Full text of "Poesias"
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FROM THE FUND
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lATIN-AMERlCAN HISTORV AND
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GUSTAVO ADOLFO BAZ.
poesías.
(Nueva 86rir.)
I Edición dk »'La Patiua.!!
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Callada de Sta. Clara nfim 6.
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Cuando el Editor de esta nv£va serie de
Poesías preguntó al poeta el orden que de-
bia darlo, éste último se limitó á indicar
que las traducciones é imitaciones debían ir
• al fin del volumen; pero nada le habló
• de las composiciones líricas que foroiaron
\ las colecciones publicadas en 1874 7 en 1876.
^ El Editor ha creido que debia incluir al-
gunas de aqueUas poesías; y así lo ha hecho
I reuniéndolas bajo el nombre de Antiguas.
Pero no fiándose de su propio gusto, ha es-
cogido las que ha visto reproducidas en di-
versas ocasiones, en los periódicos de Méxi-
co y en las publicaciones literarias del ex-
tranjero.
1
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TROPICALES.
Las Tropicales de Gustavo Ai»ot»
FO Baz pertenecen al género eróti k>«
voluptuoso que ya hemos visto re*
presentado por otros poetas, y se
distinguen por cierta l&nguida rie>
lancoUa que les dá, mucho eneant» y
hace olvidar los defectos de la for: ja«
que deja mucho que desear.
Manuel de la Kevilla.— Obras.-^
Fatf. 531.— Madrid, 1883.
BIBLIOTECA DE "LA PATRIA"
Ni los besos de amor de otras mujeres
Ni el aplauso cumun, nada ha bastado
Para borrar tu imagen;
Vives en mí como la vez aquella
Que de rodillas yo, y tú á mi lado,
Perdonarme rehusabas,
Desmintiendo tus ojos la querella
Que vagaba en tu labio,
Severo juez de imaginado agravio.
Aun recuerdo tu acento,
Aun brilla tu mirada
En la noche sin luz de mis insomnios;
Aun perdida en el viento
Cuando baja la noche tan callada,
Vuelvo & escuchar la nota enamorada
8 poesías de GUSTAVO BAZt
Del último sollozo que exhalaste,
Guando de tu alma de do!or transida
Me enviarte la suprema despedida.
Jamás pensé que imaginar pudieras
Ni agravio entonces, ni después olvido;
jCómo agraviarte yo si eras mi vida!
¡Cómo olvidarte yo, mi amor perdido!
En la tierra, en el mar, cuando la aurora
Tiñe con su arrebol la nivea frente
Del enhiesto volcan, y cuando llora
£1 ave de la selva habitadora
Con el postrer fulgor del claro dia
Que pálido ilumina el Occidente:
Cuando la luna fría
Bielsi sobre las olas dulcemente
Y suspira el terral, y su armonía
De la playa hasta el monte.
Recorre cuanto abarca el horizonte.
En vano busco á mi congoja abrigo,
En vano busco á mi penar consuelo,
Me falta un eco amigo
Y una luz más brillante
Que ilumine las sombras de mi cielo.
Me falta en mi abandono
La nota cariñosa
Con que se unen las almas en la tierra;
BIBLIOTECA DB **LA PATRIA*'
La luz esplendorosa
Con que enciende el amor en lo^ espacios
Esa dulce alborada
Donde nace á vivir el pensamiento,
En el mundo inmortal del sentimiento.
Y tan solo un murmurio,
Algo como una queja y un suspiro,
Eseucho en vago giro
En la tierra, en el mar y el firmamento:
La nota adolorida
üe tu última y suprema despedida.
II
Cerca la noche está, pausadamente
Se deslizan sus sombras por el llano;
El onda mansamente
Baña de espuma la arenosa playa;
Brilla en ocaso el sol, y majestuoso
Alurpbra en su agonía
Lis cúspides de la alta serranía.
Fresca la tarde, el viento cadencioso,
Brindan la paz cabe la dulce sorpl^r^
10 poesías de Gustavo baz.
De aquestos altaneros
Bosques de perfumados limonercs.
Naturaleza toda
Palpita melancólica, sublime;
El pajar® que gime
Con tierna voz sobre verdosa rama,
El murmurio del mar que blandamente
De la playa á la selva se derrama,
Todo palpita amor, todo lo anima
Misteriosa atracción; sólo en la tumba
De sus dorados, juveniles años,
Nuestra humana flaqueza sus» rencores
Viene á llorar, en medio á la armonía
De este concierto universal que elevan
Los pájaros, los vientos y las flores,
Y de la onda en la playa los rumores.
Conmigo vén, poniendo ya en olvido
Nuestro inmenso dolor, angustia y pena,
Haremos nuestro nido,
Cabe la dnlce sombra
De aquestos altaneros
Bosques de perfumados limoneros.
III.
Fresca y linda está la tarde,
Olorosa la pradera,
BÍBLlOÍÉÍCA Í)É *^LA ?AÍRIA'* U
Despejado el horizonte
y gallardas las palmeras.
Cielo azul y claro rio,
Monte enhiesto y altas ceibas,
Insectos, flores, perfumes,
Todo en torno nos rodea.
Tus manos sobre las mias.
En tu seno mi cabeza,
Al compás de nuestros besos,
Al arrullo de tus quejas,
Parece que se iluminan
Valles, montes y praderas,
Y en misterioso concierto
Nuestros amores celebra,
Con el canto de las aves,
La madre naturaleza.
IV.
¿Qué me importa la luz de las estrellas
Brillando entre las sombras intranquilas,
Si es más dulce la luz de tus miradas,
T más dulce la sombra en tus pupilas?
12 1>0ESÍAS DÉ aUSf AVO BAZ.
V.
Adiós brillantes astros, eternos compañeros
Del carro de la nociré ijue descendiendo vá;
Adiós brillante luna, que ocultas tus fulgores
En lai revueltas ondaá del encrespado mar.
Más puras que las perlas que brotan crista-
dinas
Sobre la flor de caña, cuando aparece el sol,
Las lágrimas rodaron del rostro de mi amada
Al ver que se apagaba vuestro postrer fulgor.
Su voz era más dulce que el eco de la brisa
Que mece los cafeto*^, la aurora al sonreír,
Cuando la luz primera refleja en los volcanes
Su esplendoroso manto de gualday decarmin.
»» Adiós ("me djo entonces) adiós basta que
(vuelvan
En el oscuro cielo los astros & brillar^
BIBLIOTECA DE LA '^PATRIA" 13
Y el carro de la nocho se eleve magestaoso
• J)e las revueltas ondas del encrespado mar.n
VI.
Asoma la luz del dia
Rompiendo la opaca bruma;
Los pájaros se despiertan,
La brisa fugaz murmurd.
Desl'zanse los arroyos,
<3ue, verde follaje oculta,
Bajo el apacible velo
De misteriosa penumbra,
Y con armoniosos himnos
Naturaleza saluda
Los celajes de oro y grana
<jae el sol en Oriente anuncian.
¿Mas qué importa que á su influjo
Se alegren montes, llanuras,
Si no disipan sus rayos
La noche de nuestra angustia?
Hojas de /íilbum-
I
I
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BIBLIOTECA DE "lA PATRIA" 17
I.
A LA SEÑORITA ELODIA HERNÁNDEZ.
. , Quem me dera
nos lempos que j-X lá vfto,
quando, mo^o o carado
ao romper a primavera
sobresaltado tremía,
e da térra toda em flor
juntara amelga armonía
dOces llamas d'amor.,
F&ÁXOisoo Palha.— Jftwa Velha*
Es la senda más triste
Aqcella que la ausencia
Con su mortaja sin color reviste;
18 poesías de GUSTAVO BAZ.
Y de esa senda en el dolor inmenso
Aprendí á codiciar cuanto se anida
En el tranquilo hogar; en el intengo
Culto rendido á la mujer querida;
En los paternos lares; en la dulce
Sombra que presta al trovador cansado
El añoso ahuehuete; en la sentida
Canción con que arrullaban nuestra cuna
La alondra en la mañana, y el zenzontle
A la luz de la luna.
Al peso de los años y la ausencia
He vi^to marchitarse una tras una,
O ilusiones de amor, ó de esperanza;
He sentido cual pasa la fortuna;
Como deshoja el tiempo los laureles;
Como se desvanece hasta el recuerdo;
Como acallan las lágrimas, y brotan
Las prematuras canas.
¡Quién me diera hoy de juventud las sacas
Ilusiones de ayer; el vivo fuego
A cuya luz arrebatado y ciego
Todo lo osaba pretender: la gloria,
BIBLIOTECA DE "LA PATRIA" 19
"El misterioso amor correspondido
Y ese anhelo de un bien nunca logrado
Y mientras más difícil más ansiado!
Pudiera entonces al mirar tus ojos
Ofrecerte mi canto. . . . — y, á tenerla,
Una alma te ofreciera ; — ¡la poesía
En mi callado plectro
De nuevo estallaría!
México, Junio de 1885.
20 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
11.
A hX SRITA. EMILIA HERNÁNDEZ.
T%o formosa no gesto se mostrava
Que as estrellas, e o céo, e o ar visinbo»'
£ tildo quanto a vía namorava.
Camoens. —Canto II.
En nuestra ¿ierra tropical la aurora
Con gazas de zafír y de amaranto
Aclara el cielo, y de carmin colora
La lejana pradera, la alta cumbre^ 1
El nevado volcan; pero más tierna
Es de los ojos de sus dulces hijas
La amortiguada lumbre.
Fstrofa tí va de esbeltez, crnada
Con cabellos con tintes de la noche»
BIBLIOTECA DE "LA PATRIA" 21
Y en su moreno rostro reflejada
lia laz de nuestra tierra en la alborada,
La mujer tropical es luz y fuego
A cuyo influjo el corazón se quema
Aprisionado y ciego.
Más pura que la estrella que cintila
En nuestro limpio cielo, tu pupila
Promete dichas y refleja amores;
El aura tropical te envuelve y sigue
Cual himno triunfador y sonoroso;
Por eso el vate que al pasar te mira
Adorada y feliz, — más que á las gal&s^
Del cielo de los trópicos hermoso^ —
En silencio te admira.
México» Junio 1885,
22 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
A UNA ARTISTA.
La vida es armonía,
El arrullo del sueño es un arpegio,
La esperanza un ideal, la poesía
Nido que encierra cuanto el alma adora»
Y esencia de su ser la melodía.
Tá cuya voz despierta cuanto guardan
De encantos y de ensueños nuestras noches
De pobres pensadores, y que en notas
Arrancadas al harpa de lo ignoto,
Haces brotar de nuestras almas rotas
En el duro combate de la vida,
el resto que se anida
De los muertos encantos, y restriñes
BIBLIOTECA DE "LA PATBIA" 28
Del corazón la llaga envejecida,
Al pié del ara del altar que tealz&n
La pública ovación y el entu>iapmo,
Permite que te traigan .... pobres flores—^
Flores de la tristeza — . . . . humedecidas
Con el llanto c^el alma. . . ., los que sueñan.
Si perlas se tornaran
Las lágrimas que arrancan tus canciones,
¡Qué senda de riqueza encontrarías!
Mas no la cambiarías
Por ese rastro con que artista dejas
Postrados á tus pies los corazones.
México, Octubre de 1885.
24 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
IV.
A la Srlta Sliiria Corona*.
Por la senda de la vida
Vamos rumbo diferente,
Tú subes cual sol naciente.
Yo, como estreUa perdida,
Voy tras la noche al poniente.
Madrid, 1884.
BIBLIOTECA DK "LA PATBIa" 25
V.
tSi Si illSSa
(el viernes de dolores.)
JSn el álbum de la Srita Dolores Corona,,
Voy á referirte cómo
Allá en mi tierra lejana,
Que entre perfumes y rosas
Todos mis recuerdos guarda,
Celebran aqueste dia
A la luz de la mañana
Entre músicas, bullicio,
Regocijo y algazara;
Oon ramilletes do flores,
26 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
Bajo frescas enramadas;
Del Canal á las orillas
Y al borde de las Chinamime,
De diáfano azul el cielo.
Indecisas las montañas
Que circundan gigantescas
La antigua región de Anáhuac;
De los altivos volcanes
Muy n ate la frf^nte blanca,
Y por el sol de los trópicos
La tierra toda abrasada;
Son de la fiesta que anuncia
Las primaverales sralas,
En el viernes de Dolores
Espléndido panorama.
Apenas tiñen el cielo
Los resplandores del alba.
Sobre el Canal á millares
Aparecen recarg^idas
De flores, de ramilletes,
Cubriendo las limpias agua*'»
Chocando los tardos remos,
Abordando las Chinampas,
Las canoas de Santa Anita
BIBLIOTECA DE "LA PATRIA" 27
Donde al son de las jaranas.
Olvidando toda pena,
Unos bailan y otros cantan.
Y es de ver como allí acuden
Los donceles y las damas,
El populacho travieso,
La doncella enamorada,
Los atrevidos galanes,
Y hasta las dueñas taimadas;
Y es de oir como se cruzan
Los suspiros, las palabras,
Y los cantos, y las risas,
Los suspiros y las guasas.
Quién compra flores, quién echa
Al soslayo una mirada,
Quién requiebra al^^una Lola
Con voz muy qaedita y baja,
Y el alegre vocerío
Acalla las tibias Hura^*,
Y la muchedumbre loca
Con las flores se engalana.
Al volver luego las niñas
Con ramilletes & casa,
En el altar los colocan
28 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ,
De la Virgen. Allí ufanas
Besan á sus madres luego
Y ríen, gozan y bailan.
Como prenda de ternura,
En recuerdo de la patria,
Besa á tus padres y diles
Con tu fe sencilla y casta,
Lo que la inocencia sabe
Y lo que inventan las almas.
Mientras que gimiendo enmedia
De la sombra triste, opaca,
Del destierro y de la ausencia,
Mando mi beso en las alas
De las extranjeras brisas,
Y de las marinas auras,
A la madre que me llora
En nuestra tierra lejana.
Madrid.— Marzo 31 de 1882.
BIBLIOTECA DE "LA PATRIa" 29
VI.
EN EL ALBÜM DE LA SBITA. J. DE LA S.
¡Belleza! dijo el mundo al admirarte,
Y flores ofreciendo á tu hermosura
Qaiso en tus luengos años evitarte
Qae probaras su cáliz de amargura.
Sabes empero ya lo que es el llanto
T sabes ya lo que el dolor alcanza,
Y de tu ho^ar en el retiro santo
Encendiste la laz de la esperanza.
¡Bendita el alma que á belleza aduna
Amor, ternura, angelical con-^uelo,
Que sabe disipar una por una
Todas las sombras del paterno duelo.
3 "
30 poesías de GUSTAVO BAZ.
No es el triste cantar de un desterrada
Eco digno de tí. Piensa que llora
Ausencias de una m^dre, y que alejado
(jamina á su pesar de cuanto adora.
Pero tú buena, y generosa, y bella,
Llevarás su recuerdo á nuestros lares.
Cuando mires el Monte de la Estrella^
Surgir entre las ondas de los mares.
Nueva York. — Marzo 1877.
BIBLIOTECA DE "LA PATRIA" 81
VIL
Ni una estrella siquiera; entre la noche
Que oculta el horizonte en mi camino,
No brillaron jamás ni los meteoros
Que reviven la fó del peregrino.
Solo tu acento en mi alma ha despertado
Una ilusión fugaz y pasajera,
Cual despierta la brisa dé la tarde
La rosa que agoniza en la pradera.
Jalapa.— 1874.
yAI^IAS
BIBLIOTECA DB "LA PATRIA" 35
AL MINO.
(ENTRANDO ÉN GALICIA POR LA GUARDIA)
Corres ¡oh Miño! en anchuroso cauce;
y gayas flores bordan tus riberas;
son música de amores tus murmurios;
caprichos de cristal tus ondas bellas.
Al reflejarse el cielo en tus remansos»
algo de grande en tu corriente deja,
y cuando el sol te niega sus fulgores,
te besan con sus lampos Jas estrellas.
Grabado llevará la mente mía
el Pello que le impuso tu grandeza.
Siempre recordaré que, peregrino,
hoy al pisar tus márgenes amenas,
He mi hogar evocando las memorias,
honrarlas quise, y al hespir la tierra,
mi alma sintió con emoción profunda
que no era en tus orillas extranjera.
La Guardia, Agosto 19 de 1884.
36 poesías de GUSTAVO BAZ.
H^TAHCDHAl
Se acerca la mañana. Con mágicos conciertos
la anuncian en sus nidos los pájaros cantores;
ya pálidos, inciertos,
de rojo el cielo tifien sus tibios resplaadoreí^
Es el instante vago que, en medio á su ter-
Cnur»
asida de su amante, Julieta confundía,
con la hora triste, oscura,
que el r uiseñor señala dentro la selva umbría*
BIBLIOTECA DS "LA PATRIA" 37
Tras las caricias locas con que el amcr ira-
(duce
su afán de lo infinito, con voluptuosos lazos,
allá en Oriente luce
la aurora, y te sorprende dormida entre mis
(bcazos.
¡Despierta! SaludemOvS, como la flor temprana
que nace en este instante, de amor con el va-
(gido,
la luz de la mañana
que dora con sus tintes nuestro loodesto nido»
París. 1877-
38 poesías de GUSTAVO BAZ.
]Lsit©íb<
¿Recuerdas aquel tÍ3mpo en que las rosas
eran para nosotros má-* hermosas?. . • .
De juventud llegaba A los umbrales
y ya presentia las estivales
ardorosas visiones
con las que incendia amor los corazones.
Tú, para mí, entre todas, la más bella,
fuiste mi inspiración , , . , De rai querella
la lira confidente
murmuró no sé qué de audaz y ardiente,
y eterna yo creia
la luz que en nuestro cielo sonreía.
s
BIBLIOTECA BB "LA PATRIA" 39
¿Quiéa fijar al destino nunca pudo?
El como espectro vengador y mudo
implacable arrostróme
y á extrañas tierras sin piedad llevóme;
y iadios entonces juventud y sueños,
cariñoso anhelar, nobles empeños,
perfumes del amor en primavera!
y ¡adiós también, oh dulce compañera
de la primer pasión, casta ternura!. . . .
Fué la ausencia su negra sepultura,
y el triste corazón quedó vacío
como desierto cráter yermo y frió.
Aun alienta su fuego
y si escuchases su amoroso ruego,
y alumbrase la luz de tu mirada
la noche que lo envuelve tan callada,
hoy como entonces, ante tí rendido,
hiciera dentro el pecho un dulce nido
para guardar tu amor, y sobre el yerto
altar que vi desierto
en mis horas de angustia y agonía
tu imág*ín, como á un Dios, adi raría.
1886.
40 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
CINERARIA.
(A,H..X
¡Belleza y juventud, todo tenia,
amor paterno y cariñoso halago!
¡Y amor y juventud, todo descansa*
dentro la tumba fria!
¿Cuál extraño destino nos conduce
á amar y conocer seres que parten?
¿Es la muerte un castij^o á los que hiere-
6 un castigo tal vez porque se quiere?
No lo sé. — Mis lágrimas brotaron
cuando supe que estaba en agonía;
tembló mi corazón cuando anunciaron
que iba á dormir dentro la tumba fria..
Enero, 1886.
BIBLIOTECA DE "LA PATRIA" 41
poesía
Leída en la Alameda de México
en el vigésimo tercero aniversario de la batalla
del 5 de Mayo de 1863,
jPdtria, perdón, mis débiles cantares
débil eco serán de dicha tanta,
de esa dicha infinita,
con la que al regresar k mis hogares
besé la arena de la playa ardiente
de mi tierra bendita!
¿Sueño?... ¡No, no lo es!... allá en Oriente
alzan al cielo sus nevadas cumbres
tus enhiestos volcanes,
y las coloran las rojizas lumbres
con las que besa Mayo la simiente
de la labor temprana,
y de tu zona tropical prendado
te acaricia su amor cada mañana.
42 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ,
Eres la misma, oh Patria, la que l^jos
y mientras más distante, más quería,
la misma que buscaba
tras del lejano monte,
é interrogando el pálido horizonte
los dueles y las glorias recordaba.
Bendita la hora fué cuando de nuevo
volví á tu seno, y la primtr memoria
que tragiste á mi mente
fué aquel instante, aquel en que la gloria
coronó con sus ósculos tu frente.
Hoy en tus aras, Patria, arde el incienso:
con su azulado pabellón engasta
el cielo tropical tu altor sagrado;
y al aire desplegado
interrumpiendo el horizonte inmenso,
flota turgente tu pendón altivo
de la victoria al beso consagrado.
Eres la misma, oh Patria, que otros dias
con rugidos de lucha estremecías
nuestra indefensa cuna,
y al incierto vaivén de tu fortuna
en sangriento arrebol nos envolvías.
BIBLIOTECA DB "lA PATRIA" 43
Y esa pasada edad cuyos tormentos
no apagaron los bríos
del infinito ideal á que aspirabas,
y en cuya historia tu existir se encierra,
pasó por fin como huracán que aterra
conmoviendo á la vez en sus cimientos
y fecundando á nuestra madre tierra.
Campos de luz, de sangre y de martirio,
campos hermosos de la patria mia^
la simiente brotó, y como el lirio
del suelo se alza enamorando al dia
de primavera al soplo,
así se alzó la libertad, radiante
surgió en la noche el astro de tu gloria,
y en una hora, un instante,
señaló tus destinos en la historia.
¿Os acordáis por qué? ¿Cómo una tarde
pudo más la justicia que la fuerza?
¿cómo el altivo vencedor del mundo
que nos negaba el patrio sentimiento,
heióico halló nuestro vital aliento;
y en la débil trinchera
más llena de promesas ondulaba
nuestra triunfal bandera?
44 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
Sobre las nieves del volcan brillaba
una faja de luz, y en la ladera
de artillado peñón se confandian
en revuelto tropel nuestros guerreros... .
¿por qué su afán en el Oriente fijo,
y su mirar constante en la llanura,
y ese pendón flotando allá en la altura,
y ese bélico ardor que en ecos varios
del llano hasta la exceda cordillera,
Cintre brisas de amor repercutiendo
iba el aura de Mayo vocinglera
por breñas y maizales repitiendo?
¿Nuestra memoria acaso
pudo olvidarlo nunc»?. . . .
-el sol que en el ocaso
brilló esa tarde entre sangrientas nubes
el postrimero fué que iluminaba
la falaz ambición que entre sus redes
aptiíiionarte ¡oh! Patria! ambicionaba.
La Europa toda con furor venia
á la tierra de América, queria
marcarnos en el libro del destino
su fatal hasta aqui, y en su soberbia
fácil creyó encontrarlo todo abierto
á su triunfal camino.
BIBLIOTECA DE "lA PATRIA" 45
Y entone ?, como un eco estrepitoso
se oyó la voz potente
de nuestros patrios héroes resonando
del fondo del sepulcro,
y su sangrienta clámide agitando,
Mil ochocientos diez, como un espectro
se alzó guerra y venganza
en loá muros de Puebla proclamando
La in vasera pujanza
vencida fué. Después en los combates
vióse brillar cual faro de esperanza
ai^uel instante de supremo esfuerzo,
y entre el reñido batallar sin tregua,
y entre el fiero rugir de lucha á muerte,
á Puebla y Zaragoza apellidaron
los que la patria á defender se alzaron.
¡Y triunfaste por fin, Patria adorada
y tu águila caudal tendió su vuelo
de América en el cielo,
con destellos de gloria iluminada!
jEn nombre del progreso
bendiga Dios la paz de nuestros lares!
4
46 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
80 tricolor penden la patria estienda
sobre quienes luchando
tumba hallaron, ó gloria, en la contienda»
Y en nombre de la sangre derramada
el ayer olvidamos,
los errores de hermanos, la porfiada
lucha civil cuyo profundo encono
desangró nuestras venas;
pero imposible que al olvido demos
esa hora, ese instante,
en que del extranjero defendían
nuestros padres la patria,
y con valor gigante
los ámbitos del mundo estremecían.
¡Eterno ejemplo á nuestra raza sea
de los héroes de Puebla la memoria;
que el atónito mundo asi nos vea
en Ifízo fraternal siempre abrazados!
y si acaso algún dia
nueva hueste extranjera
nos amenaza fiera,
héroes, alzaos de vuestra tumba fria^
surgid, héroes de Mayo;
y el iris que corona vuestras sombras
del cielo baje y se desate en rnyol
BIBLIOTECA DB "LA PATRIA" 47
iQué bella sobre el monte y sobre el llano
(brilla
la ardiente luz del sol!
jQaé límpido está el cielo, qué fresca la ma-
(ñana^
que' alegre el corazón!
De la naciente aurora, se fueron al reflejo,
mis penas, mi ansiedad;
cuando la noche vuelva,cubiertas con sus som
(bras
horribles, volverán.
Que son las golondridas de nuestro ser mez-
(quino
el llanto y el dolor,
las sombras de la noche la atmósfera en que
(viajan,
su nido el corazón.
48 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
»
poesía leída por una alumna
de la escuela superior de niñas el 13 db
setiembre de 1886.
Puro como la nieve, que en límpido horizonte
corona la alta cima del trepador volcán,
de nuestra virgen alma-como prime r latido-
en este instante, Patria, un himno se alzará.
Antes que amor embriague nuestro vivir son-
(riente
y al tumbo de la vida despierte el corazón,
nos enseñaron, Patria, que en la existencia
(humana
tu nombre brilla siempre cual faro salvador»
BIBLIOTECA DE LA "PATRIA*' 49
En místico conjunto tú guardas cielo y tierra,
temores y esperanzas, pasado y porvenir:
anúüciate el instinto, revélate la Historia,
y no hay madre que pueda contigo competir.
* «
Por eso enternecidas venimos esta noche
á darte como ofrenda nuestro primer amor;
por eso recordando tu gloria, tu martirio,
tus guerras, tus dengracias, te ensalza nues-
(tra voz.
*
En ráfagas de sangre te vieron nuestros pa*
(dres
cuando morían tus héroes en lucha desigual;
y hoy ya feliz y rica te vemos como amparo
que vela cariñoso nuestra temprana edad
50 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
íQae hasta el Eterno suban en alas de ta brisa
nuestras vehementes votos, cual férvida ora-
(cion!...
¡En ella hemos jurado hacer que nuestros hi-
Qoñ
resguarden con suj vidas de iguala el pabe-
(tion!
BIBLIOTECA DE **LA PATRIA" 51
GAÍí TARES
Para matar mis pesares
yo necesito dos cosas,
ó el abrazo de la muerte
ó los besos de tu boca.
El bullicio en que me aturdo
no puede borrar tu imagen. . . .
I cómo hiciera que el olvido
ée mi pecho la arrancase?
Si en flores cambiar pudiera
■suspiros del alma mia,
en tu puerta, amanrciendo
un jardín encontrarías.
52 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
No me maten tus desdenes
aunque maldigas mi amor,
que entre tu odio y tu desvío
prefiero tu maldición.
S¡ me quiere?, yo te juro
ser tu sombra y ser tu amparo,
arrullarte como á niña
y servirte como esclavo.
Julio, 1886.
BIBLIOTECA DE "LA PATEIA" 53
SONETO
(A Manuel Puga y Acal.).
Abierta la chillante vestidura,
revele al cabo la virtud que dices;
¿no llevas en tus carnes cicatrices
de los combates de tu vida impura?
La mano aparta que con torpe usura
el precio cuenta puesto á tus deslices;
no más con tu ro^jar escandalices;
marchita está la flor de tu ternura.
Lloraba Magdalena, é indulgente,
en su inmensa bondad el Nazareno,
perdonó á la contrita penitente:
tú no sabes llorar, tu rosto miente;
ni eres tú Magdalena, ni yo el Bueno:
arroja, pues, tu máscara impudente!
Florencia, 1879,
54 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
JU^I^EZ
Del peno de la nada hasta la cumbre erguida
su paso majestuoso constante dirigió,
retando á la fortuna, domando á su destino,
su voluntad de bronce de niño reveló.
Y-"« tú serás tribuna-le dijo al banco humilde»
sobre mi hun ilde cuna la gloria brillará,
yo quiero de la ciencia los mágicos laureles,
las sombras que me envuelven en luz se tor-
(narán.ii
¡Lo consiguió luchando! ¿Tan solo por su es-
(fuerso!
oh! no, porque sus dias lo consagraba al bien,
porque á hu patria daba su inteligencia j vida
y le alentó por siempre su imperturbable té.
*
BIBLIOTECA BB "LA PATBIA" 55
Y mártir y caudillo, y héroe y ciudadano,
]n gloria al fin obtuvo tras lucha sin cesar....
¡El vencedor ha muerto! Su nombre, sus ha-
(zanas,
en himnos triunfadores los pueblos cantarán!
Julio— 1872.
66 poesías de GUSTAVO BAZ.
ARGUMENTO PARA. Ux\ CUADRO. i
Cerca de la vidriera que aciricia
la sombra de los tilos, hu labor
la orgullosa hugonote asida borda,
perdida en les tallados del sillón.
Jugaba junto el gato. ... De repente
la ahuja se detuvo .... con temor
la faz cubrióse, y . . . . débil un sollozo
el eco en las ojivas repitió.
Aun del pecado siente la Condesa
subir á sus mejillas el rubor,
y del fugaz placer aun repercute
en su memoria, la última emoción. . , »
y aun guarda descuidada sobre el seno
el pétalo sin hojas, de una flor
del católico psge, que celoso
el Conde ayer de su castillo echó.
jwALENDULAS.
* • * m %
(1874=— 1875.)
J
BIBLIOTECA DE '^LA PATRIA^' 59
*
¡Qué bello es cruzar el mundo,
cuando apacible y serena
vá la luz de la esperanza
alumbrando nuestra senda!
¡Qaé bello es vivir oyendo
las íntimas confidencias,
las palabras, los suspiros
de una amante compañera.
¡Cuan alegre es nuestra vida
cuando en la gloria se sueña!. . • •
jPero qué triste, qué triste
es vivir en honda pena,
Sin ilusiones el alma,
sin laureles la cabeza,
no teniendo como faro
de la frágil existencia,
sino el amargo recuerdo
de una esperanza ya muerta!
60 P0E3IAS DE GUSTAVO BAZ.
*
Ni el cántico que entonan los zenzontlea
al penetrar la luz en la enramada,
rae era tan frrato, dulce y melodioso
como el eco fugaz de tus palabras.
Ni lá pálida estrella de la tarde
palpita en el espacio solitaria,
como mi pcícho trémulo á tu lado
cuando mi amor inmenso te juraba.
Y .... ni el tremendo rayo en su camino
con más furia los árboles desgaja,
cual desgarró mi corazón tu acento
al pronunciar por fin que no me amabas.
í IBLIOTECA DS "LA PATl !▲" 61
No es en sangre manchar mi altiva planta
enmedío del combate, lo que anhelo;
es otra mí ilusión más pura y eanta,
cifrase mi esperanza en otro cielo.
Por el fulgor de tu mirada ar líente
y el riego de tu llanto fecundado,
un lauro quiero en mi orgullo ía frente
por tus amantes besos perfumado.
Quiero estrecharte en férvidos abrazos,
loco de amor y de entusiasmo ciego;
nuestros cuerpos unifndo en dulces lazos
al tierno impul.-o de amoroso fue^o.
62 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
* ♦
AI darme en prueba de amor
e&e clavel hoy marchito,
pensabas que era infinito
nuestro sueño embriagador.
¿Mas cómo serlo podría
si por símbolo tomnba.
una flor que se agostaba
en el espacio de un día?
BIBLIOTECA DB '^LA PATRIA" 63
Fué nuestra hidtoria bien triste;
después de encender en mi alma
con tus miradas de fuego
la estrella de la esperanza,
creíste que indiferente
para extinguirla bastaban,
el mirarme con desvío
y no escuchar mis palabras.
¿Se extinguió?... Ya no me alumbrí^
pero mi pecho desgarra
una ansiedad, un tormento,
que lentamente me mata.
I Serán acaso los gritos,
serán las voces airadas
de tu conciencia intranquila,
6\MQ repercuten en mi alma ?
64 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
Una noche, ¿ no te acuerdas ?
trémulos de amor mis labios
te dijeron mi ternura
y tu vestido besaron,
y á la luz de tus miradas
y á los ecos de mi llanto,
mi corazón hizo entonces
un juramento sagrado.
Ni las sombras del olvido,
ni la ausencia, ni los años,
podrán impedir que cumpla
lo que dijeron mis labios.
BIBLIOTECA DE "LA PATRIA" 65
Se van las golondrinas: á parvadas
abandonan &us nidos
que destruirán bien pronto las heladas,
y el eco de sus últimos gemidcs
resuena todavía *
mezclado á nuestros cantos de alegría.
Asi también, cuando de tí me aleje
esclavo del destino á otras regiones,
y el nido de mi amor desierto deje,
y enterradas en é\ mis i'usiones,
mi adiós lejano oirás como un lamento
que entre sus alas arrebata el viento.
BIBLIOTECA DB ^'LA PATBIA" 67
IE(0)MAH(0]1IE(Q)
PE LA
GUERRA DE INDEPENDENCIA.
El Domingo, semanario literario que veia
la luz en México por los años de 1871 á
1873. publicó el siguiente articulo:
" En la poesía española existe un metro
tan fácil, tan propio al mismo tiempo al oi-
do del pueblo, que en él se han cantado las
grandes hazañas ds les reyes y de los caba-
lleros que combatieron siete siglos por arro-
jar de la Península á los sectarios de la me-
dia luna, y la reunión de todos los cantares
aislados en que constaban los hechos de aqne-
llos héroes, llegó á formar con el tiempo el
hermoso Romancero, honra y prez de la lite-
ratura española.
68 poesías de GUSTAVO BAZ.
» Para la formación de un nnevo Roman-
cero se necesitarían, vista la índole del ro-
mance y el destino que se le puede dar, dos
elementos esenciales: uno el poder usar de
ese metro tan precioso, ó acostumbrar á las
masas á su agradable armonía; el otro, tener
en nuestra historia hechos y hazañas dignas
de ser exornadas con los adornos de la poe-
sía popular.
*' Nosotros poseemos ambas cosas. Tene-
mos, primero, la ventaja de que el habla cas-
tellana es un lenguaje común en nuestro país,
y por lo mismo nuestro pueblo es f^uceptible
de aceptar el romance como metro popular;
en cuanto á hechos j hazaña*», nue^^tra histo-
ria patria aburila en ellos. La audacia in-
concebible de Hilali^o; el valor, la fortuna,
el civismo de Morplós; el arrojo de Galeana,
de Matamoros y Victoria; la magnanimidad
de Bravo, sou fuentes que pueden inspirar
al poeta cantos dignos de la antigua Qrecia,
y al pueblo virtudes propias de la antigua
Boma.
*< La formación de un romancero traería
además la ventaja de popularizar la historia
de nuestra independencia; de dar á conocer
á nuestros héroes; de inspirar en les niños el
.',1
BIBLIOTECA DE "LA PATRIA" 69
orgullo nacional; de excitar en ellos el amor
patrio y de describir en cada fragmento al-
gunoii de esos paisajes, hermosos hasta lo su-
blime, que hacen de nuestro vasto territorio
un país privilegiado entre todos los países d¿l
globo.
" En los pueblos lo mismo que en los hom-
bres sucede que aquellos que más se conocen
á si mismos, que más estudian su carácter y
sus hábitos, son los que siguen una conducta
más sabia; y bajo este punto de vista un Ro-
mancero nacional, vendría á prestar un gran
servicio, que sería el estudio de las costum-
bres, de los instintos, de las aspiraciones de
las manas, estudio que subiendo en alas de la
poesía popular á las regiones de la discusión
literaria, se convertiría en un poderoso auxi-
liar del legislador y del estadista.
»» La idea de formar un romancero de la
independencia, nos viene preocupando de?de
hace largo tiempo; fíadus en nuestra audacia
más bien que en nuestro talento, y querier-
do ser los emprendedores mejor que los rea-
lizadores de semejante empresa, la hemos
acometido; pero antes nos parece un deber
de justicia el echar una rápida ojeada sobre
70 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
los trabajos que sobre esta materia andan
dispersos en nuestros libros y en nuestros
periódicos.
" El general J. J. Diaz consíigró sus rntos
de ocio á escribir pequeños romances sobre
esta materia, y cuya leetura nos ha deleita-
do largas hora^; Gaillermo Prieto (1) pudo
escribir sobre este asunto leyendas tan her-
mosas como su Oración de la nodte; pero en-
cumbrado en las regiones de los cantos pin-
dáricof*, ha ensalzado las glorias de la patria,
no bajo la forma de una narración sencilla
poética y propia de las veladas de aldea, sino
bajo la inspiración del genio de Píndaro; sus
cantos despertaron el entusiasmo de un ins-
tante, pero no irán grabando en el corazón
de las mujeres el divino sentimiento de la
patria; Rodriguez Galvan apenas nos ha de-
jado una que otra canción fugaz y tenemos
que caminar hasta el año de 1871 para en-
costrar en las poesías de un joven médico
yucateco, una narración en romance de la
muerte de Pedro Ascencio, el inmortal gue-
(l) Doce afios deipuea de escrito este artículo, Guillermo Pri»-
o ha publicado su Romancero Naeicnalt levantando con él un
inoaumento & la literatura y á la hlitoria de su patria.— <2. B.
BIBLIOTICA DÉLA "PATRIA." 71
rrillero, (1) y hasta las columnas de nuestro
periódico para registrar un romance del Sr.
Valle intitulado la Retirada, Tal vez baya*
mos omitido aquí alguno otro trabajo de es*
te género; pero nos atrevemos á asegurar que
los elementos que existen para la formación
del Romancero son boy insuficientes. Este
trabajo está encomendado á la presente pe-
neracion literaria, ella puede hacer que la
historia diga que se mostró justa con los pa*
dres de la patria, educadora con el pueblo^y
digna de los lauros que adornaban sus 8Íe«
nes; que como hija cariñosa relató y dio nom-
bre á las hazañas de sus padres, que instru-
yó al pueblo cual madre tierna y sensible, y
que iluminó con la luz radiante de su genio
el corazón de laa masas populares, u
La idea del Domingo txxé acogida con
cierto entusiasmo, y muchos de los jóvenes
poetas de aquel entonces, escribieron bellísi-
mos romances. A ese movimiento literaria
obedecieron las composiciones siguientes^
aunque las últimas se refieran, á épocas pos-
teriores.
(1) Em J6v*n médico fué k poco un po«tft laureado y fiípint hoy
como una de la« figuras m&s frandioeas de la literatura mexicana»
M el Sr. Peón Contrerae.
i
BIBLIOTECA DE "LA PATRIA" 73
L\ ¿\if{\ DE AF^T^'''Q^''•
( OCTUBRE 22 DE 1814. )
En Apatzingan la hermosa,
Cuyo horizonte resguardan
De Ondapéndaro las cumbresi,
Elevados atalayas
Del valle donde florecen,
Al soplo de tibias auras,
El Índigo y el cafeto,
T las resonantes cañas;
En Apatzingan la bella
Que se aduerme reclinada
En las márgenes de un rio
Ti PJEáÍAS D3 'IJÜSTAVO BAí.
Cuya corriente de plata
Se dealiza sonorosa
Entre campos de esmeralda;
Alli donde son eternas
Las primaveradee galas,
Allí donde siempre alegres
Su amor los pájaros cantan,
All{ se escucha hoy el ruido
De vítores y de dianas,
Y la atmósfera conmueven
Los repiques y las salvas;
Reunidos en ella ahora,
En una modesta sala.
Los que de la patria en nombre
Formaron la ley sagrada
Que libra por siempre al pueblo
De la coyunda de España,
Del gran Morelos escuchan
Las venerables palabras.
En su cabeza imponente.
De áoulla con sus miradas.
Tiene su acento un remede
Del fragor de las batallas,
Y la inspiración de un héroe
H
1
BIBLIOTECA DE "LA PATRIA" 75
Sobre de su frente irradia,
— Representantes del pueblo,
Con voz diije firme y clara:
Vosotros quo disteis cima
Con vuestra noble constancia^
A la empresa por Hidalgo
En Dolores comenzada;
Vosotros que en Chilpancingo
Formulasteis en un acta
La independencia y derechos
De la Nación Mexicana,
Jurad hoy ser los guardianes
De las libertades patrias,
Y los derechos sagrados
Que sanciona y que proclama
Aquesta ley, discutida
En las selvas y montañas,
O entre el estruendo horroroso
De mortífera metralla;
Mientras yo vuelo al combate
A conquistar con mi espada
Renombre para mis huestes,
Victorias para mi patria.
Y acallando los aplausos
Y los vivas entusiastas,
Un anciano le dirige
76 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
Aquestas graves palabras;
— Morelos, el gran Morelos,
El de las nobles hazañaf>,
El justiciero en la^ vil 'as,
El valiente en las batallas,
Tá que al tirano arrollaste,
Desde Acapulco hasta Cuautla,
Escucha: más noble empresa
T más digna de tu fama
Te damos en este instante
En el nombre de la patria;
Que guardiun de nuestras leyes,
De la propiedüd sagrada,
De la íé de nuestros padres
Y la virtud sacrosanta,
Por el civil magisterio
Depongas las férreas armas;
Pero si se torna adversa
La fortuna á nuestra causa,
Vuelve á la lid, al combate.
A empuñar vuelve la espada,
Llama entonces en tu auxilio
A la victoria, tu hermana^
T lucha invocando el nombre
Sacrosanto de la patria,
Hasta sellar con tu sangi'e
La libertad mexicana;
BIBLIOTECA DE "LA PATKIA" 77
— Os juro, responde el héroe,
El guardar esa ley Kanta,
Y mientras conmueve un vii'a
Los ámbitos de la sala;
Alta y noble la cabeza,
La mano sobre la espada,
El andar tardo y sereno,
Se dirige hacia la plaza.
Entonces entre los himnos,
Al son de guerreras cajas,
En medio de los repique.s
T el estruendo de las salva.s
Al verle salir, el pueblo
Su libertador lo aclama.
6
78 POESÍAS DE GUSTAVO BAK.
QUECHOL AG
(OCTUBRE 14 de 1813.)
Estrella del navegante
el altivo Cítialtepetl.
se alza dominando excelso
con su corona de nieve,
desde las ondas del Qolfo
hasta do el sol desparece;
7 á su falda las campiñas
y las llanuras se extienden
ornadas de verdes selvas
7 de arroyos trasparentes.
Hoy en ella los soldados
de dos enemigas huestes.
BIBLIOTECA DE **LA PATRIA" 79
á la lacha se preparan
lanzando gritos de muerte;
entre el ful I aje sus cascos
y sus armas rcf^plandecen,
mientras que se tiñen de oro
del volcan las regias nieves,
al asomar los primeros
albores del sol nacie«ite.
Unos ostentando altivos
el rico lábaro vienen
de las glorias españolas,
y los sangrientos laureles
allá en Bailen recogidos, (1)
sus escudos ennoblecen.
Los otros aunque inexpertos,
á la voz de patria fieles,
son los que dan prez y fama
al apodo de insurgentes.
Bindera negra, cruz roja
por marcial enseña tienen,
y los manda Matamoros
el audaz entre los héroes
(1) Esta batalla fué sostenida & campo raso contra los batáD<^
•íes de Asturias vencedores en Bailen.
80 poesías de GUSTAVO BAZ.
f*l de les rnbioi cabellos,
el de los ojos celeste?»,
el que triste, de ordinario
marcha inclinando la frente,
cual los que sufren pesares,
cual los que meditan siempre
pero al ver á sus centrar ios
la levanta, y de 5Us huestes
empuñando la bandera,
y con acento solemne
así á RUS guerreros habla
el adalid insurgente:
— "Bravos v nobles soldados:
el enemigo que hoy viene
á nuestro encuentro, es el mismo
que humilló al César potente
cuya voluntad fué norma
de los pueblos y los reyes,
ma» no ahora como entonces,
patria y libertad defiende;
hoy sohién de los tiranos
cobarde y medroso viene.
No CB intimide su fama
8U ren( mbre no os arredre ;
oponed á sus cañoncM
BIBLIOTECA DB "LA PATRIA" 81
y á sus mallas relucientes,
vuestros pechos que desnudes,
de galas y de oropeles,
morir en sangrienta lucha
ó ser esclavos prefieren,
y de Bailen con los lauros
ornaremos nuestras frentes.it
Suena el clarín, la llanura
y las chozas se estremecen
al sonar de las descargas
que van sembrando la muerte.
En un eco se confunden
el trotar de los corceles,
los ayes de los heridlos
y las voces de los geÍG**,
y entre las nubes de polvo
y de humo que los envuelve,
como fantasmas siniestros
se divisan los ginetes
de San Pedro, (1) que sus lanzis
á cada bote enrojecen.
(1) Tal era el nombre que llevaba uno ¡le lo<< cuerpos de
l!erí a insurgente que tomó parte en e^te enciuentro.
cabib»
82 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
Hasta que al 6n cuando opacD
ya brilla el sol en Poniente
mientras de carmín colora
con luz moribunda y tenue,
la blanca nivosa cima
del altivo Citlaltepetl,
de Bailen los vencedores
rinden armas y banderas
á las tropas inburgentes
BIBLIOTECA DB "LA PATBIA" 83
INDULTO. (1)
(1819-20.)
(A r. Riva Palacio.)
Desde el grito de Dolores
eran dos lastros pasados,
y solo un hombre lachaba
contra el poder del tirano;
un hombre cajas hazañas,
cayo civismo preclaro,
cuyo valor y virtudes
fama eterna conquistaron.
(1) Q hecho referido en este romance, lo narró el mismo general
Qoénero & D. Lorenzo Zavala, quien lo consigna en su "Bnsayo
«br« la* Revoluciones de México.**
84 poesías de GUSTAVO BAZ.
El guardó por largo tiempo,
del patriotismo sagrado
y del honor insurgente
el sublime fuego intacto.
De la sierra á las ciudades,
de los montes á los llanof»,
iba, al frente de sus tropas,
«1 libre pendón alzando;
y de Guerrero ante el nombre
se asustaban sus contrarios,
€omo se asustan los tigres
con el estruendo del rayo.
Mas un dia, memorable
•de la crueldad en los fastos,
de su valor y constancia
quiso vengarse el tirano,
á su hija inocente y pura
y á su esposa encarcelando,
para ver si a^^í domaba
su noble pecho esforzado;
y no pudiende abatirlo
ni con penas, ni ron llanto,
n* con viles represalias,
ni con prteros engaños,
le ofreció riqueza, honores,
y quiso, como sarcasmo,
BIBLIOTECA DS "lA PATRIA*' 85
que el padre del héroe fuera
de aquel indulto emisario.
Esplicar es impojsible
en ningún lenguaje humano,
los tormentos y las dudas
que su pecho desgarraron,
al ver que su mismo padre
le suplicaba llorando,
que traicionase á su patria,
que marchitara sus lauros;
mas era su alma de bronce,
de aquellas que proclamaron
que es preferible la muerte (1)
á la paz con los tiranos.
— "Padre, mi padre, le dijo
con acento sofocado,
mientras con filial ternura
besábale frente y manos;
que sacrifique en mal hora
el déspota sanguinario,
para calmar su despecho,
esos seres á quien amo.
(1) Frase del Maniflesto del Congfreso Mexicano, al expeür
Chilpoiiciiiifo el Acta de Independencia.
86 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
Cdda lágrima que viertan
en ese martirio santo,
la vengaré en lo 4 combates
con sangre de sus soldados.
Pero no logrará nunca
que ante su yu^o nefando,
se humille mi altiva frente
ni que enmud< zsan mis )ál»io9«
¡Libertad! ¡Independencia!
me verá siempre aclamando,
mientras tenga por baluarte»
ostos altivos peñascos,
hasta que cumplido Fea
mi juramento sagrado,
6 me conduzca el destino
á morir en un eadalso.if
Y estrechándolo á su seno»
sus sollozos acallando
y conteniendo su peno,
se despidió del anciano.
Largo tiempo todavía,
después del postrer abrazo,
estuvo el guerrero ilustre
Á SU padre contemplando;
BIBLIOTECA DE "LA PATRIA" 87
y cuando le vio perderse
tras el último barranco,
camino de la montafia
se fué triste y cabizbajo.
88 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
EL ABRAZO DE ACATEMPAM.
(1821)
Despejatlo el horizonte
Desde el valle hasta la Sierra,
T de caléndulas rojas
Revestida la pradera,
Van loa mansos arroyuelo'^
Quebrándose entre las peñus,
Y cantan enamorados
Los pájaros de la selva;
Todo anuncia que renace
Otra vez naturaleza,
Bajo el bienhechor influjo
De la dulce primavera.
BIBLIOTECA DE '*LA PATRIA" 89
Aspirando los pprfun es
De lo3 bosques y florG|sias,
Y alumbradas por les rayos
De una mañana serena,
Vénse dos huestes distintas
En apostura guerrera,
Y cuyas armas def^nudas
Los rayos del sol reflejan.
Un alegre vocerío
Acá y acullá se eleva,
Mientras repican sonoras
Las campanas do una iglesia*
Y los nombres de Guerkkro
Y de Itürbide resuonan
Entre los grupos, unidos
A la voz de Independencía;
Pero luego entre las tilas
Silencio imponente reina,
Mientras para hablar á ^«(tias
Los dos caudilloti se ac< rcan.
90 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
II
Tiene el uno alta la frente
Quemada la tez morena,
Y HU condición humilde
Eb su traje se revela.
Entorchados y gal )ne'^
Y cruces el otro ostenta;
Insinuante en su palabra.
Distinguidas sus maneras,
Y antes de darle la mano
Así hablándole comienza:
BIBLIOTBCA DB LA "pATRIa" 91
— Si en época ya pasada
Para la patria funesta.
Empuñé torpe y culpable
Del tirano la bandera,
ir fué mi invencible espada
De los verdugos defensa,
Para arrancar de mi historia
JBsas páginas sangrientas,
Y borrar como soldado
De mi frente la vergüenza,
Permitid que á vuestras plantas
Mi vida á la patria ofrezca.
Hoy que sigo los impulsos
De la voz de mi conciencia.
—Coronel, le dice el héroe
Con voz, si apacible, entera:
Si otro tiempo vuestra espada
Fué á nuestra causa funesta,
Y vuestro arrojo indomable
Semejante al de las fieras,
Llenó á la patria de luto
Y remachó sus cadenas,
Hoy en pago de la sangre
Que derramó vuestra diestra^
De libertar á la patria
92 poesías de GUSTAVO BAZ.
Híiced la noble promesa
Sobre mi pecho, en mis brazos
Que anhelantes os esperan ;
Y me veréis, que siguiendo
Vuestra triunfadora enseña,
Como el último soldado
Busco la mnerte en la guerra,
Que no mando ni oropeles
Mi pecho indomable anhtla,
Sino morir do se luche
Por la santa Independencia. —
BIBLIOTECA DE "lA PATRIA'' 93
III
AI escuchar sus palabras
Vivo ejemplo de nobleza,
Los libres y los realistas
Olvidando sus querellas
Y sus pasados rencores,
Con santa efusión se estrechan.
Aquellos seres audaces,
Tras una lucha sangrienta
Lograron romper por siempre
De esclavitud Jas cadenas;
Pero en su patria más tarde,
Un cadalso en recompensa
De sus servicios, hallaron
Al final de su carrera.
94 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
EN EL ÁLBUM DEL GENERAL BRAVO
CHAPULTEPEC
( SETIEMBRE 13 DE 1847. )
I.
Era aquel tiempo de luto
En que un grito resonaba,
Desde el palacio á las chozas,
Desde el llano á la montaña ;
Grito sangriento, terrible,
Grito de guerra y venganza!
BIBLIOTECA DE "lA PATRIA" 95
Era aquel tiempo de luto
En que osado profanaba
Nuestro suelo bendecido
El invasor con su planta ;
El tiempo en que en los hogares,
Mientras que la madre anciana
Y lo«* hijos, y la esposa
Siii luz y sin pan lloraban,
Los hombres se de^pediari
Clamando guerra y venganza,
El tiempo en que dos banderas
Flotaban ensangrentadas,
Una diciendo conquista,
Y la otra derecho y patria;
Cuando insepultos los muertos
Nuestro ambiente envenenaban;
Y entre el horror del combate,
Del pillaje y la matanza,
De hambre y congoja llorando,
En calles, templos y plazas,
Hombres, mujeres y niños
Clamaban guerra y venganza!..
96 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
II.
Como la nube que estalla
Con siniestro resplandor,
Y se desata en torrentes
Y nubla la luz del sol,
Así por nuestras campiñas
De guerra al roneo clamor,
Oscureció nuestro cielo
La nube de la invasión,
Y entre cenizas y muertos
8u marcha triunfal abrió,
Y vino á estrellarse un dia
A los pies de ese peñón;
Y en reemplazo de los hombres^
Que la muerte se llevó,
A defenderlo se alzaba
Un anciano, vencedor
Al par que de sus contrarios,
De su propio corazón ....
BIBLIOTECA DE *'LA PATRIA" 97
Era Bravo, su destino
Pof compañeros le dio,
Niños que no habian probarlo
I £1 primer beso de amor! ....
-Cruzan el ciel® las bombas,
•Cruje el Castillo, el cañón
Por los ámbitos anuncia
<3on ronca y siniestra voz,
-Que van á morir los hombrep,
-Que avanza ya la invasión,
Y por tres veces seguidas
Detuvieron su furor
Los soldados del derecho,
A los pies de ese peñón!
98 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
III
Así el invasor osado
A pesar de su altivez,
Por cada palmo de tierra
^os entregaba un laurel.
Por nuestra justicia fuertes
Y fuertes ñor nuestra fé,
No cedimos un instante
Ante la invasora grey,
Y hoy en tu bosque sagrado
Encierras, Chapul tepec,
Un monumento de gloria
Bajo de cada ciprés.
BIBLIOTECA DE "lA PATBIA" 99
EL DEPORTADO.
A LA MEMORIA DE ESTEBAN GONZÁLEZ VERASTIOUI.
Pensativo y cabizbajo
del Bódano en las riberas,
paseábase un prisionero
suspirando por su tierra.
Sobre su pecho brillaba
como luminosa estrella,
la cruz del cinco de Mayo,
j sus dolores y penas,
así espresaba, diciendo
con la voz de la tristeza:
100 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
— ¡Oh, mi patria idolatrada,
quién por tus campeos pudiera
cruzar con la espada al cinto
al grito de independencia,
ó enmedio á la dulce calma
de esas tus noches serenas,
de alguna ingrata hermosura
suspirar junto á las rejis!
40h mi patria, patria mia,
más que preso me valiera
sucumbir como valiente
sobre los muros de Puebla
y verter toda mi sangre
de tu lábaro en defensa,
y no mirar tu derrota
y no mirar tus cadenas! . . • •
Pico hermoso de O rizaba,
postrer girón de mi tierra
que vi, cuando prisionero
dejé la nata) ribera;
haz que al verte la que adoro
i^e recuerde de mi ausencia,
haz que al verte los que luchan
contra las armas francesas,
el exterminio jurando
de las huestes extranjeras,
BIBLIOTECA DE **LA PATRIA" 101
hasta sucumbir combatan
al grito de independencia.
Y en tanto que sus pesares
y sus dolores y penas
•espresaba el prisionero
con la voz de la tristeza,
«ntre brisas gemebundas
y un manto de opaca niebla,
iba cayendo la noche
del Kódano en las riberas. —
A
NTIGUAS.
BIBLIOTECA DE "lA PATBIA" 105
vfil t áfla
Dicen que no se ama nunca
como la primera vez,
y es el hombre una veleta,
y es el viento la mujer.
Dicen que los ojos negros
enlutan el corazón,
iqué harán los (pie snn Rzule*
como los sueños de amor?
Dicen todos qu^ lo besos
como se piden se dan,
y yo siempre te los pido
y tú nunca me los das»
106 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
Dicen que el hombre constante
y amoroso debe ser,
y es el hombre una veleta,
y es el viento la mujer.
BIBUOTSOA DB "LA PATRIA" 107
II\ed\\ I^ocHe.
A r.amon Lodrigiiez Rivera.
La noche cubre el cíelo, la brisa gemebunda
arrullos exhalando por la floresta vá;
tras de ligeras nubes los astros se vislumbran
€ntre el opaco velo, lucientes rutilar.
No hay luz en los hogares, ni voces en los
(nidos,
de fuentes y cascadas el eco se adurmió;
y apenas silencioso discurre en blando giro
por chozas y vergeles el ángel del Amor.
108 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
JM
Mas luego en el Oriente, sobre lejanos montes
el resplandor se mira de blanca y tenue luz;
alúmbranse las copas del misterioso bosque
y el vasto firmamento se tiñe ya de azul.
Murmuran los riachuelo-, murmuran las cas*
[cadas,
y entre el fulgor naciente del Oriente confin,
los troncos de las cimas se ven como fantas-
(mas
que abortan de su seno las sombras al huir.
Apáganse los astros, ahuyéntense las nubes
y al ver que en el Oriente la luna apareció»
las aves de rapiña tras de las nieblas huyen
lanzando amedrentadas su funeral canción»
J872.
BIBLIOTECA DE LA "pATRIA" 109
¿Por qué solloza la brisa?
^por qué se inclinan las flores?
¿por qué resuenan más tristes,
que de costumbre esos dobles?
El rojo sol en Poniente
tras de la Sierra se pone,
y la luz amarillenta
de sus últimos fulgores,
"de una abierta sepultura
alumbra apenas los bordes.
— Es la tumba de un poeta,
y al acercarse la noche
de su cantor se despiden
«1 sol, la brisa, y las flores.
^ 8
lio POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
(M. A.)
(Diciembre 6 de 1873.>
Triste la faz y mustia la mirada,
y reprimiendo apenas nueí»tro llanto,
un muerto á dejar fuimos,
en fúnebre cortejo, al camposanto.
Era el yerto cadáver de un puicida,
que aunque cobarde apellidaba el munda>
dejo tranquilo y sin temor la vida, . . .
Y ante su abierta fosa
nos preguntamos con afán profundo,
fii es mejor que vivir sin esperanza
entre las sombras de contraria suerte,
dormir entre las sombras de la muerte.
BIBLIOTECA DÉLA "PATRIA** 111
AJÜSGO.
Al Doctor Manuel Peeedo.
iQné se hicieron, volcan, el fuego ardiente
Qae alambrando las altas cordilleras,
Las colinas, los bosques, las praderas,
Se vio en un tiempo coronar tu frente,
T el siniestro rugir que en otros siglos
Interrumpió el silencio
En que yacen tus vastas soledades,
Guando oyendo sonar las tempestades
Sobre tu enhiesta cumbre.
La tierra estremecias,
Y á sus gigantes voces
Con tu ronco bramido respondías?
112 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
Hoy en silencio triste,
El fuego dormitando en tu§ entrañas,
>' No tienes ya mas ruido que el murmurio
* De la espesura que tu falda viste,
Ni otra corona que la blanca niebla
Que entolda el horizonte en las mañanas.
Mientras que mudo y frío
Se levanta tu cráter,
Y en tu boscaje umbrío
Duermen por siempre las gigantes rocas
Que arrojabas un tiempo rebramando,
A destrucción y muerte amenazando;
De la región que con la frente tocas,
La región de las aves y las nubes.
Dominas un inmenso panorama
Do su fúlgida luz el foI derrama
Y la refleja en los cristales puros
De lagos apacibles,
Y en las cimas también de otros volcanes I
Que coronados de perpe'tuo yelo, ^
Más gigantes que tú, se alzan al cielo.
jCuán bello es el ppisaje
Que se estiende á tu falda!
BIBLIOTECA DE "lA PATRIA" 115
Sembrado está de blancos caseríos,
Dispersos sobre campos de esmeralda
Entrecortados por lucientes ríos:
Sus lagos, sus campiñas
Y sus bosques históricos, sombríos,
Inunda en luz fulgente
La lumbre de los trópicos ardiente,
T limitan sus puros horizontes
Nivosas cimas y azulados montes.
Entre ellos te levantas.majestuoso,
Y de tu eterno asiento,
Titán envejecido,
Miras correr sereno las edades.
Morir los pueblos y pasar las razas,
Y nacer y arruinarse las ciudades.
Desde él miraste un dia
Cómo un pueblo de indómita osadía
Un solio derribaba
Tras luengos años de sangrienta lucha;
T cómo en la pradera,
Teñida con su sangre, al aire daba
Sus himnos de entusiasmo, y desplegaba
De libertad la mágica bandera.
Después le viste en lucha fratricida
Clamar doliente al cielo,
114 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
L a luz de su esperanza oscurecida,
Y cuando el patrio suelo
L as invasoras huestes profanaron,
En tus hondos barrancos y en tus grutas
D i ste asilo á los libres
Que á defender la libertad se alzaron.
¡Abrígalos de nuevo si altanero
Esclavizar pretende nuestros lares,
Propio tirano 6 déspota extranjero!
Pero si llegan k faltar un dia
Soldados del deber, que generosos
Combatan con valor la tiranía;
¡Que el fuego se reanime en tus entrañas;
Que vuelvan tus rugidos pavorosos
A estremecer los bosques y montañas!
¡Anuncia con siniestros resplandores
La cólera indomable que te alienta;
Y á la patria vengando tus furores,
A tiranos y siervos amedrenta!
íQue antes que viva sin honor, esclava,
Buede sobre ella tu impetuosa lava!
1872.
BIBLIOTECA DE "lA PATRIA*^ 118
IEH(n)(0]lM(OIIA,
Ya por el límpido cielo,
De leda brisa en las alas,
Cenicientas nubéculas
A cruzar principian raudas.
La niebla que en Occidente
Cubriendo está las montañas,
Vá ocultando el horizonte
Y desciende á la cañada.
El labrador atraviesa
Entre la milpa temprana,
Buscando senda más cortrt
Que le lleve á su cabana ;
Y en bullicioso tropel
Van pastores y maiia-Jas,
116 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
Mientras se ciernen sombrías
En el zenit nubes pardas,
En cuyo negruzco seno
El rayo fúlgido estalla.
Principia luego la lluvia
A sacudir la enramada;
T mugiendo en la campiña
Violento el arroyo, lanza
Fuera del cauce pequeño
Sus turbias, hirvientes aguas;
Balan tristes las ovejas;
Gime el viento entre las ramas;;
Todo se agita medroso
Desde el valle á la montaña^
Tan solo inocente niña,
Serenas la faz y el alma,
Murmura junto á la lumbre
Su misteriosa plegaria.
BIBLIOTECA DE "lA PATBIA" 117
EL FARO,
I Qué importa que en el cielo
Cruzen densos girones?
i Qué importa que la niebla se levante^
Presagio de funestos aquilones
T la estrella polar al navegante
Le oculte con su sombra,
Si entre el ropaje de la noche umbría,
En un peñasco, sobre enhiesta torre,
Se descubre una luz que alumbra y guía
Al que el oscuro Ponto audaz recorre?
Si tras fúnebre velo
Se ocultan las estrellas
Al que vaga perdido
118 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
En la estension de las salobres ondas,
La luz que el hombre de pieda 1 movido
Sobre desiertas rocas ha encendido,
Los escollos señala,
Y en los estensos mares
La ruta indica de los patrios lares.
La caridad sublime
Que en el mar y en la tierra
Las lágrimas enjuga del que gime,
De Dios y de los hombres despreciado,
Ese limpio fanal ha colocado
Del Océano en las vastas soledades
Para que al verlo el ánimo se aliente
Del que al eco de roncas tempestades,
Falto ya de valor el pecho siente. . . .
Y tanto anima su fulgor divino,
Que el náufrago doliente que lo mira
En el negro horizonte rutilando.
Fija la vista en él, sigue luchando
Contra el revuelto mar, hasta que espira,
jOh Faro salvador ! que te levantas
Sobre gigantes rocas de granito,
Y á quien saluda el triste moribundo
BIBLIOTECA DK "lA, PATRIA" 119
Con su postrero grito:
¿Qaá voces má» grandios&s
Y de tu pjloría dignas,
Que el himno que te eleva
La gratitud de madres y de esposas?....
I Bendito tu fulgor que se confunde
En ]as hermosas noches en que el viento
Sobre el tranquilo mar susurra tenue,
Con los astros sin cuento
Que brillan en el limpio firmamento,
Y que mira y saluda el peregrino,
Lo mismo en la tormenta
Que en la feliz bonanza,
Cual símbolo inmortal de la Esperanzal
Ni el huracán terrible,
Ni el rayo atronador que retumbando
Cruza fugaz, el horizonte oscuro
Con repentina luz iluminando;
Ni del mar irritado la fiereza,
Nada abatirte puede,
Nada sobrepujar á tu firmeza.
Por eso, Faro, al verte resistiendo
A los golpes del Noto y de las olas;
Mientras tu luz brillante
120 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
Entre las sombras de la noche ardiendo,
Ilumina radiante
Los ámbitos del piélago espantoso,
¡El mortal que te encuentra en su camino
A resistir aprende valeroso,
Con voluntad de bronce á su destino!
BIBLIOTECA DE *'LA PATRIA" 121
Loa vastos horizontes, los celajes,
Las nubes vagabundas,
Todo, la noche triste y silenciosa
I Entre su sombra oculta;
I Los astros solo en la extensión del cie!o
I Butilar se vislumbran.
w En los áridos campos de la muerte,
Sobre ignoradas tumbas
Que se elevan cubiertas de zarzales
Sin inscripción ninguna,
Enmedio del silencio y de las sombras
Débil chispa fulgura.
122 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
¡Antorchas funerarias de los cielos!
¡Exhalaciones mudas!
¿Sois acaso destellos de esperanza
cuyo fulgor anuncia
Nuevos campos de vida, nuevos mundos
M(X8 allá de la tumba?
BIBLIOTECA DK "LA PATRIA" 123
GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA.
I
Tu cuna se meció bajo las palmas,
Te arrullaron las brisas tiopieales,
Y amantes palpitaron nuestras almas
Al eco de tus cantos cclestialep.
Por eso como el f-ol americano,
Por siempre brillarán tu nombre y fama
Donde se hable el idioma castellano,
Donde oscile de amor la ardiente llama.
124 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
Que eterna vive, como ley divina,
Que la palabra que lanzó el poeta,
Sa cítara pulsando perefjrina,
A la ley de morir no está sugeta.
1879.
BIBLIOTECA DE "lA PATRIA" 123
Im grUnner heim.
Al penetrar en un bosque
cuando la tarde declina,
cuando girones de niebla
por las ramas se deslizan,
y el aura vá tiernamente
suspirando fuf^itiva,
parece que á saludarnos
entre la opaca neblina,
de seres que ya no exi-^ten
se alza la sombra querida.
Los arrullos de las hojas
que se desprenden marchitas;
y á estrañas regiones lleva
entre sus alas la brisa,
9
126 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
y el rumor vago y confuso
del ramaje que se agita,
parecen triste remedo
de funeraria cantiga.
Cuando la tarde se acerque,
venid á la selva umbría
los que lloráis escuchando
el tierno son de una lira,
que al morir los trovadores,
su postrer adiós envían
entre el suspiro del aura
y el murmurio de la brisa;
(
BIBLIOTECA DE "LA PATRIA" 127
ELEOIA.
Humilde huerto mió,
Testigo de mis dichas y mis penas;
Al llegar el Invierno adusto y frió,
Cayeron, \ ay ! marchitas
Tus hojas y tus blancas azucenas ;
T no cual antes con mi plectro de oro
Contemplando la nieve que te cubre,-
Podré cantar mi gloria y mis amores
Mientras viene de nuevo
La estación de las aves y las flores.
I Cómo esperar cantando
Tu follaje, tus rosas, tus matices,
Y el sonoro murmurio de tus fuentes,
Si del Otoño en el postrero dia
Con las últimas luces de la tarde
Huyó también la luz de mi alegría?
128 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
Sin aliento, sin íé, sin esperanza,
Mientras de hojas y flores te reviste
Al llegar otra vez la Primavera,
Indiferente y triste
Veré romperse el yelo
Que aprisiona las linfas del riachuela
Y cuando de tus aves,
De la brisa fugaz entre los giros
Yuelva á escuchar el melodioso canto
Prorrumpirá mi llanto. . . •
Tus auras poblaré con mis suspiros.
BIBLIOTECA DK "lA PATBIA" 129
ACUÉRDATE DE MI,
Acuérdate de mi cuando ía aurora
Asoma tras las cúspides de Oriente»
Y con sus rayos mágicos colora
Del altivo volcan la nivea frente.
Acuérdate de mi cuando fulgura
Sobre el bosque la luz del mediodía»
Y entona el ruiseñor en la espesura
Sus cánticos de amor y de alegría.
Acvérdate de mi cuando su velo
Tiende la noche en valles y montañas»
Y brillan las estrellas en el cielo,
Y la luz del amor en las cabanas.
130 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
I
Las aves vagabundas en su canto,
Los vientos y las brisas en su giro,
Para calmar mis duelos y mi llanto
El eco me traerán de tu suspiro.
BIBLIOTECA DB "LA ͻATBIA" 131
La neblina del pálido horizonte
7 la nieve que Invierno acumulaba
con incesante afán sobre del monte,
y el arroyo en su cauce aprisionaba,
Se deshacen del sol á los fulgores
al asomar la dulce primavera,
á cuyo influjo bienhechor, de flores
y de rosas se viste la pradera.
Así también la dolorosa herida
que nos consume el alma año tras año,
cuando nos paga la mujer querida
nuestra primer pasión con el engaño.
132 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
Se olvida fácilmente si podemos
otros labios besar, dulces y rojos,
y nuestra imagen retratada vemos
en la negra pupila de otros ojos.
Que nada eterno abarca la existencia,
ni la tranquila castidad del niño,
ni el placer, ni el dolor, ni la inocencia
de los ensueños del primer cariño.
1
Tl\ADUCCIONES
á IMITACIONES.
i
i
BIBLIOTECA DE "LA PATRIA" 135
ÜIL ^IIEMIP®.
DEL POETA BRASILERO
JOAQUIM MANUEL MACEDO.
Con alá^ invisibles huye el tiempo
en rápido volar;
breves las horas de precaria v5da
nadie sabe contar.
El niño acusa al tiempo que no acorta
su edad temprana y casta;
loco el mancebo en frenesí de orgias,
aus bellos años gasta.
136 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
AI llegar la vejez encuentra el niño
'Como el tiempo pasó;
y llora el joven tarde aquellos años
•que inútiles gastó.
Al buscar el futuro, el fin encuentra
que ya prevé llegado;
T es la vejez edad de despedidas,
triste adiós al pasado.
Acabó la ilusión, pasó ya el sueño
de amor, de brillo y gloria
No dá al viejo la vida, la esperanza;
vive con la memoria.
La memoria: verdugo ó triste amiga
ele los postreros años,
jardin de flores mustias, ó suplicio
de tristes desengaños.
Recordar el pasado es ancho cauce
de lágrimas lloradas:
límpidas para el bueno, para el malo
de tristeza preñadas.
El qae es feüz. iccocfda ccn t£n::am
mezclada eon doler.
Aquel á qoien aec» !a conriencia
lleva vida de horrar.
Es el rio en cuya margen siempre
la humanidad se qaeja .
janto al qae la vejez echa de mecos
al tiempo que se aleja.
Madrid.— 1885.
138 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
LIED.
(DE Francois Coppée.)
Al verla sonreír comprendo
de su pudor el tesoro.
— Para el dedo de mi novia
yo quiero un anillo de oro.
Se vá; pero fiel y buena.
I»a esp^raré enamorado.
— Para guardar sus recuerdos
yo quiero un cofre argentado.
BIBLIOTECA DB LA "pATBLA'* 139
Es SU ausencia larga y dura,
mi dolor inmenso y fiero. • . •
— Para poder esperarla
Un cajón de plomo quiero.
Paris.— 1878.
140 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
SS SSIS7S Si 18M.
a
(De J. Silva Mendes Leal)
Hay al pié de la hondonada
una fuente rumorosa,
y un rosal cabe la fuente
ocúltala y hace umbrosa.
¿ Yamos, mi vida, á sentarnos ?
Tendremos... tendrás conmigo,
por alfombra blando musgo,
y el rosal por dulce abrigo.
— ^Vamos. — Sí. — Hemos llegado...
¡ Qué encanto es este ! — Señor,
i qué puedo ya más pediros ?
— Que hagas eterno este amor.
BIBLIOTECA DS "lA PATRIA*' 141
— \ Hízolo Dios en el alma
tan santamente nacer !. . . •
— i Dónde vas ? i Ya partes ! — Parto.
—Pero, ¿ y amor ? — i Y el deber!
— lAmor que eterno pediste
breves instantes duró,
y aun en el pecho palpita.
— Pero en los labios calló.
— Mañana. — ¿ Vendrás ? — Vendré.
— i Y como el tiempo corriera !
— i Ni un cuarto de hora ha durado t
— ¡ A ser más el cíelo fuera !
Cielo de amor, cielo abierto
de seguro que sería,
logrando tal cuarto de hora. • • t
¡ I4á8tima de fantasía !
Madrid.— 1884.
10
142 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
Epitafio de Th, Gautler,
(CEVENTEBIO HOHTJHARTRE)
Las hojas se desprenden.
El pájaro se vá,
De amor la intensa llama
Extínguese fugaz
* Cuando en el cielo brille
La luz primaveral,
Sobre mi tumba vuelve,
Ob, pájaro, á cantar.
Paria. Junio, 1877.
BIBLIOTBCA DE "LA PATRIA" 143
Octueiou.
A JORGE HAMEKEN Y MEXIA.
DE FaANgois coppíb
Con qué tristeza recuerdas
aquellas tranquilas horas,
en que temblaba tu mano
como paloma.
Dulces horas que pasaron
para tu alma, ríe amor loca,
cuando aspirabas su aliento
como una rosa.
144 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
En su ausencia cuanto miras
pierde su color y forma,
porque los recuerdos vuelan
como palomas.
De la duda el negro manto-
ya tu corazón agobia,
porque un amor se marchita
como las rosas.
París.— 1878.
BIBLIOTECA DB "LA PATRIA" 146
ILA WILMMA lEdD^A,
(T?ie Uut rose of summér
r. MOORK.)
¿C6mo así linda rosa
puedes sola vivir,
«i viste á tus hermanas
nacer para morir?
Invierno en un sudario
«1 campo convirtió,
aromas y perfumes,
el viento se llevó.
146 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
¿Porqué ignorada, sola,
languidecer así,
cuando el destino marca
tu ja cercano fin?
Si tu meciente tallo
combate el aquilón,
ven á morir, oh, rosa,
sobre mi corazón.
1876.
BIBLIOTECA DE "LA PATBIA" 147
EPITAFIO.
(DI FRAKgOU OOPPÍB.)
Cuántas veces al ir por el suburbio
que en derechura al cementerio vá,
me he fijado en las tumbas y las cruces
que un nombre esperan del buril no más.
Al ausentarte tú, la noche extingue
de mi dulce esperanza el resplandor,
pero en mi corazón como en las tumbas
para siempre tu nombre se grabó.
Paris.— 1878.
148 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
(DI MOXTI.)
¿Qué eres oh Muerte, dime? desespera
ante tu espectro el corazón malvado,
y el déspota te mira acobardado
cual venganza del cielo horrible y fietia.
Pero tu fierro tronchador espera
como supremo bien el desgraciado,
y rie cuando el término ha llegado
de su mortal y mísera carrero.
BIBLIOTECA DB *'LA PATRIA" 149
Te olvida en el combate cuando asomas
el que en el riesgo acrece su bravura,
y el corazón del Justo nunca domas.
¿Qué eres por fin, oh Muerte?- Sombra oscura
un bien ó un mal, y que diversa tomas -
<lel humano sentir forma y hechura.
Florencin.— 1879.
150 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
( A MINHA PATRÍA )
(Poesía de F. PALHA)
fL MI AMIGO Luis Bi\eton t Vedra
Cónsul general de México en Lisboa.
¡ Voy á alzar humilde canto
á esta mi tierra natal,
patria que lo inspire tanto
no la hay, ni la hubo igual !
¿ Quién no tiembla si la fama
los altos hechos proclama
de este noble Portugal ?
i Quién no sueña con amore»
viendo su cielo y sus flores^
viendo el Tajo de cristal ?
BIBLIOTECA DE **LA PATRIA" 151
¿ Quién á orillas del Mondego
puede un suspiro acallar ?
¿ Quién allí, si no está ciego,
no siente impulsos de amar ?
El Mondego caudaloso
es del Lima rumoroso
el fortunado rival;
dícenlo asi las sentidas
tiernas troyas conmovidas
que hicieron ambos cantar.
Vino la soberbia Roma
y postergó su altivez,
que á sangre y fuego la doma
Vitiato el montañés.
Al esfuerzo lusitano
sucumbe el audaz remano,
y en las ruinas que después
cubrieron el mundo entero
clamó un eco lastimero:
/ Viriato el portnguis !
Aun tiembla la gente mora
de Gircddo sin pavor]
aun se estremece y aun llora
recordando su valor;
152 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
y de Alfonso la bravura
preparó la sepultura
para infieles del Señor,
que entre cánticos de guerra
Juan segundo los entierra
en Arcilla y Azancor.
Y la valerosa España
dobla también la cerviz,
{tanto su brillar empaña
Don Juan, Maestre de Aviz !
I Portugal que bien hiciste
cuando entusiasta quisiste
por rey Don Jaan elegir,
que España en su auxilio aclama
á la tierra que se llama
patria de Egaz Moniz !
i Aljubarrota ! j Val verde !
clama del mundo la vez.
y en lejano eco se pierde
del Austro y Bóreas en pos.
¡ Era espada formidable
la de Ñuño el Condestable,
allá en un tiempo mejor !
4 Todo laurel de la gloria,
BIBLIOTECA DB ''lA PATRIA" 153
toda prez, toda victoria,
era entonces para nos ! , . . •
¿Dónde van esas galeras
entre las ondas del mar?
¿Dónde van? ¿Qué nuevas eras
Portugal ha de marcar?
¿En aguas desconocidas,
nunca, nunca adormecidas
qué intentan ellas buscar?
¡ Oh ! ¿Quién ep ese valiente
que mirando hacia el Oriente
vá el camino á señalar?
¡ Oh ! ¿Quién es? ¿Cómo se llama
ese ejemplo de virtud?
Es un portugués, es Gama,
de la patria prez y luz.
— «'No temo, dic»*, á la muerte,
mi vida la hecho á la suerte
por mi rey y por Jesn8...ii
¡De Mozambi<{ue á Molind'3
marcó el lusit >no linde
de las naves de la Cruz !
¡ Oh, Yasco, tan altos hechos
tuvieron también rival. .
154 POESÍAS DK aUSTAVO BAZ.
porque ardió el fuego en los pechos
de Albuquerque y de Cabral !
También á tierra extranjera
llevaron nuestra bandera
sin temor al vendaba!,
descubrieron, conquistaron,
como tú también lucharon
por Jesús y Portugal !
Si los brazos portugueses
eran como el de Sansón,
fuertes como ftus arneses,
lo era más el corazón.
Ni ajuste secreto oyeron,
ni los compró la traición,
y una fortaleza antigua
en Co'imbra lo atestigua
<somo perennal pregón.
No fué tan solo la guerra
lo que su nombre encumbró:
¿ qué importa lo de la tierra
á quien tanto, el cielo dio ?
En eras man milagro<9as
trocábase el odio en rosas,
del sóHo por el favor.
Virtud en la monarquia,
BIBLIOTECA DE "lA PATRIA" 155
tierno amor, ¿ulce poesía,
¡ todo Dios nos concedió !
¡ Oh, qué amor tierno y constante
fué el de la infeliz Inés !
dígalo el cedro gigante
que la escuchó cada vez,
que llorosa y pensativa
iba al bosque fugitiva
de noche en la lobreguez;
que lo repita, lo cuente
el murmurio de esa fuente
que vino á besar sus pies.
¡ Y Camoens ! | Qué poesía
tuvo al cantar su nación !
i fué señor de la armonía,
fué señor del corazcn !
Ante su estro sin segundo
se posternó todo un mundo
para escuchar su canción.
I Oh, patria I i tu rostro oculta,
que... en soledad lo sepulta
la miseria, la traición !
Yo fié bien que siendo tu hijo
no debiera yo así hablar . , . ,
166 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
Después tu brillar tan fijo
comenzara á declinar,
y en la lid que lo perdiste
tu vigor adormeciste
i|in poder tu cetro hallar...
Camoens su tierra disculpa,
no tuvo la patria culpa. . . .
¡ Nada pudo remediar !
Tanta sangre derramada
perdiendo Alcazar-Kivir
la deja tan abrumada
como á próxima á morir.
I Solo dio signos de vida,
cuando á España sometida,
quiso el yugo sacudir !
¡ Desde entonces hasta ahora
en un sueño que devora
volvióse de nuevo á hundir !
Recuerda que el tiempo siega,.
y que dormirno es vivir,
que á una nación también llega
hora fatal de morir.
j Patria ! ; Patria ! ¡ oye fste canto
de aquel que te quiere tanto,
y es sa ensueño tu existir:
BIBLIOTECA DB "lA PATRIA'' 157
levántate sobre el lecho,
que aun tienes dentro del pecho
un corazón que latir !
Y si necesario fuera
tus laureles abonar,
toda mi sangre ofreciera
que yo más no puedo dar.
i Yo consagraré mi vida
por no ver más abatida
mi hermosa tierra sin par !
j üh, deja de ser espectro,
de nuevo empuña tu cetro,
y tornarás á reinar!
Madrid, 1884.
11
158 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
( DE F. PALHA. )
A mi pñilo amio M. Gutiérrez üajera
Cómo moroso dómine abarrido
el viejo catecismo deletrea,
y en su fatal tarea
después de bostezar de cuando en cuando»
á murmurar no atina
con cuáles enemigos cuenta el alma,
BIBLIOTECA DB LA "pATRIa" 169
y en libertad poniendo á los lapaces,
tirando la montera
•conTierte su sotana en cabecera,
y en ella duerme cuando queda en calma.
Harto del mundo fuíme dormitando
en aqueste peñón, donde los cuervos
fueron sus nidos con afán colgando.
El sol radiante en lontananza espira»
«u última luz sobre las ondas arde,
y al arrulla del viento que suspira
fenece ya la tarde.
] Ay ! quién me dier£i morir aquí ahora.
Si no hay su^ño mejor. . . • ¿ sueño ? | seria f
Pero pienso que no, que sentirla
en torno de mi ser algo de nuevo.
Otra cosa, otro ser, á lo que aspiro,
que siempre estoy oyendo que me llama,
«n donde he de caer, como en su giro
alado insecto en la candente flama.
Y no es locura, no; que -en este matid»
en donde nadie atina,
do decir al sabio más profundo
160 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
en prueba á claridad, (si es que se encuentran
los sabios hoy, en que lo viejo es nuevo,)
que dentro la gallina existe un huevo
y dentro de ese huevo otra gallina.
Y todo es así. Varía la forma,
la manera de ser de la existencia;
pero si la materia se trasforma
nos permanece incólume la esencia.
¡ Es f( Tzoso vivir ! tener conciencia
del mundo alrededor
UN CUERVO.
(que hiende el espacio graznando.^
iSenil locura!
Aunquí^ subido estés en esa altura
el ná^mo fin tendrás de cuanto pudre,
y yo seré bastante
para hacer de tu cuerpo en un instante,
informe masa impura.
?Qué será entonces de tu afán constante?
BIBLIOTECA DE "LA PATRIA" 161
Te animaba el pensamiento
de una gran divinidad,
8oñabas la eternidad
Y es tn durar un momento.
Después. . . . llegará la muerte,
y del mundo al movimiento
nada importará tu suerte.
UNA GOLONDRINA.
(revoloteando alrededor del pefí(isco.)
jAy, tierra donde naeí!
¡Adorada patria mia
cuan lejos estoy de tí!
Nostálgica del palmar,
'como vecina extrangera
no hago mas que aletear
Un día— ¿cuál/ — lo ignoro,
apenas llej^ue el invierno
iré á la patria que lloro.
Entonce?, bajo el dosel
que engasta en azul etvrno
162 POESÍAS DB GUSTAVO BAZ.
nuestras llanuras de Argel,
sobre ellas seré feliz,
y ninguna primavera
podrá arrancarme de alli. • •
— &tas tu vuelo llegará.
á otra patria mas lejana
que sus brazos te abrirá»
UN SAPO.
{en el fondo del voZle.}
Cantigas, buenas cantiga»
escucho arriba entonar.
Lo que valen en la tierra
Sábenlo bien las hormigas^
mas el reptil en la sierra
que un pájaro en su volar,.
Deja piar la golondrina
fácilmente se adivina
lo de la suerte futura;
eres tú quien asesina,
mi, vientre la sepultura.
BIBLIOTBCA DS "lA PATRIA*' 16$
Cantigas, buenas cantigas;
Quien come, come; comió.
Los muertos que me he tragado^
á pesar de las intrigas
que los vivos me han armado,
ninguno me los quitó.
EL PI 11 AB.
(á lo lejos.)
En cántico doliente
mis himnos rumoreo.
Es que en mí pasa Dios ; el Dios que veo
en todo cuanto anima, existe ó siente.
Oh, balsámica rosa,
cuando tu esencia exhalas dulcemente
del seno cariñosa,
ó vaso de un deseo
escuchas en gorgeo
maternas alegrías,
es Dios que pasa con la faz sonriente
cercado de armonías.
164 POESÍAS DE GUSTAVO BAS.
LA CAMPANA DE LA PENA.
I Dong !
¡ DoDg !
i Dong !
UN ANCIANO ÉN EL CAMINO.
{quitándose la birreta,)
Ave Maria,
de gracia llena. . ••
LA CAMPANA.
i Dong !
¡ Dong !
i Dong !
— Bn estas horas últimas del dia
Es Dios que pasa én la región seren«.
BIBLIOTECA DE "LA PATRIA" 165
I Dong !
I Dong !
I Dong !
— Desde remota edad hasta el presente
la Fé y la Duda por el mundo fueron
•en sempiterna lucha caminando.
Los libros de la ciencia consultando,
•duda de Dios y de la eterna vida
-quien de la eterna ciencia todo ignora.
Pero dudan algunos, por que ahora
todo pensar parece contrabando
en averiado barco; finalmente
poco importa la duda
por lo incómodo que es andar pensando
sobre la propia suerte,
la que reserva á los demás la muerte»
Extraño yo á la ciencia y anticuado,
yo que pienso en morir puesto que vivo,
aunque tacaño y empinando el codo,
encuentro á mis pesares lenHivo
creyendo en estas cosas ....
Todo lo que apercibo es gran efecto
de una causa mayor, cuya existencia
166 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
dofl principios limitan:
amor y oíanipotencia:
¡Esto me queda al menos! He mudado
de pensar y sentir bastantes veces,
pero nunca he nentido, ni pensado,
que es el mundo un corral, nosotros reces.
Lisboa.— 1884.
BIBLIOTIBCA DB ^^LA PATBIA" 167
m Mi wnmu-
(IS DUAS estrellas)
M 60X18 Hm AMORIM.
En el cielo hay do^ estrellas,
nna fija, y otra errante:
la primera deslumbrante,
la. segunda sin calor.
Una gira en torno de otra,.
7 por cariño atraida
recibe la luz perdida
de aquella de mas fulgor»
168 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
En su curso e*as estrella»!
una es tuja, y la otra luia;
el destino las envía
y las hace aproximar.
Déjalas sigan su ruta
sobre el manto del futuro,
que KÍ tu afecto es seguro
Dios hará las dos juntar.
1886.
BIBLIOTECA DE "LA PATRIA" 169
fi áT¿ S léi
(db Catulle Mendes>
80 hath it been, so be it
for who shall live and flee it?
Algeríwn C. Swinbume*.
Si algún pastor cpn^« oo? tf*nto,
•I yo soy la voz m le dic-i el viento.
Tras el cristal pobre destella
Ift luz, y dice: '» yo soy estrella i>
170 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
Si es de un rosal el ]ñ^o espejo,
I» yo soy rosal m dice el reflejo.
Pero es más falsa esa voz de oro
que nos dice; « ¡manto te adoro! it
México.— 1886.
BIBLIOTECA D8 ^*LA PATBIA" 171
(imitación de VIRGILIO)
jBija8 del alto Jove»
oh, musas soberanas!
cantemos la hermosura
delicias y abuadancia
del huerto, que un tesoro
<le paz y dicha guarda ;
y fértil dá á su dueño
legumbres, frutas blandas
y llenas de perfume
mil rosas nacaradas
en premio á los afanes
de la labor temprana.
172 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
En su horizonte estrecho
86 mira un panorama,
donde Natura ostenta
sus má^ lucientes galas.
Sobre j^juijarros blancos,
bajo tupidas ramap,
un límpido arroyuelo
que su confia abarca,
desliza murmurando
sus trasparentes a^uas,
y mientras que la brisa
mueve las ondas claras,
sobre el tallo se mecen
las flores matizadas
que, de colores virios
el verde suelo esmaltan.
Abejas zumbadoras
recórrenle afanadas,
las gotas del roció
bebiendo en las mañanas,
y en la tarde aspirando
la esencia perfumada
que ocultos los nectarios
al caer la noche exhalan.
BIBLIOTECA DE "LA PATBIA" 173
Canoras avecillas
saltando entre las ramas
su canto placentero
entregan á las auras ;
en tanto que las hojas
de las altivas plantas,
á los rayos se oponen
de la celeste llama.
i Feliz el que posee
tan rústica morada !
En su confín estrecho
cualquier huerta lozana,
lo útil, lo agradable
y pintoresco guarda;
y aquel que la cultiva,
a^'pira en la fragancia
de sus hermosas flores
la eterna paz del alma.
1872.
12
174 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
lisisin !i
(imitación db Catulle Mendes;
Wandl'ich dem Wald dea Abends
In dem traUmerischen Wald.
EEKBI HEIinB.
Cuando en el bosque un ensueño
voy á mis solas forjando,
miro su sombra, marchando
junto á mí con dulce empeño.
BIBLIOTECA DE "LA PATRIA" 175
¿Es SU velo blanco y fino
lo que flota, ó acaso es,
rayo de luna al través
del follaje de un sabino?
¿Y estas lágrimas, pregunto
que corren tan dulcemente
son mía^, ó realmente
llorando viene aquí junto?
1886.
176 POfcSÍAS DE GUSTAVO BAZ.
MADRIGAL
( DÉ Gabriello Chiabeera. )
-^¿A qué en el cielo compararse puede,
Musas, decid, la imagen de mi amada ?
— El alba sonrosada,
las nubes de la tarde, las estrellas
y la espléndida luz del mediodía,
menos hermosas son y menos bellas.
— Para tu propia gloria,
Dios del Amor, describo sus hechizos.
— No se encuentra rival á su hermosura,
en la tierra, en el mar ó el firmamento,
y pintar su belleza es loco intento.
BIBLIOTECA DB "LA PATRIA^' l77
Sáiá Él
i
(DE CATÜLLE MENDES.)
Sen \lacrymU líifantia lumina turgent
JUAN SEGVin)0«
Obro tiempo en los pensiles
8entía penas infantiles.
Al ver las lilas, sin razón
Tenia hinchado el cor zon.
Con las (le Abril tibias caricias
apuraba tristes delicias,
178 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
No %é porque siempre lloraba
Si una estrella brillar miraba.
Lo mismo sufro también ahora;
desde la noche hasta la aurora,
sobre la nieve, en el invierno;
bajo un cielo de azul eterno,
hoy como antes lloro también,
¿porqué lloro? (Lo sé ya bien!
BIBLIOTECA DE "LA PATBIA" 179
EL CESAR BEBE (i)
(de J. DH soüsa monteiro)
[ Oh, qué opulenta cena !
el César placentero
con voraz apetito y faz serena,
y sin saciarse nunca, devoraba
tajadas de riquísimo ternero
y de extremefio lomo, ricas truchas,
salmonetes, lenguados, ostras finas
y del Cántabro mar frescas sardinas, .
(1) L^ida en el '«Liceo Hidal|^>."
180 POESÍAS DE GUSTAVO BA2.
Los ricos frutos y la miel rosad*!
daban á su apetencia nuevo aliento:
era jovial su acento,
brilladora y alegre su mirada.
Entre las tazas de cristal luciente
una mas rica y grande se veía:
sobre la tapa un sátiro impudente,
con turbios ojos y lascivos labios,
á beber incitaba
el espumoso Rhin qne contenia,
y en caprichosos, diáfanos colores,
la luz descomponía.
Con gestos varios y actitud diversa
se encontraban allí los favoritos
formando el coro del festin cesáreo.
£1 confesor de cara deslavada
mudo, contrito, meditando en nada;
el ducho en mañas y en antiguas leyes,
el necio Carvajal empalagoso;
el grave, bueno, indómito Quixada,
y Perico el bufón.
Caando el copioso
festin hubo concluido,
Perico grita con terrible acento
sus ojos de las órbitas se salen,
y enmedio de grotescas contorsiones
BIBLIOTECA DE LA "pATRIA" 181
el fin cuenta ominoso
del héroe de Toledo y sus legiones,
— "Ha muerto mi rival, Padilla ha muerto^.
su frente envilecida
del verdugo cortó, con pulso cierto,
la mano encallecida.
¡ Gloria á la majestad que justiciera
tal castigo orden«!ii
Luego doblando
su jiba de bufón, con faz rastrer»
lan regias plantas se postró besando.- .^
Bajo la antigua, gótica arquería
el silencio reinó. Solo se oia
de inñnito3 relojes el convulso
pausado movimiento.
Trá9 la monjil capucha
del confesor al fin se oyó el acento:
— ^^Distingüo: sucumbió impenitente*
por herético engaüo.tr
— "Requirió confesor sabio y prudente^^
távolo másllevoto que discreto,
lo que 63, según mi juicio,
para entrar en el cielo indiferente.fi
Perplejo quedó el fraile, mas repuso:.
— "Con el contrito pecador, ufanos
los ángeles se gozan en la altura.ii
Luego besó las imperiales mano 4.
la
182 POESÍAS DE GUSTAVO BAI.
Y acudió Carvajal:
— "Parece, dijo,
que se omitieron reglas del derecho. n
•—'•Dispensáronse reglas. Eran muchas.
A ellas rebelde fué, y de un calvario
para tallar la cruz son escusadas
las reglas invocadas.
Dictaron la nentencía inapelable
el docto Condestable
y el bachiller en armas Conde de Haro,
en derechos de fuerza y de victorias
ambos de ingenio raro.
Le dio el estilo que deber tenia
Zarate escrupulo^^o,
Alcaide en la real Chancilleria m
— "A la evidencia cedo:
el proceso fué justo,
que primero sucumban, lo concedo,
la justicia, las reglas, las razones,
el derecho vetusto, intransigente,
antes que perdonar las rebeliones.»
Y al César inclinó la adusta frente.
— "Bravo, gritó Perico, son discretas
tus prudentes palabras; tan honesto
tu sabio proceder, que á probar vieno
Jo ¡«útil del Digesto.u
— "Señor^ clamó Qaixada,
BIBLIOTECA DB "LA PATBIA" 183
escena tan grotesca
no puede soportar el alma honrada
• de un viejo mutilado .
perdonad mi arrogancia soldadesca. . • •
Padilla ha muerto, su mortal pecado
(ai erró tal caballero),
hidalgo, firme, el corazón entero,
descalzo y maniatado,
lo purgó sobre el tajo ensangrentado.
No debe un rey sufrir que indignamente
haga burla un rutian de tal desgracia. . . . •
habló, vivió, lidió como valiente,
murió como cristiano.
f Mereció ese castigo ? ¿ Hubo castigo ? -
la muerte es triste, oscura. ...
maldecir de los muertos otro tiempo
era aigno de viles, hoy locura. . . .
¡ Ah, do hoy más, sin dudas ni testigos,
con tan sólo un papel por vos firmado,
gloria!^ habréis ó inútiles castigos !
•• Vos seréis la ley. Comunidades
qiie la nación honró.
Cortes, odios. ¡ Hispanas libertades
vuestro tiempo pasó !
«• Moristeis en paíibulo sangriento
el dia de Villalar
184 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
/ El pueblo llora al son de su lamento
€8 ci^uel, Señor^ gozar ! n
Y lento se apartó.
Con ceño isano,
torvo, sonbrío, alzóse el imperante
comprimien'Jo un rugido amenazante.
Brama así el huracán sobre el océano.
Perico grita entonces:
— "Plaza, plaza
al enfadoso viejo
tordo provocador de alcon de raza,
merece el pobre ser de mi consejo.
<• Ifo dfje^ que se vaya, á mi llamado
en premio á orgullo tal,
dale mi gorro excéntrico y dorado
mi cetro de juglar, \i
Y en raras, repugnantes contorciones
airitando su jiba, al viejo enseña
8u vara de sonantes ciscabeles,
8U gorra de ridiculos blasones.
Al ver tal bufonada
del César estalló la carcnjada,
BIBLIOTECA DK "LA PATRIA" 185
y el luciente pichel apuró lleno
^é cerveza opalina y regaladd.
|Sin odio, sin rercilla,
<el imperial gaznate libó alegare
por los sagrados fueros de Ca^ tilla!
1886.
186 POESÍAS DE GUSTAVO BAZ.
r>oLoxt^k.
( DE LAMAS CARVAJAL. )
Dizque quieres vivir, y gozar mucho^
¡Ay, pobre niña! juzgas que el placer
de los'primciró?, juveniles años,
eterno puede ser.
Hoy vives en el cielo, eres un ángel^
las flores miras á tu paso abrir;
mañana, cuando sientas sus espinas,
anhelarás morir.
Febrero— 1887.
BIBLIOTECA DB "LA PATBIa" 187
ÚLTIMOS VERSOS DE PIETRO COSSA.
Cada vez que yo miro un cementerio
pienso en aquella angelical criatura,
no comprendida nunca, y que en misterio
el tesoro guardó de su ternura.
Ninguno ante el candor de su sonrisa
quiso en sus labios desatar la risa.
Y ella consumióse po3o á poco
como una flor á quien la muerte alcanza^
lí^ POBSÍAS DE GUSTAVO BAZ.
como cálido beso ya sin foco,
como perdido amor ain esperanza.
T sin embargo amaba, y su misterio
lo guarda sepultado un cementerio
Madrid.— 1882.
PAOS.
AD VEETENCIA. DEL EDITOR 3
Tropicales.
L 7
II. 9
IIL 10
IV. 11
V. 12
VI. 14
190 ÍNDICE.
PAGS.
Hojas de Álbum.
A la Señorita Elodia Hernández 17
A la Señorita Emilia Hernández 20
A una artista 22
A la Señorita María Cureña. ^ . . . . 24^
Kecuerdos de México 25
En el álbum de la Señorita J. de la S... 2^
Ni una estrella siquiera 31
Varias.
Al Miño 35
Estancias 36-
Latet 38
Cineraria 40
Poesía el 5 de Mayo de 1885 41
Asovta la luz del dia 47
Patria 48^
Cantares 51
ÍNDICE. 191
PAGSe.
Soneto , 5^
Juárez ,. . . . 54
Argumento para un cuadro 5&
Caléndulas.
Que helio es cruzar el mundo 69^
Ni el cántico que entonan los zenzon-
iles 60
lío es sangre manchar mi altiva planta 61
Al darme en prueba de amor 62
Fué nuestra historia bien triste 63
Una noche ¿no te acuerdas? 64
Se van las golondrinas 65
Eomancero
de la Guerra de Independencia.
Advert<*ncia. . . .,. 67
La jura de Apatzingan 73^
Quecholac 7S
El indulto 8a
192 ÍNDICE.
PAGS.
El abrazo de Acateinpan 88
En el álbum del general Bravo 94
El deportado 99
Antiguas.
Cantares 105
Media noche , 107
Porqué solloza la brisa 108
<M. A)— Diciembre G de 1873 110
Ajasco 111
Inocencia 115
El Fi.ro 117
Destellos 121
A Gertrudis Gómez de Avellaneda. . • . 123
Ocaso 125
Elegii 127
Acuérdate de mí 129
Segundo amor 131
Traducciones é Imitaciones,
El tiempo 135
liied 13ü
ÍNDICE. 193
PAGS.
TJa cuarto de hora 1 40
Epitatío de Th. Gautier 142
Canción 143
La última rosa 145
La Muerte 148
A mi patria 150
En Cintra 158
Las dos estrellas 167
Serenata XII 16»
El Huerto 171
Serenata 1 174
Madrigal 176
Serenata III 177
El César bebe 179
Dolora 186
Últimos versos de Pietro Cossa 187
Índice 18&
ES PROPIEDAD DEL AUTOR.
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the labrary on or before the last date
stamped below.
A fine of flye cents a day is inourred
by retaining It beyond the speoifled
ne.
Flease return prompüy.