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Molina M
Poetas Bolivianos*
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PLÁCIDO MOLINA Y EMILIO FINOT
POETAS
BOLIVIANOS
Prólogo de Manuel M. Pinto, Hijo
os POETAS
OE AYER
iprad José CORTÉS
in«o RAMALLO
ana JoMÍm MUJIA
ordo BUSTAMANTE
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L. JAIMES
jn de LEMOINE
Jacobo RAMALLO
Jote V. OCHOA
LOS POETAS
OE HOY
aCoimor D'ARLACH
Adela ZAMUDIO
HerciUa P, de MUJJA
Roicndo VILLALOBOS
B. BLANCO Hi)o '
liaac G. EDUARDO
Ricardo MUJJA
Ángel Diez de MEDINA
Rafael PENA Hijo
Ricardo Jaimes FREIRÉ
Manuel M. PINTO Hijo
Sixto L¿pez BALLESTEROS
Jorge S. MENDIETA
Benjamin GUZMAN C.
José Aguirre ACHÁ -0
Manuel Pas ARAUCO
Pláddo MOLINA
LOS QUE LLEGAN
Ptanz TAMA YO
Juan Francisco BEDREGAL
Armando CHIRVECHES
Abel ALARCÓN
Eduardo Dice de MEDINA
Fabián Vaca CHAVEZ
Claudio PEÑARANDA
Rene Calvo ARANA
Acturo Pinto ESCALIER
Adhemar d'ARLACH
EmiKo FINOT
Ubrería P. OLLENDORPP, SO, Chanssée d'Antin. PARI1
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Poetas Bolivianos
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PLACIDO MOLINA M. Y EMILIO FINOT
Poetas
Bolivianos
Prólogo
DE
MANUEL M. PINTO, HIJO
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POETAS
BOLIVIANOS
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Á GUISA DE PROLOGO
Esie que se présenla como espulgo del bello decir,
donde cada ingenio conlribuye, quieras que no, tal vez
con sus menos felices partos por achaque de distancia
y culpa de urgencia, solicita discurso sobre el trabajo
mental en la tierra del Potosí y de los Charcas, minas
que asombraron al mundo con lingotes inagotables
de plaia aquél, con fructíferas disciplinas literarias
que prodigaron estotros desde Lima hasta Buenos Aires.
Como en los mejores tiempos salmantinos cualesquiera
estudiosos de estas Américas australes, vistiendo talares
hábitos ó enfundados en hopalandas raídas, caballeros
en los rucios franciscanos ó mal aparejados en la muía
del estudiante de marras, iban camino de la ciudad doc-
toral, armados de punta en blanco, con teologías y es-
colásticas, cánones y pandectas, latines y romances,
dispuestos á resolver los mayores entuertos conciliares
g fallar pleitos como el de la puente, todo con ribetes de
epigrama, alforzas de sátira y redecillas de gracioso
retruécano; y no había, no, campo más adecuado y
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VI Á GUISA DE PRÓLOGO
propicio para las justas del pensamiento que el que la
dásica ciudad de doctores en ambos derechos ofrecía
hospitalariamente, sin requerir otros recaudos ni más
alcabala que el saber y la gracia.
Por este camino toda la afabulación de la novela
picaresca ó festiva tuvo realidad en esas villas conven-
tuales, de ventanas celadas por sólidas rejas, de amplios
rastrillos, pero erizados de cari<Uides y pesados alda-
bones de alarma, de muros solemnes y discretos como
los de un confesionario, á modo de propiciatorios del
misterio y cárceles de los anhelos, ostentando sendos
mascarones ó escudos señoriales con todo linaje de fau-
ñas; pero ninguno de estos epítomes feudales carecía del
amplio patio donde, á la hora del descanso, convivían
las ciudades, villas ó aldeas con las sus caracteris-
ticas, y era cosa de oir á las abuelas salerosas cuchi-
cheando sobre el absurdo legal de los troncos genealó-
gicos reñidos con la pública fama, por donde el hijo del
abuelo tal venía á ser hermano del biznieto cual y otras
filosofías de esta laya que ni el mismo Bobadilla enten-
diera, esto cuando no sacaban á relucir picantes anéc-
dotas ú ocasionales ridiculos como el de los traviesos
ceñidores que desempararon fuera de tiempo la saya
y otros menesteres de la oidora, y, en fin, enredos,
caldas y tropiezos que parece más oportuno callar; y
mierdras las desdentadas (no siempre por sinrazón de
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A GUISA DE PRÓLOGO VII
años malandrines) chamuscaban la crónica colonicU, y
los encanecidos castellanos, caballeros de espuela
dorada, de cuantía, de mesnada, de conquista ó par-
dos^ meditaban la mejor venta del caballo en su juego
favorito de cartas, pellizcando tal cual tema peninsular
sobre mudanzas de empleos, autos de fe y empresas ó
faenas de guerra; los mozos de todas categorías, lo
mismo coleadores de minas que de doncellas, canó-
nigos de media ó entera ración, presbíteros ó licen-
ciados, estudiantes ó matatiempos, aguzaban el ingenio
en las amorosas lides para ganar la codiciada palma á
fuerza de caballería y arte, siendo únicos jueces del
campo las hipocrénides.
De aquí esa distinción, ese continente donairoso
que sella las aristocracias en todos tiempos, esa cultura
espontánea, sin pujos ni remilgos de orgullo, llana
y nalural, traducida en la sencillez del idioma encastado
en seculares delicadezas, limpio de las profanaciones
que deslustran, y en la suave é insinuante manera : todo,
culto de nobleza y sólidas disciplinas del gusto. No en
oano la noble, valerosa y fiel ciudad gozaba el privi-
legio de « bancos acolchados con cubiertas de terlices de
damasco j> y las otras por el consiguiente, sin que fal^
lora la presumidora de ausencia de todo mestizaje,
como aún la proclama el príncipe de nuestros pro-
sistas, don Gabriel Rene Moreno, á la de su cuna.
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VIII Á GUISA DE PRÓLOGO
Considerar ogaño el caudal de esos incansables atesó-
Huiores de la alegría que hicieron retozar en plazas y
calles á la Aventura^ poniendo en solfa á la Quimera y
riéndose en las barbas de la Muerte; perpetuos aspi--
rantes al purgatorio por contritos de todo daño menos
de la venusta forma que tenían por uva de su majuelo;
discurriendo sus bártulos en los entremeses^ abrigados
por los sordo-mudos fiscales de sus capas : es tarea deli-
ciosa y peregrina, sólo que reclama desenterradory por
lo que, y para guardarnos del sacrilegio, persignados en
nombre del buen gusto, sed gamos del cementerio.
Trocáronse tiempos y las políticas destetadas con
intereses, tal vez con la noble independencia de los
fueros comunales que miraban por holguras de libertcui
y alguno que otro delirio arbitrista que por acaso apelli-
daba á la verdad como los niños y los locos, llegáronse
con la vorágine revolucionaria que puso la torpe mano,
enguantada de hierro y empapada en sangre, en el tem-
plo de la cultura coloniai como lápida de fuego. Es nece-
sario haber escuchado la queja Intima de la anciana á
propósito de la incultura de esos libertadores, cuyo
continente de a todo lo puedo, todo lo soy » pobló los con-
ventos como único refugio, aun cuando no siempre^
contra el salvaje alud, ó respecto de tal cual generales
indoctrinos de la urbanidad, ó de diplomáticos de tierras
adentro que andaban en perpetua pendencia con sus
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Á QUISA DE PRÓLOOO IX
pedidos por no les saber llevar^ ni éstos á aquéllos^
para darse cabal cuenta de uno de los predicamentos
no exiraños al apagamiento del gusto y concomitante
con el desprecio de la literatura clásica no por tal sino
por goda. Con el fervor de independencia llegó á su colmo
b incivilidad : medra la espada^ pues á ella mientras
cria orín la pluma. En el imperio de la fuerza, ¿dónde
encontrar la su Tebaida el Pensamiento? El antiguo
birrete doctoral con la ancha borla de gusanillo de oro y
las palmas bordadas en el recogimiento del claustro
por manos virginales como que debían cobijar alum-
bramientos de finas razones, sutiles pensamientos é
inefables ensueños místicos, fué substituido por las
Uaneas ó rojas plumas de los tres picos pretenciosos,
ñmbolizcuites de la codicia, la mentira y la ignoran-
úa.
Pisando los latones de tantos adalides, quién más
fiién menos acreedor de ínsula ó continente, ocu-
rrieron los famosos repúblicos remendados de catones
i surcidos de cesares, y tanto fué el disimulo, que la
^>aeible cultura, sustentada por la tranquilidad y
fastadora de las quietudes, quiso abrir las alas como
¡n sus mocedades; pero en balde reclamaba su imperio
i gusto y las letras, como monjas fugadas del claustro,
pierícui entregarse á toda suerte de aventuras : los
Miques se multiplicaban alimañescamente y allí unos
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X Á OUISA DB PRÓLOGO
conlra otroSf y éste contra aquél, á hurlo de la senscdez
con fenomenal denuedo, se acomdian; mientras^ semi^
narios é institutos veían desertar los soldados de li
Cartilla para al son de las charangas jugar á la guerrc
de veras, y tanto duró el juego que bebieron vientos lai
energías y todo espíritu de trabajo con ellas, asusiandí
las artes que se acogieron á sagrado como malhechoras
huyendo de tan extrañas gentes que parecían habet
perdido del todo el juicio. Toda la lozana alegría cas^
tellana que grabó en las medallas de su sonrisa el sím-
bolo de su cultura, no halló gracia en la zahúrda; y,
entonces, la poesía no supo sino plañir, ¿Cómo hablan
de medrar los jardines de la candida hermosura sobrt
lodo encarecimiento si las serenidades no expandían
reflejos y la desesperada mueca torcía el gesto? Le
misma naturaleza : suma de regalado gusto, traslado dé
la divina belleza, cifra de amor y compendio del uni*
versal anhelo — á través del llanto de la viuda y del
huérfano, del desesperado y descaecido, de la honda ¿
infinita amargura de la raza aborígene que repliega su
alma en el sollozo del yaraví — movía á incurable tristeza
y suscitaba esas caloprosapias de angustia deprimentes
del entendimiento y estigmas de caducidad. De aqui
esos cantos cristalizados en la áspera elegía cuya me*
topea desazona é insinúa fallo adverso á la crítica que
no averigua el momento psicológico ni los prolegómenos
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A QUISA DE PRÓLOGO XI
9Qciale$ ó étnicos; que no pregunta si labios que no ha
plegado la sonrisa de la infancia pueden 6 deben
aclamar la alegría que no han conocido ni gustado; que
no está notificado que este ingenio se enredó en las tela-
rañas del protocolo^ aquél en las meriendas parlamen-
tarias^ el otro entre las polillas del expediente, y todos,
más tarde ó más temprano, se emanciparon de la tutela
de las letras no ingratas pero aficionadas al hambre,
para rendirse en brazos de la burocracia bien oliente
como las bodas de Camacho el rico.
Huelga la enumeración de los buenos que se encari-
ñaron del bien decir; constreñimiento de prudencia
manda callar mientras no se califiquen servicios, y
esta ocasión de poetas no es justa á que puedan asistir
los esclarecidos prosistas guardadores de las pragmá-
Heos de don Francisco de Quevedo y Villegas, y perti-
gueros mayores en las liturgias de la lengua : callemos
de Olañeta, Urcullo, Torrico y Calvo, gustadores de la
castalia fuente; de Dalence, Valle, los Reyes Ortiz,
Baptista, Aguirre, Cortés, Bustamante, Loza, Vaca-
Guzmán, Santivañes, Peña, Beltrán, cristianos viejos
del habla que encontraron expedito el camino del viaje
d Parnaso y es fama que bien acogidos fueron, y calle-
mos de esos guardianes del buen gusto que generosa-
mente prodigan hoy Rene Moreno, Viscarra, Subieta,
Vatdés y otros cuya enumeración el mismo asunto
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XII Á QUISA DE PRÓLOGO
impide, porque es regla que los prólogos han de ir de^
pabilados de acotaciones.
Los muchos desórdenes que afligieron la familia d
las letras rompiendo pautas, y descalabrando copias d
famosos traslados, pusieron en subasta el juicio y
gracias á Dios, no hubo postor á quien buena pro I
hiciera tanta ruina. La derrota tuvo atrevimiento Ihu
tante para despercudir el pensamiento de las telarañm
de medio siglo (1828-1879), y vueltos de la modorr\
por el formidable sacudimiento que hizo inventario d
las sinrazones, cada cual encontró su espíritu vibranl
como vieja campana en solitaria torre, y he aquí uru
resurrección á que asistimos. Es la pascua de las letras
y la poesía recobra sus bienes confiscados otrora por h
política, y aun cuando esta taimada dueña de medíw
tocas se perifolla adrede con las seducciones del Asno á
Oro, los aspirantes á humanidades prefieren los plá
cemes y gaudeamus de Apolo en vez de corregimientos i
ministerios, banco de parlamento ó sillón de magis
tratara, pasatiempo diplomático ó corretaje del ajem
gusto. Y en esta epifanía de la Belleza, la « Bohemia i
y el ^ Centro de Estudios r> de La Paz pusieron las pri
meras piedras angulares del templo : Ochoa, Villaloboi
Pinilla, Jaimes Freyre y Zarco fueron precursores é
este movimiento literario al que tampoco fueron extrcuíoi
Mas, Camacho é Yraizós; en el centro los Blanco y U
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Á GUISA DE PRÓLOGO XIII
Zamudio; en el Sud los DelgadillOy Berrlos y Campos;
y en el Orierde^ Ribera^ Peña y oíros mantuvieron el
fuego de la sagrada hoguera. Tócanse hoy los frutos de
ese noble y esforzado renacimiento : Muñoz y Reyes,
Bedregal y Chirveches en La Paz; Oblitas y otros en
Cochabamba; Chumacero, Mendieta y Peñaranda en
Chuquisaca; Córdoba y otros en Potosí; Pérez, Peña
hijOj Molina y otros en Santa Cruz, para quien tiene
ganada la mejor palma el Benjamín de los poetas por la
edad g maduro por la inspiración : Finot.
Del tesoro colonial consérvase con el apegamiento
que suscita la última finca de la perdida hacienda,
tal vez como esquema fundamental del verdadero arte,
el sentimiento hondamente místico y sinceramente
cristiano que discurre en el alma de cada poeta como
levadura de toda verdad y de toda belleza. Al lado de
esta fuerde emocional única que caracteriza la litera-
tura boliviana, no hay otro lazo de unión si no es el de la
pródiga naturaleza cuyas peculiaridades marcarán
afinidades y diferencias. Espíritus inquietos en con-
tacto con esos enormes surtidores de reflejos que han de
asociar las más extrañas ideas, notárase en algunos
cierta aspereza y cierto esfuerzo no siempre satisfecho de
repujar en los moldes de esa extraña flora : gusta éste
las delicadas estalactitas que descubren su pompa
armoniosa al sol naciente que las irisa; el otro los recios
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XIV Á GUISA DE PRÓLOGO
acantilados que fingen en el horizonte crepuscular
la fauna viviente de todas las mitologías; alguno quiere
forjar sus versos al compás de ríos salidos de madre ó
del viento que percute los ángulos de las quebradas como
orquesta enloquecida; alguien solázase con las armonios
de los macisos ó persiguiendo en las umbrías de las
selvas vírgenes, guardadoras celosas de sus pudores^ el
sésamo de ese milagro de belleza^ y todos tácitamenle
adorando las armonías del color y de la luz y la infinita
vibración de la vidas. Las diferencias psicológicas de
uno á otro poeta son hoy apenas perceptibles, casi todos
discurren subjetivamente; hay pocos vagabundos que
han traginado su tierra de uno á otro extremo persi-
guiendo, por si acaso, raras mariposas de ensueño y
persignándose en nombre del alma grande de las cosas.
En vano se buscaría reminiscencias de ajenos pen-
sares y sentires, y si la técnica engaña á veceSy el
vino de las ánforas es siempre nuevo y será delicioso
cuando asista la Alegría á las vendimias.
Manuel M. Pinto, hijo.
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LOS POETAS DE AYER
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MANUEL JOSÉ CORTÉS
(1811-1865)
Abogado, periodista, político, pariamentarío, magistrado y
profesor. Ocupó muchos empleos en la Administración pú-
blica, entre ellos el de Ministro de Estado. Sus principales
obras son : Bosquejo de los progresos de Hispano- América
(1858) y Ensayo sobre la Historia de Bolivia (1861). Sus
poesiaSy que están dispersas en periódicos y revistas, y aun
inéditas, son principalmente lincas y festivas.
El Viernes Santo
Del sol el rayo opaco y moribundo
En el gótico templo á expirar va ;
Es la oración que al adormirse el mundo
Alza á Jehová.
El sonido del órgano retumba,
Triste como un lamento funeral,
Lúgubre como el eco de la tumba
En el día final.
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LOS POSTAS DB AYER
Del profeta la voz austera y grave
La soledad lamenta de Sión,
Y afecto melancólico y suave
Penetra el corazón.
Con trémulo fulgor el blanco cirio
Alumbra el ara santa en el altar;
De la pasión de Cristo y su martirio
Escúchase el cantar.
Se renueva del Gólgota la escena,
El suplicio sangriento de la cruz,
Negro recuerdo de la amarga pena
Que padeció Jesús.
Vedle subir el áspero repecho
Con mal seguro y vacilante pie.
Cárdeno el rostro, fatigado el pecho,
Seco el labio de sed.
Vedle clavado en oprobioso leño
Apurando la copa del dolor;
Ved de irritada plebe el torvo ceño;
Escuchad su clamor.
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MANUBL JOSÉ CORTES
¡ Muere Jesús !... Está ya consumado
El sacrificio del divino amor,
Y el humano linaje se ha salvado
Del yugo del error.
Tras el cadáver va la Madre en duelo...
No queda más que solitaria cruz,
Don que á la tierra ha concedido el cielo,
Santo emblema de luz.
Sus brazos ciñen hoy la tierra entera ;
Es la augusta señal de redención.
Es para las naciones la bandera
De civilización.
Tú á los hombres, Jesús, has predicado
La moral, el derecho, la igualdad ;
En la cruz, con tu sangre, tú has sellado
La santa libertad.
i Libertad ! Los tiranos te han servido
Como á Jesús el cáliz de la hiél;
A tu divino rostro han escupido
Como al Dios de Israel.
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LOS POETAS DE AYER
Te dan como á Jesús muerte afrentosa
Los verdugos, ¡ divina libertad !
Pero como Él revives de la rosa
Llena de majestad.
De subido valor eres la prenda
Que Dios de su bondad al hombre dio;
Hizote de su vida Dios la ofrenda :
¡ Porque vivas murió !
Las elecciones
Un diputado pelma y bobarrón
Que muy arrellanado en su sillón,
No sepa formular una moción
ó se duerma durante la sesión;
Que al ministro le llame Cicerón,
Aplaudiendo risueño su oración,
Y se espante al oir revolución :
Tal es el que conviene á la nación.
Bien lo sabe el gobierno paternal
Que nos manda con tino sin igual :
Por eso ha dicho á un jefe provincial
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MANUEL JOSÉ CORTÉS
« La harina debe ser de mi costal
Haced que el diputado sea tal,
Que ponerle podamos el morral. »
El Justo
Al borde del abismo, el roble erguido
Del huracán resiste al recio embate,
Y su lozana copa no se abate
Ni aun al golpe del rayo que lo ha herido.
Así, la condición que le ha cabido
Sufre el justo, en su vida de combate :
Exento de temor su pecho late,
Y el dolor no le arranca ni un gemido.
El odio inmerecido no le espanta;
De sus contrarios el ultraje olvida;
El rencor en su pecho nunca impera.
Del deber acatando la ley santa,
Ve imperturbable el drama de la vida,
Y el desenlace en otra vida espera.
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MARIANO RAMALLü
(1817-1876)
Abogado, político, periodista y magistrado. Publicó mu
chos folletos de polémica y una Elegía á la muerte del general
J. Ballivián le valió el ser desterrado por Belzu. Sus compo-
siciones están dispersas en los periódicos de la época. Tra-
dujo mucbo de Hugo, Byron y Lamartine.
Epitalamio de los bardos
¡ Ay ! antes que la estrella del silencio
Aparezca y acalle los sonidos
De mi acordada lira,
Cantaré los encantos que me inspira :
Cantaré las delicias del que escoge
Una candida, amante compañera;
Del que dichoso goza
Las caricias y halago de una esposa.
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10 LOS POETAS DE AYEft
La vida sin amor ¡ ay ! ¿qué sería?
Un estéril breñal, un sueño vano,
Un desierto espantoso
Bajo un cielo enlutado y tenebroso.
Un lazo es el amor, dulce, suave.
Que une dos corazones para siempre;
De la vida la esencia,
Bálsamo que consuela la existencia.
Honremos, sí, honremos al que es padre;
En él la sociedad mire su apoyo.
La moral su consuelo,
Y los hombres su guía y su modelo.
Amemos nuestro ser en nuestros hijos :
¿No son de nuestro amor el dulce fruto?
¿No vemos en su vida
Nuestra existencia misma renacida?
¡ Desdichado del hombre que desdeña
A su esposa infeliz ! Dios le abandona,
Y solo, y afligido.
El canto oirá del ave del olvido.
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MARIANO RABIALLO i i
Esa débil mujer es para el hombre
Inestimable don, prenda sagrada;
Su rostro placentero
La furia desvanece del guerrero :
El polvo de su frente limpia ansiosa;
Sus delicadas manos amorosas
Enjugan condolidas,
La sangre que destilan sus heridas.
Mirad á la mujer en este instante,
¡ Cuan sublime aparece ante su amado I
Esa candida esposa
Es de un genio la imagen misteriosa.
El esposo es el olmo que sostiene
Esta cargada parra que le oprime
Con racimos de oro —
De la fehcidad dulce tesoro :
Y es la esposa la yedra que se enlaza
Al vigoroso tronco, y que le estrecha
Con un lazo tan fuerte.
Que romperlo podrá sólo la muerte.
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12 LOS POETAS DB AYER
Satisfechos bogad, dulces esposos,
En el mar de la vida proceloso;
En unión sostenida
Venceréis la borrasca enfurecida.
El aire de la noche los conciertos
Disipa de mi voz; también la lira
Apaga su sonido...
¡ La estrella del silencio ha aparecido !
Á Elena
Tu amor, querida mía, solo llena
Mi amante corazón á ti rendido :
Tú, bella, dulce Elena,
Su ídolo eres querido.
Si estoy despierto, estás en mi memoria;
Reinas sola en mi sueño :
Mi porvenir, mi gloría
En adorarte están, amado dueño.
Veo en ti, mi querida.
La creación entera refundida
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MARIANO RAUALLO 13
Sola tú estás presente
Gomo mi propio ser en mis acciones,
Y todas mis pasiones
Se han concentrado á amarte solamente.
En la luz de tus ojos sólo vive
Mi tierno corazón. De ellos recibe,
Si me miran airados, el quebranto,
Y si un instante tiernos, dulce calma
Y delicioso encanto.
Tu vivir es mi vida,
Tu voz la única voz, la voz querida
Que un eco encuentra en mi alma.
Es más que amor, mi bien, el que enajena
Mi pobre corazón sin esperanza.
Y á decir cuánto te amo
Ni voz, ni lengua alcanza.
Y de tanta ternura
Que se aumenta creciendo con los años,
Que agotar no han podido desengaños.
Ni acerbar la amargura;
¿Qué recompensa espero, miserable? '.
¿Tengo acaso siquiera
Para dulce consuelo, la inefable
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14 LOS POETAS DB AYER
Dicha de ser amado?
¡ Ay! mi bien... si tuviera
¡ Una luz de esperanza ! ¡ Desdichado !
Imposible ¡ ay de mí ! vivir la siento
Y brillando tan sólo un breve instante
Para luego caer agonizante
En el mismo momento,
Cual llama vacilante
De lámpara que agota su alimento.
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MARÍA JOSEFA MUJÍA
(1820-1888)
La orfandad en que quedó desde niña y la ceguera que
le sobrevino á los 14 años, determinaron en su alma una
melancolía profunda, que se revela en todas las composi-
ciones que no se inspiran en las glorias de la patria. Despertó
vivas simpatías entre sus contemporáneos. Sus producciones
están dispersas en revistas y diarios de Sucre, su ciudad natal.
La cíe^a
¡ Todo es noche, noche obscura !
Ya no veo la hermosura
De la luna refulgente;
Del astro resplandecieute
Tan sólo siento el calor.
No hay nubes que el cielo dora,
Ya no hay alba, no hay aurora
De blanco y rojo color.
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16 LOS POETAS DE AYER
Ya no es bello el fírmamentOi
Ya no tienen lucimiento
Las estrellas en el cielo :
Todo cubre un negro velo;
Ni el día tiene esplendor.
No hay matices, no hay colores,
Ya no hay plantas, ya no hay flores,
Ni el campo tiene verdor.
Ya no gozo la belleza
Que ofrece naturaleza,
Lo que al mundo adorna y viste;
¡ Todo es noche, noche triste
De confusión y pavor !
¡ Do quier miro, do quier piso,
Nada encuentro, y no diviso
Sino lobreguez y horror !
Pobre ciega desgraciada,
Flor en su abril marchitada,
¿Qué soy yo sobre la tierra?
Arca do tristeza encierra
Su más tremendo amargor;
Y mi corazón enjuto,
Cubierto de negro luto.
Es el trono del dolor.
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MARÍA JOSEFA UUJÍA 17
En mitad de su carrera,
Y cuando más luciente era
De mi vida el astro hermoso,
En eclipse tenebroso
Por siempre se obscureció.
De mi juventud lozana
La primavera temprana
En invierno se trocó.
Mil placeres halagüeños,
Bellos días y risueños
El porvenir me pintaba,
Y seductor me mostraba
Por un prisma encantador.
Las ilusiones volaron,
Y en mi alma sólo quedaron
La amargura y el dolor.
Cual cautivo desgraciado
Que se mira condenado
En su juventud florida
A pasar toda su vida
En una horrenda prisión.
Tal me veo, de igual suerte
Sólo espero que la muerte
De mí tendrá compasión.
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18 LOS POETAS DE AYER
Agotada mi esperanza,
Ya ningún remedio alcanza;
Ni una sombra de delicia
A mi existencia acaricia;
Mis goces son el sufrir :
Y en medio á tanta desdicha,
Sólo me queda una dicha,
Y es la dicha de morir.
El árbol de la esperanza
Árbol de esperanza hermoso :
En copa y ramas, frondoso
Y elevado yo te vi;
Ahora, en el suelo tendido.
Destrozado y abatido.
Te miro ¡ triste de mí !
Sin hojas y sin ramaje.
Marchito y seco el ropaje
De tu frespura y verdor;
¡ Cuan corta tu vida ha sido !
Contigo, todo he perdido
De la fortuna al rigor.
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MARÍA JOSEFA MUjU 19
En tu tronco yo apoyaba
Mi porvenir, y esperaba
Recoger tu fruto y flor;
Bajo tu sombra solía
Recrear mi fantasía
Y adormecer mi dolor.
Siendo de edad aún temprana,
En tu corteza yo, ufana.
Catorce letras grabé;
No eran dichas ilusorias.
Ni de amores, ni de glorias.
Las palabras que tracé.
Contigo se ha derribado
Todo el bien imaginado
Que el pensamiento creó;
Cual exhalación ligera.
Toda ilusión hechicera
Contigo ya se extinguió.
Era tierna tu corteza.
Tus raices sin firmeza.
Débil tu tronco también;
Y así, resistir no pudo
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20 LOS POETAS DB AYER
Del fuerte huracán sañudo
El recio soplo y vaivén.
Muerta mi dulce esperanza,
Todo ha sido ya mudanza
De la dicha á la aflicción;
Sólo viven la amargura,
El pesar y desventura
Dentro de mi corazón.
A Bolívar
Aquí reposa el ínclito guerrero :
Bolivia, triste y huérfana en el mundo,
Llora á su padre con dolor profundo,
Al que fué redentor de un mundo entera
Al resplandor de su invencible acero
Cayó el León de Iberia, moribundo;
Nació la Libertad, árbol fecundo,
Al eco de su voz, temible y fiero.
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MARÍA JOSEFA MUJÍA 21
De los soberbios Andes el coloso
Yace en la tumba; mas su ilustre nombre,
Grande cual ellos, inmortal, glorioso.
Honra á la Historia y enaltece al hombre.
¡ Bolívar ! genio de inmortal memoria,
I Nombre que dice Libertad y Gloria !
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RICARDO JOSÉ BUSTAMANTE
(1821-1884?)
Abogado; desempeñó altos empleos en la Administración
pública y en la diplomacia. Obtuvo el premio en un certa-
men nacional celebrado para enviar un epitafio á la tumba
del Libertador Bolívar. Publicó varios trabajos literarios,
entre ellos, un Laurel fúnebre al general Ballívián (1858);
Más pudo el Suelo que la Sangre (comedia), y La Hija de
la Loca y Un Ideal poéiico (leyendas). En 1883 publicó, ade-
más, un poema de largo aliento, intitulado Hispano- América
libertada. Muchas de sus poesías están dispersas y son prin-
cipalmente Úricas.
Despedida del árabe á la judía
después de la conquista de Granada
(canción)
¡ Regresa á tus hogares, bella hija de Israel !
Te traje de tu tribu para encantar mi vida;
Mas ya perdió sus galas mi tierra prometida ;
No dan sus huertos fruto, ni dan sus bosques miel.
¡ Regresa á tus hogares, bella hija de Israel !
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24 LOS POETAS DE AYER
Tus pies ya están desnudos, tu frente está sin velo,
Tus trenzas ya no adorna mi amor con flores bellas;
¡ Ay ! deja para siempre mi noche sin estrellas,
No alteres tu sonrisa con lágrimas, mi cielo...
Tus pies ya están desnudos, tu frente está sin velo.
¡ Ay ! vete ; mi morada te brinda sólo hiél ;
Mis fuentes ya han perdido sus ondas cristalinas;
No hay ecos armoniosos ni sombra en mis colinas;
Diamelas no produce la planta en mi vergel...
¡ Ay ! vete; mi morada te brinda sólo hiél !
Ve, anuncia á los desiertos el triunfo de la Cruz;
Ve y diles que el Cristiano rompió la media-luna;
Que el hijo del Profeta tal mengua en su fortuna
Ya esconde en los sepulcros, huyendo de la luz...
Ve, anuncia á los desiertos el triunfo de la Cruz.
Mi hermana, mi querida, mi compañera, ¡ adiós !
Bello ángel de mi Arabia, sol puro de mis días,
Que en ellos derramabas amores y alegrías.
Tú, vuelve á tus palmeras ; yo voy de muerte en pos.
Mi hermana, mi querida, mi compañera, ¡ adiós
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RICARDO JOSÉ BUSTAMANTE 25
El Judío Errante y su caballo
AHASVERO
Si yo, errante maldito... fuese acaso
Un jabalí acosado por los canes,
Precipitara mi penoso paso
A un abismo sin fondo, en mis afanes.
Si fuese de árbol seco seca rama
Que olvidó el leñador en su camino,
A dar yo fuera macilenta llama
Al hogar del humilde campesino.
Si yo fuese un insecto, buscaría
Bóveda sepulcral en donde yerto
Reposase un cadáver, é hilaría
AUi mis telas á la faz del muerto.
Tú, leñador de Nazareth, recoge
En la ruta ese leño carcomido;
Sepulturero de Belén, me arroje
Al fin tu brazo en la mansión de olvido.
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26 LOS POBTAS DE AYER
j Oh ! Gran Mártir, envuelve en tu sudario
Mi humano ser, de muerte soñoliento ;
Dame tumba en la roca del Calvario :
¡ Piedad ! Cristo, piedad por mi tormento.
<{ Otros tomen mi túnica — dijiste —
« Para ti dejo de la hiél las sobras... »
Y yo errabundo voy bebiendo triste
Esa hiél con la hiél de mis zozobras.
Ebrio con ella, mis rodillas ceden
Cual las de un sibarita en sus excesos :
Ir adelante ya mis pies no pueden,
Que se han gastado de marchar mis huesos.
Rey de las tumbas, tu morada amiga
Busco sobre la tierra peregrino.
¿Dó está ese techo que en la noche abriga
Al viajero cansado del camino?...
Como el buitre, he cavado en los escombros
De las ciudades á mi paso abiertas;
Se han dislocado de zapar mis hombros,
Y hallé cerradas por doquier tus puertas.
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RICARDO JOSÉ BU8TAMANTB 27
Te he buscado en las ruinas ; y en los mares
Cuyo azul es sombrío cual tu manto;
Te busqué con afán en los lugares
Do sólo reinan soledad y espanto.
Fui á buscarte al confín de los desiertos
Cuya sábana inmensa parecía
A mi vista, el sudario de los muertos ;
Ni allí tu sombra se mostró en mi vía.
¡ Oh ! ¡ no poder morir !... ¡ Estar ansioso
De la muerte y no verla, cielo santo !
¡ En marcha siempre sin hallar reposo,
ó queriendo llorar, faltarme llanto!...
EL CABALLO
Amo y Señor, yo escucho
Tus penetrantes quejas,
Y la muerte no quiere
Dar fin á tu clamor.
Ya de mis crines bajan
Al suelo las madejas
En sangre destilando
Mil gotas de sudor.
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28 LOS POETAS DE AYER
Gastado está ya el freno
En mi sedienta boca;
Mis lomos ¡ ay ! no pueden
Tu cuerpo soportar;
Tu cuerpo tan pesante,
Con aflicción que toca,
Señor, en el extremo
De hacerme agonizar.
Soy viejo; y tu camino
Se alarga á cada paso,
Marchamos hace un lustro,
Y siempre... ¡ más allá !
De un polo al otro polo.
De oriente hacia el ocaso
La tierra en todos rumbos
Hemos corrido ya.
¡ Oh ! ¡ basta ! — Sólo el musg.
Que crece en las ruinas
Me sirve de alimento
Del cielo por merced.
Jamás por do marchamos
Hay fuentes cristalinas,
Y el charco de tus lágrimas
No aplaca, no, mi sed.
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RICARDO JOSÉ BUSTAMANTB 29
Si me amas, Señor, deja
Sepultos mis despojos
Bajo este suelo fértil
Do voy quizá á morir;
De postración fallezco,
Mas, al cerrar mis ojos,
Tu pena y no la mía
Me aflige...
AlIASVERO
Es hora.
De partir
EL CABALLO
Va no puedo,
Cansado estoy...
AHASVERO
Un día
Y nada más me lleva :
Descansarás después.
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30 LOS POETAS DE AYBR
EL CABALLO
Leal á tus mandatos,
Tu suerte seguiría
Mil años; pero faltan
Las fuerzas á mis pies...
Me falta ya el aliento,
Y me pesa la piel...
¡Señor!... llegó el momento...
AÜASVERO
(Murió el caballo fiel!...
¡ Murió ! ¡ También me deja ! ¡ y todo muere !
A mí tan sólo sujetarme quiere
La maldición de Dios á la existencia.
Colmada ya mi copa de amargura.
Señor, revoca mi fatal sentencia;
¡ Déjame al fin tocar la sepultura !
Mi compañero en secular jomada
Sus ojos ya ha cerrado,
Y de su cuerpo helado
Yo haré. Señor, almohada
{Para dormir el sueño de la nada!...
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RICARDO JOSÉ BUSTAMANTE 81
¡ En vano ! ¡ En vano ! que con voz tremenda
Me grita el cielo : — « Por terrestre senda
Caminarás errante
Hasta el fin de los siglos : ¡ Adelante !... »
Oda á la libertad
Ted, ya desciende ¿ la oprimida tierra
Los hierros á romper la libertad.
ESPRONCEDÁ
Sagrada Libertad, que refulgente
Sobre el mundo hoy levantas ya la frente
Ciñendo en tomo virginal diadema,
Do en lumbre escrito resplandece el lema
— a ¡ No más esclavitud 6 no más vida \ » -
Yo te saludo con ferviente anhelo,
I Oh virgen descendida
Del alto solio al miserable suelo !
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32 LOS POBTAS DE AYER
II
Ya de tus rayos al fulgor tan solo
Que cunde desde un polo al otro polo,
Despavoridos los tiranos huyen :
Ya del crimen las aras se destruyen
Al resonar tu nombre por el mundo,
Y mil pueblos, gigantes se levantan
De letargo profundo,
Que alegres te saludan y te cantan.
III
La humanidad en tenebrosos días
Ha invocado tu nombre; y tú dormías
De horrendo oprobio bajo el triste manto,
Cuando al hombre su sed con solo llanto
Le fué dado apagar, — cuando mordía,
Hambriento de ser libre, la cadena
Que su cuello oprimía.
Siendo aun el alma, cual su vida, agena.
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RICARDO JOSÉ BUSTAMANTB 33
IV
Dios, dando al hombre la existencia, quiso
Hacer de ti la luz del paraíso;
Sol que alegrando la terrestre senda,
Los pueblos todos de su amor la prenda
Vieran en ti, creciendo tan lozana :
Mas ¡ ay ! dispuso de otra suerte el hado
Cuando la estirpe humana
Sucumbió bajo el yugo del pecado.
Pecó el hombre, y maldito por el cielo
Su edén florido vio trocarse en duelo;
Y, oh Libertad, entonces te eclipsaste,
O, cual Dios, al mortal abandonaste;
Quien sumido en tinieblas, precipicios
Halló doquiera que llevó su planta,
Y de los altos juicios
La severa lección que nos espanta.
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34 LOS POETAS DE AYER
VI
Siglos sin lumbre, cual un soplo inerte,
Pasaron sobre el mundo, y con la muerte
Se ocultaron ya mil generaciones
De humillación servil; y al cielo plugo
Que impotente el mortal, destino infando
Bajo el férreo yugo
Soportase á sus déspotas odiando.
VII
Y en esos siglos de sopor, marchita
Cual planta mustia, retoñar, bendita
Oh Libertad, quisiste; mas la mano
De la ignorancia, como vil gusano.
Secó tu savia; y á dormir volvías;
Tu faz cubriendo funeral sudario,
Y el hombre nuevos días
Contando de martirio en su calvario.
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RICARDO JOSÉ BUSTAMANTB 35
VIII
Así en la Grecia, en Roma, en las Castillas,
Se alzó la Libertad, — hubo Padillas.
Mas, ¿qué es de un libre el corazón ardiente
De la turba servil contra el torrente?
Esos héroes insignes combatieron
Por libertad ; pero morir con glorir
Tan sólo consiguieron.
Legando ejemplos grandes en la historia.
IX
La antigua tierra te negó, pues, vida...
Que eras flor de otro mundo, — y escondida
De virgen suelo en la región lejana,
Imperabas allí cual soberana :
Y el gran Colón, errante por los mares,
Al ver cumpUdo su constante anhelo,
En los nuevos lugares
Te encontró, Libertad, numen del cielo.
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36 LOS POETAS DB AYER
Y al viejo mundo conduciendo ufano
El atrevido navegante hispano
Plantas preciosas, ricas pieles y oro,
Tal vez no á su pesar llevó un tesoro
Que era el supremo bien del indio errante.
Un metal más preciado, piel más bella,
Flor más pura y fragante,
La Libertad, en fin, fulgente estrella.
XI
A su brillo la Europa de su sueño
Despertóse al instante, y en el ceño
De los tiranos se pintó el espanto;
Y cual los que el sepulcro santo
Velaban de Jesús, despavoridos
Todos huyeron al alzarse erguida
A pueblos oprimidos
La Libertad radiosa dando vida.
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RICARDO JOSÉ BUSTAMANTB 37
XII
De la América el hijo, asimilado,
En tanto al ente vil, se vio privado
De su más caro bien, y perseguido
Cayó en la servidumbre y el olvido.
Asi tres siglos de opresión amarga
Arrastró la cadena, pero luego,
Tras de noche tan larga.
Del templo sacro reanimóse el fuego.
XIII
¡ Ay ! cuando el Inca al Hacedor del mundo
Adoraba en el sol, padre fecundo
De natura, tal vez á ti en la luna,
Ck)mo á la maga que meció su cuna,
En mirarte feliz se complacía;
Que cual la reina de la noche hermosa,
Raudal de poesía
Tu luz derrama, Libertad preciosa
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38 LOS POBTAS DB ATBR
XIV
otra vez, y mil más, se alce mi canto
Para decirte ¡ salve ! numen santo ;
Lucero precursor del bien seguro
Que brilla en los destinos del futuro.
Tú acabas de surgir y ya potente
Vas destruyendo, semejante al rayo,
A esa turba insolente
Que postró al hombre en el servil desmayo»
XV
Si en tu misión, empero, te adormeces
Infante hoy día y vacilante á veces.
Ya se columbra porvenir risueño
En el que nunca para ti habrá sueño.
Tú de la esclava humanidad el faro
Serás j oh Libertad ! y en las victorias
Que alcance, con tu amparo
Podrá ella un^día blasonar de glorias.
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RICARDO JOSÉ BUSTAMANTE 39
XVI
Si los delirios de la mente humana
A veces de la oculta y soberana
Ley de los mundos el misterio hienden;
Si las almas después que al cielo ascienden
A este misero valle tornan puras
Entre materia nueva aprisionadas;
Tan sublimes locuras
Si las viese el mortal verificadas...
XVII
¡ Oh Libertad ! cuan férvido contento
Probara mi entusiasta pensamiento
A encontrarte llegando, ya señora
Del orbe entero; — que tu cetro adora
Desde hoy, mil himnos á tu ley cantando,
Al ver que surges de una noche oscura,
Las sombras disipando
Como el astro etemal de la llanura.
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40 LOS POETAS DB AYER
Preludio al Mamoré
Tú aquí en regiones ignoradas giras,
Serpiente nacarada, bajo un cielo.
Palio de lumbre por do tiende el vuelo
La garza colosal;
Rio argentado que onduloso ciñes
Vírgenes bosques, ó en variadas tintas
Sobre tu espejo con sus nubes pintas
El éter tropical.
Al fin respiro tus fragantes auras;
Tus palmas miro que columpia el viento,
Oigo en tus selvas armonioso acento,
Y admiro tu quietud :
Oh, tú, á quien siempre en ilusión lejana
Vi cual portento que á la patria mía
Las puertas abras á su gloria, un día,
¡ Gran Mamoré ! ¡ Salud I
De región fría y apartada vengo.
Donde el monarca de los Andes brilla
Con su manto de armiño, maravilla
De ingénito poder.
De allí al empuje de infortunio infando
Yo vengo, sí, cansado peregrino.
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RICARDO JOSÉ BUSTAMANTE 41
Y al verte aparecer en mi camino
Ya aliento de placer.
Placer que inspira al corazón patriota
Alegre canto y de solaz lo llena;
Así el proscrito ya olvidó su pena
Al verte, Mamoré.
Si no es mi canto como el dulce canto
De los bardos que pueblan tus regiones,
Preludia sobre ti las bendiciones
Del porvenir, con fe.
En el seno feraz de los desiertos
Genio escondido en soledad murmuras
Al blando soplo de las auras puras
Con plácido reir;
Mientras la patria tu existencia ignora
Cual tú ignoras que en ella los humanos
Se agitan por correr tras los arcanos
De un grande porvenir.
Sobre tu manto líquido, ondulante
Refleja el cielo diamantina estrella
Que suerte anuncia venturosa y bella
Al patrio pabellón;
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42 LOS POETAS DB AYER
Cumplirse debe tan brillante ensueño,
Undoso rio, que hacia el mar te lanzas
Mecido por futuras esperanzas
De gloria y ambición.
Corres hoy arrastrando añosos troncos
Que aun ostentan ropaje de esmeralda,
O ya á los juncos de la verde falda
Arrancas tierna flor;
Tu majestuosa soledad recrean
Parleras aves de pintadas plumas
Que en ti retratan su elegancia suma
Girando en derredor.
Caimán que invade la arenosa orilla,
Blanco bufeo que rasgando el agua
El rumbo sigue de veloz piragua,
O la hoja que cayó,
O ya algún tigre que á la opuesta margen
Se lanza á nado con tranquila frente.
Perturban la quietud de tu corriente
Que el hombre aún no turbó.
Tendido al pie de la floresta virgen.
Cual amante á los pies de la que adora.
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RICARDO JOS¿ BUSTAMANTB 43
Cuando el último rayo del sol dora
Tus ondas de cristal,
Te deleitas feliz con los perfumes
Que en alas de la brisa pasajera
Te arroja de su ondeante cabellera
Tu amada virginaL
Es solemne el concierto de tus bosques
En el silencio de la noche, cuando
Con grito melancólico turbando
La augusta soledad,
El pájaro gemífero y el viento
En bonanza te aduermen deliciosa,
Mientras el rayo de la luna hermosa
Te da su claridad.
Tal es tu vida en el presente, oh río;
Gigante puerta del soberbio templo
Que de prósperos pueblos ese ejemplo
La patria labrará.
Hay de vida otro mundo que en ti duerme,
Mundo y vida de acción en la natura
Con que á los hombres dispensó ventura
La mente de Jehová.
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44 LOS POBTAS DE AYBB
Dormiste el sueño de pesados siglos,
Siempre ignorado resbalaste en calma;
Siendo tus ondas de la acción el alma
Tu noche larga fué.
Rompa tu sueño secular el hombre;
Tu margen pueble de ciudades bellas;
Marque en tus bosques el vapor sus huellas,
¡Despierta, Mamoré!
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FÉLIX REYES ORTIZ
(1828-1883)
Abogado, periodista de mérito, parlamentario y profesor.
Sostuvo serias y vehementes polémicas parlamentarias y
políticas. Escribió varios textos y folletos, los dramas Chis-
mografía y Los Lanzas, y las leyendas El Templa y La Zafra.
Gayó en la misantropía y, al fin, en la enagenación mental.
Sus últimas producciones revelan esa propensión, al través
de un pesimismo sospechoso.
Un fi:rito de dolor
I
Hay una mano que adversa
De mi suerte el carro guía :
Hay una estrella sombría
Que preside á mi existir.
Hay un genio del averno
Que mi corazón tortura :
Mar inmenso de amargura
Bebe mi pecho al latir.
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46 ljs poetas de ayer
Hay un aliento de muerte,
Que me abruma, que me mata,^
Raudo aquilón que arrebata
De mi existencia la flor.
Hay en el fondo de mi alma]
Tanto pesar, Dios eterno,
Que no sé si en el infierno
Pueda sufrirse mayor.
II
Horrible, horrible es mi suerte;
Mi situación maldecida;
Tedio me causa la vida
Y horror me causa la muerte.
No me comprendo á mí mismo,
Un caos sobre mí pesa.
Es mi espíritu una huesa,
Mi corazón un abismo.
El dolor, el sufrimiento
Por despojos me han dejado
El corazón lacerado.
Sin vigor el pensamiento.
Terrible cosa es vivir
Sufrimientos recordando.
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F¿UX REYB5) ORTIZ 47
Sufrimientos hoy probando,
Y esperando aun más sufrir.
Tristeza, amargura, llanto,
Miseria, infamia, traición,
Vicios, embuste, ilusión...
¿Esta es la vida, Dios santo?
III
Dame una frente serena,
Alma fuerte, cual diamante,
Para combatir constante
¡ Oh señor, con mi aflicción I
Dame un corazón de roca
Donde la pena sombría
Se estrelle cual mar bravia
En los huecos de un peñón.
Dame fuerzas de coloso,
Fuerzas de^^gigante dame,
Y la tempestad que brame
Y haga sus rayos lucir.
Dame una mirada, un soplo,
Infúndeme graciaj[santa,
Y con orguUosa planta
Vérasme á un calvario ir.
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48 LOS POBTAS DB AYER
Dame la virtud sublime
Que á Job diste con tu aliento,
A ese héroe del sufrimiento,
Vencedor de Satanás.
Dame el valor que inspiraste
A los mártires de Oriente,
Y entonces luchar valiente
Con el dolor me verás.
I Dios de amor. Dios de consuelo !
Dadme el arpa de Isaías,
Los tonos de Jeremías,
Fibras de su corazón.
Y con voz por ti inspirada
Entonaré mis pesares.
Tiernos como los cantares
Del padre de Salomón.
Bendice mis sufrimientos
Tú, que el sufrir haces santo.
Dios de Moisés y de Abrahán.
En holocausto recibe
Mi amargura, mis gemidos,
Entonce ¡ oh Dios ! mis quejidos
Eco en los cielos harán.
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FÉLIX REYES ORTIZ 49
IV
Así al pie de añoso olivo
Del Illimani en la falda,
Bardo triste y pensativo
Sobre alfombra de esmeralda
Postrado á Dios, se quejó.
De un ruiseñor la armonía
Le arrancó de su delirio :
Cogió como emblema un lirio,
Y entre la enramada umbría
Como sombra se perdió.
Dolora
Cuando sucumba,
Amada mía.
Sobre mi tumba
No has de llorar;
Porque tu llanto
Lleno de encanto
Hace á los muertos
Resucitar.
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60
LOS POETAS DB AYEa
Si me recuerdas
No te querelles;
Por mí no pierdas
Calma y solaz.
También perdiera,
Niña hechicera,
Mi alma, á tus quejas,
Su eterna paz.
Deja tranquila
Duerma en mi tumba;
No tu pupila
Se anuble, nó.
Porque Dios á ella.
Como á la estrella.
Para alumbramos
La destinó.
En triste suelo
Deja se oculten
Mi amargo duelo
Y mi dolor;
Guarda tu lloro
Como un tesoro
Digno de precio,
De más valor.
Digitized by VjOOQIC
FÉLIX RBYBS ORTIZ 51
Lanza á la nada
Mi pobre nombre,
Y entusiasmada
Busca el placer;
De tu memoria
Borra mi historia,
Y no te queden
Huellas de ayer.
Deja á la muerte
Darme tinieblas,
Y tú á la muerte
Demanda luz.
Que silenciosa
Guarde mi losa
La solitaria
Fúnebre cruz.
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NÉSTOR GALINDO
(1830-1865)
Metido en las luchas contra el gobierno del sexenio, fué
fusilado, joven todavía, después del combate de La Cardería
de Potosí, en la que se le tomó con las armas en la mano.
Habla publicado en Cochabamba, en 1856, una colección de
versos titulada Lágrimas.
Soneto
Despierta alegre la gentil aurora
De su lecho de flores, oro y grana,
Precursora veloz de la mañana
Que al orbe tardo, fúlgida enamora.
Rayos el sol en los espacios dora
Y vida y juventud su frente mana :
Avanza el dia y el ocaso gana,
Y de tristeza el universo llora.
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54 LOS POETAS DE AYER
Asi en el alba de la humana vida,
Virgen, sonríe al alma la inocencia,
Canta el amor sus bellas ilusiones.
Mas la vejez á descansar convida,
Y enferma y carcomida la existencia,
En el sepulcro apaga sus pasiones...
Desconsuelo
Cual ave errante que su canto envia
Al nido que ama, mientras de él se aleja,
Así yo los cantares de mi queja
Doy del placer á la febril porfía.
Y miro el porvenir en mi agonía
Cual la sombra que triste un sueño deja,
Cual de opulento alcázar áurea reja
Que no se abre al clamor del alma mía.
Ya nada, nada, sus encantos presta
Y es negro todo lo que en torno miro...
¡ Ni una quimera al corazón le resta 1
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NÉSTOR GAUNDO 55
Tal vez la mente en su angustiado giro
Finge un placer que halaga cuando nace...
Mas la verdad al punto lo deshace.
La piedad
Vierte sus gotas de roció la noche
Sobre el botón de la temprana rosa
Que, al entreabrir su purpurino broche,
En diamantes purísimos rebosa.
Tú eres la flor; la noche es el que canta;
Sus lágrimas las gotas de rocío;
Tu alma, regazo de ternura santa
Que acaricia piadosa el canto mió.
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DANIEL CAMPOS
(1838?-1898?)
Abogado; ejerció importantes puestos en la Administra-
ción pública. Fué delegado nacional en la expedición al
Paraguay.
¡Te lloro peresrrinol
En el rincón del mundo donde, arrojado, huia
Yo del turbión sangriento de la discordia impía,
Un eco ha resonado de lúgubre clamor.
Mi corazón, entonces, como de un rayo herido,
Sin lágrimas, sin quejas, ha lanzado un gemido
Como un algo que muere lanzando un estertor.
¡No existe!... ¡quién creyera que aquella despedida
En que miré sus ojos nadando en luz y vida,
Fuese un adiós inmenso de inmensa eternidad;
Y esa amistad querida, color del blanco lirio,
Tan pura como es pura la sangre del martirio,
Cual astro esté apagada por recia tempestad I
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58 LOS POETAS DE AYER
En la postrer mirada de sus azules ojos,
Ni la oración suprema que de sus labios rojos
Al cielo se exhalara, de hinojos recogí...
Y cual se pierde el canto de un ave en la pradera.
Cual ilusión querida de la niñez primera,
¡ Oh Dios ! se ha disipado su vida para mi !
Cuando, al volver, mañana penetre en su morada
Yo, y respirar pretenda la atmósfera rosada
De que la rodeara mi férvida ilusión.
Habrá la muerte helado su estancia silenciosa;
La voz de los sepulcros diráme misteriosa :
« Murió como ya ha muerto tu joven corazón. »
¡ Y era aquél el asilo donde — abatida — mi alma
Halló el valor del hombre, la resignada calma,
El fuego de la vida, la fuerza de la fe !
AUi, de sus vestidos el ruido misterioso,
Como ala que se entreabre fué para mí, que ansioso
La esperaba, al sentirla llegar con leve pie.
¡ Ay ! cuántas veces, cuántas, del hombre el golpe rudo,
Al marchitar mis creencias, matar airado pudo
El noble pensamiento, del alma la altivez;
Pero, al oir su acento, soberbio en pie se alzaba,
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DANIBL CAMPOS 59
Cual prisionero en cárcel, á quien el sol faltaba,
Se alza á mirar el cielo por la primera vez.
¿Qué efluvios desprendía de esta mujer la esencia^
Que todo yo arrobado sentía esa existencia
Inmaterial y pura de santa beatitud?
Su voz era plegaria; su frente una sonrisa;
Un algo había en ella, de luz que se divisa,
Perfume que se exhala, vago son de laúd.
Ardía en su mirada la atmósfera que inunda
De inmenso sentimiento, ternura tan profunda
Cual infinito beso de la maternidad.
El misterioso encanto, gozábase ante e//a.
Que presta el blanco rayo de temblorosa estrella^
Porque era su sonrisa suave claridad.
¿Fascinación ó encanto, locura era, ó delirio?
¿Fué éxtasis de gozo, fué sed de algún martirio?
¿Qué fué, pues, lo que tuve? Lo ignoro, no lo sé.
I Empero, yo sentía mis trémulas mejillas
De palidez cubiertas, y mi alma de rodillas.
Rindiendo á su presencia adoración y fe !
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60 LOS POETAS DE AYER
¡ Todo acabó I | La tumba, la tumba solitaria,
Encierra tanta dicha... sin que tal vez plegaría
Ninguna se levante por ella ante el Señor !
Y yo, que la creía de ese común destino,
De todo mal exenta, la lloro peregrino,
Con lágrimas de fuego, con llanto de dolor...
Cuando, mañana, el mundo entibie su memoria;
Iré á buscar sus huellas llevándole mi historia,
Pensando sólo en ella, creyéndola inmortal.
Y ¿qué hallaré?... ¡ Dios mío ! cubierta por la yedra.
Tropezarán mis plantas con una fría piedra.
Tan fría cual la muerte, tan muda como el mal.
¡ Alma inmortal ! Si miras del cielo mi quebranto.
Implora por mis penas al Dios tres veces santo,
Que no serán perdidas tus súplicas ante Él.
Yo sé que, en la balanza de su potente mano.
Una lágrima sola pesó más que el océano...
Y tú secaste, amiga, mis lágrimas de hiél.
Que ellas, en la corona que ciñes en la altura.
Cual vividos luceros ostenten su luz pura.
Mujer por mí bendita, mujer que lloro aquí...
Yo en tanto, ante tu losa, de hinojos prosternado.
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DANIEL CAMPOS 61
Un algo — un rayo, un eco — que de ti haya emanado
Pediré á tu sepulcro con mudo frenesí.
¡Adiós, adiós!... contigo murió mi mundo estrecho;
Mi corazón, tan frío como tu frío lecho,
Envuelto en un sudario ya no sabrá sentir.
¡ Adiós, adiós por siempre... adiós, mujer amante !...
¡ Ay, quién me diera verte con vida un solo instante,
Para estrechar tus plantas, besarlas... y morir!
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MANUEL JOSÉ TOVAR
(1831-1865)
Abogado, ejerció varios empleos en la magistratura judi-
cial. Su poema La Creación, publicado en 1855, le colocó,
á juicio de sus contemporáneos, entre los mejores poetas
bolivianos de su generación. Dio fln á sus dias desgraciada
y prematuramente.
Un recuerdo y un suspiro
Al alba, cuando tus horas,
De placer y encantos llenas,
Se te presenten serenas,
Dándote felicidad;
Cuando el aura de la vida,
Dulcemente perfumada.
Bañe tu frente adorada
Con apacible bondad,
Recuerda, señora amada,
Lo tierno de mi amistad. ^
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64 LOS POETAS DE AYER
¡ Ay ! tal vez la suerte impía
Para mi guarda un tormento ;
Quizá mi postrer aliento
Ausente de ti daré;
Pero entonces, alma mía,
Será mi bien y mi gloria
Expirar con la memoria
De haberte debido á ti
El recuerdo de mi historia
Y tu suspiro por mí.
Quizá en el seno sagrado
De la eterna omnipotencia,
Se me oculta la sentencia
De mi patria abandonar;
Lejos de mis afecciones,
De ti, mi bien, mi consuelo,
Quizá surcar debo en duelo
De la vida el turbio mar,
Sin que de ti quiera el cielo
Pueda un suspiro alcanzar.
Pero ! no ! venga la muerte.
Tienda sobre mí su manto.
Que aun en la tumba, mi llanto,
Mi tierno amor te daré;
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MANUEL JOSÉ TOVAR 65
Y es mi ilusión más querida
El pensar, en mi amargura,
Que un suspiro de ternura
De tu pecho arrancaré,
Y de ángel en tu alma pura
Vivo un recuerdo tendré.
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LUÍS ZALLES
(1832-1896)
Tomó parte en las revoluciones de su épocaí las que le
valieron muchos dias de proscripción. Abogado, desempeñó
entre otros empleos la presidencia de la Corte Superior de
la Paz. Sus versos, que son festivos principalmente, fueron
coleccionados con el titulo de « Poesias ».
Letrilla
Es dulce pasar la vida
Más libre que una gacela,
Cual el pájaro que vuela
Sin que nadie se lo impida;
Y cual aire en el desierto,
I Si, por cierto !
Ufano el mundo rodar,
¡Y viva la libertad I
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LOS POETAS DE AYER
Como el beduino que fija
Su tienda donde le place,
Sin que nadie le embarace
Y sin pesar que le aflija;
En cualquier ciudad ó villa,
¡ Qué papilla !
Me establezco á voluntad.
¡Y viva la libertad ¡
Poco me importa el mañana
Y pronto olvido el ayer;
No me falta qué comer
Y allá en cuando una jarana;
Mas si pesares me tocan,
Se equivocan
Si piensan que he de llorar.
/ Y viva la libertad !
No tengo padres ni abuela.
Soy más pobre que un mendigo,
Pero Dios, que anda conmigo.
Siempre á tiempo me consuela.
Para mi no hay desengaños,
Que á mis años
Toda es pura realidad.
¡Y viva la libertad!
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luís zalles
No hay chiquillo que moleste,
No hay mujer que mal me pague,
No hay suegra que me empalague
Ni contagio que me apeste :
Soy ciudadano del globo.
No soy bobo,
Y ni patria tengo ya.
¡Y viva la libertad!
Donde me canso, me quedo.
Donde preguntan, respondo,
Y si me aman, correspondo,
Porque no me chupo el dedo*
Mas si me fruncen las cejas
A otras rejas
Me voy la pava á pelar.
I Y viva la liberíadl
Me visto, cuando despierto;
Cómo, cuando se me antoja .
Aunque tarde me recoja
Nadie me riñe por cierto;
Y hasta me bedo una cu ba
Y hecho uva,
Me voy, si quiero, á acostar.
¡Y viva la libertad I
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70 LOS POETAS DB AYER
De mujer no necesito,
Aguja y dedal manejo,
Y alguna vez, con despejo,
Hago un buen caldo y un frite ;
Y también en la mañana
Mi tisana
Sé cual pocos preparar.
/ Y viva la liberiadl
Nadie me domina aquí.
Ni me importa el qué dirán.
Vestir seda ó carlancán,
Todo es uno para mí.
Dicen que la lengua mata,
¡ Patarata !
Que hablen de mi... me es igual.
/ Y viva la libertad!
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DANIEL CALVO
(1832-1880)
Abogado, periodista, político y parlamentario, desempeñó
altos empleos, entre ellos el de Ministro de Estado, y ha
sufrido también las proscripciones consiguientes en su
época. Publicó en verso: Melancolías [ISbl); Rimas {lS70)i
la leyenda Ana Dorsd, poema descriptivo (1869); y en
prosa mucbos folletos. Sus poesías son principalmente
líricas.
Gloría
Á D. Tomás Fríai
Brotar como una estrella de esperanza
Del astro de Ayacucho compañero ;
Subir con majestad á la alta esfera
Derramando el fulgor que el genio lanza;
Imponerse al respeto y alabanza
De la pasión vencida, en su carrera
Dejando surcos de virtud austera,
Esplendorosos lampos de pujanza;
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72 LOS POETAS DE AYER
Bajar sin emoción, cual se ha subido,
Águila de las nubes á una roca,
Ese, oh anciano, tu destino ha sido.
Sobre las altas cimas Dios coloca
Coronas de borrascas : Él te ha herido,
Porque tu blanca sien al cielo toca.
Á Galindo
En medio á la batalla vi tu frente.
Do se mostraba al par de tu entereza
Melancólico sello de tristeza.
Como la última luz de un sol poniente.
¿Penetró, acaso, tu mirada ardiente
El destino guardado á tu cabeza? (*)
Atrás vano pesar, la fama empieza
Tu nombre á enaltecer de gente en gente.
Joven gallardo, liberal y bravo.
Retaste á la insolente tiranía
Que hollarte pudo muerto, nunca esclavo.
(*) Alude á que Galindo había pronosticado su próximo fin.
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DANIBL CALVO
73
Vate y soldado de la patria mia,
Yo que te lloro y tu valor alabo,
Mi dolor y un laurel te ofrezco hoy día.
Ilusión
I Oh jóvenes, gozad ! La vida es bella
En vuestra edad de encanto;
La luz de Dios á vuestro ser destella
Un rayo virginal, fecundo, santo.
¡ Oh jóvenes, gozad ! Es la mañana.
Y obscurecerse puede el claro día;
De su existir ufana
Vuestra alma ardiente plácida sonría.
¿No veis cómo se ostenta el horizonte
Teñido de oro y rosa?
¿No veis el valle, la llanura, el monte.
Revestidos de gala esplendorosa?
Para vosotros riza el arroyuelo
Sus aguas cristalinas y sonoras.
Alza el cóndor su vuelo,
Y se suceden fúlgidas auroras.
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74 LOS POETAS DB AYER
Bebed la inspiración y la ventura
En el aire, en el sol, en la montaña,
En la voz que murmura
La plegaria de paz en la cabana.
Vuestro es el mundo, si; tended las alas
Por el espacio inmenso
Y penetrad en las etéreas salas
Que á los ojos oculta velo denso.
Soñad en la amistad, pura y serena
Como rosada nube;
Invocad el amor, áurea cadena
Que une al pobre mortal con el querube.
En vuestras nobles sienes palpitantes
Ardan chispas de gloria :
¡ Oh jóvenes ! soñad vuestros instantes
Para siempre fijados en la historia.
Hasta que caiga vuestra grata venda.
Mientras palpite el corazón ardiente,
Que vuestra barca hienda
Las olas de este mar resplandeciente.
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DANIEL CALVO 75
Mañana será tarde. El sentimiento
Vuelve á un rincón del alma fatigada,
Y el agrio descontento
Pone en los labios copa acibarada.
Aunque mañana el sol alumbre claro
La misma bella escena,
Gemirá el corazón en desamparo.
Viendo el mundo al través de negra pena.
Que el mortal que ha sentido el dulce halago
De ilusiones en horas de fortuna,
Sabe que un genio aciago
Viene después á no dejar ninguna.
En la hora de dolor
I
Yo soy de aquellos seres que pasan sin ser vistos,
Envueltos entre sombras; hoja que lleva el viento,
Pájaro que preludia fatídico lamento.
Errante peregrino que gime sin cesar.
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76 LOS POETAS DB AYER
Yo. soy como la nave que cruza un mar sin fondo;
Perdida en el espacio, sin rumbo, sin estrella;
Y asi como la nave, apenas una huella
Tras de mis pasos deja mi vida de pesar.
¡ Soy hombre !... Las pasiones devoran despiadadas
Mi seno, do se encienden volcánicos ardores;
Soy un ser de miserias, de pena, de dolores,
Sin nada más que un puro, sensible corazón.
Doquier que miro el llanto mis ojos también lloran
Lo grande me conmueve, lo bello me extasía :
A todo lo que es noble responde el alma mía
Y^todo lo que es santo le arranca admiración.
II
Es Viernes Santo. El ara desierta y solitaria
Ofrécese á la vista con gravedad severa :
Del templo en el espacio se escucha lastimera
La queja, que alza al cielo la abandonada Sión.
¡ Ay 1 dice que sus hijos perecen á millares,
Que están sus campos secos, sus templos demolidos,
Sus sacerdotes tristes; que es suelo de gemidos.
Que todo allí es tremenda, fatal desolación.
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DANIEL CALVO 77
Es Viernes Santo. Alumbran los fúnebres blandones
El tétrico santuario con claridad sombría;
La música resuena fingiendo la agonía,
Las últimas congojas del Hijo del Señor.
Doliente como el grito del hombre que se abisma,
Triste como las luces que alumbran una tumba,
Terrible como el vuelo del ábrego que zumba,
1 Llega por fin la hora postrera del dolor I
Las naves majestuosas del templo se obscurecen
Y rásgase en pedazos el velo del santuario :
Sólo se oye el acento pausado y solitario
Del grave sacerdote que dice una oración.
¿Quién tiene ¡ ay Dios ! entonces tranquilo el pensa-
[miento?
¡ Por qué frente no pasan mil nubes de tristura !
i Ay ! ¿quién no bebe entonces, del cáliz de amargura
Una gota de acíbar que baja al corazón?
III
Perdido yo del mundo en el camino,
A ti vuelvo, Señor, el alma mía ;
A ti vuelve un sediento peregrino,
A beber en la fuente que solía.
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78 LOS POETAS DB AYER
Tú, la más pura adoración, consuelo
Del ser que pasa en rápida carrera
Por los desiertos páramos del suelo,
Para elevarse á la sublime esfera :
Tú, cuyo nombre el párvulo inocente
Antes que otro á pronunciar alcanza;
Luz que brilla en la noche de la mente;
Bella y postrer visión de la Esperanza ;
Tú, Señor Dios, que amante en sacrificio
Te ofreces por el hombre que es tu hechura;
Padre de la virtud, censor del vicio.
Oye la voz de humilde criatura.
Te invoco en el momento en que bajaste
A habitar el asilo de la muerte;
Cuando cadáver, yerto te encontraste,
¡ Tú, el Hombre-Dios, omnipotente y fuerte !
Da á la campiña mies, jugo á las flores,
Pan á los niños que por hambre lloran;
Da á nuestro cielo vividos colores.
Gozo á los seres que el pesar devoran.
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DANIEL CALVO 79
Ck>ncede al padre anciano en sus fatigas
El reposo, ¡ Señor ! No más sombrío
¡ Ay ! le dejes gemir, no le maldigas,
Pues que también te ruego por el mió.
En las madres ¡ oh Dios I el sentimiento
Conserva, de bondad y de ternura :
En sus rostros, Señor, brille el contento
Y sus ojos nos miren con dulzura.
Mis labios se estremecen. Dios inmenso,
Al pronunciar un nombre que yo adoro;
Tú sabes que tan sólo en ella pienso.
Que ella es mi ensueño, mi placer, mi lloro.
Para ella la ventura y la pureza.
Los dulces sueños, las alegres horas;
¡ Ay ! no obscurezcan nubes de tristeza
El fúlgido esplendor de sus auroras.
En la hora de dolor, arrodillado
De esta iglesia en el duro pavimento.
Yo te ruego también por el cansado
Peregrino que baja sin aliento.
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80 LOS POSTAS DB AYER
Por el indio infeliz que no reposa,
Por el negro que sufre la amargura
De lai^a esclavitud, y por la hermosa
Virgen que pisa nuestra tierra impura
Por el que surca los revueltos mares
Con terror contemplando la tormenta;
Por el pobre cargado de pesares,
Por el que sus postreras horas cuenta.
También ruego. Señor, por los que mueren
Lejos del techo do pasó su infancia,
Por los que el mundo y sus placeres quieren.
Por los que tienen en el mal constancia.
¡ Inmenso Dios ! En cuanto á mi, te pido
La sombra de una palma en mi desierto.
Una voz que responda á mi gemido,
Y para amarte un corazón abierto.
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BENJAMÍN BLANCO
(1832-1905)
Abogado, periodista, pariamentario y magistrado. Prestó
importantes servicios á la instrucción pública. La Real Aca-
demia española le hizo su Miembro Correspondiente. Publicó
en París, en 1891, un tomo de Poesías con prólogo de
D.Eusebio Blasco. Sus hijos han coleccionado últimamente,
en dos volúmenes, gran número de los escritos dispersos del
padre. Sus composiciones en verso son religiosas, patrióticas
y principalmente festivas y epigramáticas. La mayor parte
tienen un sabor local y de actualidad, que realza el mérito
de ellas en su propio país (Cochabamba).
Dolerá
Ven á mis brazos ligera,
Serás de mi triste vida
La querida
Compañera.
Ven á mi, maga divina,
Que el amor, con mano dura
5.
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82 LOS POETAS DE AYER
Me tortura,
Me fascina.
Ven á mi desierto nido,
Ven y calma mi dolencia.
Con urgencia
Te lo pido.
Una tarde en dulce calma,
Nuestras dos almas se unieron
Y fundieron
En un alma.
Tu alma ha sido mi aureola
Y mi alma en tu alma infundida.
Nuestra vida
Fué una sola.
Unidos por el amor.
Tú eres reina, yo el vasallo;
Soy el tallo.
Tú la flor.
Es limpio arroyo sin bruma
La existencia, hermosa niña;
Tú la ninfa,
Yo la espuma.
Panal en grato vergel,
Nuestro mutuo amor semeja;
Yo la abeja,
Tú la miel.
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benjamín BLA.IVCO 83
Tiembla el rocío en la hermosa
Rosa que adorna el estío;
Yo el rocío,
Tú la rosa.
Brilla en el éter feliz
Nuestro estrecho maridaje;
Yo el celaje.
Tú el matiz.
La llama arde con primor
Y brillante luz derrama
Tú la llama,
Yo el calor.
Disipase el humo luego,
Yo en el fuego me consumo;
Tú eres humo,
Yo soy fuego.
La nube arrastra, violento,
El viento que raudo sube;
Soy la nube.
Tú eres viento.
Cuando el láud se reanima
Con ritmo fácil y terso,
Soy el verso,
Tú la rima.
No tendrá la dicha fin.
Si eres en la senda astrosa.
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84 LOS POETAS DE AYER
Tú la diosa,
Yo el flamln.
En gaje mi alma recibes
Y tu alma en prenda recibo
Yo en ti vivo,
Tú en mi vives.
Vamos de la dicha en pos,
Siempre unidos de consuno;
Dos en uno
Y uno en dos.
Con ardiente afán yo te amo
Tu desdén mi amor enciende
Ven atiende
Mi reclamo.
Me siento desfallecer,
Si no vienes yo me muero;
Hoy te quiero
Más que ayer.
Ven á darme tus caricias.
Yo te espero con anhelo,
Con un cielo
De delicias.
Te ofrezco de amor canciones
Y en ese tema inauditas,
Inñnitas
Variaciones.
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BENJAMÍN BLANCO 85
Yfen magníficos altares,
La corona de festines
De jazmines
Y azahares.
Deseo
Ayer fué estrella de órbita lejana,
Es hoy el sol que alumbra el alma mía,
Fué asi tan bella en su primer mañana,
Asi es tan bella al declinar el dia :
Como Semete, en lánguidos desmayos,
Morir quiero abrasado por sus rayos.
Recuerdo
No me llames mi vida, impropio acento
La vida es un suspiro y nada más;
Díme alma mía : como el alma, siento
Que no puede mi amor morir jamás.
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86 LOS POETAS DE AYER
Confidencia
Deja, niña, el sentimiento
Y tus ensueños de amor;
Hoy domina otro elemento
Más poderoso : ¡ el vapor !
Del amor la insensatez,
Todo ese embrollo y petardo,
Se acabaron de una vez
Con Heloisa y Abelardo.
Déjate de corazón,
Sigue la rauda corriente
De la civilización;
Hoy se piensa, no se siente.
Ya no hay dimes ni diretes
Deslizados por un flanco.
Ni perfumados billetes :
Sólo hay billetes de banco.
Que es del mundo la divisa
La ley del tanto por ciento.
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benjamín blanco 87
Y lo que es el sentimiento,
No se expende, ni cotiza.
Del amor los dulces ocios
Se quedaron en Citeres;
Hoy, entre hombres y mujeres,
Sólo tratan de negocios.
No valen lazos ni rizos,
De afecto prendas notorias,
Si no son prendas pretorias
Libres de otros compromisos.
Nadie media hora trabaja
Haciendo una tierna endecha,
En vez de hacer con ventaja
Las cuentas de su cosecha.
Y en vez de ardidos donceles.
Que no duermen y que velan,
Hay durmientes y rieles
Por donde cien carros vuelan.
Hoy los chicos y los grandes.
Más que un dulcísimo beso.
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LOS POETAS DE AYER
Prefieren el rico queso
De Bruselas ó de Flandes.
Y á ese néctar que embelesa
Y embriaga la fantasía...
A ese néctar... hoy en día
Se prefiere la cerveza.
Deja, pues, tus ilusiones
Y todo aquello... y todo eso...
Que por todos los rincones
Ya nos invade el progreso.
La ventura apetecida
Con los amores no medra;
La ventura de la vida
La traerá... ¡ el carbón de piedra!
Te aconsejo, en conclusión,
(Si quieres días serenos
Para el pobre corazón)
Que ames poco y sientas menos.
Sigue, pues, la marejada
Que te lleva en su corriente;
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benjamín blanco 89
Si ninguno ama ni siente,
No sientas tú, ni ames nada...
Libre estarás de las plagas
Del dolor y del pesar,
Si sigues sin vacilar
Lo que te aconsejo que hagas.
(,871)
Epis:ramas
Á CADA PERRO SU COLLAR
Un letrado que la palma
Pretende de la elocuencia,
Afirma que la conciencia
Es el espejo del alma.
Y de este abogado viejo.
Por el cual no hay quien abogue,
Es la conciencia un espejo...
Pero espejo sin azogue.
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90 LOS POETAS DB AYER
ESTE CURA NO TIENE CURA
Sordo Ó sórdido es cualquiera,
Los hay muchos en el mundo;
Mas Pedro es sordo profundo,
Porque es sordo de mollera.
SIN RAZÓN
No es justo que murmure
Tanto la gente
De los que buscan puesto
Que mucho rente :
Razón bien gorda
Tienen, pues ningún perro
Lamiendo engorda.
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benjamín lens
(1836-1878)
Abogado, profesor, periodista y parlamentario. Publicó
en 1861 una colección de versos bajo el titulo de Flores de
un día; y después los dramas Amor y Celos y Venganza,
El Hijo natural; Borrascas del corazón; y El Guante negro.
Mis lágrimas
I
No es débil aflicción ni leve pena
La que mi corazón ha traspasado;
No es perdido placer el que envenena
Esta vida que tanto me ha cansado;
Rota de mi dolor la hinchada vena,
Con su amargo torrente me ha empapado,
É inundando el raudal del dulce llanto,
No me deja expresar ni mi quebranto.
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92 LOS POETAS DB AYER
II
Visión del alma, mi primer cariño,
Tú fuiste el ángel de mirar risueño.
Que amó mi corazón aún siendo niño.
¡ Oh ! fué tu imagen mi primer ensueño,
Fué tu recuerdo mi primer suspiro.
Tu sonrisa el placer más halagüeño!...
Cuando afligido mi pasado miro
Y veo mi niñez entre su sombra,
La carrera veloz del tiempo admiro...
¡ En las horas de ayer todo me asombra !
Cuando triste repaso mi memoria.
Llora mi corazón si se le nombra.
No hay penas ni dolor en esa historia,
No hay lágrimas de hiél que el alma traga;
Los juegos y las risas son su gloria.
Allí mi madre vaporosa vaga
Con su rostro tranquilo y placentero,
Que ni un instante la tristeza apaga.
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BBNJAMÍN LBNS 93
¡ Oh madre de mi amor ! ¿cómo no muero
Tan sólo al recordar que pereciste?...
¿Por qué respiro aún si nada espero?...
¡ Ay ! del tiempo voraz víctima fuiste :
Su soplo de huracán llevó tu vida,
Y en el mundo de tumbas te perdiste
Cual flor entre las hojas confundida.
III
Al tronco principal de tantas flores
La muerte lo ha tronchado empedernida;
Cual milano voraz, quitó la vida
A la paloma fiel de mis amores.
Todo quedó en mi hogar triste y desierto
En profundo silencio sumergido;
El eco maternal ha enmudecido...
Glorias y porvenir con ella han muerto :
Ahora mi corazón es la ruina
Do el jaramago solitario crece,
Al soplo del dolor que lo remece
O al fuego abrasador que lo calcina.
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94 LOS POETAS DE AYER
Él al mundo publica funerario
De mi pasado bien la triste historia;
Onica flor que brilla en mi memoria,
Que es de recuerdos insondable osario.
IV
Duerma tu cuerpo en paz, madre querida,
Y tu alma virgen, perennal y bella.
Me guie por doquier cual blanca estrella
Que entre celajes mil está escondida.
Adiós! descansa... la constante guerra
Que agita contra mí la suerte ruda,
Nos reunirá ante el Dios que jamás muda,
Que alegra al justo y al malvado aterra.
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JOSÉ ROSENDO GUTIÉRREZ
(1840-1883)
Abogado, periodista, parlamentario y diplomático. Tenia
grandes dotes oratorias. Publicó muchos folletos de polé-
mica parlamentaria y política.
Los crucificados
El fuego fatuo que alimenta el odio
Es para la insensata muchedumbre
Su astro polar, su guia fiel, la lumbre
Que ilumina la senda de verdad.
La mentira, gusano vil, se arrastra
En la huella de todo ser gigante :
Y la diadema de su sien brillante
Es de espinas que punzan sin piedad.
(L'Année terrible)
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96 LOS POETAS DE AYER
Para la sed de un Dios la hiél se guarda;
Son manto de los astros densas nieblas;
Donde quiera que hay luz, es que hay tinieblas.
¡ Espantoso equilibrio ! y si no, oíd :
Mercader de mujeres Fidias era.
Legó á su vicio Sócrates su nombre.
Horacio hizo que á Vesta se le asombre...
Jugaba con las cabras... Proseguid.
Catón echó un esclavo á la lamprea.
Miguel Ángel, servil, siendo romano
La espalda doblará, al tender la mano.
Debajo de la férula papal.
Del Dante, vagabundo, en la mirada
Se ve brillar la sórdida codicia.
Moliere enseña á su hija vil malicia...
¿Voltaire? Avaro. ¿Diderot? Venal.
Un ebrio es San-Martín... ¿Bolívar? Sátiro...
Ante tu tribunal, género humano.
Todo genio demanda gracia en vano :
Nadie escapa al castigo aterrador.
De la calumnia en el suplicio humano
No hay quien salve de ser crucificado;
Hoy ó mañana, como en el pasado.
Se es inmortal á costa del honor.
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JOSÉ ROSENDO GUTIÉRREZ 97
De la gloria el sendero hace pedazos :
El genio es monstruo, la naturaleza
El corazón tritura, la cabeza
Se subleva contra él; nunca hacen paz.
Hasta que suba al Gólgota sangriento
Donde es preciso que un estigma afrente
Al que de aureola circundó 'su frente...
¡Tiene éste á Zoilo; aquél tiene á Caifas 1
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JULIO L. JAIMES^*)
(1845?)
Periodista, político y catedrático. Estuvo en la guerra con
Chile, país en donde permaneció año y medio prisionero. Ha
desempeñado cargos importantes en la Administración
pública. Hace muchos años que forma parte de la re-
dacción de La Nación y que desempeña la cátedra de
literatura en el Colegio Nacional de Buenos-Aires. Su repu-
tación literaria le ha valido el ser llamado á colaborar en
muchas revistas de América y de España. Ha publicado :
La Villa imperial de Polosi; Morir por la Pcdria (drama);
Vn hombre en apuros (comedia) ; Critica literaria y especial
de HispanO'América libertada, de D. Ricardo J. Bustamante;
Epilogo de la guerra del Pací fleo; Galería de Hombres públicos
de Bolivia, etc. Es muy conocido por el pseudónimo de
Brocha Gorda.
^^<^^M»«W^^^^<^
Hoy por ti...
Viéndote tierna á su lado
Y en dulce contenaplación,
Pensé yo cuánto fui amado
¡ Y cuál muda el corazón !
(1) Aunque este celebrado literato siga regalándonos con
los frutos de su incontestable ingenio, justo es que le
coloquemos con los poetas de ayer siquiera sea para
vengar el olvido en que ha dejado, desde hace años,
á las Musas que en otro tiempo le inspiraron.
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100 LOS POETAS DE AYER
¡ Cuál contígo
Gocé dichas en tropel !
Hoy solo soy... un amigo;
Eso hiciste antes conmigo
Eso harás pronto con él.
¡ Triste si juzga cadena
De tu amor un juramento I
Tu constancia es como el viento
Que lleva y vuelve la arena.
La fortuna
De tu amante es infortunio;
No me causa envidia alguna,
Pues tú tienes, cual la luna.
Cada mes un novilunio.
Necio si piensa engendrar
Alguno en ti una pasión;
Tú no llegarás á amar, .
Que amor pide corazón;
Y si alguno
De hallarlo en ti busca modos,
Comprenderá el importuno.
Que no puede ser para uno
Corazón que quiere á todos.
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JULIO L. JAIMES 101
Por eso cuando te miro
Cerca á un nuevo afortunado.
Ni lo siento ni suspiro,
Pues detrás viene el nublado.
Y es contigo
Gozar dichas en tropel,
Lo que al verlas yo me digo :
Ayer lo hiciste conmigo
Mañana lo harás con él.
(1882)
No lo siento
El alma que sufre aprende
Con el sufrir, la prudencia;
Que es un caso de conciencia
No entender lo que se entiende.
Si adiós me dijiste un día,
Bien me acuerdo.
Fué sin pena ni alegría.
Sí hoy te pierdo,
¿Qué enojo habrá ni qué agravio,
Qué razón,
Si cuanto dijo tu labio
Fué ficción?
6.
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102 L08 POBTAS DB AYER
Es duro dar por perdido
Al que amando, amor comprende,
Que lo que fué bien sentido,
No se compra, ni se vende.
Ni el tiempo lo da al olvido.
Mas, diamante sin valor
¿Qué importa que no se guarde?
Cuanto más temprano es tarde
Para un amor sin amor.
Por eso dijo, y es cierto.
No sé quien.
Que es llegar á mejor puerto,
Que es un bien.
Conocer dónde se anida
Lo que extraño
A la verdad, da en la vida
Desengaño.
Ni sentiste ni lo siento.
Que al valorar lo que vales,
Bendije aquel cuerdo intento
Que al tiempo, le da armas tales.
Que echa al viento lo que es viento.
(1881)
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JUUO L. JAIMBS 103
Espero...
¡ Ay ! mientras más te examino,
Yo te desconozco más,
Que es burla de mi destino
No conocerte jamás...
Ya verás
Que el tiempo que el amor trunca
Podrá borrar tus agravios,
Mas la miel que hay en tus labios
Y que yo he bebido. . . ¡ nunca !
Si siguen ornando flores
La senda por donde vas,
Olvida aquellos amores
Que yo no olvido jamás.
Ya verás
Que aun de mi pena al abrigo
Siempre viviré esperando.
Que vuelvas á mí pensando
Que en el dolor soy tu amigo.
(1882)
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104 LOS POSTAS DB AYER
¡ Siempre 1 i Siempre 1
Para calmar la dolencia
Que el rebelde amor procura,
Yo imaginé en mi locura
Que era un remedio la ausencia;
Y no sufrí el aguijón
De tus desdenes y enojos,
« Pues lo que no ven los ojos
No lo siente el corazón. »
Mas cuan cierta
Es que no muerta,
Sino sólo adormecida
Pasión que fué bien sentida
Y bien guardada;
Con nuevos bríos despierta
Al rayo de una mirada.
No muere, vive dormido...
Ave que se acoge al nido
Si la tempestad acrece,
Y tiende otra vez el vuelo
Cuando la aurora en el cielo
Con nueva luz resplandece.
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JULIO L. JAIMES 105
No parece.
Amor que fué bien sentido
Y bien guardado;
Ausente, vive dormido
Y fuego casi apagado
Se enciende ante el bien querido.
¡ Ay ! no verla es condición
Que la suerte en sus enojos j
Señalara á la pasión,
a Que lo que no ven los ojos
No lo siente el corazón. »
(,883)
¡Sin verte I
Como la flor que en la sombra
Sin brillo y descolorida
Languidece;
Cual tórtola que del nido
Separó, y del dueño amado
Mano aleve ;J
Cual planta que en otro clima
Del que nació, no da fruto
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106 LOS POETAS DB AYBR
Ni florece,
Cual arroyo bullicioso
Que en el arenal sediento
Va á perderse;
Y cual nube que en cendales
Con su furia el huracán
La convierte;
Asi es para mi tu ausencia.
Sombra, nieve, aleve mano
Que me hiere,
Clima extraño, arenal yerto,
Y huracán que al alejarme,
Me da muerte...
^ém>t v %^^^^t*^^^f
Madrigal
¿Tanto os ofende, señora.
El pesar que me devora.
Que con desdén, casi airada.
Asi apartáis la mirada
Del ser que tanto os adora?.,
(.881)
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JULIO L. JAIMES 107
Mas no temáis se desaten,
Ni que inhumanos maltraten,
El alma vuestros enojos;
Mire al menos yo esos ojos,
Aunque esos ojos me maten...
(i 883)
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JOAQUÍN LEMOINEí*)
(184...)
Hijo de Gochabamba. Abogado y periodista, de larga
figuración. Ha desempeñado importantes comisiones en el
extranj ero. Actualmente ejerce el Consulado General en
Bruselas, donde tiene publicados numerosos é interesantes
folletos de propaganda boliviana. |
Nace y muere. ..
En la movible cuna nace el niño,
La flor en el jardín,
^ace la Aurora en su rosado alcázar,
Y aquí en el alma, ¡ tú !
Muere el hombre en el lecho solitario,
En tus manos la flor,
El sol entre la sombra de la tarde,
I Y yo en tu corazón !...
(1) Véase la nota relativa á Julio L. Jaimes, página 99.
7
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lio LOS POETAS DE AYER
En el nido del bosque nace el ave,
La armonía en las cuerdas del laúd,
Bajo las ondas de la mar la perla,
En mis delirios, ¡ tú !
Herida muere el ave en el desierto.
Muere en las auras de mi arpa el son,
Y la perla en la arena de la playa,
Y yo, en tu corazón...
Julieta y Romeo
Venturosos ayer... y hoy en presencia
De su muerte, se doblan de dolor
Esos sauces llorones, y la luna
Amortaja entre sombras su fulgor.
Levantóse un difunto desde el fondo
De un sepulcro de mármol solitario,
Coronado de flores, recogiendo
Los polvorosos pliegues del sudario.
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JOAQUÍN LBMOINB 111
I Pobre Julieta !... en su amoroso seno
A su amante, frenética, estrechó,
Y exclamó al ver que lo mató el veneno :
« — ¡ Avaro, ni una gota me dejó... ! »
Pálida, delirante, la suicida
En su albo pecho atravesó el puñal :
f Su doméstico hogar fué el cementerio !...
(La tumba fué su tálamo nupcial!...
I Pobre mudol
Ck)nservo como un tesoro.
Cual á mi amigo mejor,
Al un pobre mudo que adoro.
Que goza cuando no lloro,
Que sufre con mi dolor...
Es mi eterno compañero,
Y la vida de mi ser,
Presiente lo que yo quiero,
Y en sentir es el primero
Mis penas y mi placer.
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112 LOS POETAS DB AYER
Al ver que lo ha condenado
La suerte á silencio eterno,
Como una tumba callado,
Llora y sufre resignado
De su existencia el infierno.
Estuvo enfermo... ¡Está inerte
¿Volverá á su lozanía?. ••
¡ Tal vez permita la suerte
Que su silencio de muerte
Se trueque en dulce armonía I
Santuario del sentimiento
Que en la vida me agitara,
Alma de mi pensamiento,
Si yo muriera... al momento
Aun á la tumba bajara.
Calla cual reloj dormido
Que en su muda oscilación
Siempre marcar ha podido
El momento asaz querido
O la hora de la aflicción.
¡ Pobre mudo ! Si es discreta
Tu silenciosa pasión ,
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JOAQUÍN LBMOINB 113
No siempre será secreta...
Que es la pasión de un poeta,
Y el mudo... MI corazón.
Flor enferma
Para tu pecho destiné esa rosa,
Arrójala, muy lejos, sin temor.
Porque tiemblo que enferme tu alma hermosa
Con el contagio atroz de mi dolor...
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JACOBO RAMALLO
(1850?-1906)
Abogado. Sus composiciones, que generalmente son pa-
trióticas 6 inspiradas en las escenas del hogar, vagan
dispersas en revistas y periódicos de Sucre.
El Hombre
¡ Hombre ! altivo soberano
De cuanto hay en este suelo,
Que robas el rayo al cielo
Y la peria al océano,
Con orgullo torpe y vano,
Hijo de tus rebeliones.
Vences fieras y aquilones;
Eres fuerte y grande, empero
Aunque doblas el acero,
No dominas tus pasiones.
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116 LOS POBTAS DB AYER
Dura tu pobre existencia
Lo que flor caída en capullo;
Pero infinito en tu orgullo
Por ser soberbio en tu esencia,
Desafias con tu ciencia
A tu Señor absoluto;
Tienes instintos de bruto;
No ser como Dios, te irrita;
Juzgas tu vida infinita
Cuando no dura un minuto.
Al ver que eres sabio y fuerte
Se alza tu mente encendida
Y en las puertas de la vida
Te está esperando la muerte;
Masa de la tierra inerte
De podre y lodo formado,
Que un soplo te hubo humanado
Y otro soplo te anonada.
¿Qué eres en la tierra? — nada
Siendo el Rey de lo creado.
Si para luchar naciste.
Gladiador de los dolores,
¿Para qué buscas amores
Si el de tu Hacedor perdiste?
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JACOBO RAMALLO 117
¿No ves que es corta y es triste
Tu miserable jomada?
Tu dulce ilusión dorada
Que la esperanza colora,
Tiene duración de aurora...
Después de luz... sombra... nada.
Plegarias
Alivio de las almas solitarias,
Dulcísimas plegarías,
Consuelo de los íntimos dolores;
Alzadas en silencio sois más bellas,
Puras cual las estrellas.
Allá en el cielo os convertís en flores...
Yo ruego por mis padres, cada noche
Abre mi alma su broche,
Mi alma que es como flor descolorida.
El viento del dolor robó sus galas,
Quemó sus leves alas
Y en la tierra quedó sola y rendida.
Valiente soy : pues con la pena lidio.
Me ha brindado el suicidio
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118 LOS POETAS DB AYER
La calma del dolor, y no la quiero;
Mi madre me enseñó santa creencia,
Vale más que la ciencia. ..
Gsta me hace dudar, con la otra espero.
Cuando en la noche triste y solitaria
Elevo mi plegaría
Se tranquiliza el corazón doliente,
Brota de mi alma enferma el ruego santo;
De mis ojos el llanto.
Es dulce como el agua de la fuente.
Una mujer de mágica hermosura
Con amor y ternura
Volvió la vida al corazón inerte,
Sin mirar sus encantos ni su hechizo
Hirióla de improviso
El Ángel de alas negras de la muerte...
Para ella calma y paz al cielo pido,
Y que nunca el olvido
Borrar pueda de mi alma su recuerdo,
De mi triste plegaria en la querella
Amante digo á ella :
¡Perdido dulce bien, de ti me acuerdo!
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JOSÉ V. OCHOA
(1858-1897)
Abogado y periodista. Fué Ministro de Instrucción Pú-
blica. Ha publicado, en verso : Poesías; Hojas al vienlo;
Tobías (poema); El reo salvado por la mano de Dios
(leyenda); y en prosa : Paceños ilustres; Mariano Reyes
Cardona y Evaristo Valle (biografías); Semblanzas de la
Guerra del Pacifico; Borrones y perfiles.
El Minero
¡ Salve ! valiente soldado
Del trabajo y del progreso,
En triunfo siempre, aunque preso
Dentro el abismo ignorado;
Alli cumples, resignado
Y con el alma serena
Tan continuada faena
Y tan paciente trabajo.
Que de la tierra debajo.
Semejas un alma en pena.
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120 LOS POETAS DE AYCR
I Qué quieres ! — esa es tu gloria :
Con la fe que al hombre alienta
Armado de una herramienta,
Alcanzas tú la victoria :
Tu nombre no está en la historia,
Porque tu labor se encierra
En la oscuridad que aterra;
Allí donde cual gigante
Cíclope, extraes, pujante
Los tesoros de la tierra.
Es lucha muy desigual
La que tu esfuerzo sustenta
Cuando la tierra reviente
Con rabia de hidra infernal :
Es que cree que haces mal
Abriendo en su seno brecha
Y entre sus brazos te estrecha,
Como la fiera, que herida
Y al ver su sangre vertida.
Destroza á aquel que la asecha.
I Sigue adelante ! El combate
Te dará el triunfo glorioso :
Que el aliento poderoso
Del siglo en tus fibras late.
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JOSÉ V. OCÜOA 121
El hombre que no se abate
Ni en los contrastes se inclina,
Sobre la suerte mezquina
Se alzará grande y potente,
Pues lleva luz en su frente
Quien la materia domina.
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LOS POETAS DE HOY
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TOMAS O'CONNpR D'ARLACH
(1848?)
Periodista. Ha publicado en prosa : Tarij'eños notables
(1888); Los Presidenies de Bolivia desde 1825 hasla 1875
(1889); El Periodismo Americano en 1890(1890); Podisas
bolivianas (1890); Rosas^ Francia y Melgarejo (1892); Sem-
blanzas y recuerdos (1893). Y en verso : Poesías (1896) é
Impresiones (1907).
Tardes grises
Es la tarde : es una tarde de esas tristes, nebulosas,
En que flotan en la mente los recuerdos de las cosas,
De las cosas y los seres que pasaron, que murieron,
¡ Que no existen, que se fueron.
Que ya nunca volverán !...
Tardes grises, en que el alma, allá en negra lonta-
[nanza
Vio morir sus ilusiones y extinguirse la esperanza,
Y sus sueños, golondrinas bulliciosas y ligeras,
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126 LOS POETAS DE HOY
Alzar vuelo á otras riberas
De dó nunca tomarán.
Tarde fría, tarde negra, de recuerdos dolorosos,
En que gime triste el viento, con acentos quejum-
[brosos,
En que el cielo se presenta melancólico, sombrío.
En que siente el pecho mío
Todo el peso del dolor.
Los recuerdos de otros días de esperanza, amor y glo-
[ria,
Atonnentan más que nunca, punzadores mi memoria,
En las tardes del otoño, tardes grises y sombrías
De negras melancolías
Y de tedio abrumador.
Bruma densa, triste y fría en el llano y en el monte,
Densa bruma allá en el cielo y en el pálido horizonte;
Blanco manto de neblina en el alto campanario,
Ck)mo fúnebre sudario;
Y en mi triste corazón.
De esa tarde gris de otoño, ¡ ay ! la bruma densa y
[fría,
De esas tristes tardes grises la fatal melancolía,
Y el recuerdo persistente de mi madre y mi hija muertas
Y el recuerdo de mis yertas
Esperanzas é ilusiones,
¡ Ay ! en esas tardes grises.
Me destroza el corazón I
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TOMÁS O'CONNOR d'aRLACH 127
Laura
Laura bella; sí, más bella que la Laura de Petrarca,
Que otros canten tu belleza, tus encantos, tu talento;
Yo tan sólo canto, Laura, á tus ojos celestiales
Que se mecen en los mundos de la Gloria y el Ensueño.
En la selva donde viven mis quimeras de poeta,
Penetraron, misteriosos, como rayos de un lucero;
En las sombras de mis noches penetraron las miradas.
De tus ojos soñadores, tan azules como el cielo.
Una aurora es tu mirada, dos estrellas son tus ojos,
Que titilan dulcemente en el éter del ensueño;
Feliz, Laura, quien reciba los efluvios deliciosos
Que despiden tan hermosos, tan espléndidos luceros.
Yo contemplo esas estrellas seductoras y brillantes,
En mis noches otoñales, en mis noches de silencio,
Y su luz penetra entonces en la selva sin rumores
Donde duermen olvidados mis poéticos ensueños.
El poder de tu mirada los despierta, ¡ pobrecitos !
Y se agitan, y, cual aves en bandada, alzan el vuelo
Y á caer van á tus plantas, como pétalos de rosa.
De la rosa inmarchitable, purpurina, del Recuerdo.
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ADELA ZAMUDIO
(186...)
Dirige una Academia de pintura y dibujo en Cochabamba.
Ha publicado versos desde su adolescencia con el pseudó-
nimo de Soledad, En 1887 vio la luz pública en Buenos
Aires una colección de ellos, bajo el titulo de « Ensayos
poéticos de Adela Zamudio », con prólogo del señor García
Velloso. Ha escrito, además, las novelas cortas : La Inun-
dación y El Milagro de Fray Justo.
Quo vadis?
Sola, en el ancho páramo del mundo,
Sola con mi dolor,
En su confín, con estupor profundo
Miro alzarse un celeste resplandor...
¡Es Cl ! Aparición deslumbradora
De blanca y dulce faz,
Que avanza, con la diestra protectora
En actitud de bendición y paz.
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130 LOS POETAS DB HOY
Inclino ante Él mi rostro dolorido
Temblando de ternura y de temor,
Y exclamo con acento conmovido :
— ¿A dónde vas, Señor?
— La Roma en que tus mártires supieron
En horribles suplicios perecer,
Es hoy lo que los Césares quisieron :
Emporio de elegancia y de placer.
Alli está Pedro. El pescador que un dia
Predicó la pobreza y la humildad.
Cubierto de lujosa pedrería
Ostenta su poder y majestad.
Feroz imitador de los paganos,
El Santo Inquisidor
Ha quemado en tu nombre á sus hermanoa..»
¿A dónde vas, Señor?
Mlá en tus templos donde el culto impera^
¿Qué hay en el fondo? O lucro ó vanidad.
¡ Cuan pocos son los que con fe sincera
Te adoran en espíritu y verdad !
El mundo con tu sangre redimido,
Veinte siglos después de tu pasión,
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ADBLA ZAMUDIO 131
Es hoy más infeliz, más pervertido,
Más pagano que en tiempo de Nerón.
Ante el altar de la Deidad impura,
Huérfana de ideal, la juventud
Ck)ntra el amor del alma se conjura
Proclamando el placer como virtud.
Las antiguas barbaries, que subsisten.
Sólo cambian de nombre con la edad ;
La esclavitud y aun el tormento existen,
Y es mentira grosera la igualdad.
¡ Siempre en lucha oprimidos y opresores !
De un lado, la fortuna y el poder,
Del otro, la miseria y sus horrores;
Y todo iniquidad... hoy como ayer.
Hoy como ayer, los pueblos de la tierra
Se arman para el asalto y la traición,
Y alza triunfante el monstruo de la guerra
Su bandera de espanto y confusión.
Ciega, fatal, la humanidad se abisma
En los antros del vicio y del error,
Y duda, horrorizada de si misma...
¿A dónde vas. Señor?
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132 LOS POETAS DB HOY
Nacer hombre
¡ Cuánto trabajo ella pasa
Por corregir la torpeza
De su esposo, y en la casa,
(Permitidme que me asombre)
Tan inepto como fatuo
Sigue él siendo la cabeza,
Porque es hombre !
Si alguna versos escribe,
De alguno esos versos son,
Que ella sólo los suscribe
(Permitidme que me asombre)
Si ese alguno no es poeta,
¿Por qué tal suposición?
— Porque es hombre.
Una mujer superior
En elecciones no vota,
Y vota el pillo peor.
(Permitidme que me asombre)
Con tal que aprenda á firmar
Puede votar un idiota
Porque es hombre.
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ADELA ZAMUDIO 133
El se abate y bebe ó juega
En un revés de la suerte :
Ella sufre, lucha y ruega.
(Permitidme que me asombre)
Que á ella se llame el « ser débil »
Y á él se le llame el a ser fuerte »,
Porque es hombre.
Ella debe perdonar
Siéndole su esposo infiel;
Pero él se puede vengar
(Permitidme que me asombre)
En un caso semejante
Hasta puede matar él,
Porque es hombre.
¡ Oh mortal !
¡ Oh mortal privilegiado
Qué de perfecto y cabal
Gozas seguro renombre I
En todo caso, para esto,
Te ha bastado
Nacer hombre.
^^^<^M<^»V^»»VS»
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134 LOS POETAS DE HOY
Peresrrinando
Un sol de primavera
Sobre una senda fácil y florida :
Tal es el mundo al despertar — tal era
La jomada primera
Del viaje de mi vida.
¡ Aurora bendecida en que bastaba
Para marchar serena
Pensar que ser feliz era ser buena !...
¡ Ser feliz ! ¡ ser feliz ! ¡ móvil constante
Que nos arrastra en el fatal camino !
¿Quién nos ha prevenido de antemano
Qué es éste el gran secreto del destino?
II
También yo, de mi lira destemplada
Las notas quejumbrosas
Vengo á mezclar al mundanal concierto.
Un alma delicada
Entre esta multitud, se halla tan sola
Como pudiera estarlo en un desierto.
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ADBLA ZAMUDIO 135
Soñar una región más elevada,
Amar un ideal y resistirse
A festejar este sainete humano
Que danza sobre el fétido pantano;
Asfixiarse en el aire nauseabundo
De un bajo, estrecho y miserable mundo,
Es ser maldito, odiado, escarnecido.
¡ Ay de aquel que se aparte
De la infame algazara !...
Se le llama rebelde y renegado
Y se le arroja ciénago á la cara...
III
¡ Qué horrible procesión la que acompaño !
Sus roncas carcajadas me hacen daño.
Yo no puedo, no puedo
Ponerme la careta del engaño
Y hacer de esos dichosos un remedo.
¡ Cuántos hay que se agrupan á montones
En la encantada orilla
Del insondable mar de las pasiones
En la noche de horror y desamparo
Del que se lanza en ese rumbo incierto.
Raro será, muy raro.
Quien llegue pronto á divisar un faro
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136 LOS POETAS DB HOY
Que le conduzca al puerto.
¡ Cuántos llevan el seno hecho girones
Por la guerra feroz del desencanto !
¡ Gastados corazones,
Lápidas de sus muertas ilusiones,
Tal vez medio borradas
Con un raudal de llanto !
IV
En la cima de un monte solitario
Termina mi Calvario :
Sentándome en el borde del sendero
Con la frente apoyada entre las manos,
Gozar de paz unos instantes quiero.
Desde aquí vuelvo atrás con la mirada
Y en un abismo de dolor me pierdo.
En las nubladas ondas del olvido
Se despierta la voz desconsolada
Del ángel del recuerdo.
{ Ah ! no es tan fácil como yo creía
Idiotizar un alma resignada.
No es fácil afrontar por mucho tiempo
Con faz siempre serena,
De un vacío sin término la pena
Y de un truncado porvenir la nada.
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ADELA ZAMUDIO 137
Existe un misterioso sentimiento
Que en horas de despecho y desaliento
Hablaba en otro tiempo á mis oídos
Como voz interior : — « Espera, espera :
No juzgues de la historia de tu vida
Sin llegar á la página postrera. »
I Ya es tiempo de llegar ! Voy trasponiendo
La trabajosa cima :
Ya se apaga la luz y el sol se esconde,
La noche se aproxima.
Quiero llamar á la temida puerta
Donde sólo el Silencio nos responde.
¡ Tengo una horrible sed que me devora !
Mi espíritu se baña desde ahora
En esa melancólica frescura;
Estoy ansiosa ya de tu reposo,
¡ Oh techo dehcioso,
Callada sepultura 1
(«887)
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138 LOS POBTAS DB HOY
El Hombre
Cuando abrasado por la sed del alma
Quiere el hombre, viajero del desierto,
Laureles recoger,
Al dintel de las puertas de la gloria,
« Detente aquí », le dice á la mujer...
Y al volver á emprender la ardua carrera.
Si siente que flaquea su valor,
« Ven, ven », la dice entonces,
«Tú eres mi compañera.
En las horas de lucha y de dolor... »
Fin de siglo
¡ Avanza humanidad ! tu vasto imperio
Explica la razón de tu optimismo.
No te espanta en el borde del abismo
De terribles problemas el misterio.
Del dolor bajo el rudo cautiverio
Tienes como refugio el alcoholismo :
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ADBLA ZAMUDIO 139
Sus trajedias te brinda el anarquismo,
Sus romances de amor el adulterio.
I Avanza ! que si el mundo se desquicia
En honor del derecho y la justicia,
Marchas á conquistar la paz... armada.
Y la ciencia, admirable y bendecida,
Te da tras los tormentos de la vida
El horrible consuelo de la nada...
('907)
Caín
Perseguido sin punto de reposo
Por el ojo tenaz de su conciencia.
Tras su crimen odioso
Caín perdió la paz de la existencia.
¡ Ah ! desde aquella edad bien inocente.
La humanidad ¡ cuánto ha ganado en seso !
No se puede negar en el presente
La influencia del Progreso;
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140 LOS POETAS DE HOY
Hoy no es raro encontrar quien hunda el arma
De una indefensa víctima en el pecho,
Y tras esto, sin pena y sin alarma,
Se tienda á reposar en blando lecho.
La oración de la Tarde
I Lirio de Nazaret, flor de los cielos,
Lucero de la tarde,
Yo te saludo al declinar el día !
Ruega por los humildes pecadores,
Alivia sus miserias y dolores,
{ Santa madre de Dios y madre mía !
Por el anuncio que Gabriel te trajo
Cuando bajó del cielo,
De que el hijo de Dios tuyo seria,
Yo repetir en tu alabanza quiero
Las palabras del Ángel mensajero,
Y te digo con él : ¡ Ave María !
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ADELA ZAMUDIO 141
¡Poeta!
En la ruidosa fiesta del trabajo,
De nuestro siglo en la anchurosa escena,
En medio de ese caos que se llama
« Lucha por la existencia »,
Un personaje exótico aparece,
Extraño á los negocios de la tierra.
Es su porte modesto al par que altivo
Y hay en su frente un sello de grandeza;
Ni la risa del necio lo confunde,
Ni del rico la vana suficiencia.
Al pisar el umbral de los salones.
Quizá por vez primera.
Ostenta en sus modales
La distinción de incógnita nobleza.
— ¿Quién es?
— El mismo que haraposo un día
Cruzó las playas de las islas griegas.
Cuyos divinos cantos.
Fragmentos de un espléndido poema.
Arrojados al viento de los siglos
Son de su genio la inmortal herencia.
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142 LOS POSTAS DB HOY
El mismo que en los campos de la Galia,
Peregrino, en las noches de tormenta,
Cansado y aterido,
Del patriarcal hogar llamó á la puerta;
Y acogido con franca simpatía
Tras de sabrosa cena,
Encantó á sus oyentes con tiemisimas
Baladas y leyendas,
Y ante los muros del feudal castillo,
Desafiando la furia de los déspotas,
Pulsó el laúd, vibrante y melancólico.
De la oculta beldad junto á la reja;
Es el desheredado del destino
Que en su errabunda y singular carrera
Va recogiendo lauros — siempre el mismo
A través de los siglos y las épocas.
En cambio del laúd y de la lira.
Por doquiera que va, consigo lleva
Un álbum — su tesoro — más valioso
Que todos los tesoros de la tierra.
Hay en su pecho un fuego misterioso :
— El fuego de la Idea. —
¡ La Idea ! Sentimiento sublimado
Que en el cerebro la razón condensa
Y en el claro raudal de la palabra
Brota llenando páginas excelsas.
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ADELA ZAMCDIO i'A
Mas, para que esa liama sacrosanta
En su potente corazón se encienda^
Es preciso que apure de la vida
Las heces más acerbas;
Que conozca del hórrido infortunio
Las escabrosas sendas;
Que sus riscos y abrojos le lastimen,
Que sus choques y obstáculos le hieran
Eso es la Inspiración. Flor misterios?
Que sólo exhala su divina esencia
Después de las terribles sacudidas
De tempestad violenta...
Eso es la obra del Arte ; Sacro fuego
Que devorando crea;
Crepitación de un alma hecha pedazos,
Sangre del corazón, — ¡ eso es la Idea !
¡ Oh bardo del dolor ! llegas á tiempo ;
Pulsa el laúd. Alza la voz profética :
De las grandezas de la edad presente
Muestra la falsedad y la miseria.
Lamenta los secretos angustiosos
De esta infeliz generación decrépita.
Que, ahogando el malestar que la devora
Se muestra satisfecha
De los triunfos risibles
De la industria y la ciencia...
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-444 • ^ ' " LOS ILUTAS DB HOY
También tú, tributario de este siglo,
Tienes el alma y la conciencia enfermas
t Poeta del dolor I llegas á tiempo.
Cantor de la verdad. ! pulsa esa cuerda !.
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HERCILIA F. DE MUJIA
(186...)
Sos composiciones en verso están dispersas en revistas y
[>eñódicos. Es esposa del poeta Ricardo Mujia y autora de
ilgunas piezas de música
^<^<^^<^^^^^^^^
Ayer y hoy
Como el tranquilo sueño de la infanciai
Como la vibración de una annonia,
Como una aurora fúlgida y risueña,
Ayer pasaba para mi la vida.
Como la tempestad que se desata
Sobre el profundo abismo de los mares;
Como huracán que sopla fragoroso,
Y en pos desolación y muerte trae;
Asi pasan las horas de mi vida,
Llenas de sombra. Si antes tan serenas
Traían á mi mente sólo ensueños,
En mi alma hoy dejan dolorosas huellas.
9
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ROSENDO VILLALOBOS
(1860)
Ha sido director de la Biblioteca de La Paz, Convencional
en 18M y Subsecretario de Estado. Últimamente ocupó la
presidencia de la Cámara de Diputados. Es socio del Ateneo
de Lima, miembro honorario de la Asociación de Escritores
y Artistas de Madrid y de la Sociedad de Geografia Comer-
cial de Paris. Ha publicado las siguientes obras en verso :
De mi caliera (1886); Aves de paso (1889); Memorias del
corazón (1890); Odos crueles {IS97); y Hacia d (Huiéo (1907).
¡ Bésame a^ ! Cuanto hay en tí provoca
A un deleite infinito, t Qué embelesos
Si en la fresca granada de tu boca
Brindo perlas y púrpura á mis besos !
¡ Bésame asi ! ¿Qué insólitos resabios
Han de temer tus férvidos arrojos?
Guando habla el corazón, besan los labios...
Bésame con tu boca y con tus ojos.
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148 LOS POBTAS DE HOY
¡Bésame... bésame! Celeste hechizo
De una dicha sin fin me da tu anhelo.
Tu boca es mi vedado paraíso,
Pero en tu boca yo conquisto el cielo.
Bésame, sí. De un beso las delicias
En espasmos de amor mi pecho inundan t
Son flores de la carne las caricias
Y esas flores con besos se fecundan.
] Bésame así I Tu boca que provoca
A un deleite sin fin, causa embelesos;
¡ Que la fresca granada de tu boca
Brinde perlas y púrpura á mis besos I
] Bésame asi ! Jamás dejó resabios
Tu amor, tu excelso amor, en sus arrojos.
¡ Bésame con las rosas de tus labios 1
] Bésame con los astros de tus ojos !
«MMMMM^MMMMM^
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ROSBNDO VILLALOBOS 149
Frase del cable en 1885
< ¡Ha muerto Víctor HüGO I »
Asi el cable á los pueblos da la extraña
Voz del dolor, que en mi cerebro zumba;
Pero otra voz que la verdad entraña
Llega hasta mi, y asi me desengaña :
— « Querer que Hugo sucumba
€ Es querer encerrar una montaña
c En el ámbito estrecho de una tumba ! »
Rubor
El cielo de celajes se cubría
Del vivo tinte de tus labios rojos;
Y á mi me parecía
Que, lleno de rubor, se enrojecía
Viendo otro cielo en tus azules ojos.
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150 LOS POSTAS ÜE HOT
Al li >yu elo da Cl«e
Nido de amor, hoyuelo perfumado
De Cloe, que es mi cielo,
Si un dedo de Cupido ha modelado
Mansión tan bella para el beso alado, —
Hoyuelo, casto hoyuelo.
Que los besos que os doy, no tengan vuelo.
Juventud y esperanza
La luz del porvenir brota esplendente
Donde hay lucha y audacia y esperanza!
Sólo el impulso juvenil alcanza
A dar al ideal nueva corriente.
En el curso del tiempo, fatalmente
El porvenir sobre el pasado avanza ;
Mas ¡ ay de aquél que olvida la enseñanza
Que á otros tiempos hereda el bien presente I
¡ Arriba, juventud ! Tu nombre ileso
Salvarás de la vida en la pelea
Sobre el blasón de la victoria impreso;
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ROSfiNDO VIIJJULOBOS 151
Que allí en la cumbre tu estandarte ondea
Con el soplo fecundo del progreso
Y el influjo divino de la idea 1
El periodista
(En memoria del ewcmio periodUta bolioiano D. Félix Reyes Ortiz)
Cl ahuyenta las sombras con su aliento
Y, mientras vierte luz como la aurora,
Va regando las lágrimas que Hora
Sobre el fértil jardín del pensamiento,
A su impulso se agita como el viento
La onda social, que arrastra abrumadora
Junto á la flor la víbora traidora,
Junto á la fe los dardos del tormento.
Y el anhelo inmortal, que es su acicate,
Le conduce á luchar en la pelea
Con todo el fuego que en sus venas late.
Y si sucumbe al fin ¡ bendito sea 1
Su corazón fué sangre del combate,
Su cerebro fué el yunque de la idea.
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152 LOS POSTAS DB HOY
Aparición
A Casimiro PRIETO VALDÉS, en Buenos Aires.
Surgió á mis sueños. ¡ Cuan gentil ! ¡ Cuan bella !
La palidez radiosa de una estrella
Brilla en su frente como un lirio hermosa;
Y el rubor con que al alba causa enojos,
Si desmaya en sus párpados de rosa,
Da más fuego á sus labios siempre rojos.
Al ver de un alma pura
Dibujarse en su rostro la sonrisa
Se agita dulce, ansiosa.
En todo corazón la fe sumisa
De una pasión vehemente
¡ Quién pudiera contarle las quimeras
Que prestan al amor su miel sabrosa
Y ponen aureolas en la frente !
Con pocas primaveras
Corridas en la senda de la vida
Toda ella es luz, es ilusión ingente;
Risueña encamación de un alma ungida
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ROSENDO VILLALOBOS 153
En el óleo de candidos amores;
Belleza juvenil que bulle henchida
De delirios, de anhelos y fervores..
Parece que en su seno
Se mueve un mar de vagas impaciencias^
Gomo en el cáliz de la flor va lleno
El germen de futuras florescencias.
La gracia seductora
Por donde posa el pie surge esplendente,
Ciomo surge magnifica la aurora
Cuando el cielo estrellado se colora
Con el vivo arrebol que halla en Oriente.
Y en la gama inefable de su acento
Retoza la canción, tiembla el arrullo;
Su boca es para el beso, y en su aliento
Va el polen estival que cruza el viento
Y se aduerme en las rosas en capullo.
La lumbre que rutila
Sobre el piélago azul de su pupila
Provocando del cielo los sonrojos,
Tiene el vago misterio y el encanto
De un alba tropical bañada en llanto :
¡ Se ve el cielo encerrarse entre sus ojos !
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154 LOS POETAS DB HOT
De su busto gentil de nieve y rosa
Cuanto hay de aroma y de esplendor rezuma.
Tal en copa de nácar misteriosa
Y de ISus poros al través, rebosa
El licor que en los sueños se perfuma.
Y esos sueños en nítida guirnalda
Que su frente de lirio no marchita,
Florecen en su ser. Es Esmeralda
En sus arrojos de pasión ferviente;
En su dulce vehemencia, Margarita,
Y Ofelia en lo ideal que arde en su mente.
Se impregnan la piedad y la esperanza
En su nimbo sutil de lumbre de astro;
Y el que entre dudas y dolor avanza,
Cuando su luz alcanza.
Llega y besa su veste de alabastro.
Trasciende su alma hermosa
Del plástico esplendor, dos veces bella;
Mezcla etérea del ángel y la diosa,
] Quien la ve flor ha de admirarla rosa,
Quien la ve luz ha de cantarla estrella I
Y cuando en raudo giro
Huya el amor por no morir de hinojos
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ROSENDO VILLALOBOS 156
Ante la diosa que arrobado admiro,
I Se haga aroma en sus labios, si es suspirOi
Se haga perla, si es lágrima, en sus ojos !
w^^o^^^^^^^^»
Lejos del mundo
Aquí, escondido entre mi gruta verde,
AI rumor que hace el viento entre las hojafl^
Mi constante dolor sus sombras pierde
Y ahuyenta sus congojas.
Aquí, junto á la orilla donde canta
Sus dulces fantaseos el oleaje,
La inspiración despierta y se levanta
Enérgica y salvaje.
Aquí, de entre los ámbitos que abarca
La mirada anhelosa de otra lumbre.
Ya mi alada ambición su rumbo marct.
Y sube hasta la cumbre.
Y unida á la inmortal naturaleza
En connubio tan íntimo y profundo.
Palpitando de amor en su grandeza
Crear quisiera un mundo.
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156 LOS POETAS DB HOY
I Pero no 1 Que á mi espíritu al que agobia
La humana perversión y no lo expande,
No ha de infundirle esa encantada novia
Otro ideal más grande.
Si en ella está la terrenal belleza —
¿Cómo de otro ideal buscarla al fuego
Cuando mi inspiración que en ella empieza,
Acaba en ella luego?
Tan sólo aquí, serena la conciencia,
Ni encuentra falsedad, ni va á lo incierto;
Pues sabe que no es triste la experiencia
Aunque la fe haya muerto.
Aquí con tu esplendor ¡ oh sol que igualas
Bajo tu luz al hombre y al insecto I
Yo me alzo en mi razón, como en sus alas
Aquel ser imperfecto.
Y te adoro, inmortal naturaleza.
Con orgullo de ser en mí tan poco,
Sin necias presunciones de grandeza
Que hacen del hombre un loco.
Yo sé que tú no engañas, que si avanza
Mi momento postrer, serás piadosa,
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ROSENDO VILLALOBOS 157
Didéndome desde hoy que la esperanza
Aun latirá en mi fosa.
Por eso el alma que al eterno sube
Deja en los orbes su ascendente huella :
Miel en la flor, aljófar en la nube
Y esplendor en la estrella.
Y, pues, que asi, rendido sin angustia,
Ya en la muerte transfundo mi existencia.
Lirio en flor sea, y una frente mustia
Bañar pueda en mi esencia.
Y si es la ingrata que postró de hinojos
A sus plantas mi calma y mi albedrio.
Llegue yo como lágrima á sus ojos
En celestial rocío.
¡ Ven, muerte, ven ! Sobre mi cuerpo yerto
No invoques la piedad del que no llora;
Yo quiero ser la palma del desierto :
Pedir llanto á la aurora.
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158 LOS POSTAS DB HOY
Los ojos
{Sully Prudhome)
Á Sixto MORALES, en Arequipa.
Negros ó azules, si á porfía amados,
Hermosos á porfía,
Imiumerables ojos
Han contemplado el esplendor del día.
Hoy duermen en el fondo de las tumbas...
Pero el sol se levanta todavía :
Más dulces que en los días, en las noches
Ojos innumerables
Se encendieron de amores y sonrojos...
Las estrellas aún brillan inmutables
Y la sombra ha inundado tantos ojos.
¡ Pero no ! no han perdido la mirada,
Porque ello ¡ oh Dios ! porque ello no es posible.
Se han vuelto hacia otros mundos :
Allá donde se encierra lo invisible.
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ROSENDO VILLALOBOS 159
Como astros descendentes que nos dejan
Aunque en el cielo permanentes giran.
Tienen también los ojos su poniente...
Mas, sin morir, desde las sombras miran.
Negros ó azules, adorados todos
Y todos seductores, —
A los dulces fulgores
De una aurora infinita siempre abiertos.
Desde el otro costado de las tumbas
Aún nos miran los ojos de los muertos !...
Tristezas
(Para Carlos Florss QUÍNTELA)
Cuando de la vida
La corriente rauda,
Reflejando lleva
Dichas que se acaban.
Cuando el desencanto '
Se adueña del a^ma
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160 LOS POSTAS DE HOY
Y el dolor insomne
Vela en nuestra estancia,
Cuando en las vigilias
La aurora esperada
Medir más nos hace
Nuestra suerte infausta;
Entonces ¡ oh entonces I
I Oh musa ! ] mi amada 1
Te invoco en mi anhelo,
Te busco en mis ansias;
Y al sentir que llegas
Y que á mi te avanzas,
Y que compasiva
Me tiendes el ala,
De lo hondo del pecho
Surge aun la esperanza,
Prometida novia
Que de amor me canta;
Entonces acuden
Con chasquidos de alas,
Con rumor de besos.
Con voz de plegaríasi
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ROSENDO VILLALOBOS 161
Las vibrantes notas
Del coro que le alzan
Al Amor triunfante
Las triunfantes almas.
Entonces ¡ oh entonces I
Para siempre acallan
Del dolor los salmos
Su abrumante gama.
Y allí (mil palomas
De nieve y de nácar)
Los recuerdos llegan
En veloz bandada.
Me trae en su arrullo
La torcaz más b anca,
Los tiernos encantos
De la dulce infancia.
La de plumas de iris
Me hace remembranzas
Del fugaz ensueño
De ilusión voltaria.
Y esa obscura, obscura
Como noche trágica,
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162 LOS POETAS DE HOY
Ternezas me dice
De quien me fué ingrata.
] Oh la musa mía I
¡ Mi musa adorada (
Tú al paso me cierras
Heridas del alma.
Quien sienta tu influjo
Verá que sus ansias
De aromas de olvido
Tu mano embalsama
La fe que se ausenta.
La duda que mata,
De un mundo más grato
Las vagas nostalgias.
La ambición que aborta
Sus nobles audacias,
La amistad vendida
Por vileza infanda
Hasta el vano orgullo
Que en su ser entraña
Quien creyó ser digno
De erguir frente osada;
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ROSBNDO VILLALOBOS 163
Todo cuanto es noble
Y engrandece y alza :
La bondad y el genio,
La virtud, la fama.
La verdad, el arte :
Su esfuerzo y su audacia;
Todo lo acrisolas
De tu fe ante el ara.
Y de un bien supremo
Fiel depositaría.
Lo ennobleces todo,
Todo á Dios lo exaltas.
¡ Oh musa bendita I
I Mi musa adorada I
Que en mi último sueño
Me cubran tus alas.
Allá cuando el río
De la vida rauda,
Reflejando aún pase
Dichas que soñara,
Cuando el desencanto
Con sonrísa amarga»
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J9t ^^S POETAS DB HOY
Y el dolor insomne
Velen en mí estancia,
Y cuando la aurora
Que tanto esperara,
Ya más no ilumine
Mi pena entre lágrimas.
(1898)
Tic-tac.
A mi reloj.
Oigo siempre en la noche callada
Ese isócrono y lento compás
Con que pienso que á mf te aproximas
Cual de Banquo el espectro fatal,
Y en el fondo de mi alma golpea
Tu horrible lie tac.
Y en el grave, monótono ruido
Que exaspera mi insólito afán,
Las congojas me asaltan de un tiempo
Que quisiera por siempre olvidar.
Calla ¡ oh cruel ! no más oiga fu fúnebre.
Tu eterno lie tac.
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ROSENDO VILLALOBOS 165
Sólo es raudo el corcel de las horas
Para quien nunca siente el puñal
De las rudas torturas presentes
Entre el pecho enconarse y sangrar;
Que no trae la dicha esperada
Tu rudo tic tac.
Si me asedian cual lobos hambrientos
De mi vida en el curso fatal
Obsesiones de dichas que han sido,
Y que hoy son un recuerdo, no más,
Sólo entonces se asocia á mis penas.
Tu frío tic tac.
Y cual ave siniestra que el miedo
De ima cripta ve alzarse y volar,
De mi pecho algo horrible se eleva
Como el cuervo de Poe inmortal,
c ¡Never more! » le murmura á mi anhelo
¡Nunca más I... tu tic tac.
Si el dolor ¡ oh reloj ! no muriera
Cual no muere cuanto es material,
Más valiera arrancarse el espíritu
Y aventarlo por siempre jamás.
¿Por qué, eterno precito, ir oyendo
Tu insomne tic tac?
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166 LOS POETAS DB HOT
La ^íiergia que agota sus brios,
La fe ardiente que es luego impiedad,
El deleite que acaba en dolencia^
La ambición que en envidia irá á dar :
¡ Ay ! de todo se ríe sarcástico.
Tu impío tic tac.
Flor de almendro, desójala el viento
Cisne amante ¿no mua*e al cantar?
Áurea nube, deshácese en llanto;
Astro errátil, se apaga y ¿do va?
Nada... nada ¡ reloj ! morir siente
Tu sordo tic tac.
Soñé anoche que libre un instante
De tu influjo siniestro y sin par,
Pude alzarme y correr á mi arbitrio,
¡ Libre ! ¡ libre ! ¡ en total libertad I
Pero ¡ oh vil corazón 1 Tenía éste
Tu airado tic tac.
¿Llevo el sello del reprobo acaso,
En quien todo se ensaña tenaz,
Y es mi loca y rebdde esperanza
La de Aser el Rabbí, Conde Adam?
Me tortura ¡ oh reloj ! con mis ansias
Tu aleve tic tac.
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ROSBfNDO VnJLA.LOBOS 167
Pero.^. I y qué I Ya en excelsa elegía,
Heine, el bardo entre Ariel y Satán,
Al golpear del ataúd de su pecho
c Carpinlero », exclamaba, «t ¡ acabad ! »
I Oh reloj ! sólo tú no terminas
Tu airado, tu horrible,
Tu eterno Uc loe.
En an álbum
¿Cómo puede evocarse del recuerdo
La ansiada eternidad,
Si el corazón cuanto desea, nunca
Conseguir logrará?
La mgratitud del pensamiento es sombra,
Y en sentir hay lealtad.
I Ah I no cuesta á mi ver lo que una lágrima
Una idea jamás I
Amor de una mujer, amor de ciencia,
Amor de algo ideal,
Arden... y en la cabeza dejan nieve...
El pecho es el volcán.
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168 LOS POETAS DE HOY
Se adoran dos y sus promesas férvidas
Son de amor inmortal,
Y tal vez tras la dicha de adorarse
Venga el olvido ya.
Y así nace en el alma, por enigma
Que es en vano averiguar,
De la hermosa ilusión del sentimiento
La horrible realidad.
Recuerdo eterno la fugaz memoria
¿Cómo encerrar podrá?
Eso seria cual querer que una ola
Contenga todo un mar.
Por eso en tu álbum, sobre la hoja leve
Que por leve es fugaz,
A tus encantos reclamar no quiero
Del recuerdo el imán.
Me basta con saber que en el instante.
En que viéndola estás.
Pueda sentir el beso de una lágrima,
Sí no de simpatía... de piedad 1
(.889;
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ROSENDO VILLALOBOS 169
El poeta y el destino
Al señor Fbdbrico Diez db MEDINA
En el dolor de un sentimiento ignoto
Y entre el gemir de horrenda incertidumbre,
Sin ver el velo de sus dudas roto
Ni de la fe la omnipotente lumbre,
Con brío soberano, —
Postrer protesta del dolor que gime, —
Alzó el bardo su acento sobrehumano
A la etérea región de lo sublime.
No oyeron sus canciones
Ni el alma vil, ni el corazón menguado.
Ni esa turba sin fe, sin ilusiones
Que el altar de las puras afecciones
Ve entre ruinas y polvo sepultado.
Mas yo de aquél en la expresión sentía
Todo el vigor de un corazón gigante;
Tan salvaje, terrífica armonía,
Que estremecer en lo más hondo hacía
10
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170 LOS POETAS DE HOY
Con indomable anhelo,
Las fibras del espíritu arrogante
Que remonta sus sueños hasta el cielo.
Y con la intensa llama
Que brota al huracán de las pasiones,
Cuando el calor de la protesta inflama
Con su poder fecundo
La chispa de las santas emociones,
Cantó al dolor profundo; —
Y el viento asi repite sus canciones :
ff Qué es este afán, esta inquietud maldita
Que abrasa el corazón desesperado,
Qué ondas de hiél que el sentimiento agita
Con su soplo de fuego.
Para arrastrar en su furor vehemente
Delirios y pasiones.
Ensueños y quimeras;
I Cuanto hierve de vida en nuestra frente.
Cuanto encierra de amor y de ilusiones !
a Allá en sus tristes horas,
Cuando abarca el espíritu sombrío
La obscura inmensidad de sus dolores.
Siquiera ve sobre el obscuro cielo
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ROSENDO VILU^OBOS 171
Una estrella que irradie en sus colores
La luz de la esperanza y el consuelo
Y el rayo cdestíal de los amores^
« Mas para mi, ¿qué aurora hay que sonríai
Qué voz, ni qué murmullo
Que me traiga en sus flébiles acentos
El eco de una grata melodía»
Fuente oculta de ocultos sentimientos?
tt Su voz me dio la duda,
Sus quejas la impotencia. —
¡ Ah ! soy el ave que al tomar el vuelo
Viendo su soledad callada, muda
Al suelo cae yerta,
Y al perder ¡ ay ! sus alas pierde el cielo !
« No hay queja, no hay lamento
Que no lleve en sus ondas fugitivas
El eco de mi acento, —
Cuando en sus horas de silencio y calma
Se entrechocan llorando y convulsivas
Las olas del dolor dentro del alma.
« Imagen mis canciones
Del continuo gemido de las olas
Que se extinguen fugaces en la playa
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172 LOS POSTAS DB HOT
No dan entre sus sones,
Al morir sollozando, tristes, solas,
Sino el grito de un alma que desmaya*
« ¿Qué puede mi existencia
Contra el peso fatal de los dolores,
Si hasta la- misma suerte,
Cuando busco el reposo de la muerte,
Me muestra mas allá tantos rigores?
a ¿Qué soplo de esperanza.
Qué aroma de consuelo,
' Entre las brumas de su duelo alcanza
El fuego intenso de mi intenso anhelo?
« ¡ Ah ! si la ley secreta
Que preside el destino del poeta
Cual ciega maldición, es la impotencia, —
Yo de vigor y de grandeza ufano
Voy á sondear el ignorado arcano
Que estremece en sus fibras mi conciencia I
(i Si; rasgar quiero el misterioso velo
Que oculta tras del cielo
El trono del eterno poderlo,
I O he de arrancar en mi delirio ardiente
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ROSENDO VILLALOBOS 173
La fibra que en mi frente
Hace aún latir el pensamiento mío I
€ Y si al pensar como al sentir se encierra
En insondable abismo
Cuanto hay de divinal sobre la tierra, —
¡ Pluguiera al menos que el fatal problema
Me inspire fe suprema;
I^'ues no sé si dudara de Dios mismo I
« ¡ No I Yo no quiero que mi creencia muera
Con el sollozo del dolor y el grito
Que en su impotencia lanza el moribundo.
¡ Por piedad ! Que mi nota postrimera
Sea un himno de amor tan infinito
Que halle estrechos los ámbitos del mundo I... »
Dijo y calló. — Su gemebundo acento
Vibró sonoro en la extensión vacia;
Y en su pecho, con ímpetu iracundo
Y en batallar cruento,
Aún sus furias desata el sufrimiento.
Aún hierve un sol entre su sien sombria.
Y es por eso que en múltiple existencia
Canta la duda y el dolor que gimen.
Canta el amor, la paz y la creencia :
10-
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174 LOS POETAS DB HOY
Ya las aureolas que al mortal redimen,
O las sombras que anublan su conciencia.
Pues que al sollozo de su vida inquieta
Llevaron en murmullo
Cuanto la tierra en conmoción secreta.
Como embriagante arrullo
O como grito horrendo,
En la estrechez de su horizonte encierra.
Y es que al latir su corazón, la suerte
Quiso que su alma de pasión henchida,
Ante el mudo sarcasmo de lo inerte,
Vaya por senda de dolores, viendo
La agitación eterna de la vida
Entre el cauce profundo de la muerte.
La Victoria
I Ah 1 sólo el hombre sobre el mondo Impla
Bb ka eelda de los hambres canUl
Ricardo GunÉRRU
Ahogad por Dios entre el sensible pecho
La voz de la venganza,
Y no eleve sus himnos la victoria
Tras el rudo fragOT de la batalla.
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R06BND0 VILLALOBOS 175
¡ Ah ! no sembréis sobre el vencido campo
Desalación y lágrimas;
Que es indigno de un alma valerosa
Sepultarse entre el lodo de la infamia.
Y si es fuerza que el hombre se levante
Sobre ruina y matanzas,
{ No surja para oprobio de sus triunfos
La acusadora imagen de la patria !
¡ Piedad ! ¡ piedad ! — Guando la sangre corre
Todo en la tierra calla,
Y no hay voz que profane los sepulcros
Que el hombre impío para el hombre cava...
Cuando chocan las olas impetuosas
Y ruge la borrasca,
Hasta el cielo se viste de tristeza
Para ver el cadáver en la playa.
Cuando muere entre sábanas de fuego
La flor de la montaña.
Hasta el aura parece que solloza
En sus grietas, sombría, acongojada.
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176 LOS POETAS DB HOY
Si; todo dice al corazón sensible
Que lave con sus lágrimas
El cadáver sangriento del que impio
Nuestra sangre en la lucha derramara.
Todo dice que el cielo es del piadoso,
Del que lleva en el alma
Un rayo de bondad para el caído
Que á otros mundos eleva la mirada.
Por eso Dios al corazón ha dado
De la Oración las alas,
Para elevar sobre ellas compasivo
El suspiro postrer de quien le llama.
¡ Ah, no entonéis sobre el vencido campo
Del triunfo la alabanza;
Porque entonce es sacrilego y blasfemo
El que la muerte canta 1
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ROSENDO VILLALOBOS 177
A la caridad
I Excelsa candad ! Tú, cual la aurora
Que su llanto derrama entre las flores,
Vas vertiendo del alma en los dolores
El bálsamo de fe reparadora. \
Pobre el mortal, si el duelo que devora
Su vida, su ambición y sus amores,
No hallara al fin los rayos precursores
De tu luz celestial y bienhechora.
Son tan tristes sin ti, mártir y diosa.
Las lágrimas acerbas del que gime,
Que dieras por ahorrarlas, generosa.
Hasta el cielo que al llanto te redime;
¡ Si naciendo con Dios eres hermosa,
Muriendo como Dios eres sublime I
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178 LOS POETAS DE HOY
¿Pensaste que mi orgullo era tan poco
Que resistir pudiera tus desvíos?
Sábelo, infiel : por los recuerdos míos
No verteré las lágrimas de un loco.
Si los deleites de otro tiempo evoco^
Ellos mi paz no turbarán impíos;
Y pues llanto te queda y desvarios,
Vuélvase á ti lo que de ti no invoco.
Si; vale más que en pago á tus desdenes
Te dé mi compasión, hoy que no tienes
Ni la piedad tal vez del mundo necio.
Has creído torturarme con tu encono;
Mas, tengo corazón y te perdono...
Porque un tiempo te amé, no te desprecio
Per umbras
Aunque entre sombras voy, yo me alzo en alas
De mi insaciable, mi infinito anhelo;
Pues busca el alma en su potente vuelo,
De un mundo más feliz las dulces galas.
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ROSENDO VILLALOBOS 179
I Oh juventud ! ¿es cierto que ya exhalas
Tu aliento postrimer sin fe en el cielo?
I Oh ambición ! ¿se mitiga tu desvelo,
Al subir del placer por las escalas?
t Ah ! no lo sé : mi espíritu insumiso
Con la miseria del mortal se aterra,
Que imagina terrestre el paraíso.
I Felicidad ! ¿Acaso aquí se encierra?
Para encontrarla yo, fuera preciso
Que no hubiera dolor sobre la tierra...
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BENJAMÍN BLANCO, hijo
Abogado y periodista. Ha sido miembro de la Comisión
que representó á Bolívia en la Exposición Universal de
París (1889) y Secretario de la Legación en Madrid. Sus
poesías son principalmente de sabor popular ó epigramáti-
cas. Ha publicado Venecia (impresiones de viaje) en 1892.
4M«AMMMMMMA
A Zulima
Tu inspiración me inunde,
Musa, á raudales,
Para cantar endechas
Y madrigales,
A mi Zulima,
Que otra vez hoy se ha echado...
Un año encima.
Quiero echar una coplas
De buena gana.
Por si acaso me toque
Llorar mañana,
11
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j^g2 LOS POETAS DE HOY
Y hoy en tus días
Salmodiaré con gusto
Tus letanías.
a Madre mía del Carmen,
Dame salero,
Que el cantar quiere gracia,
Rumbo y esmero,
Y no es mentira
Que quien ama padece,
Canta y suspira .»
Entonar tiernas cantigas,
Con guzla de oro,
A su bella sultana
Quiere este moro,
Sencillamente
Porque debe decirse
Lo que se siente.
Por ende manifiesto
Mis alegrías,
X con versos quebrados
Canto tus días
Y tus semanas,
Lo mismo que los meses
Con que te ufanas.
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BENJAMÍN BLANCO, HIJO 183
En humildes cantares
Mi amor demuestro,
Aunque es la rima mía
Pobre y sin estro;
Y si se tasca,
Con gracia, échale guindas
A la tarasca.
De tus palabrerías
Nunca me fio,
Y por escrito abrazos
A ti te envío;
Porque no es cuento,
Que las palabras siempre
Se lleva el viento.
Como ahora no tienes
Ningún engorro,
A ti van mis deseos
En dulce chorro.
Y si hay succión
Puede que le transformes
En gran chiflón.
De estrecharte en mis brazos
Tengo apetito,
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184 LX)S POETAS DB HOY
De hacer que luego caigas
En el garlito;
Por consiguiente,
No pretendas sacarme
Por la tangente.
Si eres esbelta y tienes
Talle de avispa,
En cambio serás siempre
Fusil de chispa;
Para abrasarte
Necesitas que alguno
Vaya á atizarte.
Cuando el amor es mutuo,
Todo lo amplía.
Entonces nadie yerra
La puntería.
Ni pierde el seso,
Aunque aquello esté oscuro
Y huela á queso.
En mi alma á borbollones
El placer brota,
Y allá van mis arpegios,
Nota tras nota.
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[benjamín blanco, hijo 185
¡ Miste qué chiste I
Cuando pensé prenderte,
Tú me prendiste.
Por más que el libro enseñe
Que, cual sardinas,
Son las hembras saladas
Las más dañinas,
¡ Anda, salero.
Que es asi resalada
Como te quiero 1
Con estos mis cantares
Y la intención,
¿e doy, bella Zulima,
Fuerte apretón,
Y así apretados.
Quedemos para siempre
Entrelazados.
Con sonrisa en los labios
Y con donaire,
Entrambos dos echemos
La cana al aire.
¡Boga, barquilla,
A velas desplegadas.
Que ancha es Castilla I
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186 LOS POSTAS DK HOY
I Ole con ole, la Julia 1
De tQ pelo robio
Camelo un eabejo^
Par lacerme una caenija
Y ecbármelar caeyo.
I
Charranes guiyaos,
Con caló que emprime
Un chañar sublime,
Diñándote amó,
Te preclaman diosa
Y en floreo vario.
Te yaman canario.
Te icen ruiseñó.
Sin tanta bamboya,
Garia ni tirtulia,
Igo que eres, Julia,
Paloma julí :
¿Qué emonios m'a dao?
Que en aquer mesm'auto
Me queé tupiflauto
Dende que te vi.
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BENJAMÍN BLANCO, HIJO 187
Y esos mojigatos f . */
E chirumen chcdoSj
Tocando er violón^
Te yaman arpia. .
¡\Marecita mlat
¡ Qué animales son I
II
¡ Jinojo ! La musa
Resala er Parnaso !
E las nueve, acaso,
Eres tú la dié :
Y eres tú la Safo,
Que ar Encades subes,
Teniendo las nubes
Bajo tu pinré.
Para mi, gachona,
Dende abajo arriba.
Eres mar d'armiba,
Tar es mi piñón :
Y si fueras barco.
Contigo, salero,
Fuera marinero
Pa regí er timón.
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188 LOS POETAS DK HOY
Y 6808 mojigaloSj
E chirumen chato8j
Tocando er violón^
I Marecita arpla^
Te yaman mía I
¡Qué animales 8on¡
III
La lumbre e tus ojos
Tiene tanto briyo,
Que ayí un cigarriyo
Bien se pué encendé;
Y tienes dos fuentes
E linfas mu claras...
I Juy ! Si aya m'ejaras
Apaga la sé I
Con toa la sanduga
E las españolas,
A las amapolas
Robaste er coló;
Reina e las Elicias,
Cuajaita e primores
Dame tus colores
Que yo soy pintó.
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benjamín blanco, hijo 189
Y esos mojigatos^
E chirumen chatos^
Tocando er violón^
Te y aman arpia...
¡ Marecita míat
¡Qué animales sont
IV
Toiticos te brindan,
Por tus gayardias,
Guirlandas tejías
E nardo y clavel :
Que, cachito e cielo,
A toos enloqueces
Y nos enardeces
Con ese tu aquel.
Güeña la gaslopa
Que, esbelta y enjuta,
Echó esa viruta
Tan rica cuar tú :
Y por tus peazos
Y tu meneíto,
Fuera á pie cojito
Más aya er Perú.
11.
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190 LOS POETAS DB HOY
Y esos mojigaloSj
E chirumen chatos^
Tocando er violón^
Te y aman arpia...
¡Marecita mía I
¡Qué animales son!
Con tu retrechero
Reculipandeo,
Toito el sexo feo
Ya se encandiló :
No extrañes, asina,
Si un barbián gritare :
a Me caigo en la mare
Que guapa os parió. »
Ni en la caye e Sierpes,
Ni en la Macarena,
Vi jembra ma güeña.
Ni ma resala;
Ergaíta cuar junco
Que en agua se cria,
No hay otra chiquía
Cuar tú, condena.
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benjamín blanco, hijo 191
Y esos mojigatos^
E chirumen chatos^
Tocando er violón^
Te yantan arpia...
¡Mareciia mía I
¡Qué animales son!
VI
Panalito e gloria,
¡ Cuánto garbo exhalas,
Chachita e las alas
E mi corazón !
Ya m'an erretlo
Tus dulces chañares
Y esos tus andares,
Son mi perdición I
Graciosa hasta el güeso,
D'esencias preciosas.
De lirios y rosas,
Mujé estás sembrá :
Viva lo salao
D'ese tu salero,
En el que yo quiero
Darme una jartá i
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192 U)S POBTAS DE HOY
Y esos mojigatos^
E chirumen Chalos^
Tocando er violón^
Te goman arpla..t
[Marecita mía ¡
¡Qué animales son
Vil
I Ole la sabrosa
Suculenta breva I
Si el diablo te yeva,
Sea el diablo yo;
Que eres e las curras
La más arrastrá|
Que eres la grana
Er escú españó *
¡ Anda I Que te yevas
Mi probé arbedrio,
Y que fas sorbió
Toa mi arma también;
Si en saudá nos ejas
Y te vas un día,
j Boquita e arropía
Que la pases bien 1
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benjamín buLnco, huo 193
Y esos mojigaloSf
E chirumen chatos
Tocando er violón^
Te y aman arpia...
¡Marecita mía I
¡Qué animales son I
Cuentos de mi abuela
Los tiempos pasados
Eran cosa buena;
Mas estos presentes
Son malos de veras.
Esto me contaba
Mi difunta abuela.
Todas las muchachas
Con los mozos eran
Hurañas, esquivas,
Como hechas de piedra.
No habla pelotas.
Ni hubo peloteras,
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194 LOS POSTAS DE HOY
Y aunque hubo mancebos,
No habia mancebas.
Esto me contaba
Mi difunta abuela.
Hasta las casadas
Morían doncellas
Y se iban al cielo
Sin probar canela.
Los mancebos sólo
Visitaban viejas
Y el día pasaban
Rezando en la Iglesia.
Esto me contaba
Mi difunta abuela.
Diz que no sabían
Chuparse una breva,
Colación tomaban
En vez de cerveza.
No armaban tiberios
Por las hijas de Eva,
Y á perros se daban,
Pero nunca á perras.
Esto me contaba
Mi difunta abuela.
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BBNJAMÍN BLANCO, HIJO 195
Nuestros presidentes
No lo eran por fuerza,
Y no disponían
De vidas y haciendas.
Respetaban mucho
A las asambleas
Y los diputados
No estaban á dieta.
Esio me conlaba
Mi difunta abuela.
Había elecciones
Sin compras ni ventas,
Sin farsas ni cheques,
Sin palo ni leña;
No hubo policías
Viles y secretas,
Ni espías, ni esbirros
De baja ralea.
Eslo me contaba
Mi difunta abuela.
Amplias libertades
Gozaba esta tierra.
Pues hasta tenía
Libertad de imprenta :
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196 LOS POETAS DB HOY
Á los que escribían
Con independencia,
No les daban caza
Cual si fueran fieras.
Esto me contaba
Mi difunta abuela.
Nunca asesinaban
En playas desiertas
Patriotas fanáticos
A gente indefensa.
Nuestros militares
Eran gente honesta,
No daban trompadas
Ni fueron trompetas.
Esto me contaba
Mi difunta abuela.
Se vendían granos.
Frutas y... otras hierbas:
Pero no la patria
A gente extranjera.
En todos los bancos
Y en todas las tiendas,
Tal honradez hubo
Que nadie hizo quiebras.
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benjamín blanco, hijo 197
Esto me cardaba
Mi difunta abuelo.
Si se repartía
Puestos y prebendas,
No se echaba mano
De ningún babieca.
Jamás alcanzaba
Honores ni rentas,
A fuer de arrastrarse
La gente rastrera.
Esto me contaba
Mi difunta abuela.
Pero por desdicha
Tantas cosas buenas
Eran ya pasadas^
De olvidada fecha^
Cuando las contaba
Mi difunta abuela.
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ISAAC G. EDUARDO
(1862?)
Periodista» Convencional en 1899 y Director de la Biblio-
teca de La Paz. Actualmente desempeña la Subsecretaría
de Relaciones Exteriores. Ha publicado en verso: Himnos
y quejas {ISSS); y en prosa : Árbol que crece torcido (comedia)
(1897); y Conlra el destino (drama) (1900).
n'S^MAA^^M^^VM
El toque de silencio
Cuántas veces oí, cuando extraviado
Llegué del campamento á la muralla,
El eco del clarín con que se acalla
La voz del regimiento alborozado.
Y después cuántas veces he escuchado,
En medio del fragor de la metralla.
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200 LOS POETAS DB HOY
Ese eco resonar en la batalla
Sobre el cráneo partido del soldado.
Asi, de mi alma en el fatal embate,
En esa lid ensangrentada y fuerte
De las pasiones, que el hastio abate,
Cayó mi corazón, vencido, inerte,
Al escuchar en medio del combate
El toque de silencio de la muerte.
Ideal
En los delirios que el amor provoca
Yo la imagen forjé de la hermosura,
Y al mirarla surgir radiante y pura
Rindióse el alma, apasionada, loca...
Una línea ideal era su boca,
Sus ojos luz, su corazón ternura;
Ante esa virgen de mi mente hechura
Latido hubiera un corazón de roca.
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ISAAC O. EDUARDO 201
Buscó la realidad el alma mia
En la vaga ilusión de su desvelo^
Cual Miguel Ángel en su estatua un dia :
I Habla ! exclamé con voluptuoso anhel
Y al ver su faz inanimada y fría,
Como el artista, destrocé el modelo...
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RICARDO MUJÍA
(1863?)
Abogado, profesor y periodista. Desempeña hoy la Secre-
taria de nuestra Legación en Lima, después de haber sido
Secretario Privado de la Presidencia de la República y
Subsecretario de Instrucción Pública. Ha publicado en
Barcelona una colección de sus producciones en verso :
Penumbras (1898); y antes, el drama Bolívar en Junln.
Ck>n un soneto obtuvo el primer premio en el certamen
nacional convocado para el centenario de Sucre.
Crepúsculos
I
I El siglo muere I Rojos resplandores
Anuncian su calda en Occidente,
Donde hundirá su frente
Coronada de espinas y de flores.
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204 LOS POETAS DB HOY
Mas su radiante estela»
Iluminando el cielo de la Historia,
Como la nave que en las ondas ríela,
Dejará en pos las huellas de su gloría.
Y su recuerdo vivirá latente
Aun en los siglos de la edad futura,
Mientras la pobre humanidad doliente
Camina eternamente
Hacia el lejano Edén de su ventura I
Y ¿cómo no? — ¡ La cima de este Siglo
Mecióse entre tormentas. ••
En el incendio de la altiva Francia,
Cuando en luchas sangríentas
Ese pueblo viríl, con arrogancia
De la discordia levantó las teas,
Y en medio á la matanza,
Hizo surgir promesas de esperanza
De aquella bacanal de las ideas I
En Europa un guerrero formidable
Deshizo tronos, subyugó naciones,
Y desnudando el sable
Entre el ronco estallar de los cañones,
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RICARDO MUJÍA 205
Sembró ante las caducas monarquías
Esa simiente del constante anhelo
De los pueblos, que esperan otros días
Para subir como Jesús al cielo.
Aquel guerrero improvisó su trono,
Y como león en la candente arena.
Vencido y solitario en su abandono
Se estrelló en el peñón de Santa Elena
Pero ¿podrá morir la sacrosanta,
La;noble idea que en el pecho humano
Crece y se torna en vigorosa planta
Como en el surco el diminuto grano?...
¡Jamás! ¡jamás! La Libertad tenía
Como^Eva un Paraíso
Colón entre sus sueños la veía
Alzarse de improviso,
Reina de las ondinas de los mares...
Lasjnaves españolas
La encontraron dormida entre las olas,
Arrullada por mágicos cantares...
Y Colón|^la incrustó como una perla
En el cetro de un rey, sin conocerla,
Sin^saber que la tierra americana
Ostentaba otros astros en su cielo,
12
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206 LOS POETAS DE HOY
Que era más fulgurante su mañana
Y más fecundo su grandioso suelo...
Sin conocer que en sus angustias fieras,
Para expresar sus odios, sus afanes,
Habla con sus volcanes,
Ruge con sus panteras
Y alza su himno guerrero.
Sacudiendo sus bosques de palmeras,
Al ritmo colosal de su pampero !
I Oh Libertad ! j Arrullo de paloma.
Suspiro de Jesús en el Calvario,
Beso de madre, celestial aroma.
Del alma humana místico incensario.
Tú eres hija del Siglo Diez y Nueve,
De la presente humanidad la herencia;
De su agonía el postrimer acento;
La sublime Vestal de la conciencia
Que hace brillar la luz del pensamiento.
11
I El Siglo muere ! Rojos resplandores
Animcian su caída en Occidente,
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RICARDO MUJÍA 207
Donde hundirá su frente
€k)ronada de espinas y de flores.
i Qué gigantesca lucha !
Pero ¡ ay !... no hemos vencido...
Ese rumor confuso que se escucha,
No es el himno después del choque rudo i
¡ Es el Pueblo que exhala su gemido.
Porque hambre tiene, porque está desnudo !
Es la inocencia que desgarra el velo
Para arrojarlo en lodazal inmundo...
El sarcasmo que insulta al noble anhelo;
Es la Fe que se aleja de este mundo
Cual blanco cisne que remonta el vuelo.
Es el pobre, que muere ante la orgia
Donde el rico derrocha,
Mientras para vivir el nuevo día.
El obrero trasnocha
Presa de la inquietud y la agonía...
La sed del oro, devorante, ardiente,
Que mata el corazón, quema la frente
Y engendra el egoísmo...
Es la anarquía, que nada la conmueve
Y que en la sombra aguza el arma aleve..
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208 LOS POETAS DB HOY
El agio y el cinismo,
Que se levantan como altivas diosas
Por la ansiedad humana perseguidas,
Ocultando sus úlceras y heridas
Bajo un manto de púrpura y de rosas.
Por eso levantamos á los cielos
Esa húmeda mirada,
Que traduce los íntimos anhelos
Del alma entre la sombra aprisionada.
Levantamos las tímidas querellas
Nacidas de algo que este lodo esconde,
Y en tomo nuestro el mundo no responde,
Y arriba tiemblan mudas las estrellas !...
Y ¿cómo consolar tanta amargura?
Y ¿cómo resolver ese problema
De la humana ventura,
En estas horas de ansiedad suprema?
El sabio calla, triste ante el misterio
inclina la cabeza encanecida,
Y entre la nueva sociedad herida
Alza la duda su solemne imperio I
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RICARDO MUJÍA 209
Sólo el Poeta, el soñador proscrito,
De cuya lira melodiosa brota,
Mezclada á sus sollozos, esa nota
Del anhelo infinito...
Esa canción divina que responde
Al padecer más intimo y sombrío...
Himno de la esperanza, que se esconde
En el alma, cual gota de rocío...
Sólo él canta en las sombras del crepúsculo,
Cuando el siglo declina en Occidente;
Va en pos del Ideal, que siempre brilla
Tras la lejana orilla,
Tras de esa sombra que seduce y miente.
En tanto se alzan resplandores rojos
En el Ocaso donde el siglo expira...
I Oh nueva edad ! Recoge los despojos
Del viejo gladiador que se retira...
I Recoge nuestra herencia 1
¡ Al exhalar el postrimer lamento,
Hoy te legamos libre la conciencia,
Y libre el pensamiento I
Ahí está la República soñada
En medio del combate y la matanza;
13.
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ÍIO LOS POETAS DE HOY
Ahí la Libertad iluminada
Por la luz auroral de la esperanza
Que ha redimido al mundo;
Ahí la Democracia proclamada
Por los labios del Cristo moribundo.
El Rayo, que en la nube encapotada
Ruge en el trueno con furor insano,
Ahí está, débil chispa encadenada.
Llevando por doquier el Verbo humano.
Allí el Vapor, el monstruo que con brío,
Rompiendo oleajes deja la ribera,
Y en el aire al tender su cabellera,
Conduce al vencedor del mar bravio.
,
Purifica, transforma el gran legado
Del siglo que se va, siglo futuro;
Y acuérdate también que hemos dejad
En el combate duro
Y en las zarzas punzantes del camino
Nuestras dulces creencias ya perdidas..»
Acuérdate que, cruel, nuestro destino
No restañó la sangre en las heridas,
Aquella sangre de ilusiones muertas
Y de esperanzas idas...
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RICARDO MUJÍA 211
El nuevo César con su regio manto
Sube al trono... ¡ Pues bien I Con faz serena,
Los hijos de la pena,
Ungidos por la gloría y por el llanto,
Los libres, los que dudan.
Exclamen al caer sobre la arena :
¡ Ave Siglo Futuro,
Los que mueren de angui>ti9... te saludan I
Oh?)
En ultratumba
¡ Ah ! yo siento mucho frío...
Yo siento que se consume
La pobre flor sin perfume
De mi existencia. ¡ Dios mío I
¿Es ambición, es hastío?
¿Es desengaño profundo?
¿Por qué gimo vagabundo
Fijos arriba los ojos.
Pisando agudos abrojos
Sobre la senda del mundo?
¿Por qué si es falso el miraje
Que contemplo en mi tristeza
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212 LOS POETAS DB HOY
Me habla la Naturaleza
Con su divino lenguaje?
¿Por qué es tan largo el viaje
Por rutas que dan espanto?...
¿Por qué ese soberbio manto
De estrellas que ostenta el cielo?
¿Para cubrir nuestro duelo
Y nuestro misero llanto?
¿Por qué esa eterna atracción
Del infinito á la mente.
Si se conoce y se siente
Que es materia el corazón?
¿Por qué alumbra la razón
Como sol amortiguado
Las ruinas de lo pasado,
Las sombras del porvenir?
¿Por qué queremos vivir
Si es morir lo decretado?...
Mi corazón que era fuerte
Hoy como flor se deshoja;
Yo miro que me despoja
De toda dicha mi suerte.
Es bien supremo la muerte,
Pero no quiero morir...
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RICARDO MUJÍA 213
Quiero mi ser confundir
En el perfume, en la estrella.
Dejar mi sombra, mi huella.
Conquistar el porvenir.
Al caer en la tumba herido
Quiero alzar la frente ufana,
Y decir : a hasta mañana »
A los seres que he querido,
Y recoger su gemido
Y velar en toda cuna,
Y ser un rayo de luna
Que alumbre pálidas frentes
Y dar la dicha á torrentes
A los seres sin fortuna.
Que quede en el fondo el cieno;
Sea crisol la sepultura,
Y surja la esencia pura
De lo noble y de lo bueno.
Y por el azul sereno
Vuele el alma no sujeta
Y halle la fuerza secreta
Del bien que no deja rastros,
Y hable como hablan los ostros
Al corazón del Poeta.
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214 LOS POETAS DE HOY
Quiero ser la luz que brilla
En la inocente plegaría.
En la perla solitaria
Que surca por la mejilla.
Ola que empuje á la orilla
Al náufrago que se cansa;
En la tempestad, bonanza;
En la flor mustia, una gota ;
En la canción, una nota;
En el alma, una esperanza.
Y cuando la adversidad
Esclavice á un pueblo honrado.
Quiero ser el grito airado
Que ruja la Libertad;
Ser entonces tempestad
Que haga temblar con su acento,
Y ponga el remordimiento
En el tirano que oprime,
Y en el pueblo esa sublime
Explosión del sentimiento.
Entonces... fuera dichoso...
Entonces ¡ oh dulce muerte I
La crueldad de mi suerte
Bendijera valeroso...
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BIGARDO MÜJÍA 215
I Tumba querida ! Reposo
De los humanos dolores,
Ven, y guarda los amores
De mi alma de luz ansiosa,
Aunque en mi anónima losa
No haya lágrimas ni flores...
Pedestal
El torrente iba creciendo
A impulso de las tormentas,
Y sus ondas turbulentas
Se desataban rugiendo...
Desde las cimas nevadas
A los llanos descendía,
Y de los llanos corría
Por las vegas y quebradas.
¿Detenerle...? ¿Qué poder
Pondrá valla á su corriente?
I La libertad y el torrente
No se pueden contener!
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216 LOS POETAS DE HOY
Él ensancha las orillas;
Ella, truena en las batallas
Él, rompe diques y vallas;
Ella, arrasa las Bastillas...
Ella, disipa las brumas,
O derriba, estalla ó choca;
Él, se deshace en la roca,
Coronándola de espumas.
Por fin, refrenan su brío...
Él, llegando á las arenas,
En donde esperan serenas
Las mansas olas del río;
Ella, cuando ve propicia
Pueblos nobles, esforzados,
Y horizontes alumbrados
Por el sol de la justicia,
Inspira entonces la gloria
Los himnos de los poetas,
Y se ostentan las siluetas
De los genios de la Historia
En los Andes, San Martin;
En los Cántabros, Pelayo;
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RICARDO MUJÍA 217
Madrid en el dos de Mayo,
Y Bolívar en Junín...
Y allí... en la soberbia altura,
Do ni el cóndor alza el vuelo,
Donde es más azul el cielo
Y la atmósfera más pura,
Donde resonar escucho
Un himno triunfal que asombra,
¡ Allí está la augusta sombra
Del Mariscal de Ayacucho ?
El rey de los astros besa
Ck)n áurea luz refulgente,
Los laureles de esa frente
Donde irradia la pureza.
Y en gloria al trasmitir
A la edad que se adelanta.
Los siglos ante su planta.
Le saludan al morir.
Y la Tierra americana
Repite el nombre inmortal
De que en su carro triunfal
La levantó soberana;
13
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218 LOS POETAS DB HOY
Del que extinguiendo rencoresi
Recogió entre las ruinas*
Para él solo las espinas
Para los demás las flores.
Del que tras de la victoria
Eligió con grande alma,
Para él del mártir la palma,
Para los demás la gloría;
Del que después de las rojas
Llamas de un triunfo que inquieta
Se escondió cual la violeta
Bajo el dosel de sus hojas;
Oel que, vencedor de reyes,
En vez de alzarse altanero,
Dejó el rayo de su acero
Sobre el libro de las leyes;
Del que al escuchar los ecos
De la traición á su estruendo
Murió amando y bendiciendo
En las selvas de Berruecos.
Del que su pujante anhelo
Puso sobre el corazón
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RICARDO MUJÍA 219
Nuestro estandarte, un jirón
Del iris que arrancó al cielo...
Por eso brilla en la altura,
Donde no hay humanas huellas,
Donde alumbran las estrellas
En frente serena y pura;
Su nombre es de virtud canto,
Y por eso, reverentes.
Se inclinan todas las frentes
Ante su recuerdo santo I
<^^^^W^^>MVMW<»
Poder
Que se unieran la tierra con el cielo.
La aurora á las tristezas de la tarde,
El astro á sus reflejos en el lago.
La dicha al corazón, el hombre al ángel,
La vida al moribundo, la fe al alma...
Ella lo pudo hacer, ¡ lo pudo !... ¡ Amándome 1
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ÁNGEL DIEZ DE MEDINA
(1869)
dgadOy periodista, profesor y pariamentarío. Desem
kiace poco la Secretaria de la Legación en Buenos
y fué Subsecretario de Gobierno. Ha publicado un
Bi : Huérfano, y una colección de poesías : Canios de
ud.
El srran viajero
tor el cieno... sus pies desnudos están sangrando...
st cadenas que le sujetan. Libre le llaman...
1 su cabeza, donde reflejan su luz los astros,
e corona de rosas albas...
^a callado por el sendero de la amargura,
«rer por donde los lazarillos su planta guían,
^ en sus ojos un velo obscuro — el de la duda —
)lo cubre, todo lo eclipsa...
que le llevan por el camino, los pretorianos,
larcha! » le dicen... y le detienen... ¿Quién le conduce
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222 LOS POETAS DB HOY
Hacia la cumbre?... ¿Qué cumbre es esa?... ¿No es el Calvatii
Aún está lejos la enhiesta cumbre...
La sed le abrasa... sus lazarillos brindanle vino'
Que él bebe, ansioso de grandes triunfos y de embriaguecesj
Y extraño impulso le da el deseo ¡ pobre cautivo !
De rebelarse contra su suerte...
Mas cuando el hambre sus fuerzas mata, mientras las fauoi
De sus tutores están abiertas todos los días,
Danle los restos de los banquetes que paga... nadie...
¡ Nadie ! el anónimo mártir callado que sacrifican...
¡ Va por el cieno !... si la protesta, como la baba de fiera hin
Aprisionada dentro las duras rejas de un circo,
Brota rabiosa, brota amargada de su alma muda^
« ¡ Silencio ! » — exclaman — « ¡ oh rebelado ! • sus lazarilki
Y asi prosigue... mas ya la cumbre se ve á lo lejos
Y nadie sabe si es esa cumbre la del Calvario...
Cuando vertiendo sangre su planta llegue el viajero,
Los que hoy son reyes y lazarillos serán vasallos...
I Hércules lucha !... su fuerza vence porque es gigante,
Pero en la tierra mil vidas nuevas encuentra Anteo !...
Moderno Cristo por ser el mártir sufrido y grande,
Fuerza titánea, múltiple vida : — ¡ tal es el pueblo ! (j^
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Jmqml dibz db iibdina 223
Pdr la patria
L&tes que verte ¡ oh patria ! escamecídaí
bite la imposición bajar la frente
f enbregada á letargo indiferente,
Pasar cual sierva misera tu vida;
^ntes que sin luchar caigas vencida,
Mi«nU:*as te mira el nuevo continente
Como á pueblo sin sangre, cuya gente
Está de su impotencia convencida;
Aütes que verte así, vivir contenta.
Quiero ¡ oh patria ! que estalle la tormenta
Cuyo rugido se oye á la distancia.
Y que ante el gran problema de tu suerte.
Digan tus hijos sin temer la muerte : —
ó Numancia ó Polonia... ¡ Pues Numanciaí
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221 LOS POBTAS DE HOT
Sobre un tema de Rlchepin
Yo amo la forma, porque sé que el alma
Es forma y nada más en las mujeres,
Y porque de platónicos amores
Sólo me quedan las amargas heces.
Amo la curva audaz de un seno vii^n.
La dulce morbidez de un cuerpo joven,
La humedad de unos labios sensuales
Frescos y rojos como lirio en broche.
Me encantan, me seducen las sonrisas
Amantes, maliciosas y discretas,
Y más que una mirada de ternura
Me enciende el beso que furtivo suena.
Amo á la casta Venus, la que ostenta
Tríunfalmente sus altas desnudeces,
Y á Hebe, la que brinda en áurea copa
El vino embriagador de los placeres...
Amo las noches cálidas de estío
En que las auras llevan los aromas
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ÁNOBL DIEZ DE MEDINA 225
De las flores del bosque, de las flores
Que juntan con deleite sus corolas...
Amo la vida porque toma en ella
Sus formas el amor, fuente de vida,
Y al arte que condensa en sus creaciones
Cuanto en la tierra y en el alma vibra...
Y cuando en mi ansiedad de vida intensa
Me arrebata el anhelo de la forma.
La pasión invencible de lo bello
Que en mi espíritu artístico rebosa.
De este rebelde corazón que late
Ck)mprendo, al fin, el misterioso ritmo
Vveo en la feraz naturaleza
Del amor inmortal el cuadro vivo...
13.
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RAFAEL PEÑA, Hijo
(1869)
Abogado y periodista. Sus poesías están dispersas
en revistas y periódicos de Santa Cruz.
A Dloe
( Señor, Señor ! hoy que siento
Tu consuelo sacrosanto,
Quiero á ti elevar mi canto
En alas del pensamiento.
Si, cruzando el firmamento,
Dejas que pueda llegar
De las aves el cantar
A tu trono soberano,
¿Por qué el pensamiento humano
Ha«ta ti no ha de volar?
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S28 LOS POBTAS DB HOY
Mas yo, tu indigno cantor
Que oro ante ti reverente
Si inclino ante ti mi frente,
No la humillaré, Señor,
Que si esparzo en tu loor
De mi homenaje el incienso.
En vez de humillarme, pienso
Que, si te quiero cantar,
Grande me debo mostrar
Ante ti, que eres inmenso.
Yo te admiro; y en ti, veo
Que todo poder se encierra
Y que es el hombre en la tierra^
Ante ti, débil pigmeo;
Pero al mismo tiempo creo
Que cuando, en su admiracíóni
A ti eleva su oración
Y sus cantares te ofrece,
Si se humilla te escarnece.
Porque humilla tu Creación.
I Señor I doquiera te admiro
Y doquiera te contemplo.
Pues la Creación es tu templa
Y en ese templo te miro.
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RAFAEL PBÑA, HUO 229
Si cuando dudo ó deliro
Me muesCro ante ti rehacio,
AJ ver doquier tu palacio
Reconozco mi extravío...
¿Cómo no verte, Dios mío, '
Si estoy mirando el espacio?
¿Cómo impedir que me asombre
Al ver tus brillantes huellas,
Si en el cielo, con estrellas.
Está grabado tu nombre?
¿Cómo dudar de ti el hombre,
Si en todas partes tú cabes.
Si oye tu nombre en los suaves
Y tiernos sones del río.
En el aquilón bravio
Y en el trino de las aves?
Si ruge la tempestad.
Si de nubes denso velo
De tus lumbreras del cielo
Oculta la caridad.
Entonces tu inmensidad
Más patente se presenta,
Porque tu poder se ostenta
Con más esplendor al alma,
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230 LOS POETAS DB HOY
Pues si él es bello en la calma,
Es sublime en la tormenta.
Si en la lucha por la vida
Llega el hombre á vacilar;
Si á los golpes del pesar
Pierde su ilusión querida.
Busca en ti la fe perdida
Y la paz del corazón,
Y al pedir tu protección,
Brota, ante tu nombre santo,
De sus pupilas el llanto,
De sus labios la oración.
¿Quién que siente de este suelo
Los punzadores abrojos.
No dirige á ti los ojos.
En ti buscando consuelo?
Y*tú, que oyes desde el cielo
Nuestro grito de dolor,
Como siempre protector
Del que sufre y del que llora,
A todo aquel que te implora
Lerdas calma, fe y valor.
Por eso, el que te venera,
Al recibir cada herida
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RAFAEL PBÑA, HUO 231
En la lucha por la vida,
Ora, se alienta y espera...
Y al orar con fe sincera,
Al par que consuelo alcanza,
Le anima la confianza
En tu prometido cielo.
Porque, á la vez que consuelo,
Eres también esperanza.
¡ Oh Señor I si el hombre impío
Te niega, vano es su intento...
¿Quién, mirando el firmamento,
Podrá negarte. Dios mío?
I Negarte á ti 1 ¡ desvario
De sólo ciega razón 1
Que en inquebrantable unión,
Proclamando tu existencia.
Te admira la Inteligencia
Y te ensalza la Creación !
(«889,
Monólosro íntimo
{ Ilusión de poeta ! la sola
Que en mis horas de tedio brillabas.
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232 LOS POETAS DB HOT
Til, que fuiste mi dicha y mi encanto,
Tú, la bella, la pura, la santa.
Tú, que luciste de pronto, al influjo
De esos golpes terribles que matan...
Ven al pecho al que vida le diste
Y al cerebro al que luz le prestabas :
I Que calientes de nuevo tu nido
Y acaricien mi frente tus alas !
En la lucha tenaz por la vida.
En que todo se enloda y se infama.
En que todo lo bueno se abate
Y en que todo lo inmundo se ensalza,
Tú, no has sido juguete, cual otras,
De las pobres miserias humanas
Y conservas tu santa pureza
Cual en horas de dichas pasadas :
¡ No has perdido tu manto de perlas !
I No has hundido en el cieno tus alas I
¡ Mas, fué todo un vano delirio I
Y en mi vano delirio olvidóla
Que, si vuelve á su nido la alondra,
Nunca vuelve la dicha que pasa...
¡ Y ha pasado ya el tiempo en que fuiste
El encanto y solaz de mi alma 1
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RAFABL PBÑA, HIJO 233
Hoy tu nido es sepulcro de nieve
Donde yacen la fe y la esperanza,
Y allí un buitre — la duda — ha tendido
£1 sudario fatal de sus alas.
Hoy tinieblas sin fin nos circundan,
Hoy se siente venir la borrasca,
Y doquier que la planta se posa.
En el cieno del vicio resbala...
Y el enano se eleva á las cumbres
Y á la Gloría al abismo se arrastra...
Y entre tanta inmundicia que sube,
Y entre tanta grandeza que baja,
ólo se oye el rugir de la bestia
Yel clamor de la necia ignorancia.
] Ilusión de poeta ! Sublime
Concepción que mi mente abrigara :
] A tu nido amoroso no tomes.
Cual no toma la dicha que pasa I
Hoy lo infame domina en el mundo
Y pudiera mancharte la infamia,
Y yo quiero adorarte cual eras.
Asi pura, así bella, asi santa :
¡ Que conserves tu manto de perlas,
Y que^el lodo no cubra tus alas 1
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RICARDO JAIMES FREYRE
(1868?)
Fué Secretario de la Legación de Bolivla en Rio de Janeiro
y es miembro del Ateneo de Buenos Aires y director de la
Revista de Ldras y Ciencias de Tucumán, donde tiene una
cátedra. Redactó en 1892^ juntamente con Rubén Darío, la
Revista Latina (Buenos Aires), propagadora de las nuevas
corrientes literarias. Ha publicado en verso el libro CastaUa
Bárbara (1900), con prólogo de Leopoldo Lugonea,
Alma «ntifam
De las cumbres lejanas venia
La bandada harmoniosa cuyas alas
Brillaban como el día.
(Sobre el cielo azulado se veia
Dibujarse la lanza de Palas).
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23S LOS POBTAS DB HOT
Aquella tarde triste
Los pájaros sagrados me bablaron al oído I
II
TA fuiste un soberbio guerrero,
Soberbio y temido.
Tu casco de bronce,
Tu carro dorado, tu espada, tus ojos de fuegOg
Agitaron la aurora serena
De las hondas pupilas de Helena.
En un frágil trirreme surcaste
El océano profundo y sonoro,
Que ocultaba con olas de sombra y espumas de mev%
El jardín de los frutos de oro.
Los aedas narraron tus hazañas
En los festines
Que ofrecen los reyes á los semidioses;
Y como un viejo río, la sien coronada de cafiasa
Bajo el palio de frondas
Riente y luminoso,
De las esposas vírgenes
Fuiste el primer esposo.
Y cuando ardió tu cuerpo
En la hoguera que Uñe de rojo la cima del montai
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RICARDO JAIMBS PRBYRB 237
Tembló bajo tus plantas,
Sobre las ondas lúgubres, la barca de Garonte.
( — ¡ Oh, sí ! ¡Yo fui el guerrero
De las viejas rapsodias,
Y la trícorde lira
Cantó mi gesta heroica.
Aún en mis hombros siento
Los brazos de la diosa
Que encendía mis labios
Al fuego de su boca I
En el río de lágrimas
Se reflejó mi sombra.
Clon los que la perdida,
Dulce existencia lloran...)
III
— ¿Guerrero? ¡ Oh, no ! ¡ Deliras !...
Busca en tu noble espíritu
El alma de los besos y el alma de las liras;
Adornen tu frente
Laureles y mirtos y rosas,
Y humedezcan tus pálidos labios,
(Pálidos de fatiga de placer) si reposas
En las noches aladas,
Finas y rojas lenguas
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238 LOS PO£TA8 DB HOT
En el néctar de Thasos saturadas.
Que un auevo goce inicie
La nueva luz que en el Oriente empieza,
Que la dulce Belleza
Tus ojos acaricie.
Presente de los dioses
La vida es dulce y breve;
Vino y caricias bebe
Donde los labios poses.
Que lleve hasta tu oído
Su alarma deliciosa
La pareja amorosa
Que palpita en el nido.
( — Ceñid una guirnalda de rosas i mi frente.
Desatad mis sandaHas, adornadme de púrpura^
Poned junte á mi mano la rama floreciente;
Que preludien las liras
Al dulce modo eolio,
¡ Oh sacra Musa, que al festín inspiras
Los versos del escolio !
Risas, Juegos y Amores
T^Lgo en mis brazos presos
Y el ardiente deseo entre mis labios
Persigue la frescura de los besos. ,)
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RICARDO JAIMES FRBYRB 239
IV
¿Te acuerdas? A la sombra
Del plátano frondoso,
Junto á la clara fuente
Que al pie del ara de las Musas nace;
Bajo el cielo ríen te,
Gozoso con su luz y con su gloría
Surgieron en tu mente
El Bien y la Verdad y la Belleza,
Alma de la indulgente
Naturaleza.
De hondas arrugas se cubrió tu frente
Y aparecieron en tu sien las canas,
Pero siguió á tu oído, dulcemente,
Cantando el coro de las nueve hermanos.
Y asi, cuando morían
Tus últimas auroras,
Endulzó la mirada de tus ojos
El grupo de las Gracias seductoras.
Ni hombres ni dioses
Perturbaron tu espíritu sereno.
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240 LOS POETAS DB HOT
Y tu espíritu estaba
De hombres y dioses lleno.
¿Fué un dios? Fué un hombre acaso
Quien condujo la muerte á tus dinteles?
El hijo de Hiperión cerca al acaso
Guiaba sus corceles,
Y como el paso del radiante Numen
Un camino de luz era tu paso.
( — ¡ Oh, sí ! Cuando vagaba por el bosque de olivos,
Con las plantas desnudas, sobre la fresca yerba,
Fijos en el espacio mis ojos pensativos.
Bajo el sereno y hondo prestigio de Minerva;
Cuando junto á los pórticos la muchedumbre oía
Mi voz austera y grave.
La persuasión excelsa de la sabiduría
— Gárgola luminosa — descendía á mi labio,
Y fui, bajo el influjo de mi celeste guia,
Dulce, elocuente y sabio...)
En la cumbre lejana y sinuosa
Moría la tarde.
La bandada harmoniosa
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RICABDO JAIMES PRBTRB 241
Tendió otra vez las alas,
Mientras rojos celajes envolvían
La Lanza de Palas.
Después, mis pasos fueron entre ruina y escombros,
Y se pobló mi espíritu de terrores extraños;
Cayeron dos mil años
Sobre mis hombros...
De • Castalia Bárbara »
LOS hArobs
III
Por sanguinario ardor estremecido,
Hundiendo en su corcel el acicate,
Lanza el Bárbaro en medio del combate
Su pavoroso y lúgubre alarido.
Semidesnudo, sudoroso, herido.
De intenso gozo su enebro late,
Y con su escudo al enemigo abate
Ya dd espanto y del dolor vencido.
14
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242 LM F0BT4S ftft H^T
Surge de pronto darMftd extraña,
Y el horizonte tenebroso baña
Un mar de fuego de purpúreas ondas,
Y te destacaBí entre lampos rojos.
Los anchos pechos, los sangrantes ojos
Y las hirsutas cabelleras blondas.
IV
LA MVBKTI wmL RÉROB
Aun se estremece y se hiergue y amraiaza con su es-
[pada,
Cubre el pecho destrozado su rojo y mellado escudo,
Hunde en la sombra infinita su mirada
Y en sus labios espirantes cesa el canto heroico y rudo.
Los dos Cuervos silenciosos ven de lejos su agonfa
Y al guerrero las sombrías alas tienden,
Y la noche de sus alas, á los ojos del guerrero, res-
[plandece como el día,
Y hacia el pálido horizonte reposado vuelo emprenden.
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RICARDO JAIMES FRSYRB 243
VII
LAS HABAS
Con sus rubias cabelleras luminosas,
En las sombras se aproximan. Son las Hadas.
A su paso los abetos de la selva,
Como ofrenda tienden las crujientes ramas.
Con sus rubias cabelleras luminosas
Se acercan las Hadas.
Bajo un árbol, en la orilla del pantano,
Yace el cuerpo de la virgen. Su faz blanca^
Su faz blanca, como un lirio de la selva;
Dormida en sus labios la postrer plegaría.
Con sus rubias cabelleras luminosas
Se acercan las Hadas.
k lo lejos por los claros de los bosques,
Pasa huyendo tenebrosa cabalgata,
Y hay ardientes resoplidos de jaurías
Y sonidos broncos de trompas de caza.
Con sus rubias cabelleras luminosas
Se acercan las Hadas.
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244 LOS POETAS DE HOY
Bajo el árbol, en la orilla del pantano,
Sobre el cuerpo de la virgen inclinadas,
Posan, suaves como flores que se besan,
Sus labios purpúreos en la frente blanca.
Y en los ojos apagados de la muerte
Brilla la mirada.
Con sus rubias cabelleras luminosas
Se alejan las Hadas.
A su paso losjabetos de la selva,
Como ofrenda tienden las crujientes ramas.
Con su rubia cabellera luminosa
Va la virgen blanca.
XIII
BTBRNUM VALB
Un Dios misterioso y extraño visita la selva.
Es un Dios silencioso que tiene los brazos abiertos.
Cuando la hija de Thor espoleaba su negro caballo,
Le vio erguirse, de pronto, á la sombra de un año80
Y sintió que se helaba su sangre [fresno.
Ante el Dios silencioso que tiene sus brazos abiertos.
De Ja fuente de Imer, en los bordes sagrados, más,
[tarde
La Noche á los Dioses absortos reveló el secreto;
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RICARDO JABIBS FRBTRB 245
El Águila negra y los Cuervos de Odín escuchabaa,
Y los Cisnes que esperan la kora del canto postrero;
Y á los Dioses mordía d espanto
De ese Dios silencioso que tiene los brazos abítttos.
En la sdya agitada se oían extrañas salmodias;
Meda la encina y el sauce quejumbroso viento;
El bisonte y el alce romj^an las ramas espesas,
Y k través de las ramas espesas huían mugiendo.
En la lengua sagrada de Orga
Despertaban 4el canto divino los divinos versos.
Thor, el rudo, terrible guerrero que blande la maza,
— En sus manos es arma la negra montaña de hierro —
Va á aplastar, en la selva, á la sombra del árbol sa-
[grado,
A ese Dios silencioso que tiene los brazos abiertos.
Y los Dioses contemplan la maza rugiente,
Que gira en los aires y nubla la lumbre dd Cielo.
Ya en la selva sagrada no se oyen las viejas salmodias.
Ni la voz amorosa de Freya cantande á lo lejos,
Agowzan los Dioses que pueblan la selva sagrada,
Y en la lengua de Orga se extinguen los divinos versos.
Sólo, erguido ¿ la sombra de un árbol,
Hay vn Dios silencioso que tiene los brazos abiertos.
14.
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246 LOS P0BTA8 DK HOY
Medioevales
PÓRTICO
Villano, trovador, fraile ó guerrero,
Con hoz, breviario, bandolín ó espada,
Fuera hermoso vivir en la pasada
Heroica edad de corazón de acero.
\ Fuera hermoso, en verdad ! Si fraile austero
Ver á Dios con estática mirada;
Llevar por la Esperanza constelada
Y la Fe, el alma, si infeliz pechero.
Si trovador, en el feudal castillo
Cantar guerras y amor, al suave brillo
De los ojos de hermosa castellana;
Combatir, si guerrero, noche y día.
Asaltar, lanza en mano, una abadia,
ó acuchillar la hueste musulmana.
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RICARDO JAIMBS FREYRB 247
El Hermano Pintor
El padre abad espía. Por la grieta
Que abre el muro rugoso del convento,
Ve en la celda un infolio amarillento
Donde hay una mayúscula incompleta.
— Es la doliente y mística silueta
De un estático monje macilento,
De ojos llorosos y cabello al viento
Y un nimbo en tomo de su faz de asceta.
Con las manos unidas sobre el pecho
Arrodillado junto al pobre lecho,
El hermano pintor parece inerte.
¡ Dij érase que el nimbo peregrino.
Que trazaba en el viejo pergamino,
En su pálida sien traza la Muerte !
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848 LOS POSTAS DB HOY
Hoc Sisrnum»..
Secó sus ojos turbios el villano,
Y con paso medroso y vacilante,
Fué á postrarse ante un Cristo agonizante,
Símbolo eterno del tormento humano.
— ¡Piedad, Señor I — Su labio palpitante
Por decir su dolor pugnaba en vano;
Y extendió el Cristo su llagada mano
Y brilló la piedad en su semblante.
— ¡Señor, venganza I — En la profunda herida
Abierta en un costado, una encendida
Gota de sangre apareció... El villano
Sonrió entre las sombras... En sus ojos
Habla extraños resplandores rojos
Y una ancha daga en su crispada mano
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RICARDO JAIMES FRBYRB 249
c Je meurs oú Je m'attache x»
Deja que empolve tu cabeza blonda
¡ Oh mi amada maligna y hechicera !
Serás, bajo la nivea cabellera,
Una joven duquesa de la Fronda.
Inconstante y fugaz, como la onda,
Te llevó tu capricho á mi ribera :
Ya sentí florecer tu primavera
Sobre mi pena, misteriosa y honda.
Y pues mi cielo tu sonrisa irisa,
Haz que sus alas, en gentil sonrisa,
El ave roja de tus labios tienda...
Aunque después me hieran tus desvíos,
Acuñaré en tu honor los versos míos,
Con tu busto ducal y tu leyenda.
^^^^^o^^^^^<^
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250 LOS POETAS DB HOY
Crepúsculo
Por estrecha hondonada pasa el sendero.
Entre rotos peñascos y ardua maleza,
Y tiembla, en las rojizas cimas abruptas,
La luz desfalleciente de las estrellas.
Con su lúgubre risa rueda el arroyo,
Arrastrando sus aguas, hondas y negra%
Y erguidas en los flancos de las montañas.
Hacen signos burlones las ramas secas.
El misionero
Selva oscura. Pasa el viento
Sollozando entre las hojas.
Incendian el firmamento
Sangrientas serpientes rojas.
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RICARDO JAIMES FRBYRE 251
Con largo y ronco lamento
Se arrastra en su cauce el río
Por entre el ramaje umbrío
De los bosques seculares
Se siente el jadear bravio
De pumas y de jaguares.
Y entre el umbrío ramaje
La postrera luz del dia^
Ilumina la salvaje
Toldería.
La blanca cruz en la mano,
— Presa de extraña alegría,
Va el misionero cristiano;
Y en su rostro se adivina
La suprema fe divina
Y el vago terror humano.
ÍI
Nubes de incienso. La nave
Del gótico templo, llena
Murmullo lento y suave...
Va la plegaria, serena
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252 LOS POETAS DE HOY
Como una ave,
De alas blancas. Desfallece
Sobre el frío pavimento
La luz del sol que parece
Crepúsculo somnolente
Abierta en el muro oscuro
La ojiva contempla el cielo;
Y el incienso, sobre el muro
Tiende perfumado velo.
El Símbolo, alado y puro,
Cubre al Apóstol, que advierte
Que hay para el alma abatida,
Tras la angustia de la vida.
La esperanza de la muerte...
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MANUEL MARÍA PINTO, Hijo
(1871)
Abogado. Ha sido militar, miembro del Ateneo de Buenos
Aires y del Centro de Estudios de La Paz. Ha publicado :
Versas (1893); Palabras (1898), y Vlridario (1899). Y en
prosa : Bolivia y la triple pollHca internacional (1902).
Sicuris
Es la fiesta sagrada del cielo de la Luna.
La armonía solemne de los vientos asedia
El totoral; las verdes aguas de la laguna
Murmuran la elegía de la antigua tragedia.
Las trágicas zamponas lloran como las hembras
Viadas; como niños desnudos que tiritan
De frío ; — rememoran las fiestas de las siembras
Y las cosechas opimas, y de dolor se agitan.
15
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254 LOS POSTAS DE HOY
En el vasto silencio de la noche, los ecos
Lúgubremente tristes se estrellan á las rocas;
Y entre las asperezas, las aristas, los huecos
De la montaña, gritan como infinitas bocas.
Bocas llenas de fuego con sangrientas espumas
Y rechinantes dientes que amaran los orfebre
Roncas gargantas donde muerden obscuras brumas,
Músculos erizados por las ardientes fiebres,
Es la fiesta sagrada del cielo misterioso.
Las tribus llegan : visten raras plumas de aves,
Vistosas pieles; cada tribu tiene su oso,
Su cóndor, sus husillos, sus achachilas graves.
Las vii^enes avanzan en lentas teorías;
Bajo la almilla arrullan las obscuras palomas
Avanzan salmodiando las viejas alegrías
Que bañan á las almas con fragantes aromas.
Los límpidos zafiros se cuajan en estrellas
Que parpadean sobre la túnica celeste;
Y las vírgenes cantan sus ardientes querellas
Y acompañan su ritmo con la zampona agresta
Hay gemidos íntimos, penetrantes y largos
En esas armoniosas y sollozantes notas :
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MANUEL MARÍA PINTO, HIJO 255
Destilan en las almas esos filtros amargos
Que preparan los laykas en las vasijas rotas.
Ceremoniosamente los viejos achachilas
Cuentan las seculares primitivas historias;
Y al fulgor de la Luna, reflejan sus pupilas
La púrpura, y el oro, y el laurel de las glorias.
El achachila gruñe de su dolor ya harto.
Dice las decadencias concluidos los loores;
Gime la selva como la mujer en el parto,
Las zamponas sollozan con roncos estertores.
Las viejas soñando con las viejas quimeras
Sienten esos lamentos aterradas y mudas;
Rompen sus vestiduras, mesan sus cabelleras
Negras como los mantos trágicos de las viudas.
Es la fiesta sagrada del cielo de la Luna.
La armonía solemne de los vientos asedia
El totoral; las verdes aguas de la laguna
Murmuran la elegía de la antigua tragedia.
^^^ft^^^^^^tfi^tmr
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256 LOS P0BTA3 DB HOT
Del estío
Compendias muchas almas, muchas gestas,
I Oh rosa predilecta, florecida
En los desnudos mármoles ! La Vida
Te canta con sus límpidas orquestas...
I Oh Ninfa, oh Amadriada en las florestas
Oh Bacante que ofreces al panida
La limpia copa de licor henchida
Y escanciada en la fiebre de las fiestas I
No Ofelia triste, ni Cornelia altiva,
No Eloa dulce, ni Virginia — acacia,
No Isabel, ni Francisca sensitiva...
I Oh tú, la única flor de aristocracia,
Venus eterna en la pasión : reviva
Dionisos en la fiesta de tus gracias I
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MANUEL MARÍA PINTO, HIJO 257
II
Sea una llama de la misma hoguera
Que arda en tu cuerpo y en el mío. Asoma
Tu suelta cabellera que hubo en Roma
Ungido el nardo. Hagamos que la fiera
Tiemble en el circo como en la pradera
Al ver dé Diana la sagrada poma,
O de Pentesilea que la doma
La rotunda, ágil y triunfal cadera.
Amas erecto el músculo cual dardo,
Y los púgiles pechos donde enreda
Sus espinas en vano el duro cardo.
Amas la fuerza suave como seda,
Y envuelto en tu cabello que ama el nardo,
Júpiter mismo es blanco cisne — ¡ oh Leda I
III
Embriágame de dicha, pues que intima
Tu alma con la mía en pleno estío :
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258 LOS POETAS DB HOY
Mía es tu alma y es tu cuerpo mío
Como vocales de una sola rima.
Y entre mis brazos como un arpa gima
Con la fiebre del dulce calofrío,
Y apacigüe mi sed fresco rocío
De tus labios en flor que el Beso mima.
Deja que las palomas venusinas ^
Beban miel de mi boca ardiente : deja
Que choquen como copas cristalinas
Saludando la dicha que se aleja,
Con sus trémulas risas ai^entinas,
En pos de otro panal, como la abeja...
Ofrenda
Vsí como porcelana
De Tanagra ó seguidilla
Que en la huerta de Sevilla
Dijera la sevillana,
Como collar que desgrana.
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MANUEL MARÍA PINTO, HIJO 259
Plumón de cisne que vuela
O evanescente acuarela :
Suavemente ritma el coro
Y pone una rosa de oro
En tus labios... la espinela.
Pues que Góngora y Quevedo
Dijeron ya la tu gracia
Donde busca tu eutanasia
El caballero sin miedo,
Si en la comedia de enredo
Por ti disputan á guisa
Castellana... Monalisa
Sea dulce y misteriosa
Esa alegre mariposa
De tus labios... la sonrisa.
Ave, ritmo, flor ó estrella
En su mítico idioma
De trinos, color ó aroma
Te proclaman la más bella :
Eres plácida doncella
Reina de las pastorales
Y del romance señora :
Del Ensueño eres la aurora
Y tus ojos los zagales...
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260
LOS POETAS DB HOY
Quiso Cervantes hacerte
Una dulce gitanilla
Haciendo la más sencilla
Distribución de la suerte;
Por eso vienen á verte
Regalar dicha á puñados,
Todos juegan á tus dados
Sus corazones y vidas
Y sus almas supendidas
Por el sirgo de tus hados...
Jueguen siempre los sonrojos
En tus mejillas suaves
Y tus ojos sean llaves
Del jardín de los antojos :
Deja vagar los tus ojos
Por laMuente de Juvencia
Perfumada de inocencia :
Y el amor más grande é intenso
En tu alma sea incienso
Y en tus labios sea esencia..
'^^^<»^^»V<^>»
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BiANUEL MARÍA PINTO, HIJO 261
La pluma
Abre el surco de luz; como el arado
Prepara para el germen las matrices :
Y vestida con todos los matices
Abre á los sueños el jardín amado.
¡ Maravilloso sésamo ! ¡ Eldorado 1
Ya vestida de púrpura ó terlices,
Desentraña, analiza las raices,
Y es máquina, y es horca y es cayado.
Heraldo de la gloria I Es el cauterio.
En todas las Sodomas : y en la tienda
Plectro que rima el ruego en el Salterio.
Mientras la torpe multitud encienda
Las Bastillas del odio : Ella al Misterio
Irá con las palomas de su ofrenda.
15.
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262 LOS POETAS DB HOY
B- T. M.
Las manos que acarician á ios recién nacidos
Y las que posan, suaves, sobre cabezas locas
(Abejas que fabrican su miel hasta en las rocas.
Como niños traviesos que alborotaran nidos :
Esas que nos recuerdan los blasones perdidos,
Blancas y puras como las virginales tocas,
Que han dejado la savia del Amor en las bocas
De los adolescentes y de los prometidos,,.
Oh vasos de fragancias nunca desvanecidas
Que hacen florecer sueños en los cabellos canos
Y en las almas obscuras las ilusiones idas...
Cuan bellas cuando abren los jardines arcanos
Donde ritman las flores el amor de las vidas,..
... ¿Sellaré mi alabanza besándote las manos?...
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MANUEL MARÍA PINTO, HIJO 263
Ergro
Nasce per quello, a guisa di rampollo
Appié del vero il dnbbio....
DANTE
Cada alma alguna vez, quizá, interroga
El libro misterioso de la vida
Cuando en su noche triste monologa.
Y en el silencio, por la angustia asida
Como por un tentáculo, su pena
Se insinúa, tal vez, en cada herida.
Y pensando en la paz, en la serena
Y última paz del único sosiego.
Quizá siente muy frágil su cadena.
Caballero viril, simple labriego,
Y cada cual en su interior medita
Que trajina la tierra como ciego.
¿ Por qué en la lucha con tesón se agita
Vibrante cada músculo si espera
La que nunca, jamás, faltó á la cita?
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264 LOS POETAS DE HOY
Cuando arrulla al Amor la primavera
Y asoma á la ventana del castillo
La castellana como una quimera :
Pronto ritman los gonces del rastrillo
Con la mohosa y funeral cadena
Del antiguo señor de horca y cuchillo.
Siempre atado á su potro, gime y pena
Cada cual. Fraguas son los corazones,
Es el yunque el Dolor; y mientras truena
Y cruje el potro vil de sinrazones,
Con la esencia de todos los dolores
Se forjan los más duros eslabones.
¿Por qué disimular, cubrir de flores
La dura y áspera cadena roja
Con hipócrito afán? En los amores
Nadie repara la mortal congoja.
Nadie repara sinrazones viles.
Nadie repara en la marchita hoja.
¿Quién sigue las hidalgas y gentiles
Leyes que juntan almas en abrazo
Eterno como Dios por años miles?
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MANUEL haría PINTO, HIJO 265
¿Quién soporta el viril espaldarazo,
Y quién el campo de Montiel mantiene
Confiado en la fuerza de su brazo?
¿Quién piensa en el Amor que unge perenne
Con aromado bálsamo las frentes
Mientras acaricia con su luz Selena?
Pasajeros que buscan impacientes
Como el descubridor de la Florida
Las fabulosas y soñadas fuentes :
Trajinan como ciegos por la vida
En pos de juventud y de riqueza
Y no advierten que llevan adherida
Como liana á sus almas la tristeza.
Cuanto más se apresura el paso inquieto
Tanto más en la vida se tropieza...
¿Quién pregunta al cadáver el objeto
De esa pupila fija en una estrella
Que quizá dialoga su secreto?
¿Quién interroga á la gentil doncella
Que trunca el nudo del vivir que inicia
Y que con mano delicada sella
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266 LOS POSTAS DE HOY
El ingenuo candor que fué delicia,
Su sueño en imposibles caballeros
Y el cáliz inviolado de caricias?
Febriles, presurosos pasajeros,
Vergonzantes de impávidas mercedes,
Mantenedores de mentidos fueros,
No ven en pos del calcañar las redes,
Y cada cual en su interior confía
Emular con Garda de Paredes.
Y corren como locos á porfia
Ahogando el tedio de sus noches grises,
Y porque es vieja, muy vieja, la alegría .
No sienten la carcoma en las raices
Ni las heridas crían cicatrices.
¿Quién recuerda de Job la epifanía?
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MANUEL MARÍA PINTO, HIJO 267
In illo tempore
II
Y dijo : a Soy la Vid » y era la Vida.
Y dijo : a Soy la luz, » y era venido
A devolver al templo derruido
La sacra luz del Labrador, perdida.
Y dijo : <c Yo soy Pan », y consumida
La hostia fué. « Soy redil » y el alarido
Oyóse de los lobos... No entendido
« Soy Verbo », dijo, y a Llama encandecida ».
Y dijo : a El agua soy », y era la fuente.
Y dijo : a Soy Verdad » y « quien viviere
De verdad, será libre y omnisciente ».
Y dijo : « Soy Amor que al niño quiere,
Que perdona á la adúltera, clemente.
Que enseña á amar porque el Amor no muere ».
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268 LOS POETAS DB HOY
XXI
Benditos los que creen. Y mil veces
Benditos los que saben que su ciencia
Principia con el credo; y su conciencia
No la embarcan en cascaras de nueces.
Y benditos los santos que en las heces
De la duda moral y su inclemencia
No infectaron las almas; y á la esencia
Del Bien final — de Dios — dieron sus preces.
Y bienaventurado el que ha creído
Que sabe que no sabe, y que es locura
No creer que es limo lo que limo ha sido.
Y bienaventurado el que la impura
La insana corrupción ha resistido :
Quijote de la mística aventura...
XXIX
¿Quién te conoce á Ti si no ha sufrido,
Si en el mar der Dolor no ha navegado?
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MANUEL MARÍA PINTO, HIJO 269
¿Quién te conoce á Ti si no ha llorado,
Si en el eterno potro no ha gemido?
Yo te conozco, si — he padecido,
En el siniestro mar he naufragado :
Yo te conozco, si — me has consolado;
Yo te conozco, si — me has redimido.
No te conoce, no, quien ebrio goza
La mentira tan dulce de la vida
Y abandona al Dolor en su carroza.
No te conoce, no, la prostituida
Horda salvaje, de las almas broza.
En el fausto del vicio enceguecida.
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SIXTO LÓPEZ BALLESTEROS
(186....1906)
Abogado, periodista y parlamentario. Autor de La
Amazonia de Bolivia, Sus poesías, de un lirismo exaltado,
no han sido coleccionadas.
Ola de fuego
Cuando el pueblo sintió que en sus espaldas
Descargaba su látigo el tirano,
Lanzó un rugido de dolor, salvaje,
Y tomó el arma con potente mano.
Tronó la tempestad á los acentos
De la oprimida multitud ; los rojos
Estandartes de guerra tremolaron
Sobre el campo cubierto de despojos.
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272 LOS POSTAS DB HOY
Después del recio, popular castigo
Que escarmentó al menguado con la afrenta
Arrojándole al rostro su ignominia,
Dejó rastros de sangre la tormenta...
Dos veces inmortal, dos veces grande,
Alzóse el pueblo invicto en su defensa;
Volvió la fusta al rostro del tirano.
Salvó el derecho y castigó la ofensa.
Olas de fuego que os alzáis gigantes
En el momento audaz de la pelea :
I Bendita vuestra llama que redime.
Que purifica, que castiga y crea
^1901)
*^^^^^^^^f^^f^0^
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SIXTO LÓPEZ BALLESTEROS 273
Andina
el cielo americano que en las tardes luminosas, estivales,
3oe como un nimbo coronado de diademas y cristales
qtie el ósculo de fuego junto al iris esplendente, reverbera,
z& altiva, majestuosa, blanca, eterna, la nevada cordillera.
,3 cumbres solitarias de esos páramos extraños y gigantes
ue lucen sus perfiles y siluetas facetadas de brillantes
antásticos palacios, cuya línea prodigiosa y soberana
estaca á los fulgores, indecisos, de la luz de la mañana;
virgen del ensueño, cuya ft^nte coronada de alba toca
»ira al véspero amoroso, los jazmíneos, tenues ampos de su boca;
^e el eco gigantesco de una extraña, misteriosa sinfonía,
al rugido de los vientos, en las selvas apartadas desafía.
LS noches pavorosas en que brama, negra, ruda, la tormenta
el seno de las nubes la ígnea llama, asoladora, allí fermenta,
> al trueno que se aleja, retumbando fragoroso en las montañas;
gigantan y se extienden, nimca oídas, esas músicas extrañas.
K> grito, entrecortado, que semeja convulsivo á la distancia
de cólera salvaje, nota lúgubre de muerte, grito de ansia
^itanes irritados, que luchando en las tinieblas del abismo
esgarran y acometen al impulso del más rudo paroxismo.
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274 LOS POETAS DB HOY
Es la voz de los torrentes y cascadas, cuya eterna, gigantesca sinfonía
Á los vientos de las selvas y aquilón de los desiertos desafía
Y que en lucha formidable con las negras, pavorosas tempestades.
Repercute en las entrañas de esas vastas, imponentes soledades.
Brama, brama en el torrente, muje y brama sin descanso en la cascada.
Voz siniestra del espíritu sin nombre, que en el seno de la noche desolada.
Das al viento las canciones del abismo, que cruzando por tus dólmenes de hk
Llega sólo á los espacios estrellados, como un pobre, solitario ritornelo.
Ruge, ruge de tus ondas bramadoras, que descienden de la enhiesta
Nivea cumbre, en que los cóndores ven y sueñan y adivinan la floresta;
Corre el germen de la vida, que al cruzar besando inquieto la ribera
Brinda al ánade salvaje sus espumas y su linfa á la pantera.
¡ Oh ! la blanca cordillera de mis sueños de nostálgica tristeza ;
Blanca imagen de esos sueños y visiones convertidos en pavesa :
Duerme... duerme... regia novia de tus dioses, solitarios, inmortales,
Al arrullo de sus besos, en las noches luminosas, estivales.
Duerme, duerme soñadora del Oriente, délos mágicos primores.
Regalada por el canto de sus aves y el perfume de sus flores ;
1 Duerme, duerme bajo el cielo americano de los nimbos esplendentes
Al rumor de tus cascadas y á la voz con que te arrullan los torrentes!
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JORGE S. MENDIETA
(1873?)
Profesor. Colabora en revistas y diarios de Sucre.
Lírica
Cuando miro tu altiva hermosura
Pienso en dulces]|,historias aladas;
Siente mi alma embriaguez de ternuras,
Delirios vibrantes de glorías soñadas.
En la undívaga y rubia madeja
De tus suaves cabellos de diosa,
Tus brillantes ensueños reflejan
Las blancas ternuras de tu alma amorosa
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276 LOS POETAS DE HOY
Tu8 nostálgicos ojos irradian
Oarídades de ardientes amores,
De llameantes pasiones que estallan
En forma de besos, caricias y flores-
Ellos son los que inspiran mis versos,
Mis románticas, suaves baladas,
Y mis ansias de goces intensos
En blancas regiones ideales, soñadas...
Son tus rojos y cálidos labios
Tibio nido de amor y embelesos;
Ellos lanzan el himno encantado.
La blanda y suave canción de los besos.
Es tu lírica y mágica risa
Que florece en tu boca escarlata.
Triunfal gama*de notas divinas,
Desborde^embriagante de música grata.
II
En un bosque magnifico y puro
Do se sueña con dulces amores
Entre un coro de arcángeles rubios,
En medio de liras, y cantos y flores.
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JOROB S. MBNDIBTA
277
Yo quisiera en tu pálida frente,
Escuchando algún himno sonoro,
Yo quisiera ceñir reverente,
Guirnaldas de líricas rosas de oro.
Rubia
En el jardín radiante de mis ensueños,
Donde expande sus alas mi fantasía
Y plácida se duerme con los beleños
De una célica y grata suave armonía.
Habita un hada rubia, de cutis terso,
Blanca como los cirios de los altares,
De soñadora frente do el mago Verso,
Teje con luces de astro][sus Aurórales.
De su alma inmaculada brotan ternezas.
Su voz perlada y dulce causa embeleso,
Y son sus rojos labios húmedas fresas
Donde puro y ardiente palpita el beso.
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27S IX)S POETAS DB HOY
I Qué verdes son sus grandes y tiernos ojos!
En sus miradas lanzan cálidos rayos
Que producen espasmos de amor, sonrojos^
Mágicas languideces, dulces desmayos.
Luminoso champaña son sus cabellos,
De su garganta ebúrnea brotan canciones,
Y sus rítmicas formas vierten destellos,
Y su presencia enciende los corazones.
En el jardín radiante de mis ensueños,
Donde expande sus alas mi fantasía,
Me brinda un hada rubia dulces beleños
De sus risas y besos con la armonía.
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BENJAMÍN GUZMÁN C.
(1873)
Abogado, profesor y periodista en Sucre. Ha publicado
varios textos y los libros Alma y Cíelo.
Tu nombre
El buril de la gloria grabó un nombre
En la hermosa columna de granito;
Estalló el rayo, convirtióla en ruinas,
Mas el nombre en las ruinas quedó escrito.
Asi el amor tu idolatrado nombre
Grabó en mi pecho con profundos trazos;
Vino el dolor, despedazóme el pecho.
Mas aún queda tu nombre en los pedazos.
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JOSÉ AGUIRRE ACHA
(1875)
Ha sido militar, funcionario público en el Acre y cónsul
en New- York. Actualmente desempeña la Subsecretaría de
gobierno. Es autor del libro De los Andes al Amazonas (his-
toria de la campaña del Acre, 1901), de los saínetes La Lira
g la Vara y La Capital disputada, y del monólogo, en verso
El Ceniínela de Riosinho.
I Porvenir !•••
I Oh Porvenir ! promesa de ventura
Por fin ¿en dónde estás,
Luz vespertina que la noche obscura
Persigue sin cesar?...
La mirada del niño te divisa,
El joven que te anhela no se cansa
Y el viejo no te alcanza
Tras la dura jornada de la vida.
16.
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282 LOS POETAS DE HOY
En la que el hombre enloquecido brega
Qfrando su esperanza
En una claridad que nunca llega.
¡ Oh Porvenir ! mis ojos te han buscado
Y mis audaces pasos te han seguido,
Dejando á mis espaldas un Pasado
Lleno de sueños que envolvió el olvido.
Yo te busqué en mi hogar y el hogar mío
Te buscaba también con noble anhelo;
Torné los ojos á mi patrio suelo
Que ensangrentado, débil y sombrío
Te buscaba en el Cielo,
¡ Pero el cielo infinito es el vacio !...
Por fin ¿en dónde estás?... ¡ Hora tras hora
Busco en la tierra tu anhelada fuente
Para saciar la sed que me devora
Y refrescar la frente!...
Ya siento que la duda me anonada
Y desespero hallarte venturoso
En mi senda desierta y desgraciada.
¡ En vano te forjó mi fantasía^
Como mi corazón se lo pedia.
Como mi propio mal lo reclamaba !
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JOSÉ AGUIRRE ACHÍ 283
Mas ¡ ay ! cuando la noche enluta el mundo
Y me visita el buho del hastio ;
Cuando la imagen de mi hogar ausente
Aleja el sueño bienhechor que ansio;
Cuando en mi alma se abisma tristemente
El amor que me inspira el ángel mió»
I Oh Porvenir feliz ! tu visión sola
Recibe mis secretos,
Y vagando en las sombras de mi alcoba
Se agita ante mis párpados inquietos,
Trastorna mi cerebro aletargado
Y me hiere en el pecho con violencia
Para hacer con mis sueños del Pasado
Un nuevo panorama en mi existencia.
¡ Visión de la ventura !
I Ideal de mis doradas fantasías !
Mi alma guarda raudales de ternura,
Dulces melancolías.
Para gozar en tus serenos días
Del pensil que han formado mis amores,
Puros como el amor de los pastores
Con todas sus poesías.
Pero mi cielo hoy día está cubierto
Y calla el Porvenir, porque el Presente
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284 LOS POBTAS DE HOY
Me dice tristemente :
Sonámbulo que cruzas el desierto
Con la mirada fija en el vacio,
¿Por qué prosigues con el paso incierto
Si ALLÁ te espera abierto
Sólo el sepulcro solitario y frió?...
(1901)
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MANUEL PAZ ARAUCO
(1878)
Abogado y profesor. Sus poesías se hallan publicadas
en los periódicos de Gochabamba.
Semblanacas
El rey David, desde su excelso trom»
Escuchando á Natán se estremecía;
Y el profeta de Israel en agrio tono
Este cuento sin par le referia :
€ Hubo un señor de tierras y rebaños,
Rico á la vez por su renombre y gloría,
Y en cuya frente el curso de los años.
Sus huellas no dejó de hostil memoría.
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286 LOS POETAS DB HOY
En la cabana del lugar vecino
Un miserable á la sazón vivía,
Sin deber otra cosa á su destino.
Que una ovejita blanca que tenia.
Cifraba en ella, el triste, su fortuna,
Amábala como aman los mendigos,
Los huérfanos de amor desde la cuna,
Aquellos para quienes no hay amigos...
Quiso una vez el noble potentado
Dar un festín, y de avaricia lleno,
En lugar de acudir á su cercado,
I Hizo matar el corderillo ajeno !
Quien de tal modo ¡ oh rey ! ha delinquido,
Con su ejemplo á tus subditos pervierte,
Dijo Natán... y de furor henchido
Le respondió David : — ¡ Muera de muerte /
Y habló Natán : — En tu justicia creo
Como crerías en las palabras mías;
Monarca de Israel, tú eres el reo,
¡ La víctima infeliz se llama Urías !...
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MANUBL PAZ ARAUCO 287
II
Perdóname, buen Dios, si en mi quebranto
Del bíblico pasaje hago memoria,
Y en el libro de Israel, mil veces santo.
Busco semblanzas á mi negra historia.
Pero también en la eternal morada
Angeles mil para adorarte había
Y en la existencia por demás cansada
Yo sólo tuve un ángel : á María.
Era mi luz cuando mi intenso duelo
Sus sombras extendía sobre el alma,
Y su voz fraternal, canto del cielo,
Llevaba al corazón virtud y calma.
Y tú. Señor, me quitas esa egida
Y te la llevas á región tan alta,
¡ Donde no es llanto como aquí la vida
Y la voz del consuelo no hace falta !...
Me la quitas, Señor, como el magnate
Que aludió de Natán la Alegoría,
Y en el triste vivir, que es un combatOj
A mi pesar me dejas todavía.
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288 LOS POETAS DB HOY
Te la llevas de aquí y era en el mundof
De humana perfección cabal modelo
Que nos lucía tu poder fecundo
Y que elevaba el pensamiento al cielo.
Como la escala de Jacob, María
Ligaba con lo real, lo misterioso...
I Cuántas cosas de Ti nos refería
Cada facción de su semblante hermoso I
Era ese ángel para el pobre ateo
Cual faro Salvador en noche oscura :
Hubieron muchos que exclamaron : ¡ creo I
Al contemplar la luz de su alma pura.
Y tú que puedes con quererlo sólo
Poblar el mundo de creaciones bellas,
Cubrir de flores la aridez del polo,
Y su brillo aumentar á las estrellas...
Me la quitas, Señor, me dejas sólo...
I Acato tu sentencia en mis querellas,
Ya que es preciso iluminar el cielo
Extinguiendo la luz de mi consuelo 1
(1^3)
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PLÁCIDO MOLINA
(1876)
Abogado, profesor y periodista. Ha escrito diversos
opúsculos de geograña. Actualmente prepara la publica-
ción de una Hisloría de Bolivia.
De mi tierra
Entre el ramaje espeso
Que un sol de primavera
Baña con su esplendente llamarada.
Alzase como rey de la floresta
El cuchi que al acero
Disputará su fuerza,
Cediendo generoso
Su jugo y su corteza;
El mapa/o^ soberbio
Gigante de la selva,
17
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290 LOS POSTAS DB HOY
Que guarda las memorias
De las antiguas eras,
Del culto del Abuelo,
De Tamoy y sus fiestas,
Y brinda en su. finísimo jcapullo,
Cmulo de la seda.
Rico venero á diligente industria;
Encúmbrase el iajiboy que sus bellas
Flores y hermoso Unte
Ofrece y la madera
Ck>n que hace el hombre su campestre casa
Y el corral de su hacienda;
El guayacán fragante
Que en mil variados tintes colorea;
El sándalo cromatico y la mara^
Con sus hermosos jaspes y sus vetas;
Nueces, tintas y aceites
Los nogaies obsequisoí;
El curupahá eríaa
Sus púas, defendioiáo con la fiepa
Intención del avaro.
De su savia la múltiple riqueza;
El membrudo bibosij que á la palma
Por entero rodea
Con tal solicitud, qne al fin la •
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PLÁCIDO MOUNA 291
Celoso enamorado prefiriera
Antes que en otros brazos á su amada,
Entre los suyos contemplarla muerta ;
Y yergue su soberbio
Tallo el palo-moría en el que ahueca
El industrioso indígena
La veloz ce platanera »
En que vence á los rápidas
Raudales y se aniesga
A cruzar valeroso el lago inmenso
Que hace la inundación en las praderas :
Nuevo Noé bajo su débil arca
Mira sereno ^ual se transparenta
Dentro el limpio cristal la oscura copa
De los colosos de la fértil vega.
Gomo rico presente de los bosques
Las frutas dan su cuádruple cosecha
De gustos variadísimos
Que las aves y el hombre saborean :
El guapura, que en su color y brillo
Parece remedar de las cruceñas
Los ojos en que escondeo,
Relámpagos (indicios de la interna
Tempestad), que las almas
Someten á cadena.
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292 LOS POETAS DE HOY
Defendida por garfios, por espinas,
Y el diente de terrible centinela
(La víbora que oculta los mosaicos
De su lustrosa piel y su cabeza),
Crece la dulce pina.
Fragante y suculenta ;
La naranja robada al encantado
Jardín de las Hespérides, que pesa
En las ramas del árbol y le inclina
Por sobre los caminos y laderas :
Alimento que brinda al caminante
Madre naturaleza;
La chirimoya que destila almíbar
Por entre las junturas de sus grietas;
Las rugosas ambaibas
En la humilde apariencia
De encallecidos dedos guardan dulce
Más regalado que la miel hiblea :
Así el mugriento harapo esconde almas
Que ornadas de virtudes y nobleza;
Del ocoró y achachairú, las pulpas
Acídulas ansioso paladea,
Para el calor refrigerante bálsamo,
El que cansado llega
Al pensil de pensiles, que en perenne
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PLÁCIDO MOLINA 293
Y alegre primavera,
No cede en hermosura
De Garcílazo á la encantada huerta.
El delicioso y embriagante jugo
Y la pepita en áurea caja cierra
El cacao nutricioso,
a Comida de los dioses » predilecta ;
Y el café reclamando
Prosapias arabescas,
Pródigo ofrece el ambicionado fruto,
Cuyo extracto más sápido que el néctar.
Como las aguas de Castalia fuente
Inspira á los artistas y poetas,
Y en los festines su ambrosía esparce,
Tal como en Troya la gentil Helena.
Cual simbólicos lazos que Himeneo
Echara por la espléndida
Fronda, el incorruptible
Güembé se extiende y el pachío deja
Sus pasionarias y exquisitos frutos.
Estrechando á las hierbas
En idéntica unión y mardaije,
Alai^an sus sarcillos y rastrean
La sustanciosa papa y la sandía , ;
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2H LOS POBTAfl DB HOT
Que en su rosada pulpa guarda fresca
Saludable bebida,
Como de Horeb la misteriosa pena.
Levantan sus airosas y pobladas
Copas, variadísimas palmaras :
La real tiende hermosos
Abanicos que aventan
Al impulso del céfiro,
De la dormida selva
Delicados perfumes;
De altivo sumuquéy la cabeUera
Con las nubes se roza;
Labra el salvaje la temida flecha
Con la chonta acerada
Que perverso envenena;
Sus flores bien olientes da el segegCj
Y del lago en recóndita ribera
Su fibra la valiosa jipijapa.
A lo lejos las hojas rumorean
Del totalj del motacú y del cuci^
En cuyos duros cocos se concentra
Bálsamo que abrillanta
El luengo pelo á la gentil mojeñoi,
Y en los sabrosos gérmenes
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PLÁCIDO MDLUfA 295
EscoDídidos alientaa
Cumousíes — hnob» de^ lo& bosquea :
Gmulos por su luz cte las estrellas
Y testigos de silfos y didadas
Sabem cke alegres, imsfaBdB08a& fiestas;
Agita el aire las gigantes hojas
Del plátano y doblega
Del cari y Fa tacuara
Los flexibles penachos ; las melenas
De la caña de azúccm y el ámMa
Incesante desgreña;
Y abati^Hlo Iob juncos de la playa,
Desde el oliente al ocddenite lleva
Olores de azahar y dü vainUlay
Mientras que en la andia ciénaga
Crece el árbol fecundo al que denuncia
En el bosque avecita mansagera :
Es dt éctbel del we^
Que improvisa, cual mágico^ ríqísezas.
Del bosque en la espesura,
Que á prodigiosa jaula se asemeja,
De rama en rama saltan
El siemipre inquieto moMÍ y la traviesa
Falaaje de los monea;
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296 LOS POETAS DE HOY
Se espulgan las aves y se esfuerza
El loro en imitar del hombre el habla;
Su nido teje y cuelga
El ingenioso tojo
Que cuanto son escucha, hábil remeda;
Mostrando su sedosa vestidura,
Teñida en oro y con sus manchas negras,
Canta el lindo maiico
Y los tordos negrísimos gorjean;
El picaflor minúsculo y gracioso
Las tornasoles plumas luce y muestra
En su raudo volar de mariposa, j
Y libando en el cáliz de las frescas
Y odoríferas flores, le disputa
k la oficiosa abeja
El jugo con que endulza los panales
Y perfuma la blanda y dócil cera :
El jugo es la virtud que en los humanos
Panales y colmenas,
Depositando aromas y dulzuras,
Del bien infunde la mejor belleza.
En nocne tenebrosa,
Y cual solemnes ecos de la selva,
Se oye el canto pausado y lastimero
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PLÁCIDO MOUNA 297
Del guajojdj que cuenta
Las pasadas historias de la raza
Del guaraní, guerrera,
Y narra de los campos
Olvidadas y trágicas leyendas;
Habla tal vez de Grígotá, valiente.
De sus hazañas, su bravura y fuerza.
Quizá bajo la sombra
De esos colosos que Huracán cimbrea.
Sentados en los troncos y bejucos,
O sobre el césped y la blanda hierba,
Secaron el sudor de la fatiga
Los valientes guerreros que la empresa
De Irala y Chávez, firmes
Apoyaron, luchando por la idea.
Quizás estuvo allí del campamento
La improvisada tienda,
Y acosados del hambre
Tendiéronse confiados, á la fresca,
Sobre la gris alfombra, y cavilando
En los contrastes de la suerte ciega.
Parece que en las tardes se deliza
De otros conquistadores la silueta :
Los hijos de la fe que disiparon
Con la cruz las barbaries de la selva.
17.
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298 LOS POBTA8 DE HOY
Quiero volver allá donde mi cuna
De huérfano mecieran^
Y alentar esperanzas é iiusionesy
Solaz de la existencia;
Y cuando mis labores^ y feítigas^
A su término vengan,
Quiero dormir allá mi último sueño
Del Pirai sonoro en la ribera,
Junto á la tumba de mi padtre aatado'
Que hunaedecen, cual lágrinn» éei cielo.
Del roció las perlas;
Allí junto á la fronda,
Acariciado por la suave felpa
Del compasivo musgo,
Y al blando susurrar de las palmeras»
^»»^^^IW»^^»^^^
MorafiM
Fuiste el brazo de un rudo cesarismo.
Él hizo tu carrera ; mas un día,
Luchando contra infanda tiranía,
Surgiste como el héroe del civismo.
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PLÁCIDO MOLINA 299
Ciego el pueblo, no quiso en su lirismo
Mirar en tu programa una ironía
(Fórmula ajena, anuncio de anarquía)
Y el preludio de un nuevo caciquismo.
Libertador te aclama, y en tu frente,
Echando lo pasado en noble olvido,
Ceñir quiso el laurel ; mas tú, inconsciente.
Preferiste ser sátrapa. Demente
Ambición te cegó. Caíste herido
En el antro vulgar : era tu nido.
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LOS QUE LLEGAN
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FRANZ TAMAYO
(1880)
Ha publicado en verso : Oéc» (1896)/ en prosa: Preverbios
sobre la vida, el arle y la ciencia (1905).
El milagro de la lengua
Rehace el hombre el mando, tflde á tilde .
Con SQ habla, limo hamilde.
Poeta, en tus manos se mueve
La lengua, instrumento inmortal :
¡ EKvino don ! Maciza 6 leve,
Vibra en la lengua un soplo astral.
Del ruido vocal se desprende
Una música en que se enciende
El espíritu creador;
Y es como una invisible Sama —
Que, alma de la lengua, la í&tamav
Y hace de ella forma y color.
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304 LOS QÜB LLEGAN
¿Qué harás de tu lengua, poeta?
¿Será en tus manos de escultor
La arcilla indómita é inquieta
Que amasa el genio á su calor?
Y plasma sonoro y soberbio,
Dirá la forma, dirá el nervio
Del capital ó el animal,
Y será piedra inenarrable
Que, grave y fugaz á un tiempo, habla
Como el mármol escultural?
Mas quizá en tus manos de mago
Funda sus matices más bien,
Y hecha de luz y sombra, el vago
Fantasma rehaga del edén.
Vibrará el color; cada frase
Será un tinte con que se trace
Un paisaje poliptongal;
Y cielo y mar que el bosque amengua
Vivirán de nuevo en la lengua
Como en la tela pictoral.
Una alma liquida y eolia
La lengua recela por fin.
Que pétalo á pétalo exfolia
Risas y lágrimas sin fin.
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FRANZ TAMAYO 305
Alma de ensueños y de la lira,
Voz de silencio que se expira
Del recuerdo en la soledad;
Es el amor que se hace música
Y que boga en la onda aretúsica,
Soplo de fe y virginidad.
Poeta, tus manos renuevan
La lengua, eterna creación,
Y al germen que sobre ella llevan
Se hace, humilde, forma ó acción.
Tal el milagro; y tal natura,
Larva de varia vestidura,
Siempre una y diversa á la par,
Eorja los mundos, rudo escoplo,
O sonrosa ríente el mar.
(1901)
Scherzo del bosque
Fontalneble&o 1901.
Bosque sonoro y verde.
Tu antro contemplo.
Donde mi voz se pierde
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306 ijQg QVS LLBOAN
Como ea un templo.
I Luz y congojas 1
Mi alma suspira y tiembla
Sobre tus hojas.
Yo sé la dulce historia'
De tus otoños,
Y la ferviente gloria
De tus retoños,
Cuando parleras
Despiertan en tus nidos
Las primaveras;
Yo sé el grácil d<Hiaire
CoU' que deslíe
Su perfume en et aire
La flor que ríe.
¡ Oh, tú no sabes
Todo cuanto me han dicho
Fuentes y aves 1
Porque el arroyo cabe
El musgo blando.
Voz argentina, sabe
Reir llorando;
Mientras poetisas.
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PRANZ TAMAYO 367
Mezclan las aves gárrulaB
Lloros y rigas.
Sonoro y verde bosque
Que en cada rama
Mi alma de luz se eiurosque,
Flexible gama,
Y en verdes fiestas
Mezcle su poesía
Con tus orquestas.
Un poeta en olvidó,
— ¡ Vivo tesoro 1 — *
Es un desconocido
Bosque canoro.
Miles á miles
Su alma radiante pueblan
Sueños y abriles
AUi la vida duerme.
Fervientes ondas,
Cual duerme el ruido inerme
Bajo tus frondas.
I Todo palpita
Bajo el bosque encantado
Que un genio habita !
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308 LOS QUE LLBOAN
Cuando sobre tus copas
Sople el invierno
Y asolé de tus ropas
El verde tierno,
Graves y broncos
Dirán su queja al viento
Tus negros troncos. ¿
Asi también la lira,
Leño sagrado,
Sufre la estéril ira
Del cruel hado;
Y al rudo viento
Que las almas azota
Da su lamento.
Mientras tu agosto labres.
Abre tus comas
A mi voz, como te abres
A tus palomas.
Coro de plumas
Que retoza, y sacude
Tus viejas brumas.
Bosque sonoro y verde,
Tu antro contemplo.
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FRANZ TAHAYO 309
Donde mi voz se pierde,
Como en un templo.
— ¡ Luz y congojas ! —
Mi alma suspira y tiembla
Sobre tus hojas...
(1900)
Habla Werter
Di, misteriosa,
Rebelde esclava ó enemiga diosa,
Alma mía, alma mía,
¿Por qué esta estéril agonía?
Cuita insomne que ahondo,
Melancolía
Sin fondo, —
Di
¿Quién eres tú, pena que vive en mí?
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JUAN FRANCISCO BEDREGAL
(1880)
Colabora en todas las Teristas y peiiódioos Mtei>arios
ée La Paz.
Idealiza el misterio de la vida
La Reina astral que en el azur se aduerme,
Y un poema melancólico de sombras
Ritma en su blanca languidez silente.
Empaáúleoe el verde de ks froikdas,
Suaviza los contornos del paisaje,
Y envuelto por la albura de su veste,
Una vaga ilusión simula el valle.
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312 LOS QUE LLBQAN
Extraños arabescos de luz pálida
Entre las linfas del arroyo labra,
Y el ópalo lejano de las nubes
Veta con toques de luciente plata.
Como en la dulce vaguedad de un sueño,
Bajo el leve crespón de blanca bruma,
La dormida floresta perfumada
Con inefable suavidad se esfuma.
Todo es misterio, soledad y calma,
Y hasta las crestas de lejanos montes
Desvanecen sus rígidas siluetas
En el diáfano gris del horizonte.
En ese poema astral mi enferma idea
Sumerje sus recónditos rencores,
Y mi Esperanza, que lejana albea,
Con pálidos reflejos centellea
Sobre el paisaje erial de mis dolores.
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JUAN FRANCISCO BEDRBGAL 313
Misa triste
Envuelta en la penumbra perfumada
Que se dilata en la quietud del templo,
En hierático vértigo abismada
A mi pálida novia arrodillada
Con pasión inefable la contemplo.
Entre la suave y luminosa albura
De su piadoso ensueño se estremece
La imagen del amor que la tortura,
Y el fervor de su mística locura
Dentro de una oración se desvanece.
Deshoja entre sus labios temblorosos
El lirio de pasión de una plegaria;
Mientras la orquesta ritma entre sollozos
La tristeza de sueños misteriosos
En los giros suavísimos de un aria.
Se estremecen sus carnes virginales
Con la visión del bíblico heroísmo :
Y al presentir que anubla sus ideales,
Pienso en las bellas santas medioevales.
Pienso en Santa Teresa y su histerismo.
18
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314 IiQ8 <^« hUSAÁN
Hacia un pálido Cristo que agoniza,
Con infinita unción alza los ojos,
Y en la gloriosa pompa de la misa,
El misterio del Gólgota idealiza
Y acribillan su fr^iie los «onrojos.
Vibra con tal f^ñror 6u pensamiento,
Que sube triunfador ha«ta los cíelos.
Aunque en mi fiebre detenerio inieato,
Y entonces creo en Dios, porque lo siento
Palpitar en el fondo de mis oelos.
^<MW»^^<M»»»<M»^
Trofeo
Reina dü país de mi eodueño.
Suave, pálida, divipa;
Reina en el país de mi ensui^^
Mis canciones ilumina.
Son mis estrofas tus pajes
Y mis versos tus vassdlos,
Y tus más ricos blasones
Los poemas de amor que io^piraa
Y, en iirícas expl<¡>8Íones,
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JUAN FRANCISCel BfiDltEOAL 315
Pueblan tu sueño de endüeñed
Y tu vida de ilusñtmes*
Vestidos de seda sraul
Los gallardos madrigales
Te dirán quedo, muy quedo,
Que ft)»^ amed.
Y al aclamarte, g^itíks,
Ebrios de amor y de orgullo,
Dirán : ¡ gloria á la Princesa,
Que es luz, perfume y arrullo 1
Con sus trajes de ai4equín
Y faces enharinadas.
Los traviesos epigramas, ^
Moverán tus carcajadas.
Mas si entrevés la tristeza,
Tras su ruidosa alegría.
Golpeando sus cascabeles,
Dirante, por divertirte.
Alguna chocarrería.
Quiérelos^ pobres juglares,
Quiérelos, tú que eres buena,.
Que con sus dolores propios,
Dan vida á la risa ajena.
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316 LOS QUB LLEGAN
Con armaduras lucientes
Y gloriosos pabellones,
Cual legiones aguerridas,
Van las épicas canciones
Para ofrecerte sus vidas.
Deslumhrando con su pompa,
Arcaica pero brillante,
Al son de guerrera trompa.
Irá tu escolta triunfante.
Y la lírica mesnada,
Que ardió en patriótico encono,
Sus más valiosos trofeos
Rendirá al pie de tu trono.
Y aquel amoroso poema
Que piadosa acariciaste.
Será el luminoso emblema
Del reino que conquistaste.
Reina del país de mi ensueño,
Suave, pálida, divina,
Reina por siempre en mi ensueño,
Mis canciones ilumina.
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ARMANDO CHIRVECHES
(1880)
Ha publicado, en verso : los poemas Lili (1901) y Noche
estiva (1904); y en prosa las novelas Celeste (1905) y
La CandidcAura de Rojas (1908).
El mar
Un día, con el alma estremecidaí
Ciontemplé el océano... Ante mis ojos
La movible llanura se extendía
Bajo la dulce majestad del cielo.
Su glauca inmensidad en una gama
De verde y gris borrábase distante;
Se esfumaba en la gema gigantesca
Y triste del espacio, cual la vida
5e esfuma en el recuerdo...
18,
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318 LOS QUE LLEGAN
Ck)mo rampas floridas de rosales
Alzábanse las olas;
De caprichosas fuentes de alabastro
Surgían surtidores que se arqueaban
Como el cuello de un cisne.
Abríanse gigantes abaiiíüós;
Telares misteriosos
Tejían siík cesar velos de novia ;
Había olas curvas cual tup^ttte& seao»
Que la pasión levanta;
Y manos, blancas manos que se juntan
Y el océano desliga,
Siempre implacable y cruel como el destino
Altas montañas de sinuosas cumbres,
Alzábanse soberbias
Hasta empañar el sol; esas montañas
Que escupen en la noche á las estreUas
Toda la rabia de sus ondas grises.
Toda la espuma de sus locas iras;
Y que luego sucumben tristemente
En el légamo huittüde de las píayas;
Cual muere un megalótoanó eñ el íbdo
Soñando con graiKlezas...
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ARlfANDO CHIRYECHBS 3i9
] Oh mar océano, poHforme y bello I
Unas veces azul^ cual la retina
De una inglesa romántica que sue&a,
Otras reces obscuro, casi rojo,
Cuando las nubes blondas y brillantes
Simulan un combate de guerreros
Rubios... en tanto que las olas cantan
Un luctuoso motivo wagneriano.
A veces dulce trovador de amores.
Casto poeta que dice madrigafes
A. las pálidas nubes,
Y en luminosas noches
Refleja en sus pupilas de vidente
Un paisaje de ensueño,
En que brillan los astros.
Y cuántas veces fiera embravecida.
Mítico monstruo que amenaza y ruge;
A un tiempo Ixión, Sisifo y Prometeo,
Soberbio etiope que en la noche enseña'
Sus grandes biceps, sus robustos brazos;
Juglar que bebe fuego, arroja llama»
Y juega con espadas luminosas
Y acerados puñales.
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320 LOS QUE LLEGAN
Imagen del amor, renuevas siempre
Tus tormentas, tus locos frenesíes
Y tus bellos paisajes,
Cuando á las luces vagas del crepúsculo
Meditas y te quejas.
Como el amor, tú tienes ilusiones :
Son las nubes fugaces que reflejas,
Son los astros lejanos.
Son las aves que ya no vuelven nunca,
Son las velas que parten...
Así como el amor ciego, impulsivo,
Acaricias y hieres;
A veces tiendes de tu regio manto
El armiño, cual rey enamorado.
Y en mil largos monólogos te abismas,
Recitas melopeas.
Arrullas y te quejas y amenazas.
Balbuces, gritas, roncas y maldices,
Besas y lloras, ruges y blasfemas,
Ruegas y cantas, curruqueas, ríes,
Imprecas y sollozas.
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ARMANDO CHIRVBCHES 321
Soberbio agitador, nunca tus ondas « r
Conocerán la paz, la eterna calma,
La calma de la muerte.
Aunque á ratos te aduermas dulcemente
Mecido por los rayos de la luna,
Flota siempre un rugido entrecortado
En tus largos suspiros*
Y tus suaves baladas.
¡ Oh mar ! con el espíritu agitado
Por vagas ansiedades, te recuerdo
Porque tienes un alma gigantesca
Que aspira á retratar el infinito;
Porque eres soñador, porque eres triste,
Porque eres un gran músico ignorado,
Porque eres un poeta...
(1906)
^WV^^W^MMMM»»»»
Crepúsculo
Contempla el campo, querida,
Mira esa luz adormida,
Mira ese azul de turquesa
Que á palidecer empieza.
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3é2
tos QÜB LLBOilfN
Mira ésósr putitosí brfUaiktal,
Que tremail eü lá floresta'
Dulcemente,
Como broches de brillantes
iSn la palidez fbn^átia
De una frente.
En esa vaga trístciza
Que tiene siempre el oeaso,
Se divisa,
La incomparable nobleza
De una opulencia áe rttso
Que agoniirai.
üi^ haz d^ múrice late
Sobre los cúmulos bettos
Que el viento en suiV»>ff despeina^
Como una rosa granate
Sobre los blondos cabellos
De una reina.
Cual una trágica blonda
La tarde apaga los ojos
De zafiro,
Y allá, detrás de la fpoi^a.
Exhalan sus labios rojos
Un suspiro.
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AI^H^NPP CHUIVSCIIES 323
Entre los pálidos rayos
Auras ledas
Agitan negros ramajes,
Y susurran los follajes,
idon desmayos,
<k>mo crugidos de sedas.
Una.asirella e&tre una gpai&a
De luz, de sombra y de noche,
Brilla, inquieta,
Como un magnifico brodüe.
Que en el seno de una dama
'Fuera «in verso de poeta.
Así cual flores aladas,
Como labios carmesíes,
íLuwnosos,
Los cocuyos <eii|bdiidadM,
Van prendiendo sus rubí^
Con ósculos temblorosos.
Y tus ojos de coqueta
Reflejan ansias supremas
Y ternuras,
Y remansos de violetas
Y esplendideces de gemas
Sobre praderas oscuras.
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324 LOS QUB LLBGAN
Nocturno
Se sienten los efluvios de la floresta próxima^
Se dilata el perfume de las violetas blancas;
Y llega á nuestro oído la música del viento
En sinfonía agreste y perezosa y lánguida.
Como anémica virgen la luna por el cielo
Se aleja triste y pálida;
Y allá en el infinito
Palpitan las estrellas, cual flores incendiadas.
[ Ah, las estrellas rubias !
[ Ah, las estrellas raudas I...
I Con cuánto feminismo deshojan sus corolas !
¡ Con cuánto feminismo se pierden y se apagan {
Enviando estremecidas
Besos de luz lejana
Para las frentes tristes, para las frentes yertas.
Para las frentes pálidas...
Tú me amas en silencio...
Y cantan las cigarras,
I^ luz de tus pupilas proyectas dulcemente
Sobre las mías cálidas...
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ARMANDO CHIRVBCHBS 325
¡ Qué bella estás, qué bella, sensual y balbuciente I
La rubia cabellera revuelta y destrenzada,
En que hundo yo mis dedos de fiebre temblorosos
Y en que la luna pone campánulas de plata.
¡ Ah, los cabellos blondos ! ¡ Ah, las pupilas húmedas I
¡ Ah, las sonrisas vagas !...
Hay flores y armonías,
Estrellas fugitivas y canto de cigarras,
Quietudes adorables
Y músicas lejanas.
Perfumes de jazmines
Y de violetas blancas;
Hay sombras misteriosas.
Glorietas apartadas;
Tus besos perfumados, tus labios sitibundos
Y mi gigante ensueño sobre tu frente casta.
Corónenme tus besos, divino laurel rosa.
Que á mi sien de poeta ciñeras, ¡ oh mi amada !
¡ Oh rubia antología de Margarita y Lesbia 1
¡ Oh las tres veces suave ! ] Oh las tres veces blanca !
Sé mía dulcemente.
Mientras las rosas caen y las estrellas pasan.
Sé mía en ese triunfo
19
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396 LOS QUB LLEGAN
De Pan, en el misterio de todos los amores^
De todas las uniones sublimes é ignoradas;
De todo lo que late,
De todo lo que ama,
De las penumbras suaves.
De las esencias vagas.
De las estrellas rubias.
De las violetas blancas...
{9fOt)
Andante
Á una dama, reina en el pais
de mU tUtiabs venoe.
En la bella sala de las confidencias.
Donde de tus labios besos deshojé;
Llena de deseos, llena de indolencias
Tu cuerpo reclinas sobre un canapé.
Un suspiro entreabre tus labios sensuales
Que á veces palpitan con la s^ de amar;
Y bajo tus blancas manos imperiales
Desfallece el claro traje de fúulatd.
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ARMANDO OHIRVECHES 327
Tu torso opulento, tu hermosa cabeza,
Tus cabellos blondos y tu blanca tez,
Proyectan un poema de ritmo y belleza
Con todo el encanto de la esplendidez.
Sobre tus cabellos mil redes extrañas
La luz va extendiendo, la sombra oquedad
Y tus grandes ojos de largas pestañas
Se aduermen con dulce voluptuosidad.
Llego yo, en tus labios juega una sonrisa.
Ríes con la gama de tu suave voz;
Y el tiempo trascurre de prisa, de prisa,
Hasta que se escucha mi trémulo adiós.
A veces esquivas, con gracioso escorzo,
De mi brazo amante tu busto gentil,
Buscas un refugio y huyes como un corzo,
Mientras yo te miro pálido y febril.
Y á veces, lo mismo que avispa bermeja,
Que hiriera dos rosas de un bello rosal.
Abato mi boca, que la fiebre aqueja,
Sobre tus dos senos de mármol lilial;
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328 LOS QUE LLEGAN
Mas... si pica á veces en la tibia nieve
De tu tez la avispa y... deja su aguijón,
No ha llegado nunca su veneno leve
A la nieve roja de tu corazón.
(,906^
Scherzo
Te aproximas al piano. Tu belleza
Me deslumbra... Silencio estremecido
En torno. Idealmente el labio besa
La fimbria virginal de tu vestido,
Resalta viva tu silueta rosa
Sobre el negro bruñido, junto al piano;
Y en esa gama de color, hermosa,
Es la gema más blanca tu alba mano.
Tu altivez orguUosa, tu sonrisa
Tienen cierta amargura de epopeya;
El gesto apasionado de Eloísa
Y la vaga tristeza de Ligeya.
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ARMANDO CHIRVBCHES 329
La luz te besa con espasmos de oro,
Late en tus ojos cual lejana estrella;
Parece que dijérate : os adoro.
Al sentirte tan rítmica y tan bella.
Y la seda balbuce en su lenguaje
No sé qué misteriosos embelesos,
Que semejan murmurios de ramaje
Y rumores suavísimos de besos.
Un trémolo preludias inspirada
Que tempestad atlántica' remeda
Y luego, tocas la gentil balada
Flébil, mimosa, arruUadora y leda.
Mi alma en rauda elación la tuya alcanza.
Se aduerme con la nota adormecida.
Soñando no sé qué dulce añoranza
Su yo, su libertad, su ser olvida.
Se une á tí, ¿tu alma artística no sient
También esa fusión? cual de dos notas
Dos efluvios que reúne una corriente,
Dos perfumes de playas muy remotas..
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330 LOS QUE LLBOAN
El Bcherzo en un deliquio al fin se apaga.
Palidecen el ritmo y los colores;
Sólo queda una estela triste y vaga
Y un ensueño de besos y de flores.
Y te alejas del piano. Tu belleza
Me deslumbra, el aplauso prometido
Se alza á tí. Idealmente el labio besa
La fimbria virginal de tu vestido.
(,906)
Madriiral
Para expresar de amor idea hermosa
Buscaba un molde perfumado y suave;
Asi anhela sus pétalos la rosa
Y sus alas el ave.
Y esa idea aún en bruto,
Aspiraba á ser vaso florentino.
Artístico jarrón de Benvenuto
ó bello camafeo;
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ARMANDO CUIRVBCHBS 331
Una estrofa de miel de Garcilazo
Cincelada y divina,
Un soneto del Tasso
O un verso de Gutierre de Cetina.
Sólo quiero que al leerme, vuestros ojos
No destellen sonrojos,
Vuestros ojos, ardientes soñadores.
Los ojos por los párpados velados.
Aduérmanse embriagados
Cual gusanos de luz entre las flores.
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ABEL ALARCON
(1881)
Ha publicado, en verso : Pupilas y Cabelleras (1904); en
prosa el monólogo, Insomnio (1905), y De mi tierra y de mi
alma (1906).
De « Flores de tristeza
Soneto VII
— Sin amar no se vive, — me decfa
Vuestro labio de rosa ensangrentada;
— Sin amar no se vive, — y una oleada
De pasión vuestros ojos encendía.
No es nueva para mi, señora mía.
La frase dulcemente pronunciada;
Fuera del bello amor, dije, no hay nada :
Y al amaros sentí que me moría.
19.
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334 LOS QUE LLEGAN
Sin amar no se vive, y vos, señora
Que en la suave mirada seductora
Reveláis ser tan tierna y compasiva,
Devolvéis mis cariños con enojos.
Hacéis que me reprochen vuestros ojos.
¡ Y luego me decís que amando viva !
otra flor. Te rae^ que la
sobre to oorasón.
En la tierra flotaba el gran suspiro
Del amor, el perfume y el ensueño;
Una luz triste, en su revuelto giro.
Mirábanos con expresión de sueño.
Cuadro crepuscular con que deliro
Cada vez que en el alma lo diseño.
Como en lienzo imposible, en el que miro
En fondo rosa-te, pintado un sneña :
Tus pupilas fingiendo un eielo extraño,
Tu cabello un celaje fino y Mondo
Y tu frente, mi amada, dulce engaño,
Pálido sol que enorva, piensa y afde
Abismado en mi peeho, asi tan honéo
Se abismó el claro sol de aquella tarde.
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JtBAL AULBCÓN ¿35
El arte
Mundo que dentro un mundo tan pequeoo,
Nos consuela, sublima y enamora;
Donde el alma se acoge cuando llora»
Donde el alma se eleva en un ensueño^
País del sol, magnifico y risueño,
Del estro, la paleta y la sonora
Cuerda de vibración encantadora
Que pulsada deleita como un sueno^
] Patria de los videntes^yo te adoro 1
No por la fama que me des, ni el oro.
Ni el laurel que sangrando se conquista...
Te adoro con candor... por esas flores
Que, en su eterno camino de dolores,
Permites que se arrojen al artista.
1900;
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336 LOS QUB LLEGAN
En vano
El humo azul de mi bohemia pipa
Vueltas daba, esa noche, en mi cabeza;
3icen que el humo la aflicción disipa...
Oh, mi mal ! ¡ Yo tenia gran tristeza !
Bebí el vino que á todos participa
3u vulgar buen humor : chispa traviesa;
Pero mi alma, que sólo estereotipa
El dolor, no sentía la chispa esa.
Muy lejos arrojé mi pipa negra,
Quebré mi vaso, derramé mi vino;
Pues ni el vino ni el humo ya me alegra.
¿En qué humo, en qué vino ó en qué vaso
Se beberá el consuelo que imagino?
I No lo encuentro yo aquí... más allá, acaso I..
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EDUARDO DIEZ DE MEDINA
(1881)
Ha fundado y dirigido varias revistas literarias. Tiene
iblicado, en verso: Delirios de un loco (1900), Mariha
902) y Mariposas (1902); en prosa : Resumen histórico y
sica de Solivia (1903), Bagatelas (1905). En preparación :
npresiones de París y Nuevas Poesías.
Paisajes Andinos
menaza la tormenta. Gruesas nubes atraviesan en bandada
or el cielo, y en la cumbre de las rocas, sobre un páramo sombrío.
alta el rayo iluminando la guarida de las águilas salvajes
ue á los vientos lanzan quejas traducidas en siis lúgubres graznidos.
uge el trueno retumbando estrepitoso en los espacios, como fiera
ue en sus furias desatadas á los montes y los llanos desafía,
orno fiera que no hallando un adversario que sus ímpetus refrene
igue impávida avanzando, brama, brama en su colérica embestida.
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338 LOS QUE LLEGAN
Densa nube que arrastrada por los vientos amenaza en el espacio
Se abre en medio; y una lluvia de granizos que de lo alto se descuelga
Va extendiendo sobre el campo desolado y silencioso del desierto
Blanca sábana que sube hasta los montes á platear las altas crestas.
En el fondo del paisaje se dibuja la sikieta vacilante
De un venado que donosa y ágilmente se aproxima galopando,
Y á su paso mirar puédese en la sábana blanquísima de nieve.
Mil pequeños, caprichosos ojivales, por los cascos diseñados.
Ha cesado la tormenta. Ya las tenues claridades presagiando
El arribo del dios Febo, cuyos dardos á lo lejos se vislumbran.
Rasgan tímidas las capas, las tinieblas de una noche tenebrosa.
De una noche cuyos ecos tempestuosos disipáronse entre brumas.
En las cumbres de los montes se destacan, como sombras del paisaje»
Cientos de águilas salvajes que saliendo de su incógnita guarida»
Interrogan con mirada penetrante los misterios del espacio.
Los misterios nocturnales que aun las tienen aterradas y entumidas.
El cadáver de un venado, medio oculto se divisa entre la nieve,
Mientras cruza por el aire una bandada de veloces golondrinas
Que se alejan, pareciendo despedirse con su rápido aleteo,
Pues que todo está cubierto por la nieve coronando grandes cimas.
Surje el aatro en el oriente. Del dorado y regio alcázar brotan rayos
Que cual nimbos aurórales por el páramo glacial se desparraman,
Y los copos de alba nieve enrojecidos por el sol, resaltan, brillan.
Semejando gruesas perlas ó rubíes que se encienden y desgranan!...
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EDUARDO DIIZ DB MEDINA
Epitalamio real
(Autógraío en el ilbnm
ofrecido i la Beina Victoria
por los poetas de España).
Día de boda, día de fiesta*
Madrid exhibe todas sus gak»,
Y en el ambiente rima la orquesta
Con los susurros de la floresta
Rumor de besos y fru*fru de alas.
Tejen los novios sueños alados,
Forjan visiones, llevan su anhelo
Por entre bellos prismas rosadod,
Y sus quimeras de enamorados
Tienen el claro mati¿ del cielo.
En ese trono de los amores
Cupido es siempre Rey de los Reyes,
Pues si los nobles 6 los pastores
Son sus rendidos adoradores
£l es Monarca sin Dios ni Leyes.
Bajo los rayos caniculares
De un sol ardiente que á Madrid bafia.
Los novios ciñen regios collares
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340 LOS QUE LLEGAN
Que de jazmines y albos azahares
Forma el hidalgo pueblo de España.
Por eso hoy vibran los claros sones
De los timbales y los clarines,
De amor palpitan dos corazones,
Y ofrenda el pueblo sus bendiciones
Con los capullos de los jardines.
Bendito el gozo que le conmueve
Y hoy le despierta de su desmayo;
No hay pena humana sin pausa breve
Ni dicha corta que no renueve
La Primavera del mes de Mayo.
Mes en que se abren las azucenas
Y las palomas forman el nido,
Y entre los cantos de las avenas
A los pastores ciñe cadenas
En las campiñas el Dios Cupido.
I Mayo ! tú anuncias días mejores :
Das el aliento, hiergues los tallos.
La vida infundes á almas y flores
Abriendo al soplo de los amores
Pechos de reyes y de vasallos.
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EDUARDO DIBZ DE MEDINA 341
Mes de las guindas y las cerezas,
¡ Mes en que el lirio de amor florece !
I Sea el poema de tus bellezas
Epitalamio de Sus Altezas
Victoria Eugenia y Alfonso Trece !
(J906)
Acuarela
¡ Qué hermosa placidez ! La tarde quieta
Convida á meditar en el reposo,
Y en su silencio tibio y misterioso
Se arrullan los ensueños del poeta.
Cual rasgo de color de una paleta
Que avivase un paisaje caprichoso,
Se esfuma sobre el lago vaporoso
De un remero la pálida silueta.
Ya la barca se aleja suavemente,
Repite la montaña un débil eco
Perdiéndose en la calma del ambiente;
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S42 LOS QUB LLBGAN
Y adormecido por un suave halago
Mi pensamiento triste se desliza
Con la serena placidez del lago...
(190*)
Chez Maxim's
Es la hora del placer. Maxim's de gala
Mujeres bellas y gallardos mozos
Aloja en su amplia sala.
Cabrillean las luces en los focos.
En los ojos sedeños
Las hembras lucen su mirar ardiente,
Y allí, como entre sueños,
Flota un extraño y voluptuoso ambiente
De seducciones, de placeres locos.
Marca un reloj las dos; pero se pierde
Su lánguido tic-tac en el bullicio.
( Para impedir que el tiempo nos recuerde
Tan cerca al precipicio,
Justo es pasarlo en el sopor del vicio !
Y'a las mujeres chillan. En las copas
Rebosan los licores,
Y el champagne mancha las lujosas ropas
De una cocota que blasfema horrores.. «
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EDUARDO DIEZ DE MEDINA
Hay un espejo frente á mí. Discreta
Percibo allá en bu fondo la silueta
I>e una rubia gentil, de talle esbelto;
Ostenta la griseta
En ondas de oro su cabello suelto,
Y un fúlgido mirar que se diría
En esa hoguera azul se abrasaría
El alma de un poeta.
Pasan minutos. El bullicio aumenta.
La música ensordece.
La rubia agota su licor de menta
Que luego le domina, la adormece,
Y entre el rumor confuso de la orgia
Se aleja su alegría,
Cual su bello mirar desaparece.
La orquesta rima un baile cancanesco,
Y á su compás se mueven las parejas
Con garbo quijotesco.
¡ Cuántas ideas raras y complejas
Asaltan á mí espíritu burlesco !
¡ Cómo el licor transforma, cómo enerva,
Cuando curioso observa
Y cómo el hombre adora lo grotesco 1
Es la orgía final. Es el disloque...
Un rastaquoaére^ hundida la chistera
En]^su cabeza fofa de alcornoque,
343
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344 LOS QUE LLEGAN
Busca lid pendenciera,
Mas... un hipo le impide que provoque
Y le hace comprender que es más prudente
Tratar de no lanzar el aguardiente...
Resignase á dormir. Y, recostado
Sobre un amplio diván, ronca á su antojo
De una hembra acompañado.
« ¡ Marchemos á Montmartre ! » exclama un cojo,
« ¡ Muchachos, despertad al matrimonio ! »
El raslá entreabre un ojo
Y gruñe á media voz : a ¡ id al demonio ! »
Los hombres, sin andar, se bambolean,
É inconscientes, sin tregua el codo empinan;
Cantan las hembras, gritan ó pelean,
Y todos desafinan.
Sólo la rubia, taciturna y triste.
Lleva á sus labios, sin chistar, la copa.
Con ese manto de licor se arropa
Para olvidar que existe...
Sus ojos se amortiguan. Y el reflejo
De su mirada ya velada, incierta.
Ahora, en el espejo.
Denota la fijeza de una muerta.
En su tez encendida
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EDUARDO DIBZ DE MEDINA 345
Por el licor que enerva y embrutece, - .
Comienza á desleírse la pintura;
Ese carmín parece
Ser un pudor sobre la tez impura.
¡ Pobre incauta Mimí ! ¡ Cómo perece
Entre el torrente raudo de la orgía
Que agota y envejece !
Su espléndida belleza, flor de un día,
Cual un sueño de amor nos extasía,
Cual un sueño fugaz se desvanece...
Mas, yo no la condeno, si insegura
Mi mente está del fondo de su alma;
No sé si cubre su aparente calma
Un fondo de amargura,
No sé si le aprisionan las cadenas
A un infierno de penas
O al carro de la vida que tortura.
Contemplo sí, su faz adormecida.
Porque sé de las penas de la vida;
Y al verla sola, pensativa y mustia.
Pregunto al mundo que el dolor no ignora
Si sabe de ese espíritu la angustia,
¡ Si sabe cuándo llora !
Nublado el pensamiento
Y á rastras con su oculto sufrimiento,
Cuántos vienen aquí buscando olvido...
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346 LOS QUE LLEGAN
Para marear el pobre entendimiento
O adormecer el corazón herido.
Tal vez la pobre escéptíca confía
A la embriaguez sus penas
Que son, cual su dolor, al mundo ajenas^
ó revive sus raudas alegrías
Luciérnagas que apenas
Alumbran en las noches de sus días.
Nada sé de su espíritu ilegible,
Mas contemplo el silencio en que se abisma»
Y al verla, ante su copa, ya insensible
Al mundo y á si misma,
Me alejo murmurando sí es posible
Ver la vida, mejor, por ese pri^oaa...
(*907)
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FABIÁN VACA CHAVEZ
(1881)
Sus producetones se hallan diseminadas en diversas re-
vistas y periódicos de la RepübUca. Cultiva la literatura
regional. Tiene en p):eparación la novela El Cacique,
Criolla
Bajo (}e tus finas cejas enarcadas
Refulgen tus ojos de brillo andaluz,
Y son un poema tus negras miradas
De amor, de ternura, de fuego y de luz.
Sobre tu cadera recia y prominente
Caen tus cabellos con sensualidad,
Semejando un rio de rauda corriente
Hecho de perfumes y de obscuridad.
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348 LOS QUB LLEGAN
La brisa que corre por los naranjales
Y agita las hojas del cacaotal,
Al cantar sus leves trovas pasionales
Juega con tus rizos de obscura espiral.
Tus senos rosados de breves pezones,
Que tu albo corpino pretenden romper,
Despiertan la sierpe de las tentaciones,
Porque son dos frutos dulces de placer.
Nadie hay que supere tu gracia divina
Cuando vas tendida sobre un carretón,
ó cuando contemplas el sol que declina.
Desde el camarote de una embarcación.
Cuando sus ardores agita la siesta
Y en la hamaca entonas alguna canción,
Vibran en las notas de tu voz de fiesta
Todas las ternezas de tu corazón.
A veces navegas en una canoa.
Coqueta, sonriente, graciosa y veloz;
Y al ver que se yergue tu busto en la proa.
Tordos y maticos modulan su voz.
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FABIÁN VACA CHÁVBZ 349
¡ Qué voz más suave que tu voz canora !
¡ Qué rosa más fresca que tu fresca tez !
De todas las almas eres la señora,
Púdica y mimosa y altiva, á la vez.
Sobre las tranquilas ondas de los .ríos.
Bajo de la augusta pompa de tu sol.
Tú sola dominas los ensueños míos,
Que en pos de ti vuelan formando un estol.
Frescuras y trinos te ofrecen las frondas;
El sol sus caricias, su luz, su calor...
En tu cuerpo dejan sus besos las ondas
Y sobre tus labios los deja el amor.
Por las verdes pampas ricas de palmeras
Llevan los corceles tu busto gentil,
Con un movimiento que da á tus caderas
Un ritmo ondulante, sensual y sutil.
La luna te besa con su luz de plata.
Las aves modulan su voz de cristal;
Y mientras tú escuchas esa serenata.
Yo sueño con una pasión tropical...
(J906)
20
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350 LOS QUE LLBOAN
Un suspim de amor de la pradera
En el llano. La siesta. Primavera.
El sol llueve su luz torrendalmente
Sobre la esplendidez de la pradera,
A la que adora con pasión ferviente
La luz sobre la fuente reverbera :
Creyérase que el astro, sonrientei
Sueña con una erótica quimera
Al contemplar su faz sobre la fuente»
Los tordos pasan en veloz bandada,
Como si sorprendieran la mirada
De alguna oculta y enemiga fiera.
El viento norte los ramajes mece,
Y su vago susurro me parece
Un suspiro de amor de la pradera.
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FABIÁN TACA CHÁVEZ 351
Serenata
Está la noche blanca y misteriosa,
Baja el rocío á despertar las flores
Con su caricia tímida y llorosa,
Y les dice muy quedo sus amores.
Y mientras su botón abre la rosa
Para saciar su sed y sus ardores,
Descanza en paz la amante mariposa,
Porque no tiene celos ni dolores,
Y lanza el ruiseñor su canto al cielo.
También cantan las ondas con su grata
Voz, que hace coro á tantas notas bellas.
Y yo, que solo y silencioso velo.
Creo escuchar la augusta serenata
Con que adora la tierra á las estrellas*
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352 L08 QUB LLEGAN
Altiva y sensual
Nada hay que incite mi pasión, señora,
Como la majestad de vuestro orgullo,
Cuando me contempláis como la aurora
Mira las timideces del capullo.
Altiva y sensual vuestra mirada.
Cuando me hiere con su luz radiosa,
Es como el resplandor de la alborada
Sobre una primavera lujuriosa.
¿Por qué si en este amor, que esitanjprofundo,
Caben las tempestades del exceso.
No entona vuestro labio sitibundo
La primorosa música del beso?
En el regio vergel de mis quimeras
Alzase vuestro busto soberano.
Tal como se levantan las palmeras
Sobre la vasta esplendidez del llano.
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FABIÁN VACA CHÁVEZ 353
Tiene mí amor grandezas de universo;
Y van á acariciar vuestra alba frente
El luminoso nimbo de mi verso
Y mi sensualidad adolescente.
20.
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CLAUDIO PEÑARANDA
(1884)
Acaba de publicar en Sucre, un libro de versos: Líricas.
Con Becquer
— Escáchame iú, maestro, que entiendes de pesares,
De dudas y tormentos que lloran tus cantares;
Que abrumado de peaas cruzaste la existencia,
Siendo el Amor tu culto, siendo el Ek^or tu ciencia.
¿Sabes? Yo tengo un ansia de dichas y de cahna;
Que ea el yermo del mundo en vano busca mi alma.
Han llenado mis horas nostálgicos anhelos
De bienes que habré visto en qué perdidos cielos.
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356 LOS QUE LLEGAN
Espero, con la fiebre que tú también conoces,
No sé qué ignotas glorias y qué imposibles goces
Yo busco un alma hermana, un ferviente cariño.
Noble como de madre, tierno como de niño.
Quiero llenar de amores mis tristes soledades.
Constelar mis recuerdos con astros de bondades.
Y encuentro sombras, sombras, el odio, la contienda;
El Dolor ha cruzado por medio de mi senda,
Y como tú ¡ oh maestro ! estoy solo y con frío...
Entre nieblas revuela el pensamiento mío,
Y se mueren mis ansias de dichas y de calma,
Que en el yermo del mundo en vano busca mi alma.
— ¿Que no es feliz tu vida? Bendice tu destino,
Y deja que florezca la adelfa en tu camino...
Y báñate en las aguas del más salobre llanto ;
Al Dolor ten afecto, porque el Dolor es santo.
Abrázate á su culto y no serás cobarde :
¿Ves que la antorcha alumbra? Ck)nsumiéndose arde.
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CLAUDIO PEÑARANDA 357
Yo sé tus desencantos, tus penas, trovador
Yo sé que estás enfermo de ensueños y de amor.
El Hada Poesía ha ungido tu cabeza,
Grabándote en la frente su sello de tristeza.
Debes amarla; es ella tu blanca prometida.
Yo sé que siempre suyo serás toda la vida.
Mas, cree, no es su seno nidal de las venturas;
Sus besos son muy dulces... y dejan amarguras.
No importa; sufre y canta, corónate de rosas
Y busca en el sendero las huellas misteriosas.
Yo quiero que las halles, yo quiero que las sigas;
Por esa ruta han ido tus quimeras amigas.
Y sueña mucho, poeta. \ Que sólo te despierte
Del sueño de tu vida la aurora de la muerte !
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358 LOS QUE LLEGAN
Veinte años
Tus bellos cuatro lustros son regios lises,
Floridos en la gloria del mediodía,
Lied de periadas notas de Hada Harmonía,
Raudo volar de ensueños, aves felices.
Miro un cielo en tus ojos cuando me dices :
— Te quiero por tu inmensa melancolía,
Porque es tu vida huérfana de la alegría.
Y besa tu afana á mi alma sus cicatrices.
Bien sé yo que podrían tus primaveras
Ser de mis penas hondas las compañeras,
Si deshojaras rosas de tus albores,
CBal Olelia, en el lago de mis quimeras...
Y pienso que si si^ínpre tú me quisieras,
Tus cuatro lustros fueran mi sol de amores.
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CLAUDIO PEÑiUlAKDA 359
íntima
{ Oh, doliente alma mia, si tú pudieras
Hallar en sus tres lustros de primaveras
El anhelo supremo de tus quimeras !...
Si á la voz de esa dulce niña querida
Volviera tu Esperanza, la prometida
Del Amor con que sueña mi triste vida...
Si sus ansias de virgen, sin una bruma,
Blancas como la nieve, como la espuma,
Para que el tedio negro no te consuma,
A través de sus ojos de hurí agarena.
Astros que en cielo toman su faz morena,
Encendiera venturas entre tu pena...
Si sobre su albo seno, que es del Bien n'do,
Reclinara mi frente de hosco vene do
Para dormir en calma sueños de olvido...
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36í) LOS QUE LLEGAN
Y para mis heridas que el odio encona,
Como el bálsamo santo de una Madona
Me diera su ternura que ama y perdona...
Y las quince alboradas primaverales
Del sol inmaculado de sus ideales
Se unieran con mis negras noches de males.
Como un fulgor que besa viejas cenizas...
Y celebrara mi alma sus blancas misas
En el ara celeste de sus sonrisas...
¡ Oh, delirios perdidos entre la umbría
De mi enferma y perenne melancolía !
¡ Oh, mi novia imposible ! ¡ Oh, amada mía I
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RENE CALVO ARANA
(1884?)
Sus composiciones están dispersas en periódicos y revistas
sucrenses.
Romántica
A ti blanca, con blancura de azucena,
Con blancura de los lirios en botón,
Van los pálidos arpegios que agonizan
En mi pálida canción.
II
¡ Oh ! tú, blanca virgencita de mis sueños,
¡ Cómo alumbras los misterios de mi amor I...
21
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362 LOS QUE LLEGAN
Tu silueta se destaca entre mis sombras,
Ck)mo el alma de una flor.
{ Oh ! tú blanca con blancura de jazmines,
Con aroma de los lirios en botón,
Haz que escuche en mis nostalgias,
El arrullo cariñoso de tu voz...
Haz que el rojo terciopelo de tus labios
Me prodigue su sonrisa angelical,
Cual los rojos coloridos que en el alba
Se desfloran, como un beso, sobre el mar.
Las tristezas — aves negras del crepúsculo
Me acarician con sus alas, al pasar,
Me acarician con sus alas, porque saben
Que tú nunca me amarás.
Tú eres buena, me lo ha dicho tu mirada
Turbadora flor de luz.
Mas no impides que yo sufra, virgencita,
Siendo mi alma solo tú.
Y bien sabes que yo te amo,
Que mis sueños y ambiciones son por ti
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RENE CALVO ARANA 363
¿Por qué entonces no me miras cariñosa
Cuando pasas junto á mi?
¡ Oh, el aroma de la fronda de tus rizos
En las tardes que mi espíritu soñó !
En las tardes cuando escucho dentro el alma
Las nostalgias de una pálida canción...
Quizá duermes cuando el alma de este canto
Ya agoniza, en el confín,
Quizá duermes... quizá sueñas...
Con los besos que yo guardo para ti...
Tristes besos que se mueren
Con la anemia del amor...
Besos huérfanos y enfermos
Que tu boca temblorosa rechazó.
I Oh mi blanca virgencita !
Haz que mi alma no tirite de dolor,
Que esas pálidas tristezas que me acosan
Se retiren al conjuro de tu voz...
^^^^^»>^^«^^^
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364 LOS QUE LLEGAN
Visionaria
¡ Oh, tú, la encarnación del sueño mío.
Tú que de orgullo el corazón repleto,
En tus pupilas el misterio ocultas
De un trágico secreto !
Eres altiva, noble y desdeñosa...
Con el raro mutismo de tu gracia.
Desprecias los blasones que te brinda
Esa plebe llamada aristocracia.
Tú, que el sarcasmo cual espada esgrimes
En medio de sonrisas y desprecios,
Al ver ante tus plantas.
La fanática turba de los necios.
Soberbia y sin mirar el suelo, marchas
Como esas almas visionarias, locas,
Que resisten serenas de la vida
Las tempestades, como adustas rocas.
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RENE CALVO ARANA 365
La envidia, que es culebra,
Se retuerce impotente al ver, tranquilas
Irradiando en el cielo de tu rostro
La dulce y suave luz de tus pupilas.
Yo sé que no eres buena con el hombre
Adulador que ensalza las bajezas,
Porque él te inciensa con el humo negro
De todas sus vilezas.
¡ Oh, tú, la encarnación del sueño mío !
Si, tú que en el orgullo ensimismada
Ck)n sonrisa sarcástica y altiva
Prodigas el calor de tu mirada;
Prosigue siempre altiva;
La senda es larga aún y pedregosa...
Pálido y triste tu sereno rostro
Prosigue la jomada dolorosa...
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ARTURO PINTO ESCALIER
(188...)
El8l;i]diante de medicina en la Universidad de Buenos Aires.
No ha publicado ningún libro.
En mi estancia
Tarde invernal. La lluvia lentamente
Cae fuera al través de los cristales.
Yo, pensando en Lucia,
Escribo madrigales.
No lejos de mi mesa un gato blanco
Engurruñado en el diván dormita.
El frió arrecia; el gato,
Dormitando, tirita.
En su retrato el rostro macilento
Y grave de mi abuelo octogenario.
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368 LOS QUE LLEGAN
Medita como un santo
De antiguo escapulario.
En sus azules ojos taciturnos
Brilla el noble fulgor de sus hazañas,
Que dicen los pastores
Cantando en las montañas.
A su lado, en divina miniatura,
Una dama gallarda y hechicera :
Mi abuela, gran señora
De rubia cabellera.
Más de un galán prendóse de ella al verla,
Cuentan antiguas crónicas hispanas;
Bailaba con donaire
Gavotas y pavanas.
Algunos libros dentro de mi estante,
Papeles y un velón sobre mi mesa;
En mi cerebro un mundo
¡ Y en mi alma... la tristeza I
Y más adentro, en lo intimo del pecho,
Donde todo es ternura y armonía,
Un nombre dulce y vago,
Tu nombre, mi Lucia.
I
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ARTURO PINTO BSCALIER 369
Recónrete á sofiar
Mon &me est ane Infante
Albert SAMáiii.
Recógete á soñar, recógete, alma mía,
Bn el doliente parque de tu melancolía.
Como la dulce amada que en tus ensueños viste.
Pasea tus nostalgias en esta noche triste,
Que el otoño decora con el sencillo encanto
De una plegaria llena de inquietud y de llanto.
Sé que llevas, cautiva de un dolor enemigo.
El oro de tu ensueño por dueño y por amigo.
Yo sé cómo en la sombra de una noche angustiosa
Comulgan en tu alcoba el ciprés y la rosa :
El ciprés que es dolor, la rosa que es ensueño.
Ambos deforme espectro de un infinito sueño :
Recógete á soñar, recógete, alma mía.
En el doliente parque de tu melancolía.
Hay una vaga forma — blanca de luz de luna —
Que asoma á tus vergeles ríente é importuna.
¡ Oh ! no te asombres : ¡ mírala ! Tú lo sabes : Es Ella
Con algo de Caín y algo también de estrella.
Como un enigma, rojo de sangre de donceles.
Ríe su intacta boca saturada de mieles.
En sus amables manos de albura nazarena
Tuvieron paz mis ojos y tuvo paz mi pena.
21.
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370 LOS QUE LLBGAN
Levemente prolonga un lino, aquellas manos
Olientes á perfumes de cármenes lejanos.
En sus ojos, extraños como el alma de Poe,
Está Salomé, y están la Sulamita y Goe.
Ella es asi : diversa, cruel é infinita,
Como un reir alegre, como un llorar maldita.
Sabe adorar á veces y sabe los delirios
De dos almas que se unen como dos blancos lirios;
Pero mundana y frágil no sabe de Lucía
Ni de Ghopin, y con la cual ironía
De la Marquesa Eulalia contempla indiferente
Ck)mo un invierno de alma va nevando mi frente.
Recógete á soñar, recógete, alma mía,
En el doliente parque de tu melancolía.
Márchate á ese país tan vago y tan lejano
Que en la bruma se pierde. Allí un amor hermano
Y un sonreír de rosas floridas á la vera
De tu senda, te harán vivir, que es la Quimera
Un bello país donde eternamente enseña
La juventud en risa más clara y abrileña.
Aduérmate la dulce endecha de la brisa
Galana como un beso que fuera una sonrisa;
Escúchense en tu parque las músicas azules
Y melodicen juntos alondras y bambules.
Une al gayo soñar el meditar sesudo.
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ARTURO PINTO BSCALIER 371
Al verbo leve y grato, el verbo grave y rudo.
Busca en las sabias fuentes del intelecto ajeno
Ensalmo y paz que sean exentos de veneno;
Hay un celeste libro de páginas de armiño
Donde perpetuamente leen el viejo y el niño.
Y no harta ese leer. Dicen que lo escribió
Tomás de Kempis y al terminarlo vio
En él su alma tan grande y tan pobre la vida,
Que halló la mejor senda la que es senda escondida.
Retempla en él tus fuerzas, y cobra virtud en él :
Cava hondo en la colmena, honda es la buena miel.
Y en uno de esos leves ponientes otoñales,
Lánguidos como un rezo de voces conventuales,
Se llenará tu parque de buenas alegrías
Gomo aquellas — ¿recuerdas? — de tus mejores días.
Y sentirás de nuevo las tímidas congojas
De los cabellos rubios y de las bocas rojas.
Y aquel ritmo encantado de un poema extinguido
Entre un beso y un llanto del corazón herido,
Será el alma que anime otro verso tan fuerte
Gomo la vida y como el dolor y la muerte.
Porque será el alma de tu primer idilio
Venida en los crepúsculos dorados de tu exilio.
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ADHEMAR D'ARLACH
(1886-1908)
No publicó ningún libro. Periódicos de Tanja, su pais,
registran poesías de él (1886).
El mendigo
Vadle alejarse, taciturno y mudo,
Trágico cual dolor irremediable;
Su vida es un poniente interminable
En un paisaje gris de invierno crudo.
Nunca su labio de vencido pudo
Trazar la curva de sonrisa amable,
Su rostro es una esfinge impenetrable,
Forjada del dolor al golpe rudo.
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374 LOS QUB LLEGAN
Su pupila fugaz y humedecida
Simboliza ignoradas amarguras
Y el tedio insoportable de la vida.
Quizá bajo las rotas vestiduras
Hay un alma de artista adormecida,
O un corazón florido de ternuras.
La muerte del poeta (*)
Desde el viejo pinar canta á la luna
Su duelo un ruiseñor,
La noche entorna su pupila bruna
Y besa al trovador.
Los pinos lloran y al pasar el viento,
Sus lágrimas desata
Y el boscaje es asi largo lamento,
Doliente serenata.
Sublime funeraria del poeta
Que en el barco de luto, y grave y serio,
Camina rumbo de la playa ignota
Donde yace el cadáver del misterio.
(*) Composición publicada el día en que murió el poeta.
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EMILIO FINOT
(1886)
Ha publicado pequeñas colecciones de poesías con los
títulos de Breves y Rosas, Redacta en Santa Cruz de la
Sierra dos revistas literarias.
El amor de las madres
El joven amaba con amor ardiente
A una linda niña de mejillas rosas
Y de ojos muy bellos;
Y olvidó á la madre de arrugada frente,
Manos temblorosas
Y grises cabellos.
Pero la muchacha prefirió á otro hombre
Vulgar, necio y rico, que la hizo su esposa.
Que le dio su nombre;
Y la ingrata niña se creyó dichosa.
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376 LOS QUB LLBOAN
Lloró mucho el mozo... Su madre le dijo
Palabras tan dulces, que calmó la pena
Del infeliz hijo;
Quien, al ver tan buena
A su anciana madre, la amó y la bendijo..
Jóvenes : si os punza ya la espina dura
De la Desventura,
Buscad á las viejas madres. Su ternura
Es un arroyuelo
En cuya agua pura
Apagaréis vuestra gran sed de consuelo...
Si nadie os dirige piadosas miradas;
Si con frialdad todos ven vuestros dolores;
Si vuestras angustias no son comprendidas;
Buscad á las madres tristes y encorvadas :
¡ Que los viejos trapos siempre son mejores
Que las telas nuevas, para las heridas !
(.906)
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BMIUO FINOT 377
En el Jardín
¡ Qué suave era el perfume de las rosas f
¡ Oh ! cómo describir lo que sentimos :
Ella, hábil en el arte de los mimos,
¡ Y yo, doctor en ciencias amorosas !
Los dientes de nuestras bocas golosas
Mordieron los magníficos racimos...
¡ Oh, el dulzor de las uvas que comimos,
Y el sueño de los seres y las cosas !
Mi rubia amada me escanció^'champaña.
Yo la miré de una manera extraña...
Mi amada me miró lánguidamente...
... Y cuando el cielo se vistió de luto,
Mordí el más dulce y delicado fruto :
Una boca purpúrea, fresca, ríente..
(i9o5)
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378 LOS QUB LLEGAN
El leproso
El leproso cantó : — « ¡ Oh, qué hermoso está el dia !
Sobre el bosque el sol vierte sus claridades blondas.
Todo es luz y belleza y aroma y armonía.
Suave brisa murmura entre las verdes frondas...
« ¡ Y mi alma está sombría ! siempre, siempre sombria,
Aun más que los sepulcros y las cavernas hondas...
¡ Qué contrase entre mi íntima pena y esta alegría !
¡ Qué fragantes las flores, y mis carnes ¡ qué hediondas !
« I Oh, yo quiero morir, morir ! Morir en plena
Primavera. Yo quiero que acaricie esta brisa
Mi cadáver, como una madre amorosa y buena...
« Que una lluvia de flores teja un fragante manto
Sobre mi cuerpo... »
Oyóse una sonora risa
Y una lluvia de piedras interrumpió aquel canto.
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EMILIO FINOT 879
Venso de la alegre campiña...
II
Vengo de la alegre campiña. Regreso
A tí, c udad blanca que causas hastio;
Que agobias las almas bajo un rudo peso
ó haces que las almas sientan el vacio.
El so me ha besado con ardiente beso;
Sobre mi ha llorado perlas el roció;
He entrado en un bosque fragante y espeso;
Me he bañado muchas veces en un rio...
Ya no se ven árboles ; se ha eclipsado el verde.
En el cielo nace la rosada Aurora.
En el vasto cielo mi ensueño se pierde...
Los pájaros cantan saludando al dia.
Y yo te saludo, gran consumidora
De vidas y fuerzas, ¡ blanca ciudad mía !
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380 LOS QUE LLEGAN
TÚ estás tranquila, mujer.
III
¿A qué palabras de amor
A ti, cuya juventud
Se consume en la quietud
En que la arrojó el Dolor?
Has perdido ya el vigor
Corporal, y, sin salud,
Tú, seco árbol de Virtud,
No puedes dar una flor...
Tu boca no es un manjar
Que proporciona placer :
Contigo no me he de hastiar.
Tú estás tranquila, mujer :
Sabes que al amargo mar
No va el sediento á beber...
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EMILIO PINOT 381
CANCIONES CELESTES
Al sol
¡ Rubio sol amable 1
Todo tú lo alegras...
¡ Me impides que hoy hable
De muy rojos odios, de penas muy negras I
Acaricias cumbres
Y besas desiertos;
Doras podredumbres;
Calientas las frías tumbas de los muertos...
I Sol I Eres divino
Sabio tejedor;
Eres peregrino
Mago; eres amigo del agua y la flor...
Engendras las rosas:
Repartes matices
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382 U>S QUE LLEGAN
A seres y cosas;
Provocas sonrisas; nos haces felices...
¡ Sol ! ¡ Gallardo esposo
De la Primavera !
Triste y horroroso,
Sin tu luz caliente, nuestro mundo fuera..
Como buen rey, eres
A veces tirano :
Castigas y hieres
Al pobre viajero que va por el llano...
¡ Oh monarca blondo,
Magnifico rey !
Desciende hasta el fondo
De mi alma... ¡ Y allí grábame tu ley !
En tu esplendoroso
Lenguaje de luz,
Dime : — Da reposo
A tu alma, que carga su afán como cruz.
Dime : — Yo te mando
Que mates las dudas
Que engendras pensando...
Libra ya á tu espíritu de labores rudas...
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EMILIO FINOT 383
Es asi, monarca :
Mi débil cerebro
Poquísimo abarca...
Y nunca mentales victorias celebro...
El hombre egoísta
Te ve de distinto
Modo que el artista :
Te ve con los ojos de su bajo instinto...
Y sólo te ama
Porque le calientas
Con tu noble llama,
Y, haciendo la tierra fértil, le alimentas...
Amor puro y alto
Es el amor mío.
Mi espíritu, falto
De luz, hoy te pide la gran luz que ansio...
¡ Dame tu luz, para
Que yo vaya en pos
De una luz más clara.
Que alumbra las almas... de la luz de Dios!
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384 LOS QUE IXBGAN
A la lima
¡ Oh dulce blancura !
Eres parecida
A mi vida pura,
A mi vida, triste é incolora vida...
Por tus palideces,
Bello astro de plata,
A ella te pareces...
Por talsemejanza, tu luz me es^tan grata. . »
Quiero hacerte hoy una
Triste confidencia :
Si me muero \ oh luna I
Nadie sobre el mundo llorará mi ausencia.
Luna : quiero hacerte
Otra confidencia :
¡ Qué amable es la muerte
Para los que sufren amarga existencia !...
Oye, luna buena...
Ten compasión, astro.
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EMILIO FINOT 385
Por la horrible pena...
Por la horrible pena que conmigo arrastro...
Muchas veces — ¡ muchas ! —
Tú me sorprendiste
En intimas luchas,
Abatido el cuerpo y el alma muy triste...
Quejas, tengo muchas...
Pero no las digo
Porque tú no escuchas...
Ni yo hallo en la tierra un sincero amigo !
¿Quién aquí es sincero?
Sólo tú poeta...
Blanca luna : espero
(Ya que hablar no puedes) que serás discreta...
En luz y alegría
Envuelto está el mundo...
Temo que se ría
De mi, ó menosprecie mi dolor profundo.
Comedias presencio :
Son tan de su agrado,
Que lloro en silencio...
Como si yo hiciese algo reprobado...
22
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386 LOS QUB LLBOAN
Á las estrellas
¡ Oh blancas hermanas
De puras doncellas;
Estrellas lejanas,
Estrellas hermosas, divinas estrellas!
Sois como la vida
De muchos poetas :
Gran luz diluida ;
Claridades débiles, suaves, incompletas.
Grandes sois, estrellas;
Pero la distancia.
Si os hace más bellas,
Parecer os hace astros en infancia...
Más bellas he dicho :
Lisonja no fué;
Tampoco capricho :
He dicho « más bellas » ... y lo probaré.
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BMILIO FINOT 387
Asi, pequeñiias
Para mis miradas,
Parecéis benditas
Lágrimas lucientes, por Dios derramadas...
Música de Schubert
Fulgura la luna, lágrima de plata,
Y en su luz de ensueños, suavísima envuelta.
Deshoja las notas de la serenata
Mi amada, mi amada que es blonda y esbelta.
La sonrisa entreabre su boca escarlata
Y flota su rubia cabellera suelta.
Pues mi loco anhelo siempre la desata.
Cabellera suave, fragante y revuelta...
En el negro piano, mi Blanca deshoja
Notas que son flores de melancolía.
La sonrisa entreabre su boquita roja
Y le da la luna su caricia fría;
Pero ella en mis brazos amante se arroja
Y mi ardiente boca murmura : Eres mía.
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388 LOS QUB LLBOAN
En un cementerio
Nada hallo aquí terrible ni sombrío.
La luz del sol el cementerio inunda;
Y la tierra, gran madre, se fecunda
Al beso abrasador del sol de estío
¡ Ya no quiero sufrir ! ¡ Oh, cómo ansio
Dormir el sueño cuya paz profunda
No se interrumpe !... Quiero que se hunda
En la noche sin fin el cuerpo mío.
Que la muerte que hiere lozanías
Y es ladrona de frescas juventudes
Y gran consumidora de frescas energías,
Dé á seres que no han sido venturosos
La más grata de todas las quietudes :
El más largo de todos los reposos.
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EMILIO FINOT 389
Canción de Primavera
¡ Oh Primavera ! Tú, que despiertas
La dulce fiebre de los sentidos;
Tú, que renuevas las flores muertas .
Y reconstruyes antiguos nidos...
¡ Oh estación tibia de los amores,
En que las flores son más fragantes;
En que el sol besa las bellas flores,
Y en que se besan más los amantes I
¡ Oh Primavera 1 Tú, que mil vagas
Ansias en todas las almas dejas;
Que con el vino de Vida embriagas,
Y olvidar haces latf penas viejas...
¡ Oh Primavera ! Tú, que conviertes
En sensaciones nuestras ideas;
Que exprimes vida de tantas muertes.
¡ Oh Primavera : bendita seas !
2?.
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índice
A guisa de prólogo v
LOS POETAS DE AYER
Manuel José Cortés (1811-1865).
El Viernes Santo 3
Las elecciones 6
El justo 7
Mariano Ramallo (1817-1876).
Epitalamio de los bardos 9
A Elena 12
María Josefa Mujía (1820-1888).
La ciega 15
El árbol de la esperanza 18
A Bolívar 20
Ricardo José Bustambntb (1821-1884).
Despedida del árabe á la judia (canción). ... 23
El Judio errante y su caballo 25
Oda á la libertad 31
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392 LOS POETAS B0UVIAN08
Páux Rbybs Ortiz (1828-1883).
Un grito de dolor 45
Dolora 49
Néstor Galindo (1830-1865).
Soneto 63
Desconsuelo 54
La piedad 55
Daniel Campos (1838?-1898?).
1 Te lloro peregrino I 57
Manuel José Tovar (1831-1865).
Un recuerdo y un suspiro 63
Luís Zalles (1832-1896).
Letrilla 67
Daniel Calvo (1832-1880).
Gloria 71
A Galindo 72
Ilusión, 73
En la hora de dolor 75
Benjamín Blanco (1832-1905).
Dolora 81
Deseo 85
Recuerdo 85
Confidencia 86
Epigramas 89
Benjamín Lbns (1836-1878).
Mis lágrimas 91
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ÍNDICE 393
José Rosendo Gutiérrez (1840-1883).
Los crucificados 95
Julio L. Jaimes (1845?).
Hoy por ti 99
No lo siento 101
Espero 103
I Siempre I \ Siempre ! 104
I Sin verte I 105
Madrigal 106
Joaquín Leiioine (184...)*
Nace y muere 109
Julieta y Romeo 110
¡Pobre mudo! 111
Flor enferma 113
Jacobo Ramallo (1850-1906).
El hombre 115
Plegarias 117
José V. Ochoa (1858-1897).
El Minero 119
LOS POETAS DE HOY
Tomás 0*Ck)NN0R d'Arlagh (1848?).
Tardes grises 125
Laura 127
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394 los poetas bouvianos
Adbla 21\mudio (186...)-
Quo vadis? 129
Nacer hombre 132
Peregrinando 134
El Hombre 138
Fin de Siglo 138
Caín 139
La Oración de la tarde 140
¡Poeta 1 141
Hbrciua F. db Mujía (186...).
Ayer y hoy 145
Rosendo Villalobos (1860).
Asi 147
Frase del cable en 1885 149
Rubor 149
Al hoyuelo de Cloe 150
Juventud y esperanza 150
El periodista 151
Aparición 152
Lejos del mundo 155
Los ojos {Sully Prudhome) 158
Tristezas 159
Tic-tac 164
En un álbum 167
El poeta y el destino 169
La Victoria 174
A la caridad 177
Per umbras 178
Benjamín Blanco, hijo (18...)-
A Zulima 181
I Ole con ole ! 186
Cuentos de mi abuela 193
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índice 395
Isaac G. Eduardo (1862?)
El toque de Bílencio 199
Ideal 200
Ricardo Mujía (1863?).
Crepúsculos 203
En ultratumba 211
Pedestal 215
Poder 219
ÁNGEL Diez de Medina (1869).
El gran viajero 221
Por la patria 223
Sobre un tema de Richepin 224
Rafael Peña, hijo (1869).
A Dios / . . . 227
Monólogo intimo 231
Ricardo Jaimes Freyres (1868?)
Alma antigua 235
Los Héroes (de Castalia Bárbara) 241
La Muerte del héroe 242
.Las Hadas 243
Etemum vale 244
Medioevales. — Pórtico 246
El Hermano Pintor 247
Hoc signum 248
t Je meurs oü je m*attache » 249
Crepúsculo 250
El misionero 250
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396 LOS POETAS BOLIVIANOS
Manuel María Pinto^ hijo (1871).
Sicuris 253
Del estío 256
Ofrenda 258
La pluma 261
B. T. M 262
Ergo. 263
In illo tempore 267
Sixto López Ballesteros (186.. .-1906).
Ola de fuego 271
Andina 273
Jorge S. Mendieta (1873?).
Lírica 275
Rubia 277
Benjamín Guziián G. (1873).
Tu nombre 279
José Aguirre Aghá (1875).
I Porvenir 1 281
Manuel Paz Arauco (1878).
Semblanzas 285
Plácido Mouna (1876).
De mi tierra 289
Morales 298
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¡NDICB 397
LOS QUE LLEGAN
Franz Tamayo (1880).
El milagro de la lengua 303
Scherzo del bosque 305
Habla Werter 309
Juan Francisco Bedregal (1880).
Poema astral 311
Misa triste 313
Trofeo 314
Armando Chirveches (1880).
El mar 317
Crepúsculo 321
Nocturno , 324
Andante 326
Scherzo 328
Madrigal 330
Abel Alarcón (1881).
De i Flores de tristeza» (Soneto VII) 333
» » i Otra flor.... » 334
El Arte 335
En Vano 336
Eduardo Diez de Medina (1881).
Paisajes Andinos 337
Epitalamio real 339
Acuarela 341
Chez Maxim's 342
23
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398 los poetas bouvianos
FabiJü« Vaca Chávez (1881).
CrioUa 347
Un suspiro de amor de la pradera 350
Serenata 351
Altiva y sensual 352
Claudio Peñaranda (1884).
Con Becquer 355
Veinte años 358
íntima 359
Rene Calvo Arana (1884?).
Romántica 361
Visionaria 364
Arturo Pinto Escauer (188...)
En mi estancia 367
Recógete á soñar 369
Adhémar d*Arlach (1886-1908).
El mendigo 373
La muerte del poeta 374
Emilio Finot (1886).
El amor de las madres 375
En el jardín 377
El leproso 378
Vengo de la alegre campiña 379
Tú estás tranquila, mujer 380
Canciones celestes. — Al Sol 381
Á la luna 384
Á las estrellas 386
Música de Schubert. . . 387
En un cementerio .... 388
Canción de Primavera. . 389
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París. — Imp Paul Dopomt, 4, rué du B©uloi (Cl.) 396.8.1908.
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Por la Ciiltiira y por la Ban.
Poetas Bolivianos.
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Los Modernos.
La Ciudad de los Suicidas.
Burbujas de la Vida.
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