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Full text of "Poetas bolivianos"

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CALL NO. 

G868.8108 

M732p 

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FEB18 1974 



TO BJND F^REP. 

DATE 4/27/75 

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AUTHOR AND TITLE 



Molina M 

Poetas Bolivianos* 



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PLÁCIDO MOLINA Y EMILIO FINOT 




POETAS 




BOLIVIANOS 



Prólogo de Manuel M. Pinto, Hijo 



os POETAS 
OE AYER 
iprad José CORTÉS 
in«o RAMALLO 
ana JoMÍm MUJIA 
ordo BUSTAMANTE 
bx Rcyó ORTIZ 
oor GALINDO 
Lvd CAMPOS 
«ucJ )oU TOV AR 
t> ZALLES 

«kj calvo 

ttjftjnm BLANCO 

ftjtais LENS 

mdo GUTIÉRREZ 
L. JAIMES 
jn de LEMOINE 



Jacobo RAMALLO 
Jote V. OCHOA 

LOS POETAS 
OE HOY 
aCoimor D'ARLACH 
Adela ZAMUDIO 
HerciUa P, de MUJJA 
Roicndo VILLALOBOS 
B. BLANCO Hi)o ' 

liaac G. EDUARDO 
Ricardo MUJJA 
Ángel Diez de MEDINA 
Rafael PENA Hijo 
Ricardo Jaimes FREIRÉ 
Manuel M. PINTO Hijo 
Sixto L¿pez BALLESTEROS 
Jorge S. MENDIETA 



Benjamin GUZMAN C. 
José Aguirre ACHÁ -0 
Manuel Pas ARAUCO 
Pláddo MOLINA 

LOS QUE LLEGAN 

Ptanz TAMA YO 
Juan Francisco BEDREGAL 
Armando CHIRVECHES 
Abel ALARCÓN 
Eduardo Dice de MEDINA 
Fabián Vaca CHAVEZ 
Claudio PEÑARANDA 
Rene Calvo ARANA 
Acturo Pinto ESCALIER 
Adhemar d'ARLACH 
EmiKo FINOT 



Ubrería P. OLLENDORPP, SO, Chanssée d'Antin. PARI1 



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Poetas Bolivianos 



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B$ propiedad. Derechos reservados 



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PLACIDO MOLINA M. Y EMILIO FINOT 



Poetas 



Bolivianos 



Prólogo 

DE 

MANUEL M. PINTO, HIJO 




PARÍS 

SOCIEDAD DE EDICIONES UTERARIAS Y ARTÍSTICAS 
Libreria P. OUendorff 

50 — CHAU886B 0*ANTIN — 50 

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UNIVERSAL BOOKBINDERY Order No. 
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Letter Spine Exactly As Shown 
Below Indicating Title, Vol. 
No.» Year, Date, Part No., Cali 
No., and Imprints if Desired. 

HOLIM M 

POETAS 
BOLIVIANOS 



G 868.8108 
M 732 p 
cop# 2 



Stamp ¡n White D 
Stamp ¡n Bkck O 
Stamp in Gold ¿^ 



Special Inatruetiona: 



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Á GUISA DE PROLOGO 



Esie que se présenla como espulgo del bello decir, 
donde cada ingenio conlribuye, quieras que no, tal vez 
con sus menos felices partos por achaque de distancia 
y culpa de urgencia, solicita discurso sobre el trabajo 
mental en la tierra del Potosí y de los Charcas, minas 
que asombraron al mundo con lingotes inagotables 
de plaia aquél, con fructíferas disciplinas literarias 
que prodigaron estotros desde Lima hasta Buenos Aires. 
Como en los mejores tiempos salmantinos cualesquiera 
estudiosos de estas Américas australes, vistiendo talares 
hábitos ó enfundados en hopalandas raídas, caballeros 
en los rucios franciscanos ó mal aparejados en la muía 
del estudiante de marras, iban camino de la ciudad doc- 
toral, armados de punta en blanco, con teologías y es- 
colásticas, cánones y pandectas, latines y romances, 
dispuestos á resolver los mayores entuertos conciliares 
g fallar pleitos como el de la puente, todo con ribetes de 
epigrama, alforzas de sátira y redecillas de gracioso 
retruécano; y no había, no, campo más adecuado y 



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VI Á GUISA DE PRÓLOGO 

propicio para las justas del pensamiento que el que la 
dásica ciudad de doctores en ambos derechos ofrecía 
hospitalariamente, sin requerir otros recaudos ni más 
alcabala que el saber y la gracia. 

Por este camino toda la afabulación de la novela 
picaresca ó festiva tuvo realidad en esas villas conven- 
tuales, de ventanas celadas por sólidas rejas, de amplios 
rastrillos, pero erizados de cari<Uides y pesados alda- 
bones de alarma, de muros solemnes y discretos como 
los de un confesionario, á modo de propiciatorios del 
misterio y cárceles de los anhelos, ostentando sendos 
mascarones ó escudos señoriales con todo linaje de fau- 
ñas; pero ninguno de estos epítomes feudales carecía del 
amplio patio donde, á la hora del descanso, convivían 
las ciudades, villas ó aldeas con las sus caracteris- 
ticas, y era cosa de oir á las abuelas salerosas cuchi- 
cheando sobre el absurdo legal de los troncos genealó- 
gicos reñidos con la pública fama, por donde el hijo del 
abuelo tal venía á ser hermano del biznieto cual y otras 
filosofías de esta laya que ni el mismo Bobadilla enten- 
diera, esto cuando no sacaban á relucir picantes anéc- 
dotas ú ocasionales ridiculos como el de los traviesos 
ceñidores que desempararon fuera de tiempo la saya 
y otros menesteres de la oidora, y, en fin, enredos, 
caldas y tropiezos que parece más oportuno callar; y 
mierdras las desdentadas (no siempre por sinrazón de 



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A GUISA DE PRÓLOGO VII 

años malandrines) chamuscaban la crónica colonicU, y 
los encanecidos castellanos, caballeros de espuela 
dorada, de cuantía, de mesnada, de conquista ó par- 
dos^ meditaban la mejor venta del caballo en su juego 
favorito de cartas, pellizcando tal cual tema peninsular 
sobre mudanzas de empleos, autos de fe y empresas ó 
faenas de guerra; los mozos de todas categorías, lo 
mismo coleadores de minas que de doncellas, canó- 
nigos de media ó entera ración, presbíteros ó licen- 
ciados, estudiantes ó matatiempos, aguzaban el ingenio 
en las amorosas lides para ganar la codiciada palma á 
fuerza de caballería y arte, siendo únicos jueces del 
campo las hipocrénides. 

De aquí esa distinción, ese continente donairoso 
que sella las aristocracias en todos tiempos, esa cultura 
espontánea, sin pujos ni remilgos de orgullo, llana 
y nalural, traducida en la sencillez del idioma encastado 
en seculares delicadezas, limpio de las profanaciones 
que deslustran, y en la suave é insinuante manera : todo, 
culto de nobleza y sólidas disciplinas del gusto. No en 
oano la noble, valerosa y fiel ciudad gozaba el privi- 
legio de « bancos acolchados con cubiertas de terlices de 
damasco j> y las otras por el consiguiente, sin que fal^ 
lora la presumidora de ausencia de todo mestizaje, 
como aún la proclama el príncipe de nuestros pro- 
sistas, don Gabriel Rene Moreno, á la de su cuna. 



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VIII Á GUISA DE PRÓLOGO 

Considerar ogaño el caudal de esos incansables atesó- 
Huiores de la alegría que hicieron retozar en plazas y 
calles á la Aventura^ poniendo en solfa á la Quimera y 
riéndose en las barbas de la Muerte; perpetuos aspi-- 
rantes al purgatorio por contritos de todo daño menos 
de la venusta forma que tenían por uva de su majuelo; 
discurriendo sus bártulos en los entremeses^ abrigados 
por los sordo-mudos fiscales de sus capas : es tarea deli- 
ciosa y peregrina, sólo que reclama desenterradory por 
lo que, y para guardarnos del sacrilegio, persignados en 
nombre del buen gusto, sed gamos del cementerio. 

Trocáronse tiempos y las políticas destetadas con 
intereses, tal vez con la noble independencia de los 
fueros comunales que miraban por holguras de libertcui 
y alguno que otro delirio arbitrista que por acaso apelli- 
daba á la verdad como los niños y los locos, llegáronse 
con la vorágine revolucionaria que puso la torpe mano, 
enguantada de hierro y empapada en sangre, en el tem- 
plo de la cultura coloniai como lápida de fuego. Es nece- 
sario haber escuchado la queja Intima de la anciana á 
propósito de la incultura de esos libertadores, cuyo 
continente de a todo lo puedo, todo lo soy » pobló los con- 
ventos como único refugio, aun cuando no siempre^ 
contra el salvaje alud, ó respecto de tal cual generales 
indoctrinos de la urbanidad, ó de diplomáticos de tierras 
adentro que andaban en perpetua pendencia con sus 



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Á QUISA DE PRÓLOOO IX 

pedidos por no les saber llevar^ ni éstos á aquéllos^ 
para darse cabal cuenta de uno de los predicamentos 
no exiraños al apagamiento del gusto y concomitante 
con el desprecio de la literatura clásica no por tal sino 
por goda. Con el fervor de independencia llegó á su colmo 
b incivilidad : medra la espada^ pues á ella mientras 
cria orín la pluma. En el imperio de la fuerza, ¿dónde 
encontrar la su Tebaida el Pensamiento? El antiguo 
birrete doctoral con la ancha borla de gusanillo de oro y 
las palmas bordadas en el recogimiento del claustro 
por manos virginales como que debían cobijar alum- 
bramientos de finas razones, sutiles pensamientos é 
inefables ensueños místicos, fué substituido por las 
Uaneas ó rojas plumas de los tres picos pretenciosos, 
ñmbolizcuites de la codicia, la mentira y la ignoran- 
úa. 

Pisando los latones de tantos adalides, quién más 
fiién menos acreedor de ínsula ó continente, ocu- 
rrieron los famosos repúblicos remendados de catones 
i surcidos de cesares, y tanto fué el disimulo, que la 
^>aeible cultura, sustentada por la tranquilidad y 
fastadora de las quietudes, quiso abrir las alas como 
¡n sus mocedades; pero en balde reclamaba su imperio 
i gusto y las letras, como monjas fugadas del claustro, 
pierícui entregarse á toda suerte de aventuras : los 
Miques se multiplicaban alimañescamente y allí unos 



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X Á OUISA DB PRÓLOGO 

conlra otroSf y éste contra aquél, á hurlo de la senscdez 
con fenomenal denuedo, se acomdian; mientras^ semi^ 
narios é institutos veían desertar los soldados de li 
Cartilla para al son de las charangas jugar á la guerrc 
de veras, y tanto duró el juego que bebieron vientos lai 
energías y todo espíritu de trabajo con ellas, asusiandí 
las artes que se acogieron á sagrado como malhechoras 
huyendo de tan extrañas gentes que parecían habet 
perdido del todo el juicio. Toda la lozana alegría cas^ 
tellana que grabó en las medallas de su sonrisa el sím- 
bolo de su cultura, no halló gracia en la zahúrda; y, 
entonces, la poesía no supo sino plañir, ¿Cómo hablan 
de medrar los jardines de la candida hermosura sobrt 
lodo encarecimiento si las serenidades no expandían 
reflejos y la desesperada mueca torcía el gesto? Le 
misma naturaleza : suma de regalado gusto, traslado dé 
la divina belleza, cifra de amor y compendio del uni* 
versal anhelo — á través del llanto de la viuda y del 
huérfano, del desesperado y descaecido, de la honda ¿ 
infinita amargura de la raza aborígene que repliega su 
alma en el sollozo del yaraví — movía á incurable tristeza 
y suscitaba esas caloprosapias de angustia deprimentes 
del entendimiento y estigmas de caducidad. De aqui 
esos cantos cristalizados en la áspera elegía cuya me* 
topea desazona é insinúa fallo adverso á la crítica que 
no averigua el momento psicológico ni los prolegómenos 



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A QUISA DE PRÓLOGO XI 

9Qciale$ ó étnicos; que no pregunta si labios que no ha 
plegado la sonrisa de la infancia pueden 6 deben 
aclamar la alegría que no han conocido ni gustado; que 
no está notificado que este ingenio se enredó en las tela- 
rañas del protocolo^ aquél en las meriendas parlamen- 
tarias^ el otro entre las polillas del expediente, y todos, 
más tarde ó más temprano, se emanciparon de la tutela 
de las letras no ingratas pero aficionadas al hambre, 
para rendirse en brazos de la burocracia bien oliente 
como las bodas de Camacho el rico. 

Huelga la enumeración de los buenos que se encari- 
ñaron del bien decir; constreñimiento de prudencia 
manda callar mientras no se califiquen servicios, y 
esta ocasión de poetas no es justa á que puedan asistir 
los esclarecidos prosistas guardadores de las pragmá- 
Heos de don Francisco de Quevedo y Villegas, y perti- 
gueros mayores en las liturgias de la lengua : callemos 
de Olañeta, Urcullo, Torrico y Calvo, gustadores de la 
castalia fuente; de Dalence, Valle, los Reyes Ortiz, 
Baptista, Aguirre, Cortés, Bustamante, Loza, Vaca- 
Guzmán, Santivañes, Peña, Beltrán, cristianos viejos 
del habla que encontraron expedito el camino del viaje 
d Parnaso y es fama que bien acogidos fueron, y calle- 
mos de esos guardianes del buen gusto que generosa- 
mente prodigan hoy Rene Moreno, Viscarra, Subieta, 
Vatdés y otros cuya enumeración el mismo asunto 



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XII Á QUISA DE PRÓLOGO 

impide, porque es regla que los prólogos han de ir de^ 
pabilados de acotaciones. 

Los muchos desórdenes que afligieron la familia d 
las letras rompiendo pautas, y descalabrando copias d 
famosos traslados, pusieron en subasta el juicio y 
gracias á Dios, no hubo postor á quien buena pro I 
hiciera tanta ruina. La derrota tuvo atrevimiento Ihu 
tante para despercudir el pensamiento de las telarañm 
de medio siglo (1828-1879), y vueltos de la modorr\ 
por el formidable sacudimiento que hizo inventario d 
las sinrazones, cada cual encontró su espíritu vibranl 
como vieja campana en solitaria torre, y he aquí uru 
resurrección á que asistimos. Es la pascua de las letras 
y la poesía recobra sus bienes confiscados otrora por h 
política, y aun cuando esta taimada dueña de medíw 
tocas se perifolla adrede con las seducciones del Asno á 
Oro, los aspirantes á humanidades prefieren los plá 
cemes y gaudeamus de Apolo en vez de corregimientos i 
ministerios, banco de parlamento ó sillón de magis 
tratara, pasatiempo diplomático ó corretaje del ajem 
gusto. Y en esta epifanía de la Belleza, la « Bohemia i 
y el ^ Centro de Estudios r> de La Paz pusieron las pri 
meras piedras angulares del templo : Ochoa, Villaloboi 
Pinilla, Jaimes Freyre y Zarco fueron precursores é 
este movimiento literario al que tampoco fueron extrcuíoi 
Mas, Camacho é Yraizós; en el centro los Blanco y U 



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Á GUISA DE PRÓLOGO XIII 

Zamudio; en el Sud los DelgadillOy Berrlos y Campos; 
y en el Orierde^ Ribera^ Peña y oíros mantuvieron el 
fuego de la sagrada hoguera. Tócanse hoy los frutos de 
ese noble y esforzado renacimiento : Muñoz y Reyes, 
Bedregal y Chirveches en La Paz; Oblitas y otros en 
Cochabamba; Chumacero, Mendieta y Peñaranda en 
Chuquisaca; Córdoba y otros en Potosí; Pérez, Peña 
hijOj Molina y otros en Santa Cruz, para quien tiene 
ganada la mejor palma el Benjamín de los poetas por la 
edad g maduro por la inspiración : Finot. 

Del tesoro colonial consérvase con el apegamiento 
que suscita la última finca de la perdida hacienda, 
tal vez como esquema fundamental del verdadero arte, 
el sentimiento hondamente místico y sinceramente 
cristiano que discurre en el alma de cada poeta como 
levadura de toda verdad y de toda belleza. Al lado de 
esta fuerde emocional única que caracteriza la litera- 
tura boliviana, no hay otro lazo de unión si no es el de la 
pródiga naturaleza cuyas peculiaridades marcarán 
afinidades y diferencias. Espíritus inquietos en con- 
tacto con esos enormes surtidores de reflejos que han de 
asociar las más extrañas ideas, notárase en algunos 
cierta aspereza y cierto esfuerzo no siempre satisfecho de 
repujar en los moldes de esa extraña flora : gusta éste 
las delicadas estalactitas que descubren su pompa 
armoniosa al sol naciente que las irisa; el otro los recios 



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XIV Á GUISA DE PRÓLOGO 

acantilados que fingen en el horizonte crepuscular 
la fauna viviente de todas las mitologías; alguno quiere 
forjar sus versos al compás de ríos salidos de madre ó 
del viento que percute los ángulos de las quebradas como 
orquesta enloquecida; alguien solázase con las armonios 
de los macisos ó persiguiendo en las umbrías de las 
selvas vírgenes, guardadoras celosas de sus pudores^ el 
sésamo de ese milagro de belleza^ y todos tácitamenle 
adorando las armonías del color y de la luz y la infinita 
vibración de la vidas. Las diferencias psicológicas de 
uno á otro poeta son hoy apenas perceptibles, casi todos 
discurren subjetivamente; hay pocos vagabundos que 
han traginado su tierra de uno á otro extremo persi- 
guiendo, por si acaso, raras mariposas de ensueño y 
persignándose en nombre del alma grande de las cosas. 
En vano se buscaría reminiscencias de ajenos pen- 
sares y sentires, y si la técnica engaña á veceSy el 
vino de las ánforas es siempre nuevo y será delicioso 
cuando asista la Alegría á las vendimias. 

Manuel M. Pinto, hijo. 



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LOS POETAS DE AYER 



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MANUEL JOSÉ CORTÉS 

(1811-1865) 

Abogado, periodista, político, pariamentarío, magistrado y 
profesor. Ocupó muchos empleos en la Administración pú- 
blica, entre ellos el de Ministro de Estado. Sus principales 
obras son : Bosquejo de los progresos de Hispano- América 
(1858) y Ensayo sobre la Historia de Bolivia (1861). Sus 
poesiaSy que están dispersas en periódicos y revistas, y aun 
inéditas, son principalmente lincas y festivas. 



El Viernes Santo 

Del sol el rayo opaco y moribundo 
En el gótico templo á expirar va ; 
Es la oración que al adormirse el mundo 
Alza á Jehová. 

El sonido del órgano retumba, 
Triste como un lamento funeral, 
Lúgubre como el eco de la tumba 
En el día final. 



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LOS POSTAS DB AYER 

Del profeta la voz austera y grave 
La soledad lamenta de Sión, 
Y afecto melancólico y suave 
Penetra el corazón. 

Con trémulo fulgor el blanco cirio 
Alumbra el ara santa en el altar; 
De la pasión de Cristo y su martirio 
Escúchase el cantar. 



Se renueva del Gólgota la escena, 
El suplicio sangriento de la cruz, 
Negro recuerdo de la amarga pena 
Que padeció Jesús. 

Vedle subir el áspero repecho 
Con mal seguro y vacilante pie. 
Cárdeno el rostro, fatigado el pecho, 
Seco el labio de sed. 

Vedle clavado en oprobioso leño 
Apurando la copa del dolor; 
Ved de irritada plebe el torvo ceño; 
Escuchad su clamor. 



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MANUBL JOSÉ CORTES 

¡ Muere Jesús !... Está ya consumado 
El sacrificio del divino amor, 
Y el humano linaje se ha salvado 
Del yugo del error. 

Tras el cadáver va la Madre en duelo... 
No queda más que solitaria cruz, 
Don que á la tierra ha concedido el cielo, 
Santo emblema de luz. 

Sus brazos ciñen hoy la tierra entera ; 
Es la augusta señal de redención. 
Es para las naciones la bandera 
De civilización. 



Tú á los hombres, Jesús, has predicado 
La moral, el derecho, la igualdad ; 
En la cruz, con tu sangre, tú has sellado 
La santa libertad. 

i Libertad ! Los tiranos te han servido 
Como á Jesús el cáliz de la hiél; 
A tu divino rostro han escupido 
Como al Dios de Israel. 



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LOS POETAS DE AYER 

Te dan como á Jesús muerte afrentosa 
Los verdugos, ¡ divina libertad ! 
Pero como Él revives de la rosa 
Llena de majestad. 

De subido valor eres la prenda 
Que Dios de su bondad al hombre dio; 
Hizote de su vida Dios la ofrenda : 
¡ Porque vivas murió ! 



Las elecciones 

Un diputado pelma y bobarrón 
Que muy arrellanado en su sillón, 
No sepa formular una moción 
ó se duerma durante la sesión; 

Que al ministro le llame Cicerón, 
Aplaudiendo risueño su oración, 
Y se espante al oir revolución : 
Tal es el que conviene á la nación. 

Bien lo sabe el gobierno paternal 
Que nos manda con tino sin igual : 
Por eso ha dicho á un jefe provincial 



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MANUEL JOSÉ CORTÉS 

« La harina debe ser de mi costal 
Haced que el diputado sea tal, 
Que ponerle podamos el morral. » 



El Justo 

Al borde del abismo, el roble erguido 
Del huracán resiste al recio embate, 

Y su lozana copa no se abate 

Ni aun al golpe del rayo que lo ha herido. 

Así, la condición que le ha cabido 
Sufre el justo, en su vida de combate : 
Exento de temor su pecho late, 

Y el dolor no le arranca ni un gemido. 

El odio inmerecido no le espanta; 
De sus contrarios el ultraje olvida; 
El rencor en su pecho nunca impera. 

Del deber acatando la ley santa, 

Ve imperturbable el drama de la vida, 

Y el desenlace en otra vida espera. 



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MARIANO RAMALLü 

(1817-1876) 

Abogado, político, periodista y magistrado. Publicó mu 
chos folletos de polémica y una Elegía á la muerte del general 
J. Ballivián le valió el ser desterrado por Belzu. Sus compo- 
siciones están dispersas en los periódicos de la época. Tra- 
dujo mucbo de Hugo, Byron y Lamartine. 



Epitalamio de los bardos 

¡ Ay ! antes que la estrella del silencio 

Aparezca y acalle los sonidos 

De mi acordada lira, 

Cantaré los encantos que me inspira : 

Cantaré las delicias del que escoge 
Una candida, amante compañera; 
Del que dichoso goza 
Las caricias y halago de una esposa. 



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10 LOS POETAS DE AYEft 

La vida sin amor ¡ ay ! ¿qué sería? 
Un estéril breñal, un sueño vano, 
Un desierto espantoso 
Bajo un cielo enlutado y tenebroso. 

Un lazo es el amor, dulce, suave. 
Que une dos corazones para siempre; 
De la vida la esencia, 
Bálsamo que consuela la existencia. 

Honremos, sí, honremos al que es padre; 

En él la sociedad mire su apoyo. 

La moral su consuelo, 

Y los hombres su guía y su modelo. 

Amemos nuestro ser en nuestros hijos : 
¿No son de nuestro amor el dulce fruto? 
¿No vemos en su vida 
Nuestra existencia misma renacida? 



¡ Desdichado del hombre que desdeña 
A su esposa infeliz ! Dios le abandona, 
Y solo, y afligido. 
El canto oirá del ave del olvido. 



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MARIANO RABIALLO i i 

Esa débil mujer es para el hombre 
Inestimable don, prenda sagrada; 
Su rostro placentero 
La furia desvanece del guerrero : 

El polvo de su frente limpia ansiosa; 
Sus delicadas manos amorosas 
Enjugan condolidas, 
La sangre que destilan sus heridas. 

Mirad á la mujer en este instante, 

¡ Cuan sublime aparece ante su amado I 

Esa candida esposa 

Es de un genio la imagen misteriosa. 

El esposo es el olmo que sostiene 
Esta cargada parra que le oprime 
Con racimos de oro — 
De la fehcidad dulce tesoro : 

Y es la esposa la yedra que se enlaza 
Al vigoroso tronco, y que le estrecha 
Con un lazo tan fuerte. 
Que romperlo podrá sólo la muerte. 



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12 LOS POETAS DB AYER 

Satisfechos bogad, dulces esposos, 
En el mar de la vida proceloso; 
En unión sostenida 
Venceréis la borrasca enfurecida. 



El aire de la noche los conciertos 
Disipa de mi voz; también la lira 
Apaga su sonido... 
¡ La estrella del silencio ha aparecido ! 



Á Elena 



Tu amor, querida mía, solo llena 
Mi amante corazón á ti rendido : 

Tú, bella, dulce Elena, 

Su ídolo eres querido. 
Si estoy despierto, estás en mi memoria; 

Reinas sola en mi sueño : 

Mi porvenir, mi gloría 
En adorarte están, amado dueño. 

Veo en ti, mi querida. 
La creación entera refundida 



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MARIANO RAUALLO 13 

Sola tú estás presente 
Gomo mi propio ser en mis acciones, 

Y todas mis pasiones 

Se han concentrado á amarte solamente. 
En la luz de tus ojos sólo vive 
Mi tierno corazón. De ellos recibe, 
Si me miran airados, el quebranto, 
Y si un instante tiernos, dulce calma 

Y delicioso encanto. 
Tu vivir es mi vida, 

Tu voz la única voz, la voz querida 

Que un eco encuentra en mi alma. 
Es más que amor, mi bien, el que enajena 
Mi pobre corazón sin esperanza. 

Y á decir cuánto te amo 
Ni voz, ni lengua alcanza. 

Y de tanta ternura 

Que se aumenta creciendo con los años, 
Que agotar no han podido desengaños. 

Ni acerbar la amargura; 
¿Qué recompensa espero, miserable? '. 

¿Tengo acaso siquiera 
Para dulce consuelo, la inefable 



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14 LOS POETAS DB AYER 

Dicha de ser amado? 

¡ Ay! mi bien... si tuviera 
¡ Una luz de esperanza ! ¡ Desdichado ! 
Imposible ¡ ay de mí ! vivir la siento 
Y brillando tan sólo un breve instante 
Para luego caer agonizante 

En el mismo momento, 

Cual llama vacilante 
De lámpara que agota su alimento. 



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MARÍA JOSEFA MUJÍA 

(1820-1888) 

La orfandad en que quedó desde niña y la ceguera que 
le sobrevino á los 14 años, determinaron en su alma una 
melancolía profunda, que se revela en todas las composi- 
ciones que no se inspiran en las glorias de la patria. Despertó 
vivas simpatías entre sus contemporáneos. Sus producciones 
están dispersas en revistas y diarios de Sucre, su ciudad natal. 



La cíe^a 

¡ Todo es noche, noche obscura ! 
Ya no veo la hermosura 
De la luna refulgente; 
Del astro resplandecieute 
Tan sólo siento el calor. 
No hay nubes que el cielo dora, 
Ya no hay alba, no hay aurora 
De blanco y rojo color. 



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16 LOS POETAS DE AYER 

Ya no es bello el fírmamentOi 

Ya no tienen lucimiento 

Las estrellas en el cielo : 

Todo cubre un negro velo; 

Ni el día tiene esplendor. 

No hay matices, no hay colores, 

Ya no hay plantas, ya no hay flores, 

Ni el campo tiene verdor. 

Ya no gozo la belleza 

Que ofrece naturaleza, 

Lo que al mundo adorna y viste; 

¡ Todo es noche, noche triste 

De confusión y pavor ! 

¡ Do quier miro, do quier piso, 

Nada encuentro, y no diviso 

Sino lobreguez y horror ! 

Pobre ciega desgraciada, 
Flor en su abril marchitada, 
¿Qué soy yo sobre la tierra? 
Arca do tristeza encierra 
Su más tremendo amargor; 
Y mi corazón enjuto, 
Cubierto de negro luto. 
Es el trono del dolor. 



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MARÍA JOSEFA UUJÍA 17 



En mitad de su carrera, 

Y cuando más luciente era 
De mi vida el astro hermoso, 
En eclipse tenebroso 

Por siempre se obscureció. 
De mi juventud lozana 
La primavera temprana 
En invierno se trocó. 

Mil placeres halagüeños, 
Bellos días y risueños 
El porvenir me pintaba, 

Y seductor me mostraba 
Por un prisma encantador. 
Las ilusiones volaron, 

Y en mi alma sólo quedaron 
La amargura y el dolor. 

Cual cautivo desgraciado 
Que se mira condenado 
En su juventud florida 
A pasar toda su vida 
En una horrenda prisión. 
Tal me veo, de igual suerte 
Sólo espero que la muerte 
De mí tendrá compasión. 



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18 LOS POETAS DE AYER 

Agotada mi esperanza, 
Ya ningún remedio alcanza; 
Ni una sombra de delicia 
A mi existencia acaricia; 
Mis goces son el sufrir : 

Y en medio á tanta desdicha, 
Sólo me queda una dicha, 

Y es la dicha de morir. 



El árbol de la esperanza 

Árbol de esperanza hermoso : 
En copa y ramas, frondoso 
Y elevado yo te vi; 
Ahora, en el suelo tendido. 
Destrozado y abatido. 
Te miro ¡ triste de mí ! 

Sin hojas y sin ramaje. 
Marchito y seco el ropaje 
De tu frespura y verdor; 
¡ Cuan corta tu vida ha sido ! 
Contigo, todo he perdido 
De la fortuna al rigor. 



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MARÍA JOSEFA MUjU 19 

En tu tronco yo apoyaba 
Mi porvenir, y esperaba 
Recoger tu fruto y flor; 
Bajo tu sombra solía 
Recrear mi fantasía 

Y adormecer mi dolor. 

Siendo de edad aún temprana, 
En tu corteza yo, ufana. 
Catorce letras grabé; 
No eran dichas ilusorias. 
Ni de amores, ni de glorias. 
Las palabras que tracé. 

Contigo se ha derribado 
Todo el bien imaginado 
Que el pensamiento creó; 
Cual exhalación ligera. 
Toda ilusión hechicera 
Contigo ya se extinguió. 

Era tierna tu corteza. 
Tus raices sin firmeza. 
Débil tu tronco también; 

Y así, resistir no pudo 



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20 LOS POETAS DB AYER 

Del fuerte huracán sañudo 
El recio soplo y vaivén. 

Muerta mi dulce esperanza, 
Todo ha sido ya mudanza 
De la dicha á la aflicción; 
Sólo viven la amargura, 
El pesar y desventura 
Dentro de mi corazón. 



A Bolívar 



Aquí reposa el ínclito guerrero : 
Bolivia, triste y huérfana en el mundo, 
Llora á su padre con dolor profundo, 
Al que fué redentor de un mundo entera 

Al resplandor de su invencible acero 
Cayó el León de Iberia, moribundo; 
Nació la Libertad, árbol fecundo, 
Al eco de su voz, temible y fiero. 



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MARÍA JOSEFA MUJÍA 21 

De los soberbios Andes el coloso 
Yace en la tumba; mas su ilustre nombre, 
Grande cual ellos, inmortal, glorioso. 
Honra á la Historia y enaltece al hombre. 
¡ Bolívar ! genio de inmortal memoria, 
I Nombre que dice Libertad y Gloria ! 



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RICARDO JOSÉ BUSTAMANTE 

(1821-1884?) 

Abogado; desempeñó altos empleos en la Administración 
pública y en la diplomacia. Obtuvo el premio en un certa- 
men nacional celebrado para enviar un epitafio á la tumba 
del Libertador Bolívar. Publicó varios trabajos literarios, 
entre ellos, un Laurel fúnebre al general Ballívián (1858); 
Más pudo el Suelo que la Sangre (comedia), y La Hija de 
la Loca y Un Ideal poéiico (leyendas). En 1883 publicó, ade- 
más, un poema de largo aliento, intitulado Hispano- América 
libertada. Muchas de sus poesías están dispersas y son prin- 
cipalmente Úricas. 



Despedida del árabe á la judía 
después de la conquista de Granada 

(canción) 



¡ Regresa á tus hogares, bella hija de Israel ! 
Te traje de tu tribu para encantar mi vida; 
Mas ya perdió sus galas mi tierra prometida ; 
No dan sus huertos fruto, ni dan sus bosques miel. 
¡ Regresa á tus hogares, bella hija de Israel ! 



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24 LOS POETAS DE AYER 

Tus pies ya están desnudos, tu frente está sin velo, 
Tus trenzas ya no adorna mi amor con flores bellas; 
¡ Ay ! deja para siempre mi noche sin estrellas, 
No alteres tu sonrisa con lágrimas, mi cielo... 
Tus pies ya están desnudos, tu frente está sin velo. 

¡ Ay ! vete ; mi morada te brinda sólo hiél ; 
Mis fuentes ya han perdido sus ondas cristalinas; 
No hay ecos armoniosos ni sombra en mis colinas; 
Diamelas no produce la planta en mi vergel... 
¡ Ay ! vete; mi morada te brinda sólo hiél ! 

Ve, anuncia á los desiertos el triunfo de la Cruz; 
Ve y diles que el Cristiano rompió la media-luna; 
Que el hijo del Profeta tal mengua en su fortuna 
Ya esconde en los sepulcros, huyendo de la luz... 
Ve, anuncia á los desiertos el triunfo de la Cruz. 

Mi hermana, mi querida, mi compañera, ¡ adiós ! 
Bello ángel de mi Arabia, sol puro de mis días, 
Que en ellos derramabas amores y alegrías. 
Tú, vuelve á tus palmeras ; yo voy de muerte en pos. 
Mi hermana, mi querida, mi compañera, ¡ adiós 



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RICARDO JOSÉ BUSTAMANTE 25 



El Judío Errante y su caballo 



AHASVERO 

Si yo, errante maldito... fuese acaso 
Un jabalí acosado por los canes, 
Precipitara mi penoso paso 
A un abismo sin fondo, en mis afanes. 

Si fuese de árbol seco seca rama 
Que olvidó el leñador en su camino, 
A dar yo fuera macilenta llama 
Al hogar del humilde campesino. 

Si yo fuese un insecto, buscaría 
Bóveda sepulcral en donde yerto 
Reposase un cadáver, é hilaría 
AUi mis telas á la faz del muerto. 

Tú, leñador de Nazareth, recoge 

En la ruta ese leño carcomido; 

Sepulturero de Belén, me arroje 

Al fin tu brazo en la mansión de olvido. 



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26 LOS POBTAS DE AYER 

j Oh ! Gran Mártir, envuelve en tu sudario 
Mi humano ser, de muerte soñoliento ; 
Dame tumba en la roca del Calvario : 
¡ Piedad ! Cristo, piedad por mi tormento. 

<{ Otros tomen mi túnica — dijiste — 
« Para ti dejo de la hiél las sobras... » 

Y yo errabundo voy bebiendo triste 
Esa hiél con la hiél de mis zozobras. 

Ebrio con ella, mis rodillas ceden 

Cual las de un sibarita en sus excesos : 

Ir adelante ya mis pies no pueden, 

Que se han gastado de marchar mis huesos. 

Rey de las tumbas, tu morada amiga 
Busco sobre la tierra peregrino. 
¿Dó está ese techo que en la noche abriga 
Al viajero cansado del camino?... 

Como el buitre, he cavado en los escombros 

De las ciudades á mi paso abiertas; 

Se han dislocado de zapar mis hombros, 

Y hallé cerradas por doquier tus puertas. 



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RICARDO JOSÉ BU8TAMANTB 27 

Te he buscado en las ruinas ; y en los mares 
Cuyo azul es sombrío cual tu manto; 
Te busqué con afán en los lugares 
Do sólo reinan soledad y espanto. 

Fui á buscarte al confín de los desiertos 
Cuya sábana inmensa parecía 
A mi vista, el sudario de los muertos ; 
Ni allí tu sombra se mostró en mi vía. 

¡ Oh ! ¡ no poder morir !... ¡ Estar ansioso 
De la muerte y no verla, cielo santo ! 
¡ En marcha siempre sin hallar reposo, 
ó queriendo llorar, faltarme llanto!... 

EL CABALLO 

Amo y Señor, yo escucho 
Tus penetrantes quejas, 
Y la muerte no quiere 
Dar fin á tu clamor. 
Ya de mis crines bajan 
Al suelo las madejas 
En sangre destilando 
Mil gotas de sudor. 



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28 LOS POETAS DE AYER 

Gastado está ya el freno 
En mi sedienta boca; 
Mis lomos ¡ ay ! no pueden 
Tu cuerpo soportar; 
Tu cuerpo tan pesante, 
Con aflicción que toca, 
Señor, en el extremo 
De hacerme agonizar. 

Soy viejo; y tu camino 
Se alarga á cada paso, 
Marchamos hace un lustro, 

Y siempre... ¡ más allá ! 
De un polo al otro polo. 
De oriente hacia el ocaso 
La tierra en todos rumbos 
Hemos corrido ya. 

¡ Oh ! ¡ basta ! — Sólo el musg. 
Que crece en las ruinas 
Me sirve de alimento 
Del cielo por merced. 
Jamás por do marchamos 
Hay fuentes cristalinas, 

Y el charco de tus lágrimas 
No aplaca, no, mi sed. 



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RICARDO JOSÉ BUSTAMANTB 29 

Si me amas, Señor, deja 
Sepultos mis despojos 
Bajo este suelo fértil 
Do voy quizá á morir; 
De postración fallezco, 
Mas, al cerrar mis ojos, 
Tu pena y no la mía 
Me aflige... 

AlIASVERO 



Es hora. 



De partir 



EL CABALLO 

Va no puedo, 
Cansado estoy... 

AHASVERO 

Un día 
Y nada más me lleva : 
Descansarás después. 



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30 LOS POETAS DE AYBR 



EL CABALLO 

Leal á tus mandatos, 
Tu suerte seguiría 
Mil años; pero faltan 
Las fuerzas á mis pies... 
Me falta ya el aliento, 

Y me pesa la piel... 
¡Señor!... llegó el momento... 

AÜASVERO 

(Murió el caballo fiel!... 
¡ Murió ! ¡ También me deja ! ¡ y todo muere ! 
A mí tan sólo sujetarme quiere 
La maldición de Dios á la existencia. 
Colmada ya mi copa de amargura. 
Señor, revoca mi fatal sentencia; 
¡ Déjame al fin tocar la sepultura ! 

Mi compañero en secular jomada 
Sus ojos ya ha cerrado, 

Y de su cuerpo helado 
Yo haré. Señor, almohada 

{Para dormir el sueño de la nada!... 



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RICARDO JOSÉ BUSTAMANTE 81 

¡ En vano ! ¡ En vano ! que con voz tremenda 
Me grita el cielo : — « Por terrestre senda 

Caminarás errante 
Hasta el fin de los siglos : ¡ Adelante !... » 



Oda á la libertad 



Ted, ya desciende ¿ la oprimida tierra 
Los hierros á romper la libertad. 

ESPRONCEDÁ 



Sagrada Libertad, que refulgente 

Sobre el mundo hoy levantas ya la frente 

Ciñendo en tomo virginal diadema, 

Do en lumbre escrito resplandece el lema 

— a ¡ No más esclavitud 6 no más vida \ » - 

Yo te saludo con ferviente anhelo, 

I Oh virgen descendida 

Del alto solio al miserable suelo ! 



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32 LOS POBTAS DE AYER 



II 



Ya de tus rayos al fulgor tan solo 
Que cunde desde un polo al otro polo, 
Despavoridos los tiranos huyen : 
Ya del crimen las aras se destruyen 
Al resonar tu nombre por el mundo, 
Y mil pueblos, gigantes se levantan 

De letargo profundo, 
Que alegres te saludan y te cantan. 



III 



La humanidad en tenebrosos días 
Ha invocado tu nombre; y tú dormías 
De horrendo oprobio bajo el triste manto, 
Cuando al hombre su sed con solo llanto 
Le fué dado apagar, — cuando mordía, 
Hambriento de ser libre, la cadena 

Que su cuello oprimía. 
Siendo aun el alma, cual su vida, agena. 



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RICARDO JOSÉ BUSTAMANTB 33 



IV 



Dios, dando al hombre la existencia, quiso 
Hacer de ti la luz del paraíso; 
Sol que alegrando la terrestre senda, 
Los pueblos todos de su amor la prenda 
Vieran en ti, creciendo tan lozana : 
Mas ¡ ay ! dispuso de otra suerte el hado 

Cuando la estirpe humana 
Sucumbió bajo el yugo del pecado. 



Pecó el hombre, y maldito por el cielo 
Su edén florido vio trocarse en duelo; 
Y, oh Libertad, entonces te eclipsaste, 
O, cual Dios, al mortal abandonaste; 
Quien sumido en tinieblas, precipicios 
Halló doquiera que llevó su planta, 

Y de los altos juicios 
La severa lección que nos espanta. 



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34 LOS POETAS DE AYER 



VI 



Siglos sin lumbre, cual un soplo inerte, 
Pasaron sobre el mundo, y con la muerte 
Se ocultaron ya mil generaciones 
De humillación servil; y al cielo plugo 
Que impotente el mortal, destino infando 

Bajo el férreo yugo 
Soportase á sus déspotas odiando. 



VII 

Y en esos siglos de sopor, marchita 
Cual planta mustia, retoñar, bendita 
Oh Libertad, quisiste; mas la mano 
De la ignorancia, como vil gusano. 
Secó tu savia; y á dormir volvías; 
Tu faz cubriendo funeral sudario, 

Y el hombre nuevos días 
Contando de martirio en su calvario. 



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RICARDO JOSÉ BUSTAMANTB 35 



VIII 

Así en la Grecia, en Roma, en las Castillas, 
Se alzó la Libertad, — hubo Padillas. 
Mas, ¿qué es de un libre el corazón ardiente 
De la turba servil contra el torrente? 
Esos héroes insignes combatieron 
Por libertad ; pero morir con glorir 

Tan sólo consiguieron. 
Legando ejemplos grandes en la historia. 



IX 



La antigua tierra te negó, pues, vida... 
Que eras flor de otro mundo, — y escondida 
De virgen suelo en la región lejana, 
Imperabas allí cual soberana : 
Y el gran Colón, errante por los mares, 
Al ver cumpUdo su constante anhelo, 

En los nuevos lugares 
Te encontró, Libertad, numen del cielo. 



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36 LOS POETAS DB AYER 



Y al viejo mundo conduciendo ufano 
El atrevido navegante hispano 
Plantas preciosas, ricas pieles y oro, 
Tal vez no á su pesar llevó un tesoro 
Que era el supremo bien del indio errante. 
Un metal más preciado, piel más bella, 

Flor más pura y fragante, 
La Libertad, en fin, fulgente estrella. 



XI 

A su brillo la Europa de su sueño 
Despertóse al instante, y en el ceño 
De los tiranos se pintó el espanto; 
Y cual los que el sepulcro santo 
Velaban de Jesús, despavoridos 
Todos huyeron al alzarse erguida 
A pueblos oprimidos 
La Libertad radiosa dando vida. 



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RICARDO JOSÉ BUSTAMANTB 37 



XII 



De la América el hijo, asimilado, 
En tanto al ente vil, se vio privado 
De su más caro bien, y perseguido 
Cayó en la servidumbre y el olvido. 
Asi tres siglos de opresión amarga 
Arrastró la cadena, pero luego, 
Tras de noche tan larga. 
Del templo sacro reanimóse el fuego. 



XIII 

¡ Ay ! cuando el Inca al Hacedor del mundo 

Adoraba en el sol, padre fecundo 

De natura, tal vez á ti en la luna, 

Ck)mo á la maga que meció su cuna, 

En mirarte feliz se complacía; 

Que cual la reina de la noche hermosa, 

Raudal de poesía 
Tu luz derrama, Libertad preciosa 



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38 LOS POBTAS DB ATBR 



XIV 



otra vez, y mil más, se alce mi canto 
Para decirte ¡ salve ! numen santo ; 
Lucero precursor del bien seguro 
Que brilla en los destinos del futuro. 
Tú acabas de surgir y ya potente 
Vas destruyendo, semejante al rayo, 

A esa turba insolente 
Que postró al hombre en el servil desmayo» 



XV 

Si en tu misión, empero, te adormeces 
Infante hoy día y vacilante á veces. 
Ya se columbra porvenir risueño 
En el que nunca para ti habrá sueño. 
Tú de la esclava humanidad el faro 
Serás j oh Libertad ! y en las victorias 

Que alcance, con tu amparo 
Podrá ella un^día blasonar de glorias. 



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RICARDO JOSÉ BUSTAMANTE 39 



XVI 

Si los delirios de la mente humana 

A veces de la oculta y soberana 

Ley de los mundos el misterio hienden; 

Si las almas después que al cielo ascienden 

A este misero valle tornan puras 

Entre materia nueva aprisionadas; 

Tan sublimes locuras 
Si las viese el mortal verificadas... 



XVII 

¡ Oh Libertad ! cuan férvido contento 
Probara mi entusiasta pensamiento 
A encontrarte llegando, ya señora 
Del orbe entero; — que tu cetro adora 
Desde hoy, mil himnos á tu ley cantando, 
Al ver que surges de una noche oscura, 

Las sombras disipando 
Como el astro etemal de la llanura. 



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40 LOS POETAS DB AYER 



Preludio al Mamoré 

Tú aquí en regiones ignoradas giras, 
Serpiente nacarada, bajo un cielo. 
Palio de lumbre por do tiende el vuelo 

La garza colosal; 
Rio argentado que onduloso ciñes 
Vírgenes bosques, ó en variadas tintas 
Sobre tu espejo con sus nubes pintas 

El éter tropical. 

Al fin respiro tus fragantes auras; 

Tus palmas miro que columpia el viento, 

Oigo en tus selvas armonioso acento, 

Y admiro tu quietud : 
Oh, tú, á quien siempre en ilusión lejana 
Vi cual portento que á la patria mía 
Las puertas abras á su gloria, un día, 

¡ Gran Mamoré ! ¡ Salud I 

De región fría y apartada vengo. 
Donde el monarca de los Andes brilla 
Con su manto de armiño, maravilla 

De ingénito poder. 
De allí al empuje de infortunio infando 
Yo vengo, sí, cansado peregrino. 



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RICARDO JOSÉ BUSTAMANTE 41 

Y al verte aparecer en mi camino 
Ya aliento de placer. 

Placer que inspira al corazón patriota 
Alegre canto y de solaz lo llena; 
Así el proscrito ya olvidó su pena 

Al verte, Mamoré. 
Si no es mi canto como el dulce canto 
De los bardos que pueblan tus regiones, 
Preludia sobre ti las bendiciones 

Del porvenir, con fe. 

En el seno feraz de los desiertos 
Genio escondido en soledad murmuras 
Al blando soplo de las auras puras 

Con plácido reir; 
Mientras la patria tu existencia ignora 
Cual tú ignoras que en ella los humanos 
Se agitan por correr tras los arcanos 

De un grande porvenir. 

Sobre tu manto líquido, ondulante 
Refleja el cielo diamantina estrella 
Que suerte anuncia venturosa y bella 
Al patrio pabellón; 



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42 LOS POETAS DB AYER 

Cumplirse debe tan brillante ensueño, 
Undoso rio, que hacia el mar te lanzas 
Mecido por futuras esperanzas 
De gloria y ambición. 

Corres hoy arrastrando añosos troncos 
Que aun ostentan ropaje de esmeralda, 
O ya á los juncos de la verde falda 

Arrancas tierna flor; 
Tu majestuosa soledad recrean 
Parleras aves de pintadas plumas 
Que en ti retratan su elegancia suma 

Girando en derredor. 

Caimán que invade la arenosa orilla, 
Blanco bufeo que rasgando el agua 
El rumbo sigue de veloz piragua, 

O la hoja que cayó, 
O ya algún tigre que á la opuesta margen 
Se lanza á nado con tranquila frente. 
Perturban la quietud de tu corriente 

Que el hombre aún no turbó. 

Tendido al pie de la floresta virgen. 
Cual amante á los pies de la que adora. 



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RICARDO JOS¿ BUSTAMANTB 43 

Cuando el último rayo del sol dora 

Tus ondas de cristal, 
Te deleitas feliz con los perfumes 
Que en alas de la brisa pasajera 
Te arroja de su ondeante cabellera 

Tu amada virginaL 

Es solemne el concierto de tus bosques 
En el silencio de la noche, cuando 
Con grito melancólico turbando 

La augusta soledad, 
El pájaro gemífero y el viento 
En bonanza te aduermen deliciosa, 
Mientras el rayo de la luna hermosa 

Te da su claridad. 

Tal es tu vida en el presente, oh río; 
Gigante puerta del soberbio templo 
Que de prósperos pueblos ese ejemplo 

La patria labrará. 
Hay de vida otro mundo que en ti duerme, 
Mundo y vida de acción en la natura 
Con que á los hombres dispensó ventura 
La mente de Jehová. 



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44 LOS POBTAS DE AYBB 

Dormiste el sueño de pesados siglos, 
Siempre ignorado resbalaste en calma; 
Siendo tus ondas de la acción el alma 

Tu noche larga fué. 
Rompa tu sueño secular el hombre; 
Tu margen pueble de ciudades bellas; 
Marque en tus bosques el vapor sus huellas, 
¡Despierta, Mamoré! 



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FÉLIX REYES ORTIZ 

(1828-1883) 

Abogado, periodista de mérito, parlamentario y profesor. 
Sostuvo serias y vehementes polémicas parlamentarias y 
políticas. Escribió varios textos y folletos, los dramas Chis- 
mografía y Los Lanzas, y las leyendas El Templa y La Zafra. 
Gayó en la misantropía y, al fin, en la enagenación mental. 
Sus últimas producciones revelan esa propensión, al través 
de un pesimismo sospechoso. 



Un fi:rito de dolor 

I 

Hay una mano que adversa 
De mi suerte el carro guía : 
Hay una estrella sombría 
Que preside á mi existir. 

Hay un genio del averno 
Que mi corazón tortura : 
Mar inmenso de amargura 
Bebe mi pecho al latir. 



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46 ljs poetas de ayer 

Hay un aliento de muerte, 
Que me abruma, que me mata,^ 
Raudo aquilón que arrebata 
De mi existencia la flor. 

Hay en el fondo de mi alma] 
Tanto pesar, Dios eterno, 
Que no sé si en el infierno 
Pueda sufrirse mayor. 



II 



Horrible, horrible es mi suerte; 
Mi situación maldecida; 
Tedio me causa la vida 
Y horror me causa la muerte. 
No me comprendo á mí mismo, 
Un caos sobre mí pesa. 
Es mi espíritu una huesa, 
Mi corazón un abismo. 
El dolor, el sufrimiento 
Por despojos me han dejado 
El corazón lacerado. 
Sin vigor el pensamiento. 
Terrible cosa es vivir 
Sufrimientos recordando. 



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F¿UX REYB5) ORTIZ 47 

Sufrimientos hoy probando, 

Y esperando aun más sufrir. 
Tristeza, amargura, llanto, 
Miseria, infamia, traición, 
Vicios, embuste, ilusión... 
¿Esta es la vida, Dios santo? 

III 

Dame una frente serena, 
Alma fuerte, cual diamante, 
Para combatir constante 
¡ Oh señor, con mi aflicción I 

Dame un corazón de roca 

Donde la pena sombría 

Se estrelle cual mar bravia 

En los huecos de un peñón. 
Dame fuerzas de coloso, 
Fuerzas de^^gigante dame, 

Y la tempestad que brame 

Y haga sus rayos lucir. 
Dame una mirada, un soplo, 
Infúndeme graciaj[santa, 

Y con orguUosa planta 
Vérasme á un calvario ir. 



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48 LOS POBTAS DB AYER 

Dame la virtud sublime 
Que á Job diste con tu aliento, 
A ese héroe del sufrimiento, 
Vencedor de Satanás. 

Dame el valor que inspiraste 
A los mártires de Oriente, 

Y entonces luchar valiente 
Con el dolor me verás. 

I Dios de amor. Dios de consuelo ! 
Dadme el arpa de Isaías, 
Los tonos de Jeremías, 
Fibras de su corazón. 

Y con voz por ti inspirada 
Entonaré mis pesares. 
Tiernos como los cantares 
Del padre de Salomón. 

Bendice mis sufrimientos 
Tú, que el sufrir haces santo. 
Dios de Moisés y de Abrahán. 
En holocausto recibe 

Mi amargura, mis gemidos, 
Entonce ¡ oh Dios ! mis quejidos 
Eco en los cielos harán. 



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FÉLIX REYES ORTIZ 49 



IV 



Así al pie de añoso olivo 
Del Illimani en la falda, 
Bardo triste y pensativo 
Sobre alfombra de esmeralda 
Postrado á Dios, se quejó. 
De un ruiseñor la armonía 
Le arrancó de su delirio : 
Cogió como emblema un lirio, 
Y entre la enramada umbría 
Como sombra se perdió. 



Dolora 



Cuando sucumba, 
Amada mía. 
Sobre mi tumba 
No has de llorar; 
Porque tu llanto 
Lleno de encanto 
Hace á los muertos 
Resucitar. 



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60 



LOS POETAS DB AYEa 

Si me recuerdas 
No te querelles; 
Por mí no pierdas 
Calma y solaz. 
También perdiera, 
Niña hechicera, 
Mi alma, á tus quejas, 
Su eterna paz. 

Deja tranquila 
Duerma en mi tumba; 
No tu pupila 
Se anuble, nó. 
Porque Dios á ella. 
Como á la estrella. 
Para alumbramos 
La destinó. 

En triste suelo 
Deja se oculten 
Mi amargo duelo 
Y mi dolor; 
Guarda tu lloro 
Como un tesoro 
Digno de precio, 
De más valor. 



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FÉLIX RBYBS ORTIZ 51 

Lanza á la nada 
Mi pobre nombre, 

Y entusiasmada 
Busca el placer; 
De tu memoria 
Borra mi historia, 

Y no te queden 
Huellas de ayer. 

Deja á la muerte 
Darme tinieblas, 

Y tú á la muerte 
Demanda luz. 
Que silenciosa 
Guarde mi losa 
La solitaria 
Fúnebre cruz. 



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NÉSTOR GALINDO 

(1830-1865) 

Metido en las luchas contra el gobierno del sexenio, fué 
fusilado, joven todavía, después del combate de La Cardería 
de Potosí, en la que se le tomó con las armas en la mano. 
Habla publicado en Cochabamba, en 1856, una colección de 
versos titulada Lágrimas. 



Soneto 

Despierta alegre la gentil aurora 
De su lecho de flores, oro y grana, 
Precursora veloz de la mañana 
Que al orbe tardo, fúlgida enamora. 

Rayos el sol en los espacios dora 

Y vida y juventud su frente mana : 
Avanza el dia y el ocaso gana, 

Y de tristeza el universo llora. 



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54 LOS POETAS DE AYER 

Asi en el alba de la humana vida, 
Virgen, sonríe al alma la inocencia, 
Canta el amor sus bellas ilusiones. 

Mas la vejez á descansar convida, 
Y enferma y carcomida la existencia, 
En el sepulcro apaga sus pasiones... 



Desconsuelo 

Cual ave errante que su canto envia 
Al nido que ama, mientras de él se aleja, 
Así yo los cantares de mi queja 
Doy del placer á la febril porfía. 

Y miro el porvenir en mi agonía 

Cual la sombra que triste un sueño deja, 
Cual de opulento alcázar áurea reja 
Que no se abre al clamor del alma mía. 

Ya nada, nada, sus encantos presta 

Y es negro todo lo que en torno miro... 
¡ Ni una quimera al corazón le resta 1 



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NÉSTOR GAUNDO 55 

Tal vez la mente en su angustiado giro 
Finge un placer que halaga cuando nace... 
Mas la verdad al punto lo deshace. 



La piedad 

Vierte sus gotas de roció la noche 
Sobre el botón de la temprana rosa 
Que, al entreabrir su purpurino broche, 
En diamantes purísimos rebosa. 

Tú eres la flor; la noche es el que canta; 
Sus lágrimas las gotas de rocío; 
Tu alma, regazo de ternura santa 
Que acaricia piadosa el canto mió. 



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DANIEL CAMPOS 

(1838?-1898?) 

Abogado; ejerció importantes puestos en la Administra- 
ción pública. Fué delegado nacional en la expedición al 
Paraguay. 



¡Te lloro peresrrinol 

En el rincón del mundo donde, arrojado, huia 
Yo del turbión sangriento de la discordia impía, 
Un eco ha resonado de lúgubre clamor. 
Mi corazón, entonces, como de un rayo herido, 
Sin lágrimas, sin quejas, ha lanzado un gemido 
Como un algo que muere lanzando un estertor. 

¡No existe!... ¡quién creyera que aquella despedida 
En que miré sus ojos nadando en luz y vida, 
Fuese un adiós inmenso de inmensa eternidad; 
Y esa amistad querida, color del blanco lirio, 
Tan pura como es pura la sangre del martirio, 
Cual astro esté apagada por recia tempestad I 



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58 LOS POETAS DE AYER 

En la postrer mirada de sus azules ojos, 

Ni la oración suprema que de sus labios rojos 

Al cielo se exhalara, de hinojos recogí... 

Y cual se pierde el canto de un ave en la pradera. 

Cual ilusión querida de la niñez primera, 

¡ Oh Dios ! se ha disipado su vida para mi ! 

Cuando, al volver, mañana penetre en su morada 
Yo, y respirar pretenda la atmósfera rosada 
De que la rodeara mi férvida ilusión. 
Habrá la muerte helado su estancia silenciosa; 
La voz de los sepulcros diráme misteriosa : 
« Murió como ya ha muerto tu joven corazón. » 

¡ Y era aquél el asilo donde — abatida — mi alma 

Halló el valor del hombre, la resignada calma, 

El fuego de la vida, la fuerza de la fe ! 

AUi, de sus vestidos el ruido misterioso, 

Como ala que se entreabre fué para mí, que ansioso 

La esperaba, al sentirla llegar con leve pie. 

¡ Ay ! cuántas veces, cuántas, del hombre el golpe rudo, 
Al marchitar mis creencias, matar airado pudo 
El noble pensamiento, del alma la altivez; 
Pero, al oir su acento, soberbio en pie se alzaba, 



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DANIBL CAMPOS 59 

Cual prisionero en cárcel, á quien el sol faltaba, 
Se alza á mirar el cielo por la primera vez. 

¿Qué efluvios desprendía de esta mujer la esencia^ 

Que todo yo arrobado sentía esa existencia 

Inmaterial y pura de santa beatitud? 

Su voz era plegaria; su frente una sonrisa; 

Un algo había en ella, de luz que se divisa, 

Perfume que se exhala, vago son de laúd. 

Ardía en su mirada la atmósfera que inunda 

De inmenso sentimiento, ternura tan profunda 

Cual infinito beso de la maternidad. 

El misterioso encanto, gozábase ante e//a. 

Que presta el blanco rayo de temblorosa estrella^ 

Porque era su sonrisa suave claridad. 



¿Fascinación ó encanto, locura era, ó delirio? 
¿Fué éxtasis de gozo, fué sed de algún martirio? 
¿Qué fué, pues, lo que tuve? Lo ignoro, no lo sé. 
I Empero, yo sentía mis trémulas mejillas 
De palidez cubiertas, y mi alma de rodillas. 
Rindiendo á su presencia adoración y fe ! 



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60 LOS POETAS DE AYER 

¡ Todo acabó I | La tumba, la tumba solitaria, 
Encierra tanta dicha... sin que tal vez plegaría 
Ninguna se levante por ella ante el Señor ! 

Y yo, que la creía de ese común destino, 
De todo mal exenta, la lloro peregrino, 

Con lágrimas de fuego, con llanto de dolor... 

Cuando, mañana, el mundo entibie su memoria; 
Iré á buscar sus huellas llevándole mi historia, 
Pensando sólo en ella, creyéndola inmortal. 

Y ¿qué hallaré?... ¡ Dios mío ! cubierta por la yedra. 
Tropezarán mis plantas con una fría piedra. 

Tan fría cual la muerte, tan muda como el mal. 

¡ Alma inmortal ! Si miras del cielo mi quebranto. 
Implora por mis penas al Dios tres veces santo, 
Que no serán perdidas tus súplicas ante Él. 
Yo sé que, en la balanza de su potente mano. 
Una lágrima sola pesó más que el océano... 

Y tú secaste, amiga, mis lágrimas de hiél. 

Que ellas, en la corona que ciñes en la altura. 
Cual vividos luceros ostenten su luz pura. 
Mujer por mí bendita, mujer que lloro aquí... 
Yo en tanto, ante tu losa, de hinojos prosternado. 



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DANIEL CAMPOS 61 

Un algo — un rayo, un eco — que de ti haya emanado 
Pediré á tu sepulcro con mudo frenesí. 

¡Adiós, adiós!... contigo murió mi mundo estrecho; 
Mi corazón, tan frío como tu frío lecho, 
Envuelto en un sudario ya no sabrá sentir. 
¡ Adiós, adiós por siempre... adiós, mujer amante !... 
¡ Ay, quién me diera verte con vida un solo instante, 
Para estrechar tus plantas, besarlas... y morir! 



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MANUEL JOSÉ TOVAR 

(1831-1865) 

Abogado, ejerció varios empleos en la magistratura judi- 
cial. Su poema La Creación, publicado en 1855, le colocó, 
á juicio de sus contemporáneos, entre los mejores poetas 
bolivianos de su generación. Dio fln á sus dias desgraciada 
y prematuramente. 



Un recuerdo y un suspiro 

Al alba, cuando tus horas, 
De placer y encantos llenas, 
Se te presenten serenas, 
Dándote felicidad; 
Cuando el aura de la vida, 
Dulcemente perfumada. 
Bañe tu frente adorada 
Con apacible bondad, 
Recuerda, señora amada, 
Lo tierno de mi amistad. ^ 



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64 LOS POETAS DE AYER 

¡ Ay ! tal vez la suerte impía 
Para mi guarda un tormento ; 
Quizá mi postrer aliento 
Ausente de ti daré; 
Pero entonces, alma mía, 
Será mi bien y mi gloria 
Expirar con la memoria 
De haberte debido á ti 
El recuerdo de mi historia 
Y tu suspiro por mí. 

Quizá en el seno sagrado 
De la eterna omnipotencia, 
Se me oculta la sentencia 
De mi patria abandonar; 
Lejos de mis afecciones, 
De ti, mi bien, mi consuelo, 
Quizá surcar debo en duelo 
De la vida el turbio mar, 
Sin que de ti quiera el cielo 
Pueda un suspiro alcanzar. 

Pero ! no ! venga la muerte. 
Tienda sobre mí su manto. 
Que aun en la tumba, mi llanto, 
Mi tierno amor te daré; 



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MANUEL JOSÉ TOVAR 65 

Y es mi ilusión más querida 
El pensar, en mi amargura, 
Que un suspiro de ternura 
De tu pecho arrancaré, 

Y de ángel en tu alma pura 
Vivo un recuerdo tendré. 



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LUÍS ZALLES 

(1832-1896) 



Tomó parte en las revoluciones de su épocaí las que le 
valieron muchos dias de proscripción. Abogado, desempeñó 
entre otros empleos la presidencia de la Corte Superior de 
la Paz. Sus versos, que son festivos principalmente, fueron 
coleccionados con el titulo de « Poesias ». 



Letrilla 



Es dulce pasar la vida 
Más libre que una gacela, 
Cual el pájaro que vuela 
Sin que nadie se lo impida; 
Y cual aire en el desierto, 

I Si, por cierto ! 
Ufano el mundo rodar, 
¡Y viva la libertad I 



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LOS POETAS DE AYER 

Como el beduino que fija 
Su tienda donde le place, 
Sin que nadie le embarace 

Y sin pesar que le aflija; 
En cualquier ciudad ó villa, 

¡ Qué papilla ! 
Me establezco á voluntad. 
¡Y viva la libertad ¡ 

Poco me importa el mañana 

Y pronto olvido el ayer; 
No me falta qué comer 

Y allá en cuando una jarana; 
Mas si pesares me tocan, 

Se equivocan 
Si piensan que he de llorar. 
/ Y viva la libertad ! 

No tengo padres ni abuela. 
Soy más pobre que un mendigo, 
Pero Dios, que anda conmigo. 
Siempre á tiempo me consuela. 
Para mi no hay desengaños, 

Que á mis años 
Toda es pura realidad. 
¡Y viva la libertad! 



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luís zalles 

No hay chiquillo que moleste, 
No hay mujer que mal me pague, 
No hay suegra que me empalague 
Ni contagio que me apeste : 
Soy ciudadano del globo. 
No soy bobo, 

Y ni patria tengo ya. 
¡Y viva la libertad! 

Donde me canso, me quedo. 
Donde preguntan, respondo, 

Y si me aman, correspondo, 
Porque no me chupo el dedo* 
Mas si me fruncen las cejas 

A otras rejas 
Me voy la pava á pelar. 
I Y viva la liberíadl 

Me visto, cuando despierto; 
Cómo, cuando se me antoja . 
Aunque tarde me recoja 
Nadie me riñe por cierto; 

Y hasta me bedo una cu ba 

Y hecho uva, 
Me voy, si quiero, á acostar. 
¡Y viva la libertad I 



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70 LOS POETAS DB AYER 

De mujer no necesito, 
Aguja y dedal manejo, 

Y alguna vez, con despejo, 
Hago un buen caldo y un frite ; 

Y también en la mañana 

Mi tisana 
Sé cual pocos preparar. 
/ Y viva la liberiadl 

Nadie me domina aquí. 
Ni me importa el qué dirán. 
Vestir seda ó carlancán, 
Todo es uno para mí. 
Dicen que la lengua mata, 

¡ Patarata ! 
Que hablen de mi... me es igual. 
/ Y viva la libertad! 



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DANIEL CALVO 

(1832-1880) 

Abogado, periodista, político y parlamentario, desempeñó 
altos empleos, entre ellos el de Ministro de Estado, y ha 
sufrido también las proscripciones consiguientes en su 
época. Publicó en verso: Melancolías [ISbl); Rimas {lS70)i 
la leyenda Ana Dorsd, poema descriptivo (1869); y en 
prosa mucbos folletos. Sus poesías son principalmente 
líricas. 



Gloría 

Á D. Tomás Fríai 

Brotar como una estrella de esperanza 
Del astro de Ayacucho compañero ; 
Subir con majestad á la alta esfera 
Derramando el fulgor que el genio lanza; 

Imponerse al respeto y alabanza 
De la pasión vencida, en su carrera 
Dejando surcos de virtud austera, 
Esplendorosos lampos de pujanza; 



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72 LOS POETAS DE AYER 

Bajar sin emoción, cual se ha subido, 
Águila de las nubes á una roca, 
Ese, oh anciano, tu destino ha sido. 

Sobre las altas cimas Dios coloca 
Coronas de borrascas : Él te ha herido, 
Porque tu blanca sien al cielo toca. 



Á Galindo 



En medio á la batalla vi tu frente. 
Do se mostraba al par de tu entereza 
Melancólico sello de tristeza. 
Como la última luz de un sol poniente. 

¿Penetró, acaso, tu mirada ardiente 
El destino guardado á tu cabeza? (*) 
Atrás vano pesar, la fama empieza 
Tu nombre á enaltecer de gente en gente. 

Joven gallardo, liberal y bravo. 

Retaste á la insolente tiranía 

Que hollarte pudo muerto, nunca esclavo. 

(*) Alude á que Galindo había pronosticado su próximo fin. 



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DANIBL CALVO 



73 



Vate y soldado de la patria mia, 
Yo que te lloro y tu valor alabo, 
Mi dolor y un laurel te ofrezco hoy día. 



Ilusión 



I Oh jóvenes, gozad ! La vida es bella 
En vuestra edad de encanto; 
La luz de Dios á vuestro ser destella 
Un rayo virginal, fecundo, santo. 

¡ Oh jóvenes, gozad ! Es la mañana. 

Y obscurecerse puede el claro día; 
De su existir ufana 

Vuestra alma ardiente plácida sonría. 

¿No veis cómo se ostenta el horizonte 
Teñido de oro y rosa? 
¿No veis el valle, la llanura, el monte. 
Revestidos de gala esplendorosa? 

Para vosotros riza el arroyuelo 
Sus aguas cristalinas y sonoras. 
Alza el cóndor su vuelo, 

Y se suceden fúlgidas auroras. 



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74 LOS POETAS DB AYER 

Bebed la inspiración y la ventura 
En el aire, en el sol, en la montaña, 
En la voz que murmura 
La plegaria de paz en la cabana. 

Vuestro es el mundo, si; tended las alas 

Por el espacio inmenso 

Y penetrad en las etéreas salas 

Que á los ojos oculta velo denso. 

Soñad en la amistad, pura y serena 

Como rosada nube; 

Invocad el amor, áurea cadena 

Que une al pobre mortal con el querube. 

En vuestras nobles sienes palpitantes 
Ardan chispas de gloria : 
¡ Oh jóvenes ! soñad vuestros instantes 
Para siempre fijados en la historia. 

Hasta que caiga vuestra grata venda. 
Mientras palpite el corazón ardiente, 
Que vuestra barca hienda 
Las olas de este mar resplandeciente. 



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DANIEL CALVO 75 

Mañana será tarde. El sentimiento 
Vuelve á un rincón del alma fatigada, 
Y el agrio descontento 
Pone en los labios copa acibarada. 

Aunque mañana el sol alumbre claro 
La misma bella escena, 
Gemirá el corazón en desamparo. 
Viendo el mundo al través de negra pena. 

Que el mortal que ha sentido el dulce halago 

De ilusiones en horas de fortuna, 

Sabe que un genio aciago 

Viene después á no dejar ninguna. 



En la hora de dolor 
I 



Yo soy de aquellos seres que pasan sin ser vistos, 
Envueltos entre sombras; hoja que lleva el viento, 
Pájaro que preludia fatídico lamento. 
Errante peregrino que gime sin cesar. 



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76 LOS POETAS DB AYER 

Yo. soy como la nave que cruza un mar sin fondo; 
Perdida en el espacio, sin rumbo, sin estrella; 
Y asi como la nave, apenas una huella 
Tras de mis pasos deja mi vida de pesar. 

¡ Soy hombre !... Las pasiones devoran despiadadas 
Mi seno, do se encienden volcánicos ardores; 
Soy un ser de miserias, de pena, de dolores, 
Sin nada más que un puro, sensible corazón. 
Doquier que miro el llanto mis ojos también lloran 
Lo grande me conmueve, lo bello me extasía : 
A todo lo que es noble responde el alma mía 
Y^todo lo que es santo le arranca admiración. 



II 



Es Viernes Santo. El ara desierta y solitaria 
Ofrécese á la vista con gravedad severa : 
Del templo en el espacio se escucha lastimera 
La queja, que alza al cielo la abandonada Sión. 
¡ Ay 1 dice que sus hijos perecen á millares, 
Que están sus campos secos, sus templos demolidos, 
Sus sacerdotes tristes; que es suelo de gemidos. 
Que todo allí es tremenda, fatal desolación. 



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DANIEL CALVO 77 

Es Viernes Santo. Alumbran los fúnebres blandones 
El tétrico santuario con claridad sombría; 
La música resuena fingiendo la agonía, 
Las últimas congojas del Hijo del Señor. 
Doliente como el grito del hombre que se abisma, 
Triste como las luces que alumbran una tumba, 
Terrible como el vuelo del ábrego que zumba, 
1 Llega por fin la hora postrera del dolor I 

Las naves majestuosas del templo se obscurecen 
Y rásgase en pedazos el velo del santuario : 
Sólo se oye el acento pausado y solitario 
Del grave sacerdote que dice una oración. 
¿Quién tiene ¡ ay Dios ! entonces tranquilo el pensa- 

[miento? 
¡ Por qué frente no pasan mil nubes de tristura ! 
i Ay ! ¿quién no bebe entonces, del cáliz de amargura 
Una gota de acíbar que baja al corazón? 

III 

Perdido yo del mundo en el camino, 
A ti vuelvo, Señor, el alma mía ; 
A ti vuelve un sediento peregrino, 
A beber en la fuente que solía. 



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78 LOS POETAS DB AYER 

Tú, la más pura adoración, consuelo 
Del ser que pasa en rápida carrera 
Por los desiertos páramos del suelo, 
Para elevarse á la sublime esfera : 

Tú, cuyo nombre el párvulo inocente 
Antes que otro á pronunciar alcanza; 
Luz que brilla en la noche de la mente; 
Bella y postrer visión de la Esperanza ; 

Tú, Señor Dios, que amante en sacrificio 
Te ofreces por el hombre que es tu hechura; 
Padre de la virtud, censor del vicio. 
Oye la voz de humilde criatura. 

Te invoco en el momento en que bajaste 

A habitar el asilo de la muerte; 

Cuando cadáver, yerto te encontraste, 

¡ Tú, el Hombre-Dios, omnipotente y fuerte ! 

Da á la campiña mies, jugo á las flores, 
Pan á los niños que por hambre lloran; 
Da á nuestro cielo vividos colores. 
Gozo á los seres que el pesar devoran. 



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DANIEL CALVO 79 

Ck>ncede al padre anciano en sus fatigas 
El reposo, ¡ Señor ! No más sombrío 
¡ Ay ! le dejes gemir, no le maldigas, 
Pues que también te ruego por el mió. 

En las madres ¡ oh Dios I el sentimiento 
Conserva, de bondad y de ternura : 
En sus rostros, Señor, brille el contento 
Y sus ojos nos miren con dulzura. 

Mis labios se estremecen. Dios inmenso, 
Al pronunciar un nombre que yo adoro; 
Tú sabes que tan sólo en ella pienso. 
Que ella es mi ensueño, mi placer, mi lloro. 

Para ella la ventura y la pureza. 
Los dulces sueños, las alegres horas; 
¡ Ay ! no obscurezcan nubes de tristeza 
El fúlgido esplendor de sus auroras. 

En la hora de dolor, arrodillado 
De esta iglesia en el duro pavimento. 
Yo te ruego también por el cansado 
Peregrino que baja sin aliento. 



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80 LOS POSTAS DB AYER 

Por el indio infeliz que no reposa, 
Por el negro que sufre la amargura 
De lai^a esclavitud, y por la hermosa 
Virgen que pisa nuestra tierra impura 

Por el que surca los revueltos mares 
Con terror contemplando la tormenta; 
Por el pobre cargado de pesares, 
Por el que sus postreras horas cuenta. 

También ruego. Señor, por los que mueren 
Lejos del techo do pasó su infancia, 
Por los que el mundo y sus placeres quieren. 
Por los que tienen en el mal constancia. 

¡ Inmenso Dios ! En cuanto á mi, te pido 
La sombra de una palma en mi desierto. 
Una voz que responda á mi gemido, 
Y para amarte un corazón abierto. 



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BENJAMÍN BLANCO 

(1832-1905) 

Abogado, periodista, pariamentario y magistrado. Prestó 
importantes servicios á la instrucción pública. La Real Aca- 
demia española le hizo su Miembro Correspondiente. Publicó 
en París, en 1891, un tomo de Poesías con prólogo de 
D.Eusebio Blasco. Sus hijos han coleccionado últimamente, 
en dos volúmenes, gran número de los escritos dispersos del 
padre. Sus composiciones en verso son religiosas, patrióticas 
y principalmente festivas y epigramáticas. La mayor parte 
tienen un sabor local y de actualidad, que realza el mérito 
de ellas en su propio país (Cochabamba). 



Dolerá 

Ven á mis brazos ligera, 
Serás de mi triste vida 

La querida 

Compañera. 
Ven á mi, maga divina, 
Que el amor, con mano dura 

5. 



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82 LOS POETAS DE AYER 

Me tortura, 

Me fascina. 
Ven á mi desierto nido, 
Ven y calma mi dolencia. 

Con urgencia 

Te lo pido. 
Una tarde en dulce calma, 
Nuestras dos almas se unieron 

Y fundieron 

En un alma. 
Tu alma ha sido mi aureola 
Y mi alma en tu alma infundida. 

Nuestra vida 

Fué una sola. 
Unidos por el amor. 
Tú eres reina, yo el vasallo; 

Soy el tallo. 

Tú la flor. 
Es limpio arroyo sin bruma 
La existencia, hermosa niña; 

Tú la ninfa, 

Yo la espuma. 
Panal en grato vergel, 
Nuestro mutuo amor semeja; 

Yo la abeja, 

Tú la miel. 



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benjamín BLA.IVCO 83 

Tiembla el rocío en la hermosa 
Rosa que adorna el estío; 

Yo el rocío, 

Tú la rosa. 
Brilla en el éter feliz 
Nuestro estrecho maridaje; 

Yo el celaje. 

Tú el matiz. 
La llama arde con primor 
Y brillante luz derrama 

Tú la llama, 

Yo el calor. 
Disipase el humo luego, 
Yo en el fuego me consumo; 

Tú eres humo, 

Yo soy fuego. 
La nube arrastra, violento, 
El viento que raudo sube; 

Soy la nube. 

Tú eres viento. 
Cuando el láud se reanima 
Con ritmo fácil y terso, 

Soy el verso, 

Tú la rima. 
No tendrá la dicha fin. 
Si eres en la senda astrosa. 



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84 LOS POETAS DE AYER 

Tú la diosa, 
Yo el flamln. 
En gaje mi alma recibes 
Y tu alma en prenda recibo 

Yo en ti vivo, 

Tú en mi vives. 
Vamos de la dicha en pos, 
Siempre unidos de consuno; 

Dos en uno 

Y uno en dos. 
Con ardiente afán yo te amo 
Tu desdén mi amor enciende 

Ven atiende 

Mi reclamo. 
Me siento desfallecer, 
Si no vienes yo me muero; 

Hoy te quiero 

Más que ayer. 
Ven á darme tus caricias. 
Yo te espero con anhelo, 

Con un cielo 

De delicias. 
Te ofrezco de amor canciones 
Y en ese tema inauditas, 

Inñnitas 

Variaciones. 



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BENJAMÍN BLANCO 85 



Yfen magníficos altares, 
La corona de festines 
De jazmines 
Y azahares. 



Deseo 



Ayer fué estrella de órbita lejana, 
Es hoy el sol que alumbra el alma mía, 
Fué asi tan bella en su primer mañana, 
Asi es tan bella al declinar el dia : 
Como Semete, en lánguidos desmayos, 
Morir quiero abrasado por sus rayos. 



Recuerdo 

No me llames mi vida, impropio acento 
La vida es un suspiro y nada más; 
Díme alma mía : como el alma, siento 
Que no puede mi amor morir jamás. 



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86 LOS POETAS DE AYER 



Confidencia 

Deja, niña, el sentimiento 
Y tus ensueños de amor; 
Hoy domina otro elemento 
Más poderoso : ¡ el vapor ! 

Del amor la insensatez, 
Todo ese embrollo y petardo, 
Se acabaron de una vez 
Con Heloisa y Abelardo. 

Déjate de corazón, 
Sigue la rauda corriente 
De la civilización; 
Hoy se piensa, no se siente. 

Ya no hay dimes ni diretes 
Deslizados por un flanco. 
Ni perfumados billetes : 
Sólo hay billetes de banco. 

Que es del mundo la divisa 
La ley del tanto por ciento. 



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benjamín blanco 87 

Y lo que es el sentimiento, 
No se expende, ni cotiza. 



Del amor los dulces ocios 
Se quedaron en Citeres; 
Hoy, entre hombres y mujeres, 
Sólo tratan de negocios. 

No valen lazos ni rizos, 
De afecto prendas notorias, 
Si no son prendas pretorias 
Libres de otros compromisos. 

Nadie media hora trabaja 
Haciendo una tierna endecha, 
En vez de hacer con ventaja 
Las cuentas de su cosecha. 

Y en vez de ardidos donceles. 
Que no duermen y que velan, 
Hay durmientes y rieles 
Por donde cien carros vuelan. 

Hoy los chicos y los grandes. 
Más que un dulcísimo beso. 



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LOS POETAS DE AYER 

Prefieren el rico queso 
De Bruselas ó de Flandes. 

Y á ese néctar que embelesa 

Y embriaga la fantasía... 
A ese néctar... hoy en día 
Se prefiere la cerveza. 

Deja, pues, tus ilusiones 

Y todo aquello... y todo eso... 
Que por todos los rincones 
Ya nos invade el progreso. 

La ventura apetecida 

Con los amores no medra; 

La ventura de la vida 

La traerá... ¡ el carbón de piedra! 

Te aconsejo, en conclusión, 

(Si quieres días serenos 

Para el pobre corazón) 

Que ames poco y sientas menos. 

Sigue, pues, la marejada 
Que te lleva en su corriente; 



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benjamín blanco 89 

Si ninguno ama ni siente, 
No sientas tú, ni ames nada... 

Libre estarás de las plagas 

Del dolor y del pesar, 

Si sigues sin vacilar 

Lo que te aconsejo que hagas. 

(,871) 



Epis:ramas 



Á CADA PERRO SU COLLAR 

Un letrado que la palma 
Pretende de la elocuencia, 
Afirma que la conciencia 
Es el espejo del alma. 
Y de este abogado viejo. 
Por el cual no hay quien abogue, 
Es la conciencia un espejo... 
Pero espejo sin azogue. 



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90 LOS POETAS DB AYER 



ESTE CURA NO TIENE CURA 

Sordo Ó sórdido es cualquiera, 
Los hay muchos en el mundo; 
Mas Pedro es sordo profundo, 
Porque es sordo de mollera. 



SIN RAZÓN 

No es justo que murmure 

Tanto la gente 
De los que buscan puesto 

Que mucho rente : 

Razón bien gorda 
Tienen, pues ningún perro 

Lamiendo engorda. 



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benjamín lens 

(1836-1878) 

Abogado, profesor, periodista y parlamentario. Publicó 
en 1861 una colección de versos bajo el titulo de Flores de 
un día; y después los dramas Amor y Celos y Venganza, 
El Hijo natural; Borrascas del corazón; y El Guante negro. 



Mis lágrimas 
I 



No es débil aflicción ni leve pena 
La que mi corazón ha traspasado; 
No es perdido placer el que envenena 
Esta vida que tanto me ha cansado; 
Rota de mi dolor la hinchada vena, 
Con su amargo torrente me ha empapado, 
É inundando el raudal del dulce llanto, 
No me deja expresar ni mi quebranto. 



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92 LOS POETAS DB AYER 



II 



Visión del alma, mi primer cariño, 
Tú fuiste el ángel de mirar risueño. 
Que amó mi corazón aún siendo niño. 

¡ Oh ! fué tu imagen mi primer ensueño, 
Fué tu recuerdo mi primer suspiro. 
Tu sonrisa el placer más halagüeño!... 

Cuando afligido mi pasado miro 
Y veo mi niñez entre su sombra, 
La carrera veloz del tiempo admiro... 

¡ En las horas de ayer todo me asombra ! 
Cuando triste repaso mi memoria. 
Llora mi corazón si se le nombra. 

No hay penas ni dolor en esa historia, 

No hay lágrimas de hiél que el alma traga; 

Los juegos y las risas son su gloria. 

Allí mi madre vaporosa vaga 

Con su rostro tranquilo y placentero, 

Que ni un instante la tristeza apaga. 



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BBNJAMÍN LBNS 93 

¡ Oh madre de mi amor ! ¿cómo no muero 
Tan sólo al recordar que pereciste?... 
¿Por qué respiro aún si nada espero?... 

¡ Ay ! del tiempo voraz víctima fuiste : 
Su soplo de huracán llevó tu vida, 
Y en el mundo de tumbas te perdiste 
Cual flor entre las hojas confundida. 



III 



Al tronco principal de tantas flores 
La muerte lo ha tronchado empedernida; 
Cual milano voraz, quitó la vida 
A la paloma fiel de mis amores. 

Todo quedó en mi hogar triste y desierto 
En profundo silencio sumergido; 
El eco maternal ha enmudecido... 
Glorias y porvenir con ella han muerto : 

Ahora mi corazón es la ruina 
Do el jaramago solitario crece, 
Al soplo del dolor que lo remece 
O al fuego abrasador que lo calcina. 



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94 LOS POETAS DE AYER 

Él al mundo publica funerario 
De mi pasado bien la triste historia; 
Onica flor que brilla en mi memoria, 
Que es de recuerdos insondable osario. 



IV 



Duerma tu cuerpo en paz, madre querida, 
Y tu alma virgen, perennal y bella. 
Me guie por doquier cual blanca estrella 
Que entre celajes mil está escondida. 

Adiós! descansa... la constante guerra 
Que agita contra mí la suerte ruda, 
Nos reunirá ante el Dios que jamás muda, 
Que alegra al justo y al malvado aterra. 



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JOSÉ ROSENDO GUTIÉRREZ 

(1840-1883) 

Abogado, periodista, parlamentario y diplomático. Tenia 
grandes dotes oratorias. Publicó muchos folletos de polé- 
mica parlamentaria y política. 



Los crucificados 

El fuego fatuo que alimenta el odio 
Es para la insensata muchedumbre 
Su astro polar, su guia fiel, la lumbre 
Que ilumina la senda de verdad. 
La mentira, gusano vil, se arrastra 
En la huella de todo ser gigante : 
Y la diadema de su sien brillante 
Es de espinas que punzan sin piedad. 



(L'Année terrible) 



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96 LOS POETAS DE AYER 

Para la sed de un Dios la hiél se guarda; 
Son manto de los astros densas nieblas; 
Donde quiera que hay luz, es que hay tinieblas. 
¡ Espantoso equilibrio ! y si no, oíd : 
Mercader de mujeres Fidias era. 
Legó á su vicio Sócrates su nombre. 
Horacio hizo que á Vesta se le asombre... 
Jugaba con las cabras... Proseguid. 

Catón echó un esclavo á la lamprea. 
Miguel Ángel, servil, siendo romano 
La espalda doblará, al tender la mano. 
Debajo de la férula papal. 
Del Dante, vagabundo, en la mirada 
Se ve brillar la sórdida codicia. 
Moliere enseña á su hija vil malicia... 
¿Voltaire? Avaro. ¿Diderot? Venal. 

Un ebrio es San-Martín... ¿Bolívar? Sátiro... 
Ante tu tribunal, género humano. 
Todo genio demanda gracia en vano : 
Nadie escapa al castigo aterrador. 
De la calumnia en el suplicio humano 
No hay quien salve de ser crucificado; 
Hoy ó mañana, como en el pasado. 
Se es inmortal á costa del honor. 



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JOSÉ ROSENDO GUTIÉRREZ 97 

De la gloria el sendero hace pedazos : 
El genio es monstruo, la naturaleza 
El corazón tritura, la cabeza 
Se subleva contra él; nunca hacen paz. 
Hasta que suba al Gólgota sangriento 
Donde es preciso que un estigma afrente 
Al que de aureola circundó 'su frente... 
¡Tiene éste á Zoilo; aquél tiene á Caifas 1 



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JULIO L. JAIMES^*) 

(1845?) 

Periodista, político y catedrático. Estuvo en la guerra con 
Chile, país en donde permaneció año y medio prisionero. Ha 
desempeñado cargos importantes en la Administración 
pública. Hace muchos años que forma parte de la re- 
dacción de La Nación y que desempeña la cátedra de 
literatura en el Colegio Nacional de Buenos-Aires. Su repu- 
tación literaria le ha valido el ser llamado á colaborar en 
muchas revistas de América y de España. Ha publicado : 
La Villa imperial de Polosi; Morir por la Pcdria (drama); 
Vn hombre en apuros (comedia) ; Critica literaria y especial 
de HispanO'América libertada, de D. Ricardo J. Bustamante; 
Epilogo de la guerra del Pací fleo; Galería de Hombres públicos 
de Bolivia, etc. Es muy conocido por el pseudónimo de 
Brocha Gorda. 



^^<^^M»«W^^^^<^ 



Hoy por ti... 



Viéndote tierna á su lado 
Y en dulce contenaplación, 
Pensé yo cuánto fui amado 
¡ Y cuál muda el corazón ! 

(1) Aunque este celebrado literato siga regalándonos con 
los frutos de su incontestable ingenio, justo es que le 
coloquemos con los poetas de ayer siquiera sea para 
vengar el olvido en que ha dejado, desde hace años, 
á las Musas que en otro tiempo le inspiraron. 



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100 LOS POETAS DE AYER 

¡ Cuál contígo 
Gocé dichas en tropel ! 
Hoy solo soy... un amigo; 
Eso hiciste antes conmigo 
Eso harás pronto con él. 



¡ Triste si juzga cadena 
De tu amor un juramento I 
Tu constancia es como el viento 
Que lleva y vuelve la arena. 

La fortuna 
De tu amante es infortunio; 
No me causa envidia alguna, 
Pues tú tienes, cual la luna. 
Cada mes un novilunio. 

Necio si piensa engendrar 
Alguno en ti una pasión; 
Tú no llegarás á amar, . 
Que amor pide corazón; 

Y si alguno 
De hallarlo en ti busca modos, 
Comprenderá el importuno. 
Que no puede ser para uno 
Corazón que quiere á todos. 



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JULIO L. JAIMES 101 

Por eso cuando te miro 

Cerca á un nuevo afortunado. 

Ni lo siento ni suspiro, 

Pues detrás viene el nublado. 

Y es contigo 

Gozar dichas en tropel, 

Lo que al verlas yo me digo : 

Ayer lo hiciste conmigo 

Mañana lo harás con él. 

(1882) 



No lo siento 

El alma que sufre aprende 
Con el sufrir, la prudencia; 
Que es un caso de conciencia 
No entender lo que se entiende. 
Si adiós me dijiste un día, 

Bien me acuerdo. 
Fué sin pena ni alegría. 

Sí hoy te pierdo, 
¿Qué enojo habrá ni qué agravio, 

Qué razón, 
Si cuanto dijo tu labio 

Fué ficción? 

6. 



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102 L08 POBTAS DB AYER 

Es duro dar por perdido 
Al que amando, amor comprende, 
Que lo que fué bien sentido, 
No se compra, ni se vende. 
Ni el tiempo lo da al olvido. 

Mas, diamante sin valor 
¿Qué importa que no se guarde? 
Cuanto más temprano es tarde 
Para un amor sin amor. 
Por eso dijo, y es cierto. 

No sé quien. 
Que es llegar á mejor puerto, 

Que es un bien. 
Conocer dónde se anida 

Lo que extraño 
A la verdad, da en la vida 

Desengaño. 
Ni sentiste ni lo siento. 
Que al valorar lo que vales, 
Bendije aquel cuerdo intento 
Que al tiempo, le da armas tales. 
Que echa al viento lo que es viento. 

(1881) 



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JUUO L. JAIMBS 103 



Espero... 



¡ Ay ! mientras más te examino, 
Yo te desconozco más, 
Que es burla de mi destino 
No conocerte jamás... 

Ya verás 
Que el tiempo que el amor trunca 
Podrá borrar tus agravios, 
Mas la miel que hay en tus labios 
Y que yo he bebido. . . ¡ nunca ! 

Si siguen ornando flores 
La senda por donde vas, 
Olvida aquellos amores 
Que yo no olvido jamás. 

Ya verás 
Que aun de mi pena al abrigo 
Siempre viviré esperando. 
Que vuelvas á mí pensando 
Que en el dolor soy tu amigo. 



(1882) 



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104 LOS POSTAS DB AYER 



¡ Siempre 1 i Siempre 1 

Para calmar la dolencia 
Que el rebelde amor procura, 
Yo imaginé en mi locura 
Que era un remedio la ausencia; 

Y no sufrí el aguijón 

De tus desdenes y enojos, 
« Pues lo que no ven los ojos 
No lo siente el corazón. » 

Mas cuan cierta 

Es que no muerta, 
Sino sólo adormecida 
Pasión que fué bien sentida 

Y bien guardada; 
Con nuevos bríos despierta 
Al rayo de una mirada. 

No muere, vive dormido... 
Ave que se acoge al nido 
Si la tempestad acrece, 

Y tiende otra vez el vuelo 
Cuando la aurora en el cielo 
Con nueva luz resplandece. 



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JULIO L. JAIMES 105 

No parece. 
Amor que fué bien sentido 

Y bien guardado; 
Ausente, vive dormido 
Y fuego casi apagado 
Se enciende ante el bien querido. 

¡ Ay ! no verla es condición 
Que la suerte en sus enojos j 
Señalara á la pasión, 
a Que lo que no ven los ojos 
No lo siente el corazón. » 

(,883) 



¡Sin verte I 

Como la flor que en la sombra 
Sin brillo y descolorida 

Languidece; 
Cual tórtola que del nido 
Separó, y del dueño amado 

Mano aleve ;J 

Cual planta que en otro clima 
Del que nació, no da fruto 



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106 LOS POETAS DB AYBR 

Ni florece, 
Cual arroyo bullicioso 
Que en el arenal sediento 
Va á perderse; 



Y cual nube que en cendales 
Con su furia el huracán 

La convierte; 
Asi es para mi tu ausencia. 
Sombra, nieve, aleve mano 

Que me hiere, 
Clima extraño, arenal yerto, 

Y huracán que al alejarme, 

Me da muerte... 



^ém>t v %^^^^t*^^^f 



Madrigal 



¿Tanto os ofende, señora. 
El pesar que me devora. 
Que con desdén, casi airada. 
Asi apartáis la mirada 
Del ser que tanto os adora?., 



(.881) 



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JULIO L. JAIMES 107 

Mas no temáis se desaten, 
Ni que inhumanos maltraten, 
El alma vuestros enojos; 
Mire al menos yo esos ojos, 
Aunque esos ojos me maten... 

(i 883) 



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JOAQUÍN LEMOINEí*) 

(184...) 

Hijo de Gochabamba. Abogado y periodista, de larga 
figuración. Ha desempeñado importantes comisiones en el 
extranj ero. Actualmente ejerce el Consulado General en 
Bruselas, donde tiene publicados numerosos é interesantes 
folletos de propaganda boliviana. | 



Nace y muere. .. 

En la movible cuna nace el niño, 

La flor en el jardín, 
^ace la Aurora en su rosado alcázar, 

Y aquí en el alma, ¡ tú ! 

Muere el hombre en el lecho solitario, 

En tus manos la flor, 
El sol entre la sombra de la tarde, 

I Y yo en tu corazón !... 

(1) Véase la nota relativa á Julio L. Jaimes, página 99. 

7 



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lio LOS POETAS DE AYER 

En el nido del bosque nace el ave, 
La armonía en las cuerdas del laúd, 
Bajo las ondas de la mar la perla, 
En mis delirios, ¡ tú ! 

Herida muere el ave en el desierto. 
Muere en las auras de mi arpa el son, 
Y la perla en la arena de la playa, 
Y yo, en tu corazón... 



Julieta y Romeo 

Venturosos ayer... y hoy en presencia 
De su muerte, se doblan de dolor 
Esos sauces llorones, y la luna 
Amortaja entre sombras su fulgor. 

Levantóse un difunto desde el fondo 
De un sepulcro de mármol solitario, 
Coronado de flores, recogiendo 
Los polvorosos pliegues del sudario. 



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JOAQUÍN LBMOINB 111 

I Pobre Julieta !... en su amoroso seno 
A su amante, frenética, estrechó, 
Y exclamó al ver que lo mató el veneno : 
« — ¡ Avaro, ni una gota me dejó... ! » 

Pálida, delirante, la suicida 

En su albo pecho atravesó el puñal : 

f Su doméstico hogar fué el cementerio !... 

(La tumba fué su tálamo nupcial!... 



I Pobre mudol 

Ck)nservo como un tesoro. 
Cual á mi amigo mejor, 
Al un pobre mudo que adoro. 
Que goza cuando no lloro, 
Que sufre con mi dolor... 

Es mi eterno compañero, 

Y la vida de mi ser, 
Presiente lo que yo quiero, 

Y en sentir es el primero 
Mis penas y mi placer. 



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112 LOS POETAS DB AYER 

Al ver que lo ha condenado 
La suerte á silencio eterno, 
Como una tumba callado, 
Llora y sufre resignado 
De su existencia el infierno. 

Estuvo enfermo... ¡Está inerte 
¿Volverá á su lozanía?. •• 
¡ Tal vez permita la suerte 
Que su silencio de muerte 
Se trueque en dulce armonía I 

Santuario del sentimiento 
Que en la vida me agitara, 
Alma de mi pensamiento, 
Si yo muriera... al momento 
Aun á la tumba bajara. 

Calla cual reloj dormido 
Que en su muda oscilación 
Siempre marcar ha podido 
El momento asaz querido 
O la hora de la aflicción. 

¡ Pobre mudo ! Si es discreta 
Tu silenciosa pasión , 



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JOAQUÍN LBMOINB 113 

No siempre será secreta... 
Que es la pasión de un poeta, 
Y el mudo... MI corazón. 



Flor enferma 

Para tu pecho destiné esa rosa, 

Arrójala, muy lejos, sin temor. 

Porque tiemblo que enferme tu alma hermosa 

Con el contagio atroz de mi dolor... 



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JACOBO RAMALLO 

(1850?-1906) 

Abogado. Sus composiciones, que generalmente son pa- 
trióticas 6 inspiradas en las escenas del hogar, vagan 
dispersas en revistas y periódicos de Sucre. 



El Hombre 



¡ Hombre ! altivo soberano 
De cuanto hay en este suelo, 
Que robas el rayo al cielo 
Y la peria al océano, 
Con orgullo torpe y vano, 
Hijo de tus rebeliones. 
Vences fieras y aquilones; 
Eres fuerte y grande, empero 
Aunque doblas el acero, 
No dominas tus pasiones. 



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116 LOS POBTAS DB AYER 

Dura tu pobre existencia 
Lo que flor caída en capullo; 
Pero infinito en tu orgullo 
Por ser soberbio en tu esencia, 
Desafias con tu ciencia 
A tu Señor absoluto; 
Tienes instintos de bruto; 
No ser como Dios, te irrita; 
Juzgas tu vida infinita 
Cuando no dura un minuto. 

Al ver que eres sabio y fuerte 
Se alza tu mente encendida 

Y en las puertas de la vida 
Te está esperando la muerte; 
Masa de la tierra inerte 

De podre y lodo formado, 

Que un soplo te hubo humanado 

Y otro soplo te anonada. 
¿Qué eres en la tierra? — nada 
Siendo el Rey de lo creado. 

Si para luchar naciste. 
Gladiador de los dolores, 
¿Para qué buscas amores 
Si el de tu Hacedor perdiste? 



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JACOBO RAMALLO 117 

¿No ves que es corta y es triste 
Tu miserable jomada? 
Tu dulce ilusión dorada 
Que la esperanza colora, 
Tiene duración de aurora... 
Después de luz... sombra... nada. 



Plegarias 



Alivio de las almas solitarias, 

Dulcísimas plegarías, 
Consuelo de los íntimos dolores; 
Alzadas en silencio sois más bellas, 

Puras cual las estrellas. 
Allá en el cielo os convertís en flores... 

Yo ruego por mis padres, cada noche 
Abre mi alma su broche, 

Mi alma que es como flor descolorida. 

El viento del dolor robó sus galas, 
Quemó sus leves alas 

Y en la tierra quedó sola y rendida. 

Valiente soy : pues con la pena lidio. 
Me ha brindado el suicidio 



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118 LOS POETAS DB AYER 

La calma del dolor, y no la quiero; 
Mi madre me enseñó santa creencia, 

Vale más que la ciencia. .. 
Gsta me hace dudar, con la otra espero. 

Cuando en la noche triste y solitaria 

Elevo mi plegaría 
Se tranquiliza el corazón doliente, 
Brota de mi alma enferma el ruego santo; 

De mis ojos el llanto. 
Es dulce como el agua de la fuente. 

Una mujer de mágica hermosura 

Con amor y ternura 
Volvió la vida al corazón inerte, 
Sin mirar sus encantos ni su hechizo 

Hirióla de improviso 
El Ángel de alas negras de la muerte... 

Para ella calma y paz al cielo pido, 
Y que nunca el olvido 

Borrar pueda de mi alma su recuerdo, 

De mi triste plegaria en la querella 
Amante digo á ella : 

¡Perdido dulce bien, de ti me acuerdo! 



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JOSÉ V. OCHOA 

(1858-1897) 

Abogado y periodista. Fué Ministro de Instrucción Pú- 
blica. Ha publicado, en verso : Poesías; Hojas al vienlo; 
Tobías (poema); El reo salvado por la mano de Dios 
(leyenda); y en prosa : Paceños ilustres; Mariano Reyes 
Cardona y Evaristo Valle (biografías); Semblanzas de la 
Guerra del Pacifico; Borrones y perfiles. 



El Minero 



¡ Salve ! valiente soldado 
Del trabajo y del progreso, 
En triunfo siempre, aunque preso 
Dentro el abismo ignorado; 
Alli cumples, resignado 

Y con el alma serena 
Tan continuada faena 

Y tan paciente trabajo. 
Que de la tierra debajo. 
Semejas un alma en pena. 



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120 LOS POETAS DE AYCR 

I Qué quieres ! — esa es tu gloria : 
Con la fe que al hombre alienta 
Armado de una herramienta, 
Alcanzas tú la victoria : 
Tu nombre no está en la historia, 
Porque tu labor se encierra 
En la oscuridad que aterra; 
Allí donde cual gigante 
Cíclope, extraes, pujante 
Los tesoros de la tierra. 

Es lucha muy desigual 
La que tu esfuerzo sustenta 
Cuando la tierra reviente 
Con rabia de hidra infernal : 
Es que cree que haces mal 
Abriendo en su seno brecha 

Y entre sus brazos te estrecha, 
Como la fiera, que herida 

Y al ver su sangre vertida. 
Destroza á aquel que la asecha. 

I Sigue adelante ! El combate 
Te dará el triunfo glorioso : 
Que el aliento poderoso 
Del siglo en tus fibras late. 



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JOSÉ V. OCÜOA 121 

El hombre que no se abate 
Ni en los contrastes se inclina, 
Sobre la suerte mezquina 
Se alzará grande y potente, 
Pues lleva luz en su frente 
Quien la materia domina. 



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LOS POETAS DE HOY 



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TOMAS O'CONNpR D'ARLACH 

(1848?) 

Periodista. Ha publicado en prosa : Tarij'eños notables 
(1888); Los Presidenies de Bolivia desde 1825 hasla 1875 
(1889); El Periodismo Americano en 1890(1890); Podisas 
bolivianas (1890); Rosas^ Francia y Melgarejo (1892); Sem- 
blanzas y recuerdos (1893). Y en verso : Poesías (1896) é 
Impresiones (1907). 



Tardes grises 

Es la tarde : es una tarde de esas tristes, nebulosas, 
En que flotan en la mente los recuerdos de las cosas, 
De las cosas y los seres que pasaron, que murieron, 

¡ Que no existen, que se fueron. 

Que ya nunca volverán !... 
Tardes grises, en que el alma, allá en negra lonta- 

[nanza 
Vio morir sus ilusiones y extinguirse la esperanza, 
Y sus sueños, golondrinas bulliciosas y ligeras, 



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126 LOS POETAS DE HOY 

Alzar vuelo á otras riberas 

De dó nunca tomarán. 
Tarde fría, tarde negra, de recuerdos dolorosos, 
En que gime triste el viento, con acentos quejum- 

[brosos, 
En que el cielo se presenta melancólico, sombrío. 

En que siente el pecho mío 

Todo el peso del dolor. 
Los recuerdos de otros días de esperanza, amor y glo- 

[ria, 
Atonnentan más que nunca, punzadores mi memoria, 
En las tardes del otoño, tardes grises y sombrías 

De negras melancolías 

Y de tedio abrumador. 

Bruma densa, triste y fría en el llano y en el monte, 
Densa bruma allá en el cielo y en el pálido horizonte; 
Blanco manto de neblina en el alto campanario, 
Ck)mo fúnebre sudario; 

Y en mi triste corazón. 

De esa tarde gris de otoño, ¡ ay ! la bruma densa y 

[fría, 
De esas tristes tardes grises la fatal melancolía, 
Y el recuerdo persistente de mi madre y mi hija muertas 

Y el recuerdo de mis yertas 
Esperanzas é ilusiones, 

¡ Ay ! en esas tardes grises. 
Me destroza el corazón I 



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TOMÁS O'CONNOR d'aRLACH 127 



Laura 

Laura bella; sí, más bella que la Laura de Petrarca, 
Que otros canten tu belleza, tus encantos, tu talento; 
Yo tan sólo canto, Laura, á tus ojos celestiales 
Que se mecen en los mundos de la Gloria y el Ensueño. 

En la selva donde viven mis quimeras de poeta, 
Penetraron, misteriosos, como rayos de un lucero; 
En las sombras de mis noches penetraron las miradas. 
De tus ojos soñadores, tan azules como el cielo. 

Una aurora es tu mirada, dos estrellas son tus ojos, 
Que titilan dulcemente en el éter del ensueño; 
Feliz, Laura, quien reciba los efluvios deliciosos 
Que despiden tan hermosos, tan espléndidos luceros. 

Yo contemplo esas estrellas seductoras y brillantes, 
En mis noches otoñales, en mis noches de silencio, 

Y su luz penetra entonces en la selva sin rumores 
Donde duermen olvidados mis poéticos ensueños. 

El poder de tu mirada los despierta, ¡ pobrecitos ! 

Y se agitan, y, cual aves en bandada, alzan el vuelo 

Y á caer van á tus plantas, como pétalos de rosa. 
De la rosa inmarchitable, purpurina, del Recuerdo. 



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ADELA ZAMUDIO 

(186...) 

Dirige una Academia de pintura y dibujo en Cochabamba. 
Ha publicado versos desde su adolescencia con el pseudó- 
nimo de Soledad, En 1887 vio la luz pública en Buenos 
Aires una colección de ellos, bajo el titulo de « Ensayos 
poéticos de Adela Zamudio », con prólogo del señor García 
Velloso. Ha escrito, además, las novelas cortas : La Inun- 
dación y El Milagro de Fray Justo. 



Quo vadis? 

Sola, en el ancho páramo del mundo, 

Sola con mi dolor, 
En su confín, con estupor profundo 
Miro alzarse un celeste resplandor... 

¡Es Cl ! Aparición deslumbradora 

De blanca y dulce faz, 
Que avanza, con la diestra protectora 
En actitud de bendición y paz. 



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130 LOS POETAS DB HOY 

Inclino ante Él mi rostro dolorido 
Temblando de ternura y de temor, 
Y exclamo con acento conmovido : 
— ¿A dónde vas, Señor? 

— La Roma en que tus mártires supieron 
En horribles suplicios perecer, 
Es hoy lo que los Césares quisieron : 
Emporio de elegancia y de placer. 

Alli está Pedro. El pescador que un dia 
Predicó la pobreza y la humildad. 
Cubierto de lujosa pedrería 
Ostenta su poder y majestad. 

Feroz imitador de los paganos, 

El Santo Inquisidor 
Ha quemado en tu nombre á sus hermanoa..» 

¿A dónde vas, Señor? 

Mlá en tus templos donde el culto impera^ 
¿Qué hay en el fondo? O lucro ó vanidad. 
¡ Cuan pocos son los que con fe sincera 
Te adoran en espíritu y verdad ! 

El mundo con tu sangre redimido, 
Veinte siglos después de tu pasión, 



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ADBLA ZAMUDIO 131 

Es hoy más infeliz, más pervertido, 
Más pagano que en tiempo de Nerón. 

Ante el altar de la Deidad impura, 
Huérfana de ideal, la juventud 
Ck)ntra el amor del alma se conjura 
Proclamando el placer como virtud. 

Las antiguas barbaries, que subsisten. 
Sólo cambian de nombre con la edad ; 
La esclavitud y aun el tormento existen, 

Y es mentira grosera la igualdad. 

¡ Siempre en lucha oprimidos y opresores ! 
De un lado, la fortuna y el poder, 
Del otro, la miseria y sus horrores; 

Y todo iniquidad... hoy como ayer. 

Hoy como ayer, los pueblos de la tierra 
Se arman para el asalto y la traición, 

Y alza triunfante el monstruo de la guerra 
Su bandera de espanto y confusión. 

Ciega, fatal, la humanidad se abisma 
En los antros del vicio y del error, 

Y duda, horrorizada de si misma... 

¿A dónde vas. Señor? 



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132 LOS POETAS DB HOY 



Nacer hombre 

¡ Cuánto trabajo ella pasa 
Por corregir la torpeza 
De su esposo, y en la casa, 
(Permitidme que me asombre) 
Tan inepto como fatuo 
Sigue él siendo la cabeza, 
Porque es hombre ! 

Si alguna versos escribe, 
De alguno esos versos son, 
Que ella sólo los suscribe 
(Permitidme que me asombre) 
Si ese alguno no es poeta, 
¿Por qué tal suposición? 
— Porque es hombre. 

Una mujer superior 
En elecciones no vota, 
Y vota el pillo peor. 
(Permitidme que me asombre) 
Con tal que aprenda á firmar 
Puede votar un idiota 
Porque es hombre. 



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ADELA ZAMUDIO 133 

El se abate y bebe ó juega 
En un revés de la suerte : 
Ella sufre, lucha y ruega. 
(Permitidme que me asombre) 
Que á ella se llame el « ser débil » 
Y á él se le llame el a ser fuerte », 
Porque es hombre. 

Ella debe perdonar 
Siéndole su esposo infiel; 
Pero él se puede vengar 
(Permitidme que me asombre) 
En un caso semejante 
Hasta puede matar él, 
Porque es hombre. 

¡ Oh mortal ! 
¡ Oh mortal privilegiado 
Qué de perfecto y cabal 
Gozas seguro renombre I 
En todo caso, para esto, 
Te ha bastado 
Nacer hombre. 



^^^<^M<^»V^»»VS» 



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134 LOS POETAS DE HOY 



Peresrrinando 



Un sol de primavera 
Sobre una senda fácil y florida : 
Tal es el mundo al despertar — tal era 

La jomada primera 

Del viaje de mi vida. 
¡ Aurora bendecida en que bastaba 

Para marchar serena 
Pensar que ser feliz era ser buena !... 
¡ Ser feliz ! ¡ ser feliz ! ¡ móvil constante 
Que nos arrastra en el fatal camino ! 
¿Quién nos ha prevenido de antemano 
Qué es éste el gran secreto del destino? 



II 



También yo, de mi lira destemplada 
Las notas quejumbrosas 

Vengo á mezclar al mundanal concierto. 
Un alma delicada 

Entre esta multitud, se halla tan sola 

Como pudiera estarlo en un desierto. 



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ADBLA ZAMUDIO 135 

Soñar una región más elevada, 

Amar un ideal y resistirse 

A festejar este sainete humano 

Que danza sobre el fétido pantano; 

Asfixiarse en el aire nauseabundo 

De un bajo, estrecho y miserable mundo, 

Es ser maldito, odiado, escarnecido. 

¡ Ay de aquel que se aparte 

De la infame algazara !... 
Se le llama rebelde y renegado 
Y se le arroja ciénago á la cara... 



III 



¡ Qué horrible procesión la que acompaño ! 
Sus roncas carcajadas me hacen daño. 

Yo no puedo, no puedo 
Ponerme la careta del engaño 
Y hacer de esos dichosos un remedo. 
¡ Cuántos hay que se agrupan á montones 

En la encantada orilla 
Del insondable mar de las pasiones 
En la noche de horror y desamparo 
Del que se lanza en ese rumbo incierto. 

Raro será, muy raro. 
Quien llegue pronto á divisar un faro 



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136 LOS POETAS DB HOY 

Que le conduzca al puerto. 
¡ Cuántos llevan el seno hecho girones 
Por la guerra feroz del desencanto ! 

¡ Gastados corazones, 
Lápidas de sus muertas ilusiones, 

Tal vez medio borradas 

Con un raudal de llanto ! 



IV 



En la cima de un monte solitario 

Termina mi Calvario : 
Sentándome en el borde del sendero 
Con la frente apoyada entre las manos, 
Gozar de paz unos instantes quiero. 
Desde aquí vuelvo atrás con la mirada 

Y en un abismo de dolor me pierdo. 
En las nubladas ondas del olvido 
Se despierta la voz desconsolada 

Del ángel del recuerdo. 
{ Ah ! no es tan fácil como yo creía 
Idiotizar un alma resignada. 
No es fácil afrontar por mucho tiempo 

Con faz siempre serena, 
De un vacío sin término la pena 

Y de un truncado porvenir la nada. 



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ADELA ZAMUDIO 137 



Existe un misterioso sentimiento 

Que en horas de despecho y desaliento 

Hablaba en otro tiempo á mis oídos 

Como voz interior : — « Espera, espera : 

No juzgues de la historia de tu vida 

Sin llegar á la página postrera. » 

I Ya es tiempo de llegar ! Voy trasponiendo 

La trabajosa cima : 
Ya se apaga la luz y el sol se esconde, 

La noche se aproxima. 
Quiero llamar á la temida puerta 
Donde sólo el Silencio nos responde. 
¡ Tengo una horrible sed que me devora ! 
Mi espíritu se baña desde ahora 
En esa melancólica frescura; 
Estoy ansiosa ya de tu reposo, 

¡ Oh techo dehcioso, 

Callada sepultura 1 

(«887) 



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138 LOS POBTAS DB HOY 



El Hombre 



Cuando abrasado por la sed del alma 

Quiere el hombre, viajero del desierto, 

Laureles recoger, 

Al dintel de las puertas de la gloria, 

« Detente aquí », le dice á la mujer... 

Y al volver á emprender la ardua carrera. 

Si siente que flaquea su valor, 

« Ven, ven », la dice entonces, 

«Tú eres mi compañera. 

En las horas de lucha y de dolor... » 



Fin de siglo 

¡ Avanza humanidad ! tu vasto imperio 
Explica la razón de tu optimismo. 
No te espanta en el borde del abismo 
De terribles problemas el misterio. 

Del dolor bajo el rudo cautiverio 
Tienes como refugio el alcoholismo : 



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ADBLA ZAMUDIO 139 

Sus trajedias te brinda el anarquismo, 
Sus romances de amor el adulterio. 

I Avanza ! que si el mundo se desquicia 
En honor del derecho y la justicia, 
Marchas á conquistar la paz... armada. 

Y la ciencia, admirable y bendecida, 
Te da tras los tormentos de la vida 
El horrible consuelo de la nada... 

('907) 



Caín 

Perseguido sin punto de reposo 
Por el ojo tenaz de su conciencia. 

Tras su crimen odioso 
Caín perdió la paz de la existencia. 

¡ Ah ! desde aquella edad bien inocente. 
La humanidad ¡ cuánto ha ganado en seso ! 
No se puede negar en el presente 
La influencia del Progreso; 



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140 LOS POETAS DE HOY 

Hoy no es raro encontrar quien hunda el arma 
De una indefensa víctima en el pecho, 
Y tras esto, sin pena y sin alarma, 
Se tienda á reposar en blando lecho. 



La oración de la Tarde 

I Lirio de Nazaret, flor de los cielos, 

Lucero de la tarde, 
Yo te saludo al declinar el día ! 
Ruega por los humildes pecadores, 
Alivia sus miserias y dolores, 
{ Santa madre de Dios y madre mía ! 

Por el anuncio que Gabriel te trajo 

Cuando bajó del cielo, 
De que el hijo de Dios tuyo seria, 
Yo repetir en tu alabanza quiero 
Las palabras del Ángel mensajero, 
Y te digo con él : ¡ Ave María ! 



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ADELA ZAMUDIO 141 



¡Poeta! 



En la ruidosa fiesta del trabajo, 

De nuestro siglo en la anchurosa escena, 

En medio de ese caos que se llama 

« Lucha por la existencia », 
Un personaje exótico aparece, 
Extraño á los negocios de la tierra. 
Es su porte modesto al par que altivo 
Y hay en su frente un sello de grandeza; 
Ni la risa del necio lo confunde, 
Ni del rico la vana suficiencia. 
Al pisar el umbral de los salones. 

Quizá por vez primera. 

Ostenta en sus modales 
La distinción de incógnita nobleza. 
— ¿Quién es? 

— El mismo que haraposo un día 
Cruzó las playas de las islas griegas. 
Cuyos divinos cantos. 
Fragmentos de un espléndido poema. 
Arrojados al viento de los siglos 
Son de su genio la inmortal herencia. 



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142 LOS POSTAS DB HOY 

El mismo que en los campos de la Galia, 
Peregrino, en las noches de tormenta, 
Cansado y aterido, 
Del patriarcal hogar llamó á la puerta; 

Y acogido con franca simpatía 
Tras de sabrosa cena, 

Encantó á sus oyentes con tiemisimas 
Baladas y leyendas, 

Y ante los muros del feudal castillo, 
Desafiando la furia de los déspotas, 
Pulsó el laúd, vibrante y melancólico. 
De la oculta beldad junto á la reja; 
Es el desheredado del destino 

Que en su errabunda y singular carrera 
Va recogiendo lauros — siempre el mismo 
A través de los siglos y las épocas. 
En cambio del laúd y de la lira. 
Por doquiera que va, consigo lleva 
Un álbum — su tesoro — más valioso 
Que todos los tesoros de la tierra. 
Hay en su pecho un fuego misterioso : 

— El fuego de la Idea. — 
¡ La Idea ! Sentimiento sublimado 
Que en el cerebro la razón condensa 

Y en el claro raudal de la palabra 
Brota llenando páginas excelsas. 



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ADELA ZAMCDIO i'A 

Mas, para que esa liama sacrosanta 

En su potente corazón se encienda^ 

Es preciso que apure de la vida 

Las heces más acerbas; 

Que conozca del hórrido infortunio 

Las escabrosas sendas; 

Que sus riscos y abrojos le lastimen, 

Que sus choques y obstáculos le hieran 

Eso es la Inspiración. Flor misterios? 

Que sólo exhala su divina esencia 

Después de las terribles sacudidas 

De tempestad violenta... 

Eso es la obra del Arte ; Sacro fuego 

Que devorando crea; 

Crepitación de un alma hecha pedazos, 

Sangre del corazón, — ¡ eso es la Idea ! 

¡ Oh bardo del dolor ! llegas á tiempo ; 

Pulsa el laúd. Alza la voz profética : 

De las grandezas de la edad presente 

Muestra la falsedad y la miseria. 

Lamenta los secretos angustiosos 

De esta infeliz generación decrépita. 

Que, ahogando el malestar que la devora 

Se muestra satisfecha 

De los triunfos risibles 

De la industria y la ciencia... 



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-444 • ^ ' " LOS ILUTAS DB HOY 

También tú, tributario de este siglo, 
Tienes el alma y la conciencia enfermas 
t Poeta del dolor I llegas á tiempo. 
Cantor de la verdad. ! pulsa esa cuerda !. 



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HERCILIA F. DE MUJIA 

(186...) 

Sos composiciones en verso están dispersas en revistas y 
[>eñódicos. Es esposa del poeta Ricardo Mujia y autora de 
ilgunas piezas de música 



^<^<^^<^^^^^^^^ 



Ayer y hoy 



Como el tranquilo sueño de la infanciai 
Como la vibración de una annonia, 
Como una aurora fúlgida y risueña, 
Ayer pasaba para mi la vida. 
Como la tempestad que se desata 
Sobre el profundo abismo de los mares; 
Como huracán que sopla fragoroso, 
Y en pos desolación y muerte trae; 
Asi pasan las horas de mi vida, 
Llenas de sombra. Si antes tan serenas 
Traían á mi mente sólo ensueños, 
En mi alma hoy dejan dolorosas huellas. 

9 



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ROSENDO VILLALOBOS 

(1860) 

Ha sido director de la Biblioteca de La Paz, Convencional 
en 18M y Subsecretario de Estado. Últimamente ocupó la 
presidencia de la Cámara de Diputados. Es socio del Ateneo 
de Lima, miembro honorario de la Asociación de Escritores 
y Artistas de Madrid y de la Sociedad de Geografia Comer- 
cial de Paris. Ha publicado las siguientes obras en verso : 
De mi caliera (1886); Aves de paso (1889); Memorias del 
corazón (1890); Odos crueles {IS97); y Hacia d (Huiéo (1907). 






¡ Bésame a^ ! Cuanto hay en tí provoca 
A un deleite infinito, t Qué embelesos 
Si en la fresca granada de tu boca 
Brindo perlas y púrpura á mis besos ! 

¡ Bésame asi ! ¿Qué insólitos resabios 
Han de temer tus férvidos arrojos? 
Guando habla el corazón, besan los labios... 
Bésame con tu boca y con tus ojos. 



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148 LOS POBTAS DE HOY 

¡Bésame... bésame! Celeste hechizo 
De una dicha sin fin me da tu anhelo. 
Tu boca es mi vedado paraíso, 
Pero en tu boca yo conquisto el cielo. 

Bésame, sí. De un beso las delicias 

En espasmos de amor mi pecho inundan t 

Son flores de la carne las caricias 

Y esas flores con besos se fecundan. 

] Bésame así I Tu boca que provoca 
A un deleite sin fin, causa embelesos; 
¡ Que la fresca granada de tu boca 
Brinde perlas y púrpura á mis besos I 

] Bésame asi ! Jamás dejó resabios 
Tu amor, tu excelso amor, en sus arrojos. 
¡ Bésame con las rosas de tus labios 1 
] Bésame con los astros de tus ojos ! 



«MMMMM^MMMMM^ 



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ROSBNDO VILLALOBOS 149 

Frase del cable en 1885 

< ¡Ha muerto Víctor HüGO I » 

Asi el cable á los pueblos da la extraña 
Voz del dolor, que en mi cerebro zumba; 
Pero otra voz que la verdad entraña 
Llega hasta mi, y asi me desengaña : 

— « Querer que Hugo sucumba 
€ Es querer encerrar una montaña 
c En el ámbito estrecho de una tumba ! » 



Rubor 

El cielo de celajes se cubría 

Del vivo tinte de tus labios rojos; 

Y á mi me parecía 

Que, lleno de rubor, se enrojecía 

Viendo otro cielo en tus azules ojos. 



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150 LOS POSTAS ÜE HOT 



Al li >yu elo da Cl«e 

Nido de amor, hoyuelo perfumado 

De Cloe, que es mi cielo, 
Si un dedo de Cupido ha modelado 
Mansión tan bella para el beso alado, — 

Hoyuelo, casto hoyuelo. 
Que los besos que os doy, no tengan vuelo. 



Juventud y esperanza 

La luz del porvenir brota esplendente 
Donde hay lucha y audacia y esperanza! 
Sólo el impulso juvenil alcanza 
A dar al ideal nueva corriente. 

En el curso del tiempo, fatalmente 

El porvenir sobre el pasado avanza ; 

Mas ¡ ay de aquél que olvida la enseñanza 

Que á otros tiempos hereda el bien presente I 

¡ Arriba, juventud ! Tu nombre ileso 

Salvarás de la vida en la pelea 

Sobre el blasón de la victoria impreso; 



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ROSfiNDO VIIJJULOBOS 151 

Que allí en la cumbre tu estandarte ondea 
Con el soplo fecundo del progreso 
Y el influjo divino de la idea 1 



El periodista 

(En memoria del ewcmio periodUta bolioiano D. Félix Reyes Ortiz) 

Cl ahuyenta las sombras con su aliento 
Y, mientras vierte luz como la aurora, 
Va regando las lágrimas que Hora 
Sobre el fértil jardín del pensamiento, 

A su impulso se agita como el viento 
La onda social, que arrastra abrumadora 
Junto á la flor la víbora traidora, 
Junto á la fe los dardos del tormento. 

Y el anhelo inmortal, que es su acicate, 
Le conduce á luchar en la pelea 

Con todo el fuego que en sus venas late. 

Y si sucumbe al fin ¡ bendito sea 1 
Su corazón fué sangre del combate, 
Su cerebro fué el yunque de la idea. 



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152 LOS POSTAS DB HOY 



Aparición 



A Casimiro PRIETO VALDÉS, en Buenos Aires. 

Surgió á mis sueños. ¡ Cuan gentil ! ¡ Cuan bella ! 
La palidez radiosa de una estrella 
Brilla en su frente como un lirio hermosa; 

Y el rubor con que al alba causa enojos, 
Si desmaya en sus párpados de rosa, 

Da más fuego á sus labios siempre rojos. 

Al ver de un alma pura 
Dibujarse en su rostro la sonrisa 

Se agita dulce, ansiosa. 
En todo corazón la fe sumisa 

De una pasión vehemente 
¡ Quién pudiera contarle las quimeras 
Que prestan al amor su miel sabrosa 

Y ponen aureolas en la frente ! 

Con pocas primaveras 
Corridas en la senda de la vida 
Toda ella es luz, es ilusión ingente; 
Risueña encamación de un alma ungida 



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ROSENDO VILLALOBOS 153 



En el óleo de candidos amores; 
Belleza juvenil que bulle henchida 
De delirios, de anhelos y fervores.. 



Parece que en su seno 
Se mueve un mar de vagas impaciencias^ 
Gomo en el cáliz de la flor va lleno 
El germen de futuras florescencias. 

La gracia seductora 
Por donde posa el pie surge esplendente, 
Ciomo surge magnifica la aurora 
Cuando el cielo estrellado se colora 
Con el vivo arrebol que halla en Oriente. 

Y en la gama inefable de su acento 
Retoza la canción, tiembla el arrullo; 
Su boca es para el beso, y en su aliento 
Va el polen estival que cruza el viento 
Y se aduerme en las rosas en capullo. 

La lumbre que rutila 
Sobre el piélago azul de su pupila 
Provocando del cielo los sonrojos, 
Tiene el vago misterio y el encanto 
De un alba tropical bañada en llanto : 
¡ Se ve el cielo encerrarse entre sus ojos ! 



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154 LOS POETAS DB HOT 

De su busto gentil de nieve y rosa 
Cuanto hay de aroma y de esplendor rezuma. 
Tal en copa de nácar misteriosa 

Y de ISus poros al través, rebosa 

El licor que en los sueños se perfuma. 

Y esos sueños en nítida guirnalda 
Que su frente de lirio no marchita, 
Florecen en su ser. Es Esmeralda 
En sus arrojos de pasión ferviente; 
En su dulce vehemencia, Margarita, 

Y Ofelia en lo ideal que arde en su mente. 

Se impregnan la piedad y la esperanza 
En su nimbo sutil de lumbre de astro; 

Y el que entre dudas y dolor avanza, 
Cuando su luz alcanza. 

Llega y besa su veste de alabastro. 

Trasciende su alma hermosa 
Del plástico esplendor, dos veces bella; 
Mezcla etérea del ángel y la diosa, 
] Quien la ve flor ha de admirarla rosa, 
Quien la ve luz ha de cantarla estrella I 

Y cuando en raudo giro 

Huya el amor por no morir de hinojos 



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ROSENDO VILLALOBOS 156 

Ante la diosa que arrobado admiro, 

I Se haga aroma en sus labios, si es suspirOi 

Se haga perla, si es lágrima, en sus ojos ! 



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Lejos del mundo 

Aquí, escondido entre mi gruta verde, 
AI rumor que hace el viento entre las hojafl^ 
Mi constante dolor sus sombras pierde 

Y ahuyenta sus congojas. 

Aquí, junto á la orilla donde canta 
Sus dulces fantaseos el oleaje, 
La inspiración despierta y se levanta 
Enérgica y salvaje. 

Aquí, de entre los ámbitos que abarca 
La mirada anhelosa de otra lumbre. 
Ya mi alada ambición su rumbo marct. 

Y sube hasta la cumbre. 

Y unida á la inmortal naturaleza 
En connubio tan íntimo y profundo. 
Palpitando de amor en su grandeza 

Crear quisiera un mundo. 



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156 LOS POETAS DB HOY 

I Pero no 1 Que á mi espíritu al que agobia 
La humana perversión y no lo expande, 
No ha de infundirle esa encantada novia 
Otro ideal más grande. 

Si en ella está la terrenal belleza — 
¿Cómo de otro ideal buscarla al fuego 
Cuando mi inspiración que en ella empieza, 
Acaba en ella luego? 

Tan sólo aquí, serena la conciencia, 
Ni encuentra falsedad, ni va á lo incierto; 
Pues sabe que no es triste la experiencia 
Aunque la fe haya muerto. 

Aquí con tu esplendor ¡ oh sol que igualas 
Bajo tu luz al hombre y al insecto I 
Yo me alzo en mi razón, como en sus alas 
Aquel ser imperfecto. 

Y te adoro, inmortal naturaleza. 
Con orgullo de ser en mí tan poco, 
Sin necias presunciones de grandeza 
Que hacen del hombre un loco. 

Yo sé que tú no engañas, que si avanza 
Mi momento postrer, serás piadosa, 



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ROSENDO VILLALOBOS 157 

Didéndome desde hoy que la esperanza 
Aun latirá en mi fosa. 



Por eso el alma que al eterno sube 
Deja en los orbes su ascendente huella : 
Miel en la flor, aljófar en la nube 
Y esplendor en la estrella. 

Y, pues, que asi, rendido sin angustia, 
Ya en la muerte transfundo mi existencia. 
Lirio en flor sea, y una frente mustia 
Bañar pueda en mi esencia. 

Y si es la ingrata que postró de hinojos 
A sus plantas mi calma y mi albedrio. 
Llegue yo como lágrima á sus ojos 
En celestial rocío. 

¡ Ven, muerte, ven ! Sobre mi cuerpo yerto 
No invoques la piedad del que no llora; 
Yo quiero ser la palma del desierto : 
Pedir llanto á la aurora. 



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158 LOS POSTAS DB HOY 

Los ojos 

{Sully Prudhome) 



Á Sixto MORALES, en Arequipa. 

Negros ó azules, si á porfía amados, 

Hermosos á porfía, 

Imiumerables ojos 
Han contemplado el esplendor del día. 
Hoy duermen en el fondo de las tumbas... 
Pero el sol se levanta todavía : 

Más dulces que en los días, en las noches 
Ojos innumerables 
Se encendieron de amores y sonrojos... 
Las estrellas aún brillan inmutables 
Y la sombra ha inundado tantos ojos. 

¡ Pero no ! no han perdido la mirada, 
Porque ello ¡ oh Dios ! porque ello no es posible. 

Se han vuelto hacia otros mundos : 
Allá donde se encierra lo invisible. 



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ROSENDO VILLALOBOS 159 

Como astros descendentes que nos dejan 
Aunque en el cielo permanentes giran. 
Tienen también los ojos su poniente... 
Mas, sin morir, desde las sombras miran. 

Negros ó azules, adorados todos 

Y todos seductores, — 

A los dulces fulgores 
De una aurora infinita siempre abiertos. 
Desde el otro costado de las tumbas 
Aún nos miran los ojos de los muertos !... 



Tristezas 



(Para Carlos Florss QUÍNTELA) 

Cuando de la vida 
La corriente rauda, 
Reflejando lleva 
Dichas que se acaban. 

Cuando el desencanto ' 
Se adueña del a^ma 



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160 LOS POSTAS DE HOY 

Y el dolor insomne 
Vela en nuestra estancia, 

Cuando en las vigilias 
La aurora esperada 
Medir más nos hace 
Nuestra suerte infausta; 

Entonces ¡ oh entonces I 
I Oh musa ! ] mi amada 1 
Te invoco en mi anhelo, 
Te busco en mis ansias; 

Y al sentir que llegas 

Y que á mi te avanzas, 

Y que compasiva 
Me tiendes el ala, 

De lo hondo del pecho 
Surge aun la esperanza, 
Prometida novia 
Que de amor me canta; 

Entonces acuden 
Con chasquidos de alas, 
Con rumor de besos. 
Con voz de plegaríasi 



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ROSENDO VILLALOBOS 161 

Las vibrantes notas 
Del coro que le alzan 
Al Amor triunfante 
Las triunfantes almas. 

Entonces ¡ oh entonces I 
Para siempre acallan 
Del dolor los salmos 
Su abrumante gama. 

Y allí (mil palomas 
De nieve y de nácar) 
Los recuerdos llegan 
En veloz bandada. 

Me trae en su arrullo 
La torcaz más b anca, 
Los tiernos encantos 
De la dulce infancia. 

La de plumas de iris 
Me hace remembranzas 
Del fugaz ensueño 
De ilusión voltaria. 

Y esa obscura, obscura 
Como noche trágica, 



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162 LOS POETAS DE HOY 

Ternezas me dice 

De quien me fué ingrata. 

] Oh la musa mía I 
¡ Mi musa adorada ( 
Tú al paso me cierras 
Heridas del alma. 

Quien sienta tu influjo 
Verá que sus ansias 
De aromas de olvido 
Tu mano embalsama 

La fe que se ausenta. 
La duda que mata, 
De un mundo más grato 
Las vagas nostalgias. 

La ambición que aborta 
Sus nobles audacias, 
La amistad vendida 
Por vileza infanda 

Hasta el vano orgullo 
Que en su ser entraña 
Quien creyó ser digno 
De erguir frente osada; 



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ROSBNDO VILLALOBOS 163 

Todo cuanto es noble 
Y engrandece y alza : 
La bondad y el genio, 
La virtud, la fama. 

La verdad, el arte : 
Su esfuerzo y su audacia; 
Todo lo acrisolas 
De tu fe ante el ara. 

Y de un bien supremo 
Fiel depositaría. 
Lo ennobleces todo, 
Todo á Dios lo exaltas. 

¡ Oh musa bendita I 
I Mi musa adorada I 
Que en mi último sueño 
Me cubran tus alas. 

Allá cuando el río 

De la vida rauda, 
Reflejando aún pase 
Dichas que soñara, 

Cuando el desencanto 
Con sonrísa amarga» 



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J9t ^^S POETAS DB HOY 

Y el dolor insomne 
Velen en mí estancia, 

Y cuando la aurora 
Que tanto esperara, 
Ya más no ilumine 
Mi pena entre lágrimas. 
(1898) 



Tic-tac. 

A mi reloj. 

Oigo siempre en la noche callada 
Ese isócrono y lento compás 
Con que pienso que á mf te aproximas 
Cual de Banquo el espectro fatal, 
Y en el fondo de mi alma golpea 
Tu horrible lie tac. 

Y en el grave, monótono ruido 
Que exaspera mi insólito afán, 
Las congojas me asaltan de un tiempo 
Que quisiera por siempre olvidar. 
Calla ¡ oh cruel ! no más oiga fu fúnebre. 
Tu eterno lie tac. 



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ROSENDO VILLALOBOS 165 

Sólo es raudo el corcel de las horas 
Para quien nunca siente el puñal 
De las rudas torturas presentes 
Entre el pecho enconarse y sangrar; 
Que no trae la dicha esperada 
Tu rudo tic tac. 

Si me asedian cual lobos hambrientos 
De mi vida en el curso fatal 
Obsesiones de dichas que han sido, 

Y que hoy son un recuerdo, no más, 
Sólo entonces se asocia á mis penas. 

Tu frío tic tac. 

Y cual ave siniestra que el miedo 
De ima cripta ve alzarse y volar, 
De mi pecho algo horrible se eleva 
Como el cuervo de Poe inmortal, 
c ¡Never more! » le murmura á mi anhelo 
¡Nunca más I... tu tic tac. 

Si el dolor ¡ oh reloj ! no muriera 
Cual no muere cuanto es material, 
Más valiera arrancarse el espíritu 

Y aventarlo por siempre jamás. 
¿Por qué, eterno precito, ir oyendo 

Tu insomne tic tac? 



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166 LOS POETAS DB HOT 

La ^íiergia que agota sus brios, 
La fe ardiente que es luego impiedad, 
El deleite que acaba en dolencia^ 
La ambición que en envidia irá á dar : 
¡ Ay ! de todo se ríe sarcástico. 
Tu impío tic tac. 

Flor de almendro, desójala el viento 
Cisne amante ¿no mua*e al cantar? 
Áurea nube, deshácese en llanto; 
Astro errátil, se apaga y ¿do va? 
Nada... nada ¡ reloj ! morir siente 
Tu sordo tic tac. 

Soñé anoche que libre un instante 
De tu influjo siniestro y sin par, 
Pude alzarme y correr á mi arbitrio, 
¡ Libre ! ¡ libre ! ¡ en total libertad I 
Pero ¡ oh vil corazón 1 Tenía éste 
Tu airado tic tac. 

¿Llevo el sello del reprobo acaso, 
En quien todo se ensaña tenaz, 
Y es mi loca y rebdde esperanza 
La de Aser el Rabbí, Conde Adam? 
Me tortura ¡ oh reloj ! con mis ansias 
Tu aleve tic tac. 



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ROSBfNDO VnJLA.LOBOS 167 

Pero.^. I y qué I Ya en excelsa elegía, 
Heine, el bardo entre Ariel y Satán, 
Al golpear del ataúd de su pecho 
c Carpinlero », exclamaba, «t ¡ acabad ! » 
I Oh reloj ! sólo tú no terminas 

Tu airado, tu horrible, 

Tu eterno Uc loe. 



En an álbum 

¿Cómo puede evocarse del recuerdo 

La ansiada eternidad, 
Si el corazón cuanto desea, nunca 

Conseguir logrará? 

La mgratitud del pensamiento es sombra, 

Y en sentir hay lealtad. 
I Ah I no cuesta á mi ver lo que una lágrima 

Una idea jamás I 

Amor de una mujer, amor de ciencia, 

Amor de algo ideal, 
Arden... y en la cabeza dejan nieve... 

El pecho es el volcán. 



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168 LOS POETAS DE HOY 

Se adoran dos y sus promesas férvidas 
Son de amor inmortal, 

Y tal vez tras la dicha de adorarse 

Venga el olvido ya. 

Y así nace en el alma, por enigma 

Que es en vano averiguar, 
De la hermosa ilusión del sentimiento 
La horrible realidad. 

Recuerdo eterno la fugaz memoria 

¿Cómo encerrar podrá? 
Eso seria cual querer que una ola 

Contenga todo un mar. 

Por eso en tu álbum, sobre la hoja leve 

Que por leve es fugaz, 
A tus encantos reclamar no quiero 

Del recuerdo el imán. 

Me basta con saber que en el instante. 

En que viéndola estás. 
Pueda sentir el beso de una lágrima, 

Sí no de simpatía... de piedad 1 

(.889; 



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ROSENDO VILLALOBOS 169 



El poeta y el destino 



Al señor Fbdbrico Diez db MEDINA 

En el dolor de un sentimiento ignoto 
Y entre el gemir de horrenda incertidumbre, 
Sin ver el velo de sus dudas roto 
Ni de la fe la omnipotente lumbre, 
Con brío soberano, — 
Postrer protesta del dolor que gime, — 
Alzó el bardo su acento sobrehumano 
A la etérea región de lo sublime. 

No oyeron sus canciones 
Ni el alma vil, ni el corazón menguado. 
Ni esa turba sin fe, sin ilusiones 
Que el altar de las puras afecciones 
Ve entre ruinas y polvo sepultado. 

Mas yo de aquél en la expresión sentía 
Todo el vigor de un corazón gigante; 
Tan salvaje, terrífica armonía, 
Que estremecer en lo más hondo hacía 



10 



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170 LOS POETAS DE HOY 

Con indomable anhelo, 

Las fibras del espíritu arrogante 

Que remonta sus sueños hasta el cielo. 



Y con la intensa llama 
Que brota al huracán de las pasiones, 
Cuando el calor de la protesta inflama 
Con su poder fecundo 
La chispa de las santas emociones, 
Cantó al dolor profundo; — 
Y el viento asi repite sus canciones : 

ff Qué es este afán, esta inquietud maldita 
Que abrasa el corazón desesperado, 
Qué ondas de hiél que el sentimiento agita 
Con su soplo de fuego. 
Para arrastrar en su furor vehemente 
Delirios y pasiones. 
Ensueños y quimeras; 
I Cuanto hierve de vida en nuestra frente. 
Cuanto encierra de amor y de ilusiones ! 

a Allá en sus tristes horas, 
Cuando abarca el espíritu sombrío 
La obscura inmensidad de sus dolores. 
Siquiera ve sobre el obscuro cielo 



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ROSENDO VILU^OBOS 171 

Una estrella que irradie en sus colores 
La luz de la esperanza y el consuelo 

Y el rayo cdestíal de los amores^ 

« Mas para mi, ¿qué aurora hay que sonríai 
Qué voz, ni qué murmullo 
Que me traiga en sus flébiles acentos 
El eco de una grata melodía» 
Fuente oculta de ocultos sentimientos? 

tt Su voz me dio la duda, 
Sus quejas la impotencia. — 
¡ Ah ! soy el ave que al tomar el vuelo 
Viendo su soledad callada, muda 
Al suelo cae yerta, 

Y al perder ¡ ay ! sus alas pierde el cielo ! 

« No hay queja, no hay lamento 
Que no lleve en sus ondas fugitivas 
El eco de mi acento, — 
Cuando en sus horas de silencio y calma 
Se entrechocan llorando y convulsivas 
Las olas del dolor dentro del alma. 

« Imagen mis canciones 
Del continuo gemido de las olas 
Que se extinguen fugaces en la playa 



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172 LOS POSTAS DB HOT 

No dan entre sus sones, 

Al morir sollozando, tristes, solas, 

Sino el grito de un alma que desmaya* 

« ¿Qué puede mi existencia 
Contra el peso fatal de los dolores, 
Si hasta la- misma suerte, 
Cuando busco el reposo de la muerte, 
Me muestra mas allá tantos rigores? 

a ¿Qué soplo de esperanza. 
Qué aroma de consuelo, 
' Entre las brumas de su duelo alcanza 
El fuego intenso de mi intenso anhelo? 

« ¡ Ah ! si la ley secreta 
Que preside el destino del poeta 
Cual ciega maldición, es la impotencia, — 
Yo de vigor y de grandeza ufano 
Voy á sondear el ignorado arcano 
Que estremece en sus fibras mi conciencia I 

(i Si; rasgar quiero el misterioso velo 
Que oculta tras del cielo 
El trono del eterno poderlo, 
I O he de arrancar en mi delirio ardiente 



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ROSENDO VILLALOBOS 173 

La fibra que en mi frente 

Hace aún latir el pensamiento mío I 

€ Y si al pensar como al sentir se encierra 
En insondable abismo 
Cuanto hay de divinal sobre la tierra, — 
¡ Pluguiera al menos que el fatal problema 
Me inspire fe suprema; 
I^'ues no sé si dudara de Dios mismo I 

« ¡ No I Yo no quiero que mi creencia muera 
Con el sollozo del dolor y el grito 
Que en su impotencia lanza el moribundo. 
¡ Por piedad ! Que mi nota postrimera 
Sea un himno de amor tan infinito 
Que halle estrechos los ámbitos del mundo I... » 

Dijo y calló. — Su gemebundo acento 
Vibró sonoro en la extensión vacia; 

Y en su pecho, con ímpetu iracundo 

Y en batallar cruento, 

Aún sus furias desata el sufrimiento. 
Aún hierve un sol entre su sien sombria. 

Y es por eso que en múltiple existencia 
Canta la duda y el dolor que gimen. 
Canta el amor, la paz y la creencia : 

10- 



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174 LOS POETAS DB HOY 

Ya las aureolas que al mortal redimen, 
O las sombras que anublan su conciencia. 

Pues que al sollozo de su vida inquieta 
Llevaron en murmullo 
Cuanto la tierra en conmoción secreta. 
Como embriagante arrullo 
O como grito horrendo, 
En la estrechez de su horizonte encierra. 

Y es que al latir su corazón, la suerte 
Quiso que su alma de pasión henchida, 
Ante el mudo sarcasmo de lo inerte, 
Vaya por senda de dolores, viendo 
La agitación eterna de la vida 
Entre el cauce profundo de la muerte. 



La Victoria 



I Ah 1 sólo el hombre sobre el mondo Impla 
Bb ka eelda de los hambres canUl 
Ricardo GunÉRRU 



Ahogad por Dios entre el sensible pecho 

La voz de la venganza, 
Y no eleve sus himnos la victoria 
Tras el rudo fragOT de la batalla. 



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R06BND0 VILLALOBOS 175 

¡ Ah ! no sembréis sobre el vencido campo 

Desalación y lágrimas; 
Que es indigno de un alma valerosa 
Sepultarse entre el lodo de la infamia. 



Y si es fuerza que el hombre se levante 

Sobre ruina y matanzas, 
{ No surja para oprobio de sus triunfos 
La acusadora imagen de la patria ! 

¡ Piedad ! ¡ piedad ! — Guando la sangre corre 
Todo en la tierra calla, 

Y no hay voz que profane los sepulcros 
Que el hombre impío para el hombre cava... 



Cuando chocan las olas impetuosas 

Y ruge la borrasca, 
Hasta el cielo se viste de tristeza 
Para ver el cadáver en la playa. 

Cuando muere entre sábanas de fuego 

La flor de la montaña. 
Hasta el aura parece que solloza 
En sus grietas, sombría, acongojada. 



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176 LOS POETAS DB HOY 

Si; todo dice al corazón sensible 
Que lave con sus lágrimas 
El cadáver sangriento del que impio 
Nuestra sangre en la lucha derramara. 

Todo dice que el cielo es del piadoso, 

Del que lleva en el alma 
Un rayo de bondad para el caído 
Que á otros mundos eleva la mirada. 

Por eso Dios al corazón ha dado 

De la Oración las alas, 
Para elevar sobre ellas compasivo 
El suspiro postrer de quien le llama. 

¡ Ah, no entonéis sobre el vencido campo 
Del triunfo la alabanza; 

Porque entonce es sacrilego y blasfemo 
El que la muerte canta 1 



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ROSENDO VILLALOBOS 177 



A la caridad 



I Excelsa candad ! Tú, cual la aurora 
Que su llanto derrama entre las flores, 
Vas vertiendo del alma en los dolores 
El bálsamo de fe reparadora. \ 

Pobre el mortal, si el duelo que devora 
Su vida, su ambición y sus amores, 
No hallara al fin los rayos precursores 
De tu luz celestial y bienhechora. 

Son tan tristes sin ti, mártir y diosa. 
Las lágrimas acerbas del que gime, 
Que dieras por ahorrarlas, generosa. 

Hasta el cielo que al llanto te redime; 
¡ Si naciendo con Dios eres hermosa, 
Muriendo como Dios eres sublime I 



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178 LOS POETAS DE HOY 



¿Pensaste que mi orgullo era tan poco 
Que resistir pudiera tus desvíos? 
Sábelo, infiel : por los recuerdos míos 
No verteré las lágrimas de un loco. 

Si los deleites de otro tiempo evoco^ 
Ellos mi paz no turbarán impíos; 
Y pues llanto te queda y desvarios, 
Vuélvase á ti lo que de ti no invoco. 

Si; vale más que en pago á tus desdenes 
Te dé mi compasión, hoy que no tienes 
Ni la piedad tal vez del mundo necio. 

Has creído torturarme con tu encono; 
Mas, tengo corazón y te perdono... 
Porque un tiempo te amé, no te desprecio 



Per umbras 

Aunque entre sombras voy, yo me alzo en alas 
De mi insaciable, mi infinito anhelo; 
Pues busca el alma en su potente vuelo, 
De un mundo más feliz las dulces galas. 



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ROSENDO VILLALOBOS 179 

I Oh juventud ! ¿es cierto que ya exhalas 
Tu aliento postrimer sin fe en el cielo? 
I Oh ambición ! ¿se mitiga tu desvelo, 
Al subir del placer por las escalas? 

t Ah ! no lo sé : mi espíritu insumiso 
Con la miseria del mortal se aterra, 
Que imagina terrestre el paraíso. 

I Felicidad ! ¿Acaso aquí se encierra? 
Para encontrarla yo, fuera preciso 
Que no hubiera dolor sobre la tierra... 



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BENJAMÍN BLANCO, hijo 

Abogado y periodista. Ha sido miembro de la Comisión 
que representó á Bolívia en la Exposición Universal de 
París (1889) y Secretario de la Legación en Madrid. Sus 
poesías son principalmente de sabor popular ó epigramáti- 
cas. Ha publicado Venecia (impresiones de viaje) en 1892. 



4M«AMMMMMMA 



A Zulima 



Tu inspiración me inunde, 

Musa, á raudales, 
Para cantar endechas 

Y madrigales, 

A mi Zulima, 
Que otra vez hoy se ha echado... 

Un año encima. 

Quiero echar una coplas 

De buena gana. 
Por si acaso me toque 

Llorar mañana, 

11 



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j^g2 LOS POETAS DE HOY 

Y hoy en tus días 
Salmodiaré con gusto 

Tus letanías. 

a Madre mía del Carmen, 

Dame salero, 
Que el cantar quiere gracia, 

Rumbo y esmero, 

Y no es mentira 
Que quien ama padece, 

Canta y suspira .» 

Entonar tiernas cantigas, 
Con guzla de oro, 

A su bella sultana 
Quiere este moro, 
Sencillamente 

Porque debe decirse 
Lo que se siente. 

Por ende manifiesto 

Mis alegrías, 
X con versos quebrados 

Canto tus días 

Y tus semanas, 
Lo mismo que los meses 

Con que te ufanas. 



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BENJAMÍN BLANCO, HIJO 183 

En humildes cantares 

Mi amor demuestro, 
Aunque es la rima mía 

Pobre y sin estro; 

Y si se tasca, 

Con gracia, échale guindas 
A la tarasca. 

De tus palabrerías 

Nunca me fio, 
Y por escrito abrazos 

A ti te envío; 

Porque no es cuento, 
Que las palabras siempre 

Se lleva el viento. 

Como ahora no tienes 

Ningún engorro, 
A ti van mis deseos 

En dulce chorro. 

Y si hay succión 
Puede que le transformes 

En gran chiflón. 

De estrecharte en mis brazos 
Tengo apetito, 



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184 LX)S POETAS DB HOY 

De hacer que luego caigas 

En el garlito; 

Por consiguiente, 
No pretendas sacarme 

Por la tangente. 

Si eres esbelta y tienes 

Talle de avispa, 
En cambio serás siempre 

Fusil de chispa; 

Para abrasarte 
Necesitas que alguno 

Vaya á atizarte. 

Cuando el amor es mutuo, 
Todo lo amplía. 

Entonces nadie yerra 
La puntería. 
Ni pierde el seso, 

Aunque aquello esté oscuro 
Y huela á queso. 

En mi alma á borbollones 
El placer brota, 

Y allá van mis arpegios, 
Nota tras nota. 



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[benjamín blanco, hijo 185 

¡ Miste qué chiste I 
Cuando pensé prenderte, 
Tú me prendiste. 

Por más que el libro enseñe 

Que, cual sardinas, 
Son las hembras saladas 

Las más dañinas, 

¡ Anda, salero. 

Que es asi resalada 

Como te quiero 1 

Con estos mis cantares 

Y la intención, 
¿e doy, bella Zulima, 

Fuerte apretón, 

Y así apretados. 
Quedemos para siempre 

Entrelazados. 

Con sonrisa en los labios 

Y con donaire, 
Entrambos dos echemos 

La cana al aire. 
¡Boga, barquilla, 
A velas desplegadas. 

Que ancha es Castilla I 



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186 LOS POSTAS DK HOY 



I Ole con ole, la Julia 1 



De tQ pelo robio 
Camelo un eabejo^ 
Par lacerme una caenija 
Y ecbármelar caeyo. 



I 



Charranes guiyaos, 
Con caló que emprime 
Un chañar sublime, 
Diñándote amó, 
Te preclaman diosa 
Y en floreo vario. 
Te yaman canario. 
Te icen ruiseñó. 

Sin tanta bamboya, 
Garia ni tirtulia, 
Igo que eres, Julia, 
Paloma julí : 
¿Qué emonios m'a dao? 
Que en aquer mesm'auto 
Me queé tupiflauto 
Dende que te vi. 



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BENJAMÍN BLANCO, HIJO 187 

Y esos mojigatos f . */ 

E chirumen chcdoSj 
Tocando er violón^ 
Te yaman arpia. . 
¡\Marecita mlat 
¡ Qué animales son I 



II 

¡ Jinojo ! La musa 
Resala er Parnaso ! 
E las nueve, acaso, 
Eres tú la dié : 

Y eres tú la Safo, 
Que ar Encades subes, 
Teniendo las nubes 
Bajo tu pinré. 

Para mi, gachona, 
Dende abajo arriba. 
Eres mar d'armiba, 
Tar es mi piñón : 

Y si fueras barco. 
Contigo, salero, 
Fuera marinero 
Pa regí er timón. 



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188 LOS POETAS DK HOY 

Y 6808 mojigaloSj 
E chirumen chato8j 
Tocando er violón^ 
I Marecita arpla^ 
Te yaman mía I 
¡Qué animales 8on¡ 

III 

La lumbre e tus ojos 
Tiene tanto briyo, 
Que ayí un cigarriyo 
Bien se pué encendé; 
Y tienes dos fuentes 
E linfas mu claras... 
I Juy ! Si aya m'ejaras 
Apaga la sé I 

Con toa la sanduga 
E las españolas, 
A las amapolas 
Robaste er coló; 
Reina e las Elicias, 
Cuajaita e primores 
Dame tus colores 
Que yo soy pintó. 



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benjamín blanco, hijo 189 

Y esos mojigatos^ 
E chirumen chatos^ 
Tocando er violón^ 
Te y aman arpia... 
¡ Marecita míat 
¡Qué animales sont 



IV 

Toiticos te brindan, 
Por tus gayardias, 
Guirlandas tejías 
E nardo y clavel : 
Que, cachito e cielo, 
A toos enloqueces 

Y nos enardeces 
Con ese tu aquel. 

Güeña la gaslopa 
Que, esbelta y enjuta, 
Echó esa viruta 
Tan rica cuar tú : 

Y por tus peazos 

Y tu meneíto, 
Fuera á pie cojito 
Más aya er Perú. 

11. 



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190 LOS POETAS DB HOY 

Y esos mojigaloSj 
E chirumen chatos^ 
Tocando er violón^ 
Te y aman arpia... 
¡Marecita mía I 
¡Qué animales son! 



Con tu retrechero 
Reculipandeo, 
Toito el sexo feo 
Ya se encandiló : 
No extrañes, asina, 
Si un barbián gritare : 
a Me caigo en la mare 
Que guapa os parió. » 

Ni en la caye e Sierpes, 
Ni en la Macarena, 
Vi jembra ma güeña. 
Ni ma resala; 
Ergaíta cuar junco 
Que en agua se cria, 
No hay otra chiquía 
Cuar tú, condena. 



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benjamín blanco, hijo 191 

Y esos mojigatos^ 
E chirumen chatos^ 
Tocando er violón^ 
Te yantan arpia... 
¡Mareciia mía I 
¡Qué animales son! 

VI 

Panalito e gloria, 
¡ Cuánto garbo exhalas, 
Chachita e las alas 
E mi corazón ! 
Ya m'an erretlo 
Tus dulces chañares 
Y esos tus andares, 
Son mi perdición I 

Graciosa hasta el güeso, 
D'esencias preciosas. 
De lirios y rosas, 
Mujé estás sembrá : 
Viva lo salao 
D'ese tu salero, 
En el que yo quiero 
Darme una jartá i 



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192 U)S POBTAS DE HOY 

Y esos mojigatos^ 
E chirumen Chalos^ 
Tocando er violón^ 
Te goman arpla..t 
[Marecita mía ¡ 
¡Qué animales son 



Vil 

I Ole la sabrosa 
Suculenta breva I 
Si el diablo te yeva, 
Sea el diablo yo; 
Que eres e las curras 
La más arrastrá| 
Que eres la grana 
Er escú españó * 

¡ Anda I Que te yevas 
Mi probé arbedrio, 

Y que fas sorbió 
Toa mi arma también; 
Si en saudá nos ejas 

Y te vas un día, 

j Boquita e arropía 
Que la pases bien 1 



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benjamín buLnco, huo 193 

Y esos mojigaloSf 
E chirumen chatos 
Tocando er violón^ 
Te y aman arpia... 
¡Marecita mía I 
¡Qué animales son I 



Cuentos de mi abuela 

Los tiempos pasados 
Eran cosa buena; 
Mas estos presentes 
Son malos de veras. 
Esto me contaba 
Mi difunta abuela. 

Todas las muchachas 
Con los mozos eran 
Hurañas, esquivas, 
Como hechas de piedra. 
No habla pelotas. 
Ni hubo peloteras, 



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194 LOS POSTAS DE HOY 

Y aunque hubo mancebos, 
No habia mancebas. 

Esto me contaba 
Mi difunta abuela. 

Hasta las casadas 
Morían doncellas 

Y se iban al cielo 
Sin probar canela. 
Los mancebos sólo 
Visitaban viejas 

Y el día pasaban 
Rezando en la Iglesia. 
Esto me contaba 

Mi difunta abuela. 

Diz que no sabían 
Chuparse una breva, 
Colación tomaban 
En vez de cerveza. 
No armaban tiberios 
Por las hijas de Eva, 

Y á perros se daban, 
Pero nunca á perras. 
Esto me contaba 

Mi difunta abuela. 



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BBNJAMÍN BLANCO, HIJO 195 

Nuestros presidentes 
No lo eran por fuerza, 

Y no disponían 

De vidas y haciendas. 
Respetaban mucho 
A las asambleas 

Y los diputados 
No estaban á dieta. 
Esio me conlaba 
Mi difunta abuela. 

Había elecciones 

Sin compras ni ventas, 

Sin farsas ni cheques, 

Sin palo ni leña; 

No hubo policías 

Viles y secretas, 

Ni espías, ni esbirros 

De baja ralea. 

Eslo me contaba 

Mi difunta abuela. 

Amplias libertades 
Gozaba esta tierra. 
Pues hasta tenía 
Libertad de imprenta : 



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196 LOS POETAS DB HOY 

Á los que escribían 
Con independencia, 
No les daban caza 
Cual si fueran fieras. 
Esto me contaba 
Mi difunta abuela. 

Nunca asesinaban 
En playas desiertas 
Patriotas fanáticos 
A gente indefensa. 
Nuestros militares 
Eran gente honesta, 
No daban trompadas 
Ni fueron trompetas. 
Esto me contaba 
Mi difunta abuela. 

Se vendían granos. 
Frutas y... otras hierbas: 
Pero no la patria 
A gente extranjera. 
En todos los bancos 
Y en todas las tiendas, 
Tal honradez hubo 
Que nadie hizo quiebras. 



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benjamín blanco, hijo 197 

Esto me cardaba 
Mi difunta abuelo. 

Si se repartía 
Puestos y prebendas, 
No se echaba mano 
De ningún babieca. 
Jamás alcanzaba 
Honores ni rentas, 
A fuer de arrastrarse 
La gente rastrera. 
Esto me contaba 
Mi difunta abuela. 

Pero por desdicha 
Tantas cosas buenas 
Eran ya pasadas^ 
De olvidada fecha^ 
Cuando las contaba 
Mi difunta abuela. 



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ISAAC G. EDUARDO 

(1862?) 

Periodista» Convencional en 1899 y Director de la Biblio- 
teca de La Paz. Actualmente desempeña la Subsecretaría 
de Relaciones Exteriores. Ha publicado en verso: Himnos 
y quejas {ISSS); y en prosa : Árbol que crece torcido (comedia) 
(1897); y Conlra el destino (drama) (1900). 



n'S^MAA^^M^^VM 



El toque de silencio 

Cuántas veces oí, cuando extraviado 
Llegué del campamento á la muralla, 
El eco del clarín con que se acalla 
La voz del regimiento alborozado. 

Y después cuántas veces he escuchado, 
En medio del fragor de la metralla. 



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200 LOS POETAS DB HOY 

Ese eco resonar en la batalla 
Sobre el cráneo partido del soldado. 



Asi, de mi alma en el fatal embate, 
En esa lid ensangrentada y fuerte 
De las pasiones, que el hastio abate, 

Cayó mi corazón, vencido, inerte, 
Al escuchar en medio del combate 
El toque de silencio de la muerte. 



Ideal 



En los delirios que el amor provoca 
Yo la imagen forjé de la hermosura, 
Y al mirarla surgir radiante y pura 
Rindióse el alma, apasionada, loca... 

Una línea ideal era su boca, 
Sus ojos luz, su corazón ternura; 
Ante esa virgen de mi mente hechura 
Latido hubiera un corazón de roca. 



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ISAAC O. EDUARDO 201 

Buscó la realidad el alma mia 

En la vaga ilusión de su desvelo^ 

Cual Miguel Ángel en su estatua un dia : 

I Habla ! exclamé con voluptuoso anhel 
Y al ver su faz inanimada y fría, 
Como el artista, destrocé el modelo... 



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RICARDO MUJÍA 

(1863?) 

Abogado, profesor y periodista. Desempeña hoy la Secre- 
taria de nuestra Legación en Lima, después de haber sido 
Secretario Privado de la Presidencia de la República y 
Subsecretario de Instrucción Pública. Ha publicado en 
Barcelona una colección de sus producciones en verso : 
Penumbras (1898); y antes, el drama Bolívar en Junln. 
Ck>n un soneto obtuvo el primer premio en el certamen 
nacional convocado para el centenario de Sucre. 



Crepúsculos 

I 

I El siglo muere I Rojos resplandores 
Anuncian su calda en Occidente, 
Donde hundirá su frente 
Coronada de espinas y de flores. 



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204 LOS POETAS DB HOY 

Mas su radiante estela» 
Iluminando el cielo de la Historia, 
Como la nave que en las ondas ríela, 
Dejará en pos las huellas de su gloría. 

Y su recuerdo vivirá latente 

Aun en los siglos de la edad futura, 
Mientras la pobre humanidad doliente 
Camina eternamente 
Hacia el lejano Edén de su ventura I 

Y ¿cómo no? — ¡ La cima de este Siglo 
Mecióse entre tormentas. •• 

En el incendio de la altiva Francia, 
Cuando en luchas sangríentas 
Ese pueblo viríl, con arrogancia 

De la discordia levantó las teas, 

Y en medio á la matanza, 

Hizo surgir promesas de esperanza 
De aquella bacanal de las ideas I 

En Europa un guerrero formidable 
Deshizo tronos, subyugó naciones, 

Y desnudando el sable 

Entre el ronco estallar de los cañones, 



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RICARDO MUJÍA 205 

Sembró ante las caducas monarquías 
Esa simiente del constante anhelo 
De los pueblos, que esperan otros días 
Para subir como Jesús al cielo. 

Aquel guerrero improvisó su trono, 

Y como león en la candente arena. 
Vencido y solitario en su abandono 
Se estrelló en el peñón de Santa Elena 

Pero ¿podrá morir la sacrosanta, 
La;noble idea que en el pecho humano 
Crece y se torna en vigorosa planta 
Como en el surco el diminuto grano?... 
¡Jamás! ¡jamás! La Libertad tenía 

Como^Eva un Paraíso 

Colón entre sus sueños la veía 

Alzarse de improviso, 

Reina de las ondinas de los mares... 

Lasjnaves españolas 

La encontraron dormida entre las olas, 

Arrullada por mágicos cantares... 

Y Colón|^la incrustó como una perla 

En el cetro de un rey, sin conocerla, 
Sin^saber que la tierra americana 
Ostentaba otros astros en su cielo, 

12 



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206 LOS POETAS DE HOY 

Que era más fulgurante su mañana 

Y más fecundo su grandioso suelo... 
Sin conocer que en sus angustias fieras, 
Para expresar sus odios, sus afanes, 
Habla con sus volcanes, 

Ruge con sus panteras 

Y alza su himno guerrero. 
Sacudiendo sus bosques de palmeras, 
Al ritmo colosal de su pampero ! 



I Oh Libertad ! j Arrullo de paloma. 
Suspiro de Jesús en el Calvario, 
Beso de madre, celestial aroma. 
Del alma humana místico incensario. 

Tú eres hija del Siglo Diez y Nueve, 
De la presente humanidad la herencia; 
De su agonía el postrimer acento; 
La sublime Vestal de la conciencia 
Que hace brillar la luz del pensamiento. 



11 



I El Siglo muere ! Rojos resplandores 
Animcian su caída en Occidente, 



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RICARDO MUJÍA 207 

Donde hundirá su frente 
€k)ronada de espinas y de flores. 

i Qué gigantesca lucha ! 

Pero ¡ ay !... no hemos vencido... 

Ese rumor confuso que se escucha, 

No es el himno después del choque rudo i 

¡ Es el Pueblo que exhala su gemido. 

Porque hambre tiene, porque está desnudo ! 

Es la inocencia que desgarra el velo 
Para arrojarlo en lodazal inmundo... 
El sarcasmo que insulta al noble anhelo; 
Es la Fe que se aleja de este mundo 
Cual blanco cisne que remonta el vuelo. 

Es el pobre, que muere ante la orgia 

Donde el rico derrocha, 

Mientras para vivir el nuevo día. 

El obrero trasnocha 

Presa de la inquietud y la agonía... 

La sed del oro, devorante, ardiente, 
Que mata el corazón, quema la frente 

Y engendra el egoísmo... 

Es la anarquía, que nada la conmueve 

Y que en la sombra aguza el arma aleve.. 



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208 LOS POETAS DB HOY 

El agio y el cinismo, 
Que se levantan como altivas diosas 
Por la ansiedad humana perseguidas, 
Ocultando sus úlceras y heridas 
Bajo un manto de púrpura y de rosas. 



Por eso levantamos á los cielos 

Esa húmeda mirada, 

Que traduce los íntimos anhelos 

Del alma entre la sombra aprisionada. 

Levantamos las tímidas querellas 
Nacidas de algo que este lodo esconde, 

Y en tomo nuestro el mundo no responde, 

Y arriba tiemblan mudas las estrellas !... 

Y ¿cómo consolar tanta amargura? 

Y ¿cómo resolver ese problema 
De la humana ventura, 

En estas horas de ansiedad suprema? 

El sabio calla, triste ante el misterio 
inclina la cabeza encanecida, 

Y entre la nueva sociedad herida 
Alza la duda su solemne imperio I 



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RICARDO MUJÍA 209 

Sólo el Poeta, el soñador proscrito, 
De cuya lira melodiosa brota, 
Mezclada á sus sollozos, esa nota 
Del anhelo infinito... 
Esa canción divina que responde 
Al padecer más intimo y sombrío... 
Himno de la esperanza, que se esconde 
En el alma, cual gota de rocío... 

Sólo él canta en las sombras del crepúsculo, 

Cuando el siglo declina en Occidente; 

Va en pos del Ideal, que siempre brilla 

Tras la lejana orilla, 

Tras de esa sombra que seduce y miente. 

En tanto se alzan resplandores rojos 

En el Ocaso donde el siglo expira... 

I Oh nueva edad ! Recoge los despojos 
Del viejo gladiador que se retira... 

I Recoge nuestra herencia 1 
¡ Al exhalar el postrimer lamento, 
Hoy te legamos libre la conciencia, 
Y libre el pensamiento I 

Ahí está la República soñada 

En medio del combate y la matanza; 

13. 



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ÍIO LOS POETAS DE HOY 

Ahí la Libertad iluminada 

Por la luz auroral de la esperanza 

Que ha redimido al mundo; 

Ahí la Democracia proclamada 

Por los labios del Cristo moribundo. 

El Rayo, que en la nube encapotada 
Ruge en el trueno con furor insano, 
Ahí está, débil chispa encadenada. 
Llevando por doquier el Verbo humano. 

Allí el Vapor, el monstruo que con brío, 
Rompiendo oleajes deja la ribera, 

Y en el aire al tender su cabellera, 
Conduce al vencedor del mar bravio. 

, 

Purifica, transforma el gran legado 

Del siglo que se va, siglo futuro; 

Y acuérdate también que hemos dejad 
En el combate duro 

Y en las zarzas punzantes del camino 
Nuestras dulces creencias ya perdidas..» 
Acuérdate que, cruel, nuestro destino 
No restañó la sangre en las heridas, 
Aquella sangre de ilusiones muertas 

Y de esperanzas idas... 



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RICARDO MUJÍA 211 

El nuevo César con su regio manto 
Sube al trono... ¡ Pues bien I Con faz serena, 
Los hijos de la pena, 
Ungidos por la gloría y por el llanto, 
Los libres, los que dudan. 
Exclamen al caer sobre la arena : 
¡ Ave Siglo Futuro, 

Los que mueren de angui>ti9... te saludan I 

Oh?) 



En ultratumba 

¡ Ah ! yo siento mucho frío... 
Yo siento que se consume 
La pobre flor sin perfume 
De mi existencia. ¡ Dios mío I 
¿Es ambición, es hastío? 
¿Es desengaño profundo? 
¿Por qué gimo vagabundo 
Fijos arriba los ojos. 
Pisando agudos abrojos 
Sobre la senda del mundo? 

¿Por qué si es falso el miraje 
Que contemplo en mi tristeza 



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212 LOS POETAS DB HOY 

Me habla la Naturaleza 
Con su divino lenguaje? 
¿Por qué es tan largo el viaje 
Por rutas que dan espanto?... 
¿Por qué ese soberbio manto 
De estrellas que ostenta el cielo? 
¿Para cubrir nuestro duelo 
Y nuestro misero llanto? 

¿Por qué esa eterna atracción 
Del infinito á la mente. 
Si se conoce y se siente 
Que es materia el corazón? 
¿Por qué alumbra la razón 
Como sol amortiguado 
Las ruinas de lo pasado, 
Las sombras del porvenir? 
¿Por qué queremos vivir 
Si es morir lo decretado?... 

Mi corazón que era fuerte 
Hoy como flor se deshoja; 
Yo miro que me despoja 
De toda dicha mi suerte. 
Es bien supremo la muerte, 
Pero no quiero morir... 



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RICARDO MUJÍA 213 



Quiero mi ser confundir 
En el perfume, en la estrella. 
Dejar mi sombra, mi huella. 
Conquistar el porvenir. 

Al caer en la tumba herido 
Quiero alzar la frente ufana, 

Y decir : a hasta mañana » 
A los seres que he querido, 

Y recoger su gemido 

Y velar en toda cuna, 

Y ser un rayo de luna 

Que alumbre pálidas frentes 

Y dar la dicha á torrentes 
A los seres sin fortuna. 

Que quede en el fondo el cieno; 
Sea crisol la sepultura, 

Y surja la esencia pura 

De lo noble y de lo bueno. 

Y por el azul sereno 
Vuele el alma no sujeta 

Y halle la fuerza secreta 
Del bien que no deja rastros, 

Y hable como hablan los ostros 
Al corazón del Poeta. 



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214 LOS POETAS DE HOY 

Quiero ser la luz que brilla 
En la inocente plegaría. 
En la perla solitaria 
Que surca por la mejilla. 
Ola que empuje á la orilla 
Al náufrago que se cansa; 
En la tempestad, bonanza; 
En la flor mustia, una gota ; 
En la canción, una nota; 
En el alma, una esperanza. 

Y cuando la adversidad 
Esclavice á un pueblo honrado. 
Quiero ser el grito airado 

Que ruja la Libertad; 

Ser entonces tempestad 

Que haga temblar con su acento, 

Y ponga el remordimiento 
En el tirano que oprime, 

Y en el pueblo esa sublime 
Explosión del sentimiento. 

Entonces... fuera dichoso... 
Entonces ¡ oh dulce muerte I 
La crueldad de mi suerte 
Bendijera valeroso... 



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BIGARDO MÜJÍA 215 



I Tumba querida ! Reposo 
De los humanos dolores, 
Ven, y guarda los amores 
De mi alma de luz ansiosa, 
Aunque en mi anónima losa 
No haya lágrimas ni flores... 



Pedestal 

El torrente iba creciendo 
A impulso de las tormentas, 

Y sus ondas turbulentas 
Se desataban rugiendo... 

Desde las cimas nevadas 
A los llanos descendía, 

Y de los llanos corría 

Por las vegas y quebradas. 

¿Detenerle...? ¿Qué poder 
Pondrá valla á su corriente? 
I La libertad y el torrente 
No se pueden contener! 



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216 LOS POETAS DE HOY 

Él ensancha las orillas; 
Ella, truena en las batallas 
Él, rompe diques y vallas; 
Ella, arrasa las Bastillas... 

Ella, disipa las brumas, 
O derriba, estalla ó choca; 
Él, se deshace en la roca, 
Coronándola de espumas. 

Por fin, refrenan su brío... 
Él, llegando á las arenas, 
En donde esperan serenas 
Las mansas olas del río; 

Ella, cuando ve propicia 
Pueblos nobles, esforzados, 

Y horizontes alumbrados 
Por el sol de la justicia, 

Inspira entonces la gloria 
Los himnos de los poetas, 

Y se ostentan las siluetas 
De los genios de la Historia 

En los Andes, San Martin; 
En los Cántabros, Pelayo; 



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RICARDO MUJÍA 217 

Madrid en el dos de Mayo, 

Y Bolívar en Junín... 


Y allí... en la soberbia altura, 
Do ni el cóndor alza el vuelo, 
Donde es más azul el cielo 

Y la atmósfera más pura, 

Donde resonar escucho 
Un himno triunfal que asombra, 
¡ Allí está la augusta sombra 
Del Mariscal de Ayacucho ? 

El rey de los astros besa 
Ck)n áurea luz refulgente, 
Los laureles de esa frente 
Donde irradia la pureza. 

Y en gloria al trasmitir 

A la edad que se adelanta. 
Los siglos ante su planta. 
Le saludan al morir. 

Y la Tierra americana 
Repite el nombre inmortal 
De que en su carro triunfal 
La levantó soberana; 

13 

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218 LOS POETAS DB HOY 

Del que extinguiendo rencoresi 
Recogió entre las ruinas* 
Para él solo las espinas 
Para los demás las flores. 

Del que tras de la victoria 
Eligió con grande alma, 
Para él del mártir la palma, 
Para los demás la gloría; 

Del que después de las rojas 
Llamas de un triunfo que inquieta 
Se escondió cual la violeta 
Bajo el dosel de sus hojas; 

Oel que, vencedor de reyes, 
En vez de alzarse altanero, 
Dejó el rayo de su acero 
Sobre el libro de las leyes; 

Del que al escuchar los ecos 
De la traición á su estruendo 
Murió amando y bendiciendo 
En las selvas de Berruecos. 

Del que su pujante anhelo 
Puso sobre el corazón 



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RICARDO MUJÍA 219 

Nuestro estandarte, un jirón 
Del iris que arrancó al cielo... 

Por eso brilla en la altura, 
Donde no hay humanas huellas, 
Donde alumbran las estrellas 
En frente serena y pura; 

Su nombre es de virtud canto, 
Y por eso, reverentes. 
Se inclinan todas las frentes 
Ante su recuerdo santo I 



<^^^^W^^>MVMW<» 



Poder 



Que se unieran la tierra con el cielo. 

La aurora á las tristezas de la tarde, 

El astro á sus reflejos en el lago. 

La dicha al corazón, el hombre al ángel, 

La vida al moribundo, la fe al alma... 

Ella lo pudo hacer, ¡ lo pudo !... ¡ Amándome 1 



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ÁNGEL DIEZ DE MEDINA 

(1869) 

dgadOy periodista, profesor y pariamentarío. Desem 
kiace poco la Secretaria de la Legación en Buenos 
y fué Subsecretario de Gobierno. Ha publicado un 
Bi : Huérfano, y una colección de poesías : Canios de 
ud. 



El srran viajero 

tor el cieno... sus pies desnudos están sangrando... 
st cadenas que le sujetan. Libre le llaman... 
1 su cabeza, donde reflejan su luz los astros, 
e corona de rosas albas... 

^a callado por el sendero de la amargura, 
«rer por donde los lazarillos su planta guían, 
^ en sus ojos un velo obscuro — el de la duda — 
)lo cubre, todo lo eclipsa... 

que le llevan por el camino, los pretorianos, 

larcha! » le dicen... y le detienen... ¿Quién le conduce 



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222 LOS POETAS DB HOY 

Hacia la cumbre?... ¿Qué cumbre es esa?... ¿No es el Calvatii 
Aún está lejos la enhiesta cumbre... 

La sed le abrasa... sus lazarillos brindanle vino' 

Que él bebe, ansioso de grandes triunfos y de embriaguecesj 

Y extraño impulso le da el deseo ¡ pobre cautivo ! 
De rebelarse contra su suerte... 

Mas cuando el hambre sus fuerzas mata, mientras las fauoi 
De sus tutores están abiertas todos los días, 
Danle los restos de los banquetes que paga... nadie... 
¡ Nadie ! el anónimo mártir callado que sacrifican... 

¡ Va por el cieno !... si la protesta, como la baba de fiera hin 

Aprisionada dentro las duras rejas de un circo, 

Brota rabiosa, brota amargada de su alma muda^ 

« ¡ Silencio ! » — exclaman — « ¡ oh rebelado ! • sus lazarilki 

Y asi prosigue... mas ya la cumbre se ve á lo lejos 

Y nadie sabe si es esa cumbre la del Calvario... 
Cuando vertiendo sangre su planta llegue el viajero, 
Los que hoy son reyes y lazarillos serán vasallos... 

I Hércules lucha !... su fuerza vence porque es gigante, 
Pero en la tierra mil vidas nuevas encuentra Anteo !... 
Moderno Cristo por ser el mártir sufrido y grande, 
Fuerza titánea, múltiple vida : — ¡ tal es el pueblo ! (j^ 



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Jmqml dibz db iibdina 223 



Pdr la patria 

L&tes que verte ¡ oh patria ! escamecídaí 
bite la imposición bajar la frente 
f enbregada á letargo indiferente, 
Pasar cual sierva misera tu vida; 

^ntes que sin luchar caigas vencida, 
Mi«nU:*as te mira el nuevo continente 
Como á pueblo sin sangre, cuya gente 
Está de su impotencia convencida; 

Aütes que verte así, vivir contenta. 
Quiero ¡ oh patria ! que estalle la tormenta 
Cuyo rugido se oye á la distancia. 

Y que ante el gran problema de tu suerte. 
Digan tus hijos sin temer la muerte : — 
ó Numancia ó Polonia... ¡ Pues Numanciaí 



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221 LOS POBTAS DE HOT 



Sobre un tema de Rlchepin 

Yo amo la forma, porque sé que el alma 
Es forma y nada más en las mujeres, 

Y porque de platónicos amores 
Sólo me quedan las amargas heces. 

Amo la curva audaz de un seno vii^n. 
La dulce morbidez de un cuerpo joven, 
La humedad de unos labios sensuales 
Frescos y rojos como lirio en broche. 

Me encantan, me seducen las sonrisas 
Amantes, maliciosas y discretas, 

Y más que una mirada de ternura 

Me enciende el beso que furtivo suena. 

Amo á la casta Venus, la que ostenta 
Tríunfalmente sus altas desnudeces, 

Y á Hebe, la que brinda en áurea copa 
El vino embriagador de los placeres... 

Amo las noches cálidas de estío 
En que las auras llevan los aromas 



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ÁNOBL DIEZ DE MEDINA 225 

De las flores del bosque, de las flores 
Que juntan con deleite sus corolas... 

Amo la vida porque toma en ella 
Sus formas el amor, fuente de vida, 

Y al arte que condensa en sus creaciones 
Cuanto en la tierra y en el alma vibra... 

Y cuando en mi ansiedad de vida intensa 
Me arrebata el anhelo de la forma. 

La pasión invencible de lo bello 
Que en mi espíritu artístico rebosa. 

De este rebelde corazón que late 
Ck)mprendo, al fin, el misterioso ritmo 
Vveo en la feraz naturaleza 
Del amor inmortal el cuadro vivo... 



13. 



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RAFAEL PEÑA, Hijo 

(1869) 

Abogado y periodista. Sus poesías están dispersas 
en revistas y periódicos de Santa Cruz. 



A Dloe 

( Señor, Señor ! hoy que siento 

Tu consuelo sacrosanto, 

Quiero á ti elevar mi canto 

En alas del pensamiento. 

Si, cruzando el firmamento, 

Dejas que pueda llegar 

De las aves el cantar 

A tu trono soberano, 

¿Por qué el pensamiento humano 

Ha«ta ti no ha de volar? 



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S28 LOS POBTAS DB HOY 

Mas yo, tu indigno cantor 
Que oro ante ti reverente 
Si inclino ante ti mi frente, 
No la humillaré, Señor, 
Que si esparzo en tu loor 
De mi homenaje el incienso. 
En vez de humillarme, pienso 
Que, si te quiero cantar, 
Grande me debo mostrar 
Ante ti, que eres inmenso. 

Yo te admiro; y en ti, veo 
Que todo poder se encierra 

Y que es el hombre en la tierra^ 
Ante ti, débil pigmeo; 

Pero al mismo tiempo creo 
Que cuando, en su admiracíóni 
A ti eleva su oración 

Y sus cantares te ofrece, 
Si se humilla te escarnece. 
Porque humilla tu Creación. 

I Señor I doquiera te admiro 

Y doquiera te contemplo. 
Pues la Creación es tu templa 

Y en ese templo te miro. 



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RAFAEL PBÑA, HUO 229 

Si cuando dudo ó deliro 
Me muesCro ante ti rehacio, 
AJ ver doquier tu palacio 
Reconozco mi extravío... 
¿Cómo no verte, Dios mío, ' 
Si estoy mirando el espacio? 

¿Cómo impedir que me asombre 
Al ver tus brillantes huellas, 
Si en el cielo, con estrellas. 
Está grabado tu nombre? 
¿Cómo dudar de ti el hombre, 
Si en todas partes tú cabes. 
Si oye tu nombre en los suaves 

Y tiernos sones del río. 
En el aquilón bravio 

Y en el trino de las aves? 

Si ruge la tempestad. 
Si de nubes denso velo 
De tus lumbreras del cielo 
Oculta la caridad. 
Entonces tu inmensidad 
Más patente se presenta, 
Porque tu poder se ostenta 
Con más esplendor al alma, 



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230 LOS POETAS DB HOY 

Pues si él es bello en la calma, 
Es sublime en la tormenta. 

Si en la lucha por la vida 
Llega el hombre á vacilar; 
Si á los golpes del pesar 
Pierde su ilusión querida. 
Busca en ti la fe perdida 

Y la paz del corazón, 

Y al pedir tu protección, 
Brota, ante tu nombre santo, 
De sus pupilas el llanto, 

De sus labios la oración. 

¿Quién que siente de este suelo 
Los punzadores abrojos. 
No dirige á ti los ojos. 
En ti buscando consuelo? 
Y*tú, que oyes desde el cielo 
Nuestro grito de dolor, 
Como siempre protector 
Del que sufre y del que llora, 
A todo aquel que te implora 
Lerdas calma, fe y valor. 

Por eso, el que te venera, 
Al recibir cada herida 



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RAFAEL PBÑA, HUO 231 

En la lucha por la vida, 
Ora, se alienta y espera... 

Y al orar con fe sincera, 

Al par que consuelo alcanza, 
Le anima la confianza 
En tu prometido cielo. 
Porque, á la vez que consuelo, 
Eres también esperanza. 

¡ Oh Señor I si el hombre impío 
Te niega, vano es su intento... 
¿Quién, mirando el firmamento, 
Podrá negarte. Dios mío? 
I Negarte á ti 1 ¡ desvario 
De sólo ciega razón 1 
Que en inquebrantable unión, 
Proclamando tu existencia. 
Te admira la Inteligencia 

Y te ensalza la Creación ! 

(«889, 



Monólosro íntimo 

{ Ilusión de poeta ! la sola 

Que en mis horas de tedio brillabas. 



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232 LOS POETAS DB HOT 

Til, que fuiste mi dicha y mi encanto, 
Tú, la bella, la pura, la santa. 
Tú, que luciste de pronto, al influjo 
De esos golpes terribles que matan... 
Ven al pecho al que vida le diste 

Y al cerebro al que luz le prestabas : 
I Que calientes de nuevo tu nido 

Y acaricien mi frente tus alas ! 

En la lucha tenaz por la vida. 

En que todo se enloda y se infama. 

En que todo lo bueno se abate 

Y en que todo lo inmundo se ensalza, 
Tú, no has sido juguete, cual otras, 
De las pobres miserias humanas 

Y conservas tu santa pureza 
Cual en horas de dichas pasadas : 

¡ No has perdido tu manto de perlas ! 
I No has hundido en el cieno tus alas I 

¡ Mas, fué todo un vano delirio I 

Y en mi vano delirio olvidóla 
Que, si vuelve á su nido la alondra, 
Nunca vuelve la dicha que pasa... 

¡ Y ha pasado ya el tiempo en que fuiste 
El encanto y solaz de mi alma 1 



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RAFABL PBÑA, HIJO 233 

Hoy tu nido es sepulcro de nieve 
Donde yacen la fe y la esperanza, 

Y allí un buitre — la duda — ha tendido 
£1 sudario fatal de sus alas. 

Hoy tinieblas sin fin nos circundan, 
Hoy se siente venir la borrasca, 

Y doquier que la planta se posa. 
En el cieno del vicio resbala... 

Y el enano se eleva á las cumbres 

Y á la Gloría al abismo se arrastra... 

Y entre tanta inmundicia que sube, 

Y entre tanta grandeza que baja, 
ólo se oye el rugir de la bestia 
Yel clamor de la necia ignorancia. 

] Ilusión de poeta ! Sublime 
Concepción que mi mente abrigara : 
] A tu nido amoroso no tomes. 
Cual no toma la dicha que pasa I 
Hoy lo infame domina en el mundo 

Y pudiera mancharte la infamia, 

Y yo quiero adorarte cual eras. 
Asi pura, así bella, asi santa : 

¡ Que conserves tu manto de perlas, 

Y que^el lodo no cubra tus alas 1 



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RICARDO JAIMES FREYRE 

(1868?) 

Fué Secretario de la Legación de Bolivla en Rio de Janeiro 
y es miembro del Ateneo de Buenos Aires y director de la 
Revista de Ldras y Ciencias de Tucumán, donde tiene una 
cátedra. Redactó en 1892^ juntamente con Rubén Darío, la 
Revista Latina (Buenos Aires), propagadora de las nuevas 
corrientes literarias. Ha publicado en verso el libro CastaUa 
Bárbara (1900), con prólogo de Leopoldo Lugonea, 



Alma «ntifam 



De las cumbres lejanas venia 
La bandada harmoniosa cuyas alas 
Brillaban como el día. 
(Sobre el cielo azulado se veia 
Dibujarse la lanza de Palas). 



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23S LOS POBTAS DB HOT 

Aquella tarde triste 

Los pájaros sagrados me bablaron al oído I 



II 



TA fuiste un soberbio guerrero, 

Soberbio y temido. 

Tu casco de bronce, 

Tu carro dorado, tu espada, tus ojos de fuegOg 

Agitaron la aurora serena 

De las hondas pupilas de Helena. 

En un frágil trirreme surcaste 

El océano profundo y sonoro, 

Que ocultaba con olas de sombra y espumas de mev% 

El jardín de los frutos de oro. 

Los aedas narraron tus hazañas 

En los festines 

Que ofrecen los reyes á los semidioses; 

Y como un viejo río, la sien coronada de cafiasa 
Bajo el palio de frondas 

Riente y luminoso, 
De las esposas vírgenes 
Fuiste el primer esposo. 

Y cuando ardió tu cuerpo 

En la hoguera que Uñe de rojo la cima del montai 



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RICARDO JAIMBS PRBYRB 237 

Tembló bajo tus plantas, 

Sobre las ondas lúgubres, la barca de Garonte. 

( — ¡ Oh, sí ! ¡Yo fui el guerrero 

De las viejas rapsodias, 

Y la trícorde lira 

Cantó mi gesta heroica. 

Aún en mis hombros siento 

Los brazos de la diosa 

Que encendía mis labios 

Al fuego de su boca I 

En el río de lágrimas 

Se reflejó mi sombra. 

Clon los que la perdida, 

Dulce existencia lloran...) 



III 



— ¿Guerrero? ¡ Oh, no ! ¡ Deliras !... 

Busca en tu noble espíritu 

El alma de los besos y el alma de las liras; 

Adornen tu frente 

Laureles y mirtos y rosas, 

Y humedezcan tus pálidos labios, 

(Pálidos de fatiga de placer) si reposas 

En las noches aladas, 

Finas y rojas lenguas 



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238 LOS PO£TA8 DB HOT 

En el néctar de Thasos saturadas. 

Que un auevo goce inicie 

La nueva luz que en el Oriente empieza, 

Que la dulce Belleza 

Tus ojos acaricie. 

Presente de los dioses 

La vida es dulce y breve; 

Vino y caricias bebe 

Donde los labios poses. 

Que lleve hasta tu oído 

Su alarma deliciosa 

La pareja amorosa 

Que palpita en el nido. 

( — Ceñid una guirnalda de rosas i mi frente. 

Desatad mis sandaHas, adornadme de púrpura^ 

Poned junte á mi mano la rama floreciente; 

Que preludien las liras 

Al dulce modo eolio, 

¡ Oh sacra Musa, que al festín inspiras 

Los versos del escolio ! 

Risas, Juegos y Amores 

T^Lgo en mis brazos presos 

Y el ardiente deseo entre mis labios 

Persigue la frescura de los besos. ,) 



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RICARDO JAIMES FRBYRB 239 



IV 



¿Te acuerdas? A la sombra 

Del plátano frondoso, 

Junto á la clara fuente 

Que al pie del ara de las Musas nace; 

Bajo el cielo ríen te, 

Gozoso con su luz y con su gloría 

Surgieron en tu mente 

El Bien y la Verdad y la Belleza, 

Alma de la indulgente 

Naturaleza. 

De hondas arrugas se cubrió tu frente 

Y aparecieron en tu sien las canas, 
Pero siguió á tu oído, dulcemente, 
Cantando el coro de las nueve hermanos. 

Y asi, cuando morían 
Tus últimas auroras, 
Endulzó la mirada de tus ojos 

El grupo de las Gracias seductoras. 

Ni hombres ni dioses 
Perturbaron tu espíritu sereno. 



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240 LOS POETAS DB HOT 

Y tu espíritu estaba 

De hombres y dioses lleno. 
¿Fué un dios? Fué un hombre acaso 
Quien condujo la muerte á tus dinteles? 
El hijo de Hiperión cerca al acaso 
Guiaba sus corceles, 

Y como el paso del radiante Numen 
Un camino de luz era tu paso. 

( — ¡ Oh, sí ! Cuando vagaba por el bosque de olivos, 

Con las plantas desnudas, sobre la fresca yerba, 

Fijos en el espacio mis ojos pensativos. 

Bajo el sereno y hondo prestigio de Minerva; 

Cuando junto á los pórticos la muchedumbre oía 

Mi voz austera y grave. 

La persuasión excelsa de la sabiduría 

— Gárgola luminosa — descendía á mi labio, 

Y fui, bajo el influjo de mi celeste guia, 
Dulce, elocuente y sabio...) 



En la cumbre lejana y sinuosa 

Moría la tarde. 

La bandada harmoniosa 



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RICABDO JAIMES PRBTRB 241 

Tendió otra vez las alas, 
Mientras rojos celajes envolvían 
La Lanza de Palas. 

Después, mis pasos fueron entre ruina y escombros, 
Y se pobló mi espíritu de terrores extraños; 
Cayeron dos mil años 
Sobre mis hombros... 



De • Castalia Bárbara » 

LOS hArobs 

III 

Por sanguinario ardor estremecido, 
Hundiendo en su corcel el acicate, 
Lanza el Bárbaro en medio del combate 
Su pavoroso y lúgubre alarido. 

Semidesnudo, sudoroso, herido. 
De intenso gozo su enebro late, 
Y con su escudo al enemigo abate 
Ya dd espanto y del dolor vencido. 

14 



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242 LM F0BT4S ftft H^T 

Surge de pronto darMftd extraña, 

Y el horizonte tenebroso baña 

Un mar de fuego de purpúreas ondas, 

Y te destacaBí entre lampos rojos. 

Los anchos pechos, los sangrantes ojos 

Y las hirsutas cabelleras blondas. 



IV 

LA MVBKTI wmL RÉROB 

Aun se estremece y se hiergue y amraiaza con su es- 

[pada, 

Cubre el pecho destrozado su rojo y mellado escudo, 

Hunde en la sombra infinita su mirada 

Y en sus labios espirantes cesa el canto heroico y rudo. 

Los dos Cuervos silenciosos ven de lejos su agonfa 

Y al guerrero las sombrías alas tienden, 

Y la noche de sus alas, á los ojos del guerrero, res- 

[plandece como el día, 

Y hacia el pálido horizonte reposado vuelo emprenden. 



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RICARDO JAIMES FRSYRB 243 



VII 

LAS HABAS 



Con sus rubias cabelleras luminosas, 
En las sombras se aproximan. Son las Hadas. 
A su paso los abetos de la selva, 
Como ofrenda tienden las crujientes ramas. 
Con sus rubias cabelleras luminosas 
Se acercan las Hadas. 

Bajo un árbol, en la orilla del pantano, 
Yace el cuerpo de la virgen. Su faz blanca^ 
Su faz blanca, como un lirio de la selva; 
Dormida en sus labios la postrer plegaría. 
Con sus rubias cabelleras luminosas 
Se acercan las Hadas. 

k lo lejos por los claros de los bosques, 
Pasa huyendo tenebrosa cabalgata, 

Y hay ardientes resoplidos de jaurías 

Y sonidos broncos de trompas de caza. 

Con sus rubias cabelleras luminosas 
Se acercan las Hadas. 



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244 LOS POETAS DE HOY 

Bajo el árbol, en la orilla del pantano, 
Sobre el cuerpo de la virgen inclinadas, 
Posan, suaves como flores que se besan, 
Sus labios purpúreos en la frente blanca. 

Y en los ojos apagados de la muerte 
Brilla la mirada. 

Con sus rubias cabelleras luminosas 
Se alejan las Hadas. 
A su paso losjabetos de la selva, 
Como ofrenda tienden las crujientes ramas. 
Con su rubia cabellera luminosa 
Va la virgen blanca. 



XIII 

BTBRNUM VALB 

Un Dios misterioso y extraño visita la selva. 
Es un Dios silencioso que tiene los brazos abiertos. 
Cuando la hija de Thor espoleaba su negro caballo, 
Le vio erguirse, de pronto, á la sombra de un año80 
Y sintió que se helaba su sangre [fresno. 

Ante el Dios silencioso que tiene sus brazos abiertos. 

De Ja fuente de Imer, en los bordes sagrados, más, 

[tarde 

La Noche á los Dioses absortos reveló el secreto; 



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RICARDO JABIBS FRBTRB 245 

El Águila negra y los Cuervos de Odín escuchabaa, 

Y los Cisnes que esperan la kora del canto postrero; 

Y á los Dioses mordía d espanto 

De ese Dios silencioso que tiene los brazos abítttos. 

En la sdya agitada se oían extrañas salmodias; 
Meda la encina y el sauce quejumbroso viento; 
El bisonte y el alce romj^an las ramas espesas, 

Y k través de las ramas espesas huían mugiendo. 

En la lengua sagrada de Orga 
Despertaban 4el canto divino los divinos versos. 

Thor, el rudo, terrible guerrero que blande la maza, 
— En sus manos es arma la negra montaña de hierro — 

Va á aplastar, en la selva, á la sombra del árbol sa- 

[grado, 
A ese Dios silencioso que tiene los brazos abiertos. 

Y los Dioses contemplan la maza rugiente, 
Que gira en los aires y nubla la lumbre dd Cielo. 

Ya en la selva sagrada no se oyen las viejas salmodias. 
Ni la voz amorosa de Freya cantande á lo lejos, 
Agowzan los Dioses que pueblan la selva sagrada, 

Y en la lengua de Orga se extinguen los divinos versos. 
Sólo, erguido ¿ la sombra de un árbol, 

Hay vn Dios silencioso que tiene los brazos abiertos. 

14. 



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246 LOS P0BTA8 DK HOY 



Medioevales 

PÓRTICO 

Villano, trovador, fraile ó guerrero, 
Con hoz, breviario, bandolín ó espada, 
Fuera hermoso vivir en la pasada 
Heroica edad de corazón de acero. 

\ Fuera hermoso, en verdad ! Si fraile austero 
Ver á Dios con estática mirada; 
Llevar por la Esperanza constelada 
Y la Fe, el alma, si infeliz pechero. 

Si trovador, en el feudal castillo 
Cantar guerras y amor, al suave brillo 
De los ojos de hermosa castellana; 

Combatir, si guerrero, noche y día. 
Asaltar, lanza en mano, una abadia, 
ó acuchillar la hueste musulmana. 



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RICARDO JAIMBS FREYRB 247 



El Hermano Pintor 



El padre abad espía. Por la grieta 
Que abre el muro rugoso del convento, 
Ve en la celda un infolio amarillento 
Donde hay una mayúscula incompleta. 

— Es la doliente y mística silueta 
De un estático monje macilento, 
De ojos llorosos y cabello al viento 
Y un nimbo en tomo de su faz de asceta. 

Con las manos unidas sobre el pecho 
Arrodillado junto al pobre lecho, 
El hermano pintor parece inerte. 

¡ Dij érase que el nimbo peregrino. 
Que trazaba en el viejo pergamino, 
En su pálida sien traza la Muerte ! 



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848 LOS POSTAS DB HOY 



Hoc Sisrnum».. 



Secó sus ojos turbios el villano, 

Y con paso medroso y vacilante, 

Fué á postrarse ante un Cristo agonizante, 
Símbolo eterno del tormento humano. 

— ¡Piedad, Señor I — Su labio palpitante 
Por decir su dolor pugnaba en vano; 

Y extendió el Cristo su llagada mano 

Y brilló la piedad en su semblante. 

— ¡Señor, venganza I — En la profunda herida 
Abierta en un costado, una encendida 

Gota de sangre apareció... El villano 

Sonrió entre las sombras... En sus ojos 

Habla extraños resplandores rojos 

Y una ancha daga en su crispada mano 



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RICARDO JAIMES FRBYRB 249 



c Je meurs oú Je m'attache x» 

Deja que empolve tu cabeza blonda 
¡ Oh mi amada maligna y hechicera ! 
Serás, bajo la nivea cabellera, 
Una joven duquesa de la Fronda. 

Inconstante y fugaz, como la onda, 
Te llevó tu capricho á mi ribera : 
Ya sentí florecer tu primavera 
Sobre mi pena, misteriosa y honda. 

Y pues mi cielo tu sonrisa irisa, 
Haz que sus alas, en gentil sonrisa, 
El ave roja de tus labios tienda... 

Aunque después me hieran tus desvíos, 
Acuñaré en tu honor los versos míos, 
Con tu busto ducal y tu leyenda. 



^^^^^o^^^^^<^ 



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250 LOS POETAS DB HOY 



Crepúsculo 

Por estrecha hondonada pasa el sendero. 
Entre rotos peñascos y ardua maleza, 

Y tiembla, en las rojizas cimas abruptas, 
La luz desfalleciente de las estrellas. 

Con su lúgubre risa rueda el arroyo, 
Arrastrando sus aguas, hondas y negra% 

Y erguidas en los flancos de las montañas. 
Hacen signos burlones las ramas secas. 



El misionero 



Selva oscura. Pasa el viento 
Sollozando entre las hojas. 
Incendian el firmamento 
Sangrientas serpientes rojas. 



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RICARDO JAIMES FRBYRE 251 

Con largo y ronco lamento 
Se arrastra en su cauce el río 
Por entre el ramaje umbrío 
De los bosques seculares 
Se siente el jadear bravio 
De pumas y de jaguares. 

Y entre el umbrío ramaje 
La postrera luz del dia^ 
Ilumina la salvaje 
Toldería. 

La blanca cruz en la mano, 
— Presa de extraña alegría, 
Va el misionero cristiano; 

Y en su rostro se adivina 
La suprema fe divina 

Y el vago terror humano. 



ÍI 

Nubes de incienso. La nave 
Del gótico templo, llena 
Murmullo lento y suave... 
Va la plegaria, serena 



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252 LOS POETAS DE HOY 

Como una ave, 
De alas blancas. Desfallece 
Sobre el frío pavimento 
La luz del sol que parece 
Crepúsculo somnolente 

Abierta en el muro oscuro 
La ojiva contempla el cielo; 
Y el incienso, sobre el muro 
Tiende perfumado velo. 

El Símbolo, alado y puro, 
Cubre al Apóstol, que advierte 
Que hay para el alma abatida, 
Tras la angustia de la vida. 
La esperanza de la muerte... 



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MANUEL MARÍA PINTO, Hijo 

(1871) 

Abogado. Ha sido militar, miembro del Ateneo de Buenos 
Aires y del Centro de Estudios de La Paz. Ha publicado : 
Versas (1893); Palabras (1898), y Vlridario (1899). Y en 
prosa : Bolivia y la triple pollHca internacional (1902). 



Sicuris 

Es la fiesta sagrada del cielo de la Luna. 
La armonía solemne de los vientos asedia 
El totoral; las verdes aguas de la laguna 
Murmuran la elegía de la antigua tragedia. 

Las trágicas zamponas lloran como las hembras 
Viadas; como niños desnudos que tiritan 
De frío ; — rememoran las fiestas de las siembras 
Y las cosechas opimas, y de dolor se agitan. 

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254 LOS POSTAS DE HOY 

En el vasto silencio de la noche, los ecos 
Lúgubremente tristes se estrellan á las rocas; 

Y entre las asperezas, las aristas, los huecos 
De la montaña, gritan como infinitas bocas. 

Bocas llenas de fuego con sangrientas espumas 

Y rechinantes dientes que amaran los orfebre 
Roncas gargantas donde muerden obscuras brumas, 
Músculos erizados por las ardientes fiebres, 

Es la fiesta sagrada del cielo misterioso. 

Las tribus llegan : visten raras plumas de aves, 

Vistosas pieles; cada tribu tiene su oso, 

Su cóndor, sus husillos, sus achachilas graves. 

Las vii^enes avanzan en lentas teorías; 
Bajo la almilla arrullan las obscuras palomas 
Avanzan salmodiando las viejas alegrías 
Que bañan á las almas con fragantes aromas. 

Los límpidos zafiros se cuajan en estrellas 
Que parpadean sobre la túnica celeste; 

Y las vírgenes cantan sus ardientes querellas 

Y acompañan su ritmo con la zampona agresta 

Hay gemidos íntimos, penetrantes y largos 
En esas armoniosas y sollozantes notas : 



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MANUEL MARÍA PINTO, HIJO 255 

Destilan en las almas esos filtros amargos 
Que preparan los laykas en las vasijas rotas. 

Ceremoniosamente los viejos achachilas 
Cuentan las seculares primitivas historias; 
Y al fulgor de la Luna, reflejan sus pupilas 
La púrpura, y el oro, y el laurel de las glorias. 

El achachila gruñe de su dolor ya harto. 
Dice las decadencias concluidos los loores; 
Gime la selva como la mujer en el parto, 
Las zamponas sollozan con roncos estertores. 

Las viejas soñando con las viejas quimeras 
Sienten esos lamentos aterradas y mudas; 
Rompen sus vestiduras, mesan sus cabelleras 
Negras como los mantos trágicos de las viudas. 

Es la fiesta sagrada del cielo de la Luna. 
La armonía solemne de los vientos asedia 
El totoral; las verdes aguas de la laguna 
Murmuran la elegía de la antigua tragedia. 



^^^ft^^^^^^tfi^tmr 



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256 LOS P0BTA3 DB HOT 



Del estío 



Compendias muchas almas, muchas gestas, 
I Oh rosa predilecta, florecida 
En los desnudos mármoles ! La Vida 
Te canta con sus límpidas orquestas... 

I Oh Ninfa, oh Amadriada en las florestas 

Oh Bacante que ofreces al panida 

La limpia copa de licor henchida 

Y escanciada en la fiebre de las fiestas I 

No Ofelia triste, ni Cornelia altiva, 
No Eloa dulce, ni Virginia — acacia, 
No Isabel, ni Francisca sensitiva... 

I Oh tú, la única flor de aristocracia, 
Venus eterna en la pasión : reviva 
Dionisos en la fiesta de tus gracias I 



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MANUEL MARÍA PINTO, HIJO 257 



II 



Sea una llama de la misma hoguera 
Que arda en tu cuerpo y en el mío. Asoma 
Tu suelta cabellera que hubo en Roma 
Ungido el nardo. Hagamos que la fiera 

Tiemble en el circo como en la pradera 
Al ver dé Diana la sagrada poma, 
O de Pentesilea que la doma 
La rotunda, ágil y triunfal cadera. 

Amas erecto el músculo cual dardo, 

Y los púgiles pechos donde enreda 
Sus espinas en vano el duro cardo. 

Amas la fuerza suave como seda, 

Y envuelto en tu cabello que ama el nardo, 
Júpiter mismo es blanco cisne — ¡ oh Leda I 

III 

Embriágame de dicha, pues que intima 
Tu alma con la mía en pleno estío : 



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258 LOS POETAS DB HOY 

Mía es tu alma y es tu cuerpo mío 
Como vocales de una sola rima. 



Y entre mis brazos como un arpa gima 
Con la fiebre del dulce calofrío, 

Y apacigüe mi sed fresco rocío 

De tus labios en flor que el Beso mima. 

Deja que las palomas venusinas ^ 
Beban miel de mi boca ardiente : deja 
Que choquen como copas cristalinas 

Saludando la dicha que se aleja, 
Con sus trémulas risas ai^entinas, 
En pos de otro panal, como la abeja... 



Ofrenda 



Vsí como porcelana 
De Tanagra ó seguidilla 
Que en la huerta de Sevilla 
Dijera la sevillana, 
Como collar que desgrana. 



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MANUEL MARÍA PINTO, HIJO 259 

Plumón de cisne que vuela 
O evanescente acuarela : 
Suavemente ritma el coro 

Y pone una rosa de oro 
En tus labios... la espinela. 

Pues que Góngora y Quevedo 
Dijeron ya la tu gracia 
Donde busca tu eutanasia 
El caballero sin miedo, 
Si en la comedia de enredo 
Por ti disputan á guisa 
Castellana... Monalisa 
Sea dulce y misteriosa 
Esa alegre mariposa 
De tus labios... la sonrisa. 

Ave, ritmo, flor ó estrella 
En su mítico idioma 
De trinos, color ó aroma 
Te proclaman la más bella : 
Eres plácida doncella 
Reina de las pastorales 

Y del romance señora : 
Del Ensueño eres la aurora 

Y tus ojos los zagales... 



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260 



LOS POETAS DB HOY 

Quiso Cervantes hacerte 
Una dulce gitanilla 
Haciendo la más sencilla 
Distribución de la suerte; 
Por eso vienen á verte 
Regalar dicha á puñados, 
Todos juegan á tus dados 
Sus corazones y vidas 

Y sus almas supendidas 
Por el sirgo de tus hados... 

Jueguen siempre los sonrojos 
En tus mejillas suaves 

Y tus ojos sean llaves 
Del jardín de los antojos : 
Deja vagar los tus ojos 
Por laMuente de Juvencia 
Perfumada de inocencia : 

Y el amor más grande é intenso 
En tu alma sea incienso 

Y en tus labios sea esencia.. 



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BiANUEL MARÍA PINTO, HIJO 261 



La pluma 

Abre el surco de luz; como el arado 
Prepara para el germen las matrices : 

Y vestida con todos los matices 
Abre á los sueños el jardín amado. 

¡ Maravilloso sésamo ! ¡ Eldorado 1 
Ya vestida de púrpura ó terlices, 
Desentraña, analiza las raices, 

Y es máquina, y es horca y es cayado. 

Heraldo de la gloria I Es el cauterio. 
En todas las Sodomas : y en la tienda 
Plectro que rima el ruego en el Salterio. 

Mientras la torpe multitud encienda 
Las Bastillas del odio : Ella al Misterio 
Irá con las palomas de su ofrenda. 



15. 



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262 LOS POETAS DB HOY 



B- T. M. 

Las manos que acarician á ios recién nacidos 

Y las que posan, suaves, sobre cabezas locas 
(Abejas que fabrican su miel hasta en las rocas. 
Como niños traviesos que alborotaran nidos : 

Esas que nos recuerdan los blasones perdidos, 
Blancas y puras como las virginales tocas, 
Que han dejado la savia del Amor en las bocas 
De los adolescentes y de los prometidos,,. 

Oh vasos de fragancias nunca desvanecidas 
Que hacen florecer sueños en los cabellos canos 

Y en las almas obscuras las ilusiones idas... 

Cuan bellas cuando abren los jardines arcanos 
Donde ritman las flores el amor de las vidas,.. 
... ¿Sellaré mi alabanza besándote las manos?... 



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MANUEL MARÍA PINTO, HIJO 263 



Ergro 

Nasce per quello, a guisa di rampollo 
Appié del vero il dnbbio.... 

DANTE 

Cada alma alguna vez, quizá, interroga 
El libro misterioso de la vida 
Cuando en su noche triste monologa. 

Y en el silencio, por la angustia asida 
Como por un tentáculo, su pena 

Se insinúa, tal vez, en cada herida. 

Y pensando en la paz, en la serena 

Y última paz del único sosiego. 
Quizá siente muy frágil su cadena. 

Caballero viril, simple labriego, 

Y cada cual en su interior medita 
Que trajina la tierra como ciego. 

¿ Por qué en la lucha con tesón se agita 

Vibrante cada músculo si espera 

La que nunca, jamás, faltó á la cita? 



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264 LOS POETAS DE HOY 

Cuando arrulla al Amor la primavera 

Y asoma á la ventana del castillo 
La castellana como una quimera : 

Pronto ritman los gonces del rastrillo 

Con la mohosa y funeral cadena 

Del antiguo señor de horca y cuchillo. 

Siempre atado á su potro, gime y pena 
Cada cual. Fraguas son los corazones, 
Es el yunque el Dolor; y mientras truena 

Y cruje el potro vil de sinrazones, 
Con la esencia de todos los dolores 
Se forjan los más duros eslabones. 

¿Por qué disimular, cubrir de flores 
La dura y áspera cadena roja 
Con hipócrito afán? En los amores 

Nadie repara la mortal congoja. 
Nadie repara sinrazones viles. 
Nadie repara en la marchita hoja. 

¿Quién sigue las hidalgas y gentiles 
Leyes que juntan almas en abrazo 
Eterno como Dios por años miles? 



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MANUEL haría PINTO, HIJO 265 

¿Quién soporta el viril espaldarazo, 

Y quién el campo de Montiel mantiene 
Confiado en la fuerza de su brazo? 

¿Quién piensa en el Amor que unge perenne 
Con aromado bálsamo las frentes 
Mientras acaricia con su luz Selena? 

Pasajeros que buscan impacientes 
Como el descubridor de la Florida 
Las fabulosas y soñadas fuentes : 

Trajinan como ciegos por la vida 
En pos de juventud y de riqueza 

Y no advierten que llevan adherida 

Como liana á sus almas la tristeza. 
Cuanto más se apresura el paso inquieto 
Tanto más en la vida se tropieza... 

¿Quién pregunta al cadáver el objeto 
De esa pupila fija en una estrella 
Que quizá dialoga su secreto? 

¿Quién interroga á la gentil doncella 
Que trunca el nudo del vivir que inicia 

Y que con mano delicada sella 



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266 LOS POSTAS DE HOY 

El ingenuo candor que fué delicia, 
Su sueño en imposibles caballeros 

Y el cáliz inviolado de caricias? 

Febriles, presurosos pasajeros, 
Vergonzantes de impávidas mercedes, 
Mantenedores de mentidos fueros, 

No ven en pos del calcañar las redes, 

Y cada cual en su interior confía 
Emular con Garda de Paredes. 

Y corren como locos á porfia 
Ahogando el tedio de sus noches grises, 

Y porque es vieja, muy vieja, la alegría . 

No sienten la carcoma en las raices 
Ni las heridas crían cicatrices. 



¿Quién recuerda de Job la epifanía? 



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MANUEL MARÍA PINTO, HIJO 267 



In illo tempore 



II 



Y dijo : a Soy la Vid » y era la Vida. 

Y dijo : a Soy la luz, » y era venido 
A devolver al templo derruido 

La sacra luz del Labrador, perdida. 

Y dijo : <c Yo soy Pan », y consumida 
La hostia fué. « Soy redil » y el alarido 
Oyóse de los lobos... No entendido 

« Soy Verbo », dijo, y a Llama encandecida ». 

Y dijo : a El agua soy », y era la fuente. 

Y dijo : a Soy Verdad » y « quien viviere 
De verdad, será libre y omnisciente ». 

Y dijo : « Soy Amor que al niño quiere, 
Que perdona á la adúltera, clemente. 

Que enseña á amar porque el Amor no muere ». 



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268 LOS POETAS DB HOY 



XXI 

Benditos los que creen. Y mil veces 
Benditos los que saben que su ciencia 
Principia con el credo; y su conciencia 
No la embarcan en cascaras de nueces. 

Y benditos los santos que en las heces 
De la duda moral y su inclemencia 
No infectaron las almas; y á la esencia 

Del Bien final — de Dios — dieron sus preces. 

Y bienaventurado el que ha creído 
Que sabe que no sabe, y que es locura 
No creer que es limo lo que limo ha sido. 

Y bienaventurado el que la impura 
La insana corrupción ha resistido : 
Quijote de la mística aventura... 



XXIX 

¿Quién te conoce á Ti si no ha sufrido, 
Si en el mar der Dolor no ha navegado? 



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MANUEL MARÍA PINTO, HIJO 269 

¿Quién te conoce á Ti si no ha llorado, 
Si en el eterno potro no ha gemido? 

Yo te conozco, si — he padecido, 
En el siniestro mar he naufragado : 
Yo te conozco, si — me has consolado; 
Yo te conozco, si — me has redimido. 

No te conoce, no, quien ebrio goza 
La mentira tan dulce de la vida 
Y abandona al Dolor en su carroza. 

No te conoce, no, la prostituida 
Horda salvaje, de las almas broza. 
En el fausto del vicio enceguecida. 



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SIXTO LÓPEZ BALLESTEROS 

(186....1906) 

Abogado, periodista y parlamentario. Autor de La 
Amazonia de Bolivia, Sus poesías, de un lirismo exaltado, 
no han sido coleccionadas. 



Ola de fuego 

Cuando el pueblo sintió que en sus espaldas 
Descargaba su látigo el tirano, 
Lanzó un rugido de dolor, salvaje, 
Y tomó el arma con potente mano. 

Tronó la tempestad á los acentos 
De la oprimida multitud ; los rojos 
Estandartes de guerra tremolaron 
Sobre el campo cubierto de despojos. 



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272 LOS POSTAS DB HOY 

Después del recio, popular castigo 

Que escarmentó al menguado con la afrenta 

Arrojándole al rostro su ignominia, 

Dejó rastros de sangre la tormenta... 

Dos veces inmortal, dos veces grande, 
Alzóse el pueblo invicto en su defensa; 
Volvió la fusta al rostro del tirano. 
Salvó el derecho y castigó la ofensa. 

Olas de fuego que os alzáis gigantes 
En el momento audaz de la pelea : 
I Bendita vuestra llama que redime. 
Que purifica, que castiga y crea 

^1901) 



*^^^^^^^^f^^f^0^ 



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SIXTO LÓPEZ BALLESTEROS 273 



Andina 



el cielo americano que en las tardes luminosas, estivales, 
3oe como un nimbo coronado de diademas y cristales 
qtie el ósculo de fuego junto al iris esplendente, reverbera, 
z& altiva, majestuosa, blanca, eterna, la nevada cordillera. 

,3 cumbres solitarias de esos páramos extraños y gigantes 
ue lucen sus perfiles y siluetas facetadas de brillantes 
antásticos palacios, cuya línea prodigiosa y soberana 
estaca á los fulgores, indecisos, de la luz de la mañana; 

virgen del ensueño, cuya ft^nte coronada de alba toca 

»ira al véspero amoroso, los jazmíneos, tenues ampos de su boca; 

^e el eco gigantesco de una extraña, misteriosa sinfonía, 

al rugido de los vientos, en las selvas apartadas desafía. 

LS noches pavorosas en que brama, negra, ruda, la tormenta 

el seno de las nubes la ígnea llama, asoladora, allí fermenta, 
> al trueno que se aleja, retumbando fragoroso en las montañas; 
gigantan y se extienden, nimca oídas, esas músicas extrañas. 

K> grito, entrecortado, que semeja convulsivo á la distancia 
de cólera salvaje, nota lúgubre de muerte, grito de ansia 
^itanes irritados, que luchando en las tinieblas del abismo 
esgarran y acometen al impulso del más rudo paroxismo. 



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274 LOS POETAS DB HOY 

Es la voz de los torrentes y cascadas, cuya eterna, gigantesca sinfonía 
Á los vientos de las selvas y aquilón de los desiertos desafía 
Y que en lucha formidable con las negras, pavorosas tempestades. 
Repercute en las entrañas de esas vastas, imponentes soledades. 



Brama, brama en el torrente, muje y brama sin descanso en la cascada. 
Voz siniestra del espíritu sin nombre, que en el seno de la noche desolada. 
Das al viento las canciones del abismo, que cruzando por tus dólmenes de hk 
Llega sólo á los espacios estrellados, como un pobre, solitario ritornelo. 

Ruge, ruge de tus ondas bramadoras, que descienden de la enhiesta 

Nivea cumbre, en que los cóndores ven y sueñan y adivinan la floresta; 
Corre el germen de la vida, que al cruzar besando inquieto la ribera 
Brinda al ánade salvaje sus espumas y su linfa á la pantera. 

¡ Oh ! la blanca cordillera de mis sueños de nostálgica tristeza ; 
Blanca imagen de esos sueños y visiones convertidos en pavesa : 
Duerme... duerme... regia novia de tus dioses, solitarios, inmortales, 
Al arrullo de sus besos, en las noches luminosas, estivales. 

Duerme, duerme soñadora del Oriente, délos mágicos primores. 

Regalada por el canto de sus aves y el perfume de sus flores ; 

1 Duerme, duerme bajo el cielo americano de los nimbos esplendentes 

Al rumor de tus cascadas y á la voz con que te arrullan los torrentes! 



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JORGE S. MENDIETA 

(1873?) 
Profesor. Colabora en revistas y diarios de Sucre. 



Lírica 



Cuando miro tu altiva hermosura 
Pienso en dulces]|,historias aladas; 
Siente mi alma embriaguez de ternuras, 
Delirios vibrantes de glorías soñadas. 

En la undívaga y rubia madeja 
De tus suaves cabellos de diosa, 
Tus brillantes ensueños reflejan 
Las blancas ternuras de tu alma amorosa 



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276 LOS POETAS DE HOY 

Tu8 nostálgicos ojos irradian 
Oarídades de ardientes amores, 
De llameantes pasiones que estallan 
En forma de besos, caricias y flores- 

Ellos son los que inspiran mis versos, 

Mis románticas, suaves baladas, 

Y mis ansias de goces intensos 

En blancas regiones ideales, soñadas... 

Son tus rojos y cálidos labios 
Tibio nido de amor y embelesos; 
Ellos lanzan el himno encantado. 
La blanda y suave canción de los besos. 

Es tu lírica y mágica risa 
Que florece en tu boca escarlata. 
Triunfal gama*de notas divinas, 
Desborde^embriagante de música grata. 



II 



En un bosque magnifico y puro 
Do se sueña con dulces amores 
Entre un coro de arcángeles rubios, 
En medio de liras, y cantos y flores. 



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JOROB S. MBNDIBTA 



277 



Yo quisiera en tu pálida frente, 
Escuchando algún himno sonoro, 
Yo quisiera ceñir reverente, 
Guirnaldas de líricas rosas de oro. 



Rubia 



En el jardín radiante de mis ensueños, 
Donde expande sus alas mi fantasía 

Y plácida se duerme con los beleños 
De una célica y grata suave armonía. 

Habita un hada rubia, de cutis terso, 
Blanca como los cirios de los altares, 
De soñadora frente do el mago Verso, 
Teje con luces de astro][sus Aurórales. 

De su alma inmaculada brotan ternezas. 
Su voz perlada y dulce causa embeleso, 

Y son sus rojos labios húmedas fresas 
Donde puro y ardiente palpita el beso. 



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27S IX)S POETAS DB HOY 

I Qué verdes son sus grandes y tiernos ojos! 
En sus miradas lanzan cálidos rayos 
Que producen espasmos de amor, sonrojos^ 
Mágicas languideces, dulces desmayos. 

Luminoso champaña son sus cabellos, 
De su garganta ebúrnea brotan canciones, 

Y sus rítmicas formas vierten destellos, 

Y su presencia enciende los corazones. 

En el jardín radiante de mis ensueños, 
Donde expande sus alas mi fantasía, 
Me brinda un hada rubia dulces beleños 
De sus risas y besos con la armonía. 



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BENJAMÍN GUZMÁN C. 

(1873) 

Abogado, profesor y periodista en Sucre. Ha publicado 
varios textos y los libros Alma y Cíelo. 



Tu nombre 

El buril de la gloria grabó un nombre 
En la hermosa columna de granito; 
Estalló el rayo, convirtióla en ruinas, 
Mas el nombre en las ruinas quedó escrito. 

Asi el amor tu idolatrado nombre 
Grabó en mi pecho con profundos trazos; 
Vino el dolor, despedazóme el pecho. 
Mas aún queda tu nombre en los pedazos. 



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JOSÉ AGUIRRE ACHA 

(1875) 

Ha sido militar, funcionario público en el Acre y cónsul 
en New- York. Actualmente desempeña la Subsecretaría de 
gobierno. Es autor del libro De los Andes al Amazonas (his- 
toria de la campaña del Acre, 1901), de los saínetes La Lira 
g la Vara y La Capital disputada, y del monólogo, en verso 
El Ceniínela de Riosinho. 



I Porvenir !••• 

I Oh Porvenir ! promesa de ventura 

Por fin ¿en dónde estás, 

Luz vespertina que la noche obscura 

Persigue sin cesar?... 

La mirada del niño te divisa, 

El joven que te anhela no se cansa 

Y el viejo no te alcanza 

Tras la dura jornada de la vida. 



16. 



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282 LOS POETAS DE HOY 

En la que el hombre enloquecido brega 

Qfrando su esperanza 

En una claridad que nunca llega. 

¡ Oh Porvenir ! mis ojos te han buscado 

Y mis audaces pasos te han seguido, 
Dejando á mis espaldas un Pasado 
Lleno de sueños que envolvió el olvido. 
Yo te busqué en mi hogar y el hogar mío 
Te buscaba también con noble anhelo; 
Torné los ojos á mi patrio suelo 

Que ensangrentado, débil y sombrío 

Te buscaba en el Cielo, 

¡ Pero el cielo infinito es el vacio !... 

Por fin ¿en dónde estás?... ¡ Hora tras hora 
Busco en la tierra tu anhelada fuente 
Para saciar la sed que me devora 

Y refrescar la frente!... 

Ya siento que la duda me anonada 

Y desespero hallarte venturoso 

En mi senda desierta y desgraciada. 
¡ En vano te forjó mi fantasía^ 
Como mi corazón se lo pedia. 
Como mi propio mal lo reclamaba ! 



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JOSÉ AGUIRRE ACHÍ 283 

Mas ¡ ay ! cuando la noche enluta el mundo 

Y me visita el buho del hastio ; 
Cuando la imagen de mi hogar ausente 
Aleja el sueño bienhechor que ansio; 
Cuando en mi alma se abisma tristemente 
El amor que me inspira el ángel mió» 

I Oh Porvenir feliz ! tu visión sola 
Recibe mis secretos, 

Y vagando en las sombras de mi alcoba 
Se agita ante mis párpados inquietos, 
Trastorna mi cerebro aletargado 

Y me hiere en el pecho con violencia 
Para hacer con mis sueños del Pasado 
Un nuevo panorama en mi existencia. 

¡ Visión de la ventura ! 

I Ideal de mis doradas fantasías ! 

Mi alma guarda raudales de ternura, 

Dulces melancolías. 

Para gozar en tus serenos días 

Del pensil que han formado mis amores, 

Puros como el amor de los pastores 

Con todas sus poesías. 

Pero mi cielo hoy día está cubierto 

Y calla el Porvenir, porque el Presente 



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284 LOS POBTAS DE HOY 

Me dice tristemente : 

Sonámbulo que cruzas el desierto 

Con la mirada fija en el vacio, 

¿Por qué prosigues con el paso incierto 

Si ALLÁ te espera abierto 

Sólo el sepulcro solitario y frió?... 

(1901) 



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MANUEL PAZ ARAUCO 

(1878) 

Abogado y profesor. Sus poesías se hallan publicadas 
en los periódicos de Gochabamba. 



Semblanacas 



El rey David, desde su excelso trom» 
Escuchando á Natán se estremecía; 

Y el profeta de Israel en agrio tono 
Este cuento sin par le referia : 

€ Hubo un señor de tierras y rebaños, 
Rico á la vez por su renombre y gloría, 

Y en cuya frente el curso de los años. 
Sus huellas no dejó de hostil memoría. 



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286 LOS POETAS DB HOY 

En la cabana del lugar vecino 
Un miserable á la sazón vivía, 
Sin deber otra cosa á su destino. 
Que una ovejita blanca que tenia. 

Cifraba en ella, el triste, su fortuna, 
Amábala como aman los mendigos, 
Los huérfanos de amor desde la cuna, 
Aquellos para quienes no hay amigos... 

Quiso una vez el noble potentado 
Dar un festín, y de avaricia lleno, 
En lugar de acudir á su cercado, 
I Hizo matar el corderillo ajeno ! 

Quien de tal modo ¡ oh rey ! ha delinquido, 
Con su ejemplo á tus subditos pervierte, 
Dijo Natán... y de furor henchido 
Le respondió David : — ¡ Muera de muerte / 

Y habló Natán : — En tu justicia creo 
Como crerías en las palabras mías; 
Monarca de Israel, tú eres el reo, 
¡ La víctima infeliz se llama Urías !... 



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MANUBL PAZ ARAUCO 287 



II 



Perdóname, buen Dios, si en mi quebranto 
Del bíblico pasaje hago memoria, 

Y en el libro de Israel, mil veces santo. 
Busco semblanzas á mi negra historia. 

Pero también en la eternal morada 
Angeles mil para adorarte había 

Y en la existencia por demás cansada 
Yo sólo tuve un ángel : á María. 

Era mi luz cuando mi intenso duelo 
Sus sombras extendía sobre el alma, 

Y su voz fraternal, canto del cielo, 
Llevaba al corazón virtud y calma. 

Y tú. Señor, me quitas esa egida 

Y te la llevas á región tan alta, 

¡ Donde no es llanto como aquí la vida 

Y la voz del consuelo no hace falta !... 

Me la quitas, Señor, como el magnate 
Que aludió de Natán la Alegoría, 

Y en el triste vivir, que es un combatOj 
A mi pesar me dejas todavía. 



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288 LOS POETAS DB HOY 

Te la llevas de aquí y era en el mundof 
De humana perfección cabal modelo 
Que nos lucía tu poder fecundo 

Y que elevaba el pensamiento al cielo. 

Como la escala de Jacob, María 
Ligaba con lo real, lo misterioso... 
I Cuántas cosas de Ti nos refería 
Cada facción de su semblante hermoso I 

Era ese ángel para el pobre ateo 
Cual faro Salvador en noche oscura : 
Hubieron muchos que exclamaron : ¡ creo I 
Al contemplar la luz de su alma pura. 

Y tú que puedes con quererlo sólo 
Poblar el mundo de creaciones bellas, 
Cubrir de flores la aridez del polo, 

Y su brillo aumentar á las estrellas... 

Me la quitas, Señor, me dejas sólo... 
I Acato tu sentencia en mis querellas, 
Ya que es preciso iluminar el cielo 
Extinguiendo la luz de mi consuelo 1 

(1^3) 



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PLÁCIDO MOLINA 

(1876) 

Abogado, profesor y periodista. Ha escrito diversos 
opúsculos de geograña. Actualmente prepara la publica- 
ción de una Hisloría de Bolivia. 



De mi tierra 

Entre el ramaje espeso 

Que un sol de primavera 

Baña con su esplendente llamarada. 

Alzase como rey de la floresta 

El cuchi que al acero 

Disputará su fuerza, 

Cediendo generoso 

Su jugo y su corteza; 

El mapa/o^ soberbio 

Gigante de la selva, 

17 



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290 LOS POSTAS DB HOY 

Que guarda las memorias 
De las antiguas eras, 
Del culto del Abuelo, 
De Tamoy y sus fiestas, 

Y brinda en su. finísimo jcapullo, 
Cmulo de la seda. 

Rico venero á diligente industria; 

Encúmbrase el iajiboy que sus bellas 

Flores y hermoso Unte 

Ofrece y la madera 

Ck>n que hace el hombre su campestre casa 

Y el corral de su hacienda; 
El guayacán fragante 

Que en mil variados tintes colorea; 
El sándalo cromatico y la mara^ 
Con sus hermosos jaspes y sus vetas; 

Nueces, tintas y aceites 

Los nogaies obsequisoí; 

El curupahá eríaa 

Sus púas, defendioiáo con la fiepa 

Intención del avaro. 

De su savia la múltiple riqueza; 

El membrudo bibosij que á la palma 

Por entero rodea 

Con tal solicitud, qne al fin la • 



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PLÁCIDO MOUNA 291 

Celoso enamorado prefiriera 

Antes que en otros brazos á su amada, 

Entre los suyos contemplarla muerta ; 

Y yergue su soberbio 

Tallo el palo-moría en el que ahueca 

El industrioso indígena 

La veloz ce platanera » 

En que vence á los rápidas 

Raudales y se aniesga 

A cruzar valeroso el lago inmenso 

Que hace la inundación en las praderas : 

Nuevo Noé bajo su débil arca 

Mira sereno ^ual se transparenta 

Dentro el limpio cristal la oscura copa 

De los colosos de la fértil vega. 

Gomo rico presente de los bosques 
Las frutas dan su cuádruple cosecha 
De gustos variadísimos 
Que las aves y el hombre saborean : 
El guapura, que en su color y brillo 
Parece remedar de las cruceñas 
Los ojos en que escondeo, 
Relámpagos (indicios de la interna 
Tempestad), que las almas 
Someten á cadena. 



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292 LOS POETAS DE HOY 

Defendida por garfios, por espinas, 
Y el diente de terrible centinela 
(La víbora que oculta los mosaicos 
De su lustrosa piel y su cabeza), 
Crece la dulce pina. 
Fragante y suculenta ; 
La naranja robada al encantado 
Jardín de las Hespérides, que pesa 
En las ramas del árbol y le inclina 
Por sobre los caminos y laderas : 
Alimento que brinda al caminante 
Madre naturaleza; 
La chirimoya que destila almíbar 
Por entre las junturas de sus grietas; 

Las rugosas ambaibas 

En la humilde apariencia 

De encallecidos dedos guardan dulce 

Más regalado que la miel hiblea : 

Así el mugriento harapo esconde almas 

Que ornadas de virtudes y nobleza; 

Del ocoró y achachairú, las pulpas 

Acídulas ansioso paladea, 

Para el calor refrigerante bálsamo, 

El que cansado llega 

Al pensil de pensiles, que en perenne 



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PLÁCIDO MOLINA 293 

Y alegre primavera, 
No cede en hermosura 

De Garcílazo á la encantada huerta. 

El delicioso y embriagante jugo 

Y la pepita en áurea caja cierra 
El cacao nutricioso, 

a Comida de los dioses » predilecta ; 

Y el café reclamando 
Prosapias arabescas, 

Pródigo ofrece el ambicionado fruto, 
Cuyo extracto más sápido que el néctar. 
Como las aguas de Castalia fuente 
Inspira á los artistas y poetas, 

Y en los festines su ambrosía esparce, 
Tal como en Troya la gentil Helena. 

Cual simbólicos lazos que Himeneo 

Echara por la espléndida 

Fronda, el incorruptible 

Güembé se extiende y el pachío deja 

Sus pasionarias y exquisitos frutos. 

Estrechando á las hierbas 

En idéntica unión y mardaije, 

Alai^an sus sarcillos y rastrean 

La sustanciosa papa y la sandía , ; 



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2H LOS POBTAfl DB HOT 

Que en su rosada pulpa guarda fresca 

Saludable bebida, 

Como de Horeb la misteriosa pena. 

Levantan sus airosas y pobladas 

Copas, variadísimas palmaras : 

La real tiende hermosos 

Abanicos que aventan 

Al impulso del céfiro, 

De la dormida selva 

Delicados perfumes; 

De altivo sumuquéy la cabeUera 

Con las nubes se roza; 

Labra el salvaje la temida flecha 

Con la chonta acerada 

Que perverso envenena; 

Sus flores bien olientes da el segegCj 

Y del lago en recóndita ribera 
Su fibra la valiosa jipijapa. 

A lo lejos las hojas rumorean 
Del totalj del motacú y del cuci^ 
En cuyos duros cocos se concentra 
Bálsamo que abrillanta 
El luengo pelo á la gentil mojeñoi, 

Y en los sabrosos gérmenes 



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PLÁCIDO MDLUfA 295 

EscoDídidos alientaa 

Cumousíes — hnob» de^ lo& bosquea : 

Gmulos por su luz cte las estrellas 

Y testigos de silfos y didadas 
Sabem cke alegres, imsfaBdB08a& fiestas; 

Agita el aire las gigantes hojas 

Del plátano y doblega 

Del cari y Fa tacuara 

Los flexibles penachos ; las melenas 

De la caña de azúccm y el ámMa 

Incesante desgreña; 

Y abati^Hlo Iob juncos de la playa, 
Desde el oliente al ocddenite lleva 
Olores de azahar y dü vainUlay 
Mientras que en la andia ciénaga 
Crece el árbol fecundo al que denuncia 
En el bosque avecita mansagera : 

Es dt éctbel del we^ 

Que improvisa, cual mágico^ ríqísezas. 

Del bosque en la espesura, 

Que á prodigiosa jaula se asemeja, 

De rama en rama saltan 

El siemipre inquieto moMÍ y la traviesa 

Falaaje de los monea; 



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296 LOS POETAS DE HOY 

Se espulgan las aves y se esfuerza 

El loro en imitar del hombre el habla; 

Su nido teje y cuelga 

El ingenioso tojo 

Que cuanto son escucha, hábil remeda; 

Mostrando su sedosa vestidura, 

Teñida en oro y con sus manchas negras, 

Canta el lindo maiico 

Y los tordos negrísimos gorjean; 

El picaflor minúsculo y gracioso 

Las tornasoles plumas luce y muestra 

En su raudo volar de mariposa, j 

Y libando en el cáliz de las frescas 

Y odoríferas flores, le disputa 
k la oficiosa abeja 

El jugo con que endulza los panales 

Y perfuma la blanda y dócil cera : 

El jugo es la virtud que en los humanos 
Panales y colmenas, 
Depositando aromas y dulzuras, 
Del bien infunde la mejor belleza. 

En nocne tenebrosa, 

Y cual solemnes ecos de la selva, 

Se oye el canto pausado y lastimero 



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PLÁCIDO MOUNA 297 

Del guajojdj que cuenta 

Las pasadas historias de la raza 

Del guaraní, guerrera, 

Y narra de los campos 
Olvidadas y trágicas leyendas; 
Habla tal vez de Grígotá, valiente. 
De sus hazañas, su bravura y fuerza. 
Quizá bajo la sombra 

De esos colosos que Huracán cimbrea. 
Sentados en los troncos y bejucos, 
O sobre el césped y la blanda hierba, 

Secaron el sudor de la fatiga 
Los valientes guerreros que la empresa 
De Irala y Chávez, firmes 
Apoyaron, luchando por la idea. 
Quizás estuvo allí del campamento 
La improvisada tienda, 

Y acosados del hambre 
Tendiéronse confiados, á la fresca, 
Sobre la gris alfombra, y cavilando 
En los contrastes de la suerte ciega. 
Parece que en las tardes se deliza 
De otros conquistadores la silueta : 
Los hijos de la fe que disiparon 
Con la cruz las barbaries de la selva. 



17. 



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298 LOS POBTA8 DE HOY 

Quiero volver allá donde mi cuna 
De huérfano mecieran^ 

Y alentar esperanzas é iiusionesy 
Solaz de la existencia; 

Y cuando mis labores^ y feítigas^ 
A su término vengan, 

Quiero dormir allá mi último sueño 

Del Pirai sonoro en la ribera, 

Junto á la tumba de mi padtre aatado' 

Que hunaedecen, cual lágrinn» éei cielo. 

Del roció las perlas; 

Allí junto á la fronda, 

Acariciado por la suave felpa 

Del compasivo musgo, 

Y al blando susurrar de las palmeras» 



^»»^^^IW»^^»^^^ 



MorafiM 



Fuiste el brazo de un rudo cesarismo. 
Él hizo tu carrera ; mas un día, 
Luchando contra infanda tiranía, 
Surgiste como el héroe del civismo. 



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PLÁCIDO MOLINA 299 

Ciego el pueblo, no quiso en su lirismo 
Mirar en tu programa una ironía 
(Fórmula ajena, anuncio de anarquía) 
Y el preludio de un nuevo caciquismo. 

Libertador te aclama, y en tu frente, 
Echando lo pasado en noble olvido, 
Ceñir quiso el laurel ; mas tú, inconsciente. 

Preferiste ser sátrapa. Demente 
Ambición te cegó. Caíste herido 
En el antro vulgar : era tu nido. 



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LOS QUE LLEGAN 



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FRANZ TAMAYO 

(1880) 

Ha publicado en verso : Oéc» (1896)/ en prosa: Preverbios 
sobre la vida, el arle y la ciencia (1905). 



El milagro de la lengua 



Rehace el hombre el mando, tflde á tilde . 
Con SQ habla, limo hamilde. 



Poeta, en tus manos se mueve 
La lengua, instrumento inmortal : 
¡ EKvino don ! Maciza 6 leve, 
Vibra en la lengua un soplo astral. 
Del ruido vocal se desprende 
Una música en que se enciende 
El espíritu creador; 

Y es como una invisible Sama — 
Que, alma de la lengua, la í&tamav 

Y hace de ella forma y color. 



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304 LOS QÜB LLEGAN 

¿Qué harás de tu lengua, poeta? 
¿Será en tus manos de escultor 
La arcilla indómita é inquieta 
Que amasa el genio á su calor? 

Y plasma sonoro y soberbio, 
Dirá la forma, dirá el nervio 
Del capital ó el animal, 

Y será piedra inenarrable 

Que, grave y fugaz á un tiempo, habla 
Como el mármol escultural? 

Mas quizá en tus manos de mago 
Funda sus matices más bien, 

Y hecha de luz y sombra, el vago 
Fantasma rehaga del edén. 
Vibrará el color; cada frase 

Será un tinte con que se trace 
Un paisaje poliptongal; 

Y cielo y mar que el bosque amengua 
Vivirán de nuevo en la lengua 
Como en la tela pictoral. 

Una alma liquida y eolia 
La lengua recela por fin. 
Que pétalo á pétalo exfolia 
Risas y lágrimas sin fin. 



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FRANZ TAMAYO 305 



Alma de ensueños y de la lira, 
Voz de silencio que se expira 
Del recuerdo en la soledad; 
Es el amor que se hace música 

Y que boga en la onda aretúsica, 
Soplo de fe y virginidad. 

Poeta, tus manos renuevan 
La lengua, eterna creación, 

Y al germen que sobre ella llevan 
Se hace, humilde, forma ó acción. 
Tal el milagro; y tal natura, 
Larva de varia vestidura, 
Siempre una y diversa á la par, 
Eorja los mundos, rudo escoplo, 
O sonrosa ríente el mar. 



(1901) 



Scherzo del bosque 

Fontalneble&o 1901. 



Bosque sonoro y verde. 
Tu antro contemplo. 
Donde mi voz se pierde 



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306 ijQg QVS LLBOAN 

Como ea un templo. 
I Luz y congojas 1 
Mi alma suspira y tiembla 
Sobre tus hojas. 

Yo sé la dulce historia' 

De tus otoños, 

Y la ferviente gloria 

De tus retoños, 
Cuando parleras 
Despiertan en tus nidos 

Las primaveras; 

Yo sé el grácil d<Hiaire 

CoU' que deslíe 
Su perfume en et aire 

La flor que ríe. 

¡ Oh, tú no sabes 
Todo cuanto me han dicho 

Fuentes y aves 1 



Porque el arroyo cabe 
El musgo blando. 

Voz argentina, sabe 
Reir llorando; 
Mientras poetisas. 



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PRANZ TAMAYO 367 

Mezclan las aves gárrulaB 
Lloros y rigas. 

Sonoro y verde bosque 

Que en cada rama 
Mi alma de luz se eiurosque, 

Flexible gama, 

Y en verdes fiestas 
Mezcle su poesía 

Con tus orquestas. 

Un poeta en olvidó, 

— ¡ Vivo tesoro 1 — * 
Es un desconocido 

Bosque canoro. 

Miles á miles 
Su alma radiante pueblan 

Sueños y abriles 

AUi la vida duerme. 

Fervientes ondas, 
Cual duerme el ruido inerme 

Bajo tus frondas. 

I Todo palpita 
Bajo el bosque encantado 

Que un genio habita ! 



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308 LOS QUE LLBOAN 

Cuando sobre tus copas 
Sople el invierno 

Y asolé de tus ropas 
El verde tierno, 
Graves y broncos 

Dirán su queja al viento 
Tus negros troncos. ¿ 

Asi también la lira, 

Leño sagrado, 
Sufre la estéril ira 

Del cruel hado; 

Y al rudo viento 
Que las almas azota 

Da su lamento. 

Mientras tu agosto labres. 
Abre tus comas 

A mi voz, como te abres 
A tus palomas. 
Coro de plumas 

Que retoza, y sacude 
Tus viejas brumas. 

Bosque sonoro y verde, 
Tu antro contemplo. 



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FRANZ TAHAYO 309 



Donde mi voz se pierde, 
Como en un templo. 
— ¡ Luz y congojas ! — 

Mi alma suspira y tiembla 
Sobre tus hojas... 



(1900) 



Habla Werter 

Di, misteriosa, 

Rebelde esclava ó enemiga diosa, 

Alma mía, alma mía, 

¿Por qué esta estéril agonía? 

Cuita insomne que ahondo, 

Melancolía 

Sin fondo, — 

Di 

¿Quién eres tú, pena que vive en mí? 



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JUAN FRANCISCO BEDREGAL 

(1880) 

Colabora en todas las Teristas y peiiódioos Mtei>arios 
ée La Paz. 



Idealiza el misterio de la vida 

La Reina astral que en el azur se aduerme, 

Y un poema melancólico de sombras 
Ritma en su blanca languidez silente. 

Empaáúleoe el verde de ks froikdas, 
Suaviza los contornos del paisaje, 

Y envuelto por la albura de su veste, 
Una vaga ilusión simula el valle. 



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312 LOS QUE LLBQAN 

Extraños arabescos de luz pálida 
Entre las linfas del arroyo labra, 
Y el ópalo lejano de las nubes 
Veta con toques de luciente plata. 



Como en la dulce vaguedad de un sueño, 
Bajo el leve crespón de blanca bruma, 
La dormida floresta perfumada 
Con inefable suavidad se esfuma. 

Todo es misterio, soledad y calma, 
Y hasta las crestas de lejanos montes 
Desvanecen sus rígidas siluetas 
En el diáfano gris del horizonte. 



En ese poema astral mi enferma idea 
Sumerje sus recónditos rencores, 
Y mi Esperanza, que lejana albea, 
Con pálidos reflejos centellea 
Sobre el paisaje erial de mis dolores. 



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JUAN FRANCISCO BEDRBGAL 313 



Misa triste 

Envuelta en la penumbra perfumada 
Que se dilata en la quietud del templo, 
En hierático vértigo abismada 
A mi pálida novia arrodillada 
Con pasión inefable la contemplo. 

Entre la suave y luminosa albura 
De su piadoso ensueño se estremece 
La imagen del amor que la tortura, 

Y el fervor de su mística locura 
Dentro de una oración se desvanece. 

Deshoja entre sus labios temblorosos 
El lirio de pasión de una plegaria; 
Mientras la orquesta ritma entre sollozos 
La tristeza de sueños misteriosos 
En los giros suavísimos de un aria. 

Se estremecen sus carnes virginales 
Con la visión del bíblico heroísmo : 

Y al presentir que anubla sus ideales, 
Pienso en las bellas santas medioevales. 
Pienso en Santa Teresa y su histerismo. 

18 



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314 IiQ8 <^« hUSAÁN 

Hacia un pálido Cristo que agoniza, 
Con infinita unción alza los ojos, 

Y en la gloriosa pompa de la misa, 
El misterio del Gólgota idealiza 

Y acribillan su fr^iie los «onrojos. 

Vibra con tal f^ñror 6u pensamiento, 
Que sube triunfador ha«ta los cíelos. 
Aunque en mi fiebre detenerio inieato, 

Y entonces creo en Dios, porque lo siento 
Palpitar en el fondo de mis oelos. 



^<MW»^^<M»»»<M»^ 



Trofeo 



Reina dü país de mi eodueño. 
Suave, pálida, divipa; 
Reina en el país de mi ensui^^ 
Mis canciones ilumina. 

Son mis estrofas tus pajes 

Y mis versos tus vassdlos, 

Y tus más ricos blasones 

Los poemas de amor que io^piraa 
Y, en iirícas expl<¡>8Íones, 



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JUAN FRANCISCel BfiDltEOAL 315 

Pueblan tu sueño de endüeñed 

Y tu vida de ilusñtmes* 

Vestidos de seda sraul 
Los gallardos madrigales 
Te dirán quedo, muy quedo, 
Que ft)»^ amed. 

Y al aclamarte, g^itíks, 
Ebrios de amor y de orgullo, 
Dirán : ¡ gloria á la Princesa, 
Que es luz, perfume y arrullo 1 

Con sus trajes de ai4equín 

Y faces enharinadas. 
Los traviesos epigramas, ^ 
Moverán tus carcajadas. 
Mas si entrevés la tristeza, 
Tras su ruidosa alegría. 
Golpeando sus cascabeles, 
Dirante, por divertirte. 
Alguna chocarrería. 

Quiérelos^ pobres juglares, 
Quiérelos, tú que eres buena,. 
Que con sus dolores propios, 
Dan vida á la risa ajena. 



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316 LOS QUB LLEGAN 

Con armaduras lucientes 

Y gloriosos pabellones, 
Cual legiones aguerridas, 
Van las épicas canciones 
Para ofrecerte sus vidas. 

Deslumhrando con su pompa, 
Arcaica pero brillante, 
Al son de guerrera trompa. 
Irá tu escolta triunfante. 

Y la lírica mesnada, 

Que ardió en patriótico encono, 
Sus más valiosos trofeos 
Rendirá al pie de tu trono. 

Y aquel amoroso poema 
Que piadosa acariciaste. 
Será el luminoso emblema 
Del reino que conquistaste. 

Reina del país de mi ensueño, 
Suave, pálida, divina, 
Reina por siempre en mi ensueño, 
Mis canciones ilumina. 



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ARMANDO CHIRVECHES 

(1880) 

Ha publicado, en verso : los poemas Lili (1901) y Noche 
estiva (1904); y en prosa las novelas Celeste (1905) y 
La CandidcAura de Rojas (1908). 



El mar 

Un día, con el alma estremecidaí 
Ciontemplé el océano... Ante mis ojos 
La movible llanura se extendía 
Bajo la dulce majestad del cielo. 

Su glauca inmensidad en una gama 
De verde y gris borrábase distante; 
Se esfumaba en la gema gigantesca 
Y triste del espacio, cual la vida 
5e esfuma en el recuerdo... 



18, 



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318 LOS QUE LLEGAN 

Ck)mo rampas floridas de rosales 
Alzábanse las olas; 
De caprichosas fuentes de alabastro 
Surgían surtidores que se arqueaban 
Como el cuello de un cisne. 

Abríanse gigantes abaiiíüós; 
Telares misteriosos 
Tejían siík cesar velos de novia ; 
Había olas curvas cual tup^ttte& seao» 
Que la pasión levanta; 

Y manos, blancas manos que se juntan 

Y el océano desliga, 

Siempre implacable y cruel como el destino 

Altas montañas de sinuosas cumbres, 
Alzábanse soberbias 
Hasta empañar el sol; esas montañas 
Que escupen en la noche á las estreUas 
Toda la rabia de sus ondas grises. 
Toda la espuma de sus locas iras; 

Y que luego sucumben tristemente 
En el légamo huittüde de las píayas; 
Cual muere un megalótoanó eñ el íbdo 
Soñando con graiKlezas... 



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ARlfANDO CHIRYECHBS 3i9 

] Oh mar océano, poHforme y bello I 
Unas veces azul^ cual la retina 
De una inglesa romántica que sue&a, 
Otras reces obscuro, casi rojo, 
Cuando las nubes blondas y brillantes 
Simulan un combate de guerreros 
Rubios... en tanto que las olas cantan 
Un luctuoso motivo wagneriano. 

A veces dulce trovador de amores. 
Casto poeta que dice madrigafes 
A. las pálidas nubes, 

Y en luminosas noches 
Refleja en sus pupilas de vidente 
Un paisaje de ensueño, 

En que brillan los astros. 

Y cuántas veces fiera embravecida. 
Mítico monstruo que amenaza y ruge; 
A un tiempo Ixión, Sisifo y Prometeo, 
Soberbio etiope que en la noche enseña' 
Sus grandes biceps, sus robustos brazos; 
Juglar que bebe fuego, arroja llama» 

Y juega con espadas luminosas 

Y acerados puñales. 



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320 LOS QUE LLEGAN 

Imagen del amor, renuevas siempre 
Tus tormentas, tus locos frenesíes 

Y tus bellos paisajes, 

Cuando á las luces vagas del crepúsculo 
Meditas y te quejas. 

Como el amor, tú tienes ilusiones : 
Son las nubes fugaces que reflejas, 
Son los astros lejanos. 
Son las aves que ya no vuelven nunca, 
Son las velas que parten... 

Así como el amor ciego, impulsivo, 
Acaricias y hieres; 
A veces tiendes de tu regio manto 
El armiño, cual rey enamorado. 

Y en mil largos monólogos te abismas, 
Recitas melopeas. 

Arrullas y te quejas y amenazas. 
Balbuces, gritas, roncas y maldices, 
Besas y lloras, ruges y blasfemas, 

Ruegas y cantas, curruqueas, ríes, 
Imprecas y sollozas. 



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ARMANDO CHIRVBCHES 321 

Soberbio agitador, nunca tus ondas « r 
Conocerán la paz, la eterna calma, 
La calma de la muerte. 

Aunque á ratos te aduermas dulcemente 
Mecido por los rayos de la luna, 
Flota siempre un rugido entrecortado 
En tus largos suspiros* 
Y tus suaves baladas. 

¡ Oh mar ! con el espíritu agitado 

Por vagas ansiedades, te recuerdo 

Porque tienes un alma gigantesca 

Que aspira á retratar el infinito; 

Porque eres soñador, porque eres triste, 

Porque eres un gran músico ignorado, 

Porque eres un poeta... 

(1906) 



^WV^^W^MMMM»»»» 



Crepúsculo 



Contempla el campo, querida, 
Mira esa luz adormida, 
Mira ese azul de turquesa 
Que á palidecer empieza. 



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3é2 



tos QÜB LLBOilfN 

Mira ésósr putitosí brfUaiktal, 

Que tremail eü lá floresta' 

Dulcemente, 

Como broches de brillantes 

iSn la palidez fbn^átia 

De una frente. 

En esa vaga trístciza 

Que tiene siempre el oeaso, 

Se divisa, 

La incomparable nobleza 

De una opulencia áe rttso 

Que agoniirai. 

üi^ haz d^ múrice late 

Sobre los cúmulos bettos 

Que el viento en suiV»>ff despeina^ 

Como una rosa granate 

Sobre los blondos cabellos 

De una reina. 

Cual una trágica blonda 
La tarde apaga los ojos 
De zafiro, 

Y allá, detrás de la fpoi^a. 
Exhalan sus labios rojos 
Un suspiro. 



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AI^H^NPP CHUIVSCIIES 323 

Entre los pálidos rayos 

Auras ledas 

Agitan negros ramajes, 

Y susurran los follajes, 
idon desmayos, 

<k>mo crugidos de sedas. 

Una.asirella e&tre una gpai&a 
De luz, de sombra y de noche, 
Brilla, inquieta, 
Como un magnifico brodüe. 
Que en el seno de una dama 
'Fuera «in verso de poeta. 

Así cual flores aladas, 

Como labios carmesíes, 

íLuwnosos, 

Los cocuyos <eii|bdiidadM, 

Van prendiendo sus rubí^ 

Con ósculos temblorosos. 

Y tus ojos de coqueta 
Reflejan ansias supremas 

Y ternuras, 

Y remansos de violetas 

Y esplendideces de gemas 
Sobre praderas oscuras. 



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324 LOS QUB LLBGAN 



Nocturno 

Se sienten los efluvios de la floresta próxima^ 
Se dilata el perfume de las violetas blancas; 

Y llega á nuestro oído la música del viento 
En sinfonía agreste y perezosa y lánguida. 

Como anémica virgen la luna por el cielo 
Se aleja triste y pálida; 

Y allá en el infinito 

Palpitan las estrellas, cual flores incendiadas. 
[ Ah, las estrellas rubias ! 
[ Ah, las estrellas raudas I... 

I Con cuánto feminismo deshojan sus corolas ! 

¡ Con cuánto feminismo se pierden y se apagan { 

Enviando estremecidas 

Besos de luz lejana 

Para las frentes tristes, para las frentes yertas. 

Para las frentes pálidas... 

Tú me amas en silencio... 

Y cantan las cigarras, 

I^ luz de tus pupilas proyectas dulcemente 
Sobre las mías cálidas... 



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ARMANDO CHIRVBCHBS 325 

¡ Qué bella estás, qué bella, sensual y balbuciente I 

La rubia cabellera revuelta y destrenzada, 

En que hundo yo mis dedos de fiebre temblorosos 

Y en que la luna pone campánulas de plata. 

¡ Ah, los cabellos blondos ! ¡ Ah, las pupilas húmedas I 
¡ Ah, las sonrisas vagas !... 

Hay flores y armonías, 

Estrellas fugitivas y canto de cigarras, 

Quietudes adorables 

Y músicas lejanas. 
Perfumes de jazmines 

Y de violetas blancas; 
Hay sombras misteriosas. 
Glorietas apartadas; 

Tus besos perfumados, tus labios sitibundos 

Y mi gigante ensueño sobre tu frente casta. 

Corónenme tus besos, divino laurel rosa. 

Que á mi sien de poeta ciñeras, ¡ oh mi amada ! 

¡ Oh rubia antología de Margarita y Lesbia 1 

¡ Oh las tres veces suave ! ] Oh las tres veces blanca ! 

Sé mía dulcemente. 

Mientras las rosas caen y las estrellas pasan. 

Sé mía en ese triunfo 

19 



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396 LOS QUB LLEGAN 

De Pan, en el misterio de todos los amores^ 

De todas las uniones sublimes é ignoradas; 

De todo lo que late, 

De todo lo que ama, 

De las penumbras suaves. 

De las esencias vagas. 

De las estrellas rubias. 

De las violetas blancas... 

{9fOt) 



Andante 



Á una dama, reina en el pais 
de mU tUtiabs venoe. 



En la bella sala de las confidencias. 
Donde de tus labios besos deshojé; 
Llena de deseos, llena de indolencias 
Tu cuerpo reclinas sobre un canapé. 

Un suspiro entreabre tus labios sensuales 
Que á veces palpitan con la s^ de amar; 
Y bajo tus blancas manos imperiales 
Desfallece el claro traje de fúulatd. 



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ARMANDO OHIRVECHES 327 

Tu torso opulento, tu hermosa cabeza, 
Tus cabellos blondos y tu blanca tez, 
Proyectan un poema de ritmo y belleza 
Con todo el encanto de la esplendidez. 



Sobre tus cabellos mil redes extrañas 

La luz va extendiendo, la sombra oquedad 

Y tus grandes ojos de largas pestañas 
Se aduermen con dulce voluptuosidad. 

Llego yo, en tus labios juega una sonrisa. 
Ríes con la gama de tu suave voz; 

Y el tiempo trascurre de prisa, de prisa, 
Hasta que se escucha mi trémulo adiós. 

A veces esquivas, con gracioso escorzo, 
De mi brazo amante tu busto gentil, 
Buscas un refugio y huyes como un corzo, 
Mientras yo te miro pálido y febril. 

Y á veces, lo mismo que avispa bermeja, 
Que hiriera dos rosas de un bello rosal. 
Abato mi boca, que la fiebre aqueja, 
Sobre tus dos senos de mármol lilial; 



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328 LOS QUE LLEGAN 

Mas... si pica á veces en la tibia nieve 
De tu tez la avispa y... deja su aguijón, 
No ha llegado nunca su veneno leve 

A la nieve roja de tu corazón. 

(,906^ 



Scherzo 

Te aproximas al piano. Tu belleza 
Me deslumbra... Silencio estremecido 
En torno. Idealmente el labio besa 
La fimbria virginal de tu vestido, 

Resalta viva tu silueta rosa 

Sobre el negro bruñido, junto al piano; 

Y en esa gama de color, hermosa, 

Es la gema más blanca tu alba mano. 

Tu altivez orguUosa, tu sonrisa 
Tienen cierta amargura de epopeya; 
El gesto apasionado de Eloísa 

Y la vaga tristeza de Ligeya. 



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ARMANDO CHIRVBCHES 329 

La luz te besa con espasmos de oro, 
Late en tus ojos cual lejana estrella; 
Parece que dijérate : os adoro. 
Al sentirte tan rítmica y tan bella. 



Y la seda balbuce en su lenguaje 
No sé qué misteriosos embelesos, 
Que semejan murmurios de ramaje 

Y rumores suavísimos de besos. 



Un trémolo preludias inspirada 
Que tempestad atlántica' remeda 
Y luego, tocas la gentil balada 
Flébil, mimosa, arruUadora y leda. 

Mi alma en rauda elación la tuya alcanza. 
Se aduerme con la nota adormecida. 
Soñando no sé qué dulce añoranza 
Su yo, su libertad, su ser olvida. 

Se une á tí, ¿tu alma artística no sient 
También esa fusión? cual de dos notas 
Dos efluvios que reúne una corriente, 
Dos perfumes de playas muy remotas.. 



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330 LOS QUE LLBOAN 

El Bcherzo en un deliquio al fin se apaga. 
Palidecen el ritmo y los colores; 
Sólo queda una estela triste y vaga 

Y un ensueño de besos y de flores. 

Y te alejas del piano. Tu belleza 
Me deslumbra, el aplauso prometido 
Se alza á tí. Idealmente el labio besa 
La fimbria virginal de tu vestido. 



(,906) 



Madriiral 



Para expresar de amor idea hermosa 
Buscaba un molde perfumado y suave; 
Asi anhela sus pétalos la rosa 

Y sus alas el ave. 

Y esa idea aún en bruto, 
Aspiraba á ser vaso florentino. 
Artístico jarrón de Benvenuto 
ó bello camafeo; 



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ARMANDO CUIRVBCHBS 331 

Una estrofa de miel de Garcilazo 

Cincelada y divina, 

Un soneto del Tasso 

O un verso de Gutierre de Cetina. 

Sólo quiero que al leerme, vuestros ojos 

No destellen sonrojos, 

Vuestros ojos, ardientes soñadores. 

Los ojos por los párpados velados. 

Aduérmanse embriagados 

Cual gusanos de luz entre las flores. 



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ABEL ALARCON 

(1881) 

Ha publicado, en verso : Pupilas y Cabelleras (1904); en 
prosa el monólogo, Insomnio (1905), y De mi tierra y de mi 
alma (1906). 



De « Flores de tristeza 



Soneto VII 

— Sin amar no se vive, — me decfa 
Vuestro labio de rosa ensangrentada; 

— Sin amar no se vive, — y una oleada 
De pasión vuestros ojos encendía. 

No es nueva para mi, señora mía. 
La frase dulcemente pronunciada; 
Fuera del bello amor, dije, no hay nada : 
Y al amaros sentí que me moría. 

19. 



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334 LOS QUE LLEGAN 

Sin amar no se vive, y vos, señora 
Que en la suave mirada seductora 
Reveláis ser tan tierna y compasiva, 

Devolvéis mis cariños con enojos. 
Hacéis que me reprochen vuestros ojos. 
¡ Y luego me decís que amando viva ! 



otra flor. Te rae^ que la 
sobre to oorasón. 

En la tierra flotaba el gran suspiro 
Del amor, el perfume y el ensueño; 
Una luz triste, en su revuelto giro. 
Mirábanos con expresión de sueño. 

Cuadro crepuscular con que deliro 
Cada vez que en el alma lo diseño. 
Como en lienzo imposible, en el que miro 
En fondo rosa-te, pintado un sneña : 

Tus pupilas fingiendo un eielo extraño, 
Tu cabello un celaje fino y Mondo 
Y tu frente, mi amada, dulce engaño, 

Pálido sol que enorva, piensa y afde 
Abismado en mi peeho, asi tan honéo 
Se abismó el claro sol de aquella tarde. 



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JtBAL AULBCÓN ¿35 



El arte 



Mundo que dentro un mundo tan pequeoo, 
Nos consuela, sublima y enamora; 
Donde el alma se acoge cuando llora» 
Donde el alma se eleva en un ensueño^ 

País del sol, magnifico y risueño, 
Del estro, la paleta y la sonora 
Cuerda de vibración encantadora 
Que pulsada deleita como un sueno^ 

] Patria de los videntes^yo te adoro 1 
No por la fama que me des, ni el oro. 
Ni el laurel que sangrando se conquista... 

Te adoro con candor... por esas flores 
Que, en su eterno camino de dolores, 
Permites que se arrojen al artista. 

1900; 



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336 LOS QUB LLEGAN 



En vano 



El humo azul de mi bohemia pipa 
Vueltas daba, esa noche, en mi cabeza; 

3icen que el humo la aflicción disipa... 

Oh, mi mal ! ¡ Yo tenia gran tristeza ! 

Bebí el vino que á todos participa 
3u vulgar buen humor : chispa traviesa; 
Pero mi alma, que sólo estereotipa 
El dolor, no sentía la chispa esa. 

Muy lejos arrojé mi pipa negra, 
Quebré mi vaso, derramé mi vino; 
Pues ni el vino ni el humo ya me alegra. 

¿En qué humo, en qué vino ó en qué vaso 

Se beberá el consuelo que imagino? 

I No lo encuentro yo aquí... más allá, acaso I.. 



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EDUARDO DIEZ DE MEDINA 

(1881) 

Ha fundado y dirigido varias revistas literarias. Tiene 
iblicado, en verso: Delirios de un loco (1900), Mariha 
902) y Mariposas (1902); en prosa : Resumen histórico y 
sica de Solivia (1903), Bagatelas (1905). En preparación : 
npresiones de París y Nuevas Poesías. 



Paisajes Andinos 



menaza la tormenta. Gruesas nubes atraviesan en bandada 

or el cielo, y en la cumbre de las rocas, sobre un páramo sombrío. 

alta el rayo iluminando la guarida de las águilas salvajes 

ue á los vientos lanzan quejas traducidas en siis lúgubres graznidos. 

uge el trueno retumbando estrepitoso en los espacios, como fiera 
ue en sus furias desatadas á los montes y los llanos desafía, 
orno fiera que no hallando un adversario que sus ímpetus refrene 
igue impávida avanzando, brama, brama en su colérica embestida. 



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338 LOS QUE LLEGAN 

Densa nube que arrastrada por los vientos amenaza en el espacio 
Se abre en medio; y una lluvia de granizos que de lo alto se descuelga 
Va extendiendo sobre el campo desolado y silencioso del desierto 
Blanca sábana que sube hasta los montes á platear las altas crestas. 

En el fondo del paisaje se dibuja la sikieta vacilante 
De un venado que donosa y ágilmente se aproxima galopando, 
Y á su paso mirar puédese en la sábana blanquísima de nieve. 
Mil pequeños, caprichosos ojivales, por los cascos diseñados. 



Ha cesado la tormenta. Ya las tenues claridades presagiando 
El arribo del dios Febo, cuyos dardos á lo lejos se vislumbran. 
Rasgan tímidas las capas, las tinieblas de una noche tenebrosa. 
De una noche cuyos ecos tempestuosos disipáronse entre brumas. 

En las cumbres de los montes se destacan, como sombras del paisaje» 
Cientos de águilas salvajes que saliendo de su incógnita guarida» 
Interrogan con mirada penetrante los misterios del espacio. 
Los misterios nocturnales que aun las tienen aterradas y entumidas. 

El cadáver de un venado, medio oculto se divisa entre la nieve, 
Mientras cruza por el aire una bandada de veloces golondrinas 
Que se alejan, pareciendo despedirse con su rápido aleteo, 
Pues que todo está cubierto por la nieve coronando grandes cimas. 

Surje el aatro en el oriente. Del dorado y regio alcázar brotan rayos 
Que cual nimbos aurórales por el páramo glacial se desparraman, 
Y los copos de alba nieve enrojecidos por el sol, resaltan, brillan. 
Semejando gruesas perlas ó rubíes que se encienden y desgranan!... 



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EDUARDO DIIZ DB MEDINA 



Epitalamio real 



(Autógraío en el ilbnm 

ofrecido i la Beina Victoria 

por los poetas de España). 

Día de boda, día de fiesta* 
Madrid exhibe todas sus gak», 

Y en el ambiente rima la orquesta 
Con los susurros de la floresta 
Rumor de besos y fru*fru de alas. 

Tejen los novios sueños alados, 
Forjan visiones, llevan su anhelo 
Por entre bellos prismas rosadod, 

Y sus quimeras de enamorados 
Tienen el claro mati¿ del cielo. 

En ese trono de los amores 

Cupido es siempre Rey de los Reyes, 

Pues si los nobles 6 los pastores 

Son sus rendidos adoradores 

£l es Monarca sin Dios ni Leyes. 

Bajo los rayos caniculares 

De un sol ardiente que á Madrid bafia. 

Los novios ciñen regios collares 



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340 LOS QUE LLEGAN 

Que de jazmines y albos azahares 
Forma el hidalgo pueblo de España. 

Por eso hoy vibran los claros sones 
De los timbales y los clarines, 
De amor palpitan dos corazones, 

Y ofrenda el pueblo sus bendiciones 
Con los capullos de los jardines. 

Bendito el gozo que le conmueve 

Y hoy le despierta de su desmayo; 
No hay pena humana sin pausa breve 
Ni dicha corta que no renueve 

La Primavera del mes de Mayo. 

Mes en que se abren las azucenas 

Y las palomas forman el nido, 

Y entre los cantos de las avenas 
A los pastores ciñe cadenas 

En las campiñas el Dios Cupido. 

I Mayo ! tú anuncias días mejores : 
Das el aliento, hiergues los tallos. 
La vida infundes á almas y flores 
Abriendo al soplo de los amores 
Pechos de reyes y de vasallos. 



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EDUARDO DIBZ DE MEDINA 341 

Mes de las guindas y las cerezas, 

¡ Mes en que el lirio de amor florece ! 

I Sea el poema de tus bellezas 

Epitalamio de Sus Altezas 

Victoria Eugenia y Alfonso Trece ! 

(J906) 



Acuarela 

¡ Qué hermosa placidez ! La tarde quieta 
Convida á meditar en el reposo, 
Y en su silencio tibio y misterioso 
Se arrullan los ensueños del poeta. 

Cual rasgo de color de una paleta 
Que avivase un paisaje caprichoso, 
Se esfuma sobre el lago vaporoso 
De un remero la pálida silueta. 

Ya la barca se aleja suavemente, 
Repite la montaña un débil eco 
Perdiéndose en la calma del ambiente; 



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S42 LOS QUB LLBGAN 

Y adormecido por un suave halago 
Mi pensamiento triste se desliza 
Con la serena placidez del lago... 



(190*) 



Chez Maxim's 

Es la hora del placer. Maxim's de gala 
Mujeres bellas y gallardos mozos 

Aloja en su amplia sala. 
Cabrillean las luces en los focos. 

En los ojos sedeños 
Las hembras lucen su mirar ardiente, 

Y allí, como entre sueños, 

Flota un extraño y voluptuoso ambiente 

De seducciones, de placeres locos. 

Marca un reloj las dos; pero se pierde 

Su lánguido tic-tac en el bullicio. 

( Para impedir que el tiempo nos recuerde 

Tan cerca al precipicio, 

Justo es pasarlo en el sopor del vicio ! 

Y'a las mujeres chillan. En las copas 

Rebosan los licores, 

Y el champagne mancha las lujosas ropas 
De una cocota que blasfema horrores.. « 



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EDUARDO DIEZ DE MEDINA 

Hay un espejo frente á mí. Discreta 
Percibo allá en bu fondo la silueta 
I>e una rubia gentil, de talle esbelto; 

Ostenta la griseta 
En ondas de oro su cabello suelto, 

Y un fúlgido mirar que se diría 
En esa hoguera azul se abrasaría 

El alma de un poeta. 
Pasan minutos. El bullicio aumenta. 

La música ensordece. 
La rubia agota su licor de menta 
Que luego le domina, la adormece, 

Y entre el rumor confuso de la orgia 

Se aleja su alegría, 
Cual su bello mirar desaparece. 
La orquesta rima un baile cancanesco, 

Y á su compás se mueven las parejas 

Con garbo quijotesco. 
¡ Cuántas ideas raras y complejas 
Asaltan á mí espíritu burlesco ! 
¡ Cómo el licor transforma, cómo enerva, 

Cuando curioso observa 

Y cómo el hombre adora lo grotesco 1 
Es la orgía final. Es el disloque... 
Un rastaquoaére^ hundida la chistera 
En]^su cabeza fofa de alcornoque, 



343 



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344 LOS QUE LLEGAN 

Busca lid pendenciera, 

Mas... un hipo le impide que provoque 

Y le hace comprender que es más prudente 
Tratar de no lanzar el aguardiente... 
Resignase á dormir. Y, recostado 

Sobre un amplio diván, ronca á su antojo 

De una hembra acompañado. 
« ¡ Marchemos á Montmartre ! » exclama un cojo, 
« ¡ Muchachos, despertad al matrimonio ! » 
El raslá entreabre un ojo 

Y gruñe á media voz : a ¡ id al demonio ! » 
Los hombres, sin andar, se bambolean, 

É inconscientes, sin tregua el codo empinan; 
Cantan las hembras, gritan ó pelean, 
Y todos desafinan. 



Sólo la rubia, taciturna y triste. 
Lleva á sus labios, sin chistar, la copa. 
Con ese manto de licor se arropa 

Para olvidar que existe... 
Sus ojos se amortiguan. Y el reflejo 
De su mirada ya velada, incierta. 

Ahora, en el espejo. 
Denota la fijeza de una muerta. 

En su tez encendida 



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EDUARDO DIBZ DE MEDINA 345 

Por el licor que enerva y embrutece, - . 
Comienza á desleírse la pintura; 

Ese carmín parece 
Ser un pudor sobre la tez impura. 
¡ Pobre incauta Mimí ! ¡ Cómo perece 
Entre el torrente raudo de la orgía 

Que agota y envejece ! 
Su espléndida belleza, flor de un día, 
Cual un sueño de amor nos extasía, 
Cual un sueño fugaz se desvanece... 
Mas, yo no la condeno, si insegura 
Mi mente está del fondo de su alma; 
No sé si cubre su aparente calma 

Un fondo de amargura, 
No sé si le aprisionan las cadenas 

A un infierno de penas 
O al carro de la vida que tortura. 
Contemplo sí, su faz adormecida. 
Porque sé de las penas de la vida; 

Y al verla sola, pensativa y mustia. 
Pregunto al mundo que el dolor no ignora 
Si sabe de ese espíritu la angustia, 

¡ Si sabe cuándo llora ! 
Nublado el pensamiento 

Y á rastras con su oculto sufrimiento, 
Cuántos vienen aquí buscando olvido... 



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346 LOS QUE LLEGAN 

Para marear el pobre entendimiento 
O adormecer el corazón herido. 
Tal vez la pobre escéptíca confía 

A la embriaguez sus penas 
Que son, cual su dolor, al mundo ajenas^ 
ó revive sus raudas alegrías 

Luciérnagas que apenas 
Alumbran en las noches de sus días. 
Nada sé de su espíritu ilegible, 
Mas contemplo el silencio en que se abisma» 
Y al verla, ante su copa, ya insensible 

Al mundo y á si misma, 
Me alejo murmurando sí es posible 
Ver la vida, mejor, por ese pri^oaa... 

(*907) 



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FABIÁN VACA CHAVEZ 

(1881) 

Sus producetones se hallan diseminadas en diversas re- 
vistas y periódicos de la RepübUca. Cultiva la literatura 
regional. Tiene en p):eparación la novela El Cacique, 



Criolla 



Bajo (}e tus finas cejas enarcadas 
Refulgen tus ojos de brillo andaluz, 
Y son un poema tus negras miradas 
De amor, de ternura, de fuego y de luz. 

Sobre tu cadera recia y prominente 
Caen tus cabellos con sensualidad, 
Semejando un rio de rauda corriente 
Hecho de perfumes y de obscuridad. 



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348 LOS QUB LLEGAN 

La brisa que corre por los naranjales 
Y agita las hojas del cacaotal, 
Al cantar sus leves trovas pasionales 
Juega con tus rizos de obscura espiral. 



Tus senos rosados de breves pezones, 
Que tu albo corpino pretenden romper, 
Despiertan la sierpe de las tentaciones, 
Porque son dos frutos dulces de placer. 

Nadie hay que supere tu gracia divina 
Cuando vas tendida sobre un carretón, 
ó cuando contemplas el sol que declina. 
Desde el camarote de una embarcación. 



Cuando sus ardores agita la siesta 

Y en la hamaca entonas alguna canción, 
Vibran en las notas de tu voz de fiesta 
Todas las ternezas de tu corazón. 

A veces navegas en una canoa. 
Coqueta, sonriente, graciosa y veloz; 

Y al ver que se yergue tu busto en la proa. 
Tordos y maticos modulan su voz. 



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FABIÁN VACA CHÁVBZ 349 

¡ Qué voz más suave que tu voz canora ! 
¡ Qué rosa más fresca que tu fresca tez ! 
De todas las almas eres la señora, 
Púdica y mimosa y altiva, á la vez. 



Sobre las tranquilas ondas de los .ríos. 
Bajo de la augusta pompa de tu sol. 
Tú sola dominas los ensueños míos, 
Que en pos de ti vuelan formando un estol. 

Frescuras y trinos te ofrecen las frondas; 
El sol sus caricias, su luz, su calor... 
En tu cuerpo dejan sus besos las ondas 

Y sobre tus labios los deja el amor. 

Por las verdes pampas ricas de palmeras 
Llevan los corceles tu busto gentil, 
Con un movimiento que da á tus caderas 
Un ritmo ondulante, sensual y sutil. 

La luna te besa con su luz de plata. 
Las aves modulan su voz de cristal; 

Y mientras tú escuchas esa serenata. 
Yo sueño con una pasión tropical... 

(J906) 
20 



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350 LOS QUE LLBOAN 



Un suspim de amor de la pradera 

En el llano. La siesta. Primavera. 
El sol llueve su luz torrendalmente 
Sobre la esplendidez de la pradera, 
A la que adora con pasión ferviente 

La luz sobre la fuente reverbera : 
Creyérase que el astro, sonrientei 
Sueña con una erótica quimera 
Al contemplar su faz sobre la fuente» 

Los tordos pasan en veloz bandada, 
Como si sorprendieran la mirada 
De alguna oculta y enemiga fiera. 

El viento norte los ramajes mece, 

Y su vago susurro me parece 

Un suspiro de amor de la pradera. 



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FABIÁN TACA CHÁVEZ 351 



Serenata 



Está la noche blanca y misteriosa, 
Baja el rocío á despertar las flores 
Con su caricia tímida y llorosa, 

Y les dice muy quedo sus amores. 

Y mientras su botón abre la rosa 
Para saciar su sed y sus ardores, 
Descanza en paz la amante mariposa, 
Porque no tiene celos ni dolores, 

Y lanza el ruiseñor su canto al cielo. 
También cantan las ondas con su grata 
Voz, que hace coro á tantas notas bellas. 

Y yo, que solo y silencioso velo. 
Creo escuchar la augusta serenata 
Con que adora la tierra á las estrellas* 



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352 L08 QUB LLEGAN 



Altiva y sensual 



Nada hay que incite mi pasión, señora, 
Como la majestad de vuestro orgullo, 
Cuando me contempláis como la aurora 
Mira las timideces del capullo. 

Altiva y sensual vuestra mirada. 
Cuando me hiere con su luz radiosa, 
Es como el resplandor de la alborada 
Sobre una primavera lujuriosa. 

¿Por qué si en este amor, que esitanjprofundo, 
Caben las tempestades del exceso. 
No entona vuestro labio sitibundo 
La primorosa música del beso? 



En el regio vergel de mis quimeras 
Alzase vuestro busto soberano. 
Tal como se levantan las palmeras 
Sobre la vasta esplendidez del llano. 



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FABIÁN VACA CHÁVEZ 353 



Tiene mí amor grandezas de universo; 

Y van á acariciar vuestra alba frente 
El luminoso nimbo de mi verso 

Y mi sensualidad adolescente. 



20. 



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CLAUDIO PEÑARANDA 

(1884) 
Acaba de publicar en Sucre, un libro de versos: Líricas. 



Con Becquer 

— Escáchame iú, maestro, que entiendes de pesares, 
De dudas y tormentos que lloran tus cantares; 

Que abrumado de peaas cruzaste la existencia, 
Siendo el Amor tu culto, siendo el Ek^or tu ciencia. 

¿Sabes? Yo tengo un ansia de dichas y de cahna; 
Que ea el yermo del mundo en vano busca mi alma. 

Han llenado mis horas nostálgicos anhelos 
De bienes que habré visto en qué perdidos cielos. 



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356 LOS QUE LLEGAN 

Espero, con la fiebre que tú también conoces, 

No sé qué ignotas glorias y qué imposibles goces 

Yo busco un alma hermana, un ferviente cariño. 
Noble como de madre, tierno como de niño. 

Quiero llenar de amores mis tristes soledades. 
Constelar mis recuerdos con astros de bondades. 

Y encuentro sombras, sombras, el odio, la contienda; 
El Dolor ha cruzado por medio de mi senda, 

Y como tú ¡ oh maestro ! estoy solo y con frío... 
Entre nieblas revuela el pensamiento mío, 

Y se mueren mis ansias de dichas y de calma, 
Que en el yermo del mundo en vano busca mi alma. 

— ¿Que no es feliz tu vida? Bendice tu destino, 

Y deja que florezca la adelfa en tu camino... 

Y báñate en las aguas del más salobre llanto ; 
Al Dolor ten afecto, porque el Dolor es santo. 

Abrázate á su culto y no serás cobarde : 

¿Ves que la antorcha alumbra? Ck)nsumiéndose arde. 



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CLAUDIO PEÑARANDA 357 

Yo sé tus desencantos, tus penas, trovador 

Yo sé que estás enfermo de ensueños y de amor. 

El Hada Poesía ha ungido tu cabeza, 
Grabándote en la frente su sello de tristeza. 

Debes amarla; es ella tu blanca prometida. 
Yo sé que siempre suyo serás toda la vida. 

Mas, cree, no es su seno nidal de las venturas; 
Sus besos son muy dulces... y dejan amarguras. 

No importa; sufre y canta, corónate de rosas 

Y busca en el sendero las huellas misteriosas. 

Yo quiero que las halles, yo quiero que las sigas; 
Por esa ruta han ido tus quimeras amigas. 

Y sueña mucho, poeta. \ Que sólo te despierte 
Del sueño de tu vida la aurora de la muerte ! 



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358 LOS QUE LLEGAN 



Veinte años 



Tus bellos cuatro lustros son regios lises, 
Floridos en la gloria del mediodía, 
Lied de periadas notas de Hada Harmonía, 
Raudo volar de ensueños, aves felices. 

Miro un cielo en tus ojos cuando me dices : 
— Te quiero por tu inmensa melancolía, 
Porque es tu vida huérfana de la alegría. 

Y besa tu afana á mi alma sus cicatrices. 

Bien sé yo que podrían tus primaveras 
Ser de mis penas hondas las compañeras, 
Si deshojaras rosas de tus albores, 

CBal Olelia, en el lago de mis quimeras... 

Y pienso que si si^ínpre tú me quisieras, 
Tus cuatro lustros fueran mi sol de amores. 



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CLAUDIO PEÑiUlAKDA 359 



íntima 



{ Oh, doliente alma mia, si tú pudieras 
Hallar en sus tres lustros de primaveras 
El anhelo supremo de tus quimeras !... 

Si á la voz de esa dulce niña querida 
Volviera tu Esperanza, la prometida 
Del Amor con que sueña mi triste vida... 

Si sus ansias de virgen, sin una bruma, 
Blancas como la nieve, como la espuma, 
Para que el tedio negro no te consuma, 

A través de sus ojos de hurí agarena. 
Astros que en cielo toman su faz morena, 
Encendiera venturas entre tu pena... 

Si sobre su albo seno, que es del Bien n'do, 
Reclinara mi frente de hosco vene do 
Para dormir en calma sueños de olvido... 



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36í) LOS QUE LLEGAN 

Y para mis heridas que el odio encona, 
Como el bálsamo santo de una Madona 
Me diera su ternura que ama y perdona... 

Y las quince alboradas primaverales 
Del sol inmaculado de sus ideales 

Se unieran con mis negras noches de males. 

Como un fulgor que besa viejas cenizas... 

Y celebrara mi alma sus blancas misas 
En el ara celeste de sus sonrisas... 

¡ Oh, delirios perdidos entre la umbría 
De mi enferma y perenne melancolía ! 
¡ Oh, mi novia imposible ! ¡ Oh, amada mía I 



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RENE CALVO ARANA 

(1884?) 

Sus composiciones están dispersas en periódicos y revistas 

sucrenses. 



Romántica 



A ti blanca, con blancura de azucena, 
Con blancura de los lirios en botón, 
Van los pálidos arpegios que agonizan 
En mi pálida canción. 



II 



¡ Oh ! tú, blanca virgencita de mis sueños, 
¡ Cómo alumbras los misterios de mi amor I... 

21 



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362 LOS QUE LLEGAN 

Tu silueta se destaca entre mis sombras, 
Ck)mo el alma de una flor. 



{ Oh ! tú blanca con blancura de jazmines, 
Con aroma de los lirios en botón, 
Haz que escuche en mis nostalgias, 
El arrullo cariñoso de tu voz... 

Haz que el rojo terciopelo de tus labios 
Me prodigue su sonrisa angelical, 
Cual los rojos coloridos que en el alba 
Se desfloran, como un beso, sobre el mar. 

Las tristezas — aves negras del crepúsculo 
Me acarician con sus alas, al pasar, 
Me acarician con sus alas, porque saben 
Que tú nunca me amarás. 

Tú eres buena, me lo ha dicho tu mirada 
Turbadora flor de luz. 
Mas no impides que yo sufra, virgencita, 
Siendo mi alma solo tú. 

Y bien sabes que yo te amo, 

Que mis sueños y ambiciones son por ti 



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RENE CALVO ARANA 363 

¿Por qué entonces no me miras cariñosa 
Cuando pasas junto á mi? 

¡ Oh, el aroma de la fronda de tus rizos 
En las tardes que mi espíritu soñó ! 
En las tardes cuando escucho dentro el alma 
Las nostalgias de una pálida canción... 

Quizá duermes cuando el alma de este canto 
Ya agoniza, en el confín, 
Quizá duermes... quizá sueñas... 
Con los besos que yo guardo para ti... 

Tristes besos que se mueren 
Con la anemia del amor... 
Besos huérfanos y enfermos 
Que tu boca temblorosa rechazó. 

I Oh mi blanca virgencita ! 
Haz que mi alma no tirite de dolor, 
Que esas pálidas tristezas que me acosan 
Se retiren al conjuro de tu voz... 



^^^^^»>^^«^^^ 



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364 LOS QUE LLEGAN 



Visionaria 



¡ Oh, tú, la encarnación del sueño mío. 
Tú que de orgullo el corazón repleto, 
En tus pupilas el misterio ocultas 
De un trágico secreto ! 

Eres altiva, noble y desdeñosa... 
Con el raro mutismo de tu gracia. 
Desprecias los blasones que te brinda 
Esa plebe llamada aristocracia. 

Tú, que el sarcasmo cual espada esgrimes 

En medio de sonrisas y desprecios, 

Al ver ante tus plantas. 

La fanática turba de los necios. 



Soberbia y sin mirar el suelo, marchas 
Como esas almas visionarias, locas, 
Que resisten serenas de la vida 
Las tempestades, como adustas rocas. 



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RENE CALVO ARANA 365 

La envidia, que es culebra, 
Se retuerce impotente al ver, tranquilas 
Irradiando en el cielo de tu rostro 
La dulce y suave luz de tus pupilas. 

Yo sé que no eres buena con el hombre 
Adulador que ensalza las bajezas, 
Porque él te inciensa con el humo negro 
De todas sus vilezas. 

¡ Oh, tú, la encarnación del sueño mío ! 
Si, tú que en el orgullo ensimismada 
Ck)n sonrisa sarcástica y altiva 
Prodigas el calor de tu mirada; 

Prosigue siempre altiva; 
La senda es larga aún y pedregosa... 
Pálido y triste tu sereno rostro 
Prosigue la jomada dolorosa... 



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ARTURO PINTO ESCALIER 

(188...) 

El8l;i]diante de medicina en la Universidad de Buenos Aires. 
No ha publicado ningún libro. 



En mi estancia 

Tarde invernal. La lluvia lentamente 
Cae fuera al través de los cristales. 

Yo, pensando en Lucia, 

Escribo madrigales. 

No lejos de mi mesa un gato blanco 
Engurruñado en el diván dormita. 

El frió arrecia; el gato, 

Dormitando, tirita. 

En su retrato el rostro macilento 
Y grave de mi abuelo octogenario. 



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368 LOS QUE LLEGAN 

Medita como un santo 
De antiguo escapulario. 

En sus azules ojos taciturnos 
Brilla el noble fulgor de sus hazañas, 
Que dicen los pastores 
Cantando en las montañas. 

A su lado, en divina miniatura, 
Una dama gallarda y hechicera : 

Mi abuela, gran señora 

De rubia cabellera. 

Más de un galán prendóse de ella al verla, 
Cuentan antiguas crónicas hispanas; 

Bailaba con donaire 

Gavotas y pavanas. 

Algunos libros dentro de mi estante, 
Papeles y un velón sobre mi mesa; 
En mi cerebro un mundo 
¡ Y en mi alma... la tristeza I 

Y más adentro, en lo intimo del pecho, 
Donde todo es ternura y armonía, 

Un nombre dulce y vago, 

Tu nombre, mi Lucia. 



I 



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ARTURO PINTO BSCALIER 369 



Recónrete á sofiar 



Mon &me est ane Infante 
Albert SAMáiii. 



Recógete á soñar, recógete, alma mía, 

Bn el doliente parque de tu melancolía. 

Como la dulce amada que en tus ensueños viste. 

Pasea tus nostalgias en esta noche triste, 

Que el otoño decora con el sencillo encanto 

De una plegaria llena de inquietud y de llanto. 

Sé que llevas, cautiva de un dolor enemigo. 

El oro de tu ensueño por dueño y por amigo. 

Yo sé cómo en la sombra de una noche angustiosa 

Comulgan en tu alcoba el ciprés y la rosa : 

El ciprés que es dolor, la rosa que es ensueño. 

Ambos deforme espectro de un infinito sueño : 

Recógete á soñar, recógete, alma mía. 

En el doliente parque de tu melancolía. 

Hay una vaga forma — blanca de luz de luna — 

Que asoma á tus vergeles ríente é importuna. 

¡ Oh ! no te asombres : ¡ mírala ! Tú lo sabes : Es Ella 

Con algo de Caín y algo también de estrella. 

Como un enigma, rojo de sangre de donceles. 

Ríe su intacta boca saturada de mieles. 

En sus amables manos de albura nazarena 

Tuvieron paz mis ojos y tuvo paz mi pena. 

21. 



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370 LOS QUE LLBGAN 

Levemente prolonga un lino, aquellas manos 

Olientes á perfumes de cármenes lejanos. 

En sus ojos, extraños como el alma de Poe, 

Está Salomé, y están la Sulamita y Goe. 

Ella es asi : diversa, cruel é infinita, 

Como un reir alegre, como un llorar maldita. 

Sabe adorar á veces y sabe los delirios 

De dos almas que se unen como dos blancos lirios; 

Pero mundana y frágil no sabe de Lucía 

Ni de Ghopin, y con la cual ironía 

De la Marquesa Eulalia contempla indiferente 

Ck)mo un invierno de alma va nevando mi frente. 



Recógete á soñar, recógete, alma mía, 
En el doliente parque de tu melancolía. 
Márchate á ese país tan vago y tan lejano 
Que en la bruma se pierde. Allí un amor hermano 

Y un sonreír de rosas floridas á la vera 

De tu senda, te harán vivir, que es la Quimera 
Un bello país donde eternamente enseña 
La juventud en risa más clara y abrileña. 
Aduérmate la dulce endecha de la brisa 
Galana como un beso que fuera una sonrisa; 
Escúchense en tu parque las músicas azules 

Y melodicen juntos alondras y bambules. 
Une al gayo soñar el meditar sesudo. 



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ARTURO PINTO BSCALIER 371 

Al verbo leve y grato, el verbo grave y rudo. 
Busca en las sabias fuentes del intelecto ajeno 
Ensalmo y paz que sean exentos de veneno; 
Hay un celeste libro de páginas de armiño 
Donde perpetuamente leen el viejo y el niño. 

Y no harta ese leer. Dicen que lo escribió 
Tomás de Kempis y al terminarlo vio 

En él su alma tan grande y tan pobre la vida, 
Que halló la mejor senda la que es senda escondida. 
Retempla en él tus fuerzas, y cobra virtud en él : 
Cava hondo en la colmena, honda es la buena miel. 

Y en uno de esos leves ponientes otoñales, 
Lánguidos como un rezo de voces conventuales, 
Se llenará tu parque de buenas alegrías 

Gomo aquellas — ¿recuerdas? — de tus mejores días. 

Y sentirás de nuevo las tímidas congojas 
De los cabellos rubios y de las bocas rojas. 

Y aquel ritmo encantado de un poema extinguido 
Entre un beso y un llanto del corazón herido, 
Será el alma que anime otro verso tan fuerte 
Gomo la vida y como el dolor y la muerte. 
Porque será el alma de tu primer idilio 

Venida en los crepúsculos dorados de tu exilio. 



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ADHEMAR D'ARLACH 

(1886-1908) 

No publicó ningún libro. Periódicos de Tanja, su pais, 
registran poesías de él (1886). 



El mendigo 

Vadle alejarse, taciturno y mudo, 
Trágico cual dolor irremediable; 
Su vida es un poniente interminable 
En un paisaje gris de invierno crudo. 

Nunca su labio de vencido pudo 
Trazar la curva de sonrisa amable, 
Su rostro es una esfinge impenetrable, 
Forjada del dolor al golpe rudo. 



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374 LOS QUB LLEGAN 

Su pupila fugaz y humedecida 
Simboliza ignoradas amarguras 
Y el tedio insoportable de la vida. 

Quizá bajo las rotas vestiduras 
Hay un alma de artista adormecida, 
O un corazón florido de ternuras. 



La muerte del poeta (*) 

Desde el viejo pinar canta á la luna 

Su duelo un ruiseñor, 
La noche entorna su pupila bruna 

Y besa al trovador. 
Los pinos lloran y al pasar el viento, 

Sus lágrimas desata 
Y el boscaje es asi largo lamento, 

Doliente serenata. 
Sublime funeraria del poeta 
Que en el barco de luto, y grave y serio, 
Camina rumbo de la playa ignota 
Donde yace el cadáver del misterio. 

(*) Composición publicada el día en que murió el poeta. 



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EMILIO FINOT 

(1886) 

Ha publicado pequeñas colecciones de poesías con los 
títulos de Breves y Rosas, Redacta en Santa Cruz de la 
Sierra dos revistas literarias. 



El amor de las madres 

El joven amaba con amor ardiente 
A una linda niña de mejillas rosas 

Y de ojos muy bellos; 

Y olvidó á la madre de arrugada frente, 

Manos temblorosas 

Y grises cabellos. 

Pero la muchacha prefirió á otro hombre 
Vulgar, necio y rico, que la hizo su esposa. 
Que le dio su nombre; 

Y la ingrata niña se creyó dichosa. 



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376 LOS QUB LLBOAN 

Lloró mucho el mozo... Su madre le dijo 
Palabras tan dulces, que calmó la pena 

Del infeliz hijo; 

Quien, al ver tan buena 
A su anciana madre, la amó y la bendijo.. 



Jóvenes : si os punza ya la espina dura 

De la Desventura, 
Buscad á las viejas madres. Su ternura 

Es un arroyuelo 

En cuya agua pura 
Apagaréis vuestra gran sed de consuelo... 

Si nadie os dirige piadosas miradas; 
Si con frialdad todos ven vuestros dolores; 
Si vuestras angustias no son comprendidas; 
Buscad á las madres tristes y encorvadas : 
¡ Que los viejos trapos siempre son mejores 

Que las telas nuevas, para las heridas ! 

(.906) 



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BMIUO FINOT 377 



En el Jardín 



¡ Qué suave era el perfume de las rosas f 
¡ Oh ! cómo describir lo que sentimos : 
Ella, hábil en el arte de los mimos, 
¡ Y yo, doctor en ciencias amorosas ! 

Los dientes de nuestras bocas golosas 
Mordieron los magníficos racimos... 
¡ Oh, el dulzor de las uvas que comimos, 
Y el sueño de los seres y las cosas ! 

Mi rubia amada me escanció^'champaña. 
Yo la miré de una manera extraña... 
Mi amada me miró lánguidamente... 

... Y cuando el cielo se vistió de luto, 
Mordí el más dulce y delicado fruto : 
Una boca purpúrea, fresca, ríente.. 



(i9o5) 



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378 LOS QUB LLEGAN 



El leproso 



El leproso cantó : — « ¡ Oh, qué hermoso está el dia ! 
Sobre el bosque el sol vierte sus claridades blondas. 
Todo es luz y belleza y aroma y armonía. 
Suave brisa murmura entre las verdes frondas... 

« ¡ Y mi alma está sombría ! siempre, siempre sombria, 
Aun más que los sepulcros y las cavernas hondas... 
¡ Qué contrase entre mi íntima pena y esta alegría ! 
¡ Qué fragantes las flores, y mis carnes ¡ qué hediondas ! 

« I Oh, yo quiero morir, morir ! Morir en plena 

Primavera. Yo quiero que acaricie esta brisa 

Mi cadáver, como una madre amorosa y buena... 

« Que una lluvia de flores teja un fragante manto 
Sobre mi cuerpo... » 

Oyóse una sonora risa 
Y una lluvia de piedras interrumpió aquel canto. 



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EMILIO FINOT 879 



Venso de la alegre campiña... 



II 



Vengo de la alegre campiña. Regreso 
A tí, c udad blanca que causas hastio; 
Que agobias las almas bajo un rudo peso 
ó haces que las almas sientan el vacio. 

El so me ha besado con ardiente beso; 
Sobre mi ha llorado perlas el roció; 
He entrado en un bosque fragante y espeso; 
Me he bañado muchas veces en un rio... 

Ya no se ven árboles ; se ha eclipsado el verde. 

En el cielo nace la rosada Aurora. 

En el vasto cielo mi ensueño se pierde... 

Los pájaros cantan saludando al dia. 

Y yo te saludo, gran consumidora 

De vidas y fuerzas, ¡ blanca ciudad mía ! 



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380 LOS QUE LLEGAN 



TÚ estás tranquila, mujer. 



III 

¿A qué palabras de amor 
A ti, cuya juventud 
Se consume en la quietud 
En que la arrojó el Dolor? 

Has perdido ya el vigor 
Corporal, y, sin salud, 
Tú, seco árbol de Virtud, 
No puedes dar una flor... 

Tu boca no es un manjar 
Que proporciona placer : 
Contigo no me he de hastiar. 

Tú estás tranquila, mujer : 
Sabes que al amargo mar 
No va el sediento á beber... 



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EMILIO PINOT 381 



CANCIONES CELESTES 



Al sol 



¡ Rubio sol amable 1 

Todo tú lo alegras... 

¡ Me impides que hoy hable 

De muy rojos odios, de penas muy negras I 

Acaricias cumbres 

Y besas desiertos; 

Doras podredumbres; 

Calientas las frías tumbas de los muertos... 

I Sol I Eres divino 

Sabio tejedor; 

Eres peregrino 

Mago; eres amigo del agua y la flor... 

Engendras las rosas: 
Repartes matices 



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382 U>S QUE LLEGAN 

A seres y cosas; 

Provocas sonrisas; nos haces felices... 

¡ Sol ! ¡ Gallardo esposo 

De la Primavera ! 

Triste y horroroso, 

Sin tu luz caliente, nuestro mundo fuera.. 

Como buen rey, eres 

A veces tirano : 

Castigas y hieres 

Al pobre viajero que va por el llano... 

¡ Oh monarca blondo, 

Magnifico rey ! 

Desciende hasta el fondo 

De mi alma... ¡ Y allí grábame tu ley ! 

En tu esplendoroso 

Lenguaje de luz, 

Dime : — Da reposo 

A tu alma, que carga su afán como cruz. 

Dime : — Yo te mando 

Que mates las dudas 

Que engendras pensando... 

Libra ya á tu espíritu de labores rudas... 



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EMILIO FINOT 383 

Es asi, monarca : 
Mi débil cerebro 
Poquísimo abarca... 

Y nunca mentales victorias celebro... 

El hombre egoísta 

Te ve de distinto 

Modo que el artista : 

Te ve con los ojos de su bajo instinto... 

Y sólo te ama 
Porque le calientas 
Con tu noble llama, 

Y, haciendo la tierra fértil, le alimentas... 

Amor puro y alto 

Es el amor mío. 

Mi espíritu, falto 

De luz, hoy te pide la gran luz que ansio... 

¡ Dame tu luz, para 

Que yo vaya en pos 

De una luz más clara. 

Que alumbra las almas... de la luz de Dios! 



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384 LOS QUE IXBGAN 



A la lima 

¡ Oh dulce blancura ! 

Eres parecida 

A mi vida pura, 

A mi vida, triste é incolora vida... 

Por tus palideces, 

Bello astro de plata, 

A ella te pareces... 

Por talsemejanza, tu luz me es^tan grata. . » 

Quiero hacerte hoy una 

Triste confidencia : 

Si me muero \ oh luna I 

Nadie sobre el mundo llorará mi ausencia. 

Luna : quiero hacerte 

Otra confidencia : 

¡ Qué amable es la muerte 

Para los que sufren amarga existencia !... 

Oye, luna buena... 
Ten compasión, astro. 



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EMILIO FINOT 385 

Por la horrible pena... 

Por la horrible pena que conmigo arrastro... 

Muchas veces — ¡ muchas ! — 

Tú me sorprendiste 

En intimas luchas, 

Abatido el cuerpo y el alma muy triste... 

Quejas, tengo muchas... 

Pero no las digo 

Porque tú no escuchas... 

Ni yo hallo en la tierra un sincero amigo ! 

¿Quién aquí es sincero? 

Sólo tú poeta... 

Blanca luna : espero 

(Ya que hablar no puedes) que serás discreta... 

En luz y alegría 

Envuelto está el mundo... 

Temo que se ría 

De mi, ó menosprecie mi dolor profundo. 

Comedias presencio : 

Son tan de su agrado, 

Que lloro en silencio... 

Como si yo hiciese algo reprobado... 

22 



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386 LOS QUB LLBOAN 



Á las estrellas 



¡ Oh blancas hermanas 

De puras doncellas; 

Estrellas lejanas, 

Estrellas hermosas, divinas estrellas! 

Sois como la vida 

De muchos poetas : 

Gran luz diluida ; 

Claridades débiles, suaves, incompletas. 

Grandes sois, estrellas; 

Pero la distancia. 

Si os hace más bellas, 

Parecer os hace astros en infancia... 



Más bellas he dicho : 

Lisonja no fué; 

Tampoco capricho : 

He dicho « más bellas » ... y lo probaré. 



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BMILIO FINOT 387 

Asi, pequeñiias 

Para mis miradas, 

Parecéis benditas 

Lágrimas lucientes, por Dios derramadas... 



Música de Schubert 

Fulgura la luna, lágrima de plata, 

Y en su luz de ensueños, suavísima envuelta. 
Deshoja las notas de la serenata 

Mi amada, mi amada que es blonda y esbelta. 

La sonrisa entreabre su boca escarlata 

Y flota su rubia cabellera suelta. 
Pues mi loco anhelo siempre la desata. 
Cabellera suave, fragante y revuelta... 

En el negro piano, mi Blanca deshoja 
Notas que son flores de melancolía. 
La sonrisa entreabre su boquita roja 

Y le da la luna su caricia fría; 

Pero ella en mis brazos amante se arroja 

Y mi ardiente boca murmura : Eres mía. 



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388 LOS QUB LLBOAN 



En un cementerio 

Nada hallo aquí terrible ni sombrío. 
La luz del sol el cementerio inunda; 

Y la tierra, gran madre, se fecunda 
Al beso abrasador del sol de estío 

¡ Ya no quiero sufrir ! ¡ Oh, cómo ansio 
Dormir el sueño cuya paz profunda 
No se interrumpe !... Quiero que se hunda 
En la noche sin fin el cuerpo mío. 

Que la muerte que hiere lozanías 

Y es ladrona de frescas juventudes 

Y gran consumidora de frescas energías, 

Dé á seres que no han sido venturosos 
La más grata de todas las quietudes : 
El más largo de todos los reposos. 



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EMILIO FINOT 389 



Canción de Primavera 

¡ Oh Primavera ! Tú, que despiertas 

La dulce fiebre de los sentidos; 

Tú, que renuevas las flores muertas . 

Y reconstruyes antiguos nidos... 

¡ Oh estación tibia de los amores, 
En que las flores son más fragantes; 
En que el sol besa las bellas flores, 

Y en que se besan más los amantes I 

¡ Oh Primavera 1 Tú, que mil vagas 
Ansias en todas las almas dejas; 
Que con el vino de Vida embriagas, 

Y olvidar haces latf penas viejas... 

¡ Oh Primavera ! Tú, que conviertes 
En sensaciones nuestras ideas; 
Que exprimes vida de tantas muertes. 
¡ Oh Primavera : bendita seas ! 



2?. 



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índice 



A guisa de prólogo v 



LOS POETAS DE AYER 

Manuel José Cortés (1811-1865). 

El Viernes Santo 3 

Las elecciones 6 

El justo 7 

Mariano Ramallo (1817-1876). 

Epitalamio de los bardos 9 

A Elena 12 

María Josefa Mujía (1820-1888). 

La ciega 15 

El árbol de la esperanza 18 

A Bolívar 20 

Ricardo José Bustambntb (1821-1884). 

Despedida del árabe á la judia (canción). ... 23 

El Judio errante y su caballo 25 

Oda á la libertad 31 



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392 LOS POETAS B0UVIAN08 

Páux Rbybs Ortiz (1828-1883). 

Un grito de dolor 45 

Dolora 49 

Néstor Galindo (1830-1865). 

Soneto 63 

Desconsuelo 54 

La piedad 55 

Daniel Campos (1838?-1898?). 

1 Te lloro peregrino I 57 

Manuel José Tovar (1831-1865). 

Un recuerdo y un suspiro 63 

Luís Zalles (1832-1896). 

Letrilla 67 

Daniel Calvo (1832-1880). 

Gloria 71 

A Galindo 72 

Ilusión, 73 

En la hora de dolor 75 

Benjamín Blanco (1832-1905). 

Dolora 81 

Deseo 85 

Recuerdo 85 

Confidencia 86 

Epigramas 89 

Benjamín Lbns (1836-1878). 

Mis lágrimas 91 



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ÍNDICE 393 

José Rosendo Gutiérrez (1840-1883). 

Los crucificados 95 

Julio L. Jaimes (1845?). 

Hoy por ti 99 

No lo siento 101 

Espero 103 

I Siempre I \ Siempre ! 104 

I Sin verte I 105 

Madrigal 106 

Joaquín Leiioine (184...)* 

Nace y muere 109 

Julieta y Romeo 110 

¡Pobre mudo! 111 

Flor enferma 113 

Jacobo Ramallo (1850-1906). 

El hombre 115 

Plegarias 117 

José V. Ochoa (1858-1897). 

El Minero 119 



LOS POETAS DE HOY 

Tomás 0*Ck)NN0R d'Arlagh (1848?). 

Tardes grises 125 

Laura 127 



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394 los poetas bouvianos 

Adbla 21\mudio (186...)- 

Quo vadis? 129 

Nacer hombre 132 

Peregrinando 134 

El Hombre 138 

Fin de Siglo 138 

Caín 139 

La Oración de la tarde 140 

¡Poeta 1 141 

Hbrciua F. db Mujía (186...). 

Ayer y hoy 145 

Rosendo Villalobos (1860). 

Asi 147 

Frase del cable en 1885 149 

Rubor 149 

Al hoyuelo de Cloe 150 

Juventud y esperanza 150 

El periodista 151 

Aparición 152 

Lejos del mundo 155 

Los ojos {Sully Prudhome) 158 

Tristezas 159 

Tic-tac 164 

En un álbum 167 

El poeta y el destino 169 

La Victoria 174 

A la caridad 177 

Per umbras 178 

Benjamín Blanco, hijo (18...)- 

A Zulima 181 

I Ole con ole ! 186 

Cuentos de mi abuela 193 



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índice 395 

Isaac G. Eduardo (1862?) 

El toque de Bílencio 199 

Ideal 200 

Ricardo Mujía (1863?). 

Crepúsculos 203 

En ultratumba 211 

Pedestal 215 

Poder 219 

ÁNGEL Diez de Medina (1869). 

El gran viajero 221 

Por la patria 223 

Sobre un tema de Richepin 224 

Rafael Peña, hijo (1869). 

A Dios / . . . 227 

Monólogo intimo 231 

Ricardo Jaimes Freyres (1868?) 

Alma antigua 235 

Los Héroes (de Castalia Bárbara) 241 

La Muerte del héroe 242 

.Las Hadas 243 

Etemum vale 244 

Medioevales. — Pórtico 246 

El Hermano Pintor 247 

Hoc signum 248 

t Je meurs oü je m*attache » 249 

Crepúsculo 250 

El misionero 250 



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396 LOS POETAS BOLIVIANOS 

Manuel María Pinto^ hijo (1871). 

Sicuris 253 

Del estío 256 

Ofrenda 258 

La pluma 261 

B. T. M 262 

Ergo. 263 

In illo tempore 267 

Sixto López Ballesteros (186.. .-1906). 

Ola de fuego 271 

Andina 273 

Jorge S. Mendieta (1873?). 

Lírica 275 

Rubia 277 

Benjamín Guziián G. (1873). 

Tu nombre 279 

José Aguirre Aghá (1875). 

I Porvenir 1 281 

Manuel Paz Arauco (1878). 

Semblanzas 285 

Plácido Mouna (1876). 

De mi tierra 289 

Morales 298 



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¡NDICB 397 
LOS QUE LLEGAN 
Franz Tamayo (1880). 

El milagro de la lengua 303 

Scherzo del bosque 305 

Habla Werter 309 

Juan Francisco Bedregal (1880). 

Poema astral 311 

Misa triste 313 

Trofeo 314 

Armando Chirveches (1880). 

El mar 317 

Crepúsculo 321 

Nocturno , 324 

Andante 326 

Scherzo 328 

Madrigal 330 

Abel Alarcón (1881). 

De i Flores de tristeza» (Soneto VII) 333 

» » i Otra flor.... » 334 

El Arte 335 

En Vano 336 

Eduardo Diez de Medina (1881). 

Paisajes Andinos 337 

Epitalamio real 339 

Acuarela 341 

Chez Maxim's 342 

23 



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398 los poetas bouvianos 

FabiJü« Vaca Chávez (1881). 

CrioUa 347 

Un suspiro de amor de la pradera 350 

Serenata 351 

Altiva y sensual 352 

Claudio Peñaranda (1884). 

Con Becquer 355 

Veinte años 358 

íntima 359 

Rene Calvo Arana (1884?). 

Romántica 361 

Visionaria 364 

Arturo Pinto Escauer (188...) 

En mi estancia 367 

Recógete á soñar 369 

Adhémar d*Arlach (1886-1908). 

El mendigo 373 

La muerte del poeta 374 

Emilio Finot (1886). 

El amor de las madres 375 

En el jardín 377 

El leproso 378 

Vengo de la alegre campiña 379 

Tú estás tranquila, mujer 380 

Canciones celestes. — Al Sol 381 

Á la luna 384 

Á las estrellas 386 

Música de Schubert. . . 387 

En un cementerio .... 388 

Canción de Primavera. . 389 



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París. — Imp Paul Dopomt, 4, rué du B©uloi (Cl.) 396.8.1908. 



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