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JUAN DE DIOS PEZA
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poesías escogidas
Nueva y úaíca edición ilustrada
autorizada por el autor
y aumentada con varías composiciones inéditas
CARL.OS IVIAUCCI
EDITOR
Via Pagano Doria, 7 - Genova (Italia)
MAUCCI HERMANOS e HIJOS
Calle Indipendenoia n. 672
BUENOS AIRES
JOSÉ LÓPEZ rodríguez
Pi y Margall n. 136
HABANA
MAUCCI HERMANOS y Cía
4.a Calle de Tacaba n. 4G
MÉXICO D. F.
L. PUIG ROS & PARRA
ALMENAR - Sucesor
CARACAS
La Casa de Carlos y Alejandro Maucci ha adquirido, del
autor de este libro, autorización para hacer de él cuantas
ediciones tenga por conveniente.
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V Yo lo
POESÍAS ESCOGIDAS 13
I
Yo lo recuerdo aún : llegúeme un día
De una llanura en la extensión desierta,
A la ruinosa y gótica arquería
Que un castillo feudal tiene á la puerta.
Y del plinto en que antiguos moradores
Estuvieran sus justas preparando,
Corté las tristes y amarillas flores
Que en testimonio de mi amor te mando.
Ellas guardan las plácidas historias
De aquellas horas, por fugaces gratas,
Que vieron tres románticas memorias,
Hondos duelos y alegres serenatas.
Cada flor mis tristezas simboliza,
Y á revelarte mi amargur-^ alcanza
Queda, al morir el fuego, la ceniza
Y el dolor, cuando muere la esperanza.
No cause á nadie fútiles asombros
Hallar amor sobre mi vida inquieta;
Como la flor que nace en los escombros,
Es el amor del alm de' poeta.
Guarda Nivea, estas flores; escondida
En ellas va la imagen de mi suerte...
Ellas sobre la muerte hallaron vida.
¡Ay de mí, que en vivir hallo la muerte I
A VÍCTOR HUGO.
¿Quién soy para ofrecerte mis cantares?..
Hablarte en tu lenguaje fuera mengua :
Al que es grande y profundo cua' los mares,
Le canta el huracán, y no la lengua.
En desusado atrevimiento raya
Hablar en verso provocando mofa,
Al que tuvo por lira un Himalaya,
Con una tempestad en cada estrofa.
Querer medir su magnitud, abisma.
Todo un siglo te sirve de proscenio.
Í4 JUAN DE DIOS PEZA
Eres más que ,un mortal, la Francia misma,
Hecha de carne y fulgurante en genio.
Con cada frase que tu labio dice,
Cae un trono y se quiebra una corona ;
Eres la humanidad cuando maldice,
Y la austera virtud cuando perdona.
Los pensamientos que en tu mente hirvieron,
Caudal te forman de inmortales rastros;
De tu cerebro colosal surgieron,
Cual de la mano del Señor los astros ;
Para cantar tu 'genio, que hoy aprecia
Como el más alto el Universo entero.
Preciso fuera, conmoviendo á Grecia,
Ir á su tumba á despertar á Homero.
En tu trono de luz dejarte solo,
Tender bajo tus pies la mar Egea,
Y sentar á tu diestra el Dios Apolo ;
Y á tu siniestra Venus Citerea ;
Al rayar del Olimpo la alborada,
Que Homero te conozca, que se asombre,
Y con su stylo que escribió la Iliada,
Que esculpa al pie del Partenón tu nombre
Que en Pentélico mármol Praxiteles
Labre tu estatua, y al pasar severos,
Se inclinen saludando tus laureles
Admirados los siglos venideros.
¿ Quién te puede juzgar en nuestros días
¿Quién de tu gloria llamará á las puertas?
Ya murieron Homero é Isaías,
Y Atenas y Sión estás desiertas.
¿Cómo juzgarte, pensador gigante?
El solo peso de tu genio abruma.
Se necesitan planchas de diamante,
Y en la lumbre del sol mojar la pluma.
Entra al Olimpo... Llevas por delante
La columna de fuego de la Historia.
Diga el mundo de ti cuanto es bastante :
¡ Nació francés, mas lo engendró la gloria !
AL QU€ L€Y€R€
Muchas dé estas composiciones, fueron escritas por el
autor, en los primeros días de la vida, cuando es el co-
razón V no el raciocinio, calculador y frío, el qUe 'dictai
las ^estrofas, el que inspira los sueños de amores y el que
dibuja en el horizonte azul de la esperanza, los celajes de
oro de una felicidad soñada.
Algunas hay que han sido escritas cuando ya las canas
plateaban su cabeza, y el desengaño miristecia su espíritu.
Juan de Dios Peza, llamado en todas partes el cantor del
hogar, mira estos versos como las primeras flores nacidas
en el campo de sus ilusioríes; sabe que adolecen de incorre-
cciones hijas de la inexperiencia, pero sin duda comprende
que tienen esa frescura y ese aroma quei sólo quitan y
empañan las tristezas desgarradoras del mundo.
Con el fin de rendir el culto debido á poeta tan fammso,
hemos aumentado esta edición, añadiendo al final hermo-
sísimas poesías, inéditas unas y perdidas otras en las olvi-
dadas colecciones de los periódicos.
Asi nuestra obra será inás completa, y el público nos
agradecerá que le dennos á conocer versos admirables que
templarán su alma y colmarán su entusiasmo, ya que el
cantor del hogar es uno de los poetas más delicados, más
ardientes, más tiernos y más morales que existen.
No es este uh libro para los académicos y los filósofos;
pero será como joya inestimable, para los que saben amar,
sentir y soñar; para los que anhelan, como fin de la vida,
el amor bajo todos sus aspectos.
Los Editores.
Digitized by the Internet Archive
in 2009 with funding from
University of Toronto
http://www.archive.org/details/poesasescogidaOOpeza
PROLOGO
TRES poetas distinguidos han empuñado el cetro de
la poesía popular en México, D. Manuel Carpió,
D. Guillermo Prieto y D. Juan de Dios Peza, sin
'I que por esto pongamos en duda que ha habido
otros muy populares, muy inspirados y muy eximios.
D. Manuel Carpió, á pesar de lo exótico de la mayoría
de sus composiciones, fué un poeta que encarnó los senti-
mientos religiosos de una gran parte de la sociedad mexi-
cana, y en sus poemas descriptivos se siente el sol de nues-
tro clima, se palpa la vegetación de nuestra naturaleza y se
contempla el cielo purísimo de la Patria. Sucedióle á
Carpió lo que les aconteQe á los artistas nacionales, que
cuando copian una madona extranjera, sin quererlo, sin
intentarlo, aunque el fondo del cuadro y los detalles sean
extraños, producen inconscientemente el rostro y la fiso-
nomía de una mujer de su país. Por eso Carpió fué po-
pular y admirado entre nosotros, porque se inspiró en
nuestros sentimientos y describió nuestras cosas.
D. Guillermo Prieto fué el poeta nacional por exce-
lencia. Asuntos, ideales, esti'o, todo en él fué mexicano.
Fué además el poeta de épicas luchas en períodos gran-
diosos para nuestra Patria, y lo mismo pulsó la lira de
bronce entonando himnos á los héroes de la Indepen-
dencia de 1810, que en contra de los invasores de 1846;
PRÓLOGO
lo mismo en alabanza de los caudillos de la Reforma,
que en contra de los intervencionistas é imperiales; igual-
miente arrancó notas argentinas á la lira juvenil cantando
amores tiernos y románticos, que alegres y festivas notas
á la guitarra nacional, para ensalzar, describir y emocio-
nar con sus inimitables romances que informan la Musa
Callejera. Por esto, Prieto, como Carpió, fué también
un poeta popular.
Juan de Dios Peza, muerto Carpió y desde antes de
que muriese Prieto, ya era el heredero legítimo al trono
de la poesía popular.
Desde muy temprano, desde que publicó la primera
edición de sus versos, dos grandes maestros de nuestra
literatura, D. Ignacio Ramirez y D. Ignacio Manuel Alta-
mirano, habían recibido sus producciones, no con la in-
dulgencia que acostumbraban con muchos de sus discí-
pulos, sino convencido" del positivo mérito del numen
que despuntaba en aquel joven.
Peza, permítaseme e^ símil, hizo su carrera conquis-
tando grado por grado los ascensos en la poesía, desde
soldado hasta generalísimo. No se improvisó un nombre,
no es un poeta de esos que como relámpagos deslum-
hran y desaparecen instantáneamente. Es un Sol que ilu-
mina el horizonte, y sube alumbrando vaUes, campos,
bosques, colinas y montañas; chozas, casas, palacios y
altas torres, para descender después— ¡ inevitable destino
de todo lo que vive!— pero deslumhrando con su gran-
diosa ocultación entre celaje^ bellísimios de múltiples co-
lores.
Peza, cautiva con sus primeras producciones amorosas,
tintes de su aurora. Poco á poco, vá sugestionando con
su Musa, pues escribe poemas consagrados á todo lo
bello y á todo lo grande, á todo lo que enternece y á
todo lo que admira; poemas en los cuales vemos un fer-
voroso culto al abuelo, al padre, á los juegos infantiles
de sus hijos, lo propio que á los grandes hombres como
Colón, que á los grandes héroes, como Hidalgo.
En su Lira Patria inmortaliza hechos desconocidos,
acciones olvidadas, ejemplos dignos de imitarse, que la
PRÓLOGO
Historia severa no había entrevisto, que la Crónica mi-
nuciosa no había recogido, y que el poeta, como los
homéridas, ha ido coleccionando para formar la Ilíada
mexicana, no escrita en libros serios de narradores eru-
ditos. Peza ha hecho una verdadera resurrección, en sus
hermosísimos romances de h Intervención y del Imperio,
de héroes sepultados bajo injusto olvido y de hazañas
gloriosas, ocultas por 1" incuria; en que vemos aparecer,
evocados por su mimen, á los chinacos guerrilleros, con
rojas blusas, largas lanzas y flámulas y banderolas que
ostentan descarnados cráneos, símbolo de la guerra á
muerte, con que fieros y altivos retaban á los invasores
extranjeros. Pero Peza no hi sido injusto ni parcial ni
amigo sólo de los nuestros : su Lira Patria tiene cuerdas
nobles para loar actos plenos de nobleza, de los que
ofuscados ó en cumplimiento de sus deberes, desgracia-
damente, luchaban en contra de la santa causa mexicana.
Todos estos sentimientos, propios de la inmensa mayoría
de nuestra Nación, los ha interpretado y expresado Peza,
de modo que por ello, como Carpió y como Prieto, es
un poema popular.
Pero la popularidad de Peza tiene rasgos especiales
que no tuvieron siempre sus venerables antecesores. r*eza
no solamente es leído en periódicos y en libros, en el
taller y en el hogar, en la tertulia íntima de hombres de
letras y en la sociedad literaria reglamentada; Peca es
oído con admiración y aplaudido con entusiasmo cuando
recita sus poesías en las veladas, en el Teatro ó eu la
Tribuna Cívica. Basta que el público le vea, para que no
espere á que el poeta comienze á decir, como él sabe
decirlos, sus versos fáciles y armoniosos, sino que le sa-
luda con una verdadera tempestad de aplausos, que inte-
rrumpe al poeta-orador, porque como buen orador se
impone, á cada final de estrofa, á cada imagen que des-
lumhra, á cada pensamiento que arrebata.
Peza, es popular también, porque á sus altas dotes
poéticas reúne un personal "agradable; cautivador por su
amplia frente, por la mirada de sus ojos, por la corre-
cción de sus modales, por la sencillez y elegancia con que
10 PRÓLOGO
viste cuando se presenta en público. Su voz, sin ser voz
maravillosa, es voz que agrada, que no lastima, como
otras voces que hay magestuosas, pero campanudas; sono-
ras, pero retumbantes; claras, pero pictóricas de arro-
gancia hinchada y de orgullo desmedido. En Peza no hay
afectación : no es el torrente que nos deja ensordecidos,
es el río tranquilo de cristales límpidos, que corre sin
obstáculos por pendientes suavemente! inclinadas y por
compiñas pintorescamente sembradas de hermosas flores.
Todavía más, Peza, poeta popular en su país, ha pa-
sado las fronteras con su fama, ha surcado los mares,
y en España y en América, y en naciones que hablan
el idioma que él habla, y en naciones que traducen sus
poemas, se le quiere, se le aplaude y se le admira. No es
liS' nj al amigo, ni cariño por el poeta, ni galantería de1
prologuista. ¡Que pocos de nuestros poetas, por excelen-
tes é inspirados que sean, pueden ostentar en los anaque-
les de sus armarios, el número de ediciones nacionales y
extraniei'2? que encierran los estantes del gabinete de Juan
de Dios Peza!
Prueba lo que acabamo de afirmar, esta nueva edición
de i: js Poemas escogidas, que los inteligentes hermanos
Maucci dan hoy á la estampa, y una edición de los her-
manos Maucci indica que el autor ha conquistado gran
renombre, porque ellos publican sólo las obras consa-
gradas con el óleo de una aceptación universal.
México, Abril 2 de 1905.
Luis González Obregón. i
I
I
PRiAERA PARTE
FLORES DEL ALMA
¡ENTRE LAS YEDRAS I
La casa aquella donde vivía
La q.ue no ha vuelto, la qué fué mía
Y hoy en los cielos mora con Dios,
¡Está lo mismo que en aquel día
En que á ocuparla fuimos los dos!
¡Ah! ¡Cuan alegres los corredores!
^Enredaderas llenas de flores
En el alero y el barandal !
Como en los tiempos de mis amores
Todo es risueño, todo está igual.
En las hojosas verdes cortinas
Han vuelto á abrirse las camelinas;
La antigua higuera reverdeció ;
Ya regresaron las golondrinas
Y hasta yo he vuelto, pero ella no!
Gira en sus goznes la misma puerta
Que á nuestras citas fácil y abierta
Puerta del Cielo llegué á llamar;
¡Cuando mi niña la cruzó muerta,
La abrió el infierno de par en par!
Decora el patio la misma fuente
Y en el marmóreo tazón luciente
12 JUAN DE DIOS PEZA
Resuena el chorro borbotador.
¡AV! ¡Como el eco dulce y doliente
De sus postreras frases de amor!
No se me olvida que una mañana
Como á una nueva Samaritana,
Junto á esa fuente la sorprendí,
Desnudo el seno de nieve y grana
Que arropó al punto yo la vi.
Soltó el cabello sobre la espalda;
Con una mano cogió la falda,
Con la otra mano su faz cubrió,
Y entre la clámide verde esmeralda
De mirto y yedras, despareció...
FLORES MUERTAS.
En el roto frontón ; en el alero
Del alcázar muzárabe ; en la grada
Del templo antiguo en que el audaz guerrero
Ungió su frente y consagró su espada;
En el desierto harem dónde cautiva
Gimió tierna beldad; en los relieves
Que, decorando la ventana ojiva.
Quiebran el vuelo de las auras leves;
En los muros del viejo santuario;
En el estéril pedregal sombrío;
En la artista del mudo campanario
Que azota el viento aterrador y frío;
Donde los siglos con veloz carrera
Dejaron hondo y espantoso estrago,
Burlando á la encantada Primavera,
Crece la humilde flor 4el jaramago.
Sin matizarla el sol con tintas rojas
Es su tristeza su mayor encanto;
De áspero tallo y amarillas hojas,
Nace en otoño y simboliza el llanto.
POESÍAS ESCOGIDAS
15
DESOLACIÓN.
h
Esperanzas y ensueños,
Placer y afán,
Nada dura en h vida :
¡ Todo se va !
Para el artero mundo,
Dicha ó pesar,
Lágrim s ó sonrisas,
¡Todo es igual!
Hace bien el que lejos
De los demás,
Se huelga ó se lamenta
Del bien y el mal.
Hace bien el que alivio
Pide jamás,
Y busca en sus pesares
La soledad.
Bien hace el que disfraza
Su propio mal;
Bien hace el que se esconde
Para llorar.
II.
No cruza por la tierra
Ni surca el mar,
El que cura los males
Que el mundo da.
Búscalo cuando mires
La inmensidad;
Piensa en él cuando sueñes
Un más allá.
Invócalo si sufres,
Pídele paz :
El llena con su aliento
La soledad.
16 JUAN DE DIOS PEZA
En este mundo triste
Todo es fugaz.
Nada dura en la vida
i Todo se va !
Y en esta lucha eterna
Del bien y el mal,
Solamente los muertos
Duermen en paz.
Morir cuando se sufre
Es descansar...
No quiere tumba estrecha
Mi loco afán...
Para vivir do impera
La eternidad,
Quiero, y si Dios es justo
Me los dará...
Por pabellón el cielo,
Por lecho el mar;
Y allí, mientras las olas
Vienen y van,
¡ Sabré que en este valle
Qué enluta el mal.
Solamente los muertos
Duermen en paz I
EN EL PANTEÓN DE LOS REYES.
(recuerdos del escorial).
Eterno sueño profundo
Duermen en este recinto
El Gran César Carlos Quinto
Y el rey Felipe Segundo.
La vana pompa del mundo.
Las grandezas de la suerte,
El rey más noble y más fuerte,
POESÍAS ESCOGIDAS 17
¿Qué son ya ? ¡ Polvo y escoria !
Recuerdos para la historia,
Cenizas para la muerte.
Reyes ayer envidiados,
Hoy en las hurnas hundidos
Para la tierra escondidos,
Y para el trono olvidados :
¿Qué guardáis de los pasados
Triunfos que os dieron renombre?.
Sólo una inscripción, un nombre.
Expresión de aquella ley
Que trueca el cuerpo de un rey
En el cadáver de un hombre.
¡Ah! sin esas inscripciones,
Sin el mármol, sin el oro,
Que son ornato y decoro
De los regios panteones ;
Sin cifras y sin blasones,
Estos sepulcros dejad,
Y entonces, ¿qué majestad
Los revestirá? ¡Ninguna!
Tiene, con distinta cuna,
Igual fin la humanidad.
Artístico cementerio.
Deslumhras con tu esplendor,
Siendo la gala mejor
Del antiguo monasterio.
Con más pctmpa que misterio
Dejan en ti nobles manos,
Despojos de soberanos,
Y tú, soberbio, imponente,
Los miras indiferente
Tornarse polvo y gusanos.
Las reinas que en vida fueron
Estrellas por su hermosura,
Y amor, riquezas, ventura
A su paso recogieron,
Poesías escoaidas.
18 JUAN DE DIOS PEZA
Al rudo golpe cayeron
Como flores marchitadas,
Y hoy duermen aquí olvidadas,
Sin que en sus restos cautivos
Vengan á buscar los vivos
Breves grandezas pasadas.
¡Carlos! ¡Felipe! !Ferdinando!
¡ Una historia en cada nombre !
Cuando aquí penetra el hombre
Siente que vive soñando...
Cruza el viento murmurando
En lúgubre son incierto,
Como el simún del desierto,
Y en la alta torre lejana
Vibra triste la campana
Como si tocara á muerto.
Luz tenue frente á una cruz
Baña el templo sepulcral.
Que mansión tan funeral
No necesita otra luz,
Y envuelto en denso capuz,
Sin aurora ni arrebol,
Relumbra el arte español
En criptas y subterráneos...
¡ Nunca en los desnudos cráneos
Brilló bien la luz del sol !
Cada sarcófago encierra
La sola verdad que espanta
AI que audaz pone la planta
Sobre la faz de la tierra.
Ved á estos reyes... aterra
Su fúnebre majestad;
Su trono es la soledad.
Su tesoro, polvo inerte,
Su obscuro reino, la muerte,
Su manto, ¡la eternidad I
POESÍAS ESCOGIDAS 19
ENTRE RUINAS.
I.
Miro el templo en ruinas,
Roto el frontón, la ojiva cuarteada,
Revolando las negras golondrinas
En la anchurosa nave abandonada.
El sol filtra su rayo amarillento
Hasta el altar desnudo y solitario,
Mientras se plañe dolorido el viento
En los huecos de alto campanario.
Yace la cruz en tierra
Junto á la reja gótica del coro,
Y en medio á tanta spledad que aterra,
Está sin voz el órgano sonoro.
¡ En todo, polvo denso,
Mudas memorias y cenizas frías!
Como las blancas ondas del incienso,
Las horas huyen, y se van los días.
En el ángulo obscuro se levanta,
Como espectro de llanto y de dolores,
De la madre de Dios la imagen santa,
I Ya sin altar, sin himnos y sin flores !
¿Quién en los pebeteros que quedaron,
Calor y aromas á buscar se atreve
I Los aromas volaron.
Las ascuas son ceniza helada y leve !
Allá en el fondo un lienzo desgarrado
Ultraja del pincel las maravillas :
I Ni el arte el ab-andono ha respetado 1
¡ El rico alféizar se tornó en astillas !
Ya el tiempo desprendió del tosco muro
El cancel, que de polvo se reviste...
Todo está tan callado, tan obscuro.
Tan funeral, tan lóbrego y tan triste,
Que esta terrible soledad advierte :
I Cómo será la noche de la muerte I
20 JUAN DE DIOS PEZA
II.
Así como este templo abandonado
Está mi corazón, triste, sombrío,
Por el dolor tan sólo visitado,
Y sepulto en la noche delhastío.
El ara de su fe quedó desierta;
Ninguna voz á consolarla alcanza ;
Y está en el polvo muerta
La diosa á que dio culto la esperanza.
¡ Oh bóvedas sombrías,
Símbolos mudos de las penas mías !
¡Oh altar que ya sin cirios y sin flores.
Eres mi corazón con sus dolores!
Oh soledad estéril y escondida,
Semejante á las horas de mi vida !
¡ Virgen, ayer objeto de ternura,
Y hoy, en el polvo, inútil escultura!
¡Triste rumor del vagoroso viento,
Igual en lo fugaz á mi lamento !
¡Quién pudiera, feliz á vuestro abrigo
Morir abandonado,
Sin más consuelo amigo
Que de la obscura noche el beso helado !
¡ Sin una sola lágrima de dtjelo,
Sin oir el <( adiós » de un ser querido ;
Y asi tornarse polvo sobre el suelo,
Y perderse en los senos del olvido !
Del mal del mundo en las revueltas olas.
Si mueren el amor, la fe, la calma,
¡ Qué mayor dicha que morir á solas.
Cuando ha vivido en soledad el alma!
POESÍAS ESCOGIDAS 21
SIEMPRE CONMIGO.
Símbolo de tu amor inmenso y triste,
. Guardo el blanco pañuelo
Que apasionada y trémula me diste
Empapado en tus lágrimas de duelo.
Lo recuerdo muy bien : llorabas tanto,
De tal suerte sufrías,
¿ Que desde entonces inundó tu llanto
Mis negras noches y mis tristes días.
Como el granado en flor, tus labios rojos,
Ardientes me besaron,
Y, astros de tu pasión, tus negros ojos
Hasta el fondo del alma me miraron.
Al darme de tu llanto aquel tesoro,
Dijiste conmovida :
((¡Ay! no me olvides nunca; <(yo te adoro
Como ninguna te amará en la vida :
No fuera, si mis penas aliviaras.
De las que humildes gimen :
.^ Entonces á un abismo me arrastraras,
Al más hondo y más tétrico, al del crimen.
Te he amado con el alma toda entera,
^ Y alguna vez mi suerte
Se juntará á la tuya... ¡Dios lo quiera!
Si no lo quiere Dios, venga la muerte.
¡Ay! yo por ti he llorado tanto, tanto,
Que en cambio, no te asombre,
Te pido como premio de mi llanto,
Que, cual cantas mi amor, calles mi nombre.
X.
Adiós, eres mi dicha y mi tesoro,
Mi estrella bendecida,
V No me olvides jamás, porque te adoro
Como ninguna te amará en la vida.
22 JUAN DE DIOS PEZA
/
Guarda este blanco lienzo; en mis postreras
Horas de inmenso hastío,
He llorado con él : cuando tú mueras.
Llévatelo al sepulcro por ser mío».
¡ Ay ! yo, infeliz, desde la noche aquella,
Guardo el blanco pañuelo
Que trémula me dio su mano bella.
Empapado en sus lágrimas de duelo.
¡ Quiera Dios que, si muero abandonado,
La mano de un amigo
Le ate á mi frente, y al sepulcro helado.
Símbolo de este amor, baje conmigo! '
y
LATIDOS MUDOS.
Corazón sin amor, corazón muerto.
Que en lóbrega prisión lates vacío :
El mundo es para ti campo desierto,
Sin límite, sin luz, estéril, frío.
Nunca podrás ornar con frases huecas
La triste historia del dolor humano.
¿Qué son tus ilusiones? Flores secas.
¿Qué son tus esperanzas? Humo vano.
Sigue marcando rítmico latido
Que á la vida automática acompaña,
Fuiste trono, volcán, búcaro y nido;
Hoy eres, corazón, sólo una entraña.
POESÍAS ESCOGIDAS 23
MAGDALENA
¡Te conocí soñando, Magdalena!...
Cruzó el revuelto mar de las edades
Mi espíritu agobiado por la pena,
Y á orillas del hermoso Tiberiades,
Sobre los campos del Medjdel desiertos.
Buscó en la triste soledad abrigo,
Y te llegó á encontrar y habló contigo
Con el lenguaje extraño de los muertos.
De Medjdel á Tell-Hum, ya fatigado,
Como un ave del mar, doblando el ala,
Crucé por Dalmanutha y por Bethsado,
Dejé Caphar y me interné en Magdala.
El lago estaba quieto, de sus ondas
Un resplandor tristísimo surgía;
Los arbustos sin aves y sin frondas
El viento de la noche sacudía...
Y en una abrupta roca mal colgada
Del hoy desierto y misterioso monte
Te pude ver llorando arrodillada,
Vuelta la vista al lúgubre horizonte.
El fugitivo rayo de la luna,
Como celeste nimbo, tu cabeza
Bañaba en tenue claridad ; ninguna
Mujer tuvo más gracia, más belleza.
Más amarga aflicción, ni más tristeza
Que las que reflejaba tu semblante,
Y que en aquellas horas tan tranquilas,
Miré con esos ojos pupilas
Que le mostraron el infierno al Dante.
¿Qué te dije? ¡ No sé ! Caí á tus plantas,
Vi tu rostro tan dulce ya marchito.
Tu frente sin color, tu rubio pelo.
Tus rugosas y lívidas mejillas,
Y en alto y juntas, demandado al cielo,
Tus manos descarnadas y amarillas.
24 JUAN DE DIOS PEZA
«¿Quién eres?» pregunté. «Turba un momento
Tu éxtasis de dolor, tu eterna lucha».
Me viste entonces, y con dulce acento,
«¡Soy Magdalena!»... respondiste; escucha:
Yo soy la Magdalena pecadora,
Por la mano de un Dios regenerada.
La que hoy disfruta de la eterna aurora,
Surgiendo del abismo de la nada...
Bella estatua de barro deleznable.
En el alma llevando el anatema.
Mi vida tormentosa y miserable
Es de la triste humanidad emblema....
Entregada al placer, manche las alas
De la fe, del amor, de la inocencia...
Prestóme el vicio sus lucientes galas,
Y sofoqué la voz de la conciencia.
El velo del pudor rodó deshecho
A mis pies, que marchaban entre flores,
Y mil voces en torno de mi lecho
Cantaron mi belleza y mis amores.
Rechazé á los que sufren y que gimen,
Y en mi carro triunfal conduje uncidos
Con la cadena del amor y el crimen,
Nobles magnates por mi amor vencidos.
Mas la materia es frágil ; nada dura
Fuera de la verdad y la pureza...
Tiene el placer su noche de amargura,
Y el torpe amor sus siglos de tristeza
Como esa voz secreta que nos guía
Eternamente al bien, y su reproche
Nos hiere el corazón en pleno día,
Y nos perturba el sueño en cada noche :
Otra voz celestial movió en mi pecho
La escondida virtud, voz bendecida
Que al corazón en lágrimas deshecho
Le abrió las sendas de la nueva vida.
Y en vez del odio y del rencor profundo,
Dióle ternura, compasión, consuelo,
POESÍAS ESCOGIDAS 25
Y en vez del goce efímero del mundo,
La eterna dicha en prometido cielo...
Esa voz la escuché del Dios Humano
En un triste rincón de la Judea...
Tocó mi frente con su augusta mano;
Tu culpa, dijo, perdonada sea.
Y llorando á sus pies, todos mis males
En bienes se tornaron con su nombre...
¡Yo he visto al Redentor de los mortales!
¡ He oído la palabra del Dios Hombre !
Nada hay más grande, sabio ni profundo;
Todo á su paso vive y se levanta...
El sol, los astros, cuanto abarca el mundo.
Son pobres pedestales de su planta.
¡Yo soy la humanidad culpable y ciega
Que al vicio y al error himnos entona...
Y al fin busca á su Dios, su fe le entrega,
Y ese Dios la redime y la perdona !
Soy la mujer culpable, arrepentida,
Que, soñando alcanzar paz y ventura.
Vuelve un Jordán de lágrimas su vida,
Y en ellas lava su conciencia impura».
MYGDALIA.
A RAFAEL DE ZAYAS ENRIQUEZ.
No te la puedo describir; quisiera
Todo el brillo del sol al medio día,
Todo el matiz del campo en primavera,
Los tumbos todos de la mar bravia ;
Los tintes de los vírgenes boscajes,
Del iris los magníficos colores,
Octubre con sus toldos de celajes,
Y Mayo con sus túnicas de flores.
26 JUAN DE DIOS PEZA
No te la puedo describir, ni tienes
De su hermosura corporal, idea;
Le falta el lauro helénico á sus sienes,
Que humillan las de Venus Citerea.
En su pecho de mármol cincelado
Los odios no hallarás ni las envidias,
Que en sublime consorcio le han formado,
Psyquis el alma, y la materia Fidias.
Hasta el aire se aduerme en su re'gazo,
Cuando no queda entre sus rizos preso ;
Dios su talle formó para el abrazo,
Y Satanás su boca para el beso.
De pie sobre un altar, ella tendría
La majestad y el cuello de la diosa:
De pie sobre un jardín, ella sería
Oropéndola, lirio ó tuberosa.
Tiene esa reina, que tornó su esclava,
Con dardos de pasión el niño ciego.
Venas azules que desbordan lava,
Y ojos que miran desbordando fuego.
Su hablar cautiva, su mirar provoca ;
Es unas veces fiera y otras niño;
Es de viviente púrpura su boca,
Como es su piel de palpitante armiño.
Esta pasión que se difunde ardiente,
Calcinando mi ser no es un arcano ;
Es un bólido rojo, incandescente,
Que surge y cae en el cerebro humano.
Cuando ella no me ve, yo la persigo ;
Me mira, y en bondad torna mi encono.
Cuando otros la bendicen, la maldigo;
Cuando otros la condenan, la perdono.
Si llegara á juntarnos el destino.
Formáramos los dos contraste eterno :
POESÍAS ESCOGIDAS 27
Ella cual la virtud, del cielo vino;
Yo, con mis penas visité el infierno.
Ella es la roja nube orlada en oro
Que en el lecho del sol flotando crece;
Va muy alta, muy alta, y yo la adoro ;
Subo, llego, la toco, y desparece.
La acompaña un verdugo: el sentimiento;
La domina una maga : la ternura ;
Ha vivido en un antro : el sufrimiento ;
Paga un crimen innato : la hermosura.
Nada en ella es vulgar; nada la engríe;
Odia la compasión; si sufre, canta;
Siempre que tiene que llorar se ríe,
Y esa risa con lágrimas me espanta.
Me atrae, me vence ; tiene á sus antojos
Mi voluntad humana sometida;
Una chispa del rayo de sus ojos
Es un sol en los cielos de mi vida.
Si fuera un monstruo la adorara ciego;
Mujer, esclavo soy de tu hermosura;
Sólo la muerte apagará este fuego
Y esta pasión que en'gendra la locura.
Desatar estos lazos con el rudo
Viril esfuerzo del poder del hombre,
Imposible será : Dios hizo el nudo.
¿Qué importan gloría, porvenir ni nombre?
Si al mismo tiempo hasta ol dintel llegamos
De ese abismo en quq todo se derrumba,
Y en una misma tumba reposamos,
¡ Un tálamo nupcial será esa tumba !
28 JUAN DE DIOS PEZA
CONFIDENCIAS Á UNA ESTRELLA*
Sigue, sigue, blanca estrella,
Por el cielo en que naciste,
Sin dejar ninguna huella...
Siempre te hallaré más bella.
Siempre me verás más triste.
Hoy vengo con mi dolor.
Cual antes feliz venía;
Mas ya nunca, astro de amor,
Ceñirás con tu fulgor
Ni su frente ni la mía.
Tú cruzas por ese cielo,
Dando con tu luz la calma ;
Yo cruzo por este suelo,
Llevando en mi desconsuelo
Llena de sombras el alma.
Dame, dame tu luz bella;
Que en esta alma sin amor,
Tú sorprenderás, estrella.
En cada nube una huella,
Y en cada huella un dolor.
Tú que has escuchado el canto
De mi primera pasión,
Acompaña mi quebranto,
Y alumbra el amargo llanto
Que brota del corazón.
¡ Horas del primer cariño !
Tú las miraste lucir.
Cuando ante tu luz de armiño.
La niña en brazos del niño
Soñaba en el porvenir.
¡ Dulce amor ! ¡ grata creencia I
I Blanca luz ! ¡ delirio ardiente !
¿Por qué huyes de la existencia,
Cuando una dura experiencia
Va marchitando la frente?
POESÍAS ESCOGIDAS 29
j Aquellos goces extraños,
Aquel esperar en Dios,
Sin recoger desengaños,
Aquel pasar de los años
Sin perturbar á los dos I
Todo, todo, blanca estrella,
Tu tibia luz alumbró;
¡ Edad de sueños aquella,
Envidiable, dulce, bella.
Que para siempre se huyó !
Clelia, al espirar el día,
Por estos sitios vendrá,
Ya no como antes venía.
Que aquella alma que fué mía,
Pertenece á otra alma ya.
Antes ¡ ay ! ¡ cuánto embeleso !
Sollozando de placer,
Dejaba en mi frente un beso;
Por eso, estrella, por eso
No quiero volverla á ver.
Ahora, dulce y cariñosa,
En otro sus ojos fijos,
Tendrá su boca amorosa
La majestad de la esposa
Para besar á sus hijos.
Con tus rayos blanquecinos.
Alumbra siempre su hogar;
Aparta nuestros caminos,
Y haz que sus ojos divinos
No aprendan nunca á llorar.
Si sigues tú, blanca estrella,
Por el cielo en que naciste.
Sin dejar ninguna huella...
Siempre te hallaré más bella.
Siempre me verás más triste.
30 JUAN DE DIOS PEZA
j-'LA ULTIMA CITA
Recuerda la vez aquella :
Mi labio encendido al tuyo,
La noche apacible y bella,
En cada nube una estrella,
Y en cada flor un cucuyo.
Llena de rubor, de miedo,
Junto de mí te veía,
Y hablabas quedo, tan quedo,
Qué sólo yo saber puedo
Lo que tu alma me decía.
Quiero olvidar, pero en vano.
Ese instante soberano
De nuestra antigua pasión;
Libro que dejó tu mano
Escrito en mi corazón.
¡ Una flor y un sol de estío !
Al calor del desvarío
Abriste tu alma esa noche.
Para guardar en su broche
Todo el sentimiento inío.
¡Cómo olvidar que, rendida
Al más amargo quebranto,
Trémula, triste, afligida,
Con la faz descolorida,
Llenos los ojos de llanto;
Como el que al dolor resiste
Como el que oculta un pesar,
Alzaste el rostro me viste
Y escuché un adiós tan triste,
Que no lo puedo olvidar.
Era la revelación
De una triste decepción.
POESÍAS ESCOGIDAS 31
De una ausencia que sería
La sombra que apagaría
Los sueños del corazón.
¡Ah! ¡separarnos los dos,
Cuando uno del otro en pos,
Hallaba ventura y calma!...
¡Qué triste sonó en el alma
Aquella palabra : ¡Adiós!
I Ver aislada una existencia
Que se había en otra fundido ;
Arrebatarle su esencia;
Darle una sombra la ausencia;
Darle un s^ulcro el olvido !
Era cual libro ignorado
Nuestro sino desgraciado.
Amar, y después... sufrir,
Ser un alma en el pasado,
Y dos en el porvenir.
Con tu adiós dejaste mudo
Al corazón que allí pudo
Oirlo, sufriendo ya;
Era el último saluao
Del que nunca volverá.
¿Qué hice al o>te? Confieso
Que tan amargo dolor
Aun queda en alma impreso.
¡ Qué triste es juntar á un beso
Un adiós desgarrador!
Me deslumhraba tu encanto;
Al mirarnos, nuestro ser
Era un astro, un fuego santo.
i Qué triste es mirarse tanto.
Para no volverse á ver I
Nada huye del pensamiento :
¡Qué horrible fué aquel momento
32 JUAN DE DIOS PEZ A
Que nos vino á separar !
Cada frase era un lamento,
Cada suspiro un pesar,
Y vi cómo te alejabas,
Y cómo, el aire, dejabas,
Un alma donde hubo dos...
Si era verdad que me amabas,
¿Por qué me dijiste adiós ?
^ I CREE I
¡ Qué dulces pasan junto á ti las horas !
¡ Ay ! si supieras lo que tú me inspiras !
¡ Si vieras cómo sufro cuando lloras,
Y cómo tiemblo cuando tú suspiras !
Estando junto á ti, mi pensamiento
Es todo luz, y fuego, y ¿armonía,
Y un raudal de ternura y sentimiento
Hay en mi voz para llamarte mía.
Y siento cómo el alma enamorada
Tierna acaricia su ilusión ardiente.
Cuando baña la luz de tu mirada
Con dulces r'iyos de pasión mi frente.
Tus miradas de amor y de ternura
Ningún pincel á retratar alcanza ;
Sólo en ellas contemplo la ventura.
Sólo ellas me retratan la esperanza.
Nos amamos ¿verdad? Está cubierto
Nuestro amor por el cielo de dos almas,
Como un rayo de luz en el desierto
Se pierde entre las sombras de dos palmas.
Y ¿es posible que llores? El quebranto
Te llena de letal melancolía.
¿Y dudas j ay ! cuando te adoro tanto,
Cuando en ti cifro la ventura mía?
POESÍAS ESCOGIDAS
33
- Solos los dos, amándonos arátóntes,
Sin más testigo que la blanca luna,
Que alumbraba, bañando nuestras frentes.
Dos existencias palpitando en una.
Ausencia —
Poesías escogidas.
Ik^
34 JUAN DE DIOS PEZA
¡ Si te pudiera devolver la calma
Que antes defamarnos te arrulló tranquila,
Y pudiera secar la luz de mi alma
La lágrima que empaña tu pupila!...
Mi labio en sueños con amor te nombra :
No dudes de ese amor que el pecho inflama
Porque la duda, Carmen, es la sombra
Que en nuestras alma el temor derrama.
No dudes, porque tú eres de mi vida
La tínica luz que me dará consuelo,
La estrella de esperanza que convida
A no apartarse nunca de su cielo.
Unamos nuestra vida y nuestra suerte.
Que nunca tu alma ante el dolor sucumba.
¿Separarme de ti? Sólo la muerte.
¿Privarte de mi amor? sólo la tumba.
^
AUSENCIA*
Aunque jamás mi corazón abriga
Miedo al dolor, ni se rindió al quebranto,
Hay una herida en mi alma que me obliga
A humedecer mis párpados en llanto.
¡ Qué débil soy ! En vano he procurado
Callar la voz que en mi interior resuena ;
Esa voz de las tumbas que ha brotado
En una noche de recuerdos llena.
¿Te acuerdas de esa noche? Conmovida
Me mirabas, hablando de ventura,
Y borrabas del libro de mi vida
Con tus besos las hojas de amargura.
¿Te acuerdas? ¡Cuántas ilusiones bellas
Formaron á la luz de nuestro anhelo!
¡Cuántas frases oyeron las estrellas
Sonar cruzando la extensión del cielo !
POESÍAS ESCOGIDAS 35
Solos los dos. amándonos ardientes,
Sin más testigo que la blanca luna,
Que alumbraba, bañando nuestras frentes,
Dos existencias palpitando en una :
Amándonos los dos con la creencia
De nunca separarnos en el mundo,
Sin esta tempestad en la conciencia,
Que torna en llanto nuestro amor profundo.
De aquella noche que dejó en nuestra alma
Una historia de amor y desvarío,
Parece hoy que la atmósfera de calma
Vuelve á juntar tu corazón y el mío.
Me acuerdo de las nubes azuladas
En el brillante cielo suspendidas
[> De sus horas de lentas campanadas.
De tus promesas dulces y queridas.
Me acuerdo de tu aliento soberano,
Que abrasaba mis labios con su fuego
Y de tu mano que estrechó mi mano
Como queriendo contestar á un ruego.
Y hoy, ausentes, sin vernos, sin que pueda
Oir tu voz. ni contemplar tus gracias ;
Sin enjugar la lágrima que rueda
De cada una de todas mis desgracias.
¡ Ay ! ven : que rompa tu pasión los velos
Que hoy nos apartan, y mi angustia cese;
Ven, que haré de cada astro de los cielos
Un ángel que te cuide y que te bese.
No consientas que sufra ; yo te llamo,
'Ven á alumbrar mi lóbrega existencia ;
Tú sabes que soy tuyo y que te amo
rComo el tínico Dios de mi conciencia.
Tú, la amorosa y única testigo
De mi honda pena y de mi suerte impía
36 JUAN DE DIOS PEZA
Ven, porque sufro; ven, y halle contigo
Dulce consuelo en la desgracia mía.
l>a flor de nuestro amor guarda en su broche
Un mundo de pasión y bienandanza,
Ven, y encendamos como aquella noche
Un nuevo astro de amor y de esperanza.
EN LAS RUINAS DE MITLA
A MI MUY QUERIDO AMIGO ROSENDO PINEDA.
Le temps n'outrage que l'homme.
Maravillas de otra edad;
Prodigios de lo pasado;
Páginas que no ha estudiado
La indolente humanidad
¿Por qué vuestra majestad
Causa entusiasmo y pavor?
Porque de tanto esplendor
Y de tantas muertas galas,
Están batiendo las alas
Los siglos en derredor.
Muda historia de granito
Que erguida en pié te mantienes,
¿Qué nos escondes? ¿Qué tienes
Por otras razas escrito?
Cada inmenso monolito.
Del arte eximio trabajo,
, ¿Quién lo labró? ¿Quién lo trajo
A do nadie lo derriba?
Lo saben. Dios allá arriba.
La soledad aquí abajo.
POESÍAS ESCOGIDAS 37
Cada obelisco de pié
Me dice en muda arrogancia :
Tú eres dudas é ignorancia,
Yo soy el arte y la fe.
Semejan de lo que fué
Los muros viejos guardianes...
¡Qué sacrificios! ¡qué afanes
Revela lo que contemplo !
Labrado está cada templo
No por hombres, por titanes.
En nuestros tiempos, ¿qué son
Los ritos, usos y leyes,
De sacerdotes y reyes
Que aquí hicieron oración?
Una hermosa tradición
cuya antigüedad arredra;
Ruinas que viste la yedra
Y que adorna el jaramago;
¡ La epopeya del estrago
Escrita en versos de piedra !
Del palacio la grandeza;
Del templo la pompa extraña ;
La azul y abrupta montaña
Convertida en foltaleza;
Todo respira tristeza,
Olvido, luto, orfandad;
¡ Aún del sol la claridad
Se torna opaca y medrosa
En la puerta misteriosa
De la negra eternidad !
Despojo de lo ignorado.
Busca un trono la hoja seca
En la mutilada greca
Del frontón desportillado.
Al pénate derribado
38 JUAN DE DIOS PEZA
La ortiga encubre y escuda ;
Ya socavó mano ruda
La perdurable muralla....
Viajero : medita y calla...
I Lo insondable nos saluda !
Sabio audaz, no inquieras nada.
Que no sabrás más que yo :
Aquí una raza vivió
Heroica y civilizada ;
Extinta ó degenerada,
Sin renombre y sin poder,
De su misterioso ser
Alquí el esplendor se esconde
Y aquí sólo Dios responde
¡Y Dios no ha de responder!
AL AHUEHUETE
DE SANTA MARÍA DE TULE.
¡Con qué pompa á la vista te presentas,
Titán de estas risueñas soledades !
Si sacuden tu copa las tormentas
Sollozan en tus ramas las edades.
¿Qué te puedo decir? Inspiras tanto
Que á mí me basta recoger tu nombre
Y darte mi mutismo como canto ;
i Junto á un árbol así, nada es el hombre !
POESÍAS ESCOGIDAS
AL CALOR DEL HOGAR.
EN EL ÁLBUM DE LA SEÑORA CUEVAS DE ESTEVA.
Yo no canto castillos con aventuras
Ni conozco donceles con armaduras !
Son temas para bardos de tierra extraña.
¡ Me conforman las selvas nuevas y puras
Que sin castillos tiene la Nueva España!
Antaño, en la callada noche sombría,
Cantaban con profunda melancolía
Los del amor heraldos y paladines,
Y prestaba hospedaje la celosía
Al eco de sus guzlas y mandolines.
Esos heraldos fueron los trovadores :
Peregrinos sin rumbo, de los amores;
Esmaltan la Edad Media sus tristes huellas.
En la que son sus quejas y sus dolores
Orgullo y regocijo de las doncellas.
Cerca de la poterna, bajo el almete,
Al pie de los aleros del minarete,
Burlando los escudos en la oriflama,
Dijeroñles mil veces : « no cantes, vete ;
El puñal de mi dueño sangre reclama »
Y el trovador cantando dulces canciones.
Movió en los ballesteros los corazones,
Y de peligro horrible saliendo ileso,
Huyó sin ver el fausto de los salones,
Ni recoger en premio furtivo beso.
Ya no existen aquellos tristes poetas
Que en los feudos buscaban citas secretas ;
Los de un Rey, una dama y un Dios eterno...
Hoy es otro el estilo y otras las metas,
Amor, gloria, esperanza... ¡todo es moderno I
40 JUAN DE DIOS PEZ A
Hoy decimos : « es oro lo que oro vale »,
Y la virtud es astro que sobresale ;
¡ La virtud toda gracias, toda noblezas I
La virtud que no hay jova que se le iguale,
Por ser la más preciada de las riquezas!
Yo, trovador sin guzla ni pompa vana,
Ave de las que pueblan la selva indiana,
A ti, de mil virtudes hospedadora,
No en minarete ojivo ni alta ventana.
Sino en tu hogar tranquilo, canto, señora.
Yo no busco el portillo ni los cerrojos
Que en ciudades moriscas daban enojos ;
Tu casa, de la dicha guarda raudales,
Y el zaguán de esa casa vale á mis ojos
Más que el portón herrado de los feudales.
Yo sé que sólo estimas por regocijos.
Tener sobre esa casa tus ojos fijos.
Velar todas sus horas con santo empeño,
Siendo un ángel de guarda para tus hijos.
Como eres una diosa para tu dueño.
Yo no sé si es de raso tu rico traje
Ni si en áurea carroza te espera el paje :
Yo sé que tu amor santo te da la calma :
Que tu hogar es un cielo cuyo celaje
Es la virtud que encierras dentro del alma.
Sé que tú eres la madre más amorosa,
La perfecta cristiarja, la dulce esposa
Que con blandas ternuras das fe y aliento :
¡Cómo quieren que cante tu faz hermosa.
Si más hermoso tienes el pensamiento!
Dios te dé larga vida, bella señora,
Para bien de los hijos que tu alma adora,
Que llegues á mirarlos peinando canas,
Y que puedan entonces ¡ ay ! como ahora
Sentir tu casto beso por las mañanas.
POESÍAS ESCOGIDAS 41
t SIN SOBRE.
f
Abro tu carta y reconozco ufano
Tu letra fácil, tu dicción hermosa;
Ttí la trazaste con tu propia mano
Pues el papel trasciende á* tuberosa.
Al escribirla estabas intranquila
Y ya estoy sospechando tus desvelos
Los médicos jne han dicho, que vacila
El pulso concia fiebre de los celos.
Veo tus líneas torcidas, descuidadas,
Y esto halaga mis propios pareceres
Porque sé que no estando enamoradas
Nunca escriben sin falsa las mujeres.
; Con el arrojo de tus veinte abriles,
Has escrito un aumento que me mata!
Siempre ha sido en las cartas femeniles
Importante ó terrible la post data.
No me vuelvas á ver. Ya no te quiero,
Esto me dices con desdén profundo :
Yo traduzco : ven pronto, que me muero.
De algo me sirve conocer el mundo.
Dices que consolando tu tristeza
Vas al campo á llorar penas de amores,
Así podrá tener Naturaleza
Coronas de diamantes en las flores.
Pero no viertas llanto por tus penas
Que siempre se evaporan bajo el cielo;
Las lluvias, del desierto en las arenas,
Y el llanto, entre las blondas del pañuelo.
Las horas de silencio son tan largas,
Que comprendo la angustia con que gimes ;
Las verdades del alma son amargas,
Y las mentiras del amor, sublimes.
42 JUAN DE DIOS PEZA
Inquieres con tesón si á cada instante
Busco tu imagen ó su culto pierdo.
¿Dónde está, niña candida, el amante
Que diga en estas cosas : no me acuerdo P
Quien convertir pretenda de improviso
El amor terrenal en culto eterno,
Necesjta labrar un Paraíso
Sobre la obscura cima del infierno.
¿Ves ese Sol que llena de alegría
El cielo, el mar, el bosque y las llanuras?
El trae á los mortales cada día
Nuevas dichas y nuevas amarguras.
Cada alma tiene libro que atesora
sus afectos en él. sin vano alarde;
I Cuánto nombre se agrega en cada aurora !
¡ Cuánto nombre se borra en cada tarde !
¿Quién sabe por qué anhela lo que anhela?
¿Quién será siempre el mismo, siendo humano?
Dicha, amor, esperanza, todo vuela
Sobre este amargo y turbulento Océano.
Y así preguntas con afán sincero :
¿Por qué me quieres?... voy á responderte :
Yo te quiero, mujer, porque te quiero; .1
No tengo otra razón para quererte. I)
¿Tú te conformarás con tal respuesta,
Que de mi propio corazón recibo?
Tal vez la encuentres sin razón ; pero ésta
Es la única razón por qué te escribo.
Que yo no vuelva á verte... me propones
Y aunque mi mente vacilando queda.
En vista de tu sexo y tus razones
Allá iré lo más pronto que se pueda.
FIN DE LA PRIMERA PARTE.
PARTE SEGUNDA
EL ARPA DEL A/HOR
f
I
V
HORAS DE PASIONo
I.
¡Mis versos perdona!
¡Si van atrevidos tu sueño a turbar!
No pido á la gloria su augusta corona ;
A mi alma le basta la idea de amar.
, ¡Mujer encantada!
Tú vas de venturas y goces en pos,
Yo sigo en la tierra mi triste jornada ;
Por sendas opuestas marchamos los dos.
Estrellas y flores
Tu cielo y tu mundo matizan doquier;
Mis versos te llevan mis sueños de amores
Levanta en mis sueños tu altar de mujer.
Serena y hermosa,
Ni lágrimas viertes ni sabes sufrir;
Es tuyo este libro, mi espléndida diosa,
¡Adiós! que sus dichas te dé el Porvenir.
Errante viajero
Mi senda regando con lágrimas voy ;
Mañana ¿qué importa saber que me muero?
¡Adiós! con mis versos el alma te doy.
44 JUAN DE DIOS PEZA
II.
Yo busco, yo quiero
Un ser que comprenda mis sueños de amor;
Lo busco, lo espero,
Yo soy un oriente que aguard» su sol.
¡Caricias sin nombre!
¡Ay^ sí! ¡de carisias me abrasa la sed!
¡ Feliz aquel hombre
Que en nubes y rosas convierta el pkcer!
Arcángel que arrojas
En olas de besos tu aliento á mi faz;
Son tuyas mis hojas
Mi vida es tu ofrenda, mi libro tu altar.
Escúchame, siento
No sé qué infinito misterio en mi ser;
Deten, pensamiento,
Tus abs que llevan mi culto y mi fe.
Mis versos han sido
Escritos en horas de dicha y amor;
En mi alma han crecido
Las flores que hoy buscan el aire y el sol.
Si sueñas ventura,
Si quieres viviendo sentir y gozar,
Tan bella y tan pura,
No dejes al mundo tus alas manchar.
Yo sigo tu vuelo.
Errante gaviota, mi mundo es tu amor,
Te sigo en tu cielo,
¿No siguen los astros la marcha del sol?
Yo sueño muchas dichas.
Yo espero muchos goces,
Los goces infinitos
de un amor ideal :
Yo te amo como se aman
Los seres de otros mundos.
POESÍAS ESCOGIDAS 45
Con un amor del cielo,
Sereno é inmortal.
Me basta que me mires,
Me bajta tu sonrisa,
Para esperar confiado
La paz del porvenir;
Eres como un ensueño
Que flota eternamente.
Sobre este ser que alienta
Y existe para ti.
IV.
Miré en mis sueños un ángel
Al través de una ilusión;
Trayendo en el alma un cielo
Y en las miradas un sol;
El sol para mi camino,
¡Y el cielo para mi amor!
Despierto y me hallo contigo
Y en ti presintiendo á Dios,
Eres tú el ángel, exclamo,
Que en sueños miraba yo,
Tú tienes un boI y un cielo
Y entre tu cielo y tu sol,
Debe juntar el destino
El porvenir de los dos.
Vivir así como vivo,
Sin cansarme de esperar
Unas venturas sin nombre,
Y una*? dichas que vendrán.
Sentir así como siento.
Una pasión inmortal,
Que apenas cabe en el alma,
Y siempre en el alma está.
Gozar así como gozo,
Lejos de la realidad,
46 JUAN DE DIOS PEZA
Con esas dichas del sueño
Que mueren al despertar.
No hay más amarga existencia,
Más amargura no hay,
Vivir como yo sin vida,
Tener goces sin gozar,
Siempre esperando, esperando,
Lo que esconde el más allá.
VI.
Olas de besos manda tu aliento
Olas de dicha da tu pasión;
Es todo un mundo tu pensamiento
Y un mar de amores tu corazón.
¡Ay! ¡y no basta mi amor profundo
Para que mi alma pueda alcanzar
Vivir tranquila sobre ese mundo,
Morir dichosa sobre ese mar!
VIL
Algo hay sobre tu frente más sereno;
Algo dentro de tus ojos más azul ;
Algo impalpable, mágico, divino,
Como los sueños,
Como las dichas.
Como la luz.
Algo hay dentro mi mente más inquieto;
Algo más «muerto está en mi corazón.
Algo terrible, tétrico, ignorado,
Como las quejas,
Como las sombras,
Como el dolor.
Fueron ayer un mundo nuestros sueños
Sólo ruinas y lágrimas son hoy,
¡Mañana habrán pasado en nuestras almas
Como un sollozo.
Como un suspiro,
Corno un adiós!
POESÍAS ESCOGIDAS 47
VIII.
Tú eres dichosa, tu nunca lloras,
¡Ay! tú no sabes lo que es llorar;
Sobre tu vida pasan las horas,
•Come las nubes sobre la mar.
Yo sufro y sufro porque te quiero,
¡Ay! nunca sepas tierna querer;
En los abismos donde me muero.
No hay un instante para el placer.
Cuando el destino roba inclemente
Todas sus flores á la ilusión,
El hielo nace sobre la frente,
Y es un cadáver el corazón.
IX.
Tienes los ojos muy bellos,
Tus dulces labios muy rojos,
Muy rizados tus cabellos,
Y mi alma prendida en ellos.
Va á tus labios y á tus ojos.
X.
Yo sufro y tú lo sabes... aunque quiero,
Ocultar mi dolor no tengo calma.
Cada queja es un 'grito lastimero
Empapada en las lágrimas del alma.
Te amo como ama en nuestra fértil tierra
El ave errante que en la selva mora,
Y este sagrado amor que el alma encierra
Canta en mi lira y en mis ojos llora.
Te amo con esa fiebre bendecida
Que besos da para cubrir tus huellas,
Que se derrama en flores en mi vida.
Que en mi cielo se cubre con estrellas.
48 JUAN DE DIOS PEZA
Si tú lloras á solas, si no tienes
La fuerza en el dolor, cual yo, bien mío,
Y si las flores que pisando vienes
Lágrimas sólo tienen por rocío,
Ahogaré con mis sueños tu quebranto,
Y mi ser que al mirarte se arrodilla
Pondrá sus labios, al beber tu llanto,
Trémulos de pasión en tu mejilla.
i Tu amor será mi sol ! su r^yo vivo
Rasga todas mis sombras de amargura ;
Eres bella y feliz, yo soy altivo.
Dios unió la altivez á la hermosura.
¡ Habíame como me hablas ! que tu acento
Penetre cariñoso en mis oídos,
Y que abrase en su llama el pensamiento
Y que embriague de amor á mis sentidos.
¡Mírame como miras! con dulzura.
Con la dulzura de tus lindos ojos,
Mientras sonríen ardiendo de ventura
Palpitantes de amor tus labios rojos.
Me siento todo tuyo, no te asombre;
¿Qué hay en mi ser que para ti no sea?
Desde mi débil corazón de hombre
Hasta mi santa y postrimer idea.
Te soy todo esperanza, luz, consuelo.
Dicha y afán de un alma enamorada;
Mi alma para vivir buscaba el cielo,
Y tú le das un cielo en tu mirada.
Vivo para adorarte, mi existencia,
Mis ilusiones todas, mis delicias.
Buscan en el altar de tu inocencia
La gloria y el calor de tus "caricias.
Esclavo de tu mágica belleza
Rindo mi corazón á tus amores,
Mientras alzas tu espléndida cabeza,
Astros vertiendo y derramando flores.
POES
ÍÁS ESCOGIDAS 49
i
En sueños veo tu imagen, y temblando,
He llegado á sentir ¡ falso embeleso !
Que tú me miras, que estoy te hablando,
Que me arrodillo y que me das un beso.
¡Perdóname! ¡Perdóname! El delirio
Me llega á engañar! tantos agravios,
Tanto inmenso dolor, tanto martirio
^¿No llevarán mis labios á tus labios?
XI.
Mi alma tiene misterios que á ninguno
Es dado conocer.
Ellos sobre mis horas más tranquilas
Vierten gotas de hiél!
Nunca me lo preguntes... ¡ni yo mismo
los quisiera saber!
XII.
Guardo una flor que, llena de perfume.
Me arrojaste al pasar;
Solitaria en mi estancia se consume
Y h hallaré marchita al despertar.
Aun vive y ya me llena de tristeza
Mi sacrosanta flor :
Como acaban su aroma y su belleza
¿Tendrá al fin que acabarse nuestro amor?
XIII.
Si la muerte del mundo te arrancara
Y en el mundo y sin ti quedara yo.
Aun pasados los años te encT)nírara
Muerta en la tierra, en mi memoria no.
Si hay un cielo de paz sobre mi suerte
Cuya aurora mi infancia iluminó,
Dime tú, si estaré tras de la muerte
Vivo en mi cielo ; ¡ en tus recuerdos no I
jesias escogidas.
50 JUAN DE DIOS PEZA
XIV.
Ya se apagó tras el monte
El postrer rayo del día
Y extiende la noche umbría
Su mano en el horizonte.
Melancólicas y bellas
Tenue fulgor derramando,
En el espacio temblando
Aparecen las estrellas.
Callan todos los rumores,
Gimen las brisas suaves,
Y mientras duermen las aves
Se van cerrando las flores.
Huye de mi alma el dolor
Y entre dichas seductoras.
Vuelven á sonar las horas
De los ensueños de amor.
Ven á hablarme; ya te espero..
Estando á solas conmigo ;
El cielo será testigo
De lo mucho que te quiero.
Yo te daré la ternura
Que hay en mi alma enamorada.
Ven mi virgen, ven mi amada,
A volverme la ventura.
¿Qué me importa el arrebol
De la tarde ? ¿qué la aurora ?
Para el alma que te adora
Eres el cielo y el sol.
Mira mis ojos ; en ellos
Retrataré tu sonrisa,
Mientras que besa la brisa
Los rizos de tus cabellos.
POESÍAS ESCOGIDAS 51
Ven, Dios que es todo bondad
Vela nuestro amor profundo,
Y ese amor hace en el mundo
De una hora, una eternidad.
No temas... hay en 'os dos
Un alma, una fe, un anhelo;
Si está en el amor el cielo
Está en nuestras almas Dios.
XV.
La tarde muy serena,
El cielo muy azul ;
I. a atmósfera está llena
De aromas y de luz.
Tiene mi pecho, vida;
Mi vida, juventud;
Mi juventud un culto
Y una esperanza... tú.
^P XVI.
'^^Si mi alma fué para sufrir nacida
¿Quién así pudo contrariar mi suerte?
Si estaba en el doter desfallecida,
¿Quién la arrancó de manos de la muerte?
Tú, que al cruzar los campos de mi vida
Me diste la ventura al conocerte.
Tu amor da luz al porvenir incierto
Y borra mi pasado tenebroso,
Y al corazón para las dichas muerto.
Lo vuelve apasionado y vigoroso :
El mundo ayer me pareció desierto
Y hoy, a' pensar en ti, lo encuentro hermoso.
XVIL
Sonó la media noche y solo en mi aposento
Tu amor llenaba inmenso, mi triste pensamiento,
Y solos y ya juntos hablábamos los dos.
52 JUAN DE DIOS PEZA
¡Ah! tú traías belleza y dichas y ternura;
Yo duelos y pobrezas, dolores y amargura,
Toda la suerte horrible que pesa sobre mí;
Hablamos una historia de amor y de ventura.
Escijchala, fué así :
— Yo te amo, dijiste con dulcido acent®;
Comparto contigo la pena, el tormento,
Yo soy la que sueña tu fiel corazón,
Te traigo tus gratas soñadas delicias,
Sonrisas, suspiros, sollozos, caricias,
Todo eso que llaman los hombres : pasión.
Yo sé que tú sufres, yo sé que tú lloras,
Que ves cómo pasan veloces las horas
Sin que ellas te traigan consuelo ni paz;
Yo sé que de niño tus ojos no vieron
A un ser adorado. Callaste y corrieron
Dos gotas de llanto quemando tu faz.
Yo sé que tú sufres ocultos dolores,
Yo sé que no tienes estrellas ni flores,
Y sé que me adoras y vengo hasta tí. ^^
¿Me juras amarme? /\
— Mi amor es de duelo.
— Te traigo en mis brazos las dichas del cielo.
Yo soy tu adorado; tú vives en mí.
y
Responde : ¿me quieres, me buscas, me llamas.
Me sueñas, me invocas, me sigues, me amas,
Formamos un alma tan sólo los dos?
— ¡ Ah, sí ! yo te quiero, te busco, te llamo.
Te sueño, te invoco, te sigo y te amo,
Cual aman y buscan los hombres á Dios.
— ¡Blasfemo!
. — i Perdona !
— i Lo juras !
— ¡Lo juro.
— Tu amor es mentira.
POESÍAS ESCOGIDAS 53
F
^w — Mi amor es tan puro,
^^ue nadie más puro lo puede sentir.
— ¿Qué anhelas?
— Yo anhelo mirarte á mi lado;
Ser tuyo, adorarte cual nadie ha adorado;
Contigo ser bueno, contigo morir.
¿Son ciertas tus frases?
— ¡Oh, sí! todo es cierto.
Dormido te miro, te sueño despierto
Y le hablo á tu imagen doquiera que estoy.
En ti hallo la dicha, la gloria, la calma
Y estás en mi pecho y vives en mi alma
Y velas mis pasos doquiera que voy.
— ¿Y me amas?
— Te adoro.
— ¿Con fe?
— Con locura;
;0h! nunca me niegues la inmensa ventura
De verme en tus ojos y estar junto á tí.
Que cuide tus pasos, que beba tu aliento,
Que bese tus labios, que escuche tu acento
Y nunca, no nunca, te apartes de mí.
XVIII.
Déjame ver la risa enamorada
Que entre tus rojos labios juguetea
Mientras que libre y caprichosa ondea
Tu cabellera al aire destrenzada.
Dame esa rosa pura y matizada
Que viviendo en tu seno se recrea ;
E)eja que toda mi ventura sea
Abrasarme en la luz de tu mirada.
Eres para mi vida tan hermosa,
Y más que tan hermosa, tan querida,
Que á tu alma vela mi alma presurosa;
En tu seno una flor miro prendida,
Cuando toquen mis labios esa rosa
Entre sus hojas dejaré mi vida.
54 JUAN DE DIOS PEZA
XIX.
Violetas, dulces violetas,
Emblemas de mi pasión ;
Estremecidas ó inquietas
Cual mensajeras secretas,
Habladme á mi corazón.
¡Qué arrobador embeleso
Siento al miraros aquí!
¿Qué hay en vuestro ser impreso?
- ¡ Nuestro ser te trae un beso
Que nos dieron para ti !
— Ella — Sí; la virgen bella
De los cielos de tu amor,
¿Sientes su invisible huella?
— La siento, porque con ella.
Está mi dicha mayor.
Venid, adoradas flores,
Y mis labios perfumad.
Calmad todos mis dolores
Y habladme de mis amores
Por toda una eternidad.
Con ansia amorosa y loca,
Olvidando mi sufrir,
Como el que la dicha invoca,
Puse en las flores mi boca
¡Torpe! las hice morir.
De mi pena en el exceso
Olvidé que está el dolor
Sobre mis labios impreso...
Al contacto de aquel beso
Fué muriendo cada flor.
¡Oh! pobres violetas mías,
En mi pecho su ataúd,
Murieron como los días
De ensueños y de alegrías
Que pueblan la juventud
POESÍAS ESCOGIDAS 55
Suerte cruel, que las despojas
De galas y de esplendor,
Para aliviar mis congojas
Deja el beso que en sus hojas
Puso el ángel de mi amor.
Cuando de la pena al peso
El alma sucumba ya,
Yo, con ardiente embeleso
Pondré mi alma en ese beso
Y el alma despertará.
Violetas, flores benditas,
Quedad siempre, siempre aquí;
Que en mis dichas infini-tas.
Si estáis para otros marchitas.
Estáis vivas para mí.
XX ^
Yo sé que tú guardas, alma de mi vida,
La dulce esperanza, la luz bendecida.
Por eso te quiero, por eso te adoro,
Por eso en tu ausencia te busco y te lloro,
¡ Oh ! ¡ virgen ! tú formas mi cielo de amor !
Si llega la noche me sigue tu acento,
Te lleva doquiera mi fiel pensamiento.
Doquier me acompañas y vives en mí.
Por ti ya renacen mi dicha y mi calma,
Te llevo en mi mente, te guardo en mi alma,
De fiebre de amores, me muero por ti.
Tan dulce, tan bella, tan tierna, tan pura,
Son cielos tus ojos, es sol tu hermosura,
Y Dios te acompaña doquiera que vas.
Tu voz es muy dulce; tu acento ¡qué digo I
Con toda mi vida tus frases bendigo
Si escucho en mis sueños que habiéndome estás.
Quisiera en ofrenda poner á tu paso
Mi vida, mis sueños, y entonces acaso
Me amaras con fuego, con santa pasión;
56 JUAN DE DIOS PEZA
Son tuyos los cantos que brota mi lira,
Tu rostro es el rostro que en sueños me mira,
Tus ojos alumbran mi fiel corazón.
Yo te amo como ama á Dios el creyente,
La madre á su hijo, la flor á la fuente,
La alondra el espacio do cruza fugaz,
Sin ti nada quiero, sin ti seré nada.
Mitad de mi vida, mujer adorada,
Tú formas mi mundo de gloria y de paz. ,
Quisiera en tus brazos morir de ventura,
Borrar mis pesares, calmar mi amargura,
Y viéndote siempre, dejar el dolor,
Dejar en tu frente, de blanca azucena,
La vida, la gloria, la fe que me llena;
Morir en un beso supremo de amor.
XXI.
La tarde S8 ha apagado en Occidente,
Fué un crepijsculo hermoso su agonía,
Y en un lecho de nubes transparente,
La luna asoma su argentada frente
En luz bañando la arboleda umbría.
Naturaleza toda es un santuario.
Cada flor al dormir plega su broche,
Y en misteriosa voz el campanario
Saluda el nacimiento de la noche.
El viento entre las hojas da un gemido,
Calla la tierra en soñolienta calma.
Cada pájaro inquieto vuelve al nido
Y cada sueño de oro vuelve al alma.
Es hora de soñar; en el boscaje
Cada árbol es una harpa que resuena,
Cada dulce ilusión es un miraje,
Y cada alma que flota, una azucena.
Hay en las sombras misteriosas huellas.
Hay algo como queja en los rumores,
Y hay rayos de esperanza en las estrellas,
Y hay lágrimas de amor sobre las flores.
POESÍAS ESCOGIDAS 57
Tu alma de virgen que mi amor invoca,
Viene á esta soledad muda y sombría,
Y me deja los besos de tu boca,
Y te lleva los besos de la mía.
Miro tus ojos con ardor impresos
En mi frente ya mustia y abatida,
Y siento tus caricias y tus besos
Y tu aliento de amor dándome vida.
Es un mundo de mágicas delicias
El que halla el alma aquí sin pena alguna;
Siento bajar del cielo tus caricias,
En los pálidos rayos de la luna.
Yo busco tu expresión dulce y hermosa
En esta claridad llena de encanto;
Y en cada ave que duerme, en cada rosa.
Crece y palpita tu recuerdo santo.
¿Por qué no estás aquí? ¿Por qué no vienes
Libre á gozar feliz de tus amores?
Azahares tengo para adornar tus sienes;
Serán tu alfombra el césped y las flores.
Olvidarás del mundo los agravios
Tendrás los goces que soñó tu anhelo,
Y al juntarse mis labios con tus labios
Se alzarán nuestras almas hasta el cielo.
I ^^^^'
^¿Qué tienen tus miradas, ángel mío?
Mírame siempre así;
I Qué vértigo de amor, qué desvarío
Hay en tus ojos al fijarse en mí !
¡ Mírame ! que la dicha y el consuelo
Lo busco en tu mirar.
Es el amor sin nombre, amor del cielo.
El que saben tus ojos expresar.
Astros de paz, que el corazón ardiente
Abrasan y fascinan;
Cuando vierten sus rayos en mi frente,
Tóáas mis horas tristes se iluminan.
58 JUAN DE DIOS PEZA
¡Mírame! que no tengo más ventura
Que ver tus ojos bellos.
Su claridad envuelve á tu«alma pura;
Jtjntame á tu alma al retratarme en ellos.
Mis sueños de oro, mi perdida calma,
Mis horas más tranquilas,
Todo lo que hay hermoso para el alma,
Vuelve á mí, si me miran tus pupilas.
¿Quieres verme feliz? ¿que nunca sienta
Ni pesares ni enojos?
Deja que mi alma de pasión sedienta
Beba la luz divina de tus ojos.
XXIII.
Felice tti, virgen bella,
Que sin sufrir desengaños
Miras resbalar los años.
Miras las horas volar.
Felice tú que en la frente
Llevas por luz la pureza,
Sin que nublen tu belleza
Las tinieblas del pesar.
Yo, que te amo con fe ciega,
Que con el alma te adoro.
Que sólo en tu ausencia lloro,
Que gozo cerca de ti,
En estas horas que el cielo
Hizo sonar en tu cuna.
De mis flores busco alguna
Para dejártela aquí.
Hoy me miras y te miro,
Me sonríes, te sonrío.
Sintiendo en el pecho mío.
La inmensidad de tu amor.
POESÍAS ESCOGIDAS
59
Calmando con tus halagos
Lo terrible de mi suerte;
Sin tener miedo á la muerte,
Sin doblegarme al dolor.
Hoy, sin lágrimas, sin quejas,
Alzo á ti mi voz sentida,
Como una estrofa querida
Que nace del corazón.
Tú ya sabes de mi historia
Las tristes y obscuras hojas;
Tú ya sabes mis congojas
Y comprendes mi pasión.
j Mañana ! cuando ya tengas
Más años, más fe, más calma.
Mis pobres flores del alma
Acaso llegues á ver.
Y á la luz esplendorosa
De un recuerdo linsonjero,
Dirás : « le quise y le quiero,
Porque me supo querer ».
(( Era un ser que vio en mis ojos
Su delicia y su ventura,
Le deslumhró mi hermosura,
Mi gracia le fascinó.
Poeta, me dio sus cantares.
Hombre, me dio su alma altiva,
Y su alma en mi amor cautiva
Con delirio me adoró ».
Dirás así; mientras crecen
Sobre mi tumba olvidada
Las flores que en la alborada
Se entreabran solas allí,
Sin una inscripción bendita,
Sin una dulce memoria.
Mi tumba como mi historia
Será ignorada por ti.
60 JUAN DE DIOS PEZA
Tú, feliz y sosegada,
Quizá amando á otra alma buena,
Verás deslizar serena
La vida en tu derredor.
Tendrás un hogar dichoso,
Gozarás dulce contento
Y será tu pensamiento
Nido de dichas y amor.
Mientras que á mí, nadie lleva
Las ofrendas amistosas,
Ni los lauros ni las rosas.,
Que mi mente ambicionó.
Sólo un sauce á cuya sombra
Quiero dormir sosegado....
Se alzará triste y callado
En tanto que duermo yo.
Virgen feliz y hechicera,
Fuente de luz y alegría,
Vida de la vida mía,
Única fe de mi amor.
Cuando la muerte ó la ausencia
Me envíen á mudos extraños...
Bajo el sol de tu cumpleaños.
Piensa en mí; guarda esta flor.
XXIV.
^
En cada corazón arde una llama.
Si aun vive la ilusión y amor impera,
Pero en mi corazón desde que te ama
Sin que viva ilusión, arde una hoguera.
Oye esta confesión; te amo con miedo,
Con el miedo del alma á tu hermosura,
Y te traigo á mis sueños y no puedo
Llevarte más allá de mi amargura..
¿Sabes lo que de vivir como yo vivo?
¿Sabes lo que es llorar sin fe ni calma,
p
POESÍAS ESCOGIDAS 61
Mientras se muere el corazón cautivo
Y en la cruz del dolor respira el alma?
Eres al corazón lo que á las ruinas
Son los rayos del sol esplendoroso.
Donde el reptil se arropa en las espinas
Y se avergüenza el sol de ser hermoso.
Nunca podrás amarme aunque yo quiera,
Poraue lo exige así mi suerte impía,
Y si esa misma suerte nos -uniera
Tú fueras desgraciada por ser mía.
Deja que te contemple y que te adore,
Y que escuche tu voz y que te admire,
Aunque al decirte adiós, con risas llore,
Y al volvernos á ver llore y suspire.
Yo no quiero enlazar á mi destino
Tu dulce juventud de horas tranquilas
Ni he de dar otro sol á mi camino
Que los soles que guardan tus pupilas.
Estremézcame siempre tu belleza
Aunque no me des nunca tus amores,
Y no adornes con flores tu cabeza
Pues me encelan los besos de las flores.
Siempre rubios, finísimos y bellos.
Madejas de oro, en célica guirnalda,
Caigan flotando libres tus cabellos,
Como un manto de reina por tu espalda.
Es cielo azul el que mi amor desea.
La flor que más me encanta es siempre hermosa,
Que en tu talle gentil yo siempre vea
Tu vesta tropical de azul y rosa.
Mírame con tus ojos adormidos.
Sonriendo graciosa y dulcemente,
Y avergüenza y maldice á mis sentidos
Mostrándome el rubor sobre tu frente.
62 JUAN DE DIOS PEZA
¿Yo nunca seré tuyo? ¡ay! ese día,
Obscureciera al sol duelo profundo;
Mas para ser feliz sobre este mundo
Bástame amarte sin llamarte mía.
XXV.
¡ Soplos de llama ! ráfagas que abrasan,
Olas de fuego que rodando pasan,
Y queman al pasar mi corazón...
Flores que al mundo su perfume arrojan
Y que al ir á tocarlas se deshojan...
Eso las dichas de mi suerte son.
¡Ah! ¡cuántas veces desperté creyendo
Que en un hogar dichoso, sonriendo
Conmigo estabas sola... nada más,
Y al verme aislado y pobre en mi aposento
Vi que la mayor dicha, es un momento
Que no llega jamás!
La vida es un cárcel donde encierra
El alma, las miserias de la tierra.
Odios, pobreza, soledad, dolor...
Siempre esperamos dichas y consuelo...
Y nunca, ¡nunca llegan! dime ¡oh cielo!
¿Dónde existe el amor?
En el mundo acompañan nuestros años,
La tristeza, el pesar, los desengaños.
Todas las penas míseras de acá.
El cuerpo ya cansado se derrumba...
Y el olvido nos sigue hasta la tumba.
¿Qué importa el más aUá?
XXVL
Si mi alma mártir se rompiera en flores,
Como la rompe en quejas el destino,
Yo ya hubiera alfombrado en mis amores
Con las flores del alma tu camino.
I
POESÍAS ESCOGIDAS 63
Si dieran luz, como en mi mal profundo,
Dan hoy mis ojos lágrimas de duelo,
Yo te borrara al sol en este mundo
Y con toda esta luz te hiciera un cielo.
Mas ya que mi alma triste y dolorida
Flores no puede dar, ni luz mis ojos...
Toma mi corazón, toma mi vida,
Por la sonrisa de tus labios rojos.
XXVII.
Anoche soñando que tú me querías
Vi á un ángel del cielo tranquilo bajar,
Y luego juntaba tu mano á las mías
Y yo te miraba y tú me decías :
«(Con todo mi pecho te voy á adorar ».
¡ Que vas á adorarme ! mentira, mentira.
Yo soy la desgracia sin luz y sin fe...
Y entonces el ángel solloza, suspira...
Y al irse hasta d cielo, sonriendo te mira,
Y luego... llorando de amor desperté.
XXVIII.
Celoso estoy ; mas no de otra criatura
Que te pueda querer, amada mía,
¿Quién al mirar tu espléndida hermosura
No tiene celos de la luz del día?
¿Quién al mirar tus ojos claros, bellos.
No tiembla de pasión con tu mirada?
¿A qué brisa que juegue en tus cabellos
No ha de envidiar el alma enamorada?
El eco de tu voz, apenas toca
Mis oídos y en ellos queda impreso;
Envidio á las palabras de tu boca
Porque cada palabra lleva un beso.
El aire embalsamado que respiras,
La intensa luz que tu semblante baña,
Lo que oyes, lo que tocas, lo que miras,
Todo, todo, mis celos acompaña.
64 JUAN DE DIOS PEZA
La bella flor que en el pensil galano
Siempre airosa y galana se levanta,
Envidia da si la tocó tu mano.
Celos me da si la tocó tu planta.
A ese infinito amor que mi alma encierra
Lo que se acerque á ti le causa celo...
No puede amar como aman en la tierra;
Mis celos y mi amor vienen del cielo.
XXIX.
Vuelta inquieta hora tras hora
Sin condolerse de mí,
Y el alma que ausente llora,
Te llam.a, te ve, te adora,
Y vive sólo por ti.
El destino en su inclemencia
Hoy me condena al dolor,
Mas ¿qué me importa la ausencia
Si mi amor es tu existencia
Y mi existencia es tu amor?
Muere un día, nace otro día
Y crece más mi pasión,
Y en tan ciega idolatría
Esta ausencia, amada mía,
Me destroza el corazón.
Estrella de mis amones,
¿Por qué me alejan de ti?
¿Por qué dan á tus fulgore,
Otro cielo y otras flores.
Que están muy lejos de mí?...
¿Muy lejos?... ¡No! ¿Qué barrera
De ti me separará?
Esta alma que es una hoguera,
A ti su pasión postrera
A doquiera seguirá.
No te olvides del ausente
Que va de tu huella en pos;
Piensa en el que te ama ardiente,
POESÍAS ESCOGIDAS
65
Al bailar, con aué soltura
Pone los brazos en jarras,
En tanto que en torno suyo
Canta el pueblo las «guarachas.»
En la feria de Tlacotálpam
Poesías escoíjidas.
66 JUAN DE DIOS PEZA
Cuyo labio balbuciente
No pudo decir «adiós».
Piensa en el alma abatida
Por la ausencia y el dolor,
Tan amante y tan sufrida;
Piensa mitad de mi vida,
En mis promesas de amor.
Quizá una lágrima bella
Mi recuerdo te arrancó,
Y dulce, amorosa estrella,
Sentiste brotar con ella
Lo que ausente sufro yo.
Tti, mi amor; tú, mi alegría,
Mientras yo vuelo hasta ti...
Guárdame en tu fantasía...
Vida de la vida mía,
Siempre, siempre, piensa en mí.
XXX.
Alzada en una pradera
Toda luz, vida y amores.
Cuyas sempiternas flores
Siempre están en primavera;
Junto á las frescas orillas
De un arroyo cristalino
Que refresca en su camino
Jacintos y maravillas;
Frente á hondonadas y lomas,
Siempre hermosas, siempre bellas,
Porque sólo se oye en ellas
El cantar de las palomas;
Envuelta en blancos jazmines,
Sobre los cuales volando
Pasan de tarde cantando
Bandas de colorines...
Está una humilde mansión
Tan sosegada y tan quieta,
Que es una imagen secreta
De la paz del corazón.
I
POESÍAS ESCOGIDAS 67
Entre nubes blanquecinas
Se alza pura en las mañanas
Cuando sobre sus ventanas
Se arrullan las golondrinas.
Es un palacio de amor
Donde halla quietud el alma,
Sin que perturbe su calma
La tempestad del dolor.
Viven en ellas tranquilas
Almas buenas é inocentes,
Allí están limpias las fuentes
Y serenas las pupilas.
Su campo está sin rumores,
Sus habitantes sin duelo,
Muy transparente su cielo
Y muy hermosas sus flores.
Le dan sus brisas ligeras
Besos que están perfumados;
Tiene esa mansión tejados
De mirtos y enredaderas.
Amor y melancolía
Allí sus voces levantan,
Cuando los pájaros cantan
Al primer rayo del día. ^
De la corte los engaños
Nunca empañan sus auroras...
¡ Qué dulces pasan sus horas
Y se deslizan sus años!
Allí entre goces suaves
Las almas dichas apuran,
Mientras las fuentes murmuran
Lo que repiten las aves.
¡ Qué soledad tan dichosa !
¡Qué quietud tan bendecida!
¡Qué lenta pasa la vida
En esa mansión hermosa !
AJlí las penas no abruman,
Ni los dolores espantan,
68 JUAN DE DIOS PEZA
Todos los pájaros cantan,
Todas las flores perfuman.
Siempre que la noche llega
Deja más dichas soñadas,
Pues son sombras adoradas
Las sombras que en ella riega.
Allí se vive contento,
Allí se duerme con calma,
Sin que nada enlute el alma
Ni entristezca el pensamiento.
Cada flor cierra su broche,
Cuando el sol apenas arde;
Allí es muy dulce la tarde
Y es muy callada la noche.
Durante el sueño, bajando
Dios á ese hogar, lo bendice;
Y es el zenzontle el que le dice
Las horas que van pasando.
Y si la luz se avecina
Despierta naturaleza...
Calla el zenzontle y emipieza
A cantar la golondrina.
Despiertan los labradores,
Todo rebosa alegría,
Y se alzan cantando el día
Almas, pájaros y flores.
En ella tendrán abrigo
Dos almas que lo han soñado.
Si allí te viera á mi lado
¡Qué feliz fuera contigo!
De nuevas dichas en pos
Brillarían nuestras auroras;
Allí caen á todas horas
Las bendiciones de Dios.
i
POESÍAS ESCOGIDAS
^
XXXI.
¡ Oh, tú ! mi lirio blanco, mi virgen poderosa,
A quien adoro ciego, con férvida pasión,
Cuando te miro y te hablo, mujer la más hermosa,
No sé qué aliento mágico me quema el corazón.
¡ Perdóname ! ¡ te amo ! ningún ser de la tierra,
Podrá adorarte tanto como te adoro yo
Y esta pasión sagrada que mi existir encierra
Al conocerte ¡ oh virgen ! en mi alma despertó.
¡ Perdona ! yo me duermo soñando en tu ternura.
Despierto y me enajena tu mágico esplendor.
A ti se acerca eJ alma, como la linfa pura
Se acerca á la ribera para besar la flor.
Amor es el que llena las horas de* mi vida,
El que mi ser transforma en culto de pasión,
El que en mi pecho deja tu imagen bendecida,
El que hace de tu nombre mi canto y mi oración.
Mañana, cuando al soplo airado de la suerte
Los dos nos separemos sin darnos un adiós,
Mañana que el olvido, imagen de la muerte,
Derrame sus tinieblas en medio de los dos,
Evocaré tu sombra, soñando en tu existencia,
Evocaré tíi imagen, amándote cual hoy,
Y haré menos amargas las horas de la ausencia,
Y haré florido el campo por do cruzando voy.
¡ Mujer de mis recuerdos ! mitad del alma mía.
Mañana no te olvides de quien te adora así ;
Yo quedo como un mundo á quien le falta el día.
Un mudo de pesares que acabará sin ti.
No olvides nuestros sueños de dichas y de amo-
tres,
La tierra á tu presencia me pareció un edén.
Tu velo vaporoso, tu hogar entre las flores,
Tus horas de deliquio ; recuérdalas también.
70 JUAN DE DIOS PEZA
Viajero fatigado, yo cruzo ese camino
Que apenas puedo débil seguir entre el dolor;
Me llevan mis pesares, me lleva mi destino ;
¿Qué haré sobre la tierra faltándome tu amor?
No busques de mi vida las páginas dichosas, .
Mi historia es de tormentos; nací para sufrir,
Tú fuiste, virgen bella, la que sembró de rosas '
Los campos de mi triste y obscuro porvenir.
Hermosa y seductora, sonriendo y cautivando
¿Por qué le niegas, dime, tus gracias á mi afán?
Si tú no me sonríes, si no me estás mirando,
Las sombras de la muerte mis ojos nublarán.
Por eso luego escondo mi llanto con la risa,
Con falsa dicha encubro mi tétrico dolor ;
Tus ojos como soles, tu aliento como brisa
Alumbran y eternizan las flores de mi amor.
¿Serás para mí, siempre, severa y desdeñosa?
¿Ni mi pasión inmensa, ni mi fortuna ves?
Mi vida es toda tuya, contémplame amorosa.
Mi orgullo es la corona que tienes á tus pies.
XXXII.
Hoy, en el mismo día
En que pusieron nombre á tu hermosura
Llenan los ecos de la lira mía
Los himnos que levanto á tu ventura.
Nada hay que pueda darte
Digno de ti mi borrascosa suerte,
Yo nací nada más para adorarte;
Tuyo será mi amor hasta la muerte.
No temas al destino.
El cielo que en mirarte se embelesa,
Tiene un ángel que vela tu camino,
Que baja á tu alma y que tu frente besa.
Goza dichas y calma.
Mientras yo, que al am.arte te bendigo.
p?
POESÍAS ESCOGIDAS 71
En alas de mi amor te mando el alma;
Mi alma nació para vivir contigo.
Pasen gratas tus horas
De paz, de encanto y de delicia llenas,
Yo sólo sé llorar cuando tú lloras,
Y sufro sólo con tus mismas penas.
Amarte con locura
Es el único bien que mi alma alcanza;
Verte, hablarte y oirte es mi ventura;
Ser tuyo, siempre tuyo, es mi esperanza.
XXXÍII.
Había una claridad en todo el cielo,
Que si era de la tarde la agonía,
La tarde agonizaba dando al suelo
Los besos de aquel sol que se moría.
Y volaban las horas... y con ellas
Eran más y más dulces mis amores...
Y envidiosas se alzaban las estrellas
Y avergonzadas dormíanse las flores.
Ella fijando sus divinos ojos
En mis ojos sin brillo por el llanto...
Trémulos de pasión los labios rojos,
Llena la faz de celestial encanto.
Pura, gentil, apasionada, ardiente
Emblema de ventura y de poesía...
Mi alma volaba hasta besar su frente,
Su alma volaba hasta besar la mía...
¡Nada era allí dolores ni amargura!
¡Dulces goces de amor, la vida en ellos!
¡Cómo en su frente virginal y pura.
Flotaban amorosos sus cabellos!
¡Crepúsculo de amor, noche aromada
Por las urnas balsámicas del cielo!
¿Hay mujer más hermosa y más amada
Que la mujer que consagró mi anhelo?
¿Di si hay otra alma que el amor encierra
Más inmensa al amar y más altiva,
72 JUAN DE DIOS PEZA
Que aquella alma que hallé sobre la tierra
Y tiene á mi alma en su pasión cautiva?
i Dime, noche de amor ! ¿más dicha existe
En otro corazón que la dd mío?
¿Viste otro amor, revélamelo, viste
Más fuego, más pasión, más desvarío?
Noche apacible, embalsamada y bella
Fuiste de nuestras dichas la testigo...
Mi alma ya no está en mí... vive con ella.
Su alma no vive en ella... está conmigo;
Pues nos trajiste un beso en cada estrelda;
¡Oh noche de mi amor! yo te bendigo.
XXXIV.
Escucha... ya vibra la dulce campana
Que anuncia y saluda la luz de mañana,
La luz que ha bañado tu cuna al nacer :
Mi pecho palpita de gozo profundo,
A esa hora fué un cáliz de rosas el mundo,
Y encima dos besos : tus pies de mujer.
¡Naciste!... cada astro bañaba en fulgores
La mágica senda cubierta de flores,
El santo camino que habías de seguir ;
Tus ojos se abrieron radiantes de encanto.
En eillos el cielo retrata su manto,
En ellos su aurora guardó el porvenir.
Tú eras entonces la fiel mensajera
Que anuncia una eterna feliz primavera,
Que esparce la dicha matando el dolor;
La flor que á un suspiro celeste se abría
Guardando en su cáliz los rayos del día
Por tu allma cambiados en rayos de amor.
¡Naciste! y las brisas soplaron suaves,
Se abrieron las flores, cantaron las aves,
Y sólo eran tuyos los rayos del sol..
Amor es tu culto, virtud es tu lema,
Y fué desde entonces tu vida un poema,
¡Bendita mil veces tu santa misión!
POESÍAS ESCOGIDAS 73
XXXV.
Hoy es... ya no vibra la dulce campana.
Hermosa y serena se attzó la mañana,
El sol como entonces radiante lo ves.
Mi labio temblando de gozo, te nombra,
Acércate, virgen, pondré por alfombra,
Ofrenda del alma, mi lira á tus pies.
Jamás cuando vengas á abrir estas hojas
Se agrupen en tu alma terribles congojas :
Los ángeles nunca supieron llorar.
Que nunca te fallte ni amor ni hermosura,
El cielo que guarde tu eterna ventura
Te ha dado en mi pecho tu trono y tu altar.
XXXVI.
Campo cuya tierra nunca
Besaba el sol
Sin aves, fuentes ni flores
Eso fui yo.
Sol que brillaba en el cielo
Siempre azul...
Vida en su luz derramando.
Fuiste tú.
Sol que vuelve al campo estéril
Vida y amor...
Campo que vive á sus besos
Somos tú y yo.
XXXVII.
Acabas de ver el cielo,
Con la esplendidez de Dios :
Así se ha puesto mi alma.
Espléndida con tu amor.
74 JUAN DE DIOS PEZA
XXXVII.
¿Más delirios aún?... Sombra que vienes
En alas de la noche á mi retiro;
Si es la forma de un sueño la que tienes,
¿Por qué escucho tu voz ? ¿Por qué te miro ?
¿Que pretendes decirme en estas horas
Silenciosas y lentas y sombrías?...
Huye, sombra; tú ignoras
Qué horribÜes pasan mis amargos días.
Tú, sólo sabes que con fiebre loca
Albro mi corazón á tus amores;
Pero el dolor que el alma me sofoca,
No te lo he de decir porque no llores.
Ámame con la fe de tu alma pura.
Mírame de rubor estremecida.
Habíame de pasión y de ventura
Y huye de los tormentos de amargura
Que ennegrecen las horas de mi vida.
Hay en mi alma una pena, es tan calllada
Como intensa y tenaz; forma mi anhelo,
Verla, si no extinguida, consolada;
Por eso busco siempre tu mirada;
Sólo cuando me ves hallo consuelo.
Mi siempre blanco y perfumado lirio,
No enlutarán mis duelos tu belleza;
Mi fe se aviva más en el martirio;
Mi alma tiene un refugio en la tristeza.
Tuyo es no más mi corazón ardiente.
Calman tus esperanzas mis dolores;
Y las espinas que hay sobre mi frente
Se temarán con tus caricias flores.
¡ Yo te amo ! ¡ sí ! mi labio que lo dice
Se estremece de júbilo y te llama..
El alma en el silencio te bendice
Y lágrimas de amor por ti derrama.
I
POESÍAS ESCOGIDAS 75
¡Mujer de bendición! en el incierto
Camino por do cruzo, sé mi guía,
¡Cómo te íie de olvidar! Estando muerto
Mi polvo en el sepulcro te amaría...
Si el más allá tras de la tumba es cierto..
Eternamente, te amaré, alma mía.
XXXIX.
A ti te amo no más, no más á ti
Dolores Ouerero.
A ti, la de alma tropical y ardiente
Que enamorada, á bendecirla llego,
La de ojos claros y mirar de fuego,
Que enciende y arrebata la pasión;
A ti todas las notas de mi lira,
A ti todo mi amor y mi ternura.
Porque eres tú h espléndida criatura
A quien ama con fiebre el corazón.
A ti, que eres más dulce y más hermosa
Que el primer resplandor de la mañana,
Cuando el mundo despierta y se engalana
Con el beso de luz que envía Dios ;
A ti todas mis tiernas esperanzas,
A ti toda mi fe santa y querida.
Porque eres tu la vida de mi vida
Y un solo corazón late en los dos.
Me da celos la brisa cuando pasa
Acariciando suave tu semblante,
Me da celos la fuente murmurante
Que retrata tu rostro en su cristal.
Celos, la luz que tus pupilas hiere
Si alzas tu rostro para ver al cielo.
Y hasta Dios, hasta Dios me causa celo
Cuando rezas contrita en el altar.
Yo quisiera que nadie te mirara.
Ni que tus frases sobre el mundo oyera,
76 JUAN DE DIOS PEZA
Y que yo solo venturoso fuera
Guardándote en mi propio corazón.
Porque eres ttj la vida de mi vida,
Que yo idolatro con amor ardiente
Y quisiera vivir eternamente
Extasiado contigo, de pasión.
XL.
Deja que arrodillado me embelese
En ti, mi única inmensa adoración.
Déjame que te abrace, que te bese.
Junto á mi corazón tu corazón.
Deja que se haga eterna aquesta hora
En que me ves y me hablas, vida mía,
Que llore mi alma cuando tu alma llora,
Que ría mi labio cuando el tuyo ría.
Deja que Dios sea el único testigo
De esta pasión que el corazón abrasa.
Deja que muerta de pasión contigo
Mientras la vida transitoria pasa.
Y así, siempre á tu lado y de rodillas,
Olvidado del mundo y sus enojos.
Sintiendo en mis mejillas tus mejillas
Y mirando mis ojos en tus ojos ;
Sintiendo que las ondas de tu aliento
Van con las ondas de mi aliento, unidas.
Estando en oración mi pensamiento,
Y en éxtasis latiendo nuestras vidas,
Sabrás por qué mi corazón se viste
De luto que contagia mi cariño,
Sabrás por qué mi frente está tan triste
Desde mis horas plácidas de niño.
Yo te diré qué amargo desconsuelo,
Qué horrible maldición de la fortuna,
Como un negro crespón sobre mi cielo.
La suerte descorrió sobre mi cuna.
I
-i-
POESÍAS ESCOGIDAS 77
Sabrás todo lo que hay dentro mi mente,
Y que sólo por ti disfruto calma,
Y besarás mis ojos y mi frente,
Y tú serás la adoración de mi alma.
XU.
¿Podré dejar de amarte cuando has sido
La redención de todos mis dolores,
Y te podré olvidar cuando he nacido
Sólo para vivir de tus amores?
No puedo estar sin ti... pasa un momento
Y al no mirarte me estremezco y lloro,
Y te grita la voz del pensamiento :
Ven, yo con todo el corazón te adoro.
¿Y tú me hablas de ayer? ¿y es tu reproche
Desgarrador y amargo?... ¡suerte impía!
¡Ayer! eterna y tenebrosa noche
Que cambiaste en aurora, vida mía.
Tú, sólo tú le volverás la calma
A este mi corazón que en ti palpita;
I Y tú serás la adoración de mi alma
Inmaculada, espléndida, infinita!
XLII.
¿No has visto á la media noche
Cuando duerme la natura,
Esas nubes tan negras, tan tristes
Que empañan la luna?
Luna que llenas el cielo
De mi amor, de mi ventura,
Nubes negras que se alzan del alma,
Los celos te nublan.
¿No has visto cómo en el árbol
Los pajarillos saludan
A esos bellos celajes que prende
La aurora en su túnica?
78 JUAN DE DIOS PEZA
Celaje de oro, que rompe
De mis pesares la bruma,
Desde el árbol de mi alma, mis cantos
Te llaman, te buscan.
¿No has visto en la Primavera,
Que límpido el sol fulgura,
Cómo se abren las flores y el campo
Tranquilas perfuman?
Primavera eternal de mi vida.
Tu amor me perfuma.
Son tus ojos dos soles que siempre
Me animan, me alumbran.
¿No has visto al niño en el templo
Frente baja, boca muda,
Adorar con la fe de la infancia
A Dios que lo escucha?
Así yo, frente al destino
Que me mostró tu hermosura.
Te idola^o con esa fe inmensa
Que se alza en la cuna.
Una estrella que el misterio
Encendió sobre mi angustia.
Ilumina felices dos almas,
Felices, por juntas.
¿Qué importa que nuestra suerte
Esté dudosa y obscura?
¿Quién podrá separar en la tierra
Mi vida y la tuya?...
XLIII.
Anoche cuando dormía
De cansancio fatigado.
No sé qué sueño dorado
Flotó sobre el alma mía...
Recuerdo que te veía.
POESÍAS ESCOGIDAS
79
Que tú me estabas mirando,
Que yo te estaba contando
Mi vida triste, muy triste;
Que después despareciste
Y abrí los ojos llorando. -
XLIV.
Murió otoño... el viento frío,
Ahuyenta á los ruiseñores,
Y en el campo no halla flores
Donde posarse el rocío;
Un árbol triste y sombrío
Alza sus ramas al cielo.
Mata sus fuerzas el hielo,
Las rompe el viento en astillas,
Y sus hojas amadlas
Poco á poco caen al suelo.
En mi alma así las pasiones
Dejando un dolor eterno,
Vinieron como el invierno
A matar mis ilusiones ;
Llanto, pesar, decepciones,
Guardaba mi corazón.
Y cuando era mi ambición
Buscar refugio en la muerte,
Plugo al cielo conocerte
Y volver á la ilusión.
El árbol que en la pradera
Causaba al verlo congojas,
Vistióse de nuevas hojas
Al nacer la primavera.
Yo, que como el árbol era,
Sin protección, sin abrigo,
Presa del cruel enemigo
Del alma, la decepción,
Al darte mi corazón
Hallé la vida contigo.
80 JUAN DE DIOS PEZA
XLV.
Moría la tarde, y la noche
Su obscuro velo tendía.
Cada ave se recogía,
Cada flor cerraba el broche,
Y yo aislado,
Solamente acompañado,
De tu imagen seductora,
Por tu recuerdo animado.
Miré en la tarde la aurora
Porque tú me habías mirado.
Ama el poeta á la natura,
Ama á Dios el serafín.
Pero ni el poeta ni el ángel
Aman como te amo á ti.
Cada flor derrama esencia,
Cada estrella vierte luz,
Pero ni flores ni estrellas
Me deslumhran como tú.
Te veo más linda que el campo,
Más pura que el cielo azul,
Y t© amo con toda el alma
Pues toda el alma eres tú.
Dicen que los niños duermen
Bajo las alas de un ángel...
Y yo no envidio á los niños.
Porque me vela tu imagen.
Tu imagen que para el alma
Es dulce como una madre,
Como una hermana, bendita,
Y ardiente, como un amante...
Dime, tú, mujer del cielo,
¿Por qué calmas mis pesares?
Al dormir cierro los ojos
Y no dejo de mirarte...
Porque si jo no te viese
POESÍAS ESCOGIDAS 81
No sería porque cegase,
Que tan sólo es ciega el alma
Cuando es el cuerpo un cadáver,
Y te he de ver mientras vivas
Como á Dios, en todas partes.
Vi un ave cruzar el cielo,
Y pregunté : ¿A dónde va?...
Y ella sin parar el vuelo,
Me respondió : « Voy allá ».
Allá, me dije : ¡ quién sabe !
Y ella me vio entristecer;
Que tuve celos del ave
Creyendo que te iba á ver.
Llegué al templo temblando
De alguna creencia delirante en pos ;
Vi al sacerdote alzando
La blanca forma en que se oculta Dios.
Era el primer albor de la mañana.
Todo era santo y misterioso allí...
(( De rodillas », nos dijo la campana,
Y no me arrodillé... pensaba en ti.
Alguien me dijo : ¡ Impío I
Póstrate conmovido en oración.
Y respondí, mirándole, bien mío :
« Orando está mi ardiente corazón ».
XLVL
No quiero que el aire aliente
Ni que nos alumbre el sol,
Ni que haya en la planta flor
Ni juventud en el alma
Ni en la juventud pasión.
Que todo y mejor que todo
Es para mi ser tu amor,
Y sin tu amor, vida mía,
Nada, nada quiero yo.
oeslas escogidas.
82 JUAN DE DIOS PEZA
XLVII.
Era todo un mar de oro el horizonte;
Sobre la cima del helado monte
Se derramaba en orlas la púrpura del sol ;
Y suspendido en el azul del cielo
Esplendido flotaba como prendido á un velo
El último celaje de nácar y arrebol.
Abriendo sus corolas las flores vespertinas,
Buscando el dulce nido las negras golondrinas,
Humilde á su cabana volviendo el labrador.
Todo lo que aparece al espirar el día
Se retrataba inmenso dentro del alma mía,
Del alma donde vive la lumbre de tu amor.
Yo, que miraba absorto la natura
Pensando en tu belleza, pensando en tu ternura
« Voy á cantarla » dije, para gozar así.
Y frente á tus encantos, hice, vibrar mi lira ;
Vibró, pero en silencio. Naturaleza inspira,
Pero mi lira es sólo para cantarte á ti.
(Me dormí oyendo el alma
No sé qué dulce concierto,
Y en esa hora las campanas
Estaban tocando á muerto,
Y una voz pausada y lúgubre
Rezaba por el que fué.
Y yo sin que nada santo
Mi corazón consolara.
Dejé sonar esos dobles.
Dejé á la voz que rezara. .r.
Pasaste junto á esa tumba
Y al verte resucité.
XLVIII.
No me preguntes nunca
Si he amado á otra mujer antes que á ti ;
Qué aunque yo te lo niegue
Te ha de decir el corazón que sí...
i
POESÍAS ESCOGIDAS 83
Y no es porque haya sido
Que á nadie más que á ti, mi alma adoró,
Y en el amor inmenso
Causa celos el tiempo que pasó...
Perdóname que débil
Te acuse de otro tiempo y de otro amor,
Yo sé que no has amado,
Pero al pensarlo muero de dolor.
Los celos nos devoran
Y por esto sufrimos, bien lo sé :
Nuestras almas se adoran,
I Qué nunca falte á nuestro amor la fe !
Cada noche cuando duermes
Soñarás en que voy,
Lejos, muy lejos, muy lejos
De donde vivimos hoy.
Yo cada noche llorando
Que me olvidas soñaré,
Y que te vas y que vives
Muy lejos de donde esté...
Pero no temas, no temas
Que ese sueño no será :
Siempre el que tiene la dicha
Sueña con que se le va.
XLIX.
Si el terrible poder del destino
Nos llegase á apartar algún día.
Aunque sigas opuesto camino
Tu alma siempre estará con la mía.
¿Quién dos almas que se aman divide
Aunque el dardo de ausencia nos hiera?
No me puedes pedir que te olvide
Porque no has de querer que me muera.
84 JUAN DE DIOS PEZA
¿Cabe la eternidad en un instante?
¡ No ! ¡ No puede caber !
Y, sin embargo, cuando estoy contigo
Siento la eternidad, si tú me ves...
El amor infinito es un misterio
Y todo lo imposible cabe en él.
LI.
Tengo una sombra sobre mi cielo,
Dentro del alma tengo un dolor,
Sombra de duda
Sombra de cielo,
Sombra que empaña mi ardiente amor.
Mata esa sombra con tu ternura,
Viertan tus ojos con su expresión,
Luz infinita,
Luz de ventura,
Luz que ilumine mi corazón.
¡ A^y I tú no sabes que sufro y lloro,
Si no te miro, si no me ves,
Porque te quiero.
Porque te adoro.
Porque está mi alma bajo tus pies.
LH.
¿Que te pueda olvidar? más fácil fuera
Callar al corazón,
Dejar sin pensamiento mi cerebro,
Y mis pupilas sin la luz del sol...
Aunque me despreciaras, aun* entonces
Te adoraría cual hoy,
Ttí, que orando te elevas hasta el cielo
Pregtjntaselo á Dios,
Todo puedes pedirme, hasta la muerte,
Pero pedirme que te olvide... ¡no!
POESÍAS ESCOGIDAS
85
Lili.
No hay un cielo más hermoso
Que el de un amor en el alma,
Ni horizonte más sereno
Que el que finge la esperanza;
Mas ¡ ay ! que si el desengaño
Su sombra en ello derrama,
Ese cielo se obscurece,
Ese horizonte se apaga,
Y en vano vi.enen las quejas
Y en vano brotan las lágrimas ;
Vivir es tener el pecho
Lleno de amor y esperanza
Y ¡ ay de aquel á quien la suerte
Sus ensueños arrebata !
¡ Ay de aquel que nada espera I
¡ Ay de aquel que ya no ama !
i Qué tiene dolor sin quejas,
Que llega á llorar sin lágrimas !
Es una tumba su pecho,
Es un cadáver su alma,
Su porvenir una sombra
Y su pasado un fantasma.
I Vida de mi ardiente vida *
Mi corazón te idolatra;
Tu amor llena mi existencia
De ilusión y de esperanza,
Y si tu amor se extinguiere.
Si mi esperanza se acaba,
Si te ausentas y si dejas
En el olvido á mi alma,
Y si hasta mi nombre borras
Y mis promesas más santas;
Mi amor enfrente á tu olvido
Mantendrá viva su llama;
Vivirán mis ilusiones,
Vivirán mis esperanzas,
Porque amando y esperando
¿Qué corazón no se salva ?
JUAN DE DIOS PEZA
LIV.
< Soné que sonabas
¿Sueñas? despierta, que se acerca el día;
Ella hablando dormida : Te amo, sí,
¿A quién hablas tan dulce, vida mía?
Despierta, tengo celos ¡qué agonía!
¡Quizá durmiendo se olvidó de mí!
Ella : Tú formas mi pasión, mi anhelo,
¡Calla! Una vida animara á les dos.
¡Despiértate!... ¿A quién hablas? ¡tengo celos!
Ella al abrir los ojos : « Tú en el cielo »
LV.
Mi vida es como el mar ; tiene en sus horas
La agitación que lo levanta airado,
Cuando envuelto en sus ondas bramadoras,
Se arrastra el huracán desenfrenado.
¡Ay! cuando esquiva tu mirada ardiente
No la fijas en mí, que te amo tanto,
Mi vida es como un mar se agita hirviente
Y son su tempestad, quejas y llanto.
Cuando amorosa y tierna cual ninguna
Fijas en mí tus lánguidas pupilas,
Mi vida es como un mar donde la luna
Alumbra olas calladas y tranquilas.
A tu voz celestial, mis ilusiones
Despiertan siempre mágicas y bellas,
Y tienen con tus dulces expresiones
Mi mundo flores y mi cielo estrellas.
¡ Mi vida es como el mar ! tií la dominas
Y vences su arrebato y sus furores ;
Cambias en blondas de oro sus neblinas.
Su estéril playa, en piélago de flores.
p
POESÍAS ESCOGIDAS 87
Se le opone el destino y lo derrumba,
Vence por ti las leyes de la suerte
Y salva los abismos de la tumba
Y enciende las tinieblas de la muerte.
LVI.
¡Oh, virgen del amor! es tu mirada
La mágica expresión de la pureza
Que irradia en el fulgor de una alborada ;
Y coronan tu frente inmaculada
La juventud, la gracia y la belleza.
Eres la predilecta, la escogida
Del genio que protege la ventura ;
La flor en el desierto de la vida.
La reina en el vergel de la hermosura.
Cruzas la tierra y con tu leve planta
Vas, al pisar, acariciando el suelo,
Y tu sonrisa virginal y santa
Es un reflejo del amor del cielo.
Eres esbelta ; la flexible palma
Te dio su gentileza y gallardía...
Y al conocerte i religión del alma !
Te hallé como mi amor te presentía.
¡Cómo no idoloírarte estremecido '
De infinita pasión ! ¡ Cómo no verte
Estando en tu mirar embebecido !
Nunca este amor extinguirá la suerte
Ni podrán en mi mundo obscurecerte
Los cendales de niebla del olvido.
¡ Oh mi púdica y pálida azucena !
Mi vida que en el tedio se consume,
Surge de amor y de esperanza llena
Y encuentra redención con tu perfum#.
JUAN DE DIOS PEZA
Te vi, y el corazón basado en fuego
Suspendió su latir... te conocía...
Se nublaron mis ojos ¡ay! y luego
Voló á tu corazón el alma mía.
Busqué en vano la calma de otras horas,
Y evoqué con los sueños del pasado
De otra edad las fantásticas auroras;
Y fui feliz y me soñé á tu lado.
Este amor que halla el Universo estrecho
Para poder vivir, Dios es testigo
Qué á tu presencia se encendió en mi pecho,
¡ Dios eabe bien que morirá conmigo I
LVII.
X
¿Te acuerdas de aquel día
En que el trocarse en realidad mi anhelo,
Era la vez primera que veía
Tu rostro que en mis sueños presentía,
Tus lindos ojos de color de cielo?...
Era en el mes de encantos seductores,
Cuando sólo hay perfumes en la brisa,
Y el cielo es muy azul, hay muchas flores...
Mayo, que retrataba tu sonrisa,
Doquier vertiendo juventud y amores».
Te» conocí cuando la amarga pena
Hería mi corazón; tras esos años
Cuyo recuerdo horrible me envenena,
¡ Ah ! ttá de vida y esperanza llena.
Llorando yo mis tristes desengaños.
¡ Divina encarnación de sueño hermoso !
Del edén inmortal ángel proscrito,
Al eco de mi acento cariñoso
Escuché de tu labio tembloroso
No sé qué de espontáneo y de bendito...
POESÍAS ESCOGIDAS
¿Me amabas? ¡no lo sé! ¿quién interpreta
El misterio de un alma recatada
N quien el soplo del dolor inquieta?
Al estrechar tu mano fui poeta,
¡ Me soñé un dios, sintiendo tu" mirada !
Me deslumhraba tu mirar divino,
A tus plantas caí rendido y ciego,
Y siendo sobre el mundo un peregrino
Puse á tus pies mi corazón de fuego.
Hice de tu alma el sol de mi destino.
Hablamos de tu suerte y de mi suerte,
Y tu acento de amor, dulce y querido,
Me salvó del olvido y de la muerte ;
¡ Ah ! yo te amaba ya, sin conocerte,
Mi alma te había esperado y presentido.
Así... pálida y casta... tu belleza
Como un astro de amor dulce y profundo,
¡Jova de la sin par Naturaleza!
Espléndida y altiva tu cabeza
Y la mirada desdeñando el mundo.
Así te presentí... tus ojos bellos
De miradas serenas y tranquilas
Como el alma que Dios puso tras ellos...
La aurora con sus vividos destellos
Envolviendo la noche en tus pupilas.
Al conocerte, trémulo y de hinojos,
Tus manos estrechaba entre mis manos.
Sin pesares ni lágrimas ni enojos...
Y sorprendí una lágrima en tus ojos
Divinos, celestiales, soberanos...
¿Lloras?... y tu alma ruborosa dijo:
Lloro al sentir que quiero y soy querida...
Por eso nada más lloro y me aflijo...
El amores de Dios, Dios lo bendijo,,
Y él unirá tu vida con mi vida.
00 JUAN DE DIOS PEZA
Y despertó tu celestial acento
A mi alma que de pena se moría,
Y me enseñó á vencer el sufrimiento ;
Tú sabes ya que desde aquel momento
Mi vida es tuya, tu existencia es mía.
UVIII.
¡Oh, Sirio! fiel testigo
De mis horas de amor, dulces, y bellas,
Tú que la viste conversar conmigo,
¿No me envidiaste, oh rey de las estrellas ?
Si das ventura y caima,
Da calma y haz feliz á su hermosura,
Como á los goces del amor del alma
Diste á los rayos de tu lumbre pura.
Huye siempre al ruido
El casto amor sin mancha y sin reproche,
Y mientras más ardiente y más sentido.
Más vive en los misterios de la noche.
En las horas tranquilas
En que me habló feliz y enamorada.
Buscando tu fulgor en sus pupilas
Te vi palidecer en su mirada.
Ella es tan pudorosa,
Que al decirme te amo se estremece.
Porque su voz dulcísima y hermosa,
De pasión en sus labios enmudece.
Ella es de gracia llena,
Caléndula de amor, que cuida el cielo;
Pura, como la bóveda serena
Donde prosigues tu callado vuelo.
I Oh Sirio ! estrella santa,
Astro de nuestro amor dulce y bendito.
POESÍAS ESCOGIDAS 91
¡Cuánto en mis horas de pasión me encanta
Verte cruzar el piélago infinito I
Desde la tierra, juntos ; ese día
Te llamaré la estrella de mi suerte,
La estrella de mi amor, la estrella mía.
LIX.
¡Deidad del alma mía!
¿Adonde, adonde estás para que llenes
De luz y amor mi ardiente fantasía?
Tti, que en las horas de mis sueños vienes,
Y de la noche entre la augusta calma
Viertes en mí tus gratos embelesos,
Como una lluvia de amorosos besos
Sobre 'as flores del Jardín del alma.
¿Adonde, adonde estás? Eres la estreUa
Que en mi horizonte apareció encendida,
Para adumbrar tan pálida, tan bella
Las horas más amargas de mi vida.
Cuando en la infancia trémulo y creyente
Bajo la augusta bóveda cristiana.
Llegue sumiso a doblegar la frente
Al armónico son «ie una campana ;
¿Eres tú la que mágica y hermosa,
Del sacro altar bajo el dosel inmenso
Te alzabas como forma luminosa,
Arropándote leve y misteriosa
En las azules nubes del incienso?
Presentimiento que á mi pecho vino
Y despertó las gratas ilusiones
Que quedaban y embellecen mi destino;
¿Surgiste entre mis negras decepciones
Vencedora inmortal de mi destino?
Venciste mi alma y te llamó su egida.
Llegaste al corazón y te ama ciego...
Y eres ya tan amada y tan querida,
Que olvidado de ti tendría en la vida
Mi alma sin fe corazón sin fuego.
92 JUAN DE DIOS PEZA
Deja que con tu amor pasen mis años,
Vuelen mi horas y huyanse mis días,
En pos de sacrosantas alegrías,
Lejos de dolorosos desengaños.
Tú me has visto llorar, como se llora
De dicha y de pasión, lágrimas santas
Que redimen al pecho que te adora.
¡Mírame cómo tiemblo ante tus plantas!
Tú calmas mi pesar y mis enojos...
No te apartes de mí. que si te alejas
¿A quién daré mis quejas?
¿A quién ¡ oh Dios ! se volverán mis ojos ?
¡Yo vivo de tu amor! Es mi existencia
Culto de un porvenir que nadie alcanza;
Has encendido el sol de mi creencia,
Dando vida á la flor de mi esperanza.
¡Amor! la ley suprema, la harmonía
Que llena el cosmos y engrandece al hombre,
Al mirarte la siente el alma mía,
j^En mí palpita al escuchar tu nombre...
¡Eres mi prometida! la que tiene
Toda la luz del sol en la mirada,
La que en mis noches solitarias viene
Y está en mi ardiente corazón grabada.
Mi juventud, mis horas intranquilas
Las llena mi pasión, te adoro ciego.
La claridad que envuelve tus pupilas
Es un cielo de amor y un mar de fuego.
Al recordarte el corazón te admira,
Tu ser lo lleva el corazón impreso,
Y al cantarte, las cuerdas de mi lira
Saben vibrar como el rumor de un beso.
J^ ¡Te adoro, sí! bajo tu dulce encanto
Vive mi juventud, y ardiente y loco,
Río con tu risa y lloro con tu llanto.
Y te amo tanto, tanto,
Que ante mi amor el Universo es poco.
Nunca podrá terrible la amargura
Borrar del corazón joven y ardiente
/
POESÍAS ESCOGIDAS 93
Este fuego de amor y de ventura
Que siento arder en mi alma y en mi frente.
Mas ¡ay! ya sé que todo lo querido,
Todo lo que ama el alma enamorada,
Se apaga entre las sombras del olvido ;
Qué todo es ilusión... es humo... ¡es nada!
Sé qué van las doradas ilusiones
A un abismo sin fin ; que nada queda
De los goces que fueron sin mancilla,
Y que tampoco al recordarlos rueda
Una lágrima amarga en la mejilla.
j Triste destino del que llega al mundo !
¡Breves se van los venturosos días!
¡ Ay ! ¡ si pudiera con mi amor profundo
Hiciera eternas las venturas mías!
¡Mujer de bendición! tú, la que llenas
De ensueños y de amor todas mis horas,
La que das á mis muertas azucenas
El rocío de las lágrimas que lloras,
¿Me podrás olvidar?... Te amo y te veo
De fe llenando el corazón ateo,
De fuego á el alma pesarosa y fría.
Yo vivo del amor; mi afán profundo
Es encontrar en ti dicha y consuelo ;
Lejos estás de la pasión del mundo.
Yo te consagro la pasión del cielo.
Te busco en mis ensueños y te sigo
Por doquiera que vas; pues que te amo,
Y en medio de mis penas te bendigo
Y con la voz del corazón te llamo.
Quiero ser todo tuyo y me embeleso
Con mis noches de amor ¿no habrá ninguna
En que miremos al rumor de un beso
Temblar de amor los rayos de la luna?
¡Oh! mira cuan inmenso es el hastío
Que me consume el alma y la devora
94 JUAN DE DIOS PEZA
Siempre que miro el porvenir sombrío,
Callando al corazón que amargo llora.
¡Alma del alma! ¡sol de mi camino!
Faro que al puerto venturoso guía,
Si llega á separarnos el destino
¿Qué será sin tu amor la vida mía?
LX.
No sabes lo que siento, si fijas tu mirada
En mí, con amorosa dulcísima expresión.
Mi sangre como una ola de fuego arrebatada
Me llena, me sofoca, me a"brasa el corazón.
¡ Oh ! ¡ veme, veme siempre ! Tus ojos son tan bellos
Que en vano envidia el cielo su dulce claridad,
Me miras con el alma; cuando me ves, con ellos
Amor está en tus ojos como una eternidad.
Cuando me ves, mis horas deslízanse tranquilas
Y en vano á mi alma llegan las sombras del pesar :
Si un cielo está escondido detrás de tus pupilas,
Transpórtame á ese cielo con sólo tu mirar.
¡ Encanto de mi vida ! Mujer idolatrada.
La diosa y soberana que impera en mi existir,
Que no me falte nunca la luz de tu mirada
Para sentirme tuyo, para poder vivir.
Yo te amo con inmensa, con ciega idolatría.
Eres mi solo ensueño, mi encanto y mi pasión,
Si no quiere la suerte que te contemple mía,
¿Por qué no rompe y mata mi triste corazón?
Mírame, y que tus ojos divinos, seductores.
Se aduerman mientras busco en su mirar á Dios;
Ttj eres sobre la tierra el Dios de mis amores
Y tus miradas unen las almas de los dos.
Por tanto que te adoro, por tanto que te quiero,
Por este anhelo eterno de verte sin cesar,
Si sabes que estoy triste, si sabes que me muero,
Devuélveme á la vida con sólo tu mirar.
POESÍAS ESCOGIDAS 95
I Habla... no temas nada... mi corazón te adora,
i El cielo de mis sueños encenderá su aurora,
I Mis esperanzas todas se encenderán también.
Tus juramentos guardo dentro del alma impresos,
Sobre mis labios arde la fiebre de tus besos,
¡Acércate... no temas... estamos solos... ven.
i
Tu mano entre mis manos... tus ojos en mis ojos,
Sin dudas ni pesares, sin lágrimas ni enojos,
Dime tus pensamientos, tu sueño tu ambición.
i Reclinaré en tu seno mi frente enamorada,
I Quiere beber el alma la luz de tu mirada,
I Quiero escuchar latiendo tu virgen corazón.
I Mírame... dime todo, ¡tiemblas! por que, mi vida,
i Estamos en el cielo, tu frente está encendida.
I Respóndeme... es la dicha la que sintiendo estás.
Deja que yo me muera teniéndote á mi lado,
Incendíeme la frente tu aliento embalsamado,
I Mátame con tus labios, besa, bésame más.
r» Nadie en esta hora dulce será nuestro testigo,
' Estás dentro de mi alma para tener conmigo
j La realidad del cielo, la ausencia del dolor,
j Yo vivo para tu alma que apura las delicias
I De todos sus sollozos, de todas sus caricias,
De todos esos. miedos sin nombre, de tu amor.
Cuando mes ves, no siento desvanecerse el día.
Mis labios no hablan, cantan, cuando te llaman mía.
Me faltan corazones para adorarte más.
Tú eres el dios del alma á quien venera sola.
Mírame... así me siento rodeado por la aureola
Que la ventura esparce por donde quier que vas.
No encuentro hermosura rival de tu hermosura,
Creo sólo en la pureza que tu mirar fulgura.
La eternidad la siento, viviendo para ti.
96 JUAN DE DIOS PEZA
Tú eres... no sé... el lenguaje es árido y mezquino,
Eres luz, dicha, gloria, felicidad, destino.
Lo espléndido, lo grande, eso eres para mí...
Vivir siempre adorándote besar todas tus huellas,
•Oir tus dulces frases para soñar con ellas,
Morir entre tus brazos temblando de pasión; ,
Pensar lo que tú piensas, tener tu mismo acento,
Hallar vida en tus labios, y respirar tu aliento,
Teniendo nuestras vidas un solo corazón.
Seguirte como esclavo, cuidarte como dueño,
Velar cambiando en ángel las horas de tu sueño
Seguir junto contigo del porvenir en pos.
Esa es mi vida, virgen, desde que yo te adoro,
Tú eres del alma el único, el sin rival tesoro,
Al verte me arrodillo... Mujer, sé tú mi dios.
LXII. >'
A tus plantas, mujer encantadora.
Vengo á poner mi corazón de fuego ;
En la noche del alma eres la aurora,
Y ávido de tu luz, temblando llego.
Yo sé que puedes dar á mi existencia
Todo ese bien que le negó la suerte;
Por eso bajo el sol de tu presencia
¡Ámame! grita el corazón al verte.
El célico fulgor de tus miradas
Que irradia en el azul de mis amores
Dio brillo á mis estrellas apagadas
Y dio perfume á mis marchitas flores.
Vengo á pedirte con amante anhelo,
Para mi corazón delicia y calma,
Y á poner á tus pies, mujer del cielo,
Las puras flores del amor del alma.
Como al templo de Dios penetra el niño
Y hasta el sagrado altar trémulo avanza;
POESÍAS ESCOGIDAS
97
Y al tronar de los fusiles,
El grito de ¡Viva Méijco!
Brotando de aquellas bocas,
Va con su postrer aliento
Por el cielo de la patria
En nubes de gloria envuelto.
El prisionero de Papazindán.
'cesías vaciifiidas.
JUAN DE DIOS PEZA
Al santuario inmortal de tu cariño
Vengo, mujer, temblando de esperanza.
Ni tu piedad, ni compasión reclamo,
Una mirada el corazón invoca,
Siento en la inmensidad con que te amo
Tus besos palpitar sobre mi boca.
Siento en la soledad tus pasos breves.
Oigo tu voz en mi redor sombrío;
Y cada vez que pasas, que te mueves.
Llenas de luz el pensamiento mío.
Perdóname este amor, son mis dolores
Disfrazados de goces en mi pecho,
Es un perenne manantial de flores
En suspiros y lágrimas deshecho.
Perdóname este amor... busco tus ojos,
Sigo tu sombra y besé tus huellas,
Para cambiar en rosas mis abrojos.
Para cambiar mis nubes en estrellas.
Rompe con tu cariño la cadena
Que me une con la sombra y el quebranto,
Una palabra calmará mi pena,
Una caricia enjugará mi llanto.
Tú eres mi redención... y antes que muera
Sobre la cruz de mi dolor impío,
Ven á esta soledad donde te espera
El alma que te adora, encanto mío.
LXIII.
¡Oh noche, la más hermosa
de todas las de mi vida!
En ti mi alma estremecida
Para amar resucitó...
Y tú envolviste á mi pecho,
De pasión viéndolo ciego.
POESÍAS ESCOGIDAS 99
En la atmósfera del fuego
Que necesitaba yo...
Contando sobre esta tierra
Apenas veintitrés años,
¡Qué huracán de desengaños
Soplaba en mi corazón!
Y tú, noche, tú le has dado
Para calmar mis dolores,
Estrellas, aves y flores
Al mundo de mi ilusión.
A ver... ¡qué solo y qué triste
Cruzaba yo mi camino!
El látigo del destino
Siempre me hirió sin piedad.
Llevando enferma y marchita
Sin porvenir y sin calma,
Por mis pesares el alma
Envuelta en la obscuridad.
Ella, noche, tú le diste
Tu inspiración, tu grandeza,
Cuando al sol de tu belleza
Ma hiciste resucitar,
Y la miré enternecida
Y ella me miró de hinojos,
Y al hallarse nuestros ojos
Dijimos « amar » <( amar ».
Y cubiertos con el manto
Que tú extendiste sombrío,
Su corazón junto al mío,
Nuestras almas junto á Dios...
Juramos ser uno de otro
Entre el placer y la calma
Tener qíi el mundo un alma
Y morir juntos los dos.
Danos tú. noche bendita,
Tu sereno y dulce manto.
Haz que sea eterno el encanto,
De esa hora de bendición..
100 JUAN DE DIOS PE2A
Y en esta tierra mezquina
Sin llanto ya y sin dolores
Eterniza mis amores
Eterniza mi pasión.
LXIV.
Dices que todas las flores
Te seducen y te encantan,
Pero que de todas ellas
Prefieres la rosa blanca.
Esos pétalos de nieve,
Esa corola sin mancha
Ese perfume divino
Qué de su cáliz exhala,
A tus sentidos fascinan
Y te enajenan el alma.
Es justo que tú, tan pura,
Tú, la reina de las gracias,
La joya de la modestia.
De las virtudes la gala,
Ames la rosa más linda
Que en el jardín te retrata.
Recuerdo que un día muy triste,
Al nacer de la mañana.
Entregado á esos ensueños
Del amor y la esperanza...
Fui á un jardín y entre sus flores
Busqué en el reposo calma.
Aun estaba húmedo el musgo
Por las lágrimas del alba,
Los pajarillos contentos,
Saltando de rama en rama,
Daban sus trinos sintiendo
Luz y calor en sus alas...
Y allí bajo un bosquecillo
De hiedras y pasionarias
Que entre los troncos añosos
Se suspenden y se enlazan,
POESÍAS ESCOGIDAS
101
Vi sobre el húmedo musgo
Abrirse una rosa blanca :
Era la luz, la diadema
De su» frente inmaculada
Y eran sus más lindas joyas
Las perlas de la mañana...
Pero esa luz, esas perlas
Eran en su frente pálidas...
Aquella rosa quería
El calor de tus miradas.
La gracia de tus sonrisas
Y el amor de tus palabras...
Se abrió para hallar la vida
Y no te llevaste el alma.
Y cuando el sol iba á hundirse
En un lecho de escarlata,
Y cada ave volvía al nido,
Y cada flor se plegaba...
Murió la rosa que apenas
¡Vivir pudo una mañana!
Blanca rosa de mis sueños,
Pura redención del alma,
Si mañana por la ausencia,
O la muerte ó las desgracias,
Estoy muy lejos, muy lejos
Del calor de tus miradas.
Será recuerdo y emblema
Del amor que hoy nos embriaga
La flor que más te cautiva,
Tu imagen, la rosa blanca.
LXV.
¿Qué ser invisible
Bajando del ámbito inmenso y azul
Envuelve mi frente
En ondas gigantes de aromas y luz?.
102 JUAN DE DIOS PEZA
¿Qué voz misteriosa
Murmura en mi oído su extraño rumor?
¿Por qué se suspende
El alma en un sueño de gloria y de amor?
Sonó media noche,
Y velo y no tengo reposo ni paz,
¿Qué aliento de fuego
Llegando á mi frente me quema la faz?
Fantasma, ¿qué quieres?
Llegaste y conti'go mi ser despertó...
¿Qué buscas? ¿Quién eres?
El alma que tu alma soñando evocó...
¿Tu nombre? — no alcanza
A nadie en el mundo mi nombre entender,
¿Serás la esperanza.
La dicha, la gloria, la fama, el placer?...
Feliz compañera
De tu alma do enciendo la fe y la pasión;
Soy ave viajera;
Yo vivo en el cielo, me llamo Ilusión...
Detente, detente
No vueles al seno del ámbito azul.
Envuelve mi frente
En ondas gigantes de aromas y luz.
Te guarda mi alma,
¡Oh! deja que siempre guardándote esté...
Que goce la calma
Del hombre que aun tiene la dicha y la fe...
Mis duelos, mis penas
Contigo hallan siempre delicias y amor...
Mi mente enajenas
Contigo se goza de un mundo mejor.
Si mientes ventura,
¡Qué sueños tan dulces á mi alma le das
¡Si mientes ternura...
Tan dulces engaños no cesen jamás !
F
POESÍAS ESCOGIDAS 103
LXVI.
Hay penas tan ocultas, tan calladas,
Que lentamente roen el corazón...
Áspides de las rosas nacaradas
Que adornan el vergel de la ilusión...
Yo conozco esas penas y las siento,
Ellas me hacen á solas padecer...
Y no puede mi voz dar un lamento
Ni alma ninguna las podrá saber.
Busco en tu amor consuelos y delicias ;
Tú podrás esas penas mitigar...
Tu ternura, tu encanto, tus caricias,
Pueden mi eterna agitación calmar
¿Me miras siempre triste? es un hastío
Que hace del corazón un ataúd...
En cuyo seno cóncavo y sombrío
Duerme sin porvenir mi juventud...
:E1 porvenir! fantasma caprichoso...
Contigo vuelo de su dicha en pos...
Y no sé si su brillo mentiroso
Al apagarse matará á los dos...
Tú llevas la hermosura y la pureza,
Un sol de fuego en tu mirada está,
Yo que llevo la noche en mi tristeza
Voy delirante á donde tu alma va...
¿No llegaremos al confín risueño.
Que guarda á nuestro amor templo y hogar?
Si esto es sólo ilusión, si es solo sueño...
Nadie nos venga nunca á despertar...
Esta fiebre del alma, esta creencia,
Es de mi vida la esperanza en flor...
Puede hallar una tumba mi existencia
Mas ¿dónde está la tumba de mi amor?
Es mi pasión eterna, nadie puede
Matar su fuego sin matarme á mí.
104 JUAN DE DIOS PEZA
Y auque el cadáver sobre el mundo puede
Mirad al cielo y la halleréis allí.
Victoriosa estará sobre la suerte...
Nadie podrá medir su inmensidad,
¿Qué me importan el tiempo ni la muerte?
¡Amor es Dios... Dios es la eternidad!
LXVII.
¡Cuanta tristeza al corazón doblega!
¡Cuánto pesar el alma me devora!...
Herido el pecho á suspirar se entrega
Viendo lentas pasar hora tras hora.
¿Por qué tiemblo y sollozo y desvarío?
¿Por qué nada me da placer ni calma?
Mi eterna enfermedad es el hastío
Que me consume y obscurece el alma
Feliz ttj que no sabes de dolores.
Ni conoces tan tórrido tormento.
Ni has visto cómo mueren esas flores
Que ornaron el jardín del pensamiento.
Te amo con tanto amor, que es imposible
Que se pueda amar más en este suelo;
Pero es mi pena y mi dolor horrible
No poder darte con mi amor el cielo.
Aquí sobre la tierra en que han nacido
Nuestras almas que se aman cpn locura,
El santo amor se paga con olvido
Y se paga el placer con amargura...
¡Ay! yo no quiero que jamás tú mente
Llegue á olvidar de nuestro amor la historia.
Mañana cuando esté muerto ó ausente
¿No guardarás mi nombre en tu memoria?
¿Te olvidarás acaso de que un día
Cambiaste en azucenas mis abrojos?...
¿Podrás apartar tu alma de la mía
Sin que me vuelvan á mirar tus ojos?
POESÍAS ESCOGIDAS 105
¿Tú que eres como el Dios de mi creencia,
Me* olvidarás al fin?... Si esa es mi suerte,
¡Ay! antes que tu olvido y que tu ausencia
Mándeme Dios la dicha de la mue/te.
LXVIII.
Hay horas de tanta pena,
De tanta y tanta aflicción,
Que si una tras otra suena
Forman ¡ ay ! una cadena
Que pesa en el corazón.
Hay mañanas en que el cielo
No tiene ni un arrebol
Prendido en su claro velo,
Y el alma está sin consuelo
Como está el cielo sin sol.
Días que van lentamente
Matándonos de pesar,
Que pasan por nuestra frente
Como pasa indiferente
La gaviota sobre el mar.
Que causa este tedio horrible
Que tanto me hace sufrir,
Con su martirio terrible;
¿Ella me olvida ? ¡ imposible !
Puesto que puedo vivir.
Pájaro que deja el nido
Cuando aun no puede volar,
Pronto se siente rendido,
Vacila, lanza un gemido
Y cae al suelo á espirar.
Corazón que humano crece
Y que olvida la virtud,
Y sólo al placer se ofrece,
Se marchita y se envejece
En su plena juventud.
106 JUAN DE DIOS PEZA
¡ Oh, tiempo ! si me despojas,
De mis sueños y mi afán,
¿Quién calmará mis congojas?
Del árbol que está sin hojas,
Todas las aves se van.
Mientras descarga la suerte
Esa horrible tempestad,
Que solo acaba en la muerte
Mientras... sobre el pecho fuerte
Horas de angustia pasad.
LXIX.
Si el alma te ama en cada día
Y el corazón para tu amor palpita,
¿Por qué no he de dejarte, amada mía.
La historia, aquí, de nuestro amor, escrita?
Guárdala, y si la ausencia ó el destino
Me quieren apartar de tu memoria.
Sin llegarme á apartar de tu camino.
Yo quedo aquí con nuestra breve historia.
Si el porvenir nos da todas sus flores,
Y vivo junto á ti cual lo he soñado,
Al levantar un templo á mis amores
Este será el altar de su pasado.
Mas si al abrir mi libro ya estoy muerto
Y de mi amor te acuerdas todavía.
Sobre las dichas que soñé despierto
Deja caer una lágrima, alma mía.
Son estas hojas los testigos santos
De mis horas de amor, no las destruyas;
Eres la musa que inspiró estos cantos.
Mis horas de pasión son sólo tuyas...
I Guarda este libro ! todas mis congojas
Y mis dichas de amor las lleva impresas.
Te dejo el corazón en estas hojas.
Tú sabrás si las rompes ó las besas.
POESÍAS ESCOGIDAS
107
AMOR ETERNO.
I.
y
Moría el sol como un rey poderoso,
Sobre un lecho de armiño y de grana
Y sus últimos cárdenos rayos
De los fresnos las copas doraban.
En los senos obscuros del bosque
Donde lame las rocas el agua,
Era el aire un concierto sagrado
De pájaros y hojas, de nidos y ramas.
Por las puertas azules de Oriente
La noche en su nave de sombras entraba.
En el mástil trayendo prendida
La luna de Enero cual faro de plata.
¡Cuál altivo esperaba la muerte
En la púrpura envuelto el monarca
Y su cetro de luz cuan hermosa
En el trono la reina empuñaba!
En el borde cubierto de musgo
Del lago poblado de cisnes y garzas,
Viendo el cielo pintarse en el fondo
Y surgir las estrellas calladas.
Ella y yo, con los ojos radiantes
De amor y ternura, de fe y esperanza,
Meditábamos juntos y tristes
En las luchas que ofrece el mañana.
IL
Nuestro amor era puro. En la tierra,
La pureza es la luz de las almas, .
Y esa luz el rubor la embellece
Con sus vivos reflejos de grana.
108 JUAN DE DIOS PEZA
Estrechó con su mano mi mano
Y bajando la dulce mirada :
(( ¡Yo te adoro — me dijo, — no temas
Olvido ni engaño, desdén ni distancia ! »
Me miró con sus ojos obscuros,
Sus ojos velados por negras pestañas,
Y después por sus blancas mejillas
Cual perlas divinas rodaron dos lágrimas.
(< ¿Que te olvide, mi bien? ¡ Imposible!
jMl pecho es tu templo, con fe te idolatra
Y á tus pies, de rodillas te juro
Adorarte lo mismo mañana ! »
¡Me miró, la miré; nuestros pechos
Suspiraron á un tiempo con ansia,
Y en un beso de luz nuestros ojos
Confundieron las vidas, las almas!
III.
La vi luego inclinar la cabeza,
Murmurar algún rezo en voz baja
Y llorar y decir : <( nunca olvides
Que soy tuya y la Virgen nos guarda ».
Se hundió el sol y bañó nuestras frentes
De la luna la luz tibia y blanca.
En sus nidos callaron las aves
Y durmióse la brisa en las ramas.
Silenciosos del bosque salimos
Con los ojos nublados de lágrimas /"w
Y al decirnos adiós, nos lanzamos
A las luchas que ofrece el mañana.
Correr pueden los años veloces
Y al dejar en mi frente su escarcha
POESÍAS ESCOGIDAS 109
Coronarme con hebras de nieve
Que todo lo enfrían y á todos espantan.
Venir pueden rugiendo en mi vida
Los duelos profundos, las penas amargas
Y turbar en la noche mis sueños
Con tristes visiones y extraños fantasmas.
Ella sola se hospeda tranquila
En el fondo callado del alma;
Ella sola preside mis horas
De angustias y penas, de amor y esperanza.
Una noche muy negra es mi vida
Y ella espera llorando callada
Algún astro que rompa las sombras.
¡ Ella espera cual yo la mañana !
Al mirar este bosque sagrado
Donde lame las rocas el agua
Y en las tardes el aire es concierto
De pájaros y hojas, de nidos y ramas;
/ Con el goce más casto y más puro
Recuerdo á mi virgen tan pura y tan blanca
Su apacible mirar, sus sonrisas,
Sus ojos obscuros, veneros de lágrimas.
Y recuerdo también con las flores
Que secas y mustias mi pecho las guarda,
Sus promesas, <( ¡ Te adoro, no temas,
Olvido ni engaño, desdén ni distancia!»
VI. ,y
¿Es verdad? ¿Las mujeres olvidan?
¿Es verdad? ¿Las mujeres engañan?
¿En las luchas sin tregua del mundo
Con la ausencia se alejan las almas?
1 10 JUAN DE DIOS PEZA
Ella sola preside mis horas.
Ella viene en mis noches calladas
Y á doquier que me lleven mis pasos,
Ella sola mi vida acompaña.
¿Este amor tendrá fin, como todo
En la mísera vida se acaba?
¿Pasará la ilusión como siempre
En la tierra fugaz todo pasa?
¿Nuestra fe morirá como mueren
Al soplo del tiempo las flores del alma?
Ella puede olvidarme; yo, nunca;
La llevo en mi pecho, no puedo arrancarla.
Si ella es sólo un ensueño, me llena;
Si ella es sólo una sombra, me basta;
¡Yo sé bien que mi vida es la noche
Y ella un sol en el cielo del alma!
VIL
Si ese sol como astro del día
Se hundiere en un lecho de armiño y de grana,
Aun veré que su cetro lo empuña
Una reina inmortal : ¡ La esperanza !
Si es la luna que alumbra á los muertos.
Que se torna en la vivida lámpara
Que con pálidos rayos me alumbre
En las luchas que ofrece el mañana.
POESÍAS ESCOGIDAS 111
EN MI BARRIO»
Sobre la rota ventana antigua
Con tosco alféizar, con puerta exigua,
Que hacia la obscura calleja da,
Pasmando al vulgo como estantigua
Tallada en piedra, ia santa está.
Borró la lluvia los mil colores
Que hubo en su manto y en su dosel ;
Y recordando tiempos mejores,
Guarda amarillas y secas flores
De las verbenas del tiempo aquel.
El polvo cubre sus aureolas.
Las telarañas visten su faz,
Nadie á sus plantas riega amapolas,
Y ve la santa las calles solas,
La casa triste, la gente en paz.
Por muchos añOs allí prendido,
Único adorno del tosco altar,
Flota un guiñapo descolorido.
Piadosa ofrenda que no ha caído
De las desgracias al hondo mar.
A arrebatarlo nadie se atreve,
Símbolo antiguo de gran piedad.
Mira del tiempo la marcha breve;
Y cuando el aire lo empuja y mueve
Dice á los años : pasad, pasad.
¡Pobre guiñapo que el aire enreda!
¡Qué amarga y muda lección me da!
La vida pasa, y el mundo rueda,
Y siempre hay algo que se nos queda
De tanto y tanto que se nos va.
Tras esa virgen de obscura piedra
Que á nadie inspira santo fervor,
Todo el pasado surge y me arredra;
Escombros míos, yo soy la yedra;
¡Nidos desiertos, yo fui el amor!
.Altas paredes desportilladas
Cuyos sillares sin musgo vi.
112 JUAN DE DIOS PEZA
¡ Cuántas memorias tenéis guardadas !
Niveas cortinas, jaulas doradas,
Tiestos azules... ¡no estáis aquí!
En mi azarosa vida revuelta
Fui de esa casa dueño y señor,
¿Do está la ninfa, de crencha suelta,
De grandes ojos, blanca y esbelta,
Que fué mi encanto, mi fe, mi amor?
¡Oh mundo ingrato, cuántos reveses
En ti he sufrido! la tempestad
Todos mis campos dejó sin mieses...
La niña duerme bajo cipreses,
Su sueño arrulla la eternidad.
¡ Todo ha pasado ! ¡ Todo ha caído !
Sólo en mi pecho queda la fe,
Como el guiñapo descolorido
Que á la escultura flota prendido...
¡ Todo se ha muerto ! ¡ Todo se fué !
iPero, ¡qué amarga, profunda huella
Llevo en mi pecho!... ¡Cuan triste estoy!..
La fe radiante como una estrella,
La casa alegre, la niña bella.
El perro amigo... ¿Dónde están hoy?
¡Oh calle sola, vetusta casa,
Angostas puertas de aquel balcón!
Si todo muere, si todo pasa,
¿Por qué esta fiebre que el pecho abrasa
No ha consumido mi corazón?
Ya no hay macetas llenas de flores
Que convirtieran en un pensil
Azotehuelas y corredores...
Ya no se escuchan frases de amores.
Ni hay golondrinas del mes de Aibril.
Frente á la casa la luz cristiana
Del mismo templo donde rezó.
Las mismas misas de la mañana,
La misma torre con la campana
Que entre mis brazos la despertó.
POESÍAS ESCOGIDAS 113
Vetusta casa, mansión desierta,
Mírame solo volviendo á ti..
Arrodillado beso tu puerta
Creyendo loco que aquella muerta
Adentro espera pensando en mí.
CAMINO DE LA VILLA,
Camino de la Villa
Mi niña va
Y por ese camino
No' volverá.
I.
Desde su más risueña
Dichosa edad
Amó mucho á la virgen
Del Tepeyac.
Siempre tuvo su imagen
Por talismán,
Siempre le puso cirios
Sobre el altar.
La rezaba en las noches
Con tal piedad
Que con sus oraciones
Me hizo llorar.
Para el mes de Diciembre
¡Con cuánto afán
Cultivaba las rosas
De su rosal!
Se las llevaba al templo
Llena de paz,
Ungidas con la esencia
De la bondad,
Y allí exclamaba : ¡ Oh virgen
Poco te da
estas escogidas.
1 14 JUAN DE DIOS PEZA
La que contigo llena
Su soledad.
Este año pocas rosas
Dio mi rosal,
Pero el año que viene
Te traeré más.
Y alegre y satisfecha,
Libre del mal.
¡Qué feliz regresaba
Hacia el hogar!
n.
¡Qué quieta va la niña!
Dormida está!
Y los que la acompañan
De negro van.
Tristes y obscuros paños
Velan su faz
Y la suben en hombros
Al Tepeyac.
¿Por qué no busca el templo,
Ni en el altar.
Deja las frescas rosas
De su rosal?
Blanca como la cera
Tiene la faz;
Sus manos como lirios
Cruzadas van;
Sus ojos, antes llenos
De claridad;
Cerrados para siempre
No miran más.
Lleva colgado al cuello
Su talismán;
La imagen de la Virgen
Del Tepeyac!
^
POESÍAS ESCOGIDAS 115
¡Ay! ¡pobre de mi niña!
Durmiendo está
Ese sueño que arrulla
¡La eternidad!
III.
¡Oh niña de mi vida!
¿Por qué te vas?
Sin ti, queda más sola
Mi soledad!
¡Eras como la blanca
Flor de azahar,
Símbolo de pureza,
De castidad!
Eres para mis horas
Que azota el mal.
Tierno ramo de oliva,
Nuncio de paz.
Mis culpas, tu pureza
Logró lavar,
Que tú para mis culpas
Fuiste el Jordán,
Mira que tristes dejas
El dulce hogar :
Las aves que cuidaste
No cantan más
Y el rosal de la Virgen
Marchito está;
¿Durmiendo eres dichosa?
Duérmete en paz...
¿Quién besará tus ojos
Al despertar?
¡Oh, niña de mis sueños!
¡Mi solo afán!
¡ Es muy honda y muy negra
La eternidad!
1 16 JUAN DE DJOS PEZA
Camino de la Villa
Mi niña va
Y por ese camino
No volverá.
DESDE EL BALCÓN.
Con su veintena de primaveras,
Vistiendo leve, blanco linón,
¡Qué cosas dice tan hechiceras
Tras la cortina de enredaderas,
Dosel eterno de su balcón!
¡Cómo sin miedo de la fortuna
Vemos al fondo del porvenir,
Hogar, alcoba, regazo y cuna,
T hablamos bajo porque la luna
No nos escuche desde el zafir.
Cimbra su talle como una palma
Cuando sus plantas osa mover;
Tiene el semblante lleno de calma
Y por sus ojos se asoma el alma
Pues se ve en ellos amanecer.
Formas de Venus, alma de santa,
Seno de virgen, rostro de hurí,
Ninguna canta cual ella canta.
Las arpas de oro de su garganta
Vibran de amores junto de mí!
¿Cuál es mi eterno dulce alborozo?
¿Cuál es mi sola, dulce ilusión?
Ver que me busca llena de gozo
Mal disfrazada con el rebozo,
Entre el follaje de su balcón!
Ver que por nada deja la cita
Que en altas horas siempre le doy
Y á tu reflejo, luna bendita,
Ver con qué gracia su manecita
Me manda un beso cuando me voy.
POESÍAS ESCOGIDAS 117
PRIMEROS AMORES.
(del libro de celia)
En el arco muzárabe prendido
Está un ancho festón de verde yedra
Y detrás del festón asoma el nido
Que una parlera alondra ha suspendido
Del rudo y tosco mascarón de piedra.
Sobre el arco la gótica ventana
Cerrada por cristales de colores :
Parece un minarete de sultana
Donde al rayar la luz de la mañana
Hablan de amor las aves y las flores.
Allí vivió la que en dichoso día
Fué de mi corazón culto ferviente,
La primera mujer del primer día
En que el espacio azul del alma mía
Vio un sol de amor brillando en el Oriente.
En esas rudas piedras que el galano
Verdinegro follaje cubre ahora,
Dejó mil veces alelado, ufano.
Entre las suyas mi convulsa mano
Con fiebre de pasión abrasadora.
La dicha engaña, el desengaño arredra
¿Quien ra matiz á la ilusión perdida?
Detrás de este festón de verde yedra
Yo dejé sepultado en cada piedra
El pensamiento... el corazón... la vida.
Tiene la casa nuevos moradores,
El mism.o sol de ayer hoy ha venido
A matizar los vidrios de colores...
Y sólo habla de amor entre las flores
El ave errante acalorando el nido.
¿Qué dice el ave al pie de la ventana
Si con postrer fulgor el sol la hiere
O con su albor la envuelve la mañana?
1 18 JUAN DE DIOS PEZ A
Que toda dicha en la existencia humana
Nos deslumhra y después... se va, se muere.
¡Sol del primer amor! entre congojas
Te guarda aún el pensamiento mío...
A ti que al mar del porvenir te arrojas...
¡Cubra el ancho festón de verdes hojas
El nido lleno... el corazón vacío!
Hoy... ni una sola queja ni un reproche
De nuestra triste y do'orosa suerte...
A'quí cuando la yedra plegué el broche
Surgen nuestras dos sombras en la noche
Y dialoga el olvido con la muerte.
MIS LLAVES.
I.
Esta llave dorada es la alegría,
La esperanza, el candor...
Es de la caja en que guardó María,
Cartas y versos de mí ardiente amor.
II.
Esta gótica llave es el testigo
De una dicha sin par;
Es del armario en que guardó conmigo
Prendas y joyas del deshecho hogar.
III.
Esta llave de hierro es la que encierra
Mi fe, mi juventud :
Guarda el tesoro que adoré en la tierra,
Es de una caja negra... ¡Su atatid!
Cada llave es de suyo misteriosa;
¡Ella me las dejó
Para que alguna mano cariñosa
Las arroje á la fosa
Donde el último sueño duerma yo!
POESÍAS ESCOGIDAS 119
EN VELA»
A MI GENEROSO AMIGO MANUEL A. MERCADO.
Yo tuve en mí Abril mañanas
Serenas, tibias, iiermosas,
Todas tan llenas de rosas
Cual estoy lleno de canas,
Hebras de nieve tempranas,
¿Venís cuando ya se van
La fe, la dicha, el afán
Que la juventud atiza?...
Decidme, ¿sois la ceniza
0 la nieve de un volcán?
Si temprano habéis venido
Y sois falsos galardones,
Al veros mis ilusiones
Espantadas han huido ;
Aun siento caliente el nido
Que una alondra acaloró...
¿Dónde está? la busco yo
Y el fiero destino aleve
Me muestra lleno de nieve
El nido donde nació.
Esa alondra, ¿fué la idea,
La ilusión, el sueño vano,
Que cual nube de verano
Huyendo relampague?
¿Era Venus Citerea?
¿Era Minerva? ¿era Anfión?
1 No ! ni sueño ni ilusión,
Ni diosa alguna escogida;
La alondra es la fe perdida
Y el nido mi corazón.
Y aun hay llamas del deseo
Que incendian mi mente loca
Y aun sufro como en la roca
Con el buitre Prometeo.
120 JUAN DE DIOS PEZA
¿Amo? ¿Sueño? ¿Dudo? Creo?
¿Qué tempestad ruge así
Que produce el frenesí
Por el cual vivo muriendo ?
Estoy dudando y creyendo
A un tiempo mismo ¡ ay de mí !
¿Quién, si llegó á navegar
No vio de noche á lo lejos
Surgir radiantes reflejos
Entre los cielos y el mar?
¿Era una estrella sin par?
¿Era un faro en un peñón?
En el mar de la ilusión
Náufrago vi una luz bella,
Fuego fatuo, faro, estrella
Que atrajo mi corazón.
Luz que entre las sombras vaga
Y ¿ue fulgente cautiva,
De lejos luce más viva,
Y al acercarnos se apaga.
Astro de mi suerte aciaga
Perdido en la inmensidad,
Si busco tu claridad
Miro que el espacio pueblas
Donde reinan las tinieblas
De una eterna soledad.
¡Cómo lucha la conciencia
Con la virtud que se abate!
2 Qué gran campo de combate
El campo de la existencia!
¿Es la fiebre? ¿Es la demencia
Esta secreta y terrible
Ansiedad indefinible
Que impulsa constante y ciega
A esperar lo que no llega
Y á acariciar lo imposible?
I Oh, canas ! No sois tempranas ;
Con dudas y desengaños
POESÍAS ESCOGIDAS 121
Son como siglos los años
En las contiendas humanas.
Yo en mi abril tuve mañanas
Claras, radiantes y hermosas.
Hoy son noches pesarosas,
Horas negras, penas graves,
Hoy mochuelos, ayer aves.
Hoy espinas, ayer rosas.
Vuela fugaz cada día;
El tiempo todo renueva,
Pero ingrato no se lleva
Las penas del alma mía.
¿Existe en la tumba fría
La eterna paz? ¿ella encierra
La tregua de aquesta guerra?
¿Allí está la mejor calma?
I Oh, cuerpo ! prisión del alma,
¡Cuánto has sufrido en la tierra!
; Eternidad ! en tu puerta
Concluye el mundano empeño ;
Eres el único sueño
Del que jamás se despierta.
El que tenga el alma muerta
Después de tanto sufrir
¿Tendrá derecho á pedir
Tu abrigo en acento tierno?
¿Si la vida es un infierno
Es paraíso morir?
¡ Quién descubre los arcanos
Terribles de lo infinito
Si la muerte los ha escrito
Entre huesos y gusanos!...
Soñad como sueño yo...
Sólo la lucha os afana
¿Amáis el descanso ? ¡ No !
Soñad... ¡qué hermosa mañana!
¡Mi lámpara se apagó!
122 JUAN DE DIOS PEZA
EN JALAPA*
A MI INTELIGENTE AMIGA ISABEL RIVADENEIRA
En este verjel risueño,
Donde es tan pródiga en dones
Naturaleza, que viste
Todos sus campos de flores ;
En este edén encantado
Donde son las ilusiones
Hermanas de las gardenias
Que dan al céfiro amores;
¡Cómo transcurre la vida
Y van las horas veloces
Curando las hondas penas
De los tristes corazones!
¡Cómo se olvidan los duelos
Y surgen encantadores
Ensueños de nácar y oro
Que al viejo tornan en joven !
¡ Quién pudiera con la lira
Que á Apolo presta sus sones
Cantar en dulces endechas
A este emporio de las flores !
Cantar de sus lindas hijas
Las pupilas como soles,
Las mejillas como rosas,
Sus cantos de ruiseñores
Y sus talles de palmeras
Y sus sentimientos nobles.
Jalapa, girón de cielo
Que entre pintorescos montes
Te recatas hechicero
De las miradas del hombre ;
Deja que en humildes notas
Que han de apagarse veloces,
Te diga en toscos acentos
Cuánto de mi pecho brote.
POESÍAS ESCOGIDAS 123
Deja que te dé en mis versos,
Desaliñados y pobres,
Lo que el corazón me dicta
Olvidando sus dolores.
Deja que aspire las auras
De tus aromados bosques
Y que pida en tus hogares
Consuelo á mis aflicciones :
Deja que te diga todo
Lo que en mi pecho se esconde
Y resuciten tus brisas
La flor de mis ilusiones.
Soy el viajero cansado
Que los desiertos recorre
Y que no encuentra una tienda
En los negros horizontes ;
Pero tú que me la ofreces
Revestida por tus flores,
Y velada en otro tiempo
Por el manto de tus noches.
Que están cuajadas de estrellas
Que deslumhran como soles
Y por tus limpias auroras
Que rompen el áureo broche
Al ver cómo las saludan
Los mirlos y los zenzontles;
Doblo en tierra la rodilla
Y así como el sacerdote
Se inclina cuando levanta
El místico pan de amores,
Inclino la frente mustia
Que no hay quien doblarla logre
Y así mi pasión te expreso
En estos tristes acordes :
Tierra de amor y de fe,
De ternura y de cariño;
Que allá en mis horas de niño
Como ilusión te soñé.
124 JUAN DE DIOS PEZA
Deja que te diga aquí
Al son de mi humilde lira
Cuánto tu afecto me inspira
Y cuánto siento por ti.
Eres un nido de amores
Do se querellan sin penas
La brisa y las azucenas,
El lirio y los ruiseñores.
Donde al pálido arrebol
Que en tus horizontes arde
Se enamoran por la tarde
La luciérnaga y el sol;
Donde en dulce desvarío,
El aire de tus montañas
Canta amor entre las cañas
Que bordan el manso río ;
Donde finge blancos tules
Con que tus cabanas pueblas,
Un manto de blancas nieblas
Entre horizontes azules;
Donde ante el nítido espacio
De tu eterna primavera,
Es, junto á cada palmera,
Cada cabana un palacio ;
Donde corteja el rocío
A los mirtos encarnados,
Bajo los rojos tejados
De tu hermoso caserío;
Y entre los verdes ramajes
Y los juncos tembladores,
Es toda la tierra flores
Y todo el cielo celajes;
Donde, entre la viva luz
Que vierte en el monte el cielo,
Se alza brindando consuelo
Sobre la ermita la cruz.
POESÍAS ESCOGIDAS 125
¿Qué puedo entre tus jardines.
A tu belleza cantar
Si te he venido á encontrar
Poblada de serafines?
Verjel hermoso ¿qué quieres
Que te diga en pobre acento
Si tienes un firmamento
Cuyos astros son mujeres?
Su candor disipa enojos,
Su pureza vence agravios.
No hay labios como sus labios
Ni hay ojos como sus ojos.
Su franqueza peregrina
La vida en el alma acrece
Y su sonrisa enloquece
Y su mirada fascina.
Tiene su faz expresión,
Su cerebro pensamiento,
Hay en su alma sentimiento
Y amor en su corazón.
Nunca mienten sus sonrisas,
Nunca engañan sus amores,-
Son tiernas como flores
Y puras como sus brisas.
Quién las visita en su hogar"
Les da cariño profundo
Y después recorre el mundo
Sin poderlas olvidar.
lalapa, eterno pensil.
Nido de blancas palomas,
Todo rosas, todo aromas,
Que vela un eterno Abril.
¿Qué te daré á mi partida?
Tu franca hospitalidad
Me dio la felicidad
Que yo soñaba en la vida.
126 JUAN DE DIOS PEZA
Mañana, triste de mí,
Estarán sin olvidarte.
Mi cuerpo en cualquiera parte
Y mi pensamiento en ti.
Jalapa, Enero 26 de
COATEPEC
A MI PATERNAL AMIGO MANUEL LEVf
Velado entre un cortejo
De brisas y de aromas,
Que de las nieblas rompen
El transparente tul,
Los mirlos Jo despiertan,
Lo arrullan las palomas,
Sobre una alfombra verde,
Bajo un dosel azul.
Colmena de alabastro
Semeja el caserío;
Le forman los tejados
Coronas de rubíes,
Y aprisionado corre
El murmurante río
Entre gardenias, mirtos,
Camelias y alelíes.
Tupidos cafetales
Esconden la cabana
Que el sol americano
Incendia con su luz,
Y entre el follaje denso
Defiende la montaña
La ermita, alzando al cielo
Su solitaria cruz.
POESÍAS ESCOGIDAS 127
El liquidambar tiende
Sus ramas aromosas
Sobre las verdes cañas,
Riqueza del verjel;
Cortejan los naranjos
Las áureas mariposas,
Mientras las pinas brindan
A los jilgueros miel.
Al soplo de las brisas
El platanar resuena;
Al peso de los frutos
Se dobla el cafetal
Y al pie del floripondio
Se asoma la azucena,
Cuyo nevado seno
Refresca el manantial.
Cuando la tibia noche
Su clámide desata
Y el río da á los vientos
Su mágico rumor.
Los azahares fingen,
Aljófares de plata
Que bañan los insectos
Con vivido fulgor.
Es Coatepec un carmen
Oculto en el follaje,
Un sueño de poeta,
La flor de una ilusión;
Del mar de la existencia
Venciendo al oleaje
Un puerto en que se encuentra
La paz del corazón.
Sus hijas son morenas
Afables y sencillas;
Las flores de su huerto
Su majestad les dan.
128 JUAN DE DIOS PEZA
Es ébano su pelo,
Son rosas sus mejillas
Y pétalos sus labios
Del rojo tulipán.
Aquí, para las dichas,
Para soñar amores.
Para gozar tranquilo
De paz y de quietud,
La noche tiene estrellas,
El campo tiene flores
Y la mujer el alma
Randiente de virtud.
Jardín agreste y bello,
I Con qué placer te miro !
Revive de mi pecho
La amortiguada fe;
Contemplo tus encantos.
Tu atmósfera respiro;
Adiós verjel hermoso,
Jamás te olvidaré.
Ausente veré en sueños
Tus flores, tus cabanas.
Tu panorama hermoso
Que ante mi vista está;
Y en alas de la brisa
Que corre en tus montañas
Mañana á visitarte
¡Mi corazón vendrá!
Coatepec, Enero 21 de 1889.
POESÍAS ESCOGIDAS
129
¡Oh, reccuerdo, que seducesl
Fui su clarín, ¿qué más gloria?
¡Yo di el toque de victoria
Sobre el mont^e de las cruces!
Recuerdos de un veterano.
ios escogidas.
130 JUAN DE DIOS PEZA
EN LA FERIA DE TLACOTALPAM
A LA SEÑORA DONA PETRONILA CHAZARO DE CHAZARq
Está en su punto la feria
De la alegre Tlacotálpam,
Todo es músicas y risas
Y confusión y algazara.
Por las pintorescas calles,
Entre las risueñas casas,
Todas con portales blancos
Y con tejados de grana,
En medio de los fulgores
De las encendidas hachas,
Retozando con el pueblo
Ya pasó la mojiganga.
¡Qué extraños los gigantones,
Que se achican y se agrandan
En manos de los chicuelos
y^ue con orgullo los cargan!
'^''¡•Qué revoltoso^ los toros,
Los elefantes, las garzas,
Que, como si fueran vivos.
Asustando al vulgo pasan!
¡Qué alegre está, qué contenta
La reina del Papaloápam!
Se preparan al embalse
Las corredoras piraguas
Pintadas con los colores
Del pabellón de la patria.
Coronadas de banderas,
De gallardetes y flámulas
Y listas para moverse
Al romper la luz del alba.
La gente que está en el muelle
Dichosa se mueve y canta,
Y en las puertas de la Iglesia
Las mujeres apiñadas
Pugnan por ver á la hermosa
POESÍAS ESCOGIDAS 131
Virgen de la Candelaria,
Que viste traje muy rico
De seda luciente y blanca,
Por mano de las doncellas
Con arte y amor bordada.
Es el altar de la Virgen
Ancho torrente de llamas
Que fingen un firmamento
De inmensas estrellas áureas.
Fuera del Templo y llenando
De rumor la alegre plaza,
El pueblo formando coro
Se entrega libre á la danza.
¿Quién á los bailes de sones
No va á dar una mirada,
Donde con lascivas notas
Puebla el aire su guitarra?
Allí no penetra nunca
La tierna exquisita dama
Que en los tranquilos hogares
Es reina en virtud y gracia.
Allí no está la señora
Orgullo y flor de su casa,
Encanto y luz de la costa
Lujosa y aristocrática.
Llenan el baile de sones
Jarochas de rompe y rasga
Que en la sonante tarima
A vista de todos danzan :
Es la jarocha, morena.
Con faz por el sol tostada,
Ojos negros y brillantes
Como los ojos del águila,
Con un andar muy garboso
Y una sonrisa muy franca,
Y un talle esbelto y flexible
Que se cimbra cuando marcha.
Tiene los negr.os cabellos
Sujetos en trenzas largas
132 • JUAN DE DIOS PEZA
Que circundan su cabeza
Con aire de musulmana.
Ciñe las trenzas obscuras
La cinta azul ó encarnada.
Que en ancho y vistoso moño
Sobre la frente remata.
Por detrás de la cabeza
Relumbrando se destaca
Ostentoso cachirulo
Con rica teja dorada.
Envuelve su airoso cuello
Rica pañoleta blanca,
Ligera como la espuma,
Brillante como la plata.
Rebozo de grandes puntas
Cubre su mórbida espalda
Y con donaire desciende
Sobre la ligera enagua,
Que adornan anchos olanes,
Lustrosa y almidonada.
Al bailar, con qué soltura
Pone los brazos en jarráis,
En tanto que én torno suyo
Canta el pueblo las guarachas
«Jarochita de mis ojos,
¿Por qué me olvidas, ingrata?
Mírame y dame la muerte,
Jarochita de mi alma ».
<( Dejé á mi corazoncito
A la sombra de una palma
Y una jarochita infame
Lo mató de una mirada ».
Aplaude el pueblo los cantos,
Unos gritan, otros bailan,
Otros arrancan sollozos
A las dolientes guitarras,
Y así se pasa ía noche,
Y así llega la mañana
Entre risas y suspiros
POESÍAS ESCOGIDAS 133
Y confusión y algazara,
Mientras hermoso, imponente,
Con su manto de esmeralda,
Alegra y fecunda el río
Cocos, cafetos y cañas.
¿Quién sufre terribles duelos?
¿Quién llora penas amargas?
Está en su punto la feria
De la alegre Tlacotálpam :
El nenúfar de las ondas.
De la costa la sultana,
Trono de las mariposas
Y perla del Papaloápam.
riacotálpam, Febrero 4 de 188Q,
AL PAPALOÁPAM»
A MI FINO AMIGO SR. JUAN CHÁZARO SOLER.
(Leída á bordo del vapor < Tlacotálpam
el 3 de Febrero de 1889).
¡Salve anchuroso río,
Con muros de esmeralda por riberas!
¡ En medio de tus ondas pasajeras
Concibe á Dios el pensamiento mío I
Con eterna ansiedad é igual encanto
Hasta la mar profunda te deslizas
Y, al blando soplo de las auras, rizas
Sobre un abismo azul tu regio manto.
No hay en mi numen que tu luz abrasa
Nada digno de ti. Débil aspiro
A cantar tu esplendor. Prosigue, pasa...
¡ Al ver tu majestad callo y te admiro I
¿Qué mano augusta y pródiga en belleza,
Al extenderte sobre el virgen suelo
Coronó con sus pompas tu grandeza?
¡Nuestra madre inmortal, Naturaleza,
En tus remansos aprisiona el cielo!
134 JUAN DE DIOS PEZA
¿Qué estrofas no aprendidas te murmura,
Robándote al pasar tus frescas galas,
La brisa que deshace con sus alas
El niveo encaje de tu linfa pura?
Estrellas tejen tu inmortal corona
En las noches del trópico calladas,
Y las tibias, tranquilas alboradas.
Oro derraman en tu fértil ^ona.
Cuanto la tierra esconde
Hermoso y rico en montes y praderas,
Su gran tesoro de misterios lleno,
Lo puso en tus riberas
Y lo fecunda tu anchuroso seno.
Si muere el sol en lecho de escarlata,
Líquida lumbre entre tus hondas brilla
Y en ellas alza la cortante quilla
Al moverse el bajel, rosas de plata.
La alegre casa nística, escondida
De tu serena margen en la falda,
Y la palmera erguida,
Con su inmenso penacho de esmeralda;
En el diáfano espacio,
Fiílgida antorcha que á lo lejos arde,
Lágrima de topacio
La solitaria estrella de la tarde;
Bordando las laderas
Del pescador humilde las cabanas;
Las espigas en anchas sementeras ;
La agreste soledad de las montañas;
El resonante coro
A ique tu eterno murmurar responde
Y en que á los gritos del salvaje loro
Se mezcla el arpa de oro
De los jilgueros que la yagua esconde;
La tonina saltando en tus espumas
Que el pescado alcatraz roza intranquilo;
La esbelta garza de nevadas plumas
POESÍAS ESCOGIDAS 135
Burlando el acechar del cocodrillo ;
El huaco centinela entre el follaje,
La guacamaya de pausado vuelo
Y como bardo errante del boscaje
El pardo ruiseñor, eco del cielo.
Todo forma tu trono y tu paisaje ;
Todo matiza y borda tus orillas
Y tú, grande, magnífico, fecundo,
En medio de tan regias maravillas
Buscas por tumba el mar del Nuevo Mundo.
Eres la eternidad que se desliza
Sobre las obras frágiles humanas
Y mira igual el fuego y la ceniza
Mientras el soplo de los siglos riza
Su larga cauda de temblantes canas.
Corre, anchuroso río,
Corre y torna á correr sin detenerte;
Todos vamos á un fin triste y sombrío,
¡Tú vas hacia la mar; yo hacia la muerte!
¡Tú puedes, en tus fértiles riberas,
Ver nacer y morir, año tras año,
Aves, flores, espigas y palmeras
Sin que nunca en invierno sientas daño
Ni te alienten las dulces primaveras!
Indiferente á todo, raudo lanzas
A un abismo sin fin tus verdes ondas
Y arrastras cual perdidas esperanzas
Las aves muertas, las marchitas frondas.
El roble añoso por el rayo herido,
Los frutos arrancados
Antes de que estuvieran sazonados
Y algún desierto nido
¡Hogar sin fe ni amor, que va al olvido!
Cual tú rápido vas al Océano,
Siempre lleno de luz y en blanda calma,
Vuela á lo inmenso el pensamiento humano
Copiando en su cristal el sol del alma.
136 JUAN DE DIOS PEZA
Así vuelan las aves de colores
Que en el nidal de la ilusión se crían;
Así se van la dicha y los amores
Que á las volubles ondas todos fían ;
Así cual tú se lanza
A otro abismo sin fondo la esperanza;
Así la hermosa juventud camina
De místicos acentos al arrullo,
Y así todo declina
De la corriente humana en el murmullo.
¡Sólo tú eres eterno!
¡Ni te abrasas
Con la lumbre del sol, ni en el invierno
Tus ímpetus sosiegas; siempre pasas
Y el hombre envidia tu pasar eterno!
¡ El hombre, el rey que en tus volubles olas
Callando males que su pecho afligen.
No puede nunca meditando á solas,
Saber su fin ni descubrir su origen!
¿De dó viene? ¿A dó va?
¿Quién ha logrado
Su destín explotar? ¡Negra es la suerte
Que esconde lo futuro y lo pasado!
¡Tú paras en el mar, él en la muerte!
Deja que mi cansada fantasía
Tu regia pompa y majestad admire,
Deja que el alma mía
Mirándote correr sienta y se inspire;
Eres grande y hermoso,
Cuanto entre flores mil soberbio creces,
Y si te encrespa el norte proceloso,
Gigante brazo de la mar pareces.
A la ciudad risueña
Que como amante tuya se reclina
Plácida, pintoresca y halagüeña,
En tu clámide azul y cristalina,
Prestas eterno encanto á tus riberas
POESÍAS ESCOGIDAS 137
A sus jardines das verdor y galas,
Y se mira en tus ondas pasajeras
Cual niveo cisne de brillantes alas.
¡Llévame allí!... Sacude la tristeza
Que embarga y mata al pensamiento mío
Y prosigue soberbio de belleza...
¡ Dios existe ! !Tú copias su grandeza !
¡Salve, mil veces, anchuroso río I
^ bordo del « Tenoja », Enero 31 de 1899.
A LA ENCANTADORA NINA ARGENTINA
MARÍA ELISA MENDOZA.
¡Yo he soñado tu patria! Me ha traído
La ilusión vagas notas del boyero;
He soñado un ombú que han sacudido
Las alas poderosa del pampero;
Las viejas quintas de placeres nido
El payador errante y lastimero,
Y ese gigante que la mar retrata
El hondo, azul y caudaloso Plata.
Sí; yo he soñado la región hermosa
Que entregan á la historia con decoro
San Martín con su espada victoriosa,
Mármol con su laúd de nácar y oro ;
He soñado la pampa silenciosa
De la salvaje libertad tesoro
Y al gaucho agreste y la gentil .porteña
Que hasta el dichoso que la ve la sueña.
Yo soñé que tu río en los cristales
La emigradora barca siempre á flote,
La cruz del Sur que en noches estivales
Lo mismo ampara al puerto que al islote;
Mariposas, horneros y zarzales
Enamorando al verde camalote
138 JUAN DE DIOS PEZA
Toda la pompa agreste y soberana
De nuestra virgen tierra americana.
Y es porque yo nací donde nacieron
Los aztecas hundidos en estragos,
Junto á los dos volcanes que surgieron
Cual flechas de cristal sobre los lagos
En seculares bosques do crecieron
Ahuehuetes en vez de jaramagos,
En Anáhuac, en fin, cuya grandeza
Escogió como altar Naturaleza.
Niña gentil en cuyos labios rojos
Acendran miel los bíblicos panales :
Tú, que no ves cenizas ni despojos
En los anchos desiertos mundanales,
Conserva siempre en los fulgentes ojos
El brillo de los cielos tropicales
Y en tu pecho la dulce transparencia
Que en la virtud refleja la inocencia.
Cuando tornes, alondra mensajera,
A donde diste tu primer aliento,
E' iguales á tu madre en lo hechicera
Y á tu padre en saberes y talento;
Recuerda esta región de primavera
Tierra de la lealtad y el sentimiento
Y al consagrarle una memoria grata
No te olvides de mí, rosa del Plata.
COSTEÑA.
A MI AMIGO EL ELOCUENTE ORADOR
JUAN MANUEL BETANCOUR.
Mulatita, tus labios son rojos.
Remeda tu talle gallardo bambú,
Y tienes tan grandes, tan negros los ojos.
Que no todas saben mirar como tú.
Estatua de Venus en bronce tallada.
Tu chai blanco y oro parece alquicel,
POESÍAS ESCOGIDAS 139
Y quema tu larga pestaña rizada
El fuego no extinto del sol de Israel.
Al par que una mano reposa en tu falda
Con la otra abanicas tu lánguida faz,
Y el hombro rodando, la mórbida espalda,
Tu hamaca sostiene brindándote paz.
Un aire de fuego los campos agosta,
Se ven á lo lejos las olas hervir
Y dobla su tallo la flor de la costa
Que anhela indolente la siesta dormir.
No duermas, mulata : mirándote inerme
Vendrán las abejas tu boca á picar;
Amor, cual abeja, ni avisa ni duerme
Y quiere en tus labios sus dardos clavar.
Son griegas tus formas, tu tez africana.
Tus ojos, hebreos, tu acento español,
La arena es tu alfombra, la palma tu hermana,
Te hicieron morena los besos del sol.
En ébano y bronce por Dios modelada
Te esconde la playa, te arrulla la mar.
Tus negros cabellos en trenza encrespada
Te envuelven un rostro reflejo de Agar.
Feliz á quien ames... Feliz el que vibre
Cual la harpa islamita del rey trovador,
Mirándote hermosa... besándote libre
Tendida en la hamaca, soñando en su amor
Mulata : las flores ya plegan el broche.
Las olas se alejan, la playa está en az;
¡Reposa tranquila, que el rey de la noche
Sus besos de fuego derrama en tu faz!
No temas, dormida, las iras de Ótelo,
Si viene tu amante tu canto á buscar,
Serán tus antorchas los astros del cielo.
Serán tus arrullos los tumbos del mar.
íarado, Febrero 15 de 1889.
140 JUAN DE DIOS PEZA
A GUADALAJARA.
Te soñé desde niña, tierra de flores,
Más valiera que nunca yo te soñara,
Pues hoy sin esperanza, sin paz ni amores,
Nada puedo ofrecerte, Guadalajara.
Ya con el alma enferma llegué á buscarte
Para aliviar mi amarga melancolía,
Y así cual te soñaba logré encontrarte,
Con cármenes y vegas de Andalucía.
Tienes en tus palacios nuevas Alhambras
Con Zaidas y Moraimas en sus verjeles,
Y tus campestres fiestas son cual las zambras
Que alegraban las cuestas de los Gómeles.
Mirando tus gardenias tus tulipanes,
Tus floridos naranjos, tus alelíes,
Recuerdo aquellos campos de musulmanes.
Tumbas de abencerrajes y de zegries.
Mirando á tus mujeres deslumbradoras,
Las de talles esbeltos y labios rojos,
¿Quién no sueña en la magia de aquellas moras
De crenchas abundosas y negros ojos?
Árabe en tus pasiones y en tus festines,
Bajo un diafano cielo resplandeciente.
Con azaleas y lirios de tus jardines
Teje el amor guirnaldas para tu frente. '^
Btjcaro de gardenies, tazón de aromas.
Perla cual no la guardan índicos mares,
Blancas, dulces y tiernas como palomas
Son las felices reinas de tus hogares. .
El sol brilla en tu cielo más fulguroso.
Te da con sus celajes clámides bellas,
Y en ti, Guadalajara, todo es hermoso :
Mujeres, flores, aves, nubes y estrellas.
POESÍAS ESCOGIDAS 141
De la noble franqueza cuna y abrigo,
De la virtud austera trono y escudo,
Reina del Occidente, yo te bendigo.
Edén de las hermosas, yo te saludo.
De tu benigno clima como tesoro
No tiene en sus espacios región alguna.
Tardes como tus tardes de nácar y oro,
Noches como tus noches de blanca luna.
Yo que nací en un valle que Dios regala
Con lagos y volcanes que el mundo admira
Ansioso de mirarte crucé el Chápala
.Y al rumor de sus ondas templé mi lira.
Eres cuna de genios, en ti han nacido
Artistas, héroes, bardos, sabios guerreros,
Y han sobre nuestra historia resplandecido
Como en tus tibias noches tantos luceros.
Tazón de tuberosas y tulipanes.
Ciudad de los palacios y las huríes,
Dime si te formaron los musulmanes.
Si eres de abencerrajes ó de zegríes.
Esas magas que ocultan en los chapines
Pies que á Fidias y Venus bellos recrean,
Son las flores con alma de tus jardines,
Gardenias que suspiran y pestañean.
Son embeleso, gloria, blasón y orgullo
De tu suelo en que hoy vibra la lira mía.
El canto de tus hijas es el orgullo
Del aura entre las vegas de Andalucía.
Tierra de los ensueños y de las flores.
Perla cual las que esconden índicos mares.
Dios que puso en tus selvas los ruiseñores,
Mandó sus bendiciones á tus hogares.
Para poder cantarte me falta acento ;
Para mirar tu hechizo me falta calma,
142 JUAN DE DIOS PEZA
Llevo triste y de luto mi pensamiento
Y el invierno y la muerte dentro del alma.
Cuando en tus claras noches sueñes dichosa,
Cuando con arreboles te adorne el día,
La brisa de tus campos dirá medrosa
Lo que decir no puede la lira mía.
Siempre para ensalzarte seré el primero,
Siempre mi pensamiento vendrá á buscarte,
Y en medio de mis penas tanto te quiero
Que en medio de mis penas no he de olvidarte.
Ya brilla del progreso la nueva aurora,
Yo sé que al alejarme de tus linderos
Pronto vendrá la rauda locomotora
Trayendo á que te admiren nuevos viajeros.
Que á todos les cautive, que les asombre
Como á mí tu belleza, de dichas nido,
Y que cual yo, en el alma guarden tu nombre
Que borrará la muerte, nunca el olvido.
Ouadalajara, Febiero 9 de 1888.
AL PARTIR DE GUADALAJARA.
(Leídas en el « Oran teatro Degollado »)•
Tierra galana y hermosa
Que de mi patria en el suelo,
Brillas cual brilla en el cielo
Una estrella esplendorosa.
¿Qué voz dulce y misteriosa.
Qué ritmo, qué grato acento
Podrán las arpas del viento
Prestar á mi humilde lira.
Para decir lo que inspira
Tu amor á mi pensamiento?...
POESÍAS ESCOGIDAS 143
Si fuera un bardo, cantara
Un himno á tu porvenir.
Mas lo que puedo decir
Es poco, Guadalajara.
Vierte el sol su lumbre clara
Y te esmalta en mil colores,
Y como ángeles de amores
Nublan tus mujeres bellas,
Con sus ojos las estrellas
Y con sus labios las flores.
¡Con qué afán te besa el sol
Y en purpúreos cortinajes
Prende entre rojos celajes
Su vespertino arrebol !
Como el Edén español
Que se llama Andalucía
Eres de la tierra mía
Perla de rica aureola...
Cante España á su manóla
¡Mi patria á su tapatía!
Cuanto á la mujer hermosa
De talle esbelto y pie breve,
Con la tez de grana y nieve
Y las mejillas de rosa,
Que modesta y ruborosa
Atata deberes fijos,
Sin tener más regocijos
Ni más joyas, ni más flores
Que el altar de sus amores
En la cuna de sus hijos.
Canto con pobre laúd.
Con el alma entristecida,
Esta tierra donde anida
La franqueza y la virtud;
Que obliga á la gratitud
144 JUAN DE DIOS PEZA
Con santa hospitalidad
Y que en anterior edad,
Alzando el patrio estandarte,
Fué trono, escudo y baluarte
Del sol de la libertad.
Elegida de la gloria,
Al defender sus derechos.
Llenó con heroicos hachos
El libro de nuestra historia.
Yo los guardo en mi memoria
Llenos de brillo y honor;
Si fuera digno cantor,
Nuevo Homero los cantara...
¡ Quien dice : Guadalajara
Dice : lealtad y valor !
De paso por tus confines
¿Qué notas daré suaves?
¡Tienes más bardos que aves
En tus risueños jardines!
Tus genios, tus paladines,
Tus mujeres, dignos son
De elevada inspiración;.
Yo te doy sin valimiento;
Por lira mi pensamiento,
Por trono, mi corazón.
Tierra de vírgenes bellas
Que tienes en tus amores.
Tu campo lleno de flores.
Tu cielo lleno de estrellas :
Al adornarte con ellas
Tu suerte bendijo Dios;
Yo voy de mi afán en pos.
De mi deber al reclamo...
¡Sé feliz!... como te amo
No puedo decirte : ¡ adiós !
Guadalajara, Febrero 14 de 1888.
POESÍAS ESCOGIDAS í45
I POR LA FRONTERA 1
(brindis en el saltillo).
En la nación mejicana
Quién no ha oído por doquiera,
Ensalzar la honradez sana,
La franqueza noble y llana
Que distingue á la frontera?
No hay carácter más sencillo :
La lealtad es sola ley
Y la honradez solo brillo.
Bajo el cielo del Saltillo,
Bajo el sol de Monterrey.
Pueblos valientes y honrados
Todo franqueza y valor,
Campesinos sosegados
Que se cambian en soldados
Enfrente del invasor.
No hollarán plantas extrañas
Su tierra bendita y pura,
Que de hogares y cabanas,
Son baluartes las montañas
Que eternizó la Angostura.
El patrio amor es su esencia,
La fraternidad su norma
Y su mentor la experiencia;
Salvaron la Independecia,
Y salvaron la Reforma.
¿Por qué mi labio sincero
No ha de expresar la verdad?
Como bardo y caballero
Aplaudo, estimo y venero
La tierra de la lealtad.
sco^idas.
146 JUAN DE DIOS PEZA
Porque aquí no es sueño vano
La amistad, es religión;
El amigo es un hermano,
Y al que se le da la mano
Se le entrega el corazón.
Alzo mi copa, señores,
De 1" frontera en honor,
Por sus francos moradores.
Por sus damas que son flores
De virtud y de candor.
. Por el gobernante honrado
Que de todos es querido
Y de todos respetado;
Por el tan bravo soldado
Que en la frontera ha nacido.
Por Coahuila, que esplendente
Se nombra ante quien lo admira,
« Muzquiz » junto al insurgente.
Junto á « Juárez » (( de la Fuente »
Y <( Acuña » junto á la lira.
15 de Diciembre de
FIN DE LA SEGUNDA PARTE.
I
A.«&>«i»A>A«i»«i««i»A>«ft.A*i»»i»
PARTE TERCERA
HOGAR Y PATRÍA
MI PADRE.
Yo tengo en el hogar un soberano
ünico á quien venera el alma mía;
i Es su corona de cabello cano,
1 La honra es su ley y la virtud su guía.
En lentas horas de miseria y duelo,
Lleno de firme y varonil constancia,
Guarda la fe con que me habló del cielo
En las horas primeras de mi infancia.
La amarga proscripción y la tristeza
En su alma abrieron incurable herida;
Es un anciano, y lleva en su cabeza
El polvo del camino de la vida.
Ve del mundo las fieras tempestades.
De la suerte las horas desgraciadas,
Y pasa, como Cristo el Tiberiades,
De pie sobre las ondas encrespadas.
Seca su llanto, calla sus dolores,
Y sólo en el deber sus ojos fijos,
Recoge espinas y derrama flores
Sobre la senda que trazó a sus hijos.
148 JUAN DE DIOS PEZ A
Me ha dicho : « Á quien es bueno, la amargun
Jamás en llanto sus mejillas moja :
En el mundo la flor de la ventura
Al más ligero soplo se deshoja.
Haz el bien sin temer el sacrificio,
El hombre ha de luchar sereno y fuerte,
Y halla quien odia la maldad y el vicio
Un tálamo de rosas en la muerte.
Si eres pobre, confórmate y sé bueno;
Si eres rico, protege al desgraciado,
Y lo mismo en tu hogar que el ajeno
Guarda tu honor para vivir honrado.
Ama la libertad, libre es el hombre
Y su juez más severo es la conciencia;
Tanto com.o tu honor guarda tu nombre.
Pues mi nombre y mi honor forman tu herencia >;
Este código augusto, en mi alma pudo,
Desde que lo escuché, quedar grabado;
En todas las tormentas fué mi escudo,
De todas las borrascas me ha saWado.
Mi padre tiene en su mirar sereno
Reflejo fiel de su conciencia honrada ;
¡ Cuánto consejo cariñoso y bueno
Sorprendo en el fulgor de su mirada !
La nobleza del alma es su nobleza ;
La gloria del deber forma su gloria ;
Es pobre, pero encierra su pobreza
La página más grande de su historia.
Siendo el culto de mi a'ma su cariño.
La suerte quiso que al honrar su nombre,
Fuera el amor que me inspiró de niño
La más sagrada inspiración del hombre.
Quiera el cielo que el canto que me inspira
Siempre sus ojos con amor lo vean,
Y de todos los versos de mi lira
Estos los dignos de su nombre sean.
h
POESÍAS ESCOGIDAS 149
Á MIS HIJAS.
»
Mi tristeza es un mar : tiene su bruma
Que envuelve densa mis amargos días ;
Sus olas son de lágrimas ; mi pluma
Está empapada en ellas, hijas mías.
Vosotras sois las inocentes flores
Nacidas de ese mar en la ribera;
La sorda tempestad de mis dolores
Sirve de arrullo á vuestra edad primera.
Nací para luchar; sereno y fuerte
Cobro vigor en el combate rudo ;
Cuando pague mi audacia con la muerte,
Caeré cual gladiador sobre mi escudo.
Llévenme así á vosotras; de los hombres
El desdeño, el poder ni el odio temo :
Pongo todo mi honor en vuestros nombres
Y toda el alma en vuestro amor supremo.
Para salir a^ mundo vais de prisa
¡ Ojalá que esa vez nunca llegará !
I Pues hay que ahogar el llanto con la risa,
Para mirar al mundo cara á círa!
No me imitéis á mí : yo me consuelo
Con abrir más los bordes de mi herida ;
Imitad en lo noble á vuestro abuelo :
i Sol de virtud que iluminó mi vida!
Orad y perdonad : siempre es inmensa
Después de 1? oración la interna calma
Y el ser que sabe perdonar la ofensa
Sabe llevar á Dios dentro del alma.
Sea vuestro pecho de bondades nido,
No ambicionéis lo que ninguno alcanza.
Coronad el perdón con el olvido
Y la austera virtud con la esperanza.
150 JUAN DE DIOS PEZA
Sin dar culto á los frivolos placeres
Que la pureza vuestra frente ciña,
Buscad alma de niña en las mujeres
Y buscad alma de ángel en la niña.
Nadie nace á la infamia condenado.
Nadie hereda la culpa de un deliro,
Nunca para ser siervas del pecado
Os disculpéis clamando : estaba escrito.
¡Existir es luchar! No es infelice
Quien luchando, de espinas se corona ;
Abajo, todo esfuerzo se maldice,
Arriba, toda culpa se perdona.
Se apaga 1 > ilusión cual lumbre fatua
Y la hermosura es flor que se marchita ;
La mujer sin piedad es una estatua
Dañosa al mundo y del hogar proscrita.
No fijes en el m.al vuestras pupilas
Que víbora es el mal que todo enferma,
Y haced el bien para dormir tranquilas
Cuando yo triste en el sepulcro duerma.
Nunca me han importado en este suelo
Renombre, aplausos, oropeles, gloria;
Procurar vuestro bien, tal es mi anhelo ;
Amaros y sufrir, tal es mi historia.
Cuando el sol de mi vida tenga ocaso
Recordad mis consejos con ternura,
Y en cada pensamiento, en cada paso,
Buscad á Dios tras de la inmensa altura.
Yo anhe'o que al morir, por premio santo,
Tengan de vuestro amor en los excesos ;
Las flores de mi tumba vuestro llanto.
Las piedra;- d' mi tumba vuestros besos.
POESÍAS ESCOGIDAS 151
FUSILES Y MUÑECAS.
CUADRO REALISTA.
Juan y Margoí, dos ángeles hermanos
Que embellecen mi hogar con sus cariños,
Se entretienen con juegos tan humanos
Que parecen personas desde niños.
Mientras Juan, de tres años, es soldado
Y monta en una caña endeble y hueca,
Besa Margot con labios de granado
Los labios de cartón de su muñeca.
Lucen bs dos sus inocentes galas,
Y alegres sueñan en tan dulces lazos;
Él, que cruza sereno entre las balas;
Ella, que arrulla un niño entre sus brazos.
Puesto al hombro el fusil de hoja de lata,
El kepis de papel sobre la frente,
Alienta ti niño en su inocencia grata
El orguHo viril de ser valiente.
Quizá piensa, en su juegos infantiles,
Que en es*e mundo que su afán recrea,
Son como el suyo todos los fusiles
Con que la torpe humanidad pelea.
Qué pesan poco, que sin odios lucen,
Que es igual el más débil al más fuerte,
Y que, "i ss disparan, no producen
Humo, f-ap.or, consternación y muerte.
¡Oh, misteriosa condición humana!
Siempre lo opuesto buscas en la tierra ;
Ya delira Margoí por ser anciana,
Y Juan, que vive en paz, ama H guerra.
Mirándoles jugar me aflijo y callo :
¿Cuál será sobre el mundo su fortuna?
Sueña el niño con arma«' y caballo.
La niña con velar junto á la cuna.
152 JUAN DE DIOS PEZA
El uno corre de entusiasmo ciego,
La niña arrulla á su muñeca inerme,
Y mientras grita el uno : fuego, fuego,
La otra murmura triste : duerme, duerme.
A mi lado ante juegos tan extraños
Concha, la primogénita, me mira :
¡ Es toda una persona de seis años
Que charla, que comenta y que suspira !
¿Por qué inclina su lánguida cabeza
Mientras deshoja inquieta algunas flores?
¿Será la que ha heredado mi tristeza?
¿Será la que comprende mis dolores?
Cuando me rindo del dolor al peso,
Cuando la negra duda me avasalla,
Se me cuelga del cuello, me da un beso,
Se le saltan las lágrimas y calla.
Sueltas sus trenzas claras y sedosas,
Y oprimiendo mi mano entre sus manos.
Parece que medita en muchas cosas
Al mirar cómo juegan sus hermanos.
Margot, que canta en madre transformada,
Y arrulla á un hijo que jamás se queja.
Ni tiene que llorar desengañada.
Ni el hijo crece, ni se vuelve vieja.
Y este guerrero audaz de tres abriles
Que ya se finge apuesto caballero,
No logra en sus campañas infantiles
Manchar con sangre y lágrimas su acero.
¡Inocencia! ¡Niñez! ¡Dichosos nombres!
Amo tus goces, busco tus cariños;
¡Cómo han de ser los sueños de los hombres.
Más dulces que los sueños de los niños !
¡Oh, mis hijos! No quiera la fortuna
Turbar jamás vuestra inocente calnia,
No dejéis esa espada ni esa cuna :
¡Cuando son de verdad, matan el alma!
POESÍAS ESCOGIDAS 153
CESAR EN CASA.
Juan, aquel militar de tres abriles
Que con gorra y fusil sueña en ser hombre,
Y que ha sido en sus guerras infantiles
Un glorioso heredero de mi nombre;
Ayer, por tregua al belicoso juego,
Dejando en un rincón la espada quieta,
Tomó por voluntad, no á sangre y fuego,
Mi mesa de escribir y mi gaveta.
Allí guardo un laui;el, y viene al caso
Repetir lo que saben mil testigos :
Esa corona de oropel y raso
La debo, no á la gloria, á mis amigos.
Con sus manos pequeñas y traviesas,
Desató el niño, de la verde guía.
El lazo tricolor en que hay impresas
Frases que él no descifra todavía.
Con la atención de un ser que se emociona,
Miró las hojas con extraño gesto,
Y poniendo en mis manos la corona,
Me preguntó con intención : — ¿Qué es esto ?
- Esto es — repuse — el lauro que promete
La gloria al genio. que en su luz inunda...
— ¿Y tú por qué lo tienes?
^ Por juguete,
Le respondió mi convicción profunda.
Viendo la forma oval, pronto el objeto
Descubre el niño, de la noble gala;
Se la ciñe, faltándome al respeto
Y hecho un héroe se aleja por la sala.
¡ Qué hermosa dualidad ! Gloria y cariño
Con su inocente acción enlazó ufano.
Pues con el lauro semejaba el niño
Un diminuto emperador romano.
154 JUAN DE DIOS PEZA
Hasta creí que de su faz severa
Irradiaban celestes resplandores,
Y que anhelaba en su imperial litera
Ir al Circo á buscar los gladiadores.
Con su nuevo disfraz quedé asombrado
(No extrañéis en un padre estos asombros),
Y corrí por un trapo colorado
Que puse y extendí sobre sus hombros.
Mírelo así con candido embeleso,
Me transformé en su esclavo humilde y rudo,
Y ¡ Ave, César! — le dije — dame un beso,
¡ Yo que muero de penas, te saludo !
— ¿César? — me preguntó lleno de susto,
Y yo sintiendo que su amor me abrasa,
— ¡César! — le respondí. — César augusto
De mi honor, de mi honra y de mi casa !
Quítele el manto, le volví la espada,
Recogí mi corona de poeta,
Y la guardé, deshecha y empolvada,
En el fondo sin luz de mi gaveta.
Mí HIJA^MARGOT
Tiene Margot un niño á quien adora.
Que no nació entre lágrimas y males,
Pues se lo dio de cuelga una señora
Que lo compró de lance en veinte reales.
No hay un cariño igual á ese cariño
Reflejo fiel de abnegación sincera,
Pues ni lo entiende ni lo paga el niño
Que le dice mamá y es de madera.
Sin temor de que enferme ó que se pierda.
La madre sabe de contento loca,
Que el niño si le tiran de una cuerda,
Llora, abriendo los ojos y la boca.
i
POESÍAS ESCOGIDAS 155
¡Si lo vieras en horas sosegadas
Con qué ternura maternal lo viste,
Y con qué melancólicas miradas
Se fija en él cuando lo juzga triste !
— ¿Qué tienes — le pregunta, -— niño mío?
\ Más bonito que tú no habrá ninguno !
No llores... ¿tienes hambre? ¿tienes frío?
Duerme mientras te traigo el desayuno.
Y lo acuesta en su lecho, allí lo abriga,
Bajo sus misma sábanas lo arropa,
Y corre por la leche y por la miga
Para darle en los labios sopa á sopa.
Que no las toma el niño es cosa clara,
Pero aquí la intención salva un abismo ;
Margot en tal desaire no repara,
Pues ella se las come y es lo mismo.
Margot junto á mi padre, dulce y quieta,
ira siempre su encanto y su consuelo,
yo vi alguna vez frente á la nieta,
íLágrimas en los ojos del abuelo.
— Estos juegos — me dijo — causan frío,
No sé ni qué revelan ni qué indican,
¡Hacen cosas los niños, hijo mío,
Que ni los grandes sabios las explican !
¡ Cuánto Margqt á la virtud promete !
Mira... en su niño están sus ojos fijos.., '
¡Avergüenza esta madre de juguete
A los monstruos que olvidan á sus hijos!
Mientras yo silencioso meditaba,
Margot. que cuenta cuatro primaveras.
Para dormir al niño lo arrullaba
Como arrullan las madres verdaderas.
156 JUAN DE DIOS PEZA
ESTE ERA UNA REY.,.
Ven, Juan, y toma asiento
En la mejor de tus sillas;
Siéntate aquí en mis rodillas,
Y presta atención á un cuento.
Así estás bien, eso es.
Muy cómodo, muy ufano,
Pero ten quieta esa mano;
Vamos, sosiega esos pies.
Este era un rey... me maltrata
El bigote ese cariño.
Este era un rey... vamos, niño,
Que me rompes la corbata.
Si vieras con qué placer
Ese rey... ¡Jesús! qué has hecho!
¿Lo ves? ¡en medio del pecho
Me has clavado un alfiler !
¿Y mi dolor te da risa?
Escucha y tenme respeto;
Este era un rey... deja quieto
El cuello de mi camisa.
Oir atento es la ley
Que á cumplir aquí te obligo...
Deja mi reloj... prosigo.
Atención : Este era un rey...
Me da tormentos crueles
Tu movilidad, chicuelo,
¿Ves? has regado en el suelo
Mi dinero y mis papeles.
Responde : ¿me has de escuchar?
Este era un rey... ¡qué locura!
Me tiene en grande tortura
Que te muevas sin parar.
Mas ¿ya estás quieto? Sí. sí,
Al fin cesa mi tormento...
POESÍAS ESCOGIDAS 157
Este era un rey, oye el cuento
Inventado para ti...
Y agrega el niño, que es ducho
En tramar cuentos á fe :
— Este era un rey... ya lo sé
Porque lo repites mucho.
Y me gusta el cuentecito,
Y mira, ya lo aprendí :
Este era un rey, ¿no es así?
;Qué bonito! ¡Qué bonito!
Y de besos me da ciento,
Y pienso al ver sus cariños :
Los cuentos para los niños
No requieren argumento.
Basta con entretener
Su espíritu de tal modo,
Que nos pueden hacer todo
Lo que nos quieran hacer.
Con lenguaje grato ó rudo
Un niño, sin hacer caso,
Va dejando paso á paso
A su narrador desnudo.
¡ Infeliz del que se escama
Con esas dulces locuras,
Si estriba en sus travesuras
El argumento del drama !
¡ Oh, Juan ! me alegra y me agrada
Tu movilidad tan terca ;
Te cuento por verte cerca
Y no por contarte nada.
Yo bendigo mi fortuna,
Y oye el cuento y lo sabrás :
Era un rey á quien jamás
Le sucedió cosa alguna.
158 JUAN DE DIOS PEZA
PATRIA,
A MI QUERIDO AMIGO FRANCISCO SOSA.
I.
Ayer mi primogénita Conchita,
Alma en flor de mis dulces ilusiones.
Me dirigió una carta que está escrita
Con letras que parecen moscardones.
No falta por supuesto el sobrescrito
Que dice — » A mi papá », — yo soy, lo veo,
¡ Buen chasco se pegaba el angelito
Si mandara su epístola al correo!
Con mucha gravedad he roto el nema
Que, sin seguir la práctica aceptada.
No es monograma, ni blasón, ni lema,
Sino un poco de goma mal untada.
El papel de la carta, maravilla
Por su extraño doblez y su figura,
En sus mejores tiempos fué planilla
De un cuaderno segundo de escritura.
Doy principio á leer y no comento :
« Mi querido papá, mucho te extraño ;
Margot está muy gorda y Juan contento
Por que ha estrenado al comenzar el año.
Te vas á sorprender con su vestido,
No te quiero contar, son calzoneras;
Su sombrero jarano y le han traído
Una de esas pistolas de... de veras.
No diga que te dije, si pregunta,
Porque si no, dirá que soy muy mala,
Ven á ver su pistola, si te apunta
No te asustes, papá, no tiene bala.
Ya no te escribo más; en otro día
Seré tan larga como tu lo pides :
Adiós, papá; bendice á tu María...
Posi-data: — Mi muñeca; no te olvides».
I
POESÍAS ESCOGIDAS 159
II.
AI domingo siguiente muy temprano,
Tomé asiento en un coche de primera
De aquel tren más inglés que mejicano
Que lleva á Veracruz, no á la frontera.
Dos horas de camino, con el alma
Henchida por las gratas impresiones
De una mañana alegre, y á « La Palma »
Llego, como quien dice, en tres tirones.
Abandono el vagón y lo primero
Que á mi vista en el campo se presenta,
Es Juanito vestido de ranchero
Tal y como la carta me lo cuenta :
Un sombrero jarano con toquilla.
Un freno á cada lado por chapeta,
Un ancho barbuquepo con hebilla,
De cuero de venado la chaqueta.
Amplia la calzonera y con galana
Botonadura; la corbata suelta;
Al cinto la pistola en la canana.
La mano airosa entre la crin revuelta,
Espuelas de Amozoc cuyos pavones
Ni el tiempo borra ni el andar maltrata
Ostentando en sus mil incrustaciones
Gallardas cifras en bruñida plata.
En el sencillo fuste por adorno.
Redondos chapetones cincelados.
Y de la teja y la cabeza en torno
Anchos cercos de plata repujados.
Cubierto el hombro por la manga obscura
De paño azul y de olvidada usanza,
Con fleco y con galón la embocadura :
Fleco que al sol sus esplendores lanza.
Y tal me pareció que revivía
Con su traje y airoso continente,
El tipo que mi ardiente fantasía
Formara en mi niñez de un insurgente.
Adelantó el caballo : mezcló un grito
De júbilo con una carcajada,
160 JUAN DE DIOS PEZA
Y me puse á mirarlo de hito en hito,
Fingiendo una sorpresa inesperada.
III.
Después, cuando ya juntos caminamos
Hablábamos los dos de esta manera :
(Antes debo advertir que á lo que hablamos
Puede ó no darle crédito cualquiera).
— ¿Por qué dices, papá, que te parece
Que soy un insurgente? Di : ¿qué es eso?
— Te lo voy á explicar, pero merece
Un prólogo de amor, ¿me das un beso?
Hace ya muchos años... todavía
El abuelito de que fuiste encanto...
— ¡Ah! sí; mí papá grande... -- No nacía.
— ¿Hará como cien años?
No, no tanto.
Era en el año diez; han transcurrido
Desde entonces acá más de sesenta...
— ¿Serán doscientos años?
— ¡Aturdido!
En nombre de tu edad, no hagas la cuenta.
Hubo por aquel tiempo ujia gran guerra :
Luchaban los de aquí con los extraños
Por quitarles el mando en esta tierra,
Y fué tan larga que duró diez años.
— ¿Y quién ganó por fin?
— Poco me extrafí
Esa pregunta de la cual me rio;
¡Luchábamos nosotros con España
Y ganamos nosotros, hijo mío!
Pero voy á decirte en breve historia
Cómo tan noble triunfo conseguimos,
Rogándote la guarde tu memoria
Por ser del suelo en que los dos nacimos.
Muy cerca de la hacienda, en aquel llano
La iglesia desde aquí bien se divisa,
Vive un amable cura muy anciano,
Que los domingos viene á decir misa!
^^re profesa po
POESÍAS ESCOGIDAS 161
lo conoces? <.,
— Mucho cariño
profesa por cierto el buen abate...
— Sí, ¿no sabes? me llama su buen niño
Y me convida á pan y chocolate.
— Pues bien, de igual edad, con los honores
Mismos que él tiene, amado por las gentes,
Hubo un cura en el pueblo de Dolores
Al cual debemos ser independientes.
Era de noble corazón y dijo :
« Cuanto tengo en la tierra y cuanto valgo,
Por mi patria lo doy como buen hijo».
Era aquel cura : ¡ Don Miguel Hidalgo !
Y sin más que su esfuerzo y su conciencia
Que la alta voz del patriotismo escucha,
Proclamó sin temor la Independencia,
Y antes que nadie se lanzó á la lucha.
Muchos le acompañaron, mas la suerte
Corresponder no supo á sus desvelos;
Por darnos libertad halló la muerte
Dejando en su lugar al gran Morelos.
Era cura también de pobre aldea,
Pero dotóle Dios de tal bravura.
Que era un rayo de Dios en la pelea.
El que manso pastor era de cura,
Ejércitos formó, rompió murallas,
Hizo temblar al enemigo osado,
Y en tres años ganó tantas batallas
Que el mundo todo le miró asombrado.
— ¿Ese llegó á ganar?
— Dios no lo quiso.
Murió sin desmayar altivo y fiero;
Pero seguir luchando era preciso
Y así para luchar surgió Guerrero.
Hijo del pueblo, ardiendo en sus entrañas
El fuego celestial del patriotismo,
Era un león nacido en las montañas
Que arrulló el huracán sobre el abismo.
Modelo de valor sin arrogancia,
¡esías escogidas.
162 JUAN DE DIOS PEZA
Con un corto puñado de valientes
Ejemplo fué de indómita constancia
Y faro de las tropas insurgentes.
¿Entiendes lo que digo? aquellos bravos
Que, sin medir peligros, duelos, penas.
Le dieron libertad á los esclavos.
Rompiendo al oprimido sus cadenas;
Aquellos hombres cuyo arrojo fiero
Todo lo grande y lo sublime entraña;
Sin títulos, ni honores, ni dinero;
Sin más cuartel que el llano y la montaña ;
Que siempre estaban en constante guerra
Sufriendo los rigores de la suerte.
Sin esperar más premios en la tierra
Que eterna cárcel ó afrentosa muerte.
Con una manta tosca por abrigo,
Con un nombre sin mancha por herencia.
Con un caballo por mejor amigo
Y por tínica fe la Independencia.
Esos que tantos hechos ignorados
Nos dejan para asombro de las gentes,
Fueron del pueblo libre los soldados
Y son los que se llaman insurgentes.
Esta tierra que ves y en que tenemos
Aire, luz, casa, pan, amor, ventura,
A su valor heroico la debemos,
Nos la dieron su arrojo y su bravura.
Este sol, estos campos, este cielo,
Es todo nuestro con su honor ungido;
Aquí naciste tú, nació tu abuelo
Y nací yo también, es nuestro nido.
Es la gran Madre y Patria se la llama;
Nada en su bien te asuste ni te asombre.
Su amor enciende la divina llama
Que alienta y mueve el corazón del hombre.
Más que en mí, más que en ti, todo el cariño
De que fueres capaz, cífralo en ella,
Y en tu inocente corazón de niño
Brille ese amor como fulgente estrella.
POESÍAS ESCOGIDAS 163
IV.
Después, al terminar nuestra jornada,
Quédeme largo rato pensativo,
Y dije á Juan fijando una mirada
En su semblante alegre y expresivo :
— Ya ves por qué me gustas de ranchero ;
Grita cual si te oyeran muchas gentes :
¡Viva Hidalgo, Morelos y Guerrero!
Y ¡vivan los soldados insurgentes!
¡Vivan! repitió el niño entusiasmado;
Yo su grito escuché con embeleso,
Y le dije : pues hemos acabado,
¡Te daré como epílogo otro beso!
EL GRAN GALEOTO.
Margot está en el balcón
Con medio cuerpo hacia fuer^,
Yo de pie sobre la acera,
Dándole conversación.
— Di : ¿qué quieres, hija mía?
— Irme contigo.
— No puedes;
Te mando que en casa quedes.
Las niñas salen de día.
— ¿De noche no?
— No.
— ¿Por qué?
— Porque no... ya lo sabrás.
— ¿Pero tti adonde te vas?
— Al teatro y al café.
— ¡Al teatro! ¿Y es bonita
La comedia?
— Mucho, sí....
— Entonces llévame allí.
Voy á bajar...
164 JUAN DE DIOS PEZA
— ¡Margarita!
— ¿Y al café cuándo te vas ?
— Muy tarde, á la media noche.
— Bien, pues iremos en coche,
Así sí me llevarás.
— De noche no puede ir
Ni al teatro ni al café...
— ¿Espantan?
— No.
— Pues, ¿por qué?
— Porque no puedes salir,
— Pero di : por qué no puedo ?
— Está obscura la ciudad.
— Dices que á la obscuridad
Nunca se le tiene miedo.
— Traeré dulces al volver.
— ¿Todos serán para mí?
— Todos.
¿Pero todos?
¡Sí!
— ¿De veras?
— Todos mujer.
— Así me quedo contenta.
— Bien, pues entra que hace frío..
— ¿Te vas?
— Me voy. ángel mío,
— Mis dulces...
Calla, avarienta.
— ¿Qué dices?
— Nada, tesoro.
Que ya me voy, nada escucho.
— ¿Me quieres?
¡Te quiero mucho!
— Y tú ¿me quieres?
— ¡ Te adoro !
— Soy obediente.
— Por eso
Vives ya tan consentida.
— Un beso...
POESÍAS ESCOGIDAS 16S
— Toma, mi vida
Te mando con este beso.
Pasaban á la sazón
Varias gentes por la acera,
Y al oir de tal manera
Cortar la conversación,
Nos juzgan pechos de lava
Que laten de amor en pos,
Y dicen : ¡ vaya ! ¡son dos
Que están pelando la pava !
EN EL CIELO Y EN LA CALLE
(fragmento de un poema inédito).
A los que buscan dramas algo extraños
Doy éste, que por breve no desvela :
Personajes : un niño de seis años
Y Juana, de sesenta, que es su abuela.
Hablan y nada la atención les roba ;
Ella desde un sillón ; él en su cama ;
La escena es en el fondo de una alcoba
Que brilla á media luz.
Comienza el drama.
— Dos labradores francos y sencillos,
Encontraron dos aves cierto día.
— Abuela : ¿qué son aves?
— Paj arillos.
— ¡Ah! sí, tienes razón, ya lo sabía.
— Prosigo, y no interrumpas esta historia.
— No vuelvo hablar, te lo prometo, abuela.
— Oye y fija mi cuento en tu memoria.
— Y lo diré á los niños de mi escuela.
— Una vez dos sencillos labradores
Hallaron en un árbol suspendido
166 JUAN DE DIOS PEZA
El nido de los pájaros cantores...
— Dime antes de seguir ¿cómo es un nido?
— Tus preguntas avivan mis congojas,
Un nido es un palacio....
— ¿Qué me dices?
— Es un palacio alzado entre las hojas
Para vivir dos pájaros felices.
Allí se abrigan del invierno insano,
Allí van á arrullarse hora tras hora,
Y así como tú rezas muy temprano,
Allí cantan á Dios en cada aurora.
— ¿Y serán muy bonitos?
— Maravilla
En tanta pequenez, arte tan rico.
— Abuela, ¿son de piedra ?
— Son de arcilla
Con hebras mil tejidas con el pico.
Mas no pierdas la historia peregrina
Y volvamos al par de labradores
Que, al fulgor de la estrella matutina.
Hallaron aquel nido entre las flores.
Se acercaron al árbol corpulento
Donde estaba el palacio suspendido...
— ¡ El palacio !
— ¿Lo ves? No sigo el cuento
Un palacio en un árbol es un nido.
En él estaba un pájaro, y cubría
Para darles calor, dicha y consuelos
A tiernos pajaritos...
— ¡Qué alegría!
Sus hermanos tal vez...
— No ; sus hijuelos.
Temeroso al mirar á dos extraños
Escondió á sus polluelos inocentes.
— ¡ Ay ! dime, abuela, ¿les hicieron daño ?
Si los han de matar no me lo cuentes.
— No cofiprendes aún en tu inocencia
Los nobles cultos en las almas fijos.
POESÍAS ESCOGIDAS 167
Un padre siempre inspira reverencia
A quien lo ve cercado de sus hijos.
Y lo mismo en las aves que en los hombres,
En el espacio azul ó en el abismo,
Grutas, nidos, hogar, — cuestión de nombres, —
¡ El amor paternal siempre es el mismo !
El pájaro del cuento receloso
De la intención de aquellos campesinos,
Les habló...
— ¿Cómo hablaba?
— I Qué curioso !
— ¿Hablaba como yo?
— No. no ; con trinos.
— ¿Con trinos?
— No interrumpas.
— ¿Cómo es eso?
— Basta de preguntar, escucha.
— Escucho.
— ¿No sientes tú, cuando me das un beso,
Que, sin hablarte yo, te digo mucho ?
Pues... no lo sé explicar, un dulce acento
Inimitable, arrullador, divino,
Con que una ave saluda al firmamento
AI ver el nuevo sol, eso es un trino.
— ¿Eso es un trino?
— Sí : con él expresan
Las aves de sus dichas el tesoro...
— Abuela, y qué, ¿las aves no se besan?
— Tal vez, tal vez, pero en verdad... lo ignofo.
No hagas á cada paso esas preguntas
Que resolver no puedo ni me toca ;
Tal vez se besen las que viven juntas.
— ¿Y se pueden besar sin tener boca?
— Me tiene siempre en infernal batalla
La gran precocidad de sus antojos :
Sábelo, chiquitín, sábelo y calla :
i Los pájaros se besan con los ojos !
— No, no es verdad, abuela.
— I Qué osadía !
168 JUAN DE DIOS PEZA
¿Es decir que yo miento ? ¡ Vaya un chico !
— Yo he visto á tus canarios, cierto día,
Dándose de comer de pico á pico.
— Pero ¿dar de comer es dar un beso?
¡Vaya con el chicuelo veterano!
— Pues ¿por qué los canarios hacen eso?
Tú me das la comida con la mano.
— ¿Por qué lo hacen? No sé. Ya me provoca
Esa curiosidad tan obstinada;
No se besa tan sólo con la boca...
— Abuela, ¿pues, con qué?...
—¡Con la mirada!
Y á un niño como ttí débil é inerme,
Que no conoce el mal ni le acobarda.
Viene á besar sus ojos cuando duerme.
Lleno de amor el ángel de la guarda.
Ese ángel está aquí...
—¿Dónde?
— A tu lado.
— Abuela, ¿entre tú y yo?
Su
— ¡ No lo veo !
— Ningún mortal á un ángel ha mirado
Sino con la esperanza y el deseo.
Quien tal ventura á conseguir alcanza
Es porque tiene el alma limpia y pura.
— Dime abuela, ¿qué cosa es la esperanza?
^— Una cosa muy clara y muy obscura.
Lo que quieres hallar más adelante,
Lo que estando muy lejos v"s enfrente,
Lo que al ser más obscuro es más brillante,
¿Me entiendes?
— No.
— Pues calla, impertinente,
Me llevas por tan ásperos caminos,
Que junto á ti desfallecer me siento ;
Me haces hablar de besos y de trinos
Y no me dejas proseguir el cuento.
— ¿El cuento?
I
POESÍAS ESCOGIDAS 169
— Picaruelo, ¿has olvidado
El encuentro de aquellos labradores
Con el nido de un pájaro encantado
Oculto entre las ramas y las flores?
Sí lo olvidaste ya; cesa mi empeño
De contar esa historia... no prosigo;
Cierra los ojos, velaré tu sueño
¡Soy tan dichosa cuando estoy contigo!
— ¿Ale quieres mucho?...
— Sí, te quiero tanto
Que por eso me ves tan afligida ;
A mi avanzada edad me causa espanto
Saber que pronto perderé la vida.
— ¿Te da miedo morir?
— Por ti me aflijo.
No por un mundo donde impera el dolo...
— ¡y! si murieras...
— ¡Calla! Entonces, hijo
¿Qué podrá ser de ti?... ¡te quedas solo!
— ¿No dices que está un ángel á mi lado
Que vela mis acciones noche y día?
Él me acompañará.
— ^Muy bien pensado.
— No llores... dame un beso, madre mía.
Fija el niño en la anciana sus miradas
En las que amor inmenso se revela,
La besa y sus mejillas sonrosadas
Se empapan con el llanto de la abuela.
Reina un silencio santo, nada roba
La pompa augusta que la escena tiene;
¡Como que están besándose en la alcoba
Una alma que se va y otra que viene!
170 JUAN DE DIOS PEZA
NOCHEBUENA*
Trae la lana, trae el heno,
El portal déjalo aquí...
La muía, el buey, así, así.
Ya está bueno, ya está bueno.
Acuesta el niño, ¡Dios mío!
Tan desnudo me enternece;
Ponle plumón, que parece
Que se nos muere de frío.
Pon en lo alto la estrellita,
La escarcha aquí nos ceanpleta.
Trae sol y luna y cometa,
Y el rebaño y la casita.
Aquí resalta mejor
Esta cascada... aquí un pino;
Haz con piedras el camino;
Sienta aquí arriba un pastor.
Junto al monte que vacila,
Forme laguna este plato ;
Aquí de jamo» á Bato,
Aquí á su pastora Gila.
Junto á este árbol que se eleva
Con pompa porque es frutal,
Va el pecado original,
Quiero decir, Adán y Eva.
Tiñendo en rojo los prados
Colocar de frente puedo
A Herodes ¡Jesús! ¡qué miedo!
Con cien niños degollados.
Aquí se quedó Moisés
Con sus tablas... ¡qué bonito!
Y enfrente del portalito,
Los reyes magos, ¡los tres !
POESÍAS ESCOGIDAS 171
Y entre montes y cañadas
Y casitas y ahuehuetes
Irán todos los juguetes
De las noches de Posadas.
Ya está todo y está bueno,
Más zagales, más doncellas,
Aquí nos faltan estrellas
Y más escarcha en el heno.
Junto al niño están de pie
Con faz dulce y amorosa
El casto esposo y la esposa.
La Virgen y San José.
Ahora sí, ya se acabó,
Vengan y con gran cariño :
Canten : á la rorro niño,
Todos : á la rorrorró.
Y se agrupan los chicuelos
Que cual ángeles se ven,
Y ante el portal de Belén
Cantan al Rey de los Cielos.
I Qué entusiasmo! ¡qué alegría I
i Qué fiesta santa y amena!
Falta lo mejor : la cena ;
¡La gran cena de este día!
De la mesa en derredor
Donde todo se concilla,
Está toda la familia
Llena de dicha y amor.
El niño, el joven, el viejo,
■poncella . madre y abuela,
Tanto el que asiste á la escuela
Como el que asiste al consejo.
De nuevas dichas en pos
Con inefable contento
172 JUAN DE DIOS PEZA
Celebran el nacimiento
De Jesús, del Niño Dios.
El anciano se embelesa
Viendo después que ha cenado
Cómo el nieto se ha quedado
Dormido sobre la mesa.
Y al mirarlo siente ya
En sus ojos llanto ardiente,
¡Piensa que el año siguiente
Acaso no lo verá!
Todos gozosos se ven
Unos á otros con cariño;
El viejo contempla al niño
Y éste al Niño de Belén.
¡Oh delicias de esta cena!
¡Oh familia venturosa!
¡Noche alegre! ¡Noche hermosa!
¡Noche santa! ¡Noche buena!
Eres venero sin par
De recuerdos de ventura,
Eres la noche más pura
De todas las del hogar.
El imán de los cariños,
La cuna de afectos sanos,
El llanto de los ancianos
Y la risa de los niños.
¿Por qué tan rauda te vas?
Con tus placeres extraños
Vendrás cual hoy otros años
Y no nos encontrarás.
El hogar estará frío
Como el fondo de la huesa,
Y hallarás en nuestra mesa
Más de un asiento vacío.
POESÍAS ESCOGIDAS 173
Cantando tus atractivos
Otros gozarán despiertos;
¿Quién se acuerda de los muertos
En el festín de los vivos?
Mas no hay que amargarse en pos
bel olvido y de la pena.
Que esta noche es Nochebuena
Y ha nacido el Niño Dios.
I Nada, á gozar y á reir,
El que muera morirá,
Y el que viva ya verá
La que esconde el porvenir!
CÓMO ES MARGOT.
'A MACARIO RIVERO.
Una comedia del día
Sin llanto y sin regocijos;
Personajes : yo y mis hijos ;
Teatro : la Juguetería.
Tengo, cual es de rigor,
Una niña en cada lado
Y el varón está sentado
Encima del mostrador.
Has en frente dos hileras
De bebés con labios rojos,
Blancas frentes, negros ojos
Y doradas cabelleras.
Rifles, tambores, cornetas,
Vajillas de lujo y gala,
Muebles, espejos de sala.
Armarios á dos pesetas.
Locomotoras sin par,
Coches de cuerda, andadores.
174 JUAN DE DIOS PEZA
Parcos, peces de colores,
Ballenas ; en fin : ¡ la mar !
— Quiero — la mayor me grita-
Aquel niño en esa cuna
Y aquel armario de luna,
Y esa alfombra y la casita.
— Y yo — dice Juan — no quiero
Más que un fusil, un cañón,
Una pistola, un bastón.
Un sable, un cinto de cuero,
Una lanza, una bandera,
Una coraza, una gola.
Aquella caramañola,
Mi kepí y mi cartuchera.
Y prosigue la mayor :
— Pues yo quiero solamente
Esa lámpara, esa fuente,
Muebles para el comedor.
Dos cuadros, cuatro cortinas,
Tres sartenes, un brasero.
Dos candiles, un plumero.
Un gallo con sus gallinas.
Un ratón de cuerda, un gato,
Un... ¡basta! — ¿Y tú, Margarita?
Callóse la pobrecita.
Miró todo largo rato.
Y con palabras sinceras
Y natural regocijo.
Alzó su rostro y me dijo :
— Yo, papá, lo que tú quieras.
— No. Di tu antojo, alma mía,
Y agregó alzando las manos :
— ¡ Ya pidieron mis hermanos
Toda la juguetería!
POESÍAS ESCOGIDAS ' 175
—¿Y no quieres nada?
—¡No!
— Algo pide.
— ¿Y si estás pobre?
Lo que dejen, lo que sobre
Eso me lo llevo yo.
— ¡ Pobrecita ! ¡Pobrecita I
La dije y besé su frente,
Y- no exagero, realmente
Es así mi Margarita.
Bondadosa y resignada,
Ninguna ambición concibe,
Si algo le doy, lo recibe,
Y si no, pide nada.
MÉJICO Y ESPANA»<»>
1 HIJA MARÍA, NACIDA EN MADRID EL 9 DE AGOSTO DE 1878.
I.
Allá, detrás del mar, la playa amena
De la tierra del Cid y los Guzmanes ;
La cruz plantada en la morisca almena
Y rotos á sus pies los yataganes.
Allá, campos cruzados por gómeles;
Murallas que los godos defendían;
Palacios con ojivas y caireles
Donde las ninfas del harén dormían.
Allá las cinceladas armaduras;
Los cascos delucientes con cimeras,
Los castillos poblados de aventuras;
Las torres coronadas de banderas.
i) Esta poesía, aunque no esté considerada como perteneciente á los Cantos
fogar, se incluye aquí por encargo especial del autor, que como lo expresa
dedicatoria, es un testimonio de lo que inspira la tierra en que vio la luz pri-
su primogénita María.
176 JUAN DE DIOS PEZA
Allá, los altos picos del Moncayo;
El Guadalete con la sangre tinto;
Los manes de Rodrigo y de Pelayo;
Las tumbas de Fernando y Carlos Quinto.
Allá, todo eso que esplendor se llama :
La tradicSón. la fábula, la historia.
Los hechos coronados por la fama
Y los héroes ungidos por la gloria.
Aquí, la noche, llena de luceros,
El campo lleno de silvestres flores,
El volcán con sus hondos ventisqueros
Y el lago con sus juncos tembladores.
Aquí, la virgen tierra americana,
Bajo su azul y eterno cortinaje;
El rey desnudo, la vestal indiana,
El bosque inculto, y el aduar salvaje.
Aquí errabundo el ignorado atleta
De audacia ejemplo y de valor tesoro;
En las entrañas del peñón la veta,
Y el barro confundido con el oro.
Aquí el templo de tosca gradería,
El ídolo hecho un Dios omnipotente,
Y del pueblo la sorda gritería
Al verlo bautizar con sangre hirviente.
Aquí, el carcax, el arco y la rodela
De tosca piel, con plumas adornada
La aguda flecha que en los aires vuela,
Y la macana en pedernal labrada.
Aquí, sólo un baluarte, la montaña;
Allá torres y naves y cañones;
Tal fué Tenoxtitlán ; tal era España :
¿Cuál vencerá en la lid de ambas naciones?
II.
Admiro, Iberia altiva, tu nobleza,
Tu carácter indómito y bravio ;
POESÍAS ESCOGIDAS
177
Convulsa, pálida, errante,
Sobre el suelo que se agita,
La madre se precipita
Por la' angustia delirante.
A Méjico.
12
178 JUAN DE DIOS PEZA
Pero á la par admiro la gremdeza
Y el heroico valor del pueblo mío.
¿Qué hallaste en estos reinos ignorados?
Un pueblo que del oro no se engríe,
Una Otumba que asombra á tus soldados
Y un Guatimoc que en e^ torm.ento ríe.
Culparte en nuestro s'glo sería mengua;
Venciste y nadie intentará culparte;
Entre tus dones heredé tu lengua
Y nunca la usaré para insultarte.
Si á la justicia destronó el capricho,
Si está con sangre escrita cada hazaña,
¡ Ah ! yo diré lo que Quintana ha dicho :
« Crímenes son del tiempo y no de España
¡Nuestra sangre es igual! que nadie opon;
A' nuestra unión calumnias y rencores :
i La plegaria inmortal de Covadonga
Siglos más tarde resonó en Dolores !
La misma es nuestra raza altiva y fiera,
Igual nuestro carácter franco y rudo :
Aquí, el águila libre, por bandera ;
Allá, el león, por símbolo y escudo.
No de venganza con mentido alarde
Nuestras glorias hundamos en la niebla ;
¡Hijos de Zaragoza y de Velarde
Juntos cantemos á Bailen y á Puebla!
Juntos el mejicano y el ibero
Tener debieran, en mejores días,
¡Para cantar su patriotismo, á Homero!
¡Para llorar sus duelos, á Isaías!
Hoy la gloria con bellos arreboles
Ilumina enlazadas nuestras manos :
¡ Honor eterno á Méjico, españoles !
¡Honor eterno á España, mejicanos!
POESÍAS ESCOGIDAS 179
teología infantil*
Lector, hasta de teólogo haré alarde!
Con Juan, con Margarita y con María
Tuve ayer, á las cuatro de la tarde,
Una gran discusión de Teología.
Nunca estudié esa ciencia, ni me viste
En tratos con los sabios tonsurados,
Ni tuve como muchos c( noche triste »,
Ni conozco los cánones sagrados.
Pero tienen los niños unas cosas
Y hacen tales preguntas á su modo,
Que entre muchas misiones peligrosas
Tiene un papá la de explicarles todo.
Pregunta existe que en su fondo encierra
Un gran caudal de ciencia comprimida.
¿Por qué nacen los hombres en la tierra?
¿Cómo vienen los hombres á la vida?
¿Quién ha clavado el sol en el espacio?
¿Quién construyó tan alta una montaña?
¿Por qué enferma el que vive en un palacio
Y está sano el que habita la cabana?
Y otras cuestiones con diversos temas
Sacados de dos mil filosofías
Que llaman en las cátedras problemas
Y en el hogar se llaman niñerías.
La primera razón en ciencias y artes
La inquiere el niño en la materna falda.
¿Dónde está Dios?- pregunta. — En todas partes
(Tal dice el catecismo de Ripalda).
Pero esto que al principio satisface
Por ser la solución fácil y nueva,
Después no le conforma y no le place.
Busca el último análisis, la prueba.
180 JUAN DE DIOS PEZA
Ayer, hablando en el idioma llano
Que en nada amengua el paternal respeto,
Después de que Margot tocó al piano
Un fácil potpourri de Rigoleto,
Se vino á mí con intención pensada
Y así como entre veras y entre chiste,
Me dijo, en mis rodillas apoyada :
Tú me vas á probar que Dios existe.
Ante cuestión tan ardua, lo confieso,
Me sentí confundido, anonadado,
Y por ganar el tiempo, le di un beso,
Saqué un cigarro y me quedé callado.
Margot me contemplaba con fijeza
Y sin chistar, pendiente de mis labios,
Creyendo, al ver desnuda mi cabeza,
Que cuantos hay, todos son sabios.
Oyeron sus hermanos la pregunta
Y dejando muñecas y tambores
Sentados gravemente, como en junta,
A discutir se sientan los doctores.
Me clavaron cual dardos sus miradas,
Y con gran confusión, perdido el tino,
Diserté con razones no pensadas
Sobre la Summa de Tomás de Aquino.
¿La razón natural? no er argumento,
¿Institución? ¡qué misterio tan profundo!
¡Era preciso hallar en el momento
Lo que entiende y acepta todo el mundo !
— Mira, dije á Margot, tienes delante
Los papeles que Juan llenó de. trazos,
Con ellos voy á hacer en un instante
Más de dos centenares de pedazos.
Llévalos, y con ellos, en tu alcoba.
Formas una montaña, de manera
POESÍAS ESCOGIDAS 181
Que no pueda ni el viento ni la escoba
Cambiar de forma ni sacarlos fuera.
Con gran seguridad, el caso es grave,
Tapas, puertas, rendijas y ventanas,
Y sin prestar ni á tu papá la llave
Dejamos que transcurran dos semanas.
El término se vence, llega el día
En que abrimos la puerta con anhelo,
Y encontramos tú y yo, Juan y María,
Regados los papeles en el suelo.
¿Quién podrás figurarte que habrá sido?
Dije aquí terminando mis razones !
Y los tres, declarándome vencido.
Exclamaron en coro : — ¡ Los ratones !
— Los ratones, muy bien ; pero si hallamos
Que con esos papeles que pusiste
Se ha formado en la alfombra que pisamos
Un letrero que dice : « Dios existe »
¿Diréis que los ratones lo pusieron?
¿Diréis que el viento lo escribió á su paso?
¿Diréis que los papeles se movieron
O que el letrero lo formó el acaso ?
Y me responde Juan, que es el más tuno,
Con infantil serenidad que arroba :
— «Ese letrero nos lo puso alguno
Que, sabiendo escribir, entró en la alcoba ».
— Ya, sólo alguno que escribir supiera
Y que pudiese entrar, muy bien lo has dicho ;
Nada pudiera ser de otra manera
Ni las cosas se forman al capricho.
Pues todo en negra alcoba imaginaos
Que estuvo en el desorden más profundo,
Y en esa alcoba obscura que fué el caos.
Pusieron un letrero que fué el mundo
I
182 JUAN DE DIOS PEZA
¿Quién entró allí dejándonos por huellas
Fértiles tierras, montes seculares,
Brillando en el espacio las estrellas,
Rugiendo siempre los profundos mares?
¿Quién encendió allí el sol? ¿Quién hizo al
[hombre
¿Quién le dio voluntad y pensamiento?
¡ Pues ese es Dios ! Se encierra en este nombre
Cuanto ignoran la ciencia y el talento.
No sé cómo será, nadie lo sabe,
Está del hombre en la conciencia escrito,
Y no hay astro ni flor que no le alabe
Con su luz ó su aroma en lo infinito.
No hay obra sin autor y el que ha creado
Cuando de forma y de color reviste.
Ese se llama Dios y está velado
A los ojos del hombre, pero existe.
Méjico, Diciembre 8 de 1889.
AMIGOS Y LIBROS.
Elige ¡ oh Juan 1 un amigo
Franco, sincero y honrado,
Que cuando estés á su lado
No extrañes no estar conmigo.
Un joven que imite á un viejo
En lo juicio y prudente,
Que te conforte y aliente
Siempre que te dé un consejo.
Que se interese en tu bien.
Que censure tus errores,
Y en tus dichas y dolores
Se alegre ó sufra también.
POESÍAS ESCOGIDAS 183
Que nunca te indine al mal,
Que no te engañe ni adule,
Y te aplauda ó te estimule
Con desinterés igual.
No un farsante, un caballero
Por hechos, no por blasones;
Que sea en todas tus acciones.
No un cómplice, un compañero.
Que puedas darle tu mano
Sin tem.or de que la manche;
Un ser que el alma te ensanche
Cuando le llames hermano.
No le canse tu exigencia.
Ni tu carácter le hostigue,
Piensa bien cuánto consigue
La mutua condescendencia.
Que no esíente falsas galas.
Que no oculte la verdad,
Y sepa que la amistad
Es sólo el amor sin alas.
¡Oh mi Juan! yo te lo digo,
Por este mundo al cruzar
Es muy dificil hallar
Este tesoro, un amigo.
Y es tan grave su elección
Que te lo puedo decir.
Compromete al porvenir.
Compromete al corazón.
Y tanto influye en la suerte
Del necio que se descuida.
Que un buen amigo es la vida
Y un mal amigo la muerte.
Como tu dicha es mi afán
No busques falsos testigos,
Tus libros y tus amigos
Peséntamelos, mi Juan.
184 JUAN DE DIOS PEZA
MI PRIMIER NIETO.
A MI INTELIGENTE AMIGUITO LUIS REYES SPINDOLA Y JIMÉNEZ
(PERIODISTA DE SEIS ANOS).
Hoy abrí casualmente el gran librero
Tosco, antiguo, estorboso y empolvado,
Donde guardó entre in folios su dinero
Un antero que tuve acaudalado.
Dicen que allí juntaba y escondía
Las amarillas onzas relumbronas,
Que van siendo tan raras en el día
Y que antaño llamaban peluconas.
Detrás de las Pandectas y de Toro,
Sirviendo de pantalla Tertuliano,
Ocultaba avariento su tesoro
Aquel devoto y venerable anciano.
Y ocurrió lo de siempre ; adversa suerte
Se lo llevó á la tumba de improviso,
Y este mueble quedó, tras de su muerte,
Para el primero que escarbarlo quiso.
Cuentan que un señorón de toga y pluma
Que pronto se encargó del intestado,
Sacó los libros, recogió la suma
Y dejó el tosco mueble abandonado.
Más tarde, terminadas las cuestiones
De la adusta y sagaz jurisprudencia,
Pasadas cinco ó seis generaciones
Recibí^ el armatoste por herencia.
No me atreví á guardar libro ninguno
En tal mueble, del tiempo maravilla.
Que así como en el mar reina Neptuno
En él reinan la incuria y la polilla.
Para no cometer cien desatinos
Allí escondiendo joyas ó dinero.
Le dejé los polvosos pergaminos
Que enseñan cosas que estudiar no quiero.
POESÍAS ESCOGIDAS 185
Y después mis traviesos chiquitines
Encerraron en épocas lejanas,
Lo que en casa llamamos tirantines,
Digo, cosís inútiles ó vanas.
Hoy, buscando un antiguo documento
Que ya juzgaba por mi mal perdido.
Abrí el mueble pesado y polvoriento
De las memorias y las ratas nido.
Y encontré lo que menos esperaba,
Un bulto informe que ninguno aliña;
¡ Ay ! ¡el bebé con que Margot jugaba
En un tiempo feliz, cuando era niña !
Ya tiene sucia y gris la faz de cera ;
Le mutiló una pierna el tiempo insano ;
Se le cayó la rubia cabellera
Y le faltan tres dedos de una mano.
El vestido de rojo terciopelo,
Ya tiene la color indefinida,
Y en los ojos azules como el cielo
No hay brillantez, ni claridad, ni vida.
Los adornos bordados, son inciertos
Relieves áureos en la tela obscura,
Y hay en todo, ese tinte de los muertos
Que no desbarató la sepultura.
Al mirar estos restos olvidados
Que en mi desierto hogar tienen su historia,
¡Cuántos años, felices por pasados
Han surgido en tropel, en mi memoria!
¡Dulces venturas del hogar vacío!
Cuando llegó Bebé, cuan satisfecho
Oí á Margot decir : ¡ es hijo mío !
Come en mi mesa y dormirá en mi lecho!
Y con materno afán, libre de engaños,
Culto ferviente de su edad primera,
186 JUAN DE DIOS PEZA
Adoró cual se adora á los seis años
A este pobre muñeco de madera.
Le amó con esa celestial ternura
Que la santa inocencia trae del cielo,
Y encantaba la niña tierna y pura
Jugando á madre en el ingrato suelo.
i Cuántas veces mi padre en su tristeza,
De ese amor celestial un'gió los lazos
Dando á Margot un beso en la cabeza
Mientras Bebé lloraba entre sus brazos !
¡Si fuera siempre igual! ¡Si de este abismb
De dolor y maldad no viera el fondo 1
¡ Ay ! mi padre al hablar consigo mismo
Miraba lo más negro y lo más hondo !
Así se habla en los lindes de la vida,
Cuando tan sólo descansar se quiere
Y se sueña otra tierra prometida
En donde nunca la inocencia muere.
Entre tanto Margot, sin un reproche,
Porque fué en el hogar siempre mimada
Desnudaba á Bebé, noche por noche,
Para dormir con él acompañada.
De su colchón en e' caliente hueco
Cobijaba al imán de sus cariños
Y al fin rodaba al suelo este muñeco :
¿Quién va á dormir en paz junto á los niños?
Pronto creció Margot; su diestra mano
Soltó al ídolo fiel de alegres días
Y de las blancas teclas del piano
Arrancó misteriosas harmonía».
A la celeste luz del alfabeto
nutrió su pensamiento y su memoria
Y «n cada libro sorprendió un secreto
De la fe, de la ciencia ó de la historia.
POESÍAS ESCOGIDAS 187
EL PRISIONERO DE PAPAZINDAN
(Del Romancero
de la guerra contra la Intervención francesa)
A IGNACIO PÉREZ SALAZAR.
I.
Treinta y tres años cumplidos,
Ancha la espalda, alto el pecho,
Estatura que disfraza
El tosco vigor del cuerpo.
Ojo vivo y penetrante.
Corto el poblado cabello,
Sin un asomo de barba.
El bigote escaso y recio;
Hundido sobre las cejas
Ancho y obscuro sombrero ;
Ninguna insignia en el traje,
Ningún militar arreo ;
Siempre prudente y callado
Siempre vestido de negro.
Con una calma y un modo
Tan natural, tan modesto,
Que más al verle semeja
Humilde y franco labriego
Que luchador indomable
Y temible guerrillero,
A quien los franceses nombran.
Por su arrojo y su denuedo.
El león de las montañas,
Y que en reñidos encuentros.
Lo mismo en venta del Aire,
Zitácuaro y Angangueo,
Probó bien cuánto á su patria
Ama y defiende su pecho.
188 JUAN DE DIOS PEZA
Jamás el rudo combate
Llegó á contemplar de lejos,
Pues acompañado ó solo
Entraba siempre el primero.
Nunca contó el enemigo,
Que donde estaba sabiendo,
Se apresuraba á encontrarle
Valiente pero sereno.
Como todos, reposado,
Y más que todos resuelto,
Al comenzar el combate,
Al enemigo embistiendo.
Ni la cabeza inclinaba
Para acometerle ciego,
Ni con destemplados gritos
Daba á sus huestes aliento :
El valor en sus soldados
Brotaba con sólo verlo.
Que una enseña es su figura.
Su calma estoica, un ejemplo.
Nada resiste á su empuje
Y abre un camino su acero,
Por el que va la victoria
Siempr® sus huellas siguiendo.
Los enemigos le temen ;
De la noche en el silencio
Por todas partes esperan
Como á un tigre sorprenderlo;
Mas no valen emboscadas
Y en vano cualquier intento.
Que siempre burla sus planes.
Desbarata sus proyectos
Y los humilla y los vence,
Y á tanto llega su esfuerzo
Que como un ser protegido
Por insondable misterio,
Le miran propios > extraños :
Tal es Nicolás Romero.
POESÍAS ESCOGIDAS
189
II.
No tuvo Riva Palacio
En aquel glorioso tiempo
Un soldado más adicto,
Ni un amigo más sincero.
Y cuéntese con que andaban
A su lado : Luis Robredo
Que en Tacámbaro sucumbe
A los belgas combitiendo;
El coronel Luis Carrillo
Que en los muros de Querétaro,
Al frente de sus soldados
Exhaló el postrer aliento,
Y Bernal, que en Uruápam
Asaltando un parapeto
Dejó escaparse la vida
Por ancha herida en el pecho,
Y otros héroes cuyos nombres
En el polvo se escondieron,
Y quedan allí espe-ando
Que la Historia, juez Supremo,
A la vida de la Gloria
Los llame por justo premio.
Por eso, como entre todos
Descuella el bravo Romero,
Y como todos le juzgan
En campaña el más experto.
Dispone Riva Palacio
Dejarle el mando del cuerpo
Que ha combatido sin tregua
En el Estado de Méjico.
Mientras él marcha é encargarse
En Michoacán del Gobierno
Y á reunir las divisiones
Del Ejército del Centro.
Transcurren algunos días,
Y órdenes tiene Romero
De ir en Tacárnbaro á unirse
Con el resto del Ejército.
190 JUAN DE DIOS PEZA
Obedece, como siempre,
Precipita los aprestos,
Y ya lista su brigada
En marcha se pone luego.
III.
Es azarosa y terrible
La vida del guerrillero,
Pero lo fué más que nunca
Sostenida en aquel tiempo,
Cuando flotaba triunfante
La bandera del Imperio,
Y arbitro de nuestra suerte
Era Napoleón tercero.
El porvenir asomaba
Mostrando en el turbio cielo
Anchas nubes tormentosas.
Tristes horizontes negros,
Y al pendón republicano
Miraba con torvo ceño
La victoria, sin dejarle
Sus glorias y sus trofeos.
¡Soldados de las montañas!
Unos vivos y otros muertos,
Vuestra abnegación asombra
En esa lucha, teniendo
La muerte siempre á la vista
Y sin esperar el éxito
El mundo os miró luchando,
Que no soñabais más premio
Que combatir por la patria
Y morir por sus derechos.
Hasta ignorabais humildes.
Que de noche, en el silencio,
Cuando las rojas hogueras
Alumbran los campamentos,
Pasaban entre las sombras,
Vuestra causa bendiciendo
Tres espíritus sublimes
POESÍAS ESCOGIDAS 191
Que os dieran heroico ejemplo.
¡Hidalgo! de nuestras glorias
Impulso, móvil y centro;
Con él, un héroe que fuera
De la Independencia el genio;
i El invencible de Cuautla !
¡El intachable Morelos!
Y con ambos la más viva
Encarnación de este pueblo :
El águila de su escudo
¡El indomable Guerrero!
¡Soldados de las montañas!
¡ Nobles soldados del pueblo !
¡Los que tuvisteis por tienda
Praderas, montes y yermos,
Harapos por uniforme
Y abrupto peñón por lecho!
Sonará siempre mi lira
Con algtin acorde tierno
Al repetir vuestros nombres
Y al relatar vuestros hechos.
¡Cuántos dormís en el polvo!
¡Cuántos, ya tristes y viejos,
Entre olvido y amargura
Vivís de vuestros recuerdos!
Perdidas las ilusiones,
Y la fe, muerta en el pecho.
Contáis vuestras breves horas
Envidiando á los que han muerto
Mi voz pretende sacaros
De tan hondo abatimiento,
Que si en alas polvorosas
Lleva esas glorias el tiempo,
Yo, que naci mejicano.
Arrebatárselas quiero, '
Y como un grupo de soles
Mostrarlas al Universo :
¡Soldados de las montañas!
¡Nobles soldados del pueblo!
192 JUAN DE DIOS PEZA
IV.
Como verjel escondido
Entre montes gigantescos,
En donde limpios arroyos
Fertilizando aquel suelo,
Cruzan entre las parotas,
Retozan entre los ceibos,
Y se ocultan en la grama
Y después brotan ligeros.
Brindando con sus cristales
A los ganados sedientos.
Mientras se posan las garzas
En los hojosos granjenos,
Y las guacamayas cruzan
Con tardo y pausado vuelo;
Hay un grupo que semeja
Un palomar pintoresco,
Formado de blancas chozas,
En. donde habitan contentos
Con sus familias humildes ^
Francos, y altivos rancheros.
Cerca de cuarenta leguas
Distará el naciente pueblo,
De Zitácuaro, medidas
Sobre escabrosos senderos;
Papazindán se le llama
Y de la guerra el aliento
No ha nublado todavía
El límpido azul de su cielo.
Una mañana se miran.
A los ardientes reflejos
Del sol que nace, esos campos
Poblados de guerrilleros.
Allí pasaron la noche,
Allí se ve el campamento
De la Cañada en el centro,
Y son aquellos soldados
Que inspiran amor al pueblo,
POESÍAS ESCOGIDAS Í93
Los que en constante campaña
Manda Nicolás Romero.
No esperan al enemigo
Y como libres de riesgo.
Olvidando las fatigas
Descansan todos contentos.
De súbito se oyen tiros
Y blasfemias y denuestos,
Y como huracán terrible
Que no espera el mar sereno.
Destrozando la maleza
Y la tierra estremeciendo,
Furiosos se precipitan
Enemigos regimientos,
Acuchillando á su paso
Y el espanto difundiendo,
Sin dar á los más osados
Para defenderse, tiempo.
Tras ese alud de jinetes
Los infantes vienen luego,
Y lo que aquellos comienzan
A consumar llegan éstos.
Nada resiste á su empuje,
Y muertos ó prisioneros
Quedan los que no han podido
Ir por el bosque dispersos.
Nada se sabe del jefe;
Los franceses con empeño
Por todas partes preguntan
Si ha quedado vivo ó muerto,
Mas como nada descubren
Y al combate han dado término,
Para descansar escogen
El lugar de aquel siniestro.
Dos horas después se mira
Tan tranquilo todo aquello,
Que un grupo de zuavos ríe
Contemplando á un compañero
194 JUAN DE Dios PE2A
Que en pos de arrogante gallo
Corre afanoso y violento.
El animal, ya rendido,
Por salvarse emprende el vuelo,
Y entre las ramas de un árbol
Esconde el pintado cuerpo .
El zuavo llega en ^'u busca,
Alza los ojos atento
Y descubre, entre el ramaje,
Recatado un bulto negro;
Lanza un grito de sorpresa,
Requiere el arma violento,
Y con grandes voces llama
A todos sus compañeros.
Acuden, miran, discuten.
Gritan y le intiman presto
Que descienda, si no quiere
Que sobre él rompan el fuego.
Muévense entonces las ramas,
Y lentamente, sin miedo,
Baja por el tronco un hombre
Que está vestido de negro.
A tal novedad acuden
Más jefes y subalternos.
Que á la par que lo contemplan
Le forman círculo estrecho.
No lo conoce ninguno.
Mas él, á todo resuelto,
Les dice con voz tranquila :
«Yo soy Nicolás Romero».
Al escuchar ese nombre
Temido por todos ellos,
Y al contemplar desarmado
A quien vencido no vieron,
Asoma en todos los rostros
Con el asombro el contento.
El león de las montañas
Presa del destino ciego,
POESÍAS ESCOGIDAS 195
Más debe al propio infortunio
Que del contrario esfuerzo
Hallarse entre los franceses
Desarmado y prisionero.
V.
Aunque el sol naciente brilla
Con deslumbrantes reflejos,
De la ciudad opulenta
Sobre el transparente cielo;
Hay algo que no se explica,
Que pasando sobre Méjico
Hace que la luz se mire
Con un color ceniciento,
Y alumbre calles y plazas
Como la antorcha de un féretro.
Los ánimos conturbados,
Los corazones opresos,
Tristeza pon todas partes,
El menos sagaz comprende ,
Que se prepara un suceso
Tan triste, tan pavoroso.
Tan terrible, tan funesto,
Que al presentirlo semeja
La ciudad un cementerio.
Desde que rayó la aurora,
En la penumbra se vieron
Marchar silenciosamente
Del enemigo extranjero
Los pesados escuadrones.
Los compactos regimientos.
No distante de la plaza,
En el oriental extremo
De la ciudad, se descubre,
Vecina de los potreros
De Aragón, desierta plaza
De triste y mísero aspecto.
Cierran su humilde recinto
196 JUAN DE DIOS PEZA
Albergue de carboneros
Y pobres chozas que alfombran
Guijarros y polvo seco.
Es la plaza del Mixcalco,
Que á todos infunde miedo
Por ser sitio en que la pena
Capital sufren los reos;
La ha regado mucha sangre;
Muchos el postrer aliento
Lanzaron allí, mirando
Aquel contorno siniestro;
Por eso los grises muros
Del ángulo norte izquierdo
Son conocidos por todos
Como el rincón de los muertos.
Va lentamente á esa plaza,
En gruesas ondas el pueblo,
En pos de los batallones
Que van llegando en silencio.
Fórmase el cuadro, se alinean
Los zuavos en primer término,
Y entre sus filas asoman
Las anchas bocas de fuego.
Detrás cazadores de África
Que con su marcial aspecto
A la inquieta muchedumbre
Imponen mudo respeto.
Alzase un rumor de pronto,
Como el mar que ruje fiero;
Abren paso los soldados,
Entra todo en movimiento,
Y en el cuadro se presenta
El funerario cortejo
Con el que van al cadalso.
Cuatro mártires del pueblo.
Era el uno Roque Flores,
Un valeroso sargento;
El otro Encarnación Rojas
Alférez del mismo cuerpo;
POESÍAS ESCOGIDAS 197
Higinio Alvarez, altivo
Comandante, muy apuesto,
En un tricolor zarape
Con suma elegancia envuelto;
Y con ellos muy tranquilo,
Como quien marcha á paseo,
El valor en la mirada
Y fumando y sonriendo,
Al patíbulo glorioso
Llega Nicolás Romero.
Fórmase á los cuatro en fila,
Rfeina fúnebre silencio,
Los tiradores preparan.
Se da la señal de fuego,
Y al tronar de los fusiles,
El grito de / Viva Méjico !
Brotando de aquellas bocas,
Va con su postrer aliento
Por el cielo de la patria
En nubes de gloria envuelto.
VL
¡Soldados de las montañas!
¡Nobles soldados del pueblo!
Sobre vuestras tumbas crecen.
Inmarcesibles y eternos,
Los laureles con que adornan
Los inmortales sus templos.
Humilde desde la cuna
Nacisteis en el silencio
Y á la luz del patriotismo
Que se encendió en vuestros pechos.
La historia imparcial, severa.
Grabó con buril de fuego
Vuestros nombres en sus altos,
Perdurables monumentos.
198 JUAN DE DIOS PEZA
MAXIMILIANO»
A MI MUY QUERIDO PRIMO CARLOS ADAME
I.
Maximiliano de Habsburgo
Rige el Lombardo-Vennetto,
Porque Austria impone á la Italia
Sus hombres en el Gobierno.
Es gallardo el archiduque,
Joven y de gran talento,
Avezado á las borrascas
Del mar, que por mucho tiempo
Cruzó en todas direcciones
Visitando extraños pueblos.
Tiene los ojos azules,
Tan azules como el cielo,
Y es tan rubio que semejan
Rayos del sol sus cabellos.
Fina y espesa la barba
Se la parte por enmedio
Y le baja hasta los hombros
Libre dejándole el pecho.
Vastago de Carlos Quinto
Y agnado á su trono excelso,
Siempre lleva el toisón de oro
Ornando el erguido cuelgo.
Es con las damas galante
Y davidoso en extremo.
Con sus iguales altivo
Y con los stibditos tierno.
Adora las bellas artes,
Y como amigos discretos
Le acompañan sabios libros,
Cuadros de grandes maestros
Y estatuas en que palpita
El alma del gusto griego.
POESÍAS ESCOGIDAS 199
Cariñoso y desprendido,
Es cumplido caballero,
Y juntos en su semblante
Brillan conquistando afecto,
La juventud, la nobleza
La majestad y el ingenio.
IL
En una tarde de Mayo
Tranquilos el mar y el cielo,
Maximiliano va solo
En sus jardines amenos,
Cruzando por 1 .s callejas
De castaños y de almendros.
Lleva la cabeza baja
Absorto en mil pensamientos,
Y está su rostro tan pálido
Que se le creyera enfermo;
No ha recibido á ninguno
De los hombres del gobierno,
Ni ha de sus íntimas cartas
Los blancos sobres abierto.
Halla de pronto á su paso
Sentado en el césped fresco,
Sobre un banquillo de mimbres
junto al tronco de un abeto,
A un hombre de blanca barba
Y escaso y cano cabello.
Vestido con traje humilde
Pero limpio, alegre y nuevo.
Sonríe Maximiliano
Gustoso de tal encuentro,
Y brillan sus claros ojos
Con honda expresión de afecto.
- Señor, le dice el anciano
Con muy natural respeto;
¿Vuestra Alteza viene triste?
- Tienes razón; triste vengo.
200 JUAN DE DIOS PEZA
— Lo sé, que os conozco tanto
Como el que más.
— Bien lo creo ;
No en vano mi asusta madre
Te nombró mi camarero
Siendo yo niño.
— Teníais
Seis años ni más ni menos,
Y desde entonces por nada,
Ni de la mar en los riesgos,
Ni de la corte en las fiestas.
Ni estando en extraño suelo
Os he dejado, ni es fácil
Que os deje, señor ; os quiero
Hasta donde más alcanza
Querer. un honrado pecho.
— Me ves muy triste...
— Os lo he dicho.
— Pues ríe de lo que pienso.
— ¿Reir?
— Son cosas de risa.
— Todo en vos es de respeto.
— Óyeme y no me hagas caso.
— Señor, siempre os obedezco...
— Entre mil supersticiones
Una ridicula tengo...
¿No ves en estos jardines,
En el palacio, en el templo,
En las salas de tertulia.
En el salón del Consejo,
En los anchos corredores,
En todo, en fin, lo que tengo
A mi alrededor, no encuentras
Emes de mármol, de hierro,
De alabastro, de madera.
De granito?...
— Lo comprendo,
Es cifra de vuestro nombre,
POESÍAS ESCOGIDAS 201
Y cuanto miráis es vuestro,
Natural es que esté en todo.
— Es natural, pero pienso
Que tal letra es mi sentencia.
— Hablad, señor, no comprendo.
— Ni habrás de entenderme nunca.
jEs un fatalismo necio!
Las emes me aterrorizan,
Sábelo, me causan miedo,
Y han de estar en todas partes
Mi espíritu entristeciendo.
¡Moriré entre muchas emes!
— Perdón, señor, que no acierto
En qué podáis cuerdamente
Fundaros...
— I Presentimiento !
Sábelo y ríe, porque risa
Provocan y no respeto
Las vanas supersticiones
I Moriré entre muchas emes!
Tú lo verás...
Bajó el viejo
Los ojos, y hondo suspiro
Dejó escapar de su pecho,
Y siguió Maximiliano
Esa frase repitiendo
Por las alegres callejas
De castaños y de almendros
Lleva inclinada la frente,
Pálido está como enfermo,
Y están htímedos sus ojos
Tan azules como el cielo.
in.
Pasáronse muchos años.
Y una mañana de invierno
Llegó en una barca inglesa
A Miramar un viajero.
202 JUAN DE DIOS PEZA
El mar estaba agitado,
Estaba plomizo el cielo,
Menudos copos de nieve
Bajando en alas del viento
Posábanse en las cornisas,
En las torres, en los hierros,
En las gallardas almenas
Y en el rico pavimento
Del legendario castillo
Tan triste desde hace tiempo.
Pidió que le permitieran
El visitarlo por dentro,
Y acompañóle galante
Un hombre afable y discreto,
Blanca y poblada la barba.
Escaso y cano el cabello.
— ¿Vívis aquí desde cuándo?
Interrogóle el viajero,
— Vivo aquí... pero no vivo.
Que yo, señor, soy un muerto;
Me tienen aquí enterrado
Entre lágrimas y duelo.
Desde que por negra suerte
Mi noble señor no ha vuelto.
Su santa y augusta madre
Me nombró su camarero
Desde que cumplió en la vida
Seis años, ni más ni menos.
Le acompañé á todas partes,
Me quiso con hondo afecto,
Y una vez en sus jardines.
Allá en Lombardo-Venetto...
Me dijo... Mas perdonadme
Que calle un rato; no puedo...
Las lágrimas me enmudecen...
Y de los ojos del viejo
Rodaron dos grandes gotas
Iguales á las que el viento
I
POESÍAS ESCOGIDAS 203
Arranca por las mañanas
En el rigor del invierno,
De los vetustos sabinos,
Coronados por el heno.
Habló después, refirióle
La historia del jardín regio,
Y así agregó conmovido,
Al hablar estando trémulo :
— No eran, no, supersticiones:
Lo que me dijo era cierto.
Ha muerto entre muchas emes.
Fué de Miramar á Méjico,
Imperio de Moctezuma,
Que lo conquistó un guerrero,
A quien llamaron Malinche
Los indígenas del suelo,
Dos Mariscales de Francia
Le engañaron y vendieron;
A Querétaro marchóse
Reemplazándole en su puesto
Márquez, que según me dicen,
Le olvidó en el mayor riesgo.
Jefe de los sitiadores
Era Mariano Escobedo,
Y cuando cayó la plaza,
De Miguel López dijeron
No sé qué cosas extrañas
Que á darles fe no me atrevo.
Cayó con sus generales
En Mayo, y al poco tiempo
Le fusilaron á Méndez
Que le tuvo tanto afecto...
Llamóse Manuel Aspíroz
El fiscal de su consejo,
Riva Palacio Mariano
Fué á la plaza á defenderlo
Con Martínez de la Torre,
Abogados muy expertos.
204 JUAN DE DIOS PEZA
Con Miramón y Mejía
Fué á morir mi noble dueño,
Y era un Mejía el Ministro
De Juárez, que en el gobierno
Firmó la fatal sentencia
Que me tiene en tanto duelo.
Montemayor se llamaba,
Y bien su nombre recuerdo,
El capitán que á su lado
Hizo la señal de fuego,
Ha muerto el príncipe en Martes ;
Ya veis, señor, si era cierto
Lo que me dijo muy triste
Allá en Lombardo-Vennetto...
¡Ha muerto entre muchas emes!
Y jamás olvidaremos
Que llamó cosas de risa
A cosas de tanto duelo.
Después, sin decir palabra
El anciano y el viajero,
Siguieron ambos del brazo
Por los salones desiertos
Del legendario Castillo,
Tan sólo desde hace tiempo.
f
POESÍAS ESCOGIDAS 205
IRECUERDOS DE UN VETERANO.
ilARA EL DISTINGUIDO ACTOR LEOPOLDO BURÓN.
Personaje : Don José (de ochenta anos).
itttro representa la habitación de un viejo militar, modesta y reducida,
i nfesa con papeles, planos, libros, álbum de retratos, una corneta, un machete
ano, una condecoración y una bandera mejicana, pequeña y enrollada. Es de
he. Don José viste un traje de antiguo soldado, con redingote gris ó azul ob-
o, botones dorados y una gorra de cuartel.
¡ Noche de invierno ! Es verdad ;
Sopla afuera el cierzo impío ;
Algo hay más negro y más frío;
¡Mi espantosa soledad!
Nunca como en esta vez
Me sentí más abatido ;
De los mares del oWido
Es un puerto la vejez.
¡ Ochenta años ! qué de engaños,
De luchas, de desventuras,
De lágrimas y amarguras,
Caben en tan largos años.
Nací antes del siglo; fué
Mi padre un labriego honrado,
Que, ignorante é ignorado,
Vivió en brazos de la fe.
Hizo el bien, ignoró el mal,
Y su música más sana
Fué la voz de la campana
E;^su parroquia natal.
Sin deudas ni sinsabores
Dejó el mundo el mismo día
Que con Hidalgo nacía
La Independencia en Dolores.
Mi edad, de glorias avara
Vio en esa causa una aurora :
Pasó Hidalgo por Zamora
Con rumbo á Guadalajara.
206 JUAN DE DIOS PEZA
Yo, con doce primaveras
Fui á presentármele ufano :
— ¿Quieres — me dijo el anciano,
Ser un soldado de veras?
¡ Si no puedes, chiquitín,
Con arcabuz ni escopeta !
— Señor, dadme una corneta,
Comenzaré de clarín.
¡Oh, recuerdo, que seduces!
Fui su clarín, ¿qué más gloria?
¡Yo di el toque de victoria
Sobre el monte de las Cruces !
Yo en mi hermosa juventud
Vi aquella cabeza cana
Fulgurar en la mañana
Que abolió la esclavitud.
Yo anuncié la dispersión.
Que tristes memorias deja,
Cuando nos tomó Calleja
El puente de Calderón.
Y después que por malditas
Rencillas lo traicionaron,
Yo vi cómo se llevaron
Su cabeza á Granaditas!
Entre penurias y duelos
Que venció mi ardiente fe,
Seis meses después logré
Incorporarme á Morelos;
I Nadie á este genio conoce !
Era de la guerra el rayo.
Dígalo aquel dos de Mayo
De mil ochocientos doce.
En que con heroico pecho
Al despuntar la mañana.
Seguido de Galeana
Que fué su brazo derecho.
En Cuautla, con férrea mano.
Rompió sin temer reveses,
POESÍAS ESCOGIDAS 207
El sitio que por tres meses
Sostuvo á Calleja y Llano.
Aquel esfuerzo viril
Hace ¡oh mundo! que te asombres;
Con Morelos tres mil hombres
Vencimos á doce mil!
Lleva el indomable Aquiles
A Huajüápam sus legiones,
Toma catorce cañones
Y mil docientos fusiles.
Después Tehuacán ataca,
Y, nunca de aliento falto,
Como un león, por asalto
Se apodera de Oaxaca.
¡ Semidiós de nuestra historia !
Firme le seguí hasta el fin,
Pues con él fué mi clarín
El clarín de la victoria. (Saca un clarín)
Aiquí estás viejo instrumento,
¿Quién al verte te respeta?
Dirán : « es una corneta ».
¡Mienten! ¡es un monumento!
Contigo siempre fui en pos
De los héroes á la guerra.
¡ Los héroes son en la tierra
Los elegidos de Dios !
¡ Tus breves toques sonoros
Fuego anunciando ó diana,
Oyeron Bravo, Galeana,
Sesma, Mier y Matamoros!
Cuando á sargento ascendí
Pude haberte abandonado,
Pero al mirar tu pasado
No te entregué, ¡ te escondí !
Reliquia de mi existencia,
Todos sus toques benditos
Se apagaban á los gritos
De « ¡Muerte ó Independencia!»
208 JUAN DE DIOS PEZA
Te guardé... después los cielos
Su protección nos negaron,
Y de rubor se nublaron
Viendo morir á Morelos.
Mató el gobierno español
A aquel atleta entre atletas,
Quedaron varios planetas
I Pero les faltaba el sol !
Joven, patriota y entero
Seguir quise la campaña,
Y fui al Sur. á la montaña.
Con el general Guerrero.
En las Mixtecas con él
Burlamos la adversa suerte...
¡Qué valeroso y qué fuerte
Era el insurgente aquél!
Debajo de la ceniza
Que mi cabeza emblanquece,
Lo busco y se me aparece :
Pelo crespo, tez cobriza,
Ojos negros y profundos,
Gran talla, frente serena.
Su afán : romper la cadena
Que ligaba los dos mundos.
Fué el firme entre los soldados ;
Todos desmayado habían;
Con Calleja unos morían,
Otros iban desterrados.
Sólo Guerrero en su ley
Con su esfuerzo inquebrantable,
Llegó á ser el indomable
Que diera espanto al Virrey.
Nada torció sus anhelos,
Que aquel corazón de bronce.
Desde el ochocientos once
Entró á servir con Morelos.
Después, solo en las montañas,
Tenaz la causa sostuvo
POESÍAS ESCOGIDAS
209
«Majestad», no he aprendido
Lo que otros por mi pensaron,
Pero si usted lo que busca
Es un corazón honrado.
Tomás Mejia.
oesias pscogidas.
14
210 JUAN DE DIOS PEZA
Y veinte triunfos obtuvo
En veinte heroicas campañas.
En todas ellas venció;
Recordarlas me conmueve,
Desde el once al diecinueve
A todas asistí yo. {Saca un machete suriano}
Aquí está ; su augusta mano
Me dio en Cuautla este machete
Diciendo : <( Sargento, vete
Por la cabeza del Llano ».
Veloz como un huracán,
En mil lances renombrados,
Temblar hizo á los soldados
De Luaces y de Liñán.
Entre nosotros ninguno
Dejó jamás á Guerrero ;
Vino al fin el diez de Enero
Del ochocientos veintiuno.
Fecha en que el triunfo decide;
A Acatempan nos llevó,
Donde á Guerrero esperó
Don Agustín de Iturbide.
No es mi memoria tan mala
Y vivo guarda el recuerdo,
Pusiéronse ambos de acuerdo
Y se fraguó el plan de Iguala
Publicado al mes siguiente
A Valladolid rendimos.
Luego á Querétaro y fuimos
A Puebla directamente.
Renace aquí todavía
La emoción santa y sincera,
Que tuve al ver la bandera
De la patria amada mía.
No me pasa la impresión;
Nunca sentí más respeto
Que al escuchar el decreto
Que dio vida al pabellón.
POESÍAS ESCOGIDAS 211
¡Qué augustos!... ¡qué hermosos díasl
Con qué fe nos aclamaban.
Con cuánto amor nos llamaban
« Los de las tres garantías».
El verde : la religión,
(Fué primero la conciencia)
El blanco : la independencia,
Y el encarnado : la unión.
Y por símbolo inmortal
Erguida el águila indiana,
Desgarrando soberana
La serpiente en un nopal.
Nunca, lo digo en verdad,
He visto más alegría
Ni más llanto que en el día *
Que entramos en la ciudad.
Ni pormenores ni nombres
Recuerdo y es natural;
Entramos en son triunfal
Como dieciséis mil hombres.
Trescientos años después
De que, asombrando estos valles
Entraron por nuestras calles
Las tropas de Hernán Cortés.
Iturbide por delante
Resplandeciente de brillo.
Sobre un caballo tordillo
Nervudo, altivo y pujante.
<( Vencedor, hijo del cielo,
Gritaban, ¡ Viva la paz ! »
Regando al mirar su faz
De frescos lauros el suelo.
Todos con gozo atronaban
De amor la ciudad entera
Y al mirar nuestra bandera
Las gentes se arrodillaban.
Bajo toldos de pendones
Verde, blanco y escarlata,
212 JUAN DE DIOS PEZA
Con las vajillas de plata
Reluciendo en los balcones;
Con arcos de armiño y tul
En conjunto hermoso y raro,
El sol estando muy claro
Y el espacio muy azul ;
Al sonoro retumbar
De la hermosa artillería,
Y á los gritos de alegría
Lanzados en cada hogar;
Las madres con santo amor
Y entre dulces regocijos
Acercaban á sus hijos
Al pabellón tricolor.
Tras Iturbide, marciales,
Séquito altivo y hermoso,
Iban en grupo vistoso
Nuestros viejos generales.
¡Qué vanguardia tan brillante!
Tras ella, airoso marchaba
Todo lo que se llamaba
Ejército trigarante.
Atronaban el espacio
Gritos de entusiasmo fieles;
Fué un camino de laureles
Hasta llegar á Palacio.
Allí Iturbide quedó
Y á varios nos repartieron
Un recuerdo... el que me dieron
Intacto lo guardo yo.
Es un recuerdo sin par
Que duplica su valía
Haberlo obtenido el día.
Que nadie podrá olvidar.
Una pequeña bandera;
Aquí está... ¡prenda bendita!
Entre tus pliegues palpita
¡Oh, Patria!... tu historia entera.
POESÍAS ESCOGIDAS 213
Me la dio el Libertador
Cuando en su afán tuve fe...
De él contigo me alejé
Cuando se hizo emperador.
No guardo rencor ni encono :
I Bien sabe el Omnipotente
Que ni tii ni este insurgente
Saludaron aquel trono!
Santa insignia mejicana
¡ Con qué afán te saqué yo
La vez en que proclamó
La repiíblica Santa-Ana!
¡ Cómo, en tradiciones rico,
Por los años consagradas,
Surgiste cuando á Barradas
Derrotamos en Tampico!...
¡ Cómo viste á sus soldados
Al mandato de Santa-Ana,
Volverse para la Habana
Vencidos y desarmados!
¡ Cómo te bañaste en luz
Cuando expuesto á mil reveses,
Santa-Ana echó á los franceses
Del puerto de Veracruz ! . . .
Y ¡cómo limpio has venido
Sin dejarme ni un momento,
Para ser el ornamento
De los años que he vivido!
¡Qué fría es la ancianidad
Bajo el sol de la razón.
Se ve desde un panteón
A toda la humanidad!
¿Todo ha sido lumbre fatua ?
¿Todo es ficción? ¿Nada es cierto?
Dudo á veces si ya he muerto,
Y estoy viviendo en estatua.
214 JUAN DE DIOS PEZA
Se hielan los pensamientos
De la experiencia á la luz...
Aquí... ¿qué brilla?... mi cruz.
(La toma y lee el anverso).
« Treinta contra cuatrocientos ».
Atción memorable, sí,
En que fuimos campeones
Con Meoti, treinta dragones
De «fieles del Potosí».
Han muerto ya, con razón;
Sólo á mí Dios me sostiene;
Soy ya el único que tiene
Esta condecoración.
(Abre el álbum de retratos).
¡Oh! aleve destino impío
Para mí duro é ingrato ;
Tiemblo "' ver este retrato ;
¡Pobre Luís! ¡pobre hijo mío!
Perdió á la madre al nacer
Y quedó solo conmigo,
Tuvo el vivac por abrigo,
La bandera por mujer.
El rancho por alimento
Y por arrullos amados,
Los cantos de los soldados
En medio del campamento.
Sus más gratas diversiones
En sus primeros abriles,
Se las dieron los fusiles.
Los sables y los cañones.
Creció soldado sin par
Y ya joven y valiente,
Habiendo sido teniente.
Del Colegio Militar.
POESÍAS ESCOGIDAS 215
A la Angostura marchó
Contra la invasión tirana,
Y una bala americana
La vida le arrebató...
Años hace, y todavía
De luto está mi alma entera ;
Si Dios ocasión me diera
Bandera de tres colores
Con qué amor lo vengaría.
Por el mejicano amada;
Santa bandera soñada
Por el cura de Dolores ;
Bandera que has tremolado
Desde el año veintiuno
Sin que ninguno, ninguno
Te haya abatido ó manchado.
Mi Luís voló en pos de ti,
Pues eras su fe, su egida
Y por ti perdió una vida
Que yo á tu sombra le di.
Murió soldado leal;
De otra suerte, si viviera,
Vamos... lo sé bien... ya fuera
Un bizarro general...
Murió cubierto de gloria,
Y hoy lo miro solamente.
Pasar lista de presente
En el cuartel de la historia.
¡Hijo! mi abatido ser
Toca el dintel de la muerte;
Pronto, muy pronto he de verte;
Lloro por volverte á ver.
Eras mi sola fortuna,
Eras mi sola alegría,
Moriste y desde aquel día
No tengo dicha ninguna.
Mis potencias se aminoran.
Te lloro constantemente...
216 JUAN DE DIOS PEZA
Vamos, José... sé valiente;
Los insurgentes no lloran!...
Cuando el alma duele tanto,
La pena á los ojos sube,
Busca espacio... forma nube,
Se deshace y llueve llanto.
Si en otra nueva invasión
Nuestros hogares asaltan,
Las fuerzas que aquí me faltan
Las tengo en el corazón.
Tiemblo... mas no retrocedo,
Y al defender el honor,
Tengo brazos sin vigor,
Pero corazón sin miedo.
¡Cuánto heroico amigo ausente!
Guerrero, Hidalgo, Morelos :
Si vivís allá en los cielos
Velad por este insurgente.
Por el que todo perdió,
Y pronto á morir en calma,
Adora con toda el alma
El suelo en donde nació.
Por este suelo velad,
Y en él vuestros ojos fijos,
Mantened sobre sus hijos
El sol de la libertad!...
Que el mar se lo trague fiero
Y sus montañas llane
Antes que lo profane
La planta del extranjero.
Al salvar su honor y prez
Me siento joven y fuerte.
Pero si ya soy la muerte...
Nada puede la vejez....
Ya mis delirios son vanos,
É inútiles mis arrojos,
POESÍAS ESCOGIDAS 217
Ya no tienen luz los ojos,
Ni fortaleza las manos.
Otros nacieron mejores
Y ellos lucharán mejor...
Tú serás mi tíltimo amor
Bandera de tres colores.
Te consagré mi existir,
Regó mi sangre tu alfombra
Y hoy sólo anhelo tu sombra.
¡Tu sombra para morir!
Y que el mundo pueda ver
Que alumbras con tus reflejos,
Las tumbas de aquellos viejos
Que te salvaron ayer.
¡Mundo! las dichas que das,
El llanto al fin las resuelve;
El sol que se ausenta, vuelve;
La vida que huye, jamás.
Pero mi gloria mayor
Será ver cuando me muera,
Libre, respetada, entera,
Mi bandera tricolor.
FIN DE LA TERCERA PARTE.
PARTE CUARTA
RECUERDOS Y ESPERANZAS
reír llorando.
Viendo á Garrik— actor de la Inglaterra-
El pueblo al aplaudirlo le decía :
(( Eres el más gracioso de la tierra,
Y más feliz ».
Y el cómico reía.
Víctimas del spleen, los altos lores
En sus* noches más negras y pesadas.
Iban á ver al rey de los actores,
Y cambiaban «u spleen en carcajadas.
Una vez, ante un médico famoso,
Llegóse un hombre de mirar sombrío :
—Sufro — le dijo, — un mal tan espantoso
Como esta palidez del rostro mío.
Nada me causa encanto ni atractivo ;
No me importan mi nombre ni mi suerte;
Es un eterno spleen muriendo vivo,
Y es mi única pasión la de la muerte.
— Viajad y os distraeréis
¡ Tanto he viajado !
— Las lecturas buscad,
— ¡Tanto he leído !
— Que os ame una mujer.
220 JUAN DE DIOS PEZA
— i Sí soy amado !
— Uji título adquirid.
— ¡Noble he nacido!
—¿Pobre seréis quizá?
— Tengo riquezas.
— ¿De lisonjas gustáis?
— I Tantas escucho !...
— ¿Qué tenéis de familia?
— Mis tristezas.
^¿Vais á los cementerios?
— Mucho... mucho...
— De vuestra vida actual ¿tenéis testigos?
— Sí, mas no dejo que me impongan yugos :
Yo les llamo á los muertos mis amigos ;
Y les llamo á los vivos, mis verdugos.
— Me deja — agrega el médico — perplejo
Vuestro mal, y no debo acobardaros;
Tomad hoy por receta este consejo :
« Sólo viendo á Garrik podréis curaros».
—¿A Garrik?
— Sí, á Garrik... La más remisa
Y austera sociedad le busca ansiosa ;
Todo aquel que lo ve muere de risa ;
¡Tiene una gracia artística asombrosa!
— ¿Y á mí me hará reir?
— ¡Ah! sí, os lo juro;
Él. sí; nada más él; mas... ¿qué os inquieta?
— Así — dijo el enfermo, — no me curo :
¡Yo soy Garrik!... Cambiadme la receta.
¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
Enfermos de pesar, muertos de tedio,
Hacen reir como el actor suicida,
Sin encontrar para su mal remedio!
, Ay ! ¡Cuántas veces al reir se llora !
¡ Nadie en lo alegre de la risa fíe.
Porque en los seres que el dolor devora
El alma llora cuando el rostro ríe !
Si se muere la fe, si huye la calma,
Si sólo abrojos nuestra planta pisa.
POESÍAS ESCOGIDAS 221
Lanza á la faz la tempestad del alma
Un relámpago triste : la sonrisa.
El carnaval del mundo engaña tanto,
Que las vidas son breves mascaradas ;
Aquí aprendemos á reir con llanto,
Y también á llorar con carcajadas.
UN CONSEJO DE FAMILIA.
¿Quién la miseria y el amor concilia?
Esto más que un problema es un misterio.
Para hablar de un asunto que es tan serio,
Hubo ayer un consejo de familia.
Hizo de presidente del consejo
Un hombrecito á quien la edad agobia,
Y que ademas del chiste de ser viejo,
Es, nada menos, padre de mi novia.
A su lado, y en cómoda poltrona,
Con franco y natural desembarazo.
Estaba una señora setentona
Con un perro faldero en el regazo.
Y en derredor, con rostros muy severos,
Prontos á discutir y meter baza,
Estaban, cual prudentes consejeros.
Seis ó siete visitas de la casa.
Y entre todos, causando maravilla,
De gracia y juventud, rico tesoro,
Como un ángel, sentada en una silla, ^
Estaba la mujer á quien adoro.
Con que, vamos á ver — dijo indiscreta
La madre, por anciana impertinente —
¿Es verdad que eres novia de un poeta ?
— Puesto que lo sabéis- dijo la niña, —
No lo puedo negar : le quiero mucho.
— Mereces— dijo el padre, — que terina.
Y la anciana exclamó : — ¡Cielos! ¡qué escucho!
¡ Blasfemia intolerable que me irrita !
— iHabráse visto niña, descarada! —
222 JUAN DE DIOS PEZA
Dijo en tono burlón una visita,
Pegándose en la frente una palmada.
— ^Los versos nada más son oropeles. —
Diio la anciana en tono reposado, —
Y apuesto á que no sirven sus laureles
Ni para sazonar el estofado.
, Un novio soñador y sin dinero 1
Hija, esto sí que nadie lo perdona;
Ya que tiene' corona y no sombrero.
Fuera mejor que usara su corona.
— Los hombres — dijo el padre, — son perversos.
Pero más los poetas de hoy en día.
Qu'zá te piense alimentar con versos,
Y eso vas á comer ¡pobre hija mía!
- O, quién sabe— agregó con triste acento
Una visita al parecer piadosa, —
Si se irán a poblar el firmamento,
O á vivir en el cáliz de una rosa.
- Puede ser — interrumpe otra persona, —
Que intenten levantar, llegado el caso,
A orillas de la fuente de Helicona,
Un palacio en las faldas del Parnaso.
El regalo de boda, amigo mío.
Tendrá joyas riquísimas y bellas :
Junto á un collar de perlas del rocío,
El manto azul del cielo y sus estrellas.
Envidia te tendrán los serafines,
Pues tendrás deleitando tu hermosura,
Una alfombra de nardos y jazmines
Y un ruiseñor que cante en la espesura.
E' marido feliz te dará un beso
Diciendo : ¡ Tengo un ángel por esposa !
¿Y á la hora de comer? ¡quién piensa en eso!
¡Para el poeta la comida es prosa!
Un coro de estridentes carcajadas
Satíricas, terribles, infernales.
Convirtió las mejillas en granadas
Al ángel de mis sueños celestiales.
POESÍAS ESCOGIDAS 223
— ¿Conque piensas seguir esos amores,
Tú, la más infeliz de las mujeres,
Piensas con el aroma de las flores
Vivir entre la dicha y los placeres?
íA qué alta sociedad, hija querida,
Te llevará ese amor del cual abusas?
j Ha de ser muy monótona la vida.
Sin tener más visitas que las musas!
Otra risa estalló ¡bendita risa !
Entonces ella abandonó su asiento.
Y con grave ademán, y muy de prisa,
Salió sin vacilar, del aposento.
Llamáronla mil veces, pero ella,
Espléndida, grandiosa, soberana,
Como asoma en los cielos una estrella,
El rostro fué a asomar por la ventana.
— Ven— me dijo, — mitad del alma mía;
Dicen que amarte es prueba de torpeza,
Que por pobre te olvide ¡ qué ironía !
Que te deje por pobre ¡qué tristeza!
Como no te comprenden, ya por eso
Destruir mis amores se concilla .
Yo siempre seré tuya : dame un beso :
¡ Se ha lucido el consejo de familia !
RECUERDO.
EN EL ÁLBUM DE UNA MEJICANA.
Fulgura el sol en el zenit ; su lumbre
Las plantas y los árboles desmaya.
Contra las negras rocas de la playa
Sus ondas quiebra perezoso el mar.
Reina del aire la gaviota errante
Va por la azul inmensidad cruzando.
Mientras yo, triste vago suspirando
Muy lejos de la patria y del hogar.
224 JUAN DE DIOS PEZA
Busca en vano la mente fatigada
A los bosques sabinos seculares
Las ceibas, los naranjos, los palmares
Que ayer alegre y satisfecho vi.
Y humedecen las lágrimas mis ojos;
Se llena el alma juvenil de duelo,
Porque este cielo azul no es aquel cielo,
Porque nada de América hay aquí.
Recuerdo alborozado aquellas tardes,
De la Natura y del Amor tesoro,
Cuando se oculta el sol en mar de oro
Y baña del cielo el nacarado tul.
Y los volcanes cuya eterna nieve
Mares esconde de candente lava,
Y el pico de cristal del Orizaba
Que altivo rasga el infinito azul.
Los mangles, atalayas de la costa,
Con sus penachos altos y severos,
Los erguidos, sonantes cocoteros
Que fruto y sombra al caminante dan.
Aquellas flores de perpetuo aroma,
Aquellos tan alegre horizontes.
La frente audaz de los soberbios montes,
Donde estrella su furia el huracán.
¿Dónde está la caléndula de nieve,
Rojos jacintos y purpúreas rosas,
Que buscan las doradas mariposas,
Y besa revolando el pica flor?
¿Dó está la blanca garza voladora,
Que los juncales en el lago agita?
¿Dó está el zenzontle, que dormido imita
De las vírgenes selvas el rumor?
La brisa de mi patria, cual la brisa
Que los cedros del Líbano atraviesa,
Caliente y perfumada, mueve y besa
Las hojas del florido cafetal.
Sobre eternas campiñas de esmeralda,
Brilla en el cielo azul la blanca luna.
POESÍAS ESCOGIDAS 225
Que refleja el cristal de la laguna
En la serena noche tropical.
Allá bajo los toldos de follaje
Que Otoño esmalta con doradas pomas,
Bulliciosa bandada de palomas
Se arrullan triste al morir el sol-
La alondra habita los risueños valles,
Y cual flores con alma, en los jardines
Agitan los parleros colorines
Sus alas, que envidiara el arrebol.
¡ Oh verjel de mis sueños ! tierra hermosa,
Que guardas mis recuerdos y mis lares,
Queda con Dios tras los revueltos mares :
Yo lejos vengo á suspirar por fí.
Buscando tus estrellas y tus flores,
Suspira el alma con profundo duelo,
Porque este cielo azul no es aquel cielo,
Porque nada de América hay aquí.
Dos aves, hijas de la misma selva,
Que abandonan la rama en que han nacido,
Si llegan á encontrarse, hablan del nido
Qué fué su casto y primitivo hogar.
A ti, de los jardines de mi patria
Flor que tesoros sin igual encierra,
Consagro los recuerdos de la tierra
Que allá quedó tras la extensión del mar.
Llevas la luz del trópico en los ojos,
Y la voz de sus brisas en tu acento,
Su clima en tu ardoroso pensamiento,
Su grandeza en tu propio corazón.
¡ Feliz sí el nombre de la patria hermosa
Tus más bellas palabras acompaña!
El nombre de la patria en tierra extraña
Es un poema, un himno, una oración.
Costa Cantábrica, 1878.
)esías cscooidas.
226 JUAN DE DIOS PEZA
U SU ÚLTIMA CARTA*
/ He leído tu carta : ¡ qué elegante !
■J ¿Dónde tu pluma su lenguaje toma?
Ni el mas rendido y cariñoso amante
Hablan tan dulce y celestial idioma.
Me pareces de aquellos trovadores.
Que al pie de la celada celosía
Entonaban sus cánticos de amores
En quietas horas de la noche umbría.
Caballero gentil de otras edades,
Abierto está mi corazón sincero,
Y es justo que olvidando vanidades
La dama le responda al caballero.
Me resuelvo á escribirte; tú lo quieres;
Mi estilo no tendrá tu galanura,
Pero nadie nos gana á las mujeres
En cuestiones de amor y de ternura.
No busques las palabras cadenciosas
De un lenguaje castizo y estudiado.
Las praderas del trópico dan rosas.
Sin que nadie las haya cultivado.
Tú me has hecho soñar horas felices,
Y tan supremo bien debo pagarte...
Son tan bellas cosas que me dices,
Que no sé cómo pueda contestarte.
(( Qué á los hombres mis gracias vuelven loco
Que á un gran talento la belleza aduno... »
¡Gracias! ¡Eres 'galante como pocos,
Y has sido siempre amable cual ninguno.
Tu imagen de mi pecho no se aparta;
El pincel fué tu amor, mi mente el lienzo;
Para hablar de ese cuadro en esta carta...
Aquí termino el prólogo, y comienzo.
POESÍAS ESCOGIDAS 227
Para guardar una ilusión querida,
Como culto inmortal, grande y profundo,
Es muy breve el espacio de una vida
Que tan rápida pasa por el mundo.
¿Crees eterno un amor todo pureza?
¿Juzgas eterno el fuego del cariño?
Perdona que lo diga con franqueza :
En cuestiones de amor eres un niño.
En la lucha tenaz, de las pasiones,
Poblada de insensatos devaneos.
No pueden conformar las ilusiones
A quien no satisface sus deseos.
Quiero hacerte feliz; quizás ignores
Que la felicidad que al hombre halaga,
Es un astro de vivos resplandores
Que ai alumbrar la realidad se apaga.
Dices que te cautiva mi hermosura,
Que te queman mis ojos adormidos,
Y que buscas la miel de la ventura
Sobre mis labios rojos y encendidos.
Que. como á Dios, tu corazón me adora ;
Que sólo anhelas, de esperanza lleno.
Reclinar tu cabeza pensadora
Sobre el caliente mármol de mi seno.
Que siempre que me miras te estremeces,
Que á todas partes cual la luz te sigo;
Que quieres apurar hasta las heces,
El cáliz del placer, sólo conmigo.
Que no envidias la gloria de los sabios,
Que á otra gloria mayor tu pecho aspira :
La de juntar tus labios con mis labios,
Pues fuera del amor todo es mentira.
228 JUAN DE DIOS PEZA
Que anhelas en tu erótica locura,
Morir entre tan dulces desvarios,
Mezclándose en la misma sepultura
El polvo de tus huesos y los míos.
Que soy ser de tu ser. ¡ Ay ! yo no puedo
Creer vano el mundo que en tus sueños labras :
Mi razón se obscurece, y tengo miedo
De quedarme con sólo tus palabras.
Si existen esas dichas que imaginas,
Si hay placeres así, tan celestiales,
¿Por qué prohiben todas las doctrinas
Amarse libremente á los mortales?
Dices que soy tu Dios... ¿Eres ateo?
¡Tan hondo pensamiento me contrista!
Con el mágico prisma del deseo,
¿Dios también desparece de tu vista?
Sábelo de una vez : has trastornado
Toda mi vida y mi razón entera;
Tuyo es mi corazón enamorado ;
Si tuviera mil vidas te las diera.
Pretendí razonar... ¡Torpes errores!...
Voy á abrirte sin miedo el alma mía...
Cuando encienden su hoguera los amores.
No sirve la vulgar filosofía.
Pensando en la pasión que ya me abisma
Por más que á tantas tentaciones huyo,
Hoy fui al espejo, y me besé yo misma.
Haciendo el rostro de la imagen tuyo.
Y el cristal me ha mentido de tal suerte,
De tal modo vi en él tu rostro impreso,
Que caí desmayada, y quedé inerte,
Creyendo tuyo el solitario beso.
Y cuando he vuelto á la razón me asombra
Pensar, con insensato desvarío.
POESÍAS ESCOGIDAS 229
Que si queman los besos de una sombra,
Tus besos matarán, amado mío.
Esa terrible reflexión me aterra,
Y aunque causa decírtelo sonrojos,
Queriendo ser feliz sobre la tierra.
Rompí el cristal para buscar tus ojos.
Ven, y perdona mi entusiasmo ciego;
No importa que me des dichas ó penas;
Ven, porque para ti siento de fuego
La sangre que circula por mis venas.
Quiero ese amor en que por ti he creído,
Pues soy para soñar en los placeres,
Árabe en cuya sangre se ha fundido
El hierro de las lanzas berberes.
Ven, ya te espero apasionada y loca;
Busca el caliente mármol de mi seno,
Junta después tu boca con mi boca,
Y á ver si así me salvo ó me condeno.
LA SABOYANITA,
Decid : ¿quién se queja?
¿Quién llora? ¿Quién grita?
Es que está cantando
La saboyanita.
iVlañana de Enero
Con aire y con nieve,
Si no llueve, sopla,
Si no sopla, llueve.
Bajo grises nubes.
La tierra cubierta
De blanco sudario,
Parece una muerta.
¡Cuan solas las calles!
¡Ni quién los resiste!
230 JUAN DE DIOS PEZA
¡Qué invierno tan duro,
Tan largo y tan triste!
Heladas las fuentes,
Heladas y mudas;
Aímendros sin hojas;
Y acacias desnudas.
¡ Ofrecen contrastes
Risueños y francos,
Los troncos tan negros,
Los copos tan blancos!
Hay sólo una niña
Bajo mi ventana,
Fngendro hechicero
De augur y gitana.
Contando en diez años
Diez siglos de pena ;
Los ojos obscuros,
La frente morena,
Muy negro el cabello,
De grana la boca.
De vivos colores
El traje y la toca.
Los pies diminutos,
Que Fidias quisiera,
Los guarda en chapines
De tosca madera.
Del pobre pandero
Que agitan sus manos
Se visten y comen
Sus tiernos hermanos.
Con sólo escucharla,
Aterra y conmueve,
Y más si la miran
Hincada en la nieve.
Por tarde y mañana
Con hondos acentos,
Que nunca sofocan
Ni lluvias ni vientos;
Se queja, solloza,
POESÍAS ESCOGIDAS 231 "
Suspira, reclama,
Y al son del pandero
Su llanto derrama.
Su voz me perturba
Y amarga mi día :
¡ Qué acento tan triste !
¡Qué voz de agonía!
Si algún compatriota
Al verme se llega,
Oyendo esos cantos,
La frente doblega.
Sintiéndose triste,
■Convulso y herido.
Recuerda aquel suelo
Alegre y florido,
Sus vírgenes selvas,
Sus prados, sus montes.
Y el azul eterno
De sus horizontes.
Con llanto en los ojos,
El alma turbada,
Muy lejos teniendo
La patria adorada :
I Qué voz — me repite —
¡Qué acento! ¡qué grito!
Sollozo de angustia,
Clamor de proscrito,
Lo más pavoroso
¡Qué agudo! ¡Qué lento!
¡Qué amargo! ¡Qué triste!
¡Oh, Dios!. ¿Quién se queja?
¿Quién llora? ¿Quién grita?
Es que está cantando
La saboyanita.
Enero de 1879.
* 232 JUAN DE DIOS PEZA
A TODOS.
A MANUEL E. OLAGUÍBEL.
La vida es un gran campo de combate :
Ved al hombre luchar de polo á polo;
Yo le llamo vencido al que se abate
Porque se ve sin armas y está solo.
Más nocivos que el buitre carnicero,
Y que la sierpe que veneno entraña,
Son el amigo hipócrita y artero,
El hijo ingrato y la mujer que engaña.
La verdad es la luz ; el hombre vano
Que más la oculta, en su maldad se estrella ;
Que no me extienda su alevosa mano,
Quien no me dé su corazón con ella.
Evitar á otros daños y amargura.
Ser en sus penas bálsamo y testigo,
Secar su llanto, darle la ventura
Y servirle sin premio, es ser su amigo.
No confundáis lisonja y la alabanza;
Distintos son el lucro y el cariño;
No mueva el interés á la esperanza ;
Amad como la madre ó como el niño.
La experiencia es la hermana de la duda,
No es fiero todo aquel que está en campaña,
Ni amigo todo aquel que nos saluda.
Ni hermano todo aquel que os acompaña.
Abrid los ojos, pobres caminantes.
Sed del humano batallar testigos,
Que cual llegan á odiarse dos amantes.
Llegan hasta matarse dos amigos.
No contrariéis el propio sentimiento
Ni la noble verdad neguéis por nada,
Preferid á riquezas y talento
Franco carácter y palabra honrada.
I
POESÍAS ESCOGIDAS 233
NIEVE DEL estío.
Como la historia del amor me aparta
De las sombras que empañan mi fortuna,
Yo de esa historia recogí esta carta,
Que he leído á los rayos de la luna :
« Yo soy una mujer muy caprichosa,
Y que me juzgue tu conciencia dejo :
Para poder saber si estoy hermosa,
Recurro á la franqueza de mi espejo.
Hoy, después que te vi por la mañana,
Al consultar mi espejo alegremente,
Como un hilo de plata vi una cana
Perdida entre los rizos de mi frente.
Abrí, para arrancarla, mis cabellos,
Sintiendo en mi alma dolorosas luchas;
i Y cuál fué mi sorpresa al ver en ellos
Esa cana crecer con otras muchas!
¿Por qué se pone mi cabello cano?
¿Por qué está mi cabeza envejecida?
¿Por qué cubro mis flores tan temprano
Con las primeras nieves de la vida?
¡ No lo sé ! Yo soy tuya, yo te adoro
Con fe sagrada, con el alma entera;
Pero sin esperanza sufro y lloro...
¿Tiene también el llanto primavera?
Cada noche soñando un nuevo encanto
Vuelvo á la realidad desesperada;
Soy joven, es verdad, mas sufro tanto,
Que está mi pobre juventud cansada.
Cuando pienso en lo mucho que te quiero
Y llego á imaginar que no me quieres.
Tiemblo de celos, y de orgullo miero.
(Perdóname; así somos las mujeres).
234 JUAN DE DIOS PEZA
He cortado con mano cuidadosa
Esos cabellos blancos que te envío :
Son las primeras nieves de una rosa
Que imaginabas llena de rocío.
Tú me has dicho : « De todos tus hechizos,
Lo que más me cautiva y enajena,
Es la negra cascada de tus rizos
Cayendo en torno de tu faz morena».
Y yo, que aprendo todo lo que dices,
Puesto que me haces tan feliz con ello,
He pasado mis horas tan felices,
Mirando cuan rizado es mi cabello.
Mas hoy no te elevo dolorosa queja.
Porque de ti no temo desengaños;
I Mis canas te dirán que ya está vieja
Una mujer que cuenta veintiún años!
¿Serán, para tu amor, mis canas nieve?
Ni á imaginarlo en mis delirios llego.
¿Quién á negarme sin piedad se atreve
Que es una nieve que brotó del fuego ?
¿Lo niegan los principios de la ciencia,
Y una antítesis loca te parece?
Pues es una verdad de la experiencia :
Cabeza que se quema se emblanquece.
Amar con fuego y existir sin calma
Soñar sin esperanzas de ventura,
Dar todo el corazón, dar toda el alma.
Es un amor que es germen de amargura.
Soñar la dicha llena de tristeza,
Sin dejar que sea tuyo el hado impío.
Llena de blancas hebras mi cabeza.
Y trae una vejez : la del hastío.
Enemiga de necias presunciones,
Cada cana que brota me la arranco.
POESÍAS ESCOGIDAS 235
Y aunque empañe tus gratas ilusiones,
Te mando, ya lo ves, un rizo blanco.
¿Lo guardarás? es prenda de alta estima,
Y es volcán este amor á que me entrego :
Tiene el volcán sus nieves en la cima,
Pero circula en sus entrañas fuego ».
LA VENTANA DESIERTA.
En el alféizar tronchado
De la vetusta ventana.
Un cortinaje de yedra
Con flores rojas y blancas;
Y en medio del cuadro estrecho
De la vidriera empañada,
Junto á tiesto de claveles
Y rozando con la jaula,
En que prisionero vive
Un canario que no canta,
Una cabecita rubia
Se asoma por la mañanas
A punto que el horizonte
Colora la luz del alba.
Hay un doncel en el patio
Que si la frente levanta
Es para ver unos ojos
Que en vivo fuego le abrasan.
— Con cuánta ansiedad te espero.
— ¿Me quieres?
— ^Con toda el alma.
Seré tuya hasta la muerte,
Y moriré si me engañas.
— Seré tuyo, sólo tuyo,
Soy tu esclavo.
— Soy tu esclava.
— Toma un beso.
236 JUAN DE DIOS PEZA
Toma ciento.
— Que nos ven.
- I Hasta mañana!
Este diálogo sencillo
Estas sencillas palabras
Cambiaban diariamente
Desde el patio á la ventana
En los primeros albores
De su fugitiva infancia,
Hace veinticinco abriles,
Dos niños que hoy peinan canas.
¡Cuántos juramentos dulces
Aquellas yedras guardaban!
¡Cuántas promesas eternas
Entre pétalos de llamas,
- Escondieron los claveles
Al nacer la luz del alba ;
Y cuántos ardientes besos
Cuando en los labios tronaban,
Asustaron al canario
Aprisionado en la jaula!
Hoy, hecho un viejo por dentro,
Que también por dentro hay canas,
Basé por la misma calle,
Y frente á la misma casa
Y entrando en el viejo patio
Busqué la misma ventana.
Del roto y pesado alféizar,
Que de antiguo se desgrana.
No cuelga la yedra obscura
Con flores rojas y blancas,
Ni está el tiesto de claveles
Con sus pétalos de llamas ;
Mis tristes, cansados ojos
¿Qué buscan? ¿No queda nada?
¡Ay, que de pronto los siento
Empañados por las lágrimas !
¿Qué han visto? decid ¿qué han visto?
¿Los ojos suyos? ¿La casta,
POESÍAS ESCOGIDAS 237
Limpia y hechicera frente
Por ios rizos coronada?
¿La manecita nerviosa
Arrojándome una carta?
¿Los negros ojos? ¿los labios
De roja y caliente grana?
Lo que han visto, y que al mirarlo,
En tibio llanto lo baña,
Es una humilde memoria
De mi ventura pasada,
La que por humilde y pobre
ninguna mano arrebata,
Y en la que sus manos puso
El primer amor del alma...
Es... Miradlo en ese muro,
Y en la viga apollilada
Que cierra, formando marco,
El cuadro de la ventana ;
Es el clavo pequeñito
De donde pendió la jaula
En que vivió aquel canario
Que al besarnos se espantaba...
No hay nadie... temblando llego,
Como el creyente ante el ara.
Me parece que despiertan
Mis venturas de la infancia;
Y toco el clavo... lo beso,
Se me anuda la garganta,
Y salgo del viejo patio,
Llenos los ojos de lágrimas.
¡ Es lo único que me queda
De aquel amor de la infancia !
238 JUAN DE DIOS PEZA
A GARIBALDI. '^>
El aura popular me trajo un día
Un hombre que la fama y la victoria
Coronaron de luz y poesía
En la tierra del arte y de la gloria.
Brotando del estruendo de la guerra,
De patricia virtud germen fecundo,
Cruzó como relámpago la tierra,
Y como himno triunfal vibró en el mundo.
Símbolo de una causa redentora.
Conquistó aplausos, lauros, alabanza,
Y brilló sobre Italia como aurora
De libertad, de unión y de esperanza.
¡Garibaldi! con júbilo exclamaba
Entusiasmado el pueblo por doquiera,
Y América ese nombre lo agregaba,
Como nuevo blasón á su bandera.
¡Oh, titán indomable! tú traías
Sobre tu fe la inspiración del cielo,
Y eras para tus pueblos el Mesías
Anunciado por Dante y Maquiavelo.
En la lucha león, niño en el trato,
Clemente y fraternal con los vencidos.
Fué tu palabra el toque de rebato
Que despertó los pueblos oprimidos.
Por donde quierí; que tu faz asoma.
Su salvador el pueblo te proclama,
Y Bolonia, Milán, Ñapóles, Roma,
Responden á tu esfuerzo y á tu fama.
Es de un hijo de Esparta tu bravura;
Fuego de Grecia en tu mirar entrañas;
Y en el Tirol tu bíblica figura
Parece un semidiós de las montañas.
(lU Esta poesía ha sido traducida al italiano por el distinguido literato y
plomático conde de Foresta.
POESÍAS ESCOGIDAS 239
Tu abnegación sublime me conmueve;
No es mi laúd quien tu alabanza entona :
La eterna voz del siglo diecinueve
Por todo el mundo tu valor pregona.
Tuviste siempre corazón entero
Donde ningún remordimiento anida,
Pecho de bronce, voluntad de acero,
Ojos radiantes de esperanza y vida.
Marino en la niñez, acostumbrado
A combatir la tempestad á solas,
Diste á tu genio el vuelo no domado
Del huracán al encrespar las olas.
No me asombra en Egipto Bonaparte
Que las altas Pirámides profana;
Me admiras tu, clavando tu estandarte
En la desierta pampa americana.
Al César vencedor el turbio Nilo
Aun en sus ondas con terror retrata.
Mientras tu rostro escultural, tranquilo
En su cristal azul dibuja el Plata.
¿Dónde habrá más virtud y más nobleza?
¿En el que al mundo en su ambición oprime,
O en el que, sin corona en la cabeza,
Unifica su patria y la redime?
¡ Eres un gladiador ! Te halló más fuerte
Que un cedro de los Alpes tu destino ;
Forma, desde tu cuna hasta tu muerte,
Un bosque de laureles tu camino.
Cuando la hiél de todos los dolores
Cayó en tu abierto corazón de atleta,
Fué la cruz de los grandes redentores
La visión de tu numen de profeta.
Viendo en toda la Italia una familia.
Tanto te sacrificas en su abono,
m
240 JUAN DE DIOS PEZA
Que cuando audaz conquistas la Sicilia,
Por no romper la unión, la das al trono.
¡Bendigo tu misión! El mundo ingrato,
Que hoy aplaude tu nombre y lo venera,
Olvidará que fuiste un Cincinato
En tu recinto augusto de Caprera.
Negará que tu fe republicana.
Iluminando siempre tu horizonte.
Brilló en Palermo, deslumhró en Mentana,
E irradió como el sol en Aspromonte.
Olvidará también que tus legiones
Llevaron, siempre combatiendo fieles,
Por escudos sus nobles corazones,
Las glorias de la patria por laureles.
Mas no podrá negar que, entre prolijos
Goces, te vimos con amor profundo,
Brinar tu sangre y dar la de tus hijos
Por defender la libertad del mundo.
No sólo Roma con viril acento
Ensalzará tu nombre, ilustre anciano.
Que ya dejas perpetuo monumento
En cada corazón americano.
Francia se enorgullece con tu nombre;
Méijco rinde culto á tu memoria;
Y no hay una nación que no se asombre
De tu fe, de tu genio y de tu gloria.
Sirva á los pueblos libres de amuleto
Tu nombre, que la historia diviniza,
Y el mundo mire siempre con respeto
El ánfora que guarda tu ceniza.
La República fué tu culto santo,
La unión de Italia tu ambición suprema,
La blusa roja tu purpúreo manto,
Y el gorro frigio tu imperial diadema.
poesías escogidas
24Í
sjüiiidóse el archiduque
Y agregó con entusiasmo :
— Miguel, en todo os admiro...
¡Qué valor! ¡dadme un abrazo!
Una respuesta de Miramón.
oesías escogidas.
242 JUAN DE DIOS PE2A
LAS FLORES.
(leída en san ángel, en la APliRTURA DE LA VIII EXPOSIC
DE PLANTAS Y FLORES.)
¿Hay algo en esta vida
Toda dolores
Más tierno que los niños
Y que las flores?
¿Hay símbolo más dulce,
Más elocuente,
Que diga lo que el alma
Callando siente?
Mirad... cierran el campo
Los horizontes;
Son murallas azules
Los altos montes;
En sus cimas se posa
La blanca nube
Que del tranquilo lago
Ligera sube.
El sol quiebra sus rayos
En la cascada.
Y los vientos suspiran
En la enramada.
Sobre el enhiesto roble
Tosco y severo,
Entre las verdes hojas
Canta el jilguero.
La parvada de tordos
Rauda se aleja,
Y en los lirios azules
Zumba la abeja.
Luce el granado flores
Como escarlata,
Las azucenas fingen
Copas de plata;
Y en naranjos que mecen
Doradas pomas,
POESÍAS ESCOGIDAS 243
Cantoras de la tarde
Son las palomas.
Al son de los arroyos
Murmuradores
Se duelen y se plañen
Los ruiseñores,
Y en los alegres prados
Y en las colinas,
I Qué alegres van y vuelven
^ «"i golondrinas !
¡Cómo brillan los rayos
Del sol fecundo !
¡ Qué jardín tan risueño
Parece el mundo !
Es porque está de gala
Natura entera ;
Es porque está reinando
La Primavera.
Y no hay en esta vida
Toda dolores,
Nada tan expresivo
Como las flores.
Una flor en el pecho
Del ser amado,
Es la llave de un cielo ■
Siempre anhelado.
Allí encuentra la vida
Que el alma quiere,
Y al fuego de esa vida
Marchita muere.
Que así en amores miran
Los corazones,
Morir como las rosas
Las ilusiones.
En la iglesia más pobre,
Más solitaria,
Es un ramo de flores
Una plegaria;
244 JUAN DE DIOS PEZA
Que sus hojas adornan
El templo santo
La fe las humedece
Con tierno llanto ;
Y la fe con sus alas
De raudo vuelo.
Oración y perfume
Remonta al cielo.
Cual corona de estrellas
Los azahares
Brillan en blancas frentes
En los altares;
¿Qué diadema más digna
De la belleza?
¿Qué símbolo más tierno
De la pureza?...
¡ Ay ! también en las tumbas
Las flores crecen;
Ni se cansan, ni olvidan,
Ni desfallecen.
Allí, lejos del brillo
Del mundo vano,
Crecen sobre la madre.
Sobre el herm.ano.
Que el manto del olvido
La tumba envuelva :
Sobre él tiende sus flores
La madreselva.
La memoria de un muerto
Queda perdida;
La flor es una hermana
Que nunca olvida,
Y de la helada tumba
Bajo el abrigo,
Dice al que duerme solo :
« Yo estoy contigo ».
¡ Ay ! son flores hermosas
Las ilusiones,
POESÍAS ESCOGIDAS 245
Que embriagan y adormecen
Los corazones.
Allá en la Primavera
¡ Cuántas nacieron !
Unas se marchitaron,
Otras se fueron,
Y sobre el campo estéril
De los dolores,
Son cardos los recuerdos.
¡Qué tristes flores!
El campo que hoy alegra
La luz del día.
Lo sacará Diciembre
Con mano fría;
Pero pronto á los besos
Del sol ardiente,
Tornará su belleza
Más esplendente.
Y abrirán sus nectarios
En las corolas
Los lirios, las violetas,
Las amapolas.
Tendrá rumor la fuente,
Aroma el prado,
El jardín mariposas.
Fruto el granado;
Y sonarán los cantos
Dulces, sentidos.
De avecillas que pueblen
Los nuevos nidos.
Así también el alma
Que sufre y llora,
Tras de la negra noche
Tiene su aurora.
¡ A cuántos bellos nombres
Su luz alcanza!
Se llama fe^ ventura,
Gloria, esperanza;
246 JUAN DE DIOS PEZA
Que si son cual invierno
Las decepciones,
¡Tienen su primavera
Las ilusiones !
Se llora una esperanza
Que se derrumba,
Y luego crecen flores
Sobre la tumba.
Fecunda el alma humana
Como la tierra,
Gérmenes de ventura
Constante encierra,
Y halla, para consuelo
De sus dolores :
¡ La mujer! ¡La más bella
Flor de las flores !
A MÉJICO.
EN LAS ULTIMAS DESGRACIAS DE ESPAÑA.
Allá del revuelto mar
Tras los secos arenales.
Donde sus limpios cristales
Las ondas van á estrellar,
Donde en lucha singular
Disputando á la Fortuna
Las ciudades una á una,
De sus guerreros el brío,
Mostraron su poderío
La cruz y la media luna;
En esa tierra encantada.
Que esconde, en perpetuo Abril,
Las lágrimas de Boabdil
En las vegas de Granada ;
Donde el ave enamorada
Repite entre los verjeles
POESÍAS ESCOGIDAS 247
El canto de los gómeles,
Y cuelga su frágil nido
Del minarete prendido
Entre ojivas y caireles;
Donde soñados ultrajes
Vengaron fieros zegríes,
Regando los alelíes
Con sangre de abencerrajes ;
Donde entre muros de encajes
Y torres de filigrana,
Lloró la hermosa sultana
Amorosos sentimientos
A los rítmicos acentos
De una trova castellana;
Allá donde nueva luz
Alumbró, limpia y serena,
Sobre la morisca almena
El símbolo de la cruz;
En ese suelo andaluz.
Cuyos cármenes hollando,
Y en otro mundo soñando.
Cruzaron en su corcel
La magnánima Isabel
Y el católico Fernando;
En esa región que encierra
Tantos recuerdos de gloria;
En ese altar de la Historia;
En ese edén de la tierra;
No el azote de la guerra
Infunde duelo y pavor,
Ni causa fiero dolor
El negro contagio inmundo;
Que mira asombrado el mundo
Allí otra plaga mayor.
Surgen allí tempestades
Del suelo entre las entrañas,
Y vacilan las montañas,
Y se arrasan las ciudades.
248 JUAN DE DIOS PEZA
Escombros y soledades
Son el cortijo y la aldea;
La muerte se enseñorea,
Y, en medio de tanta ruina,
Se ve cual llama divina
La Caridad que flamea.
Con sordo bramido el duelo
Todo lo enluta y recorre;
Yace la maciza torre
En pedazos sobre el suelo.
Salvarse forma el anhelo
De los espantados seres,
Y hombres, niños y mujeres
Las crispidas m.anos juntan,
Y viendo al cielo preguntan :
(( Dinos, Dios, ¿porqué nos hieres ? »
Recordando en sus delitos
Las bíblicas amenazas,
Van por las calles y plazas
Confesándolos á gritos.
Los corazones precitos
Se niegan á palpitar,
Y todos ven transformar
Al golpe del terremoto.
En abismo el verde soto,
Y en escombros el hogar.
Se abate el pesado muro
Que adornó silvestre yedra
Y brotan de cada piedra
Una oración y un conjuro.
No hay un asilo seguro;
Ciérnese el ángel del mal;
Cada fosa sepulcral
Ábrese ante fuerza extraña,
Y parece que en España
Comienza el juicio final.
Y entre la nube sombría
Que el denso polvo levanta,
POESÍAS ESCOGIDAS 249
El coro terrible espanta
De los gritos de agonía.
Y entre aquella vocería,
Con rostro desencajado,
El padre busca espantado,
Con ayes desgarradores,
El nido de sus amores.
Entre escombros sepultado.
Convulsa, pálida, errante
Sobre el suelo que se agita
La madre se precipita
Por la angustia delirante;
Vuela en pos del hijo amante;
El rostro al abismo asoma,
Lo llama llorando, y toma
Por voz del hijo querido.
La que acompaña al crujido
De un techo que se desploma.
En repentina orfandad,
Trémulas las manos tienden
Los niños, que no comprenden
Su espantosa soledad.
Tan sólo \ñ caridad
Velará después por ellos,
Curando con sus destellos
Su miseria y su aflicción :
i Cómo no amarlos, si son
Tan inocentes, tan bellos!
¿Qué pecho no se conmueve
Ante cuadro tan sombrío,
Que el corazón más bravio
A contemplar no se atreve?
Ante el infortunio aleve
¿Quién no es noble? ¿quién es bueno?
¿Quién de piedad no está lleno,
Cuando es la virtud mayor.
Aun más que el propio dolor,
Sentir el dolor ajeno?
250 JUAN DE DIOS PEZA
Manda i oh, noble patria .mía 1
La ofrenda de tus piedades
A las hoy tristes ciudades
De la hermosa Andalucía.
No es favor, es hidalguía;
Es deber, no vanidad.
Llamen otros Caridad
Estos óbolos del hombre,
Tienen nombre, sólo un nombre :
Se llaman Fraternidad.
Con tierno entusiasmo santo.
Mezcla ; oh patria amante y buena I
Esa pena con tu pena,
Ese llanto con tu llanto.
Si al mirar ese quebranto,
Tu triste historia repasas,
Verás que angustias no escasas
Pasó, entre llantos prolijos.
Por amparar á tus hijos
Bartolomé de las Casas.
FRENTE A TOLEDO»
Arriba azul, verde abajo,
Pleno Abril, sol esplendente,
Y yo sentado en un puente
Que cabalga sobre el Tajo.
Ara el buey con gran trabajo
La lejana sementera;
Zumba la abeja doquiera;
Cada planta tiene flor;
Los cielos dicen : i amor !
Y los campos ¡primavera!
Vibra en la extensión lejana,
Que el Tajo hlrviente recorre,
POESÍAS ESCOGIDAS 251
La voz que en gótica torre
Da á los aires la campana ;
Católica y musulmana,
Infundiendo asombro y miedo,
Desde el puente mirar puedo,
Entre mil tintas bermejas,
Cúpulas, torres y rejas.
De la ciudad de Toledo.
¡Cómo resaltan, bañadas
Del sol por los rayos puros.
En cornisones obscuros
Almenas desportilladas!
Sobre ramplas aplomadas
Se mira en conjunto vago
El rudo y constante extrago
De los siglos, que han escrito
Su paso sobre el granito
Con ortiga y jaramago.
¡Toledo! rico tesoro
De señoriales contiendas,
De cuentos y de leyendas
Que enaltecen al rey moro :
Te envuelve en nimbos de oro
El sol que tus campos baña,
Y tienes la pompa extraña
De una majestad caída.
Que refleja, ya vencida,
Todo el esplendor de España.
De tus grandezas testigo.
El Tajo á tu voz responde :
Sirte de plata que esconde
Misterios del Rey Rodrigo ;
En ti bustaron abrigo
Héroes de raras historias.
Cuyo hechos y memorias
Impiden, á extrañas gentes,
Con tus desgracias presentes
Nublar tus pasadas glorias.
252 JUAN DE DIOS PEZA
Toledo, soñé en mirarte,
Y al fin feliz te contemplo,
Como silencioso templo
De la tradición y el arte.
Vengan otros á estudiarte :
Nunca atizó mi ansiedad
Ver si pueblan tu ciudad
Almas grandes ó mezquinas;
Me basta ver -tus ruinas,
Me encanta tu soledad.
Ya sin puente ni rastrillo,
Destrozado el minarete;
Sin lanzas en el almete
Del paredón amarillo,
Semeja el feudal castillo
Mansión de espectros sombría.
Do nunca el rayo del día
Halla, al penetrar ligero,
Ni en la sala al caballero
Ni en las torres al vigía.
Sólo la indiscreta fama
Cuenta que en tiempo pasado
Tuvo el castillo clavado
En al puerta un oriflama;
Fué prisión de hermosa dama
Cautiva en redes de amor,
Y á tanto llegó el rigor
De su infortunada suerte.
Que, por celos, le dio muerte
Con el hacha, su señor.
En angosta saetera
Su nido cuelga el vencejo,
Y crece el duro cernejo
En la inútil halconera.
Encubre la enredadera
El desgastado blasón ;
POESÍAS ESCOGIDAS 253
Sin lengua está el esquilón;
La poterna sin cerrojos;
Hay en el glacis abrojos,
Y ortiga en el torreón.
El sillar tosco y plomizo
Llora en el musgo su duelo;
Cruza de tarde el mochuelo
El húmedo pasadizo;
Sostiene el arco macizo
Un pesado corredor,
Que en el ángulo interior
Guarda en piedra mal tallado
Un Cristo crucificado,
Que ya no inspira fervor.
Los altos muros deslava.
Retratando las almenas.
El Tajo, cuyas arenas
Pisó tímida Cava.
Bajo su lecho de grava
Oculta el undoso río
Todo el pasado sombrío
De historias y tradiciones;
Joyas, armas y blasones
Del Gótico poderío.
Con soberbia majestad
Por la historia consagrados,
Alza sus muros calados
Coronando la ciudad,
El Alcázar que en la edad
De heroísmo sin segundo,
Vio con asombro profundo
Salir de allí, sin mancilla.
Los leones de Castilla
Para dominar el mundo.
Allí el rencor acibara
Bajo sus cotas de acero
A don Pedro el Justiciero
Y á Enrique de Trastamara.
254 JUAN DE DIOS PEZA
Si cada piedra guardara,
Por manos de Dios escrito,
De la virtud y el delito
Las luchas que ha contemplado,
Lanzara el mundo espantado
Frente á cada piedra un grito.
Mas tan sólo de grandeza
Y ostentación son destello :
Siempre lo grande y lo bello
Vive en la Naturaleza.
Hasta en su muda tristeza
Tienen pompa las ruinas,
Defienden secas espinas
Las tumbas de ilustres muertos,
Y en los salones desiertos
Son reinas las golondrinas.
¡Soledad! ¡silencio! ¡estrago!
El tiempo con mano ruda,
Siembra en el alma la duda,
Y en el muro el jaramago.
En vano el mentido halago
De una brillante memoria
Alza recuerdos de gloria
De polvo glacial y leve,
Que sólo levanta y mueve
El huracán de la historia.
Sigue el hombre por la tierra
Como ayer, triste camino,
Incansable peregrino,
Siempre con el mal en guerra.
¿Quién vacila? ¿Quién se aterra
Ante tan rudo trabajo?
Arriba azul, verde abajo,
Pleno Abril, sol esplendente,
Y al mar empujando hirviente
Sus claras ondas el Tajo.
y\
POESÍAS ESCOGIDAS 255
y POST-UMBR[A.
A MIS QUERIDOS AMIGOS
;UAN G. WÍLSON Y MANUEL CABALLERO.
Con letras ya borradas por los años,
En un papel que el tiempo ha carcomido,
Símbolo de pasados desengaños,
Guardo una carta que selló el olvido.
La escribió una mujer joven y bella.
¿Descubriré su nombre? ¡no! ¡no quiero!
Pues siempre he sido, por mi buena estrella,
Para todas las damas caballero.
¿Qué ser alguna vez no esperó en vano
Algo que, si se frustra, mortifica?
Misterios que al papel lleva la mano,
El tiempo los descubre y los publica.
Aquellos que juzgáronme felice
En amores; que halagan mi amor propio,
Aprendan de memoria lo que dice
La triste carta que á la letra copio :
« Dicen que las mujeres, sólo lloran
Cuando quieren fingir hondos pesares;
Los que tan falsa máxima atesoran,
Muy torpes deben ser ó muy vulgares,
Si cayera mi llanto hasta las hojas
Donde temblando está la maño mía.
Para poder decirte mis congojas,
Con lágrimas mi carta escribiría.
Mas si el llanto es tan claro que no pinta,
Y hay que usar de otra tinta más obscura,
La negra escogeré, porque es '" tinta
Donde más se refleja mi amargura.
Aunque no soy para soñar esquiva.
Sé que para soñar nací despierta.
iS4e he sentido morir, y aun estoy viva;
Tengo ansias de vivir, y ya estoy muerta.
256 JUAN DE DIOS PEZA
'Y Me acosan del dolor fieros vestiglos.
¡Qué amargas son las lágrimas primeras!
Pesan sobre mi vida veinte siglos,
Y apenas cumplo veinte primaveras.
En esta horrible lucha en que batallo,
Aun cuando, débil, tu consuelo imploro,
Quiero decir que lloro y me lo callo,
Y más risueña estoy cuanto más lloro.
¿Por qué te conocí? Cuando temblando
De pasión, sólo entonces no mentida,
Me llegaste á decir : « Te estoy amando
Con un amor que es vida de mi vida».
¿Qué te respondí yo? Bajé la frente;
Triste y convulsa te estreché la mano,
Porque un amor que nace tan vehemente.
Es natural que muera muy temprano.
Tus versos para mí conmovedores,
Los juzgué flores puras y divinas,
Olvidando, insensata, que las flores
Todo lo pierden menos las espinas.
Yo, que como mujer soy vanidosa,
Me vi feliz creyéndome adorada.
Sin ver que la ilusión es una rosa
Que vive solamente una alborada,
¡Cuántos de los crepúsculos que admiras,
Pasamos entre dulces vaguedades,
Las verdaderas juzgándolas mentiras.
Las mentiras creyéndolas verdades!
Me hablabas de tu amor, y absorta y loe
Me imaginaba estar dentro de un cielo,
Y al contemplar mJs ojos y mi boca,
Tu misma sombra me causaba celo.
Al verme embelesada al escucharte
Clamaste, aprovechando mi embeleso,
« Déjame arrodillar para adorarte »,
Al verte de rodillas te di un beso.
Te besé con arrojo; no se asombre
Un alma escrupulosa ó timorata;
f^OESÍAS ESCOGIDAS 257
La insensatez no es culpa. Besé á un hombre,
Porque toda pasión es insensata.
Debo aquí confesar que un beso ardiente,
Aunque robe la dicha y el sosiego.
Es el placer más grande que se siente
Cuando se tiene un corazón de fuego.
Cuando toqué tus labios, fué preciso
Soñar que aquel placer se hiciera eterno.
Mujeres : es el beso un paraíso
Por donde entramos muchos al infierno.
Después de aquella vez, en otras muchas,
Apasionado tú, yo enternecida.
Quedaste vencedor en esas luchas
, Tan dulce en la aurora de la vida.
I Cuántas promesas, cuántos devaneos !
El grande amor con el desdén se paga;
Toda llama que avivan los deseos.
i Pronto encuentra la nieve que la apaga.
f Te quisiera culpar y no me atrevo;
Es, después de gozar, justo el hastío;
Yo, que soy un cadáver que me muevo,
Del amor de mi madre desconfío.
Me engañaste, y no te hago ni un reproche,
Era tu voluntad y fué mi anhelo,
Reza, dice mi madre, en cada noche;
Y tengo miedo de invocar al cielo.
Pronto voy á morir; esa es mi suerte;
¿Quién se opone á las leyes del destino?
Aunque es camino obscuro e^ de la muerte,
¿Quién no llega á cruzar ese camino?
En él te encontraré : todo derrumba
El tiempo, y tií caerás bajo su peso;
Tengo que devolverte en ultra-tumba
Todo el mal que me diste con un beso.
Mostrar á Dios podremos nuestra historia
En aquella religión quizá sombría.
. ¿Mañana he de vivir en tu memoria?
Adiós... adiós... hasta el terrible día».
lesías escúfjidas.
258 JUAN DE DIOS PEZA
Leí estas líneas y en eterna ausencia
Esa cita fatal vivo esperando...
Y sintiendo la noche en mi conciencia,
Guardé la carta y me quedé llorando.
i POR CONSUEGRA! jPOR ESPAÑA!
LEÍDA EN EL GRAN TEATRO NACIONAL DE MÉJICO
EN LA FUNCIÓN DADA POR LA JUNTA DE DAMAS Á
BENEFICIO DE LOS INUNDADOS.
Para goces ó duelos que sienta España,
Cuando el llanto ó la dicha su faz enciende,
Tengo una lira humilde que la acompaña
Y un corazón de hermano que la comprende.
Por eso aquí de nuevo mi voz levanto
Y pido á mis pobres cuerdas sus harmonías ;
Ya lo sabéis vosotros, la quiero tanto
Que sus penas intensas las hago mías.
Yo vi de cerca todo lo que se encierra
De noblezas hidalgas en su recinto;
Sentí el sol de la Historia sobre esa tierra
Que vio el sol sin ocaso de Carlos Quinto.
Si allí buscáis leyendas encantadoras,
Soñaréis que os arrullan notas lejanas.
De rabeles cristianos y guzlas moras
Bajo los minaretes de las Sultanas.
Soñaréis, cabe albercas con arrayanes,
En cautivas que Horan por sus donceles;
En alquiceles blancos y en yataganes
Sobre la verde cuesta de los Gómeles.
¡Ahí yo he visto la hermosa vega extendida
Que el Genil argentado de flores cuaja,
Y soñé en otros tiempos y en otra vida
Mirando los jardines de Lindaraja.
Recogí de Granada los aleU'es
Que un sol de fuego esmalta con luz divina.
POESÍAS ESCOGIDAS 259
Y al cruzar por el campo de los zegríes
Me hablaba de mi patria 1" golondrina.
España nos recibe con regocijos
Porque colmar supimos su afán profundo,
Siente orgullo de madre que ve á sus hijos
Honrar, ya independientes, el Nuevo Mundo.
En cada leal amigo me dio un hermano
Que hizo suyos mis goces y mis pesares,
¡Porq^ue basta en España ser mejicano
Para encontrar abiertos pechos y hogares!
Allí ninguno alienta rencor ni dolo
Al vernos vivir libres en otra esfera,
Pues saben que ostentamos de polo á polo,
Con honor y sin mancha nuestra bandera.
Ya no existe la España dominadora,
Sino la Iberia hermana, que he conocido,
Y cuya lengua rica, dulce y sonora.
Honramos en la tierra donde he nacido.
Ya no existe la España grave y austera
Que lanzó en sus legiones fieros aludes,
Que Cortés hizo odiosa con una hoguera
Y vindicó Las Casas con sus virtudes.
_ Soldados de Alvarado; reyes aztecas;
Iodos sois polvo vano; ya nada existe;
De aquella edad aun tiemblan las hojas secas
Del árbol que recuerda (da noche triste».
Se quebró la macana que el casco abolla ;
La inquisición no ostenta tizones rojos,
Y al fundirse dos razas nació la criolla
De apiñonado cutis y negros ojos. .
La de pies diminutos y andar galano,
Y que junta con dulce melancolía
humilde y apacible del tipo indiano
garbo y á la gracia de Andalucía.
¡ Oh España ! loh noble España ! tíi nos legaste
Jna fe y una lengua; tienes derecho
260 JUAN DE DIOS PEZA
A buscar en los pueblos que aquí formaste
El corazón hidalgo que hay en tu pecho.
España es igual siempre bajo tu rayo
¡Oh sol del patriotismo que la iluminas!
¡Resucitó á sus héroes del Dos de Mayo
Al ver amenazadas las Carolinas!
¿Cómo no tributarte justos honores
Al laurel siempre vivo que la enguirnalda?
¡ Unamos nuestra enseña de tres colores
A su gloriosa enseña de rojo y gualda!
Hoy que triste se envuelve con gasa negra
Que le atara un espectro de heladas manos;
Cual fraternal tributo llegue á Consuegra
El óbolo que mandan los mejicanos.
¡Oh caridad sublime! ¡Sol que derramas
De amor y de consuelo rayos ardientes!
Mira cóm.o á tu influjo son nuestras damas
Los ángeles de guarda de los ausentes.
Campos ayer hermosos, son tristes yermos;
Escombros los hogares; las dichas, penas;
Los espíritus sanos gimen enfermos...
¡Aliviad tantos males las almas buenas!
¡Oh! bien hacéis vosotras en ser primeras
En consolar, amantes, tanta agonía;
¡Para aliviar desgracias ya no hay fronteras!
¡La caridad no tiene ciudadanía!
Damas que sois las joyas de nuestro suelo
Y galardón y gloria de sus hogares;
Vuestras altas virtudes bendice el cielo;
¡ Vuestra piedad un pueblo tras de los mareí
A la ofrenda tan noble que haréis mañana,
Yo la inscripción pusiera cual la merece :
Los ángeles de Anahuac, para su hermana
La España de Cristina y Alfonso Trece.
Méjico, 14 de Octobre de 1891.
POESÍAS ESCOGIDAS 261
LA VICTORIA DE TAMPICO.
;SCENA DEL SEGUNDO ACTO DE « EL CAPITÁN MIGUEL »),
I
SARGENTO
Cuando fué el bravo Guerrero
Presidente, yo era un chico
Y en aquel tiempo á Tampico
Llegó un general ibero.
Miguel
¿Barradas?
SARGENTO
.... Justo; esto es;
Barradas precisamente
Queriendo, audaz y valiente,
Ser un nuevo Hernán Cortés.
Entonces, sólo al decir
Que extraña tropa llegaba,
El Gobierno ya miraba
Enlutado el porvenir.
Y por prudencia ó temor
Cesaban goces y fiestas,
Haciéndole mil protestas
A cualquier embajador.
Barradas, bravo y experto,
Vencer á Méjico anhela
Y entra altivo á toda vela,
Como virrey frente a' puerto.
Santa-Anna, á la patria fiel,
Tan audaz como animoso
Derrotó al jefe ambicioso
Ganando eterno laurel.
Fué una derrota ejemplar
•Que no olvidará la Historia
Pues allí alcanzó la gloria
De hacerlo capitular.
En Méjico ¡qué ansiedad
Por saber e' -^.suUado !
262 JUAN DE DIOS PEZA
Estaba en completo estado
De agitación la ciudad.
Una noche, á ver un drama
Guerrero fué al Coliseo,
Un teatro tosco y feo
Que (( Principal » se 'e llama
Llegado el acto tercero,
Ve con asombro la gente
Que al palco del Presidente,
Entra, con traje de cuero,
Un hombre y le da un papel ;
Guerrero al leerlo llora,
Y el público en esa hpra.
Enternecido como él,
Presiente lo que le avisa
Al Presidente aquel pliego
Y queda mudo, en sosiego.
Entre lágrimas y risa.
Cuando acabó de leer
Guerrero, se levantó
De su asiento y así habló
Sin poderse contener :
— Si con frases no me explico
El llanto lo hará por mí...
¡Me comunican de aquí
La victoria de Tampico...!
Vencido está el jefe ibero,
Santa-Anna lo derrotó...
Y un gran grito resonó :
— ¡Vivan Santa-Anna y Guerrero!
Guerrero con alegría,
Dijo enseñando leal
La faja de general
Que en la cintura tenía :
— Mando al bri'gadier Santa-Anna
Esta faja, no os asombre,
Para que la porte en nombre
De la Nación Mejicana.
POESÍAS ESCOGIDAS 263
Volvió el público á gritar
Nuevos vivas y aplaudir,
En unos era el reir,
En otros era el llorar
Y no hay mármoles ni bronces.
Ni existen tinta y color,
Que puedan pintar, señor,
El patriotismo de entonces.
Miguel
Tu buena memoria pasma
A cualquiera, mi sargento.
Tu relato da contento.
Enardece y entusiasma.
SARGENTO
Cuando el teatro dejaron
Todos con gran ansiedad,
¿Sabéis lo que en la ciudad
Con asombro contemplaron?
Adornadas con festones
Todas las casas vecinas,
Con faroles y cortinas
En cornisas y balcones;
Sobre las torres bermejas
De los vetustos conventos,
Gallardetes, ornamentos,
Guirnaldas y candilejas.
Las calles ¡qué animación!
Las gentes, si se encontraban.
Entusiastas se abrazaban
Con lágrimas de emoción.
No se escuchaba un reproche,
Todo era franco y sincero.
Que estaba Méjico entero
De triunfo en aquella noche.
¡Y todos los mejicanos
Que un mismo placer sentían,
Entonces sí se querían
Como si fuesen hermanos...!
264 JUAN DE DIOS PEZA
Me enternezco cuando pienso
En esto, porque ¿eñor,
No he visto un modo mejor
De dar á un bravo un ascenso,
Ni un modo más naíural,
Más franco y más elocuente
De expresar piíblicam.ente
El contento nacional.
Glorias del pasado son,
Mas para un viejo soldado,
¡ Esas glorias del pasado
Dan vida á su corazón!...
TERAN Y MAXIMILIANO.
Entre las ondas azules
Del bello Mediterráneo,
En el Golfo de Trieste,
Surgiendo entre los peñascos,
Hay un alcázar que ostenta
Con gran arte entrelazados
En muros y minaretes
Lo gótico y lo cristiano.
Parece, visto de lejos,
Airoso cisne de mármol,
Que extiende las blancas alas
Entre dos abismos claros :
El del mar, siempre sereno,
Y el del cielo, siempre diáfano.
Ese alcázar tan hermoso,
En tiempos no muy lejanos,
Por mirar tanto las olas
De MiRAMAR le llamaron,
Y en él vivieron felices
Dos príncipes de alto rango,
Dos seres de regia estirpe :
Carlota y Maximiliano.
POESÍAS ESCOGIDAS 265
En una tarde serena,
Al bello alcázar llegaron
Con una rara embajada
Varios próceros extraños.
Penetran á los salones
Y al noble príncipe hablando,
En nombre de un pueblo entero
(Que no les dio tal encargo)
Le ofrecieron la corona
Del Imperio Mejicano.
El príncipe quedó absorto;
Para responder dio un plazo;
Soñó en pompas, en honores,
En fama, en poder, en lauros,
Y al despertar de aquel sueño,
Ail volver de tal encanto,
A su joven compañera
Le fué á consultar el caso.
— Acepta — dijo Carlota, —
Eres grande, noble y apto,
Y de este alcázar á un trono
Tan solamente hay un paso.
No corrida una semana.
El Príncipe meditando
En las difíciles luchas
De los grandes dignitarios,
Miraba tras los cristales
De su espléndido palacio
Enfurecerse las olas,
Rojo surgir el relámpago,
Y con bramidos horribles
Rugir los vientos airados.
De pronto, un ujier le anuncia
Que un extranjero, ya anciano,
Hablarle solicitaba
Con urgencia y en el acto.
Sorprendido el Archiduque
Dijo al ujier : « Dadle paso » ;
266 JUAN DE DIOS PEZA
. Y penetró en los salones
Aquel importuno extraño,
De tez rugosa y enjuta,
De barba y cabello cano.
De frente del Archiduque
Dijo con acento franco :
— Vengo, señor, para veros
Desde un pueblo muy lejano,
Desde un pueblo cuyo nombre
Jamás habréis escuchado;
Yo nací en aguascalientes,
En el suelo mejicano,
Serví á don Benito Juárez
De quien ya os habrán hablado;
Le serví como Ministro
Soy su firme partidario,
Y mientras aquí os engañan,
Yo vengo á desengañaros;
No aceptéis, señor, un trono
Que tiene cimientos falsos,
Ni os ciñáis una corona
Que Napoleón ha labrado.
No quiere Méjico reyes;
El pueblo es republicano
Y si llegáis á mi patria
Y os riegan palmas y lauros,
sabed que tras esas pompas
Y esos mentidos halagos
Pueden estar escondidos
El deshonor y el cadalso)).
Oyendo aquellas palabras
Dichas por aquel anciano,
A tiempo que por los aires
Cruzó veloz un relámpago,
Tiñendo en color de sangre
La inmensidad del espacio,
Sin dar respuesta ninguna
Quedóse Maximiliano.
POESÍAS ESCOGIDAS 267
Rígido, lívido, mudo
Como una estatua de mármol.
Corrió inexorable el tiempo,
Huyeron breves los años,
Y en una noche de Junio
Triste, sombrío, ensimismado,
En vísperas de la muerte
El Archiduque germano
En su celda de Qiierétaro,
Y en sus desgracias pensando,
Así dijo conmovido
A uno de los "bogados
Que fueron á despedirse
En momentos tan aciagos :
— Todo lo que hoy me sucede
Há tiempo me lo anunciaron;
Un profeta he conocido
Que sin doblez, sm engaño,
Me auguró que en esta tierra,
A donde vine cegado.
El pueblo no quiere reyes
Ni gobernantes extraños,
Y que si lauros y palmas
Se me regaban al paso.
Tras ellos encontraría
El deshonor y el cadalso.
— ¿Quién ha sido e.se profeta? —
Al príHcipe preguntaron;
— Era un ministro de Juárez,
Sincero, patriota, honrado,
Don Jesús Terán, que ha muerto
En su hacienda har*^ dos años,
¡Ah! ¡Si yo le hubiera oído!
¡Si yo le hubiera hecho caso!
¡Hoy estuviera en mi alcázar
Con los seres más amados,
Y no contara las horas
Para subir al cadalso » ! "
268 JUAN DE DIOS PEZA
TOMAS MEJÍA^
A MI RESPETADO SEÑOR Y QUERIDO AMIGO, EL SEÑOR
GENERAL DON MARIANO ESCOBEDO.
I.
Mientras Juárez indomable
Va á los desiertos del Paso
A defender su bandera,
Firme como un espartano ;
En Méjico, sostenido
Por el invasor extraño
Se erige un trono y le ocupa,
Más que ambicioso, engañado,
Un ilustre descendiente
Del más grande de los Carlos.
Joven, soñador y apuesto
Asciende á lugar tan alto, •
Sin ver que á los lejos flota
El pendón republicano,
Y sin recordar que el pueblo
Por quien se sueña llamado,
En otro tiempo á un monarca
Lanzó del trono á un cadalso.
Recibiéronle animosos
Los que el cetro le entregaron,
Y al entrar por nuestras calles
Fué tan grande el entusiasmo,
Que del nuevo rey los ojos
No pudieron, d^slumbrados,
Mirar que las b-^yoneías
Que lo estaban custodiando
Eran de extranjeras tropas
Capaces de abandonarlo.
H.
Joven príncipe ¿á qué vienes?
Por qué dejas tu palacio
. En medio de las azules
POESÍAS ESCOGIDAS 269
Ondas del Mediterráneo
Como un nido de gaviotas
Sobre un peñón solitario?
Este cielo azul no es tuyo,
No son tuyos astos lagos;
Ni estos sabinos del bosque
Que de viejos están canos.
Nada es tuyo, nada entiende
Tu acento, n<ida ha guardado
Ceniza de tus mayores
Que en oüras tierras brillaron.
Tu sangre azul no es la sangre
De Cuauhtemoc ni de Hidalgo;
Cuanto te cerca es ajeno,
Cuanto te vela es extraño.
Príncipe noble, ¿á qué vienes?
¿Por qué dejas tu palacio
Y aquellas ondas azules
De tu hermoso mar Adriático?
En medio de 'as tormentas
Que se alzarán á tu paso,
Cuando pronto te abandonen
Los que te están custodiando,
Hallarás como consuelo,
Como' abrigo, como amparo,
La firmeza y el arrojo
Del soldado mejicano
Que cumple con su bandera
Satisfecho y resignado.
¡Torna, príncipe, al castillo
Donde viviste soñando.
Que por las gradas de un trono
Subir se puede á un cadalso!
IIL
Con inusitada pompa
En el ya imperial palacio
Se celebran los natales
Del reciente soberano.
270 JUAN DE DIOS PEZA
Ya las guardias palatinas
De uniformes encarnados
Apuestos forman la valla
Luciendo adargas y cascos.
Ministros y chambelanes
Consejeros y vasallos,
Ostentan con arrogancia
Sus pechos condecorados.
El salón de embajadores
Por su lujo aristocrático,
Recuerda á los que lo miran
De antiguos tiempos el fausto.
De pronto, por todas partes
Se extiende un rumor extraño
Y es que las gradas del trono
El Archiduque ha pisado.
Diversas clases sociales
Deben de felicitarlo
Y ya están los oradores
Por cada clase nombrados.
Un jurisconsulto experto,
Elocuente, pulcro y sabio
Es de la magistratura
El representante nato.
Le toca el lugar primero,
Habla con acento claro,
Con respeto se le escucha,
Se le mira con agrado,
Y estudio y saber revela
Cada frase de sus labios.
Su discurso no fué breve.
Su estilo elegante y franco,
Y al acabar dijo alguno :
¡ Bien poír Lares ! anhelando
Aplaudirle, sin hacerlo
Por respeto al soberano.
Con elegancia vestido,
A! clero representando.
Se acercó un obispo al trono
POESÍAS ESCOGIDAS 271
Y dijo un discurso largo,
Lleno de notas y citas
Latinas, propias del caso.
Era el orador de fama
Por su elocuencia y su rango,
Célebre en aquellos tiempos
Entre oradores sagrados.
« No estuvo corto Ormaechea »
Dijo después de escucharlo
Alguno á quien ya cansaba
La severidad del acto.
Nuevo rumor se produjo
Después en aquello ámbitos
AI ver que al trono llegaba
A paso lento un soldado.
De cabellos y ojos negros,
Tez cobriza, aspecto huraño.
Descendiente de las razas
Que en Anahuac habitaron
Antes de que la conquista
Empobreciera á sus vastagos.
¡Formaba contraste brusco
La obscura íqz del soldado
Con la tez brillante y blanca
Del Archiduque germano!
Quedó el indígena absorto.
Meditabundo y cortado,
Sin articular palabra.
La frente y los ojos bajos.
— ¿Quién es? — preguntó un curioso.
Y le respondió un anciano :
— ^Se llama Tomás Mejía,
Y es general reaccionario ;
Viene á hablar por el ejército.
—¿Y él hizo el discurso?
— Varios
Lo escribieron y ninguno,
Segiín dicen, le ha gustado;
272 JUAN DE DIOS PEZA
El que dirá lo habrá escrito
O Muñoz Ledo ó Arango.
— Escuchemos.
Transcurrían
Unos minutos muy largos ;
Mejía estaba en silencio
Todo tembloroso y pálido,
En silencio los presentes
Y en silencio el soberano. '
De pronto ven con asombro,
Que el indígena soldado,
Abriendo los negros ojos
Que brillaban animados,
Perora sin dar lectura
Al papel que está en sus manos.
— « Majestad — calló un momento ;
<( Majestad »— siguió turbado ;
(( Majestad », no he aprendido
Lo que otros por mí pensaron,
Pero si usted lo que busca
Es un corazón honrado,
Que le quiera, le respete,
Le defienda sin descanso
Y le sirva sin dobleces,
Sin interés, sin engaño,
Aquí está mi corazón,
Ai'quí están, señor, mis brazos,
Y en las horas de peligro,
Si al peligro juntos vamos,
Lo juro por mi bandera :
Sabré morir á su lado ».
Con lágrimas en los ojos.
Trémulo Maximiliano,
Las fórmulas de la corte
Por un instante olvidando,
Bajó del trono y al punto
Dio al general un abrazo,
Que aplaudieron los presentes
Con lágrimas de entusiasmo.
POESÍAS ESCOGIDAS
273
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Miramos muchas veces,
del hecho soy testigo,
Llegar junto á Guerrero,
un misero mendigo.
Ei Callejón de Monstruo.
18
274 JUAN DE DIOS PEZA
IV.
Cayó el príncipe más tarde
Y con él cayó el soldado
Que le dijo esas palabras
Llenos los ojos de llanto.
A don Tomás le ofrecieron
Del patíbulo salvarlo
Y él respondió : ((Solamente
Que salven al Soberano.»
Un general victorioso,
De gran poder y alto rango,
Que la estaba agradecido
Por algún hecho magnánimo,
Fué y le dijo : — Yo podría
Lograr veros indultado;
Os estimo y necesito
A toda costa salvaros.
¿Queréis que os salve? decidlo,
Que no me daré descanso
Hasta que al fin me concedan
Lo que para vos reclamo.
— Sólo admitiré el indulto —
Respondió el indio soldado —
Si me viene juntamente
Con el de Maximiliano.
— Me pedís un imposible.
^Pues me moriré á su lado.
— Pensad que tenéis familia.
-^Tan sólo á Dios se la encargo.
— Soy capaz de protegeros
Si os resolvéis fugaros.
— ¿Y al emperador? — No; nunca
— Pues su misma suerte aguardo.
Y como lo sabe el mundo.
Juntos fueron al cadalso
Y allí selló con su sangre
Lo que dijeron sus labios.
11 de Julio 1890.
POESÍAS ESCOGIDAS 275
¡SOLA»..!
PERSONAJE : MAGDALENA.
Alcoba elegante con lecho de cortina y lazos rojos. Tocador, mesa, diván y
icas. La lámpara estará á media luz y habrá sobre la mesa un ramillete y dos
■s. Es más de media noche. En el fondo, á la izquierda, hay un balcón; á la
!cha la puerta de entrada Magdalena llega envuelta en lujoso abrigo, y finge
irteuspa eid que habla con alguien que la ha dejado al pie de la escalera.
Gracias, pero vuelve el coche,
Ya mañana me verás...
Adiós... ¡qué bueno es Tomás!
Partió al fin, -qué horrible noche 1
La ciudad semeja en calma
Un gran sepulcro vacío
Y corre un aire tan frío
Como el invierno del alma.
De mi vida turbulenta
No hav quien las penas comparta;
¡,Qué me han traído? una carta,
Unas flores v una cuenta.
Es cuenta de la modista ;
Ochenta duros, bien poco.
Ya los pagará ese loco
De viejo capitalista.
Rechazan la ancianidad
Muchas mujeres ¡ torpeza !
No hay que mirar la cabeza,
En la bolsa está la edad !
Estuvo al baile esplendente,
¡ Pobre Tomás ! me introdujo
Al salón y se produjo
Gran alarma entre la senté.
Las damas encantadoras
Me vieron mal ; era claro ;
No tiene nada de raro.
Es natural, son señora^.
Cada cual hizo una mueca
De disgusto y de estupor;
276 JUAN DE DIOS PEZA
Así lo exige el pudor,
i Qué palabrota tan hueca !
Los jóvenes me miraban
De soslayo v sonreían...
Y todos me conocían,
Pero no me saludaban.
Hiombre caprichoso y vano,
A solas lloras conmigo,
Pero en habiendo un testigo
Ya me retiras la mano.
Y culpas mi liviandad
Y me declaras proscrita;
Sin dar nada todo quita
La hipócrita sociedad.
I La mujer ! enigma eterno,
Dios cual flor formarla quiso
Con hoias del Paraíso
Y matices del infierno.
i Cuando á un abismo sin fondo
Ruedan la flor y el perfume,
En silencio los consume
Lo más negro y lo más hondo !
Ya no hay nada que me asombre ;
Mi perdición fué un desliz,
Yo en un tiempo era feliz,
Tuve posición y nombre.
Hé aquí la sola cuestión.
El problema arduo y profundo :
« Todo lo dan en el mundo
El. nombre y la posición »,
No el talento ni el trabajo
Por más que el sabio lo escriba
Los astros están arriba
Y los guijarros abajo.
Mi gracia cautivadora,
Gracia propia de mi edad,
Fué para la sociedad
La manzana tentadora.
POESÍAS ESCOGIDAS 277
Rodé al abismo, rodé
Por ser débiles mis alas
Y perdí todas las galas
De la virtud y la fe.
Ninguno se reconcilia
Conmigo... mundo cruel;
Tengo un hogar : j el hotel !
¡La humanidad por familia!
Vivo sola, abandonada
De cuantos ayer me amaron;
Cuanto tuve lo arrancaron
De mi amor... ¡no tengo nada!
¡Mis padres!... ¿vivirán hoy?
Tal vez existan aquí,
Tienen vergüenza de mí
Y yo por muertos los doy.
Diez años hace que un día
A mi madre logré ver,
No me pude contener
Y le grité : « Madre mía ».
A sus pies caí de hinojos,
Era en la calle, nos 'vieron,
Y sobre mi faz cayeron
Las lágrimas de sus ojos...
Bésame, le dije, madre,
Oue de sufrir estoy harta,
Y ella dijo : i aparta... aparta...
Oue estás manchando á tu padre!
El rostro descolorido,
Toda trémula echó á andar
Y sólo alcancé a besar
Las orlas de su vestido.
No me tuvo compasión
Y no escuchó mi lamento ;
Yo quedé en el pavimento
Extraviada la razón.
De nada cuenta me di
Y en aquel vértigo insano
278 JUAN DE DICIS PEZA
Ni sé quién me dio la mano
Ni quién me trajo hasta aquí.
Cuando por aquella' puerta
De nuevo á este cuarto entré,
— I Ya soy huérfana! — grité,
¡Hasta mi madre está muerta!
¿A quién me quejo? ¿á quién llamo?
A! aire doy mis suspiros
Y el aire en revueltos giros
Se los lleva...
(Cogiendo el ramo que abrá sobre la mesa).
;.Y este ramo?
;,Ouién me obsequiará con flores?
Rosas de Abril purpurinas,
No tenéis tantas espinas
Como yo tengo dolores.
Aunque ricas de fragancia
Y perfumadas y bellas,
No sois puras como aquellas
Oue yo cortaba en la infancia.
No sois cual las madreselvas
Oue en mi jardincito había
I Oh recuerdo de alegría!
Ya no vuelvas, ya no vuelvas...
Nadie se inquieta si tarda
Mi vuelta al cuarto sombrío ;
Ya duermo llena de frío ;
Ya ningún ángel m€ guarda...
Una vez hallé á un anciano
En la calle frente á frente,
Era mi oadre... imprudente
Le quise besar la mano.
Con semblante duro y hosco
Mi pretensión rechazó
Y con voz agria exclamó :
— Aparta, no te conozco.
Vi en su mirada un infierno
De pena amarga y sombría...
POESÍAS ESCOGIDAS ' 279
Así en el último día
Verá á un reprobo el Eterno,
i Con qué tristeza retiña
Su acento en todo mi ser !
I No me quiso conocer
El que me arrulló de niña;
El que cifró su fortuna
En mirarme y consentirme ;
Aquel que para dormirme
Arrullábame en la cuna;
El que ufano me llamaba
El tesoro de su hogar
Y que al mirarme llorar
De susto V dolor temblaba.
I Oh placeres sin engaños!
Mi hogar tuvo un festín regio :
Saqué un piremio en el colegio
Cuando contaba diez años.
Mis padres, con natural
Regocijo me esperaron,
Y al mirarme me abrazaron
Con efusión celestial.
Yo llegué de gozo llena
Con todo el rostro encendido :
Con un velo v un vestido
Blancos como una azucena.
De mi vida á los autores
I Tomad mi premio!... grité,
Y á mi padre le entregué
Un diploma y unas flores.
— Bien— repuso, — hija querida.
Dios más dichas te conceda...
Toma, y me dio un i moneda :
I La más santa de mi vida !
Era un escudo de á peso;
Al dármelo me besó,
Yo era niña y me encantó
Más que la moneda el beso.
280 JUAN DE DIOS PEZA
Cuando al abismo caí
Como al fango la flor rueda,
Me diie : aquesta moneda
No se apartará de mí.
Y llegué á verme muy pobre.
Tan pobre, que cierto día
Mi capital consistía
En dos centavos de cobre.
En mi amargo padeceír
Salí mi pan á buscar...
I Yo no sé si fui a pecar
Para encontrar qué comer !
En el dintel de mi puerta
Encontré, medio dormido,
Desmayado, entumecido,
Con la tez pálida y muerta,
Un niño que con afán
Me miró... lloró un momento
Y temblando y sin aliento
Me dijo al fin : <( Quiero pan ».
Me burlé de mi destino
Cual de un amo sus esclavos.
Di al niño aquellos centavos
Y proseguí mi camino.
Cansada de tanto andar.
Rendida á golpe tan rudo,
Me dije : tengo un escudo
Que bien me puede salvar.
Pero juntó mi memoria
El epílogo en proemio....
¿Cómo perder aquel premio
Todo amor, pureza y gloria?
De mi infaacia ante el destello
Cogí el escudo sagrado
Oue en un medallón guardado
Lo llevo siempre en el cuello ;
Y olvidando de mi suerte
La crueldad y agonía,
POESÍAS ESCOGIDAS 281
Exclamé : ; moneda mía,
Antes morir que perderte!
Salvé el tesoro sagrado;
Este escudo envejecido
Con mis lágrimas ungido.
Con mis besos coronado.
Una carta me han traído;
Veamos ;.de ouién será?
Ninguno me escribe ya,
Todos me hablan al oído.
Conozco esta letra, sí ;
¿O soy víctima de engaños?
Hace muchos, muchos años
Oue él no se acuerda de mí.
Es su letra... sí... evidente;
Letra que en tiempos mejores
Me expresaban los amores
Del corazón inocente.
Aunque la escribió convulso,
En su misma claridad...
¡Pobrecito! ¡no es su edad
La que hace temblar su pulso !
;,Oué me dirá Dios bendito?
Temblando estoy de temor...
I Nunca sentí igual terror
Al romper un sobrescrito !
(Lee la carta y toca á la actriz interpretarla.)
« Si soñaste alguna vez
Ver de nuevo letras mías,
Estas e pongo en los días
Postreros de mi vejez.
Enfermo v desengañado,
De prisa al sepulcro voy ;
Lo anhelo desde que estoy
Por ti sola deshonrado.
282 JUAN DE DIOS PEZA
Al nadie amé como á ti
Y hov me das infamia y lodo
En recompensa de todo
Lo bueno que yo te di.
Próximo á desparecer
Ya mis deudas he saldado
Y algo tuyo que he guardado
Te lo voy á devolver.
No esperes una fortuna
Oue mi riqueza no es tanta,
Es una reliquia santa
Oue yo recogí en tu cuna.
Es lo que al mundo trajiste
En mis instantes más bellos.
Un rizo de tus cabellos
Oue corté cuando naciste.
Si hubieras muerto aquel día,
El rizo que guardé tanto,
Hoy me hiciera verter llanto.
Mas no me mancillaría.
Hebras de tu misma trenza
Te las devuelvo, que así
Ya sólo guardo de ti
Algo eterno : la vergüenza.
Tú ennegreciste mi suerte,
I Oue Dios al morir te acorra,
La vergüenza no la borra
Ni la oración ni la muerte!»
Compasión, joh, padre anciano I
Piedad porque te ofendí.
Ya que no me viene aquí
La bendición de tu mano.
;.Por qué no viste en mi ser
La infamia y no me mataste?
;,Por qué no me sofocaste
Al momento de nacer?
(Abre el papel que envuelvue el rizo).
¡Qué miro! ¡ilusiones vanas!
/,Es realidad ó extravío?
POESÍAS ESCOGIDAS 283
Viene atado el rizo mío
A una guedeja de canas,
i Nieve de un volcán bendito,
Oue por mi culpa estalló,
Yo sé bien que te formó
Más que la edad, mi delito!
Mi sien junto á su cabeza
Ni en la tumba h-i dé dormir...
I Sólo aquí se ha vuelto á unir
Con su virtud mi pureza!
/,Es castigo ó es clemencia?
¿Cómo deja en esta vez
A la infamia, la honradez
Su corona por herencia?...
Con el corazón opreso.
Sin paz, sin amor, sin fe...
Aquí que nadie nos ve
Llorando, ¡oh, padre! te beso.
Si yo entre las más livianas
Del infierno voy en pos,
Oue la bendición de Dios
Me llegue con estas canas.
(Entra luz por el balcón la cual ella se dirige enjugándose los ojos).
Mundo : ignora mi aflicción.
Ya amanece, ¡qué ironía!
Entra á los cielos el día,
¡La noche á mi corazón!
TALÓN RÁPIDO.
UNA RESPUESTA DE MIRAMÓN»
Ya sonó la media noche
En el viejo campanario :
Querétaro está en silencio
Que sólo turba á intervalos
El grito del centinela
Triste, sonoro y pausado.
En un antiguo convento
Que ya en cuartel transformaron,
284 JUAN DE DIOS PEZA
Presos en humildes celdas
Están la muerte esperando
Miguel Miramón, Mejía
Y un noble : Maximiliano.
Ya poco tiempo les queda
De vida á los sentenciados
Y el archiduque, que siempre
Fué de la forma un esclavo,
Llama á Miarimón, queriendo
Sobre un punto interrogarlo.
Llega el arrogante jefe,
Obediente á tal mandato
Y órdenes pide gustoso
A su infeliz soberano.
Este le dice; — ^Sei horas
Nos faltan. — Las voy contando
Pues ya que no tengo sueño
He de entretenerme en algo...
—Perdonad que os distrajera,
Pero quiero consultaros
Cuál raje será el más propio
Para salir al cadalso.
— No entiendo vuestra pregunta.
Y agrega Maximiliano :
— ¿Nos vestimos de uniforme
O saldremos de paisanos?
Y Miramón le replica :
— Majestad, voy á ser franco :
Como ésta es la vez primera
Que me fusilan, no es raro
Que ignore lo que previene
El ceremonial del caso.
Sonrióse el archiduque
Y agregó con entusiasmo :
— Miguel, en todo os admiro...
¡Qué valor! ¡dadme un abrazo!
FIN DE LA PARTE CUARTA
OJAS SUELTAS
¡TUS PESTAÑAS!
A ESTRELLA
De tus ojos, 'uz y encanto
De mi espíritu abatido;
De esos ojos que han vertido
Por mi raudales de llanto;
De los dos astros que inspiran
Pasión, bondad y ternura,
Cuando envuelven en luz pura
Lo que enamorados miran.
Como tesoro del cielo.
De esos ojos me acompañas
Unas sedosas pestañas
Tan negras como mi duelo.
¡Hebras que dan luces bellas,
Reflejos nunca imitados.
Pues son rayos arrancados
Para mí, de dos estrellas !
Con devoción las adoro;
Con hondo temor las miro.
Pues al soplo de un suspiro
Puedo perder tal tesoro.
Pestañas de un ángel son
Que, á las que le adornan, juntas
Sostuvieron en las puntas
Sus lágrimas de pasión.
286 JUAN DE DIOS PEZA
Ellas velaron tranquilas
Sus pesares, sin reproche,
Cuando enlutaba 1" noche
Su espíritu y sus pupilas.
Y de la ausencia el rigor
Las dejó en llanto empapadas
Como espigas doblegadas
Por la lluvia del dolor.
Hebras que ^1 sentir opreso
El párpado que adornaban,
AbrasáB-dose temblaban
Entre las llamas de un beso.
Por dichas y por angustias
Fueron al azar movidas,
Para contemplarme erguida^
Y para llorarme mustias.
Sí, mustias de padecer
En tus ojos las llevaste,
Cuando imposible iuzgaste
Que me volvieras á ver.
Ellas encarnando en ti
Fueron rejas de un postigo
De llanto, por mí y conmigo,
Lejos y cerca de mí.
Y hoy me las mandas, Estrella,
Y es tu dádiva sagrada
Para mí la más amada.
La más rica y la más bella.
Delicada y primorosa
Envoltura les da asilo,
Tal como envuelve á un pistilo
El pétalo de una rosa.
Y foirman así el tesoro
Con que sueño y me extasío :
¡Pestañas del ángel mío!
¡Pestañas del bien que adoro!
POESÍAS ESCOGIDAS 287
EN MEMORIA
DEL
GENERAL CARLOS PACHECO»
¡Oh, vida! ¡combate humano!
Tus adalides ¿qué son?
Deleznable encarnación
Del polvo frágil y vano.
¿Quién profundiza el arcano
Do tus destinos están?'
La fe, la gloria, el afán
Que con la esperanza juegan,
De un obscuro abismo llegan
Y á un obscuro abismo van.
Revuelto y profundo río
Donde el viento desbarata
Los aljófares de plata
Que le regala el Estío;
Légamo inmenso y sombrío,
¿Qué fueras sin la memoria,
Sin la verdad, sin la gloria
Que, con el olvido en guerra,
A los muertos de la tierra
Los resucita en la Historia?
Ya el talento, ya el trabajo,
Inmortal recuerdo deja ;
Noble se llama á la abeja
Y vil al escarabajo.
Del gañán que hienda el tajo
Al sabio que absorto lea,
No hay labor que útil no sea
Y que el hombre no bendiga :
El gañán busca la espiga.
El sabio busca la idea.
No todo muei'e ni pasa.
Que no todo es polvo leve ;
288 JUAN DE DIOS PEZA
Si el sepulcro torna nieve
El fuego que nos abrasa;
Si todo la muerte arrasa
Y lo lleva al ataúd...
¿Quién por el terrible alud
Rodar ha visto el Honor,
El Genio, la Fe, el Valor,
La Bondad y la Virtud...?
Sin los nobles ideales
De un dulce romanticismo,
¿Qué hicieran frente al abismo
De la muerte, 'os mortales?
¿Todos seremos iguales
Al morir? ¡Vana impostura!
Aun en tosca sepoltura
Quien vale, al olvido humilla,
¡Qué más el cucuyo brilla
Si la noche es Tiás obscura!
Estudiad á los cautivos
Del mundo, sabios expertos,
Y encontraréis vivos muertos,
Y muertos que siguen vivos.
Los robles del monte, altivos
Desdeñan la tempestad
Con la misma majestad
Que á un ser superior conviene;
Y, así como el monte, tiene
Sus robles la humanidad.
Nacer en modesta cuna
Y en apacible pobreza
Sin señuelos de nobleza
Ni mimos de la fortuna;
Domeñar una tras una
Amargas contrariedades,
Y ante añejas sociedades
Con suerte dura y contraria.
Ser como la procelaria,
Hijo de las tempestades.
POESÍAS ESCOGIDAS 289
Ser un gladiador romano
En los campos de batalla;
Entregar á la metralla
Despojos del cuerpo humano;
Sangrando, sin pie, sin mano,
Buscarse extraña andadora,
Y trepar á la trinchera
Con medioeval hidalguía,
Vitoreando en su agonía
Su caudillo y" su bandera!
Vivir triste y mutilado
En constante actividad,
Con la extraña dualidad
Del apóstol y el soldado;
De nuevo lanzarse osado
Por su causa á combatir,
Hallar la meta, subir.
Y firme con la fe ilesa,
Darle cauce á toda empresa
De gloria y de porvenir...
Ser un Bayardo en lealtad,
Ser un Cid en el valor.
Un pródigo en el favor
Y un estoico en la verdad.
Ser procer en la ciudad.
Gladiador en la campaña,
Cazador en la montaña.
En todo, soplo que agita,
Y un labrador eremita
Muriendo en una cabana
Tal admiré y comprendí
La labor inteligente
Del héroe humilde y ausente
Que recordamos aquí.
Jamás honrado me vi
Con el renombre mundano '^
De <( su amigo » ó de « su hermano... »
Muerto, aun vierte sus reflejos,
*oesias escogidas. 19
290 JUAN DE DIOS PEZA
Y hoy que está lejos, muy lejos,
¡ Busco en la sombra su mano 1
Ausente : juzgue la Historia
Tus obras; yo sé que son
Hijas de noble ambición
De dar á tu patria gloria.
A tu fosa mortuoria
Basta un emblema viril :
Que allí corone el buril
Tu frente limpia y altiva
Con la fresca siempreviva
Que fecunda el sol de Abril.
Méjico, Septiembre 26 de 1892.
EL CALLEJÓN DEL MONSTRUO.
UN HÉROE DE LA GUERRA DE MÉJICO
En apacibles horas
de sin igual cariño,
Desconociendo el alma
la duda y el pesar;
La historia que hoy refiero
sin gracia y sin aliño,
Un viejo veterano,
allá cuando fui niño
Ma la contó en las dulces
veladas del hogar.
¡Oh santas, hechiceras,
involvidables horas,
De engaños y candores,
de paz y de ilusión !
l Las únicas que fuisteis
de dicha hospedadoras !
Aun no están sin aroma.
ni mustias, ni incoloras
POESÍAS ESCOGIDAS 291
Las hojas que dejasteis
de ofrenda al corazón
Sólo esas rosas viven,
como tesoros bellos
De un tiempo todo calma
V bienestar y fe;
Del alba de la vida
purísimos destellos,
Que bastan al que sufre
para alumbrar con ellos
El panorama hermoso
de todo lo que fué.
Recuerdo al veterano
que me contó esta historia.
El sol del campamento
ennegreció su piel,
Faltábale una pierna,
sobrábale memoria,
Y siempre vi en sus canas
la escarcha de la gloria.
¡Ay! de una gloria humilde
sin templo y sin laurel 1
El fué, cuando era mozo,
soldado de Guerrero,
Contaba que á Morelos
V á Hidalgo conoció;
Nutrido en la enseñanza
del patriotismo austero.
Hablaba de su Aquiles
como del suyo Homero;
Y algo empezado en risas
con llanto lo acabó.
Alguna vez me dijo,
mi frente acariciando :
« ¡ Hiermoso es por la Patria
luchar hasta morir!'
Estudia á aquello héroes
de los que estuve al mando ».
292 JUAN DE DIOS REZA
Y luego agregó triste,
lloroso y suspirando :
« Con hombres como aquéllos
se salva el porvenir ».
Como me faltan frases,
erudición, talento,
Para poder sus glorias
brillantes relatar,
Voy sólo á referirte,
y escúchamelo atento,
El hecho de un patriota...
(y aquí traslado el cuento
Que amenizó la dulce
velada del hogar).
Yo entonces no contaba
arriba de sei años;
Y sin rendirme al sueño,
le oí con atención ;
Los hechos y lugares
se olvidan por extraños ;
Mas su argumento fácil,
ni edad ni desengaños
Me lo han podido nunca
borrar del corazón.
« Era en el tiempo aciago
de innúmeras campañas.
Ai Hidalgo y á Morelos
mataron sin piedad
Los ciegos defensores
del rey de las Españas;
Y fuimos con Guerrero
del Sur á las montañas.
Para buscar la muerte
ó hallar la libertad.
No he visto nunca á un hombre
más bravo y más entero.
POESÍAS ESCOGIDAS 29^
Jamás le vimos débil
ni nunca desmayó;
Fué siempre la amenaza
para el soldado ibero;
Indómito, terrible,
inexpugnable, austero,
Hasta su misma muerte
su audacia respetó.
Donde su augusta mano
clava su bandera,
El sol de la victoria
llenábala de luz ;
Sencillo en sus costumbres,
y bravo como fiera,
Nos daba ejemplo á todos
de la virtud severa
Que enseña en sus doctrinas
el Mártir de la Cruz.
Jamás á su semblante
faltóle una sonrisa;
Nunca alentó su pecho
ni envidia ni rencor ;
Y en el cuartel ó en marcha,
ya quieto, ya de prisa,
Lo mismo en el combate
que en la campestre Misa,
Miraba á sus soldados
con paternal amor.
En veinte hermosos triunfos
en tan terrible guerra,
Su fama y su renombre
volaron por doquier.
Era la fe y el alma
de nuestra amada tierra,
Fué un águila, no un hombre;
su nido fué la sierra;
Su religión, la Patria;
su código, el Deber.
294 JUAN DE DIOS PEZA
Juzgó una vez preciso
buscar de sus soldados
Alguno que pudiera
á Méjico venir
Para explorar secretos
á nadie revelados.
Y así nos dijo á todos
mirándonos formados
<( ¿ Quién quiere á cierto encargo
marchar para morir? »
— ¡Yo! — con sonoro acento
que retumbó en las rocas
Cada soldado dijo;
con ellos, yo también,
Un espontáneo grito
salido de mil bocas,
El eco de mil almas
que de entusiasmo locas
La muerte y los peligros
miraban con desdén.
Guerrero, conmovido,
señala en tal momento
Al que avanzando un paso
al héroe se acercó —
¿Irás? — Iré, repuso,
me sobran fe y aliento.
Iré donde me manden,
jamás vuestro Sargento
A nadie le ha temido
ni á nada se negó.
Y vi que fueron ambos
andando lentamente;
Hablaron en voz baja
de lo que yo no sé;
Y cuando la alborada
iluminó el Oriente,
A pie por las montañas
cantando el insurgente,
POESÍAS ESCOGIDAS 295
Sin darnos un abrazo
á Méjico se fué.
Supimos que aquel hombre
cual nadie conocía
Del español Gobierno
los usos V la ley,
Porque á las reales tropas
de joven les servía,
Y lo aceptó Guerrero,
como el mejor espía
De todos los manejos
secretos del Virrey.
No bien llegó á esta tierra
sus pasos vigilaron;
La desconfianza es siempre
la hermana del temor ;
De su misión secreta
los fines sospecharon,
Y para^darle muerte
*al fin lo denunciaron
Como insurrecto, espía,
y tránsfuga y traidor.
Entonces aquel hombre
á quien la suerte avara
Negaba en un instante
cuanto cumplir soñó,
Impúsose una prueba
tan dura como rara :
Y mutiló su cuerpo,
desfiguró su cara,
Y en monstruo convertido
en Méjico quedó.
Y dicen, que inspiraba
no compasión, espanto ;
Invalido, harapiento,
sin nombre y sin hogar,
Mezclando en rostro informe
la risa con el llanto
296 JUAN DE DIOS PEZA
Al procer y al mendigo
llegó á acercarse tanto,
Que supo lo que nadie
del Trono v del Altar.
Y allá por las montañas
del insurgente abrigo,
Cruzando de las selvas
desiertas al través.
Miramos muchas veces,
del hecho soy testigo,
Llegar junto á Guerrero,
un mísero mendigo
Con espantoso aspecto
y ensangrentados pies.
Como su propia casa
cruzaba el campamento.
Sin demandar de nadie
limosna ni piedad ;
Del inmortal Guerrero
entraba al aposento,
Para informarle al punto
de todo movimiento,
De cuanto nuevo ó raro
pasaba en la ciudad.
Cada soldado al verlo
de horror se estremecía !
¡ Ni un rasgo, ni un indicio
de lo que fuera ayer!
Después de algunos años
llegué á saber un día
Que aquel mendigo monstruo
que nadie conocía,
No era otro que el Sargento
Francisco Basiyer.
Mas esto yo lo supe
después de haber triunfado ;
Que sólo en ese tiempo
su historia conocí:
I
POESÍAS ESCOGIDAS 297
Hablé con él v dije :
—«¿Qué hiciste, desgraciado?
— ^i Cumplí como patriota,
cumplí como soldado,
Y al general Guerrero
cual perro le serví !»
Era emisario, agente,
explorador, correo,
Fué y vino muchas veces
del monte á la ciudad ;
Con riesgo de la vida,
cambió, nuevo Proteo,
Su forma, ambicionando
por tínico trofeo,
Mirar tarde ó temprano
su patria en libertad.
Y realizó este sueño,
que le costó mil daños ;
Y se sintió dichoso.
tranquilo y sin temor,
Cuando al cesar la lucha
que ensangrentó diez años
Augusta y respetada
de propios y de extraños
Miró flotando libre
la enseña tricolor.
A la calleja triste,
donde quedóse ufano
Viviendo aquel Sargento
que nunca he de olvidar.
El Callejón del Monstruo
le llama el vulgo vano,
¡No hay monstruo más sublime!...»
Callóse el veterano,
Y así acabó la dulce
velada del hogar!
298 JUAN DE DIOS PEZA
Á FRANCIA.
(en la muerte de m. carnot).
¡Oh, Francia! ¡Oh faro del saber humano I
Eterno Sol que á progresar nos guía;
Tu dolor en el pueblo mejicano
Estalla en explosión de simpatía.
Mézclese nuestro llanto con eJ llanto
Que con gotas de fuego tu faz quema;
Tu inmenso duelo me inspiró este canto ;
En cada gran pesar hay un poema :
Aquí te amamos, verbo luminoso
De paz y libertad ; ¡ bendita sea
Tu antorcha! su contacto esplendoroso
Enciende cada idea.
Has sido siempre grande; tus legiones
Han derramado estrellas á su paso;
Oriente para todas las naciones
Puedes tener un odio : el del Ocaso.
En todo has sido igual ; con tu mirada,
Todo lo exploras, todo lo dominas;
Vences por triple modo con tu espada,
O matas, ó libertas, ó ilum.inas!
Tu hermoso nombre en glorias tan fecundo,
Pronuncian con amor todos los labios,
Que lo han escrito en la extensión del mundo
Tus héroes, tus apóstoles, tus sabios!
Lo oyó la esfinge impenetrable y muda,
En el desierto resonó tranquilo
Y radiante de gloria lo saluda
Suez con Lesseps ; con Bonaparte el Nilo.
Tu enseña tricolor siempre ha encontrado
El orden y el progreso por baluartes ;
Donde la has tremolado,
A' su sola presencia han despertado
Las ciencias y las artes !
Has sido en todos tiemiies la primera
POESÍAS ESCOGIDAS 299
En sacudir el ominoso yugo
De la ignorancia artera;
De este siglo de luz la historia entera
¿No abarca con su genio Víctor Hugo?
Eres la augusta y gran progenitora
De soles sin ocaso,
Y tal parece ¡ oh Francia ! que en tu paso
Llevas de heraldo el carro de la aurora.
¿Y á ti también te aflige el hondo duelo?
¿Y tú lloras?
Permite que me asombre
Al ver de luto tu fecundo suelo.
Al verte con pavor clamando al cielo
Contra un crimen sin nombre.
El que sin tacha y sin temor regía
Tu próspero Destino;
El que el mundo admiraba y aplaudía,
Y que siempre tenía
Regado de laureles su camino,
El hombre inmaculado
Todo honor y lealtad ; todo pureza,
Doblega para siempre su cabeza
Por mano aleve al mundo arrebatado.
Y no eres sólo tú, la que padece
Con tan súbita muerte ; no la extraña
Sólo tu corazón; el mundo entero
En tan profunda pena te acompaña.
El pueblo mejicano
Con amor fraternal, con pena justa
¡Oh Francia toda luz! ¡Oh tierra augusta I
Llorando estrecha tu robusta mano.
Sobre la tumba de Carnot, no tiende
Su clámide de sombras, la venganza ;
La República eterna, sólo enciende
Su bendecida antorcha : ¡ La Esperanza !
¡La Esperanza! la estrella
Que irradia alivio en tu dolor profundo :
Tu paz no ha de acabar, porque con ella
Acabará también la paz del mundo.
300 JUAN DE DIOS PEZA
¡ Honor eterno al mártir ! ¡la corona
La bendición de todos!
Tú, camina,
Con esa espada que tu fe pregona
La que enseña, liberta ó ilumina.
Julio 1 de 1894.
poesía*
RECITADA POR SU AUTOR EN EL GRAN TEATRO JUÁREZ
DE GUANAJATO LA NOCHE DEL 18 DE JULIO DE 1895.
Si yo supiera pulsar
La lira de cuerdas de oro,
Esa que imita el sonoro
Y eterno ritmo del mar;
Con qué júbilo sin par,
Con qué afán tan dulce y grato,
Con qué entusiasta arrebato
Os dijera en esa lira
Lo que esta noche me inspira
El ^pueblo de Guanajato.
tierra de heroicas hazañas
Y de inmortales varones,
Que esconde en sus corazones
Más oro que en sus montañas;
Desde las pobres cabanas
A la más noble heredad.
Siempre ha sido esta ciudad
Emporio de la riqueza,
Alcázar de la franqueza
Y altar de la libertad.
Plugo á genios superiores
Dar á Guanajato gloria,
Tornándolo en nuestra historia
Sol de eternos resplandores;
POESÍAS ESCOGIDAS
301
El Párroco de Dolores
Lo eternizó con su cuna;
De la patria la fortuna
Con él surgió en este Estado
Y á esa gloria no ha igualado
Ni eclipsa gloria ninguna!
Desde que en soñada meta
Vive noble caballero,
Al desnudo barretero
Que rompe la oculta veta;
A todos, tan sólo inquieta
El afán de hacer dichosa
Esta tierra generosa,
De cuyo seno profundo
Fué en un tiempo, alma del mundo
La riqueza fabulosa.
El más abrupto peñón,
La más agreste hondonada,
El fondo de la cañada
Y la cruz del torreón,
Aquí en Guanajuato son
Monumentos de alto brillo,
Que han visto surgir sencillo,
En la ensangrentada lid
A Pipila como un Cid
Con un Cura por caudillo.
Arábigos palomares
En las montañas prendidos;
Casas que sois como nidos;
Nidos que sois como altares;
Francos y quietos hogares
En las lomas engarzados
Y que por la paz velados
Vuestra sencillez cautiva :
Sois aquí página viva
De heroicos hechos pasados.
Eternas guardan escritas
Con sangre de nobles pechos
302 JUAN DE DIOS PEZA
Las historias de altos hechos
Los muros de Granaditas;
Mudas páginas benditas
Cuya majestad arredra,
En vez de fúnebre yedra
Y de, musgo delator,
Hay un grito de dolor
Incrustado en cada piedra.
Reliquias de la sombría
Edad, de tiempos obscuros,
Hay clavados en los muros,
Cuatro escarpias todavía;
En ellas la tiranía
Prende con protervas manos
Cuatro cráneos soberanos
Que al sol con rubor caldea,
Pues son más que luz febea
Los pensamientos humanos.
Mirando esos insolentes
Escarpias allí clavadas,
Con la sangre consagradas
De inmortales insurgentes,
La ira en ondas hirvientes
Abrasóme las mejillas
Y santas preces sencillas
Sin palabras levanté,
Teniendo el cuerpo de pie
Y el ánima de rodillas.
Soy de aquellos que atraviesan
Sintiendo el mundo en que moran,
Que hallan un túmulo y lloran.
Ven una cuna y la besan;
Soy de los que se embelesan
Con lo que á su patria es grato ;
Por eso venero, acato,
Cuanto de grande se encierra
Para mi patria, en la tierra
Heroica de Guana juato.
I
I
POESÍAS ESCOGIDAS 303
Del cielo de su pasado,
Son astros de gloria y fama
Hidalgo, Allende y Aldama
Que han su nombre eternizado.
Cuna insigne de Doblado,
Si el progreso es tu estandarte
¡Cómo no habrá de admirarte
Quien llega á ti, en horas santas
En que afanoso levantas
Un templo inmortal al arte!
5 El Arte! Sol de luz pura;
De lo infinito destello :
El esplendor de lo bello,
Lo que eternamente dura.
Lo que eleva y transfigura
Del hombre la potestad,
Lo que de edad en edad
A cada genio revela
Y dignifica y consuela
A la triste humanidad !
Pudo la Naturaleza
Hacer bella á la mujer.
Y el arte llegó á poder,
Darle forma á la belleza,
Revelando su grandeza
Cortó la roca y tranquilo
Del cincel al sacro filo
Labró una estatua con ella
Y no hubo mujer tan bella
Como la Venus de Milo.
Es pueblo grande el que anhela
Dar de su cultura ejemplo.
Levantando al arte un templo
De perfecciones escuela.
Un teatro que revela
Una mansión encantada.
Incomparable morada
Que envidiara el camarín
304 JUAN DE DIOS PEZA
Más lindo del Albaicín
De la Alhambra de Granada.
Y es más bello honrar en él
La memoria de un gran hombre
Que para abarcar su nom.bre
No alcanza ningún laurel.
Y grabar con el cincel
Ese nombre soberano
En el pórtico galano
De esta espléndida mansión
En señal de admiración
Al Washington mexicano.
Es ofrenda que enaltece
Por pura, por noble y santa,
Al pueblo que la levanta
Y al genio que la merece.
¡Oh, Juárez! donde aparece
Tu nombre, temblando están
Los que anonadó tu afán
Y tu causa redentora,
Pues' cuando surge la aurom
Todas las sombras se van.
Nacido en pobre cabana
Que á tus proceres complace;
Tan ignorado cual nace •
El águila en la montaña;
Por divina fuerza extraña
Te alzaste de tal manera.
Que al salvar nuestra bandera
Del yugo y del deshonor,
Vio en ti su Libertador
Toda la América entera!
Consagraste tu existencia
A la Patria idolatrada.
Sin más invencible espada
Que la fe de tu conciencia.
Del pueblo la indeper '-''cia
Volviste tesoro cierto
POESÍAS ESCOGIDAS
305
jLas
Tuve el duelo que aceptar
Y ya lo veis, he vencido:
Por vuestra hija me he batido
Arrancándosela al mar...
Vn duelo.
escogidas.
20
306 JUAN DE DIOS PEZA
Y firme, abnegado, experto
Con humilde escasa grey
El arca de nuestra ley
La salvaste en el Desierto.
Pueblo : en tus tranquilos lares,
En esta tierra bendita,
Donde despierta y excita
La admiración mis cantares;
En frente de los hogares
Llenos de dulce quietud,
De paz, de amor, de virtud,
Quisiera en mi afán ardiente
Ceñir de lauros la frente
De tu hermosa juventud.
De esa juventud galana
Que Guanajuato atesora,
La del presente señora
Y emperatriz del mañana.
La que estudia y que se afana
Llena de fe y ardimiento
Por llenar el firmamento
Con el nombre de su Estado
Que tanto han glorificado
Las luchas del pensamiento.
Deja ¡oh, pueblo! que yo incensé
Tu mérito en mi saludo
Y te diga en verso rudo
Lo que sienta y lo que piense.
¡Oh, tiej*ra guanajuatense !
Pobres mis ofrendas son :
A Juárez la admiración
Que su grandeza me inspira;
¡A Guanajuato mi lira,
Y en ella mi corazón I
POESÍAS ESCOGIDAS 307
-+-
SONETO.
No me vuelvas á ver; déjame solo;
Ni falsos besos ni caricias vanas;
No has de fundir la nieve de mis canas
Que el sol no logra acalorar el polo.
Honor, virtud, deber, ¡ ah I yo no inmolo
En tu engañoso altar prendas tan sanas;
Las pérfidas son víboras humanas
Y yo, más que al dolor ie temo al dolo.
Cuando tus ojos en mis ojos fijas,
No enciendes mi ilusión, te lo confieso,
¿Pides besos de amor? ¡ah! no me exijas.
Con canas y sin fe pensar en eso;
¡ No hay beso igual al que me dan mis hijas
Ni amor como el amor que les profeso !
AL PARAGUAY
AL DOCTOR DON CECILIO BÁEZ
I.
Tierra del Paraguay, épica tierra,
Con lágrimas y sangre fecundada;
Tú sola, en las hazañas de la guerra,
Ni tienes que aprender ni envidias nada;
Tumba y altar del guaraní bravio
Que dio pasmo á las huestes españolas.
Cuando con sangre acrecentó las olas
De tu encantado y caudaloso río;
Cuna de aquel salvaje heroico y rudo
Que ha legado á los siglos su memoria,
Porque supo morir sobre su escudo
Para quedar en pie sobre la historia;
308 JUAN DE DIOS PEZA
Del bravo Lambaré fuerte, cual hierro,
Y que en la patria cuya suerte vela,
Su nombre guarda en homenaje el cerro
Que sirve á la Asunción de centinela.
Aun se siente cruzar su fiera sombra
Y algo se escucha que á su raza dice;
Parece que la llama, que la nombra
Y que su eterna esclavitud maldice.
Tierra del Paraguay, de tu pasado
El dulce urutaú lamenta el duelo
Desde su nido en el yataí colgado
En cada vez que el sol traspone el cielo.
II.
Feliz durmiendo en virginal regazo,
Sorprendió Juan de Ayolas tu hermosura,
Y en cruda brega te rindió á su brazo
Cuando eras libre y cual tus flores puras.
Huella la ibera planta tu recinto,
La raz'a guaraní vencida amengua,
Y ya, sierva del César Carlos Quinto,
Cambias de fe, de tradición, de lengua.
Irala logra gobernar con tino
A la colonia que prospera y crece,
Y Hernando de Arias por igual camino
Derrama el bien y el Paraguay florece.
Las de Loyola indómitas legiones
Plantan la cruz en tierra americana;
Distribuyen tu suelo en reducciones
Y fundan la república cristiana.
Arma el poder teocrático y sombrío
Contra el poder civil contienda ruda,
Y es tachado de reprobo é impío
El que á los hijos de Jesús no ayuda.
POESÍAS ESCOGIDAS 309
A'irado al veróue el pueblo nunca impera
Y que nadie lo m^a ó lo vindica,
Se alza como un apóstol Antequera
Y su derecho y libertad predica.
Manda el rey castigar los desafueros
Del gobernante que encendió su encono,
Y Antequera y sus bravos comuneros
Luchan contra la cruz y contra el trono.
Ninguno retrocede ni se humilla,
Y al fin los comuneros denodados
Cual sus nobles hermanos de Castilla
Son en su sangre generosa ahogados.
Y el vencedor, Marqués de Castelfuerte,
Virrey que en el Perú soberbio impera,
Alza en Lima un cadalso y da la muerte
Con los lauros del mártir á Antequera.
Sufre el pueblo ante propios y ante extraños
Las angustias sin nombre del vencido
Y ve impasible transcurrir los años
En triste soledad y en hondo olvido.
Escucha al fin la voz de su conciencia;
De tres siglos de horror sacude el yugo
Y reta al proclamar su independencia
Al rey, al sacerdote y al verdugo.
i Ya es libre el Paraguay ! Perdure en bronce
Esta fecha brillante de su historia :
¡Mayo catorce de ochocientos once!
¡Fecha de luz, de libertad, de gloria!
¡ Ya es libre el Paraguay ! En la alta esfera
Suspende el sol de Lambaré su giro
Y baña en luz de gloria la bandera
De rubí, de diamante y de zafiro.
310 JUAN DE DIOS PEZA
III.
Ya es dueño el Paraguay de su grandeza;
Libre y en paz su nombre se dilata,
Temible por sus ariáas y riqueza
(( En las riberas que fecunda el Plata ».
Se inquieta la República Argentina;
Lanza el Brasil mirada recelosa,
Que en breve tiempo la nación vecina
Crece y prospera, rica y animosa.
Y al Uruguay arrastran, que se lanza
Con ellas á retarla á inicua guerra,
Y el Paraguay frente á la triple alianza
Defiende sólo su sagrada tierra.
Nuevo David no encuentra quién responda
Al grito en que prorrumpe delirante,
Y lanza audaz la piedra con la honda
Para horadar la frente del gigante.
No hay paraguayo sordo á los deberes
Que le impone la lucha : un mismo anhelo
Impulsa á viejos, niños y mujeres
A la defensa del sagrado suelo.
IV.
En Humaitá y en Sauce y en Azcurra"
El espantado cielo es el testigo
De que no hay paraguayo que no ocurre
A dar toda su sangre al enemigo.
En Estero^Bellaco se les mira
Como en Currupaití, sobre el abismo
Donde la muerte desalada gira
Asombrar con su espléndido heroísmo.
Allí está Tuyuty, tumba sagrada
Del valor y la fe de héroes sin nombre,
Y guarda Itá-Ivaté de otra jornada
Glorias que tornan semidiós al hombre.
POESÍAS ESCOGIDAS 311
No queda un hombre vivo en la pelea,
Y á recoger los huérfanos fusiles
Vienen de la ciudad y de la aldea
Niños de doce y de catorce abriles.
Y de sus padres las gloriosas huellas
Siguen, tomando el arma entre las manos,
j Y van tras de los niños las doncellas !
¡ Y van tras las doncellas los ancianos !
¡ Y nada queda en pie ! Sobre montones
De muertos, remojado, enrojecido.
Tremola el pabellón hecho jirones :
¡Ay! roto sí, pero jamás rendido!
Cien veces ha caído en la pelea
El bravo Paraguay, y no le abate
La suerte infiel, aunque contraria sea :
¡ Le infunde más vigor cada combate !
Y tiene para orgullo de su tierra
Fulgente sol de gloria en sus anales
Al paladín que supo en esa guerra
Conquistarse laureles inmortales :
¡A Díaz, invencible y denodado,
Currupaití lo coronó de gloria!
¡En lucha desigual nadie ha logrado,
Ni allá en la antigüedad, mayor victoria!
V.
Héroe que dabas vida con tu aliento
A las mermadas tropas, y que eras
Ariete, escudo, brazo y pensamiento
Al combatir á las contrarias fieras.
No encuentro un verso digno de ensalzarte;
Sereno y ejemplar en la batalla,
Era tu linico amor el estandarte
Que agujereó en tus manos la metralla.
312 JUAN DE DIOS PEZA
Tuviste el alma del caudillo griego;
Del vencedor de Egipto la bravura,
Y en ti fué el amor patrio como el fuego
Del sol, que vivifica si fulgura.
¡ Guarda tu nombre en fastos inmortales
La patria que bendice tu memoria I
¡Y en Tuyutí, en el Sauce y en Corrales
Están los monumentos de tu gloria 1
Tu mem-oria inmortal bastará sola
Para dar á tu patria nomÉradía,
Pero Brugez, Cabral y Rivarola
Te dan en el Olimpo compañía.
Bruguez, que el rayo en sus cañones fragua ;
Rivarola, el jinete alado y fiero,
Y Cabral, que convierte la piragua
En terror del marino brasilero.
VI.
¡Con qué valor inmenso en noche obscura,
De humildes paraguayos un puñado
Se acercan á trepar hasta la altura
De imponente y altivo acorazado!
Cunde el espanto, y ya despavoridos,
Ante la ruda, inesperada brega.
Bajan los marineros sorprendidos
A encerrarse del barco en la bodega.
Dueños del triunfo son los paraguayos,
Mas otro acorazado que está alerta
Se acerca, lanza por doquier sus rayos
Y barre á metrallazos la cubierta.
¡ El cuadro es imponente y es sombrío I
Cuando la voz de los cañones calla,
Cien cadáveres flotan en el río :
¡Monstruos que ha deformado la metralla!
POESÍAS ESCOGIDAS 313
Las olas que la sangre ha purpurado
A diez, vivos aún, les son ligeras,
Y heridos, sin temor, ganan á nado,
Vitoreando á su patria, las riberas.
VII.
Héroes que disteis perdurable ejemplo
A los que aman el suelo en que han nacido
I El libre Paraguay es vuestro templo !
¡ Lo habéis glorificado y redimido !
El pueblo os mira con amor profundo;
Y vuestros nombres guarda en sus anales :
¡ En la llíada sin par del Nuevo Mundo
Que ya reclama Homeros inmortales!
Al haceros justicia, el orbe entero
Llamará al Paraguay ante la Historia :
¡Precursor del indómito boero,
David del infortunio y de la gloria!
En el palacio y en la humilde choza
Se incens?. vuestro esfuerzo soberano,
Y en la tierra de Hidalgo y Zaragoza
Os da su admiración un pueblo hermano.
México guarda amor y simpatía
Al pueblo al que el honor sirve de escudo
Y yo, en el nombre de la tierra mía,
¡Oh, Paraguay! te admiro y te saludo.
Que libre, grande y fuerte, en la victoria,
A la paz y al progreso consagrado.
Surjas siempre de América en la Historia,
Por tus heroicos hechos, respetado.
zico, Diciembre de 1901.
314 JUAN DE DIOS PEZA
UN DUELO.
I.
Un cielo crepuscular,
Un aire que manso juega,
Y un gran barco que navega
Imponente en alta mar.
Escuchad con atención,
Que están diciendo algo grave
Los mejores que en la nave
Forman la tripulación.
— El duelo — grita violento
Un joven— es una ley
Que al pechero con el rey
Iguala en cualquier momento.
Es la prueba del valor,
La justa de la lealtad,
Crisol de la dignidad
Y el espejo del honor.
—¿Qué opináis?— preguntó ufano
El capitán á un discreto,
Viajero, todo respeto,
De barba y cabello cano.
— ^Yo — respondió sin alarde, —
Del duelo soy enemigo.
Y añade el joven amigo....
— ¡Porque seréis un cobarde!
El anciano sonrió,
Y sin turbarse, confuso,
— ^Puede ser muy bien — repuso, —
Sabéis mucho más que yo :
Pero un joven tan valiente
Que viaja en mar borrascosa
Con una hechicera esposa
Y una chiquilla inocente.
POESÍAS ESCOGIDAS 315
I
Se debiera refrenar
Mostrando sus opiniones,
Porque hay ciertas expresiones
Que se deben castigar.
- Yo sostengo, cuerda ó loca.
Con suerte ó sin esperanza,
Cada palabra que lanza
Mi corazón por mi boca.
Y no es jactancioso alarde.
Os lo digo sin recelo ;
Quien odia ó rechaza el duelo
Es, á mi juicio, un cobarde.
El viejo, sin reparar
En tanta ofensa imprudente,
Dijo, respecto al valiente...
— Capitán, voyme á explicar :
Haciendo en la historia acopio
De duelos, he deducido
Que más que el honor herido
Los resuelve el amor propio.
El batirse es brava acción,
Pero en llegando á admitirla
Nos impelen á cumplirla
El nombre y la educación.
Y por deber ó capricho,
Los que á batirse se obligan.
Temen más á lo que digan,
Capitán, que lo que han dicho.
Mas hay en la vida escenas
Tan graves, tan imponentes.
Que a los hombres más valientes
Hielan la sangre en las venas.
Y el que sereno camina
Y les da salida pronta,
Y las sufre y las afronta,
Y las vence y las domina,
316 JUAN DE DIOS PEZA
Sin hacer de bravo gala
Y sin que su arrojo asombre...
Hace más que frente á un hombre
Cambiando altivo una bala...
— ^¡ Brava razón! ¡buen hablar 1
Agregó el mozo mohino,
Y siguieron su camino
Navegando en alta mar.
II.
Lento corre día tras día
Y al buque en marcha violenta,
Le sorprende una tormenta
En la noche más sombría.
No da tiempo á abandonar
La cubierta á los que estaban
En ella, y que no esperaban
Una asechanza del mar.
El mozo y su compañera
Bañados rostros y ropa
Se refugian en la popa
Con una niña hechicera.
Vira el barco, pierde el tino
La niña, resbala, cae,
Rueda, el abismo la atrae
Y le abre la mar camino.
Rompe la madre á gritar
Cual loca desesperada,
Y el mozo no puede nada,
Porque no sabe nadar.
En tanto salta liviano
Un hombre sobre, las olas;
Estaba sentado á solas
En la borda : era el anciano,
Que lanzando un grito fiero
Que resonó en la extensión,
POESÍAS ESCOGIDAS 317
Dijo : — Echad sin dilación
Una boya, marinero.
Rompiendo el cendal de bruma
Que la noche extendió espesa,
Logró al fin hacer su presa
Entre montañas de espuma.
Y cuando al buque tornó
Con la niña entre sus brazos
Después de romper los lazos
Que el abismo le tendió,
El joven, ante el anciano,
Se arrodilla eriternecido
Y le pide agradecido
Consienta bese su mano.
— ¿Qué queréis que yo os exija? —
Dijo el viejo, — ganó el cielo;
El mar me propuso un duelo
Disputando á vuestra hija.
Tuve el duelo que aceptar
Y ya lo veis, he vencido :
Por vuestra hija me he batido
Arrancándosela al mar....
Sigamos en paz los dos,
Yo tan sólo acepto un duelo
Sin más testigos que el cielo
Ni más padrino que Dios.
A RAÚL MERCADO.
Cuando cae sin aliento el que ha luchado,
El que llegó á vencer, el que ha vivido,
Ninguno llora al gladiador cansado
Digno ya del descanso y del olvido.
Mas al mirar doblarse en plena aurora
Al tierno fruto de Abril retoño
Que no logró en la rama cimbradora
Coronarse con pámpanos de Otoño,
318 JUAN DE DIOS PEZA
Entonces duele el corazón, y el hombre
Quisiera, como Dios, al contemplarlo,
Retar ai cielo, pronunciar un nombre,
Y al soplo del amor resucitarlo.
Así, pobre Raúl, así querría
Librarte de esos lazos que te oprimen
Y volverte al hogar, mansión sombría
Donde tus padres sin consuelo gimen.
¡ Qué ! ¿nada son las lágrimas divinas
De una angélica madre desolada,
Ni la corona funeral de espinas
Que desgarra su frente inmaculada?
¡Oh, Raúl! fuiste amante, dulce, bueno,
Y sin mancharte el alma ni las manos.
Cual cruza un astro en el azul sereno.
Cruzaste en el hogar de tus hermanos.
Lleno de amor y santas bendiciones
Duerme en tu eterno y postrimer asilo
-Mientras lloran por ti los corazones
Que amaste tanto en el hogar tranquilo.
Duerme con tus dieciocho primaveras,
Con tus sueños de niño inmaculado,
Con esas ilusiones hechiceras
Que te siguen cual soles apagados.
¡Duerme, noble Raúl! Duerme y perdona
Mi importuna oración...
Ya te han labrado
Con lágrimas y besos tu corona
Los amorosos padres que has dejado.
Y al medir su desgracia, su amargura,
Y al ser de su dolor mudos testigos.
Esa corona inmaculada y pura
La empapamos en llanto sus amigos.
Duerme así en esa cripta que te encierra,
Ultimo asilo á la esperanza humana.
Oh, doncel que te ausentas de la tierra,
¡Adiós.... pero no adiós hasta mañana!
Abril de 1898.
POESÍAS ESCOGIDAS 319
poesía.
PRONUNCIADA EN LA SOLEMNE INAUGURACIÓN
DEL « ATENEO MEXICANO LITERARIO Y ARTÍSTICO »
EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS, EL 8 DE MAYO DE 1902.
Tended la vista á la región hermosa
Que el águila caudal guarda y vigila :
Ya se unieron sus hijos y es dichosa ;
Ya conquistó la paz y está tranquila.
En la América que habla la sagrada
Lengua que Don Quijote ennobleciera,
Es por docta y prudente respetada
Y culminan su ejemplo y su bandera.
Grandes sus infortunios y más grandes
Sus errores de ayer, escaló el cielo
Como el cóndor monarca de los Andes
Y hoy, ¿quién refrena su potente vuelo?
¿Qué falta á su esplendor?
Rendir acaso
Al arte y á las letras culto vivo;
Demos audaces tan gigante paso
Y crecerá el laurel junto al olivo.
¿Quién le teme á luchar? Que no retarde
Ir, dando el rostro al sol, quien busque un
[nombre :
¡ Quédense atrás el ciego y el cobarde !
¡ Todo el que hombre nació luche cual hombre !
Ya en cinco lustros se olvidó la guerra
Y no marca el terror nuestras conquistas
Una fecunda paz en nuestra tierra
Nos da una inmensa floración de artistas.
No les dejemos esconder sus galas
Del desdén ó el olvido tras el velo;
¡Dadles espacio y abrirán las alas!
¡ Mareadles rumbo y tenderán el vuelo !
320 JUAN DE DIOS PEZA
¿Fué escabrosa la senda que seguimos?
Limpiémosla de sombras y de abrojos;
Que ellos no sufran lo que ayer sufrimos;
¡Que encuentren todo azul ante sus ojos!
¿Hay como el del honor otro estandarte
Que haga dulce el martirio y la agonía?
¿Hay un culto más bello que el del arte
Y un cielo más azul que la poesía?
¿Qué sueñas, escultor, cuando levantas
Marmóreas lascas del cincel al filo?
¿No te ves de rodillas á las plantas
De tu ideal, de la mujer de Milo?
Arquitecto, ¿en qué sueñas si tu mano
Sobre el frágil compás sientes crispada?
Vuelas del Parthenón al Vaticano,
De Colonia á la Alhambra de Granada..
¿No alientan, ¡oh, pintor, tus esperanzas
Tenaces en el sueño y la vigilia
Velázquez con su cuadro de « Las Lanzas »
Rafael con su « Pasmo de Sicilia ? »
Y tú, músico, intérprete divino
Del más hondo sentir que nunca agotas;
¿Por qué sobre las zarzas del camino
Se condensan en lágrimas tus notas?
Con tu lenguaje para mí inefable
Que es de las almas inmortal encanto,
Arrebatas al barro miserable
Lo que es del cielo : el suspirar y el llanto.
Y tú, augusto y olímpico profeta
Que ahondas lo remoto y no sabido;
Eterno soñador, noble poeta,
Vencedor de la muerte y del olvido,
¿Qué sientes cuando baja á lo más hondo
De tu espíritu el rayo que lo inflama?
POESÍAS ESCOGIDAS 321
Buzo del corazón, ¿qué hay en el fondo
Del nombre, del aplauso y de la fama?
Y, ¿quién no vuela en pos del lauro eterno
Que una pérfida maga engendrar quiso?
¡Por él descendió Dante hasta el infierno
Y Milton cruzó audaz el Paraíso!
Por él Tácito esculpe los Anales ;
Voltaire quebranta de su siglo el yugo
Y forja con sus obras inmortales
La biblia de los libres, ¡Víctor Hugo!
Hay que amar siempre á la voluble Gloria,
Amándola con fe perenne y pura
¡Cuántos crucificados de la Historia
Espiaron buscándola en la altura!
Artistas, levantad la noble frente ;
Es tiempo ya de remontar el vuelo;
El astro de la paz no está en Oriente,
Irradia en el Cénit; es suyo el suelo.
Y todo al beso* de su luz prospera
Y al soplo del amor se multiplica;
La yema rompe el tronco en Primavera,
La incendia el sol de Otoño y fructifica.
¿Amáis la Patria? ¡Sí! que ella recoja
En vuestras obras el filial tributo;
El viento arrastrará la frágil hoja
Después que caiga sazonado el fruto.
¿Amáis la Patria? Pues que nadie tema
Mancillar con sus obras su estandarte;
Cumplamos lo que impone nuestro lema :
((Enaltecerla cultivando el Arte».
Arte es amor y luz y vida y gloria ;
Todo lo abarca y todo lo conquista;
En el tiempo, en el cosmos y en la historia.
Sentir y amar lo bello, ¡es ser artista!
oesías cscogidafi. 21
322 JUAN DE DIOS PEZ A
EN LA COLOCACIÓN DE LA PRIMERA PIEDRA
del monumento conmemurativo de la Independencia de Mejioo.
i Honor al pueblo rey que el triunfo alcanza
Sobre el grande, sabiendo que en la historia
No hay engaño mayor que la esperanza
Ni viento más voluble que la gloria !
¡ Honor al débil que se torna fuerte,
Audaz, altivo, poderoso y bravo!
¡La libertad se compra con la muerte !
¡ Puede más un cadáver que un esclavo !
No hay David que no surja y se levante
Y al ominoso reto no responda
Y no clave en la frente del gigante
La penetrante piedra con la honda.
Yo amo el valor, la fuerza y el aliento
Que al héroe, al mártir, y al apóstol fragua ;
Adoro á Cuauhtemoc en el tormento
Y á Hidalgo en el cadalso de Chihuahua.
No hay vida sin dolor ; el bien se acendra
Con llanto y con martirios en el suelo;
La flor que el fango del pantano engendra
Tiene un aroma para hablar al cielo.
¡Honremos á los mártires! Su alma
En olímpico yunque fué batida,
Quien no persigue un lauro ni una palma
Cruza como un idiota por la vida.
¡ Honremos á los mártires ! Inunda
Su sangre el campo en que la paz prospera;
¡Esa sangre tan sana y tan fecunda
Que es un símbolo ¡ oh Patria ! en tu bandera !
Al heroísmo el arte diviniza
Y así aprenden los pueblos á ser grandes;
Dios, el Supremo Artífice, eterniza
La epopeya de América en los Andes!
POESÍAS ESCOGIDAS 323
Bolívar, Sucre, San M'artín, Morelos,
No fueron vuestras glorias lumbres fatuas;
] Sois en América, astros en los cielos,
Culto en las almas, en el arte estatuas!
Dejasteis al vivir, ancho reguero
De amor y libertad ¡oh egregios hombres!
Junín, Cuauíla, Ayacucho, el Veladero,
Cantan de siglo en siglo vuestros nombres.
Cada nación de América, salvada
Por vuestro augusto y paternal aliento,
Alce en una pirámide sagrada
Un altar á vuestro alto pensamiento.
Y en ella, cada piedra, cada arista,
Cada muda inscripción, cada relieve,
Recuerde en lo futuro la conquista
Más hermosa del siglo diecinueve!
América es la tierra prometida
Ail porvenir ignoto; es áurea copa
Do el viejo beberá la vida;
¡ Es el futuro Parthenón de Europa !
Libre y unida, soberana y fuerte
Formando un haz con todas sus banderas.
No ha de tener, en su futura suerte.
Entre sus hijos odios ni fronteras.
Aquí hoy funden sus vivos arreboles
El sol azteca, el inca, el araucano,
El guaraní, el de Washington, los soles
Que engendran uno : ¡ el sol americano !
Este que nuestros ojos maravilla.
Que el rico algodonar fecunda quieto,
Que nutre en el nopal la cochinilla
Y enrojece los frutos del cafeto.
El sol, padre divino en que me arrobo,
Que coronó de gloria con sus luces
A Bolívar, triunfante en Carabobo
Y á Hidalgo sobre el monte de las Cruces.
324 JUAN DE DIOS PEZA
Que vio en el Paraguay, nunca domado,
Con sangre de héroes purpurarse el río;
Y allí en Currupaití miró asombrado
De Díaz, la pujanza y poderío.
Este sol es el mismo que alumbrara
A Páez (( ciudadano esclarecido »,
El héroe en las Queseras y en Payara,
Cid en (( Puerto Cabello » engrandecido.
Envió este sol desde su limpia esfera,
Rayos de viva, inmaculada gloria,
Al héroe O'Higgins y á Miguel Carrera,
Que subliman á Chile, ante la historia.
Y á Chile contempló rindiendo noble
Premio, con una estatua á Freiré, el Grande :
« Rancagua y Concepción, Maipo y el Roble »
Eternizan sus hechos en el Ande.
Este sol vio al Aníbal indomable,
Al bravo San Martín rendir legiones
Y en Chacabuco, heroico y admirable,
Asombrar con su espada á las naciones.
Este sol brilló más, cuando el valiente
Córdoba, de Ayacucho en los fragores
« Armas á discreción— dijo á su gente —
Y con paso marchad de vencedores».
Vio á Ricaurte. el sublime Colombiano,
Alntes que débil humillarse al fuerte.
Quemar el parque con su propia mano
Y en la horrenda explosión hallar la muerte.
Y este sol enguirnalda el monumento
Que México alza á su mayor conquista
Y al que dan forma, vida y pensamiento,
La inspiración y el genio del artista.
El hombre superior que nada arredra
Y que « héroe de la paz » llama la historia,
Su nombre inscribe en la primera piedra :
¡Así lo está también en nuestra gloria!
POESÍAS ESCOGIDAS 325
La obra á que el arte su grandeza imprime,
Dignifica una causa y una idea ;
Que de la Patria ante el amor sublime
Altar de unión para sus hijos sea.
Recuerde una epopeya noble y santa;
Himno eterno de paz en ella ylbre
Y honre al héroe inmortal que la levanta
Y á cuantos á la Patria hicieron libre.
poesía^
TADA POR SU AUTOR EN LA VELADA FÚNEBRE
EN HONOR DEL ILUSTRE INGENIERO
MANUEL M. CONTRERAS.
Todos le recordáis, afable y bueno,
Discreto en el pensar, dulce en el trato,
De altas noblezas y virtudes lleno,
La ciencia fué su campo más ameno
Y fué el estudio su placer más grato.
¿Su frente? era de aquellas en que brilla
Diáfano, limpio y puro el pensamiento,
Como luz sin ocaso y sin mancilla.
¿Su corona ? ; Qué grande y cuan sencilla :
El honor, la modestia y el talento!
En la cátedra augusta el más diestro
En dar luz sin fatiga y sin enfado :
¡Oh inolvidable y sabio mentor nuestro!
¡Qué título mejor que el de maestro
Ni qué gloria mayor que ser amado!
¡Cuántas inteligencias ha tenido
En sus obras la clara y rica fuente
Donde su intensa sed han extinguido!
La Juventud no premia con olvido
Al que fuere su apóstol más ferviente.
326 JUAN DE DIOS PEZA
La muerte no destruye ni arrebata
Lo que en bien de los otros se conquista;
La Historia nunca es pérfida ni ingrata
Y en sus más bellas páginas retrata
Al filósofo, al sabio y al artista.
Yo venero al que cifra sus blasones
En derramar la luz hora tras horg.
Y en que amen la verdjid los corazones.
Dar luz, dar luz á gentes y naciones
Es ser lo incomparable, es ser la aurora.
Y lo cumplió. ¡Su frase siempre alcanza
A nutrir los espíritus; su anhelo
Estriba en el ejemplo, en la enseñanza!
¿Quién le inspiró su credo? La Esperanza,
Esa maga gentil, hija del cielo.
¿Su labor? Extinguida ya la guerra,
Todo en paz, todo activo, todo sano,
Cifra el m.ás noble afán que su alma encierra
En difundir la luz en esta tierra.
¡En ilustrar al pueblo mexicano!
Muere y se olvida al rehacio y al adusto
A difundir el bien; al que convierte
La vida en feria y el deber en susto :
Para el varón prudente, sabio y justo
La perdurable vida está en la muerte.
El olvido es el antro, es el averno
Debido al que no lega una memoria :
Es eso estriba su castigo eterno.
La Historia, en el olvido da el infierno
Y en el recuerdo eterno da la gloria.
Hay que honrar al que vence en lid honrada
Y que surge del mundo en el proscenio,
Como estrella ó luciérnaga argentada;
El que se envuelve en sombras va á la nada ;
¡ Dar luz, dar siempre luz, ese es el genio !
Yo te saludo, obrero laborioso;
Sembraste y viste sazonado el fruto;
POESÍAS ESCOGIDAS 327
El camino á otros largo y espinoso
Te condujo hasta el solio luminoso
En que hoy te rinde la verdad tributo.
Gloria de nuestros padres esta Escuela
En los tiempos pasados y futuros
Que su cultura y su poder revela,
Al honrar tu memoria sólo anhela
Darle perpetuo abrigo entre sus muros.
Fuiste tú de sus hijos más amantes,
Ella nutrió tu espíritu sereno;
Suyos fueron tus triunfos más brillantes
Y hoy te buscan sus ojos anhelantes
Como busca la madre al hijo bueno.
¡Duerme en paz! Tus devotos, tus fieles
Acompañamos con cariño santo
De tu postrer mansión en los dinteles,
A la Patria á cubrirte de laureles
Y á tus huérfanos hijos en su llanto.
¡POR AMÉRICA!
IMPROVISACIÓN EN UN BANQUETE DADO EN CHAPULTEPEC
Á LOS CONGRESISTAS AMERICANOS.
¡Por la gran patria América! Sus grandes
Héroes y sus conquistas en la historia;
Por cuanto abarcan los soberbios Andes,
Perdurables altares de su gloria!
Por vosotros los nobles caballeros,
Que dejáis en los pechos mexicanos
De amistad fraternal anchos veneros;
¿Quién mira entre nosotros extranjeros,
Si somos por la cuna americanos?
Porque al dejar el mexicano suelo
Su memoria en vuestra alma generosa,
Sea, cual la cruz del Sur en vuestro cielo,
Fija, grande, imborrable y luminosa.
. 1901.
328 JUAN DE DIOS PEZA
VERSOS DE BARRO.
(INÉDITA).
A CARLOS DÍAZ DUFFOO.
Ayer, con este malestar eterno,
•Con mi profundo, inacabable hastío,
Olvidando que estamos en invierno
Y que á viejo mastín entume el frío,
A guisa de pastor deje mi lecho
Antes que el sol luciera en el Oriente,
(Acaso deba mi afección de pecho
A este arranque bucólico imprudente).
Un cielo gris obscureciendo el valle
Privaba de belleza la Natura,
Quise salir intrépido á la calle
Y pronto desistí de tal locura.
¿Qué hallar en ella? Fámulos y horteras,
Alguna maritornes con un jarro ;
Vacas, asnos, gendarmes, barrenderas
Y por premio de todo un buen catarro.
Alcé con indolencia la cortina
Y me puse á mirar por la ventana ;
Lo de siempre : la tienda de la esquina
Con diez vagos haciendo la mañana.
Unas viejas hablándose en secreto
De nada de interés, no extraordinario,
Y enseñando en sus manos de esqueleto
La novena, el pañuelo y el rosario.
Alguien que en pos del tren marcha de prisa.
Un cartero que cruza lentamente;
Un viejo sacristán que va á la misa,
Y un hercúleo aguador que va á la fuente.
Allá, á lo lejos, el vetusto coche
Que torna á descansar de la velada ;
Balija de rezagos de la noche.
Do el indiscreto sol no encuentra nada.
POESÍAS ESCOGIDAS 329
Va detrás de un inválido un mendigo
(Capitalista ayer que arruinó el juego)
Y en pos, tirado por el perro amigo,
Huérfano de la luz camina un ciego.
Luego una celestina, infame bruja
Que tiene para el bien, el alma muerta
Y la sigue el expósito, el granuja,
Cuyo hogar es el quicio de una puerta.
Luego dos hetairas desveladas
Que de la calle entre la luz confusa
Lívidas, ojerosas, des'greñadas
Semejan dos cabezas de Medusa.
¿Y este cuadro es de amor y de trabajo?
¡ Cuánto la austera realidad enseña !
Están las gentes de escalera abajo
En la tienda, en el templo y en la ordeña.
— ¿Qué voy á hacer?— me dije: — es muy
[temprano^
Sopla en la calle un hálito de polo,
Erré la vocación para hortelano
Y para ser marqués me basto solo.
El vergonzante sol no entibia el día ;
Nada urgente en la calle me reclama
Y ya empiezo á sentir la nostalgia
Del calor y el silencio de la cama,
Y con secreto malestar profundo.
Mirando al resplandor de la alborada
Tantas miserias como guarda el mundo
Dije así con el ánima turbada :
¡ Qué amargas y qué injustas son las leyes
De esta tierra que no es la prometida !
¡Ah, los infortunados! pobres bueyes
Que arrastran la carreta de la vida.
El placer material lo satisfacen;
Viven, luchan y mueren ignorados
Y envidian á los ricos porque nacen
Para comer, dormir y estarse eclíados.
I
330 JUAN DE DIOS PEZA
poesía de MAXIMILIANO.
ESCRITA EN MIRAMAR, AL PARTIR PARA MÉXICO.
( Versión de Juan de Dio '^ Peza.)
Ya sin la venda v rotas las cadenas
Te muestra el porvenir más dulces lares ;
Después de tanta lucha y tantas penas
Puedes, saliendo en paz, cruzar los mares.
Es la que se te ofrece ardua tarea,
Mas, firme en el honor y en los deberes,
La Fortuna querrá que tuyo sea
El lauro que luchando merecieres.
Libre en tu acción, sin trabas y sin dolo,
Sigue por una senda sin espinas;
Tu obra prosperará, cúmpleta sólo
En la lejana tierra á do caminas.
Dios hace fuerte al libre, no al ilota;
El libre engendra libres en el suelo,
Donde la libertad radiante brota
Se ve bajar la bendición del cielo.
Consuelo en ella encontrarás mañana;
Sal sin temor, sin inquietud sombría,
Que allá en la nueva tierra tan lejana
Te espera el premio que soñaste un día.
Dicembre 30 de 1904.
A MI HJIA MARÍA.
(carta de veracruz)
Te mando, hija del alma, para mis nietas
Que han estado enfermítas y no lo supe,
Dos humildes medallas, de á dos pesetas,
Con nuestra indiana Virgen de Guadalupe.
Tú y Margot desde niñas le consagraron
A otras advocaciones cultos sinceros
Y á la au'gusta Señora la desdeñaron
Por las Vírgenes que aman los extranjeros.
IHt Yo, au:
POESÍAS ESCOGIDAS 331
Yo, aunque poco devoto, te lo confieso,
Por la madre del pueblo tengo cariño,
Mucho la amó mi madre, será por eso
Por lo que yo la quiero desde muy niño.
Y en este afecto puro también hay algo
Del amor á la patria de mis amores,
Esa Virgen morena bendijo á Hidalgo
Y brilló en la bandera que alzó en Dolores.
Haz que María de Lourdes y Margotita
Desde niñas veneren á su paisana,
Es morena y humilde por ser indita
Pero' es Reina del Cielo y es mexicana.
Si en nación extranjera vives un día
Y en altar lejano ves que descuella,
Se saldrá de tus labios un madre mía
Y á toda nuestra patria verás en ella!
Enero de 1905 - Veracruz.
EN MEMORIA
DE LA SEÑORITA ISABEL HERNÁNDEZ
QUE FALLECIÓ EN LEÓN
EL DÍA DOS DE FEBRERO DE 1905.
¡Rebelde á toda mancha! Eras aroma
De albo nentjfar en sereno río;
Como plumón de cuello de paloma;
Como un ampo intangible de rocío!
Así fuiste por santa ; así por buena ;
¡Cuánto nos cautivaba tu ternura!
¡ Eras suave fulgor de luna en llena
Toda diafanidad y toda albura!
Y moriste. La Parca, ¿por qué hiere
A la qué allá en lo azul fuera una nube?
No te halló el mundo suya y dijo : muere ;
Dios te extañó en el cielo, y dijo : ¡ sube !
Febrero 15 de 1905.
332 JUAN DE DIOS PEZA
POESÍA*
RECITADA POR EL AUTOR EN LAS VIZCAÍNAS.
I.
Corre Febrero, una tarde
Triste pero tibia y diáfana,
En que el aire « cuaresmero »
Olas de polvo levanta,
Don Fernando Ortiz Cortés
Que ya en los sesenta raya
Y en la Catedral de México
Es Deán de influjo y fama.
Sale, según su costumbre,
A andar por calles y plazas
En pos de solares tristes
Y gentes desarrapadas,
Que gusta de hacer limosnas
Y dar consuelo á las almas.
Atllá por el « Quemadero »
(Donde bella se levanta
Hoy la Alameda) ve un amplio
Solar con chozas de paja:
Los « jacales » en que viven
Las clases pobres y bajas.
Se acerca y oye unos gritos
Que el corazón le des'garran
Porque revelan angustia.
Desesperación y rabia.
Entra y sorprende el motivo,
Se le anuda la garganta,
Le tiemblan todos los miembros
Y se le salen las lágrimas;
Es una espantosa escena
Que le asunta y que le pasma ;
Una mujer muerta de hambre.
Desnuda, rígida, helada,
Yace tendida en el suelo
Cual cadáver en la plancha;
POESÍAS ESCOGIDAS 333
Y un niño de pocos meses
Llorando á gritos, batalla
Chupando el inerte seno
Que su apetito no sacia.
Se inclina el buen D. Femando;
Entre sus brazos levanta
Al niño hambriento, lo arropa
Entre su española capa;
Lo lleva á donde lo puedan
Alimentar, y se marcha
A ver al Virrey, le dice
Cuanto de mirar acaba,.
Y como rico promete
El fabricar una casa
Para educar niños pobres
Con dineros de sus arcas;
Y así fundó el « Hospicio »
Que á nuestros tiempos alcanza
Y así cumplió Don Fernando
Sus votos y su palabra.
II.
En otra tarde, en Agosto,
En su carroza pasaba
Por sucio y distante barrio
El Obispo Lorenzana,
Y en mularar repugnante
Mira un grupo que le extraña
De canes que se disputan
Algo como carne humana.
Detiene el coche violento ;
Por el ancho estribo baja ;
Llega al sitio, pronto ahuyenta
A los perros, y le embarga
El ánimo, ver á un niño
Recién nacido, á quien falta
Muy poco para morirse,
Y que de en'gullir trataban
Cuatro canes vagabundos;
334 JUAN DE DIOS PEZA
Con gran amor lo levanta
Y se lo lleva consigo
Y con él funda la casa
Que llamamos de <(La Cuna»,
Que mansión bendita y santa
Que aun hospeda á los infantes
Que hace huérfanos la infamia,
Y donde toman el nombre
Inmortal de Lorenzana!
III.
José Sáyago, un humilde
Artesano, que ganaba
Su pan, en pasados siglos.
Con el escoplo y la escuadra
Duélese al ver en las calles.
Por el pueblo lapidadas,
Objeto ¿e mil injuria,
De denuestos y de sátiras,
A mujeres que suponen
Del demonio entre las 'garras,
Sin saber que son enfermas
De razón y juicio exhaustas.
El las recoge, las lleva
A su humildísima estancia
Y él y su esposa las curan,
Y las velan, y las salvan
Del fin á que las exponen
El error y la ignorancia.
Y así se fundó el asilo
Que hospeda, alivia y ampara
A las que envuelve una noche
Sin estrellas y sin alba.
IV.
Una noche tenebrosa,
Noche Triste, noche amarga
Para Hernán Cortés, que mira
A sus tropas derrotadas;
Un soldado, Juan Garrido,
POESÍAS ESCOGIDAS 335
Al golpe de una macana
Cae sin aliento en un foso.
Próximo á soltar el ánima.
Era tremendo el desastre.
Era horrible la matanza,
Que estaban bravos cual tigres
Los soldados de Cuitláhuac.
Y Garrido ofrece al cielo
Si la existencia le salva,
Alzar un templo en el sitio
Donde sufre tales ansias.
Y vive V cumple, y aun queda
Por los siglos transformada,
La iglesia de San Hipólito,
Y á su lado está la casa
Vasto hospital de dementes,
Que en la ermita inaugurara
Bernardino Alvarez, lego
Que allí, afable los curaba
Con caridad evangélica,
Con admirable constancia.
V.
Y aun se mira en pie y abierto
Para alivio de desgracias,
San Andrés, que fué fundado
Por Núñez de Haro y Peralta,
El Obispo-Ángel, el justo.
Que cuando invadió el Anáhuac
Exterminando á los indios
La peste del matlazáhuatl,
Los hospedó allí á millares,
Y la peste terminada.
Cuando vio que el Rey negóse
A ser patrón de la casa,
La dotó con grandes sumas.
Todas de sus propias arcas.
Sin demandar nueva ayuda.
Ni privilegios ni gracias.
336 JUAN DE DIOS PEZA
VI.
Y aquí en torno á nuestra vista
Este Asilo se levanta
Cuyos nobles fundadores
Le dan renombre á Vizcaya
Y á los que debéis ¡oh niñas!
Salvaros de la ignorancia.
No, no ha sido en nuestra tierra
Pobre en virtudes ni avara
La nación conquistadora
De que heredamos el habla.
Aquella que en sus pendones
Nos trajo la cruz cristiana
Y cuyas glorias admiro
Con la devoción del alma.
Hijos suyos fueron siempre
Los que en México fundaran
Tantos nobles institutos,
Tantas adorables casas
En que la luz se difunde,
En que la verdad se acata,
En que con pan y con libros
Se nutre el cuerpo y el alma.
Bendecid á los que fueron
Útiles á Nueva España
Y en México independiente
Son de la luz atalayas!
A los que dan al caído
Amparo, refugio y armas
Para encontrar lo que sueña,
Para ahuyentar la ignorancia.
Para llamarse felices
Y amar la existencia humana.
Y sed siempre infatigables
En vuestras labores santas
Que para daros ventura
Nuestro gobierno se afana.
POESÍAS ESCOGIDAS 337
Vosotros los que sois fuertes,
Dais la mano á las que marchan
Tropezando en su camino,
Llenáis de flores su infancia
Y les mostráis un futuro
Lleno de luz v de calma.
Ellas vuestro esfuerzo premian
Con la gratitud más santa,
Y desde lo alto os envían
Con su bendición las gracias
Aquellos santos varones
Honor y prez de Vizcaya
Que fueron los que fundaron
Esta augusta y noble casa.
Probando que en nuestra tierra
No fué en virtudes avara
La nación conquistadora
De que heredamos el habla,
Y la fe y hasta el arrojo
Que distingue á nuestra raza!
Febrero de 1905.
MARMOR PUDORIS.
A JOAQUÍN D. CASASUS.
Un grupo de estudiantes, tres ó cuatro :
el mayor de veinte años, más ó menos,
y en la plancha del triste anfiteatro,
tendida una mujer de ebúrneos senos.
Una afección cardiaca, sorda, impía,
la muerte en plena vida le depara;
y allí, nivea y desnuda, parecía
una estatua de mármol de Carrara.
Las exúberas carnes ondulosas;
la poblada y obscura cabellera;
las pestañas rizadas y sedosas;
la curva escultural de la cadera ;
f los ojos como estrellas invernales
\\ tras los párpados fijos y entreabiertos,
Poesías escooidas. 22
338 JUAN DE DIOS PEZA
con esa opacidad de los cristales
que decoran las cajas de los muertos.
Cada pie y cada mano en calma y leve
ostentando entre líneas delicadas,
el alabastro mate de la nieve
que tapiza las cumbres elevadas.
Y en plena desnudez de sus hechizos,
como una negra flor de su hermosura,
la negra trenza de apretados rizos
realzando de las formas la blancura.
Sobre la plancha inmóvil y tendida,
de juventud y amor Venus yacente,
no guardaba del fuego de la vida
ni un débil lampo en la marmórea frente.
¿Nada 'guardaba? ¡Sí! ¡Leves resabios
de las mieles de ayer, gaje deshecho,
un suave tinte rosa por los labios
y algo azul en las venas de su pecho!
Y también como huellas de una brisa
que pasara fugaz moviendo flores, "
la angélica expresión de la sonrisa :
¡último y tierno adiós de los amores!
Y el grupo de estudiantes, tres ó cuatro,
el mayor de veinte años, más ó menos,
contemplaba á la Venus de anfiteatro
de niveo cutis v redondos senos.
¡Ah! ¡Yo no la profanó — dijo alguno^
la contemplo, y ya veis; me maravillo!
¡yo no nací para amputar á juno!
y soltó de las manos el cuchillo.
Otro exclama después : ¡ Es tan hermosa !
¡Tiene unos piececitos de muñeca!
Y el más joven prorrumpe : ¡ Es una rosa
y el que se atreva á deshojarla, peca!
Y hablando uno tras otro embebecido
ante aquellos encantos misteriosos,
escuchan un rumor, era el ruido
de los que á clase llegan presurosos.
POESÍAS ESCOGIDAS 339
Y antes de que se acerquen á la puerta,
el más joven del grupo, un buen chicuelo,
extiende entre los muslos de la muerta
cual pudoroso manto su pañuelo.
Otro, inquieto y honrado de igual modo,
mira aquel busto de primores lleno,
exclama con ardor : i Aun no está todo !
Y con santo interés le cubre el seno.
Se oye en aquel instante abrir la puerta ;
la turba estudiantil llenó las gradas
y en la divina faz de aquella muerta
vio dos gotas de llanto coaguladas.
A LA NINA
TERESINA CESTERO Y MANGUAL.
Hacienda « Fidela »
Puerto Rico.
En el cadejo hermoso de tus cabellos
Hay un ful'gor que todo lo enciende y dora;
La mano de una maga tejió con ellos
Un haz de refulgentes rayos de aurora.
Lo besé al recibirlo, devotamente
Como á reliquia augusta, con fe sincera,
Y percibí el aroma de tu alba frente
Y toda tu fragancia de primavera.
He de guardarlos siempre como tesoro
Que acrece las más tiernas reliquias mías;
Ya queda en el sagrario que más adoro
Y en él he de mirarlo todos los días.
¿Te enviaré mis cenizos, tristes cabellos
Como una ofrenda humilde de mi ternura?
No! Porque si tus labios pones en ellos
Te habrán de oler á polvo de sepultura.
Yo, que triste y cansado, tan sólo anhelo
Vivir en el olvido, pero con calma.
Te quiero, Teresina, como un abuelo
Y eres mi encantadora nieta del alma.
México, Febrero de 1905.
340 JUAN DE DIOS PEZ A
PLUMAS DORADAS.
A LA NINA ENCARNITA CESTERO Y MANGUAL
De tu Cándido pecho en el Sagrario
hay un lugar vacío;
lo llenaba el amor á aquel canario
que llamabas gozosa : ¡ encanto mío !
Así son los encantos y las galas
que nuestra dicha acrecen;
pájaros fugitivos cuyas alas
en el azul, cual la ilusión, se mecen.
Y cuando á los reflejos de la aurora
envidiamos su suerte;
¡ay! nuestro pecho dolorido llora
su aleve fuga ó su temprana muerte.
Tú eres án'gel aún, amas lo bueno
como todo querube,
y das un culto de pureza lleno
á todo lo que vuela ó lo que sube.
Hoy lloras con dolor, con amargura,
con un martirio cierto
por el ave dorada, tierna y pura,
que ya no verás nunca porque ha muerto.
En tu hermoso jardín bajo unas flores
tu canarino reposa;
¿quién te podrá impedir que allí lo llores?
¡Fué una ilusión tan breve y tan hermosa!
Y en medio del dolor con que te abrumas,
me mandas cual tesoro,
un par de leves y sedosas plumas
que decoraban sus alitas de oro.
¡Ah! yo las guardaré; son un hechizo;
una prenda querida :
el pájaro en la sombra se deshizo,
y esta es la herencia que dejó en la vida.
POESÍAS ESCOGIDAS 341
Yo te acompaño, ;oh niña en tus dolores;
hoy lloras por ün ave;
cuando otras se te mueran y no llores,
¿serás cual hoy dichosa? ¡Dios lo sabe!
Marzo, 6 de 1905.
EN EL ÁLBUM
DE TERESITA MANGUAL DE CESTERO*
Si cantas, ¡cómo envidia tu dulzura
El ruiseñor, el rey de la espesura,
Que en las serenas noches tropicales
Plañe amor, desengaños ó amargura
Con un raudal de trinos celestiales!
Si recitas, traduces al poeta,
Y sus más misteriosas armonías,
Tu voz con sus arrullos interpreta,
Y eres Treno doliente en Jeremías,
En Eloísa amor, llanto en Julieta!
Si las teclas agitas con tu mano,
Haces hablar de idilios de ventura,
O de pasión romántica al piano.
Robándole su voz al aura pura
O su indómita furia al océano.
Si escribes, trazas con belleza suma
Cuando esconde el humano pensamiento;
Lo mismo lo que alienta ó lo que abruma,
Y en el iris que adorna el firmamento
B Para escribir con luz, mojas tu pluma.
^ De un bardo joven, musa inspiradora,
Hiciste de su pecho la conquista,
A su alma uniste tu alma soñadora,
Y él ha encontrado en tí, bella señora.
Alma de santa y corazón de artista!
México, 18 de Marzo de 1905.
342 JUAN DE DIOS PEZA
A AGUASCALIENTES*
LEÍDA EN « EL TEATRO MORELOS »
EN LA DISTRIBUCIÓN DE PREMIOS A LOS ALUMNOS
DEL INSTITUTO CIENTÍFICO, EL 5 DE FEBRERO DE 1905.
¡Hijos de Aguascalientes, yo os saludo I
Por vez primera aquí se alza mi acento
Desaliñado y torpe; humilde y rudo;
Mas sírvame de escudo
Que expresa la verdad de lo que siento.
Y pues vuestra ciudad encuentro bella;
Francos y sin doblez sus moradores,
Cada joven beldad como una estrella;
Lleno el campo de frutos y de flores,
Y una historia que marca en honda huella
Heroísmo, valor, justicia, honores,
¿Cómo no hablar con entusiasmo en ella?
Yo vengo á esta región encantadora
Como la alondra que al espacio sube
En pos del primer rayo de la aurora.
Que nimba de oro la flotante nube!
Una inmensa atracción : la simpatía
Por la región honrada y laboriosa
Me acerca á su recinto en este día :
I Es una estrella fija y luminosa
Del firm.amento de la patria mía !
Tierra de bendición, tus refulgentes
Glorias admiro y celebrar me halaga ,
Yerguete con orgullo, Aguascalientes,
Recordando á tus hijos eminentes,
Arce, Primo Verdad, Chávez y Arteaga!
Vuelve ufana tus ojos al pasado
Y en él admira al mártir denodado
Que en época sombría
Es el primero en proclamar osado
Del pueblo la inmortal soberanía!
« Del pueblo sólo emana
Todo poder legítimo y sus leyes ;
POESÍAS ESCOGIDAS 343
El pueblo de la tierra americana
Ni quiere yugo ni ambiciona reyes »,
Así clamó Verdad, y adverso el hado
Le aprisiona y persigue sin embozo ;
Entre el misterio su martirio acrece
Colgado en la pared de su calabozo!
Aquí nació aquel mártir soberano.
Y esta rica región fué la primera
Que dio un hijo, vidente sobrehumano,
Que soñé en dar al pueblo mexicano
Una patria inmortal y una bandera!
Ya México era libre y fué este suelo,
Cuando la Francia profanó sus lares.
El que con ira se vistió de duelo
Al ver á Chávez, víctima expiatoria
De las huestes de un César torpe y falso,
Morir en un cadalso
Que con vivida luz bañó la gloria !
Bastaran estos hombres á esta tierra
Para dar á la patria noble ejemplo.
Mas muchos son los que su historia encierra,
Y se la mira como augusto templo
Tan grandioso en la paz como en la guerra!
Hoy, como gloria de la edad presente
Que lega á las edades venideras,
Está el cincel creador y refulgente
Del escultor Contreras!
¿Lo recordáis ? Lumínea la mirada ;
Gallarda la actitud; ancha la frente;
La obscura cabellera alborotada,
La inspiración ardiente!
Bajo las anchas alas del sombrero
Un rostro medioeval que resplandece
Como el de un indomable mosquetero
De los fastuosos tiempos de Luis trece.
Un adalid que sueña en las conquistas
Del arte, y tiene delicadas manos,
Y que vive entre bardos y entre artistas
Que ampara, quiere y trata como hermanos I
344 JUAN DE DIOS PEZA
No ve la gloria como lumbre fatua,
La sueña y busca cual polar estrella,
Y al labbrar en el bronce cada estatua
Le infunde vida al delirar con ella !
¿Por qué traidora con artero lazo
Lo arrebató la pálida homicida?
¿Por qué la suerte mutiló aquel brazo?
¿Por qué extinguió el Eterno aquella vida?
¡Ah! ¡nadie lo sabrá! Los hombres ruedan
Cual las hojas del árbol al abismo,
Pero en sus obras inmortales quedan,
Que el artista y sus obras son lo mismo !
Vive Fidias ceñido de laureles
Cual vive Rafael de gloria lleno;
Resuena el nombre aún de Praxiteles
Que es orgullo y blasón del pueblo heleno,
Como el augusto Homero y como Apeles.
¡Así eterniza su misión el hombre
En esta amarga vida transitoria!
¿Quién no sueña un laurel para su nombre?
¿Quién desdeña los besos de la Gloria?
En esta hermosa tierra en que ha nacido
Tanto patriota noble y denodado,
Cuyos ilustres nombres no ha borrado
La mano de tinieblas del olvido.
Nació aquel estadista; aquel vidente
Que el bello Miramar llegóse un día
Y en nombre de su patria, frente á frente
Dijo á Maximiliano :
« Desconfía
« Del grupo que monarca te pregona ;
« Eres joven aún, gallardo y fuerte;
<( Los que vienen á darte una corona
« Te llevan á la infamia y á la muerte ;
« México nunca trocará las leyes
«( Que dimanan del pueblo, por el cetro
f< La corona y el manto de los reyes.
« El grupo que su rey hoy te proclama,
POESÍAS ESCOGIDAS 345
«No es la expresión del pueblo soberano;
« México ni :e quiere ni te llama ;
« Allí vas á morir, Maximiliano,
« Y á perder honra, cetro, vida ú fama!...
« Te vienen á engañar, está en tu mano
« Librarte del cadalso... niega, niega
<( Tu aceptación ; segura es la caída,
« Piensa, inexperto joven, que aquí juega
(( Un puñado de ilusos con tu vida ! »
Era el que así sereno le auguraba
Tan triste fin en su imperial recinto
Al soñador Hapsburgo, que llevaba
La sangre del Gran César Carlos Quinto,
« Jesús Terán », que en nuestra historia brilla^
Y á quien, del infortunio ya en la meta,
Ya próximo á morir, en la capilla
Llamó Maximiliano : su profeta !
Hijos de este verjel, cuyos aromas
También perfuman los cristianos templos,
Arce, Castillo y Lomas,
Son de virtud y caridad ejemplos.
Ellos, con santo amor y fe infinita.
Tuvieron por insignia en este suelo
El lábaro inmortal, la cruz bendita
Que alza sus brazos señalando el cielo!
Fueron los padres del que sufre y llora,
Y Aguascalientes los miró abnegados
Como soles de amor, como una aurora
Para enfermos y pobres y olvidados.
En esta hermosa tierra do no ofende
El dulce clima á nadie, tremolaron
Sus pendones de guerra Hidalgo, Allende
Y otros héroes que á México ofrendaron
Sus vidas, á salvarle consagradas.
¡Aquí flotan sus sombras veneradas!
Y flotan las de aquellos esforzados
Que hicieron siempre el bien, que es el secrete
Para ser de los pueblos respetados!
Nin'guno olvida la bondad de Nieto;
346 JUAN DE DIOS PEZA
Los honrados esfuerzos de Cosío;
La caridad augusta de Calera;
La abnegación y la honradez y el brío
De Gómez Potugal. y su denuedo;
Ni se borra del pueblo en la memoria
El progresista afán que le da á Hornedo
Una brillante página en la Historia.
Y no es adulación, mis labios nuno«
Con ella sus palabras han manchado,
Mas h verdad tampoco deja trunca;
El pueblo aplaude á Vázquez del Mercado,
Que con amor y rectitud le guía
Por las hermosas sendas del progreso,
Y sobre cuyo nombre pondrá un día
La gloria su laurel, la Fama un beso!
Juventud estudiosa á quien alcanza
La dicha de la paz, que el bien encierra;
Que no nublan el sol de tu esperanza
Los humos pavorosos de la guerra;
Tú que esta noche, entusiasmada vienes
A recibir un lauro merecido
Que va á ceñir tus sienes
Con el aplauso de la Patria ungido;
Tú que sabes y miras que la ciencia
Es el sol que los mundos ilumina;
Que nutre y robustece la conciencia
Y al bien y á la verdad nos encamina;
<, Imita á aquellos inmortales hombres
Que dan gloria al Estado en que han nacido
Propaga la 'grandeza de sus nombres;
No premies sus acciones con olvido!
Y en la edad venidera, cuando alientes
Ya sabia, libre y fuerte, tu victoria,
Prueba ante propios y ante extrañas gentes,
Que es tu tierra de amor, Aguascalientes,
Templo de honor, de libertad y gloria!
FIN DE LA OBRA.
insriDiGE
Pág.
Al que leyere 5
Prólogo 7
Hf»
Parte primera. — FLORES DEL ALMA.
tre las yedras! 11
Flores muertas 12
A Víctor Hugo 13
Desolación 15
En el panteón de los Reyes 16
Entre ruinas 19
Siempre conmigo ^
Latidos mudos z^
Magdalena 23
Mygdalia 25
Confidencias á una estrella 28
La última cita 30
¡Cree! 32
Ausencia 34
En las ruinas de Mi-tla 36
Al ahuehuete 38
Al calor del hogar 39
Sin sobre 41
348
Parte segunda. — EL ARPA DEL AMOR.
Pd(j.
Horas de pasión 43
Amor eterno 107
En mi barrio 111 "
Camino de la villa 113
Desde el balcón 116
Primeree, amores 117
Mis Llaves 11»
En vela ' .... 119
En Jalapa 122
Coatepec 126
En la íeria de Tlacotálpam 130
Al Papaloápam 133
A la 'encantadora niña argentina, María Elisa
Mendoza 137
Costeña 138
A Guadalajara . . 140
Al partir de Guadalajara 142"
¡Por la frontera! 145
Parte tercera. — HOGAR Y PATRIA.
Mi padre 147
A mis hijas 149
Fusiles y muñecas 151
Gfear en casa 153
MT hija Margot 154
Este era una rey 156
Patria " 158
El Gran Galeoto 163
En el cielo y en la calle ........ .165
Nochebuena 170
Cómo es Margot . 173
Méjico y Eepaña 175
•Teología ínfantü 179
Amigos y libros 182
Mi primer nieto 184
I
M
R
I
índice
349
Pág.
11 prisionero de Papazindán 187
Maximiliano 198
Recuerdos de un veterano 205
I
Parte cuarta. — RECUERDOS Y ESPERANZAS
Pág.
ir llorando 219
Uti consejo de familia 221
Recuerdo 223
Su última carta 225
La Saboyanita 229
A todos 232
Nieve del estío 233
La ventana desierta 236
A Garibaldi 238
Las flores 242
A Méjico 246
Frente á Toledo 250
Post-Umbra 255
¡Por Consuegra! ¡Por España! 258
La victoria de Tampico 261
Terán y Maximiliano 264
Tomas Mejía 268
¡Sola! 275
na respuesta de Miramón 283
HOJAS SUELTAS
Tus pestañas 285
En memoria del general Carlas Pacheco . . . 287
El Callejón del Monstruo .290
A Francia 298-
Poesía recitada por el autor en el gran teatro
Juárez, de Guanajato 300
Soneto 307
Al Paraguay 307
Un duelo 314
A Raúl Mercado 317
350 'NDICE
Pág.
Poesía pronunciada en la solemne inauguració¡n
del « Ateneo Mexicano Literario y Artístico » 319
En la colocación de la primera piedra del mo-
numento conmemorativo de la Independencia
de Méjico 322
Poesía recitada por su autor en la velada fúne-
bre en honor del ilustre ingeniero Manuel M.
Contreras 325
¡Por América! 327
Versos de barro 328
Poesía de Maximiliano 330
A mi hija María 330
En memoria de la señorita Isabel Hernández . 331
Poesía recitada por el autor en las Vizcaínas . 33?
Marmor ipudoris 337
A la niña Teresita Cestero y Mangual . . . 339
Plumas doradas 340
En el álbum de Teresita Mangual de Cestero . 341
A Aguascalientes, leída en el «Teatro Morelos »
en la distribución de premios á los almnnos
del Instituto científico 342
XllLDEt
Hipnotismo, Magnetismo, Espiritismo
y Magia Científica
I
Obra de interés trascendental para
todas personas que desean profundizar
en los arcanos de las ciencias ocultas^
Precio oro francos 20
franco de porte
la ima palalita de la éw y del otultüo
^ Francos oro 20
W franco de porte
La veidadeía baiajá eina de los 70 tatos
está de vente en la Casas editoras de CARLOS
MAUCCI, Via Pagano Doria 7, Genova (Italia);
Maucci Hermanos y O, México; Maucci Her-
manos e Hijos, Buenos Aires ; José López Ro-
dríguez, Habana ; L. Puig Ros & Parra, Almenar
sucesor, Caracas.
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PONSON DE TERI ÍL
La Juventud de
Enrique IV
Amores y aventuras
de Enrique IV
La Venganza de una Esposa í tomo íitístfado
El pacto de Sangre . • í „ „
SEVERO CATALINA
La Mujer J tomo ilustrad©
El Tesoro del Hogar \ tomo nust
m9 ,S72
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Py
Peza,
Juan
de
Dios
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Poesías
escogidas
P38P6
1905