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Full text of "Poetisas mexicanas : siglos XVI, XVII, XVIII y XIX"

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POETISAS MEXICANAS. 



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SIGLOS XYI, XVII. XVIII Y XIX. 



ANTOLOGÍA FORMADA POR ENCARGO DE LA JUNTA DE SEÑORAS 



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DE LA EXPOSICIÓN DE CHICAGO 




MÉXICO 

OFICINA TIP. DE LA SECRETARÍA DE FOMENTO 

Calle de San Andrés número 15. 

1893 



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JUL 13 1914 



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CARMEN ROMERO RUBIO DE DÍAZ. 



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PEÓLOGO. 




A historia del presente libro es bien sencilla. Obsequian- 
do el deseo de la Sra. Doña Carmen Romero Rubio de 
Díaz, de que ayudase en sus labores á la Comisión de Li- 
teratura de la Junta de Señoras correspondiente de la de 
la Exposición de Chicago, hablé luego con la Sra. Doña 
Joaquina Inclán de Zamacona, presidenta de dicha Co- 
misión, y á quien sometí el proyecto del libro que hoy 
ve la luz pública. Creí, en efecto, que fuera de los diversos objetos, 
que como trabajos femeniles pueden presentarse en la Exposición 
con que la gran República de Norte- América se propone celebrar el 
cuarto centenario del descubrimiento del Nuevo Mundo, nada con- 
tribuiría á dar en el exterior más alto y merecido concepto de la cul- 
tura literaria alcanzada por la mujer mexicana, que un libro, des- 
tinado á presentar composiciones escogidas de nuestras poetisas, 
desde el período colonial hasta la época presente. Mi pensamiento 
halló buena acogida en la Sra. de Zamacona, y aprobado después 
por la Junta de Señoras y por su digna Presidenta, la Sra. Romero 
Rubio de Díaz, procedí á coleccionar las poesías que el lector pue- 
de ver en el presente volumen. 

Capítulo interesantísimo de nuestra historia literaria tendrá que 
ser, el que haga patente la parte que en todo tiempo ha tomado la 
mujer en el desenvolvimiento intelectual de México. Atrasada como 
ha sido, especialmente en los siglos anteriores, la instrucción de esa 
mitad preciosa de nuestra sociedad, no han faltado excepciones hon- 
rosísimas por las que puede verse que no es el ingenio patrimonio 



VIII 



POETI8A8 MEXICANA8. 



exclusivo del sexo fuerte ; y esto tiene una explicación obvia. Desde 
los primeros siglos de la conquista pudieron notarse las brillantes 
facultades con que la naturaleza dotó el alma de los hispano-ame- 
ricanos : la afición á la poesía se despertó muy pronto de un modo 
extraordinario, y era natural que la mujer, en quien dominan lo de- 
licado del sentimiento y lo vivo de la imaginación, sintiese esa in- 
fluencia que tanto admiraron los escritores españoles de aquella 
época. 

Estrechísimo era, sin duda, el círculo en que se encerraba la ac- 
tividad intelectual de la mujer; ella, sin embargo, lejos de resignar- 
se, protestaba contra la supuesta inferioridad de su naturaleza, y se 
sentía con aliento bastante para disputar á los hombres los favores 
de las musas, considerándose en mejor predicamento; porque si á 
aquellos se conceden, 

"¿Por qué no á las mujeres? 
Y si hay en almas sexos, 
Á sus influjos tengo más derecho." 

decía con sobrado ingenio la poetisa de Tehuacán Doña María Do- 
lores López. Ni podía ocultarse á la perspicacia femenina que la di- 
ferencia de sexo carece de aplicación en el orden moral, verdad cla- 
ramente expresada por Calderón de la Barca, y empleada como epí- 
grafe en una de las composiciones de aquella época: 

" Pues lidien y estudien, que 
Ser valientes y ser sabias, 
Es acción del alma, y no es 
Hombre ni mujer el alma." 

Estas protestas vagas de un sentimiento de justicia herido, to- 
maron forma concreta y razonada bajo la hábil pluma de Sor Juana 
Inés de la Cruz. En su notabilísima respuesta al Obispo de Puebla, 
entra de lleno en la cuestión relativa á la enseñanza que debía dar- 
se á la mujer, y ya es de suponerse la conclusión á que llegaría la 
célebre poetisa, cuando había pensado seriamente vestir el traje de 
hombre para concurrir á las cátedras de la Universidad de México. 
Haciéndose cargo de las preocupaciones que dominaban en su tiem- 
po sobre este punto, comienza por citar una larga serie de mujeres 
que brillaron en la política, en las armas y en todo linaje de conoci- 
mientos, como ejemplos elocuentes de la capacidad femenina para 
alzarse á esferas de que se la quería apartar sistemáticamente. Exa- 



PROLOGO. 



IX 



mina en seguida si es lícito á la mujer estudiar las letras divinas, y 
concluye por la afirmativa, apoyándose en la autoridad de Santos 
Padres y doctos teólogos ; indica luego las ciencias auxiliares nece- 
sarias para hacer fructuosamente dicho estudio, y por último, des- 
cendiendo al punto capital de la enseñanza, asienta las ventajas so- 
ciales que resultarían de que hubiese escuelas, dirigidas por maestras 
sabias y virtuosas, que formasen discípulas instruidas, pues la falta 
de tales planteles ponía á los padres de familia, que poseían medios 
de pagar el aprendizaje de sus hijas, en la dura alternativa de de- 
jarlas en la ignorancia, ó de recurrir á hombres, cuyo trato y fami- 
liaridad ocasionan graves inconvenientes. 

Fácil es comprender que. á causa de lo deficiente de aquella en- 
señanza, el número de mujeres instruidas tenía que ser muy redu- 
cido en el antiguo régimen, y en vez de maravillarnos de esto, más 
bien nos debe sorprender el encontrar algunas, que traspasando los 
límites de una instrucción elemental, se dieron á escribir ya en pro- 
sa, ya en verso, recorriendo los campos de la literatura, de la histo- 
ria y de las ciencias. Desgraciadamente, de la mayor parte sólo nos 
han llegado los nombres, vagas indicaciones biográficas y noticias de 
obras que quedaron manuscritas y que tal vez hayan perecido. l Es 
de suponerse que las aficiones literarias, y especialmente las poéticas, 
prevalecieron en esos ingenios femeninos ; pero la falta de medios de 
publicidad, y lo costoso que era la impresión de libros, oponían obs- 
táculos insuperables para que diesen á luz sus obras, no quedándo- 
les más estímulo ni otro recurso de hacerse conocer, que los certá- 
menes literarios á que se convocaba por acontecimientos de excep- 
cional importancia. Aquí debe tomarse en consideración que las 

1 Beristain cita las siguientes escritoras, monjas en su mayor parte, cuyas obras casi todas, 
quedaron manuscritas. 

Sor Ana María del Costado de Cristo. Varias vidas de santos. MS. 

Sor Inés de la Cruz. Carmelita del convento de San José de México. Varias obras en pro- 
sa. MS. 

Sor María Ana de Santo Domingo. Monja de Jesús María. Vidas de algunas monjas del mis- 
mo convento. MS. «. 

Sor Mariana de la Encarnación. Monja de Santa Teresa de México. Historia de la fundación 
de dicho convento. MS. 

Sor Juana María de San José. Monja de la Concepción de México. Devocionario de todos 
los santos. Imp. 

Sor María Josefa de San José. Monja de San José de Gracia. Poesías. MS. 

Sor Petronila de San José. Monja de Jesús María. Vidas de varias monjas del mismo con- 
vento. MS. 

Francisca Gonzaga Castillo. Se dedicó al estudio de las Matemáticas. Escribió " Efemeris 
calculada al meridiano de México para el año de 1757." Tmp. en México, 1766. En su prólogo 
dice que había aquel año en México y Puebla ocho insignes astrónomos. 

Sor Catarina de Christo. Priora del convento de carmelitas descalzas de San José de México. 



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POETISAS MEXICANAS. 



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pocas composiciones que nos han llegado en esos certámenes impre- 
sos, son apenas leve indicio de la capacidad de sus autoras, quienes 
tenían que restringirse á temas forzados, que matan en vez de des- 
pertar la inspiración ; y es de presumirse que quienes tal escribieron 
habíanse ejercitado en los secretos del arte, pues cualesquiera que 
sean los defectos de aquellas producciones, puede asegurarse que no 
fueron ni los primeros ni los únicos ensayos. 

A esas fuentes, con la excepción única de Sor Juana Inés de la 
Cruz, ha sido preciso recurrir para entresacar las composiciones 
de la época colonial, que debían figurar en un cuadro como el pre- 
sente ; pero siendo indispensable alguna explicación sobre el objeto 
y circunstancias en que tales composiciones fueron escritas, paréceme 
conveniente dar noticia, si bien somera, de los referidos certámenes, 
que ofrecen importancia positiva en nuestra historia literaria. Esto, 
además, proporciona la ocasión de mencionar las obras de muchas 
poetisas mexicanas, anónimas en su mayor parte, que merecieron 
los honores del triunfo, lo cual indica la altura á que había llegado 
el cultivo de las bellas letras por la mujer en la Nueva España. 

Entre las fiestas con que se solemnizaban los sucesos extraordi- 
narios en el orden religioso ó político, aparecen los certámenes poé- 
ticos, que ocupaban seriamente la atención de la sociedad entera, y 
ponían á los ingenios del país en inusitado movimiento. Comenzá- 
base por expedir, mediante aparatosas ceremonias, la convocatoria, 
en la cual se fijaba el tema sobre que debían contender los aspirantes 
al premio. Ese tema se presentaba bajo diversas fases, determinán- 
dose, fuera del asunto, el género de verso y hasta el número de estro- 



Escribió, según Sigüenza en el prólogo i su " Paraíso Occidental:" Noticias de las vidas de las 
VV. MM. Inés de la Cruz y Mariana de la Encarnación, religiosas del mismo convento. MS. 

Sor María de Christo. Monja de Santa Teresa de Puebla. Crónica de las carmelitas de aque- 
lla ciudad: relación de las vidas de sus primeras religiosas. MS. 

María Josefa Mendoza. "Cánticos devotos sobre los cuatro novísimos." Imp. en Méxi- 
co, 1802. 

María Casilda Pozo. Su autobiografía. MS. 

Sor Josefa Ignacia de Santa Rosalía. Monja de San Jerónimo de México. Noticia de la ima- 
gen de Nuestra Señora de Guadalupe, venerada en el mismo convento. MS. 

Sor María Teresa. Abadesa de las capuchinas de Puebla. Vida de Sor María Leocadia, fun- 
dadora de dicho convento. Imp. en México, 1784. 

Sor Agustina de Santa Teresa. Monja de la Concepción de Puebla. Vida de Sor María de 
Jesús. MS. 

Sor Beatriz de las Vírgenes. Religiosa de Santa Catalina de Sena. Memorias históricas de di- 
cho convento. MS. 

Sor Joaquina Zavaleta. Abadesa del convento de San Felipe de Jesús de capuchinas de Mé- 
xico. Carta á las preladas de los monasterios de Nueva España, en que se da noticia de las virtu- 
des y muerte de Sor Agustina Nicolasa Muñoz y Sandoval, abadesa del mismo convento. Imp. 
en México, 1756. 



PROLOGO. 



XI 






fas de que habían de constar las composiciones, lo cual abría vasto 
campo á las aptitudes de cada uno, a la vez que facilitaba el fallo 
de los jueces, quienes podían formar comparación exacta entre obras 
con tanta precisión delimitadas. Publicábase después la relación cir- 
cunstanciada del concurso ; en grupos metódicamente ordenados dis- 
tribuíanse las composiciones que habían obtenido aprobación, y al 
pie de cada una se mencionaba el premio respectivo, acompañado 
de un elogio en verso, más ó menos ingenioso y agudo. Después de 
esto ya se comprenderán las citas que siguen. 

En 1724 celebró la Universidad de México, un certamen en oca- 
sión de la jura de Luis I. 1 Sabido es que la exaltación de este rey 
se debió á la cesión que de la corona le hizo su padre Felipe V. El 
tema fué la aplicación al nuevo monarca, de la fábula de Hércules 
en el trabajo de sustentar el Olimpo sobre sus hombros. Entre las 
composiciones premiadas en aquella justa, se encuentran dos, una 
latina y otra castellana, cuyas autoras no dieron su nombre. La cas- 
tellana es el soneto encadenado que se lee á continuación: 

Cargado el gravo peso de reinar, 
Sin par bc ve en Alfides el poder, 
Sin ver en su niñez, que el emprender, 
Ha de ser de sus hombros el penar. 

Sustentar quiere el Orbe, é ilustrar; 
Desahogar quiere á Atlante, por querer 
Tener toda su gloria en padecer; 
Por ser su padre el que ha de descansar. 

La cerviz fuerte anima con amor, 
Señor igual pretende conseguir 
El vivir ostentando su valor; 

Y el rigor del Gobierno no sentir, 
Por decir, que en su mando superior 
Es honor de sus hechos no morir. 

"Su premio, dice al pie, fué una preciosa flamenquilla de plata, 
y porque hiciese á su agrado pulida labor, esta letra castellana : 



1 Letra* felizmente laureada*, y laurel festivo de letras, que con ocasión de la jura de nuestro 
amado Rey y Señor, Luis Fernando el primero, brotó á influjos, no á golpes de Minerva, la Fecun- 
didad Mexicana, en el celeste suelo de su Real, Pontificia Academia, Athenas de las Indias Septen- 
trionales: y que ofrece rendido á sus augustas plantas por mano del Excmo. Sr. D. Juan de 

Acuña, Marqués de Casa-Fuerte, etc., el Dr. D. Pedro Ramírez del Castillo, Rector actual, tercera 
vez electo, etc. Decórale sus silabas, y entreteje sus hojas, Fr. Cristóbal Ruis Querrá y Morales, 
Presbiiero del Orden de N. P. San Juan de Dios, Maestro de Filosofía, etc. México, por Joseph 
Bernardo de Hogal. Año de 1724. 



XII 



POETISAS MEXICANAS. 



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¿Mujer? ¿Y en aqueste yermo 
De mujeres? ¡Gran primor! 
Que fuera, que fuera por 
Que no perezca el enfermo. 

Cincelada aquesa aseada 
Flamenca en paz va á servirte: 
Mas que tengo que decirte, 
Al verla hasta cin- celada. 

Cinco años después, en enero de 1729, la ciudad de México pre- 
senció una serie de ruidosísimas fiestas con que se celebró la cano- 
nización de San Juan de la Cruz. Pasemos por alto las funciones 
de iglesia, las procesiones, los banquetes conventuales, los arcos de 
triunfo y demás que tanto regocijaron á los buenos moradores de esta 
noble Metrópoli, y que se encuentran extensamente narradas en un 
grueso volumen de setecientas y tantas páginas, 1 y vengamos al cer- 
tamen abierto por los carmelitas, promovedores de las dichas solem- 
nidades. El tema escogido fué comparar al Santo canonizado con el 
mitológico Proteo, á cuya semejanza revistió diversas formas por sus 

virtudes y milagros para lograr la reforma carmelitana. La convo- 
catoria fué escrita en pomposas octavas reales, y en seguida se de- 
signaron en verso y acompañados de música los asuntos y la manera 
con que debían tratarse. El primero fijaba tres metros: un triple acrós- 
tico latino, al principio, al medio y al fin; una décima y un romance 
de ocho coplas endecasílabas. La materia de las composiciones quedó 
señalada en estos términos : " Del general aspecto de las perfecciones 
individuadas en la aplicación de la Montea se deduxo por assumpto 
primero, que careándose el mote : Unus, et omnis, de la mentida his- 
toria (se trata de la fábula de Proteo) , con la epigraphe : Unicus, atque 
multiplex, de las Divinas Escripturas, celebren las Pyerides de Mé- 
xico á nuestro Héroe colocado en las aras, como á conjunto de las vir- 
tudes que resplandecen en los Santos." Se verá por esto el molde 
ajustadísimo en que los poetas tenían que vaciar su inspiración. 

El primer lugar del segundo metro fué asignado á la siguiente 
décima de una monja de San Jerónimo que ocultó su nombre: 

1 El segundo quince de enero de la Corte Mexicana. Solemnes fiestas que á la canonización del 
Místico Doctor San Juan de la Cruz, celebró la Provincia de San Alberto de Carmelitas Descalzos 
de esta Nueva España, Lo dan á luz, dedicándolo á sus dignísimos prelados. Provincial y Difinido- 
res, los Dres. D. Joachin Ignacio Ximénez de Bonilla, D. Joseph Francisco de Ozaeta y Oro, y el Lie. 
D. Joseph Francisco de Aguirre y Espinosa, Colegiales Eméritos del Colegio Mayor de Santa María 
de Todos Santos de esta Corte. En México: por Joseph Bernardo de Hogal. Año de 1780. 

£1 título anterior hace referencia al tumulto acaecido en México el 15 de enero de 1624 con 
motivo del conflicto entre el Virrey Marqués de Gelves y el Arzobispo D. Juan Pérez de la Gema. 



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prologo. xrn 



Mentirosa á Proteo invoca 
Como á Uno y todos la Fama, 
Pero Único y muchos llama, 
A Juan la Sagrada boca: 



i Juntas las virtudes toca 



De los Santos oportuno ; 

Y pues diverso cada uno 
Iba por distintos modos, 
Juan en parecerse á todos, 
Fué Santo como ninguno. 

Y á continuación se lee: "Premíesele el donayre de que ocultan- 
do su nombre con modestia, publicase su gracia con agudeza, dis- 
pensándole el lugar primero, y un Agnus Dei, con que se libre del 
miedo y del mal de ojo." 

Mal haces en esconder 
Tu nombre, si bien se apura, 
Porque para no temer 
Tu décima la censura 
Tiene muy buen parecer. 

Ya en un Agnus la señal 
Del premio que te concede, 
Sea, pues, remedio total, 
Para que no tengas miedo, 

Y te libertes de mal. 

En el tercer metro del segundo asunto, romance agudo en ú de 
nueve coplas, en que debía tratarse la renovación del Instituto del 
Carmen por S. Juan de la Cruz, fué premiada la siguiente composi- 
ción, cuya autora se firmó Phenim. 

Aquel sagrado Instituto, 
Cuya preclara virtud, 
Montada en el carro ardiente 
De aquel Varón, todo luz, 

Jurada reina imperó 
Desde el Aquilón al Sur, 
Propagando sus dominios 
Del orbe en la latitud; 

Embotados ya los ñlos 
De la ignífera segur 
Con que dominó el orgullo 
De la hostilidad común, 

Del tiempo á las invasiones 
Yacía postrado, en un 
Estado muy lamentable 
Su cansada senectud : 



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P0ETI8AS MEXICANAS. 



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Conspirando contra él 
Los siglos do mancomún, 
Hasta dar con sus cenizas 
De olvido en el ataúd, 

Juan, cual prodigioso Fénix, 
Viendo ya espirar á su 
Paterno Instituto, quiso 
Kenovar su juventud. 

Y Águila que se remonta 
Hasta el firmamento azul, 
Y sedienta bebe el golfo 
De aquel febeo arcaduz, 

Vistiendo el nuevo plumaje 
Del más estrecho capuz, 
Que tomó vuelo en la Europa, 
Lo instauró á nueva salud. 

Si tus nuevas plumas obran, 
Tanto como Elias, ob Cruz, 
Escriban de tí estas plumas, 
Que á Elias renovaste tú. 

Seis cucharas y seis tenedores fué el premio de esta composición, 
acompañado del siguiente retruécano : 

Fenisa, pues tus primores, 
Conceptos tan bien traídos, 
No son en poco tenidos, 
Sean del premio tenedores. 

Aunque el embozo dejaras, 
Creo vergüenza no tuvieras, 
Pues si tu nombre dijeras, 
También tu premio es-cucharas. 

En el tercer metro del cuarto asunto, que debía ser una canción 
de cuatro estancias sobre la contrariedad de afectos que experimen- 
tó S. Juan de la Cruz en su obra reformadora, obtuvo el primer lu- 
gar la composición de la Condesa de Mira-Valles, inserta más ade- 
lante, siendo el premio un Agnus Dei "y el azafate de plata bien 
labrada, que lo conduce con estas dos quintillas:" 

De tus dulces consonancias 
No son los premios ajenos, 
Porque Apolo en sus distancias 
Mira-Valles muy amenos 
En que hay tan buenas Estancias. 



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PROLOGO. XV 



Recibe aquese Agnus Dei, 

Y aquesa flamenca bella, 
Que te da de Délos Bey 
Para que te sirvas de ella 
Por ser de tan buena ley. 

Las quintillas de Doña Francisca García de Villalobos, que se 

hallan igualmente en nuestra colección, aparecen premiadas en el 

metro segundo del cuarto asunto, conforme al cual debía considerar- 
se á San Juan de la Cruz como árbol y como piedra, por haberse 

extendido en ramas de santidad, y haber sido firme cimiento de las 

casas fundadas en la reforma. El premio fué una beca y un regalo 

que no se especifica, con estas redondillas : 

Determina en solio regio 
Apolo, que allí le asistas, 

Y así te ordena que vistas 
La Beca de su Colegio. 

Y por gala, aunque sencillo, 
Un galardón te señalo, 
Que en tus manos sea regalo, 

Y á tu Poema regalillo. 

En el metro segundo del asunto sexto, se encuentra la siguiente 
décima de Doña Juana de Góngora, en que se compara á San Juan 
de la Cruz con el león por el desvelo vigilante, y con el fuego por el 
amor que no se apaga: 

En Fuego y León á Proteo, 
Célebre de Thetis hijo, 
Transformó, según colijo, 
Antojadizo el deseo. 
Con más razón, según veo, 
Juan de la Cruz carmelita, 
Al Fuego y al León imita: 
Á aquel porque en amor arde ; 

Y á éste porque haciendo alarde, 
Durmiendo el suefio se quita. 

Adjudicósele una cigarrera de cristal con este cumplido: 

Lauro es á tu genio igual 
El que te doy, pues tu esmero 
Aunque no do vidrio, pero 
Tan puro es como el cristal. 

Recibe, pues, sin congoja 
El premio, porque en él miro, 
Que te dará al primer tiro 
Su golpe, si eres de la hoja. 



XVI 



POETISAS MEXICANAS. 



Dos octavas reales, como de distintas autoras, ambas con el mis- 
mo pseudónimo de Madona } fueron premiadas en el metro primero 
del asunto séptimo, que trataba de cómo después de muerto S. Juan 
de la Cruz, aparecieron en una parte de su cuerpo las imágenes de 
Jesucristo, de la Virgen María, de Santa Teresa y otros santos. He 
aquí una de las referidas octavas : 

No del profano Proteo las ficciones, 
Que fabricó su mágico desvelo, 
Celebre el Mundo, que si imperfecciones, 
Viviendo en sí copió su torpe anhelo, 
Juan en sí las más raras perfecciones 
Muerto supo copiar de todo el cielo ; 
Pues se ven en su carne sin encantos, 
Jesús, María, Teresa y Todos Santos. 

Sobre el mismo asunto fueron premiadas dos décimas de Doña 
Ana María González, quien tomó también parte en el certamen 
convocado con motivo de la exaltación de Fernando VI. Por últi- 
mo, como si no fuera bastante la tortura á que en los asuntos ante- 
riores se había sometido á los ingenios mexicanos, se les dio para 
que la glosaran la siguiente redondilla: 

Satanás ¿qué hará contigo 
Esta Alma Santa, si cuando 
En un medio fraile estuvo 
La temiste? ;Y con qué espanto! 

Para entender lo anterior debe advertirse que era costumbre 
.terminar tales fiestas con algo jocoso, y esta vez se escogió al diablo 
para hacerle objeto de burla por la habilidad con que el Reforma- 
dor de los* Carmelitas desbarató constantemente sus infernales arti- 
ficios. Lo de medio fraile se refiere al familiar apodo con que Santa 
Teresa designaba á su compañero en la reforma carmelitana, por su 
corta estatura. En este metro alcanzaron el premio dos escritoras, 
la una que ocultó su nombre "con los velos del anagrama" y la otra, 
Sor* Catarina Josefa de San Francisco, monja de la Concepción, que 
es calificada de " famosa poetisa," lo cual indica que gozaba de cier- 
ta, reputación. 

Algunos años después, la exaltación de Fernando VI al trono de 
España dio motivo á dos certámenes, convocado el uno por la Univer- 
sidad de México, y el otro por el Colegio de San Ildefonso. Las com- 
posiciones de poetisas premiadas en tal ocasión fueron las siguientes : 



i 



PROLOGO. 



XVII 



En el primero l se encuentran las décimas acrósticas de Maria- 
na Xav r arro, incluidas como una curiosidad en la presente colección, 
las cuales fueron premiadas con dos mariposas de oro esmaltadas, 
con un diamante y tres rubíes, y este juguete: 

Cuando tu dulzura pulse 
Lo útil del premio, »Señora, 
Verás que con voz sonora 
Mezclan lo útil con lo fluiré. 

Mas si en versos hablas rosas. 
Llamas el premio, y Jo clamas, 
Quizá por eso á esas llamas 
Se van estas mariposas. 

Hállanse además fas octavas divididas en redondillas aquí in- 
sertas, de Ana María González, y una canción de autora anónima, 
de quien se hace este pomposo elogio: "El tercero lugar alcanzó la 
Poetisa de Bethlen, á quien conviene la circunstancia que á la céle- 
bre Cornificia, que floreció en Roma reinando Augusto: Oornificia 
Romana^ imperante Augusto, in omni poetices genere Cornificio fratri 
Poeta insigni par Iwhita" Ahora, para que se tenga idea de lo que 
entonces arrebataba la admiración, véanse algunas estrofas de la can- 
ción referida, escrita en el más puro gongorismo: 

Todo el cuerpo plumado, 
Y en cada crespa pluma un ojo abierto, 
En (fien bocas rascado, 
• Y en lenguas cien un monstruo, pero cierto, 
Nobles glorias aclama 
Del Augusto Fernando vocal fama. 

Cuantos su voz atienden 
Doctores cultos y curiosos sabios, 
De su garganta penden, 
Bebiendo por el nácar de sus labios. 
Que en felices preludios 
Todo su gusto son sabios y estudios. 



1 Coloso elocuente, que en la solemne aclamación del Augusto Monarca de las Espartas D. 
Fernando VI [que Dios prospere"] erigió sobre brillantes columnas la reconocida lealtad, y fidelísi- 
ma gratitud de la Imperial y Pontificia Universidad Mexicana, Athenas del Nuevo Mundo. Dedí- 
calo á sus reales plantas en nombre del Ilustre Claustro, y por mano del Excmo. Sr. D. Juan Fran- 
cisco de Quemes y Horcasitas, Teniente General de los Reales Ejércitos, Virrey, Gobernador, Ca- 
pitán General, etc., el Dr. y Mtro. D. Thomás de Cuevas Garcez de los Tallos, Colegial, que fué, de 
erección en el Real y Pontificio Colegio Seminario, etc. Y descríbelo D. Pedro Joseph Rodríguez 
de Arispe, Lie. en Sagrado* Cánones, etc. En México, en la Imprenta del Nuevo Rezado de Doña 
María de Ribei'a. Año de 1748. 



// 



XVIII 



POETISAS MEXICANAS. 



Todo Augusto, debido 
Al que en tus Ascendientes Jove imploro, 
Que al regazo ingerido 
De Leda Indiana, Cisne ya canoro, 

m 

Ha dado sin desmayos 

Pollos tales de Leda, que son rayos. 

Premíesele con tintero y salvadera de plata, agregando : 

Como con el vuelo igualas 
Á los cisnes de este Polo, 
No falta quien culpe á Apolo. 
Que te ha dado tantas alas. 

Y aunque esc vuelo te sobre 
Para venir este día, . 
No vengas más, sino envía 
Á quien esta plata, cobre. 

m 

En el segundo certamen l señalóse el tema más estéril que pudo 
caber en cabeza humana: las grandes excelencias del número seis, 
que era el que tocaba al nuevo rey en el orden de los Fernandos. 
Y sin embargo, dato que merece consignarse, á ciento treinta y tres 
ascendieron las composiciones premiadas, una gran parte en latín, 
de otros tantos autores; y si calculamos por lo bajo igual el núme- 
ro de las excluidas, y se añaden las que figuran en la justa literaria 
de la Universidad, podemos formarnos idea del furor versificante 
que dominaba en la Nueva España. Prueba elocuente de ello es la 
ya mencionada poetisa, Ana María González, quien sin arredrarle 
lo estéril del asunto, forzó la musa arrancándole tres composiciones, 
de las cuales es la primera el siguiente soneto : 

Es breve mundo el hombre en el frasismo . 
Del que unidades sabio perfecciona; 

Y al criar cinco Fernandos relaciona, 

Que el Sexto ha de excederse aun á sí mismo. 

A Fernando el nacer con raro abismo, 
Como á segundo el Cielo nos lo abona, 

Y cuando por primero se corona, 
Por Sexto se numera en el guarismo. 



1 Cifra Feliz de las dichas imponderables, que se promete la Monarquía Española bajo el sus- 
pirado dominio de su Augusto Soberano el Señor D. Fernando VI [que Dios prospere"]. Dedújose 
del senario, que le pertenece en el orden cronológico de los Señores Reyes de este nombre. Y sirvió dé 
asunto á la lid ingeniosa, justa literaria, certamen poético, con que la humilde lealtad, y reconocida 
gratitud del Real y más antiguo Colegio de San Ildefonso de México, Seminario de la Compañía de 
Jesús, celebró el día 23 de Enero del año de 1748, la exaltación al Solio de su Augustísimo Protec- 
tor. Sácalo á luz el mismo Real y más antiguo Colegio: y lo dedica á la Reina de España y Glorio- 
sa Emperatriz del Nuevo Mundo, Ntra. Sra. la Sra. Doña María Magdalena Josefa Teresa Bár- 
bara de Portugal.— En Salamanca en la Imprenta de la Santa Cruz. 



PROLOGO. 



XIX 



Es segundo del Quinto en descendencia: 
Es de cinco virtudes un compuesto: 
Es de cinco Fernandos quinta esencia: 

Es hombre donde Dios ha echado el resto; 
Y para doclarar su Omnipotencia 
Excede á los Fernandos con sor sexto. 



Los sabios jueces estupefactos de tanta profundidad, obsequiaron 
á la autora con un estuche de plata cincelada, prorrumpiendo en estos 
entusiastas elogios: 

¿Eres mujer ó numen soberano? 
¿Eran humana ó Ninfa peregrina? 
Que preguntar, quién eres, no es en vano, 
Si en tus obras te muestras tan divina. 
No el de los hombres sexo quede ufano 
Del ingenio sutil, que lo ilumina; 
Que el que tu poema numeroso ostenta. 
Sonrojo es do los hombres, si no afrenta. 

La segunda composición de la referida poetisa es una canción, 
de la cual sólo copiaré por vía de curiosidad las siguientes estrofas: 

Cuenta feliz Fernando 
Número seis el año en que se aclama; 
Nace multiplicando 
El seis por cinco el día de su fama, 

Y el majestuoso puesto 
Jurándolo por Rey lo aclama Sexto. 

En la edad sexta el ciclo 
El grano dio de la dorada espiga 
Con amante desvelo, 
Al mundo quita la penosa liga; 

Y en tan feliz estado 

Cuenta el siglo renombre de dorado. 

Y por último, se leen unas quintillas de la misma fuerza como 
puede verse por las dos primeras: 

De once glorias acreedora 
Hace el cielo á Venus bella; 
Porque el senario mejora 
El triunfo, y con tal estrella 
En el quinto se lo dora. 

El numérico escuadrón 
Que do estrellas suma el cielo, 
Es de Bárbara blasón; 
Pues con lucido desvelo 
Vasallas de Venus son. 



XX 



POETI8A8 MEXICANAS. 






En este certamen figuran además la composición latina y la cas- 
tellana de María Teresa Medrano, incluidas en esta colección. 

No deben sorprendernos los calurosos elogios que se tributaban 
á composiciones que hoy sojuzgan con merecida severidad. La de- 
pravación del gusto había llegado al último extremo; la decaden- 
cia que por largo período atravesó la literatura española, tenía que 
ejercer influjo deplorable en nuestros escritores, formados en la mis- 
ma escuela, cuya corriente irresistible había extraviado á los mejo- 
res ingenios. La preponderancia de la forma sobre el pensamiento, 
fué la causa primordial de los vicios que afearon la poesía en sus 
diversos géneros. La sencillez quedó excluida del lenguaje poético, 
exagerándose el empleo de figuras retóricas, buscando la originali- 
dad por medio de. locuciones y metáforas extravagantes, que acaba- 
ron con producir un estilo embrollado, obscuro y enigmático, en que 
la idea quedaba desleída bajo los oropeles de una fraseología insubs- 
tancial é hinchada. (Veíase, por otra parte, que el mayor mérito del 
poeta consistía en vencer dificultades, y de aquí esa multitud de com- 
binaciones métricas,'que tan en boga estuvieron, y que semejaban ca- 
rrera de obstáculos para el desgraciado que se esforzaba por penetrar 
en los vericuetos de aquel enmarañado Parnaso. La poesía quedó así 
reducida á una especie de prestidigitación, en que se aplaudía la des- 
treza de quien mejor jugaba con los vocablos, dándoles remotas sig- 
nificaciones translaticias, para acomodarlos á asuntos, que si bien á 
veces elevados, se empequeñecían descendiendo á la esfera de vul- 
garidades ingeniosas. 

Para comprender el espíritu y los secretos de aquella literatura, 
basta echar una ojeada al Arte poética española de Díaz Rengifo, 
obra en que fueron reducidas á precepto todas las extravagancias 
del mal gusto, y en que se formaron los poetas de ambos sexos que 
en tan exuberante muchedumbre concurrían á las justas literarias. 
En efecto, muestras repetidas hallamos de todas las combinaciones 
enseñadas por el preceptista español, y algunas de las cuales eran 
amplificadas por los ingenios mexicanos. El gusto sin embargo se 
había ido modificando poco á poco, aunque por una reacción natural 
vino á caer en los insípidas frialdades del pseudo-clasicismo. Ya en 
el certamen con que celebró la Universidad l el advenimiento de Car- 

1 Obra* de elocuencia y poesía premiadas por la Universidad de México en el certamen litera- 
río que. celebró el día 2& de Diciembre de 1790 con motivo déla exaltación al trono de Nuestro Católico 
Monarca el Sr. D. Carlas IV, Rey de Expoña y de las Indias. México. Por D. Felipe de ZúÜiga y O/:- 
tireros. 1701. 




PROLOGO. 



XXI 



los IV, se advierten notables diferencias respecto de los anteriores : 
nada de aquellos títulos estrafalarios; de aquellas convocatorias en 
que se hacía gala de una erudición indigesta; de aquellos chistes, 
en que no faltaba donaire y que frisaban á veces con las sales del 
epigrama. El estilo es sobrio, si bien algo frío, dominando un aire 
de seriedad propio del asunto. Entre las composiciones premiadas 
se hallan la anónima de una alumna del Colegio de San Ignacio y la 
de D^ dementa V. Gutiérrez del Mazo y Velarde, composiciones am- 
bas insertas en la presente colección. En dicho, certamen, puede de- 
cirse, se cerró la serie de aquella clase de fiestas, pues cuando en 1804 
se inauguró la Estatua Ecuestre de Carlos IV, reuniéronse sencilla- 
mente las poesías escritas con tal motivo, 1 sucediendo otro tanto con 
las inspiradas por la indignación, verdadera ó ficticia, que excitó la 
invasión de Napoleón en España. Entre las primeras figuran las 
de Josefa Guzmán, Mariana Velázquez de León y María Dolores 
López, y entre las segundas el romance de María Josefa González 
de Cosío, y una intitulada La Auristena de Josefa E. y B. 

Por lo demás, sean cuales fueren las faltas en que incurrieron 
nuestros poetas durante el período colonial, como consecuencia de 
la corrupción literaria dominante en la metrópoli, la verdad es que 
nuestra literatura, lo mismo que toda nuestra civilización actual, allá 
tiene sus raíces, y que no podría formarse cabal concepto del des- 
envolvimiento intelectual mexicano, sino es ascendiendo hasta los 
orígenes de la sociedad fundada por la colonia; y claro es que en un 
libro cómo el presente, tenían que figurar algunas de aquellas poe- 
tisas, cuyas escasas obras han llegado hasta nosotros. Por un raro 
contraste, la mujer más ilustre, de quien justamente se enorgullece 
la literatura patria, pertenece á la época de mayor decadencia, co- 
mo si sus eximias dotes estuviesen destinadas á demostrar las apti- 
tudes artísticas y científicas del bello sexo mexicano. Efectivamen- 
te*, esa figura singular, que con el nombre de Sor Juana aparece en 
nuestra historia literaria, sintetiza en su múltiple aspecto la índole 
suave, el corazón sensible, la inteligencia clara, la gracia, la agude- 
za, la frescura que forman la idiosincracia femenina de nuestro país. 
Piadosa sin caer en los delirios de un misticismo nebuloso; ideal sin 



1 Cantos de las Musas Mexicanas con motivo de la colocación de la Estatua Ecuestre de bronce 
de Nuestro Augusto Soberano Carlos IV. Los publica el Dr. D. Joseph Mariano Beristain de Souza, 
Caballero de la Real Distinguida Orden de Carlos lll y y Canónigo de la Metropolitana de México. 

_ m 

En México por D. Mariano de Zúftiga. y Ontiveros. 1804. 



XXII 



P0STI8AS MEXICANAS. 



perder de vista las realidades de la vida; tierna y apasionada sin ol- 
vidar el pudor de la mujer y los austeros deberes de la religiosa, la 
monja jerónima nos atrae con magia irresistible; al través de dos si- 
glos sentimos bajo su hábito monacal el calor de un pecho exube- 
rante de juventud y de vida: y en su mirada límpida como nuestro 
cielo; en su sonrisa fresca como las flores de nuestros valles, sorpren- 
demos una lágrima y una ironía indefinibles, que traicionan las amar- 
guras recónditas de aquella alma, que nos inspira al mismo tiempo 
el cariño, la admiración y el respeto. l 

Felizmente, en principios de este siglo, la libertad, que tantas 
tiranías venía echando por tierra, derribó con soplo poderoso el chu- 
. rrigueresco y secular alcázar en que ejercían dictadura absoluta los 
verdugos de las musas. La emancipación política de México coin- 
cidió con esa revolución literaria; la legislación poética de Díaz Ren- 
gifo quedó relegada al rincón más obscuro de las bibliotecas, y el 
villancico, el acróstico, el laberinto, la ensalada, los ecos, etc., etc., pa- 
saron al panteón de la historia, donde pueden estudiarse como otros 
tantos instrumentos de tortura á que estuvieron sometidos los des- 



1 Tratándose de la poesía mística, queda en mi concepto mucho por averiguar. Entre las 
escritoras de la época colonial se encuentran algunas monjas poetisas, cuyas obras manuscri- 
tas, en caso de que existan no las conozco, pero es de suponerse que si no todas, una parte al 
menos debe haber pertenecido á aquel género. En la Biblioteca Nacional se encuentra un cu- 
rioso yolumen manuscrito de 362 páginas con este título: Carias en las cuales manifiesta á su 
confesor las cosas interiores y exteriores de su vida la V. M. Sor Sebastiana Josepha de la SS. 
Trinidad, Religiosa de velo negro del convento de S. Juan de la Penitencia de la ciudad de México. 
Falleció el día 4 de Octubre del año de 1757. Entre dichas cartas, que ofrecen algún interés para 
el psicólogo, se hallan varios cantarcillos de forma sencillísima, y en general incorrectos, pero que 
son elocuente expresión de esos sentimientos que agitan á las almas contemplativas. He aquí al- 
gunos de ellos : 

¿Que alivio puede caber La enfermedad de mi alma 

En quien vive padeciendo, El corazón me atormeta, 

Si el remedio de sus males , Que ahogado dentro de mí, 

Lo tendrá sólo muriendo? Con Dios callando ge queja. 



¡ Ay dulcísimo amor mío ! 
Amoroso bien de mi alma, 
¿Qué puede darme consuelo 
Si padezco tantas ansias ? 

N i con sus flores los campos, 
Ni las aves con sus voces, 
Ni las riquezas del mundo, 
Ni las músicas acordes. 






Al silencio de la noche 
Descansa mi corazón, 
Dando profundos suspiros 
Que nacen de un dulce amor. 

¿ Es posible que tu amor 
No me abrase, dulce dueño? 
Que á tu vista bien se puede 
La nieve volverse fuego. 



D. Francisco Sosa, en sus Biografías de mexicanos distinguidos consagra un artículo á Sor 
Encarnación de Cárdenas, monja yucateca del monasterio de Concepción istas, muerta el 8 de fe- 
brero de 1881. Profunda fué, según se dice, la instrucción de esta religiosa, "quien traducía con 
'admirable propiedad, no sólo los pasajes más difíciles de las Escrituras, sino los clásicos latinos del 



i 



PROLOGO. 



XXIII 



venturados hijos de Apolo. Las poetisas mexicanas vieron abrirse 
un campo ilimitado en que poder soltar el vuelo de su imaginación, 
escogiendo los asuntos que más en armonía estuviesen con sus sen- 
timientos, sin tener que luchar con las dificultades de un arte frivo- 
lo y complicado. Los resultados superaron toda esperanza; pues si 
con excepción de Sor Juana, es tan poco lo que se puede recoger en 
el período colonial, no obstante que no escasearon escritoras que cul- 
tivaran la bella literatura, es ya muy distinto en la época posterior, 
no sólo por el número de poetisas, sino por la variedad y mérito de 
sus producciones. En efecto, casi no hay publicación periódica, espe- 
cialmente las literarias, tanto en la capital como en los diversos Es- 
tados, que no contengan versos de hijas de México, contingente pre- 
cioso para la historia de la mujer en nuestra patria. 

Las guerras civiles que por largos años ensangrentaron nuestro 
suelo, no fueron parte á impedir el impulso que recibieron las letras 
mexicanas y en que aparece la cooperación de distinguidas compa- 
triotas, como de ello dan testimonio las varias compilaciones de poe- 
sías que con diversos nombres se han publicado en nuestro país. 

siglo de Augusto. " Conocía además el francés, cosa rara en su época. Hablando de sus escritos di- 
ce el Dr. Sierra: " Hemos visto dos letrillas y un soneto sobre la Pasión de Cristo. No sabemos si 
se conservarán en su claustro, pues todos sus manuscritos y apuntes fueron quemados por súplica 
suya, después de su fallecimiento. Estamos seguros que esta pérdida ha sido lamentable para las 
letras." ' 

En noviembre Je 1886 falleció á los 68 años de edad y 48 de religiosa, Sor María de Jesús Sa- 
cramentado (Rosa Castillejos en eí siglo), monja de las Capuchinas de Guadalupe y fundadora de 
la Hora Santa. Distinguióse por su profunda piedad y dejó escritas varias obritas de devoción al 
Santísimo Sacramento; entre ellas se encuentran unas Alabanzas de que tomamos lo siguiente : 



j Quién pudiera volar á tu trono 

Y al mirarte ponerse á llorar; 
Enseñarte la herida que tengo 

Y abrazada contigo espirar ! 

Esta herida tan cruel que te enseño, 
Gratitud muy profunda la ha abierto, 
Con aquellas finezas divinas 
Pe dejarnos tu Sangre y tu 'Cuerpo. 



S^S 



^ 



j Oh fineza que el alma arrebatas, 

Y la llevas para otra región I 
Las potencias las dejas absortas, 

Y abrasado por tí el corazón. 



Ya soy víctima incruenta, Dios mío; 
Me consumo de amor ¡ oh mi bien ! 
Tú padeces porque eres amante ; 
Yo por eso padezco también. 



Con el título de Despedida de Jesús Sacramentado que quiero dirigirle después de mi muerte, 
escribió una composición que hizo grabar en hoja de lata, y en un marco dispuso que se la coloca- 
ran sobre el pecho y con ella fuera sepultada, lo cual se ejecutó. A esa composición pertenecen los 
siguientes cuartetos: 

He muerto ya, Sacramentado Amante, ¡ 
No palpita por sí mi corazón ; 
Solamente el imperio de la muerte 
Quitar puede tan fuerte propensión. 



Y si es fuerte el amor como la muerte, 
Yo deseo superar aun este grado ; 
Porque te quiero dar pruebas de amante 
Aun después que la vida me has quitado. 



8&» 



XXIV 



POETISAS MEXICANAS. 



Pero en donde se manifestó más particularmente esa preciosa coo- 
peración, fué en la Aurora poética de Jalisco, colección de poesías lí- 
ricas de jóvenes jaliscienses, publicada por el malogrado literato D. 
Pablo J. Villaseñor, é impresa en Guadalajara el año de 1851. En 
dicha colección se encuentran composiciones de siete poetisas, de las 
cuales sólo dieron su nombre Josefa. Sierra y Petra Gómez de Car- 
mona, ocultándose las demás bajo el disfraz del pseudónimo ó de sim- 
ples iniciales : entre las últimas se hallaba Isabel Prieto, que dio á 
conocer entonces las primicias de su privilegiado talento. Esta no- 
vedad literaria fué saludada con entusiastas aplausos en todo el país, 
distinguiéndose entre los artículos que con tal motivo se publicaron, 
el que insertó en La Ilustración Mexicana el distinguido publicista 
D. Francisco Zarco, ( Facundo J, y del cual me parece oportuno re- 
producir los siguientes párrafos : 

"Sin dejarnos llevar de un ciego espíritu de galantería, decimos 
que entre las mejores composiciones de la Aurora, deben contarse 
las escritas por personas del bello sexo. Estas composiciones son ta- 
les, que en cuanto á mujeres que cultiven las letras, la superioridad de 
Guadalajara sobre el resto de la República es incontestable, juzgan- 
do, al menos, por lo que conocemos, pues no podemos apreciar los 
trabajos literarios que permanezcan desconocidos y ocultos. 

"Bajo el cielo purísimo de Jalisco, en medio de ricas bellezas 
naturales, bajo un sol ardiente y en un clima feraz y abrasado, na- 
tural es que la mujer participe un tanto de las cualidades del suelo 
en que se abren sus ojos á la luz. Así ha sucedido; las poetisas ja- 
liscienses que modestamente ocultan sus nombres, sienten verdade- 
ra, profunda inspiración, y se hallan adornadas de una imaginación 
atrevida y vigorosa. Sus versos respiran armonía, revelan sensibi- 
lidad, y tienen la frescura y el encanto de todo lo que lleva el sello 
de la juventud y de la mujer. Las autoras de tales versos son dig- 
nas hijas de la patria que se enorgullece con la memoria de Sor Jua- 
na Inés de la Cruz, de la Décima Musa, como la llamaron los inge- 
nios de su época." 

Desgraciadamente, con excepción de Isabel Prieto, las jóvenes 
que con tanto entusiasmo eran saludadas, no tuvieron la perseve- 
rancia necesaria para seguir por la florida senda de la poesía, y arri- 
maron sus liras cuando apenas les arrancaban los primeros prelu- 
dios. Sin embargo, esos ensayos pertenecen á nuestra historia lite- 
raria, y por lo mismo los menciono, respetando el anónimo de sus 



PROLOGO. 



XXV 



autoras. De Zelima hay tres composiciones intituladas El llanto en 
la flor i A una nube y la inserta á continuación: 

Á LA VIRGEN. 

En el templo solitaria 
Aleé mi ardiente plegaria 
Al Señor. 
Silencioso el templo estaba, 

Y una luz débil vagaba 

En derrodor. 

Mi pecho entonces latía. 

Y la imagen de María 

Yo miré. 
Para aliviar mi quebranto 
Dejé que corriera el llanto 
A su pie. 

u Oye, Virgen, desde el cielo 
Mi clamor, y de consuelo. 
De piedad 
Manda una gota bendita 
Al corazón que palpita 
De ansiedad." 

" Atiende ¡oh Virgen mía! 
Á que huérfana soy, 

Y ruega tú ¡oh María! 
Por mí al Supremo Dios. 
Yo sola en este mundo 
Por mi camino voy 
Cual pájaro sin nido, 
Como marchita flor. 

Tú que eres el escudo 
De un puro corazón, 
(iuía mi débil planta, 
Concédeme tu amor, 
Que en tí miro mi dicha. 
Mi eterna salvación. 

Pertenecen á Sofía dos composiciones : de una de ellas intitula- 
da A mi querida amiga M. son los siguientes cuartetos : 

A la orilla de un lago transparente, 
Al resplandor de luna silenciosa, 
Sentí abrasarse mi angustiada frente 
Recordando mi vida pesarosa. 

Y al resbalar el rayo amarillento, 
Y al contemplar las pálidas estrellas. 

Latir el corazón sentí violento 

;De su dicha un recuerdo miro on ellas! 



XXIV 



POETI8A8 MEXICANAS. 



El viento susurraba en la enramada 
Cual de una lira el postrimer acento: 
¡Adiós! le dije á mi ilusión amada; 
Déjame triste, hundida en el tormento. 

Pero bien pronto una visión querida 
¡Ay! me fascina y me arrebata el alma: 
Besa mi frente, cura la honda herida, 
Y me devuelve la perdida calma 

Citaré por último, los siguientes versos de Petra Gómez de Car- 
mona: 

A UN PINTOR. 



EL RETRATO DE MI ESPOSO. 

De ese tu diestro pincel 
He recibido un retrato, 
Y también recuerdo grato, 
Pues al mirarle ¡era él! 

Era su imagen querida, 

Aunque muda silenciosa; 

Era, sí, la forma hermosa 
De mi ventura perdida. 

¡Ay! ¡cuánto el alma ha sufrido 
Cuando mi mano insegura 
Á descubrir se apresura 
El dulce bien recibido! 

Circula mi sangre helada 
Con lentitud por mis venas: 
Un resto de vida apenas 
Quedábame ¡infortunada! 

En mis ojos brota el llanto 
Del corazón, emanado; 
Llanto que se halla agotado 
Desde que padezco tanto. 

Pero siempre agradecida 
Gracias te doy ¡ oh pintor ! 
Pues en mi acerbo dolor 
Tendré esa copia querida. 

Y en medio de mi tormento, 
Mi mal para consolar, 
Yo me pondré á contemplar 
Al que fuera mi contento ; 

Al que adoro todavía 
En la tumba solitaria ; 
Por el que doy mi plegaria 
Al cielo de noche y día. 



PROLOGO. 



XXVII 



De entonces acá el número de poesías mexicanas, de origen fe- 
menino, fué creciendo de tal manera, que en una colección de poeti- 
sas españolas y americanas, publicada en 1873 l el elemento patrio 
aparece en proporción considerable, siendo lo más importante que 
algunas de las mexicanas que allí figuran han alcanzado después me- 
recida reputación literaria. Con posterioridad, (1886-86) se publicó 
una serie más extensa de poetisas exclusivamente nacionales, en que 
se añaden nuevos nombres á los ya conocidos, 2 lo cual manifiesta no- 
table adelantamiento. Estos trabajos, justamente apreciados en el 
exterior, dieron materia á los editores de la interesante galería de 
Poetas hispano-americanos en Bogotá para que publicasen (1889-90) 
un tomo de más de 500 páginas, consagrado exclusivamente á nues- 
tras poetisas. 

No debo pasar en silencio, á este propósito, algunas publicacio- 
nes periódicas de verdadera trascendencia, dirigidas por señoras; 
publicaciones en que, al lado de la bella literatura se encuentran ar- 
tículos que tratan cuestiones científicas, históricas, filosóficas, lo cual 
es prueba de que á la mujer no sólo son accesibles las ficciones de 
la imaginación, sino que su inteligencia puede elevarse á esas regio- 
nes severas que parecían reservadas al sexo fuerte. Los más nota- 
bles de los referidos periódicos en la capital han sido Las Violetas 
y Las Violetos de Anáhuac; y en los Estados La Siempreviva de Yu- 
catán y El Recreo del Hogar de Tabasco, fundados por Doña Cristi- 
na Farfán de García Montero ; La Palmera del Valle, publicado en 
Guadalajara por Doña Refugio Barragán de Toscano; La Violeto de 
Monterrey dirigido por la Srita. Ercilia García, y el intitulado El 
Colegio Independencia (de Mazatlán) órgano de las alumnos del estable- 
cimiento, impreso y redactado por ellas mismas. (Seis tomos en 4 9 
1886-92). Todos estos trabajos sugieren aventajada idea del grado 
á que ha venido la cultura de la mujer en nuestro país. 

Ahora bien, si la instrucción pública no ha alcanzado en México 
la extensión y profundidad que efectuarán al fin una completa re- 
forma social, sería cerrar los ojos á la luz meridiana, no reconocer 
lo mucho que se ha avanzado por ese camino, y los opimos frutos 
que de ese avance se han logrado. En lo que toca especialmente á 
la educación femenina, laudables son los esfuerzos que se han hecho, 

1 Flore» del siglo: Álbum de poesía* selectas de las más distinguidas escritoras americanas y 
españolas. Coleccionadas por Juan E. Barbero. México, 1S78. Imp. de I. Cumplido. 

2 Parnaso Mexicano. México, Librería de " La lUistracibn." 



XXVIII 



POETISAS MEXICANAS. 



ampliando los horizontes, facilitando el camino para que la mujer 
pueda adquirir una instrucción al igual del hombre. Así es que fue- 
ra de los planteles que les están especialmente destinados, la» jóve- 
nes que se sienten con alientos para emprender estudios superiores, 
tienen abiertas las escuelas profesionales donde labrarse una carre- 
ra honrosa, que cederá más tarde en beneficio propio y de la socie- 
dad en que viven. Sor Juana Inés no tendría hoy necesidad de dis- 
frazarse de hombre para concurrir á la Preparatoria. Considerable 
es el número de las alumnas dedicadas al estudio de las bellas ar- 
tes, de las artes mecánicas, de las ciencias en sus diversos ramos; 
y cada año vemos aumentarse el gremio de profesoras, que difunden 
á su vez los conocimientos adquiridos, convirtiéndose de este modo 
en inteligentes colaboradoras de la civilización y del progreso. 

Cierto es que en este punto hay que luchar todavía con preocu- 
paciones tradicionales, de que suelen no estar exentas personas ilus- 
tradas, á quienes parece una profanación que la mujer traspase los 
límites del hogar doméstico, y comparta con el hombre el cultivo 
de la inteligencia. Creen que la debilidad del sexo no soporta la 
carga de una instrucción sólida, y que el barniz científico ó litera- 
rio que reciba, sólo servirá para fomentar vanidades insufribles, en 
que zozobrarán las modestas virtudes que forman el mayor encanto 
de la esposa y de la madre. Ajeno de este lugar sería el detenerme 
en una cuestión, que divide á los pensadores, y que el tiempo se ha 
encargado de ir resolviendo prácticamente; sólo observaré que al se- 
cundar México el impulso de la civilización en este punto, ha sen- 
tado el principio de que el saber no está reñido con la virtud, sino 
que es por el contrario fuente de moralidad, en cuanto que inspira 
un sentimiento profundo de la dignidad humana, y proporciona los 
medios honrosos de proveer á la propia subsistencia, salvando así 
á muchas pobres criaturas, á quienes la miseria precipitaría en los 
abismos del vicio. Que una instrucción superficial sea origen de esa 
charlatanería que tanto choca con el buen sentido, es inconveniente 
que abraza por igual á ambos sexos; pero el medio de evitarlo es 
bien sabido: que la instrucción tenga la suficiente profundidad para 
evitar los vuelos de la imaginación, fascinada con los oropeles de una 
falsa gloria. El sentimiento del deber sólidamente inculcado, hará 
que la mujer, literata ó artista, no desatienda las obligaciones que 
tiene que cumplir en el seno de la familia, como de ello se presen- 
tan ejemplos, que honran y enaltecen á la sociedad mexicana. 



L_ 



PROLOGO. 



XXIX 



Indicado al principio el pensamiento que se tuvo al formar la 
presente colección, réstame añadir algunas palabras sobre el camino 
que he seguido para llevarla á cabo. El cultivo de las letras en nues- 
tro país casi se identifica con la Conquista : México fué la primera 
ciudad del Nuevo Mundo que poseyó imprenta, que tuvo Universi- 
dad, que vio levantarse á la sombra de los conventos escuelas donde 
se enseñaba á los indígenas, con los elementos de la instrucción pri- 
maria y religiosa, los oficios y las artes de la música y la pintura; así 
pues, prescindiendo de los monumentos precolombianos históricos y 
poéticos que nos han quedado, hay que asentar el hecho de que po- 
seemos una literatura propia que abraza un período de más de tres- 
cientos años, literatura que se irá conociendo y apreciando en propor- 
ción á los avances de la erudición moderna. Esta consideración fijó 
por sí sola el carácter de la obra que emprendía : no se trataba de 
aglomerar en confusa mezcolanza composiciones en verso, sin más 
criterio que los preceptos de determinada escuela ; al punto de vista 
literario debía unirse el histórico, y ya que el material rio falta, ha- 
bía que organizar el conjunto, de tal suerte que se pudiera seguir al 
través del tiempo, el cultivo de la poesía por la mujer mexicana. 

De esta manera he podido ofrecer á los ojos del lector, un cua- 
dro que se extiende desde el siglo XVI hasta nuestros días ; cuadro 
en que las obras presentadas hablan por sí mismas, revelando la 
época y las circunstancias especiales en que fueron escritas. l Por 
lo que hace al período colonial, la serie estaba perfectamente indica- 
da, y no fué difícil seguir un riguroso orden cronológico; la dificul- 



1 Se ha notado como rasgo general en nuestros poetas de ambos sexos, el abuso ae la siné- 
resis y el y icio de aconsonantar la s con la z. Lo primero procede, á no dudarlo, de la pronuncia- 
ción de las palabras comunmente usada entre nosotros, debiendo añadir que se ha ido mejorando 
la construcción del verso, en proporción al estudio de la prosodia. Respecto de lo segundo, ese vi- 
cio, que en mi concepto más bien podría llamarse licencia, no es exclusivamente nuestro, puesto 
que suele aparecer en los mejores poetas castellanos. Tirso de Molina, por ejemplo, en La celosa 
de si misma, trae el siguiente pasaje : 

La vecindad suele ser 
(Cuando en la igualdad estriba, 
Que conserva la amistad, 
Si es que la vuestra merezco), 
Un grado de parentesco, 
Señora, de afinidad. 



A lo cual pone D. Juan Eugenio HarUembusch esta nota: " Alguna vez iguala Téllez la pro- 
nunciación de la z con la s. Lope, con ser madrileño como Téllez, suele también hacerlo mismo." 
Efectivamente, en La estrella de Sevilla, se encuentra dos veces aconsonantada alteza con empresa: 






s 



I. 



I! 

. ♦ 

I i 

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XXX 



POETISAS MEXICANAS. 



tad residía en la selección que debía hacerse, pues si bien el número 
de poetisas no es abundante, la mayor parte de ellas son anónimas, 
y todas, con una sola excepción, no dejaron muestras de su ingenio 
sino en composiciones de circunstancias, que están lejos de favo- 
recer el arranque espontáneo de la inspiración individual. Fuera 
de Sor Juana, las poetisas coloniales carecen de personalidad, pues 
no es posible adivinar al través de sus versos lo que pensaban ó sen- 
tían, si bien hay que reconocerles en lo general, cierto grado de ins- 
trucción y de ingenio que les señala un puesto en nuestra historia 
literaria. 

Esto era bastante para mi objeto ; pero hay todavía otro punto de 
vista digno de particular interés. Ese caudal poético, al que pondrá 
torcido gesto el retórico implacable, que no concibe belleza fuera de la 
ciega obediencia á determinado precepto, con frecuencia arbitrario, 
despierta emociones que nos transportan aun medio social curioso por 
mil títulos, haciéndonos entrever aquella corte mexicana deslumbra- 
dora por su fausto y su riqueza ; aquella magnificencia de una iglesia 
que convertía el año en continua fiesta; aquella organización jerárquica 
de dignidades y corporaciones de todas clases, civiles, monacales, cien- 
tíficas, con sus reglamentos, sus trajes especiales, sus privilegios, que 
hacían tan intensa la vida corporativa, y presentaban espectáculo im- 



Con su lealtad y su gente 
Sevilla en tan alta empresa 
Le servirá á vuestra alteza, 
Ofreciendo juntamente 
Las vidas. 

— SI amor 
Me alienta á tan alta empresa. 
— Busque tras mí vuestra alteza , 
Lo oscuro del corredor. 



En Dineros son calidad, del mismo Lope, se lee : 



— Ya está aguardando el Senado. 
— Urbán, tú á Ñapóles pasa, 
Visita á su alteza y traza 
Los aumentos de tu estado. 



Por último, Calderón en Las cadenas del demonio dice : 



Mas ¿cómo pretendo ¡ay Dios l 
Buscarle, si preso lucho 
De Irene divina? — Mucho 
Es mi mal, mi pena atroz. 



■ i 



PROLOGO. 



XXXI 



ponente en las grandes solemnidades ; aquella sociedad en suma que 
parece haberse divertido mucho más que la actual, pues habituada 
á un respeto incondicional hacia el rey y la Inquisición, le quedaba 
ancho campo para entregarse á pasatiempos, en que no sentía la fa- 
tiga de ambiciosas comparaciones con otros pueblos, por ser ella 
misma su objeto y su fin. 

Después de la independencia ya es otra cosa: al soplo del roman- 
ticismo, la poesía subjetiva surge con toda su energía; los sentimien- 
tos religiosos y los profanos se revisten de una dulzura melancólica 
que se traduce en lenguaje apasionado y sencillo ; los objetos se di- 
versifican de un modo ilimitado; el choque de las ideas multiplica 
las emociones ; el bello ideal de la libertad despierta el espíritu de 

rebelión contra todo yugo; la realidad lucha con la ficción, la fe con 
la duda, el esfuerzo de buscar la base perdida con la desesperación 
de no encontrarla. Aquí ya nuestras poetisas presentan individua- 
lidades concretas, determinadas, que no consienten ser absorbidas 
en un todo colectivo y uniforme. fisto señalaba otro rumbo á la com- 
pilación: en un período de tiempo tan estrecho el orden cronológico 
significaría bien poco, y el alfabético no era posible por no tener 
desde el principio el material completo : los caracteres literarios son 
comunes, porque corresponden á la misma evolución contemporá- 
nea ; pero la variedad que no debe despreciarse aun en una simple 
colección era la guía indicada en la segunda parte. 

Aquí, en verdad, la monotonía no tendría disculpa ; por el contra- 
rio, tras los arrebatos apasionados de una composición erótica, for- 
man bello contraste los pensamientos graves de la elegía ó los arran- 
ques entusiastas del amor á la gloria; junto á la poesía festiva y de 
costumbres, que reproduce cuadros animados de nuestra vida na- 
cional, vienen bien las sombrías meditaciones que sugiere la natu- 
raleza á la hora del crepiisculo ó en el solemne conticinio poblado 
de recuerdos dolorosos y esperanzas frustradas ; después de remon- 
tarse el espíritu en alas de la inspiración patriótica ó en los inefa- 
bles embelesos de la musa mística, agrada descender por una fácil 
transición á ese mundo de delicadas afecciones que encierra el cora- 
zón de la esposa y de la madre, y que nadie más que la mujer pue- 
de expresar con su verdadero y natural colorido. Porque de todo 
eso nos presentan ejemplos nuestras poetisas : su lira ha recorrido 
todos los tonos, ensayando algunas veces el drama y el poema; ha 
vibrado bajo todos los sentimientos, excepto, (observación importan- 



XXXlí 



te. . aquellos *£& hajv ívrr¿.a.- Lala^rieña.- tier.dec á Li ap>:e»«*i* insen- 
sata de ab-ordas para#I- ja*. Xaeí-ItA^j*- *:r. en/*<an: •. «ü L:I • cvndttr- 
tf>r en inedíodetan r>^ varíala-i. y e*e híl ■ I- • en->»ntré al parar mien- 
te» en la ÍL-I-le £*>;;«* d* la o >■>::•'::. pu*s tratár>l«~e de presentar 
al traré* de la* formas literarias aquel!*; 'jae me;>r revela la Índole 
de ns^stra 3o.->>Ja#L aque!!«>que coi.ter.jra un carácter genuinamente 
mexiear. . lo f»>Iía ya vacilar, y habiend-i de escoger entre comptf- 
*:-?:■'. r.e* de ígnal mérito, la elección retraía p^r sí sola sobre las re- 
fere:.:^ á nuestra Liaría, a nuestros hérues. á nuestra» paisajes á 
r-ie*tntó crs-tumores. y á la.* que mejor tradu«*en lf* del:ead«»s ?en- 
t:::,:er.V/% del bello sexo. 

Tal e* el plan que me propuse y que be procurado realizar en 
lo po*;b!e. no obstante abrigar la convicción de sus lagunas y defi- 
eíer.* v ías. Desde luego ¿puedo asegurar que no falta ninguna de las 
poetisas qie han es^-rito ó escriben actualmente en la República? 
De nifigaria manera, y basta para convencerse de ello una solaeon- 
•¡•leraeión : muy pocos son los vers-^s de mexicanas coleccionados en 
libro» especiales : los de la gran mayoría se hallan diseminados en pe- 
riódico», que por su número y por la rareza de algunos dificultan la 
bttáea. «obre todo cuando se dispone de poco tiempo como ha suce- 
dido en el presente caso. La Junta de Señoras, de que he hablado 
al principio, dirigió una circular á las Juntas correspondientes en 
lo* Estados para que remitiesen entre los trabajos que tenían pedi- 
do* las producciones, publicadas ó inéditas de sus respectivas poeti- 
sas: pero el número de las recibidas por este conducto es relativa- 
mente corto, y no siempre han llegado con la oportunidad necesaria. 
De desear habría sido que á las composiciones acompañasen el re- 
trato de cada autora, algunos apuntes biográficos y un ligero juicio 
crítico sobre sus obras; pero un trabajo de esta naturaleza exigiría 
la cooperación de varias personas y un tiempo más ó menos consi- 
derable. Por lo que hace á la presente publicación, van incluidos 
los pocos retratos que se han podido conseguir y ejecutar, reducién- 
dome á indicar lo demás como parte de un proyecto que tal vez rea- 
lizaré más tarde. 

Sea como fuere, creo no engañarme al decir que la Antología de 

m 

Poetisas Mexicanas será vista con verdadero interés, así por su ele- 
gante desempeño tipográfico, como principalmente, por su conteni- 
do, elocuente manifestación de que en esta tierra del sol y de las 
flores, no han faltado ni faltan asiduas cultivadoras de la más bella 



i. 



PROLOGO. 



XXXIII 



de las artes ; manos delicadas que pulsen la lira de los poetas ; al- 
mas escogidas que glorifiquen á la Patria con las brillantes creacio- 
nes de su fecunda imaginación, recordando al mismo tiempo á la 
egregia Dama, bajo cuyos auspicios se ha llevado á cabo una obra 
que da tan alta idea del bello sexo mexicano. 

México, Abril de 1893. 



José M. VigiL 



L 



CATALINA DE ESLAVA 



SIOLO XVI. 



SONETO. 

Á SU TÍO FERNÁN GONZÁLEZ DE ESLAVA EN LA PUBLICACIÓN DE LOS "COLOQUIOS 



ESPIRITUALES Y SACRAMENTALES. 



n 



El sagrado laurel ciña tu frente, 
La yedra, el arrabián, trébol y oliva, 
Porqué (aunque muerto estás) tu fama viva 

Y se pueda extender de gente en gente. 

El tiempo la conserve, pues consiente 
Que el levantado verso suba arriba, 

Y en láminas de oro el nombre escriba 
Del que no tiene igual de Ocaso á Oriente. 

En el carro de Apolo te den gloria, 
Digo de aquel Apolo soberano 
A quien con tanto amor tan bien serviste: 

Y pues él hace eterna la memoria, 
Con que muevas mi pluma con tu mano 
La gloria alcanzarás que acá nos diste. 



♦ ♦ 



POETISAS MEXICANAS. 



MARÍA DE ESTRADA 3 



NILLA. 



SIGLO XVII. 



Relación escrita á una Religiosa monja prima scya, de la feliz entrada en Méxi- 
co, día de San Augustín, á 28 de Agosto de mil y seiscientos y ccarenta años, 
del Excelentísimo Señor D. Diego López Pacheco, Cabrera y Bobadilla, Mar- 
qués DE VlLLENA, VlRREY, GOBERNADOR Y CAPITÁN GENERAL DESTA NUEVA ESPAÑA. 



Quise salir, amiga, 
Más que por dar alivio á mi fatiga, 

Temprano ayer de casa, 
Por darte relación de lo que pasa. 

Prevenir hice el coche, 
Aunque mi pensamiento se hizo noche, 

Pues tan mal lo miraron, 
Que para daño nuestro pregonaron 

Que carrozas no hubiera: 
¡ Oh más civil que criminal cansera ! 

Laméntelo infinito; 
Puesto que por cumplir con lo exquisito, 

Aunque tan poco valgo, 
Menos que á entrada de un virrey no salgo: 

Mas el ser hizo efecto, 
Y así quise cumplir con lo imperfecto 

Mudando de semblante: 
No quieras más pues fui sin guardainfante. 

Con que habrás entendido 
Que todo queda bien encarecido ; 



MARÍA DE ESTRADA M EDI N ILLA. 



Pero si le llevara, 
Del primer movimiento no pasara. 

Siguiéronme unas damas 
A quienes debe el mundo nobles famas, 

Y con manto sencillo 
Quisimos alentar el tapadillo, 

Y en fin, como pudimos 
Hacia la Iglesia Catedral nos fuimos, 

Donde más que admirada 
Quedé viendo del arco la fachada, 

Que tocaré de paso, 
Porque si en el ingenio me embarazo, 

Habiéndome engolfado 
No habrá camino de salir á nado. 

A follajes galantes 
Estrago fué de Ceusis y Timantes 

Grandeza en quien contemplo 
Lo raro de tres Templos en un Templo, 

Pompa de Mauseolo, 
Ciencia de Salomón, plectro de Apolo. 

Perdone la Pintura 
Que en lo formal se mostrará más pura, 

Pues á tanto se atreve 
Que al lienzo fía lo que al bronce debe. 

No quedé en todo el cielo 
Signo que el arte no bajase al suelo, 

" Ni en toda la Escritura 
Tribu que no trajese á coyuntura 

Ni doce que la fama 
Por sus virreyes justamente aclama 

Contra largas edades 
Para la eternidad de eternidades, 

Ni la insigne ascendencia 
Del ilustre Marqués, cuya Excelencia 

Da con celebraciones 
Glorias á España, al mundo admiraciones; 



L 



POETISAS MEXICANAS. 



De suerte todo unido, 
Que diera suspensiones al sentido 

Que más perspicaz fuera, 
Cuya atención aun no lo consiguiera. 

De su metro imagino 
Que pasa de lo humano á ser divino, 

Y es caso averiguado 

Que un Ángel á otro Ángel le ha dictado, 

Y porque no te asombre 
Corresponden sus obras á su nombre. 

Dimos la vuelta luego 
Y en un abismo de rumor me anego ; 

Al discurrir la calle 
No hay paso donde el paso no se encalle ; 

El número de gente 
Presumo que no hay cero que tal cuente 

Pues tomar fuera en vano 
La calle, como dicen, en la mano: 

Iba, aunque aquí se note, 
De lo que llama el vulgo bote en bote. 

Era cada ventana 
Jardín de Venus, templo de Diana, 

Y desmintiendo Floras, 
Venciendo Mayos y afrentando Auroras, 

La más pobre azotea 
Desprecio de la copia de Am altea 

Con variedad hermosa, 
Aunque tuvo también de toda broza. 

Pintar su bizarría 
Ni más Flandes habrá ni más Turquía. 

En fin, todo es riqueza, 
Todo hermosura, todo gentileza. 

A opulencia tan rara 
¿ Qué babilonio muro no temblara ? 

Pues conservando Abriles 
Se miran injuriados sus pensiles. 




k 



MARÍA BE ESTRADA MED1NILLA. 



r 



La tropa crece mucho ; 
El cerca viene entre la tropa escucho, 

Y tropezando aprietos, 
Entramos con orgullos más inquietos 

Donde un balcón estaba 
Que con ostentación nos esperaba, 

Y á menos sobresalto 
Pienso que nada se nos fué por alto. 

Fundaciones tonantes 
En hombros de Hipogrifos Elefantes 

Dejaron ilustrado 
Al primer inventor de lo bordado: 

Duplicados clarines 
De música poblaron los confines 

Que en acentos suaves 
Repetición hicieron á las aves, 

Con cuyas armonías 
Ociosas quedarán las chirimías: 

Estruendo de atabales 
Bienes anuncia á tanto gusto iguales ; 

La brevedad se indicia; 
Miden la calle varas de justicia; 

Gloriosamente ufana 
Iba la gran nobleza mexicana, 

Logrando ostentaciones 
Entre las militares religiones, 

Mostrando en su grandeza 
Que es muy hijo el valor de la nobleza, 

Y en sus ricos aseos 
Deseos con obras, obras con deseos. 

Brotando suficiencias 
La doctísima madre de las ciencias 

Iba, aunque se interprete, 
Cifrado en un vistoso ramillete 

Lo raro y lo diverso 
De la Universidad y el universo, 



8 



POETISAS MEXICANAS. 



Compendio mexicano, 
Emulación famosa del Romano 

En quien se ve cifrada 
La nobleza y lealtad más celebrada: 

Que mármoles y jaspes 
Ilustra desde el Betis al Idaspes 

Mostraba generoso 
Cuanto sabe ostentar de lo honoroso, 

Haciendo competencia 
Su generosidad con su prudencia, 

Y en órdenes iguales 
Del Tribunal mayor y Tribunales 

Ostentaban primores 
El Fator, Tesorero y Contadores, 

Donde sólo se iguala 
Con lo rico y perfecto tanta gala ; 

Y á fámulas hileras 
Forman tapetes, huellan primaveras. 

El que la Guarda rige, 
Dignísimo sujeto á quien se erige 

Por tan j usto derecho 
La blanca insignia que adornó su pecho, 

Con denuedo galante 
Era la perfección de lo brillante, 

Y á lucientes aceros 
Multiplicaba números de arqueros : 

Insignia real divisa 
La dignidad de un joven autoriza 

Que á muchos les excede, 
Tanto, que él solo competirse puede. 

Mostraban su eminencia 
Pompilios y Licurgos de la Audiencia, 

De quien hoy fuera amago 
La docta rectitud del Areopago 

Que Atenas tanto aprecia, 
De Roma ejemplo y atención de Grecia. 



MARÍA DE ESTRADA MEDÍ N ILLA. 



Llegó la gran persona 
Del valeroso Duque de Escalona 

En un alado bruto 
Que fué de los de Febo sustituto, 

Y á ser tan hábil viene 

Que ya de bruto sólo el nombre tiene. 

Color bayo rodado 
En quien no queda bien determinado, 

Por guardarle el decoro, 
O si fué oro engrifado ó grifo de oro: 

A la vista primera 
Oro esmaltado de azabaches era, 

Bien que á la fantasía 
Ya tigre de tramoyas parecía 

Y ya Pavón de Juno, 
Aunque en lo cierto no tocó ninguno; 

Y erizando sus plumas, 
Furias vertiendo si brotando espumas, 

Daba á toda la plebe 
A chirlo y cintarazo grana y nieve : 

Tan racional estaba, 
Que capaz de la altura en que se hallaba, 

No tuvo ni aún apenas 
Un tocar con las manos las arenas ; 

Y estando descuidada, 
Hice, viendo venir una pedrada, 

Reparo diligente 
Con que no me rompió toda la frente. 

Y esto lo menos fuera, 
Pues por poquito no me la partiera 

A vueltas de la cara : 
Aun el susto me dura y cuál quedara 

El corazón me parte : 
Y aunque de mi discurso en esta parte 

Ponderación colijas, 
Tan sin bajarse levantaba guijas, 



j 



10 



POETISAS MEXICANAS. 



i 



Que tuve algún recelo 
De que se granizaban desde el cielo, 

T en los más retirados, 
Infinitos habrá descalabrados. 

En su furia mostraba 
Que al Virrey en el cuerpo en fin llevaba; 

De suerte le imagino 
Que en él hasta el bozal era ladino ; 

Con nueva maravilla 
Promontorio de plata era la silla. 

Pintar su dueño agora 
Quien tanto el arte de primor ignora, 

Aunque el objeto obligue, 
Mal lo comienza y tarde lo consigue, 

Y epítetos vulgares 

No son para las cosas singulares. 

¿Viste el solio divino 
Del sol, que desde el orbe cristalino, 

Dorando las florestas, 
Hace con providencias manifiestas 

Flamantes bizarrías 
Como desperdiciando argenterías, 

Y aunque le gozan todos, 

Si le quieren mirar, por varios modos 

Tal resistencia hallan. 
Que ciegos á su amago se avasallan, 

Y nadie aquello puede 

Que á un águila caudal se le concede? 

A mí me ha sucedido 
Lo mismo; pues poniendo en tanto olvido 

De mi ser la bajeza, 
Llevada del fervor y la viveza. 

Quise, bebiendo rayos, 
Sembrar alientos y coger desmayos ; 

Y cuando cerca llega, 
Flamígero furor mi vista ciega : 



i; 



A 



MARÍA DE ESTRADA MEDINILLA. 11 



Mas aunque más se impide, 
Con el afecto y con la fe le vide, 

Y aun bosquejarle puedo 

Si al rayo y á la espuma pierdo el miedo. 
Juzgúele tan airoso 

Y tan de lindo gusto en lo aliñoso, 

Haciendo con desgarro 
Desprecio general de lo bizarro, 

Que alguno habrá pensado 
Que aquel descuido todo fué cuidado: 

Aunque se está sabido 
Que es aquella postura de entendido, 

Con que está dicho todo. 

Y puesto que en los hombres es apodo 

Entrarles por lo bello, 
A riesgo de empezar por el cabello 

Principio de lo hermoso, 
Habiendo lo discreto y lo brioso 

Con extremo infinito, 
Aquí se cifra todo sin delito, 

Y en todas opiniones 
Un epílogo fué de perfecciones. 

Nube viste de plata 
Donde lo recamado se dilata 

Tanto, que no ha llegado 
Lince sutil á haber averiguado 

Por brújula 6 cautela 
El más breve dibujo de la tela. 

En fin, la chusma toda 
Higas y bendiciones le acomoda, 

Y en mormollo cobarde 

Las mozas le dijeron: "Dios te guarde; 

Qué lindo y qué galano; " 
Las viejas: "Dios te tenga de su mano; 

Qué bien que resplandece ; 
A el mismo Rey de España se parece.' J 



12 



POETISAS MEXICANAS. 






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I 



Llegó á un grave edificio, 
De Belo y Jano ventajoso indicio, 

Cuyos vivos pinceles 
A Arístides, Protdgenes y Apeles 

Dejaron olvidados; 
Porque aquéllos con éstos son pintados, 

Y aunque en la fama eternos, 
Aténgome al primor de los modernos, 

Pues se han aventajado 
Cuanto va de lo vivo a lo pintado. 

Honor maravilloso 
Fué de Américo suelo lo ingenioso: 

Bien logrado desvelo, 
Cuyos acentos llegan hasta el cielo, 

Cuyas repeticiones 
Eternas vivirán en los blasones 

Del que es sin arrogancia 
Rama de Portugal, Castilla y Francia. 

No bien llegd á las puertas, 
Cuando las vid con regocijo abiertas, 

En quien no se desquicia 
De la misericordia la justicia; 

Y en sumisiones graves 
Un noble Senador le did las llaves, 

Que al mundo honrar pudiera. 
Cuya opinidn es luz desta Rilara. 

Allí fué ejecutada 
La ceremonia siempre acostumbrada, 

Y alegre le recibe 

La ciudad, que de nuevo le aperrille 

Aplauso reverente, 
Siendo á su dignidad tan competente; 

Y habiéndole formado 
Navegacidn de velas de brocado 

Que á su Sol se permite, 
Grato la aplaude, pero no la admite. 



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MARÍA DE ESTRABA MEDÍ N ILLA. 



13 



De dos rojos cendales 
Trabados dos sujetos sin iguales 

De tanto cielo Atlantes 
El venerable honor de los Cervantes 

A quien también venero 
Y el valor de la casa de Valero, 

Don Marcos de Guevara, 
A quien el cielo di<5 nobleza clara, 

Cortés con su asistencia 
El toldo gobernó de su Excelencia. 

Por uno y otro lado 
Los ilustres sujetos del Senado 

Mostraban con efectos 
Lo que en las veras pueden sus afectos : 

En el lugar preciso 
Le sigue su mayor caballerizo, 

Y alternando celajes 
Gen tiles hombres, oficiales, pajes, 

Iban según su grado 
Cada cual en el suyo aventajado. 

No muchos pasos dieron 
Cuando la autoridad reconocieron 

De un festivo teatro 
Con pompa de solemne anfiteatro, 

Que estaba prevenido 
Antes del arco arriba referido, 

Donde los principales 
Del Cabildo, palomas racionales, 

Rigen con gallardía 
A tanta Religiosa Clerecía; 

Y en acentos sutiles, 
Dulce repetición de ministriles, 

Formaba en escuadrones 
Tracias capillas, tropas de Anfiones, 

Con que en ecos sonoros 
Te Deum laudamus le entonaba á coros ; 



14 



POETISAS MEXICANAS. 



Y desde el simulacro 

San Pedro le conduce al Templo sacro. 

De que se vio logrado 
El adorno de púrpura y brocado, 

Y en fragantes aromas 
Brasas desatan cuando exhalan pomas, 

Revuélvense esos cielos 
Donde tres ciudadanos con desvelos 

Hicieron de sus dones 
Demostración alegre de oblaciones. 

Uno estruendo le fragua, 

Estotro fuego cuando el otro agua ; 
Cuanto contiene espacio 

De la mayor Iglesia hasta el Palacio: 

Fiero terror de Marte 
Formaba un batallón en cada parte, 

De cuyas compañías 
Tantas adelantó galanterías, 

Que se vio cada infante 
Rayo de plumas ó escuadrón volante. 

Yulcano en prevenciones 
Fué población de griegas invenciones 

Con que no ya tan vano 
Quedó el que incendios fabricó al Troyano, 

De que tantas memorias 
Eternidades tienen las historias. 

Aún no bien penetrado 
Fué el Capitolio, cuando el cielo armado 

De ímpetus transparentes, 
El curso desató de sus corrientes, 

Y á fuerza de raudales 

Las calles fueron montes de cristales. 

Y es verdad manifiesta 

Que ni aun aquesto pudo aguar la fiesta; 

Porque menos ufano 
Cesó Neptuno y presidió Vulcano ; 



MARÍA DE ESTRADA MEDINILLA. 



15 



Pues á furias de aguas 
Alquitranes resisten de sus fraguas. 

En tan célebre día 
Fuera civilidad 6 cobardía 

Que quedara figura 
De la más Vestal Ninfa la clausura, 

Y si tal entendieras 

Presumo que aun tú misma la rompieras, 

Pues con esto aperciln) 
El hipérbole más ponderativo. 

Y aunque el verlas te inquiete, 
Mayores fiestas México promete : 

Máscaras, toros, cañas 
Que puedan celebrarse en las Españas. 

Esto es en suma, prima, 
Lo que pasé; si poco te lo intima 

Mi pluma 6 mi cuidado 
Mal erudito pero bien guiado, 

Perdona que á mi musa 
El temor justo del errar la excusa. 



i 



16 



POETISAS MEXICANAS. 



SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ, 



SIGLO XVII. 



QUEJAS DE AMOR AUSENTE. 

Amado dueño mío, 
Escucha un rato mis cansadas quejas, 
Pues del viento las fío, 
Que breve las conduzca á tus orejas: 
Si no se desvanece el triste acento, 
Como mis. esperanzas, en el viento- 



óyeme con los ojos, 
Ya que están tan distantes los oídos, 

Y de ausentes enojos 

En ecos de mi pluma mis gemidos : 

Y ya que á tí no llega mi voz ruda, 
Óyeme sordo, pues me quejo muda. 



Si del campo te agradas, 
Goza de sus frescuras venturosas, 
Sin que aquestas cansadas 
Lágrimas te detengan enfadosas; 
Que en él verás, si atento te entretienes, 
Ejemplos de mis males y mis bienes. 



SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ 



SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ. 



17 



Si al arroyo parlero 
Ves galán de las flores en el prado, 
Que amante y lisonjero 
A cuantas mira intima su cuidado, 
En su comente mi dolor te avisa 
Que á costa de mi llanto tiene risa. 



Si ves que triste llora 
Su esperanza marchita en ramo verde 
Tórtola gemidora, 
En él y en ella mi dolor te acuerde 
Que imitan con verdor y con lamento, 
El mi esperanza y ella mi tormento. 

Si la flor delicada, 
Si la peña que altiva no consiente 
Del tiempo ser hollada, 
Ambas me imitan, aunque variamente, 
Ya con fragilidad, ya con dureza, 
Mi dicha aquélla y ésta mi firmeza. 



Si ves el ciervo herido, 
Que baja por el monte acelerado, 
Buscando dolorido 
Alivio al mal en un arroyo helado, 
Y sediento al cristal se precipita; 
No en el alivio, en el dolor me imita. 



Si la liebre encogida 
Huye medrosa de los galgos fieros, 
Y por salvar la vida, 
No deja estampa de los pies ligeros; 
Tal mi esperanza en dudas y recelos 
Se ve acosada de villanos celos. 



18 



POETI8A8 MEXICANA8. 



Si ves el cielo claro, 
Tal es la sencillez del alma mía ; 
T si, de luz "avaro. 
De tinieblas emboza el claro día, 
Es con su obscuridad y su inclemencia, 
Imagen de mi vida en esta ausencia. 



Así que, Fabio amado, 
Saber puedes mis males, sin costarte 
La noticia cuidado, 

Pues puedes de los campos informarte : 
T pues yo á todo mi dolor ajusto, 
Saber mi pena, sin dejar tu gusto. 



Mas ¿cuándo ( ¡ay gloria mía! ) 
Mereceré gozar tu luz serena? 
¿Cuándo llegará el día 
Que pongas dulce fin á tanta pena? 
¿Cuándo veré tus ojos, dulce encanto, 
T de los míos quitarás el llanto? 



¿Cuándo tu voz sonora 
Herirá mis oídos delicada, 
Y el alma que te adora, 
De inundación de gozos anegada, 
A recibirte con amante prisa 
Saldrá á los ojos desatada en risa? 



¿Cuándo tu luz hermosa 
Revestirá de gloria mis sentidos? 
¿Y cuándo yo dichosa 
Mis suspiros daré por bien perdidos, 
Teniendo en poco el precio de mi llanto? 
Que tanto ha de penar, quien goza tanto. 



SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ. 



19 



¿ Cuándo de tu apacible 
Rostro alegre veré el semblante afable, 
Y aquel bien indecible, 
A toda humana pluma inexplicable? 
Que mal se ceñirá á lo definido 
Lo que no cabe en todo lo sentido. 

Ven, pues, mi prenda amada, 
Que ya fallece mi cansada vida 
Desta ausencia pesada ; 
Ven, pues, que mientras tarda tu venida, 
Aunque me cueste su verdor enojos, 
Regaré mi esperanza con mis ojos. 



AFECTOS DE UN CORAZÓN AGRADECIDO. 



Señora, si la belleza, 
Que en vos llego á contemplar, 
Es bastante á conquistar 
La más inculta dureza: 

¿Por qué hacéis que el sacrificio 
Que debo á vuestra luz pura, 
Debiéndose á la hermosura, 
Se atribuya al beneficio? 

Cuando es bien que gloria cante, 
De ser vos quien me ha rendido ; 
¿ Queréis que lo agradecido 
Se equivoque con lo amante? 

Vuestro favor me condena 
Á otra especie de desdicha ; 
Pues me quitáis con la dicha, 
El mérito de la pena. 



20 POETISAS MEXICANAS. 



Si no es que dais á entender 
Que favor tan singular, 
Aunque se pueda lograr, 
No se puede merecer. 

Con razón, pues, la hermosura, 
Aun llegada á poseerse, 
Si llegara á merecerse, 
Dejara de ser ventura:. 

Que estar un digno cuidado 
Con razón correspondido, 
Es premio de lo servido, 

Y no dicha de lo amado : 

Que dicha se ha de llamar 
Sólo la que, á mi entender, 
Ni se puede merecer, 
Ni se pretende alcanzar; 

Y aqueste favor excede 
Tanto á todos, al lograrse, 
Que no sólo no pagarse, 
Mas ni agradecer se puede ; 

Pues desde el dichoso día 
Que vuestra belleza vi, 
Tan del todo me rendí, 
Que no me quedó acción mía : 

Con lo cual, señora, muestro, 

Y á decir mi amor se atreve, 
Que nadie pagaros debe, 

Que vos honréis lo que es vuestro. 

Bien sé que es atrevimiento; 
Pero el amor es testigo 
Que no sé lo que me digo, 
Por saber lo que me siento. 



SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ. 



21 



Y en fin, perdonad por Dios, 
Señora, que os hable así, 
Que si yo estuviera en mí, 
No estuvierais en mí vos. 



Sólo quiero suplicaros 
Que de mí recibáis hoy 
No sólo el alma que os doy ; 
Mas la que quisiera daros. 



A UN RETRATO. 



Copia divina en quien veo 
Desvanecido el pincel, 
De ver que ha llegado él 
Donde no pudo el deseo ; 
Alto, soberano empleo 
De más que humano talento, 
Exenta de atrevimiento, 
Pues tu beldad increíble, 
Como excede á lo posible, 
No la alcanza el pensamiento. 



¿Qué pincel tan soberano 
Fué á copiarte suficiente? 
¿ Qué numen movió la mente ? 
¿Qué virtud rigió la mano? 
No se alabe el arte vano, 
Que se formó peregrino ; 



22 



POETISAS MEXICANAS. 



Pues en tu beldad convino, 
Para formar un portento, 
Fuese humano el instrumento, 
Pero el impulso divino. 

Tan espíritu te admiro, 
Que cuando deidad te creo, 
Hallo el alma que no veo, 

Y dudo el cuerpo que miro. 
Todo el discurso retiro, 
Admirada en tu beldad ; 
Que muestra con realidad, 
Dejando el sentido en calma, 
Que puede copiarse el alma : 
Que es visible la deidad. 

Mirando perfección tal, 
Cual la que en tí llego á ver, 
Apenas puedo creer 
Que puedes tener igual. 

Y á no haber original, 
De cuya perfección rara 

La que hay en tí se copiara, 
Perdida por tu afición, 
Segundo Pigmaleón 
La animación te impetrara. 

Toco, por ver si escondido 
Lo viviente en tí parece ; 
¿ Posible es que de él carece, 
Quien roba todo el sentido? 
¿ Posible es que no ha sentido 
Esta mano que le toca, 

Y á que atiendas te provoca 
A mis rendidos despojos? 
¿Que no hay luz en esos ojos? 
¿ Que no hay voz en esa boca ? 



.SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ. 



23 



Bien puedo formar querella 
Cuando me dejas en calma, 
De que me robas el alma 

Y no te animas con ella. 

Y cuando altivo atrepella 
Tu rigor mi rendimiento, 
Apurado el sufrimiento, 
Tanto tu piedad se aleja, 
Que se me pierde la queja 

Y se me logra el tormento. 

Tal vez pienso que piadoso 
Respondes á mi afición ; 

Y otras teme el corazón 
Que te esquivas desdeñoso. 
Ya alienta el pecho dichoso ; 
Ya infeliz al rigor muere ; 
Pero, como quiera, adquiere 
La dicha de poseer ; 
Porque al fin, en mi poder 
Serás lo que yo quisiere. 

Y aunque ostentes el rigor 
De tu original fiel, 
A mí me ha dado el pincel 
Lo que no puede el amor. 
Dichosa vivo al favor 
Que me ofrece un bronce frío; 
Pues aunque muestras desvío, 
Podrás, cuando más terrible, 
Decir que eres imposible ; 
Pero no que no eres mío. 



24 



POETISAS MEXICANAS. 



SOBRE LA VANA CIENCIA. 



Finjamos que soy feliz, 
Triste pensamiento, un rato ; 
Quizá podréis persuadirme, 
Aunque yo sé lo contrario. 

Que pues sólo en la aprehensión 
Dicen que estriban los daños ; 
Si os imagináis dichoso, 
No seréis tan desdichado. 

Sírvame el entendimiento 
Alguna vez de descanso ; 

Y no siempre esté el ingenio 
Con el provecho encontrado. 

Todo el mundo es opiniones 
De pareceres tan varios, 
Que lo que el uno que es negro, 
El otro prueba que es blanco. 

A unos sirve de atractivo 
Lo que otro concibe enfado ; 

Y lo que éste por alivio, 
Aquél tiene por trabajo. 

El que está triste, censura 
Al alegre, de liviano ; 

Y el que está alegre, se burla 
De ver al triste penando. 

Los dos filósofos griegos 
Bien esta verdad probaron ; 
Pues lo que en el uno risa, 
Causaba en el otro llanto. 



tíOR JUANA INÉS DE LA CRUZ. 



25 



Célebre su oposición 

Ha sido por siglos tantos, 

Sin que cuál acertó, esté 

Hasta ahora averiguado- 
Antes en sus dos banderas 

El mundo todo alistado, 

Conforme el humor le dicta, 

Sigue cada cual el bando. 

Uno dice que de risa 
Sólo es digno el mundo vario ; 

Y otro, que sus infortunios 
Son sólo para llorados. 

Para todo se halla prueba 
T razón en que fundarlo; . 

Y no hay razón para nada, 
De haber razón para tanto. 

Todos son iguales jueces; 

Y siendo iguales y varios, 
No hay quien pueda decidir 
Cuál es lo más acertado. 

Pues si no hay quien lo sentencie, 
¿ Por qué pensáis, vos, errado, 
Que os cometió Dios á vos 
La decisión de los casos ? 

¿ O por qué, contra vos mismo, 
Severamente inhumano, 
Entre lo amargo y lo dulce 
Queréis elegir lo amargo? 

Si es mío mi entendimiento, 
¿ Por qué siempre he de encontrarlo 
Tan torpe para el alivio, 
Tan agudo para el daño ? 



26 



POETISAS MEXICANAS. 



El discurso es un acero 
Que sirve por ambos cabos ; 
De dar muerte por la punta, 
Por el pomo, de resguardo. 

Si vos, sabiendo el peligro, 
Queréis por la punta usarlo, 
¿Qué culpa tiene el acero, 
Del mal uso de la mano ? 

No es saber, saber hacer 
Discursos sutiles, vanos; 
Que el saber consiste sólo 
En elegir lo más sano. 

Especular las desdichas, 

Y examinar los presagios, 
Sólo sirve de que el mal 
Crezca con anticiparlo. 

En los trabajos futuros 
La atención sutilizando, 
Más formidable que el riesgo, 
Suele fingir el amago. 

¡ Qué feliz es la ignorancia 
Del que, indoctamente sabio, 
Halla de lo que padece, 
En lo que ignora, sagrado! 

No siempre suben seguros 
Vuelos del ingenio osados, 
Que buscan trono en el fuego, 

Y hallan sepulcro en el llanto. 

También es vicio el saber; 
Que si no se va atajando, 
Cuando menos se conoce 
Es más nocivo el estrago. 



80R JUANA INÉS DE LA CRUZ. 



27 



Y si el vuelo no lo abaten ; 
En sutilezas cebado, 

Por cuidar de lo curioso 
Olvida lo necesario. 

Si culta mano no impide 
Crecer al árbol copado, 
Quitan la substancia al fruto 
La locura de ios ramos. 

Si andar á nave ligera 
No estorba lastre pesado, 
Sirve el vuelo de que sea 
El precipicio más alto. 

En amenidad inútil, 
¿ Qué importa el florido campo, 
Si no halla fruto el Otoño, 
Que ostente flores el Mayo? 

¿De qué le sirve al ingenio 
El producir muchos partos, 
Si á la multitud se sigue 
El malogro de abortarlos? 

Y á esta desdicha, por fuerza 
Ha de seguirse el fracaso 

De quedar el que produce, 
Si no muerto, lastimado. 

El ingenio es como el fuego, 
Que con la materia ingrato, 
Tanto la consume más, 
Cuanto él se ostenta más claro. 

Es de su propio señor 
Tan rebelado vasallo, 
Que convierte en sus ofensas 
Las armas de su resguardo. 



28 



POETISAS MEXICANAS. 



Este pésimo ejercicio; 
Este duro afán pesado, 
A los hijos de los hombres 
Di<5 Dios para ejercitarlos. 

¿ Qué loca ambición nos lleva, 
De nosotros olvidados? 
Si es para vivir tan poco, 
¿De qué sirve saber tanto? 

¡ Oh, si como hay de saber, 
Hubiera algún seminario, 
O escuela donde á ignorar 
Se enseñaran los trabajos I 

¡ Qué felizmente viviera, 
El que flojamente cauto, 
Burlara las amenazas 
Del influjo de los astros ! 

Aprendamos á ignorar, 
Pensamiento, pues hallamos 
Que cuanto añado al discurso, 
Tanto le usurpo á los años. 



CENSURA DE LOS HOMBRES. 



Hombres necios que acusáis 
A la mujer, sin razón, 
Sin ver que sois la ocasión 
De lo mismo que culpáis : 

Si con ansia sin igual 
Solicitáis su desdén, 
¿Por qué queréis que obren bien, 
Si las incitáis al mal? 



* 






SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ. 


29 


Combatís su resistencia, 
Y luego con gravedad 
Decís que fué liviandad 
Lo que hizo la diligencia. 


1 
l 

| 


Parecer quiere el denuedo 
De vuestro parecer loco, 
Al niño que pone el coco, 
Y luego le tiene miedo. 


t 

¡ 

i 


Queréis con presunción necia 
Hallar á la que buscáis, 
Para pretendida, Thais, 
Y en la posesión, Lucrecia. 


* 


¿ Qué humor puede ser más raro, 
Que el que falto de consejo, 
El mismo empaña el espejo 
Y siente que no esté claro ? 




Con el favor v el desdén 
Tenéis condición igual; 
Quejándoos si os tratan mal, 
Burlándoos si os quieren bien. 


1 


Opinión ninguna gana, 
Pues la que más se recata, 
Si no os admite es ingrata, 
Y si os admite es liviana. 




Siempre tan necios andáis, 
Que con desigual nivel, 
A una culpáis por cruel, 
Y á otra por fácil culpáis. 


1 


¿Pues cómo ha de estar templada 
La que vuestro amor pretende, 
Si la que es ingrata ofende, 
Y la que es fácil enfada? 





8 



30 



POETISAS MEXICANAS. 



Mas entre el enfado y pena 
Que vuestro gusto refiere, 
Bien haya la que no os quiere, 

Y quejaos en hora buena. 

Dan vuestras amantes penas 
A sus libertades alas, 
T después de hacerlas malas, 
Las queréis hallar muy buenas. 

¿ Cuál mayor culpa ha tenido 
En una pasión errada ; 
La que cae de rogada, 
O el que ruega de caído ? 

¿O cuál es más de culpar, 
Aunque cualquiera mal haga; 
La que peca por la paga, 
O el que paga por pecar? 

¿Pues para qué os espantáis 
De la culpa que tenéis? 
Queredlas cual las hacéis, 
O hacedlas cual las buscáis. 

Dejad de solicitar, 

Y después, con más razón, 
Acusaréis la afición 

De la que os fuere á rogar. 

Bien con muchas armas fundo 
Que lidia vuestra arrogancia, 
Pues en promesa 6 instancia 
Juntáis diablo, carne y mundo. 



SOR JIANA INÉS DE LA CRUZ. 



31 



SONETOS. 



\ ■ 



i 

Detente, sombra de mi bien esquivo ; 
Imagen del hechizo que más quiero; 
Bella ilusión, por quien alegre muero; 
Dulce ficción, por quien penoso vivo: 

Si al imán de tus gracias atractivo 
Sirve mi pecho de obediente acero, 
¿ Para qué me enamoras lisonjero, 
Si has de burlarme luego fugitivo? 

Mas blasonar no puedes, satisfecho 
De que triunfa de mí tu tiranía; 
Que aunque dejas burlado el lazo estrecho 

Que tu forma fantástica cenia, 
Poco importa burlar brazos y pecho, 
Si te labra prisión mi fantasía. 



II 

PÍRAMO T TISBE. 

De un funesto moral la negra sombra, 

De horrores mil y confusiones llena, 

^^ • 

En cuyo hueco tronco aun hoy resuena 
El eco, que doliente á Tisbe nombra ; 

Cubrió la verde matizada alfombra 
En que Píramo amante abrió la vena 
Del corazón, y Tisbe de su pena 
Dio la señal, que aun hoy al mundo asombra. 

Mas viendo del amor tanto despecho 
La muerte, entonces, de ellos lastimada, 
Sus dos pechos juntó con lazo estrecho: 

Mas ¡ay de la infeliz y desdichada! 
Que á su Píramo dar no puede el pecho, 
Ni aun por los duros filos de una espada. 



32 



POETISAS MEXICANAS. 



III 

PORCIA. 

¿ Qué pasión, Porcia, qué dolor tan ciego 
Te obliga á ser de tí fiera homicida? 
¿O en qué te ofende tu inocente vida, 
Que así le das batalla á sangre y fuego? 

Si la fortuna airada al justo ruego 
De tu esposo se muestra endurecida, 
Bástale el mal de ver su acción perdida, 
No acabes con tu vida su sosiego. 

Deja las brasas, Porcia, que mortales 
Impaciente tu amor elegir quiere ; 
No al fuego de tu amor el fuego iguales ; 

Porque si bien de tu pasión se infiere, 
Mal morirá á las brasas materiales 
Quien á las llamas del amor no muere. 



IV 

JULIA. 

La heroica esposa de Pompeyo altiva, 
Al ver su vestidura en sangre roja, 
Con generosa cólera se enoja 
De sospecharlo muerto y estar viva. 

Rinde la vida, en que el sosiego estriba 
De esposo y padre, y con mortal congoja 
La concebida sucesión arroja, 
Y de la paz con ella á Roma priva. 

Si el infeliz concepto que tenía 
En las entrañas Julia, no abortara, 
La muerte de Pompeyo excusaría. 

¡ Oh tirana fortuna, quién pensara 
Que con el mismo amor que le tenía, 
Con ese mismo amor se la causara! 



SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ. 



33 



LUCRECIA. 

¡ Oh famosa Lucrecia, gentil dama, 
De cuyo ensangrentado noble pecho 
Salid la sangre, que extinguid, á despecho 
Del rey injusto, la lasciva llama! 

¡ Oh, con cuánta razón el mundo aclama 
Tu virtud, pues por premio de tal hecho, 
Aun es para tus sienes cerco estrecho 
La amplísima corona de tu fama ! 

Pero si el modo de tu fin violento 
Puedes borrar del tiempo y sus anales, 
Quita la punta del puñal sangriento 

Con que pusiste fin á tantos males : 
Que es mengua de tu honrado sentimiento 
Decir que te ayudaste de puñales. 



VI 



EN LA MUERTE DEL DUQUE DE VERAGUA. 

Deten el paso, caminante, advierte 
Que aun esta losa guarda enternecida, 
Con triunfos de su diestra no vencida, 
Al capitán más valeroso y fuerte ; 

Al Duque de Veragua ¡oh triste suerte! 
Que nos dio su noticia esclarecida, 
En relación los bienes de su vida, 
Y en posesión los males de sii muerte. 

No es muerto el Duque, aunque su cuerpo abrace 
La losa que piadosa le recibe, 
Pues porque á su vivir el curso enlace, 

Aunque el mármol su muerte sobrescribe, 
En las piedras verás el Aquí yace; 
Mas en los corazones, Aquí vive. 



34 



POETISAS MEXICANAS. 



A LA VIRGEN MARÍA EN SU GLORIOSA ASUNCIÓN. 



I 

De tu ligera planta 
El curso, Fénix rara, 
Para, para; 
Mira que se adelanta 
En tan ligero ensayo 
A la nave, a la cierva, al ave, al rayo. 

¿ Por qué surcas ligera 
El viento transparente ? 
Tente, tente; 
Consuélanos siquiera, 
• No nos lleves contigo 
El consuelo, el amparo, el bien y abrigo. 

Todos los elementos 
Lamentan tu partida; 
Mida, mida 

Tu piedad sus lamentos : 
Oye el humilde ruego 
A la tierra, á la mar, al aire, al fuego. 

Las criaturas sensibles 
Y las que vida ignoran, 
Lloran, lloran 
Con llantos indecibles, 
Invocando tu nombre 
El peñasco, la planta, el bruto, el hombre. 

A llantos repetidos 
Entre los troncos secos, 
Ecos, ecos 

Dan á nuestros gemidos 
Por llorosa respuesta 
El monte, el llano, el bosque, la floresta. 



SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ. 



35 



Si las lumbres atenta 
Hacia el suelo volvieras, 
Vieras, vieras 
Qué triste se lamenta 
Con ansia lastimosa 
El pájaro, el cristal, el pez, la rosa. 

Mas con ardor divino 
Ya rompiendo las nubes 
Subes, subes, 
Y en solio cristalino 
Besan tus plantas l>ellas 
El cielo, el sol, la luna, las estrellas. 

Ya espíritus dichosos 
Que el Olimpo componen, 
Ponen, ponen 
A tus pies generosos, 
Con ardientes deseos 
Coronas, cetros, palmas y trofeos. 

No olvides, pues, gloriosa, 
Al que triste suspira ; 
Mira, mira 
Que ofreciste piadosa 
Ser de clemencia armada, 
Auxilio, amparo, madre y abogada. 

II 

Ista, quam ómnibus 
Ccrlis mirantibus, 
Virginem credimus, 
foecundam canimus; 

Ista, qua> plurimis 
ornata laudibus 
se ostendit minimam ; 
Máxima plauditur; 



36 POETISAS MEXICANAS. 



Ista, quae dulciter 
lactavit Parvulum, 
quem Coeli culmina 
adorant Máximum ; 

Quae fortis supcrat 
serpentem callidum, 
qui saevus imperat 
obscuro barathro ; 

Dum petit lucida 
coelicum atrium, 
strident cardines, 
& janua panditur. 

Textum syderibus 
induta pallium 
ornatum floribus, 
& rorans balsamo ; 

Fecit ad superas 
foelicem transitum, 
penetrat inclyta 
coelorum aditum. 

Félix Empyreum 
occupat thalamum, 
ubi dignissimam 
accepit lauram. 

Sed satis dedimus 
Virgini carminum, 
jam satis lusimus 
rustico cálamo. 



SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ. 



37 



III 



TOCOTIN. 



Tía ya timo huica 
to tlayo Ziuapili 
maca amo tonantzin, 
titech mo ilcahuiliz. 



Manel in i huicac 
huel timopaquitiz 
amo no^o quenman 
timotlal namictiz. 

Inmo ayolquemochtin 
huel motilinizque. 

Tlaca amo telmatzin 
tierno matlaniliz 
ca miztlacamati 
motlago piltzintli. 

Mactel in te pampa 
xicmotlatlautili 
tlaca amo quinequi 

xiemo ilnamiquili. 

* 

("amo nacauotzin 
otiemomaquiti 
mochichihual ayotl 
oquimomitili 
tlamo ceemitia 
yhuac tetepitzin. 

Mamo i)ampantzinco 
inmo ayolcat intin 
in itlapohpoltain 
ticto ma^eluiizque. 



10 



38 



POETI8A8 MEXICANAS. 



Totlatlacol moxtin 
ti : ololquitizqne 
ilhuicac tiazque 
timizta itilizque. 

In campa cemihcac 
timonemitiliz 
cemihcac mochihuaz 
inmo nahuatiltzin. 



• ♦ 



MARÍA DÁVAL08 T OROZCO. 



39 



MARÍA DAVALOS Y OROZCO, 



CONDESA DE HIRAVALLES. 



SIGLO XVIII. 



EN LA CANONIZACIÓN DE SAN JUAN DE LA CRUZ. 

Dos contrarios efectos, no enemigos, 
Hijos de un ninnio amor puro y constante, 
Luchan de Juan en lo interior del alma, 
Y cuando más contrarios más amigos. 
No ya cuál de los dos vence triunfante, 
Sino cuál de los dos en dulce calma 
Cede al otro la palma, 
Da fin á su victoria ; 
Porque de Juan es gloria 
En lucha tan extraña y tan ajena, 
Padecer el gozar, gozar la pena. 
De la Cruz en los brazos adoptado, 
Cuando la busca más, más se le aleja: 
Incentivo á la sed de su esperanza, 
Siendo favorecido de su Amado, 
Ausente de su Cruz tierno se queja, 
Ansioso de la pena que no alcanza ; 
Muriendo en la privanza 
De su amor, advertido 
Que al verle dolorido 



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¡ 



40 



POETISAS MEXICANAS. 



Siente como penosos los favores 
Privado del amor de sus dolores. 
¿Cuál de estos dos afectos es más fino? 
¿ Penar en las caricias halagüeñas, 
O gozarse en la Cruz de su paciencia? 
¡Oh! y cuánto participa de divino 
Quien logra de su dicha tantas señas ! 
Mas del amor sagrado la alta ciencia, 
En tan dulce experiencia, 
Padece porque goza; 
Ni tanto se alboroza 
Cuanto teme su pena y su cuidado 
Mirarse de su dueño tan pagado. 
Gozarse del trabajo y la fatiga, 
Es ser Juan de la Cruz y la "Cruz suya, 
Que donde no halla Cruz halla tristeza : 
Gemir porque la pena se mitiga ; 
Temer que el padecer se disminuya, 
En lides de amor santo es fortaleza : 
Pensar que siempre empieza, 
De sí mal satisfecho, 
Xo creyendo á su pecho, 
Es vivir siempre en sí crucificado. 
Imagen más expresa de su Amado. 



Canción, suspende el vuelo; 
lia decisión se quede para el cielo. 
IíO cierto es que de Juan en el aprecio 
Primer lugar se mereció el desprecio. 
Siendo gloria la Cruz y Cruz la gloria. 
Imán de su memoria, 
Y en su i>enosa vida 
V\\\\ y otra por Cruz ai>eteeida. 



FRANCISCA GARCÍA DE VILLALOBOS. 



41 



FRANCISCA GARCÍA DE VILLALOBOS. 



SIQLO XVIII. 



A SAN JUAN DE LA OBÜZ. 

Piedra quiso convertirse 
y en planta Juan transformarse ; 
porque pudiera decirse 
que si en planta quiso ampliarse, 
piedra también quiso unirse. 

¿Qué planta vegetativa 
tomaría Juan por disfraz 
porque su Instituto viva? 
Si vino anunciando paz, 
¿quién duda que fué la oliva? 

Mas es lógico argumento 
que fué este árbol en su fruto 
predicamental sarmiento ; 
porque puso su Instituto 
en un gran predicamento. 

Por edificar con forma 
se forma en la peña viva 
materia en que se transforma; 
y así se di<5 en su unitiva 
unión de materia y forma. 



11 



42 



POETISAS MEXICANAS. 



¡Oh piedra! ¡Lo que en tí medra 
tu reforma con tal basa! 
¡ Oh planta, extendida yedra ! 
quien contigo no se enlaza 
tiene el corazón de piedra. 



♦ ♦ 



MARÍA TERESA MEDRANO. 



43 



MARÍA TERESA MEDRANO. 



SIGLO XVIII. 



EN LA PROCLAMACIÓN DE FERNANDO VI. 

I 

SONETO. 

Del caos informe el dedo soberano 
A luz saca las obras en seis días ; 
Porque sólo en un seis las mayorías 
Puede ostentar el resto de su mano. 

No sin oculto al parecer arcano 
Muestra en España iguales bizarrías, 
Cuando en Fernando sólo monarquías 
De un senario perfecto forma ufano. 

La Monarquía Española al mundo entero 
Ya en perfección numérica compite, 
Pues de Fernandos es el sexto esmero : 

Y porque más su número acredite, 
Como Dios se remite á lo primero, 
A sus obras Fernando se remite. 



j 



44 P0ETI8A8 MEXICANAS. 



II 

¡ Oh ! Pigeat meminisse tuos Hispania Reges, 
Quos Ferdinandi nomen in astra tulit 

Jaui tibi Sextus adest, faustuní qui nomine prsefert 
Auspicium, nullum cui dabis ipsa parein. 

Quemlibet exsuperat, junctis par: major in ipso, 
Quod cunctos sequans, pro ómnibus iste viget. 

III 

Quid refert numeres Ferdinandum ordine sextum, 
Qui proprii nieriti claret honore prior. 

Partibus íequetur quamvis Senarius, inter 
Perfectos números primus at ille viget 

Sic Ferdinandum meriti pnestantia reddit 

Primum, quem reliquis effieit oi*do parein. 



•» ♦ 




MAEIANA NAVABRO. 



45 



3Nw£^K/IA.2Sr-A. IsrJ^VJLttttO. 



SIGLO XVIII. 



A FERNANDO VI. 
DÉCIMAS AORÓSTIOAS. 



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12 



46 



POETISAS MEXICANAS. 



ANA MARÍA GONZÁLEZ. 



SIGLO XVIII. 



DO VI. 



OCTAVA» DIVIDIDAS EN REDONDILLAS. . 

El Soberano Augusto — coronado 
Merece nombre eterno, — y sin segundo, 
Que su sabio gobierno — ha declarado 
Es piadoso y es justo-^m todo el mundo. 
Su celo infatigable, — su cuidado, 
De Augusto lo acredita— -por profundo, 
Y el tiempo no le quita — d peso interno 
Para mostrarse afable — en su gobierno. 

Los negocios crecidos — del reinado 
No le dan jrefeadumbre — á su alta mente, 
Que con la muchedumbre— -fatigado 
Divierte los sentidos— providente. 
Con notable entereza — y con agrado 
A todos hace al gusto — regiamente, 
Porque Femando, á Augusto — parecido, 
Le aventaja la empresa — de entendido. 

Mejor que aquel Alcides — valeroso 
La cerviz dobla al cargo — y desempeño, 
Sin serle peso amargo — h forzoso, 
Las más sangrientas lides — son su empeño : 



r 



ANA MARÍA GONZÁLEZ. 



47 



Y con justo expediente — prodigioso 
Decreta á mar v tierra — como dueño; 
Si prudente en la guerra — al ver su agravio, 
En la paz diligente — como sabio. 

¡ Oh César peregrino ! — ¡Oh Rey Fernando ! 
¡ Cómo el cielo piadoso — en tu cabeza 
Puso en tí cuidadoso — con el mando 
Señales de divino — en tu grandeza! 
¡ Oh monarca adorado ! — que reinando 
¡Cómo es bien que no asombre, — en esta empresa, 
Que se te dé el renombre — en todo el mundo 
De Augusto iluminado — y sin segundo! 



12* 



48 



POETISAS MEXICANAS. 



OLEMENTA VICENTA GUTIÉRREZ DEL MAZO Y YELAEDE. 



SIQLO XVIII. 



SONETO. 

Con motivo de la exaltación de Carlos IV al trono de España. 

No siempre las mujeres 

Han de pensar ai dijes y alfileres. 

Como el que en un jardín verde y florido 
Vacila entre mil flores, de manera 
Que no acierta en su hermosa primavera 
A advertir de cada una el colorido ; 

Así al que se engolfara presumido 
En las prendas de Carlos sucediera, 
Pues á ninguna celebrar pudiera, 
Entre tantas absorto y confundido. 

Si su valor lo arrastra por un lado, 
Por otro su prudencia lo arrebata : 
Si allí de su piedad queda admirado, 

La justicia acullá sus voces ata; 
Y con ninguna atina perturbado, 
Mientras á todas elogiarlas trata. 



■♦-•» 



• 



UNA COLEGIALA DEL REAL COLEGIO DE NIÑA8. 



49 



O ID .A. 

Que para dar principio & un nuevo certamen de amor compaso una Cole- 
giala del Real Colegio de Niñas de San Ignacio de Loyola de esta ciu- 
dad de México, y la ofrece en nombre del mismo Colegio & los amables 
Beyes Carlos Cuarto y Luisa de Borbón. 



SIQLO XVIII. 



A moro, ó Dci pur qualche volta é Saggio. 

( Metastaslo, compon i mentó Dramático: 
Im Pace/ra la Virtu, é la BelUzza,) 

Pues lidien y estudien, que 
ser valientes y ser Habías 
es acción del alma, y no es 
hombre ni mujer el alma. 

( Calderón. Comed. Afecto* de odio y de amor.) 



En una de estas noches 
de la estación florida, 
á la hora que más alto 
rige su carro Cintia : 

Cuando el pesado sueño 
con tardo pie igual pisa 
dorados chapiteles 
y cabanas pajizas: 

Desvelada yo entonces, 
la mano en la mejilla, 
el alma toda en Carlos, 
entre el metro y la rima : 



50 



POETISA8 MEXICANAS. 



Para cantar sus glorias, 
creí ceder debían 
al papel y la pluma 
la aguja y la almohadilla. 

A escribir iba, cuando 
mi cuarto se ilumina; 
los ojos alzo y veo, 
no sé cómo lo diga: 

Un rubio Joven era, 
cuya frente ceñía 
laurel verde, y su mano 
ocupaba una lira. 

Acercóse y miróme 
con afable sonrisa, 
diciendo: " Soy Apolo, 
numen de poetisas. 

"Sabiendo que al gran Carlos 
celebrar pretendías, 
vengo á ayudarte, porque 
su gloria es gloria mía. 

"El de un Rey Sabio es hijo, 
él las ciencias cultiva, 
él protege á los sabios, 
él las artes anima. 

"Pero aunque te remontes 
á la cumbre de Nisa, 
y aunque yo te prestara 
mi cítara divina; 

"Jamás desempeñaras 
la empresa que meditas: 
que el coturno elevado 
no es para pies de niñas. 



r 



UNA COLEGIALA DEL REAL COLEGIO DE NIÑAS. 



51 



"Inspirará Caliope 
el fuego que la agita, 
en Virgilios y Horneros 
que ambas Españas crían. 

"Harán ver coronadas 
de laureles y olivas 
del Padre y del Abuelo 
las sienes siempre invictas. 

"Cantarán de Hijo y Nieto 
acciones con que aspira 
á aventajar sus glorias, 
si ahora las imita. 

"La Fama con cien trompas 
en los remotos climas, 
de Carlos Cuarto el nombre 
y virtudes publica. 

"Deja pues el elogio 
que intentaste atrevida, 
y un tierno asunto ocupe 
tu tierna fantasía. 

"A la que es de tu sexo 
honor y dulce envidia, 
de Parma fértil rama, 
de la España delicias : . 

"A la prudente, casta, 
religiosa, benigna, 
Esposa fiel y tierna, 
dirélo todo, á Luisa: 

"A Luisa canta, canta 
sus dotes peregrinas, 
que hacen á Carlos Cuarto 
la más suave armonía. 



13 



52 POETISAS MEXICANAS. 


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■ 

! • " Deja mayos y abriles ; 


nieve y púrpura olvida; 


no andes buscando soles, 


perlas ni piedras finas: 


"Colores mentirosos 


de hermosuras lascivas, 


que desmiente la idea 


del mismo que las pinta. 


" Canta tú aquellos ojos, 


que viendo influyen dichas; 


! sus labios que derraman 


i gracias entre la risa. 

i 


1 

i "La majestad sin ceño, 


la gravedad festiva, 


donaire con decoro, 


un todo que enhechiza. 


• i 
"Digna Esposa de Carlos, 


bastará que esto digas; j 


¿pues qué habrá que no sea, 


la que es de Carlos digna? j 


"Ya te di la materia; 


escribe persuadida , 


á que es tuya la mano, ! 


¡ mi numen quien te inspira." 

i 
1 


Desaparece; y tanto 


sus consejos me obligan, 


que en Luisa á todas horas 


mi Musa se ejercita. 


De sus heroicas prendas 


recorro las noticias ; 


cada una me parece 


que más que todas brilla. 



UNA COLEGIALA DEL REAL COLEGIO DE NIÑAS. 



53 



Mas como el que altos montes 
á lo lejos divisa, 
que conoce su altura, 
mas no puede medirla: 

De Luisa la grandeza 
se presenta á mi vista: 
voy á elogiarla y hallo 
que no tiene medida. 

Escribo, borro, rompo; 
mi Musa se fatiga; 
vuelvo á escribir, y siempre 
vuelvo á una cosa misma. 

Al fin, cuando cien odas 
juzgué que escrito había, 
sola una copla veo 
cien veces repetida: 

Viva el amado Carlos; 
viva la amable Luisa; < 

vivan amados siempre; 
ámennos siempre y vivan. 

¿Para esto, dije entonces, 
Apolo, me visitas? 
Mal haya, amén, tu fuego, 
que me dejé más tibia. 

Mas no: ya sé tu industria: 
darme á probar querías, 
que Luisa al Cuarto Carlos 
en todo es parecida. 

Él grande, y ella excelsa, 
tan altos se subliman, 
que Delio desde el Pindó 
apenas los registra. 



54 



POETISAS MEXICANA8. 



Pues, sabios contendientes, 
colgad ya vuestras liras, 
y haya un nuevo Certamen 
en que el amor presida. 

Asuntos soberanos, 
cual es el de este día, 
los confunde el ingenio, 
sdlo amor los explica. 

Lejos de aquí las Musas, 
ven tú, amable Ericina, 
con tus hijas graciosas 
á inspirarnos caricias. 

En amoroso idioma 
los premios se compitan, 
y dense á los que amantes 
con más afecto digan : 

Viva el amado Carlos; 
viva la amable Luisa; 
vivan amados siempre; 
ámennos siempre y vivan. 



♦ ♦ 



JOSEFA GUZMÁN. 



55 



JOSEFA <3-TJ!Zls/LJ±l<r. 



SIOLO XIX. 



OCTAVAS. 

En elogio de la generosidad con que el Excmo. Sr. Marqués de Branciforte 

ha costeado la Estatua Ecuestre de Garlos IV. 

Hé aquí el lugar donde el Gentil Indiano 
Levantó Estatua á su Deidad guerrera l 
Para ofrecerle con impura mano 
Lo más precioso que en el cuerpo impera* 
¿Quién diiía entonces: en el mismo plano 
Otra se erigirá más duradera 
A Ibero Numen, por quien sea en el día 
Un otro Yo de su soberanía? 2 



No allí se ofrecerán en ara inmunda 
Vivos aún corazones racionales, 
A quienes el espeso humo confunda 
De fétidos animes 6 copales: 
Sí corazones que el amor fecunda 



1 Convienen las historias de nuestra América en que en el Cú ó Templo prin- 
cipal situado en esta plaza, adoraban los naturales la estatua ó ídolo de Huitzi- 
lopochtli ó Dios de la guerra. 

2 El Excmo. Sr. Marqués de Branciforte, representando la Real persona en 
calidad de Virrey de Nueva España, año 1796. 



14 



POETISAS MEXICANAS. 



De gentes cultas en los pechos leales, 
Que en defensa del que ella representa 
Contenderán por ser víctima cruenta. 



Ea, Americanos, la hora ya ha llegado 
En que este fausto anuncio tenga efeto : 
El Cuarto Carlos, nuestro Rey amado, 
Era de aquellas sombras el objete : 
Esa Estatua que Amor ha levantado, 
Inciensos pide del mayor respeto : 
I Oh Branciforte, siempre generoso! 
Vive á la par de ese inmortal Coloso. 



MARIANA VELAZQUEZ DE LEÓN. 



67 



MARIANA YELÁZQUEZ DE LEÓN. 



SIGLO XIX. 



OCTAVAS. 

Con motivo de la colocación de la Estatua Ecuestre de Garlos IV. 

Esta que ves, ¡ oh Pueblo afortunado ! 
Que ya se eleva al pedestal asiento, 
Es de tu Rey augusto un fiel traslado, 
Y de lealtad eterno monumento. 
Este máximo Bulto ha demostrado 
De amante corazón el ardimiento ; 
Pues lo dedica, ¡oh Mexicana Corte! 
El magnánimo, el sabio Branciforte. 



Ejerce imperio dulce y agradable 
La gratitud en alma siempre noble, 
Dominio suave, potestad amable, 
Que ni admite ni gusta un pecho doble : 
Y así á esta Efigie sacra y admirable, 
Sus cultos tu lealtad ahora redoble, 
Pues te la ofrece, ¡ oh Mexicana Corte ! 
El magnánimo, el sabio Branciforte. 



58 



POETISAS MEXICANAS. 



Cuando Alejandro á Jove un templo erige, 
De liberalidad haciendo alarde, 
La gloria para sí después exige 
Por la ambición vehemente que en él arde : 
Aquí todo el honor se le dirige 
Al grande Carlos IV, que Dios guarde, 
T a esto te impele, ¡ oh Mexicana Corte I 
El magnánimo, el sabio Branciforte. 



» ♦ 



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MARÍA DOLORES LÓPEZ. 



59 



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MARÍA DOLORES LÓPEZ. 



SIQLO XIX. 



ODA. 

En elogio de la lealtad de los Mexicanos con motivo de la colocación de la 

Estatua de Carlos IV. 

Si la benigna influencia 
De las Hermanas nueve 
Favorece á los hombres, 
¿Por qué no á las mujeres? 
Y si hay en almas sexos, 
A sus influjos tengo más derecho. 

Estamos en el caso 
De alabar dignamente 
La Lealtad empeñosa 
Con que la Estatua ecuestre 
Del Soberano Carlos 
Colocan hoy los fieles Mexicanos. 

Si dignamente dije, 
Ya desisto cobarde : 
Sea el sexo mi asilo ; 
Mas valor no me falte 
Para retar á voces 
A los hombres ; que lo hagan si son hombres. 



15 



60 



POETISAS MEXICANAS. 



¡ Oh cuan precioso asunto 
Para desempeñado ! 
Mas ¡cuan dificultoso, 
Si admiro los tamaños 
De una Lealtad tan grande, 
Que en el mayor encomio apenas cabe ! 

Corte hermosa, recibe; 
Recibid, Mexicanos, 
Del español Monarca 
Fieles dignos vasallos, 
Mi mejor alabanza 
En decir que á elogiaros nadie basta. 

Y mil enhorabuenas 
Por el amor y aprecio 
Que le debéis felices 
Al Rey, que guarde el Cielo, 
T á su vida conceda 
Más duraciones que á su Estatua bella. 



♦ » 



JOSEFA GPNZÁLEZ DE COSÍO. 



61 



JOSEFA GONZÁLEZ DE COSlO. 



SIGLO XIX. 



Estimulada del amor que profesa á su Sagrada Religión Católica, k 
Soberano el Sr. D. Fernando VII (Q. D. O.) y & su Patria, escribe al Mi 
nigtro de Relaciones de París el siguiente Romance. 

Al punto que aquí llegaron, 
Monsieur, las carta* y pliegos 
en que vuestro Emperador 
pretende que con respeto, 
á la abdicación que en él . 
nuestros Monarcas hicieron 
de la española Corona 
y del mexicano Imperio 
bajo ciertas condiciones 
y pactos que precedieron, 

á José de Bonaparte 
reconozcamos por dueño, 
cansándonos la atención 
con el decantado acento 
de que seríamos felices, 
y no perdería momento 
de que se verificasen 
aquellos vastos proyectos 
que tenía premeditados 
y serían nuestro remedio : 



*£ 



f 



Al ponto, vuelvo á 
que á nnestras manos vinieron 
los citados papelachos. 
que sin dnda alguna fueron 
partos de un descabellado 
desconcertado talento, 
cuando mis leales paisanos 
al instante que los vieron 
los que no hicieron pedazos 
consumieron en el fuego; 
v también lo mismo harían 
con los viles mensajeros, 
castigando de este modo 
tan crecido atrevimiento, 
á no ser porque en la América 
hay tan generosos pechos, 
que perdonan los agravios 
como Cristo Señor nuestro 
nos previene en el Decálogo 
de sus santos mandamientos. 
¿Piensa Napoleón acaso 
que el americano Suelo 
ignoraba sus traiciones, 
sus intrigas, sus enredos, 
sus vilezas, sus infamias, 
sus inicuos pensamientos? 
¿Piensa el bárbaro que aquí 
no se tenía por extenso 
circunstanciada razón 
de los villanos excesos 
que en Bayona ejecutó 
con nuestro Príncipe excelso, 
con nuestro amado Monarca 
el Señor Femando Vil, 
á quien tiene ya jurado 
por su legítimo dueño 



JOSEFA GONZÁLEZ DE C08ÍO. 



63 



la mexicana Nación, 
de cuyo valor y esfuerzo, 
de cuya heroica lealtad, 
de cuyo insigne denuedo 
no se duda sostendrá 
su solemne juramento, 
á pesar de toda Francia 
y de todo el mundo entero? 
¿ Piensa que somos idiotas 
y que aquí no conocemos 
cuál es la felicidad 
verdadera para un pueblo? 
¿Pensará acaso, Monsieur, 
que tampoco aquí sabemos 
el enjuagatorio que hizo, 
el ardid, los viles medios, 
las mentiras, las patrañas 
y otros indignos, perversos 
arbitrios que discurrid 
para arrancar con denuedo 
esas renuncias de que 
ahora pretende hacer mérito? 
Cuando por las nulidades, 
los vicios y otros defectos, 
que luego á primera vista 
refleja el entendimiento, 
ni debemos admitirla*, 
ni obedecerlas debemos, 
ni queremos otro Bey 
que el que nos ha dado el cielo 
en nuestro amado Fernando, 
único Señor y Dueño 
de la Indiana Monarquía 
y de su hermoso terreno, 
que es la mayor y más noble 
parte que en el universo 



16 



64 



POETISAS MEXICANAS. 



cobija el celeste globo 

y ve el sol desde su asiento ; 

¿concibe que los indianos 

de cobardía están llenos 

y se asustan de las moscas 

de Francia? ¡Viles conceptos! 

El moscón y ellas huirán 

de vernos mover los dedos. 

Os aseguro, Monsieur, 

que se engaña por extremo 

vuestro Emperador, si piensa 

ser dueño de este hemisferio. 

Si cuando el Rey Carlos IV, 

en el gran Príncipe nuestro 

abdicó la real corona, 

no quiso reconocerlo 

por Rey vuestro Emperador, 

fundado en que sólo el miedo 

pudo haber sido ocasión 

de la práctica de este hecho; 

¿cómo queréis que nosotros, 

que sabemos el enredo 

que forjó para que en él 

recayesen sin remedio 

esas renuncias, que á fuerza 

nuestros Monarcas hicieron, 

las admitamos con gusto 

y rindamos nuestro cuello 

á la infeliz servidumbre 

de un vil príncipe extranjero, 

cuando nuestras leyes patrias 

en unos casos como éstos 

tienen ya determinado 

lo que debe hacerse en ellos? 

¿Quién es, Monsieur, vuestro príncipe? 

Mirad si le conocemos 



JOSEFA GONZÁLEZ DE COSÍO. 



66 



en esta corta pintura 

que relataros intento. 

Napoleón es un corso 

soberbio, monstruoso, fiero, 

nacido de entre las heces 

de lo más ruin del pueblo ; 

un aborto del abismo ; 

un demonio del infierno ; 

caudillo de las langostas 

hambrientas, que del Averno 

el Evangelista vid 

en enjambres ir saliendo 

con coronas de oro falso, 

capitaneadas de cierto 

ángel malo que Abbadon 

le nomina el pueblo hebreo, 

Appollyon el Griego explica, 

y exterminador en nuestro 

vulgar idioma se llama 

vuestro príncipe perverso. 

¿ Es creible que un tirano 

devorador de su reino, 

enemigo capital 

de los Estados ajenos; 

el asolador del mundo, 

el usurpador violento, 

el pérfido más insigne, 

el hombre más fraudulento, 

el sanguinario cruel 

que siempre vive sediento 

de beber el coral rojo 

de nuestros humanos pechos, 

pretenda hacernos felices, 

siendo él, por lo que advierto, 

el hombre más infeliz 

que hay y habrá en el mundo entero? 



M 



Bey é infeliz, me 

no es moy fácil entenderlo; 

ni difícil, si lo explico 

como á comprenderlo llego, 

lo veréis seguramente 

en este breve compendio. 

Es rey infeliz aquel 

que nunca se halla contento 

con lo que posee y pretende 

gobernar el Universo. 

Es infeliz rey el que 

en su trono no cabiendo, 

pretende despojar á otros 

de sus estados y reinos. 

Es rey infeliz quien vive 

en continua guerra puesto, 

pues destruye sus vasallos 

sin hacer de ellos aprecio. 

Es infeliz rey quien no oye 

los clamores de sus pueblos, 

siendo para ellos tan malo 

que ni aun á sí mismo es bueno, 

y por cuya causa todos 

le aborrecen en extremo 

y al cielo piden venganza 

de su crueldad y sus yerros. 

Es rey infeliz quien vive 

sin Dios ni Ley (esto es cierto) 

y permite cuantas sectas 

han salido del infierno. 

Luego ¿qué felicidades 

de ese hombre esperar podemos? 

La felicidad será 

el ver nuestro cautiverio 

sin conseguir remediarlo 

cuando menos lo pensemos. 



JOSEFA GONZÁLEZ DE COSÍO. 



67 



Dígalo la Italia toda, 
y díganlo cuantos reinos 
han tenido la desgracia 
de creer los fraudulentos 
embrollos que han sido causa 
de su ruina y lamentos. 
Tened paciencia, Monsieur, 
escuchadme un poco atento, 
pues para escribiros yo 
bastante paciencia tengo. 
Quiere vuestro Emperador 
no á nosotros, nuestros reinos, 
nuestras ricas posesiones, 
nuestros hijos y dineros 
para llevarlos adonde 
jamás vuelvan á su centro. 
Quiere romper nuestras leyes ; 
quiere robar nuestros templos, 
y ultrajar nuestra nación 
haciendo de ella desprecio. 
Quiere sean nuestras hijas 
de sus soldados trofeos, 
víctimas de su apetito 
para tenerlos contentos, 
porque no se le levanten 
y quiten corona y cetro. 
Él quiere sacrificarnos ; 
quiere que todos le demos 
aquellas adoraciones 
y cultos que á Dios debemos, 
y por eso se titula 
todopoderoso, yerro 
con que ha ofendido la grande 
majestad de Dios supremo. 
Quiere, en fin, nuestra ruina 
é infeliz abatimiento. 



17 



fr.cr:*** Mmiuu 



Mon~íear. ¿do es e*to verdad? 
Confinadlo sin rodé*?» 
y atended lo que nosotros 

puntualmente no qnerenvis. 

Xo queremos ver sujeta 

£ su diabólico imperio 

la Nación americana. 

wis riquezas y comercio. 

Xo queremos otras leves 

que las que aquí obedecemos, 

ni otro código que aquel 

en que vivimos contentos. 

Xo queremos que la fe 

ortodoxa que tenemos. 

seguimos y profesamos 

desde el gran Rey Recaredo, 

se vulnere, se corrompa 

y contamine con yerros 

de la herética impiedad 

que vosotros seguís ciegos. 

Xo queremos ver destruidos 

el sacerdocio y los templos 

en que Dios es adorado 

r>or Criador de tierra y cielos. 

Xo queremos otro Rey, 

otro mando, otro gobierno 

que el de nuestro gran Fernando. 

Ved ahora lo que queremos: 

Queremos rogar á Dios 

nos dé valor, nos dé esfuerzo 

para abatir el poder 

de Napoleón primero 

y de las crueles langostas 

que componen sus ejércitos. 

Queremos á Dios pedir 

que se aniquile su imperio ; 



JOSEFA GONZÁLEZ DE COSÍO. 



69 



que no caiga ni rocío 
en las cabezas de aquellos 
que siguen sus estandartes 
como separados miembros 
de la militante Iglesia 
que constantes defendemos ; 
(esto es si no se arrepienten 
de sus crueldades y excesos ; 
si no abjuran sus errores, 
si no se vuelven al seno 
de nuestra religión santa, 
única que puede hacemos 
y seguramente hará 
felices en todo tiempo). 
Queremos, Monsieur, también 
defendernos y ofenderos 
como lo hacen en España 
nuestros valientes iberos. 
T á costa de nuestras vidas, 
sangre y hacienda sabremos 
castigar esa osadía, 
£se grande atrevimiento, 
ese ultraje, ese baldón, 
esa ofensa, ese desprecio, 
con que Napoleón procura 
con el mayor vilipendio 
sean los americanos 
( por colmo de sus trofeos ) 
cómplices de sus traiciones 
y depravados intentos. 
Esto, Monsieur, le diréis 
á Napoleón vuestro dueño, 
y que para resistirle 
nos sobra valor y aliento, 
confiados en el amparo 
de la Eeina de los Cielos, 



70 



POETISAS 



Mana de Guadalupe, 
que es del Mexicano Pueblo 
el escudo, la defensa 
y todo nuestro consuelo. 



• • 



MÉXICO INDEPENDIENTE. 



18 



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ISABEL PRIETO DE LANDAZURI 



EN EL 



EDE 



141 II 



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¡ Dios ! Este nombre el corazón exhala, 
Qne en caracteres mágicos resbala 

Por la azul extensión. 
¡ Dios ! Solamente tan sublime acento 
Se presenta radioso al pensamiento, 

Al par que al corazón. 

En su eterna belleza la natura 
Ese nombre doquier canta 6 murmura 

Con celeste rumor: 
Le canta el sol en su destello de oro, 
Y lo repiten en humilde coro 

Yerba, insecto, ave y flor. 

Hay cuadros que impotente no interpreta 
Del artista más grande la paleta, 

Que nula ante ellos es ; 
Cuadros cuya grandeza soberana 
Hace caer la inteligencia humana 

De hinojos á sus pies. 

Y el alma entonces, que su imperio siente, 
No sabe, conmovida y reverente, 

Más que amar y creer : 
Que elevando la vista al limpio cielo, 
Le parece al través del azul velo 

A Dios mismo entrever. 



74 



POETISAS MEXICANAS. 



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* 



i I! i 



Por eso absorta, enajenada y muda, 
A la sombra de un árbol solitario, 
De este espléndido Valle hago el santuario 
En que elevo ferviente mi oración. 

Porque es una plegaria fervorosa 
La infinita emoción que el alma llena, 
Cuando olvidando su mansión terrena 
Se derrama en inmensa adoración. 



Es una de esas húmedas mañanas 
Del nebuloso Agosto, en que la yerba 
En líquidos diamantes aún conserva 
Las huellas de nocturna tempestad ; 

En que brilla con vividos destellos 
El espeso follaje, que rodea 
El blanco campanario de la aldea 
En medio á esta tranquila soledad. 

Lejano se oye en el ameno prado 
De la vaca el mugido placentero ; 
El gozoso balido del cordero, 
De la yerba aspirando el grato olor ; 

Mientras al pie de un álamo frondoso 
Que hasta la tierra su ramaje inclina, 
Contemplando el rebaño se reclina 
En su indolencia plácida el pastor. 

Doquier se extiende en matizada alfombra 
La humilde flor de la feraz llanura; 
Doquier viva y lustrosa su verdura 
Despliega el mugidor cañaveral. 

Y dominando la modesta torre, 
De recuerdos históricos ornado, 
El Ajusco se ve medio velado 
De una nube en el pálido cendal. 




ISABEL PRIETO DE LANDÁZÜRI. 



75 



Es un cuadro tranquilo y apacible, 
Que sólo ideas de ventura y calma 
Engendra deliciosas en el alma 
Con su blando y risueño resplandor : 

Es el marco que encierra esplendoroso 
Una vida pacífica y serena, 
Una existencia bendecida y llena 
Por la fe, la esperanza y el amor. 

Y allá al lejos, en límpido horizonte, 
En un cielo radioso y transparente, 
Hasta él llevando la nevada frente, 
Que parece el zafir acariciar, 

El Popocatepetl y el Iztaccíhuatl 
Alzan su mole altiva y arrogante 
Bajo el ligero pabellón flotante 
Que les forman las nubes al pasar. 

De su falda el azul denso contrasta 
Con el del cielo delicado y leve, 
Do su corona de argentada nieve 
Se destaca con gracia y con vigor : 

Y cuando el sol al espirar los baña 
De tibia luz con majestad suprema, 
Arranca á esa magnífica diadema 
Kayos de sobrehumano resplandor. 

Monarcas de la sierra y la llanura, 
Que en las nubes hundís vuestra cabeza ; 
Testimonio eternal de la grandeza 
De la divina mano que os formó; 

Vosotros eleváis la mente inquieta 
A regiones de luz y de armonía, 
Do nunca la exaltada fantasía 
Como en estos instantes penetró. 



19 



76 



POETISAS MEXICANAS. 



No sois el cuadro sosegado y dulce, 
Do una dicha terrena v transitoria 
Humilde encierra su tranquila historia 
Que entre sus flores resbalando va ; 

Xó; como el faro que en la mar airada 
Su rumbo muestra á la barquilla incierta, 
Abrís al alma la celeste puerta 
Que le deja entrever un mas aUá. 

¡ Iztaccíhuatl ! fantástica figura, 
Que mezclas a lo grande é imponente 
Algo de misterioso y de doliente 
Que habla con dulce acento al corazón ; 

¿Has sido un ser de especie más perfecta? 
¿0 llevada de oculta simpatía 
Te presta en su ilusión el alma mía 
Sentimiento, dolores y pasión? 

Es quimera tal vez ; pero al mirarte 
Envuelta en tu albo y luminoso manto; 
En la actitud doliente del quebranto 
Tendida en tu soberbio pedestal ; 

Con el velo flotante y desprendido, 
El cabello larguísimo deshecho, 
Y las manos cruzadas sobre el pecho 
Dormida en tu sepulcro colosal ; 

Una historia de amor tierna y sentida 

Atraviesa la mente acalorada 

Eres tal vez la virgen olvidada 

A quien la tumba el desamor abrió. 

Eres quizá la amante cariñosa, 
Que á otra vida ligando su existencia, 
De su dolor cruel á la violencia, 
Al faltarle esa vida sucumbió. 



í 



ISABEL PRIETO DE LANDÁZURI. 



77 



Y á la luz de la aurora, y cuando ardiente 
Su rayo abrasador el sol fulmina ; 
Cuando la tarde pálida declina 
De la luna al purísimo fulgor ; 

Te contemplo extasiada largas horas, 
Mi quimera tenaz alimentando, 
Tierno suspiro á tus pesares dando, 
Compadeciendo tu fatal amor. 

¡ Mujer blanca ! tu nombre es misterioso ; 
Melancólico y tierno como el llanto, 
Que en sus horas primeras de quebranto 
Vierte el inmaculado corazón ; 

Cual sobre el musgo de ruinoso claustro 
De la luna el destello vacilante ; 
Cual del viento el gemido penetrante 
Cuando inclina el sauz del panteón. 

En su expresivo, enérgico lenguaje 
Los antiguos aztecas te le dieron ; 
En tu blanco sudario te envolvieron, 
Como en un sobrenombre de pesar. 

T al través de los siglos ha pasado 
Esa tierna y poética memoria, 
Encerrando el misterio de tu historia 
Que intenta el corazón adivinar 



Sí, las generaciones se suceden, 
Y el tiempo á vuestras plantas se desliza 
Como la espuma de la mar se riza 
De roca enorme en el macizo pie, 

¡ Oh gigantes gemelos de este Valle !• 
Sin que consiga su voraz aliento 
Empañar el grandioso monumento 
En que la huella del Señor se ve. 



POETISAS MEXICANA». 



Porque vosotros reveláis al hombre 
La existencia de un Ser Omnipotente; 
De Dios el nombre vuestra altiva frente 
Ostenta en su radiosa majestad ; 

Y en este ameno y delicioso Valle 
Que domináis de vuestra excelsa altura, 
En una nota melodiosa y pura 
Resuena en la poblada inmensidad. 



Nó; no pretendo bosquejar osada 
Ese cuadro que el alma arrebatada 

Refleja claro y fiel 

¿A qué ese intento temerario y vano, 
Si hace trizas su encanto sobrehumano 
La lira y el pincel ? 

La humilde nota de mi débil canto 
Se confunde en el himno sacrosanto 

Que alza la creación. 
Ante sus sorprendentes maravillas, 
Inundadas de llanto las mejillas, 

Mi canto es oración. 

El ardiente entusiasmo que me inspira, 
Como la cuerda de invisible lira 

Hace el alma vibrar; 
Mas la expresión de un sentimiento inmenso, 
Es muda como el humo del incienso 

Que perfuma el altar. 

Y un solo nombre el corazón exhala, 
Que en caracteres mágicos resbala 

Por la azul extensión : 
¡ Dios I Solamente tan sublime acento 
Se presenta radioso al pensamiento 

Al par que al corazón. 



i 



ISABEL PRIETO DE LANDÁZURI. 



79 



DESALIENTO. 



¡Cuan bella está la noche! ¡Cuan bella es esta hora! 
¡ Cuan grato es el silencio que reina por doquier, 
Cuando abatida el alma sobre el pasado llora 

Y evoca las memorias dulcísimas de ayer! 

La noche está tranquila, murmura blando el viento 
Cual queja misteriosa con tímido rumor; 

Y baña las paredes antiguas del convento 
De la apacible luna el tibio resplandor. 

Se escucha allá á lo lejos la voz de una campana, 
Mezclarse en vagas notas del céfiro al gemir ; 
Contemplo tristemente sentada á mi ventana, 
Las nubes que atraviesan un cielo de zafir. 

Así los sueños pasan de nuestra edad primera, 
Graciosos, fugitivos, cual mágica visión ; 
Así los arrebata la brisa pasajera, 

Y ni memoria dejan después al corazón. 

No sé qué vaga sombra de triste desaliento 
Extiende á los objetos su velo funeral : 
No sé ; mas de esta noche purísima no siento 
Llenar cual siempre al alma la influencia celestial. 

Allá en el limpio cielo la blanca estrella brilla, 
Que me ha causado siempre tan dulce sensación ; 

Y siento aquí una gota de llanto en mi mejilla; 

Y siento que oprimido palpita el corazón. 

Será que recordando el tiempo que no existe, 
Fatal presentimiento me oprime á mi pesar ; 
Acaso es una idea desoladora y triste 
Que en lo íntimo del alma se viene á deslizar. 



20 



i 



POETISAS MEXICANAS. 



Si nada hay en el mondo estable y duradero ; 
Si todo es en la tierra relámpago fugaz; 
Si no hay un sentimiento tan puro y verdadero 
Do el tiempo no coloque su triste huella audaz; 

¿Por qué se apega siempre el alma en su delirio 
De tan fugaz afecto al deleznable bien ? 
¿Por qué, si ha de causarle angustias y martirio, 
Soñar, en su locura, de dicha bello Edén ? 

¿Por qué, si todo pasa, vivir de un sentimiento? 
¿Hacer de esa ternura la luz del corazón? 
¿Por qué, si al fin un día ha de llevarse el viento 
Recuerdos, esperanzas, afectos, ilusión? 

Si la inflexible mano del inclemente olvido 
Estampa por doquiera su sello destructor; 
Si olvida sus dolores el corazón herido ; 
Si olvida el alma ardiente sus goces y su amor ; 

¿Por qué gozar, si pasa la dicha como un sueño? 
¿Por qué llorar, si agota el llanto su raudal? 
¿Por qué anhelar ansiosos un porvenir risueño, 
Si todo es pasajero, si nada es inmortal ? 

Llevada, sin embargo, de arranque irresistible, 

De afectos eternales en busca el alma va 

¡Quién sabe! Si en el mundo hallarlos no es posible, 
Acaso los encuentre, por dicha, más allá. 

Consolador, sereno y dulce pensamiento, 
Que llena el alma toda con su divina luz, 
Y aparta la honda sombra de amaino, desaliento 
Como la luna rompe de nubes el capuz. 

Que si en el triste mundo á realizar no alcanza 
El alma dolorida su noble aspiración ; 
Si alumbra su camino la luz de esa esperanza, 
Ella le da consuelo, valor, resignación. 



COLCRES GUERRERO, 



DOLORES GUERRERO. 



81 



DOLOR/ES GTJERBEBO 



A tí, joven de negra cabellera; 
De tez morena y espaciosa frente ; 
De grandes ojos y mirada ardiente ; 
De labios encendidos de rubí; 

De nobles formas y cabeza altiva; 
De graciosa sonrisa y dulce acento; 
De blancos dientes, perfumado aliento, 
A tí te amo no más; no más á tí. 

Porque tú eres el hombre que yo viera 
Há largo tiempo en mis dorados sueños; 
Tú eres el ángel, sí, de mis ensueños, 
Ideal fantasma.que una noche vi, 

Seductoras palabras murmurando 
Que el céfiro al pasar me repetía, 
T el aura sin cesar también decía : 
A tí te amo no más ; no más á tí. 

Tú eres el solo por quien he sentido 
Dulcísimas y gratas emociones ; 
Tú has llenado mi alma de ilusiones ; 
Has engendrado nueva vida en mí. 

Yo te miré una vez, y en el momento 
Sentí un fuego voraz que me quemaba, 
Y una voz escuché que me juraba: 
A tí te amo no más ; no más á tí. 



82 



POETISAS MEXICANAS. 



Desde entonces tu imagen seductora 
No se aparta un instante de mi mente, 

Y un ardiente volcán siento en mi frente, 

Y te adoro, mi bien, con frenesí. 

Tu recuerdo me sigue á toda hora ; 
Paréceme escuchar tu dulce canto ; 
Porque tú eres mi vida, tú mi encanto.... 
A tí te amo no más ; no más á tí. 

Te adora el corazón enternecido ; 
Tú formas en mi vida transitoria 
La divina esperanza de una gloría 
Que allá en un tiempo venturosa vi: 

Y cuando baje á solitaria tumba, 
Sucumbiendo por fin á mi tormento, 

Será mi última voz, mi último acento 

A tí te amé no más ; no más á tí. 



¿A QUIEN AMO? 



¿Que á quién amo, amigas mías? 
¿ Por qué preguntáis ? Decid. 
¿Por quién suspira mi alma? 
Tampoco lo sé, ¡ay de mí! 
¿Y me miráis con malicia 
Y de mi pena os reís ? 
¿Por qué queréis que mi rostro 
Se tina con el carmín ? 
Adoro á un cantor sencillo, 
A un amante colorín, 
Que sélo por mí revuela 
En mi apartado jardín. 
A una avecilla que canta 
En las mañanas de abril, 



DOLORES GUERRERO. 



83 



Con más ternura que el aura 
Al dormirse entre el jazmín. 
A una avecilla que vela, 
Mientras que sueño feliz 
Con sus amores, posada 
De mi reja en el pretil. 
Ya lo dije. — ¿Y os burláis? 
¡Que no! ¿Pues á quién, decid? 

¡Lusi! ¡Ay Dios! no lo digáis 

Que el alma lo iba á decir. 
Mas no lo contéis á nadie, 
Porque soy tan infeliz, 
Que temo que me le robe 
Una beldad, ¡ay de mí! 
Que de todas tengo celos, 
Porque soy mujer al fin, 

Y si él dejara de amarme, 
Fuera ¡ ay Dios ! muy infeliz 

Y tengo celos del aura 
Que suspira en el pensil, 

Y que suspirando pasa 
Por su labio de carmín. 

Y también me causa celos 
El rayo puro y feliz 

De luz, que sus dulces ojos 
Llega cariñoso á herir. 
Dejadme amarle yo sola 
De mi existencia hasta el fin ; 
Pero sola, sin robarme 
Ni un suspiro ni un reír. 

Y nunca digáis quién es, 
Pues no quiero que de aquí, 
Del corazón, salga nunca 

Ni el sólo nombre, ¡ay de mí! 



21 



84 



POETISAS MEXICANAS. 



En esas pobres flores que te envío, 
Verás del corazón los sentimientos ; 
Abatida por tristes sufrimientos 
Nunca de tu recuerdo hay un vacío. 

Sabrás que encierra amor el pecho mío ; 
Que son tuyos no más mis pensamientos ; 
T á pesar de mis bárbaros tormentos, 
Siempre eres dueño tú de mi albedrío. 

Así como las flores ya marchitas 
Aún guardan en su cáliz el perfume, 
Así también en medio de mis cuitas 

No se apaga el amor que me consume* 
¡ Ay ! en mis horas de dolor precitas 
Nada miro en redor que no me abrume. 



LO QUE SÉ. 



Cual ¡ay! de golondrina enamorada 
De tu arpa el eco despertóme un día 

Al goce del amor enajenada; 

Después, cual delicada 
Nota celeste, en mi retiro oía 
El delicioso acento que exhalaba 
El piano que tu diestra acariciaba, 
Cual amante feliz y enamorado 

La blanca sien del ángel adorado , 

Luego, de tu pincel hermosas flores 



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DOLORES GUERRERO. 



85 



Vinieron á decirme tus ardores, 

Y sentí con tristeza, 

I Oh músico, pintor y dulce bardo, 

A quien corona el arte, 

Que yo, pobre mujer, loca de amores, 

Nada soy, nada sé sólo adorarte! 



"•«•"■ 



86 



POETISAS MEXICANAS. 



! 



LAURA MÉNDEZ DE CUENCA 



NIEBLAS. 

En el alma la queja comprimida, 
Y henchidos corazón y pensamiento 
Del congojoso tedio de la vida, 

Así te espero, humano sufrimiento. 
¡ Ay ! ni cedes, ni menguas, ni te paras : 
¡ Alerta siempre y sin cesar hambriento ! 

Pues ni en flaqueza femenil reparas. 
No vaciles, que altiva y arrogante 
Despreciaré los golpes que preparas. 

Yo firme y tu tenaz, sigue adelante ; 
No temas, n<5, que el suplicante lloro 
Surcos de fuego deje en mi semblante. 

Ni gracia pido, ni piedad imploro : 
Ahogo á solas del dolor los gritos, 
Como á solas mis lágrimas devoro. 

Sé que de la pasión los apetitos 
Al espíritu austero y sosegado 
Conturban con anhelos infinitos. 

Que nada es la razón, si á nuestro lado 
Surge con insistencia incontrastable 
La tentadora imagen del pecado. 






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LAURA MÉNDEZ DE CUENCA 



LAURA MÉNDEZ DE CUENCA. 



87 



Nada es la voluntad inquebrantable, 
Pues se aprisiona la grandeza humana 
Entre carne corrupta y deleznable.* 

Por imposible perfección se afana 
El hombre iluso : y 'de bregar cansado, 
Al borde del abismo se amilana. 

Deja su fe en las ruinas del pasado; 
Y por la duda el corazón herido, 
Busca la puerta del sepulcro ansiado ; 

Mas antes de caer en el olvido, 
Va apurando la hiél de un dolor nuevo 
Sin probar un placer desconocido. 

Como brota del árbol el renuevo 
En las tibias mañanas tropicales 
Al dulce beso del amante Febo, 

Así las esperanzas, á raudales 
Germinan en el alma soñadora 
Al llegar de la vida á los umbrales : 

Viene la juventud como la aurora, 
Con su cortejo de galanas flores 
Que el viento mece y que la luz colora ; 

Y cual turba de pájaros cantores, 
Los sueños, en confusa algarabía 
Despliegan su plumaje de colores. 

En concurso la suelta fantasía 
Con el inquieto afán de lo ignorado, 
Forja el amor que el ánimo extasía. 

Ya se asoma, ya llega, ya ha pasado ; 
Ya consumió las castas inocencias ; 
Ya evaporó el perfume delicado ; 



22 



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Siempre el r/.:>:e:-}.' ¿ ;s rLT.c. sé cees;-: 
Kl aiM.-tJ. jier.sar..3;^:. r* frs*D.- iüs:a 

Y oxanhne sar«r.-":<e t\ ri •z.'.n- : lz*\ 

Tor ín. oií r..v.r; v -.z "a. a^ers \*:mt~*cx 
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Quien salto si oo *,vvíí .■ V vi'T.r.vr*. 

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LAURA MÉNDEZ DE CUENCA. 



89 



¿Y esto es vivir? En el revuelto oleaje 

Del mundo, ya no sé ni en lo que creo : 
Ven, oh dolor, mi espíritu salvaje 
Te espera como al buitre Prometeo. 



ADIÓS. 



Adiós : es necesario que deje yo tu nido ; 
Las aves de tu huerto, tus rosas en botón. 
Adiós : es necesario que el viento del olvido 
Arrastre entre sus alas el lúgubre gemido 
Que lanza, al separarse, mi pobre corazón. 

Ya ves tú que es preciso; ya ves tú que la suerte 
Separa nuestras almas con fúnebre capuz : 
Ya ves que es infinita la pena de no verte ; 
Vivir siempre llorando la angustia de perderte, 
Con la alma enamorada delante de una cruz. 

Después de tantas dichas y plácido embeleso, 
Es fuerza que me aleje de tu bendito hogar. 
Tú sabes cuánto sufro y que al pensar en eso 
Mi corazón se rompe de amor en el exceso, 

Y en mi dolor supremo no puedo ni llorar. 

¡ Y yo que vi en mis sueños al ángel del destino 
Mostrándome una estrella de amor en el zafir; 
Volviendo todas blancas las sombras de mi sino ; 
De nardos y violetas regando mi camino, 

Y abriendo á mi existencia la luz del porvenir ! 

Soñaba que en tus brazos, de dicha estremecida, 
Mis labios recogían tus lágrimas de amor ; 
Que tuya era mi alma, que tuya era mi vida, 
Dulcísimo imposible tu eterna despedida, 
Quimérico fantasma la sombra del dolor. 



90 



POETISAS MEXICANAS. 



Soñé que en el santuario donde te adora el alma, 
Era tu boca un nido de amores para mí, 
T en el altar augusto de nuestra santa calma 
Cambiaba sonriendo mi ensangrentada palma 
Por pájaros y flores y besos para tí. 

¡Qué hermoso era el delirio de mi alma soñadora! 
¡ Qué bello el panorama alzado en mi ilusión ! 
Un mundo de delicias gozar hora tras hora, 
T entre crespones blancos y ráfagas de aurora 
La cuna de nuestro hijo como una bendición. 

¡Las flores de la dicha ya ruedan deshojadas ! 

¡ Está ya hecha pedazos la copa del placer ! 

En pos de la ventura buscaron tus miradas 
Del libro de mi vida las hojas ignoradas, 
T alzóse ante tus ojos la sombra del ayer. 

La noche de la duda se extiende en lontananza ; 
La losa de un sepulcro se ha abierto entre los dos. 
Ya es hora de que entierres bajo ella tu esperanza; 
Que adores en la muerte la dicha que se alcanza. 
En nombre de este poema de la desgracia. ¡ Adiós ! 



INVIERNO. 



Húndense entre las nieblas las montañas : 
De las sonantes cañas 
Sólo quedan en pie secos rastrojos : 
Los campos, antes de verdor cubiertos, 
Desolados y yertos, 
De la vida de ayer son hoy despojos. 



LAURA MÉNDEZ DE CUENCA. 91 



Silba el viento en los árboles desnudos ; 
De los pájaros mudos 
Ninguno el vuelo á levantar se atreve ; 

Y los calientes amorosos nidos, 
Del tronco desprendidos, 

Ruedan entre carámbanos de nieve. 

El sol cruza el inmenso firmamento; 
Tibio y amarillento 
Quiebra su luz en el cristal del río, 

Y del monte, los valles y cañadas, 
Las hojas arrancadas 

Son juguete del viento en el vacío 



Da el toque de oraciones misterioso 
El templo majestuoso, 

Y el alma con su Dios se reconcilia ; 

Y en todas las cabanas de la aldea 
Arde la chimenea 

Anunciando un hogar y una familia. 

Arrecian del invierno los rigores : 
No hay pájaros, no hay flores; 
Todo es silencio, soledad, congojas: 
Neblinas en los montes y vallados ; 
Neblinas en los prados, 
Blancas escarchas y amarillas hojas. 

Mas volverá la alegre primavera 

Y otra vez la pradera 

De galas cubrirá su fértil suelo. 
Tendrá el arroyo límpidos rumores, 
El bosque ruiseñores, 
Frutos la tierra v arrebol el cielo. 



23 



POETISAS XKX1CAXAB. 



Pero ¡ay! qne el corazón atribulado 
Tiene su invierno helado 
T la alegre estación en vano espera ; 
Que para el alma que sus duelos llora 
¡ No hay iris, no hay aurora, 

No hay celajes, no hay sol, no hay primavera. 



MAGDALENA. 



Pálida como pálida azucena; 
La blonda cabellera destrenzada; 
De hinojos ante Cristo atribulada, 
Llorando está sus culpas Magdalena. 

Tiembla, suspira, punzadura pena 
Se refleja en su lánguida mirada; 
Besa los pies del Salvador cuitada 
T los unge con nardo y con verbena. 

— "Padre, Padre, la impura penitente 
Espera tu perdón en su quebranto: 
Toque tu diestra mi lasciva frente," 

Clama la pecadora con espanto; 
Y alzándola Jesús, dijo clemente: 
— " Te perdono, mujer ; amaste tanto " 



ESTHER TAFIA DE CASTELLANOS. 



93 



ESTHER TAPIA DE CASTELLANOS, 



DOS A.LMA.8 



FANTASÍA. 



I 



En una noche serena 
Brillaba la luna llena 
En el firmamento azul, 

Seguida de mil estrellas 
Que fulgurantes y bellas 
Daban al mundo su luz. 



Entre las nubes hermosas, 
Que vagaban silenciosas, 
Un alma á otra alma encontró : 

Una del cielo venía, 
Otra del mundo salía 
Buscando un mundo mejor. 



Las dos su vuelo pararon 
Y á la vez se preguntaron : 
¿De d<5 vienes? ¿Á 66 vas? 

La que á la tierra venía, 
Contestó : El Autor del día 
Me manda al mundo á morar. 



M 



r 



POETISAS MEXICANAS. 



— Yo me alejo de este suelo 
Donde sólo hay llanto y duelo, 
La otra al instante exclamó. 

Tú entretanto, desgraciada, 
Vas á una vida ignorada 
De tormentos y de horror. 

Pero, alma, antes de dejarte 
Un consejo quiero darte 
Que algo mitigue el dolor: 

Puesto que vas á esa tierra 
Cuyo recuerdo me aterra, 
Escucha atenta mi voz. 



II 



Pues que dejas el cielo, alma querida; 
Esa mansión de bienestar y calma, 
Si algo quieres gozar allá en la vida, 
Nunca de una mujer seas el alma. 

Ella pasa llorando su existencia, 
Al capricho del hombre esclavizada, 
Y cual las flores al perder su esencia, 
Por la mano de él mismo es arrojada. 

Es un frágil cristal, tan delicado, 
Que basta el aliento su pureza empaña; 
Es un ser como débil, desgraciado, 
A quien el llanto desque nace baña. 

Como una exhalación brillante y pura, 
Rápida pasa por el ancho mundo, 
Que cuando al hombre enfada su ternura, 
La despedaza con desdén profundo. 



L 



ESTIIER TAPIA DE CASTELLANOS. 



95 



Si en un momento su belleza adora, 
El cruel desamor viene en seguida; 
Sólo se acuerda de ella cuando llora; 
Que cuando goza, á la mujer olvida. 

Ella le quiere como á tierno padre ; 
Le adora amante como casta esposa; 

Y por darle la vida dulce madre, 
La suya sacrifica generosa. 

Parte con él sus horas de tormento 
Porque es el alma del que ardiente adora : 
¡ Siempre que el hombre apura el sufrimiento, 
Se ve junto á él una mujer que llora! 

Le da al hombre raudales de ternura ; 
Riega en su senda flores purpurinas ; 

Y él le vuelve torrentes de amargura; 

Y le da de las flores las espinas. 

Cuando alma ardiente la destroza el celo, 
Despedazan su fe los desengaños ; 
Busca la dicha su constante anhelo, 

Y sin hallarla pásanse sus años. 

Y llega de su vida hasta el ocaso, 

* 

A la ventura y los placeres muerta ; 
Que cuando la infeliz va á dar un paso, 
Encuentra ante sus pies la tumba abierta. 

Tal es sobre la tierra su destino ; 

Y al apagarse su nefanda estrella, 
Como único recuerdo en su camino, 
Se mira de sus lágrimas la huella. 



i 

i 



24 



POETISAS MmrA*AS- 



III 

Dijo el alma, y hacia el cielo 
Tendió ligera su vuelo 
T en las nubes se ocultó. 

En tanto la otra bajaba, 
Y como todas, lloraba 
Cuando á este mundo llegó. 



DESPEDIDA. 



En ancha y hermosa calle, 

Y cerca de una ventana. 
En un brioso corcel 

Un joven soldado estaba, 
De simpáticas facciones, 
De frente espaciosa y ancha. 
De cejas y pelo negros, 
Largas pestañas rizadas, 
De grandes y ardientes ojos, 
De una elocuente mirada. 
Finos y largos bigotes, 
Sonrisa graciosa y franca. 
Hay gravedad y hermosura 
En su semblante hermanadas; 
Es de arrogantes maneras, 

Y de estatura elevada. 
Viste blanco pantalón, 
Bota fuerte charolada, 

Y sencilla y roja blusa 

Que al cuerpo ajusta con gracia 



APIA DE CASTELLANOS. 



Un einturén negro y ancho 
De donde pende la espada, 
Su magnífica pistola 

Y una muy terrible daga. 

Pasaron unos segundos 

Y al fin se abrió la ventana, 
Dejándose en ella ver 

La joven que él esperaba. 
Diez y ocho años cuenta apenas ; 
Es su cutis suave y blanca; 
Rubios sus largos cabellos 

Y amorosa su mirada. 
Tierna rosa es su mejilla, 
Su sonrisa dulce y grata, 
Redondas sus bellas formas, 
Torneada su garganta. 
Tiende á la calle la vista; 
Examina si es mirada, 

Y amable estrecha la mano 
Del que ansioso la aguardaba. 
Quiere hablar, mas los sollozos 
Luego ahogan sus palabras, 

Y rueda por sus mejillas 
Una cristalina lágrima. 

— ¿Qué tienes, luz de mis ojos? 
¿Por qué lloras, mi adorada? 
— I Te vas, y me lo preguntas I 
¡ No me comprendes, no me amas I 
¿Qué va á ser de mí? jDios santo! 
¿Qué será si tú me faltas, 

Y en este mundo me dejas 
Huérfana y abandonada? 
¿No sabes que cuando ausente 

Y lejos de mí te hallas, 
La más horrible amargura 



98 



POETISAS MEXICANA8. 



\ 



Mi corazón despedaza? 
Aroma falta á las flores, 
Dulzura al ave que canta, 
Que á tí, Fernando, mi bien, 
Mi vida está consagrada. 
Por tí tan s(5lo suspiro ; 
Es tu va toda mi alma : 

•r 

¿ Para qué quiero la vista, 
Si no encuentro tu mirada? 
¿Para qué quiero el oído, 
Si no escucho tu voz grata? 

¡Oh! no me dejes, por Dios 

No destroces mi esperanza. 

Si mueres ¡ay! si me olvidas, 

¡ Piedad ! ¡ la razón me falta ! 
— ¿Olvidarte? él le contesta: 
¿Olvidarte, mi adorada, 
Guando tú eres mi consuelo, 

Y eres el alma de mi alma ? 
Caballero no sería, 

Mi vida, si te olvidara. 

Que de tal nombre es indigno 

Quien á una mujer engaña, 

Y su tierno corazón 
Insensible desj>edaza. 

Mi honor v el deber me llevan 

A los campos de batalla: 

Mas llevo, herniosa, en mi pecho 

Tu dulce imagen grabada, 

Isabel, bien de mi vida, 

Por tí deseo, mi amada. 

Fn nombre lleno de gloria 

E imperecedera fama- 

Yov tt ofrecerle gustoso 

A mi agonizante patria 

Cuanto un soldado posee. 



i 



E8THER TAPIA DE CASTELLANOS. 



99 






Que es un brazo y una espada. 
En tí pensaré tan sólo 
En el campo de batalla ; 

Y cuando el corcel relinche, 

Y cuando silbe la bala, 

Que para tí busco un nombre 
Recordaré, mi adorada. 
Oiré el rugir del cañen, 
Oiré los toques de diana, 

Y en tí pensando, bien mío, 
Me arrojaré á la muralla, 

Y plantaré mi bandera 
En una torre elevada, 
Diciendo ¡gloria á Isabel! 
¡Honor y gloria á mi patria! 
— Ve, pues, Fernando, ve pues; 
Anda, si el deber te llama; 
Pero cuida tu existencia, 

Esa existencia adorada, 
La que forma mi ilusión, 
La que es mi última esperanza. 
No me dejes en el mundo 
Sin apoyo, abandonada, 
Huérfana, y sin más herencia 
Que el dolor y la desgracia. 
Adiós, le dijo, y de nuevo 
Su voz murió en su garganta, 

Y de nuevo corrió el llanto 
Por su tierna, hermosa cara. 
—No llores, mi ángel, no llores ; 
Por Dios, enjuga tus lágrimas, 
Que viendo correr tu llanto, 
Tal vez al deber faltara. 

— ¡ Nunca, nunca ! contesté ella, 
Amo tu honor más que nada ; 
Olvida mi amargo llanto, 



25 



PORIBAB MEXICANAS. 



Ve á donde el deber te llama. 
— Adiós, exclamó Fernando; 
Te bendigo, alma de mi alma, 
Te juro que volveré, 
Dijo tocando su espada; 
Y con brusco movimiento 
Se alejó de la ventana. 



r¿. ^_» _» _ _ 



. 



LAÜREANA WRIGHT DE KLEINHAN8. 



101 



LAÜREANA WRIGHT DE KLEÜÍHANS. 



A CUBA. 

Virgen india, reclinada 
Sobre tu lecho de tul, 
Fijando en el cielo azul 
Tu soñadora mirada, 
Por el fuego cobijada 
De tu clima tropical, 
Mientras mecen tu cendal 
De contornos virginales, 
Las brisas de tus cañales, 
De tus playas el terral. 

Morena perla nacida 
Entre corales y juncias; 
Princesa que no renuncias 
El origen de tu vida; 
Y aunque de gala vestida 
Por la España señoril, 
En tu frente juvenil 
Tu penacho conservaste, 
T bajo el manto guardaste 
La sandalia y el huepil. 

Que si tu raza anterior 
Se extinguió entre sus cadenas, 
En la sangre de tus venas 
Eenaciendo con su ardor 
Otra raza posterior 



POETISAS MEXICANAS. 



Que de su nombre se ufana, 
En su carrera temprana 
Te ha formado por sí sola, 
De una América española 
Una España americana. 

Pueblos cual ttí, superiores, 
Nunca pueden olvidar 
Ni el cariño de su hogar 
Ni la fe de sus mayores. 
Tus fuertes conquistadores 
Al someterte á su ley, 
No destruyeron tu grey, 

Y el suelo que te dejaron 
Es el mismo que regaran 
Con las cenizas de Hatuey. 

¡ Noble Cuba ! tú supiste 
Guardar intacto en tu seno 
El lampo dulce y sereno 
De la fe con que naciste. 
Al olvido no cediste 
La idea que siguiendo vas, 
T al mundo mostrando estás 
Que puedes verte cautiva; 

Pero esclava fugitiva, 

Sierva humillada, ¡jamás! 

Mal el yugo se sostiene 
Sobre frentes cual la tuya; 
Antes que el tiempo le excluya 
La libertad le detiene ; 

Y aunque el error le mantiene, 
Le rechazan sin cesar 

Tus auras al murmurar, 
Tu pasado, tu presente, 
Las ráfagas de tu ambiente 
¡Y las sombras de tu mar! 



LAUREANA WRIGHT DE KLEINHANS. 



103 



En la tierra en que nacieron 
Plácido, Heredia, Zenea, 
Ni el destello de la idea 
Ni la esperanza murieron. 

Los mártires sucumbieron 

Mas su empresa viva está ; 
Y de su tumba saldrá 
Cual rayo perdido, un algo : 
Que un Bolívar, un Hidalgo, 
O un Washington brotará. 



Tu hermana entonces sería 
La España misma: ¿qué mucho, 
Si bajo el sol de Ayacucho 
Bien unírsete podría 
La Iberia de la hidalguía, 
De Granada y de Bailen, 
Como reunidos se ven 
Al infinito lanzados, 
Dos astros que separados 
Por un cataclismo estén ? 

Y en tanto llega la hora 
De tu risueña esperanza; 
Mientras brilla en lontananza 
Tu estrella libertadora, 
Cuba audaz, gentil señora, 
Flor que del noto al rugir 
No llegaste á sucumbir, 
Estos pueblos tus hermanos 
Estrechan tus nobles manos, 
¡Alientan tu porvenir! 



26 



POETISAS MEXICANAS. 



EL 5 DE HATO DE 1862. 

Jamás ¡oh Patria! imaginar pudiste 
Que á sonar en tu playa volverían 
Europeos cañones, 
Cuando á tu suelo americano diste 
Por muralla tu noble independencia, 
Por obstáculo el odio que sentiste, 

Y un mar de hirviente sangre entre tus lares 

Y su ambición territorial pusiste. 
Mas defraudada tu feliz certeza, 

La buena fe de tu esperanza hollada, 

Atónita de pronto contemplaste 

Que el pueblo hermano, la nación querida, 

Cuyas nobles proezas celebraste, 

Aquella cuyos hechos aplaudiste, 

Cuyas manos amantes estrechaste. 

Obedeciendo el bárbaro mandato 

De un déspota altanero. 

Ahogaba con el yelmo de Luis once 

Las ideas progresistas en su frente ; 

Y loca, inconsecuente y temeraria. 
Venía á ensayar contigo en el presente 
Su guerra de conquista legendaria. 
Débil tú ante su fuerza, ante su fama; 
Desconocida, obscura, sin renombre. 
Te alzaste erguida ante la vil afrenta: 
En sostener tu honor no vacilaste. 

Y á los sables blandidos en Magenta 
Tu valeroso pecho presentaste. 



En el combate desigual y fiero, 
En la lucha homicida. 
Día de gloria la fortuna quiso 
Conceder á tus anuas, y ese día 



LAUREANA WRIQHT DE KLEINHANS. 



105 



Es aquel que cantó tu poesía, 

Que en letras de oro consignó tu historia, 

Y el que hoy contempla la memoria mía 
Como un destello de tu noble gloria. 

Si fué efímero el triunfo que lograste ; 
Si después á la fuerza sucumbiste, 
Esa página bella no borraste ; 
Ella en las fojas de tu vida existe, 

Y te revela que el altivo pueblo 

Que se alza y lucha, que combate y muere, 
Puede ei'guir sin sonrojo la cabeza. 
Hay ideas que ensalzan al vencido 

Y dan al vencedor triste memoria : 
Es Leónidas más grande en su caída 
Que Jerjes el tirano en su victoria. 

Conserva, Patria, el lauro que ganaste, 
Aunque pequeño ante la Europa sea; 
No son los pueblos niños los que obtienen 
Los grandes triunfos, ni por siempre ondea 
La enseña vencedora. 
Los pueblos todos al nacer lloraron ; 
Antes de ser señores siervos fueron 

Y por grandes catástrofes pasaron. 

La misma Galia que humillé tu frente, 
Fué esclava un tiempo del romano imperio, 

Y aun en la cumbre ya de la grandeza, 
Más de una vez los golpes de la suerte 
Doblar la hicieron la triunfal cabeza. 
Así después del sol resplandeciente 
Que la epopeya de Wagram alumbra, 
Alza Moscow su nieve en la tiniebla 

Y Waterloo su fango en la penumbra. 

Los grandes cataclismos de los pueblos 
Son impulsos que van hacia el progreso, 



POETISAS MEXICANAS 



Y tu aprendiste en las lecciones rudas 
Que la experiencia en tu pasado. inicia, 
Que si la fuerza bruta disminuye, 

La que nunca desciende es la justicia. 

T hoy que comprendes al través del tiempo 

Que fué un puñado de invasores, sólo 

Esclavos de un tirano, 

El que intentó matar tu autonomía, 

Al mismo tiempo que tu triunfo cantas, 

Generosa é indulgente en tu hidalguía, 

Al pueblo liberal otra vez tiendes 

Tus brazos fraternales y tu olivo; 

Que si la Francia autómata y esclava 

Bajo el mando imperial te era enemiga, 

Hoy, que sus yerros el pasado allana, 

La Francia de Gambetta fué tu amiga, 

Y la Francia de Thiers será tu hermana. 



k 



TERESA VERA. 



107 



T ERES .A. ^TEIR/JÍL. 



AHAB SUFRIENDO. 
I 

Al fin ya separarte 
Pretendes para siempre de este suelo : 
Yo no puedo olvidarte, 
Y en mi tenaz desvelo 
Por gracia pediré la muerte al cielo. 

Y tú ¡ ay ! entretanto 
Con otros tiernos lazos obligado, 
El bárbaro quebranto 
De un pecho enamorado 
Habrás en tus placeres olvidado. 

■ 

Mientras yo delirante 

En el silencio gimo y me lamento 

A otra tal vez amante 

Con cariñoso acento 

Hablando te halle pasajero el viento. 

Una mujer hermosa 
Llena de encanto, juventud, riqueza, 
Cuya alma generosa 

Bien el semblante expresa 

Mas como yo jamás te amará esa! 



27 



:.* 



:«7^*.t* 



LfLÍ 



Je vex.tr>! ni ñ\"Kzat^ i 
Ma* á par de i^í -oer» 
Y mi fatal veninra 
Te ofrezco t^a ali^i Z~ 






•í*r íc:m~: 



Tn imagen en mi mente. 
Inseparable compañera mía. 
Siempre estará p nE-sente. 

T en la noche r el día 

Me hará con m:^ p**saire* 0-2 



1^ 



Doquiera. dc!ee dueño. 
Encontrare tn sombra peregrina 
Ya en las bramas del sueñ-x 
en la luz matutina 
Beflejando en el agua cristalina. 

Pero ¡en vano! mi pecha 

Oprimido de bárbara tristeza. 
Se entregará al despecha 

Y va sin fortaleza 

Se inclinará á la tierra mi cabeza. 

Y tn sin acordarte 

¡ Ah ! vivirás feliz en otro suelo ! 
Yo no podré olvidarte, 

Y sin hallar consuelo 

Por gracia pediré la muerte al cielo. 



II 



Cuando contemplo tus queridos ojos 
Y pienso, amigo ; en la cercana ausencia 
Xo sé por qué los pérfidos enojos 
Me oprimen con su bárbara inclemencia 




k 



TERESA VERA. 



109 



Contemplo tristes las fugaces horas 
Que raudas cruzan cuando aquí te veo : 
¡ Cuan largas y cuan lentas, matadoras, 
Las prolonga de verte el devaneo ! 

En la ausencia pensar ¡ ay de mi suerte 
Esperanzas funestas, dolorosas! 
¡ Pensamiento que hiela cual la muerte ! 
¡ Martirio de agonías perezosas ! 

¡ Ay! ¿y así he de vivir llena de duelo 
Sin porvenir, sin dicha, paz ni calma; 
Sin atreverme á contemplar el cielo 
Donde asilo, tal vez, hallará mi alma? 

¡ Oh ! mi amigo, mi bien, tú de mis penas 
Calma, por Dios, el amargor insano, 
Y si no puedes darme horas serenas, 
Dame tu afecto y besaré tu mano. 

Dame tu afecto, sí, con él mi vida 
Feliz surcara por el mar del mundo ; 
Bálsamo fuera que sanar la herida 
Pudiera, amigo, de mi mal profundo. 



III 



Dulces ensueños de la edad pasada, 
Visiones bellas de la mente mía, 
¿A dónde estáis del corazón lanzada 
Imagen del placer y la alegría? 
¿A dónde estáis que al alma acongojada 
Abandonáis en su amargura impía 
Al yugo horrendo de su infausta suerte. . . . 
Cuando le niega hasta su paz la muerte. . . 



? 



POETISAS MEXICANAS. 



¡ Ay ! no es posible conquistar reposo 
Cuando desgarra el corazó*n la pena; 
Cuando los cielos del vivir hermoso 
Negra borrasca de pesares llena ; 
Cuando es el mundo á la existencia odioso; 
Cuando es la vida una fatal cadena, 
Que arrastra el triste en su mortal camino 
Hasta el término hallar de su destino 



¡ Infelice ! y esta es, esta es del alma 

La sentencia fatal que la acongoja 

¡ Ay ! no tendrá por su martirio palma, 
Pues tanto, tanto el padecer la enoja. 
En vano busca en sus tormentas calma, 
Que de sí misma á un tiempo se sonroja 

Al contemplarse débil y pequeña... 

¡Y aun con sus males en luchar se empeña! 



Tú, en cuyo seno desahogar anhelo 
El funesto dolor que me atormenta; 
Tú, mi amigo, mi amor, tú, mi consuelo, 
Mi acongojado corazón alienta: 
Tú, con tu amor, mi bien, calma mi duelo 

Y de mi pecho la virtud fomenta, 

Y haz que en las flores' de tu amor despliegue 
El iris de virtud que me sosiegue. 



Abre tus brazos cariñoso y bueno, 
A quien te busca llena de tristeza; 
Oprime amante en tu amoroso seno 
Mi ardiente corazón y mi cabeza; 
Que tal vez luego, junto á tí sereno, 
Contento latirá con fortaleza, 
Y tú podrás decir, "aquí está el pecho 
Que yo arrancara del mortuorio lecho! " 



TERESA VERA. 



111 



A UNA FLOR. 



i - 



Mis ojos nublando el llanto, 
Marchita la roja frente, 
Sin goces ya, sin encanto. .... 
Siempre inclinada y doliente 
Bajo el peso del quebranto. 

¡ Pobre flor ! ¡ Pobre mujer 
Que siente cuanto padece ! 
La flor nace, vive, crece 
Sin pesar ni padecer, 

Y lo mismo desparece. 

Yo he visto nacer las flores 
Bajo el silvestre ramaje, 
He aspirado sus olores 

Y he rendido á sus primores 
Algún sencillo homenaje. 

He contemplado su vida 
Declinando ; y su hermosura 
Ya marchita, decaída, 
Triste, mustia y abatida, 
Sin aroma y sin frescura. 

Y he llorado de congoja 
Al observar moribunda 
Su corola, que antes roja 
Lucid junto á la verde hoja 
De la maceta fecunda. 

¡ Pobre flor ! ¡ Cuál se asemeja 

Tu destino á mi destino ! 

Cual de tí, de mí se aleja 

La juventud, y me deja 

En mitad de mi camino 



28 



ROSA CARRETO. 



FÁBULAS. 



Fn buen hombre cierto día 
Encerró en el palomar 
El más primorosa par 
De pichones que tenía. 

Yendo á darles su alimento, 
A uno tan solo encontró, 
T plumas y sangre vio 
Del otro, en el pavimento. 

" ¡Oh, qué dolor! repetía, 
Buenos estaban ayer. . . . 
Sólo el gato puede ser 
Autor de esta felonía." 

Y sin más reflexionar, 
Y con cólera no escasa, 
Dijo al gato de la casa 
Que estaba junto al hogar: 

"Tu que ocuparte debías 
En librarnos de ratones, 
Devoras á los pichones 
Que son la delicia mía." 



ROM CARRETO 



ROSA CARRETO. 



113 



En vano el gato infeliz 
Jura al hombre enfurecido 
Que no se hubiera atrevido 
A cometer tal desliz. 

"Conmoverme no podrás 
Con tus lamentos y gritos, 
Dijo el hombre, y tus delitos 
Con la vida pagarás. 

"Muy pronto verás, ingrato, 
Castigada tu malicia." 

Y con atroz injusticia 

A muerte sentencia al gato. 

Por dicha, la ejecución 
No efectuó inmediatamente, 
Sino que al gato inocente 
Puso en estrecha prisión. 

Luego se volvió á mirar 
Al pichón que había quedado, 

Y á un milano agazapado 
Encontró en el palomar. 

Aún en las garras tenía 
Los restos del pichonzuelo, 

Y el hombre con desconsuelo 
Así al milano decía : 

"Por tí iba, vil animal, 
A dar muerte á un inocente, 
Cuando eres tú solamente 
La causa de tanto mal. 



"De nada me serviría 
TJn tardo arrepentimiento, 
Y á eterno remordimiento 
Condenado me vería. 



h:~ •* .r. 



• r.:i.-j - v ;>>*■.. 



í/-ft ca i/./iI ■* j.'y^ía editar 
A f .■;*:!» tí';».po. t jotra obrar 
Tener prudencia es precio: 

Pues á tri-ítes consecuencias 
Expuestos sin duda e-tamos, 
Sí imprudente sentenciamos 
Tan solo por attariencias. 

II 

EL EUISEÍOE T EL CUERVO. 

El rey de los animales 
Quiso tener en un tiempo, 
Para que le divirtiese 
Del descanso en los momentos, 
Al pajarillo que fuera 
En la música más diestro. 
Prometió grandes honores, 
Y además crecido sueldo 
Al que ser cantor de cámara 
Lograra por su talento. 
Entre varias avecillas 
Que tal plaza pretendieron. 
Se presentó un ruiseñor. 
Cuyo canto dulce y bello 
Era de aquella comarca 
El hechizo y embelesa 
Aunque inútil para el caro. 



ROSA CARRETO. 



115 



Quiso competir un cuervo 
Con el ruiseñor canon), 
De los pájaros maestro, 

Y en presencia del monarca 
Abrióse el certamen luego. 
Infinitas armonías, 
Blandos trinos y gorjeos 
Desprendió de su garganta 
El ruiseñor hechicero. 
Cuando concluyó su canto 
Tocóle su turno al cuervo, 
Que sólo lanzó graznidos 
Desapacibles y fieros. 

El mérito de los dos 
Califican en secreto 
Los animales peritos 
Nombrados para el efecto. 
Esperan los circunstantes 
Que el respetable consejo 
Optara como es debido 
Por el ruiseñor parlero. 
Se hace por fin conocer 
Lo que el jurado ha resuelto, 

Y con asombro se sabe 

Que admiten — — ¿á quién? — ¡al cuervo! 

¿ Cómo preferirse pudo 

A ese pajarraco negro? 

Por la protección de un tigre, 

Que era en los tiempos aquellos 

De su majestad leonesa 

Favorito y consejero. 



En muchos casos análogos 
Del saber no se hace aprecio, 
Y habiendo favoritismo 



29 



T compadrazgo por medio. 
Xo alcanzan los ruiseñores 
Lo que consignen los cuervos. 

III 

LA LDdÉKH AOA Y LA M06CA. 

Iji negra mosca envidíala 
A la luciérnaga hermosa. 
Poní ue con la luz que daba 
La obscuridad disipaba 
De la noche tenebrosa. 

"Mi encanto será mayor. 
La necia mi «sea decía: 
Saldré cuando acabe el día, 
T á propósito el fulgor 
Buscaré de una bujía. 

" i Por qué no he de brillar yo 
Cual la luciérnaga brilla?" 
Y sin tardanza tomó, 
So se dónde, una cerilla 
Que en su cuerpo colocó. 

Cuando el sol en Occidente 
Ocultó sus resplandores, 
Se vio á la mosca imprudente 
Volar orgullosamente 
Entre las pintadas llores. 

Mas como era natural 
Apagó el aura ligera 
El fulgor artificial, 
Y quedóse el animal 
Obscuro t*»» 1 siempre fuera. 



ROSA CARRETO. 



117 



La luciérnaga entretanto, 
Cuando la noche tendió 
Sobre la tierra su manto, 
De su luz con el encanto 
La pradera iluminó. 



Como la mosca arrogante , 
Que galas quiso lucir 
Junto al insecto brillante, 
Así quiere el ignorante 
Con el sabio competir, 

A ceder jamás se aviene; 
Mas justo castigo tiene 
En su propia vanidad, 
Pues á hacer patente viene 
Mucho más su obscuridad. 



IV 



LA MARIPOSA T LA ABEJA. 

Una gentil, brillante mariposa 
Su habitación tenía 
En la fresca corola de una rosa 
Que al soplo de la brisa se mecía. 
Cierta vez, del trabajo fatigada 
A la hora de la siesta, 
Acercóse á la espléndida morada 
Una abejita tímida y modesta. 
— ¡Ay! ¿no quieres, gallarda mariposa, 
Que descanse un momento, 
Dijo la abeja, en tu mansión hermosa, 
Pues ya para volar me falta aliento ? 
Desde la aurora estoy fuera de casa 
Miel buscando en las flores, 



J 



*!* Mtl - t*l> 



Y ya dm ¡»Tjedo mi\ la ***! me abrasa 
T me queman dvl > -1 1 ♦> i\>¡ '.and •:*->. 

Tt-n o»Ui¡>a-:'a ce mí. querida amiga: 

Y n«i querrá^ que muera de fatiga. 
Pues ves que caminar me e> imj»^:í le. 

— ;Y«» tenerte á mi lal_« un *•.;.• instante! 
Di; • la marinea. 
— ;Yo tan zentiL tan Italia v arreante. 
Jum<» ate;a tan n-gra y a^ue!\tsa? 
Xm k» e<i€-re^L tan >~- ;u o. utac-t^ 
Mis ala> mar. A .iría, 
Xo quien* vene a t m iL v* :e -n el a-: \ 
Que bal larie una wz l I> i~tr a:rvu:aría. 
— Seü «ra. ¡» -r j :^Ui i. dnu^e un a^: 1 . \ 
Durlete «íe mi I!au:..« 

Y el cié! • c-arÍL- tu ex:<:r trun ,u:'> 

Y aumente de tu< grao:» e! enestuv*. 
Cuando el ard:eu:e > 1 drl medioia 

MiXten? sus i*Uv : r^ 

* 

?;are tu j-nx-i «sa ó u.iouia 
Reenviando á mi b •inir. -■; ue s: .■ evii le r k. 

— Ya me csuiñ:> ce -irre. vii mendiga: 
Mi risueña m ra ia 
A tan sue:«s m^v:.;^ nun:a a' riga. 

Y á mi lado sufrir! <s i: ■ me agn* :a. — 
La pL*ln? a!v-;a. cu:, u-.vs. Kv> un jiu> 

La i^esi tarde e^jvra. 

Y bal :e::d> de>oanv*: t >u c^:u:r.> 
Pn;«sig;;:;l atravesar. : • la j rad-.ra. 

Lkcó la n che. v u tu; esta .i ;r\u.- uía 
i\ n imyc tu viruta 
Se desaló terrinos y b rtvu ta 
Ao my&uada de arrasante v> rt.x. 
Sn-n ví -tur.as de >u ira turil un i a 
-as r rvvn.as K_a>: 



ROSA CARRETO. 



119 



Por donde quiera el agua las inunda 

Y el terrible huracán se ceba en ellas. 
En la empapada tierra pantanosa, 

Deshojada yacía 
La flor do la pintada mariposa 
Su habitación magnífica tenía. 

¡ Ay ! dijo la infeliz, ¿ qué senda sigo ? 

Y de congoja llena, 
Buscó para dormir seguro abrigo 

Y á la puerta llamó de una colmena. 
Las dueñas de la casa cortesmente, 

Abren á la cuitada. 

Y le ofrecen un sitio bien caliente 
En su espaciosa y cómoda morada. 

Entre ellas con rubor la mariposa 
Reconoció á la abeja 
Que en la mañana despreció orgullosa 
Sin querer escuchar su triste queja. 
Pasó la noche, y cuando el sol fulgente 
Salió á lucir sus galas, 
Volvióse á la campiña alegremente 
Tendiendo al viento las purpúreas alas. 
Y siempre que en el prado paseaba, 
A contar de aquel día, 
A cuantas compañeras encontraba 
El caso memorable refería, 
Dictándoles en tono de sentencia : 
"No le neguéis jamás al desgraciado 
Un favor con orgullo y desagrado ; 

Pues sé por experiencia 
Que el servicio que altivos le negamos 
Quizá más tarde á demandarle vamos." 



♦ ♦ 



30 



f rr> ».+ 



v t* t¿. 



O".o> ran 


>'LaI trai>v^i-o 


La candor*;* 


a virgen ve exente. 


En <i «azraf lo a.»íl- ». 


Resbalar de 


la ví«ia la o -mente- 



; Oh *i e-f-erar j oliera 

Que en el claustro mi viía coneícj 



Corrieran *;em{ re iguale* 
Mi> ventunx»* «ILi> en un conven?". 

Y no teniendo ELáItr>. 

Sin placer Hi^pirara ni tormento 

Y en apacible calina 

Anhelara tan solo el t-ien del alma. 



¡Oh luna sur-egada! 
Tn loz alivia mi d«»l>r amargo. 
Y eres por mí esperada 
Con ansia dolorosa. ha tiempo largo 
£1 mismo que ha me miro 
Sofocando mi llanto y mi suspiro. 



Condenada al martirio 
De no ver en mi vida hora dichosa. 
Un constante delirio 
Envenena mi vida dolorosa : 
Mas cesa mi tormento 
Si tn luz ilumina ese convento. 



¡Apacible retiro. 
En que vírgenes mil. bellas y puras. 

En dulce calma admiro ! 

¡Oh si yo en tu recinto, sin tristuras 

Mi desventura fiera 

En deliciosa paz trocar pudiera ! 



i 



k 



JOSEFA HERACLIA BADILLO. 123 



Ya llegas, blanca luna, 
Al fin de tu carrera majestuosa, 
Y á llorar mi fortuna 

Encamino mis pasos silenciosa 

¡Adiós, luna serena! 

¡Adiós, bálsamo suave de mi pena! 



TO PIENSO EN TI. 



Yo pienso en tí, tú vives en mi mente 
Sola, fija, sin tregua, á toda hora; 
Aunque tal vez el rostro indiferente 
No deje reflejar sobre mi frente 
La llama que en silencio me devora. 

En mi lóbrega y yerta fantasía 
Brilla tu imagen apacible y pura, 
Como el rayo de luz que el sol envía 
Al través de una bóveda sombría 
Al negro mármol de una sepultura. 

Callado, inerte, en estupor profundo 
Mi corazón se embarga y enajena; 
Y allá, en su centro, vibra moribundo 
Cuando entre el vano estrépito del mundo 
La melodía de tu nombre suena. 

Sin lucha, sin afán, y sin lamento ; 
Sin agitarme en loco frenesí; 
Sin proferir un solo, un leve acento, 
Las largas horas de la noche cuento, 
Y pienso en tí. 



» ♦ 



31 



POETISAS MEXICANAS. 



DOLORES CORREA ZAPATA. 



A TEAPA. 

¡Al fin te vuelvo á ver! ¡Apresurado 
Palpita el corazón ! 

Pero por Dios que á comprender no acierto 
Si late de dolor, 

O si el placer que siento al divisarte 
Me llena de emoción. 
¡ Qué encanto tiene siempre para el alma 
El pueblo 6 el lugar do se nació! 
¡Tanto tiempo hace ya que no te veo, 
Que acaso nuevo á contemplarte voy! 
¡ Con qué placer extraño se retorna 
Al lugar en que há tiempo se vivió! 
Extraña mezcla de esperanza y duda, 
De gozo y de temor; 
Afectos que se avivan en el alma, 
Imágenes que evoca el corazón : 
El rostro del antiguo conocido 
Que deslizarse nuestra infancia vid; 
Las sinceras caricias de nuestra aya 
Que nos aguarda con materno amor; 
La pequeña casita do nacimos, 
El templo, el panteón ; 
La imagen del amigo que no existe, 
De la choza que el tiempo destruyó; 
De la hojarasca seca del camino 
El triste melancólico rumor. 






ZAPATA. 



DOLORES CORREA ZAPATA. 



125 



Que parece pedir algún recuerdo 
Para el árbol que el tiempo derribó, 
Dejando á nuestra vista el hondo hueco 
Que nos hace sentir vago terror : 
Del ayer á los pálidos reflejos 
Apareciendo los ensueños de hoy 
Mezclados con las nieblas del mañana 
En vaga confusión 

Con estos pensamientos mi mente preocupada; 
Con estos sentimientos henchido el corazón, 
En una de tus cuestas, mi Teapa idolatrada, 
Páreme á contemplarte con grata admiración. 

Risueño se mostraba tu blanco caserío ; 
Altivas las montañas que forman tu dosel ; 
Hirviente y espumoso el turbulento río 
Que en su altivez se inclina para besar tus pies. 

I Delirio de mi mente sería si intentara 
Pintar tus atractivos, encantador Edén ! 
¡ Los ricos atavíos que el cielo te donara 
Perdieran sus encantos impresos en papel ! 

Mirando tus llanuras, tus bosques, tus colinas ; 
Las fuentes caprichosas que surgen por doquier, 
A veces deslizando sus ondas cristalinas 
Que remedar parecen murmullos de placer ; 

A veces despeñadas de montes majestuosos 
En forma de cascadas de atronadora voz, 
Los hijos de tu suelo se sienten orgullosos 
T en tu grandeza aprenden á conocer á Dios. 

Si de extranjero suelo cansado caminante 
Acierta por acaso á entrar en tu pensil, 
Se para sorprendido y sueña delirante 
Mirar en tus mujeres lindísimas hurís. 



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:1<¿&'.U. :¿:¿¿s la torrarán! 



Perd la si á B-í pena se mezcla la alegría: 
Tú sabes f i"& ** llevo recuerdos de amigad. 
Más fuertes que eso* lazos de dulce simpatía. 
Me atraen desde lejos los lazos del hogar! 

Acaso Dios ha dado una alma á tus praderas; 
Tal vez á tus montañas sensibles hizo Dios; 
Acaso han recogido las lágrimas postreras 
Con que volví los ojos para decirte adiós, 

No encuentro ni una frase que exprese lo que siento: 
Los labios enmudecen cuando habla el corazón. 
Recibe mis suspiros envueltos en el viento; 
¡El cielo te bendiga, mi Teapa; adiós, adiós ! 



DOLORES CORREA ZAPATA. 



127 



PINCELADAS. 



Entre sus dedos la gentil María, 
Tal vez por distracción, 
Con maldad inconsciente fué estrujando 
Las hojas de una flor. 
T cual la noble víctima que cae 
Otorgando al verdugo su perdón, 
La flor entre sus dedos fué dejando 
Aroma embriagador. 
Después, el viento, de la pobre rosa 
Las hojas dispersé, 

T en el viento también quedé impregnada 
La esencia de la flor. 



Yo conozco en el mundo muchas almas, 
Que como aquella flor, 
Encuentran una mano despiadada 
Que mata su ilusión, 
T dejan en la mano que las hiere 
La esencia de su amor. 
Después, el mundo, que del alma herida 
No tiene compasión, 
Con sangrientos sarcasmos escarnece 
T aumenta su dolor; 
T al rodar esparcida por la tierra 
La flor de su ilusión, 

Va esparciendo en el mundo que la ultraja 
La esencia de su amor. 



32 



128 



LáS DOS USAS. 



LA LIRA DE ÉL. 

Ella, qne forma del amor su historia 

Y qne tan sólo en el amor delira, 
Henchido siente el corazón de gloria 
Guando escucha los cantos de mi lira. 

Y yo bendigo del amor sn historia, 
Fuente de inspiración para mi lira, 
Porque serán los cantos que me inspira 
Los lauros más brillantes de mi gloria. 

LA LIRA DE ELLA. 

Si te cuentan que vibra con dulzura 
La lira que de todos ignorada, 
Gomo inútil cadáver en su tumba, 
Siempre oculta llevé dentro del alma; 
No es que en triunfos efímeros soñando, 
Inútiles laureles ambicione, 
Ni que al mundo dedique yo mis cánticos 
Porque del mundo la opinión me importe ; 
Es que cambio cantares por aplausos, 

Y acojo los aplausos con sonrisas, 
Porque quiero que sepas lo que valgo 
Guando aplauden las notas de mi lira. 




GERTRUDIS TENORIO ZAVALA. 



129 



GERTRUDIS TENORIO ZAVALA, 



A LA VIRGEN HARÍA. 

Más pura tú que las flores 

Y más que el azul del cielo ; 
Más que las auras del campo 
Entre las palmas gimiendo ; 

Y más bella que las aguas 
Del claro y limpio arroyuelo, 
Guando la aurora apacible 
Lanza su rayo primero. 

¿ Quién al pronunciar tu nombre 
No siente latir su pecho? 
¿ Quién al mirarte no encuentra 
De su ansiedad el consuelo? 
María, ¡ oh ! ¡ cuánto es dulce 
Pronunciar tu nombre tierno, 

Y vivir siempre en el mundo 
Con tu adorado recuerdo! 
Encierra ventura tanta 

Tu nombre de amor inmenso. 
Cual tiene en noche serena 
Estrellas el firmamento. 
Si el niño duerme dichoso 

Y no es su dormir inquieto, 
Es porque tú, Virgen pura, 
Estás velando su sueño. 

Y si el mortal desgraciado 



130 



PV>ETI«A£ MZXICA5A« 



Croza la tierra sonriendo. 
Es porqne tú le prometes 
Gozar la vida del cielo. 
La flor te da sos perfumes: 
El ave su canto tierno. 

Y naturaleza toda 
Tributa á tu amor incienso. 
Tú eres para el peregrino 
Que va en la tierra gimiendo. 
La palma donde á la sombra, 
Para seguir, toma aliento: 

Y el hombre que sin tu mano 
Cree feliz alzar su vuelo. 
Más tarde triste se encuentra 
Sumido en inmundo cieno. 

El mortal que no te adora 
En su pena 6 sus contentos, 
No hallara verde palmera 
De su vida en el desierto. 



EL AMOR T EL DESENGAÑO. 



— ¿A dónde vas, bello niño, 
Con tus flechas y tus arcos? 
— Voy hiriendo á los que habitan 
Las chozas y los palacios ; 
Voy halagando á los hombres 
Con mil juramentos vanos; 
Que á mí me rinden tributo 
En la ciudad y en el campo. 
— Grande, muy grande es tu imperio : 
Tú, el de los ojos vendados, 
Vas dirigiendo tus flechas 
Siempre altivo y temerario. 



i 



GERTRUDIS TENORIO ZAVALA. 131 



Niño de las alas blancas, 
No así dispares tus dardos, 
Que muchas víctimas deja 
Por donde quiera tu paso ; 

Y es triste que como el viento 
Lleva la flor en verano, 
Arrastres así á los hombres 

Y los hagas tus esclavos. 

— Mas ¿ qué extraño, si en el mundo, 
El hombre inconstante y falso, 
Nunca guarda allí en el pecho 
Cariño por muchos años ? 
— Ve que puede maldecirte 
El que tan sólo ha encontrado 
Mentidos tus juramentos, 
Infiel tú, y aun más, ingrato. 
— Noble es el alma que adora, 

Y en medio del desencanto 
No me maldice, y espera 
Aun rendida de cansancio. 

— ¿Qué haces de tanto suspiro? 
¿ Qué de las gotas de llanto ? 
— Es el tributo que llevo 
Para formar bellos lauros ; 
Pues convertidos en flores 
Suspiros, quejas y llanto, 
Adornan esos sepulcros 
En donde gozan descanso 
Aquellos que amaron como 
Eloísa y Abelardo. 

El Amor tendió sus alas 
Para cruzar los espacios, 
Siguiendo pálido y triste, 
En pos suya, el Desengaño. 



33 



13* 



POETISAS MEXICANAS. 



QUEJAS. 

Ayer en vano te esperé, ángel mío: 

Y en inútil afán, triste, las horas 
Pasé mirando en ansiedad extrema 
Del mar inquieto las movibles ondas. 

Tú no llegabas, y miraba trisóte 
Que una tras otra las cansadas olas 
Dejaban al besar la húmeda arena 
Entre su espuma nacaradas conchas. 

¡ Era la tarde tan serena y pura, 

Y arrullaban tan dulce las palomas ! 

Mas, di, ¿qué importa si esperaba en vano 
Verte á mi lado para ser dichosa ? 

Yo te esperé como la flor incauta 
Al ave tierna en la risueña aurora, 
Que ya olvidada de su amor primero 
En otros tiempos su canción entona. 

¡ Cuántas veces creyendo que venías 
A mi lado con planta cautelosa, 
A tu encuentro corrí; mas era el ruido 
Que formaban las auras en las hojas! 



Di, ¿por qué ayer como en pasados días 
No viniste á buscar á quien te adora? 
¿ No sabes que sin tí, de la existencia 
Ni el cielo tiene luz, ni el viento aroma? 

Llorar me hiciste en mi dolor inmenso 
Cuando tú el ansia de mi amor no ignoras 
¿ Por qué faltaste á nuestra dulce orilla 
Si sabes que tu ausencia me acongoja? 



GERTRUDIS TENORIO ZAVALA. 



133 



En vano te esperé : pasé la tarde 

Y miedo tuve de encontrarme sola ; 

Y me alejé de la desierta playa 
Cuando la noche derramé sus sombras. 



• ♦ 



VA 



MATEAXA MTBGOA DE AYELETRA. 



AUWAB0UL 

Lozana ayer, fragante se ostentaba 
Lociendo sus espléndidos colores. 
T del sol á los ví\idos fulgores 
En su tallo gentil se columpiaba. 

El céfiro amoroso la besaba 
Al arrollo de tiernos ruiseñores : 
Era la reina entre las otras flores. 
Y el pensil orgullosa engalanaba. 

Pero llegó la noche, y la tormenta 
De 6us galas airada la despoja 
Dejándola marchita, amarillenta: 

¡Así la mano del pesar deshoja 
La flor de mi ventura, y macilenta, 
En el abismo del dolor la arroja! 



A TOLLANTZIirCO. 



¡ Salve, Tollantzinco hermosa ! 
Donde el aura es más serena; 
Donde es más exuberante 
La rica naturaleza; 



MATEANA MURGUIA DE AVELEYRA. 



r 



MATEANA MURGUlA DE AVELEYRA. 



135 



Donde de las bellas flores 
Se aspira la grata esencia, 

Y de las aves los trinos 
Nos trae la brisa ligera ; 
Donde el cielo es más azul; 
Do el agua murmura leda 

Y brindan ventura y calma 
Tus encantadas florestas. 

¡ Salve ! el alma conmovida, 
Al contemplar tus bellezas, 
Olvida sus desventuras, 
Olvida sus hondas penas. 
¡ Oh ! ¡ cómo pasan aquí 
Las horas gratas, serenas ! 
¡ Cómo transcurre la vida 
De dulces encantos llena ! 
Aquí se siente mejor, 
Más goces la mente sueña, 
Con más fe, con más confianza 
Dicha al corazón espera. 
Cuando el ángel del deber 
A mis hogares me vuelva, 
Bendeciré tu memoria; 
La adoraré hasta que muera. 
De tus generosos hijos 
Me llevaré como prenda 
El sentimiento infinito 
De amistad franca y sincera. 
En tanto, ciudad hermosa, 
La de perfumadas selvas, 
La de cristalinas aguas 
Con las que el sol juguetea, 
La de inmensas hortalizas, 
La de magníficas huertas, 
Frescas, tranquilas, umbrías, 
Que al paraíso remedan ; 



34 



POETISAS MEXICANAS. 



Te saludo cariñosa 
De placer el alma llena. 
Y te ofrezco el homenaje 
De mi admiración sincera. 



SIMAS. 

I 

El horizonte obscuro: las estrellas 
Ocultas bajo el velo que la noche 
En el espacio cuelga, 
Y la duda, el pesar, el desencanto 
Dentro del alma enferma. 

II 

Hay en la vida de los recuerdos 
Dichas sin nombre, dolor inmenso. 
Dudas, pesares, encantos, sueños, 
Blancas visiones, mudos espectros, 
Fragantes brisas y helados vientos; 
Pero en el álbum de mis recuerdos 
Hay uno sólo que yo conservo, 
Fijo, inmutable, tenaz, eterno! 
Por eso lloro, suspiro y rezo. 
Cuando en la tarde se va perdiendo 
La luz, y brillan allá á lo lejos 
Todos los astros del firmamento; 
Cuando las flores, quedo, muy quedo, 
De amor se cuentan dulces misterios 
Dando al ambiente sus castos besos, 
Entonces lloro, suspiro y rezo. 
¿Y mi plegaria no irá hasta el cielo? 
¿No hallará en su alma sentido eco?.. 



MATEANA MÜRGUlA DE AVELEYRA. 



137 



A la memoria de los Alumnos del Colegio militar, muertos en defensa 

de la Patria el 8 de Septiembre de 1847. 



En titánica lucha destrozada 
Por injusto invasor la Patria mía, 
Heroica, valerosa y esforzada 
Sus sagrados derechos defendía. 

Para salvar su santa autonomía, 
Los niños héroes, en fatal jornada, 
Exhalaron su grito de agonía 
Antes que verla esclava y humillada. 

¡ Gloria por siempre á su heroísmo ! ¡ Gloria ! 
Que la Fama le lleve por doquiera; 
Que sus hojas de luz abra la Historia 

Para inscribir sus nombres justiciera; 
Y un altar se levante á su memoria, 
¡ Do se arrodille la Nación entera ! 



A MI HIJA, 



Casto rayo de luna, blanco celaje ; 
De mis sueños de dicha vivo miraje; 
Encantada, celeste, dulce armonía 
Que inundas de cadencias el alma mía; 
Mariposa brillante de mil colores 
Que vives en la gruta de mis amores, 
Donde hay mirtos y acacias, lirios y rosas, 
Violetas y jazmines, tiernas mimosas; 

Tú eres la palma 
Bajo la cual se aduerme feliz el alma. 



V». 



ivrn*%* mex:-'%?a« 



Ere> la flor preciada de mi existencia 
Que vierte en mi camino su rica e>encia: 
Ere> el ángel puro de blancas ala> 
Que del candor se vi>te la* niveas galas: 
Ere* maga hechicera que en luz y flores 
Sabes trocar las [tena* y los dulores: 
Cuando miro en tus oj«_is. que son mi espeja 
De tu amor infinito dulce reflejo. 

Enamorada 
Me encanto en !<*> efluvios de tu mirada. 



Siempre llega á mi oído tu dulce acento 
Como tierno suspiro de nian>o viento: 
Como arrullo de tórtola gemidora 
Que en sus amantes quejas suspira y llora; 
Como himno que las aves en selva umbría 
Levantan á la aurora del nuevo día ; 

m 

Como eólica arpa de trovadores 

Que entonan en el cielo cantos de amores : 

Que hay en tu acento 
Las notas argentinas del sentimiento. 






¡ Si pudiera librarte mi amor profundo 
De los negros pesares que ofrece el mundo, 
Te trazara una senda de blancas flores 
Donde sólo encontraras dichas v amores! 
Mas si no puedo hacerte tan venturosa 
Como sueña mi alma, ove amorosa 
Mi voz enternecida cuando te dice : 
Dios á las niñas buenas ama y bendice ; 

Sé siempre buena, 
Y alivia del que sufre la negra pena- 



REFUCIO BARRAGAN DE TBSCANO 



REFUGIO BARRAGÁN DE TOSCANO. 



139 



REFUGIO BARRAGÁN DE TOSCANO. 



EL 16 DE S 

Permite, Patria mía, 
Que añada á los laureles de tu gloria 
Una pobre guirnalda sin valía, 
Un canto á la memoria 
De tan hermoso cuanto grande día. 

Tú, la joya preciada 
Por quien Cotón atravesó los mares ; 
Tú, la niña bellísima y mimada, 
Cubierta de azahares, 
Sobre el oro y la plata reclinada. 

Tú, que con tu belleza 
Atrajiste á tus costas mil bajeles, 
Anhelando manchar de tu cabeza 
Los mágicos laureles 

Y el espléndido sol de tu grandeza. 

Levántate orgullosa 
Sobre tu rico pedestal de flores ; 

Y á esa Europa soberbia y ambiciosa 
Muéstrale asaz graciosa 

Tu lindo pabellón de tres colores. 



35 



MEXICANAS. 



¡Oh, mi Patria querida! 
¡Cuánto mi corazón goza al mirarte 
Como el águila libre, no oprimida; 
Teniendo por baluarte 
De tu preciosa libertad la egida! 

Tres siglos te agobiaron 
Las despóticas leyes de la España ; 
Con el nombre de esclava te humillaron, 
T con artera maña 
Tus sagrados derechos pisotearon. 

¡Tres siglos! Mas un día 

Resuena por el Nuevo Continente 
Un grito que estremece de alegría, 
T á cuyo eco la hispana tiranía 
Sobre su trono vacilar se siente. 

¿Quién esa voz levanta? 
¿ Quién es el hombre denodado y fuerte 
A quien ni el hierro ni el poder espanta; 
Que no teme al verdugo ni á la muerte, 
Al proclamar tu independencia santa? 

Es Hidalgo y Costilla, 
El héroe sin rival por excelencia, 
Que con los pocos hombres que acaudilla, 
Gritando libertad é independencia, 
El despotismo del Virrey humilla. 

A la voz de ese anciano 
Se agrupan á su lado mil valientes, 
Que el guante arrojan con robusta mano, 
Despedazando ardientes 
El ominoso yugo del tirano. 



REFUGIO BARRAGÁN DE TOSCANO. 141 



La libertad asoma; 
Vuelves á ser la perla codiciada, 
La canora y dulcísima paloma, 
La virgen agraciada 
Que de tres mares su grandeza toma. 

El águila francesa 
Salvando la distancia de los mares, 
Tus campos de azucenas atraviesa, 
Invade tus hogares, 
T nueva esclavitud para tí empieza. 



Pero pronto se mira 
Ondear el pabellón de tres colores ; 
La usurpadora hueste se retira ; 
Libre otra vez respira 
La linda virgen en su edén de flores 



Grande eres, Patria mía, 
Y grande para todas las naciones : 
De la extranjera y dura tiranía 
Dos veces los pendones 
Has arrojado llena de energía. 

No más de tu existencia 
La paz vendrá á turbar el extranjero: 
Eres libre dos veces ; tu presencia 
Infundirá pavor al mundo entero 
Al recordar tu doble independencia. 



142 



POETI8A8 MEXICANAS. 



ES MENTIRA. 



Nifia gentil y hechicera, 
De negros ojos dormidos, 
Cierra tus castos oídos, 
No oigas tan dulce quimera* 
¡Dice que te ama! mentira; 

¡ Ya te escucho ! 
Hombre que mucho suspira, 
Finge mucho. 

Dice que la noche pasa 
En tu hermosura pensando, 
T que si duerme, soñando 
Te ve entre nubes de gasa. 
Aunque en hablar soy sucinta, 

Debes creerme ; 
Quien más desvelos te pinta, 

Más bien duerme. 

Dice que tus esquiveces 

Y tus desdenes le matan, 
Que más á tu imperio le atan 
Tus desprecios y reveses ; 
Mas va á otra parte, y de fijo 

Es felice, 

Y lo mismo que te dijo, 

A otra dice. 

Dice que loco te adora, 
Que causas sus desvarios, 

Y que viendo tus desvíos 
Como débil niño llora. 
No dudo llore el tirano 

Con enojos, 
Cuando el humo del habano 
Da en sus ojos. 






i 



SI -"l."* .-3UTM — J 



REFUGIO BARRAGAN DE TOSCANO. 



145 



Para que este nuevo año que comienza 
No traiga sobre mí tus maldiciones, 

Y próspero 6 adverso se encamine 
A tí, Señor de reyes y señores. 

No te pido riquezas, ni te pido 
De este piélago inmundo los honores ; 
Me basta con tu amor que es tan inmenso 

Y que es la fuente de inefables goces. 

Me basta con tu amor para que vengan 
Unas de otras en pos las estaciones, 
De abundantes espigas coronadas, 

Coronadas de frutos v de flores. 

•> 

Mas te pido, Señor, que no me falten 
La esperanza y la fe de mis mayores, 
Para luchar contra los mil escollos 
En que naufraga sin cesar el hombre. 



■«» » 



-* ■ ^ ^m*^^^ 



146 



POETISAS MEXICANA8. 



JOSEFINA PÉREZ DE GARCÍA TORRES. 



PÁGINAS DEL CORAZÓN. 

RECUERDOS. 

Le bou ven ir, presen t celeste 
Ombre des biens que Fon n'a plus, 
Est encoré un plaisir qui reste 
Apres tous ceux qu'on a perdus. 

Comte L. Ph. de Séoub. 

¡ Pálidos sueños que en la mente mía 
Vivís aún con vuestro triste halago! 
I Dulces encantos que el amor un día 
Me prometió con lánguida armonía 
Entre el susurro del ambiente vago ! 

¡Tiernos suspiros de soñada gloria 
Que mi intranquilo pecho aún estremecen ! 
¡ Pobres fragmentos de pasada historia, 
Que al venir á posarse en mi memoria 
Dolores y pesar sólo me ofrecen ! 

¡ Auras divinas de murmurio leve 
Que al desplegar sus perfumadas alas, 
Me vienen á brindar su halago breve ; 
Mas luego el soplo del dolor aleve 
Desgarra impío tan brillantes galas ! 

¡ Ecos del alma que en afán doliente 
Remedan sin cesar dulce quimera ! 
¡ Áureos celajes que en mi mustia frente 
Dejaron una huella tan ardiente 
Como es ai-diente la ilusión primera ! 




l 



REFUGIO BARRAGÁN DE T08CANO. 



143 



Te dice que eres muy beila, 
Que como tú no hay ninguna ; 
Cuando te llama su luna, 
Es que tiene sol y estrella. 
Que es como la mariposa, 

Va serena 
Volando de rosa en rosa ; 

No se llena. 

No te le muestres liviana, 
Guarda de tu amor la esencia ; 
Si hoy juega con tu inocencia, 
Se reirá de tí mañana. 
Niña gentil y hechicera, 

Ve con tiento ; 
Lo que te dice es quimera, 

Humo y viento. 

Ese amor como la ondina 
Vive de ruido y alarma: 
T amor que nace del alma, 
No lo dicen, se adivina. 
Pues temiendo hacer agravios, 

O sonrojos, 
Muestra el fuego de los labios 

En los ojos. 



INVOCACIÓN AL TODOPODEROSO. 



PARA EL PRIMER DÍA DEL AÑO. 

¡ Oh Dios ! de cuya diestra poderosa 
Dependen los destinos de los hombres, 
Y á cuya voz con estallido ronco 
Vibran los rayos, se estremece el Orbe : 



36 



144 



POETISAS MEXICANAS. 



Tú, cuyo Ser el universo adora, 

Y cuya Majestad nadie conoce 

Sino al través de un velo impenetrable, 
Velo que sólo nuestra fe descorre : 

Tú, que ves lo pasado y lo futuro, 

Y lo presente pródigo dispones, 
Que descansas en trono de brillantes 
Sobre millares de esplendentes soles : 

Tú, que das vida á todo lo que existe, 
Desde el junquillo hasta el altivo roble, 
Desde la mar que brama hasta el riachuelo, 
Desde el insecto mísero hasta el hombre : 

Tú, que desde antes de que yo naciera 
Ya me amabas solícito, y de entonces 
Ya pensabas verter tu sangre pura 
Para lavar mis crímenes enormes : 

Tú, que en mi juventud me diste esfuerzo 
Contra el férreo dogal de las pasiones, 

Y en mi niñez mis pasos dirigiste 
Librándome de riesgos y temores: 

Tú, que me diste un padre bondadoso 
Que endulzara mis penas y dolores, 

Y mía madre también que cariñosa 
Me arrullara con besos y canciones : 

Tú, de quien cada día, á cada instante 
Recibo beneficios y favores, 
Los que apenas me vienen de tu mano 
Cuando mi alma sin fe los desconoce : 

Tú, en fin, que como padre providente 
Mis penas calmas y mis ruegos oyes, 
Derrama en mí tus bendiciones santas, 
Cúbreme de tus gracias y tus dones, 



k 



JOSEFINA PÉREZ DE 




k 



J08EF1NA PÉREZ DE GARCÍA TORRES. 



147 



¡ Flores marchitas que en mi acerbo llanto 
De sus hojas aún guardo el perfume! 
¡ Triste recuerdo de fugaz encanto, 
Que mi existencia condenó al quebranto 
T poco á poco mi valor consume ! 

¡ Albas visiones que al influjo blando 
De mi pasión febril miré tan bellas! 
¡ Ráfagas de oro que al pasar besando 
El éter de zafir, iban marcando 
Áureo camino de sin par estrellas ! 

¡ Puros fulgores de la tenue aurora 
Que alumbraron fugaces mi ventura! 
¡ Vagos rumores que al gemir ahora, 
Aun me encanta su acento y me enamora, 
Sabiendo que es mentida su ternura! 

¡ Sombras que vagan cuando á mi alma asiste 
De la dicha un destello que no alcanza! 
¿ Por qué el bien que se llora y ya no existe 
Deja un pesar ai corazón, tan triste, 

Como es triste un amor sin esperanza ? 

« 

¡ Ay ! no lo sé ; pero fulgor ó sombra, 
Aura ó suspiro, tempestad ó calma, 
Ensueño ó flor, ó ráfaga que asombra, 
Son los recuerdos que mi labio nombra, 
Y que serán de mi existencia el alma. 



¡VEN! 



¡ Oh ! ven á mí que en mi dolor te llamo 
Para apagar en tus pupilas bellas 
La psíquica pasión en que me inflamo ; 
Ven, y de amores, al oir que te amo, 
Temblarán envidiosas las estrellas- 



1 



37 



148 



POETISAS MEXICANAS. 



Ven, que ja el aura con amante giro 
Murmura en torno del nenúfar que amas, 

Y en bu nectario entusiasmada aspiro 
£1 perfume que exhala tu suspiro 
Cuando las notas del laúd derramas. 

Ven, que si el mundo con pesar y enojos 
Te hace inclinar la frente entristecida, 
Aun tienen llanto que verter mis ojos, 

Y partidos entre ambos los abrojos, 
Una será tan sólo nuestra vida. 



SONETOS. 



EL ATEO. 

Guando el rayo del sol tenue resbala, 
Del mar la superficie tornasola, 

Y la argentada espuma de cada ola 
Biza y extiende de la brisa el ala. 

En el zafiro de esplendente gala 
La luz del sol las nubes arrebola, 

Y en su barquilla tierna barcarola 
El pescador con dulce voz exhala. 

Al ver aquella escena, del abismo 
En que el alma yaciera del ateo, 
Surge una luz, destello de Dios mismo, 

Y exclama de rodillas: "¡Devaneo 
Era, Señor, mi falso escepticismo : 
Existes, sí, y en tu grandeza creo." 



JOSEFINA PÉREZ DE GARCÍA TORRES. 



149 



II 



FLOR DE UN DÍA. 

"En alas de la brisa vagarosa 
Recibe los suspiros que te envío ; 
Puros como la gota de rocío 
Que guarda el cáliz de lozana rosa." 

Así dijo una niña primorosa 
A la margen de un manso y claro río, 
Que de la ausencia ante el dolor impío 
Inclinaba la frente pesarosa. 

Al escuchar sus quejas una ondina 
Sobre una nube de cresp<5n flotante 
Le dice con cadencia peregrina : 

11 No llores, que el amor dura un instante, 
Y en sus giros el aura vespertina 
Se llevó las promesas de tu amante." 



III 



TJN SUEÑO FUÉ NO MAS. 



Soñé que al suave impulso del ambiente 
Luchaba yo con mi dolor á solas, 
Y al acaso flotaba entre las olas 
Al ronco tumbo de la mar hirviente. 

Que entonces de tu voz oí la ardiente, 
Dulce expresión en tiernas barcarolas ; 
Tu frente circundaban aureolas 
Del fuego de la gloria indeficiente. 

Por tus trovas de amores fascinada, 
A tus brazos llegué cuando amoroso 
Tu labio un paraíso me ofrecía. 

Uní mi alma á la tuya apasionada ; 

Diste en mi frente un ósculo fogoso 

¡ Todo fué una ilusión del alma mía ! 



150 



POETI8A8 MEXICANAS. 



IV 



¿De dónde vienes, ave peregrina, 
Que el éter mides con tu raudo vuelo? 
¿ Quieres acaso remontarte al cielo 
En alas de la brisa vespertina? 

¿Buscas, como la linfa cristalina 
Que cruza el prado con amante anhelo, 

Otro ser que mitigue tu desvelo ? 

¿Quién eres? ¿Dónde vas, ave divina? 

— Donde voy ¡no lo sé! Vago llorando; 

Siento mi corazón marchito y muerto; 
Que á sufrir el destino me condena- 

— Yo también, como tú, marcho cruzando 

De mi existencia el perennal desierto ! 

— Entonce eres mi hermana, ¡soy la pena! 



V 



EL BESO. 

En el follaje de la selva un día 
Hallé una flor de esencia deliciosa, 

Y en sus pistilos una mariposa 
Que su amor con la vida le ofrecía. 

"Yo te adoro, mi bien, le repetía 

Nada temas : la estrella luminosa 
Que ora brilla en el cielo misteriosa, 
Es quien tu suerte con mi suerte guía." 

La bella flor con lánguida ternura, 
Trémula de pasión y de embeleso, 
Doblando al suelo su corola pura, 

"Te adore," dijo con febril exceso 

Y en ese instante de sin par ventura, 
Confundieron sus almas en un beso. 






i 



JOSEFINA PÉREZ DE GARCÍA TORRES. 



151 



VI 



GOTAS DE LLANTO. 

Pasa el aura con lánguido suspiro 
Entre las flores del ameno prado ; 
Pasa vertiendo su fulgor plateado 
El astro de la noche en blando giro. 

Pasa abril con sus galas que yo admiro, 
Y el invierno también triste y velado ; 
Pasa la juventud, sueño encantado, 
Ángel de luz con alas de zafiro. 

¡ Todo pasa ! El amor, las ilusiones 

¡ Son un sueño no más ! ¡ Falaz encanto 

Que viene á emponzoñar los corazones ! 

Así muere también el triste canto 
Que entono de pesar y decepciones, 
¡Y eterno es sólo mi angustioso llanto 1 



VII 

Véspero tenue su fulgor resbala 
Cuando la noche su capuz extiende, 

Y el insectillo que su vuelo tiende 
Liba en la flor la aroma que se exhala. 

Entre las nubes de brillante gala 
Surge la luna que su rayo esplende, 

Y á su influjo feliz al fin desciende 

La opaca bruma que al crespón iguala. 

Así al fulgor que emana de la ciencia, 
Alumbrando el camino de la gloria, 
Se abre á la luz la oculta inteligencia ; 

Y después de esta vida transitoria, 
Como guarda la flor su pura esencia 
Nuestro recuerdo guardará la historia. 



38 



POETISAS MEXICANAS. 

VIII 

MI ILUSIÓN . 

Canta la alondra cuando el sol divisa 
Para calmar la pena que la acosa, 

Y entre el ramaje la torcaz llorosa 
Arrulla tierna, á su pasión, sumisa. 

Al dulce halago de la mansa brisa 
Se agita la pintada mariposa, 
T el néctar liba de la blanca rosa 
Que guarda entre su cáliz indecisa. 

Sólo yo triste en mi penar llorando 
Con mi desdicha y mi dolor me pierdo, 
T el erial de mi vida iré cruzando 

Sin dejar ni una huella ni un recuerdo; 
Pues la ilusión de mi alma más querida 
Entre sombras la miro ya perdida. 

IX 
PÁGINAS DEL CORAZÓN. 

El astro de mi fe ya en lontananza 
Miro perdido, en tanto que las flores 
De tu amor, sin perfumes ni colores, 
Nada tienen que halague mi esperanza. 

En medio del dolor mi pecho lanza 
Suspiros que revelan mis temores; 
Siento en el alma bárbaros dolores 
Que á mitigar tu amor quizá no alcanza. 

¿Qué es pues mi vida, sin la fe y creencia? 
Caos de sombra y de penar impío, 
Pues el mundo en su cruel indiferencia 

No comprende el amargo llanto mío ; 

Y cual ola fugaz va mi existencia 
El mar cruzando del dolor sombrío. 



fi";:;3ca cahlci 



FRANCISCA CARLOTA CUELLAK. 



153 



FRANCISCA CARLOTA CUELLAR, 



AUSENCIA. 

i Lejos de tí ! Perdida la esperanza 

De volver á estrecharte entre mis brazos ; 
Deshechos para siempre aquellos lazos 
Que más íntima hicieron nuestra unión : 

Sin poderte decir cuánto padezco ; 
Sin saber si tú me amas cual te adoro ; 
Si lloras ó has llorado como lloro ; 
Si conservas de mí alguna ilusión. 

¡Oh! ¡qué lentas las horas me parecen! 
¡ Qué pesado es el aire que respiro ! 
Hasta la luz del sol pálida miro ; 
Hallo sombra y tristeza por doquier. 

Son mis noches de lágrimas é insomnios ; 
Encuentro amarga hiél en mi alimento; 
No he tenido de calma ni un momento; 
No ha cesado mi horrible padecer. 



Al separarnos ¡ ay ! sentí que el alma 
Me arrancaban de un golpe bruscamente ; 
Un peso enorme doblegó mi frente 
T caí entre las garras del dolor ! 

Y exhaló mil tristísimos gemidos ; 
Me inundé en los raudales de mi llanto ; 
Porque eran de mi vida el solo encanto, 
Único objeto de mi ardiente amor. 



151 



POETI8A» MBXICA9AB. 



¡ Y los años transcurren ! Pasa el tiempo, 

Y nunca llega para mí la hora 

De escuchar tu palabra seductora 

Siquiera el eco de tu dulce voz 

Yo no puedo vivir sin contemplarte ; 
No soporto ya más tan larga ausencia; 

Ella abrevia los días de mi existencia 

¡ Sí, me consume este pesar atroz ! 

Mas si ya no he de verte ; si el destino 

Ha puesto entre tú y yo grande barrera 

¿ Qué más felicidad apeteciera 
Que dejar al instante de existir? 

Allá do todo acaba, acabaría 
El frenético amor que por tí siento ; 
Mis lágrimas amargas, mi tormento, 
Este grande agudísimo sufrir. 



COMPOSICIONES FESTIVAS 



AYÚDEME USTÉ 1 SENTIR. 

Ha estado usted en reuniones 
De trentes acomodadas; 
En bailes, en tamaladas, 
Conciertos, comclitones, 
¡ Y perdió las ilusiones, 

Y ya no más quiere ir! 

El por qu<5 voy á decir. 
Aunque esto no es un proceso. .. 

Mas justamente por eso 

Ayúdeme usté <f sentir. 





FRANCISCA CARLOTA CUELLAR. 



155 



Vio usted á varias "pollitas" 
De familias distinguidas, 

Tocando el piano, instruidas, 
Elegantes y bonitas ; 
Con toilettes tan exquisitas, 
Que no hubo más que pedir; 
Pero llegó á descubrir 
Que niñas tan hechiceras, 

Son crueles altaneras 

Ayúdente usté á sentir. 

Que en grupos 6 carriUitos, 
Sólo de novios platican ; 
Que cuanto miran critican 

Con insolencia y á gritos 

¡ Benditos padres ! ¡ benditos ! . 

Que olvidando el porvenir, 
No cuidan de introducir 
En aquellos corazones 
De la moral las lecciones 
Y. • . . ayúdente usté á sentir! 



No es nada más la instrucción 
La que hace á una niña buena; 
Lo que de virtud la llena 
Es la fina educación. 
Ella forma el corazón 
Obligándolo á latir 
Por el continuo sufrir 

Del enfermo, el desgraciado 

¡ Mas no las han educado, 

T ayúdeme usté á sentir! 

Vio también jamonas finas, 
Que aun se conservan hermosas; 
Pero tontas, orgullosas, 



39 



POETISAS MEXICANAS. 

Y con lenguas viperinas 

Flores con muchas espinas 
Que nadie quiso admitir, 
Y. . . . quedáronse á vestir 
Al buen ladrón y otros santos. . . . 

Por eso hieren á tantos 

Y. . . . ayúdeme usté á sentir! 

Hubo pollos entumidos, 
A cartujos semejantes, 
Que de la reunión distantes, 
Estaban casi dormidos. 
Otros bruscos, atrevidos, 
En continuo ir y venir, 
Que no quiero describir; 
Porque estos medio salvajes 

Son hijos de personajes 

Y ayúdeme usté d sentir ! 

No faltaron cotorrones; 
De estos tipos hubo varios ; 
Unos, ricos, millonarios, 
Otros, pobres, camaleones. 
Mas todos con pretensiones, 

Y procurando lucir 
Ya su lujo en el vestir, 

Ya su gracia irresistible 

Y es todo esto tan risible 
Que ayúdeme usté á sentir! 

Y tanto, tanto ha encontrado, 
Que tuvo usted mil razones 
En perder las ilusiones 

Y quedarse fastidiado. 
Pero un mal tan arraigado 
¿Quién pudiera corregir? 



FRANCISCA CARLOTA CUELLAR. 



157 



Deje las cosas venir, 

Debemos ser indulgentes 

Mas los yerros de las gentes, 

; Ayúdeme usté á sentir! 



CASAS DE VECINDAD. 

Lector, si usted no tiene ni ha tenido 

Jamás necesidad 
De habitar esos antros que se llaman 

Casas de vecindad ; 
Si allí no se ha encontrado ni un momento, 

¡ Ay ! no puede saber 
Cuánto sufre quien va por su desdicha 

En ellas á caer! 

Un poco le diré para que niegue 

Al cielo sin cesar, 
Por los que el cáliz de amargura tanta 

Por fuerza han de apurar. 
Entra usted al zaguán, y en el instante 

¡Se asfixia! ¡cree morir! 

Algo hay tras de la puerta que ni debo 

Ni quiero describir ! \ 

Tropezando con palos, lodo, harapos, 

T piedras de lavar, 
Llega frente al tugurio del casero, 

Que está en primer lugar. 
Siguen gallos, palomas y pericos, 

Que unidos verá usté, 
Con pájaros, gallinas, perros, gatos, 

¡ Toda el arca de Noé ! 
Y entre montes de tiestos y cajones 

Conteniendo ¡ qué horror ! 

Yerbas secas, abrojos, telarañas, 

T ni una triste flor 



158 



P0ETÍSA8 MEXICANAS. 





Entre éstos y mil bosques de basura, 
Apenas si se ven 

ITna que otra cabeza enmarañada 

En cambio hay ojos ¡ cien ! 

Que contemplan á usted como si fuera 

Un extraño animal ; 
le clavan miradas que lo hieren 

Lo mismo que un puñal : 
Tormentos imposibles que usted debe 

Resignado sufrir, 
Si quiere con aquellos sus vecinos 

En santa paz vivir, 
Después de los estorbos y trebejos 

De aquel patio infernal, 
Encuentra una escalera destruida, 

Angosta, desigual; 
Y debajo de cuerdas que figuran 

Arcos ó* pabellón, 
De las que cuelgan trapos destilando 

Agua negra y jabón, 
Pasa sucios y tristes corredores, 
Hasta que puede hallar 
La vidriera ó* portón desvencijado 
Que resguarda su hogar. 

Pero en él sufrirá mayores penas 

Allí hay la esclavitud 
De no gozar ni un rato de silencio, 
De calma, de quietud ; 

Porque se oyen, ya el grito penetrante 

De un pequeño bebé 

A quien dejan llorando noche y día 

Lector, ¿ lo creerá usté ? 
Ya las risas y cantos de un perico, 

Que está sin descansar 
Repitiendo "lorito, ¿eres casado?" 

Y después ¡á chillar! 



/ 





* 



FRANCISCA CARLOTA CUELLAR. 



159 



Ya la zambra insufrible de muchachos 

Que vienen en tropel 
Imitando á Ponciano y Mazzantini 

Allá en el redondel. 
; Y aquellos picadores ! y aquel toro 

Bravísimo, feroz! 

Para hablar 6 reír esfuerzan tanto 

Su destemplada voz, 
Que le parece á usté que en sus oídos 

Clavaron un buril, 

Y reniega de diestros, de corridas, 

De toros y toril. 
Termina el toreo aquel, pero es difícil 

Que logre descansar, 
Porque ya en la vivienda más cercana 

Comienzan á cantar ; 

Y tiene usté que oir por muchas horas 

Una misma canción : 
I Notas desafinadas y tan largas, 

Que ¡ntenninab.es son! 

Por allá el piano tocan á porrazos. 

Con rabia ó frenesí; 
Por acá sólo estudian, mas no salen 

Del simple do, re, mí 

Y como ya está ronco el instrumento 

Que piano-forte fué, 
Es algo parecido á cencerrada 

Lo que le dan á usté. 
Auméntase el conjunto de ruidos 

Con el tenaz ladrar 
De una gruesa de perros, que ha espantado 

El gendarme al entrar, 
Pues riñe un matrimonio, y los vecinos 

Lo remiten al juez; 

Y hay lágrimas, silbidos, y blasfemias, 

Y risas á la vez ! 



40 



Wp 



rfJ*TÍ*A» MEX3CA3AM. 



Van al fin km esporo*» á chirona, 

Pero en la vecindad 
Quedan de coarto á cuarto munnurando 

Cruelmente, sin piedad 

Una por una da los pormenores 

De lo que pudo ver, 
Durando aquellas charlas y alboroto 

Hasta el amanecer ! 

£1 murmullo de voces que usted oye, 

Quiera 6 no quiera oir, 
Le hace pasar la noche sin que pueda 

ün instante dormir; 

Y cuando intenta conciliar el sueño 

Porque se siente mal, 
Empieza de los pájaros y gallos 
El canto matinal ; 

Y el entrar y salir de los vecinos 

A paso muy veloz 
Produciendo en el suelo sus tacones 

Un estrépito atroz ; 
De los que hacen allí botín comente 

El eterno golpear ; 
Los gritos de mujeres, de animales, 

De niños y ¡lámar! 

No viva usted jamás en esas casas, 

Apreciable lector, 
Pues hablé de los males más pequeños; 

Me falta el mal inavor 

Los apodos, calumnias, burlas, chismes, 

Odios v enemistad. 
Que tiene que sufrir todo el que se halla 

En una vecindad : 
Y tanta tanto, que es mejor callarlo;..., 

Tan s<51o le diré 
Que á los que están sufriendo esos martirios 

Los compadezca ust& 



\ 



\ 





luz a. núSez ds garcía. 161 



LUZ G. NÚSEZ DE GARCÍA. 



LA PRENDA DE AMOR. 

Eunice la bella, sencilla pastora, 
De frescas mejillas y boca infantil, 
De gracias portento, beldad seductora, 
Risueña y alegre como alba de abril, 

Al prado una tarde bajó presurosa, 
La frente adornada de blanco jazmín, 
Prendida en el pecho fresquísima rosa 
Que de sus mejillas envidia el carmín. 

Llegóse á la fuente por ver retratada 
Del agua en el fondo su tierna beldad ; 

Y al verla, la fuente movióse turbada ; 

T Eunice, sonriendo con gracia y bondad, 

"No muevas, le dijo, tus aguas tan presto, 
"Que en ellas yo quiero mi rostro mirar; 
"La tarde ya espira, el sol ya se ha puesto, 
"Y al bosque al instante yo debo llegar. " 

La fuente quedóse de nuevo tranquila; 
La bella pastora su faz inclinó; 

Y en ella fijando su hermosa pupila, 
Eunice de nuevo con gracia sonrió. 

Mirtilo, que absorto y amante la mira, 
Oculto hasta entonces tras verde arrayán, 
Fijando sus ojos en ella, suspira 

Y tímido quiere decirle su afán. 



POETISAS MKXICAKAS. 



Se acerca turbado, la voz conmovida, 
T "niña, le dice, si quieres mirar 
" Tu faz seductora que encanta mi vida, 
" Que roba mi calma, que me hace llorar, 

"Deten un momento tus ojos hermosos, 
"Mirando en los míos tu rostro infantil, 
"Tus frescas mejillas, tus labios graciosos 
" Tu frente serena como alba de abril. 

" Y dame esa rosa que llevas prendida, 
"Eunice, te ruego; no me hagas sufrir. 
" Yo quiero que me ames ; tu amor es mi vida ; 
"Si no oyes mi ruego, verásme morir." 

La joven del pecho desprende la rosa, 

Y "toma, Mirtilo, le dice, la flor; 

" Consérvala siempre cual prenda valiosa, 
"Pues ella te lleva consigo mi amor." 

— "Eunice, te juro mi amor verdadero, 
"Y siempre dichoso verásme desde hoy: 
"En prenda te ofrezco el blanco cordero 
"Que siempre me sigue doquiera que voy. 

— "Adiós; es muy tarde, la joven murmura; 
"Adiós, á mi choza yo debo llegar; 

"Jamás olvidarte mi fe te asegura, 

" Y en mi alma grabada tu imagen llevar." 

— " Eunice, al oirte de amor me extasío, 
"Que dicha tan grande jamás merecí: 
"Y ya que te alejas, recuerda, amor mío, 
" Que triste, muy triste me quedo sin tí." 

Perdióse en el bosque la joven ligera 
Cual tímida cierva que ve al cazador; 
El manso gustoso siguió su carrera, 

Y triste á su choza volvióse el pastor. 



LUZ Q. NÚÑEZ DE GARCÍA. 



163 



La tarde callada sus luces postreras 
Allá tras el monte lejano ocultó; 
La noche en el cielo prendió sus lumbreras, 
T el campo en silencio de nuevo quedó. 



AMOR T LLANTO. 



FRAGMENTO, 

Quiero decirte que te amo 
Con un amor tan inmenso, 
Que ya en mi pecho no cabe 
Amor más anuente y tierno. 
Te amo como aman las flores 
Del sol el rayo primero 
Que hace temblar en su cáliz, 
Como lágrima del cielo, 
Fresca gota de rocío ; 
Como el arrebol risueño 
De la esplendente mañana 
Ama el cefirillo tierno 
Que suspira cariñoso 
Entre las hojas del trébol; 
Como las auras del bosque 
Aman el fresco arroyuelo; 
Como la tórtola amante 
Ama el sauce y el desierto ; 
Como la pálida tarde 
Ama á su hermoso lucero ; 
Como se quieren ardientes 
Los serafines del cielo. 

* 

¡ Así te quiere mi alma ! 
Por eso yo me entristezco 
Cuando no miro tus ojos 
Que son de tu alma el espejo ; 



41 



L. 



POETISAS MEXICANAS. 

Cuando no estrecho tu mano, 
Ni en tu cariñoso pecho 
Puedo contar los latidos 
De tu corazón, que inquieto 
Quiere abrasarse en la llama 
De amor que en el pecho tengo. 
Por eso pálida y triste 
Como las flores de invierno, 
A todas horas suspiro, 
A todas horas me quejo, 

Y gimo desventurada 
Como gime sin consuelo 
La tortolilla que ausente 
Se ve de su amado dueño. 
Suspiro como las flores 
Que, lejos del patrio suelo, 
Allá en clima muy remoto 
Lloran su triste destierro, 
Sin sus brisas, sin sus auras, 
Sin los cariñosos besos 

Del céfiro que amoroso 
Las meció cuando nacieron. 
Por eso lloran mis ojos, 
Porque yo sin tí me muero, 
Que eres la luz que me alumbra, 
Mi dulce paz, mi consuelo. 

Ámame siempre, bien mío, 
Tan apasionado y tierno 
Como me quieres ahora ; 

Y nunca se extinga el fuego 
De ese corazón que es mío, 
Que en ól abrasarme quiero 
Hasta que ya no palpite 
Mi corazón dentro el pecho. 
Mírenme siempre tus ojos 



LUZ G. NÚÑEZ DE GARCÍA. 



165 



Tan apacibles y tiernos ; 
Háblenme siempre de amor 
Con sus miradas de fuego, 
Pues me siento muy dichosa 
Cuando me retrato en ellos : 

Y déjame contemplar 
Siempre tu rostro risueño ; 
Deja que de amor suspire, 
Reclinándome en tu pecho, 

Y que de tu voz escuche 
El suave y dulce acento. 
Ámame siempre, bien mío, 
Tan apasionado y tierno 
Como me quieres ahora ; 

Y nunca se extinga el fuego 
De ese corazón que es mío, 
Que en él abrasarme quiero 
Hasta que ya no palpite 
Mi corazón dentro el pecho. 



A TOTA TÓRTOLA. 



¿ Por qué, tortolilla triste, 
Das al aire tantas quejas? 
¿Qué angustia te oprime el alma? 
¿Qué dolor tu pecho llena? 

¿Acaso has visto alejarse 
Al dueño de tu existencia 

Y por eso dolorida 
Suspiras de esa manera? 

¿ Desde cuándo te abandona 

Y a padecer te condena? 

¿ Desde cuándo no te mira 

Y de tu nido se aleja? 



POETISAS MEXICANAS. 



Vienes tu pena á confiarme 
T quieres que te comprenda, 
Sin duda porque conoces 
Que igual dolor me atormenta. 

Como tú también yo vengo 
Á llorar junto á esta peña, 
Cuando declina la tarde, 
Cuando se abre la azucena. 

Así como tú, llorando 
Pasaré mi vida entera, 
Porque á mi dueño no miro 
T, esquivo, su amor me niega. 

Aquí vengo para enviarle, 
Sobre las auras serenas, 
Mis cariñosos suspiros 
T mis amorosas quejas. 

Vengo á recordar las horas 
En que alegre y satisfecha, 
En su pecho reclinada 
Viví de delicias llena. 

En este sitio dichoso 
Le miraba. ¡Qué contenta 
Deslizábase mi vida 
Quieta, apacible y serena! 

Esta fuente su murmurio 
Nos daba lánguida y tierna, 
T blando y mullido asiento 
La verde y húmeda yerba- 
Nos arrullaban con cantos 
Las avecillas parleras, 
Y nos daban sus aromas 
Las flores de la ribera. 



luz a. núSez de garcía. 



167 



Y bajo aquella magnolia, 
Que altiva su tallo eleva, 
Con mi mano entre las suyas 
Me ha prometido fe eterna. 

Más acá, junto á la tapia 
Que cubre la madreselva, 
" Adiós," me dijo, ofreciendo 
Para otro día su vuelta. 

Y han pasado muchos días, 
Muchos ¡ ay ! sin que le vea, 

Y le espero sin cesar, 
Triste, amorosa é inquieta. 

Y cuando miro del alba 
Asomar la luz primera, 
Entre su manto de rosa 
Miro mi esperanza envuelta. 

Y le espero todo el día, 
Pero es en vano no llega; 

Y cuando la tarde espira 
También mi esperanza es muerta. 

La noche me encuentra sola, 
Sumergida en mi tristeza, 
Llorando mi desventura, 
Llorando su triste ausencia. 

Y ya que el cielo dispuso 
Que igual suerte nos cupiera, 
Ven y seremos amigas; 

Ven y conmigo te queja. 

Ven á contarme que sufres, 

Y te contaré mis penas; 

Y tú, tórtola inocente, 
Serás mi fiel mensajera. 



42 



POETISAS MEXICANAS. 

Te esperaré por la tarde, 
Escondida en la arboleda; 

Y en Becreto allí sabrás 
El dulce nombre que lleva. 

Anuncíale que te envío, 
Después de darte por seña 
Una rama de este sauce 
T esta olorosa verbena. 

Díle que en mi corazón 
Guardo todas sus promesas; 
Que moriré si no me ama 

Y si de mí no se acuerda. 

No le busques en bullicios 
Ni en medio de locas fiestas, 
Ni entre el común de los hombres 
Pienses que encontrarse pueda. 



Vuela, pues, mi fiel amiga; 
Cruza el espacio ligera, 
Y si logras encontrarle, 
A darme vuelve la nueva. 



REFUGIO ARGUMEDO DE ORTIZ 



MARÍA DEL REFUGIO AROUMEDO DE ORTIZ. 



169 



MARÍA DEL REFUGIO AROUMEDO DE ORTIZ. 



HOGAR. 

¡Hogar! bendito hogar, nido de amores; 

Asilo contra el mal y los dolores, 
Donde el alma respira enajenada 
Las brisas del encanto y la ternura, 
Húmedas con la esencia de las flores. 
Templo sagrado de cariño santo, 
Donde el ángel risueño de la dicha 
Tiende su azul y perfumado manto 
Entre celajes de oro; 
Arca que guarda de ternura innata 
Espléndido y riquísimo tesoro ; 
Donde se encuentra la bendita calma 

Y se dilata en lo infinito el alma. 
Aquí mi corazón late tranquilo ; 

Oigo en su fondo mágica armonía, 

Arrullos y suspiros 

Que encantan mi existencia, 

Encendiendo la idea, 

Entre iris esplendentes de colores, 

Y estrellas y luceros 
Que brillan suavemente, 

Besando con su luz mi mustia frente. 

Olvido aquí mi pena y mi desvelo, 
Mi angustia y mi amargura,. 
De mi vida la negra desventura. 



O POETISAS MEXICANAS. 

Cercada de mis hijos dulcemente, 
Me aduermo enajenada, 
Viendo brillar en sus lucientes ojos 
La hermosa luz de mágica alborada. 
i Aquí bajo su influencia y su cariño, 

Olvido mi desvelo, 
Porque es su voz sonora melodía 
Con sus notas dulcísimas del cielo. 

Aquí no me persiguen los dolores, 
La envidia y el quebranto ; 
Que al ver el grupo de mis tiernos hijos, 
Gozo risueña placentero encanto. 

Oasis de flores en mi erial camino, 
Que el sol inunda con sus rayos de oro, 
Donde escucho sonora melodía, 
Do no hay rencores ni fatal mudanza, 
Donde me alumbra con su luz divina 
El ángel ideal de la esperanza. 

Cuántas veces suspiro enamorada 
Contemplando á mis hijos dulcemente; 
Son ellos la ilusión más nacarada 
Que se agita en mi mente ; 
Un poema divino 

De ensueños, de esperanzas y de flores ; 
Un idilio del cielo 
Que cubro un ángel con su blanco velo. 

Los contemplo extasiada, 
Y al escuchar su acento peregrino, 
Hallo valor en mi letal quebranto 
Pava luchar con el fatal destino. 

Es mi bendito hogar un cuadro hermoso, 
Donde habita el amor, reina la calma : 
Unos hijos modelo de ternura, 
Abnegados, sufridos. 



MARÍA DEL REFUGIO ARGUMEDO DE ORTIZ. 171 

Encanto lisonjero de mi alma; 
Una madre que sufre resignada 
T que goza un edén de bienandanza 
A la luz sideral de su mirada. 

¡ Hogar ! ¡ bendito hogar ! aquí respiro 

Y olvido el egoísmo emponzoñado ; 
Aquí con el cariño de mis hijos 
Se dilata mi seno apasionado. 

Mira, Señor, desde tu inmensa altura 
A una madre que sufre y que te implora ; 
Deja caer tu bendición sagrada 
Sobre su mustia frente ; 
Escucha nuestro acento, 

Y no dejes, Dios mío, me consuma 
La tristeza mortal, el desaliento. 

Oye mi voz que con fervor te implora ; 
Oye de mi alma el tembloroso grito, 

Y cubre con tus alas de diamante 

Los hijos de mi amor, mi hogar bendito. 



RECUERDO TRISTE. 



¡ Qué triste late el corazón ardiente ! 
En hondo duelo sin cesar suspira, 

Y en mi memoria el pensamiento gira, 
E inclino mustia mi abatida frente. 

El ángel del dolor mi canto inspira ; 
Hay átomos de fuego en el ambiente, 

Y en mi dolor crudísimo y profundo, 
Negro desierto me pareee el mundo. 

Yo recuerdo en mis horas de amargura 
Una tarde en que el sol iba muriendo, 

Y la noche con negra vestidura 
Iba su manto en el zafir tendiendo. 



43 



POETIHAM MEXICANAS. 



La blanda brisa que de amor murmura 
Suspiraba tristísima gimiendo ; 

Y la madre de mi alma agonizaba; 

Y en mí sus ojos con afán clavaba. 

Yo la veía con intenso anhelo ; 

Y á la luz de una lámpara muñen te, 
En amargo, terrible desconsuelo, 
Miré palidecer su blanca frente. 

Alcé los ojos con dolor al cielo 

Cn suspiro exhalé, triste, doliente 

Volví á mis hijos la mirada incierta 

La madre de mi amor, estaba muerta.... 



DESALIENTO. 

Tiembla en el cáliz de la blanca rosa 
La gota cristalina de rocío; 
Cruza ligero murmurando el río ; 
La niebla se levanta vaporosa: 

Gime suave la brisa vagarosa 
Entre arboleda de ramaje umbrío, 
Y en las noches templadas del estío 
La luna se desliza misteriosa 

Sólo mi alma, de duelo entristecida, 
Vaga entre sombras de letal tormento 
Con la esperanza y la ilusión perdida : 

Me agobia sin piedad el sufrimiento; 
Que al emprender mi madre la partida, 
En brazos me dejó del desaliento. 



MARÍA DEL REFUGIO ARQUMEDO DE ORTIZ. 



173 



DESOLACIÓN. 



Las puertas del hogar no se han cerrado 
Desde que él se alejó,. 

Las flores del pensil se han marchitado ; 
La dicha se ahuyentó. 

Ya no cantan las aves dulcemente 

Y se ha ocultado el sol : 
El arroyo suspira tristemente, 

Y gime el corazón. 

Las paloma* en banda se alejaron, 

Buscando el cielo azul : 
Las montañas de nieve se ocultaron 

Y reina la inquietud. 

Las brisas de la noche suspirando, 
Se agitan al pasar; 

Un adiós van ligeras modulando, 
Los mirtos al besar. 

En mi seno temblando se estrecharon 

Mis hijos con dolor.: 
¿ En dónde está mi padre ? preguntaron, 

Transidos de pavor. 

Yo los miré con infinito anhelo 

Y tormento cruel ; 

Y dije, señalándoles el cielo : 
Bogad á Dios por él. 



«*-•- 



POETISAS MEXICANAS. 



ÍA DE LA LUZ MURGUÍA. 



EN TU AUSENCIA. 
jando se oculta el sol tras de los montes 
i luz moribunda apenas arde ; 
ado muere tristísima la tai-de 
do á la tierra su postrer adiós ; 
la noclie, callada y misteriosa, 
nelve todo entre su densa bruma; 
s nubes, aéreas cual la espuma, 
metílicas tienden su crespón : 

lando en el cielo, nítidos diamantes, 
recen temblando las estrellas; 
ls pálidas luces son más bellas 
el sol radiante en medio del zenit ; 
entre celajes vaporosos, blancos, 
ana va, tranquila y majestuosa, 
estela dejando luminosa 
ancho firmamento en el zafir; 

ítonces baña el llanto mis mejillas 
enso en tí, mi bien, con más dulzura; 
cuei-do tu amor, y la ternura 
guardas en tu pecho para mí. 
en las auras serenas de la noche; 
lis tiernos y dulces embelesos, 
tando mis suspires y mis besos, 
i alma enamorada vuela á tí. 



s 



MARÍA DE LA LUZ MCRGUÍA. 



175 



¿No la sientes que llega y te acaricia? 
¿No sientes que se acerca y que te besa... 
¿No sientes que en tu boca deja impresa 
La huella de los besos de mi amor ? 

T en esas horas de supremo encanto, 
¿No piensas en mi amor con más anhelo? 

Y de la ausencia desgarrando el velo, 
¿No me ves á tu lado en tu pasión? 

En las vigilias de mis noches largas 
Te siento junto á mí tierno y amante; 

Y te estrecho en mis brazos delirante, 
Trémula de ventura y de placer. 

Y siento que tus besos en mi boca 
Dejan miel y dulcísima ambrosía, 

Y aun á la aurora del naciente día 
En mis amantes brazos te creo ver. 

Y oigo tu voz apasionada y tierna, 
Que con su dulce acento me enloquece ; 

Y á cada instante mi pasión acrece ; 

Y olvido entre tus brazos mi dolor 

Por eso amo la noche y sus misterios, 

Y anhelo que aparezcan las estrellas, 
Para soñar contigo y con las bellas 
Sonrientes ilusiones de mi amor. 



? 



MU 



¡ Me duele el corazón ! Padezco mucho, 
Y en vano busco la perdida calma. 
Con el dolor y el sufrimiento lucho : 
¡ Me duele el corazón, me duele el alma ! 



44 



176 



POETISAS MEXICANAS. 



¡Me duele el corazón! Y ni un gemido 

Puede exhalar en su dolor intenso ; 
Y en su violento y desigual latido 
Kevela amor inextinguible, inmenso. 

Para aliviar al corazón doliente, 
Eecuerdo que hay un ser cuya alma es mía ; 
Me ha jurado su amor puro y ardiente 
En raudal de dulcísima poesía. 



¡Y yo le adoro con pasión tan pura! 
¡ Con tal vehemencia el corazón le quiere ! 
¡ Necesito creer en su ternura, 
Porque mi pobre corazón se muere! 



\ 



Y él me ama, sí; su acento apasionado 

Se conmueve al decirme sus amores ; 

Y al mirarle rendido, enamorado, 
Brotan en mi alma perfumadas flores. 

Flores del corazón que en dulce calma 
Perfumando mi vida la embellecen, 

Y en el jardín purísimo de mi alma 
Con el calor de su cariño crecen. 



♦ ♦ 



> 






JOSEFA LETECHIPÍA DE GONZÁLEZ. 



177 



JOSEFA LETECHIPÍA DE GONZÁLEZ. 



A LA VIRGEN MARÍA. 

Fuente de amor, Esposa sin mancilla ; 
Virgen que "Madre" el Redentor llamaba; 
Estrella sin ocaso, luz del cielo, 
Kosa que viertes perennal fragancia : 
Tú que las rocas del Calvario viste 
Con la sangre de tu Hijo salpicadas; 
Con llanto de tu Dios humedecidas ; 
Con llanto que tus ojos derramaban ; 
Duélete de los males que me aquejan; 
Del intenso dolor que despedaza 
Mi pobre corazón ; que me enloquece, 
Me agobia, me aniquila, me anonada. 
No quiero los placeres y delicias 
Que cuando fui dichosa me embriagaban : 
Son flores que adormecen al abrirse 
Y que, ya secas, la existencia amargan. 
Tranquilidad y paz sólo deseo; 
Estoy con mi infortunio resignada; 
Mas sueños fatigosos me atormentan ; 
Tristes insomnios martirizan mi alma. 
Si en el cielo titilan las estrellas ; 
Si se miran en él nubes de plata, 
Cuando el suave crepúsculo aparece 
Entre celajes de oro, fuego y nácar; 
Mi angustia congojosa se redobla; 



i 



POETISAS MEXICANAS. 

Todo lo bello mi tristeza exalta; 
Porque el que pierde lo que amó* de veras, 
Sólo mira al través de su desgracia. 
En los matices del clavel hermoso ; 
En los perfumes del jazmín de España ; 
En la candida espiga de azucenas ; 
En los geranios y preciosas dalias; 
En la llovizna que en la yerba luce ; 
En el torrente que las peñas baña; 
En los melifluos trinos del zenzontle; 
Eu el suspiro de las frescas auras, 
Hay algo que lastima mis dolores ; 
Hay recuerdos amables que me matan ; 
Hay memorias, dulcísimos ensueños 
Que en mi ulcerado pecho vierten llamas. 
De Bellini las notas melodiosas 
Que más allá del suelo me elevaban, 
Hoy son dardos punzantes, venenosos, 
Que de mi seno las heridas rasgan. 
No me consuelan, cual en otro tiempo, 
Las sublimes cadencias de las arpas 
En que Pesado, Carpió, Lamartine, 
Inspiración celeste revelaban. 
Esos concentos que la mente arroban ; 
Que indelebles se imprimen en el alma, 
Ya no tienen poder sobre la mía ; 
Calmar no pueden mis fervientes ansias. 
Imploro tu bondad, Virgen excelsa; 
Tu bondad que es la regia, gentil palma 
Do el viajero extraviado, desvalido, 
Halla solaz y cristalinas aguas : 
Tu bondad, que es el bálsamo divino 
De mortales dolencias, y que aplaca 
Con benigna influencia las tormentas 
Que á las criaturas todas avasallan. 
Escucha mis gemidos, ve mi llanto, 



JOSEFA LETECHIPÍA DE GONZÁLEZ. 179 



En mí, piadosa, fija tu mirada ; 

Da vida á sentimientos que se extinguen ; 

Fortifica mi fe, mis esperanzas. 

Haz que tu bella imagen esté siempre 

Ante mi vista débil y nublada, 

Y que tu nombre, celestial María, 

Sólo se escuche en mi postrer palabra. 



LA OFRENDA. 



Á LA MEMORIA DE LA SEÑORITA DOÑA JOSEFA BADILLO. 

I Quién pudiera en tu sepulcro, 
Amiga nunca olvidada, 
Verter el amargo lloro 
Que tu recuerdo me arranca ! 
Hoy se pierden en la arena 
De esta vega solitaria 
Lágrimas del corazón, 
Lágrimas que brota el alma. 
Si en esta tumba querida, 
Do tus cenizas descansan, 
Cayeran una tras otra, 
No sintiera derramarlas ; 
Como no siente el rocío 
Brillar en marchitas dalias, 
Y sí hundirse para siempre 
De una roca entre las abras. 
Si al menos dado me fuera 
Colocar una guirnalda 
Sobre el máimol que insensible 
Mis sollozos escuchara; 
Allí se deshojaría 
La que mi amistad consagra 
A la memoria más tierna, 



45 



POETISAS MEXlrA-1 



Á la lira en que llorabas 
Los tormentos de una vida 
Desde su aurora eclipsada, 
El tedio cruel de existir 
Sin contentos ni esperanzas : 
Ofrenda que mi cariño 
Formó" con la débil rama 
De un laurel que entre cipreses 
Melancólico enseñaba 
Sus hojas amarillentas, 
Entre las que se enlazaban 
De la hiedra trepadora 
Flores bellas, delicadas; 
Corona que es para mí 
Imagen de aquellas gracias 
Que a¡>enas muestran su hechizo 
Cuando se miran ajadas. 
Tu juventud fué la flor 
Al abrirse mutilada 
Por el famélico insecto 
Que su cáliz ocultaba. 
¿Quién vio sus bellos matices 
Alegres? ¿Quién vid sus galas 
Ostentando el atractivo 
Que á los céfiros embriaga? 
Aquellos aparecieron 
Macilentos, doblegada 
La hermosa, gentil comía 
Que en el tallo se elevaba. 
¿ Quién la miró sonreírse 
Con la sonrisa del alba, 
Ni del magnífico sol 
A la fecunda mirada? 
Alguna vez un suspiro 
Oyó la luna plateada, 
Suspiro en que le ofrecía 



JOSEFA LETECHIP1A DE GONZÁLEZ. 



181 



Su pura, suave fragancia. 
Así en las noches serenas, 
Tenues, muy tristes, sonaban 
Las patéticas canciones 
Que á los cielos elevabas ; 
Y sus doloridos ecos 
Mi corazón penetraban 
Grabando en él para siempre 
Las penas que devoraba. 



♦ ♦ 



182 



P0ETI8AS MEXICANAS. 



LUISA ^¿CTJIsrOZ LEDO 



EN LA MUERTE DE MI MADRE. 

Hubo una noche horrible, 
Noche espantosa de amargura y duelo, 
En que la muerte odiosa é invencible 
Me dejó en la orfandad: en este suelo, 
Mi vida desde entonces, triste errando, 
De lágrimas un rastro va dejando. 

Como la débil planta 
Del vastago privada se marchita; 
Cual nave que sin faro se adelanta 
En medio á un mar que la borrasca agita; 
Así en tiniebla y llanto sumergida 
Voy cruzando la senda de la vida. 

El mundo con sus flores, 
Sus fuentes y sus árboles cubierto, 

Y sus placeres mil, risas y amores, 

¡ Oh madre ! me parece erial desierto, 

En el cual sólo fíjanse mis ojos 

En la tumba que guarda tus despojos. 

Cuando contemplo el cielo 
Bordado por doquier de nubes bellas, 
Que la bóveda cubren cual un velo, 

Paréceme tu forma ver en ellas 

¡ Ilusión que mis penas adormece 

Y que muy pronto el viento desvanece ! 



^1^ 



/ 



LUISA MUÑOZ LEDO. 



183 



¿ Por qué, madre adorada, 
Me dejaste en un mundo de quebranto ; 
En un mar de dolores anegada, 

Y sin otro consuelo que mi llanto? 
Contigo sepultóse mi alegría, 
Cesó mi canto, terminó mi día. 

Terminó, madre mía; 
Porque en noche tristísima he quedado ; 
Noche fatal de llanto y agonía, 
Cuyas nieblas mi mente han ofuscado ; 
Noche sin fin tras la que no hay aurora, 
Del sol de la ventura precursora. 

Mas no me has olvidado : 
Tal vez cuando el insomnio cruel me agita 
En mi lecho de lágrimas mojado, 
Ante Dios, bondad suma é infinita, 
¡ Oh madre ! tú estarás por mí rogando, 

Y junto á mí tu espíritu vagando. 

Nunca dejes, señora, 
De rogar mientras viva en este suelo; 

Y como cuando niña, dime ahora 

Que existe un Dios tras el azul del cielo, 
Que al pecador castiga rigoroso, 

Y al justo premia con eterno gozo. 

Sí; muéstrame el camino 
Que hacia el Edén por entre abrojos guía; 
Do gozas tú de un bien sumo y divino, 

Y ruega por tus hijos, madre mía, 
A fin de que al dejar el triste suelo 
Contigo nos unamos en el cielo. 



46 



POETISAS MEXICANAS. 



LA TEMPESTAD 



Tempestuosa la atmósfera cargada 

De vapores se ve; 
Densas nubes la bóveda azulada 

Enlutan por doquier. 

La luz del rayo vivida y fosfórea 
Surca el cielo veloz, 

Y retumba del trueno la estentórea 

Y terrífica voz. 

Todo es silencio por doquier: escúchase 

Sólo la tempestad : 
Natura calla cuando escucha atónita 

La voz de Jehová. 

Gota á gota la lluvia transparente 

Cae sobre el cristal 
De mi ventana, do mi mustia frente 

Apoyo con pesar. 

Cayendo el agua en el cristal resuena 

Monótona y sutil ; 
Se queja el viento, como de alma en pena 

Remedando el gemir. 

Mi alma se eleva en atrevido vuelo 
Dejando esta región, 

Y atravesando el enlutado cielo, 

Admira al Creador. 

Si veo ¡oh Dios! brillar en claro día 

Tu amor y tu bondad, 
Más grande te contempla el alma mía 

En recia tempestad. 



LUISA MUÑOZ LEDO. 



185 



¡Parece que dejando los palacios 

De gloria y esplendor, 
En un carro de fuego los espacios 

Vas cruzando, Señor ! 

Sigue la tempestad: tal vez la losa 

Del nicho funeral 
Donde mi amada madre en paz reposa 

La lluvia azotará. 

Y en tanto tú estarás, ¡ oh madre mía ! 

En el eterno Edén, 
Gozando de una célica alegría 
E interminable bien. 

¡ Oh, si á través del tempestuoso cielo 
Asomaras tu faz, 

Y de verte tuviera yo el consuelo 

Un momento no más! 

¡ Oh, si pudiera yo ver tu semblante 
Risueño, celestial, 

Y tu cuerpo ya diáfano y radiante 

De júbilo inmortal! 

I Si pudiera mirarte entre querubes 

Circundada de luz ! 

Mas mis ojos tan sólo ven las nubes, 

Y más allá estás tú. 

Sólo me es dado ver tu fosa helada, 

Al rojizo fulgor, 
Un momento tan sólo iluminada, 

Del rayo aterrador. 

Tú, en tanto que yo gimo en triste duelo, 

Ruégale al Sumo Bien 
Que me una, al dejar el triste suelo, 

Contigo en el Edén. 



186 



POETISAS MEXICANAS. 



DOLOBBS ZtüEIiTJLIR/IES. 



LAS MARIPOSAS. 

— ¡ Qué hermosas, madre, qué hermosas 
Las pintadas mariposas 
Que vuelan de flor en flor ! 

— ¡ Qué ! ¿ te parecen muy bellas ? 
— Sí, coger quiero una de ellas 
Para admirarla mejor, 

— Conténtate con mirarla; 
Si consigues alcanzarla 

Su brillo le harás perder. 

—Son mi encanto, mi alegría; 
Permíteme, madre mía, 
Tras una sola correr. 

Parte rápida la niña 
Por la florida campiña 
Tras mariposa fugaz ; 

Consigue al fin alcanzarla, 
Y en los dedos, al tocarla, 
Polvo le queda no más. 

Suspirando con tristeza, 
E inclinada la cabeza, 
Su manecita extendió; 

Mas ya no la mariposa 
Fué á volar de rosa en rosa : 
Trémula á sus pies cayó. 







DOLORES MIJARES. 


187 


1 

1 

1 

1 

1 

1 


— No olvides nunca, hija mía, 
Su tierna madre decía, 
Esta sencilla lección : 

Muchas veces lo que amamos, 
Al conseguirlo, miramos 
Deshacerse la ilusión. 

Cuando quieras una cosa, 
Recuerda la mariposa 


i 
i 




Que viste á tus pies morir; 


• 


1 


Pues tal vez dejes de amarla, 


i 


1 


Si al pretender alcanzarla, 




1 
1 


La llegas á conseguir. 




1 

1 


RIMAS. 

I 

Si llegas á ser flor, seré la brisa 


■ 




• 

i 
i 




Que amante bese tu corola bella, 


i 




Y la noche seré si en el espacio, 






Llegas á ser estrella. 


i 


1 


Si eres rayo de sol, seré rocío 






Y en tu calor me absorberé abrasada; 


i 




Si eres árbol, yo hiedra, y á tu tronco 






Eternamente viviré enlazada. 


- 


1 


Si tú calor, yo planta que viviera 


i 




En el trópico ardiente por tí solo ; 




1 


Si fueras nieve, por vivir contigo 


i 


1 

1 

1 


Fuera yo hielo en el desierto polo. 




1 


Si fueras nube tú, para teñirte 


i 

i 
i 




De fúlgido color, la luz sería; 


1 


1 


Y si fueras la aurora, por mirarte, 


i 


1 

1 


Fuera el primer albor de claro día. 





47 



188 



POETISAS MEXICANAS. 



Si fueras ave, tu ave compañera 
Que contigo viviera enamorada ; 
Si lago cristalino, yo una nube 
Para verme en tu linfa retratada. 

Si fueras ola tú, fuera en la playa 
La arena que tus besos recibiera; 

Y si fueras sonido, yo sería 

El eco que tu acento repitiera. 

II 

En la noche en los rayos de la luna 
De tus miradas llégame el fulgor, 

Y en la brisa que pasa suspirando 
Escucho los acentos de tu amor. 

Si en la tarde callada y silenciosa 
Un eco escuchas de rumor allí, 
No es el céfiro, n<5, que errante pasa ; 
Es mi alma amante que se acerca á tí. 

Si alguna vez en sueños te parece 

Ver un ángel purísimo bajar, 

« 

Ese ángel es mi espíritu, y tu sueño 
Va á tu lado solícito á velar. 



UN NOMBRE EN LA ARENA. 



TRADUCIDO DEL INGLES. 



Por la orilla del mar iba serena 
Do rica concha recogido había ; 
Detuve el paso y escribí en la arena 
Mi nombre, el año y fecha de ese día. 
Cuando unos pasos húbeme alejado, 
La vista ansiosa hacia el lugar volví; 
Pero sobre él una ola había pasado 
Y ni una línea me quedaba allí. 



i_- 




Ipti! 



DOLORES MIJARES. 



189 



Así habrá acaso pronto sucedido 
Sobre la tierra para mí, pensé: 
Fna ola del océano del olvido 
Debe pasar por donde puse el pie. 

Y en los lugares todos que he pisado 
Ni una huella ligera dejará; 

De mi tiempo y el nombre que he llevado 
Ni rastro, ni memoria quedará. 

Mas para Aquel que cuenta las arenas 

Y que en sus manos aprisiona el mar, 
Existen sobre mí, páginas llenas, 

Que ningún tiempo alcanzará á borrar, 

Y este rápido instante al Infinito 
Llegará por mi bien 6 por mi mal. 



A UN AMIGO. 



SONETO. 

Me pides unos versos, y mi Musa 
Rebelde á visi taime se ha negado : 
En vano muchas veces la he llamado, 
Que á obedecerme terca se rehusa. 

Si una razón siquiera, aunque difusa, 
Me mandara, inspirárame su enviado, 
Pues tengo por refrán muy acertado 
Que quien con lobos anda (el resto excusa), 

Así, hasta que mi Musa caprichosa 
A visitarme venga, cual solía, 
Podré escribirte en verso alguna cosa ; 

Y mientras llega tan incierto día, 
Te mando éste, no sé si verso 6 prosa, 
En cumplimiento de la oferta mía. 



♦ ♦ 



190 



POETISAS MEXICANAS. 



\ 



j-osief-A. mtt zedillo. 



¡ALMA MÍA! 

Avecilla peregrina, 
Tú, la de los sueños de oro, 

Y las visiones celestes, 

Y los anhelos hermosos, 
¿Cómo te ves prisionera 
En una jaula de lodo, 
Colocada entre las zarzas 

De este valle triste y lóbrego? 
Aquí no tienen tus alas 
Cielo, ni aurora tus ojos; 
Aquí todo está cubierto 
Con una nube de polvo. 
Existen, por cada flor, 
Una multitud de abrojos; 
Por cada mariposilla, 
Mil gusanos asquerosos. 
Hay más ciénagas que fuentes, 

Y más pantanos que arroyos ; 
Por un cordero ¿has contado 
Las víboras y los lobos? 

Y el reptil desde su charca, 
La fiera en su inmundo sótano, 

Y el gusano entre su fango, 
Forman un terrible coro 
De silbos y extraños ruidos, 



JOSEFA MÜRILLO. 



191 



De voces y gritos roncos 

¿ Sabes lo que dicen ? — / Muerte ! 
¿Sabes lo que sienten? — / Odio! 

Y tú, con tus lindos sueños 

Y tus anheles hermosos, 
¿Cómo puedes habitar 
En este valle tan lóbrego? 
¡ Cuan lejos está la patria ! 

¡ Cuan alto el divino aromo 
Que ofrece entre borlas niveas 
Lecho blando y oloroso ! 
¡ Cuan lejos el puro ambiente 
De aquellos montes frondosos ! 
¡Cuan alto el sol que difunde 

El bien con sus rayos de oro ! 

Pero el destierro se pasa ; 

Y entre suspiros y lloros, 
De la libertad el día 

Al fin llega, tarde 6 pronto. 
¡ Ya me parece mirarte 
Revolar llena de gozo, 
Mientras que rueda, deshecha, 
La triste jaula de lodo! 



M'.l 



:%a; 



ANDEZ, 



EN SU ÁLBUM. 

Eres la golondrina que tiende el vuelo 
Por el florido campo, cuando está el cielo 

Claro y azul ; 
Cuando al beso del aura tiembla el follaje, 
Y sonríen las fuentes en el paisaje 

Lleno de luz. 



48 



192 



POETISAS MEXICANAS. 



Forma un dulce reclamo cada ruido ; 
En cada tierna rama se mece un nido 

Tibio de amor ; 
Y colmando la gloria que encierra el monte, 
Sobre las nubes de oro del horizonte 

Se asoma Dios. 

¿ Qué falta te hace el canto del ave enferma, 
Que acaso muy en breve por siempre duerma 

Bajo el sauz ? 
¿Qué puedo yo decirte, linda viajera? 
¡ Yo no tengo alegrías, ni primavera, 

Ni juventud ! 



VAGANDO EN EL TERRUÑO. 



( A ELODIA HERNÁNDEZ. ) 

Amanece, Refleja el ancho río 
Nubes doradas, juncos y palmeras, 
T va á perderse en el boscaje umbrío 
Donde fingen unirse las riberas. 

En busca de los peces, codiciosas, 
A la orilla dirígense las garzas, 
Espantando á las tiernas mariposas 
Que dormitan aún entre las zarzas. 

Rápida la gaviota el aire hiende, 

Y el cisne alisa su ropaje blanco, 
Bajo el florido múehite que prende 
La torcida raíz sobre el barranco. 

En la selva, el virsúchil aromoso 
Liban ya los sedientos colibríes, 

Y el cardenal despierta receloso, 
Erizando sus plumas carmesíes. 



i 



JOSEFA MUR1LLO. 



193 



La pálida laguna se abrillanta, 

Y al beso de la onda placentera, 

Se entreabre el nenúfar, mientras canta, 
Oculta en el bambú, la primavera. 

Rasga la aurora el vaporoso velo • 
Prendido entre los montes y las aguas, 

Y Tlacotalpan surge, irguiendo al cielo 
El trémulo penacho de sus yaguas. 

¡Cuan bella es! La espléndida paleta 
De natura en su hechizo se consume : 
Cual la mujer amada del poeta, 
Tiene el color, la línea y el perfume. 

Y hay en su luz destellos sin iguales : 
Porque esa luz, Elodia, es la que vimos 
Sonreír en el huerto y los portales 
De la casita blanca en que nacimos. 

¡Oh, mi tierra adorada! Al contemplarte, 

Goza el alma y se eleva agradecida 

¡ Quién conquistara un lauro que dejarte 
Como una ofrenda, al terminar la vida ! 



ECOS. 



Se desaté la tempestad, y el cielo, 
Cubierto de una nube ennegrecida, 
Fué la imagen de mi alma sin consuelo, 
De mi alma dolorida. 
Pasé la tempestad, vino la calma, 

Volvié al cielo la luz y la alegría 

¡ Sélo mi pobre alma, 
Después de su dolor, quedé sombría! 



194 



POETISAS MEXICANAS. 



No teniendo á quien decirle 
Las tristezas de mi alma, 
— Porque es el amor primero 
Secreto que bien se guarda, — 
Dije al cielo, junto al río, 
Mi deseo y mi esperanza ; 
Y las ondas que venían 
A besar la verde playa, 
Respondían sonorosas: 
"¡Mañana!" 



Mis primeros desengaños 
A nadie quise confiar, 
Pues sé que burlan algunos 
El llanto de los demás. 
Por eso, junto á ese río 
Que á solas me vi<5 soñar, 
Pregunté á Dios si no vuelve 
La ventura que se va ; 
Y las ondas que venían 
La verde playa á besar, 
Contestaron quejumbrosas 
" ¡Jamás! " 



• ♦ 



BEATRIZ CARLOTA PORTUGAL DE VIVANCO. 



195 



1 
i 

BEATRIZ CARLOTA 

POB QUÉ SC 


l PORT 

• 


i 

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1 
1 

UGAL DE VIVANCO. 

¡ 

3 LAS SOSAS. 


HV SO JAI 


ENSAYO POÉTICO DEDICADO 


A LA ILUSTRE Y EMINENTE ESCRITORA , 


DOÑA FAUSTINA SAEZ 


DE MELGAR. ' 


La Diosa de Patos, 




i 
Y cuando á su amante, i 


La madre de amor, 




Sin vida y sin voz 


A Marte y Adonis 




Tendido en la grama 


Coqueta escuchó ; 


1. 


Sangriento mird; 


Y esperando un día 




Lo estrecha, lo llama 


Con dulce emocidn 




Con tierna emocidn ; 


Que Adonis llegara 




Mas ¡ay! ¡ay! en vano 


Rendido de amor, 




Su boca besd. i 


El Céfiro alado, 




Del cuerpo aun hermoso 


1 Llegando veloz, 




Y aun tibio, veloz, 


Terrible noticia 




Ya el alma en su esquife 


Llorando le did. 




Llevaba Cardn. 


Le dijo que Marte, 




¡ Pobre Venus, pobre, 


¡ 

Celoso y traidor, 


i 


Llora de dolor! 


Convertido en fiera 




El cabello suelto 

i 


A Adonis mató 




Maltrata feroz ; 


Oyendo tal nueva 




Y herida en el alma 


La diosa, veloz, 




Por negro aguijdn, 


Gimiendo angustiada, 


1 


Su seno divino 


De Céfiro en pos, 




Convulso apretd, 


Al sitio se acerca 




Sintiendo que se abre 


Do el caso ocurrid, 


• 


Su fiel corazdn ! 


Lanzando gemidos 




Y ¡ ay cielos ! tan blancos 


i De acerbo dolor. 


*<> 


Sus pies, que en candor 



49 



196 



POETISAS MEXICANAS. 



Ofuscan divinos 
Del cielo el albor, 
Las duras espinas 
Que al correr pis<5, 
Rasgaron, y vierten 

Purpúreo licor 

Sangre que corriendo 



<£$h 



*&> 



Preciosa, regó 
Los rosales blancos 
Que fecunda el sol. 
Y las lindas rosas 
Que eran blancas, son 
Desde aquel momento. 
Rojas de color. 



EL ARROYTJELO T EL MAR. 



"¡Pobre de tí, mansísimo arroyuelo! 
Dijo al arroyo el mar, lleno de orgullo, 
¿ De qué sirve que en tí se mire el cielo 

Y arrulle á la paloma tu murmullo, 

"Si no tienes riqueza y p<xlerío, 
Ni hay en tu seno perlas ni corales, 
Ni cual yo si me altero, 6 si sonrío, 
Derramas bienes, 6 prodigas males? 

"Yo no envidio tu suerte procelosa, 
Le respondió el arroyo dulcemente ; 
Me basta con que lánguida y hermosa 
Se refleje la luna en mi corriente. 

" Prefiero que en mis límpidos cristales 
Se miren inocentes los pastores ; 

Y no envidio tus perlas ni corales ; 
Yo brindo sólo el bien, nunca temores. 

" A mi margen con dulce melodía, 
El que cante su pena 6 sus amores, 
Encuentra siempre en la ternura mía 
Cristal sus ojos, su tristeza flores. 



BEATRIZ CARLOTA PORTUGAL DE VIVANDO. 



197 



" No envidio tu riqueza y poderío, 
Que á las rosas que crecen á mi lado, 
Les da brillantes, pródigo, el rocío, 
De su propia belleza enamorado/' 

Así también, en la mundana vida, 
No aspire la mujer sólo á brillar; 
Porque ella es más hermosa si escondida 
Vive inocente en el sencillo hogar. 

Que la modestia es flor que, pudorosa, 
Encierra más encanto v más olor, 
Cuando tímida crece y silenciosa 
En el sagrado templo del amor. 



LA 



El sol en las cumbres 
Oculta sus ravos, 

Y el mundo entre sombras 
Envuélvese ya. 

Los pobres pastores 
Reposan felices, 

Y en lecho de aromas 
Se agita el Sultán. 

Se agita; mas vive 
Gozando en su patria, 
Que lejos no llora 
Su amor y su hogar. 

No arrastra cautivo 
Pesadas cadenas; 

Y escucha entre goces 
Las horas cruzar. 



s w. 






Mas ¡ ay ! yo entre sedas 
Y flores cautiva, 
De calma un momento 
No logro tener. 

Y lejos suspiro 
De padres que, amantes, 
En lecho de amores 
Me dieron el ser. 

Aquestos palacios, 
Su púrpura y oro, 
Sus fuentes de aromas, 
Sus perlas de Ofir, 

Trocara dichosa 
Por una chocilla 
Del pueblo bendito 
Do humilde nací. 



198 



POETISAS MEXICANAS. 



Todo esto yo diera <£ft> 

Por una sonrisa , 

Del labio materno 
Que á orar me enseñó; 

Y el cetro del mundo 
También trocaría, 

Si oyera de padre 
Dichosa la voz. 

¡ Sufrir las caricias ¡ 

De un hombre no amado ! . . . 
¡Ante él la sonrisa 
Eterna fingir ! 

¡ Ay Dios ! cuánto llora 
El alma que sufre, 
Tormentos horribles, 
Tormentos sin fin. 

El regio tesoro \ 

Que cubre mi cuerpo, 
Por un triste harapo 
Quisiera cambiar ; ¡¡ 

Y el culto de ese hombre, 
Por un solo beso 

Del ser adorado 

■¡ 

Que causa mi afán. <a¿© 



¡Ay, triste belleza! 
Funesto presente 
¡ Oh, cielo ! me diste 
Propicio, al nacer; 

Un don de tormento 
Me fué la hermosura... 
Por ella gimiendo 
Cautiva me ves 



Amor, haz que horrible 
Me miren sus ojos; 
Que en odio se cambie 
Su férvido amor ; 

Y vuelva yo libre 
Feliz á mi patria, 

Y al seno materno 
Que hiere el dolor. 

En tierra extranjera 
La vida detesto, 

Y aun antes que triste 
Me deje oprimir, 

Mil veces prefiero 
La muerte horrorosa, 
¡ Porque ella me salva 
De eterno sufrir ! 



Dice así la tristísima cautiva, 
Y pálida y gimiendo en tierra da ; 
Mas la vuelve á la vida y al tormento 
El beso ardiente del feroz sultán ! 



L 



BEATRIZ CARLOTA PORTUGAL DE VIVANCO. 



199 



A MI aXJERIDA HERMANA LATTRA 



. Cantan los ruiseñores 
En tu ventana, 

Y el prado con sus flores 
Ya se engalana. 

Laura, despierta, 
Que los rayos de Febo 
Doran tu puerta. 

Ya la luz del Oriente 
Las cumbres dora, 

Y el cristal de los mares 
También colora. 

Abre tus ojos, 

Y que la brisa bese 
Tus labios rojos. 

Ven, que la luz esparce 
Ya la mañana ; 
Naturaleza toda 
Se muestra ufana, 



®Y*s 



Y como perlas 
Las gotas de la aurora 
Brinda á beberías. 



*&* 



Que no es llanto de duelo, 
Pues aunque llora, 
De placer en los cielos 
Llora la aurora; 

Que hasta el contento, 
Tiene, Laura, su llanto 
Como el tormento. 

Mas tú, que eres dichosa, 
Laura, tu boca 
Abre al beso del aura 
Que te provoca; 

¡Laura, despierta; 
Que el amor con suspiros 
Llama á tu puerta! 



AUSENCIA. 



Sin ver tu semblante mi pena se acrece, 

Y el alma padece temblé sufrir; 

Con honda tristeza se nubla mi frente, 

Y entonces doliente quisiera morir 

Mi labio te llama tu nombre clamando, 
Tu mano buscando con dulce ansiedad, 

Y ni hallo tu mano ni escucho tu acento ; 
De mi hondo tormento no tienen piedad. 



50 



200 



POETISAS MEXICANAS. 



Ansiosa yo anhelo poder ya niiraite ; 
Llorando expresarte mi inmensa pasión ; 
Decirte extasiada mi inmensa ternura, 
Con dulces suspiros, con blanda canción. 

¡ Ay ! sufro callando, y oculto que siento 
Terrible tormento sin tregua, sin fin ; 
Ni el mar me da brisas, ni el sol sus reflejos, 
Que tú estás muy lejos, ¡muy lejos de mí!.... 



No miras mis ojos llorar sin consuelo ; 
No miras el duelo mi frente inclinar ; 
No sabes que siento martirio profundo, 
Que nada en el mundo podrá ya calmar. 

No ves mi existencia pasando penosa ; 

Ignoras que ansiosa quisiera morir. 

No sabes que al cielo le pido anhelante 
Mirarte un instante; ¡mirarte es vivir! 

¡ Qué lentas las horas se pasan, qué lentas ! 
¡ Ay! tú no las sientas, cual yo, resbalar; 
Que yo al escucharlas cual antes en calma, 
No anuncian á mi alma que vas á llegar 

Hermosos recuerdos, perfumes de amores, 
¿Por qué en mis dolores no os puedo olvidar? 
¿ Por qué tal memoria mi seno tortura, 

Y en vano procura mi mente soñar? 

Ni en sueno el reposo consigo ya, triste ; 
¡ Ay ! tú me lo hiciste por siempre perder ; 

Ni cesan mis ansias, ni cesa mi angustia 

¡ Si vieras cuan mustia se ha puesto mi tez ! 

Del mar á la orilla, si muere ya el día, 
El alma te envía su voz de dolor; 

Y al ave que craza le digo llorando 

Te lleve volando mi angustia y mi amor. 






DOLORES PUIQ DE LEÓN. 201 



DOLORES PUIG DE LEÓN. 



REDENCIÓN. 

Hoy que la ciencia, al descorrer su manto, 
Rayos de luz esparce por doquier, 
Dejad que la mujer abra los ojos; 

¡Dejadla, quiere ver! 

Hoy que bajan de todas las alturas 
Los ricos manantiales del saber, 
Dejad que la mujer pruebe unas gotas 
Para apagar su sed. 

Dejadla, y cuando el riego fecundante 
De ese nuevo Jordán bañe su sien, 
La purísima flor del pensamiento 
Germinará en su ser. 

Y al abrir su corola, dilatada 
Por el soplo divino del saber, 
Ungirá su cabeza óleo de vida 

Que la hará renacer. 

Y rasgando el cendal de su ignorancia; 
Vueltos los ojos al amargo ayer, 

Será la redención de ese pasado 
Su profesión de fe. 

Apoyada en el báculo bendito 
Que le brindan la ciencia y el deber, 
La veréis caminar con frente erguida 
Por la senda del bien. 



1 



202 



POKTI8A4 MEXICANAS. 



La veréis recatada y pudorosa, 
Atesorar para su casta sien. 
En vez de joyas de engañoso brillo. 

Pureza v candidez. 

* 

La veréis, inspirada en su ternura, 
Su misión sacrosanta comprender; 
La veréis digna madre, hermana tierna, 
Esposa casta y fiel. 

Ya no habrá Mesalinas ni Lucrecias, 
Bayaderas impuras del placer; 
Cada hogar será un templo donde habiten 
Cornelia 6 Juana Albret 

Hoy que bajan de todas las alturas 
Los ricos manantiales del saber, 
Dejad que la mujer moje sus labios, 
¡Sí, dejadla apagar su aidiente sed!! 



DETABDE. 



Desciende el Sol al Ocaso, 
Reclinando su cabeza, 
Tras la azulada montaña • m 
Que al cielo su frente eleva, 
Y los postreros reflejos 
Que tibios lanza, se mezclan 
Con el fulgor cintilante 
De las primeras estrellas. 
Es esa hora misteriosa, 
Solemne, triste, suprema, 
En que la luz se retira 
Dando paso á las tinieblas. 
Esa hora en que muere el día ; 
En que la noche se acerca; 





DOLORES PÜIO DE LEÓN. 


203 


1 

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1 


Claridades que se apagan, 
Sombras que á crecer empiezan. 
Esa hora pálida y vaga, 
Que en nuestra mente despierta 
Dulces recuerdos queridos 
De indefinible tristeza. 
Esa hora mnstia y sin brillo ; 
Esa hora en que el alma sueña, 

Y vaga errante y perdida 

Por los mundos de la idea 

¡ El crepúsculo ! ¡ bendita 

Su opaca penumbra sea! 
Porque ella oculta las lágrimas ; 
Porque ella guarda las penas ; 

Y esconde en su obscuro manto 
Los ojos que el llanto anega, 
Las frentes, que al peso horrible 

Por eso siempre en esta hora 
Siento que mi alma se eleva, 

Y desatando los lazos 

■ 

Que la unen á la materia, 
Extiende sus castas alas 
Por las regiones etéreas, 
Hasta plegarlas humilde 
De Dios ante la grandeza : 

Y allí de hinojos, postrada 
. Ante la Verdad Excelsa, 

Entona el himno sagrado, 
A cuya dulce cadencia, 
En éxtasis misterioso, 
Las flores témanse estrellas ; 
Las estrellas, pensamientos; 


t 
i 









51 



204 



POETISAS MEXICANAS. 



¡ADUL 



Maldito tú, que tan temprano hiciste 
Morir en su alma la ilusión primera : 
Le brindaste tu amor, ¡ falsa quimera, 
Que abismo se tornó bajo sus pies! 

Ella te dié su amor y su inocencia, 
Su pureza de virgen, su hermosura ; 

Y tú en cambio, una copa de amargura 
La hiciste que apurara hasta la hez. 

Tú desgarraste con desdén impío 
El candido cendal de su ignorancia, 

Y de la fe la mística fragancia 
Arrebataste á su alma virginal 

De su leal corazón, casto y sencillo, 
Hizo para tu amor un relicario ; 
Pero tú profanaste ese santuario ; 
Tú la incitaste con tu ejemplo al mal. 

¿Qué hiciste de los santos juramentos 
Pronunciados al pie de los altares? 
¿ Qué de aquella corona de azahares 
Que el ángel del amor puso en su sien ? 

Salpicarla de lodo, bien lo sabes, 

Y trocar sus capullos en abrojos, 

Y con llanto anublar aquellos ojos 
Que un tiempo fueron tu soñado bien. 

¿Y tratas de inculparla? ¡Vano intento! 
Arréjale la piedra de Judea, 

Y se alzara, implacable cual Medea, 
En tu conciencia, grito acusador. 

Tú eres la causa, sí, de su caída ; 
Tú inoculaste el pérfido veneno 
En aquel blanco y ondulante seno, 
Que nido fué de tu falaz amor. 



DOLORES PUIG DE LEÓN. 205 



Sigue, sigue impasible tu camino, 
Kecogiendo sonrisas y laureles, 

Y bajo esos mentidos oropeles 
Esconde tu vergüenza y tu pesar. 

Ella también con oprobiosas galas 

Ocultará su crimen y tu crimen 

Pero ¡ ay ! entre los brazos que la oprimen 
Se acordará de su perdido hogar. 

Y al recordar tu nombre y tu perjurio, 
Afilado puñal que hirió su pecho, 
Maldecirá tu nombre con despecho, 

Y tu perjurio atroz maldecirá 

Mas ¿qué te importa? sigue tu camino, 
Recogiendo las flores de este suelo ; 
Que no la sociedad, Dios, desde el cielo, 
¡Maldito! en tu conciencia escribirá. 



♦■♦ 



206 



POETI8A8 MEXICANA8. 



ISABEL PESADO. 



INFORTUNIO. 

Lágrimas de dolor vierten mis ojos, 

Y al rodar por mi pálida mejilla, 
Riegan de estéril suelo los abrojos 

Y no las flores de amistad sencilla- 

Caen cual lluvia en incendiado huerto, 
Cual de la aurora el llanto en roca dura, 
Como semilla en arenal desierto 
Que no fecunda el sol ni el aura pura. 

No se cuidan los míseros humanos 
¡ Ay ! del dolor que al desgraciado oprime ; 
Se entregan ciegos á deleites vanos 

Y olvidan, siempre al que sin tregua gime. 

Jamás la alegre multitud que miro 
Cruzar liviana mi azarosa senda, 
Une á mis tristes ayes un suspiro : 
No hay uno solo que mi mal comprenda. 

Cuando el amigo que creí sincero 
De mí se aleja, y júzgame importuna, 
Exclamo en mi pesar: ¡No hay verdadero 
Hidalgo sentimiento en alma alguna! 

El cobarde mortal huye espantado 
Del ser á quien aflige negra pena ; 
Teme, al verle, sentirse contagiado, 

Y arrastrar de sus males la cadena. 



ISABEL PESADO. 



207 



Se imagina quizá que nunca el lloro 
En nubes cubrirá su claro cielo ; 
Risueño porvenir, placeres, oro, 
Busca tan sólo en el mezquino suelo. 

Mas ¿para qué anhelar de mis hermanos 
Alivio á mi penar y mi lamento, 
Si de Dios los decretos soberanos 
Tendrán en mí seguro cumplimiento? 

Hora que se halla en soledad umbría 
Mi alma infeliz envuelta en negro velo, 
Sé que hay para sufrir la tierra impía, 

Y siento que hay para gozar el cielo. 

Y entonces ¡ oh mi Dios ! tu voz amante 
Habla á mi corazón desfallecido ; 
Vuelvd á tí la mirada suplicante, 

Y angustiada te muestro el seno herido. 

Y tú, Señor, con mano cariñosa 
El bálsamo le aplicas del consuelo ; 

Y el mar de mi existencia borrascosa 
Tornas en manso y límpido arroyuelo. 

La nave en que bogaba, en noche obscura 
El huracán horrísono impelía; 

Y ya en las bravas hondas, sepultura 
Entre ardientes relámpagos le abría: 

Cuando apareces Tú, mi fiel Amante, 
Me tomas en tus brazos, y á tu seno 
Estrechas mi cabeza delirante, 
De compasión y de bondades lleno. 

Y de mi vida el árido camino 
Siembras de lindas y olorosas flores: 
¡ No te apartes de mí, Dueño Divino, 
Que es tuyo sélo mi caudal de amores ! 



52 



POETISAS MEXICANAS. 



Porque ¿en dónde, mi bien, si tú te aleja 
He de posar mi atormentada frente? 
¿A quién he de decir mis tristes quejas? 
¿Quién dará alivio al ánima doliente? 

Me vería cual árbol en invierno, 
De sus hojas y frutos despojado; 

Y en soledad horrible y luto eterno 
Mi pobre corazón atribulado. 

Si te vas, nunca olvides, Amor mío, 
Que á tí tengo mi vida consagrada: 
Mi cuerpo encierra en el sepulcro frío, 

Y lleva mi alma á tu feliz inorada. 



I SAW THEE WEEP. 



IMITACIÓN DE BYRON. 

Te vi llorar; y tus preciosas lágrimas 
Rodaron á mis labios, dueño mío, 
Cual ruedan de la tímida violeta 
Las gotas de rocío. 

Te vi reir; y tu mirada hermosa 
Al brillante zafiro cansó enojos; 
Pues es más apacible, puro y bello 
El brillo de tus ojos. 

Como el sol en el cielo tempestuoso 
Tifie las negras nubes de colores, 
Así cambia tu risa en un instante 
En goces mis dolores. 

Por esto río cuando alegre ríes, 
Y también lloro cuando triste lloras: 
Xo amargues más, te ruego, amada mía, 
De mi vida las horas. 



MARÍA DEL CARMEN CORTÉS. 



209 



MARÍA DEL CARMEN CORTÉS. 



Las rosas me brindan aquí sus olores ; 
Sus cantos de amores allá un colibrí ; 
La palma gigante su sombra y su aroma ; 
La tierna paloma sus quejas allí. 

Del sol los dorados destellos ardientes 
Alumbran lucientes el albo jazmín; 
Las conchas marinas allí también moran; 
Con gusto decoran el bello jardín. 

La voz del Jamapa resuena armoniosa, 
Cantando amorosa con suave vaivén ; 
Y besan las faldas de verdes colinas 
Las puras ondinas que cruzan también. 

Perfuman sus flores las tibias riberas 
Do están las palmeras y el alto abedul ; 
Do pasan las brisas con dulces rumores, 
Cruzando entre albores teñidos de azul. 

¡ Qué hermoso es el bosque de techo sombrío 
Que adorna del río la orilla al crecer ! 
¡ Qué hermoso es el canto que elevan sus aves ! 
¡Qué trinos tan suaves se escuchan doquier! 

Al ver la corriente que grata murmura ; 
La rica verdura que nace á sus pies ; 
Las aves, las flores, la fértil arena, 
El alma sin pena se inspira á la vez. 



210 



POETISAS MEXICANAS. 



El canto que exhala mi pecho temblando, 
Lo trajo cruzando la brisa hasta mí; 

Y allá entre las sombras de hermosos manglares 
Oí los cantares que nunca aprendí. 

Pues tienen en ellos las auras sus nidos, 

Y allí adormecidos los vientos están ; 
Las brisas ligeras, los céfiros y aves 
Orquestas suaves doquiera nos dan. 

¡ Aquí es tan hermosa también la natura! 
¡Tan dulce murmura también la creación! 
De verde follaje se viste doquiera 
La fértil ribera do habita el alción. 

Esencias de rosas nos dan sus olores ; 
Son bellas las flores de cada jardín: 
¡Me place este suelo! Se inspira mi mente; 
Por eso ríente canté á Medellín. 



LA NIÑA T LA MARIPOSA. 



Corre una niña entre fragantes flores 
Siguiendo una pintada mariposa, 

Y ésta, huyendo fugaz de rosa en rosa, 
Ostenta al sol sus vividos colores. 

Contemplar un instante sus primores; 
Verla en sus manecitas viva, hermosa, 
Es su sola ambicien, y presurosa 
Corre por sobre cardos punzadores. 

Ya parece á la niña que la toca; 
Pero al quererla asir, levanta el vuelo 

Y ligera se pierde en lontananza. 

Así es el bien que nuestra mente loca 
Busca tenaz en el mundano suelo, 

Y que jamás en realidad se alcanza. 



i 



MABÍA DEL CARMEN CORTÉS. 



211 



PESARES. 



¿ Qué se hicieron mis sueños, mi alegría ; 
Las ilusiones de mi edad temprana ; 
La esperanza feliz, cual flor lozana, 
Que en otro tiempo el corazón tenía? 

¿Y el fuego puro que en mi pecho ardía? 
¡Rayo de luz de mi primer mañana! 
¡ Juveniles aromas ! ¡ Pompa vana ! 
¡ Todo despareció mi alma está fría I 

Helado está mi corazón sombrío ; 

Fatigado mi pecho me sofoco 

Por donde quiera que mis pasos guío. 

Mi existencia se extingue poco á poco.... 
Y ¿qué le queda al corazón, Dios mío? 
Sólo recuerdos que llorando evoco. 



tu: 



CEDES. 



Despliega, ángel de amores, 
Tus vaporosas alas, 
Y tus hermosas galas 
Esparce por doquier. 

Del néctar de tus labios 
Perfúmese la brisa, 
Tu virginal sonrisa 
Aleje el padecer. 

El iris irradiante 
De tus divinos ojos 
Alumbre los abrojos 
Que encuentres en redor. 



53 



*1* 

4« JL«« 



POBTISAB MEXICANAS. 



Gentil y vaporosa, 
Esbelta cual la palma, 
Cruzando en dulce calma 
No sientas el dolor. 



¡ Qué bello es el instante 
En que á la vida entramos ! 
¡ Cuan puro contemplamos 
Su encanto celestial ! 

Entramos sonriendo 
Con gozo sobrehumano, 
Y un ángel de la mano 
Nos toma en el umbral. 

¡ Qué gratos ensueños poblando la mente 
Arrullan al alma con grata ilusión ! 
Tocamos las flores que cubren la frente ; 
Sentimos la vida, sentimos ardiente 
Latir sin pesares, con fe el corazón. 

Pero ¡ah! ¿qué es la vida? desierto sendero; 
No más á la entrada las flores están : 
Su esencia buscamos con gozo sincero, 
Pero esos jardines que vimos primero, 
Marchitos, sin flores, los ojos verán. 

También, niña bella, también yo, cruzando 
La senda florida do pones los pies, 
Sedienta de dichas me fui yo internando, 
Lo grande, lo bueno, sin tino buscando, 

Y hálleme entre brumas rodeada después. 

Huyendo espantada, volviendo el camino, 
Lanzaba mis ecos de acerbo dolor : 

Y en playas desiertas me tiende el destino 
Su mano potente, que sigo sin tino, 
Vagando á la orilla del mar bramador. 



MARÍA BEL CARMEN CORTÉS. 



213 



Montañas gigantes las olas alzaban : 
Mis cantos se ahogaron, mi voz no se oyó; 
Mis tristes lamentos al cielo llegaban ; 
Las ondas del agua mi faz azotaban : 
Mi dicha de joven por fin se perdió. 

En vano he buscado los bellos pensiles 
Do al ángel de guarda miré sonreir ; 
En vano he deseado mirar los abriles, 
Que flores lozanas brindábanme á miles, 
Y músicas suaves y luz de zafir. 

No vuelven: se alejan por siempre en la vida; 

Por eso, detente no avances, Merced; 

Que el agua que hoy baña la senda florida, 
Amarga se torna, y ya descreída 
El alma sin fuerzas sucumbe de sed. 



• » 



214 



POITI8A8 XXXICANA8. 



LUCIA O-. HIEIK/K/EK/A.. 



CONTRASTES. 



EL LIBRE. 



6^9 



"Vuela ligero, tiempo; 
Pasa en el acto ; 
¡ Este reloj atrasa ! 
N6; si está exacto. 
¡El tiempo nunca* pasa! 
Veré qué hora es : 
Las cinco dan apenas ; 
¡ Qué pesadez ! 
¡ Qué pesado es el tiempo 
Para el que espera 
Una dicha tan grande 
Cual duradera !" 
— "Las seis; vamos, amigo, 
Que espera el templo." — 
"Para el que dicha aguarda 
No pasa el tiempo." 



e¿s 



EL CONDENADO L MUERTE. 

" Espera un poco, tiempo; 
No corras tanto ; 
¡El reloj adelanta! 
N<5 ; si está exacto. 
¡ Qué pronto pasa el tiempo ! 
Veré qué hora es : 
Las cinco ya pasaron ; 
¡ Qué rapidez ! 
¡ Qué rápido es el tiempo 
Para el que espera 
Una muerte temprana 

Y eterna eterna!" 

— "Las seis; vamos, amigo, 
Que espera el féretro." — 
" Para el que muerte aguarda 
Se pasa el tiempo." 




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LUCIA G. HERRERA 



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I 

J 



LUCÍA O. HERRERA. 215 



LA CIEGA T EL ATEO. 



FANTA8ÍA. 



A MI BUEN AMIGO EL SR. LUIS CONTRERAS. 

— "Yo soy una ciega, mis ojos enfermos 

Carecen de luz; 
Há tiempo no veo del cielo brillante 

El límpido azul. 

Se me habla de flores y de un sol radiante 

De hermoso color 

¡ En vano levanto mis muertas pupilas 

Buscando ese sol! 7 ' 

— "Yo soy descreído, en mi alma marchita 

No brilla una luz. 
Me importan muy poco el sol, y del cielo 

El límpido azul. 

De todo dudando, en nada creyendo, 

Desgraciado soy. 
De un Dios me han hablado ; mas yo no le veo 

¡Y dudo de Dios!" 

— " Pues yo tengo un alma donde Dios envía 

Torrentes de luz. 
Tus dudas horribles á mi alma le dicen 

¡Que el ciego eres tu! " 



ROMANCE 



He comparado la vida 
A una muy alta montaña : 
Está en la cumbre el sepulcro, 
Y la cuna está en la falda. 



54 



216 



POETISAS MEXICANAS. 



Mi madre subid de prisa 

Esta terrible montaña ; 

Llegd muy pronto á la cumbre, 

Y yo no puedo alcanzarla. 
Mi llanto no la detuvo 

¡ No pudo mirar mis lágrimas ! 

Ya estaba lejos, muy lejos 

¡Todavía la llamaba! 
Hoy con mi padre querido 
Subo, subo, y en mis ansias 
Temo que él alcance pronto 
La cumbre de la montaña. 
Quiero alcanzarla antes que él ; 
Pero miro, por desgracia, 
Que está aun muy cerca mi cuna, 

Y está la cumbre muy alta. 




/ 



♦ ♦ 



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CRISTINA F ARFAN DE GARCÍA MONTERO. 



217 



CRISTINA FARFAN DE GARCÍA MONTERO. 



LA FLOR DEL BOSQUE, 



Allá en espeso monte, <£fo 
Oculta por las copas ; 

De los frondosos árboles, ¡¡ 

Salid una flor ignota. 
Viendo pasar felice 
Su vida silenciosa, 
Bajo el ramaje espeso 
Que le brindara sombra, 
Siempre en tranquila calma 
La brisa sorprendióla, 

Y con cariño blando 
Acarició sus hojas. 
El tierno paj arillo 
En armoniosas trovas 
Cantóle sus amores 
A la flor orgullosa. 
El aura enamorada 

Y la naciente aurora, 
Kindiéndole tributo 
La pusieron en boga ; 
Mas ella muy altiva, 
Con su voz desdeñosa 
Dijo un día á los árboles 
Viendo sus altas copas : 
¿ Por qué tenerme siempre , 
Presa en obscura sombra ©¿^ 



Sin admirar los rayos 
De ese sol que colora, 
Anima y vivifica 
Cuanto la tierra abona? 
¿ Por qué ocultáis mi tallo 
Bajo esas densas hojas? 
¿ Acaso por envidia 
Me escondéis silenciosa? 
Respóndenle los árboles 
A la flor habladora 
Con muy buenas razones, 

Y ella á consejos sorda, 
Sigue su charla osada 

Y siempre presuntuosa; 
Hasta que al fin, rendidos 
De escucharla, sus copas 
Separan con cuidado 
Dejando á la flor sola. 
Entonce el sol ardiente 
Que todo lo devora, 
Tostó su débil tallo 

Y marchitó sus hojas. 
Así siempre sucede 

¡ Oh queridas lectoras ! 
A aquellos que desprecian 
Máximas provechosas. 



218 



POETISAS MEXICANA8. 



MI TODO. 



Eres mi bien, mi dicha, mi alegría; 
Único ser que con delirio ardiente 
Adora mi alma, y cuyo amor ferviente 
j Ay ! mi entusiasta corazón ansia. 

Eres mi fe, mi gloria, mi esperanza; 
El arcángel de luz que me ilumina ; 
El faro bienhechor que me encamina 
Al lugar de la dicha y bienandanza. 

Sin tí, soy nada, mi adorado dueño ; 
Sin tí, la muerte me será querida ; 
Porque tú eres el ángel de mi sueño ; 
Porque tú eres el todo de mi vida. 



MI HOGAR. 



Casita, casita blanca, 
Donde mi amada vivió, 
De rayos y de huracanes 
Te libre por siempre Dios. 

(Antonio Trueba.) 



Casita, casita alegre 
De la loma de Esquipulas ; 
Donde querida y contenta 
Vivo para mi ventura; 
Donde el pensamiento mío 
Adormece sus angustias, 
Cuando recuerdo á mi madre, 
Amante como ninguna, 
Tomar la vista doliente 
Hacia la celeste altura 
Para rogar por su hija 
Que cerca de ella no escucha. 
En tí me paso las horas 



CRISTINA FARFÁN DE GARCÍA MONTERO. 



219 



Contemplando una laguna 
Que el sencillo barquichuelo 
Sus tranquilas aguas surca; 
Donde la zancuda garza, 
Con su nítida blancura, 
Sus lindas alas extiende 

Y con pausa el lago cruza. 
En tí admiro de los campos 
La poética verdura, 
Símbolo de la esperanza 

Que tiene el hombre en sus dudas. 
Mil paisajes deliciosos 
Cubren la vasta llanura : 
Aquí se miran los templos 
Con sus campanas negruzcas ; 
Allá la chocita humilde 
Del pescador, que se oculta 
Entre los espesos tintes 
De lindas hojas menudas; 

Y más allá un puentecito, 
Blanco como el alba pura, 
Bajo el cual pasan las aguas 
De un río de blanca espuma. 
Grandes y bellos ganados 
Pacen cabe la laguna, 

En donde todo es hermoso 

Y tan pródiga es natura. 

Casita, casita alegre 
De la loma de Esquipulas, 
Que en tí no dejen los tiempos 
Su huella implacable nunca ; 
Porque en brazos de mi esposo 
Vivo, para mi ventura, 
Siempre querida y contenta ; 
Siempre en confidencias mutuas. 



55 



POETISAS MEXICANAS. 



SOLEDAD MAÑERO DE FERRER. 



LA CONFESIÓN. 

Erase un claustro sombrío, 
Por triste luna alumbrado, 
Do estaba un hombre embozado 
A los pies de un confesor: 

En su actitud reverente 
Y en su inclinada cabeza 
Kevelaba la tristeza 
De una santa contrición. 

"Hijo, contadme las penas 
Que han surcado vuestra frente; 
Creed que el cielo clemente 
Calmará vuestro hondo afán. 

"¿Quién en el mar de la vida 
No lucha con la tormenta? 
¿ Quién feliz las horas cuenta 
Con que los afíos se van? 

"Apenas la primavera 
La tierra viste de flores, 
Cuando el sol con sus rigores 
Sus tallos viene á doblar : 

"Así el amor, hijo mío, 
Del hombre en la edad primera, 
Es ventura pasajera 
Que acaba con el pesar. 



SOLEDAD MAÑERO DE FEERER. 



221 



"Pues sélo en Dios halla el alma 
A sus pesares consuelo, 
Con la esperanza del cielo 
Que endulza tanto sufrir." 

— "Padre, una mujer querida 
Fué la luz de mi existencia ; 
La amé con tanta vehemencia 
Cuanto es posible sentir. 

"Ella me am<5; mas la ausencia 
Que me aparté de sus brazos, 
Rompió nuestros dulces lazos, 

Y cuando á verla volví, 

"La encontré herida en el alma 

Por el más injusto celo 

¡ Padre ! sélo sabe el cielo 
Lo que por ella sufií. 

"Yo rogué todo fué en vano. 

Aun veo su blanco velo ; 
¡ Ay ! era un ángel del cielo 
A quien no puedo olvidar ! 

"Quizá por una venganza 
Sacrificó su hermosura, 

Y el amor de su alma pura 
Ante el ara del altar 



" ¡ Cuántas veces del convento 
En la iglesia solitaria, 
En misteriosa plegaria 
Su argentina voz oí! 

"Y en las tristes armonías 
De música melodiosa, 
Al vibrar su voz hermosa 
Tal vez oraba por mí! " 



222 



POETISAS XIXICAlf AS. 



3 



Calló la voz del angustiado amante 
T el fraile la cabeza levantó; 

m 

Fijó sobre él los ojos un instante 
T oró después con místico fervor. 

"Si en algo, dijo, á Cristo has ofendido. 

Recibe de mis labios el perdón ?? 

Levantó la capucha, y conmovido 
En las sombras del claustro se perdió. 



VISTA DEL MAR. 



Ya estoy aquí de nuevo para cantar tus olas : 
Tres años he vivido ¡oh mar! lejos de tí; 
Mas siempre te lloraba en mi delirio á solas ; 
Porque guardé mi lira hasta llegar aquí. 

Por eso en igual metro, como la vez primera, 
Al golpe de tus olas voy de nuevo á cantar : 
¡Ojalá que el pasado cual mi canción viniera! 
Pero el tiempo no vuelve, no vuelve nunca ¡oh mar! 

¡ Qué bella es en tu cielo, la clara luz del día ! 
Magníficos celajes se cubren de arrebol : 
Cien pájaros marinos coronan la bahía 
Que vienen saludando la salida del sol. 

La imagen dé los cielos tranquilo el mar retrata ; 
Finge un río de fuego por donde el sol está ; 
En ondas vaporosas de transparente plata 
La brisa fugitiva rizando el agua va. 

Es la hora siempre triste del sol al mediodía; 
Blancas están la nubes que fueron de arrebol ; 
El mar color de fuego que en la mañana había 
Se roba de los cielos el divino color: 



SOLEDAD MAÑERO DE FERRER. 



223 



Ni un eco, ni una brisa turban la triste calma; 
Las sombras de los buques refleja el mar azul; 
Mil vagos pensamientos sucédense en el alma, 
Envueltos en ropajes de sombras 6 de luz. 

Alguna ave viajera, costeando, cruza el viento, 

Y una débil barquilla el mar cruza también ; 
Aquella va ligera con blando movimiento, 

Y ésta surcando el agua con lánguido vaivén. 

La estrella de la tarde nace al morir el día; 
Entre doradas nubes hunde su faz el sol ; 
La reina de la noche, dulce melancolía 
Sobre la mar derrama con pálido fulgor. 

Yo he visto en las praderas brillar tu luz hermosa, 

Y en campos de verdura que el viento hace flotar ; 
Mas nada es comparable ¡oh luna silenciosa! 

A estas noches tranquilas en que alumbras el mar. 

¿ Quién no siente en el alma un eco misterioso, 
Que trae la memoria de una pasada edad? 
¿Y quién no goza entonces en éxtasis dichoso 
Entre la dulce calma de augusta soledad ? 

El alma se levanta al estrellado velo, 

Y en hondos pensamientos se abisma el corazón : 
En vano los misterios quisiera hallar del cielo, 

Y entre mis labios trémulos espira mi canción. 



EL DESTIERRO DEL DANTE. 



Al pie del gran palacio Copparelo, 
El bardo florentino, 
El gran cantor divino, 
Sus tristes ojos levantaba al cielo; 
Y las gotas amargas de su llanto 
Enjugaba con la orla de su manto. 



56 



224 



POETISAS MEXICANAS. 



Era una noche azul y transparente : 
La brisa cariñosa 
Pasaba deliciosa 
Haciendo murmurar la mansa fuente, 

Y alumbraba la luz de blanca luna 
Al que fué de Beatriz la ilustre cuna. 

Detrás de aquellos muros, contemplaba 
El Dante desgraciado, 
El semblante adorado 
De la joven que un tiempo idolatraba: 

Y era no más su loca fantasía; 
¡Porque aquella mujer ya no existía! 

Cada recuerdo, cual punzante espina, 
Su pecho desgarraba, 

Y triste recordaba 

De Beatriz la imagen peregrina, 
Envuelta en seda 6 en flotantes galas, . 
Pronta á ceñirse de un querub las alas. 

Ya en el baile cual sílfide ligera 
Corriendo voluptuosa, 
Cual bella mariposa 
Vuela fugaz por la gentil pradera, 
Aspirando el aroma de las flores, 
Que son su luz, su vida y sus amores. 

Y él, arrobado en su pasión ardiente, 
Con su lira cantando, 
O de placer temblando 
Si ella miraba su inspirada frente; 
Que él la alzó hasta los cielos con su canto, 

Y ella en cambio anegó su vida en llanto. 

El recuerdo de Bárdi afortunado, 
Esposo preferido 
De su ídolo querido, 




SOLEDAD MAÑERO DE FERRER. 



225 



~1 



Vivía en las memorias del pasado ; 

Y una nube de amargos desconsuelos 
Tenaz renueva sus antiguos celos. 

Se hundid la luna entre las paitlas nubes, 

Y el Dante en su tristura, 
Dijo con amargura : 

¡ Oh sombra audaz que hasta los cielos subes ! 

¡ Imagen misteriosa de la Gloria, 

Que se encumbra hasta el cielo de la historia! 

Yo adoré dos amores con vehemencia: 
Los dos me han traicionado; 

Y al salir desterrado, 

El alma dejo entera aquí, en Florencia. 
¡ Oh patria ! ¡ Oh Beatriz ! ¡ Mis dos amores I 
¡Tan sólo me ofrecéis fúnebres flores! 

Yo, Libertad, empuño tu bandera; 
Tú eres mi luz, mi encanto ; 
Tú has sido mi amor santo, 
Desde que vi tu gloria verdadera : 
¡ Ven á ostentar aquí tus puras galas, 

Y cubre mi sepulcro con tus alas ! 

Dijo, y subid el embozo hasta la frente, 

Y en tanto que salía 
De la nube sombría 

La luna con su faz clara y fulgente, 
El Dante del Palacio se alejaba 

Y un adiós á su patria murmuraba. 



A UNA ÁGUILA PRESA, 



; 



En una antigua atalaya 
De arruinada fortaleza, 
Una águila con fiereza 
La vista alzó en su prisión ; 



6 n, 



t 



*&> 



Y al contemplar de los cielos 
La divina transparencia, 
Sintió latir con vehemencia 
La sangre en el corazón. 



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226 



POETISAS MEXICANAS. 



Agité altiva sus alas ; <£fc> Cuando en la fértil pradera, 


Ciega quiso alzar el vuelo ; 


A tu hermosa compañera 


Mas le detuvo en el suelo 


Le cantabas tierno amor. 


Dura cadena los pies. 


"Llora, y cuenta 


Una mirada de fuego 


Una á una, 


Lanzó el águila altanera, - 


i i 
¡ De la luna ¡ 


Y sintió correr ligera 


Al resplandor, 


Una lágrima después. 


' Esas lágrimas 




Guardadas, 

' i 


"¿Quién corté tu hermoso vuelo, 


Impregnadas , 


Reina audaz? 


De dolor." 

i 


Quién arrastré por el suelo 


i i 

i 


, A la que libre naciera 


r 


Para volar por la esfera? 


Así hablé la voz divina 

i 


¿ Quién de tanto fué capaz ? 


De visién 

r 


"Hoy el hado 


Dulce, pura, peregrina, 


Te condena 


De blanco traje cubierta, 


La cadena 


Que en el umbral de la puerta 


A soportar. 


Asomé de la prisién. 


Y en tus horas 


Pero luego 


De tormento, 


Sonriendo, 

i 


Sélo al viento 


Fué corriendo 


Oirás silbar. 


A desatar 




A la pobre 


11 Y vendrán á tu memoria 


Prisionera, 


Con dolor 


Que ligera 


Horas de perdida gloria, e^ Cruzé el mar. 

i 

i 

i 

— ■» ♦ 

* • 


— — - - — - — — 








CLOTILDE ZARATE. 



227 



CLOTILDE ZAlR/JLTIE. 



Mi 



ITACION. 



Elévase entre nubes, sublime y majestuosa, 
La transparente luna con pálido fulgor, 
Cual la modesta virgen, que bella y pudorosa, 
Oculta tras un velo su rostro seductor. 

Y míranse á millares radiantes las estrellas, 
La bóveda celeste lucientes tachonar ; 

Y en el espacio inmenso, cual rápidas centellas 
Se ven exhalaciones bellísimas cruzar. 

La embalsamada brisa susurra blandamente, 

Y á su fugaz contacto la matizada flor, 

Su cáliz entreabriendo, se mece suavemente, 

Y esparce por doquiera su aroma embriagador. 

Esta hora de reposo conmueve al alma ardiente; 

Y entonces se presenta radiante la ilusión : 
Recuerdos deliciosos se agolpan á mi mente ; 
Memorias de la infancia que adora el corazón. 

De esa época felice que ignora los dolores 
Que oprimen á la triste, doliente humanidad ; 

Y en que dichoso el niño camina sobre flores 
Que ocultan á sus ojos la horrible realidad; 

Cuando en dorados sueños le ofrece la esperanza 
De rosas y azucenas sembrado el porvenir, 

Y que su débil mente á comprender no alcanza, 
Que en páramo desierto se pueda convertir. 



57 



P0BTI8AB MÜICAMAS. 



Mas ¡ay! ¡cuan poco dura de la niñez la calma! 
Llega presto tras ella la ardiente juventud : 
Entonces la amargura, despedazando el alma, 
Aleja de su lado la paz y la quietud. 

¿En dónde están los goces de aquella edad primera? 
¿Do están aquellas horas de dicha y de placer? 
Pasaron como pasa la ráfaga ligera ; 
Cruzaron cual meteoro que nunca ha de volver. 

Mil veces esa luna espléndida y brillante 
Calmara compasiva mi vivido penar ; 
T ¡ cuántas ha bañado mi pálido semblante, 

Y ha visto de mis ojos las lágrimas rodar! 

¡Oh faro de la noche! ¡Antorcha de consuelo! 
¡ Destello de la inmensa, divina majestad ! 
No avances, nó; detente en el etéreo cielo, 

Y deja que contemple tu suave claridad. 



EN LA TUMBA DE MI PADRE. 

La noche extiende su enlutado velo 
Sobre la tierra que en quietud reposa, 
Y ya en el cielo asoma misteriosa 
La luna con su pálido fulgor. 

Ni el más leve rumor turba la calma ; 
Todo ha quedado triste y silencioso ; 
Ya no se oye ni el canto melodioso 
Que hace poco entonaba el ruiseñor. 



En esta hora sublime, entre las tumbas, 
Con el alma transida de quebranto, 
Vengo á la tuya á derramar mi llanto, 
Y á elevar melancólica oración. 



CLOTILDE ZARATE. 



229 



No hay en ella ni mármoles, ni oro, 
Ni está con bellas flores adornada; 
Tan sólo, ¡oh padre I mírase grabada 
En tu modesta losa una inscripción. 

Mil recuerdos se agolpan á mi mente, 
Bellos como los sueños de ventura, 
De aquellas horas de mi infancia pura, 
Que presto huyeron para no volver. 

Y esos gratos recuerdos, padre amado ; 
Esas horas de dicha transitoria, 
Indelebles están en mi memoria 

Sin poder cual aquella fenecer. 

Tú me trazaste de virtud la senda, 
Enseñándome á amar al desgraciado; 
Tú también con solícito cuidado 
Formabas mi inocente corazón. 

Y tus palabras de ternura llenas 
Hasta el alma llegaban, padre mío, 
Cual se filtra la gota de rocío 
Dentro del cáliz de la tierna flor. 



Tranquila deslizábase mi infancia 
Cual cristalino y límpido arroyuelo, 
En cuyas ondas, retratando un cielo, 
Por la pradera murmurando va. 

Yo era feliz al fulgurar la luna, 
Y felice también el sol me hallaba, 
Cuando ufano en los montes reflejaba 
O de un lago en el líquido cristal. 

Entonces ignoraba que en el mundo 
Pasa la dicha como sombra vaga ; 
Porque á la edad en que ella nos halaga, 
Sólo sabía jugar y sonreír. 



230 



POETI8A8 MEXICANA8. 



Y ajeno el corazón al sufrimiento, 
E ignorando del alma los dolores, 
No pensé que cual áspid entre flores 
El infortunio llegaríaine á herir. 

Mas como el humo que arrebata el viento, 
Despareció mi dicha y mi ventura; 

Y al elevarse al cielo tu alma pura, 
Mi alegría infantil también huye. 

Contemplé en el sendero de mi vida 
Convertidas las flores en abrojos, 

Y entonces extendiese ante mis ojos 
Un porvenir de duelo y aflicción. 

Y donde viera mágicos pensiles, 
Punzadoras espinas he encontrado ; 
Engaños mil en la amistad he hallado, 
¡ Qué miserias en la alta sociedad ! 

Por eso triste, con amargo llanto, 
Vengo á regar tu losa funeraria, 

Y á dirigir mi fúnebre plegaria 
En medio de la augusta soledad. 

Voy en el mundo sin tu amiga mano, 
Vagando como errante peregrino, 
Sin hallar una flor en el camino 
Por do cruza mi triste juventud. 

Cual frágil barca sin timón ni quilla, 
Al soplo airado de contrario viento, 
Navegaré sin que tu tierno acento 
Pueda indicarme el puerto de salud. 

Mas nó, que al deslizarse mi barquilla 
En el mar de la vida borrascoso, 
Tú velarás por ella bondadoso 
Desde ese cielo diáfano y azul. 



CLOTILDE ZARATE. 



231 



Y rogarás al Hacedor Supremo 
Para que mi alma de sufrir cansada, 
Pueda elevarse al fin purificada 
A esa región de bienandanza y luz. 



UNA VIOLETA. 



Mientras del sol los vividos fulgores 
Bañaban el jazmín y la mosqueta, 
De la luz se ocultaba una violeta 
Entre los tallos de las otras flores. 

Reflejo de mis íntimos dolores, 
Al descubrirla la mirada inquieta, 
De esa flor, predilecta del poeta, 
Creí hallar en los pálidos colores. 

Cuando entre nubes de zafir y rosa 
El sol al Occidente descendía, 
Volví á internarme por la selva umbrosa : 

La violeto gentil mustia yacía; 
Sus alas agitó una mariposa, 
Y el vuelo alzó cual la esperanza mía. 



» •+ 



58 



232 



POÍTI8A8 MEXICANAS. 



J&jLttTJk. SAlsTTAELLA. 



A COLON. 

El nombre de Cristóbal significa 
Aquel que lleva á Cristo, ¡ qué ventura ! 
De un mensajero del Señor indica 
La alta misión y colosal figura. 

Como digno Cristóbal, se te ha visto 
A merced de elemento furibundo, 
Al salvaje llevar la fe de Cristo, 
Descubriendo atrevido el Nuevo Mundo. 

Esta hermosa región, obscurecida 
Por el negro vapor del gentilismo ; 
De tenebrosos crímenes guarida; 
De ignorancia y miserias hondo abismo ; 

Era un cielo de horror sin luminares, 
Que tú tornaste en refulgente día, 
Colocando la cruz en los altares 
Donde la sangre humana se vertía. 



Al soplo del Espíritu Divino, 
Y al rayo de su luz, súbitamente 
El idólatra vid su alto destino, 
T en el único Dios creyó ferviente. 

De angélica armonía eco lejano, 
Tras azul pabellón, resonó el coro : 
Para el indio de América, cristiano, 
Se abrieron del Edén las puertas de oro. 



MARÍA BANTAELLA. 



233 



Sorprendiendo á la ciencia en sus arcanos, 
Con afanes, Colón, duros, prolijos, 
Diste á la humanidad nuevos hermanos, 

Y á la Iglesia de Dios millares de hijos. 

Por tí, el que era salvaje es hombre culto : 
Ya no maneja el arco, espada blande 
Cuando resiste al extranjero insulto : 
Héroe en su raza, y por su ciencia, grande. 

Hoy, por eso, la América te canta, 

Y de sus flores entre el suave incienso, 
Un grito, al recordarte, se levanta 

De eterna gratitud y amor inmenso. 

Por eso de entusiasmo en los momentos, 
Hija del Nuevo Mundo, agradecida, 
Te consagro en humildes pensamientos 
Los últimos fulgores de mi vida. 



LA FLOR T EL LUCERO. 



Nació una flor cual ninguna s^> 
Por su atractivo inocente, 
Siendo su dichosa cuna 
Orilla de mansa fuente. 



Ella abrid su tallo leve, 
Graciosamente ataviada 
Con su corola de nieve, 
Bajo la obscura enramada. 

Fresca, perfumada, abierta, 
De la alta noche en las sombras, 
Era una reina despierta 
Sobre las verdes alfombras. 



i! 



e¿s> 



Pero al verse hermosa y sola, 
Inclinóse con desmayo 
A la fuente, cuando hirióla 
De luz bellísimo rayo. 

Un astro se reflejaba 
En el agua silenciosa, 
Y en resplandores bañaba 
A la solitaria rosa. 

Ora en el cristal movible 
Se agitaba ; ora en sosiego, 
Con encanto irresistible, 
Dardos lanzaba de fuego. 



234 



POETISAS MEXICANAS. 



¿ Quién no amara hechizo tanto ®Me 
Del celeste reverbero? 
La flor con púdico llanto, 
"Yo te amo," dijo al lucero. 

"Toma de mis blancas hojas 
Esta gota de rocío, 
Que de amor en las congojas, 
Como una prenda te envío." 

Inmóvil hora tras hora 
Contemplaba en su delirio 
La imagen fascinadora 
T deslumbrante de Sirio. 

En tanto que así gozaba 
Extasiada, no veía 
Que la fuente se agotaba 
T el agua se consumía ; e^ 



Hasta que al fin los fulgores 
Miró perderse en la arena. 
En un sueño los amores 

Y las delicias en pena. 

" ¡Adiós, vida de mi vida! " 
Dijo, su cáliz cerrando, 

Y en tan triste despedida 
Se iba su aroma acabando. 

Después la flor sin mancilla, 
Al impulso del ambiente, 
Giraba seca á la orilla 
De la consumida fuente. 

Así el que ama una hermosura, 
Que es de Dios sólo el reflejo, 
Pierde y llora la ventura 
Que halla en efímero espejo. 



El amor que dicha encierra 
Y es del hombre dulce anhelo, 
Su luz refleja en la tierra, 
Pero él se encuentra en el cielo. 



JULIA O. DE LA PENA. 



235 



JULIA O-. DE LA. IFIE 




PLEGARIA. 



I 

¡ Oh Virgen amorosa, 
Dulcísima María! 
¡ Con qué fervor te invoca 
Mi adolorido ser ! 

El alma te venera, 
Te adora noche y día: 
Alivia, Virgen santa, 
Mi duro padecer. 

Devuelve al alma triste 
Su fe consoladora ; 
Alumbra con los ravos 
De tu divino amor 

Mi frente que se inclina 
Marchita é incolora, 
Al peso insoportable 
De mi tenaz dolor. 

Deten un solo instante 
Tu celestial mirada 
Sobre el sendero yermo 
Que recorriendo voy. 

De tu mirada pura 
La luz abrillantada 
Disipe en mi horizonte 
La niebla del dolor. 



<¡£fo Escucha mi plegaria, 

¡. Que férvida y sencilla, 

Ii ^^ 
En sus ligeras alas 

La brisa matinal, 

Te lleva, cuando Febo 

Reverberante brilla, 

Envuelto en su radioso 

Espléndido cendal. 

II 

En mi sombiío páramo 
Las flores se agostaron, 
Se las llevó en sus garras 
Furioso el huracán : 
¡ Y efi cambio de esas flores, 
Cruelísimos brotaron 
Abrojos, que mi planta 
Despedazando van. 

i 

Murieron los ensueños 

i 

Purísimos de mi alma; 
Las dulces alegrías 
De mi dichoso ayer, 

Murieron, y la estrella 
De mi tranquila calma 
Entre celajes negros 
e¿>s> Se vid desvanecer. 



59 



236 



POETISAS MEXICANA8. 



¿Qué haré, Virgen divina, 
Si en el extenso mundo 
Cual miserable arista 
Que el viento arrebató, 

Camino siempre errante, 
Sin que mi afán profundo 
Mitigue con su encanto 
La luz de una ilusión ? 

Aquí, bajo tu amparo, 
Postrada de rodillas, 
Pongo en tus manos mi alma, 
Cansada de llorar. 

Contempla, Madre amante, 
Mis pálidas mejillas, 
Aun húmeda conservan 
La huella del pesar. 



<£fo Perdóname ¡oh María! 
Si mi atrevido acento 
Te expresa los dolores 
Que hieren mi existir; 
; Si el alma te revela 
Su duro sufrimiento, 
Perdóname, María, 
Y alivia mi sufrir. 

Yo sé que eres tan tierna, 
Tan compasiva y pura, 
Que escuchas la plegaria 
De tu devota fiel : 

Y siento al invocarte 

i' 

Calmar mi desventura, 

i 

i Y que renace en mi alma 
e¿9 La consumida fe. 



LA NOCHE. 



Ya el sol entre las nubes 

Vela su frente, 
Se reclina en su lecho 

Resplandeciente, 

Y sus reflejos 
Pálidos se disipan 

Allá á lo lejos. 

Las vocingleras aves 

Alzan su canto, 
Y al ver que ya la noche 

Tiende su manto, 

Van presurosas 
A sus mullidos lechos 

De blandas rosas. 



<¡Rfc> Cargado de perfumes 
i Vaga el ambiente, 

Rizando los cristales 
De mansa fuente ; 

Y ya las flores 
Duermen un dulce sueño, 

¡ Sueño de amores ! 

¡ Cuan bella está la noche ! 
Tiende en el suelo 
La silenciosa luna 
Su regio velo : 

Y las estrellas 
Como limpios diamantes 

e¿ys) Palpitan bellas. 



JULIA O. DE LA PEÑA. 



237 



Todo es en tomo, grato ; 

Todo está en calma; 
¡ Sólo de negro luto 

Se cubre mi alma! 

Y así abatida 
Entre tanta hermosura 

Corre mi vida. 



gV'® 



e&> 



¡ Oh noche esplendorosa, 
Grata, hechicera, 

Cúbreme con tus alas 
De adormidera, 
Y haz que mi vida 

Recupere en tu seno 

La paz perdida! 



♦■♦ 



238 



POETISAS MEXICANAS. 



ADELA ARBIOLA. 



LA NEBLINA. 



Gasa leve, vaporosa, <£$-< 

Que flotando entre las flores, ' 
Vas volando vagarosa, 
Devolviendo deliciosa i 

A los prados sus verdores. 

¡i 
Leve encaje de la aurora, ' 

Ilusión de la mañana, 

Con la luz encantadora 

Tu ropaje se colora 

Y del iris se engalana. 

Con el alba te apareces 
Junto al límpido arroyuelo, ; 

Y mágico encanto ofreces ■ 
A los prados que embelleces 

Con tu leve y blanco velo. [ 

i 
Envolviendo vas ligera 

En tus blondas celestiales 

La cabana, la pradera, 

Y la altísima palmera, 

Y balsámicos rosales. 

¿Te formaste, di, celaje, 
Con la luz del claro día? 
¿ O eres transparente encaje í¡ 
Que formó para su traje |¡ 

Soñadora poesía ? . e^ 



r 



Di ¿qué buscas en la altura 
Que subiendo vas veloz? 
¿ Eres tú la ofrenda pura 
Que le ofrece la criatura 
Ai omnipotente Dios? 

¿ eres tú de la mañana 
La radiante vestidura, 
Cuando mágica se afana 
Por mostrarse más galana 
A la espléndida natura? 

De las lágrimas formado, 
Vaporoso y blanco velo, 
Que las almas han llorado, 
¿Todo el llanto tú has juntado 

Y lo llevas hasta el cielo? 

Yo no sé ; mas tu albo encaje, 
Para el alma soñadora 
Es el mágico celaje 
De un espléndido paisaje 
De belleza seductora. 

Ya su velo celestial 
Recogiendo, desparece, 

Y del nítido raudal 
Riza apenas el cristal 

Que sus blondas humedece. 



i 



ADELA ARRIÓLA. 



239 



Allá va despareciendo 
Con su manto de vapores ; 
Poco á poco descendiendo, 
Sus encantos va perdiendo 
De la luz á los fulgores. 



<s*v>a . ¡ Vuelve, bruma, con tu velo 

Nacarado, de ilusión! 

Junto al plácido arroyuelo 

Te veré subir al cielo 
e¿s> Al gemir de mi canción. 



A UNA ALMA 



De lo invisible entre el velo s^ 

ii 

Viene una alma celestial, ¡ 

Y en este mísero suelo ! 

Me habla de un mundo ideal 
De esperanza y de consuelo 

Y á su voz grata y sentida, 
Vuelvo otra vez á soñar 
Con la mansión presentida, 
Donde espera á nuestra vida 
Delicioso despertar. 

Esa alma, luz, poesía, 
Ejerce en mi ser su imperio, 
Ya deje oir su armonía 
De la noche en el misterio, 
O al mágico albor del día. %$> 



Ella presta dulce encanto 
A mi ignorado existir; 
Pues su afecto puro y santo 
Descorre el obscuro manto 
Que enluta mi porvenir. 

Ella enciende en el oriente 
De mi vida, los fulgores 
De esa alborada esplendente 
De ilusión, dicha y amores 
Con que soñara mi mente. 

Y en horas de pena y duelo, 
Su inefable confidencia 
Es de esperanza y consuelo, 
La promesa con que el cielo 
Embellece mi existencia. 



» ♦ 



60 



240 



POETISAS MEXICAÜ AS. 



M^lRÍ A. CAÑEDO. 



LA VUELTA DEL OALVAEIO. 

Está acabando el día de dolores inmensos ; 
Día del sacrificio de incomparable amor ; 

Y por la triste calle, que viene del Calvario, 
Camina silenciosa la Madre del Señor. 

A lo lejos la siguen las piadosas mujeres, 
En cuyas frentes pálidas revélase el dolor; 

Y el discípulo amado, que en su mente recorre 
Las terribles escenas de la Santa Pasión. 

María se adelanta envuelta de su manto 
En los profusos pliegues, que dejan sólo ver 
Un rostro, en que se pintan la pena y el quebranto ; 
Un rostro, el más hermoso que el mundo pudo ver. 

Sí, es María, que sigue despacio, silenciosa 

Sus ojos están fijos del cielo en el azul; 

Sus lágrimas la vuelven más bella, más hermosa, 

Y extasiada repite el nombre de Jesús. 

Bajo su obscuro manto oculta la corona 
Que quitó de la frente del Hijo de su amor ; 
La mira, y traspasada, la oprime contra el pecho, 

Y se escucha un gemido de hondísimo dolor. 

Después, allá en su mente recuerda las palabras, 
Que en día más dichoso dijo al ángel de Dios; 

Y juntando sus manos, humilde y resignada, 
Eepite: "Soy la sierva, la esclava del Señor." 



MARÍA CAÑEDO. 



241 



Su cuerpo á cada instante se estremece, vacila ; 
De su pecho se escapan quejidos de dolor; 
Está como de mármol su encantadora frente, 

Y sus labios de grana perdieron el color. 

María gime, gime cual tórtola inocente, 
Que se ve perseguida de astuto cazador ; 
María llora, llora ; pero inclina su frente 

Y murmuran sus labios: "Mandad en mí, Señor." 

De tiempo en tiempo vuelve sus ojos al Calvario, 

Y mira entre las sombras la cruz del Salvador ; 

Y al sentir que se arranca su corazón del pecho. 
Exclama como su Hijo: "¡Perdónalos, Señor! v 



ADIÓS A 



:co. 



Adiós, México hermoso; adiós, Patria querida; 
Voy á dejar el suelo bendito en que nací. 
Voy á ver otras tierras ; voy á pasar los mares ; 
A ver países bellos y nuevos para mí. 

Pero ¿podré olvidarte, oh México querido? 
¿Podré olvidar tus montes, tu cielo de zafir, 
Tus campos de magueyes, tus verdes platanares? 
¡Oh México querido! ¿podré olvidarte á tí? 

¿Podré olvidar la Virgen que se halla entre tus rocas; 
Que bajó de los cielos un santuario á pedir; 
Que nos dejó su imagen en un lienzo grabada, 
Y que del mexicano hizo un pueblo feliz ? 

¡Oh nunca! Al ver de Europa las grandes capitales, 
Que muestran del progreso las maravillas mil, 
Pensaré en esta tierra, joven, sí, pero hermosa, 
Do se meció mi cuna, do la luz pura vi : 



L_ 



242 



POETISAS MEXICANAS. 



En la indiana doncella, que se aduerme entre rosas ; 
A quien cubren las palmas y perfuma el jazmín; 
Que levanta su frente coronada de perlas 
T tiene un lecho de oto en medio de un jardín. 

Pensaré en tus volcanes altísimos, hermosos; 
En tus bosques inmensos donde canta el clarín ; 
En tus lagos azules, en tus campos de rosas, 
En México, en la tierra bendita en que nací. 



♦ » 



ERCILIA GARCÍA. 



243 



ROILIA O-ABOIA. 



LA CALUMNIA. 

¡Pobre mujer! vertiendo amargo llanto 
Pasas las horas de tu triste vida: 
¡ Horrible es tu dolor y desencanto ! 

Y ya tu alma sufrir no puede tanto 
La herida de esa sierpe maldecida. 

¿ Por qué llorar cuando en tu frente bella 
Brillar se mira la virtud amada; 
De esa virtud que mágica destella, 
Dando un mentís al que ai hablar de ella 
No muere de vergüenza y se anonada? 

Deja que el vulgo con su saña impía 
Maneje la calumnia con destreza; 
No temas de sus dardos la porfía, 

Y espera, que muy pronto vendrá el día 
Que inclinen á tu paso la cabeza. 

Deja que lancen el veneno todo 
Que infames guardan en su alma impura. 
¿Los ves cubiertos de asqueroso lodo? 
Ellos solos se buscan de ese modo 
Su horrible perdición y desventura. 



61 



244 



POETISAS XKXICA5AS. 



LA HUÉEFAVA. 



Era una noche obscura v silenciosa : 
Miedo y terror su lobreguez causaba ; ^ 
Una noche tan fría y pavorosa 
Que nadie por las calles transitaba. 

Oyese sdlo el quejumbroso acento 
De una infeliz que caridad implora ; 
Su débil voz arrebataba el viento, 

Y ella, la triste, en su desdicha llora. 

Una limosna, por piedad, decía : 
Compadeced mis crueles sufrimientos: 
Una limosna, el eco repetía, 

Y hundíanse en el silencio sus lamentos. 

No hay en el mundo compasión alguna; 
Exclama la infeliz entre sollozos: 
Los seres que protege la fortuna 
Se muestran inhumanos y orgullosos. 



Huérfana y sola, caridad imploro ; 
Mas mi triste existencia no maldigo. 
Compasión nadie tiene de mi lloro, 
Y visto los hampos del mendigo. 



Un pan hanme ofrecido, que indignada 

Muy lejos lo arrojé con mi desprecio 

Que á costa de mi honor no quiero nada, 
Que es muy cara la vida á tanto precio. 

Ya siento me abandona la existencia, 
¡ Eterno Dios ! ¡ Piedad, mira mis cuitas ! 
Quiero morir, tranquila la conciencia, 
Y subir hasta el cielo que tú habitas. 



ERCILIA GARCÍA. 



245 



¡ Ay I ya de la mendiga no se oía 
Su lamento que el alma desgarraba ; 
Ya el silencio su voz no interrumpía, 
Que muerta la infeliz allí quedaba. 



246 



MARÍA IGXACIA AGRAZ. 



A LA MEMORIA DE UH ÁNGEL 

Era Luz radiante estrella. 
Más que Sirio, pura y bella, 
¡Era el alma de su hogar! 

De la muerte al soplo helado 
Condensóse cruel nublado 
Y la Luz vino á ocultar 

Mas, en tanto que del suelo 
De dolores v de duelo 
La Luz bella se alejó, 

Cruzando ágil por las nubes. 
Entre coros de querubes 
Sol radiante se volvió. 



¡ADIÓS, CARMEN, ADIÓS!!! 



Á volver voy á mis queridos lares : 
Allá donde miré la luz primera; 
Donde gocé inocente y placentera 
Los dulces años de mi tierna edad : 

Voy á mirar mis aves v mis flores ; 
Voy á vivir bajo el paterno techo; 
Mas nada, Carmen, nada, de mi pecho 
Tu memoria querida borrará. 



HABÍA IONACIA AQRA2. 



247 



Te enviaré mis miradas con la luna 

Y mis suspiros con la brisa inquieta, 

Y besaré la púdica violeta 
Imaginando que te beso á tí. 

Y tu, ¿me olvidarás? ¡oh, né! Perdona; 
No es que abrigue la duda al preguntarte ; 

Es, Carmen, es que gozo al escucharte 

Cuando me dices pensarás en mí. 

Olvídame, si quieres, cuando apures 
La copa de oro de dulzura llena ; 
Mas ven á mí, compartiré tu pena 
Cuando la hiél probares del pesar. 

£1 alma mía, hermana de tu alma, 
Doquier te buscará, Carmen querida, 
Cual busca la ribera apetecida 
El marinero en turbulento mar. 

¡ La hora llegó ! ¡El cielo lo ha querido ! 

Amiga, enjuga tu precioso llanto, 
Si duplicar no quieres mi quebranto, 
Quebranto ¡ay Carmen, ay! ¡quebranto atroz! 

Quizá jamás á vernos tornaremos 
En esta senda de dolor sembrada, 
Mas nos veremos en la Patria amada 
En día sin ocaso. ¡Adiós, adiós! 

Allá en tus horas de éxtasis sublime, 
Cuando hasta el cielo se levante tu alma, 
Pide me vuelva la perdida calma, 
Que yo también la imploraré por tí. 

Y si á la tumba antes que tú bajare, 
Cabe mi tosca losa funeraria 

Ve á plantar una humilde pasionaria, 

Y tus plegarias á elevar por mí. 



» ♦ 



62 



248 



POETISAS MEXICANAS. 



ROSA BARRENECHEA DE MAYO 



i :*«(>:• 



I 

Un cielo hermoso, límpido y sereno, 
Que de arreboles lleno, 
Sobre tí extiende su azulado manto: 
Un sol que desde allí su fuego envía, 
Con su calor fecundo dando al día 
Luz, vida, aroma, animación y encanto. 



Una luna que pálida, tranquila. 
Con suave luz cintila, 
T con rayos de plata luego baña 
Tus largas avenidas espaciosas, 
Tus palacios de formas majestuosas, 
Y cuanto tu recinto inmenso entraña. 



Luceros esplendentes, cual brillantes 
De mágicos cambiantes. 
Allá en el infinito centellando: 
Xubes blancas y finas como encajes, 
T transparentes, aéreos mil celajes 
A impulsos de la biisa jugueteando. 

Acá abajo sombrosas alamedas, 

Hojosas arboledas 
Que hacia el cielo sus copas elevando. 



i 



ROSA BARRENECHEA DE MATO. 



249 



Parece que en su aspecto majestuoso, 
Están al Ser Supremo y Poderoso 
De adoración tributo levantando. 



El Popocatepetl, del sol la lumbre, 
Recibiendo en su cumbre 
Con majestad inexplicable, extrema; 
T al destacar su mole en lo infinito, 
Ostentando en su frente de granito 
De nieve y nubes colosal diadema. 

El Iztaccíhuatl sus eternos hielos 
Luciendo como velos 
Que envuelven su silueta siempre helada, 
T forman en su cumbre majestuosa 
Una figura blanca y vaporosa 
De mujer, en la cima recostada. 

Y tú, Tenochtitlán la Soberana, 
Voluptuosa y ufana 
Reclinada indolente, de tus montes 
En la tendida y matizada falda, 
Viendo en la tierra campos de esmeralda, 
Y en el cielo azulados horizontes. 



Mirándote coqueta y complacida 
En la tersa y bruñida 
Plateada superficie de tus lagos, 
Que al retratarte en el cristal movible 
De su agua transparente y apacible, 
Mandante en sus murmurios sus halagos. 

Tal es el espectáculo encantado, 
Que contempla admirado 
Quien absorto te ve por vez primera, 



250 



POETISAS MEXICANAS. 



Con tus jardines poéticos flotantes, 
Tus bosques de ahuehuetes arrogantes 
Y tu clima de eterna primavera. 



Así te miré yo; y al contemplarte, 
Desde mi alma mandarte 
Quise de admiración tributo ardiente, 
Que á impulso de tus brisas caminando, 
Lleven á tí, suavísimas volando, 
Las alas perfumadas de tu ambiente. 



II 



Mas á pesar de todos tus primores ; 
Tus aromadas flores ; 
Tu cielo transparente de zafir; 
Tu sol que viva luz siempre fulgura ; 
Tus bosques majestuosos de verdura.. 

A pesar del bullicio y la alegría 
Que entrañas noche y día ; 
Yo ambiciono alejarme ya de tí; 
Dejar el esplendor de que estás llena, 
Por la calma pacífica y serena 
De aquel humilde suelo en que nací. 



Pues sabrás que, colocado 
En valle ameno y frondoso, 
Hay un lugar encantado. 
En donde mi alma ha pasado 
Todas sus horas de gozo. 



Donde mis ojos miraron 
El sol por la vez primera ; 
Donde mis labios alzaren 
Preces que á Dios se elevaron 
Y de mi madre aprendiera. 



ROSA BARRENECHKA DE MAYO. 



251 



r 



Allí pasaron serenos 
Mis días de tierna infancia, 
Al pesar del todo ajenos, 
De caricias siempre llenos, 
De paz y suave fragancia. 



Allí mi alma concibió 
Sus primeras ilusiones ; 
Su primer amor sintió, 
Y allí infinito gozó 
Entre risueñas visiones. 



Allí en noche venturosa 

Oyó Dios mi ruego ardiente, 
Y sintiéndome dichosa, 
Vi ceñir, blanca y hermosa, 
Corona de azahar mi frente. 



Y en aquel templo sagrado 
Dichosa me arrodillé, 

Y ante el altar consagrado, 

Al hombre por mi alma amado 
Amor eterno juré. 

Y más tarde, de mi vida 
Colmada la dicha vi, 
Pues trémula, enternecida, 
De mi hijita tan querida 
El primer vagido oí. 

Allí, bajo de aquel cielo, 
Hay seres que tiernos me aman, 

Y con cariñoso anhelo 
Hacia aquel tranquilo suelo 
A todas horas me llaman. 



63 



252 



POETISAS MEXICANAS. 



Tengo allá el mayor tesoro 
Que haber puede el corazón, 
Por el cual sin calma lloro : 
Una madre á quien adoro 
Con infinita pasión. 

III 

Quédate pues, ciudad encantadora, 
En donde el goce mora, 
De tus añosos bosques á la sombra ; 
Quédate, sí, indolente reclinada 
En la grama mullida y perfumada 
Que á tu suelo feraz sirve de alfombra. 

Que yo, incesantes hasta Dios levanto, 
Entre mi ardiente llanto, 
Mis grandes y fervientes oraciones, 
Rogándole me lleve á aquella tierra, 
Que en su recinto para mi alma encierra 
Tan inmensas y puras afecciones. 

Y si escucha el Señor bueno y clemente 
Mi súplica ferviente, 
Y acoge mi plegaria bondadoso, 
Desde aquella mi tierra bendecida 
Yo siempre te enviaré, ciudad querida, 
De mi pecho un recuerdo cariñoso. 



J 



MARÍA DEL PILAR MORENO. 



263 



n 



MARÍA DEL PILAR MORENO. 



filosofía del corazón. 

" ¿De qué sirven los mágicos placeres 
Con que él mundo engañoso nos convida, 
Si nos hacen perder la dulce calma, 
Esa bendita paz, dicha del alma, 
Don celestial, purísimo, divino, 
Que el Dios de las bondades infinitas 
En premio á la virtud concede amante, 
Cual bálsamo sagrado de consuelo, 
Como el único bien en este suelo? 

"En los hermosos sueños juveniles 
Acariciamos locas esperanzas, 
Halagadoras, bellas ilusiones, 
Puras como los sueños infantiles, 
Que en forma de fantasmas vaporosas, 
Aéreas, seductoras, impalpables, 
Cual falange de fadas misteriosas, 
La ventura nos brindan á porfía, 
Que llevando nuestra alma á otras regiones, 
Ensueños de ventura irrealizable 
Forja la acalorada fantasía. 

" Veloces vemos ¡ ay ! desvanecerse, 
Como se desvanece humo ligero, 
Esas gratas, magníficas quimeras ; 
Como miramos rápida perderse 



254 



POETI8A8 MEXICANAS. 



La tenue y blanca nube en el espacio; 
Como miramos la impalpable espuma 
Que en el instante de nacer se muere ; 
Como la débil niebla se evapora 
Cuando el radiante sol desde la altura 
Con sus rayos espléndidos la hiere ; 
Como se borra en los hirvientes mares 
La estela que la nave va formando, 
Cuando veloz las hondas va surcando. 

"Si hemos de llorar siempre perdida 
La inefable esperanza de ventura ; 
Si lágrimas amargas, hondo duelo, 
T penas, y desdichas, y dolores, 
Es patrimonio en este triste suelo 

De la infeliz y mísera criatura 

¿De qué nos sirve congojosa vida, 

Si en vez de bellas flores que buscamos, 

Espinas punzadoras encon tramos ?" — 

Una alma dolorida así decía 
A un corazón, que de amargura henchido, 
En aras del deber más imperioso 
Su tierno amor sacrificado había: 
A un corazón que crueles desengaños, 

Y martirios, y luchas muy amargas, 
Habían sin cesar despedazado. 

A la sensible alma que lloraba, 
El corazón así le contestaba : 

— "A lo grande, á lo noble, á lo infinito 
Hemos siempre aspirado, hermana mía. 
¿Pudiéramos hallar nuestros anhelos 
En medio de quimeras engañosas 
Que el miserable mundo nos vendía, 

Y en cambio de zozobras y desvelos 



% 




V 



MARÍA DEL PILAR MORENO. 



255 



Nos robaba la paz dulce y serena, 
Única dicha de inquietud ajena? 

1 'Yo que tanto he sufrido, hermana mía, 
¡Hermana de infortunios y dolores! 
Al verte de la lucha en la agonía, 
Yo quiero mitigar tu hondo quebranto; 
Hacerte olvidar tus sinsabores ; 
Con mis consuelos enjugar tu llanto. 

" Yo, como tú, en medio á mis pesares, 
Sentía que la fe me abandonaba; 
Que para mi amargura no existía 
En la tierra esperanza de consuelo, 

Y al dolor, como tú, yo me entregaba. 
Mas el dolor que tanto nos tortura 

Es un bien en la tierra, triste hermana; 
El nos lastima hasta lo más profundo, 
Desfallecer sentimos de amargura, 
Mas los dolores templan las pasiones, 
Son un crisol, en él se purifican, 

Y haciéndonos mirar las ilusiones 
Como engaño falaz del triste mundo, 
Al verdadero bien encaminamos 
Nuestras delicias, nuestras esperanzas. 

Y al fin, la paz perdida recobramos. 

" ¿Sabes cuál es el bien que la paz brinda? 
¿ Cuál la ventura que concede el cielo 
Para cambiar en celestial consuelo 
Los amargos dolores de este mundo? 
Es la sublime caridad, hermana; 
Es consolar al infeliz que llora; 
Tenderle en la desgracia nuestra mano ; 
Amarle siempre con cariño tierno, 
Si de nosotros caridad implora; 



64 



256 



POETISAS MEXICANAS. 



Tratarlo con amor que es nuestro hermano. 

Olvidando así nuestros dolores 

Por aliviar del infeliz las penas, 

Al consolarlo dicha sentiremos, 

Que por quitar abrojos Dios da flores; 

T al llegar á romperse las cadenas 

Del espíritu libre y la materia ; 

Al partir para siempre de este mundo, 

Felicidad eterna gozaremos." 



DOLORES CANDAMO DE ROA. 



257 



DOLORES CANDAMO DE ROA. 



A ÉL. 

FANTASÍA. 

Hoy despeñada de la excelsa cumbre 
Do osé mirar del sol la densa lumbre 

Que fascinó mis ojos, 
Cual hoja seca al raudo torbellino, 
Cedo al poder del áspero destino, 

Me entrego á sus antojos. 

Gertrudis (í. de Avellaneda. 

¡Ay! yo miré cuando la luz divina 

De la razón iluminó mi mente, 
Una visión sublime, peregrina, 
Aérea alzarse en espacioso oriente. 

Envuelta en nubes de amaranto y grana, 
El carro presidiendo de la aurora, 
La miré de mi vida en la mañana, 
Como ese astro que la espiga dora. 

entre celajes de amatistas y oro, 
Blondo el cabello, la mirada triste, 
La vía columpiar cual meteoro 
Que los cambiantes del rubí se viste. 

Luego, del sol en el temblante rayo 
en sus listones lúcidos la vía, 
de sus ojos en el fiel desmayo 
La inspiración con frenesí bebía. 



258 



POETISA8 MEXICANA8. 



Vagar la vi también en la pradera, 
Cual colibrí de oro y de colores, 
Y vi asomar su imagen hechicera 
Al entreabrir sus pétalos las flores. 

¿Quién eres ¡av! aparición suprema? 
En éxtasis febril yo le decía; 
¿Quién eres, di, que tu destello quema 
Mi corazón y ardiente fantasía? 

¿Por qué te miro bella en mi delirio 
Doquier que errante llevo mi pupila? 
¿T por qué no te alcanzo en mi martirio 
Cuando tu forma en mi redor oscila? 

¿ Eres acaso esencia de las flores 
Que figura y color toma en el viento ? 
¿ O espíritu serás de esos amores 
Que suelen encantar el pensamiento? 

¿ Eres tal vez la deslumbrante gloria 
Que busca el sabio, y por su mente pasa? 
¿ la imagen de dicha transitoria 
Que nos arrulla en su cendal de gasa? 

¿Serás planeta de ignorado nombre, 
Que en lejana región quizás fulgura? 
¿O eres el ángel que conduce al hombre 
A las regiones de inmortal ventura? 

¿ Por qué palpita el corazón cobarde, 
Cual hoja seca que sacude el viento, 
Cuando te miro, al declinar la tarde, 
Por el azul del ancho firmamento ? 

¿Eres acaso arcángel desprendido 
Del alto alcázar do el Eterno asiste ; 
O destello serás descolorido 
De la fulgente túnica que viste? 



X 



\> 




DOLORES CANDAMO DE ROA. 



259 



Espíritu ó visión en forma humana, 
Deja no más que tu sandalia toque; 

Y aunque ignore tu esencia soberana, 
Deja que en sueño el corazón te evoque. 

Tal vez seas la luz de la esperanza, 

Luz de ilusión, bellísima quimera 

Mas aunque dardo fueses de venganza, 
¡Ven á mí, ven, imagen hechicera! 

He aquí mi corazón : sea él tu ara : 
En él recibirás mis preces puras ; 
Te hallaré en él más lindo que te hallara 
Cuando suspenso en el zenit fulguras. 

T si eres sólo una gentil quimera, 
Del loco pensamiento desprendida, 
Deja la nada, imagen hechicera, 

Y toma vida de mi propia vida. 

Porque quiero que hables ; quiero hablarte ; 
Quiero beber tu aliento de perfume, 

Y ávida, de cerca contemplarte 

¡Ah! esta ansiedad mi corazón consume! 

Inútil fué clamar: el eco humano 
Iba á quebrarse ante la imagen muda, 

Y fatigada mi esperanza en vano, 
Calló mi voz, y devoré mi duda. 

El sol hacia su ocaso caminaba; 
Cubrióse el suelo con vapor sombrío ; 
Mi querub entre nubes se ocultaba, 

Y quedó obscuro el horizonte mío. 

Horroroso huracán, tormenta impía 
Tronó después en la cerúlea esfera, 

Y no volvió á alumbrar la mente mía 
La luz que antorcha de su claustro fuera. 



65 



POETISAS MEXICANAS. 



Fué del sentido, dije, loco engaño 

El que cruzó esas nubes de tizú* 

Mas corrieron después, año tras año 

Y ahora veo ¡ oh mi bien ! que fuiste tú. 

Tú, á quien amaba ya sin conocerte, 

Como al sol ama la gentil violeta 

Tú, á quien miré sin alcanzar á verte 
Cuando vagabas en la brisa inquieta: 

Tú el ángel eres que arrulló mi frente 
En cuna de fragante adormidera; 
Tú el que embriagas en éxtasis mi mente; 
Tú el dulce ensueño de mi edad primera. 

Cuando vagando en la florida vega, 
Sopla tu ala de adormida brisa, 
Aquel perfume que á mi lado llega 
Avara bebo, por beber tu risa. 

¡ Ah ! ¡ cuántas veces, cuántas ha latido 
Por ella el corazón, desque la vi 
Jugando, cual amor mal escondido, 
En su alcoba de nítido rubí! 

Cuando con ansia te llamé: ¡bien mío! 

¿Por qué no oiste mi amoroso ruego, 

Y perder le dejaste en el vacío 

Cual en bosque intrincado gorrión ciego? 

¿Por qué dejaste huir la primavera 
Con su luz, su frescura, sus colores 

Y el néctar que brindaba placentera 
En las copas de raso de sus flores? 

Hoy no hay tapices ya que mientan seda, 

Ni blancos lirios, ni claveles rojos 

Mira el camino que á mi paso queda 

¡Cubierto está de cardos y de abrojos! 



DOLOUS CAXDtAMO DE BOA 261 



Al nido empuje de la frágil vida. 
Así cruzando por el valle voy ; 

Y hollando el polvo de mi fe perdida, 
Sin correr tras el bien que viendo estoy. 

Vete, vete de mí, ¡ ay í está escrito 
Que un imposible he de vivir amando. 

Y que cual reo de cruel delito 
Sola en mi cárcel viviré llorando. 

Déjame, pues, á que de angustia muera; 
Déjame con tu imagen solamente: 
¡ Ay ! la adoré desque la luz primera 
De la razón iluminó mi mente. 

Esta tal vez encina solitaria, 
Al terminar mis fúnebres congojas. 
Arrojará en mi tumba cineraria 
Los restos secos de sus secas hojas. 



262 



POETISAS 



.A.Ij'V^.AuIDOIR/JL día 



LA HOCHE. 

Yace en silencio el mundo. Esquivo el sueño 
De mis párpados huye, 

Y va á esparcir su mágico beleño 

En torno al lecho que el cansancio busca, 
Robando á los mortales 
A la par de los goces y la vida, 
También los sinsabores v los males. 

Cércanme por doquier tinieblas, luto 

Horrible soledad todo me espanta, 

Que de la augusta noche 

Al solemne conjuro. 

La voz de mi miseria se levanta. 

Esa calma glacial y aterradora 

Con su severa majestad me abruma, 

Y entre sus sombras flota 
Mi espíritu agitado. 
Como la hirviente espuma 

Que un niego oculto engendra y alborota. 

Y pasa ante mis ojos descarnada 
Realidad tremenda, 

Y al hielo destructor de su mirada, 
Disuélvense las galas 

De mis sueños de gloria. 

Cae mi inspiración, rotas las alas, 

Dejando un hueco en su ignorada historia. 



i 

i 



SALVADORA DÍAZ. 263 



¿ Qué poder misterioso es el que ejerce 
Sobre mi ser la noche, 
Que el curso así de mis pasiones tuerce, 

Y á un solo pensamiento mi alma liga, 
Que agosta mi esperanza, 

Y la duda enemiga 

Cual dardo envenenado al pecho lanza, 
Abriéndome un abismo 
De negro y desperante fatalismo ? 
¿ Por qué su manto funeral y triste 
Para enlutarme extiende, 
Mientras ai ancho firmamento viste 
Eegio un manto que bordan las estrellas 
Con sus luces purísimas y bellas ? 

Acaso toipe adula 
Al poderoso, al fuerte ; 

Y al pobre y al pequeño sólo brinda 
Sombras, silencio y soledad de muerte. 
Tal vez por eso en sus eternas horas 
Se goza en mi amargura, 

E ideas á cual más aterradoras 
Hace cruzar por mi encendida mente, 
Mientras el hielo por mis venas corre, 

Y funesto sudor cubre mi frente. 

La enfermedad con todos sus dolores ; 
Del lecho de agonía el aislamiento, 

Y del trance postrero los horrores, 
Angustiada presiento ; 

Y descubro á la muerte, que implacable, 
Cual fiero y avanzado centinela, 
Cumpliendo su consigna formidable, 
Junto á las puertas vela 

De esa mansión terrífica y sublime 
Que eternidad se nombra, 



66 



264 



POETISAS MEXICANAS. 



Cuyo misterio nuestro pecho oprime, 
Cuya grandeza nuestra mente asombra. 

¡ Ah ! si la noche obscura 
No fuera á veces saludable á mi alma, 

Yo odiara sus tinieblas, su frescura 

Yo maldijera su impasible calma, 

Si en medio á su silencio que me mata, 

No escuchara una voz que: "Tú ¿quién eres 

— Me dice, — que insensata, 

De la noble substancia que te anima 

Hacer eternas las cadenas quieres ? 

¿No sientes que cansado 

Tu cuerpo desfallece, 

Presa á veces de insólita fatiga? 

Es que la hermosa perla 

Ansia romper la concha que la abriga. 



" Sí, no dudes, mortal, es que tu alma 
A emanciparse aspira ; 

Y es natural y justa su tendencia; 
Pues todo lo que logra la existencia 
Por libertad suspira. 

Eompe la flor magnífica el capullo 
En que feliz naciera ; 
Escápase el arroyo de la fuente, 
Derramándose alegre en la pradera, 

Y el ave deja el nido 

Para cortar el aire libremente : 

Hasta el inmenso mar, bramante, azota 

Contra la peña que le cierra el paso, 

Y el mismo sol se apaga y se entristece 
Cuando vela sus fuegos el ocaso. 

"¿Por qué tímida y débil como un niño 
Tiemblas medrosa al divisar la tumba? 



i 



SALVADORA DÍAZ- 


2C5 


1 

El cuerpo es una cárcel 


i 

4 

1 

i 
1 


Que al golpe de la muerte se derrumba: 


1 

1 


i El alma noble que en sus senos guarda, 


1 
\ 


Es un pobre extranjero aquí en la tierra, 




Y ansiosa é impaciente, 




Para huirse á su patria sdlo aguarda 




El golpe que te aterra. 




Ella anhela otra atmósfera, otro ambiente, 




1 Otro mundo mejor, otros colores, 




i Y luz indeficiente, 


t 


\ Que la envuelva en eternos resplandores, 


' 


í Y la ignorancia de su ser ahuyente. 


1 

| 


Necesita ensancharse en el espacio, 


t 
i 


! Y anegarse en el mar de lo infinito, 


1 


Aunque ese cuerpo que la oprime reacio 




Sólo la muerte dejará proscrito." 


1 
1 

i 


Dice ; y del fondo de mi misma nada, 


i 


Callada se desprende 


1 

1 


La dulce voz, y envuelta en mis suspires, 




A los cielos asciende ; 


1 


Y vibrando serena y armoniosa, 




Desde aquellas magníficas regiones 


i 


De la verdad suprema y poderosa, 


i 

1 


Que rige á las naciones, 


1 

T 
1 


El trono me señala, 


1 


Y se torna á mi pecho convertida 


• 


En la inmensa esperanza de otra vida. 

i 

• 
i 

i 

r 

p 

i 
i 


1 
1 

i 

4 

1 
j 

1 



266 



POETISAS MEXICANAS. 



"VIRO-IETI-A. FABREGAS. 



A LA SEÑORA DOÑA CARMEN ROMERO RUBIO DE DÍAZ, 

Yérguese el destino fiero, 

Y con horrible tesón 
Despedaza el corazón 

A los golpes de su acero- 
Sigue después altanero 
En su rudo batallar, 
Y, por fin, logra matar 
La dicha, la fe, la calma, 

Y deja sangrando el alma, 

Y entristecido el hogar. 

Penas, decepción, quebranto, 
Son el despojo sombrío, 
Que deja el destino impío 
En donde extiende su manto. 
No bastan mares de llanto 
Para anegar su maldad, 
Tan sólo la iniquidad 
Se vence, y débil se humilla, 
Cuando refulgente brilla 
El sol de la caridad. 

¡ Qué grande se puede ver 
Esa luz pura brillar, 
Cuando se mira brotar 
Del alma de una mujer! 
Se siente el llanto correr 



VIRGINIA FÁBREGA8. 



267 



De una infinita dulzura, 
Cuando se ve que fulgura 
Ese sentimiento santo 
En un seno todo encanto, 
Todo amor, todo ternura. 

Carmen el árabe llama 
Al florido y dulce huerto 
Que se encuentra en el desierto 

Y que con fe busca y ama. 
En ese huerto la rama 

Le presta su fresca sombra, 
El suelo la grama alfombra, 

Y allí encuentra dulce abrigo 
Contra el chacal enemigo 

Y la inclemencia que asombra. 

El, con sus ráfagas puras, 
Que son manantial de amor, 
Aleja todo dolor 

Y mata penas impuras. 
El disipa las obscuras 
Tinieblas del sufrimiento ; 
El mata todo tormento, 
Toda iniquidad aleja, 

Y sofoca toda queja, 

Y calla todo lamento. 

El, con eterno poder, 
Que nada á humillar alcanza, 
Le da vida á la esperanza 
Que tanto sabe vencer. 
El logra humillada ver 
La duda que á erguirse va ; 
Es luz que creciendo está 
Con más fulgor cada día, 



67 



268 



POETISAS MEXICANAS. 



Porque la desgracia impía 
Más combustible le da. 

Vosotros tenéis también 
En el desierto del mundo, 
Un Carmen dulce y fecundo 
Donde reclinar la sien : 
Siempre derramando el bien 
Sale al paso del que llora, 
T su mano bienhechora 
Derrama paz y consuelo, 
Alejando todo duelo 
Con su regia luz de aurora- 
Bendecid con emoción 
Al ángel de blancas alas, 
Cuyas más brillantes galas 
Derrama su corazón. 
Llegad con veneración 
Hasta ese ángel de bondad ; 
Firme la planta posad 
En ese Carmen florido, 
Y cual árabe rendido 
Bendecid su caridad. 



» ♦ 



t 



MERCEDES CARRASCO. 



269 



A TOLUCA. 

Bella ciudad, ¡oh cara patria mía! 
De frescas auras y de fértil suelo ; 
Al contemplarte mi alma en este día 
Desciende á mí la inspiración del cielo. 

¡ Qué bella estás ! el perfumado ambiente 
De tu alegre y florida primavera 
Tu atmósfera embalsama suavemente, 
A los rayos del sol que reverbera. 

Y en tus jardines, delicadas rosas 
Esparcen sus aromas á porfía, 

Y en su cáliz, ligeras mariposas 
Aspiran su dulcísima ambrosía. 

Si dirijo mi vista hasta esa altura, 
Cuya cima corona blanca nieve, 
Siento latir mi pecho de ternura, 
Porque algo hay en mi ser que se conmueve. 

De tus fuentes las aguas argentinas, 
Al murmullo que forma su corriente, 
Envuelven en sus ondas cristalinas 
La imagen de tu luna refulgente. 

Y doquier que dirijo la mirada^ 

De Dios contemplo el sacrosanto nombre, 
Que formó tu belleza, de la nada, 
Como ha formado la razón del hombre. 



En tí miré la luz por vez primera : 
Contemplé de sus obras la existencia: 
T al transcurrir el t iempo en su carrera 
Comprendí de e>e Dios la omníjiotencia. 

Tú me diste un bogar, ciudad querida. 
Donde tiernas caricias he gozado 
De aquellos seres que me dieron vida. 
A quienes tanto el corazón ha amada 

Tu seno esconde para mí un tesoro; 
De esos ángeles ;ay! el polvo inerte: 

Y en tus entrañas »e infiltré mi lloro 
Cuando »u amor me arrebaté la muerte. 

Patria. ¡ mi patria ! el labio te bendice 
Al recordar qne tú fuiste mi cuna. 

Y agradecido el corazón te dice 
Qne en amarte se cifra mi fortuna. 

Porque tú eres mi madre muy querida, 
De mi risueña infancia fiel testigo. 
¡ Y plegué al cielo que al perder la vida 
Des á mis restos protector abrigo ! 



PRIMITIVA QUIRÓ8 DE KCHAVARRIETA. 271 



PRIMITIVA QUIRÓS DE ECHAVARRIETA. 



A MI PATRIA. 

Que venga á mí del seno de los dioses 
El fuego sacro que la mente inspira ; 
La magia de su voz ; y de entusiasmo, 
De amor patrio abrasadas, 
Del corazón las fibras agitadas 
Resuenen en las cuerdas de mi lira. 

Patria, contempla el astro refulgente 
Que hoy se levanta en tu sereno cielo ; 
El mismo es que iluminó la frente 
De tus preclaros hijos, 
Cuando heroicos los hierros destrozaron 
Que al trono de la Iberia te ligaron. 
¡ Salve ! ya no eres infeliz esclava, 
Orgullo de los reyes de Castilla, 
Ni tu cabeza lánguida y doliente 
A sus leones tímida se humilla. 
Vuelves á ser la hermosa soberana 
De tus grandes desiertos, y tus ríos, 
Y tus fértiles valles, donde ufana, 
Para extender alfombra de colores, 
Con su mano fundó la dulce Flora 
Bellas comarcas de variadas flores. 
T encima de tus altas cordilleras, 
En las regiones de la nieve fría, 



68 



272 



POETI8A8 MEXICANAS. 



Salva te forman las tormentas fieras 
Al esplendor de tan hermoso día. 
T te coronan fúlgidos luceros, 
Tu planta besan los potentes mares, 

Y tus hijos : tus héroes y tus sabios 
Los sacerdotes son de tus altares. 

Cesó la esclavitud, cesó el combate : 
Aquellos invencibles campeones 
De fuerte brazo y alma denodada 
Que por tu hermosa libertad lidiaron, 
Te hicieron libre, y su misión sagrada 
Gloriosa terminó; pero á nosotros 
Nos queda el porvenir, Patria adorada, 
El bello porvenir que te daremos, 
La gloria, el esplendor con que debemos 
Verte en lauros eternos coronada. 

T ¿cómo no? te los dará el soldado 
Que á la codicia audaz del extranjero 
Levante un muro su potente acero; 
La abnegación del sabio, 
Que consagra al estudio su existencia, 
Cuando brotar se escuche de su labio 
El manantial fecundo de la ciencia; 
La constancia invencible del artista, 
Que levantando en poderoso vuelo 
De su imaginación las bellas alas, 
Kobar consiga con su ardiente anhelo 
Luz á los cielos, á los campos galas, 
Para las obras de su diestra mano ; 
El modesto y obscuro campesino, 
Que fertiliza tus extensos prados, 

Y abre para tu rica agricultura 
Los tesoros de Ceres tan preciados : 
Te los darán, en fin, todos tus hijos, 



PRIMITIVA QÜIRÓS DE ECHAVARRIETA. 273 



Que el odio desterrando de su pecho, 
En tu regazo, porque son hermanos, 
A unirse irán en un abrazo estrecho. 

Y serán fuertes, porque están unidos, 

Y Dios bendecirá su fe sincera: 
Nunca jamás la guerra asoladora 
Volverá entre ellos ni el rencor insano ; 

Y la ciencia, del mundo redentora, 
Vendrá á ofrecerte su amistosa mano. 
Sigúela tú, y al templo donde mora 
Camina siempre con seguro paso: 
Dentro de tu alma la constancia encierra ; 
En tu mente el anhelo de la gloria; 

Y las naciones cultas de la tierra 
Su asiento dejarán á tu llegada, 
Para verte pasar engalanada 
Con el regio laurel de la victoria. 

Y junto al solio de la docta Grecia 
Un solio encontrarás y una aureola, 
Bella como el color con que arrebola 
Al limpio Oriente de tu hermoso cielo 
La tenue luz de la naciente aurora. 

¡ Oh ! ¡ cdnio el alma en su ilusión te mira, 
Hoy que el destino de tu vida empieza. 
Dichosa con la dicha de tus hijos, 

Y glande con su amor y su grandeza ! 

Mas j ay ! que á veces se contrista y teme 

Descubrir en las sombras del misterio 
Obscuro más allá . ¿ Del Norte frío 
Se alzará acaso tu ambiciosa hermana, 
Con fiero poderío, 

Y envolverá tu candida belleza 
Lóbrega noche de mortal tristeza? 
En tí fijando su feroz mirada, 
¿Vendrá á rasgar tu seno 



274 



POETISAS MEXICANAS. 



Con mano despiada, 

Para robarte el oro, 

El oro ¡ ay ! origen de los males 

Que cuentas de tu historia en los anales? 



¡Oh! ¡cuánto de dolor! ¡cuánto de pena! 
¡ Cuánto de humillaciones y sonrojo 
Para tí, Madre, que inocente y buena, 
Nunca le has hecho mal ! La envidia acaso, 
Porque eres bella, su furor provoca, 
Y así te tiende maldecido lazo 
Con el hablar de su dolosa boca- 
No creas sus promesas, n<5; funesta 
Es para tí su abominable alianza; 
T mientras fiada en su lealtad, reposes 
En el sueño feliz de la esperanza, 
Ella, traidora, asaltará tu trono ; 
Beinará en tu lugar; y tú, su esclava, 
Sin cetro, sin corona y sin hogares, 
Verás flotar en tus ciudades bellas 
Triunfante el pabellón de las estrellas. 
¿T ninguno, ninguno de tus hijos, 
Como Hidalgo, Morelos y Abasólo, 
Arrancará frenético de ira 
De tu frente el baldón? ¿Abandonada 
Te mirarán sufrir? ¡Oh! nunca! nunca! 
Bien puedes exclamar: "Baza insolente, 
Tiembla al pensar en mí ; que si tu mano . 
Se atreve á mancillar mi rostro hermoso, 
T queda un mexicano, 
Castigará tu crimen afrentoso." 

¡Perdón! ¡perdón! Tus ecos, Madre mía, 
No repitan mis lúgubres acentos. 
¿ Pudiera pronunciar en este día 
Presagios de dolor? N<5: si te espera 



L 



PRIMITIVA QUIRÓ8 DE ECHAVARRIETA. 275 



Tan triste porvenir, y un sacrificio 
Basta á calmar al enojado cielo, 
¡ Oh ! que se abra un sepulcro, 
Para mí sola, en tu bendito suelo. 



Al Señor Don Luis ftuirós, el día de su matrimonio con la 

Señorita Amada Aguiar. 



EPITALAMIO. 

Levántate, mi Musa adormecida; 
Abandona el sopor de la tristeza ; 
Hazme sentir la inspiración querida, 
El fuego sacrosanto 
Que da á los vates sonoroso canto. 

De la Castalia fuente el agua pura 
Haz que refresque mi sediento labio, 

Y adquirirá mi acento la dulzura, 

Y en tan solemne día 
Brotará de mi lira la armonía. 

El ángel del amor con regias galas 
Flota en el éter de mi patria hermosa, 
Para dar sombra con radiantes alas 
A una gentil pareja, 
En la que el cielo su esplendor refleja. 

El alma arrebatada, delirante, 
Al contemplar la dicha tan cumplida 
Que brilla del esposo en el semblante, 
Cree asistir de improviso 
A la boda feliz del Paraíso. 

Y ¿cómo no, cuando es su compañera 
Más grata que el albor de la mañana ; 
Si es tan fina su luenga cabellera, 

Y sus miradas bellas 

Tienen la nitidez de las estrellas? 



69 



276 



POETISAS MEXICANAS. 



¿ Si en la sonrisa de su boca hermosa 
Se revela el candor de la inocencia, 
El amor infinito de la esposa, 

Y la sin par ternura 

Que el corazón embriaga de ventura? 

¡ Ah ! tú el premio serás, nivea paloma, 
De tu gallardo y noble compañero : 
Si un día el llanto á su pupila asoma, 
Devuélvale el contento 
De tu cariño el tierno sentimiento. 

Mira : en su frente el genio resplandece, 

Y tú en ella pondrás áurea corona : 
Amale mucho ; su lealtad te ofrece 
Suprema venturanza, 

Y tu serás su gloria y su esperanza. 



« . 



i 



ANA MORENO PE ARIAS. 



277 



1 

* 

ANA MO] 

1 

i 

1 

1 


RENO 


1. 

1 

i 

DE ARIAS. 

LDA. 


ALBORi 


Entre argentadas nubes, 


«^ 


De las flores que nacen 


De oro bordadas. 




En la pradera, , 


Más puro que otros días 




La rosa de hojas blancas 


El sol avanza: 




Es la más bella: 


Sal, bella joven, 


i 


Su frente pura ! 


1 A escuchar á tu reja 


M 


Es el símbolo dulce 


i Dulces canciones. 




De tu hermosura. 


Deja tu blando lecho, 




También junto á tí, crecen 


Paloma blanca, 




Lindas, risueñas, ¡ 


Y asómate y contempla 




La rosa nacarada 


La luz del alba : 


t 


Y la violeta, 


El heliotropo 




Los heliotropos, ■ 


Ha cargado el ambiente, 




La candida azucena 


De sus tesoros. 




Y el clavel rojo. 


De campanillas rojas 




Esas flores cultiva 


; Y frescas dalias 




La diestra mano 


Hemos tejido, amantes, 




De un ángel que del cielo 


Bellas guirnaldas; 




Vino á este campo : 


Y las colgamos 




Huerto apacible 


En la puerta querida 




Que á su sombra prospera; ¡ 


De tu santuario. 




Que Dios bendice. 

i 


, Los corazones todos 


■ 


i 

i 

De tu existencia ¡oh niña! 


De los que te aman 




Rica de dones, , 


Los afectos más puros 




El curso se deslice 


Tiernos te mandan: 




Por entre flores : 


Sal, bella joven, 




Pasen tus años 


A escuchar en tu reja 




Sin probar de la vida 


Dulces canciones. 

L 
1 


*& 


Nunca lo amargo. 



278 



POETISAS XXXJCASAS. 



En tos doradas horas 

Sólo te pido 
A la memoria mía 

Dulce suspiro 

Sal, bella joven 
A escuchar á tu reja 

Dulces canciones. 



i 




MANUELA L. YERNA. 



• 279 



3NwdZA3STTJEXi^u L. "VIEIRIISrA. 



LA HOJA SECA. 

— De tu rama desprendida, 
Hoja marchita y sin vida, 
¿ Adonde vas ? — No lo sé. 

El huracán desatado 
Me arrebató en soplo airado 
Del roble donde broté. 

Desde entonces incesante 
A la merced vov errante 

a/ 

Del aura ó del aquilón 

— Así van también de mi alma, 
Entre tormentas y calma, 
Las hojas de la ilusión. 

— A su antojo he recorrido 
Desde el monte hasta el ejido; 
Desde el erial al verjel; 

Y voy adonde reposa 
La hermosura de la rosa 
Y la gloria del laurel : 

Do va cuanto el mundo encierra 

Para no volver jamás 

Voy al polvo que en la tierra 

Todo es polvo y nada más. 



70 



280 



POETISAS MEXICANAS. 



LA FLOR MARCHITA. 



Flor del tallo desprendida 

Y entre el polvo deshojada, 
Cual la esperanza arrancada 
Del árbol del corazón: 

Te aleja el áspero cierzo, 
Del huerto donde naciste ; 
¿Dónde vas, imagen triste 
De una alma sin ilusión? 

— Voy donde el viento me arrastra 
No conozco mi camino. 
¡ Así te lleva el destino 
Por la existencia, mujer! 

Yo en el polvo de la rata 
Mañana estaré pérdida; 
Tú en la ruta de la vida 
Caminas á padecer. 

— Perdiste, flor, tu perfume, 

Y perdiste tus colores, 

¡ Ay ! como pierde sus flores 
El creyente corazón. 

Dejaste de ser hermosa 
Desque en el polvo caíste : 
Sólo eres la imagen triste 
Del alma sin ilusión. 

Porque es la flor la imagen de la vida; 
De la vida infeliz de la mujer, 
Para el amor y la ilusión nacida : 

Cuando el dolor la rompe va perdida 

Al llanto, al infortunio y al no ser. 



CLARA L. FERRER. 



281 



OLAE/A Ij. FEE/RER. 



A TI. 

Te amé, y al decirlo ahora 
Doblando la frente mustia, 
Muere la voz en mis labios, 
Tiembla en mi mano la pluma: 
Dos lágrimas mis mejillas 
En ondas de fuego surcan, 
Ai recordar esas horas 
Que no han de volver ya nunca! 

Mi amor fué un sueño de dicha 
Tan inocente y tan pura, 
Que aun hoy su aroma me embriaga 

Y su fulgor me deslumbre, 
Sin él, el mundo me ofrece 
La soledad de la tumba ; 

Y si hoy con él me brindaras, 
Llorando dijera: ¡nunca! 

Como enemigos aceros 
Nuestras palabras se buscan, 

Y altivas y desdeñosas 
Nuestras miradas se cruzan. 
Con tu suprema arrogancia 
Me has provocado á una lucha, 
En que podrás verme muerta, 
Rendida á tus plantas ¡nunca! 



282 



POETISAS MEXICANAS. 



Si suplicante y vencida 
Caigo ante tí en esa lucha, 
I Que tu desprecio me agobie ! 
¡Que tu altivez me confunda! 
¡ Sello de eterna ignominia 
Mi frente á tus ojos cubra! 
Piedad, de mí no la tengas ; 
De mí no la aguardes / nunca ! 

Por tí he libado mil veces 

El cáliz de la amargura 

Óyeme bien : si algún día 
Con voz de amor y de angustia, 
Clamases perdón llorando 
De hinojos sobre mi tumba, 
Se irguiera ante tí mi sombra 
Y airada dijera: ¡nunca! 



MARÍA HERRERA. 



283 



ls/LJk.ttTJ± IKCEIR/IR/IEiR/A. 



RECUERDOS DE MI PAÍS NATAL. 

(EL MINERAL DE GUADALUPE Y CALVO.) 

Lejos está el suelo hermoso 
Do mi cuna se meciera, 

Y donde el aura primera 
En mi pecho penetró. 

Muy lejos, sí; mas no olvido 
Que mis primeros abriles 

Y mis sueños infantiles 
En su seno pasé yo. 

No olvido cuan feliz era 
Allá en la Sierra Nevada, 
Cuya brisa siempre helada 
Fuera mi frente á besar. 

¡ Oh ! ¡ cuan gratos los recuerdos, 
Que aún están aquí en mi mente, 
De aquella edad inocente, 
Que vi en su suelo pasar ! 

Las borrascas de la vida 
Han despedazado mi alma ; 
Placer, inocencia y calma 
Le han quitado al corazón. 



71 



284 



POETISAS MEXICANAS. 



Sin hogar, patria, ni padre ; 
Sola, huérfana en el mundo, 
Llena de pesar profundo, 
S<51o es mi consuelo Dios, 

Mas ha respetado el tiempo 
Tu recuerdo, patria mía, 

Y aun puedo, con alegría, 
Tus encantos admirar. 

Bien recuerdo tus praderas, 
Siempre cubiertas de hielo, 

Y aquel tu sereno cielo 
Imposible de pintar. 

No hay, es verdad, en tus campos 
La exuberante verdura 
Del trópico : la natura 
Avara fué para tí. 

No se hallan allí del plátano 
Las anchas hojas umbrosas, 
Ni las copas tan hermosas 
Del cafeto que hay aquí. 

Pero están tus prados llenos 
De la vid más abundante, 
Donde el labrador constante 
Halla el premio de su afán. 

Otros mil encantos tienes, 
Que no olvido, patria hermosa, 
Que sonriendo venturosa 
Antes pude contemplar. 

Aquel inmenso horizonte 
Pintado de ópalo y rosa, 
Do la niebla vaporosa 
Extiende aéreo cendal ; 



MAB1A HERRERA. 



285 



Aquellas noches de invierno, 
En que la nieve brillante, 
Vierte su luz vacilante 
La blanca luna al cruzar. 

¡ Oh ! ¡ cuan gratas las pasaba 
Junto á un hogar encendido, 
De un padre bueno y querido 
Gozando con el amor ; 

En el regazo materno 
Arrullada con ternura ! 
Aquella edad de ventura 
¡ Ay ! para siempre pasó ! 

Hoy sólo tengo recuerdos 
Que hacen sollozar ini lira ; 
Un corazón que suspira 
Herido por el dolor. 

¡ Ay del huérfano que llora 
Sin patria, hogar, ni ventura! 
¡ Ay de nuestra infancia pura 
Que para siempre pasó! 



♦ ♦ 



286 



POETISAS XIXIGANA8. 



FRISCA SANDOVAL PENICHE. 



LA ESPERANZA. 

Dulce esperanza del alma mía ; 
Tú, la alegría del corazón; 
Ven, yo te adoro, luz de mi vida, 
Beldad querida, tierna ilusión. 

Dulce consuelo del alma triste, 
Tu siempre fuiste mi solo amor; 
Yen, triste lloro desconsolada, 
La voz turbada ¡ay! de dolor 

Ven, no me dejes, que por tí vivo, 
Reflejo vivo del porvenir. 
Sin calma existo y sólo el cielo 
Le da el consuelo á mi existir. 

Si duras penas ¡ ay ! tristes vienen, 

Algún fin tienen y brillarás. 

Tal vez mañana muriendo el día, 

Dulce alegría me traerás. 



» ♦ 



MARÍA O. ALVÍREZ. 287 



JS/LJlJEZjTJl Q-. ^.L^THe/EZ 



LA TEMPESTAD. 

Jl mi madre. 

I 

Viene, se acerca, su voz potente 
Retiembla en alas del huracán ; 
Tiende, cual noche, luctuoso manto ; 
Hunde en las sombras la claridad. 

Moles inmensas de obscuras nubes, 
Del firmamento cubren la faz : 
Negro está el cielo, y en su hondo abismo, 
Fúlgidos rayos se ven cruzar. 

Gimen los vientos arrebatados 
Con la pujanza del vendaval; 
Crujen los árboles estremecidos, 
T desgajados míranse ya. 

T gruesas gotas de hirviente lluvia, 
Por entre el polvo se ven rodar ; 
Surge el relámpago, truena el espacio, 

Y estalla en torno la tempestad. 

Todo parece que se desquicia: 
Cae á torrentes lluvia caudal ; 

Y en las cavernas, repercutido, 
Vibra el acento del huracán 



72 



h 



288 



POETISAS MEXICANAS. 



II 



Y tu, nii Madre, ¿por qué estás triste? 
¿Por qué en tu frente miro el pesar? 
Dime ¿qué piensas que así te afliges, 
Siempre que brama la tempestad? 

¿Juzgas amargo, cuando del alma 
Las hondas penas hacen llorar, 
Ver en el cielo negros crespones 
Que nos enlutan su herniosa faz? 

¿O es que la nube de tus pesares 
Más se condensa, los sientes más, 
Cuando las nubes de la tormenta 
Lanzan el rayo, tronando están ? 

No llores, Madre, Madre querida; 
Todo en la tierra pasa fugaz : 
Mira, las nubes de la tormenta, 
Dispersas todas, huyendo van. 

Y brilla á trechos el limpio cielo ; 
Trémulas gotas reflejan ya 

Los tibios rayos del sol poniente, 
Que ornan las nubes de arco triunfal. 



III 

Así los goces como las penas 
Eápidos pasan cual tempestad; 
En giro eterno huyen y tornan, 
Y el desencanto viene á quedar. 

Y entre esas ruinas, testigos mudos 
De honda tristeza, de negro afán, 
Del alma abismo de inmenso duelo, 
¿En dónde el iris se ve brillar? 



MARÍA G. ALV1REZ. 



289 



¡Oh Fe-Esperanza! Sin tí dudara 
Que mi alma fuera ser inmortal : 
Tu luz bendita reflejos tiene 
Con que iluminas un más allá. 



En ese reino de inmensa dicha ; 
En esa esfera de eterna paz, 
Mi alma agitada, de amor sedienta, 
¡Ay! ¿cuándo, cuándo se encontrará 



? 



IV 



Ves, Madre mía, todo se acaba; 
Todo en la tierra pasa fugaz ; 
Y sólo el iris de esa esperanza 
Siempre en las sombras brillando está. 



Ella reanime tu triste vida, 
Seque tu llanto, calme tu afán ; 
Y al vivo aliento que en tí difunda, 
Vea en tu frente la dulce paz. 



%A 



:co. 



j Miradle allí! Dentro el recinto obscuro 
De su mansión terrífica y sombría, 
Velando de mi patiia el fuerte muro, 
El genio de la guerra, 
A cuyo aliento y poderoso empuje 
Se estremece la tierra, 
Descansa ya de su fatiga impía: 
Plegó soberbió las potentes alas 
Que llanto y luto dejan, 
Rompió su cetro, y en su negro abismo 
Gemidos de dolor, oh muerte, exhalas. 



290 



POETI8A8 MSXICANA8. 



Y México, mi amada, 
La tierra de valientes, la que tiene 
Su majestuosa frente coronada 
Con los eternos lauros de la gloria, 
Que sus heroicos hijos arrancaron 
A la diosa inmortal de la victoria ; 
Ella, la que es primera 
En ser por sus caudillos proclamada, 

Y por ellos temida y respetada 
De la gente extranjera, 

No ya de luto viste, ni en sus ojos 
Se miran del dolor las negras sombras, 
Que la paz tornó en flores sus abrojos; 

Y asentada en su solio, 

Y libre, independiente, soberana, 
Ve rota en su peana 

La diadema imperial de dos naciones, 
Que osadas tremolaron sus pendones 
Ante la egregia y noble mexicana. 

¡Oh Patria! edén querido! fértil suelo, 
De soberbias montañas coronado 
Que tocan la hermosura de tu cielo ; 
Perfumero riquísimo, escondido, 
Cercado por el hielo que en la altura 
Se mira entre peñascos suspendido ! 
Tus límpidos arroyos, 
Tus transparentes lagos, 
Espejos son en que se mira el día: 
Tierra de amor, de encanto y poesía, 
De los amados lares 
Valiosísima perla que escondía 
La cristalina concha de dos mares ; 
No ya tu limpia atmósfera 
Velará del cañón el humo denso, 
Ni aterrarán sus ecos repetidos, 



HARÍA G. ALYÍRE2. 291 



Cual fúnebres lamentos, 

Por las ondas sonoras de los vientos ; 

Ta tus campos de mieses apiñados 

Que leve inclina el céfiro ligero, 

No más pisoteados 

Verás de los corceles del guerrero ; 

Que ya la paz, su augusto magisterio 

Benigna ejerce, y á su blando influjo, 

En su unión venturosas, 

Las ciencias y las artes, presurosas, 

Los límites ensanchan de su imperio. 

Esa hada generosa 
Revive con su aliento soberano; 
La ciencia agricultora, 
Activa, laboriosa, 
Mil brazos tiende por tu inmensa anchura; 

Y arrogante, veloz, el aura pura, 
La audaz locomotora 

Hiende como la flecha, y á su paso, 

En lugar del fragor de la pelea, 

Resuena en el espacio 

El agudo silbido, mensajero 

Del progreso, la industria y el trabajo: 

Y tus felices hijos, 

Amantes de tus héroes venerandos, 

Ya no esgrimen la espada, cuyos rayos 

Alzaron el trofeo de victoria; 

Que hoy son tus campeones denodados, 

Su fogosa palabra 

Que ensalza los recuerdos de tu historia ; 

Su pensamiento excelso que tu nombre 

Esculpirá en el templo de la gloria. 



73 



I 



292 



FOCnSAft MZXICAHAB. 



DÍAS SIN SOL. 



Derrama, ¡oh sol! derrama tus rayos bienhechores; 
Rompa el nublado espeso tu ardiente resplandor; 

Y en ondas luminosas, cual lluvia de colores, 
Refléjenos el cielo tu vivido fulgor. . 

Del Soberano Dueño magnífico presente, 
Centro eres de mil mundos que atrae tu inmensidad ; 
De limpios resplandores hoguera indeficiente, 
Que llenas los espacios de viva claridad. 

Alumbren ya tus rayos el anegado suelo, 

Y enviale penetrante, vivífico calor ; 

Que el cierzo desatado, con su hálito de hielo 
Nos hiere, y nos embarga mortífero sopor. 

Y del espacio reinas las nubes, densas, frías, 
Cual lívido sudario se tienden por doquier, 
Hundiendo en la penumbra la luz que nos envías, 
Con lluvia de incesante, monótono caer. 

Y pierden poco á poco las sombras formidables, 
Que, avaras, se complacen en tan opaca luz, 

Sus hórridos contornos y formas impalpables, 

Y extienden lentamente su lóbrego capuz. 

Deshazlas, y en la lluvia deshaz tu luz hermosa ; 
Dibuja en sus cristales el iris seductor, 
Señal de tu victoria, y enseña misteriosa 
Que al hombre simboliza recuerdo bienhechor. 



♦ ♦ 



RITA 2STINA GUTIÉRREZ. 



293 



RITA ZETINA GUTIÉRREZ 



ROMANCE. ' 

" Dichosa tú, mi avecilla, 
Que puedes volar ligera, 

Y atravesando los campos, 

Y surcando las florestas, 
Llegar donde el alma mía 
Há tanto tiempo se alberga- 
¡ Ay ! mi linda confidente, 
Vuela presurosa, vuela, 

Y lleva ai bien de mi vida 
Mis caricias y mis quejas. 
Díle que vivo muriendo, 
Sumida en horrible pena; 
Que sin la luz de sus ojos, 
Que es el ser de mi existencia, 
Soy como planta marchita 
Que al menor soplo se quiebra. 
Cuéntale mis ilusiones, 

Mis esperanzas risueñas, 
I Ay ! díle cuánto le adoro 

Y cuánto lloro su ausencia 

Y si amoroso te escucha, 

Y en secreta confidencia 
Te dice que de mi amor 
En su alma la fe conserva, 
¡Oh ! recoge sus suspiros, 

Y no te tardes, regresa, 
Que el corazón sin consuelo 
Aquí anhelante te espera." 



294 



POETISAS MEXICANAS. 



Así una niña graciosa, 
De catorce primaveras, 
Dulcemente conversaba 
Con una tórtola bella, 
Destilando de sus ojos 
Hilos de nítidas perlas, 
T exhalando conmovida 
Suspiros de honda tristeza. 
En tanto el doncel amante, 
Sin recordar sus promesas, 
Corriendo tras los placeres, 
Tras el bullicio y las fiestas, 
Iba"gastando del alma 
Las flores de rica esencia, 
T ni un recuerdo tenía 
Para la niña hechicera, 
Que tanto le idolatraba, 
T á quien mataba la pena. 



Pasó un año y otro año, 

Y cuando yo volví á verla, 
Ta no era la hermosa niña 
De faz alegre y risueña, 
Sino la planta marchita, 
Cuyo tallo se doblega 

Al menor soplo del aura 

Que la acaricia ligera 

¡ Cuántas niñas inocentes, 
Guardando la fe sincera 
Del primer amor del alma, 
Que nace cual pura esencia, 
Ven morir sus ilusiones 

Y sus esperanzas bellas, 
Pagando al ser que las mata 
Su ingratitud con ternezas! 



i 



ANGELA LOZANO. 295 



O-BLA LOZAITO. 



LA PUESTA DEL SOL. 

Mirad cuan bello entre celajes de oro 
Reclina su cabeza moribundo, 

Y cuál con bello y armonioso coro 
Su adiós postrero le dirige el mundo. 

Con cuánta majestad va desciñendo 
Poco á poco la fúlgida corona 
De su radiosa frente, v se va hundiendo 
Para ir á iluminar distinta zona. 

¿Por qué nos dejas, rey del firmamento? 
Detente, sí, que mientras dura esta hora, 
Altivo se remonta el pensamiento 
Hasta ese cielo que tu lumbre dora. 

Cuando miro tu frente fatigada 
Reclinarse en el seno de Occidente, 
Vaga sobre él perdida la mirada, 

Y vagan sueños mil sobre mi frente. 

Que si encima al zenit, es tu grandeza 
Mucho mayor que el orbe que iluminas, 
Infinita también es la belleza 

Emanada de tí, cuando declinas. 

>. 

Hora solemne en que las almas buenas 
Errando van por el azul del cielo ; 
En que olvidadas las amargas penas 
Quiere á otros mundos alcanzar el vuelo. 



74 



I 



296 



POETISAS MEXICANAS. 



¡Cuan dulce es á mi pecho conmovido 
Escuchar la parlera golondrina 
Despedirse del sol, buscar su nido, 

Y mirar desde ahí cómo declina ! 

¡ Escuchar que se queja la paloma 
Viendo á la noche desplegar sus velos, 

Y entre sus sombras ver cdmo se asoma 
El enemigo cruel de sus hijuelos! 

¡ Sentir del aura la caricia leve 
Agitarse y pasar sobre mi frente, 

Y á su impulso mirar cómo se mueve 
El lirio, á las orillas de la fuente! 

¡Mirar cuál se dibujan en el disco 
Del astro rey, azules las montañas ; 
El corderillo que entra en el aprisco ; 
Los pastores que van á sus cabanas ! 

¡ Salud, oh tú, que viste mil naciones 
Edificar murallas y ciudades, 

Y monumentos mil de sus pasiones, 
Gigantescos legar á las edades ! 

Tú que viste á Numancia y á Cartago ; 
A Esparta, Atenas, á la altiva Roma; 
Que de Troya infeliz viste el estrago, 

Y el fuego que llovió sobre Sodoma: 

De Cleopatra, Semíramis y Mno 
Los soberbios palacios levantarse, 

Y luego por el soplo saturnino 

Uno tras otro viste derrumbarse 



¡ Bendita esta hora en que tu luz espira ! 
¡Bendita, sí, que su serena calma, 
Prestóme inspiración para mi lira, 
Y dulzura sin fin para mi alma! 




L 



ANGELA GUARDIOLA DE ALCALDE. 



297 



ANGELA GUARDIOLA DE ALCALDE. 



A MI HIJO. 

¡Bendita sea tu vida, que es mi vida; 
Tu sangre, que es mi sangre, cielo mío; 
Dichoso el corazón que te idolatra, 

Y al fanatismo y la locura toca, 

Y mis labios que imprimen tantos besos 
En tu preciosa y diminuta boca ! 

¡ Bendito el techo que á los dos nos cubre ; 
La luz en que se baña tu pupila ; 
Tus gracias infantiles que á su antojo 
Sujetan dulcemente mi albedrío; 

Y el sol que te calienta con sus rayos ; 

Y el ambiente que aspiras, hijo mío! 

¡ Bendito el ser que te infundid la vida ; 
Porque eres ángel de mi hogar dichoso, 
Que disipando mis amargas penas, 
Llegaste como nuncio de consuelo, 
A embalsamar el alma de tus padres, 
Desde la misma inmensidad del cielo! 

¡ Por tí vuelvo á vivir ; me siento fuerte 
Para apurar del mundo la amargura: 
Si me infundes valor con tus caricias ; 
Si una mirada tuya me da aliento, 
Pasaré con silencio imperturbable 
Por las ruedas dentadas del tormento ! 



298 



POETISAS MEXICANAS. 



Es tanto mi cariño, vida mía, 
Que, en mi egoísmo y mi constante anhelo, 
Me da envidia, si alguno por mirarte, 
Con amor á tu lado se desliza, 

Y sorprende infraganti entre tus labios 
Retozando graciosa una sonrisa. 

Tengo celos al ver tus manecitas 
Con inocencia acariciando á otros; 
Si al volver tus ojitos, fatigado 
Te arrojas á los brazos de tu padre; 
Si no divides por igual tus besos 
En su rostro v el rostro de tu madre. 

¿Qué más puedo anhelar que tus caricias? 
¿Qué más puedo temer que tus desvíos? 
¿No es verdad que me quieres; que más tarde 
Serás de mi vejez borden amigo? 
¿Qué al repetirme que me quieres mucho 
Podrás poner al cielo por testigo? 

Arcángel del Señor, dulce hijo mío; 
Primer soplo de una alma que se agita; 
Tierno capullo de fragante rosa, 
Que perfuma y colora mi presente, 
Sigue viviendo, sí, que de tu vida 
El hilo de mi vida está pendiente. 

Ámame mucho, porque amor ansio ; 
Porque sedienta estoy de tus caricias ; 
Porque quiero vivir para adorarte 
Gozando de tu amor dulces excesos ; 

Y en fin, porque al morirme necesito 
Que se cierren mis ojos con tus besos. 



JULIA OJEDA. 299 

• 


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JULIA 

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)JEDA. 

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UNA LAGRIMA \ 


r rx BESO. 


Sobre los rojos pétalos 


*?* 


De aquel que tu alma férvida 


De perfumada flor 


i 


Adora con pasión. — 


Dejé caer la lágrima, 




Yo desde entonces ávida 


Recuerdo de tu amor. 




Un beso y otro doy 


La flor se puso pálida, 




A la flor dichosísima 


Su tallo doblegó, 


i 


Que tu beso guardó. 


Al ver la pena insólita 




Tus labios en sus pétalos , 


i Que por tí sufro yo. 


i 
i 


Pusiste con amor, 


— ¿Cuál es tu hechizo mágico? 


t, 


Y yo le di una lágrima 


i Le pregunté á la flor ; 


i 


Temblando de emoción. 


¿Qué misterioso espíritu 


i 


Ven, con tu beso anímala ; 


Vaga de tí en redor, 


i 


Que torne á su color, 


Que al verte, el alma mísera 




Y de tu vida cuéntale 


Calma su agitación ? 


t 
V 


Los goces de tu amor. 


l — Con atención escúchame, 


.i 
1 

i 1 


Que en su aroma balsámico 


La flor me respondió : 


i 
| 


Tu aliento aspiro yo, ¡ 


Aquí guardo solícita 




Y digo con voz trémula: 


Casto beso de amor 

! 

i 
i 

1 

I 
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1 
i 

i 

• 

• 

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♦ ■♦■ 


¡ Oh qué dichosa flor ! 

■ 

i 

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1 



75 



300 



POKTISAfl MEXICANAS. 



^.3SrC3-ELIIsr^ SOK/T. 



¡ORAR; ¡PEDIR! 

¡ Orar ! ¡ Pedir ! j Qué bienhechor consuelo 
Para el que tiene el alma traspasada 
Por honda pena y triste desconsuelo, 
T no logra en la vida infortunada 
Hallar la gloria que forjó su anhelo! 

¡Orar! ¡Pedir! ¡ Qué bálsamo más suave 
Para aquel que padece, calla y llora ; 
T que perdido cual flotante nave, 
Vive ignorante sin hallar la clave 
De la angustia cruel que le devora! 

¡ Orar ! ¡ Pedir ! Felicidad suprema, 
Que trocando en placer el sufrimiento, 
Es de ternura celestial emblema, 
Y debe ser nuestro constante lema 
Sin borrarse jamás del pensamiento. 

¡ Orad ! Pedid, después de haber orado , 
Compensación á vuestra pena impía ; 
Pues sólo un corazón ya depravado 
Puede dudar, después de haber rogado, 
Que Dios le dé consuelo en su agonía. 

¡ Orad ! Pedid : disfrutará vuestra alma 
De un remedio que temple su amargura; 
Pues tras la tempestad viene la calma; 
Tras el martirio la bendita palma, 
Símbolo de la fe más santa y pura. 



il. 



ANGELINA 80BT. 



301 



¡ Orad ! ¡ Pedid también por el que gime 
En el abismo de profundo duelo, 

Y en su frente el pesar su sello imprime ; 
Que la oración al pecador redime 

Y nos llena de paz en este suelo ! 



■» ■* 



1 



.302 



POETISAS MEXICANAS. 



IGNACIA PADILLA DE PINA. 



AYER Y HOY. 

¡Mi juventud! ¡Me acuerdo! Entonces no lloraba; 

Tan sólo encanto y dicha miraba en derredor ; 
Feliz en aquel cielo tranquila me encontraba, 

Y toda mi existencia risueña así pasaba 
En medio de los goces que destruyó el dolor. 

¡ Todo era entonces bello ! La luna y las estrellas 
De aquellas dulces noches, en un espacio azul ; 
De las nocturnas aves las poéticas querellas ; 
Del sol que se iba hundiendo las moribundas huellas, 
T de minadas de astros la rutilante luz. 

¡ Oh ! ¡ cómo los recuerdos se llegan á mi mente, 

Trayéndome con ellos un algo no sé qué ! 

El fuego en que se abrasa mi corazón ardiente, 
T toda esa tristeza terrible que se siente 
Al contemplar perdida la dicha que se fué. 

Porque es triste, muy triste, sentir allá á lo lejos 
Las sombras del pasado, que tanto adoro yo ; 

Y ver que sólo quedan los pálidos reflejos 

De aquellas bellas horas, que brotan de los viejos 
Afectos, que Dios mismo en mi alma colocó. 

Afectos que se guardan cual rico relicario; 
Que fueron el escudo de candida niñez ; 
Ocultos permanecen como hostia en el santuario. 
Sin que consiga el tiempo falaz y temerario 
Borrarlos de la mente, en una ni otra vez. 



•mmm^^mm^^m^^^^ 



,W 



IGNACIA PADILLA DE PINA. 



303 



Nunca había pensado que se llegara el día, 
En qije sufrir pudiera tan bárbara opresión ; 
Que sola así viviese una alma cual la mía; 
Sintiendo acrecentarse terrible la agonía 
Del corazón que muere ¡mi pobre corazón! 

Nunca había previsto que el alma que soñaba, 
Del porvenir no pueda arcanos comprender; 
Que solamente en ellos la mente deliraba; 
Mas yo por esto nunca, jamás imaginaba, 
Que tanto como sufro debiera padecer. 

¡ Mas nó ! que si padezco, también tengo esperanza 
De alzarme á otras regiones de la ventura en pos ; 
Y espero ; que el que espera, después de todo alcanza 
Llegar hacia ese cielo de amor y bienandanza, 
Donde recibe augusta la bendición de Dios. 



♦ ♦ 



76 



304 



POETI8AS MEXICANAS. 



1 

1 

1 

: HEE/LIU 

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AURA 


ID -A. 


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IR, O O H :jl . 

BBIL. 


SDE A] 


Batiendo entre flores 


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T siente en su lecho 


Sus trémulas alas, 


'■ 


Los besos del alba. 


Preciados aromas 


i 
i 


Y al ver que en las hojas 


Eecogen las auras. 


l 

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i| 


Amante resbala 


De Abril son aliento 




Del fresco rocío 


Que el valle embalsama, 




La perla envidiada, i 


Que inspira á las aves, 




Sus vuelos despliegan 


Que riza las aguas, 


¡ 


Celosas las auras, 


Que lleva murmullos, 


! 


Y roban del cáliz ! 


Que miente esperanzas, 


1 


La dulce fragancia. 


Que llega hasta el monte, 
Que torna y que pasa. 


i 


i 
; i 


i 
l 






Turbando el silencio 






Venid, auras leves, 


De noche callada. 


■ 


Mi frente abrasada ¡ 


Imita el suspiro 






Anhela la esencia 


Del pecho que ama; 


i 




Que va en vuestras alas. 


Fingiendo rumores 


r 


Os pide rumores, 


Agita las ramas ; 


i 


Fingidle esperanzas, 


Dormido entre rosas 


i 
■ 


Que en cambio os concede 


i Contento descansa, 

i 

i 
i 

i 


— ♦ ♦ 


Suspiros el alma. 



I 



J 



MACLOVIA TREJO. 



305 



IMIA-CLO^I-A. TREJO. 



A MI MADRE. 

Desde que te perdí, siento que mi alma 
Abre las alas en desierta zona ; 
Vivo lejos de tí, como la palma 
Que tiene su nostalgia por corona. 



De verme abandonada llegó el día ; 
Tu muerte el corazón me hace pedazos..., 
¡ Amor de mis amores, madre mía, 
Despierta, y como ayer, dame tus brazos ! 



♦ ♦ 



306 



POETISAS MEXICANAS. 



AMANDA CORREA MERINO 



RECUERDOS DE LA HACIENDA DE SAN ANTONIO. 

Memoria bendecida 
De los primeros años de mi vida ; 
Eecuerdo encantador que me embelesa ; 
Dulcísima tristeza 
Mi corazón rebosa, 
Cuando viene á mi mente 
Ese recuerdo puro y sonriente, 
Con que mi alma á la vez padece y goza. 

Cual ocultan los pájaros su nido, 
Escondiendo en el fondo su tesoro, 
Así también oculto y escondido 
Está el albergue rústico y querido 
Que muchas veces recordando lloro. 
No sé si mi cariño lo embellece ; 
Pero yo me figuro 
Que no hay flor más hermosa 
Que la que allí sin cultivarla crece ; 
Que el ambiente es más puro; 
Las noches más serenas y más bellas, 
T tanto brilla el cielo, que parece 
Que se miran más cerca las estrellas. 

Al declinar el día 
Todo es allí belleza y poesía : 



AMANDA CORREA MERINO. 



307 



Aquí se abre una flor ; allá mecidos 

Por la brisa, los pinos dan gemidos; 

El sol tiñe de grana 

La cima portentosa 

Del Madrigal, que altiva y orgullosa 

Va entre las nubes á esconderse ufana. 

En su lecho de piedras dulcemente 
El Grijalva resbala, 
T se oye el murmurar de su comente 
Como un suspiro que al pasar exhala; 
En el espacio azul uno por uno 
Los astros aparecen; 
No hay ruido ninguno ; 
Los pájaros se ocultan y enmudecen, 

Y sólo canta en el ramaje alguno 
Mientras las sombras de la noche crecen, 

I Cuántas veces á la hora 
En que la noche llega y se va el día, 
Lleno de dicha el corazón sentía, 

Y mi alma soñadora 

En divinos delirios se perdía! 

Jamás podré olvidarte, 

Lugar por mis recuerdos bendecido; 

Mi corazón hasta el postrer latido 

No dejará de amarte, 

De mi plácida infancia edén querido. 



77 



308 



POETISA* MEXICANAS. 



JOSEFA SIIEIR/IR/JÍL. 



A LA SEÑORITA D. C C. DE B. 

Aunque sélo tristísimas canciones 
El dolorido corazón me inspira; 
Aunque mi ardiente labio que suspira 
Hablar puede no más de su dolor; 

Aunque es triste mi voz cual la del viento 
Cuando lúgubre gime en la enramada, 
Estos versos te mando, confiada 
En tu amistad y en prueba de mi amor. 

Efímera flor de un día 
Cuyo aroma lleva el viento ; 
Flor que acaba en un momento 
Fué para mí la alegría : 

Y tan débil, y tan vaga 
Pasé su imagen risueña, 
Como luz que un soplo apaga, 
Como visién del que sueña. 
Pasé veloz sin que en su raudo vuelo 
Le dejase otra cosa al corazén, 
Que un porvenir de lágrimas y duelo, 
Un íntimo y profundo desconsuelo 
Que hace mayor mi pena y mi afliccién. 

Cual del árbol desprendidas 
En alas del huracán 
Las marchitas hojas van 
Destrozadas y perdidas ; 



L 



JOSEFA SIERRA. 



309 



Así al brotar, al nacer, 
Mis ilusiones murieron, 
Y de mi pecho se fueron 
Para nunca más volver* 
Una no más en tan fatal mudanza 
Por venturosa suerte conservé; 
Una ilusión que forma mi esperanza 

Y que me presta en mi dolor confianza; 
Una ilusión en la que tengo fe. 

Esa ilusión que consuela 
Mis días de adversidad ; 
Esa por que mi alma anhela, 
Es, querida, la amistad : 

Es esa feliz unión 
De una alma con otra alma, 
Que sin robarle la calma 
Satisface al corazón. 
Es esa dulce unión, que tan ardiente 
No es como el fuego que encendió el amor ; 
Pero más pura, sí, más permanente ; 
Pura como la llama refulgente 
Que arde en los altares del Señor. 

A tí sólo toca, amiga, 
Realizar esta brillante 
Esperanza, que un instante 
Todos mis males mitiga. 

Sólo á tí posible es 
Arrojar algunas flores 
En la senda de dolores 
Que van hollando mis pies. 
A tí te toca consolar mis penas 

Y mis ardientes lágrimas secar; 
A ti te tocan, puras y serenas, 
Las horas antes de tormento llenas, 
Con el poder de la amistad trocar. 



310 



POETISAS MEXICANAS. 



Aunque no espero en el mundo 
Ni en ilusiones de amor, 
No pienses que un mal profundo, 
O un incurable dolor, 

Me hayan hecho indiferente ; 
Ni creas, amiga mía, 
En la frialdad sombría 
Que está pintada en mi frente. 
Aunque se encuentra lleno de amargura, 
Un idioma tendrá mi corazón, 
Que responda á tu amor y á tu ternura : 
Ese idioma en mi grande desventura 
Me lo ha dejado Dios por compasión. 



INQUIETUD. 



No me comprendo: la anhelante vista 
Por todas partes mi inquietud diiige, 
Sin hallar un objeto que la fije, 
Ni contento al ardiente corazón. 

En vano quiero conservar la calma 
En los tristes sucesos de mi vida; 
El alma vuela, en alas conducida 
De una engañosa y mágica ilusión. 

Mi vida fué soñar: siempre creía 
Hallar fácil la dicha por doquiera, 
T al apurar la copa placentera, 
El cáliz encontraba del dolor. 

Salí de la ciudad y del bullicio; 
Me dirigí hacia el campo silencioso ; 
Y allí también mi corazón ansioso 
Con locas esperanzas palpitó. 



i 



JOSEFA SIERRA. 



311 



Dejé la sociedad, y en el retiro 
Me concentré para gozar la calma ; 
Pero aun allí se hallaba inquieta el alma, 

Y alguna cosa á su placer falté. 

En vano la amistad con lazos puros 
Un solaz á mi mente le ha brindado ; 
Me falta un no sé qué, ¡ bien deseado ! 

Y lejos de ese bien no hay paz ni luz. 
Mas ¿hasta cuándo fijará mi suerte 

Y cesará mi inútil ligereza? 

Hasta que se hunda inmóvil mi cabeza 
En el helado y fúnebre ataúd. 



78 



312 



POETISAS MEXICANAS. 



CAMERINA PAVÓN Y OVIEDO, 



POESÍA RECITADA POR SU AUTORA E3f XTS ACTO DE 
DISTRIBUCIÓN DE PREMIOS. 

Estudiosa juventud, 
Honra de mis patrios .lares, 
Hov ensalzo en mis cantares 
Del talento la virtud. 
Las notas de mi laúd 
Fíjalas en tu memoria: 
Son un eco de la gloria, 
Que te estimula á seguir 
Hasta lograr conseguir 
La más completa victoria. 



Jamás humilles la frente ; 
Orgullosa mira al cielo; 
Allí ha de encontrar tu anhelo 
Del genio la luz fulgente. 
Con entusiasmo vehemente 
Róbale un rayo á esa luz : 
Que rompa el negro capuz 
De tu mente soñadora; 
Pues la ignorancia traidora 
Es en el mundo una cruz. 



De la inconstante fortuna 
No cuentes con los favores, 
Que por crueles rigores 
Puede cambiar importuna. 



CAMERINA PAVÓN T OVIEDO. 



313 



Mas ¿qué vale pena alguna, 
Si al fin logras alcanzar 
El saber para triunfar, 
T te haces dueña del arte, 
Que podrá siempre elevarte 
Adonde quieras llegar? 

Del músico el dulce idioma 
Interpreta el sentimiento, 
Con tan suave concento 
Que á la misma fiera doma. 
Tiene la música aroma: 
Su hermana la poesía 
El espíritu extasía 
Con tan ardiente embeleso, 
Que despierta hasta el exceso 
El dolor 6 la alegría. 

El poeta ¡noble ser! 
Con su lira un mundo crea, 
Dándole vida á la idea, 
Que á eso llega su poder. 
Así es fácil comprender 
Que el tiempo no haya extinguido 
Aquel canto bendecido, 
Que el rey David entonara, 
Y á la humanidad legara 
Como en el bronce esculpido. 



Homero, Virgilio, el Dante, 
Que con vividos colores 
Pintan goces y dolores 
De un corazón delirante; 
T la inspiración gigante 
De otros mil que recordamos, 
A quienes culto les damos, 



314 



Porque al sol de su talento 
Nuestro frío pensamiento 
Solícitos avivamos. 

La pintura ¿á quién no asombra 
Lo que pudo aquel pincel 
Del inmortal Rafael 
Con su claridad v sombra? 
A Miguel Ángel le nombra 
La generación actual 
Con respeto sin igual : 
Escultor, pintor, poeta; 
En él sólo se concreta 
Un ingenio colosal. 

Las grandiosas concepciones 
Del arte, son la nobleza, 
Que con viril entereza 
Domina los corazones. 
Las únicas ambiciones 
Del hombre debieran ser 
El estudio v el saber: 
Que en la espinosa existencia 
Cultivar la inteligencia 
Es el más alto deber. 

Por nuestra Patria querida, 
A la que tanto debemos, 
Necesario es que estudiemos 
Dándole al progreso vida. 
Que se mire enaltecida 
T por sus hijos honrada 
Esta joya, que engarzada 
Tuvo España en su corona, 
T que hoy su esplendor abona 
De libertad la alborada. 



L 



CAMERINA PAVÓN Y OVIEDO. 



315 



Juventud, sigue adelante: 
Es difícil la tarea; 
Pero que el mundo te vea 
Trabajar con fe constante. 
Camina siempre anhelante ; 
Por la misma senda avanza; 
En el porvenir alcanza, 
Como premio á tu desvelo, 
Engrandecer este suelo 
Que en tí cifra su esperanza. 

Si en pobre cuna has nacido, 
Inmensa será tu gloria, 
Al lograr que tu memoria 
No la sepulte el olvido. 
De la ciencia se ha erigido 
El bendecido santuario 
Para rico y proletario ; 
Mas si se quiere á él entrar, 
Preciso es deletrear 
El humilde silabario. 

Edison, á quien se admira 
Por sus inventos divinos, 
Ha seguido los caminos 
Que hoy el maestro te inspira. 
Si por renombre suspira 
Tu juvenil corazón, 
Estudia con decisión; 
Sigue del sabio el ejemplo, 
Y de Minerva en el templo 
Obtendrás el galardón. 



• • 



79 



316 



POKTMA* MKXICAXAfi. 



consrciEiFCióiN" ^coisrc a txa,. 



LÁGRIMAS. 

Em yo niña: del dolor la huella 
Aun no marcaba mi serena frente; 
Era propicio el sino de mi estrella, 

Y en mi ilusión halagadora y bella 
Miraba un porvenir puro, riente. 

Dichosa con mi paz y mi inocencia, 
Otros goces mi pecho no envidió, 

Y vi correr tranquila mi existencia 
Como se exhala de una flor la esencia ; 
Como la sombra que fugaz pasó : 

Como el arroyo se desliza suave 
Entre guijas alegres serpeando; 
Como surca la mar veloce nave ; 
como pasa por el aire el ave 
Ni vaga sombra en su volar dejando. 

Torné la vista entonces con anhelo 
En derredor, y vi sólo ventura, 
Hermosas flores adornando el suelo, 
Mil estrellas purísimas el cielo, 
Ni una imagen siquiera de amargura. 

¿ Esta es la vida pregunté admirada, 
Que el hombre llama de dolor camino, 
Tierra de luto al llanto destinada? 
Yo no le encuentro de tristeza nada, 

Y de vivir bendigo mi destino. 



CONCEPCIÓN MONCADA. 



317 



¡Pobre niña! ocho años no contaba 

Y todo en derredor me sonreía ; 

Me amaban unos padres que yo amaba; 

Sólo su amor mi dicha aseguraba 

¡ Con razón el dolor no conocía ! 

¡ Ah ! ¿ por qué despiadada la fortuna 
Se complace en turbar nuestro contento? 
¿Por qué no fui infeliz desde la cuna? 
Que sin haber gozado dicha alguna 
No fuera tan sensible el sufrimiento. 

¿ Por qué se afana la inflexible suerte 
En hacernos gemir cuando gozamos? 
¿ Por qué nacimos, si después la muerte 
Viene implacable, asoladora y fuerte, 
A arrebatarnos lo que más amamos? 

¡ Ay ! que mi padre descendió á la tumba, 

Y mi madre á sus penas entregada, 
Hace temer que á su dolor sucumba ; 
Que siempre el roble al perecer derrumba 
La amante hiedra que le está enlazada. 

Entonces ¡ay! en medio á mis dolores 
Exclamaba en mi angustia conmovida : 
Si el suelo tiene encantadoras flores, 
También tiene amargura y sinsabores 
¡ Con que nos hace aborrecer la vida. 



♦ » 



L 



31* 



AI.BERTIXA PUIG DE BORBEREXA, 



A DO$'A CR15TI5A FARFÁX DE GARCÍA ■O.VT1BO. 

Me cuentan que partiste á esa morada. 
Donde se encuentra Dios, 
En tu frente llevando una guirnalda 
De gloría y esplendor: 

Que tu alma, del cuerpo excarcelada. 
En ángel se tornó, 

Y que batiendo sus doradas alas 

Cruzó el éter veloz : 

Que la envuelve purísima nube alba, 
Y brilla más que el sol, 

Y que cruzando el cielo alborozada. 

Do quier vierte su amor : 

Que ha visto maravillas, é inspirada 
Ha cantado al Señor, 
Acompañada de otras puras almas, 
Bellas cual la ilusión : 

Que infinita y radiosa su mirada 
Penetra el corazón 
Para inspirarle por la senda santa, 
Para ungirle de amor: 

Que con rayos de luz el mundo baña 
Desde su azul mansión, 

Y que feliz, sonriendo, bella y rauda 

Nos da su bendición. 



ALBERTINA PVIQ DE BORBERENA. 



319 



Si es cierto, como creo, lo que á mi alma 
Un ángel reveló; 
Si tan dichosa eres ¿por qué causa 
Dar riendas al dolor? 

Recibe, pues, no llanto: si llorara, 
Fuera darte aflicción. 
¿Por qué llorar? Feliz la desterrada 
Que á su patria volvió. 

Es un recuerdo que dedica un alma 
A otra alma que voló : 
Es un beso que yo le encargo al aura 
Te lleve en ovación. 



80 



320 



POETISAS MEXICANAS. 



DOLORES JIMÉNEZ Y MURO. 



BATO DE LUZ. 

Pronto voy á morir; lo sé. lo siento 
En esta languidez que me domina: 
La flor que va á morir, falta de aliento, 
Hacia la tierra, como yo, se inclina. 

Pronto voy á morir; mas no me aterra 
El pensamiento de perder la vida: 
Mi alma está desprendida de la tierra, 
Y espera hasta con ansia su partida. 

¿Por qué llorar? El pájaro viajero, 
Si la tormenta destruyó su nido, 
No marcha triste, vuela placentero, 
Del sitio do exhalara su gemido. 

La pobre planta, rota por el rayo, 
Que no produce flores, ni un retoño, 
Halla en sus ramas el ardiente Mayo; 
No teme, n<5, los hielos del otoño. 

¡ Ay ! ¿ Y yo ? ¿ Qué esperanza bendecida 

Flota viva en el mar de mis dolores? 
¿ No soy la pobre planta ya sin vida ; 
El ave sin hogar y sin amores ? 

¡Venga la muerte, pues! Mi alma creyente, 
Más allá de esta vida ve otra vida, 
Que se ha de prolongar eternamente, 
Donde recobraré la paz perdida. 



DOLORES JIMÉNEZ T MURO. 



321 



Donde yo, que he sufrido tanto j tanto ! 
Viendo la dicha cual quimera hermosa, 
Secas veré las fuentes de mi llanto, 
¡ Y llegaré por fin á ser dichosa ! 



♦ » 



322 



POBTI8AB MEXICAXAfl. 



GUADALUPE OROZCO Y ENCISO 



AHTE UVAS RUINAS. 

Los suspiros que mi alma exhala lentos, 
Revelan que en su fondo hay sufrimientos. 

Mi corazón suspira; mis ojos lloran; 
Las lágrimas al cielo piedad imploran. 

Bajo una piedra á veces se encuentra escrita 
Una historia de encantos, ú otra precita : 

Y ¡tantos juramentos y bellas cosas, 
Tengo yo sepultados bajo estas losas! 

El campo está muy triste : estas ruinas, 
¡Del corazón esconden muchas espinas ! 

La historia entera y triste de mis amores, 
Parece compendiada por estas flores. 

¡Aquí encontré la dicha y el dulce encanto! 
¡Aquí con sus caricias gozaba tanto ! 

¡ Aquí miro encerrado aquel anhelo, 
Con que mi amor hallaba tanto consuelo ! 

T al ver estos escombros, recuerdo luego, 
Que todo lo deshizo el tiempo ciego. 

Y estos muros me dicen: "¡olvida todo; 
Que el mundo s<51o encierra tormento y lodo!" 

Deja que mi alma tierna se eleve altiva; 
Que llegue hasta los cielos, y que allí viva. 



CARLOTA MORENO Y DEL CALLEJO. 



323 



CABLOTA MORENO Y DEL CALLEJO. 



LA LUNA. 

k MI HERMANA DE CORAZÓN LA SEÑORITA MARÍA DE LOS ÁNGELES OTERO. 

Ángela, busqué la estrella 
Que era todo tu embeleso, 

Y la encontré diamantina 
Brillando en el alto cielo. 
Le conté todas tus penas, 
Le dije tus sufrimientos, 

Y le demandé la calma 
Para tu angustiado pecho. 

Después busqué el astro mío 

Que ha formado mi contento, 

Y encontré la blanca luna ; 

Y á sus pálidos destellos 
No sé qué sintió mi alma 
De halagador y secreto. 

Al mirar su luz hermosa, 
Llena de encanto y misterio, 
¿ No sientes allá en tu alma 
La inspiración, y el deseo 
De contarle tus pesares, 
De consagrarle tus versos, 

Y de hacerla la testigo 

De tus mudos sufrimientos? 

¡ Cuántas veces ! ¡ Cuántas noches ; 

Lleno de opresión el pecho, 



81 



Me salí á buscar la calma 
En ese austro de consuelo! 
Y al mirar sus tibios ravos 
Ilnminarme un momento, 
Sentí ya tranquila el alma. 
Libre del dolor acerbo, 
Que hizo brotar de mis ojos 
Lágrimas de sentimiento. 



También yo tengo en el alma 
Un mar de dudas y celos, 
Esperanzas no cumplidas, 
Frustrados locos empeños; 

Y miro en el astro hermoso 
Un confidente discreto: 

Y su luz á buscar salgo 
Revelándole en mi anhelo, 
Las ilusiones nacidas 

De un amor puro y sincero. 



Ya ves, Ángela; yo era 
Feliz hace poco tiempo, 

Y como tú llevo ahora 
Un íntimo sufrimiento. 

Ya ves que aunque mi semblante 
Revela dicha y sosiego, 
.Es muy amarga mi vida, 
Ni paz ni ventura tengo ; 
Pero de la fe la llama 
No se ha extinguido en mi pecho, 
Ni han muerto mis ilusiones, 
Ni mi corazón ha muerto ; 

Y salgo á buscar como antes 
En mi astro, dulce consuelo 
Para calmar mis dolores, 
Para endulzar mi tormento. 



CARLOTA MORENO T DEL CALLEJO. 



325 



Así es, Angela, que puedes 
Calmar tu dolor acerbo, 

Y encontrarás en tu estrella 
Ratos de paz y consuelo ; 

Y desde aquí yo, entretanto, 
Pediré mucho al Eterno, 
Que te mande aquellos días 
De luz, de dicha y contento. 



TRISTEZA, 



La noche está serena ; 

Brilla con calma 
La luna en el zafiro 

Con su luz blanca: 
Y en medio del silencio 

Que en torno reina, 
Mi pecho suspirando 

Triste se queja. 
Llegan hasta mi oído 

Sones dolientes 
De música lejana 

Que me entristece. 
Soledad y silencio 

Tiene mr estancia 

¡Con qué letal angustia 

Vierto mis lágrimas ! 



&Y& 



<*£&> 



¿ Nunca te llega un eco 

De mis suspiros? 
¿ No escuchas mi sollozo ? 

¿Vives tranquilo?.... 
Tal vez ¡ay! mis pesares 

Serán eternos ; 
Tal vez darás á mi alma 

Solo tormento. 
Oigo el reloj vecino 

Lento y sonoro : 
¡Ojalá que el descanso 

Cierre mis ojosl 

Virgen de la Esperanza, 

Mira mi llanto ; 
Sé tú mi protectora; 

Dame tu amparo. 



«•»-•» 



326 



POETISAS MEXICANAS. 



zdolo:r,:e2s nDEL^n^isrrnr. 



DESENGAÑO. 

(imitación.) 

Hay sentimientos tristes y sin nombre 
En lo más interior de nuestra alma; 
Sentimientos tristísimos que al hombre 
Le quitan su placer roban la calma. 

Continuo padecer que nos devora, 
Dejando al corazón abierta herida; 
Horrible sufrimiento que se llora 
Si se evapora la ilusión querida. 

Feliz y muy feliz quien oye amiga, 
En lucha eterna y sin igual desvelo, 
La voz de un ángel que á su oído diga 
Palabras inefables de consuelo. 



MI VISION. 



¿ Quién eres, visión querida, 
Que te miro por doquier? 
Vienes si gozosa río, 
T si suspiro también. 

En la vigilia, en el sueño 
Te tengo siempre ante mí; 
Pero te hablo y no respondes.. 
¿Quién eres, fantasma, di? 



r" 



D0L0BE8 DELAHANTY. 



327 



¿ Serás un ensueño vano 
Que mi mente hizo brotar? 
¿Tendrás forma, serás hombre 
O un destello sideral? 



¡ Dímelo ! que de mi vida 
Eres encanto y placer ; 
Eres mi ideal querido, 
¡ Blanca visión del Edén ! 



82 



328 



POETISAS MEXICANAS. 



MATILDE HOYOS Y MARÍN- 



DUDA. 

Otra vez, otra vez, duda sombría, 
Turbas de mi existir la santa calma, 
Y cual sierpe infernal llegas, impía, 
A envenenar con tu ponzoña el alma. 

Tu temeraria planta va dejando, 
Con incesante afán, la triste huella, 
En fatídica sombra sepultando 
La única luz que para mí destella. 

Al mirarte venir en mi camino, 
De justa indignación mi pecho arde: 
No tengo miedo á tí, temo al destino : 
Aquí está el corazón, ¡ hiere, cobarde ! 

Penetra en el verjel de mis amores, 
Que sé vivir sin ilusión alguna ; 
De la existencia mis benditas flores, 
Rómpelas, sin piedad, una por una. 

Aun mi cielo está azul ; sobre él avanza, 
T estalle al fin, tu negro cataclismo; 
Haz pedazos mi fe con mi esperanza: 
Húndelas para siempre en el abismo. 

Llega, pues, hasta mí, llega, traidora ; 
Para luchar, el corazón es fuerte 

¿Qué me importa tu furia vengadora? 

» 

¿Serás más poderosa que la muerte? 



i 



JOSEFINA CAMPOS. 



329 



JOSEFINA CAMPOS 



¡ADIÓS! 



— ¿Con que te vas? le dije conmovida, 
Temblando de emoción. 

— Es fuerza ya, me dijo, que me aleje 

De la esperanza en pos. 

¿Qué quieres? ¡ay! me arrancan de tu lado 

Más no temas, que voy 

Buscando el porvenir en que soñamos 

Ser felices los dos. 

— Te arrancarán, le dije, de mi lado; 
De mi alma, n<5, ¡jamás! 

Ve, pues, bien mío, el corazón presiente 
La dicha alcanzarás; 

Y mientras tanto el porvenir sea tuyo 
¿ Mi amor olvidarás ? 

— Mientras palpite de emoción henchido 
Mi ardiente corazón, 
Tú reinarás en él pura y radiante, 

Y contigo mi amor. 

* 

Y en medio de la noche silenciosa 
Pensaba en este adiós, 

Y del fondo del alma dolorida 
Un suspiro brotó 

¡Acaso que el destino, presentía, 
Se opusiera terrible entre los dos! 



I 



830 



POETISAS MEXICANAS. 



CONCEPCIÓN TRILLANES T ARRILLAGA 



A UN RETRATO. 

¡Adiós, adiós! la suerte lo ha querido 
Si Be borra mi nombre de tu mente, 
¿Sepultarás también en el olvido 
La pobre imagen de tu amiga ausente? 

R. Palma. 

Hoy que la vida me parece hermosa, 
De tu amor con el bello colorido, 
Te diré muy en breve, pesarosa, 
¡Adiós, adiós, la suerte lo ha querido! 

. Pero si llega el desgraciado día, 
En que te olvides de la amiga ausente ; 
¿ Qué te puede halagar la imagen mía 
Si se borra mi nombre de tu mente ? 

Que otras nuevas y gratas impresiones 
Borrarán mis palabras de tu oido ; 
Y mi dicha, mi amor, mis ilusiones 
Sepultarás también en el olvido. 

Pues antes de romperse nuestros lazos, 
O te sea su vista indiferente, 
Te suplico, ¡ mi bien ! que hagas pedazos 
La pobre imagen de tu amiga ausente. 



*•* 



LUZ TRILLANE8 ARRILLAOA. 



331 



LUZ TRILLANES ARRILLAGA. 



NO ME VENGA8 A VER CUANDO ESTÉ MUERTA. 

(imitación detenntson.) 

Cuando deje esta vida transitoria 

Y me duerma en el lecho de la muerte ; 
Cuando por siempre deje yo de verte, 
Tu no vayas mi sueño á interrumpir. 

No turbes mi reposo funerario ; 
Deja dormir en paz á quien te ha amado, 

Y á quien sus ilusiones ha guardado 
Bajo el marmóreo lecho sepulcral. 

Las almas que en la vida guardan fieles 
La santa fe del corazón creyente, 

Y la ilusión del corazón ardiente, 
Aman después que dejan de existir. 

Así te amó yo á tí; mas por desgracia, 
Tú destrozaste sin piedad, mis flores; 
Tú saturaste mi alma de dolores ; 
Tú mataste mi fe, mi corazón. 

No visites mi tumba: en éste mundo 
Te di mi corazón y mi creencia: 
Si agostaste la flor de mi existencia, 
Déjame al menos que descanse en paz. 



♦ • 



83 



332 



POETISAS MEXICANAS. 



STJS.A.iT^ ZMZ^SSOIfcT. 



UNA HORA CRUEL. 

¡Retroceded, oh lágrimas de fuego! 
¡Retroceded al cráter de mi alma! 
¡Devorad mis entrañas y mi mente! 
Pero al menos, dejad sobre mi frente 
Grabada la ficción que llaman calma. 

Y en vez de relucir en mi mejilla, 
Su anda palidez arrebolando, 
Quemad mi corazón, gotas de infierno; 
En lluvias de veneno sempiterno. 
Sus íntimas heridas renovando. 

Que es triste contemplar en rostro ufano 
La indiferencia, la frialdad impía, 

El desprecio quizá mientras que lento 

El corazón apura el sufrimiento ; 
Las heces del martirio y la agonía. 

Mis lágrimas sagradas é inviolables, 
Como el dolor terribles é imponentes. 
El ludibrio serían ¡santo cielo! 
De la turba insensata : ¡ hombres de hielo, 
De negro corazón y blancas frentes ! 

En la farsa del mundo, en los festines, 
Donde todo es amores y sonrisa, 

Crecen y se emponzoñan mis dolores 

Más y más á tan faustos resplandores 
Esta hoguera de fuego el mundo atiza. 



SUSANA MA8S0N. 



333 



En medio de mi horrible desventura 
Suplicantes miradas triste lanzo; 
Y mi pecho se oprime, y no respiro. 
¡ Ay ! un abismo en cada rostro miro, 
Cuya tiniebla á sondear no alcanzo. 

Y en todas las palabras oigo un eco, 
Que el alma me destroza repitiendo : 
"Vive y contempla dichas que á otros tocan; 
44 Dichas que á tu pesar, fieras provocan, 
"Siempre callando, y de dolor muriendo." 



ENSUEÑO. 



(/uión pudiera vivir siempre soñando. 

J. Rosas. 

Soñé una noche templada 
De suaves exhalaciones ; 
Noche grata y perfumada, 
Por los ángeles cantada 
En las celestes mansiones. 

Vi ese faro suspendido . 
Entre la tierra y el cielo, 
Que á nuestra dicha ha lucido; 

Y antorcha fúnebre ha sido 
De tu ausencia en hondo duelo: 

Esas flores que en el llore 
De nuestro adiós se bañaron, 

Y en su cáliz incoloro 
De tu lágrima el tesoro 

A mis labios transladaron : 

Y he sentido del ambiente 
La fragancia y la armonía, 
Que sonaba dulcemente, 
Como el sollozo doliente 
De tu partida en el día. 



334 



POETISAS MEXICANAS. 



• Todo : la luna, las flores, 
El perfume de la brisa, 
Renace con tus amores, 

Y nueva vida y colores 
Recobran con tu sonrisa. 

Tú estabas ¡ ay ! á mi lado ; 
Reclinada tu cabeza 
Sobre mi pecho agitado; 
Tierno al cielo levantado 
Tu rostro que me embelesa ; 

T en puro éxtasis deliro 
Con tus ojos, con tu aliento, 
Que en alas de mi suspiro 
Confía en voluble giro 
A los jazmines el viento. 

El alma se acrisolaba 
En el fuego de tu beso, 

Y á la tuya se estrechaba, 

Y delicias mil probaba 

Mi labio en tu labio impreso. 



Cuando el ángel rencoroso, 
Que en el umbral nos espera 
De este mundo borrascoso, 
Donde es el placer dudoso 

Y la vida una quimera ; 

Borró con sus negras alas 
El ensueño de la mente, 
Su brillantez y sus galas, 

Y al despertar triste exhalas, 
Gemidos, ¡ alma doliente ! 



♦ ♦ 





VIRGINIA HARTO. 



335 



^TTtt<3-Ti<TTJ± :m:.a.:r,to 



ORFANDAD. 

Ya secos están mis ojos ; 
No bafía el llanto mi faz ; 
En el alma llevo abrojos, 

Y sólo guardo despojos 
De lo que fué dulce paz. 

Donde ver flores soñaba, 
Duros cardos encontré : 
En vano dichas buscaba, 

Y la mente se ofuscaba 
Por la gloria que no hallé. 

Indiferente á mis cuitas, 
El mundo en su bacanal, 
Tras de mirar ya marchitas 
Mis ilusiones benditas 
Clama con voz funeral : 

Ya no hay dichas para tí : 
Calla y sufre ; nada quieras ; 
Lo que á otros negué, te di : 
Dolor y llanto ; y así, 
Calla y sufre hasta que mueras. 



84 



836 



POETISAS MEXICANAS. 



¡La muerte! visión impía 
Que mi dicha destruyó, 
Llevando á la tumba fría 
La prendar-de más valía 
Que en el mundo tuve yo. 



Mató con saña y encono 

Mis santas aspiraciones 

De un golpe cayó del trono 
Lo que yo tanto ambiciono. 
¡Mis floridas ilusiones ! 



MARÍA DE L08 ANGELES OTERO. 



337 



MARÍA DE LOS ANGELES OTERO. 






:im; 



HTJACUJA. 



EN EL CAMPO. 

(ATLIXOO.) 

Querida Esther; ¿no te agrada 
Ver el campo con sus flores, 

Y escuchar cómo las aves 
Cantan sus tiernos amores? 

¿No te agrada ver del río 
La bulliciosa corriente, 

Y de aromas impregnado 
Respirar el fresco ambiente? 

Mira, Esther, mira las nubes 
De oro, de gualda y añil: 
El que quiera ver lo bello 
Que venga, que venga aquí. 

Mira cuántas mariposas 
De tan variado color, 
En volubles giros liban 
Las mieles, de flor en flor. 

Más lindas que las coronas 
De perlas y de rubí, 
Las tenemos de azucenas 

Y maravillas aquí. 

Alfombras bellas pisamos 
De jazmines y azahar, 
Mejores que las que pisan 
El sátrapa y el sultán. 



338 



POETISAS MEXICANAS. 



Esther, Esther, ¿ no quisieras 
Vivir en este verjel ? 
Extiende la vista, en torno 
Verás bellezas doquier. 

En la soledad del campo, 
Entre pájaros y flores, 
Habían de ser más tiernos 

Y poéticos tus amores. 

Sin testigos importunos, 
Sélo mirándote Dios, 
Habían de ser más dulces 
Los diálogos de tu amor. 

Y yo también, Esther mía, 
Si alguna vez llegó á amar, 
Para escribir á mi ensueño 
Aquí me vendré á inspirar. 

Si alguna vez en mi pecho 
Llega á penetrar amor, 
No tendré más confidentes 
Que las selvas y la flor. 

Ellas me darán consejos 

Y me sabrán inspirar: 
Que no hay mejores amigos 
Que el campo y la soledad. 

Poética fuera mi vida 
Si se deslizara aquí: 
Es difícil en el campo 
Hallar quien sea infeliz. 

¡Vivan, Esther, los poetas, 
Que dulces saben cantar, 
A los campos, á las flores, 
Al bosque, á la soledad ! 



♦ » 



HABÍA OARZA GONZÁLEZ. 



339 



MARÍA GARZA GONZÁLEZ 






A UNA FLOR. 

Linda rosa perfumada, 
Hechizo de la alborada, 
Acaso fué tu destino, 
De mi mente acalorada 
Ser un ensueño divino. 

Deja que mi labio oprima 
Tus pétalos, y que imprima 
Ósculo puro de amor; 
Que me encanta, me fascina, 
Ese tu rico esplendor. 

Eras reina entre las flores, 
Que ostentaban sus colores 
En el florido verjel, 
Recibiendo los honores 
del jazmín y del clavel; 

Pero con mano atrevida, 
De tu tallo desprendida, 
Viniste en mi álbum á ser, 
Un recuerdo de mi vida 
Que llanto me hace verter. 



85 



340 



POETISAS MEXICANAS. 



INVIERNO. 



Gimiendo pasa la brisa leve 
Huyendo á impulsos del vendaval, 

Y sobre el suelo la blanca nieve 
Cae y le cubre como cristal. 

Los desengaños son otro invierno 
Que al alma dejan sin una flor: 
Truecan las dichas en llanto eterno ; 
Matan los sueños del corazón. 

Mustias las flores su tallo inclinan 

Siendo juguetes del viento frío 

Las ilusiones ya no germinan 
Ni dan alientos al pecho mío. 

Rodeada siempre de desengaños, 

Paso llorando mi juventud 

Lentos y tristes corren los años ; 
Trayendo al cabo la senectud. 

En vano busco la paz del alma 

Y un lenitivo á mi dolor 

No tengo goces, ni tengo calma, 
Lágrimas sólo del corazón. 



♦ » 




k. 



/ 



R08ARI0 FLORES ALATUREE. 



341 



ROSARIO FLORES ALATORRE. 



LA VIRGEN DOLOBOSA. 

Venid y ved bí hay dolor 
que igualo al mío. 

Venid los que perdisteis la alegría; 
Los que halláis por doquier males sin cuento : 
Detened vuestros pasos un momento 
En esta senda que al Calvario guía. 

Contemplad un instante mi agonía; 
Comparad vuestro nial á mi tormento; 
Comprended, si ]>odeis, mi sufrimiento, 

Y ved si hay pena cual la pena mía. 

Yo gimo solitaria en este suelo : 
Los tormentos de mi Hijo he presenciado: 
Le vi morir, sin darle ni un consuelo, 

Yo que lo amé como ninguno ha amado : 

Y aumentan más úú triste desconsuelo 
La ingratitud del hombre y su pecado. 



342 POETIBAfl MEXICANAS. 



ELElsTA OA.STI^O. 



A MANUEL ACUÑA. 

Derramaba sus últimos fulgores 

El moribundo sol; 
La brisa de la tarde suspiraba 

Con lánguido rumor, 

Y en los árboles secos la torcaza 

Lanzaba su canción, 
En tanto que en el cauce del arroyo, 

Que el invierno secó, 
Susurraban las hojas amarillas 

Algo como un adiós 

Marchando lentamente, doblegado 

A impulso del dolor, 
Un niño caminaba, de los campos 

Por la vasta extensión. 
Las lágrimas brotaban de sus ojos, 

Y con supremo amor, 
Miraba muchas veces, muchas veces, 

Hacia una población, 
Que se estaba envolviendo, de la noche 

En el negro crespón, 

Y que se iba alejando lentamente, 

Como el grato fulgor, 
Con que alumbró la soledad del alma 

La primera ilusión ; 
Como se van perdiendo los perfumes 

De aquella blanca flor, 



KLENA CASTRO. 



343 



Que durante la aurora de la vida 

En el alma brotó 

Aquel niño tan triste, devorando 

A solas su dolor, 
En un arranque de pesar sublime 

Dijo con tierna voz : 

— " Adiós, mi santo hogar, hogar amado; 

Adiós, hogar bendito, 

En cuyo seno viven los recuerdos 

Más queridos del alma 

Pedazo de ese azul en donde anidan 

Mis ilusiones candidas de niño, 

¡ Quién sabe si mis ojos 

No volverán á verte ! 

¡ Quién sabe si hoy te envío 

El adiós de la muerte! 

Mas si el destino rudo 

Ha de darme morir bajo tu techo; 

Si el ave de la selva 

Ha de plegar las alas en su nido ; 

Guárdame mi tesoro, hogar querido ; 

Guárdame mi tesoro hasta que vuelva*" 

Y en tanto, allá, llorando y abatida 

Por terrible aflicción, 
Una madre rezaba junto al lecho, 

Un lecho que quedó 
Desierto, como el alma que ha perdido 

Su postrera ilusión 

Cuatro años han pasado : el que era niño 

Es casi joven hoy; 
Brilla en sus ojos el fulgor del genio, 

La santa inspiración, 
Que pudiera juzgarse como un lazo 

Entre el poeta y Dios. 



86 



344 POETISAS MEXICANAS. 



Un cuarto miserable, donde apenas 

Entra la luz del sol ; 
Pero donde germinan esperanzas, 

Que luz del alma son : 

Y allí, con sus ensueños, el poeta, 

Buscando en el amor, 
Los sublimes placeres inefables 
Que anhela el corazón. 

Y allí, los soñadores sus hermanos ; 

Los hijos del dolor, 
Que no han probado aún la amarga copa 
Que les reserva Dios ; 

Y que sueñan, y gozan, y consagran 

Su talento precoz, 

Y el fuego juvenil al sacerdocio 

Que el cielo les marcó, 

Y que si da laureles á la frente 

Desgarra el corazón. 
¡ Oh santuario bendito, que las puertas 

De un porvenir abrid! 
¡ Vida de sacrificio y esperanzas, 

De angustia y de ilusión ! 
¡ Horizonte que muestra en lontananza 

La cumbre del Tabor! 
¡Nido de donde el águila saldría 

Con inmenso vigor, 
Para lanzar su vuelo formidable 

Del cielo en la extensión ! 
¡ Grupo de donde, ambicionando gloria, 

El poeta salió 
Para hacer escuchar en todas partes 

Su poderosa voz ! 

Y los sabios entonces le aplaudieron ; 

Y el mundo le aplaudió, 
Pagando con laureles y con palmas 
Su divina ambición. 





ELBNA CASTRO. 


345 




¡ Triunfos ! ¡ Coronación de los ensueños 
Que su mente forjó! 


i 


1 
1 

1 

1 
1 

1 

1 

1 

1 

1 


¡ Sonrisas que mandaba desde lejos, 

En su inmensa pasión, 
A aquella madre tierna que anhelaba 

Besar la bella flor, 
Que en capullo la mano del destino, 

De su lado arrancó 

Dos años transcurrieron. El poeta, 

Víctima del dolor. 
Cruzaba su camino de victorias, 

Sintiendo en su interior, 
Algo como esa angustia indefinida, 

Ese pesar atroz, 
Que en desierto convierte la existencia 

Y en momia el corazón. 

Hov existe una tumba donde triste, 
El genio del dolor, 


i 

■ 

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* 

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i 


1 

1 


Velando de rodillas, se estremece 
De angustia y de aflicción . 

Allí de la amistad la santa ofrenda 

En lágrimas llegó, 
Y también la amistad en este sitio, 

Consagra con fervor, 
Lágrimas al amigo, y al poeta 


i 

i 

i 


í 


Santa veneración. 
Acuña, te alejaste: tu partida 




1 

1 

1 


En palma nos dejó 
Tu santuario, y tu lámpara que brilla, 
Como si fuera un sol. 


• 


¡ 







346 



P0ETI8AS MEXICANAS. 



003STSTJEL0 ^EIsTOOIHIIO. 



EL PROGRESO. 

El cierzo del invierno sopla triste ; 
El vapor que del mar sube, condensa; 
Desciende luego la neblina intensa, 
T parece que sólo niebla existe. . 

Después el temporal dura y persiste, 
Hasta que aquella mole obscura y densa, 
Blanco sudario de extensión inmensa, 
Al majestuoso sol ya no resiste. 

Lo mismo es la ignorancia en esta vida ; 
Que cuando al ser humano ofusca aleve, 
Su actividad dejando adormecida, 

Vacila, pierde fuerza, tarda mueve 
Sus negras alas, y huye confundida 
Ante la luz del siglo diez y nueve. 



♦ » 



L 



DOLORES M. DE LEÓN. 



347 



' 



IDOLOiR/ES M. IDE LIEOIN". 






EN UN ÁLBUM. 

Á MI AMIGA LA SEÑORITA G. ALYA. 

Cuando perdí á mis padres, tierna amiga, 

Y me juzgué en la vida, sola, errante, 
Fiebre sintió mi pecho delirante, 
Desfallecer sentí mi corazón. 

Ni el llanto mitigaba mis pesares ; 
Sola con mi dolor v con mi duelo, 
Al cielo demandaba en mi desvelo 
Tuviera de mis penas compasión. 

Dame, Señor, le dije conmovida, 
Una amiga que sienta mis tormentos; 
Que calme mis horribles sufrimientos 
Con las dulces palabras de amistad. 

Y el Eterno escuchando mi plegaria, 
En tí me dio la amiga apetecida ; 

La que me dijo luego enternecida : 
4 * Seré tu compañera en la orfandad." 

Y me estrechaste en tus amantes brazos, 

Y con sonrisa de placer me hablaste ; 
Con tus dulces palabras me embriagaste, 
Palabras que te inspira la virtud. 

Tú eres la amiga que envidiable y buena, 
¡ Ay ! en mis horas de quebranto lloras ; 
La que consuelas mis amargas horas 
Cuando tienes tus horas de inquietud. 



87 



348 



POETISAS MEXICANAS. 



Mas yo también con tus pesares sufro ; 

Y al mirar tu semblante dolorido, 
Siento mi corazón entristecido, 

Y anublada mi frente de pesar. 
Enjuga el llanto de tus bellos ojos; 

Olvida tu dolor, hermana mía, 
Un momento no más en este día; 
Que tiempo queda de poder llorar 



MARÍA M. BROWNE. 



349 



I&Jl^jTJl IMI. IBIR/OWIN'E. 



AL TIEMPO. 

Tiemjx) implacable, que en veloz carrera 
Pasas dejando lacerada el alma, 
Y destrozando con tu mano fiera 
Amor, ternura y venturosa calma. 

Tú que en constante, eterno movimiento, 
Sigues tu marcha desoyendo el llanto ; 
Tú que ríes ¡cruel! del sufrimiento, 
Desplegando sobre él tu espeso manto : 

Tú que te muestras fiero y ol>cecado, 
Al llanto aterrador del alma herida, 

Deten tu paso genio despiadado; 

Por un momento tu misión descuida. 

Quiero que veas el obscuro abismo 
Do el hado negro de mi suerte impía, 
Al hacerse la sombra de sí mismo, 
Ha sepultado la existencia mía. 

Deten tu vuelo ¡oh tiempo! y luego 

Sí; olvida que mi espíritu cansado, 
Al recordarte su ilusión querida, 
Con sus ayes tu marcha ha dilatado. 



¡olvida! 



350 


POETISAS JCEXJCAÜA8. 


■ 


• 

COIETC-bJJr'CIÓIN" ZJlIsAKDJ&Jl. • 


IMITACIÓN DE BECQÜER. 


i 


Volverás en la noche silenciosa 


i 
1 


Mis pausados suspiros á escuchar; 


i 


Y otra vez, evocando tu pasado. 


i 

i 


De mí te acordarás. 


i 
i 

i 
i 


Pero aquel porvenir que me pintabas, 




De ilusión y de dicha sin igual ; 


i 


Aquel amor inmaculado y santo, 


i 
i 

1 


Eso no volverá. 




Volverás con tu gracia y tu ternura, 




Un corazón sencillo á cautivar; f 




i 
T al hacer otra vez tus juramentos j 




De mi te olvidarás. 


, 


Pero temblando, conmovida y muda, 


| 


Aspirando el mismo aire al respirar, 


l 

1 
i 


Confundiendo mi aliento con el tuyo, 


i 


• 

Eso no volverá. . 

i 




Volverá la agradable primavera 




Con sus flores el campo á engalanar, 


i 


T tal vez por el llanto, húmedo el rostro, ' 




Aquí me encontrarás. 


i 


Pero abatida, silenciosa y triste, 




Cual huérfano que vaga sin hogar: 




Como tu me dejaste al despedirte, 




Así no me hallarás. 

■ - . .i — . i ..i 



I 



CAROLINA POULET DE RAMÍREZ. 



351 



CAROLINA POULET DE RAMÍREZ. 



EL CIELO DE MI PATRIA. 

RECUERDO HUMILDE DE LA SOCIEDAD LITERARIA " LA CONCORDIA." 

A MI AMIGO JUAN DE DIOS PEZA. 

¡Cuan bello es en la noche, del mexicano cielo 
Mirar cómo se cubre la límpida extensión, 
Con astros mil que brillan en el zafíreo velo, 
Cual brillan las pupilas del ángel del Señor! 

La brisa que suspira; el pájaro que canta 
Entre doradas rejas su ansiada libertad; 
Las flores cuyo aroma más denso se levanta : 
Todo le infunde al alma placer y bienestar. 

Inquieta la mirada, recorre del espacio 
La bóveda infinita teñida de zafir; 
Se pierde en un abismo de luces de topacio, 
Que brillan, y se ocultan, y vuelven á lucir. 

Reunidas en mil grupos prosiguen su camino, 
Dejando á quien las mira recuerdo encantador, 
Y el ansia de inquirirles su místico destino, 
O las profundas leyes que diérales su Autor. 

El alma soñadora, al ver esas estrellas, 
Girando eternamente del cielo en la extensión, 
Se forja en su delirio, que acaso son las huellas 
De sores que ya habitan un mundo superior. 



88 



352 



POETISAS MEXICANAS. 



Y en medio de ese sueño les habla cual á amigos, 
Que su lenguaje mudo pudieran comprender; 

Les da sus confidencias, los pone por testigos 
De sus secretas luchas, de su hondo padecer 

Y cuando allá á lo lejos, cual sueño de ventura, 
Cruzar ve fugitiva, veloz exhalación, 

Entonces le parece la huella blanca y pura 

De un astro que derrama consuelo en su aflicción 



Y todo queda luego en taciturna calma ; 
La noche su poesía prosigue en derramar; 
Y todo en torno nuestro le inspira á nuestra alma 
La grata certidumbre de un gozo celestial. 

En mi adorada Patria se ve sólo ese cielo : 

En México, la hermosa, las noches así son 

¡Bendita sea mi Patria, bendito sea mi suelo, 
Que es el Edén más bello de toda la creación! 

Si brillan refulgentes estrellas en su cielo, 
Que atraen las miradas con suave resplandor, 
También mil seres viven sobre su fértil suelo, 
Que siéntense dotados de un noble corazón. 

Son ellos los que forman del cielo de su gloria 
Los astros que no eclipsa la envidia en su capuz ; 
Son ellos los que marchan en pos de la victoria, 
Robando del progreso la inextinguible luz. 

La Patria fía en ellos su paz y venturanza ; 
En ellos, y en sus hijas, que tienen el deber 
De hacer que el mundo sepa, que dicha nunca alcanza, 
El pueblo en que ignorante vegeta la mujer 



CAROLINA POULET DE RAMÍREZ. 



353 



De México las hijas sabrán sin duda en breve, 
Que á tan hermosa Patria se deben consagrar; 
Pues en su ambiente suave, virtud y amor se bebe ; 
Y es la mujer en ella la diosa del hogar. 



Virtudes, por lo mismo, virtudes y talento, 
Det>emos afanosas doquiera conquistar, 
Para que presto llegue aquel feliz momento, 
Que anhelan los que buscan el sol de libertad 



Entonces solamente, bajo tan limpio cielo, 
Clamar |>odrá, sin duda, tranquilo el corazón: 
¡Bendita sea mi Patria! ¡Bendito sea su suelo, 
Que es el Edén más liello de toda la creación! 



♦ ♦■ 



354 



POKTI8A8 MEXICANAS. 



G-TTAJD^ILTTIFIEJ Cj^LIDIEIROIfcT. 



EN EL 16 DE S 



DE 1862. 

No en lo pasado á su virtud modelo 
Ni copia al porvenir dará la historia ; 
Ni el laurel inmortal de su victoria 
Marchitarán los siglos con su vuelo. 

Gertrudis G. de Avellaneda. 

Marcó el dedo de Dios la hora suprema 
Que libertar á México debía ; 

Y á un esfuerzo sublime, la cadena 
Rota cayó que el cuello le oprimía. 

El mundo de Colón fué esclavizado 
Tres siglos por el déspota orgulloso ; 
Mas una voz se escucha, y conturbado 
En su alto asiento retemblé el coloso. 

Grita Hidalgo, y Allende, el gran Morelos, 
T otros mil esforzados campeones, 
Que elevando su fama hasta los cielos 
Tremolaron del libre los pendones. 

Y á mi Patria dejaron por herencia 
Honor y libertad, grandeza y gloria, 
Afianzada su noble independencia, 

Y una brillante pagina en su historia. 

Y se levanta una nación potente ; 
Soplo de libertad mece su cuna, 

Y vencido quedó el león rugiente 
Por el águila audaz de Moctezuma. 



GUADALUPE CALDERÓN. 



355 



Las más grandes, las ínclitas naciones, 
Saludan á la reina de Occidente ; 
T ella levanta su orgullosa frente, 

Y enarbola sus altos pabellones. 

Mas ¡ ay ! que en nuestro hermoso y rico suelo 
Sus gérmenes dejara el despotismo; 
T cubriendo sus miras con un velo, 
Abre bajo sus pies profundo abismo. 

El odio y la venganza con su tea 
Encienden la discordia despiadada ; 
La mano fratricida en la pelea 
Hunde en el seno fraternal la espada. 

Apenas ¡ ay ! su brazo ensangrentado 
Descansa de una guerra asoladora ; 
Respira apena el pecho destrozado 
El aura de la paz consoladora; 

Cuando allá lejos, en su rabia loca, 
Desata la traición nueva tormenta ; 

Y de nuevo la Patria se ensangrienta ; 

Y de nuevo á la lucha la provoca. 

Y ávido de poder, sediento de oro, 
El tirano, lanzando el anatema. 
Quiere arrancar de América el tesoro 
Para incrustarlo en su imperial diadema. 

Y surcaron las naves invasoras, 
Henchidas de guerreros, nuestros mares ; 

Y sus fuerzas injustas y opresoras, 
Inundan nuestras playas á millares. 

Faltando á su palabra, á su decoro, 
Adelantan sus fieros escuadrones, 
Sellando su perfidia y su desdoro, 
Preñados de metralla sus cañones. 



89 



356 



POETISAS MEXICANAS. 



El mexicano, cual león herido, 
Que así mira ultrajado su derecho, 
Valiente opone su desnudo pecho, 

Y lanza de la guerra el alarido. 

¡Viva la Patria y mueran los tiranos! 
Grita furioso y entra en la pelea ; 
T aunque cansadas de luchar sus manos, 
Incendio asolador doquiera humea- 

Su denuedo incansable y esforzado 
En la lucha decide su destino ; 

Y muerde el polvo, y huye avergonzado 
El que venció en Magenta y Solferino. 

Jóvenes bellas de la Patria mía, 
Cubrid de flores su enlutada fosa; 
Llorad de gratitud sobre la losa, 
Que está cubriendo su ceniza fría. 

¡ Gloria ! ¡ Gloria por siempre á los valientes, 
Que dar honor á México supieron ! 
I Que aureola inmortal ciña las frentes 
De los que por la Patria sucumbieron ! 



* 



Mas pronto, mexicanos, 

Aprestaos al combate ; 
Del francés el embate 
Os vuelve á provocar. 

Saltan ya en nuestras playas 
Sus fieros batallones ; 
Sus soberbias legiones 
Manda el tirano audaz. 



Corred, salvad la Patria, 
Valientes mexicanos, 



GUADALCn CALD1RON. 



357 



Que tiemblen los tiranos ; 
Que tiemble el opresor. 

Pelead bajo la sombra 
Del pabellón de Iguala: 
¡ El la senda os señala 
De libertad v honor! 

Justa y noble es la eausa 
Que defendéis valientes ; 
Ceñirá vuestras frentes 
El vencedor laurel. 

Dad lección de grandeza 
Al necio que os insulta, 
Cuya palabra oculta 
De la traición la hiél. 

Corred, la Patria os llama; 

Oid el cañón ruge ; 

Al enemigo empuje 
La tierra tiembla va. 

Jurad vencer valientes 
O perecer con gloria, 

Y vuestra es la victoria 

¡México triunfará! 



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V 



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ÍNDICE. 



Prólogo VI1 

Aírrai María Ignacia — A la me 

moría de un ángel 246 

Adiós, Carmen, adiós ! ! ! 246 

re* María O. — La tempestad. 287 

V México 289 

Día» sin sol 292 

1 r; miedo de Ortis María del 

Refugio — Hogar 169 

•Recuerdo triste 171 

Desaliento 172 

Desolación 173 

L /:ola Adela. — La neblina 238 

A una alma 239 

;>. ' lio Josefa Heraclia. — A la lu- 
na iluminando un convento. 120 
\ r o pienso en tí 123 

igán de Toscano Refugio — 

El 16 de Septiembre 139 

!s mentira 142 

i vocación al Todopoderoso.... 143 

I nechea de Mayo Rosa.— a 

México 248 

10 Maria N — Al Tiempo 349 

jrón Guadalupe.— En el 16 do 

Septiembre de 1862 354 

POS Josefina.— ¡ Adiós ! 329 

lamo de Roa Dolores.— A Él. 257 

3do María. — La vuelta del Cal- 
vario 240 

Adiós á México 241 

rasco Mercedes. — A Toluca.... 269 

reto Rosa. — El hombre y el 

gato 112 

El ruiseñor y el cuervo 114 

La luciérnaga y la mosca 116 

La mariposa y la abeja 117 



PAffS. 

Castro Elena. — A Manuel Acuña.. 342 

Colegiala de San Ignacio.— Oda 

para dar principio á un nue- 
vo certamen de amor, y la 
ofrece á los amables Reyes 
Carlos IV y Luisa de Bor- 
bón 49 

Correa Merino Amanda. — Re- 
cuerdos de la hacienda de 
San Antonio 306 

Correa Zapata Dolores.— A Tea 

pa 124 

Pinceladas 127 

Las dos liras 128 

Cortés María del Carmen.— Me- 

dellín 209 

La niña y la mariposa 210 

Pesares 211 

A Mercedes 211 

Cruz Sor Juana Inés de la.— Que- 
jas de amor ausente 16 

Afectos de un corazón agra- 
decido 19 

A un retrato 21 

Sobre la vana ciencia 24 

Censura de los hombres 28 

Sonetos 1 31 

II. Píramo y Tisbe 31 

III. Porcia 32 

IY. Julia 32 

V. Lucrecia 33 

VI. En la muerte del duque de 
Veragua 33 

A la Virgen María en su glo- 
riosa Asunción 1 34 

II 35 

III. Tocotín 37 



90 



360 



POETISAS MEXICANAS. 



i , 



Págs. 

Ouellar Francisca O.— Ausencia .. 153 

Ayúdeme usté á sentir 154 

Casas de vecindad 157 

Dávalos y Orosco María.— En la 

canonización de San Juan de 

la Cruz 39 

Delahanty Dolores.— Desengaño.. 326 

Mi visión 326 

Díaz Salvadora.— La noche 262 

Eslava Catalina de.— A su tío Fer- 
nán González de Eslava en 
la publicación de los " Colo- 
quios espirituales y sacra- 
mentales." Soneto 3 

Estrada Medinilla María de- 
Relación escrita á una reli- 
giosa monja prima suya, de 
la feliz entrada en México, 
día de San Augustín, á 28 de 
Agosto de mil y seiscientos 
y cuarenta años, del Exmo. 
Señor Don Diego López Pa- 
checo Cabrera y Bobadilla, 
Marqués de Yi llena, Virrey, 
Gobernador y Capitán Gene- 
ral de esta Nueva España.... 4 

Fábregas Virginia.— A la Señora 

Doña Carmen Romero Ru- 
bio de Díaz 260 

Farfán de (Jarcia Montero Cris- 
tina. — La flor del bosque .... 217 

Mi todo 218 

Mi hogar 218 

Fenochio Consuelo.— El Progre- 
so 346 

Ferrer Clara L— A tí 281 

Flores Alatorre Rosario.— La Vir- 
gen Dolorosa 341 

Garcia Ercilia. — La calumnia 243 

La huérfana 244 

Garcia de Villalobos Francisca.— 

A San Juan de la Cruz 41 

Garza González María.— A una 

flor 339 

Invierno 340 

González Ana María.— A Fernán - 

do VI 46 

González de Cosió Josefa.— Esti- 
mulada del amor que profe- 
sa á su Sagrada Religión Ca- 
tólica, á su Soberano el Se- 
ñor Don Femando VII (Q. 
D. G.) y á su Patria, escribe 
al Ministro de Relaciones de 
Paris el siguiente Romance. 61 



Págs. 

Gnardiola de Alcalde Angela — 

A mi hijo 207 

Guerrero Dolores.— A 81 

¿A quién amo? 82 

A 84 

Loque sé 84 

Gutierres del Mazo y Velarde 
dementa Vicenta.— Sone- 
to. Con motivo de la exalta- 
ción de Carlos IV al trono de 
España 48 

Guzmán Josefa.— Octavas. En elo- 
gio de la generosidad con 
que el Excmo. Señor Mar- 
qués de Branci forte ha cos- 
teado la Estatua Ecuestre de 
Carlos IV 55 

Herrera Lucia G— Contrastes - 214 

La ciega y el ateo 215 

Romance 215 

Herrera María. — Recuerdos de mi 

• país natal 283 

Hoyos y Marín Matilde.— Duda.. 328 
Jiménez y Muro Dolores.— Rayo 

de luz 320 

Lean Dolores M. de.— En un ál- 
bum. A mi amiga la Srita. 
G. Alva 347 

Letechipia de González Josefa — 

A la Virgen María 177 

La ofrenda 179 

López María Dolores.- Oda. En 

elogio de la lealtad de los 
Mexicanos con motivo de la 
colocación de la Estatua de 
Carlos IV 59 

Lozano Angela.— La puesta del 

sol 295 

Mañero de Ferrer Soledad.— La 

confesión 220 

Vista del mar 222 

El destierro del Dante 223 

A una águila presa 225 

MartO Virginia.— Orfandad 335 

Masson Susana.— Una hora cruel. 332 

Ensueño 333 

Medrano María Teresa.- En la 

proclamación de Fernando 

VI 43 

Mondes de Cuenca Laura.— Nie- 

blrs 86 

Adiós 89 

Invierno 90 

Magdalena 92 

Majares Dolores. — Las m ari posas. 1 86 



1 



ÍNDICE. 



361 



k 



tr 



Paga. 

Rimas 187 

Un nombre en la arena 188 

Aun amigo 189 

Moneada Concepción.— Mis pri- 

meraH lágrima» 316 

Moreno María del Pilar.— Filoso- 
fía del corazón 253 

Moreno de Arias Ana.— Albora- 
da 277 

Moreno y del Callejo Carlota — 

La Luna 323 

Tristeza 325 

Moños Ledo Luisa.— En la muer- 
te de mi madre 182 

La t empentad 184 

Mnrgnia Maria de la Lux— En 

tu ausencia 174 

Aislamiento 175 

Mnrgnia de Aveleyra Mateana. 

— A una roHa 134 

A Tollantzinco 134 

Riman .' 136 

A mi hija 137 

Mnrillo Joseflk.— ¡Alma mía! 190 

A Emma Hernández. — En bu 

álbum 191 

Vagando en el Terruño 192 

Ecos 193 

Navarro Mariana.— A Femando 

VI. — Décimas ac rústicas 45 

Núfiei de Garcia Lns O.— La pren- 
da de amor 161 

Amor y llanto 163 

A una tórtola 165 

Ojeda Julia. — A una flor. Una lá- 
grima y un beso 299 

Oroxco y Enciso Guadalupe.— An- 
te unas ruinas 322 

Otero Maria de los Angeles.— A 

Estber Iluacuja. En el cam- 
po 337 

Padilla de Pifia Ignacia.— Ayer y 

hoy 302 

Pavón y Oviedo Oamerina.— Poe- 
sía recitada por su autora en 
un acto de distribución de 
premios 312 

Peña Julia O. de la.— Plegaria 235 

La noche 236 

Pérez de García Torres Josefina. 

Páginas del corazón. — Re- 
cuerdos 146 

¡Ven! :. 147 

Sonetos. I El Ateo 148 

II. Flor de un día 149 



Pági. 

Sonetos III. Un sueño fué no 

más 149 

IV 150 

V. El beso 150 

VI. Gotas de llanto 151 

VII 151 

VIII. Mi ilusión 152 

IX. Páginas del corazón 152 

Pesado Isabel.- Infortunio 206 

I saw thee weep 208 

Portugal de Vivanco Beatris Car- 
lota. — Por qué son rojas las 

ro«as 195 

El arroyuelo y el mar 196 

La cautiva 197 

A mi querida hermana Lau- 
ra 199 

Ausencia 199 

Poulet de Ramírez Carolina.— El 

ciclo de mi Patria 351 

Prieto de Land&zuri Isabel.— En 

el Valle de México 73 

Desaliento 79 

Puig de Borberena Albertina.— 

A Doña Cristina Farfán de 

García Montero 318 

Puig de Lean Dolores.— Reden- 
ción 201 

De tarde 202 

¡Adúltero! 204 

Quirós de Echavarrieta Primiti- 
va. — A mi Patria 271 

Al Sr. D. Luis Quirós, el día de 
su matrimonio con la Srita. 
Amada Aguiar. — Epitala- 
mio 275 

Bocha Herlinda. — Auras do Abri I. 304 

Sandoval Peniche Prisca. — La 

Esperanza 286 

Santaella Maria.— A Colón 232 

La flor y el lucero 233 

Sort Angelina.— ¡ Orar ! ¡ Pedir !.. 300 

Sierra Josefa. — A la Srita. D. C. C. 

de B 308 

Inquietud 310 

Tapia de Castellanos Estber.— 

Dos almas. Fantasía 93 

Despedida 96' 

Tenorio Zavala Gertrudis —A la 

Virgen María 129 

El amor y el desengaño 130 

Quejas 132 

Trejo Maclovia. — A mi madre 305 

Trillanes y Arrillaga Concepción. 

A un retrato 330 



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IÜ 



p«i*. 

Trillanes y Arrilllaga Luí.— No 
me vengas á ver cuando en- 
te muerta 331 

Vel&iqaez de León Mariana.— Oc- 
tavas, Con motivo do la co- 
locación do la Estatua Ecues- 
tre de Carlos IV 57 

Vera Teresa. — Amar sufriendo 107 

A una flor 111 

Verna Manuela L— La hoja seca. 279 



La flormarchitn 280 

Wright de Kleinhans Laurearía. 

—A Cuba 101 

El 5 de Mayo do 1862 104 

Zamora Concepción.— Imitación 

dcBccquíír. 350 

Zarate Clotilde.— Meditación 227 

En la tumba do mi padro 228 

Una violeta 231 

Zetina Gutiérrez Rita. — Romance. 293 



1 






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