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THE LIBRARY OF THE
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PRIMERA EDICIÓN.
M AR AC AIBO.
IMPRENTA AL VAPOR DE "LOS ECOS DEL ZÜLIA"
• "CALLE DE URDÁNETA NÚMEROS 18 Y 20.
1M2.
PRESIDENTE DEL ESTADO FALCON-ZULIA.
HAGO SABER : que la señora Emigdia Serrano de Yépes, viuda y vecina de
Maracaibo, se ha presentado ante mí, redamando el derecho exclusivo para publicar y
vender una obra de su propiedad, cuyo título ha depositado y es como sigue : "Poiisí as
BE José Ramojt Yípes", y que habiendo prestado eljuramsnto requsrido, la pongo por
la presente en posesión del privilegio que le concede la ley, pudiendo ella sola publicar,
vender y distribuir dicha obra por el tiempo que le permite el artículo 1". de la cita-
da ley.
Dado : firmado de mi mam, sellado y refrendado por el Secretario del D3spacho
en Coro, á 30 de Junio de 1882-19° y 24\
JVlcoéaá tJ¿, Sel.
El Secretario.
VEBm TORRES.
Refrendado.
TORRES.
V
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Digitized by the Internet Archive
in 2012 with funding from
University of North Carolina at Chapel Hill
http://archive.org/details/poesasOOyepe
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/me/ /ne/ /i^rnao/ /a/ /uáaiasia/ /^e/ 4ioáiev¿mUeá\ /camÁu/ /CM^
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galería de escritores
HISPAFO-AMEEICAITOS.
He aquí lo que el Sr. Torres Caicedo dice del Sr. Gral, Yépes como poeta.
II.
DON JOSÉ EAION TEPES.
^J^omo poeta, Yépes ha lanzado al viento sobre el azulado lomo de los mares ó en
Miffllas inmensas soledades del desierto, docenas de cantares, dulces como la voz del rui-
í^aseflor, tristes como las noches do luna en medio del océano, tiernos y dulces como el acen-
to de la mujer que se ama. Pero si el poeta maracaibero ha expresado en cadenciosos versos
los más íntimos sentimientos del corazón y las más bellas aspiraciones del alma, también para
ensalzar las glorias de la patria, cantar la libertad ó anatematizar la tiranía, ha hallado acentos
terribles como el fragor del huracán desencadenado en mitad de los mares, como el estruendo
do la catarata que se despeña espumosa, como la voz imponente de las florestas americanas.
Pero si de la lira de Yépes brotan cantos diariamente, al ver la fidelidad con que le acom-
paña su demonio familiar, al notar la espontaneidad de su inspiración, hai motivos para ser
exigentes con él y acusarlo, por no haber acometido una obra de largo aliento. M. de Chateau-
briand preguntaba un dia á su amigo Fontanes : " Con el talento que tenéis, ¿ por qué no
emprendéis un gran poema ? seguro estoi de que seria admirable. Fontanes le repuso : —
" Habláis con desembarazo ; no es dado á todo el mundo ser un poeta sin fuego ni hogar ;
y vos mismo no habríais hecho nada, si siempre hubierais tenido cincuenta mil libras
de renta."
El espiritual y simpático M. Julio Janin, que ha poco recordaba esta anécdota, abunda
en el sentir de Fontanes, y dice : — " Si el amor de la gloria es un estimulante ; no es menos
cierto que hai otro aguijón mayor: la necesidad de trabajar."
Perdónennos tan ilustres literatos ; pero no creemos que esa aserción pase de una simple
paradoja. La necesidad no estimuló á Goethe, ni á Byron, ni á Moore, ni á Macaulay, ni á
Martines de la Rosa, ni estimula á Buhver, ni á Dickens, ni á Disraeli, ni á Víctor Hugo, ni á
Guizot, ni á Thicrs, ni á Geroimias.
Algunos, para confirmar la tesis de Fontanes, dicen : " Si no hubieran sido pobres Cer-
vantes, Camoens, Milton, etc., no habrían tenido estímulo alguno para dejar obras tan inmor-
tales." ¿Y cuánto, respondemos nosotros, cuánto dinero recibió Milton por su Paraíso
perdido ? Los chelines suficientes para vivir una semana. ¿ El divino Lope habría hecho solo
obras maestras si no se hubiera visto obligado á escribir para tener el pan cotidiano, y repetir:
" Pues que lo paga el vulgo, ello es ju?to
Hablarle^en necio para darle gusto,"
En este asunto sucede lo que antes acontecía con la Inglaterra, bajo e! régimen protector.
Los partidarios de este sistema alegaban ;
Vin BIOGRAFÍA.
" La Inglaterra vive bajo el régimen protector, progresa : luego el régimen protector es
excelente. Los partidarios del comercio libre, replicaban : " La Inglaterra progresa bajo el
régimen protector: luego si gozara de las ventajas del libre cambio, progresarla rnucho más."
— Peel se convirtió al fin á las ideas de Huskinson y de Cobden, y la Inglaterra avanza asom-
brosamente en la vida de la prosperidad y de la riqueza generales.
Así también se puede decir : si tal literato, poeta ó historiador, produce tan excelentes
obras siendo pobre, ¿ cuántas obras admirables no daría á luz si gozase del solaz que proporcio-
na una modesta fortuna ?
Y si fuera cierto, el aguijón de la gloria y el estimulante de la necesidad impulsarían á
Yépes á hacer lo que aun no sabemos que haya hecho ; pues á fe que por desgracia suya y
para tristeza nuestra, lejos está de gozar de las cincuenta mil libras de renta de que ha-
blaba Fontanes.
Lo que cautiva más en las poesías de Yépes, al par de su dulce versificación, es el senti-
miento estético, el amor innato que tiene por todo lo bello, de tal manera que, como Winkel-
mann, podría esclamar:
"Cada vez que veo algo bello, tomo una actitud noble para contemplar con dignidad
á la belleza."
Entre las poesías que poseemos de Yépes, nos seducen, por la galanura y lo rico de ta
expresión, ''El rayo azul ;" por su ternura y la nobleza de los sentimientos " Z« Plegaria,
con motivo del nacimiento de mi hijo ;" por su fuego y robusta entonación, las odas ''Mi
fe republicana'' y " A la libertad;" por sus sentimientos religiosos y sus aspiraciones á un
porvenir de bendición y paz, " Mí fe de niño " y " Cántico á la Virgen." Tenemos motivos
particulares para no olvidar la sentida poesía de Yépes á la memoria de la señorita Genoveva
Eiilalia Agustina Charmy, tipo de gracia y de virtudes.
Habiendo Yépes vivido en medio de esa inmensidad que se llama el mar, en donde
más y más contempla el hombre su miseria y admira el poder de Dios,- la mayor parte de sus
poesías son, no plañideras y afectadas, sino melancólicas y de una filosófica tristeza: el
poeta solloza; pero espera. En medio de las tranquilas ondas ó de los tumbos impetuosos
de las aguas, Yépes ha oido las voces del silencio como M. de Laprade, sobre todo, cuando
llevaba en el corazón lo que Lucrecio llama hxc vulnera x'itm, y que el eminente literato francés
M. Caro, ha traducido " Las heridas de la vida."
Hoi mal haria de cantar apesarado el poeta de Maracaibo, cuando tiene para consolarlo,
para hechizarle la viJ;i, u:n adorable compañera, y que no puede por ningún motivo, repetir
los versos de M, Ratisbonne :
"Moncoeur bat dans la soiitude
le fil est long, la tache est rude,
belle étoiie, ¡ah! je voudrais bien-
un cceur, un cceur auprés du mien."
El poeta marino debe olvidar las reminiscencias de las tristes noches de combate con, los
elementos, al verse al lado de la esposa amada y de los bellos hijos. Cierto es que hoi, aíi n
los que pudieran llamarse felices, esclamarán con de Mussat: -
" Malgré moi, 1' infini me tourmente."
Y esto como dice mui bien M. de Ratisbonne, explica el sufrimiento universal de nu es.
tro siglo.
Pero el autor del "Cántico á la Virgen" debe esclamar con M. Lafenestre :
",Une promesse parle au fond de la souffrance,
L'infini le tourmente et l'infini l'attend."
i . • ^
PROLOGO
ACB algimos' años que el distinguido poeta José Ramón
Yépes, gloria de nuestra naciente literatura, me dispensó
en Caracas la honra de pedirme un prólogo para sus bellas
'poesías, que pensaba publicar entonces, como si necesitaran
semejante arreo para ser admiradas y suponiéndome, acaso
por im esceso de generosidad, con la aptitud y caudal de co-
nocimientos que requiere el desempeño de tan ardua tarea. Accedí
gustosamente á lo que solo tuve por ima delicada galantería de su
])arte ; mas á poco de esto nos vimos uno de otro separados por el
recio torbellino de la política. El, poeta de corazón, tomó sus dio-
ses lares y cargado con el precioso tesoro de su familia, huyó de
(Jaiácas. como dicen que huyó Eneas de la incendiada Troya, y vino á pe-
dir al claro cielo del Zulia y á las serenas ondas de este lago la dulce tran-
quilidad del espíritu. Los que hemos viajado por las regiones de la vida
piíblica sabemos á nuestra costa que no basta el deseo de servir á la patria,
ni la suficiencia ni el mérito para ocupar uno el puesto que le corresponde, .
y que las más nobles cualidades no son las mejores armas para habérselas
con el favoritismo, la intriga y la coalición de los intereses de partido. Esto
fué lo que comprendió bien nuestro poeta y amigo cuando se determinó á
dejar la gloriosa cuna de Bolívar y volverse á los patrios hogares. ])íle mi
despedida, no sin repetir mentalmente aquellos dulces votos de Horacio '
por el feliz viage de Virgilio, y permanecí en Caracas, muy ageno de pen-
sar que también yo habia de venir á Maracaibo á satisfacer mi solemne
promesa de escribir este prólogo. ¡Tales son las combinaciones déla
suerte !
'^i^or fortuna para mí, la merecida celebridad de que disftuta el poeta
[convierte en honra y grato solaz el encargo de presentar sus obras al
-público. Las poesías de Yépes no han menester encomios de mi plu-
ma ; el país entero las conoce y son recitadas de memoria por los hombres
de letras y las personas de buen gusto. El tono de melancolía dominante
en ellas, que es el verdadero, si no el único tono poético ; la suavidad y ri-
'■queza déla rima; el lenguaje por lo general puro y correcto ; la versifica-.
PROLOGO.
cien fácil, cadenciosa j espontánea, son cualidades de alto precio que real-
zan estas hermosas producciones y les dan puesto eminente en el Parnaso de
Sur América.
t " . " .
^^épesno arranca de su lira gritos de desesperación como Byron, ni se
. Jj ípreeia de filósofo como Campoamor ; no agita su alma el estro vigo-
(^roso de Nicasio Gallego, ni se remonta osadamente al idealismo de
Sclielly, ó las concepciones fantásticas de Edgai'd Poc. La célica Musa
que le inspira solo se agrada eu los cuadros apacibles de la naturíileza ó de
la vida, en la pintura de los blandos afectos, en la expresión de los sentimien-
tos íntimos. También la fantasía del bardo, empapada eu los vivos coloi'es
que embellecen los paisajes y los cielos de su patria, se deleita en la con-
templación del flotante y rico lienzo de luz que "'el astro del Inca" tiende
sobre "la ciudad de las ppJnias" y las dilatadas llanuras del Lago, y en dul-
ces y armoniosos versos canta esa espléndida manifestación de la belleza
iirfinita. líe allí los dominios del poeta; lie allí el manantial de sus inspira-
ciones y sn verdadera índole. No es el impetuoso torrente que devasta los
campos; no es el cóndor de atrevido vuelo que se pierde de vista en las nu-
bes, ni mucho menos la inmensidad del océano ni la ,devoradora llama del
incendio. Nada que impresione hondamente, nada que fatigiie el ánimo,
nada que turbe por su violencia la armonía de la creación puede ofrecer
ima imagen viviente de su ingenio. Pero allí la tenéis en el claro y sonoro
arroyueío (jue se desliza serpenteando entre juncos y flores, ufano de, re-
tríiíar en sns cristales los columpiados árboles de sus orillas, el profundo
azul del firmamento, la píirpui'a del celaje vespei'tino, los trémulos y ar-
jentados rayos de la luna. Allí la tenéis en el sollozo de la onda que espi-
ra blandamente sobre las márgenes del lago, en la atraedora belleza de!
arco iris y en los melodiosos gorjeos conque saluda el pajarillo la apari-
ción de ]a aurora.
í
■íl¡|Soeta religioso, sus ]ilegarias y cánticos deri-aman dulce bálsíimo en to-
^'ijdo corazón cristiano. Sus "Nieblas," de ima ternura esquisita,^ deiica-
H das y vagarosas, llevan siempre en su seno alguna lágrima. El llora
los niños que mueren y consuela la aflicción de las madres. Toma ios ¡nás
lijeros y suaves tintes para describrir la golondrina :
Siempre haciendo en raudo giro
Loco alarde,
Avecilla, yo te miro
Como bajas, como subes
Ya en el viento, ya en las nubes
De la tarde.
t
'^pecido en su barquilla sobre las ondas del Lago, se deja llevar dulce-
' i límente en alas de la brisa, embelesado en los irresistibles encantos
^.*-vde la muelle y hermosa Maracaibo á la vaga claridad de la luna ;
' y al son de sus dulces rimas aparece dibujada la ciudad querida con sus
pintorescos miradores y azoteas y su verde diadema de palmas y sus grupos i
PROLOGO. XI
íle ledas ninfas qiic entonan plácidas canciones, niiénti'as él en su o-rato
arrobnniiento siíjue surcando las a,£;;iias de niaiisa corriente.
Poeta, llorando triste,
Marino, cantando alegre.
'anibien sorpi'endereis en su lira dulces quejas de amor, como en ••Le-
jos de tí." "Ausencia" y otras composiciones en que bajo el velo iiu-
ií^r|)enetríible del misterio y ([uizá disfrazado con el nonil»^e de (Jlemen-
cia, apai'ece el ser hermoso y angelical (pie cautiva el coi'azon del ])oeta
y á (piien van, como nube de fragante incienso, las más blandas notas do
su laúd y mi mundo de recuerdos y con-fidencias y Ion" suspiros más a])a-
sionados de su aluui.
/'
jero enti'e tantas y tan deleitables i)roducciones de Téjies ^;cuál
J'jiuedo citar que no sea armoniosa, fácil y lijera oque no despida
•f-pdesteüos vivísimos de su fecundo ingenio ? No examinéis como bo-
tám' eos estas delicadas flores ; ellas no abren sus cálices ni exhalan sus aro-
mas, sino a! contacto de las almas de esquisita sensibilidad y caj)aces de
comprender y sentii' lo bello. Dejad que el ])octa os guíe en las iniiltiples
manifestaciones de su genio y él os franqueará todos sus tesoros. Él os can-
tará su fe de niño en estrofas tan adnnral)les é impregnadas de sentimien-
to religioso, como esta :
A solas con mi fe voi peregrino
Entre las sombras del saber humano,
Buscando el dulce suspirado puerto,
En calma sí, pero con rumbo cierto.
f^l OS hará gozar en su " líimno epitalámico " la embriagadora dicha
'M^c[ue ])rometen los celestiaies hechizos de muí virgen desposada. El os
encantará lindas baladas, como aquella que comienza
Bajo la sombra del ciclo
Que vacila con el alba,
donde en versos ñuidos gustaréis la sencillez encantadora de las tra-
diciones populares. Dejad (pie os guíe y escucharéis de sus labios ins-
pirados la histoiáa de una pasión violenta en su romance " Indiana," y
os pintará "Los Cielos de la tarde," y los misterios de "La Media noche,"
y os contará las "Memorias de un ángel" y de encanto en encanto, que-
daréis indeciso en elejir las más bellas poesías entre las muchas q\te con-
tiene este inapreciable volumen.
esoro de inmortales pajinas, ve á buscaí' en el torbelhno de las ciuda-
.yresoro cíe inmortales pa^jinas, ve a buscaí' en el torbellino de las ciu
lyi ides y en el retiro de los campos los corazones que te c(»mprendau
XII PRÓLOGO.
ristoso ramillete de galanas flores, ve á la CvStancia de las bellas ct de-
fleitarlas con el mundo de atractivos que llevas en tu seno.
I nía de suspiros y lágrimas, ve á enternecer las almas generosas, ve á
[consolar el aflijido corazón de las madres.
A
foiiumento dv triunfo, lleva el nombre del poeta á las mas remotas
edades junto con el de su patria, guarda sus laureles, proclama su glo-
ria, esta gloria pura y verdadera, que no descansa en el ultraje de la
dignidad humana, ni en el aparato y el abuso de la fiíerza, ni en la viola-
ción del derecho, sino en la superioridad intelectual y moral empleada en
servicio de la civihzacion para el mejoramiento y solaz y consuelo de lo&
indÍAÍduos de nuestra desdichada especie.
Maracaibo, Marzo 5 de 1881.
PROLOGO
ACE algunos años que el distinguido poeta José Ramo»
Yépes, gloria de nuestra naciente literatura, me dispensó
en Caracas la honra de pedirme un prólogo para sus bellas
'poesías, que pensaba publicar entonces, como si necesitaran
de semejante arreo para ser admiradas y suponiéndome, acaso
por un esceso de generosidad, con la aptitud y caudal de co-
'nocimientos que requiere el desempeño de tan ardua tarea. Accedí
gustosamente á lo que solo tuve por una delicada galantería de su
parte ; mas á poco de esto nos vimos uno de otro separados por el
recio torbellino de la política. El, poeta de corazón, tomó sus dio-
ses lares y cargado con el precioso tesoro de su familia, huyó de
(Jarácas, como dicen que huyó Eneas de la incendiada Troya, y vino á pe-
dir al claro cielo del Zulia y á las serenas ondas de este lago la dulce tran-
quilidad del espíritu. Los que hemos viajado por las regiones de la vida
pxiblica sabemos á nuestra costa que no basta el deseo de servir á la patria,
ni la suficiencia ni el mérito para ocupar imo el puesto que le corresponde,
y que las más nobles cualidades no son las mejores armas para habérselas
con el favoritismo, la intriga y la coalición de los intereses de partido. Esto
fué lo que comprendió bien nuestro poeta y amigo cuando se determinó á .
dejar la gloriosa cuna de Bolívar y volverse á los patrios hogares. Díle mi
despedida, no sin repetir mentalmente aquellos dulces votos de Horacio
por el feliz viage de Virgilio, y permanecí en Caracas, muy ageno de pen-
sar que también yo habia de venir á Maracaibo á satisfacer mi solemne
promesa de escribir este prólogo. ¡ Tales son las combinaciones de la
suerte !
ror fortuna para mí, la merecida celebridad de que disfi'uta el poeta
[convierte en honra y grato solaz el encargo de presentar sus obras al
ll^público. Las poesías de Yépes no han menester encomios de mi plu-
ma ; el país entero las conoce y son recitadas de memoria por los hombres
de letras y las personas de buen gusto. El tono de melancolía dominante
en ellas, que es el verdaderoj si no el único tono poético ; la suavidad y ri-
queza de la rima ; el lenguaje por lo general puro y correcto ; la versifica-
X PROLOGO.
cion fácil, cadenciosa y espontánea, son cualidades de alto precio que real-
zan estas hermosas producciones y les dan puesto eminente en el Parnaso de
Sur América.
tí
l^épesno arranca de su lira gritos de desesperación como Byron, ni se
jprecia de filosofo como Campoamor; no agita su alma el esti'o vigo-
Q^roso de Nicasio Gallego, ni se remonta osadamente al idealismo de
Scheliy, olas concepciones fantásticas de Edgard Poe. La célica Musa
c[ue le inspira solo se agrada en los cuadros apacibles de la naturaleza ó de
la vida, en la pintura de los blandos afectos, en la expresión de los S'entimic]!-
tos íntimos. También la fantasía del bardo, empapada en los vivos colores
que embellecen los paisajes y los cielos de su patria; se deleita en la con-
templación del flotante y rico lienzo de luz que "el astro del Inca" tiende
sobre ''la ciudad do las palmas" y las dilatadas llanuras del Lago, y en dul-
ces y armoniosos versos canta esa espléndida manifestación de la belleza
infinita. He ahí los dominios del poeta ; he ahí el manantial de sus inspira-
ciones y su verdadera índole. No es el impetuoso torrente que devasta los
campos ; no es el cosidor de atrevido vuelo que se pierde de vista en las m:i-
bes, ni mucho menos la inmensidad del océano ni la devoradora llama del
incendio. Nada que impresione hondamente, nada (jue fatigue el ánimo,
nada que tui^be por su violencia la armonía de la creación puede ofi^ecer
una imagen viviente de su ingenio. Pero allí la tenéis en el claro y sonoro
arroyuelo <jue se desliza serpenteando entre juncos y flores, ufano de re-
tratar en sus cristales los columpiados árboles, de sus oi'illas, el profundo
azul del firmamento, la púrpura del celaje vespertino, los trémulos y ar-
jentados rayos de la luna. Allí la tenéis en el sollozo de la onda (jue espi-
ra blandamente sobi'e las márgenes del lago, en la atraedora belleza de't
arco iris y en los melodiosos gorjeos conque saluda el pajarillo la apari-
ción de la aurora.
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fllSoeta religioso, sus plegarias 3'^ cánticos derraman dulce bálsamo en to-
Í!,|do corazón cristiano. Sus "Nieblas," de ima ternura esquisita.^ delica-
K das y vagarosas, llevan siempre en su seno alguna lágrima. El llora
los niños que mueren y consuela la aflicción de las madres. Toma los !uás-
lijeros y suaves tintes j^ara describrir la golondrina ;
Siempre haciendo en raudo giro
Loco alarde,
Avecilla, yo te miro
Como bajas, como subes
Ya en el viento, ya en las nubes
De la tarde.
•ílljljjiecido en subarcpülla sobre las ondas del Lago, se deja llevar dulce-
'|(ljl¡¥mente en alas de la brisa, embelesado en los irresistibles encantos
<^*l.de la muelle y hermosa Maracaibo á la vaga claridad de la luna ;
y al son de sus dulces rimas aparece dibujada la ciudad querida con sus
pintorescos miradores y azoteas y su verde diadema de palmas y sus grupos
PROLOGO. XI
de ledas niiifan que entouaii plácidas canciones, mientras él en su grato
arrobamiento sigue sui'cando las aguas de mansa corriente.
Poeta, llorando triste,
Marino, cantando alegre.
fanihien sorprenderéis en su lira dulces (piejas de amor-, como en •■Le-
jos de tí," " Ausencia " y otras composiciones en ([ue bajo el velo im-
(^peuetrable del misterio y quizá disfrazado con el nombre de Clemen-
cia, aparece el ser hermoso y angelical que cautiva el corazón del ])oeta
y á quien van, como nube de fragante ijicienso, las más blandas notas de
su laúd y un mundo de recuerdos y confidencias y los suspiros más apa-
si(»nadoiJ de su alma.
jero entre tantas y tan deleitables produccioiícs de Yépes ¿cuál
^í;!.|pue(l<) citar que no sea armoniosa, fácil y lijera ó (]ue no despida
/] destellos vivísimos de su fecundo ingenio ? No examinéis como bo-
tiínícos estas delicadas flores; ellas no aí)reu sus cáliqes ni, exhalan sus aro-
mas, sino al contacto de las almas de esquisita sensibilidad y capaces de
conqH'ender y sentii- lo bello. Dejnd que el poeta os guíe en las múltiples
manifestaciones de su genio y él os fraíiqueai'á todos sus tesoros. El os can-
tará sil fe de niño en esti'ofas tan admirables é inqu'egnadas de sentimien-
to religioso, como esta:
A solas con mi fe voi peregrino
Entre las sombras del saber humano.
Buscando el dulce suspirado puerto,
En calma sí, pero con rumbo cierto.
t ' . .
1^1 os hará gozar en su " Himno epitalániico " la embriagadora dicha
'll^que prometen los celestiales hechizos de una virgen desposada. El os
(5.: cantará lindas baladas, como aquella que comienza
Bajo la sombra del cielo
Que vacila con el alba,
donde en versos Huidos gustaréis la sencillez encantadora de las tra-
diciones populares. Dejad que os guíe y escucharéis de sus labios ins-
pirados la liistoria de una pasión violenta en su romance " Indiana," y
os pintará ''Los Cielos de la tarde," y los misterios de " La Media noche,"
y os contará las '^ Memorias de un ángel" y de encanto en encanto, que-
daréis indeciso en elejir las más bellas poesías entre las muchas que con-
tiene este inapreciable volumen.
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'Si-
esoro de inmortales pajinas, ve á buscar en el torbellino de las ciuda-
•/í esoro ue inmortales pajmas, ve a buscar en ei torbeiimo cíe las ciu
n ides y en el retiro de los campos los corazones que te comprendan
XII PROLOGO.
ristoso ramillete de galanas flores, ve á la estancia de las bellas á de-
jleitarlas con el mundo de atractivos que llevas en tu seno.
trna de suspiros y lágrimas, ve á enternecer las almas generosas ve á
[consolar el aflijido corazón de las madres.
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j|¥edades junto con el do su patria, guarda sus laureles, proclama su glo-
^-iria, esta gloria pura j verdadera, que no descansa en el ultraje de la
dignidad humana, ni en el aparato y el abuso de la fiíerza, ni en la viola-
ción del derecho, sino en la superioridad intelectual y moral empleada en
servicio de la civilización para el mejoramiento y solaz y consuelo de los
individuos de nuestra desdichada especie.
Maracaibo, Marzo 5 de 18SL
DIOS Y £L HOMBRE.
VO quiero dar mi jjenáaiiiiento al mundo
Ya que de Dios me viene el pensamiento ;
Si es un estéril grito
Oue se apaga en las alas jemebuiido
í_)el huracán \-iolento.
Nada me importa, no, cumplo el bendito
Destino que me impele
A que cantando entusiasmado vuele.
¡Estéril! ;\'por qué? Nunca perece
Bajo el amparo de la fe divina
T.a palabra del hombre ;
Se nutre, se calienta, nace y crece,
Y á su tiempo ilumina
Una nueva verdad, un nuev<") nombre
Pospuesto á la arrogancia
Que ostentan Jamentira y la ignorancia.
Cumplo el destino sí, que s¡em])re alcanza
I'.l hombre de la tierra peregrino
Su trabajo }'• su gloria:
l'oresü en mi magnífica esperanza
Cumplo con mi destino
Y voto al porvenir ¡ ay ! mi memoria ;
Si ella -olvidada fuere.
¿Qué mucho cuand(j el iiombre también, muere
.Solo tú. Dios Excelso; te presentas
.Siempre imperecedero y soberano
Y donde quiera el mismo :
'J\i t|ue desencadenas las tormentas
Y" sabes el arcano
Que encierra airado el espantoso abismo :
Tú sí eres grande sólo
De oriente al septentrión, de polo á polo.
Sombras de los cantores que evocaron
Del Invisible el inmortal aliento.
Profetas misteriosos,
A cuya voz terrífica temblaron
En su marmóreo asiento
Eos Reyes de la tierra poderosos,
fíenlos de las sombrías
Lúgubres y sangrientas profecías ;
Venid, como el arcángel del oscuro
Postrero sol (|uc en el espacio asoma.
Como el ardiente fuego
Que en otro tiempo consiuniera impuro
; Al hijo de Sodoma
' Iracundo y maldito y loco v cie<'o.
1 Venid, sombras, en tanto
1 Ako hasta Dios mi desacorde canto.
. Mirad, sobre el abismo se pasea
K'ubierto de tinieblas e! fecundo
I Espíritu increado.
i Dijo para su gloria "la luz sea,"
' Y fué la luz del mundo,
¡Y el caos de iinpro\iso iluminado,
.Sin tiempo ni medida,
Bebió el soplo primero de la vida.
Y aquella fué magnífica y serena
I, a primera \isi<jn de luz )• gloria
Del Invisible y santo;
Y desde entonces con fragor resuena
Su nombre y su memoria.
Ya se cubra terrífico de espanto
El piélago marino,
Ya tienda el sol su velo purpurino.
Bendito Adán! El Poderoso cjuiso
Del barro impuro de la tierra madre
Formar su semejanza ;
Y tú fuistes, en medio al Paraíso.
Esa in^ájen del Padre.
.Símbolo del amor y la esjieranza.
Adán, mil parabienes,
Te faltaba una esposa, ya la tienes.
Vino luego la culpa, y al olvido
Del precepto de Dios, que Adán quebranta,
La tierra se convierte
En gleba ingrata, el mar estremecido
.Su ronca voz le\'anta.
Y mientras vibra el ángel de la muerte
Su espada vengadora
' Lluvia de fuego su mansión devora.
POESÍAS RELIGIOSAS.
Pero, ¿ cuál voz tristísima murmura
Faz'á faz con tu gloria y tu grandeza?
¿Por qué, siniestro vaga
El tempestuoso viento en la llanura?
Temblad, naturaleza!
Maldición ! maldición ! El sol se apaga. . . .
Por qué los cielos gimen ?
Ah ! ¿ no veis esa sangre ? Es la del crimen.
El primer homicidio al mundo llena
De pavorosa sombra, y mientra abarca
Cain el asesino
Con su mirada la terrible escena,
Dios la frente le marca,
Y al seguir miserando su camino
A la tierra se encorva
Como ocultando su mirada torva.
No fué para aquel crimen su castigo
Terrible como él. — Señor, el hombre
Extraviado y perverso
■ A su hermano trató como á enemigo,
Befó tu santo nombre,
Siguió más criminal. El Universo
Tu cólera temía ;
Mas siempre el hombre en su maldad seguía.
Rompiéronse las fuentes contenidas
Del grande abismo, abriéronse en el ciclo
Las roncas cataratas,
Y fué el diluvio. . . .¿Adonde, corrompidas
Razas, en vuestro duelo
Encontrareis amparo? ¿Quién, ingratas,
A tantos beneficios,
Os librará de tan nefandos vicios?
Sobre la oleada inmensa, que tronando
Colina y valladar y monte ahoga.
El vacío infinito
Surje doquier. . . .y allá sobrenadando
En el tremente abismo, boga, boga,
Bajo el amparo del Señor bendito,
El arca do se encierra
La futura semilla de la tierra.
Niel mismo querubín que en alta esfera
Canta el himno inmortal, temblando alcanza
Si es eterna la sombra ;
El justo solo sin temor espera. . . .
No en vano aguardará : prenda de alianza
Entre el hombre y su Dios brilla, y alfombra
La atmósfera indecisa
Faja de luz y celestial sonrisa.
El iris está allí marcando inmenso
En una zona de esplendentes rayos
Los confines del orbe ;
Quiebra en mil prismas el celaje denso
Tras la neblina azul, y entre sus gayos
Reflejos de cristal pasa y se absorbe
En gotas de oro y plata
Del agua la mugiente catarata.
¡ Hosamna al Dios que premia y que castiga
Si hubo perversos, de la tierra fueron
Raidos con espanto ....
Allí empezó de nuevo su fatiga
- La pobre humanidad : allí quisieron
Los pertinaces hombres entretanto,
A Dios teniendo en poco.
Gravar la cifra de su orgullo loco.
¿Cuánto habrá de durar del ser humano
Esa gigante mole que alza al cielo ?
Tú te enciendes en ira
¡ Oh, infinito Señor! y cual en vano
Polvo que brota el suelo
Se derrumba el coloso, mientras gira
Tu vengador querube
De Sennaar bajo la negra nube.
No es el orgullo ya de que blasona
El hombre miserable. — Ahora levanta
De nuevo su cabeza
Y con nardos y lirios se corona ;
En su abominación se goza y canta
Cantares de torpeza.
Registrad la llanura. . . .
Allí está la Pentápolis impura.
Allí se encuentra Bara, el de Sodoma
Nefando Rey, y Bersa con su hermana
Gomorra la sombría. . . .
Allí está Semeber que rige y doma
Tras la molicie á Seboim, y Adama
Sierva de Sennaáb, también la impía
Segor.allí se muestra
Que hubo perdón en su maldad siniestra. ■■ ,
Del valle de las selvas, como el grumo
De sangre en las arenas del desierto.
Pasó tanto cinismo ; •
Y el'rayo atronador, la llama, el humo
Del fuego sulfuroso, trocó en yerto
Cadáver la Pentápolis. . . . Hoj' mismo
En tierras tan espúreas
Se ve un mar de betún y aguas sulfúreas.
Asia, tierra feliz, adonde quiso
Dios al hombre llenar de bendiciones
Y profundos misterios,
¿Qué fué de tus risueño Paraíso?
¿ Qué fué de tus monarcas y naciones ?
Por aquellos vastísimos imperios
De ruinas solitarias
Abrevan hoy las fieras sanguinarias.
Y ejércitos potentes y ciudades
Y palacios y votivas ofrendas
Y altos conquistadores.
Todo despareció. . . .Cien soledades
Y algún aduar de miserables tiendas.
Que el Simoun combate, los horrores '
Publican sin ejemplo.
De esa tierra .sin Dios, altar, ni templo.
Qué tiempos ! y qué pueblos ! — ¡ Qué monarcas
Los que abortaba entonces la fecunda
Energía del hombre !
Nemrod, hijo de Cus, en dos comarcas
Dilatadas impera. — Nemrod funda,
Al eco pavoroso de su nombre,
Más allá del martirio, • '
\ El babilonio imperio y el asirio.
POESÍAS RELIGIOSAS.
Luego aparece Niño, triunfa, y donde
Debiera encontrar vida, cae y muere.
Y Semíramis pasa
Criminal y oiDulenta. — ¿ Quién responde
Del babilonio ahora? ¿Quién refiere
La grandeza de Asirla ? Como brasa
En carbón convertida
Así fuC- tanta gloria y tanta vida.
CÁNTICO A lA VJRGEN.
¿ Sabes ¡ oh Madre ! que en la noche umbría, ^
Cuando en silencio se adormece el hombre,
Trémulo el labio de esperanza pia
Canta tu nombre?
¿Quién presta tonos á mi pobre lira
Mientras su voz el temporal levanta?
¿Quién estos himnos de piedad me inspira?
¿ Quién, Madre Santa ?
Dulces memorias los destinos mios.
Guardan, dichosos de poder tenerlas.
Como se ocultan en los patrios rios
Conchas y perlas.
Son ellas, Madre, por mi mal, perdida
Luz de otro tiempo de pasadas glorias.
Son el canto de mi estéril vida
Son tus memorias.
En mí tu culto se guarece y brilla
Cual brilla el rayo de la blanca luna
Alta la noche, en la silente orilla
Do fué mi cuna.
Bien misterioso que mi pobre gente
Me dio por gaje de inmortal cariño,
Aura que orea mi abrasada frente
Desde mui niño.
Madre, así entanto si se ven pavesas
Dentro del alma cuando triste lloro.
Nubes lijeras de pesar son esas
Siempre te adoro.
Siempre á tí. Madre, mi destino sólo
Busca temblando con amor profundo,
Como la aguja se dirije al polo
Norte del mundo.
Búcaro negro con claveles rojos
Puse en mis duelos, á tus pies benditos ;
Llenos del llanto de mis turbios ojos
Yacen marchitos.
¿ Sabes que viendo como al fin imperan
Crueles dolores y desdichas tantas.
Mucho me asusta que mis flores mueran
Bajo tus plantas?
Iris risueño de las pardas nubes,
Voz y esperanza del humano duelo,
Santa paloma que cantando subes.
Subes al cielo.
Sea tu canto la oración que en calma
Brota en raudales de mi mente mustia,
Sea tu canto la oración de mi alma
Llena de angustia.
Pues bien comprendo que en. amor sublime,
Cifra y misterio de tu dulce nombre,
Mientras el mundo se querella y gime,
Salvas al hombre.
Caracas, Marzo i6 de 1865.
EL FESTÍN DE BALTAZAR.
En su calor les pondré sus be-
bidas, y los embriagaré, para
que se adormezcan, y duerman
un sueño sempiterno, y no se
levanteu, djcc el Señor.
Jeremías, cap". LII, vera". 39.
EN medio del pavor de noche oscura
Y cuando el pueblo de Jacob lloraba,
La infanda Babilonia levantaba
Su voz en honda bacanal impura :
La embriaguez, el deleite, la locura
Y la que mas el cielo abominaba.
Atroz y degradante idolatría,
Allí se viera en confusión impía.
II.
Babilonia la reina, la Señora
Del pueblo triste de la raza hebrea,
La expléndida ciudad de la Caldea
Que tantas maravillas atesora ;
La que al silencio de nocturna hora
Cercada de enemigos se recrea,
Cual meretriz que en su impudencia
La cólera de Dios muda provoca.
cea
POESÍAS RELIGIOSAS.
IJI.
Babilonia que escucha el alarido
Del Medo altivo que su ruina canta,
Voz de canción también allí levanta,
■En vez de murmurar voz de gemido ;
Y en torpe fiesta }' pertinaz olvido
De su grandeza, en ignominia tanta,
Se entrega en brazos del placer terreno,
l'.l, pecho frágil de lujuria lleno.
Liba embriagada la imperial nobleza,
En copas embutidas de zafiro,
Los dulces vinos de Damasco )■ Tiro,
Que incitan al placer y á la pureza.
La concubina luego se adereza,
Y con extraño y voluptuoso giro,
Hace patente el seno levantado
De nardos y azucenas perfumado.
V-
Allí sus bellos dioses de oro y plata
Y cobre y piedra y palo relucían :
Y á Bel allí los reprobos pedían
Fausta les fuese su fortuna ingrata.
Sentados en cojines de escarlata
Y alfomtras de Dcdan, allí tañían
Las cítaras, las arpas }• el salterio
Con cpic lloró Judá su cautiverio.
A I.
.Allí de cobre de Tubal luciente
Columna ejipcia con misterio estaba.
Donde ;l deshoras, infernal, silvaba
Espantosa y simbólica serpiente.
Allí de hinojos la maldita gente
Al inmundo reptil culto prestaba,
CrcN'endo en adivinos )' agoreros,
['encantadores, magos y hechiceros.
Vil.
Y allí su Rey también, so la techumbre
Del marmóreo palacio giganteo,
.■\hoga, con indómito deseo,
De su conciencia la espirante lumbre.
Allí aplaude la noble muchedumbre
La vil licencia del monarca reo ;
Y al ronco estruendo del festín impuro
El pavimicnto cruje, tieijibla el muro.
YIII.
Y fué entonces que el Rey, de vino lleno
Y loando á sus dioses fementidos,
Hizo traer los vasos benclecido.s
■En el santuario del Señor. . . .-Sin freno
El concurso le aplaude, libre, ajeno
Del culto de Israel. . . .Y maldecidos
l^'ueron al punto por la vez postrera
El Rey, el noble, el viejo y la ramera.
ÍX.
Que el Rey y su nobleza y sus mujeres.
Sus concubinas y su corte toda
Añadiera, sacrilega y beoda,
Un placer de irrisión á sus placeres.
¡ Infeliz Babilonia! Si pvidieres,
Danza tranquila, al celebrar tu boda.
Antes que corra fiero en su venganza
El atribulador á la matanza.
Selló la iniquidad la escena impía
Y la abominación colmada estaba ;
Y más el ruido del festín se alzalja
En el silencio de la noche umbría.
Al son de su satánica alegría
íial tazar, el primero, allí loaba
A sus dioses, manchando, sin ejemplo.
Los sacros \'asos del judaico templo.
Mas de improviso ; quién tantos excesos
Turbó ;i despecho del monarca fuerte.'
; Por qué palideció como la muerte,
Y crujieron las fibras de sus huesos?
¿ Por qué se helaron los ardientes besos.'
Y ¿ por cjué la algazara se convierte
En tal silencio, que de alguna tea
J-^1 ruido puede oírse si chispea?
XII.
.Suelto el augusto purpurino manto.
La veste ajada con la fimbria de oro.
Húmeda la pupila en triste lloro
El .semblante sombrío en raudo espanto ;
Así el monarca se k\'anta. . . . En tanto.
Perdido el regio varonil decoro.
Temblando, la corona con su diestra
Sostiene, )• temeroso e! muro muestra.
-VIH.
\,i la señal atónitos c|uedaron
Todos, y de pavor se estremecieron ;
Los brindis y cantares .se estinguieron,
Los instrumentos músicos callaron.
Al paladar las lenguas se pegaron
Y tener un sonido no supieron :
Un ¡ ai ! siquiera, cjue morir debia
En las tinieblas de la noche umbría.
XIA,
Los dedos de ijnamano misteriosa
Allí. . .en el muro. .allí. ..frente por frente
Trazaban un renglón resplandeciente
Que devoraba la pupila ansiosa ;
Mas ninguno entendió la tenebrosa
Cifra, que allí se pro\'ectó candente. . . .
Ninguno en medio del espanto mudo
¡ Ai ! decifrar los caracteres pudo.
XV,
Ni el sabio, ni el idólatra adi\ino.
Ni el mago encantador, ni el hechizero
Pudo explicar el fúnebre letrero.
El arcano insondable del destino.
Y aquello era verdad, que el triste sino,
A la rojiza luz del candelero.
Apareció visible en el instante.
Como en la fragua el hierro rutilante,
POESÍAS RELIGIOSAS.
XVT
Y aquello era verdad, que el Rey profano,
El Rey de Babilonia la opulenta,
Con la faz conturbada y macilenta
Inspiraba piedad. . . . ¡ pero era en vano !
]\ies cuando Dios al reprobo amedrenta
Y su poder confunde, el soberano
Se nivela ¡ infebV, ! con el mendií^o
l'idiendocii vano com[)asion yabrÍL;r).
XAH.
Mas un anciano venerable avanza
Que por el Rey llamado allí aparece ;
Su frente pura y triste resplandece
Como la luz del arca de la alianza ;
Su boca sólo se abre en alabanza
Del Santo de los Santos, y parece
VA lin© que su cuerpo cubre exhausto
y\l humo del altar del holocausto.
XVIÍÍ,
Y así el monarca en su aflicción le dijo :
"; Eres ¡ oh ttí, Daniel, ! del cauti\'erio
Que de Judea al Babilonio im])cr¡o
Trajo mi padre con afán prolijo?
Yo sé de tí que el cielo te beíidiio.
Que á tu ciencia la sombra del misterio
Se aclara como luz, cjue amancillado
No está tu corazón, con el ¡recado.
XiX.
"Y en mi presencia ahora han discurrido
Los magos y los sabios de la tierra
Para decir acaso lo que'encierra
Esa escritura ; pero en vano ha sido ....
Con su saber profundo no han podido
La cifra interpretar que á mí me aterra,
La cifra que á los ojos resplandece,
La cifra que ;í la mente se oscurece.
XX.
"Mas tuque en sueños alcanzaste ciencia
Y en toda suerte de visión oscui'a.
Si pudieres leerme esa escritura
Y descifrar tan lúgubre sentencia.
Yo te daré con real magnificencia,
De púrpura suprema \'esticlura.
Collar de oro llevarás, quedando
Noble como tu Rey, tercero en mando,"
XXi.
Y contestó Daniel con triste acento :
— "Tus dádivas, ¡oh Rey, ! para tí sean ;
Nunca los cielos en mis manos \'ean
Tus dones que me ofreces opulento ;
Mas la escritura santa en el momento
Puedo decirte, porcjue pronto lean,
Al rodar por el hondo precipicio.
Los nobles y su Rey de Dios el juicio.
XXíiL.
"Un día el Dios del Sinaí que adora
En el atrio magnífico el Levita,
Dio á tu padre la estirpe que proscrita
Orillas del Eufrates triste llora ;
Y en cuanto el sol con sus reflejos dora
Poderle dio, y de Sion bendita
El velo que ocultaba su recinto
De ópalo)' rosa y púrpura y jacinto.
XXIII.
"Mas cuando henchido de soberbia el pecho
Latió su corazón de orgullo vano,
Fué abatido del trono soberano
Y, cual el polvo, su poder deshecho :
y filé SIL corazón de pronto hecho
Como bestia feroz ; y por el llnno
Sin voluntad, ni fuerza en su albetlrlo.
Comió del heno, le bailé el rocío.
XXIV.
"Y tu, Rey Baltazar, su hijo siendo
Y mirando tan triste aciaga historia,
No has aprendido en medio de tu gloria
A humillarte; infeliz! Que bien comprendo
Elculto que á tus dioses das horrendo.
La pompa en C[ue te cubres irrisoria
Y el olvido del Dios que tiene ] insano !
Tu aliento y tus caminos en su mano,
XXY.
" Por lo que ahora, en su tremenda ira,
Unos dedos mandó que allí en el muro
Grabaron un renglón, mientras impuro
Con el deleite Baltazar se inspira.
Esta la 'cifra es, atiende y mira,
Y tiembla, y llora tu destino duro ;
Que ya el Dominador del alto cielo
Ha descorrido el misterioso velo.
XXVI.
"Mane, Tecel. Thares está escrito
Mane-^tu reino Dios ha numerado
Y es Baltazar, su término llegado.
Teeel — en su balanza el Lifinito.
Te encontró falto, reprobo, maldito.
Fhares — tu reino dividido es dado
A los Persas y Mcdos .... Tal el hombre
Descifra esta escritura aunque te asombre".
XXVI I.
Y al punto la palabra fué cumplida
Del místico profeta. A sangre y fuego
Destruye el Persa, de venganza ciego
Y en ruido pavoroso, la \-encida
Ciudad de los portentos maldecida.
. El pueblo de Semíramis es luego
Presa del vencedor, que en fiero encono
Derriba el áureo diamantino trono.
XXVIII.
Voz de dolor y estruendo de tumulto
Entre la sombra misteriosa suena,
Y la madre infeliz muriendo apena
Librarse puede del nefando insulto.
Arde el palacio del impío culto, .
Y el caballero en la sangrienta arena
Lidiando cae y batallando muere ....
Que fué contaminado y Dios lo quiere.
POESÍAS RELIGIOSAS.
XXIX.
Y cae el flccliador y el ballestero
Al rudo bote de enemiga lanza,
Y sigue entre lai5 sombras la matanza
Con que palpita el corazón guerrero.
¡ Ai ! las cien puertas de bruñido acero
También en la terrífica venganza
Cayeron con estruendo repentino,
Cual ruido de tormenta y torbellino.
XXX.
Después, .llantos y sombra. .El miseran
Monarca de Caldea apareciera
A la vislumbre de lejana hoguera
Solo y lleno de rabia batallando.
do
Después, .silencio y muerte. .Agonizando
Caj'ó en el muro-, sin poder siquiera
Alejarse del Medo que insultante
Escarnece su cuerpo palpitante.
XXXI.
Ira de Dios. . . .porque prestaste oído,
Babilonia infeliz, á tus deidades :
Por que llena te viste de maldades
A par del corazón empedernido.
Ira de Dios y fúnebre gemido,
Y espíritu de miedo en tus ciudades, ■
Porque muriendo en noche tan profunda
Aun se escuchaba tu blasfemia inmunda.
HIMNO AL "MÜTÜO AÜXÍLÍO;
OOI=LO.
APARTAD con amor del camino
Las sangrientas espinas del mal ;
Pasa el hombre, infeliz peregrino,
Y es el bien una ofrenda inmortal.
El dií'n, como la dulce
Estrella de la tarde
Jamas haciendo alarde
Se muestra de esplendor.
El brilla entre sonrisas
Y oculta en paz, su huella,
Lo mismo que la estrella
Cercana al rubio sol.
Coro
Apartad, &.
Hermanos somos todos ;
Que á todos Dios asiste.
Hermanos en la triste
Sentencia del dolor ;
Por eso acá en el Zulia,
Cual signo de esperanza.
El "Mutuo Auxilio" alcanza
Altar de adoración.
Coro.
Apartad, &.
La tierra ufana brota
El fruto á manos llenas ,
Jacintos y azucenas
Meciendo el viento va.
Mortal, es el ejemplo
Del dic/í que Dios activa ;
Que el alma vuestra viva
De a!/wr y caridad.
Coro.
Apartad, &.
Benditas en el mundo
Las voces de consuelo.
Benditas en el cielo
Virtud, constancia y paz.
Aspira esos aromas
Que Dios al hombre envia ;
Bendita tú, alma mia,
Con gloria sin igual.
Coro.
Apartad, &.
A NUESTRA SEÑORA.
PRELUDIAD vuestros bíblicos cantares
Los que adoráis con candida alegría
A la dulce y castísima María,
A la risueña "Estrella de los mares."
Hoi un pueblo se inclina en sus altares
Y la tributa, como ofrenda pía.
El puro incienso que el Arabia envía,
El llanto de sus duelosv<; pesares.
Lágrimas y perfumes ! ¡ Nunca pudo
Mejor ofrenda tributar el hombre
A la Madre de Dios, Reina del Cielo !
Ella será nuestro inmortal escudo,
El paladión augusto cuyo nombre
Es la mística VíROEN DEL CARMELO.
P01£SÍAS RELIGIOSAS,
7
A LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN D£ MARÍA.
MORTAL, alza á los ciclos tu cabeza ;
1.a. campiña verdea y brota flores,
Y setiñen los cielos de colores,
Y iilegre el dia á clarear empieza.
Es que admira la gran naturaleza,
En medio de divinos resplandores,
A la Madre, consuelo de dolores,
A la Reina inmortal en su belleza.
Feliz también alégrate, alma mía ;
Ea CoNCKI'Ciox PuKísiMA de aquella
A quien llaman los ángeles MakíA
Y es en el mundo rutilante estrella,
lidien su fe celebran los zulianos
Al ruido de los cánticos cristianos.
A NUESTRA SEÑORA.
UNA sola sonrisa, para el mundo.
De tus divinos labios Madkk mia.
Hace brillar la púrpura del dia.
Inspira paz al pecho gemebundo.
A tu sola mirada el mar profundo
Cambia su voz en HiMNOS de alegría,
La tempestad colérica y sombría
Se baña con la luz del sol fecundo.
SíMiJOi.o del amor que enlaza al hombre
Con su Dios inmortal, yo te bendigo,
Al perdido rumor de mis cantares ;
Mas, si llorando mi camino sigo,
Pronuncio Madrk, tu divino nombre,
Y en gloria se convierten mis pesares,
María, candida rosa,
Expléndida luz del cielo
Nubecilla del Carmelo,
Paloma dulce de amor.
En el afán que incesante
Forma la vida del hombre.
Murmuro, madre, tu nombre
Y se alegra el corazón.
II
Azucena de los valles,
Perfume del arca santa,
Estrella que se levanta
, En un cielo siempre azul.
Por tí, Madre, pudo acaso
En medio al duelo profundo
Morir por salvar al mundo
El hombre Dios en la cruz.
AL AUGUSTO PONTÍFICE PÍO IX.
¿DE dónde te vendrá, Santo Pontífice,
El Rescate del solio,
De tu augusta persona el noble amparo ?
Sombrío el capitolio
En ese como avaro
Destino de los pueblos, el profundo
Mandato espera mudo. No vencida
Será la ley de gracia; sobre el mundo,
Solitario atalaya de tu vida,
El ángel misterioso del consuelo,'
Anunciará la salvación del cielo.
La antigua sociedad llena de crí)nenes
Apegada á su idea
Hasta el abismóse hundo. En la balanza
De la ciudad caldea,
Sin fe, sin esperanza
»F"alla la encuentra Dios, la encuentra impía.
¡ Ai de tí laque un tiempo, bella Ausonia,
Con otro iKjmbre, asiento pareci;i
De la cruz inmortal ! Ni Babilonia
Fué tan perversa en su poder insano.
Como lo has sido tú con un anciano.
Por eso Dios en la región de América,
A todo bieii fecunda,
Abrasado entusiasmo á nuestras almas
Y de fe las inunda :
Y a\-os, flores \- i)almas
Escuchan nuestros cantos, y su gloria
Repiten sin cesar; es la protesta,
Cuanto sencilla y pura, meritoria
De las nue\as Repúblicas. Lafiesta
De! porvenir que so anticiiia, en tanto
Que el cielo premia la virtud do un santo.
Regiones de la luz, cielos espléndidos
En colores distintos,
Abrios, como el velo sobre el arca
8
poesías religiosas,
De perlas y jacintos,
Paso y gloria al patriarca
Que de lágrimas llena nuestros ojos
Y á quien furente la injusticia nprinie.
Vírgenes de mi patria, los despojos
Guardad de su naufragio. Mas sublime,
Cuando su nube Dios rasgue de fuego.
El augusto pastor se alzará luego.
Maracaibo, Agosto 29 de iS/i.
A LA PROVÍDENCÍA D£ MARÍA.
El corazón cristiano es una lira
Que á toda pena, á todo sentimiento
Responde con tan dulce)' blando acento
Que aun llorando su mal, el bien le inspira.
Como retnita el mar al sol que jira
E^n medio del brillante firmamento.
Así en María el corazón sediento
Se refleja en amor y en paz le admira.
¡ Oh, Madre celestial, que en la concienciíK
(Ese espejo inmortal que lle\'a el hombre,)
Ves las angustias del dolor humano ;
Haz c|ue murniure el eco de tu nombre
De María, de Madre y Providencia
Aquella lira, el corazón cristiano.
A MUESTRA SEÑORA DE CHIQÜIMQüIRA.
.Salve, Virgen divina, redentora
]3el iM'iinitivo mal ; en nuestro anhelo
Permite que h.is cánticos del cielo
Resuenen en la tierra que te adora.
Que la brisa dulcísima y sonora
Haga fecundo nuestro patrio suelo,
Y que el alma se llene de consuelo,
Al rosicler de la serena aurora.
r\'o esté'riles serán, bajóla ejida
De tu inmortal ampai'o, sin ejemplo.
Estas angustias de la humana vida.
líien lo sabe el zuliano cjue en tvi templo
Canta, rico de flores y preseas;
".Sol de Chicjuinquirá, bendito seas,"
SONETO A NÜESTRl SEÑORA.
Virgen de paz, espíritu fecundo ■
Que sigue fiel en su esperanza pia j
Como una luz, la humanidad sombría j
Por el piélago horrible de este mundo. i
■^.'o que en tu templo con mi llanto innundo;
Tu altar de bendición y de alegría j
Yó te pido perdón ¡oh, madre mia! |
Contrito y lleno de dolor profundo. (
.Salve, señora, estrella del Carmelo I
Hoi que el alma te adora y te comprende;
Hoi que en tu amor mi corazón se enciende
Con esa fe que s(')ln' inspira el cielo:
Acógeme á tu sombra protectora, ,
Por que llorando estoi madre y .Señora.
A LA PURÍSIMA COMGEPCÍOH.
PURÍSIMA Señora, cuyo nombre
Es bálsamo de amor, luz de consuelo,
0\.-c propicia la oración del hombre,
Calma el absintio del humano duelo.
Haz que rápidas suban hasta el cielo,
]'or mas que el mundo ingrato al Cielo asombre,
La Uoro.sa jílegaria con que un dia '
Piedad te pide el mundo, MADRE MÍA,
POESÍAS RELIÜIOSAS.
HIMNO
Cantado en honor de la promulgación del dogma de la Inmaculada
Concepción de María.
cono i;)l', NIN'OS
De nueva luz ceñidn
líl nuindo te ha inirailo
¡ f ) vírfi'cn concebida
Sin mancha de pecafhi I
So cerdo /c 1 ".
Gloria á tí con respeto profundo
Reina excelsa del Dios de Abraham,
LuZfUvina, consuelo del mundo,
Oue bendice la estirpe de Adán,
SihYiWo/r 2°.
Salve á tí tle lf)s cielos y tierra
La esperanza, laf^loria, el amor:
Urna santa que mística encierra
El consuelo al mundano d<ilor.
(COK(J.)
Sacerdote i°.
Alabad con canción bendecida,
Del Señor la suprema bondad,
A la virgen sin par prometida,
Con canción bendecida alabad.
Siteerdo/c 1 ^.
Perdiu-able sei'á la memoria
De este siglo brillante de fe.
Que coíiiprende ¡ oh María! tu gloria
Que naciendo sin mánchate ve.
¡Coro.)
Saccrdo/e 2°.
Tú también ¡ oh Pastor del irjiperio 1
Vivirás cuanto dure la cruz
Que en tu reino fué luz el misterio
\ la sombra en tu reino fué luz.
Sacerdotes i'' y 2° .
^'alos fieles cantando doquiera.
Virgen pura, te siguen en pos.
Madre, Madre, feliz medianer.a
Nuestra súplica eleva hasta. Dios,
£L?
Escrito sobre nna bellísima composición de Selgas intitulada
LA CUNA VACÍA "
SE oyeron mil voces.
Mil luces se vieron ^
Y cantando volaron los Angeles
Subiendo, subiendo.
Batiendo las palmas
Los pobres vaqueros
Escuchaban la voz de los Angeles
Corriendo, corriendo.
Cruzaron colinas,
Rondaron el pueblo
^' al Uetrar á un establo los Ansreles
■' Aquí, " les dijero.n
Con flores las pajas
Del niíw cubrieron
adoraron al par de los Ángeles
i\\ Re-\' de los cielos.
Se pasan los siglos
Y el Niño es eterno
Ya no hai cunas vacías, si hai Angeles
En casas y templos.
Coro, Diciembre 30 de 1865.
10
POESÍAS RELIGIOSAS.
A SÁM FMHCÍSCO D£ ASÍS.
improvisado á solicitud de varios jóvenes del Colegio Nacional del Znlia,
¿QUIÉN como tú, Francisco, recojiendo
La inspiración del Cielo en íu camino?
¿Quién como tú, piadoso, difundiendo
La luz de la verdad, que es bien divino?
Nacido para el Cielo, vas \ ¡\'iendo
Con la \'ida del pobre peregrino.
Escojido de Dios, vas convirtiendo
La descarriada "rei á su destino.
i Gloria de Asís, admir:icion del homljre.
En vano humilde inclinas la cabeza
Porque á la tierra tu virtud no asomlirc I
En vano, bajo el saj-o de pobreza.
Adora fiel y patentiza el mundo
Un santo entre los santos sin sesjundo.
A LA ?ÍRG£N DEL CARMEN.
EN la cumbre de un monte bendecido,
Que el tiempo airado á su pe.sar respeta.
Aun hoi se \'e la cueva del profeta
Por Jezabel, errante y perseguido.
Allí donde doliente su gemido
Exhala solitario anacoreta,
Pura, sublime y sin igual vejeta,
Flor perfumada del bklen perdido.
Bendita la floresta del Carmelo
Olic con la luz de la verdad se inunda,
Como el arca di\'in;;
la alian.za.
El hombre allí con relijlon profunda
A la virgen purísima del cielo
Un himno sacro entona en su alabanza.
HIMNO
cantado en la inauguración del Hospital de Chiquinquirá de Maracaibo.
Coro.
¡ Oh, Dios, en tu profunda
•Sublime eternidad
Del corazón fecunda
La dulce caridad.
I
ESCUCHAD. . . .de una nueva armonía
I^a distante campiña se llena,
Y la choza del pobre resuena
Con antiguas canciones de paz.
Es que el pueblo bendice á los cielos,
Portjue al fin en sus penas ha visto,
Que la santa semilla de Cristo
No se pierde en el mundo jamas.
Coro.
II
Caridad, solitaria del mundo.
Tú á los duelos humano.s- respondes ;
'J"ú derramas la dich.a )' te escondes
Porque oculta pareces mejor.
Es tu augusta misión en la tierra
Preparar y alfombrar el camino
Que conduce al alcázar di\'ino
Donde brilla la Gloria de Dios.
Coí'U).
III
Recoged, recoged la semilla
Que está listo el sagrado granero ;
A sus puertas espera el cordero.
Bajo un sol esplendente de lu/,.
Separad la zizaña del fruto :
La zizaña es el negro egoísmo ;
l'ero el fruto está en Dios, en i-)ios mismo,
Que él es fuente de toda \ irtud.
Cn|;i).
poesías religiosas,
A LA VIRG£N.
IHA á morii- tu Hijo, Madre mia,
Y en medio de un silencio aterrador,
Como el postrer sonido de una lira
Se apagaba su voz.
l'asaba el liui-acan por el dcsicr-to
Callado y sepulcral,
CaJlaba el ave atravesando el cielo.
Callaba el ronco mar.
Muda la tierra. . . .y misteriosa y negra
Y pesada la atmósfera y sin luz
La campiña feliz de Cialilea. . . .
Y el firmamento, azul. .
Iba á morir tu Hijo, dulce Madre,
Iba á morir el sol
Sin púi'pura, C(jlores, ni celajes,
.Sin luces ni esplendor.
La creación en hora tan suprema
De angustia, de terror iba á morir;
yVquello era un prodigio, mas la tierra
Otro mayor vio allí.
Una higrima tuya. Virgen santa
Hasta el polvo rodó. . . .
Salva Jesús al liombre, mas tu lágrima
Salva la creación.
Marzo 23, á las 4 P. M.— 1S83.
A LA VIRGEN DEL CARMEN.
¡OH Virgen soberana del Carmelo!
Madre divina de acendrado amor.
Pobre mortal, en mi terrible duelo
Elevo á tí mi solitaria voz.
Acórreme, Señora y Madre mia,
Piedad, misei'icordia, compasión ;
Hijo tuyo soy yo. Virgen María,
Que así llorando por el mundo vo}".
Por conservar en su feliz pureza
Mi pobre y combatido corazón,
Yo, que comprendo, ¡oh Virgen ! tu grandeza,
Como la madre del divino Dios,
Te llamo con el eco de mi llanto ;
Te llamo con la voz de mi dolor;
Y de mis culpas abjurando en. ta.iito.
Te pido ¡ oh Madre celestial ! PerduX,
HIMNO A NUESTRA SEÑORA.
S.ALVl". ;i la l\nsa mística
F.niperatriz del Cielo.
A tí, luz del Carmelo,
Paterna bendición.
Recibe nuestras lágrimas
Como la humana prenda,
Como la dulce ofrenda
Del pobre corazón.
Bajo el am[)aro acógenos
De tu inmortal jiureza,
Mira nuestra flaqueza.
Nuestro terrible mal.
P'.l mundo es como férvido
Revuelto mar que alfombra
El paso de una sombra,
La vida del mortal.
Cuando en la ignota America
.Se oyó tu dulce nombre,
P^n.altecido ef hombre,
Purificado fué. ^
Y en el altar magmfico,
O bajo gruta umbrosa
Tu huella luminosa
De entóiices siempre ve.
Virgen entre las \'irgenes,
Madre del Rey del Cielo,
Estrella del Carmelo,
I-'uente de Casto amor,
Escucha nuestra súplica,
Nuestra existencia guía.
Salve Virgen María,
Bendita del Señor.
poesías religiosas,
RIMAS
Pronunciadas en una fiesta de la Sociedad "Mutno Auxilio."
BRILLA coniii la luz de mil colores
Del cielo tropical,
Ll óbolo escondido que socorrt:
La mísera orfandad.
Fragrancia de perfumes exquisitos
Tiene el pequefio ])an,
<Juc se arroja en el saco del mendigo
Temblando de piedad.
Himno de las esferas celestiales
Es la sensible voz
Ouc con.suela al que llora como el a\-c
Que canta con el sol.
V luz )■ aroma )■ canto, (]ue de un mundo
A otro mimdo"\'an en pos,
Eso y más es el bien siempre fecundo
Ln el nombre de Dios.
¡ Misterio que bendice el alma mia
Al calor de su fe !
Va\ olro tiempo aquí blandas tañían
I-as arpas de Israel.
En otro tiempo aquí de Jesucristo
La cruz se levantó ;
^' era todo misterio este recinto
Plegai'ia y oración.
El carbón encendido del Pi'ofeta
No se apaga jamas,
Y la zarza del monte por la tierra
Ardiendo siempre está.
Donde el altar fué .símbolo de gloria
Y de piedad la cruz,
]^a voz del porvenir resuena ahora
La voz de la virtud.
Sacrosanto misterio cpie armoniza
Lo que fué y lo que es.
La cosecha del hombre con' la espiga
De la di\"ina mies.
¡Ayer }• hoy !' Esfuerzo por esfuerzo
Decid ¿ cuál es mejor?
\ .Scr\ir al hombre es adorar al cielo !
El bien es oración i
¡Ayer y //or.'-Creyente y "Mutuo Auxilio" !
; Qué cielo es más azul ?
Servir al hombre es adorar á Cristo. . . .
¿ Qué sol tiene más luz ?
Pai'a vi\ir con^ Dios le cumple al alma
Amar al hombre .... Oíd :
¿Quién en el "Mutuo Auxilio" no le ama?
¡ El nos bendice aquí !
Que no hay trabajo en el afán del mundo
Ni virtud, ni dolor
Que \\o se eleve en cántico profundo
Masta el seno de Dios.
ANUNCIANDO UNA FÉRÍÁ
Del Hospital de Cteqninqnirá de Maracaibo.
EA ! la cosa es mu}- seria , . , .
Se quiere, acá para nos.
Llevar á cabo una Ft'.RiA,
No per ganga ni miseria
Sino por amor de Dios.
¡ Foramorde Diosl Hien lia}-a
Aquel que en pos de esa luz
Sus pasiones pone á ra\a
Y en medio del mundo ensaya
Llevar al hombro su cruz.
■ ¿Queréis saber cuanto encierra,
Tras el mundano dolor
Que al ser humano se aferra.
Ese amor acá en la tierra.
La santidad de ese amor ?
Pues él prodijios levanta',
líl fecundiza, él encanta
Nuestra vida, nuestro ser
Y convierte en vida santa ■
La insensatez y el placer.
Va)'a I Ese amor sin segundo
l,le\a siempre al alma en pos
De algo mu}- grave y profurido,
¡Tanto jjuede en este mundo
I'^l santo nombre de Dios!
IVlas, á la i'^éria volviendo ;
F.ldiez)' ocho empezará
Del mes que vamos corriendo,
Y digo, según lo entiendo,
Que diez dias durará.
poesías religiosas.
13
La Feria ha de sei- tan buena
Que al salir de la novena
No habrá delfín ni tritón,
Xi dorado, ni sirena ;
Ningún pez : en conclusión,
1 labra dé la mar salobre,
Quien no deje en el cristal
Del revuelto mar del pobre,
Ya que no cuanto le sobre,
Si una ofrenda al hospital.
Ea! si es seria la cosa,
En cambio es dicha yioriosa,
Sobre el humano tapiz
De una miseria espantosa.
La dicha de un infeliz.
¿Quién habrá cuando ejercita
El bien de! mísero en pos,
Que no escuche esa infinita
Voz del ciclo cfuc le grita:
"Mortal, te ha visto tu Dios"?
Y si de Dios en presencia
El mundo gravita ¿quién
A su Dios no reverencia
¡^.Jareando aquí su existencia
Haciendo un ]jequeño bien ?
llagamos, pues, de la I'éria
Una cosa buena y seria:
Comjjrar por pura piedad
Es socorrer la miseria
Y ejercer la caridad.
A LA SANTÍSIMA TRÍNÍDAD.
/VUGUSTA Trinitlad; sobre la lien-a
El más grande misterio, el ciclo mismo.
Un dia vio del espantoso abismo
Las potestades que le mueven guerra.
En la sublime Trinidad se enciei"ra
La fuerza y la virtud del cristianismo.
Aunque no lo comprenda, en su egoismo,
La imjíiedad que en el mundo al mal se aíerra.
Vosotros, hijos del dolor del honibi'c,
Que adoráis tan recóndito misterio,
Cantad de Dios el inefable nombre,
Y el ahvia al trasponer su cautiverio,
Verá las tres personas inmortales
Al eco de las arpas celestiales.
£M LA BEMDÍCÍOM
deí Templo de San Frafícisco.
AI linio, senor Dr, Víctor José Diez Obispo de Coro &,
i.
LEVANTy-\TE, oración, alza tu vuelo.
Que mi ángel custodio te guian'i
Sobre los astros más allá del cielo.
Más allá, más allá.
No te amedrentes si tan alto subes,
Que eres aliento y luz del corazón ;
Rasga serena las doradas nubes,
Levántate, oración.
Padre y Dios inmortal en quien confia
El pobre y miserable pecador,
Jíoi á tí elevo la plegaria mia,
Escúchala Señor.
If.
W ai'rojar la muerte sus despojos
El crimen confundió con la virtud,
Y anublados de lágrimas los ojos
Temblamos de inquietud.
En profundo estupor fi¡é entonces \'isto
Que, bajo aquella horrible tempestad.
Ni aun el templo inmortal de Jesucristo
Perdono la impiedad.
Al sonido marcial de los clarines
Piafaba en el santísimo diiitel,
Sueltas al \-icnto las undosas crines.
El bélico corcel.
Ni flores, ni magníficas alfombras :
Ni perfumes, ni cánticos, ni luz. . . ,
Todo estaba sumido entre las sombras ;
Efijie, altar y cruz.
¿Quién es, empero, el responsable, cuando
La magestad de Dios se ofende aquí?
Es la civil discordia-; monstruo infando
Lleno de frenesí !
511.
( jloria al Dios de Jacob : un alto cjcmplg
Patentiza eii la tierra su bondad :
14
POESÍAS RELIGIOSAS.
y\b¡erto á la oración está su Lcmi)lo ;
Orad, fieles, orad.
La sombra se extinguió, bendito sea
El cántico purísimo de amor
Del lirio de los valles ele Judea,
La Esposa del Señor.
Ya volvieron las flores y el incienso.
La ofrenda en el altar, su eterna luz.
Los perfumes, las flores y el inmenso
Cortejo de la cruz.
He aquí las pompas de la ley cristiana
Y el arca de oro de la antigua ley ;
Oid ese tañido : es la campana
Que convoca á la grey.
Al perderse su acento fugitivo
Otro acento da vida á esta mansión :
Habla el pastor, 3'en nombre del Dios vivo
• ■ Nos da su bendición.
Que ella de nuestros duelos y prolijos
Afanes (triste herencia del mortal)
Nos salve como hermanos-y por hijos
Del Padre celestial.
Que ella alcance lo mismo al cp.ie la suerte
/ Derriba y solo y desterrado \'a.
Que al anciano tjuc al peso de la muerte
Duerme su sueño va.
Que alcanze á todos, y n'iui niEÍsque á todos.
Como una brisa del perdido Edén,
Que alcanze al hijo que de varios modos
Hizo á este pueblo el bien.
Que si esa bendición es de clemencia.
De justicia y amor, de paz y unión,
Timbre del bienhechor es en su ausencia
La santa bendición.
Y vos, el escogido, que en el vario
Destino de los siervos del Señor,
Trabajabais ayer en su Santuario
Y hoi le dais esplendor ;
Ya que feliz os cupo tanta gloria;
(Vuestro mismo trabajo bendecir) ;
¡ Ojalá que guardar vuestra memoria
Pudiera el porvenir !
(¡doria al Dios de Jacob ; uñ alto ejemplo
De su divino amor nos pone acjuí. ;
Cristianos, de rodillas en su templo:
Sube, oración, así.
La sombra se extinguió, tan fausto dia
Nuncio es del año que le sigue en pos:
Sube llena de fe, plegaria mia.
Plasta el trono de Dios.
Coro, Enero \° de 1869,
A LA
COK( ).
LA tierra está somliría
Terrible ruje el n.Kir,
Bendice ¡oh, madi'e mial
La vida del mortal.
l'u cult<.) es el divínij
Amor de los amores,
Ferfimie de las flores,
Sonrisa de la kiz ;
A tu sublime nombre.
Que es paz, amor, eonsueli-i,
Aspira el alma al cieh),
Se abrasa en la virtud.
CiiKO.
Socórreme en la angustia
De nii pesar prolijn.
Como la madre al hijo
En su profundo amor.
La nave de mi \ ida
Zozobra, nada alcanza. . . .
yXlicntala esperanza
Que en tí buscando voy.
CoKo.
]'al<_)nia que en los bosques
De mirra y de canela
I^scucha Venezuela
Su místico cantar,
Bendice en nuestros ca.nipos
La mies i-es])]andeciente,
Pendice ;í nuestra gente
Que vive de la paz.
, Coro.
NIEBLAS.
15
Whxm> ^-
ALLÁ en los ciclos divinos
De las orillas del (juaire
Se encontraron en el aire
Dos celajes vespertinos.
Y como el sol se csCríTidia,
Se pusieron los celajes
A sacudir sus encajes
De expléndida anrcntería.
Con el beso del caprino
Del maternal desconsuelo
Pasaba cantando al cielo
El alma dulce de un niño.
— Queréis llevar mi i)lc_£;aria,
De la tarde á los rumores,
Hasta el valle de las flores
A mi madre solitaria?
— Sí queremos, contestaron
Los dos celajes, y luego '
Bajo la zona de fuego
Hacia la tierra bajaron.
Cuando bajaban haciendo
De su diliíjericia alarde,
Iba al rumor déla tarde
Un espíritu subiendo.
— ¿Queréis decirme los dos,
Este llorando les dijo.
Si va el alma de mi hijo
Derecha al seno de Dios?
— Camino de hallarlo lleva
— Pues yo su camino si^o.
— Iremos los dos contigo
A darle tan buena nueva.
Cuando el grupo á torcer iba
El rumbo al cielo volando
Del niño el alma bajando
Se desprendió desde arriba.
— Hijo ! — Madre ! Y nadie supo
So la noche que teñía.
La celestial alegría
De aquel delicioso grupo.
Mas bien columbra mi anhelo,
Por más qne al hombre no cuadre,
Que celajes, hijo y madre
Son hoi ¡a gloria del cielo.
A U MEMORIA M ÜN ÁNGEL
POR más que al silencio aspira
El alma en duelo profundo,
A cada grito del mundo
Vuelve á mis manos la lira ;
Que si sufro como bueno
Las penas, en honda calma.
Callar no puede mi alma
Mirando el dolor ajeno.
í!.
Aun de playa en playa \'uela
La grave voz de la historia
Atestiguando la gloria
Del Hijo de Venezuela.
El de tal gloria clecia
Que era del ciclo un presente,
¡ Cuando el dolor inclemente
Tras de su elriria seí'uia !
III,
He allí cual nido de amores
Orillas de un mar sereno.
Un hogar de dichas Heno
En la ciudad de las flores.
Habitan en él prolijos
Todos los sueños del hombre :
Gloria, riqueza, alto nombre,
üelhi esposa \- dulces hijos.
IV.
Brisas del Guaire callatlo,
Contadle á las flores mustias
Las improvisas angustias
De aquel hogar encantado ;
Que al dolor jamas se cierra
El corazón ; su destino
l'^s beber en el caniinn
El absintio de la tiei ra.
16
NIEBLAS.
V.
Yo he visto en tan hondo duelo,
Como un celaje de armiño,
Volar el alma de un niño
A las mansiones de! cielo.
¿Quién no tendrá una semblanza
De estos perdidos amores,
Medio oculta en lo^t dolores
De una soílada esperanza?
EL GOLFO DE LAS SIRENAS
EN el risueño golfo .
Dt las sirenas.
El más rico tesoro
De Venezuela,
Corren en popa.
Mil barquillas flameando
Sus banderolas.
Como de seda blanca
Su entena lucen
Parecen con el alba
Marinas nubes :
Y es marax'illa
Como salen á verlas
Las tribus indias.
Por eso cuando en calma
Cruzan de ronza,
Y de los mangles pasan
Bajo la sombra,
En pos las vírgenes
Trémulas \-an nadando
Como los cisnes.
Yes de ver como entonces
Palmas y limos
Y conchuelas y flores
De malvavisco
Arrojan ellas
Con gritos de alegría
Sobre las velas
¡Ai, triste del que piense
Que así la vida
Sobre las aguas siempre
Corre festiva ;
Y en su esperanza
Forme sus ilusiones
Sobre las a^uas.
Dígalo el pobre Alicio,
Que al sol sereno
Se fué dando suspiros
Laguna adentro.
La dulce Anaida
Lo esperaba escondida
Cabe unas palmas.
"Vente á la barca mia.
Garza morena.
Que hoi es todo sonrisas
El alba cxpléndida,
Iremos juntos
Diciénd Olios secretos
A nuestro gusto."
Así escucha el reclamo
De amor, un dia
La de los ojos garzos
Risueña niña ;
Y en su embeleso
Abordó la barquilla
De los secretos.
Todavía los guardan.
Laguna adentro,
Las nubes y las aguas
Y el mudo tien.ipo.
¡ Ai ', todavía
Pensando en ella lloran
I^as tribus indias.
CiJue nadie al cabo supo
De aquella Anaida,
De los cabellos rubios
Y ojos de garza,
Sóbrelas olas
y\ donde se hundió triste
Como una sombra,
Vendrán las nubes negras
Como fantasmas
El dia en que aparezcan
Más encantadas ;
Pues las sonrisas
Son siempre de las nubes
Puras mentiras.
En el golfo encantado
De las sirenas.
Espejo de topacios
De luz expléndida,
Cuide del rumbo
Quien piense va cruzando
Sobre seguro.
KlEBLAá,
17
A LA MEMORIA
del Venerable Pro. José M. Alvarado.
LLEG(.) á su fin el pobre pcrcí^rino,
Y murió como siempre nuierc el justo;
No preguntéis si su destimí auyuslo
En la tierra cumplió ;
Que anciano y sacerdote \' sabio )- bueno.
Cuando A la grey temblando bendecía,
La grey eomo un consuelo repetía
Su santa bendición.
Dicen que el buen anciano en el silencio
De- la tranquila noche y solitaria,
A tiempo que elevaba su ¡llegaría,
Pálido de inquietud ;
Oyó un acento vago y misterioso
Murmurando su nombre ; aquel acento
Parecia salir como un lamento
De una campestre cruz.
Con esa fe de los antiguos santos.
Sencilla en su virtud, pura en su esencia,
El anciano creyó que su existencia
Se acercaba á su fin.
Pensó que aquella voz entre la sombra,
Mientras le llama, su destino encierra ;
Y regando con lágrimas la tierra
Se preparó á morir.
¡Prepararse á morir! ¿Acaso tiene
El justo un solo y pasajero instante
Sin que se crea con su Dios delante
Mirándole doquier?
'. Ese anciano tan dulce como un niño.
Tras las sonrisas de su vida en calma.
¿No sentía en el fondo de su alma
: El fuego déla fe ?
• j Sí, que en él se abrasaba ; pero el hombre,
i Aunque posea á Dios, luz infinita,
i Debe purificarse, porc¡ue escrita
i Su maldición está.
, V ese anciano de rostro venerable,
i Rico en toda virtud, de ciencia lleno,
: Golpeó, llorando, el corazón terreno
) Con ardiente ]>iedad.
j Después, su postrimer paso en el mundo
¡ Fué cual la luz del sol que el cíelo argenta
' Y al universo adormecido alienta ;
I Fué todo paz y amor,
j Jamás oyó el cristiano una palabra
Más elocuente y clara y persuasi\a :
I Era la convicción brotando viva,
i Porque b.ablaba de Dios.
¡ Cuando se vive así con esa vida,
i Y con tan santa muerte asi se muere,
i ¿ Quién no envidia al anciano? ¿Quién no quiere
i Como él también morir?
j No derraméis sobre su oculta tumba
i Lágrimas de dolor á su memoria ;
i Alabad del Señor la eterna gloria,
¡' Que el anciano es feliz.
A LA MEMORIA DÉ A. LOZANO.
I.
.SI es i lija de otra re j ion
El alma al cuerpo sujeta,
¿ J^or qué lloras, corazón.
Cuando rompo su prisión
El alma de este poeta?
No en el sentir y el pensar
El alma cifra su anhelo ;
No, que ella ansia volar,
Como un rio corre al mar,
A las mansiones del cielo.
¿ Creéis que es vida el exceso
De una pasión convertida
En indecible embeleso?
¡ j\h ! jio, la vida no es eso.
Mucho más noble es la vida.
Cuando el alma se consuela
Volando del bien en pos,
En pos de su vida vuela,
Y esc bien que tanto anhela
El alma lo encuentra en Dios.
Más hoy que el dulce poeta
Goza esa vida completa
Tan infinita y sublime ;
Ai! corazón, ¿qué te inquieta?
-Ai ! corazón ¿qué te opi'ime?
11.
E,ntre nubes de arrebol
Todas las tardes inquiero,
Cuándo asoma aquel lucero
Sobre la tumba del 90I.
Y es ¡ oh, cantor ! que tu huella.
^íiéntras el alma suspira
18
NIEBLAS,
Le parece que se mira
Sobre !a luz de la estrella.
Desde que supe cobarde
Que de la tierra partiste
l'ienso en tí, mirando triste
l'.sii estrella de la tarde.
Y es que perdida mi calma
Con tanta y tanta amargura,
La estrella se me figura
Vn reflejo de tu alma.
Mas si en tan grata ilusión ■
Paso tranquilo mis horas.
Ai!
cora/.on ¿por que lloras.-'
; Qué te asusta, corazón ?
ÍIT,
Al romper su cauti\crio
Con la posti'er despedida
El alma vuela á su imperio ;
Pero es tan grande el misterio
Entre la tumba }' la vida,
Que no hai bien que al hombre guarde
Ni virtud que le haga fuerte
Para que, temprano ó tarde,
Ante el misterio, cobarde.
No le estremezca la muerte.
Mas ese vago terror,
Que una ley humana encierra.
No le cupo en su dolor
Al dulcísimo cantor
Que abandonaba la tierra.
Pues apagó su agonía.
Para evitarle aquel duelo,
Grave y lejana armonía ;
Y era que un ángel tañia
Su misma lira en el cielo.
Si, pues, al triste que canta.
Mientras muere )■ se le\'anta
Su espíritu, Dios le asiste,
y\i ! corazón, ¿ qué te esj^anta ?
; No canto \'i\'icndo triste ?
IV.
Creo en Dios, con hondo acento
De la verdad clamo en pos,
Y sigo ....}' distante el viento
Me responde: — "Creo en Diíss."
Tras ese rumor, que espira
Al compás de mis cjuerellas,
Es que el espíritu mira
Las almas en las estrellas.
Tú, que alcanzando una palma
Llegaste en paz á la meta.
Bendita sea tu alma
De cristiano \- de yjocta.
Y .si tu alma creyente
Goza ya del bien fecundo,
¿No podrá ser C[ue ella aliente
A las cauti\'as del mando ?
Mas, ¿quién haj- que lo demande?
Quién? — Mi fe cjue sigue en pos
De lo bello, de lo grande.
De lo infinito, de Dios.
Y pues, que paso mis horas
En tan divinos anhelos.
Ai ¡corazón, ¿por qué lloras
Si un alma sube á los cielos?
A JULIO CALCAÑO,
Con mi esperanza tienden su vuelo
Las alegrías del corazón,
Y auncjueá las veces dudo y recelo,
Con mi esperanza
Y las sonrisas que tiene el ciclo
Pulso la lira, bendigo á Dios,
Que da alegrías al corazón.
Ninguno crea si eñ mis tormentos.
Digo : ¡ Mal haya, pesa esta cruz !
Esos son, Julio, cuento de cuentos ;
Nadie me crea,
Pues si mis labios están sedientos.
Mi alma que sueila con la virtud.
Me dice: ¡alienta, gloria es tu cruz !
Al ver del mundo tanta demencia
Siento un des]:)recio, . . .! pero vi\ir
Es fuerza, y cargo con mi existencia.
Dios hizo el mundo:
Dios hizo al hombre con su conciencia:
Polvo es el mundo : ]5olvo, sí, sí .... I
Pero ; y mi alma ?....; Fuerza es vivir .
Desde muy niño cobré inocente
De ir viendo al cielo costumbre tal.
Que alta he llevado siempre la frente.
Desde muy niño :■
Hoy imposible, Julio, es que intente
Ante la fuerza bajarla ya
Con los que tienen costumbre t;il.
He aquí el secreto de cuanto en viva
Luz acompaña mi inspiración ;
Luz muy intensa, luz muy activa.
Porque, en secreto.
NIEBLAS.
19
Julio, me" viene la luz de arriba
Dando á mis ritmas, dando á mi vo/.
Fuego, esperanzas, inspiración.
Mira si pueden causarle daño
Recias tormentas á mi bajel ;
Ni el crimen mismo, ni el vil en<^aAo,
No, no lo pueden ;
T'or mas C[ue un año pase y otro año,
Cuando se vive, Julio, de fe
A salvo sale siempre el bajel.
Luces del ciclo, luces divinas
De la alborada primaveral,
Ouc dais colores á las neblinas,
Y desde el cielo,
Para mis blandas trovas marinas,
Sino armonías, fuego me dais,
Luces del cielo primaveral ;
Pues Julio tiene del alma mijl
La misma esencia. la misma fe:
Luces del cielo, luces del dia ;
.Si Julio tiene
Ln tanta estima la i)ocsía
CJue en los dolores de mi niñez
Sact) del ar[)a mi ardiente fe ;
Para cpic alumbre resplandeciente
De gente en gente su porvenir,
Luces del cielo, dadle á su frente
La viva lumbre
Que le distinga de gente en gente,
Entre los bardos de mi país,
Como un poeta de porvenir.
Luces serenas por argentinas
En los celajes de esta región.
Dejad mis blancas nieblas marinas,
Que hay más serenas,
Tras de los Ancles otras neblinas,
Donde os esperan, luces de Dios,
Flores y perlas de otra región.
ESCRITA PARA LA Sra. E. V. de G. EN PRUEBA DE RESPETO.
I.
Un Genio Icx'antóel velo
De una cuna en que )'acía
Un ser lindo \' pequeñuclo,
Que suspirando quería
Volar de la cuna ;d Cielo.
Alegre con su fortuna
Colgó el tesoro C[uc hallaba
.Sobre un ra\'o de la luna,
Sin reparar que lloraba
Otro ser junto á la cuna.
Cuandij en nubecilla de oro
Daba su fortuna al vien.to.
Sintió al fin el triste lloro,
Y en el rayo amarillento
Volvió á colgar su tesoro.
— ¿Quién se queja aquí? Quién llora:
VA Genio dijo temblando.
— Una madre. . . .C[ue te implora.
— ; Por qué me imploras llorando ?
¿Porqué estás llorando ahora?
— Porcjue es muí triste mi suerte. . . .
— -¿ Tu hija el cielo no alcanza ?
— Que soi madre. Genio, advierte
Y es su vida mi esperanza
\' es mi infortunio su muerte.
Quedóse el Genio indeciso
Pues no hai razón que le cuadre
P^n tranco tan improviso:
Si da el ángel á la madre
Se lo c¡uita al paraíso.
— Madre llena de dolores
Al fin dijo, pues lo quieres,
Goza en paz de tus amores,
Pero no olvides que hai seres
Con la vida de las flores.
Sonrieron ángel y luna.
La niña y madre en la cuna
Sonrieron .... sonrió la suerte . . .
¡ Ai, fugitiva fortuna !
¡ Ai, abismo de la muerte !
ir.
Tras el misterioso duelo
Del dolor en que yacía
Cubrió un ángel con su velo
A una \-írgen cjue dcbia
Subir de la tierra al Cielo.
Teniendo á suerte importuna
Encontrar aquel tesoro.
Lloró su misma fortuna,
Y le suplicó á la luna
Lo acomjjañase en el lloro.
Mientras lloraban los dos,
En la sombra solitaria
Sintieron llorando en pos
A otro ser cuya plegaria
Se levantaba hasta Dios.
— ¿Quién de la vida ilusoria
Se queja? El ángel murmura,
— Una madre. . . .
— lín la memoria
Guardo con honda ternura
De cierta madre la historia.
— Angel_ que es la mía advierte.
— Mujer, también es la mía.
— ; Bendita sea mi suerte \
20
KIEBLAS,
Tú eres nuncio de alegría. . . .
— Mujer, soy nuncio de muerte.
(Juedó la madre sumida
En un duelo tan profundo,
Que no hay voz entristecida
Para lloraren el Mundo
El dolor de aquella \ida:
Y como á pena postrera
No hay esperanza que cuadre,
La virgen maracaibera
Lloró también con la madre
üe su virgen compañera.
; Ai, fuGfitiva fortuna !
r' Cuándo habrá de conocerte
Nuestra razón importuna?
.Sonrisas tiene la cuna,
Lágrimas tiene la muerte ;
Mas la distancia están poca
Que hasta el insecto que zumba.
Cuando en medio se coloca.
Llena el espacio que toca
Entre la cuna }■ la tumba.
1 11.
¡ Ai, madre, mucho has llorado
Tus esperanzas secretas !
Tu ángel buscas, y \elado
Lo han con un velo inorado
Del color de las violetas.
Contemplando tanto duelo,
En la aflicción que te asiste,
Recordé mirando al Cielo
Que no hace el color del velo,
.Si el corazón está triste.
Yo también en trance fuerte.
Prenda de ardiente cariño
' Perdí ¡ por mi mala .suerte !
También me llevó la muerte
La dulce vida de un niño.
Y como no hay quien elija
Entre un dolor y un recuerdo.
Mientras lloras átu hija,
¿ Que mueho, al verte, me aflija
Recordando lo que jiierdo?
¡ A\, fujitivos placeres !
; Ai, misteriosos dolores !
¡Ai, esperanza, cual mueres !
Tras el adiós de esos seres.
Que pasan como las flores.
IV.
; Ya ves? También he llorado
Prenda de ardiente cariño. . . .
¡ Quién no es aquí desdichado !
Guarda ese velo morado
Yo guardo el velo de un niño.
A Mí AMIGO M. fíENRíQÜ£Z
en la muerte de so hijo.
í
A cada risueño amor
Con que el hombre se engalana.
Digo temblando-" mañana
}[ai que llorar un dolor."
J'ucs liicn }" mal de tal suerte
Tienen su peso y medida,
Que, un paso dado en la vida
Ks un paso hacia la muerte.
l'ei'o alii do se derrumba
VA hombre, tras honda pena,
Y la universal cadena
Parece rompe la tumba.
No hai mas que un oscuro velo
Que oculta, de varios modos,
í.a luz que buscamos todos
F.ntre los soles del cielo.
Flor de purísima esencia
Fué tu niño, y me imajino
Oue .ipresuró su camino
Por conservar la inocencia.
Pues que cuakiuiera lo acierta,
ü lo sabe, ó lo presume ;
Pierde la flor su perfume
■ Al \'endabal entreabierta.
I i
Yo no conozco una historia
De más dulce consonancia
Que la historia de la infancia
I'^n el libro de la gloria.
Pero á la verdad, ninguna
Otra mejor nos advierte.
Que es esclavo de la muerte
El hombre desde la cuna.
Con esa cifra que alfombra
Al mundo, nació tu niño.
Risueño copo de armiño
Que se deshiüo en la üouibrit.
■\
21
Mas también, por ella unida
Nuestra angustia á la esperauza,
El hombre llorando alcanza
La eternidad de la vida.
En ese mar sin ribera
De tan infinita calma
FA llorado hijo del alma
Tus bendiciones espera.
(Jue del hombre el descntisuelo
Así Dios al bien aduna:
I'ija una escala en la cuna,
l'ara levantarlo al cielo.
DIOS OS GUARDE, SEÑORA
Ibase por el vario
Pensil de un rio de fuyaz corriente
Un ángel solitario,
Negros los ojos y la faz riente,
Y al asomar brotaban las arenas
jazmines y azucenas.
De pronto en la campiña.
Cual sedienta avecilla en pos del agua,
Vio cruzar á una niña ;
Y era aquel rio el apacible Aragua,
El ángel el amor y vos, señora,
La niña encantadora.
Absorto el ángel queda.
Mas cuando quiso desplegar sus alas
De unos iuncos se enreda,
Y cauti\u se siente entre las galas
De aquel pensil de luz )- mariposas
Y flores olorosas.
Té salvaré, le dice
La niña, }■ corre, y libre lo suspende ;
¡ Oii. momento felice !
En aquel corazón de n¡ñ;i enciende
'La. ¿>i>//t/ií// y el ir/."i>r el i-apazuelo,
Y se levanta al cielo.
Hoy ese a/z/or fascina
Al dichoso mortal que el pueblo aclama :
Vuestra bondad di\ina
Es hoy como un perfume, como llama
De vida al infeliz que triste llora. . . .
; Dios os guarde, señora!
AL SEÑOR MARCO ANTONIO SALÜZZO.
¿ .Vdóndc está, manso rio,
La ílorecilla riente
Que se bañó en tu corriente
Coronada de rocío?
¿Adonde está, manso rio?
Encantada en la campiña
Al escuchar tus rumores.
Por verte, con otras flores
Corrió á tí la dulce niña
Encantada en la campiña.
Soñando entonces despierto
Creíste que iban llegando
Tus bellas indias cantando
El yaraví del desierto.
Soñando entonces despierti^i.
Y aquel inocente bando
Cruzó las aguas serenas.
Como un grupo de azucenas.
Como los cisnes cantando
Aquel inocente bando.
A sus voces de alegría
El saucedal con el viento
Rumoroso, de contenta
También cantar parecía
A sus voces de alegría.
¡ Ai. rio, tu extraña suerte
Corrió á par de tus cristales ;
; Quién adurió por iguales
Las sonrisas y la muerte?
; Ai, rio, tu exti'aña suerte !
Y sucedió, que improviso.
Tras infantiles antojos,
La niña de negros ojos
Del grupo alejarse c|uiso ;
¡ Y sucedió ele improviso!
Y al seductor murmurio
Del agua corriendo en tanto,
Ün grito se oyó de espanto. . . .
¡Ai de la niña en el rio
A\ seductor murmurio !
; Quién tranquilo allí resiste
A] horror que se difunde?
Allí. . .en las ondas!. . .se hunde
Temblando aquel ángel triste. . ..
¿ Quién tranquilo allí resiste ?
22
NIEBLAS,
¡ Ai, rio, llora ese duelo
Que amengua tu dulce nombre :
¿ Cuándo inquirir podrá el hombre
Las altas miras del cielo?
; Ai, rio. llora ese duelo!
Quién habrá de comprenderte
Oh! Dios! si en tantas sonrisas
Se hacen celajes y brisas
Atalayas de la muerte !
Al rumor que van formando
Las ondas de la laguna,
Se inclina sobre una cuna
Una mujer suspirando.
No hay quien al ver sus dolores
y contemplarla tan bella,
No se imajine que es ella
La madre de los amores.
Mas de improviso se inquiere
La verdad, cuadre ó no cuadre :
Esa mujer es la madre
De un ángel que allí se muere.
Pasando la brisa leda
Sobre un marino boscaje,
Vio no muy alto un celaje
Como una estopa de seda.
-^Vellón de luz purpurino,
Dijo la brisa subiendo,
Su fragrancia sacudiendo
Sobre el celaje marino ;
— Aunque es mucho tu donaire,
¿Cómo es que ala luz febea,
Solo un celaje campea
Sin compañero en el aire?
— Porque espero en esta calma
Del rubio esplendor del cielo,
Acompañar en su vuelo
De un niño feliz el alma.
Calló el Celaje de armiño,
La brisa calló quedando
Como en silencio aguardando
El espíritu del niño.
MISERIA DE LA VIDA.
Por el calvario subiendo.
Hoy eminencia florida,
Iba á mis solas diciendo :
"/ Vive Dios ! que asi es la vida ! "
Y en alto de hueco en hueco
Y á trechos de rama en rama,
"¡ Vive Dios ! " repite un eco:
"¡Así es la vida!" — otro clama.
—"He aquí para el Iiúiiibre ciega'.
Dos verdades'-me decia;
"Las únicas, "-gritó luego
Un viejo que atrás venia.
— "¿Y tantas cosas que admira
El hombre y persigue en pos ? "
— Ilusión! Todo es mentira
Fuera de la muerte y Dios.
- — "¡Acentos bien dolorosos! "
— "Que al fin la experiencia enseña.
— "A,ncian_o, hay muchos dichosos
En Caracas la risueña."
-^"Sí, muchos. ..." con ironía
Él murmura y me señala
A la ciudad que se vía
Como vestida de gala.
—"Y bien ! "
— "¿ Qué ves por el aire
Por esas nubes de armiño ?"
Veo del lado del Guaire
Unos cometas de niño."
— "Pues contrario ce lo que dices
Esos niños, turba loca.
Son los únicos felices
En Caracas". ...
-^" ¡ Punto eii boca í*
Y aquí el anciano y el indio
Callaron como una peña
En la cumbre de ese Pindio (•')
De Caracas la risueña.
(") Historia inuracailjorirrlc cslc dispárale.
Crc.yeiido un amigo del padre Sanyus ponerlo eii apu-
ros le dio por pié forzado á lo.'* postres do una comida el
ver.so,-" Bailando ca la cuerda uq indio "-á lo que el
septiiajenario levita i'cspoudió cou el desenfado rjuc le
era caractcrísIJco:
" En la cúspide del Pindio
• Del Pindó (me equivoqué )
Cierta ocasión observé ,
Bailar en la cuerda un indio,"
NIEBLAS,
23
A MI DISTINGUIDO AMIGO EL SEÑOR J, M. MANRIQUE.
Silenciosa y serena
Extendiéndose va como una gasa
La noche con sus sombras. Si resuena
El blando vicntecilio.
Olor lleva de nardo y de tomillo,
Y fugitivo pasa
Murmurando de Dios el santo nombre
Que entre las flores aprendió del hombre.
La noche de la tierra
Es un mundo de voces y de ruidos,
Que para el alma entristecida encierra
Al temblor de las palmas,
La piedad de las lágrimas tlcl alma.
Los recuerdos perdidos,
I>a adoración, el bien, la gloria misma,
Que mata la virtud y al hombre abisma.
Por eso en mis querellas.
Tan tristes como extrañas para el mundo.
Busco desde la sombra las estrellas,
Creyendo ver alguna .
Que, de la vida en duelos importuna,
Me descifre el [jrofundo
Misterio que nos lanza al infinito
En este mundo del terror maldito.
Ante mí se engrandece
La noche entonces que en el cielo avanza,
Y sombra y flor, y luz que palidece
Con las pardas neblinas.
Tienen para mi espíritu divinas
Palabras de esperanza :
Desde la tierra entonces, en mi anhelo,
Platico con mis ángeles del cielo,
¡ Ay. recuerdos sombríos,
Terrores de mi vida solitaria!
Ángeles sin sonrisas, hijos míos,
y\rrebaLadas flores
Del oculto jardín de mis amores;
Si en mi triste plegaria
Aún bendeciros en la noche puedo,
La propia voz me espanta. . .tengo miedo!
LA NIÑA MARÍA LUISA ALVAREZ.
Cogiendo flores en la campiña,
Mas vaporosa que el aura leve.
Aquella dulce, risueña nina
Vio una mañana
Dos nubecitas color de nieve
Que se tiñeron color de grana.
"Quiero ser nube-dijo la niña-
Más vaporosa que el aura leve."
Y con las flores de la campiña,
Cintas y galas,
Y con sus velos color de nieve
La dulce niña formó sus alas.
Cuando en los huertos de la campiña
Y al viento leve de la rnaflana
La pobre madre buscó á su niña,
¡Ai .... ! en su anhelo
Vio que entre nubes color de grana
La dulce niña volaba al cielo.
Coro, Marzo 23 de 186S.
A MI AMIGO EL DR. TRINIDAD CÉLIS AVILA.
Pasando una sombra va
Sobre el Avila eminente ;
De una nube es esa sombra
Que se mueve, que se mueve.
Mas cuando el hombre la nube
Quiere buscar en el cielo.
Como el humo, como el humo
Se la han llevado los vientos.
Así son mis alegrías.
Son así mis esperanzas
Como el humo, como sombra.
Como la nube que pasa.
PARA ARVELO.
Sin ser mi numen cobarde
Al ver las trovas de Arvelo
Pedí como auxilio al cielo
Los celajes de la tarde.
Pues con las armas que esgrime.
Es decir, con la palabra,
Un templo tal hombre labra
De arquitectura 'Sublime.
24
NIEBL7\S,
Cuando la Musa de Arvelo
Hace de su gloria alarde,
¿Qué otra Musa no es cobarde
Aunque descienda del cielo?
Nidie de guerrero á guisa
Puede con clla-Relona
Le dio arreos de amazona
Sobre el campo de la risa.
; Sabéis las arjaas que esgrime
En vez de lanza y espada ?
La olímpica carcajada
Que ella eleva á lo sublime.
¡ Que donaire ! cpic- agudeza !
Mirad, si no por ejemplo
Su ofrenda llevada al tem]:ilo
Del valor v la belleza,
Así, por mas que blasones
Tenga mi musa natal.
Si Arvelo tiene la sal
¿Acjue sabrán mis canciones?
Con todo nunca cobarde
¡ (.)h Musa, te mire Arvelo ;
Canta ! Arrebátale al cielo
La púrpura de la tarde.
¡VL'is ¿para qué necesito
Ese atavío de grana
Cuando la verdad zuliana
Está le\-antando el grito ?
• Con un rosal de lo lindo
Y un laurel á todo punto
¿Cómo ha de faltar asunto,
En el congreso del Pindó?
A LA MEMORIA DE MARÍA MÁRQUEZ.
Si en vida el mal se convierte,
Y el mundo en sombra importuna,
¿A qué vida llamáis suerte?
Morir ángel en la cuna,
Ó vivir para la muerte?
Si aquí la vida es tan triste,
Y en el cielo es sin reproche.
¿En qué, decidme, consiste
Que clel color de la noche
Aquí la muerte se viste ?
Si la vida es luz mortuoria,
Y paz la tumba escondida.
Mortal, ¿porcjuésin memoria
Reis con el mal de vida.
Lloráis con el bien de gloria?
Si el hombre cumple su sino,
Y el mal al bien sigue en pos.
Torciendo aquel su camino
Cuando el bien llega hasta Dios,
Plasta Dios centro divino ;
^•Porqué cuando el cuerpo muere,
Y el alma vive mejor.
Ningún mortal morir quiere,
Y su vida de dolor.
Antes que morir prefiere ?
Arpa llena de armonía.
Yo de la sombra sabía
Que no era un mal, pues su \'elo
Le sirve al brillante dia
Para ocultarse en el Cielo ;
Y si en la sombra se esconde
Un ser, mientra el \'iento zumba,
¿Adonde está el mal, adonde?
Arpa mia, ¿está en la tumba?
¿Qué dices, arpa? Respondí:.
♦ II
Llorando mi desconsuelo,
Con que Dios tal vez me humilla.
Vi un ave que alzaba el vuelo
Y dije: "Adiós, avecilla,
; Quien fuera contigo al Cielo ! "
Torné mi vista al momento.
Con pensamiento tan grave,
Al mundo... Escuché un lamento,
— El hombre lloraba al ave —
Y se asombró el pensamiento.
Si el hombre la vida anhela,
Y el mal al bien sigue en pos,
¿ Por qué aquí se desconsuela
El hombre si busca á Dios,
Él avecilla que vuela?
¿ No es Dios la cifra ó la letra
De! sumo bien celestial?
¿Por qué, pues el hombre impetra
El bien, y prefiere el mal
Que nunca hasta Dios penetra?
Lira, armonioso instrumento.
No sabes que sobre el viento
Más de un a\'e se levanta?
¿ A qué, pues, esc lamento
.Si un ave en el Cielo canta?
Y si lo que sube ó gira
Es un ser de pura esencia.
Que ama á IDios y á Dios aspira,
f Es perdida esa existencia.''
Responde, responde, lira..
III
Si el bien es una corona
De luz, que al mortal abona
l~.n este mar de inquicf\u.l :
^RKa:
25
Taluui do la fiiciiíc mansa,
]Julcc María, dcscinsa. . . .
l^icn te abona la virlnd.
No iin|)orla i|iir '-1 limidjic lloic
Ni (,|u<j llorando le iniplnic
(.'rrj-cndo dirlia el \ i\ ii' ;
l'd lioiiilnT, fii I r.iiii '• I riii :ji'avc,
( oiiio bcndcrir no s.d.if ,
1 ,l(jra vu \ (■/. di: jicndci ir.
Laud,,iJS|)cr,in/.i nii.i,
Si en la Unnba de María
'l\: ])iden nna caiuion ;
Tan suave acorde niininina,
(¿ue cstrcnie/.ca de ternura
Las fdjras del corazón ;
\ iiiie-. la Uindja convierte
I'.n ,^doria la misma muerte.
Tras este mar de inquietud ;
1 ,aud, ¿ por quf' sin iticmoria
1 -ainenta el
] )imc, rcs|)onde, laúd
lioirdjre su gloria '.
Afarí-t, In/ fu.L,nti\'a.
Mi fe te cohunbra vixa
De: Dios en la eternidad.
.Ir/'ii, no llores, despierta.
/.i/'/r, ¿su ¡gloria no es cierta í
/.nut/, } no es Dios la verdad i
Mar.Kdibo, /\bril i J de i .S64.
t
N(.) ha\' inbtanlc en esa torre
Con su sonido estridente.
Oue no le anuncie á la i^ente
El raudo tiempo que corre.
.Si pues tan lúgubre grito
A cada instante me espanta,
¿l-'orqué, Diosmio, la planta
No apresuro y precipito?
U
Cada sol, cada mañana
Me murmura la conciencia :
"Mortal, tu noble existencia
No es mas que una sombra vana'
Mas si la conciencia en calma
i\nda en mí tan advertida,
¿Por cpié mal gasto la vida
A despecho de mi alma?
tli.
\ o se (|ue en cí hondo abismo
lie la muerte, toilo es sueño;
Que lo grande y lo ])equeftü
l'ara Dios valen lo mismo ;
l'ero si somos iguales
Ante esc abismo profnmlo,
¿ Por qué me asedian ¡oh mundo!
Estos sueños inmortales ?
rv.
r^l sonido de la tierra,
Y la conciencia del hombre,
Y la muerte á cuyo nombre
Sus puertas el mundo cierra
'Qué son ? silencio ! ¡ el vacío !
No puede ser ini imperio!
Kasga, descifra el mistérica
Oue yo te adoro, Dios mió.
LOS DOS ANGELES,
A la señora Rosa de Alvarez,
QUISO calmar el cielo la memoi-Ía
1 )e tu mortal martii-Jo,
Y te dii) como un gaje de su gloria
Otra i)eHa, c^tro lii'io.
Pero ese nuevo amor tpie el llanto sella
]Je una tumba sombría.
Era un ;ingel también, era otra estrella,
Otra dulce María.
Bien lo supo la lh)r del arro)-uelo
Cantando una mañana :
■'• "La seguntla 'Aíai'ía se ii'á al cii:lo
Como su tierna hermana"'.
.\si fué (jue al m'r el triste llanto
; De toda la campiña,
I 'l^'i^ sc' luuuüó !-dije trémulo de espanto,
lisa segunda niña.
i cQ'"-" «-inieres. ¡)obre madre? Nei ha\' bendito
I Martirio sin su ¡lalnia;
I A ))ii también me guarda el Infinito
Dos hijos de mi alma.
I Coro Marzo 15 de i8'69'
26
NíEBLAS,
A E. S. de Y.
Inédita.
SERENO muere el dia y más sereno
Murmura el ancho mar ;
Arma, pobre marino, el débil remo,
Llévame en la barquilla por el puerto
Mientras el sol se va.
Y al soplo de la brisa de la tarde
Corre .el batel en pos
]Jc los verdes pesqueros y los mangles,
Sobre arenillas de oro más brillantes
r)i¡c las luces del sol.
¿ Por qué no soy feliz ? ¿ Qué abismo inmenso
Llevo dentro "de mí
Que no me aplace ni la luz del cielo ?
¿Qué me asombra en la vida? Por qué tiem^blo ?
¿ Por qué no soy feliz ?
¡ Alienta corazón ! Bella es la vida.
La tierra, el mar, l;i luz ;
Es verdad ¡ ¿ Pero puede el alma mia
Ni ser feliz, ni sonreír trantjuila
Cuando me faltas tú?
MURMURIO de fuente escasa,
Montes que brotan al fuego
De oculto abismo,
Gloria del mundo que pasa,
Dolor, lágrimias y duelo ;
¡ Todo es lo mismo !
Hombre que alcanza una idea.
Noche que al cielo se encumbra
Triste y callada,
Mar que á la tierra rodea,
Sol que al uni\erso alumbra;
■j Todo eso es nada !
Mas lo invisible v-ivientc,
Que el hombre encontrar ansia
De cualquier modo :
Ese ser que el alma siente.
El DlüS de la infancia mia,
; Eso sí es todo !
Á MI ESPOSA.
YO no sé lo que pienses, vida mia,
De este amor en desdichas sin igual ;
¡Cuánto sufro, Clemencia! cada dia
Me desespero más.
yXnte el fantasma de la ausencia evoco
Tu memoria dulcísima y feliz,
Y e! fantasma me grita : ¡ pobre loco !
¿Se acordará de tí?
Para mi alma, en cuanto el mundo existe,
Como chispa fugaz brilla una luz :
La esperanza, Clemencia; ¿acaso triste
Esperas también tú ?
Y el mar entre los dos, y el alto monte
Se interponen sombríos á la vez,
Y á un horizonte sigue otro horizonte. .
¡ Aun suspiro, otro cruel !
Abra.sado arenal sin flor ni planta.
Así mi corazón lejos de tí.
¡Quién pudiera, Clemencia de mi alma.
Llorar, verte y morir !
Caracas, Abril 5 ele 1 87.4.
M\ (lucvidii Barbcrií.
y iiUL'.slo que mi iniíiicu
está tocando á lu puerta
(le mi cor*zon,
DlLl-l á e.sa bella, gentil seilora.
Que cuando escuche del Lago azul
Alguna brisa murmuradora;
Si alge presume.
No será mucho que entre sonrisas
Sieiiía un perfume
Que yo le mando sobre las brisas,
Como un recuerdo de mi laúd.
Dile á esa bella, gentil sei"iora,
Que si en los cielos del mes de Abril,
NIEBLAS.
27
Ve un blando^aiToyo que se colora
Solo un momento ;
Que nunca inquiera como es que .sal\;i
Mi pensamicnlo
l'or solo verla, la luz del alba
Sobre los cielos de mi país.
Díle á e.sa bella, gentüfseftora,
Que cuando alcance sobre la mar
Náufraga nave que al cielo implora ;
Que no pretenda
Saber la sirte mui escondida
Donde en ofrenda
VA pobre nauta deja su vida,
Mientras las olas vienen y \aii.
i >ile áesa bella yeiitíl sentirá,
Que cuando el aire cru?;a veloz,
V'Á avecilla madrugadora.
Pregunte al ave.
Si entre los sueños que tiene el liuiubre
De alguno saV)c
Que canta triste su dulce nombre
Mientras se aleja diciendo adiós !
TARDAS
TARDAS ! y muere el día,
Y se asoma la noche, y desespero . . . .
Tardas, Clemencia mia.
Porque no sabes tú cuanto le quiero.
Herido siento el corazón y lloro,
Y tú tardas, Clemencia, y yo te adoro.
En silencio apacible
Se han venido los astros asomando,
Y tardas. . . . ! Imposible
Es vivir como vivo agonizando,
Muriendo en medio de tan dulce calma.
Ai ! si vinieras tú, bien de mi alma.
Si vieras en mi anhelo
Como sufro esperando tu venida !
Cómo demando al cielo
La paz del corazón, ya que la vida
Eres, Clemcia, tú, tú que no vienes
Y atjuí esperando sin piedad me tienes!
En zozobra tan triste
Piénsalo Iiien, Clemencia, )-o me mmictu:
Mi alma no resiste
El bien de la esperanza, si te espero ;
El bien de la esperanza! ¡ Cuan sombrío I
Es esc bien si tardas, amor mió !
Clemencia, bien lo sabes:
Mientras mi pobre corazón se abisma,
Solemnes son y graves
Nuestros destijios, nuestra vida mislna ....
Silencio, hermosa! — Cuando así se (juiere,
Palpita el corazón, estalla ... .y muere.
TRADÜCCÍOM.
AI ! dulce inadre mia,
No llores, no; tus lágrimas
Me están bañando toda
Mi camisita blanca.
¿No ves que tus suspiros
Me tienen desvelada
En esta fosa, donde
Los ángeles me guardan ^
Madre, no llores triste,
Tranquila en paz descansa,
¿No ves que me despiertas
Oh, madre de mi alma ?
de Agosto de 1879.
A m QUERIDO AMIGO EDUARDO GAICANO EN LA MUERTE DE SU HIJA.
Si es admirable ese velo
Que el sol con sus luces arde,
¿Porqué se oculta en la tarde
El rubio sol en el cielo?
Asf en vaga pesadumbre
Contemplando me decia.
El último adiós del dia
Sobre la lejana cumbre.
Y es que á nuestra vista encierra
El mal y el bien de tal modo,
Que luz y sombra son todo
Eii la vida de la tierra.
¿Quién en tu pensil de flores
Tan encantadas creyera
Que la más dulce te diera
El dolor de los dolores?
28
KÍEBLAS,
Ella rocío, ella palma,
Perfume y luz que riela,
T.^ mimada pequefiíiela
En el culto de tu alma .
Hoi si íns duelos inquieren
Adonde el ángel se ha ido ■
IMira, Eduardo, está dormido,
Cae los ángeles uo mueren.
mmmmK
_ YA lo diviso ! Es rubio ! Es un lucero
Átomo, mundo ó sol del infinito ;
Y á la verdad que'para el Dios del cielo,
Átomo, mundo ó sol valen lo mismo.
Si es átomo, de luz es una chispa,
Si es mundo, del dolor ea una sombra,
Si eá so! .... ¡todo es igual, todo se abisma
En lo inmenso y lo eterno de su gloria !
El hombre solo como el ente libre
Ante Dios, en la idea y la conciencia,
Átomo, mundo ó sol eterno vive
Y en el mundo moral es cifra eterna.
CERTEZA BE LA flDl
El alma v el coraizon.
— ¿ LO ves, pobre corazón ?
Llega un dia
Que se estingue la pasión
Y el amor es luz mortuoria ....
-No me espantes alma rnia,
Por piedad;
No es verdad que amor es gloria ?
— No es verdad.
*i —
~-¿Y este fuego que me abrasa
Lentamente ;
V esta existencia que pasa
F.trc perfumes y flores ?
-j Pobre corazón doliente !
¿ No suspiras ?
-Sí
-Pues luz, sueños y amores
Son mentiras !
—Aima mia, pues presumo
Mis quebrantos,
Dímey las dichas?
-Son humo
— Y el placer?
— Solo es un nombre.
-Y el mundo ?
— Miseria, llantos,
Inquietud. ....,.,
~¿ Qué le resta pues al hom.bre ?
— La virtud.
-Y con virtud la existencia,
Di, qué alcanza?
-La paz'de nuestra conciencia,
-¿ Nada rnás en tanto duelo ?
-No, que tiene ¡a esperanza
Siempre en pos.
-; Nada más?
— No, tiene el cielo,
Tiene á Dios.
LA 0GLOMBRIMÍ
AVE de las negras plumas,
Golondrina,
Que rasando las espumas
Vas bebiendo en curso vago
El agua del patrio ¡sgo
Cristalina.
Ave de rápido vuelo,
Que irnprovisas
Un viaje al azwl del délo,
Y a! ver las compestrcs ga!as
Vuelves al camp3 las aías
Indecisas.
i ú que cruzas de ola en ola,
Palpitante,
i-jn que mire una vez soja
Con quién loca te entretienes.
Por qué alegre vas y vienes
Delirante. .
lEBLAS.
29
l'ajai'illo entusiasmado
Con el \'ionto,
¡ Cuántas veces be pensado
Que como tú, íuL^itivfi,
'J'ambícn puedo alzar mi alti\(i
Pensamiento !
Siempre liacientlo en i-aiido í;'Íi'o
T.oco alarde,
Avecilla, yo te miro
.Cómo bajas, ciímo subes.
Va en el x'iento, ya en l;is nubes
De la larde.
¿ Es por la luz que te alecjras
Incendiaria ?
Ave de las plumas ne!.;'ras,
7\l ver la estrellada alfombra,
¿ F.s que la noche te asombi.a
Solitaria ?
Tan pronto en verde paisaje
Te contemplo,
Como en el seco ramaje,
Lomo en la fuente (jue corre,
Como en la ])arduzca torre
i)e alLj'uii templo.
Ya \-isitando los muertos
Importuna,
Oyes los ru!dr)s inciertos,
i'd rumoi- di' las eiuíJ.idcs.
A las tristes clariihidc;
i )e la lim.a.
Y si l;i flor campesina
Ciei-r;i el Itroche,
Tú te .alejas, i^olondriiia,
l'or e.scucli.ai- la prinuaa
La campana pl.uiidera
JJe la noche,
•Saliíaido á \'eces del monte
Sin fatií;a,
Vas dereclio al horizonte,
CV)n tal soltura y donaii-i;,
Que no ha\' ave pnr elaii'C
Qlil- te sÍL;a.
Y luego alhí de las nubes
i\'lara\-illa.
Después que tan alto subes,
AI vei' C[ue tus p)lumas ajas
■Cierras tus alas \- bajas,
A\'ecilla. T
Tal, siendo niño, n-ozando
Mi des\í.-(, '
Di\ ertíame ari'ojando
Las conchas,que iba coejicndo.
l'or \erlas después ea\'ci)do
.Sobre el rio
Ai I entonces mi ff)rtunn, .
M is amores
F.ran el sol, la laguna,
.Sus barquillas, y los nidos
Ln los ramos suspendido-;
De las flores.
Con los niños compañeros
De mi infancia,
Trepaba á los. cocotero.'-. :
Y cuandí) en alto me via
Lra j^i'ande mi alcarria,
.Mi arrogancia,
Qlic acaso yo de mil modos
Me pensaba
Que era más grande que todos,
y dv orgullo satisfecho
Ll corazón en mi pecho
Palpitaba.
Sueño si!i lu.z )' sin nombre.
Tan profundo.
Que lanza después al hrjmbrc
P.ara realizar su instinto,
l'oi- el ancho laberinto
De este mundo.
Sueño de ai'diente cariño
.Subreliumano ;
Porque es .-illa cuando niño
One se abriga en la memoi'ia
i\se sueño de la gloria
Soberano.
¡vMi, laglorki! es un deliric),
Luz soñada
Que se comiertc en martirio
]Je la fr/un'l existencia,
¡ Ah, l:i gloria I es' la demencia,
Soniljra ) nada 1
Lo sé ; 'mas volar te veo
Por las nuhjes,
' Ave, \- n.ii muerto deseo
Se a\'i\-a, }• lloro y me afano,
\' (jiiiero subir en \'ano
Cual tú subes.
Que si algo estimo esta \'ida
Transitoria,
Es que en mi mente se anida
La esperanz,',. el loco empeño
De darle cima á ese sueño
Déla gloria.
Pajarillo entusiasmado
Con el viento,
¡ Cu:'intas veces he. pensado
Que LÍ tu \uelo raudo, alti\o,
I-~s igurJ mi fy.gitix'o
Peiismiiiento ! . . .
poesías filosóficas,
^mrnis ^ñBmñms>'
EL ÍMPERÍO DEL MAL (^)
A raí inteligente y buen amigo eí señor Alejandro Andrade.
ABRAZADO á la Cruz con mis dolores,
De tí, Padre y Dios mió, solo espero
La luz de la\-erdad, que en los horrores
De tanto infando crimen
En zozobra mortal temblando inc|uiero.
Qué soy? De dónde vengo ? ¿Porqué \ivo
Con este Juez interno que sentencia
Cuanto en la esfera de mi ser activo,
Y libre, y responsable
Gravita sin cesar en la conciencia?
Existe el bien, Diosmio? El alma triste
En preseiícia del mal me grita: existf !
Pero esta voz del alma, que me alienta.
Camino del calvario de la vida;
Como la voz del ave en la tormenta
Se apaga jemebunda
En medio délas sombras, ¿Quién se cuida
Al rededor de mí del bien que anhelo ?
Quién se sonroja de manchar sus manos
Haciendo impio estremecer al cielo
Con la sangre del hombre.
Con la sangre fatal de sus h.ermanos ?
¿Qnién hace el bien por solo el oportuno
Y divino placer del bien?- fsinguno.
El imperio del mal reina en la tierra,
El hombre, en el desfogue intemperante
De pasiones ilícitas, se aferra
A su egoísmo, y \'ive
Sin apartar sus ojos del semblante
De la fortuna infiel, de la fortuna
Indiferente al bien, si no propicia
7\1 desmán de la fuerza. Así en la .cuna
Del pueblo Americano,
Por oficio la innerte y la injusticia
Del liedlo victorioso por bandera.
La sociedad se abisma donde quiera.
La moral, ese mágico perfume.
Que toda acción humana vi\-ifica.
Estéril, infecur.da se consume
De la pasión al fuego ;
La má.s grave virtud se sacrifica
Al ínteres ; y el siglo de la ciencia
Ha gravado por lema en su santuario:
" El placer es la ley de la existencia."
¡Adiós, santos recuerdos!
Altar de la familia, relicario
Sieriipre lleno de lágrimas ardicjitcs,
La ciencia os dice adiós, sois impotentes.
Dt'l .-.ensualismo que implacable tiende
A degradar al liombre, de ese abismo
De la conciencia luimaíia, se desprende
P.'u-a su eterno opi-obio,
(Jtrií crimen mayor; el sensualismo
Al disolver los sacrosantos lazos
De la familia al fin, rompe, dcstru}'c
La tradición cristiana ; hace pedazos
Sli símbolo, y más rudo
Que la salvaje ley que constituye:
"Llewar á rienda suelta su deseo,"
O se hace indiferente ó se hace ateo.
(■■•") Sabios sin corazón, sabios del mundo,
La impiedad que nos hunde es obra vuestra ;
Cul¡m vuestra y maldita es el profundo
Mal estar de los pueblos ;
' A vosotros os debe la siniestra
Actitud que consume los tesoros
De las grandes naciones. Cuantos vicios
Este siglo destila por sus poros
( )tra razón no tienen
Que el craso error y los absurdos juicios
De vuestra ciencia impía ; sus excesos
y\y¡ noí han corrompido hasta los huesos.
A' en verdad, si á los pueblos se presenta,
Por más torpe que sea, una doctrina
Que entre losp-itos del dolor, alienta
Sus pnsos vacilantes ;
¿Quién no comprende al fin, quién no adivina
Sa triunfo, su victoria? Por derecho
Inmortal de! espíritu, fecunda
La idea es siempre ; ;i la palabra el hecho.
' lial>l;i :W|i!Í
. I.)!. r.-ilso-^ ''iiliio.- y lie
(-'=1 Ksniííi |i;ira ■■r.o-; Kfo^ do f'iV'i'l;! '
MI covriiiilnr.'l rn'iit'ia
X'. l'Kl. A.
POESÍAS flLOSOFLCAí;,
¿Que importa, cómo y cuándo?
Sij;iic y de sombras ó de luz inunda
Pueblos y sociedades, scj;iin sea
SacríleL;a <j benéfica la idea.
i) I Al com[)i'cndeis almia? Nunca suerte
Cual la nuestra hubo tiásle en la nienioi-ia:
Herida está la sociedad de muerte,
rorc]uc triunfa la idea
Que anula en los dominios de la liisttiria
Al hombre espiritual. ¡Qué dit;o anula!
Indiferente á la verdad (jue ultraje,
Cuando los vicios sin pudor adula,
Al nivel de las bestias
La materia en su triunfo ñus rebaja,
Si Dios para la ciencia es sólo un noriibre,
En sus abismos mil ¿qué será el iiombre ?
Todos lloramos la común desgracia,
Y se propaga el mal y el vicio cunde ;
Y es que nuestra alma, para el bien reacia.
Desorientada vive.
No hay placer sin virtud que no redunde
En nuestra mengua, en nuestra propia ruina;
Norma del hombre la inmortal conciencia
Ha sido siempre como vox divina.
Algo de pavoroso
Lleva tras sí en su atmósfera esa ciencia
Que hace del hombre como ser sociable
Un Dios, siendo tan triste y miserable.
A la luz de los hechos, lo que entrafia
El más rudo y fatal contrasentido
Es el dolor, la negación extraña.
El termino infecundo
A c[ue la ciencia al fin nos ha traído.
En tiempo alguno el hombre á tal altura
Ha llegado en verdad ; mas ved que al cabo
Nunca ha sido mayor su desventura;
Bajo la forma es libre, ,
Pero en la esencia es el sumiso esclavo
Del primer desalmado que le obliga
A obedecer por fuer/.a ó por intriga.
Injusticia en las leyes, infirmcza
En los altos principios, abandono
Y ociosidad doquier : muclia bajeza
Y encubierta ojeriza
Con los ricos )• fuertes : mucho encono
Con el altar de Cristo : hipocresía
Eir el trato social: desprecio sunio
Por la verdad : pasmosa gerarquia
, De grandes criminales;
Inepcia, lucha, antagonismo )■ humo
De combates á muerte do resella
La turba el triunfo mientras más degüella ;
'Jal es nuestro presente, el mal profundo
De las nuevas Repúblicas. Ma.s nuestro,
.Será sólo esc duelo? — No, (|ue cl mundo
l'hi sus razas distintas
Suspira, gime, llora. ¿ (¿ué siniestro
Kunují' de destrucción lltna de cs])anto
l'ueblos y sociedades? Confundidos
Ciuzan, se [¡ierdcn so hi noche en tanto
Himnos y voces tristes:
F.n cl mundo moral desconocidos
Presentimientos vagan ; donde quiera
Lo imprevisto, terrífico se espera.
Hundido en la vergüenza, esc vestigio
Del derecho divino : solitaria
En medio del clamor de nuestro siglo
La majestad del trono ;
Malditos en la gloria sanguinaria.
Hija de Satanás, la infanda guerra.
Los pueblos de la América española:
Voceando á los vientos de ?a tierra
La anarcjuía furente ;
En desconcierto tal, la triste y sola
Espantosa verdad que el hombre alcanza
Es que ha muerto en el hombre la esperanza.
¿Qué saldrá de estas sombras ? Qué linaje
De ideas se alzarán sobre este abismo ?
¿Quién podrá contener el oleaje
Délas rabiosas turbas?
Qué genio ó c¡ue virtud nuestro egoísmo
Convertirá en amor? El sacro fuego
Que purifique al hombre ¿ de qué llama,
De que silente cripta saldrá luego ?
¿Qué corriente de vida
Brotará de esta tierra que se infama.
Qué está llena en su misma pesadumbre.
De crímenes, de sangre y podredumbre ?
Ni el ángel lo sabrá, ni en su blasfemo
Marchito corazón lo sabrá el hombre.
; <_)h Padre celestial 1 (:¿ue en tan supremo
Momento de su vida.
Bajo la gloria de tu etci'üo nombre.
La humanidad se sah e. No el previsto
Castigo de sus crímenes estalle.
Que en la sangre inmortal de Jesucristo
Purificada cjuede
Tanta abominación,)- tiemble, \- calle,
Y al borde del abismo retroceda
j Y al bien eterno consagrarse pueda.
%
POESÍAS FILOSÓFICAS,
A LA AMERICA LATÍMA.
ODA.
A mi amigo Aristides rinjas.
Sobi'c c^lH ticrr.i de aisr.isaili i aliciiln,
Que se estremece en v¡,L;"(»i'(.>sa viila
Con las luces del alto firaiamenlo
Y la materia oculta
Que ruje en sus entrañas derretida ;
Sobre este mundo c[ue su voz leva.nta,
Como un liinmode amor, porque él encierra
El porvenir del hombre. . . .vuela, canta,
Espíritu sublime,
Musa nacida al fuego de esta tierra.
Palacio de la luz, que en el granito
Tu canto viva por la gloria escrito.
¿Que poderosas moles son aquellas
Del sur al grande océano mirando.
Que tocan con su frente á las estrellas,
\' entre turnientas \'i\-en,
El mar, la tierrii, el cielo ;itala\'aiido ?
Son los Andes, pasmosa maravilla
Del suelo y\mericano, son los Andes
Cuya grandeza primitiva brilla,
Conio mía cifr^i eíei'iKi
Del porvenir oculto, de los grandes
Destinos de los ])ueblos de occidente.
Q,ue hoi derraman su sangre estérilmente.
Oh, patria! Olí, dulce .América, de extraños
Calumniada doquier _y escarnecida!
Con el vigor de tus serenes años,
A}'er no mas eschu'a,'
Independencia, libertad y \ida
En una misma adoración conlundes;
Y al divino esplendor de esa corona
De triples soles, á la vez difundes.
No. solo el bien eterno,
Sino que á tu camino se eslabona,
Para amenguar tus regias claridades.
El mal de las sombrías tempestades.
Y en su esplen.dor Europa, que recela
La gloria que te aguarda, dice al mundo :
"Mirad cuan pavorosa, raudo vuela
"El Carro de la muerte
"EnelEdem de América fecundo,
"¡ Morriblc mancha y espantable vicio
"Déla ley que proclama ! Sangre }■ duelo.
"Lágrimas y dolor el sacriñcio
"Siempre de la Repüljüca
"Serán al ])ié del .Ande; que hasta el ciclo
"La maldice, con mengua de su gloria,
"En su vida, en sus iiijos, en su historia.
Asi la ilustre I'".uropa nos de¡>rime ;
Y el descrédito cubre, con esijanto
De la virtud nativa, la sublime
Libertad conquistada.
Mas ;i¡ue la liistoria de la h'.uropri en tanto
Dice á la humanidad ?— Dice que muerte
líubo )■ tiesolacion, y ])or derecho
La corLadoi-a espada del más fuerte:
Dice que entre las soniijriis
De la giHica edad, fué sienijirc e! hecho
Altar tle la i'az<jn y el crimen, mismo
La le\' social, el dios de a.cjuel abismo-
— \' en ese liempei. .añade, tle supremos
Trastornos y huntiimientos en la \ida
Moral de las naciones, ni blasfemos
Ni estúpidos faltaron,
.Sin fe, sin convicciones, que perdida
No cre)'eseu la causa sacrosanta
Del progreso social : y ent(3nces ei^a
Quemas altivo y fiel bajo su planta
Despedazaba monstruos.
Eneriiigos \'encía )' por doquiera.
Con la luz déla ojiva, sus anales
Grababa en giganteas catedrales.
Se cumplirán los tiempos y esta prueba
Pasará y esta sombra. A los errores
A las falsas iilea.s, u.na nueva
Y floreciente \ ida
Sucederá en mi patria. A'encedores
Saldremos de esta lucha ; sí, saldremos,
Que si la Eiu'opa lo cjue sabe alcanza.
Nosotros en América sabemos
Que en su raza latina
Ha vinculado el cielo la esperanza
Del mimen de los pueblos, Dios no cjuierc
Que triimfe el mal : la humanidad no muere.
Como al cesa!- del sanguinoso Marte
h'l espantable estruendo, la áurea copa.
Obra inmortal y admiración del arte.
Escanciaban los héroes
I-ln apacibles fiestas :. así Europa,
No muí distante, en el bendito dia
Déla anhelada paz de este hemisfeiáo.
Habrá de contemplarnos. La alegría
De la dulce abundancia,
La libertad \' el órclen y el imperio
])e la justicia asistirán mañana
7\1 festiu de la patria americana.
F.iití'inces desde el mar en cuyas olas
.Sonríe Cuba, hasta la tierra ardiente
Del peligroso cabo que españolas
Cai'abelas vencieron,
.Sereno el corazón, alta la IVente,
Marcharán nuestros hijos. No el camino
Que .abrieron nuestros padres fué tan solo
El de la independencia. Otro destino
poesías filosóficas,
Y oti-a misión aguardan
A este pueblo viril : — hacer que el dolo
Medio de gobernar que aquí campea.
Jamás vm medio de gobierno sea.
Queremos paz y libertatl, sedientos
Estamos de estos bienes. ,• Quién ignora
Que en ludia con los varios elementos
De una feroz conquista,
liemos ido gastando hora por hora,
En ensayos estériles, la savia
Preciosa de la vida? En la amargura
De tanto desengaño, tras la rabia
De nuestros opresores,
¡ lacado sea Dios! sale más pura,
Cual oro del crisol, la inteligencia,
Y de sí tiene el pueblo más conciencia.
En nombre, pues, de la misión divina,
De paz y amor que el Nuevo Mundo tiene,
¡ Naciones de la América latina !
Gloriosas levantaos.
Reina de los ¡los istmos, que resuene
Tu nombre la primera; tú que alarde
Haciendo estás de agradecida y libre
Invocando á Colombia. En la cobarde
Guerra que el fanatismo
Te declara feroz, antes que vibre
Su rayo postrimero, marcha, boga,
Y entre tus brazos á ese monstruo ahoga.
Menos brillante, pero más severa
El justo medio y la equidad buscando,
Hija del Aconcagua, tu bandera
Se divisa á lo lejos.
¡Contraste singular! Chile llevando,
Sintiendo por sus venas el torrente
De la araucana sangre, el paso mide,
¡\1 archa á la libertad, cauta, prudente,
Colombia de la raza
Del pacífico Chibcha, se decide
Entre tormentas á fundar su nombre
Y á resellar la libertad del hombre.
En la antigua región del opulento
Imperio de los Incas, dos hermanas,
En opuestas orillas, el contento
Y la esperanza infunden.
Sonrisas del Rimac son las peruanas
Historias que el Pacífico sepulta :
Alegrías del Plata son las artes
Que por Atlante de la Europa culta
, Hasta las pampas llegan.
Fieles al porvenir, sus estandartes
Divisa en el Callao el junco chino
Y en Buenos Aires el bajel latino.
Noá la cita triunfal de esa existencia
Nuevay bendita, fallará ninguna
De las naciones cuya triste herencia
I'.s hoy la generosa
Sangre vertida en posdc la fortuna
De un bien, hasta el presente, ¡niaginario :
En ese dia de justicia y orden.
La América del Sur será un santuario
Donde estarán los pueblos
Sin miedo á que en venganzas se desborden,
Pidicndoá Dios que al porvenir redunde
En equidad yamor el mal que se hunde.
Y cl Ecuador, espléndida floresta
Donde la luz su púrpura derrama
Y el soplo ardiente á sus volcanes presta :
Y la dulce ]5oliv¡a,
Perdida en su desierto de yXlacama
Bajo cl Soracta excelso ; y la que supo
Lavar en regia sangre cl negro crimen
De lesa libertad; y el bello grupo
De naciones que azota
El golfo mejicano, cuántas gimen
En esta lucha que abortó el infierno,
Su corona tendrán, su lauro eterno.
Y en este triunfo, en tan solemne dia
De Dios bajo las sacras bendiciones,
Tú la desventurada patria mia.
Serás también dichosa.
¡ Ai ! en mejores tiempos, las naciones,
Los pueblos todos el lugar primero
Te daban en América. ; Quién pudo
Hacer del ciudadano el aparcero
Banderizo implacable?
Lo pudo la ambición, fetiche rudo
Que sangre y duelos á su culto asocia
Y nos iguala al negro de Hotentocia.
¡ Mas no imiiorta! ¡ adelante! eii negro abismo
Se hundirá la ignorancia. Nunca es tarde
Si con la audaz virtud de su heroísmo
Ouieic- sal\-arse un puebhj.
¡ Progreso uni\'ersal, que Dios te guarde !
Llega y difunde en nuestra inmensa zona
De la sedienta humanidad la vida,
El espíritu eterno que eslabona
Los siglos á los siglos ....
Mañana, cuando Dios cuenta nos pida.
El sudor del trabajo en nuestra frente
Borrará de Caín la marca ardiente.
04
POESÍAS FILOSÓFICAS.
LA MUERTE ES LA AURORA DE UN ETERNO DÍA.
Del dolor combatida
Cual nave que zozobra en la tormenta,
Así la frágil vida !
Valor, pobre alma mia, alienta! alienta!
Hasta rendir el áspero camino
Firme en la santidad de tu destino.
Llorando del presente,
¿Quién podrá consolarte, si, ya esquiva.
Tornas de luego ardiente '
A desear la hora fugitiva.
El instante que oculta el tiempo airado
Y lo llamas feliz por ser pasado ?
La dicha paso á paso
Es para tí la adoración tardía
De la vida en su ocaso,
De cuanto va extinguiéndose, alma mia;
Adoración de lágrim.as, historia
De algún recuerdo convertido en gloria.
De algún recuerdo! Alfombra
De estrellas todos para tí son ellos.
Por más que en|:re la sombra
El tiempo apague, oculte los destellos
De lo que fué una vez gloria, demencia.
Amor, vida, orfandad, hombre, conciencia.
Así con paso incierto
De su encalatado Edén se
Camino del desierto,
El desterrado del amur, llorando
Sus recuerdos, más dulces yciueridos,
^Mientras más imposibles y perdidos.
No vedará tu anhelo,
Tobre alma mia, para siempre quiso
Sus ventui-asel cielo :
Otra gloria, más noble paraíso.
iba alejando,
Te reserva en su eterno santuario.
Benditos en la sangre del calvario.
De la ruda materia
Que te aprisiona aquí, jamaste oprima
T^a profunda miseria :
Tu estirpe por eterna te sublima
Sobre el mundo y la luz y la cspei-;i,iix,a
Aún más allá de lo que el mundo alcanza.
Alienta, pues, resiste ....
Cuando la ijnuerte rompa esa envoltura
Tan miserable y triste,
¡Oh maravilla ysin igual ventura!
La muerte será un bien, pobre alma mia,
Y aurora para tí de eterno dia.
Que eso bajo la inerte
Arcilla de la tierra vive csci-ito
¡Oh, misteriosa muerte I
Ante el santo esplendor de lo infinito
Se extiende tu horizonte, ese mañana,
Eterno bien de la cor.ciencia humana.
Venid á mí, serenas
Dulces visiones del amor di\in(j ;
I'ragrantes azucenas
En los ocultos huertos del camino ;
De la tierra infeliz, ^•íl•gcnes santas,
Libradme ahora ele am;u-guras tantas.
Que e.n vuestra fe apacible
Habré de hallai' el sumo bien que anhelo :
La virtud I imposible
]-'arael mundo tal \-ez, no y/Ai-.i el cielo
Tras cuya luz su espirilLi se laii/.a.
Buscando á Dios en pus de su cspeíaiiza.
14 de Julio de iS/J.
ODA.
A la Libertad,
V.!-A- rii) tic -nn;;ro i;(.'ncro.-^a
>íü correrá infceumlo,
(Jiicú su r¡f!;o feni/, croco, frondosa
La libtrliid ild mundo.
.iÍEÜlBEliTU CÍAllCÍA DE (lUEVEDO.
C)UÉ estruendo? Qué rumor? ¿Quién así canta,
En su entusiasmo ardiente.
Con esa voz que horrísono levanta
Impetuoso torrente?
¿Quién altivo quebranta
De la patria impasible,
El que ha tiempo le embarga, sueño horrible ?
No es el clamor tremendo de la guerra
A cuyo soplo infando
Tiembla en sus ejes la espantada tierra,
Ni el trueno retumbando
Que en la nube se encierra.
Ni el eco palpitante
Del marque choca en el peñón jigante :
Ni el acento de cólera iracundo
Que el crimen alza fuerte
Magnífica esa voz rompe el profundo
.Silencio de la muerte,'
Y vuela por el mundo
Orgullosa y sublime.
Inmortal como el hombre á ciuieii redime.
Tal suena el poderoso iiiclito acento.
Que doquiera se escucha.
Es de la libertad. — El hombre atento.
(•
PCHSÍAS FILOSÓFICAS.
35
Que en fi-;itricida lucha
Vibra el puilal s;in;^-ricii!.i),
] ,L' aiToja, avei'goiizatlo,
V se encuentra ante Dios arroi.
lado.
IJbertad, libertad ¡grande esperanx.a,
Sol de la patria mia,
'l'ras cuya lu7. ardiente se abal.'inz.a
1.a humanidad sombría;
l'eli/. el que te alcanza,
\' cual )'o te saluda ;
Aini lleno el pobre cora/.on de duda,
Conquista de los sicjlos, soberano
Y sumo bien del hombre,
Verdad velada en mistei-ioso arcano,
Puro y divino nombre.
Que al protervo tirano
l'lspanta bajo el siilio
Al pié mismo del viejo capitolio ;
¡ Sal\-e en la tierra de los libres! Llcc^a,
Numen del Infinito,
l'us alas de oro íatÍ!j;ado pliet^a
ICn el altar bendito
Uondc lát^rimas riega
l'A pueblo, :i quien abona
J.a ofensa misma que leal perdona.
Sí, sí, que al corazón del pueblo espande
El grito de victoria ;
Y ora en Grecia, ya en Roma, al pié del Ande,
Ceñido de su gloria,
l'A pueblo siempre es grande.
AI seguir su camino
Nunca desmiente el pueblo su destino,
VA siempre afronta al torvo despotismo ;
Si oprimido, proclama.
Lleno de fe, radiante de heroísmo,
La libertad que inflama
Su noble patriotismo :
Si esclavo, antes prefiere
Cual Leónidas morir y cual él muere.
Así, en afán prolijo, batallando
La humanidad se agita,
l'aso á paso la tierra conquistando
l'or el error maldita.
La sangre derramando
■■■Así van sus lejiones
A través de los tiempos y naciones,
Poco le falta ya, nueva y ardiente
La contienda se trava,
Y cual ola terrífica y mugMcnte
La libertad soca\a
Los tronos hondamente :
Iluminado el caos
Le irritará á los siervos :
levantaos.
Libertad, libertad, contigo sea
!•:! Dios de las batallas.
Que tu pendón espléndido se ve.-x
Triunfante en las murallas
Do el orgullo campea.
Que puro siempre brille.
Que nunca la discordia le amancille.
Libertad, libertad, cuando mi boca
balbuciente te aclama :
No cual Bacante .sanguinaria )■ loca
Frenética se inflama
El alma que te invoca :
No, tu luz bendecida
Al hombre purifica, le da \ida.
Ni del romano Hruto la venganza
En mi pecho fermenta ;
Que más digna, por Dios, es la esperanza
Que el corazón alienta.
Solo quiero la alianza, /
Bajo tu .santo nombre.
Del siervo y del Señor, de hombre con hombre.
Libertad, libertad, cuando te nombra
El labio, pienso ufano
Que cruza altiva, en la estrellada alfombra,
Del genio americano
La jigantesca sombra.
A veces me imagino
Que guarda de la patria su destino.
Oh ! que esta trova por la patria mia.
Tras mi férvido anhelo.
Repitan como ofrenda al cielo pía,
Las cítaras del cielo ;
Que pueda, en este día.
Ver la negra discordia
Vencida en el altar de la concordia.
A LA LIBERTAD D£L VIEJO MUNDO,
ODA.
Rasga el diáfano velo
Tachonado de estrellas rutilantes.
Divina inspiración : baja del cielo,
Y en verso armonioso
Canta ;i los pueblos tic la mar distantes
l*,\ libertad, el porvenir fecimdo
i 'ue -Vmérica [irediceal Viejo .Mundo,
^ He aquí la blanda lira
De tanto fácil canto : tiembla ahora,
Y ante la sacra inspiración suspira :
Como si en este instante.
Avergonzada de su voz canora.
Perdiese su dulcísimo contento
í Aspirando al laurel .^in fe ni aliento.
%
36
Poesías filosóficas,
Asia, cuna del hombre.
Tierra de los prodijios ; y tú, ardiente
África silenciosa ; y la del nombre
De mar en mar llevado,
Soberbia Europa : ¡ sus ! que ya se siente
Lavo7.de vida. Alzad! Cómo! ¿no alcanza
A ios pueblos antiguos la esperanza?
Era el dia bendito
De los grandes recuerdos. Celebraba
Con una sola voz, un solo grito
De admiración profunda
Su independencia el pueblo ; y traspiraba
La tierra vida y luz. El alma min
A l^ios en el pasado bendecía.
íbame caminando
Por el Avila enhiesto. Aquella gloria
Del Mtroc, aquellos triunfos, abrasando
Estaban como el fuego
■ Mi corazón. Llevaba en la memoria
Los prodijios de América, hemisferio
líonde la Libertad fundó su imperio.
De pronto queda triste
La risueña eminencia solitaria;
A' se oscurece y de pavor se viste
El domo diamantino :
Zumba el trueno doquier, y á la incendiaria
Pálida luz que al campesino asusta
De Bolívar se ve la sombra augusta.
Sobre los mil pedazos
De la empinada roca, alta la noble
Frente de un semidiós, rotos los lazos
De lo eterno invisible.
Allí de pié se levantaba inmoble
El Titán de los libres. A lo lejos
Todo era luz y espléndidos reflejos.
Y más que ofrenda digna
Al sacro Numen que en el cielo impera,
Desde la verde cumbre á la benigna
Ciudad llena de pueblo.
Del castellano la marcial bandera
Tendida se veia, como alfombra
Que hollara al paso la gigante sombra.
Y doquier los timbales
Sonoros del soldado, y las torcidas
Trompas de guerra, }• petos, y marciales
Expléndidas preseas
Esparcidos estaban : \- teñidas
La yerba en sangre, lanzas y garzotas,
Y las de esclavitud cadenas rotas.
Y sonar parecía
Del inmortal bajo la diestra en tanto
El fulminante acero ; )■ su sombría
Terrífica mirada,
Al fijarse en el iris sacrosanto
Que en otros tiempos la victoria salva.
Quedó serena cual la luz del alba.
Mas la gente del valle
Que de entusiasmo rebosaba y leda.
Iba por la ciudad de calle en calle
Cantando himnos de triunfo,
Muda de asombro al improviso queda,
Y escucha el hondo acento del coloso.
Libertador y padre glorioso.
"Bien cuadra á heroicos pechos
El entusiasmo y los recuerdos grandes:
Débiles sois, mas salvan los estrechos
Límites de las selvas
Nuestras conquistas santas. Ni los Andes
Son ya muralla al huracán ardiente
Que lanzamos al Viejo Continente.
"Ni lo será en su inmensa
Extensión el océano, callando
Ante ese pueblo que trabaja, piensa,
Y estirpe de gigantes,
Electriza á la tierra, proclamando
Su libertad ; magnífico resorte
Que sublima á la América del Norte.
"La libertad nacida.
Como el Cristo, sin pompa n.i esplendores,
En desamparo y llanto : la oprimida
Con los viejos imperios :
La que de Grecia y Roma en los mejores
Dias de su grandeza, fué ultrajada,
Y en Cartago infeliz tenida e\i nad.i.
"La libertad sublime
Que ni soñara el Asia, ni la ruda
África ignota: la que un dia gime
I Ante Alejandro y César :
¡La que no hallando un pueblo que le acuda
En la Europa feudal, intentó en \ano
Ampararse del mimen italiano.
"La libertad que pudo
Sacar á salvo la conciencia humana,
Si las hordas del Norte, como escudo
Con la enseña de Cristo,
Menos bárbara fueran : la cristiana
Moderna libertad llena de vida,
A Francia fiel, mas siempre allí vencida.
"Esa deidad que en sueños
Vieron nobles espíritus, levanta
En este instante mismo sus risueños
Y modernos altares.
¡ El mundo será libre ! sí, tu planta
¡Oh Libertad! los tronos desmenuza,
y hasta el cano Himaús silente cruza.
"En la Europa que labra
El duro hierro, abriendo ancho camino
A naciones ilustres, su palabra
La democracia anuncia ;
Y en la Europa sin duda está el destino
Del Viejo Continente, en cuyo. polo
La libertad cristinna falta solo.
"¿Qué importa el cesarismo
Que hoi pesa sobre el galo, ni el alarde
De esa estúpida fuerza, que un abismo
Socaba ante los Reyes.-'
Al sol de libertad veréis cómo arde
La .sangre de la Europa; y Francia y Prnsia
jSe alzarán, y Turquía, 'y Austria, >' Rusia.
POESÍAS FILOSÓFICAS,
37
"Y veréis renaciendo
Del siglo diez y seis con nuevas ya1as
El espíritu audaz, no dividiendo
Cual un tiempo á los hombres;
Sino llevando en paz sobre sus alas
Cuanto el ser pensador en su infinita
Escala de progreso necesita.
"Las naciones c|ue activas
Aparejan en paz su débil nave,
Y á la expansión del hombre, pre\'isi\-as
Buscan el rumbo cierto :
Helvecia, Holanda, Bélgica y la grave
Opulenta Albion ; Espafia, Italia,
Do libertad ha impreso su sandalia;
" Benditas las primeras
Serán, al himno universal }' en nombre
Del Dios que en las magníficas esferas
Su resplandor dilata:
Y desde el Tibre al Indo podrá al hombre
Unir su fe con su razón, de modo
Que ser libre }' cristiano será todo.
"¡Oh pueblos! ¡ Oh naciones
Que el cielo me señala, y que diviso
Al través délos tiempos! Gratos dones
La sabia Providencia,
Para hacer de la tierra un paraíso,
Guarda en secretas urnas. La moderna
Libertad que os anuncio será eterna.
"Sí lo será, que lleva
La humanidad su porvenir escrito.
Sobre la impura ensangrentada gleba
Que amasaba el esclavo.
¡ La eterna libertad no será un mito !
¡ No lo será por Dios ; que en ancha copa
Ha bebido sus lágrimas la Europa !
" Y lo que aquí nos falta,
Ilustración, costumbres, ella tiene ;
Y lo que aquí nos sobra y nos exalta.
La vida, el sentimiento.
Ella prudente á su razón lo aviene ;
Y aunque se inclina, marcha y no se arredra,
Y á los fines de Dios pone su piedra.
" Y Dios su senda trilla,
¡ Que mucho en su dolor ella ha chuñado !
¡ Oh nunca vista y rara maravilla !
Las artes y las ciencias.
La industria y el comercio ; el genio honrado.
La modesta virtud, la gloria el hecho :
Todo el mundo al servicio de un derecho.
"Del hombre la expansiva
Actividad, doquiera descubriendo
Los tesoros que ocultos guarda esqui\a
La gran Naturaleza.
El hombre, rey del mundo, sacudiendo
El misterioso polvo de los siglos
Engendradora lama de vestiglos.
"¿Quién decir puede á dónde
Se encumbrará el progreso, si )'a luego
El Viejo Mundo á nuestra voz responde
Regenerado y librv?
Cuando su vida ptir la idea es fuego,
Y la imprenta á ese fuego da salida,
Con libertad ¿qué no será su vida.'
"En medio á su opulencia
Al emprender su marcha, en la conquista :
Segura del derecho y la conciencia,
Europa palpitante
Llena de asombro extenderá la vista
Sobre esos pueblos á la industria muertos,
Y llevará su industria á los desiertos.
"Y con su industria ufana
Montes descuajará, pondrá ric/cs ;
Y en su vagan, moderna caravana.
Bajo la extraña zona
De una aurora boreal, pedirá pieles
AI hijo de Siberia : pobre esclavo.
Víctima allí del despotismo eslavo ....
"Y el Asia soñolienta.
Presa infeliz del despotismo turco.
Bebiendo el nuevo espíritu que alienta
Al mundo, estremecida
Con el delirio del progreso, un surco
Abrirá, la primera, en honda calma:
Cifra de que abre al porvenir su alma.
"Y apretados de espigas
Sus montes )' desiertos, las distantes
Naciones, siempre en la paz amigas,
Bendecirán á Europa ;
Y la mirra, y el oro y los djamantes.
Cuanto deslumbrador el Asia encierra.
Llevando irá el comercio por la tierra.
"Y no será ilusorio
El progreso feliz de mil ciudades
Que brotará el desierto : ellas emporio
Serán de las riqueza
Oculta en las perdidas soledades
Del codiciado oriente ; y serán ellas
Astros llenos de luz, grupos de estrellas.
"Entonces esa raza
De la tez amarilla, cuyo centro
De indu.stria guarda el chino, que rechaza
El contacto del mundo.
Libre de su estupor saldrá al encuentro
De otras instituciones más activas.
Más sabias en su esencia y progresivas. ■
"Los liijos de la Nubia
De negra piel, entonces enlazados
A los del Rin de cabellera rubia
Por el sensible alambre
Que realiza los sueños encantados.
Avisarán, desde su hogar tranquilo,
Cuándo es que sube y cuándo baja el Nilo,
"Y la cimera de humo
Del tren, en cuya entraña el fuego brama,
Divisará el beduino, no en el sumo
Fatalista abandono.
Sino invocando á la estruendosa Fama
Y al progreso feliz, con fe de sobra ;
VA poniendo á su vez mano á la obra.
POESÍAS FILOSÓFICAS.
''Y el hijo del Sahara
Que hoy ve la empresa realizar de! itsmo,
Que allí también Sesóstris realizara
Dará cita á la tierra ;
Y á la voz retronante del abismo
En el desierto surgirá de pronto
Otro abismo, otro Océano, otro Ponto,
"Y en todo clima )' todo
Pueblo se extenderá, símbolo eterno,
La divina República; de modo
Que las distintas razas
No tendrán otra ley ni otro gobierno.
Que la igualdad del hombre soberano.
Como impera en el Mundo Americano.
"Entonces, solo entonces
El misterioso abrazo de la tierra
Será verdad. Los mármoles y bronces
Guardarán esa historia
Que hará imposible la espantable guerra
Y el olvido ele Dios, en cuyo nombre
Manda la ley y se respeta al hombre.
"¡ Oh misterioso dia !
Victoria sin igual del Viejo Mundo,
¡ Llega feliz ! J^a Libertad te guía,
I, a humanidad te espera.
I Te implora la justicia; y al profundo
Rumor cjue hace en América la Fama,
Mi patria ¡ oh santo dia ! te proclama."
Tal esclamó el divino
Padre Libertador : los horizontes
Retiemblan á su voz ; el purpurino
Color de los espacios
Brilla en el alto mar, brilla en los montes
Y envuelto en esa atmósfera de fuego
El Padre, el Limortal se oculta luego.
Mas calla, y tu armonía
Grave suspende ¡ oh lira! Cuando tanto
Silencioso dolor la gente mia
.Sufre en la triste patria.
Aun masque ella infeliz. ...¿cpiién tendrá un canto
En que la inspiración brille y la idea,
Y heraldo de fortuna \' gloria sea?
i Vuelve, pues, á tu oscura
I Apacible existencia. Que mi audacia
j Ninguno ¡ oh lira! cuente. En la amargura
i De mi afanosa vida
i Fuera á mi corazón mayor desgracia,
Sialh'i mi gente en el palmar nati\'0
Y Pensase que en la ausencia alegre \ivo.
ODA.
ÁLZATE en tu grandeza soberana,
j Oh pensamiento mío !
V^ en el rayo de púrpura y de grana
Que colora la nube
Y purifica el temporal sombrío.
Vuela de mundo en mundo, sube ! sube !
Y un canto digno de mi noble anhelo
Arranca de las cítaras del cielo.
De más antiguas palmas á la sombra
Trofeos inmortales
Otros pueblos tendrán — Pero ; quién nombra
Al sol que eterno gira.
Que no vea á su luz nuestros anales,
Eíi altas cifras que la gloria admira.
Grabados en los Andes giganteos.
En vez de aquellas palmas y trofeos?
La patria! Sí! La patria que su gleba,
Con sangre humedecida,
V^ació en el molde de la idea nueva
Queriendo en su venganza
Un coloso formar lleno de vida.
La patria que cual Dios tal gloria alcanza.
No habrá temor de que nación alguna
Le aventaje en valor, gloria, fortuna.
Dejad, pues, que mi ])atrio sentimiento
Respire el infinito.
Que lo respire el ;dto pensamiento, , , .
Ailalid idorioso,
f .Salve! Ya estás aquí sobre el granito
I De inmoble pedestal. — Es el Coloso
Que aún lucha y triunfa en la nativa tierra
Y hoy aparece en su corcel de guerra.
¡ Paso al Libertador ! ¡ Calle el bullentc
Océano profundo !
¡Silencio áese fragor de gente en gente!
Cuando el Eterno espan.de
En un hombre su gloria ¡Calle el mundo!
! Y abra su.abismo el mar y baje el Ande !
¡ Paso al Libertador que el tiempo escuda
V á este pueblo inmortal, feliz saluda !
I Pero ¿es verdad lo que en su ardor concibe
I El numen que me alienta?
! Si, Que no muere el sol! Bolívar \ive I
i Y á la patria no importa
Aquella voz que en Santa Marta cuenta
Un dia funeral. La tierr.a absorta
Alza su nombre al ruido de la {^"ama,
E inmortal en el mundo lo proclama.
Lo mismo grande cuando al fin su diostra
A Colombia levanta.
Que en el horror de ingratitud siniestra.
Radiante de heroísmo
Crea y asombra, ;d enemigo espanta
Le asaltó la calumnia y fué lo mismo.
I'urificc') la patria en el incienso
Del amor y la glnija. El era imnenso,
poesías filosóficas.
39
I3ajo esta zoila perennal c|uc vierte
Calor, luz, armonía.
Ni de titán ni de héruc en armas fuerte
Se viera en la desgraeia
Tan varonil espíritu. Tenia ■
F.n su genio tal fe, tal en su audacia,
(.jue abrazado á la esfinge del destino
Siempre saK'ó ;í la patria en su camino.
Predestinado ;i transformai' naciones
.Stjbi-e medio planeta,
Y de una raza triste en tradiciones
Formar pueblos hermanos.
Él es soldado, ley, luz y profeta.
Uel porvenir mostrando sus arcanos :
Rs más aún de nuestra gloria en nombre.
El es aquí Libertador del hombre.
Colombia era un milagro, más concita
VA lier\()roso enojo
iJe la contraria gente. Necesita
Milagros de heroísmo.
J-5olfvar los tendrá ! Nunca el arj'ojo
Unido al genio, tan profundo abismo
yXbrió jamás á su enemigo. Aún zumba
En Carabobo el eco de una tumba.
l'-sa tumba en la i)atria es la postrera
Memoria en tanta hazafia.
De bravura á bravura, una bandera.
Pasmo de las naciones.
Bolívar abatió ; fué la de Espaíia.
iMitrc el cóndor del Ande }' los leones,
J<"alla el derecho en contra de Castilla,
'Friunfante el iris de Colombia brilla.
(.^ué tiempos! Qué adalides
]Je sangre. Venezuela
ConteiThpla las silentes gemonías
De los campos natales.
Bajo la noche solitaria vuela
1^1 ángel del dolor — Bóves, Monde
Kn " La Puerta"
Triunfan al grito
Son
dias
y " Lírica
de lai/uerra á muerte
F>sa c;imi)al victoria es la corona
De nuestra independencia,
l^rcludia la de Quito; afianza, abona
La de nueva Granada.
Enaltece á Colombia en la conciencia
De la Europa, ven fin, graba en la espada
oh triste suerte 1 1 Del triunfador la cifra, C|ue convierte
i luz en sombras y la vida en muerte.
Muda de horror la tieii'a. . . .allí se sacia
La Némesis sangrienta
i'ero la patria audaz en su desgracia
Calla, recoje activas
Sus fuerzas de amazona: \j\'c, alienta ... .
Y ve caer á Villapol \- á Rivas,
Y á Sanz y á Campo Elias. . . .Todo es dué'lo !
Hasta Ricaurte que se cle\-a a! ciclo!
¡Oh, tú. Genio feliz de ojos serenos!
Numen de la esperanza,
'Fras la horrible hecatombe de los buenos
Ibas llorando triste
¿Quién ¡)enetra en la sombra, (.|uién alcanza
F.l porvenir, la salvación? — Resiste,
(jen.io apacible, la tremente ola,
]3olivar sale ya de la Española.
lace ]jropicia
la injusticia
En vano con su genio I
A la instable fortuna
En Bombona y Junin. Si
No irgue allí su cabeza,
Y calla en Guayaquil, Lima \- la cuna
Del peruviano sol : tanta grandeza
Pasa en deslumbrador sueño ydcliric>
Y se hunde al cabo en funeral martirio
¡Cómo enmudeces. Musa!-
Con Glorias encadena?
Quién pesares
Y¿á qué tampoco flébiles cantarcí,
Cuando feliz se encumbra
Honrada la República, \- resuena
Libre su voz \- su esplendor dcslumbra?
Musa, desplega el ala, rauda avanza.
Tu voz es hoy la voz de la esperanza.
Y rumbo de los Cayos hace luego
A la Esparta marina,
Y arroja en Ocumare, como el fuego
Del Pichincha nevado,
Un grupo de valientes. Habla, y mina
La ibérica fortuna. Ve, inspirado.
Desde Apure los ;Vndes. . . -I-'asa. . . -Nombr
A Boyacá!. . . .y llegando triunfa, asombra!
De laespei'anza, si, que en vano alienta
i De imi^roviso sañuda
I La estúpida ambición. La patria cuenta
] Abismar esc ulti'aje
' Hoi lo mismo que ayer. Su gloria escuda
i El Ínclito Guzman, columna y gaje
a De nuestro inmenso porvenir, que encierra
; Sola una maldición — la de la guerra.
La libertad del Vireinato acendra
Su concepción gigante.
i',1, como Jove, en su cabeza engendra
Una bélica diosa.
De la olímpica mente del Tonante
Minerva salió armada. La pasmosa
Colombia, sol del genio, de re]:)ente
También apareció resplandeciente.
i No )"a con el en desamparo gimcH
I Los pueblos. Su firmeza
I Pone á raya la fuerza, aterra al crimen,
i Reprime la anarc[uía.
' Su genio nuestra pública riqueza
j I,cvanta, y da instrucción al pueblo, y guia
I El carro del progreso, mientras vela
■f Por el nombre y la paz de Venezuela.
\
40
poesías filosóficas,
Eso es Guzmaii á quien el pueblo aclama
Y el Nuevo Mundo admira.
Eso es Guzman que sÍL^ue de fu fama,
¡Oh, Bolívar! las huellas.
' Bien puede el ritmo de la dulce lira
Enlazar con la luz de las estrellas
Dos héroes, dos grandezas, dos memorias,
Dos cifras inmortales y dos glorias.
A LA PAZ.
UN canto ! Un himno. Musa mia ! Calma
Este profundo duelo
Que en zozobra inmortal siente mi alma.
A la dulce alegría
Abre tu corazón, propicio el cielo
Luce sobre la patria
El sol de la esperanza. ¡ (^h. Musa mia 1
Un héroe cerró el templo de la guerra,
'Canta esa gloria en nuestra hermosa tierra.
¡ Sobre la tierra de la luz la gloria
JDe esta paz deseada !
¡ Oh timbrcjsin igual de nuestra historia !
¡ Oh patria, Venezuela,
Tuyo es el porvenir, estás vengada !
No ya del insensato
Que en su ambición á la discordia apela
Hayas temor; camina en paz, camina.
El pueblo odia la sangre, la abomina.
De hoy más aquella ensangrentada ruta
Por donde audaz corría
A escalar el poder la fuerza bruta ;
De ho)' más luchas de hermanos,
Antigua y degradante tiranía,
Te inspirarán asombro.
Jove arrojaba 'un tiempo de sus manos
El rayo y retemblaban los gigantes,
Y el pueblo es dios de pasos fulminantes.
Cifra de su poder, sobre las almas
De generoso aliento.
Es la oliva de paz, son esas palmas
Que en tu postrer tristeza
Han cegado el abismo turbulento
De la impía discordia.
I'udo triunfar el hé-roe. Su grandeza
Canrino halló mejor al patriotismo:
Perdonar y cegar aquel abismo.
Bendito bien el de la jiaz, bendito
Ouien purifica al hombre
Levantando inmortal sobre el granito
Un templo á la esperanza,
Sol de la humanidad. ¡ Cuánto renombre
Bajo el cielo de América
7\1 héroe vencedor feliz alcanza !
La ingratitud, la cólera, el infierno
Van á morir sobre ese altar eterno.
Himno del corazón ! Haz que recobre
La ya perdida calma
Allá en los campos el hogar del pobre.
El es siempre el que llora,
Porque es siempre el que sufre-Himno del alma.
En medio de sus hijos
Las nuevas de la paz murmura ahora.
¿ Qué gloria habrá mayor al héroe en tanto ?
¡ Ver en sonrisas convertirse el llanto !
¿ CUAL SERA EL PORVENIR DE LA AMERICA ?
Santo amor de la patria, noble acento
Del pueblo que eterniza sus anales ;
Poderoso y sublime sentimianto
Que engendras las acciones inmortales ;
Tú que eterno palpitas
En el alma del hombre, tú que escritas
Sobre el azul del alto firmamento
Tienes en letras de oro
La vida de los héroes ;
Santo amor de la patria.
Dame el ritmo sonoro
De la fama y la gloria, dame aliento
Para cantar con estro soberano
El porvenir del mundo americano.
El hijo ardiente de tu rica Zona,
Oh, patria, Venezuela, ^
'Por tí aspira del triunfo á la corona,
La quiere para tí, por tílaanhela.
Así el hombre á la tierra se eslabona.
Así mientras en vivos resplandores
El dorso de esmeralda .
Del A\'ila se inunda.
El fresco arbusto de risueñas flores ■
Sobre la frente andina
Enlaza una guirnalda á otra guirnalda
Como votiva ofrenda campesina.
Oh, América feliz, no á los suspiros
De alboradas y blandas ilusiones
Hoy el arpa resuena.
¿Qué serán tus naciones,
Collar de filigranas y zafiros,
i Tras esa aspiración del bien avara
í Que lanza al pueblo á la sangrienta arena
POESÍAS FILOSÓFICAS.
41
Ganandd caiii|j(i un sus tortuosos ijiros
Hasta llcfíar á la (iiial escena
Que sitólo ¡isig'lo el porxx-iiii'pi'epara ?
Cuando el pueblo se atropa
Sin númenes ni templo
Y en su rabia terrífica )• soml^ría
Pugna por derrumbar all;í en Europa
i-'amilia, instituciones! ;
A tí vuelvo los ojos, patria mia,
Y mientras más gloriosa te contemplo
Más de terror me embarga aquel ejemplo.
No! no, por Dios! Ante el futuro, arcano
De armoniosas leyes:
En marcha ya siguiendo tu camino,
¿ Qué á tí con el destino
implacable, tirano
Que hace temblar el trono de los reyes ?
¿ Qué te importa tampoco si columbras
Distante aún, distante, en triste calma,
El sol y los inmensos liorizontes.
Si, águila tú, te encumbras,
Y en gigantesco vuelo
Con la fe que trasciende de tu alma
.Tienes valor para escalar el cielo?
¿Quién eclipsa tu gloria ? ¿No responde
Al progreso bendito ? "^
Adelante! Adelante!
El mundo accidental sobre el granito
Ha grabado su símbolo. Pujante
Al fin tu libertad de este hemisferio
Cimentará el imperio
De la eterna justicia.
Cuando en la vieja Europa se desborden
Tantas iras y torvas amenazas.
Inmoble, antemural la ley y el orden
De América serán á la codicia
De las furiosas turbas. Ancho campo
Tendrán aquí las razas
Para olvidar tradicionales odios
Y estirpar su presente antagonismo ;
Para vivir de amor y ser custodios.
En nombre de la ciencia.
Del santuario inmortal del patriotismo.
La América sei'á la rica herencia
Del progreso y la historia,
Y el gran Jurado en cuyas libres manos ,
Pondrá Dios bajo el sol de la conciencia.
Como el signo más grande de su gloria,
Los destinos humanos.'
Oh, patria de los anchos continentes.
Palacios de la luz ; para esa cita
De las extraídas y lejanas gentes.
Tal haz de ser feliz, que será poco
Cuanto presiento, cuanto grande evoco.
El mundo se transforma y Dios se agita
Én medio de los pueblos -¿Quién limita
JJe tu éncumbracío espíritu la fuerza?
El poblará las seh'as de Orinoco
De opulentas ciuclades,
I Al martillo del ciclo])e, los rieles
Tender:í por las mudas soledades.
l.e pedirá al comercio su« i)ajeles
Que irán hasta los mares de l;i ;uu-ora,
Y en triunfo ya, vencidos
Los misteriosos lindes del desierto,
Escuchará silvando hora por hora
Con rumbo al polo, cual segui'o inurli),
A la febril, audaz locomotora.
Desde el temible golfo que interruni|)r
El profundo sosiego
Del blando mar caribe,
Hasta el gigante patagón c\ur acamp:(
En la tierra del fuego;
Al solemne rumor de cuanto vi\'e
Sobre el volcan, en la extenrlida ]jampa.
De tu sol á la lumbi'e.
De un mar hacia otro mar, de cumbre a curnhrc
Despertarás, oh Patria : al embeleso
Del dios universal, del dios progreso.
Todo espera á ese numen
En los fragrantés bosques de canelos,
Por colinas y alegres valladares ;
Al murmurio de ríos y arroyuelos"*
De frescas flores y arenillas de oro ;
Sobre la hirviente comba de los míires
Que arrojan á la orilla su tesoi-o
De perlas y de múrice, entre espumas,
Diademas de jaznn'n, randasde plumas.
En esta dulce creación que aduna
La púrpura y las sombras, )• aproxima
En contraste inmortal de formas bellas,
Al lago azul los rayos de la luna
Y la luz del volcan á las estrellas.
Todo espera ese numen, murmuranflo.
Como oración del alma reverente.
El himno de la patria floreciente.
¡ Cuánta felicidad ! ¡ cuánta riqueza
En frutos y tesoros, ciencias }• artes !
¡Y qué culto de amor }■ de pureza
A la virtud divina.
Como mérito y timbre y sol \- alteza
Dé la raza latina !
No es ilusion-L'n pueblo que cl abismo
De su miseria con heroico pecho
Y constancia viril, ciega, y proclama
Que es libre y grande, en alas de la fama;
Ese pueblo en la infausta y cruel fortuna
Tendrá el valor, la fuerza en su derecho
Para cumplir audaz consigo mismo
En el tiempo, en la gloria, en todo cuanto
Se irgue en la \'oluntad, que puede tanlo.
Y qué ? ¿ carece acaso
De maestro ese pueblo que le exhorte
En noble ejemplo }• liberal anhelo?
Brilla á su laclo la nación model<"i
Y Que se abre al mundo paso
\
42
POESÍAS FILOSÓFICAS
En las nieblas del norte.
Como el antiguo quipo
Del opulento y dulce peruviano,
Ella encierra un secreto-el hondo arcano
Que, á falta de otro nombre,
Felicidad tranquila llama el hombre.
Su libérrimo pueblo será el tipo
Que han de seguir un dia las naciones
Del mundo americano :
Grandes federaciones
Formarán por doquiera,
Gravitando el hermano hacia el liermano
Y uniendo una bandera á otra bandera.
¿ Qué faltará á tu gloria? Nuevo Anteo
La ardiente libertad deque blasonas
Se apoyará en la tierra,
Y en nueva maravilla
Ofrecerá á los pueblos por trofeo
Destrozadas cadenas y coronas
Bajo el fragor allá del Amazonas,
Acá en las playas de la hermosa Antilla.
Tal ; oh ! patria te admira el numen mió :
aY eso será la vida que ho; demandas
' En angustia de amor al cielo pío, . .
A contemplar tu gloria, del miibrío
Silencio de la muerte, venerandas
ínclitas sombras se alzarán de guerra;
Y en cuanto el Sol, amarite
De estas regiones, quiso
Convertir en. risueño paraíso,
Y en cuanto el cielo americano encierra,
"Bolívar" y "Colon" irá tronante
Clamando del Pacífico al Atlante ;
Y en mármoles y' en bronces
"Bolívar" y "Colon" grabará luego
El arte patrio con cincel de. fuego.
A ese estruendo profundo
Su voz unirá entonces
El genio misterioso de los Andes,
'■'■Paz y progreso y libirlad" clamando ;
Y las serenas sombras descansando,
Tras los sueños divinos
De su esfuerzo fecundo,
Contemplarán sellados nuestros graneles
Magníficos destinos
"Al espléndido sol del NiK\'o -Mi.XDo.
ANDRÉS BELLO.
¡ OH tú la soñadora
De solitario vuelo,
Reina de los espacios, alma mia ;
Tú que al nacer la aurora,
En las sonantes cítaras del ciclo
Oyes aquella espléndida armonía
Que en misterios profundos,
Concierta noche y dia
La marcha de los mundos ;
Tú que risueña sabes,
Ceñida de gloriosos resplandores,
Lo que 6n trinos de amor cantan las aves.
Lo que al céfiro audaz dicen las flores ;
Alma mia feliz, tu voz levanta,
Inspira al numen de entusiasmo lleno.
Que hoy de la patria canta
A un insigne varón, mientras por bueno
Lo aplaude el hombre, la virtud lo abona.
Minerva le corona
Y la América graba en sus anales
De un poeta los cantos inmoitales.
Rasga el genio anhelante
Del porvenir la sombra :
Mirad á esc mancebo ¿quién le nombra?
Desconocido empero, en la silente
Noclie que le rodea, ;iudaz [iresiente
Su triunfo: es la cóndor que irguc su cuello
Y mira frente á frente
La nube rutilante.
Nacido al pié de las floridas lomas
Por donde arrullan al primei' destello
ADelGnaire las dulcísimas palomas,
El se llama Andrés Bello :
De cuerpo débil, y á la par acti\o,
Grave carácter y modestia suma.
El silencio le aplace, y pensativo
Camina y solitario.
Generosa con ella Providencia,
Orillas del Anauco se decia,
Que de ofrendas su pecho era un santuario
Y mares de esplendor su inteligencia ;
Y en verdad, parecía
Acuerdo y signo de fortuna rara
De Bello el entusiasmo por la ciencia,
De Bello el numen y la mente clara.
¡ Oh, tiempo misterioso que fatiga
De una esfera á otra esfei'a
A la instable fortuna !
No á vestir la loriga
Nacido ese doncel, la patria espera
Entrej mirtos de amor guardar su uíMiibre.
Tal pensó Venezuela estremecid.i
De libertad al grito sacrosantij :
Y el joven Bello le consagra en t.uUíj
Su fervorosa vida.
Mirad ! feliz su corazón se espande ;
El va de gente en gente.
Como la fama de mirada ardiente.
Publicando del Ande
La libertad, la gloria;
Diamantino buril es y\ en la grande
■ \' poderosa Albion su débil ])hiina:
POESÍAS FILOSÓFICAS.
43
('ad;i triunfo veloz, cada victoria
Con que Colombia abruma
Al castellano altivo,
¿Sabéis porqué la iíurojni admira luego ?
l'orque los taraba con cincel de fuego.
Cuando triunfante al,>fin Roma su sello
Tm]niso á las naciones,- oyó el Tibrc
Cantar al cisne de Tibur di\-ino
La paz universal. — Así Andrés Bello
Al Nuevo mundo contemplando libre,
Ciísnc de los torrentes, se levanta
Y en libación de amor, otro camino
A los ínclitos hijos de Colombia
Vigorosos señala. ''¿Qué destino
"Al héroe más sublime el bardo canta,
"Qué unir :l tanto lauro y maravilla
"Sobre el campo sangriento de la guerra
"Otra mayor victoria sin mancilla,
"La virtud del trabajo de la tierra ? "
I'Lntónces fué que, ausente,
!'".vocó los recuerdos encantados
Uc sus ejidos y risueños prados,
Las músicas i)ausadas y tañeres
De nocturna alegría,
Sus pastoriles danzas y placeres,
Y el lejano mugir de los ganados
Y el sol del cabañal y la alquería.
Entonces al recuerdo de esas fiestas,
Respirando de lucos y florestas,
iM-agrancia de airecillos rumorosos,
Cantó de inspiración trémula el alma,
Los abundantes frutos deliciosos
De esta zona feliz cjue en dulce calma
"Para sus hijos la procera palma
"Su \'ar¡o, feudo cria,
"Y el ananás sazona su ambrosía,
"Su blanco pan la yuca,
"Sus rubias pomas la patata educa,
"Y el algodón despliega al aura leve
"Las rosas de oro y el vellón de nieve."
¿Quién sabe en. los misterios de la vida,
Si en la horrible nostalgia del ausente,
¡\íás vuelo hubo la musa esclarecida
Y mayor luz el alma inteligente ?
Así cuando :;.e agitan
Del mar caribe las cerúleas ondas
Y entre hirviente fragor se precipitan,
IVÍá.s irisadas las espumas blondas
Cruzan, á modo de la nube leda.
Con rojas fimbrias )" cendal de seda.
Y ;'i la \ crdad, de l^ello el pensamiento
Que múltiples ideas elabora.
Semeja al Aconcagua
l<\indiendo en el abismo de su fragua
La materia metálica y sonora.
V.n af|uella región crimo serpiente
Tendida frente á frente
De iliis gigantes ])ara siempre f\']o
¡ OÍT Chile fortunado, ciueda el hijo
i)c \'enezucla, la infelice patria!
Y su hogares un templo
Levantado al estudio y noble ejemplo
De virtudes tranc|uilas.- -Su fecundo
Ingenio abraza el mundo ;
Y canta conmovido
A la amorosa abandonada Dido
Y á .su amante falaz el duro Eneas.
Con el numen divino quclo absorbe
Llena del esplendor de sus ideas
La máquina del Orbe.
¡ Qué multiplicidad ! Como pregona
De la ciencia el poder! Cómo eslabona
Los sistemas de mundos estelarlos,
Con éste que el orgullo diviniza!
Lo mismo relaciona
Los astros con los astros, que armoniza
Los pueblos con los pueblos, en los varios
Caminos de las leyes
Y bajo el yugo antiguo de los reyes.
Filósofo, en sus cantos maravilla
Las verdades que entraña :
Galano evi los conceptos
Depura de Castilla
La rica lengua ; y dulce en sus afectos
Si no maldice en su mesura al vicio
Ala virtud se ofrece en sacrificio.
El pensador y sabio abrió su pecho
A los sueños divinos :
Amó la libertad, y dio á los hombi-cs
Universal derecho ;
Y al señalar del mundo los destinos,
Aunque di\'ersos nombres
Tuviesen las naciones saberanas,
Con una ley social las hizo hermanas.
Como águila caudal que el aire hiende
Tranquila y mesurada.
La reflexión en Bello así se encumbra ;
Mas lo que en él sorprende
No es su profundidad, ni la atildada
Palabra que deslumbra ;
Lo que en Bello sorprende, lo que admira
Es que cantando lo que siente ínspii-a,
Y lo que escribe ardiente
Es la verdad pensada en cuanto siente.
Nunca vida más llena
S'e vio de generosas bendiciones.
Con la grave moral de sus lecciones
Y la dulce palabra de sus labios.
El vigoriza, atrae y encadena
A dos generaciones
De la brillante juventud chilena.
¡ Hoy no existe el patriarca! ¿Ou.ien aviva
De la justicia el fuego? Quién los sabios
Consejos honra y sigue? Quién condena,
O ya indignado acusa
La fuerza, la conquista, el atropello
En la patria adoctiva
Del insigne Andrés Bello?
¡ Oh, glacial egoísmo !
Retírate, alma mia, de esc abismo.
¡ Silencio ! Calla, Musa,
Ahoga tus pesares ;
íOue cuando lleva el viento en nuestra" zona
\
-Kl
POESÍAS FILOSÓFICAS.
Sonido de cantares,
Y la América libre en paz pregona
Ac|uel ingenio inmenso que se inspira
En sus altas y múltiples virtudes,
,; A qué memorias tristes
Y hondas vicisitudes
Despertar en. la lira ?
¿Quién en amor convierte
/\ la ambición que admira ,
F.l espantable troiTO de la muerte? I
V tu la generosa, tú la austera,
Firme en la convicción, digna en el culto
De la ley sacrosanta,
¡ Oh Colombia, le\'anía
í.a tricolor magnifica bandera
One jamas el insulto
Toleró de los déspotas, ni el crimen
■'• De lesa libertad ! . . . . Hija modelo
Del Inmortal que aun lloran, por cjuien gimen
Las sombras venerandas,
Contigo sea el cielo
Bien 'te cumple por justa
Honrar siempre la idea^.en su infinito
Y misterioso vuelo :
Eu esa fiesta secular, augusta,
La primera en tu liistoria,
A! grabar de Añores Bbi,L(j eu el granito
El popular americano nombre,
Grabas tu propia gloria ;
Que del bien nace el bien, numen del hombre.
Divinidad que en su ascensión encierra
De las naciones la feliz memoria
Y el progreso inmutable de la tierra.
Agosto 19 de 1 88 1.
SILVA.
A la raemofia del sabio y virtuoso ciudadano Dr. José María Vargas.
( Li.'j'Ja en el Uanpleí üe Suu Francisco al pié del catiii'alco cu (.[iio fueron colocados los restos
lie ^'iírgas, la noche del Í5 de Abril do ISI";'.)
^;.V qué clamor ele duelo
Xi lágrimas que amargan la existencia,
Si en grave inspiración el alma mia
("anta \' se eleva al cielo
I )esde el recinto augusto de la ciencia.''
No el ti'émulo plañir de la clejía
ride la patria historia,
.Si eternos han de ser nuestros anales,
Suene la lira con tañir de gloria
Coronada de flores inmortales.
Alma \iilud, \i\iente
Resplandor del fecundo
Espíritu de Dios; no tu simiente
Se ])erdcr;i di\ ¡na
Bajo el cielo feliz del Nuevo Mundo:
Cuanto sale de Dins at|ui germina;
Desde la chisp.i de oro cpre .se encierra
lüi los ocultos senos de la tierra,
Hastíi la iuimaira idea que ¡pregona
1 ,a libcilail, la ciencia, el bien sublime ■
( >uc :i li'S pueblos redime
rfii'(|ue al oi'tlcn nioi';d los eslabona.
1 le ;u]ui, cijino serena '
Alboiada, que el sni en paz anuncia
.\1 .angustiado corazón del hombre,
Oue ; ph virtud santa! al pronunciar tu nonibn
La ciencia patria, de entusiasmo llena.
Otro también pronuncia:
V'árgas ! el labio sonriente espira,
Y el corazón aplaude, el alma admii'a.
\^aron rico de dones
Con genial dignidad siempre encubiertos,
:, Gratos como fragrancia de los huertos,
j Delicia de ¡os puros corazones.
I Varón de alma encendida
; AI fuego inextinguible que se encierra
i En aciuel sacrificio de la vida,
j Holocausto divino de la tierra.
La heroica Venezuela
En medio de sus luchas y prolijos
Dolores, se ufanaba
Con Vargas, el más docto de sus hijos ;
Ella que sobre el y\nde tremolaba
i El ardiente pendón de la victoria.
Dicha ma3-or anhela :
Quiere más digno altar, cjuiere otra gloria :
Y alt;ir 3- gloria encuentra sin agravio
; Sobre el ara de amor de una conciencia ;
' En los timbres de Vargas como sabio
Y en la noble virtud de su existencia.
Por eso cuando un dia el patriotismo
' Al solio de la gran Magistratura
': Le lleva como prenda de civismo,
El repúblico, el sabio á tal altura
' Es siempre hombre de bien, es siempre el mismo.
, , Qué digo ! Allí, no hay miedo que se pierda
j Aquel sublime arranque de heroísmo
Que la patria recuerda ;
La fuerza le gritó con ceño adusto.
" ¡ De los \-alIentes es el mundo ! " Y lleno
El corazón de su deber bendito,
Aquel varón augusto,
Al destemplado grito
f
POESÍAS FILOSÓFICAS,
45
De la discordia, contestó sereno;
— "De los valientes, no, mas sí del justo."
¡ Oh, qué gran ciudadano !
¡ Qué riqueza de esjjíritu ! ¡(Jué inmenso
Amor por e! saber y el bien luimano !
7\sí entre lirios ofrendar lie visto
Juntos, en áurea y cincelada copa,
La mirra y el incienso
Sobre el divino altar de Jesucristo.
¡ Ciencia y moralidad ! ¿Cuál (;tra ofrenda
A la tierra y al cielo más propicia
De nuestro porvenir? — Valiosa j^renda
Ella fué para Europa
l'-n la balanza fiel de la justicia:
Oyendo á Vargas proclamar sus fueros,
Ya no fuimos un pueblo de guerreros
Que solo en criminal discordia vive
Tinta las manos en la sangre inulta ;
Con el saber profundo que él exhibe
A difundir alcanza lo que anhela
Y lo que alcanza, con su pluma escribe :
Que á par de libre es culta
Nuestra gloriosa madre Vene/Aiela.
¡ Ciencia y moralidad ! Bajo este templo
Mas firme cpie el granito.
El era el sacerdote de la idea
En alas de lo eterno y lo infinito.
¿Que no puede un laudable y noble ejemplo?
La juventud le admira, le rodea.
Recoge su palabra y se deslumbra.
Miel destila su labio
En aquella enseñanza persuasiva
Que la bondad del corazón activa
Y mientras más se aprende más encanta,
Y mientras más se escucha más encumbra
El viril pensamiento — Guía sabio
Que al débil hace fuerte,
Penetrando lo mismo,
De la ciencia á los vivos resplandores,
En los misterios de la verde planta,
Que en el confuso abismo
De la materia inerte ;
i Lo mismo en el secreto de las flores,
Que en la sombra aterida,
Que en el eterno arcano de la muerte,
Que en las hondas tristezas de la vida,
(ruía sabio t[ue lleva,
Moralista y cristiano.
La antorcha de la ciencia en una mano
Y en la otra el amor por buena nueva-.
Tal fué tle Vargas la misión que un dia
]^e ti"izó providente
lí\ numen de la gloria; él lo sabia,
Y su fama llev() de gente en gente.
¡ No existe )'a el anciano I
Muí lejos de nosotros, peregrino
Resignado, inclinó la mustia frente;
Pero vive la patria y su destino
Regenerada cumple. ¡ Oh tú, felice
Hijo de la fortuna,
Americano- Ilustre, american(j
Que nuestro amor, que ardieiue te bendice
Y en la gloria que aduna
Este momento de la patria historia
Con nuestro grande ¡porvenir de gloria.
¿ h'ueron jamás propicios
Cual hoi en Venezuela k)s auspicios?
¡ Paso á esos mudos venerables restos !
Sin sangre, sin funestos
Gritos de gemebundos sacrificios
Marchan al Panteón en alto triunfo.
La paz que el héroe levantó á su fama
Y un digno y noble sucesor sustenta.
La paz que el pueblo ama,
A Vargas muerto en su esplendor reclama
Y entre palmas al mundo lo presenta.
¡ Paso á esos restos ! En las anchas zonas
Do gravita la mole de los Andes,
Tendrá culto de afecto aquel sencillo
Y virtuoso varón ; tendrá coronas
Su funeral lucillo,
Y el sabio será grande entre los grandes,
Descansando á la luz del nuevo dia
" Entre los héroes de la patria mia.
SUYA.
A "Él Poder de la Idea."
Escrita para el Certáuicii Literario del ■¿8 de OeLubre de iti'i'j
YO quiero dar mi pensamiento a! mundo,
Porque la fuerza audaz del pensamiento
Me arrebata, me inspira,
Cambia el temor ; mi canto gemebundo
En el sublime acento
De la apolínea lira.
Si 'estéril á mi gloria es este can.to.
Si lo ahoga el profundo
■I Rumor que lleva el huracán \-ioleuto :
¿Qué importa? sobre el mármol ó el granito
De otro cantor grabada será en tanto
La victoriosa palma,
Gloria ideal que el corazón anhela,
Y que será el orgullo de nn alma.
Si es triunfo del talento en \'enezucla.
\
46
"POESÍAS FILOSÓFICAS,
¡ Paso ep la tierra que gravita eterna
J\->r el piclagú imiiciiso del vacio
Al hombre, al ser pensante de la historia !
No del caos sombrío'
La bóveda superna
El Invisible levanto en su gloria
Con más brillante luz que la que encierra
El mortal en su mente.
Centro del univei-so, omnipotente.
En sí lleva el destino
De la afanosa humanidad ; pasea
Su mirada inmortal de ])ü1o á polo,
Y cielo }• mar y raudo torbellino
Impasible sondea.
Porque en la creación él guarda solo
La ijalabra de Dios : guarda, la idea.
La idea, sí ! del pensamiento vida
Luminosa, incansable, en cuanto abraza;
Desde el insecto cpie en el polvo traza
Para el hombre escondida
Imperceptible huella,
Plasta el Ande, hasta el sol, hasta la estrella,
Hasta la eternidad desconocida.
Timbre cxelso del hombre
Aquella fuei'z;'., como el sol, divina,
Bajo la roca ei hinojeo labra,
Eterniza su nombre
En las altas piríimides, encierra
El raj'o que en las nubes se a\'ecina
Y arroja su palabra
Sobre los anchos \ ¡entos de la tieri'a.
¡Oh, poder de la idea !-¿ Ouit'U resiste
Tu vigoroso aliento?
¿Ni quién podr;í decir, en la insondable
Noche del tiempo, desde cuando asiste
El mundo á tu \ictoria?--¿ Qué portento
A tu portento alcanza ?
Tú condensas en hechos Id impalpable,
Los sueños, los temores, la esi^eranza,
¡Y lo impalpable en mara\'illas eres !
A tu voz, en fecundas creaciones '
y\parece la forma, brotan seres ;
Generación de \-idas, encantada,
Oculta en tí ¡ quién sabe de que modo 1
Y c|ue latentes, á la luz son nada;
Pero que un dia. cuando tú lo quieres,
Al mundo lanzas, y á la ñn son todo.
En los risueños pi'adits
De la Grecia feliz, pas;in la \ ¡da
Entre mirtos y .H-ares
Y fiestas y deleites encajitados
Del persa los altivos vencedores.
I\las no creáis, ac;is(_), íidormecida
En los ensueños de la dulce holganza,
Antes que lap;ision de la venganza,
La idea griega, entonces convertida,
Del arte tras el m;lgico embeleso,
En la pasión de libertad, progreso
Del mundo esclavo que al Saturnio adora.
Al Asia ! le murmuran á deshora
i Maratón y Platea ;
1 Y el griego sabe bien que aquella idea
I Realizará, sin esperar en vano ;
¡Que un héroe ó un tirano
í Conducirlo Síibrá de gente en gente,
¡ Camino de la aurora,
I A la conquista del lejano oriente.
I El macedón, el hijo de P'ilipo
No fué grande por sí, que en la conciencia
Llevaba como el tipo
Del porvenir, la idea de la historia,
, El progreso del mundo, su sentencia !
I Alejandro fué el medio de esta gloria
i Y eiiunidcció la tierra cu s// presencia.
i La sangre jenerosa de Lucrecia
: Hundió á Tarquino, y solitario el Tibre
' Ve pasar á los reyes : como Grecia
¡ Será inmortal el Lacio, Roma es libre.
j Pero el torvo patricio no consiente
: Bajarse hasta el amor de su cliente,
Y el desnivel sobre las leyes traza.
i En su idea de fuerza, en su injusticia
' No será allí la libertad patricia
; La libertad de Atenas en la plaza.
Y la lucha empezó. La idea antigua
; Su poder y sus fuerzas atestigua
En la historia implacable :
I El hecho, siempre el hecho !
, Es su mejor razón : calla el derecho,
I No de la ley, que es un fantasma vano,
Ante el poder que toma
j El patriciado como idea en Roma,
I Calla el derecho humano.
I
La lejana colonia
, Que á las legiones sin cesar contrista
Porque las lleva de su dulce Ausonia
De conquista en conquista.
' El severo Scipion triunfando en Zama,
Después de Trasimeno en sangre tinto :
Numancia la Española,
Y la muelle y bellísima Corinto,
Y Cartago la púnica, arrasadas
Del exterminio en la mugiente ola. . . .
Y César que las leyes pisotea
Para después, bajo el ]3uñal de Bruto,
Caer velado en el purpúreo manto ;
Toda esta inicjuidad ciue al mundo afea.
Que ve con ojo enjuto
La ,ser\-il muchedumbre :
Toda esta historia de injusticia y llanlo.
No es más que el absoluto
Resultado inmutable de una idea.
Que el tiempo ! el tiempo ! sin cesar transfoi'ma ;
Como base social la servidumbi-e.
La raza \' la conquista como norma.
Pero ¿quién este cáncei' de la guerra.
Quién la lepra moral, que en tanto exeso
Cubre á la torpe sociedad romana.
Curará para ejemplo de la tierra? '■
'0\\ ! 1X0 temáis, previsto
í
POESÍAS FILOSÓFICAS.
47
Lo tiene )'a el pi'Of^'reso :
Lo curará una idea soberana:
La ley espiritual de Jesucristo.
Mirad !-¿QuicJn silencioso prir la arena
Del Jordán se encamina?
Ls Jesús el humilde.
Su frente es más serena
Que el cielo de la tarde :
Como estrellas sus ojos. . . .
Habla de los profetas y hace alarde,
Al pueblo que en su asombro tras si lleva,
De decir la verdad, la buena nueva.
1.2^ buena nueva ! La \-erdad ! que ahora
Es alma, es vida, es verbo,
Transforma en hombre al siervo,
Al esclavo del viejo fatalismo;
Socaba un hondo abismo
Entre el mundo C[ue adora
A Venus Citerea
Y el mundo de Jesús ¡ oh, redentora
Fuerza inmortal de la inmortal idea !
Esta idea flotando como el arca
Del abismo en las ondas ha llegado
Oculta, misteriosa, y peregrina
A una pobre comarca,
Al pueblo de Judea en Palestina,
Y se encarna en Jesús, en el Dios-hombre.
¿ Creéis que por divina.
Desde el eterno amordel Licreado,
El Mediador, divino como ella.
El porvenir abarca,
Los pueblos y los siglos?
¡ Bien la tierra lo sabe ! ¡ Bien lo inquiere !
¡ El amor como idea nunca muere !
Cuando en su afán la humanidad perdura
Y el triste cáliz de dolor apura ;
Y progresa y resella
IÍ.1 pueblo los ]Dr¡ncipios con.su sangre:
Cuando lucha y trabaja
Por la igualdad libérrima, es en nombre
De aquel gran pensamiento, que en Judea
Trazó en moral ai hombre
La senda perfectible,
No en la divinidad que es imposible,
Pero sí por el culto de la idea.
Desde entcjnces vacila
El mundo de la fuerza : . calla el coro
De las danzas de Venus: la .Sibila
Dl Roma anuncia el fin ; ;á dónde, á dónde
Sobre sus ejes de oro
El Olimpo se asienta? ¿Quién responde
A las fiestas triunfales? El imperio
De aquel terror inmenso se sonroja. . . .
¿Qué al mísero senado
Las tor\as delaciones de Tiberio?
Entre el incendio de Nerón se siente,
Se escucha el prolongado
Espantable rumor: ¡ se van los dioses !
¡ OJi criminal vergüenza la que arroja
al circo de las fieras por \'enganza.
La de Jesús generación naciente!
,! Si Vespaciano con la regia estirpe
I Acaba de David: si Alejandría
El buey yipis encuentra }• revei'cntc
De Isis el culto se renueva en Roma:
j Si enemigo de Dios Juliano un dia
I Desatentado toma
La senda del fatal politcisnio
Y va en su ajjostasía
Hasta querer destruir el cristianismo :
Ello ]jasa tan pronto como asoma,
Como arista en el mar así se hunde ;
Oíd como estruendoso se desploma
El cielo de los dioses. Todo es vano
Antcla gran \'erdad que se difunde,
Hasta esclamar Juliano,
Sin lograr con la muerte su deseo :
j Venciste, Galileo ! "
La ides
Tiene en sí x'irtud tan "rancie!
¡Tan gran poder y condición de vida !
Que entre los pueblos bárbaros se espande
lín símbolo de luZ, siguiendo todos,
Galos, escitas, sármatas y godos
Tras su voz de piedad. P^naltecida
Hasta la lictlicria griega, envilecida,
i En una virgen, la muger empieza
j Poniendo su belleza
Al servicio de Cristo. — Así convierte
Al franco fiel Clotilde de Borgoña;
Tal Ingunda de h" rancia
Domina al godo fuerte ;
Así al lombardo que en Italia impera
i Somete Teodelinda de Babiera.
i La idea sube al trono, con los reyes,
I Santifica en la cuna el domicilio,
j Su autoridad proclama en el concilio
Sobre el culto, las ciencias y las le}'cs.
I En la Edad Media el cristianismo alcanza
Su gran milagro : el elemento mismo
I De espanto, destrucción, sangre, matanza
j Lo transforma feliz el cristianismo
I En altar de esperanza.
¡ Si el duro feudalismo,
j Amenaza social, une á la gleba
¡Al pobre siervo á quien la cruz rescata;
I Veréis como el recinto rompe estrecho
I Del castillo, la cruz, como en su pecho
I La graban los barones, como un dia,
¡ De esta insignia en el nombre se subleva
! La señorial grandeza, y las prisiones
\ Ella misma, del pobre que maltrata.
La cruz besando, con amor desata,
i ¿Qué pasa en los antiguos torreones?
¿Qué en la andante }- marcial caballería?
Es un acento extraño
Que se lleva tras sí los corazones :
í Es la \-oz dé clamor, la voz srimbría
i De Pedro el Ermitaño.
\ FLa bebido en la copa
: Del peregrino. \' cuenta lo que ha \-isto
Allá en Jerusalen. ; No clama en vano !
i A recobrar arm.ada' ir:í la Europa
El sepulcro de Cristo.
\
V
48
POESÍAS FILOSÓFICAS.
So la humilde sandalia
Plega el hijo del Norte en su injusticia.
En Albion, en una y otra Galia,
En la España que el árabe ensangrienta
Y en las libres repúblicas de Italia.
La autoridad de Dios, la pontificia
Ninguno habrá que tuerza.
Ella es fuerza de idea ante la fuerza.
Así emancipa al siervo, eleva al hombre,
Al pueblo constituye y le da nombre
La misteriosa evolución cristiana.
Así la idea eterna
A salvo saca la conciencia humana
Y abre el camino de la Edad Moderna.
¡ Cuan lentamente corre
O pasa el pavoroso conticinio
De esa noche letal de la Edad Media !
¡ Todavía la muerte ! Su dominio
Anuncia la campana de la torre
Del gótico, .severo santuario. . . .
¡ Aun vive la barbarie de esterminio !
¡ Sola está un alma, sola !
¡ La inquisición impera!
¡ Rogad que va á morir en una hoguera
El libre y pensador Savonarola !
¡Oh, redentora cruz ! El fanatismo
Jamas comprende á Dios. — Mas si en Judca
Salvó al mundo su sangre, otro bautismo
A Europa salvará ; no ! será el mismo I
¡ La sangre derramada por la idea !
^¡Y tú, doncella ilustre! Pero, ¡ acaso
Fué tu noble \'irtud la mas propicia
Ofrenda al sacro numen del progreso !
¡ Helo allí ! j Se abre paso
Sacudiendo las sombras !
¡Cuánta luz! Son los almos resplandores
Del cielo sideral. Cuántos rumores!
Es el hombre en sus varios pensamientos,
Son los pueblos con múltiples jemidos,
La humanidad cjue ruge en sus termentos,
La tierra, el mar con todos sus sonidos.
¡Y fué más el rumor! ¡Y más la lumbre !
Fué la alteza del alma convertida
Hasta en la miserable servidumbre
En poder de verdad, fuerza de vida,
\L\ ftat lux que lo infinito argenta,
¡ La inmortal maravilla de la imprenta !
¿ Qué no podrás ahora
Revclg-cion del hombre, idea ardiente?
Devorarás el tiempo y el espacio,
Querrás ir entre abismos al oriente
Sobre las tempestades; vencedora
Serás al fin, domando el mar profundo,
Y hallarás para Dios otro palacio
Y para tí y el pueblo un Nuevo Mundo.
¿ Qué fueron la indigencia }' el ludibrio
Entonces de Colon, el equilibrio
Ilallando del planeta? ¡Soberanas
Magníficas ideas, ]>or \'osotras.
Tan solo por vosotras, salvó el muro_
De regiones ignotas y lejanas
El un día mendaz marino oscuro,
Y hoi, sin rival, eu cuanto el orbe encierra.
El grande entre los grandes de la tierra !
Y ved como difunde l
La Providencia ahora en el camino
De la Europa la idea. Allá se hunde
En oriente el imperio bizantino,
Y al Lacio, cuna del poder latino,
Las escuelas de Grecia, como herencia,
IjOs desterrados llevan. Se diria.
Que en misterioso fin la Providencia
En Europa enlazaba
La escuela de la grave Alejandría,
Que de Platón sus armonías toma,
Con la idea teocrática que en Roma
Terrores arrojando en la conciencia
Altiva cuanto inmoble rechazaba
El espléndido sol c|ue aparecía
De la moderna ciencia.
¿La historia no consigna
Este progreso? ¿ El arte no halló el numen
De Fidias, no lo halló de Praxjteles?
¿ No fueron Rafael y Miguel Ángel
Los intérpretes fieles
Del siglo de Pericles? ¡Nunca fama
La Italia hiubo mayor! Ella amalgama
En la profunda inspiración del arte
La razón y la fe, senda más digna
El hombre caminó. Si Dios le llama.
¿ Por qué no puede levantar su mente
Y adorándole en gloria más benigna
Ser más independiente?
La razón y la fe lanzaron luego
A Lutero y Calvino y las discordias. . . .
Mas ¡no haya el bien temor! No porque inflamen
Las guerras religiosas como el fuego,
A los pueblos, temáis al libre examen.;
Es la idea que estalla y lucha y triunfa :
La religiosa libertad concuerda
Con otra libertad, la ciudadana.
La verdadera libertad' cristiana.
¡ Cómo palpita el alma de la tierra!
¡ Cómo en amor la humanidad se espande !
;A quién habrá que la razón asombre?
Mientras la luz al fanatismo aterra.
Diosen la libertad se hace más grande,
El pensamiento, al hombre hace más hombre.
¡Qué tiempos! ¡Qué esplendores!
Si origen torpe y pavoroso ejemplo
h'ué de grandes errores
La de atropellos ignorancia adusta :
i Miradla ! j Ya se hundió con sus vestiglos !
¡ Oh, siglo diez y seis ! tú fuiste el templo
Donde se lialló el progreso en cita augusta ,
Con la razón eterna de los siglos,
POESÍAS FILOSÓFICAS.
49
Ministros ele este ininciiMi
Sanliiario del nuiíulo
J"iicroii tocios los grandes })ensadores :
Brifon, Descartas, (ialilco, el mismo
A qiiit.'n la ii'jira (khc
KL'lraelando yv idea, el m:is profundo
SÍL;ilodc su piiilel-: ¡ /'ero xf llIllrVí' !
Protestas son de totlos los errores
De la triste Edad Media,
Antes que de X'oltaire la intolerancia,
La ¡iran "Encielopetlia"
V el Contrato Social, que hizo de i'rancia
La abrasadora y humeante pira
.Donde la libertad y el pen.samiento
Arrojan el cendal de la mentira.
¡ t)h, divino elemento!
i Razón del hombre que en los orbes jira !
L'n pobre libro que deshoja el viento,
El "Contrato social" encierra ahora
La fuerza aterradora •
Que á la grandeza abruma :
Guarda en si el delirante
Espíritu que e.xhuma
La república antigua.
Milagro es todo en tan supremo instante
Del valor de la idea ; — porque un libro
Es la cifra del alma }• será siempre
Poder incontrastable.
El libro de RoKScan tuvo en su abono
La idea de igualdad que el hombre vicia
En su soberbia. íí! pueblo miserable
Se avergonzó con él ; pidió justicia ;
No la encontró y entonces fué en su encono
Hasta el crimen. — Lo inmoble se hizo instable;
i La secular nobleza, el re)-, el trono !
¡ Diez de Agosto ! ¡ llcpública francesa !
¡ La democracia, en fin, ¡ Sublime arrobo !
Que pesa sobre Europa lo que pesa
El "Conti-ato social " de Juan Jacobo!
Después. . . .\\\\ triunfador! Halaga un suefio;
l^a monarqiu'a uni\-ersal. 1^1 héroe
Como Alejandro dueño
] )el mundo y solo á su poder sensible,
Cav.'indo su desgracia
Se estrellará en su empeño;
l'orciue 4a fuerza en que el Titán se .sacia
Será impotente ; no ! Será imposible
Ante el nuevo poder :-la democracia.
La gloria, no en la tierra se eterniza
Por la muerte y la sangre ; aquella gloria
Oue al hombre civiliza
Y que á todo se atreve,
I-'stá en el Nuevo Mundo, está en su historia,
En la niilgica idea qiie electriza
Al luminoso siglo diez y nue\e:
Por eso será eterna en cuanto \iva
El Niágara rugiente.
De Washington la gloria.
; Quién habrá que conciba
L;i gr,inde/.;i i|ue \ :i de gente en gente
,, La estrellada República
I .Sin tregua |)roclamando? Kr--.nnartcia
Del progreso presente :
! Del vapor que acortanrlo la distancia
Alarga nuestra \ida,
I Del alambre que acentos tiene .nidios
Y públicas palabras. Armoiii;i
; I.^e creencias y cidtos ;
j En tan libre nación est;i pesando
I La idea toda\'ía
Del fundador, se aspira la fragrancia
De la virtud que á Washington movía ;
Pero .... ¡he allí á la guerra ! . . . .
Y qué ! ¿Tembláis ante la sangre? Graba
La libertad con ella otro prodijio,
Otro nuevo portento. , . .
Ante el mundo ha fallado el gran litigio.
¡ Libre es la raza esclava!
¡ El poder de la idea, ¡ oh, siglo; alaba!
Y tú, mi hermosa patria, la que en mares
De libre sangre en la marcial contienda
Símbolo el Iris levantaste santo :
Déjame que abrazado á tus altares
Arroje como ofrenda
La postrera armonía de este canto.
¿Quién el sueíio letal de tres centurias
Sacudió de tus ojos ?
¿Quién vengó tus injurias
De aquellos tiempos bajo el ala triste ?
Hombre la España lo crcyiS, y resiste
En vengativa saña ;
Pero el batallador era Bolívar,
El inmortal, y sucumbii'i la España.
¡ Padre Libertador, bendito seas!
Aquí tu pueblo está libre y felice.
Que más que por tu gloria, te bendice
Por la prez y el valor de tus ideas.
¡Tu espiritual aspiración, tu intento
Quedó, como en un astro, condensado :
La libertad de América. El portento
Ií,xiste, vive aun. No el tiempo airado
Podrá destruirlo ; que ante el sol nacida
Esta virgen de amor, la patria santa
Sus leyes el derecho de la vida.
Su Dios la convicción del pensamiento.
Y de esta ley y de este Dios, n.nillo
Del tiempo misterioso.
También de Abril el nacional Caudillo
Arder sintió en su pecho
El fuego sobrehumano. — En vil acocho
Rugían las pasiones.
Venezuela ¡infeliz! era un abismo
En donde solo resonar se oían
Horribles maldiciones;
Ni piedad, ni dolor, ni patriotismo
Los hombres parecían,
h'ormando de este Edén un ancho osario.
Tocados de un delirio sanguinario.
Le\'antar la mem.oria
De la doliente patria, en su balanza
50
POESÍAS FILOSÓFICAS,
Arroiaiido de un lado todo el peso
Del t;énio luz, del otro la esperanza
Del generoso corazón : alti\o
Reivindicar la historia
De un princiirio, bandera de progreso:
Sostener en sus liornbros, como Atlantes,
La República: en paz sacar triunfante
El orden, la justicia, el ciudadano
Esto será tu inmarcesible gloria.
En el suelo nativo
¡Oh, Ilustre Americano!
Por eso en el proscenio
De nuestra redención, el pueblo aduna
Su nombre con tu nombre ;
Y antes cjue á tu magnífica fortima,
f Y en su noble entusiasmo, más que á! homlire,
I l^a idea liberal alza á tu genio
Estatua gloriosa, cifra eterna
De la patria feliz y agradecida.
Sí, sí, la idea liberal que triunfa
Bajo esta rica zona,
i Ea idea del progreso que eslabona
Los numdos á los mundos :
Por que la idea es \ida
Incansable y sublime, en cuanto abraza ;
Desde el insecto que en el poK'o traza
Para el hombre escondida
Imperceptible huella.
Hasta el Ande, hasta el sol, hasta la estrella,
Hasta la eternidad desconocida.
£L RAYO D£ LUZ.
A Eduardo Gaicano,
EN medio á la paz inerte
De la noche silenciosa
Abriendo estaba una fosa
El labrieíTo de la muerte.
Aquella mole encorvada
Tan solo en su afrní procuiM
Caxai' bien la sepultura
IVdada sobre palada.
Por el apacible espacio
Donde vuela el alma mia,
Rompií) una nube sombría
Un rayo de oro y topacio ;
Y fue la luna en Oriente,
Que al \'cr tal noche }• ta! duelo,
i.anzi'i al nnnido dcscle el cielo
l'U rayo resplandeciente.
Sobre la tierra mortuoria
La linnbrc queil('> extendida
Alegrandf), como \ ida,
Y brillando, como gloria.
El labriego en la penumbra,
Mm-mun'): "la fosa es honda,
^'o li;Li-é que en ella se esconda
Ivsa luz (pie me deskniibra."
Creyendo que el ra\-o oculta
Con la removida tien-a.
Tan solo la tumba cierra
Aquella figura estulta.
Y mientras ella se inclina
En tan estéril facn.a,
Allí se estaba serena
La luz del cielo di\'ina.
En vano espera paciente
Que el rayo la tierra oprima :
Pues siempre se cpieda encima
El ra_\'o resplandeciente.
Ca\'a, huella y pisotea
La luz, mas todo es en \'ano,
Y al fin, rab/ioso el ;inciano,
Exchima ; ■ ; maldito sea I
¡ Maldito sea ! Es el grito
Del en\'iclioso que anhela
Matar todo cuanto xuela.
Cuanto aspira ;i lo infinito.
Tierra á la luz ! que es la esencia
De Dios, cjue graba su nomlu'e
ICn las dos luces del honvbre.
En la ií/iir y la nh/r/rz/i /)/.
Y la tierra, en triste calma,
,Se ]niso á arrojar el viejo
Sobre el divino reflejo
Impasible como el alma.
Tierra ;l la luz I Cuando en calma
Veo (|ue ca\'an su abismo,
Me digo -vale lo mismo
Que querer matar el ;dma.
2 1 de Enero de 1S75.
POESÍAS FILOSÓFICAS.
VERSOS. (1)
A la raemona de mi virtuoso amigo el señor ELIAS SÁNCHEZ PEÑA incansable
colaborador de la instrucción popular en el Zulia.
(Leiilii.s i.'Ji hi iKiclir lie \:i iliilli;;lll':lL-iull (.lii 1:18 " l'^-clK•lll.-■ imcl liniM.-: ilf ¡U'l f-¡illi.i.-.")
r/FIüv y luz, calor, aire, .sonido:
] le ai]i.ií la creación ; cifra t]Ue encierra
Desde -ei polvo invisible de la tierra
1 1 asta cl ra)'o de sol
En lo múltiple y vario lo inmutable.
La unidad, la armonía, el pensamiento,
La misteriosa ley del movimiento,
El secreto de Dios.
Así, sobre el planeta, el ser, el iiombrc
Que oprime al mar, y salva el torbellino,
Y traza á los cometas el camino
Del mundo sideral ;
Esc rey, de aptitudes portentosas
Se concentra, se inclina, se deslumbra,
Y obedece á la regla que columbra
' La pobre humanidad.
Oue sabéis
ña. es armonía ?
¿Es fuerza? antagonismo de algún modo?
Escuchadme, esa regla es todo! todo!
Obligación ; deber ;
Imán del pensamiento, y deslumbrante
Palacio de la luz ; á su embeleso
La humanidad murmura-es el progreso
Esa divina ley.-
Ah ! la ley del progreso, que á los hombres
En lluvia de oro y resplandor inunda ;
i\h ! la ley del progreso que fecunda
Hasta el mismo dolor;
Inquirid de la historia: solo al cabo
De sangre y lucha y lágrimas impera ;
¿Y cómo no, si escribe en su bandera
" Trabajo y redención? "
; Y como no ! cuando sublime cicri'a
Con Sócrates, de Cj recia el hondo abismo,
Esc impuro y fatal politeísmo,
Religión de! ])lacer?
; Y cijnio no ! cuando di\'ino alcanza,
^Vuncjue la antigua sociedad se asondíre,
Rehabilitar con Jesucristo al hombre,
.Salvarlo, hacerlo rey !
, (I) Se t'Sfriliii idii rstus versos voít liiolivu ilcl Dcct
Kjw-ulivd úr\ EsUidu crcaudn la-i ■■üs^.aiela-j uoeluruas
artij'iuuo'^.
' Coronadíi la América de soles
Y entre palmas de gloria rediniida,
El trabajo es su símbolo de \'i'.la,
.Su amor la libertad.
¿Qué Importa que el altar de la Justicia .
Tiemble de horror al grito del infiei'iio?
Inconmovible un día seni eterno
Ese di\'ino altar.
Por eso aquí se piensa, aquí se aprende
Y en talismán el libro se transforma :
Mejorar nuestro ser aquí es la nornuí
Cual prenda deviilud.
Esjjíritu, razón, alma, conciencia
Gravitan hacia el bien. Salve, artesano!
Ahora sí eres libre }• ciudadano,
Por(¡ue tu mente es luz.
Ayer fuerza de instinto cua! la tiene
En la floresta el nómade salvaje.
Hoy aurora, cxplcndo", íri.s, celaje
Como el alma inmortal.
Adelante ! Adelante ! Entre la sombra
Se extingue y muere la ignorancia estulta;
¡ Paso en su triunfo al A. B. C. que oculta
El bien )' la \'erdad !
El hierro mata, la jjalabra \'i\ c.
La idea en su labor todo lo alcanza ;
Alzemos un altar á la esperanza» .
De la patria feliz.
Timbre para cl maestro, lauro al libro,
Al Zulia paz, al Magistrado gloria,
Y escriba el ai^tesano nuestra historia
Cuando sepa escribir.
Éter y luz, cakir, aire, sonido.
He atpií la creación ; cifra que encierra
Desde el [)olvo in\¡sible de la ticira
1 1 asta el ra\'o de sol.
Conciencia, \-oluntad, idea, verbo.
He aquí al ser. al hombre que gra\ ita
Hacia eTniundo moi-al en la infinita
¡Mara\illa de Dios.
Febrero t de 1881.
\
1^.9
POESÍAS FILOSÓFICAS,
QUIEN PUDIERA LLOMR !
]UN dia más! El imiiosiblc abrasa
Mi corazón en realidad febril ;
Espero con el dia y pasa y pasa
Y aparece la noche y desespero,
Porque en su sombrad mi pesar inquiero
Que soy muy infeliz.
Deseo y nada alcanzo. — El alma ansia
La santa dicha del querido hogar
Cuando volviendo á cl, la esposa mia
Sin apartar de mí sus ojos fijos
Sale al dintel rodeada desús hijos
A recibirme en paz.
La ausencia, la distancia, el m<ir inmenso
Se interponen terríficos, v }'o
En vano los devoro, en vano pienso
En ese Edén de mi perdida calma
Que miro desde el fondo de mi alma
Trémulo cl coi'azon.
Cuan im])otenle es el niorta! en medio
De su dolor, tremenda realidad ;
Tengo sed de esperanza y tengo tedio
De mi vida infeliz y sueño y vi\(3
Y seca está la página que escribo. . . .
¡Quien pudiera llorar!
Puerto Cabello, Febrero 19 de 1876.
MEDITÁOÍON, MELANCOLÍA Y GLORÍA.
YA quiebra el alba pura
Su espléndido reflejo purpurino
Tras el silencio de la noche oscura,
Ya la fuente murmura
En el follaje agreste y campesino.
Los ruidos del torrente
Que remedan los vientos tropicales.
El viajador bajo sus plantas siente.
Mientras la escasa fuente •
Riega los abrasados arenales.
Y el sol que se levanta
En el azid purísimo de! cieli.i.
La flor en las campiñas abrillanta
Y el pájaro ciuc canta
Cruza el espacio en impetuoso vuelo.
El soplo perfumado
Del ambiente vital de la Horesta,
El milfflV apacible \- prolongado
Del tímido ganado.
Que pace al pié de la niuntaña enhiesta;
El alba con sus risas,
Y la luz y la sombra )" los colores,
Las nieblas, cual las alas indecisas
De las marinas bi'isas
IJoviendo perlas en las dulces ¡lores.
Todo al honibi'e ccnu'ida
De la tierra
rozar donde se lanza;
Pero hay hombre infeliz en cu}'a vida
Lina hora maldecida
Acibaró su dicha y su esperanza.
Ihiy hombre en su camino.
Que como el Cristo en la oración suj)rema.
Entre misterio y sombra y torbellino
Columbra su destino
Al terrible clamor de su anatema,
Para ese son los duelos
Que por el mundo misteriosos vagan,
Las negras tempestades de los cielos
Los tristes desconsuelos
Que los destellos del talento apagan.
Para ese no ha\' auroras.
Ni altas estrellas en la noche umbría,
Ni brisas en los niares gemidoras
Para ese. . . .solo hay horas
De triste y funeral melancolía.
En su dolor insano
Y al impulso tenaz de su demencia,
Esc tal vez, la temblorosa mano
Lle\'a á su frente en vano
Creyendo allí grabada su sentencia.
Tal vez en el profundo
IMisteriode la muerte se anonada,
Y a! ruido de su acento gemebundo
Prorumpe alegre el mundo
1-^1 báquica estridente carcajada.
Luchaiulo Clin la suei'te
.Apura el infeliz en sus pesares.
Todo el absintio de la horrible muerte,
Porc|ue se juzga fuerte
Y t|uisiera cual Dios tener altares. ,
IVirque \olar c.|uisiera
.Aunque (.lespues el cielo le maldiga. . . .
Porque á ese barro que la tUmba espera
Terrible }• altanera
Ün a!ma poderosa le fatiga.
I'obre mortal 1 tu llanto
No alivia tu dolor, ni tu tristeza,
Ni ese spmbrío y sin igual espanto,
Que abrasa ¡ cielo santo !
Cual materia candente tu cabeza.
poesías HLOSOl-lCAS,
.'x3
I'aracM.' no h;i\' auroras,
Ni altas estrellas cu la noche umbría,
Ni brisas en los mares gemidoras ;
l'ara ese . . . .solo hay horas.
De triste y funeral melancolía.
Ese lleva en su mente
Como indeciso rayo de la lun<t
Un ensueño ideal que no consiente
Resbalen por .su frente
Las risas del placer y la forttina.
Ese busca en la historia
Los hechos que registran sus anales.
Brillo anhelando dar á su memoria :
Ese sueña en la gloria,
Sol inmortal de tantos inmortales.
Gloria, visión divina
Que al hombre altivo en su aflicción alienta,
Estrella que del caos, peregrina
Saliera repentina
A la terrible voz de la tormenta.
Gloria, fuego sublime
Del alto numen que mi pecho adoi'a,
Deslumbrador tesoro cjue redime
La humanidad que gime
Bajo ese ciclo que la luz colora.
Por tí con noble anhelo
Una raza terrífica y gigante
Creyendo poco á su ambición el suelo
Quiso escalar el cielo
Bajo del rayo que vibró el Tonante.
Por tí arrastrado fuera
De Ilion en las murallas detendidas
El caudillo mejor de cuantos viera
Esa estirpe guerrera
Que la injuria vengó de los Atridas.
Por tí, gloria se alzaron
Del polvo en que nacieron indigentes
Esclavos que bien pronto esclavizaron
La tierra <ji:e regaron
Con el sudor copioso de sus frentes,
I'or tí en ignotos mares
Entlereza Colon la débil prora
Y descubre otro Dios y otros aldxrcs
Y tierras y palmares
Más bellos que las tieri'as de la aurora.
Magnífico y tremendo
Se alzó el titán del Sena por tí sola,
v\ su paso la tierra estremeciendo ;
Y en sacrificio horrendo
Su poder asentó de polo á polo.
Y el genio á quien deprime
Tal vez nefanda ingratitud de hermano
Por tí también se levantó sublime,
Y la patria redime
Al estruendo del pueblo colombiano.
¡ Oh Gloria ! mientra inflama
Tu voz al hombre en su insondable idea,
Mientras en alto, libre tu oriflama
Al viento de la fama
Sola en el mundo colosal campea;
Yo haré que á tí se encumbre
También el noble pensamiento mío ;
Y bajo el rayo de tu viva lumbre
Mi negra pesadumbre
El porvenir descubrirá sombrío.
Yo haré que mis cantares
Lleguen al sacro templo de la Gloria,
Y al ruido de los tórridos palmares,
Orillas de los mares
No darán al olvido mi memoria.
Gloria, fuego sublime.
Que abrasa inmensa la esperanza mía ;
Yo sé que á tu reflejo se redime '^
La humanidad que gime
En honda y funeral melancolía.
PENSEMOS.
,SI seguimos así, pvir \id,i nií.i,
l'Vl demonio nos lleva ó nos ensarta
" ^" la que llama El Monitor" la carta
Será si mucho dura, " flor de un día."
Gran confusión, terrible algarabía
En la nave del pueblo: de una cuarta
Es el abierto rumbo. — Santa Marta !
Bomba, que el agujero es de cuantía !
\ Si nos vienen con esas cuando el Ponto
I Remontemos aun ; tras brisa fresca.
Si el pasado se ol\-ida aquí tan pronto,
j Quedarán hechas trizas, vueltas yesca.
] Las velas del bajel y como lo hablo
y Nos llevará cantando, el mismo diablo.
54
POESÍAS FILOSÓFICAS
A Mí HIJA MARÍA.
SEIS años, dulce hija mía,
Y ya en risueñas amores
Andas besando las flores
Tan semejantes á tí :
Seis años y ya preguntas,
Por qué en tus vagas quimeras,
Siempre en vano las esperas,
Las esperas al morir.
¡Ai, embeleso de mi alma!
Si supieras que muriendo
Tus rosas te están diciendo
Un secreto aterrador;
Si cuando tus rosas caen
Sobre el polvo de la tierra,
Alcanzaras lo que encierra
Ese secreto de Dios;
En tus quimeras doradas
Como las luces del cielo,
Se interpusiera algún velo.
Alguna sombra fugaz,
Y no esperaras en vano
Verde nuevo abrir las rosas
Que se caen temblorosas
De tu pequeño rosal.
Yo no lo sé, pero tiemblo
Mientras más feliz te miro;
Ries y lanzo un suspiro.
Que va de tu risa en pos ;
Y cuando coges las rosas.
Tas rosas que agita el viento.
Se me anubla el pensamiento,
Se me oprime el corazón.
■ Es que no ha)' dicha en la ticira.
Hija, que á mi amor le cuadre;
Porque es el amor de padre
Sueños, placer, inquietud :
Mezcla esc amor misterioso
De ilusiones indecisas.
Lágrimas tiene y sonrisas,
Y sombras también y luz.
Con las pasiones sucede
Lo que en el mar con las olas :
A veces murmuran solas
Y entre sonrisas se van:
Otras, en calma los vientos.
De azul las aguas teñidas.
Sacuden entumecidas
Hasta los senos del mar.
Así, María, en mi aféelo
Pláceme verte jugando
Con tus flores platicando.
Muy inocente y feliz;
Pero tal vez de improviso
Lloro si te oigo de lejos
A palomas y azulejos
Adiós risueña decir.
Si tal coa tus risas siento, -
Si esto me pasa, María,
Con tus ruegos, hija mia,
¿Cuánto más no sentiré?
Esas trovas que me pides
En infantiles antojos
De llanto cubren mis ojos
Entre mortal palidez.
' ¡ Ai, embeleso de mi alma !
Ojalá que siempre ignores
Estos sombríos terrores
Que pasan, hija, por mí.
, Es que no hay luz en los cielos,
"Tras mi vaga pesadumbi-e.
Que de tu vida me alumbre
Las sombras del porvenir.
Pasarán tantos ensueños,
Serás muger, hija mia,
Y .... ¡ ai de tí, pobre María ¡
Todo al punto cambiará.
Mundo, esperanzas }• vida
Serán otros, al reflejo
De esc misterioso espejo
De la conciencia inmortal.
líntónces estas canciones
Que yo negarte .no puedo,
Apesar de tener miedo.
Miedo de mi i)ropia voz;
Entonces no cual ahora
Las cantarás soni'eida,
Que ellas serán la medida
De algún oculto dolor.
Mas ¿por qué mi alma se angustia
De dolores tan lejanos.
Cuando de Dios en las manos.
Hija, está tu porvenir?
Si tú no alcanzas ni entiendes
Estos humanos pesares ;
¿Por qué siempre en mis cantares
Te los voy cantando á ti ?
POESÍAS FILOSÓFICAS.
£L PROGRESO.
Sscrita para la sociedad "£I Porvenir" de la Corauaidad Nerl : üsr: Reformada.
55
1
NO lia)- nada estable y lijo en cuanto encierra
Kl Universo. La materia ruda,
Ivl pn'.stino elemento de la tierra,
Ora se cambia, donde quier se muda.
Tras esa ley de destrucción y guerra,
Palinger.csia universal, se escuda,
Y se presiente un bien, un fin lejano
Norte inmoi-tal riel pensamiento humano.
II.»
Esa ley en lo físico proclama
Que hay entre el hombre y la materia inerte
'Una fuerza fecunda que derrania
Cuando en la vida luz, sombra en la muerte,
Esa ley es du Dios la inmensa gama.
Armónica, infinita, que convierte
La vida en una prueba meritoria,
La muerte en una luz de eterna gloria.
11 1.
En el mundo moral es laniedida
Esa ley, de la humana inteligencia,
La cifra del trabajo déla vida.
La prueba del poder de la conciencia.
Victoriosa doquier, jamas vencida.
Arreglando feliz nuestra existencia.
Esa le)' es, á falta de otro nombre.
El Progreso ////.vcrAr/ que empuja al hombre.
IV.
;Oué importa que el vetusto oscurantismo
,\lze su voz en contra del J^rogreso,
Y en su foco de luz vea un abismo,
Y en su libre pendón vea un exceso?
,;Oué fuera del mortal, si su heroísmo.
\)c la barbarie eterno contrapeso,
Retrocediera falto de constancia,
Al imj)ío clamor de la ignorancia ?
V.
Bien lo .sabéis vosotros que en la e.xigua
Virtud de nuestras míseras pasiones
Purificáis vuestra creencia antigua
De añejas y sin par preocupaciones ;
]-)ien lo sabéis vosotros tras la ambigua
Oscura fe de pueblos \' naciones,
Que á fuer de amar á Dios se desentienden
De laaugusta \erdad que no comprenden.
VI.
Y en la mentira audaces, atesoran
Errores que orgullosos justifican
Poniendo por testigo al Dios cjue adoran,
Cuando del Dios que adoran prevarican :
Ciegos cuanto ignorantes, .se enamoran
Dt^ \ci />tisadú que al proscuic aplican,
A' el priwiiír les dice en noble acento
f Hie es libie la razón, el pensamiento,
i VtT.
F'urificando el culto primitivo
De vuestros padres, con afán profundo,
En gloria de Israel, llenáis el vivo
Noble derecho que reclama el mundo:
Haciendo entrar el pcn.samiento activo
En vuestra adoración, creáis fecundo,
A fuerza de constancia un alto ejemplo,
V alzáis á Dios su más hermoso templo.
VIII.
Marchad, pues, que ya es tiempo-¿Ouién creyera
Que en e.sa lucha el pueblo israelita
Inmoble yace, acaso porque espera
Triunfar de algún moderno inndianita ?
¡ Buen modo de entender la verdadera
Marcha de la razón ! — ¿ Qué solicita
En este hervor de vida necesario
Al pensamiento, un pueblo estacionario?
IX.
El porvenir! He aquí la noble, grande
Voz de la humanidad, la voz amiga. . . .
Marchad que no habrá ley que es lo demande,
Ni pueblo que al miraros no os bendiga.
Marchad, marchad, que el corazón se espande
Y hace votos al cielo porque os siga
No ya el que Hora, canta, duda, espera.
Sino Israel, la humanidad entera.
X.
Adelante, seguid, y el mundo vea
Cuan alto comprendéis la lej- divina
Del progreso social. Bendita sea
Vuestra misión, rompiendo la mezquina,
]'\atal cadena de la ley hebrea ; !
Pero entendedlo bien, lo que se inclina
Tras la preocupación siempre ignorante.
Que no es la ley del Sinaí brillante.
XI.
Cada tiempo á su vez latente llex'a
Un principio social. — El hombre en tanto
Lo desenvuelve con vigor y eleva.
Símbolo de progreso, al puesto santo
De inconcusa verdad ; la idea nue\a
Terror inspira y repentino espanto
A las viejas costumbres y habitudes
Tenidas en el \ulgo por \irtvidcs,
XII.
Y mientras estas dan un brillo escaso
Y cl principio magnífico campea.
Observad como luchan paso á paso
L ¡dea vieja y la naciente idea ;
Mas si es lo viejo como luz de ocaso
Y la naciente como luz febea,
¿Creéis dudoso el triunfo? ¿Quién no mira
Que una luz nace y otra luz espira ?
56
poesías filosóficas;
xiir.
Seguid, pues, que á la frágil, débil nao
No el viento abate ni la mar ahoga :
Firme la prora al resistente bao
Sobre el abismo enfurecido boga :
i Fundando en la marina Curacao
Esa ilustre y moderna Sinagoga
A salvo sacareis el mosaismo,
1 Como el bajel sobre el rujíente abismo.
I Curacao, Junio 12 de 1865.
£L SUEÑO.
Fragmento de ona leyenda perdida titulada "Las flores raaracaiberas."
Una \jjíA.
—OH, qué suéfio ! Qué agonía !
Madre?
La Madre.
—Qué quieres, mi alma ?
— Es cierto ? Todo está en calma?
— Todos descai\san, María,
Descansa tú.
—Y ese empeño ?
— Te miro tan fatigada !
— 'Y mi suefto?
— Niña, es nada.
— ¿Tú no me engañas?
— ¡ Si es sueño !
— Gracias, madre !
— Dime en tanto
Lo que soñabas. ¿Qué viste?
— Ai ! es un sueño muy triste,
—Hija!
--Madre, sufro tanto. . , . !
— Qué tormento ! su delirio
Calma, Dios mió. . . .
— Tú quieres
Saber mi sueño?
— (Oh martirio ! )
— Dímelo sí, por quién eres.
— Pues oye : soñando estaba
Que en mi matita de aroma
Linda azucena asomaba
Más blanca que una paloma,
Cuando la vi tan serena
Sin saber por qué, tenia
Miedo A la linda azucena ....
— Eso es todo, vida mia?
— No, m.adre. Voz interior
Me gritaba : "no l*ro\ oques
"A los Genios del dolor,
•"llu}'e, niña, ño la toques.
"Esa flor que en blandos jiros
"Desparce tan pura esencia,
"Es la flor de los suspiros
"Que marchita la inocencia."
Me detuve vacilante. . . .
Volví atrás. . . .mas de improviso
Loca, curiosa, anhelante
La flor de marfil div"iso;
Y sin que oculta razón
Al grito del alma cuadre,
Me dio un vuelco el corazón ;
Quise cogerla ....
— Hija....!
—Madre !
Qué horror. . . . ! Brillí) de repente
Tras un ruido sin igual,
VA relámpago candente
Con palidez funeral.
"Cubierto de negra toca
Se alz(') un fantasma sombrío ....
Perdí el sentido
— Está loca ! .
¡ l'icdad, compasión, Dios mió. . , .
l'\ ANCKI,.
— Con los sueños de inquietud
Alerta Dios la inocencia
Maprf. !■: ni.iA.
— Quién habla ?
El, ANCHI,.
— La T^'("i\idenria,
Ouc \ela por la \irtiid.
J\ilio. TO de iñ55.
POESÍAS FILOSÓFICA^.
57
LA ULTIMA LUNA.
MEMORIAS DÉ UN ÁNGEL
AI Sr, J- M. Torres Caicedo, en la muerte de la señorita Genoveva Eulalia Agustina Charmy.
ACUDIí :i tus recuerdos, alma mia. . . .
Pues tu pesar profundo
Y tus sueños de amor y poesía
Ludibrio son del mundo ;
¡Mientras la vida pasa hora tras hora,
Ai, alma mia, tus recuerdos llora !
Era la noche. Misteriosa )■ llena
De murmullos y ruidos
Vagaba el aura, y pálida y serena.
A sus ecos perdidos,
En el espacio límpido y sonoro
Se iba la luna entre luceros de oro.
El silencio es solemne en una estancia.
Mansión de los dolores,
Tibia aun del vapor y la fragancia
De retamas y flores :
l'odo es allí misterio y calma mustia.
Y honda ansiedad, y lágrimas de angustia.
A la rojiza luz que bajo un \'elo
De gasa allí vacila,
Y hace la niña del mirar de cielo.
La risueña y tranquila
Hija de estas colinas y estas lomas
Donde ocultan sus nidos las palomas ;
Virgen de-cásta frente que, adormida
Bajo su ní\'ea toca,
Parece C[ue un recuerdo de su vida
A su entreabierta boca
Sonrisas presta de infantil cariño.
Como ac|iicllas que Dios concede al niño.
Así, cuandoMa luz del dia sa!\a
El horizonte, y brilla.
Se tiñc con la púrpura del alba
Oscura nubécula :
Pero ¡ ay ! tras el carmín que la embellece
Vacila, tiembla, pasa, desparece
Lina voz dolorosa, semejando
A la del \-iento, incierta,
Anuncia que aquel ;ingel suspirando
De su sueño despierta.
¡Ai, como cst;í de bello! ¿Quién presume
Cuando es tpie pierde el lirio su perfume?
, — "Madre, murmura al fin la dulce niña:
Huye la noche )• muero ;
Mas la luna es tau suave en la campiña,
i Que ver la luna quiero :
No llores ni me llames importuna,
Si te ruego me dejes ver la luna."
En aquella mansión de los dolores,
Aun llena de fragancia.
Reinó nuevo silencio ; y cual las flores
Marchitas en la estancia,
Las dos unidas en abrazo estrecho
Inclinadas lloraron sobre el lecho.
Muda, más que el dolor sin esperanza,
Medroso el pié y sombría,
A una doble cortina se abalanza
La madre en su agonía ;
Y al descorrer, temblando, el débil broche
Entró en la estancia el \-¡ento de la noche ;
Y con él los tristísimos reflejos.
Sombras y tenues brillos
De la luna asomaron ; y á lo lejos
Sus velos amarillos
Daban á los lugares solitarios
El pavor y la luz délos santuarios.
— "¡ Dios te bendiga!" Con suspiro vago
Grita la niña, y queda
Como nacen los juncos sobre un lago ;
Medio inclinada; y leda
Mirando pensativa la campiña ;
Daba miedo el placer de aquella niña.
Ai ! el último fué. Tranquila quiso
Sonreír á la muerte
Cuando en aquella hora, al improx'iso.
Sintió su soplo inerte,
Y envuelta en sombras, trémula, espirante
Ansiaba ver la luna en ese instante.
Y como la tiniebla se extendía
Cada vez más profunda
Para la pobre niña, parecía
Que, á tientas, moribunda.
Buscaba con sus manos, sobre el velo
De la rojiza luz, la luz del cielo.
Así, llena de amor ) mansedumbre,
Espiró la modesta
Encantadora niña. Ala quejumbre
Del viento, en la floresta
Llorando recordé tan triste historia.
Que es ; ¡ ai ! de un ángel la postrer memoria
I Caracas, Abril lo de 1865.
58
POESÍAS FILOSÓFICAS.
CAMCÍON.
]?IEN haces, patria mia,
En levantar tu corazón cristiano
Al infeliz recuerdo deaquel dia
Sombra y terror del pueblo colombiano.
Bien haces en llorar; él e.s tu hermano
En la gloria inmortal que el mundo admira
Y en el culto de amor que á Dio.s aspira.
Erguida en paz la frente
Cíícuta la gentil iba trillando
La senda del progreso diligente. .
Angeles de los tristes ! decid cuándo
Hubo pueblo feliz más miserando.
En un momento, en el instante mismo
Cayendo de la cumbre .il hondo abismo !
Al misterio profundo
Que te circunda ¡ oh Dios ! en paz te adoro;
Pero en la ley á que obedece el mundo.
Si el bien aplaudo \- la desgracia lloro
Con la fe de la infancia, ese tesoro
Que oculto en su conciencia el hombre tiene.
Jamas creo que el m.al de tí me \'icne.
Por eso en la balanza
De tu eterna armonía siempre inquiero
El humano dolor ; y mi esperanza
Se acendra más )• más. Santo venero -..,
De bendiciones es tu amor, y espero,.
Sabe mi alma a! pronunciar tu nombre
Que conviertes en bien el mal de! hombre.
Por eso, si testigo
Ha sido el mundo de un horrendo estrago,
No veo en él, Dios mió, tu castigo ;
Que eso la ingratitud seria en pago
Del beneficio ; no! Naturaleza
Explica por sus leyes la grandeza
De su transformación, á que va unida
El constante progreso de la vida.
Alienta, pues, alienta,
¡ Oh dulce patria ! El Dios eterno mide
Por el trabajo nuestra vida, y cuenta
En la conciencia humana los dolores.
Ama mucho, ten -fe, tu pan divide
Con quien aún atribulado mide
Por su inmensa desgracia sus terrores.
Cúcuta la infeliz, la solitaria
Bendecirá llorando tu plegaria.
LA CAMCÍON DE LOS SUSPIROS.
Escrita panra raí amigo Octaviano ürdaneta.
La vida es el siicTio tle r.iia soni
PÍ.NDAltO.
¡ AI !',!^como así me engañaron . . .' .
¡ Ay ! como así me mintieron ....
Un tiempo á tí te contaron,
Alma mia, •
Del mun.do las réjias glorias;
¿Adonde están ? ¿Qué se hicieron ?
Esi)eranzas ilusorias
Noche 3- dia
Las glorias, mentiras fueron.
Bajo la fúlgida alfombra
Del divino firmamento,
¿ Que es el mortal ?— Una sombra
Que camina.
Una sombra que se Irniza
En alas del pensamiento
Con la fe de la esperanza.
Mas se inclina
Al peso del sentimiento.
¡Ai corazón ' Tú me espantas
En estas negras mansiones.
¡ Av. corazón I Tú quebrantas
¡Vli alhedi-io.
'■ra- i ¿Qué alcanzo si en loco anhelo
Duermo soñando visione*,-^^-
Vi\'0 esperando en el cielo ?
¡ Paz, Dios mió,
Que me abrasan las pasiones. . . .
¿Quién á su influjo adivina
Cuanto el placer sin segundo
Nos amengua y nos arruina?
¿Quién comprende
Esta tremenda batalla
Entre el principio fecundo
Y la materia que estalla.
Que se enciende
Con el contacto del mundo?
Alma mia, si no acudes
En el naufragio que temo,
i Ay, de mis pobres \'¡rtudes !
¡ Ay del hombre
Con tanta duda sombría
ICn este mundo blasfemo!
Acude, acorre, alma mia ; '
Vence en nomlire
De tu principio supremo.
Y no soi }'o solamente
Quien gime, se queja >■ llora;
poesías filosóficas.
50
Nü, la liuniiuiidad dulicnlc
Que así vaga
Sin dcscifi'ar el dualismo
Del bien y del mal, implura
También junto a! negro abismo
Que le traga
Una luz consoladora.
Si tal es el mundo, cierto
Es bien triste, azas sombrío
Un tan árido desierto
Qué tortura!
Qué pesares ! Qué inconstancia!
y\lma mia, ¿ no es posible
Tornar á la bella infancia?
Por ventura,
j La infancia no es preferible?
Ai ! yo trocara el tesoro
Que me aplace y me consuela.
La lira de cuerdas de oro,
Por la vida
Que lleva el niño buscando
Ya la marina conchuela,
Ya el avecilla cantando
Sorprendida
En las flores de canela.
Diera los dulces placeres
Que hacen la existencia grata :
Música, flores, mujeres ;
Todo, todo
Diera, sí, por el cariño
Ouc el destino me arrebata
Hace tienqjo, desde niño
¡ De tal modo
Así el destino me trata !
Mas ¡ ay ! (|ue mi afán, mi ruego
Son en vano y yo deliro !
¡ Volver á la infancia. . . .ciego !
¿Cómo es tanta
Mi vanidad, mi ílac|ucza?
No : la armonía que admiro.
Esta gran naturaleza
No qucb¡-anta
.Sus leyes poi- un susjjíro.
Adiós, pues, castay sencilla
Infancia : por tí llorando
i\quí estoi, cual navecilla
Bajo el ceño
De un mar revuelto y profundo
En la noche zozobrando.
Hombre sigo por el mundo.
Tras mi sueño,
.Suspirando, suspirando
Canción, s! el marino viento
Kompe del lago la calma
Y lleva tu triste acento";
Si en sus giros
.Se ajiagan estos clamores.
Yo guardaré en una palma
Las notas de mis dolores.
Los suspiros,
Los lamentos de mi alma.
JÜAHÁ U LINDA,
'■^i'
TEMEROSO de que rinda
Amor mi pecho sediento,
Ando con Juana la linda
"L^na cuarta á barlovento".
Si me habla risueña, callo,
."^li llora, me escurro listo
Gritando, ¡ "paso c}ue he visto
Las pezuñas al caballo" !
Gaita zaraorana.
En esta vida que afronto
Y á la vez Jiiucho me afana
¿Qué hacer con la linda Juana ?
"Levar anclas listo y pronto".
v\l mar, [lues, que )-a me ener\-a
De Juana la dulce traza :
Linda, no sigas tu caza.
Naveguemos en conserva".
¿ OÜÍÉN £S JUANA ?
A mi amigo Francisco Carabaño.
PlK';. y;¡ i|lli' 1;', tii'lTy pií^U
.*i !ul (¡c \ ivir nie.ioi-.
Ka l:i lioi va del dülur.
APLICA bien el oido
Y te impondrás al momento
" Quien es Juana," y quien hasido
El adivino del cuento.
Quién, es Juana? ¿ No lo sabes?
De veras no lo barruntas ?
Si preguntas á las aves
Responderán tus preguntas.
¿Quién es Juana? No lo ignora
La brisa de la mañana
Que ella murmura sonora
A lo lejos, " quien es Juana '
I
60
POESÍAS FILOSÓFICAS,
¿Quien es Juana? Hasta la palma
Que junto al mar se avecinda,
Sabe el secreto de mi alma
Y quien es "Juana la linda. "
Juana es el ángel divino
Que de los cielos alcanza
Regar triste en mi camino
Las flores de la esperanza.
Juana es la fuente escondida,
Que escucho en amante empeño,
Es la ilusión de mi vida. . . .
Juana es mi gloria y mi sueño.
Cuando en crespones de gasa
El mundo triste reposa,
Juana es la sombra que pasa
Impalpable y misteriosa.
A la luz de los luceros,
En los rayos de la luna.
En el mar, en los pesqueros,
En el prado, en la laguna.
¡ Ay ! donde quiera que miro.
Y vuelvo la débil planta
Oigo de Juana el suspiro
Que triste me dice, " canta."
Sí que esa Juana, en resumen,
Pues quieres yaque lo diga.
Es. . . .;no lo sabes? el núincn
Que me abrasa y me fatiga.
El se presenta á mis ojos
Con tan varia poesía. . . .
Cual son varios ios antojos
De mi ardiente fantasía.
t-A me finjc soberanas
Visiones de extraño ejemplo,
Y odaliscas y sultanas
So la techumbre del templo.
_E1, cuando llora una bella,
Kinje que al dolor le arranca
Y la convierte en estrella
O en divina rosa blanca.
Todo lo puede en su anhcln
Ea risueña poesía,
Vision bendita del cielo.
Genio, Numen, Fantasía. ...
_\ a ves que la linda Juana
No tiene figura humana ;
Es solo, si se interpreta.
Una flor venezolana.
La inspiración de un poeta.
LA GOTA DE AGUA.
CON sabe!' que voy corriendo
A una triste sepultura,
Ai ! me lo vive diciendo.
Cayendo, siempre cayendo
Esa gota de agua pura.
,;Quc importa caiga serena.
Si, no bien se precipita,
Otra desciende á la arena
Formando así una cadena .
Inmensa, eterna, infinita?
En la buena ó mala suerte
Arregla tal su medida.
Que esa gota se convierte
En campana de la muerte
En las glorias de la vida.
Por más que de miedo exenta
En paz mi vida sucumba.
No hay agonía tan lenta
Como llevar esta cuenta
De su distancia á la tumba.
A su lijero sonido
Sobre su lecho profundo.
El corazón advertido
Responde con un latido
De un segundo á otro segundo.
Y aunque la gota temblante
Desciende al punto c(ue brota,
El tiempo, el tiempo incesante
Hace brotar al instante
En el peñasco otra gota.
A\l esa \'oz t(ue i'csiste
Al tiejnpo, sobre esta alloinbi-a
Que (.le \erde musgo \-isl:c,
Es un alerta mu_\- triste
Para el suciio de una sondira.
Gota de agua cristalina,
En vanomides en cajma
Nuestra existencia mezquina
No hay medida para el alma.
Gota de agua campesina.
POliSIAS FILOSÓFICAS.
A UNA NAVE.
Escrita para raí esposa.
^'A te vas, íriljil, vclora
Na\'cc¡lla ;
¡Quien pudiera, (|iiicn pudiera
V^cr flamear íus banderolas
En la de risueñas olas
Patria orilla !
Distante de mis hogares
Voi gimiendo :
.Si acerbos son mis pesares,
Y el alma de duelo viste,
¿Qué mucho si un canto triste
Te encomiendo ?
Extraño al aían del niundt>
Con mis duelos,
So)' un terreno infecundo.
Árbol sin flores marchito.
Tal \ ez un hombre maldit(.i
De los cielos.
El mundo, \'ivir contento
Me demaiula.
La vida es el movimiento. . . .
Y á mí llorando me ii'ritan
Esas voces que nie gritan :
¡ Anda, anda 1
¿Qué le va por cierto al hombre
Si abstraído
■Sin gloria, fama, ni nombi'c
\ i\e esquivando sus hestas.
Como árbol délas florestas
Escondido ?
No, vuestro afán y tlemeiicia
Yo rech.azo.
Mi fe, mi santa creencia.
En esta batalla ruda,
¡Ai ! la perderé sin duda
Paso á paso.
No, no, dejadme la vida
Como (|uiero.
Allá en mis lares perdida,
Con mi amor, solo, cuitado
vV la virtud consagrado
Todo entero.
Dejad que busque en los otros
Mi ventura ;
Hien estáis aquí vosotros
Yo no, que vuestro entusiasmo
Tengo por necio sarcasmo
De locura.
Yo no, queá la fresca sombra
De una palma.
Tengo una voz que me nombra ;
Y aun que escucharla no puetla
Esa vo/,, la voz remeda
De mi alma.
Navecilla, le\a, leva
l'"ugiti\ a
Mi adiós á 1,1 patria lleva, ,
Dile que en la tierra extraña
.Su meinf)i-ia me acompaña
^Mientras viva. ■
jAil los instantes risueñns
Dan en suma
Un [ilacer. . . . ! ¡el de los- sueños
¡ Ai ! cuando el dia aparece
El placer se desvanece
Como espuma.
Lleno un tiempo de ilusiones
Iba en tanto
Dando al viento mis canciones,
Y en delicioso contento,
".Canta", le decia al \'iento.
Cual \'o canto.
Y el viento el fijllaje seci>
Removía
Dejandn escapar un eco,
Que yo alegre me pensaba
Era el viento que cantaba
Su armonía.
Ms i|ue el alma asaz esc(ui\';L
Cuando llora,
Ivs cuando ríe expansi\"a
Y al romper su cauti\-erio
Pide á la tierra el misterio
Que atesora.
Leva, leva, navecilla
Solitaria,
Torna ;i vei" la ]3atria orilla,
Yo que seguirte no puedo,
Acjui murmurando quedo
Mi plegaria.
Saluda el hogar amigo.
Su ribera.
Que yo en mi ausencia bendígu;
^' pues tu fortuna es tanta
Llega y festiva levanta
Tu bandera.
62
POESÍAS FILOSÓFICAS.
j Pobre la dulce liija mia
Pequeñuela !
¡ Pobre madre de María
Alma llena de dolores
Que solo un ángel de amores
Le consuela.
¡ Que aquí me retenga el cielo,
Cuando ' amante
Por mí suspira en su duelo,
Mi compañera avecilla
Del lago en la fresca orilla
Tan distante
I Ai ! bien el cielo lo sabe ;
Si en mí fuera,
Por ver mis amores, nave.
En este instante darla
Mi sangre. . . .la vida mia
Toda entera.
Luz de_mi alma, flor mustia.
Calma, calma
Esos gemidos de angustia
El justo se inclina y mucre
¡ Callemos. . . . ! que Dios lo Cj[uicre,
Flor del alma.
Navecilla, leva, leva
Solitaria
Mi adiós á.la patria lleva.
Ya que seguirte no puedo
Aquí murmurando quedo
Mi plegaria.
La Guaira, Julio 24 1858.
LA VOZ DE Mí ALMA.
RENDIDO al dolor un dia
Contemplaba el cielo en calma
Y sentí "la voz de mi alma"
Que temblando me decía :
".Bien caridra en tu amargo duelo
Ta)i honda con.teniplacion,
Que el ¡ay! de tu corazón
Sube de la tierra al cielo."
SONRISAS.
1.
CUANDO se van cayendo
Mis cabellicos,
Y vivo de recuerdos.
Si es tiue esto)' vivo ;
Cuando en el alma
Mis sueños se confunden
Con tristes lágrimas.
Mi pequeña María
Que apenas cuenta.
Entre dulces sonrisas.
Seis primaveras ;
A todas horas
Me asedia y me persigue
Como una loca.
¿ Sabéis cual es su empeño?
¡ Capricho raro !
■ — Padre, escribe unos versos
Para mis cantos.
— Pues, ¿cjuién te ha dicho
Que hacen versos los padres
Para sus hijos?
— Padre, tú no me entiendes
Porque soy niña ; «,
Pero si tu me quieres ■^
Nada me digas.
Escribe a.hora
Los versos que te pido
Paí'a ni i sola'.
— Para tí sola.? Sacas
Muy mal tus cuentas ;
Pues ¿ y tus dos hermanas,
No cantan ellas?
— Llorando á veces
Ana canta de noche
Mientras la duermen.
—¿Y la Ines^
— ¡ Vaya, padre.
Como íne rio !
La pobre Lies no sabe
.Sino dar gritos ;
No sabe nada.
Ni pide pan ni dulces.
Ni habla pala-bra.
Si )'o fuera mi madre. . . .
— Piola! Qué barias?
Veamos tus disparates,
Gran parlanchína.
— P'ucra á las tiendas
Y comprara á mi gusto
Cuatro muñecas.
'svDidOsoiii svisaod
LA FLORIDA,
lí.
A la orilla del lago
IVIaracaibero,
En vuelta del "Milagro,"
Ni más, ni menos,
Tengo una choza
Como el oculto nido
De dos palomas.
Ni le ofenden los ra)os
Del sol que auimbi'a,
No los recios chubascos,
Las aguas nunca ;
Pues á la sombra
Se cobija de palmas
Murmuradoras.
Es mm' pobre en riquezas.
Mas rica en rosas:
El -aire es pura. esencia,
Jazmines sobran ;
Mañana y tarde
Me embeles;ui los trinos
Di' muchas aws,
— ¿Y qué barias al cabo
Cop 'cada una?
.Sii|)ontc que las cuatro
Son todas tuyas.
- -Son todas mias ?
¿ Y tienen manteletas *'
Y crinolinas 'i
Sa!, pues, y me las traes;
Solo te pido
Que no me las maltrates
En el camino
¡ Mias son todas. . . . !
¡Como serán de lindas
Si son de losa ?
¡ Muñequitas tenemos. ... I
Con el gatito,
Cuantío escribas los versos
Hago un bautismo.
Yo soi el cura
Y lo nieto en las aguas
De la laguna.
Corro, y mis dos hermanas
Sabrán mi dicha
— ¡ .Soñadora de mi alma.
Dios te bendiga . . . . !
¡ Como me alienta
Tras mi vida de angustias
Tanta inocencia I
Cuando se \'an cayendo
Los cabellicos,
Fuera el mundo un desierto ;
Pero los hijos
Consuelan mucho
P'ormando en' los hogares
Vn nuevo mundo.
Vicndf) sus lindas flores
La gente mia
1a- ha puesto el dulce nombre
De ''' La l'Iorida."
Se juzga
¡ l'obre mi gente,
tan dichosa
Con lo ijue tiene !
Al umbral de la puerta
l'asa un camino
IJiinde siempre resuenan
Campestres gritos;
Con dar un paso
.Se sube á un deleznable,
Rojo barranco.
Por él triscan alegres
Mis pobres cabras
\''isíosas con sus pieles
Llenas de manchas.
¡ Modesta altura
Desile donde diviso
.Salir la luna !
A veces con la aurora
Lejos escucho
En las azules ondas
Blandos murmullos ;
De las barquillas
S;ilen esas salomas
Y canturías.
Y así sucede al cabo
Que á "La Florida"
Nunca le faltan cantos
^ Por ambas vias :
Gritos de tierra
Y trovas en las aguas
De la ribera.
Siempre al caer las llu\-!as
De la mañana
Mis palmeras columpian
Todas sus palmas :
\' es un prodigio
Mirar como amanecen
Haciendo ruido.
Y no s(')!o se alegran
Como las chicas,
O como las doncellas
Que se abanican ;
La noche toda
Pasan coino los viejos,
Hablando á solas.
Después con las fcstiwas
Auras que soplan.
Cada palma se inclina
.Sobre las otras ;
Lo que murmuran
Yo no sé, pero pienso
Que se saludan.
Si al fin es un secreto
La vida toda, •
Si en suma el unixerso
>. (1 es mfis (jue sombi'a ;
64
POESÍAS FILOSÓFICAS,
Si ;í cada paso
Con nuevas maravillas
Nos encontramos:
rQué muclio, por Dios, tiene
Que en "La Florida"
Canten las palmas \crdes,
O triste t:^inian?
¿No sabe el hombre
Que el cielo se som'ie
Tras negra noche?
Añadid á todo eso
Mis esperanzas :
I -OS muchos bananeros
Que tengo en ]:)lanta :
Canelos indios,
Guay.abos }' limones
\' tamarindos ;
Y liabreis visto la playa
Voy doiule juegan,
Mientras sonrio el alba,
]\[¡s pecpieñuelas :
Sabréis, en suma,
I)on(.le oK'ido á las veces'
Mis des\'entiiras.
A MARÍA,
ri I.
Matica de albahaca
De " La J'lorida,"
Consuelo de mi alma,
Dulce hija mia :
Ya tienes trovas,
C:intalas al arrullo
})e las palomas.
EL RAYO AZUL.
Cüinino niUt<,M-io:?o
J)e los (iiKM'ubes :
,; Qiiií'ii lieiiílo sil('iK'in.<o.
Biijo las ililhes.
Tu f;lrUá¿rii:o \'oln ?
.; f'm- qué brillas leniljlalido
Uavo lid i ■iclc ;-
¡.SIEMPRE brillando en las marinas nubes
AI último reflejo vespertino!
¿ Por qué me inspiras tú, rayo di\ ino.
La paz del corazón ?
Más puro que las aguas tembladoras
De\ plateado y pacifico arroyuelo ;
¿Por qué te asomas tú, rayo del Cielo,
Como extraña ilusión ?
Yo he visto al astro que adoraba el inca.
Sumido en lluvia de flotante fuego.
Salir al mundo y trasponerse luego
En las ondas del mar.
La noche, ese terrífico recuerdo
Del abismo, del caos, de la nada.
Yo la he visto de estrellas coron:ula
Espléndida brillar.
IJ.
Genios del aire, espíritus fugaces
De las regiones índicas, )-o anhelo.
Como vosotros recorrer el Cielo
Tras nubes de arrebol :
Al despedirse el moribundo dia
Prestadme vuestras alas, porque jiueda
Ver ese ra\'o azul de gasa \' seda.
Que brilla junto al sol.
J^risas murmuradoras de la tarde,
A cu)'Os tenues encantados ruidos
Se pierden lentamente mis gemidos.
Las voces del pesar ;
1, Decidme ¿quién colora en las alturas,
Que la alta noche de misterios puebla.
Esa estofa de plata, luz y niebla
Qne refleja en el mar?
A\'ccillas del cielo peregrinas.
De dulce canto y de lijera pluma,
¿ l'ls precursora esa impalpable espuma,
De horrible tempestad?
Cuando el astro del LTca silencioso
Se hunde veloz y oculta sus reflejos,
' ¿ Quién tapiza de nácar y azulejos
La triste oscuridad ?
i
¿Quién , . . .? La voz del Señor, el Dios del cielo
Rey de los Reyes. . . . Mientras paso á paso
Se en\'uelven los países del ocaso
; En mantos de oropel ;
i Como la sombra es triste, como el hombre
i Gime en su corazón, el Dios bendito
Tiende ese rayo azul \'ago, infinito
i Donde se oculta El.
' Invisible poder, Núm^en divino,
Espei'anza del mundo )'o te imploro.
Trémulo de piedad. Señor, te adoro
Sediento de \'irtud :
En el ritmo del alma te bendije
Yo te alababa en mi niñez primera,
FÍO)', pecador, te llamo por doquiera
Al son de mi laúd.
Y aunque la sombra del inmenso espacio,
Y la lumbre magnífica del dia
A veces calman la tristeza mia,
I llondísimo dolor ;
' Nunca á la \'o/, de la esperanza se abre
¡ El pobre corazón tan dulcemente,
I Como al \'er ese rayo reluciente
• De límpido color,
POESÍAS FiLOSÓFICAS,
65
])iccn (¡ue Lin .íní(cl ciiaiiilo mniTí.' el dia
Triste en los aires su pieí^^aria entona,
;.Ser;ín sus alas la brillante zona,
Que miro relucir?
¿Ser;i que peregrino de otros niundoji,
Cruzando^ bajo el lampo de una estrella,
Deja tras sí la luminosa huella
] -)e azul y tle zafir ?
I'^l iris tiende en la borrasca oscura
Sus cambiantes, su luz, su g;aía de oro.
Mensajero del bien, feliz meteoro .
.Sínibolo de la paz :
' Xiniciode una ¡iromesa soberana,
!,a tempestuosa lumbre empalidece
Apaj^a la tormenta, y desparece
Misterioso y fugaz.
I'cro tú, faz á faz con el carmíneo
Surco de sol maj^nífico te pintas,
V m\iestras suaves tus serenas tintas
En el flotante tul ;
Y cuando el viento ajita tle ¡a tarde
Su reflejo de nubes, incendiario,
Mrillas, i'aj'o tranquilo, solit.irio,
I Misterioso y azul.
SOMBRA Y LUZ.
TAÑER, DE LIRA.
EX las umbrías del Anauco blando
Mientras el cielo de esplendor se cubre
Con la postrera luz del sol de Octubre,
Tañer se oye una lira y soUozandfi. . . .
Ac[uella melodía
Érala historia de la patria mía.
Los bardos de la patria la escucharon,
Y antes que al cielo solitaria ascienda,
A la paz y al progreso, como ofrenda
La canción en sus lira.s modularon.
No del dolor se asombre
Quien sepa que el dolor acendra al hombre.
LA CANCIÓN.
"He sufrido, he llorado; cada gota
De sangre que en la patria se \ertia
Era una angustia m;í.s, era una rota
i'ibra del corazón. El alma mia
Tras esta prueba ruda
Llena de un santo horror callaba muda.
jMuerte y desolación ! Eso la palma
Era del triunfo en la batalla fiera,
líntre las sombras de la noche en calm.-i,
j\l esplúndido sol de primavera.
El infierno.... Imposible!
¿Cuííndo tu\-o castigo más horrible?
Este pueblo á quien nunca en paz oprimen
Nefandas tiranías, se \i(') inr^rte
Cargando ¡ oh vili¡)endi(i ! con el crínieii
Del hierro, de la sangre, de la muerte.
En sus triunfos insanos
Se mataban hermanos con hermana is.
Como el seco arenal de agua sediento
Así de sangre ardiendo estaban todos ;
Jamas saciado el criminal intento
.Siempre hubo sangre de distintos morios.
» ;Cuál era la medida
De est.-i rabia insensata de la viflaí
La tiene el tigre cuando .su hambre .sacia,
Pero mi alma de terror se hiela
Porque nunca la tuvo en su desgracia
I".l ciudadano, el hombre en Venezuela.
i L'^"-' giií'i'ile l'i memoria
En este F.í.len tan eí'pantable liistoria!
lie sufrido, he llorado. ; Quién me libra
De tanto horror en la nocturna calma?
¡Alienta corazón ! No hai una fibra
Que no palpite ciin la voz del alma
Al grito de la guerra
Que :í toda compasión el alma cierra.
EL GENIO.
Ca>'() la \o/, y el ra\'o \'espertiao
Que al so! levanta pabellón de seda,
Nuncio feliz, esjjiritu divino
De la sombra salir'i de la arboleda.
Era tal mara\'illa
El genio (lela gloria sin mancilla.
Toc(') l:i til rra )■ levantando luego
De la ¡injilacable muerte los despojos.
Su man.) incandescente como el fuego
Del cíclope quedó: bri!!(< eit sus ojos
Una lágrima ardiente ;
Que era sangic el color incandescente.
" Salvado estás 1 oh pueblo ! — Tu bandera,
Del heroismo }• la desgracia en nombre.
Como el iris de paz brilla en la esfera :
.Sení en la tierra paladión del hombre.
Sin mancilla tu gloria
De lioi m;ís el mundo grabará en la historia.
Dijo batiendo el ala ; y como suele
Pasar la nube al resplandor del dia
Coronada de luz. por más que anhele
Contenqilarla el mortal; así se vía
Cruzando el aire vario
Aquel Genio di\iru-) \- solitario.
9
66
POESÍAS FILOSÓFICAS.
REGENERACIÓN,
Respiró lentamente en duelo tanto
VA miserando pueblo. La cabeza,
Mientras secaba el abundoso llanto
'JVanquilo levantó. Mas si tristeza.
Tal le humilla }• le abruma,
Que aun desconfiaba de su tliclia suma.
¡ Oh, madre patria, tu valor alienta !
¿Noves que un Hijo Ilustre en la batalla
De la cWú discordia se presenta
Y las malas pasiones avasalla?
¿ No ves como eslabop.a
La verdadera gloria á tu corona? '
Si horrible fué el pasado, tu presente
Saluda al porvenir lleno de vida :
Borró el héroe la marca de tu frente,
Acabó con la guerra fratricida ;
Y á tu grandeza aduna
Su genio, su \alnr y su fortuna.
De hoi más la guerra en criminal exceso
No tu mengua será ; cuanto es sublime
Esta fuerza, esta paz, este progreso
Que te levanta ¡ oh patria ! y te redime.
La guerra, cuando y donde
Sah'r podrá del antro que la esconde?
La esconde ? La degrada ! Quien pudiera
Proclamarla discordia? j^ Quién alcanza
A oscurecer la gloria ? Qué bandera
Será mejor que el iris de esperanza
En la paz, bien fecundo.
En la instrucción que regenera al mundo?
No saldrá del abismo. La corriente
Del progreso del pueblo es infinita.
''■ Y no habrá quien satánico ensangriente
.Su linfa en medio de la paz bendita
¡ Quien rdiogue la idea,
Quien grite guerra, escarnecido sea!
Palmas en su camino de esperanza
Y flores, va.rnionías, y canciones
Al Hijo ilustre. i,^uiep. tu gloria alcanza
Bien ¡ olí patria! merece bendiciones ;
[ Palmas en su camino .
Al héroe misterioso del destino !
Alienta, patria hei'inosa, patria mía,
Hoi que la paz esplendorosa impera,
Levanta un himno santo de alegría
Sobre el mundo y el sol, de esfera á esfera.
La sombra al fin profunda
Pasa. \' la luz al universo inunda.
LA IDEA LIBERAL
La estatua es obra mía. No revela
AI mundo solo tic un mortal la gloria;
Como cifra del pueblo es una historia
Que en plauso inmenso por el orbe vuela.
El pueblo sabe bien que cuando ajiela
Al porvenir, su noble ejecutoria '
Escribe aquí como inmortal memoria
Del progreso y la paz de Venezuela
I Mañana habrá pasado este momento
I .Solemne de la patria. Acaso un dia
Polvo será tan noble monumento ;
I IMas siempre de Guzman el alto nombre
j (i\iardará con amor la ]Kitria mía
",' En honra a! héroe, al ciu.dadiu.io, al homl^re.
MI F£ BE MIMO.
BAJO el amparo del amor divino,
Con que se nutre el corazón cristiano,
Suelto mi voz, como el terral marino
Murmura triste por el bosque indiano :
A solas con mi fe \'o}- peregrino,
Entre las sombras del saber humano,
Buscando el dulce suspirado puerto
Con calma sí, pero con rumbo cierto.
Asólas con mi fe doquiera siento
Del alto Numen el poder sublime.
Ya cante con altivo pensamiento.
Ya llore con el duelo que me oprime :
A solas con mi fe busco sediento
Una sola esperanza que me anime,
Y la encuentro tranqm'lay solitaria
lÜ! la trémula \'oz de mi ¡jlegaria,
Santa, tres veces santa la bendita
Sencilla religión : puro arro\uelo
Que su mansa corriente precipita
A travez del mundano desc<insuclo.
Nuncio feliz de paz, voz infinita,
Que resuena en los ámi^ivos del cielo,
Y escuclia el hombre en ■ •'. ;'cnar prolundo
Mientras \-a caminando \y.;i el mundo.
Niño, muy niño, en mi inocencia pía
La simiente de Dios broL'» en mi ]3echo,
Y á Dios casi llorando le pedia
Paz en mi sueño sobre el blando lecho.
Ella, mi único amor, la madre mia.
Cuando bramaba el temporal deshecho.
También oraba con afán iirolijo
A r)¡os i)¡diendo poi' su débil hijo.
POtSi AS FILOSÓFICAS.
Í--7
' recio c! nifio dcspii'cs, con pie lijcro
I^a senda del pesar fué caminando;
Con aliento y valor seguí primero,
Después con tardo i)aso suspiíando;
I.a gloria, ese magnífico venero,
Que el corazón anhela palpitando,
Con sarcasmo la vi descolorida
Tras el cansancio de la estéril vitla.
üh ! que es triste, muy triste, en la m;iñaiu
De nuestras encantadas ilusiones
Palpar la realidad, miseria humana.
Amasada de inpúdicas pasiones;
Sentir como se apaga soberana,
En medio de las danzas y canciones,
Esa llama inmortal de la existencia :
La castidad de! alma, la Inocencia.
l'rueba terrible para el frágil hombre,
Supremo instante en que somete á duda,
Sin que blasfemo el corazón se asombre.
Su fe, que entonces se mantiene muda :
Hora men.guada en cjuc de Dios el nombre.
Postrero paladión con C|ue se escuda,
Pronuncia nuestro labio indiferente
Olvidando que es Dios omnipotente.
Así la vida nuestra se asemeja
Al velero y fortísinio navio.
Que l'a onda pura, ribereña, deja
Bajo del recio temporal sombrío ;
Larga sus banderolas y se aleja
Adentro en el fragor del mar bra\ío,
Y á, poco sin timón perdido vaga,
Y rebramando el mar -le imjiele y traga."
Si ent()nces el mortal en su amargura
El crimen cree valor, lo cree arrogancia.
Si en medio ala corriente no procura
Por el Dios sacrosanto de su iulancia ;
Si no quiere, tenaz, volver su impura
Mirada al Cielo en criminal constancia;
Si el llanto no humedece su mejilla,
Ofrenda grata á Dios pui'a }- sencilla;
¡ Ai, del híjmbre infeliz ! ¡ Ai, del (jue fuei'tc
Se juzga en su soberbia ó su cinismo !
Nave altanera correrá -la suerte
De ser tragada por el hondo abismo.
¡ Ai, del liombrc infeliz ! i'odrá su nuirrlc
Con las palmas cubrir del heroísmo :
Pero serán, en su terrible tiucln,
La sefial del estígmata del Cielo.
Yo fui, .Sefíor, en medio á mi camino
Semejantcála nave, débil pluma
Arrastrada del recio torbellino.
Rota y sin rumbo entre la hir\icnte espuma:
Pobre mortal, cuitado peregrino.
Volví la vista á tu grandezi suma.
Mi voz á tí la levanté postrera
Y hallé MI FK DH NIÑO toda entera.
Próximo á perecer, la \'iva lumbre
Me hirió de tu grandeza y de tu gloria ;
Y se trocó mi orgullo en mansedumbre
Al suave soplo de infantil memoria.
Me alzé, Señor, del cieno y podredumbre
De la mundana \¡tla,(.]ue ilusoria.,
J'or la le t¡ue de niñt) me (¡lied.aba,
?í!is instintos sublimes sufocaba.
< )bra filé tuya ¡ah Dio.-j! Padre
Esa que \'o sentí tiulce esperanza.
Ai ! desde entonce el cor.izon blasfemo
Quedó pui'ificado en tu balanza;
Hoy te admiro, Señor, te adoro y temo,
Cuandn entono postradi) en tu alabanza
El himno de mi amor, que el alma ansiosa
Encomienda á la brisa rumorosa.
Por eso á solas con mi fe camino,
Y al ver del hombre la fortuna varia,
F^mpuño mi bordón de peregrino
Y elevo á Dios mi férvida plegaria.
Voy entre sonibras, sí, mas el destino
Fiará brilhu' mi estrella solitaria,
Y en Dios conlian.do con amor jirofundo
Mi primera palabra daré a! nuindo.
sripi'cmo,
¿Qü£ VERÁ?
ES.\ fuente que en lo verde
Murmura con linfa escasa
Y' al cabo gimiendo pasa
Y en la floresta se pierde ;
; Hacia donde
lisa fuente triste va?
Cuando ella gime y se esconde,
¿ Qué verá ?
Y el águila cjue su vuelo
Desde la tierra levanta,
Y riza su pluma }' canta
En las alturas del cielo ;
Cuando sube
De la nube aun más all.i,
¿ Qué verá desde la nube''
¿Qué verá?
Y el sol distante, distante
Que tierra y mares argenta,
Pupila extraña )' sangrienta
F2n la frente de un gigante ;
Pues alumbra,
^' en el universo está
Imjo, ¿sabéis qué columbra?
¿Qué verá?
¡-•OESiAS !-!ÍX)L;ÓFJCAí;,
Y cl espíritu cjiíc adoro
Del ángel de mi carifio,
Kl alma del dulce niño,
Del hijo que aun triste lloro ;
En la inmensa
Giandezadc Jeho\á
¿ Cómo vive ? ¿ Cómo piensa ;
¿ Qué verá ?
i Ai, fuente del bosipie umbrío!
i Ai, ág^uiia voladora 1
¡ Ai, sol que el alba colora 1
¡ Ai, alma del hijo mió !
Si este mundo
Siemi)re un misterio será,
E] hombre en duelo pi-ofnndo
¿ Qué verá ?
V£Ri.
ESA fuente que desala
Su linfa en el prado verde,
Si se esconde, si se pierde
Entre arenillas de plata,
Sin rumores
Verá en tierras campesinas,
Las flores en las coh'nas,
Y á. Dios brotando las riores.
El águila que en la nube
Cuando la tormenta brama.
El ronco trueno le inflama
Y con la tormenta sube.
Pues que cierra
Sus alas sin (|ue se asombre
Verá en la cifra del hondjre
Á Dios cifra de la tierra.
El sol de llamas cubierto
Que al universo da \itla.
Cual pirániide eucentlitla
Para alumbrar un desierto.
Ya que brilla.
Verá mundos por doquiera,
Y de una esfera á otra esfera
Verá á Dios por maravilla.
Y aquel mi santo tesoro,
Anyel que emprendió su vuelo
las regiones del ciclo
Batiendo sus alas de oro,
\'
lema
-De la eternidad bendita,
\'^er;í á Dios luz infinita.
Verá á Dios, gloria suprema.
Y fuentr-^s, flores, colinas,
;\\'es, sol, inmensidades,
Vund'.), esferas, claridades.
Pasarán como neblinas
En el Ande;
A' en ese c;ios movible
Dios sólo será \'isible,
Y justo, y eterno, y grande.
VERSOS
Dedicados á los distmgaidos Directores del Colegio ce Santa María.
ASÍ se cumióle en el afán del hombi-e
El mandato, el deber déla conciencia
Así so sacrifica ia existencia
Con santa abnegación.
¿Quién solitario, entre la sombra oculto.
De fe inspirado y ])atcrnal carino
La mente eleva del risueño niño
Desde el hombre hasta Dios?
Es un noble y modesto eiutladano,
De ciencia lleno, en la enseñanza dieslio
Es la luz de la tierra, es el maestro
De la niñez feliz.
Atento á la palabra misteriosa
Que vertió Jesucristo, acepta grave
La misión de enseñar al c^ue no sabe
En honra al porvenir.
Jamas iu'.bo labor soijix- la ticna,
C'onio ofi'enda al progreso, más sublime:
Ella fecunda el bien, ella redime
Al hombre en la virtud.
Entre la leti'a (.|uc el maestro enseña
Y de la fuerza bruta el ronco grito,
l'^xlientie Dios un mundo, un itifinito
Ucean.') de luz,
Hajo esta zuna esplendida, la idea
El ti'iunfi) grabar;! de su constancia
.Sobre el cnmeii, hi fuerza, la ignorancia
Que asfixia el corazón.
.Si el tliilijr es el hijo misei'able
'Del se¡' (|ue anhela su final destino,
Luz á la mente )■ se alzará di\'ino
Hasta el ¡ai ! del dolor.
poesías filosóficas.
69
Venid á mi, tnuiquiluíi como el alba
Que en niyos de oro sus perfumes lleva,
Angeles del amor ; la buena nueva
Un padre os quiere dar.
La palabra )■ el libro (|ue iluminan
Al nifio en el recinto de ¡a escuela,
Tanto como la prez de Venezuela
Vuestra yloria ser;i.
Sus prece]3tos guardad : (|ue en vuestras almas
Sean cual mies que el labrador recoge
Y al llevarla feliz bajo su troje
Bendice al sumo j-iien.
VA á la luz pr¡niavei-al, el rico
Fruto atesora que la tierra alfombra. . . .
Cuando llegue el invierno con su sombra
Vivirá de la mies.
'i'al vuestro ardiente coi'azon, que ahor;i
J)e fe, de anují", de ciencia se penetra,
.Al encantado ritmo de la klra
i limnos hará de ]>;i./..
Y vivirá el esi)íritii ini|u¡riend'i
iJe la \'erdad la luminosa huella
Desde el polvo invisible liasta la estrella;
M;ís allíí, más ,dlá , . . .'
N'enid á mi hjs jiu'enes, que culto
Tributáis al saber, dais á la idea.
Que martana feliz la patria os vea
.Sus glorias [jresidir.
Amando en paz l;i libertad del hondjre
Seréis por ella ante la fuerza escudo.
Juventud ele mi patria, yo os saludo. . . ,
Venid .i mi ¡ \ enid I
7 de .\gosto de iS^ri.
A LA MEMORIA D£ OCTAVÍANO ÜRMMETA.
i ES otro duelo profundo
Que turba mi triste calma !
¡ Cuándo estará libre el alma
De los dolores del mundo !
El corazojí que sensible
Sus afectos atesora,
Se desangra hora por hora
Con el llanto inextingiúble.
Si no hay paz en el camino
De nuestra humana miseria,
líntre la frájil materia
Y el espíritu divino ;
¿ Por qué vive aquella unida
Al alma en estrecho abrazo
Para romper luego el lazo
De las glorias de la vida '.
11.
Lleno de didce confianza
'l"e vi partir, pobre amigo :
De compañeros contigo
Iban votos de esperanza.
iJespues, lie la i)atria en nombie
(,¿uizo SLi'xiile de escudo
La ciencia; mas nada inid<j :
¡Como nada puede el hombi'e ! '>*'
Sereno en tu adversa suerte
Cumpliste contigo mismo
Sin asombrarte el abismo
Que ha\' de la vida á la muerte.
Y es (.[ue al hombre tal auxilia
El Dios que nuestra alma siente,
Que hasta muere en paz ausente
De la patria \' la familia.
Si iiyer \-iajaban contigo
Como dulces compañeros'
Votos del alma sincerti.s
De la madre y del amigo,
lio)' las voces solitarias
De nuestro profimdo duelo
Por ti subirán al cielo
En lágrimas \- plegarias.
( )ctubre 14 de 1876.
A LA MEMORIA DEL DR. MATEO TROCONÍS.
PAZ á esa tumba I La virtud su historia
Graba en el mármol con profundo duelo;
Duerme en ella un \-aron cuya memoria
Sin miedo al porvenir remonta al cielo.
''' Honra, c'uiiáa. deber, tal es la gloria
Que, con oi'gullo del natix'o suelo.
' En noble ejemplo, á convertir alcanza
\ Esa tumba en altar de la espei'anza:
70
POESÍAS FILOSÓFÍCAS,
A Mí BISTÍNGÜÍDO AMÍGO ERMELIMDO RIVODO.
DOLOR, misterio eterno, que la vida
Marchita y descolora.
Ninguno habrá que ])ucda comprenderte
Desde la blanda cuna remecida
Por el niño que llora.
Hasta el trémulo aneiano,
Esperanza sin voz del ser humano
Que se pierde en la noche de la muerte.
Dolor, ¿ qué te eslabona con el hombre
En su estéril camino ?
¿ Quién te puso á su lado ? ¿ Quién te oblic
Siempre alienar de lágrimas tu nombre,
De sombras tu destino?
l^ajo zozobra tanta,
¡Oh, dolor de la tierra!. . . .¿no te espanta
Que tu poder la humanidad maldiga?
7\yer no mas en el hogar tenia
La virtud su consuelo:
Eeliz én su honradez, tras la esperanza
De la dulce familia, bendecía
Mi pobre amigo al cielo.
Mirad como aparece
De improviso esa sombra y pasa y crece
En el hogar que en paz la dicha alcanza.
Es el dolor! La joven y modesta
Madre y risueña esposa.
Como la palma al huracán sombrío
Se abate suspirando en la floresta,
Así en la misteriosa
Tumba, en el mismo instante
Se hundió, llena de lágrimas, amante
La compañera del amigo mió.
Paz á esa tumba, retemplando el alma
Su varonil aliento.
Virtud grande y sublime y meritoria
Es la resignación ; Bendita palma
Que al desgajarla el \iento
Pudo ser abatida
El amor de sus hijos en la vida
Consagrado en el culto de su gloria.
Caracas, Mayo 3 1 de 1873.
£M LA MUERTE DE MANUEL FREÍTES.
I.
AS-Í perece en solitaria selva
Con su corola de carmín )• grana
La rosa tropical que en la mañana
En su tallo gentil se columpió.
•Así la pobre tortoiilla muere
Cuando dichosa de placer suspira
Y el bardo al eco de la dulce lira ■
Su funeral' cantigíi murmuró.
i!
.,\sí miu'ii') mi desdichado amigo
'J"al vez en gloria y porvenir soñando,
Porque doquiera juventud buscando
Esos fantasmas incansable va.
Por que la luz de nuestra zona ardiente
Abrasa el corazón, el alma quema
Y por tenei- la juventud emblema,
Su sangre toda en liolucausto da.
¿Porqué la sombra impalpable
De la muerte maldecida
Empaña de nuestra vida
El terso y puro cristal?
¿Porcj^üc; ala voz del destino
Su voz apaga el torren.te :
Y el hoihbre inclina su fi'ente
Altanera y colisa! ?
Cuan triste es ver una palma
Que se nutre en la llanura
Abatirse en noche oscura
.Por el furioso turbión ;
Asi causa sentimiento
Ver sin coronas ni nombre
Bajar á la tumb;i el hombre
Velado en negro crespón.
¡Oh ! como es ííÍs'lc en la risueña aurora
De la placida }■ virgen existencia.
Escuchar es;i lúgubre sentencia '
Del ángel invisible del dolor.
Cuánto al sencillo corazón lastima
Dar el adiós postrero al ser humano,
Que estrechó cariñoso nuestra mano.
Lleno de \-ida, de amistad, de amor.
Esa es la cifra misteriosa y grande
De los cantores de la raza humana,
Hora nacer para morir mañana
Lleno de vida, de amistad de amor.
Yo, caro amigo, guari^laré tu nombre
Y tu memoria lloraré constante
Hasta que llegue el funeral instante
En las alas del¿'í'/.'/í> del dolor.
POESÍAS FILOSÓFICAS,
GÜZMAN BLANCO.
RISUEK'A un día la gloria
Cantaba en dulce solaz :
"Hoi nadie vive en la liistni-ia
Si no \'i\-e de la paz."
Cuando el taílido rotundo
Se oyó en Abril, me decia :
Esa gloria vale un mundo
Pues salva la ¡jatria mia.
Oyendo tal cantinela,
¿Cómo-excI;imé-se concibe
Pueda vivir Venezuela,
Si de saneare \' cruerra \ive •
Era el reproche tan franco,
Que sin enojo me dijo :
Vivirá con Guzman Blanco
A quien adoptó por hijo.
Del secreto apercibido
Las horas conté una á una,
Llevando puesto el oido
Al timbre de la fortuna.
¿Qué mucho pues que demande
La patria en canto sonoro.
Para una gloria tan grande
Hrillante p;igina de oro ?
Ella muerte y vida encierra.
Cifra de eterna memoria ;
Muerte á la misera guerra.
Vida á Guzman en la liistoria.
I>o que ha sucedido luego
Se canta d'c boca en boca;
Cuando un malo toca á fuego
A paz Guzman Illanco toca.
LUZ Y SOMBRA.
ALMA inmortal, espíritu divino
Que haciendo vas de mis profundas penas
El lúgubre recuento ;
No siempre tu destino
lis, para mengua del orgullo humano.
Caminar entre sombras;
"Más dulce que la luz del firmamento
En las noches serenas
13c la querida patria.
Irradia á veces la \'irtud sublime
.Sus almos resplandores ;
Y al calor de ese fuego sacrosanto
El egoísmo muere, brota el llanto,
Se alivian los dolores.
La fe se acendra en la esperanza pía
Y el entusiasmo tuyo es, alma mia.
El ritmo eterno, universal, que canta
'' lísperaii-a y amor" al sacro nombre
De la \irtud sublime,
-De la virtud que salva, que redime
De su egoísmo miserable al hombre.
En alas de ese monstruo que arrebata
La tierra en sus cimientos
Y que la ciencia <í la moderna industria
Plizo nacer tonante
De opuestos }' encontrados elementos;
Lleno de banderol;i.s se \ei.i
i Cruzar las ondas del sereno Plata
Alíjero bajel. Soltado habia
Como la inmensa toca de un gigante
El ancho lino al despedirse alegre
De Piuenos Aires la opulenta y rica
Ciudad del Nuevo Mundo.
Nunca en su gala el cielo
Mostró con más alarde
Sus ricos esplendores.
Era una tibia y deliciosa tarde ;
! La Zona equinocial bajo su velo
I De espléndidos colores
! Se iba tiñendo en sombras indecisas ;
I Llegaba ese profundo
Instante en que aparece
Con el último adiós y las sonrisas
Trémulas del ocaso
La sombra de la noche.
En los antiguos tiempos esa na\'e
Bajo el cielo brillante de la Jonia,
Alejándose llena
De cánticos de paz }/ bendiciones,
Como traspone el ave
T^a atmósfera serena
Para llevar entre sus niveas plumas
I Los suspiros de ardientes corazones ;
y En esa- edad (¡ue ;i V^cmis la tle Gnido
72
POESÍAS -FILOSÓFICAS,
Vio cncrintada salir de las espumas,
El ateniense hubiera confundido
Esa nave feliz del Planta.undoso
Con aquella de ñores coronada
Que en las fiestas de Anolo,
CarL;"íítIa de maí^nüicos presentes
A Dclfos la saí^rada
Iba con los deliastas del Pireo,
En memoria de! triunfo de Teseo
Sobi-e el cretense Minntauro odioso.
— ¿Quien comanda esa nave? ;Ad()nde el ruml:
Lleva el audaz marino?
Ni deslumbrante fama ni ado adx-erso
En su mortal camino
Persigue aún ;i su j^iloto oscuro.
Jíossi lo llaman solo;
Y cuando sobre el terso
Y gigantesco rio
De ])ié en la popa :d gobernalle atiende,
En su audacia seguro
De his olas .il blamlo mui-murío
Darle caza pretende
A otro bajel ri\-al, que allá á lo lejos
Le aventaja en su mai-clia
Y levant.a Lanil:)ien sobre las olas
Gallardas banderolas
Del moribundo sol á los refleios.
\ ■'
Is'o es gloria esa insensata
Pasión. £jue suele al hombre
ILstéril ajitar, \-i\'iendc) asido
]3el \'ano miindo al deleitable ruido
De lisouj.a falaz, ó bien tras kica
' Mspei'anza de oir ca.ntar su nombre
Por un hecho cualquier de boca en boca. .
—"América bajel del ancho rio,
Ouó lle\as como un signo de progreso
Que el porvenir reser\'a á est;is regiones
Su esclarecido nombi'e :
Sacude tu sombrío
Penacho de humo. )' corre retronando,
Y vuela, y march.a'al encantado beso
De las auras nocturnas.
i\íaravilla del mar, sobre sus uiaias
Tu resoplido lanza.
Nao del l^lata, avanza!
Eal que cnri'a mi marina gente
La n.egra piedra en la caldeada liornilia.
; No es de la mar mi nao maravilla ?
Pues raja en sus liijares fuego ardiente
Como sic!i'>pea fragua ....
¡ l".n runibo )' sobre el a;:;aia 1 "
Tal grita Hossi y c[ueda
Como si en c] instante ;í la P^ortinia,
Móvil de los humanos,
(Quisiera detenc'r, de entrambas manos
.,'Vterrado á la ruc;la
] )e! timón salvador. [\íengua n mancilla
De su m;d entendida Vionra, supone
I",l oruailloso l'ossi.
,1 A la otra nao de vapor, "El Villa",
No poder alcanzar y que pregone
Allá donde le lleva su deseo,
En la dulce y feliz Montevideo
Luego su fácil triunfo.
¡Oh, necia vanidad, que así deprime
DeLserhumano la razón sublime.
Bossi, el hijo del mar, á los reflejos
De la postrera luz que se escondía.
Como una torre que domina en alto
V solitario ñionte,
Divisa allá á lo lejos
Á la " Villa del .salto "
Orgullosa cortando el híwizonte.
¡ Oh, necia vanidad ! Levado había
El ancla este bajel, tiempo g;^aaad.o
Sobre el gallardo "América."
De su puerto apacible
Hossi le vio partir, }- á poco izando
Él también su bandera
Alegre se alejó de la ribera.
Es alta noche, y á la par de ar[uellas
Neblinas trasparentes
i Del antartico mar siempre \'ecinas,
• \.d.^ J¿/ir//¿íS fsfrr//(7s
I .Se ven cruzar divinas
' ¡Como queriendo en formas de serpientes
' El íímbíto poblar de las r.eblínas.
Oíd ! Murmura el Plata. E.Ktraño món.strilo
Que en mar desconocida ó tierra ignota
Abre sus alas silencioso }," brega
! Y corre )- marcha al viento que le azota ;.
j Así ¡carece y va medio \'elado
I Por las sombras que arroja el ancho abismo
El "América" fuerte. Avanza, llega
Cerca de " El Villa," al paralelo mismo.
La clepsidra de luz del Nuevo Mundo
Señala de un lucero á otro lucero
De los fantasmas la solemne hora
En cuanto al ,Sur abarca,
La fulgurante zona del crucero
LaMnedía noche marca.
Bossi está silencioso
No de alcanzar "El Villa" el necio orgullo
Le satisface )-a ; vence ardoroso;
Mas, mudo de sorpresa, observa atento
¡ Las ondas \- el espacio. P3n ese instante-
1 De su marino triunfo el desaliento
i Nubla ím¡Droviso su fug.iz contento
i A la luz amarilla
i Del niyn de la luna \-a[)oros()
i El ve como adelante
Sigue la nao Cjue aleanzcJ, 3' se alej.a
Y aunque comprende, ciego
' Por c! tenaz despecho que le ahoga,
De adelaiitaró de seguir al V
El imposible al cabo-"bog.i !
itauíjo luego ;
na
boga
Sigue
POHSÍAS FILOSÓFICAS.
Y bulle ardiente la caldera.)- biilla
Más intenso en la liorna/.a el i'i.jn fue<4-o.
Mientras ret;i al destino
El "yVmé-rica" dobla su camino.
La marcha precipita,
Se estremece, palpita
Y cruza, y corre, y \ iiela :
Asorda y ruje la encendida enlrai'^a,
Y la profunda .estela
A popa en qlas de /.añro l)ana
El pendón árjcntino.
La mole de t^ranito suspendida
Del Ande en la montaña;
Así una fuerza misteriosa, cxtrafia
A bordo del América se siente.
Corre azorada y trémula su gente
Y la cubierta ocupa,
Y en torno á Bossi, el capitán, se agrupa.
-r-¿Qué pasa? ¡Decid pronto! Algo se esconde
De insólito, espantoso, horrible y triste.
— No es nada — ac[uel responde,
Y á la maniobra indiferente asiste.
Mas he aquí cjue retumba
Mayor estruendo en la centina yerta,
Y por todas las bocas de cubierta
Como respiradero de una tumba.
Donde vivo estuviera palpitante
Sepultado un gigante.
Se escapa el vaho ardiente del infierno
Entre columnas de humo.
¡Oh suerte infanda y realidad maldita !
Cuando el peligro es sumo,
Y la llama voraz se precipita,
Cuando no hai esperanza, al fin se sabe
Que se incendia la nave !
i Aterradora confusión ! En torno
Del chispeante horno
Lenguas de fuego retronando crecen ;
Y á su siniestro resplandor, se agitan,
Y se ocultan, y saltan, y aparecen
De nuevo, cual fantasmas
Que huyeran de la tumba maldecida
En el delirio de aspirar la vida,
Cuantos llevaba alegres,
Al cerrar de la noche, pasajeros,
Aquel bajel, ahora
Volcan flotante en llama abrasadora.
Allí lajuventud con su esperanza,
Y el casto amor con su feliz sonrisa,
Y la opulencia que el placer alcanza,
Y la blanda piedad de voz sumisa.
Allí la joven madre y dulce esposa
Sobre su pecho aprieta cariñosa
J\[ hijo de su alma. Allí la lenta
Ancianidad temblando se presenta.
A l'^l valor, la constancia,
; La indiferencia, el crimen, la locura;
1 Cada infeliz allí personifica,
Como un eco ó ¡jcrdida resonancia,
■ Alguna de las férvidas pasiones
Vicia de los humanos corazones,
Y miénti'asallí todos
Amenazados de tlistintos modos
F,ntre dos muertes: -la rujíente fragua
Del incendio que allí Satán irrita
En la embreada jarcia, y la malrlila
Abismante inquietud que muestra el agua,
(íritan, lloran y gimen,
: Corren, caen, se oprimen
\ Los botes alcanzando
Con su peso allí mismo zozobrando.
¡ Oh, •.■nusa del dolor! AhoiTi canta
Más de una acción radiante de heroísmo.
Reivindica el espíritu, levanta
Tu voz sobre las sombras de la muerte
Y enalteciendo á la virtud, convierte
En un altar la tumba del abismo.
Sobre el innoble espejo )• trasparente
Del caudaloso Plata
I Iba, en lenguas de luz resplandeciente.
Corriendo de través, perdido el rumbo,
El incendiado América.
Cuentan que á la redonda aparecía
De cabezas humanas un rebaño
Poblado el campo de la linfa fria ;
Y era, por Dios, que del conflicto extraño
Se abalanzaba cada cual, huyendo,
En el abismo, delirante, loco.
Sobrenadando á poco
Y á poco en lucha sin igual muriendo.
Aquella blanda niña á quien sujeta
Tiene una pobre madre temblorosa,
Es Elvira Inurrieta.
I'uera de sí, espantada ¡ simplecilla!
Palpando tan horrible pesadilla.
De los niíLLernos brazos se desprende
Y corre vacilante
Huyendo del incendio devorante. . . .
Como el espacio hiende
Solitaria paloma
Y herida cae luego
En el bosque sombrío.
Así espantada del tronante fuego
La dulce niña se abalanza al rio.
Un ¡ai! de asombro ajiiña,
Apesar del terror y el mar que brama,
A la náufraga turba
Cabe la madre de la triste niña.
"Salvadla", á todos clama.
Señalando ¡infeliz! la onda salobre;
"yí/// ¡ por Dios ! Allí!" — Sobrenadando
Y Era \xrdad que estaba aun la pobre
lO
74
Í>0ES'IAS FILOSÓFICAS,
Avecilla del Plata ; pero cuando
A vedase inclinó la turba incierta,
De aquel ángel colérico el- destino
La hundió en el hondo negro torbellino.
¡Horror! Mirad! como el espanto cunde,
Saltando la obra muerta
Aquella madre (insólito delirio!);
Abrazar á la liija en su martirio
Qniere, y se arroja al mar y también se hunde.
En banda el gobernalles de una rueda,
Sobrenadando con su esposa, asido,
Temiendo está Garrido
Por la infeliz á quien tan solo c[ueda
De morir la esperanza.
-. — "Ayiidala"-murmura
A Giraldó que allí también alcanza ,
A sostenerse en lucha aterradora ;
Y á la matrona socorrer procura
El esforzado náufrago ; mas ella
Cuidando más de su pudor ahora,
Que de la vida, temblorosa }- bella
Suplicante rechaza al noble amigo;
Y como á recatarse sólo atiende
En sus esfuerzos vanos.
Lleva ¡ infeliz ! sus manos
Al mal encubierto seno, y se desprende
De la propicia y saK'adora llanta.
Eso y morir se confundió en un punto.
La onda en sus furores la levanta,
La remece y arroja
Al abismo terrífico, y desciende,
En mísero trasunto, '
Como del árbol la tostada hoja.
¡Oh, luz! incomprensible lluvia de oro
De los astros divinos.
¡ Oh, sombra ! de tristezas incoloro
Manto de los nocturnos torbellinos.
¡ Luz y sombra ! conjunto
Del primitivo caos.
Luz ! Querubín propicio á mis deseos.
Si dormís en los cielos, levantaos !
Sombra ! si monstruo sois ó genio impío
Del infierno trasunto
Plegad las negras alas, deteneos !
En la encantada margen de ese rio.
Una joven esposa
íbase sobre el agua (lirio ó rosa
Que arrastra la corriente) sostenida
Por el fiel talismán de un salva-vida.
Mudo era su dolor, grande su anhelo,
Del salva-vida haciendo y de sus brazos.
Sobre el abismo, el lecho de una cuna.
Así salvaba al hijo pequefluelo
Aquella madre, que miraba al cielo
Más pálida que el ra)'o de la luna.
Atrás, mientras la angustia
Enerva á veces y sus manos crispa.
Avanza un nadador sombrío }' fuerte.
Tor\-a es su frente, y mustia
Como el oscuro velo de la muerte.
Las niñas de sus ojos como chispa
De hoguera oculta, )• su entreabierta boca
Cual grieta de reptil en una roca.
Ya está cabe del grupo
Del niño y de la madre, á quien le cupo
La fortuna, tal vez el imposible
De sostenerse en trance tan horrible.
Se acerca más, no le miréis, debiera
De fuerza hacer alarde
Y tiembla y desconfía. Es un cobarde ■
Según se desespera.
Se acerca más. .. .acaso su mirada
Por extraña os asombre,
i Sacúdelo la inmensa marejada !
¿ Qué pasa por el alma de ese hombre ?
¿Qué tiene al improviso?
¡ El infierno lo quiso !
Blande un puñal de rutilante hoja
Y mata de una horrible puñalada
A la esposa, á la madre bendecida
Que á par del niño arroja
La muerte en el profundo. . . .
Y el miserable al fin, el homicida,
Recoje por botín el salva-vida.
De la conciencia el torcedor eterno.
El desprecio del mundo
Y en el alma la sombra del infierno.
l\"ro á otro lado convertid los ojos, . . .
Hierven las aguas, míseros despojos
Cayendo van de aquella mole negra.
¿ Os asombra ese crimen ?
Ya veréis como Dios al mundo alegra
Y sonríen las almas
Y la virtud sublime bate palmas.
De la llama }' del humo
Que asfixia á su sensible compañera,
Marcó del Pont tras un esfuerzo sumo,
Huyendo cae al rio
Llevándola en sus brazos temblorosa.
Ni un remo, ni un pedazo de madera
Ha podido alcanzar : la onda espumosa
Con su carga lo arroja en el \'acío ;
Parece al punto que á tragarlo fuei'a
Y luego lo levanta diligente :
Pintado está elterror sobre la frente
De la mujer, mientras su esposo lucha
Y aun so.stenerla alcanza
Sin bríos ya, perdida la esperanza.
En tan mísera angustia, en tal' momento.
La compasión divina
A un. náufi'ago ilumina
Y llena del más puro sentimiento.
No es ya el abismo, la piedad le ;dioga.
El corazón la caridad le oprime.
Puede saharsc, )■ retrocede )• boga
•| En medio ;i l;i cntiistrofi."
poesías filosóficas,
75
Esc náufrago ¡ olí Dios ! allí redime
Nuestra miseria inmunda,
La miseria del hombre
A la matrona palpitante ofrece
Su propio salva-vida. Y la matrona
Se salvó luego y él .... ¡ Virtud sublime !
l'Que la tierra prcgojia
(El ... . tranquilo se hunde . . . . ! allí perece.
USu nombre! Quién e.s él? Decid su nombre,
I ¡ Descubrios, que el cielo resplandece. . . . !
l;Quién habrá que lo iguale?
V Esa gloria' arjentina, es Luis Viaie.'
SALÓN. ■
A raí amigo J. A. Segrestaa.
GRAN virtud, raro ejcmi)lo, noble vida
De tan alta memoria.
Que de la patria en sangre fratricida
Salpicada doquiera,
Será el timbre mayor, su mayor gloria ;
Ya no como Ricaurte á su bandera
Abrazado morir al pié del Ande
Es la más digna acción ni lamas grande.
¿A quién cubre de gloria la caliente
Sangre de las legiones ?
Audaz vencer, lidiar como valiente
Y morir escalando
Almenas y empinados torreones,
Los númenes sangrientos invocando.
Si en lo antiguo eran pruebas de heroísmo,
Hoy que mandan los pueblos no es lo mismo.
Vive en el corazón y en paz alumbra
A veces la existeiicia.
Cierta virtud sublime : ella se encumbra
En alguna fuerte alma
Hasta la santidad : es la conciencia
Sin una sombra, como el mar en calma,
Altar esa virtud de ánimos fieles
Valemás que victorias y laureles.
Bardos armoniosos, que se llenen
De lágrimas los ojos :
Liras veladas encrespen, resuenen
En la noche sombría
Graves lamentaciones. Los despojos
Venerandos de un héroe ¡ oh. patria mia !
En medio de tus férvidos quebrantos
Guardaremos al son de nuestros cantos.
¡Y hay quien juzgue la gloria todavía,
La gloria del combate.
Una Diosa inmortal .... ¡-Salón tenia
Sin una mancha sola,
Esa gloria por cierto. ¿Quién abate
En la montuosa Pastos la española
Con un puílo de heroicos colombianos
Las tropas de vireyes soberanos?
¿ Quién en las tierras del Perú sublima,
Y de Colombia eleva,
í?i cabe su alto nombre? ¿Quién en Lima
La ley promulga sabia?
¿Quién al Callao sus valientes lleva
Y desafíala terrible rabia
Del fiero león de España? ¿Quién abona
Luego por el vencido y le perdona?
Pues eso y más en su inmortal carrera
Lnpávido realiza
El preclaro Salón. Pero su entera
Virtud de ciudadano
Rompe con la fortuna, y pulveriza,
Con blando continente y firme mano,
Sus lauros y coronas : ¡ cuánto el hombre
Conquista para brillo de su' nombre !
Después lo vio la patria retirado
De las pompas del mundo.
Dirigiendo tranquilo el corvo arado
Con el ánimo mismo
De sus días de gloria. Tan profundo
Era en su corazón el patriotismo, ■
Que de la patria columbró en mal hora
Los fratricidas crímenes que llora.
Hoy la infelice madre, Venezuela,
Desolada en su angustia
Tiembla, y llorando al viajador revela
Un insondable arcano
Salón murió .. . . ; mas su mirada mustia,
La postrera mirada del anciano, •
Recogieron ardientes corazones
Con lágrimas y santas bendiciones.
¡ Cuánto envidio el ejemplo de esa vida
Y el dolor de esa muerte . . . . !
Sin mancha aquella, en tanta fratricida
Y sangrienta batalla ;
Esta justa y gloriosa, que convierte
En altar una tumba y avasalla,
Aquí do no hay piedad por los que gimen,
Al crimen que aun triunfante siempre es crimen.
Mas no será mi Musa la que evoque
Un recuerdo tan triste ;
Le basta que del crimen ni aun le to<iue
Ráfaga de impureza.
Padre libertador, tú que viviste
Inmaculado, inclina la cabeza.
Que un día habrá se escriba á tu memoria:
"A su patria legó virtud }- gloria."
Mara,caibo, Diciembre 2Ó de 1863.
76
POESÍAS FILOSÓFICAS.
S RUIDOS NOCTURNOS.
A raí araigo £. Rivodó.
DORMIDO el mundo está, triste, impürtuiií
La noche tiende su impalpable velo,
Mientras se ve la solitaria luna.
Globo de plata en el azul del cielo.
¿Qué acento, qué murmullo, que sonido,
Pasando de improviso por el lago,
Remeda un grito acerbo, ya un gemido,
Ó bien un eco incomparable y vago ?
Horrible es el silencio ; pero mucho
Se angustia el corazón eii duda triste
Cuando en la noche solitaria escucho
El solemne rumor de cuanto existe.
Dicen que solo el vespertino viento
Tales voces terríficas murmura ;
Pero; cómo remeda ese lamento/
¿Como forma esa voz en la espesura.-'
— Oid . . . . ; no es ilusión— Alguno espira
En honda pena, tras mortal congoja ;
NoescLicijais?-; una voz...l"a]-i..l No es mentira...
— ¿ Qué puede ser? — ; El ruido de una ii<ija 1....
¿Una hoja que cae así lewuita
E,se grito confuso. . . .? j Qlió demencia. . . . !
No es su roze sutil lo que me csi)anta. ...
¡ Oid la misteriosa balbucencia . . . . !
Es la misma, por cierto, que sentía
Cuando, niño, por ella preguntaba :
Es cívitJitoAíi gente me decía-
Y yo del viento á mi pesar temblaba. ,
El hombre en su angustioso cautiverio.
En la cárcel precaria de este mundo
Esplica á su placer ese misterio,
Ese rumor tristísimo y profundo.
Mas yo que miro la silvestre palma
Columpiarse á la luna vaporosa,
Y busco, en las angustias de mi alma.
La sombra de la noche silenciosa;
Yo tengo para mí, que esos lamentos.
Ese clamor del mundo cuando duerme.
No es el rujir de los nocturnos \ientos.
Ni la voz del mortal que }-ace inerme.
En otro tiempo la ¡nocente \'aya
De una tropa de niños placeiú.jra,
Al recoger mariscos en la phn-a,
Llenaba de alborozo la ribera.
Burlando acaso el maternal cariño
Iba, descalzo el pié, suelto el cabello
Mariscando tamljien, pues era niño
Y jugar por la playa era muy bello.
Pendiente al brazo la mimbrosa cesta
Con mariscos de vividos colores,
Era el lago natal nuestra floresta,
Sus purpurinas conchas nuestras flores.
Y saltando doquier, y haciendo alarde
De aquellos dulces infantiles juegos.
Mirábamos el cielo de la tarde
Teñido de arrebol, chispeante en fuegos.
Mas, pasaba el crepúsculo; la alfombra
De los luceros índicos se vía
Los niños se apiñaban en la sombra.
La turba, sin la luz, palidecía.
Un momento después el son distinto
üe un clamor se escuchaba. . . . Era un remedo
De humana voz. La turba por instinto
Al lejano clamor tenia miedo.
— .Wi csnií/idis, preguntaba, esc lanicntih
; Que puede ser .' Nublada su alegría
— Xoes iittila ! . . . .El eeo del pausado viento
Cada niño ;i otro niño respondía.
— ,.■ Xo es liada ese rumor / / ¡.a rw,; extraña
Es solo de los vieuios .' ¡ Qué mentira ! . . . .
/■ Alp;un (Jen 10 eueinií^v nos eujj-aña . . . . /
I l'al ver^ es un fmrtasuia que suspira ! ... .
— / lis verdad ! ¡ E^s verdad! ( De varios modos
rrénuiiiis miu-muraban ) y sencillos
Echaban á correr los niños todos
Cual banda de espantados pajarillos.
I Tiempo feliz de plácida fortuna,
(;jKie ha rec'Ji'dado siempre el marinero,
A los ra)-os tranquilos de la luna,
En las aguas inmobles de un pesquero !
.; La niñez! La niñez ! \ Siempre, indeciso.
Por la senda del mundo caminando,
Descubro su risueño paraíso
Vuelta la vista atrás, siempre llorando !
Y me aplace creer ei\ mi entusiasmo
(.^,ue sus gratas memorias pasajeras.
Si el Iiombre, tras sonrisa de sarcasmo.
Las ve no más, cual májicas tjuimeras;
Sv)n verdades que alcanza en sus visiones
La soñadora edad de la inocencia ;
Verdades qtie des[)ues nuestras pasiones
Ahog;i.n á la par con la conciencia.
Por eso, en las .angustias de mi alma.
Cuando escucho la brisa rumoros:i
Crimtendo solitaria en una palma
En medio de la noj'ne silenciosa; «.
Pienso que de sus tristes cautiverios
.Salen los Ceñios á volar perdidos.
Con su ])oinpa, sus luces, sus misterios,
.Sus voces, sus quejumbres y sus ruidos.
l'üEblAS MLOSÓl-iCAS.
77
QUÉ IMPORTA !
ES un poeta, dicen con profuntUí
Indiferencia, y cae sin aliento.
Quien apura en la tierra su tormento
Porque en su alma e! entusiasmo abunda.
¿Qué importa ese tlesden, si la coyunda
Rompe de este inmortal siylo avariento
"S' difunde en la tierra el sentimiento.
Genio feliz de la virtud fecunda?
¡ (^h sociedad ! desprecia en tu egoísmo
Al ¡DOeta de estirpe soberana.
Que im¡)orta ! Eterna ley es el dualismo
Del bien y el mal en la existencia humana.
Qué importa ! l'-n esa lucha meritoria,
Corona es el dolor, el llanto gloria.
Caracas, Junio 3 de 1873.
DESPEDIDA A MÍS AMICxOS.
"ADIÓS," palabra ijue resuena siempre
Sensible y misteriosa en nuestra boca,
Cual del náufrago asido á negra roca
Gemido agonizante de dolor.
Palabra que conmueve, que anonada.
Por más que al pronunciarla indiferente.
El hombre ahogue lo que dentro -siente
El secreto latir del corazón.
"Adiós," la brisa que perfuma leda
El blanco lirio de la noclie umbi'ia.
Tan doloroso acento de agonía
En sus cóncavos senos llevará ;
Y \'o sentado en la pintada popa
De la nave lijera, voladora.
Con el pesar que el alma me devora
Sólo, amigos, podré triste llorar. .
Entonces como sueños misteriosos
Olvidados tal vez, tal vez queridos
Por la memoria pasarán perdidos
Los gozados instantes de placer :
Entonces los fantasmas de la ausencia
Con su bando nocturno de visiones,
Borrarán las queridas ilusiones
Que á la orilla del lago alimenté.
¡Oh! cuánto sufre el marinero triste
En su vivir precario y miserable
Sin un amorcjue le alimente estable,
Sin el tierno cariño maternal ;
Sin escuchar en la callada noche
■'■La voz de la mujer por quien suspira ;
Ni el eco dulce, de amorosa lira.
Ni el acento querido de amistad.
Ni ver lucir al reflejo
De tibia, dulce alborada,
El ropaje de una fada
Que aprisiona el corazón,
Ni en la tarde cuando muero
Allá lejos, sol brillante.
Entregarse algún iiistante
A dulce meditación.
Que en esta vida. Dios mió,
En vez de calma y contento
Se escacha el confuso viento
Con ruido extraño, zumbar :
Sí, en esta vida, Dios mió,
El corazón sólo alcanza
Una terrible esperanza. . . .
El hondo abismo del mar. . . .
Adiós. ... la brisa de la noche oscura
Al postrimero resplandor del dia
Dolorosos acentos de agonía
Para el pobre marino guardará ;
Y si la hermosa que en silencio adoro
Llorando escucha mis sentidos sones,
Yo sé que mis queridas ilusiones
Más risueñas V uuras volverán.
LA MEDIA MOCHE A LA CLAPJ DAD DE LA LÜMA.
Vai uiug-umi pai'lc la Nuturalu/.a .1
in'- jionutra más de un scutimieu-
ln (le su .n'fandc'/.a : en uinijuna
]iarle ella nos halüa más y más
Jt fuertemente, (lue b;ijo el cielo de j
la América.
OPACOS horizontes j
Y rumor de airecillos y cantares,
Y sombras en los montes; ■,
Y soledad dulcísima
En la tierra infeliz de los palmares:
Yalhi lejos la luna que se encumbra
Y un cielo azul de porcelana alumbra.
Y en el higo sin brun.ias
La onda medio caliente entumecida,
Coronada de es^iumas,
78
poesías filosóficas,
Soñando melancólica:
Y como tregua ó suefio de la vida
En el hogar del hombre ; y como inerte
La creación, y el sueño como muerte.
La gran Naturaleza
O vacila ó se asombra, y muda y gravo,
Pálida de tristeza,
Ve sus astros inmóviles. . . .
Suspensión de la vida, C[ue no sabe,
Maravillada el alma, si le asusta,
O le place por c^uieta ó por augusta.
Tal es, sobre su coche
Que silencioso por el orbe rueda.
La extraña media noche
De las regiones índicas :
Así, al tañer de la campana, queda,
Su voz oyendo por el aire vago.
La ciudad de las palmas en el lago.
Aquí empieza el imperio
De esas visiones sin color ni nombre
Que en inmortal misterio
Guardan las noches tórridas.
Aquí no alcanza á comprender el hombre
Latifra ó la razón de cuanto mira,
ü si despierto está, sueña ó delira.
Tanta trémula estrella
Que de rubíes el espacio alfombra,
Tanta roja centella
Que con la. luna pálida
Penetra y brilla en la nocturna sombra,
Causa son de terroj', causa de duelo
Si ya la medianoche sube al cielo.
¿ Quién sabe por cjué crece
Entonces el j^enaclu) deesa palma,
Y el viento la remece
Y la despierta súbito,
Y á su voz el concierto y dulce calma.
De la noche se rompe cual si fuera
Mablando una palmera á otra palmera?
¿Quién sabe por qué luego
Se vuelven las conchuelas con hi luna
Margaritas de fuego,
Y cuando boga rápido.
Sonriendo de su espléndida fortuna.
Nauta feliz que ansia por cojerlas.
Ni conchas halla ni radiantes perlas?
¿Quién sabe, quién alcanza
l'ur qué se cierne la nocturna nube
Con monstruosa semblanza,
Y envuelta en sombras tétricas
Desciende al llano, á la colina sube
Para mostrar después, como un tesoro.
El plateado cendal con fimbria de oro ?
Mentira ! bajo el peso
De tanta maravilla, grita el mundo.
Acaso será eso
Pueda que los fantásticos
Prestigios de la luz, tras eLprofundo
Rumor que alzan los vientos que campean,
Finjan visiones y mentiras sean ;
Pero algo está escondido
Que bulle y vive y lúgubre se extiende
Al solemne tañido
De ese cristiano símbolo.
Algún prodigio el hombre no comprende
En esas altas horas : algo existe
De indefinible, pavoroso y triste.
No es que la anoche ayude
Los Genios á salir de sus recintos ;
No la mar se sacude.
Ni murmuran los céfiros.
Ni del santuario los dorados plintos
Caen, sonando, ni la sombra pasa,
Ni el trueno zumba, ni la luz abrasa.
Mas con todo, á tal hora
Brota, se desvanece, canta, gime.
Brilla, se descolora,
Azota el aire trémulo.
Empaña el éter, la materia oprime
Una sombra, una luz, un ser ¡quién sabe!
Que llena el orbe y que en la chispa cabe.
Entre el hombre cjue piensa
Y los astros que alumbran se descorre
Como una cosa inmensa.
Impalpable, magnífica ; ;
Y cuando la parduzca y vieja torre
Su postrimera campanada vibra,
De eso como infinito ¿cjuién se libra?
Salve augusto misterio
Que encierras tan hondísimos arcanos ;
En tu silente imperio
De sonidos insólitos,
Y de pálidas luces, y de vanos
Pavorosos fantasmas, todo es triste
Y se transforma todo cuanto existe.
Mas la razón del hombre,
Al inqjulso inmortal del sentimiento
Instintivo y sin nombre,
Penetrará recóndito,
O explicarse querrá con noble aliento.
Ese mundo invisible que reposa
Oculto entre la noche silenciosa.
Soledad de desierto
Y rumor de airccillo en los fragrantés
Limonares del huerto ;
Y en el azul vivísimo
POESÍAS FILOSÓFICAS.
Rubias estrellas, fuegos vacilantes,
Y claridad de luna que se encumbra
Y hasta el sombrío limonar alumbra.
Tal es, sobre su coche
Que silencioso sobre el orbe rueda.
79
1.a extraíala media noche
De las regiones índicas;
Así, al tañer de la cam])ana, queda.
Su voz oyendo porcl aii'c \ago,
I/a ciudad de las palmas en el lago.
LAS DOS CÍENCÍAS.
A mis amibos los miembros del Hospital de Chiqüinquirá,
An.itcma al progreso por el ateísmo : t,
sin roligioii no puede biilier pro^re.ío,
y la iieyaeion de J)io.s es la iiogaciou
del progreso mismo.
C'onfereneias en Nuestra Senor.i de
de Píuis, por el R. P. Féli.v.
Mayo de 1868.
EL hombre como ser que piensa, labra
Su inmarcesible gloria
Al sonido inmortal de su palabra
En los eternos fastos de la historia.
En su esfera moral no encuentra el hombre
Quien limite su vuelo ;
Y, semejante á Dios, crea, y su nombre
Dura más que las moles de granito
Porque en el alma humana queda escrito.
Pero esa libertad que no halla acento
Ni voz que le demande,
Esa amplitud del raudo pensamiento
Que mientras vuela más, se hace más grande ;
Tuerce á veces su rumbo,' su camino
En el tiempo cambiando ;
Y así como al cruzar el torbellino
El águila caudal cae sangrienta
Del ra)o herida que cvl fragor revienta ;
Así el hombre que piensa y mundos crea
Y es dueño de sí mismo
Desde la altura donde está, flaquea
Y desciende con ímpetu al abismo ;
Y aquella excelsitud, pasmo del mimdo.
Le sirve ahora solo.
Como á Satán su gloria en el profimdo :
Le sirve para el crimen, y convierte
La luz en sombras y la vida en muerte.
¿ Sabéis por qué no hay pueblo que no cuente
Tan horribles mudanzas,
Y ese como fenómeno candente
Representa la historia, las semblanzas
De los hombres ilustres ? Porque olvida,
Ebria en su necio orgullo.
La humana ciencia su misión de vida,
^Y cuando llena al mundo como ciencia
Deja al hombre sin Dios en la conciencia.
Como verdad la ciencia hoy no responde
A lo que el hombre anhela :
Como bien calla triste, pues esconde
En una duda que la sangre hiela
Tras estupor diabrSlico y \-itando
Lo inmortal absoluto ;
Y sin verdad, sin bien ¡ ai 1 ; cómo y cuando
Iluminar el árido vacío
Donde vaga el espíritu sombrío?
Sin bien y sin verdad naturaleza
Rompe su eterna lira.
Sueños y sombras son virtud, belleza,
La sociedad sarcasmo : una mentira
La eterna religión : el hombre es lodo :
La unidad panteística
Reemplaza á Dios y la materia es todo. . . .
No llores, alma mia ; degradada
No serás tú, que la materia es nada.
Mas no es mejor que la materia innoble
El yo racionalista :
Y así como India )• Grecia son el doble
Y antiguo universal punto de vista
Del uno y otro error, así al contagio
De uno y otro sistema
Descartes y Espinosa son su plagio.
¿Qué e.xtraño, pues, que el ateísmo cunda,
Reine el dolor, la sociedad se hi\nda?
No, no, para que el hombre su destino
Cumpla sobre la tierra
Debe tomar la ciencia otro camino,
Otro rumbo mejor. Si el hombre encierra
O lleva en sí el secreto, el hondo arcano
Que descifrar prpcura :
Si en el dualismo de su ser, su mano
Hiende el pefiasco que á su golpe gime
Y el cielo hiende feliz su alma sublime.
¿ Por qué corre la ciencia á la ventura
Y no sale al encuentro
Del Dios universal? Si ella depura
Al hombre del error, y el hombre e.s centro
De esta armonía eterna que le absorbe
En conciencia y espíritu ;
; Por qué l;i ciencia al descifrar el orbe
80
POESÍAS^ FILOSÓFICAS.
y al elevar al hombre, se resiste
.A ver á Dios en todo cuanto existe ?
La inspiración ! La inspiración fecunda!
La inspiración que exalta
Y en resplandores nuestra mente inunda,
Eso no ha! en la ciencia, eso le falta.
Sabiduría humana que pretende
Medir hasta por líneas
El bien y la rcrdad, cuando desciende
A un tal
sabiduría :
¡ Eso no es más que pura mercancía !
¡ Ah ! las preocupaciones nos aflijón.
Los vicios nos enervan ;
Principios c]ue la ciencia allá en su oríjen
Tuvo en pueblos despóticos, conservan
Todo el prestigio aun .... Esa constancia
En la idea científica
Tal vez explicará la estravagancia
De nuestra ciencia Cjue ;í los cielos toca,
Huj'C de Dios )• lo pasado evoca.
: De nuestra ciencia he dicho:
A o señores.
^. KosotroB todavía,
Si somos de la ciencia admiradores
Estamos libres de esa ciencia impía :
Nación a^x'r no más, eso nos sah'a ;
Si la llamamos nuestra
Es más bien como idea : sol que al alba,
.Sobre el mundo moral, nace, se encumbra,
(juia á la humanidail (i la deslumhra ! . . . .
Cuando cumj)lido el tiempo, entre nosotros
La ciencia su luz vibre,
Otra será su esfera, y serán otros
Los frutos del saber en tierra libre.
La igualdad democrática que eleva
Al hombre á sus destinos,
Creará en lo por\enir la ciencia nue\a
De paz y amor, la ciencia ciudadana,
Espiritual, magnifica, cristiana.
Esa sí que será la ciencia nuestra:
Y ella será tan justa
Que hará causa común coii su%iaestra
En todo bien, la religión augusta.
La esfera ele esa ciencia será el vuelo
De la mente : su polo
Nuestro Padre inmortal que está cri el cielo,
Y su ipalabra con qu.e al mundo asombre
La lie C'iisto muriendo por el lioml.re.
Oh tiempos ! Oh destin.os venideros
Que el espíritu alcanza.
Como el nauta entre sombras los luceros,
Como el alma entre duelos la esperanza.
Entonces en amor el hombre unido
j'\l hombre como hermano.
La senda de! progreso indefinido
Alegre seguirá doquiera \-ienclo
Tanta preocupación triste muriendo.
Y en una misma adoración, y al grande
Himno del mundo extenso.
En el Ganges 3-- el Nilo, aquí en el Ande,
Allá en el Quirinal, el sacro incienso
Y los perfumes mil americanos
Quemarán las naciones ;
Y en ese abrazo universal de hermanos
La luz de la verdad será tan pura
Cuanto, por nuestro mal, hoy es oscura.
Porvenir de los pueblos! yo os saludo.
Mi corazón se aplace
Deesa felicidad. Yo que no dudo
Que para ser feliz el hombre nace,
Bajo el dintel de mi cabana espero.
No como los patriarcas
Al fatigado y mísero viajero ;
Yo espero el sol intelectual que en calma.
Dé vida al corazón, aliento al alma.
Vosotros lo esperáis también, propicios
Los númenes haciendo
Bajo nobles, benéficos au.spicios.
Si lo esperáis, señores, sosteniendo
Como un derecho, del amor 7,uliano
Este piadoso asilo,
Y estas justas de paz, que el santo arcano
Guardan, al ruido de la infanda guerra.
Del porvenir de nuestra dulce tierra. '
Campo, pues, al viajero solitario,
Al porvenir fecundo.
Muriendo está el presente y su sudario
Aun sin cubrirle el rosto ya está inmundo.
Claridades, fulgores del bautismo
De la nueva existencia,
Asios de la cruz. Catolicismo !
Tú vencerás al fin la ciencia atea -
Con tu idea inmortal . . . .he aquí mi idea !
POESÍAS FlivOSaiCAS.
A LA MEMORIA
de mi nnbíe BDMgo el Manscal JiJon C. Fslcon.
MI corazüii clui lu funcsüi ^jiiertc
Viviciiílci va iníciiz, \- tu mcamria
E! sol me muestra tie hi bumaiia í^loria
iMitrc las sombras de la eterna muerte.
¿A qué sobre tu lápida ofrecerte
Coronas y laureles de victoria,
Si el numen ó la cifra de tii historia
Fué la noble bondad de un alma fuerte?
l',a;_;rimrís I solo l;i¿r¡mas el hombre
Darle debt.: en silencio. Es una ofrenda
1)Íl;;i.' de tus virtudes, de tu nombre.
¡ Üli, dulce amigo! ciue jamas descienda
A esta silente tumba el triste olvido ;
Tal, en plegaria ardiente, al cielo pido.
AMERÍCANA.
VÍRGENES dulces de la patria mia,
De bendiciones llenas
Por la fe ardiente y la esperanza pía ;
Ni rosas ni azucenas
Compiten con vosoti^as,
Cuando de hinojos imploráis serenas
El corazón divino de María,
i, a Reina excelsa de la patria mia.
Al virginal amor, no de Bctulia
Le seduce la historia;
Vosotras de la riiística In'perdulia
Perpetuáis la memoria;
Azucenas y lirios
Mañana cantarán la santa gloria
Que corona á las vírgenes del Zulla
Sin el horror sangriento de Betulia.
Vírgenes pudorosas, más modestas
Que la fior campesina.
Dios os bendice al celebrar las fiestas
De la Madre divina.
En contento tan puro
Hasta el ave que al cielo se avecjn'a
Canta con dulce voz en las florestas
La virtud de las vírgenes modestas.
ALAIBA Y CORTES. (*)
En tan divina pintura
Bien se conoce, pintor,
Que has bebido el agua pura
]jc la corriente de amor.
Que tu ardiente fantasía
Para pinturas tan bellas
Se baña al morir del dia
En la luz de las estrellas.
Que llevas en la memoria
Del dulce, inocente niño
Las ilusiones de gloria
Y los ensueños de armiño.
Oh I bien hiciste, pintor.
Con ese genio fecundo
Buscar unjanze de amor
Altra','cs del niK\'o mundo.
(■•') ,\lu<iiii i-íos \ ci'sos á im rV!;uIro que oni mui ad-
)i\iviii!u i'U un (.ato Ud C;inU'.i::. .]o.sé Antonio, líei'adio y
yo nos conipromplimus á escribiv acerca de él. Calcaño
nft se volvió i'i acordar del corapronñso, Graidia hizo cu
el acto sus versos, y 1ü.s piitilicó, y yo borronee esta coru-
(losieinn y qnedi') olvidada, como otras tontas.
Si yo tu nombre supiera,
Al compás de mis canciones
Tii nombre se repitiera
E.-'! estas patrias regiones.
Bajo tienda campesina
De forma un tanto moruna
Se ve á una virgen di\'ina
De noble y salvaje cuna.
Con una cituathc de gala
Debido á la indiana rueca.
Allí está la flor zempoala
De la pura sangre a:íteca.
En actitud que atesora
Todos los gozes mundanos.
Una arpa pulsa sonora
Risueña alzando las manos.
Tan bella }■ enamorada
Como trémula y sumisa
L>e antílope es su mirada
V de cielo su sonrisa.
11
POESÍAS FILOSÓFICAS,
Y en sus adornos de pluma,
Sus ajorcas y corales
Se ve la belleza suma
Sin las tocas vir^qnales.
A sus pies }'ace rendido
Depuesta la altiva zana,
Un capitán atrevido,
Un bravo adalid de España.
Reclinado á la belleza
A c|uíen estático mira.
En la diestra la cabeza
Apoj'a mientras suspira.
Y ella en el pecho, de hinojos.
Parece oculta, inocente,
El casto amor que sus ojos
Revelan tan dulcemente ....
Esta escena singular
T^asa en contraste feliz
Sobre la piel de un jaguar
Que sirve allí de tapiz
Oh ! ¿quié-n habrá que no rinda
Su vida en noble querella
Por una indiana tan linda,
Por ima virgen tan bella?
¿ Quién con delirio no anhela
•El amor de una avecilla
Criada en ñores de canela
Y perfumes de vainilla?
¿ Quién no prefiere a la griega
Esta Venus que arrebata.
Cuando la del Pindó ciega
Y la de América mata?
En cuanto á mi, }'o que piso
Mi ¡)atna, tierra quimérica.
Que no anhelo el paraíso
l'ues Paraíso es la América;
Yo que lo bello en la tierra
Voi siempre buscando en pos.
Porque en lo bello se encierra
El pensamiento de Dios :
il'
Al enconti'ar en la \'ida,
De la cual el duelo es parlCj
Ea creación de Alaída,
Como un esfuerzo del arte ;
Siente uria dicha tan grata,
Tan profunda el aima mia.
Que la lira se desata
En raudales de armonía.
El arte ! Luz creadora.
Que hace enérgica brotar
}-{ipngcos en Eloi'a
Y colosos en el mar.
El arte ! inmortal deseo
De todo ser inmortal,
Que imitando á Prometeo
Roba el fuego celestial;
A su encantado prodigio
.Sonríe la mar en calma
Y las sombras del lístigio
Llenan de terror el alma.
Naturaleza que esconde
Doquier sus leyes sencillas
Del arte á la voz responde.
Responde con maravillas.
Ve la historia y por su prisnia
Presenta en modelos plásticos
La \'erdad, la \'erdad misma
Con mil arreos fantásticos.
Así toman nuc\a vida
Dofla Marina y Cortés,
Y sale al mundo Alaída
Con el guerrero á sus pies.
Oh ! bien hiciste, pintor,
INjner tu genio fecundo
Al servicio del amor
En esta parte del mundo.
En cuanto ¿mí, que en mal hora
A huirse el numen empieza,
Tu Alaída me enamora,
Tu Alaída me embelesa,
lorida, 24 de Mayo i8ñ,v
SUEÑOS Y LAGRÍMAS.
Con la noticia de la rauerte de mi hijo Mannel.
¡ AH, cómo es siempre el dolor
La sombra de nuestros días,
Y al más puro resplandor
Siguen noches de terror
Y mortales agonías !
Tras un placer que se toca
Y se realiza en la tierra,
Alza el pesar vma roca,
Que á nuestra esperanza loca
El ancho camino cierra. .
Así cuanto el alma triste
En el universo adora
De negro color se \iste.
Porque siempre al hombre asiste
La desdicha aterradora.
Yo infeliz Inibe un consuelo
Después de uu dolor ]irolij(i:
poesías filosóficas,
33
Mo hallé bendiciendo el ciclo
En el sim])ático anhelo
De la adoración de un hijo.
Tan colmada era mi «gloria,
Que doquiera mcseguia
])c acjucl liijo la memoria,
Y era su vida ilusoria
La dulce esperanza mía.
Sintienilo partida en dos
El alma pura y sencilla,
iba de mi alma en pos.
Dando alabanzas á Ditjs
Con el llanto en la mejilla.
— Mortal, ¿envidias mi suerte
Tú, que has perdido la calma?
¡ Hela aquí que se convierte
En la verdad de la muerte
Y en las tristezas del alma !
li
Ausente de mi hogar voi jjeregi'ino,
Trémulo de dolor, la frente mustia
Buscando alguna sombra en mi camino,
l^idiendo á Dios un bálsamo á mi angustia.
En vano con el duelo y la fatiga
Mi cuerpo cede, á veces se quebranta.
Que una fuerza tenaz, .siempre me instiga,
Que un secreto pa\'or doquier me espanta,
Del corazón en el recinto estrecho.
De! ahna en lo profundo \'ive asida
Morrible sierpe t^ue me oprime el pecho,
¡ Honda tortura de mi triste \-¡cla !
Y ese dolor no duerme ni un momento
iS'i con la luz, ni en noche pavorosa;
Mientras más lo rechazo, más lo siento;
Cuando quiero olvidarlo más me acosa.
La tortura es igual si en brusco empeño
Sacudo mi letal melancolía.
La herida se desangra con el sueño.
La sierpe me devora con el día ;
Me o)en llorar en medio de la sombra ;
De la alta noche en el silencio umbrío.
Dicen que el labio misterioso nombra
C<jn un vago temblor al hijo mió;
¡ \' dicen la \erdad I J^jrque la caima,
Al huir del coraz(jn dej(j en mi duelo,
La memoria del hijo de mi alma
Que Dios llamó, para probarme, al cielo.
III
Alba que aj)énas se enciende
Y al improviso se apaga.
Avecilla que se traga
El ronco mar ;
Mijo, del cielo desciende,
Y de Dios al poderío
Calma, cuitado hijo mió,
Mi hondo pesar.
,\h ! que síjlo la inocencia
De un ángel, cvial tú divino,
l'uede cambiar mi destino
Aterrador;
Mas si en mi horrible sentencia
Xada puedes, dame aliento •
l'ara sufrir el tormen.to
De ni¡ dolor.
Yo quiery adorar de hinojos
La mano c^ue asi me oprime.
Cuando en lo profundo gime
Todo mi ser ;
Mas salta el llanto á los ojos
Y no puedo lo que c¡uiero,
l'or ([ue ¡ oh .Señor ! desespero
De tu poder.
Señor, era mi hijo ; en la balanza
De tu justicia se pesó mi amor
Y en el hijo falló de mi esperanza. . . .
T ¡ Cumplida está tu voluntad, Señor !
CÁHSANCÍO.
CANSADíJ estoi, el porvenir me aterra.
El alma mia en el dolor se lanza.
La dicha para mí nunca .se alcanza.
El placer para mi sus puertas cierra.
Ni una luz en el Cielo, ni en la tierra
Un amor, ni su pálida semblanza,
'Ni sueños, ni ilusiones, ni esperanza. . . .
¡ Sienii)re el pesar al corazón se aferral
Mas como canto a veces, piensa el hombre
Que mi vida es feliz; ve cuando rio
Y no la angustia de mi faz inerte,
Que bien revela mi profundo hastío,
Este cansancio que no tiene nombre,
Esta existencia que trocara en muerte.
84
POESÍAS x^iLOSÓFiCAi,
GÜAICAI
Fragmento ds
nü "Ganto radiano."
í.
¡QUIÉN más digno de fórvida plegaria
Y del canto sublime del poeta,
Que el indio cuya tumba solitaria
Baten las ondas de la mar inquieta?
¿ Quién la fortuna al relatar contraria
De tanto invicto lidiador atleta
No alcanza.^ fama y duradero nombre,
Sueños divinos con que sueña el liombre?
lí.
Yo que la luz de la abrasada zona
Vi en-este Cielo por la vez primera
Al grito de las liuestes de Belona,
Al abatir Espaila su bandera.
Yo que entusiasta busco una corona
Que aliente acaso mi ambición sincera,
¿Cómo podré callar cuando aun se nn'ra
De uiipueblo heri'iieo la sangrienta jiira .••
IJl.
Es fuerza, empero, tú, Genio sombiío
Que musitas del indio los cantares.
El noble ardor que siente el pech-n mió
Al través de los vientos \- I("!S ir.:ii-es ;
En alas de tu inmcnse. |^.0!'vi-íi_'
Sabré olvidar mis duelos y iie.-ares,
Sabré, buscando duradera g'^ri;;.
De tí aprender alguna antigua liistiiria.
ÍV.
Y vosotros también, I\ianes sagrados,
Que acaso en el silente bosque oscuro
Eos restos contempláis cns'iiigrcntados
Del invencible y bra\-<:j ( t u.\\c:.\ [:\\ro :
Vosotros que pcdis dcsespecadüs
Venganza al Cielo en funeral e' niLii'i,
Vosotros, si, porq-tie ;i cantar me anime
Daréis al mimen \'uesi;''i ardí:,- sul)liine.
Que ha tiempo lejos del mundano brillo
Libre vivir en la floresta rinbelo,
Donde pace triscando el cerxatillo
La fresca yerba del fecundo siieio ;
Y bajo el árbol del Iio'^ar sencil!'),
Fija la vista en el azul de! Cielo.
En las estrellas distinguir aiguna
De esas que alumbran n.ue-stra débil cuna.
VI.
Por la senda del corzo y l,"i gacela,
Del manchado jaguar en la batida.
El pensamiento como el a\-c \uela
Con los sueños radiantes de la \ ida :
Lejos del mundo el alma su consuel.i,
Acaso sin razón, pero veiicifla
Con los bellos recuerdos del pasado,
Edén siempre florido y perfumado.
Al ruido misterioso que levanta
.\igun oculto y tropical torrente,
IMiéntras que purpurina se abrillanta
La luz de! Cielo en. olvidada fuente :
En tanto la ¡/aloma gime ó canta,
Y en la campiña vaga el puro ambiente ;
Yo e\"ücaré un recuerdo transitorio
Al pié de algún den-uido adoratorio.
lín el valle risueño de las flores
Veréis una nación libre y salvaje
A sus dioses pidiendo, vengadoras,
La-Ncn con s;ingre el recibido ultraje:
V'^ereis ciimo iricendiando sus alcores
Y ñuycndo á lo profundo del boscaje
Espantaban los tercios españoles
Ai son de su> torcidos caracoles.
Vei'cis en la empinada, serranía
Ceinda de ixdmeras y maizales.
Las hcf-tas del anior }■ la alegría.
Las danzas d:: los pueblos tropicales:
\' eréis ojállas de la naai- bravia,
Recojiendei telinas y er.jrales,
La ^•írg'■e^ de la. tribu caraqueña
De blanca tlentadura >• tez trigueña.
I>os caciques veréis de la montaña.
Cual bandad.ís de buitres carniceros,
/\tre\-idios bajar ;¡ la campaña
S'.güidiis de sus ínclitos guerreros:
Veivis también de la remota España
Ln. puñado ¡'in)orc:d de aventureros
'1 al vez Ile\-;!r ;i cabo un imposible
Ci>n (L'iuiei.li;) y waior inmarcesible.
(Jeidtaejí la neblina, de ki vega
Teñida con ¡a. ¡¡lirpura del dia,
Verei--. L-1 lujo opimo tjue desplega
La tiVrrida y c im¡)esli'e ¡:iradería.
En !a est.ieion aleg:';,: lie la sieg.'i
Yej'eis del Üñirr ]jim' la linía fria.
Sus redes cx: eiiíiiv'ud.i ins gandules
En pirageas \' ti'oncos de ai:icdules.
Tenditlo el :irei_) deyVí'V//' Kieieníe,
One cruje a. I tiro de .la flecha ;iguda.
Algún cacique mirareis valiente
Noble, prestando á su enemigo a\uda.
A tan grande heroísmo el pecho siente
Que a esa libre n:icion salvaje y ruda
La suerte le cupiera del vencido. ...'.. '
L^ormir el triste sueño del oK'ido.
poesías filosóficas.
85
Vencieron sí, las gentes extranjeras ;
Pero la tribu entonces ultríijada
Con sangre álimentí) las torvas fieras,
Kn horrible holocausto derramada:
Vencieron. .. .más las aves carniceras
Tuvieron en la tierra conquistada.
Amplio festin de castellanos pechos,
Y cráneos paljiitantes _\' deshech(js.
XIY.
Inmortal (juaicaipuro, tu destino
Las tribus valerosas lamentaron, ■
Cuando en alas del viento campesino
I>as nuevas de tu muerte se escucharon
Así corriendo el i)iélaL;'o marino
Bajel que otros bajeles saludaron.
Encalla de improviso en una roca,
Y es contado su fin de boca en boca.
XV.
Venid, Génio^, venid, dadme un acento
Que imite en alta noche silenciosa
Los jemidos fantásticos del viento
Ln la tieri-a del indio deliciosa :
Dadme también el eco turbulento,
Que al morir de l;i tarde vaporosa
Despide la insondable catarata
Bajo sus plumas de carmin y plata.
Venid, (iénios, venid, mientras la luna
Se va invisible al asomar la aurora,
Yo ensayaré la voz en mi laguna,
Porque suene dulcísima y sonora.
Confiado en el favor de la fortmia,
Y bogando en mi barca pescadora,
Voi á sacar del lúgubre pas;uIo
LTn b.echo sin igual aunque olvidado.
Diciembre de ¡8; i.
A MARÍA
En su Drimera comaniou.
■ ■}
YA sé que contenta vienes
¿Qué te han dicho en este dia
Los ángeles, hija mia,
Al pié del divino altar
Seguro estoy cjue volando
Te alzaban ci blanco \'elo
Para contar en el cielo
Tu santa felicidad.
Mientras recibiendo esUibas
El augusto sacramento,
Como de apacible viento
Sentí en el aire un rumor.
En nuestro hogar solitario
Todos fuimos sorprendidos
Con misteriosos sonidos.
Hija de mi cora/.on.
Y fué que el ángel custodio
Que á Dios tu plegaria eleva,
Al verte en gracia, la nueva
Vino á trLicrmc fugaz ;
Y aunque cantaba niu>" ledo.
Tal vez con la niara\-illa.
De asombro la simplecilla
Inés, se puso á llorar.
Pero el niuiciu de tu gloria
De Inés luego el llanto calma
Y después le habló á mi alma
De la esperanza y de Dios.
Cuando desplegó á los cielos
Sus alas en raudos giros
Se ahogaba.n los suspiros
Dentro de mi corazón.
Tú haz crecido en los dolores
De la dulce patria ausente
Hoy como ayer á tu gente
Viendo estás triste sufrir.
No hay voz para la venganza
Donde á Dios se da por prenda.
De perdón, la misma ofrenda
De nuestro llanto infeliz.
La religión, hija mia.
Une en amor, cielo }• tierra,
Y los destinos encierra
De la pobre humanidad.
Nada hay firme ni durable
Si el hombre poder ohida
En las obras de la \-itIa
La idea de lo inmoriru.
Que lí) inmortal siempre sea
El norte de tus acciones,
Y las míseras pasiones
.Se humillarán á tus pies;
Porque sábelo, í.faria,
Si el mal nuestra \'ida alfoiiibra,
.Solo lia}- luz para esa sombra
En Dios, origen del t^ien.
El liombre en constante lucha
Fuerza en sí tan solo encuentra
Cuando su vida concentra
En practicar la virtud :
No de otro modo ya hundido
Alguna \'ez retrocede.
Y salva el abismo }' puede
Hallar de nuevo la luz.
86
POESÍAS FILOSÓFICAS,
Mas no te aflijas, que alegres
Están tus padres, María,
¿ Qué te ha dicho en este dia
Tu séquito celestial?
Es una gloria muy grande
Que Dios me da por consuelo :
¡ Traerme nuevas del cielo
La paloma de mi hogar !
Son las únicas que pueden
Volver al hombre la calrna ;
Dios te bendiga, mi alma,
Que en tí me la vuelve Dios.
Bien me lo dijo en secreto
El ángel tras raudos giros.
Dándole dulces suspiros
Al sombrío corazón.
Coro, Mayo 30 de 1869.
A CÜMANÁ!»
¿ ES esta la ciudad que del oriente
ürgullosa asomaba
A la orilla del mar resplandeciente,
Y á los pueblos gritaba.
Del trueno con la voz dominadora
Ser ella la primera y la scriora?
¡ x'Yi I-en silencio lúgubre y sombrío.
De miedo palpitante,
La ciudad de las palmas en el rio,
Cumaná la arrogante.
Yace por tierra como vil mortaja
Que el viento airado de las tumbas aja.
Genio del Infinito doloroso
Que por los cielos jiras,
Que lanzas ¡ ai ! con eco pavoroso
Armado de sus iras
Y al ruido de las roncas tempestades
La voz que pone espanto á las ciudades.
Venid á mí que la tristeza canto
Y la sombría suerte,
Y el repentino }" fuiíei'al espanto
Horrible de la nuierte :
Que le cupo en el libi'o de la vida
A Cumaná' la bella y la aguerrida.
Aun resonandu esta tiel hondo abismo
El trueno retumbante
Y la que fué ciudad del heroísmo,
El paladión brillante
De mil valientes que la patria enciei'ra,
Anonadada está, yace por tierra.
Así del mar batiendo las es¡íunias
Confiada en su pujanza,
La cóndor tropical de negras plumas
A los cielos se lanza,
Y allá en los Andes donde libi'e anitla
Las otras aves ;i \'iilar convida
Mas ai ! que sobreviene la tormenta
Tórrida y repentina,
Y al fragor de la nube que revienta
En la eminencia alpina,
De roja luz la atmósfera se inunda
Y á tierra \iene el a\'e moribunda.
Tal quisieron tus hijos en sublime
Delirio le\-antarte. —
Suena el clarín, la multitud se oprime
En torno al estandarte
De rebelión sangrienta; voz infanda
Venganza al cielo con .furor demanda.
El chocpie de las armas, el crujido
Del carro de la guerra.
La confusión, la rabia, el alarido
Co'lérico (}ue encierra.
El estruendo de un pueblo que orgulloso
Sacrifica á la gloria su reposo,
Todo en ti'opel el vengativo bando
Apresta turbulento.
Y el canon de la alarma retumbando
Acrece el ardimiento
De acpiella juNcntud, (]ue en su heroísmo
Cantaba al borile del profundo abismo.
Ya parten-uii momento-" combatientes
"Jílandid \'uestras espadas,
"La gloria no abandona á los valientes
"(.|)ue \'engan ultrajadas
"Le}-es y libertatl, gloi'ia busquemos.
"¡ Sus los guerreros, á la lid niarchemos !'
Y aciuella \'oz tiue repetir procura
El ))ueblo en su entusiasmo
De improviso se apaga.... nube oscLU'a
Se extiende en hondo pasmo,
Y cobija la atmósfera infinita '
Como el sudario de la cruz bendita.
POESÍASFILOSÓFICAS.
LA LEYENDA D£ UNA FLOR.
87
Una xiña.^ — YA rc\olcindo pasan
Las mariposas
Con sus carmíneas alas
Color de aurora:
; De dónde vienen
Cuando brotan espigas
Los campos verdes ?
La MADRK. — Nadie, niña, lo sabe ;
Pero es lo cierto
Que de improviso salen
En blando vuelo . . .
La niña. — ¡Ai, madre, madre.
Quién fuera mariposa
De los rosales I
La maukk. — ;Qué ganaras con ello?
La niña.—
La maurk.
La niña. —
La mapkk.-
Volar ufana,
Y remontarme al ciclo
I)c la cspcraur^a.
— Pobre hija mia.
La cspcram^a es mi s/trj'/o.
I'imIo es iiicutira ....
; Luego el mundo se \iiel\-e
I\íentira todo?
-.Sueños el mundo tiene.
Niña, tan locos.
Que ni aun despiertos
Comprenden los mortales
(^ue lodo es sjiefw.
La m^a.
-¡ .Ai, dulce madre mia,
Quién lo crej-e'ra. ... I
L.^ MADKK.— ()\e mi pobre hija.
La liorrible endecha.
La suerte aciaga
De una flor en los tiempos
Que ellas soñaban.
Era una ro.sa gentil
Tan bella y encantadora.
Como un rayo de la aurora
En las mañanas de abril.
En sua\'es himnos de amor
-Saludábanla de lejos,
\'a los lindos azulejos,
"\'a el plateado ruiseñor.
Isleña de dulce sonrisa.
Haciendo de amor alarde,
Se columpiaba en la tarde
Al murmullo de la brisa.
Doquiera tímida oia
Una voz de complacencia,
Y el carmín de la inocencia
De su corola perdía.
Como el amor es fecundo
En los sueños de la vida,
(olvidaba entretenida
Los desengaños del mundo.
Hija, no vez cual se lanza
Al prado la mariposa?
Así volaba la rosa
En alas de su esperanza.
¡ Ay, que gustando el placer.
Por má's que encantado fuera.
La rosa en pos de una hoguera
Iba, pues era muger !
Que cpiien sueña en sus antojos
Una ilusión indecisa.
Riega la tierra que pisa
Con lágrimas de sus ojos.
V\\ día que en su arrebol
Brillaba el .sol incendiario,
Pasó volando un canario
Abrasado por el sol.
Y como \'iera la ro.sa
Que iba á morir de fatiga;
.Sin pensar á cuanto obliga
La juventud pudorosa ;
(~) tal vez al halagüeño
Pensainienlo en que \i\'ia.
Creyendo realizaría
Con el canario su sueño; v
])ej() posar fatigado
Al ave en sus frescas hojas.
Que cambió negras congojas
Por un nido ¡¡erfumado.
AvK, — Rosa, te debo la vida.
Flor. — P)¡en está, canta sus bienes.
A\'l':. — ¿Sobre este ti-ono?
El,( iR. — ; Tú tienes
Quien ser rey acpii te impida?
A\'i;. — Ño, florecilia. ; Ai de mí !
¡ Soi tan feliz !
Fl.oR. — Eso quiero.
Ave. — Rosa, de contento muero. . . .
Fl.OR. — También }'o muero por tí ... .
Vino la noche, en su calma
Llena de dulce misterio.
Rompieron el cautiverio
De! corazón, por el alma.
Aquella dicha miraron
Las esti-ellns en el cielo,
POESÍAS FILOSÓFICAS.
y en triste señal de duelo
Kn la sombra se ocultaron . . . .
Cuai^do la aurora en oriente
Aderezaba su earro,
Y se mostraba el bizarro
, Sol, de luz resplandeciente ;
Sonó en amoroso exceso,
Llevado d.cl viento en pos.
El más tristís/mo adiós,
Y el ra:is dulcísimo beso.
Después, hija, nada extraño
Sucedió, lo saben todos,
Porque es*dc distintos modos
T.a historia del dcscní^'año.
Es, sin que mude de suerte,
El mismo mal, el fin mismo;
Tras de una /ti //a el abismo,
Luego el olvido y . . . la iimcrJc.
]^o tiene la juventud.
Para su fcr\'ido anhelo.
Jfas lii:~ que la lar: tiel cielo,
Jlfríx senda que la virliid .
Si hai pasiones cu}-o instinto
( )primen al Cíírazon,
y ofuscan nuestra razón
Del mundo un el hiberinto ;
Nuestra constancia en \'crdad.
Todo lo alcanza y lo puede.
Que la jDasion siempre cede
A la firme voluntail.
Hija, ya sabes la historia
De la flor de la campiña;
No la olvides, pobre niña,
Tenia, tenia en la memoria.
La MXA. — Ya no quiero ser, madre,
i'ras esa historia.
De l'is frescos rosales
La mariposa.
La MAiiRt;. — Dios te bendiga,
Porque olvidas tus sueños.
Casta hija mia.
EL BARWIMISMO.
( inédita.)
MONISMO, TRANSFORMISMO, POSÍTíVíSMO, LAMARK, DARWIN, LITTRE.
A mi amigo K. G. Pardo.
En liras mui risueñas.
Talismán y fortuna de aquel bardo.
Que baila por más señas.
Las zambras caraqueñas
El retronante ( juaicaipui-o Pardo.
En liras por mejores,
Al gran Lamark he de cantar lo mismo
(;¿ue á Littré, sobre flores,
Lo mismo, sí, señores.
Que á Darwin el titán de! darwinismo.
Paso, paso á la ciencia
Maguer llore Delgado }• llore Sil\-a.
i\\ verla en su demencia
A'estida, sin conciencia.
Con tela burda de pintura jilba.
¿Y tpié mucho consienta
La nueva ethaira de la \"ieja Europa,
Llevar tal vestimenta
.Si con ella á la cuenta
Quién sabe ¡ vi\'c el cielo 1 lo cpie arropa:
Mirad: la tierra ardiente
Da vueltas en la atmósfera infinit.i ;
L'ii átomo vi\-icnte
Aquí y allá inconsciente
Como el huevo braininieo palpita.
Cierta luz subitánea
A Lamark ilumina en un esguince:
En la greda melánea.
Pía \'isto la espontánea
(ieucraeion feliz su ojo de lince.
Ha visto ese "Gran todo"
]5ajo un gl('>bulo ó germen prototipo
De arena, lama ó lodo
Ocultando á su modo
T.a creación, como la historia el quipo.
Un dia resonante
El informe planeta en su congoja.
De fuego exuberante.
De un instante ;i otro instante
An-oja. . . -¿ciué decís? 13igo que arro¡a
l''l átomo que brilla
i nifoi'me y tenaz, sombrío y fuerte;
Y el ;itomo ó celdilla,
Al átomo se anilla
; A' en \arie(.lad de cosas se conx'icrte !
poesías filosóficas.
sa
Diversa cuanto impura
La materia vital con faz distintr; ^
Según es valle, altura
Playa, .loma, llanura
Aríoma. .'íe aparece, bulle, pinta.
Con su ley ó teoría
El hasta el mono llega por ejcni¡)¡o,
Pero se atasca un dia,
; Qué hacer por vida mia.-'
Oid, que cuanto sigue vale un templo.
Cual refrescatite ahorro
Sobre una calva de lustroso viso,
Asada bajo un gorro,
De Lamark al socorro,
A<?í aparece Darwin de ímprovi.-o.
¡ Oh, milagro completo!
Que envidia á Londres la ciudad del Louvre !
¡ Quieto Lamark, quieto !
¡ Ha pasado el aprieto L
Danvin la le\- de selecion descubre.
¿ Eso es \-erdad ? ¿ La huella
Del pasado aclararse no habéis visto ?
De hoy más Danvin con ella
El fanatismo sella
Ni necesita á Dios, ni piensa en Cristo.
Y el pobre Adán, hechura
De la suprema y sabia omnipotencia,.
En CUJ71 faz fulgura I
El sol de la hermosura,
Y el soberano don de la conciencia ;
1
Viene á ser, en efecto, j
Tras moldes y patrones embrionarios
L'n animal correcto,
Digo, lo más selecto
De tantos monstruos y recortes varios,
i
Darwin en su egoísmo j
Lo veis? Hace del hombre un semitono
Eh! no hace al hombre mismo?. . . .
Primero el Darwinismo
Acaricia, tantea. . . .escoje al mono.
¿ Pudo al fiero caraire
Escojer nuestro sabio en vez del jimio?
No, scílor, por el aire.
El aquel y el donaire
Sacó mejor del mono al hombre eximio.
La selecion al cabo
Perfecciona al cuadrúmano babieca.
Habla y serie ¡bravo !
Desaparece el rabo ....
1'ierde lo sustancial-pierde la mueca.
, Entonces . . . . ¡ vaya un mito !
Por más que el mismo Satanás se asombre,
Y retiemble á su grito
El cóncavo infinito,
Dei Cuadrúmano entónce.s sale el hombre.
Y a! pronto que vejeta
De sí arroja, tras saltos convulsivos
Al calor del planeta
Deforme é incompleta
Lama de m.iémbros y fragmentos vivos.
¡ Que digo ¡ Allí procrea
La esdrújula molécula el Bisonte,.
La vaca que cornea.
El pez que el mar pasea,
Y el tigre, la serpiente, el mastodonte!
Un rayo incohercible
De luz solar allí transforma leve
El lodo en algo horrible.
En un feto sensible, ^
Acaso en un andróiino de nieve.
En cuanto bulle esbelto.
En su cosmos Lamark le busca en vano.
Todo allí vive suelto,
Y monstruoso y revuelto.
Esperando sombrío al ser humano.
Y mientras todo en vilo
O en torbellino va sin voz ni nombre,
Lamark pierde el hilo
¡ Que digo I Está intranquilo
¿Cómo saltar de lo monstruoso al hombre?
No en valde siempre anhelo
De la gloria llegar al regio trono,
Volar, volar al ciclo ;
Imitar en el vuelo
Al águila caudal ¿no he sido mono ?
¿Qué piensas, alma mia,
De tanta sombra al fin de la jornada?
Ni Dios, ni amor, ni guía ;
La ley de la armonía
Rota en pedazos mil, y luego. . . .nada,
Jamas en el desierto
Se oyó gañir con tal espanto al lobo :
Murió Colon ! Es cierto?
Sí, pues al hoyo el muerto,
Y el que vive ala hogaza y ruede el globo.
; Sabéis si en cuanto existe
Hubo mayor desolación ? Tremendo,
¿Quién tal dolor resiste?
De hoy más el hombre triste
Se inclinará á la tumba maldiciendo.
Con tan negra semblanza
Del caos ¿qué ha de hacer en su impotencia?
Del ser en la balanza
Le arrancan la esperanza,
Y le arrancan el alma y la conciencia.
13
90
POBSlAS FILOSÓFICAS.
A LA ESTRELLA DE LA TARDE.
I.
CAMPANITA dephita
De tan gran templo,
Trémula y solitaria
Sobre los cielos ;
Yo te diviso
Suspendida en los camisos
Del infinito.
Cuando á la fin del d¡a
La tarde asoma
Eres la campanita
Oue ;i duelo toca ;
Así los ángeles
Saben allá en el cielo
Cuando es de larde.
Campanita te llamo
Sientlo un lucero.
Mientras voi suspirando
Con mis recuerdos ;
Es que así mismo
Te llamaba en mi patria
Cuando era niño.
Al perder mis fecundas
Ricas visiones,
Dicen que se me anublan
porque soi hombre.
¿Será eso cierto-?.
; Cómo, pues, me acompañan
I. as que están lejos?
l'orque ti'i eres ahora
Lo que en mi infancia
Cuando buscaba conchas
De playa en plajea :
Chispa ó lucero
Ouc entre gasas de púrpura
Brilla en lo inmenso.
Todo, pues, se reduce
Tras luengos dias,
A los suefíos que se hunden
Llamar mentiras,
Y á los estables.
Aunque n:iedieun abismo
Llamai' \'erdades.
Por eso mientras pasan
Cual viento y humo
Las dulces esperanzas
Que inspira el niundo.
Siempre conmigo
A'an las santas visiones *
Que sucha el niño. ■
Campanita, si el dueh*
Tocas del dia,
Tras mis clolores creo
Tocas d vida /
Miciilras a glor'wí
llai otras campanitas
Que también tocan.
í!.
Estrella C[ue despides
Al sol que nniei'o
ICn lagos de rubíes
Resplandecientes.
Tú que te inundas
En sus luces \' sabes
Donde es su tumba ;
Estrella de las sombras,
) Como es que siempre
A esta fiesta mortuoria
Te hallas presente?
¿Como es que sales
ruja tú i!e la noche.
Siempre de tard.e ?
Entre risueílas nubes
rú centelleas
t'omo en aguas azules
Pálida perla.
¿Tendrán acaso
Las Qíi^uas superiores
Por perlas astros?
Átomo de ese polvo
Que en las alturas
Como neblina de oro
Todo lo alumbra,
Todo lo llena
De mimdos rutilantes
Soles \' estrellas ;
Tal vez se llegue un dia
Que del espacio
Como una vieja cifra
Seas borrado ;
Y el Rei del cielo
Brote acaso otros mundos
Y otros luceros.
Sí-, los astros que existen
Son sueños, sombras..
Átomos invisibles
Ante su gloria ;
Sí, todo muere,
!^()lo el Dios infinito
*\'ivirá siempre.
Lejana campanita
Cuando \'o muera
Recibe el alma nn'a
Tocando á fiesta.
¿ Te pido mucho?
No, que las almas suben
^\1 cielo en triunfo.
POESÍAS FILOSÓFICAS.
VISIÓN REPUBLICANA.
91
.A I, !;i'itii tic \ icli>n'a
Alzó mi frente [íálida,
y, cB ('iptica ilusoria,
'S'o vi de mil ¡^nicrrcros
Teñidos ios aceros
1 )e lÚ!4ul:)re fulgor ;
Yo \'í por la llanura,
Como fantasmas luirridos
].)e la alta noche oscura,
(¡inetes batallando
Rabiosos ¡ ai ! mostraiulo
Selvático \aIor.
\o oí como se inOama
El hijo de la América,
Yo vi como derrama
Caliente }• vaporosa
Su sangre Ljenerosa
V.n sacrificio cruel :
^' ac)uella érala impía
Ofrenda triste y bárbara,
Que dabas, patria mia,
En el altar de un hombre
Manchando asi tu nombre,
'J"u espléndido laurel.
En esa fratricida
Contienda, ni una siijjlica
Se alzo de vo/ rendida.
A\ férvido entusiasmo
I>a vida era un sarcasmo
La muerte un c;alar(.lon.
; ( )h meiiLjLKi ! los valienies
1 ,os colombianos, ínclitos.
En lides impotenti.'s
De hermanos con hermanos
Se arrancan con las manos
Sangriento el corazón.
El ángel de la muerte
Daba al combate ¡jábulo.
Cual fuerte lucha el fuerte,
Y, en oprobioso alarde.
También lucha el cobarde
Armado del iiuñal.
-Sembrada está la tici'ra
De fétidos cadáveres,
Y el sojjIo de la gucri'a
.•\paga del vencido,
El último alarido
De rabia sin igual.
Horrible allí campea
El odio vil, frenético.
La sangre allí se orea,
,\1 i'uido pavoríjso
De viento temjjesLuoso
Que azota el turbio ;\Iar.
No hai tregua. . . . La venganza
Corriendo va .sacrilega,
\ anima, en la matanza,
Al mísero guerrero,
Que \-ibra c! tor\-o acero
Y muere sin temblai'.
'Jal viera Roma un día
Al gladiador impávido,
•So infanda tiranía,
Pisar con faz serena
La ensangrentada ai'cna
Dispuesto á combatir.
Y en gloria vil, precaria.
De ¡jrez cubierto efímera,
Buscar la sanguinaria.
Hosca fiera rugiendo,
Y altivo combatiendo
Caer para morir.
; La patria está vengada !
Se escucha en son terrífico ;
I\I;is de improviso airada,
l'or la e.x'trellada alfombra,
Se ve la esti'afia sombra
De altix'o paladín.
l'll cántico de gloria
Se torna en canto fúnebre:
La voz de la victoria
So trueca ^en triste acento,
Y en lúgubre lamento
El bélico clarín.
Hablaba, )■ mientras tanto.
Malditas _\^ sacrilegas,
En medio del espanto.
Las huestes altaneras
Flameaban sus banderas
Con la matanza atroz.
Risa, blasfemia, rluclo.
Ira mortal, fatídica :
Mientras temblaba el suelo.
-Mientra en la noche oscura.
Sonaba con pavura
La retumbante \'oz,
► —
. ""lened 1,l torpe lengua,
"Tmbéciles caníbales;
";No basta que con mengua,
"En medio á un jnieblo culto,
"Llevéis en faz de insulto
"La hermosa libertad ?
92
poesías filosóficas,
"Tened, tened el labio....
"De entre ambo.s son los crímenes,
"De Dios solo el agravio —
"Quien la venganza evoca
"Cerrar debe su boca,
" ¡ Imbéciles, callad !
" ¡ Reír cuando á millares
"Muriendo van las víctimas ¡
" ¡ Alzar esos cantares,
"Cuando lanzar debiera
"El hombre ¡ ay ! por doquiera
"Su oprobio Y su baldón !
" i Triunfad, reid ! La afrenta
"Que cubre á la República
"Será pedida en cuenta. . . .
"Triunfantes y vencidos,
"Seréis escarnecidos,
"A entrambos ! nialdicion !
"Vendrá ese horrible dia,
"Y, abierta con estrépito
"Dirá la gemonía
"De torpes y sicarios :
"Sus rayos incendiarios
"El cielo lanzará.
"Y, al terroroso grito
"Que lanze el pueblo indómito,
'Veráse de hito en hito,
"Cruzar con faz inerte,
"La sombra de la muerte,
"Que muerte clamará —
" i Triunfad ! reid ! i dementes. . . !
"El hondo y negro estígmata
"Lleváis en vuestras frentes —
"¿Pensáis queden inultos
"Los héroes insepultos?
"Dios no lo quiere, ¡no!
"Huid por el ancho rnundo. . .
"Corred . . . Del negro Tártaro
"Abierto e.ítá el profundo. . . .
" i Qué escucho . . ? ¡ LTna campana .
"Do está vuestro mañana. . .?
"Lmbéciles .... ¡ Se hundió — "
, Al grito de victoria
Alzé mi frente pálida:
Busqué la patria glori'a,
,Y solo ■\'i agoreros
Los buitres carniceros
Volando en derredor.
Yo \\ i)or la, llanura,
Como á fantasmas hórridos
Bajo la noche oscura,
Triunfantes y vencidos,
.Soberbios y abatidos
J-^lclados de tei-ror.
A MÍS BÜEMOS AMIGOS LOS JOVEMES AFICIONADOS BE LA
. COMPAÑÍA lARACA'IBERÁ.
ALLÍ la nave está de mi laguna
Mecida en los cristales dulcemente:
Allí se mira al rayo déla luna.
Que ora refresca mi abra:-:ada frente.
Pronta á partir, confiada en la fortuna
De fausto viento, su marina gente
Canta impasible mientra al lejos zumba
El mar que cava su gigante tumba.
Cuando la vista levantaba al cielo ,
l\~ir ciarle mi ]:)OstrcrrL despedida.
Cuando regaba con mi !1;íiilo el suelo,
Que es la tierra nata!, i)atria querida.
Cuando en penoso, agonizante anhelo
(.'orjio i.:l ultimo soiijo de la vida.
De la angustí;', el \'eneno reljosaba
V al ulcvra!.i(i co)-a/,on quemaba. .
Esa es la vida, la existcnci;i es esa,
Estrella de mil prismas ilusoria.
La perfumada flor junto á una huesa.
La muerte tras el grito de \ ictoria, ,
La miseria manchando la grandeza
Con que sueña el artista inmensa gloria;
Y así todo en revuelto torbellino
Goza y .sufre el mortal en su cam.ino.
Llegó h;isUi mí di;- la amistad modesta
VA acento de pkicida iilegría'.
Que en son de gozo }'al placer disinicsla
J-visay placer y :40zo me ofrecía:
líntusiastas clel genio, en noble fiesta
Mis amigos buscaban á [>orfía.
El camino de luz donde se lanza
F.l liombi'c que aumenta su cspei'anza.
POESÍAS FILOSÓFICAS.
93
Di tregua al lloro, serene- el' semblante,
Y como el niflo en su ilusión sencilla
Convierte en risa el doloroso instante,
l'cndientc aun'el llanto en la mejilla,
Así el [)ecliü ulceradla y palpitante,
Con esa luz que momentánea brilla,
Dio á la amistad su postrimer contento,
I'orijucesjai Dios 1 la dicha de un mumeiito,
Dulce amistad su perfumatla esencia
Con su aliento vivilico y divino
Desvaneció las sombras de la ausencia,
Dio paz \' dicha al infeliz marino.
Dulce amistad, que am'ma la existencia.
Risueña floi', que orillas del camino
Ostenta su campestre galanura
Más bella que la aurora que fulgura.
Por ella unidos vuestra noble empresa
A cabo llevareis', sin que resista
La mezquindad mortal que opone aviesa.
Antagonismo torpe y cgoista ;
Adelante, seguid, tendréis en esa
l'enosa vida que lleváis de artista,
Pesares sí, mundanos sinsabores,
Pero palmas también y también flores.
Que no hai trabajo en cl afán del mundo
Al progreso perdido ; tiende todo
A vuelto fin magnífico }" profundo,
Con varias faces de distinto modo :
k
El Iiombrc.'frájil ser, que cl vicio inmundo
Junta mil \ec' s ;i su barro y lodo,
.Si presiente su genio, i;o se arredra,
V á los fines de Dios j)one su piedra.
.Seguid pues adelante, el ¡nieblo vc.'i
Con vueslio estudioy vuestro afán glorioso
Los hechos de la historia do campea
A ])ar del crimen, heroisino hermoso :
.Seguid pues adelante, el pueblo sea
Ihistrado también, que es deshonroso
Para el genio sin par americano
Xo dar al pueblo compasiva nniiKj.
Vosotros si, que comprendéis la gloría,
Edén divino de feliz fortuna.
Vosotros v^ivireis en mi memoria.
Cuando lejos esté de mi laguna:
A la luz vaporosa c ilusoria.
Que en el cerúleo mar vierte la luna.
Pondré el oido álos marinos vientos
Para escuchar trd \'ez \'uesíros acentos.
Juventud generosa, adius ; la na\"e
Ya se apresta y se mece, el ancla leva,
Ya sus alas extiende como el ave
Busca otros cielos y campiña nueva:
Adonde iré? Jamas el hombre sabe
Donde el destino á su jjesar le lleva :
Adiós, amigos, la esperanza mía
.Se desvanece con el nue\'o dia.
ASÍ £S LA VIDA !
El canto del Pastor.
MAivlPÜSA entre las (lores
Del verde )" fresco pensil.
Que tienes tantos amores.
Como en tus alas colores
Y como ílorcí abril.
i\Iariposa encantadora.
¿ Porqué me ocultas tu vuelo?
Y<'> sé que te dio la aurora
La púrpura que colora
La tierra, el aire y el ciólo.
Yo seque, al triste lamento
De la paloma llorosa.
Vas en los pliegues del viento
Huscando cl dulce sustento
Del j.azmin y de la rosa.
\ o sé que, fiel mensajera
De la tarde triste y vaga.
Vas de pradera en pradera
Anunciando pasajera.
Que la luz del sol se apaga.
Y cuando el hada divina
De la noche se presentíi,
Alguna flor campesina
Abre su roja cortina
Y te aduerme, y te alimenta.
^lariposa, si alcanzaras
El mal que me haces cruel ;
Tal vez así no volaras
Y por mi bien no ])osaras
En cl ardiente cla\'el.
94
POESÍAS FILOSÓFICAS.
Que yo con lagrimas mojo
De su lecho las arenas ;
Y el llanto que vierto rojo,
En su corola recojo
Porque es sangre de mis venas.
Y tú en loco desvario
Pensando libar su esencia,
O el purpurino rocío
Libas ¡ ay ! el llanto mió
Y me robas la existencia.
Por eso la ñor descuella
Y mi zagala suspira.
¡Ai triste! no escucha en ella
jMí solitaria querella
Ni en ella mi llanto mira
LA ZAGALA.
Así con acento blando
]\liéntras el sol se escondía
Lentamente,
Un pastorcillo mirando
Correr una oculta fuente,
Esta canción repetía
Suspirando.
Las brisas del mar serenas,
Que vienen en los celajes
De la aurora ;
Contaron las dulces penas
A la cuitada pastora
Que se hallaba en los boscajes
Ue azucenas, .^t
#
Sumida en dulce embeleso
T'Y'liz, atenta y sencilla
Suspiraba,
iMicntra en amoroso exceso
La mariposa libaba
En su cai'mínea mejilla
Dulce beso. ,
En' su contento, amorosa,
Agradeciendo ai amante
Su cariño :
Tal vez sin jiensar, graciosa.
Juntó sus manos de niño
Y aprisionó la inconstante
IMariposa.
En lan divina apostuia
]>a bella prisión mirando
Snnrcía. ••
Y con infantil locura
Tras de su amante corría,
A lo lejos publicando
Su Ventur;i.
El sol de rubia alborad^a
No se levanta tan bello
Cual la niña,
Que corre, así delicada,
Por la silvestre campiña,
La crencha de oro en el cuello
Destrenzada.
LA MARIPOSA,
Y así pasa en un instante
Por la cubierta pradera
De roció,
Y llega así palpitante
Con la hermosa prisionera
Junto al rio.
Loca en sus sueños lozanos
La,zagalcja graciosa
Ño atendía.
Que del hueco de sus manos
Salirse la mariposa
Bien podia.
Y en pos de dichas inciertas
Casi corriendo olvidaba
Su decoro.
Cuando llevaba entreabiertas
Las palmas donde guardaba
Su tesoro.
Ai de la niña preciosa.
Si corre alegre llevando
Por doquiera
Una linda mariposa
En las manos revolando
Prisionera.
Que la desdicha se muestra
Cuando la frájil fortuna
Nos convida ;
Como una noche siniestra,
Como una sombra importuna
De la \'ida.
Loca va, que es infinito
Su gozo, el amor la guiaba.
Llega. ... ¡oh duelo !
Mira al fin, y lanza un grito . . . .
La mariposa volaba
Por el cielo.
Así es ia vida. Risueflo
Pensil, que el ábrego ariasa
Furibundo.
La vida! la vida es sueño,
Y así la ventura pasa
De este mundo.
POESiASFlLOSÓPlCAS,
PERCANCE.
95
TRIGUEÑA dr l:i mirada
De (¡U7.el;i,
Mejillas (le flor tostada
De canela-
; Por que á la palma permites
Lucir su gracia ondulante,
'l"ú, más sabrosa )■ picante
Ouelos cL'uos v confites?
1 La ocurrencia era tan loca,
; Que la risa
Andaba de boca en boca
Llana y lisa.
; Monja tú ! vaya; la gente,
Que tal disparate oia,
, Del disparate seguía
Riyendo. tan buenamente .
Como puños de granates
iMicendidos,
Cual llores en acirates
Suspendidos,
Como tropel de avecillas
De voz dulce y v;íria pluma,
Cual remolinos de espuma
En el Mar de las Antillas ;
.Mas el inglés que no es tonto,
Pian pianito
j\ mi se vino de ])ronto,
_¡ Dios bendito !
Y al verlo tan demudado
Cual del cuento se colije,
- •- mi corazón le dije :
"Crescnte y fuego graneado".
1 le \-isto guapas triguefias
¡ Daban susto ! . . .
Tan aereas y cenceñas.
Que era un gusto ;
Pero en llegando á tu dengue.
Trigueña, me voi á pique ;
Y es amargo el alfeñicjue
Y el cara(.[ucño merengue.
Lieg<), mirtime y miréle
De reojo ;
j\'i más ni méno.s cual suele
Pobre cojo ;
Emprender carrera larga
Por huir de un toro perdido,
Oue bufando se ha salido
De un toril de caña amarga.
(iracia tanta es el señuelo
De algún Mago.
Qiie tú manejas al vuelo
Con estrago ;
Porque no hai viviente 5n'/ii>
I Perdón, de los hombres hablo,)
Que tú no le des al diablo
Por amor ú por capricho.
¡ Vaya un inglés ! ¡ Cuánto ner\-io
Demostraba I
Pero Mfírj de ira soberbio ■
Le ganaba — '
Ronco como un almirez,
Rajado de abajo arriba.
Estaba haciendo saliva
Para tracarme al inglés.
"S' es de mirar, Dios lo sabe.
Tantos perros
Siguiendo el vuelo de un a\'e
Por los cerros ;
Y luego ver poco á poco.
Como se vienen bajando
Este triste, aquel ladrando
L'no ciego, el otro loco.
Trigueña de losantoios
¡ Ai ! sin tasa.
Con esos labios más rojos
Que una brasa.
Contémplame en tal quimera
Y dime, ; es buena permuta
Que uno se coma la fruta
Y otro pase la dentera?
Hasta yo, risueña niña.
No hace mucho.
Que tuve por tí tina riña
De cartucho.
Y, fue el caso, sin lisonja,
Que un inglés decsplin y \eiKi.
Dijo que tú estabas buena
Para profesar de monja.
]''ortuna mia, que, nunca
Falta un pero.
Que el vuelo al discurso trunca
Todo entero —
A no ser eso. . . .(me espanto )
Yo estarla asaz dormido
En la tierra del olvido,
Que IJanian el canjpo santo — ■
poesías filosóficas.
¡ Ai, triq'ucña! sin que al ntvn
Yn denigre ;
¡ Qué pantera, ni cjué pe>tr(i,
rs i qué t'ÍLíre 1
Era el inylé.sun demonio,
Era un lenn .... era un \aliente,
Má.s recio que la corriente
Dc\ cabo de San Antonio.
Sí, contempUíndono.s juntos
Los colmillos
Nos \'irnos ambos difunto.s,"
Amarillos . . . . !
Pero firme cada quisque
Con una faz del calvario,
Como diciendo al contrario :
"Si quiere morir pellizque."
Salimos al campo verde
¡ Dale bola !
A justar la gana pierde
De pistola.
Arreglamos el terreno ;
Y, como tronar oimos,
En disparar con\-en irnos
Cuando re\'entase un trueno.
¡Qué noche 1 mas se me ocurre
Mudar de metro ; cansado
Estoi con el pié quebrado
Y la cojera me aburre.
¡ Qué noche ! helaba lo.s huesos
A las deidades del Pindó,
Era un tiempo de lo lindo.
Para saltarse los sesos.
En ángulo el brazo fuerte
Teniendo el arma homicida^
A diez varas de la vida,
A dos líneas de la muerte.
Perfilado á lo torero
Con la visual'cn la mira,
Creyendo en una mentira.
Pensando en el mundo entei'o.
Con tal actitud y valor
Un trueno esj^eraba luego.
Para hacer al inglés fucgi:i
En honra y paz de! honor.
Pero. . . . (nunca falta un pero
}-',n sus percances al hombre
Que reduce, no te asombre,'
'Podas sus cosas á cero),
Pero ú esc tiempo bajaba
De los encumbrados cerros,
La trailla de tus perros
Que á lo lejos te venteaba.
PírríJ r". ¡Ai I
Cómo !
Vah
Sus!
¿Qué?
., 4°.
„ f-
„ ó". ¡Cielo!
„ 7°. ¡ Un indio !
„ 8°. Un ingles!
9°.* ¿ Es riña ?
,, ió°. ;Se matan?
,, \i°. — Por nuestra nifia,
„ 12°. La justicia 1 !
Ln ¡iisíicia.
Fuera el duelo ! !
Turbado nuestro sosiego
Cuando tal tumulto \-imos.
El inglés y yó cojimos
Las calzas de Villadiego.
A tener menos pericia
De ac[uesos campos de Dios,
Carga con nosotros dos
'Nuestra insidiosa justicia.
Pero. ... ya sabes que un pero
Jamas falta á cosa de hombre,
Con gran maña (no te asombre)
Saqué á salvo á mi c?ctranjcro.
Huyendo por esos trigos;
Miento, por esos cardones,
Trabamos buenas razones,
Y.... nos hicimos amigos.
Trigueña, aquesto te explica
Te revela, ■
Como acaban en la rica
Venezuela,
Los mundanales tropiezos.
Conjuras, duelos, tumultos.
Gritos, motines, insultos,
Y. . . hasta los misinos Congresos,
33 de Setiembre- 185 5.
POESIAS FILOSÓFICAS.
57
A LA LUNA.
Düdioado á mi amigo A. Garbírfís.
PEREGRINA de lu;. ciclu^.
ronipHfioni sin furtun.i
ücl sol que duranlc cl di.i
Todos los ojos ckslunibia,
¿ Por qué en tus tristes palacios
No cambias, modesta luna.
Tus cendales como nieve,
Por nuís ricas vestiduras?
Si tal hicieras, la nuche,
Que comparan á la tumba.
Por cl terror }• el misterio
Que entre sus sombras se ocultan ;
Cuando asomara en oriente.
En vez de asomarse mustia.
Se asomara como el alba.
Espléndida, fresca y rubia.
Cuanto más, c[ue ,í tus rellejos.
Dado que fueran de púrpura,
Las negras noches tendrían
Más vistosas colgatiuras ;
Y alhi distante, distante.
Del C niccru á Cinosura,
IJutiendo el ala flexible
De mil matizadas plumas ;
El hombre viera c.xtasiatlo
Por las ci;lestes alturasf
.Subir }- bajar los ángeles
De las plegarias nocturnas.
\'it:i'a en las palmas umbrías
De las montañas inoultas,
\ en los nidos y en las flores
(jue los céilros columpian,
Convertirse en blancas [lerías,
Cayendo á la tierra en lluvia,
ICl llanto de esos espíritus
Vertido por nuestras cnt¡»as.
Cuanta nubécula aerea.
De las que en el cielo hay mucha'-.
Fimbria de seda amarilla
Bajo sus tocas oscuras,
I'or adularte, i"¡sueña.
Sote presentara ¡ oh luna !
Con la veste de hilos de oro,
Va¡)orosa y rubicunda.
Ai ! reina de ios espacii's,
Si tú acojicras mi súplica
Del cielo '.^n la oríebreria
JMisc.iiulo tus regias túnicas.
C>lra fuera hasta del hombre
Ka voy. con que te saluda.
Como otras también serian
Los himnos con <]ue te adula.
í'ucs (jue tú. reina, lo sabe.s
I'orlas flores de las grutas ;
Más aprecia el hombre el brillo
l^o ki V'énus amantusia :
Tiene en más sus vanidades,
Estima en más sus locuras.
Que la virginal modestia,
Que ¡as virtudes oculta.s.
Mas tú en tanto permaneces.
Reina á mis acentos muda,
Y pensativa te asomas
Y melancólica cruzas.
Tú de las ruinas campestres
Rompes las sombras profundas,
Poi' escuchar los suspiros
Que entre las ruinas se escuchan.
Con fantásticas semblanzas,
.Sombría, meditabunda,
Llenas las florestas indias
De claridades que asustan.
Tú te \"as de lago en lago
Y de llanura en llanura
\'isitando temblorosa
Olvidadas sepulturas.
Compartera de los tristes
Sufres tanto en sus angustias.
Que son sus duelo 5 tus duelos,
Y sus lágrimas las tuyas.
Pero ¡ ai ! misteriosa reina.
El hombre poco se cura
Si le viene de los cielos
Lo que espera ó lo que busca.
•Solo anhela, vano y necio,
Pasar su vida infecunda.
Así cual llenas de ruidos
Sobrenadan las espumas..
Pálida reina del cielo.
Ya que no h.e de verte nunca
Con cl manto purpurino
Del sol que espléndido alumbra
]»
98
POESÍAS FILOSÓFICAS.
Ya que a! favor de la noche
El misterio te circunda,
El silencio te acompaña,
Y las sombras te sepultan ;
Mira, reina, que te pido,
Mira que te ruego, luna,
Con la voz de mis pesares
Y en nombre de tus angustias ;
Que cuando las trovas mías,
Orillas de esta laguna,
No las murmuren los vientos
Porque otros cantos murmuran ;
Cuando al soplo de la muerte
Mi frájil cuerpo sucumba,
Y su polvo miserable
Al polvo se restituya ;
No te alejes, peregrina
De las mansiones cerúleas,
Sin derrarílar en mi lecho
Tus claridades augustas ;
Y acaso trémula entonces
Mi pobre gente descubras
Entre la sombra llorando,
Llorando sobre mi tumba.
MAR!M£SGA,
Enel álfcnra de! vapor "Mapararí" á mi araígo el Gral. liíannel E. Braznal.
AUNQUE se le vuelvan yesca
Las velas á mi tartana
Y la brisa meridiana
Recale soplando fresca,
Como en la cosía coriana ;
Aunque maldiga lo instable
De mi adusta profesión
Y la fuerte obligación
De comer el miserable, "■
Negro pan de munición ;
Aunque tenga que vivir
Como Bruzual en campaña,
Peleando hasta conseguir
Con .«u bandera salir
Triunfante de la montaña ;
Dejo esta vida que flatos
Me dan y m.e causa tedio. . . .
¡ Adiós tierra ! ¡ Al agua patos !
Me voi al mar, no hay ¡•ernedio :
"Zapatero, á tus zapatos."
En el mar tengo mis fueros. . . .
Allí lanzaré mis cánticos ;
Adiós, bardos compañeros.
Melindrosos cancioneros.
Babosísimos románticos.
¡ Guai del que necio replique. . .
¡ Abur, muchachos, abur. . . . !
¡ Listo á proa ! ¡ Leva á pique !
Voy á juntarme en el sur
Con Terepaima el Cacique.
Ya sabré lo que hace en Lima
Y si algo tiene de sobra ....
— Uno al timón ! (Me da grima
Lo tardo de esta maniobra)
Arrima, nuestro amo, arrima !
—Ya levó !
— Famosa nave !
Si es nave maracaibera !
Con este barco, quién sabe
Si mi suerte volandera
Por ser buena suerte acabe !
Qué noche ! Se viene oscura,
Como el manto de un fantasma
De entreabierta sepultura ;
El viento corre que pasma. . . .
Buena va la singladura !
¡ Tope del palo mayor,
Cuidado ! el ojo avisor
Que el horizonte es sombrío,
Y no estoy ¡pardiez ! de humor
De encallar en un bajío.
—Vela!!....
— Muy bien. ¿ Hacia dónde ?
Cuenta ! Si me das un chasco. , . ►
— No, mi cabeza responde.
En la neblina se esconde,
Navega bajo un chubasco.
Allí está ! Se pega al viento,
Como paviota marina ....
Quiere ganar barlovento.
— Galopín, ¿logra su intento?
— Sí, salió de la neblina.
-Pues ¡ a virar ! ,
—A virar ! .
-—Orzando .... 1 Acuartela ahora .
Braza ! (Ya es otro cantar).
Nuestro amo, descarga á prora,
Que hay corriente y mucha niai-.
— Buena vela ! ¡ Vamos listo
Que va flameando el velacho !
POESÍAS FILOSÓFICAS.
99
¡ Cómo sopla, vive Cristo !
— Capitán ?
— Hela, muchacho !
— ^Ya ese perro nos ha visto.
Mejor, con la voz tenante
De mi coliza de hierro,
Cuando el ladrido levante,
Haré callar al instante
El ladrido de ese perro.
Veremos cual á su m.odo
Ladra y muerde aun tiempo mismo ;
Con un poco de heroísmo
Se gana ó se pierde todo
Por venganza ó patriotismo.
¡Mas, este rumbo ! este centro
De las aguas . . . . ¡ Oh, destino !
>Javego en un mar adentro,
Y nada menos me encuentro,
Que en las aguas del Euxino.
Vaya que el asuntp es trágico !
Mas ¿ qué se me da ? Ni un bledo . . . ,
Sigamos con el enredo,
Yo que por mi golpe mágico
Me puse en Asia de un credo.
Nadie dirá, por quien soy.
Que yo el combate rehuso ;
Y si en el Euxino estoy,
Ese barco es barco ruso. . . .
Pues tras el ruso me voy.
Listo ! que el contrario tira.
— Zafarrancho ! ! ^; Dónde para
El corneta ? ¡ Fuego y vira I
— Tararira, tar arara. . . .
— ¡ Fuego, fuego . . . . !
— Tararira , ,../
Si no abordo á ese renjífero
Me vuelve el foque un encaje. . . .
üf ! qué vapor tan pestífero I
Sus! qué fuego tan mortífero!
Orza todo ! ! Al abordaje ! !
A la banda, buena gente !
¡fAtraca con los grampines I
Y ahora diente con diente.
Que la coliza reviente,
Kevienten los palanquines.
Misericordia! Esa bala
Me deja mondo y lirondo
; Uno al agua por la escala
Queme coja, noramala,
Mi testa que .se va á fondo !
Diablos I qué lance tan agro !
De cólera tengo amengua
Estar vivo, si bien magro.
Descabezado y sin lengua,
Pero hablando por milagro.
1 Oh ! qué percance tan gordo !
Sin cabeza el comandante.
Silencio ! que no estoy sordo.
Un tramojo á ese bergante
Que viene á charlar á bordo.
¡ Que me saquen con presteza.
Sin más discusión ni asombros,
Del charco azul la cabeza . . . . !
— Ya la cojí. . . . !
— Buena pieza,
Ponía, pues, sobre mis hombros,
¡Qué mueble tan necesario
Es este mueble de juicio . . . . !
Mas, siga el fuego ¡ canario !
Abordaje de corsario
Y tajos de sacrificio.
—Aquí !
—Allí . . . . !
— Por la popa. ...!
Buena gente y mejor barco !
— Ahora salte la tropa . . . . !
— ¡ Cómo se reirá la Europa
De las cosas de este charco . . . . !
— Ai ! ¡ Me han pegado un sablazo I
Y para colmo de enojos.
Ese marino pelmazo,
O me ha puesto atrás los ojos,
O adelante el espinazo.
¡ Qué espantoso quid pro quó I
Al revez me colocó
Nuestro amo mi pobre testa,
Y me encuentro ¡ qué se yo !
Con la cabeza mal puesta.
Pues no es cosa de ilusiones
Ni materia de litijio,
¡ Hallarme con las facciones
A manera de prodijio,
En vuelta de los talones....!
Sí, sí, la cosa es muy clara. . . .
Aunque parezca mentira
Hacia atrás traigo la cara. . . .
— ¿ El corneta ?
— Tar arar a
— Otro toque.
— Tararira ....
Mas ¿qué ruido estoy sintiendo?
Bon . . bon . . bou . . bou . . bou . . botí . . bon . . .
— Por ese agujero horrendo
El agua ¡ voto á Sansón . . . . !
Se va subiendo, subiendo.... «
íuu
POESÍAS FILOSÓFICAS,
—Fuego . . . . ! Fuego . . . . !
— Carambola !
I La piMvora está mojada ;
— ¡ Tiró el diablo de ¡a cohi ! !
— Bomba, . . .!
— No hay bomba ni nada.
— Achica . . . .!
-Achica? ¡ Mancóla 1
— Nuestro amo! i'ronto, descarga, . . . !
Aquí tle mi gente . . . . ! Larga . . . . !
¡ Larga ! Nuestro amo está sordo , . , , !
Y ya sube la honda amrirg;i
En un aprieto tan gordo,,
¡ Qué me ahogo, San Antonio !,
Trance tal es sin segundo. . . .
Adiós, tierra del demonio . . . . !
Adiós, bribones del mundo. . . .
^^^ me iTundo, va me hundo. . . . !
Salté .... mi pobre camisa
Se arrollaba blanca y lisa
A mi cara ; con tal seño ! . . . .
El gran combate era un suefio,
De esos sueños que dan .... risa.
DOLORA.
— ^; A quién rezo, abuela mia.
Ya que quiero descansar?
— A nuestra Virgen María
Es bueno, ñifla, rezar
Noche y dia.
--¿Mucho la oración alcanza?
— Con golpes, niña, en el pecho.
—¿Golpes, abuela? ¡Qué chanza!
— Ellos espantan del lecho
Sombras de dulces semblanza.
— Jesús, abuela ! ¿Quién teme.
Quién tales vejeces nonrb¡'a?
— Niña, escuche y no blasfeme.
¡ A'Iucho miedo da una sombra. . . . !
— Qué sombra truena ni truene?
?»Ias volviendo A lo mejor:
¿No habrá en ningún calendario
Algún santo bienhechor
Que quiera en vez del rosario
Alguna trova de amor?
— De hinojos, niña, conmigo,
Que os ha puesto el cni'nngv
Nueva blasfemia en la boca ....
¡ Qué juventud ! ¡ Qué castigo . . . . !
¡Qué nietezuela tan loca !
— Y eso, abuela, ¿ es un pecado ?
—Magnifica óniiiia mea '
— ¡ Qué asombro .... 1
— ¡ Oh crucificado . .
Niña, arrodíllese y crea.
— Abuela, esto es demasiado. '
Así en plática reñida
Astuta y celosa abuela,
Martirizaba la vida-
De su linda nietezuela ;
Sin pensar
En su temor,
Que corre la fuente al mar
, y la mujer al amo.r.
Y bien mirado y bien dicho,
No puede ser de otro modo,
Pues el amor es un bicJw
Que tiene que hacer con todo.
Así que ....
¡ Suerte infeliz !
No hay vieja sin \\\\ peque.
Ni virgen sin un desliz.
No hay ser que no tenga dueño
Poniendo en tela de juicio,
Si es ó no la vida sueño,
O un continno sacrificio.
La mujer
Con más razón.
Pues paladea el placer
Que nace del corazón.
.Víujer bella es doble pena
Para la abuela que mira.
Crecer la linda azucena
En tanto que ella suspira.
Si es precoz
En su querer.
El rezo á dúo es atroz ....
Jesucristo y Lucifer.
Ai ! lo que más desconsuela.
Sondeando tan hondo abismo,
Es que la mística abuela
Hizo en su tiempo lo mismo.
¡ Singular
Ley del Señor I
Las fuentes corriendo al mar
Y la m.ujer al amor.
Cumple el amor á la nift.i,
A la abuela el reñir toca.
Y entre un amor y una riña
Se levanta como roca.
Sobre el mar,
El confesor,
Que en diferente cantar
Oye aquel litis de amor.
C-
poesías 1-iLuSÓFlCAS.
101
La nieta imita á la abuela.
Y nada tiene de extraño,
l'ues no ha variado la escuela
De aquellos tiempos de antafin.
Sí, señor.
Que bien ó mal.
La mujer corre al amor.
La historia siempre es igual.
Risueñas 1 fijas del lago.
Abuelas de ochenta y nueve,
Cada cual reciba en pago
Lo que á cada cual se del¡e.
La vejez
No es juventud
A todos llega á su vez
La, cuna y el ataúd.
Polillos, pues, á la espalda,
Oue es misterio asaz profundo
La falda siempre ser falda.
El mundo siempre ser mundo,
¿ Y qué más.
Por cabo y fin ?
Oue habrá siempre un Satanás
Al lado de u¡> Serafin.
A CARACAS.
DfidJcada á Terepaima.
Parn r.nilnr ;'( nn gi.L'iiiiic p.'í i,
preois.i ;i;í¡ííiiniar el ciu-riK>, le-
v:mt,ir la Irrtiic :i¡t:i <omi) los
t-edm.- ilel láltíHio, y t'<i;nndorla
t-n l.<)? luilit-s \>;ir.\ ))u.íf;ir en sus
un tro- i.i
viíZ i|(>l ¡HU'ilCilIl.
Tl.irLl'AlMA.
CARACAS la ciudad de los paisajes,
La ciudad de las fuentes cristalinas,
Bellas como sus flores campesinas,
Gloriosa cual la enseña tricolor ;
La que cantar debiera sus recuerdos
Al son agudo del clarin de guerra,
Si el Hijo heroico que la tumba encierra
No demandase cantos de dolor.
Yo suspiro por tí, víp^cn indiana.
Pobre y dcsvcnturadi.) marinero,
A la trémula Ui/ de algún lucero
Que apagan las neblinas de la mar.
Yo suspiro ]3or tí cuando se mira
El piélago que augura la tormenta
Con el ala flexible y cenicienta,
Las candidas espumas azotar.
Yo que en la popa de mi frájil nave,
Al postrimero resplandor del dia.
Siempre el terrible acento de agonía
En mi enlutada lira preludié ;
Yo. . . .suspiro por tí, ciudad fecunda.
Trémulo el corazón, mustia la frente,
Cual siendo niño de mi patria ausente.
Por mi madre querida suspiré.
Recuerdos <iue adormecen los pesares
Tras las nocturnas, rumorosas brisas:
Encantadas memorias indecisas
En la feliz edad de la ilusión ;
Venid, traed los mágicos ensueños
Ricos de amor, placer )- bienandanza ....
Recuerdos y memorias de esperanza,
Aliviad mi abrasado corazón.
Entonces mis cantares dolorosos
Perderán su amargura, su tri.stezu,
Y acaso lev. altando la cabeza
Evocaiv la ne_!:;ra tempestad.
Y ron la voz del i rueño que retumba
En las cimas calcáreas de los Andes,
Cante tal vez la gloria de los grandes
A (juienes debo patria y libertad.
Después. . . .en alas del ardionte numen,
l)e juvenil valor, de fuerza Heno,
Mi vo/ mas alta que la voz del trueno
Se hará doquiera tieniebunda oir;
Porque e.sta voz que llevarán los vientos
Será el eco de un nombre misterioso,
lU nombre formidable del coloso
Que no pudo la España resistir.
¡ Osado ! cuanilo arranco tle la lira
Discorde acento que callar debiera,
¿ Cómo la Musa juvenil pudiera
En su rápido vuelo alzar la voz.'
Cómo . . . .ya se que la esperanza es vana,
La mi!sa que me alienta callaría,
Acaso su coíona depondría
Y fuera doble mi tormento atroz.
Ijolívar ! Sol del colombiano suelo,
A cuya luz mil astros se eclipsaron.
Gigante que los Andes abortaron
Al pavoroso ruido del volcan:
Yo no canto, Bolí\-ar, tus \-ictorias,
Porque á pesar de mi nativo aliento.
Yo no tengo la voz del raudo viento,
Yi) no tengo la \-oz del huracán.
CaráLa.s, en tuscéfií'os nocturnos
Más suaves que la esencia de los nardos,
Escucho las canciones de tus bardos
Que lloran al gigantt: de Jiniin. •
Y es fama cpie en su tumba, solitario
También suspira su querella }' llora,
102
PüEsIj.S filosóficas.
El Genio de Colombia triunfadora.
El Genio del perdido paladín.
Tierra de mis primeras impresiones
En los pasados tiempos de la infancia.
Tan llena de recuerdos y arrogancia
Bajo el azul del Cielo tropical ;
Tú fuiste para el indio, lo que un dia
Granada la morisca para el moro ;
Recuerdo de placer, germen de lloro.
Lecho de mil valientes funeral.
Por eso cuando el español altivo
Talaba tus campiñas, temerario,
A la sombra de un árbol centenario
El casique peleando sucumbió :
Por eso á las orillas de tus rios
La virgen, inocente americana.
Espiga y ñor de la pradera indiana,
En sus campestres cantos te llamó.
Al fin los valerosos de Castilla
Tus alcores y vegas poseyeron ;
Y la le}'' que al \cncido entonces dieron
L:i servidumbre fué, la esclavitud ;
Y tú, Caracas, heredaste el nombre
De la noble nación que conquistaron,
Y el español y el indio te adoraron
Este llorando, aquel por gratitud.
A tu valor y hazaña sucediera
Sueño triste, letárjico y profundo. . . .
Tras luengos dias de abyección, el mundo
Libre y llena te vio de iiiagestad.
Hoy en los Andes vése una divisa
De propicios colores esplendentes :
¡ Es la enseña feliz de los valientes . . . . !
i El lábaro de triunfo y libertad . . . . !
Caracas, la ciudad de los paisajes,
La ciudad de las fuentes cristalinas ;
Bella, como sus flores campesinas,
Gloriosa cual la enseña tricolor.
La que cantar debiera sus recuerdos
Al eco agudo del clarin de guerra,
Si el Hijo heroico que la tumba encierra
No demandase cantos de dolor.
LA HORA m LA MELANCOLÍA.
A rai amigo el Sr. Cáiios T. Irwm, en la sentida muerte de su esposa la señora Elvira Vale,
NO ya con mi esperanza
Ni en sueños de oro que la mente crea,
Ni que la gloria alcanza
En alas de la espléndida fortuna,
Mi voz aquí campea ;
El Genio del dolor pulsa mi lira,
Mi pecho gime, el corazón suspira,
Y, orillas de los mares,
Las vírgenes nativas, en su duelo,
Demandan mis cantares ;
Esas lamentaciones de la noche
Que acoje siempre el cielo ;
Esas lágrimas ¡ai ! que con profundo
Pesar voy derramando por el mundo ....
Númenes sacrosantos.
Que brotáis en la noche, mientra, el viento
Murmura nuestros llantos,
Angeles del dolor, Genios sombríos,
Dadle al trémulo acento
La gravedad solemne, la honda calma,
Que da la muerte al despedirse el alma.
¡ Pues qué ! ¿ No es muy horrible
Del hombre aquí la mísera existencia ?
¡ Siempre juzga posible
Hallar la dicha en la virtud sublime
Con Dios y su conciencia !
Pero la dicha se le escapa al hombre.
Porque la dicha es humo....sQlo un nombre.
El sol en su camino
Desparce misteriosas claridades :
El piélago marino
Sordamente se queja, cual escucha
La voz de las ciudades
El viajador al lejos .... Ruido \ago
Murmura en torno de mi p.atrio lago.
Y corren tristes, lentas,
Las nubes ya rojizas, ya incoloras.
Ya negras cenicientas ;
Pálido brilla el postrimer celaje ....
Eran las mudas horas.
Que en lionday funeral melancoha
La noche llega, se despide el dia.
Al pié de una palmera,
Que saludan las aves peregrinas,
Admiraba doquiera
La noche, el cielo, el mar batiendo ronco
En. las playas vecinas;
Y 1,-1 tierra en la sombra palpitando. . . .
Y noclie, }• cielo y mar agonizando.
De pronto . . . .¿ Cuál gemido
Interrumpe el .silencio? — Solitario
Rumor siente mi oido;
Y á la luz del crepúsculo, cubierto
De velo funerario.
Yo vi cruzar, en prolongados giros,
El ángel de los últimos suspiros.
POESÍAS FILOSÓFICAS,
lOÍ
Tres veces misterioso
Resonando sus alas toca el suelo ;
Y en eco pavoroso
Por tres veces tern'lico murmura
Palabras ¡ ai ! de duelo ;
Acentos de dolor, que sola, mustia,
Comprende el alma en su profunda angustia.
Y así exclamó batiendo
Al fin sus alas de impalpable lumbre :
— " ¡ Gloria al Señor tremendo .... I
"De rodillas, mortal . . . . ! Que tu cabeza.
"Lleno de mansedumbre,
"A la tierra se inciine . . . . ¡ Triste arcano
"Hoy te revela el numen soberano !
"A prueba dolorosa,
"Somete Dios á tu infeliz amigo ;
"Su inmaculada esposa.
"Ángel de caridad, paloma dulce
"Que se duerme al abrigo
"Déla casta virtud, lioyel Dioa I'"ueite
"AI seno llama de la horrible muerte,
"En el trono bendito
"De rutilantes ejes, donde mora
"El Señor infinito,
"Al coro unida de las almas justa:,.
"La sangre redentora
"Cuidará ilel cordero inmaculado
"Que limpia la impureza del pecado.
" ¡ Gloria á Dios en el cielo !
" ¡ Gloria <:n la tierra al Numen soberano 1
" De impenetrable velo
"Cubierto está, ¡morque sus altos fines
"Nú comprenda el humano ....
"Lloraba Job su desventura extrema
"Y Dios en dicha la cambió suprema"'.
Dijo, y pasando el viento
Por el verde palmar de la laguna,
El celestial acento
Apaga de improviso .... Se alza triste
La amarillenta luna. . . .
¿ Dónde está la visión, la vo¿ del alma ?
¡ Silencio }■ Soledad ! . .; Todo está en calma !
Amigo, pobre amigo.
Y más que amigo en lu aflicción, iiermano,
\'en, llórale contigo ;
Al pié del ara santa encuentra el triste
Y misero cristiano
Resignación \' fe. ¿Cuando no alcanza
El que llora contrito una esperanza ?
Junio :'5 de 185;.
A UNA SENSÍTÍVA.
PLANTA, ¡ y te troncha inhumano,
Y da fin á tu existencia,
En su torpe diligencia,
El labriego podador !
I Y no híiy un ser en el mundo
Quien le advierta ó le recuerde.
Que acaso tu ramo verde
Guarda una vida de amor!
En la escala m.isteriosa
De la gran naturaleza,
¿Quién puede saber do empieza
El sentimiento inmortal ?
¿Quién puede decir juzgand<i
De la vida >'> de la muei'te :
— "Herid, l;i planta es inerte.
En ello ni bien ni mal."
Con todo, el guerrero altivo
Y el miserable labriego
Te arrasan ;í hierro y fucgn
Por pasatiempo y desden:
Mas ¿qué mucho si este mata
Por gusto la débil ave,
Y aquel, criminal se sabe
Que mata al hombre también?
Sensitiva de los prados,
Yo no sé si por cariño
Bajo mis manos de niño
Trémula, asaz te sentí :
Yo no sé, pero recuerdo
Que hasta del céfiro blando.
Temblando, siempre temblando
En la pradera te vi.
Así la tierna zagala
Que pasa de amanti: á esposa.
Junto al zagal ndjorosa
Se postra al pié del altar;
No de^íotro modo se arrullan
En las floridas praderas, '
Dos palomas pasajci'as,
Peregrinas de la mar.
¿Por qué te concede el hombre
Vida, savia y crecimiento,
Y te niega el scntiiiiivnlu.
Que es la vida de dolor?
.Si te llaman sensitiva,
Y de sentir le das muestra,
¿ l'or qué la inhumana diestra
Te arrasa del podador ?
Esto es una inconsecunecia. . . .
¿ Una?. . . .¡ El hombre tiene tantas !
No ya en las débiles plantas,
No ya en su vana virtud ;
No ya en los pliegues recónditos
De su insondable egoísmo. . . .
Es con su Dios, su Dios mismo.
¡ Hasía en el negro ataúd !
104
POESÍAS FILOSÓFICAS.
Pudorosa sensitiva.
En las alas del deseo.
Mientras más medito, creo
En el error mundanal.
Tú vives como yo vivo,
Como yo siento, tú sientes ;
Callas empero .... y las gentes
Te dan muerte ó te hacen mal.
No es extraño que en el mundo
Tiene un puesto distinguido
La gloria que es vano ruido,
La fama que nada es ;
Y la virtud que en silenciio
Con las penas se aquilata.
Camina por senda ingrata
Que le ensangrienta !os pies.
Planta verde, planta verde,
Pudorosa sensitiva,
Por modesta y pensativa
A tu existencia dan fin ;
Si tú, jirasol ó rosa
Fueras, viento y luz buscando,
No te tronchara cantando
El popador del jardin.
Cuando en las pálidas noches
Tras los sotos campesinos,
Escucho los dulces trinos
Del nocturno ruiseñor,
Pienso que acaso en tu gloria
Su voz el ave levanta,
Y que enamorado canta
Solicitando tu amor.
Si eso á la tierra te apega,
Algo tu fortuna alcanza ;
Que el sueño de la esperanza
Siempre es dorado y feliz ;
Siempre por más que al embate
De losmundan.os empeños
Caiga el árbol de los sueños,
Arrancado de ratz.
En la escala misteriosa
De la gran naturaleza,
Nadie sabe donde empieza
La vida, la sensación ;
Nadie sabe si esta planta
Que á mi contacto se cierra,
Tiene como yo en la tierra :
Amor, placer, ilusión.
yMaracaibo, Diciembre 15 de 185S.
EH EL CÜMPlEAfiOS
de raí estimable amiga la sonorita Áinelía Hurtado.
¿ NO sabes que á la brisa caraqueña
Yo le pedí un rumor, una armonía
Para poder cantarte, amiga mia,
Ó bien decirte lo que el alma sueña?
Masía brisa al pasar de pena en peña,
Empapada de aronnis, me decía:
¿Cómo podr;is en dulce poesía
La enhorabuena dar á esta trigueña?
i — ¿Con que nada podré, brisa del valle?
I — Tu numen para Amelia es infecundo,
Y es perdido tu afán, vano tu anl\elo. . . .
I Si eso, Amelia, es verdad, fuerza es que ca.l
j Aunque tus ojos valgan todo un mundo,
i Y yu cjuisiera darte todo un ciclo.
T
de Mayo— 1S65.
FE REPÜBLÍCAMA.
EN mis horas de angustia, cuando triste
Vivo para el pesar, el sufrimiento,
¿ Quién me muestra el nocturno firmamento
Espléndido de luz ?
¿Quién conmueve mi ser hasta las fibras
Del ulcerado corazón ? ¿Quién calma
Esta lucha terj'ible de mi alma,
Esta gi^ave inquietud?
No es el amor con su terreno instinto,
' Soplo vertijinoso cjue conmueve
El pensamiento que :i volar se atreve
En pos de j chova.
No es el poder mundano, nu es la dicha
Que atormenta del hombre la memoria;
Ño es un sueño magnifico de gloria ....
i Eso es todo mortal I
¿Oué será, pues? — Si la grandeza luimana
Y la dicha y la gloria de este mundo
No acallan ni mitigan mi profundo
Dolor, ¿c]ué puede ser?
¡ Qué podrá ser. . . . ! Al corazón pregunto,
Y el corazón ardiente me revela,
Que ese impulso de paz que me consuela '
Es la luz de la Fe.
POESÍAS FILOSÓFICAS.
105
La Fe ! siempre la tuve. . . . ! AÍa.s iiUitiietn
Un nuevo sentimiento me do.mina. . . .
Ai ! e.s también la Ve. la Fe di\-ina
Con .su soplo inmortal ;
Es la Fe de los tiempos eolombianos
Que la Fama lle\-ó de gente en gente.
La Fe de nuestros padres, el arLÜente
Amor de libertad.
¡ Fe santa, Fe sublime, yo te adoro . . . . !
Bien haces cuando escudas de mi pecho
El corazón que al palpitar, estrecho.
Brotó sangre infeliz.
Abrásame en tu fuego inmaculado,
Porque es contigo, á tu divino nombre
Que puede solo contener el hombre
Su indignación aquí.
Caminando entre sombras, á los gritos
De imbéciles que forjan sus cadenas.
Viendo ; ai de mí I terríficas escenas.
La sangre por doquier:
Palpando la mentira que orgullosa
Invade los palacios, las cabanas,
El \'icio no apagado en las entrafías
De la fria \-eiez ;
Alzada la ambición tras la insolencia
De los que al pueblo con furor oprimen.
Ciego este pueblo tolerando el crimen
De lesa libertad ;
Hermanado el amor con la perfidia.
Querido el malo, despreciado el bueno
\' lle\ado el poder hasta el veneno.
La traición, el puñal ;
Sin tí, ]-"e \enturosa, ¿cómo triste
Mis decepciones resistir pudiera }
;Qué sin la l-"e mi ilesaliento fuera.
.Mi angustia, mi dolor?
Yo me votara á la segura muerte'
A Bruto semejante, y con mis mano.s-
Yo te vengara ¡ oh, patria Ide tiranos
Én jli^ít» indignación.
Pero yo tengo Fe, qmes para el hombre
La bendecida luz que !s sostiene:
Yo espero en Dios: cuando juvo?. resuene
Los malos temblarán:
Los sicarios ocultos en las sombras',
El \endido al poder, el poder mismo,
Pálido de terror, al negro abismo
Con mengua bajará.
Símbolo de los buenos, alto Numen
Que en pos derramas tus divinos dones,
\o te alejes de mí, no me abandones
Del mundo á la merced.
Virtud republicana de los libres
Que columbras á Dios en la tormenta, -
Ah I mi ulcerado corazón alienta,
Santa y divina l'e.
Que animado por tí, por tí inspirado
Desde el inmoble altar de mi conciencia,
Torva ambición, sacrilega demencia
Yo sabré resistir. \
Patriota y libre adoraré la patria.
Cristiano y bueno cumpliré con Cristo,
Poeta, al mundo cantaré que he visto
A mi patria infeliz ;
Y acaso al escucharme conmo\'ido
Marino audaz que cruza el océano
Dirá de nuestro suelo americano,
Mientras le alcance á ver ;
Aun vive en esa tierra la esperanza
En el fondo de nobles corazones ;
No sucumben ni mueren las naciones
Con patriotismo )• ('C.
PLEGARÍA.
Con motivo del nacimiento de mi hijo Manael.
DIOS, venero fecundo •
De infinita bondad, derrama ])íf>
Sobre este frágil ser \enido al inundo.
El mísero hijo mió.
Las felices y santas bendiciones
Que encierran los humanos corazones.
Derrama en su camino
Bálsamo de virtud, sombra de calma.
Que adorándote cimipla su destino
VA hijo de mi alma,
Que nunca ol\i(lc en el afán del hombre,
; Oh. l'ro\-¡(lencia ! tLi divino nombre.
, Que de mi liogar tranquilo
llonra y felicidad perenne sea:
V rolo ;í1 fin de mi ex¡sienc¡;i el hilo.
A la lumbre febea *
Mm-mure en mi sepulcro esos acentos
Que ;í tí llegan en alas de los \ientos.
Tú que á volar enseñas
Desde su nido al blando pajarillo;
Tú, Poder inmortal, que no desdeñas
El acento cencillo,
NI la v()tiva ofrenda, ni las flores
Que en su vellón te ofrecen los pastores ;
Escúchame propicio,
Proteje á mi naciente pequeñuelo.
Si para ser feliz un sacrificio
Demanda el alto-Cielo,
YoVne ofrezco por víctima. — Culpable
Ue si(|o mucho, y necio v miserable. . .
14
106
POESlAS FILOSÓFICAS,
Dale luz á su mente ;
Pero luz de verdad que un dia alumbre,
Siquiera en el hogar de nuestra gente,
Tras honda servidumbre,
Los mentirosos ídolos que adora
Al ruido de la guerra destructora.
Fe te pido sincera
Para su corazón : ampara, escuda
Su divina creencia. Cuando impera
La desolante duda
Y la santa virtud yace en oh'ido,
Para este pobre niño, l'"e te pido.
En los dias risueños
De nue.stra juventud torpe, ilusoria.
Se apasta el loco es]Mritu de su.cños
Cuya luz es la gloria
Como la entiende el alma degradada ;
Insensatez)- ruidos, humo, nada
Y pues, que yo sin miedo
Culto presté también á ese delirio
A cuya voz aun hoy mísero cedo,
Y es mi mayor martirio,
Que el hijo mió de esas glorias huya ....
No hay más gloria, Dios mió, que la tuya.
Padre inmortal, inspira.
Tras largo insomnio en noche solitaria,
A mi espíritu ardiente que te admira
En trémula plegaria.
La paz, la dulce paz hija del cielo.
Que necesito en mi constante duelo.
Diciembre de 1860.
ODA ummL
.En la tnraba de Bolívar.
¡ SILENCIO ! ! Esta es la tumba del Caudillo
Del pueblo colombiano. Esta es la tumba
Donde jamas el sol \'ierte su brillo
Ni el eco agudo del clarín retumba.
La sombra de la muerte
Cubre cloquier la bóveda sagrada :
¿Adonde, adonde el fuerte
Caudillo está, su fulminante espada?
, Silencio ! ! que esta tumba solo encierra
El desengaño horrible de la tierra.
Genio de las tristezas que suspiras
En el silencio de la noche oscura,
Que el mundano dolor piadoso miras
Desde tu excelsa, inmensurable altura :
Tú que el grito posfrcro
Tras el bélico ardor de la batalla
Recojes del gucncro
Que espira al pié de la fatal n'n¿ralla :
Tú, Genio compasivo y sacrosanto.
Inspira al Numen doloroso canto.
Y pueda con mis lágrimas, doliente
El túmulo regar negro y sombrío,
Y humillado, contrito y reverente
Besar el mármol sepulcral y frió;
Y cuando al lejos vea
La purpurina faja rutihuVcc
De la lumbre febea.
Yo, pobre trovador, vendré anhelante
Á murmurar mi férvida plegaria
Avivando la lumbre funeraria.
Tal es la ofrenda votiva que el hombre
Dar aquí puede á quien un tiempo viera
Gigante, escrito su grandioso nombre.
En el azul de la estrellada esfera. «.
Como la negra nube
Al ruido ronco de la mar bravia
\ Hórrida crece y sube
Y envuelve en sombras el nítente dia ;
Así en duelo terrífico y profundo,
El Héroe sucumbió del Nuevo Mundo.
¿ El Héroe. . . .? El grande, el sol de la risueña
Creación colombiana. . . .¿quién osado
A preferir la muerte al pueblo enseña
A triste esclavitud ? ¿Quién al soldado
Conduce á la victoria?
¿Quién forma una nación omnipotente
Y Icdn tanta gloria.
Que hace inmortal al nuevo continente?
¿Quién puede ser? i Bolívar ! ¡ Y él reposa
En esta tumba oculta y silenciosa !
i Miserable destino ! ¡Cruel sentencia!
Que en un momento despiadado aduna
Al plebeyo de oscura descendencia
Con el magnate de preclara cuna,
De la grandeza humana
Triste y aciago y espantoso ejemplo :
Ver su pompa profana.
So la techumbre del bendito templo.
En un montón de harapos convertida,
A tierra y polvo )- nada reducida.
Silencio! ¿Acaso al inmortal caudillo,
A Bolívar, Titán de la victoria,
La muerte puede marchitar su -brillo.
La tumba puede oscurecer su gloria ?
¿Acaso con estruendo
No despide la inmensa catarata,
En torbellino horrendo.
La voz de libertad, que se desata
Como Genio del mal para el tirano,
yComo Genio del bien al colombiano?
POESÍAS FILOSÓFICAS.
107
¿Aeaso las banderas tricolores
Altivas no flamean donde un dia
Clavaban su pendo-n nuestros señores
A la sombra de insana tiranía?
¿ La apacible llanura,
Y la silente tropical montaña.
Donde la fiera impura
Hambrienta ruje en vengadora saña,
No están reradas con la sanare nuestra
Que bien al mundo el heroísmo muestra.^
Sí, que á ese precio concjuistadas fueron
Las giganteas moles de los Andes,
Y millares de libres sucumbieron
Para que el mundo Jos llamase grandes.
Y en tanto se redime
La antigua libertad, surje altanera
■¡•La creación sublime
I Que se llamó Colombia la guerrera ;
' Colombia que á los reyes, patria mia,
: Miraba frente á frente, no temia ;
I
1 Mas ¿ cómo el pecho de pesar rendido
! IMarcial recuerdo de valor le inflama,
i Y en vez de llanto )■■ funeral gemido
t La voz encuentra de la limpia fama?
I ¡ Oh ! Genio solitario,
! Que guardas de Bolívar la memoria,
! Perdón, si en tu santuario
! Alzé mi voz á proclamar su gloria ;
I Perdón ¡oh (iéniodel dolor postrero!
Que bien sabe su gloria el mundo entero.
Caracas, Diciembre 7 de ¡849.
ÁNGEL Y DEMONIO.
ÁNGEL es la muger cuando naciendo •■
A la del mundo temi)estuosa vida,
Pudorosa se alarma sonreída.
El vago instinto del amor sintiendo.
Demonio es la muger cuando bebiendo
En la fuente del \icio corrompida,
Se arrastra por el oro, envilecida,
Al hombre, al mundo, á Dios escarneciendo. ,
El ángel bu:?caa Dios en su tristeza :
Husca al mundo el demonio en sus pasiones;
Y cuando aquel inclina la cabeza,
. 'J'.iién levanta frenéticas canciones
En el silencio de la noche oscura?
Es el demonio, la muger impura.
LAS BANDERAS DE Mí HUO.
Apenas brilla en el ticin
El carmín de hi mañana
Cuando corre á la \entana
Mi más dulce pccjueauelo.
Y á los gayos resplandores
Del alba, nuncio del dia.
Coloca en la celosía
Sus banderas tricolores.
No tiene el cielo hechiceras,
Con sus encajes de anniño,
.Sonrisas como este niño
,\brazado á sus banderas.
Asi un ángel cuando salva
El infinito profundo,
Sonreír debe en el mundo
A los suspiros del alba.
Encantado vive alerta
Y corre, y grita en la casa :
Soñando la noche pasa
Y encantado se despierta.
Y Como el sumo contento
Es ver su gloria muí alta.
Jamas al niño le íalt:i
vMguna baulera al viento,
A veces llena felice
Sus banderas de amapolas,
Y habla con ellas á solas
Y es de oir cuánto les dice,
Otras \-icndo en los confines
Del cerro las blancas nubes,
Me grita ¿cuando me subes
Allá con mis banderines?
Qué entusiasmo ! qué inocencia!
Qué esplendor de fantasía!
Cuánta suprema alegría !
Qué nitidez de conciencia !
i'or qué la leí del progreso
La vida en su Ici tirana.
Ha de convertir mañana
En dolor tanto embeleso?
i 08
POESÍAS 1-ILOSOFICAS,
¿Quien habrá que no se asombre,
Cuando medite ó recuerde,
Que el bien de niño se pierde,
Por la gloria de. ser hombre?
¡ Pobre ángel mió, que avanza
De flores sobre una alfombra
Sin pensar que es humo y sombra
La felicidad que alcanza !
Pero más pobre el prolijo
Estéril afán paterno ....
¡ Quien pudiera hacer eterno
Este encanto de mi hijo !
Eterno ! Extraño delirio !
El deber mañana ciego
1 al v^ez hará de este juego
El sudario del martirio.
Que si á infortunio sombrío
La patria acaso volviera,
Abrazado á su bandera
Morir sabrá el hijo mió.
EN LA MUERTE
Lamentable del joven. A. Mancó.
Así perece en la selva
La palma que se levanta
A las sonrisas del cielo
Y á la frescura del alba.
Viye y crece entre las flores
Y en las fuentes se retrata,
Y la saludan los vientos,
Y el pajarillo le canta.
Mas zumba la oscura nube,
Lanza su luz incendiaria. . . .
¡Ai fujitiva existencia !
¡ Ai de tí risueña palma !
Así fue herido de muerte
El hijo de la esperanza.
El generoso mancebo
Sin una sombra en el alma.
Vn himno fué su existencia.
Un consuelo su palabra,
Su hogar, refugio del pobre
Y altar su hacienda de dádivas.
Y con todo, así en mal hora
Hubo mano despiadada,
Que arrebatara esa vida
A amigos, familia y patria ! . . . .
Paz á esa tumba ; ella encierra
El dolor lleno de lágrimas.
La virtud, símbolo eterno.
El perdón, gloria cristiana.
Y 22 de Mayo de 1877.
A CLEMENCÍA.
ClNTlA, la bella pastora,
Como á su zagal quería
Un rosal de Alejandría,
Que regaba con la aurora
Cuando la aurora salía.
Sacudiendo una mañana
Su rosal, vio temblorosa
Entreabriéndose una rosa
Muy garrida y muy galana.
Muy risueña y vaporosa.
Agena de una venganza
Que desprecia por mezquina,
La flor á coger se inclina,
Y un ¡ ai ! de improviso lanza
Herida por una espina.
El cielo de aquellos ojos
Se nubló con tanto duelo.
Que cayeron hasta el suelo
En los silvestres abrojos
Las lágrimas de aquel cíela.
Lloraba, no del dolor.
Que no era el dolor su estrella ;
Lloraba Cintia de aquella
Venganza ruin de la flor ....
Pues era Cintia muy bella.
Mientras cjue el susto le arranca
Un grito, y retira el pié,
Cintia sus lágrimas ve
Convertirse en rosa blanca.
En la triste rosa le.
¿ Ya lo ves, dulce Clemencia ?
De lágrimas sin amoircs
P'ormadas también hay flores.
Así como mi existencia
Es hija de los dolores.
Junio, 10 de 1855.
POIiSiAS FILOSÓFICAS.
■i 09
FÁBULA MARACAÍBERA.
— " ¡ QUE me ahogo griiaba una luna
Nadando en un pozo ;
— " Pobrccilla, se ahoga sin duda
Sino la socorro."
Tal murmui'a un marino y da un grito.
— i Q'-"^ pasa ? ¡ Canario !
— Ouc al quererla a}"udar se le vino
Prendida en la mano.
— Marinero del lago de plata
I Que triste me escuchas,
Si la tuna se ahoga ¡ caramba !
[ ~ Dejad que se hunda. . . .
Coro. Setiembre 22 de 1S66.
í
.OS DOS GENÍOS.
Escrita para ios célebres artistas F. C. y £. L.
l'ara el Genio coronas, para el Genio
El laurel encantado de la gloria, j
Porque al través del tiempo, su memoria ,
Pueda siempre vivir. i
Porque al cerrar el ángel de la muerte 1
Sus ojos á la luz, sin que se asombre,
Pueda aun muriendo contemplar su nombre-
Que aclama el porvenir. i
Porque si el Genio se remonta altixo 1
La luz buscando con afán profundo,
¿Qué menos puede darle avaro el mundo.
Que una palma inmortal? I
Con todo: ¡cuántas veces tras la "envidia i
Se niega el hombre á coronar su frente !
No importa ! que en el sol tiene esplendente 1
Diadema celestial. i
Oh ! yo he visto dos Genios que se alzaban j
Atrás dejando vaporosas huellas, j
Como la luz que vierten las estrellas
En aquesta rejion. 1
Con las alas del águila, gigantes,
Ufanos, los espacios recorrían,
Y doquiera los cánticos se oian
De noble admiración.
Para el hombre es la tiei'ra con sus lagos,
.Sus bosqes, sus- cascadas, sus praderas ;
Para el Genio es el cielo y las esferas
Que brillan sin cesar.
Para el Genio que vuela no es bastante
Su nombre rei:íetir de gente en gente ;
Solo puede ensalzarlo omnipotente
La voz del ronco mar.
(_)h ! \o he visto dos Genios misteriosos
Llevados del favor de la fortuna.
Cruzando de la tórrida laguna
.Su argentado tapiz.
Han descansado acaso en nuestro suelo
l'ara seguir después ese camino
Que le marca su espléndido destino
En la Europa feliz.
A LA MEMORÍA OE NUESTRO MUY QUERIDO HERMANO
Joaquín Rívas.
PR01-"UND() acento de suspiros lleno
Que estremeces mi pobre corazón.
Palabra triste de! dolor terreno.
Palabra de dolor;
Pon en mi labio trémulo el ijlaíiidn
Que en un dia inmortal Salem o)ó :
Tañer de melancólico gemido
Y quejumbre de voz
Asi tal vez al sacudir el viento
Las cintas de esta fiesta funeral,
, .Símbolo del piadoso sentimiento
Que nos hace llorar :
Pueda mi lira en su dolor bendito
A un hermano ¡ilañir canción de paz, :
Alma que se remonta al infinito,
Más allá, más allá.
Alma serena de ]jureza tanta.
Que al postrarse ante Dios, puede feliz
Como-el iíngel pulsar la lira santa
Cual la pulsaba aquí.
Alma, íjue en sus divinos embelesos
Cruzando de otros mundos el con fin,
Puede encantarlos, y en los mundos esos
Amar, creer,
vivn
1 1
no
POESÍAS FILOSÓFICAS.
De ese amigo llorado, de ese hermano,
¿ Cuál mérito ó virtud creéis mejor?
Hijo, padre y esposo y ciudadano,
Quién no sabe que Dios
De artista le dio el genio. .. .Todavía
La virgen del hogar canta de amor
Algún aire ó pausada melodía"
Que aprieta el corazón.
Y esc canto, dulcísima conquista.
Sobre el aura y las ondas y la luz,
Como perlas y flores, el artista
Sacaba del laúd.
Májico del sonido, tan canoro
Su numen fué, que acaso vuela aún
Las brisas acordando, en arpa de oro,
Por el^ éter azul.
Májico del sonido, á veces toma
Su música el estruendo popular
Y murmurando arrullos de paloma
Risueña en otras va.
A Májico del sonido, él es poeta
Y en sus aires se siente tropical
Fuego de amor, perfume de violeta,
Ensueños, ansiedad !
¡ Cuánto genio perdido entre cantares ■
Sin eco, sin rumor! Así también
Gallarda nave el dorso de los mares
y\travesar se ve.
Mas ¡ ai ! un dia en el espacio cunde
Somlira de tempestad, retruena infiel
El negro abismo, y de improviso se hunde
El mísero bajel.
Modesto hermano, adiós; morir querido
En la patria, es dormir sueño de amor.
Cada palabra nuestra es un gemido
Y un i ai ! de compasión !
Eso será tu perdurable historia. . . .
¿Qué á tí fastuosa tumba? No, no, no!
En el Zulia es eterna tu memoria.
Modesto amigo, adiós !
A LOS JÓVENES REDACTORES DE "£L ECO:
CON ese instinto, inspiración sin nombre, <'•
Que aquí tan solo en la virtud germina,
Un gran servicio le prestáis al hombre.
Lleváis á cabo una misión divina.
Grande es la empresa sí, mas no os asY>mbre,
Que al mundo lo sujeta y lo domina.
No el bárbaro poder, no la ignorancia ;
Si,la fe del valor, sí la constancia.
]5olívar, ese Genio de la tierra.
Orgullo de la raza americana ;
¿Por qué pensáis que al despotismo aterra
Y hace temblar á la nación hispana?
Bolívar era un Dios ? No ; pero encierra
Todo el secreto de la fuerza humana ;
El fué, tal vez por voluntad del cielo,
De la constancia el inr,iortal modelo.
La patria, nuestra madre generosa
Amparo y diclia en su dolor demanda,
Y una estirpe sediente y ambiciosa
Le grita imbécil, "Venezuela, anda. . . , ! "
Y Venezuela sigue pesarosa
Camino de aflicción, y nunca ablanda
El llanto de la patria dolorida.
El alma de esa estirj^e corrompida.
Pensar que nuestra patria en su quebranto
Vaya en pos de la gloria y la grandeza.
Es quererlo imposible por encanto,
Es unir la maldad con la torpeza ;
Eso, si bien se mira, vale tanto
Cual querer que un mendigo en su pobreza
Por agradar la gente á quien suplica,
yista de fino paño, ó seda rica.
Mas ¿ cuál aciago y criminal destino
A la patria condena en su balanza
A desandar y andar ese camino
Sin CHCoiítrar más bien que la esperanza ?
¿Dónde el culpable está? ¿do el asesino
Cuya espantosa maldición .alcanza
A la patria infeliz? ¡Que. . .! ¿Nos oprimen
Doquiera males y se ignora el crimen?
¡ Donde el culpable está. . ! Por varios modos,
Y acaso haciendo de patriota alarde i
Culpable, vive el.cielo ! somos todos.
El sabio, y el guerrero, )• el cobarde
¡Tenemos en gran dicha andar beodos
Con el gorro de Frigia. . . . ! Guai que tarde
Al pasar esa ñebre lloraremos.
Que hoi ser libres y buenos no sabemos.
Toca á la juventud, le toca al bueno,
Y vosotros los sois, del patriotismo
Alzad la voz con atleman sereno
En medio del naciente oscurantismo.
La vida de los pueblos es el lleno
Noble y libre poder del periodismo ;
La tribuna del Eco será un dia
Honor y timbre de la patria mia.
Seguid pues adelante, vuestra gloria
No es de presente, que el presente es triste ;
Así como el pasado y su memoria
Plstremece de horror, de horror se viste.
Mas, he allí el porvenir . . . . ! ¿ A la victoria
Del libre pensamiento quién rc^siste?
¿Se opondrá el hombre ;í su gigante vuelo.
Cuando es suya la tierra, el mar, el cielo?
POESÍAS FILOSÓFICAS.
IM
Valor, constancia, aliento, amigos mios.
Los hilos de ay.na que del monte bajan
Forman si juntos, impetuosos rios
Que los cedros altísimos descuajan.
No temáis los oráculos sombríos
Que en su cobarde pesimismo ultrajan
La voluntad de Dios, que solo ciuiere
Prot^resc el hombre, la justicia imjjci'e.
Cumplid pues con la patria en sus altares,
En luí^ar de la ofrenda del guerrero.
Alzad de la concordia los cantares,
Cubrid por siempre el fratricida acoro.
'. Afielante, .scufuid. . . . ! Nec;ros azares
! .Sin duda correréis; mas cuando entero
I Palpita el córazoa ¿quién vence al cabo ?
! ; El poderoso, el libre ó el esclavo ?
I Seguid pues adelante, \-ucstra gloria
I No es de presente, que el presente es triste ;
! Así como el pasado y su memoria
Estremece de horror, de horrorse v'iste.
j Mas, he allí el porvenir. . . . ! A la victoria
I Del libre pensamiento ¿quién resiste?,
I ¿Se opondrá el hombre á su gigante vuelo
V Cuando es su)-a la tierra, el mar, el cielo ?
ROMANCE.
DORMIDAS están las nubes
En las cumbres y hondonadas
Al murmurio de los rios
De la risueña Caracas.
¿ Por qué las luces divinas,
En tan serena maflana,
A esas nubes perezosas
No despiertan, no levantan,
Tiñcndo de rosa y oro
La veste de pura plata?
Tendidas están las nubes
Soñolientas y calladas,
Si fuera en la tierra mia
Ya estuvieran como brasas,
Mirándose en la laguna
De! sol patrio enamoradas.
Con todo, bendita sean
En las cumbres solitarias
Esas nubes argentinas
Que me refrescan el alma.
Recordándome en silencio
La dulce, la pobre patria.
En premio luces divinas.
Con el rosicler del alba
Teñid" las nubes que duermen
En las cumbres y hondonadas,
Al murmurio de los rios
De la risueña Caracas.
Pero ¿qué mucho distintos
Sean los velos )• gasas
Del lago Coqxiivacoa
Y de las cumbres del Avila ?
No á los diferentes climas
La naturaleza sabia
Brinda los mismos arreos
Ni de igual modo engalanri.
Lo esencial es lo infinito
Maravilloso, en la escala
F-ntre el átomo invisible
V Dios que al átomo ensalza.
Asi las nubes tendidas,
Perezosas y calladas.
Armonizan dulcemente
En el \alle de Caracas
Con la cumbre que verdea,
Con losarroj'Os que saltan,
Con el ambiente y las flores
Y las frescas alboradas ;
Y aquellas nubes marinas
Que á impulso del viento pasan
Con espantable estallido
Y con formas y semblanzas,
De monstruos que desde el cielo
Se descuelgan en las aguas :
Esas nubes siempre rubias,
]'"orman grave consonancia
Con las ondas espumosas
Y los limos y las, algas,
Y los terrales nocturnos,
Y las secas y abrasadas
Llanuras donde parece
Que el cielo toca en mi patria.
Con todo, blandos reflejos,
Campestres luces- lejanas.
Que asi llenáis de alegrías
Las auroras de Caracas,'
Mirad que aun duermen las nubes
Con sus vestiduras blancas,
Y es bueno que se despierten
Como las flores, gallardas
Si no las llenáis de fimbrias
Y vestes tornasoladas.
Dirán las brisas viagcras
En otras tierras extrañas,
Que se han trocado en mentiras,
Pues "de Caracas, al Cielo",
Según dicen en Caracas,
No hay en el \-iagc atractivo,
Ni es cambio que mucho agrada.
Cuando la luz no colora
Las nubecitas del Avila,
Que se han quedado dormidas
En tan risueña mañana.
112
POESÍAS FILOSÓFICAS.
MÁMCAÍBO A LA CLARÍDAB DE LA LUNA.
Escrito para rai amigo Francisco Áranda y Ponte.
Es al rumor de las olas
Y palmas que se estremecen
Como mis sueños de niño
Recuerdo, y me alegran siempre.
Piloto de una barquilla
Tan frágil y, diligente,
Que hace rumbó sobre el lago
Al soplo del aura leve.
A un tiempo bardo y marino,
(Ya que mi estrella lo quiere),
Con el timón en la mano,
La inspiración en la frente.
Mis ojos llenos de lágrimas,
Y murmurando solemnes
Palabras, que el alma mia
En tales instantes tiene ;
¡ Oh ! yo me paso las noches
Del apacible Diciembre,
Poeta, llorando triste
Marino, cantando alegre.
¿ Pensáis que el llanto y la risa
Juntarse á la vez no pueden ?
Pues sabed que en este mundo
Se enlazan volando á veces,
El Genio de los pesares
Y el Ángel de los placeres :
Sabed; mas venid conmigo
A mi barquilla de alerce ;
Subid; ya estamos á bordo,
¡ Andar ! que el tiempo se pierde.
Aprovechemos las brisas
Que suspiran dulcemente.
Miremos á MaraCaibo,
El país de los claveles,
La tierra de las palomas.
El cielo de los donceles.
Allí está la dulce indiana
De los mares de Occidente,
Con sus cortinas azules
Y sotos de palmas verdes.
Al resplandor de la luna
De lejos mirarse pueden
Sus marinos miradores,
Y sus grupos de mujeres
Preludiando esas canciones
De los trópicos ardientes.
Esos aires de las criollas
A cuya voz se estremecen
Hasta las- palmas del rio,
Hasta el rosal de la fuente.
Allí están sus torrecillas
De blanquísimas paredes
Granadinos alminares
Que aquí recordaban siempre,
Lejos, muy lejos de Esijaña
Los españoles valientes.
¡ Ci'nno encantan los seiitidos !
En estas horas solemnes,
Las gaitas y serenatas
Con que el pueblo se divierte !
¡ Cómo es soñador y vago
Los tonos tan diferentes
Del arpa ya melancólicos
''"'Ya ruidosos, ya campestres !
Esas zalomas marinas
Que salen délos bajeles
Y en los remansos inmobles.
Entre la sombra, se pierden :
Esos ruidos misteriosos
Que dan ecos al ambiente.
Balbucencias y suspiros
De la ciudad que se duerme:
Ese reflejo amarillo
De la luna de Diciembre,
Que ilumina las espumas
Con chispas fosforecentes :
Los luceros que vacilan.
La luz que irradian y el tenue
Polvo de oro que en cambiantes .
De los astros se desprende ; <
Todo en conjunto fantástico
p-ascina, encanta, conmueve
En las noches de la vida.
Que muchas visiones mienten
Por más que sean las sombras
L-nágenes de la muerte.
Mar'acaibo así en la noche
Vista del lago parece
Una ciudad encantada
Ceñida de ramilletes,
Donde los Genios nocturnos
Bajo una concha celeste.
Levantaron sus palacios
Con porcelana de Sevre.
¿ La veis así tan hermosa,
Y que seostenta tan muelle?
Pues ¡ vive Dios ! que ella sabe
Como la tigre rujíente,
De asesinos cazadores
Atrevida defenderse.
Guardada por esas tribus
Que se ajitan al noroeste.
Los goajiros indomables
De voladores corceles ;
Ella, mi ciudad nativa
En esas naciones tiene ■
Antemural poderoso
En desdichas y reveces.
Tú sabrás, patria de brax'os.
Con sus salvajes ginetes
Machacar en tu camino
Las venenosas serpientes.
A] gritar las atalayas
Que cor<)nan los bajeles
i
POESÍAS FILOSÓFICAS.
ii:
Tus hijos ardiendo en cillera
Sabrán si preciso fuere.
Libertarte de tiranos
Y de traidores aleves,
Semilla que va brotando
En nuestros pueblos nacientes.
Maracaibo, dulce patria,
La florecilla sil\-cstre
Que se retrata en el !n;;o
De rumorosa corriente,
Canta al rayo de la luna
En las noches de Diciembre,
Mientras al lejos te miro
En mi barquilla de alerce,
Triste con las realidades
Mas con la esperanza alegre
Canta, Maracaibo, canta,
Duerme, patria mia, duerme.
ROMANCES DE COLOR DE BROMA.
EN CARACAS.-LÁ ZUMBA,
Adiós, y .Tfi'i ]);ira no<;.
Krcs un m.-istiu-rzo. . . .
—Adiós.
;Ajai! ¿Ya lo veis, amigos.
Los cantores caraqueños,
Como todo en este mundo
Tiene su más y su menos?
Cuando salí de Caracas
í Y me salí tan á tiempo
Que de mi ejira osaüda
Hace tros meses y medio i
¡ Cuantas desaprobaciones !
¡ Qué de puntos ! qué de peros !
— ; Je vas ? me irritaba el uno.
— De contado, por supuesto.
— ; Y qué hallarás, liombrc estúpido,
Üistantcde nuestro cielo?
— Ciua ! murmuraba asombrado.
Hallaré mis azulejos
Bajo el ala de su madre
En un nidal de romero.
— Adiós, gritaba un scí4und<j :
.Salvaje de otro hemisferio,
Permita Dios que te embista
El toro maracaibero.
— E.SO fuera, le decia,
Entre mollino y colérico.
Si yo, como antaño, ahora
Forzara la barra adentro.
— ¿ Luego es mentira ?
— No, cierto ;
Me voi, pero en este viaje
En el camino me quedo.
—¿le vas, pues á Curacao,
A ese peñazco, á ese cerro?
— Eres un gran adivino,
— Y tú un grande. . . . majadero.
— l'ero, ¡hombre! ignoras acaso
Que en ese peñazco tengo. . . .
— Si, sabrosísimo fiiiu-lu-
V macaiela ....}•....
— ¡ Reniego
De tanta lengua de víbora,
Y de tantos viboreznos, . . .!
\' \'o con la zumba ardidn
Ai ! me alejaba corriendo,
Sin venírseme á los ojos
Aquello de. . . .pues. . . .aquello
De que todo en este mundo
Tiene su m;is y su menos.
II
. EN curazao-La carta.
Xo liai ra.slillos mis risueños
Como iunu'llos que en el aive
r.cviinliui lijs enracjiU'ñoi
.\ l:is orillas del giwiiíe.
Nuevo viaje : pero ahora
Listo en el embarcadero
Me salgo de Curacao.
— ¡ He, muchacho ! vé al correo
Que de familia y amigos
Saber a! marcharme quiero.
— Una carta. . . .
— Es de aquel sordo
Del lunar en el pescuezo,
En cuyos cantos de azúcar
Se endulzan los caramelos.
" Mi querido maula. . . . " — Bravo !
j Este principio es espléndido !
Promete más que el Gran Circo . . . .
¡ Va)-a ! veamos qué es esto.
"Desde que levaste el ancla
Estamos todos riendo,
Y (!t: puros pesarosos
Bailamos que es un contento.
Tu ausencia ha sido motivo
De visajes y pucheros
Cuando tomamos helados
Ó la lengua nos mordemos.
Tan mal estamos, tan tristes.
Que antes de que el año nuevo
Se venga encima, por pascuas
Pensamos echar el resto,
A tu salud, de gallina
Las hallacas comeremos,
Y para matar pesares.
Hallándote tú tan lejos,
Hemos jurado ahogarnos
Con dulces y vinos secos. ,
Para cuando pase todo
Madurado habré un proyecto
Oue si tú lo secundaras
15
114
POESÍAS FILOSÓFICAS.
Seria un caso estupendo. . . .
Decia no ha muchas noches,
Mientras tocaba impertérrito
Bordoneando, bordoneando
El profeta caraqueño ;
Si yo diera á la redonda
Un viajecito por Méjico,
Y me encontrara una falda,
Algún palmito tudesco
De condesa millonaria,
Y ella al afio, sin rodeos,
Se muriera y me dejara
De su millón heredero.
Si yo con esa bicoca
Me alistara en los troteros
De Juáres el indio libre
Y Juáres triunfara luego.
Si yo con gloria y renombre,
Y lo que es más, con dineros.
Los cacitacos de Colombia
Intentaran con estruendo
Llevar las luces del siglo
A los campos brasileños :
Y su Jefe me nombraran,
Y yo tumbara ese imperio.
Esa mancha americana
Plagada de escla\'os negros.
Si después. ..."
— Paixi, gritaron.
Llegando mis azulejos.
Cuando leia, leia. . . .
Papá, nos llama cX ponchcro,
Y nos hace seña el buque,
Y el sol parece de fuego.
■ — Vamos, dije, la lectura
De la carta suspendiendo ;
Pero al saltar en el ponclu
Vf el final que muy enserio
Decia, como en resumen :
"Si esta caravana hacemos,
En comandita de hermanos,
¡ Qué porvenir tan risueño !
Yo me volveré un Aquiles
Tú te \-olverás un Néstor ;
Y mientras tanto Caracas
Y tu familia. . . .
— ¡ San Telmo
Te abrase hasta los bigotes !
Al fin grité sacudiendo
Y en el canal arrojando
Aquella carta de á pliego.
Con todo, la tal locura,
Esc viage, ese pasco
Proyectado al son del arpa
Del profeta caraqueño ;
No era, según en Diciembre
Caracas hizo esperezos.
Un disparate muy grande ;
Al contrario, un gran talento
Demostraba previsivo ;
¿Porqué? \ a)'a ! por aquel'"
in.
EN CORO,-
DIALOGO.
De que todo en este mundo
'rii-nesu rn;is \' sti niéno.-',
1 ... - ... „
— Papá ¿por qué cuando escribe
Se pone siempre tan sérir)?
— Porcjue en pos de mis pesares
Anda siempre el pensamiento.
— ¿Y ahora también?
— No, hija.
— Escjuc ahora tiene un ceño. . . .
— Iba á escribir ujia carta
Y se ha marchado el correo.
— ¿ Eso es todo ? Pues le digo ....
— Que tú quieres ir ¿no es esto ?
— No, papá ; pero á mandai-le
Su carta me comprometo.
— Bachillera encantadora.
Si mi carta \-amui lejos,
A Caracas.
— Bueno, bueno.
Yo se la mando. Y de un brinco
A la ventana saliendo,
Mientras el sol se escondía
Critaba así mi azulejo :
"Golondrinas voladoras,
¿Cual de vosotras de un vuelo
Quiere llevar una carta
A los mundos caraqueños?"
— Papá, repare en aquella
Parada en la cruz del templo;
— Llámala, pues, hija mia.
" Pajarito compañero.
Quieres llevarle á mi padre
Hasta Caracas un pliego ? "
— ¿Qué contesta el pajarito,
.Soñadora de los cielos?
- Papá, ya baja cantando
Cliis, cliis, pero tiene miedo.
— Miedo le tendrá á los hombres
Pero no á los azulejos.
Habíale mientras escribo.
— ¡ Ai, padre cuánto me alegró
Que lleve la golondrina
Su carta como un correo !
Tomé la pluma esclamando:
¡ Esos son cuentos de cuentos!
IV.
EN MI PUPITRE.-CONTESTACION
A LA ZUMBA.
Cofrades amigos mios :
Aun no sé qué recadero
O posta lleve esta carta ;
Pero como estoi resuelto
A mandarla, es de seguro
Que recibiréis mi pliego.
¿ Qué diréis ahora, vosotros.
Los pecaminosos tercos ?
¿ Hize bien en alejarme
De esa tierra, de ese centro,
] Je ese foco convulsivo.
Según ibarra el Maestro?
;^)iié lürci.s alioni, yosoiros,
POESÍAS FILOSÓFICAS.
iií
Santos Tomases incrédulos,
Del dulce Aristides Rojas
Y de sus tonos proíéticos ?
Cuando el gritaba: " SeTiOics,
(Y os lo gritaba con tiempo i
"Seflores, andarse listos
"Que allá por el archipiélago
"De las antillas menores
"Viene, á modo de telégrafo
"La tempestad subterránea
"La onda de movimiento"
¿Qué hacíais vosotros todos.
Contumaces caraqueños ?
Hacíais lo que Dios sabe :
Y Dios sabe que rien.do,
En vez de huirle á la onda,
Ibais vosotros zagueros
De las ondulantes faldas
En un vivo escopeteo.
Y Aristides mientras tanto
El vulcanismu sintiendo.
Por un agudo fenómeno,
En sus entrañas del pecho :
Y zahori por instinto
Divisando en tufos céntricos
Seísmicas IJamaradas
13etras de sus espejuelos ;
Como San Juan el Bautista,
Ai ! predicaba en desierto,
Y no se daba al demonio
Por ser dado á estudios serios.
Después, cuando por debajo
.Se estableció el traqueteo.
Y la avileña Caráca.s
Retemblaba Je lo bueno :
Decidores de donaires,
' ¿Qué hicisteis vosotros hiegí I "'
Hai marino que burlando
El mar hinchado \' colérico
Trinca de firmo á bolina
Y desafia los truenos.
(.)tros, de noche en lo oscuro.
Bajo un temporal inmenso,
Tras esas \oces profundas
Que alza el mar y lleva el viento.
Cruza sus brazos, arría,
Y na\ega á palo seco.
Ahora, decid vosotros :
Al sentirlos í-s/'i-/r::<is
De la danzadora niña,
¿Qué hicisteis? ¿Seguisteis riendo?
Ni por esas, ni por todas
Las ñiflas del mundo entero:
Corristeis desatentados
Con el susto hasta los huesos.
Corristeis hacia las ])lazas.
Mirasteis hacia los templos:
Corristeis hacia el calvario,
Jurasteis hacia los cielos :
Y hubo rosarios, gemidos,
Y gloriados padres nuestros,
Y escapularios y cruces,
Y duros golpes de pecho :
Y Orrin quedó como estaca,
Y Sebastian como lelo:
Y hasta los Guardias quedaron
Por el circo, como muertos.
¡ Oh ! si hubiera sido Aristides,
El que hablaba en el desierto,
¡ Como me hubieran pagado
Las risas y gatuperios !
Pues al ver como corrían.
De los apuros en medio.
Amarillos con c! susto
Los tañedores incrédulos.
Yo les hubiera gritado:
" ¡ Allá viene por el cerro
1-a tempestad subterránea.
La onda de movimiento 1
¡ Que revienta, que nos traga.
De Ibarra el amigo nuestro.
El incandescente foco
De azufre _\- plomo rejileto !
¡ Andad paso de puntillas !
¡ No piséis duro en el suelo !
¡Cuidado con nuestras botas,
I-'igurines figureros !
¿No sabéis que el antro horrible
Bajo de los pies tenemos?"
Y como el miedo es un hombre
Que mete á las almas miedo,
Y hai más de un alma de cántaro
Que burla li los caldereros;
Es clanj que el buen Aristides,
Al hacer lo que yo |)ienso,
Tamañitos, tamafiitos
Los hubiera á todos puesto.
Xo es decir en lo que digo
Lleve \'o ;i ni;il ni por sueño, .
Que se reze \' que se llore
l'.n las tlesgracias, ni menos
l".n un trance tan de suyo
.\purado como el vuestro ;
Pero amigos, lo (|ue ahora
En esta carta repruebo :
O mejor ,1o que sensata-
Mente ( señores ¡ qué ad\ erbio ! I
Debe siempre reprobarse.
Es la alegría sin seso
Y lo de tomar á broma
Lo más santo y lo más ser¡(j.
Mientras que resuena el arpa
Del profeta caraciueñ(.).
¿Y después? Ya lo habéis visto
Y lo sabe el mundo entero :
Si hacéis un San Juan de Aristides
El os vio como á un San Pedro
Con tamaños lagrimones. . . ,
Así Israel se bur. . . .Pero,
¿ Qué es lo que pasa, hija mía ?
— Papá, este hombre.
— So i Aiiscn/'o,
Dijo, llegándose un indio
i\ la ventana.
— ¿Y qué tengo
Yo que hacer. . . ,
116
POESÍAS FILOSÓFICAS.
— Como esta niña
Me i^sirÁ. proclamando ha tiempo.
—Tú María?
— Yo? Dios mió !
— Si, señor, yo soi el inesiiio
Golondrina, qiie me sargo
Del liospctal y que guervo
A mi oficio de llevante
De bojotes y de pliegos.
— Es decir que U. se llama. . . .
— J'nes I Golondrina y A nsermo,
O ño A nsermo Golondrina
Condntor de los gobiernos
lín ioos los papelorios ;
Y pues parao me cncnentro
lín la esquina y me han llomao . . . .
Laiizé al fin á dos carrillos
Un golpe de risa abierto
Hasta dar en carcajada,
Pensando, palisando, viendo,
Como realiza el acaso
Con un nombre, con un, cero,
Con un indio, con un punto,
Y aun si se quiere con menos,
No solo lo razonable.
Sino hasta aquello, hasta aquello
Más loco y disparatado :
Hasta de mis azulejos
Las aéreas fantasías.
Hasta sus cuentos de cuentos.
Y iHics la ocasión es calva,
Adiós, cofrades : no quiero
Que el amigo Golonclrina
Se demore. Adiós de nuevo ;
Y aquí pcLja, pues concluyo.
Lo de Perico Sarmiento.
28 de Enero de 1866.
MAMAMA MARACAÍBERA.
AL canto de unas palomas
Que bajan de la floresta
Como diciéndomc alegres
"También estamos devuelta,"
Escribo, mudo de asombro,
La rica y variada escena
Del alba, que al cielo sube
En playas maracaibcras.
Bendito el Señor, bendito.
El padre que así nos muestra
En medio de angustias tantas
Sus maravillas eternas.
Yo he visto en mi triste vida
Salir en la mar serena
El alba, como regando
Rubíes, rosas y perlas.
En las montañas la he \'isto
Rasgar el manto de nieblas
Y convertir sus jirones
En coloradas banderas :
Pero el alba que se asoma
Libre, brillante y risueña
En la dulce patria mia.
La palma de Venezuela,
Tiene un encanto. . . .Veamos
El alba maracaibera.
\Ji\ grupo de golondrinas
Cantando revolotea
Al viento de madrugada
Encima de mi cabeza;
Mientras yo puesto de codos
En la escondida azotea
De mi casita marina,
Estol viendo que se incendian
Todas las nubes de plata
Como cortinas de seda.
El cuadro, el gigante cuadro
Que á mi vista se presenta,
Tiene por marcp divino
Un cielo de azul turqueza,
Dividido á la. redonda
En la mitad de una esfera.
No hai pues en el ancho espacio
l^intura que yo no vea.
Ni hai paisaje por hermoso
Que no distinga en la tierra.
La luz del sol chispeante
Salta, vibra, corre, vuela.
Como si Dios mi alegría
En luz condensado hubiera.
Y esta luz que tempestuosa
En remolinos se aumenta
Abrasando en rubias llamas
Valles, colinas, florestas,
h'inísimo polvo de oro
Sobre el Orienta semeja.
Polvo de oro en que se ocultan
Las matutinas estrellas,
Y sil-ve como de alfombra
Al sol cjue oscila, que tiembla,
Y aparece al improviso
Más encendido que esta
Rutilante purpurina
Mañana de lago espléndida ;
Mirad, )-a salen en rumbo
De las lejanas pesqueras
Las barcas que con la sombra
Hicieron copiosa pesca;
Esparcidas en el lago
Al brillar la luz febea,
Ya son garzas, ya son nubes.
Según la brisa refresca,
POESÍAS FILOSÓFICAS.
17
Haciendo amainar ó libres
Descojer las blancas velas.
Las olas están de gala
Tornasoladas y tersas
]\Iojando el palmar nativo
Que á su vez está de fiesta.
Con la claridad del dia
Que todo lo trasparenta,
Con la frescura del aire
Que dilata la existencia,
Esta playa, esta laguna,
Esta comarca de América
Nadando tras los colores
Del iris, se me presenta
Como un país encantado
Que los mágicos hubieran
Entre diáfanos cristales,
Convertido en rica perla.
Algo en sí de misterioso
Vaga, discurre ó campea
En el paisaje marino
Que de admiración mcJiena.
Pero ya tocan á misa
Las campanitas parleras ;
Son las mismas de mi infancia,
Las campanitas aquellas
Que tocaba los domingos
En la torre de la iglesia.
Ya se 0)"e el ruido pausado
De abrir y cerrar las puertas :
En el cuartel los clarines
Y las cajas menudean ;
Cantan batiendo sus ropas
Alegres las lavanderas ;
Y mientras á su alborada
Dan fin las aves, empieza
El movimiento y la vida
De la ciudad que despierta.
Alma mía, tu entusiasmo
Hicn me dice ó me revela
De donde vienes y adonde
Tus blancas alas despliegas.
Alma inmortal, alma mia,
Bien haces cuando me muestras
Empapada en tus perfumes
El alba maracaibera.
LA GALLINA CIEGA.
EN un prado mui florido,
Al soplo primaveral,
Volaba el niílo Cupido
De un rosal á otro rosal.
Por ver si burlado queda
Y divertirse con él,
Las "tres Gracias" le hacen rueda
A la sombra de un laurel.
Por donde, sin más resguardos
A su virtud, pienso yo,
Que andaban &i\ picos pardoí,
Entre ({icz siis r un no.
Juntas las manos de armiño,
Sin dejar liuellas sus pies,
Pusieron en medio al nifío
Dando vueltas todas tres.
Así se ve en la pradera
Preso un dulce ruiseñor.
En flores de enredadera
Üc purpurino color.
La burla de luego á luego
Alegre el grupo empezó
(fritándole al niño ciego :
— ''Adivina quién te dio." —
— "Dejad que os toque el cabcll",
Decia el niño gentil,
O el blanco y gracioso cuello,
Ó las manos de marfil." —
Prueba cjue no conocía
A las tres por el capuz,
\'endaje i) celajería
Conque \'enuslc dió;i luz.
Con lo cual ellas esbeltas,
De! ceguezuelo al volar,
Burl;indo!e daban vueltas.
Daban \ucltas sin cesar.
Así en las campiñas ricas
Del Guaire. niño y no lerdo,
fugué con tan guapas chicas
Que ho¡ suspiro á su recuerdo.
.'^iemi)re cjue el dios intentaba
El vuelo alzar para huir,
Era preso por la aljaba
Sin poderse desasir.
No hai un ifoca sin un /¡'ina ;
Y Cupido al fin pensó
Vengarse de aciuclla broma. . .
Armó el arco }• dispar(3.
Mas, ardiendo tanto en ira,
Por i>rimera vez allí
¡Marró el tiro, y fué la vira
A dar sobre un alelí.
Nueva risa y burla nueva;
El grupo mirando tal,
Al dios tambaleando lleva
De un rosal á otro rosal.
il8
POESÍAS FILOSÓFICAS.
_«:
l'obr.c rapaz ! sucumbía ....
Y en 'fan ruinosa ocasión,
O capitular debia,
Ó rendirse á discreeion.
¿Quién de Cupido impo.sibic
Creerá este caso, lector,
Si lo imposible y risisble
Son. los posibles de amor?
Por suerte el céfiro ledo,
Trémulo fresco y fugaz.
Llegóse al, grupo mui quctlo
Y así le dijo al rapaz :
"Hijo infeliz de Ericina,
]-'ues no acatan tu poder
Talía, Aglae, Eufrosina
Que andan de chunga y placer ;
Si de mi cesto sacudes
Las flores que en él están,
Las "tres Gracias," no lo dudes.
Tranquilo te dejarán.
Ni razonó ni echó cuentas
. El ya cuerdo niño y dios ;
El cesto tomando á tientas
Lo fué sacudiendo en pos.
¡ Cosas del Céfiro blando :
Esposo de Flora al fin .... !
Las flores se iban cambiando
En perlas de Comorin.
¿Qué sucedió al improviso?
De improviso sin más ver,
Las tres diosas del Cefiso
Ya no supieron qué hacer.
"Perlas ....!" afirmó Talía :
"Perlas. ..." Agláe gritó.
"Cojámoslas, vida mia,"
Eufrosina murmuró.
Y pusiéronse á cojerias
En codiciosa atención.
Diciendo á ratos "son perlas.
¡ Qué fortuna ! perlas son . . . . "
Mas, suena una carcajada. . . .
Es que en el verde tapiz
T^as perlas se han vuelto . . . .Nada !
Y el rapaz vuela feliz.
Pero ala cuenta Cupido
Lleva de entonces acá,
Como repuesto perdido
Que nunca de más está ;
Por cada arpón con herrumbre
Sin uso ya y sin valor,
Algo que siquier relumbre
Sino plata, similor;
Y aunque ajuste en precio sumo
yírgen corazón venal,
O no paga, ó cambia en humo
Burla, burlando, el metal.
LEJOS DE Tí.
SIEMPRI'!.. siempre W. adoro \ ¡da mía.
No la ausencia te es])ante
Ni los embates de la suerte impía.
Tu santuario es mi pecho
Donde el dolor del corazón amante,
Su gemido profundo y lastimero
Te dirá, vida mia, si te cjuiero.
¿No sabes que en mi ausencia es una gloria
En tí vivir pensando ?
¿No sabes tjue te llevo en la memoria,
Y á las aves pregunto
Por tí mientras ligeras van pasando?
¿No te he dicho ciue alivio mis dolores
Contándole á la luna tus amores ?
¡Cómo olvidarte ! Un dia? . .en lo escondido
De fragoroso monte
En tí pensando me interné perdido :
Y como el sol ardiente
Espléndido se hundía, el horizonte
Era un velo de^júrpura incendiario, I
Siniestra luz del bosque solitario. I
i
Aquella claridad, más que el remedo |
I3e un incendio distante, f
Mira un lago de sangre. . . .daba miedo!
Sobre las negras nubes.
Era como el sudario de un gigante. . . .
Tal, desde el bosque, mientra el sol se hundía,
Aquella claridad me parecía.
¿Qué hacer? Tras el camino de occidente,
Resplandor del ocaso,
Se asomaba la noche lentamente
Llena de vagas sombras.
Volaban espantadas á mi paso
Las dulces avecillas. ¡ Cuánto alarde
De tristeza al morir de aquella tarde !
-"Cuando se envuelva en sombras la floresta.
Llorando me decia,
Sucumbiré sin duda, y la funesta
Seledad de este bosque,
Como ve ahora la desdicha mia,
Verá luego mi fin, trágica suerte
El secreto guardando de la muerte.- '
¡ Morir incauto allí sin que supieras
Cu;ínto, hermosa, te amaba !
He aquí mis agonías postrimeras,
Esta mi angustia suma,
POESÍAS FILOSÓFICAS,
119
Este mi desconsuelo, esto lloraba. .. .
Mas ¿cuándo el cielo al infeliz no asiste?
¿Cuándo es que falta la esperanza al triste?
Y entonces, [ oh misterio de un momento
Solemne de mi \ida !
Cruzó por mi abrasado pensamiento
Encomendar tu nombre.
Himno del corazón, gloria perdida,
Al verde tronco de una oculta palma. . . .
Y allí grabé la cifra de mi alma.
¿ Fué milagro de amor? ¿ l'ué la dl\in,i
Inspiración ? ¡ Quién sabe !
i Pero á poco tu gente campesina
I Me halló en tan triste noche.
¡¿Lo recuerdas, Clemencia? Muda y grave
Olvidaste en mis duelos tus rigores. . . .
; Y así nacii') tu amor con mis dolores. . . . !
¿Qué importa ahora la implacable ausencia,
I Si te llevo en mi alma.
¡ ( )h, blando amor, dulcísima Clemencia I
' Como en la noche horrible
Que grababa tu nombre en una palma?
Aun lo guarda, Clemencia, al cielo erguida, , . ,
; Xo llores, solitaria ile mi \ idal
£L LAÜR£L Y LA PERLA.
MIENTRAS en guerra homicida
ha. patria no halló esperanza.
Dejó al acaso perdida
La fortuna su balanza.
Quiso un Genio recojerla
¿ Para qué ? ¡ Divina historia I
Para pesar una perla
Con el laurel de la gloria.
La rama el Genio sencillo
Puso á un lado en honda calm.i.
Llevando al otro platillo
La margarita del alma.
Y por el fiel levantando
El peso de la fortuna,
\'i<') que por igual pesanflo
Iban />ir/í7 y lauro ;i una.
— "De la patria al santo nombre
Que Dios bendecir anhela,
IDaré perla }^ lauro al hombre
Que en paz salve á \'enczuela."'
— Tal dijo el Genio y el Ande
De asombro irgui(') la cabeza
¡Aquel premio era tan grande!
¡ Gloria, fortuna, belleza!
J-loy que la paz, bien fecundo
Es nuestro mejor emblema,
.\os ])regunta el nuevo mundo ;
¿Quién ha resuelto el problema?
Y el Genio á Guzman seilala
Dando en jiremio ;i su victoria,
La perla de amor pórgala.
La palma inmortal por gloi'ia.
A Mí HERMANA MARÍA DE JESÚS.
AI saber que se había casado.
SI alguna suerte se iguala.
Chucha, con la suerte mia
Es algima suerte mala,
Chucha, has estado de gala
\' yo aquí no lo sabía.
Y á fe, Chucha, que lo siento.
l'ucs que del ;inge! en pos.
Nuncio de tu casamiento,
Hubiera llevado el \icntu
Mi pobre oración á Dios.
Tras esta guerra que nombra
El pueblo, guerra inclemente,
>¡i un eco, Chucha, en la sombra
('ruz(< la e-itrellada alfombra
t'íiia habK'UMUr (|( ini bít'-iilc.
Y era que anclaba en Ijureo
El eco sonando un on ! , . , .
Para asustar á Tadeo,
\' después sonaba un eo ! , . . .
P.ara alertar ;í l'alcon.
Por más que de varios modos
Por tí y por todos doquiera
Iba preguntando á todos;
¡Ai ! federales y godos
¡Ni me miraban sic|uiera!
Así en la estrella pertliij^:
Pues! en Coro la dormWa,
Pajo su toldo de fuego,
Iba pasando l;i vid.n
f (Uiio sordo V cornil (i<;.'ii
120
poesías filosóficas.
Bendito sea Martin
Que me puso al fin de bulto
Las cosas hablando sin
Tomar aliento hasta al fin
Martin es siempre tumulto. (,'" )
¿Con que hubo en nuestra morada
Una reina, otra Zenobia?
Si, !o sé ; fuiste llevada
_ [*] Elihi.stradoCicnoral-Arinniol diaria Martin
leiiia verbosidad inconiparalilo v era' llainailo '•'i'n-
niulio."'
Como en triunfo y coronada
Con azahares de novia.
Pero mi suerte que iguala
Un diacon otro dia.
Ocultó de noramala,
Chucha, tu dia de gala
A toda la gente mia.
Hoi rabiando de despecho
Y ardiendo como arden ascuas,
De hermano con el derecho.
Te digo, "Chucha, á lo hecho
Barajar y santas pascuas."
PASTORHL
PARA cantar al niño.
Rey de los Ciclos,
Me pides villajicicos
De gracia llenos ;
Cuenta, zagala,
Con estas canturías
De madrugada.
Yo sé que en las aldeas,
Por navidades.
Esa es costumbre \¡e¡a
De los zagales :
Mas por lo mismo
Yo sé de esas costumbres
Lo que me digo.
¡ Un cantarcico pides!
No tal pidieras
Cuidando en los rediles
De tus ovejas ;
¡ Pero son pascuas
En que se cantan misas
Antes del alba !
Con ser la noche opaca
Te he visto anoche
Con rojas lum.braradas
Buscando flores.
i Como que ignoras
Que se encandilan ;ives
Cuu luces rojas !
Y bien en p/ocn estu'vo
Por esas misas
El rnnx'ertirse en iuiiiio
Tus alegrías ;
Dígalo el lobo
Que ahullaba olfateando
Cercano al soto.
Desde que Alicio toca
Su caramillo,
Las más extrañas cosas
Dicen de Alicio.
¡ Cómo se mudan
En hogaño los tiempos;
Bien dice el Cura !
No hay pastora en los prados
A la redonda,
Que á la misa de gallo
Fugaz no corra.
De tanta prisa
Más de una zagaleja
Saldrá corrida.
Mira, pues, pastorcica,
Que temo muclio,
Tras esas alegrías
Tan de tu gusto.
No se te anublen
Los ojos, cual los cielos
Del mes de Octubre.
IT.
Guarda tus villancicos.
Ya no los quiero,
Claveles tiene y lirios
El Rei del Cielo.
¡ Bien reza el Cura
Que ninguno está libre
] )o la calumnia!
POESÍAS FILOSÓFICAS.
121
Si. cual dices, lo sabes.
Que en las aldeas
Cantan por navidades
Las zat;alejas :
¿Porqué te admira-.
Cuando madrugadoras,
\'amos á misa •■
Para zayal son tristes
Tus pensamientos.
Pues según lo que dices,
'l"ú tienes celos.
Y ves fantasmas
En nuestras canturías
De madrugada.
Si anoche salí al prado
Con luces rojas.
.No iué llores buscando.
Sino palomas :
Dos montañeras
Que al niño con su.s cintas
Llevé en ofrenda.
Y bien por nuestras luces
Estuvo en poco
Que alicio el del adufe
Cojicra c! lobo -.
La I-
Pues escondido
Lo descubrió en la vega
De los olivos.
Desde que Alicio canta
Los villancicos
Son, pastor, tus miradas
De basilisco.
Madre asegura
Que anclas como lo.s lobos,
.íMuilla que almila.
I^n alcores y en prados
\' cu luengas tierras
Al niño en su sagrario
Todos le rezan :
Y^ es una dicha
Cierno caen las lluvias
.¡\ maravilla.
Mira, pues, pastorcico,
Que vas zaguero
Kn (1 amor del niño
Rei de los cielos :
Si no me cscidias
Icino (jue tu garganta
Se quede muda.
lorida, r>icienihrc de ilVij.
A LA SEÑORA VÍRJÍNIA DE PULGAR.
Km |l:^|l(•l(•^ (le ¡miii;(i>
Sülimos juulos. . . .
l'.-lf lioróxcopo mió
V:ili' iliiv. nuiíido^
-Mii<a del ;ilni:i,
.\ la rcinii di'l Ziili:i
lüinn una ('hiiiíitm.
I.
LO veis, Señora. Os obliga
Mi suerte en plena victoria
A ser de un bardo la amiga:
Mi suerte! Dios la bendiga
Eni cLaltar de la gloria.
¿YTomo no, si el secreto
De mi buena suerte ahoni
Tiene por mira ú objeto.
El más profundo respeto
A vuestra amistad, Señora?
Si pues mi respeto abono,
;Qué hará el poeta en su anhelo
Con una dama de tono.
Con una reina en su trono.
Con una estrella en su cielo. ■*
Cuando otio tiempo solía
-Alzar alguna canción.
Señora, porvidamial
El mar y la poesia
.Me daban ^u in-^piracion.
Hoi el tiempo .... es una senda
Tan llena (le desengaí^os,
Que al cantar no hai quien me atienda,
Porque el tiempo da A mi ofrenda
La tristeza de los años.
Con lotld, cuando en la calma
De nuestros sueños mejores
Se ofrece en vez de una ])alma
La M)/. sincera del alma,
Que \ale m.ís cpic las flores.
Bien estii ([ue lle\e el hombi-c
La ofrenda al glorioso altar,
Por más cpie un tanto se asombre
En el altar \-iendo el nombre
De las ]ialma'í de Pulgar.
^' (jué ;no abraza la historia
Todo,}- !o encierra y lo aviene?
\'uestro esposo os da su gloria
Y' 3-0 esta pobre memoria ....
Cada cual da lo (|uc tiene.
.Si las ofrendas un dia
Pesáis en vuestra equidad.
Xo la de Pulgar, la mia
A falta de poesia
l'esar;i —sinceridafl.
Kt
122
POESÍAS FILOSÓFICAS.
LO QUE PASO EN %k FLORIDA" CON UNA ROSA AMARILLA.
A. M. A,
RECIBÍ la prometida
Rosa, debelleza tal,
Que de vergüenza corrida
Cada rosa en su rosal
Se estremeció en "La l'"lovida.
•Así ninguna fué osada
(Y lo tengo á maravilla)
A mostrar su faz rosada,
M¡ént:ras tu rosa aiñarilla
Era de todos mostrada.
Hubo rosa Purpurirux
Que se hirió con uua espina,
Pues al ver tu rosa gualda
Se ocultó, como telina,
En sus hojas de esmeralda.
La rosa l'c pudorosa
Llena de melancolía
Se inclinó más silenciosa,
Porc^ue explicar no sabia
La palidez de tu rosa. ^^
Aun la rosa Cr.rarol
De tu rosa sintió celos
A pesar de su arrebol;
Hay lucero así en los Ciclos
Que tiene celos del Sol.
Viendo que el ]3rimer lugar
Siempre á tu rosa le toca,
Tras improviso pesar.
De Alepo una rosa loca
Se quiere triste secar.
Cierta rosa tembladora
Sacó del seno un Cupido,
Porque volara en mal hora
A contar lo sucedido
A las rosas de Basara.
Otra que en perlas exhala
.Su esencia, la de Casfü/a,
Se puso de noramala
Viendo tu rosa amarilla
Vestida de toda gala.
Temo que al dolor sujetas,
.Sin haber quien las reporte.
Se me mueran las coquetas :
Que son X'ñs. rosas del Norte
Y las de Egipto en macetas.
Temo nublada la gloria
De esa dulce flor modesta
Cliie algunos llaman i 'ieíiiria.
Por tu flor que anda de fiesta,
No haya una fiesta mortuoria.
Según las rosas se exceden
Temo que tristes se queden ;
¡ .Suponte que están escuálidas !
Tanto de tu rosa pueden
Las hojas crespas )• pálidas.
Llay aquí rosa Poinona
Que se ha puesto como un \\m()
Tan llorona, tan llorona. . . .
Hay Siljide aquí de armiño
Que ha perdido su corona.
Hasta el rosal sin amores,
El de Bengala infecundo.
Diz que por tales dolores
En esta parte del mundo
Es estéril, no da flores.
¡ Puena excusa en grave pena !
Cubrir con necia arrogancia
La envidia que lo enagena. . . .
¿Cuándo un rosal sin fragancia
lia tenido excusa buena?
Qué más? Las rosas pequeñas
Cual gotas desangre, puras, •
De las vegas caraqueñas ;
Las risueñas miniaturas
Ya no quieren ser risueñas.
Viendo al fin tal laberinto
H e partido por el medio ;
(Yo que en remedios me pinto)
Poniendo á todo remedio
Ceñida la espada al cinto.
Determiné donde quiera
Buscar tu rosa amarilla,
Para hacerla compañera
De las rosas de esta orilla
l-^eliz por maracaibera.
Mis rosas al ver que ufana
Brota tu rosa y se aduna
Con ellas por la mañana.
Tendrán á mucha fortuna
En tenerla por hermana.
Tal es el medio, á mi ver,
De resultados mejores
Para cambiar en placer
Envidias y sinsabores
En corazón de mujer.
poesías filosóficas.
123
A más, te diré una cosa
Que acaso e§ la historia entera
Muy íntima, muy curiosa ....
Es que mi ave compañera
Se mucre por esa rosa.
Mira, pues, que necesito
En honra á la diosa Flora
Ese nuevo rosalito ;
Di lo que quieras ahora
Y te lo do}" .... por escrito.
La 1'
Y aunque te parezca cuento
Pedir así, bien ó mal ;
Pues vivo del sentimiento,
-Rosa tan scntiinaiíal
Debe ser mia al momento.
Si á tí, cual dicen te han dado
Las rosas de un corazón,
No es mucho te ha}"a sobrado
Un rosal, que sin cuestión
Debes mandármelo, Amado,
lorida. Noviembre I 8 de i86j.
Á ÜNÁ MíFlÁ.
LUZ de mis ojos, niña hecliicci'a.
Tú que á la vida sales feliz,
Como esas aves de voz parlera
En las montañas de mi pais.
Manso arroj'uelo, puro y fecundo,
Que entre las flores pasa gentil ;
¡ Quién ignorara que al mar profundo
Va suspirando pronto á morir !
II.
Ya que á la vida naces risueña,
Y en claridades te baña el sol ;
¿Qué mucho tiene niña trigueña.
Beba en tus ojos Ift inspiración ?
Si tal supieran en la campiña.
Cuando tus pasos sigo \eloz,
No murmuraran modesta niña,
Que esclavo tienes mi corazón.
Torquc le llamo, "luz de mis ojos,'
l"na zagala de veste azul,
])ijo, frunciendo sus labios rojos.
Que amor es ciego, ¿qué dices tú?
Yo, vida mia, como tú inspiras
Estos cantares de mi laucl
Te iré sacando todas las rimas
Llenas de fuego, llei\as de luz.
IV.
Casta paloma Dios te conceda,
Bajo la lumbre meridional.
Lucir tus blancas plumas de seda,
Por tu camino seguir en paz ;
Que en este mundo pase tu vida,
En vez de arroyo corriendo al mar,
Como a\'ecilla que en la I^lorida
Vive á la sombr;v de mi rosal.
CANTO. (-)
Mitolojía.
Mirad! pero en silencio. Mirad! con la vislumbrej Yo sé c^ue ese palacio recuerda todavía
Del rayo de esa luna sin vida ni color, I Las torpes liviandades de un culto criminal ;
Frenética se escapa la loca muchedumbre, : Que tiene habitadores }' altar de idolatría
Los genios impalpables f|ue guarda esa mansión, i Alzado como en gloria del mismo Satanás.
¡ Qué luna tan cjpaca ! Parece que la calma i El es lugar de citas y danzas cuando zumba
Alumbra de un sepulcro : ¡ qué triste es esa luz ! [ El viento en los palmai^es y rompen su tapiz
Salud, genios fantásticos, ensueños de mi alma, I Los genios en sus urnas, los muertos en su tumba,
Nocturnas creaciones, espíritus, salud. ' Y el vicio en los infiernos indómito y febril. ,
Yo sé que es tal el vicio y el hipo de esta vida, I Mirad ! uero i.n silencio— Lus unos llevan galas
Que se revuelve loca y en bacanal tropel ¡Cuajadas de rubíes, los otros. . . .(|ué? no ois?
La turba encantadora de genios, sacudida i Rumores misteriosos despiden de sus alas
Del v.iento,en las tinieblas que vagan por doquier. I Más crespas q' la espuma,más blancas q' el marfil.
1*] Es(ü eaiiio J'ijriiiii ¡laric de
íiuitantico" de Guaivai'aliii.
'■ Cuento i Ac[uellüs que derraman suavísimos aromas
Y En pomos de jacintos, turquczasy coral,
124
poesías filosóficas.
Enlazan con cadenas de flores las palomas
De Venus la de Gnido vecina de la mar.
Y atrás los que siguiendo la luz que blanca irradia
Del cielo en los celajes del lago en el confín,
Los "énios son campestres nacidos en la Arcadia
Al eco de las flautas y al son del tamboril.
Mirad cómo los genios del aire mensajeros.
Rasgando esc amarillo tristísimo cendal,
Avivan las estrellas, encienden los luceros
Y arrojan los meteoros chispeantes á la mar.
Así que tarda llega Dictina con su coche
Al medio de los ciclos, y se oiga en la quietud
Tañendo las campanas de triste media noche
En todos los santuarios alzados á la cruz;
Veréis a la ribera llegar toi'vos é inquietos.
Buscando ese palacio, siguiendo al viento en pos.
Fantasmas giganteos 3' blancos esqueletos,
Por ver también los genios y danzas del amor.
¡ Qué luna tan opaca ! Parece que la calma
Alumbra de un sepulcro:!. .¡qué triste es esa luz!..
Mirad, ya toman vida los miedos de mi alma.
Los muertos ([ue se escapan del lúgubre atahud.
LAS NUBES.
¡ CUANTO brilla la luz en lus ciclos
De aquesta región,
En flotantes, magníficos velos
De vario color !
¡Cómo zumban los vientos perdidos
Que azotan e! mar
Y acompañan con trémulos ruidos
Al sol que se \'a !-
A sus tibios reflejos distantes
Rodando se ven
Nubes mil, que en el cielo brillantes
Se agolpan doquier.
Ya los anchos espacios ocupan
Cual rico tapiz,
Ya del sol inmediato se agrupan
Por verle morir.
Ya semejan el cráter sonibrio
De ardiente volcan,
Ya la linfa plateada de un rio
Que corre á la mar.
Ya son leves y mágicos tules
Que en\-uel\'en al sol.
Ya parecen lagunas azules
En rica ilusión.
Cual las alas de blancos querubes
Cruzando en tropel.
Cual horrísonos monstruos las nubes
Se miran también.
(Jra tiemblan, cual olas rrun idas
Del suave ternil.
Ya sin rumbo, cual naves perdidas,
Parecen vagar.
(^ra mienten fantasmas extraños
Con blanco capuz,
Ya los negros y fúnebres ]jaños
Del triste ataúd.
Ya parecen vellones manchados
De vivo carmín,
Ya semejan los cielos dorados
De ignoto país.
Sacudidas con ímpetu ciego
Despiden quizá,
A través de una lluvia de fuego,
Sonido fatal. . . .
Donde cjuiera movibles se alcanzan
Mil nubes y mil.
Donde quiera las nubes se lanzan.
Se ven relucir.
11
Altas visiones divinas.
Que al húmedo soplo y blando
De las brisas vespertinas.
Vais rodando
Por las esferas marinas ;
Motante y pálido velo
]je las tardes vaporosas.
Nubes de sonante vuelo,
^Misteriosas
Apariciones del cielo :
Si de la noche encantada
Buscáis la gigante alfombra,
¿ Por qué se cierne, callada
Vuestra sombra ?
;Oué Uuvií
dorada
¿Por cjué, corriendo encendidas
Tan extrañas como bellas.
Siempre ocultáis bendecidas
Las estrellas, .
De los cielos suspendidas?
Cuando el sol Con brillo escaso
• Va dulcemente muriendo,
¿ Por qué mil nubes al paso
Van saliendo
Tras sus cortinas de raso ?
POESÍAS FILOSÓFICAS.
125
A los dudosos reflejos
De las luces solitarias,
; Por qué brilláis á lo lejos
Incendiarias,
Como nitentes espejos?
¡ Vano pensar. ... 1 Convicciones
O sueños del alma inquieta,
Pasan siempre en las canciones
Del poeta
Como risueñas ficciones :
Así contemplando luego
MI sol c^ue se va ocultando.
Nadie responde á mi ruego
Contemplando
Las nubes color de fuego.
¡ (^h. nubes que al dulce aliento
Rodáis del sol moribundo!
Llevad, repetid mi acento
Por el mundo
j\nies que lo apague el xienlo.
Y auntiue su mente se lanza
A! cielo, el cielo le esconde
Lo que en el cielo se alcanza :
No responde
A la luz de su esperanza.
Nubc< de sonante vuelo,
Que siempre á lo lejos sigo,
Tras ese füijido velo
Yo os bendigo.
Apariciones del cielo !
LOS DOS MRñ.íSOS.
.^ÍII•',NTRAS que pisando lirios
Del ¡jaraíso se aleja
Aquella dulce pareja
De los primeros martirios :
El ángel resplandeciente
De la venganza di\ina.
Con el nifio de P^ricin.i
Se tropez<i de repente.
— ¿Qué tal "'-el ángel le tlice.
Maldito ! el rapaz murnutra ;
¿ No te espanta la amargura
Deesa pareja infelicc ?
— 1 lago el bien.
- I'',s inÍLCundi> .
— Sirvo á Dios cuadre ó no CLiailre.
-—Vaya ! Pediré á mi madre,
L'n altar en otro mundo.
Y de la aljaba al sorioro
Ruido, que en el iiombro lle\ a.
Voló, gritándole á E,va
Envuelta en su crencha ele oro :
— ¡ -Vi. pecadora, no lloi^es!
— Asi mi suerte lo quiso.
— Te ofrezco otro paraíso
En el valle de las flores.
II.
1"-1 rapaz cumplió su empeño.
Y en vez del Edén perdido,
^\1 ])ié del Avila erguiíh;
Alzó el Edén caraqueño.
En lugar tic una belleza
Cuatro puso, á cual mas linda.
Como cañones de blindii
(juardando una fortaleza.
No luí)' allí de ningún modo
Ángel con dardos de fuego ;
En él solo manda el ciego
Niño, (|ue lo puede todo.
Tal mansión será ]nenu)ria :
De la amistad verdadera :
Cómo no ! si en ella impera
Gracia, amor, virtud )• gloria.
Entre el l",den que Dios quiso
Y el de y\nauco que amor quiere,
,; Quién á gritos no i^refierc
Este nuevo paraíso ?
En ese altar coronado
De rosas, nardos y )'edra,
Cada cual lleva su piedra
De admiración encantado.
I'ur eso, Plaza, ]Jor eso
Hoy te encargo lleves dos :
Por tí y jjor mí ¡ vive Dios !
Dos piedras .... es poco peso !
Agosto i8 de \'é']J.
126
poesías filosóficas
A LÁ DAMA DE NOCHE.
Olorosa,
Te llamo y no me respondes
En la noche silenciosa ;
Te busco á su dulce calma,
Y solitaria te escondes,
l'lorecilla de mi alma.
Si presumes
Vivir al mundo escondida,
Cuando entre tantos perfumes
La belleza el tu)0 nombra.
Muy mal conoces la vida,
Florecilla de la sombra.
En el mundo
El hombre, la luz, el ave
La perla del mar profundo,
■ Ló que pesa y lo que piensa
Se armonizan : todo cabe
De Dios en la esfera inmensa.
¿ Habrá fuente.
Que en una montaña ignota
Se niegue á calmar ardiente
La sed de agua al peregrino,
Cuando Dios la fuente brota
Para la sed del camino?
Esconderte
No presumas en el prado ;
La noche es sombra de muerte ;
El dia con sus colores
Es el palacio encantado
De las reinas y las flores.
Dulces pompas,
Florecilla, á tu existencia
Guarda el rubio sol, no rompas
De Dios la eterna armonía :
Flor que Guarda tal esencia
No es de la noche, es del dia.
Florecilla,
¿ No te asusta ese abandono ?
¿ Quieres ser la maravilla
De la tierra ?-Perfumada
Serás reina sobre un trono,
Sobre el seno de mi amada.
Olorosa.
Responde á mi voz, responde ;
.Si en la noche silenciosa
Te. halaga la brisa leve,
Dile que tú tienes donde
Ser reina en trono de nieve.
ALEGRÍAS' FUGITIVAS.
r.
EN el patio de mi casa
Quise plantar una higuera
A los cantos de mis hijos
Con los cuentos de mi abuela. ,
Aquel cuento de un mal, padre
Y dos pobrecillas huérfanas, , .
Que por dar una limosna
El padre mató á una de ellas.
Según el cuento, enterrándola,
Bajo una mata de higuera.
En el patio de mi casa
Iba, pues, cavando, mientras
. Mis tres hijas me ayudaban
Cantando y sacando tierra.
La barra dio de improviso
Acaso sobre una piedra:
.Saltó una cliispa }' gritaron
Las tres dulces pequeñuelas:
''Padre, si será una mina. . . . ! "
Corrió á estas voces lijera
La madre, corrió Crisóstoma
El genio de mi despensa:
Y su^gndiendo el rosario
Si, sálp^, ¡ quién lo creyera!
Corrió ciando' tropezones
La misma, la misma abuela.
Todos metimos las manos
Al hoyo, que ya era cueva
Y sacamos como en triunfo
Un tiesto de antigua fecha,
Obi^a de algún caiquetia
Alfarero de la sierra.
Ay Dios! murmuró la madre
Jesús ! esclamáj 'ía suegra,
Crisóstoma: dijo ¡vaya!
Las chicas hicieron muecas ;
Y como todas á una
Me miraban como lelas ;
Yo que pensaba en los indios
De cuya pobre ralea
Tal vez desciende mi musa.
Puse la -cara risueña
Y se cambió en ^rarcajada
La esclamacion de sorpresa.
Ahora, dije, soltando
La barra dé la faena,'
En vez de sembrar nosotros
La verde mata de higuera
En el tiesto caiquetia.
Llenándole bien de tierra*
Sembremos silvestres ramas
De olorosa Yerba — buena.
POESÍAS FILOSÓFICAS.
127
II.
US RAMAS DE YERBA-BUENA.
En el patio de mi casa
Un ancho tiesto verdea
^fás húmedo y oloroso
Que los nardos }• azucenas.
Como es tiempo de sequía
Mis tres locas pequeñuelas
Se levantan con el alba
V dando gritos lo riegan ;
Pero el ángel de las flores
Convierte sobre la }erba
Al caer el agua pura
En un diluvio de perlas :
Y en el patio de mi casa
Se arma entonces una gresca
Con los infantiles gritos
De mis locas pequeñuelas :
Una especie de arrebato
Por cojerlas, por cojerlas.
Alcanzando solo en suma
Destrozar lo que verdea
Muí húmedo y oloroso :
Las ramas de Yerba — buena.
III.
TRISTEZAS.
En el patio de mi ca.sa
Oyendo tocar la queda
Un dos de Noviembre triste '
Mi pobre familia reza.
Como doblan las campanas
Con una voz plañidera;
Como la brisa marina
En vez de pasar riltiieña
Va sacudiendo en la sombra
Losarbolillosque encuentra ;
Como al hundirse la tarde
Se ciñó de gasas negras
Contrastando con la tumbri
Del sol mui amarillenta:
Parece que á la redonda
En la llanura y Ij sierra,
O hai fantasmas invisibles,
O pobres almas que penan;
Y en el patio de mi casa
A tal hora triste reina
Un silencio parecido
Al que vaga en una iglesia
Üin culto, altar, ni perfumes
Bajo el terror fie la guerra ;
Buscaba yo una palabra
Que en tal momento pudiera
Disipar de la familia
Las pavorosas ideas.
Cuando á su madre arrimándose
Pálida Inés, «.lijo trémula :
— "Madre, ¿por qué con nosotros
Xo está rezando mi abuela?
La madre exhaló un gemido
De una angustia tan inmensa,
Que hasta Incs, la simplecilla.
Lloró, }• lloraron con ella,
^ De hinojos sus dos hermanas.
Pidiendo á Dios por la abuela
Lejos de la dulce patria
lili tris/e destierro unierta.
IX.
LA TUMBA.
Desde el patio de ¡ni casa
Masta una tumba modesta
Con algo cargan mis hijas
En pafíizuclos de seda
¡ líien haya el santo propósito
De la niás ¡lura inoci^ncia !
Que eso cjuc ocultan de tarde
Y mis pobres hijas llevan.
Camino del, campo-santo.
Sobre una turnea modesta,
Son las verdes y olorosas
Ramitas de Yerba-buen.a.
Así en silencio trabajan
Las laboriosas abejas,
Y asi mis hijas la tumba
lian puesto de tal manera,
Que las palomas se iiasan
Allí cantando la siesta.
.Cuando las gentes piadosas
Divisan como verdea
La tumba de las palomas
P.orque así la llaman ellas,
Diccri : "bendita la anciana
"Que tuvo unas tales nieta.s,
"V más benditas las niñas
"Que tiivicnm tal abuela,"
¿ Lo veis, liijas? Tan hermosa
Es la piedad, que la vuestra
Os cubre de bendiciones, •
Aunque lleve por ofrenda <|Bp
.Sobre una sencilla tumba'
Ramitas de yri-ba-bnena,
128
POESÍAS FILOSÓFICAS.
HIMNO EPITAUMÍCO.
Escrito para Ignacio Palza.
NO en esa estancia penetréis divina ;
Sobre el ara de aromas
Pálida de pasión lle\'ó F2ricina
Sus risueñas palomas. ,
Atrás ! ¿ No veis que hasta el dorado plinto
Cae. el flotante \'elo?
La diosa ha descendido á esc recinto
En un ra\'o del ciclo.
Velad tanto esplendor, oculte Apolo
La luz de sus mañanas ;
Que ala estancia nupcial penetren solo
Las flores por ^ralanas.
La Madre del Amor desciñe estrecho
El ceñidor de oro,
Roja la boca y palpitante el pecho
Del oculto tesoro.
Suelte temblando, al seductor desvío,
La crencha perfumada....
; Cuan divina estarás, rosa de Chío
Así medio velada !
Fortunado amador, la diosa esbelta
Ya besa al dulce niño ;
Mirad como el rapaz sonriendo suelta
.Su túnica de armiño.
Silencio ! Ni un suspiro en el imperio
De los castos amores.
No temáis que una flor rompa el misterio,
Que mudas son las flores.
MANDANDO DE REGALO UN DIJE DE CORAL
NO es celuloide, es coral
Que el buzo atrevido j^esca
Como el ámbar en el Báltico,
Como en Cubariua las perlas.
En un tiempo la ignorancia.
Afirmó más de setenta
Mil disparates do ;í folio.
Del coral hablando á cic^'as.
Entre lo mucho que dijo
Del coral, dijo c|ue era
Un vegetal rubicundo
De las marinas arenas.
Le dio poder sobre el liombi-c
I'Ln simpatías secretas,
Afirmando á grito herido
Que el coral era una piedra.
¡ Cuántos misterios tenia
Esa italiana riqueza
Y propiedades ocultas
Para consolar las penas!
Todas cosas imposibles
Por torpes y milagreras,
Por invenciones del vulgo.
Por ignorantes }• necias.
Hoi el coral, según dice
Mui atufada la ciencia.
Es de un mundo de animálculos
Las concreciones inmensas.
¡ Eh ! mi amigo sin nifis
Sea el coral jo que sea.
ch;
Salvando mi voto al cabo
Tras mi ignorancia poética;
Le remito de corales
Ese dije, como muestra
De quien agradece mucho
Su muclia benevolencia.
Guardado estaba por rojo
En una oculta gabeta
Desde que entró por mí casa
La musa de toca.s negras.
Y rejistrando rincones
Ayer tarde di con ella.
Honre pues esa nonada
Es decir, mi amigo, acéptela.
Pero le advierto de plano
Que el tal dije es una prenda
Más frájil que el alfeñique,
Ó enamorada doncella.
Si con su buena memoria
Del gran Cervantes recuerda. ,
Aquel nene apellidado
El licenciado \-idriera ;
Ello del dije sciisili/f
Le dará cabal idea,
Pero aun es más. por desgracia,
Quebradiza esa cadena.
Con todo, como memoria,
T^or frájil que el dije sea.
Consérvelo hasta que torne
A su inolvidable tierra,
poesías filosóficas,
129
A LA SEÑORA ANA TELIO DE GUTIÉRREZ COLL.
En su dia, ausente su esposo.
SI el magnetismo es vcrd;ul.
Un alma en el Norte ahora
Está diciendo, señora :
'■\'oi á salvar el abismo
De la oscura inmensidad
En alas del magnetismo."
De vuestro hogar el recinto
Adornad, pues, presurosa,
Que amando tanto á su esposa,
Corona de amor y palma,
A verla vendrá Jacinto
En espíritu y en alma.
Dicen que todo lo allana
La ciencia. Creo mejor
Oue más allana el amor
Cuando da fe la memoria
De haber llamado al bien, A>//r,
Y h;illar en .I/m la gloria.
Flores, esencias, perfumes
Vuestro hogar tenga este dia
Como cielo de alegría ;
Para mí siempre es galana
La virtud. Qué! ¿No presumes
Que hoi mi amigo piensa en Ana'
¡ He aquí, señora, mi ofrenda!
Cuanto brille )' cuanto vive
En mi ser, que á Dios concibe.
Os ofrece en dulce calma
. La amistad. — ¿No es buena prenda
La sincera voz del alma?
A LA MISMA SEÑORA.
SEÑORA, el cielo es testigo i
Que hoi, pen.sandn en vuestro anhelo,
Pregunté mui triste al cielo: '
"¿Porqué no ha vuelto el amigo?"
Y el cielo donde se junta
Mi \oz cun vuestra plegaria,
Dijo á una flor solitaria:
"Responde tú á esa pregunta."
La flor era una violeta
Viviendo de la esperanza.
¡ Cuánta dulce semejanza
Con la esposa del poeta !
' — "Cuando de la patria en nombre
Cumple sagrados deberes
Vuestro amigo, como quieres
Que á su deber falte el hombre?
Muí pronto el año su urdiembre
Habrá tejido risueño
Y á este jardin caraqueño
Vendr;í el amigo en Diciembre.
Así de perfumes llena
La flor habló encantadora :
Y yo os lo digo, señora,
Como una noticia buena.
En este dia en que pura
A-tanto una flor se atreve, •
La esposa alegrarse debe
Con la esperanza futura.
¡ Atrás cuidados prolijos !
Yo sé que Jacinto diera
Hoi su vida toda entera
Por bendecir á sus hijos.
Y, pues, os concede ahora
Vida el cielo tan serena.
Recibid mi enhorabuena
En vuestro natal, señora,
26 de Julio de 1876.
17
130
POESÍAS FILOSÓFICAS.
TUS OJOS.
Ojos claros, serenos, A
y» Qiw así me miráis, mir-admij íil menos
Gi/TiERHEK DE Cetina.
PARA comparar tus ojos
Llenos de melancolía,
lie invocado, vida mia,
La risueña inspiración,
Yo vi el cielo de la tarde
y me dije :-"así son ellos" ....
Mentira ! tus ojos bellos
Más bellos que el cielo son.
UVano con mis cantares
Luz de la gloria que anhelo,
La voz de un manso arroyuelo
Imité, nifta, por tí.
Tú me escucliabasi.
01), tri.ste
Brillaron tus dulces ojos,
Y yo, postrado de hinojos,
Mtii pobre mi ofrenda vi.
Tiemblo, niña, si lloiando
En honda pena suspiras ;
Si airada, niña, me miras,
Tiemblo, cuitado, también ;
De algún misterioso filtro,
Niña, tus ojos van llenos. . . .
Hermosa de ojos serenos,
r Quién te ha dado el filtro, quién ?
El amor? Mal ha}a el niño,
Q\ic quiso de luego á luego
Á\7frr loco y vivir cit-go
Volando de flor en flor.
Ha tiempo sontos contrarios,
Pero, á pesar de su venda.
Ai ! no e.s igual la contienda ....
¡ Mal haya, niña, el amor !
Tus ojos no son azules
Como las aguas marinas.
Ni pardos cual las neblinas
De la noche tropical.
No son negros ; pero brillan
Tus ojos, maracaibera,
Más que el sol de primavera
En un globo de cristal.
Cuando me sirven de espejos
Tus apacibles pupilas, '
Esas miradas tranquilas
No puedo en tí comprender;
Ellas conmueven, profundas.
Del alma el libre albedrío. . . .
¿ Serán de un ángel, bien mió ?
Ojalá ! . . . . son de muger.
EN LA TUMBA DE Mí Hí JO MANUEL
ÁNGEL lo quiso Dios y alzó su vuelo ;
No preguntéis por el dolor del hombre
Cuando hai dolores que no tienen nombre,
Por más que un ángel se remonte al cielo.
LA RAMILLETERA.
RAMILLETERA de estos alco-es,
Siempre vendiendo llenos de cintas.
De cintas verdes ramos de flores ;
Si ya vendiendo
Te siguen siempre los ruiseñores,
No es por las flores de gayas pintas,
Sí por el seno do van las cintas.
Del huertecito de los manzanos-
Dicen que quieres, ramilletera.
Los olorosos lirios enanos,
¿ Por qué los quieres
Cuando no hai lirios como tus manos
No por la fama, que es volandera.
Sí por ser lindas, ramilletera? .
Tienen tal magia tus ojos pardos
Que al Dios con venda sobre los ojos,
Entre verbenas, mirtos y nardos
Guardó su venda,
Rompió la aljaba, rompió los dardos,
Queriendo solo que en sus enojos
Sirvan los dardos que hai en tus ojos.
Como andas siempre por los resales,
Y esas tus trenzas son hebras de oro,
POESÍAS FILOSÓFICAS.
131
Dicen no hai otras trenzas iguales,
Porque en tus trenzas,
A los suspiros primaverales.
Van ocultando como un tesoro
Las mariposas su polvo de oro.
Según repiten las zagalejas
Por las encinas de boca en boca,
Mientras dormías so las añejas
Altas encinas,
Posó en tus labios tropel de abejas,
Y al despertarte la turba loca
Panal de Hibla llamó tu boca.
¿Qué más? El dia que en las junqueras
Cojiendo flores, quedó tu talle
Preso entre juncos y enredaderas
Llenas de flores.
Se dijo á gritos en las praderas,
Que entre los juncos del hondo valle
No hai junco verde como tu talle.
No, pues, te engrías, dulce paloma,
\endiendo incauta tus ramilletes.
Es que no hai flores de tanto aroma.
Como la incauta,
Que baja al valle, sube á la loma,
Dejando toquen sus brazaletes,
Mientras le compran sus ramilletes.
CON MOTIVO D£ LA íNAÜCxURACÍOH
Del Templo Masónico.
T K I U N y A la razón )• vuela . . . .
Y del pueblo para ejem])Io
Alza, edifica este temphi
Honra y prez de Venezuela.
Y en espíritu y verdad
Adora en él reverente,
La \oz de la zarza ardiente.
Al Dios de la inmensidatl.
y\qui el hombre en grave calma
Puede a la suprema esencia
Culto dar en su conciencia.
Que es templo también del alma.
Y en los errores humanos
.Salvando el linde jirofund'j,
Decir alto puede al mundo:
¡ Todos somos aquí hermanos !
,\si esparciéndose van
Las luces del sol serenas ;
\'.¡ semillas tan buenas
.'-•ienihiM en los pueblos (iuzman.
Y no importa al patriotismo
De la ignorancia el reproche :
La ignorancia ! Es sombra! Es noche !
Que se ]>ierde en el abismo. . . .
Como de' (juzman el nombre
Nuestra gloria significa.
Este templo tal explica
La independencia del hombre.
Abril 29 de 1876.
LA FLOR DEL SUSPIRO.
En m álbum,
EN los. pensile^^ del ciclo
Columpia el viento una flur,
Que llaman aquí en el suelo,
Tal vez por dicha )• consuelo,
Primer suspiro de amor.
l'Mor extrailay delicada
De pureza sin igual.
Siempre se mira bañada
Por el llanto de una fada,
Por la brisa matinal.
Siempre al nacer de la aurora
En praderas de jazmín
Risueña su cá iz dora ;
Después la cubre, señora,
El ala de un serafín.
Así la flor peregrina
Brilla en el místico Edén,
Hasta ciue adorna divina
De pura y mortal ondina,
La tersa nevada sien.
132
poesías filosóficas.
II
En una estancia radiosa
Se escucha un ¡ ai ! funeral,
Porque una virgen graciosa
Prendió en su frente de rosa
La flor bendita y fatal.
Ai ! ¡ pobre virgen terrena
Que por curiosa y mujer,
O por aliviar su pena
Con una flor se enagena
En fantástico placer !
Su destino acá en el suelo
Será por cierto sufrir
Desencanto y desconsuelo. . . .
"Que á darnos no alcanza el cielo
Más placer que el de morir."
Y con la voz suplicante
Del continuo padecer,
Demandará ¡ Pobre amante !
A su estrella agonizante
Sus creencias de mujer.
Y triste y desfalleciente
A impulso de un cruel dolor
Que dentro del pecho siente,
Suspiro lanzará ardiente,
"Primer suspiro de amor."
iir
El cielo guarde, señora,
Tu prístina sencillez,
Tu sencillez que atesora
Esa virtud seductora,
Herencia de la niñez.
El ángel de la inocencia,
Embriague tu corazón
Con la celestial esencia.
Que conserva tu existencia
En su virgen ilusión.
Oh ! guarda siempre, señora.
Tu sencillez virginal.
Tu sencillez que atesora
Esa virtud seductora
De un cjuerubin celestial.
METAMORFOSIS.
En el nacimiento de Alice.
ENTRE nardos y lirios de manchas rojas
Triscaba como un niño rubia pastora.
íbasc ufana.
Cual reflejo de púrpura que anuncia el alba.
Como las luces célicas de gayas fimbrias
Bajo de nubes negras palidecían :
Como los mares
El sol ya estaba oculto y era de tarde ;
La rubia pastorcilla, con el silencio.
Se quedó pensativa mirando al cielo :
Y era que nunca
Visto habia en el prado salir la luna.
Aquella luz espléndida gustóle tanto
Alumbrando palmeres, fuentes y prados,
i Que el pié detiene
Para mejor mirarla cabe una fuente.
Sobre las claras ondas la luna estaba
En faz de misteriosa, visión fantástica :
Allí se via
Muí tembladora y triste, mui amarilla.
No bien sobre la linfa se inclina leda,
Y más y más se admira la zagaleja.
Cuando una rosa
Cayendo, de la luna la visión borra.
Y fué que con sus alas el blando céfiro
Que por allí pasaba ruidos mintiendo,
Besó la reina,
Que cayó sobre el agua de dicha trémula.
— "Acórreme pastora, que ves la fuente.
Si mi seno se moja mi dicha muere :
Sálvame, sálvame,
No por hermosa y reina, porque sol madre."
Así, en medio á las aguas la (lor murmura
Poniéndose tan pálida como la luna —
¿Quién no comprende
El dolor de una madre que amando muere 'i
Mientras tanto la sombra nocturna vaga
Como impalpable toca de algún fantasma;
Y fué una nube
Que apagó de los cielos todas las luces.
Por eso la pastora llena de susto
A la cuitada rosa busca en lo oscuro :
Hallóla al cabo
Con el último aliento sobrenadando.
Como paloma casta guarece y cubre,
Extendiendo sus alas, la prole implumc ,
Así reanima
A la rosa en su seno la pastorcilla.
POESÍAS FILOSÓFICAS.
loo
I Misterio de las flores raro y oculto '
Que no comprende el hombre lleno de orgullo!
La rosa náufraga
Guardaba allí en sus hojas una crisálida.
Oid, que es el prodigio de los misterios:
j El milagro magnifico del sentimiento !
Si, puede tanto
En los pechos sensibles, que hace milagros.
Por eso al ver la angustia de aquella reina,
• Su agonía profunda, la doble pena
De esposa y madre
Que tumba con su muerte para dos abre ;
Al contemplar el duelo de la pastora.
Que en su púdico seno pone la rosa,
Y la auxilia,
Y con la voz de su alma vuelve á la vitia ;
El cielo se sonríe, brilla la luna :
Y tos genios permiten se haga fecunda.
Para su. gloria,
La espirante crisálida que está en la rosa.
¡ Magnífico milagro del sentimiento !
Por no visto fantástico de amor espléndido ;
¡ l'ué maravilla !
De la rosa al instante saltó una niña.
Miradla, ¡es un prodijio! como las hadas,
Sobre nardos y lirios la niña danza ;
Revolotea
Como las mariposas en primavera.
De sus urnas de perlas salen las silfides
Para ver las cadencias que forma Alice ;
Sí, que ella misma
Es la frágil crisálida cambiada en niña.
Mariposa encantada de mil colores,
Mis ojos no se engañan, bien te conocen ;
Si otros te aplauden,
Yo, que sé de do vienes, bendigo á un ángel.
" Abril lí de 1861.
A LA SEÑORITA BARBARA FERNANDEZ.
Que tuvo la amabilidad d'i dedicarme unos versos.
SINTIENDO el amargo duelo
De un misterioso dolor.
Pobre avecilla del cielo.
Volé buscando el consueln
Desuna sonrisa de aninr.
Dejé mi mansa laguna
Donde cuitado veía
El resplandor de la luna.
Más triste que la fortuna
Que me persigue sombría.
Echando al mar mi barquiUa
Dije en mi amargo c[uebranto.
Yo buscaré una avecilla
Lejos de mi patria orill.i
Que cante como \o canlu.
Vino la noche, el marino
Pálido, triste y sin voz
Naufragaba en su camino.
Y confiaba su destino
A la mirada de Dios.
Diosle salvo ; la tormenta
De su seno, turbulenta.
Le arrojó sobre esta pla>a.
Donde una ninía se óslenla
Con las canciones (|ue ensaya.
Cuando su voz escuchaba
Alegre, pura y sencill.i.
Mi corazón palpitaba
Y al cielo !e preguntaba
; .Ai, si será mi avecilla?
\'o no lo sé, ni tampoco
Lo sabes tú, poetisa,
<i)uc á orillas del Orinoco
; Vive el cielo ! que es un loco
Quien lo oculto pi'oíetiza.
Yo no lo sé, solo alcanza
Pobre el corazón inerte.
Que hay guardada una esperanza,
l'ara el que triste se lanza
Buscando m;is didce suerte,
(iracias, amable cantora.
Por tu agradable cantiga,
.Si no eres mi o^v coiorn ,
Te puedo dar en buen hora
El dulce nombre de amiga.
I Riberas del üi'inoco, Seticnibrc 35 de 54.
134
POESÍAS FILOSÓFICAS.
A LA SEÑORITA E
CUANDO mi pecho te adora.
Verte inclinada en el suelo!
¡ Tú de rodillas, señora !
¡ Tú que mereces un cielo
Con su luna y con su aurora !
Tú llorando .... no .... mi lira
Llorado también hubiera,
Y hoy dulcemente suspira. . . .
Que en niña tan hechicera
Decir que llora, es mentira.
Nunca tan bella y divina
Llena de pompa lloró
La pura flor campesina,
Nunca, niña, se inclinó,
Por un- ave peregrina.
La que tiene mil cantores,
¿ Cómo volverse á mirar
A un ave con sus dolores.
Que no es digna de cantar
A la reina de las flores?
¿ Acaso por complacencia
Quieres con dulce ilusión
Embellecer mi existencia?
¿Acaso por compasión
Te pesa, niña, mi ausencia?
Tú de rodillas llorando,
Mentira, no puede ser.
Que ó estoy, señora, soñando
O no alcanzo á comprender
Porqué te inclinas rogando.
Tú debes mandar, señora,
Por apuesta y por divina;
Manda al mortal que te adora,
Como el ave campesina ,
Ama la luz de la aurora.
LOS CUADROS DEL SEÑOR .KELLER
Soenos y lágriraas.
CUANTO la vida en sus ensueños dora.
Quimeras, ilusiones, alegría;
Cuanto forja la rica fantasía
Con la espléndida luz que le devora ;
La antigua Grecia con su bella P'lora,
El rubio oriente al despuntar el dia,
Y el manto de zafiro y pedrería
En los azules cielos de la aurora ;
Todo se anima con el arte tanto,
Alli en la escena, que parece cuento
El misterioso y fugitivo encanto ....
Mas habla el corazón, y el sentimiento,
Pulsación de la vida, inspira al hombre. . . .
¿Qué pasa? ¿qué sucede.' — Es una historia
Que guarda la memoria
Pavorosa, terrífica, sin nombi"e . . . .
¡ Allí aparece un Dios crucificado !
Alli también está cuanto he llorado '.
PARA EL ÁLBUM
DE lA SEÑORITA ELENA HAHM.
A petición de mi araigo y cofrade el Señor Manuel María Berraúdex.
AL mar ! Me vuelvo á las olas !^
Ya te dejo tierra in . . . .diana ;
Partiré con mi tartana
Cubierta de banderolas.
Pensemos! La cosa es grave !
Se va Elena para Europa....
Mientras yo ! . . . . Lista mi tropa !
; En rumbo ! : Y caza esa nave !
.Sí, ¡ vive Dios ! es preciso
Que alguno á seguir se atreva
A ese vapor que se lleva
Las flores del paraíso. . (■'■')
Castiga ¡ oh mar ! Los que aleves
Surcan tu abismo de plata ....
Ese vapor es pirata,
Y tú tragártelo debes.
Y
[*] Nombre do
hmiiliii Hahm.
una deliciosa esLancia de la
POESÍAS FILOSÓFICAS,
135
Mas, no ! perdón ! Tu onda amarga
I.ucir sus grímpolas vea.
Por más pirata que él sea
lJe\a una carga. . . .¡ qué carga ! •
Para cuidar sin reserva
Ese tesoro de amor.
Con el pirata vapor
Á'tivi\¡^arí' de conserva.
¡ Leva, pues, tartana rn¡.t!
Adiós, amigos, adiós I
Me voi del tesoro en pos
Cruzando la mar bra\"ía.
ir.
¡ Vano alarde, dulce niña.
Ante la \ erdad traidora !
Tú te vas y por ti llora
La palma de esta cam[)ifla.
Tú te vas y por tí dejan
Triste rumor en el aire,
Los airecillos del Guairo
One suspiran )• se quejan.
Tú te vas y por tí pierde
Su fimbria de oro el celaje,
Sus sonrisas el paisaje
Y el monte su manto verde.
Tú te vas y en mis querellas,
Sin conocerte, te lloro ;
Ya se vé yo siempre adoro
La luz. el sol, las esti'ellas.
Que jamás, nifia, te abrumen
Estas lágrimas ; — son gaje
De un voto por tu buen viaje
Que al ciclo levanta el numen.
de Julio de 1S77.
A Mí DíSTíNGUmO AMIGO
Jacinto Gutiérrez CoII, en el dia de su esposa.
DE los perfumes que tengo
Muy ocultos en el alma,
Porque no á todos los hombres
Estos perfumes agradan.
Ofrezco á tu dulce esposa,
Con mis sinceras palabras,
Una roja florecilla
Llena de aquella fragancia.
Yo sé que en tu hogar tranquilo
El sol espléndido de i-ina.
Alumbra tu pensamiento
Con la fe de la esperanza.
Pero mi flor aunque pobre
No avergonzará tu estancia,
Que no hay flor del sentimiento
.Sin el esplendor de santa.
1874.
EN EL ÁLBUM
De la señora Esther P. Snárez,
EN el nombre de una amiga
Solo me atrevo, señora,
A preludiar mi cantiga,
Hoy que el pesar me devora,
Hoy que el dolor me fatiga.
Hoy que en horrible toimciiln
El cuitado corazón
Consume en afán violento
La sublime inspiración.
La savia del sentimiento.
May en la vida, señora,
Tan tristísimos momentos.
Que el hombre cual niño llora,
Y vierte en tristes acentos
El pesar que le devora.
Y si en amargura tanta
El hombre cantar pretende.
Con su misma voz se espanta,
Porque su voz no se entiende
Comprimida en su garganta.
Allá cuando Dios quería,
Rajo un .sueña encantador
Yo gozaba y sonreía ....
l'"ueron los tiempos de amor
De mi juventud sombría.
Hoy el destino ha cambiado
Y en vez de la luz serena
De aquel ensueño encantado,
El destino me encadena
A\'ivir desesperado.
13f
oD
POESÍAS FILOSÓFICAS,
Cuando líi tormenta oscura
]-5ramadel mar en la orilla.
Calla el av"e en la espesura,
La flor del jardín no brilla
Ni el
Dnto aleare murmura.
Señora, vos sois sensible
Y comprendéis mi dolor ;
No me pidáis lo imposible
Cantar sin dicha ni amor
Es un tormento insufrible.
Allá cuando Dios quería
Bajo un sueño encantador,
Es verdad que sonreía ;
Ese tiempo fué de amor ■
Ue esperanza y poesía.
Hoy el destino, ha canibiado
Y en vez de la luz serena
De aquel ensueño encantado,
El destino me encadena
Y muerp desesperado.
A LA NIÑA.
Juguete.
NIÑA hermosa
La trigueña
Caraqueña
Linda flor,
¿Quién pudiera
Suplicante
Ser tu amante
Pescador?
Ven á bordo,
Dulce niña,
La campiña
De azahar
Nada vale,
¡ Vive el cielo !
Junto al velo
De la mar.
Por tus aves
De colores, ,
Por las flores
Del pensil,
Olas tengo.
Leves tules.
Más, azules
Que el añil.
Cuando arrastre
La corriente
La simiente
Del maizal,
Verás cómo
Se alborota
La paviota
Tropical.
Tengo brisas
Jemidoras,
Tengo auroras
Sin igual :
Y batiendo
Las espum;!--;.
Tengo pl lunas
De coral.
Corre, niña,
Mi tartana
Luce ufana
Su pendón.'
Ven á bordo.
Caraqueña,
Que es risueña
La estación.
Tú no has visto
Los dorados.
Argentados
Con el sol ;
Ni un pesquero
Purpurino,
Ni el marino
Caracol.
De mi lago
Por la siesta
Con tu cesta
De abedul.
Buscaremos
En el agua
La piragua
Del Gandul.
Comprarásle
Sus juguetes
Y copetes
De paují.
Rudo adorno.
Pobre gaje,
Que el salvaje
Vende aquí.
Si otras tierras,
Niña, estimas
Otros -climas
'i"ú verás,
Y el mugiento
Mar de Europa
Viento en popa
Cru?arás.
POESÍAS FILOSÓFICAS.
137
Que camino
Nunca pierde
Por la verde
Soledad,
Mi tartana
Más velera,
Que la fiera
Tempestad.
Hasta el polo
Subiremos :
Bien podemos
Ir los dos,
Deja, deja
Tu campiña
Vente, niña,
Dile adiós.
Maracaibo, Junio de 1852'
EL AVE Y LA FLOR.
SOBRE la espuma marina
íbase hermosa y serena
La amapola campesina,
A tiempo que peregrina.
Una avecilla morena
Contra el viento
Que soplaba,
Temerosa atravesaba
El encrespado elemento.
Nunca vieron las espumas.
Viajera de más donaire ;
Ni el aire miró en sus brumas,
Un ave de aquellas plumas
V-olando asi por el aire-
Los viajeros
Se miraron,
Y á platicar empezaron
Como amigos compañeros.
FLOR-¿Por qué vas sola, avecilla?
A\'K — Porque he perdido mi amor
A manos de un cazador
Allá en mi natal orilla.
—Y sigues?
— Mi triste suerte.
— Sin esperanza?
— Ninguna.
—Avecilla sin fortuna,
Tú vas buscando la muerte.
-Es verdad !
-Bien lo sabia!
-Tú?
-Si
• — Cómo?
— Por el viento,
Que me contó en hondo ^icento
Tu amarga melancolía.
— ¡Ai ! P'ué el adiós que en mi duelo
Al bosque le di cantando.
—¡Infeliz....!
Muclio !
— Llorando
Me tienes, ave del cielo.
— Eso es piedad?
— Puede ser.,..!
— Te compadeces de mí ?
— Siempre compasión sentí ;
Siempre llora una mujer.
—Ai ! flor, si tu llanto fuera ....
Mas .... me olvido . . . . ! Adiós, amiga I
— Te vas?
— Me cansa y fatiga
El viento de la ribera.
— Tente, avecilla cuitada!
— Qué quieres? .
— Darte, amorosa,
Mi seno de nieve y rosa,
Mi corola perfumada.
—Oh dicha!
— Mira que avanza
El sol, y la sombra viene.
— La noche sombras no tiene
Con la luz de la esperanza.
— \'cn, pues, reposa.
— Oh, suprema
Bondad. . . .!
— I Te aplace mi abrigo ?
— Todo me aplace contigo. . . .
Rema, florecilla, rema.
Al instante la amapola,
Pálida como la espuma
Que levanta ola tras ola,
Estremece su corola
Y el fresco ambiente perfuma.
Después. . . . sus hojas de fuego
Abrió temblando la flor,
Y el ave posóse luego. . . .
— "Mucho puede un blando ruego,
Si el blando ruego es de amor."
18
138
POESÍAS FILOSÓFICAS.
BRINDIS ÍMPROVÍSADO,
En el matriraonío del señor José María Baquero.
TIENE tal poder Ciipido-Y están terco f
y pertinaz — Que hace volar de su nido — A una |
paloma torcaz — Pero no! Ea musa mia — Que
en serio las cosas toma — Canta que José María
■ — Hurtado se ha la paloma.
No es buena gracia á mi juicio,
Ser baquero, sí sefior,
Y luego cambiar de oficio
Y meterse á cazador.
Si á remediar esta traza,
Ningim remedio presumes,
Baquero, ten la torcaza
Como un dije entre perfunics.
Como el cuento que recita
Ea nifiez según es le)'.
Mantenía mui sentadita
Eabrando paños del rey,
Nada de aquel yo lo pido,
Yo lo mando, yo lo quiero :
Haz que no piense en su nido
La torcaza de Raquero.
Hai un remedio encantado
Para ser feliz al vuelo,
Nada de celos. Hurtado,
Amelia, ni un solo celo.
Con este remedio solo
El uno del otro en pos,
Irse podrán hasta el polo
Y al fin volar hasta Dios.
Ea ! el amor aconseja
Brindar con cerveza ó vino.
Por la dichosa pareja
Que hoi empieza su camino.
A LA NíMA DE J. D£ J. V.
¡QUIÉN tuviera el dulce acento
Del mirlo y del r\iisenor,
Quién la quejumbre del siento,
O la querella de amor
Delave del siiírimiento.
¡Quién, al tranquilo embeleso
De la tarde silenciosa,
Pudiera dar con exceso
I 'na cantiga amorosa
Por tu castísimo beso.
Ai!
niña bella,
,.,...; ni aun asi.
Con mi carillo podría.
Ni con mi dulce querella,.
Cambiar tu estrella sombría
En pura }• luciente estrella,
Linda violeta nacida
Para lucir en el ciclo.
Lloras y esperas, mi vida.
De un padre ausente el consuelo
Y el beso de ¿/íV/ venid a.
Lloras }' espci"as la auroi-a
De tu esperanza risueña :
Que la niñez atesora
Una esperanza, si sueña,
[Jn lindo sueño, si llora.
No llores así, bien mío,
Calma til llanto inocente;
Porque suele el hado impío
Con el que más llora }■ siente
Ensayar su poderío.
Deja que calme la tormenta ruda
Ouc triste amaga nuestra débil frente.
Deja que el pecho conmovido aliente
Una esperanza, un porvenir mejor.
Sin ese llanto que tu faz empaña
Déjame, niña contemplarte bella.
Como la suave )' matutina estrella,
Cual del jacinto la grillante flor. *
Deja que al brillo de la blanca luna,
Y al soplo de la brisa perfumada
Te mire, cielo mió, como' el hada
De mi mansa laguna de zafir ;
Como los sueños de mi triste infancia,
Como el arcángel del Edén ]Derdido,
Cual la paloma en el oculto nido
Deja amorosa su canción oir.
y\sí las brisas de la tarde opaca
l'"austas soplando en la natal orilla
Impelan suavemente tu barquilla
Por el revuelto y tempestuoso mar.
Así te mire compasivo el cielo,
Y alegre la fortuna te sonría,
Y te cante el poeta, vida mía,
Y calme tu congoja )• tu pesar.
MruMcaibo, Agosto 20 de ^849,
POESÍAS FILOSÓFICAS,
139
EN UN ÁLBUM.
A Petronila.
,\ mí Uuiibicn, cantora peregrina,
De la uriciital}' bella Cununiii,
Su misteriosa inspiración divina
El genio de la lu/. me prestará.
Y yo del arpa buscaré sonora
Las dulces armonías del amor;
Y por cantarte, ahogaré, sei"lora.
El llanto que me arranca nii dolor.
< >h ! nunca, nunca el dolorido acento
Del marino sin paz ni porvenir,
Turbará despiaclado tu contento. . . .
Callando moriré : )o se sufrir.
Nunca, señora, mi dolor profundo
Implorará tu dulce compasión,
Morirá mi suspiro gemebundo
En las alas del triste corazón.
Si, morirá, que cuando crudo \- fiero
Acá en mi pecho comprendí el pesar,
En su dolor el ])obre marinero
Señora ; lo diré ? juró callar.
Poetisa venturosa
La de los labios de rosa
De la oriental Cumaná,
I'ara tí dulces cantares,
A orillas del Manzanares
El arpa me inspirará.
Un tiempo allá en la ribcia
De mi laguna hechicera,
Soñé con dulce ilusión,
Que un cjuerubin de los cielos
Endulzaba los desvelos
De mi ardiente ccn-az.on.
De entonces la patria orilla
Dejo mi frájil barquilla
l'or los peligros"*del mar :
De entonces busco risueño
El querubín de mi sueño
(Uic me vencía á consolar.
Sabe
divina canttira.
Donde misterio.so moia
lísc querub del placer?
¿l\o lo has visto, vir^oi jiuia,
ICii una bella figura.
En figura de mujer?
'1 li no has \islti en la CLirrienlc
De alguna límpida fuente
i\Ii soñado queiubin?
Si lo has \isto. poetisa,
Bien lo dic"e la sonrisa
De tus labios de carmín.
Dime, ¿ su Cíindidü cuello
No es, poetisa, muí bello?
Su mirar fascinador
Como la dicha ilusoria,
c No pronostica la gloria
Y los delirios de amor?
Tú lo sabes, poetisa,
Bien lo dice la sonrisa
J)e tus labios de coral ;
Til le vistes inocente
(.Liando inclinaste la frente
lüi el lurqjido cristal.
Oh ! si vuelves algún tlia
A verle por dicha mia.
Cantora, le has de decii-
Que su semblante divino
Consuela al triste marino
En su ;ingustioso sufrir.
Poetisa venturosa,
Que conoces amorosa
^^ soñado t|uerubin,
1 Dile, por Dios, poetisa,
Que.es mui- bella su sonrisa
I Y su boca de carmín.
y Bahiade Cunian.i á 26 de Noviembre de 1847.
£L Limo NOCTURNO Y LA PALMA.
I.
MKIO-EN esta blanda ribera.
Que el césped mullido alíonibia,
Ver, palma, la luz quisiera,
Si me prestaras tu sombra.
I'.\1,.M.\-Mi sombra ! Pues qué ¿tu broche
, No se abre al puro arrebol ?
— Palmera, nací en la noche,
Y yo nunca he visto el sol.
— ¿ Nc) lo has visto ?
— \o, en verdad.
y\\ \ ida i;s luto y martirio.
Hijo de la oscuridatl,
Quién eres, pues,?
— Soy un lirio.
Nací en la noche serena
( )rillas de esta laguna :
Mi madi'e fué una azucena.
Mi padre un rayo de luna^
140
POESÍAS FILOSÓFICAS.
Cuando mis hojas brillaron
A sus tristes resplandores,
Genios y brisas besaron
Mis estambres tembladores.
Desde entonces la inocencia
Huyó de mí ... .
— Negra insidia.
— Palma, agostaron mi esencia
Por orgullo y por envidia ;
Y antes que tifiera el vago
Color del celaje diurno.
Dijeron en todo el lago
Que yo era el lirio nocturno.
— ; Pobre flor, á quien abona
Pesar tan triste y profundo . . . . !
Si el mundo, flor, te abandona ;
Tras la injusticia del mundo,
Yo sabré calmar tu anhelo :
Oculta en la sombra mia.
Verás el alba del cielo
A la vislumbre del dia.
t
— Ai ! palma, por tal favor.
Yo puedo en la noche oscura. . . .
— Solo quiero, pobre flor.
Ver el sol de tu ventura.
II,
Eran las horas divinas
En que cantan los pastores
Sus malogrados amores
Y sus dichas campesinas.
Brillaba el lago sonoro,
A los primeros celajes,
Como una randa de encajes
Con hilos de plata y oro.
Por ver la dicha que pierde.
Llorando el mundano insulto.
Un lirio reposa oculto
Al pié de una palma verde.
Y como se iba mostrando
El cielo con tintas rojas.
La palma erguía sus hojas
Al pobre lirio llamando :
— Flor modesta, flor sencilla.
— Aquí estoy.
— Vuélvete á oriente.
Mira.
— ¿ Esa luz refulgente
Es el sol?
— No, florecilla.
Esa es la lumbre que alfombra
Al Cielo, no hay quien la tema.
— Palma, esa lumbre no quema?
— Flor, te he ofrecido mi sombra.
—Sí, mas advierte, palmera, .
Que te columpia, indecisa,
Con sus halagos la brisa, •
Y tú te mueves doquiera.
— Sigue mi sombra y guardarte
Sabré ahora.
— ^^Tengo miedo.
Porque seguirte no puedo,
Y hago en vano por buscarte.
— Qué dices? Sigúeme en pos.
— Imposible. . . .!
— Ten confianza.
^¡ Ai ! ¿ No ves que tu esperanza
En mí la castiga Dios?
¿ No ves que esa claridad
Me quema. . . .y estoy perdida?
^Y yo del viento mecida
Tiemblo así .... !
—Piedad....! Piedad....!
— Lirio . . . . !
■ — Sombra. . . . !
— Lo que pides
No lo alcanzo .... I ¡ Cruel momento . . .!
— La luz me abrasa. . . . !
— Oh tormento . . . . !
— Adiós. ...palma....! "No me olvides...!"
■uego,
III
¡ No me olvides" . . . . ! Triste
Que así levanta la flor
Abrasada en vivo fuego,
Como el hombre loco y ciego
Muriendo incauto de amor.
Bien lo comprendes, Elvira :
La flor,, el viento y la palma,
No son ficción, no mentira;
Es nuestra historia que mira
En' sus delirios el alma.
Como el lirio campesino
Buscaba en mi amante empeño.
Una sombra en mi camino.
Que endulzase mi destino,
Que diera vida á mi sueño.
Perdida, Elvira, la calma.
Sin esperar un consuelo,
Te vio el ángel de mi alma,
Y me dijo : "en esta palma
Hay sombra para tu duelo".
Tu sabes, Elvira mia.
Que mi estéril juventud
La cambió tu simpatía '
En ardiente lozanía,
En vigorosa virud.
Mas i ai ! Apenas diviso
Con tu amor la gloria ardiente,
Luz de mi sueño indeciso.
Que . . . . ¡ Así pasó y Dios lo quiso .
La luz abrazó mi frente.
POESÍAS FILOSÓFICAS.
141
Hoy, Elvira, si distante
Los duelos ágenos mides.
Escucha al céfiro amante,
A quien pido suplicante
Te murmure — "No me oh'ides'
¿Qué quieres, mujer ! En vano
Ansié seguirte. Tan fuerte
Es el destino y tirano,
Que ante su lúgubre arcano.
Ai ! lo mejor es la muerte.
£L SILFO.
NACÍ en la noche al misterioso duelo
De las blancas estrellas, mas ninguna
Dejó de sonreír, cuando la luna
En un rayo de luz me subió al cielo.
Siempre invisible y desceñido el velo,
Formado con las flores de mi cuna,
Rondando estol la plácida laguna
Y en las umbrías silencioso vuelo.
Hijo del aire, desplegué de armiño,
A su primer murmullo, entre la inerte
Sombra, mis alas ; arranqué á la muerte
Al borde la tumba á un pobre niño :
Y el bien en el dolor es tan fecundo,
Que hermano \- dulce madre hallé en el mundo.
AL JOVEN POETA ABÍGAÍL LOZANO.
YO he escuchado los flébiles cantares
Que revelan tu ardiente inspiración ;
Como el ruido lejano de los mares,
Como el postrer suspiro del Alción.
Y por cierto, poeta, que no alcan;:a
La mente triste á comprender de ti,
Por qué alejas del pecho la esperanza,
Por qué tu labio se querella así ?
Mi corazón á tu sensible canto
Palpita opreso con letal dolor.
Nubla mis ojos angustioso llanto
Cuando tú lloras, infeliz cantor.
Y sintiendo la cuita lastimera
Que tortura tu pecho sin cesar,
No comprendo tu historia verdadera.
Ni adivino, poeta, en tu cantar ;
Que hondo misterio tu desdicha vela,
Cual nos encubre funeral crespón,
Ese secreto que los huesos hiela
Y á cuya vista tiembla el corazón.
Que acaso viendo tu congoja estrema
Pienso que el lauro de tu joven sien.
Si es de tu nombre duradero emblema,
Es del Eterno maldición también. ¡
Oh ! si la gloria conque sueña el hombre !
Acibara las dichas del vivir; |
Si tanto cuesta conseguir un nombre,
Vale más, oh cantor! en paz morir.
Mas no, no puede ser, la gloria es bella, i
Como es bello el vivir á la niñez, y
V no tiene razón quien se querella
Al brindarle la gloria timbre y prez.
Pulsa la lira, poeta,
Del dolor y del tormento,
Y arroja tu canto- al viento
Como su aroma la flor.
Deja sentidos cantares
Que acrecientan tu tristeza,
Alza altivo la cabeza,
Canta los sueños de amor.
Ornada la sien de mirtos
Y jazmines olorosos.
Esos sueños deliciosos
Debes, poeta, cantar;
Que en la edad de los amores
Dicen mui mal en tu frente.
Una corona doliente
Y del pecho el suspirar.
Mas si tu numen altivo
Aspira á más alta gloria.
Tiene la patria una historia
De mil timbres, copia fiel:
L' na historia ¡ vive el cielo !
Que no cede á las extrañas,
Ni en valientes, ni en hazañas.
Ni en divisas de laurel.
Como el cóndor de los Andes
Ula'no en su noble intento,
Canta, cruza, corta el viento
Al mugir la tempestad ;
Tal en alas de tu numen
Alza guerreras canciones,
142
"'OESlAS FILOSÓFICAS,
Al compás de acordes sones
Y gritos de libertad.
A tu acento, mil valientes
De intachable nombradla,
A la pura luz del dia,
Verás gozosos salir.
Verás entonces, poeta,
Los que viven retirados,
Adalides y soldados
Dispuestos á combatir.
Pulsa, pues, la noble lira
A la luz del firmamento,
Como brama el ronco viento
En los peñascos del- mar.
Deja sentidas querellas
Para oscuros trovadores ;
1 [ai divisas tricolores
Que tú debes ensalzar.
Bahía de Jíarcelona, Agosto ü de 1846.
A Mí AMIGO JOSÉ A. PÉREZ BOMALDE.
BESOS Y CLÁVELES.
Recuerdos maracaiberos.
IBA la noche sus huellas
Dejando en lenta agonía,
Y el cielo resplandecía
Con sus divinas estrellas.
Formaban grato concierto
Como endechas y cantares,
La brisa entre los palmares
Y las salomas del puerto.
En medio á rumor tan vago
De vientos y barcarolas,
La sonrisa de las olas
Era una fiesta en el lago.
Bien se conoce que en calma
Viven sueños y quimeras,
En las ardientes riberas
De la patria de mi alma.
II
Brilla á lo lejos la luna
Tras un celaje de armiño,
Como la cara de un niño
Bajo el velo de la cuna.
Mas es fama que en la orilla
El marino indiferente
La vio al mostrarse en oriente
Muy triste y muy amarilla.
"Ya vienes con tu vislumbre
A marchitar, como sueles,
Mis encarnados claveles.
Astro de la pesadumbre."'
Así en voces lastimeras.
Dijo una niña, temblando,
En una estancia ocultando
Sus flores maracaiberas.
Mas con vivos resplandores
A pesar de la distancia,
La luz penetró en la estancia
Por los vidrios de colores.
Cayó un raj'O fugitivo
Sobre el infantil tesoro,
Y llenó de chispas de oro
El ramillete nativo.
Del resplandor sorprendida.
Un grito la niña lanza,
Al ver triste su esperanza
Tan pronto desvanecida ;
Que harto achaque es en las varias
Quimeras de la inocencia,
Llenar la dulce existencia
De penas imaginarias.
Pero, Mirad: como leve,
Nube de celajes rojos.
Un ángel de negros ojos
Bate sus alas de nieve.
Y hacia la niña infelice,
inclinándose al momento,
Con blando )' tranquilo acento
Sonriendo el ángel le dice ;
"Niña de la blanca toca,
Besa tus flores sin tasa,
Y se pondrán como brasa
Con el carmín de tu boca."
Y alegre por la campiña
Voló el ángel, pero luego
Se pusieron como el fuego
Los claveles de la niña.
POESÍAS FILOSÓFICAS.
143
Y fué que en dulce embeleso
Para calmar sus temores,
La niña besó sus flores.
¡ Tanto puede un casto beso !
Desde entonces conocidos
Son del Zulia en los vergeles,
Los manojos de claveles
Olorosos y encendidos.
Setiembre, 12 de 1876.
ENDECHAS,
LÁ dulce paloma
De los ojos negros
Que andaba sin sombra
Por místicos sueños ;
Llamando á los Angeles
Un dia, con ellos,
Como era paloma
Se perdió en el cielo.
¡Ai, preciosa niña.
Del hogar modesto !
Por buena )- por liija
De padres tan buenos.
Pídele á los Angeles
Que alivien su duelo,
Pues, que alegres, nifía.
Son tus compañeros.
Yo só que las arpas
Por tí van tañendo :
" \'o liai cosa más santa
Que los lirios muertos;"
Pero es tri.stc y lúgubre
El hogar sin fuego,
Por m;is que Ins arpas
Taiian en el rielo.
No ha» cesa más triste
Que el amor eterno
Del padre que vive
Pensando en los muertos ;
Ni noche más lúgubre
Que el dia supremo,
En que un ángel triste
Se inclina en silencio.
Si la humana angustia
Rescatara sueños,
Tu sencilla tumba
Se hubiera entreabierto ;
Que nunca más lágrimas
Ai, niña, caj'eron
En humana angustia,
Ni de heridos pechos.
S¡ buscáis la niña
De los ojos negros,
Escuchad de arriba
Las arpas tañendo :
Contened las lágrimas,
Y escuchad mui lejos
Que cantan — "la niña
Ha subido al cielo."
LA ROSA TE.
Escfila para la sefiorita M. S.
A. I>i:\ (í.T.i
I.
MÁS blanca que la csjjuma de los mar
Y delicada así como un susi)¡ro,
Hay una flor que columpiarse miro
Ignorando su misma csplcnilidc/'..
Absorta en su dolor, cabe un arniyn.
Pasa su vida triste y resignad.-i;
.Nunca su faz se mira sonrosada.
Siempre p;ilida está la Rosa 'l'i:.
Cuando al reflejo de la luz de] alb.i,
Con solo el triste pensamiinto niiu,
Sigo el hilo de plata de algún rio,
í'".n''anfa(io tal ve? dr s'u luinor;
es
Enti'e lo más oscuro y escondido
Encuentro, pensativa y pudorosa.
Esa flor de otros climas, esa rosa
Pálida de esjjeranza )- de pasión.
¿ Por qué cnteinces ¡ cuitado ! me fascinan
.Su pudor, su blancura y su belleza?
¿ Por qué, triste, no pienso en mi tristeza
Y se llena de luz la soledad?
Es que tal \'ez el ángel de los sueños
Con un duelo dos seres eslabona,
Y entrambos corazones aprisiona
Con hígrimas de idéntico pesar.
ir.
Jílanca )■ tristísima Rosa,
Tan lánguida y vaporosa,
Como, un Genio celestial :
144
POESÍAS FILOSÓFICAS.
Tú mereces que las brisas
Se bañen con las sonrisas
Del alba primaveral.
Olvida, flor, tus dolores ;
Luce, flor, entre las flores
Tu corola de marfil :
No la cierres en mal hora,
Ni á los ruidos de la aurora,
Ni á las risas del Abril.
Tus hojas de porcelana
Abre al sol de la mañana
Que sigue del alba en pos.
Ai ! si igual es nuestro duelo,
Mira que he pedido al Cielo
La dicha para los dos.
IIT.
Pálido como un rayo de la luna
Temblando en el azul de mi laguna.
Con un ángel, tristísimo, soñé ;
Vino el alba, y en medio de mi angustia
Contemplé la verdad : yacía mustia
Bajo un velo la dulce Rosa Te.
Junio, de 1853.
íí SÜEHO.
¡ MI sueño ! \ Es ella sí ! Bajo su imperio
Latió mi corazón, sufrí el martirio,
Canté para engañar mi cautiverio . . : .
,Unamuger' ¡Silencio! Es un delirio..!
j Es un sueño de amor! ¡ Es un misterio !
¡ Toda una vida en paz de peregrino
Votada á un loco incomprensible empeño. .!
¡Queriendo hallar un símbolo divino. .!
¡ La realidad fantástica de un sueño. .!
Y i hela por fin allí . . . . ! Kesuena herido
El sonoro metal : su voz lc\'anta
El apacible mar estremecido
Por rudo viento : el avecilla canta
Si ve salir el sol desde su nido.
Así mi pobre corazón sediento
De esperanza y amor, lanzo, señora,
Al veros por acaso, de contento
Un ¡ ai ! profundo, su primer acento
A esa ilusión que desde niño adora.
Nacido al mundo en el país ardiente
Que da precoz vigor á los sentidos.
Fuerzas al corazón, luz á la mente ;
Donde los vagos sueños son creídos.
Donde la dulce inspiración se siente;
Yo fui dichoso en la inocencia mía.
Yo fui feliz en mi primera gloria ;
Soñando el niño sin cesar vivia . . . . !
Y cada hermoso sueño era una historia,
Oue daba al corazón la fantasía.
¡ Una noche ! La luna en el espacio
Brillaba con tan pálidos reflejos,
Que parecía un globo de topacio.
Del cielo en el espléndido palacio.
Peí mar en los magníficos espejos,
Mariscando pacífico á su lumbre
Niño y solo en la noche iba cantando ;
Si me asustaba el viento y su quejumbre,
Seguro con la tersa mansedumbre
Del lago, proseguía mariscando.
Cuando quise volver á mis alcores
Se agitaban los árboles ; la luna
De improviso veló susresplandores,
Brotó la oscuridad sus mil terrores,
Y resonantes ondas la laguna.
Temblando como el ciervo que se oculta
Sorprendido sintiendo la jauría,
Me pierdo ¡ ai triste ! por la playa inculta,
Y el desamparo mi peligro abulta
Viendo fantasmas en la angustia mia.
Llena el agua de espumas amarillas
Y chispas de coral fosforecentes
Rebotea las blancas piedrecillas,
Con extraño rumor en las orillas.
Cual de una fiera al recrujir los dientes.
Las olas se rompían con estruendo
Horrísono clamor asemejando....
Pasaba el viento por doquier gimiendo,
Las palmas solitarias sacudiendo,
Los marinos manglares agitando.
Poco á poco mis lágrimas, ó el miedo.
Propio del peregrino. que se pierde,
Mis ojos cierra, y resistir no puedo,
Y adormecido por mi dicha quedo
Sobre una palma de abanico verde.
Entonce os vi, señora, bajo aquella
Gruta de la ribera. . . .yo soñaba:
Sobre el rastro de luz de tibia estrella.
Hada de negros ojos. Ninfa bella,
La tormenta del lago contemplaba.
POESÍAS FILOSÓFICAS,
145
Nifio aún inocente, el alma aria.
Olvidando el peligro del momento,
Con la blanda visión se complacía,
Mientras que por mi pecho discurria
El fuego de un tranquilo sentimiento.
¡Ai! la encantada imagen seductora.
Oculta luz de celestial carifio,
Quedó en mi corazón, y ame, señora,
Una sombra, un ensueño, como adora
Sueños y sombras inocente niño.
Vos erais esa Ninfa, ó por lo menos
Muy parecida sois al sueño mió :
Risueña frente, y de entusiasmo Henos
Los negros ojos, por mi mal serenos,
Como remanso de apacible rio.
Pálida tez que al corazón revela
Oculto duelo que al deber se inmola,
Labios como el carmin de una conchuela,
Y el oloroso aliento de canela,
Y en profusión los rizos de española.
Por eso cuando os vi ; su cautiverio
Rompió mi corazón, cesó el martirio ;
Y feliz me llamé bajo el imperio
De un sueño encantador que no es delirio ;
Pero ¡ai ! no puede ser sino un misterio.
La Guaira, Setiembre I4de 1858.
UNA MADRE Y UN RUISEÑOR.
— ¿ POR qué te apareces de noche cantando |
Tus vagos amores ?
Si están escondidas
Las risueñas flores,
¿ Porqué vuelas, ave, de noche buscando
Las flores dormidas? ,
— Si el viento |
Murmura
Mi triste lamento : I
Ni cuento í
A las flores !
Mis vagos amores.
Ni vengo volando,
Cantando á escondidas las flores buscando, ■
Las flores dormidas. '1'
— ¿A qué, pues, tu canto, tu nocturno vuelo?
¿ No ves mi tesoro
Mi postrer fortuna?
¿ No sabes que lloro
A mi dulce niño que se eleva al cielo
Muriendo en su cuna ?
— Del cielo
Soy nuncio
Feliz de consuelo.
— Y el duelo?
— Se calma. . . . !
—Y el ángel de mi alma?
— Su cuna mortuoria
Memoria es que aduna la luz de la gloría,
La paz de la cuna.
Curacao, Noviembre de 1865.
LA ILUSIÓN PERDIDA.
A la señorita P. S.
Viiii dr' ruiin poro valor
Son las cosas inis que aiulnmos
V corramos
Kti pstr miuiilip tmidor,
Que m'in prinirro (jue m\iramos
Líis pcrdcinfw.
{(,'oplas df D. .lorfre >[anric(np.
NIÑA hermosa cual ninguna.
Nereida del Manzanares
Seductora,
Yo te diré mis pesares
A los rayos de la luna
Hrilladora.
Que estos duelos son, bien mió.
De aquellos que aletargando
La existencia,
Van poco á poco acabando
Nuestro querer y albedrío
Sin clemencia.
¡ Oh, bien hayas, cantadora,
La de la boca teñida
De escarlata!
Tú no comprendes, mi vida.
Esta angustia aterradora
Que me mata.
Marino de mi ribera,
Quise ver el mar salado
Sin tardanza ;
Hice rumbo y. . . . ¡ desdichado!
Perdí en el mar toda entera
Mi esperanza.
10
M6
¡poesías filosóficas,
Sí, mi esperanza, señora.
Pues mis dulces ilusiones
Se apagaron :
Llevó el viento mis canciones
Que en mi laguna en mal hora
Resonaron.
Al contemplar una palma
Que en la llanura vejeta
Noche y dia,
La inspiración del poeta
No ha resonado en mi alma
Cual solia.
El pálido sol que gira
En los cielos argentados
De la aurora.
Los acordes delicados
Que arranca mi pobre lira
Muí sonora,
La fatigada avecilla
En los azules cristales
Descansando,
El soplo de los terrales
Que impelen mi navecilla
Murmurando ;
La luz indecisa y bella
Que irradia la perla pura
Del oriente.
La luz que en la noche oscura
Vierte fantástica estrella
Reluciente ;
No han podido en la agonía
Que consume sorda y lenta
Mi arrogancia,
Darle al numen que me alienta
La risueña poesía
De mi infancia.
Pobre, infeliz marinero
Cefií un tiempo una corona
De esmeralda:
Hoy el sol de ardiente zona
Tostó mi triunfo primero.
Mi guirnalda.
Hoy mis vagas ilusiones
Y mi entusiasmo divino
Se apagaron :
Así le plugo al destino. . . .
Adiós, mis dulces canciones
.Se olvidaron.
A JUAN VICENTE SILVA.
JUAN, en mi hatillo te espero
Mañana con viento en popa ;
Ya lo sabes, pues, que quiero.
Sin que se atraviese i{7í pt'?'o,
Contigo tomar la sopa.
Si vienes al medio dia.
Aunque ha) a sol, poco á poco.
Por tu buena compañía.
(Esto no es galantería)
Beberás agua de coco.
Así llevarás las señas
De mis costumbres natales
A tus campiñas risueñas.
Hablando á las caraqueñas
Del agua de mis cocales.
Florida, Mayo 6 de 1864.
A Mí HERMANA CONCHA.
No habiendo podido asistir á sn matrimonio
CONCHA! ha pasado tu dia
Y me abraso de hidrofobia.
Pues no puedo, hermana mia,
Verte llena de alegría
Con tu corona de novia.
Cada vez que pienso en ello,
Concha, me digo á mis solas :
¡ Ojalá ! que de un resuello
Al dulce Puerto Cabello
Se lo tragaran las olas !
Pero el caso está muy lejos,
Pues aquí no hay ola ingrata
Que siga tales consejos.
Siendo sus aguas espejos
Sobre arenillas de plata.
Mas ¿ para qué tal anhelo,
Ni propósitos tan rudos.
Si el numen levanta el vuelo,
Como avecilla del cielo
Para llevarte un saludo?
poesías filosóficas.
147
Recíbelo, pues, y deja
Qué sus alas te perfumen ;
Tus sonrisas apareja.
Ai ! de los nervios se queja
Con los Jurados mi numen.
lil de variados colores
Te llevará como palma
De tus serenos amores,
Un ramillete de flores
De los jardines del alma.
LA LUNA SE VA.
MIRA que son los últimos reflejos,
Pastora de mi alma.
De una noche de amor.
I esa luz que columbras á lo lejos
Tras el silencio de la noche en calma.
Es la luz de los cielos arjentina,
Es la luna que pasa peregrina
Diciéndonos adiós.
Ruégale, vida mia. que un instante
Se detenga siquiera,
Ya que me haces feliz.
Como pasa en su carro rutilante !
¡ Como atraviesa la estrellada esfera !
! Detente astro inmortal ! ¡Súplica vana !
La luna sin que asome la mañana,
Se va, desciende al fin,
Si alguna vez el sentimiento humano,
Con palabras de fuego.
Se elevara fugaz.
Ese fulgor tristísimo y lejano.
Esa pálida luna, el blando ruego
Oyera de los dos ; pero ¡ ai ! pastora.
Como mudo está el cielo, triste ahora
La luna muda está.
Yu te vi oculto en el ramaje verde
Cuando al reclamo mió
Llegabas con su luz,
Y cual la cierva que de vista pierde
Su cervatillo por el bosque umbrío,
Así andabas, pastora en tu recelo,
Confiada en que la luna desde el cielo
Calmara tu inquietud.
Ya lo ves ella sigue en blandos jiros
A esconderse en el seno
Rugiente de la mar:
Ella no quiere oir nuestros suspiros.
Porque la dicha al corazón ajeno
Causa tedio y dolor, es importuna. . . .
No le pidas sus rayosa la luna,
Que la luna se va.
G;>zcmos pues sus últimos reflejos,
Pastora de mi alma
Nuestra noche de amor.
Lomo es de dicha, la verá á lo lejos,
Tras el silencio de la noche en calma
Esa luz de los cielos argentina. . . .
¿Que tienes? ah ! La luna peregrina
Se va, nos dice adiós.
A ILDEFONSO VÁZQUEZ.
por SD afición a la caza.
¡QUE impiedad tan liorrorosa !
Olvidar sus cantinelas
Por irse á la selva umbrosa.
A matar ¡ bonita cosa !
Ruiseñores y gacelas.
Echarla de cazador
Y olvidarse que el cantor,
Antes que vivir matando,
Como su vida es de amor.
Vive cantando 6 llorando.
¿Qué dirás, cuando barrunten
Tu crimen las nueve hermanas ;
Y allá en el Pindó se junten,
Y "¿qué han hecho, te pregunten,
Las corzas americanas? "
Si matas por ser más fuerte
A his calandrias que espantas ;
¿ Xo tendrás la misma suerte.
No tendrás la misma muerte,
Tú que vuelas, tú que cantas?
La historia cuenta á su modo
Con sus ribetes )• todo,
Es decir de retahila.
Aquel caso del rey godo
Que se llamaba I-'avila.
Pasaba el re\', según leo.
Cazando alegre su vida ;
Y eran su mayor recreo
La jauría en el ojeo,
Y la sangre en la batida.
148
POESÍAS FILOSÓFICAS.
Con el calor de la siesta,
De Pelayo el descendiente,
Monte adentro en la floresta
Se fué un dia en son de fiesta,
Atrás dejando su gente ;
Mas á poco, cual si el centro
Del monte brotara furias.
Oyó un ruido monte adentro,
Y vio salirle al encuentro
Un oso de las Asturias.
Al ver como desbarata
Olmos y encinas la fiera.
Tocó su chiflo de plata
Llamando á su cabalgata
Que acosaba una pantera.
— Sus ! y á pié de los troteros !
Gritaron los caballeros,
Oyendo aquella señal,
Y al blandir de los aceros
Cayeron al matorral.
Pero cuando allí llegando
La cabalgata desfila.
Aun convulso y palpitando,
Ibase el oso arrastrando
El cuerpo de Don Favila.
Cofrade, en la ley severa
De nuestra vida ideal,
¡La inspiración ! ¿Quién creyera
Que acuchillar á una fiera
Al fin de todo es un mal ?
Si tanto ¡ por vida mia !
Te gusta la cacería,
Cofrade, ¿ te falta traza.
Con los versos por jauría
Para emprender otra caza ?
Caza si quieres al vuelo.
Mas no mates como el boa ;
Mira, caza con señuelo
A las palomas del cielo
Del lago Coquibacoa.
Eso sí, cuida no quedes
Casado ¡ mira lo que haces,
Que si ellas rompen tus redes,
¡ Ai, cofrade ! nada puedes
Con las palomas torcaces.
A HICANOR BOLET PERAZA.
HE visto tu bello artículo
Titulado "Los juguetes":
Peraza, que bien escrito !
Que sal ! que azúcar ! que urdiembre !
Con ese carácter áspero
Que muchos dicen que tienes, .
He gritado ¡ cómo diablos
Sentir estas cosas puede !
Hablas de los hijos candidos,
Y en tu artículo apareces
Con un corazón mas blando
Que pan de Tunja con leche.
Ríes derramando lágrimas
Y en esta amalgama adrede.
Estando yo como pascuas,
He llorado como un iicnc.
Sí, señor, es tan dramático
Eso que cuentas alegre,
Cuando te arrimas temblando
A aquella niña con fiebre,
Que toda mi sangre tórrida
De los indios de Occidente,
Pasó de golpe ¡ qué cosa !
A mi corazón ¡ No tiemblas !
Solo un padre en esos íntimos
Dolores del alma puede
Valorarte ; ó solo un indio
Sabrá cual yo, comprenderte;
Pues en esos giros fáciles.
Muchos no alcanzan, que siempre
Sacas á lucir verdades,
Burla, burlando solemnes.'
Adiós ! En viago á las mágicas
Riberas de palmas verdes.
Aunque sea á las volandas
Recibe mis parabienes.
poesías filosóficas.
149
A ILDEFONSO VÁZQUEZ.
Contestación á su poesía intitulada
VEN.
CUANDO la vieja cigüeña
Ya sin fuerzas pliega el ala
Y triste su canto exhala
En el hueco de una peña ;
La más joven, lista y fuerte
De su prole ó de su bando,
Vuela con ella pensando
Librarla asi de la muerte.
Tú, Ildefonzo, en quien contemplo
Las prendas de un buen amigo,
Estás siguiendo conmigo
De la cigüeña el ejemplo.
Pues viendo ya reducida
Mi vida á tristes escombros,
Me llevas sobre tus hombros
Como para darme vida.
Si hay algo en verdad que halague
Mi existencia en tal momento.
Es tu hermoso sentimiento :
Poeta, Dios te lo pague.
Y de pagártelo empeña
Mi alma la fe de que abunda.
Que el mundo moral fecunda
La semilla más pequeña.
Errado, empero, vas, cuando
Piensas que en trovas soi ducho :
Yo no puedo ni con mucho
Cantar como estás cantando.
Pues imitar ia parlera
Jirisa y los tintes del alba.
No es una taza de malva
Ni es una cosa cualquiera,
A mas, si ei don con c|ue brillas
Partimos entre los dus.
Tal vez irritando á Dios
Por partir sus maravillas ;
Como mi vida se viste
De la tristeza, Ildefonso,
yVl cantar sacara un sonso-
nete de guitarra triste.
Viendo lucir cieilas llores,
Nauclero yo de una nave,
Canté como canta el ave
Para olvidar sus dolores.
Y sucedió que llevada
Del viento mi cantinela,
Por alguna gente buena
Fué aplaudida ó alabada.
Lancé mis notas al aire
Como plumas de garzotas,
Y alguna vez esas notas
Las repiten en el Guaire.
Tal es cuanto ha visto en calma
De aquel mi entusiasmo aonio
Esa patria del demonio
Que quiero sobre mi alma.
¿Y qué pudiera ver más
Cuando sin tregua me avienta
En la zaranda sangrienta
A su sfusto Satanás ?
1 loi por broma cada hermana
Me hace un mohino distinto.
Lo que dice que ya pinto
De vez en cuando una cana.
Y aunque el numen ya no bebe
De la fuente deliciosa,
¡ Caramba ! que es dura cosa
Que le hagan muecas las nueve.
Hai pues no poca inocencia
Cuando tu espíritu sube
I'ara esperarme en la nube
Sin contar con mi impotencia.
Y al fin, ¿qué resultaría
.Si pudiendo dar un salto
Trovando los dos tan alto
Se armara
la gritería ?
¡ Vaya, Ildefonso ! presumo
Que en un tris ó cgo te absoivo,
La nube que es casi polvo,
Maria lo que hace el humo,
Y perdido cl sustentáculo
De las luibívagas sillas,
l^e costillas, de costillas
Bajáramos sin obstáculo.
No, buen amigo, esos juegos,
Resultado de tus cábulas,
I Tarian verdad las fábulas
Que nos cuentan de los griegos.
150
poesías filosóficas.
E Icaro tú y de contado
Dédalo yo, del bureo,
Saldría que el mar Ejeo
Es nuestro lago encantado.
Y haciéndose más distinto
El símil, grabado en bronces,
Maracaibo fuera entonces
Por supuesto .... el laberinto.
Mira, Ildefonso, me callo,
Porque, al fin, maracaibero,
Haí algo en ese puchero
Que mejor es no "meneallo. . . .
Queda en paz, como por señas
Estoi yo, mientras escribo,
Y tu regalo recibo
De perlas margariteñas.
Y Coro, Mayó 26 de 1869.
A LA NIÑA DE OJOS SEREMOS.
SI eres paloma doliente
La paloma escojer sabe "
Por compañero algún ave,
Que se querella infeliz.
Si eres flor, amiga mía. . . .
¿ Sabes lo que hacen las flores ?
Escoger en sus amores
Alguna flor del país.
Sí eres estrella del cielo ;
Mira, las estrellas aman
Y se apasionan, é inflaman
Por los luceros también :
Si eres palma que suspira
Cuando la noche está en calma ;
No hay palma sin otia palma
Que murmure del placer.
Si eres pastora cuitada
Que sus ovejuelas guía-;
No hay pastora, amiga mía,
Sin un risueño zagal ;
.Si eres perla, que ninguno
Oculta puede ' cogerla :
Jamas hay solo una perla
En lo profundo del mar.
Paloma, ó flor encantada,
Estrella, ó verde palmera ; >
Pastora por la pradera.
Perla oculta al rojo sol,
Cuanto vegeta en el mundo.
Se nutre, respira ó crece,.
Con el amor se embellece,
Tan solo con el amor.
¿Qué harás, pues, cuando en mi duelo
Por mi dolor te demande.
Siendo mi dolor tan grande,
Y tan grande tu desden?
¡ Ah no lo quieran los hados !
Mas si lo ordenas, amiga.
(A tanto el amor obliga . . . . )
Morir de amores sabré.
JOSEFINA MALLORY.
MAS bella que las flores
Que esmaltan la campiña
Se alzó la dulce niña
Risueña en su candor.
Y al verla murmuraban
Las flores y la aurora:
Ya viene encantadora.
La virgen del amor.
Pero cruzó una sombra. . .
La flor su llanto vierte
Y el soplo de la muerte
Va del mortal en pos.
La encantadora niña
Se inclina en triste duelo,
Y al resplandor del cielo
El ángel vuela á Dios.
¡ Ai ! bella y dulce niña.
Nadie ampararte pudo.
Ni aun te sirvió de escudo
Tu gracia y juventud.
Pero el amargo llanto
Que vierto á tu memoria.
Publica bien la gloria
Que brilla en la virtud.
Caracas, Julio 20 de 1877.
POESÍAS FILOSÓFICAS.
151
. ' £N UN ÁLBUM.
Escribí esta composición á instancias del señor F. de P. P. — Dedicada á él, la adoptó é hizo
el vsogve más k convino,
EL mediodía.
CARMEN, mi amiga modesta,
En esta tierra encantada.
Pues estoi de risa y fiesta.
Vaya una trova inspirada
En el calor de la siesta
Pero antes de luego á luego
Habré de decirte, amiga,
Que en esta tierra de fuego.
Cuesta una dulce cantiga.
Casi perder el sosiego.
Carmen, la mentira es fea,
Y no me gusta mentir :
Si tu lago me recrea,
El rojo sol que chispea
¡ Ai ! no me deja vivir.
Cuando al meridiano llega
Y se retrata en el agua.
De puro ardiente me ciega,
Que entonces desparce y riega
Chispas lo mismo que fragua.
A tal hora, amiga mia,
Las flores pierden ,.su aroma ;
Pierde el hombre su alegría.
Duerme la fiera bravia
Y se queja la paloma.
El verde de los cocales
Se vuelve casi amarillo;
Abrasan los arenales,
Y bala entre los tunales.
El manchado cabritillo.
A tal hora os un reguero
De luz, el aire que asombra;
Es llamas el cielo entero,
Y en el marino pesquero
No hay vientecillo ni sombra.
El piragüero cansado,
Sintiendo que el sol le quema.
Su piragua tira á un lado,
Y en un manglar amarrado.
Ni torna el rumbo ni rema.
A tal hora el pastor siente
El suelo en que \i\'e ingrato.
Y desma\ado, impotente,
Con el sudor de su frente
Sazona el campestre plato,
¡ Ah ! que son tristes sin duda
Las horas del mediodía,
La creación está muda,
De nada sirve ni ayuda
Al trabajo la alegría.
LA TARDE.
Pero allá viene á lo lejos
Pura }' divina
La tarde con sus reflejos ;
Ya descorre su cortina
De damascos y azulejos.
Ya en oriente se divisa
Rasando _el agua.
En popa corriendo á prisa,
La pescadora piragua
Bajo el ala de la brisa.
Y van saliendo una á una,
De flores llenas
Las barcas de la laguna,
Que despliegan sus entenas
Al resplandor de la luna.
Empieza el ruido pausado
Que hacen las olas,
Y se alborota el pescado
Con las dulces barcarolas
Del marino fatigado.
De las chozas campesinas
Arruinadas,
Las lijeras golondrinas,
Salen doquier en bandadas
A volar por las salinas.
Con visos de mil colores
La luz campea.
Si hay en verdad resplandores,''
El aire puro recrea
Con el olor de las flores.
A tal hora el tibio ambiente
Pasa sonoro,
Y hay celage en Occidente
Que muestra su fimbria de oro
De puro resplandeciente.
A tal hora por doquiera
Se oye en el lago
Una armonía hechicera ;
Y es el eco dulce y vago
Del arpa maracaibera.
La atmósfera toda ruidos,
Luz, arreboles.
Paisajes de azul teñidos,
Nubes que mienten mil soles
Con sus reflejos perdidos.
Ya no es la tierra abrasada
Del mediodía,
Es una tierra encantada,
152
POESÍAS FILOSÓFICAS.
Que me inspira, amiga mía,
Una trova enamorada.
Ai ! yo he pasado, hechiceras
Tan dulces horas
A sombra de unas palmeras ;
Yo he gozado seductoras
Las tardes maracaiberas.
A CARMEN.
Ave de otras florestas y otro clima
Sin saberlo volé por mi fortuna
A la orilla feliz de esta laguna
Tierra de libertad.
El cielo se apiadó de mis dolores,
Porque siendo avecilla de otro suelo
Hallé propicio y bienhadado el cielo
De la dulce amistad.
Hallé, desconocido^ en vos señora,
Cuanto el mortal para su dicha anhela :
Un ángel compasivo que consuela
El mundano dolor.
Así cuentan las índicas canciones.
Que existe en un verjel de la Florida
La esencia misteriosa de Ik vida.
Guardada en una flor.
Cuando deje la tierra de las palmas
Que guarda el mar con peligroso estrecho,
Yo llevaré, señora, aquí en mi pecho
Vuestra imagen feliz.
Que cumple al corazón, si es generoso.
Agradecer y conservar entero
Vuestro afecto, señora, al extrangero
Que vino á tu país.
A fííXEN,
Remitiéndole los versos que rae pidió para ona uííOía.
HIXEN, por mucho tiempo
Pensando estuve,
Como dejar bien puesto
Mi pobre numen.
¡ Apuro grande !
Siendo el numen esencia
Tan impalpable.
— "Con tal que en esas trovas,
(Que tú pedias)
El rastro huela á gloria
Como la mirra,
Me importa poco
No guardar el espíritu
En urnas de oro."
Tal dijef y como el indio
Rústico labra
Búcaros amarillos
Allá en mi patria,
De luego á luego
Urna labré, olvidando
Los moldes viejos.
En ella, moro, tienes
La esencia toda;
Mas ¡ ai ! que no trasciende
Ni huele á gloria.
¡ Ai ! no pensaba
Que esencia en urna pobre
No huele á nada.
Si al Borinquen arriban
Estos cantares,
Dile á la dulce niña,
"Que por un ángel,
Hixen, el moro,
Es capaz de hacer surcos
En el mar hondo."
A UN AMIGO.
ÁNIMO ! desde lejos, á la orilla
De una mar que retumba,
Escucho á un noble amigo que me grita
Pensando en mis angustias.
Lo ves corazón mió? ¿Qué te enseñan
Cuando esa voz escuchas?
El santo bien de consolar las penas
Sin pensar en las tuyas.
Animo ! Yo lo tengo, amigo mió;
Mas ¿quién tus amarguras
Consolará á su vez ?. Yo que te grito
i Animo, amigo, y lucha !
La flor de tu esperanza te devuelvo
Aunque devuelta, nunca
Los mios llamarán, según te quiero
Ln flor de las repulsas.
POESÍAS FILOSÓFICAS.
153
A JUAN.
DESDE que el hado enemigo
Ensaya en tí sus rigores
Ai ! hermano y pobre amigo !
Siento tus mismos dolores,
Estoi llorando contigo.
Y no importa, no, que ausente
Del hogar me encuentre ahora,
Porque el dolor es un puente
Que une al corazón que llora,
Con el corazón que siente.
Tras de su dicha ilusoria
Creiste en angustia tanta
Salvar como una memoria.
Aquella reliquia santa
Del naufragio de tu gloria.
Mas entrífiteza, tu anhelo
Se convirtió de improviso ;
Y aquel ángel, tu consuelo.
Dios arrebatarlo quiso
Desde tus brazos al cielo.
Tu dolor es el profundo
Decreto de Dios, que encierra
Un porvenir más fecundo :
Tras la sombra de la tierra
Brilla la luz de otro mundo.
No hai alma en él dolorida
Ante la esencia increada
Que á Dios no se encuentre unida,
Gloriosa y transfigurada
Al sol de la eterna vida.
UNA FLOR.
A la nina E . . . .
SABIENDO un dia, modesta niña,
Que, con el alba primaveral.
Iban los silfos de la campiña
Buscando flores para tu altar;
Tomé las señas, seguí el camino,
Pues yo buscaba flores también.
Ya que las flores de mi destino
Se marchitaron en la niñez.
Cuando á la margen de un arroj'uelo,
Danzando alegres, con ellos di,
Todos alzaron el blando vuelo.
Sobre una nube de oro v marfil.
Quédeme triste, con mis dolores,
Viendo á los silfos raudos volar,
Llenas sus urnas de bellas flores,
Mientras lloraba mi soledad.
Dulce paloma de extraño suelo,
¿ Piensas que el cielo me abandonó ?
Siempre en mis cuitas me ampara el cíelo.
Doquiera, niña, se encuentra Dios :
Y en aquel sitio de alegre danza,
Por un olvido quedó, tal vez.
La florecilla de la esperanza,
Que hoi, como ofrenda, pongo á tus pies.
Despnes de haber leído nnas páginas de Medardo Rivas dedicadas á su madre.
¡ QUÉ páginas tan bellas ! Diera todas
Sus cantigas de amor el alma mia
í'or el placer doliente de esta prosa,
Dulces recuerdos de Medardo Rivas.
^ No sé que admire más: si el alma noble
Viviendo de memorias fugitivas.
O el generoso corazón del hombre
Sereno en las desgracias de la vida.
P
154
POESÍAS FILOSÓFICAS.
LA NIÑA ERRANTE.
Recnerdos.
Llora, cuitnda, llora i
Al nacer de la noohc y de la aurora.
(C'ASCfOK DE F. PK LA ToRBE. )
I.
¿ADONDE vas en medio de la noche
Tan triste y tan penada, niña liermosa?
¿Adonde vas. . . .? Tu frente candorosa
Hizo temblar mi pobre corazón.
Más blanca que los lirios de la tarde
No hay piedad para tí flor delicada. . . .
El hombi^e te ha lanzado su mirada
Impura cual su impúdica pasión.
¿Quién al mundo te lanza, flor temprana,
A correr las tormentas de la vida?
La luz del nuevo sol envilecida
Al borde del cam.ino te verá ;
Y tu mejilla de carmin y rosa,
Y tu flotante y rubia cabellera.
Cual débil pluma de chispeante hoguera
El sol americano quemará.
Después, serás mujer ; á tu inocencia
Risueña como el cielo de la aurora,
Sucederá, febril y abrasadora
La impúdica pasión de la mujer ;
A tu pesar de niña, los pesares
De meretriz vendida á la riqueza,
A tu blanco cendal, á tu pureza
Las sedas y las danzas del placer.
¿Serás feliz entonces? Cuando calle
Ese rumor de la nocturna orgía.
Vaga, terrible y fúnebre agonía,
No cubrirá tu frente de sudor?
¿Serás feliz entonces? Más valiera
Que el mar en su profundo te tragara
Que no verla conciencia cara á cara,
Ni su grita escuchar desgarrador.
If.
Niña espósita y errante
Que con la noche caminas
Los pies clavados de espinas
Sin rumbp, apoyo ni luz;
Sufre y espera, que un dia
También llorando )' sufriendo
Por tí se vio padeciendo
El Cristo puesto en la cruz.
Sufre y espera, si el hombre
Te contempla indiferente,
Hunde en el polvo la frente,
Llámate entonces feliz ;
Que tu cansancio y la sangre
Que vierten tus pies de armiño,
Valen más que ese cariño
De la infanda meretriz.
Y aunque te encuentre la noche
Vagando, así desvalida,
No serás envilecida
En su sombra funeral ;
No lo serás, niña hermosa.
Que á la virtud siempre abona
Una esplendente corona
En la mansión inmortal.
'Mñhñm
AMOR BE MADRE.
SOBRE EL TEMA DE BASTÍNE.
Escrita para rai estiraaWe amigo el señor Tomas Aguerrevere Pacanis,
ATRAVESANDO la nieve
Que un pobre viñedo alfombra.
Más pálido que la muerte
Corriendo va un doncel como una sombra ;
—Maldito ! Detente !
No corras ! No coi-ras !
Loco adorando á una niña
Esbelta como la palma.
La dijo sonriendo un dia :
-"Qué quieres ? Pide y te daré mi alma, ,
— ¡ Maldito y malditas
Serán tus palabras!
BALADAS.
155
Y ella callaba, y ardiente
Él instando proseguía :
— "Quieres oro y perlas ? ¿ Quieres
Las ricas joyas de la madre mia? "
— Maldito el que ofrece !
Maldita la niña !
— "Quiero-dice-haciendo alarde
No ya de niña, de fiera.
El corazón de tu madre" ....
Tiembla el mancebo, mas murmura-¡espera!
— ¡ Guai del miserable
Que corriendo tiembla!
Algo de extraño, invisible
Vaga en rumor gemebundo ;
Y es que Cain se sonríe
Y Satanás con él desde el profundo.
-¡ Ay, hombre infelice !
Mal astro te cupo !
Duerme serena la madre,
Y él llega, la mira, y ciego,
Más vil que el puñal que blande.
El corazón le arranca, y corre luego. .
— ¡ Jamas un infame
Mavor vio el infierno !
Ya gana la puerta, cuando,
Corriendo en tortuosos giros.
Tropieza, y cae. ... y mui paso
El corazón le dice entre suspiros . . . .
— ¿ Te habrás hecho daño ?
Responde, hijo mió !
Agosto — 1881.
U ARAUCANA.
TAN medrosa por un rio
La noche oscura se interna.
Que se asemeja el vacío
La boca de una caverna.
Por eso mira á los cielos
Lavando sus pañizuclos
Una anciana por el rio
Biü— Bio.
Cada rumor es u.i trueno,
O triste tañer de doble
Allá en el Ande chileno
Hasta el océano inmoble :
Así el viento á la distancia
Miente, oda la resonancia
De un grito, de un ¡ ai !, de un trueno,
Jíronco y lleno.
— "l'or la vega ! l'or la vega! "
Se oye al lejos voceando.
Mientras que la anciana riega
Sus pañales, murmurando:
— "Del prado pisa la alfombra
Un ginete entre lasombra ;
Si galopa por la vega
Pronto llega."
No bien consigo mismo habla,
El ginete se presenta
Gritando ; — ¡ "todo se endiabla
En noche tal de tormenta!
Bruja! ¿no habrá una barquilla
Que me pase á la otra orilla ? "
— "Para el sacrilego que habla
Ni una tabla."
— "Pues llama, evoca á tu hermano
Satanás ; ¡ eh ! ¡ cosa nueva
Será verá un duende enano
Cómo en el aire me lleva !
¿ (¡ozarás viendo á españoles
Morir aquí ? ¡ Caracoles ! "
— " ¿ Eres de jesús hermano ? "
— "Soy cristiano ! "
— Pucy, español, en un credo,
¡ Ai agua ! i Lánzate listo !
¿Quién en España hubo miedo
Al nombre de Jesucristo?
¡ Al rio ! que en sus cristales
Te so.stendrán mis.j|)añales.
¡ Mélos aquí ! por un credo
Te los cedo.
— "Creo en Dios Padre". . . ,
Bajo el nublado sombrío,
El ginete en su trotero
Se arroja rezando al rio.
Ya era tiempo, que feroces
Asomaban dando voces
Los ///í'/c/i'í'í, tras el ligero
Caballero.
Esguaza con ansia loca
La corriente (el ruido cunde );
Mas ¡ qué diablos ! como roca
El caballo se le hunde ;
La vieja que lo comprende
Sobre el Bío — Bío extiende,
Dando gritos como loca,
La su toca.
y lijcro.
156
BALADAS.
— "Salta ! "... .y sonando el herraje
Rompe el trotero la brida ;
Y en el respingo salvaje
Cae á la toca extendida.
■ — "Firme allí ! " y en ella presto
El español pasa enhiesto,
Sonando al indio su herraje
De coraje.
Así en tierra americana
Se cumple tal maravilla
En honra á la gloria humana ;
¡ Qué el español era Ercilla !
España salvó una gloria,
Y Chile una extraña historia
De grandeza americana;
"i La Araucana ! "
Maracaibo, Noviembre i°. de 1880.
PASTOR, MONTERO Y FANTASMA,
VOLANDO va una paloma
Es que cruza la arboleda
Mientras el alba se asoma.
La niña del brial de seda,
De seda color de malva ;
Coma hai mucha escarcha fria
La niebla oscurece al dia
Por má,s que se asome el alba.
Llegó la niña á una alfombra
Que el césped formaba blando
De un gran cerezo á la sombra ;
Allí divisó temblando,
Como muda centinela.
Mientras la nieve caia,
A un cazador que cojia
Por sorpresa á una gacela.
— "Montero, al dejar la aldea,
¿ No has visto á un pastor gallardo,
Que las gamuzas ojea
En el monte "San Bernardo ?" —
Sin hablar, volvió los ojos
Y le señaló una via ....
Siguió, pero ya tenia
Las mejillas como abrojos.
Cuando cayó á la campiña
Dejando atrás la arboleda,
Llevaba por brial la niña
Trizas sangrientas 4^ seda.
Al pié de un roble sentado.
Vióal montero. — Allí tenia
La gacela que gemia
El corazón traspasado.
— "Montero, si el bien perdido
Que busco, hallarlo pudieses.
Te diera un perro nacido
En los Alpes tiroleses,"
Sin hablar, mostró un barranco
Cuando al barranco seguía,
La pobre niña tenia
Su negro cabello, blanco.
Como del sol á las luces
Se alejaban las tinieblas,
La niña vio muchas cruces
Tumbadas entre las nieblas.
Era el barranco un osario,
Y uft' fantasma allí se vía.
Que á una gacela envolvía
En los pliegues de un sudario.
— "Montero de forma extraña,
Soi niña y triste me muero,
Pues no encuentro en la montaña
AI más gallardo montero."
De pronto el terror la pasma
Y cae.... Del negro abismo
Comprende que es uno mismo
Pastor, montero y fantasma.
EL VIRJÍNÍÜS.
ALLÁ en lo oscuro.
Antes que el alba la mar serene,
Y entre su inmensa movible alfombra
De blanca espuma, como una sombra
Lijera nao bogando viene.
I Yaca en las sirtes
Cabe las negras inmobles rocas
Que en sus abismos oculta el mar.
Como un fantasma de largas tocas
Bajel de guerra cruzando va.
Cuba la heroica
A quien las manos en su venganza
Ata la fuerza, los labios sella,
Sobre la sombra puso una estrella,
Signo divino de su esperanza.
La España altiva.
Ciega al progreso y á Dios ingrata.
Dijo al fantasma con ronca voz :
— "Hunde esa estrella y á Cuba mata,
Quiere ser libre del español."
BALADAS.
Í57
Y así la nao
Como una sombra, boga, que aliento
Tiene, y no á Cuba la muerte pasma ;
Los dos bajeles cortan el viento ;
Pero á la sombra busca el fantasma.
Ai ! en el cielo
Brillando el dia la noche salva ;
Ya no hai visiones ! Nao y bajel
Como enemigos al sol del alba
Lejos, mui lejos cruzar se ven.
"Maldita lumbre!"
Grita el Virjinia forzando vela.
"Caza!" el Tornado grita en su saña,
Y aviva luego su ardiente entraña,
Y sobre el agua tronando vuela.
¡ Ai del Virjinia!
Botando carga, de tumbo en tumbo
Busca la tierra ¡ sálvelo Dios !
Pero el Tornado le corta el rumbo,
Busca su presa ¡ si es español !
Triunfó la fuerza!
La sangre corre, los vientos gimen ;
Ni el mismo infierno sañudo alcanza
Entre las nieblas de esa matanza.
Cómo soporta Dios tanto crimen.
Cuba la mártir !
Alienta, ! insiste ! marcha ! pelea !
Por ti responde la humanidad ;
Desde el martirio de Galilea
Pueblo que es mártir, es inmortal.
Asi la nao,
Sombra nocturna, se pega al viento.
¿ Cuándo á los libres la muerte pasma?
Y así el de guerra bajel sangriento
Marcha ! á la sombra busca el fantasma.
Pero en el cielo
Brillando el dia la noche salva;
Ya no hai visiones ! Nao y bajel
Son enemigos, y al sol del alba
Lejos mui lejos, cruzar se ven.
A Mí AMIGO DIEGO J. RAMÍREZ.
¿ADONDE corres, barquilla?
¿Por qué, barquilla, te vas
A las luces vespertinas
De este cielo tropical?
— Leva ! la gente responde,
Y el ancla suspende audaz :
Y como el mar está inmoble
La barquilla corre, corre
Por el mar.
Brilla la luna, y no hai timbre
Que no den en remedar
Los vientos del Golfo triste
En esta noche fatal.
Parecen doblan á muerto,
Cuando, en la noche, no es más
Que el ruido del ronco viento
La barquilla extrcmeciendo
Sobre el mar.
El mar se ha vuelto de espumas
Porque la luna se va,
Y es en la sombra que oculta
Su iiorror la suerte fatal.
Gigante sudario mienten
Las espumas. — ¡ Es verdad !
¡ Parecen cifra de muerte !
¡ Ai, de la mísera gente
Sobre el mar !
La pobre gente no ha vuelto
Al dulce y tranquilo liogar ;
Y el mar parece un espejo,
Y el viento callado está. .. .
Así mi frente tranquila
Del alma oculta el afán.
¡ Ai, corazón, fué tu vida
Como la pobre barquilla
Sobre el mar.
LOS CÍELOS DE LA TARDE.
CUITADO marinero
Del mar de las Antillas,
¿Porqué con frente pálida
Miras las nubéculas
Teñidas de arrebol ?
¿Qué tiene ese postrero
Celaje vespertino?
Es fuego de los trópicos
Que brilla en el camino
Magnífico del sol.
No endereces cobarde
El rumbo hacia el oriente ;
Lo que se alcanza expléndido,
Como volcan ardiente.
No augura el temporal;
158
BALADAS,
Es la risueña tarde
Que muestra, allá á lo lejos
Del horizonte cárdeno,
Las nubes como espejos
Y rocas de coral.
Así fulgura el cielo
Mientras el sol pasea
Por las regiones tórridas ;
La luz así chispea
Cual lluvia de carmín ;
Y en el flotante velo
Del mar que sordo brama,
El sol así vivífico
Colora, pinta, inflama
Su blonda de jazmin.
Marino solitario
Sobre la mar profunda,
No temas del crepúsculo
La tibia luz que inunda
El cielo por doquier.
¿Qué ves? ¿El incendiario
Cielo de aquesta hora?
Son los celajes índicos.
La luz encantadora
Del vivo rocicler.
Yo sé cómo resiste
El alma á su tormento
En estas horas rápidas,
Cuando murmura el viento
De la barquilla en pos :
El marinero triste
Yo sé que en este instante,
Sobre la popa trémulo,
Eleva suplicante
Su corazón á Dios ;
Pero ¡ ai ! después que inclina
¡ Cuitado ! la cabeza,
Después que, melancólico,
Con llanto de tristeza
Bañó su corazón ;
El alma se ilumina.
Se ensancha el noble pecho,
Y en medio del océano
El mundo viene estrecho ....
¡ Poder de la oración !
Mas tú la prora marcas
Y piensas que en tus penas
Se abraza en luz volcánica
La fimbria de azucenas
De ese flotante tul.
Tal vez nuestras comarcas,
Pobre nauclero, ignoras ;
Tal vez nunca de América
Miraste las auroras
Bajo su cielo azul.
Que aquí son los espacios
De férvidos colores,
La tierra, el ancho piélago,
Los rios y las flores, '
Todo se enciende aquí.
Espuma de topacios *
La nube oscura miente,
Y el horizonte cóncavo
Semeja reluciente
L"n disco de rubí.
Doquier aquí se mira
La tarde vaporosa,
Como una concha diáfana
De porcelana y rosa
Bañada por la luz ;
Y si la noche gira
Cercana al sol que pasa,
Sombras y nieblas húmedas
Encienden como brasa
Su tétrico capuz.
Bajo ese polvo de orb
No temas se caliente
El soplo de la atmósfera ;
No temas, no, reviente
El negro temporal ;
No viertas triste lloro,
Si ya el pesarte abruma,
Que aquesa luz fantástica
■ Es la belleza suma
Del cielo tropical.
Cuando lijeras remen •
Las naves españolas
Izadas en los mástiles
Las viejas banderolas
De su fortuna infiel ;
Pregúntales si temen
Cual tú, pobre marino,
Esc celaje cárdeno.
Pálido y purpurino,
De plata y de oropel.
Marino solitario
Sobre la mar profunda.
No temas del crepúsculo
La tibia luz que inunda
El cielo por doquier.
Qué ves? ¿El incendiario
Cielo de aquesta hora?
Son los celajes índicos,
La luz encantadora
Del vivo rocicler.
BALADA MARINA.
Santa Rosa de Liifla.
DEL fondo de una tartana
Que cruza el mar turbulento
De la tierra americana,
Se alza en las alas del viento
Horrible grito,
Voz de pesar :
— "Dios bendito. Dios b.eaidito,
Que nos traga el hondo mar." —
BALADAS.
159
Por la banda el palo roto
Hizo estopa la obra muerta,
Y la sangre del piloto
Tía manchado la cubierta.
La gente ansiosa
Clama doquier:
— "Santa Rosa, Santa Rosa,
No nos dejes perecer," —
El cielo de horror se viste,
La noche llega inclemente,
El viento retumba triste,
Y el relámpago candente
De hito en hito
Se ve brillar. . . .
— "Dios bendito, Dios bendito,
Que nos traga el hondo mar."—
— ; Arrima, arrima á la bomba.
Que el agua está en la bodega !
¡ Si revienta aquí esa tromba
Hasta la popa se anega !
¡Tocad el pito !
¡ Pronto á virar. . . . !
"Dios bendito, Dios bendito.
Que nos traga el hondo mar." —
— Orza todo .... !-El brio sobra.
Que son marinos de España ;
Pero al cambiar la maniobra
Rompióse timón y caña.
Nuevo conflicto
Que hace exclamar :
— "Dios bendito, Dios bendito,
Que no? traga el hondo mar." —
Por salvarse aquella gente,
(Que mucho el vivir se estima)
Le ofrece rico presente
A la Patrona de Lima
¡ Suerte horrorosa . . . . !
Trance fatal !
— "Santa Ro.sa, Santa Rosa,
Desvanece el temporal." —
Lafe velas se han hecho trizas
Y sus mojados jirones
No dejan correr las drizas
Mordidas en los motones
¡ Pica. . . . ! quebranta.
¡ Oh, noche cruel !
" Santa Rosa, Rosa Santa,
Ya cruje el frágil bajel.
De pronto el cielo se baña
En roja luz indecisa,
Y una aparición extraña
Se ve que las ondas pisa;
La nao se hunde
Del viento en pos ....
— ¡ Oh Santa ! llega y difunde
La calma, en nombre de Dios."-
Rajo aquellos resplandores,
De un cestillo campesino
La virgen saca unas flores
Que arroja en el torbellino.
Ronca, espumosa
Zumba la mar :
— " Santa Rosa, Santa Rosa,
Tú nos vienes á salvar, — "
Y era así, que en 'el momento
Innoble queda y sombría
La mar, mientras lleva el viento
Las rosas de Alejandría.
\'elada airosa
Con tenue tul.
Se deja ver Santa Rosa
Aplacando el mar azul.
Rendido cual un gigante
El abismo muge sordo,
Y de hinojos suplicante
Llora la gente de abordo;
Al fin se anima.
Cobra valor.
— ¡ Salve, patrona de Lima
Virgen de paz y de amor ! —
Cuando la aura clarea
Mete en viento la tartana
Cantando-"bendita sea
La virgen americana. "-
Del infinito
La gloria fué ;
Tu poder ¡ oh Dios bendito !
En Santa Rosa se ve.
LA ULTIMA ROSA DE VERANO.
THE LAST SÜMMER ROSE.
A Francisco Gaicano.
DEErin en un verde prado
Lleno de ricas panojas.
Iba azotando las hojas
Un viento del norte helado.
De Efih era el \'erde prado.
Mientras pasaba corriendo
Sin- piedad del hortelano,
Vio á una rosa de verano
Muí triste palideciendo;
Y ya no pasa corriendo,
160
BALADAS,
Para inquirir su quebranto
Muí quedo el viento le dice:
• — Reina del prado felice,
¿ Por qué palideces tanto ?
¡ Me da miedo tu quebranto !
— Porque tú de sombras pueblas
Campiñas, montes, cascadas,
Y las reinas perfumadas
No brillan entre las nieblas
Con que á Erin pasando pueblas.
— Yo quiero salvar tus galas
Risueñas y campesinas
- — Pues aleja tus neblinas.
— Ya me las llevo en mis alas
Queda en paz, luce tus galas.
Torció el rumbo, mas la reina
Siente, que el viento en su marcha
Va dejando mucha escarcha
Que en copos sus hojas peina'
Y ajada se ve la reina.
Y tiembla al beso aterida,
De aquel soplo que convierte,
En despojo de la muerte
El encanto de la vida,
Deshojándose aterida.
Así su esperanza pierde
La rosa del prado mustia;
Que siempre es signo de angustia
El viento de Erin la verde
Que á reinas y flores pierde.
Postrer sonrisa en la alfombra
Del campo fué tal belleza :
Vive así naturakza
Entre la luz y la sombra
Conque Dios la tierra alfombra.
MeritiítiE,
m m ALBüM.
ALLÁ en los bosques de la Florida
Tierra nevada lejos de aquí,
Hay una fuente que da la vida.
Muí misteriosa, muí escondida,
La fuente indiana de Bhiiiní.
Cuentan que un día gente de España
La prodigiosa fuente encontró;
Pero al gañido de una'alímaña
El agua pura, ¡ desdicha extraña !
Se hundió en la tierra, despareció. . . .
Sobre las ondas de las Antillas
Blancas isletas salir se ven,
Y una, Bonaire, sus maravillas
En las espumas de sus orillas
Guarda entre perlas, tiene también
Pozas profundas de aguas serenas
Del cielo pintan las nubes mil; -
Y como el fondo lleno de arenas
Brota corales de rojas venas,
Y azules conchas más que el añil ;
Quiebra en las ondas, brilla y retrata
Sus mil cambiantes la luz del sol ;
Y así, la espuma que se desata,
A Se torna al punto lluvia de plata,
Polvo de perlas y caracol.
Hoy que el azteca noble y valiente
Yace en olvido, dan en decir:
Que en los boscajes de aquella gente
Ave de pluma resplandeciente,
Vaticinaba su porvenir.
Y es fama en todos, que Motezuma,
Rey de la tierra, quiso escuchar
Al pajarillo de^roja pluma,
Y el vaticinio sabiendo en suma,
Lidio como era se dio á llorar.
Niña, la indiana de estas laderas.
Vamos, formemos grata ilusion-
l Cuál de estas, bellas, dulces quimeras.
Tú, la garrida niña, quisieras.
Si consultara tu corazón ?
¿Quieres la vida? ¿ Las aguas quieres
Con qué están fácil ser inmortal?
Y ¿qué es la vida sin los placeres?
¡Un tedio eterno. .. .¡ No, las mugeres
Nunca se avienen con vida tal.
AMERICANAS.
161
Pues ¿y las pozas de arena blanca?
Recuerda, niña, que el sol allí,
Luego que el agua bulle y se estanca.
Toda la espuma de la barranca
Se vuelve chispas de oro y rubí.
Mas ¿de qué sir\"e prodijio sumo?
¿Qué vale empero tanto primor,
Si las riquezas se vuelven humo. . . .?
Ah, linda indiana, bien lo presumo;
Ese prodijio no es el mejor.
Pueda que el ave del bravo azteca
Cojas al cabo, quieras oir. . . .
¿ No eres curiosa? — ¿Cuando la rueca
Tras un secreto, niña, no peca,
Y más si encierra su porvenir ?
Por ella, niña, sabrás en tanto
Si del poeta verdades son
Las armonías que hai en su canto,
Los mil suspiros que ¡i^i en su llanto,
Las hondas llagas del corazón.
Mas, ¿cuadra á un ángel sabt-^ las penas
Y extrañas cuitas, cuando, en veivdad,
No puede el ángel á manos llenas.
Curar desgracias que son agenas
A los consuelos de la amistad . . . .?
Eso un martirio más que alegría
Fuera : la indiana, siendo muger.
Indiferente jamas vería
Nuestra desgracia, nuestra agonía. . . .
¡ Nadie tristezas quiere saber !
¿Quedas siifnada, palma guaírefta?
No, que embriagada de juventud,
Aunque ficciones tu alma desdeña,
Yo sé que á solas el alma sueña
Con los encantos de la virtud.
La Guaira, de 18=; 8.
%■
LA VIRGEN Y £L NIÑO.
BAJO la sombra del cielo
Que vacila con el alba.
La vela tendida al viento
Cruza el Coquivacoa una piragua.
Y como lucha la sombra
Entre el carmín y la grana,
Van semejando las olas
Madejas de cristal tornasoladas.
Risueño se anuncia el dia,
Apacible la mañana, .
Pero refresca la brisa
Y el barquichuelo vuela sobre el agua.
— "Nauclero de esta laguna
Que tan descuidado cantas,
Mira que la brisa zumba
Por más que entre sonrisas venga el alba.
Así se escuchan de un niño,
Pasajero en la piragua.
Con dulce acento, los gritos
A un viejo timonel que alegre canta.
En vano se puso de orza
En este momento el nauta.
Que el agua entró por la popa,
Como una fiera que al redil se lanza.
En tan imprevisto apuro
Aquella barquilla náufraga
Sobre estribor se mantuvo
Con toda la obra muerta bajo el agua.
En los espacios del cielo
Espléndida brilla el alba ;
Pasó el peligro y al puerto
Llega con viento en popa In piragua.
!a mndre grit:i
II.
— "Adonde, nauclero, adonde
Q"uedó el hijo de mi alma?
¡ El que te llamaba á voces
Recojiendo telinas en la playa!"
— "Tu pobre niño" murmura
El viejo en breves palabras,
"Con la ventisca, su tumba
Halló en el lago de las aguas mansas."
— "Nauclero,
Enjugándose una lágrima,
"Por Nuestra Madre Santísima
Llévame adonde el niñcsc fué al agua."
— Mujer, tu intento es locura;
Mas fueros de la desgracia
Son las insensatas súplicas. . . .
A mi brirquilla sube. — i Le\'a y marcha !
Allá lejos se distingue
Lago adentro una piragua:
A la Sant^ima Virgen
La pobre madre eleva su plegaria.
III.
Ciérrala noche y las sombras
Se ciernen trémulas, vagas :
El lago Coquibacoa
Parece que está lleno de fantasmas.
Son las barquillas que mienten
Formas distintas y extrañas
Cuando la noche se extiende
En el risueño lago de mi patria.
— "Madre que en tan honda tumba
Tienes tan grande esperanza,
Hai quien consuele tu angustia. . . .
Un ángel en las ondas sobrenada."
21
162
AMERICANAS,
— "¡ Derriba, en nombre de Cristo !"
Gritó el viejo de la cantiga,
"Esa voz es un aviso
De la misericordia soberana.
Al resplandor de un lucero
La gente medio asombrada-
Vio al niño que iba sereno
Sobrenadando eri las profundas aguas.
Inclinada hacia el abismo
La madre al hijo levanta
Temblando como los lirios
Que arroja la mareta en nuestras playas.
— Nauclero, cambia de rumbo.
— Niño, i es verdad ! cambia ! cambia !
¡ Al puerto ! y que sepa el mundo
Este milagro de la Virgen Santa,
í Agosto 1° de 1 87 1,
m EL ÁLBUM
de la hija de rai amigo el Dr. Gerónirao £. Blanco,
BRISAS nocturnas del mar caribe.
Que en mi risueño país natal
Hasta las chozas do el indio vive
Llegáis, nocturnas,
Con mil rumores sobre las flores.
Como encantando su soledad ;
Yo que mil veces solo y perdido
Por las florestas y el cabañal.
Lloro como ave lejos del nido,
Pues á las veces
Vuestras sonrisas, nocturnas brisas,
De aquellas chozas nuevas me dan ;
Hoi que descanso de mis funestas
Hondas angustias, brisas del mar.
Las dulces trovas de mis florestas,
Ya que descanso.
Bajo el risueño sol caraqueño ,
Ver quiero adonde vienen y van.
II
Palma del rio verde y gallarda.
Llena de flores del mes de Abril,
Si alguna nube del cielo, parda,
Ves en tu rio,
Díle á la nube que te acobarda :
"Huye á tu cielo, pues soi feliz
(Llena de flores del mes de Abril.
Cuando se goza tan dulce calma.
Con el prestijio de la virtud, "^
Mira que el cielo, niña del alma.
También se goza,
Porque es su gloria ver una palma
Suelta y garrida, como eres tú.
Con el prestijio de la virtud.
Que ese prestijio sea el primero
Con que te admiren llenos de amor
Ya el can:ipesino, ya el caballero
Con su prestigio.
Pues no hai encanto más verdadero
Como esa gracia, que hoi te da Dios
De la inocencia llena de amor.
Del rayo herido ven los pastores
Muchas encinas del encinar ;
¿ Sabes ¡ oh, palma llena de flores, !
Cuando es que heridas
Caen aquellas? — Los ruiseñores
Cantando alegres te lo dirán,
¡ Que ellos frecuentan el encinar !
Niña hechicera, palma del rio,
Por quien las flores rico dosel
Forman en medio del sol de estío.
Sabe, hechicera.
Que hasta las sombras de un hado impío
Puedes llenarlas de esplendidez.
Si las virtudes son tu dosel.
Brisas nocturnas de otras regiones.
Que ignoran todos cómo es que van
Agonizando mis ilusiones.
Mientras nocturnas.
Lleno de angustias, estas canciones
Ofrezco en aras de la amistad
Por ver adonde vienen y van.
Caracas, Mayo 1° de 1865.
m EL ALBÜM
de la Seüorita Araazili Bnrgos.
BELLO país de las palmas,
Amorosa patria mia,
¿ Por qué sin cesar me llamas
Con las trémulas voces de tus brisas ?
Bien se conoce que tienes
Mensajeras' ventolinas.
Que van por su gusto y vienen
Corriendo alegres por las tierras indias.
AMERICANAS.
163
Tú sabes cómo del lago
Hizo rumbo mi barquilla
Y tristemente llorando
Cruzé las ondas de la mar bravia.
Si, pues, todo te lo cuento
Y sabes toda mi vida,
Mira, patria, que te ruego
En nombre de mis férvidas desdiqhas,
No me avives tus memorias.
No me llames ni le digas
A las auras rumorosas
Que en las ausencias el amor se olvida ;
Porque pueden mis tristezas
Ser tan profundas un dia,
Con tus amorosas quejas
En las auras del lago fujitivas,
Que lo intenso de la angustia
Me haga un mal tan sin medida.
Que de la luz que me alumbra,
Oscile y muera la postrera chispa.
Mas, ;no es verdad que tú sientes
Mis dolores, patria mia?
¿Cuándo no tienen las madres
Para sus hijos májicas sonrisas .•"
Pues, mira, contarte quiero,
Antes que otro te lo diga,
El misterioso embeleso
Que hace sonar aquí todas las liras.
Yo también embelesado. . . .
I Patria, patria, no me riñasi
Llevo las trémulas manos
Sobre el arpa buscando una armonía.
Porque al cabo siendo solo
Una mui triste avecilla
La que embelesando á todos
Mantiene embelesada la campiña,
¿ Qué mucho, medio llorando,
Cante una tro\'a nativa,
Si en este suelo encantado
Ella es también un ave peregrina?
— ¿ Por qué á todos embelesa?
(Preguntarás, patria mia,)
— ^Tal vez, tal vez porque s7/c-ñír
Donde no sueña nadie y todos gritan.
Porque apesar de los hombres
Y lo vulgar de la- vida,
Tanta es la savia que corre
Del generoso corazón que abriga;
Que le parecen verdades
Las venturosas mentiras, <
Y diera toda su sangre
Por calmar el dolor de agena herida.
Patria, ¿sabes lo que pienso
De esta paloma que anida
Hoi en el val caraqueño
Al rumor de sus fuentes cristalinas ?
Pienso que en estas regiones
Su corazón se marchita.
Que le hacen daño las flores
Por las sierpes qu& guardan escondidas.
Ella, el ave rumorosa
De dulce melancolía.
Que girne como las olas
Y tiembla cual la verde sensitiva ;
Ella oyendo ruidos tantos
Y tan varias armonías.
Mil tormentos levantando
Sobre su corazón lleno de vida ;
¿ Que hará, por suerte, tan lejos
De su nidal, la avecilla?
Ai ! patria, dile á tus vientos
Y á las del lago resonantes brisas :
"Que los mares atraviesen
Y llegando á estas colinas
Arrasen flores y sierpes
Y apaguen las ruidosas armonías. ..."
Así la de ojos mui negros,
La triste y blanda avecilla,
Podrá levantar áu vuelo
En pos ele sus florestas escondidas;
Y cesarán los encantos,
Y las soñadas delicias,
A las realidades dando
La luz que han menester para que vivan.
Bello país de las palmas,
Amorosa patria mia,
l'ensando en tí pulsé el arpa
En honra á las virtudes de una amiga.
Caracas, Abril 28 de 1865.
EN EL AIBÜM
de la distin|mda artista Adela Robreño.
PERI'TLES de oro tienen á miles
Las tersas olas del lago azul,
»Y aunque otros lagos tengan sutiles
Perfiles de oro,
ÍNo son de aquellos áureos perfiles,
Olas de fuego, randas de luz,
f Perfiles de oro del lago azul.
164
AMERICANAS.
Dije alas aves: en libre vuelo,
Hijas de! aire, de aquella luz
Que al ciclo alumbra, tracdme un velo.
Fuemn las a\'es,
Fueron volando, volando al cielo ;
Pero ¡ ai ! tornaron del cielo azul
Sin el brillante rayo de luz.
Como en las palmas doquiera oia
Más de un acorde dulce rumor,
Pedí á las palmas una armonía ;
Pero en las palmas
Temblando el eco me repetía :
"Para las grandes obras de Dios
No hai en las palmas dulce rumor.
Vi una colina llena su falda
Con rojas flores de este país,
Pedí á las flores una guirnalda,
Mas la colina
Dijo, más verde que la esmeralda.
¿Qué son al genio grande y feliz
Las pobres flores de este país?
A Si á mi deseo no hai quien responda,
Mientras las aves vienen y van;
Si ni aun el cielo, ni la mar honda.
Tras mis deseos,
Que, cual las aves, á la redonda.
Cruzan los aires, crujan el mar
Y por la tierra vienen y van ;
Tienen ¡ ai, triste ! lo que buscando
Va por el mundo mi corazjDn ;
¿ No es mala estrella que yo cantando.
Cantando triste,
Pase mi vida siempre admirando,
Al genio siempre siguiendo en pos.
Dando latidos mi corazón ?
Ved, pues, que en suma no hay quien comprenda
La vida mia; solo el laúd
A tus. altares lleva su ofrenda ;
Mas ved que en suma
A sus acordes no hay quien atienda,
Que, por ser mios, pasan cual luz
Los blandos sones de mi laúd.
Maracaibo, de 1864.
A U "FLOR DE ADORMIDERA."
¡ AI, rosa, ya estás vencida
Pues lie visto en la pradera
Una flor llena de vida,
Mas que rosada, encendida :
La " Flor de la adormidera."
Viendo esa flor encantada,
Con profunda admiración.
Dije : " esa flor colorada
"Sin duda ha sido manchada
"Con sangre de un corazón.
"Y pues, que la flor es roja
"Y son tan negras mis penas,
"En esa flor se me antoja,
"Ya que la vida me enoja,
"Ver la sangre de mis venas.
"Cuando á la luz déla aurora
"Vi esa flor; de luego á luego
"Me murmuró una pastora:
¡ "Parece que te enamora
"Esa flor color de fuego !
"Pues oye : en la pradería,
("Y mientras esto decia
"Era su risa tan franca. . . .) *
, "Un tiempo esa flor lucía
"En vez de roja, mui blanca ;
"Pero llegó ruborosa
"Alice aquella zagala
"De labios color de rosa,
"Y como andaba celosa
"Es decir de noramala ;
"Sin saber en sus congojas
"Lo mucho que un beso inflama,
"Su boca de tintas rojas
"Puso en la flor, y las hojas
"Se hicieron color de llama.
"Desde entonces el color
"Blanquísimo del jazmín,
"Que ostentaba aquella flor,
"Cambió por celos de amor,
"En el color del carmín."
Tal me contó una pastora ;
Dime, flor encantadora,
¿Es mentira? Esa zagala,
¿ No anda también con la aurora
Celosa y de noramala ?
Como el amor corre en pos
De todo aquel que suspira,
Y es niño amor, siendo dios,
Flor, ¿no habrán dicholas dos
Zagalas una mentira?
¡ Eso lo sabrán los sabios !
1 Yo no, que soló recojo
Del mundo crudos agravios,
E ignoro cómo unos labios
Lo blanco cambian en rojo ;
Y cuando escucho, al exceso
De mi pena continuada.
Sonar en la sombra un beso,
Pregunto simple ¿qué es eso?
Y el viento responde ¡ nada. . . . !
AMERICANAS.
165
Y yo lo creo . . . . ! y pasando
Sigue el viento gemebundo,
Y el beso sigue sonando,
Y yo pensando, pensando
En las nadas de este mundo.
Flor pomposa y colorada,
Aunque en tí viese la huella
De un beso con la alborada,
Ya que un beso, flor, es nada. . . .
Siempre te amara por bella.
Y, pues, la vida me enoja,
¿Qué mucho, sien tantas penas,
Se me ocurre ó se me antoja.
Creer que tu tinta roja
Toda es sangre de mis venas?
■Caracas, Mayo 8 de 1865.
ÍNDÍÁNÁ.
A Mannel María Fernández.
TENIENDO la vida en poco,
Pues por su amor se desvive
Las aguas del Orinoco
Triste atraviesa un caribe.
En busca va de Nelida,
Por quien suspira de amores ;
Más risueña y más garrida
Que la palma con sus flores.
India de nobles intentos,
Pero en quien corren contrarios.
Generosos sentimientos
Y pareceres voltarios.
Su tribu entera le llama,
"La instable flor del cariño,"
Porque aborrece como ama
Aquel corazón de niño.
Y en verdad que mucho arguye
Su inconstancia, cuando ahora
De Mará el cacique huye.
Por más que el indio le adora.
Como la corriente clara
Ella esguazó fujitiva,
Lanza el indio su curiara
Rio arriba, rio arriba.
Y aunque la tersa corriente
Oculta el follaje umbrío,
.Sigue el caribe paciente
Por el rio, por el rio.
Llega á un raudal donde vibra
El viento, formando espumas,
Y un arco ve con su fibra,
Y un refajo sin sus plumas.
De rabia el indio rugiendo
Grita: — "lo comprendo todo,
"Con un gandul vas huyendo,
"Y para buscar el modo
"De engañarme en tu camino,
"Arco, flechas y refajo
"Arrojas al torbellino
"Rio abajo, rio abajo.
"Juro por la pahua Seje
"Que baña el terso Guainía:
"Antes que el indio te deje
"Oculta en su ranchería.
"Salpicar tu eliuinbe blanca
"Con la sangre de sus venas,
"Y orear en una barranca
"Sus carnes de grasa llenas.
"Si, chuchumeca ;^HarieIia,
"Cumple á tu amor lo que debas,
"Que como bebes la chicha
"Yo haré que su sangre bebas."
Calla y bogando se encorva
Lijero, rápido, y ágil;
Lanza una mirada torva
Y vuela á su lancha frágil.
II
— "Español, español mió.
Remontemos
Uajo el follaje sombrío."
— "Nelida, el viento está en calma."
— " ¡Ai, español de mi alma, !
Pon los remos.
Sigamos subiendo el rio."
Tal bella indiana decia
A un gallardo aventurero
Con quien iba y con quien luiia
Dando fondo en un pesquero.
De la corriente sombría.
Bien sabe la infiel Nelida
Que solo de un hilo pende
Su dulce y temprana vida;
Bien la guaricha comprende
Su salvación en la huida.
166
AMERICANAS.
Atrás el temible Mará,
Aunque el sol casi le ahoga
Porque le viene de cara,
Contra los raudales boga
En su lijera curiara.
Que ha jurado tomar cuenta
De su amor sin esperanza,
Pues el duelo que le afrenta
Pidiéndole está venganza,
A la vez que le atormenta.
Con todo, el indio en. su saña
Cuando acierta en 9Í(| desdicha,
En su desdicha se engaña ;
Quien le roba su guaricha
Es un valiente de España.
He aquí porque previsiva
La indiana echó rio arriba
Arco fiedlas y rcfaj9,
Haciendo creer se iba
Con un gandul rio abajo.
Mas ¿ qué sucede ? El salvaje
Tuerce su rumbo improviso.
Boga, contempla el follaje,
Vuelve, se para indeciso
Y da fondo hacia un boscaje.
Tal vez el viento ha movido
Las verdes ramas pasando,
Porque Mará oyó un gemido ;
A no ser que esté acechando
Algún caimán escondido.
De pechos puesto en la proa
El belfo labio Se muerde,
Y mira como la boa
Hacia aun montecillo verde
Donde surge una canoa.
Llorando á fuerza de enojo,
Sin olvidar lo que acecha.
El arco templa á su antojo,
Y mientras cala una flecha
Vuelve á mirar de reojo.
Brilla en el mismo momento
El fuego de un arcabuz,
Y Mará, al peligro atento.
Haciendo blanco en la luz,
Dispara su flecha al viento.
Tras el fragor nada queda
En silencio, no haí mortal
Que describir allí pueda
Aquella escena infernal
Bajo la oscura humareda.
Cuando el espacio se aclara
Se ve que luchan á muerte
Encima de una enriara,
El español bravo y fuerte
Y el duro y fornido Mará.
III
— "Español, si no le arrancas
"Del carcaj de caracol
"La flecha de plumas blancas,
"Eres perdido, español.
"Ten cuidado, español mió,
"El dardo en el rio arroja,
"Que yo nadaré en el rio
"Y pueda ser que lo coja."
Así gritaba Nelida
Mirando desde una palma.
El riesgo en que está la vida
Del español de su alma.
Este con Mará luchando
Sobre el batel que zozobra
03'e á Nelida llorando
Y pone el consejo en obra.
Lleno de aliento y coraje,
Sin huella mostrar de asombro,
Quita en la lucha sX salvaje
El carcaj que lleva al hombro.
Cayó al rio, mas Nelida
Lo alcanzó, que nadie inquiere
Si pone en riesgo su vida
Cuando de amores se muere.
'"Cacique, tu sangre aleara
A Maboya" — dice, y lanza
De una cerbatana negra.
La misma yfír//^ que alcanza.
Tiembla el caribe y le mira
Con tan profunda exrañeza, .
Que no se sabe si es ira,
O compasión, ó tristeza.
"Si no viera quien me mata,
"Cierto que no lo creería ;
"Eres, india, muy ingrata. . ..
"¡ Mal haya tu alevosía !
"Pero s¡ alguno quisiere
"Saber de tí mi pasión,
"Mira y cuenta como muere
"Un indio de corazón."
Dice, y resuelto se embiste'
Con su rival que se ampara,
Y el nuevo ataque resiste
En medio de la enriara.
Esta cruje, gira y vaga. . . .
Y á entrambos, al punto mismo,
AMERICANAS.
167
BuUente y rápido traga
El rio en su inmenso abismo.
IV.
— "Español, español mió,
"Remontemos
"Bajo el follaje sombrío. . . .
— "i Calma, calma ! !
— "Ai, español de mi alma !
"Pon los remos,
"Sigamos subiendo el rio."
En la luna de los vientos
Un maaiso peregrino
Oyó estos tristes acentos
AI proseguir su camino.
Curioso á escucharse puso ;
Mas de improviso se pasma,
Que ha divisado el iiiacuso
Un macilento fantasma.
En la cresta ennegrecida
De una tristísima roca
Se alzó aqu|d(,. . . . Era Nelida .
La infeliz esKiba loca.
INGRATITUD Y AMOR.
latrodncciou.
NIÑA de ojos divinos,
Que en tus balcones
Escuchas las canciones
De los marinos ;
Lirio maracaibcro.
Oye también mi canto :
Soi marinero.
Traspasando horizontes
Mi mente vuela.
Donde bosques y montes
Son de canela :
Dejo la playa amiga,
Y á Java voi buscando
Dulce cantiga.
Java, tierra preciosa.
Tierra temida,
Comarca fabulosa
Donde la vida
Se evapora encantada,
Como el májico filtro
De alguna fada.
Java, suelo indeciso
De los amores.
Vestida con las flores
Del paraíso,
Cielo con triste luna,
Flor chinesca que brilla
Más que ninguna.
Java, rico trofeo
Del mar distante,
Que se tiende arrogante
Frente á Borneo,
Isla de dulces aves
Que saludan alegres
Naufragas naves.
Tierra donde el ambiente
Mece las flores
En búcaros de Oriente
De mil colores ;
Do el aire perfumado
Se aspira en los jardines
Emponzoñado.
En este suelo niña
Pasa mi cuento.
Mientras murmura el viento
De la campiña :
Tradición javanesa
Oriental y sencilla
Por su belleza.
JAVA,
Cuando la tarde su sol retira
En las cerúleas olas del mar,
Cuentan que cae la perla índica
En hondo duelo mudo pesar.
Cuentan que entonces en los vecinos
Bosques de java se ven lucir
Í68
CUENTOS FANTÁSTICOS.
Monstruos enormes, fantasmas lívidos
A los conjuros de algún faquir.
Cuentan que horribles en las florestas
De este encantado bello país,
Saliendo á miles se ven frenéticos.
Como en flamenco rojo tapiz,
Selvosas sierpes de negras colas,
De ojos de fuego, como el coral.
Reptiles verdes, tímidas tórtolas
Que anuncian tristes el temporal ;
Panteras hoscas, tigres manchados,
Que van rujiendo bajo el capuz
De hórridas sombras, que vuelven pálidos
Hombres y furias, cielos y luz.
Todo es extraño, todo misterios
En la que pinto feliz región,
Los vientos vagos resuenan tétricos
Cual del Kidoudi siniestro son.
Java la espléndida tiene elevadas
Negras mezquitas al dios azul,
Y finje crédulas deidades^árbaras
En los abismos del guroul.
Tiene en los antros de sus pagodas
El zoquetero vingadasan
Tejidos mágicos, luces fosfóricas,
Kioscos en forma de chatirán.
Y en tenues hilos que en sus mercados
Vende orguUosa Coromandel,
Cuelgan de plintos, tal vez fantásticos
De hambrientos tigres la negra piel.
Todo es confuso, sombras y ruidos
En los boscajes de esta rejion,
Tal vez estúpidos del suelo índico
Estos misterios, mentiras son.
LA FLOR Y EL AVE,
Mas ya se mira al lejos
La nube oscura.
Bañada en los reflejos
Del alba pura :
Ya se colora
Al soplo susurrante
De tibia aurora.
Descorre el sol divino
Sus gayos tules.
Como un kiosco marino
De olas azules :
La lumbre leda
Brilla como una estofa
De rosa y seda.
Java luego teñida ,
Con mil colores,
Despierta sonreída,
Bajo las flores
De sus praderas,
Y al ruido soporoso
De sus palmeras.
Luce entonces de Brama
Cofi suaves giros,
La flor que el indio llama
De los suspiros :
Las' tradiciones
Cuentan que ella fascina
Los corazones,
Columpiando los vientos
Murmuradores,
Despidiendo lamentos
Aterradores ;
Parece extraña
Aparición que brota
De la montaña.
El faquir que rezando
Camina adusto.
Tiembla, la flor mirando,
De amor y susto ;
Con ser tan bella
Hasta el cipayo triste
Se aleja de ella.
Creación de aquel clima
De luz plateado,
La noche la reanima
Con su callada
Dulce misterio:
Cuando llorar debieran
Su cautiverio.
Tan solo un avecilla
Con sus dolores,
Junto á la flor que brilla
Llena de olores,
Se ve volando.
En amante embeleso
La flor mirando.
Ella cierra su broche
Tal vez culpable,
Do se aduerme en la noche
Silfo impalpable ;
Y así en mal hora
El bengalí del Asia
Por ella llora.
Ave que triste anhela
Morir amando,
Y solo se consuela
Su amor cantando
Hasta su nido,
En la orilla del Canjes,
Puso en olvido.
Siva, de esa comarca
La diosa impía,
El vivir le demarca
Por solo un día;
En las praderas
Después cogen sus plumas
Las bayaderas.
CUENTOS FANTÁSTICOS.
169
Nace con las auroras
Y triste rñucrc
Cuando suenan las horas
Que el triste quiere :
La noche oscura
Del bengalí cobija
La sepultura.
Horrible es esa vida
De un solo instante :
Volar de amor rendida
Cabe su amante
Que le desdeña,
Mientras su trino vaga
De peña en peña.
Xi á la canción festiva
Con que le alaba.
La flor sonríe esquiva
Que luce en Java :
Xi oye su rucg'o,
Xi mira ele mis ojos
El dulce fuego.
••I'lor del triste suspiro,
"Mor voluptuosa;
'•¿Por qué siempre te miro
"Tan desdeño.sa?
"Dame siquiera
"Uno de tus estambres,
'•Mor hechicera.'"
El ave así su cjueja
Repite vana,
Como el moro á la reja
De una sultana:
Al triste arrullo
La flor así responde
Llena de orgullo.
"Bengalí de los mares
"Y las estrellas,
"Vete con tus pesares
•'Y tus querellas;
"'i riste te miro
"Mas ni puedo encantada
"Darte un suspiro.
— "¿Ni una esperanza, hermosa?
"Ni una esperanza,
— "¿Tu amor flor orgullosa,
"Con qué se alcanza?"
La flor inerte
Temblando le responde :
•'Mi amor es muerte."
Ave de las congojas
Y duros males.
Nutrida con las hojas
De los rosales ;
Dulce y sencilla
Mucres poruña ingrata,
Pobre avecilla.
Tornarán las tinieblas
Y vagos ruidos,
La noche con sus nieblas
Y sus rujidos ;
El sol indiano
Se apagará en las ondas
Del mar lejano.
Después, cabe la alfombra
De algún canelo.
Bajo la opaca sombra
Que cubre al ciclo.
Cual negro manto,
Se apagará por sienif)rc
Tu acorde canto.
Niña, pura, y preciosa
Como una fada,
Más bella que la hermosa
h'lor hechizada ;
Lirio maracaibero,
l'.sta es la pobre cantiga
De un marinero. .
LA SÍLFÍDE.
FANTASÍA ,
dedicada á mi amigo José A. Gaicano.
¡ CUAN rico es este suelo de bellas ilusiones,
Bajo el azul marino del cielo tropical !
Aquí las frescas brisas murmuran mis canciones i
Después que han encrespado las olas de lámar, j
Aquí, cuando la noche se extiende en mi laguna,
^Navegan las barquillas del pobre pescador ;
Y en alas de los vientos, al rayo de la luna.
Dan fondo en sus pesqueros de limo y caracol, V
Mirad si son serpientes de escamas lumino.saí5
Las huellas espumosas del índico batel.
Mirad cc3mo retratan las límpidas orillas
Menudas piedrecillas de roja esplendidez.
Aquí muriendo el dia, la atmósfera serena
Magnífica se llena de ruidos y de luz.
Parece que las sombras recorren ignorados
Mil genios encantados del firmamento azul.
170
CUENTOS FANTÁSTICOS.
^
¡ Oh lago misterioso, poblado de palmeras,
Q,«c tienes por riberas remansos de zafir !
¿Quién pinta tus movibles y vaporosas brumas,
US Cándidas espumas de nácar y rubí ?
¿ Por qué tus lindas flores levantan sus corolas ?
¿Por qué tus tersas olas gimiendo tristes van ?
¿ Por qué tanto concierto, tan célica alegría, ■
Cuando sepulta el dia sus luces en la mar?
¡ Cuan rico es este suelo de bellas ilusiones !
¡ Cuan dulcemente embriaga mi pobre juventud!
Por eso miro siempre fantásticas visiones
En el tapiz espléndido de su cristal azul.
11.
Era una noche callada ;
La brisa en lánguidos giros '
Tras armonía encantada,
Daba besos y suspiros
A toda flor perfumada.
Y bajo el cielo de Eneto
Bien se via en mi laguna
En cada espuma un lucero,
Y el resplandor de la luna
En cada oculto pesquero.
A lo lejos vaporosas,
Como blancas nubéculas,
En las ondas azulosas
Las veleras navecillas
Navegaban silenciosas.
Yo, pescador, tristemente
También buscaba anhelante
En un hilo de corriente,
De algún ^ardume abundante
La huella fosforescente.
Y por aliviar mejor
Mi negra melancolía,
Probé si cantar podia
Una balada de amor,
Mientras las redes tendía.
Mas ¿ quién apaga mi acento
Con otro acento tan suave,
Como lejano lamento.
Como los trinos del ave,
Cual la quejumbre del viento?
¿Quién de improviso levanta
Y remeda de improviso
La voz del que triste canta?
Hay voz en el Paraíso
Que tenga dulzura tanta?
Yo, pescador, anhelante
Vi con la luna tranquila
Aerea visión flotante,
De azul y suave pupila,
De mirada suplicante.
Sobre su cuello de nieve
La crencha de oro brillaba.
Sobre su cintura breve
La suelta \'cste flotaba
Como nubécula leve,
Llevada en la brisa leda
Iban mojando las olas
Su fimbria de rosa y seda,
Que allí con la brisa enreda ;
Siemprevivas y amapolas.
Y en el movible cristal
Con tal don-aire iba en suma
Aquel genio celestial.
Como un cisne tropical
En la fujiti\'a espuma.
En las orillas amenas
Lleva así por atavío
ElZulialas azucenas,
. Y así atraviesan el rio, <
El Zulia de aguas serenas.
Su voz llegaba á mi oido
Cual el murmurio perdido
Del apacible arroyuelo ;
Era un eco i;epetido
Entre la tierra y el cielo.
Era el fantástico trino
Que levanta el ruiseñor
En el bosque campesino.
Era el adiós del marino
A la prenda de su amor.
Pero no, fué la querella
Que en mi encantada laguna
Alzó una Sílfide bella,
Al ocultarse una estrella
Al resplandor de la luna. . . .
Tras negra melancolía,
Yo, cuitado pescador.
Que mis redes extendía.
Estar oyendo creía
Una querella de amor.
III.
^ "Ya muere en el cielo azulado
El tenue reflejo plateado
^Que vierte en silencióla luna,
Y el viento del sur abrasado
Arruga esta mansa laguna.
"La sombra que huyendo se apila
En torno á su lumbre tranquila
Sus alas aun cierne en el mimdo. . . .
En vano la sombra vacila. ...
Ya muere en silencio profundo.
"Ya vienen las gélidas brisas,
Del cielo las dulces sonrisas
Refrescan las trémulas flores,
Y al lejos se ven indecisas
Las nubes de ga^'os colores,
"En tanto la mar altanera
Me lleva gentil por doquiera ;
Mecida en su espuma brillante
Yo voi de palmera en palmera.
De un lago á otro lago distante.
"Volad junto á mí, los divinos
Faiitásticos genios marinos
CUENTOS FANTÁSTICOS.
171
Que impókn las índicas naves,
Por esos ocultos caminos
Que solo atraviesan las aves.
"Iremos al rayo postrero
De algún oscilante lucero
I,as dichas del hombre cantando,
Orillas del lago hechicero
Que corre á la mar murmurando.
"Volad junto al genio que mora
l'erdida en el agua sonora
Que tiñe la luz de Occidente. . . .
\'olad mientras duerme la aurora
Tras esa cortina de Oriente.
'"La noche se avanza. . . .volemos,
Del austro la voz apaguemos
Al eco de blandos cantares ;
Aun brilla la luna. . . .crucemos
El ancho tapiz de los mares.
"La noche su sombra retira. . . .
;No veis esa estrella que gira
Envuelta en la lóbrega niebla?
Ya triste se apaga. . . .ya espira. . . .
El aire de luces se puebla.
"La aurora colora la espuma.
Se enciende la pálida brama,
Y al ruido perdido del viento.
El ave sacude su pluma
En raudo y gentil movimiento.
"La lumbre la cumbre rodea.
Espléndidas flores orea,
Y el velo del alba ondulando
Con visos azules campea
El cóncavo espacio alumbrando.
"Ya pasa esa lluvia de fuego ....
.\dios el profundo sosiego
Que vierte la noche divina . . . . ;
Volemos. . . .el sol saldrá iui,g(j
Tras esa brillante cortina."
IV.
Y se apagó la voz como el encanto
De fujitivos sueños, vino el dia
Con sus luces, sus flores, su alegría,
Su pompa celestial.
En las alas del viento sonorosas
Volaban por las límpidas esferas.
Blanquísimas palomas pasajeras
De la orilla natal.
Y allá lejos, mui lejos, al poniente.
Surco de luz, espléndido meteoro.
Célica zona de esmeralda y oro
Se viera relucir.
En vano allí las nubes de la noche
Sus postrimeras sombras recojieron. . . .
Las nubes )• las sombras se encendieron
De púrpura y zafir.
Era del Genio que en su raudo vuelo
Atrás el sol dejaba purpurino.
La huella esplendorosa del camino
Que en los aires siguió.
En medio á los celajes indecisos
Que vagan en los rayos de la aurora,
Yo vi que la visión encantadora
En el cielo se luindió !
Sueños, t|uimeras de dorado nombre,
Que pasan luego con la estéril vida;
He ac]uí tan solo cuanto puede el hombre
Llamar felicidad. •. .
No preguntéis si el mundo en su misterio
yVborta alguna vez esas visiones. . . .
¡ El mundo. . . . ! Es un pesado cautiverio
De triste realidad.
Maraciubo, Enero i ; de iS;j..
£L ÁNGEL D£ LOS ANTEOJOS.
EMPIEZA EL CUENTO
¿QUIF..N es a(.[uel que el paso lento mueve
Sobre el collado, el monte y la colina.
Que á sus espaldas gélidas de nieve
Carga una alforja, como faja leve
Con polvos de. la Madre Celestina?
;Que los bribones por doquiera cuenta,
Y en su mente, con tétricos renglones,
Porque no se le olviden los asienta,
Y los aoja y mima y los contenta
Y les hace ohidar que son bribones?
>
¿Quién el que apercibido ala pelea
Desciende y grita \- pavoroso zumba?. . . .
^ Preñada en tempestades le rodea
! Negra nube tonante,
De sus secas mamilas
Lentamente gotea,
Como los fuegos patrios de la tumba,
Un fuego Coruscante
P21 brillo sin igual de sus pupilas
' Es el vivo reflejo de una lanza :
.Su voz es de un clarín en la pelea
Y mientras más vocea, más voce.a.
; Quién aquel c|ue en las cañas y los toros
'Ufano, como nuncio de venganza,
i En judíos y moros,
■^ Agita de repente,
172
CUENTOS FANTÁSTICOS.
Armados con colmillos de serpiente,
Un número infinito de tramojos ?
Quién, sino el querubín de los anteojos?
ARENGA.
Sonó su voz "Bribones,
Mirad aquí los dones,
Los duros instrumentos
Que traigo de los cerros :
Son tramojos de perros ;
Pero sirven también á los jumentos.
Con cien mil socaliñas, á mansalva,
Sirviéndoos la ocasión, cjue es fea y calva,
Sin conciencia ni susto
Disteis por norma con baldón eterno
La ley de vuestro gusto,
Que es la ley espantosa del infierno.
Dejasteis morir de hambre
Al compás de las flautas y los pitos,
Al soldado infeliz .... De pebre y fiambre
En tanto andabais todos
Satisfec4ios y ahitos
Regoldando beodos ....
Cada cual de vosotros fué un tirano,
Que se acordó tan solo del hermano
Los dias de esquileo.
Para arrancarle alegres, según creo,
Si no el vellón con artes y con mafias.
El alma y las entrañas.
Cada cual de vosotros fué una criba
De las bolsas agenas
A vuestras bolsas llenas,
Sobre la carne \'iva
Cada cual de vosotros fué un tarugo ;
Y hasta en el seno fiel 'de la conciencia
Cada cual de vosotros fué un verdugo
De no vista insolencia. . . .
En unión disoluta
Presentasteis doquier el maridaje,
Tras el social ultraje,
De la injusticia }' de la fuerza bruta.
Grandes fuisteis tan solo en atropellos.
Llegando vuestras uñas a lo chino
A romper, por buscar el macuquino,
De las iras de dios los siete sellos.
Llegó el instante de crujir de dientes.
Bribones im'pudentes ;
El danzar es la cosa más sencilla;
- Mas todo danzarín se desternilla
Cuando al son de la música se suelta
Y deja en la jugada de ser mingo.
Para hacer el respingo
Y poder dar la vuelta.
Si olvidasteis por fin, almas de roble,
(Pomo decir de cántaro de destayo)
Que ajusta Dios los crímenes por a'flo,
Y hace el balance por partida doble ;
He aquí que vengo ahora.
Desde esos valladares revolando,
A pediros al fin burla burlando
La cuenta aterradora
Dijo, y las cejas inclinó cerúleas
El querubín de anteojos :
Ajitó los tramojos,
Y en las orejas de titán hercúleas.
Como vedija hirzuta se erizaron
Los cabellos divinos ;
Después. . . .en su cabeza reventaron
Excelsos remolinos
Y retembló el inmenso
Olimpo en nubes de oloroso incienso.
MIRADA RETROSPECTIVA,
Y bien lector amigo, si en mi vario
Charlar, golpes no sacas ni rasguño,
Y te gusta por ser estrafalario
Mi extraño querubín de nuevo cuño ;
Sigamos con la broma,
Que si el S'eñorSan Pedro,
Como dicen, se está muí bien en Roma,
Yo siguiendo mi cuento no me arredro.
Pero andemos despacio
Y hagamos una rueda,
Para tomar como decia Horacio
Esta gran quisicosa.
Desde el huevo de Leda
Aquella que de Tíndaro fué esposa
En tiempos ante-Iiistóricos
Más allá de los tiempos de los dóricos,
Más allá de Anfión, Lino' y Orfeo,
Más allá, más allá de Prometeo ;
En fin, aunque sin prueba
Fijo el tiempo preciso,
Cuando el bucüri tle^Adan gozó con Eva
La dulcísima paz del paraíso.
I Un este tiempo, pues tan sin dolores
i Los gayos ¡pajaritos cantadores
j La dieron á porfía
j Por beberse á la luz del nuevo día
■ Las lágrimas nocturnas de las flores.
! No es fuera de propósito ni ajeno
j Decir aquí lo qae tal vez no alabo,
Y es que la creación de cabo á rabo
i Entonce hablaba mucho y de lo bueno.
Pues bien, las flores gualdas
Empa])ando en fragancia pura y nue\'a
Las espléndidas faldas
Se quejaron á Eva ;
Y como nuestra madre nuii sencilla
Charlaba á maravilla.
Se impuso de la ciueja de las flores
Contra los pajaritos cantadores.
"Vuestro ruego, esclamó, no será vano,
i Yo fallaré en conciencia :
Dejad caer en misinicstra mano.
I Una gota de esencia ;
j En la diestra otra gota ele rocío
Echadme, bellas llores;
Y ahora, dijo sonriendo, yo confío
1 En que los pajaritos cantadores
No se podran beber impunemente
De vosotros la lágrima doliente. "
¿Mu.sa, canta tu ahora en vos sonante
CUANTOS FANTÁSTICOS.
VFc
Lo que pasó al instante ;
Y fué que sacudiendo con donaire
( Por si acaso, lector, no lo presumes )
Las palmas, se juntaron en el aire
Lágrimas y perfumes.
Surjió de aquel ambiente de improviso
Un bello querubín batiendo el ala,
Y en todo el paraíso
Se dijo á boca llena,
Que era señal para las aves mala,
Que era señal para las flores buena.
Goterin fué Jiamado en las praderas
Por que formado fué de dos goteras :
Desde entonces sin quejas y sin gritos
La creación miraba con asombro
Hasta de Adán posados en el hombro
Muertos caer los lindos pajaritos.
Al fin se vino en cuenta cierto dia
Que Goterin en cada flor ponia
Unos polvos diabólicos,
Y así al beber las lágrimas que hurtaban
Las aves rebentaban
Con calambres y cólicos.
Cuando es mui grande un chasco '
Las iras y el rencor se vuelven cero,
Y el corazón atiende lo primero
A pasar el chubasco.
Viéndose, pues, perdido
El bando cantador de tumbo en tumbo
Arrió velas á plan, cambió de rumbo
Y se llamó partido.
Paz hubo y fué jurada
Por parte de las flores
Y efe los pajaritos cantadores ;
La turba multa muerta fué enterrada.
NUEVO EMPLEO DE : ;
Ya por aqueste tiempo Adaii
Con Eva en una gruta.
Porque pasado entre los dos hab'i
Aquello de la fruta.
Quedó por tanto suelto y vagabundo
El querubin de baja,
Y se andaba á la breva por el auindu
Impelido doquier como una p;ija.
Tras el ocio y las juntas,
Con nuestra Madre ál fin vino de piqu.
Aprendió ciertas puntas
Que en vez de ser de sándalo
Eran de /'(r/<> d piaur
Ribeteadas de escándalo.
Ya del pecado reo
El queritl)in se fue poniendo feo,
Y calvo y legañoso
Y perverso y maligno y mentiroso :
En suma se salió fuera de quicio
Y se cíió todo al vicio.
Fué entonces c[ue buscando
El arcángel Gabriel un contrapcs.i
/, la perversidad que iba mirando,
Como el ratón al queso
Los varios corazones ;
i Viendo que apeñuscados en el cócito
Estaban las diabólicas legiones,
Llenas de sangre y zipa,
Con el flrnie propósito
De seguir en el mundo con gran celo
V.'ñ. jarana perdida de chiripa
, A las puertas del ciclo :
.Sabiendo que lo bueno en punto á malo
Es la cuña infernal del miJmo palo ;
A Goterin buscó ;-su diligencia
Vana no tué, pues le encontró mollino,
Como se alcanza á ver una Excelencia,
O jumento ó pollino.
Que perdido el albur se queda en babia
Sin hallar que decir roja de rabia
"Goterin, exclamó, mal criatura
Tiempo ha qu9 te buscaba á las volandas.
; Hasta cuando serás cabeza dura ?
¿Nunca podrán .saciarse tus deseos?
' De noche en las parrandas,
: De dia en los bureos ;
i^No te avergüenza ver tanto hijo dalgo?
Siquiera con jas manos haciendo algo?
, Esa existencia, en suma,
; Xo te fastidia, al cabo, no te abruma?
\ liii.L..-., j.'ii^.-, noy te traigo un buen oficio,
1 Que necesita flema y mucho juicio.
El negocio no es mió, ni es de broma,
l\iesque tiene su origen donde canta,
Aletea y escava y se lex-anta
El crestifero gallo de Mahoma.
No ignoras, (ioterin, que con agravio
De la ciencia, se abusa *
! Del saber, pues hay picaro tan sabio,
I Que abre escuela doquier de ciencia infusa.
¡ Estos grandes señores
: Por que sus obras van dictando en Cascaras
! Sin togas y sin máscaras
; Se llaman dictadores.
\ Pues bien, tal como, te hablo,
I Se supone c[iie el dulce de rnaincvcs,
\ .Según afirma el diablo.
I Les da valor para evadir las leyes,
I Les aclarar^el chirumen,
; Y les aguza el numen
i Hasta tener llorando al diablo mismo,
i Que en fuerza del saber ó del cinismo,
I O de las circunstancias volanderas,
O del éxito bueno en, las diablcras,
I En ésos miserables ,,
! No .se cumplen' las leyes inmutables
I De acción y reacción, de risa y llanto ;
i. -Sí, !# leyes (¡ue en tanto
'Los bribones jlDprímen
j AT Aeblo que vencido en acechanzas
I Brotan del mismo crimen
: Castigos, reacciones y venganzas.
I Hoy por eso, liijo mió,
i Para que no se escapen,
j Y los genios del Báratro sombrío
y Con risas de demonio los atrapen,
74
CUENTOS F/VNTAS'nCOr:
En una yran misión hoi se te nombra.
Velado en humo y sombra,
Como el buen chocolate en una jicaia.
Te acercarás terrífico á los ncncx
Que forman todos esa estirpe picara
Cargada de tesoros y de bienes
Ganados en uñate :
■Y así como vapor de chocolate,
Te subes el sus ojos:
Y aunque estén por acaso en su üficina
l'ones á cada cual estos anteojos
Con polvos de la Madre Celestina.
.líecho lo cual con lices y deslices
Mientras supongan ellos ver más claro,
Correrán á romperse las narices
Y entrarán cantandito por el aro.
Que nada les valdrá sus previsiones,
Ni su charlatanismo,
Ni su descaro vil, ni sus millones.
Ni Su privilegiado periodismo ;
Como ciegos al fin, traspieses dando
En medio á sus apuros
li-á con ellos Satanás cargando,
Y ellos aún se juzgarán seguros ;
Mas como allá estarán llenos de enjundia
Y en los calvos y cojos
Suple un tanto á la vista la^ iracundia,
Aquí están, Goterin, estos tramojos,
Que yo para ese caso
He cortado en los montes del parnaso.
Goterin lo escuchi) sin hablar jota.
Como lebrel sumiso ;
Pero creyó preciso
Tomar de todo nota.
Luego Gabriel para salir de apuros
Le dio, como si fueran caramelos,
Ensarta triple de tramojos duros.
Púsole en la nariz con gestos trágici..-
Un par de ti'asparentes espejuelos
Misteriosos y mágicos.
bastaba colocarlos un iiistante
Para ver el carbón como diamante,
Ellos solos tenían
Un sortilejio tal, un tal ensalmo
Que con ellos no mas se mii'arian
A las luces febeas
Las narices de á palmo,
A pesar de tenerlas tan. pigmeas.
En fin, Gabriel velado por las alas
Le puso el mismo en la dorzal espina
Un maletón sin pólvora ni balas,
Pero lleno, llenísimo
De ese polvo, rarísimo *
Que llaman de la Madre Celestina. *
Hecho lo cual los. dos se despidieron
Gabriel haciendo rumbo á las mansiones
Donde la paz se encierra,
Goterin en demanda ele la tiena
Buscando á los bribones.
} EN LA ACTUALIDAD,
j Míralo ahora, pues, lector querido.
Que enseñártelo cjuiero ;
Hoi que ejerce su oficio muí cumplido
El querubín de anteojos parrandero.
Con los años se ha puesto
! Rollizo y mofletudo :
! La boca es un repliegue con un jesto
El repliegue es un nudo:
Entre dos cuencas sus pupilas lucen,
Y sus pestañas canas
Dentro de las pupilas se introducen
Hasta dejar caer como almendrones
Por sus rojas mejillas cual manzanas
Dos blancos lagrimones :
Sus orejas son grandes ;
Y así como la fiera de los Andes,
Son sus fuerzas hercúleas,
Ronca es su voz y cavernosa y hueca,
Y por sus cejas tiesas y cerúleas
I Se dibuja una mueca,
i Que ya es la luz de un cirio que se apaga
O el nervioso temblor de vieja llaga :
No obstante su volumen,
¿ Creéis, lector, que al querubín le abrumen
' .Sus seismil primaveras ?
Ni por esas lector — siempre á la pista
Por cerros y laderas,
Ya se lo lleva el viento como arista,
O descendiendo de las nubes, ágil.
Parece pluma frágil ;
En fin tras mil antojos,
Apesar del abdomen que es un piélago
Sube y baja cargado de tramojos,
Y se basta á sí mismo,
Manejando sus alas de murciélago
Más negras que el abismo.
Yo conocí un muchacho cocinero
Que cierto dia sazonando su olla.
El fandanguillo oyó, perdió la cholla
Y se metió sin más á maromero.
El mozo era un martirio
Para el viejo maestro.
Pues la afición de aquel era un delirio
Saltando siempre sin hallarse diestro.
Luego que el mozo entraba en el establo
De la tesada cuerda, su deseo
Parece que avivaba el mismo diablo
Y alcanzaba la cuerda de un boleo. '
Tal era su pujanza,
Que sin más moriscjucta.
Hubo vez que saltara sin balanza
Hasta coger la opuesta tijereta.
"Hijo infernal de Satanás con faldas,
Tú harás al fin que la cabeza pierda.
Vuélvete atrás, mas vuélvete de espaldas. . .
Sin brincos has de andar toda la cuerda."
Así con votos mil le reprendía
El maestro funámbulo,
Y paso á paso el galopín volvía
f Al punto de su preámbulo.
CUENXOS fantásticoí:
75
Pues bien ! Con diez mil truenos !
Hoy me ha pasado á mí ni más ni menos
Que al brincador muchacho de cocina:
A¡ empezar mi historia peregrina
Di un brico como aquel. <> como un potro
A silla no avezado.
Y me encontré en un triz de un punto á
Con mucho adelantado
Mas, lector, ya lo has visto :
He vuelto paso á pasoá la tijera
Y esto me cuesta lo de Dios es Cristo.
Ya me parece oir al de maroma
Maestro general : "Si consintiera
^El arteen brincos, gritará, muy muchos
i Artistas íuuran según son de goma
' IIombre.s, ''embras, mochuelos y avechuchos
Como quiera quesea,
' Empatemos el cuento sin enojos
I Buscando al querubín de los anteojos,
i oti-o I En el instp.nte aquel que centellea
I Su terrible mirada ....
¡Aun tiemblan del Olimpo los salones
! Cuando como argentina clarinada,
' Ala oreja de todos los bribones
La filípica llega
f Del querubín talega.
}^SmB |1BI1
SONETO.
ESCRITO AL PIE DEL RETRATO DE BOLÍVAR,
en la gran fiesta qne celebra á su raemoria el General Venancio Pulg,ar
el 28 de Octubre de 1872.
HELO allí ! como el sol que ardiente gira}
Centro de luz, en la infinita esfera,
La patria en su entusiasmo lo venera
Con alto acento y resonante lira.
Jamas su gloria con el tiempo espira, '
Ni hai que pensar que con el tiempo muera \
El pueblo que sostiene su bandera
De lil)erta(l, ciue el \'icjo .Mumlo admir -,
Salve líolívar! Tu inmortal ejemplo
En más de un noble corazón, fecundo
Será para la América. En el templo
Déla fama, un zuliano sin segundo,
El ínclito Pulgar, graba su histori.i
De juventud, valor, martirio y gloria.
CANGION PATRIÓTICA.
Para el 19 de Abril de 1852,
CORO.
LA nación en magnífico di.i
Cc)nqu¡stó su divina igualdad ;
Ciloria, gloria, doquiera se oia,
Libertad, libertad, liBertad.
Como es grande ese grito profundo,
Que estremece de espanto la tierra,
Como es grande ese grito de guerra
De esterminio horrorosa seflal.
A su voz calla el aura apacible,
Enmudece la Paz bicnheclior.-i ;
Y en feriiz holocausto se inqilora
i"- l.i muerte e! imperio fatal.
176
POESÍAS PATRIÓTICAS.
El valiente no tiembla ; es entonces
Que su frente altanera levanta
Y sus triunfos magníficos canta
Llena el alma de gloria de honor.
Es entonces que en charcas de sangi'e
Hunde el fiero titano su frente,
Es entonces que el pueblo es potente,
Es entonces que el pueblo es señor.
Y esa fué la divisa tremenda
Que del viento al horrísono embate
Prolongaba el furor del combate,
En horrible implacable tezon.
Ni la noche al mortífero' espanto
Daba tregua en sus sombras inerte ;
Guerra, guerra, clamaba la muerte,
Y mil vidas cegaba el cañón.
Patria mía, tus hijos supieron
El de Abril diez y nueve bendito,
Levantar ese férvido grito
Que auguraba un feliz porvenir.
A la luz del espléndido cielo
Tus antiguos caílones hollaron ;
Y en presencia del mundo juraron
Por la patria vencer ó morir.
Salve, oh patria ! cpie altiva pudiste
Conquistar los derechos sagrados ;
Tus ultrajes han sido vengados.
La victoria corona tu sien.
Que la paz protectora del hombre
Hora esparza sus frutos divinos,
Y te aliente á tus grandes destinos
Y á la unión de tus hijos tanibicn.
HIMMO A BOLÍVAR.
CORO.
Genio de luz fecundo,
De estirpe celestial.
¡ Liberl;u!or de un mundo !
Tu nombre es in.mortal.
Sólo el Genio columbra altanero
Ese sol de feliz esperanza :
Sólo el Genio á la gloria se lanza
Y los pueblos le siguen en pos.
Faz á faz con lo grande y sublime
Sólo el Genio levanta su \'uelo ;
Ángel fuerte caído de! cielo
El pretende \"olar liasta Dios.
Tú Bolívar, Titán de la tierra.
Fuiste un Genio sediento de gloria.
¿ Quién más grande que tú ? La ^ ici'oria
Te ciñó su laurel inmortal.
Fué tu voz como el trueno espantoso
•Que inflamado en la nube revienta ;
P'ué tu voz como voz de tormenta
En los senos nrofundos del mar.
Hacia tí gravitaron entonces _ -
Los misterios de un grande destino,
Y tu carro siguió su camino
Por clmuncVo infeliz de Colon.
Altos hechos, grandiosas azañas.
Realizaste, Bolívar, doquiera.
Vué Colombia. . . .y brilló tu bandera
Más allá de la tierra del Sol.
; ¿Quién más grande que tú? Los valientes
] ímitarte'procuran en vano.
j ¡ Salve, oh Genio, de luz soberano !
: I'ara tí celestial bendición.
,Si en tu vida salvastcs un mundo,
Y le distes un nombre, una historia,
\ En tu muerte es tu sola memoria
i De la patria inmortal paladión. .
yMaracaibo, Octubre 28 de 1855.
A LOS YENEZOLAMOS.
Con motivo del Woqneo de nuestras costas por' las fuerzas inglesas y francesas.
¿No veis bajoesas nubes plomizas, cenicientas,! No veis q'yase acercan? Qiieajitan sus banderas?
Terríficas los vientos haciendo retumoar,
Fantasmas que parecen evocan las tormentas
La frente allá en el cielo, los pies allá en el mar?
Que en realidad se cambia la tétrica ilusión ?
. t
No veis que son ¡oh rabia! las quillas extranjeras.
i>Que vogai,í impelidas del rápido aquilón?
CUENTOS FANTÁSTICOS.
177
Adonde van? Sabedlo, si lleno de corage,
Su afrenta puede el hombre saberla sin morir. . .
Será mi voz cual trueno! Después dt tanto ultraje
; Oué vale el miserable deseo de vi\"ir ?
i Sí, sí, que para libres el mundo viene estrech
¡ Alerta ciudadanos ..-..! ¡ Arriba juventud . . . . •
¡Marchemos! ¡A las armas! Con brios en el pecho
Jamas sufrirse puede la infame esclavitud.
Los mismos q' famélicos, distantes de sus Re\-es ¡ Resuenen las montaftas al grito que le arranca:
Encuentran aquí amparo, riquezas y quietud, | Del pecho es\:remecido febril indignación.
Lqs mismos protejidos por códigos y le\'cs, ; ¡Eh no tenemos naves..! Nos basta el arma blanca
Los mismos que nos deben amor y gratitud ; ' Teniendo cual tenemos aliento y corazón.
Pretenden, con escarnio de la conciencia pública, i Votémosnos altivos al grande sacrificio,
Protervos, dividirnos; insultan ¡ por Satán! i Muramos como muere peleando el gladiador'
Los fueros de la patria: deprimen la República... Y fallará la historia, tras su inmutable juicio,
¡Y pisan nuestras plaj'as! y comen nuestro pan..
Nos tienen por imbéciles }■ quieren espantarnos:
Por débiles nos tienen }• ostentan su poder;
Sin alcanzar que un dia podemos irritarnos
Hasta morir matando, matando por doquier.
He aquí por qué de Europa fortísimos bajeles
Ocupan nuestras aguas, dominan nuestra mar. .
¡ La Francia y la Inglaterra! ¡Magníficos laureles
Sin duda á Venezuela venis á conquistar !
Pues lo sabéis ahora, ¿Qué haréis, decid vosotros.
En el común peligro? si amáis la libertad,
¡ Unios ! abrazaos los unos á los otros. . . . !
Y ¡ al arma I en las llanuras coléricos tocad ....
Y llenará de oprobio la faz del vencedor.
Sí, sí, para los libres la muerte es un alarde
De gloria, de heroísmo, de aliento y corazón.
Contémosnos..! La patria no tiene ni un cobarde!
¡ Las víctimas ! ¡ En masa es toda la nación . . . . !
Bolívar, á tu nombre, salud ! La sangre nuestra
Empapará en ofrenda tu losa sepulcral ; '
Y acaso se levante de súbito, siniestra.
Con pavoroso estruendo tu sombra colosal,
i Entonces...! Bien seguros están los miserables.
Que el Héroe de Colombiano se levanta en pos
Del extrangero insulto! Marchemos! Inmutables
Son siempre los destinos que nos reserva Dios.
La Cruaira, Agosto 4 de 1858.
A LA MEMORIA
de mi noble amigo el Mariscal Juan C. Falcon
MI corazón con tu funesta suerte
Viviendo va infeliz; que es tu memoria
A.stro en el cielo de la patria historia
Entre las sombras de la eterna muerte.
¿A qué sobre tu lápida ofrecerte
Coronas y laureles de victoria.
Si el numen n la cifra de tu gloria
Fué la excelsa bondad de un alma fuerte? y Mayo i^ de 1874.
Lágrimas ! Solo lágrimas el hombre
Darte debe en silencio. Es una ofrenda
Digna de Venezuela y de tu nombre.
¡ Oh. noble amigo ! Que jamás descienda
A esta tumba el olvido, donde ahora
El alma mia á tu recuerdo llora.
A LA MEMORIA DE ÜN HÉROE.
DEL pacífico mar sobre el abismo.
Como el dios que lo calma y lo enfurece.
En la piopa del Huáscar aparece
Un adalid radiante de heroísmo.
Grau quiere cumplir consigo mismo
Muriendo por la patria que enaltece,
Y en sacrificio ¡mpá\ido se ofrece. . . .
Sentimiento inmortal del patriotismo !
La escuadra del chileno le rodea
A fuero de venganza, en pos de gloria;
Que su enemigo es grande entre los grandes.
Retruena el bronce, el fuego centellea ;
Y un nuevo semidiós en nuestra historia
La espada del Perú graba en los Andes.
[ Maracaibo, Noviembre 19 de 1879.
178
CUENTOS FANTÁSTICOS.
A LA GUERRA DEL ORIENTE.
NO fué fábula oscura esa increíble
Guerra de los titane^. — Loco anhelo
Era el intento de escalar el cielo ;
Pero escalado fué : no era imposible.
Hoi es mayor la gloria, más temible
La empresa poderosa. . . .tiembla el suelo
Que el Euxino rodea y sani^re y duelo
Contempla el mundo con afán terrible.
Tal es la noble guerra del Oriente,
Horizonte sin fin en cuya sombra
Alta la voz del porvenir retumba.
Allí lidia el britano omnipotente,
Allí la Galla al universo asombra,
El despotismo allí ca\'a su tumba.
A LA SOCIEDAD AUXILIADORA DE CUBA LIBRE.
NO de mi patria callarán las liras
En honra á Cuba que inmortal pelea.
Como el león soberbio de Numidia
Rabioso muere en la sangrienta arena.
¿Quién cerrará su corazón al grito
De la orfandad que sobre Cuba pesa?
No serán ¡vive Dios ! los nobles hijos
Que el mar Caribe por sus ondas lle\'a.
Mi patria que hoi feliz su nombre ilustra
Y levanta á los cielos su bandera,
Pasó también por el dolor de Cuba,
y a! verla hoi triste su dolor recuerda ;
Corramos al altar de la esperanza,
Que es el mimen magnífico de América
Y al resplandor de la piedad del alma
En él pongamos nuestra himiilde ofrenda.
¡Auxilio al desamparo ! De los tristes
Enjuguemos las lágrimas. — Que sean
Nuestros votos por Cuba, como el tinibre
De una plegaria que hasta Dios se eleva !
; Qué homenaje, que gloria, qué holocausto?
Más dignos de dolor verá la tierra
Que gritarle á ese pueblo infortunado
i Resiste hasta morir, bendito seas !
i Morir! jamás ! Derecho que se pide
Con el valor de la justicia eterna
■ En realidad con\'iertc lo imposible
¡ Porque á su lado est;i la Providencia !
Por eso aquí no callarán las liras
En honra á Cuba que inmortal pelea.
Esperad }" veréis .... I
Coronará la frente de esa
Febrero 26 de 1877.
a gloria misma
Reina.
RIMAS, A LOS CUBANOS.
NO el alto ejemplo se hundirá mañana
Al ruido de las olas.
De esa nueva hecatombe colombiana
En playas espaflolas.
Estallará la nube de tormenta
Terrífica y sombría
Y pedirá al Sefior estrecha cuenta
De tanta alevosía
Dejad que el crimen en las alas suba
De la fortuna instable',
La libertad maldice sobre Cuba
A tanto miserable
¿ Que pueblo habrá culpable si se lanza.
Desnudo el ancho .pecho,
Con la rabia á morir de la venganza
En pro de su derecho?
Mi patria así lucho; lucha ho\- lo mismo
La solitaria estrella :
Si no la saca á salvo su heroísmo,
j Ai de Cuba la bella] , .
'Que el lábaro inmortal de su grandeza.
En las tierras distantes,
De monopolio sirve á la vileza
De extraños comerciantes.
¡ Rei)úblicas heroicas ! Cuba encierra
El porvenir fecundo.
La justicia, el derecho de la tierra, .
La libertad del mundo.
CUENTOS FAHTÁSTteOS;
79
Si en América el viejo despotismo
Aun bate sus banderas, ..
Arrojemos cual piedra al negro abismo
A esa raza de fieras.
¡ A Cuba, pues ! con nuestra bra\a gente
No liav inmoble muralla:
Vuestros hijos lanzad como un torrente
A\ campo 'de Batalla.
Colombia la primera os dio el ejemplo
Para elfe etprna palma,
Y estas rimas cantadas en el templo
Solitario de mi alma.
¿QÜEHAYDE NUEVO?
Escrita para la tertulia de la botica de Diana,
i I"'UE(jU de Dios ! y me abrase
El veneno de una víbora,
O medio á medio me envase
Tor\'a alimaña carnívora,
.Si yo á repetir me atrevo
La vulgarísima frase :
¿Que ha\- de nue\o ?
Salgo al trote- de una Junta
Oyendo la trompa bélica,
Y una mamá que despunta
Por setenta . . . . ( doña Angélica)
Me hace parar como el huevo
De Colon, y me pregunta:
¿Quéhav de nuevo?
Sin responder me desvío
De aquella estantigua ascética;
l'ero ¡ amp;'irame, Dios niio !
.Se me aboca la poética
Juanita de Cumarebo
I, a cual me dice : '\]ucrio.
;Qué hay de nue^o?"
Apuro, doblo la esquina.
Como un muñeco mecánico,
Y me cuelo. . . .en mi oficina ;
Mas ¡ oh percance satánico !
ün comerciante de cebo
Ke\ienta allí como mina
; Qué hay de nuevo?
— ; Qué sé \o ! Respondo en prosa.
— Cómo I ¡ ün empleado! ¡ Magnífico.,
; No sabe usted que la cosa
Lleva un aspecto tristísim'o?
Ignora (y yo no lo apruebo]
Esa noticia espantosa
¿Qué hay de nuevo?
— Nada sé, me ocupo, solo ....
- Ilombre, usted vive en Gangárlda,
Pues me lo ha dicho Manolo,
Zamora está en CaiJatiirida. . . .
— Jamás de bolas me llevo ;
— Mas aquí llega Hartólo:
¿Qué hay de nuevo?
— Señores : yo-soy un hombre
Muy ocupado y muy plácido ;
Pero no habrá quien me asombre
Hay un nnintii, nniruii ácido,
Que ;i ustedes decirle debo
Zamora. . . .
— ¡ Chis ! no lo nombre . , . ,
¿ Si esto es nuevo ?
— Mentiras. . . .
— Uf!
— Patarata !
■ — .Sin ese aspecto sardónico
Uiga usted lo que relata :
— Pues yo sin .<5er tan pirrónico
.Soy cuarto que no me lluevo. . . .
— Pero al cabo, ¿qué hay en plata?
— Mucho )' nuevo.
Dice el hijo de Atanacia,
La que vende café mójido ....
- -¿Que usted su manía sacia
Hablando como'un estólido?
--; Hombre, poi- Dios!
■ — Lo relevo
De la historia.
180
LETRILLAS.
— La desgracia
Que hay de nuevo,
La sé, cual lo tengo diclio,
Por el hijo
— De don Cólico
Hermano de cierto viclio
Que se llama don Bartólico,
¿ No es verdad ?
— ¡ Juro por Febo!
J a»-o « o- ja
ja-
Raro capricho !
— Cuento nuevo !
. ' — Caballero !
— Caballero !
Buflamaqui dice ....
— Cascara . . . . !
No lo creí tan payaso,
Señor don Bartolo máscara.
—Me insulta usted .... si me muevo !
— Allons cufarits y habrá un caso
Muy más nuevo.
— ¡Auxilio! ¿No hay quien influya
En hombres que están matándose?
■ — Ganando un sueldo y .... !
— Concluya !
— Sí,-señor, y federándose.
—Ja ja ja
— ¡ Como no bebo
De tal agua. ... I
—¿Y la aleluya
- De lo nuevo?
Diera asunto la jarana
Para escribir dos opúsculos,
A no llenarse la Aduana
De personajes mayúsculos;
Y esta tropa de relevo
Entró preguntando ufana:
¿ Qué hay de nuevo ?
Jesús mío, Dios sensible,
¿ Cómo (sin ser un cernícalü)
Podré sufrir impasible
Ese eterno ¡ crucifícalo !
Porque cruz, y cruz de acebo
Es para mí ese terrible,
Qué hay de nuevo ?
Pregunta monomaniaca,
Vacía como una jicara,
Pregunta, vulgo matraca,
De puro estólida picara ....
De todo anciano y mancebo
El único loma y daca
Siempre nuevo.
Siglos ha que fué lanzada
Esa pregunta quimérica.
Y se respondió "no hay nada.. . .
Mas con todo aquí en América
El vándalo el godo el suevo
Gruñen^cnson de asonada,
¿Qué hay de nuevo ?
Maracaibo, Febrero de 1 86o.
Con la noticia de la Confederación Colombiana-
JESUS! de contento lloro
Ya viene el siglo de oro ;
¿No lo sabéis? pues ya viene:
Ya era tiempo y nos conviene,
Puesto que somos hermanos. . .
Vamos á ser Colombianos.
¡ Cuánta alegría y poder !
Miedo nos van á tener
Esos Estados de Europa. . . .
i Que vengan ! haremos sopa
Con agallas de tiranos
\Allons cnfants, Colombianos !
Esto es si nos mueven guerra
Pues por lo demás la tierra
Será un risueño 'pensil ;
No habrá un cañón, ni un fusil
En los pueblos comarcanos. . . .
Vamos á ser Colombianos !
Las zagalas, los pastores
Saborearán sus amores
Como palomas caseras ;
Habrá verdura en las eras
De los dichosos villanos
Que quieren ser Colombianos.
Habrá vertientes de leche
Y del palo de campeche
Extraerán cierto jugo
Que ablande el pesado yugo
A los bueyes dé los llanos.
i Oh témpora ! oh Colombianos !
Ilabrá muchos hombres ricos,
Y tres presidentes chicos ;
O habrá un grande presidente ;
Pues íoda\'ía la gente
No sabe el plan de los planos
De los nuevos Colombianos.
Habrá papeles en blana),
Y habrá papeles de banco,
Cada papel con su nota
De estar allá en bancarrota
Cojeando en j^apeles \-anos.
Los papeles Colombianos.
LETRILLAS.
181
Esa especie de estrabismo
Que llaman ''militarismo"',
En los pueblos, de la América
Será uaa cosa quimérica
Los tres pueblos soberanos
Son libres, son Colombianos.
Realizada tal idea
Jíagm'Jica -ánima inca
\ Gloria á Dios en las alturas !
Y aunque corramos á oscuras,
.} f cien DIOS /i/ícsí/-as umnos
Yor no caer Colombianos.
Tendrán su aurora boreal
Las islas del litoral ;
Y al eco de arpas cólicas
Se quemar;ín las diabólicas
Leyes contra los paisanos :
Pues qué ¿ no son Colombianos ?
La paciente Venezuela
15rillará como candela :
Los granadinos en masa
Tendrán un rojo de brasa,
Y hasta los ecuatorianos
Se harán chispas, Colombianos.
Al decir de cierta gente
Será una fiesta imponente.
Una farsa jesuítica,
L'na comedia política.
Un drama con tres enanos
Y tres pueblos Colombianos.
Colombia I sueño indeciso.
Añagaza y paraíso
De los hijos de Bolívar,
Copa con bordes de almíbar -
Y fondo de. . . .ciudadanos !
Vivan hoy los Colombianos !
Vivan sí, taíi solo basta
Destapar una canasta
De champaña, y luego, luego
Canciones, toros y ; fueso !
iiasta monr. . . .como hermanos
En los campos Colombianos.
Esto y mas, mediante el cálculo
•De tanto sabio animálculo
Sacaremos .... En resumen
Mientras á Colombia e.\húmen,
rvlucrte, Juicio, Infierno y. . . .guano
Será un todo Colombiano.
14 de Mar'ío 1866
TODO EL AÑO £S CARNAVAL.
MAÑANICAS de Febrero,
Dicen que tenéis chapines
Para bailar el bolero
De parranda.
¡ Hien hecho !. Que al fin ile Hüc-.
Según Mcseron y Aranda,
Tras el nuevo /ÍjV/Vví/,
"Todo el año es carnaval."
¡ Viva Justo ¡—¿Por c^ué vive? '
— ¡Válgame Dios! Vive Justo
Porque ¡¿[fcsttx'al escribe.
¡ Bien pensado !
El se ha dé dar ese gusto
Diciendo en papel picado
Con su pluma comercial :
"¡Todo el año es c.unaval !"
Después de Juíiío, ¿quién diablo
Vive, sujeto á e.stas .leyes
De! carnavaW— Vi'.-'.- "^'-.M-^.
Vive Alfred:'.
Y viven todos los reyes
(iritando, á modo de enredo,
Con aire un tanto marcial :
" ¡ Todo el año es carnaval 1 "
Hijas risadKi-; del Guaiic,
Vamos, es tiempo de pesca.
; \o echareis siquiera al aire
De una canil
La tinta carnavalesca?
.¡ Luz de broma y de jaiana !
Si el hombre es un animal,
■"Todo el año es carnaval."
— ¡ Tarascas de cascarilla !
¿Quién compra para la fiesta?
Son de tono, á maravilla,
Por las calles
En Carabas la. . . .modesta,
i Qué moños, Jesús ! Qué talles !
l^ara esa cepa inmortal,
"Todo el año es carnaval."
Hasta las nueve del Pindó
Se harán cruces del bureo,
Y llevará de lo lindo
Esas cruces
Acuest.ts el sexo feo.
¡ Nada de sombra ! A las luces
De ese gremio virginal,
"Todo el año es carnaval."
Mu-;a, si cantas confía
'ki en las bromas de Febrero,
W ver Cita hipermetría
El Jurado,
¡ Qué cara me pondrá! .... l'ero
; Qué ¡m]")orta á un enmascarado !
Sigue, canta, bien ó maL
" j Todo el uño es carnaval."
182
LETRILLAS,
EL CROMOS D£ UNA lETRíLLA.
HACER mal por hacer mal
A un indio de la Goajira
Es una cosa que inspira
Más que horror ;
Y si el indio es un cantor
Tan topo que dice Piíidio,
I No está bien que grite el indio,
A quien sus pecados pierden,
"¿Amigos, por qué me muerden?'
Yo no soy más que una guija
Zarandeada por peleles,
Sin más bien que unos claveles ;
Siete son !
Clavados del corazón
Los llevo por donde quiera ;
Mi fama es fama casera
Sin cortejos ni testigos,
i Y así me muerden, amigos I
Saludando á todo el mundo
Voi gastando mis sombreros ;
Vongo peros, más son peros
De amistad ;
Con todo ¡ que iniquidad !
Apenas doi media vuelta
Hai quien á mis peros suelta
Todos los perros del Pindó
Y me muerden de lo lindo.
Un tiempo el niño bitongo
Fin de la gente del bronce :
Era de ver como entonce
Mi majin
Hacía el primer violin.
Que chicos ! Que buenas almas !
Me llevaban en las palmas,
Hasta que un día me vieron ....
Diré cómo me mordieron.
Allá por cuarenta y ocho
Se armó aquella chamusquina :
Y yo jugué á la bolina
Mi caudal.
La cosa. ... no salió mal !
Y un entmxhado por eso
A poco me dio el congreso.
¡ Aquí fué troya al instante
De la crisis mordiscante !
Al punto los camaradas
Me perdieron el cariño.
¡ Adiós el bitongo niño !
Y yo en pos
De la tierra, dije adiós
A tantas almas de tierra.
Porque el alma mia encierra
Un algo de más arriba
Que mordiscos con saliva.
Fui á dar al nativo pueblo,
i Ai ! á todos hallé ariscos ! ,
¿ Quién tus rabiosos mordiscos
Aguantó
Con paciencia? — Ese fui yo !
Mas ¿ á qué viejas historias,
Y cegueras y memorias
De la más grande iracundia
Mordiéndome hasta la enjundia
Hoi, en fin, de todo ajeno
Si bien no del todo calvo,
Queriendo poner á salvo
Mi nidal.
Me vengo á la capital ;
Canto ; y qué ! No soi calandria
Pero no falta algún mandria,
Como una bellota, verde,
Que al indio calandria muerde.
Qué hacer ? ¿ Rechazar en brecha
Del enemigo el asedio ?
No, que yo tengo un remedio :
•Sí, señor !
Rcir ! Tal es lo mejor !
Tomar la cosa con calma ;
Qué diablos ! ¡ Siento en mi aln)a
Un algo de más arriba
Que mordiscos con saliva !
8 de Marzo de t8;5.
», ■
CANTOS.
183
A LA NIÑA TRIGUEÑA.
Serenata morisca.
(f-EIíEXATA jrORISCA.) I
1
1\- ;inio como á sxis madre'» '
Aman los niños :
'l'cnjio (ic hijo y de ainiinto ;
Los dos cariiios : '
Me es de tal modo, i
La vida, sin tí, nuda : |
Contigo todo. !
ZfTríll,!. !
PRELUDIO,
I.
Vecino de los lagos, del boáque, del torrente.
Que ostenta poderosa la zona cquinocial,
Yo canto con los tonos bellísimos de Oriente,
Por mas que extrafios .sean al sucio tropical :
Yo imito esos cantares del bardo de Castilla,
Porque el amor anima mi germen inmortal,
Y cambia mis instintos, de tímida avecilla
En el sublime aliento del águila caudal.
XiiTa trigueña de aquestos climas.
Para entonarte mis pobres rimas.
Así postrado cabe tu altar,
Dejé las palmas de mi laguna.
Dejé la estrella de mi fortuna.
Dejé mi nave sola en el mar ;
Y en mi naciente anhelo
Dejara, impío :
La pocesion del cielo.
Si fuera mió
¿Qué quiero en tanto?
Que escuches placentera
Mi pobre canto.
(1.
Amor es el reflejo purísimo y fecundo
Con que :ic tirtc el alba de vivido color.
Amor es el aliento que vivifica al mundo
Y apaga del creyente los gritos del dolor.
Bajo los mil murmullos que brotan por doquiera
Los lagos, las campiñas, el céfiro y la flor,
Oid como repite la creación entera
Aquellos ecos dulces c[ue van diciendo amor. .
Aláh, por eso tras la neblina
Colora, pinta, lanza ilumina
Los rayos múltiples del puro sol :
, Amando al hombre los cielos hizo,
Por que en los cielos del paraíso
Tu\iera el árabe vida m.ejor
Si amor aquí en la tierra
Doquier respira,
Si el cielo amor encierra ;
¿ Por qué mi lira
Tiembla, entretanto
Preludio yo de amores
Mi pobre canto ?
SERENATA,
Mientras la luna aleja
Su luz de plata,
Yo murmuro á tu reja
Mi serenata;
Ya que te admiro
Perdóname si en ella
Va mi suspiro.
Que si de amor la llama
Mi pecho siente,
Xo es mucho si le inflama
Suspiro ardiente ;
No es mucho, mora.
Que suspire cantando
Quien tanto adora.
p'lor de aquesta campiña
\'enczolana,
No te asustes, por niña.
Sé mi Sultana :
l'or tus amores
Yo te daré el desierto
Lleno de flores.
Será tuya mi nave
De tíos entenas,
Que cruza, como el ave,
La mar de Atenas :
Vendrá de Oriente
Con estofas de plata
Para tu frente.
Sultana, la morena
De labios rojos.
Ninguna nazarení\
Tiene tus ojos ;
Ni las huríes
Con pupilas de fuego
("omo rubíes,
184
CANTOS.
Con la esencia del nardo,
Que en tu retrete
Arroje en humo pardo
Rico pebete.
Sal perfumada,
Como el iris de! cielo
Tras la alborada.
Deja el lecho, Odalisca,
Que traigo extraña
Mucha gente morisca.
Que me acompaña ;
Viene conmigo
Por ver si eres tan bella
Como yo digo.
Las auras indecisas,
Que celos tienen
De las nocturnas brisas
Que van y vienen,
En son de queja
También, cual yo murmuran
Cabe tu reja.
La graciosa argelina,
Que el turco anhela.
No tiene tu divina
Tez de canela,
Por eso, ufana,
Lleva á Persia tu nombré'
La Caravana.
Virgen casta de Cristo,
Lirio del valle.
Cuantas veces he \'isto
Tu breve talle.
Siento que estrecho
El corazón se encuentra
Dentro del pecho.
Paloma rumorosa
De los rosales,
I^a luna es deliciosa
¿ Por cjué Jio sales?
A tus balcones
Llegan en suaves ecos
Las mis canciones.
Ven, que la noche ruidos
Tiene hechiceros.
Cantos, tal vez, perdidos.
De los luceros :
Verás distante
Raj'os de ópalo y rosa,
Luces brillantes.
Oye la voz del Jeque
De los beduinos.
Que mirar quiere, á trueque
De sus destinos,
La caraqueña
De las sonrisas dulces
Y faz trigueña.
¿Quién aquí tanto teme
Para que escondas
En el blanco alfareme
Tus trenzas blondas?
Ven, luz bendita,
Más pura que las luces ^
De la me.7quita.
Mas no quiere el Profeta
Que yo te mire.
Aunque el alma sujeta
Por tí suspire ;
Así en tus ojos
Puso el sueño que, triste.
Me causa enojos.
Me voy de amores ciego.
Sultana mia,
A la -mar do navego
De Alejandría :
Tú no me atiendes,
Pues de tu lecho blando
No te desprendes.
Adiós, la mariposa
De alas doradas,
Adiós, Hurí preciosa.
Como las liadas;
Que Alah conceda
A tu vida las glorias
Que á mí me veda.
Adiós, adiós, paloma.
De los gandules,
Ramillete que aroma
Conchas azules:
Si no volviere.
Es cpae el alma en su angustí,'
De amores muere.
Caracas, Febrero de 185 1.
LA DÁMZA BE LOS MARIMOS.
A m sirajgo el capitán de fragata señor fí. Todd,
VENID las vírgenes todas.
Que suspiráis de contento,
¡ Sois tan bellas ! — ¿ Queréis bodas?
¡ Al momento !
Eso, \- mucho más se nldanza
Con el dulce y voluptuoso
Movimiento ....
Delicioso
Es un sueño de esperanza :
; Danza, danza !
CÁíiToa
i85
¡ Qué preludio tan divino I
¡Qué tono! ¡qué mansedumbre!
¿ Será del viento marino
La quejumbre?
Mentira, hermosas ; preveo,
Que esa armonía que brota
Viva lumbre,
Dulce nota, '.
Es el compás de un jaleo ;
¡ Ya lo creo !
Ea ! venid las parejas
Revolando rumorosas,
Como diluvio de abejas
Olorosas.
De manos la que no pueda
Seguir el columpio en alas
Amorosas
Por las salas :
— Cuidad las fimbrias de seda !
¡ Rueda, rueda I
¡ Cuánto placer !-palpitando
Están de amores, risueñas.
En ese columpio blando,
Las trigueiías,
Perezosas, remecidas
En las varias sensaciones
Halagüeñas,
Las pasiones
Ya parecen distraídas,
Ya dormidas.
Cuando los ruidos desvelan
Las dulces, ligeras aves,
Así cruzan, así vuelan,
Tras las naves
De mi nativa laguna. . . .
Volad, pues, divina tropa,
Viento suave,
Mar en popa.
Mujeres, música y luna.
Qué fortuna !
; Cuánto corazón esclavo 1
Danza, baile, risa, juego
Las ninas trémulas. . . . ¡ bra\'0 !
¡ Fuego, Luego !
Ya se que sus flechas lanza
El rapaz de las canciones,
Niño ciego:
i Corazones !
Estáis rendidos. . . . ¡ qué chanza!
¡ Danjza, danza 1
¡ Qué brilla ! parece sordo
El capitán. — Señorita,
Dispense usted ; pero á bordo
Todo íjrita ;
Y, si un instrumento suena,
Hasta el tope, allá en la nube,
Canta y grita,
Baja y sube ;
Perdón, pues, linda sirena,
¡ Ya ! — ¡ Cadena I
Sí, cadena, como argollas
Unid los brazos, y. . . . cuenta.
Que estas danzas de las criollas
Son pimienta;
Y después . . . . ¡ Vaya ! ¡ estoi loco !
j Pobre cadena del alma.
Se revienta. . . .!
Lindas, calma !
Antes que sople el siroco,
¡ Poco á poco!
¿A quién no anima y provoca
Esta nocturna algazara,
Tr.n marina como loca ?
¡Cuánto cara-
Melo dulce...! ¡ Yo me rindo!
Plermosa, prueba un merengue,
¡ Cosa rara !
Me hace un dengue,
Que me pone de lo lindo :
\ Viva el Pindó 1
Pero, .... ¡que Santelmo guarde
Ese refuerzo postrero.
Que sube á bordo ! Mui tarde,
Niñas: pero
¡ Son tan guapas ! que imagino
Rueda de nuevo la bola ;
¡ Buen agüero !
¡ Vaya, ola !
¿Una copa.' ¿Marrasquino,
Cidra ó vino?
¿Qué tiene esa blanca ni¡".a?
¿ No baila? ¡ quizá el sereno . » . , !
¡Guai, que es ave de rj.piñi !
Lindo seno,
Pupila azul, crencha de oro,
¿Quién de sus garras me arranca?
— Bueno, bueno.
S4:
N
186
CANTOS,
A LA NIÑA BLANCA.
La Serenata de los Genios.
PRELUDIO FANTÁSTICO.
LOS silfos, las hadas
Volando en redor
De pálida luna,
Que á ratos chispea.
Que Á veces gotea,
En noches calladas,
Mil flores pintadas
' De extraño color.
¡ Vision importuna !
¿Los silfos qué quieren
Sobre esta laguna?
¿Qué quieren las hadas
De pálida luna •
Volando en redor?
■ — Los silfos se mueren.
Las hadas prefieren,
Como ellos volando,
También suspirando
Morirse de amor.
If.
La noche va triste.
De extraño color '
La luna se inflama.
En medio del mundo.
Con duelo profundo
La noche se viste,
Su sombra derrama
Sobre esta laguna
De vago rumor.
Los silfos suspiran.
Las hadas que giran
Con tétrico vuelo,
Llorando se n>iran ....
¡ Visiones de! cielo
Oue causan pavor !
— ¿ Los silfos do paran?
— T¿ Las liatlas qué tienen?
— Los silfos se abrasan,
Las hadas se vienen
En pos suspirando
Cual ellos llorando
Muriendo de amor.
SERENATA.
LQS GENIOS.
í_.,os silfos y las hadas
Buscan de nocl;ie,
Las flores perfumadas
De blanco broche ;
Por eso, niña,
Dormimos en las flores
De la campiña.
Allá lejos, muy lejos
Do duerme el dia
Kn cielo de azulejos
Y de ambrosía.
Nos dijo un Mago
Que eras tú, ca.sta niña.
La flor del Lago.
Y dejamos por eso
Nuestros amores
Y el dulcísimo beso
De nuestras flores ; ■-
Y así volando
Venimos, dulce niña.
Por tí cantando.
Cuando los Genios vuelan -
En romería,
Las rosas se desvelan
De Alejandría,
Que son las rosas
Amantes, como lindas.
Pero celosas.
Si supieren acaso
Que aquí estuvimos,
Dile que fué de paso
Cuando te vimos ;
Porque. hay dolores
Que lle\-an á la tumba
Divinas flores.
Niña divina }' pura
De gracia llena.
La noche corre oscura,
Pero serena.
Bajo su sombra
La bri.sa en tu ventana.
Niña, te nombra.
Bien haya el viejo Mago
Muy hechicero,
Cuando vio que en el lago
Maracaibcro
.Se columpiaba
La flor de blanco broche
Que nos faltaba.
Pura. flor sin aromas
Suelta y garrida,
Como las dulces flores
De la Florida ;
Ven, niña leda,
A lucir tus mejillas
De rosa y seda.
CANTOS.
18?
Ven á lucir tus gaias
Bajo otro ciclo.
En nuestras blondas alas
Irás de un vuelo.
jQ.uiéres ir sola?
Aquí tienes el cáliz
De una amapola.
Por graciosa y sencilla,
Modesta y franca,
Te llaman la avecilla
De pluma blanca
Pero las ñores
Te llaman por envidia
Flor sin amores.
Cuando venga la, aurora
Te llevaremos
Al jardin de Rasora
Donde tenemos
Perla y corales
Y palomas aíCulc.s
En sus cristales.
Con ciclos de jacintos
Y de topacios
Allí tendnls ilistintos
Helios palacios.
¡ Ri co tesoro I
En cofres de atangia
Con llaxes de uro.
Arroyuelus perdidos
Entre violetas
Y diamantes bruñiilos
Con mil facetas
Tan rutilantes,
Que tú verás el precio
De esos diamantes.
Mas \-a el cielo se alumbra,
La aurora Uegd
Y al lejos se columbra
La luz que riega.
Sal, bella niüa,
^\.ntes que asome el alba
Por la campiña.
; M.d haya el viejo Mago !
líien lo sabia !
Que la niña d^l lago
Despreciaría
Nuestros acentos,
Que son los mil rumores
Que dan los vientes.
^Vdios la mariposa
De alas de seda :
Adiós, niña preciosa,
Con Dios te tjiieda :
Tal vez perdido
Creerás mañana un sueño
Lo que has oido.
EL POETA.
Paloma, si no tienes un nido de canela
Oue pueda cubijarte si sopla el aquilón:
^I i pobre serenata, paloma, te revela
El nido que te ofrezco. . mi ardiente corazón.
Junio. 1S55.
CANCIÓN MARINA.
ARRIBA, marineros,
De mi Tartana.
Que brillan los luceros
De la mañana :
A su luz ilusoria
Iremos hasta Cuba ^
Buscando gloria.
Veremos un instante
De sus orillas,
Esa perla brillante
De las antillas :
Cuba, la seductora,
Que ha tres siglos esclava
Suspira y llora.
Malditos los que hallando
Pobre su suelo
Rumbo hicieron buscando
M;is bello cielo :
1 lumbres, que á Dios pluguiera
I íundir en el océano
Su raza entera.
Llegaron sí, dañinos
Más que las fieras,
En barcos levantinos
Con sus banderas.
Ellos raza de bravos,
A nuestra raza hicieron
Raza de esclavos
Por eso aquí lucia
l3e gente extraña
La bandera que un dia
Dio gloria á España
Por eso en mala hora
Tú llorastes, ; oh patria !
Cual Cuba llora.
185
CANTOS.
Mas ¿qué pueblo no lanza
Si triste gime,
El grito de venganza
Que lo redime?
¿Cuál esclavo, viviendo,
No tiene de coraje
Su sangre hirviendo ?
La lucha fué sangrienta ;
Lavada toda
Quedó la vil afrenta
Con sangre goda :
El pueblo j ai ! iracundo
Hizo temblar los ejes
Del nuevo mundo.
Así fué que potentes
Nuestros cañones,
Rompieron insolentes
Viejos blasones;
Así, con nuestras manos,
Rompimos las coronas
De los tiranos
j Alza marinos ! i lev,a !
. ' Corta es la vida ;
i Pronto ! que el viento lleva
La vela henchida ;
¡ Al mar ! que Cuba esclava
Hoi, si quiere, su oprobio
Con sangre lava.
¡ Ea marinos ! solas
Vuelan las aves.
Tal cruzemos las olas
En nuestras naves :
Nuestro pendón de guerra
Lo llevará el primero
Que pise tierra.
Arriba marineros
De mi Tartana,
Que brillan los luceros
! De la m.añana :
A su luz ilusoria
Iremos hasta Cuba
•• Buscando gloria,
r Diciembre de 1868. , ,
CANTARES.
ESA floreciiía
Que brota en el suelo
Es la maravilla
Bajada del cielo.
— Si baja, cantando
Decid ¿ cómo brota ?.■
— Eso es un milagro
Del Coquibacoa.
Si brota naciendo
¿Se formó en la altura?
— Eso es un misterio
Que no se pregunta.
En la dulce tierra
.?e iDa^mas marirsas,
Los campos se alegran
Por pascua florida.
Y en verdad, las palmas
Murxnu!'o-;i al-gres:
"Ya vienen las pasct'.as
Pongámonos verdes,"
A su vez las moñas
De cincuenta y pico.
t {
Mirándose todas
Levantan el grito.
—Si á orillas del lago
Las palmas verdean
¿ Qué tiene de extraño
Sé vistan las vieias?
Las viejas ! Qué ganga !
Si no tiene un siglo,
La falda más falda
Es plato .... mui rico.
¡ i' enees los homores
Que gatos y liebres
Muí serios se comen
Indistintamente !
Pero aun m;:s felices
Las liebres 7 gatas,
Que vueltas confites
Los hombres se tragan.
No hai cielo más tinto
Qae el lleno de flores
Con aquel polvillo
De aquellos filones.
POESÍAS humorísticas.
189
O-
&
tSMB M
lÁ (xAKGARmA.
A raí amigo IlSsfonso Vázqnez.
PUES, señor, no hai rey ni Roque ;
Si es placer asaz insulso
No beber de! vino aloque
Por apurar vino mulso ;
Peor es sin duda y con creces,
Si, señor.
Es peor al numen mudeces,
Y diez mil veces es peor.
Escribir una letrilla
Cuyo final sea en aiiga.
Sin concluir en angarilla. . . .
¡ Qué maravilla y qué ganga !
Para cosas de manteles
Las papas me vüelven'loco ;
Pero en casos de papeles
Pienso mucho y charlo poco ;
Pues ha tiempo tengo visto.
Si, señor.
Que aquello de Dic^ ¿s Cristo
Sale siempre á lo mejor;
Y la más acorde orquesta
Se nos vuelve una charanga
Si no por ganga molesta.
Si por ser fiesta de gar.ga.
— ; Que ganga, dirá Ildefonso.
Cómo el cofrade se agarra,
Hoi escribiendo, del sonso-
nete de pobre guitarra !
¡Cumplirás! un compromiso,
Sí, señor,
Tan ajustado y t m H^o
Como el parche de un tamb,: . . . . !
-Bien está, cofrade, pero
Ya que es tan corta tu manga,
¡ Cuidado si eres santero
Particionero en lagaiiga. . . .1
Ganga ! Se me ocurre al trote
Ir, de este nombre á la m.ano.
Pues gai:ga es un-sacerdote
Del congo, rio africano ;
Ahora bien, si no eres hongo
Por demás
Cambia la.s oes de congo
En dos acs, y tendrás.
Cuando menos lo barruntes.
Convertido el Congo en Canga,
Y, aunque no me lo preguntes.
Canga en pespuntes y en ganga.
¿ Cuál frase en sí es más poética,
Dime, cuál frase es más árida:
Sacar de ganjes ganjVtiea,
O bien de ganga j,'v?;/.;,'"í?>7'(;/c!: .''
Antes que el asunto sanjes
Sin temor
Digo, que entre Ganga y Ganjes
Siemjjre VlWSí ganga es mejor;
Y siendo uno mismo el rio
Que á mas de un eipayo enfanga,
Por Ganjes que es nombre frío
Prefiero el mió que es ganga.
•
Ganga también es la Diana
Diosa y virgen que, en conciencia,
Para la gente indostana
Es un tipo de inocencia.
Ya ves que la musa lista
Con furor
8e ganga sigue la pista
C'omo perro cazador;
Ya ves que á fuer de niarino,
Por si naufrago, mi janga-
da compongo y e.v^amino
Si hai un camino -XItil ganga.
Si á ganga en tanto reputo
Y tanto -k ganga repito,
Gracias al curioso fruto
De saber otro el sánscrito ;
Te advierto, amigo, una cosa
Sin mas ver;
Y es que ganga siendo diosa
Y siendo Ganga muger,
No comió jamás merengues,
Ni usó gorra ni fa-ndanga.
Ni muecas hizo ni dengues
Por perendengues de ganga.
Aun que lo crea un agravio
El cardenal Antoneili
Recuerdo á un papa mui sabio
Que se llamó Ganganelli;
Y, hecho que á nadie se escapa»
190
poesías humorísticas.
( Saivo error )
Ni era gangárida^, el papa
Ni gangoso, no señor;
Con todo, en la misma Roma,
Cual si fuera en tierra loanga,
Sin más dacá ni más toma
Murió de broma y por gringa.
11
Ya que la historia mi pluma
Te ha dado de ganga al vivo.
Hablemos de ganga en suma
En cuanto á lo positivo.
¡ Ai, mi querido cofrade
Cantador,
Al a;ran salto de Leucade
Llegamos ya, si, señor. . . . !
VuQS ganga en el mundo es todo,
Y el tuno y la guacinanga
Viven de moda y de modo
Que su vida es yodo y ganga.
Así como no hai Verónica
Ouc no tenga un filisteo,
Ni simpatía platónica
Sin galano galanteo :
Así, por regla precisa,
Mal ó bien.
Donde asoma una sonrisa
Y con cierto ten con icn
I^a nariz, carnoso muro.
Se respinga ó se arremanga.
Mal haya sino te juro
Que allí de seguro hai ganga !
De ganga surjió Benito,
Como roja luna llena,
Y tocó de ganga el pito
Más limpio cjue una patena.
Si ves cubierta dos majas
De crespón.
Ya no hai pitos sino cajas
Con cojas de algún mesón.
No hai Julia Inés ó Dominga
Que en fiesta de mojiganga.
Se enoje con quien la pringa
Si estedá guinga ^ox ganga:
BROMA. ,
AL CASINO
Unas de caí y otras de ar.ena.
¡ Qué noche tan encantada !
Yo me alegré de tal modo
Que estaba pensando en todo
Y al fin no pensaba en nada.
Yo el .zarandeado marino
Iba paseando la lun,a.
Cuando di por mi fortuna
Con la puerta del Casino.
No tiene Caracas hora
Que no danze en son de fiesta,
Así es que la tengo puesta
Caracas la danzadora.
Pues, como al cabo decia.
Llegué á la puerta, y parado,
Lo de broma y lo mii-ado
Era igual á lo que oia.
— "Vamos I dije, riendo á solas.
En el: Casino campea
El rumor de la marea
Sobre e! ruido de las olas.'"' — •
Y entrando halló de improviso
Que en vez de un lago en bonanza,
Era aquello la semblanza
De un moderno paraíso.
Fresco jardín venidero
De Qsc Edén en miniatura, ,
Prestadle vuestra frescura
A un marino cancionero.
Pues 3^a que el Casino ahondo-
Tiene tantas maravillas.
Por él haré en redondillas
De noche un viagc' redondo.
Vaya I olvidemos amaños
De aquel jorge sin segundo ;
Ea ! ya estoi en mi mundo.
Ya que estoi con los Cálcanos.
Agradable es como almíbar
La escojida concurrencia:
¡ Flores de esquisita esencia
De la píitria de Bolívar !
Allí brillaba entre encajes
La luna, y, según es uso,
José Antonio la supuso
Entre marinos celajes.
Aquel sitio descubierto
Lleno de luces y damas,
Ouc ni es bosque por las ramas
Ni por las frutas es huerto ;
Aquel sitio en una calle
Con cuatro grandes paredes,
Tan cerca de las Mercedes
Como distante del Valle ;
POESÍAS HUMORÍSTICAS.
19 \
Era, esa noche que ajita
Mi mente venezolana,
Un tiesto de porcelana
Con perlas de Margarita.
Sentado al pié de una palma
La blanda música oia,
Y el aire repercutía
I\Iás de un suspiro del alma.
Y como .son trasparentes
Los tiestos del mundo chino,
Y he comparado el Casino
Con un tiesto de esas gentes ;
Atisbaba allí en mi puesto
Unos ojos cuya fragua
Consumiera toda el agua
De los helados del tiesto.
• Cuánta niña consolando
A muchos caballeretes
Vi que tomaba sorbetes
Entro sonrisas soplando !
Y como el fuego sin tasa
Consume hasta el mismo cielo,
Evaporaban el hielo
Aquellas bocas de brasa.
A la luz de las miradas
Y al fuego de tanta gente.
Se puso el tiesto caliente
Y lleno de llamaradas.
Conque así, no es maravilla
Que en mis ilusiones tales.
Roja como los corales.
Salga alguna redondilla.
¿ f labeis tenido una noche
Cierta soñación, por ende
.Sabéis volar como duende,
' ) subir al cielo en coche ?
Pues así. bajo el follaje
Del tiesto, en noche tan buena,
Tenia la mente llena ,
De cosas de este linaje.
En mi ser marino y tosco
Admiraba donde quiera
Las grutas de enredadera
Y aquello que llaman kioski>.
Ya contemplaba una niña
Con su cintura de junco
Y .saca"ba un verso trunco
A dos sorbetes de pina;
Ya oyendo una voz de maja
En la gruta de la piedra,
Pensaba que quien más medra
Es el que menos trabaja ;
Ya comparando un lucero
Con los globos que allí habia,
De plano me decidía
Por los globos de Romero ;
O bien admirando el alto
Cielo, tras aquella pompa,
Al sonido de una trompa
Daba sin querer un salto.
Lleno de impresiones iba
Evitando algún encuentro,
De húlina mar adentro
Y ív/ /()/>« corriente arriba.
Mas en esa litar en leche
Ai! me c^Uib^. jeiiílod pique,
Sin poder pedir á Henrique
La avuda del Purureche.
Dulce recuerdo que aplacas
Mis sempiternos dolores,
jardín de futuras flores
En la festiva Caracas ;
Casino, blando colegio
De donaires entre sorbos.
Plantel sembrado de estorbos
Al quitarte el privilegio;
Corfcha de ricos metales
Recamada de abalorio,
l'erenne laboratorio
De las bebidas boreales ;
Qué quieres? Ya que tú brindas
Helados de ricas frutas,
Y recibes en tu.S' grutas
A las caraqueñas lindas;
Ya que el term(5mctro marcas
De un nuevo y dulce recreo,
¿Qué mucho, si te deseo
i. a vida de los patriarcas ?
Perdona, pues, mis cantares
Sí en sus marinescos sones,
.Salen los de cal á nones
Cuando los de arena á pares.
Canicas, Ciotnbre 2 de- iS^í,
BROMA.
El uas.
-SOPLA si tienes pulmones.
-Yo !
—Si, tú.
— Pues, ¿para qué ?
-Hombre! sopla y te diré.
-Esta es buena !
— Sopla tú.
— ¿Es cosa de experimento?
—Cabal !
— ¡Ai, maestro, no!-
— No soplas ?
— ¡ Que sople yo ! ,
Te lo manda Belcebú.
192
poesías HUKORiSTiCAa
— Terrible ensayo, por cierto !
— Ea ! soplar es preciso. .. .
¡ Angeles del paraíso !
— Te lo manda Lucifer.
— Ai, maestro ! . . . .
— Sopla el tubo . . ,
— ¿ Y si estallan los bombillos ?
— Avienta los dos carrillos,
Como falda de mujer.
Sopló el aprendiz el fuego,
Y, mientras los puños crispa.
Saltó del fuego una chispa
Y dio un grito Satanás,
Caracas logró un prodigio . . . ,
El tuvo, el fuego y el viento,
Cifras del experimento,
Al fin le dieron el ras.
¿ Ya lo ven ? Con prensar los carrillos,
En un /í-//, en un /n's, en un iras
Puede R.UÍZ expender por cuartillos
Esas lumbres
Y asumbres
De gas.
Gran invento, con todo, gran medra
De que orondo se ve Satanás :
Extraer del carbón ó la piedra
Sin escoplos
Los soplos
De gas.
Conducir entre tubos de hierro,
Cual lo digo, sin menos ni más,
A través de la pampa y el cerro
La corriente
Caliente
De gas.
¡ Oh, qué tierra ! La fruta se toma
Al nacer y los graves papas
Dejan, buenos, que siga la broma
Medios ciegos
Con fuegos
De gas.
¡Oh, qué tierra ! Yo he visto risucfto
Lo que aquí no se viera jamas:
Algo he visto de Adela RobreHo
Calientito
Y es'crito
Con gas.
Y no acaba, por cierto, la cosa
En leer adelante ó atrás
Una cifra de amor luminosa
Con estrellas
Muy bellas
De gas.
¡ Ni por esas. ... El diablo que extiende
Tal invento, y sazona en agras .
Cualquier uva, sin duda pretende
Cual los curas,
Diabluras
De gas.
De ese fluido, aseguran á bordo,
Tiene á mares el pez de Jonás.
Bah ' No hay nada por flaco ó por gordo
Que respire
ó se mire
Sin gas.
Gas nos dan. el vestiglo y la bruja
j\íiéntras vuelan así, ras con ras,
Y no hay gas como eí gas de burbuja,
Quinta esencia
Y potencia
Del gas.
Gas se encuentra en la poma, el acíbar,
• La papaya y el dulce ananás,
Y en la tierra feliz de Bolívar
Hay en cintas -
Mil pintas
De gas.
"Padre Cobos," tú alegre que empiézaos
A vivir, el milagro no harás
De extraer de las grandes cabezas
Algún suco,
El estuco
Del gas?
, íll.
Bellezas caraqueñas, las del listo
Y picarezco pié, cambio manojos
De olorosos Jacintos ¡ vive Cristo !
Por el gas que tenéis en vuestros ojos ;
No me digáis que no, porque }-o insisto,
Y por tal cambio os rogaré de hinojos ;
Cosa, por cierto^ que la ri.'^a encierra :
j Ver un indio cual yo rodilla en tierra !
Vamos ! trigueñas, vamos ! no haya miedo
De que yo desperdicie ni un azumbre,
Cuando ese gas embotellarlo puedo
Y venderlo volando para alumbre
En las noches oscuras. Triste quedo
Acosado de negra pesadumbre.
Esperando se cambien mis jacintos
Por esos gases que lleváis distintos.
Qué !. . . .¿!\inguna responde? Pues repito
Que en gas soy mercadante con empeño :
Si queréis mis jacintos, de hito en hito ■^.
rdiradme y tendréis gas .... mas, j ese seño*..
¡ .'\i. Dios ! es el negocio del Distrito,
Que en el doiiado Olimpo caraqueño
Es asunto de tontos y de tantos
Tema de asombros y cuestión de espantos.
,; Y q'-ié se os da á vosotras las esbeltas.
Pues que todas If) sois en este valle, ' ,
Ver al infierno eh masa dando vueltas.
Y andar la procesión por otra calle ?
poesías HUaMORISTICAS.
193
Flojo el cendal y con las crenchas sueltas,'
Dejad que al cabo el polvorín estalle, '
Y ya veréis si en ráfagas gaseosas,
En el níismo lugar quedan las cosas.
Miradme, pues, y dadme vuestro fluido
Que con tan nueva industria vivir quiero:
Salgan las avecitas de su nido,
Y dejad que el Distrito de brasero
Se lo lleven en paz : quede Cupido
Con nosotros aqui : quede el dinero,
Y con tal que nos dejen las toronjas
Para el sabroso dulce de las monjas !
IV.
l'cro á la fin, ¿es un sueño
El gas no ha mucho adquirido
Con tanto afán, tanto empeño?
¿Adonde está vuestro fluido?
¿ El gas, el gas caraqueño?
Yo que necesito luz
Por temor de un arcabuz
Que me mande al ciclo en coche,
Eo que encuentro es el capuz
De la oscurísima noche.
Y aunque en la sombra, en verdad.
A veces el gas chispea,
Chispas no son claridad,
Y prosigo diiiuia mea
En la misma oscuridad.
¿Qué dice Ruiz de su tren?
Al preguntaros no escuso
Saber si lo tiene bien,
Y por qué, ya que lo puso.
Lo quita en un santiamén.
Como Ar\-elo, loco, loco
El mismo Santo Tomas
Se volviera, viendo el foco
De una máciuinade gas
Servir tan mal y tan poco.
Esto á pensar me provoca
Que en su gas, Ruiz ly me alegro)
Tuvo ganancia muy poca
Por no ser gas de ojo negro.
Ni gas de purpúrea boca.
En lugar de preferir i
El gas de ojos de zafir.
Que es un gas de buena medra,
Ruiz se imagino vivir
Del gas de carbón de piedra.
Mas no siendo Ruiz un san-
To-do al revcz lesaliii.
Y sin ver ho\' la ganan-
cia y boga, y dudo yo
Convierta la piedra en pan.
Viendo, al fin, que á Ruiz le lleva
Tal gas á su perdición.
Queriendo vivir de bre\a.
Prefiero de mogollón
El gas de las ¡lijas de Uva.
Llegaos, pues, caraqueñas ;
Quiero gordas y cenceñas,
Quiero hacer gases distintos
Con las blancas y trigueñas ....
¡ Ea, tomad mis Jacintos !
POST SCRIPTUM.
Á ARlSTlDES RUJAS.
Las luces se apagaron y Ruiz mismo,
El que formó con gas aquel letrero,
Sin miis p 11 i/t o, ni coma, ni iwks pero,
Apagado también, cayó al abismo.
Muerto en ciernes, de nema y de mutismo,
Cobos el padre, joven misionero.
Yacía cual se dice, en el tintero
Mi pobre .^rt.f sin agua de bautismo.
Un dia qne me hallaba vuelto un ascua
Me encontré con Arístides, y — "cuento
Para mis flores que serán de Pascua
Con las del lago," murmuró-" Al momento
Una broma tendrás," dije, pensando
En esta que escribí burla burlando.
Caracas.
BROMA.
AI General J. V. Guevara.
NO es todo en la tierra niia
Maldad, calor, sangre, guerra.
Que hai mucho bueno en mi tierra
De encantada poesía.
Naturaleza aquí aduna
En armonioso ensayo
La electricidad del rayo
Y el resplandor de la luna,
Aquí transforma en suspiro
La brisa al pasar riente.
El silvo de la serpiente
Y el yaraví del goagiro.
Del prado aquí los olores
Tanto gustan y arrebatan.
Que nos parece que matan
Con su fragancia las flores.
1Ü4
ÍOSSlAS HUMORÍSTICAS.
Aquí se exajera todo
Y en gran forma se destaca ;
Hueie aquí mas !a albahaca
Y es mas abundante e! godo.
Y sí calía la razón
Por un daca ó por un toma,
i.a puñalada de broma
Va derecha al corazón.
¡ Que mas 1 La prueba acabada
De cuanto aquí se exajera
Es la mi musa parlera
Para una triste nonada,
Para mandar tras el eco
De estas pobres redondillas
Unas conchas amarillas
Y bolas de palo seco.
Sí, señor, y aunque en mi anhelo
Siempre lo vulgar deseche,
Los nísperos son de leche,
Y las conchas de espejuelo.
En suma de azúcar todo
i El dulce, ! por vida mia !
Fraternizar podrá un dia
Al liberal con el godo.
Octubi-e 1879.
CARTA IMPROYISABA.
HOY que el abono se cierra
Sepa e! ciudadano Bien
Que hay mucha jente de guerra
Y jentc de paz también.
Que quiere la Castañerra.
Y pues es hombre de entrañas
Como artista verdadero,
Si no puede dar castañas.
Ponga a! punto , al " Caballero''
Particular " en .campaña.
Ciudadano Saturnino,
-Sepa que ayer un mastuerzo
Dijo— "si Bien no es mezquino
Dará — " E! amor y el almuerzo '
Por gala y sin macuquino.
^ Pero un hijo de Israel
Gritó también á su turno :
— El debe hacer un papel!—"
— ¿Quién es él? — Guá; Don Saturno !-
Ya sabe, pues, que usté es él ... .
Y pues ¿'7 y i/stcd, sin \'iso
De mentira no son dos,
¡ Anjeles del paraíso !
Don Saturnino ¡ por Dios !
Complacernos es preciso !
¿Qué cristiano no respeta
Una tan grave demanda ?
¿Qué artista, ni que poeta
No se ablanda, no se ablanda
Con súplicas de e;ícopcta?
Y pues inclina la sien
El abono y dice amen.
Dar gusto al íín del abono
Ls una gracia de Bien
Y es una cosa de tono \
Coro, 21 de Marzo de 1S61,
EN LA PRIMERA PAÜIMA DE ÜM ALBÜM.
PEDRO Pablo Navarrete
Y su esposa ó m.i cuñada
Con su cuñada ó mi e:-ijosa.
Que son por todos tres almas,
A quienes uno la mia
Para que sea la cuarta,
Quieren (mejor e¿ queremos
Ya que me metí en la danza)
Queremos, conio bien sumo
. Para este jardín sin matas,
Pero que habrá de tenerlas
Antes que lleguen bis pascuas;
Querenrios para este libro
De páginas hoy tan bl.mcns:
Queremos ; ¡ válgame el cielo !
j Qué queremos cunio gracia,
Para este libro qU'J empieza
Su carrera literaria ?
Queremos un imposible
En tierras venezolanas.
Un milagro de lo bueno
Y una cosa de las raras :
Queremos (y van por todo
Del verbo luz de las thinias,
Siete queremos y un quiero
Sin haber querido nada) •
¡ Ea! queremos en suma
Que este libro sea un arca
Donde, si se guard;ii! flores
Sean flores delicadas,
Y si se guardan perfumes
Sean perfumes de Arabia,
Y si se guardan confites
Sean confites de plata,
POESÍAS HUiíORÍSTlCAS.
19:
Y si se guardan suspiros ;
— Qué I ¿ Los suspiros se guardan ?
— Sí, señor ; precisamente
Esos no salen de casa
Y se niantieneu ocultos
Por ser misterios del alma.
Queremos, pues, que si llora
Algún doncel su desgracia,
Escribiendo en este libro
Plegarias y serenatas,
Sean verdades de á folio
Serenatas y plegarias,
Y concluvan en la itflesia
Com.o verdades cristianas,
Y no verdad.:" jeníilcs
Que no concluyen en nada.
— Esto quieren ; no, queremos,
Ya que me metí en la danza,
Pedro Pablo Navarrete
Y su esposa ó mi cuñada.
Con su cufiada ó mi esposa.
Que son por todo cuatro almas
Queriendo aqueste imposible
En tierras venezolanas.
1866.
A LA SEÑORITA CARMEN SERRANO.
HERMANA, tanta fatiga.
Tantos cuidados por Ana,
¿ Piensas tú que no lo diga?
Pues te equivocas, hermana
— Hermana, Dios te bendiga.
En la copa del dolor
De lágrimas toda llena,
Cuando bebe ajeno amor
Es porque el alma es tan buena
Como un anjel del Señor.
Fortuna de pequefiuela
Ana, la dulce hija mia,
Cuando el llanto la desvela.
Tiene en la noche sombría
Un ángel por centinela.
Y no ha\' miedo al abandono
Si queda luego dormida.
Pues le hace en su pecho un trono
¡Mientras le llama " mi vida "
En un blandísimo tono.
Según ese puro afecto
Tú no permites arguya
Siquiera de Ana un defecto.
¡ Jkicna ceguedad la tuya I
¡ Un ser humano perfecto!
Ana con ser iiija mia
Tendrá, llegado su turno
Poca, mui poca alegría
Un carácter taciturno
Y mucha melancolía.
Con .ser Ana tu sobrina
Querrá tener una mina
En sus risuefios afanes
Y tendrá ¡ suerte dañina !
La flema de los Duranes.
Carmela, ¿sabes que un punto
Al meditarlo me mata
Por ¡o grave de! asunto?
— Ana se pondrá muy c/iaía
Será mi propio trasunto
¡ Vaya que será de ver
A esa fspiga de 7naiz,
Si á mi se ha de parecer,
Con mi tacaña nariz
Echándola de mujer.
Tendrá su crítica hermana
El mundo maracaibero
Y dirá (la cosa es llana)
"Qun Ana tu lindo lucero.
No tiene nariz " ; Pobre Ana!
Pero no te pongas triste,
Cili-ni, hormma tu inquietud;
Si Ana es cinta, tendrá cJikte
Y á más, de que la virtud
En la nariz no consiste.
Tenga tu juicio y cordura
Y lo demás nada importa.
Que hombre de bien no se cura
De la n.ir¡z larga ó corta
Pero busca el alma pura,
EnséíUle ásev cristiana,
A ser virtuosa, y que diga
La gente de mi pobre Ana :
" Ch it.i, el cielo te b :n liga "
¿Qué mas galardón hermana?
196
POESÍAS HUMORÍSTICAS,
A LA VUELTA .... LO VENDEN TINTO.
TENGO una linda barca
Que vuela en popa
A los vientos del alba
Como paloma.
¿ Qué caraqueña
Quiere burla burlando
Ser mi barquera?
Quieres tú, rubia niña?
— Guá ! tengo miedo !
■ — Y tú, trigueña mia ?
— Chis ! yo no puedo !
Y haciendo mimos
Gritábanme — "A la vuelta
Lo venden tinto ! '"
Al mar me fui lloroso
Y hallé, por suerte,
Un pesquero muy hondo
Y eché mis redes.
— Alza con ellas !
Guá ! Chis ! i Estaban todas
Llenas de perlas !
¿Quieres venirte, rubia?
— Sí, por tus trovas . . . .
Trigueña quieres? Mucha
Será mi gloria. . . .
— ¡ Amores mios,
Es lástima! A la vuelta
Lo venden tinto '
MIS DUDAS.
Escrita sobre la composición de rai amigo I. Vázqaez titulada "Lo qne es amor."
CON que ¿á la sombra de las palmeras,
Aquí en las tierras maracaiberas
Que baña el lago murmurador,
Aun hay palomas en las praderas
Que ignoran tristes " lo que es amor? "
;No serán cuentos, no serán bromas
Que á los collados y verdes lomas .
Llevan las flores de flor en fior ?
¿ No serán burlas de las palomas
Cuando celebran cortes de amor /
En este clima do el niño ciego
Como por trisca, como por juego
Tiene ¡ el travieso ! tanto valor
Que á quema i'opa nos hace fuego,
¿ Hay quién ignore "lo que es amor? "
Si alguna existe ; bendita sea. . . .!
Pero á otro simple que se lo crea ;
Yo, por mi parte, soy pecador ;
Y como hay muchos de mi ralea
Cuyo pecado solo es de amor ;
Pienso, y conmigo piensa la gente, ■
Que si hay torcaza tan inocente,
Las mismas tintes de su pudor
Cabe la margen de alguna fuente
Pueden decirle lo que es amor.
Amo»' ! lio hay aura que no lo cante,
Ni onda tranquila que no levante
Al blando viento dulce rumor,
Y hasta cu los ciclos brilla distante
Trémula estrella, lumbre de amor.
Si }'a muriendo la luz febea
Por la colina frente á la aldea
Se oye cantando triste un cantor,
Esa colina que aun verdeguea
Será en la noche templo de amor.
A veces brota como un misterio,
Otras domina con tal imperio,
Que entre sonrisas, á lo mejor
Llora y de pronto se pone serio. . . .
i Distintas fases de un mismo amor !
Cuando se juntan dos avecillas.
Cuando presentan sus campanillas
Las pasionarias al ruiseñor,
Aves y flores muestran sencillas.
Aunque distintas un mismo amor.
Yo sé que pueden la simpatía
Romper dos seres y su alegría
Cambiar en grito desgarrador,
Pero. . . .es que al cabo gozan un dia
Aunque los mismos, distinto amor.
Y si esto pasa de esfera á esfera
Si amor se asoma por donde quiera,
Yo á fuer de bardo murmurador.
De tu paloma maracaibera
Dudo cjue ignore lo que es amor.
1873-
poesías humorísticas.
197
LOS PESCADORES SE VAN.
YA se alegró la ribera.
Pues Alicio hace sonar
El caracol de la pesca
Bajando del cabañal.
Pastor que cambia el pellico,
Como Alicio,
Por las redes del pescar.
¿Qué tendrá?
Allá corre una pastora
Que, según parece, va
Siguiendo, como la alondra.
Algún señuelo fugaz.
La undosa y profusa crencha
Libre lleva,
Y desceñido el cendal ....
Allá vá!
Cabalgando en caballicbs
De ramos de sasafrás,
Un grupo de alegres niños
Jugando y corriendo está.
Me divertiré con ellos. . . .
— " ¡ Un pandero
Para quien diga verdad I
Aquí está 1 "
—Yo!....
—Yo!....
— Silencio y. . .en fil.i '
— Estamos formados ya,
— Pues bien ¿no habrá quien me diga.
Qué tiene Alicio el üagal ?
— Está. . . .enfermo 1
— No, ilesea
Cojer perlas
Para el dia de. . . .
—Callad :
--Ja! ja! ja !
— He ganado. . .
— Mi pandero ! .
Gritan mucho^.
— Cómo !
— Nunca!
-Tú ganar?
—Pues !
— Sin duda!.
— ¡ " Los pescadores se van ! "
Una voz grita á lo lejos.
— Mi pandero ! . . . .
Grita á su vez el rapaz.
—No!
-Chis !
—Ai!
— Pero, señor, si nosotros
Sabemos, sabemos más,
— ; Si Juan no lo ha dicho todu !
— ¿ No lo he dicho ?
—Chito !
— J uan !
— ¿Pues qué tiene Juan oculto?
— Tiene mucho.
Tiene. . . .tiene. . . .
— Si, á pesar
Del d¡)i dan I
— ¡ Buen din dan que todavía
Este señor no dará !
— i Si estás diciendo mentira!
— Envidioso !
—Y tú falaz,
Porque callas los de Alicio,
Pian pianito,
Y el trato es decir verdad,
Bien ó mal.
— Dila tú, pues. . . .
— l'iibre Alicio !
— Y el pandero me dará ?
Te daré más, dulce niño.
—Y qué?
— Campanitas.
-Ah !
Pandero con campanitas !
Viva ! viva !
— '•; En leche la mar esta !
l^uen terral 1"
\ ocean los pescadores
Atalaj-as del palmar ;
Y mientras los caracoles
.Suenan, corre cada cual
Y abordando su barc[uilla
También grita :
— " ¡ Los pescadores se van
A la mar ! "
En medio estoi de los niños
Que han roto, en tan largo afán,
La fila de caballicos
De ramos de sasafrás.
— Y bien ¿qué me dices l'edro?
Ya se fueron ?
Déjeme ver si el zagal ....
— Bah!bah!"bah!
— No se impaciente en el trato
—Pero, por Dios, acabad !
— Al buen callar llaman Sancho,
Dice el cura.
- ■ Chito, Juan !
— ¡ Mira, Pedro, que te pierdes !
¿Quién te mete
En camisa. . . .
— Nadie más
Lo sabrá !
19§
POE.SIAS HUMORÍSTICAS.
Ya lo ven ? él y nosotros :
Nadie más, y quedará
El pandero para todos. . . .
— Si es así, di la verdad.
— La digo?
—Sí!
Sí !
— Pues vuelva
La cabeza
Y mire aquella ....
— Cabal
Es Pilar;
— Sí, la que canta unas coplas
Las noches de Navidad,
Como cantan las palomas
Que no encuentran su nidal.
Pues, señor, la zagaleja
Travesea,
Como para hacer rabiar
Al zagal.
— Si Alicio llora, ella rie.
Si Alicio viene, ella va,
Y cuando el cura le dice :
Pilar, ¿qué es eso, Pilar?
Ella le responde al cura,
"Que las uvas
Si se comen en agras
Hacen m.al."
— Pero, ¿qué importa esto á Alicio ?
— Qué importa !
— Responde ¡ aja !
— Pues no ve que se ha metido
A pescador ?
— -Y qué más ?
— Qué tiene. . qué tiene. . el pobre !.
¡Mal de amores !. . . .
Chis ! ¡ simplecillo, callad !
—Ja! ja! ja!
— Pandero con campanitas
He ganado, ¿ no es verdad ?
— Sí, niño, y lleno de cintas.
Míralo, Pedro, aquí está.
Nuevos gritos :-"leva ! leva !"
— "Brisa fresca !"
— "Los pescadores se van
—A pescar!"
Y el grupo de rapazuclas
Corre á la orilla del mar,
Suena que suena el pandero.
Grita que grita el zagal :
— "Alicio ! ¡ Mira á esta boba
Como llora
Sin duda porque te vas !
i Vuevcacá!"
Y era así, que pensativa
Viendo las barcas allá,
Pilar se dice así misma,
— "Qué estás haciendo, Pilar ?*'
Yo á mi vez, dije:-"las uvas
Ya maduras
Para el pobre Alicio están.
Ja! ja! ja!
No de otro modo mis penas
Olvido á orillas del mar ;
Que el amor y la inocencia
Guardan la felicidad.
La felicidad ! No es sombra ?
No ! que es gloria.
Alicio y los niños. . . .¡ ah !
Lo dirán !
BROMA.
Escrita al vapor y dedicada á las volandas, con motivo del baile dado
por el seSof JoséAniceto Serrano.
¡ CUANTO afán y cuánto ruido !
¡Cuántas luces, cuántas flores !
i Cómo se reirá Cupido -
Viendo fuera de su nido
Palomas y ruiseñores !
Debe ser el caso estremo
Para tanta b;iíahola. . . .
¿Qué pasa? Mucho me temo
Que se acerque á i'i'/a y remo
Z..:¿. gran marina española.
— No es eso, el caso es distinto,
— Pues cuál es ? Saberlo quiero,
Me pierdo en tal laberinto
Y hay gente en este recinto
Para olxo, seis de Febrero.
— i Mentira ! ¡ Bachillería. . . . !
— Sí ? Pues de veras me alegro,
Porque yo . , . . i Qué diabluría . . . . !
¡ Quién de decírmelo habia !
; Ni quién tampoco á mi suegro !
POESÍAS humorísticas.
Í99
Mas, fuera de digresiones
Y volviendo al hecho en suma :
¿Qué quieren esos garzones ?
Y esas ho}!il>as y bombones
Livianos como una pluma?
¿Y esa música que atruena?
Señores, cierto refrán
Dice : cuando el rio suena
Viene aleare la verbena,
La verbena de San Juan.
Si el caso es de romería
Lo acepto sin ser romero,
Ni aun gustarme la sangría.
Sin tener botellería
Ni viña, ni viñadero.
Mas en un caso de apuro
Me quito .... hasta la corbata
Y alzo el codo. . . .de lo duro ;
Pero aquí. .. .señores, ¡uro
No sé de lo que se trata.
— No .sabes?
— ; Cómo lo digo !
Cargue una estrella conmigo,
Si miento en apuro tan ....
O, mejor, cargue un mcndioo.
Si miento con Catalán.
. — ; Protesto ! El caso es muy gordo.
-No se admiten alu.siones.
— No griten que no estoy sordo ....
— Es que v.sc ageno sobordo
Nos mete en complicaciones.
¿A que hay aquí mercaderes?
— Sí, señor y con mas ganga,
Olvidando sus que liaccrcs
Entre todas las mujeres
Y entre toda la bullanga,
— Pero, por Dios, al oido
Saber, en suma, no puedo.
Siquiera en faz de marido,
¿A qué viene tanto ruido?
r' -A qué viene tanto enredo?
— No vienen que están aquí . . ■
— ¿Quiénes, seüores, por Dios?
— Tu chicuelo baladí
Y un cuñado; con que así
Es la fiesta por los dos.
— ¿ Es decir que dos en ido
Y los m.ismcs dos en cn^
Mi chico el recien nacido
Y mi cuñado el recién ....
Al fin el recien venido ;
Son la causa, el puro fomcs
El motor, ó la palanca
De estos dares y estos ióincs.
Déla bulla de estos homes
Y de tanta risa franca ?
¡ A otro nene que lo crea . . . . !
Cuando más juzgo que sea
Un pretesto .... cuando más . . . .
Aquí Satanás campea,
Y es un bribón Satanás.
Tal vez lo dicho creería
Si yo fuera de otro estado ;
Mas ¡ Jesús ! | Ave María !
Me da miedo esta alegría. . . .
¡ No lo saben I Soy casado.
Y según la Iglesia ordena. . . .
Dcrechito como un San ....
Y me asusta }■ me dá pena
Hasta la dulce verbena,
La verbena de San Juan.
Por eso cuanto ahora veo
No lo creo, no lo creo. . . .
Abandonemos la sala. . . .
Dios me libre de un mareo,
¡ Es una cosa tan mala. ..."
A otro nene que lo aguante. .
Mas ¿cuándo acabo y doy fin ?
Listo ! ¡ A virar por avante !
Fondo ! La broma es bastante. .
¡ Ya se llenó el folletin ! .
Noviembre 3 de 1860.
SONRISAS DE ÜN PADRE. ,-
FUGi\CES resplandores
Entre lo oscuro
Son las luces que al hombre
Llenan de orgullo.
¡ Giiai con decirlo !
Que el siglo de las luces
Es todo un siglo.
Cuando sacaban h:!as
Para los pobres,
Rezando letanías
A soltó vocc :
Cuando mi abuela
Le cogia los pumos
A sus calcetas ;
200
poesías humorísticas,
Aunque saltaban chispas
De las liogueras
Y gritaban las chicas
Haciendo rueda ;
Jamas ni nunca
Las chispas fueron soles
Ni fueron lunas.
Hoy apenas de noche
Brilla un cocuyo,
Cuando esclaman ías voces
De los palurdos :
■'Siglo de gloria,
Lunas y soles brillan
Entre ia sombra."
IT
Yo tengo entre mis flores
Tres pajarillos
Con su metal de voces,
De oro muy fino ;
Miento! que es fama
Las tres tañen sus lenguas
Como campanas.
Inés cuenta cuatro años,
Ana unos siete,
Ocho María entrados
Creo que en nueve.
Siempre están juntas
Pero en cuanto á calladas
No lo están nunca.
Como andan siempre á guisa
De mis periódicos
Y engullen sus noticias
Como bizcochos ;
Y como en uno
Se encontraron anoche
Con este anuncio :
"A Guadalupe el cólera
Llegó del Ganges
Matando á quema ropa
Chicos y grandes ;
Tal se difunde
Que es un gran cimenterio
La Guadalupe."
■ — Vaya ! dando una vuelta.
Gritó María,
Libre está nuestra tierra
Buena noticia !
— Mira lo que hablas !
Ana gritó á su turno
Dando palmadas.
Nos vamos ! sí ! nos vamos !
Gritaron todas,
Y agarradas las manos,
Como tres bombas
Iban, venían
Contoneando en sus cuerpos
Las crinolinas,
Llevaba aquello viso
De no acabarse
Según eran los gritos,
Los ademanes
Y, las piruetas
De aquellos tres embriones
Hijas de EA-a.
Tal las pecjueñas nubes
De fojas fimbrias
En los cielos azAilcs
De las antillas,
Van con los vientos
En grupos encantados
Cruzando el cielo.
Cuando más que de prisa
Juntos llegamos
La madre con su-niñas !
Yo con un-diablos !
Y en el momento
Se soltaron las mano.s
Mis azulejos.
^; Es posible que ustedes
(jritando vivan ?
— Si es que estamos alegres
Con la noticia !
— Mujer, escuchas ?
— Castillos en el aire
Como hijas tuyas.
-r: Pero, mujer', no piensas
Que al fin y al cabo
Por ser faldas son cuentas
De tu rosario ?
— Niñas, les dijo
La madre amostazada
— I Por qué esos gritos ?
— ,; No dijo ayer mii}- seria
Doña Petrona
Que allá por nuestra tierra
Reinaba el Cólera "/
—Dijo eso ? — Cómo !
Esclamé con un gesto
Lleno de asombro.
— Sí, señor, sonriendo
Mientras nos daba
Aquellos caramelos.
La co.sa es clara !
Si á Guadalupe
Ha volado la peste
Dios nos ayude.
— Nos vamos ! sí, nos vamos.
Padre ! y de nuevo
A gritar empezaron
¡ Maldito impreso 1
Maldita chanza!
¡ Malditos los caletres
De tahís faldas !
POESÍAS HUMORÍSTICAS,
AL SEÑOR JOSÉ ANICETO SERRANO,
Remitiéndole algnnos versos de mis hijas el dia de mi carapleafios.
201
COMO una prueba divina
De que aun lejos de la patria
Nos da el cielo bellos dias
En este valle de lágrimas.
Remítase este expediente
Formado por m.is calandrias
A los que tanto las quieren
A pesar de la distancia.
Porque no puede haber dicha
En esta mi pobre casa,
Para mi esposa, mis hijos,
Y para el que escribe tantas
Tonterías, sin que asomen
Allá en el fondo del alma
Los afectos y los nombres
De las personas que se aman.
Sepa, pues, el buen abuelo
De esta risueña nidada :
Sepa, pues, el tio enfermo
Centro de nuestras plegarias:
Y sepa Aniceto y todos,
Digo, la familia en masa
Que hoy treinta y uno de 7\gosto
Los cantos de mis calandrias
A los ausentes recuerdan,
En esta mi pobre casa.
Con dulces reminiscencias
Que son las flores del almas
Recibido el expediente,
Pues es todo una monada.
No se archive como siempre
Mas sí arrójese á las llamas.
Otro sí : sepa el abuelo
(ÍJue todo el cuento ó la gracia
De los infernales versos
De sus nietas deslenguadas
Consiste en la pretenciosa.
Simple y risible arrogancia
- De hacer por su cuenta propia
Su magnífica ensalada
Ninguno quiere la ajuda
Oficiosa de su hermana.
Y así cada cual se encumbra
Y á su gusto disparata.
Inés pretende imposibles
Y cuando á Apolo maltrata
Cree ser la lijcra alondra
Que trina, modula y canta.
Sólo Rafo el simplecillo
Pide á María prestada
La mu.sa, y aprende á brincos
Lo que María machaca.
Ya veremos lo que arroja
Con el tiempo esta nidada. . . ,
Y aquí paz y después gloria,
Que para locuras basta !
■ Coro, Agosto 31 de 1868.
BRINOÍS EN CASA DEL ORAL. GIL
HACE un año en esta casa
Que hubo en paz igual comida.
¡ Cómo se pasa la vida !
¡Cuan pronto un año se pasa!
Hoy se vuelve á reunir
La amistad sin sombra alguna.
¡ Viva la buena fortuna !
Venga en paz el porvenir!
Y es que el ¿iiaí espanta al mal;
Y el ¿ífii es aquí bandera,
Como divisa sincera
De un amigo General,
? 1875.
¡ l".a, flores del pensil!
Si formáis tan bella tropa,
Apuremos una copa
En honra de Miguel Gil.
Y después, como la aurora
En prado brilla y Iloresta,
Será reina de la fiesta
Quién ? — Su estimable señora.
¿ He concluido ? No ! Que imploro
Un trato, un convenio franco :
Brindemos por Guzman Blanco,
Por Gil y . . . . por .... el do Coro.
.26
202
POESÍAS humorísticas.
LOS dPJLLOS.
LAS flores en canastillos
Van las niñas arrojando,
Como nosotros sacando
Esta canción de los grillos :
¡ Hola! hola! Ved que os hablo,
Salte el diablo con su cola.
Salte el diablo !
Conozco aquí pecadores
A quienes buscan sus damas
Con aromas y retamas
¥oi-_^n'//os de sus amores
¡Carambola! riño habrá un Pablo
Que de la peluda cola
Tire al diablo ?
El mundo maracaibero
Por galeotes nos prepara
Los colores en la cara
Y la esperanza en el cielo
¡ Qué mamola! En su retablo
Dice el diablo con su cola. . .
¡ Chito al diablo !
Si es que la conciencia mata
Tranquila está mi conciencia
Como riquísima esencia
Ln pom.o de oro y de plata ;
Pero sola, cuando le hablo
i\Ie grita ; "; mira qué cola
Tiene el diablo !!!
SEÑOR ZEFERIMO
FOSSI &, á, á.
Piesente,
¡ BILLETES yo, qué blasfemia !
¡ Comprarlos, cjué pretensiones 1
¡A quien se muere de anemia
Mablarlc de. . . .salchichones !
Jamas la soga se mienta ».
En casa de. ... ; Por lo \'isto.
Tuerto, no sacas la cuenta
De quien vive sin un cristo!
Quisiera tomarlo á insulto,
Mas por la amistad te absuelvo .
¡ Y tienes talento ! Estulto !
Tus billetes te devuelvo.
Maracaibo, Diciembre i°. de 1880.
DISCURSO CÁRH.e'ÁLESCO.
MUY buena es la verdad ; mas ^ quién aspira ¡. Nada! Mentira! Broma! Eterno lujo
A ser fehz con ella sin recelo,
Cuando es fuerza cubrirla con un \'e!o
Para hacerle lugar á la mentira ?
¿ Creis que el bien el universo admira ?
¿ Que la mujer es dulce caramelo ?
Que el dolor es un mal, palacio el cielo
Y el sol ardiente en el espacio gira ^
De una visible }' misteriosa danza
En ciue cada mortal, á su capricho,
Baila, miente y sonríe de tapujo.
¡ La creación .... el mundo es una chanza ! .
i El año todo es carnaval ! — He dicho.
Y Enero 31 de 1877.
SEfiOR Br. MANOEl DÁGMIMO.
Presente.
Maracaibo, Agosto 17 de 1880.
Mi ciuerido Manuel :
VA el romance y ¡ si supieras !
a'\jado va, buen amigo,
Por estar siempre conmigo
En toda.=íl:is faltriqueras.
Vaya ! tu palabra escrita
Vuelve, cual ave, á su nido,
Después de haberla leido
Mi la\ andera maldita.
Manuel, fué bueno el percance.
Un dia g'rité sin tino:
poesías humorísticas.
203
; Adonde está do Dagnino
El dulcísimo romance ?
Busco, reyibtro habita el centro
De los bolsillos más hondos. . . .
■ Vacíos están sus fondos
Y tu romance no encuentro !
; Pasa una luz por mi fncntc !
Corro ! — ¿ Y qué ? Tu poesía
Mi lavandera leia
Cuando llegué casualmente.
Al dármela, bien ó mal,
Me dijo la vieja loba:
"Me gusta mucho esa trova ;
Es niui buena. General."
Pues bien, no hai signo ni norte
Más seguro en esta siembra. . . .
¡ Oh I la 0|3Ínion de uno. /c/i/órir
Es el mejor pasaporte.
L'ne, pues, íi mis respetos
Y aplausos por tu cantiga,
Esos de la vieja amiga;
Y son i/i's l'tititisnios iicíos I
Conque .... Manuel, Dios te guarde
Y sabe que te amo mucho.
Mientras brego, mientras lucho
De la mañanad la tarde.
AL ÁN.(V£RSAPJO
de ía cojera diil General Rodulfo Calderón, con motivo da haberme pedido '
unos versos para este dia.
¡ EA ! .trompetas marciales,
Tocad. . . .! Resuene el canon.
Que hoi para alivio de m.des,
Cumple nueve años cabales
La lisia de Calderón.
En aquel aciago dia
De memoria sempiterna,
La marcial trompetería
Estarna que re))etía: '
Oh ! ¡ qué desgracia de pieriu'. !
i\Ias \-o no tengo por mala
Tu cojera. I)i.l oficio
Son gajes, si no son gaia.
r. Qué dijeras si la bala
Te hubiera llevado el juicio?
Koi en la pléyade inxálida
Cruzará tu sombra escuálida,
Temible, rujíente, inquieta,
Y la república jiálida
Te llamará, buen trompeta.
No, no, creer se me antoja
Que a tí te alegra y te place
Cargar mejor con tu coja,
Aunque á ratos esté floja.
Que tener un " aquí yace."
Aquel refrán tan sabido
"No hai desgracia sin fortuna".
En tí, cojo, se ha cumplido ;
Hoi si te encuentras eojido
Puedes andar á la tuna.
Anda, trompeta, anda pues,
Ya que tu fortuna es tanta,
Y á los nueve aíios levanta
Tu diestra }■ garbosa planta
?dnstrando que coja es.
V cuando á tu gusto ufanáis
Las ninfas venezolanas
A tus pies.le den botines,
liarán las ninfas corianas
Para tu pierna cojines.
Jamás cuidarán las monjas
Tan bien así un caballero:
Doncellas te darán lonjas,
Y hasta dulce de toronjas
Le echanin á tu trotero.
En tanto tú, Calderón,
Reirás viendo serenos
Con fe de federación.
Trotadores sin trotón
Muí gordos, sanos \' buenos.
Mas eso no hace un gorgojo ;
Dios ayude sus hechuras
Y no te olvide á tí, cojo.
Para vivir á tu antojo
En tus corianas llanuras.
Venid, pues, trompas guerreras,
Tocad .... Resuene el cañón ....
Con fogariles hogueras
Celebren los calaveras
La lisia de Calderón.
i Hurra. . . . ! A los cojos marciales
Las damiselas carnales
Con cantos y gorgoritos.
De Coro en los arenales
Si no cajas, toquen pitos ....
Ijulio i6 de 1863.
204
POESÍAS HUMORÍSTICAS,
BRINDIS IMPROVISADO.
, - 19 de Abril de 1850.
COMO esos antiguos reyes
Coronados en la cuna
Tras de un héroe la fortuna
Por la sanción de las leyes ;
Así de laurel ceñida
Saliste, Patria, en tu infancia.
Era grande tu arrogancia,
Grande el vigor de tu vida.
Con tus victorias ufana.
Con un porvenir propicio,
Apagado el sacrificio
De la guerra colombiana,
¿ Quién como tú ? Tan fecundo
Fué ese tiempo, que, en verdad.
Nació en él la libertad
A los aplausos del mundo.
A J. M. RÍVAS.
PARA contestar al vuelo
Tu fraternal atención
Me pongo á mirar al cielo
Buscando ... .la inspiración.
Pues es fama, entre románticos,
Que si un bardo al cielo mira.
Serán ramplones sus cánticos,
Pero no serán mentiras.
Eh ! La verdad sin reproche . . . .
Mira, no fué por inedia
Que el veintitrés en la noche
Falté, falté á la comedia.
Que si bien la inedia espanto
Inspira entre daca y toma,
No aprieta la cosa tanto
Hasta no morir de broma ....
¿No sabes que al olmo umbrío
Vive enlazada la yedra?
Pues por eso, amigo mió.
No vi la "Primera piedra."
Que al remontar de este Ponto,
Sin vapor, á remo y vela.
Se me enfermó de lo pronto
Marica, la mayorzuela.
Y como á sombra del olmo
Crece aquí más de un arbusto.
El susto llegó á su colmo ....
¡Yo siempre vivo de susto !
Mcdiii iwclie era f>or Jilo,
Dando las doce de lleno.
Cuando buscaba intranquilo
Al doctor Carlos Luis. .. .bueno.
Bueno ! ¡ si también estaba
Enfermo ! ¡ pobre ! ¡ Era un tronco!
Es decir que cuando hablaba
Carlos Luis hablaba ronco.
En fin, mi hogar, que era un yermo.
Tranquilo quedó en un fris !
¡ Guá I ¿ No se alegra un enfermo
Viendo a! doctor Carlos Luis?
lie aciuí sin arpa ni sistro.
Agüella faifa cantada ....
¿ Está usted, señor Ministro ?
Mas, ¡ calle; ahí ! ¡ Pues no os nada !
¡ Qué tanto la musa yerre !
¡ Que no es el Ministro! ¿Cómo
Puede sevjoia eme erre
El mismo? ¡ Ni por asomo !
A Mí AMIGO £L SEÑOR A. ÜRDANETA.
Con motivo de sn coraposicion titniada " LA H;\MilCA."
METAMORFOSIS,
¡ATRÁS! te digo ¡atrás por San Patricio
El de la verde Erin ! ¡ Atrás 1 hermano,
O cofrade en Apolo, si es que el juicio
Por carambola te ha quedado sano. . . .
¡ Qué anatema ! ¡Qué horror! ¡Qué sacrificio
Al apolíneo coro . . . . ! ¡ Guai, profano !
Mereces el castigo de Faláris !
i ¡ Atrás, vate infeliz, huye cual Páris!
POESÍAS HUMORlSTlGÁS.
205
i ^lejor es eso, sí,. que yo no quiero
Fallar en contra tuya! Me horripila
Hasta la negra tinta del tintero
Creyendo que á la sangre se asimila :
Te digo más: al ver un candelcro
"SU corazón sensible se aniquila
Y esclamo para mí : ¡ cuitada esperma !
Lágrimas viertes, porque vas en merma.
Con que así, vate amigo, te conjuro
l-'ongas los pies en parda polvorosa,
Y huyendo 'como un gamo, del apuro
Me saques por tu bien-; Terrible cosa
Es á fuer de justicia zurrar duro.
En tierra cual la nuestra calurosa.
A un vate que en su tórrida pereza
¡Metióselc el demonio en la cabeza.
Pero ; de quó se trata? me pregunta
La Patria abriendo su bocaza toda,
Y se apresta á la lid de blanco en punta.
Tal vez porque la.s°punías son de moda.
Se trata, madre mia, la difunta,
Se trata ¡ oh Venezuela. . . . ! aquí acomoda
La Patria sobre un lado el gorro frigio
Para mejor oir el gran litigio.
Se trata de una ofensa ! — Yo prescindo
Del modo y del lugar, pero la ofensa
Tiene á las nueve del .sagrado Pindó
Vueltas un basilisco. — Llama inmensa
Ilumina los cielos, y hasta el lindo
( Que cuida de la Olímpica despensa)
Ganimede';, en fin, el mozaivete
Está vueku de cólera un cohete.
¿ Pero, cuál es la ofensa ? — Voto á bríos !
Se me olvidaba con la misma rabia ;
Aftí los trampuleros echan fios
Y se olvidan también. — Yo estoi en Babia !
Mas en niedio á mis locos desvarios
Conservo aun la suficiente labia
Para decir que en mengua á las butacas.
Se trata ¡ cjué valor ! de las hamacas.
Ven acá, descreído bardo pobre,
¿Quién al magín le acomodó esa idea.
Más infecunda y turbia, y tan salobre
Como el mar de Sodoma en Galilea?
Si yo tuviera un paladar de cobre
Y una lengua durísima y pétrea,
Hiciera oir mi voz para tu mengua
Aun que perdiera al fin la dura lengua.
Sí, por mi abuela, sí, que no se aplaca
Tan fácilmente mi abr.isada biiis
Al ver como le cantas á la hamaca
Dando al olvido tu apegada filis.
Qué dirá la ant'quísima butaca?
¿ Y qué dirán los lechos de Amarilis?
Y qué dirán las camas, que (no miento)
Son llamadas aquí catres de viento?
¿Qué dirán las naciones extrangeras
Que ignoran hasta el nombre de chinchorro,
3 )nde cada gandul duerme en esteras
Abrigado muy bien con bata y gorro?
i Escucha: por tus frases volanderas
' Deduzco que no has visto ni aun el forro
j De Homero, que murió, [ por Santa Mónica !
Sobre un cuero de vaca Macedónica.
Desdeñarlos cogines ; buena idea !
Y luego porque el siglo brinca y trota
Divinizar la hamaca que marea.
La hamaca que nos hace una pelota,
La hamaca que aun de noche se menea
Y que vuelve en un tris al hombre idiota.
Según en su vaivén saca de C|uicio
La masa cerebral donde está el juicio.
Si el siglo anda a! vapor, digo \' defiendo
j Que maldecirse debe por lo mismo
El movible ¿;hincliorro, — ¿Ni durmiendo
Puede el hombre estar quieto en este abismo?
Si los hijos de Adán viven gimiendo,
Según lo reza el santo cristianismo,
; Xo es justo que de noche quietos duerman
Oque quietos estén cuando se enferman?
Tan lógico y sin réplica es mi aserto,
Que el único derecho democrático
Sin mundial zancadilla, neto y cierto,
Cual eterno problema matemático,
Inviolable doquier, jamas in.jerto.
De que disfruta c\ fiofiulis, maniático.
Se funda en el derecho del quietismo
0 derecho de muerte, que es lo mismo.
Con efecto, por débil ó por fuerte
No habrá ninguno, pillastron ó ganzo,
Que al sentir el aliento de la muerte
Quietitonose esté. — Feliz descanso
Donde un día, cantor, habré de verte.
Como la seca flor en un remanso,
Sin que jjuedas decir con tus encías :
¡Oi\ mundo! estas quijadas fueron mias.
¡ Alma quietud ! milagro americano!
¡ Espíritu inmortal de la pachorra!
'Te quiere federar ese profano,
15uscándole con mengua una camorra.
Así tuve un amigo; no, un hermano,
;Que á fuerza de oprimirle ¡ Cachiporra!
Huyendo de Don Justo, ¡ Chis, se embarca!
Y á poco se encontró A(/ír/.i- arca.
Eso no harás, Pachorra damisela.
Aunque el mundo se vuelva una mat'raca
Y salte, como salta Venezuela,
i O el mismo Ameiiodoro en una hamaca.
1 Si nuestro siglo diez y nueve vuela,
i Paciencia y barajar; que al fin se aplaca
! No digo un siglo, á quien el tiempo aborda. . ,
Se aplaca el mar que es cosamui más gorda.
Maguer cantes en tono gemebundo
Y de la hamaca lo que se te asombre,
Voi á decirte como vino al mundo,
Y conocida como fué del hombre.
De un pueblo por las selvas errabimdo
Hube esta historia :-Si saber el nombre
Quieres de mis salvajes; por pereza
^Se mcha traspapelado en la cabeza.
206
POESÍAS HUIviORlSTICAS.
Parajuro era un indio mofletudo.
Que en dulce paz de mogollen vivia,
Autor de la inmortal ley del embudo
Con que sus pasos por doquier media;
Hacerlo trabajar ninguno pudo
En cabañal, floresta ó ranchería;
Jamas con su sudor cosechó un grano,
Ni una piedra jamas alzó su mano.
Yarfá (toma razón de lo que te hablo")
El genio malo que al goagiro doma,
Y que acá para nos se llama Diablo
Sin más rebetes, luz, punto ni coma.
Yarfá, que via bien desde su establo
El daca del goagiro y nunca el toma,
Su flema y su cachaza siempre activa,
Noche y dia acostado panza arriba;
'''■Es curiosa, gritó, tal existencia.
Ni siquiera este nene por política
Mueve una paja, asiste á una pendencia :
Ni le asustan los chismes, ni la crítica :
Yo te haré trabajar, ¡ voto á mi ciencia !
Perezoso salvaje : tu granítica
Sin par naturaleza, con mis modos.
Verán cambiada los goagiros todos."
Yarfá dio media vuelta, y por encanto
Bajó ala tierra, se cambió en un viejo
Y á Parajuro se arrimó, que en tanto
Almorzaba batatas y conejo ;
Y semejante al que sufoca el llanto
Enmedio de una plática ó consejo.
Así le habló Yarfá, fingiendo apuro
Mientras comia el grave Parajuro :
— "Hijo de Güere y la sin par Sarando,
Un buen consejo que te dé permite. ..."
Oyólo el indio, mas siguió almorzando
Sin dársele del viejo ni un ardite.
— ¿Criatura, estás sorda?
— Estoi mascando ....
. — Pero escucha : en el boscjue se repite
Que eres un perezozo sin segundo ....
• — ^Cada uno para sí vive del mundo. —
— Hijo, siquiera al despuntar el dia
Pon los huesos de punta.
— Con mil truenos....
Que pides poca cosa ! \ Bobería !
— Eso tiene su más.
— También su menos ....
— Pero al cabo ....
— La gran sabiduría
Es no hacer nada. —
— -j Qué dirán los buenos ?
— Los bobos, viejo amigo, di los bobos
Que al fin llegan á ser pasto de lobos.
— Es decir que ....
— Que nie enfadas.
— Desbarata-
— Mis pacíficos planes, . . .
— Pues tú pones
Con tanto hablar amargas mis batatas; ■
Déjame en paz seguir mis convicciones:
— Con un millón de roncas cataratas
Que si reviento aquí con mil legiones,
Gritó Yarfá frenético te juro....
— El indio murmuró : "valiente apuro."
— -"Si, te juro por todas las serpientes
Inspirar tal espanto eíi mis enojos.
Que de tu boca saltarán los dientes,
Y movible te haré coma los ojos."
— ^"Vaya unos cascos viejos bien calientes,"
Dijo el gandul, cojiendo unos mímojos
De espigas, y sin más junto á unos brezos
Los puso y se rodó dando bostezos.
— / Sea para tu nial, indio maldito 1
Articuló Yarfá, con un ceceo
Que era como quien dice el gorgorito
De la rabia infernal ; 3' de un boleo
Fué Parajuro á dar en un caimito ;
Pero aquí del prodigio ! Plorrible, feo,
Del gran Yarfá con el terrible encono.
Cambióse el indio en espantoso mono.
" ¡Ciíadrñi/iano animal I de rabia flavo
Yarfá siguió diciendo, jf>or castigo
Te condeno d mecerte con el rabo
En los verdes arbustos : fui tu amigo.
Mas tu perciba, y tu pachorra al cabo.
Convertido me kan en tu enemigo.
El suco rebosó de mi dulrjura. . . .
Hoy carga con tu cuerpo, creatura."
Y luego incouti/ienti su corona
Caló sobre la hirsuta cabellera,
Requirió con donaire la tizona.
Miró al soslayo ; y como al punto viera
A Parajuro el mono ó tal vez mona ,
Meciéndose del rabo, "en otra era
Se dijo para sí, vendrá la nioda
En que se mesa nuestra tierra toda" .
¿Ya lo ves, pobre bardo, donde saca,
O tiene sus orígenes oscuros
La Americana y tropical hamaca? . . . .
"De un salvagetenarj de cascos duros."
Andando el tiempo, otro indio (Carayaca
Se llamaba por cierto) en dos seguros
Troncos de palma remedando al mono,
Quiso mecerse en índico abandono.
Y amarrando á los troncos su refajo
Metióse en él con fuerza tan altiva.
Que el columpio empezó de arriba á abajo,
Cuando debiera ser de abajo á arriba.
La zaranda siguió con desparpajo
Y cual salta un guijarro en una criba.
Saltaba Carayaca, hasta que al suelo
Vino con tantos brincos en un vuelo.
Desputís. . . .la cosa es clara — la zaranda,
No obstante el mal ensayo, se hizo moda ;
I Tuvo la monería gran demanda,
\ Y en hamacas durmió la gente toda ;
Vino á América luego de parranda
I Traida por Colon, la raza goda,
I Y con el oro cjue llevó en petacas,
\ Llevó también á Europa las hamacas.
POESÍAS HUMORÍSTICAS.
207
De origen infernal como te lie dicho
Es la hamaca ó zaranda, no la quiero,
¡ Tuvo por inventor á un mono, á un bicho
Y al pensarlo no mas me desespero !
Será una tema en mi, será un capricho.
Como quieras al fin llamarla, pero
Me columpié una vez, hize una basca
Y por un tris me rompo la tarasca. . . .
^ Sabe, pues, descreido bardo pobre,
: Que debes del magin lanzar tu idea,
' Tor maldita, .infecunda y tan .salobre
Como el mar de Asfaltitcen Galilea.
Si te dijera todo lo que sobre
De tus hamacas pienso ¡ ánima mea !
I Un mamotreto hiciera con mi crítica
I Grande como los chascos en política.
Julio T,\ de t86t.
?
ENHORABUENA.
PRIMERA PARTE. >
DTALOGO ; El poeta y su Musa : Humos de aquel :
Inspiraoiou de esla : Al pdttii no le eoulentau ios Iones
que saca : Xe<;iiliva de la >hisa : ?us la/oiics : Lo que
afonseja : Aceplacion : Vuela al cielo la .Musa ; Exclama-
ción del Poeta.
—CONMIGO no habla esc bando;
Lo que tú dices no excusa
Hacer cuanto yo te mando,
¿ 0)'es tú, señora Musa ?
— Qué tono I Cierre esos labio.s
Que est;ín destilando liiel ....
— Es que. . . . !
— ¿Aun le quedan resabios
De capitán de bajel ?
— Eso te importa mu}- poco.
— Su estribillo sempiterno.
Vaya! ¿Me harás \ol\er loco
Señora del qitinto infierno?
— Si en serio las cosas toma ....
— No me queda otro recurso.
— Diga: ¿qué vez ni aun de broma,
Le he neg.idij mi concurso?
—Hoy:
— ¿ Cuándo ?
—Ahora, tontuela !
— Bravo! Le inspiro á porfía
Dos trovas y una espinela .
Y quiere más todavía. . . . !
— No es la inspiración ni el soplo. . . .
— Y bien ¿no escribe al momento?
— Si, pero á golpes de escoplo
Y no estol por lo violento.
— La culpa es suya.
— ¿De vi.ras?
— ¿ Pues no quiere en tonos gra\ e.í
Remontarse á las esferas?
— ¿A quién le escribo no sabes?
— ¡ Cabal ! por eso lo digo .... 1
-Si su lenguaje es sincero
Escribe á un antiguo amigo
;A qué andar buscando, . . .?
—Pero....
Ignoras. . . .
— Señor, en plata
No espere mi inspiración.
Cuando do afectos se trata
La musa es el corazón.
Hable con gracia y decoro,
Y por cumplir su deseo
líatiré mis alas de oro
Sir\iéndole de correo.
— Acepto: serás mi paje,
A tu consejo me rindo
Pero antes cambia de traje.
Ponte, musa, de lo lindo.
Tras un saludo festivo
Voló sobre nube gualda,
Y yo quedé pensativo
Diciendo: "¡vaya una falda!"
SEGUNDA PARTE,
La Musa vllelv(^ del cielo : .su' vpslirto : su corona de es-
trellas : Por r|ué es tina de esmevalda '! Pe quien espora :
.\nill() lio Salurud : l'oii|U<' no lienc ijiedra : Cinta, del
íle Nililiiia : La Musa apremia para de-
Lo iiuc xale esta i'alda, seü;uu el
iris : Un recovli
sempeiiar >u cmliajad.i
Poda.
— ¡ Ya me tiene u.sted de vuelta !
Gritó cayendo en un banco
;\Iui garrida y mui esbelta
La musa de punta cw blanco.
— Tan jironto?
— Nada me ari'edra.
Vamos, no esté taciturno
Mire este anillo sin piedra
Que me regaló Saturno.
No se admire : fué arrancada
En medio de un traqueteo,
Para dar una pedrada
A no sé que filisteo.
VA sol me dio por antojo
Un mantón, y aun me lo puso;
Mas no lo quiero que es rojo
Y es tinte que no está en uso.
Con la luna. . . .ya ! su brillo ^
Es tan suave .... ella tan leda
Mire este velo amarillo
Que me tejió de oro y seda.
208
poesías humorísticas.
¡ Las pobres nubes ! Con ellas
Hallé al fin en los espacios
Esta corona de estrellas
De jacintos y topacios.
Hay una siempre brillando,
-Más bien triste que ie3ti\'a ;
Pues . . . . ! como vive esperando
Es una esmeralda viva ;
Vedla, no se hunde en sus giros .
Como la náufraga nao ....
■ Ella espera entre suspiros
Del astro de Caujarao.
Del iris hube esta cinta
De gasa llena de flores.
La paz en ella se pinta
Con reflejos tricolores.
Repare bien en mi porte ;
Voy arrastrando la veste
Formada con un recorte
De neblina azul celeste.
Ande, pues, sacuda el ceño,
Hable, que de hablar es hora ;
Ya verá si desempeño
La plaza de embajadora.
Tomé la pluma, y pensando
Lo que es un genio fecundo,
Dije á la Musa mirando
"¡ Esta falda vale un mundo ! "
TERCERA PARTE.
El Poeta manda á la musa que el vfintc y sitlf de Kiie-
ro visite al Mariscal : Lo que a(jue! vu on la gloria y acti-
1ud<leesle : En vista de que se. cusaueha su pecho : Lo i
alienta eii su política magnánima : Los Mi años del amigo :
Utilidad de saberla partjda doble á la moda del Parnaso :
Por qué es un problema la edad dol Poeta y Xna- i|uó \ ive
plantado en los ei.j años : Consideración solire lo i)ien que
lian sido empleados aquellos 46 ; el Poela ili<;e la Aiírdad,
pésele á quien le pesare, y deeiara i!ue no e- un mero aca-
so el encumbramiento del amigo : Clin i|ué, cuáiuioy adi3u-
de perpetuará la memoria de sus -tC primaveras : C'n sus-
piro por cierta reminiíceucia de Ires palabras de ja Salve ;
H)l poeta se trauciuiliza estando en Coro : líensage íntimo
que la Musa debs darle al amigo : Canto del nido de ruise-
ñores : La 3Iusa se apercibe de iodo y ai rayar la aurora
vuela á desempeñar su embajada.
Óyeme, Musa ; yo cjuicro
Que con mi expansión genial
Hoi, veinte y siete de Enero
Visites al Mariscal.
Le dirás que en este dia
A fuer de amigo, se alegra
Hasta la fortuna mía
Que ha sido fortuna negra.
Pues en la gloria que alcanza
Y en la quietud porque anhela.
Veo un mundo de esperanza
Para el bien de Venezuela :
Díle que el pecho se ensancha
Al ver que de varios modos.
De sangre no tiene mancha,
Cuando se mancharon todos;
Que m.nrchc así, firme el ánimo,
Para obligar á la historia
A que escriba : " fué magnánimo "
Sobre su tumba de gloria.
Un mes antes del mes chicho
A veinte y siete del mes.
Cumplir los cuarenta y pico
Siendo seis el pico. . . .ves?
¡ Oh, Musa ! Cómo en la vida
Es bueno, por un acaso,
Saber la doble partida
Ala moda del Parnaso?
Aquí, Musa, sin que tema
Esta vez tus objeciones,
¿ Fuera mi edad un problema
Dada á aquellas condiciones ?
Si pues he de confundirme
Con los mediocres .... no brinco . . .
Y el tiempo me hallará firme
Plantado en mis treinta y cineo.
Pero hablando en puridad
Ya que el tiempo tanto apura
Musa, ¿ no es grande en verdad
Ilalier subido á esa altura?
i Que tiempo tan bien empleado !
Hacer brillar como lumbres
La profesión de soldado
Y las sencillas costumbres ;
Llegar aun tan alto puesto
Con la oliva y el laurel,
Y ser en él tan modesto
Que bastase oculta de él;
Piíiéntras otros á balazos
Apagaban los gemidos.
El recibía en sus brazos
A sus contrarios yencidos ;
Y cuando entre odios insanos
Muerte daban los aceros,
Iban rompiendo sus manos
Cadenas de prisioneros.
¿Qué mucho, pues, si en ardiente
Amor y filantropía,
Hoi cobierna blandamente
Sin un l'iieeeneitxrw Isía/
Cuanto más, Musa, que ese
Amigo á quien ti't verás.
Pese al fin á quien le pese,
Es instruido, y además.
Ya que es fuerza que lo diga.
Sabe aunque alguno se apene.
Donde ¡e apriete la liga
Y es cofrade. . . .en liípocrene. . .
Conque así no es inero acaso
Subir á tan alto puesto.
Quien trepar sabe' al Parnaso,
Y en su triunfo es tan modesto.
poesías humorísticas.
209
Pero \'o!viendo á sus francas
Cuarenta y seis prima\'orris.
Díle que con piedras blancas
Las marcaré en mis palmeras :
Mas también será eiv voh-iendo
Al dulce lago encantado,
Ya que hai.miicho á lo que entiendo
De lo vivo á lo pintado.
¡ Ai, Musa, no es lirio, nardos
Todo lo que el rio lleva,
Por aquello de "los bardos
Desterrados hijos de Eva."
Mas ¡ no importa ! estoy en Coro
La de los cielos serenos,
Y si en mi tierra hay un moro
Aquí hay cristianos muy buenos.
Ahora, en íntimo acento
Le hablarás y en tono gra\ e
Del justo agradecimiento
Que en mi corazón no cabe.
Si el hombre al amor responde
Por más que el pesar le abrume
Urna es mi alma que escoiíSe
Amor de santo perfume.
Y ya que el bardo es un niño
Y como niño se apega
A esas flores de cariño
Que con sus lágrimas riega ;
Musa, dile que en mis flores
Tengo entre amor y pesares,
Un nido de ruiseñores
Que cantan estos cantares :
"Alto, hermoso sentimiento
Es lá amistad. Dulce nombre
Que calma con noble aliento
Las desventuras del hombre."
"La gratitud que se escribe
Con tinta se descolora;
Ella es recuerdo que vive ;
Mas no se escribe, se adora . . . . "
— ¿ Estás Musa ? Porque veo
Que te aprontas, que te vas.
— Ya brilla el rayo febeo ;
— Eso es verdad, pero ¿ estás . . . . !
— Vaya ! si estoi en franquía . . . . !
— Pues ha7.tc. Musa, á la vela.
Adiós !
i — Adiós, Musa mía !
i Vuela, embajadora, vuela. . . .
y Coro, 13 de Enero de 1 866.
A MANUEL
MANUEL! Jesús ¡qué horror! cuánta herejía!'^ Por Dios, Manuel, confiesa tu pecado;
Tal vez no hay en el mundo quién lo crea \ Vuélvete atrás, compadre, no te metas
l--namorarte asi ¡ bendito sea .
De un nvinstruo. de un demonio, de una harpía ! Con logreros, pepitos ni mamones :
Darle todo tu ame», tu poesía, j Si en algo estimas lo que te he ensefiado,
Tus flores, tus esencias, tu grajea,
A la Juana más tísica y más fea
Que viste íalflas en la patria mia.
Déjate de pollitos y coquetas
Y entona como yo dulces canciones.
LAS FLORES DE TRAPO.
Canto macarrónico.
De .iquí inicc la liirliii de iumovta-^ Y no COSa dc faldas '
:;í;rrercín.XT:;i"^Ír'y i Y sin embargo aqmVni por semejas
sil li- 1 Partidario lamas de la mentira)
■imigos, y que apenas pasan de mi lí-
mite, se ven silbados y dcsconoeidos
i'n la ealle inniediala.
f'ir\TKMTi:iAXT>.
NO es música de arpistas.
Ni esta canción es cosa de floristas ;
Más bien, por los botones
Y ojales con lanceta en las espaldas.
Esta canción es cosa de florones,
Quiero decir, que es cosa de calzones
Tañer dejaré oirde cuerdas viejas
En la olvidada lira ;
Preludiaré con ítalo dacapo
La gloria, el triunfo de la flor ríe trapo.
¡ La flor de trapo bella!
Cuidado ! No es aquella
Que la risueña parisiense un dia
V Pintó de argentería
27
2iü
POESÍAS HUMORÍSTICAS.
Y en la divina perfección del arte
Tan al vivo engañó de parte á parte,
Que pajarillo no faltó canoro
Picando alegre sus estambres de oro ;
¡ Cuidado, vive el cielo !
Que estas flores de trapo que sublimo.
Son flores, es verdad, mas de ciruelo,
Mediocre fruto de la musa opimo.
¡ Ai, rosas de Basora
Y azucenas del valle de Judea!
Persiano girasol, lirio de Eubea,
Jazmines de la Arabia soñadora.
Balsamina africana.
Clavel de la campiña italiana,
Y cuantas flores enjendró la flora,
Fantástica y quimérica.
En los valles ubérrimos de América;
¿Quién con sangriento encono
De vuestra gloría divinal el astro
En el siglo eclipsó décimo nono?
¿ Quién mísero olvidó vuestra belleza ?
¿Quién, no sabéis? La mísera cabeza
De tanto retumbante poetastro.
Soñando sin soñar cada cual quiso
Entre muecas y gritos hacer viso ;
Formáronse pequeños,
Grupos llenos de iarvas y de sueños;
Cada sabionda larva,
En recíproca y dulce rnaideria,
A su tu.rno iba haciéndole la barba
AI hermano más sabio en barbería.
Rechinaron las prensas
Con las múltiples, varias y estrambóticas
Concepciones inmensas ;
En las mares caóticas
De esc abismo de estrofas inconcusas
Donde todo calor se cambió en nieve,
Naufragaron las nueve. . . .
Digo que el diablo se llevó las m.usas,.
Entre tanto cantor de rica savia
Al por menor como se vende el vino,
Antes que en español j guai ! se habló en chino.
Escribir fué una rabia,
Moda, prurito, orgullo, desatino.
Escribir era todo. . . . \
Entre bravatas empina.ndo el codo,
—"Si Baralt fué un purista
Y hubo en Europa fama.
Sigámosle la pista
Aunque preciso sea.
Cual cosa nunca vista,
Volar por el desierto de Atacama
Sobre el cuerno abundante de Amaltea."
Dijo así'mas de un nene á quien la llama
De inspiración consume;
Y perdieron las flores su perfume;
Más claro, sí, señor ; ¡ por vida mia !
l^o que con triste asombro hubo de cierto
Fué que brotaron como oliendo á muerto
Las floiTs (le la dulce poesiñ ;
,1 Hubo más todavía ;
j Oliendo á muerto, no : todas sin jugo
I Brotaban de las flores de un sopapo
Muertas I tiesas á modo de tamugo !
Flores, en fin ¡ qué horror ! Flores de trapo .
El rábano tomando por las hojas.
Desde entonce hubo nene
Que escribió en su divisa : "lo que suene" ;
Sin saber que las súplicas son cojas
Como los versos mismos
Que tronaban cayendo en los abismos.
AI son de esos ruidosos cascabeles
Fueron tal los dolores
De las divinas verdaderas flores,
Su desprecio falaz y duro estrago,
Que si alguno quisiera ruina á ruina
Comparar en los públicos papeles,
Fuera nada el incendio de Chicago,
Ni el petróleo, el aceite y la reciña
Del comunista á quien el mundo acusa;
Nada la bomba rusa,
La dinamita nada !
Rosas, nardos, claveles y jacintos,
Hermosos todos y en olor distintos,
Cual ídolos monolitos,
O cual estos esdrújulos insólitos
Déla estólida musa deslengu?ida.
Sin \in réquiem murieron. Tal olvido
Se vio de la verdad cabe el augusto
Altar del noble y literario templo.
Que hasta el mismo Cupido
Liciado del mal gusto
En fuerza y á la lei del mal ejemplo.
Ciñó más de una novia
Con cadenas de rosas y jazmines.
No ya de los jardines
Y huertos tropicales ;
El niño amor cayendo en la hidrofobia
De los bardos camales.
Optó por los rabiosos colorines
!Dc las flores c[ue dicen ser estéticas,
Y que á la fin de fines.
Si flores son, serán de musas éticas.
Cubierto el seno con algún guiñapo,
Las flores, pues, poéticas
Del encantado amor hoi son de trapo !
Y es que la nueva tanda
.■\depta pertinaz del rubio Apolo,
I'iensa que el escribir solo}' tan solo
La voluntad demanda.
Pv manera de máquina que pita
Si ya el Jiumo asfixiante desahoga;
O bien como el que grita
AI cuello puesta la apretada soga,
Así la tanda encomendar a/ Tiento,
Venga ó no venga á cuento,
Sus trobas necesita.
¿Y qué serán en suma
Esos cantos más huecos que la espuma
POESÍAS HU:.IORISTÍCAS.
211
Sin fe, ni inspiración, ni verdadero
Amor al arte, ni pasión de gloria.
Escritos con el numen volandero
De algo que se ha leido y que se exhuma
A la encantada luz de la memoria ?
Musa del galerón, ¡ oh, musa querida.
Trapos son triunfos, y que siga el baile :
Vuestras macetas conservad de Mérida ;
Flores de monjas en altar de fraile.
El sol del porvenir, el sol eterno.
El sol de vuestra fama, aunque de invierno,
Por feliz privilegio, que está escrito,
Jamás se ha de ocultar como si fuera
Un astro valadí de lo infinito.
Del artificio resultando clara
Su macilento brillo,
¡ Oh, musa audaz de la carmínea cara !
Nohai miedo á cjue se entolde
En fuerza del carmín del papelillo.
Flores ! cuestan tan poco
•¡Trabajando á destajo como loco :
! Tenéis los admiaícalos : un molde.
|-Retales de liistrillo,
! Papel sobre dorado y de co!ore.-5,
j Una libra de estambre,
Plumas, las de turpial son ¡as mejores.
: Pincel, añil, alambre,
I Alguna pega pega como goma,
\ O leche de auyama, ó bien engrudo ;
\ jDe platina un embvido
\ Que la lei represente no del toma
I Sino del daca en ei oculto plajio :
I Un pomo de mal gusto, que al contajio
\ .A.lgun humillo tenga, algún aroma ;
Y en fin para esas flores volanderas
Que llevan siempre un saliumerio místico,
: El mejor instrumento el más artístico
: Son, sin duda ninguna, las tijeras.,
(Esto fué lo último cji.ie escribió.)
^mmM
CANTO.
A la raeaiom del Graa Poeta araericaDo.
¡ MUKl(')el ilustre anciano! j (Jnicii su nomoiv
Sin respeto profundo.
Osará pronunciar ':" asi es la nuicrte
Con el genio del hombre. . . .
En vano brilla y se revela al mundo
Y lucha altivo y fuerte ....
— Dejad que al cabo de dolor sucumba,
Y en un altar convertirá su tumba.
;. Qué á mi lauros y palmas de victoria
Ni el entusiasmo ardiente
Al ronco estruendo de la guerra impía .'
Quién canta ya esa gloria
Baldón tal vez del nuevo continente ;
¡ Oh, dulce patria mía !
Lo que hoi piden tus nobles corazones
Son voces de pesar, tristes canciones.
Genios americanos que escondidos
Déla luz importuna
^n la silente oscuridad de un mpnte
Lanzáis vuestnjs gemidos :
Vosotros los que al rayo de la luna
i. Partí-, e! liorizonte
. Querellas lamentables dando al viento,
: V'enid á mí, prestadme vuestro acento.
Que si á la luz nació de esta infinita
1 Atmósfera de faego
j El anciano vidente, si tan grande
I Su fama dejó escrita,
! ; Cuál lira, cuál canción habrá que luego
I Le llore al pié del Ande?
j Para esos duelos de inmortal tristeza
I Su voz tiene la gran naturaleza.'^
i Yo confiaba á las ondas el tesoro
' Que embellece mi vida:
Bajo de un cielo azul, el viento en calma
Murmuraba sonoro
! Llevando en el batel la vela henchida:,
I Lejos, como una palma
! Que se mece risueña en la llanura,
! Cruzaba otro batel la noche oscura.
¡Cércala noche, ya cuando el marino
f Lev^antó su bandera.
212
MISCELyVNEA,
Nuevas quise saber, y un eco grave,
AI rumor vespertino,
"Bello murió del Maipo en la ribera,"
Mustio escuché y la nave
Hizo rumbo y flameó sus banderolas. . . .
¡ Y así supe esa nueva entre las olas !
¡ Cuánto ingenio profundo ! ] qué primores
De santa poesía
No se lleva tras sí, con el quebranto
De los graves dolores,
Esa tumba entreabierta todavía !
i Cuánta riqueza y cuánto
Purísimo entusiasmo ! ¡ Y cuanta ciencia
Encerraba su noble inteligencia !
Hombre de alta razón, la madre España
Acojió sus preceptos :
Filósofo, en sus cantos maravilla
Las verdades que entraña :
Galano y sentencioso en los conceptos
Depuró de Castilja
La rica lengua. El es siempre poeta
Que huye del vicio y la virtud respeta.
El pensador y sabio abrió su pecho
A los cantos divinos :
Amó la libertad y dio á los hombres
Universal derecho ;
Y al señalar del mundo los destinos,
Aunque diversos nombres
Tuviesen las naciones soberanas.
Con una ley social las hizo herm_anas.
orno águila caudal que el aire hiende
Tranquila y mesurada.
La reflexión en Bello asi se encumbra ;
Mas lo que en él sorprende
No es su profundidad, ni la atildada
Palabra que deslumhra ;
i Lo que en Bello sorprende, lo que admira
Es que cantando lo que siente inspira.
Empero si aun se escucha retumbante
Su voz entre la bruma.
¿ Dónde está el gran poeta? ¿ El sabio adonde?
Esa tumba distante
Que un mar de inmobles ondas con su espuma
Baña, mientras esconde
Al virtuoso patriarca ¿ qué revda ?
Qué le dice á su patria Venezuela?
¡ Ai ! cuando el viento misterioso lleva
Gemidos de laúdes,
Y sufres, patria, y de dolor te vistes : ,
Cuando el alma se eleva
A su Creador, ¿áqué vicisitudes ■
Y hondas níemorias tristes
Intentar en la lira ? ¿ quién es fuerte
Para acusarte al grito de la muerte?
Adiós altos recuerdos, adiós fiestas
Y danzas pastoriles.
Adiós del valle las pintadas flores :
Genios de las florestas,
Adiós con vuestros ruidos infantiles
Y mágicos amores ;
Muda la lira está y el canto mudo
Del gran poeta que cantaros pudo.
Yo confiaba á las ondas, peregrino,
Cuanto adoro en la tierra,
Y supe así la nueva que ignoraba :
Y lamenté el destino
Del genio .... Mas no importa ; no se encierra.
Ni en una tumba acaba
Nuestra gloria ; antes bien muriendo el homtfi'e
Hace inmortal la gloria de su nombre.
Coro. Diciembre 22 de 1861;.
CANTO.
Eíte " Caato " fuá escrito al inaugurai'.se las íucntes públicas ou Ui ciudad ite Coro, cslaudo ausente por lüS
acontecimicutos de Zamora el Gi.'.vs CIl"DADA^o.
RASGA el diáfano velo
Tachonado de estrellas rutilantes,
Divina inspiración, baja del cielo
Y en verso armonioso
Cuenta á los pueblos de la mar distantes, .
Quien tras de torva y fratricida guerra
En el ageno bien su gloria encierra.
He aquí la lira mia
De tanto fácil y risueño canto,
Pulsarla sonorosa en este dia :
Que hospitalario el pueblo
Donde encontré un asilo escuche entanto
Tu voz, que toma parte en su fortuna
Y con su voz de bendición se aduna.
■ De lioi más, bajo el ardiente
I Tórrido sol, que la llanura abrasa
i De aquella dulce y fenecida gente
i Llam.ada caeiquctía,
! No llorará el anciano porque pasa
! Nube seca }■• vibrante, donde fijos
I Tienen los ojos sus sedientos hijos.
I Ni habrá en el santo gozo
i De la maternidad temor ni queja,
; .Si en el nativo sequeral y e¡ pozo
■ Do refresca sus labios
j La familia infeliz, el tiempo deja,
I En vez del agua que le da la ^ida,
Y El verdín y la yerba corrompida.
MISCELÁNEA.
213
No, que en hilos de plata,
Ó en sierpes de cristal, ó en surtidores
Y perlas corro el agua y se desata
Y borbota y despide
Encantados sonidos y rumores :
Y cuando salta límpida y se clcv'a,
A Dios quiere llevar la fausta nueva.
Fausta sí, porque todo
Progreso para el hombre purifica
Su inteligencia y tiende de algún modo
Al bien y orden fecundos ;
I'austa sí, que el progreso siempre explica
La vida del espíritu, y su nombre
No es mas que la verdad que inquiere el hombre
Tú. mi constante amigo,
Que un puesto tienes en la patria historia,
Y (jue hoi distante en el peligro sig<j
Con mis votos sinceros ;
Tú has comprendido que la pura gloria
(^uc encierra el porvenir y la esperanza,
Es la gloria que el bien del liombre alcanza ;
Y ahogando pasiones,
Y extendiendo tus brazos por doquiera,
Y, pudiendo destruir, dando lecciones
De amor y tolerancia ;
Si muestras á los pueblos tu bandera,
Es queá su sombra en la civil discordia,
Levantas un altar á la concordia.
Y es por eso que ausente
Xo ves hoi ni saludas conmovido
La obra inmortal que legas á tu gente. . . .
¡ Oh ! cuanto te gozara»
Al correr de estas aguas que lian subido,
Comunal mágico acento de un conjuro,
Del nuevo lago al resistente muro.
' —Inspiración divina,
: Mañana con su aliento venenoso
; Negra calumnia te b.erirá mezquina
Al oir tus canciones;
■ »\ ti que no has alzado al poderoso
Cantos jamas ; ¡ no importa I Vuela ufana,
; ¡ Uh I inspiración, y espera ese mañana.
! Y precioso testigo
De la verdad, com.o sublime ejemplo
Que á su patria nativa da el amigo.
Señala á la calumnia,
; No esa cruz ni ese altar ; señala el templo
I Que él devuelve magnífico á los fieles
Y donde 'nalló piafando los corceles.
Y esa linfa que viene .
Buscando con amor la tierra ingrata
I Y que á esfuerzos del arte se contiene,
' Y murmurando sube
., El ancho malecón, y se desata
En un raudal de vida }• de ventura,
Porque al pueblo la vida le asegura ;
Eso y más le señala
.\ la mordaz calumnia ; y cuando aspire,
Allá en el Zulia por aviesa y mala,
.\ que de envidia llena,
' O triste t;dulacion, tu voz so mire,
¿Qué importa? El mismo Dios Rei de los royes,
' No puede, en lo moral, cambiar sus leyes.
He aquí la lira mia.
Divina inspiración, rasga ese velo
Magnifico de luz y argentería,
Y preludia estas trovas
Al magnánimo amigo ; cruza el ciclo;
, Y aun que la guerra su pendón levanta
La paz anuncia y su prostijio canta.
[ Coro, Setiembre 27 de 1866.
LAS HADAS MI Pií LACIO D£ SATANÁS.
LAS doce! alia se ven, saltan, se agrujian,
IJajo las sombras de las verdes palmas.
Los muertos que sus lechos desocupan;
Allá marcliando vienen
Esas míseras almas
(¿ue atado en su dolor al mundo lieiien.
Del lazo que une á Dios nuestra alma j)ía,
Un cabo mis'erablc todavía.
Por cuantos poros la materia e:viste
En la gigante gleba de la tierra
L'n esqueleto se ha asomado triste ;
Ha brotado un fantasma
Que aun trémulo se aforra
.¡Ni necio mundo, que á su vez se pasma,
Sintiendo sobre sí tanta osamenta
De que él no lleva en su tumulto cuenta.
^¿Qlió quiere esa trailla cuyos dientes
Chasquidos dan como el cerril tapiro ?
,;Quc busca esa trailla en las silentes
Altas horas nocturnas?
Miradla en raudo jiro,
Allí aventar sus funerarias urnas,
' Recojiondo el andrajo de las fosas
Para cubrir sus frentes polvorosas.
,¿Qué c^uiere sí, c¡ué busca esa trailla?
i;Qué ha de querer sino el placer inmundo?
¿Qué ha do buscar mientras la luna brilla
Al viento solitario,
Sino el vicio del mundo,
I Que ni le deja quieta en su sudario, -
I Ni esperar humillada su sentencia,
\ Ni llorar entre el polvo su demencia?
■2U
MISCELÁNEA.
Ni el bien eterno, ni la luz vertida
Con la sangre de Cristo, ni la tumba
Purificar pudieron esa vida
Material y blasfema ;
y allí do se derrumba
La insensata impiedad, se afana y rema
El hijo del placer, y se levanta
Del seno del abismo, y íie y canta. . . .
El hijo del placer ante la muerte.
Eterna lei de redención humana.
Su mismo porvenir necio convierte
En desconfianza impía.
Ai ! cuando Dios le allana
El áspero sendero, cambiaría
El hijo del placer, en loca feria.
Su gloria por lo vil de la materia.
Indignado el Señor cede y lo abisma
En el placer estúpido que adora,
Y ¡ ai ! le permite que en la tumba misma
Elvicio maldiciente
Le visite á deshora ;
Y á las veces también manda que aliente
Sus huesos Satanás, y él á su lumbre
Da sensación á tanta podredumbre.
Es entonces que cruzan los malditos
Fantasmas de la noche, y surjen luego,
En deshilada inmensa dando gritos.
Los muertos que se abrasan
* Al impetuoso fuego
i Del antiguo deleite ; y como pasan
; Riendo en el carnaval los arlequines,
i Así los muertos van á los festines.
i i Helos allí por eso . . . . ! Cada horrible
j Miserable escjueleto se presenta
I Satisfecho de sí como el risible
j Jimio de algún payaso.
Esa turba sedienta
' Por la campaña corre y se abre paso
I En medio de la sombra: quiere asirse
1 A la vida de nuevo y divertirse.
i -Sí, sí, miradlos, cada cual estudia,
¡ Siguiendo hacia el palacio con donaire,
I El tono favorito. Este preludia
i Un aria de contralio:
■ Aquel al aire
Da el limpio do de pecho y pega un salto,.
Porque el ceceo de la nota indina
Le ha requebrado la dorzal espina.
; Bravo ! ; Bueno es el mundo para tanto
, Gandul de buen humor ! Vale la pena
i Que olvide yo tam.bien mi fútil llanto
! Y como todos ria . . . .
i ¡ Qué tropa tan serena
i Es la que ahora de la tumba fría
Sale formando como en son de ganga
Y La más ruidosa y bélica charanga !
LAS ORILLAS DEL LAGO.
DEL PALACIO DE LAS HADAS.
PASANDO va el vientecillo
Del boscaje
Sobre el ramaje amarillo ;
Y es de oir cómo en el seco
Y ya marchito ramaje
Murmurando el vientecillo
Forma un eco.
Aunque extiende el mes de Octubre
Sus nublados
y en esta noche se cubre
De algunas sombras, con todo
Aparecen alumbrados
Los nubarrones de Octubre
De algún modo.
Y es que asoma por Oriente
Triste ¡una,
Y, en onda fosforecente,
Prado de flores de abrojo
Asemeja la laguna.
Mientras el color á Oriente
Cambia en rojo.
Si, pues, el carmín campea
No distante,
Cerca y mucho amarillea
El triste color de gualda
Formando un velo temblante
En las palmas do campea
La esmeralda.
A esa luz que brilla leda
Se retrata.
Bajo un cielo azul de seda,
Un palacio en cuya altura
Suena una lira de plata
Con voz acordada y leda
De dulzura.
Si esa lira es el señuelo
De algún mago,
Su secreto guarda el cielo ;
Aunque digan en las lomas
Y en los remansos del lago.
Que esa lira es un señuelo
De palomas.
A las puertas del palacio
Llega un niño ;
Toca y se puebla el espacio
De sonidos- y canciones,
Y de Genios como. armiño;
AlISCELÁNEA.
215
Y salen de aquel palacio
Mil visiones.
Hadas y silfos son esos
Que destapan
Las urnas, en donde presos
Allí están, á los conjuros
De los magos, y se escapan
\'olando alegres por esos
Aires puros.
Mirad cómo van y vienen
Y se inclinan.
Se deslizan, se detienen :
Ya se ciernen suspirando.
Ya á las nubes se avecinan
Y de nuevo van y vienen
Vueltas dando.
Ved las sílfides esbeltas
Qué donaire
Tienen dando, dando vueltas,
Celebrando su fortuna
De ser libres, por el aire.
Sobre un rayo, mui esbeltas,
De la ¡una.
Todas aplauden al niño:...
Las noveles
Besado le han con cariño ;
Y otras echan á la larga
Rosas, jacintos, claveles
En un cestillo que el niño
Siempre carga.
Al pronto se ve un inmenso
Vellón suave.
Que como nube de incienso
Envuelve al niño perdido
Que entra al palacio y no sabe
Si en aquel vellón inmenso
Va metido.
Mientra el niño se escondía.
La voz tarda
Del vientecillo gomia
En la ribereña alíombra;
Y era el ángel de la guarda
Del niño que se escondía
Por la sombra.
*
LA RGSA T£.
Tradncccion del italiano.
— "NIÑO, que secas la red marina.
En los pimpollos del abedul,
Dime ¿ no haz visto la flor divina
Allá en la orilla del mar azul?
— No, pero á corta cierta distancia,
Allí do bate rugiendo el mar.
La esbelta virgen de la elegancia
Triste, muy trÍFte, la vi llorar.
— ^Tú la escuchaste? Por las orillas
Los niños solo buscan el pez ....
Pero ¿qué sientes en las mejillas
Que se han cubierto de palidez?
— Niño inocente, Dios te bendiga,
Puesto que haz visto la Rosa te."
LOS HUOS D£ PARAYAÜTA.
INTRODUCCIÓN,
A LA CLARIDAD DE LA TARDE.
EL sol á morir camina
Del mundo al triste sosiego,
Mientras la tarde divina
Corre su blanca cortina
Con sus esbozos de fuego.
El viento pasando suena.
Como el murmullo de un rio
Que se deliza en la arena :
La tarde cruza serena,
El cielo luce sombrío.
Hora en que el triste viagern
Saluda el rubio arrebol
Que le alumbra compañero,
Y empalidece el postrero
Brillante rayo del sol.
En estas horas veladas
De vaga melancolía,
Voces encuentro encantadas
Que pide al cielo prestadas
La voz de mi fantasía.
Pues ya (|ue la tierra piso,
Canto, y se me hace preciso,
A tal de vivir mejor.
Levantar un paraíso
En la tierra del dolor.
216
MISCELÁNEA.
En él mi mente campea,
Y el alma goza ó delira :
y, no importa, no, que sea
' Mentira cuanto yo vea,
Si me encanta la mentira.
Mentira ! prisma divino
líe tan variado color,
Como el celaje marino.
Como el matiz camjicsino
Con que se tiñe la ñor.
Mentira! genio invisible
Del jardín de los amores.
Tan compasivo y sensible,
Que por aliviar dolores
Finge verdad io imposible.
Tras esa ffccion, mi i;mpefio
Habré de cumplir, cantando.
Cerca del lago risueño,
La historia de un dulce sueño
■Que eslo\' aquí recordando.
Niño }'o siempre forjaba
■Alguna historia quimérica
Que á más de un niño contaba;
; Despierto el niño soñaba
Las maravillas de Amerita !
x\sí en las horas veladas
De vaga meditación,
Viendo las tardes platead.is,
, Voces escucho encantadas
En mi ardiente cora/.ori.
No espero, por tanto, ayuda
De los hombres, que son tales
Formados de arcilla ruda,
. Y ño comprenden sin duda
Los sonidos celestiales.
Venid, pues, brillantes iioros.
Del rumoroso pesquero,
Que no faltarán amores
En los indianos alcores
Del lago rnaracaibcro.
¡Que digo! Do el sentimiento
Ajita del bien la calma,
^; Podré contaros un cuento,
Que no lleve el hondo acento
De los amores del alni:i ?
Aquí cuanto vejeta
Crece, se nutre o respira'
A su imperio se sujet;i.
¿Amor faltará al poeta?
¿ Amor faltará á la lira ?
No, que si amor es tva\ieso
En esta región indiana,
Mi canto imita por eso
El dulcísimo embeleso
De la selva americana.
\'enid pues, las h.'dagüefías
Niñas, festivas y francas,
Oid mis trovas risueñas.
Suspirando las trigueñas
Y pens
itivas las blancas.
k TRIBU Y NELIDA,
A la riljera del dulce lago,
Que de oro brilla como un tapiz,
Y de los vientos al eco vago
Rubias espigas brota el maiz ;
y\l!á en oscuro tiempo lejano,
Cuando el sencillo fiero gandul
Con su piragua cruzaba ufano
Sobre las olas del lago azul.
Cuentan que envuelta de losAmaibos,
Una guerrera tribu llegó ;
Y publicando que eran caraibos
Y>c una floresta se apoderó.
Luego á las sombi''as de unos cocales
Su ranchería puso gentil :
. Tuvo al instante bellos maizales.
Chinchorros ciento, piraguas mil.
Después sus armas á la redonda
Con sus vecinos quiso medir ;
Y hasta en las islas de la mar onda
Maüó enemigos que combatir.
La voz seguía de \in indio í;!crte,
AL'.RAel cacique, gandul audaz.
De tan propicia constante suerte,
Como en sus planes terco y tenaz.
A la continua guerra buscando.
Por alongarse rumbo á la mar.
Tribus y pueblos atahiyando
])esde los ceibos de su manglar ;
Era el caribe tenido en tanto.
Que, aun en las fiestas de x'ecindad.
Su solo nombre causaba espanto,
Como estallido de tempestad.
Tribu temible de hambrientos canes,
' Que en sus descansos, por diversión
Cazaba horribles fieros caimanes
Sin dura flecha, ni agudo arpón.
Cuando un valiente cojer solía
Vivo el inmundo verde animal,
.So alborotaba la ranchería
Tocal^a á fiesta bajo el cocal ;
Y en algazara de extraños ruidos.
Mientra en oriente se alzaba el sol.
Danzaban todos á los sonidos
Del ronco acento del caracol.
Nunca hubo tribu de mejor timbre.
Ni los pesqueros vieron jamas
Mejores balsas de liana y mimbre,
Mejores lanchas de sasafras.
Si era temida por su caudillo,
Jayán esbelto de hundida sien.
Graciosas indias le daban brillo.
Le daban gloria, fama también.
Una entre todas se ve risueña,
Bajo la sombra de aquel cocal.
MISCELÁNEA,
217
De negros ojos y faz trigueña,
Como la garza del agua-sal.
Ave armoniosa de blanda pluma,
Lirio que aroma todo el pensil.
Perla llevada como la espuma
A los remansos de agua de añil.
Nelida, el astro de las orillas,
Que al sol irradian como oropel.
Canela y rosa son sus mejillas.
Sus puros labios coral y miel.
ludia tan bella, suelta y garrida,
Que á no cruzarse la turbia mar.
Los indios bravos de la Florida
Guerreros fueran de este palmar.
Sí, que por ella daban gentiles
Fiestas y danzas con su tambor
Los jiraharas, toas y alilcs
Locos de celos, muertos de amor.
Mucho en renombre ganado habia
La pescadora del lago azul
Con su refajo de gaitería
Y sus ajorcas de guzbadul ;
Mas ¡ai ! la dicha, nunca pareja
Corre ; si es sueño dulce de paz,
Ei encantado sueño se aiej.i,
Tiembla, se oculta, pasa luga.-;;
Y cuando el mundo con ella alfombra
La estrecha senda de la virtud,
Bien sabe i mundo que es vana sombra
Con que fascina la juvtiilud.
Llegóse un tiempo. ... i'cro entrtíanLo
Mi asunto pide variar aquí
El dulce metro de aqueste canto ;
Cambio de tono, sigolo así.
HISTORIA PASADA,
Como dos perlas que la nar de Cui'gua
Arroja unidas en su rubia concha
Sobre los limos de su agreste playa
Mientras sonríe la naciente aurora.
Como de un nido que los vientos mecen
Adentro allá de la montaña lóbrega,
A los pálidos soles de diciembre
Se levantan cantando dos palomas.
Así Nelida y Zipazingo juntos
Nacieron á la vida, en las alfombras
Que baña el lago de plateados zureos,
Y el alba riega de menudo aljófar.
Su madre, la dulcísima Arasili,
Siempre risueña y blanda y soñadora,
Mientras los daba á luz vio el arco-iris
En las perlas brillar de sus ajorcas.
Y pensó que extendiendo Ciicliavira
Su cinta de color á la redonda,
Le anunciaba á sus hijos que tendrían
Grata esperanza y porvenir de gloria.
* Parayauta su padre, el solo aranra
De carnes blaricas en las pieles rojas,
j^ El que manda la tribu de las palmas
Y espanta á los poraucas de Misoa,
Cuando supo la nueva en los alidlcs
Donde alcanzaba espléndidas victorias,
Chagualas de oro repartió á las vírgenes
Y azules clmmbcs á las madres todas.
Dio por libre á una noble prisionera
Traída de Bunaire, á la imperiosa
Y terrible Apecuane, que embelesa
Alguna vez sus fugitivas horas.
Joven aun y viuda del soberbio
Tiuna, el famoso en manejar la honda.
De la tierra infeliz de sus recuerdos
L^n hijo trajo que su suerte ignora.
Mas Parayauta, que á Moporo quiso
Con el amor de padre, al ver que goza
De esa felicidad, junto á sus hijos
Mandó llevarlo y como tal lo adopta.
Rechazó la adopción la altiva viuda
Diciendo que ella se bastaba sola
Para criar al hijo de Tiuna
Como un aranra que la muerte afronta.
Calló el cacique y devoró el insulto
De la altanera esclava, pero toda
La gente lúvo desde entonce en mucho
Al hijo de Apecuane la rabiosa.
A poco Parayauta en una fiesta
Al resonar de la bocina ronc: ,
Herido fué de un ri'.yo en la cabeza
Sai tc;iipestad ni nubes en la atmósfera.
Asustados los piache.i, y la tribu
Sobrecogida de terror, imp'oran
Amparo y protección del Grande Espíritu,
Tras el pro'l''^io que !a rente asombra.
No estaba muerto Parayauta en tanto,
Mas al volver en sí de su congoja,
Al hijo de Guanin, su primo hermano,
Mandó traer del templo déla roca.
Lo que dijo el caciq-j2 moribundo
Al bello adolescente, entre las sombras
De un extraño misterio quedó oculto
Y en el verde palmar aun hoy se ignora,
Parayauta murió, cuando se iba
A hundir Madaguarayo allá en las lomas
De la sierras lejanas, cual lo habia
Anunciado una extraña encantadora.
Esta supo también el fin cercano
De la dulce Arasili, y cariñosa
No se apartó de su yacija, cuando
Llegó su turno á la infeliz alondra.
A esta imprevista cuanto extraña serie
De dolores horribles se eslabona
La vida de los huérfanos, que á veces
Miran los piaches y en silencio lloran.
Mucho entonces se habló de su desgracia,
Y tal para los pueblos fué la insólita,
Que se conserva todavía intacta
De aquel triste suceso la memoria.
aa
218
SCELÁNEA,
A veces como un ruido subterráneo,
Sin nadie comprender de donde brota,
Hai cuentos y sombríos comentarios
Que repetidos van de boca en boca.
Y estos vagos recuerdos fugitivos
Adquieren vida tal y una tal forma.
Que no hai fiesta ni areito en r¡ue los coritos
De venganza frenéticos no se oigan.
De venganza! En verdad, ¿quién insensato
Del dios Ciipai acusará las obras?
¿ Quién vengarse podrá del Genio malo
Que en el ardiente Catatumlio mora?
De venganza ! si, sí, m;is nadie acusa
A la impía deidad, que sijilosas
Se fijan las miradas en la viuda
A quien señalan y temblando nombran.
No hai indio quiriquire, en ese pueblo
Tan dado á fantasías melancólicas,
Que no atribuya la desgracia á zelos
y á evocación nefanda y pavorosa.
No hai Piache motilón, ni a'ile alegre
Que el conjuro no crea, y h;s diabólicas
Artes con que Apecuane dio la muerte
A Parayauta y su infeliz esposa.
Mas en tanto Apecuane ó nada sabe,
<) la calumnia vil desprecia, ó pronta
A la venganza está, finjiendo acliaqucs
De extravagancias mil é ideas locas.
Y mientras ella con los cuentos ínvidos
. Vive su triste vida de zozobras.
Cuenta un guerrero más y un adivino.
En Moporo, el gentil Coquivacoa.
Que es Moporo el primero en las guazábaras.
y el primero en las vanas ceremonias
Del negro adoratorio, y se la pasa
Haciendo filtros de letal ponzoña.
Y quiere mucho á Zipazingo, }' quiere
Mucho á Nelida, sin que en ello ponga
Más que la gratitud según refieren,
Como un araiira que á ios muertos honra.
Yo los honro también, que no mi Musa
Lleva otro fin, cuando llorando evoca
En la silente soledad las tumbas,
Y de los pobres indios las memorias.
EL CACIQUE MARÁ,
A sombra de un palmar que en blandos giros
Inclina sobre el lago su cimera.
Como escuchando en él los mil suspiros
Délos vientos que azotan la ribera.
Fumando el calumcl de los goajiros
Cien gandules están. Gente guerrera
Perezosa doquier, y al tiempo mismo
Temible, audaz, )- llena de heroísmo.
En medio de tal grupo, que semeja
Mosaico de extrañísimas pinturas,
Corriendo sin cesar se ve una vieja
Haciendo allí visajes y locuras.
I Ya quema de su pelo la guedeja,
Ya en la arena describe mil figuras,
Esprime ahora de una planta el zumo.
Sopla una hoguera y acrecienta el humo ;
Y así que el viento con la luz se irrita,
Y traga al parecer su onda de fuego,
El grupo salvajino tiembla y grita
Cual lleno de pavor. — La vieja luego
Parda serpiente cascabel agita,
Y elevando á Yai-fd propicio ruego,
Coje un \\7,0Ví, la chumbe se despoja.
Salta, y tizón y sierpe y chumbe arroja.
Jamás en indio el pensamiento cupo
Su cuerpo huir del maleficio infando ;
Y son siempre arrojados sobre el grupo
La chumbe ardiendo, el cascabel sonando.
En esta vez cayí), según se supo,
Sobre Cairama el fuego chispeando,
Y en un seco varal terrible y hosca
La sierpe se torció vuelta una rosca.
¿Qué indica el Piache en su lenguaje incierto
Con esta ceremonia? ¿Quién alcanza
Si anuncia los placeres del desierto,
O es la horrible señal de la venganza?
Mirad como Cairama corre al puerto,
Y en las ondas saltando se abalanza,
Y otro gandul abraza la serpiente
Con el mismo tizón que humea ardiente.
i Ah no sabéis que ceremonia es esta ?
No es de guerra por cierto. Los Mojanes
Impasibles están, y en la floresta
No se juntan los bravos capitanes.
Aquí sólo se trata de una fiesta,
De la batida audaz de los caimanes.
Que de Diciembre, á la primera luna
Todo gandul persigue en la laguna.
Y como el indio en sü ignorancia atiende
El futuro á saber, siempre ignorado,
Todo en el indio á su pesar depende
De un agüero feliz ó desgraciado.
Mientras más rudo el hombre, más le enciende
Aquel vago deseo ; y su pasado
Así en la selva indiferente olvida.
Como en sti anhelo del futuro cuida.
Por eso con la luna dicembrina,
Cuando al instante de salir se oculta.
La tribu á la ribera se avecina,
Y la batida del caimán consulta.
Si el agüero es feliz como una fitina
En el agua saltando se sepulta
El quemado salvaje. — Si es aciago,
Es la serpiente la que corre al lago.
Luego aparece allí por que se iguale
Tal vez el orden, ó el agüero explique
Coronado con plumas de qitcisalc
El de la tribu Reí, que es el cacique ;
Entonce el indio de las ondas sale,
Y la vieja que pasa por vchiquc
De la mano á sü jefe lo presenta,
■i' Y él toma de aquel indio nota y cuenta.
MISCELÁNEA.
:i9
Hoi después del anuncio ó del agüero,
Para cazar del lago los reptiles,
Se incorpora en cí grupo tono y fiero
El cacique, terror de los aliles.
Es Mará un ajilísimo flechero.
Que si no está en la flor de sus abriles,
Tiene del tigre la sangrienta saña,
Y es fuerte como el león de la montafia.
Ancho de espaldas, de cabeza erguida.
Desenvuelto y garboso continente.
Su levantado corazón anida,
La audacia escrita en su atezada frente.
IManeja una macana conocida
De nación en nación, de gente en gente.
Pues con ella dio muerte en su retiro
A un gigantezco y montaraz tapiro.
Lleva rica tequiara, y por lo bajo
Del brazo izquierdo, se recoje estrecho,
Con un nudo de perlas, el refajo
Oue sólo cubre la mitad del pecho.
En el brazo desnudo tiene un tajo
Que va á morir sobre el pulmón derecho,
En cuyo lado apunta por la espalda
Un carcax del color de la esmeralda,
Síguenlc los Tmitcncs que en su.s c/iáras,
En las fiestas y grandes alegrías,
Reparten ramilletes y /ctpn'nnrs,
Y puños de encendidas peonías:
Estos llevan doquier sendas taparas,
Con vari<.>s pulques y bebidas frías
Oue sirven ellos al (Itaavt bizarro
En frescas copas de amarillo barro.
Ilai un contraste incumprcPisible, extraíio
En sus facciones que fascina ó choca,
Pues son sus ojos de mirar huraño,
Como el buitre c]ue acecha en una roca ;
Empero, libre de doblez y engaño
Se ve tal expresión sobre su boca.
Que en su dulzura se parece al niño
Cuando sonríe al maternal carillo.
Dicen que este contraste sin segundo
Es la expresión común del indio esquivo,
Y que el caribe audaz del Nuevo Mundo
Demuestra este contraste más al vivo
Odio y amor, ya débil, ya profundo.
Aveces cruel, á veces compasivo:
Ora como una fiera, sanguinario.
Ya llorando en un boscjue solitario.
He aquí el carácter, que, según presumo,
Tiene tanto el alile, el jirahara
Como el sabril c[uc vive envuelto en humo.
El toa, el pocabuye y el zapara.
Ya se ve que, salvaje en grado sumo.
Este carácter tiene el indio Mará,
Creyendo como creo, acá á mi modo.
Que el goajiro es caribe más que todo.
De pié los cien gandules se pusieron
CuJndo Mará llegó ; y en su alegría
En todas direcciones se movieron
Con desacorde y ronca vocería:
^Las flechas de los arcos desprendieron
I Llenas de sin igual plumajería,
Y lanzaron al aire sus corozas
I Llenas también de plumas priinorosas.
El Jefe contempló grave y contento
En esta vez el singular tumulto,
Y pronunció después con claro acento
La voz de " maiquird" ; y un indio adulto
Repitió iiiaiquirrí ; y en el momento
La gente dando á su entusiasmo punto.
Con el silencio que les fué prescrito
Quedaron como estatuas de granito.
Luego salió Cairama de las aguas ;
Y así el cacique prosiguió diciendo :
I '• Mañana al primer sol los dos Aniaguas
Irán por las orillas recojiendo
Cuantas miren canoas }• piraguas
Listas para pescar; y pues entiendo
Que Zipazingo conclu\'ó propicio
(La serpiente abrazando) el maleficio
El será quien vigile en la primera
Noche ai caimán que sale con la luna.
Vosotros estaréis en la pesquera
Del cortado eneal ; y una por una
Vigilará cada familia entera
En las noches siguientes la laguna.
T^o demás ya s.abeis cumple á Cairama
Y el es indio de cuenta, lustre y fama."
.■\si como en las selvas silenciosas.
Cuando una seca ramazón se quiebra,
El ruido miente voces caprichosas.
Espantada so enrosca la culebra,
Y vuelan «'n tropel las mariposas.
Tal, con el mismo acento, ^llí celebra
Del cacique la voz la turba, en tanto.
Que se revuelve y gira y finge espanto.
Costumbres estas son que en los terrenos
De nación á nación siempre varían ;
■Pero todas las tienen más ó menos
Y las tribus en ellas se glorían.
En cuanto á yerbas, zumos y venenos
\ Cómo felices á la vez serian
Las naciones salvages si ignoraran
Los filtros y ponzoñas que preparan !
Pero ya cada cual coje su ruta
Hablando con placer de la dispuesta
Batida del caimán : y quien disputa
Sobre el agüero y la futura fiesta :
Quien dice que la india de la gruta
Asegura será triste y funesta ;
Aquel canta, este silva, el otro toca
I^a salvaje marimba con la boca.
Mará se encamine) por la vereda
Que entre las palmas lleva á su bohío ;
Y pasado un instante solo queda
En las arenas del palmar sombrío.
La vieja del augurio. No hay cjuien pueda
Sacarla de su loco desvarío
Que ha tiempo al raso, al descubierto vive
i' Sin entrar en las chozas del caribe.
220
MISCELÁNEA.
SI ESO FUERA VERDAD.
— Madre he llegado, dijo frente á frente
Poniéndose Moporo de Apecuane,
Mientras le daba vueltas á una sierpe
Que le salió á su paso en el boscaje.
— Te esperaba, hijo mió, ya era tiempo,
Le contestó la vic ji sin mirarie,
La chumbe entre sus manos recogiendo
Y en ademan en tierra de sentarse.
Arrimósele aquel y de las diestras
Cogidos silenciosos hijo y madre
Se dejaron caer sobre l.i arena
A un tiempo, de consuno, sin soltarse.
— Habla, Apecuane, que Moporo escucha,
Dijo luego el cacique en tono grave.
— Espera que registre ia laguna.
No te muevas de aquí, vuelvo al instante.
Y sacudiendo el brazo de Moporo
Saltando aquí y allá como el caraire
Que persigue su presa, volvió á poco
Y así al sentarse habló la v\&y¿. piache.
— Cumplido está, Moporo, de mi vida
El más ferviente anhelo ; por mis artes
Eres no solo encantador de víboras,
Sino astuto también como Apecuane.
El hijo de una esclava tiene puesto
Y se sienta á la par con los mojanes
En el recinto, en el sombrío templo
Del dios caribe, de Cupai el grande.
De todos los poraucas el más joven
Eres acaso tú, pero no obstante.
Como tu nombre es eco de mi nombre
La tribu entera sin cesar te aplaude.
¿Y qué recibe al fin la pobre vieja
En pago de ese afán y miserable
Angustia en que ha corrido su existencia
Tras el temor de malograr sus planes?
¿Cómo es que cumple con la deuda el hijo
Del fiero Tiuna honderodo de Bunaire ?
¿ Qué linaje de amor tienes conmigo
Tú la esperanza un dia de tu padre ?
Moporo, tú eres malo, que á no serlo
Sumida no viviera en el ultraje
De presenciar en danzas y en areiios
Con enemigos tu amistad cobarde.
Del muerto Parayauta los mellizos
No te dejan vivir, por que te trae
Loco de amor Nelida, y Zipazingo ....
— Cállate, madre, si me quieres cállate.
— Ah ! tienes miedo de que alguno escuche,
O es ya tu miedo de escuchar verdades ?
Pues no es así el cacique, la voz dulce
Oyendo de Nelida.
■ — ¡ Cómo Madre !
Exclamó balbuciente el que impasible
A la mojan oia
— No te alarmesj
Hijo mió, Moporo, que los tristes
Deben al bien ageno acostumbrarse.
La fiera estaba herida ; sí, Moporo
Descompuesto de súbito el semblante
Hacia su madre se inclinó, los ojos
Casi inyectados de rojiza sangre.
— Estás cierta? le dijo entre sus puños
^Ahogando la sierpe en aquel trance
Sin saber lo que hncia, y más convulso
Que el indio envenenado con curare.
— A iní, Moporo, me preguntas eso,
Cuando en los lucos al caer la tarde
Ya con !a sombra y al primer lucero
He visto á Mará y á Nelida hablarse ?
i Olí, simple encantador! todo lo ignora
Y la tribu caribe entera sabe
Que es de otro gavilán esa paloma.
— Si eso fuera verdad ! gritó el salvage.
— Si eso fuera verdad ! repite al punto
Con una mueca á guisa de burlarse
La vieja loca, y con desden profundo
Contempla al hijo que no acierta á hablarle,
— Vamos, ¿ qué barias tú, Moporo mió,
Si esto fuera verdad? de pronto añade.
Tras un silencio pavoroso el indio,
■ — Si eso fuera verdad, dijo, vengarme.
— Mira, Moporo, pues : del lado opuesto
Tu rostro inclina bien, bájate, bájate.
Allá en las sombra de los verdes ceibos. ..."
El indio lanzó un grito de coraje.
Allá en la sombra de los ceibos verdes,
Moporo ha visto que sentados yacen
Mará y Nelida, mientras él se muere
De amor y zelos sin saberlo nadie.
Si eso fuera verdad. . ..! con burla horrible
Detras le repitió la vieja infame,
Como el que azuza sobre un niño á un tigre,
O la promesa al punto reclamase.
— Vieja ! gritó colérico Moporo,
Fuera de sí saltándole delante,
Retrocediendo luego. El indio torvo
Casi jimiendo dominó su arranque.
—Pues bien, Madre, esta noche, cuando Tiuna,
Cual suele acontecer, triste te llame
Y te recuerde que su sombra inulta
Llora y espera su festín de carne ;
Díle que al mundo de las almas vuelva
Que 3-0 de sangre le hartaré las fauces.
Tiuna te ha oido ya, gritó la vieja.
Intentando frenética abrazarle.
— Apártala mojan, no te me acerques,
Y aquel demonio rechazó á su madre,
Que digna de tal hijo, se detiene
Y murmura sombría : " así me place."
Pero como sonando las agudas
Saetas del carcax, Moporo parte, *
Con sardónica risa le pregunta :
— ¡ Eh ! no has dicho de quien vas á vengarme.
MISCELÁNEA.
221
— De todos vieja víbora, de todos
Los que tú con el dedo me señales.
Con tal de que á Nelida, de los ojos
Lágrimas sin cesar pueda arrancarle.
— Tiuna te ha oído ya, de luego á luego
La madre al hijo repitió y distante
Este le contestó ; — ya nos veremos
En el canei del caño de los mangles.
NO QUIERO-NO PUEDO-NO DEBO.
I
Ya el corazón de Apecuane,
De la venganza sediento.
Respira, como las aves
Si ensayan su primer vuelo.
Ya logró con sus astucias
Lo que en vano hacia tiempo.
Alcanzar quiso con súplicas
Y lágrimas y lamentos.
Moporo, el que le afeaba
Sus vengativos proyectos,
El que á pesar de su audacia
Contenido andaba en estos ;
Ya se ha puesto en su camino
Más impávido y resuelto
Que un encerrado tapiro
Acozado de los perros.
¿Cómo pudo la adivina
Hacer cambiar al guerrero
Señalándole á Nelida
Junto con Mará á lo lejos?
¡ Ai ! corazón, como asustan
Tus insondables misterios.
Más temibles que la tumba,
Más candentes que el infierno !
Joven, valiente y gallardo
Habia tenido sueños
Moporo, el enamorado
De la garza de ojos negros.
Pensó que un amor nacido
Al dulcísimo embeleso
De la infancia de los indios
Por campiñas y pesqueros,
Le daba al fin como timbre
Ya en su línea de mancebo.
La posesión de la virgen
Por amor y por derecho.
Engañado andaba y mucho
E! hijo audaz del hondero.
Que se deshacen cual luimo
Las nubecitas del cielo.
Pues si fuego es en la vida
Los más fundados afectos.
Lo que se pierde en espiras
Es humo que brota el fuego.
II
Un dia que mariscando
Llevaba por compañero
A Zipazingo el hermano
De la garza de ojos negros ;
Le dijo: ¿quieres que bogue
Adentro del lago, adentro
Para contarte hasta dónde
Encumbro mi pensamiento ?
Sin mostrarse sorprendido,
Pero sombrío poniéndose.
Le contestó Zipazingo,
Moporo, amigo, — no quiero.
Este que remaba á popa
Le dio de costado al remo,
Cambió el rumbo y la canoa
Llegó á tierra en el momento.
Mientras saltaba á la orilla
De espaldas su compañero
Parado en proa finjía
Estar mirando á lo lejos.
III.
A verse con el cacique
Moporo corre en silencio.
Mientras fermentan horribles
Tempestades en su pecho.
Cuando el indio dio con Mará
Encontrólo retorciendo
Las dos puntas de wrva, guaica
Entre sus manos de hierro.
—"He llegado," al improviso
Murmuró con hondo acento ;
— Siéntate, Mará le dijo.
En ese topal de ceibo.
— " He llegado," sin sentarse
Repitió,
— Pues ¿qué tenemos?
Mará curioso pregunta
Hacia Moporo volviéndose.
— Dos arattras que se miran,
Y el un araura queriendo
Que el otro amura le diga
Las verdades sin rodeos.
— Tú vienes como las aguas
Levantadas por los vientos.
— Ya lo sabe, pues, araura.
Que henchido de rabia vengo.
La guaíca que retorcía
Puso el cacique en el suelo.
- — -Cuando yo encuentro una víbora,
Dijo, la aplasto al momento.
— ¿Y al indio que te pregunta?
— Pregunta, pues, agorero.
Que si es grande mi mesura
No adivino tus secretos.
— ¿Puedes decirme, cacique,
Preguntó con tono lento
Moporo, puedes decirme
Las palabras de los muertos?'
222
MISCELÁNEA,
— De los muertos las palabras
Para mí sagradas fueron.
— De los' mellizos te hablaban
¿ Es verdad? Guardó silencio
Mará, y Moporo impasible
Volvió á prenguntar de nuevo :
— I Puedes decirme cacique
Las palabras de, los muertos?
MoiTÜóse Mará los labios,
La, frente irguió, frunció el ceño
V los dientes rechinando
Gritó : — Moporó, no puedo.
IV.
Quedó Mará solo al punto.
Corriendo, allá va corriendo
En dirección de los lucos
Moporo de rabia trémulo.
Llega á una gruta y le sale
Una matrona al encuentro,
Que en el "grito del salvaje"
Tiene en soledad su asiento.
— Tangarala encantadora,
Mira que á buscarte vengo,
Yo que adivino en las sombras
Los más profundos secretos.
■ — Pues si lo adivinas todo,
Encantador y mancebo,
¿Por qué busca aquí Moporo
Las palabras de los muertos ?
— Eso busco, pues, y acaba. . . .
Y el torvo hijo del hondero
Repetía, " Parayauta "
Mezándose losxabellos.
A ese nombre la matrona
Guardó un profundo silencio.
Fingiendo ver las alondras
Volar con el rumbo al cielo.
— Habla, le gritó el bcliiquc
Entre un no quiero y no puedo
Tu palabra será. . . .
— Un triste,
Moporo amigo, no debo.
— Nada más! casi llorando
Murmura, y vivo sufriendo.
Nada más ! y me has llamado
Tu amigo y sabes que muero.
Tangarala conmovida
Le dice : mira, mancebo,
Te callo lo que adivinas
Entre lágrimas y celos.
Pero Aniariha es muy grande
Y es el indio muy pequeño,
Y solo Aviar iba sabe
El porvenir del desierto.
— Es verdad, dijo á los ojos
Llevando su manta, y luego
Alejando se fué, absorto
Tal vez con aquel consuelo.
EL ATALAYA,
Silencio y soledad. La verde alfombra
De la inmensa llanura
Se mira envuelta en la confusa sombra
De la noche tranquila ;
Ni el céfiro murmura
Ni alto lucero en la extensión vacila.
Una atmósfera opaca y cenicienta,
Agena de este clima.
Con formas engañosas representa
Los caneyes indianos,
Y abulta y aproxima
Los objetos confusos ó lejanos.
Acaso los fantasmas solitarios
De las selvas umbrías
Extienden sus crespones funerarios
Y apagan tristemente
Las roncas armonías
Con que resuena el tropical torrente.
Eran las horas en que el indio inerme
■ Reposa en su cabana :
En que la corza sin recelo duerme,
Y se arrastran sutiles
En confusión extraña.
Con silvos horrorosos los reptiles.
La gente del feliz Coquibacoa
No cruza por sus aguas ;
Ni aun el gandul marino de Misoa,
Que á veces acostumbra.
Pasear en sus piragua.s
Mientras el astro de la noche alumbra.
Sólo un guerrero ^solitario muestra
Que despierto vigila ;
Y parece, en verdad, sombra siniestra
Al pié de una barranca ;
O genio que vacila
Y pisa á tientas en la arena blanca.
¡ Silencio y soledad ! Mas de improviso,
¿Qué busca el atalaya
Entre el vapor del lago? Ve, indeciso,
Horribles recorriendo
Al lago de la playa.
Monstruos que de las ondas van saliendo.
Pálido de terror .se echa en el suelo ;
La sorpresa le pasma ;
Y entonce observa, en zozobroso anhelo,
De forma gigantea.
Otro nuevo fantasma
Que el lago azul terrífico pasea.
Temblando el indio está!. . . .su cabe lera.
Sobre el cuello robusto 1
Parece la melena de una fiera . . . ,
Pero el indio se enoja
Y se desliza adusto
Con el mirar de la serpiente roja.
Arrastrándose así, vio los tabucos
De la gente cobriza....
Por el hondo palmar de los bejucos
Nada observa ni advierte ....
MISCELÁNEA.
223
La tierra fronteriza
Descansa en el silencio de la muerte.
Llega á un lugar donde el camino estrecha
Fétido y negro charco
Y se para resuelto. . . .Aguda flecha
Se desprende del hombro.
Templa el arco,
Y aun poseído del salwije asombro,
Como el corzo que oculto entre la rama
Ventea á su enemigo :
" La V02 del Mauitú que así me llama
O me salva, ó me pierde"
Dice, }' buscando abrigo
En una palma de abanico verde,
Lanza forzudo, al recrujido seco
De la fibra tirante,
El tosco dardo de plumoso flueco. . . .
Su grito de alegría
Se pierde en el instante
Al- par con otro grito de agonía.
¡ Silencio y soledad ! La selva viste
Su follaje profundo.
Ni canta un ave, ni murmura triste
El oculto arroyuelo :
No hai un ruido en el mundo
Ni brisa errante en la extensión del cielo.
UNA ESCENA DE PIRATAS.
— ¡ Ah del barco! Airiba! Ea!
— ¿Qué dirá?
— Viejo tunante,
Aprovecha la marea,
Orza...-.!!!
— ¡ A virar por avante !
— ¿ Capitán ?
— Yo soi el mismo,
Carroñas. . . .
— Lista la tropa. . . .
— ¡ Voto al ángel del abismo I
Tira un cabo por la popa. . . .
— Va con Dios. . . .! !
— Mejor seria
Con el demonio que saca
De apuros .... Vogando cía. . . . ! !
¡ Atraca el esquife, atraca ! ! !
—Ya estoi á bordo y por cierto
Si el grumete no me nombra ....!!
¿ Estabas, piloto, muerto ?
— Capitán entre las sombra,
Y con el agua á los codos
Ni aun se distinguen las manos. . . .
— ¡Cargue el demonio con todos
Estos perros de cristianos! !
¿ Pero ignoráis que Cazóte
Viene herido? Zorro viejo,
Vaya ! sácalo del bote,
Pronto, arriba un aparejo.
— ¡ Un farol !
-¿Qué? .
— ¡ Se revienta
La driza. . . .! !
— ¡ ¡ Baja la luz! !
— ¡ Ai ! ai ! ai ! ! '
— ¡ Cuidado ! cuenta ! !
— ¡Por Jesucristo en la cruz
Iza, nuestro amo ....!!
— ¡ Ya viene
Arriba ....!!
— i Cobra en volanda ! ! !
— Diablos ! ! ! si pasada tiene
La cabeza banda á banda.
. .»
Lanzando un gemido sordo.
En medio á tal laberinto, -
Pusieron por fin á bordo
Un cuerpo en su sangre tinto.
Era un joven timonel
Cuya frente de africano
Brillaba más que la piel
Del bizontc americano.
Como su líajcl habia
Llegado, con tiempo oscuro
A un puerto que no tenia
Torres, lumbrera, ni muro;
Queriendo .salir del paso.
Ya que se encuentran perdidos.
Haciendo rumbo al ocaso
En mares dcscoiiocidos:
Siguió por su mala estrella,
Al capitán que bajaba
A ver que tierra era aquella
Y en qué altura .se encontraba.
Rejistrando la maleza
De una cíimpiña salvaje
Herido fué en la cabeza
Al darle vuelta á un boscaje.
Seguir en la tierra adentro
Entonces se hizo imposible;
Que es mu i terrible el encuentro
l3e un enemigo invisible;
Y antes que el pueblo vecino
Con el rumor se alborote
Cargaron con el marino
A quien llamaban Cazóte.
Allí está como un balumbo
Que en la cubierta se orea.
Mientras el buque sin rumbo
Dando bandazos capea.
Mas el capitán que alerta
Está reventando en ira,
Y regado en la cubierta
La gente confusa mira.
224
MISCELÁNEA.
1 1
— ¡ Ola ! la guardia á sus bancos,
Dijo, que hai gente de sobra,
A la bodega los francos.
Los demás á la maniobra.
¡ En rumbo que el lago es hondo !
— ¿Adonde vamos?
— Veremos
: Si en esa punta doi fondo.
¡ Los soldados á los remos !
—Así ! !
— Demonio, la calma •
. De Norte á Sur aquí reina.
No se mueve ni una palma,
Ni un soplo las aguíes peina.
¡ Vamos ! !
— Capitán, la gente
Se abrasa, el aire la ahoga ....
— Por Satanás ! que reviente! !
¡ i Pecho al remo ! ! ¡ ¡Boga ! Boga ! !
Siguió el barco su camino.
Tras aquel grito de rabia,
Como un fantasma marino
Bajo el cielo de Batavia.
Y, cierto, tal parecía,
Después de un atento examen,
Aquella mole sombría
Sin un soplo en su velamen.
Perdido en ignoto mundo. . . .
La calma .... La noche incierta ....
Los gritos de un moribundo,
Que se arrastra en la cubierta ;
Todo ese cuadro, trasunto
Del misterioso bajel,
Era un horrible conjunto,
Una escena de Luzbel.
Dando al fin tumbos y saltos,
En banda los aparejos, •
Sus masteleros más altos
Se ocultaron á lo lejos.
EL DITIRAMBO DE LAS SELVAS.
Quise admirar la vida independiente
Del vecino village.
La libertad del indio, y su valiente
Energía salvage.
Quise ver al goajiro á quien sin duda
La sociedad denigra.
Porque brilla su espalda al sol desnuda,
Como piel de una tigra.
Y una noche mi rumbo sobre el agua
Marcando con mil giros,
Enderezé, nauclero mi piragua
A tierra de goajiros.
Llegué cuando la lluvia con sus perlas
Las cosehas espiga.
Y las lindas guarichas por cojerlas
Se llenan de fatiga.
Cuando la luna triste se levanta,
Como nave perdida,
Y se escucha el gruñido de la danta
En la selva tupida.
Vi costumbres al mundo mui extrañas,
Y despiadados ritos,
Y x^eptiles y torvas alimañas,
Y casos inauditos.
Los caciques mandando en aguazales
Extensas rancherías,
Y el viviente "carmín de los nopales"
Cual rojas peonías.
Vi pájaros, en palmas giganteas
De colores distintos.
Mintiendo caprichosas taraceas
De conchas y jacintos.
Vi zajada la piel de los mojanes
Curtida por los soles,
Y amuletos de huesos de caimanes.
Remedio de españoles.
Todo lo vi, guardando en la memoria.
Según lo que barrunto.
Cuanto habré menester para mi historia
Que sigo en este punto.
Es un caño tan solo que parece
Morada de una ninfa.
Donde un manglar exuberante crece
Al frío de su linfa ;
Y como aquel recibe las tostadas
Cortezas desprendidas.
Sus aguas están siempre coloradas
Por el mangle teñidas.
Al pié de un mucurito que despliega
Sus pimpollos escasos.
Tras mil rodeos Apecuane llega
Con cautelosos pasos.
Sobre estacas redondas de mopora.
En precaución extraña
Se eleva á flor del agua tembladora
Solitaria cabana.
Y tan cubierta está de enredadera
Buscada para hechizos.
Verdosas lianas y sutil estera >
De pleitas de carrizos ;
Que parece en verdad cuando se piei'de
Su figura distante,
Un monstruoso reptil de escama verde
O colina flotante.
Ni escalera, ni puente se apercibe :
Todo está solitario ;
Ningún gandul en la cabana vive.
Ni piache sanguinario.
A fuerza de crecer, la palma enhiesta
A la cabana pudo
Extender su ramaje, que le presta
Aspecto grato y rudo.
MISCELÁNEA,
225
No bien llega Apecuane lan.ta un grito ;
Como sierpe macagua
Trepa allí por la palma nuicnriio
Hasta el canei del agua.
Su cuerpo descolgando con pi'esteza,
De las manos asida.
Sobre el bohío inclina la cabeza
Con riesgo de su vida.
Mecida al aire ni siquier vacila :
En su atención absorta,
La oreja atenta, fija la pupila
Parece que le importa,
Por un respiradero del bohío
Abierto en la techumbre.
Rejistrar su interior triste, vacío,
Negro sol y sin lumbre.
Insólita por cierto era la escena ;
La vieja de Bunaire
De cólera erizada la melena.
Columpiada en el aire
Con extraño vigor, si bien cansada
Del esfuerzo violento,
La chumbe azul en trizas desgarrada
Y sacudida al viento ;
Parecía algún genio de los montes
A cuyos lentos jiros
Asustánse panteras y bisontes,
Jaguares y tapiros.
Al fin como el lagarto que se espanta,
Y vuelve la cabeza,
Columpiándose siempre, aquella canta
En tono de tristeza:
"¿Por qué siempre tu nombre, Tiuna mió,
Frenético se lanza
En pos de mi, que vengo á este bohío
Pensando en tu venganza ?
Ardido está mi corazón, espera
Y te dirá la fama.
Que si dormida es mansa la pantera,
Cuando despierta brama.
Dicen los de la tribu que soi loca —
Ellos serán testigos
De mi festín de masa de tapioca
Y carne de enemigos.
Todos están allí, de varios modos
La suerte los iguala,
Y yo mujer me vengaré de todos
Incluso Tangarala.
No dejes tu careaba, sombra mía,
A la luz de la luna
No me persigas triste nocheydia.
Sombra del bravo Tiuna.
Sobre la piel caliente de un Adibe,
Al grito de la guerra
Vengar juré mi tribu, del caribe.
Que arrasó nuestra tierra.
Venid, genios maléficos blandiendo
La ponderada^««/<rrt,
Los que muertos aquí seguís viviendo
En la feliz Jamaica
Espíritu infernal por quien celebra
El goajiro tus votos,
Dadme el humor que arroja la culebra
De la sierra de Itotos.
Sanguinario Maboya, que sacudes
La sangre de tus manos,
Yo llenaré de sangre, no lo dudes.
Los caneyes indianos.
Ya diviso los tiempos, alentadme
Yolokiamo nocturno.
Genios de plumas negras, ayudadme
Cuando llegue mi turno.
Y llegará por más que gima y vague,
Como loba sedienta ;
Aunque la tierra con furor me trague
En medio á la tormenta.
Soi dueño de la tribu que blasona
De foráneas inquietos ;
Porque su vida entera se eslabona
Con horribles secretos ;
Y lo sé todo, sí ! Calíate ahora,
A la luz de la luna,
Oh sangrienta visión aterradora,
Sombra del bravo Tiuna."
Dijo y cual suele rauda golondrina
Que de improviso cierra
Sus negras alas, y veloz declina,
Y desciende á la tierra ;
O bien, como Perquisa, de un inculto
Saman, caerse deja,
Y forma por el aire estraño bulto
Que doliente se queja ; ^
Así Apecuane, con la diestra mano
La ch'.'mbe recojida,
Y en la siniestra su cabello cano ;
Del árbol desprendida
Bajó, lanzando un grito, por el hueco
Del canei olvidado.
Que devolvió de su interior un eco.
Como un ¡ ai ! prolongado.
APECUANE LA MOJAN.
Esa es el alba de los cielos índicos
Que asoma al lejos su cortina azul,
Como un arroyo de cristales nítidos
Como una lluvia de esplendente luz.
Entre la sombra que indecisa y trémula
Huyendo triste en remolinos van.
Cuando las nubes de la noche gélida
Como perdidas en el cielo están ;
Brilla en facetas de cambiantes cárdenos,
Se estiende en visos de sin par color,
2»
226
MISCELÁNEA,
Randa de fuego con plumones pálidos
Rojci reflejo de naciente sol.
Entonces lanzan las rejiones tórridas
Sus vagos ruidos, sus rumores mil,
Vuelan cantando las torcaces tórtolas.
El mar murmura con estruendo aquí.
Sobre las palmas se desliza el céfiro,
Ruje la fiera por doquier feroz,
Y en los verdines del pantano fétido
Abre su cáliz la embriagante flor.
La dulce indiana .se despierta púdica,
Musita el piache su oración fatal,
Y el tibio cielo reteñido en púrpura
El cráter asemeja de un volcan.
De pié, la estera alzada en la cabaiTa,
Viendo los horizontes de carmín.
Admiraba Nelida la mañana
De su silvestre tropical pais.
Como espera á su hermano, y cree sentirlo
De vuelta por la pica del peñón.
Se oculta tras la estera como el niño
Que de otro niño, alegre .se ocultó.
El último suspiro de la noche.
En que cayera herido el timonel,
Se apagaba en la sombra de los bosques
Del dia al encantado rosicler;
Y por los bosquecillos de guayabos
Del sol dorados á la tibia luz
Camina pensativo y solitario
Un alto y lijerísimo gandul.
Ibase ya á meter en los bohios
Donde habita el cacique principal,
Cuando un acento bronco y conocido
Áspero siente junto á sí gritar.
" i Zipazingo el valiente !...." De Apecuane
I Era sin duda la cascada voz
La vieja del conjuro, y digna madre
De Moporo el temible encantador.
Suspenso el indio se quedó improviso,
Como el montero que al fijar el pié.
Siente en las yerbas el contacto frió
De la sierpe fatal de cascabel.
Aciago es el encuentro, pues la vieja
Es temible en la tribu, su maldad
. Le viene de la gente bunairesa
Vengativa nación que mira al mar.
Prisionera otro tiempo fué querida
De Parayauta el blanco, que arrancó
De las garras sangrientas de una tigra
Al que cacique de la tribu es hoi.
Muerto el salvaje de las carnes blancas
Se hizo adivina ; pero dio en vivir
AI viento, al sol, corriendo por las laudas
Como fiera espantada del cubil.
Siempre augurando males á la tribu
En roncos alaridos se le vé.
Semejante Apecuane al negro espíritu
Que evoca el piache al humo del canei.
Por eso con su encuentro tiembla el indio,
También por eso Zipazingo está
Cual si mirado hubiera un basilisco
Y no aciferta de pronto á contestar.
Repuesto al fin le dice : ; qué me quieres
Matrona del dolor ?
— Bravo, gandul.
Diviso en las arrugas de tu frente
Tu zozobra profunda ...
— i Como .
-Tú,
Lo estol viendo, 'tú sufres, Zipazingo,
Un secreto tal vez . . . . ¡ Ah, si es de amor . .,
Mas si lo sabe el piache .... eres perdido . .
La loca te lo dice. . . .
— ¿Tengo yo
Que hacer con él ?
' — ¡ El atalaya
Tiembla como las hojas del cují,
Si en la alta noche tétricos fantasmas
En los mangles del lago vé salir. . . . !
;0h
a vieja mojan .
-Pobre guerrero^
Escucha ! !
Y quedo, en apagada voz
A la oreja le dijo algún secreto
Espantoso tal vez, tal vez traidor ;
Pues el guayupe, tras un brinco rápido.
Se retiró diciendo " puede ser ;"
Y trasudando, convulsivo y pálido
Ocultarse en el bosque se le vé.
"Anda," con risa horrible ella murmura,
Los caraibos mui pronto llorarán
Mi espantosa venganza. Hondero Tiuna,
No me grites, espera, duerme en paz.
" Apecuane proyecta un negro crimen "
Dijo Nelida, Manitú del bien.
Yo te ofrezco dos tórtolas y un cisne.
Si guardas en mi ausencia mi canei.
Saltó y echó á correr tras Zipazingo ;
Mientras como una sierva va veloz.
Sale bajo una lluvia de zafiros
En el confín del cielo el almo sol.
EL GENIO DE PARAYAUTA.
En medio de una pampa,
Que en lejanía insólita se pierde, ■ ■
Hai, á modo de trampa
Para cazar las fieras, bosques verdes
De terebintos, ceibos y tamaibos
Conquista de los bélicos caraibos.
Llaman á este boscaje.
En su lengua sin par desconocida,
" El grito del salvaje ;"
Tal vez será porque la voz perdida
Del viento blando que murmura leda
Algún grito selvático remeda.
MISCELÁNEA,
227
Allí los adivinos,
Poniendo en arte su secreto infando,
Consultan los destinos
De la tribu guerrera, rtiutilando,
Sobre esteras de jaguas y de junco
Del vencido cacique el cuerpo trunco.
O bien cuando sensible
Por su suerte la indiana le pregunta,
El agorero horrible
Al negro buitre' con la flecha apunta,
Y mientras baja agonizando el ave
Dar su respuesta á la pregunta sabe.
Es pues bajo el ramaje
Que en la alta noche con el viento suena,
Es por este boscaje,
Qnc Nelida la indiana, la morena
Corriendo va, con tan lijera planta,
Que suelta lleva la vistosa manta.
Esa amenaza extraña
De la matrona, madre del behiquc,
Ella oyó en su cabana ; i
Y, sin que nadie aquella voz !c esplique,
A Zipazingo busca porque piensa
Amenaza al gandul desgracia inmensa.
A su paso doquiera
Hace crujir las retostadas hojas.
Tronchando en su carrera,
Flores de penda y clavellinas rojas.
Que ruedan por el suelo, y los terrales
Llevan en rernolino á los charcales.
Ya se para indecisa. . . .
Vuelve á correr. . . . á Zipazingo llama ....
Ya tiembla porque pisa
En su carrera, bajo seca rama,
Venenosa serpiente. .. .Ya en un tronco
Descansa y grita con acento ronco.
Y mientras va perdida.
En tan honda aflicción y triste hicha.
Se despierta á la vida
El bosque centenario. . . . Al pronto escucha
Las mil voces fantásticas y e.vlrafias,
Que tiene el nuevo mundo en sus montañas.
A la voz de Nelida
Espántanse las aves montafieras.
Salta de su guarida
El manchado jaguar, rujen las fieras,
Se columpia la palma al viento leve.
La yerba ondula, y el reptil se mueve.
El bosque y sus murmullos.
De tanta florecilla el suave aroma,
Los chirridos y arrullos
Del tordo, el cardenal y la paloma,
El reflejo del sol, su tibio rayo,
La algazara del verde papagayo ;
La dulce cantinela
Del babaquí doliente, el triste silvo
Del paujil cuando vuela:
Lps pajarillos de plumaje jilvo
Cantando en los esteros y bejucos
De aquellos solitarios arcabucos;
Todo ese ■ laberinto
Del bosque indiano, que el rumor concierta,
Ya vago, ya distinto :
Naturaleza toda que despierta
Con la solemne voz de cuanto vive,
Y del Criador animación recibe ;
Ni conmueve, ni alhaga
A la llorosa virgen ; tal un dia
Iba un maipure en zaga
De su perdido amor, sobre el guainía.
Extraño al inundo, al bosque indiferente
Su amor solo buscando en la corriente ;
Y dejaba, por cierto,
Sus palmas y floridos abedules.
Su perfumado huerto,
Su ciclo encantador, nubes azules.
El Caronéi, que al lejos se derrumba,
Una choza, una madre y una tumba.
Pero se ha detenido
La virgen de las sehas. Ruborosa
Mira un jayán dormido
En la hojarasca seca-¡ cuan hermosa
Es su actitud ! Sobre la mano diestra
Parece que su rostro altivo muestra.
Así bajo el risueño
Rayo de luz, la diosa sorprendía.
En su profundo sueño,
Al pastor Endimion, así solía
Depuesto el sacro, virginal decoro
Verla al través de su neblina de >)ro.
India de dulce boca,
Nelida la trigueña ¿quien te clava,
Como la dura roca.
Orillas de esa fuente que socava
El pié de un bananero? Corre, corre,
Y haz que del alma su visión se borre.
El gracioso durmiente
No es Zipazingo, no ; pues bien se alcanza,
Al contemplar su frente.
Que en la tribu no tiene semejanza :
lú lo sabes, Nelida, bien lo miras,
India, ¿ será por eso que suspiras ?
¡ Ai de mí ! ¡cuan incauta
He sido en este bosque. . . .! sombra inerme.
Genio de Parayauta,
Mi padre, no me asustes, duerme.
Espíritu del ipdio, que Nelida
Cantando el yarabí tu sueño cuida."
Dice, y de hinojos puesta
Junto del Genio, que por tal lo toma.
Se inclina hacia él modesta,
Y, con la blanda voz de la paloma.
Murmura entre sollozos y suspiros
El dulce yarabí de los guajiros.
Inorcente y sencilla
Era la indiana, cuando así de hinojos
Se pone, simplecilla ;
Y cambia la verdad que ven sus ojos,
Por las ficciones qve con canto incierto
Relata el piache al humo del desierto.
228
MISCELÁNEA,
En tanto, poseído
De un secreto terror, sobre la alfombra
De aquel soto escondido.
Saltando un indio va como la sombra
Del Mojan victimario ; ó bien acaso,
Como pantera á quien se obstruye el paso.
Es Zipazingo el bravo
Atalaya nocturno. A corto trecho
Lo que persigue al cabo
Tiene; y de rabia palpitando el pecho,
, Salva de una vereda allí el recodo
Consigo mismo hablando de este modo. —
"Allí está. . . .! Genio, amigo,
Manitú de esta selva impenetrable,
Yo alegre te bendigo ....
Ya veo lo que busco . . . . ¡ Tiíiserable
Guerrero blanco. . . . ! si pudieres ora
Librarte de mi flecha silvadora. . . .
Pero ha visto á la indiana
Y de pronto el salvaje palidece....
¿ Será posible r — ; Hermano ?
¿ Eres tú, ■ Zipazingo ?
— Aunque te pese
El mismo soi. . . .
—Silencio, calla, mira,
No se despierte padre
— ¿ Qué mentira
Me estas allí diciendo ?
— ¿ Pues no lo ves? — .Vccrcate que es mucha
Fortuna . . . . j Esiá durmiendo ....!!!
—¡¡India!!!
— ¡ Más bajo. . ! ! .';i tu voz escucha. .
— ¡ Oh rabia ! ¡ Oh confusión 1 !
— ¡ Infeliz !
j Cierra tu boca .
Calla hermano
-Tú estás loca ! !
- LA CULEBRA MACAGUA.
Cala el salvaje su afilada flecha
Sobre el arco de cerdas retorcido,
Y con mirada vengativa acecha
El primer movimiento del dormido.
Pálida, como un rayo de la luna.
En las aguas inmobles de un pesquero,
Nelida, la visión de la laguna,
De hinojos está allí junto al guerrero.
Este al fin se despierta. Entre confuso
Y asombrado tal vez á un tiempo mismo,
Con altivo ademan de pié se puso
Por un supremo esfuerzo dé heroísmo.
El dardo del salvaje casi toca
El pecho del doncel ; pero Nelida
Se abalanza á su hermano como loca
Con sumo riesgo de su propia vida.
Sale el venablo al brusco movimiento ;
Mas como se desvió la puntería
Fué á clavarse, silvando con el viento,
En un cabimo de la selva hambría.
El bárbaro da un grito de sorpresa,
De coraje tal vez.
— Hermano amigo,
¿Qué furia te ha turbado la cabeza?
— Ese es un viracocha, un enemigo. — .
Un viracocha ! sea ! pero atiende
Hermano Zipazingo.^..
— Guarda, hermana,
Que hasta !a misma súpüca me ofende.
— Pues bien, aquí me tienes, tu macana,
Haz que furioso con horror taladre
Mi pecho virginal. ( ¡ A tanta mengua !)
— Por el alma infeliz de nuestra madre
Déjame ó tiembla ....
— ¿Cortarás mi lengua?
Muí bueno, Zipazingo ; tu memoria
Enzalzaran las vírgenes gentiles.
La tribu entera cantará tu gloria
Con el ronco atambor de los aliles.
Muí bueno, Zipazingo; si esa vieja.
La nefanda Apecuane, tu camino
Quiere regar con sangre, y te aconseja
La muerte de este Genio peregrino ;
Ella la esclava de Bunaire, viendo
Que también m.e das muerte en tus hazañas.
Con mi cadáver cargará rujiendo
Buscando algún augurio en mis entrañas.
Y volviendo al doncel, que en faz de amigo'
Observa triste aquel esfuerzo vano.
Mira, le dice, moriré contigo
Al hacha de ese bárbaro, es mi hermano.
¿Pero qué tienes? ¡ Ah cuánto padece!
Seca la blanca piel, sin juz los ojos,
¡Pobre estrangero ! sufre, palidece.
Como la débil flor de los abrojos. . . .
Y era verdad —sobre la frente mustia
Una mancha rojiza se veía,
Y su silencio en tanto era de angustia.
Que ya de pié tenerse no podía. —
Transido de dolor hablar desea;
Mas áspera su lengua se contrae.
Se crispa, se conmueve, tambalea,
Y exhalando un gemido al suelo cae.
i Muerto ! esclamó la virgen con un jesto
De profundo pesar.
— Hermano, amigo.
Tras ese terebinto .... corre presto ....
El bejuco rastrero. . . .
— A mi enemigo.
Pues que muriendo está le presto ayuda
No te aflijas, Nelida, — Esta es la hoja
Aplícala á su boca. ...
— Ya se muda
La color de su rostro. ..." Moja, moja
Luego el pufio de guaco en la corriente
De ese arroyuelo. . . .
— Pero ¡ qué silvido !
MISCELÁNEA.
229
-¡ Ai Zipazingo ....!! •,
— ¡ !\Iira esa serpiente ! j
-¡ Una horrible Macagua. . . . ! ! j
— ¡ Le ha mordido ! 1
i
TANGARALA. ^ '•
" Sal, Tangarala, y apresta
Tus yerbas, ven diligente :
. Deja el lecho, pon la escala,
Corre, corre, Tangarala,
Que hai un Genio en la floresta,
Mordido de unaserpiíJnte."'
Así, camino á una gruta
Que en medio del bosque habia,
Corriendo desatentada
Iba gritando Nelida;
Y en el boscaje silvestre
O en la hojarasca que pisa.
El eco ó su acento en tanto
Con pavor se repetía.
Por fin al lugar do corre
Llega la virgen solícita,
Y de nuevo toda trémula
Con creciente ansiedad grita :
"Sal, acude, ven, apresta
Tus yerbas, tira la escala.
Corre, corre, Tangarala
Dilijente,
Que hai un Genio en la floresta
Mordido de una serpiente." —
Al punto de un hondo hueco,
Labrado en la peña viva,
Media oculta por la sombra
De un grupo de clavellinas.
Asomó penosamente
La cabeza de una inclia
Diciendo con' voz pausada
¿Qué me quieres liija mia?
— Matrona de los secretos
De las naciones goajiras,
Allá, junto al arroyuelo.
Dejo muriendo una víctima.
Ven conmigo, Tangarala,
Ayúdame
—Más, Nelida,
Para preparar mis jerbas
No me has dicho
— Mira, mira.
Es una sierpe Macagua
i Creí que escuchado habías !
— Sociégate y \amos pronto
Que es mui temible esa víbora. . . .
Y así diciendo, sus pasos
Al arroyuelo encaminan.
La virgen llorando siempre,
Pero sirviendo de guia
¿ Quién es aquesta matrona,
Que entre las selvas habita.
Con un aspecto tan grave.
Con una voz tan dulcísima?
Nadie lo sabe — En la tribu
La tienen por adivina,
Y es un misterio su gruta.
Como es misterio su vida.
En la luna de las pescas
Cuando los indios mariscan.
Porque en hacecillos tienen
Apretadas las espigas,
Al lago coquibacoa
Llegó Tangarala un día,
De la vuelta de poniente.
Camino de la goajíra.
Huésped fué bajo las palmas
De la brava ranchería,
-Silenciosa cual la muerte,
Como el duelo pensativa.
El Tapoi de los caraibos
Una farna repentina
Adquirió, pues Tangarala
Como viajero vivía
En el Tapoi de la tribu.
Prediciendo á la continua,
Las cosechas y las calmas ^
Y las tormentas marítimas.
Allí le llevaban flores.
De fragancias esquisitas,
Y adi\ínaba por ellas
Los amores ele las indias.
Enseñando á mensajeras
Las palomas campesinas
Les ataba al cuello sólo
Un hilo de peonías.
Tres cuentas significaban
Alguna grande desdichas.
Cuatro, matanzas y sangre.
Cinco, fortuna propicia.
Con tales artes, que en suma,
Son industrias mui sencillas,
Tangarala asombra á unos
Y Á los otros embelifia.
En el grito del salvaje,
En la floresta vecina.
Después vivió retirada
En una gruta sombría ;
y desde entonces los Piaches
Con gran despecho la miran
Y si en público la enzalzan
A su/solas !a denigran
Oiie siempre está la lisonja
Mano á mano con la envidia
Extraordinaria es sin duda
y^a matrona peregrina.
Por el silencio que guarda.
Por su manera de vida.
Por los venenos que cura,
Por los bvevajes que filtra.
Ninguno sabe como ella
Hacer las pastas de cliicha
De clavo y pimienta roja
Con que la virgen se pinta.
Dicen los indios bobures
De la ribera vecina,
Que de tierras de carare
És Tongarala nativa ;
230
MISCELÁNEA.
Y cuando las chuchumecas,
Que es lo contrario porfían
Diciendo: ¿cómo ha venido
Del lado de lá Goajira ?
Los bobures con misterio
En faz de secreto guiñan
Los ojos, y sus palabras
Con mil razones afirman. •
Lo cierto es que Tangarala
Siempre aparece vestida
Con la manta sin costura
Que las cararesas hilan.
Por lo demás, si fué bella
Bien lo dicen todavía
Los areitos y cantares
Del tiempo de su venida.
Aun le queda una cintura,
Como el junco del Guainia,
Labios de color de púrpura,
Como la concha marina
Unos ojos de tristeza
Profunda, amorosa y tímida ;
Y más que toda la gracia
Del andar, un tanto arisca,
Que en lo resuelta semeja
A las corzas fugitivas.
Tal es en fin la matrona
Que ya en los cuarenta frisa,
Y á quien llaman Tangarala
La misteriosa adivina.
LA GRUTA.
Recuerdos infantiles, brillante y pura gala
Del canto que preludia mi ardiente corazón,
Mostradme ese recinto que habita Tangarala
En medio de las selvas tostadas por el sol.
Un tiempo las que evoco, dulcísimas memorias,
Mi amor tan solo fueron, mi dicha, mi placer:
Un tiempo esos recuerdos, las mágicas historias
Mis sueños encantaron . . . . ¡ Bendita la niñez !
Hoi viendo que la vida tan solo es un sarcasmo,
Temblando del presente, temiendo el porvenir,
Evoco mis recuerdos, y el férvido entusiasmo
De los pasados tiempos de la niñez feliz.
Y al ritmo melodioso del corazón, extiende
Sus alas el espíritu de la esperanza en pos;
Y rápida las sombras del porvenir comprende.
La cifra del pasado, la luz, la creación.
Seguidme pues que quiero mostraros cuanto veo
En medio de los bosques, distantes de la mar-
Es una grata indiana que con el sol chispea,
Labrada en las entrañas del rojo peñascal.
Rodeando el duro lecho del pedregoso pico.
Donde la grieta oscura terrífica se ve.
La palma pirijao columpia su abanico,
Como la crin al viento de indómito corcel.
Las ceibas giganteas, los verdes cabimales
No lejos de la entrada se agrupan, y de allí
Se estienden por el bosque magueyes y piñales,
Delicia de los trópicos, orgullo del país.
f Entremos en la gruta por esa estrecha boca.
Por esa escala frájil bajemos. . . . ¡ Dónde están
Los cuentos de la tribu, las sombras de esta roca,
Si brilla por doquiera tan suave claridad ?
La entrada es como uu pórtico Ja gruta es un recinto
De cuevas triangulares que irradian blanda luz ;
Parece que quisieron formar un laberinto
En ángulos cortando la roca Norte Sur.
Caminos misteriosos serán tal vez por donde
Penetra el ronco viento del bosque en el confín,
Y el eco en las cavernas resuena y le responde
Terrífico asustando las tribus del país.
Sin duda esa quejumbre, los ruidos del boscaje,
Que se oyen en confuso tristísimo rumor.
Le dan el nombre al bosque de 'grito del salvaje,'
Desde la sierra Itotos al rio Torondoi.
Y cada cueva en medio, brillando lentamente,
Un hondo pozo tiene de azufre y de betún,
Y el líquido que hierve flamíjero, candente,
Despide una neblina como vapor azul.
Parece que algún monstruo sumido en el asfalto
Palpita y se revuelve cual otro Satanás,
Y desde el hondo pozo queriendo dar un salto
Derrama en rojas chispas el líquido infernal.
Tapado el hueco angosto con palmas de corozo,
Que sirve á cada cueva de puerta ó de dintel.
La gruta es una estancia sin triángulo ni pozo
De forma milagrosa de rara esplendidez.
Aüí como en un prisma de túrbida vislumbre
El pórtico aparece .... palacio singular !
Columnas mil sostienen la esférica techumbre....
Oculta "maravilla, prodijio de un volcan.
Y en confusión extraña se miran confundidos
Los útiles salvajes, las redes y el harpon,
Con tiestos de metales, sin duda derretidos
Al fuego que la gruta magnífica formó !
Allí se ven sirapas de vividos colores.
Tequiaras y garzotas, pintadas con añil.
Revueltas con macetas rarísimas de flores, "
Manojos de bejucos y espigas de maiz.
Deshechos en pedazos las muescas y guaqueros,
A chorros derramada la chicha de Manioc,
Volcadas sus vasijas, y ardiendo en los braseros
Corozas emplumadas y telas de algodón.
Qué caos! Qué locura ! Discorde extravagancia!
Maléficos espíritus volaron, y tal vez
Al ruido de sus bámbulas tuvieron en la estancia
Frenéticos areitos ó danzas de placer.
Memorias infantiles, radiante y pura gala
Del ritmo que preludia mi ardiente corazón,
¿ Qué tiene este recinto do habita Tangarala ?
Que Genio misterioso, fatal le visitó?
/Serán esos espíritus de América que evoca
El indio cuando imita la voz de un animal? ,
El lúgubre gañido que se oye en esa roca,
f¿El Genio déla gruta maléfico será?
MISCELÁNEA.
231
Quién sabe! Las florestas horribles monstruos tvenen f^
Que turban á deshoras su tétrica quietud ;
Y entre las ramas saltan y corren, van y vienen,
Como el Adibe huyendo la flecha del gandul.
Quién sabe I cou el tiempo (que mucho el tiempo alcanza'^
Acaso este misterio podamos comprender,
El tiempo! siempre ha sido la luz de mi esperanza
Soñando ver la estrella de mi fortuna infiel.
OLA !JACOBO RODRIGO.
Todo en mi mal se conspira.
No hai tradición ni memoria
De lo que canta mi lira
¿Cómo cimentar mi gloria
Relatando una mentira ?
Es decir, que á mi placer,
Y bajo un prisma encantado
Por un divino poder,
Canto lo que no ha pasado,
Pero que bien pudo ser.
Y que otra cosa en verdad
Es la dulce poesía?
Amor, sensibilidad.
Colorido, fantasía,
Sombra, luz, idealidad.
Si tal es cierto, al rujido
De algún sangriento caraire
Sigamos ; cuan divertido
Es un castillo en el aire
Entr^ las nubes perdido.
Por ahora es en las olas
Que se halla el castillo mió :
Un buque con banderolas.
Aquel pirata sombrío
Con divisas españolas.
Hace tiempo lo buscaba
Por darle enlace á mi cuento,
¿Adonde el pirata estaba?
¡Vaya! Por falta de viento
Cerca de tierra fondeaba.
Tras de faena importuna,
Como seguían las calmas,
Al ocultarse la luna
Dio fondo en "Punta de palmas"
El barco de la laguna.
Recostado en la obra muerta,
Junto al espejo de popa.
Un hombre con voz incierta
Manda que salga la tropa
Arriba de la cubierta.
Un cabo partesanero
De la bodega saltó
Ajil y listo el primero ;
Y el capitán murmuró :
" Buen tigre para un cordero :"
— i Eh, como vá, cabo Ponce ?
— Encantado del paisaje.
— ; Y la coliza de bronce ?
— Encantada de coraje.
—Sí?
— Desde anoche á las once.
Pues si con verdad me e.xplico
Aquí estol ni más, ni más,
Encantado como un chico ....
•Por el mismo Satanás
Del encanto prevarico !
— Paciencia, cabo.
— Terrible
Es mantenerse á la husma
De un enemigo invisible
— Vamos, que salga la chusma ....
Eh, cabo, todo es posible.
Del fondo de la bodega.
Unos de otros en pos.
Fué saliendo aquella ciega
Turba maldita de Dios,
Que obedeciendo reniega.
— Jacobo ? ¿ No llamareis
A Jacobo? Venga al punto
¿Dónde está?
— ¿ No lo sabéis ?
— Pues por Jacobo pregunto.
¿ Que lo llaino no lo veis ?
— ¡ Capitán ! . . . .
— Llamadlo, digo ;
Mas, qué sucede, qué hai ?
¡Ola! ¿Jacobo Rodrigo. .. .?
Apuesto á que el terecai ....
— ¡ Cargue el demonio conmigo . . . . !
— ¿ Nuestro amo? \ Ponce! ¿Qué es esto ?
¡ Algo extraño pasa aquí. . . .-!
Por Cristo explicaos presto—
— Señor, anoche le vi
Del esquife en el apresto. . . .
— ¿ Y, bien ?
— Que con vos se fué ;
Pero con vos no volvió ....
— ; Y es ahora que yo sé
Que Jacobo se quedó
En tierra. . . .?
— Yo lo avisé
A los escuchas que entraron
De guardia al izar el bote;
Si ellos la voz no pasaron ....
— ¡ Con la herida de cazóte
Los escuchas se olvidaron . . . . !
Muí bien parece que andáis.
Muí bien se cumple el servicio. . . .
¡ Ah, chusma, os equivocáis....!
Yo haré volveros el juicio,
Pues la consigna olvidáis. —
Desde que el diablo se arrima
De otro lado, convenceros
He creído. — ¿Qué os anima?
j Ah, que tan solo de veros
Rabia me dá, me dá grima!
232
MISCELÁNEA.
Porque la calma nos cierra
El paso, hai aquí pirata,
Que se anonada y se aterra ....
Cobardes, ninguno trata
De reconocer la tierra. —
Yo lo haré por vida. . . . ¡ Vaya,
Iréis conmigo también....!
¡ Uno al tope de atalaya . . . . !
J Cuidado con el relcn !
¡ Ojo avisor á la playa !
¿Chinchui?
— I Señor ?
— Mi süvato,
Y mi mejor arcabuz —
(El lago está como un plato)
Nuestro amo, la verga en cruz,
Ponce tocad arrebato . . . . !
Al momento la tartana
Se alista, no hai quien se muestre
Remizo, Ponce se afana.
La voz del contramaestre
Todo lo salva y lo allana ;
Y mientras vienen y van,
Y mientras todos están
En su marina tarca.
Iracundo el capitán
En el combes se pasca.—
EL CAPITÁN CANDALLA,
Está visto, esta canalla.
Que hoi iría á Nue\';i Zembla
Por sus crímenes, se calla,
Se humilla, trabaja y tiembla
Ante el Capitán Candalla.
Miradlo bien, ya que el nombre
Sabéis ; haced de manera.
Que no os asuste ni asombre ....
¿ Qué pensáis ? Es una ñera ?
No, lector, Candalla es hombre.
Un hombre sí, que revela
Esa rasa malhadada
Que en África se consuela,
Y fué vencida en Granada
Por la primera Isabela.
No hai nada más varonil
Que su hermoso continente. —
¡ Si es un hijo del Jenil . . . . !
Tan renegado y valiente.
Como amoroso y gentil. —
Sin cuidarse del destino
Se hizo pirata en Argel
Ben Humeya el granadino,
Y se le vio en un bajel
Con pabellón tunecino.
Luego sin darse razón.
En medio á su vida inquieta,
Pidió el bautismo en León,
Renegó de su Profeta,
Y cambió de pabellón.
La causa no se sabia ;
Pero la gente africana
Una causa suponía,
Y el amor de una cristiana
Que era la causa decia.
Ello es que Humeya juró
Morir en la santa Fe ;
Es decir se bautizó,
Y que tuvo bien se ve
Un nom.bré, " Juan Mataró."
Luego sin saber el cuando.
Ni el por qué, su mayordomo.
Nombróle el Rei Don Fernando ;
Y allí sin saber el como
Candalla lo iban llamando.
Mas ese cargo ú oficio
Para un marino de leí
Era un grande sacrificio :
Dejó el servicio del Rei
Por otro mejor servicio.
Por este tiempo en España
Sin que detenerse pueda.
Ni asuste del mar la zana.
Prepara Alonzo de Ojeda
Una expedición extraña.
Sigue la huella gloriosa
De Colon, y con él van
Vespucio y Juan de la Cosa :
Candalla es el capitán
De una nave primorosa.
Después corriendo el pi-ofundo
Mar con las gentes de Ibérica,
Tras de valor sin segundo,
La expedición vino á América,
Candalla vio el Nuevo Mundo.
Pero en esta tierra ignota
La ambición se. le despierta.
Su espíritu se alborota,
Y levantarse concierta
Frente al cabo de la Mota.
Ojeda de rabia mudo
A la altura de Caruao
Lo hecho menos, mas no pudo
Dar caza pronto á la nao
Porque era el tiempo mui rudo.
Candalla logra al momento,
Con esa acción que le infama
Su ruin y bastardo intento:
Por pirata se proclama,
Hace rumbo y pica al viento.
Un dia con la alborada
Siguió una piragua toa
De ensenada en ensenada,
Y al lago Coquibacoa
Vino á dar en recalada.
Sin experiencia ninguna
Embistió por sobre un bajo
Del delta de la laguna :
MISCELÁNEA.
233
Pasó con mucho trabajo ;
Pero al pasar fué fortuna.
Hoi á su jente maltrata,
Por más que se halle perdido
Sobre un estanque de plata,
Que el cristiano convertido
Ha tomado á ser pirata.
Por eso en confuso afán
Los marineros están
En su marina tarea,
Y Candalla el Capitán
Renegando se pasea.
¿Qué quiere? Quiere venganza.
Ahullando como lobo
Alimenta la esperanza
De rescatar á jacobo,
El joven de su confianza.
Mientras que paseando ruje,
Y su venganza concentra,
En calma la verga cruje,
No sabe donde se encuentra
Ni hai un viento que lo empuje.
Si este raro personaje,
Ya co.Tiprer demos quien es,
Volvámonos al boscaje :
Lo encontraremos después
Por este mismo paisaje.
EL ENFERMO.
Sobre la piel curtida de un bisonte
Viracocha infeliz dormido está
En una estancia de la gruta donde
Penetra un rayo de la luz solar.
Con un plumón azul Nelida trémula,
A su blanda y tranquila claridad.
Espanta la luciente cicindela
Los insectos del suelo tropical.
Sijilosa se vuelve hacia el enfermo,
Con tanto anhelo y compasivo afán.
Que los latidos de su amante pecho
Parece quiere oir, quiere contar.
Cerca de allí también la pensativa
Matrona de la gruta viene y vá
Con yerbas y retamas esquisitas
Y pimpoyos de verde sasafrás.
De un manare de frutas deliciosas.
Cubierto con retoños de taral.
Que exhala una fragancia embriagadora
Más dulce que la esencia de copa!;
Escoje Tangarala un amarillo
Sazonado y dulcísimo ananas,
Y en la concha rosada de un marisco
Esprime el néctar, su licor vital.
Después vuelta á Nelida que le mira
jCon silenciosa angustia — Si Cupái,
Dice, no descompone esta bebida
El pobre viracocha sanará.
Quiéralo el Grande Espíritu responde
Nelida sollozando.—
— ¿Qné pensar,
Añade, ¡Oh hija mia, del desorden
Que encontramos aquí ? — La huta en paz.
Dejé cuando salí contigo en busca
De este infeliz. —
— Matrona, ¿ no será
El maléfico Genio de esta gruta ?-
Nieta de Guairatin, fuerza es buscar
La causa en otra parte. — Zipazingo
Siguiendo un rastro serca del piñal.
Vio marcada una Tisjita, y ha creído
Reconocer. . . .
— Matrona, ¿quién habrá
Que á ofenderte se atreva en el desierto ?
— No lo piensas, Nelida ?
— ¿ Algún mojan
Del triste adoratorio del consejo?. . . .
— Lo dudas, hija mia, no es verdad?
Sí, Madre.—
— Bien comprendo simplecilla,
Eres como el polluelo del doral;
Lo mismo era tu abuela Manapica
Inocente y confiada. —
— Si no es yá :
Que nuestra estirpe toda siempre lleva
En pos de sí la maldición fatal
De morir engañados cual murieran
Guairatin, Aganipa y Parlaran.
— Solo Amariba es grande y solo puede
Nuestros pobres destinos descifrar;
Más silencio, hija mia ; me parece
Que el pobre enfermo á despertarse vá.
Machaca en esa piedra y vuelve polvos
Esa negra raíz de guayacan,
Échalos luego en el tamis de coco....
—Así Madre?
— Muí bien.
— Pues pronto está.
Ora vierte en el búcaro ese filtro,
Que se enfria en la concha de la mar,
Sopla hasta cinco veces, según rito,
Y raspa en él tu hueso de caimán.
¡ Agua, dijo en caribe el castellano,
Agua! Muero de sed! Quién me la dál
Y atónitas las indias se miraron
Oyendo al triste en su dialecto hablar.
Yo la virgen exclama, y se aproxima
Con el estraño filtro — Sea en paz.
Confia, poderoso es Amariba, /
Bebe, bebe, infeliz, no morirás.
Rodrigo, pues él era, sintió el hálito
De la virgen gentil sobre su faz,
Y aspiró su perfume al beber ávido
En el bücarp el filtro de ananas.
Hé aquí la escena, si por dicha mia
A descubrirla alcanzo — Soledad
30
234
MISCELÁNEA,
De una gruta en los montes escondida,
Como la momia oculta de un Titán.
Luz que irradia en su centro blandamente
Y penetra á travez del pedernal,
Por grietas esteriores que parecen
Respiraderos muertos de un volcan.
Por fuera, tras un grupo de palmeras,
Se extiende paso á paso un magueynl,
Cabimos y corosos que rodean
La gruta envuelta en triste oscuridad.
No hai pica, ni vereda, n! camino
Que á la mansión salvaje vaya, á dar:
Con mayales y liana entretejido
Todo aquel sitio vejetando está.
Por dentro, en una estancia del palacio :
Por que eso es, (y acaso sin igual )
El estora,que, el cedro, el niquibao
Llenan el aire de un olor fugaz.
La pared interior de dura piedra,
Diáfana luce allí como el cristal.
Tallada y recortada en mil facestas "
De aspecto vario y vista singular.
Penden estalactitas como lágrimas
De la ojiva techumbre natural.
Más estrañas, lijeras y fantásticas,
Que las nubes movibles de la mar.
Subterráneo rumor resuena á veces,
Como el ronco estertor de Satanás,
Y es el ruido terrífico y bul] ente
De ios pozos ocultos de alquitrán.
Por fin en el calcáreo pavimento,
Como dicho en mi canto tengo yá.
Se vé á Rodrigo sobre pobre lecho,
Y dos indias tristísimas están.
Y en el instante mismo en que aparece
Lo que poeta fiel quiero narrar,
Pronta Nelida el búcaro suspende
A los labios de aquel, y por detras,
Tangarala de hinojos lo levanta,
De pechos apoyados en un topal.
Por que las fuerzas á Jacobo faltan.
Mordido por la sierpe montaraz.
No mira muchas veces el desierto.
Ni el primitivo tiempo de Abraham,
Esa escena de amor, y de misterio,
De compasión, de ardiente caridad.
Es la escena feliz én que la esposa
Presenta al fruto de su amor y afán
La fuente de su seno donde brota
El néctar de la vida maternal.
Escena tierna, apasionada escena,
Oue el corazón doquier repetirá ;
Por que es la cifra del amor eterna,
Pura como el espíritu inmortal.
En ese cuadro el sentimiento humano
Un testimonio tiene, es la verdad.
La dicha de sentirse arrebatado
A la fruición del bien y nada más,
PRESENTIMIENTO.
Pero ¿qué tienes tú, pobre matrona?
Sensible Tangarala, ¿ qué fatal
Pensamiento te absorve ? ; Por qué tornas
De nuevo en un rincón triste á llorar? -
Ya Nelida sonríe, ella confía
Del filtro en el poder que tú le das :
El enfermo se duerme y tranquiliza,
Y á verla luz de cierto volverá.
¿Qué, pues, te aflije? ¡Oh Genio de las hutas,
Que el peregrino abandonó quizá
Para siempre, dejando allí sus turnbas
En un dia de sol primaveral.
Ellos sañudos en aquel momento
Vienen de la matrona á recordar
Una historia, sombría como un sueño,
Que se vuelve espantosa realidad.
Oyendo hablar al mísero Jacobo
La dulce lengua del pais níital.
Tembló más que la flor del cocobolo
Al viento de nocturna tempestad.
Miró su juventud, quiso en su frente
Los secretos del alma penetrar,
Y bajo el denso velo de la muerte,
La interrogó temblando de ansiedad.
Era aquello un delirio, una locura,
Cuanto más repentino, pertinaz.
Una vaga esperanza como muchas
De esas que siempre el corazón nos dá.
Había sido madre casi niña,
Cuando apenas contaba de su edad
Trece lluvias del cielo en las orillas
Que de Manaure con la tribu dan.
Y al hijo de su llanto, á breve tieínpo
Miró que le arrancaba un lenguaras,
Más malo que las víboras del tentplo.
Más duro que un ministro de Yarfá.
Madre infeliz andaba desde entonces,
Peregrina doquier, sin cpie jamas
Del hijo y del raptor que ni aun conoce
En las tribus razón pudieron dar.
Por eso á los impulsos de un recuerdo
Al hijo amado que buscando vá.
Llora, la voz del viracocha oyendo
Bajo el timbre del habla nacional.
" Manitu de su padre, luz secreta
Inspírame si sabes la verdad :"
Dice, y del seno saca con su diestra
Un pequeño idolillo de coral.
Mirólo lentamente en honda angustia,
Como aquel que suplica á Jehová
Desde el fondo del alma, y tiembla y duda,
En el cansancio eterno del pesar.
Después haciendo un signo, con ternura
Besó la roja efijie^ — Bien será
Que al viracocha esconda en esta gruta,
Por sí el chacón quisiere hacerle mal.
MISCELÁNEA.
235
Esto musita, guarda el idolillo,
Y resignada, ó más tranquila ya
Mientras duerme pacífico Rodrigo,
Se pone los inseptos á espantar.
La hija de Guairatin el aire puro
En tanto renovaba, sin cesar
Quemando aromas, flores y bejucos
En tres perfumadores de metal.
EL ADORATORÍO DEL LAGO.
¿ Veis esa negra cabana
Del lago murmurador.
Que se levanta sombría
Cual siniestra aparición?
— Es el nefando santuario
De aquella tribu feroz
Asentada en la eminencia
De un solitario peñón.
Adoratorio lo llama
El viracodia español.
Templo dicen los salvajes.
Huta, seria mejor.
Escondrijo de Xo"-, piaches.
Choza, canei ¡qué se yo!
Todo parece por cierto.
Menos lugar de oración.
En este inmenso cuadrado
Se miran de dos en dos
Acurrucados, cual monstruos
Que el negro abismo abortó.
Veinte piaches ó adivinos
De aceitunado color
Con sus tequiaras de ¡)lumns
Del ave chocorocoi.
Los indios de estas riberas
Indios idólatras son
Que adoran á Cackíinaiia
Tras un grosero temor :
Cachimana el mal principia,
El espíritu feroz
A quien el pueblo caribe
Sangriento sacrificó
Los bencidos enemigos
En prueba de adoración.
— Es alta noche : en el cielo
Jira el cruzero veloz
iluminando las sombras
Del trópico abrazador.
¿Sabéis que en las tierras indias,
Del sur la constelación
Consulta el americano
Después que se pone el sol?
Si pasa una nube errante
Del cruzero al rededor
Es buen agüero la nube
Y alza el cacique su voz :
Juzga el indio en su ignorancia
Ser aí[uella una visión
Nuncio de los sacrificios
Que le deben á su dios ;
' Ahora, pues, los salvajes
En religioso estupor
Se encuentran mui pensativos
Unidos de dos en dos,
Aguardando se, interponga
El deseado nubarrón.
Ert un gran tiesto amarillo,
Obra de estraño primor
Que un alfarero uiaipiirc
Diz que otro tiempo cambió
Por diez indias ch.uchumecas
Y una chumba de algodón,
Arde derramando chispas.
El tronco de un ocozol
Que alumbra la huta sombría
Con siniestro resplandor.
Allí sa ven á su lumbre.
Bajo una piel de león,
El viejo Cansarantare
Y el sanguinario Poro.
Siguen luego Causinapa
Y Cairama el tirador
Pintados de siqui/cte
Y encendido bermellón.
Enfrente están los hermanos
Pariosas, un caracol
Toca el triste Joj-ogüire
Mano á mano con Guanor
Cuyas hazañas recuerdan
Losindios de Torondoi.
De.spues, del rancho en lo oscuro
Se alza un informe montón
Uc piedras blancas y negras.
Que á no ser por su espesor
Y por su enorme tamaño,
l>ien los comparara yo
A la casilla i.|uc un niño
l'"orma á modo de torreón
Poniendo sobre una mesa
]>as piezas de un dominó.
lín cuna de aquellas piedras
Se ve un ídolo, ¡ qué horror !
El Yarfá de los goajiros,
I^l maldito Epouainon
Del invencible araucano ;
En fin, el mónstro mayor,
El espíritu rebelde
Adorado como dios
Bajo la horrible semblanza
De un mal formado dragón.
Ya conocéis casi toda
La cabana del peñón.
Que se joroyecta en la orilla
Del lago murmurador.
Allí se encuentran \os piadas
Sentados de dos en dos
Aguardando se presente
Del cruzero al rededor
Alguna nube fantástica
Como negro pabellón.
EL AVISO NOCTURNO.
Nada encierra un arcano más profundo,
■ Ni un sueño tan fantástico y divino,
236
MISCELÁNEA.
Como el Edén salvaje y sin segundo
Bañado por el piélago marino,
Llamado con asombro el Nuevo Mundo.
El Nuevo Mundo ! Aparición brillante,
Hijo del fuego y de la madre tierra ;
Su vida es el estruendo de Atalante,
Su sueño el del Pacífico que encierra
Bajo la linfa azul su voz tonante.
El Nuevo Mundo ! Cuando en sombra y du
Su luz mostrar el invisible quiso,
Al país de las palmas le dio un velo
Teñido en el azul del paraíso,
Pintado con la púrpura del cielo.
Le dio esa inmensa y misteriosa gama
De suspiros, murmullos y armonías,
El estridor del ronco Tequendama,
Del Niágara la voz, y las sombrías
Sulfúreas criptas de betún y llama.
El Nuevo Mundo ! Mientras más extraña
Parece esta visión, mui más se nombra.
¡ Una tierra que tiene por montaña
Los titánicos Andes, cuya sombra
Ofusca al mismo sol, su luz empaña.
Aquí la voz del hombre se comprimé
Con las obras de Dios, naturaleza
Junta con lo pequeño lo sublime,
Y parece que á fuerza de grandeza
La mism.a pequenez mortal redime.
Tierra de los jigantes, ancho escudo
Que comprime la mar de polo á polo,
Bajo la choza del salvaje rudo
Decirte puedo en tu grandeza, solo :
Maravilla de Dios yo te saludo.
Dormida está la playa deliciosa
Del palmar amarillo : su yacija
Con retama silvestre y olorosa
Prepara ya de Guairatin, la hija :
La tribu del maizal también, reposa.
Algún indio que atisba la marea
Para cojer mariscos, ha movido
La estera del canei ; ó acaso sea
Guayupe que de noche anda perdido
Y aguarda á su dintel la luz febea.
Pero es lo cierto, que Nelida siente
El paso mesurado y cauteloso
Del que camina á oscuras. . . .De repente
Oye su nombre en eco misterioso,
Y el miedo cubre de sudor su frente.
— Nelida, hermana mia, bajo el techo
De aquel adoratorio solitario
Que mira al mar, en su recinto estrecho
Te espera ahora el piache victimario .
Nelida, hermana- mia, deja el lecho.
No aterra mas el hondo precipicio
Al viajador perdido en el nublado,
Ni tiembla tanto á vista del suplicio,
En vértigo espantoso, el desdichado
Que llevan al horrible sacrificio :
¿Como la pobre virgen escuchando
La voz de Zipazingo. Llora, mira,
En duda aún consigo batallando,
Donde sale la voz—" Eso es mentira "
Al fin murmura, la esterilla alzando.
— Pluguiera al Grande Espíritu que fueran
Visiones ó mentiras ; mas te digo,
Hermana, la verdad. Acaso quieran
gjQ Reprenderte los Piaches. Ven conmigo.
Sigúeme pronto al bosque, nos esperan.
— Pero ¡ esto es espantoso ! ¡ Cuan estremo
Y raro es lo que escucho ! Algún infame
Me acusa ; más de qué ? Nunca blasfemo
Mi labio fué jamás. ... ¡ Ai ! que se trame
Crimen infando, Zipazingo, temo !
— Yo lo temo también y nada entiendo
De cuanto pasa. El gran Churcacuraca,
Mientras iba la playa recorriendo.
Me sale presuroso y se destaca
Como el caraire negro, así diciendo :
Lleva á tu taciumí quiera ó no quiera,
De grado ó fuerza, adonde está brillando
Aquella candelada, si pudiera
Contigo iría". ... Y se ausentó sonando
Su lúgubre botuto en la ribera.
Después, camino de la playa, un viejo
Miré con su sicrito que cojia
Telinas y coral, y no lo dejo
Sin antes relatar cuanto sabia
De los piaches unidos en concejo :
Delata á un enemigo el inhumano
Moporo, y mucho temo de algún modo
Nos malponga á los dos
— Vamos, hermano.
Todo lo alcanzo, lo comprendo todo :
Moporo es un cobarde, es un villano.
— Silencio, hermana mia, que corremos
Grave peligro, si tu voz se escucha.
— ¿ Te parece menor el que tenemos?
— Nunca, por cierto, la desgracia es mucha
Si viene sola.
— Hermano, no podremos
Salvar al infeliz ?
— Tal vez .... La guerra
Deja ver de Moporo.
Yo la afronto
Contigo, hermano mío.
— Esta és su tierra
Pero no está en la choza.
— Vamos pronto
Para saber lo que su pecho encierra.
Y dejando el camino más seguro
Por una senda, que el espacio acorta.
Iban los dos hermanos en lo oscuro.
Como esas sombras que la noche aborta
Al terrífico grito de un conjuro.
Las noches son tan diáfanas y bellas »
En las tierras del indio, que aunque triste
Y Errante nube se destaque en ellas,.
rdlSCELÁNEA.
237
Siempre en la esfera tropical se viste
Su zona de magníficas estrellas.
Dejemos, pues, que al resplandor escaso
De los luceros índicos admiren
Los dos salvajes el terrible caso ;
Dejémoslos también que asi suspiren
Mientras van caminando paso á paso.
TERRORES DE LA TRIBU.
Un sol tras otro ha pasado
Hasta contar nueve soles ;
Ni un caracol ha sonado,
Pues Mará tiene mandado
No se toquen caracoles.
Desde la noche en que muestra
Dio el gandul, por su fortuna,
Del gran valor de su diestra,
Pesa una sombra siniestra
En la callada laguna.
Nadie sabe, á la verdad,
Lo que pasa ; más con todo
Hai una horrible ansiedad,
Y sabe la vecindad,
Que algo pasa de algún modo.
Meditabundo el cacique
Despacha sus recaderos
Para buscar quien le esplique
Lo que no sabe el behique,
Ni los viejos agoreros.
Y como viniendo van
Uno tras otro mojan.
Les habla quedo al oido
Y asi que impuestos están
Lanzan un hondo alarido.
¿Qué muerte, qué sangre inulta
Clama á su tremendo juicio ?
¿ Acaso el terror abulta
Alguna venganza oculta
Por medio de un sacrificio?
En zozobra está el caribe
Y en silencio la floresta.
Mará las danzas prohibe
Y la tribu se desvive
Siempre á la guerra dispuesta.
Como en señal de desdicha ,
Oculta está en su canei
La chuchumeca guaricha ; ^
Ni venden los tambos chicha
Ni la cidra de iiiaguci.
Ni cambian los jequipiles
De rico y rojo cacao
Por estraños cscaitpilcs,
Ni copetes á& paujilcs
Por cogollos de visao.
Ni el indio sacando el agua
Que filtra de las casimbas
j Coje la horrible macagua ;
Ni se escucha en su piragua
El ruido de las marimbas ;
Cuando preguntan á Mará
Con subterfujios responde;
Mas la espresion de su cara
Zozobra revela rara
Que en sus sonrisas esconde.
Así en misterio y acecho
Vienen y van los mojanes:
Mará oculta su despecho
Y al pueblo se le ha desecho
La caza de los caiinanes.
—" Señor le dice llegando
Un poranca, la campiña
He seguido atalayan,do,
Las veredas rejistrando
Como el ave do rapiña.
— Y bien, guerrero ?
— Cacique,
Solo he visto en conclusión,
Un flechero siquisiqjie
Que me tomó por vchiquc
De la tierra niotilon.
—Mojan, me dijo, la pista
De una fiera voi siguiendo,
Y ¡por Yarfá! que anda lista:
— Contesté, Yarfá te asista,
Como yo, gandul, te entiendo.
También persigo á esa fiera,
Sigámosla pues, en pos"
Y la seguimos doquiera
Por el monte y la pradera
Sin encontrarla los dos.
— ¿ Me habrán mentido ?
— Quién sabe !
Gritó llegando improviso
Moporo con aire grave ;
Mas antes que el dia acabe
Saber lo cierto es preciso.
Ya verás si yo te entrego
Al viracocha y te engaña
Apccuane. En vivo fuego,
Por obedecerte luego
He abrazado la montaña.
Tengo en asecho mi gente,
Y en los tupidos mayales
Ya se escucha, ya se siente,
El ruido confusamente
De los fieros animales.
Cuando encendidas las ramas
Deje la danta su abrigo
Por huir también de las llamas
Al limpio de las retamas
Saldrá el estrafto enemigo.
Y entonces, por mas que duro
Sea el trance, vivo ó muerto
Ese viracocha impuro
Te traeré ; yo lo juro
Por las tumbas del desierto.
Dice Moporo y se tira
Hacia atrás pegando un salto \
238
MISCELÁNEA,
Vuelve luego, á Mará mira,
Y en reto ó señal de ira
Arroja una flecha en alto.
Los poratLcas que allí estaban
Con estupor le miraban ;
y aquel silencio decia
Que los guerreros dudaban
Lo que Moporo creia.
Pero Mará de sí dueño,
Tras una mirada cauta
Desarrugando su seño,
Mucho agradeció el empeño
Del hijo de Parayauta.
EN LA TRIBU HAI TRAIDORES,
Si del cacique en la huta
Esto pasaba por fuera
El pueblo grita y se inmuta
Al ruido de una disputa
Que ya parece quimera.
■ — Déjame pasar !
— Primero
Adivina.
— Sabe el caso.
— Que lo diga !
— Es mal agüero.
-¿Quien lo quiere
— Paipa, tú ?
—Sí
Muchas voces
-Yo lo quiero!
— Paso ! paso !
No, no, que declare ahora
El secreto.
— Cara, á cara
— Toda la tribu lo ignora.
— Soítadme !
— Embelinadora !
— Apecuane ?
—Mará, Mará!
Como tras una colina
Asoma el sol de verano
Y si tierra y mar domina
También risueño ilumina
La tierra y el océano;
Asi Mará levantando
De su covacha la estera
Salió, su rostro mostrando^
Porque adentro está escuchando
Los alaridos de afuera.
Quién grita, dijo, saliendo
33e áiez poraiicas seguido.
Parece que estáis corriendo
Güarires. Más¿quéestoi viendo?
La mojan? ¿qué ha sucedido?
— ^Desde el sitio de las landas
Que linda con los conucos
Me traen aquí en volandas,
Cuando tú, chacón, me mandas
Rejístre los arcabucos.
Ni hablarme deja contigo.
Ni seguir en paz me deja
Paipa
—A matarte me obligo.
Mará merece un castigfo
— Paipa, soltad á esa vieja.
— Como ! ¿ Mi madre traída
Y arrastrada de ese modo?
—Hijo !
La ti'ibu es perdida !
Ai ! si peligra su vida !
— Ella es la culpa de todo.
— Traidores hai por doquiera
— Nombradlos
— Traidores, nó . . . . !
— Si algún traidor conociera,
¿ Pensáis que vivo estuviera
Mandando la tribu yo ?
Como vosotros inquieto
Estol también, pues indago
Que se me piercle el respeto
Y hai un horrible secreto
En las orillas del lago.
Los poraucas adivinos
A quienes voi preguntando
Responden mil desatinos,'
Y se andan por los caminos
Como perqiiizas llorando.
Valientes de nombradla
Encubren su torpe asombro
Alzando en la ranchería
Desacorde vocería ....
¡ Y tienen flechas al hombro !
Mejores son para el caso
Las mugeres ; mas con todo
Anda el valor tan escaso.
Que un pueblo insulta á su paso
A una vieja de ese modo.
¿Ignoráis que esta muger
Es la sola que me ayuda,
En lo que quiero saber,
Y tiene acaso el poder
Para sacarme de duda ?
Sabedlo, sí : solo de ella
He recibido el delato
De una traición cuya huella
Al alma al discurso sella
En iracundo arrebato.
Así con mi recaderos
La encomendé registrar
Arcabucos y senderos,
Hasta los indios fronteros
De las orillas del mar.
Vuelve ahora de cumplir
Lo que el cacique ordenó.
Vuelve sin duda á decir
Lo que pudo colejir
O lo que cauta observó.
MISCELÁNEA.
239
En tanto, pueblo, ¿que hacéis
Con la que tanto me ayuda?
¡ Por Yarfá que lo sabéis !
La insultáis por mas que veis
Que con mi nombre se escuda.
; Eh, soltadla, que si ahora
Que en daros razón consiento,
De una asechanza traidora
Mi venganza aterradora
Pueda que estalle al momento !
LOS PESCADORES DE MISOA.
Es una fresca mañana
En que la aurora descubre
Bajo un nublado de Octubre
Su cielo de porcelana.
El mar las ondas dilata,
Y empieza el sol su camino
Sobre un velo purpurino
Y nubes color de plata.
Parece el lago en sosiego.
Desde la duna salobre,
Brillante plancha de cobre.
O bien un lago de fuego.
¡ Espléndido es el celaje
Que asoma en pálidas plumas,
Y se pinta en las espumas,
Y penetra en el boscaje !
La luz que se irradia en torno
Lo tifie todo y lo abarca,
Semejando la comarca
La boca roja de un horno.
Y luego el azul del dia
Allá en los aires remeda
Movible gaza de seda,
Con franjas de arjentería.
Algún lucero que inerme
Se oculta en los lampos rojos
Parece los dulces ojos
De un niño cuando se duerme.
Y la aurora que indecisa
Vaga, brilla y luce incierta, '
Es, cuando el niño despierta,
De una fnadre la sonrisa.
Sin ver los cielos azules
Ni pescar en su piragua
Lijeros surcan el agua
Tres pescadores gandules.
Foráneas son de Misoa,
La tribu que se avecina,
Como la garza marina,
A flor del Coqvibacoa.
Cual si perseguidos fueran,
Ansiando el trecho se acorte,
Vienen la vuelta del norte
Bogando que desesperan.
Vuela su nao derecha
A los golpes del pagayo.
Sino como ardiente rayo
Como una lijera flecha.
Y según vuelven la cara
A la diestra, sobre el hombro,
Dejan atrás con asombro
Alguna cosa mu i rara.
Al fin tras dura faena,
Llega la frájit barquilla
A la comba de una orilla
De agua verde y blanca arena.
Y cual concha que se aferra
Al fondo del mar en calma,
A la sombra de una palma
La barquilla toma tierra.
Aquel lugar es el mismo
' Donde al más lijero amago
Mucha gente sale al lago.
Gente llena de heroísmo.
"No bien pisaron la playa
Cuando á tierra cayó un mozo
De un corpulento corozo.
Donde estaba de atalaj'a.
— ¿Traéis nuevas? solo dijo
Hacia los tres caminando,
— Si, respondieron gritando,
Nuevas traemos de fijo.
Los cuatro, á la deshilada,
Marcha á la trüm emprendieron,
Llegando; como salieron.
Del cacique á la morada.
Rodeado de mucha gente,
Que alzaba horrible algazara,
Hallaron los cuatro á Mará
Llena de nubes la frente.
Y como el concurso todo
Se agolpase ; alzó una mano,
Y en silencio el más anciano
Habló triste de este modo :
la muerte.
Nota. — Hasta aquí había escrito de la anterior composición, cuando le sorprendió
EL Sr. jóse ramón YEPES.
( De El Diario de El Comercio, de La Guaira. )
i
LA oda que este poeta, verdaderamente ins-|
pirado por los dioses, ha escrito "A laliber-'
tad del Viejo Mundo," publicada en núes- 1
tro número de ayer, ha venido á excitar de
un modo no común las fibras de nuestro en-
tusiasmo. Conocíam.os al poeta de las medias
luces y de las medias sombras, al cantor de
los ruidos y de los misterios nocturnos, al in-
térprete de las aguas y de las flores, al afor-
tunado cisne de la naturaleza americana ;
pero mucho no^ faltaba que admirar toda-
vía. El señor Yépes se nos presenta ahora
sublimado en las alturas del más soberbio
lirismo : y ?'.jbrecojiendo á un auditorio que
estático saborea las bellezas mil de su vigo-
rosa inspiración, viene á revelarnos que es
también el poeta del siglo y del progreso, el
poeta de las grandes ideas y de las grandes
esperanzas. ¡ Poder maravilloso del genio, que
tan fácilmente baja y se entretiene á la
sombra de su palmar nativo, como toca á las nu-
bes y dilata su vista de águila por los espacios
incommensurablesdcl porvenir y de la libertad!
Tras esta manifestación de regocijo, per-
mítasenos otra de sorpresa ; de asombro : la
Junta encargada por la Academia para la cali-
ficación de las odas presentadas al certamen
habido en Caracas el 28 de Octubre viltimo,
no ha hecho referencia alguna á la admira-
ble oda del señor José Ramón Yépes I
l-'iierzas nos faltan para entrar en un es-
tudio detallado y comparativo de las diversas
composiciones presentadas en el certamen :
acaso plumas competentes se encarguen de ese
estudio tan ameno, útil para las letras, é impe-
riosamente reclamado por la cspectacion del
criterio público. Hemos de limitarnos, pues,
á consignar con brevedad algunas ideas, tocan-
te á lá obra del señor Yépes: hablaremos con
nuestro particular sentimiento, aunque no sin
la íntima convicción de que muchos están hoi
bajo la misma fuerza del sentimiento que nos
siibj-uga á nosotros.
Antes que otra cosa, nos ocurre hacer notar
i y será el único parangón que establezcamos 1
el mayor alcance dado por el señor Yépes á
las miras de su obra ; en lo cual manifiiesta
haber comprendido mejor que sus rivales afor-
tunados el asunto propuesto por la Academia:
esta pidió, con efecto, un canto á la libertad
del Viejo Mmido ; y el señor Yépes ha abar-t
cado en su obra la inmensidad del Viejo Mun-
do ; los otros poetas contendores no pensaron
en salvar los estrechos límites de la Europa ;
y agreguemos en seguida, que tal circunstan-
cia, valiosa en mucho, puesto que se rozaba
con el fondo del argumento, debió haber pe-
sado en el dictamen de los jueces. ¡Con cuan-
ta belleza apostrofa nuestro cantor á esa an-
tigua Asia, cuna del hoii/brc, tierra de ¡os pro-
dijios ! ; á esa ardiente África silenciosa, que
tiene tanto sabor de Herrera ! Y más luego,
¡ como de asombro en asombro nos hace ver á
la Libertad, que hasta el cano Hiuiaús silente
cni.':a, despertando al chino que hoi rechaza
el contacto del mundo; al beduino, que entu-
siasmado ve pasar la cimera de humo del tren ;
y fundando, finalmente, en toda la tierra, por
término de su larga peregrinación, la diviiia
República, la igualdad del hombre, tal como do-
mina en el mundo americano ! Síntesis vasta,
como la humanidad que en ella se compren-
de ; profunda, como los arcanos del porvenir
que descubre.
Pasemos á entretenerngs, aunque mui por
encima, con la ejecución de la obra. — Invoca-
el poeta á su genial inspiración, para que cante.
La libertad, el porvenir fecundo
Que América predice al Viejo Mundo.
Pero tímido la mu.sa, acaso.
Avergonzada de su voz canora,
(Adorable vergüenza de una virgen ) tiem
bla, suspira, y parece que pierde.
Su dulcísimo contento
Aspirando al laurel, sin fe ni aliento.
El poeta no obstante, apostrofa al mundo
antiguo, y le infunde la esperanza.
Aquí el poeta introduce una máquina con
resortes de grandísimo vigor: no hallando él
en sí la fuerza de autoridad suficiente para
anunciar á todo un mundo los triunfos de la
Libertad, evoca la ilustre sombra del Padre de
la Patria : y es el Redentor de un
hemisferio
Donde !a Libertad fundó su imperio,
quien vaticina al Viejo Mundo su futura
regeneración al paso de la Libertad.
Vagaba meditabundo el poeta por el Avila
242
JUICIO CPáTICO,
magestuoso: era un gran dia, el dia de los.i
grandes recuerdos : la ciudad engalanada bulle
de entusiasmo ; y traspiraba la tierra vida y
y luz ; y el alma del poeta
A Dios en el pasado bendecía.
¡ En el pasado ! porqtie el presente es me-
lancólico sin duda
De pronto queda triste
La risueña eminencia solitaria;
Y se oscurece y de pavor se viste
El domo dianiantino :
.Zumba el trueno doquier, y á la incendiaria
Pálida luz que al campesino asusta,
De Bolívar se ve la sombra augusta.
Toda la descripción que sigue es bella ; pe"
ro cuando nos detuvimos ante aquellas palabras"
Y sonar parecía
Del Inmortal bajo la diestra e:i tanto
El fulminante acero
quedamos absortos : ese Inmortal parece fun"
dido junto con los dioses de Homero !
Entra luego la profética alocusion del Hé-
roe, y es aquí donde nuestro vate se exibe con
verdad inspirado al caloroso aliento de la mu-
sa lírica. Profunda mirada, pensamientos gran-
diosos y de la más sorprendente orijinaüdad :
versos llenos de magnificencia, fluidos, nume-
rosos, enérgicos ; cortes rítmicos de clásico sa-
bor; estro; epítetos singularmente apropiados
á la idea ; pinceladas que retratan á un pueblo,
auna época; y en medio de esapompa y de
esa armonía, y atravesando como un eje dia-
mantino el orbe de todo ese rñundo poético y
filosófico, la libertad, la grande idea, el gran
principio, llamándolo todo á su centro, anun-
ciándolo todo, prometiéndolo todo en nombre
de la palabra divina. Tal es, en conjunto, la
admirable oáa. áéi Señor José Ramón Yépes:
la oda que no obtuvo, sin embargo, los hono-
res de una mención académica.
Deleitémonos recordando algunas c:,trofas.
La libertad sublime
Que ni soñara el Asia, ni la ruda
África ignota : la que un dia gime
Ante Alejandro y César :
La que no hallando pueblo que le acuda
En la Europa feudal, intentó en vano
Ampararse del numen italiano.
He aquí de nuevo y coii sorprendente
jía, calificada el África : ruda. ¿ ignota.
encr.
En la Europa que labra
El duro hierro, abriendo ancho camino
A naciones ilustres, su palabra
La democracia anuncia ;
Y en la Europa sin duda está el destino
Del Viejo Continente, en cuyo polo
}^a libertad cristiana falta sólo,
¿Qué importa el cesarismo
8ue lioi pesa sobre el galo, ni el alarde
e esa estúpida fuerza, que un abismo
Socaba ante los reyes?
Al sol de libertad veréis como arde
La sangre de la Europa ; y Francia y Prusia
Se alzarán, )• Turquía, y Austria, y R Lisia.
Las naciones que activas
Aparejan en paz su débil nave,
Y á la espansion del hombre, previsivas
Buscan el rumbo cierto :
Helvcsia, Holanda, Bélgica y la grave
Opulenta Albíon : España, Italia,
Do libertad ha impreso su sandalia ;
Benditas las primeras
. -Serán al himno universal y en hombre
Del Dios que en las magníficas esferas
Su resplandor dilata :
Y desde el Tibre al Indo podrá el hombre
Unir su fe con su razón, de modo
Que ser libre y cristiano será todo.
; Oh pueblos ! , ¡ Oh naciones
Que el cielo me señala, y que diviso
Al travez de los tiempos ! Gratos dones
La sabia l'rovidencia,
Para hacer de la tierra un paraíso,
Guarda en secretas urnas. La moderna
Libertad que os anuncio será eterna.
Sí lo será, que lleva
La humanidad su porvenir escrito
Sóbrela impura ensangrentada gleba
Que amasaba el esclavo.
¡ La eterna libertad no será un mito !
¡'No lo será, por Dios ; que en ancha copa
Ha bebido sus lágrimas la Europa !
¿ No es cierto que tales estrofas son de una
hermosura y perfección admirables f La sanda-
lia de la Libertad, la ensangrentada gleba que
amasaba el esclavo: esas lagrimas de la Liber-
tad, bebidas fiar la. Europa: tal vez nos ofusque
el entusiasmo, pero nos parecen pinceladas de
maestro.
Y Dios su senda trilla ;
¡ Que mucho en su dolor ella ha clamado !
¡Oh nunca vista y rara maravilla!
Las artes y la ciencias.
La industria yel comercio; el genio honrado,
La modesta virtud, la gloi-ia el hecho ;
Todo e! mundo al servicio de un derecho.
i Cuánto encierra ahí esa palabra el hecho. I :
Es decir: la verdad, moral ó material; lo útil
lo bueno, el producto efectivo ; la justicia, la
razón, la humanidad entera : Dios ! Pero he
aquí uno de ios más extraños pensamientos
que ocurrirse pueden á un cantor del siglo :
es una ida mercantil, y con todo es poética, es
fantástica en grado sumo.
Y con su industria ufana
Montes descuajará, pondrá rieles ;
JUICIO CRITICÓ;,
243
Y'en su vagón, iiíodcnia caravana,
Bajo la extraña zona
De una aurora boreal, pedirá pieles
Al hijo de Siberia; pobre esclavo.
Víctima allí del despotismo eslavo .
El vavon corriendo i^írjo ¡a exti-^iña
una aurora boreal !
tria, aparente enigma
^,ona de
Eso es poetizar la indus-
de la inuv^inacion. Y si-
"■uc k feliz' amalgama de cíos tan contrapues-
tos elementos :
Y apretados de espigas
Sus montes y desiertos, las distantes
Naciono. siempre con la pa;; amigas.
Bendecirán á Europa:
Y la mirra, y el oro, y los diamantes.
Cuanto deslumbrador el Asia encierra,
■Llevando irá el comercio por la tierra.
Pero no es lícito que en silencio pase la es-
trofa siguiente:
I, os hijos de la Nubia
De negra piel, entonces enlazados
A los del Rhin de cabellera rubia
l'or el sensible alambre
Que realiza los sueños encantados.
Avisaran desde su hogar tranquilo.
Cuando es que sube y cuando baja el Xilo.
Aparte lo delicioso de esa consonancia que
forman los hijos tic la Anbia, con los del Khin
de cabellera "rubia, ( ¡ y halaga eso al oido con
tanto placer ! i aparte V<\ feliz calificación de
.sr;«/¿'/r dada al telegráfico alambre, queda to
I Mas el poeta que había principiado evocan-
I do .su musa, debia terminar despidiéndola, y
!<¿n esto, cómo' en lo demás, ha siilo feliz el Se-
IfiorYcpes. Recordando, sin duda, la manera
i de aquel bardo sublime cuando dijo ;
¿Mas cuál :uidacia te elevo á los cielos,
Humilde niusamia? Oh ! no reveles
En
A los seres mortales
débil canto arcanos celestiales ;
desciende también él de su pindárico transpor-
te, modulando en el tono apacible de sus anti-
guos cantares :
Mas calla, y tu armonía
,: Grave suspende ¡ oh lira ! Cuando tanto
Silencioso dolor la gente mia
Sufre en la triste patria.
Aun masque ella infeliz, .¿quién tendrá un
(canto
En que la inspiración brille y la idea,
Y heraldo de fortuna y gloria sea ?
Vuelve, pues á tu oscura
Apacible existencia. Que mi audacia
Ninguno ¡oh lira! cuente. En la amargura
De mi afanosa vida
Fuera á mi corazón mayor desgracia, .
Si allá mi gente en cl palmar nativo
Pensase c^iic en la ausencia alegre vivo.
Tal se no.-, c.\-bibe. analizada á grandes rasgos,
la composición del Sefior Yépes. Nuestra opi-
nión, simple opinión fundada más en cl senti-
miento que en otra cosa, le es completamente
vía, coino sorprendente espectáculo de los ' favorable. Hemos gozado y gozamos mucho
tiempos fui uros, el í/Zovr y ¿«■r/'í? del Nilo, padre
}■ divinidad de los egipcios, anunc'inda.s como
pulsaciones mercantiles de una Icftija europea. ,
T)e tal modo ha sabitlo nuestro poeta abar-
car la inmensidad de su argumento, que apro-
vecha hasta el -A última hora y digamos así
de los adelantos modernos- Acaba de anun-
ciar apenas el señor Le.sseps la posibilidad de
llevarse las aguas del' océano al desierto de
Sahara, y V(-;ise aquí como sabe aprovechar
nuestro poeta la estupenda indicaci-m :
V el hijo del .Sahara '
( >ue ¡loi ve la empresa rcilizar del istmo,
Que allí también Scsóstrí.s realizara.
Dará cita á la tierra ;
Y á la voz retronante del abismo
En el desierto surjirá de pronto
Otro abismo, otro océano, otra Ponto.
Nos atrevemos á creer que es nuestro ad-
mirable cantor quien primero ha sabido utili
zar la idea del renombrado ingeniero francés.
Terminada la ]:)rofesía del Héroe, cierra el
poeta su cuadro con una estrofa de luz y mo-
vimiento : así como terminó el grande Olmedo
su episodio de la aparición del Inca, en su can-
to á la batalla de Junijt.
leyéndola y releyéndola, y por eso nos parece
una gran cosa. Hallamos el estilo correcto y
muí apropiado al asunto, y se nos antoja por
e.so bien escrita. La cadencia de sus períodos
es rotunda, sonora, elegante, y agregamos por
eso que está majistralmente versificada.
El señor Yépes ha conquistado nuevas co-
ronas, ha subido á la cumbre del Olimpo y se
ha cubierto de «loria. ^; Nos cegará el entusias-
mo ? La gran valia deesa Junta que no ha
pensado como nosotros, es decir, que no ha
sentido como nosotros, pone en tortura nues-
tro corazón y nuestro criterio. Podemos estar
„-rrados : ¡ feliz error que tanto nos ha hecho
gozar! Pero si lo contrario fuere, sólo nos que-
da hacer votos porque esos también amigos de
la poesía, lleguen más tarde á soborear, como
nosotros, la composición del señor Yépes.
EL Diario del C<:imercio presenta al
ilustre vate maraca bero con motivo de esta
obra, que tan gusto ¡a mente ha recorrido, laex-
pre-iiou ingenua de su cntLisiasmo y simpatía.
IC. RIVODÚ.
(Tuijn.j
Noviembre 24 de 1869.
w
índice.
Píiginas.
muerte de ¿u liija 27
Al oscui-L-eer 28
Certeza do la fida 28
La Golondrina 28
TERCERA PARTE.
POESÍAS FILOSÓFICAS,
Imperio del mal 30
El
A la Américíi Latina 32
Páginas. ;
Dedieatoriíi ^^'
Don José Kamou Yépes Vil
Prólogo IX
PKIMERA PARTE. |
POESÍAS RELIGIOSAS. j
Dios y el hombre ■ ■ • • 1
Cántico á la Virgen 3 :
El Fescin de Bal tazar 3 I La uiuerie es la aurora de un eterno dia 34
Himno al "Mutuo Auxilio'" C ; Oda. A la Libertad . . , , M
A Xuestra Señora G i A la Libertad del viejo mundo 35
A la Purísijua Concepción de Mai'ía ''i\ Oda 38
A Xuestra Señora 'm A la Paz 40
Al Augusto Pontífice Pió IX "í i ¿ Cuál sera el Porvenir de la América ? 40
A la Providencia de María 8 ¡ Andrés Bello 42
A Xuestra Señora de Chiquinquirá Si Silva 44
Soneto á Xuestra Señora 8 Silva. A ' 'El Poder de la Idea" 45
A l;t Purísima Concepción 8 i El Euyo de luz 50
Himno '■' I VersüB. A la memoria del señor E. S. P 51
El Xacimicnto. . . . '.
A San Francisco de Asi;-:.
A la Virgen del Carmen . .
Himno
10
10
III
A la Virgen li
A la Virgen del Carmen 11
Himno á Xuestra Señora 11
líimas J-.'
Anunciando una feria 1 '-
A la S-antisinia Trinidad 13
En la bendición del templu de San Franeisc". 13
Himno á la Virgen J I
SEGUM.>A PAKIE
^=IEBLAS.
Gloria del eielu 1 •''
A la memoria de un ángel l-<
El Golfo de las Sirenas.' I O
A la memoria tlel venerable l'ry. José yi.
Alvarado 1 i
A la memoria de A. Lozano ] ¡
y ¡ ¡ Quién pudiera lior;
Meditación, AJelancolia y Gloria 53
Pensemos 53
A mi hija María 54
El Progreso 55
El Sueño 56
La iiltima Luna 57
Canción 58
L;i, caución de los suspiros 58
Juana la liúda 59
¿Quién és Juana':'' • ' " 59
i La Gota do agua (iO
A una nave 61
' La voz de nii alma (52
Son risas 62
El Eayo Azul 64
Sombra y Luz 65
' Mi Fe de niño 66
; Qué verá? 67
' Verá 68
Versos 68
A la meuKjria i.lc Octaviauo Urdaneta j 69
A la memoria del \>¡: Maleo Trocónis 69
A mi distinguido amigo Ermeliudo Rivodó. . 70
I'In la muerte de Manuel Fréitaí i'O
(iuzman Blanco • 71
I Luz V sombra 71
I Salón 75
Los ruidos nocturnos 76
Hfné importa, 1 77
, Despedida á mis amigos. .' 77
La Media noclie á la claridad de la luna 77
I Las dos Ciencias i 9
á3 i A la memoria de mi noble amigo el Mariscal
Márquez 24 í ... C. F 81
251 Americana 81
2(1 1 Alaida y Cortés , 81
■'■ 83
83
84
85
(le (i. en ]iruelja
a muelle de su
18
111
20
•.')
21
A .J ulio Calcaño
Escrita jiara la señora E. V
df respeto
A mi amigo M. Ilenríquiz en
liija
Dios os guarde, Señora
Al señor Marco A. Saluzzo
Miseria de la vida
A mí distinguido amigo el Ni-. ,J. .M. 3Iaririquc
La niña María Luica Alvarez
A mi amigo el Dr. Trmidad Célis Avila
Para Arvelo
A la memoria de María
Los dos ángeles
A E. S. de V. (inédita)
A mi esposa ;26 i Sueños y
'J'ardas 37 ■ Cansancio . .".
'L'raduccion ^7 Guaieaipuro
A mi querido amigo Eduardo Calcaño en la j A María en su primera Comunión
ÍNDICE,
Páginas. ^
A Ciummá 8G
La Leyenda de una ñor 87
El Darwinisnio (inédita) 88
A la Estrella de la tardo . . . •. 90
Vision Ecionblicana VJl
A mis buenos amigos los jóvenes iifioionados & 93
Así es la vicia » . 93
Percance 95
Ala luna 97
Marinesca 98
Dolova LOO
A Caracas
La liorá do la Melancolía
A líua sensitiva
En el campleaños de la señorita A. 11.
Mi Fe Republicana,
Plegaria en. el nacimiento de mi hijo Manuel
Oda Elegiaca
Ángel y demonio.
Las bantieras de mi hijo
En la muerte lamentable del joven A. Maucó
A Clemencia
Fábula, maracaibera '
Los dos Genios
A la memoi'ia de nuestro aiuj querido lier-
]nano J. Eívas •■,........
A los jóvenes i-iedactorcs de "'El Eco''
Eomance
Maracaibo á la claridad de la luu:i
Eomauces de color de broma
MañHna maracaibera.
La G-allina ciega
Lejos de tí
ElLaurel y la Perla „, . .
A mi hermana María do Jesús al saber que se
habia casado
Pastoril
101
103
103
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113
116
117
118
119
Alá señora Virginia de Pulgar.
Lo que pasó' en
amarilla
119
120
121
'La Florida" con una rosa
A una niña
Canto
Las Nubes
Los dos Paraísos
A la Dama de noche
Alegrías fujitivas
Himno Epitalámico
Mandando de regalo un dijo do coral
A la señora Ana Tollo do Gutiérrez Coll
A la misma señora —
Tus ojos
En la tumba de mi hijo Manuel. ,
La Eamilletcra
Con motivo de la, inauguración del Templo
Masónico \
La flor del suspirn
Metamorfosis
Ala señorita Bárbara Fernández.
, A Ja señorita A. E ^
Los cuadi'os del señor Kellor
Para el álbum de Elena Hahn
A mi distinguido amigo Jacinto (¡atierro;
Coll
En el álbun de la señora Estbor P. Suárez. . . .
' A la niña . , , . ;
122
Wó
U3
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1,28
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130
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134
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135
135
136 f
Páginas.
El ave y la flor. 137
]5ríndis improvisado ; 138
A la niña de J. de J. V 138
En un álbum 139
El lirio nocturno y la palma 139
El Silfo "...... 141
Al joven poeta Abigail Lozano 141
A mi amigo José A. Pcrc;i Bonalde 142
Endechas 143
La rosa Te 143
Mi sueño 144
Una Madre y un ruiseñor. . . .• 145
La ilnsiou perdida 145
A Juan Vicente Silva 146
A mi hermana Concha ..:.:.. 146
.La Luna so va 147
A Ildefonso Vázquez 147
A Nicanor Bolet Peraza 148
A I. V. contestación á su jiocsía iíiLitulada
''Ven" .. 119
A la niña de ojos serenos .' ., 150
.Josefina Mallory 150
En un álbum 151
A Hixen 152
A un amigo 152
A Juana 153
Una flor 153
Después de haber leido unas páginas do Me-
dardo Eívas 153
La niña errante 154
CUARTA rARTK.,
BALADAS,
Amor de madre , • 154
Araucana :...... loo
Pastor, Montero y Fantasma 156
El Virginius 156
A mi amigo Diego ..I. Eamírcz -157
Los o-ielos de hi tarde 157
Balada Ma,rina , 158
La i'dtima Rosa de Verano 159
QUINTA TARTí:.
AMERICANAS,
Eu un álbum 160
La Virgen y cl niño 161
En el álbum de la hija de mi amigo el Dr Ge-
rónimo E. Blanco 162
En el álbum de la señorita Amazili Burgos. . 162
Eu cl álbum de la distinguida artista .A.dcla
Robreño 163
A la flor de adormidera 164
Lidiana • • 165
sSKXTA PARTE.
CUENTOS FANTÁSTICOS,
íuírratitad v amor 16 7
La^Silfide..'. , 169
El ángel de ios anteojos 171
SÉPTIMA PAR'IT-;.
POESÍAS PATRIÓTICAS.
Soneto escrito al pió del retrato de Bolívar. . 175
Caución Patriótica 17a
ÍNDICE.
f
Páginas. ^
Himuo á Bolívar l'ÍO
A loe vciiczolauos It6
A la ine.moriii de mi noble amigo el Mariscal
.T. C. F 177
A la memoria de un héroe 1/7
A la Guerra del Oriente 178
A la Sociedad auxiliadora de Cuba libre 178 |
I*ágiuas.
Broma. Al General J. V. Guevara 193
Carta imin-ovisada 194
A la scílcrita Carmen Serrano ,. . 195
A la vuelta lo vcndea tinto 190
ilis dudas 106
Los pescadores se van , 197
Bítíina 198
TJima?. A los cul)anos 178 í Soiiriías de un i)adre 199
j Al señor José Anicoio Serrano 20l
OCTAVA PARTE. I Brindis en easíi del General Gil 201
TVTPnTA<; Los Grillos ' ■. . 203'
LLJ KiLLAi. j^g-Qj, 2ei'ei-iuo Fossi &. &. & 303
,;Qaé hai do nuevo? 179 I Discurso carnavalesco 202
Con noticia de la Confederación Colombiana. 180 ; Señor Dr. Manuel Daouino 203
Todo el año es carnaval 181 1 Ál Aniversario de la' cojera del Gr'al. B.' Ó.' & 203
' ; Brindis ini|n'ovis!ido ■ ■. ;
A J. M. líívas ■
YA Cromos de una letrilla 182 j
NOVENA l'ARTí:.
204
204
A mi amigo el señor A. Frdanela. .' 204
enhorabuena 207
A Manuel , 209
Las ílorosdo '.rapd 209
iNDj'rrMA PARIIC.
MISCELÁNEA.
Cunto ala menioriii del gi'au jioeía, aiuerieauo 211
i Canto 212
jMLo? Resnciiados de Satanás ■. . 313 '
^l'Ijas orillas del Lago *. . .; 314
La Ganpárida .^ i.?0 j La rosa Te. (Traducción del Italiano) 215
Broma 1 90 | Los Hijos de Paravauia . . , 315
Broma. Kl <^'a«. ... . • 191 vEl Sr. ',Jo;é íí.imou Vépeq. [Juicio crítico.] . . 243
CANTOS.
A la niña Trigueña 183
La danza de los marinos 1S4.
A la niña Blanca 180
Canción marina 187
Canüires ' I .^8
DÍXIMA l'AkTt:.
POESÍ.\S HUKORISTIC/.S
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