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POETISAS MEXICANAS.
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SIGLOS XYI, XVII. XVIII Y XIX.
ANTOLOGÍA FORMADA POR ENCARGO DE LA JUNTA DE SEÑORAS
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DE LA EXPOSICIÓN DE CHICAGO
MÉXICO
OFICINA TIP. DE LA SECRETARÍA DE FOMENTO
Calle de San Andrés número 15.
1893
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JUL 13 1914
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CARMEN ROMERO RUBIO DE DÍAZ.
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PEÓLOGO.
A historia del presente libro es bien sencilla. Obsequian-
do el deseo de la Sra. Doña Carmen Romero Rubio de
Díaz, de que ayudase en sus labores á la Comisión de Li-
teratura de la Junta de Señoras correspondiente de la de
la Exposición de Chicago, hablé luego con la Sra. Doña
Joaquina Inclán de Zamacona, presidenta de dicha Co-
misión, y á quien sometí el proyecto del libro que hoy
ve la luz pública. Creí, en efecto, que fuera de los diversos objetos,
que como trabajos femeniles pueden presentarse en la Exposición
con que la gran República de Norte- América se propone celebrar el
cuarto centenario del descubrimiento del Nuevo Mundo, nada con-
tribuiría á dar en el exterior más alto y merecido concepto de la cul-
tura literaria alcanzada por la mujer mexicana, que un libro, des-
tinado á presentar composiciones escogidas de nuestras poetisas,
desde el período colonial hasta la época presente. Mi pensamiento
halló buena acogida en la Sra. de Zamacona, y aprobado después
por la Junta de Señoras y por su digna Presidenta, la Sra. Romero
Rubio de Díaz, procedí á coleccionar las poesías que el lector pue-
de ver en el presente volumen.
Capítulo interesantísimo de nuestra historia literaria tendrá que
ser, el que haga patente la parte que en todo tiempo ha tomado la
mujer en el desenvolvimiento intelectual de México. Atrasada como
ha sido, especialmente en los siglos anteriores, la instrucción de esa
mitad preciosa de nuestra sociedad, no han faltado excepciones hon-
rosísimas por las que puede verse que no es el ingenio patrimonio
VIII
POETI8A8 MEXICANA8.
exclusivo del sexo fuerte ; y esto tiene una explicación obvia. Desde
los primeros siglos de la conquista pudieron notarse las brillantes
facultades con que la naturaleza dotó el alma de los hispano-ame-
ricanos : la afición á la poesía se despertó muy pronto de un modo
extraordinario, y era natural que la mujer, en quien dominan lo de-
licado del sentimiento y lo vivo de la imaginación, sintiese esa in-
fluencia que tanto admiraron los escritores españoles de aquella
época.
Estrechísimo era, sin duda, el círculo en que se encerraba la ac-
tividad intelectual de la mujer; ella, sin embargo, lejos de resignar-
se, protestaba contra la supuesta inferioridad de su naturaleza, y se
sentía con aliento bastante para disputar á los hombres los favores
de las musas, considerándose en mejor predicamento; porque si á
aquellos se conceden,
"¿Por qué no á las mujeres?
Y si hay en almas sexos,
Á sus influjos tengo más derecho."
decía con sobrado ingenio la poetisa de Tehuacán Doña María Do-
lores López. Ni podía ocultarse á la perspicacia femenina que la di-
ferencia de sexo carece de aplicación en el orden moral, verdad cla-
ramente expresada por Calderón de la Barca, y empleada como epí-
grafe en una de las composiciones de aquella época:
" Pues lidien y estudien, que
Ser valientes y ser sabias,
Es acción del alma, y no es
Hombre ni mujer el alma."
Estas protestas vagas de un sentimiento de justicia herido, to-
maron forma concreta y razonada bajo la hábil pluma de Sor Juana
Inés de la Cruz. En su notabilísima respuesta al Obispo de Puebla,
entra de lleno en la cuestión relativa á la enseñanza que debía dar-
se á la mujer, y ya es de suponerse la conclusión á que llegaría la
célebre poetisa, cuando había pensado seriamente vestir el traje de
hombre para concurrir á las cátedras de la Universidad de México.
Haciéndose cargo de las preocupaciones que dominaban en su tiem-
po sobre este punto, comienza por citar una larga serie de mujeres
que brillaron en la política, en las armas y en todo linaje de conoci-
mientos, como ejemplos elocuentes de la capacidad femenina para
alzarse á esferas de que se la quería apartar sistemáticamente. Exa-
PROLOGO.
IX
mina en seguida si es lícito á la mujer estudiar las letras divinas, y
concluye por la afirmativa, apoyándose en la autoridad de Santos
Padres y doctos teólogos ; indica luego las ciencias auxiliares nece-
sarias para hacer fructuosamente dicho estudio, y por último, des-
cendiendo al punto capital de la enseñanza, asienta las ventajas so-
ciales que resultarían de que hubiese escuelas, dirigidas por maestras
sabias y virtuosas, que formasen discípulas instruidas, pues la falta
de tales planteles ponía á los padres de familia, que poseían medios
de pagar el aprendizaje de sus hijas, en la dura alternativa de de-
jarlas en la ignorancia, ó de recurrir á hombres, cuyo trato y fami-
liaridad ocasionan graves inconvenientes.
Fácil es comprender que. á causa de lo deficiente de aquella en-
señanza, el número de mujeres instruidas tenía que ser muy redu-
cido en el antiguo régimen, y en vez de maravillarnos de esto, más
bien nos debe sorprender el encontrar algunas, que traspasando los
límites de una instrucción elemental, se dieron á escribir ya en pro-
sa, ya en verso, recorriendo los campos de la literatura, de la histo-
ria y de las ciencias. Desgraciadamente, de la mayor parte sólo nos
han llegado los nombres, vagas indicaciones biográficas y noticias de
obras que quedaron manuscritas y que tal vez hayan perecido. l Es
de suponerse que las aficiones literarias, y especialmente las poéticas,
prevalecieron en esos ingenios femeninos ; pero la falta de medios de
publicidad, y lo costoso que era la impresión de libros, oponían obs-
táculos insuperables para que diesen á luz sus obras, no quedándo-
les más estímulo ni otro recurso de hacerse conocer, que los certá-
menes literarios á que se convocaba por acontecimientos de excep-
cional importancia. Aquí debe tomarse en consideración que las
1 Beristain cita las siguientes escritoras, monjas en su mayor parte, cuyas obras casi todas,
quedaron manuscritas.
Sor Ana María del Costado de Cristo. Varias vidas de santos. MS.
Sor Inés de la Cruz. Carmelita del convento de San José de México. Varias obras en pro-
sa. MS.
Sor María Ana de Santo Domingo. Monja de Jesús María. Vidas de algunas monjas del mis-
mo convento. MS. «.
Sor Mariana de la Encarnación. Monja de Santa Teresa de México. Historia de la fundación
de dicho convento. MS.
Sor Juana María de San José. Monja de la Concepción de México. Devocionario de todos
los santos. Imp.
Sor María Josefa de San José. Monja de San José de Gracia. Poesías. MS.
Sor Petronila de San José. Monja de Jesús María. Vidas de varias monjas del mismo con-
vento. MS.
Francisca Gonzaga Castillo. Se dedicó al estudio de las Matemáticas. Escribió " Efemeris
calculada al meridiano de México para el año de 1757." Tmp. en México, 1766. En su prólogo
dice que había aquel año en México y Puebla ocho insignes astrónomos.
Sor Catarina de Christo. Priora del convento de carmelitas descalzas de San José de México.
***
4
•
POETISAS MEXICANAS.
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1
H •
pocas composiciones que nos han llegado en esos certámenes impre-
sos, son apenas leve indicio de la capacidad de sus autoras, quienes
tenían que restringirse á temas forzados, que matan en vez de des-
pertar la inspiración ; y es de presumirse que quienes tal escribieron
habíanse ejercitado en los secretos del arte, pues cualesquiera que
sean los defectos de aquellas producciones, puede asegurarse que no
fueron ni los primeros ni los únicos ensayos.
A esas fuentes, con la excepción única de Sor Juana Inés de la
Cruz, ha sido preciso recurrir para entresacar las composiciones
de la época colonial, que debían figurar en un cuadro como el pre-
sente ; pero siendo indispensable alguna explicación sobre el objeto
y circunstancias en que tales composiciones fueron escritas, paréceme
conveniente dar noticia, si bien somera, de los referidos certámenes,
que ofrecen importancia positiva en nuestra historia literaria. Esto,
además, proporciona la ocasión de mencionar las obras de muchas
poetisas mexicanas, anónimas en su mayor parte, que merecieron
los honores del triunfo, lo cual indica la altura á que había llegado
el cultivo de las bellas letras por la mujer en la Nueva España.
Entre las fiestas con que se solemnizaban los sucesos extraordi-
narios en el orden religioso ó político, aparecen los certámenes poé-
ticos, que ocupaban seriamente la atención de la sociedad entera, y
ponían á los ingenios del país en inusitado movimiento. Comenzá-
base por expedir, mediante aparatosas ceremonias, la convocatoria,
en la cual se fijaba el tema sobre que debían contender los aspirantes
al premio. Ese tema se presentaba bajo diversas fases, determinán-
dose, fuera del asunto, el género de verso y hasta el número de estro-
Escribió, según Sigüenza en el prólogo i su " Paraíso Occidental:" Noticias de las vidas de las
VV. MM. Inés de la Cruz y Mariana de la Encarnación, religiosas del mismo convento. MS.
Sor María de Christo. Monja de Santa Teresa de Puebla. Crónica de las carmelitas de aque-
lla ciudad: relación de las vidas de sus primeras religiosas. MS.
María Josefa Mendoza. "Cánticos devotos sobre los cuatro novísimos." Imp. en Méxi-
co, 1802.
María Casilda Pozo. Su autobiografía. MS.
Sor Josefa Ignacia de Santa Rosalía. Monja de San Jerónimo de México. Noticia de la ima-
gen de Nuestra Señora de Guadalupe, venerada en el mismo convento. MS.
Sor María Teresa. Abadesa de las capuchinas de Puebla. Vida de Sor María Leocadia, fun-
dadora de dicho convento. Imp. en México, 1784.
Sor Agustina de Santa Teresa. Monja de la Concepción de Puebla. Vida de Sor María de
Jesús. MS.
Sor Beatriz de las Vírgenes. Religiosa de Santa Catalina de Sena. Memorias históricas de di-
cho convento. MS.
Sor Joaquina Zavaleta. Abadesa del convento de San Felipe de Jesús de capuchinas de Mé-
xico. Carta á las preladas de los monasterios de Nueva España, en que se da noticia de las virtu-
des y muerte de Sor Agustina Nicolasa Muñoz y Sandoval, abadesa del mismo convento. Imp.
en México, 1756.
PROLOGO.
XI
fas de que habían de constar las composiciones, lo cual abría vasto
campo á las aptitudes de cada uno, a la vez que facilitaba el fallo
de los jueces, quienes podían formar comparación exacta entre obras
con tanta precisión delimitadas. Publicábase después la relación cir-
cunstanciada del concurso ; en grupos metódicamente ordenados dis-
tribuíanse las composiciones que habían obtenido aprobación, y al
pie de cada una se mencionaba el premio respectivo, acompañado
de un elogio en verso, más ó menos ingenioso y agudo. Después de
esto ya se comprenderán las citas que siguen.
En 1724 celebró la Universidad de México, un certamen en oca-
sión de la jura de Luis I. 1 Sabido es que la exaltación de este rey
se debió á la cesión que de la corona le hizo su padre Felipe V. El
tema fué la aplicación al nuevo monarca, de la fábula de Hércules
en el trabajo de sustentar el Olimpo sobre sus hombros. Entre las
composiciones premiadas en aquella justa, se encuentran dos, una
latina y otra castellana, cuyas autoras no dieron su nombre. La cas-
tellana es el soneto encadenado que se lee á continuación:
Cargado el gravo peso de reinar,
Sin par bc ve en Alfides el poder,
Sin ver en su niñez, que el emprender,
Ha de ser de sus hombros el penar.
Sustentar quiere el Orbe, é ilustrar;
Desahogar quiere á Atlante, por querer
Tener toda su gloria en padecer;
Por ser su padre el que ha de descansar.
La cerviz fuerte anima con amor,
Señor igual pretende conseguir
El vivir ostentando su valor;
Y el rigor del Gobierno no sentir,
Por decir, que en su mando superior
Es honor de sus hechos no morir.
"Su premio, dice al pie, fué una preciosa flamenquilla de plata,
y porque hiciese á su agrado pulida labor, esta letra castellana :
1 Letra* felizmente laureada*, y laurel festivo de letras, que con ocasión de la jura de nuestro
amado Rey y Señor, Luis Fernando el primero, brotó á influjos, no á golpes de Minerva, la Fecun-
didad Mexicana, en el celeste suelo de su Real, Pontificia Academia, Athenas de las Indias Septen-
trionales: y que ofrece rendido á sus augustas plantas por mano del Excmo. Sr. D. Juan de
Acuña, Marqués de Casa-Fuerte, etc., el Dr. D. Pedro Ramírez del Castillo, Rector actual, tercera
vez electo, etc. Decórale sus silabas, y entreteje sus hojas, Fr. Cristóbal Ruis Querrá y Morales,
Presbiiero del Orden de N. P. San Juan de Dios, Maestro de Filosofía, etc. México, por Joseph
Bernardo de Hogal. Año de 1724.
XII
POETISAS MEXICANAS.
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¿Mujer? ¿Y en aqueste yermo
De mujeres? ¡Gran primor!
Que fuera, que fuera por
Que no perezca el enfermo.
Cincelada aquesa aseada
Flamenca en paz va á servirte:
Mas que tengo que decirte,
Al verla hasta cin- celada.
Cinco años después, en enero de 1729, la ciudad de México pre-
senció una serie de ruidosísimas fiestas con que se celebró la cano-
nización de San Juan de la Cruz. Pasemos por alto las funciones
de iglesia, las procesiones, los banquetes conventuales, los arcos de
triunfo y demás que tanto regocijaron á los buenos moradores de esta
noble Metrópoli, y que se encuentran extensamente narradas en un
grueso volumen de setecientas y tantas páginas, 1 y vengamos al cer-
tamen abierto por los carmelitas, promovedores de las dichas solem-
nidades. El tema escogido fué comparar al Santo canonizado con el
mitológico Proteo, á cuya semejanza revistió diversas formas por sus
virtudes y milagros para lograr la reforma carmelitana. La convo-
catoria fué escrita en pomposas octavas reales, y en seguida se de-
signaron en verso y acompañados de música los asuntos y la manera
con que debían tratarse. El primero fijaba tres metros: un triple acrós-
tico latino, al principio, al medio y al fin; una décima y un romance
de ocho coplas endecasílabas. La materia de las composiciones quedó
señalada en estos términos : " Del general aspecto de las perfecciones
individuadas en la aplicación de la Montea se deduxo por assumpto
primero, que careándose el mote : Unus, et omnis, de la mentida his-
toria (se trata de la fábula de Proteo) , con la epigraphe : Unicus, atque
multiplex, de las Divinas Escripturas, celebren las Pyerides de Mé-
xico á nuestro Héroe colocado en las aras, como á conjunto de las vir-
tudes que resplandecen en los Santos." Se verá por esto el molde
ajustadísimo en que los poetas tenían que vaciar su inspiración.
El primer lugar del segundo metro fué asignado á la siguiente
décima de una monja de San Jerónimo que ocultó su nombre:
1 El segundo quince de enero de la Corte Mexicana. Solemnes fiestas que á la canonización del
Místico Doctor San Juan de la Cruz, celebró la Provincia de San Alberto de Carmelitas Descalzos
de esta Nueva España, Lo dan á luz, dedicándolo á sus dignísimos prelados. Provincial y Difinido-
res, los Dres. D. Joachin Ignacio Ximénez de Bonilla, D. Joseph Francisco de Ozaeta y Oro, y el Lie.
D. Joseph Francisco de Aguirre y Espinosa, Colegiales Eméritos del Colegio Mayor de Santa María
de Todos Santos de esta Corte. En México: por Joseph Bernardo de Hogal. Año de 1780.
£1 título anterior hace referencia al tumulto acaecido en México el 15 de enero de 1624 con
motivo del conflicto entre el Virrey Marqués de Gelves y el Arzobispo D. Juan Pérez de la Gema.
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prologo. xrn
Mentirosa á Proteo invoca
Como á Uno y todos la Fama,
Pero Único y muchos llama,
A Juan la Sagrada boca:
i Juntas las virtudes toca
De los Santos oportuno ;
Y pues diverso cada uno
Iba por distintos modos,
Juan en parecerse á todos,
Fué Santo como ninguno.
Y á continuación se lee: "Premíesele el donayre de que ocultan-
do su nombre con modestia, publicase su gracia con agudeza, dis-
pensándole el lugar primero, y un Agnus Dei, con que se libre del
miedo y del mal de ojo."
Mal haces en esconder
Tu nombre, si bien se apura,
Porque para no temer
Tu décima la censura
Tiene muy buen parecer.
Ya en un Agnus la señal
Del premio que te concede,
Sea, pues, remedio total,
Para que no tengas miedo,
Y te libertes de mal.
En el tercer metro del segundo asunto, romance agudo en ú de
nueve coplas, en que debía tratarse la renovación del Instituto del
Carmen por S. Juan de la Cruz, fué premiada la siguiente composi-
ción, cuya autora se firmó Phenim.
Aquel sagrado Instituto,
Cuya preclara virtud,
Montada en el carro ardiente
De aquel Varón, todo luz,
Jurada reina imperó
Desde el Aquilón al Sur,
Propagando sus dominios
Del orbe en la latitud;
Embotados ya los ñlos
De la ignífera segur
Con que dominó el orgullo
De la hostilidad común,
Del tiempo á las invasiones
Yacía postrado, en un
Estado muy lamentable
Su cansada senectud :
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P0ETI8AS MEXICANAS.
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Conspirando contra él
Los siglos do mancomún,
Hasta dar con sus cenizas
De olvido en el ataúd,
Juan, cual prodigioso Fénix,
Viendo ya espirar á su
Paterno Instituto, quiso
Kenovar su juventud.
Y Águila que se remonta
Hasta el firmamento azul,
Y sedienta bebe el golfo
De aquel febeo arcaduz,
Vistiendo el nuevo plumaje
Del más estrecho capuz,
Que tomó vuelo en la Europa,
Lo instauró á nueva salud.
Si tus nuevas plumas obran,
Tanto como Elias, ob Cruz,
Escriban de tí estas plumas,
Que á Elias renovaste tú.
Seis cucharas y seis tenedores fué el premio de esta composición,
acompañado del siguiente retruécano :
Fenisa, pues tus primores,
Conceptos tan bien traídos,
No son en poco tenidos,
Sean del premio tenedores.
Aunque el embozo dejaras,
Creo vergüenza no tuvieras,
Pues si tu nombre dijeras,
También tu premio es-cucharas.
En el tercer metro del cuarto asunto, que debía ser una canción
de cuatro estancias sobre la contrariedad de afectos que experimen-
tó S. Juan de la Cruz en su obra reformadora, obtuvo el primer lu-
gar la composición de la Condesa de Mira-Valles, inserta más ade-
lante, siendo el premio un Agnus Dei "y el azafate de plata bien
labrada, que lo conduce con estas dos quintillas:"
De tus dulces consonancias
No son los premios ajenos,
Porque Apolo en sus distancias
Mira-Valles muy amenos
En que hay tan buenas Estancias.
ti
PROLOGO. XV
Recibe aquese Agnus Dei,
Y aquesa flamenca bella,
Que te da de Délos Bey
Para que te sirvas de ella
Por ser de tan buena ley.
Las quintillas de Doña Francisca García de Villalobos, que se
hallan igualmente en nuestra colección, aparecen premiadas en el
metro segundo del cuarto asunto, conforme al cual debía considerar-
se á San Juan de la Cruz como árbol y como piedra, por haberse
extendido en ramas de santidad, y haber sido firme cimiento de las
casas fundadas en la reforma. El premio fué una beca y un regalo
que no se especifica, con estas redondillas :
Determina en solio regio
Apolo, que allí le asistas,
Y así te ordena que vistas
La Beca de su Colegio.
Y por gala, aunque sencillo,
Un galardón te señalo,
Que en tus manos sea regalo,
Y á tu Poema regalillo.
En el metro segundo del asunto sexto, se encuentra la siguiente
décima de Doña Juana de Góngora, en que se compara á San Juan
de la Cruz con el león por el desvelo vigilante, y con el fuego por el
amor que no se apaga:
En Fuego y León á Proteo,
Célebre de Thetis hijo,
Transformó, según colijo,
Antojadizo el deseo.
Con más razón, según veo,
Juan de la Cruz carmelita,
Al Fuego y al León imita:
Á aquel porque en amor arde ;
Y á éste porque haciendo alarde,
Durmiendo el suefio se quita.
Adjudicósele una cigarrera de cristal con este cumplido:
Lauro es á tu genio igual
El que te doy, pues tu esmero
Aunque no do vidrio, pero
Tan puro es como el cristal.
Recibe, pues, sin congoja
El premio, porque en él miro,
Que te dará al primer tiro
Su golpe, si eres de la hoja.
XVI
POETISAS MEXICANAS.
Dos octavas reales, como de distintas autoras, ambas con el mis-
mo pseudónimo de Madona } fueron premiadas en el metro primero
del asunto séptimo, que trataba de cómo después de muerto S. Juan
de la Cruz, aparecieron en una parte de su cuerpo las imágenes de
Jesucristo, de la Virgen María, de Santa Teresa y otros santos. He
aquí una de las referidas octavas :
No del profano Proteo las ficciones,
Que fabricó su mágico desvelo,
Celebre el Mundo, que si imperfecciones,
Viviendo en sí copió su torpe anhelo,
Juan en sí las más raras perfecciones
Muerto supo copiar de todo el cielo ;
Pues se ven en su carne sin encantos,
Jesús, María, Teresa y Todos Santos.
Sobre el mismo asunto fueron premiadas dos décimas de Doña
Ana María González, quien tomó también parte en el certamen
convocado con motivo de la exaltación de Fernando VI. Por últi-
mo, como si no fuera bastante la tortura á que en los asuntos ante-
riores se había sometido á los ingenios mexicanos, se les dio para
que la glosaran la siguiente redondilla:
Satanás ¿qué hará contigo
Esta Alma Santa, si cuando
En un medio fraile estuvo
La temiste? ;Y con qué espanto!
Para entender lo anterior debe advertirse que era costumbre
.terminar tales fiestas con algo jocoso, y esta vez se escogió al diablo
para hacerle objeto de burla por la habilidad con que el Reforma-
dor de los* Carmelitas desbarató constantemente sus infernales arti-
ficios. Lo de medio fraile se refiere al familiar apodo con que Santa
Teresa designaba á su compañero en la reforma carmelitana, por su
corta estatura. En este metro alcanzaron el premio dos escritoras,
la una que ocultó su nombre "con los velos del anagrama" y la otra,
Sor* Catarina Josefa de San Francisco, monja de la Concepción, que
es calificada de " famosa poetisa," lo cual indica que gozaba de cier-
ta, reputación.
Algunos años después, la exaltación de Fernando VI al trono de
España dio motivo á dos certámenes, convocado el uno por la Univer-
sidad de México, y el otro por el Colegio de San Ildefonso. Las com-
posiciones de poetisas premiadas en tal ocasión fueron las siguientes :
i
PROLOGO.
XVII
En el primero l se encuentran las décimas acrósticas de Maria-
na Xav r arro, incluidas como una curiosidad en la presente colección,
las cuales fueron premiadas con dos mariposas de oro esmaltadas,
con un diamante y tres rubíes, y este juguete:
Cuando tu dulzura pulse
Lo útil del premio, »Señora,
Verás que con voz sonora
Mezclan lo útil con lo fluiré.
Mas si en versos hablas rosas.
Llamas el premio, y Jo clamas,
Quizá por eso á esas llamas
Se van estas mariposas.
Hállanse además fas octavas divididas en redondillas aquí in-
sertas, de Ana María González, y una canción de autora anónima,
de quien se hace este pomposo elogio: "El tercero lugar alcanzó la
Poetisa de Bethlen, á quien conviene la circunstancia que á la céle-
bre Cornificia, que floreció en Roma reinando Augusto: Oornificia
Romana^ imperante Augusto, in omni poetices genere Cornificio fratri
Poeta insigni par Iwhita" Ahora, para que se tenga idea de lo que
entonces arrebataba la admiración, véanse algunas estrofas de la can-
ción referida, escrita en el más puro gongorismo:
Todo el cuerpo plumado,
Y en cada crespa pluma un ojo abierto,
En (fien bocas rascado,
• Y en lenguas cien un monstruo, pero cierto,
Nobles glorias aclama
Del Augusto Fernando vocal fama.
Cuantos su voz atienden
Doctores cultos y curiosos sabios,
De su garganta penden,
Bebiendo por el nácar de sus labios.
Que en felices preludios
Todo su gusto son sabios y estudios.
1 Coloso elocuente, que en la solemne aclamación del Augusto Monarca de las Espartas D.
Fernando VI [que Dios prospere"] erigió sobre brillantes columnas la reconocida lealtad, y fidelísi-
ma gratitud de la Imperial y Pontificia Universidad Mexicana, Athenas del Nuevo Mundo. Dedí-
calo á sus reales plantas en nombre del Ilustre Claustro, y por mano del Excmo. Sr. D. Juan Fran-
cisco de Quemes y Horcasitas, Teniente General de los Reales Ejércitos, Virrey, Gobernador, Ca-
pitán General, etc., el Dr. y Mtro. D. Thomás de Cuevas Garcez de los Tallos, Colegial, que fué, de
erección en el Real y Pontificio Colegio Seminario, etc. Y descríbelo D. Pedro Joseph Rodríguez
de Arispe, Lie. en Sagrado* Cánones, etc. En México, en la Imprenta del Nuevo Rezado de Doña
María de Ribei'a. Año de 1748.
//
XVIII
POETISAS MEXICANAS.
Todo Augusto, debido
Al que en tus Ascendientes Jove imploro,
Que al regazo ingerido
De Leda Indiana, Cisne ya canoro,
m
Ha dado sin desmayos
Pollos tales de Leda, que son rayos.
Premíesele con tintero y salvadera de plata, agregando :
Como con el vuelo igualas
Á los cisnes de este Polo,
No falta quien culpe á Apolo.
Que te ha dado tantas alas.
Y aunque esc vuelo te sobre
Para venir este día, .
No vengas más, sino envía
Á quien esta plata, cobre.
m
En el segundo certamen l señalóse el tema más estéril que pudo
caber en cabeza humana: las grandes excelencias del número seis,
que era el que tocaba al nuevo rey en el orden de los Fernandos.
Y sin embargo, dato que merece consignarse, á ciento treinta y tres
ascendieron las composiciones premiadas, una gran parte en latín,
de otros tantos autores; y si calculamos por lo bajo igual el núme-
ro de las excluidas, y se añaden las que figuran en la justa literaria
de la Universidad, podemos formarnos idea del furor versificante
que dominaba en la Nueva España. Prueba elocuente de ello es la
ya mencionada poetisa, Ana María González, quien sin arredrarle
lo estéril del asunto, forzó la musa arrancándole tres composiciones,
de las cuales es la primera el siguiente soneto :
Es breve mundo el hombre en el frasismo .
Del que unidades sabio perfecciona;
Y al criar cinco Fernandos relaciona,
Que el Sexto ha de excederse aun á sí mismo.
A Fernando el nacer con raro abismo,
Como á segundo el Cielo nos lo abona,
Y cuando por primero se corona,
Por Sexto se numera en el guarismo.
1 Cifra Feliz de las dichas imponderables, que se promete la Monarquía Española bajo el sus-
pirado dominio de su Augusto Soberano el Señor D. Fernando VI [que Dios prospere"]. Dedújose
del senario, que le pertenece en el orden cronológico de los Señores Reyes de este nombre. Y sirvió dé
asunto á la lid ingeniosa, justa literaria, certamen poético, con que la humilde lealtad, y reconocida
gratitud del Real y más antiguo Colegio de San Ildefonso de México, Seminario de la Compañía de
Jesús, celebró el día 23 de Enero del año de 1748, la exaltación al Solio de su Augustísimo Protec-
tor. Sácalo á luz el mismo Real y más antiguo Colegio: y lo dedica á la Reina de España y Glorio-
sa Emperatriz del Nuevo Mundo, Ntra. Sra. la Sra. Doña María Magdalena Josefa Teresa Bár-
bara de Portugal.— En Salamanca en la Imprenta de la Santa Cruz.
PROLOGO.
XIX
Es segundo del Quinto en descendencia:
Es de cinco virtudes un compuesto:
Es de cinco Fernandos quinta esencia:
Es hombre donde Dios ha echado el resto;
Y para doclarar su Omnipotencia
Excede á los Fernandos con sor sexto.
Los sabios jueces estupefactos de tanta profundidad, obsequiaron
á la autora con un estuche de plata cincelada, prorrumpiendo en estos
entusiastas elogios:
¿Eres mujer ó numen soberano?
¿Eran humana ó Ninfa peregrina?
Que preguntar, quién eres, no es en vano,
Si en tus obras te muestras tan divina.
No el de los hombres sexo quede ufano
Del ingenio sutil, que lo ilumina;
Que el que tu poema numeroso ostenta.
Sonrojo es do los hombres, si no afrenta.
La segunda composición de la referida poetisa es una canción,
de la cual sólo copiaré por vía de curiosidad las siguientes estrofas:
Cuenta feliz Fernando
Número seis el año en que se aclama;
Nace multiplicando
El seis por cinco el día de su fama,
Y el majestuoso puesto
Jurándolo por Rey lo aclama Sexto.
En la edad sexta el ciclo
El grano dio de la dorada espiga
Con amante desvelo,
Al mundo quita la penosa liga;
Y en tan feliz estado
Cuenta el siglo renombre de dorado.
Y por último, se leen unas quintillas de la misma fuerza como
puede verse por las dos primeras:
De once glorias acreedora
Hace el cielo á Venus bella;
Porque el senario mejora
El triunfo, y con tal estrella
En el quinto se lo dora.
El numérico escuadrón
Que do estrellas suma el cielo,
Es de Bárbara blasón;
Pues con lucido desvelo
Vasallas de Venus son.
XX
POETI8A8 MEXICANAS.
En este certamen figuran además la composición latina y la cas-
tellana de María Teresa Medrano, incluidas en esta colección.
No deben sorprendernos los calurosos elogios que se tributaban
á composiciones que hoy sojuzgan con merecida severidad. La de-
pravación del gusto había llegado al último extremo; la decaden-
cia que por largo período atravesó la literatura española, tenía que
ejercer influjo deplorable en nuestros escritores, formados en la mis-
ma escuela, cuya corriente irresistible había extraviado á los mejo-
res ingenios. La preponderancia de la forma sobre el pensamiento,
fué la causa primordial de los vicios que afearon la poesía en sus
diversos géneros. La sencillez quedó excluida del lenguaje poético,
exagerándose el empleo de figuras retóricas, buscando la originali-
dad por medio de. locuciones y metáforas extravagantes, que acaba-
ron con producir un estilo embrollado, obscuro y enigmático, en que
la idea quedaba desleída bajo los oropeles de una fraseología insubs-
tancial é hinchada. (Veíase, por otra parte, que el mayor mérito del
poeta consistía en vencer dificultades, y de aquí esa multitud de com-
binaciones métricas,'que tan en boga estuvieron, y que semejaban ca-
rrera de obstáculos para el desgraciado que se esforzaba por penetrar
en los vericuetos de aquel enmarañado Parnaso. La poesía quedó así
reducida á una especie de prestidigitación, en que se aplaudía la des-
treza de quien mejor jugaba con los vocablos, dándoles remotas sig-
nificaciones translaticias, para acomodarlos á asuntos, que si bien á
veces elevados, se empequeñecían descendiendo á la esfera de vul-
garidades ingeniosas.
Para comprender el espíritu y los secretos de aquella literatura,
basta echar una ojeada al Arte poética española de Díaz Rengifo,
obra en que fueron reducidas á precepto todas las extravagancias
del mal gusto, y en que se formaron los poetas de ambos sexos que
en tan exuberante muchedumbre concurrían á las justas literarias.
En efecto, muestras repetidas hallamos de todas las combinaciones
enseñadas por el preceptista español, y algunas de las cuales eran
amplificadas por los ingenios mexicanos. El gusto sin embargo se
había ido modificando poco á poco, aunque por una reacción natural
vino á caer en los insípidas frialdades del pseudo-clasicismo. Ya en
el certamen con que celebró la Universidad l el advenimiento de Car-
1 Obra* de elocuencia y poesía premiadas por la Universidad de México en el certamen litera-
río que. celebró el día 2& de Diciembre de 1790 con motivo déla exaltación al trono de Nuestro Católico
Monarca el Sr. D. Carlas IV, Rey de Expoña y de las Indias. México. Por D. Felipe de ZúÜiga y O/:-
tireros. 1701.
PROLOGO.
XXI
los IV, se advierten notables diferencias respecto de los anteriores :
nada de aquellos títulos estrafalarios; de aquellas convocatorias en
que se hacía gala de una erudición indigesta; de aquellos chistes,
en que no faltaba donaire y que frisaban á veces con las sales del
epigrama. El estilo es sobrio, si bien algo frío, dominando un aire
de seriedad propio del asunto. Entre las composiciones premiadas
se hallan la anónima de una alumna del Colegio de San Ignacio y la
de D^ dementa V. Gutiérrez del Mazo y Velarde, composiciones am-
bas insertas en la presente colección. En dicho, certamen, puede de-
cirse, se cerró la serie de aquella clase de fiestas, pues cuando en 1804
se inauguró la Estatua Ecuestre de Carlos IV, reuniéronse sencilla-
mente las poesías escritas con tal motivo, 1 sucediendo otro tanto con
las inspiradas por la indignación, verdadera ó ficticia, que excitó la
invasión de Napoleón en España. Entre las primeras figuran las
de Josefa Guzmán, Mariana Velázquez de León y María Dolores
López, y entre las segundas el romance de María Josefa González
de Cosío, y una intitulada La Auristena de Josefa E. y B.
Por lo demás, sean cuales fueren las faltas en que incurrieron
nuestros poetas durante el período colonial, como consecuencia de
la corrupción literaria dominante en la metrópoli, la verdad es que
nuestra literatura, lo mismo que toda nuestra civilización actual, allá
tiene sus raíces, y que no podría formarse cabal concepto del des-
envolvimiento intelectual mexicano, sino es ascendiendo hasta los
orígenes de la sociedad fundada por la colonia; y claro es que en un
libro cómo el presente, tenían que figurar algunas de aquellas poe-
tisas, cuyas escasas obras han llegado hasta nosotros. Por un raro
contraste, la mujer más ilustre, de quien justamente se enorgullece
la literatura patria, pertenece á la época de mayor decadencia, co-
mo si sus eximias dotes estuviesen destinadas á demostrar las apti-
tudes artísticas y científicas del bello sexo mexicano. Efectivamen-
te*, esa figura singular, que con el nombre de Sor Juana aparece en
nuestra historia literaria, sintetiza en su múltiple aspecto la índole
suave, el corazón sensible, la inteligencia clara, la gracia, la agude-
za, la frescura que forman la idiosincracia femenina de nuestro país.
Piadosa sin caer en los delirios de un misticismo nebuloso; ideal sin
1 Cantos de las Musas Mexicanas con motivo de la colocación de la Estatua Ecuestre de bronce
de Nuestro Augusto Soberano Carlos IV. Los publica el Dr. D. Joseph Mariano Beristain de Souza,
Caballero de la Real Distinguida Orden de Carlos lll y y Canónigo de la Metropolitana de México.
_ m
En México por D. Mariano de Zúftiga. y Ontiveros. 1804.
XXII
P0STI8AS MEXICANAS.
perder de vista las realidades de la vida; tierna y apasionada sin ol-
vidar el pudor de la mujer y los austeros deberes de la religiosa, la
monja jerónima nos atrae con magia irresistible; al través de dos si-
glos sentimos bajo su hábito monacal el calor de un pecho exube-
rante de juventud y de vida: y en su mirada límpida como nuestro
cielo; en su sonrisa fresca como las flores de nuestros valles, sorpren-
demos una lágrima y una ironía indefinibles, que traicionan las amar-
guras recónditas de aquella alma, que nos inspira al mismo tiempo
el cariño, la admiración y el respeto. l
Felizmente, en principios de este siglo, la libertad, que tantas
tiranías venía echando por tierra, derribó con soplo poderoso el chu-
. rrigueresco y secular alcázar en que ejercían dictadura absoluta los
verdugos de las musas. La emancipación política de México coin-
cidió con esa revolución literaria; la legislación poética de Díaz Ren-
gifo quedó relegada al rincón más obscuro de las bibliotecas, y el
villancico, el acróstico, el laberinto, la ensalada, los ecos, etc., etc., pa-
saron al panteón de la historia, donde pueden estudiarse como otros
tantos instrumentos de tortura á que estuvieron sometidos los des-
1 Tratándose de la poesía mística, queda en mi concepto mucho por averiguar. Entre las
escritoras de la época colonial se encuentran algunas monjas poetisas, cuyas obras manuscri-
tas, en caso de que existan no las conozco, pero es de suponerse que si no todas, una parte al
menos debe haber pertenecido á aquel género. En la Biblioteca Nacional se encuentra un cu-
rioso yolumen manuscrito de 362 páginas con este título: Carias en las cuales manifiesta á su
confesor las cosas interiores y exteriores de su vida la V. M. Sor Sebastiana Josepha de la SS.
Trinidad, Religiosa de velo negro del convento de S. Juan de la Penitencia de la ciudad de México.
Falleció el día 4 de Octubre del año de 1757. Entre dichas cartas, que ofrecen algún interés para
el psicólogo, se hallan varios cantarcillos de forma sencillísima, y en general incorrectos, pero que
son elocuente expresión de esos sentimientos que agitan á las almas contemplativas. He aquí al-
gunos de ellos :
¿Que alivio puede caber La enfermedad de mi alma
En quien vive padeciendo, El corazón me atormeta,
Si el remedio de sus males , Que ahogado dentro de mí,
Lo tendrá sólo muriendo? Con Dios callando ge queja.
¡ Ay dulcísimo amor mío !
Amoroso bien de mi alma,
¿Qué puede darme consuelo
Si padezco tantas ansias ?
N i con sus flores los campos,
Ni las aves con sus voces,
Ni las riquezas del mundo,
Ni las músicas acordes.
Al silencio de la noche
Descansa mi corazón,
Dando profundos suspiros
Que nacen de un dulce amor.
¿ Es posible que tu amor
No me abrase, dulce dueño?
Que á tu vista bien se puede
La nieve volverse fuego.
D. Francisco Sosa, en sus Biografías de mexicanos distinguidos consagra un artículo á Sor
Encarnación de Cárdenas, monja yucateca del monasterio de Concepción istas, muerta el 8 de fe-
brero de 1881. Profunda fué, según se dice, la instrucción de esta religiosa, "quien traducía con
'admirable propiedad, no sólo los pasajes más difíciles de las Escrituras, sino los clásicos latinos del
i
PROLOGO.
XXIII
venturados hijos de Apolo. Las poetisas mexicanas vieron abrirse
un campo ilimitado en que poder soltar el vuelo de su imaginación,
escogiendo los asuntos que más en armonía estuviesen con sus sen-
timientos, sin tener que luchar con las dificultades de un arte frivo-
lo y complicado. Los resultados superaron toda esperanza; pues si
con excepción de Sor Juana, es tan poco lo que se puede recoger en
el período colonial, no obstante que no escasearon escritoras que cul-
tivaran la bella literatura, es ya muy distinto en la época posterior,
no sólo por el número de poetisas, sino por la variedad y mérito de
sus producciones. En efecto, casi no hay publicación periódica, espe-
cialmente las literarias, tanto en la capital como en los diversos Es-
tados, que no contengan versos de hijas de México, contingente pre-
cioso para la historia de la mujer en nuestra patria.
Las guerras civiles que por largos años ensangrentaron nuestro
suelo, no fueron parte á impedir el impulso que recibieron las letras
mexicanas y en que aparece la cooperación de distinguidas compa-
triotas, como de ello dan testimonio las varias compilaciones de poe-
sías que con diversos nombres se han publicado en nuestro país.
siglo de Augusto. " Conocía además el francés, cosa rara en su época. Hablando de sus escritos di-
ce el Dr. Sierra: " Hemos visto dos letrillas y un soneto sobre la Pasión de Cristo. No sabemos si
se conservarán en su claustro, pues todos sus manuscritos y apuntes fueron quemados por súplica
suya, después de su fallecimiento. Estamos seguros que esta pérdida ha sido lamentable para las
letras." '
En noviembre Je 1886 falleció á los 68 años de edad y 48 de religiosa, Sor María de Jesús Sa-
cramentado (Rosa Castillejos en eí siglo), monja de las Capuchinas de Guadalupe y fundadora de
la Hora Santa. Distinguióse por su profunda piedad y dejó escritas varias obritas de devoción al
Santísimo Sacramento; entre ellas se encuentran unas Alabanzas de que tomamos lo siguiente :
j Quién pudiera volar á tu trono
Y al mirarte ponerse á llorar;
Enseñarte la herida que tengo
Y abrazada contigo espirar !
Esta herida tan cruel que te enseño,
Gratitud muy profunda la ha abierto,
Con aquellas finezas divinas
Pe dejarnos tu Sangre y tu 'Cuerpo.
S^S
^
j Oh fineza que el alma arrebatas,
Y la llevas para otra región I
Las potencias las dejas absortas,
Y abrasado por tí el corazón.
Ya soy víctima incruenta, Dios mío;
Me consumo de amor ¡ oh mi bien !
Tú padeces porque eres amante ;
Yo por eso padezco también.
Con el título de Despedida de Jesús Sacramentado que quiero dirigirle después de mi muerte,
escribió una composición que hizo grabar en hoja de lata, y en un marco dispuso que se la coloca-
ran sobre el pecho y con ella fuera sepultada, lo cual se ejecutó. A esa composición pertenecen los
siguientes cuartetos:
He muerto ya, Sacramentado Amante, ¡
No palpita por sí mi corazón ;
Solamente el imperio de la muerte
Quitar puede tan fuerte propensión.
Y si es fuerte el amor como la muerte,
Yo deseo superar aun este grado ;
Porque te quiero dar pruebas de amante
Aun después que la vida me has quitado.
8&»
XXIV
POETISAS MEXICANAS.
Pero en donde se manifestó más particularmente esa preciosa coo-
peración, fué en la Aurora poética de Jalisco, colección de poesías lí-
ricas de jóvenes jaliscienses, publicada por el malogrado literato D.
Pablo J. Villaseñor, é impresa en Guadalajara el año de 1851. En
dicha colección se encuentran composiciones de siete poetisas, de las
cuales sólo dieron su nombre Josefa. Sierra y Petra Gómez de Car-
mona, ocultándose las demás bajo el disfraz del pseudónimo ó de sim-
ples iniciales : entre las últimas se hallaba Isabel Prieto, que dio á
conocer entonces las primicias de su privilegiado talento. Esta no-
vedad literaria fué saludada con entusiastas aplausos en todo el país,
distinguiéndose entre los artículos que con tal motivo se publicaron,
el que insertó en La Ilustración Mexicana el distinguido publicista
D. Francisco Zarco, ( Facundo J, y del cual me parece oportuno re-
producir los siguientes párrafos :
"Sin dejarnos llevar de un ciego espíritu de galantería, decimos
que entre las mejores composiciones de la Aurora, deben contarse
las escritas por personas del bello sexo. Estas composiciones son ta-
les, que en cuanto á mujeres que cultiven las letras, la superioridad de
Guadalajara sobre el resto de la República es incontestable, juzgan-
do, al menos, por lo que conocemos, pues no podemos apreciar los
trabajos literarios que permanezcan desconocidos y ocultos.
"Bajo el cielo purísimo de Jalisco, en medio de ricas bellezas
naturales, bajo un sol ardiente y en un clima feraz y abrasado, na-
tural es que la mujer participe un tanto de las cualidades del suelo
en que se abren sus ojos á la luz. Así ha sucedido; las poetisas ja-
liscienses que modestamente ocultan sus nombres, sienten verdade-
ra, profunda inspiración, y se hallan adornadas de una imaginación
atrevida y vigorosa. Sus versos respiran armonía, revelan sensibi-
lidad, y tienen la frescura y el encanto de todo lo que lleva el sello
de la juventud y de la mujer. Las autoras de tales versos son dig-
nas hijas de la patria que se enorgullece con la memoria de Sor Jua-
na Inés de la Cruz, de la Décima Musa, como la llamaron los inge-
nios de su época."
Desgraciadamente, con excepción de Isabel Prieto, las jóvenes
que con tanto entusiasmo eran saludadas, no tuvieron la perseve-
rancia necesaria para seguir por la florida senda de la poesía, y arri-
maron sus liras cuando apenas les arrancaban los primeros prelu-
dios. Sin embargo, esos ensayos pertenecen á nuestra historia lite-
raria, y por lo mismo los menciono, respetando el anónimo de sus
PROLOGO.
XXV
autoras. De Zelima hay tres composiciones intituladas El llanto en
la flor i A una nube y la inserta á continuación:
Á LA VIRGEN.
En el templo solitaria
Aleé mi ardiente plegaria
Al Señor.
Silencioso el templo estaba,
Y una luz débil vagaba
En derrodor.
Mi pecho entonces latía.
Y la imagen de María
Yo miré.
Para aliviar mi quebranto
Dejé que corriera el llanto
A su pie.
u Oye, Virgen, desde el cielo
Mi clamor, y de consuelo.
De piedad
Manda una gota bendita
Al corazón que palpita
De ansiedad."
" Atiende ¡oh Virgen mía!
Á que huérfana soy,
Y ruega tú ¡oh María!
Por mí al Supremo Dios.
Yo sola en este mundo
Por mi camino voy
Cual pájaro sin nido,
Como marchita flor.
Tú que eres el escudo
De un puro corazón,
(iuía mi débil planta,
Concédeme tu amor,
Que en tí miro mi dicha.
Mi eterna salvación.
Pertenecen á Sofía dos composiciones : de una de ellas intitula-
da A mi querida amiga M. son los siguientes cuartetos :
A la orilla de un lago transparente,
Al resplandor de luna silenciosa,
Sentí abrasarse mi angustiada frente
Recordando mi vida pesarosa.
Y al resbalar el rayo amarillento,
Y al contemplar las pálidas estrellas.
Latir el corazón sentí violento
;De su dicha un recuerdo miro on ellas!
XXIV
POETI8A8 MEXICANAS.
El viento susurraba en la enramada
Cual de una lira el postrimer acento:
¡Adiós! le dije á mi ilusión amada;
Déjame triste, hundida en el tormento.
Pero bien pronto una visión querida
¡Ay! me fascina y me arrebata el alma:
Besa mi frente, cura la honda herida,
Y me devuelve la perdida calma
Citaré por último, los siguientes versos de Petra Gómez de Car-
mona:
A UN PINTOR.
EL RETRATO DE MI ESPOSO.
De ese tu diestro pincel
He recibido un retrato,
Y también recuerdo grato,
Pues al mirarle ¡era él!
Era su imagen querida,
Aunque muda silenciosa;
Era, sí, la forma hermosa
De mi ventura perdida.
¡Ay! ¡cuánto el alma ha sufrido
Cuando mi mano insegura
Á descubrir se apresura
El dulce bien recibido!
Circula mi sangre helada
Con lentitud por mis venas:
Un resto de vida apenas
Quedábame ¡infortunada!
En mis ojos brota el llanto
Del corazón, emanado;
Llanto que se halla agotado
Desde que padezco tanto.
Pero siempre agradecida
Gracias te doy ¡ oh pintor !
Pues en mi acerbo dolor
Tendré esa copia querida.
Y en medio de mi tormento,
Mi mal para consolar,
Yo me pondré á contemplar
Al que fuera mi contento ;
Al que adoro todavía
En la tumba solitaria ;
Por el que doy mi plegaria
Al cielo de noche y día.
PROLOGO.
XXVII
De entonces acá el número de poesías mexicanas, de origen fe-
menino, fué creciendo de tal manera, que en una colección de poeti-
sas españolas y americanas, publicada en 1873 l el elemento patrio
aparece en proporción considerable, siendo lo más importante que
algunas de las mexicanas que allí figuran han alcanzado después me-
recida reputación literaria. Con posterioridad, (1886-86) se publicó
una serie más extensa de poetisas exclusivamente nacionales, en que
se añaden nuevos nombres á los ya conocidos, 2 lo cual manifiesta no-
table adelantamiento. Estos trabajos, justamente apreciados en el
exterior, dieron materia á los editores de la interesante galería de
Poetas hispano-americanos en Bogotá para que publicasen (1889-90)
un tomo de más de 500 páginas, consagrado exclusivamente á nues-
tras poetisas.
No debo pasar en silencio, á este propósito, algunas publicacio-
nes periódicas de verdadera trascendencia, dirigidas por señoras;
publicaciones en que, al lado de la bella literatura se encuentran ar-
tículos que tratan cuestiones científicas, históricas, filosóficas, lo cual
es prueba de que á la mujer no sólo son accesibles las ficciones de
la imaginación, sino que su inteligencia puede elevarse á esas regio-
nes severas que parecían reservadas al sexo fuerte. Los más nota-
bles de los referidos periódicos en la capital han sido Las Violetas
y Las Violetos de Anáhuac; y en los Estados La Siempreviva de Yu-
catán y El Recreo del Hogar de Tabasco, fundados por Doña Cristi-
na Farfán de García Montero ; La Palmera del Valle, publicado en
Guadalajara por Doña Refugio Barragán de Toscano; La Violeto de
Monterrey dirigido por la Srita. Ercilia García, y el intitulado El
Colegio Independencia (de Mazatlán) órgano de las alumnos del estable-
cimiento, impreso y redactado por ellas mismas. (Seis tomos en 4 9
1886-92). Todos estos trabajos sugieren aventajada idea del grado
á que ha venido la cultura de la mujer en nuestro país.
Ahora bien, si la instrucción pública no ha alcanzado en México
la extensión y profundidad que efectuarán al fin una completa re-
forma social, sería cerrar los ojos á la luz meridiana, no reconocer
lo mucho que se ha avanzado por ese camino, y los opimos frutos
que de ese avance se han logrado. En lo que toca especialmente á
la educación femenina, laudables son los esfuerzos que se han hecho,
1 Flore» del siglo: Álbum de poesía* selectas de las más distinguidas escritoras americanas y
españolas. Coleccionadas por Juan E. Barbero. México, 1S78. Imp. de I. Cumplido.
2 Parnaso Mexicano. México, Librería de " La lUistracibn."
XXVIII
POETISAS MEXICANAS.
ampliando los horizontes, facilitando el camino para que la mujer
pueda adquirir una instrucción al igual del hombre. Así es que fue-
ra de los planteles que les están especialmente destinados, la» jóve-
nes que se sienten con alientos para emprender estudios superiores,
tienen abiertas las escuelas profesionales donde labrarse una carre-
ra honrosa, que cederá más tarde en beneficio propio y de la socie-
dad en que viven. Sor Juana Inés no tendría hoy necesidad de dis-
frazarse de hombre para concurrir á la Preparatoria. Considerable
es el número de las alumnas dedicadas al estudio de las bellas ar-
tes, de las artes mecánicas, de las ciencias en sus diversos ramos;
y cada año vemos aumentarse el gremio de profesoras, que difunden
á su vez los conocimientos adquiridos, convirtiéndose de este modo
en inteligentes colaboradoras de la civilización y del progreso.
Cierto es que en este punto hay que luchar todavía con preocu-
paciones tradicionales, de que suelen no estar exentas personas ilus-
tradas, á quienes parece una profanación que la mujer traspase los
límites del hogar doméstico, y comparta con el hombre el cultivo
de la inteligencia. Creen que la debilidad del sexo no soporta la
carga de una instrucción sólida, y que el barniz científico ó litera-
rio que reciba, sólo servirá para fomentar vanidades insufribles, en
que zozobrarán las modestas virtudes que forman el mayor encanto
de la esposa y de la madre. Ajeno de este lugar sería el detenerme
en una cuestión, que divide á los pensadores, y que el tiempo se ha
encargado de ir resolviendo prácticamente; sólo observaré que al se-
cundar México el impulso de la civilización en este punto, ha sen-
tado el principio de que el saber no está reñido con la virtud, sino
que es por el contrario fuente de moralidad, en cuanto que inspira
un sentimiento profundo de la dignidad humana, y proporciona los
medios honrosos de proveer á la propia subsistencia, salvando así
á muchas pobres criaturas, á quienes la miseria precipitaría en los
abismos del vicio. Que una instrucción superficial sea origen de esa
charlatanería que tanto choca con el buen sentido, es inconveniente
que abraza por igual á ambos sexos; pero el medio de evitarlo es
bien sabido: que la instrucción tenga la suficiente profundidad para
evitar los vuelos de la imaginación, fascinada con los oropeles de una
falsa gloria. El sentimiento del deber sólidamente inculcado, hará
que la mujer, literata ó artista, no desatienda las obligaciones que
tiene que cumplir en el seno de la familia, como de ello se presen-
tan ejemplos, que honran y enaltecen á la sociedad mexicana.
L_
PROLOGO.
XXIX
Indicado al principio el pensamiento que se tuvo al formar la
presente colección, réstame añadir algunas palabras sobre el camino
que he seguido para llevarla á cabo. El cultivo de las letras en nues-
tro país casi se identifica con la Conquista : México fué la primera
ciudad del Nuevo Mundo que poseyó imprenta, que tuvo Universi-
dad, que vio levantarse á la sombra de los conventos escuelas donde
se enseñaba á los indígenas, con los elementos de la instrucción pri-
maria y religiosa, los oficios y las artes de la música y la pintura; así
pues, prescindiendo de los monumentos precolombianos históricos y
poéticos que nos han quedado, hay que asentar el hecho de que po-
seemos una literatura propia que abraza un período de más de tres-
cientos años, literatura que se irá conociendo y apreciando en propor-
ción á los avances de la erudición moderna. Esta consideración fijó
por sí sola el carácter de la obra que emprendía : no se trataba de
aglomerar en confusa mezcolanza composiciones en verso, sin más
criterio que los preceptos de determinada escuela ; al punto de vista
literario debía unirse el histórico, y ya que el material rio falta, ha-
bía que organizar el conjunto, de tal suerte que se pudiera seguir al
través del tiempo, el cultivo de la poesía por la mujer mexicana.
De esta manera he podido ofrecer á los ojos del lector, un cua-
dro que se extiende desde el siglo XVI hasta nuestros días ; cuadro
en que las obras presentadas hablan por sí mismas, revelando la
época y las circunstancias especiales en que fueron escritas. l Por
lo que hace al período colonial, la serie estaba perfectamente indica-
da, y no fué difícil seguir un riguroso orden cronológico; la dificul-
1 Se ha notado como rasgo general en nuestros poetas de ambos sexos, el abuso ae la siné-
resis y el y icio de aconsonantar la s con la z. Lo primero procede, á no dudarlo, de la pronuncia-
ción de las palabras comunmente usada entre nosotros, debiendo añadir que se ha ido mejorando
la construcción del verso, en proporción al estudio de la prosodia. Respecto de lo segundo, ese vi-
cio, que en mi concepto más bien podría llamarse licencia, no es exclusivamente nuestro, puesto
que suele aparecer en los mejores poetas castellanos. Tirso de Molina, por ejemplo, en La celosa
de si misma, trae el siguiente pasaje :
La vecindad suele ser
(Cuando en la igualdad estriba,
Que conserva la amistad,
Si es que la vuestra merezco),
Un grado de parentesco,
Señora, de afinidad.
A lo cual pone D. Juan Eugenio HarUembusch esta nota: " Alguna vez iguala Téllez la pro-
nunciación de la z con la s. Lope, con ser madrileño como Téllez, suele también hacerlo mismo."
Efectivamente, en La estrella de Sevilla, se encuentra dos veces aconsonantada alteza con empresa:
s
I.
I!
. ♦
I i
! i
XXX
POETISAS MEXICANAS.
tad residía en la selección que debía hacerse, pues si bien el número
de poetisas no es abundante, la mayor parte de ellas son anónimas,
y todas, con una sola excepción, no dejaron muestras de su ingenio
sino en composiciones de circunstancias, que están lejos de favo-
recer el arranque espontáneo de la inspiración individual. Fuera
de Sor Juana, las poetisas coloniales carecen de personalidad, pues
no es posible adivinar al través de sus versos lo que pensaban ó sen-
tían, si bien hay que reconocerles en lo general, cierto grado de ins-
trucción y de ingenio que les señala un puesto en nuestra historia
literaria.
Esto era bastante para mi objeto ; pero hay todavía otro punto de
vista digno de particular interés. Ese caudal poético, al que pondrá
torcido gesto el retórico implacable, que no concibe belleza fuera de la
ciega obediencia á determinado precepto, con frecuencia arbitrario,
despierta emociones que nos transportan aun medio social curioso por
mil títulos, haciéndonos entrever aquella corte mexicana deslumbra-
dora por su fausto y su riqueza ; aquella magnificencia de una iglesia
que convertía el año en continua fiesta; aquella organización jerárquica
de dignidades y corporaciones de todas clases, civiles, monacales, cien-
tíficas, con sus reglamentos, sus trajes especiales, sus privilegios, que
hacían tan intensa la vida corporativa, y presentaban espectáculo im-
Con su lealtad y su gente
Sevilla en tan alta empresa
Le servirá á vuestra alteza,
Ofreciendo juntamente
Las vidas.
— SI amor
Me alienta á tan alta empresa.
— Busque tras mí vuestra alteza ,
Lo oscuro del corredor.
En Dineros son calidad, del mismo Lope, se lee :
— Ya está aguardando el Senado.
— Urbán, tú á Ñapóles pasa,
Visita á su alteza y traza
Los aumentos de tu estado.
Por último, Calderón en Las cadenas del demonio dice :
Mas ¿cómo pretendo ¡ay Dios l
Buscarle, si preso lucho
De Irene divina? — Mucho
Es mi mal, mi pena atroz.
■ i
PROLOGO.
XXXI
ponente en las grandes solemnidades ; aquella sociedad en suma que
parece haberse divertido mucho más que la actual, pues habituada
á un respeto incondicional hacia el rey y la Inquisición, le quedaba
ancho campo para entregarse á pasatiempos, en que no sentía la fa-
tiga de ambiciosas comparaciones con otros pueblos, por ser ella
misma su objeto y su fin.
Después de la independencia ya es otra cosa: al soplo del roman-
ticismo, la poesía subjetiva surge con toda su energía; los sentimien-
tos religiosos y los profanos se revisten de una dulzura melancólica
que se traduce en lenguaje apasionado y sencillo ; los objetos se di-
versifican de un modo ilimitado; el choque de las ideas multiplica
las emociones ; el bello ideal de la libertad despierta el espíritu de
rebelión contra todo yugo; la realidad lucha con la ficción, la fe con
la duda, el esfuerzo de buscar la base perdida con la desesperación
de no encontrarla. Aquí ya nuestras poetisas presentan individua-
lidades concretas, determinadas, que no consienten ser absorbidas
en un todo colectivo y uniforme. fisto señalaba otro rumbo á la com-
pilación: en un período de tiempo tan estrecho el orden cronológico
significaría bien poco, y el alfabético no era posible por no tener
desde el principio el material completo : los caracteres literarios son
comunes, porque corresponden á la misma evolución contemporá-
nea ; pero la variedad que no debe despreciarse aun en una simple
colección era la guía indicada en la segunda parte.
Aquí, en verdad, la monotonía no tendría disculpa ; por el contra-
rio, tras los arrebatos apasionados de una composición erótica, for-
man bello contraste los pensamientos graves de la elegía ó los arran-
ques entusiastas del amor á la gloria; junto á la poesía festiva y de
costumbres, que reproduce cuadros animados de nuestra vida na-
cional, vienen bien las sombrías meditaciones que sugiere la natu-
raleza á la hora del crepiisculo ó en el solemne conticinio poblado
de recuerdos dolorosos y esperanzas frustradas ; después de remon-
tarse el espíritu en alas de la inspiración patriótica ó en los inefa-
bles embelesos de la musa mística, agrada descender por una fácil
transición á ese mundo de delicadas afecciones que encierra el cora-
zón de la esposa y de la madre, y que nadie más que la mujer pue-
de expresar con su verdadero y natural colorido. Porque de todo
eso nos presentan ejemplos nuestras poetisas : su lira ha recorrido
todos los tonos, ensayando algunas veces el drama y el poema; ha
vibrado bajo todos los sentimientos, excepto, (observación importan-
XXXlí
te. . aquellos *£& hajv ívrr¿.a.- Lala^rieña.- tier.dec á Li ap>:e»«*i* insen-
sata de ab-ordas para#I- ja*. Xaeí-ItA^j*- *:r. en/*<an: •. «ü L:I • cvndttr-
tf>r en inedíodetan r>^ varíala-i. y e*e híl ■ I- • en->»ntré al parar mien-
te» en la ÍL-I-le £*>;;«* d* la o >■>::•'::. pu*s tratár>l«~e de presentar
al traré* de la* formas literarias aquel!*; 'jae me;>r revela la Índole
de ns^stra 3o.->>Ja#L aque!!«>que coi.ter.jra un carácter genuinamente
mexiear. . lo f»>Iía ya vacilar, y habiend-i de escoger entre comptf-
*:-?:■'. r.e* de ígnal mérito, la elección retraía p^r sí sola sobre las re-
fere:.:^ á nuestra Liaría, a nuestros hérues. á nuestra» paisajes á
r-ie*tntó crs-tumores. y á la.* que mejor tradu«*en lf* del:ead«»s ?en-
t:::,:er.V/% del bello sexo.
Tal e* el plan que me propuse y que be procurado realizar en
lo po*;b!e. no obstante abrigar la convicción de sus lagunas y defi-
eíer.* v ías. Desde luego ¿puedo asegurar que no falta ninguna de las
poetisas qie han es^-rito ó escriben actualmente en la República?
De nifigaria manera, y basta para convencerse de ello una solaeon-
•¡•leraeión : muy pocos son los vers-^s de mexicanas coleccionados en
libro» especiales : los de la gran mayoría se hallan diseminados en pe-
riódico», que por su número y por la rareza de algunos dificultan la
bttáea. «obre todo cuando se dispone de poco tiempo como ha suce-
dido en el presente caso. La Junta de Señoras, de que he hablado
al principio, dirigió una circular á las Juntas correspondientes en
lo* Estados para que remitiesen entre los trabajos que tenían pedi-
do* las producciones, publicadas ó inéditas de sus respectivas poeti-
sas: pero el número de las recibidas por este conducto es relativa-
mente corto, y no siempre han llegado con la oportunidad necesaria.
De desear habría sido que á las composiciones acompañasen el re-
trato de cada autora, algunos apuntes biográficos y un ligero juicio
crítico sobre sus obras; pero un trabajo de esta naturaleza exigiría
la cooperación de varias personas y un tiempo más ó menos consi-
derable. Por lo que hace á la presente publicación, van incluidos
los pocos retratos que se han podido conseguir y ejecutar, reducién-
dome á indicar lo demás como parte de un proyecto que tal vez rea-
lizaré más tarde.
Sea como fuere, creo no engañarme al decir que la Antología de
m
Poetisas Mexicanas será vista con verdadero interés, así por su ele-
gante desempeño tipográfico, como principalmente, por su conteni-
do, elocuente manifestación de que en esta tierra del sol y de las
flores, no han faltado ni faltan asiduas cultivadoras de la más bella
i.
PROLOGO.
XXXIII
de las artes ; manos delicadas que pulsen la lira de los poetas ; al-
mas escogidas que glorifiquen á la Patria con las brillantes creacio-
nes de su fecunda imaginación, recordando al mismo tiempo á la
egregia Dama, bajo cuyos auspicios se ha llevado á cabo una obra
que da tan alta idea del bello sexo mexicano.
México, Abril de 1893.
José M. VigiL
L
CATALINA DE ESLAVA
SIOLO XVI.
SONETO.
Á SU TÍO FERNÁN GONZÁLEZ DE ESLAVA EN LA PUBLICACIÓN DE LOS "COLOQUIOS
ESPIRITUALES Y SACRAMENTALES.
n
El sagrado laurel ciña tu frente,
La yedra, el arrabián, trébol y oliva,
Porqué (aunque muerto estás) tu fama viva
Y se pueda extender de gente en gente.
El tiempo la conserve, pues consiente
Que el levantado verso suba arriba,
Y en láminas de oro el nombre escriba
Del que no tiene igual de Ocaso á Oriente.
En el carro de Apolo te den gloria,
Digo de aquel Apolo soberano
A quien con tanto amor tan bien serviste:
Y pues él hace eterna la memoria,
Con que muevas mi pluma con tu mano
La gloria alcanzarás que acá nos diste.
♦ ♦
POETISAS MEXICANAS.
MARÍA DE ESTRADA 3
NILLA.
SIGLO XVII.
Relación escrita á una Religiosa monja prima scya, de la feliz entrada en Méxi-
co, día de San Augustín, á 28 de Agosto de mil y seiscientos y ccarenta años,
del Excelentísimo Señor D. Diego López Pacheco, Cabrera y Bobadilla, Mar-
qués DE VlLLENA, VlRREY, GOBERNADOR Y CAPITÁN GENERAL DESTA NUEVA ESPAÑA.
Quise salir, amiga,
Más que por dar alivio á mi fatiga,
Temprano ayer de casa,
Por darte relación de lo que pasa.
Prevenir hice el coche,
Aunque mi pensamiento se hizo noche,
Pues tan mal lo miraron,
Que para daño nuestro pregonaron
Que carrozas no hubiera:
¡ Oh más civil que criminal cansera !
Laméntelo infinito;
Puesto que por cumplir con lo exquisito,
Aunque tan poco valgo,
Menos que á entrada de un virrey no salgo:
Mas el ser hizo efecto,
Y así quise cumplir con lo imperfecto
Mudando de semblante:
No quieras más pues fui sin guardainfante.
Con que habrás entendido
Que todo queda bien encarecido ;
MARÍA DE ESTRADA M EDI N ILLA.
Pero si le llevara,
Del primer movimiento no pasara.
Siguiéronme unas damas
A quienes debe el mundo nobles famas,
Y con manto sencillo
Quisimos alentar el tapadillo,
Y en fin, como pudimos
Hacia la Iglesia Catedral nos fuimos,
Donde más que admirada
Quedé viendo del arco la fachada,
Que tocaré de paso,
Porque si en el ingenio me embarazo,
Habiéndome engolfado
No habrá camino de salir á nado.
A follajes galantes
Estrago fué de Ceusis y Timantes
Grandeza en quien contemplo
Lo raro de tres Templos en un Templo,
Pompa de Mauseolo,
Ciencia de Salomón, plectro de Apolo.
Perdone la Pintura
Que en lo formal se mostrará más pura,
Pues á tanto se atreve
Que al lienzo fía lo que al bronce debe.
No quedé en todo el cielo
Signo que el arte no bajase al suelo,
" Ni en toda la Escritura
Tribu que no trajese á coyuntura
Ni doce que la fama
Por sus virreyes justamente aclama
Contra largas edades
Para la eternidad de eternidades,
Ni la insigne ascendencia
Del ilustre Marqués, cuya Excelencia
Da con celebraciones
Glorias á España, al mundo admiraciones;
L
POETISAS MEXICANAS.
De suerte todo unido,
Que diera suspensiones al sentido
Que más perspicaz fuera,
Cuya atención aun no lo consiguiera.
De su metro imagino
Que pasa de lo humano á ser divino,
Y es caso averiguado
Que un Ángel á otro Ángel le ha dictado,
Y porque no te asombre
Corresponden sus obras á su nombre.
Dimos la vuelta luego
Y en un abismo de rumor me anego ;
Al discurrir la calle
No hay paso donde el paso no se encalle ;
El número de gente
Presumo que no hay cero que tal cuente
Pues tomar fuera en vano
La calle, como dicen, en la mano:
Iba, aunque aquí se note,
De lo que llama el vulgo bote en bote.
Era cada ventana
Jardín de Venus, templo de Diana,
Y desmintiendo Floras,
Venciendo Mayos y afrentando Auroras,
La más pobre azotea
Desprecio de la copia de Am altea
Con variedad hermosa,
Aunque tuvo también de toda broza.
Pintar su bizarría
Ni más Flandes habrá ni más Turquía.
En fin, todo es riqueza,
Todo hermosura, todo gentileza.
A opulencia tan rara
¿ Qué babilonio muro no temblara ?
Pues conservando Abriles
Se miran injuriados sus pensiles.
k
MARÍA BE ESTRADA MED1NILLA.
r
La tropa crece mucho ;
El cerca viene entre la tropa escucho,
Y tropezando aprietos,
Entramos con orgullos más inquietos
Donde un balcón estaba
Que con ostentación nos esperaba,
Y á menos sobresalto
Pienso que nada se nos fué por alto.
Fundaciones tonantes
En hombros de Hipogrifos Elefantes
Dejaron ilustrado
Al primer inventor de lo bordado:
Duplicados clarines
De música poblaron los confines
Que en acentos suaves
Repetición hicieron á las aves,
Con cuyas armonías
Ociosas quedarán las chirimías:
Estruendo de atabales
Bienes anuncia á tanto gusto iguales ;
La brevedad se indicia;
Miden la calle varas de justicia;
Gloriosamente ufana
Iba la gran nobleza mexicana,
Logrando ostentaciones
Entre las militares religiones,
Mostrando en su grandeza
Que es muy hijo el valor de la nobleza,
Y en sus ricos aseos
Deseos con obras, obras con deseos.
Brotando suficiencias
La doctísima madre de las ciencias
Iba, aunque se interprete,
Cifrado en un vistoso ramillete
Lo raro y lo diverso
De la Universidad y el universo,
8
POETISAS MEXICANAS.
Compendio mexicano,
Emulación famosa del Romano
En quien se ve cifrada
La nobleza y lealtad más celebrada:
Que mármoles y jaspes
Ilustra desde el Betis al Idaspes
Mostraba generoso
Cuanto sabe ostentar de lo honoroso,
Haciendo competencia
Su generosidad con su prudencia,
Y en órdenes iguales
Del Tribunal mayor y Tribunales
Ostentaban primores
El Fator, Tesorero y Contadores,
Donde sólo se iguala
Con lo rico y perfecto tanta gala ;
Y á fámulas hileras
Forman tapetes, huellan primaveras.
El que la Guarda rige,
Dignísimo sujeto á quien se erige
Por tan j usto derecho
La blanca insignia que adornó su pecho,
Con denuedo galante
Era la perfección de lo brillante,
Y á lucientes aceros
Multiplicaba números de arqueros :
Insignia real divisa
La dignidad de un joven autoriza
Que á muchos les excede,
Tanto, que él solo competirse puede.
Mostraban su eminencia
Pompilios y Licurgos de la Audiencia,
De quien hoy fuera amago
La docta rectitud del Areopago
Que Atenas tanto aprecia,
De Roma ejemplo y atención de Grecia.
MARÍA DE ESTRADA MEDÍ N ILLA.
Llegó la gran persona
Del valeroso Duque de Escalona
En un alado bruto
Que fué de los de Febo sustituto,
Y á ser tan hábil viene
Que ya de bruto sólo el nombre tiene.
Color bayo rodado
En quien no queda bien determinado,
Por guardarle el decoro,
O si fué oro engrifado ó grifo de oro:
A la vista primera
Oro esmaltado de azabaches era,
Bien que á la fantasía
Ya tigre de tramoyas parecía
Y ya Pavón de Juno,
Aunque en lo cierto no tocó ninguno;
Y erizando sus plumas,
Furias vertiendo si brotando espumas,
Daba á toda la plebe
A chirlo y cintarazo grana y nieve :
Tan racional estaba,
Que capaz de la altura en que se hallaba,
No tuvo ni aún apenas
Un tocar con las manos las arenas ;
Y estando descuidada,
Hice, viendo venir una pedrada,
Reparo diligente
Con que no me rompió toda la frente.
Y esto lo menos fuera,
Pues por poquito no me la partiera
A vueltas de la cara :
Aun el susto me dura y cuál quedara
El corazón me parte :
Y aunque de mi discurso en esta parte
Ponderación colijas,
Tan sin bajarse levantaba guijas,
j
10
POETISAS MEXICANAS.
i
Que tuve algún recelo
De que se granizaban desde el cielo,
T en los más retirados,
Infinitos habrá descalabrados.
En su furia mostraba
Que al Virrey en el cuerpo en fin llevaba;
De suerte le imagino
Que en él hasta el bozal era ladino ;
Con nueva maravilla
Promontorio de plata era la silla.
Pintar su dueño agora
Quien tanto el arte de primor ignora,
Aunque el objeto obligue,
Mal lo comienza y tarde lo consigue,
Y epítetos vulgares
No son para las cosas singulares.
¿Viste el solio divino
Del sol, que desde el orbe cristalino,
Dorando las florestas,
Hace con providencias manifiestas
Flamantes bizarrías
Como desperdiciando argenterías,
Y aunque le gozan todos,
Si le quieren mirar, por varios modos
Tal resistencia hallan.
Que ciegos á su amago se avasallan,
Y nadie aquello puede
Que á un águila caudal se le concede?
A mí me ha sucedido
Lo mismo; pues poniendo en tanto olvido
De mi ser la bajeza,
Llevada del fervor y la viveza.
Quise, bebiendo rayos,
Sembrar alientos y coger desmayos ;
Y cuando cerca llega,
Flamígero furor mi vista ciega :
i;
A
MARÍA DE ESTRADA MEDINILLA. 11
Mas aunque más se impide,
Con el afecto y con la fe le vide,
Y aun bosquejarle puedo
Si al rayo y á la espuma pierdo el miedo.
Juzgúele tan airoso
Y tan de lindo gusto en lo aliñoso,
Haciendo con desgarro
Desprecio general de lo bizarro,
Que alguno habrá pensado
Que aquel descuido todo fué cuidado:
Aunque se está sabido
Que es aquella postura de entendido,
Con que está dicho todo.
Y puesto que en los hombres es apodo
Entrarles por lo bello,
A riesgo de empezar por el cabello
Principio de lo hermoso,
Habiendo lo discreto y lo brioso
Con extremo infinito,
Aquí se cifra todo sin delito,
Y en todas opiniones
Un epílogo fué de perfecciones.
Nube viste de plata
Donde lo recamado se dilata
Tanto, que no ha llegado
Lince sutil á haber averiguado
Por brújula 6 cautela
El más breve dibujo de la tela.
En fin, la chusma toda
Higas y bendiciones le acomoda,
Y en mormollo cobarde
Las mozas le dijeron: "Dios te guarde;
Qué lindo y qué galano; "
Las viejas: "Dios te tenga de su mano;
Qué bien que resplandece ;
A el mismo Rey de España se parece.' J
12
POETISAS MEXICANAS.
! !
í
U
I
Llegó á un grave edificio,
De Belo y Jano ventajoso indicio,
Cuyos vivos pinceles
A Arístides, Protdgenes y Apeles
Dejaron olvidados;
Porque aquéllos con éstos son pintados,
Y aunque en la fama eternos,
Aténgome al primor de los modernos,
Pues se han aventajado
Cuanto va de lo vivo a lo pintado.
Honor maravilloso
Fué de Américo suelo lo ingenioso:
Bien logrado desvelo,
Cuyos acentos llegan hasta el cielo,
Cuyas repeticiones
Eternas vivirán en los blasones
Del que es sin arrogancia
Rama de Portugal, Castilla y Francia.
No bien llegd á las puertas,
Cuando las vid con regocijo abiertas,
En quien no se desquicia
De la misericordia la justicia;
Y en sumisiones graves
Un noble Senador le did las llaves,
Que al mundo honrar pudiera.
Cuya opinidn es luz desta Rilara.
Allí fué ejecutada
La ceremonia siempre acostumbrada,
Y alegre le recibe
La ciudad, que de nuevo le aperrille
Aplauso reverente,
Siendo á su dignidad tan competente;
Y habiéndole formado
Navegacidn de velas de brocado
Que á su Sol se permite,
Grato la aplaude, pero no la admite.
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H
iLL^
MARÍA DE ESTRABA MEDÍ N ILLA.
13
De dos rojos cendales
Trabados dos sujetos sin iguales
De tanto cielo Atlantes
El venerable honor de los Cervantes
A quien también venero
Y el valor de la casa de Valero,
Don Marcos de Guevara,
A quien el cielo di<5 nobleza clara,
Cortés con su asistencia
El toldo gobernó de su Excelencia.
Por uno y otro lado
Los ilustres sujetos del Senado
Mostraban con efectos
Lo que en las veras pueden sus afectos :
En el lugar preciso
Le sigue su mayor caballerizo,
Y alternando celajes
Gen tiles hombres, oficiales, pajes,
Iban según su grado
Cada cual en el suyo aventajado.
No muchos pasos dieron
Cuando la autoridad reconocieron
De un festivo teatro
Con pompa de solemne anfiteatro,
Que estaba prevenido
Antes del arco arriba referido,
Donde los principales
Del Cabildo, palomas racionales,
Rigen con gallardía
A tanta Religiosa Clerecía;
Y en acentos sutiles,
Dulce repetición de ministriles,
Formaba en escuadrones
Tracias capillas, tropas de Anfiones,
Con que en ecos sonoros
Te Deum laudamus le entonaba á coros ;
14
POETISAS MEXICANAS.
Y desde el simulacro
San Pedro le conduce al Templo sacro.
De que se vio logrado
El adorno de púrpura y brocado,
Y en fragantes aromas
Brasas desatan cuando exhalan pomas,
Revuélvense esos cielos
Donde tres ciudadanos con desvelos
Hicieron de sus dones
Demostración alegre de oblaciones.
Uno estruendo le fragua,
Estotro fuego cuando el otro agua ;
Cuanto contiene espacio
De la mayor Iglesia hasta el Palacio:
Fiero terror de Marte
Formaba un batallón en cada parte,
De cuyas compañías
Tantas adelantó galanterías,
Que se vio cada infante
Rayo de plumas ó escuadrón volante.
Yulcano en prevenciones
Fué población de griegas invenciones
Con que no ya tan vano
Quedó el que incendios fabricó al Troyano,
De que tantas memorias
Eternidades tienen las historias.
Aún no bien penetrado
Fué el Capitolio, cuando el cielo armado
De ímpetus transparentes,
El curso desató de sus corrientes,
Y á fuerza de raudales
Las calles fueron montes de cristales.
Y es verdad manifiesta
Que ni aun aquesto pudo aguar la fiesta;
Porque menos ufano
Cesó Neptuno y presidió Vulcano ;
MARÍA DE ESTRADA MEDINILLA.
15
Pues á furias de aguas
Alquitranes resisten de sus fraguas.
En tan célebre día
Fuera civilidad 6 cobardía
Que quedara figura
De la más Vestal Ninfa la clausura,
Y si tal entendieras
Presumo que aun tú misma la rompieras,
Pues con esto aperciln)
El hipérbole más ponderativo.
Y aunque el verlas te inquiete,
Mayores fiestas México promete :
Máscaras, toros, cañas
Que puedan celebrarse en las Españas.
Esto es en suma, prima,
Lo que pasé; si poco te lo intima
Mi pluma 6 mi cuidado
Mal erudito pero bien guiado,
Perdona que á mi musa
El temor justo del errar la excusa.
i
16
POETISAS MEXICANAS.
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ,
SIGLO XVII.
QUEJAS DE AMOR AUSENTE.
Amado dueño mío,
Escucha un rato mis cansadas quejas,
Pues del viento las fío,
Que breve las conduzca á tus orejas:
Si no se desvanece el triste acento,
Como mis. esperanzas, en el viento-
óyeme con los ojos,
Ya que están tan distantes los oídos,
Y de ausentes enojos
En ecos de mi pluma mis gemidos :
Y ya que á tí no llega mi voz ruda,
Óyeme sordo, pues me quejo muda.
Si del campo te agradas,
Goza de sus frescuras venturosas,
Sin que aquestas cansadas
Lágrimas te detengan enfadosas;
Que en él verás, si atento te entretienes,
Ejemplos de mis males y mis bienes.
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ.
17
Si al arroyo parlero
Ves galán de las flores en el prado,
Que amante y lisonjero
A cuantas mira intima su cuidado,
En su comente mi dolor te avisa
Que á costa de mi llanto tiene risa.
Si ves que triste llora
Su esperanza marchita en ramo verde
Tórtola gemidora,
En él y en ella mi dolor te acuerde
Que imitan con verdor y con lamento,
El mi esperanza y ella mi tormento.
Si la flor delicada,
Si la peña que altiva no consiente
Del tiempo ser hollada,
Ambas me imitan, aunque variamente,
Ya con fragilidad, ya con dureza,
Mi dicha aquélla y ésta mi firmeza.
Si ves el ciervo herido,
Que baja por el monte acelerado,
Buscando dolorido
Alivio al mal en un arroyo helado,
Y sediento al cristal se precipita;
No en el alivio, en el dolor me imita.
Si la liebre encogida
Huye medrosa de los galgos fieros,
Y por salvar la vida,
No deja estampa de los pies ligeros;
Tal mi esperanza en dudas y recelos
Se ve acosada de villanos celos.
18
POETI8A8 MEXICANA8.
Si ves el cielo claro,
Tal es la sencillez del alma mía ;
T si, de luz "avaro.
De tinieblas emboza el claro día,
Es con su obscuridad y su inclemencia,
Imagen de mi vida en esta ausencia.
Así que, Fabio amado,
Saber puedes mis males, sin costarte
La noticia cuidado,
Pues puedes de los campos informarte :
T pues yo á todo mi dolor ajusto,
Saber mi pena, sin dejar tu gusto.
Mas ¿cuándo ( ¡ay gloria mía! )
Mereceré gozar tu luz serena?
¿Cuándo llegará el día
Que pongas dulce fin á tanta pena?
¿Cuándo veré tus ojos, dulce encanto,
T de los míos quitarás el llanto?
¿Cuándo tu voz sonora
Herirá mis oídos delicada,
Y el alma que te adora,
De inundación de gozos anegada,
A recibirte con amante prisa
Saldrá á los ojos desatada en risa?
¿Cuándo tu luz hermosa
Revestirá de gloria mis sentidos?
¿Y cuándo yo dichosa
Mis suspiros daré por bien perdidos,
Teniendo en poco el precio de mi llanto?
Que tanto ha de penar, quien goza tanto.
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ.
19
¿ Cuándo de tu apacible
Rostro alegre veré el semblante afable,
Y aquel bien indecible,
A toda humana pluma inexplicable?
Que mal se ceñirá á lo definido
Lo que no cabe en todo lo sentido.
Ven, pues, mi prenda amada,
Que ya fallece mi cansada vida
Desta ausencia pesada ;
Ven, pues, que mientras tarda tu venida,
Aunque me cueste su verdor enojos,
Regaré mi esperanza con mis ojos.
AFECTOS DE UN CORAZÓN AGRADECIDO.
Señora, si la belleza,
Que en vos llego á contemplar,
Es bastante á conquistar
La más inculta dureza:
¿Por qué hacéis que el sacrificio
Que debo á vuestra luz pura,
Debiéndose á la hermosura,
Se atribuya al beneficio?
Cuando es bien que gloria cante,
De ser vos quien me ha rendido ;
¿ Queréis que lo agradecido
Se equivoque con lo amante?
Vuestro favor me condena
Á otra especie de desdicha ;
Pues me quitáis con la dicha,
El mérito de la pena.
20 POETISAS MEXICANAS.
Si no es que dais á entender
Que favor tan singular,
Aunque se pueda lograr,
No se puede merecer.
Con razón, pues, la hermosura,
Aun llegada á poseerse,
Si llegara á merecerse,
Dejara de ser ventura:.
Que estar un digno cuidado
Con razón correspondido,
Es premio de lo servido,
Y no dicha de lo amado :
Que dicha se ha de llamar
Sólo la que, á mi entender,
Ni se puede merecer,
Ni se pretende alcanzar;
Y aqueste favor excede
Tanto á todos, al lograrse,
Que no sólo no pagarse,
Mas ni agradecer se puede ;
Pues desde el dichoso día
Que vuestra belleza vi,
Tan del todo me rendí,
Que no me quedó acción mía :
Con lo cual, señora, muestro,
Y á decir mi amor se atreve,
Que nadie pagaros debe,
Que vos honréis lo que es vuestro.
Bien sé que es atrevimiento;
Pero el amor es testigo
Que no sé lo que me digo,
Por saber lo que me siento.
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ.
21
Y en fin, perdonad por Dios,
Señora, que os hable así,
Que si yo estuviera en mí,
No estuvierais en mí vos.
Sólo quiero suplicaros
Que de mí recibáis hoy
No sólo el alma que os doy ;
Mas la que quisiera daros.
A UN RETRATO.
Copia divina en quien veo
Desvanecido el pincel,
De ver que ha llegado él
Donde no pudo el deseo ;
Alto, soberano empleo
De más que humano talento,
Exenta de atrevimiento,
Pues tu beldad increíble,
Como excede á lo posible,
No la alcanza el pensamiento.
¿Qué pincel tan soberano
Fué á copiarte suficiente?
¿ Qué numen movió la mente ?
¿Qué virtud rigió la mano?
No se alabe el arte vano,
Que se formó peregrino ;
22
POETISAS MEXICANAS.
Pues en tu beldad convino,
Para formar un portento,
Fuese humano el instrumento,
Pero el impulso divino.
Tan espíritu te admiro,
Que cuando deidad te creo,
Hallo el alma que no veo,
Y dudo el cuerpo que miro.
Todo el discurso retiro,
Admirada en tu beldad ;
Que muestra con realidad,
Dejando el sentido en calma,
Que puede copiarse el alma :
Que es visible la deidad.
Mirando perfección tal,
Cual la que en tí llego á ver,
Apenas puedo creer
Que puedes tener igual.
Y á no haber original,
De cuya perfección rara
La que hay en tí se copiara,
Perdida por tu afición,
Segundo Pigmaleón
La animación te impetrara.
Toco, por ver si escondido
Lo viviente en tí parece ;
¿ Posible es que de él carece,
Quien roba todo el sentido?
¿ Posible es que no ha sentido
Esta mano que le toca,
Y á que atiendas te provoca
A mis rendidos despojos?
¿Que no hay luz en esos ojos?
¿ Que no hay voz en esa boca ?
.SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ.
23
Bien puedo formar querella
Cuando me dejas en calma,
De que me robas el alma
Y no te animas con ella.
Y cuando altivo atrepella
Tu rigor mi rendimiento,
Apurado el sufrimiento,
Tanto tu piedad se aleja,
Que se me pierde la queja
Y se me logra el tormento.
Tal vez pienso que piadoso
Respondes á mi afición ;
Y otras teme el corazón
Que te esquivas desdeñoso.
Ya alienta el pecho dichoso ;
Ya infeliz al rigor muere ;
Pero, como quiera, adquiere
La dicha de poseer ;
Porque al fin, en mi poder
Serás lo que yo quisiere.
Y aunque ostentes el rigor
De tu original fiel,
A mí me ha dado el pincel
Lo que no puede el amor.
Dichosa vivo al favor
Que me ofrece un bronce frío;
Pues aunque muestras desvío,
Podrás, cuando más terrible,
Decir que eres imposible ;
Pero no que no eres mío.
24
POETISAS MEXICANAS.
SOBRE LA VANA CIENCIA.
Finjamos que soy feliz,
Triste pensamiento, un rato ;
Quizá podréis persuadirme,
Aunque yo sé lo contrario.
Que pues sólo en la aprehensión
Dicen que estriban los daños ;
Si os imagináis dichoso,
No seréis tan desdichado.
Sírvame el entendimiento
Alguna vez de descanso ;
Y no siempre esté el ingenio
Con el provecho encontrado.
Todo el mundo es opiniones
De pareceres tan varios,
Que lo que el uno que es negro,
El otro prueba que es blanco.
A unos sirve de atractivo
Lo que otro concibe enfado ;
Y lo que éste por alivio,
Aquél tiene por trabajo.
El que está triste, censura
Al alegre, de liviano ;
Y el que está alegre, se burla
De ver al triste penando.
Los dos filósofos griegos
Bien esta verdad probaron ;
Pues lo que en el uno risa,
Causaba en el otro llanto.
tíOR JUANA INÉS DE LA CRUZ.
25
Célebre su oposición
Ha sido por siglos tantos,
Sin que cuál acertó, esté
Hasta ahora averiguado-
Antes en sus dos banderas
El mundo todo alistado,
Conforme el humor le dicta,
Sigue cada cual el bando.
Uno dice que de risa
Sólo es digno el mundo vario ;
Y otro, que sus infortunios
Son sólo para llorados.
Para todo se halla prueba
T razón en que fundarlo; .
Y no hay razón para nada,
De haber razón para tanto.
Todos son iguales jueces;
Y siendo iguales y varios,
No hay quien pueda decidir
Cuál es lo más acertado.
Pues si no hay quien lo sentencie,
¿ Por qué pensáis, vos, errado,
Que os cometió Dios á vos
La decisión de los casos ?
¿ O por qué, contra vos mismo,
Severamente inhumano,
Entre lo amargo y lo dulce
Queréis elegir lo amargo?
Si es mío mi entendimiento,
¿ Por qué siempre he de encontrarlo
Tan torpe para el alivio,
Tan agudo para el daño ?
26
POETISAS MEXICANAS.
El discurso es un acero
Que sirve por ambos cabos ;
De dar muerte por la punta,
Por el pomo, de resguardo.
Si vos, sabiendo el peligro,
Queréis por la punta usarlo,
¿Qué culpa tiene el acero,
Del mal uso de la mano ?
No es saber, saber hacer
Discursos sutiles, vanos;
Que el saber consiste sólo
En elegir lo más sano.
Especular las desdichas,
Y examinar los presagios,
Sólo sirve de que el mal
Crezca con anticiparlo.
En los trabajos futuros
La atención sutilizando,
Más formidable que el riesgo,
Suele fingir el amago.
¡ Qué feliz es la ignorancia
Del que, indoctamente sabio,
Halla de lo que padece,
En lo que ignora, sagrado!
No siempre suben seguros
Vuelos del ingenio osados,
Que buscan trono en el fuego,
Y hallan sepulcro en el llanto.
También es vicio el saber;
Que si no se va atajando,
Cuando menos se conoce
Es más nocivo el estrago.
80R JUANA INÉS DE LA CRUZ.
27
Y si el vuelo no lo abaten ;
En sutilezas cebado,
Por cuidar de lo curioso
Olvida lo necesario.
Si culta mano no impide
Crecer al árbol copado,
Quitan la substancia al fruto
La locura de ios ramos.
Si andar á nave ligera
No estorba lastre pesado,
Sirve el vuelo de que sea
El precipicio más alto.
En amenidad inútil,
¿ Qué importa el florido campo,
Si no halla fruto el Otoño,
Que ostente flores el Mayo?
¿De qué le sirve al ingenio
El producir muchos partos,
Si á la multitud se sigue
El malogro de abortarlos?
Y á esta desdicha, por fuerza
Ha de seguirse el fracaso
De quedar el que produce,
Si no muerto, lastimado.
El ingenio es como el fuego,
Que con la materia ingrato,
Tanto la consume más,
Cuanto él se ostenta más claro.
Es de su propio señor
Tan rebelado vasallo,
Que convierte en sus ofensas
Las armas de su resguardo.
28
POETISAS MEXICANAS.
Este pésimo ejercicio;
Este duro afán pesado,
A los hijos de los hombres
Di<5 Dios para ejercitarlos.
¿ Qué loca ambición nos lleva,
De nosotros olvidados?
Si es para vivir tan poco,
¿De qué sirve saber tanto?
¡ Oh, si como hay de saber,
Hubiera algún seminario,
O escuela donde á ignorar
Se enseñaran los trabajos I
¡ Qué felizmente viviera,
El que flojamente cauto,
Burlara las amenazas
Del influjo de los astros !
Aprendamos á ignorar,
Pensamiento, pues hallamos
Que cuanto añado al discurso,
Tanto le usurpo á los años.
CENSURA DE LOS HOMBRES.
Hombres necios que acusáis
A la mujer, sin razón,
Sin ver que sois la ocasión
De lo mismo que culpáis :
Si con ansia sin igual
Solicitáis su desdén,
¿Por qué queréis que obren bien,
Si las incitáis al mal?
*
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ.
29
Combatís su resistencia,
Y luego con gravedad
Decís que fué liviandad
Lo que hizo la diligencia.
1
l
|
Parecer quiere el denuedo
De vuestro parecer loco,
Al niño que pone el coco,
Y luego le tiene miedo.
t
¡
i
Queréis con presunción necia
Hallar á la que buscáis,
Para pretendida, Thais,
Y en la posesión, Lucrecia.
*
¿ Qué humor puede ser más raro,
Que el que falto de consejo,
El mismo empaña el espejo
Y siente que no esté claro ?
Con el favor v el desdén
Tenéis condición igual;
Quejándoos si os tratan mal,
Burlándoos si os quieren bien.
1
Opinión ninguna gana,
Pues la que más se recata,
Si no os admite es ingrata,
Y si os admite es liviana.
Siempre tan necios andáis,
Que con desigual nivel,
A una culpáis por cruel,
Y á otra por fácil culpáis.
1
¿Pues cómo ha de estar templada
La que vuestro amor pretende,
Si la que es ingrata ofende,
Y la que es fácil enfada?
8
30
POETISAS MEXICANAS.
Mas entre el enfado y pena
Que vuestro gusto refiere,
Bien haya la que no os quiere,
Y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
A sus libertades alas,
T después de hacerlas malas,
Las queréis hallar muy buenas.
¿ Cuál mayor culpa ha tenido
En una pasión errada ;
La que cae de rogada,
O el que ruega de caído ?
¿O cuál es más de culpar,
Aunque cualquiera mal haga;
La que peca por la paga,
O el que paga por pecar?
¿Pues para qué os espantáis
De la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis,
O hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
Y después, con más razón,
Acusaréis la afición
De la que os fuere á rogar.
Bien con muchas armas fundo
Que lidia vuestra arrogancia,
Pues en promesa 6 instancia
Juntáis diablo, carne y mundo.
SOR JIANA INÉS DE LA CRUZ.
31
SONETOS.
\ ■
i
Detente, sombra de mi bien esquivo ;
Imagen del hechizo que más quiero;
Bella ilusión, por quien alegre muero;
Dulce ficción, por quien penoso vivo:
Si al imán de tus gracias atractivo
Sirve mi pecho de obediente acero,
¿ Para qué me enamoras lisonjero,
Si has de burlarme luego fugitivo?
Mas blasonar no puedes, satisfecho
De que triunfa de mí tu tiranía;
Que aunque dejas burlado el lazo estrecho
Que tu forma fantástica cenia,
Poco importa burlar brazos y pecho,
Si te labra prisión mi fantasía.
II
PÍRAMO T TISBE.
De un funesto moral la negra sombra,
De horrores mil y confusiones llena,
^^ •
En cuyo hueco tronco aun hoy resuena
El eco, que doliente á Tisbe nombra ;
Cubrió la verde matizada alfombra
En que Píramo amante abrió la vena
Del corazón, y Tisbe de su pena
Dio la señal, que aun hoy al mundo asombra.
Mas viendo del amor tanto despecho
La muerte, entonces, de ellos lastimada,
Sus dos pechos juntó con lazo estrecho:
Mas ¡ay de la infeliz y desdichada!
Que á su Píramo dar no puede el pecho,
Ni aun por los duros filos de una espada.
32
POETISAS MEXICANAS.
III
PORCIA.
¿ Qué pasión, Porcia, qué dolor tan ciego
Te obliga á ser de tí fiera homicida?
¿O en qué te ofende tu inocente vida,
Que así le das batalla á sangre y fuego?
Si la fortuna airada al justo ruego
De tu esposo se muestra endurecida,
Bástale el mal de ver su acción perdida,
No acabes con tu vida su sosiego.
Deja las brasas, Porcia, que mortales
Impaciente tu amor elegir quiere ;
No al fuego de tu amor el fuego iguales ;
Porque si bien de tu pasión se infiere,
Mal morirá á las brasas materiales
Quien á las llamas del amor no muere.
IV
JULIA.
La heroica esposa de Pompeyo altiva,
Al ver su vestidura en sangre roja,
Con generosa cólera se enoja
De sospecharlo muerto y estar viva.
Rinde la vida, en que el sosiego estriba
De esposo y padre, y con mortal congoja
La concebida sucesión arroja,
Y de la paz con ella á Roma priva.
Si el infeliz concepto que tenía
En las entrañas Julia, no abortara,
La muerte de Pompeyo excusaría.
¡ Oh tirana fortuna, quién pensara
Que con el mismo amor que le tenía,
Con ese mismo amor se la causara!
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ.
33
LUCRECIA.
¡ Oh famosa Lucrecia, gentil dama,
De cuyo ensangrentado noble pecho
Salid la sangre, que extinguid, á despecho
Del rey injusto, la lasciva llama!
¡ Oh, con cuánta razón el mundo aclama
Tu virtud, pues por premio de tal hecho,
Aun es para tus sienes cerco estrecho
La amplísima corona de tu fama !
Pero si el modo de tu fin violento
Puedes borrar del tiempo y sus anales,
Quita la punta del puñal sangriento
Con que pusiste fin á tantos males :
Que es mengua de tu honrado sentimiento
Decir que te ayudaste de puñales.
VI
EN LA MUERTE DEL DUQUE DE VERAGUA.
Deten el paso, caminante, advierte
Que aun esta losa guarda enternecida,
Con triunfos de su diestra no vencida,
Al capitán más valeroso y fuerte ;
Al Duque de Veragua ¡oh triste suerte!
Que nos dio su noticia esclarecida,
En relación los bienes de su vida,
Y en posesión los males de sii muerte.
No es muerto el Duque, aunque su cuerpo abrace
La losa que piadosa le recibe,
Pues porque á su vivir el curso enlace,
Aunque el mármol su muerte sobrescribe,
En las piedras verás el Aquí yace;
Mas en los corazones, Aquí vive.
34
POETISAS MEXICANAS.
A LA VIRGEN MARÍA EN SU GLORIOSA ASUNCIÓN.
I
De tu ligera planta
El curso, Fénix rara,
Para, para;
Mira que se adelanta
En tan ligero ensayo
A la nave, a la cierva, al ave, al rayo.
¿ Por qué surcas ligera
El viento transparente ?
Tente, tente;
Consuélanos siquiera,
• No nos lleves contigo
El consuelo, el amparo, el bien y abrigo.
Todos los elementos
Lamentan tu partida;
Mida, mida
Tu piedad sus lamentos :
Oye el humilde ruego
A la tierra, á la mar, al aire, al fuego.
Las criaturas sensibles
Y las que vida ignoran,
Lloran, lloran
Con llantos indecibles,
Invocando tu nombre
El peñasco, la planta, el bruto, el hombre.
A llantos repetidos
Entre los troncos secos,
Ecos, ecos
Dan á nuestros gemidos
Por llorosa respuesta
El monte, el llano, el bosque, la floresta.
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ.
35
Si las lumbres atenta
Hacia el suelo volvieras,
Vieras, vieras
Qué triste se lamenta
Con ansia lastimosa
El pájaro, el cristal, el pez, la rosa.
Mas con ardor divino
Ya rompiendo las nubes
Subes, subes,
Y en solio cristalino
Besan tus plantas l>ellas
El cielo, el sol, la luna, las estrellas.
Ya espíritus dichosos
Que el Olimpo componen,
Ponen, ponen
A tus pies generosos,
Con ardientes deseos
Coronas, cetros, palmas y trofeos.
No olvides, pues, gloriosa,
Al que triste suspira ;
Mira, mira
Que ofreciste piadosa
Ser de clemencia armada,
Auxilio, amparo, madre y abogada.
II
Ista, quam ómnibus
Ccrlis mirantibus,
Virginem credimus,
foecundam canimus;
Ista, qua> plurimis
ornata laudibus
se ostendit minimam ;
Máxima plauditur;
36 POETISAS MEXICANAS.
Ista, quae dulciter
lactavit Parvulum,
quem Coeli culmina
adorant Máximum ;
Quae fortis supcrat
serpentem callidum,
qui saevus imperat
obscuro barathro ;
Dum petit lucida
coelicum atrium,
strident cardines,
& janua panditur.
Textum syderibus
induta pallium
ornatum floribus,
& rorans balsamo ;
Fecit ad superas
foelicem transitum,
penetrat inclyta
coelorum aditum.
Félix Empyreum
occupat thalamum,
ubi dignissimam
accepit lauram.
Sed satis dedimus
Virgini carminum,
jam satis lusimus
rustico cálamo.
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ.
37
III
TOCOTIN.
Tía ya timo huica
to tlayo Ziuapili
maca amo tonantzin,
titech mo ilcahuiliz.
Manel in i huicac
huel timopaquitiz
amo no^o quenman
timotlal namictiz.
Inmo ayolquemochtin
huel motilinizque.
Tlaca amo telmatzin
tierno matlaniliz
ca miztlacamati
motlago piltzintli.
Mactel in te pampa
xicmotlatlautili
tlaca amo quinequi
xiemo ilnamiquili.
*
("amo nacauotzin
otiemomaquiti
mochichihual ayotl
oquimomitili
tlamo ceemitia
yhuac tetepitzin.
Mamo i)ampantzinco
inmo ayolcat intin
in itlapohpoltain
ticto ma^eluiizque.
10
38
POETI8A8 MEXICANAS.
Totlatlacol moxtin
ti : ololquitizqne
ilhuicac tiazque
timizta itilizque.
In campa cemihcac
timonemitiliz
cemihcac mochihuaz
inmo nahuatiltzin.
• ♦
MARÍA DÁVAL08 T OROZCO.
39
MARÍA DAVALOS Y OROZCO,
CONDESA DE HIRAVALLES.
SIGLO XVIII.
EN LA CANONIZACIÓN DE SAN JUAN DE LA CRUZ.
Dos contrarios efectos, no enemigos,
Hijos de un ninnio amor puro y constante,
Luchan de Juan en lo interior del alma,
Y cuando más contrarios más amigos.
No ya cuál de los dos vence triunfante,
Sino cuál de los dos en dulce calma
Cede al otro la palma,
Da fin á su victoria ;
Porque de Juan es gloria
En lucha tan extraña y tan ajena,
Padecer el gozar, gozar la pena.
De la Cruz en los brazos adoptado,
Cuando la busca más, más se le aleja:
Incentivo á la sed de su esperanza,
Siendo favorecido de su Amado,
Ausente de su Cruz tierno se queja,
Ansioso de la pena que no alcanza ;
Muriendo en la privanza
De su amor, advertido
Que al verle dolorido
i
¡
40
POETISAS MEXICANAS.
Siente como penosos los favores
Privado del amor de sus dolores.
¿Cuál de estos dos afectos es más fino?
¿ Penar en las caricias halagüeñas,
O gozarse en la Cruz de su paciencia?
¡Oh! y cuánto participa de divino
Quien logra de su dicha tantas señas !
Mas del amor sagrado la alta ciencia,
En tan dulce experiencia,
Padece porque goza;
Ni tanto se alboroza
Cuanto teme su pena y su cuidado
Mirarse de su dueño tan pagado.
Gozarse del trabajo y la fatiga,
Es ser Juan de la Cruz y la "Cruz suya,
Que donde no halla Cruz halla tristeza :
Gemir porque la pena se mitiga ;
Temer que el padecer se disminuya,
En lides de amor santo es fortaleza :
Pensar que siempre empieza,
De sí mal satisfecho,
Xo creyendo á su pecho,
Es vivir siempre en sí crucificado.
Imagen más expresa de su Amado.
Canción, suspende el vuelo;
lia decisión se quede para el cielo.
IíO cierto es que de Juan en el aprecio
Primer lugar se mereció el desprecio.
Siendo gloria la Cruz y Cruz la gloria.
Imán de su memoria,
Y en su i>enosa vida
V\\\\ y otra por Cruz ai>eteeida.
FRANCISCA GARCÍA DE VILLALOBOS.
41
FRANCISCA GARCÍA DE VILLALOBOS.
SIQLO XVIII.
A SAN JUAN DE LA OBÜZ.
Piedra quiso convertirse
y en planta Juan transformarse ;
porque pudiera decirse
que si en planta quiso ampliarse,
piedra también quiso unirse.
¿Qué planta vegetativa
tomaría Juan por disfraz
porque su Instituto viva?
Si vino anunciando paz,
¿quién duda que fué la oliva?
Mas es lógico argumento
que fué este árbol en su fruto
predicamental sarmiento ;
porque puso su Instituto
en un gran predicamento.
Por edificar con forma
se forma en la peña viva
materia en que se transforma;
y así se di<5 en su unitiva
unión de materia y forma.
11
42
POETISAS MEXICANAS.
¡Oh piedra! ¡Lo que en tí medra
tu reforma con tal basa!
¡ Oh planta, extendida yedra !
quien contigo no se enlaza
tiene el corazón de piedra.
♦ ♦
MARÍA TERESA MEDRANO.
43
MARÍA TERESA MEDRANO.
SIGLO XVIII.
EN LA PROCLAMACIÓN DE FERNANDO VI.
I
SONETO.
Del caos informe el dedo soberano
A luz saca las obras en seis días ;
Porque sólo en un seis las mayorías
Puede ostentar el resto de su mano.
No sin oculto al parecer arcano
Muestra en España iguales bizarrías,
Cuando en Fernando sólo monarquías
De un senario perfecto forma ufano.
La Monarquía Española al mundo entero
Ya en perfección numérica compite,
Pues de Fernandos es el sexto esmero :
Y porque más su número acredite,
Como Dios se remite á lo primero,
A sus obras Fernando se remite.
j
44 P0ETI8A8 MEXICANAS.
II
¡ Oh ! Pigeat meminisse tuos Hispania Reges,
Quos Ferdinandi nomen in astra tulit
Jaui tibi Sextus adest, faustuní qui nomine prsefert
Auspicium, nullum cui dabis ipsa parein.
Quemlibet exsuperat, junctis par: major in ipso,
Quod cunctos sequans, pro ómnibus iste viget.
III
Quid refert numeres Ferdinandum ordine sextum,
Qui proprii nieriti claret honore prior.
Partibus íequetur quamvis Senarius, inter
Perfectos números primus at ille viget
Sic Ferdinandum meriti pnestantia reddit
Primum, quem reliquis effieit oi*do parein.
•» ♦
MAEIANA NAVABRO.
45
3Nw£^K/IA.2Sr-A. IsrJ^VJLttttO.
SIGLO XVIII.
A FERNANDO VI.
DÉCIMAS AORÓSTIOAS.
\ 0.
9
v
o
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o
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rauad pwjOAixra pQ
• ^/^V§\
^ *
12
46
POETISAS MEXICANAS.
ANA MARÍA GONZÁLEZ.
SIGLO XVIII.
DO VI.
OCTAVA» DIVIDIDAS EN REDONDILLAS. .
El Soberano Augusto — coronado
Merece nombre eterno, — y sin segundo,
Que su sabio gobierno — ha declarado
Es piadoso y es justo-^m todo el mundo.
Su celo infatigable, — su cuidado,
De Augusto lo acredita— -por profundo,
Y el tiempo no le quita — d peso interno
Para mostrarse afable — en su gobierno.
Los negocios crecidos — del reinado
No le dan jrefeadumbre — á su alta mente,
Que con la muchedumbre— -fatigado
Divierte los sentidos— providente.
Con notable entereza — y con agrado
A todos hace al gusto — regiamente,
Porque Femando, á Augusto — parecido,
Le aventaja la empresa — de entendido.
Mejor que aquel Alcides — valeroso
La cerviz dobla al cargo — y desempeño,
Sin serle peso amargo — h forzoso,
Las más sangrientas lides — son su empeño :
r
ANA MARÍA GONZÁLEZ.
47
Y con justo expediente — prodigioso
Decreta á mar v tierra — como dueño;
Si prudente en la guerra — al ver su agravio,
En la paz diligente — como sabio.
¡ Oh César peregrino ! — ¡Oh Rey Fernando !
¡ Cómo el cielo piadoso — en tu cabeza
Puso en tí cuidadoso — con el mando
Señales de divino — en tu grandeza!
¡ Oh monarca adorado ! — que reinando
¡Cómo es bien que no asombre, — en esta empresa,
Que se te dé el renombre — en todo el mundo
De Augusto iluminado — y sin segundo!
12*
48
POETISAS MEXICANAS.
OLEMENTA VICENTA GUTIÉRREZ DEL MAZO Y YELAEDE.
SIQLO XVIII.
SONETO.
Con motivo de la exaltación de Carlos IV al trono de España.
No siempre las mujeres
Han de pensar ai dijes y alfileres.
Como el que en un jardín verde y florido
Vacila entre mil flores, de manera
Que no acierta en su hermosa primavera
A advertir de cada una el colorido ;
Así al que se engolfara presumido
En las prendas de Carlos sucediera,
Pues á ninguna celebrar pudiera,
Entre tantas absorto y confundido.
Si su valor lo arrastra por un lado,
Por otro su prudencia lo arrebata :
Si allí de su piedad queda admirado,
La justicia acullá sus voces ata;
Y con ninguna atina perturbado,
Mientras á todas elogiarlas trata.
■♦-•»
•
UNA COLEGIALA DEL REAL COLEGIO DE NIÑA8.
49
O ID .A.
Que para dar principio & un nuevo certamen de amor compaso una Cole-
giala del Real Colegio de Niñas de San Ignacio de Loyola de esta ciu-
dad de México, y la ofrece en nombre del mismo Colegio & los amables
Beyes Carlos Cuarto y Luisa de Borbón.
SIQLO XVIII.
A moro, ó Dci pur qualche volta é Saggio.
( Metastaslo, compon i mentó Dramático:
Im Pace/ra la Virtu, é la BelUzza,)
Pues lidien y estudien, que
ser valientes y ser Habías
es acción del alma, y no es
hombre ni mujer el alma.
( Calderón. Comed. Afecto* de odio y de amor.)
En una de estas noches
de la estación florida,
á la hora que más alto
rige su carro Cintia :
Cuando el pesado sueño
con tardo pie igual pisa
dorados chapiteles
y cabanas pajizas:
Desvelada yo entonces,
la mano en la mejilla,
el alma toda en Carlos,
entre el metro y la rima :
50
POETISA8 MEXICANAS.
Para cantar sus glorias,
creí ceder debían
al papel y la pluma
la aguja y la almohadilla.
A escribir iba, cuando
mi cuarto se ilumina;
los ojos alzo y veo,
no sé cómo lo diga:
Un rubio Joven era,
cuya frente ceñía
laurel verde, y su mano
ocupaba una lira.
Acercóse y miróme
con afable sonrisa,
diciendo: " Soy Apolo,
numen de poetisas.
"Sabiendo que al gran Carlos
celebrar pretendías,
vengo á ayudarte, porque
su gloria es gloria mía.
"El de un Rey Sabio es hijo,
él las ciencias cultiva,
él protege á los sabios,
él las artes anima.
"Pero aunque te remontes
á la cumbre de Nisa,
y aunque yo te prestara
mi cítara divina;
"Jamás desempeñaras
la empresa que meditas:
que el coturno elevado
no es para pies de niñas.
r
UNA COLEGIALA DEL REAL COLEGIO DE NIÑAS.
51
"Inspirará Caliope
el fuego que la agita,
en Virgilios y Horneros
que ambas Españas crían.
"Harán ver coronadas
de laureles y olivas
del Padre y del Abuelo
las sienes siempre invictas.
"Cantarán de Hijo y Nieto
acciones con que aspira
á aventajar sus glorias,
si ahora las imita.
"La Fama con cien trompas
en los remotos climas,
de Carlos Cuarto el nombre
y virtudes publica.
"Deja pues el elogio
que intentaste atrevida,
y un tierno asunto ocupe
tu tierna fantasía.
"A la que es de tu sexo
honor y dulce envidia,
de Parma fértil rama,
de la España delicias : .
"A la prudente, casta,
religiosa, benigna,
Esposa fiel y tierna,
dirélo todo, á Luisa:
"A Luisa canta, canta
sus dotes peregrinas,
que hacen á Carlos Cuarto
la más suave armonía.
13
52 POETISAS MEXICANAS.
i
; i
■
! • " Deja mayos y abriles ;
nieve y púrpura olvida;
no andes buscando soles,
perlas ni piedras finas:
"Colores mentirosos
de hermosuras lascivas,
que desmiente la idea
del mismo que las pinta.
" Canta tú aquellos ojos,
que viendo influyen dichas;
! sus labios que derraman
i gracias entre la risa.
i
1
i "La majestad sin ceño,
la gravedad festiva,
donaire con decoro,
un todo que enhechiza.
• i
"Digna Esposa de Carlos,
bastará que esto digas; j
¿pues qué habrá que no sea,
la que es de Carlos digna? j
"Ya te di la materia;
escribe persuadida ,
á que es tuya la mano, !
¡ mi numen quien te inspira."
i
1
Desaparece; y tanto
sus consejos me obligan,
que en Luisa á todas horas
mi Musa se ejercita.
De sus heroicas prendas
recorro las noticias ;
cada una me parece
que más que todas brilla.
UNA COLEGIALA DEL REAL COLEGIO DE NIÑAS.
53
Mas como el que altos montes
á lo lejos divisa,
que conoce su altura,
mas no puede medirla:
De Luisa la grandeza
se presenta á mi vista:
voy á elogiarla y hallo
que no tiene medida.
Escribo, borro, rompo;
mi Musa se fatiga;
vuelvo á escribir, y siempre
vuelvo á una cosa misma.
Al fin, cuando cien odas
juzgué que escrito había,
sola una copla veo
cien veces repetida:
Viva el amado Carlos;
viva la amable Luisa; <
vivan amados siempre;
ámennos siempre y vivan.
¿Para esto, dije entonces,
Apolo, me visitas?
Mal haya, amén, tu fuego,
que me dejé más tibia.
Mas no: ya sé tu industria:
darme á probar querías,
que Luisa al Cuarto Carlos
en todo es parecida.
Él grande, y ella excelsa,
tan altos se subliman,
que Delio desde el Pindó
apenas los registra.
54
POETISAS MEXICANA8.
Pues, sabios contendientes,
colgad ya vuestras liras,
y haya un nuevo Certamen
en que el amor presida.
Asuntos soberanos,
cual es el de este día,
los confunde el ingenio,
sdlo amor los explica.
Lejos de aquí las Musas,
ven tú, amable Ericina,
con tus hijas graciosas
á inspirarnos caricias.
En amoroso idioma
los premios se compitan,
y dense á los que amantes
con más afecto digan :
Viva el amado Carlos;
viva la amable Luisa;
vivan amados siempre;
ámennos siempre y vivan.
♦ ♦
JOSEFA GUZMÁN.
55
JOSEFA <3-TJ!Zls/LJ±l<r.
SIOLO XIX.
OCTAVAS.
En elogio de la generosidad con que el Excmo. Sr. Marqués de Branciforte
ha costeado la Estatua Ecuestre de Garlos IV.
Hé aquí el lugar donde el Gentil Indiano
Levantó Estatua á su Deidad guerrera l
Para ofrecerle con impura mano
Lo más precioso que en el cuerpo impera*
¿Quién diiía entonces: en el mismo plano
Otra se erigirá más duradera
A Ibero Numen, por quien sea en el día
Un otro Yo de su soberanía? 2
No allí se ofrecerán en ara inmunda
Vivos aún corazones racionales,
A quienes el espeso humo confunda
De fétidos animes 6 copales:
Sí corazones que el amor fecunda
1 Convienen las historias de nuestra América en que en el Cú ó Templo prin-
cipal situado en esta plaza, adoraban los naturales la estatua ó ídolo de Huitzi-
lopochtli ó Dios de la guerra.
2 El Excmo. Sr. Marqués de Branciforte, representando la Real persona en
calidad de Virrey de Nueva España, año 1796.
14
POETISAS MEXICANAS.
De gentes cultas en los pechos leales,
Que en defensa del que ella representa
Contenderán por ser víctima cruenta.
Ea, Americanos, la hora ya ha llegado
En que este fausto anuncio tenga efeto :
El Cuarto Carlos, nuestro Rey amado,
Era de aquellas sombras el objete :
Esa Estatua que Amor ha levantado,
Inciensos pide del mayor respeto :
I Oh Branciforte, siempre generoso!
Vive á la par de ese inmortal Coloso.
MARIANA VELAZQUEZ DE LEÓN.
67
MARIANA YELÁZQUEZ DE LEÓN.
SIGLO XIX.
OCTAVAS.
Con motivo de la colocación de la Estatua Ecuestre de Garlos IV.
Esta que ves, ¡ oh Pueblo afortunado !
Que ya se eleva al pedestal asiento,
Es de tu Rey augusto un fiel traslado,
Y de lealtad eterno monumento.
Este máximo Bulto ha demostrado
De amante corazón el ardimiento ;
Pues lo dedica, ¡oh Mexicana Corte!
El magnánimo, el sabio Branciforte.
Ejerce imperio dulce y agradable
La gratitud en alma siempre noble,
Dominio suave, potestad amable,
Que ni admite ni gusta un pecho doble :
Y así á esta Efigie sacra y admirable,
Sus cultos tu lealtad ahora redoble,
Pues te la ofrece, ¡ oh Mexicana Corte !
El magnánimo, el sabio Branciforte.
58
POETISAS MEXICANAS.
Cuando Alejandro á Jove un templo erige,
De liberalidad haciendo alarde,
La gloria para sí después exige
Por la ambición vehemente que en él arde :
Aquí todo el honor se le dirige
Al grande Carlos IV, que Dios guarde,
T a esto te impele, ¡ oh Mexicana Corte I
El magnánimo, el sabio Branciforte.
» ♦
i
MARÍA DOLORES LÓPEZ.
59
k
i
MARÍA DOLORES LÓPEZ.
SIQLO XIX.
ODA.
En elogio de la lealtad de los Mexicanos con motivo de la colocación de la
Estatua de Carlos IV.
Si la benigna influencia
De las Hermanas nueve
Favorece á los hombres,
¿Por qué no á las mujeres?
Y si hay en almas sexos,
A sus influjos tengo más derecho.
Estamos en el caso
De alabar dignamente
La Lealtad empeñosa
Con que la Estatua ecuestre
Del Soberano Carlos
Colocan hoy los fieles Mexicanos.
Si dignamente dije,
Ya desisto cobarde :
Sea el sexo mi asilo ;
Mas valor no me falte
Para retar á voces
A los hombres ; que lo hagan si son hombres.
15
60
POETISAS MEXICANAS.
¡ Oh cuan precioso asunto
Para desempeñado !
Mas ¡cuan dificultoso,
Si admiro los tamaños
De una Lealtad tan grande,
Que en el mayor encomio apenas cabe !
Corte hermosa, recibe;
Recibid, Mexicanos,
Del español Monarca
Fieles dignos vasallos,
Mi mejor alabanza
En decir que á elogiaros nadie basta.
Y mil enhorabuenas
Por el amor y aprecio
Que le debéis felices
Al Rey, que guarde el Cielo,
T á su vida conceda
Más duraciones que á su Estatua bella.
♦ »
JOSEFA GPNZÁLEZ DE COSÍO.
61
JOSEFA GONZÁLEZ DE COSlO.
SIGLO XIX.
Estimulada del amor que profesa á su Sagrada Religión Católica, k
Soberano el Sr. D. Fernando VII (Q. D. O.) y & su Patria, escribe al Mi
nigtro de Relaciones de París el siguiente Romance.
Al punto que aquí llegaron,
Monsieur, las carta* y pliegos
en que vuestro Emperador
pretende que con respeto,
á la abdicación que en él .
nuestros Monarcas hicieron
de la española Corona
y del mexicano Imperio
bajo ciertas condiciones
y pactos que precedieron,
á José de Bonaparte
reconozcamos por dueño,
cansándonos la atención
con el decantado acento
de que seríamos felices,
y no perdería momento
de que se verificasen
aquellos vastos proyectos
que tenía premeditados
y serían nuestro remedio :
*£
f
Al ponto, vuelvo á
que á nnestras manos vinieron
los citados papelachos.
que sin dnda alguna fueron
partos de un descabellado
desconcertado talento,
cuando mis leales paisanos
al instante que los vieron
los que no hicieron pedazos
consumieron en el fuego;
v también lo mismo harían
con los viles mensajeros,
castigando de este modo
tan crecido atrevimiento,
á no ser porque en la América
hay tan generosos pechos,
que perdonan los agravios
como Cristo Señor nuestro
nos previene en el Decálogo
de sus santos mandamientos.
¿Piensa Napoleón acaso
que el americano Suelo
ignoraba sus traiciones,
sus intrigas, sus enredos,
sus vilezas, sus infamias,
sus inicuos pensamientos?
¿Piensa el bárbaro que aquí
no se tenía por extenso
circunstanciada razón
de los villanos excesos
que en Bayona ejecutó
con nuestro Príncipe excelso,
con nuestro amado Monarca
el Señor Femando Vil,
á quien tiene ya jurado
por su legítimo dueño
JOSEFA GONZÁLEZ DE C08ÍO.
63
la mexicana Nación,
de cuyo valor y esfuerzo,
de cuya heroica lealtad,
de cuyo insigne denuedo
no se duda sostendrá
su solemne juramento,
á pesar de toda Francia
y de todo el mundo entero?
¿ Piensa que somos idiotas
y que aquí no conocemos
cuál es la felicidad
verdadera para un pueblo?
¿Pensará acaso, Monsieur,
que tampoco aquí sabemos
el enjuagatorio que hizo,
el ardid, los viles medios,
las mentiras, las patrañas
y otros indignos, perversos
arbitrios que discurrid
para arrancar con denuedo
esas renuncias de que
ahora pretende hacer mérito?
Cuando por las nulidades,
los vicios y otros defectos,
que luego á primera vista
refleja el entendimiento,
ni debemos admitirla*,
ni obedecerlas debemos,
ni queremos otro Bey
que el que nos ha dado el cielo
en nuestro amado Fernando,
único Señor y Dueño
de la Indiana Monarquía
y de su hermoso terreno,
que es la mayor y más noble
parte que en el universo
16
64
POETISAS MEXICANAS.
cobija el celeste globo
y ve el sol desde su asiento ;
¿concibe que los indianos
de cobardía están llenos
y se asustan de las moscas
de Francia? ¡Viles conceptos!
El moscón y ellas huirán
de vernos mover los dedos.
Os aseguro, Monsieur,
que se engaña por extremo
vuestro Emperador, si piensa
ser dueño de este hemisferio.
Si cuando el Rey Carlos IV,
en el gran Príncipe nuestro
abdicó la real corona,
no quiso reconocerlo
por Rey vuestro Emperador,
fundado en que sólo el miedo
pudo haber sido ocasión
de la práctica de este hecho;
¿cómo queréis que nosotros,
que sabemos el enredo
que forjó para que en él
recayesen sin remedio
esas renuncias, que á fuerza
nuestros Monarcas hicieron,
las admitamos con gusto
y rindamos nuestro cuello
á la infeliz servidumbre
de un vil príncipe extranjero,
cuando nuestras leyes patrias
en unos casos como éstos
tienen ya determinado
lo que debe hacerse en ellos?
¿Quién es, Monsieur, vuestro príncipe?
Mirad si le conocemos
JOSEFA GONZÁLEZ DE COSÍO.
66
en esta corta pintura
que relataros intento.
Napoleón es un corso
soberbio, monstruoso, fiero,
nacido de entre las heces
de lo más ruin del pueblo ;
un aborto del abismo ;
un demonio del infierno ;
caudillo de las langostas
hambrientas, que del Averno
el Evangelista vid
en enjambres ir saliendo
con coronas de oro falso,
capitaneadas de cierto
ángel malo que Abbadon
le nomina el pueblo hebreo,
Appollyon el Griego explica,
y exterminador en nuestro
vulgar idioma se llama
vuestro príncipe perverso.
¿ Es creible que un tirano
devorador de su reino,
enemigo capital
de los Estados ajenos;
el asolador del mundo,
el usurpador violento,
el pérfido más insigne,
el hombre más fraudulento,
el sanguinario cruel
que siempre vive sediento
de beber el coral rojo
de nuestros humanos pechos,
pretenda hacernos felices,
siendo él, por lo que advierto,
el hombre más infeliz
que hay y habrá en el mundo entero?
M
Bey é infeliz, me
no es moy fácil entenderlo;
ni difícil, si lo explico
como á comprenderlo llego,
lo veréis seguramente
en este breve compendio.
Es rey infeliz aquel
que nunca se halla contento
con lo que posee y pretende
gobernar el Universo.
Es infeliz rey el que
en su trono no cabiendo,
pretende despojar á otros
de sus estados y reinos.
Es rey infeliz quien vive
en continua guerra puesto,
pues destruye sus vasallos
sin hacer de ellos aprecio.
Es infeliz rey quien no oye
los clamores de sus pueblos,
siendo para ellos tan malo
que ni aun á sí mismo es bueno,
y por cuya causa todos
le aborrecen en extremo
y al cielo piden venganza
de su crueldad y sus yerros.
Es rey infeliz quien vive
sin Dios ni Ley (esto es cierto)
y permite cuantas sectas
han salido del infierno.
Luego ¿qué felicidades
de ese hombre esperar podemos?
La felicidad será
el ver nuestro cautiverio
sin conseguir remediarlo
cuando menos lo pensemos.
JOSEFA GONZÁLEZ DE COSÍO.
67
Dígalo la Italia toda,
y díganlo cuantos reinos
han tenido la desgracia
de creer los fraudulentos
embrollos que han sido causa
de su ruina y lamentos.
Tened paciencia, Monsieur,
escuchadme un poco atento,
pues para escribiros yo
bastante paciencia tengo.
Quiere vuestro Emperador
no á nosotros, nuestros reinos,
nuestras ricas posesiones,
nuestros hijos y dineros
para llevarlos adonde
jamás vuelvan á su centro.
Quiere romper nuestras leyes ;
quiere robar nuestros templos,
y ultrajar nuestra nación
haciendo de ella desprecio.
Quiere sean nuestras hijas
de sus soldados trofeos,
víctimas de su apetito
para tenerlos contentos,
porque no se le levanten
y quiten corona y cetro.
Él quiere sacrificarnos ;
quiere que todos le demos
aquellas adoraciones
y cultos que á Dios debemos,
y por eso se titula
todopoderoso, yerro
con que ha ofendido la grande
majestad de Dios supremo.
Quiere, en fin, nuestra ruina
é infeliz abatimiento.
17
fr.cr:*** Mmiuu
Mon~íear. ¿do es e*to verdad?
Confinadlo sin rodé*?»
y atended lo que nosotros
puntualmente no qnerenvis.
Xo queremos ver sujeta
£ su diabólico imperio
la Nación americana.
wis riquezas y comercio.
Xo queremos otras leves
que las que aquí obedecemos,
ni otro código que aquel
en que vivimos contentos.
Xo queremos que la fe
ortodoxa que tenemos.
seguimos y profesamos
desde el gran Rey Recaredo,
se vulnere, se corrompa
y contamine con yerros
de la herética impiedad
que vosotros seguís ciegos.
Xo queremos ver destruidos
el sacerdocio y los templos
en que Dios es adorado
r>or Criador de tierra y cielos.
Xo queremos otro Rey,
otro mando, otro gobierno
que el de nuestro gran Fernando.
Ved ahora lo que queremos:
Queremos rogar á Dios
nos dé valor, nos dé esfuerzo
para abatir el poder
de Napoleón primero
y de las crueles langostas
que componen sus ejércitos.
Queremos á Dios pedir
que se aniquile su imperio ;
JOSEFA GONZÁLEZ DE COSÍO.
69
que no caiga ni rocío
en las cabezas de aquellos
que siguen sus estandartes
como separados miembros
de la militante Iglesia
que constantes defendemos ;
(esto es si no se arrepienten
de sus crueldades y excesos ;
si no abjuran sus errores,
si no se vuelven al seno
de nuestra religión santa,
única que puede hacemos
y seguramente hará
felices en todo tiempo).
Queremos, Monsieur, también
defendernos y ofenderos
como lo hacen en España
nuestros valientes iberos.
T á costa de nuestras vidas,
sangre y hacienda sabremos
castigar esa osadía,
£se grande atrevimiento,
ese ultraje, ese baldón,
esa ofensa, ese desprecio,
con que Napoleón procura
con el mayor vilipendio
sean los americanos
( por colmo de sus trofeos )
cómplices de sus traiciones
y depravados intentos.
Esto, Monsieur, le diréis
á Napoleón vuestro dueño,
y que para resistirle
nos sobra valor y aliento,
confiados en el amparo
de la Eeina de los Cielos,
70
POETISAS
Mana de Guadalupe,
que es del Mexicano Pueblo
el escudo, la defensa
y todo nuestro consuelo.
• •
MÉXICO INDEPENDIENTE.
18
i
f
isabííi, pkihtü dií i..\m\a..;:hi
ISABEL PRIETO DE LANDAZURI
EN EL
EDE
141 II
w*
¡ Dios ! Este nombre el corazón exhala,
Qne en caracteres mágicos resbala
Por la azul extensión.
¡ Dios ! Solamente tan sublime acento
Se presenta radioso al pensamiento,
Al par que al corazón.
En su eterna belleza la natura
Ese nombre doquier canta 6 murmura
Con celeste rumor:
Le canta el sol en su destello de oro,
Y lo repiten en humilde coro
Yerba, insecto, ave y flor.
Hay cuadros que impotente no interpreta
Del artista más grande la paleta,
Que nula ante ellos es ;
Cuadros cuya grandeza soberana
Hace caer la inteligencia humana
De hinojos á sus pies.
Y el alma entonces, que su imperio siente,
No sabe, conmovida y reverente,
Más que amar y creer :
Que elevando la vista al limpio cielo,
Le parece al través del azul velo
A Dios mismo entrever.
74
POETISAS MEXICANAS.
t
*
i I! i
Por eso absorta, enajenada y muda,
A la sombra de un árbol solitario,
De este espléndido Valle hago el santuario
En que elevo ferviente mi oración.
Porque es una plegaria fervorosa
La infinita emoción que el alma llena,
Cuando olvidando su mansión terrena
Se derrama en inmensa adoración.
Es una de esas húmedas mañanas
Del nebuloso Agosto, en que la yerba
En líquidos diamantes aún conserva
Las huellas de nocturna tempestad ;
En que brilla con vividos destellos
El espeso follaje, que rodea
El blanco campanario de la aldea
En medio á esta tranquila soledad.
Lejano se oye en el ameno prado
De la vaca el mugido placentero ;
El gozoso balido del cordero,
De la yerba aspirando el grato olor ;
Mientras al pie de un álamo frondoso
Que hasta la tierra su ramaje inclina,
Contemplando el rebaño se reclina
En su indolencia plácida el pastor.
Doquier se extiende en matizada alfombra
La humilde flor de la feraz llanura;
Doquier viva y lustrosa su verdura
Despliega el mugidor cañaveral.
Y dominando la modesta torre,
De recuerdos históricos ornado,
El Ajusco se ve medio velado
De una nube en el pálido cendal.
ISABEL PRIETO DE LANDÁZÜRI.
75
Es un cuadro tranquilo y apacible,
Que sólo ideas de ventura y calma
Engendra deliciosas en el alma
Con su blando y risueño resplandor :
Es el marco que encierra esplendoroso
Una vida pacífica y serena,
Una existencia bendecida y llena
Por la fe, la esperanza y el amor.
Y allá al lejos, en límpido horizonte,
En un cielo radioso y transparente,
Hasta él llevando la nevada frente,
Que parece el zafir acariciar,
El Popocatepetl y el Iztaccíhuatl
Alzan su mole altiva y arrogante
Bajo el ligero pabellón flotante
Que les forman las nubes al pasar.
De su falda el azul denso contrasta
Con el del cielo delicado y leve,
Do su corona de argentada nieve
Se destaca con gracia y con vigor :
Y cuando el sol al espirar los baña
De tibia luz con majestad suprema,
Arranca á esa magnífica diadema
Kayos de sobrehumano resplandor.
Monarcas de la sierra y la llanura,
Que en las nubes hundís vuestra cabeza ;
Testimonio eternal de la grandeza
De la divina mano que os formó;
Vosotros eleváis la mente inquieta
A regiones de luz y de armonía,
Do nunca la exaltada fantasía
Como en estos instantes penetró.
19
76
POETISAS MEXICANAS.
No sois el cuadro sosegado y dulce,
Do una dicha terrena v transitoria
Humilde encierra su tranquila historia
Que entre sus flores resbalando va ;
Xó; como el faro que en la mar airada
Su rumbo muestra á la barquilla incierta,
Abrís al alma la celeste puerta
Que le deja entrever un mas aUá.
¡ Iztaccíhuatl ! fantástica figura,
Que mezclas a lo grande é imponente
Algo de misterioso y de doliente
Que habla con dulce acento al corazón ;
¿Has sido un ser de especie más perfecta?
¿0 llevada de oculta simpatía
Te presta en su ilusión el alma mía
Sentimiento, dolores y pasión?
Es quimera tal vez ; pero al mirarte
Envuelta en tu albo y luminoso manto;
En la actitud doliente del quebranto
Tendida en tu soberbio pedestal ;
Con el velo flotante y desprendido,
El cabello larguísimo deshecho,
Y las manos cruzadas sobre el pecho
Dormida en tu sepulcro colosal ;
Una historia de amor tierna y sentida
Atraviesa la mente acalorada
Eres tal vez la virgen olvidada
A quien la tumba el desamor abrió.
Eres quizá la amante cariñosa,
Que á otra vida ligando su existencia,
De su dolor cruel á la violencia,
Al faltarle esa vida sucumbió.
í
ISABEL PRIETO DE LANDÁZURI.
77
Y á la luz de la aurora, y cuando ardiente
Su rayo abrasador el sol fulmina ;
Cuando la tarde pálida declina
De la luna al purísimo fulgor ;
Te contemplo extasiada largas horas,
Mi quimera tenaz alimentando,
Tierno suspiro á tus pesares dando,
Compadeciendo tu fatal amor.
¡ Mujer blanca ! tu nombre es misterioso ;
Melancólico y tierno como el llanto,
Que en sus horas primeras de quebranto
Vierte el inmaculado corazón ;
Cual sobre el musgo de ruinoso claustro
De la luna el destello vacilante ;
Cual del viento el gemido penetrante
Cuando inclina el sauz del panteón.
En su expresivo, enérgico lenguaje
Los antiguos aztecas te le dieron ;
En tu blanco sudario te envolvieron,
Como en un sobrenombre de pesar.
T al través de los siglos ha pasado
Esa tierna y poética memoria,
Encerrando el misterio de tu historia
Que intenta el corazón adivinar
Sí, las generaciones se suceden,
Y el tiempo á vuestras plantas se desliza
Como la espuma de la mar se riza
De roca enorme en el macizo pie,
¡ Oh gigantes gemelos de este Valle !•
Sin que consiga su voraz aliento
Empañar el grandioso monumento
En que la huella del Señor se ve.
POETISAS MEXICANA».
Porque vosotros reveláis al hombre
La existencia de un Ser Omnipotente;
De Dios el nombre vuestra altiva frente
Ostenta en su radiosa majestad ;
Y en este ameno y delicioso Valle
Que domináis de vuestra excelsa altura,
En una nota melodiosa y pura
Resuena en la poblada inmensidad.
Nó; no pretendo bosquejar osada
Ese cuadro que el alma arrebatada
Refleja claro y fiel
¿A qué ese intento temerario y vano,
Si hace trizas su encanto sobrehumano
La lira y el pincel ?
La humilde nota de mi débil canto
Se confunde en el himno sacrosanto
Que alza la creación.
Ante sus sorprendentes maravillas,
Inundadas de llanto las mejillas,
Mi canto es oración.
El ardiente entusiasmo que me inspira,
Como la cuerda de invisible lira
Hace el alma vibrar;
Mas la expresión de un sentimiento inmenso,
Es muda como el humo del incienso
Que perfuma el altar.
Y un solo nombre el corazón exhala,
Que en caracteres mágicos resbala
Por la azul extensión :
¡ Dios I Solamente tan sublime acento
Se presenta radioso al pensamiento
Al par que al corazón.
i
ISABEL PRIETO DE LANDÁZURI.
79
DESALIENTO.
¡Cuan bella está la noche! ¡Cuan bella es esta hora!
¡ Cuan grato es el silencio que reina por doquier,
Cuando abatida el alma sobre el pasado llora
Y evoca las memorias dulcísimas de ayer!
La noche está tranquila, murmura blando el viento
Cual queja misteriosa con tímido rumor;
Y baña las paredes antiguas del convento
De la apacible luna el tibio resplandor.
Se escucha allá á lo lejos la voz de una campana,
Mezclarse en vagas notas del céfiro al gemir ;
Contemplo tristemente sentada á mi ventana,
Las nubes que atraviesan un cielo de zafir.
Así los sueños pasan de nuestra edad primera,
Graciosos, fugitivos, cual mágica visión ;
Así los arrebata la brisa pasajera,
Y ni memoria dejan después al corazón.
No sé qué vaga sombra de triste desaliento
Extiende á los objetos su velo funeral :
No sé ; mas de esta noche purísima no siento
Llenar cual siempre al alma la influencia celestial.
Allá en el limpio cielo la blanca estrella brilla,
Que me ha causado siempre tan dulce sensación ;
Y siento aquí una gota de llanto en mi mejilla;
Y siento que oprimido palpita el corazón.
Será que recordando el tiempo que no existe,
Fatal presentimiento me oprime á mi pesar ;
Acaso es una idea desoladora y triste
Que en lo íntimo del alma se viene á deslizar.
20
i
POETISAS MEXICANAS.
Si nada hay en el mondo estable y duradero ;
Si todo es en la tierra relámpago fugaz;
Si no hay un sentimiento tan puro y verdadero
Do el tiempo no coloque su triste huella audaz;
¿Por qué se apega siempre el alma en su delirio
De tan fugaz afecto al deleznable bien ?
¿Por qué, si ha de causarle angustias y martirio,
Soñar, en su locura, de dicha bello Edén ?
¿Por qué, si todo pasa, vivir de un sentimiento?
¿Hacer de esa ternura la luz del corazón?
¿Por qué, si al fin un día ha de llevarse el viento
Recuerdos, esperanzas, afectos, ilusión?
Si la inflexible mano del inclemente olvido
Estampa por doquiera su sello destructor;
Si olvida sus dolores el corazón herido ;
Si olvida el alma ardiente sus goces y su amor ;
¿Por qué gozar, si pasa la dicha como un sueño?
¿Por qué llorar, si agota el llanto su raudal?
¿Por qué anhelar ansiosos un porvenir risueño,
Si todo es pasajero, si nada es inmortal ?
Llevada, sin embargo, de arranque irresistible,
De afectos eternales en busca el alma va
¡Quién sabe! Si en el mundo hallarlos no es posible,
Acaso los encuentre, por dicha, más allá.
Consolador, sereno y dulce pensamiento,
Que llena el alma toda con su divina luz,
Y aparta la honda sombra de amaino, desaliento
Como la luna rompe de nubes el capuz.
Que si en el triste mundo á realizar no alcanza
El alma dolorida su noble aspiración ;
Si alumbra su camino la luz de esa esperanza,
Ella le da consuelo, valor, resignación.
COLCRES GUERRERO,
DOLORES GUERRERO.
81
DOLOR/ES GTJERBEBO
A tí, joven de negra cabellera;
De tez morena y espaciosa frente ;
De grandes ojos y mirada ardiente ;
De labios encendidos de rubí;
De nobles formas y cabeza altiva;
De graciosa sonrisa y dulce acento;
De blancos dientes, perfumado aliento,
A tí te amo no más; no más á tí.
Porque tú eres el hombre que yo viera
Há largo tiempo en mis dorados sueños;
Tú eres el ángel, sí, de mis ensueños,
Ideal fantasma.que una noche vi,
Seductoras palabras murmurando
Que el céfiro al pasar me repetía,
T el aura sin cesar también decía :
A tí te amo no más ; no más á tí.
Tú eres el solo por quien he sentido
Dulcísimas y gratas emociones ;
Tú has llenado mi alma de ilusiones ;
Has engendrado nueva vida en mí.
Yo te miré una vez, y en el momento
Sentí un fuego voraz que me quemaba,
Y una voz escuché que me juraba:
A tí te amo no más ; no más á tí.
82
POETISAS MEXICANAS.
Desde entonces tu imagen seductora
No se aparta un instante de mi mente,
Y un ardiente volcán siento en mi frente,
Y te adoro, mi bien, con frenesí.
Tu recuerdo me sigue á toda hora ;
Paréceme escuchar tu dulce canto ;
Porque tú eres mi vida, tú mi encanto....
A tí te amo no más ; no más á tí.
Te adora el corazón enternecido ;
Tú formas en mi vida transitoria
La divina esperanza de una gloría
Que allá en un tiempo venturosa vi:
Y cuando baje á solitaria tumba,
Sucumbiendo por fin á mi tormento,
Será mi última voz, mi último acento
A tí te amé no más ; no más á tí.
¿A QUIEN AMO?
¿Que á quién amo, amigas mías?
¿ Por qué preguntáis ? Decid.
¿Por quién suspira mi alma?
Tampoco lo sé, ¡ay de mí!
¿Y me miráis con malicia
Y de mi pena os reís ?
¿Por qué queréis que mi rostro
Se tina con el carmín ?
Adoro á un cantor sencillo,
A un amante colorín,
Que sélo por mí revuela
En mi apartado jardín.
A una avecilla que canta
En las mañanas de abril,
DOLORES GUERRERO.
83
Con más ternura que el aura
Al dormirse entre el jazmín.
A una avecilla que vela,
Mientras que sueño feliz
Con sus amores, posada
De mi reja en el pretil.
Ya lo dije. — ¿Y os burláis?
¡Que no! ¿Pues á quién, decid?
¡Lusi! ¡Ay Dios! no lo digáis
Que el alma lo iba á decir.
Mas no lo contéis á nadie,
Porque soy tan infeliz,
Que temo que me le robe
Una beldad, ¡ay de mí!
Que de todas tengo celos,
Porque soy mujer al fin,
Y si él dejara de amarme,
Fuera ¡ ay Dios ! muy infeliz
Y tengo celos del aura
Que suspira en el pensil,
Y que suspirando pasa
Por su labio de carmín.
Y también me causa celos
El rayo puro y feliz
De luz, que sus dulces ojos
Llega cariñoso á herir.
Dejadme amarle yo sola
De mi existencia hasta el fin ;
Pero sola, sin robarme
Ni un suspiro ni un reír.
Y nunca digáis quién es,
Pues no quiero que de aquí,
Del corazón, salga nunca
Ni el sólo nombre, ¡ay de mí!
21
84
POETISAS MEXICANAS.
En esas pobres flores que te envío,
Verás del corazón los sentimientos ;
Abatida por tristes sufrimientos
Nunca de tu recuerdo hay un vacío.
Sabrás que encierra amor el pecho mío ;
Que son tuyos no más mis pensamientos ;
T á pesar de mis bárbaros tormentos,
Siempre eres dueño tú de mi albedrío.
Así como las flores ya marchitas
Aún guardan en su cáliz el perfume,
Así también en medio de mis cuitas
No se apaga el amor que me consume*
¡ Ay ! en mis horas de dolor precitas
Nada miro en redor que no me abrume.
LO QUE SÉ.
Cual ¡ay! de golondrina enamorada
De tu arpa el eco despertóme un día
Al goce del amor enajenada;
Después, cual delicada
Nota celeste, en mi retiro oía
El delicioso acento que exhalaba
El piano que tu diestra acariciaba,
Cual amante feliz y enamorado
La blanca sien del ángel adorado ,
Luego, de tu pincel hermosas flores
i
: i
%
i.
DOLORES GUERRERO.
85
Vinieron á decirme tus ardores,
Y sentí con tristeza,
I Oh músico, pintor y dulce bardo,
A quien corona el arte,
Que yo, pobre mujer, loca de amores,
Nada soy, nada sé sólo adorarte!
"•«•"■
86
POETISAS MEXICANAS.
!
LAURA MÉNDEZ DE CUENCA
NIEBLAS.
En el alma la queja comprimida,
Y henchidos corazón y pensamiento
Del congojoso tedio de la vida,
Así te espero, humano sufrimiento.
¡ Ay ! ni cedes, ni menguas, ni te paras :
¡ Alerta siempre y sin cesar hambriento !
Pues ni en flaqueza femenil reparas.
No vaciles, que altiva y arrogante
Despreciaré los golpes que preparas.
Yo firme y tu tenaz, sigue adelante ;
No temas, n<5, que el suplicante lloro
Surcos de fuego deje en mi semblante.
Ni gracia pido, ni piedad imploro :
Ahogo á solas del dolor los gritos,
Como á solas mis lágrimas devoro.
Sé que de la pasión los apetitos
Al espíritu austero y sosegado
Conturban con anhelos infinitos.
Que nada es la razón, si á nuestro lado
Surge con insistencia incontrastable
La tentadora imagen del pecado.
í
j
LAURA MÉNDEZ DE CUENCA
LAURA MÉNDEZ DE CUENCA.
87
Nada es la voluntad inquebrantable,
Pues se aprisiona la grandeza humana
Entre carne corrupta y deleznable.*
Por imposible perfección se afana
El hombre iluso : y 'de bregar cansado,
Al borde del abismo se amilana.
Deja su fe en las ruinas del pasado;
Y por la duda el corazón herido,
Busca la puerta del sepulcro ansiado ;
Mas antes de caer en el olvido,
Va apurando la hiél de un dolor nuevo
Sin probar un placer desconocido.
Como brota del árbol el renuevo
En las tibias mañanas tropicales
Al dulce beso del amante Febo,
Así las esperanzas, á raudales
Germinan en el alma soñadora
Al llegar de la vida á los umbrales :
Viene la juventud como la aurora,
Con su cortejo de galanas flores
Que el viento mece y que la luz colora ;
Y cual turba de pájaros cantores,
Los sueños, en confusa algarabía
Despliegan su plumaje de colores.
En concurso la suelta fantasía
Con el inquieto afán de lo ignorado,
Forja el amor que el ánimo extasía.
Ya se asoma, ya llega, ya ha pasado ;
Ya consumió las castas inocencias ;
Ya evaporó el perfume delicado ;
22
Ya ni * íd ,;¿r;a e! a'r.a j»:c aoseocias.
NI en K«s Jal í * e:.;u: »> v aterí i-. *
Palpitan a:i~.«r-tsi> e. •r.j'L-.Cí.-ii*:
Ya n>> se a.r:;a t-í ¡tvb' ]• >: Iítí Lt>
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Má> «ariñ »sa ev.ür.V r..¿> f.:~".:i""a;
Prvvr.ío *H':>.i-.> <■' \ j;i.' i i¡> i-m cada
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Kl veTS:*:o ¡Tes}-.:-.:»: í¿ I¿ z¿r.&.
Siempre el r/.:>:e:-}.' ¿ ;s rLT.c. sé cees;-:
Kl aiM.-tJ. jier.sar..3;^:. r* frs*D.- iüs:a
Y oxanhne sar«r.-":<e t\ ri •z.'.n- : lz*\
Tor ín. oií r..v.r; v -.z "a. a^ers \*:mt~*cx
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LAURA MÉNDEZ DE CUENCA.
89
¿Y esto es vivir? En el revuelto oleaje
Del mundo, ya no sé ni en lo que creo :
Ven, oh dolor, mi espíritu salvaje
Te espera como al buitre Prometeo.
ADIÓS.
Adiós : es necesario que deje yo tu nido ;
Las aves de tu huerto, tus rosas en botón.
Adiós : es necesario que el viento del olvido
Arrastre entre sus alas el lúgubre gemido
Que lanza, al separarse, mi pobre corazón.
Ya ves tú que es preciso; ya ves tú que la suerte
Separa nuestras almas con fúnebre capuz :
Ya ves que es infinita la pena de no verte ;
Vivir siempre llorando la angustia de perderte,
Con la alma enamorada delante de una cruz.
Después de tantas dichas y plácido embeleso,
Es fuerza que me aleje de tu bendito hogar.
Tú sabes cuánto sufro y que al pensar en eso
Mi corazón se rompe de amor en el exceso,
Y en mi dolor supremo no puedo ni llorar.
¡ Y yo que vi en mis sueños al ángel del destino
Mostrándome una estrella de amor en el zafir;
Volviendo todas blancas las sombras de mi sino ;
De nardos y violetas regando mi camino,
Y abriendo á mi existencia la luz del porvenir !
Soñaba que en tus brazos, de dicha estremecida,
Mis labios recogían tus lágrimas de amor ;
Que tuya era mi alma, que tuya era mi vida,
Dulcísimo imposible tu eterna despedida,
Quimérico fantasma la sombra del dolor.
90
POETISAS MEXICANAS.
Soñé que en el santuario donde te adora el alma,
Era tu boca un nido de amores para mí,
T en el altar augusto de nuestra santa calma
Cambiaba sonriendo mi ensangrentada palma
Por pájaros y flores y besos para tí.
¡Qué hermoso era el delirio de mi alma soñadora!
¡ Qué bello el panorama alzado en mi ilusión !
Un mundo de delicias gozar hora tras hora,
T entre crespones blancos y ráfagas de aurora
La cuna de nuestro hijo como una bendición.
¡Las flores de la dicha ya ruedan deshojadas !
¡ Está ya hecha pedazos la copa del placer !
En pos de la ventura buscaron tus miradas
Del libro de mi vida las hojas ignoradas,
T alzóse ante tus ojos la sombra del ayer.
La noche de la duda se extiende en lontananza ;
La losa de un sepulcro se ha abierto entre los dos.
Ya es hora de que entierres bajo ella tu esperanza;
Que adores en la muerte la dicha que se alcanza.
En nombre de este poema de la desgracia. ¡ Adiós !
INVIERNO.
Húndense entre las nieblas las montañas :
De las sonantes cañas
Sólo quedan en pie secos rastrojos :
Los campos, antes de verdor cubiertos,
Desolados y yertos,
De la vida de ayer son hoy despojos.
LAURA MÉNDEZ DE CUENCA. 91
Silba el viento en los árboles desnudos ;
De los pájaros mudos
Ninguno el vuelo á levantar se atreve ;
Y los calientes amorosos nidos,
Del tronco desprendidos,
Ruedan entre carámbanos de nieve.
El sol cruza el inmenso firmamento;
Tibio y amarillento
Quiebra su luz en el cristal del río,
Y del monte, los valles y cañadas,
Las hojas arrancadas
Son juguete del viento en el vacío
Da el toque de oraciones misterioso
El templo majestuoso,
Y el alma con su Dios se reconcilia ;
Y en todas las cabanas de la aldea
Arde la chimenea
Anunciando un hogar y una familia.
Arrecian del invierno los rigores :
No hay pájaros, no hay flores;
Todo es silencio, soledad, congojas:
Neblinas en los montes y vallados ;
Neblinas en los prados,
Blancas escarchas y amarillas hojas.
Mas volverá la alegre primavera
Y otra vez la pradera
De galas cubrirá su fértil suelo.
Tendrá el arroyo límpidos rumores,
El bosque ruiseñores,
Frutos la tierra v arrebol el cielo.
23
POETISAS XKX1CAXAB.
Pero ¡ay! qne el corazón atribulado
Tiene su invierno helado
T la alegre estación en vano espera ;
Que para el alma que sus duelos llora
¡ No hay iris, no hay aurora,
No hay celajes, no hay sol, no hay primavera.
MAGDALENA.
Pálida como pálida azucena;
La blonda cabellera destrenzada;
De hinojos ante Cristo atribulada,
Llorando está sus culpas Magdalena.
Tiembla, suspira, punzadura pena
Se refleja en su lánguida mirada;
Besa los pies del Salvador cuitada
T los unge con nardo y con verbena.
— "Padre, Padre, la impura penitente
Espera tu perdón en su quebranto:
Toque tu diestra mi lasciva frente,"
Clama la pecadora con espanto;
Y alzándola Jesús, dijo clemente:
— " Te perdono, mujer ; amaste tanto "
ESTHER TAFIA DE CASTELLANOS.
93
ESTHER TAPIA DE CASTELLANOS,
DOS A.LMA.8
FANTASÍA.
I
En una noche serena
Brillaba la luna llena
En el firmamento azul,
Seguida de mil estrellas
Que fulgurantes y bellas
Daban al mundo su luz.
Entre las nubes hermosas,
Que vagaban silenciosas,
Un alma á otra alma encontró :
Una del cielo venía,
Otra del mundo salía
Buscando un mundo mejor.
Las dos su vuelo pararon
Y á la vez se preguntaron :
¿De d<5 vienes? ¿Á 66 vas?
La que á la tierra venía,
Contestó : El Autor del día
Me manda al mundo á morar.
M
r
POETISAS MEXICANAS.
— Yo me alejo de este suelo
Donde sólo hay llanto y duelo,
La otra al instante exclamó.
Tú entretanto, desgraciada,
Vas á una vida ignorada
De tormentos y de horror.
Pero, alma, antes de dejarte
Un consejo quiero darte
Que algo mitigue el dolor:
Puesto que vas á esa tierra
Cuyo recuerdo me aterra,
Escucha atenta mi voz.
II
Pues que dejas el cielo, alma querida;
Esa mansión de bienestar y calma,
Si algo quieres gozar allá en la vida,
Nunca de una mujer seas el alma.
Ella pasa llorando su existencia,
Al capricho del hombre esclavizada,
Y cual las flores al perder su esencia,
Por la mano de él mismo es arrojada.
Es un frágil cristal, tan delicado,
Que basta el aliento su pureza empaña;
Es un ser como débil, desgraciado,
A quien el llanto desque nace baña.
Como una exhalación brillante y pura,
Rápida pasa por el ancho mundo,
Que cuando al hombre enfada su ternura,
La despedaza con desdén profundo.
L
ESTIIER TAPIA DE CASTELLANOS.
95
Si en un momento su belleza adora,
El cruel desamor viene en seguida;
Sólo se acuerda de ella cuando llora;
Que cuando goza, á la mujer olvida.
Ella le quiere como á tierno padre ;
Le adora amante como casta esposa;
Y por darle la vida dulce madre,
La suya sacrifica generosa.
Parte con él sus horas de tormento
Porque es el alma del que ardiente adora :
¡ Siempre que el hombre apura el sufrimiento,
Se ve junto á él una mujer que llora!
Le da al hombre raudales de ternura ;
Riega en su senda flores purpurinas ;
Y él le vuelve torrentes de amargura;
Y le da de las flores las espinas.
Cuando alma ardiente la destroza el celo,
Despedazan su fe los desengaños ;
Busca la dicha su constante anhelo,
Y sin hallarla pásanse sus años.
Y llega de su vida hasta el ocaso,
*
A la ventura y los placeres muerta ;
Que cuando la infeliz va á dar un paso,
Encuentra ante sus pies la tumba abierta.
Tal es sobre la tierra su destino ;
Y al apagarse su nefanda estrella,
Como único recuerdo en su camino,
Se mira de sus lágrimas la huella.
i
i
24
POETISAS MmrA*AS-
III
Dijo el alma, y hacia el cielo
Tendió ligera su vuelo
T en las nubes se ocultó.
En tanto la otra bajaba,
Y como todas, lloraba
Cuando á este mundo llegó.
DESPEDIDA.
En ancha y hermosa calle,
Y cerca de una ventana.
En un brioso corcel
Un joven soldado estaba,
De simpáticas facciones,
De frente espaciosa y ancha.
De cejas y pelo negros,
Largas pestañas rizadas,
De grandes y ardientes ojos,
De una elocuente mirada.
Finos y largos bigotes,
Sonrisa graciosa y franca.
Hay gravedad y hermosura
En su semblante hermanadas;
Es de arrogantes maneras,
Y de estatura elevada.
Viste blanco pantalón,
Bota fuerte charolada,
Y sencilla y roja blusa
Que al cuerpo ajusta con gracia
APIA DE CASTELLANOS.
Un einturén negro y ancho
De donde pende la espada,
Su magnífica pistola
Y una muy terrible daga.
Pasaron unos segundos
Y al fin se abrió la ventana,
Dejándose en ella ver
La joven que él esperaba.
Diez y ocho años cuenta apenas ;
Es su cutis suave y blanca;
Rubios sus largos cabellos
Y amorosa su mirada.
Tierna rosa es su mejilla,
Su sonrisa dulce y grata,
Redondas sus bellas formas,
Torneada su garganta.
Tiende á la calle la vista;
Examina si es mirada,
Y amable estrecha la mano
Del que ansioso la aguardaba.
Quiere hablar, mas los sollozos
Luego ahogan sus palabras,
Y rueda por sus mejillas
Una cristalina lágrima.
— ¿Qué tienes, luz de mis ojos?
¿Por qué lloras, mi adorada?
— I Te vas, y me lo preguntas I
¡ No me comprendes, no me amas I
¿Qué va á ser de mí? jDios santo!
¿Qué será si tú me faltas,
Y en este mundo me dejas
Huérfana y abandonada?
¿No sabes que cuando ausente
Y lejos de mí te hallas,
La más horrible amargura
98
POETISAS MEXICANA8.
\
Mi corazón despedaza?
Aroma falta á las flores,
Dulzura al ave que canta,
Que á tí, Fernando, mi bien,
Mi vida está consagrada.
Por tí tan s(5lo suspiro ;
Es tu va toda mi alma :
•r
¿ Para qué quiero la vista,
Si no encuentro tu mirada?
¿Para qué quiero el oído,
Si no escucho tu voz grata?
¡Oh! no me dejes, por Dios
No destroces mi esperanza.
Si mueres ¡ay! si me olvidas,
¡ Piedad ! ¡ la razón me falta !
— ¿Olvidarte? él le contesta:
¿Olvidarte, mi adorada,
Guando tú eres mi consuelo,
Y eres el alma de mi alma ?
Caballero no sería,
Mi vida, si te olvidara.
Que de tal nombre es indigno
Quien á una mujer engaña,
Y su tierno corazón
Insensible desj>edaza.
Mi honor v el deber me llevan
A los campos de batalla:
Mas llevo, herniosa, en mi pecho
Tu dulce imagen grabada,
Isabel, bien de mi vida,
Por tí deseo, mi amada.
Fn nombre lleno de gloria
E imperecedera fama-
Yov tt ofrecerle gustoso
A mi agonizante patria
Cuanto un soldado posee.
i
E8THER TAPIA DE CASTELLANOS.
99
Que es un brazo y una espada.
En tí pensaré tan sólo
En el campo de batalla ;
Y cuando el corcel relinche,
Y cuando silbe la bala,
Que para tí busco un nombre
Recordaré, mi adorada.
Oiré el rugir del cañen,
Oiré los toques de diana,
Y en tí pensando, bien mío,
Me arrojaré á la muralla,
Y plantaré mi bandera
En una torre elevada,
Diciendo ¡gloria á Isabel!
¡Honor y gloria á mi patria!
— Ve, pues, Fernando, ve pues;
Anda, si el deber te llama;
Pero cuida tu existencia,
Esa existencia adorada,
La que forma mi ilusión,
La que es mi última esperanza.
No me dejes en el mundo
Sin apoyo, abandonada,
Huérfana, y sin más herencia
Que el dolor y la desgracia.
Adiós, le dijo, y de nuevo
Su voz murió en su garganta,
Y de nuevo corrió el llanto
Por su tierna, hermosa cara.
—No llores, mi ángel, no llores ;
Por Dios, enjuga tus lágrimas,
Que viendo correr tu llanto,
Tal vez al deber faltara.
— ¡ Nunca, nunca ! contesté ella,
Amo tu honor más que nada ;
Olvida mi amargo llanto,
25
PORIBAB MEXICANAS.
Ve á donde el deber te llama.
— Adiós, exclamó Fernando;
Te bendigo, alma de mi alma,
Te juro que volveré,
Dijo tocando su espada;
Y con brusco movimiento
Se alejó de la ventana.
r¿. ^_» _» _ _
.
LAÜREANA WRIGHT DE KLEINHAN8.
101
LAÜREANA WRIGHT DE KLEÜÍHANS.
A CUBA.
Virgen india, reclinada
Sobre tu lecho de tul,
Fijando en el cielo azul
Tu soñadora mirada,
Por el fuego cobijada
De tu clima tropical,
Mientras mecen tu cendal
De contornos virginales,
Las brisas de tus cañales,
De tus playas el terral.
Morena perla nacida
Entre corales y juncias;
Princesa que no renuncias
El origen de tu vida;
Y aunque de gala vestida
Por la España señoril,
En tu frente juvenil
Tu penacho conservaste,
T bajo el manto guardaste
La sandalia y el huepil.
Que si tu raza anterior
Se extinguió entre sus cadenas,
En la sangre de tus venas
Eenaciendo con su ardor
Otra raza posterior
POETISAS MEXICANAS.
Que de su nombre se ufana,
En su carrera temprana
Te ha formado por sí sola,
De una América española
Una España americana.
Pueblos cual ttí, superiores,
Nunca pueden olvidar
Ni el cariño de su hogar
Ni la fe de sus mayores.
Tus fuertes conquistadores
Al someterte á su ley,
No destruyeron tu grey,
Y el suelo que te dejaron
Es el mismo que regaran
Con las cenizas de Hatuey.
¡ Noble Cuba ! tú supiste
Guardar intacto en tu seno
El lampo dulce y sereno
De la fe con que naciste.
Al olvido no cediste
La idea que siguiendo vas,
T al mundo mostrando estás
Que puedes verte cautiva;
Pero esclava fugitiva,
Sierva humillada, ¡jamás!
Mal el yugo se sostiene
Sobre frentes cual la tuya;
Antes que el tiempo le excluya
La libertad le detiene ;
Y aunque el error le mantiene,
Le rechazan sin cesar
Tus auras al murmurar,
Tu pasado, tu presente,
Las ráfagas de tu ambiente
¡Y las sombras de tu mar!
LAUREANA WRIGHT DE KLEINHANS.
103
En la tierra en que nacieron
Plácido, Heredia, Zenea,
Ni el destello de la idea
Ni la esperanza murieron.
Los mártires sucumbieron
Mas su empresa viva está ;
Y de su tumba saldrá
Cual rayo perdido, un algo :
Que un Bolívar, un Hidalgo,
O un Washington brotará.
Tu hermana entonces sería
La España misma: ¿qué mucho,
Si bajo el sol de Ayacucho
Bien unírsete podría
La Iberia de la hidalguía,
De Granada y de Bailen,
Como reunidos se ven
Al infinito lanzados,
Dos astros que separados
Por un cataclismo estén ?
Y en tanto llega la hora
De tu risueña esperanza;
Mientras brilla en lontananza
Tu estrella libertadora,
Cuba audaz, gentil señora,
Flor que del noto al rugir
No llegaste á sucumbir,
Estos pueblos tus hermanos
Estrechan tus nobles manos,
¡Alientan tu porvenir!
26
POETISAS MEXICANAS.
EL 5 DE HATO DE 1862.
Jamás ¡oh Patria! imaginar pudiste
Que á sonar en tu playa volverían
Europeos cañones,
Cuando á tu suelo americano diste
Por muralla tu noble independencia,
Por obstáculo el odio que sentiste,
Y un mar de hirviente sangre entre tus lares
Y su ambición territorial pusiste.
Mas defraudada tu feliz certeza,
La buena fe de tu esperanza hollada,
Atónita de pronto contemplaste
Que el pueblo hermano, la nación querida,
Cuyas nobles proezas celebraste,
Aquella cuyos hechos aplaudiste,
Cuyas manos amantes estrechaste.
Obedeciendo el bárbaro mandato
De un déspota altanero.
Ahogaba con el yelmo de Luis once
Las ideas progresistas en su frente ;
Y loca, inconsecuente y temeraria.
Venía á ensayar contigo en el presente
Su guerra de conquista legendaria.
Débil tú ante su fuerza, ante su fama;
Desconocida, obscura, sin renombre.
Te alzaste erguida ante la vil afrenta:
En sostener tu honor no vacilaste.
Y á los sables blandidos en Magenta
Tu valeroso pecho presentaste.
En el combate desigual y fiero,
En la lucha homicida.
Día de gloria la fortuna quiso
Conceder á tus anuas, y ese día
LAUREANA WRIQHT DE KLEINHANS.
105
Es aquel que cantó tu poesía,
Que en letras de oro consignó tu historia,
Y el que hoy contempla la memoria mía
Como un destello de tu noble gloria.
Si fué efímero el triunfo que lograste ;
Si después á la fuerza sucumbiste,
Esa página bella no borraste ;
Ella en las fojas de tu vida existe,
Y te revela que el altivo pueblo
Que se alza y lucha, que combate y muere,
Puede ei'guir sin sonrojo la cabeza.
Hay ideas que ensalzan al vencido
Y dan al vencedor triste memoria :
Es Leónidas más grande en su caída
Que Jerjes el tirano en su victoria.
Conserva, Patria, el lauro que ganaste,
Aunque pequeño ante la Europa sea;
No son los pueblos niños los que obtienen
Los grandes triunfos, ni por siempre ondea
La enseña vencedora.
Los pueblos todos al nacer lloraron ;
Antes de ser señores siervos fueron
Y por grandes catástrofes pasaron.
La misma Galia que humillé tu frente,
Fué esclava un tiempo del romano imperio,
Y aun en la cumbre ya de la grandeza,
Más de una vez los golpes de la suerte
Doblar la hicieron la triunfal cabeza.
Así después del sol resplandeciente
Que la epopeya de Wagram alumbra,
Alza Moscow su nieve en la tiniebla
Y Waterloo su fango en la penumbra.
Los grandes cataclismos de los pueblos
Son impulsos que van hacia el progreso,
POETISAS MEXICANAS
Y tu aprendiste en las lecciones rudas
Que la experiencia en tu pasado. inicia,
Que si la fuerza bruta disminuye,
La que nunca desciende es la justicia.
T hoy que comprendes al través del tiempo
Que fué un puñado de invasores, sólo
Esclavos de un tirano,
El que intentó matar tu autonomía,
Al mismo tiempo que tu triunfo cantas,
Generosa é indulgente en tu hidalguía,
Al pueblo liberal otra vez tiendes
Tus brazos fraternales y tu olivo;
Que si la Francia autómata y esclava
Bajo el mando imperial te era enemiga,
Hoy, que sus yerros el pasado allana,
La Francia de Gambetta fué tu amiga,
Y la Francia de Thiers será tu hermana.
k
TERESA VERA.
107
T ERES .A. ^TEIR/JÍL.
AHAB SUFRIENDO.
I
Al fin ya separarte
Pretendes para siempre de este suelo :
Yo no puedo olvidarte,
Y en mi tenaz desvelo
Por gracia pediré la muerte al cielo.
Y tú ¡ ay ! entretanto
Con otros tiernos lazos obligado,
El bárbaro quebranto
De un pecho enamorado
Habrás en tus placeres olvidado.
■
Mientras yo delirante
En el silencio gimo y me lamento
A otra tal vez amante
Con cariñoso acento
Hablando te halle pasajero el viento.
Una mujer hermosa
Llena de encanto, juventud, riqueza,
Cuya alma generosa
Bien el semblante expresa
Mas como yo jamás te amará esa!
27
:.*
:«7^*.t*
LfLÍ
Je vex.tr>! ni ñ\"Kzat^ i
Ma* á par de i^í -oer»
Y mi fatal veninra
Te ofrezco t^a ali^i Z~
•í*r íc:m~:
Tn imagen en mi mente.
Inseparable compañera mía.
Siempre estará p nE-sente.
T en la noche r el día
Me hará con m:^ p**saire* 0-2
1^
Doquiera. dc!ee dueño.
Encontrare tn sombra peregrina
Ya en las bramas del sueñ-x
en la luz matutina
Beflejando en el agua cristalina.
Pero ¡en vano! mi pecha
Oprimido de bárbara tristeza.
Se entregará al despecha
Y va sin fortaleza
Se inclinará á la tierra mi cabeza.
Y tn sin acordarte
¡ Ah ! vivirás feliz en otro suelo !
Yo no podré olvidarte,
Y sin hallar consuelo
Por gracia pediré la muerte al cielo.
II
Cuando contemplo tus queridos ojos
Y pienso, amigo ; en la cercana ausencia
Xo sé por qué los pérfidos enojos
Me oprimen con su bárbara inclemencia
k
TERESA VERA.
109
Contemplo tristes las fugaces horas
Que raudas cruzan cuando aquí te veo :
¡ Cuan largas y cuan lentas, matadoras,
Las prolonga de verte el devaneo !
En la ausencia pensar ¡ ay de mi suerte
Esperanzas funestas, dolorosas!
¡ Pensamiento que hiela cual la muerte !
¡ Martirio de agonías perezosas !
¡ Ay! ¿y así he de vivir llena de duelo
Sin porvenir, sin dicha, paz ni calma;
Sin atreverme á contemplar el cielo
Donde asilo, tal vez, hallará mi alma?
¡ Oh ! mi amigo, mi bien, tú de mis penas
Calma, por Dios, el amargor insano,
Y si no puedes darme horas serenas,
Dame tu afecto y besaré tu mano.
Dame tu afecto, sí, con él mi vida
Feliz surcara por el mar del mundo ;
Bálsamo fuera que sanar la herida
Pudiera, amigo, de mi mal profundo.
III
Dulces ensueños de la edad pasada,
Visiones bellas de la mente mía,
¿A dónde estáis del corazón lanzada
Imagen del placer y la alegría?
¿A dónde estáis que al alma acongojada
Abandonáis en su amargura impía
Al yugo horrendo de su infausta suerte. . . .
Cuando le niega hasta su paz la muerte. . .
?
POETISAS MEXICANAS.
¡ Ay ! no es posible conquistar reposo
Cuando desgarra el corazó*n la pena;
Cuando los cielos del vivir hermoso
Negra borrasca de pesares llena ;
Cuando es el mundo á la existencia odioso;
Cuando es la vida una fatal cadena,
Que arrastra el triste en su mortal camino
Hasta el término hallar de su destino
¡ Infelice ! y esta es, esta es del alma
La sentencia fatal que la acongoja
¡ Ay ! no tendrá por su martirio palma,
Pues tanto, tanto el padecer la enoja.
En vano busca en sus tormentas calma,
Que de sí misma á un tiempo se sonroja
Al contemplarse débil y pequeña...
¡Y aun con sus males en luchar se empeña!
Tú, en cuyo seno desahogar anhelo
El funesto dolor que me atormenta;
Tú, mi amigo, mi amor, tú, mi consuelo,
Mi acongojado corazón alienta:
Tú, con tu amor, mi bien, calma mi duelo
Y de mi pecho la virtud fomenta,
Y haz que en las flores' de tu amor despliegue
El iris de virtud que me sosiegue.
Abre tus brazos cariñoso y bueno,
A quien te busca llena de tristeza;
Oprime amante en tu amoroso seno
Mi ardiente corazón y mi cabeza;
Que tal vez luego, junto á tí sereno,
Contento latirá con fortaleza,
Y tú podrás decir, "aquí está el pecho
Que yo arrancara del mortuorio lecho! "
TERESA VERA.
111
A UNA FLOR.
i -
Mis ojos nublando el llanto,
Marchita la roja frente,
Sin goces ya, sin encanto. ....
Siempre inclinada y doliente
Bajo el peso del quebranto.
¡ Pobre flor ! ¡ Pobre mujer
Que siente cuanto padece !
La flor nace, vive, crece
Sin pesar ni padecer,
Y lo mismo desparece.
Yo he visto nacer las flores
Bajo el silvestre ramaje,
He aspirado sus olores
Y he rendido á sus primores
Algún sencillo homenaje.
He contemplado su vida
Declinando ; y su hermosura
Ya marchita, decaída,
Triste, mustia y abatida,
Sin aroma y sin frescura.
Y he llorado de congoja
Al observar moribunda
Su corola, que antes roja
Lucid junto á la verde hoja
De la maceta fecunda.
¡ Pobre flor ! ¡ Cuál se asemeja
Tu destino á mi destino !
Cual de tí, de mí se aleja
La juventud, y me deja
En mitad de mi camino
28
ROSA CARRETO.
FÁBULAS.
Fn buen hombre cierto día
Encerró en el palomar
El más primorosa par
De pichones que tenía.
Yendo á darles su alimento,
A uno tan solo encontró,
T plumas y sangre vio
Del otro, en el pavimento.
" ¡Oh, qué dolor! repetía,
Buenos estaban ayer. . . .
Sólo el gato puede ser
Autor de esta felonía."
Y sin más reflexionar,
Y con cólera no escasa,
Dijo al gato de la casa
Que estaba junto al hogar:
"Tu que ocuparte debías
En librarnos de ratones,
Devoras á los pichones
Que son la delicia mía."
ROM CARRETO
ROSA CARRETO.
113
En vano el gato infeliz
Jura al hombre enfurecido
Que no se hubiera atrevido
A cometer tal desliz.
"Conmoverme no podrás
Con tus lamentos y gritos,
Dijo el hombre, y tus delitos
Con la vida pagarás.
"Muy pronto verás, ingrato,
Castigada tu malicia."
Y con atroz injusticia
A muerte sentencia al gato.
Por dicha, la ejecución
No efectuó inmediatamente,
Sino que al gato inocente
Puso en estrecha prisión.
Luego se volvió á mirar
Al pichón que había quedado,
Y á un milano agazapado
Encontró en el palomar.
Aún en las garras tenía
Los restos del pichonzuelo,
Y el hombre con desconsuelo
Así al milano decía :
"Por tí iba, vil animal,
A dar muerte á un inocente,
Cuando eres tú solamente
La causa de tanto mal.
"De nada me serviría
TJn tardo arrepentimiento,
Y á eterno remordimiento
Condenado me vería.
h:~ •* .r.
• r.:i.-j - v ;>>*■..
í/-ft ca i/./iI ■* j.'y^ía editar
A f .■;*:!» tí';».po. t jotra obrar
Tener prudencia es precio:
Pues á tri-ítes consecuencias
Expuestos sin duda e-tamos,
Sí imprudente sentenciamos
Tan solo por attariencias.
II
EL EUISEÍOE T EL CUERVO.
El rey de los animales
Quiso tener en un tiempo,
Para que le divirtiese
Del descanso en los momentos,
Al pajarillo que fuera
En la música más diestro.
Prometió grandes honores,
Y además crecido sueldo
Al que ser cantor de cámara
Lograra por su talento.
Entre varias avecillas
Que tal plaza pretendieron.
Se presentó un ruiseñor.
Cuyo canto dulce y bello
Era de aquella comarca
El hechizo y embelesa
Aunque inútil para el caro.
ROSA CARRETO.
115
Quiso competir un cuervo
Con el ruiseñor canon),
De los pájaros maestro,
Y en presencia del monarca
Abrióse el certamen luego.
Infinitas armonías,
Blandos trinos y gorjeos
Desprendió de su garganta
El ruiseñor hechicero.
Cuando concluyó su canto
Tocóle su turno al cuervo,
Que sólo lanzó graznidos
Desapacibles y fieros.
El mérito de los dos
Califican en secreto
Los animales peritos
Nombrados para el efecto.
Esperan los circunstantes
Que el respetable consejo
Optara como es debido
Por el ruiseñor parlero.
Se hace por fin conocer
Lo que el jurado ha resuelto,
Y con asombro se sabe
Que admiten — — ¿á quién? — ¡al cuervo!
¿ Cómo preferirse pudo
A ese pajarraco negro?
Por la protección de un tigre,
Que era en los tiempos aquellos
De su majestad leonesa
Favorito y consejero.
En muchos casos análogos
Del saber no se hace aprecio,
Y habiendo favoritismo
29
T compadrazgo por medio.
Xo alcanzan los ruiseñores
Lo que consignen los cuervos.
III
LA LDdÉKH AOA Y LA M06CA.
Iji negra mosca envidíala
A la luciérnaga hermosa.
Poní ue con la luz que daba
La obscuridad disipaba
De la noche tenebrosa.
"Mi encanto será mayor.
La necia mi «sea decía:
Saldré cuando acabe el día,
T á propósito el fulgor
Buscaré de una bujía.
" i Por qué no he de brillar yo
Cual la luciérnaga brilla?"
Y sin tardanza tomó,
So se dónde, una cerilla
Que en su cuerpo colocó.
Cuando el sol en Occidente
Ocultó sus resplandores,
Se vio á la mosca imprudente
Volar orgullosamente
Entre las pintadas llores.
Mas como era natural
Apagó el aura ligera
El fulgor artificial,
Y quedóse el animal
Obscuro t*»» 1 siempre fuera.
ROSA CARRETO.
117
La luciérnaga entretanto,
Cuando la noche tendió
Sobre la tierra su manto,
De su luz con el encanto
La pradera iluminó.
Como la mosca arrogante ,
Que galas quiso lucir
Junto al insecto brillante,
Así quiere el ignorante
Con el sabio competir,
A ceder jamás se aviene;
Mas justo castigo tiene
En su propia vanidad,
Pues á hacer patente viene
Mucho más su obscuridad.
IV
LA MARIPOSA T LA ABEJA.
Una gentil, brillante mariposa
Su habitación tenía
En la fresca corola de una rosa
Que al soplo de la brisa se mecía.
Cierta vez, del trabajo fatigada
A la hora de la siesta,
Acercóse á la espléndida morada
Una abejita tímida y modesta.
— ¡Ay! ¿no quieres, gallarda mariposa,
Que descanse un momento,
Dijo la abeja, en tu mansión hermosa,
Pues ya para volar me falta aliento ?
Desde la aurora estoy fuera de casa
Miel buscando en las flores,
J
*!* Mtl - t*l>
Y ya dm ¡»Tjedo mi\ la ***! me abrasa
T me queman dvl > -1 1 ♦> i\>¡ '.and •:*->.
Tt-n o»Ui¡>a-:'a ce mí. querida amiga:
Y n«i querrá^ que muera de fatiga.
Pues ves que caminar me e> imj»^:í le.
— ;Y«» tenerte á mi lal_« un *•.;.• instante!
Di; • la marinea.
— ;Yo tan zentiL tan Italia v arreante.
Jum<» ate;a tan n-gra y a^ue!\tsa?
Xm k» e<i€-re^L tan >~- ;u o. utac-t^
Mis ala> mar. A .iría,
Xo quien* vene a t m iL v* :e -n el a-: \
Que bal larie una wz l I> i~tr a:rvu:aría.
— Seü «ra. ¡» -r j :^Ui i. dnu^e un a^: 1 . \
Durlete «íe mi I!au:..«
Y el cié! • c-arÍL- tu ex:<:r trun ,u:'>
Y aumente de tu< grao:» e! enestuv*.
Cuando el ard:eu:e > 1 drl medioia
MiXten? sus i*Uv : r^
*
?;are tu j-nx-i «sa ó u.iouia
Reenviando á mi b •inir. -■; ue s: .■ evii le r k.
— Ya me csuiñ:> ce -irre. vii mendiga:
Mi risueña m ra ia
A tan sue:«s m^v:.;^ nun:a a' riga.
Y á mi lado sufrir! <s i: ■ me agn* :a. —
La pL*ln? a!v-;a. cu:, u-.vs. Kv> un jiu>
La i^esi tarde e^jvra.
Y bal :e::d> de>oanv*: t >u c^:u:r.>
Pn;«sig;;:;l atravesar. : • la j rad-.ra.
Lkcó la n che. v u tu; esta .i ;r\u.- uía
i\ n imyc tu viruta
Se desaló terrinos y b rtvu ta
Ao my&uada de arrasante v> rt.x.
Sn-n ví -tur.as de >u ira turil un i a
-as r rvvn.as K_a>:
ROSA CARRETO.
119
Por donde quiera el agua las inunda
Y el terrible huracán se ceba en ellas.
En la empapada tierra pantanosa,
Deshojada yacía
La flor do la pintada mariposa
Su habitación magnífica tenía.
¡ Ay ! dijo la infeliz, ¿ qué senda sigo ?
Y de congoja llena,
Buscó para dormir seguro abrigo
Y á la puerta llamó de una colmena.
Las dueñas de la casa cortesmente,
Abren á la cuitada.
Y le ofrecen un sitio bien caliente
En su espaciosa y cómoda morada.
Entre ellas con rubor la mariposa
Reconoció á la abeja
Que en la mañana despreció orgullosa
Sin querer escuchar su triste queja.
Pasó la noche, y cuando el sol fulgente
Salió á lucir sus galas,
Volvióse á la campiña alegremente
Tendiendo al viento las purpúreas alas.
Y siempre que en el prado paseaba,
A contar de aquel día,
A cuantas compañeras encontraba
El caso memorable refería,
Dictándoles en tono de sentencia :
"No le neguéis jamás al desgraciado
Un favor con orgullo y desagrado ;
Pues sé por experiencia
Que el servicio que altivos le negamos
Quizá más tarde á demandarle vamos."
♦ ♦
30
f rr> ».+
v t* t¿.
O".o> ran
>'LaI trai>v^i-o
La candor*;*
a virgen ve exente.
En <i «azraf lo a.»íl- ».
Resbalar de
la ví«ia la o -mente-
; Oh *i e-f-erar j oliera
Que en el claustro mi viía coneícj
Corrieran *;em{ re iguale*
Mi> ventunx»* «ILi> en un conven?".
Y no teniendo ELáItr>.
Sin placer Hi^pirara ni tormento
Y en apacible calina
Anhelara tan solo el t-ien del alma.
¡Oh luna sur-egada!
Tn loz alivia mi d«»l>r amargo.
Y eres por mí esperada
Con ansia dolorosa. ha tiempo largo
£1 mismo que ha me miro
Sofocando mi llanto y mi suspiro.
Condenada al martirio
De no ver en mi vida hora dichosa.
Un constante delirio
Envenena mi vida dolorosa :
Mas cesa mi tormento
Si tn luz ilumina ese convento.
¡Apacible retiro.
En que vírgenes mil. bellas y puras.
En dulce calma admiro !
¡Oh si yo en tu recinto, sin tristuras
Mi desventura fiera
En deliciosa paz trocar pudiera !
i
k
JOSEFA HERACLIA BADILLO. 123
Ya llegas, blanca luna,
Al fin de tu carrera majestuosa,
Y á llorar mi fortuna
Encamino mis pasos silenciosa
¡Adiós, luna serena!
¡Adiós, bálsamo suave de mi pena!
TO PIENSO EN TI.
Yo pienso en tí, tú vives en mi mente
Sola, fija, sin tregua, á toda hora;
Aunque tal vez el rostro indiferente
No deje reflejar sobre mi frente
La llama que en silencio me devora.
En mi lóbrega y yerta fantasía
Brilla tu imagen apacible y pura,
Como el rayo de luz que el sol envía
Al través de una bóveda sombría
Al negro mármol de una sepultura.
Callado, inerte, en estupor profundo
Mi corazón se embarga y enajena;
Y allá, en su centro, vibra moribundo
Cuando entre el vano estrépito del mundo
La melodía de tu nombre suena.
Sin lucha, sin afán, y sin lamento ;
Sin agitarme en loco frenesí;
Sin proferir un solo, un leve acento,
Las largas horas de la noche cuento,
Y pienso en tí.
» ♦
31
POETISAS MEXICANAS.
DOLORES CORREA ZAPATA.
A TEAPA.
¡Al fin te vuelvo á ver! ¡Apresurado
Palpita el corazón !
Pero por Dios que á comprender no acierto
Si late de dolor,
O si el placer que siento al divisarte
Me llena de emoción.
¡ Qué encanto tiene siempre para el alma
El pueblo 6 el lugar do se nació!
¡Tanto tiempo hace ya que no te veo,
Que acaso nuevo á contemplarte voy!
¡ Con qué placer extraño se retorna
Al lugar en que há tiempo se vivió!
Extraña mezcla de esperanza y duda,
De gozo y de temor;
Afectos que se avivan en el alma,
Imágenes que evoca el corazón :
El rostro del antiguo conocido
Que deslizarse nuestra infancia vid;
Las sinceras caricias de nuestra aya
Que nos aguarda con materno amor;
La pequeña casita do nacimos,
El templo, el panteón ;
La imagen del amigo que no existe,
De la choza que el tiempo destruyó;
De la hojarasca seca del camino
El triste melancólico rumor.
ZAPATA.
DOLORES CORREA ZAPATA.
125
Que parece pedir algún recuerdo
Para el árbol que el tiempo derribó,
Dejando á nuestra vista el hondo hueco
Que nos hace sentir vago terror :
Del ayer á los pálidos reflejos
Apareciendo los ensueños de hoy
Mezclados con las nieblas del mañana
En vaga confusión
Con estos pensamientos mi mente preocupada;
Con estos sentimientos henchido el corazón,
En una de tus cuestas, mi Teapa idolatrada,
Páreme á contemplarte con grata admiración.
Risueño se mostraba tu blanco caserío ;
Altivas las montañas que forman tu dosel ;
Hirviente y espumoso el turbulento río
Que en su altivez se inclina para besar tus pies.
I Delirio de mi mente sería si intentara
Pintar tus atractivos, encantador Edén !
¡ Los ricos atavíos que el cielo te donara
Perdieran sus encantos impresos en papel !
Mirando tus llanuras, tus bosques, tus colinas ;
Las fuentes caprichosas que surgen por doquier,
A veces deslizando sus ondas cristalinas
Que remedar parecen murmullos de placer ;
A veces despeñadas de montes majestuosos
En forma de cascadas de atronadora voz,
Los hijos de tu suelo se sienten orgullosos
T en tu grandeza aprenden á conocer á Dios.
Si de extranjero suelo cansado caminante
Acierta por acaso á entrar en tu pensil,
Se para sorprendido y sueña delirante
Mirar en tus mujeres lindísimas hurís.
- - .:'» - "* ¿i_- ""-íu* .'ití '« r*.;tn -.11* >r.,u**
~l».V T _._--rri-
Ll-1.
-^thí :~:<
:1<¿&'.U. :¿:¿¿s la torrarán!
Perd la si á B-í pena se mezcla la alegría:
Tú sabes f i"& ** llevo recuerdos de amigad.
Más fuertes que eso* lazos de dulce simpatía.
Me atraen desde lejos los lazos del hogar!
Acaso Dios ha dado una alma á tus praderas;
Tal vez á tus montañas sensibles hizo Dios;
Acaso han recogido las lágrimas postreras
Con que volví los ojos para decirte adiós,
No encuentro ni una frase que exprese lo que siento:
Los labios enmudecen cuando habla el corazón.
Recibe mis suspiros envueltos en el viento;
¡El cielo te bendiga, mi Teapa; adiós, adiós !
DOLORES CORREA ZAPATA.
127
PINCELADAS.
Entre sus dedos la gentil María,
Tal vez por distracción,
Con maldad inconsciente fué estrujando
Las hojas de una flor.
T cual la noble víctima que cae
Otorgando al verdugo su perdón,
La flor entre sus dedos fué dejando
Aroma embriagador.
Después, el viento, de la pobre rosa
Las hojas dispersé,
T en el viento también quedé impregnada
La esencia de la flor.
Yo conozco en el mundo muchas almas,
Que como aquella flor,
Encuentran una mano despiadada
Que mata su ilusión,
T dejan en la mano que las hiere
La esencia de su amor.
Después, el mundo, que del alma herida
No tiene compasión,
Con sangrientos sarcasmos escarnece
T aumenta su dolor;
T al rodar esparcida por la tierra
La flor de su ilusión,
Va esparciendo en el mundo que la ultraja
La esencia de su amor.
32
128
LáS DOS USAS.
LA LIRA DE ÉL.
Ella, qne forma del amor su historia
Y qne tan sólo en el amor delira,
Henchido siente el corazón de gloria
Guando escucha los cantos de mi lira.
Y yo bendigo del amor sn historia,
Fuente de inspiración para mi lira,
Porque serán los cantos que me inspira
Los lauros más brillantes de mi gloria.
LA LIRA DE ELLA.
Si te cuentan que vibra con dulzura
La lira que de todos ignorada,
Gomo inútil cadáver en su tumba,
Siempre oculta llevé dentro del alma;
No es que en triunfos efímeros soñando,
Inútiles laureles ambicione,
Ni que al mundo dedique yo mis cánticos
Porque del mundo la opinión me importe ;
Es que cambio cantares por aplausos,
Y acojo los aplausos con sonrisas,
Porque quiero que sepas lo que valgo
Guando aplauden las notas de mi lira.
GERTRUDIS TENORIO ZAVALA.
129
GERTRUDIS TENORIO ZAVALA,
A LA VIRGEN HARÍA.
Más pura tú que las flores
Y más que el azul del cielo ;
Más que las auras del campo
Entre las palmas gimiendo ;
Y más bella que las aguas
Del claro y limpio arroyuelo,
Guando la aurora apacible
Lanza su rayo primero.
¿ Quién al pronunciar tu nombre
No siente latir su pecho?
¿ Quién al mirarte no encuentra
De su ansiedad el consuelo?
María, ¡ oh ! ¡ cuánto es dulce
Pronunciar tu nombre tierno,
Y vivir siempre en el mundo
Con tu adorado recuerdo!
Encierra ventura tanta
Tu nombre de amor inmenso.
Cual tiene en noche serena
Estrellas el firmamento.
Si el niño duerme dichoso
Y no es su dormir inquieto,
Es porque tú, Virgen pura,
Estás velando su sueño.
Y si el mortal desgraciado
130
PV>ETI«A£ MZXICA5A«
Croza la tierra sonriendo.
Es porqne tú le prometes
Gozar la vida del cielo.
La flor te da sos perfumes:
El ave su canto tierno.
Y naturaleza toda
Tributa á tu amor incienso.
Tú eres para el peregrino
Que va en la tierra gimiendo.
La palma donde á la sombra,
Para seguir, toma aliento:
Y el hombre que sin tu mano
Cree feliz alzar su vuelo.
Más tarde triste se encuentra
Sumido en inmundo cieno.
El mortal que no te adora
En su pena 6 sus contentos,
No hallara verde palmera
De su vida en el desierto.
EL AMOR T EL DESENGAÑO.
— ¿A dónde vas, bello niño,
Con tus flechas y tus arcos?
— Voy hiriendo á los que habitan
Las chozas y los palacios ;
Voy halagando á los hombres
Con mil juramentos vanos;
Que á mí me rinden tributo
En la ciudad y en el campo.
— Grande, muy grande es tu imperio :
Tú, el de los ojos vendados,
Vas dirigiendo tus flechas
Siempre altivo y temerario.
i
GERTRUDIS TENORIO ZAVALA. 131
Niño de las alas blancas,
No así dispares tus dardos,
Que muchas víctimas deja
Por donde quiera tu paso ;
Y es triste que como el viento
Lleva la flor en verano,
Arrastres así á los hombres
Y los hagas tus esclavos.
— Mas ¿ qué extraño, si en el mundo,
El hombre inconstante y falso,
Nunca guarda allí en el pecho
Cariño por muchos años ?
— Ve que puede maldecirte
El que tan sólo ha encontrado
Mentidos tus juramentos,
Infiel tú, y aun más, ingrato.
— Noble es el alma que adora,
Y en medio del desencanto
No me maldice, y espera
Aun rendida de cansancio.
— ¿Qué haces de tanto suspiro?
¿ Qué de las gotas de llanto ?
— Es el tributo que llevo
Para formar bellos lauros ;
Pues convertidos en flores
Suspiros, quejas y llanto,
Adornan esos sepulcros
En donde gozan descanso
Aquellos que amaron como
Eloísa y Abelardo.
El Amor tendió sus alas
Para cruzar los espacios,
Siguiendo pálido y triste,
En pos suya, el Desengaño.
33
13*
POETISAS MEXICANAS.
QUEJAS.
Ayer en vano te esperé, ángel mío:
Y en inútil afán, triste, las horas
Pasé mirando en ansiedad extrema
Del mar inquieto las movibles ondas.
Tú no llegabas, y miraba trisóte
Que una tras otra las cansadas olas
Dejaban al besar la húmeda arena
Entre su espuma nacaradas conchas.
¡ Era la tarde tan serena y pura,
Y arrullaban tan dulce las palomas !
Mas, di, ¿qué importa si esperaba en vano
Verte á mi lado para ser dichosa ?
Yo te esperé como la flor incauta
Al ave tierna en la risueña aurora,
Que ya olvidada de su amor primero
En otros tiempos su canción entona.
¡ Cuántas veces creyendo que venías
A mi lado con planta cautelosa,
A tu encuentro corrí; mas era el ruido
Que formaban las auras en las hojas!
Di, ¿por qué ayer como en pasados días
No viniste á buscar á quien te adora?
¿ No sabes que sin tí, de la existencia
Ni el cielo tiene luz, ni el viento aroma?
Llorar me hiciste en mi dolor inmenso
Cuando tú el ansia de mi amor no ignoras
¿ Por qué faltaste á nuestra dulce orilla
Si sabes que tu ausencia me acongoja?
GERTRUDIS TENORIO ZAVALA.
133
En vano te esperé : pasé la tarde
Y miedo tuve de encontrarme sola ;
Y me alejé de la desierta playa
Cuando la noche derramé sus sombras.
• ♦
VA
MATEAXA MTBGOA DE AYELETRA.
AUWAB0UL
Lozana ayer, fragante se ostentaba
Lociendo sus espléndidos colores.
T del sol á los ví\idos fulgores
En su tallo gentil se columpiaba.
El céfiro amoroso la besaba
Al arrollo de tiernos ruiseñores :
Era la reina entre las otras flores.
Y el pensil orgullosa engalanaba.
Pero llegó la noche, y la tormenta
De 6us galas airada la despoja
Dejándola marchita, amarillenta:
¡Así la mano del pesar deshoja
La flor de mi ventura, y macilenta,
En el abismo del dolor la arroja!
A TOLLANTZIirCO.
¡ Salve, Tollantzinco hermosa !
Donde el aura es más serena;
Donde es más exuberante
La rica naturaleza;
MATEANA MURGUIA DE AVELEYRA.
r
MATEANA MURGUlA DE AVELEYRA.
135
Donde de las bellas flores
Se aspira la grata esencia,
Y de las aves los trinos
Nos trae la brisa ligera ;
Donde el cielo es más azul;
Do el agua murmura leda
Y brindan ventura y calma
Tus encantadas florestas.
¡ Salve ! el alma conmovida,
Al contemplar tus bellezas,
Olvida sus desventuras,
Olvida sus hondas penas.
¡ Oh ! ¡ cómo pasan aquí
Las horas gratas, serenas !
¡ Cómo transcurre la vida
De dulces encantos llena !
Aquí se siente mejor,
Más goces la mente sueña,
Con más fe, con más confianza
Dicha al corazón espera.
Cuando el ángel del deber
A mis hogares me vuelva,
Bendeciré tu memoria;
La adoraré hasta que muera.
De tus generosos hijos
Me llevaré como prenda
El sentimiento infinito
De amistad franca y sincera.
En tanto, ciudad hermosa,
La de perfumadas selvas,
La de cristalinas aguas
Con las que el sol juguetea,
La de inmensas hortalizas,
La de magníficas huertas,
Frescas, tranquilas, umbrías,
Que al paraíso remedan ;
34
POETISAS MEXICANAS.
Te saludo cariñosa
De placer el alma llena.
Y te ofrezco el homenaje
De mi admiración sincera.
SIMAS.
I
El horizonte obscuro: las estrellas
Ocultas bajo el velo que la noche
En el espacio cuelga,
Y la duda, el pesar, el desencanto
Dentro del alma enferma.
II
Hay en la vida de los recuerdos
Dichas sin nombre, dolor inmenso.
Dudas, pesares, encantos, sueños,
Blancas visiones, mudos espectros,
Fragantes brisas y helados vientos;
Pero en el álbum de mis recuerdos
Hay uno sólo que yo conservo,
Fijo, inmutable, tenaz, eterno!
Por eso lloro, suspiro y rezo.
Cuando en la tarde se va perdiendo
La luz, y brillan allá á lo lejos
Todos los astros del firmamento;
Cuando las flores, quedo, muy quedo,
De amor se cuentan dulces misterios
Dando al ambiente sus castos besos,
Entonces lloro, suspiro y rezo.
¿Y mi plegaria no irá hasta el cielo?
¿No hallará en su alma sentido eco?..
MATEANA MÜRGUlA DE AVELEYRA.
137
A la memoria de los Alumnos del Colegio militar, muertos en defensa
de la Patria el 8 de Septiembre de 1847.
En titánica lucha destrozada
Por injusto invasor la Patria mía,
Heroica, valerosa y esforzada
Sus sagrados derechos defendía.
Para salvar su santa autonomía,
Los niños héroes, en fatal jornada,
Exhalaron su grito de agonía
Antes que verla esclava y humillada.
¡ Gloria por siempre á su heroísmo ! ¡ Gloria !
Que la Fama le lleve por doquiera;
Que sus hojas de luz abra la Historia
Para inscribir sus nombres justiciera;
Y un altar se levante á su memoria,
¡ Do se arrodille la Nación entera !
A MI HIJA,
Casto rayo de luna, blanco celaje ;
De mis sueños de dicha vivo miraje;
Encantada, celeste, dulce armonía
Que inundas de cadencias el alma mía;
Mariposa brillante de mil colores
Que vives en la gruta de mis amores,
Donde hay mirtos y acacias, lirios y rosas,
Violetas y jazmines, tiernas mimosas;
Tú eres la palma
Bajo la cual se aduerme feliz el alma.
V».
ivrn*%* mex:-'%?a«
Ere> la flor preciada de mi existencia
Que vierte en mi camino su rica e>encia:
Ere> el ángel puro de blancas ala>
Que del candor se vi>te la* niveas galas:
Ere* maga hechicera que en luz y flores
Sabes trocar las [tena* y los dulores:
Cuando miro en tus oj«_is. que son mi espeja
De tu amor infinito dulce reflejo.
Enamorada
Me encanto en !<*> efluvios de tu mirada.
Siempre llega á mi oído tu dulce acento
Como tierno suspiro de nian>o viento:
Como arrullo de tórtola gemidora
Que en sus amantes quejas suspira y llora;
Como himno que las aves en selva umbría
Levantan á la aurora del nuevo día ;
m
Como eólica arpa de trovadores
Que entonan en el cielo cantos de amores :
Que hay en tu acento
Las notas argentinas del sentimiento.
¡ Si pudiera librarte mi amor profundo
De los negros pesares que ofrece el mundo,
Te trazara una senda de blancas flores
Donde sólo encontraras dichas v amores!
Mas si no puedo hacerte tan venturosa
Como sueña mi alma, ove amorosa
Mi voz enternecida cuando te dice :
Dios á las niñas buenas ama y bendice ;
Sé siempre buena,
Y alivia del que sufre la negra pena-
REFUCIO BARRAGAN DE TBSCANO
REFUGIO BARRAGÁN DE TOSCANO.
139
REFUGIO BARRAGÁN DE TOSCANO.
EL 16 DE S
Permite, Patria mía,
Que añada á los laureles de tu gloria
Una pobre guirnalda sin valía,
Un canto á la memoria
De tan hermoso cuanto grande día.
Tú, la joya preciada
Por quien Cotón atravesó los mares ;
Tú, la niña bellísima y mimada,
Cubierta de azahares,
Sobre el oro y la plata reclinada.
Tú, que con tu belleza
Atrajiste á tus costas mil bajeles,
Anhelando manchar de tu cabeza
Los mágicos laureles
Y el espléndido sol de tu grandeza.
Levántate orgullosa
Sobre tu rico pedestal de flores ;
Y á esa Europa soberbia y ambiciosa
Muéstrale asaz graciosa
Tu lindo pabellón de tres colores.
35
MEXICANAS.
¡Oh, mi Patria querida!
¡Cuánto mi corazón goza al mirarte
Como el águila libre, no oprimida;
Teniendo por baluarte
De tu preciosa libertad la egida!
Tres siglos te agobiaron
Las despóticas leyes de la España ;
Con el nombre de esclava te humillaron,
T con artera maña
Tus sagrados derechos pisotearon.
¡Tres siglos! Mas un día
Resuena por el Nuevo Continente
Un grito que estremece de alegría,
T á cuyo eco la hispana tiranía
Sobre su trono vacilar se siente.
¿Quién esa voz levanta?
¿ Quién es el hombre denodado y fuerte
A quien ni el hierro ni el poder espanta;
Que no teme al verdugo ni á la muerte,
Al proclamar tu independencia santa?
Es Hidalgo y Costilla,
El héroe sin rival por excelencia,
Que con los pocos hombres que acaudilla,
Gritando libertad é independencia,
El despotismo del Virrey humilla.
A la voz de ese anciano
Se agrupan á su lado mil valientes,
Que el guante arrojan con robusta mano,
Despedazando ardientes
El ominoso yugo del tirano.
REFUGIO BARRAGÁN DE TOSCANO. 141
La libertad asoma;
Vuelves á ser la perla codiciada,
La canora y dulcísima paloma,
La virgen agraciada
Que de tres mares su grandeza toma.
El águila francesa
Salvando la distancia de los mares,
Tus campos de azucenas atraviesa,
Invade tus hogares,
T nueva esclavitud para tí empieza.
Pero pronto se mira
Ondear el pabellón de tres colores ;
La usurpadora hueste se retira ;
Libre otra vez respira
La linda virgen en su edén de flores
Grande eres, Patria mía,
Y grande para todas las naciones :
De la extranjera y dura tiranía
Dos veces los pendones
Has arrojado llena de energía.
No más de tu existencia
La paz vendrá á turbar el extranjero:
Eres libre dos veces ; tu presencia
Infundirá pavor al mundo entero
Al recordar tu doble independencia.
142
POETI8A8 MEXICANAS.
ES MENTIRA.
Nifia gentil y hechicera,
De negros ojos dormidos,
Cierra tus castos oídos,
No oigas tan dulce quimera*
¡Dice que te ama! mentira;
¡ Ya te escucho !
Hombre que mucho suspira,
Finge mucho.
Dice que la noche pasa
En tu hermosura pensando,
T que si duerme, soñando
Te ve entre nubes de gasa.
Aunque en hablar soy sucinta,
Debes creerme ;
Quien más desvelos te pinta,
Más bien duerme.
Dice que tus esquiveces
Y tus desdenes le matan,
Que más á tu imperio le atan
Tus desprecios y reveses ;
Mas va á otra parte, y de fijo
Es felice,
Y lo mismo que te dijo,
A otra dice.
Dice que loco te adora,
Que causas sus desvarios,
Y que viendo tus desvíos
Como débil niño llora.
No dudo llore el tirano
Con enojos,
Cuando el humo del habano
Da en sus ojos.
i
SI -"l."* .-3UTM — J
REFUGIO BARRAGAN DE TOSCANO.
145
Para que este nuevo año que comienza
No traiga sobre mí tus maldiciones,
Y próspero 6 adverso se encamine
A tí, Señor de reyes y señores.
No te pido riquezas, ni te pido
De este piélago inmundo los honores ;
Me basta con tu amor que es tan inmenso
Y que es la fuente de inefables goces.
Me basta con tu amor para que vengan
Unas de otras en pos las estaciones,
De abundantes espigas coronadas,
Coronadas de frutos v de flores.
•>
Mas te pido, Señor, que no me falten
La esperanza y la fe de mis mayores,
Para luchar contra los mil escollos
En que naufraga sin cesar el hombre.
■«» »
-* ■ ^ ^m*^^^
146
POETISAS MEXICANA8.
JOSEFINA PÉREZ DE GARCÍA TORRES.
PÁGINAS DEL CORAZÓN.
RECUERDOS.
Le bou ven ir, presen t celeste
Ombre des biens que Fon n'a plus,
Est encoré un plaisir qui reste
Apres tous ceux qu'on a perdus.
Comte L. Ph. de Séoub.
¡ Pálidos sueños que en la mente mía
Vivís aún con vuestro triste halago!
I Dulces encantos que el amor un día
Me prometió con lánguida armonía
Entre el susurro del ambiente vago !
¡Tiernos suspiros de soñada gloria
Que mi intranquilo pecho aún estremecen !
¡ Pobres fragmentos de pasada historia,
Que al venir á posarse en mi memoria
Dolores y pesar sólo me ofrecen !
¡ Auras divinas de murmurio leve
Que al desplegar sus perfumadas alas,
Me vienen á brindar su halago breve ;
Mas luego el soplo del dolor aleve
Desgarra impío tan brillantes galas !
¡ Ecos del alma que en afán doliente
Remedan sin cesar dulce quimera !
¡ Áureos celajes que en mi mustia frente
Dejaron una huella tan ardiente
Como es ai-diente la ilusión primera !
l
REFUGIO BARRAGÁN DE T08CANO.
143
Te dice que eres muy beila,
Que como tú no hay ninguna ;
Cuando te llama su luna,
Es que tiene sol y estrella.
Que es como la mariposa,
Va serena
Volando de rosa en rosa ;
No se llena.
No te le muestres liviana,
Guarda de tu amor la esencia ;
Si hoy juega con tu inocencia,
Se reirá de tí mañana.
Niña gentil y hechicera,
Ve con tiento ;
Lo que te dice es quimera,
Humo y viento.
Ese amor como la ondina
Vive de ruido y alarma:
T amor que nace del alma,
No lo dicen, se adivina.
Pues temiendo hacer agravios,
O sonrojos,
Muestra el fuego de los labios
En los ojos.
INVOCACIÓN AL TODOPODEROSO.
PARA EL PRIMER DÍA DEL AÑO.
¡ Oh Dios ! de cuya diestra poderosa
Dependen los destinos de los hombres,
Y á cuya voz con estallido ronco
Vibran los rayos, se estremece el Orbe :
36
144
POETISAS MEXICANAS.
Tú, cuyo Ser el universo adora,
Y cuya Majestad nadie conoce
Sino al través de un velo impenetrable,
Velo que sólo nuestra fe descorre :
Tú, que ves lo pasado y lo futuro,
Y lo presente pródigo dispones,
Que descansas en trono de brillantes
Sobre millares de esplendentes soles :
Tú, que das vida á todo lo que existe,
Desde el junquillo hasta el altivo roble,
Desde la mar que brama hasta el riachuelo,
Desde el insecto mísero hasta el hombre :
Tú, que desde antes de que yo naciera
Ya me amabas solícito, y de entonces
Ya pensabas verter tu sangre pura
Para lavar mis crímenes enormes :
Tú, que en mi juventud me diste esfuerzo
Contra el férreo dogal de las pasiones,
Y en mi niñez mis pasos dirigiste
Librándome de riesgos y temores:
Tú, que me diste un padre bondadoso
Que endulzara mis penas y dolores,
Y mía madre también que cariñosa
Me arrullara con besos y canciones :
Tú, de quien cada día, á cada instante
Recibo beneficios y favores,
Los que apenas me vienen de tu mano
Cuando mi alma sin fe los desconoce :
Tú, en fin, que como padre providente
Mis penas calmas y mis ruegos oyes,
Derrama en mí tus bendiciones santas,
Cúbreme de tus gracias y tus dones,
k
JOSEFINA PÉREZ DE
k
J08EF1NA PÉREZ DE GARCÍA TORRES.
147
¡ Flores marchitas que en mi acerbo llanto
De sus hojas aún guardo el perfume!
¡ Triste recuerdo de fugaz encanto,
Que mi existencia condenó al quebranto
T poco á poco mi valor consume !
¡ Albas visiones que al influjo blando
De mi pasión febril miré tan bellas!
¡ Ráfagas de oro que al pasar besando
El éter de zafir, iban marcando
Áureo camino de sin par estrellas !
¡ Puros fulgores de la tenue aurora
Que alumbraron fugaces mi ventura!
¡ Vagos rumores que al gemir ahora,
Aun me encanta su acento y me enamora,
Sabiendo que es mentida su ternura!
¡ Sombras que vagan cuando á mi alma asiste
De la dicha un destello que no alcanza!
¿ Por qué el bien que se llora y ya no existe
Deja un pesar ai corazón, tan triste,
Como es triste un amor sin esperanza ?
«
¡ Ay ! no lo sé ; pero fulgor ó sombra,
Aura ó suspiro, tempestad ó calma,
Ensueño ó flor, ó ráfaga que asombra,
Son los recuerdos que mi labio nombra,
Y que serán de mi existencia el alma.
¡VEN!
¡ Oh ! ven á mí que en mi dolor te llamo
Para apagar en tus pupilas bellas
La psíquica pasión en que me inflamo ;
Ven, y de amores, al oir que te amo,
Temblarán envidiosas las estrellas-
1
37
148
POETISAS MEXICANAS.
Ven, que ja el aura con amante giro
Murmura en torno del nenúfar que amas,
Y en bu nectario entusiasmada aspiro
£1 perfume que exhala tu suspiro
Cuando las notas del laúd derramas.
Ven, que si el mundo con pesar y enojos
Te hace inclinar la frente entristecida,
Aun tienen llanto que verter mis ojos,
Y partidos entre ambos los abrojos,
Una será tan sólo nuestra vida.
SONETOS.
EL ATEO.
Guando el rayo del sol tenue resbala,
Del mar la superficie tornasola,
Y la argentada espuma de cada ola
Biza y extiende de la brisa el ala.
En el zafiro de esplendente gala
La luz del sol las nubes arrebola,
Y en su barquilla tierna barcarola
El pescador con dulce voz exhala.
Al ver aquella escena, del abismo
En que el alma yaciera del ateo,
Surge una luz, destello de Dios mismo,
Y exclama de rodillas: "¡Devaneo
Era, Señor, mi falso escepticismo :
Existes, sí, y en tu grandeza creo."
JOSEFINA PÉREZ DE GARCÍA TORRES.
149
II
FLOR DE UN DÍA.
"En alas de la brisa vagarosa
Recibe los suspiros que te envío ;
Puros como la gota de rocío
Que guarda el cáliz de lozana rosa."
Así dijo una niña primorosa
A la margen de un manso y claro río,
Que de la ausencia ante el dolor impío
Inclinaba la frente pesarosa.
Al escuchar sus quejas una ondina
Sobre una nube de cresp<5n flotante
Le dice con cadencia peregrina :
11 No llores, que el amor dura un instante,
Y en sus giros el aura vespertina
Se llevó las promesas de tu amante."
III
TJN SUEÑO FUÉ NO MAS.
Soñé que al suave impulso del ambiente
Luchaba yo con mi dolor á solas,
Y al acaso flotaba entre las olas
Al ronco tumbo de la mar hirviente.
Que entonces de tu voz oí la ardiente,
Dulce expresión en tiernas barcarolas ;
Tu frente circundaban aureolas
Del fuego de la gloria indeficiente.
Por tus trovas de amores fascinada,
A tus brazos llegué cuando amoroso
Tu labio un paraíso me ofrecía.
Uní mi alma á la tuya apasionada ;
Diste en mi frente un ósculo fogoso
¡ Todo fué una ilusión del alma mía !
150
POETI8A8 MEXICANAS.
IV
¿De dónde vienes, ave peregrina,
Que el éter mides con tu raudo vuelo?
¿ Quieres acaso remontarte al cielo
En alas de la brisa vespertina?
¿Buscas, como la linfa cristalina
Que cruza el prado con amante anhelo,
Otro ser que mitigue tu desvelo ?
¿Quién eres? ¿Dónde vas, ave divina?
— Donde voy ¡no lo sé! Vago llorando;
Siento mi corazón marchito y muerto;
Que á sufrir el destino me condena-
— Yo también, como tú, marcho cruzando
De mi existencia el perennal desierto !
— Entonce eres mi hermana, ¡soy la pena!
V
EL BESO.
En el follaje de la selva un día
Hallé una flor de esencia deliciosa,
Y en sus pistilos una mariposa
Que su amor con la vida le ofrecía.
"Yo te adoro, mi bien, le repetía
Nada temas : la estrella luminosa
Que ora brilla en el cielo misteriosa,
Es quien tu suerte con mi suerte guía."
La bella flor con lánguida ternura,
Trémula de pasión y de embeleso,
Doblando al suelo su corola pura,
"Te adore," dijo con febril exceso
Y en ese instante de sin par ventura,
Confundieron sus almas en un beso.
i
JOSEFINA PÉREZ DE GARCÍA TORRES.
151
VI
GOTAS DE LLANTO.
Pasa el aura con lánguido suspiro
Entre las flores del ameno prado ;
Pasa vertiendo su fulgor plateado
El astro de la noche en blando giro.
Pasa abril con sus galas que yo admiro,
Y el invierno también triste y velado ;
Pasa la juventud, sueño encantado,
Ángel de luz con alas de zafiro.
¡ Todo pasa ! El amor, las ilusiones
¡ Son un sueño no más ! ¡ Falaz encanto
Que viene á emponzoñar los corazones !
Así muere también el triste canto
Que entono de pesar y decepciones,
¡Y eterno es sólo mi angustioso llanto 1
VII
Véspero tenue su fulgor resbala
Cuando la noche su capuz extiende,
Y el insectillo que su vuelo tiende
Liba en la flor la aroma que se exhala.
Entre las nubes de brillante gala
Surge la luna que su rayo esplende,
Y á su influjo feliz al fin desciende
La opaca bruma que al crespón iguala.
Así al fulgor que emana de la ciencia,
Alumbrando el camino de la gloria,
Se abre á la luz la oculta inteligencia ;
Y después de esta vida transitoria,
Como guarda la flor su pura esencia
Nuestro recuerdo guardará la historia.
38
POETISAS MEXICANAS.
VIII
MI ILUSIÓN .
Canta la alondra cuando el sol divisa
Para calmar la pena que la acosa,
Y entre el ramaje la torcaz llorosa
Arrulla tierna, á su pasión, sumisa.
Al dulce halago de la mansa brisa
Se agita la pintada mariposa,
T el néctar liba de la blanca rosa
Que guarda entre su cáliz indecisa.
Sólo yo triste en mi penar llorando
Con mi desdicha y mi dolor me pierdo,
T el erial de mi vida iré cruzando
Sin dejar ni una huella ni un recuerdo;
Pues la ilusión de mi alma más querida
Entre sombras la miro ya perdida.
IX
PÁGINAS DEL CORAZÓN.
El astro de mi fe ya en lontananza
Miro perdido, en tanto que las flores
De tu amor, sin perfumes ni colores,
Nada tienen que halague mi esperanza.
En medio del dolor mi pecho lanza
Suspiros que revelan mis temores;
Siento en el alma bárbaros dolores
Que á mitigar tu amor quizá no alcanza.
¿Qué es pues mi vida, sin la fe y creencia?
Caos de sombra y de penar impío,
Pues el mundo en su cruel indiferencia
No comprende el amargo llanto mío ;
Y cual ola fugaz va mi existencia
El mar cruzando del dolor sombrío.
fi";:;3ca cahlci
FRANCISCA CARLOTA CUELLAK.
153
FRANCISCA CARLOTA CUELLAR,
AUSENCIA.
i Lejos de tí ! Perdida la esperanza
De volver á estrecharte entre mis brazos ;
Deshechos para siempre aquellos lazos
Que más íntima hicieron nuestra unión :
Sin poderte decir cuánto padezco ;
Sin saber si tú me amas cual te adoro ;
Si lloras ó has llorado como lloro ;
Si conservas de mí alguna ilusión.
¡Oh! ¡qué lentas las horas me parecen!
¡ Qué pesado es el aire que respiro !
Hasta la luz del sol pálida miro ;
Hallo sombra y tristeza por doquier.
Son mis noches de lágrimas é insomnios ;
Encuentro amarga hiél en mi alimento;
No he tenido de calma ni un momento;
No ha cesado mi horrible padecer.
Al separarnos ¡ ay ! sentí que el alma
Me arrancaban de un golpe bruscamente ;
Un peso enorme doblegó mi frente
T caí entre las garras del dolor !
Y exhaló mil tristísimos gemidos ;
Me inundé en los raudales de mi llanto ;
Porque eran de mi vida el solo encanto,
Único objeto de mi ardiente amor.
151
POETI8A» MBXICA9AB.
¡ Y los años transcurren ! Pasa el tiempo,
Y nunca llega para mí la hora
De escuchar tu palabra seductora
Siquiera el eco de tu dulce voz
Yo no puedo vivir sin contemplarte ;
No soporto ya más tan larga ausencia;
Ella abrevia los días de mi existencia
¡ Sí, me consume este pesar atroz !
Mas si ya no he de verte ; si el destino
Ha puesto entre tú y yo grande barrera
¿ Qué más felicidad apeteciera
Que dejar al instante de existir?
Allá do todo acaba, acabaría
El frenético amor que por tí siento ;
Mis lágrimas amargas, mi tormento,
Este grande agudísimo sufrir.
COMPOSICIONES FESTIVAS
AYÚDEME USTÉ 1 SENTIR.
Ha estado usted en reuniones
De trentes acomodadas;
En bailes, en tamaladas,
Conciertos, comclitones,
¡ Y perdió las ilusiones,
Y ya no más quiere ir!
El por qu<5 voy á decir.
Aunque esto no es un proceso. ..
Mas justamente por eso
Ayúdeme usté <f sentir.
FRANCISCA CARLOTA CUELLAR.
155
Vio usted á varias "pollitas"
De familias distinguidas,
Tocando el piano, instruidas,
Elegantes y bonitas ;
Con toilettes tan exquisitas,
Que no hubo más que pedir;
Pero llegó á descubrir
Que niñas tan hechiceras,
Son crueles altaneras
Ayúdente usté á sentir.
Que en grupos 6 carriUitos,
Sólo de novios platican ;
Que cuanto miran critican
Con insolencia y á gritos
¡ Benditos padres ! ¡ benditos ! .
Que olvidando el porvenir,
No cuidan de introducir
En aquellos corazones
De la moral las lecciones
Y. • . . ayúdente usté á sentir!
No es nada más la instrucción
La que hace á una niña buena;
Lo que de virtud la llena
Es la fina educación.
Ella forma el corazón
Obligándolo á latir
Por el continuo sufrir
Del enfermo, el desgraciado
¡ Mas no las han educado,
T ayúdeme usté á sentir!
Vio también jamonas finas,
Que aun se conservan hermosas;
Pero tontas, orgullosas,
39
POETISAS MEXICANAS.
Y con lenguas viperinas
Flores con muchas espinas
Que nadie quiso admitir,
Y. . . . quedáronse á vestir
Al buen ladrón y otros santos. . . .
Por eso hieren á tantos
Y. . . . ayúdeme usté á sentir!
Hubo pollos entumidos,
A cartujos semejantes,
Que de la reunión distantes,
Estaban casi dormidos.
Otros bruscos, atrevidos,
En continuo ir y venir,
Que no quiero describir;
Porque estos medio salvajes
Son hijos de personajes
Y ayúdeme usté d sentir !
No faltaron cotorrones;
De estos tipos hubo varios ;
Unos, ricos, millonarios,
Otros, pobres, camaleones.
Mas todos con pretensiones,
Y procurando lucir
Ya su lujo en el vestir,
Ya su gracia irresistible
Y es todo esto tan risible
Que ayúdeme usté á sentir!
Y tanto, tanto ha encontrado,
Que tuvo usted mil razones
En perder las ilusiones
Y quedarse fastidiado.
Pero un mal tan arraigado
¿Quién pudiera corregir?
FRANCISCA CARLOTA CUELLAR.
157
Deje las cosas venir,
Debemos ser indulgentes
Mas los yerros de las gentes,
; Ayúdeme usté á sentir!
CASAS DE VECINDAD.
Lector, si usted no tiene ni ha tenido
Jamás necesidad
De habitar esos antros que se llaman
Casas de vecindad ;
Si allí no se ha encontrado ni un momento,
¡ Ay ! no puede saber
Cuánto sufre quien va por su desdicha
En ellas á caer!
Un poco le diré para que niegue
Al cielo sin cesar,
Por los que el cáliz de amargura tanta
Por fuerza han de apurar.
Entra usted al zaguán, y en el instante
¡Se asfixia! ¡cree morir!
Algo hay tras de la puerta que ni debo
Ni quiero describir ! \
Tropezando con palos, lodo, harapos,
T piedras de lavar,
Llega frente al tugurio del casero,
Que está en primer lugar.
Siguen gallos, palomas y pericos,
Que unidos verá usté,
Con pájaros, gallinas, perros, gatos,
¡ Toda el arca de Noé !
Y entre montes de tiestos y cajones
Conteniendo ¡ qué horror !
Yerbas secas, abrojos, telarañas,
T ni una triste flor
158
P0ETÍSA8 MEXICANAS.
Entre éstos y mil bosques de basura,
Apenas si se ven
ITna que otra cabeza enmarañada
En cambio hay ojos ¡ cien !
Que contemplan á usted como si fuera
Un extraño animal ;
le clavan miradas que lo hieren
Lo mismo que un puñal :
Tormentos imposibles que usted debe
Resignado sufrir,
Si quiere con aquellos sus vecinos
En santa paz vivir,
Después de los estorbos y trebejos
De aquel patio infernal,
Encuentra una escalera destruida,
Angosta, desigual;
Y debajo de cuerdas que figuran
Arcos ó* pabellón,
De las que cuelgan trapos destilando
Agua negra y jabón,
Pasa sucios y tristes corredores,
Hasta que puede hallar
La vidriera ó* portón desvencijado
Que resguarda su hogar.
Pero en él sufrirá mayores penas
Allí hay la esclavitud
De no gozar ni un rato de silencio,
De calma, de quietud ;
Porque se oyen, ya el grito penetrante
De un pequeño bebé
A quien dejan llorando noche y día
Lector, ¿ lo creerá usté ?
Ya las risas y cantos de un perico,
Que está sin descansar
Repitiendo "lorito, ¿eres casado?"
Y después ¡á chillar!
/
*
FRANCISCA CARLOTA CUELLAR.
159
Ya la zambra insufrible de muchachos
Que vienen en tropel
Imitando á Ponciano y Mazzantini
Allá en el redondel.
; Y aquellos picadores ! y aquel toro
Bravísimo, feroz!
Para hablar 6 reír esfuerzan tanto
Su destemplada voz,
Que le parece á usté que en sus oídos
Clavaron un buril,
Y reniega de diestros, de corridas,
De toros y toril.
Termina el toreo aquel, pero es difícil
Que logre descansar,
Porque ya en la vivienda más cercana
Comienzan á cantar ;
Y tiene usté que oir por muchas horas
Una misma canción :
I Notas desafinadas y tan largas,
Que ¡ntenninab.es son!
Por allá el piano tocan á porrazos.
Con rabia ó frenesí;
Por acá sólo estudian, mas no salen
Del simple do, re, mí
Y como ya está ronco el instrumento
Que piano-forte fué,
Es algo parecido á cencerrada
Lo que le dan á usté.
Auméntase el conjunto de ruidos
Con el tenaz ladrar
De una gruesa de perros, que ha espantado
El gendarme al entrar,
Pues riñe un matrimonio, y los vecinos
Lo remiten al juez;
Y hay lágrimas, silbidos, y blasfemias,
Y risas á la vez !
40
Wp
rfJ*TÍ*A» MEX3CA3AM.
Van al fin km esporo*» á chirona,
Pero en la vecindad
Quedan de coarto á cuarto munnurando
Cruelmente, sin piedad
Una por una da los pormenores
De lo que pudo ver,
Durando aquellas charlas y alboroto
Hasta el amanecer !
£1 murmullo de voces que usted oye,
Quiera 6 no quiera oir,
Le hace pasar la noche sin que pueda
ün instante dormir;
Y cuando intenta conciliar el sueño
Porque se siente mal,
Empieza de los pájaros y gallos
El canto matinal ;
Y el entrar y salir de los vecinos
A paso muy veloz
Produciendo en el suelo sus tacones
Un estrépito atroz ;
De los que hacen allí botín comente
El eterno golpear ;
Los gritos de mujeres, de animales,
De niños y ¡lámar!
No viva usted jamás en esas casas,
Apreciable lector,
Pues hablé de los males más pequeños;
Me falta el mal inavor
Los apodos, calumnias, burlas, chismes,
Odios v enemistad.
Que tiene que sufrir todo el que se halla
En una vecindad :
Y tanta tanto, que es mejor callarlo;...,
Tan s<51o le diré
Que á los que están sufriendo esos martirios
Los compadezca ust&
\
\
luz a. núSez ds garcía. 161
LUZ G. NÚSEZ DE GARCÍA.
LA PRENDA DE AMOR.
Eunice la bella, sencilla pastora,
De frescas mejillas y boca infantil,
De gracias portento, beldad seductora,
Risueña y alegre como alba de abril,
Al prado una tarde bajó presurosa,
La frente adornada de blanco jazmín,
Prendida en el pecho fresquísima rosa
Que de sus mejillas envidia el carmín.
Llegóse á la fuente por ver retratada
Del agua en el fondo su tierna beldad ;
Y al verla, la fuente movióse turbada ;
T Eunice, sonriendo con gracia y bondad,
"No muevas, le dijo, tus aguas tan presto,
"Que en ellas yo quiero mi rostro mirar;
"La tarde ya espira, el sol ya se ha puesto,
"Y al bosque al instante yo debo llegar. "
La fuente quedóse de nuevo tranquila;
La bella pastora su faz inclinó;
Y en ella fijando su hermosa pupila,
Eunice de nuevo con gracia sonrió.
Mirtilo, que absorto y amante la mira,
Oculto hasta entonces tras verde arrayán,
Fijando sus ojos en ella, suspira
Y tímido quiere decirle su afán.
POETISAS MKXICAKAS.
Se acerca turbado, la voz conmovida,
T "niña, le dice, si quieres mirar
" Tu faz seductora que encanta mi vida,
" Que roba mi calma, que me hace llorar,
"Deten un momento tus ojos hermosos,
"Mirando en los míos tu rostro infantil,
"Tus frescas mejillas, tus labios graciosos
" Tu frente serena como alba de abril.
" Y dame esa rosa que llevas prendida,
"Eunice, te ruego; no me hagas sufrir.
" Yo quiero que me ames ; tu amor es mi vida ;
"Si no oyes mi ruego, verásme morir."
La joven del pecho desprende la rosa,
Y "toma, Mirtilo, le dice, la flor;
" Consérvala siempre cual prenda valiosa,
"Pues ella te lleva consigo mi amor."
— "Eunice, te juro mi amor verdadero,
"Y siempre dichoso verásme desde hoy:
"En prenda te ofrezco el blanco cordero
"Que siempre me sigue doquiera que voy.
— "Adiós; es muy tarde, la joven murmura;
"Adiós, á mi choza yo debo llegar;
"Jamás olvidarte mi fe te asegura,
" Y en mi alma grabada tu imagen llevar."
— " Eunice, al oirte de amor me extasío,
"Que dicha tan grande jamás merecí:
"Y ya que te alejas, recuerda, amor mío,
" Que triste, muy triste me quedo sin tí."
Perdióse en el bosque la joven ligera
Cual tímida cierva que ve al cazador;
El manso gustoso siguió su carrera,
Y triste á su choza volvióse el pastor.
LUZ Q. NÚÑEZ DE GARCÍA.
163
La tarde callada sus luces postreras
Allá tras el monte lejano ocultó;
La noche en el cielo prendió sus lumbreras,
T el campo en silencio de nuevo quedó.
AMOR T LLANTO.
FRAGMENTO,
Quiero decirte que te amo
Con un amor tan inmenso,
Que ya en mi pecho no cabe
Amor más anuente y tierno.
Te amo como aman las flores
Del sol el rayo primero
Que hace temblar en su cáliz,
Como lágrima del cielo,
Fresca gota de rocío ;
Como el arrebol risueño
De la esplendente mañana
Ama el cefirillo tierno
Que suspira cariñoso
Entre las hojas del trébol;
Como las auras del bosque
Aman el fresco arroyuelo;
Como la tórtola amante
Ama el sauce y el desierto ;
Como la pálida tarde
Ama á su hermoso lucero ;
Como se quieren ardientes
Los serafines del cielo.
*
¡ Así te quiere mi alma !
Por eso yo me entristezco
Cuando no miro tus ojos
Que son de tu alma el espejo ;
41
L.
POETISAS MEXICANAS.
Cuando no estrecho tu mano,
Ni en tu cariñoso pecho
Puedo contar los latidos
De tu corazón, que inquieto
Quiere abrasarse en la llama
De amor que en el pecho tengo.
Por eso pálida y triste
Como las flores de invierno,
A todas horas suspiro,
A todas horas me quejo,
Y gimo desventurada
Como gime sin consuelo
La tortolilla que ausente
Se ve de su amado dueño.
Suspiro como las flores
Que, lejos del patrio suelo,
Allá en clima muy remoto
Lloran su triste destierro,
Sin sus brisas, sin sus auras,
Sin los cariñosos besos
Del céfiro que amoroso
Las meció cuando nacieron.
Por eso lloran mis ojos,
Porque yo sin tí me muero,
Que eres la luz que me alumbra,
Mi dulce paz, mi consuelo.
Ámame siempre, bien mío,
Tan apasionado y tierno
Como me quieres ahora ;
Y nunca se extinga el fuego
De ese corazón que es mío,
Que en ól abrasarme quiero
Hasta que ya no palpite
Mi corazón dentro el pecho.
Mírenme siempre tus ojos
LUZ G. NÚÑEZ DE GARCÍA.
165
Tan apacibles y tiernos ;
Háblenme siempre de amor
Con sus miradas de fuego,
Pues me siento muy dichosa
Cuando me retrato en ellos :
Y déjame contemplar
Siempre tu rostro risueño ;
Deja que de amor suspire,
Reclinándome en tu pecho,
Y que de tu voz escuche
El suave y dulce acento.
Ámame siempre, bien mío,
Tan apasionado y tierno
Como me quieres ahora ;
Y nunca se extinga el fuego
De ese corazón que es mío,
Que en él abrasarme quiero
Hasta que ya no palpite
Mi corazón dentro el pecho.
A TOTA TÓRTOLA.
¿ Por qué, tortolilla triste,
Das al aire tantas quejas?
¿Qué angustia te oprime el alma?
¿Qué dolor tu pecho llena?
¿Acaso has visto alejarse
Al dueño de tu existencia
Y por eso dolorida
Suspiras de esa manera?
¿ Desde cuándo te abandona
Y a padecer te condena?
¿ Desde cuándo no te mira
Y de tu nido se aleja?
POETISAS MEXICANAS.
Vienes tu pena á confiarme
T quieres que te comprenda,
Sin duda porque conoces
Que igual dolor me atormenta.
Como tú también yo vengo
Á llorar junto á esta peña,
Cuando declina la tarde,
Cuando se abre la azucena.
Así como tú, llorando
Pasaré mi vida entera,
Porque á mi dueño no miro
T, esquivo, su amor me niega.
Aquí vengo para enviarle,
Sobre las auras serenas,
Mis cariñosos suspiros
T mis amorosas quejas.
Vengo á recordar las horas
En que alegre y satisfecha,
En su pecho reclinada
Viví de delicias llena.
En este sitio dichoso
Le miraba. ¡Qué contenta
Deslizábase mi vida
Quieta, apacible y serena!
Esta fuente su murmurio
Nos daba lánguida y tierna,
T blando y mullido asiento
La verde y húmeda yerba-
Nos arrullaban con cantos
Las avecillas parleras,
Y nos daban sus aromas
Las flores de la ribera.
luz a. núSez de garcía.
167
Y bajo aquella magnolia,
Que altiva su tallo eleva,
Con mi mano entre las suyas
Me ha prometido fe eterna.
Más acá, junto á la tapia
Que cubre la madreselva,
" Adiós," me dijo, ofreciendo
Para otro día su vuelta.
Y han pasado muchos días,
Muchos ¡ ay ! sin que le vea,
Y le espero sin cesar,
Triste, amorosa é inquieta.
Y cuando miro del alba
Asomar la luz primera,
Entre su manto de rosa
Miro mi esperanza envuelta.
Y le espero todo el día,
Pero es en vano no llega;
Y cuando la tarde espira
También mi esperanza es muerta.
La noche me encuentra sola,
Sumergida en mi tristeza,
Llorando mi desventura,
Llorando su triste ausencia.
Y ya que el cielo dispuso
Que igual suerte nos cupiera,
Ven y seremos amigas;
Ven y conmigo te queja.
Ven á contarme que sufres,
Y te contaré mis penas;
Y tú, tórtola inocente,
Serás mi fiel mensajera.
42
POETISAS MEXICANAS.
Te esperaré por la tarde,
Escondida en la arboleda;
Y en Becreto allí sabrás
El dulce nombre que lleva.
Anuncíale que te envío,
Después de darte por seña
Una rama de este sauce
T esta olorosa verbena.
Díle que en mi corazón
Guardo todas sus promesas;
Que moriré si no me ama
Y si de mí no se acuerda.
No le busques en bullicios
Ni en medio de locas fiestas,
Ni entre el común de los hombres
Pienses que encontrarse pueda.
Vuela, pues, mi fiel amiga;
Cruza el espacio ligera,
Y si logras encontrarle,
A darme vuelve la nueva.
REFUGIO ARGUMEDO DE ORTIZ
MARÍA DEL REFUGIO AROUMEDO DE ORTIZ.
169
MARÍA DEL REFUGIO AROUMEDO DE ORTIZ.
HOGAR.
¡Hogar! bendito hogar, nido de amores;
Asilo contra el mal y los dolores,
Donde el alma respira enajenada
Las brisas del encanto y la ternura,
Húmedas con la esencia de las flores.
Templo sagrado de cariño santo,
Donde el ángel risueño de la dicha
Tiende su azul y perfumado manto
Entre celajes de oro;
Arca que guarda de ternura innata
Espléndido y riquísimo tesoro ;
Donde se encuentra la bendita calma
Y se dilata en lo infinito el alma.
Aquí mi corazón late tranquilo ;
Oigo en su fondo mágica armonía,
Arrullos y suspiros
Que encantan mi existencia,
Encendiendo la idea,
Entre iris esplendentes de colores,
Y estrellas y luceros
Que brillan suavemente,
Besando con su luz mi mustia frente.
Olvido aquí mi pena y mi desvelo,
Mi angustia y mi amargura,.
De mi vida la negra desventura.
O POETISAS MEXICANAS.
Cercada de mis hijos dulcemente,
Me aduermo enajenada,
Viendo brillar en sus lucientes ojos
La hermosa luz de mágica alborada.
i Aquí bajo su influencia y su cariño,
Olvido mi desvelo,
Porque es su voz sonora melodía
Con sus notas dulcísimas del cielo.
Aquí no me persiguen los dolores,
La envidia y el quebranto ;
Que al ver el grupo de mis tiernos hijos,
Gozo risueña placentero encanto.
Oasis de flores en mi erial camino,
Que el sol inunda con sus rayos de oro,
Donde escucho sonora melodía,
Do no hay rencores ni fatal mudanza,
Donde me alumbra con su luz divina
El ángel ideal de la esperanza.
Cuántas veces suspiro enamorada
Contemplando á mis hijos dulcemente;
Son ellos la ilusión más nacarada
Que se agita en mi mente ;
Un poema divino
De ensueños, de esperanzas y de flores ;
Un idilio del cielo
Que cubro un ángel con su blanco velo.
Los contemplo extasiada,
Y al escuchar su acento peregrino,
Hallo valor en mi letal quebranto
Pava luchar con el fatal destino.
Es mi bendito hogar un cuadro hermoso,
Donde habita el amor, reina la calma :
Unos hijos modelo de ternura,
Abnegados, sufridos.
MARÍA DEL REFUGIO ARGUMEDO DE ORTIZ. 171
Encanto lisonjero de mi alma;
Una madre que sufre resignada
T que goza un edén de bienandanza
A la luz sideral de su mirada.
¡ Hogar ! ¡ bendito hogar ! aquí respiro
Y olvido el egoísmo emponzoñado ;
Aquí con el cariño de mis hijos
Se dilata mi seno apasionado.
Mira, Señor, desde tu inmensa altura
A una madre que sufre y que te implora ;
Deja caer tu bendición sagrada
Sobre su mustia frente ;
Escucha nuestro acento,
Y no dejes, Dios mío, me consuma
La tristeza mortal, el desaliento.
Oye mi voz que con fervor te implora ;
Oye de mi alma el tembloroso grito,
Y cubre con tus alas de diamante
Los hijos de mi amor, mi hogar bendito.
RECUERDO TRISTE.
¡ Qué triste late el corazón ardiente !
En hondo duelo sin cesar suspira,
Y en mi memoria el pensamiento gira,
E inclino mustia mi abatida frente.
El ángel del dolor mi canto inspira ;
Hay átomos de fuego en el ambiente,
Y en mi dolor crudísimo y profundo,
Negro desierto me pareee el mundo.
Yo recuerdo en mis horas de amargura
Una tarde en que el sol iba muriendo,
Y la noche con negra vestidura
Iba su manto en el zafir tendiendo.
43
POETIHAM MEXICANAS.
La blanda brisa que de amor murmura
Suspiraba tristísima gimiendo ;
Y la madre de mi alma agonizaba;
Y en mí sus ojos con afán clavaba.
Yo la veía con intenso anhelo ;
Y á la luz de una lámpara muñen te,
En amargo, terrible desconsuelo,
Miré palidecer su blanca frente.
Alcé los ojos con dolor al cielo
Cn suspiro exhalé, triste, doliente
Volví á mis hijos la mirada incierta
La madre de mi amor, estaba muerta....
DESALIENTO.
Tiembla en el cáliz de la blanca rosa
La gota cristalina de rocío;
Cruza ligero murmurando el río ;
La niebla se levanta vaporosa:
Gime suave la brisa vagarosa
Entre arboleda de ramaje umbrío,
Y en las noches templadas del estío
La luna se desliza misteriosa
Sólo mi alma, de duelo entristecida,
Vaga entre sombras de letal tormento
Con la esperanza y la ilusión perdida :
Me agobia sin piedad el sufrimiento;
Que al emprender mi madre la partida,
En brazos me dejó del desaliento.
MARÍA DEL REFUGIO ARQUMEDO DE ORTIZ.
173
DESOLACIÓN.
Las puertas del hogar no se han cerrado
Desde que él se alejó,.
Las flores del pensil se han marchitado ;
La dicha se ahuyentó.
Ya no cantan las aves dulcemente
Y se ha ocultado el sol :
El arroyo suspira tristemente,
Y gime el corazón.
Las paloma* en banda se alejaron,
Buscando el cielo azul :
Las montañas de nieve se ocultaron
Y reina la inquietud.
Las brisas de la noche suspirando,
Se agitan al pasar;
Un adiós van ligeras modulando,
Los mirtos al besar.
En mi seno temblando se estrecharon
Mis hijos con dolor.:
¿ En dónde está mi padre ? preguntaron,
Transidos de pavor.
Yo los miré con infinito anhelo
Y tormento cruel ;
Y dije, señalándoles el cielo :
Bogad á Dios por él.
«*-•-
POETISAS MEXICANAS.
ÍA DE LA LUZ MURGUÍA.
EN TU AUSENCIA.
jando se oculta el sol tras de los montes
i luz moribunda apenas arde ;
ado muere tristísima la tai-de
do á la tierra su postrer adiós ;
la noclie, callada y misteriosa,
nelve todo entre su densa bruma;
s nubes, aéreas cual la espuma,
metílicas tienden su crespón :
lando en el cielo, nítidos diamantes,
recen temblando las estrellas;
ls pálidas luces son más bellas
el sol radiante en medio del zenit ;
entre celajes vaporosos, blancos,
ana va, tranquila y majestuosa,
estela dejando luminosa
ancho firmamento en el zafir;
ítonces baña el llanto mis mejillas
enso en tí, mi bien, con más dulzura;
cuei-do tu amor, y la ternura
guardas en tu pecho para mí.
en las auras serenas de la noche;
lis tiernos y dulces embelesos,
tando mis suspires y mis besos,
i alma enamorada vuela á tí.
s
MARÍA DE LA LUZ MCRGUÍA.
175
¿No la sientes que llega y te acaricia?
¿No sientes que se acerca y que te besa...
¿No sientes que en tu boca deja impresa
La huella de los besos de mi amor ?
T en esas horas de supremo encanto,
¿No piensas en mi amor con más anhelo?
Y de la ausencia desgarrando el velo,
¿No me ves á tu lado en tu pasión?
En las vigilias de mis noches largas
Te siento junto á mí tierno y amante;
Y te estrecho en mis brazos delirante,
Trémula de ventura y de placer.
Y siento que tus besos en mi boca
Dejan miel y dulcísima ambrosía,
Y aun á la aurora del naciente día
En mis amantes brazos te creo ver.
Y oigo tu voz apasionada y tierna,
Que con su dulce acento me enloquece ;
Y á cada instante mi pasión acrece ;
Y olvido entre tus brazos mi dolor
Por eso amo la noche y sus misterios,
Y anhelo que aparezcan las estrellas,
Para soñar contigo y con las bellas
Sonrientes ilusiones de mi amor.
?
MU
¡ Me duele el corazón ! Padezco mucho,
Y en vano busco la perdida calma.
Con el dolor y el sufrimiento lucho :
¡ Me duele el corazón, me duele el alma !
44
176
POETISAS MEXICANAS.
¡Me duele el corazón! Y ni un gemido
Puede exhalar en su dolor intenso ;
Y en su violento y desigual latido
Kevela amor inextinguible, inmenso.
Para aliviar al corazón doliente,
Eecuerdo que hay un ser cuya alma es mía ;
Me ha jurado su amor puro y ardiente
En raudal de dulcísima poesía.
¡Y yo le adoro con pasión tan pura!
¡ Con tal vehemencia el corazón le quiere !
¡ Necesito creer en su ternura,
Porque mi pobre corazón se muere!
\
Y él me ama, sí; su acento apasionado
Se conmueve al decirme sus amores ;
Y al mirarle rendido, enamorado,
Brotan en mi alma perfumadas flores.
Flores del corazón que en dulce calma
Perfumando mi vida la embellecen,
Y en el jardín purísimo de mi alma
Con el calor de su cariño crecen.
♦ ♦
>
JOSEFA LETECHIPÍA DE GONZÁLEZ.
177
JOSEFA LETECHIPÍA DE GONZÁLEZ.
A LA VIRGEN MARÍA.
Fuente de amor, Esposa sin mancilla ;
Virgen que "Madre" el Redentor llamaba;
Estrella sin ocaso, luz del cielo,
Kosa que viertes perennal fragancia :
Tú que las rocas del Calvario viste
Con la sangre de tu Hijo salpicadas;
Con llanto de tu Dios humedecidas ;
Con llanto que tus ojos derramaban ;
Duélete de los males que me aquejan;
Del intenso dolor que despedaza
Mi pobre corazón ; que me enloquece,
Me agobia, me aniquila, me anonada.
No quiero los placeres y delicias
Que cuando fui dichosa me embriagaban :
Son flores que adormecen al abrirse
Y que, ya secas, la existencia amargan.
Tranquilidad y paz sólo deseo;
Estoy con mi infortunio resignada;
Mas sueños fatigosos me atormentan ;
Tristes insomnios martirizan mi alma.
Si en el cielo titilan las estrellas ;
Si se miran en él nubes de plata,
Cuando el suave crepúsculo aparece
Entre celajes de oro, fuego y nácar;
Mi angustia congojosa se redobla;
i
POETISAS MEXICANAS.
Todo lo bello mi tristeza exalta;
Porque el que pierde lo que amó* de veras,
Sólo mira al través de su desgracia.
En los matices del clavel hermoso ;
En los perfumes del jazmín de España ;
En la candida espiga de azucenas ;
En los geranios y preciosas dalias;
En la llovizna que en la yerba luce ;
En el torrente que las peñas baña;
En los melifluos trinos del zenzontle;
Eu el suspiro de las frescas auras,
Hay algo que lastima mis dolores ;
Hay recuerdos amables que me matan ;
Hay memorias, dulcísimos ensueños
Que en mi ulcerado pecho vierten llamas.
De Bellini las notas melodiosas
Que más allá del suelo me elevaban,
Hoy son dardos punzantes, venenosos,
Que de mi seno las heridas rasgan.
No me consuelan, cual en otro tiempo,
Las sublimes cadencias de las arpas
En que Pesado, Carpió, Lamartine,
Inspiración celeste revelaban.
Esos concentos que la mente arroban ;
Que indelebles se imprimen en el alma,
Ya no tienen poder sobre la mía ;
Calmar no pueden mis fervientes ansias.
Imploro tu bondad, Virgen excelsa;
Tu bondad que es la regia, gentil palma
Do el viajero extraviado, desvalido,
Halla solaz y cristalinas aguas :
Tu bondad, que es el bálsamo divino
De mortales dolencias, y que aplaca
Con benigna influencia las tormentas
Que á las criaturas todas avasallan.
Escucha mis gemidos, ve mi llanto,
JOSEFA LETECHIPÍA DE GONZÁLEZ. 179
En mí, piadosa, fija tu mirada ;
Da vida á sentimientos que se extinguen ;
Fortifica mi fe, mis esperanzas.
Haz que tu bella imagen esté siempre
Ante mi vista débil y nublada,
Y que tu nombre, celestial María,
Sólo se escuche en mi postrer palabra.
LA OFRENDA.
Á LA MEMORIA DE LA SEÑORITA DOÑA JOSEFA BADILLO.
I Quién pudiera en tu sepulcro,
Amiga nunca olvidada,
Verter el amargo lloro
Que tu recuerdo me arranca !
Hoy se pierden en la arena
De esta vega solitaria
Lágrimas del corazón,
Lágrimas que brota el alma.
Si en esta tumba querida,
Do tus cenizas descansan,
Cayeran una tras otra,
No sintiera derramarlas ;
Como no siente el rocío
Brillar en marchitas dalias,
Y sí hundirse para siempre
De una roca entre las abras.
Si al menos dado me fuera
Colocar una guirnalda
Sobre el máimol que insensible
Mis sollozos escuchara;
Allí se deshojaría
La que mi amistad consagra
A la memoria más tierna,
45
POETISAS MEXlrA-1
Á la lira en que llorabas
Los tormentos de una vida
Desde su aurora eclipsada,
El tedio cruel de existir
Sin contentos ni esperanzas :
Ofrenda que mi cariño
Formó" con la débil rama
De un laurel que entre cipreses
Melancólico enseñaba
Sus hojas amarillentas,
Entre las que se enlazaban
De la hiedra trepadora
Flores bellas, delicadas;
Corona que es para mí
Imagen de aquellas gracias
Que a¡>enas muestran su hechizo
Cuando se miran ajadas.
Tu juventud fué la flor
Al abrirse mutilada
Por el famélico insecto
Que su cáliz ocultaba.
¿Quién vio sus bellos matices
Alegres? ¿Quién vid sus galas
Ostentando el atractivo
Que á los céfiros embriaga?
Aquellos aparecieron
Macilentos, doblegada
La hermosa, gentil comía
Que en el tallo se elevaba.
¿ Quién la miró sonreírse
Con la sonrisa del alba,
Ni del magnífico sol
A la fecunda mirada?
Alguna vez un suspiro
Oyó la luna plateada,
Suspiro en que le ofrecía
JOSEFA LETECHIP1A DE GONZÁLEZ.
181
Su pura, suave fragancia.
Así en las noches serenas,
Tenues, muy tristes, sonaban
Las patéticas canciones
Que á los cielos elevabas ;
Y sus doloridos ecos
Mi corazón penetraban
Grabando en él para siempre
Las penas que devoraba.
♦ ♦
182
P0ETI8AS MEXICANAS.
LUISA ^¿CTJIsrOZ LEDO
EN LA MUERTE DE MI MADRE.
Hubo una noche horrible,
Noche espantosa de amargura y duelo,
En que la muerte odiosa é invencible
Me dejó en la orfandad: en este suelo,
Mi vida desde entonces, triste errando,
De lágrimas un rastro va dejando.
Como la débil planta
Del vastago privada se marchita;
Cual nave que sin faro se adelanta
En medio á un mar que la borrasca agita;
Así en tiniebla y llanto sumergida
Voy cruzando la senda de la vida.
El mundo con sus flores,
Sus fuentes y sus árboles cubierto,
Y sus placeres mil, risas y amores,
¡ Oh madre ! me parece erial desierto,
En el cual sólo fíjanse mis ojos
En la tumba que guarda tus despojos.
Cuando contemplo el cielo
Bordado por doquier de nubes bellas,
Que la bóveda cubren cual un velo,
Paréceme tu forma ver en ellas
¡ Ilusión que mis penas adormece
Y que muy pronto el viento desvanece !
^1^
/
LUISA MUÑOZ LEDO.
183
¿ Por qué, madre adorada,
Me dejaste en un mundo de quebranto ;
En un mar de dolores anegada,
Y sin otro consuelo que mi llanto?
Contigo sepultóse mi alegría,
Cesó mi canto, terminó mi día.
Terminó, madre mía;
Porque en noche tristísima he quedado ;
Noche fatal de llanto y agonía,
Cuyas nieblas mi mente han ofuscado ;
Noche sin fin tras la que no hay aurora,
Del sol de la ventura precursora.
Mas no me has olvidado :
Tal vez cuando el insomnio cruel me agita
En mi lecho de lágrimas mojado,
Ante Dios, bondad suma é infinita,
¡ Oh madre ! tú estarás por mí rogando,
Y junto á mí tu espíritu vagando.
Nunca dejes, señora,
De rogar mientras viva en este suelo;
Y como cuando niña, dime ahora
Que existe un Dios tras el azul del cielo,
Que al pecador castiga rigoroso,
Y al justo premia con eterno gozo.
Sí; muéstrame el camino
Que hacia el Edén por entre abrojos guía;
Do gozas tú de un bien sumo y divino,
Y ruega por tus hijos, madre mía,
A fin de que al dejar el triste suelo
Contigo nos unamos en el cielo.
46
POETISAS MEXICANAS.
LA TEMPESTAD
Tempestuosa la atmósfera cargada
De vapores se ve;
Densas nubes la bóveda azulada
Enlutan por doquier.
La luz del rayo vivida y fosfórea
Surca el cielo veloz,
Y retumba del trueno la estentórea
Y terrífica voz.
Todo es silencio por doquier: escúchase
Sólo la tempestad :
Natura calla cuando escucha atónita
La voz de Jehová.
Gota á gota la lluvia transparente
Cae sobre el cristal
De mi ventana, do mi mustia frente
Apoyo con pesar.
Cayendo el agua en el cristal resuena
Monótona y sutil ;
Se queja el viento, como de alma en pena
Remedando el gemir.
Mi alma se eleva en atrevido vuelo
Dejando esta región,
Y atravesando el enlutado cielo,
Admira al Creador.
Si veo ¡oh Dios! brillar en claro día
Tu amor y tu bondad,
Más grande te contempla el alma mía
En recia tempestad.
LUISA MUÑOZ LEDO.
185
¡Parece que dejando los palacios
De gloria y esplendor,
En un carro de fuego los espacios
Vas cruzando, Señor !
Sigue la tempestad: tal vez la losa
Del nicho funeral
Donde mi amada madre en paz reposa
La lluvia azotará.
Y en tanto tú estarás, ¡ oh madre mía !
En el eterno Edén,
Gozando de una célica alegría
E interminable bien.
¡ Oh, si á través del tempestuoso cielo
Asomaras tu faz,
Y de verte tuviera yo el consuelo
Un momento no más!
¡ Oh, si pudiera yo ver tu semblante
Risueño, celestial,
Y tu cuerpo ya diáfano y radiante
De júbilo inmortal!
I Si pudiera mirarte entre querubes
Circundada de luz !
Mas mis ojos tan sólo ven las nubes,
Y más allá estás tú.
Sólo me es dado ver tu fosa helada,
Al rojizo fulgor,
Un momento tan sólo iluminada,
Del rayo aterrador.
Tú, en tanto que yo gimo en triste duelo,
Ruégale al Sumo Bien
Que me una, al dejar el triste suelo,
Contigo en el Edén.
186
POETISAS MEXICANAS.
DOLOBBS ZtüEIiTJLIR/IES.
LAS MARIPOSAS.
— ¡ Qué hermosas, madre, qué hermosas
Las pintadas mariposas
Que vuelan de flor en flor !
— ¡ Qué ! ¿ te parecen muy bellas ?
— Sí, coger quiero una de ellas
Para admirarla mejor,
— Conténtate con mirarla;
Si consigues alcanzarla
Su brillo le harás perder.
—Son mi encanto, mi alegría;
Permíteme, madre mía,
Tras una sola correr.
Parte rápida la niña
Por la florida campiña
Tras mariposa fugaz ;
Consigue al fin alcanzarla,
Y en los dedos, al tocarla,
Polvo le queda no más.
Suspirando con tristeza,
E inclinada la cabeza,
Su manecita extendió;
Mas ya no la mariposa
Fué á volar de rosa en rosa :
Trémula á sus pies cayó.
DOLORES MIJARES.
187
1
1
1
1
1
1
— No olvides nunca, hija mía,
Su tierna madre decía,
Esta sencilla lección :
Muchas veces lo que amamos,
Al conseguirlo, miramos
Deshacerse la ilusión.
Cuando quieras una cosa,
Recuerda la mariposa
i
i
Que viste á tus pies morir;
•
1
Pues tal vez dejes de amarla,
i
1
Si al pretender alcanzarla,
1
1
La llegas á conseguir.
1
1
RIMAS.
I
Si llegas á ser flor, seré la brisa
■
•
i
i
Que amante bese tu corola bella,
i
Y la noche seré si en el espacio,
Llegas á ser estrella.
i
1
Si eres rayo de sol, seré rocío
Y en tu calor me absorberé abrasada;
i
Si eres árbol, yo hiedra, y á tu tronco
Eternamente viviré enlazada.
-
1
Si tú calor, yo planta que viviera
i
En el trópico ardiente por tí solo ;
1
Si fueras nieve, por vivir contigo
i
1
1
1
Fuera yo hielo en el desierto polo.
1
Si fueras nube tú, para teñirte
i
i
i
De fúlgido color, la luz sería;
1
1
Y si fueras la aurora, por mirarte,
i
1
1
Fuera el primer albor de claro día.
47
188
POETISAS MEXICANAS.
Si fueras ave, tu ave compañera
Que contigo viviera enamorada ;
Si lago cristalino, yo una nube
Para verme en tu linfa retratada.
Si fueras ola tú, fuera en la playa
La arena que tus besos recibiera;
Y si fueras sonido, yo sería
El eco que tu acento repitiera.
II
En la noche en los rayos de la luna
De tus miradas llégame el fulgor,
Y en la brisa que pasa suspirando
Escucho los acentos de tu amor.
Si en la tarde callada y silenciosa
Un eco escuchas de rumor allí,
No es el céfiro, n<5, que errante pasa ;
Es mi alma amante que se acerca á tí.
Si alguna vez en sueños te parece
Ver un ángel purísimo bajar,
«
Ese ángel es mi espíritu, y tu sueño
Va á tu lado solícito á velar.
UN NOMBRE EN LA ARENA.
TRADUCIDO DEL INGLES.
Por la orilla del mar iba serena
Do rica concha recogido había ;
Detuve el paso y escribí en la arena
Mi nombre, el año y fecha de ese día.
Cuando unos pasos húbeme alejado,
La vista ansiosa hacia el lugar volví;
Pero sobre él una ola había pasado
Y ni una línea me quedaba allí.
i_-
Ipti!
DOLORES MIJARES.
189
Así habrá acaso pronto sucedido
Sobre la tierra para mí, pensé:
Fna ola del océano del olvido
Debe pasar por donde puse el pie.
Y en los lugares todos que he pisado
Ni una huella ligera dejará;
De mi tiempo y el nombre que he llevado
Ni rastro, ni memoria quedará.
Mas para Aquel que cuenta las arenas
Y que en sus manos aprisiona el mar,
Existen sobre mí, páginas llenas,
Que ningún tiempo alcanzará á borrar,
Y este rápido instante al Infinito
Llegará por mi bien 6 por mi mal.
A UN AMIGO.
SONETO.
Me pides unos versos, y mi Musa
Rebelde á visi taime se ha negado :
En vano muchas veces la he llamado,
Que á obedecerme terca se rehusa.
Si una razón siquiera, aunque difusa,
Me mandara, inspirárame su enviado,
Pues tengo por refrán muy acertado
Que quien con lobos anda (el resto excusa),
Así, hasta que mi Musa caprichosa
A visitarme venga, cual solía,
Podré escribirte en verso alguna cosa ;
Y mientras llega tan incierto día,
Te mando éste, no sé si verso 6 prosa,
En cumplimiento de la oferta mía.
♦ ♦
190
POETISAS MEXICANAS.
\
j-osief-A. mtt zedillo.
¡ALMA MÍA!
Avecilla peregrina,
Tú, la de los sueños de oro,
Y las visiones celestes,
Y los anhelos hermosos,
¿Cómo te ves prisionera
En una jaula de lodo,
Colocada entre las zarzas
De este valle triste y lóbrego?
Aquí no tienen tus alas
Cielo, ni aurora tus ojos;
Aquí todo está cubierto
Con una nube de polvo.
Existen, por cada flor,
Una multitud de abrojos;
Por cada mariposilla,
Mil gusanos asquerosos.
Hay más ciénagas que fuentes,
Y más pantanos que arroyos ;
Por un cordero ¿has contado
Las víboras y los lobos?
Y el reptil desde su charca,
La fiera en su inmundo sótano,
Y el gusano entre su fango,
Forman un terrible coro
De silbos y extraños ruidos,
JOSEFA MÜRILLO.
191
De voces y gritos roncos
¿ Sabes lo que dicen ? — / Muerte !
¿Sabes lo que sienten? — / Odio!
Y tú, con tus lindos sueños
Y tus anheles hermosos,
¿Cómo puedes habitar
En este valle tan lóbrego?
¡ Cuan lejos está la patria !
¡ Cuan alto el divino aromo
Que ofrece entre borlas niveas
Lecho blando y oloroso !
¡ Cuan lejos el puro ambiente
De aquellos montes frondosos !
¡Cuan alto el sol que difunde
El bien con sus rayos de oro !
Pero el destierro se pasa ;
Y entre suspiros y lloros,
De la libertad el día
Al fin llega, tarde 6 pronto.
¡ Ya me parece mirarte
Revolar llena de gozo,
Mientras que rueda, deshecha,
La triste jaula de lodo!
M'.l
:%a;
ANDEZ,
EN SU ÁLBUM.
Eres la golondrina que tiende el vuelo
Por el florido campo, cuando está el cielo
Claro y azul ;
Cuando al beso del aura tiembla el follaje,
Y sonríen las fuentes en el paisaje
Lleno de luz.
48
192
POETISAS MEXICANAS.
Forma un dulce reclamo cada ruido ;
En cada tierna rama se mece un nido
Tibio de amor ;
Y colmando la gloria que encierra el monte,
Sobre las nubes de oro del horizonte
Se asoma Dios.
¿ Qué falta te hace el canto del ave enferma,
Que acaso muy en breve por siempre duerma
Bajo el sauz ?
¿Qué puedo yo decirte, linda viajera?
¡ Yo no tengo alegrías, ni primavera,
Ni juventud !
VAGANDO EN EL TERRUÑO.
( A ELODIA HERNÁNDEZ. )
Amanece, Refleja el ancho río
Nubes doradas, juncos y palmeras,
T va á perderse en el boscaje umbrío
Donde fingen unirse las riberas.
En busca de los peces, codiciosas,
A la orilla dirígense las garzas,
Espantando á las tiernas mariposas
Que dormitan aún entre las zarzas.
Rápida la gaviota el aire hiende,
Y el cisne alisa su ropaje blanco,
Bajo el florido múehite que prende
La torcida raíz sobre el barranco.
En la selva, el virsúchil aromoso
Liban ya los sedientos colibríes,
Y el cardenal despierta receloso,
Erizando sus plumas carmesíes.
i
JOSEFA MUR1LLO.
193
La pálida laguna se abrillanta,
Y al beso de la onda placentera,
Se entreabre el nenúfar, mientras canta,
Oculta en el bambú, la primavera.
Rasga la aurora el vaporoso velo •
Prendido entre los montes y las aguas,
Y Tlacotalpan surge, irguiendo al cielo
El trémulo penacho de sus yaguas.
¡Cuan bella es! La espléndida paleta
De natura en su hechizo se consume :
Cual la mujer amada del poeta,
Tiene el color, la línea y el perfume.
Y hay en su luz destellos sin iguales :
Porque esa luz, Elodia, es la que vimos
Sonreír en el huerto y los portales
De la casita blanca en que nacimos.
¡Oh, mi tierra adorada! Al contemplarte,
Goza el alma y se eleva agradecida
¡ Quién conquistara un lauro que dejarte
Como una ofrenda, al terminar la vida !
ECOS.
Se desaté la tempestad, y el cielo,
Cubierto de una nube ennegrecida,
Fué la imagen de mi alma sin consuelo,
De mi alma dolorida.
Pasé la tempestad, vino la calma,
Volvié al cielo la luz y la alegría
¡ Sélo mi pobre alma,
Después de su dolor, quedé sombría!
194
POETISAS MEXICANAS.
No teniendo á quien decirle
Las tristezas de mi alma,
— Porque es el amor primero
Secreto que bien se guarda, —
Dije al cielo, junto al río,
Mi deseo y mi esperanza ;
Y las ondas que venían
A besar la verde playa,
Respondían sonorosas:
"¡Mañana!"
Mis primeros desengaños
A nadie quise confiar,
Pues sé que burlan algunos
El llanto de los demás.
Por eso, junto á ese río
Que á solas me vi<5 soñar,
Pregunté á Dios si no vuelve
La ventura que se va ;
Y las ondas que venían
La verde playa á besar,
Contestaron quejumbrosas
" ¡Jamás! "
• ♦
BEATRIZ CARLOTA PORTUGAL DE VIVANCO.
195
1
i
BEATRIZ CARLOTA
POB QUÉ SC
l PORT
•
i
i
1
1
UGAL DE VIVANCO.
¡
3 LAS SOSAS.
HV SO JAI
ENSAYO POÉTICO DEDICADO
A LA ILUSTRE Y EMINENTE ESCRITORA ,
DOÑA FAUSTINA SAEZ
DE MELGAR. '
La Diosa de Patos,
i
Y cuando á su amante, i
La madre de amor,
Sin vida y sin voz
A Marte y Adonis
Tendido en la grama
Coqueta escuchó ;
1.
Sangriento mird;
Y esperando un día
Lo estrecha, lo llama
Con dulce emocidn
Con tierna emocidn ;
Que Adonis llegara
Mas ¡ay! ¡ay! en vano
Rendido de amor,
Su boca besd. i
El Céfiro alado,
Del cuerpo aun hermoso
1 Llegando veloz,
Y aun tibio, veloz,
Terrible noticia
Ya el alma en su esquife
Llorando le did.
Llevaba Cardn.
Le dijo que Marte,
¡ Pobre Venus, pobre,
¡
Celoso y traidor,
i
Llora de dolor!
Convertido en fiera
El cabello suelto
i
A Adonis mató
Maltrata feroz ;
Oyendo tal nueva
Y herida en el alma
La diosa, veloz,
Por negro aguijdn,
Gimiendo angustiada,
1
Su seno divino
De Céfiro en pos,
Convulso apretd,
Al sitio se acerca
Sintiendo que se abre
Do el caso ocurrid,
•
Su fiel corazdn !
Lanzando gemidos
Y ¡ ay cielos ! tan blancos
i De acerbo dolor.
*<>
Sus pies, que en candor
49
196
POETISAS MEXICANAS.
Ofuscan divinos
Del cielo el albor,
Las duras espinas
Que al correr pis<5,
Rasgaron, y vierten
Purpúreo licor
Sangre que corriendo
<£$h
*&>
Preciosa, regó
Los rosales blancos
Que fecunda el sol.
Y las lindas rosas
Que eran blancas, son
Desde aquel momento.
Rojas de color.
EL ARROYTJELO T EL MAR.
"¡Pobre de tí, mansísimo arroyuelo!
Dijo al arroyo el mar, lleno de orgullo,
¿ De qué sirve que en tí se mire el cielo
Y arrulle á la paloma tu murmullo,
"Si no tienes riqueza y p<xlerío,
Ni hay en tu seno perlas ni corales,
Ni cual yo si me altero, 6 si sonrío,
Derramas bienes, 6 prodigas males?
"Yo no envidio tu suerte procelosa,
Le respondió el arroyo dulcemente ;
Me basta con que lánguida y hermosa
Se refleje la luna en mi corriente.
" Prefiero que en mis límpidos cristales
Se miren inocentes los pastores ;
Y no envidio tus perlas ni corales ;
Yo brindo sólo el bien, nunca temores.
" A mi margen con dulce melodía,
El que cante su pena 6 sus amores,
Encuentra siempre en la ternura mía
Cristal sus ojos, su tristeza flores.
BEATRIZ CARLOTA PORTUGAL DE VIVANDO.
197
" No envidio tu riqueza y poderío,
Que á las rosas que crecen á mi lado,
Les da brillantes, pródigo, el rocío,
De su propia belleza enamorado/'
Así también, en la mundana vida,
No aspire la mujer sólo á brillar;
Porque ella es más hermosa si escondida
Vive inocente en el sencillo hogar.
Que la modestia es flor que, pudorosa,
Encierra más encanto v más olor,
Cuando tímida crece y silenciosa
En el sagrado templo del amor.
LA
El sol en las cumbres
Oculta sus ravos,
Y el mundo entre sombras
Envuélvese ya.
Los pobres pastores
Reposan felices,
Y en lecho de aromas
Se agita el Sultán.
Se agita; mas vive
Gozando en su patria,
Que lejos no llora
Su amor y su hogar.
No arrastra cautivo
Pesadas cadenas;
Y escucha entre goces
Las horas cruzar.
s w.
Mas ¡ ay ! yo entre sedas
Y flores cautiva,
De calma un momento
No logro tener.
Y lejos suspiro
De padres que, amantes,
En lecho de amores
Me dieron el ser.
Aquestos palacios,
Su púrpura y oro,
Sus fuentes de aromas,
Sus perlas de Ofir,
Trocara dichosa
Por una chocilla
Del pueblo bendito
Do humilde nací.
198
POETISAS MEXICANAS.
Todo esto yo diera <£ft>
Por una sonrisa ,
Del labio materno
Que á orar me enseñó;
Y el cetro del mundo
También trocaría,
Si oyera de padre
Dichosa la voz.
¡ Sufrir las caricias ¡
De un hombre no amado ! . . .
¡Ante él la sonrisa
Eterna fingir !
¡ Ay Dios ! cuánto llora
El alma que sufre,
Tormentos horribles,
Tormentos sin fin.
El regio tesoro \
Que cubre mi cuerpo,
Por un triste harapo
Quisiera cambiar ; ¡¡
Y el culto de ese hombre,
Por un solo beso
Del ser adorado
■¡
Que causa mi afán. <a¿©
¡Ay, triste belleza!
Funesto presente
¡ Oh, cielo ! me diste
Propicio, al nacer;
Un don de tormento
Me fué la hermosura...
Por ella gimiendo
Cautiva me ves
Amor, haz que horrible
Me miren sus ojos;
Que en odio se cambie
Su férvido amor ;
Y vuelva yo libre
Feliz á mi patria,
Y al seno materno
Que hiere el dolor.
En tierra extranjera
La vida detesto,
Y aun antes que triste
Me deje oprimir,
Mil veces prefiero
La muerte horrorosa,
¡ Porque ella me salva
De eterno sufrir !
Dice así la tristísima cautiva,
Y pálida y gimiendo en tierra da ;
Mas la vuelve á la vida y al tormento
El beso ardiente del feroz sultán !
L
BEATRIZ CARLOTA PORTUGAL DE VIVANCO.
199
A MI aXJERIDA HERMANA LATTRA
. Cantan los ruiseñores
En tu ventana,
Y el prado con sus flores
Ya se engalana.
Laura, despierta,
Que los rayos de Febo
Doran tu puerta.
Ya la luz del Oriente
Las cumbres dora,
Y el cristal de los mares
También colora.
Abre tus ojos,
Y que la brisa bese
Tus labios rojos.
Ven, que la luz esparce
Ya la mañana ;
Naturaleza toda
Se muestra ufana,
®Y*s
Y como perlas
Las gotas de la aurora
Brinda á beberías.
*&*
Que no es llanto de duelo,
Pues aunque llora,
De placer en los cielos
Llora la aurora;
Que hasta el contento,
Tiene, Laura, su llanto
Como el tormento.
Mas tú, que eres dichosa,
Laura, tu boca
Abre al beso del aura
Que te provoca;
¡Laura, despierta;
Que el amor con suspiros
Llama á tu puerta!
AUSENCIA.
Sin ver tu semblante mi pena se acrece,
Y el alma padece temblé sufrir;
Con honda tristeza se nubla mi frente,
Y entonces doliente quisiera morir
Mi labio te llama tu nombre clamando,
Tu mano buscando con dulce ansiedad,
Y ni hallo tu mano ni escucho tu acento ;
De mi hondo tormento no tienen piedad.
50
200
POETISAS MEXICANAS.
Ansiosa yo anhelo poder ya niiraite ;
Llorando expresarte mi inmensa pasión ;
Decirte extasiada mi inmensa ternura,
Con dulces suspiros, con blanda canción.
¡ Ay ! sufro callando, y oculto que siento
Terrible tormento sin tregua, sin fin ;
Ni el mar me da brisas, ni el sol sus reflejos,
Que tú estás muy lejos, ¡muy lejos de mí!....
No miras mis ojos llorar sin consuelo ;
No miras el duelo mi frente inclinar ;
No sabes que siento martirio profundo,
Que nada en el mundo podrá ya calmar.
No ves mi existencia pasando penosa ;
Ignoras que ansiosa quisiera morir.
No sabes que al cielo le pido anhelante
Mirarte un instante; ¡mirarte es vivir!
¡ Qué lentas las horas se pasan, qué lentas !
¡ Ay! tú no las sientas, cual yo, resbalar;
Que yo al escucharlas cual antes en calma,
No anuncian á mi alma que vas á llegar
Hermosos recuerdos, perfumes de amores,
¿Por qué en mis dolores no os puedo olvidar?
¿ Por qué tal memoria mi seno tortura,
Y en vano procura mi mente soñar?
Ni en sueno el reposo consigo ya, triste ;
¡ Ay ! tú me lo hiciste por siempre perder ;
Ni cesan mis ansias, ni cesa mi angustia
¡ Si vieras cuan mustia se ha puesto mi tez !
Del mar á la orilla, si muere ya el día,
El alma te envía su voz de dolor;
Y al ave que craza le digo llorando
Te lleve volando mi angustia y mi amor.
DOLORES PUIQ DE LEÓN. 201
DOLORES PUIG DE LEÓN.
REDENCIÓN.
Hoy que la ciencia, al descorrer su manto,
Rayos de luz esparce por doquier,
Dejad que la mujer abra los ojos;
¡Dejadla, quiere ver!
Hoy que bajan de todas las alturas
Los ricos manantiales del saber,
Dejad que la mujer pruebe unas gotas
Para apagar su sed.
Dejadla, y cuando el riego fecundante
De ese nuevo Jordán bañe su sien,
La purísima flor del pensamiento
Germinará en su ser.
Y al abrir su corola, dilatada
Por el soplo divino del saber,
Ungirá su cabeza óleo de vida
Que la hará renacer.
Y rasgando el cendal de su ignorancia;
Vueltos los ojos al amargo ayer,
Será la redención de ese pasado
Su profesión de fe.
Apoyada en el báculo bendito
Que le brindan la ciencia y el deber,
La veréis caminar con frente erguida
Por la senda del bien.
1
202
POKTI8A4 MEXICANAS.
La veréis recatada y pudorosa,
Atesorar para su casta sien.
En vez de joyas de engañoso brillo.
Pureza v candidez.
*
La veréis, inspirada en su ternura,
Su misión sacrosanta comprender;
La veréis digna madre, hermana tierna,
Esposa casta y fiel.
Ya no habrá Mesalinas ni Lucrecias,
Bayaderas impuras del placer;
Cada hogar será un templo donde habiten
Cornelia 6 Juana Albret
Hoy que bajan de todas las alturas
Los ricos manantiales del saber,
Dejad que la mujer moje sus labios,
¡Sí, dejadla apagar su aidiente sed!!
DETABDE.
Desciende el Sol al Ocaso,
Reclinando su cabeza,
Tras la azulada montaña • m
Que al cielo su frente eleva,
Y los postreros reflejos
Que tibios lanza, se mezclan
Con el fulgor cintilante
De las primeras estrellas.
Es esa hora misteriosa,
Solemne, triste, suprema,
En que la luz se retira
Dando paso á las tinieblas.
Esa hora en que muere el día ;
En que la noche se acerca;
DOLORES PÜIO DE LEÓN.
203
1
1
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1
1
Claridades que se apagan,
Sombras que á crecer empiezan.
Esa hora pálida y vaga,
Que en nuestra mente despierta
Dulces recuerdos queridos
De indefinible tristeza.
Esa hora mnstia y sin brillo ;
Esa hora en que el alma sueña,
Y vaga errante y perdida
Por los mundos de la idea
¡ El crepúsculo ! ¡ bendita
Su opaca penumbra sea!
Porque ella oculta las lágrimas ;
Porque ella guarda las penas ;
Y esconde en su obscuro manto
Los ojos que el llanto anega,
Las frentes, que al peso horrible
Por eso siempre en esta hora
Siento que mi alma se eleva,
Y desatando los lazos
■
Que la unen á la materia,
Extiende sus castas alas
Por las regiones etéreas,
Hasta plegarlas humilde
De Dios ante la grandeza :
Y allí de hinojos, postrada
. Ante la Verdad Excelsa,
Entona el himno sagrado,
A cuya dulce cadencia,
En éxtasis misterioso,
Las flores témanse estrellas ;
Las estrellas, pensamientos;
t
i
51
204
POETISAS MEXICANAS.
¡ADUL
Maldito tú, que tan temprano hiciste
Morir en su alma la ilusión primera :
Le brindaste tu amor, ¡ falsa quimera,
Que abismo se tornó bajo sus pies!
Ella te dié su amor y su inocencia,
Su pureza de virgen, su hermosura ;
Y tú en cambio, una copa de amargura
La hiciste que apurara hasta la hez.
Tú desgarraste con desdén impío
El candido cendal de su ignorancia,
Y de la fe la mística fragancia
Arrebataste á su alma virginal
De su leal corazón, casto y sencillo,
Hizo para tu amor un relicario ;
Pero tú profanaste ese santuario ;
Tú la incitaste con tu ejemplo al mal.
¿Qué hiciste de los santos juramentos
Pronunciados al pie de los altares?
¿ Qué de aquella corona de azahares
Que el ángel del amor puso en su sien ?
Salpicarla de lodo, bien lo sabes,
Y trocar sus capullos en abrojos,
Y con llanto anublar aquellos ojos
Que un tiempo fueron tu soñado bien.
¿Y tratas de inculparla? ¡Vano intento!
Arréjale la piedra de Judea,
Y se alzara, implacable cual Medea,
En tu conciencia, grito acusador.
Tú eres la causa, sí, de su caída ;
Tú inoculaste el pérfido veneno
En aquel blanco y ondulante seno,
Que nido fué de tu falaz amor.
DOLORES PUIG DE LEÓN. 205
Sigue, sigue impasible tu camino,
Kecogiendo sonrisas y laureles,
Y bajo esos mentidos oropeles
Esconde tu vergüenza y tu pesar.
Ella también con oprobiosas galas
Ocultará su crimen y tu crimen
Pero ¡ ay ! entre los brazos que la oprimen
Se acordará de su perdido hogar.
Y al recordar tu nombre y tu perjurio,
Afilado puñal que hirió su pecho,
Maldecirá tu nombre con despecho,
Y tu perjurio atroz maldecirá
Mas ¿qué te importa? sigue tu camino,
Recogiendo las flores de este suelo ;
Que no la sociedad, Dios, desde el cielo,
¡Maldito! en tu conciencia escribirá.
♦■♦
206
POETI8A8 MEXICANA8.
ISABEL PESADO.
INFORTUNIO.
Lágrimas de dolor vierten mis ojos,
Y al rodar por mi pálida mejilla,
Riegan de estéril suelo los abrojos
Y no las flores de amistad sencilla-
Caen cual lluvia en incendiado huerto,
Cual de la aurora el llanto en roca dura,
Como semilla en arenal desierto
Que no fecunda el sol ni el aura pura.
No se cuidan los míseros humanos
¡ Ay ! del dolor que al desgraciado oprime ;
Se entregan ciegos á deleites vanos
Y olvidan, siempre al que sin tregua gime.
Jamás la alegre multitud que miro
Cruzar liviana mi azarosa senda,
Une á mis tristes ayes un suspiro :
No hay uno solo que mi mal comprenda.
Cuando el amigo que creí sincero
De mí se aleja, y júzgame importuna,
Exclamo en mi pesar: ¡No hay verdadero
Hidalgo sentimiento en alma alguna!
El cobarde mortal huye espantado
Del ser á quien aflige negra pena ;
Teme, al verle, sentirse contagiado,
Y arrastrar de sus males la cadena.
ISABEL PESADO.
207
Se imagina quizá que nunca el lloro
En nubes cubrirá su claro cielo ;
Risueño porvenir, placeres, oro,
Busca tan sólo en el mezquino suelo.
Mas ¿para qué anhelar de mis hermanos
Alivio á mi penar y mi lamento,
Si de Dios los decretos soberanos
Tendrán en mí seguro cumplimiento?
Hora que se halla en soledad umbría
Mi alma infeliz envuelta en negro velo,
Sé que hay para sufrir la tierra impía,
Y siento que hay para gozar el cielo.
Y entonces ¡ oh mi Dios ! tu voz amante
Habla á mi corazón desfallecido ;
Vuelvd á tí la mirada suplicante,
Y angustiada te muestro el seno herido.
Y tú, Señor, con mano cariñosa
El bálsamo le aplicas del consuelo ;
Y el mar de mi existencia borrascosa
Tornas en manso y límpido arroyuelo.
La nave en que bogaba, en noche obscura
El huracán horrísono impelía;
Y ya en las bravas hondas, sepultura
Entre ardientes relámpagos le abría:
Cuando apareces Tú, mi fiel Amante,
Me tomas en tus brazos, y á tu seno
Estrechas mi cabeza delirante,
De compasión y de bondades lleno.
Y de mi vida el árido camino
Siembras de lindas y olorosas flores:
¡ No te apartes de mí, Dueño Divino,
Que es tuyo sélo mi caudal de amores !
52
POETISAS MEXICANAS.
Porque ¿en dónde, mi bien, si tú te aleja
He de posar mi atormentada frente?
¿A quién he de decir mis tristes quejas?
¿Quién dará alivio al ánima doliente?
Me vería cual árbol en invierno,
De sus hojas y frutos despojado;
Y en soledad horrible y luto eterno
Mi pobre corazón atribulado.
Si te vas, nunca olvides, Amor mío,
Que á tí tengo mi vida consagrada:
Mi cuerpo encierra en el sepulcro frío,
Y lleva mi alma á tu feliz inorada.
I SAW THEE WEEP.
IMITACIÓN DE BYRON.
Te vi llorar; y tus preciosas lágrimas
Rodaron á mis labios, dueño mío,
Cual ruedan de la tímida violeta
Las gotas de rocío.
Te vi reir; y tu mirada hermosa
Al brillante zafiro cansó enojos;
Pues es más apacible, puro y bello
El brillo de tus ojos.
Como el sol en el cielo tempestuoso
Tifie las negras nubes de colores,
Así cambia tu risa en un instante
En goces mis dolores.
Por esto río cuando alegre ríes,
Y también lloro cuando triste lloras:
Xo amargues más, te ruego, amada mía,
De mi vida las horas.
MARÍA DEL CARMEN CORTÉS.
209
MARÍA DEL CARMEN CORTÉS.
Las rosas me brindan aquí sus olores ;
Sus cantos de amores allá un colibrí ;
La palma gigante su sombra y su aroma ;
La tierna paloma sus quejas allí.
Del sol los dorados destellos ardientes
Alumbran lucientes el albo jazmín;
Las conchas marinas allí también moran;
Con gusto decoran el bello jardín.
La voz del Jamapa resuena armoniosa,
Cantando amorosa con suave vaivén ;
Y besan las faldas de verdes colinas
Las puras ondinas que cruzan también.
Perfuman sus flores las tibias riberas
Do están las palmeras y el alto abedul ;
Do pasan las brisas con dulces rumores,
Cruzando entre albores teñidos de azul.
¡ Qué hermoso es el bosque de techo sombrío
Que adorna del río la orilla al crecer !
¡ Qué hermoso es el canto que elevan sus aves !
¡Qué trinos tan suaves se escuchan doquier!
Al ver la corriente que grata murmura ;
La rica verdura que nace á sus pies ;
Las aves, las flores, la fértil arena,
El alma sin pena se inspira á la vez.
210
POETISAS MEXICANAS.
El canto que exhala mi pecho temblando,
Lo trajo cruzando la brisa hasta mí;
Y allá entre las sombras de hermosos manglares
Oí los cantares que nunca aprendí.
Pues tienen en ellos las auras sus nidos,
Y allí adormecidos los vientos están ;
Las brisas ligeras, los céfiros y aves
Orquestas suaves doquiera nos dan.
¡ Aquí es tan hermosa también la natura!
¡Tan dulce murmura también la creación!
De verde follaje se viste doquiera
La fértil ribera do habita el alción.
Esencias de rosas nos dan sus olores ;
Son bellas las flores de cada jardín:
¡Me place este suelo! Se inspira mi mente;
Por eso ríente canté á Medellín.
LA NIÑA T LA MARIPOSA.
Corre una niña entre fragantes flores
Siguiendo una pintada mariposa,
Y ésta, huyendo fugaz de rosa en rosa,
Ostenta al sol sus vividos colores.
Contemplar un instante sus primores;
Verla en sus manecitas viva, hermosa,
Es su sola ambicien, y presurosa
Corre por sobre cardos punzadores.
Ya parece á la niña que la toca;
Pero al quererla asir, levanta el vuelo
Y ligera se pierde en lontananza.
Así es el bien que nuestra mente loca
Busca tenaz en el mundano suelo,
Y que jamás en realidad se alcanza.
i
MABÍA DEL CARMEN CORTÉS.
211
PESARES.
¿ Qué se hicieron mis sueños, mi alegría ;
Las ilusiones de mi edad temprana ;
La esperanza feliz, cual flor lozana,
Que en otro tiempo el corazón tenía?
¿Y el fuego puro que en mi pecho ardía?
¡Rayo de luz de mi primer mañana!
¡ Juveniles aromas ! ¡ Pompa vana !
¡ Todo despareció mi alma está fría I
Helado está mi corazón sombrío ;
Fatigado mi pecho me sofoco
Por donde quiera que mis pasos guío.
Mi existencia se extingue poco á poco....
Y ¿qué le queda al corazón, Dios mío?
Sólo recuerdos que llorando evoco.
tu:
CEDES.
Despliega, ángel de amores,
Tus vaporosas alas,
Y tus hermosas galas
Esparce por doquier.
Del néctar de tus labios
Perfúmese la brisa,
Tu virginal sonrisa
Aleje el padecer.
El iris irradiante
De tus divinos ojos
Alumbre los abrojos
Que encuentres en redor.
53
*1*
4« JL««
POBTISAB MEXICANAS.
Gentil y vaporosa,
Esbelta cual la palma,
Cruzando en dulce calma
No sientas el dolor.
¡ Qué bello es el instante
En que á la vida entramos !
¡ Cuan puro contemplamos
Su encanto celestial !
Entramos sonriendo
Con gozo sobrehumano,
Y un ángel de la mano
Nos toma en el umbral.
¡ Qué gratos ensueños poblando la mente
Arrullan al alma con grata ilusión !
Tocamos las flores que cubren la frente ;
Sentimos la vida, sentimos ardiente
Latir sin pesares, con fe el corazón.
Pero ¡ah! ¿qué es la vida? desierto sendero;
No más á la entrada las flores están :
Su esencia buscamos con gozo sincero,
Pero esos jardines que vimos primero,
Marchitos, sin flores, los ojos verán.
También, niña bella, también yo, cruzando
La senda florida do pones los pies,
Sedienta de dichas me fui yo internando,
Lo grande, lo bueno, sin tino buscando,
Y hálleme entre brumas rodeada después.
Huyendo espantada, volviendo el camino,
Lanzaba mis ecos de acerbo dolor :
Y en playas desiertas me tiende el destino
Su mano potente, que sigo sin tino,
Vagando á la orilla del mar bramador.
MARÍA BEL CARMEN CORTÉS.
213
Montañas gigantes las olas alzaban :
Mis cantos se ahogaron, mi voz no se oyó;
Mis tristes lamentos al cielo llegaban ;
Las ondas del agua mi faz azotaban :
Mi dicha de joven por fin se perdió.
En vano he buscado los bellos pensiles
Do al ángel de guarda miré sonreir ;
En vano he deseado mirar los abriles,
Que flores lozanas brindábanme á miles,
Y músicas suaves y luz de zafir.
No vuelven: se alejan por siempre en la vida;
Por eso, detente no avances, Merced;
Que el agua que hoy baña la senda florida,
Amarga se torna, y ya descreída
El alma sin fuerzas sucumbe de sed.
• »
214
POITI8A8 XXXICANA8.
LUCIA O-. HIEIK/K/EK/A..
CONTRASTES.
EL LIBRE.
6^9
"Vuela ligero, tiempo;
Pasa en el acto ;
¡ Este reloj atrasa !
N6; si está exacto.
¡El tiempo nunca* pasa!
Veré qué hora es :
Las cinco dan apenas ;
¡ Qué pesadez !
¡ Qué pesado es el tiempo
Para el que espera
Una dicha tan grande
Cual duradera !"
— "Las seis; vamos, amigo,
Que espera el templo." —
"Para el que dicha aguarda
No pasa el tiempo."
e¿s
EL CONDENADO L MUERTE.
" Espera un poco, tiempo;
No corras tanto ;
¡El reloj adelanta!
N<5 ; si está exacto.
¡ Qué pronto pasa el tiempo !
Veré qué hora es :
Las cinco ya pasaron ;
¡ Qué rapidez !
¡ Qué rápido es el tiempo
Para el que espera
Una muerte temprana
Y eterna eterna!"
— "Las seis; vamos, amigo,
Que espera el féretro." —
" Para el que muerte aguarda
Se pasa el tiempo."
k
LUCIA G. HERRERA
i
I
J
LUCÍA O. HERRERA. 215
LA CIEGA T EL ATEO.
FANTA8ÍA.
A MI BUEN AMIGO EL SR. LUIS CONTRERAS.
— "Yo soy una ciega, mis ojos enfermos
Carecen de luz;
Há tiempo no veo del cielo brillante
El límpido azul.
Se me habla de flores y de un sol radiante
De hermoso color
¡ En vano levanto mis muertas pupilas
Buscando ese sol! 7 '
— "Yo soy descreído, en mi alma marchita
No brilla una luz.
Me importan muy poco el sol, y del cielo
El límpido azul.
De todo dudando, en nada creyendo,
Desgraciado soy.
De un Dios me han hablado ; mas yo no le veo
¡Y dudo de Dios!"
— " Pues yo tengo un alma donde Dios envía
Torrentes de luz.
Tus dudas horribles á mi alma le dicen
¡Que el ciego eres tu! "
ROMANCE
He comparado la vida
A una muy alta montaña :
Está en la cumbre el sepulcro,
Y la cuna está en la falda.
54
216
POETISAS MEXICANAS.
Mi madre subid de prisa
Esta terrible montaña ;
Llegd muy pronto á la cumbre,
Y yo no puedo alcanzarla.
Mi llanto no la detuvo
¡ No pudo mirar mis lágrimas !
Ya estaba lejos, muy lejos
¡Todavía la llamaba!
Hoy con mi padre querido
Subo, subo, y en mis ansias
Temo que él alcance pronto
La cumbre de la montaña.
Quiero alcanzarla antes que él ;
Pero miro, por desgracia,
Que está aun muy cerca mi cuna,
Y está la cumbre muy alta.
/
♦ ♦
w
CRISTINA F ARFAN DE GARCÍA MONTERO.
217
CRISTINA FARFAN DE GARCÍA MONTERO.
LA FLOR DEL BOSQUE,
Allá en espeso monte, <£fo
Oculta por las copas ;
De los frondosos árboles, ¡¡
Salid una flor ignota.
Viendo pasar felice
Su vida silenciosa,
Bajo el ramaje espeso
Que le brindara sombra,
Siempre en tranquila calma
La brisa sorprendióla,
Y con cariño blando
Acarició sus hojas.
El tierno paj arillo
En armoniosas trovas
Cantóle sus amores
A la flor orgullosa.
El aura enamorada
Y la naciente aurora,
Kindiéndole tributo
La pusieron en boga ;
Mas ella muy altiva,
Con su voz desdeñosa
Dijo un día á los árboles
Viendo sus altas copas :
¿ Por qué tenerme siempre ,
Presa en obscura sombra ©¿^
Sin admirar los rayos
De ese sol que colora,
Anima y vivifica
Cuanto la tierra abona?
¿ Por qué ocultáis mi tallo
Bajo esas densas hojas?
¿ Acaso por envidia
Me escondéis silenciosa?
Respóndenle los árboles
A la flor habladora
Con muy buenas razones,
Y ella á consejos sorda,
Sigue su charla osada
Y siempre presuntuosa;
Hasta que al fin, rendidos
De escucharla, sus copas
Separan con cuidado
Dejando á la flor sola.
Entonce el sol ardiente
Que todo lo devora,
Tostó su débil tallo
Y marchitó sus hojas.
Así siempre sucede
¡ Oh queridas lectoras !
A aquellos que desprecian
Máximas provechosas.
218
POETISAS MEXICANA8.
MI TODO.
Eres mi bien, mi dicha, mi alegría;
Único ser que con delirio ardiente
Adora mi alma, y cuyo amor ferviente
j Ay ! mi entusiasta corazón ansia.
Eres mi fe, mi gloria, mi esperanza;
El arcángel de luz que me ilumina ;
El faro bienhechor que me encamina
Al lugar de la dicha y bienandanza.
Sin tí, soy nada, mi adorado dueño ;
Sin tí, la muerte me será querida ;
Porque tú eres el ángel de mi sueño ;
Porque tú eres el todo de mi vida.
MI HOGAR.
Casita, casita blanca,
Donde mi amada vivió,
De rayos y de huracanes
Te libre por siempre Dios.
(Antonio Trueba.)
Casita, casita alegre
De la loma de Esquipulas ;
Donde querida y contenta
Vivo para mi ventura;
Donde el pensamiento mío
Adormece sus angustias,
Cuando recuerdo á mi madre,
Amante como ninguna,
Tomar la vista doliente
Hacia la celeste altura
Para rogar por su hija
Que cerca de ella no escucha.
En tí me paso las horas
CRISTINA FARFÁN DE GARCÍA MONTERO.
219
Contemplando una laguna
Que el sencillo barquichuelo
Sus tranquilas aguas surca;
Donde la zancuda garza,
Con su nítida blancura,
Sus lindas alas extiende
Y con pausa el lago cruza.
En tí admiro de los campos
La poética verdura,
Símbolo de la esperanza
Que tiene el hombre en sus dudas.
Mil paisajes deliciosos
Cubren la vasta llanura :
Aquí se miran los templos
Con sus campanas negruzcas ;
Allá la chocita humilde
Del pescador, que se oculta
Entre los espesos tintes
De lindas hojas menudas;
Y más allá un puentecito,
Blanco como el alba pura,
Bajo el cual pasan las aguas
De un río de blanca espuma.
Grandes y bellos ganados
Pacen cabe la laguna,
En donde todo es hermoso
Y tan pródiga es natura.
Casita, casita alegre
De la loma de Esquipulas,
Que en tí no dejen los tiempos
Su huella implacable nunca ;
Porque en brazos de mi esposo
Vivo, para mi ventura,
Siempre querida y contenta ;
Siempre en confidencias mutuas.
55
POETISAS MEXICANAS.
SOLEDAD MAÑERO DE FERRER.
LA CONFESIÓN.
Erase un claustro sombrío,
Por triste luna alumbrado,
Do estaba un hombre embozado
A los pies de un confesor:
En su actitud reverente
Y en su inclinada cabeza
Kevelaba la tristeza
De una santa contrición.
"Hijo, contadme las penas
Que han surcado vuestra frente;
Creed que el cielo clemente
Calmará vuestro hondo afán.
"¿Quién en el mar de la vida
No lucha con la tormenta?
¿ Quién feliz las horas cuenta
Con que los afíos se van?
"Apenas la primavera
La tierra viste de flores,
Cuando el sol con sus rigores
Sus tallos viene á doblar :
"Así el amor, hijo mío,
Del hombre en la edad primera,
Es ventura pasajera
Que acaba con el pesar.
SOLEDAD MAÑERO DE FEERER.
221
"Pues sélo en Dios halla el alma
A sus pesares consuelo,
Con la esperanza del cielo
Que endulza tanto sufrir."
— "Padre, una mujer querida
Fué la luz de mi existencia ;
La amé con tanta vehemencia
Cuanto es posible sentir.
"Ella me am<5; mas la ausencia
Que me aparté de sus brazos,
Rompió nuestros dulces lazos,
Y cuando á verla volví,
"La encontré herida en el alma
Por el más injusto celo
¡ Padre ! sélo sabe el cielo
Lo que por ella sufií.
"Yo rogué todo fué en vano.
Aun veo su blanco velo ;
¡ Ay ! era un ángel del cielo
A quien no puedo olvidar !
"Quizá por una venganza
Sacrificó su hermosura,
Y el amor de su alma pura
Ante el ara del altar
" ¡ Cuántas veces del convento
En la iglesia solitaria,
En misteriosa plegaria
Su argentina voz oí!
"Y en las tristes armonías
De música melodiosa,
Al vibrar su voz hermosa
Tal vez oraba por mí! "
222
POETISAS XIXICAlf AS.
3
Calló la voz del angustiado amante
T el fraile la cabeza levantó;
m
Fijó sobre él los ojos un instante
T oró después con místico fervor.
"Si en algo, dijo, á Cristo has ofendido.
Recibe de mis labios el perdón ??
Levantó la capucha, y conmovido
En las sombras del claustro se perdió.
VISTA DEL MAR.
Ya estoy aquí de nuevo para cantar tus olas :
Tres años he vivido ¡oh mar! lejos de tí;
Mas siempre te lloraba en mi delirio á solas ;
Porque guardé mi lira hasta llegar aquí.
Por eso en igual metro, como la vez primera,
Al golpe de tus olas voy de nuevo á cantar :
¡Ojalá que el pasado cual mi canción viniera!
Pero el tiempo no vuelve, no vuelve nunca ¡oh mar!
¡ Qué bella es en tu cielo, la clara luz del día !
Magníficos celajes se cubren de arrebol :
Cien pájaros marinos coronan la bahía
Que vienen saludando la salida del sol.
La imagen dé los cielos tranquilo el mar retrata ;
Finge un río de fuego por donde el sol está ;
En ondas vaporosas de transparente plata
La brisa fugitiva rizando el agua va.
Es la hora siempre triste del sol al mediodía;
Blancas están la nubes que fueron de arrebol ;
El mar color de fuego que en la mañana había
Se roba de los cielos el divino color:
SOLEDAD MAÑERO DE FERRER.
223
Ni un eco, ni una brisa turban la triste calma;
Las sombras de los buques refleja el mar azul;
Mil vagos pensamientos sucédense en el alma,
Envueltos en ropajes de sombras 6 de luz.
Alguna ave viajera, costeando, cruza el viento,
Y una débil barquilla el mar cruza también ;
Aquella va ligera con blando movimiento,
Y ésta surcando el agua con lánguido vaivén.
La estrella de la tarde nace al morir el día;
Entre doradas nubes hunde su faz el sol ;
La reina de la noche, dulce melancolía
Sobre la mar derrama con pálido fulgor.
Yo he visto en las praderas brillar tu luz hermosa,
Y en campos de verdura que el viento hace flotar ;
Mas nada es comparable ¡oh luna silenciosa!
A estas noches tranquilas en que alumbras el mar.
¿ Quién no siente en el alma un eco misterioso,
Que trae la memoria de una pasada edad?
¿Y quién no goza entonces en éxtasis dichoso
Entre la dulce calma de augusta soledad ?
El alma se levanta al estrellado velo,
Y en hondos pensamientos se abisma el corazón :
En vano los misterios quisiera hallar del cielo,
Y entre mis labios trémulos espira mi canción.
EL DESTIERRO DEL DANTE.
Al pie del gran palacio Copparelo,
El bardo florentino,
El gran cantor divino,
Sus tristes ojos levantaba al cielo;
Y las gotas amargas de su llanto
Enjugaba con la orla de su manto.
56
224
POETISAS MEXICANAS.
Era una noche azul y transparente :
La brisa cariñosa
Pasaba deliciosa
Haciendo murmurar la mansa fuente,
Y alumbraba la luz de blanca luna
Al que fué de Beatriz la ilustre cuna.
Detrás de aquellos muros, contemplaba
El Dante desgraciado,
El semblante adorado
De la joven que un tiempo idolatraba:
Y era no más su loca fantasía;
¡Porque aquella mujer ya no existía!
Cada recuerdo, cual punzante espina,
Su pecho desgarraba,
Y triste recordaba
De Beatriz la imagen peregrina,
Envuelta en seda 6 en flotantes galas, .
Pronta á ceñirse de un querub las alas.
Ya en el baile cual sílfide ligera
Corriendo voluptuosa,
Cual bella mariposa
Vuela fugaz por la gentil pradera,
Aspirando el aroma de las flores,
Que son su luz, su vida y sus amores.
Y él, arrobado en su pasión ardiente,
Con su lira cantando,
O de placer temblando
Si ella miraba su inspirada frente;
Que él la alzó hasta los cielos con su canto,
Y ella en cambio anegó su vida en llanto.
El recuerdo de Bárdi afortunado,
Esposo preferido
De su ídolo querido,
SOLEDAD MAÑERO DE FERRER.
225
~1
Vivía en las memorias del pasado ;
Y una nube de amargos desconsuelos
Tenaz renueva sus antiguos celos.
Se hundid la luna entre las paitlas nubes,
Y el Dante en su tristura,
Dijo con amargura :
¡ Oh sombra audaz que hasta los cielos subes !
¡ Imagen misteriosa de la Gloria,
Que se encumbra hasta el cielo de la historia!
Yo adoré dos amores con vehemencia:
Los dos me han traicionado;
Y al salir desterrado,
El alma dejo entera aquí, en Florencia.
¡ Oh patria ! ¡ Oh Beatriz ! ¡ Mis dos amores I
¡Tan sólo me ofrecéis fúnebres flores!
Yo, Libertad, empuño tu bandera;
Tú eres mi luz, mi encanto ;
Tú has sido mi amor santo,
Desde que vi tu gloria verdadera :
¡ Ven á ostentar aquí tus puras galas,
Y cubre mi sepulcro con tus alas !
Dijo, y subid el embozo hasta la frente,
Y en tanto que salía
De la nube sombría
La luna con su faz clara y fulgente,
El Dante del Palacio se alejaba
Y un adiós á su patria murmuraba.
A UNA ÁGUILA PRESA,
;
En una antigua atalaya
De arruinada fortaleza,
Una águila con fiereza
La vista alzó en su prisión ;
6 n,
t
*&>
Y al contemplar de los cielos
La divina transparencia,
Sintió latir con vehemencia
La sangre en el corazón.
i
J
226
POETISAS MEXICANAS.
Agité altiva sus alas ; <£fc> Cuando en la fértil pradera,
Ciega quiso alzar el vuelo ;
A tu hermosa compañera
Mas le detuvo en el suelo
Le cantabas tierno amor.
Dura cadena los pies.
"Llora, y cuenta
Una mirada de fuego
Una á una,
Lanzó el águila altanera, -
i i
¡ De la luna ¡
Y sintió correr ligera
Al resplandor,
Una lágrima después.
' Esas lágrimas
Guardadas,
' i
"¿Quién corté tu hermoso vuelo,
Impregnadas ,
Reina audaz?
De dolor."
i
Quién arrastré por el suelo
i i
i
, A la que libre naciera
r
Para volar por la esfera?
Así hablé la voz divina
i
¿ Quién de tanto fué capaz ?
De visién
r
"Hoy el hado
Dulce, pura, peregrina,
Te condena
De blanco traje cubierta,
La cadena
Que en el umbral de la puerta
A soportar.
Asomé de la prisién.
Y en tus horas
Pero luego
De tormento,
Sonriendo,
i
Sélo al viento
Fué corriendo
Oirás silbar.
A desatar
A la pobre
11 Y vendrán á tu memoria
Prisionera,
Con dolor
Que ligera
Horas de perdida gloria, e^ Cruzé el mar.
i
i
i
— ■» ♦
* •
— — - - — - — —
CLOTILDE ZARATE.
227
CLOTILDE ZAlR/JLTIE.
Mi
ITACION.
Elévase entre nubes, sublime y majestuosa,
La transparente luna con pálido fulgor,
Cual la modesta virgen, que bella y pudorosa,
Oculta tras un velo su rostro seductor.
Y míranse á millares radiantes las estrellas,
La bóveda celeste lucientes tachonar ;
Y en el espacio inmenso, cual rápidas centellas
Se ven exhalaciones bellísimas cruzar.
La embalsamada brisa susurra blandamente,
Y á su fugaz contacto la matizada flor,
Su cáliz entreabriendo, se mece suavemente,
Y esparce por doquiera su aroma embriagador.
Esta hora de reposo conmueve al alma ardiente;
Y entonces se presenta radiante la ilusión :
Recuerdos deliciosos se agolpan á mi mente ;
Memorias de la infancia que adora el corazón.
De esa época felice que ignora los dolores
Que oprimen á la triste, doliente humanidad ;
Y en que dichoso el niño camina sobre flores
Que ocultan á sus ojos la horrible realidad;
Cuando en dorados sueños le ofrece la esperanza
De rosas y azucenas sembrado el porvenir,
Y que su débil mente á comprender no alcanza,
Que en páramo desierto se pueda convertir.
57
P0BTI8AB MÜICAMAS.
Mas ¡ay! ¡cuan poco dura de la niñez la calma!
Llega presto tras ella la ardiente juventud :
Entonces la amargura, despedazando el alma,
Aleja de su lado la paz y la quietud.
¿En dónde están los goces de aquella edad primera?
¿Do están aquellas horas de dicha y de placer?
Pasaron como pasa la ráfaga ligera ;
Cruzaron cual meteoro que nunca ha de volver.
Mil veces esa luna espléndida y brillante
Calmara compasiva mi vivido penar ;
T ¡ cuántas ha bañado mi pálido semblante,
Y ha visto de mis ojos las lágrimas rodar!
¡Oh faro de la noche! ¡Antorcha de consuelo!
¡ Destello de la inmensa, divina majestad !
No avances, nó; detente en el etéreo cielo,
Y deja que contemple tu suave claridad.
EN LA TUMBA DE MI PADRE.
La noche extiende su enlutado velo
Sobre la tierra que en quietud reposa,
Y ya en el cielo asoma misteriosa
La luna con su pálido fulgor.
Ni el más leve rumor turba la calma ;
Todo ha quedado triste y silencioso ;
Ya no se oye ni el canto melodioso
Que hace poco entonaba el ruiseñor.
En esta hora sublime, entre las tumbas,
Con el alma transida de quebranto,
Vengo á la tuya á derramar mi llanto,
Y á elevar melancólica oración.
CLOTILDE ZARATE.
229
No hay en ella ni mármoles, ni oro,
Ni está con bellas flores adornada;
Tan sólo, ¡oh padre I mírase grabada
En tu modesta losa una inscripción.
Mil recuerdos se agolpan á mi mente,
Bellos como los sueños de ventura,
De aquellas horas de mi infancia pura,
Que presto huyeron para no volver.
Y esos gratos recuerdos, padre amado ;
Esas horas de dicha transitoria,
Indelebles están en mi memoria
Sin poder cual aquella fenecer.
Tú me trazaste de virtud la senda,
Enseñándome á amar al desgraciado;
Tú también con solícito cuidado
Formabas mi inocente corazón.
Y tus palabras de ternura llenas
Hasta el alma llegaban, padre mío,
Cual se filtra la gota de rocío
Dentro del cáliz de la tierna flor.
Tranquila deslizábase mi infancia
Cual cristalino y límpido arroyuelo,
En cuyas ondas, retratando un cielo,
Por la pradera murmurando va.
Yo era feliz al fulgurar la luna,
Y felice también el sol me hallaba,
Cuando ufano en los montes reflejaba
O de un lago en el líquido cristal.
Entonces ignoraba que en el mundo
Pasa la dicha como sombra vaga ;
Porque á la edad en que ella nos halaga,
Sólo sabía jugar y sonreír.
230
POETI8A8 MEXICANA8.
Y ajeno el corazón al sufrimiento,
E ignorando del alma los dolores,
No pensé que cual áspid entre flores
El infortunio llegaríaine á herir.
Mas como el humo que arrebata el viento,
Despareció mi dicha y mi ventura;
Y al elevarse al cielo tu alma pura,
Mi alegría infantil también huye.
Contemplé en el sendero de mi vida
Convertidas las flores en abrojos,
Y entonces extendiese ante mis ojos
Un porvenir de duelo y aflicción.
Y donde viera mágicos pensiles,
Punzadoras espinas he encontrado ;
Engaños mil en la amistad he hallado,
¡ Qué miserias en la alta sociedad !
Por eso triste, con amargo llanto,
Vengo á regar tu losa funeraria,
Y á dirigir mi fúnebre plegaria
En medio de la augusta soledad.
Voy en el mundo sin tu amiga mano,
Vagando como errante peregrino,
Sin hallar una flor en el camino
Por do cruza mi triste juventud.
Cual frágil barca sin timón ni quilla,
Al soplo airado de contrario viento,
Navegaré sin que tu tierno acento
Pueda indicarme el puerto de salud.
Mas nó, que al deslizarse mi barquilla
En el mar de la vida borrascoso,
Tú velarás por ella bondadoso
Desde ese cielo diáfano y azul.
CLOTILDE ZARATE.
231
Y rogarás al Hacedor Supremo
Para que mi alma de sufrir cansada,
Pueda elevarse al fin purificada
A esa región de bienandanza y luz.
UNA VIOLETA.
Mientras del sol los vividos fulgores
Bañaban el jazmín y la mosqueta,
De la luz se ocultaba una violeta
Entre los tallos de las otras flores.
Reflejo de mis íntimos dolores,
Al descubrirla la mirada inquieta,
De esa flor, predilecta del poeta,
Creí hallar en los pálidos colores.
Cuando entre nubes de zafir y rosa
El sol al Occidente descendía,
Volví á internarme por la selva umbrosa :
La violeto gentil mustia yacía;
Sus alas agitó una mariposa,
Y el vuelo alzó cual la esperanza mía.
» •+
58
232
POÍTI8A8 MEXICANAS.
J&jLttTJk. SAlsTTAELLA.
A COLON.
El nombre de Cristóbal significa
Aquel que lleva á Cristo, ¡ qué ventura !
De un mensajero del Señor indica
La alta misión y colosal figura.
Como digno Cristóbal, se te ha visto
A merced de elemento furibundo,
Al salvaje llevar la fe de Cristo,
Descubriendo atrevido el Nuevo Mundo.
Esta hermosa región, obscurecida
Por el negro vapor del gentilismo ;
De tenebrosos crímenes guarida;
De ignorancia y miserias hondo abismo ;
Era un cielo de horror sin luminares,
Que tú tornaste en refulgente día,
Colocando la cruz en los altares
Donde la sangre humana se vertía.
Al soplo del Espíritu Divino,
Y al rayo de su luz, súbitamente
El idólatra vid su alto destino,
T en el único Dios creyó ferviente.
De angélica armonía eco lejano,
Tras azul pabellón, resonó el coro :
Para el indio de América, cristiano,
Se abrieron del Edén las puertas de oro.
MARÍA BANTAELLA.
233
Sorprendiendo á la ciencia en sus arcanos,
Con afanes, Colón, duros, prolijos,
Diste á la humanidad nuevos hermanos,
Y á la Iglesia de Dios millares de hijos.
Por tí, el que era salvaje es hombre culto :
Ya no maneja el arco, espada blande
Cuando resiste al extranjero insulto :
Héroe en su raza, y por su ciencia, grande.
Hoy, por eso, la América te canta,
Y de sus flores entre el suave incienso,
Un grito, al recordarte, se levanta
De eterna gratitud y amor inmenso.
Por eso de entusiasmo en los momentos,
Hija del Nuevo Mundo, agradecida,
Te consagro en humildes pensamientos
Los últimos fulgores de mi vida.
LA FLOR T EL LUCERO.
Nació una flor cual ninguna s^>
Por su atractivo inocente,
Siendo su dichosa cuna
Orilla de mansa fuente.
Ella abrid su tallo leve,
Graciosamente ataviada
Con su corola de nieve,
Bajo la obscura enramada.
Fresca, perfumada, abierta,
De la alta noche en las sombras,
Era una reina despierta
Sobre las verdes alfombras.
i!
e¿s>
Pero al verse hermosa y sola,
Inclinóse con desmayo
A la fuente, cuando hirióla
De luz bellísimo rayo.
Un astro se reflejaba
En el agua silenciosa,
Y en resplandores bañaba
A la solitaria rosa.
Ora en el cristal movible
Se agitaba ; ora en sosiego,
Con encanto irresistible,
Dardos lanzaba de fuego.
234
POETISAS MEXICANAS.
¿ Quién no amara hechizo tanto ®Me
Del celeste reverbero?
La flor con púdico llanto,
"Yo te amo," dijo al lucero.
"Toma de mis blancas hojas
Esta gota de rocío,
Que de amor en las congojas,
Como una prenda te envío."
Inmóvil hora tras hora
Contemplaba en su delirio
La imagen fascinadora
T deslumbrante de Sirio.
En tanto que así gozaba
Extasiada, no veía
Que la fuente se agotaba
T el agua se consumía ; e^
Hasta que al fin los fulgores
Miró perderse en la arena.
En un sueño los amores
Y las delicias en pena.
" ¡Adiós, vida de mi vida! "
Dijo, su cáliz cerrando,
Y en tan triste despedida
Se iba su aroma acabando.
Después la flor sin mancilla,
Al impulso del ambiente,
Giraba seca á la orilla
De la consumida fuente.
Así el que ama una hermosura,
Que es de Dios sólo el reflejo,
Pierde y llora la ventura
Que halla en efímero espejo.
El amor que dicha encierra
Y es del hombre dulce anhelo,
Su luz refleja en la tierra,
Pero él se encuentra en el cielo.
JULIA O. DE LA PENA.
235
JULIA O-. DE LA. IFIE
PLEGARIA.
I
¡ Oh Virgen amorosa,
Dulcísima María!
¡ Con qué fervor te invoca
Mi adolorido ser !
El alma te venera,
Te adora noche y día:
Alivia, Virgen santa,
Mi duro padecer.
Devuelve al alma triste
Su fe consoladora ;
Alumbra con los ravos
De tu divino amor
Mi frente que se inclina
Marchita é incolora,
Al peso insoportable
De mi tenaz dolor.
Deten un solo instante
Tu celestial mirada
Sobre el sendero yermo
Que recorriendo voy.
De tu mirada pura
La luz abrillantada
Disipe en mi horizonte
La niebla del dolor.
<¡£fo Escucha mi plegaria,
¡. Que férvida y sencilla,
Ii ^^
En sus ligeras alas
La brisa matinal,
Te lleva, cuando Febo
Reverberante brilla,
Envuelto en su radioso
Espléndido cendal.
II
En mi sombiío páramo
Las flores se agostaron,
Se las llevó en sus garras
Furioso el huracán :
¡ Y efi cambio de esas flores,
Cruelísimos brotaron
Abrojos, que mi planta
Despedazando van.
i
Murieron los ensueños
i
Purísimos de mi alma;
Las dulces alegrías
De mi dichoso ayer,
Murieron, y la estrella
De mi tranquila calma
Entre celajes negros
e¿>s> Se vid desvanecer.
59
236
POETISAS MEXICANA8.
¿Qué haré, Virgen divina,
Si en el extenso mundo
Cual miserable arista
Que el viento arrebató,
Camino siempre errante,
Sin que mi afán profundo
Mitigue con su encanto
La luz de una ilusión ?
Aquí, bajo tu amparo,
Postrada de rodillas,
Pongo en tus manos mi alma,
Cansada de llorar.
Contempla, Madre amante,
Mis pálidas mejillas,
Aun húmeda conservan
La huella del pesar.
<£fo Perdóname ¡oh María!
Si mi atrevido acento
Te expresa los dolores
Que hieren mi existir;
; Si el alma te revela
Su duro sufrimiento,
Perdóname, María,
Y alivia mi sufrir.
Yo sé que eres tan tierna,
Tan compasiva y pura,
Que escuchas la plegaria
De tu devota fiel :
Y siento al invocarte
i'
Calmar mi desventura,
i
i Y que renace en mi alma
e¿9 La consumida fe.
LA NOCHE.
Ya el sol entre las nubes
Vela su frente,
Se reclina en su lecho
Resplandeciente,
Y sus reflejos
Pálidos se disipan
Allá á lo lejos.
Las vocingleras aves
Alzan su canto,
Y al ver que ya la noche
Tiende su manto,
Van presurosas
A sus mullidos lechos
De blandas rosas.
<¡Rfc> Cargado de perfumes
i Vaga el ambiente,
Rizando los cristales
De mansa fuente ;
Y ya las flores
Duermen un dulce sueño,
¡ Sueño de amores !
¡ Cuan bella está la noche !
Tiende en el suelo
La silenciosa luna
Su regio velo :
Y las estrellas
Como limpios diamantes
e¿ys) Palpitan bellas.
JULIA O. DE LA PEÑA.
237
Todo es en tomo, grato ;
Todo está en calma;
¡ Sólo de negro luto
Se cubre mi alma!
Y así abatida
Entre tanta hermosura
Corre mi vida.
gV'®
e&>
¡ Oh noche esplendorosa,
Grata, hechicera,
Cúbreme con tus alas
De adormidera,
Y haz que mi vida
Recupere en tu seno
La paz perdida!
♦■♦
238
POETISAS MEXICANAS.
ADELA ARBIOLA.
LA NEBLINA.
Gasa leve, vaporosa, <£$-<
Que flotando entre las flores, '
Vas volando vagarosa,
Devolviendo deliciosa i
A los prados sus verdores.
¡i
Leve encaje de la aurora, '
Ilusión de la mañana,
Con la luz encantadora
Tu ropaje se colora
Y del iris se engalana.
Con el alba te apareces
Junto al límpido arroyuelo, ;
Y mágico encanto ofreces ■
A los prados que embelleces
Con tu leve y blanco velo. [
i
Envolviendo vas ligera
En tus blondas celestiales
La cabana, la pradera,
Y la altísima palmera,
Y balsámicos rosales.
¿Te formaste, di, celaje,
Con la luz del claro día?
¿ O eres transparente encaje í¡
Que formó para su traje |¡
Soñadora poesía ? . e^
r
Di ¿qué buscas en la altura
Que subiendo vas veloz?
¿ Eres tú la ofrenda pura
Que le ofrece la criatura
Ai omnipotente Dios?
¿ eres tú de la mañana
La radiante vestidura,
Cuando mágica se afana
Por mostrarse más galana
A la espléndida natura?
De las lágrimas formado,
Vaporoso y blanco velo,
Que las almas han llorado,
¿Todo el llanto tú has juntado
Y lo llevas hasta el cielo?
Yo no sé ; mas tu albo encaje,
Para el alma soñadora
Es el mágico celaje
De un espléndido paisaje
De belleza seductora.
Ya su velo celestial
Recogiendo, desparece,
Y del nítido raudal
Riza apenas el cristal
Que sus blondas humedece.
i
ADELA ARRIÓLA.
239
Allá va despareciendo
Con su manto de vapores ;
Poco á poco descendiendo,
Sus encantos va perdiendo
De la luz á los fulgores.
<s*v>a . ¡ Vuelve, bruma, con tu velo
Nacarado, de ilusión!
Junto al plácido arroyuelo
Te veré subir al cielo
e¿s> Al gemir de mi canción.
A UNA ALMA
De lo invisible entre el velo s^
ii
Viene una alma celestial, ¡
Y en este mísero suelo !
Me habla de un mundo ideal
De esperanza y de consuelo
Y á su voz grata y sentida,
Vuelvo otra vez á soñar
Con la mansión presentida,
Donde espera á nuestra vida
Delicioso despertar.
Esa alma, luz, poesía,
Ejerce en mi ser su imperio,
Ya deje oir su armonía
De la noche en el misterio,
O al mágico albor del día. %$>
Ella presta dulce encanto
A mi ignorado existir;
Pues su afecto puro y santo
Descorre el obscuro manto
Que enluta mi porvenir.
Ella enciende en el oriente
De mi vida, los fulgores
De esa alborada esplendente
De ilusión, dicha y amores
Con que soñara mi mente.
Y en horas de pena y duelo,
Su inefable confidencia
Es de esperanza y consuelo,
La promesa con que el cielo
Embellece mi existencia.
» ♦
60
240
POETISAS MEXICAÜ AS.
M^lRÍ A. CAÑEDO.
LA VUELTA DEL OALVAEIO.
Está acabando el día de dolores inmensos ;
Día del sacrificio de incomparable amor ;
Y por la triste calle, que viene del Calvario,
Camina silenciosa la Madre del Señor.
A lo lejos la siguen las piadosas mujeres,
En cuyas frentes pálidas revélase el dolor;
Y el discípulo amado, que en su mente recorre
Las terribles escenas de la Santa Pasión.
María se adelanta envuelta de su manto
En los profusos pliegues, que dejan sólo ver
Un rostro, en que se pintan la pena y el quebranto ;
Un rostro, el más hermoso que el mundo pudo ver.
Sí, es María, que sigue despacio, silenciosa
Sus ojos están fijos del cielo en el azul;
Sus lágrimas la vuelven más bella, más hermosa,
Y extasiada repite el nombre de Jesús.
Bajo su obscuro manto oculta la corona
Que quitó de la frente del Hijo de su amor ;
La mira, y traspasada, la oprime contra el pecho,
Y se escucha un gemido de hondísimo dolor.
Después, allá en su mente recuerda las palabras,
Que en día más dichoso dijo al ángel de Dios;
Y juntando sus manos, humilde y resignada,
Eepite: "Soy la sierva, la esclava del Señor."
MARÍA CAÑEDO.
241
Su cuerpo á cada instante se estremece, vacila ;
De su pecho se escapan quejidos de dolor;
Está como de mármol su encantadora frente,
Y sus labios de grana perdieron el color.
María gime, gime cual tórtola inocente,
Que se ve perseguida de astuto cazador ;
María llora, llora ; pero inclina su frente
Y murmuran sus labios: "Mandad en mí, Señor."
De tiempo en tiempo vuelve sus ojos al Calvario,
Y mira entre las sombras la cruz del Salvador ;
Y al sentir que se arranca su corazón del pecho.
Exclama como su Hijo: "¡Perdónalos, Señor! v
ADIÓS A
:co.
Adiós, México hermoso; adiós, Patria querida;
Voy á dejar el suelo bendito en que nací.
Voy á ver otras tierras ; voy á pasar los mares ;
A ver países bellos y nuevos para mí.
Pero ¿podré olvidarte, oh México querido?
¿Podré olvidar tus montes, tu cielo de zafir,
Tus campos de magueyes, tus verdes platanares?
¡Oh México querido! ¿podré olvidarte á tí?
¿Podré olvidar la Virgen que se halla entre tus rocas;
Que bajó de los cielos un santuario á pedir;
Que nos dejó su imagen en un lienzo grabada,
Y que del mexicano hizo un pueblo feliz ?
¡Oh nunca! Al ver de Europa las grandes capitales,
Que muestran del progreso las maravillas mil,
Pensaré en esta tierra, joven, sí, pero hermosa,
Do se meció mi cuna, do la luz pura vi :
L_
242
POETISAS MEXICANAS.
En la indiana doncella, que se aduerme entre rosas ;
A quien cubren las palmas y perfuma el jazmín;
Que levanta su frente coronada de perlas
T tiene un lecho de oto en medio de un jardín.
Pensaré en tus volcanes altísimos, hermosos;
En tus bosques inmensos donde canta el clarín ;
En tus lagos azules, en tus campos de rosas,
En México, en la tierra bendita en que nací.
♦ »
ERCILIA GARCÍA.
243
ROILIA O-ABOIA.
LA CALUMNIA.
¡Pobre mujer! vertiendo amargo llanto
Pasas las horas de tu triste vida:
¡ Horrible es tu dolor y desencanto !
Y ya tu alma sufrir no puede tanto
La herida de esa sierpe maldecida.
¿ Por qué llorar cuando en tu frente bella
Brillar se mira la virtud amada;
De esa virtud que mágica destella,
Dando un mentís al que ai hablar de ella
No muere de vergüenza y se anonada?
Deja que el vulgo con su saña impía
Maneje la calumnia con destreza;
No temas de sus dardos la porfía,
Y espera, que muy pronto vendrá el día
Que inclinen á tu paso la cabeza.
Deja que lancen el veneno todo
Que infames guardan en su alma impura.
¿Los ves cubiertos de asqueroso lodo?
Ellos solos se buscan de ese modo
Su horrible perdición y desventura.
61
244
POETISAS XKXICA5AS.
LA HUÉEFAVA.
Era una noche obscura v silenciosa :
Miedo y terror su lobreguez causaba ; ^
Una noche tan fría y pavorosa
Que nadie por las calles transitaba.
Oyese sdlo el quejumbroso acento
De una infeliz que caridad implora ;
Su débil voz arrebataba el viento,
Y ella, la triste, en su desdicha llora.
Una limosna, por piedad, decía :
Compadeced mis crueles sufrimientos:
Una limosna, el eco repetía,
Y hundíanse en el silencio sus lamentos.
No hay en el mundo compasión alguna;
Exclama la infeliz entre sollozos:
Los seres que protege la fortuna
Se muestran inhumanos y orgullosos.
Huérfana y sola, caridad imploro ;
Mas mi triste existencia no maldigo.
Compasión nadie tiene de mi lloro,
Y visto los hampos del mendigo.
Un pan hanme ofrecido, que indignada
Muy lejos lo arrojé con mi desprecio
Que á costa de mi honor no quiero nada,
Que es muy cara la vida á tanto precio.
Ya siento me abandona la existencia,
¡ Eterno Dios ! ¡ Piedad, mira mis cuitas !
Quiero morir, tranquila la conciencia,
Y subir hasta el cielo que tú habitas.
ERCILIA GARCÍA.
245
¡ Ay I ya de la mendiga no se oía
Su lamento que el alma desgarraba ;
Ya el silencio su voz no interrumpía,
Que muerta la infeliz allí quedaba.
246
MARÍA IGXACIA AGRAZ.
A LA MEMORIA DE UH ÁNGEL
Era Luz radiante estrella.
Más que Sirio, pura y bella,
¡Era el alma de su hogar!
De la muerte al soplo helado
Condensóse cruel nublado
Y la Luz vino á ocultar
Mas, en tanto que del suelo
De dolores v de duelo
La Luz bella se alejó,
Cruzando ágil por las nubes.
Entre coros de querubes
Sol radiante se volvió.
¡ADIÓS, CARMEN, ADIÓS!!!
Á volver voy á mis queridos lares :
Allá donde miré la luz primera;
Donde gocé inocente y placentera
Los dulces años de mi tierna edad :
Voy á mirar mis aves v mis flores ;
Voy á vivir bajo el paterno techo;
Mas nada, Carmen, nada, de mi pecho
Tu memoria querida borrará.
HABÍA IONACIA AQRA2.
247
Te enviaré mis miradas con la luna
Y mis suspiros con la brisa inquieta,
Y besaré la púdica violeta
Imaginando que te beso á tí.
Y tu, ¿me olvidarás? ¡oh, né! Perdona;
No es que abrigue la duda al preguntarte ;
Es, Carmen, es que gozo al escucharte
Cuando me dices pensarás en mí.
Olvídame, si quieres, cuando apures
La copa de oro de dulzura llena ;
Mas ven á mí, compartiré tu pena
Cuando la hiél probares del pesar.
£1 alma mía, hermana de tu alma,
Doquier te buscará, Carmen querida,
Cual busca la ribera apetecida
El marinero en turbulento mar.
¡ La hora llegó ! ¡El cielo lo ha querido !
Amiga, enjuga tu precioso llanto,
Si duplicar no quieres mi quebranto,
Quebranto ¡ay Carmen, ay! ¡quebranto atroz!
Quizá jamás á vernos tornaremos
En esta senda de dolor sembrada,
Mas nos veremos en la Patria amada
En día sin ocaso. ¡Adiós, adiós!
Allá en tus horas de éxtasis sublime,
Cuando hasta el cielo se levante tu alma,
Pide me vuelva la perdida calma,
Que yo también la imploraré por tí.
Y si á la tumba antes que tú bajare,
Cabe mi tosca losa funeraria
Ve á plantar una humilde pasionaria,
Y tus plegarias á elevar por mí.
» ♦
62
248
POETISAS MEXICANAS.
ROSA BARRENECHEA DE MAYO
i :*«(>:•
I
Un cielo hermoso, límpido y sereno,
Que de arreboles lleno,
Sobre tí extiende su azulado manto:
Un sol que desde allí su fuego envía,
Con su calor fecundo dando al día
Luz, vida, aroma, animación y encanto.
Una luna que pálida, tranquila.
Con suave luz cintila,
T con rayos de plata luego baña
Tus largas avenidas espaciosas,
Tus palacios de formas majestuosas,
Y cuanto tu recinto inmenso entraña.
Luceros esplendentes, cual brillantes
De mágicos cambiantes.
Allá en el infinito centellando:
Xubes blancas y finas como encajes,
T transparentes, aéreos mil celajes
A impulsos de la biisa jugueteando.
Acá abajo sombrosas alamedas,
Hojosas arboledas
Que hacia el cielo sus copas elevando.
i
ROSA BARRENECHEA DE MATO.
249
Parece que en su aspecto majestuoso,
Están al Ser Supremo y Poderoso
De adoración tributo levantando.
El Popocatepetl, del sol la lumbre,
Recibiendo en su cumbre
Con majestad inexplicable, extrema;
T al destacar su mole en lo infinito,
Ostentando en su frente de granito
De nieve y nubes colosal diadema.
El Iztaccíhuatl sus eternos hielos
Luciendo como velos
Que envuelven su silueta siempre helada,
T forman en su cumbre majestuosa
Una figura blanca y vaporosa
De mujer, en la cima recostada.
Y tú, Tenochtitlán la Soberana,
Voluptuosa y ufana
Reclinada indolente, de tus montes
En la tendida y matizada falda,
Viendo en la tierra campos de esmeralda,
Y en el cielo azulados horizontes.
Mirándote coqueta y complacida
En la tersa y bruñida
Plateada superficie de tus lagos,
Que al retratarte en el cristal movible
De su agua transparente y apacible,
Mandante en sus murmurios sus halagos.
Tal es el espectáculo encantado,
Que contempla admirado
Quien absorto te ve por vez primera,
250
POETISAS MEXICANAS.
Con tus jardines poéticos flotantes,
Tus bosques de ahuehuetes arrogantes
Y tu clima de eterna primavera.
Así te miré yo; y al contemplarte,
Desde mi alma mandarte
Quise de admiración tributo ardiente,
Que á impulso de tus brisas caminando,
Lleven á tí, suavísimas volando,
Las alas perfumadas de tu ambiente.
II
Mas á pesar de todos tus primores ;
Tus aromadas flores ;
Tu cielo transparente de zafir;
Tu sol que viva luz siempre fulgura ;
Tus bosques majestuosos de verdura..
A pesar del bullicio y la alegría
Que entrañas noche y día ;
Yo ambiciono alejarme ya de tí;
Dejar el esplendor de que estás llena,
Por la calma pacífica y serena
De aquel humilde suelo en que nací.
Pues sabrás que, colocado
En valle ameno y frondoso,
Hay un lugar encantado.
En donde mi alma ha pasado
Todas sus horas de gozo.
Donde mis ojos miraron
El sol por la vez primera ;
Donde mis labios alzaren
Preces que á Dios se elevaron
Y de mi madre aprendiera.
ROSA BARRENECHKA DE MAYO.
251
r
Allí pasaron serenos
Mis días de tierna infancia,
Al pesar del todo ajenos,
De caricias siempre llenos,
De paz y suave fragancia.
Allí mi alma concibió
Sus primeras ilusiones ;
Su primer amor sintió,
Y allí infinito gozó
Entre risueñas visiones.
Allí en noche venturosa
Oyó Dios mi ruego ardiente,
Y sintiéndome dichosa,
Vi ceñir, blanca y hermosa,
Corona de azahar mi frente.
Y en aquel templo sagrado
Dichosa me arrodillé,
Y ante el altar consagrado,
Al hombre por mi alma amado
Amor eterno juré.
Y más tarde, de mi vida
Colmada la dicha vi,
Pues trémula, enternecida,
De mi hijita tan querida
El primer vagido oí.
Allí, bajo de aquel cielo,
Hay seres que tiernos me aman,
Y con cariñoso anhelo
Hacia aquel tranquilo suelo
A todas horas me llaman.
63
252
POETISAS MEXICANAS.
Tengo allá el mayor tesoro
Que haber puede el corazón,
Por el cual sin calma lloro :
Una madre á quien adoro
Con infinita pasión.
III
Quédate pues, ciudad encantadora,
En donde el goce mora,
De tus añosos bosques á la sombra ;
Quédate, sí, indolente reclinada
En la grama mullida y perfumada
Que á tu suelo feraz sirve de alfombra.
Que yo, incesantes hasta Dios levanto,
Entre mi ardiente llanto,
Mis grandes y fervientes oraciones,
Rogándole me lleve á aquella tierra,
Que en su recinto para mi alma encierra
Tan inmensas y puras afecciones.
Y si escucha el Señor bueno y clemente
Mi súplica ferviente,
Y acoge mi plegaria bondadoso,
Desde aquella mi tierra bendecida
Yo siempre te enviaré, ciudad querida,
De mi pecho un recuerdo cariñoso.
J
MARÍA DEL PILAR MORENO.
263
n
MARÍA DEL PILAR MORENO.
filosofía del corazón.
" ¿De qué sirven los mágicos placeres
Con que él mundo engañoso nos convida,
Si nos hacen perder la dulce calma,
Esa bendita paz, dicha del alma,
Don celestial, purísimo, divino,
Que el Dios de las bondades infinitas
En premio á la virtud concede amante,
Cual bálsamo sagrado de consuelo,
Como el único bien en este suelo?
"En los hermosos sueños juveniles
Acariciamos locas esperanzas,
Halagadoras, bellas ilusiones,
Puras como los sueños infantiles,
Que en forma de fantasmas vaporosas,
Aéreas, seductoras, impalpables,
Cual falange de fadas misteriosas,
La ventura nos brindan á porfía,
Que llevando nuestra alma á otras regiones,
Ensueños de ventura irrealizable
Forja la acalorada fantasía.
" Veloces vemos ¡ ay ! desvanecerse,
Como se desvanece humo ligero,
Esas gratas, magníficas quimeras ;
Como miramos rápida perderse
254
POETI8A8 MEXICANAS.
La tenue y blanca nube en el espacio;
Como miramos la impalpable espuma
Que en el instante de nacer se muere ;
Como la débil niebla se evapora
Cuando el radiante sol desde la altura
Con sus rayos espléndidos la hiere ;
Como se borra en los hirvientes mares
La estela que la nave va formando,
Cuando veloz las hondas va surcando.
"Si hemos de llorar siempre perdida
La inefable esperanza de ventura ;
Si lágrimas amargas, hondo duelo,
T penas, y desdichas, y dolores,
Es patrimonio en este triste suelo
De la infeliz y mísera criatura
¿De qué nos sirve congojosa vida,
Si en vez de bellas flores que buscamos,
Espinas punzadoras encon tramos ?" —
Una alma dolorida así decía
A un corazón, que de amargura henchido,
En aras del deber más imperioso
Su tierno amor sacrificado había:
A un corazón que crueles desengaños,
Y martirios, y luchas muy amargas,
Habían sin cesar despedazado.
A la sensible alma que lloraba,
El corazón así le contestaba :
— "A lo grande, á lo noble, á lo infinito
Hemos siempre aspirado, hermana mía.
¿Pudiéramos hallar nuestros anhelos
En medio de quimeras engañosas
Que el miserable mundo nos vendía,
Y en cambio de zozobras y desvelos
%
V
MARÍA DEL PILAR MORENO.
255
Nos robaba la paz dulce y serena,
Única dicha de inquietud ajena?
1 'Yo que tanto he sufrido, hermana mía,
¡Hermana de infortunios y dolores!
Al verte de la lucha en la agonía,
Yo quiero mitigar tu hondo quebranto;
Hacerte olvidar tus sinsabores ;
Con mis consuelos enjugar tu llanto.
" Yo, como tú, en medio á mis pesares,
Sentía que la fe me abandonaba;
Que para mi amargura no existía
En la tierra esperanza de consuelo,
Y al dolor, como tú, yo me entregaba.
Mas el dolor que tanto nos tortura
Es un bien en la tierra, triste hermana;
El nos lastima hasta lo más profundo,
Desfallecer sentimos de amargura,
Mas los dolores templan las pasiones,
Son un crisol, en él se purifican,
Y haciéndonos mirar las ilusiones
Como engaño falaz del triste mundo,
Al verdadero bien encaminamos
Nuestras delicias, nuestras esperanzas.
Y al fin, la paz perdida recobramos.
" ¿Sabes cuál es el bien que la paz brinda?
¿ Cuál la ventura que concede el cielo
Para cambiar en celestial consuelo
Los amargos dolores de este mundo?
Es la sublime caridad, hermana;
Es consolar al infeliz que llora;
Tenderle en la desgracia nuestra mano ;
Amarle siempre con cariño tierno,
Si de nosotros caridad implora;
64
256
POETISAS MEXICANAS.
Tratarlo con amor que es nuestro hermano.
Olvidando así nuestros dolores
Por aliviar del infeliz las penas,
Al consolarlo dicha sentiremos,
Que por quitar abrojos Dios da flores;
T al llegar á romperse las cadenas
Del espíritu libre y la materia ;
Al partir para siempre de este mundo,
Felicidad eterna gozaremos."
DOLORES CANDAMO DE ROA.
257
DOLORES CANDAMO DE ROA.
A ÉL.
FANTASÍA.
Hoy despeñada de la excelsa cumbre
Do osé mirar del sol la densa lumbre
Que fascinó mis ojos,
Cual hoja seca al raudo torbellino,
Cedo al poder del áspero destino,
Me entrego á sus antojos.
Gertrudis (í. de Avellaneda.
¡Ay! yo miré cuando la luz divina
De la razón iluminó mi mente,
Una visión sublime, peregrina,
Aérea alzarse en espacioso oriente.
Envuelta en nubes de amaranto y grana,
El carro presidiendo de la aurora,
La miré de mi vida en la mañana,
Como ese astro que la espiga dora.
entre celajes de amatistas y oro,
Blondo el cabello, la mirada triste,
La vía columpiar cual meteoro
Que los cambiantes del rubí se viste.
Luego, del sol en el temblante rayo
en sus listones lúcidos la vía,
de sus ojos en el fiel desmayo
La inspiración con frenesí bebía.
258
POETISA8 MEXICANA8.
Vagar la vi también en la pradera,
Cual colibrí de oro y de colores,
Y vi asomar su imagen hechicera
Al entreabrir sus pétalos las flores.
¿Quién eres ¡av! aparición suprema?
En éxtasis febril yo le decía;
¿Quién eres, di, que tu destello quema
Mi corazón y ardiente fantasía?
¿Por qué te miro bella en mi delirio
Doquier que errante llevo mi pupila?
¿T por qué no te alcanzo en mi martirio
Cuando tu forma en mi redor oscila?
¿ Eres acaso esencia de las flores
Que figura y color toma en el viento ?
¿ O espíritu serás de esos amores
Que suelen encantar el pensamiento?
¿ Eres tal vez la deslumbrante gloria
Que busca el sabio, y por su mente pasa?
¿ la imagen de dicha transitoria
Que nos arrulla en su cendal de gasa?
¿Serás planeta de ignorado nombre,
Que en lejana región quizás fulgura?
¿O eres el ángel que conduce al hombre
A las regiones de inmortal ventura?
¿ Por qué palpita el corazón cobarde,
Cual hoja seca que sacude el viento,
Cuando te miro, al declinar la tarde,
Por el azul del ancho firmamento ?
¿Eres acaso arcángel desprendido
Del alto alcázar do el Eterno asiste ;
O destello serás descolorido
De la fulgente túnica que viste?
X
\>
DOLORES CANDAMO DE ROA.
259
Espíritu ó visión en forma humana,
Deja no más que tu sandalia toque;
Y aunque ignore tu esencia soberana,
Deja que en sueño el corazón te evoque.
Tal vez seas la luz de la esperanza,
Luz de ilusión, bellísima quimera
Mas aunque dardo fueses de venganza,
¡Ven á mí, ven, imagen hechicera!
He aquí mi corazón : sea él tu ara :
En él recibirás mis preces puras ;
Te hallaré en él más lindo que te hallara
Cuando suspenso en el zenit fulguras.
T si eres sólo una gentil quimera,
Del loco pensamiento desprendida,
Deja la nada, imagen hechicera,
Y toma vida de mi propia vida.
Porque quiero que hables ; quiero hablarte ;
Quiero beber tu aliento de perfume,
Y ávida, de cerca contemplarte
¡Ah! esta ansiedad mi corazón consume!
Inútil fué clamar: el eco humano
Iba á quebrarse ante la imagen muda,
Y fatigada mi esperanza en vano,
Calló mi voz, y devoré mi duda.
El sol hacia su ocaso caminaba;
Cubrióse el suelo con vapor sombrío ;
Mi querub entre nubes se ocultaba,
Y quedó obscuro el horizonte mío.
Horroroso huracán, tormenta impía
Tronó después en la cerúlea esfera,
Y no volvió á alumbrar la mente mía
La luz que antorcha de su claustro fuera.
65
POETISAS MEXICANAS.
Fué del sentido, dije, loco engaño
El que cruzó esas nubes de tizú*
Mas corrieron después, año tras año
Y ahora veo ¡ oh mi bien ! que fuiste tú.
Tú, á quien amaba ya sin conocerte,
Como al sol ama la gentil violeta
Tú, á quien miré sin alcanzar á verte
Cuando vagabas en la brisa inquieta:
Tú el ángel eres que arrulló mi frente
En cuna de fragante adormidera;
Tú el que embriagas en éxtasis mi mente;
Tú el dulce ensueño de mi edad primera.
Cuando vagando en la florida vega,
Sopla tu ala de adormida brisa,
Aquel perfume que á mi lado llega
Avara bebo, por beber tu risa.
¡ Ah ! ¡ cuántas veces, cuántas ha latido
Por ella el corazón, desque la vi
Jugando, cual amor mal escondido,
En su alcoba de nítido rubí!
Cuando con ansia te llamé: ¡bien mío!
¿Por qué no oiste mi amoroso ruego,
Y perder le dejaste en el vacío
Cual en bosque intrincado gorrión ciego?
¿Por qué dejaste huir la primavera
Con su luz, su frescura, sus colores
Y el néctar que brindaba placentera
En las copas de raso de sus flores?
Hoy no hay tapices ya que mientan seda,
Ni blancos lirios, ni claveles rojos
Mira el camino que á mi paso queda
¡Cubierto está de cardos y de abrojos!
DOLOUS CAXDtAMO DE BOA 261
Al nido empuje de la frágil vida.
Así cruzando por el valle voy ;
Y hollando el polvo de mi fe perdida,
Sin correr tras el bien que viendo estoy.
Vete, vete de mí, ¡ ay í está escrito
Que un imposible he de vivir amando.
Y que cual reo de cruel delito
Sola en mi cárcel viviré llorando.
Déjame, pues, á que de angustia muera;
Déjame con tu imagen solamente:
¡ Ay ! la adoré desque la luz primera
De la razón iluminó mi mente.
Esta tal vez encina solitaria,
Al terminar mis fúnebres congojas.
Arrojará en mi tumba cineraria
Los restos secos de sus secas hojas.
262
POETISAS
.A.Ij'V^.AuIDOIR/JL día
LA HOCHE.
Yace en silencio el mundo. Esquivo el sueño
De mis párpados huye,
Y va á esparcir su mágico beleño
En torno al lecho que el cansancio busca,
Robando á los mortales
A la par de los goces y la vida,
También los sinsabores v los males.
Cércanme por doquier tinieblas, luto
Horrible soledad todo me espanta,
Que de la augusta noche
Al solemne conjuro.
La voz de mi miseria se levanta.
Esa calma glacial y aterradora
Con su severa majestad me abruma,
Y entre sus sombras flota
Mi espíritu agitado.
Como la hirviente espuma
Que un niego oculto engendra y alborota.
Y pasa ante mis ojos descarnada
Realidad tremenda,
Y al hielo destructor de su mirada,
Disuélvense las galas
De mis sueños de gloria.
Cae mi inspiración, rotas las alas,
Dejando un hueco en su ignorada historia.
i
i
SALVADORA DÍAZ. 263
¿ Qué poder misterioso es el que ejerce
Sobre mi ser la noche,
Que el curso así de mis pasiones tuerce,
Y á un solo pensamiento mi alma liga,
Que agosta mi esperanza,
Y la duda enemiga
Cual dardo envenenado al pecho lanza,
Abriéndome un abismo
De negro y desperante fatalismo ?
¿ Por qué su manto funeral y triste
Para enlutarme extiende,
Mientras ai ancho firmamento viste
Eegio un manto que bordan las estrellas
Con sus luces purísimas y bellas ?
Acaso toipe adula
Al poderoso, al fuerte ;
Y al pobre y al pequeño sólo brinda
Sombras, silencio y soledad de muerte.
Tal vez por eso en sus eternas horas
Se goza en mi amargura,
E ideas á cual más aterradoras
Hace cruzar por mi encendida mente,
Mientras el hielo por mis venas corre,
Y funesto sudor cubre mi frente.
La enfermedad con todos sus dolores ;
Del lecho de agonía el aislamiento,
Y del trance postrero los horrores,
Angustiada presiento ;
Y descubro á la muerte, que implacable,
Cual fiero y avanzado centinela,
Cumpliendo su consigna formidable,
Junto á las puertas vela
De esa mansión terrífica y sublime
Que eternidad se nombra,
66
264
POETISAS MEXICANAS.
Cuyo misterio nuestro pecho oprime,
Cuya grandeza nuestra mente asombra.
¡ Ah ! si la noche obscura
No fuera á veces saludable á mi alma,
Yo odiara sus tinieblas, su frescura
Yo maldijera su impasible calma,
Si en medio á su silencio que me mata,
No escuchara una voz que: "Tú ¿quién eres
— Me dice, — que insensata,
De la noble substancia que te anima
Hacer eternas las cadenas quieres ?
¿No sientes que cansado
Tu cuerpo desfallece,
Presa á veces de insólita fatiga?
Es que la hermosa perla
Ansia romper la concha que la abriga.
" Sí, no dudes, mortal, es que tu alma
A emanciparse aspira ;
Y es natural y justa su tendencia;
Pues todo lo que logra la existencia
Por libertad suspira.
Eompe la flor magnífica el capullo
En que feliz naciera ;
Escápase el arroyo de la fuente,
Derramándose alegre en la pradera,
Y el ave deja el nido
Para cortar el aire libremente :
Hasta el inmenso mar, bramante, azota
Contra la peña que le cierra el paso,
Y el mismo sol se apaga y se entristece
Cuando vela sus fuegos el ocaso.
"¿Por qué tímida y débil como un niño
Tiemblas medrosa al divisar la tumba?
i
SALVADORA DÍAZ-
2C5
1
El cuerpo es una cárcel
i
4
1
i
1
Que al golpe de la muerte se derrumba:
1
1
i El alma noble que en sus senos guarda,
1
\
Es un pobre extranjero aquí en la tierra,
Y ansiosa é impaciente,
Para huirse á su patria sdlo aguarda
El golpe que te aterra.
Ella anhela otra atmósfera, otro ambiente,
1 Otro mundo mejor, otros colores,
i Y luz indeficiente,
t
\ Que la envuelva en eternos resplandores,
'
í Y la ignorancia de su ser ahuyente.
1
|
Necesita ensancharse en el espacio,
t
i
! Y anegarse en el mar de lo infinito,
1
Aunque ese cuerpo que la oprime reacio
Sólo la muerte dejará proscrito."
1
1
i
Dice ; y del fondo de mi misma nada,
i
Callada se desprende
1
1
La dulce voz, y envuelta en mis suspires,
A los cielos asciende ;
1
Y vibrando serena y armoniosa,
Desde aquellas magníficas regiones
i
De la verdad suprema y poderosa,
i
1
Que rige á las naciones,
1
T
1
El trono me señala,
1
Y se torna á mi pecho convertida
•
En la inmensa esperanza de otra vida.
i
•
i
i
r
p
i
i
1
1
i
4
1
j
1
266
POETISAS MEXICANAS.
"VIRO-IETI-A. FABREGAS.
A LA SEÑORA DOÑA CARMEN ROMERO RUBIO DE DÍAZ,
Yérguese el destino fiero,
Y con horrible tesón
Despedaza el corazón
A los golpes de su acero-
Sigue después altanero
En su rudo batallar,
Y, por fin, logra matar
La dicha, la fe, la calma,
Y deja sangrando el alma,
Y entristecido el hogar.
Penas, decepción, quebranto,
Son el despojo sombrío,
Que deja el destino impío
En donde extiende su manto.
No bastan mares de llanto
Para anegar su maldad,
Tan sólo la iniquidad
Se vence, y débil se humilla,
Cuando refulgente brilla
El sol de la caridad.
¡ Qué grande se puede ver
Esa luz pura brillar,
Cuando se mira brotar
Del alma de una mujer!
Se siente el llanto correr
VIRGINIA FÁBREGA8.
267
De una infinita dulzura,
Cuando se ve que fulgura
Ese sentimiento santo
En un seno todo encanto,
Todo amor, todo ternura.
Carmen el árabe llama
Al florido y dulce huerto
Que se encuentra en el desierto
Y que con fe busca y ama.
En ese huerto la rama
Le presta su fresca sombra,
El suelo la grama alfombra,
Y allí encuentra dulce abrigo
Contra el chacal enemigo
Y la inclemencia que asombra.
El, con sus ráfagas puras,
Que son manantial de amor,
Aleja todo dolor
Y mata penas impuras.
El disipa las obscuras
Tinieblas del sufrimiento ;
El mata todo tormento,
Toda iniquidad aleja,
Y sofoca toda queja,
Y calla todo lamento.
El, con eterno poder,
Que nada á humillar alcanza,
Le da vida á la esperanza
Que tanto sabe vencer.
El logra humillada ver
La duda que á erguirse va ;
Es luz que creciendo está
Con más fulgor cada día,
67
268
POETISAS MEXICANAS.
Porque la desgracia impía
Más combustible le da.
Vosotros tenéis también
En el desierto del mundo,
Un Carmen dulce y fecundo
Donde reclinar la sien :
Siempre derramando el bien
Sale al paso del que llora,
T su mano bienhechora
Derrama paz y consuelo,
Alejando todo duelo
Con su regia luz de aurora-
Bendecid con emoción
Al ángel de blancas alas,
Cuyas más brillantes galas
Derrama su corazón.
Llegad con veneración
Hasta ese ángel de bondad ;
Firme la planta posad
En ese Carmen florido,
Y cual árabe rendido
Bendecid su caridad.
» ♦
t
MERCEDES CARRASCO.
269
A TOLUCA.
Bella ciudad, ¡oh cara patria mía!
De frescas auras y de fértil suelo ;
Al contemplarte mi alma en este día
Desciende á mí la inspiración del cielo.
¡ Qué bella estás ! el perfumado ambiente
De tu alegre y florida primavera
Tu atmósfera embalsama suavemente,
A los rayos del sol que reverbera.
Y en tus jardines, delicadas rosas
Esparcen sus aromas á porfía,
Y en su cáliz, ligeras mariposas
Aspiran su dulcísima ambrosía.
Si dirijo mi vista hasta esa altura,
Cuya cima corona blanca nieve,
Siento latir mi pecho de ternura,
Porque algo hay en mi ser que se conmueve.
De tus fuentes las aguas argentinas,
Al murmullo que forma su corriente,
Envuelven en sus ondas cristalinas
La imagen de tu luna refulgente.
Y doquier que dirijo la mirada^
De Dios contemplo el sacrosanto nombre,
Que formó tu belleza, de la nada,
Como ha formado la razón del hombre.
En tí miré la luz por vez primera :
Contemplé de sus obras la existencia:
T al transcurrir el t iempo en su carrera
Comprendí de e>e Dios la omníjiotencia.
Tú me diste un bogar, ciudad querida.
Donde tiernas caricias he gozado
De aquellos seres que me dieron vida.
A quienes tanto el corazón ha amada
Tu seno esconde para mí un tesoro;
De esos ángeles ;ay! el polvo inerte:
Y en tus entrañas »e infiltré mi lloro
Cuando »u amor me arrebaté la muerte.
Patria. ¡ mi patria ! el labio te bendice
Al recordar qne tú fuiste mi cuna.
Y agradecido el corazón te dice
Qne en amarte se cifra mi fortuna.
Porque tú eres mi madre muy querida,
De mi risueña infancia fiel testigo.
¡ Y plegué al cielo que al perder la vida
Des á mis restos protector abrigo !
PRIMITIVA QUIRÓ8 DE KCHAVARRIETA. 271
PRIMITIVA QUIRÓS DE ECHAVARRIETA.
A MI PATRIA.
Que venga á mí del seno de los dioses
El fuego sacro que la mente inspira ;
La magia de su voz ; y de entusiasmo,
De amor patrio abrasadas,
Del corazón las fibras agitadas
Resuenen en las cuerdas de mi lira.
Patria, contempla el astro refulgente
Que hoy se levanta en tu sereno cielo ;
El mismo es que iluminó la frente
De tus preclaros hijos,
Cuando heroicos los hierros destrozaron
Que al trono de la Iberia te ligaron.
¡ Salve ! ya no eres infeliz esclava,
Orgullo de los reyes de Castilla,
Ni tu cabeza lánguida y doliente
A sus leones tímida se humilla.
Vuelves á ser la hermosa soberana
De tus grandes desiertos, y tus ríos,
Y tus fértiles valles, donde ufana,
Para extender alfombra de colores,
Con su mano fundó la dulce Flora
Bellas comarcas de variadas flores.
T encima de tus altas cordilleras,
En las regiones de la nieve fría,
68
272
POETI8A8 MEXICANAS.
Salva te forman las tormentas fieras
Al esplendor de tan hermoso día.
T te coronan fúlgidos luceros,
Tu planta besan los potentes mares,
Y tus hijos : tus héroes y tus sabios
Los sacerdotes son de tus altares.
Cesó la esclavitud, cesó el combate :
Aquellos invencibles campeones
De fuerte brazo y alma denodada
Que por tu hermosa libertad lidiaron,
Te hicieron libre, y su misión sagrada
Gloriosa terminó; pero á nosotros
Nos queda el porvenir, Patria adorada,
El bello porvenir que te daremos,
La gloria, el esplendor con que debemos
Verte en lauros eternos coronada.
T ¿cómo no? te los dará el soldado
Que á la codicia audaz del extranjero
Levante un muro su potente acero;
La abnegación del sabio,
Que consagra al estudio su existencia,
Cuando brotar se escuche de su labio
El manantial fecundo de la ciencia;
La constancia invencible del artista,
Que levantando en poderoso vuelo
De su imaginación las bellas alas,
Kobar consiga con su ardiente anhelo
Luz á los cielos, á los campos galas,
Para las obras de su diestra mano ;
El modesto y obscuro campesino,
Que fertiliza tus extensos prados,
Y abre para tu rica agricultura
Los tesoros de Ceres tan preciados :
Te los darán, en fin, todos tus hijos,
PRIMITIVA QÜIRÓS DE ECHAVARRIETA. 273
Que el odio desterrando de su pecho,
En tu regazo, porque son hermanos,
A unirse irán en un abrazo estrecho.
Y serán fuertes, porque están unidos,
Y Dios bendecirá su fe sincera:
Nunca jamás la guerra asoladora
Volverá entre ellos ni el rencor insano ;
Y la ciencia, del mundo redentora,
Vendrá á ofrecerte su amistosa mano.
Sigúela tú, y al templo donde mora
Camina siempre con seguro paso:
Dentro de tu alma la constancia encierra ;
En tu mente el anhelo de la gloria;
Y las naciones cultas de la tierra
Su asiento dejarán á tu llegada,
Para verte pasar engalanada
Con el regio laurel de la victoria.
Y junto al solio de la docta Grecia
Un solio encontrarás y una aureola,
Bella como el color con que arrebola
Al limpio Oriente de tu hermoso cielo
La tenue luz de la naciente aurora.
¡ Oh ! ¡ cdnio el alma en su ilusión te mira,
Hoy que el destino de tu vida empieza.
Dichosa con la dicha de tus hijos,
Y glande con su amor y su grandeza !
Mas j ay ! que á veces se contrista y teme
Descubrir en las sombras del misterio
Obscuro más allá . ¿ Del Norte frío
Se alzará acaso tu ambiciosa hermana,
Con fiero poderío,
Y envolverá tu candida belleza
Lóbrega noche de mortal tristeza?
En tí fijando su feroz mirada,
¿Vendrá á rasgar tu seno
274
POETISAS MEXICANAS.
Con mano despiada,
Para robarte el oro,
El oro ¡ ay ! origen de los males
Que cuentas de tu historia en los anales?
¡Oh! ¡cuánto de dolor! ¡cuánto de pena!
¡ Cuánto de humillaciones y sonrojo
Para tí, Madre, que inocente y buena,
Nunca le has hecho mal ! La envidia acaso,
Porque eres bella, su furor provoca,
Y así te tiende maldecido lazo
Con el hablar de su dolosa boca-
No creas sus promesas, n<5; funesta
Es para tí su abominable alianza;
T mientras fiada en su lealtad, reposes
En el sueño feliz de la esperanza,
Ella, traidora, asaltará tu trono ;
Beinará en tu lugar; y tú, su esclava,
Sin cetro, sin corona y sin hogares,
Verás flotar en tus ciudades bellas
Triunfante el pabellón de las estrellas.
¿T ninguno, ninguno de tus hijos,
Como Hidalgo, Morelos y Abasólo,
Arrancará frenético de ira
De tu frente el baldón? ¿Abandonada
Te mirarán sufrir? ¡Oh! nunca! nunca!
Bien puedes exclamar: "Baza insolente,
Tiembla al pensar en mí ; que si tu mano .
Se atreve á mancillar mi rostro hermoso,
T queda un mexicano,
Castigará tu crimen afrentoso."
¡Perdón! ¡perdón! Tus ecos, Madre mía,
No repitan mis lúgubres acentos.
¿ Pudiera pronunciar en este día
Presagios de dolor? N<5: si te espera
L
PRIMITIVA QUIRÓ8 DE ECHAVARRIETA. 275
Tan triste porvenir, y un sacrificio
Basta á calmar al enojado cielo,
¡ Oh ! que se abra un sepulcro,
Para mí sola, en tu bendito suelo.
Al Señor Don Luis ftuirós, el día de su matrimonio con la
Señorita Amada Aguiar.
EPITALAMIO.
Levántate, mi Musa adormecida;
Abandona el sopor de la tristeza ;
Hazme sentir la inspiración querida,
El fuego sacrosanto
Que da á los vates sonoroso canto.
De la Castalia fuente el agua pura
Haz que refresque mi sediento labio,
Y adquirirá mi acento la dulzura,
Y en tan solemne día
Brotará de mi lira la armonía.
El ángel del amor con regias galas
Flota en el éter de mi patria hermosa,
Para dar sombra con radiantes alas
A una gentil pareja,
En la que el cielo su esplendor refleja.
El alma arrebatada, delirante,
Al contemplar la dicha tan cumplida
Que brilla del esposo en el semblante,
Cree asistir de improviso
A la boda feliz del Paraíso.
Y ¿cómo no, cuando es su compañera
Más grata que el albor de la mañana ;
Si es tan fina su luenga cabellera,
Y sus miradas bellas
Tienen la nitidez de las estrellas?
69
276
POETISAS MEXICANAS.
¿ Si en la sonrisa de su boca hermosa
Se revela el candor de la inocencia,
El amor infinito de la esposa,
Y la sin par ternura
Que el corazón embriaga de ventura?
¡ Ah ! tú el premio serás, nivea paloma,
De tu gallardo y noble compañero :
Si un día el llanto á su pupila asoma,
Devuélvale el contento
De tu cariño el tierno sentimiento.
Mira : en su frente el genio resplandece,
Y tú en ella pondrás áurea corona :
Amale mucho ; su lealtad te ofrece
Suprema venturanza,
Y tu serás su gloria y su esperanza.
« .
i
ANA MORENO PE ARIAS.
277
1
*
ANA MO]
1
i
1
1
RENO
1.
1
i
DE ARIAS.
LDA.
ALBORi
Entre argentadas nubes,
«^
De las flores que nacen
De oro bordadas.
En la pradera, ,
Más puro que otros días
La rosa de hojas blancas
El sol avanza:
Es la más bella:
Sal, bella joven,
i
Su frente pura !
1 A escuchar á tu reja
M
Es el símbolo dulce
i Dulces canciones.
De tu hermosura.
Deja tu blando lecho,
También junto á tí, crecen
Paloma blanca,
Lindas, risueñas, ¡
Y asómate y contempla
La rosa nacarada
La luz del alba :
t
Y la violeta,
El heliotropo
Los heliotropos, ■
Ha cargado el ambiente,
La candida azucena
De sus tesoros.
Y el clavel rojo.
De campanillas rojas
Esas flores cultiva
; Y frescas dalias
La diestra mano
Hemos tejido, amantes,
De un ángel que del cielo
Bellas guirnaldas;
Vino á este campo :
Y las colgamos
Huerto apacible
En la puerta querida
Que á su sombra prospera; ¡
De tu santuario.
Que Dios bendice.
i
, Los corazones todos
■
i
i
De tu existencia ¡oh niña!
De los que te aman
Rica de dones, ,
Los afectos más puros
El curso se deslice
Tiernos te mandan:
Por entre flores :
Sal, bella joven,
Pasen tus años
A escuchar en tu reja
Sin probar de la vida
Dulces canciones.
L
1
*&
Nunca lo amargo.
278
POETISAS XXXJCASAS.
En tos doradas horas
Sólo te pido
A la memoria mía
Dulce suspiro
Sal, bella joven
A escuchar á tu reja
Dulces canciones.
i
MANUELA L. YERNA.
• 279
3NwdZA3STTJEXi^u L. "VIEIRIISrA.
LA HOJA SECA.
— De tu rama desprendida,
Hoja marchita y sin vida,
¿ Adonde vas ? — No lo sé.
El huracán desatado
Me arrebató en soplo airado
Del roble donde broté.
Desde entonces incesante
A la merced vov errante
a/
Del aura ó del aquilón
— Así van también de mi alma,
Entre tormentas y calma,
Las hojas de la ilusión.
— A su antojo he recorrido
Desde el monte hasta el ejido;
Desde el erial al verjel;
Y voy adonde reposa
La hermosura de la rosa
Y la gloria del laurel :
Do va cuanto el mundo encierra
Para no volver jamás
Voy al polvo que en la tierra
Todo es polvo y nada más.
70
280
POETISAS MEXICANAS.
LA FLOR MARCHITA.
Flor del tallo desprendida
Y entre el polvo deshojada,
Cual la esperanza arrancada
Del árbol del corazón:
Te aleja el áspero cierzo,
Del huerto donde naciste ;
¿Dónde vas, imagen triste
De una alma sin ilusión?
— Voy donde el viento me arrastra
No conozco mi camino.
¡ Así te lleva el destino
Por la existencia, mujer!
Yo en el polvo de la rata
Mañana estaré pérdida;
Tú en la ruta de la vida
Caminas á padecer.
— Perdiste, flor, tu perfume,
Y perdiste tus colores,
¡ Ay ! como pierde sus flores
El creyente corazón.
Dejaste de ser hermosa
Desque en el polvo caíste :
Sólo eres la imagen triste
Del alma sin ilusión.
Porque es la flor la imagen de la vida;
De la vida infeliz de la mujer,
Para el amor y la ilusión nacida :
Cuando el dolor la rompe va perdida
Al llanto, al infortunio y al no ser.
CLARA L. FERRER.
281
OLAE/A Ij. FEE/RER.
A TI.
Te amé, y al decirlo ahora
Doblando la frente mustia,
Muere la voz en mis labios,
Tiembla en mi mano la pluma:
Dos lágrimas mis mejillas
En ondas de fuego surcan,
Ai recordar esas horas
Que no han de volver ya nunca!
Mi amor fué un sueño de dicha
Tan inocente y tan pura,
Que aun hoy su aroma me embriaga
Y su fulgor me deslumbre,
Sin él, el mundo me ofrece
La soledad de la tumba ;
Y si hoy con él me brindaras,
Llorando dijera: ¡nunca!
Como enemigos aceros
Nuestras palabras se buscan,
Y altivas y desdeñosas
Nuestras miradas se cruzan.
Con tu suprema arrogancia
Me has provocado á una lucha,
En que podrás verme muerta,
Rendida á tus plantas ¡nunca!
282
POETISAS MEXICANAS.
Si suplicante y vencida
Caigo ante tí en esa lucha,
I Que tu desprecio me agobie !
¡Que tu altivez me confunda!
¡ Sello de eterna ignominia
Mi frente á tus ojos cubra!
Piedad, de mí no la tengas ;
De mí no la aguardes / nunca !
Por tí he libado mil veces
El cáliz de la amargura
Óyeme bien : si algún día
Con voz de amor y de angustia,
Clamases perdón llorando
De hinojos sobre mi tumba,
Se irguiera ante tí mi sombra
Y airada dijera: ¡nunca!
MARÍA HERRERA.
283
ls/LJk.ttTJ± IKCEIR/IR/IEiR/A.
RECUERDOS DE MI PAÍS NATAL.
(EL MINERAL DE GUADALUPE Y CALVO.)
Lejos está el suelo hermoso
Do mi cuna se meciera,
Y donde el aura primera
En mi pecho penetró.
Muy lejos, sí; mas no olvido
Que mis primeros abriles
Y mis sueños infantiles
En su seno pasé yo.
No olvido cuan feliz era
Allá en la Sierra Nevada,
Cuya brisa siempre helada
Fuera mi frente á besar.
¡ Oh ! ¡ cuan gratos los recuerdos,
Que aún están aquí en mi mente,
De aquella edad inocente,
Que vi en su suelo pasar !
Las borrascas de la vida
Han despedazado mi alma ;
Placer, inocencia y calma
Le han quitado al corazón.
71
284
POETISAS MEXICANAS.
Sin hogar, patria, ni padre ;
Sola, huérfana en el mundo,
Llena de pesar profundo,
S<51o es mi consuelo Dios,
Mas ha respetado el tiempo
Tu recuerdo, patria mía,
Y aun puedo, con alegría,
Tus encantos admirar.
Bien recuerdo tus praderas,
Siempre cubiertas de hielo,
Y aquel tu sereno cielo
Imposible de pintar.
No hay, es verdad, en tus campos
La exuberante verdura
Del trópico : la natura
Avara fué para tí.
No se hallan allí del plátano
Las anchas hojas umbrosas,
Ni las copas tan hermosas
Del cafeto que hay aquí.
Pero están tus prados llenos
De la vid más abundante,
Donde el labrador constante
Halla el premio de su afán.
Otros mil encantos tienes,
Que no olvido, patria hermosa,
Que sonriendo venturosa
Antes pude contemplar.
Aquel inmenso horizonte
Pintado de ópalo y rosa,
Do la niebla vaporosa
Extiende aéreo cendal ;
MAB1A HERRERA.
285
Aquellas noches de invierno,
En que la nieve brillante,
Vierte su luz vacilante
La blanca luna al cruzar.
¡ Oh ! ¡ cuan gratas las pasaba
Junto á un hogar encendido,
De un padre bueno y querido
Gozando con el amor ;
En el regazo materno
Arrullada con ternura !
Aquella edad de ventura
¡ Ay ! para siempre pasó !
Hoy sólo tengo recuerdos
Que hacen sollozar ini lira ;
Un corazón que suspira
Herido por el dolor.
¡ Ay del huérfano que llora
Sin patria, hogar, ni ventura!
¡ Ay de nuestra infancia pura
Que para siempre pasó!
♦ ♦
286
POETISAS XIXIGANA8.
FRISCA SANDOVAL PENICHE.
LA ESPERANZA.
Dulce esperanza del alma mía ;
Tú, la alegría del corazón;
Ven, yo te adoro, luz de mi vida,
Beldad querida, tierna ilusión.
Dulce consuelo del alma triste,
Tu siempre fuiste mi solo amor;
Yen, triste lloro desconsolada,
La voz turbada ¡ay! de dolor
Ven, no me dejes, que por tí vivo,
Reflejo vivo del porvenir.
Sin calma existo y sólo el cielo
Le da el consuelo á mi existir.
Si duras penas ¡ ay ! tristes vienen,
Algún fin tienen y brillarás.
Tal vez mañana muriendo el día,
Dulce alegría me traerás.
» ♦
MARÍA O. ALVÍREZ. 287
JS/LJlJEZjTJl Q-. ^.L^THe/EZ
LA TEMPESTAD.
Jl mi madre.
I
Viene, se acerca, su voz potente
Retiembla en alas del huracán ;
Tiende, cual noche, luctuoso manto ;
Hunde en las sombras la claridad.
Moles inmensas de obscuras nubes,
Del firmamento cubren la faz :
Negro está el cielo, y en su hondo abismo,
Fúlgidos rayos se ven cruzar.
Gimen los vientos arrebatados
Con la pujanza del vendaval;
Crujen los árboles estremecidos,
T desgajados míranse ya.
T gruesas gotas de hirviente lluvia,
Por entre el polvo se ven rodar ;
Surge el relámpago, truena el espacio,
Y estalla en torno la tempestad.
Todo parece que se desquicia:
Cae á torrentes lluvia caudal ;
Y en las cavernas, repercutido,
Vibra el acento del huracán
72
h
288
POETISAS MEXICANAS.
II
Y tu, nii Madre, ¿por qué estás triste?
¿Por qué en tu frente miro el pesar?
Dime ¿qué piensas que así te afliges,
Siempre que brama la tempestad?
¿Juzgas amargo, cuando del alma
Las hondas penas hacen llorar,
Ver en el cielo negros crespones
Que nos enlutan su herniosa faz?
¿O es que la nube de tus pesares
Más se condensa, los sientes más,
Cuando las nubes de la tormenta
Lanzan el rayo, tronando están ?
No llores, Madre, Madre querida;
Todo en la tierra pasa fugaz :
Mira, las nubes de la tormenta,
Dispersas todas, huyendo van.
Y brilla á trechos el limpio cielo ;
Trémulas gotas reflejan ya
Los tibios rayos del sol poniente,
Que ornan las nubes de arco triunfal.
III
Así los goces como las penas
Eápidos pasan cual tempestad;
En giro eterno huyen y tornan,
Y el desencanto viene á quedar.
Y entre esas ruinas, testigos mudos
De honda tristeza, de negro afán,
Del alma abismo de inmenso duelo,
¿En dónde el iris se ve brillar?
MARÍA G. ALV1REZ.
289
¡Oh Fe-Esperanza! Sin tí dudara
Que mi alma fuera ser inmortal :
Tu luz bendita reflejos tiene
Con que iluminas un más allá.
En ese reino de inmensa dicha ;
En esa esfera de eterna paz,
Mi alma agitada, de amor sedienta,
¡Ay! ¿cuándo, cuándo se encontrará
?
IV
Ves, Madre mía, todo se acaba;
Todo en la tierra pasa fugaz ;
Y sólo el iris de esa esperanza
Siempre en las sombras brillando está.
Ella reanime tu triste vida,
Seque tu llanto, calme tu afán ;
Y al vivo aliento que en tí difunda,
Vea en tu frente la dulce paz.
%A
:co.
j Miradle allí! Dentro el recinto obscuro
De su mansión terrífica y sombría,
Velando de mi patiia el fuerte muro,
El genio de la guerra,
A cuyo aliento y poderoso empuje
Se estremece la tierra,
Descansa ya de su fatiga impía:
Plegó soberbió las potentes alas
Que llanto y luto dejan,
Rompió su cetro, y en su negro abismo
Gemidos de dolor, oh muerte, exhalas.
290
POETI8A8 MSXICANA8.
Y México, mi amada,
La tierra de valientes, la que tiene
Su majestuosa frente coronada
Con los eternos lauros de la gloria,
Que sus heroicos hijos arrancaron
A la diosa inmortal de la victoria ;
Ella, la que es primera
En ser por sus caudillos proclamada,
Y por ellos temida y respetada
De la gente extranjera,
No ya de luto viste, ni en sus ojos
Se miran del dolor las negras sombras,
Que la paz tornó en flores sus abrojos;
Y asentada en su solio,
Y libre, independiente, soberana,
Ve rota en su peana
La diadema imperial de dos naciones,
Que osadas tremolaron sus pendones
Ante la egregia y noble mexicana.
¡Oh Patria! edén querido! fértil suelo,
De soberbias montañas coronado
Que tocan la hermosura de tu cielo ;
Perfumero riquísimo, escondido,
Cercado por el hielo que en la altura
Se mira entre peñascos suspendido !
Tus límpidos arroyos,
Tus transparentes lagos,
Espejos son en que se mira el día:
Tierra de amor, de encanto y poesía,
De los amados lares
Valiosísima perla que escondía
La cristalina concha de dos mares ;
No ya tu limpia atmósfera
Velará del cañón el humo denso,
Ni aterrarán sus ecos repetidos,
HARÍA G. ALYÍRE2. 291
Cual fúnebres lamentos,
Por las ondas sonoras de los vientos ;
Ta tus campos de mieses apiñados
Que leve inclina el céfiro ligero,
No más pisoteados
Verás de los corceles del guerrero ;
Que ya la paz, su augusto magisterio
Benigna ejerce, y á su blando influjo,
En su unión venturosas,
Las ciencias y las artes, presurosas,
Los límites ensanchan de su imperio.
Esa hada generosa
Revive con su aliento soberano;
La ciencia agricultora,
Activa, laboriosa,
Mil brazos tiende por tu inmensa anchura;
Y arrogante, veloz, el aura pura,
La audaz locomotora
Hiende como la flecha, y á su paso,
En lugar del fragor de la pelea,
Resuena en el espacio
El agudo silbido, mensajero
Del progreso, la industria y el trabajo:
Y tus felices hijos,
Amantes de tus héroes venerandos,
Ya no esgrimen la espada, cuyos rayos
Alzaron el trofeo de victoria;
Que hoy son tus campeones denodados,
Su fogosa palabra
Que ensalza los recuerdos de tu historia ;
Su pensamiento excelso que tu nombre
Esculpirá en el templo de la gloria.
73
I
292
FOCnSAft MZXICAHAB.
DÍAS SIN SOL.
Derrama, ¡oh sol! derrama tus rayos bienhechores;
Rompa el nublado espeso tu ardiente resplandor;
Y en ondas luminosas, cual lluvia de colores,
Refléjenos el cielo tu vivido fulgor. .
Del Soberano Dueño magnífico presente,
Centro eres de mil mundos que atrae tu inmensidad ;
De limpios resplandores hoguera indeficiente,
Que llenas los espacios de viva claridad.
Alumbren ya tus rayos el anegado suelo,
Y enviale penetrante, vivífico calor ;
Que el cierzo desatado, con su hálito de hielo
Nos hiere, y nos embarga mortífero sopor.
Y del espacio reinas las nubes, densas, frías,
Cual lívido sudario se tienden por doquier,
Hundiendo en la penumbra la luz que nos envías,
Con lluvia de incesante, monótono caer.
Y pierden poco á poco las sombras formidables,
Que, avaras, se complacen en tan opaca luz,
Sus hórridos contornos y formas impalpables,
Y extienden lentamente su lóbrego capuz.
Deshazlas, y en la lluvia deshaz tu luz hermosa ;
Dibuja en sus cristales el iris seductor,
Señal de tu victoria, y enseña misteriosa
Que al hombre simboliza recuerdo bienhechor.
♦ ♦
RITA 2STINA GUTIÉRREZ.
293
RITA ZETINA GUTIÉRREZ
ROMANCE. '
" Dichosa tú, mi avecilla,
Que puedes volar ligera,
Y atravesando los campos,
Y surcando las florestas,
Llegar donde el alma mía
Há tanto tiempo se alberga-
¡ Ay ! mi linda confidente,
Vuela presurosa, vuela,
Y lleva ai bien de mi vida
Mis caricias y mis quejas.
Díle que vivo muriendo,
Sumida en horrible pena;
Que sin la luz de sus ojos,
Que es el ser de mi existencia,
Soy como planta marchita
Que al menor soplo se quiebra.
Cuéntale mis ilusiones,
Mis esperanzas risueñas,
I Ay ! díle cuánto le adoro
Y cuánto lloro su ausencia
Y si amoroso te escucha,
Y en secreta confidencia
Te dice que de mi amor
En su alma la fe conserva,
¡Oh ! recoge sus suspiros,
Y no te tardes, regresa,
Que el corazón sin consuelo
Aquí anhelante te espera."
294
POETISAS MEXICANAS.
Así una niña graciosa,
De catorce primaveras,
Dulcemente conversaba
Con una tórtola bella,
Destilando de sus ojos
Hilos de nítidas perlas,
T exhalando conmovida
Suspiros de honda tristeza.
En tanto el doncel amante,
Sin recordar sus promesas,
Corriendo tras los placeres,
Tras el bullicio y las fiestas,
Iba"gastando del alma
Las flores de rica esencia,
T ni un recuerdo tenía
Para la niña hechicera,
Que tanto le idolatraba,
T á quien mataba la pena.
Pasó un año y otro año,
Y cuando yo volví á verla,
Ta no era la hermosa niña
De faz alegre y risueña,
Sino la planta marchita,
Cuyo tallo se doblega
Al menor soplo del aura
Que la acaricia ligera
¡ Cuántas niñas inocentes,
Guardando la fe sincera
Del primer amor del alma,
Que nace cual pura esencia,
Ven morir sus ilusiones
Y sus esperanzas bellas,
Pagando al ser que las mata
Su ingratitud con ternezas!
i
ANGELA LOZANO. 295
O-BLA LOZAITO.
LA PUESTA DEL SOL.
Mirad cuan bello entre celajes de oro
Reclina su cabeza moribundo,
Y cuál con bello y armonioso coro
Su adiós postrero le dirige el mundo.
Con cuánta majestad va desciñendo
Poco á poco la fúlgida corona
De su radiosa frente, v se va hundiendo
Para ir á iluminar distinta zona.
¿Por qué nos dejas, rey del firmamento?
Detente, sí, que mientras dura esta hora,
Altivo se remonta el pensamiento
Hasta ese cielo que tu lumbre dora.
Cuando miro tu frente fatigada
Reclinarse en el seno de Occidente,
Vaga sobre él perdida la mirada,
Y vagan sueños mil sobre mi frente.
Que si encima al zenit, es tu grandeza
Mucho mayor que el orbe que iluminas,
Infinita también es la belleza
Emanada de tí, cuando declinas.
>.
Hora solemne en que las almas buenas
Errando van por el azul del cielo ;
En que olvidadas las amargas penas
Quiere á otros mundos alcanzar el vuelo.
74
I
296
POETISAS MEXICANAS.
¡Cuan dulce es á mi pecho conmovido
Escuchar la parlera golondrina
Despedirse del sol, buscar su nido,
Y mirar desde ahí cómo declina !
¡ Escuchar que se queja la paloma
Viendo á la noche desplegar sus velos,
Y entre sus sombras ver cdmo se asoma
El enemigo cruel de sus hijuelos!
¡ Sentir del aura la caricia leve
Agitarse y pasar sobre mi frente,
Y á su impulso mirar cómo se mueve
El lirio, á las orillas de la fuente!
¡Mirar cuál se dibujan en el disco
Del astro rey, azules las montañas ;
El corderillo que entra en el aprisco ;
Los pastores que van á sus cabanas !
¡ Salud, oh tú, que viste mil naciones
Edificar murallas y ciudades,
Y monumentos mil de sus pasiones,
Gigantescos legar á las edades !
Tú que viste á Numancia y á Cartago ;
A Esparta, Atenas, á la altiva Roma;
Que de Troya infeliz viste el estrago,
Y el fuego que llovió sobre Sodoma:
De Cleopatra, Semíramis y Mno
Los soberbios palacios levantarse,
Y luego por el soplo saturnino
Uno tras otro viste derrumbarse
¡ Bendita esta hora en que tu luz espira !
¡Bendita, sí, que su serena calma,
Prestóme inspiración para mi lira,
Y dulzura sin fin para mi alma!
L
ANGELA GUARDIOLA DE ALCALDE.
297
ANGELA GUARDIOLA DE ALCALDE.
A MI HIJO.
¡Bendita sea tu vida, que es mi vida;
Tu sangre, que es mi sangre, cielo mío;
Dichoso el corazón que te idolatra,
Y al fanatismo y la locura toca,
Y mis labios que imprimen tantos besos
En tu preciosa y diminuta boca !
¡ Bendito el techo que á los dos nos cubre ;
La luz en que se baña tu pupila ;
Tus gracias infantiles que á su antojo
Sujetan dulcemente mi albedrío;
Y el sol que te calienta con sus rayos ;
Y el ambiente que aspiras, hijo mío!
¡ Bendito el ser que te infundid la vida ;
Porque eres ángel de mi hogar dichoso,
Que disipando mis amargas penas,
Llegaste como nuncio de consuelo,
A embalsamar el alma de tus padres,
Desde la misma inmensidad del cielo!
¡ Por tí vuelvo á vivir ; me siento fuerte
Para apurar del mundo la amargura:
Si me infundes valor con tus caricias ;
Si una mirada tuya me da aliento,
Pasaré con silencio imperturbable
Por las ruedas dentadas del tormento !
298
POETISAS MEXICANAS.
Es tanto mi cariño, vida mía,
Que, en mi egoísmo y mi constante anhelo,
Me da envidia, si alguno por mirarte,
Con amor á tu lado se desliza,
Y sorprende infraganti entre tus labios
Retozando graciosa una sonrisa.
Tengo celos al ver tus manecitas
Con inocencia acariciando á otros;
Si al volver tus ojitos, fatigado
Te arrojas á los brazos de tu padre;
Si no divides por igual tus besos
En su rostro v el rostro de tu madre.
¿Qué más puedo anhelar que tus caricias?
¿Qué más puedo temer que tus desvíos?
¿No es verdad que me quieres; que más tarde
Serás de mi vejez borden amigo?
¿Qué al repetirme que me quieres mucho
Podrás poner al cielo por testigo?
Arcángel del Señor, dulce hijo mío;
Primer soplo de una alma que se agita;
Tierno capullo de fragante rosa,
Que perfuma y colora mi presente,
Sigue viviendo, sí, que de tu vida
El hilo de mi vida está pendiente.
Ámame mucho, porque amor ansio ;
Porque sedienta estoy de tus caricias ;
Porque quiero vivir para adorarte
Gozando de tu amor dulces excesos ;
Y en fin, porque al morirme necesito
Que se cierren mis ojos con tus besos.
JULIA OJEDA. 299
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)JEDA.
LOR.
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UNA LAGRIMA \
r rx BESO.
Sobre los rojos pétalos
*?*
De aquel que tu alma férvida
De perfumada flor
i
Adora con pasión. —
Dejé caer la lágrima,
Yo desde entonces ávida
Recuerdo de tu amor.
Un beso y otro doy
La flor se puso pálida,
A la flor dichosísima
Su tallo doblegó,
i
Que tu beso guardó.
Al ver la pena insólita
Tus labios en sus pétalos ,
i Que por tí sufro yo.
i
i
Pusiste con amor,
— ¿Cuál es tu hechizo mágico?
t,
Y yo le di una lágrima
i Le pregunté á la flor ;
i
Temblando de emoción.
¿Qué misterioso espíritu
i
Ven, con tu beso anímala ;
Vaga de tí en redor,
i
Que torne á su color,
Que al verte, el alma mísera
Y de tu vida cuéntale
Calma su agitación ?
t
V
Los goces de tu amor.
l — Con atención escúchame,
.i
1
i 1
Que en su aroma balsámico
La flor me respondió :
i
|
Tu aliento aspiro yo, ¡
Aquí guardo solícita
Y digo con voz trémula:
Casto beso de amor
!
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♦ ■♦■
¡ Oh qué dichosa flor !
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1
75
300
POKTISAfl MEXICANAS.
^.3SrC3-ELIIsr^ SOK/T.
¡ORAR; ¡PEDIR!
¡ Orar ! ¡ Pedir ! j Qué bienhechor consuelo
Para el que tiene el alma traspasada
Por honda pena y triste desconsuelo,
T no logra en la vida infortunada
Hallar la gloria que forjó su anhelo!
¡Orar! ¡Pedir! ¡ Qué bálsamo más suave
Para aquel que padece, calla y llora ;
T que perdido cual flotante nave,
Vive ignorante sin hallar la clave
De la angustia cruel que le devora!
¡ Orar ! ¡ Pedir ! Felicidad suprema,
Que trocando en placer el sufrimiento,
Es de ternura celestial emblema,
Y debe ser nuestro constante lema
Sin borrarse jamás del pensamiento.
¡ Orad ! Pedid, después de haber orado ,
Compensación á vuestra pena impía ;
Pues sólo un corazón ya depravado
Puede dudar, después de haber rogado,
Que Dios le dé consuelo en su agonía.
¡ Orad ! Pedid : disfrutará vuestra alma
De un remedio que temple su amargura;
Pues tras la tempestad viene la calma;
Tras el martirio la bendita palma,
Símbolo de la fe más santa y pura.
il.
ANGELINA 80BT.
301
¡ Orad ! ¡ Pedid también por el que gime
En el abismo de profundo duelo,
Y en su frente el pesar su sello imprime ;
Que la oración al pecador redime
Y nos llena de paz en este suelo !
■» ■*
1
.302
POETISAS MEXICANAS.
IGNACIA PADILLA DE PINA.
AYER Y HOY.
¡Mi juventud! ¡Me acuerdo! Entonces no lloraba;
Tan sólo encanto y dicha miraba en derredor ;
Feliz en aquel cielo tranquila me encontraba,
Y toda mi existencia risueña así pasaba
En medio de los goces que destruyó el dolor.
¡ Todo era entonces bello ! La luna y las estrellas
De aquellas dulces noches, en un espacio azul ;
De las nocturnas aves las poéticas querellas ;
Del sol que se iba hundiendo las moribundas huellas,
T de minadas de astros la rutilante luz.
¡ Oh ! ¡ cómo los recuerdos se llegan á mi mente,
Trayéndome con ellos un algo no sé qué !
El fuego en que se abrasa mi corazón ardiente,
T toda esa tristeza terrible que se siente
Al contemplar perdida la dicha que se fué.
Porque es triste, muy triste, sentir allá á lo lejos
Las sombras del pasado, que tanto adoro yo ;
Y ver que sólo quedan los pálidos reflejos
De aquellas bellas horas, que brotan de los viejos
Afectos, que Dios mismo en mi alma colocó.
Afectos que se guardan cual rico relicario;
Que fueron el escudo de candida niñez ;
Ocultos permanecen como hostia en el santuario.
Sin que consiga el tiempo falaz y temerario
Borrarlos de la mente, en una ni otra vez.
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IGNACIA PADILLA DE PINA.
303
Nunca había pensado que se llegara el día,
En qije sufrir pudiera tan bárbara opresión ;
Que sola así viviese una alma cual la mía;
Sintiendo acrecentarse terrible la agonía
Del corazón que muere ¡mi pobre corazón!
Nunca había previsto que el alma que soñaba,
Del porvenir no pueda arcanos comprender;
Que solamente en ellos la mente deliraba;
Mas yo por esto nunca, jamás imaginaba,
Que tanto como sufro debiera padecer.
¡ Mas nó ! que si padezco, también tengo esperanza
De alzarme á otras regiones de la ventura en pos ;
Y espero ; que el que espera, después de todo alcanza
Llegar hacia ese cielo de amor y bienandanza,
Donde recibe augusta la bendición de Dios.
♦ ♦
76
304
POETI8AS MEXICANAS.
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Batiendo entre flores
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T siente en su lecho
Sus trémulas alas,
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Los besos del alba.
Preciados aromas
i
i
Y al ver que en las hojas
Eecogen las auras.
l
i
i|
Amante resbala
De Abril son aliento
Del fresco rocío
Que el valle embalsama,
La perla envidiada, i
Que inspira á las aves,
Sus vuelos despliegan
Que riza las aguas,
¡
Celosas las auras,
Que lleva murmullos,
!
Y roban del cáliz !
Que miente esperanzas,
1
La dulce fragancia.
Que llega hasta el monte,
Que torna y que pasa.
i
i
; i
i
l
Turbando el silencio
Venid, auras leves,
De noche callada.
■
Mi frente abrasada ¡
Imita el suspiro
Anhela la esencia
Del pecho que ama;
i
Que va en vuestras alas.
Fingiendo rumores
r
Os pide rumores,
Agita las ramas ;
i
Fingidle esperanzas,
Dormido entre rosas
i
■
Que en cambio os concede
i Contento descansa,
i
i
i
i
— ♦ ♦
Suspiros el alma.
I
J
MACLOVIA TREJO.
305
IMIA-CLO^I-A. TREJO.
A MI MADRE.
Desde que te perdí, siento que mi alma
Abre las alas en desierta zona ;
Vivo lejos de tí, como la palma
Que tiene su nostalgia por corona.
De verme abandonada llegó el día ;
Tu muerte el corazón me hace pedazos...,
¡ Amor de mis amores, madre mía,
Despierta, y como ayer, dame tus brazos !
♦ ♦
306
POETISAS MEXICANAS.
AMANDA CORREA MERINO
RECUERDOS DE LA HACIENDA DE SAN ANTONIO.
Memoria bendecida
De los primeros años de mi vida ;
Eecuerdo encantador que me embelesa ;
Dulcísima tristeza
Mi corazón rebosa,
Cuando viene á mi mente
Ese recuerdo puro y sonriente,
Con que mi alma á la vez padece y goza.
Cual ocultan los pájaros su nido,
Escondiendo en el fondo su tesoro,
Así también oculto y escondido
Está el albergue rústico y querido
Que muchas veces recordando lloro.
No sé si mi cariño lo embellece ;
Pero yo me figuro
Que no hay flor más hermosa
Que la que allí sin cultivarla crece ;
Que el ambiente es más puro;
Las noches más serenas y más bellas,
T tanto brilla el cielo, que parece
Que se miran más cerca las estrellas.
Al declinar el día
Todo es allí belleza y poesía :
AMANDA CORREA MERINO.
307
Aquí se abre una flor ; allá mecidos
Por la brisa, los pinos dan gemidos;
El sol tiñe de grana
La cima portentosa
Del Madrigal, que altiva y orgullosa
Va entre las nubes á esconderse ufana.
En su lecho de piedras dulcemente
El Grijalva resbala,
T se oye el murmurar de su comente
Como un suspiro que al pasar exhala;
En el espacio azul uno por uno
Los astros aparecen;
No hay ruido ninguno ;
Los pájaros se ocultan y enmudecen,
Y sólo canta en el ramaje alguno
Mientras las sombras de la noche crecen,
I Cuántas veces á la hora
En que la noche llega y se va el día,
Lleno de dicha el corazón sentía,
Y mi alma soñadora
En divinos delirios se perdía!
Jamás podré olvidarte,
Lugar por mis recuerdos bendecido;
Mi corazón hasta el postrer latido
No dejará de amarte,
De mi plácida infancia edén querido.
77
308
POETISA* MEXICANAS.
JOSEFA SIIEIR/IR/JÍL.
A LA SEÑORITA D. C C. DE B.
Aunque sélo tristísimas canciones
El dolorido corazón me inspira;
Aunque mi ardiente labio que suspira
Hablar puede no más de su dolor;
Aunque es triste mi voz cual la del viento
Cuando lúgubre gime en la enramada,
Estos versos te mando, confiada
En tu amistad y en prueba de mi amor.
Efímera flor de un día
Cuyo aroma lleva el viento ;
Flor que acaba en un momento
Fué para mí la alegría :
Y tan débil, y tan vaga
Pasé su imagen risueña,
Como luz que un soplo apaga,
Como visién del que sueña.
Pasé veloz sin que en su raudo vuelo
Le dejase otra cosa al corazén,
Que un porvenir de lágrimas y duelo,
Un íntimo y profundo desconsuelo
Que hace mayor mi pena y mi afliccién.
Cual del árbol desprendidas
En alas del huracán
Las marchitas hojas van
Destrozadas y perdidas ;
L
JOSEFA SIERRA.
309
Así al brotar, al nacer,
Mis ilusiones murieron,
Y de mi pecho se fueron
Para nunca más volver*
Una no más en tan fatal mudanza
Por venturosa suerte conservé;
Una ilusión que forma mi esperanza
Y que me presta en mi dolor confianza;
Una ilusión en la que tengo fe.
Esa ilusión que consuela
Mis días de adversidad ;
Esa por que mi alma anhela,
Es, querida, la amistad :
Es esa feliz unión
De una alma con otra alma,
Que sin robarle la calma
Satisface al corazón.
Es esa dulce unión, que tan ardiente
No es como el fuego que encendió el amor ;
Pero más pura, sí, más permanente ;
Pura como la llama refulgente
Que arde en los altares del Señor.
A tí sólo toca, amiga,
Realizar esta brillante
Esperanza, que un instante
Todos mis males mitiga.
Sólo á tí posible es
Arrojar algunas flores
En la senda de dolores
Que van hollando mis pies.
A tí te toca consolar mis penas
Y mis ardientes lágrimas secar;
A ti te tocan, puras y serenas,
Las horas antes de tormento llenas,
Con el poder de la amistad trocar.
310
POETISAS MEXICANAS.
Aunque no espero en el mundo
Ni en ilusiones de amor,
No pienses que un mal profundo,
O un incurable dolor,
Me hayan hecho indiferente ;
Ni creas, amiga mía,
En la frialdad sombría
Que está pintada en mi frente.
Aunque se encuentra lleno de amargura,
Un idioma tendrá mi corazón,
Que responda á tu amor y á tu ternura :
Ese idioma en mi grande desventura
Me lo ha dejado Dios por compasión.
INQUIETUD.
No me comprendo: la anhelante vista
Por todas partes mi inquietud diiige,
Sin hallar un objeto que la fije,
Ni contento al ardiente corazón.
En vano quiero conservar la calma
En los tristes sucesos de mi vida;
El alma vuela, en alas conducida
De una engañosa y mágica ilusión.
Mi vida fué soñar: siempre creía
Hallar fácil la dicha por doquiera,
T al apurar la copa placentera,
El cáliz encontraba del dolor.
Salí de la ciudad y del bullicio;
Me dirigí hacia el campo silencioso ;
Y allí también mi corazón ansioso
Con locas esperanzas palpitó.
i
JOSEFA SIERRA.
311
Dejé la sociedad, y en el retiro
Me concentré para gozar la calma ;
Pero aun allí se hallaba inquieta el alma,
Y alguna cosa á su placer falté.
En vano la amistad con lazos puros
Un solaz á mi mente le ha brindado ;
Me falta un no sé qué, ¡ bien deseado !
Y lejos de ese bien no hay paz ni luz.
Mas ¿hasta cuándo fijará mi suerte
Y cesará mi inútil ligereza?
Hasta que se hunda inmóvil mi cabeza
En el helado y fúnebre ataúd.
78
312
POETISAS MEXICANAS.
CAMERINA PAVÓN Y OVIEDO,
POESÍA RECITADA POR SU AUTORA E3f XTS ACTO DE
DISTRIBUCIÓN DE PREMIOS.
Estudiosa juventud,
Honra de mis patrios .lares,
Hov ensalzo en mis cantares
Del talento la virtud.
Las notas de mi laúd
Fíjalas en tu memoria:
Son un eco de la gloria,
Que te estimula á seguir
Hasta lograr conseguir
La más completa victoria.
Jamás humilles la frente ;
Orgullosa mira al cielo;
Allí ha de encontrar tu anhelo
Del genio la luz fulgente.
Con entusiasmo vehemente
Róbale un rayo á esa luz :
Que rompa el negro capuz
De tu mente soñadora;
Pues la ignorancia traidora
Es en el mundo una cruz.
De la inconstante fortuna
No cuentes con los favores,
Que por crueles rigores
Puede cambiar importuna.
CAMERINA PAVÓN T OVIEDO.
313
Mas ¿qué vale pena alguna,
Si al fin logras alcanzar
El saber para triunfar,
T te haces dueña del arte,
Que podrá siempre elevarte
Adonde quieras llegar?
Del músico el dulce idioma
Interpreta el sentimiento,
Con tan suave concento
Que á la misma fiera doma.
Tiene la música aroma:
Su hermana la poesía
El espíritu extasía
Con tan ardiente embeleso,
Que despierta hasta el exceso
El dolor 6 la alegría.
El poeta ¡noble ser!
Con su lira un mundo crea,
Dándole vida á la idea,
Que á eso llega su poder.
Así es fácil comprender
Que el tiempo no haya extinguido
Aquel canto bendecido,
Que el rey David entonara,
Y á la humanidad legara
Como en el bronce esculpido.
Homero, Virgilio, el Dante,
Que con vividos colores
Pintan goces y dolores
De un corazón delirante;
T la inspiración gigante
De otros mil que recordamos,
A quienes culto les damos,
314
Porque al sol de su talento
Nuestro frío pensamiento
Solícitos avivamos.
La pintura ¿á quién no asombra
Lo que pudo aquel pincel
Del inmortal Rafael
Con su claridad v sombra?
A Miguel Ángel le nombra
La generación actual
Con respeto sin igual :
Escultor, pintor, poeta;
En él sólo se concreta
Un ingenio colosal.
Las grandiosas concepciones
Del arte, son la nobleza,
Que con viril entereza
Domina los corazones.
Las únicas ambiciones
Del hombre debieran ser
El estudio v el saber:
Que en la espinosa existencia
Cultivar la inteligencia
Es el más alto deber.
Por nuestra Patria querida,
A la que tanto debemos,
Necesario es que estudiemos
Dándole al progreso vida.
Que se mire enaltecida
T por sus hijos honrada
Esta joya, que engarzada
Tuvo España en su corona,
T que hoy su esplendor abona
De libertad la alborada.
L
CAMERINA PAVÓN Y OVIEDO.
315
Juventud, sigue adelante:
Es difícil la tarea;
Pero que el mundo te vea
Trabajar con fe constante.
Camina siempre anhelante ;
Por la misma senda avanza;
En el porvenir alcanza,
Como premio á tu desvelo,
Engrandecer este suelo
Que en tí cifra su esperanza.
Si en pobre cuna has nacido,
Inmensa será tu gloria,
Al lograr que tu memoria
No la sepulte el olvido.
De la ciencia se ha erigido
El bendecido santuario
Para rico y proletario ;
Mas si se quiere á él entrar,
Preciso es deletrear
El humilde silabario.
Edison, á quien se admira
Por sus inventos divinos,
Ha seguido los caminos
Que hoy el maestro te inspira.
Si por renombre suspira
Tu juvenil corazón,
Estudia con decisión;
Sigue del sabio el ejemplo,
Y de Minerva en el templo
Obtendrás el galardón.
• •
79
316
POKTMA* MKXICAXAfi.
consrciEiFCióiN" ^coisrc a txa,.
LÁGRIMAS.
Em yo niña: del dolor la huella
Aun no marcaba mi serena frente;
Era propicio el sino de mi estrella,
Y en mi ilusión halagadora y bella
Miraba un porvenir puro, riente.
Dichosa con mi paz y mi inocencia,
Otros goces mi pecho no envidió,
Y vi correr tranquila mi existencia
Como se exhala de una flor la esencia ;
Como la sombra que fugaz pasó :
Como el arroyo se desliza suave
Entre guijas alegres serpeando;
Como surca la mar veloce nave ;
como pasa por el aire el ave
Ni vaga sombra en su volar dejando.
Torné la vista entonces con anhelo
En derredor, y vi sólo ventura,
Hermosas flores adornando el suelo,
Mil estrellas purísimas el cielo,
Ni una imagen siquiera de amargura.
¿ Esta es la vida pregunté admirada,
Que el hombre llama de dolor camino,
Tierra de luto al llanto destinada?
Yo no le encuentro de tristeza nada,
Y de vivir bendigo mi destino.
CONCEPCIÓN MONCADA.
317
¡Pobre niña! ocho años no contaba
Y todo en derredor me sonreía ;
Me amaban unos padres que yo amaba;
Sólo su amor mi dicha aseguraba
¡ Con razón el dolor no conocía !
¡ Ah ! ¿ por qué despiadada la fortuna
Se complace en turbar nuestro contento?
¿Por qué no fui infeliz desde la cuna?
Que sin haber gozado dicha alguna
No fuera tan sensible el sufrimiento.
¿ Por qué se afana la inflexible suerte
En hacernos gemir cuando gozamos?
¿ Por qué nacimos, si después la muerte
Viene implacable, asoladora y fuerte,
A arrebatarnos lo que más amamos?
¡ Ay ! que mi padre descendió á la tumba,
Y mi madre á sus penas entregada,
Hace temer que á su dolor sucumba ;
Que siempre el roble al perecer derrumba
La amante hiedra que le está enlazada.
Entonces ¡ay! en medio á mis dolores
Exclamaba en mi angustia conmovida :
Si el suelo tiene encantadoras flores,
También tiene amargura y sinsabores
¡ Con que nos hace aborrecer la vida.
♦ »
L
31*
AI.BERTIXA PUIG DE BORBEREXA,
A DO$'A CR15TI5A FARFÁX DE GARCÍA ■O.VT1BO.
Me cuentan que partiste á esa morada.
Donde se encuentra Dios,
En tu frente llevando una guirnalda
De gloría y esplendor:
Que tu alma, del cuerpo excarcelada.
En ángel se tornó,
Y que batiendo sus doradas alas
Cruzó el éter veloz :
Que la envuelve purísima nube alba,
Y brilla más que el sol,
Y que cruzando el cielo alborozada.
Do quier vierte su amor :
Que ha visto maravillas, é inspirada
Ha cantado al Señor,
Acompañada de otras puras almas,
Bellas cual la ilusión :
Que infinita y radiosa su mirada
Penetra el corazón
Para inspirarle por la senda santa,
Para ungirle de amor:
Que con rayos de luz el mundo baña
Desde su azul mansión,
Y que feliz, sonriendo, bella y rauda
Nos da su bendición.
ALBERTINA PVIQ DE BORBERENA.
319
Si es cierto, como creo, lo que á mi alma
Un ángel reveló;
Si tan dichosa eres ¿por qué causa
Dar riendas al dolor?
Recibe, pues, no llanto: si llorara,
Fuera darte aflicción.
¿Por qué llorar? Feliz la desterrada
Que á su patria volvió.
Es un recuerdo que dedica un alma
A otra alma que voló :
Es un beso que yo le encargo al aura
Te lleve en ovación.
80
320
POETISAS MEXICANAS.
DOLORES JIMÉNEZ Y MURO.
BATO DE LUZ.
Pronto voy á morir; lo sé. lo siento
En esta languidez que me domina:
La flor que va á morir, falta de aliento,
Hacia la tierra, como yo, se inclina.
Pronto voy á morir; mas no me aterra
El pensamiento de perder la vida:
Mi alma está desprendida de la tierra,
Y espera hasta con ansia su partida.
¿Por qué llorar? El pájaro viajero,
Si la tormenta destruyó su nido,
No marcha triste, vuela placentero,
Del sitio do exhalara su gemido.
La pobre planta, rota por el rayo,
Que no produce flores, ni un retoño,
Halla en sus ramas el ardiente Mayo;
No teme, n<5, los hielos del otoño.
¡ Ay ! ¿ Y yo ? ¿ Qué esperanza bendecida
Flota viva en el mar de mis dolores?
¿ No soy la pobre planta ya sin vida ;
El ave sin hogar y sin amores ?
¡Venga la muerte, pues! Mi alma creyente,
Más allá de esta vida ve otra vida,
Que se ha de prolongar eternamente,
Donde recobraré la paz perdida.
DOLORES JIMÉNEZ T MURO.
321
Donde yo, que he sufrido tanto j tanto !
Viendo la dicha cual quimera hermosa,
Secas veré las fuentes de mi llanto,
¡ Y llegaré por fin á ser dichosa !
♦ »
322
POBTI8AB MEXICAXAfl.
GUADALUPE OROZCO Y ENCISO
AHTE UVAS RUINAS.
Los suspiros que mi alma exhala lentos,
Revelan que en su fondo hay sufrimientos.
Mi corazón suspira; mis ojos lloran;
Las lágrimas al cielo piedad imploran.
Bajo una piedra á veces se encuentra escrita
Una historia de encantos, ú otra precita :
Y ¡tantos juramentos y bellas cosas,
Tengo yo sepultados bajo estas losas!
El campo está muy triste : estas ruinas,
¡Del corazón esconden muchas espinas !
La historia entera y triste de mis amores,
Parece compendiada por estas flores.
¡Aquí encontré la dicha y el dulce encanto!
¡Aquí con sus caricias gozaba tanto !
¡ Aquí miro encerrado aquel anhelo,
Con que mi amor hallaba tanto consuelo !
T al ver estos escombros, recuerdo luego,
Que todo lo deshizo el tiempo ciego.
Y estos muros me dicen: "¡olvida todo;
Que el mundo s<51o encierra tormento y lodo!"
Deja que mi alma tierna se eleve altiva;
Que llegue hasta los cielos, y que allí viva.
CARLOTA MORENO Y DEL CALLEJO.
323
CABLOTA MORENO Y DEL CALLEJO.
LA LUNA.
k MI HERMANA DE CORAZÓN LA SEÑORITA MARÍA DE LOS ÁNGELES OTERO.
Ángela, busqué la estrella
Que era todo tu embeleso,
Y la encontré diamantina
Brillando en el alto cielo.
Le conté todas tus penas,
Le dije tus sufrimientos,
Y le demandé la calma
Para tu angustiado pecho.
Después busqué el astro mío
Que ha formado mi contento,
Y encontré la blanca luna ;
Y á sus pálidos destellos
No sé qué sintió mi alma
De halagador y secreto.
Al mirar su luz hermosa,
Llena de encanto y misterio,
¿ No sientes allá en tu alma
La inspiración, y el deseo
De contarle tus pesares,
De consagrarle tus versos,
Y de hacerla la testigo
De tus mudos sufrimientos?
¡ Cuántas veces ! ¡ Cuántas noches ;
Lleno de opresión el pecho,
81
Me salí á buscar la calma
En ese austro de consuelo!
Y al mirar sus tibios ravos
Ilnminarme un momento,
Sentí ya tranquila el alma.
Libre del dolor acerbo,
Que hizo brotar de mis ojos
Lágrimas de sentimiento.
También yo tengo en el alma
Un mar de dudas y celos,
Esperanzas no cumplidas,
Frustrados locos empeños;
Y miro en el astro hermoso
Un confidente discreto:
Y su luz á buscar salgo
Revelándole en mi anhelo,
Las ilusiones nacidas
De un amor puro y sincero.
Ya ves, Ángela; yo era
Feliz hace poco tiempo,
Y como tú llevo ahora
Un íntimo sufrimiento.
Ya ves que aunque mi semblante
Revela dicha y sosiego,
.Es muy amarga mi vida,
Ni paz ni ventura tengo ;
Pero de la fe la llama
No se ha extinguido en mi pecho,
Ni han muerto mis ilusiones,
Ni mi corazón ha muerto ;
Y salgo á buscar como antes
En mi astro, dulce consuelo
Para calmar mis dolores,
Para endulzar mi tormento.
CARLOTA MORENO T DEL CALLEJO.
325
Así es, Angela, que puedes
Calmar tu dolor acerbo,
Y encontrarás en tu estrella
Ratos de paz y consuelo ;
Y desde aquí yo, entretanto,
Pediré mucho al Eterno,
Que te mande aquellos días
De luz, de dicha y contento.
TRISTEZA,
La noche está serena ;
Brilla con calma
La luna en el zafiro
Con su luz blanca:
Y en medio del silencio
Que en torno reina,
Mi pecho suspirando
Triste se queja.
Llegan hasta mi oído
Sones dolientes
De música lejana
Que me entristece.
Soledad y silencio
Tiene mr estancia
¡Con qué letal angustia
Vierto mis lágrimas !
&Y&
<*£&>
¿ Nunca te llega un eco
De mis suspiros?
¿ No escuchas mi sollozo ?
¿Vives tranquilo?....
Tal vez ¡ay! mis pesares
Serán eternos ;
Tal vez darás á mi alma
Solo tormento.
Oigo el reloj vecino
Lento y sonoro :
¡Ojalá que el descanso
Cierre mis ojosl
Virgen de la Esperanza,
Mira mi llanto ;
Sé tú mi protectora;
Dame tu amparo.
«•»-•»
326
POETISAS MEXICANAS.
zdolo:r,:e2s nDEL^n^isrrnr.
DESENGAÑO.
(imitación.)
Hay sentimientos tristes y sin nombre
En lo más interior de nuestra alma;
Sentimientos tristísimos que al hombre
Le quitan su placer roban la calma.
Continuo padecer que nos devora,
Dejando al corazón abierta herida;
Horrible sufrimiento que se llora
Si se evapora la ilusión querida.
Feliz y muy feliz quien oye amiga,
En lucha eterna y sin igual desvelo,
La voz de un ángel que á su oído diga
Palabras inefables de consuelo.
MI VISION.
¿ Quién eres, visión querida,
Que te miro por doquier?
Vienes si gozosa río,
T si suspiro también.
En la vigilia, en el sueño
Te tengo siempre ante mí;
Pero te hablo y no respondes..
¿Quién eres, fantasma, di?
r"
D0L0BE8 DELAHANTY.
327
¿ Serás un ensueño vano
Que mi mente hizo brotar?
¿Tendrás forma, serás hombre
O un destello sideral?
¡ Dímelo ! que de mi vida
Eres encanto y placer ;
Eres mi ideal querido,
¡ Blanca visión del Edén !
82
328
POETISAS MEXICANAS.
MATILDE HOYOS Y MARÍN-
DUDA.
Otra vez, otra vez, duda sombría,
Turbas de mi existir la santa calma,
Y cual sierpe infernal llegas, impía,
A envenenar con tu ponzoña el alma.
Tu temeraria planta va dejando,
Con incesante afán, la triste huella,
En fatídica sombra sepultando
La única luz que para mí destella.
Al mirarte venir en mi camino,
De justa indignación mi pecho arde:
No tengo miedo á tí, temo al destino :
Aquí está el corazón, ¡ hiere, cobarde !
Penetra en el verjel de mis amores,
Que sé vivir sin ilusión alguna ;
De la existencia mis benditas flores,
Rómpelas, sin piedad, una por una.
Aun mi cielo está azul ; sobre él avanza,
T estalle al fin, tu negro cataclismo;
Haz pedazos mi fe con mi esperanza:
Húndelas para siempre en el abismo.
Llega, pues, hasta mí, llega, traidora ;
Para luchar, el corazón es fuerte
¿Qué me importa tu furia vengadora?
»
¿Serás más poderosa que la muerte?
i
JOSEFINA CAMPOS.
329
JOSEFINA CAMPOS
¡ADIÓS!
— ¿Con que te vas? le dije conmovida,
Temblando de emoción.
— Es fuerza ya, me dijo, que me aleje
De la esperanza en pos.
¿Qué quieres? ¡ay! me arrancan de tu lado
Más no temas, que voy
Buscando el porvenir en que soñamos
Ser felices los dos.
— Te arrancarán, le dije, de mi lado;
De mi alma, n<5, ¡jamás!
Ve, pues, bien mío, el corazón presiente
La dicha alcanzarás;
Y mientras tanto el porvenir sea tuyo
¿ Mi amor olvidarás ?
— Mientras palpite de emoción henchido
Mi ardiente corazón,
Tú reinarás en él pura y radiante,
Y contigo mi amor.
*
Y en medio de la noche silenciosa
Pensaba en este adiós,
Y del fondo del alma dolorida
Un suspiro brotó
¡Acaso que el destino, presentía,
Se opusiera terrible entre los dos!
I
830
POETISAS MEXICANAS.
CONCEPCIÓN TRILLANES T ARRILLAGA
A UN RETRATO.
¡Adiós, adiós! la suerte lo ha querido
Si Be borra mi nombre de tu mente,
¿Sepultarás también en el olvido
La pobre imagen de tu amiga ausente?
R. Palma.
Hoy que la vida me parece hermosa,
De tu amor con el bello colorido,
Te diré muy en breve, pesarosa,
¡Adiós, adiós, la suerte lo ha querido!
. Pero si llega el desgraciado día,
En que te olvides de la amiga ausente ;
¿ Qué te puede halagar la imagen mía
Si se borra mi nombre de tu mente ?
Que otras nuevas y gratas impresiones
Borrarán mis palabras de tu oido ;
Y mi dicha, mi amor, mis ilusiones
Sepultarás también en el olvido.
Pues antes de romperse nuestros lazos,
O te sea su vista indiferente,
Te suplico, ¡ mi bien ! que hagas pedazos
La pobre imagen de tu amiga ausente.
*•*
LUZ TRILLANE8 ARRILLAOA.
331
LUZ TRILLANES ARRILLAGA.
NO ME VENGA8 A VER CUANDO ESTÉ MUERTA.
(imitación detenntson.)
Cuando deje esta vida transitoria
Y me duerma en el lecho de la muerte ;
Cuando por siempre deje yo de verte,
Tu no vayas mi sueño á interrumpir.
No turbes mi reposo funerario ;
Deja dormir en paz á quien te ha amado,
Y á quien sus ilusiones ha guardado
Bajo el marmóreo lecho sepulcral.
Las almas que en la vida guardan fieles
La santa fe del corazón creyente,
Y la ilusión del corazón ardiente,
Aman después que dejan de existir.
Así te amó yo á tí; mas por desgracia,
Tú destrozaste sin piedad, mis flores;
Tú saturaste mi alma de dolores ;
Tú mataste mi fe, mi corazón.
No visites mi tumba: en éste mundo
Te di mi corazón y mi creencia:
Si agostaste la flor de mi existencia,
Déjame al menos que descanse en paz.
♦ •
83
332
POETISAS MEXICANAS.
STJS.A.iT^ ZMZ^SSOIfcT.
UNA HORA CRUEL.
¡Retroceded, oh lágrimas de fuego!
¡Retroceded al cráter de mi alma!
¡Devorad mis entrañas y mi mente!
Pero al menos, dejad sobre mi frente
Grabada la ficción que llaman calma.
Y en vez de relucir en mi mejilla,
Su anda palidez arrebolando,
Quemad mi corazón, gotas de infierno;
En lluvias de veneno sempiterno.
Sus íntimas heridas renovando.
Que es triste contemplar en rostro ufano
La indiferencia, la frialdad impía,
El desprecio quizá mientras que lento
El corazón apura el sufrimiento ;
Las heces del martirio y la agonía.
Mis lágrimas sagradas é inviolables,
Como el dolor terribles é imponentes.
El ludibrio serían ¡santo cielo!
De la turba insensata : ¡ hombres de hielo,
De negro corazón y blancas frentes !
En la farsa del mundo, en los festines,
Donde todo es amores y sonrisa,
Crecen y se emponzoñan mis dolores
Más y más á tan faustos resplandores
Esta hoguera de fuego el mundo atiza.
SUSANA MA8S0N.
333
En medio de mi horrible desventura
Suplicantes miradas triste lanzo;
Y mi pecho se oprime, y no respiro.
¡ Ay ! un abismo en cada rostro miro,
Cuya tiniebla á sondear no alcanzo.
Y en todas las palabras oigo un eco,
Que el alma me destroza repitiendo :
"Vive y contempla dichas que á otros tocan;
44 Dichas que á tu pesar, fieras provocan,
"Siempre callando, y de dolor muriendo."
ENSUEÑO.
(/uión pudiera vivir siempre soñando.
J. Rosas.
Soñé una noche templada
De suaves exhalaciones ;
Noche grata y perfumada,
Por los ángeles cantada
En las celestes mansiones.
Vi ese faro suspendido .
Entre la tierra y el cielo,
Que á nuestra dicha ha lucido;
Y antorcha fúnebre ha sido
De tu ausencia en hondo duelo:
Esas flores que en el llore
De nuestro adiós se bañaron,
Y en su cáliz incoloro
De tu lágrima el tesoro
A mis labios transladaron :
Y he sentido del ambiente
La fragancia y la armonía,
Que sonaba dulcemente,
Como el sollozo doliente
De tu partida en el día.
334
POETISAS MEXICANAS.
• Todo : la luna, las flores,
El perfume de la brisa,
Renace con tus amores,
Y nueva vida y colores
Recobran con tu sonrisa.
Tú estabas ¡ ay ! á mi lado ;
Reclinada tu cabeza
Sobre mi pecho agitado;
Tierno al cielo levantado
Tu rostro que me embelesa ;
T en puro éxtasis deliro
Con tus ojos, con tu aliento,
Que en alas de mi suspiro
Confía en voluble giro
A los jazmines el viento.
El alma se acrisolaba
En el fuego de tu beso,
Y á la tuya se estrechaba,
Y delicias mil probaba
Mi labio en tu labio impreso.
Cuando el ángel rencoroso,
Que en el umbral nos espera
De este mundo borrascoso,
Donde es el placer dudoso
Y la vida una quimera ;
Borró con sus negras alas
El ensueño de la mente,
Su brillantez y sus galas,
Y al despertar triste exhalas,
Gemidos, ¡ alma doliente !
♦ ♦
VIRGINIA HARTO.
335
^TTtt<3-Ti<TTJ± :m:.a.:r,to
ORFANDAD.
Ya secos están mis ojos ;
No bafía el llanto mi faz ;
En el alma llevo abrojos,
Y sólo guardo despojos
De lo que fué dulce paz.
Donde ver flores soñaba,
Duros cardos encontré :
En vano dichas buscaba,
Y la mente se ofuscaba
Por la gloria que no hallé.
Indiferente á mis cuitas,
El mundo en su bacanal,
Tras de mirar ya marchitas
Mis ilusiones benditas
Clama con voz funeral :
Ya no hay dichas para tí :
Calla y sufre ; nada quieras ;
Lo que á otros negué, te di :
Dolor y llanto ; y así,
Calla y sufre hasta que mueras.
84
836
POETISAS MEXICANAS.
¡La muerte! visión impía
Que mi dicha destruyó,
Llevando á la tumba fría
La prendar-de más valía
Que en el mundo tuve yo.
Mató con saña y encono
Mis santas aspiraciones
De un golpe cayó del trono
Lo que yo tanto ambiciono.
¡Mis floridas ilusiones !
MARÍA DE L08 ANGELES OTERO.
337
MARÍA DE LOS ANGELES OTERO.
:im;
HTJACUJA.
EN EL CAMPO.
(ATLIXOO.)
Querida Esther; ¿no te agrada
Ver el campo con sus flores,
Y escuchar cómo las aves
Cantan sus tiernos amores?
¿No te agrada ver del río
La bulliciosa corriente,
Y de aromas impregnado
Respirar el fresco ambiente?
Mira, Esther, mira las nubes
De oro, de gualda y añil:
El que quiera ver lo bello
Que venga, que venga aquí.
Mira cuántas mariposas
De tan variado color,
En volubles giros liban
Las mieles, de flor en flor.
Más lindas que las coronas
De perlas y de rubí,
Las tenemos de azucenas
Y maravillas aquí.
Alfombras bellas pisamos
De jazmines y azahar,
Mejores que las que pisan
El sátrapa y el sultán.
338
POETISAS MEXICANAS.
Esther, Esther, ¿ no quisieras
Vivir en este verjel ?
Extiende la vista, en torno
Verás bellezas doquier.
En la soledad del campo,
Entre pájaros y flores,
Habían de ser más tiernos
Y poéticos tus amores.
Sin testigos importunos,
Sélo mirándote Dios,
Habían de ser más dulces
Los diálogos de tu amor.
Y yo también, Esther mía,
Si alguna vez llegó á amar,
Para escribir á mi ensueño
Aquí me vendré á inspirar.
Si alguna vez en mi pecho
Llega á penetrar amor,
No tendré más confidentes
Que las selvas y la flor.
Ellas me darán consejos
Y me sabrán inspirar:
Que no hay mejores amigos
Que el campo y la soledad.
Poética fuera mi vida
Si se deslizara aquí:
Es difícil en el campo
Hallar quien sea infeliz.
¡Vivan, Esther, los poetas,
Que dulces saben cantar,
A los campos, á las flores,
Al bosque, á la soledad !
♦ »
HABÍA OARZA GONZÁLEZ.
339
MARÍA GARZA GONZÁLEZ
A UNA FLOR.
Linda rosa perfumada,
Hechizo de la alborada,
Acaso fué tu destino,
De mi mente acalorada
Ser un ensueño divino.
Deja que mi labio oprima
Tus pétalos, y que imprima
Ósculo puro de amor;
Que me encanta, me fascina,
Ese tu rico esplendor.
Eras reina entre las flores,
Que ostentaban sus colores
En el florido verjel,
Recibiendo los honores
del jazmín y del clavel;
Pero con mano atrevida,
De tu tallo desprendida,
Viniste en mi álbum á ser,
Un recuerdo de mi vida
Que llanto me hace verter.
85
340
POETISAS MEXICANAS.
INVIERNO.
Gimiendo pasa la brisa leve
Huyendo á impulsos del vendaval,
Y sobre el suelo la blanca nieve
Cae y le cubre como cristal.
Los desengaños son otro invierno
Que al alma dejan sin una flor:
Truecan las dichas en llanto eterno ;
Matan los sueños del corazón.
Mustias las flores su tallo inclinan
Siendo juguetes del viento frío
Las ilusiones ya no germinan
Ni dan alientos al pecho mío.
Rodeada siempre de desengaños,
Paso llorando mi juventud
Lentos y tristes corren los años ;
Trayendo al cabo la senectud.
En vano busco la paz del alma
Y un lenitivo á mi dolor
No tengo goces, ni tengo calma,
Lágrimas sólo del corazón.
♦ »
k.
/
R08ARI0 FLORES ALATUREE.
341
ROSARIO FLORES ALATORRE.
LA VIRGEN DOLOBOSA.
Venid y ved bí hay dolor
que igualo al mío.
Venid los que perdisteis la alegría;
Los que halláis por doquier males sin cuento :
Detened vuestros pasos un momento
En esta senda que al Calvario guía.
Contemplad un instante mi agonía;
Comparad vuestro nial á mi tormento;
Comprended, si ]>odeis, mi sufrimiento,
Y ved si hay pena cual la pena mía.
Yo gimo solitaria en este suelo :
Los tormentos de mi Hijo he presenciado:
Le vi morir, sin darle ni un consuelo,
Yo que lo amé como ninguno ha amado :
Y aumentan más úú triste desconsuelo
La ingratitud del hombre y su pecado.
342 POETIBAfl MEXICANAS.
ELElsTA OA.STI^O.
A MANUEL ACUÑA.
Derramaba sus últimos fulgores
El moribundo sol;
La brisa de la tarde suspiraba
Con lánguido rumor,
Y en los árboles secos la torcaza
Lanzaba su canción,
En tanto que en el cauce del arroyo,
Que el invierno secó,
Susurraban las hojas amarillas
Algo como un adiós
Marchando lentamente, doblegado
A impulso del dolor,
Un niño caminaba, de los campos
Por la vasta extensión.
Las lágrimas brotaban de sus ojos,
Y con supremo amor,
Miraba muchas veces, muchas veces,
Hacia una población,
Que se estaba envolviendo, de la noche
En el negro crespón,
Y que se iba alejando lentamente,
Como el grato fulgor,
Con que alumbró la soledad del alma
La primera ilusión ;
Como se van perdiendo los perfumes
De aquella blanca flor,
KLENA CASTRO.
343
Que durante la aurora de la vida
En el alma brotó
Aquel niño tan triste, devorando
A solas su dolor,
En un arranque de pesar sublime
Dijo con tierna voz :
— " Adiós, mi santo hogar, hogar amado;
Adiós, hogar bendito,
En cuyo seno viven los recuerdos
Más queridos del alma
Pedazo de ese azul en donde anidan
Mis ilusiones candidas de niño,
¡ Quién sabe si mis ojos
No volverán á verte !
¡ Quién sabe si hoy te envío
El adiós de la muerte!
Mas si el destino rudo
Ha de darme morir bajo tu techo;
Si el ave de la selva
Ha de plegar las alas en su nido ;
Guárdame mi tesoro, hogar querido ;
Guárdame mi tesoro hasta que vuelva*"
Y en tanto, allá, llorando y abatida
Por terrible aflicción,
Una madre rezaba junto al lecho,
Un lecho que quedó
Desierto, como el alma que ha perdido
Su postrera ilusión
Cuatro años han pasado : el que era niño
Es casi joven hoy;
Brilla en sus ojos el fulgor del genio,
La santa inspiración,
Que pudiera juzgarse como un lazo
Entre el poeta y Dios.
86
344 POETISAS MEXICANAS.
Un cuarto miserable, donde apenas
Entra la luz del sol ;
Pero donde germinan esperanzas,
Que luz del alma son :
Y allí, con sus ensueños, el poeta,
Buscando en el amor,
Los sublimes placeres inefables
Que anhela el corazón.
Y allí, los soñadores sus hermanos ;
Los hijos del dolor,
Que no han probado aún la amarga copa
Que les reserva Dios ;
Y que sueñan, y gozan, y consagran
Su talento precoz,
Y el fuego juvenil al sacerdocio
Que el cielo les marcó,
Y que si da laureles á la frente
Desgarra el corazón.
¡ Oh santuario bendito, que las puertas
De un porvenir abrid!
¡ Vida de sacrificio y esperanzas,
De angustia y de ilusión !
¡ Horizonte que muestra en lontananza
La cumbre del Tabor!
¡Nido de donde el águila saldría
Con inmenso vigor,
Para lanzar su vuelo formidable
Del cielo en la extensión !
¡ Grupo de donde, ambicionando gloria,
El poeta salió
Para hacer escuchar en todas partes
Su poderosa voz !
Y los sabios entonces le aplaudieron ;
Y el mundo le aplaudió,
Pagando con laureles y con palmas
Su divina ambición.
ELBNA CASTRO.
345
¡ Triunfos ! ¡ Coronación de los ensueños
Que su mente forjó!
i
1
1
1
1
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1
1
1
1
1
¡ Sonrisas que mandaba desde lejos,
En su inmensa pasión,
A aquella madre tierna que anhelaba
Besar la bella flor,
Que en capullo la mano del destino,
De su lado arrancó
Dos años transcurrieron. El poeta,
Víctima del dolor.
Cruzaba su camino de victorias,
Sintiendo en su interior,
Algo como esa angustia indefinida,
Ese pesar atroz,
Que en desierto convierte la existencia
Y en momia el corazón.
Hov existe una tumba donde triste,
El genio del dolor,
i
■
i
*
i
i
i
1
1
Velando de rodillas, se estremece
De angustia y de aflicción .
Allí de la amistad la santa ofrenda
En lágrimas llegó,
Y también la amistad en este sitio,
Consagra con fervor,
Lágrimas al amigo, y al poeta
i
i
i
í
Santa veneración.
Acuña, te alejaste: tu partida
1
1
1
En palma nos dejó
Tu santuario, y tu lámpara que brilla,
Como si fuera un sol.
•
¡
346
P0ETI8AS MEXICANAS.
003STSTJEL0 ^EIsTOOIHIIO.
EL PROGRESO.
El cierzo del invierno sopla triste ;
El vapor que del mar sube, condensa;
Desciende luego la neblina intensa,
T parece que sólo niebla existe. .
Después el temporal dura y persiste,
Hasta que aquella mole obscura y densa,
Blanco sudario de extensión inmensa,
Al majestuoso sol ya no resiste.
Lo mismo es la ignorancia en esta vida ;
Que cuando al ser humano ofusca aleve,
Su actividad dejando adormecida,
Vacila, pierde fuerza, tarda mueve
Sus negras alas, y huye confundida
Ante la luz del siglo diez y nueve.
♦ »
L
DOLORES M. DE LEÓN.
347
'
IDOLOiR/ES M. IDE LIEOIN".
EN UN ÁLBUM.
Á MI AMIGA LA SEÑORITA G. ALYA.
Cuando perdí á mis padres, tierna amiga,
Y me juzgué en la vida, sola, errante,
Fiebre sintió mi pecho delirante,
Desfallecer sentí mi corazón.
Ni el llanto mitigaba mis pesares ;
Sola con mi dolor v con mi duelo,
Al cielo demandaba en mi desvelo
Tuviera de mis penas compasión.
Dame, Señor, le dije conmovida,
Una amiga que sienta mis tormentos;
Que calme mis horribles sufrimientos
Con las dulces palabras de amistad.
Y el Eterno escuchando mi plegaria,
En tí me dio la amiga apetecida ;
La que me dijo luego enternecida :
4 * Seré tu compañera en la orfandad."
Y me estrechaste en tus amantes brazos,
Y con sonrisa de placer me hablaste ;
Con tus dulces palabras me embriagaste,
Palabras que te inspira la virtud.
Tú eres la amiga que envidiable y buena,
¡ Ay ! en mis horas de quebranto lloras ;
La que consuelas mis amargas horas
Cuando tienes tus horas de inquietud.
87
348
POETISAS MEXICANAS.
Mas yo también con tus pesares sufro ;
Y al mirar tu semblante dolorido,
Siento mi corazón entristecido,
Y anublada mi frente de pesar.
Enjuga el llanto de tus bellos ojos;
Olvida tu dolor, hermana mía,
Un momento no más en este día;
Que tiempo queda de poder llorar
MARÍA M. BROWNE.
349
I&Jl^jTJl IMI. IBIR/OWIN'E.
AL TIEMPO.
Tiemjx) implacable, que en veloz carrera
Pasas dejando lacerada el alma,
Y destrozando con tu mano fiera
Amor, ternura y venturosa calma.
Tú que en constante, eterno movimiento,
Sigues tu marcha desoyendo el llanto ;
Tú que ríes ¡cruel! del sufrimiento,
Desplegando sobre él tu espeso manto :
Tú que te muestras fiero y ol>cecado,
Al llanto aterrador del alma herida,
Deten tu paso genio despiadado;
Por un momento tu misión descuida.
Quiero que veas el obscuro abismo
Do el hado negro de mi suerte impía,
Al hacerse la sombra de sí mismo,
Ha sepultado la existencia mía.
Deten tu vuelo ¡oh tiempo! y luego
Sí; olvida que mi espíritu cansado,
Al recordarte su ilusión querida,
Con sus ayes tu marcha ha dilatado.
¡olvida!
350
POETISAS JCEXJCAÜA8.
■
•
COIETC-bJJr'CIÓIN" ZJlIsAKDJ&Jl. •
IMITACIÓN DE BECQÜER.
i
Volverás en la noche silenciosa
i
1
Mis pausados suspiros á escuchar;
i
Y otra vez, evocando tu pasado.
i
i
De mí te acordarás.
i
i
i
i
Pero aquel porvenir que me pintabas,
De ilusión y de dicha sin igual ;
i
Aquel amor inmaculado y santo,
i
i
1
Eso no volverá.
Volverás con tu gracia y tu ternura,
Un corazón sencillo á cautivar; f
i
T al hacer otra vez tus juramentos j
De mi te olvidarás.
,
Pero temblando, conmovida y muda,
|
Aspirando el mismo aire al respirar,
l
1
i
Confundiendo mi aliento con el tuyo,
i
•
Eso no volverá. .
i
Volverá la agradable primavera
Con sus flores el campo á engalanar,
i
T tal vez por el llanto, húmedo el rostro, '
Aquí me encontrarás.
i
Pero abatida, silenciosa y triste,
Cual huérfano que vaga sin hogar:
Como tu me dejaste al despedirte,
Así no me hallarás.
■ - . .i — . i ..i
I
CAROLINA POULET DE RAMÍREZ.
351
CAROLINA POULET DE RAMÍREZ.
EL CIELO DE MI PATRIA.
RECUERDO HUMILDE DE LA SOCIEDAD LITERARIA " LA CONCORDIA."
A MI AMIGO JUAN DE DIOS PEZA.
¡Cuan bello es en la noche, del mexicano cielo
Mirar cómo se cubre la límpida extensión,
Con astros mil que brillan en el zafíreo velo,
Cual brillan las pupilas del ángel del Señor!
La brisa que suspira; el pájaro que canta
Entre doradas rejas su ansiada libertad;
Las flores cuyo aroma más denso se levanta :
Todo le infunde al alma placer y bienestar.
Inquieta la mirada, recorre del espacio
La bóveda infinita teñida de zafir;
Se pierde en un abismo de luces de topacio,
Que brillan, y se ocultan, y vuelven á lucir.
Reunidas en mil grupos prosiguen su camino,
Dejando á quien las mira recuerdo encantador,
Y el ansia de inquirirles su místico destino,
O las profundas leyes que diérales su Autor.
El alma soñadora, al ver esas estrellas,
Girando eternamente del cielo en la extensión,
Se forja en su delirio, que acaso son las huellas
De sores que ya habitan un mundo superior.
88
352
POETISAS MEXICANAS.
Y en medio de ese sueño les habla cual á amigos,
Que su lenguaje mudo pudieran comprender;
Les da sus confidencias, los pone por testigos
De sus secretas luchas, de su hondo padecer
Y cuando allá á lo lejos, cual sueño de ventura,
Cruzar ve fugitiva, veloz exhalación,
Entonces le parece la huella blanca y pura
De un astro que derrama consuelo en su aflicción
Y todo queda luego en taciturna calma ;
La noche su poesía prosigue en derramar;
Y todo en torno nuestro le inspira á nuestra alma
La grata certidumbre de un gozo celestial.
En mi adorada Patria se ve sólo ese cielo :
En México, la hermosa, las noches así son
¡Bendita sea mi Patria, bendito sea mi suelo,
Que es el Edén más bello de toda la creación!
Si brillan refulgentes estrellas en su cielo,
Que atraen las miradas con suave resplandor,
También mil seres viven sobre su fértil suelo,
Que siéntense dotados de un noble corazón.
Son ellos los que forman del cielo de su gloria
Los astros que no eclipsa la envidia en su capuz ;
Son ellos los que marchan en pos de la victoria,
Robando del progreso la inextinguible luz.
La Patria fía en ellos su paz y venturanza ;
En ellos, y en sus hijas, que tienen el deber
De hacer que el mundo sepa, que dicha nunca alcanza,
El pueblo en que ignorante vegeta la mujer
CAROLINA POULET DE RAMÍREZ.
353
De México las hijas sabrán sin duda en breve,
Que á tan hermosa Patria se deben consagrar;
Pues en su ambiente suave, virtud y amor se bebe ;
Y es la mujer en ella la diosa del hogar.
Virtudes, por lo mismo, virtudes y talento,
Det>emos afanosas doquiera conquistar,
Para que presto llegue aquel feliz momento,
Que anhelan los que buscan el sol de libertad
Entonces solamente, bajo tan limpio cielo,
Clamar |>odrá, sin duda, tranquilo el corazón:
¡Bendita sea mi Patria! ¡Bendito sea su suelo,
Que es el Edén más liello de toda la creación!
♦ ♦■
354
POKTI8A8 MEXICANAS.
G-TTAJD^ILTTIFIEJ Cj^LIDIEIROIfcT.
EN EL 16 DE S
DE 1862.
No en lo pasado á su virtud modelo
Ni copia al porvenir dará la historia ;
Ni el laurel inmortal de su victoria
Marchitarán los siglos con su vuelo.
Gertrudis G. de Avellaneda.
Marcó el dedo de Dios la hora suprema
Que libertar á México debía ;
Y á un esfuerzo sublime, la cadena
Rota cayó que el cuello le oprimía.
El mundo de Colón fué esclavizado
Tres siglos por el déspota orgulloso ;
Mas una voz se escucha, y conturbado
En su alto asiento retemblé el coloso.
Grita Hidalgo, y Allende, el gran Morelos,
T otros mil esforzados campeones,
Que elevando su fama hasta los cielos
Tremolaron del libre los pendones.
Y á mi Patria dejaron por herencia
Honor y libertad, grandeza y gloria,
Afianzada su noble independencia,
Y una brillante pagina en su historia.
Y se levanta una nación potente ;
Soplo de libertad mece su cuna,
Y vencido quedó el león rugiente
Por el águila audaz de Moctezuma.
GUADALUPE CALDERÓN.
355
Las más grandes, las ínclitas naciones,
Saludan á la reina de Occidente ;
T ella levanta su orgullosa frente,
Y enarbola sus altos pabellones.
Mas ¡ ay ! que en nuestro hermoso y rico suelo
Sus gérmenes dejara el despotismo;
T cubriendo sus miras con un velo,
Abre bajo sus pies profundo abismo.
El odio y la venganza con su tea
Encienden la discordia despiadada ;
La mano fratricida en la pelea
Hunde en el seno fraternal la espada.
Apenas ¡ ay ! su brazo ensangrentado
Descansa de una guerra asoladora ;
Respira apena el pecho destrozado
El aura de la paz consoladora;
Cuando allá lejos, en su rabia loca,
Desata la traición nueva tormenta ;
Y de nuevo la Patria se ensangrienta ;
Y de nuevo á la lucha la provoca.
Y ávido de poder, sediento de oro,
El tirano, lanzando el anatema.
Quiere arrancar de América el tesoro
Para incrustarlo en su imperial diadema.
Y surcaron las naves invasoras,
Henchidas de guerreros, nuestros mares ;
Y sus fuerzas injustas y opresoras,
Inundan nuestras playas á millares.
Faltando á su palabra, á su decoro,
Adelantan sus fieros escuadrones,
Sellando su perfidia y su desdoro,
Preñados de metralla sus cañones.
89
356
POETISAS MEXICANAS.
El mexicano, cual león herido,
Que así mira ultrajado su derecho,
Valiente opone su desnudo pecho,
Y lanza de la guerra el alarido.
¡Viva la Patria y mueran los tiranos!
Grita furioso y entra en la pelea ;
T aunque cansadas de luchar sus manos,
Incendio asolador doquiera humea-
Su denuedo incansable y esforzado
En la lucha decide su destino ;
Y muerde el polvo, y huye avergonzado
El que venció en Magenta y Solferino.
Jóvenes bellas de la Patria mía,
Cubrid de flores su enlutada fosa;
Llorad de gratitud sobre la losa,
Que está cubriendo su ceniza fría.
¡ Gloria ! ¡ Gloria por siempre á los valientes,
Que dar honor á México supieron !
I Que aureola inmortal ciña las frentes
De los que por la Patria sucumbieron !
*
Mas pronto, mexicanos,
Aprestaos al combate ;
Del francés el embate
Os vuelve á provocar.
Saltan ya en nuestras playas
Sus fieros batallones ;
Sus soberbias legiones
Manda el tirano audaz.
Corred, salvad la Patria,
Valientes mexicanos,
GUADALCn CALD1RON.
357
Que tiemblen los tiranos ;
Que tiemble el opresor.
Pelead bajo la sombra
Del pabellón de Iguala:
¡ El la senda os señala
De libertad v honor!
Justa y noble es la eausa
Que defendéis valientes ;
Ceñirá vuestras frentes
El vencedor laurel.
Dad lección de grandeza
Al necio que os insulta,
Cuya palabra oculta
De la traición la hiél.
Corred, la Patria os llama;
Oid el cañón ruge ;
Al enemigo empuje
La tierra tiembla va.
Jurad vencer valientes
O perecer con gloria,
Y vuestra es la victoria
¡México triunfará!
.»••
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« ..." /
V
/
I i
ÍNDICE.
Prólogo VI1
Aírrai María Ignacia — A la me
moría de un ángel 246
Adiós, Carmen, adiós ! ! ! 246
re* María O. — La tempestad. 287
V México 289
Día» sin sol 292
1 r; miedo de Ortis María del
Refugio — Hogar 169
•Recuerdo triste 171
Desaliento 172
Desolación 173
L /:ola Adela. — La neblina 238
A una alma 239
;>. ' lio Josefa Heraclia. — A la lu-
na iluminando un convento. 120
\ r o pienso en tí 123
igán de Toscano Refugio —
El 16 de Septiembre 139
!s mentira 142
i vocación al Todopoderoso.... 143
I nechea de Mayo Rosa.— a
México 248
10 Maria N — Al Tiempo 349
jrón Guadalupe.— En el 16 do
Septiembre de 1862 354
POS Josefina.— ¡ Adiós ! 329
lamo de Roa Dolores.— A Él. 257
3do María. — La vuelta del Cal-
vario 240
Adiós á México 241
rasco Mercedes. — A Toluca.... 269
reto Rosa. — El hombre y el
gato 112
El ruiseñor y el cuervo 114
La luciérnaga y la mosca 116
La mariposa y la abeja 117
PAffS.
Castro Elena. — A Manuel Acuña.. 342
Colegiala de San Ignacio.— Oda
para dar principio á un nue-
vo certamen de amor, y la
ofrece á los amables Reyes
Carlos IV y Luisa de Bor-
bón 49
Correa Merino Amanda. — Re-
cuerdos de la hacienda de
San Antonio 306
Correa Zapata Dolores.— A Tea
pa 124
Pinceladas 127
Las dos liras 128
Cortés María del Carmen.— Me-
dellín 209
La niña y la mariposa 210
Pesares 211
A Mercedes 211
Cruz Sor Juana Inés de la.— Que-
jas de amor ausente 16
Afectos de un corazón agra-
decido 19
A un retrato 21
Sobre la vana ciencia 24
Censura de los hombres 28
Sonetos 1 31
II. Píramo y Tisbe 31
III. Porcia 32
IY. Julia 32
V. Lucrecia 33
VI. En la muerte del duque de
Veragua 33
A la Virgen María en su glo-
riosa Asunción 1 34
II 35
III. Tocotín 37
90
360
POETISAS MEXICANAS.
i ,
Págs.
Ouellar Francisca O.— Ausencia .. 153
Ayúdeme usté á sentir 154
Casas de vecindad 157
Dávalos y Orosco María.— En la
canonización de San Juan de
la Cruz 39
Delahanty Dolores.— Desengaño.. 326
Mi visión 326
Díaz Salvadora.— La noche 262
Eslava Catalina de.— A su tío Fer-
nán González de Eslava en
la publicación de los " Colo-
quios espirituales y sacra-
mentales." Soneto 3
Estrada Medinilla María de-
Relación escrita á una reli-
giosa monja prima suya, de
la feliz entrada en México,
día de San Augustín, á 28 de
Agosto de mil y seiscientos
y cuarenta años, del Exmo.
Señor Don Diego López Pa-
checo Cabrera y Bobadilla,
Marqués de Yi llena, Virrey,
Gobernador y Capitán Gene-
ral de esta Nueva España.... 4
Fábregas Virginia.— A la Señora
Doña Carmen Romero Ru-
bio de Díaz 260
Farfán de (Jarcia Montero Cris-
tina. — La flor del bosque .... 217
Mi todo 218
Mi hogar 218
Fenochio Consuelo.— El Progre-
so 346
Ferrer Clara L— A tí 281
Flores Alatorre Rosario.— La Vir-
gen Dolorosa 341
Garcia Ercilia. — La calumnia 243
La huérfana 244
Garcia de Villalobos Francisca.—
A San Juan de la Cruz 41
Garza González María.— A una
flor 339
Invierno 340
González Ana María.— A Fernán -
do VI 46
González de Cosió Josefa.— Esti-
mulada del amor que profe-
sa á su Sagrada Religión Ca-
tólica, á su Soberano el Se-
ñor Don Femando VII (Q.
D. G.) y á su Patria, escribe
al Ministro de Relaciones de
Paris el siguiente Romance. 61
Págs.
Gnardiola de Alcalde Angela —
A mi hijo 207
Guerrero Dolores.— A 81
¿A quién amo? 82
A 84
Loque sé 84
Gutierres del Mazo y Velarde
dementa Vicenta.— Sone-
to. Con motivo de la exalta-
ción de Carlos IV al trono de
España 48
Guzmán Josefa.— Octavas. En elo-
gio de la generosidad con
que el Excmo. Señor Mar-
qués de Branci forte ha cos-
teado la Estatua Ecuestre de
Carlos IV 55
Herrera Lucia G— Contrastes - 214
La ciega y el ateo 215
Romance 215
Herrera María. — Recuerdos de mi
• país natal 283
Hoyos y Marín Matilde.— Duda.. 328
Jiménez y Muro Dolores.— Rayo
de luz 320
Lean Dolores M. de.— En un ál-
bum. A mi amiga la Srita.
G. Alva 347
Letechipia de González Josefa —
A la Virgen María 177
La ofrenda 179
López María Dolores.- Oda. En
elogio de la lealtad de los
Mexicanos con motivo de la
colocación de la Estatua de
Carlos IV 59
Lozano Angela.— La puesta del
sol 295
Mañero de Ferrer Soledad.— La
confesión 220
Vista del mar 222
El destierro del Dante 223
A una águila presa 225
MartO Virginia.— Orfandad 335
Masson Susana.— Una hora cruel. 332
Ensueño 333
Medrano María Teresa.- En la
proclamación de Fernando
VI 43
Mondes de Cuenca Laura.— Nie-
blrs 86
Adiós 89
Invierno 90
Magdalena 92
Majares Dolores. — Las m ari posas. 1 86
1
ÍNDICE.
361
k
tr
Paga.
Rimas 187
Un nombre en la arena 188
Aun amigo 189
Moneada Concepción.— Mis pri-
meraH lágrima» 316
Moreno María del Pilar.— Filoso-
fía del corazón 253
Moreno de Arias Ana.— Albora-
da 277
Moreno y del Callejo Carlota —
La Luna 323
Tristeza 325
Moños Ledo Luisa.— En la muer-
te de mi madre 182
La t empentad 184
Mnrgnia Maria de la Lux— En
tu ausencia 174
Aislamiento 175
Mnrgnia de Aveleyra Mateana.
— A una roHa 134
A Tollantzinco 134
Riman .' 136
A mi hija 137
Mnrillo Joseflk.— ¡Alma mía! 190
A Emma Hernández. — En bu
álbum 191
Vagando en el Terruño 192
Ecos 193
Navarro Mariana.— A Femando
VI. — Décimas ac rústicas 45
Núfiei de Garcia Lns O.— La pren-
da de amor 161
Amor y llanto 163
A una tórtola 165
Ojeda Julia. — A una flor. Una lá-
grima y un beso 299
Oroxco y Enciso Guadalupe.— An-
te unas ruinas 322
Otero Maria de los Angeles.— A
Estber Iluacuja. En el cam-
po 337
Padilla de Pifia Ignacia.— Ayer y
hoy 302
Pavón y Oviedo Oamerina.— Poe-
sía recitada por su autora en
un acto de distribución de
premios 312
Peña Julia O. de la.— Plegaria 235
La noche 236
Pérez de García Torres Josefina.
Páginas del corazón. — Re-
cuerdos 146
¡Ven! :. 147
Sonetos. I El Ateo 148
II. Flor de un día 149
Pági.
Sonetos III. Un sueño fué no
más 149
IV 150
V. El beso 150
VI. Gotas de llanto 151
VII 151
VIII. Mi ilusión 152
IX. Páginas del corazón 152
Pesado Isabel.- Infortunio 206
I saw thee weep 208
Portugal de Vivanco Beatris Car-
lota. — Por qué son rojas las
ro«as 195
El arroyuelo y el mar 196
La cautiva 197
A mi querida hermana Lau-
ra 199
Ausencia 199
Poulet de Ramírez Carolina.— El
ciclo de mi Patria 351
Prieto de Land&zuri Isabel.— En
el Valle de México 73
Desaliento 79
Puig de Borberena Albertina.—
A Doña Cristina Farfán de
García Montero 318
Puig de Lean Dolores.— Reden-
ción 201
De tarde 202
¡Adúltero! 204
Quirós de Echavarrieta Primiti-
va. — A mi Patria 271
Al Sr. D. Luis Quirós, el día de
su matrimonio con la Srita.
Amada Aguiar. — Epitala-
mio 275
Bocha Herlinda. — Auras do Abri I. 304
Sandoval Peniche Prisca. — La
Esperanza 286
Santaella Maria.— A Colón 232
La flor y el lucero 233
Sort Angelina.— ¡ Orar ! ¡ Pedir !.. 300
Sierra Josefa. — A la Srita. D. C. C.
de B 308
Inquietud 310
Tapia de Castellanos Estber.—
Dos almas. Fantasía 93
Despedida 96'
Tenorio Zavala Gertrudis —A la
Virgen María 129
El amor y el desengaño 130
Quejas 132
Trejo Maclovia. — A mi madre 305
Trillanes y Arrillaga Concepción.
A un retrato 330
i
IÜ
p«i*.
Trillanes y Arrilllaga Luí.— No
me vengas á ver cuando en-
te muerta 331
Vel&iqaez de León Mariana.— Oc-
tavas, Con motivo do la co-
locación do la Estatua Ecues-
tre de Carlos IV 57
Vera Teresa. — Amar sufriendo 107
A una flor 111
Verna Manuela L— La hoja seca. 279
La flormarchitn 280
Wright de Kleinhans Laurearía.
—A Cuba 101
El 5 de Mayo do 1862 104
Zamora Concepción.— Imitación
dcBccquíír. 350
Zarate Clotilde.— Meditación 227
En la tumba do mi padro 228
Una violeta 231
Zetina Gutiérrez Rita. — Romance. 293
1
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