quien  primero  ha  sabido   utili 
zar  la  idea  del  renombrado  ingeniero  francés. 

Terminada  la  ]:)rofesía  del  Héroe,  cierra  el 
poeta  su  cuadro  con  una  estrofa  de  luz  y  mo- 
vimiento :  así  como  terminó  el  grande  Olmedo 
su  episodio  de  la  aparición  del  Inca,  en  su  can- 
to á  la  batalla  de  Junijt. 


leyéndola  y  releyéndola,  y  por  eso  nos  parece 
una  gran  cosa.  Hallamos  el  estilo  correcto  y 
muí  apropiado  al  asunto,  y  se  nos  antoja  por 
e.so  bien  escrita.  La  cadencia  de  sus  períodos 
es  rotunda,  sonora,  elegante,  y  agregamos  por 
eso  que  está   majistralmente  versificada. 

El  señor  Yépes  ha  conquistado  nuevas  co- 
ronas, ha  subido  á  la  cumbre  del  Olimpo  y  se 
ha  cubierto  de  «loria.  ^;  Nos  cegará  el  entusias- 
mo ?  La  gran  valia  deesa  Junta  que  no  ha 
pensado  como  nosotros,  es  decir,  que  no  ha 
sentido  como  nosotros,  pone  en  tortura  nues- 
tro corazón  y  nuestro  criterio.  Podemos  estar 
„-rrados  :  ¡  feliz  error  que  tanto  nos  ha  hecho 
gozar!  Pero  si  lo  contrario  fuere,  sólo  nos  que- 
da hacer  votos  porque  esos  también  amigos  de 
la  poesía,  lleguen  más  tarde  á  soborear,  como 
nosotros,  la   composición  del  señor  Yépes. 

EL  Diario  del  C<:imercio  presenta  al 
ilustre  vate  maraca  bero  con  motivo  de  esta 
obra,  que  tan  gusto  ¡a mente  ha  recorrido,  laex- 
pre-iiou  ingenua  de  su  cntLisiasmo  y  simpatía. 

IC.  RIVODÚ. 
(Tuijn.j 
Noviembre  24  de  1869. 


w 


índice. 


Píiginas. 

muerte  de  ¿u  liija 27 

Al  oscui-L-eer 28 

Certeza  do  la  fida 28 

La  Golondrina 28 

TERCERA  PARTE. 

POESÍAS  FILOSÓFICAS, 

Imperio  del  mal 30 


El 

A  la  Américíi    Latina 32 


Páginas. ; 

Dedieatoriíi ^^' 

Don  José  Kamou  Yépes Vil 

Prólogo IX 

PKIMERA  PARTE.  | 

POESÍAS  RELIGIOSAS.  j 

Dios  y  el  hombre ■  ■  •  •  1 

Cántico   á  la  Virgen 3  : 

El  Fescin  de  Bal  tazar 3  I  La  uiuerie  es   la  aurora  de  un  eterno  dia 34 

Himno  al   "Mutuo  Auxilio'" C  ;  Oda.  A  la  Libertad . . , , M 

A  Xuestra   Señora G  i  A  la  Libertad  del  viejo  mundo 35 

A  la  Purísijua  Concepción  de  Mai'ía ''i\  Oda 38 

A  Xuestra   Señora 'm  A  la  Paz 40 

Al  Augusto  Pontífice  Pió  IX "í  i  ¿  Cuál  sera  el   Porvenir  de  la  América  ? 40 

A  la  Providencia  de  María 8  ¡  Andrés  Bello 42 

A  Xuestra  Señora  de  Chiquinquirá Si  Silva 44 

Soneto  á  Xuestra  Señora 8   Silva.  A  '  'El  Poder  de   la  Idea" 45 

A  l;t  Purísima  Concepción 8  i  El  Euyo  de  luz 50 

Himno '■'  I  VersüB.  A  la  memoria  del  señor  E.  S.  P 51 


El  Xacimicnto. . . . '. 

A  San  Francisco  de  Asi;-:. 
A  la  Virgen  del  Carmen . . 
Himno 


10 

10 

III 

A  la  Virgen li 

A  la  Virgen  del  Carmen 11 

Himno  á  Xuestra  Señora 11 

líimas J-.' 

Anunciando  una  feria 1  '- 

A  la  S-antisinia  Trinidad 13 

En  la  bendición  del  templu  de  San  Franeisc".  13 

Himno  á  la  Virgen J  I 

SEGUM.>A  PAKIE 

^=IEBLAS. 

Gloria  del  eielu 1  •'' 

A  la  memoria  de  un  ángel l-< 

El  Golfo  de  las  Sirenas.' I O 

A   la  memoria  tlel   venerable    l'ry.    José  yi. 

Alvarado 1  i 

A  la  memoria  de  A.  Lozano ]  ¡ 


y  ¡  ¡  Quién  pudiera  lior; 


Meditación,  AJelancolia  y  Gloria 53 

Pensemos 53 

A  mi  hija  María 54 

El  Progreso 55 

El  Sueño 56 

La  iiltima  Luna 57 

Canción 58 

L;i,  caución  de  los  suspiros 58 

Juana  la  liúda 59 

¿Quién  és  Juana':''  • ' " 59 

i  La  Gota  do  agua (iO 

A  una  nave 61 

'  La  voz  de  nii  alma (52 

Son  risas 62 

El  Eayo  Azul 64 

Sombra  y  Luz 65 

'  Mi  Fe  de   niño 66 

; Qué   verá? 67 

'  Verá 68 

Versos 68 

A  la  meuKjria  i.lc   Octaviauo  Urdaneta j  69 

A  la  memoria  del  \>¡:    Maleo  Trocónis 69 

A  mi  distinguido  amigo   Ermeliudo  Rivodó. .  70 

I'In  la  muerte  de  Manuel  Fréitaí i'O 

(iuzman    Blanco • 71 

I  Luz  V  sombra 71 

I  Salón 75 

Los  ruidos  nocturnos 76 

Hfné  importa,  1 77 

,  Despedida  á  mis  amigos. .' 77 

La  Media  noclie  á  la  claridad  de  la  luna 77 

I  Las  dos  Ciencias i  9 

á3  i  A  la  memoria  de   mi  noble  amigo  el  Mariscal 

Márquez 24  í ...    C.   F 81 

251  Americana 81 

2(1 1  Alaida  y    Cortés ,  81 

■'■  83 

83 

84 

85 


(le  (i.  en  ]iruelja 
a  muelle  de  su 


18 

111 

20 
•.') 
21 


A  .J  ulio  Calcaño 

Escrita  jiara  la  señora  E.  V 

df  respeto 

A  mi  amigo  M.  Ilenríquiz  en 

liija 

Dios  os  guarde,  Señora 

Al  señor  Marco  A.  Saluzzo 

Miseria  de  la  vida 

A  mí  distinguido  amigo  el  Ni-.  ,J.  .M.  3Iaririquc 

La  niña  María  Luica    Alvarez 

A  mi  amigo  el  Dr.  Trmidad  Célis  Avila 

Para  Arvelo 

A  la  memoria  de  María 

Los  dos  ángeles 

A  E.  S.  de  V.    (inédita) 

A  mi  esposa ;26  i  Sueños  y 

'J'ardas 37  ■  Cansancio . .". 

'L'raduccion ^7   Guaieaipuro 

A  mi  querido   amigo   Eduardo   Calcaño  en  la        j  A  María  en  su  primera  Comunión 


ÍNDICE, 


Páginas.  ^ 

A  Ciummá 8G 

La  Leyenda  de  una  ñor 87 

El  Darwinisnio    (inédita) 88 

A  la  Estrella  de  la  tardo .  . .  •. 90 

Vision  Ecionblicana VJl 

A  mis  buenos  amigos  los  jóvenes  iifioionados  &  93 

Así  es  la  vicia » .  93 

Percance 95 

Ala  luna 97 

Marinesca 98 

Dolova LOO 


A  Caracas 

La  liorá  do  la  Melancolía 

A  líua  sensitiva 

En  el  campleaños  de  la  señorita  A.  11. 
Mi  Fe  Republicana, 


Plegaria  en.  el  nacimiento  de  mi  hijo  Manuel 

Oda  Elegiaca 

Ángel  y  demonio. 

Las  bantieras  de  mi  hijo 

En  la  muerte  lamentable  del  joven  A.  Maucó 

A  Clemencia 

Fábula,  maracaibera ' 

Los  dos  Genios 

A  la  memoi'ia  de  nuestro  aiuj  querido  lier- 

]nano  J.  Eívas •■,........ 

A  los  jóvenes  i-iedactorcs   de  "'El  Eco'' 

Eomance 

Maracaibo  á  la  claridad   de  la  luu:i 

Eomauces  de  color  de  broma 

MañHna  maracaibera. 

La  G-allina  ciega 


Lejos  de  tí 

ElLaurel  y  la  Perla „, . . 

A  mi  hermana  María  do  Jesús  al  saber  que  se 

habia  casado 

Pastoril 


101 
103 
103 
101 
104 
105 
106 
107 
107 
108 
108 
109 
109 

109 
110 
111 
113 
113 
116 
117 
118 
119 


Alá  señora  Virginia  de  Pulgar. 
Lo  que  pasó' en 
amarilla 


119 
120 
121 


'La  Florida"    con  una  rosa 


A  una  niña 

Canto 

Las  Nubes 

Los  dos  Paraísos 

A  la  Dama  de  noche 

Alegrías  fujitivas 

Himno  Epitalámico 

Mandando  de  regalo  un  dijo  do  coral 

A  la  señora  Ana  Tollo  do  Gutiérrez  Coll 

A  la  misma  señora — 

Tus  ojos 

En  la  tumba  de  mi  hijo  Manuel. , 

La  Eamilletcra 

Con   motivo  de   la,  inauguración   del  Templo 

Masónico \ 

La  flor  del  suspirn 

Metamorfosis 

Ala  señorita  Bárbara  Fernández. 

,  A  Ja  señorita  A.  E ^ 

Los  cuadi'os  del  señor  Kellor 

Para  el   álbum  de  Elena  Hahn 

A  mi   distinguido   amigo   Jacinto    (¡atierro; 

Coll 

En  el  álbun  de  la  señora  Estbor  P.  Suárez. . . . 
'  A  la  niña . , , . ; 


122 
Wó 
U3 
131 
125 
120 
126 
U8 
1,28 
139 
129 
130 
;1 30 
130 

131 

131 
132 
133 
134 
134 
134 


135 
135 
136  f 


Páginas. 

El  ave  y  la  flor. 137 

]5ríndis  improvisado ; 138 

A  la  niña  de  J.  de  J.  V 138 

En  un  álbum 139 

El  lirio  nocturno  y  la  palma 139 

El  Silfo "...... 141 

Al  joven  poeta  Abigail   Lozano 141 

A  mi  amigo  José  A.    Pcrc;i  Bonalde 142 

Endechas 143 

La  rosa  Te 143 

Mi  sueño 144 

Una  Madre  y  un  ruiseñor. . .  .• 145 

La  ilnsiou  perdida 145 

A  Juan  Vicente  Silva 146 

A  mi  hermana  Concha ..:.:..  146 

.La  Luna  so  va 147 

A  Ildefonso  Vázquez 147 

A  Nicanor  Bolet  Peraza 148 

A  I.   V.  contestación   á  su   jiocsía  iíiLitulada 

''Ven" ..  119 

A  la  niña  de  ojos  serenos .' ., 150 

.Josefina  Mallory 150 

En  un   álbum 151 

A  Hixen 152 

A  un  amigo 152 

A  Juana 153 

Una  flor 153 

Después  de  haber  leido  unas  páginas  do  Me- 
dardo Eívas 153 

La  niña  errante 154 

CUARTA   rARTK., 

BALADAS, 

Amor  de  madre , •  154 

Araucana :......  loo 

Pastor,   Montero  y  Fantasma 156 

El  Virginius 156 

A  mi  amigo  Diego  ..I.   Eamírcz -157 

Los  o-ielos  de  hi  tarde 157 

Balada  Ma,rina , 158 

La  i'dtima  Rosa  de  Verano 159 

QUINTA   TARTí:. 

AMERICANAS, 

Eu  un  álbum 160 

La  Virgen  y  cl  niño 161 

En  el  álbum  de  la  hija  de  mi  amigo  el  Dr  Ge- 
rónimo E.   Blanco 162 

En  el  álbum  de  la  señorita  Amazili  Burgos. .   162 
Eu  cl  álbum  de  la  distinguida  artista  .A.dcla 

Robreño 163 

A  la  flor  de  adormidera 164 

Lidiana •  • 165 

sSKXTA   PARTE. 

CUENTOS  FANTÁSTICOS, 

íuírratitad  v  amor 16  7 

La^Silfide..'. , 169 

El  ángel  de  ios  anteojos 171 

SÉPTIMA   PAR'IT-;. 

POESÍAS  PATRIÓTICAS. 

Soneto  escrito  al  pió  del  retrato  de  Bolívar. .   175 

Caución  Patriótica 17a 


ÍNDICE. 


f 


Páginas.  ^ 

Himuo  á  Bolívar l'ÍO 

A  loe  vciiczolauos It6 

A  la  ine.moriii  de  mi  noble   amigo  el  Mariscal 

.T.  C.  F 177 

A  la  memoria  de  un  héroe 1/7 

A  la  Guerra  del  Oriente 178 

A  la  Sociedad  auxiliadora  de  Cuba  libre 178  | 


I*ágiuas. 

Broma.  Al  General  J.  V.   Guevara 193 

Carta  imin-ovisada 194 

A  la  scílcrita  Carmen  Serrano ,. .   195 

A  la  vuelta  lo  vcndea  tinto 190 

ilis  dudas 106 

Los  pescadores  se  van , 197 

Bítíina 198 

TJima?.  A  los  cul)anos 178  í  Soiiriías  de  un  i)adre 199 

j  Al  señor  José  Anicoio  Serrano 20l 

OCTAVA    PARTE.  I  Brindis  en  easíi  del  General  Gil 201 

TVTPnTA<;  Los  Grillos ' ■. .   203' 

LLJ  KiLLAi.  j^g-Qj,  2ei'ei-iuo  Fossi  &.  &.  & 303 

,;Qaé  hai  do  nuevo? 179  I  Discurso  carnavalesco 202 

Con  noticia  de  la  Confederación  Colombiana.   180  ;  Señor  Dr.  Manuel  Daouino 203 

Todo  el  año  es   carnaval 181 1  Ál  Aniversario  de  la' cojera  del  Gr'al.  B.'  Ó.'  &  203 

'  ;  Brindis  ini|n'ovis!ido ■ ■.  ; 

A  J.  M.    líívas ■ 


YA  Cromos  de  una  letrilla 182  j 

NOVENA    l'ARTí:. 


204 
204 

A  mi  amigo  el  señor  A.  Frdanela.  .' 204 

enhorabuena 207 

A  Manuel , 209 

Las  ílorosdo  '.rapd 209 

iNDj'rrMA  PARIIC. 

MISCELÁNEA. 

Cunto  ala  menioriii  del  gi'au  jioeía,  aiuerieauo  211 

i  Canto 212 

jMLo?  Resnciiados  de  Satanás ■. .  313  ' 

^l'Ijas  orillas  del  Lago *. . .; 314 

La  Ganpárida  .^ i.?0  j  La  rosa  Te.   (Traducción  del  Italiano) 215 

Broma 1 90  |  Los  Hijos  de  Paravauia . . , 315 

Broma.    Kl    <^'a«. ...    .  • 191  vEl  Sr.  ',Jo;é  íí.imou  Vépeq.  [Juicio  crítico.] . .  243 


CANTOS. 

A  la  niña  Trigueña 183 

La  danza  de  los  marinos 1S4. 

A  la  niña  Blanca 180 

Canción   marina 187 

Canüires ' I .^8 

DÍXIMA  l'AkTt:. 
POESÍ.\S    HUKORISTIC/.S 


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