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Full text of "Principios criticos sobre el vireinato de la Nueva España i sobre la revolucion de independencia, escritos en Lagos"

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HENRY LILLIE PIERCE. 

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Octnbcc 14, iSvS. 



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PRINCIPIOS críticos 



sobre 



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de 



FA J^FW F^f APA 
1 sobre 

LA 1ET9LVCI9H H IIDEPEI9EHCIA. 



ESCRITOS BN LAGOS POR 



Joctor be (a (BxMxátxúiú be (inabaínjars. 

PULCBBUM B8T BBMKFACBKB BBIPüBLICAB. 



TOMO 3 



L160S. 



VIB« Bl Vi ¥BB«Z« A BABBO BB A. BBBBB ABtB, 






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\ 




sobre 

EL VIREINATO 

de 

IBTDIVCIOV n lOlFEIDlICm, 

por 

TOMO 3^ 

ENTREGA 1^ 



El Clef^o de la Nüéya España bn el siglo XYJ 



LAGOS. 



a cargo de A. López Arce. 



1889 



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BfiliAJACIOM 

Nee fdicem Bempublioam "Escipioír N^ca juzgaba que mo 

ERA FCLIZ LA RkPÚBUCA FUEBTB 

pulabat 8cipu> Nasica ttanttbus J2 SríSÍÍ^^'^"* ""^'''''''^^^ 

moenibus, ruentibtu moribus, (DEi.ACiu*DDB^?,tSl?,CAP. 

23). 

Mi sobrino Antonio Biyera Torre, estacUante de fllp- 
sofla. 

i mí ajiijabo ti niño Jlírtbo JPínño^. 



**^ 



I. Preliminap. . 

Algunos faan comparado sus libros con las perlas i piedras pre- 
ciosas i les han intitulado Tesoro (* 'Tesoro de la Medicina'' por 
el Venerable Qregorio López, ''Tesoro de Paciencia" por Almei- 
da etc.); otros los han comparado a las cosas del cielo, como la 
Libra Astronómica de D. Carlos de SigUenza, el "Arco Iris de 
Paz" de Ulloa, las '^Nubes y Estrellas" de Aurelio Gallardo etc.; 
otros los han comparado a la Luz ("Luz de Verdades Católicas" 
de Parra, "La Linterna de Diógenes'' de Francisco Uraga, "El 
Fanal del Imperio'' del Doctor Maldonado etc.); otros a los abun- 
dosos campos ("El Prado Espiritual" de Mosco, El Praedium 
Rusticum de Yaniere, el "Perfume de Boma" de Luis Yeillot 
etc.); otros a las minas; tal es la obra patrológíca del monje Bo* 
berto que intituló Aurifodina^ que quiere decir mina de oro; o- 
tros a los instrumentos músicos, como "La Trompeta de Eze- 



2 

Suiel" por Víeyra; otros a las llavesi como la ''Clave Historiar* 
e Enrique Florez) otros a las ahnas, como ''Los Dos Cuchillos, 
ó sea Concordancia entre el Poder Espiritual y el Poder Tempo- 
ral" por el eriKlito Obispo sudamericano Villarroel; otroe, i estos 
fueron los falsos escolásticos, escribieron muchísimos Laheríntoe; 
otros escribieron Teatros^ otros Otuas^ Arcas^ Aneoixíe^ PáUa* 
traSf Te^tamentOB^ Cofifeiioñe3 etc., etc. Mis pobres escritos re- 
lativos a la Historia de Méxieo» son como una cosa mui baja, co* 
mo el tornillo, instruníento de la herrería i de la oarpinteria. Mi 
^'Viaje á las Kuinas del Fuerte del Sombrero" fué la primera 
vuelta del tornillo; el tomo 1 p de mi "Compendio de la Histo- 
ria Antigua de México'' fué la segunda vuelta; uii Sermón de 
Guadalupe predicado en la Colegiata, fué la tercera vuelta; mi 
''Descripción de un Cuadro de Veinte Edificios'' fué la cuarta; e) 
tomo 1 P de mis '^Principios Críticos sobre el Yireinato de la 
Nueva Cspaña i la Revolución de Independencia'^ fué la quinta; 
^ La Filosofia en la Nueva España'' fué la sexta; mi opúsculo 
''Treinta Sofismas" fué ia séptima; el tomo 2.^ de mis Princi* 
pios Críticos fué la octava, i aqui tenéis, benévolos lectores» en 
^ste tomo 8 P la novena vuelta. 

"Entre las ciencias agrandadas por el espíritu de nuestro tiem* 
po, ninguna como la Historia. • • La Historia indudablemente 
hoj toma caracteres de universalidad, como en otro tiempo no 
tuvo, correspondiendo á conceptos desconocidos ó no allegados 
hasta nuestros dias. Desde aquel punto en que se atribuyó á la 
sociedad el carácter de un gran ser orgánico, y á la Historia se 
le confió el mostrarnos como este gran ser se desarrollara en loa 
pasados tiempos, no habia mas remedio sino transformar esta 
ciencia coma el t^ncepto fundamental de la sociedad se habia 
también transforooiado. A los grandes historiadores en lo anti- 
guc^bastábales conocer la sociedad bajo su aspecto político y mi« 
rar ^el desarrollo del Estado para desempeñar su ministerio y 
cumplir sn cometido. Pero nosotros eabemos que la sociedad no 
se reduce al Estado, sino que se dilata por la ciencia, por el ar- 
te, por la religión, por todas las manifestaciones del humano es- 
píritu, llevando en sí virtualmente las facultades al género hu- 
mano esenciales, y motoras ó determinantes de su vida. • «Expli-* 
cadme la gran luchado Carlos Y con los electores germánicos, de 
Felipe II con Enrique lY de Francia é Isabel I de Inglate* 
rra, la campaña de Treinta años, el Edicto de Nantes y su revo- 
cacion, el destronamiento de los Estuardos y sus restauraciones, 
fatt gwm§ r^Í£^osas, todos los hechoe capitales de las cuatro 



s 

Canturías últimas, sin expliearttie antes cosas al parecer ajenas i 
la política y á bus diversos campos de actividad j ejercicio, como 
las rivalidades perdurables entre agustinos y domínioosi determi- 
nante de la revolución luterana. Este concepto de que la socie^ 
dad compone un todo verdaderamente orgánico; esta serie de las 
manifestaciones sociales, que comprende la familia con sus sen- 
timientos, el Estado con su política y su economía, la Religión con 
BUS dog^mas, el Arte con sus inspiraciones, la Ciencia con sus i« 
deas, han dado á la Historia en los últimos tiempos una exten* 
6Íon y una grandezai que supera en mucho á la extensión y á lá 
grandeza tomadas por las demás ciencias, con haber crecido to* 
das tanto." 

Estos son loa pensamientos de Emilio Castelar en el prólogo 
a la obra intitulada "El Centenario. Historia Política etc. de 
17S9 á 1889.'' Antes de Castelar habia dicho Balmes en su Cri- 
terio: '^Batallas, negociaciones, intrigas palaciegas, vidas y muer- 
tes de príncipes, cambios de dinastías, de formas políticas, . á esto 
se reducen la mayor parte de las historias; nada que nos pinte 
al individuo con sus ideas, aus afectos, sus necesidades, sus gus- 
tos, sus caprichos, sus C0Stambr68; nada que noe haga asistir 
á la vida Utima de las familias y de los pueblos; nada que en el 
estudio de la historia nos haga comprender la marcha de la hu- 
manidad. Siempre en la política, ea decir, en la superficie; siem- 
pre en lo abultado y ruidoso, nunca en las entrañas de la socie- 
dad." I antes que Balmes liabia dicho Rousseau en syx Emüio: 
"En general, la historia tiene el defecto de que solo menciona 
hechos sensibles i señalados que pueden fijarse con nombres, lu- 
gares i fechas; pero siempre permanecen desconocidas las lentas 
i progresivas causas de estos hechos, que no se pueden asignar 
del mismo modo. • « La guerra no hace mas que manifestar. su- 
cesos determinados ya por causas morales, que rara vez suelen 
"vér los historiadores. .. Añádase a estas reflexiones que la lii^to- 
ria manifiesta mucho mas las acciones que los hombres; los coge 
solo en ciertos instantes privilegiados i con sus vestidos de ce- 
remonia; solo al hombre público expone, el cual se ha ataviado 
para ser visto; no le sigue dentro de su casa, de su gabinete, en 
medio de su familia, de sus amigos, solo le pinta cuando está re- 
presentando, i harto mas nos retrata su vestido que su persona 
• . é Para emprender el estudio del corazón humano, quisiera me- 
jor la lectura de las Vidas particulares, porque entonces en vano 
se esconde el hombre. • . Cien veces se han hecho i tornarán a 
hacer las Vidas de los reyeS| sin que tengamos Suetonbs.'* 



i 

Guiado por estas lecoiones/al tratar, no de enseñara mis com- 
patriotas la Historia de la Nuera España, sino de comunicarles 
mis Principios i pocos conocimientos sobre eUa, no me he ocupa- 
do de la guerra de la Conquista, ni de las hazañas de Hernán Cor- 
tes, ni de los hechos heroicos de los misioneros, ni de las Enco- 
miendas, ni de la esclavitud, ni de la Inquisición, sino de la Fi- 
losofía i de la Oratoria Sagrada en la Nueva : España, i ahora me 
voi a ocupar de las Costumbres del Clero de la Nueva España. 
Escribo sobre estas materias por tres motivos* El primero es 
porque ya muchísimos desde Hernán Cortes i Berna! Diaz del 
Castillo hasta hoi se han ocupado i se ocupan de aquellas mate- 
rias; pero de estas otras no sé que alguno se haya ocupado ex 
professo. El segundo motivo es, porque si aquellas materias son 
azas importantes para conocer la Nueva España, estas segun- 
das lo son mucho mas. La Filosofia, la Religión i las Costumbres 
de un pueblo son materias capitales i radicales para conocer la 
vida i la historia del mismo pueblo i el grado de su civilización. 
Tres son los ramos que constituyen la civilización, la vida i la his- 
toria de un pueblo: civilización en el orden intelectual, civilización 
en el orden moral i civilización en el orden materiah El termó- 
metro para conoóer la civilización de un pueblo en el oí den inte- 
lectual i cientifíco es la Filosofia, porque esta es la base de 
todas las ciencias, i estando una nación atrasada en Filosofía, lo 
estará indudablemente en la Teología, en la Jurisprudencia, en la 
Medicina, i en todo linaje de ciencias; i a la inversa, hallándose 
una nación adelantada en la Filosofía, lo estará en todas las cien- 
cias. Otra materia capital es la Religión de un pueblo para 
estimar su civilización en el orden moral, i esto es claro. No 
hablo de la Eeligion en teoria, como hablan i vocean muchos es- 
critores, sino de la Religión práctica; que bien puede iserunaSe- 
ligion en si misma mui sabia, santa i civilizadora, pero si es mal 
enseñada a un pueblo, resultarán en el mismo pueblo las supers- 
ticiones i la inmoralidad. Materia capital son también las Cos- 
tumbres de un pueblo, i tan capital, que San Agustín afirma que 
aunque una nación sea poderosa por sus armas, sus descubrimien- 
tos i conquistas, si está desordenada en sus costumbres, será una 
nación atrasada é infeliz (1). 

I si el segundo motivo i método de escribir sobre estas 
materias es el de que «e conozca bien el pasado de México, el ter- 
cero es que se conozca bien su presente i su porvenir. I por lo 
) 

(1) Neefelicem Rempublicam etc. Epígijrfe de este Preliminar. 



knisiuo, 6i el seguado motivo i objeto de eatos Principios Críticos 
es iateresante, el tercero es interesantísima Que todos mis be,- 
novólos lectores, i si fuere posible todos los habitantes de Mexi* 
co, mexicanos i extranjeros, adviertan i reconozcan en el México 
de hoi los restos» i restos abundantes^ de la religación de los frai- 
les, de la educación de México por los frailes» de hfi ideas i cos- 
tumbres de los frailes. I que mientras unos políticos se fijan i 
señalan cierta clase de hechos como la causa del atraso i males* 
tar de México i otros otra, todos adviertan i reconozcan que to* 
das esas clases de hechos son causas ciertamente, pero causas 
parciales, son las ramas del árbol; mas el tronco, la causa i remo- 
ra principal para el progreso, la civilización i el bienestar social 
. de nuestra patria son las preoeupaciones, ideas i costumbres qua 
nos dejaron los frailes de la Nueva Jiispaña. 

Para que se conozca bien la Nueva España i su Historia, en U 
materia capital de las Oostumbres del Clero, conviene hacer las 
. distinciones i observaciones proemiales siguientes. 

Primera. Es necesario hacer distinción entre el clerq secular, i 
el clero regular. Los clérigos seQulares no profesaban en ningún 
convento ni vestían hábito monástico, sino que usaban el traje 
clerical i vivían en sus casas con su familia, sujetos a su respec* 
tivo Obispo, en calidad de canónigos, curas, vicarios de curas o 
con otro oficio o empleo eclesiástico (1). Los clérigos regulares, 
llamados también religiosos, monjes i frailes, eran los que profe- 
saban i vivian en los conventos i vestían el hábito de su respecti* 
va Orden. Unos.eran sacerdotes, usabais la tonsura en la cabeza 
en forma de corona i decian la Misa, i otros no eran sacerdotes, 
usaban el cabello corto, no traian corona i|i decian Misa i se lia* 
maban legos. A la clase monástica pertenecían los novicios, los 
donados, las monjas (divididas en religiosas de coro i legas) i los 
terceros [divididos en Cubiertos i descubiertos), hombres i mu- 
jeres (2). 



«•w» 



(1) £1 traje de los clérigos seculares era alzacuello, sotana, manteo i som- 
brero de canal negros, o por lo menos alzaxniello. Los relajados usaban vesti- 
dos de color claro i de la forma de los de los seglares i aun de los majos i de 
los jarochos: bandas de color carmesí, chaquetas de pieles, mangas de paño de 
San Femando con su dragona de terciopelo, galones i flecos de oro o plata 
etc. Durante mas de un siglo la inmensa mayoría de los eoraS i vicarios de la 
Nueva España fueron monjes. 

(2) liros moisés relajados o frailes frecuentemente vivian fuera del con- 
vento, en casa particular con su familia, i su vestido era a modo del de San- 
cho Panza, que fué a la ínsula Barataría vestido en parte de letrado i en par- 
te de capitán, es dedr, que unas piezas exan del hábito mcmfistico i otras del 



Segonda. Es necesario hacer distinción entre los Obispos i los 
clérigos inferiores. En los tres siglos del gobierno español casi- 
todos los Obispos de la Nueva España, asi los clérigos seglares 
como los monjes, fueron hombres probos, i machos de ellos no 
solamente hombres probos, sino hombres ilustres, unos por su 
saber, otros por sus virtudes i otros por ima i otra cosa. Tales 
fueron los Zamárraga, Montúfar, Moja de Contreras, Manso y 
Züñiga, Juan de Palafox, Cuevas y Davales, Enrit^uez de Bive- 
ra, Aguíar y Seyjas, Lanciego, Lorenzana y Nuñez de Haro, Ar- 
zobispos de México; los Obispos Julián Garóes, Sarmiento de 
Hojacastro, Diego Romano, Alonso de la Mota, Juan de Pala- 
fox, Osorio de Escobar, Fernandez de Santacruz, Alvares ée A- 
• breu, Fabián y Fuero i González del Clampillo, de Tlaxcala i 
Puebla; los Vasco de Quiroga, Juan Adriano, Medina Hincón, 
Calathyud, Sánchez deTagle i Antonio Me San Miguel, de Mi- 
ehoaean; k>s Ayala, Mendíola, Alonso de }a Mota, Colmenero, 
Galindo, Goniez de Cervantes, Tejada, el' padre de la humani- 
dad doliente Antonio Alcalde i Cabafñas, de Guadalajara; los 
Guevas y Davales, Sarriñana i Ángel Maldonado, de üaxaca, i 
los Verger i Llanos y Valdes, de Linares. Santos Prelados que 
portaban la mitra como una corona de empinas en medk) de tan- 
tos desórdenes que, por la inmensa extensión de las diécesisr, per 
)a multitud i poder de los infractores, por hsWavse \€k Majestad 
allende el Atlántico i por que algunas Majestades también eran 
corrompidas, como la corte de Felipe III, la corte de Felipe IV i 
la corte de Carlos II, no podían remediar ^1). 

Tercera. Desde la conquista hasta 1821, los clérigos seculares 
en su mayoria fueron relajados. 

Cuarta. En cada uno de los periodos de los tres siglos^diel 
gobierno español hubo algunos pocos clérigos seculares bastante- 
notables por stt saber o por sus vktudes. 

Quinta. Respecto de los regulares, conviene distinguir tres é. 



traje de los seglares quo digo* antes. 

(1) De los mil rasgos de hevoicidad de los Obispos de la Nueva Espafia 
que se podían citar, referiré solamente estos del Sr. Lanciego, que fué el 22^ 
Arzobispo de México i existió ea el primer tercio del siglo próximo pasado, i 
rasgos que presenta el distinguido literato yucateco D. Franciseo Soea en su 
obra ^^El Episcopado Mexicano". ^^Ninguno de sus antecesores llegó como ét 
á Acapulco (que desde el Sr. Zumárraga perteneció al arzobispado de Méxi- 
co). .. . Otro eseritor coetáneo refiere que tan humilde era el Sr. Lanciego^ 
que en esta peste hubo vez que cargase é\ mismo un colchón para Ueyarlo 
á la casa de un infeliz enfermo que carecía de lo mas necesario.'' 



7 

pocas mtri diversas: 1 ? el siglo XVI, 2 ? el primero i segunda 
tercio del siglo XVII, i 3 -^ el último tercio del siglo XVÍI, to^ 
do el siglo XVIII i el primer tercio drf siglo XIX. Desde Bar- 
tolomé de Olmedo, Bartolomé dé las Casas, Pedro de Gante, 
Martin de Valencia, Motolinia, Sahagun i demás primeros misio- 
neros hasta los últimos años del siglo XVI, fué el siglo de oro 
del monacato en la Nueva España; que si en el siglo XVIII i 
primer tercio del XIX los ostensorios, las cruces i los incensa- 
rios eran de oro, en el siglo XVI los monjes eran de oro. Las 
historias de Mé&ico que escribieron son de tanta importancia, 
las AHes, VocabiUai^ios, Oiteeismos^ Sermones i Prácticas de Con- 
fesonario que en todos ios idiomas indios compusieron, son tan 
preciosos i tan útiles, i los hechos de aquellos apóstoles del E- 
Tangelio que corrieron en el vasto i glorioso estadio de Cristo, 
son tan grandes i tan bellos, que hechos i escritos prestan mate- 
ria a un poema épico (l)« 

(1) No es mi proposito, como digo antes, referir los hechos heroicos de los 
misioneros, sobre lo qué se ha escrito macho i se podría escribir un libro en 
iolio^ i por lo mismo solo apuntaré aquí uno que otro rssgo. £1 autor del 
Mamiscrito Romero Gil a fajas 17¿ frente, hablando de Fray Francisco Ji- 
ménez, que iaé uno de los doce franciscanps que viuieron en 1524, dice; 
^Tué el santo Fray Francisco Ximenez varón doctísimo en el derecho cand^ 
nico, 7 por su santidad y pureza de vida amado de Dios y de los hombres. Aqní 
se vé como nocieron hombres insipientes los primeros religiosos, como falsa- 
mente algunos los quisieron argüir. No quiso ser sacerdote, aunque pudo pDT 
su mucha suficiencia; pero determinado de pasar a las lnd¡a««, viendo la nece- 
sidad que había de sacerdotes para la conversión de los indios, aunque ya era 
hombre de edad, se ordenó y fué el primer sacerdote que canto Misa nueva 
en el Nuevo Mundo. £1 Emperador Carlos V le envió cédula para primer 
Obispo de Guatemala y no quiso aceptar. Fué muy dado á la oración mental 
y andaba tan embebecido y absoluto en Dios, que tenia necesidad de -compañero 
que le hiciese con^er y mudar la ropa. Preguntábanle algunas veces si había 
comido, y por andar siempre en continua oración menta), comunicando coa 
Pio(^, estático y fuera de si como enagenado, no se acordaba.'* 

Mendieta en su ^ ^Historia Eclesiástica Indiana,'^ a quien el autor del 3fa- 
nuscrito Romero Qil en algunas partes copió casi al pié de la letra (digo mal, 
a quien copió es a Torquemada en su Monarquía Indiana, quiefa en muchas 
partes copió al [Mé de la letra a Mendieta), dice tamlúen hablando de Fray 
Francisco Jiménez, "fué el primer sacerdote que cantó Misa en este nuevo 
mundo" (Parte 1 =? , libro 5, capítufe 25). Pero por diversos hífetoriadores cons- 
ta que la primer cantamisa que hubo en el Nuevo Mundo fué la de Bartolomé 
de Las Casas en la Isla de Santo Domingo. La de Fray Francisco Jiménez 
' fué la primera cantamisa en la Nueva España. 

Continua el Manuscrito Romero GíL ''Siendo guardián del convento de 

Cuemavaca, tenia en su compafiia tin bendito fraile llamado Fray Miguel 4« 



Mas en los últiraos Añas del mismo siglo XVI loa moníog co« 
menzaron a relajarse. Ka el primer terció del siglo XVII ere* 
ció la relajación, en el segundo tercio del mismo siglo creció toda- 
yia mas, i desde el último tercio del mismo siglo XVII inclusive 
hasta 1821, los monjes, o para mejor decir» los frailes francisca- 
nos de hábito azul, los dominicos, agustinos, carmelitas, merce- 
darios, dieguinos, juaniuos, belemitas e hijpólitos en su mayoría 
fueron relajados (1). 

las Garrobilla^, el cnal, usando de su mucha caridad, viendo rany enfermosa 
su guardián, lo subió en un caballo para llevarlo a la enfermería mexicana^y 
yendo por la á^pem siena, le bajó para que deficanease un rato, y echó á huir 
el caballo por lo mas alto de la sierra, y para buscarlo y pre^ntar por él, nin- 
guno de los doB se acordó de qué color era: tan elevados andaban en Dios, que 
aun de las cosüs que traían entre manes no se acordaban. Supo excelentemente 
la lengua mexicana con tanta perfección y propiedad, que fué el primero que 
e.<^cribi6 en ella, como adelante se expresará . . .Cuando, visitaba los pueblos de 
los indios, el estilo que observaba era irse derecho á la iglesia á hacer oración; 
luego confesaba á toidos los enfermos y á todos los demás que alli se juntaban. 
Tomando esto por descanso del camino que había andado ansiosamente, á pié 
y descalzo; después les hacia nna plática, diciéndoles la canna de su venida, 
que era para administrarles la doctrina y darles el pavto espiritual de sus al- 
mas. Este es el estilo que han guardado siempre los religiosos en la enseñan- 
za de los naturales ... y det«paes de haber bautizado muchos millares de indios 
y deshecho muchos ídolos y templos, fué esclarecido por milagros.'^ 

Algunas veces los misioneros, en medio de sus correrías i trabajos apostó- 
licos perdían en un dia los libros manuscrítos que les habian costado largos a 
ños de estudios i de trabajos. £1 franciscano Fray Diego Valadez en el pró- 
logo de uno de sus libros dice: Quare cum ante aUquüt annos^ ex jussu eu- 
perioris mei euram susceperim colligendi scripta doctissimi ac Reverendis* 
sitni Pairis F. Jaanuis Focher^ id utiífue sunimo sludio ac diligentia 
praestiteramy colleetis in unutn simul valumeii^ quae illepassim^ in illius 
Americanae Ecdesiae utililatem^ egregia eum laude, ex arcano diviteqtie 
penu íraditae sibi á Déo sapieniiae^ vulgaverat. Verttm dum infidelibus con- 
vertendis^ quos Cktckimecas vocant^ insisto^ illorum furore vix et c?ifn mag- 
no vilae et sociorufn dispendio ereptus^ libros omnes amissi, (Berístain, ar- 
tículo Valadez ^ Fr, Diego). 

(1) He dicho que la relajación de los monjes comenzó en los últimos a- 
fíos del mismo siglo XVI, i pam la prueba de este hecho presentaré un tes- 
tigo de mayor excepción» £1 Sr. D, Joaquin Garcia Icazbalceta, tan instrui- 
do en la Historia de la Nueva £spaña, en su libro **Don Fray Juan de Zu- 
márraga," §. XI, dice: ^'Aquellos varones santos de los primeros tiempos se 
imaginaban, con la sencillez propia de la virtud, que tan amplias facultades 
nunca se habian de emplear sino para el bien, y no conocían que sin una asis- 
tencia infalible del cielo, el poder excesivo al fín embriaga y corrompe a quien 
le ejerce. Tampoco temían que el ministerio parroquial, aunque daba mucha 
ocasión á los subditos para andar derramados y fuera de la vista de sus supe- 



9 

Sexta* Ea cada uno de los periodos de la ¿poca de relaja- 
ción de los inonjeSy hubo entre los franciscanos de hábito azul, 
entre los dominicos i en todas las ordenes monástioas, algunos 
bastante notables por sus letras i uno que otro raro por sus vir- 
tudes, los qué se pueden espigar en la Biblioteca de Éeristain, 

Séptima. Los jesuítas, los franciscanos 4e hábito pardo llama- 
dos <M Propaganda Pide i los felípenses siempre fueron obser- 
vantes. Los jesuítas, linaje de un gran pensador, extremado le- 
gislador i grande Santo, desde one pisaron las playas de Vera- 
cnot en 1572 hasta su expatriación el dia 25 de junio de 1767, 
conservaron en el orden moral la savia, la robusta organización, 
los /copiosos frutos i 1^ lozanía que les diera una raíz admirable- 
láñente fecunda. Yolvieron en 1816 i la Oompafiia fué prohibida 
de nuevo en ^820, i en esta segunda i cortísima época, tan celo* 
sos i fervorosos en todos sus ministerios como en la primera so 
mostraron. Algnnas de las otras ordenes monásticas han odia- 
do, calumniado i hostilizado a los jesuítas por envidia, por que 
en ninguna orden ha habido tantos sabios como en la Compañía 
de Jesús i ninguna ha sido en la edad moderna tan notable por 
su influencia social. Los jesuítas han tenido defectos; es claro, 
son hombres. Han sido muí temidos i hostilizados por algunos 
filósofos, por algunos reyes, por algunos ministros de )o8 reyes, 
por algunos gobiernos republicanos i por algunos Obispos, en par- 
te injustamente i por calumnias, i en parte por un defecto que han 
teniao no pocos individuos de la Sociedad de Jesús. Este defec- 
to no ha sido el resfría en la observancia de su Instituto, sino 
precisamente lo contrario, úfanatidTM, si he de hablar con cla- 
ridad i sinceridad, a fuer de historiador que aunque pequeño, 
procura la imparcialidad, i si no se anda fuera de camino al dar 
el nombre ^efanatismo al oeh exagerado en pro de |a religión, 

ñores, llegaría á quebrantar el rigor de la regla. For jáej^racia tales peligros 
no eran imaginarios, y la predicción de los obispos no tard6 en cumplirse, por 
que (mies de terminar aquel mismfi sigla (el XYI), Aur arderles teligiosas 
no eron ya itn México lo qm antes habían sido. Véase la ^^Relacion 1»eve 
y verdadera de algunas cosas de las muchas que sucedieron al Padre Fray A- 
lonso Ponce en las provindas de la Nueva Espafia, siendo Oomisarío General 
en aquellas paites.^^ (B&drid, 1873, 2 tomos 4 ^ ). Forman los tomos 57 y 58 
ide la V^Colcicaion de Documentos Inéditos para la Histona de Espafia,^' y se ti- 
ro también como obra separada.^' 

He dicho tamUen '4o8 moigea, o por mejor decir, los frailes,'^ adoptando 
«sta distindon de Menendez Pekyo, cuando en su obra ^La Ciencia Españo- 
l^^V P% 1^} dios a sus contrincantes: "Soléis confimdir la corona con el cer* 
;g[uilb. Nofrqiles sino monjes serán los búos.'' 



10 

cotno el de los jesuítas en la ouestion con el Sr. Falafóx. Lanzas 
parejas corrieron en ese ruidoso asunto; que si los jesuitas con 
celo exagerado defendieron su causa, con no menos exagerado ce- 
lo la suya el Prelado defendiera. Fervor i entereza tenian los je- 
suitas en todos sus negocios^ i de genio ardiente i entereza de 
carácter era ^1 Venerable Falafox en todos sus negocios. Díga- 
lo, si nó, el ardor i la energia con que quito a los monjes francis- 
canos i dominicos los curatos que administraban hacia un siglo 
en su obispado de Puebla: ¡los franciscanos i dominicos, que eran 
una gran potencia social en esa épocal Dígalo el ardor i energia 
con que echó abajo al virey duque de £scalona i lo remitió a Es- 
paña. El Padre Pedro Yelaseo, a quien como provincial de la Com^ 
pañia en la Nueva España le tocó ser el jefe de la causa de Id^ 
jesuitas, no era menos Venerable por sus virtudes que el Vene- 
rable Palafox(l). 

Los monjes de Propaganda i los felipénses vinieron mui tarde á; 
la Nueva E8paña« Los primeros coqienzaron a venir en peque- 
ños grupos en el último tercio del siglo XVII, i muchos de ellos 
fueron notables por sus heroicas virtudes, principalmente Fray^ 
Antonio Linaz, el Venerable Pray Antonio Margil de Jesús i 
Fray Junípero Serra (2). Los felipénses^ o sean monjes de la Con- 
gregación del Oratorio de San Felipe Neri, nacieron en el primer 
tercio del siglo próximo pasado, i hubo entre ellos] santos, coma 
el Padre Luis Felipe Alfaro, i sabios, como el joven Doctor Gráh 
marra, que aparece en el grande escenario de la resurrección de la 
filosofía en la Nueva España con sus Elementa Phüosophiae Re-' 
ceniioris en la mano. Los benedictinos i los Camilos fueron rarí- 
simos. Capuchinos» trinitarios, paulinos^ hermanas de la Caridad 
i monjes de otras ordenes no los hubo en la Nueva España. 

Octava, De las monjas casi nada me ocupo^ 



(1) Para los que han aprendido la historia én novelas i en la represéófa- 
don de dramas de a tres centavos, es un argumento mui fuerte contra los je* 
Buitas "El Judio Errante." Un historiador tan sabio, liberal i juicioso coma 
César Cantú, califica "El Judio Errante^^ con estas tres palabras: "Es una vil 
diatriba.^' Bastaba que hubiera dicho diatriba^ i con la ealificacion de vil nu- 
lificó la novela de Eugenio Sué. 

(2) Beristain en la biografía de Fra^ Marcos Guarefia, religioso de Pto^ 
paganda^ dice: "Fue destinado á la misión de San Juan Bautista en el rio 
Grande del Norte, donde aprendió la lengua de aquellos indios i desempeña 
santamente su ministerio: Fué de tan extremada penitencia y austeridad, 
que por las noches se retiraba á la orilla del rio, y desnudáüdose el hábito, se* 
dejaba cubrir el cuerpo de mosquitos, que le chupaban la sangre y lo llena^ 
ban de ronchas y llagas intolerables,'' 



11 

£1 Conde de Maisti'e en' su libro ''Del Papa'' emitió este pen^ 
eamiento que adoptó Laoordaire en una de sus mas bellas Con* 
ferenciaé: '*Si este hombre (Robespierre) se hubiera vestido con 
un sayal en lugar de vestirse con una toga, tal vez algún profun- 
do filósofo hubiera diého al encontrarle! ^'¡Buen Dios, ¿para quá 
sirve este hombre?" Después so ha visto los beneficios que hu- 
biera reportado el mundo con su retiro/* ¡Oh sabio apologista^ 
oh filósofo orador, os habéis olvidado de que un mal monje es co- 
mo Bobe8pier4:ej digo mal, es mucho mas perjudicial que Robes- 
pierre! Esta aserción parecerá a algunos exagerada i falsa. Ten- 
go que probarla. 

La probaré con la doctrina de los Santos Padres i de los Doc- 
tores católico^. San Eusebio de Cesárea dice: '*No hai cierta-* 
miwte en el mundo una bestia tan cruel como un mal sacerdote'' 
(1). El mismo Santo Padre dice: "No hai ciertamente en el mun- 
do una bestia tan cruel como un mal monje' (2). San Antonio 
Abad dice: ''No hai bestia peor que un mal monje" (3). El Car- 

(i) Nnlla cerié in mundo tan crudslis bestia^ qnam malus sacerdos/ 
[Epist. ad Dainaá, Papain De Mor te D. Hieran,). 

La verdad de esU sentencia la coniinna D. Lucas Alamah cuando en su 
Historia de Méjico, parte 1 ? , libro 4, capítulo 5, dice: *'La insurrección co- 
menzada por un eclesiástico, tuvo desde su principio muchos individuos del 
blero secukr Jr regular entré siis principales jefes, y en el periodo á que he- 
mos llegado (mayo de 1812), casi solo se sostenía por ellos.. . Entre los 
mismos eclesiásticofj los mas de los que tomaron partido en aquella causa e- 
ran hombres corrompidos de costumbres, y entre los regulares los mas malos 
de cada convento: los nombres mismos con que muchos de qUos eran señala- 
dos, tales como el Padre Chinguirito, el Padre Caballo flaco-, el Padre Choco- 
late, indican el desprecio con que eran vistos, y con pesar es menester decir 
?[ue los hombres mas atroces y sangvinarios que se Conocieron en la revo- 
ucion eran de a^iella profesión:^ Sin (Juda que, atendida la parcialidad de 
Alaman, es necesario rebajar mucho en lo qtie dice de (}üe los clérigos malos 
eran los partidarios de la independencia. No haya tniedo de qiie levantemos 
estatuas al Padre Caballo flaco, a Albino Garcia i otros que en son de Indepen- 
ciencia fueron unos elementos heterogéneos de la revolución, tinos bandidos. 
También el partido realista tuvo sus bandidos i también sus sacerdotes bandiv 
dos, verbi gmcia Alvarez, cura del obispado de Durango, conocido con el sobre- 
nombre de el Cura Chichdrronerü^ quien trato de matar a Guadalupe, niña de 
pecho hija de nuestro héroe D. Pedro Moreno, defendida i libertada por Brilan- 
ti. /Qué tan cruel seria este cura cuando con sus excesos tenia enfadado al 
Intendente Cruz (que no era nada manso)!, como refiere el mismo Alaman. 

(2) Nulla certé in mundo tan cnidelis bestia^ quam malus monachus, 
(Epist. cit.). 

(3) Nulla tejor bestia malo monacho, {Regula, pte, % ? ; tit. 2, Cap, 



12 

denal Hugo dice: '^Cuando un monje comieiHsa á ser bueno, nin- 
guno 63 mejor; cuando malo, ninguno ea peor (1). San Agustín 
dice: ''Confieso llanamente que desde que comencé a servir a Dios, 
asi como rara yqz be encontrado hombres mejores que los que 
han adelantado en los monasterios, asi no h9 experimentada 
hombres peores que los que en los monasterios cayeron" (2). San 
Jerónimo dioe; '*Sin la caridad, los monasterios son infiernos i los 
que habitan en ellos son demonios; con la caridad, los monaste* 
ríos son el faraiso en la tierra i los que habitan en ellos son ánge« 
les" (3). San Bernardo comparando a los monjes de su época (siglo 
' XII) con aquellos monjes de Palestina, de Egipto i la Tebaida del 
tiempo de San Antonio Abad (siglo lY), dice: ^'¡Oh ciianto dista- 
mos de aquellos monjes que existieron en los dias de Antonio!" (4). 
De la misma manera loa monjes de la Nueva Espafia del últuttc^ 
tercio del siglo XVII, íos del XVIII i los del primer tercio del 
yiCIX podian haber dicho (i algunos lo dijeron como veremos des- 
pues): ''|Qh cuanto distamos de aquellos monjes que existieron 
en los dias de Bartolomé de las Casas, de Pedro de Gante, d^ Sa- 
hagun i de Alonso de la Veracruz!" 

Un mal monje es mucho mas perjudicial que Robespierre. Lo 
probaré coi^ el Evangelio. Jesucristo dice por San Mateo: "Y no 
temáis á los que matan el cuerpo, y no pueden matar el alma; te- 
med antes al que puede echar el alma y el cuerpo al iufíerno/' 
iHobespierre matalba los cuerpos, mató a María Antonieta, mató 
a los Girondinos; pero no pudo matar aquellas grandes almas. 
Un mal monje mata las almas; por que el pecado e^ la muerte e- 
terna del alma; por que la ignorancia es la muerte del espíritu; 
la enervación es la muerte del espíritu. La enervación produce el 
proletarismo i ^1 proletarismo mata también los cuerpos. 

La doctrina evangélica citada nos conduce a esta investigación 
interesantísima: la influencia del clero sobre el pueblo, i en con- 
secuencia la in^Puencia del clero en la Kueva Españft sobre el puof 



(1) Qiuxndo mcmachua incipit esse ionus^ nuUiis melior; quando ma- 
lusy nuUus pejcr. {Super ApocaL), 

(2) Simpliciter fateor^ ex quo Deo serviré coepi^ quomodo di/ficüé siim 
^perttis meliores^ qiiofn qui in monasteriis profeoerwit^ ita non sum ex- 
perius pefores^ quam qui in moncLst^iis ceciderunt. {Episi. ad Clerum). 

(3) Sine hac {charitate)^ manasteria sun¿ tártara^ hábitatores stmt dae- 
moneSy cum hac veré sunt Paradisus in terra^ et eis degules stmt angelí. 
(Regula Manacfiorum^ eap,,l^ de Charitate). 

(4) O quantum distamus ab his qui in diebus A^tonii extiter$ mona- 
^it {Apología ad Chiillelm» Abbat,). 



13 
blo mexicano. ..... 

Son mui estimadas por Ips críticos las tres PPP de Carlos y, 
que refiero en el tomo 2 ? de estos **Pr¡ncipios Críticos/'pág. íl^ 
donde pueden verse, Dice San Gregorio el Grande: ** ved que 
casi no hai acción del siglo que no adfoinistren los sacerdotes" (1). 
£s cierto: el sacerdote interviene, modifica i dirige a ^us fines, 
no solo casi todas las acciones^ sino casi todos los hechos del 
hombre desde el nacimiento hasta la muerte.. £1 Cardenal Hu- 
go, explicando la etimología de la palabra saeer-dos (sacerdote), 
dice que es quasi lacer dux, es decir, el sagrado guia i director 
de los espíritus (2). £1 mismo San Gregorio dice que el sacerdo- 
te es el espejo de las acciones i de las costumbres del pueblo (3J, 
El sabio Ahipide hablando de los sacerdotes dice: "¿Uomo per- 
suadirá el vano la humildad, el lujurioso liTcastidad, el avaro la 
liberalidad, il colérico la mansedumbre?'' J4).^ Él papa Inocencio 
III dice: "¿Como no adulterará el hombre del pueblo, fornicando 
el sacerdote?, ¿cojao no será usurero, ijíóndolo el sacerdote?" [5], 
San Juan (Jrisóstomo dice que si el clero fuere corrompido, se 
debilitará la fó del pueblo. Porque en este caso el pueblo juzga 
que los misterios^ los milagros, las profecías i los sacramentos 
que enseñan los sacerdotes, los enseñan de dientes para afuera 
pero que ni ellos mismos los creen (6X^ El citado San Grfecrorio 
dice: *'I^o8 sacerdotes malos son la causada la ruina del pueblo" 
(7). El citado Papa Inocencio dice; "Ciertamente el sacerdote es 
digno de tantas muertes, cuantos ejemplos de perdición dá al 
pueb.lp'J (8X 

Pray Antonio Molina, monje de la Cartuja de Miraflores 
q^(^ escribid e jmprimió pa Españ;^ ea el siglo 2; Vil su "Instruc' 



(1) Eccejam pene nulla est 9aeculi actio, ^mm non sacerdotfis admí- 
nxstrent. (HomiL 17 $%iper Evang.), ^ 

.(2) quia ducatum habet animarum. {Super II Reír, VIJI). 

(3) Deceú dominicum sacerdQtem morihus ei vita *^claresc¿e quatenus 
in eo, tanquam in vitaesuae speculo, jdebs commissa et eligere mwd seoua 
tur, et videre possii qiiod corrigat. [Episi: 32 ad Dominic. Epiec I 

(4) Qítomodo kumüitatem persuadefijff^vanus, eastUaiem luxuriosus 
libercdüaiem a»arus^ mantueivdinem^ chol€ricus¿. {In Aíatl. 6 1 3) ' 

(5) Cur laicus non adtUteret, eum éoeerdo^fornicetur^; eur fían foena 
ret, cum sacerdos foenereturl (De Cantimpíu^undi, cap.. ¿2) 

(6) Sí sacerdotíum integmm fuerit, tota Ecdesiajloret: si auteni 
ruptumfuerif^i>mniumjdes tnarcida ésL (Hamil. 3^ super M^ii ) 

(7) Causa s^nt ruinae sacerdotes mali.{Epist. ad BrunicAildam) 

(8) Certé iotmortibus est dignus sacerdos^ quút exempla perditienis 
fransmittit in popülum. {Semh 19 De Consécrate Pontif.), ^ ^ 



autem cor- 



1-4 

clon de Sacerdotes.'* para hacer lo que estaba de su. parte para 
contener la relajación del clero, en dicho libro, tratado 2 P , ca- 
pítulo 21, dice: ''Allende de todo esto, hay otra causa muy princi- 
pal que los agrava mucho (los pecados de los sacerdotes), y en 
redundar en daño y perjuicio general y muy grande de todo el 
pueblo cristiano; asi como laenfermedad de la cabeza se comu- 
nica á todo el cuerpo y él descuido del pastor redunda en dafift 
de todo el ganado que está debajo de su guarda. Por eso que- 
riendo el profeta Isaías descubrir él estado trabajoso y miserable 
de su pueblo, cometízó por el daño de las cabezas: Omne capttt 
Ictnguidum et omn^ cor nioerem; y de estar la^-cabezas flacas y 
enferma?, lo que sé sigue es: A planta pedís usqiie ad veriicem 
non est in eo sanitas: estar todo el cuerpo tatl enfermo y llagado, 

'que desde la planta del pié hasta la* corona de la cabeza no hay 
en él cosa sana, sino toda llagas y postemas enconadas y dolorosas 
(1). . . De aquí es que los Santos Doctores ponen á cuenta de loe 

•sacerdotes los pecados de todo el pueblo, y íeshaicen á ellos car- 
go de todos. San Ambrosio, tratando de los- pecados de los sa- 
oerdotes, dice asi: "Cómo en las enfermedades de los cuerpos, ha 
hiendo en la cabeza una enfermedad grave, es necesario queíes- 
ta pase á todo lo restante del cuerpo, asi los que son cabeza de la 

' Iglesia, con su enfermedad inficionan todo eV cuerpo de los her- 
manos.. .Vemos á un pueblo ignorante (como estaba toda la raza 
india i toda la raza negra en 1810) e inclinado a cosas vanas (co- 
mo repiques, cohete?, . fiestas i supersticiones sin cuidarse do la 
moral), porque sus sacerdotes son de la misma manera" (2). 

*'San Gregorio aun mas clara i encarecidamente dice esto mis* 
DDO en muchos lugares. Eñ uno pone estas palabras: **La ruina 
del pueblo principalísiraamente fué por culpa de los sacerdotes'* 
(3). Y en otro las que siguen. . . '^Pereciendo el pueblo, fK)mos 
los autores de su muerte nosotros que flebemos ser sus guias a la 
vida; por nuestra culpa la muchedumbre del pueblo esta postra- 
da'' (enervada, atrasada, embrutecida) (4).. 



(1) Desde la planta del pii(j: indiog, negros i demás pertenscientes al pue- 
blo bajo, hasta la corona de la cabeza: oidores, alcaldes mayores,- condes, mar- 
q-ueeos, mayorazgos i demás prohombres de la Nneva España. 

(2) Siciít in-corperalibusTnorbi»^ capite vitiaf.o^ necesse estTeliqunvi Cor- 
pus inundaiinne síipérioris morhi laetaliter irrigarte ifOf et ki qui caput vU 
denlur esse Ecclesiae^ morbo siio frat&mum vHinñt corfnis. . ,unde-pop%ihis 
7Ídemus nugacém et indóntum^ en quodtahs habeat sácérHúies. • 

(3) Jptina populi máxime tx ciúpa sacerdoUiviftlit^ 

(4) NoSfpereiLnti populoy úuchres mortid existimiiSy qui esse debem,ks 



1'5 

I ^*S'aa B^raarJo-enuTi Sermón, refiriendo con íjr'an lasitlma y san- 
timiento los pecadas de los 8a3^^^ote3, dice: ^'VA deagraciado com- 
portamiento de loa sacerdotes es la miserable ruina del puebla 
del Señor" (I ). 

Cita después Molina estas palabras que les dijo Judith a los 
sacerdotes de Betalia: **s¡endo Vosotros Presbíteros en el puebro 
dé Dios y dependiendo de vosotros el espíritu de ellos" etc.,^dice: 
*'jOh Padres, si tomilsemosbien esta lÍQion, que nos da una rau- 
ger santa, y considerásemos con atención estas* palabras que por 
su boca nos dice el Es'píritu^Swto/: que noa ha puesto Dios por 
los ancianos y viejos del pueblo; que eso quiere decir Presbíteros, 
ancianos; no por que sea necesario que lo seamos en la edad, sino 
por que lo habernos do ser en ^1 seso, en la madurez, en la pru- 
dencia,- en» la^ gravedad- de las costumbres y en el ejemplo dé- 
la vida.- Y loque mas importa, si consideníseocios que de nosotros 
dependen toda% las almas de todoalos del pueblo^ y el bien ó el- 
mal de toda la<r6ptibliea» cuan gran freno nos seria esta con- 
sideración para nuestras libertades. • • <]pie es poderosísimo el e« 
j'^.mplo de> los sacerdotes para qu^ los seglares tomen libertad y 
iicencia para* hacer mucho, mayores males que los que vén en 
, ellos." ^ . . ^ 

Cita después estas tloctrinas de San Juan Crisóstomo: ^'Sl los 
aiismos sacerdotes fueren- desmoralizados, todo el pueblo se harii 
desmoralizado. . .Como del templo sate todo bien, asi del templo 
procede todo mal; El diligente agricultor vio un árbol marchito 
eon iJas hojas amarillas y entendió qpo tendría lesión en las rai- 
nes. Por que verdaderamente, como vieres un árbol conlas ho- 
jis amarillas, entiendes que tiene algún defecto cerca de la raíz, 
asi cuando viereis algún pueblo desordenado y sin verdadera re- 
ligión, conoce sin 'duda que la culpa está en los sacerdotes" (2). 
El sabio cartujo concluye con estas palabras.- **Y últimamente, 



1^1 ■% 



diices ad vilajti; ex nostro peccata^ poptditinba prosiraiá-cst, 

(1) Misera sacerdotuin coteraBih^ plebis dominhúie miseralilis sub- 
rersio cst. 

(2) í^ianteni ipsi sctcñrdótesfuerint inpeccniis^ totus populas convertí- 
tur ad peccaiiflum . . . *S7m/í de templo amne bminin egreditvr^ sicetde 
templo omne inalum procedit, Vidit stiidhsvs a^rdcola arborem palleñíi- 

. 'buffoHis marcidum^ et iniellexit quia iaesvrfin^ in' rudicibns haleret, 
Namverd^ (fuemadmodiim cum videris arboreni pallenfibvs foliis^ inldli- 
ffÍ9 quia aliqnam culpam hobet circa radices^ Ha cum videris popnlnm in- 
(lásciplhatum el irreñs^iosnrp ^ sino dubio gq^nosve quia in sace-doli/ms-f 



16 

cuando Cristo Nuestro Señor vino al mundo, los sacerdotes eran 
avarientos, soberbios, hipócritas, y ellos fueron los principales 
que le persiguieron, y no pararon hasta panelle en la cruz, con la 
cual maldad fueron la causa de la total y última destrucción de a- 
quel pueblo** (1). 

Jesucristo dice en su Evangelio que como la sal condimenta 
toda la masa, así son los sacerdotes respecto del mundo, y espe- 
cialmente de una nación. Dice á sus sacerdotes: **Vosotros sois 
la sal déla tierra. Y si la sal se desvaneciere, ¿con qué será saladai^ 
No vale ya para nada, sino para ser echada fuera y pisada por 
los hombres.'* 

* El sacerdocio es respecto de una nación como la levadura res- 
pecto de la masa; si la levadura es buena, hará buena toda la ma^ 
sa, y si la levadura es corrompida, corromperá toda la masa (2). 
Santo Tomas, comentando esta doctrina de Jesucristo; '*Guar^ 
daos de la levadura de los Fariseos,'* dice) ''Por fevadura se pue* 
de entender el hombre pecador, y á esto viene esta compara^ 
cion. Porque como con una poca levadura se corrompe toda la ma-* 
sa de la pasta, así por un pecador se inficiona toda la sociedad.'* 

;Y que sucederá cuando no es un solo pecador sino millares, y 
todos estos pecadores tienen íntimo contacto con todas las clases 
de la sociedad, é intervienen en todos los actos de la vida del in- 
dividuo desde el nacimiento hasta la muerte, y dominan á todoa 
los espíritus? 

D. Antonio Ferrer del Rio, en la Introducción a su famosa 
"Historia del Reinado de Carlos III,'* tratando del clero secu- 



(1) Tengo la ^'Instruccioo de Sacerdotes^' de MoHds, edición de Baroelo.- 
na de 1619. Este sabio i celoso autor procuraba la rejoriDa del clero secular 
i del monacato español, por que pertenecia a una orden de monjes que siem- 
pre han estado en observancia. Algunos historiadores de la Iglesia hacen 
esta importante reflexión; que de tantas ordenes monásticas como han sido 
fundadas, que son cerca de cien, las mas en inmensa mayoría se han relajado 
con el trascurso del tiempo i han necesitado de reforma, i que de las rarísimas 
que no se han relajado ni necesitado de reforma, son la Compañía de Jesús i ^ 
la Cartuja. 

(2) '^Semejante es el reino de los cielos á la levadura que toma una mu* 
jer, 7 la esconde en tres medidas de harina, hasta que todo queda fermen- 
tado.^\ (Evangelio de San Mateo, capítulo 13, verso 33). '^Guardaos de la 
levadura de los Fariseos". (Evangelio qe San Marcos, capitulo 8, verso 15). 
San Pablo después de haber separado de la Iglesia al incestuoso de Corinto, 
dice a los corintios: *^No sabéis que una poca levadura corrompe toda la ma- 
sa/ Limpiad la vieja levadura para que seáis una nueva naasa.^* (Epist. 1 ^ , 
capítulo 5, versos 6 i 7), 



17 

lar 1 de los monjes de España en el siglo XVII, con filosofia, con 
elocuencia grave i habla clastíza, las mas propias de la Histo- 
ria, dice (1): ''Lo monatriíoso de la amortización eclesiástica 
inspiró verdades luminosas. De ir en aumento de continuo^ va- 
tipinftronse perjuicios que aun para pensados eran grandes: mani*- 
festóse que este mal se pareeia á la carcoma, que, por imper- 
ceptible que fuera, •deshacia finalmente un madero, y que obraba 
á semejanza del reloj, cuyo movimiento no se advierte, y, sin em- 
bargo, cuando menos se piensa da el golpe. Hubo quienes dije- 
xan que un monarca no tiene de quien temer sino de los grandes 
«señores y de las comunidades muy ricas; y hasta se creyó ver 
«cercano el cumplimiento de los anatemas de Isaias contra los que 
yan juntando casa á casa, tierra á tierra, campo á campo, como 
si ellos solos hubieran de vivir en el mundo (2^. Vanamente a- 
consejaron personas religiosas y condecoradas á los eclesiásticos 
.seculares y oregulares que se impusieran ellos mismos la reforma^ 
desprendiéndose de bienes raices, por lo que apretaba la necesL- 
.dad del reino, y para que los políticos no censuraran su riqueza, 
.dañosa á la modestia y á las demás buenas costumbres y fomen* 
tadora de la ambición é indisciplina (S). Muy posteriormente á 
tan sinceras y mesuradas amonestaciones, continuaron los ecle- 
(Siásticos aumentafido sus bienes hasta á la cabecera de los mori- 
bundos, y mereciendo la nota de Jieredipetas, y ocasionando la 
xlespoblacion de los lugares con la extinción de las familias (4). 



(1) Leyendo con frecnencia libros como los de Migaelde Cervantes, 
Juan de Mariana, Fray Luis de Granada, Fray Luis de León, Jovellanos, 
Balmes, Ferrer del Rio, Menendez Pelayo, Modesto de Lafuente, Manuel 
Oolmeiro i Seyjas Lozano, se aprende el idioma castellano mejor que apren- 
diendo todas las gramáticas castellanas. Quiero decir qne el estudio de la 
gramática castellana sin duda que es indispensable^ mas eon el aprendizaje de 
la teoria de las reglas ^maticales sin la práctica, esto es, la frecuente lec- 
tura de los buenos hablistas españoles, nunca se aprenderá el idioma. 

(2) "Antonio Pérez, Norte de Principes — ^Fray Juan Márquez El Geber- 
fiador Cristiano^lihro 7, capítulo 31. — Cevallos, ilr/« Real, documento 23." 

(3) "Fray Ángel Manrique, Socorre etc, capítulo 3 — Fernandez Nava- 
rrete, Consenmcion de Monarquías^ discurso 45.*^ 

^4) "Según Manrique, Socorro^ capítulo 6, á su vista y en el curso de 
tremta años, de doscientos quedaron reducidos á once los vecinos de un lugar 
distante cinco leguas de Salamanca, causándolo en gran parte los muchos clé- 
rigos y religiosos. En consulta de 7 de junio de 1670 reconoció el Consejo 
de Hacien£k la autenticidad v exactitud de una información de la villa de Ca- 
marma de Estemelas, cuyos vecinos bajaron muy pronto desde trescientos has- 
^ setenta^ por hftber vendido á comunidades ecleáásticas sus fincas. A 1m 



1« 

Una cosa semejantídinia pasaba en la Nueva Eápaáa. Tal fué 
''la'civilizacion angelical" que dice el Sr. Aguilar y Maroeho. 

El mismo sabio historiador, en la misma Introducción diceí 
'^No habia familia con que no estuvieran entroncados los frailes 
por amistad 6 parentesco; ni casa que les cerrara sus puertas; ni 
conversación en que no se les cediera la palabra; ni mesa en que 
no se les obligara á ocupar la primera silla; ni resolución grave 
entre ricos ó pobres que se adoptara sin su consejo; y si no toma- 
ban parto en ellas, las satisfacciones domésticas no eran cabales. 
Bajo un estado social de esta especie, ni atmósfera qu& respirar 
habia nunca, ni se espaciaba jamas la mente, ni se abria el cora- 
zon á sentimientos grandes y generosos, ni el albedrio blasonaba 
de libre-'^ 

Lo mismísimo pasaba en la Nueva España^ 

En la misma Introducción dice Ferrer del Rio: '^Hubo en Es- 
paña rmeve mil conventos y setenta, mil frailea, treinta y dos mií 
de ellos dominicos y franciscanos: solo en los obispados de Pam >* 
piona y de Calahorra, veinte y cuatro mil clérigos seculares; y e* 
ran frailes* monjas, eclesiásticos, beatas, ermitaños, miembros dif 
la Orden Tercera y personas de voto de castidad la cuarta, y auu 
la tercera parte de los españoles'* [l J 

También en la Nueva España era asombroso el número de los 
frailes i el de los clérigos seculares, como después veremos,- 

¡Caracoles! ¡Esto era mas que levadura! La levadura es el tres 
por ciento de la masa; pero de España la tercera o cuarta parte 
era levadura, la qué indudablemente absorbió toda la masa. En 
resumen, EspaBa era una nación de frailes i la Nueva España e • 
ra una nación de frailes i a todos los mexicanos nos hicieron frai- 
les. 

El Sr. de la Rdsa, atareado inútilmente en la defensa del go* 
bierno español, nos viene saliendo con la peregrina noticia i el 
fuertísimo argumento de que el gobierno español terminó en 1821 
{%), El tratar de circunscribir los males del gobierno español a 

mismas puertas de la corte se veia la prosperidad de Leganes, donde casi to- 
dos los vecinos cultivaban tiemis propias 6 arrendadas, al par que la enorme 
despobladon de Argan4a, á causa de haber adquirido las comunidades. los dos 
tercios de bienes raices y de cultivarlos de su cuenta." 

(1) ''Fernandez ííavarrete, Conservación de Monarquías^ áiecmso iZ. 
— Cevallos, Arte Real^ documento 23. — Maestro Gil González Dávila, His- 
toria de Felipe III ^ ya concluida en 164?', capítulo 85. — Moneada, Restau- 
ración Política^ discurso 7, capítulo 8. Todos estos cálculos se refieren solo 
& la antigua corona de Ca^illa.'^ 

(2) ^'No es nuestro peligro perder la nacionalidad quedando sujetos al gO" 



19 
la época del mismo gobierno» ea un sofismil táo cunoso domo el 
tratar de circunscribir las viruelas a una sola generación. En 
i 821 acabó el gobierno español; pero en 1821 no acabó la educa- 
cíon que nos dio el gobierno español, i las ideas/ preocupaciones i 
hábitos que nos infundió. Ya en mis libros anteriores he proba'- 
dor el grande atraso que habia en tiempo del gobierno español en 
las ciencias mas necesarias i útiles al hombre en la sociedad, como 
las lenguas vivas, la buena lógica, la filosofía moral, las matemá- 
ticas, las ciencias naturales i la oratoria sagrada; ya he presen- 
tado repetidas veces el texto de Alaman en que confiesa que en 
estos ramos, a excepción de algunos pocos estudiosos, habia en 
la Nueva España una Ignorancia gcneraif Los frailes nos 
hicieron a los mexicanos ignorantes como ellos, mugrientos como 
ellos, flojos como ellos, supersticiosos como ellos e inmorales co- 
mo ellos; i todavía hoi, en 18&8, queda mucho i muchísimo de la e- 
ducacion, las ideas i costumbres que nos imprimieron los frailes, 
i estas ideas i costumbres son la pilnGlpal remora para el ade- 
lanto^ la civilización i el bienestar social de nuestra patria. 

Los frailes eran amantísimos de fiestas: el tambor i la chirimia, 
los repiques, cohetes, procesiones portando las imágenes de los 
Santos, que frisaban con el carnaval; procesiones portando el 
Santísimo Sacramento, en las qué a lo .mejor del Corpus salian 
los gigantes i la tarasca^ en medio de* las carreras i silbidos de 
los muchachos, de la algazara general i de la hilaridad de los 
mismos frailes, aun del que portaba la; Eucaristía; a comilonas, i 
en fin, a lo que el Príncipe ae la Paz llama con gracia orgias re- 
ligiosaSy con mengua de la gravedad, de la sublimidad i de la e- 
deificación espiritual del verdadero culto católico. Hoi« en 1888, 
recórrase todos los Estados de nuestra República i se verán laa 
mismas ideas i las mismas costumbres en la raza india. El clero^ 
mexicano de hoi es en una gran parte ilustrado, morigerado i la- 
borioso; pero no puede destruir estas costumbres, en razón de 
ser mui difícil por lo extendidas i lo añejas e inveteradas, i por 
la grandísima fuerza que tienen las preocupaciones seculares. 

Los frailes eran afectísimos a rezos i demás oraciones vocales; 
pero no practicaban la meditación, la oración mental, el culto in« 
terior de la Divinidad. I hoi la inmensa mayoria del pueblo me* 

bierDO español: ha cerca de sesenta y siete años que faé un hecho consamado 
ía independencia de México respecto de España . . . Bien empleado estaría el 
talento del Sr. Rivera combatiendo los errores de los protestantes, patenti- 
zando el dafio de que es origen la masóneria.^' (*'La Religión y la Sociedad," 
época 3 ? , tomo 2 P , págs. 14 i 16]. 



20" 

« 

!KÍcano es de la misma manera: rarísimo es el que practica la ora- 
ción mental. Soi sacerdote^ soi anciano i tengo mucha expe- 
riencia acerca de esto. 

Los frailes eran mui flojos. Bécian la Misa todos los días por 
el interés del dinero que les daban en calidad de estipendio, pero 
mui poco predicaban i menos a los indios i a los de la raza ne- 
;gra. Eran mui puntuales en decir la Misa i confesar a los con- 
des, marqueses i demás grandes señores, en cuyos palaeios vi'* 
vian eñ calidad de capellanes, pasando una vida regalona, diri- 
giendo todos los negocios de familia i de intereses de aquellos ri* 
eos, en vida i -^n muerte, i dirigiéndolos a gran provecho suyo, 
de sus parientes, iglesias i monasterios, como después veremos; 
pero mui poco al confesonario de los indios i demás pobres acu- 
dían. Ninguno tiene su tiempo tan arreglado a horas i cuartos 
de hora i tan ocupado como el buen monje; mas los hijos de a- 
quellos vatones esclarecidos que en el siglo XVI i aun en gran 
parte del XVII habían tenido junto a cada monasterio una escue- 
la para la enseñanza del catecismo dü lia doctrina cristiana i de 
las primeras letras a los niños indios i un hospital para curar a 
los indios enfermos, en el último tercio del mismo siglo XVII, 
descoyuntados y lacios, aflojaron en la secuela de las ocupaciones 
monásticas, abandonaron escuelas i hospitales, se les cayeron de 
las manos los Artes i Vocabularios^ i pasaban la mayor parte del 
dia en la platicona fumando sendos cigarros: profetas sedentarios^ 
como los llamaba con gracia el Príncipe de la Paz. Ociosos, lue- 
go inmorales; por que según la Escritura la ociosidad, pone en el 
pensamiento, excita i enseña muchos vicios (1). 

¡Eh, eh!, precisamente esta ha sido i es el dia de hoi la vida 
de un asombroso número de mexicanos: ociosidad i molicie pro- 
venidas, en parte del clinia cálido, en parte de la fertilidad de la 
tierra, en parte de la liberalidad de los sentimientos i en parte i 

Írincipalmente dé la educación que ^os dio el gobierno español, 
lai una clase numerosa de hombres i principalmente de mujeres 
que pasan una parte del dia en el templo i otra en las casas de 
los parientes i amigos i son mantenidas por ellos. Hai otra clase 
tamoien numerosa que pasa la mayor parte del dia i de la noche 
en el juego de naipes, i se mantiene con la liberalidad de los «• 
migos. '^¡Oh!, se dirá, la clase de los comerciantes es mui nume* 
rosa/' Ciertamente, i están platicando en las tiendas. La clase de 

(1) MuUam enim malitiam docuit otiositas, (libro del Eclesiástico, 
oip. 33, V. 29). 



21 

los artesanos .es muí numerosa, i están pkiicando en los talleres, 
caando no andan fuera de ellos en la embriaguezi lo qué es mui 
freeuente. La clase de los empleados públicos es mui numerosa, 
i están platicando en las oficinas. I^a clase de los estudiantes es 
mui numerosa, i están platicando en el colegio i fuera de él. ^*¡Ohly 
se dirá,» son muchísimos los hombres de letras que tienen en su 
€sttidio dos ó tres estantes con hermosos libros relativos á su pro- 
fi^ion." I tan hermosos, que las pastM están flamantes i las ho- 
ji;s sin tocar, la defensa de la religión es frecuente, las letras 
gordas i la clientela i la bolsa flacas. '^¿Cual es la cosa mas sabia? 
£1 tiempo:'' ^Sjsnibencia de Thales. (1) '^£1 tiempo es dinero:'' pro- 
verbio iqgles^ '^Cicerón era tan avaro de sus cuartos de hora 
como .vn lico de su orof' pensamiento de Lamartine. ^'El tiem- 
po es p;recioso; pero no se conoce su precio. Nuestros amigos nos 
lo piden como si no valiese nada^ i nosotros se lo damos, creyen- 
do lo mismo:" doctrina de ^enelon^ ''Si cada hombre i cada mu- 
jer trabfljase cuatro horas diarias en alguna cosa iltil, tendrían 
todo lo necesario para pasar una buena ¥ida: el resto del dia lo 
podrían pasar en U9a agradable holganza:** máxima de Franklin. 
Estas ideas son extrañas para la mayoría de los mexicanos, i aun 
enojosas para muchos, que a yna vida ocijpada, alejada de diver- 
siones públicas i bagatelíEis la llaman vicUi trüte^ i a los que obser- 
van esta clase de vida Iqs tipne^ QOCQO misántropos i hombres 
raros (2). 

(1) Quid savientissimutnf Tempue. 

(2) La Gaceta Oficial de Miohoacan en m n&mere coxtespondiente al 11 
/de este mes de noviembre de 1488, lia publicado un excelente artículo inti- 
tolado *'La Puntualidad," escrito por un Sr. R, Mediano^ en el qué entre o- 
.tras ln](cnas .ooisas dice: '^Propendiendo la puntualidad i oímentar el orden de 
una manem pennaoei^, obi^ tamUen de un modo muy efious sobre la disci- 
plina, que imprime un carácter defin^o^ serio y continuado á la marcha re- 
gular y metódica de la Eocuela." 

^'La puntuatidadf como medio de adquirir buenos h&bítos, no debe descui- 
4ar8e tampoco, pues es uno de loe agentes mas fecundos. En efecto: sabemos 
que el háUto resulta de la repetidon frécente del mismo acto, y la asisten- 
da puntual mantenida durante un afio escolar, suministm al alumno una o- 
portunidad &Torable pam ensefiarle á medir su tiempo con exactitud, y esta 
práctica que se ejecuta respecto de la Escuela, ejerce una influencia directa 
'eobre los demás actos de la vida diaria, inculcándole insensible y páulatína- 
mente hábitos benefidosos que le servirán mas tarde de grandes auxiliadores 
en el desempefio de sus deberes como miembro de una sodedad. Esta idea 
de la puntualidad como medio efidente en la íbrmadon de buenos hábitos 
en el nifio, está apoyada por una consideradon radonal y práctica á la vez: 
las impresiones redbidas en la primera edad se gnd)an con mayor btenaidad 



2íf 
Los iñraálóa eran ignorante». OecMn lá^SÜSsami entaiderli^ 



en lá mente, y ^pueden oponone oon májor exMígia á ic» nuJoa 'hit»itoi; «que- 
estomoB propexuos á oontiver en 1^ práctío$ de lab mfiHq^^e negddofl de la 
vida en sooieda^. La pantuatidad, obrando sobre h formación de los buenos 
hábitos, ejerce también su influenoia redentora sobre la adquisición del mé- 
todo. El método es una virtud preciosa que sujeta nuestro modo de ser & 
una conducta estricta é invariable para mejor cumplir nneskas obligaciones 
diarias/ él divide y regulariza el tiempo, asignando á cada ocupaéion él tér- 
mino necesario; compulsa las ilutas oon los ga^stos, y/ en una pttkbia, estable- 
ce el orden tnas perfecto en fodbs los negodos del ia£viduo/ Asi oomo la - 
puntualidad ejéroe su aocion benéfica sobre el orden/ badqoisícbíi <de buenos ' 
hSbitos, la disciplina 7 el método,, así también la lesaka^te dé estas exoelen* 
tes cualidades es la formación del carácter dal niño, d$l maestro,' del padre, 
del ciudadano. Todo sistema de enseñanza 'qi^é desduvde el^jeircicro de la^ 
voluntad, esto es, que no tienda á la formación del ^¡áráctei^del niño, condi-"* 
cion esencial para que llegue á ser un miembro 4ktil a 9a sociedad - y ' á la pa- 
tria, deja un gran vaeio G[i|e llenar, pues^se niño -Irá 4 eer hbmbíre, va á ser 
padre, vaá ser ciudadano; y el bombreein «carácter estm elemento deletéreo 
en la sociedad;' eh padre sin carácter no puede tampoco enigieñar & sus Ujos." 
. ^'Un ciudadano sin carácter, en fin, no tiene jamas oonviociones propias, en • 
virtud de las cuales obra bien por el mero hecho de hacer el bien; p(^rá ile- 
^r á atesorar dinero, obteniendo á expensas de su pmpia concieocia, de ba- 
jas y humillantes genuflexiones ó de bochornosas claudicaciones, pero no será 
{'amas un .ciudadano acreedor á la gratitud de sus conciudadanos, porque no - 
labra contribuido con su óbolo -á la formación de una nación grande y respe- - 
tada, que es el desiderátum 'áé los hombres bien intencionados que se inte-* 
resan por la felicidad de la patria. El Maestro debe pues, dar el ejemplo^ ser 
el modelo en que se inspiren sus educandos/ Asi" debe hacerio, si quiere ' 
iormar hombres que no dejen para mañtina lo que se puede hacer Aoy mismo, 
y que ese mañana tradicional^ qi»e no» abruma se vaya disipando de nuestras ^ 
costumbres sociales." 

(O^á <L después dé hecluí la Independencia, todos los mexicanos en la ni-* 
fiez i en la juventud, en esa que el Principe de la Paz ha llamado tan propia ^ 
i tan bellamente ^'la edad de las impresiones eternas,^' hubiéramoa recibido i - 
practicado las sabias lecciones del 8r. Medrano! ¡Ojtilá i como nos emancipa^ 
mos en lo político, nos * hubiéramos eúiandpado i despojado de las preocupa-' 
dones i hábitos de tiempos atrás (como se despojó nuestro caudillo Hidalp, . 
siquiera fuera procesado i esttujocb por la Inquisición), i hubiéramos recibi- 
do una buena educación sociall Pero ¡oh dolor/, {vanos deseos/; la vasija nue- 
va>de barro conserva por muchos años los vestigios del licor que una vez se * 
le echó, i losconserfa por siglos^ como lo acreditan las vasijas de Pompeya: serva * 
vit odorem; testa diu: Un pueblo no se educa de nuevo en diez ni en cin- 
cuenta años. // n' eát pas plus aisé á itn hamme 'de se dé/hire de ses pre- ' 
jujgés^ que debrúler sa maisofi^ dice Descartes. 

No por lo que digo contra el mucho platicar, se crea que yo sol enemigo ' 
de la sociedad. Todos los dias me levanto antes de la salida del sol i tengo 
dedicado el dia al estudio i la noche a la sociedad, esto es, d^e que se acaban 



parquB no^ entendiaa* el latín. CuaiMÍó.admraU(i*iJ>aii.el aaóra- 
mentó "deía Penitencia, no procuraban con sus consejos i direc< 
cioa>espÍTÍtaal civilizar a los indios i a los esclavos, ni educajT a 
losiúfioB i a los jóvenes^ ni remediar las aecesidades-del indívi- 
doo i de la familia, ni consolar a los afligidos; sino que la confe* 
^ionera^a iúla hióistey túlapagarás^ como suele decirse, es de- 
cir, que oían 'dé prisa los pecados, decían al penitente una que o- 
tra frase de estampilla i luego ^'Eezarás en, pepitencia tal cosa'"" 
y^Ego te ábsoho.' Cuando predicaban, lo hacian de una manera 
gerundianai i en^consecuencia^Auo solamente inútil sino periudi* 
cial, como 'se ha visto probado largamente con abundantes oocu* 
mentes históricos en- el tomo 2?' de estos Pnncipios Críticos.' 
Guando «administraban 'los sacramentos del bautismo, del matri- 
monió, »d^l viático i de la ^ extremaunción^ recitaban ]a admoni- 
ción i ejecutaban las santas ceremonias tan de garrerb i con tan** 
ta falta de gravedad, que ni el que recibía el sacramento ni los a- 
insten tes se apercibían de la^razon^. la-grandeza, la belleza i el fru- 

la Inz hasta las diez de lá noche. Cétf lies artifidal no leo ni escribo la mas ^ 
sencilla oarta. Tétrgo a la fecha ciento once compadres en Lacros i otros a - 
.migos, casi todos jne visitan i a casi todos visito. Esto es público i notorio ' 
en esta ciudad hlace muchos a&os. Es verdad que el ocio sin los libros es una 
muerte {Oiium sine litteris'mors*est);msíSÍQxn\¡ítn es una proposición de lá 
fílosofia moral qisie el hombre nació para la sociedad {Homo natua est ad so^ 
cietatem). La conversación no solo es^tinr descanso i técreacion del ínimo i' 
nnaneoesidad'higiénieaderenerpo, shoque esnna netesldad de lá inteli- 
gencia: El pensamiento no puede demrroUarse sin la^palabüá interior, la 
tíieditadón enf la soledad; i la piJabra inteiiór' no puede desarrollarse sin la 
palabra exterior en U sociedad) Let4ibros;8Ín la. sociedad son como la plan* 
tá sin aire i sin luí. £1 misanttopb pierde el modo comuñ dé pensar i de * 
sentir i el modocomtin de obrar, i se hace excéntrico i hasta monomaniaco. 
Algunos pierden hasta el modo comü^ de hablar i hasta la razón; Duras son * 

Jas leyes de la sociedad i mas dura i terrible en sns efectos es la soledad. La 
conver8aett>n con hombres de letras aunlenta el ciíudal dé los eonocimiéntos ^ 
científicos, porque unids hombres saben unas cosas i ^tros otras." La conferen- 
cia, la amigable' discuision cdn personas de talento, hbcé desarrollar nlucho la' 
inteligeqcia i rectificar<las ideas sobre muckÍEis cosas acerca de las qué los hom- 
bres estafx divididos en opiniones; ba convérÉacijín con cualquier persona al' 

, fin i al cabo es la compañía de dos' inteligencias i toda compafiiá es produc- 
tiva: La conversación con personas vulgates es productiva para el entendi- 
nfiiento, por qué hace conocer las preocupaciones vülgtires i la sociedad; leñan- 
do no sea productiva para el entendimiento, es productiva para el corazón, ^ 
?}T Que hace reir i distrae de los estudios serios i de las fatigas intelectuales, 
o juego todos los dias a la oca con Alfredo, i aunque todavía no tiene cinco> 
añoS) no es posible echarlo a la venta o al jao^o con eng»fio. 



24 

io de aquellos actos. Por la sencilla razón de que ni los mismoi 
frailes se apercibían de ello, en razón de que su religión no era 

ilustrada. 

Hoi, los indios, los de la nz9> negn, los rancheros [que en to- 
da la Tierra-arriba i en gran parte de la mesa central son de la 
raza blanca] e inumcrables de la oíase media, es decir, el pueblo 
mexicano en su mayoría, adora las imágenes de los Santos, oje 
la Misa i recibe los sacramentos sin saber hien la ra^on de estos 
actos ni comprender el verdadero culto, porque su religión no es 
ilustrada (1). 

*'Mas la religión de las perspnas de la clase alta, se dita, sí es 
ilustrada," Es verdad qué muchas personas de la clase alta de 
nuestra nación i también de la clase media i aun de la clase ba- 
ja, tienen una religión ilustrada i una piedad verdadera; pero u- 
na gran parte de las personas de la misma clase alta tienen una 
piedad frailespaf usando de una frase del Principe de la Paz; una 
religión que viene de la educación de los frailes. Estos eran a- 
fectisimos a |& Misa, a encender velas delante de las imágenes de 
los Santos, a los cruzamientos de brazos, inclinaciones de cabeza, 
genuflexiones i otra multitud de ritos i ceremonias: en fin, a tode 
lo reíativo al culto exterior. ¿I las virtudes?, ¿i la moral? Eran 
linos hombres soberbios i dominadores. Eran unos hombres a* 
varos que, e:(plQtando la ignorancia, las supersticiones i la ener- 
vación del pueblo, inmensas ^iqueza^ en suntuosos edificios lia- 
xnados converUc^^ en que habitaban mui Cjt^modamenfa, en lencas 
utl)anas, en fincas rústicas i capitales a censo ha^ian acumulado. 
Las hablan adquirido por cuantos niediii^s de adquisición se cono- 
pek: herencias/legados, donaciones por |iltima voluntad, donacio- 
nes^tre-vivos, con^pras i ventas, servidumbres urbanas i rústi*- 
cas i limosnas que pédian i exigían por multitud de objetos i ba- 
jo múltiples formas. ]^r^n ignorantes en la ciencia de las Escri- 
turas, pero algunos textitos qi^e les convenían los tenian bien a* 
prendidos, como este del Evangelio de San Mateo: "Es digno el 
operario de su comida" [2]; de manera que si se les preguntaba: 
**¿Por qué exigis limosna por decir la Misa?'' respondían: "Por 
Gue es digno el operario de su convida. ** — ¿I vosotros sois opera- 
rios?, ¿^u qué trabajab? ¿Por qué exigis dinero por administiar 

[1) Llamo clase media a la de aquellos que tienen un mediano capitalillo; 
pero realmente en México no hai dase media, segmi la opinión de Bañero^ } 
otros UstoriadoreB i publicistas. 

(2) Di^nu9 est opcrarius cibo suo. 



25 

el bautismo i por el matrimonio? — Porque es digno el operario 
de su comida (1). — ¿Por qué exigís limosna por enterrar a los 
muertos?— Por que es digno el operario de su comida. — ¿1 por 
sacar una procesión? — Por que es digno el operario de su comi- 
da. — ¿I por adquirir una indulgencia? — Por que es digno el opera» 
rio de su comida.r-¿I por bendecir las imágenes de los Santos? — 
Por que es digno el operario de su coiíaida.— >¿I por bendecir las 
medallas? — Por que es digno el operario de su comida.— s¿I por 
bendecir las velas? — Por que es digno el operario de su comida. 
r—'ií por los rosarios? r-Por que es digno el operario de su comida. 
—¿I por los escapularios? ^—Por que es digno el operario de su co- 
mida. — ¿I por los cordones? — ^Por que es digno el operario de su 
comida. — ¿I por los cintos?-^ Por que es digno el operario de sil 
comida. — ^¿I por las mortajas? — Por que es digno el operario de su 
comida.— ¿I por los responsos? — Por que es digno el operario de 
fiu comida. — ¿I por bendecir una casa nuevaf — Por que es digno 
el operario de su comida^ — ¿^ P^r bendecir un campo? — Por que 
es digno el operario de su comida.-^¿I por bendecir las semillas? 
—^ Por que es digno el operario de su comida. — ¿I por bendecir las 
gallinas, los borregos, loa burros i otros animales? — Por que ea 
digno el operario de su comida. — ¿I por bendecir las redes para 
pescar?— Por que es digno el operario de su comida. — ¿I por oen- 
decir el panf — Porque es digno el operario de su comida. ^I 
por bendecir los huevos? — Por que es digno el operario de su co- 
mida.-^ ¿I por bendacir la sal?-->Por que es digno el operario de 
su comida. — ¿I por bendecir el agua?— Por que es digno el ope- 
rario de su comida. — ¿I por bendecir las espadas?— Por que es 
digno el operario de su comida.r-¿I Por bendecir el lecho nup- 
cial? — Por que es digno el operario de su comida.^— ¿I por conju- 
rar las tempestades i rayos? —Por que es digno el operario de su 
comida. ^¿1 por conjurar los pájaros en las sementerasi^ — Por 
que es digno el operario de su comida. — ¿I por conjurar los rato* 
nes? — Por que es digno el operario de su comida, — ¿I por qué 
adquirís tantas fincas urbanas? — Por que es digno el operario de 
6U comida.— ¿Por qué adquirís tantos capitales a censo?/— Por 
jque son unos bancos dé avio mui útiles a la agricultura^ la indus« 
tría i el comercio (2).r-iPor qué adquirís magnificas haciendas 

£ " 

(1) Acerca do esto i de todo lo demás que voi a decir, puede verse el 
^'Manued de Párrocos para administrar los Santos Sacramentos y ejecutar las 
demás sagradas funciones de su ministerio. Escrito por el Padre Miguel Ve^' 
negas^' i otros Manuales antiguos. 

(2) ¡Muí floredentes estaban la agricultura, la mdustria i el comercio en 



26 

de .campo?-»-Por que es digno el operario de m comida. 

/Caracoles!, aquello era un comer extraordinario, un absurda 
de comida i aquellos hombres se tragaron al pueblo^ Es cierta 
que el clero secular i el regular podían adquirir bienes temporales 
conforme al derecho natural, el derecho divino positivo, el dere- 
cho canónico i el derecho civil; es cierto que podian adquirir es^ 
tipendio por la Misa i por los detnas actos religiosos que expresa 
el Hitual Romano; mas adquirir el clero secular i el regular bie- 
nes temporales de una manera exorbitante i perjudicial a la socie- 
dad, era contra el derecho público, contra el derecho canónico, con- 
tra el Evangelio i contra el derecho natural. 

Los frailes no ejercitaban la caridad: no daban limosna a los 
pobres, no curaban a los enfermos, no enseñaban a los niños ni a 
los indios. Amen de otros vicios que paso en silencio. 

Veamos ahora cual es la religión de bastantes ricos en la ca^ 
pital de nuestra Kepública, en las ca,pi tales de los Estados i ed 
todas las ciudades, villas i pueblos de la nación. ¿Cómo entien- 
den la religión? Creen que la religión es en gran manera útil, por 
que mantiene a los indios, a los rancheros, a los artesanos i de- 
mas pertenecientes al pueblo bajo i a la clase media respetuosos, 
sumisos i sujetos a la clase rica, con unos miserables jornales que' 
no los alcanzan para la subsistencia de ellos i de sus familias, i 
sin embargo, con la cabeza inclinada, por temor de ofender a 
Dios i de condenarse, i por miedo de la cárcel. Creen que la re- 
ligión es sumamente útil porque reprime el hurto e impide que 
los indios, los rancheros i demás proletarios se tomen nada por 
temor de Dios i de la cárcel. ¡Pobre del campesino que, aunque 
é\ i su mujer anden medio desnudos i sus pequeños hijos entera- 
mente desnudos por su grande pobreza, tome tres o cuatro ma- 
zoreas de maiz o algunas ramas secas de las que están tiradas en 
el bosque, para hacer sus miserables tortülasl (1 ). Creen que la 

tiempo del gobierno colonial.' |Qne bancos de avío ni que ojo de hacha.' Los 
capítoles a censo eran unos bancos de avio para los clérigos seculares i para 
los frailes i también para los hermanos, parientes, amigos i mayordomos de 
ellos. 

(1) Bancroft, en su "Vida de Porfiíio Diaz^' que acaba de publicar (1887)^ 
en medio de cuadros muí halagadores para el Presidente actual, emite juicios 
críticos en mi humilde juicio exactos. Tal es este, cuaudo hablando de los 
gobiernos mexicanos después de la Independencia, al capitulo 28 dice: "Y 
aunque republicano en la forma, el gobierno ha sido arbitrario y militar, sí 
no monárquico, y mas bien el de una oligarqíiia^ que el de una República li 
bre y progresista del siglo XIX. Esto se deja ver de mil maneras." E. 
bien sabido que las formas de gobierno son tres: la monarquía, la aristocracia 



2? 

k-eligion es buenisima para enriquecer^ porq|tfe mienti'&s mas ba< 
jos sean los jornales i menos limosnas se den i menos erogado* 
nes se hagan en obras de bien público, a lo que ellos llaman eco^ 
nomia, mas se aumenta el caudaL Creen que la religión es mui 
buena para enriquecer, por que proporciona bancos de avio i pin- 
gües albaceazgos, pues una multitud de viejas i viejos candidos^ 
al que vén oyendo Misa con frecuencia i con el rosario en la ma* 
no» a ojos cerrados lo nombran albacea. El Evangelio i la reli- 
gión católica son eminentemente favorables a la libertad del 
pueblo, al progreso i la civilización; pero^los ricos avaros la de- 
fienden a capa i espada i la practican conforme a sus intereses. 
. ¿Como la practican? §on puntualísimos para oir la Misa en los 
domingos i días festivos; algunos la oyen también en los dias de 
trabajo, van a visitar al Santísimo Sacramento i se confiesan i 
comulgan con frecuencia. Se presentan en la catedral o en otro 
templo principal con su capa española i sombrero alto i el libro o 
el rosario en la mano» No se hincan en la puerta del templo co- 
mo el publisano, sino en el lugai* donde sean vistos por todos i 
principalmente por ^1 canónigo o sacerdote que dice la Misa, del 
qué esperan el banco de avio. Escogen el lugar mas cómodo i 
mas separado del pueblo bajo* Habiendo procesión, antes fuera 
del templo i hoi dentro de él, son los primeros que van en ella 
con velas encendidas, i en fin, son mui cumplidos en todas las co* 
sas relativas al culto exterior. ¿I las virtudesf ¿I la tnoral? Son 
unos hombres soberbios, que miran con altanería i tratan con 
desprecio a los pobres i a todos los que no son de su clase, i den- 
tro del mismo templo^ en el mismo lugar de la adoración i de la 
humildad, miran con arrogancia a los demás i se ofenden de que 
se les roce el vestido. No visitan a ningún pobre i evitan cui- 
dadosamente tener relación con alguno que lo sea^ para que no 

i k democracia, i que el abuso de la monarquía es la tirania^ el abuso de la a- 
Tistocracia es la oligarquía i el abuso de k democracia es la demagogk, ¡Po- 
bre México!: en tiempo de los aztecas tiranía^ en tiempo del gobierno espa- 
ñol tiranía i eu tiempo de la República oliffarquia^ coa sus temporadas de 
demagogia, ¿dné extraüo es que este pueblo ebté enervado^ Bancroft 
traza cuadros del México de hoi que son unos verdaderos retratos, verbi gra- 
cia, este al capitulo 25: *^Los puestos municipíales por lo regular han caído 
en manos de hombres ricos ó arteros, que han hecho uso, especialmente de loa 
indios, como instrumento para sus propios fines*^' £u las poblaciones de in- 
dios, los ricos, valiéndose de los indios mas ladinos como de instrumentos, do- 
minan en la población; i en las poblaciones de blancos, valiéndose de aquellos 
blancos de lu clase media o baja, ni^as licurgos i chicáneros, dominan en la po- 
blación. 



^8 

lea pidan dinero. Algunos son afectos* a banquetes con los de su 
misma clase alta, i otros pasan la tida sin amistades^ privados de 
las comodidades de la vida i de los goces de la sociedad. Tienen 
el innoble placer de tener mucho dinero; mas tienen el dolor de 
no poder salir a la calle sin encontrar semblantes expresivos de 
odio o de indiferencia. Los criados de estos señores, bien aleccio* 
nados por sus amos i tan crueles como ellos, saben distinguir mui 
bien entre los que van a la casa los que llevan dinero i los que 
lo van a pedir. A los mayordomos de las haciendas, a los cobra* 
dores de rentas de casas i otros semejantes les dicen '^Pase/' i a 
los de capotillo i a las de tapalillo, que han dejado en su pocilga 
a sus hijos llorando de hambre, les dicen: '^No se le puede hablar 
al Señor" o ''No está en casa la Señorita." Cuando aquellos po- 
bres vergonzantes logran hablar al rico i exponerle sus necesi* 
dades, les eontestan: ''No puedo porque estoi mui escaso de diñe* 
ro;" o bien; "No puedo porque son muchos los pobres i es impo- 
sible socorrerlos a todos;'' o bien "La cosecha ha sido mui mala;'' 
o "Las contribuciones son muchas;** o "La revolución'* etc.; o 
bien en lugar de darles limosna les hacen insultos, llamándolos 
haraganes i viciosos, i esto el mismo dia que oyeron la Misa i reci- 
bieron la Eucaristía. Interrogan a la del tapalillo, i si no está 
flaca, le dicen: "Usted puede trabajar;" i si su cuerpo extenuado i 
pálido i su vestido roto están revelando su miseria i ella dice que 
tíene marido, está perdida, porque le dicen: "A V. puede mante- 
nerla su marido," aunque este esté separado de ella; i si no tie- 
ne marido i dice que tiene padre, está perdida, porque le dicen: 
"A V. puede mantenerla su padre," aunque este sea un viejo i 
enfermo que ya no pueda trabajar; i si no tiene marido ni padre, 
sino un hijo grande, está perdida, por que le dicen: "A Y. puede 
mantenerla su hijo,"aunque este sea un calavera que no le da a 
la pobre madre mas que aílixiones i a quien ella no puede suje- 
tar; i si saben que tiene algún tio rico, le dicen: "A Y. puede 
mantenerla su tío,'' aunque el tio sea tan avaro como el otro i no 
haga caso de ella. El caso es hallar algún pretexto para no dar 
limosna. En fin, es verdad que los ricos avaros dan algunas li* 
mosnas, pero son en cantidades mui pequeñas e insignificantes 
en comparación del capital, i están mui lejos de cumplir con el 
pr6C6ptO del Evangelio: "Lo que os sobra (después de cubier- 
tos los gastos de . una honesta subsistencia del individuo i la fa- 
milia) dadlo de limosna" (1). El Evangelio és la moral universal, 

(1) Quod superest^ date eleemasynam, (Evsngelio de San Lucas, cap. 
ll,v.4l). 



29 

lá moral mad pura, i ese jj^recepto, dejadas las utopias socialis- 
tas, es la suprema economía política, porque, observado, es ía 
mas sabia regla para equilibrar la riqueza i la pobreza en una so- 
ciedad (1). 



,¿L, 



(1) HaUe |>or JÚ MassiUon, ^ue conoda a los ñoos, «1 corazón humano i 
^a sociedad jnua^o megor (^ue yo. i}l<«sto d^ su '^Sermón sobre el Verdadé- 
JTO Culto" es este; PópiUúsMic Miis ^ne honorat.^ cor autem ^orum hjige 
,^t á me. ^^Este pueblo me honrü con los labioei; pero su corazón esta lejos de 
mi. Matt., cap. 15, v. 8.^ Lu^o el orador de VersaUes comienza de estarna- 
^er^: 'VVéd a^ui, católicos, la nueva alianza, esto es, ^éd establecida la religión 
.del corazón, levantado el culto eepiritual sobre las ruinas de la superstición 
y de la hipocreda, iprejferidas la obediencia y la misericordia á las ofrendas^y 
Mctimas, opuesto ei espíritu que vivi£k^ á la letra que mata . . . Cualquíem 
.ejercicio santo que subsiste junto con nuestras pasicHies, que deja siempre en 
.nuestro corazón el amor al mundo y ¿ los culpables deleites, que no <»rrig« 
nuestros rencores, nuestras envidias, ooestra ambíabn, nuestros afectos, nues- 
tra peressa, mas es burla de la virtud que virtud.^ Lamennfús ba didio con 
mas coqcisiqp en su Mia€€lan$ai ^*El «ulto sin lamocal es una farsa*^' Luego 
.comparando MassiUon el culto en los primeros s^os de la Iglesia con el culto 
en los tiempos modernos, dicer "Jamas ba babido mayores exterioridades que 
al presente, nunca lian sido estas tan solemnes como abora, nunca fueron los 
,templos tan magniñcos, tan frecuentados los sacramentos, tan comunes los sa- 
crificios pi tan apetecidas las obras de misericordia. Nunca ba habido tanta 
devoción exterior, ni acaso .tamipoco menos piedad, y nunca han sido mas raros 
los verdaderos cristianos.^' 

En el Libro de los Hechos de los Apóstoles se lee el hecho siguiente; 
"Pedro y Juan iban al templo a la oración a la hora de nona.'^ 

"Y traian a un hombre, que era cojo desde el vientre de su madre: al cual 
ponían cada dia á la puerta del templo llamada la Hermosa, para que pidiese 
limosna á los que entraban en el temp]p.^' 

"Este cuando vio á Pedro y ft Juan que iban á entrar en el templo, roga- 
ba que le diesen limosna." 

"Y Pedro fijando en él los ojos juntamente con Joan, le dijo: "Míranos.^' 

"Y él los miraba con atención, esperando recibir.de ellos alguna cosa.'^ 

"Y Pedro dijo: "No tengo oro ni plata, pero lo que tengo esto te doy: En 
el nombre de Jesucristo Nazareno levántate., y anda.'' 

"Y tomándole por la mano derecha le levantó^ y en el mismo punto fueron 
consolidados sus pies y sus plantas:" 

"Y dando un salto se puso en pié y echó á andar." 

En la Vida de Santo Tomas de Aquino se refiere el hecho siguiente, i lo 
jefiere también César Cantu. "El Papa Inocencio IV mostró a Santo To- 
mas los tesoros del Vaticano i después le dijo: "Ya vés que no estamos en los 
tiempos en que decia el Papa: ^'No tengo oro ni plata;" a lo que le contesta 
el Santo: "Es verdad, Beatísimo Padre, pero tampoco estamos en los tiempos 
en que se decia: ^Levántate y anda." (Histma Universal, libro 12, capi^ 
Jtulo 8). 



Kq conolusion: España no pudo dar a Mi^uoe la eompetenir 



Los firailes de Espafia i Amérioa aumectaron las riquezas, peio amanf^aroiDí 
Ik obaervanc» monástica, la respetabilidad del sacerdocio i la fe i la moral del 
pueblo, i en los fines del siglo XVII i en el XVIII ya no se veian entre lo» 
indios las maravillas de literatura del antiguo colegio de Tlaltelolco ni los mí^^^ 
lagros del apostolado del siglo XVK Amenguaron la civilización espaliola e 
hicieron que Eq)afia con- sus colonias, usando á^ una frase dé Menendéz Pé- 
layot se quedara áfla eola en el movimiento de progreso de laa naciones db 
Suropa: 

BlasBiHon^ en el Semon de lira Cbco Panes o sea de b Limosna, dice; 
I^Este efrelpTÍmeir|iretextO'qBe opone el' amor piopb á lar obligación de lá 
^niserioordia:^'A»peM8^ tejemos to necesario, tenemo» precisión & mantener 
en el mundo el nembrr de mestM ftimlia j nuestra dignidad?, que colocar á 
los hijoS) que salis&eer á ks acreedores, que- desempefiar los maydl'azgo?, 

Sue oontribuii á la» cargas públicas y que moer infinitos gastos que fia intro» 
ucido lacostambre; pues una renta que no es infinita jcomo puede alcanzar 
para tantos- gastos? Sed haec^ quid 9unt inter tantos? Dh este modo ha- 
blan todos lo» días en el mundo aun los mas poderosos. . .Todo aquello que 
se ordena^ á alimentar la vida de los sentidos*, & lisonjear his pasiones y á au- 
torizar las- pompas y los abusos del mundo, todo eso es superfino para un 
cristiano^ y esto es lo que debe separarse y ahorrarse; ved: aqui el caudal' y 
la herencia de los pobres; vosotros sois solamente depositarios y no podeiía 
llegar á ello sinser usurpadoresé- injustos." 

Nuero^ pretexto de que se valen para excusarse de la misericordia; la des- 
gracia de k» tiempos y la estorilidad y miseria de los afios ... Si vosotros os 
quejáis de la miseria de los tiempos, ¿qué no padecerán los que no tienen lod 
arbitrios que- vosotírosy 

'^Ultima excusa de los diseipulos, íUndadaen el gran número de personas 
que seguían bI Salvador en el desierto. ^^£s tan numeroso este pueblo, di - 
oeu) que aun cuando empleáramos en pan doscientas monedas, no alcanza*» 
rian;" último pretexto que se suele oponer á la obligación de la limosna.* la 
multitud de pobre». . 8^ católicos, k> que debiera avivar la caridad sirve pa- 
ra apagarla; la multitud de desgraciados os endurece en orden á su miseria* 
. . . Pero en primer lugar os pregunto; /de qué proviene esa multitud de po- 
bres de que os quejáis? . . . /No proviene del excesivo lujo que hoy reina, que 
todo lo traga y que no fué conocido de nuestro» padres? /No proviene de 
nuestros gakos, que no conocen limites^ y que necesariamente traen consigo 
la extinción de la caridad?. . .8i cada uno de vosotros, siguiendo el consejo 
del Apóstol, pusiera aparte cierta porción de sus bienes para socorrer & los 
pobres, si en la cuenta dé vuestras rentas y gasto» fuera siempre este artículo 
el mas sagrado é inmláble, ¡ah/- presto veríamos disminuirse el número de 
los afligidos; presto veriamos renacer en la Iglesia la paz, la alegria y la fe^ 
Uz igualdad de los primeros cristianos; no verismos en ella con dolor esta^ 
monstruosa desproporción que eleva á unos y los coloca sobre lo mas alto de 
la prosperidad y de la opulencia, cuando al mismo tiempo otros andan arras*' 
trándose en.la tíena, y gimen en elabismo de la necesidad y de la aflixion.1; 



j t 



'SI 

dvifízaoiott: la primera causa fué la mala enseñanza de la filoso&i 
i demás ciencias, la segunda fué la mala enseSanza de la religión 
en el pulpito i la tareera fué la relajaoion del elera Siempre aue 
se censura algún defecto del gobiernt) espafiol, sus partidarios 
tienen siempre a mano algunas respuestitas, sofisma^ i salidas, 
verbi gracia, esta: ^'El mismo defecto tuvo Norteamérica^ lo mis,* 
mo sucedió en laa demás naciones de Europa.'^ 9i ahora, tratán- 
dose de la relajación del clero en España i en la Nuera EspafiAp 
dijeren: ''También en Alemania el clero estaba tan relajado <|ae 
esto produjo la rerolucion luterana, i en Inglaterra la corrup- 
ción del clero produjo un sangriento eismai i el elero protestante 
también ha Biob inmoral, i el clero italiano también estaba des- 
moralizado, i en Francia los abusos del clero produjeron el furor 
del pueblo i lo» horrores de la guillotina, i en el Fortogal eta,^ 
la defensa será üeor que la censura^ I si dijeren^ '^Es cierto que 
el clero ha estado relajada en Alemania, en Italia, en Francia i 
en otras naciones cristianas en la edad moderna, menos en Kspa* 
ña i en la Nueva KspaSa,'^ tal excepción será una defensa chisto- 
sa. I si dijeren: "En ninguna nación cristiana ha estado relaja- 
do el clero en la edad moderna," es otra respuesta que teniendo, 
la Historia en la mano hará reír. ¿Cual de las tres respuestas e^ 
ligen? 

IL Eelajacion del Olero secular de Espaia en el 
írimer tercio del siglo M 

San Ambrosio en nna de sos Homilías dice a loe ricos atai^r "Sí no nl'i-- 
mentaste, mataste.'^ ¿Si nonpavisti, occidiativ I esta que podría parecer n- 
na fmse omtoria, e» una verdad práctica i un beeho que presenciamos todos 
los días. Taya cualquiera i en cualquier día a la puerta de un cementerio ir 
verá conducidos alli multitud de cadáveres de pobres; hombres,' mujeres, ni* 
ios, jóvenes, de edad madura i ancianos; Unos murieron sin culpado nadie/ 
otros a consecuencia de sus vicios i otros por que los mataron esos ricos avá-* 
eos de ()ue habla San Ambrosio i (jue ha foto^íiado el OUspo de Clermont. 
jtios mataron con pistola o con puñal? No, sino negándoles k limosna. ^Por- 
qué murieron estos pobres? Por que se enfermaron i no tuvieron los alimén- 
fos i medicamentos necesarios; ¿I . por qué se enfermaron^ Por que aunque 
tenían comida i vestido, no eran ni en la cantidad ni eñ la calidad los que se 
necesitan para conservar la saTud. 

En fin, esos ricos de que habla San Ambrosio i que ha fotografiado Massr- 
Ilon, mueren dejando a sus deudos muchísimos miles de pesos i tiambien mi- 
Mones, i dejando en el mundo en su larga vida un reguero de lágrintas i d0 
cádáveses^ " ' 



•32 

• • • 

Testimonios DE Jíei\nam pORTEs» dblCai^denal Lorenza- 
ña, DEL Bailón de Jíümboldt i de los ^utores de "M^exico 

Á TRAVÉS DE LOS ^IQLOS." 

Estos autores en el tomo 2 P , pSg. 305, dicen; ^^Cortes niisniQ 
escribía al emperador Carlos Y: "Y que Vuestra Alteza sijiplique 
á Su Santidad conceda á Vuestra Magestad los diezmos destas 
partes para e8t»e efecto; haciéndole entender el aervicio que á 
Dioá Nuestro jSeñor se hace,* en que esta gente se convierta, y 
esto no se podria hacer, sino por esta via{la de enviar a las Indias 
monjes i i;iO can(5nigos ni otros del alto clero secular). •, y a^n 
seria otro mayor mal, que como los naturales d^ estas partes 
¡tenían en sus tiempos personas religiosas que eotendian en 
sus ritos y ceremonias, y estos eran tan recogidos, asi en hones- 
tidad como en castidad, que si alguna cosa fuera de esto á alguno 
se le sentía, era punido con pena de muerte, é si agora viesen las 
cosas de la iglesia y servicio de Dios en poder da .Canónigos ó o- 
tras dignidades, y supiesen que aquellos eraq ministros de Dios, 
y los viesen usar de los vicios y profanidades que vigora en 

nuestros tiempos en esos reinos usan, sería menospreciar 

nuestra fé y tenerla por cosa dé burla, y seria á tan gran dailo, 
que no Creo aprovecharía ninguna otra predicación que se les hji- 
c¡ese''(l), ■ ' 

El 5aron de Humboldt en su "Ensayo Político sobre Nueva 
España, libro 2, capitulo 7, dice: "Desde el principio de la Con- 
quista temió Cortes la grande opulei^cía del clero en un país 
donde es difícil mantener la disciplina eclesiástica. En una Carta 
al emperador Carlos V dice muy francamente que suplica á Su 
Magestad envió á las Indias religiosos y no canónigos, por que 
estos ostentan ijín lujo desenfrenado, dejan grandes riquezas á sus 
hijos naturales y dan escándalo á los indios recien convertidos." 
Este consejo, dictado por la franquesa-de un militar viejo, no fué 
adoptado en Madrid. Este pasage curioso lo hemos copiado de 
una obra que public(J hace algunos años uu cardenal: el arzobispo 
liOreniana/^ 

Dice Humboldt que el consejo de Cortes no fué adoptado en Es- 
paña, por que aunque mandaron religiosos, i mui buenos, manda- 
ron también canónigos i otra multitud de clérigos seculares (2). 

(1) ''Carta de Cortes eJ emperador fecha en México á 15 de octubre de 
J524;* 

Uno de eiBtos fué Aréizfi^, del qué dice Beristain: ['Áréizoffa (D. 



83 

'Otro de los hechos que prueban la grande, relajación .del. clero 
secular en España i en las demás naciones de Europa en el pri* 
mer tercio del siglo XVI, es que esta grande relajación fué uno 
de los motivos principales i urgentes de' la celebración del Con- 
cilio de Trento en el segundo tercio del mismo siglo,! especial* 
mente de si^s muchos decretos sobre J^^rma. 

ni. Majacion del Clero secnlar de la Nueva 
España en el sepado tercio del sigla ITl Alp- 
ñas reflexiones soto los Monjes. 

liclajatíon H Mm múbx. 

El yirey Mendosa en su Instrucción a su snccesor.el virey B. 
Luis de Yelasco dice: ^^Los clérigos que vienen á estas partes sou 
ruines y<todoS';8e fundan «obre interese; y si no fuese por lo que 
Su Magostad tiene mandajio y por el baptiíaf» por lo demás es- 
tarían mejor los indios.. sin ellos! Esto es en general, por que en 
particular algunos buenos clérigos hay. No se ba podido tener 
hasta agora tanta cuenta con ellos como con venia" (1). 

Uno que otro defecto de los misioneros del siglo XVI, como 
la destrucción de un<a muchedumbre de escrito- pinturas i demás 
antigüedades indias mui interesantes, la administración del bau- 
tismo a millares de indios sin el previo catequismo, la enseñanza 
superficial de la religión católica a los indios i el excluir a estos 

Juan): natural de Vizcaya, presbítero secular. Paso á las Indias el año de 
1525 . . . Vino á México, y aquí escribió al Emperador Garlos V "Relación dd 
Viaje de la Armada del Comendador Loaiza. Impresa en la Crónica de Ovie- 
do. Entre las cosas particuliu^s que refiere haberle sorprendido en México, 
una fué "que en cierto dia le dieron por limosna de mía Misa cien pesos fuer- 
tes." 

Con esta i otras muchas noticias de las riquezas fabulosas de la Nueva Es* 
paña, era imposible que dejaran de venir de España barcadas^ como dice d 
historiador Beaumont, de canónigos i otra multitud de clérigos saculares, má- 
xime cuando llegaban a la metrópoli pruebas tangibles del oro i plata de la 
colonia. 

(1) El Diccionario Castellano dice; "üíum, adj. ... el hombre vil, de malas 
costumbres y procedimientos . . . Mezquino, miserable, sórdidoj avariento etc." 



Si- 

del sacerdocio i del monacato, erroren que fueron efecto, en par? 
te de la imperfección de los hijos de Adam i en parte de las críti^ • 
eas i sumamente difíciles cn-cunstandias en que aquellos hombre» 
se encontraban, estos defectos i manchas, repito,^ desaparecen an^ 
te el resplandor de la sa4yiduria i de las virtudes de aquellos va^- 
roñes, de sus heroicos trabajos i de sus grandísimos beneficios, i 
no obstan para que- les levantemos estatuas^ de mármol i de bron- 
ce, en testimonio de eterna gratitud. Gón todo, como la destruc- 
ción de antigüedddes^ indias mui interesantes fué de gran trascen- 
dencia para la nación en el orden* hístóricoi científico; como aun* 
que la religión católica es eminentemente civilizadora^ la enseñan- 
za superficial de ella fué una 4^ Ite causas capitales de la igno- 
rancia, la falta- de civilización i la infelicidad de- la raza india du« 
rante tres siglos; como la exclusiva del sacerdocio i del monacato 
a la razar india prueba qiié desde el principio i fi>rmacion de la 
Nueva España, fué cétablécidá i fomentada, no solamente por las 
leyes civiles sino también por las leyes religiosas la desigualdad. 
de las diversas razas i claées sociales; como las cuatro garantía» 
sociales, de las qué una es la igualdad, son las based da la cítíU* 
zaciott i felicidad de un pueblo; como según el Báron de Uum-. 
boldt i otros historiadores i publicistas la grande desigualdad de 
derechos i situaciones de las diversas razas i clases sociales que 
componían la Nueva España, i el no haberse procurado la fu- 
sión i unidad entre ellas, sino al contrario- haberse procurado a- 
drede i con política maquiavélica su división» i desunión para me- 
jor dominarlas [1], hizo de la Nueva España una junta de ele-, 
nientos sociales heterogéneos que durante trea siglos estuvieron 
en pugna, i produjo la desorganización de aquel cuerpo social i su 
desconcierto i atraso en el'orden intelectual, en el moral i en el 
material; como en fin, los cuatro puntos mencionados tocan a 
las bases de la saciedad de la Nu^va España, voi a tratarlos, si-' 
quiera brevemente. 

Destrucción ds ANTiauEDAOBS indias por los misionero». 

Según las peregrinas reglas de crítica del Sr, de la Rosa no 
importa el estudio de la Historia del gobierno español, por la ra- 
zon toral de que el gobierno español terminó en 1821; pero el sen- 
tir no de diez ni de cien ni de mil sabios, sino el sentido eomun 



0*1 



(1) "Divide para mandar." Divide ut imperes. Véase probada larga* 
mente esta materia en el tomo 1 ? de estos Principios Oriticos, principio 6 ^ ,. 
•eccion 1 .* , artículo ZP 



35 

depone, en pro de la grandísima utilidad de la Historia, máxlore 
la Historia patria; i espeoialmente sabré esta materia de destruc* . 
cion de antigüedades indias por los misioneros, un sabio como el 
Sr. Qarcia Icazbalceta dice que el estudio de ella es de sumo in- 
teres^f^l). Que los misioneros del siglo XVI destruyeron con el , 
fuego, con la pica, con el hacha i con el martillo una asombrosa 
muchedumbre de ídolos i de escrito-pinturas de los aztecas, ta- 
rascos, mixtecas, mayas i demás naciones indias, es uno de los 
hechos mas claros en la historia, por estar probado con abundan- 
tes documentos históricos (2). 



(1) ^nv^stígar cnales bnn sido las' cansas de ese hecho, y la parte que en 
el hfiyvoí tenido el Sr. Zumárraga y los misioneros, es trabajo de sumo in- 
terés, porque no se trata de contentar una vana curiosidad, sino de dar á cada 
uno lo suyi:)." ("D. Fray Juan de Ziiraárrapi," capítulo 22). 

(2) efe dichos documentos^ citaré solamente los siguientes. Fray Pedro de 
(Sante en su Carta al proTincial de Plandes, de 27 de jun^o de 1529, dice: 
^Todos los domingos estos jóvenes salen de la ciudad y van & predicar en todo 
el pais, a cuatro, ocho, diez, veinte j aun treinta millas para- propagar la fé 
católica, y preparar al pueblo con sus instmceiones para recibir el bautismo. 
Viajamos también con ellos para derribar los ídolos;. Mientlras que nosotros*, 
destruimos lo» templos en un pais, ellos los destruyen en otros y elevamos 
igleáas al verdadero Diosi En estas ocupaciones empleamos nuestro tiem- 
f<y/' El Sr. Garcia Icazbalceta en el mismo capítulo 22^dioe qué esos jove* 
nes a quienes daba instrucción el Padre Gante i bajo cuya dirección des- 
truian ídolos, eran quinientos. 

Fray Martin de Valencia, superior de los franciscanos, en su Carta a Car-^ 
ios V en su nombre i de todos sus monjes, fecha 17 de noviembre de 1532, le 
dice: '^é los libros. .'. quemados. . . é todo lo que es cerimoniático é sospecho- 
so quemamos." 

Motolinia en su '^Historia de los Indios, escrita de 1536 a 1540, tratado 
1 9 , capítulo 4, dice; "Tenían (los indios) por dioses al fuego y al aire y a- 
gua y a la tierra, y de estos sus figuras pintadas; y de muchos de sus demo- 
nios tenían rodelas y escudos, y en ellas pintadas las figuras y armas de sus* 
demonios con su blasón. De otras muchas cosas tenían figuras é ídolos de 
Bulto y de pincel, hasta de las mariposas pulgas y langostas, grandes y bien 
labradas. Acabado» de destruir esto» Ídolos jnwlicos, dieron (los religiosos)' 
tras los que estaban encerrados en los pies de las cruces,, como en cárcel, por 
que el demonio no podía estar cabe la cruz sin padecer gran tormento, y á to- 
dos los destniytron?'^ 

Fray Bernardino de Sahagun en su ^'fiidtoria General de las Cosas de Nue» 
ra España,'^ que escribió de 1560 a 1580, en el libro 10, capítulo* 27, dice;- 
•'/)« estos libros y escrituras, loe mas de ellos se quemaron al tiempo que 
se destruyeron las otras idolatrias; pero no dejaron de quedar muchas eseon-^ 
¿Idas, que las hemos visto y aun ahora se gnardjan, por donde hemos entela 
dido sus antiguallas.'^ 



96 

A pesar de tan-tos i tan claros docuDaentqs históricos, uij oscri- 
ítor público mui notable se ha empeñado en sostener las proposi- 

El Padre Duran en su '^Historia de los Inviios de Nueva España,", que es- 

^cribió de 1579 a 1581, tomo J ? , pág. 17, dioo; '^$ío|ignc^o el excesivo trabajp 

que será relatar crónica y historias tan antiguas, especialmente tomándolas 

tan de atrás, por que allende de haber Iqs religiosos antiguos quemado los 

liprps y escrituras y haberse perdido todas, faltan ja los viejos ancianos y 

•antiguos que podrían ser autores de esta eseritnra." 

Fray Alonso Ponce en su **Relacion breve y verdadera" etc., que escribió 
en 1584, dice; *Tor que en estos libros habla mezcladas muchas cosas de ido- 
latría, los quemaron casi todos, y así se perdió la notipia de muchas antigua- 
llas de aquella tierra, que por, ellos se pudieran ,sa^r." ^ * ^ 

Torquemada en su Monarquía Indiana^ que eocribio .á principios del si- 
glo XVII, libro 3, capítulo 6, dice: "Cuyas historias (de Totlehuac) y años 
de su reinado y gobierno han faltado y perecido, ó porque los indios antiguos 
escondieron estos^papeles, porque no se los quitasen los emanóles cuando les 
entraron . la ,ciwdad y tierras, y se quedaron perdidos por muerte de los que 
los escondieron, ó porque los religiosos y obispo primero D, Juan de Zur 
ffiárr^f^a los quemaron^ con otros muchos de mucha importancia para sor 
ber las'cosas jintiguas detesta tierra: ^r que como todos ellos eran figuras 
y caracteres que representaban animales racionales y irracionales, yerbas, arbo- 
les piedras, q^ontes, aguas, sierras y otras cosas á este tono, entendieron que 
era' demostracipn de supersticiosa idolatría, y así qu&mdron todos cuantos pu- 
dieron ha^r,^ las manos] que á no haber sido diligentes algunos indios cu- 
riosos ea e8co)áfleí:,pa,rte de estos papeles y histprias, no hubiera ahora dee- 
Uos aun la noticia que tenemos." 

Clavijero en su ^'Historia Antigua de Méjico," libro 7, § 47, dice: '^Si se 
hubieran conservado (las escrito -pinturas indias), nada se ignoraría de la his- 
toria de México; mas los primeros predicadores del Evangelio, sospechando 
que hubiese en ellas figuras supersticiosas, las persiguieron con furor. De 
todas las que pudieron haber ¿ las manos en Te?coco, donde estaba la prin- 
cipal esQuela de pintura, hicieron en la plaza del mercado tan crecido rimero, 
que parecía un monte, y le pegaron fuego, quedando sepultada entre aque- 
llas cenizas la memoria de muchos importantes sucesos* . . No son pocas las 
pinturas históricas que se preservaron de las indagaciones de los prirneros mi- 
sioneros, sino con respecto al increible número de ellas que antes había." Con- 
firma esta última apreciación la Carta que el jesuíta .historiador Tovar escri- 
bió á su hermano el jesuíta historiadpr Acosta en los últimos años del siglo 
XVI en la qué le dice,* .*'£1 yirey D. Martin Enriquez, teniendo deseo de sa- 
ber estas antiguallas de esta gente con certidumbre, mandó juntar las libre- 
rías que ellos^teman de estas cosas, y los de México, Tezcuco y Tulla se las 
trajeron, por que eran los historiadores y sabios de estas cosas." . 

D. Lucas Alaman en sus Disertaciones^ tomo 2 ? , pag. 162, dice: *»Por 
des<n"acia los misioneros confundieron con los objetos del culto idolátrico to- 
doslos geroglíficos cronológicos é históricos, y en una naisma hoguera se con- 
sumía el ídolo ante quien se habían presentado en sacrificio los corazones hu- 
meantes de los hombres, y el manuscrito precioso que contenía los anales de' 



Í7 ■ 

dioiiea siguientes. 

1 ? No solo los misionerosi sino también los conqnistado- 
res destruyeron muchos ídolos i otras muchas antigüedades in- 
dias. Desde luego concedo esta proposición; porque está pro- 
Jbada con bastantes documentos históricos (1). 

Proposición 2 ? El Sr. Zumárraga tuvo bien poca parte en la 
destrucción de templos, ídolos i demás antigüedades idolátricas, 
i no hai certeza histórica de que haya destruido ni una sola an- 
tigüedad interesante: escrito -pinturas i demás antigüedades reía- 
tivas a la historia i demás ciencias i artes indias; por que la 
^ande destrucción de antigüedades fué en los años de 1525, 
1526 i 1527 i el Sr. Zumárraga vino a la Nueva España en 1528. 

El Sr. Orozco y Berra i óteos literatos han contradicho esta 
|)roposicion i yo sigo la opinioíi Ae estos escritores, por que me 
parece que las reglas de la crítica impiden aceptarla,, en virtud de 
los fundamentos siguientes. 

1 ? Como se ha visto, una de las principales ocupaciones del 
Padre Gante i de sus 500 discípulos en 1529, era destruir tem- 
,plos, ídolos i demás antigüedades idolátricas. Luego la grande 
destrucción de antigjüed^des idolátricas continuo en tiempo del 
jSr. Zumárraga. 

la nación desde su inmigración del norte de Asia. Afií fuerao entregados á 
las llamas los archivos de Tezcuco, con gran pesar de los indios instruidos^ que 
«abian la significación de aquellas figuras misteriosas.^' 

(1) El historiador Pomar en su ^^Relacion de las Antigüedades Políticas 
y Religiosas de los indios^\ dirigida a Felipe II, dice: ^^Demas de esto, faltan 
sus pinturas (de los indios), en que tenian sus historias, porque al tiempo 
que el Marques del Valle D . Qernando Cortes con los demás conquistadores 
entraron la primera vez en eUa (TexcQCo), que habrá sesenta y cuatro afios, 
poco mas ó menos, se las quemaron en las cas^s reales de NezahucUpitzin- 
tli en un gran aposento, que era el acchivo generdl de sus papeles, en que 
estaban pintadas todas sus cosas antiguas, que hoy dia lloran sus descendien- 
l;es con mucho sentimiento . '^ I él historiador Cavo en sus '^Tres Siglos de 
México,^' al año de 1522, dice: ^*Ck)rtes con sos soldados» movidos de religioa 
como otras veces había hecho, declaró la guerra á los ídolos de los mexica- 
nos, y con este pretexto aquellos hombres ignorantes destruyeron á sangre y 
fiíego to^o lo que juzgaban tenia algunarelaeion á las superstidones de aque- 
llas naciones. Entonces los códices mexicanos, apreciables, así por las mate- 
rias de que trataban como también por la lindeza y colores con que estaban 
pintados, fueron pábulo del fuego; y si algunos individuos de aquellas nacio- 
nes, amantes de sus ritos, historias y creencias no hubieran ocultado algunos, 
á riefigo de perder quizá la vida, careceriamos de estos monumentos: perdida 
que los liteíatos lloran, por el detrimento que aquellos conquistadores con 
ipelo de piedad causaron á las catéis y ciencias/' 



Si 

2 P Consola por la Historiaí que en tiempo del Sr/ ¿Tumskragki 
i ann después de su muerte, los misioneros en la nación azteca, 
en Mi^hoacaí), en ^lixfco, en Oaiiaca, en Yucatán i en las dema» 
naciones indias destruyeron todos los templos e ldoIos« El 8K 
Zumárraga era él Obispo i luego Arzobispo i jefe de todos los 
misioneros, i todas las obras de destrucción que ejecutaron, lo 
hicieron por su mandato o autorización. No eran loa templos & 
ídolos que existían en la inmensa Nueva España para ser des* 
traídos /en tres años! Todavía en el aiglo XVII vemos a los miw 
sioneros destruyendo ídolos (1). 



(1)^ Bsristainen la bfa)grafia éd Fray BeAÍito Feroandez, tomada d^^ 
historiador Burgos^ dioe; ^^Dicho Burgos eicríbib largamente las Acta» 
de este Venerable religioso, en las qué se leen muchos prodigios de sa cela 
apostólico, aunque acompafiaaos de la destniccion de raras y preciosas antigüe- 
dades de aquellos indios.'* SI Sr. Gaicia leazbalceta,. que escribió mas larga-^ 
mente h biografía de Fray Benito Feniandes, dice: *^£n 1548 pidió el obispo- 
de Oaxaca al provincial de los donnnicos que enviara ministros de sa orden 
al pueblo de Tlaziaco, por que el cura clérigo no entendía la lengxia de los^ 
indios ni podía sacar fruto de ellos^ j el provincial, accediendo á la petición' 
del obispo, envió á los padres Fray Gonzalo Lucero y Fray Benito Fernan- 
dez." (^'Bibliografía Mexicana del Siglo XVI,'^ pag, 148). Luego la des*-* 
truccion de preciosas antigüedades indias por el misionero Fernandez fué 
después del año de 1548. £s asi que el Sr. Zumárraga murió el dia 3 de 
junio del mismo alio de 1548. Luego la ardiente obra de destruecien de pre- 
eiosas antigüedades indias por los miáoneros eoiítinuó,^ no solo en tiempo déV 
Sr. Zumárraga, sino aun después de su muerte. 

Continua Beristain: *'TU fué la demolición que Kzcr (el Padre FérnandezV 
en Acbintk del ídolo llamado Corazón éM Pneblo^ que era una esmeralda^ 
de cinco dedos de lai^ y dos de grueso, por la que llego á dar entonces un 
español tres mil pesos; que nuestro misionero tío quiso adtnitir, antes bien' 
Hiandó reducirlo í polvo á fuerza ée golpes» Ho me atrevo á reprobar edti» 
conducta; mas yo^n igual caso habna heclío sefvir aquella piedra precios» 
de pedestal, á una custodia del Santísimo Sacramento en una iglesia de Es-- 
paña ó de Roma, para apartarla lejos de lós^ idólatras. Así se hubiei'a con-* 
nervado tan extraño moniimeiito, y el ídob Iiabria servido de peana al Dio» 
verdadero. También destruyó Firay Be&ito el fistmoso Panteón de Chacalto'n- 
go, donde había mucbas prvcioaidaaeff de escultura, pintura y arquitectura iii- 
dianas." 

' El historiador Burgoa, dominico de Oasaca como Fernandez, diee que ef - 
€oraz&n del Pueblo era *^na esmeralda tan grande como un grueso pimi^n^" 
to de esta tierra; tenia tebradt) encinQa una aveeita 6 pajarillo con grandlsiíno^' 
primor, y de nrribh abajo una culebrilla eon el mismo arte: la piedta era tanr 
trasparente, que brillaba ¿tesde el fondo, donde parecía como la llama de una^ 
vela ardiendo." Si la esmeralda {ehcdchihuitl) era del tamaño de un cbik^ 
de^xaca; tenia mas do l<»^ebioa dedos de Istgo qu^ dice BexistaiAr 



8$ 
3 ? Torquemadaí Clavijero . i otroB hiatoriadords eotieadaii 



£1 Sr. García Icazbalceta, G(a)¡ando a Burgoa, refiere con sus detalles el 
hecho del famoso panteón de Chacaltongo. ^^Subio á él (Fray Benito a un*^ 
cerro), acompañado de muchos mdios, quienes se detuvieron al llegar a la bo^ 
e& de una enera, temerosos del castigo que no dudaban harian los dioses en 
él atrerido profanador de aquel jeeínto para ellos sagrado; pero el padre pasó 
delante, solo, sin temor alguno. Penetro en la cueva, donde hallo una dilata^ 
dísima cuadra con la luz de unas troneras que le haÚan abierto por encimt^ 
y por los lados opuestos poyos conoo urnas de piedras, y sobre ellos inmensi * 
dad de cuerpos por orden en hileras, amortajados con ricas vestiduras de su 
traje, y variedad de joyas de piedras de estima, sartales y medallas de oro. 
Vio mas dentro una como recámara, y entrando ^n ella k hallo con altardllos 
á modo de nichos, en que tenían inmensidad de ídolos de diversidad de figuras 
y variedad de materias, de oro, metales, piedras, madera y lienzos de pintu- 
ras. Tanto en uno como en otro aposento hizo el padre grandes exclamado^ 
nes de horror y derribo cuanto pudo. Oyendo el ruido y los clamores, creve- 
rou lo» indios que eran producidos por los tomentos con que sus dioses ani- 
gfflfn al padre, y como tardaba en salir, tuviéronle por muerto. Al fin, apa- 
reció trayendo en la fald^ del hábito los ídolos de mayor veneración, que arro- 
jo al suelo y pisote6 delaníe de todos." 

Dice el Sr. García Icazbalceta; **Entr6 (el Padre Fernandez) en la orden 
de Predicadores, cuyo hábito recibió en el convento de San Esteban de Sala-- 
manca, que tantos varones ilustres dio á la provincia de México.^' Con su 
gran talento aprendió mui pronto los dos dialectos de la lengua mixteca, el del 
pueblo i el de la corte, que solo usaban los nobles, i en uno i otro predicaba, co- 
mo refieren los historiadores Buigoa i Garcia Icazbalceta. I si los monjes ilus- 
tres de Salamanca i que conocían las lenguas indias, hicieron tales destrozo^ 
en las preciosas antigüedades indias, ¿qué no harian los monjes que no eraui 
de gran talento ni conocían las lenguas indias/ 

Beristain opinaba que debia haberse conservado el Corazón del Pueblo 
Clavijero opinaba que los misioneros no debían haber destruido las antigüe 
dades indias sino haberlas conservado en museos, i en el mismo siglo XVI el 
monje Justino Fray Jerónimo Román, que escribió e inprimió en España su« 
libro "Repúblicas del Mundo,^^ en el libro 2, capitulo 16, hadando de las esf 
crito-pinturas o libros de los indios de la América, dice; ^^Cierto que fuera, 
una cosa principal y notable si los tuviéramos, lo cual se pudiera haber hecho 
facílisimamente, si ciertos padres dominicos no bs hubieran hecho quemar^ 
diciendo que aquellos traían perjuicio á la convexsion de los indios, como si 
no pudieran guardarse ó enviarse á España para quitar aquel inconveniente.^^ 
Sigo la opinión de Román, Clavijero i Beristain. No hi^a miedo que si- los 
monjes hubieran conservado las preciosas antigüedades aztecas, tarascas, mix - 
tecas, mayas etc., etc., los indios hubieran atribuido esto i^ avaricia de loa 
mismos monjes, viéndolos caminar a pié i descaí zoi^, vestidos con un hábito 
roto, comer tortillas i chile, sentarse en el suelo i dormir en un petate coniQ 
éllos^ según refiere Mendieta. (Historia Eolesiásticít Indiana, libro 3, capitur 
lo 80), Los misioneros ilos indios se pareóau hasta ea la grandísima añcioa 



40 

que el Sr. Zumárraga tuvo la parte principal en la qnemazon i 
clestrozo de las escrito-pinturas i demás antigüedades indias. 
4 P El mismo Sr. Zumárraga en 911 Cartq, de 12 de Junio de 

i práctica de la«s peoiteocias sangriez^tc^, los iodios con espinas de maguey 1 
ptros instrumeptos sei^ejantes i I09 monjes i^on dUcipUnas de fierro. Presen- 
taré este rasgo enjbre mil; Fray Alonso de Ijafrea en la CrÓDÍC9 de la Provin- 
QÍ9 de San Pedro y San Pablo de ]V|ichoacan, capítulo 30, espiibiendo la Vid# 
áe Fray Jacobo Daciano, dice: "To(Ja su vida, desde que tomjo el hábito an- 
duvo á pié, viniendo desde Dacia á Ríichoacan sin qyerer ni aun calzarse . . . 
Jlespetaban (los indios) su santidad, cuyo crédito se levantaba como espuma 
puando lo veían tan peDÍtenj;e y, llagado de los a2^otesy disciplinas, que pare- 
cía que cada noche venia de las garruchas y suplicios de I09 ¡tiranos, y no er 
ran siao azotes propios que pomo canon enfogado reyentaba el fjuego de su 
espíritu por cada ranuil de \^ disciplina, escribiendo pon su sangre los afectos 
de su amor." Ahora presentaré un documento histérico, entre muchos, sobre 
las penitencias sangrientas de los aztecas. El Conquistador Anónimo, que cono- 
ció i trató a Moctezuma, a Cuauhtemoetzin i demás indios de la misma época, 
en el capítulo )5 de su Historia dice; Sonó quesfi lepiu deT^ti§'«n/í let piu 
osservatrici ¿ella religión, loro di quanti naiioni habbia créate Iddio: 
in tanto che essi iste^ si offerivano TOlontariamente q dover esser sacri- 
ficatij pensatidqsi di salvari con puesto modo V anille loro, et si cavavanQ 
essi istessi il sqngue dalle lingue et dalP orecchie et dallfi fyraceia^^ per sa- 
crijicarlo et offerirh d Idoli loro. Nuevo testiinonio, ^obre los muchos que 
he presentado en n^i Compendio de la Historia Anticua de México, de que 
ios sacrificios ][)umanos de los aztecas no prueban salvajez, sino fanatismo. 

Los indios no son tontos, como dicen gratuita e injuriosamente los españq- 
lados: ellos lloaraban al ver la destrucción de sus preciosas antigüedades, i 
cuando veian que MotoUnia, Sahagun i otros niisioneros (muí pocos a la ver- 
dad); las conservaban i estudiaban, no lo atribuía^ a avaricia, sinp a que a- 
quellos varpnea poinprendiap lo que valían. 

Para fin i remate de esta nota, que ya está maslaraa de lo que permite la 
paciencia de los leptores, diré que según el historiador Burgoa, el español 
ofreció a Fray Benito Fernandez tres 'mil ducados por el Oorazon del Pueblo. 
El Sr. García Icazbalceta en la bipgrafia del virey Mendoza en el Diccio- 
nario Universal de Historia y Qeografia, Mé:^ico, 1853—1856, dice que en la 
época del virey Mendoza (que fué en la que existió el rqisionero Fernandez), 
8,000 ducados equivalían a 18,800 pesos mexicanos en el siglo XIX, i en 
consecuencia un dncado equivalia a 2 pesos 35 centavos nuestros, i por lo 
mismo lo que ofreció el espafiol al nüsipnero fueron 7,050 pesos. ¿Se conoce 
de la misma manera la preciosidad de la antigüedad mixteca diciendo tres 
mil pesos que tres mil ducadosF/ ¿no debe un historiador hablar con exac- 
titud? Esto se parece al Coloquio "El Profeta Joñas'' de Eslava, poeta de 
la Nuera España, en el qué presenta a Joñas ajustando su pasaje en la nave 

Sor ducados. No me ocurre acerca de esto otra solución, sino que Beristain 
ebió de pensar que para que el Padre Femandciz no haya aceptado el dinero, 
• y> Q)¡smo eia decir tres mil pesos que »eto mil cincuenta pesos. 



41 

153-1 a los monjes de la orden franciscana, rewnidpg en Capítuld 
General, lea dice con aprobación i complacencia: "Sabed que an- 
damos may ocupados con grandes y continuos trabajos en la con- 
versión de los infieles, de los cuales [por la gracia de Dios] por 
mano de nuestros religiosos de la Orden de Nuestro Seráfico Pa- 
dre San Francisco de la regular Observancia, ae han baptizado mas 
de un millón de personas, quinientos templos de ídolos derribados 
por tierra y mas de vdnte mil figuras de demonios que adoraban 
ím, sido hechas pedajíos y quemadas" (1). 

5 ®. El Sr/ Zumárraga no podía juzgar por sí mismo de las 
/escrito- pinturas, por que nunca supo la lengua azteca ni ningún 
idioma indio (2). 

6 ? El Sr, Zumárraga antes de venir a México, como.Inquisi- 
dor en Vizcaya quemó a unas brujas; i el que cree en brujas i 
quema a unas mujeres, unos seres racionales, mucho mas fácil- 
mente quema papeles creyendo que tienen demonios, teniendo 
por tales Los geroglíficos i demás figuras asaz extrañas i que pa- 
2;pcian espan;tables de dioses gentiles, 

7? El Sr. Zumárrap quemó a D. Carlos Ometochtzin, ca- 
cique de Texcoco (3), hijo de Netzahualpilli^ i el ^ue quema a un 
hombre, mucho mas fácilmente quema papeles» 



•^ 



(1) El Sr. Orozco y Berra observa con mucha razón que la frase "hechas pe- 
dazos" se refiere a los ídolos, que en su inmensa majorí» eran de piedra i 
que la palabra "quemadas"' se refiere principalmente a las escrito-pinturas 
que eran de papel. Confirman este juicio crítico los documentos históricos' 
verbi gracia, el testimonio de Fray Martin de Valencia, que dice '*é los libros 

...quemados." 

(2) El Presbítero Luis Becerra Tanco, que escribió a mediados del siffio 

XVII i. es uno de los principales autores que han referido la aparición de 
Nuestra Señora de Guadalupe, dice que Juan Diego no sabia el idioma cas^ 
tellano, suponiendo que el Sr. Zumárraga habló con él en mexicano. No 
contó con la huéspeda, i la multitud de escritores que en los siglos XVII 

XV III i XIX han seguido la narración de Becerra Tanoo, no han contado 
con la huéspeda, a saber, que el Sr. Zumárraga np sabia el azteca. Asi cons- 
ta por los historiadores; baste por todos elSr. Garcia Icazbalceta, que dice- 
"no es creible que enseñara de ese modo á los indios, por que nunca supo la 
lengua." ("Don Juan de Zumárraga," capítulo 18). Lo que sin duda suce- 
dió fué que algún monje que sabia el azteca sirvió de intérprete én las diver- 
sas conversaciones entre el Obispo i el indio; mas Becerra Tanco, que refiere 
la Aparición con todos sus detalles, hasta el de que los criados del*Sr. Zumá- 
naga pusieron la mano sobre las flores que llevaba Juan Diego nada dice de 
intérprete, ^ ' 

^ (3) Lo refieren Suarez de Peralta, historiador del siglo XVI i el Sr. Gar- 
ría Icazbalceta, obra cit., capítulos 16 i 22. ' ' 



12 

' Froposícion 3^* Los misioneros díéstniyeroa íntímérafefes 
templos, ídolos i demás antigüedades idolátricas; pero bastante 
pocas escrito -pinturas i demás antigüedades interesantes^ relati- 
vas a la historia i a las demás ciencias i artes indias. 

Las reglas de la crítica impiden aceptar esta proposición, ei& 
tirtud de los fundamentos siguientes. 

1 9 Dícese que la principal quemazón i destrozo de las antí- 
güedades indias fué en los años de 1825^, 1826 i 1827. Pues en 
estos años, los misioneros (que habian llegado a México en juni'o 
de 1824), todavía no sabian bien la lengua azteca ni ningún i* 
dioma indio ni la historia antigua de México; ¿como distinguiañ 
pues, cuales antigüedades eran puramente idolátricas i cuales e> 
ran científicas?' 

a P' Durante los veinte años del obispado i arzobispado dd 
Sr, Zumárraga, es decir, en ef primero i segundo tercio del siglo 
XVI, ja casi todos los misioneros h'abian aprendido los idiomas 
indios, unos mur mal, otros mediatiamente, otros i rarísimos coa 
perfección como Sahagun i Fray Alonso de Molina (1). Mas auw* 
que ya casi todos los misioneros habian aprendido los idiomas in- 
dios, estaban mui ocupados de dia i de noche en los ministerio^ 
apostólicos i no teniaa tiempo para los estudios científicos: para 
estudiar i examinar las inumerables antigüedades indias i distin- 
guh: cuales eran puramente idol^átricas i cuales eran científicas 
[2]. Hoi cuando un católico compone un libro sobre una mate* 



(t) £l 8f. Qarcift Icazbalceta ea sa '^Bibliografia Mexicana del Sigío 
XVI,^' pág. 255, hablando de la instrucción de Sahe^n en la lengua azteca, 
dice: ^'aleanzó tal perfección en eHa, que según' testimonio de los contempo- 
laneos, solo podia igualársele Fray Alonso de Molina, oriado desde niño en- 
tre los naturales.'' 

El cáustico Sahagun, eü el prólogo a sü tratado del ''Arte Divinatorili-," 
refiriéndose a aquellos clérigos seculares i regulares que por no saber bien el 
idioma indi9 de su curato, al tratar con los indios entendían unas cosas por o- 
tras i usaban de unas palaljras en lugar de otras, como sí uno predicando a 
los indios, al mostrarles el cielo, por usar de la palabra cido usase de la pala- 
bra cebolla^ dice; '^aprovechcu^ mucho también este libro para los que van de 
nuevo a convertir a los idólatras^ para c^ue no les bagan del cielo cebolla, ó de 
Ja cebolla cielo.'' (Qarcia leazbalceta, Bibliografia citada, pag. 321). 

(2) El Sr. de la Rosa dice hablando de los misioneros; ^^£b México ha- 
bia objetos importantísimos en que era necesario oeuporse de preferencia; la 
oonservacion de los aborigénes americanos, su defensa continua, su conver- 
sión al Catolicismo, la destrucción de la idolatria y de la barbarie, que domina- 
ba en varias partes de lo que fué después la Nación mexicana: todas estas 
cons que exigían fatigas incesantes y en que era necesario que ee ocupáiau 



43 

Ú& tóclSüte á lá religión i quiere imprimirla, íe entrega el libro & 
BU Obispo, presentándole un escrito en solicitud de la licencia 
para la impresión; el Prelado pone este auto: **Pase al teólogo 
consultor H/' eligiendo a una persona que tenga instrucción en 
}a materia del libro, que no siempre es pura teología, i que no 
tenga algún resentimiento, envidia u otra pasíod Contra el autor 
del libro; el teólogo, después de tener en su poder el libro cuatro 
o seis meses o un año, da su parecer, i tisto este» el Obispo con- 
cede o niega H licencia para la impresión. En aquel entonces la 
cosa era müi diversa» De las naciones indias, sola las civilizadas 
en e) orden material eran muchas, coma la azteca, la acolhuá, la 
tarasca, la mixteca, la zapoteca, la totonaca^ la maya etc., i cada 
una tenia su idioma i sus antigüedades; el número de estas era 
asombroso, como dicen Clavijero i otros historiadores.' templos, 
ídolos, muebles del culto gentílica, escrito- pinturas, mosaicos, 
instrumentos de las artes, objetos esculturales, objetas pertene-' 
crentes a la cerámica, ala glíptica etc.; los misioneros eran po- 
quísimos en cada nación, comparativamente al número de indios 
de qtíe se componía la nación, i estos poquísimos misioneros es- 
taban muí ocfupados en caminar a pió i descalzos por sierras i va» 
lies, decirla Misa, frecuentar la oración mental, la disciplina i o- 
tras penitencias exterioi'es,. predicar a los indios, catequizarlos 
enseñándoles la religión católica, bautizarlos (a centenares en un 
dia)j confesarlos (idem, ídem,) casarlos (i la averiguación de cual 
de tres o cuatroo mas mujeres era la que se debía preferir, los pa- 
rentescos i demás impedimentas dirimentes era una madeja i un 
mundo), confesar i administrar la extremaunción a los mx)ribun- 
dos (1), sepultar a los muertos con los ritos cristianos, no de- 

toucTios hombres ele cofrera litefatla, aunque buenas y necesarias en sí mis- 
mas, impedían otra clase de trabajos cieHíifieos,^^ ("La Religión y la So- 
ciedad," época 3 ? , tamo 1 ?* , pag. 130). 

(I) El Papa concedió a los misioneros franciscanos la facultad de admi- 
nistrar el sacramento de la confirmación a los indios, i ellos por humildad no 
quisieron administrad lo, a excepción de Motolinia que lo administró a muchí- 
simos. 

A los misioneros en diversas partes del mundo los Papas, por las mu-, 
chísimas ocupaciones, les han dispensado el oficio divino que se llama de las 
horas canónicas, o sea rezar en el Breviario siete Teces][al diá y en la noche, a 
saber, los maitines i laudes a la media noche, la prima a !a salida del sol, lá 
tercia a las nuete de la mañana, la sexta á las doce del día, la no7ia a las tres 
de la tarde, las vísperas a la puesta del sol i las completas a las ocho de la 
noche. Mas los misioneros españoles en México eran tan fervorosos, que ni 
este oficio divino omitian:. dice Mendieta: ^^Donde quiera que iban^ cuando 



44 

jar de la mano el aprendizaje i cultivo de las lenguas indias, de^ 
pender a los indios de los españolea (ante I09 encomenderos i an* 
te los tribunales, de palabra i. por escrito), levantar templos, fa* 
bricar monasterios, fabricar escuelas de primeras letras, fabricar 
hospitales, hacer órganos, hacer campanas, ensenar a los indios % 
leer, escribir, cantar i tocar en diversos instrumentos músico» 
para que oficiasen^ es decir, cantasen i tocasen en las Misas, en- 
señarles a sembrar con el arado, enseñarles a hacer cohetes etc, 
(1). Este cúmulo de ocupaciones no dejaba tiempo a los misione- 
ros para los estudios científicos de los libros indios, a excepción 
de Pray Andrés de Olmos, Motoliuia, Fray Bernardino de Sa^ 
hagun, Molina i tal cual otro rarísimo i lo que es en los años d^ 
1525 i siguientes, el negocio era entrar los misioneros en los ar- 
ghivos o salones en que dichos libros se guardaban enrolles, tomar- 
en los brazos uno o mas rollos como (juiea carga lena, i echarlos 
en la hoguera. 

8 P Durante los veinte años del gobierno del Sr. ^umárraga 
i bastantes años después, es decir, en el primero i segundo tercio 
del siglo XVI, cuando ya casi todos los misioneros habian apren* 
dido los idiomas indios, poquísimos, como Olmos, Motolinia, Sa- 
haguu i Molina, estimaban i estudiaban las escrito-pinturas i 
demás preciosas antigüedades indias. De los demás misioneros, 
unos tenian estos objetos como cosas idolátricas i diabólicas i 
otros como antiguallas i meras curiosidadei poco o nada útiles. 
Cuando aquellos hombres se habian resuelto en España a venir a 
las Indias i en alas de su celo habian surcado el vasto mar, 

vían que era hora de vísperas ó completas, en el camino se separaban y las 
rezaban, y lo mismo hacian siendo tiempo para rezar las otras horas." (Obra 
citada, libro 3, capítulo 30). Si cuando el hombre lee la Historia de la Con- 
quista de México, aunque haya leído muchas historias, inclusas las de Alejan- 
dro i Cesar, a cada paso tiene que cerrar el libro, suspendido por la admirar 
eion de las hazañas de Cortes, no menos admiración causan las Vidas de los 
misioneros en las Crónicas de las órdenes monásticas. 

(1) Aunque las sapientísimas i paternales Leyes de Indias prohibían a loa 
indios el uso del caballo, no faltaron misioneros que enseñaron a Jos indios la 
equitapion i sus diversos ejercicios. Beristain en la biografía del misionero dor 
inínico Fray Pedro Barrientos, dice: **Fundó el convento de Ciudad Real de 
Chiapa (hoi San Cristóbal las Casas) . . . Les enseñó (a los indios) el canto 
llano y les instruyó en la cria y conservación de los caballos, y en el arte de 
domarlos, montarlos y correrlos, y tuvo la satisfacción de que llegasen á eje- 
cutar en su presencia juegos de cañas y alcancías, con la maestría y primor que 
se acostumbra en España. Murió en ^ 1588 y dejó M 8. en lengua de loa 
indios ^^Instrucciones y lecdones Veterinarias.'' 



45 

^n lo menos que pensaban era en venir a estudiar la historia, la 
astrononciia i demás ciencias indias: ¡las almas, la salvación dé las 
almas! era lo que inflamaba su pecho i su único pensamiento. I 
todavía después que aprendieron las lenguas indígenas, /las al*, 
mas, la salvación de las almas!, emplear aquellas lenguas en 
predicar a los indios, en enseñarles la doctrina cristiana, bau*- 
tizarlos, administrarles los demás sacramentos i salvar sus alma^ 
€ra su ímico pensamiento. Pero quieo hubiese inventado el pul-* 
que^ que los indios hubieran contado sus años por soles o por 
lunas o como les hubiera dado la gana, que hubieran venido del 
Asia o del África o de en casa del demonio^ les importaba un 
bledo (1). 

Fray Andrés de Olmos, después de haber estudiado las escri* 
topinturas i otras muchas preciosas antigüedades indias, escri* 
bió su libro "Tratado de las Antigüedades Mexicanas,'^ qne elo- 
gia mucho Mendieta, i con todo, jamas se imprimió i al fin se 
perdió. Motolinia, después de consultar las escrito-pinturas i o- 
tras muchas antigüedades indias, escribió su "Historia de los In- 
dios,^' i a pesar de ser mui interesante, estuvo sepultada tres si* 
glos entre el polvo de los archivos españoles, hasta que la impri- 
mió hace poco tiempo (1858) el Sr. Garcia Icazbalceta. Fray 
Bernardino de Sahagun poseyó como nadie la lengua azteca, es- 
tudió como nadie las escrito -pinturas i otras muchas preciosas 
antigüedades indias i escribió sobre ellas obras interesantísimas, 
por las cuales fue hostilizado por muchos misioneros, diciendo 
que con tales obrüs se perpetuaban las cosas de la idolatría. Da 
dichas obras, unas se perdieron, i su '^Historia General de las 
Cosas de la Nueva España," estuvo también sepultada dos siglos 
en los archivos españoles hasta el reinado de Garlos III, i ni en* 

(1) El historiador misionero Mendieta, escribiendo en los últimos añois 
del siglo XVI, dedicó el libro 2 ^ de su ^^Historia Eolesiástícá Indiana^^ a 
tratar ^^de los ritos y costumbres de los indios de la Nueva España en su in« 
fidelidad,^' i en el prólogo a este libro dice que la materia de él la sacó del 
libro manuscrito de Fray Andrés de Olmos i de la ' 'Historia de los Indios^* 
de Motolinia. En su misma Historia Eclesiástica Indiana, libro 8, capitulo 
39, hablando de algunas costumbres que tenian los indios en su gentilidad i 
que habian conservado después de convertidos al cristianismo, costumbres 
cristianizadas por los misioneros, dice: "El Padre Fray Toribio Motolinia, u- 
no de los doce ... fué el mas curioso y cuidadoso que hubo de los antiguos 
en saber y poner por memoria algunas cosas que eran dignas de ella, ó por 
xnejor decir, el solo fué cuidadoso en este caso, para que muchas cosas no se 
perdiesen por la injuria de I09 tiempos; por que de otros casi no he visto cosa 
que dejasen escripia cerca de esta materia." 



4€ 

toitces se íuQ^primiló.*: el priociero que tuvo ki gloria de dttfvla iil& 
hié Du^stro D. Carlos M ^ de BastamADte en 1829 (1). 



(1) Beristain en el articulo SaJhagtm (Fray- Bernardino)^ hablando de 
dicha Historia^ dice: "Obra <iue debió haber sido inmortal; pero que habien- 
do costado al autor machos difigustos, por que stis celoso» compañeros de- 
cían que no deBian perpetuarse los vestigios de la idolatría^ le fué arreba^ 
da de las manes pera el cronista Herrera, "á quien le aprovecharia (dice con 
gracia Torquemaida), lo mismo que las eoplas de Gaiferos.^'^ Y con razón, 
pues aquel español ignoraba absolutamente la lengua mexicana. Y aunque 
en sus Decáelas se encuentre algo del Padre Sahagun, es infinitamente mas 
lo que quedó sepultado, siendo tan divessa la materia de ambes escritores. la- 
fetigable en el trabajo nuestro Bemardino, escribió después su Diccionario 
Trüingüe^ en cuyo prólogo se explica asi:. *^He puesto en castellano la gra- 
mática histórica, para no dar motivo á los Rabinos que saepe expugnavC" 
mifU me á juventute m^aJ^^ Estas palabras latinas quieren decir; "muchas 
veces me han hostilizado desde mr juventud," i a los que lo hostilizaban los* 
llama üaiíno^, que eran les mismos que Feyjoe llamaba- *'Reverendas capi- 
Ilas,^^ es decir, los misioneros principales i de mas infinencia. 

Mendieta en su I£storia citada, libro 4, capítulo 44, hablando de Sahagun^. 
dice; **Y como hombre que sobre todos mas inquirió los secretos y profundi- 
dad de esta lengua (la azteca), compuso un Calepino (que asi lo llamaba él) 
d3 doce ó- trece cuerpos (volúmenes) de marca mayor (.en folio mayor), los* 
cuales yo tuve en mi poder, donde se encerraban todas las maneras que los- 
mexicanos- tenían en todo género de trato, religión, crianza, vida y conversa-- 
cion,. EstoSf por ser cosa tan larga, no se pudieron trasladar. Sacólos do su 
poder por maña uno de los vireyes pasado?, para enviar á cierto cronista que 
le pedia con mucha instancia escrituras de cosas de indios, y tanto k aprove^ 
charán para su propósito como las coplas de Gaiferos; Fué este Padre eu 
esto desgraciado, que de todo cuanto escribió solo un cancionero se imprimió." 
El virey fiíé el Marques de ViÜ'araanrique i el cronista fué D.- Antonio de 
Herrera, como dice Torqnemada. Tengo en una de las paredes de mi gabi- 
nete el retrato de Torquemada en el aeto de estar escribiendo su MonarquiOf 
Indiana i me parece que dice: "Estoy plagiando." 

Mendieta en la misma Historia, libro 5, parte 1 5^, capítulo 41, en lá bio' 
grafía de Sahagun, dice:. *^A prendió en breve la lengua mexicana, y súpola 
tan bien, que ninguno otro hasta hoy le ha igualado en alcanzar los secretos 
de ella, y ningiíno tanto se ha ocupado en eserebir en ella ... Yo tuve eu 
mi poder once libros de marca de pliego, en que se contenian en curiosísima 
lengua mexicana declarada en romance, todas las materias de las cosas anti- 
guas que los indios usaban en su infidelidad, asi de sus dioses y idolatría, ri- 
tos y cerimonias de ella,.>como de su gobierno, policía, leyes y costumbres de 
mayores y de todo género de conversación y trato humano." En el párrafo 
anterior habla Mendieta del gran Diccionario Azteca compuesto por Saha- 
gun, i en este, de la "Historia Genei»! de las Cosas de la Nueva España'' dé! 
mismo Sahagun. Prosigue Mendieta. **Tuvo tan poca dicha este bendito 
Padre en el trabajo de sus escritos, que estos once libros qiie digo, se los saco 



47 
Fray Alonso de Molina tatnbiea taro sas contradicciones, a^ 



eon cautela un gobernador de esta tierra y los envió á España á un cronista 
^ue pedia papeles de Indias, los cuales allá servirán de papeles para espo^ 



cías." 



Prescott en su ^^Historia de h Conquista de México'^, libro I ^ y capítulo 3^ 
dice; '^Sahagun tenia un espíritu mas ilustrado que el resto de sus bermanos, 
quienes llevados de su ciego celo por la religión, hoMan aniquilado de buena 
gana todos los monumentos que el arte y la ingenuidad humana habían 
producido antes de la conquista, Se rehusaron pues á ajrudarle á trascribir 
aquellos nmnuscritos que le habían eostado tantos años de trabajio^ j se nega- 
ron á imprimirlos, alegando por protesto que no tenía e) eonvento para su-- 
f ragar los gastos^ lo cual ocasiono el retardo de su publicacbn durante algu- 
nos afios; pero lo peor fué que el jnrovincial se apodíero de los manuscritos, los 
cuales fueron bien pronto esparcidos por los diferenies conventos del reino.^' 
El historiador norteamericano continua la larga Listona de los UInxms de Sa- 
hagun. 

£1 Sr. Gareia Icazbalceta, en su '^Bibliografía Mexicana del siglo XV I,^ en 
la biografía de Fray Bernardino de Sahagun, dice; '*Una vez concluida la o- 
bra, pidió el autor al Comisario Pr. Francisco de Ribera (1569—1573), que 
tres 6 cuatro religiosos la examinaran y dieran su parecer acerca de ella en el 
próximo Capítulo de 1570*. *. Los censores, sean quienes fueren, declararon 
que aquellos libros eran de mucha estimación y debian ser favorecidos para 
que se acabasen* Como el texto mexicano estaba completo, hemos de ei>ten- 
der que la última frase se refiere a la versión escarióla que ya se habría co« 
menzado. A pe^r del dictamen favorable de los censores, no faltó en el 
definitorío quien opinara que era contra el voto de pobreza gastar dinero ea 
amanuenses, sobre el ya gastado; y adoptada la opinimí^ se mandó al autor 
que despidiera á los escribanos (amamienses)^ dejándole en libertad de es- 
cribir por 8Í mismo cuanto quisiera. No pudo alcanzar revocación de la or- 
den, y el resultado fué la suspensión del trabap por mas de cinco años, por 
que el autor, que pasaba de los setenta, no podk escribir por estorbárselo el 
temblor de tas menos.^ Tal falta de estimación de los estudios i libros sobre 
las escrko-pÍDturus i demás preciosas antigüedades indias de parte de la ma- 
yoría de los misioneros i aun de los prrncipales de ellos, como eran el comisa- 
río i los de su consejo, llamado defíuitorio, pasabei mas de veintidós años des- 
pués de la muerte del Arzobispo Zumárraga. 

Continua el bibliógrafo mexicano. **I>e8pue8 del Capítulo, sin duda, saco 
(Sahagun) de sus manuscritos Un sumario de los libros i capítulos, en qué so 
daba idea de la obra; añadió los prólogos y lo envió todo á España en el mis- 
mo año de 1570 con los padres Fr. Miguel Navarro y Fr. Jerónimo de Men- 
dieta.'* /Cuantas trabas cuando falta la libertad de pensamiento/ Sigue el 
Sr. Gar ia Icazbalceta. ""En uno de los prólogos hay una Advertencia al lec- 
tor^ cuya parte final puede ayudarnos á descubrir el objeto del onvio. Dice 
asi; *Lo de la lengua española y las escolias no está hecho por no haber podi- 
do mas, por falta de ayuda y de favor', si se me diese la ayuda necesaria, ea 
un año ó poco mas se acabaría todo: y cierto que si se acabase^ seiia un teso^ 
10 para saber muchas cosas dignas de ser sabidas/^ 



•48 
uuirguras i trabajos para la impresión de 808 útilísimos libros so* 



"A poco el P. Fr. Alonso de Eficalona, el provincial nombrado en 1570, 
tomó al autor sus libros y los esparció por toda la provincia, con lo cual fue- 
ron vistos y aprobados por muchos religiosos, y aun anduvieron en poder de 
seglares, que se aprovecharon de ellos. En 1573 volvió Fr. Migtiel Navano 
con el título de Comisario, y á petición del P. Sahagun mandó recoger coa 
censuras los libros dispersos^ como en efecto se recogieron todos, y volvieron 
»i poder de su autor un año después; pero no se hizo mas^ por que no hubo 
{¡uien los favoreciese para acabarse de traducir en romance^ hasta que a fi- 
nes de 1575 ó prin'cip:os de 1576 llegó el nuevo Comisario Fr. Rodrigo de 
Sequera, quien vio los libros, se agradó de ellos, mandó al autor que acabase 
de traducirlos y dispuso que se escribiesen de nuevo en dos columnas una en 
mexicano y otra en castellano." El Sr. Garcia Icazbalceta prosigue con sq 
acostumbrada erudición la larga historia de los libros de Sahaguu. 

El ilustre misionero, concluida su ''Historia General de las Cosas de Nue- 
va España," la dedicó a su insigne protector el comisario i^equera i en la 
dedicatoria le dice: **Con ninguna otra cosa. Padre Reverendísimo, me parece 
puedo dar muestra del agradecimiento que debo a Vuesa Paternidad, sino es 
dedicándole esta obra que por su favor ha sido resucitada, habiendo estado 
enterrada en el sepulcro del disfavor." I todavia después de tan favorable 
Bcojida, el disfavor del gobierno espaüol a las letras indias persiguió el libro 
del desgraciado sabio, porque como dice el Sr. Garcia Icazbalceta, *'La gran- 
de obra de Sahagun durmió tranquila dos siglos." 

Ya se han visto estas justas lamentaciones de Mendieta por la suerte de 
los hbros de Sahagun: "Fué este padre en esto desgraciado, que de todo 
cuanto escribió, solo un cancionero se imprimió." Pu* s Mendieta no contaba 
con la huéspeda. ^Qué habría dicho si hubiera previsto que aun respecto de 
este Cancionero seria desgraciado Sahagun/ En efecto, a pesar de que de las 
muchas i sabias obras que habia escrito Sahagun, la única que se imprimió ea 
tiempo del gobierno español fué el Cancionero, después que escribió Men- 
dieta la Inquisición persiguió el Cancionero^ recojió los ejemplares i loe que- , 
mó: Por que en los benditos tiempos del gobierno ^spañol, después que el 
autor de un libro lo habia escrito con grandes trabajos por la falta de buenas 
obras que consultar, cuya introducción i circulación estaban prohibidas, des- 
pués de haberlo escrito con la pluma arrastrando i con mucho tiento, para no 
lastimar ninguna idea monárquica absoluta, ninguna idea de la política colo- 
nial, ninguna añeja preocupación/ después de haber pasado el libro por la 
previa rigorosa censura i por la licencia del virey, i por la licencia de la au- 
toridad eclesiástica i por otra tercera licencia, que era la de las reverendas ca- 
pillas si el autor era monje, i por otra cuarta Ucencia, a saber, la del Consejo 
de Indias, si el libro trataba de materia de Indias, para^ lo cual era necesario 
remitir el manuscrito a España i en este solo trámite discurrían no solamente 
meses sino años; después de haberse salvado el libro de naufragio en el mar, 
en el qué perecieron muchos libros manuscritos que constan en la Biblioteca 
de Beristain, por la imperfección de la navegación en aquel entonces; después 
de haberse salvado el libro de otro naufragio en el Consejo de Indias; después 



49 
* Jir^r idiomas indios. El Sr. Grarcia Icazbalceta en su Bibliografía 

de. habersevV^Dpido la grandísima dificultad de los gastos, por que el papel 
^treinta pesos la resma) i la impresión eran carísimos, i en fin, después de ha- 
Jber pasado .el libro por Scyla i Caribdis; impreso el dicho, libro i. puestos en 
'Circulación los poquísimos ejemplares, todavía el4iutor.Do,podia cantar victo- 




de 

de las. Indias Occidentaíes^\por Alcedo^icon otros libros en España, como 
lo refiere el mismo Menendez Felayo.en su obra '^Los Heterodoxos Espa- 
cióles,^' a .pQsar de ser tan. aprisionado por la .Inquisición. Asi sucedió con 
algujK)s libros en la Nueva España, x]ue después de impresos fiíeron mandados 
.recoger, unos por el Consejo de Indias, como el '^Diálogo sobre la Doctrina 
Cristiana en lengua tai;aspa" por Fray Maturipo Gilberti,v seeun, refiere Be- 
iristain. en el artículo GUberii (Fr, ikfa/ffr vio),. i iOtrps por la.Inquisicion, co- 
mo 1^ Salmodia Cristiana de Sahagun. 

El verdadeiio título de este libro q\iie .M^adieta.Hama Canc^oTiero es el sí- 
.guiente; "Psalmodia Christíanaj Sennanario de los Sapctos del A6o, en'len- 
.gua Mexicanai compuesta por el muy R. Padre, Fray Beinardino de Süheguii, 
^de la orden de Sant Fianpisco.T-Prdenada .en. cantares ó ^Psalmos. para que 
canten los Indios en los areytosque hacen en las Iglesias.^' (García IcazbaJ- 
ceta, Bibliografia,.p$£.J247). T^\ Li^. D. Jqsé 'Fernando Ramírez, uno de. 
los primeros sabios de nuestra República Mexíoanay hablando de un ejemplar 
'impreso de. la Sal^iQdia de Sahagun q^e.ti^vo en sus pianos, dic^: '^Este vo- 
lumen, aunque muy : incompletp, es. probablemente una de las producciones 
, mas raras de la.antigna > tipograjSa Jinexicana: quizas es único, según puede 
.colegirse délas noticias<[^e aejo el infatigable Fr* Francisco de ía Rosa Fi- 
gueroa en el catálogo que formó de la biblioteca de su convento ... El P. 
.Figueroa, bibliotecario de su convento, era también, /lor desgracia de nues- 
. tros bibliófilos, fíotario" y Revisor de liibrqs por el Santo Oficio, encargo que 
^ desempeñó con un celo verdaderamente abrasador. El mismo nos va á dar 
la prueba en los signantes párrafos que copio á la.letra de las pags. 972 ¿ 
. 974 (del oaidUogo)^ en. los cuales hallaremos también la noticia del libro que 
nos ocupa. Pecia asi: ^^Denuncié ^¿¿ la Inquisición) y presenté un libro ma- 
Duscripto en idioQta mexicano, en que estaban traducidas todas las J^pístolaa 
. y Evangelios del Misal, contra la regla 5-^ del Sxpuigatorio, que expresa^ 
mente prohibe las traducciones de- la Biblia en. lengua .vulgar, especialmente 
Jas Epístolas y Evangelios. .Y por esta, ctuzntoshe encontrado he cqnsumi- 
do en cartón (con expresa licencia del Sr. Inquisidor). Y esta proliibicion 
está repetida en varios edictos, en conformidad de diclúi regla.^' 

"ítem, por la misma jfLZon denuncié y presenté dos libros impresos en i- 
dioma mexicano intitulados: Psabnodia Xpiana (Cristiana) etc., coippuesta 
por el P. Fr. Bemardino de Sahagun ... La denuncia .y presentación de es- 
tos libros fué debajo de las reflexiones siguientes etc." Sigue un muy largo 
párrafo en que el buen religioso procura justificar.su conducta con raciocinios 
i que solo son eficaces para conocer hasta qué punto puede^extravíarse el enten- 
dimiento humano. preocupado ppr una idea fija/^ */El Sr, Rivera escribe con- 



50 
citada, págs, 22^1 i Btgttientes dice; "El Sr. arzobispo Montúfort 



^^^m 



tra su Patria,^' '^Estas últimas palabras mayor prosperidad y esplendor eñ^ 
tan manifestando con toda claridad que á juicio de Beristain las ciencias ya te- 
nían en México prosperidad y esplendor^ y que los trabajos de Bartolach^ so- 
lo barian que ambas cosas fueran mayores,''^ la fidta de urbaDidad del virey 
Lacrois, las ocupaciones del 8r. Lorenzana, la lentitud en los progresos cien- 
tíficos, la victoriosa defensa de Llanos y AicaraK, la paralaje, la piedra de te- 
zontle y otros materiales ferruginosos etc. Continua D. José Femando Ra^ 
mire?. ^*Las tareas üierarias^ infinitamente penosas^ que los primeros 
misioneros acometieron como necesarias para propagar la civilización cris- 

¿ia7ia, snssncesores en la propia empresa, sus hermanos ml»mos, las 
condenaban al fuego como adversas á su intento! ... Si el P. Figueroa des- 
truyó la Psalmodia por la misma razón ^ es decir, por estar prohibidas en- 
tonces las traducciones de la Sagrada Escritura en lenguas vulgares, dio tris- 
te muestra de su -criterio, por que la Psalmodia no es nada de eso. Tal ves 
la palabra Paalmo que se vé al frente de cada uno de los cantares, y qae sa- 
lo tiene allí su significación genérica de canto ó cántico^ le hizo creer que se 
trataba de versiones del Salterio; pero aun sin saber nada de la lengua mexi - 
cana, se echa de ver que en los tales Psalmos hay muchos nombres de santos 
y otras palabras castellanas que no podrían hallarse en una traducción de la 
¡Escritura. Por otra parte, en el prólogo castellano esta bien claramente ex- 
plicado el asunto del libro." (El Sr, García Icazbalceta en su Bibliografía, 
pags. 852 i 233 oopia los párrafos anteriores del Sr. Ramirez). 
' ¿Por qué quemó la Inquisición el precioso libro de Sahagun, el iínico que 
se había logrado imprimir? Por que era el tiempo de la "civilización angeli- 
cal.^^ Por que dijo la Inquisición que el Cancionero eran los Salmos de Da- 
vid traducidos en mexicano, i que esto era contra los cánones de la Iglesia. 
Pues si era contra los cánones de la Iglesia, ¿por qué años atrás el virey Con- 
de de la Coruña i el Arzobispo i el provincial de San Francisco habían da- 
do su licencia para la impresión del libro? La Inquisición sentenció que el 
Cancionero de Sahagun eran los Salmos de David, por que asi lo dijo en su 
informe o censura Figueroa; ¿i por qué dijo esto el fraile, cuando, como cono- 
cedos que era de la lengua azteca según afirma Beristain, estaba viendo cla- 
ramente que el referido Cancionero no eran los Salmos de David, sino una 
colección de canciones cristianas populares, como son hoi entre nosotros el 
TVisagio^ o canción a la Santísima Trinidad, las Alabanzas a la Virgen d» 
Guadalupe, el Alabado^ cántico en loor del Santísimo Sacramento que ento- 
nan los barreteros al descender a la mina, los villancicos de Noche Buena i 
otros semejantes? Bien mereció por embustero que los bibliógrafos lo bauti- 
zaran dos veces, pues Beristain en su Biblioteca, en el artículo oonrespondíen- 
te dice que se llamaba Fray Antonio Rosa López Piguetoa, i los SS, Ramí- 
rez i García Icazbalceta dicen que se llamaba Fray Frandsco de la Rosa Fi- 
gueroa. La realidad es que en la Inquisición los censores de libros i los jue- 
ces jugaban con una misma baraja i estaban de acuerdo en sus proyectos i en 
sus fines. Preguntar por qué la Inquisidon quemó el libro de Sahagun, es 
lo mismo que preguntar por qué la Inquisición de España i la de la Nueva 
España hicieron tontas cosas de mala fó i por política española. 



I 

I 
I 



51 

prelado dé cairácter violento, y muy contrario á los religiosos^ 
aunque religioso él mismo, ponia estorbos, no sabemos por qué; 
á las publicaciones del P. Molina. A este propósito, permítase- 
me copiar un curioso pasaje de cierto documento inédito: habla 
en él un religioso franciscano, Sncarece primero la necesidad de 
escribir é imprimir traducidas ai mexicano las Yidas de Nuestro 
Señor Jesucristo y de los santos, y luego prosigue así: ^Tara 
hacer esto hay personas suficientes en la Nueva España, y así 
mismo para volverlas en la lengua de los naturales; y por que a- 
qui viene á propósito, digo que Fray Alonso de Molina, el que 
compuso la doctrina que vá arriba y como tengo dicho, es la me- 
jor lengua mexicana que hay entre españoles, sin agraviar á na- 
die, ha trabajado muchos años en traducir en la dicha lengua al- 
gunos libros que son muy necesarios para la erudición de cual* 
quiera nación cristiana, como son las Epístolas y Evangelios que 
se cantan en la iglesia por todo el año, el libro Dt Coniemptu 
mundi, las Horas de Nuestra Señora con sus oraciones y devc^ 
cienes, y otros tractados provechosos, los cuales tiene limados y 
puestos en toda perficion para imprimirlos, y no ,sé ha hecho ni 
hace por falta de favor, especialmente, según el mismo Fray A- 
lonso dice, de parte del Sr. Arzobispo, ^1 cual no ha podido co- 
legir otra cosa, &ÍQ0 que no huelga de que los frailes c¿e £bn 
Fr^ancisco se muestren aventajados en esas cosas, aunque podria 
ser que fuesen otros sus intentos, . . • entiendo ninguno de ellos 
{los misioneros) calará tanto los secretos y propiedad de la lengua 
(la azteca) cuanto estos dos [Molina i Sabagun] que las sacaron 
del natural hablar de los viejos, y los mozos ya comienzan á bar- 
barizar en ella." 

''Esto se esoribia antes del mes de Octubre de 1569, por que el 
17 de ese mes dio licdncia el Sr. Montúfar para la impresión de 
los Vocabularios grandes.de 1571; la cual no se habría podido 
llevar á cabo si el virey Enriquez no la hubiera costeado "en 
tiempo que «sitaban para dejeurse de imprimir, por no haher quien 
los favoreciese'^ 

El Sr. >Garcia Icazbalceta a estas palabras ^^aunque religio- 
80 élmfísmo" pone esta nota: '' Véase su terrible Carta contra los 
religiosos, 15 de Mayo de 1556. Doo. Jned. del Archivo de In^ 
^ias, tomo IV, pag. 491.'' 

Después de los hechos referidos (aparte de otros muchísimos 
que constan en la historia), que prueban los grandes trabajos que 
padecían en la Nueva España los autores de libros que no eran 
sobre teología escolisticaí gobre mística, sobre filosofía^ peripa^ 



52 

' téticá i otros rámós semejantes, sino sobre Historia de Mélice 
i otros ramos eientffícos, i las sumas di6eultades <que teniaa 
para* imprimirlos, por lo qué innumerables quedaron tinanus^r 
iCritos i se perdieron, oigamos a Zamjacois, quien en su Histo- 
da de Méjico, >tomo 10 P, capítulo '17, pinta pomposamente la 
amplisimailibertad.de imprenta de que se disfrutaba en la Nuevfi 
España,. i consiguiente grandisimaaltura de. civilización de la<co« 
lonia, diciendo; ''El elemento ciytliaEtdor' estaba planteado (la im* 
pren^), dispuesto á dar todas ]as creaciones deL ingenio, .asi a- 
finenas como religiosas, asi 'científicas como recreativas,. asi hij$- 
4>órícas como novelescas. Todos estaban en ¡el derecho.de dar í 
4uz sus concepciones para enriquecer el mundo literario con su^ 
-conocimientos. y para sacar de su saber honra para su nombfej^ 
•utilidad para vivir •scon las comodidades necesarias;" No parece 
K)ue el historiador vizcaíno está retratando al México del siglp 
.XVI, sino al Faris o Nueva York del siglo XIX. gSeis rengloneis 
•adelante dice: f^4^n el mismo siglo XVI funcionaban ya simult^ 
;peamBlite en la capital de la Nueva España ocho imprentaos.'' 

¡Caracoles! ¡Hasta la Abadesa de Regina debió de tener ii^- 
prenta.i debió de imprimir el Thimesl ¡Qué historiador ;tan dispA* 
ratado por .apasionado en .pro de ^su patria España, i no^s que por 
^apasionado. por. candoroso! JBueno habría sido que hubiera. puestp 
«al calce algunas citas para probar esas lOcAo imprentas simulta' 
neas, ¡En mala hora un novelista, i no de los buenos, se n^etió a 
Jiistoriador! Zamacois es uno de Jos autores ;favqritos del Sr. de 
«la Bosa para. probar la altura de civilización de la Nueva Españar 
''Está bueno. mi Tata ^para mi ^ana/\ como decia una tia mia. 

4 ? Se dice que los misioneros destruyeron innumerables íde- 
los i demás. antigüedades indias idolátricas; pero que destruye- 
ron bastante pocos libros i demás antigüedades indias cientijicas. 
Esta apreciación <kscansa sobre el supuesto ü\so de que los li- 
bros indios no eran antigüedades idolátricae, «Para nosotros la 
rescultura de Jesu^s Crucificado que vemos en el altar os una ima- 
gen a^istiana i la pintura de Jesús Crucificado que vemos en un 
libro es una imagen cristiana; i para los misioneros las escultu*- 
:ras de Tetzcatlipocaj de Quetzalcoatl i de otros muchísimos dioses 
.que veian en los altares i las imágenes del sol, de la luna, de la 
culebra, de la caña, del conejo etc. etc., que veian grabadas en 
lias piedras e instrumentos de los sacrificios eran figuras idolAtri- 
cas, i las imágenes de Tetzcatlipoca, de Quetzalcoatl^ del sol, la 
Juna, la culebra, la caña, el conejo etc. etc., que veian pintadas 

ren los UbrQ3 indios también ,eran Jguras idolátricas. J^ napÍQu 



58' 

^ales aztecaa, la de los tarascos, la de los totonacos la de los í- 
roqueses i todas las naciones americamas, asiáticas, africanas i eu- 
roipeas en su primera época eran «minent&'meiite teocráticas, i en 
toda nación eminentemente teocrática caei todos los objetos tie- 
nedi una íntima relación i están impregnados de la divinidad: has-, 
ta loa astros, los montes^ los ríofi, el cetro, la pipa, el tálamo nup* 
cial i los instrumentos de las artes son díeinoi. 

. Esa apreciación de que los misioneros destruyeron innumera- 
bles ídolos, pero bastante pocos libros indios, indica una idea 
f^isa de lo que pasa en el ánimo del apóstol de una religión res- 
pecto de los libros que cree contrarios a ella. Dicha apreciaeion 
indica que se cree que el apóstol de una religión hace una gran 
distinción entre ídolos i libros. ídolo es una representación de 
la divinidad que se \é i adora, i libro es la palabra de la divini- 
dad que habla a los espíritus; i al apóstol de una^ religión le pare- 
cen m.ui perJAidiciales las divinidades contrarias: kts divinidades 
xme se vén i las diivinidades que hablan, i le -parece necesario 
destruir los instrumentos de las unas i de las otras. Esa apre* 
ciacion acusa un olvido de la historia universal. En todos los 
pueblos i en todos los tiempos los apóstoles de una religión n^ue-. 
va, verdadera o falsa, en su hervor por predicarla, ensenarla i 
propagarla i derrocar la religión contraria i sus grandes apoyos^ 
han quemado los libros de la religión contraria; ¿i solo los misio- 
neros españoles en México serian una excepción de la regla ge- 
neral? Entre los hebreos, el rey Joaquin quemó un libro de Ba- 
ruch que le pareció contrario a la religión hebrea (1). Heredes 
AscaJonita mandó quemar todos los códices de los Orígenes He- 
,braicos, por creerlos contrarios a la paz pública (2). Entre los 
sirios Antiooo Epifanio por público edicto mandó quemar todos 
los libros hebreos, por oponerse a la religión siria (3). Entre los 
griegos los atenienses quemaron públicamente los libros de Pro- 
tágoras por ser contrarios a la religión griega (4). Entre los grie- 
gos fueron quemados también los libros de Epicuro, como refie- 
re Erasmo. Entre los romanos por orden del senado fueron que- 
mados los libros antiguos de Numa (5). Por orden de Marco E- 
milio faeron quemados muchos libros que se hablan introducido 

(1) Bodino, DenioTíománuL^ libro 2, capítulo 2. 

(2)i Eusebio, Ilistoria Eclesiástica, libro 1? , capítulo 8. 

(3) Libro I de los Macabeos, capítulo 19 , verso 6, i Josefo, "Antigüeda- 
■ iies Hebraicas", libro 12, capítulo 7, 

(4) Cicerón, libro 1? De Natura Deorum. 
. (5) Valerio Máximo, libro 1 ? , capítulo 1?* 



34^ 

recientemente i confceuiau ritos nuevos (1). Augosto iMQdd 
quemftr mas de dos mil libros que j^azgó perjudiciales (2). Amen 
de otr^ muchas quernaasoaes de libros que oonstan en la historia 
romana. César Gantúi refiere que San Jerónimo quemd los U< 
bros del clásico poeta Persio, diciendo que sus Tersos eran taft os* 
euros que con venia que los aclarase el fuego. £1 fknátioo Jeróni^ 
xno Savonarola quemó innumierables libros de los clásicos paganos 
en la plaza de J^lorencia, diciendo qu« corrompían al cris^Dismo^ 
lios católicos han quemado innumerables libros de luteranos i cal* 
vioistas, i los luterauos i calvinistas han quemado innumerablea 
libros de católicos^ 

Ea eUseguudo tercio del siglo XVI Olmos, Moiolinia i Sáha- 
gnn estudiaron muchos libros indios i sobre ellos escribieron sua 
obras; de manera que en el segundo tercio del siglo XVI exis» 
tian muchos libros indios que no hablan quemado los demás mi- 
sioneros; pero muchísimos mas que los que Cristian eran los qile 
hablan quemado i quemaban. &os libroa sobre loa que estudia* 
han Olmos, Motolinia i Sahagun, eran parte de los muchísimos 
quQ hablan escondido los indios, resto de los hombres ilustirados 
del reinado de Moctezuma que conocían lo que contenían i va- 
llan; Ubros que sacaron los indios i entregaron a Olmos, Motoli- 
nia i Sahagun i que estos sabios cuidaban con diligencia. Ya se^ 
ha visto esta que dice Clavijero; ''No son pocas las pinturas his*- 
tóxicas que se preservaron de las indagaciones de los primerea 
misioneros, si na con respecto al tllCírdfbl& nlilftePO que antea 
habla." Oigamos al Sr. Glarcia Icazbaleeta en el lugar citado^ 
''£n las casas, ea laa cuervas, en los huertos, en los bo6qiue% en 
los cerros y en todas partes, hasta enterrados al pie de las cruces,, 
conservabaa los sdi^rea y los saceidoies las figwas de sus dio- 
ses,'' i poco, dsspues;: 'SA la llegada de k>a españoleé^ muchos (in* 
dios) poseedores de pinturas^ las escondieron ó enterraron para . 
préservarlaa de las contingencias de la guerra." i digo ^^parte* 
de los muchieimoa que habían escondido los indios,'' por que,^ co- 
mo reflex^iona el Sr. Qarcia Icaaibalceta^ otros muchos libros s^ 
quedaron enterrados i se perdieron,. 

5 P La opinión de que loa misioteros desüniyeron innumera«^ 
bles ídolos i demás antigüedades idolátricasy'pero bastante pocas^ 
antigüedades interesantes i dentíAcas, descansa sobre otro su- 
puesto falso, a saber^ que las antigüedades idolitticas no eraa in« 

(1) Plinio, libro 13, capítulo 13. 
. Qí) Saetonio in Augusto. . i 



55' 

teresanies i científicAs. Un ídolo de HuiMlopovhtUy un ídolo de 
QuetzáleoaÜ (que era una horrorosa serpiente con las fauces a* 
biertas i grandes colmillos^ i los ídolos mas espantosos^ aunque ' 
no fueran de oro, plata, cobre o mármol, sino de piedra i^ruta, e- 
ran unas antigüedades interesantes i mui interesantes en el orden 
histórico, para conocer la escultura, los trajes, las insignias, las 
actitudes, las costumbres, los geroglífícos que frecuentemente te- ' 
nian grabados los ídolos, i otras oiencias i artes de las naciones 
indias» i solare todo, la religión de ks dirersas naciones indias. 
Los ornamentos sacerdotales de finas telas de algodón, con ex< 
quisitos bordados i preciosos mosaicos de pluma, eran unas anti- 
güedades mui interesantes para conocer las diversas industrias 
manufactureras de los pueblos indios. Las piedras de lossacri- 
ficios con sus bajo- relieves representativos de pasajes históricos, 
por mas manchadas que estuviesen con sangre humana, i en fin, 
todas las antigüedades idolátricas eran mui interesantes en el 
orden arqueológico, histórico i científico, i todas debia haberlas 
conservado el gobierno español en museos secretos, como opina- 
ba Clavijero, o remitídolas a España, como opinaba en et mismo 
siglo XYI el ilustrado agustino Román. Como iban las naves 
españolas cargadas con millones de pesos i cacao para tomar un 
buen chocolate» podrían haber ido cargadas también con antigüe- 
dades indias, si España le hubiera tenido a los estudios arqueólo* 
gicos e) mismo afecto que a la teología» á\ aro i plata de las In- 
dias i al buen chocolate» i si hubiera contado cBtre sus prohom- 
bres muchos Sahagun. 

£a fin, se dice: ''Los misioneros eran hijos de su época; no se 
quiera oue tinos teólogos del siglo XVI hubieran conocido y es- 
timado las antigüedades indias como las conocen i estiman los^ 
hombt'ds ilustrados del siglo XIX." Es cierto, i por eso he di- 
cho que las quemazones que hicieron no obstan para que les le- 
vantemos estatuas; mas aquí ventilamos ef b&cho histórico, a 
saber, si fueron bastante pecks las escrito-pinturas que quema- 
ron los misioneros durante el gobierno del Sr. Zumárraga, o si' 
fueron lUUCltisilIías, i el hecho es que fueron muchísimas. 

Concluyo esta intereteante materia cotí el siguiente juicio críti- 
co del Sr Vicente Iti^^a Palacio, sabio autor de la Historia del 
gobierno vireinal en la obra intitulada **México ¿ través de loa- 
Siglos,'' en cuye tomo 2 ? , pags 302 i siguientes, con exactituiiv> 
a mi modo de ver, con filosofía i con elegancia dice: 

"Algunos'liistoTiadores modernos culpan á Fray Juan de Zu^ 
márraga de hab^r ordenado esos iacendíosi aOUsiándole de fana* 



56 

tismo y de ignorancia por la destrucción de muchas pinturas de 
los indios que* hizo arrojar ¿[ fuego, causando irreparable perjui» 
cío á la historia antigua de Méjico, y ni ha &ltado quien por es- 
to le Ilamt el Ornar de la Kueya. Espacia, ni tampoco escritor 
que defienda a1 obispo y procure disculparle, alegando no ser cla- 
ras las pruebas en que se funda la acusación, no haber sido, aun 
en caso de ser cierto el hecho, tan grande el número de los có- 
dices destruidos, y no tener estos el gran valor que como monu- 
mentos históricos se les supoae. Vulgar y apasionada es sin du- 
da la acusación y pobro y desYenturada la defensa.'' 

••Realmente es sensible que monumentos que hubieran podido 
dar tanta lu^ á la historia antigua de la Nueva España, desapa- 
recieran entre las llamas. . . Los hombres de aquel siglo lleva- 
ban el sello de su época y estaban formados para cumplir la mi- 
sión que la humanidad les iba á confiar. Caracteres inflexibles, 
apasionados^ absolutos, intolerantes^ fundidos como esas estatuas 
de bronce de que nos habla Plinio, en una sola pieza y de un so- 
lo lance; saturados del pensamiento de la justicia de su misión, 
sintiéndose el instrumento de la Providencia, sin preocuparse 
mas que de su pbjeto; sin detenerse ante el obstáculo en que tan 
fácilmente podrían ser víctima3 como verdugos.. . Lutero y 
San Ignacio de Loyola, Calvino y Felipe II, Miguel Servet y el 
Duque de Alba, son nombres tomados al a^ar en medio de aque- 
lla muchedumbre, pero que representan en distintos campos la 
terrible energía de aquel siglo y puecjen formar como la cifra de 
aquella humanidad ... La violencia de su celo religioso les con- 
yencia que la salud de las aLuas debia buscarse sin tener en cuen- 
ta ni aun la misma vida y libertad dtl hombre, y Fray Juan de 
Zumárraga incendiaba y destruia los adoratoiios y los ídolos en 
Texcoco, y Calvino escribía al monarca de Inglaterra presentán- 
dole el modelo del rey Josiah, á quien Dios exaltó por haber a- 
rrasado y aniquilado todo lo que servia para nutrir ó recordar 
las supersticiones: Ubi bstenditur haer éticos jure gladii coercen* 
dos esse'' (1). 

(1) A algunos hombres de letras que les venga escrúpulo de que en el 
texto se compare a San Ignacio de Loyola con Lutero, les daré esta explica- 
ción. Deben distinguirse el orden natural i el sobrenatural. En el orden 
sobrenatural San Ignacio i Lutero obraban por mui diverso espíritu/ mas en- 
el orden natural la organización, el temple de alma i el carácter de los dos e- 
ran semejantísimos; i respecto de Ban Ignacio les recordaré esta sentencia de 
Santo Tomas de Aquino; '^La gracia sigue el modo de la naturaleza.'' Gra- 
tiq seqtiitur modum naínrae. 



Bautismo de los indios, administrado sik catbquismo poi^ 



LOS misioneros. 



El historiador misionero Mendieta, que escribió en el último 
tercio del siglo XVI, en su Historia Eclesiástica Indiana, libro 3, 
capítulos 35, 36, B7 i 38 dice: "Eran tantos los que en aquellos 
tiempos venian al baptismo, que á los ministros que baptizaban, 
muchas veces les acontecía no poder alzar el brazo con que ejer- 
citaban aquel ministerio. Y aunque mudaban los bra^oSi ambos 
se les cansaban, por que á un solo sacerdote acaecía baptizar en 
un dia cuatro y cinco o seis mil adultos y niños. En Suchimilco 
baptizaron en un dia dos sacerdotes mas de quinee mil. El uno 
de ellos ayudó á tiempos y á tiempos descansó, y este baptiizó po- 
cos mas de einco mil, y el otro, que tuvo la tela, baptizó mas 
de diez mil por cuenta. T por que eran muchos los que buscaban 
y pedian el baptismo, visitaban y baptizaban en un dia tres y cua- 
tro pueblos, y á las veces mas, y hacían el oficio del baptismo mu- 
chas veces al dia/^ 

"Cerca ie administrar el sacramento del baptismo, aunque en 
ios primeros años todos los ministros fueron conformes y de un 
sentimiento, después, como vinieron religiosos de las órdenes de 
Santo Domingo y San Augustin y también clérigos seglares, no 
faltaron opiniones diversas entre ellos, afirmando algunos que el 
sacramento del baptismo no se debía dar á los indios, sino con 
toda la solemnidad y cerímonias que la Iglesia tiene ordenadas y 
usa en España y en las demás partes de la cristiandad, y no con 
sola agua y las palabras sacramentales, «como los primeros minis- 
tros, que eran los franciscos, y algunos de otra orden lo habían 
hecho y lo hacían todavia, arguyéndolos en ello de pecado. . . 
Y según pareció, los que mas eficacia ponían en sustentar y pu- 
blicar esta su opinión y trataron mucho de ella, aunque en el o- 
ficío sacerdotes y levitas, no llegaban como el Samarítano á com- 
padecerse del caído en manos de ladrones y herido gravemente, 
con el vino de la caridad y el olio de la misericordia. Por que 
ni entendían en la obra de la conversión de los indios, ni se afi- 
cionaban á deprender su lengua, y mucho menos á ellos; antes 
les causaba fastidio su desnudez y olor de pobres, y no faltaba en 
tre ellos quien dijese que no había de emplear su estudio de tan- 
tos años con gente tan bestial y torpe como los indios. Fueron 
causa estos celadores (que presumían de letrados) de harta in- 
quietud y turbación á los que primero habían venido, y tenían 



«6 
con su sudor plantada esta viña del Señor; que aunque por sa 
humildad 7 propio menosprecio holgaban de ser tenidos por ain^ 
pies y sin letras^ todos ellos habian oido, unos el derecho canoni'- 
co y otros la sacra teología (1). • • ¿Qué saliva había de bastar 
para ponérsela á todos, aunque á cada paso fuera bebiendo? ¿Qué 
es deja iglesia ó templo para meterlos en ella de la mano, pue9 
en aquel tiempo en pocas partes las habia, sino que era forzosa 
baptizar en el campo, y á las veces sin candela, por qn& por e) 
aire se apagaba?" 

''Y visto (el negocio de loe bautismos) por el Concejo Real y por 
el de las Indias, respondieron que se debia continuar lo comenza- 
do, hasta que se consultase con Su Santidad. Y consultado esto 
y otras cosas que tocaban á la necesidad de los recien convertí* 
dos, por su fkiqueza, despachó el Sumo Pontífice Paulo tercio u-- 
na bula, la cual es del 'tenor siguiente." Mendíeta en seguida pre- 
senta al pié de la letra la bula Altitudo divini cansilii de 1 ? de 
junio de 1537 (que se recibid en la Nueva España un año des-f 
pues), i luego dice: '*En esta bula, habiéndosele hecho relack>n aV 
^apa Paulo, tercero de este nombre, de la dubda que algunos 
ponían, ¿i habian sido bien baptizados los que en aquellos prinei« 
píos baptizaron los frailes sin las cerimonias y solemnidades que 
la Iglesia guarda en la administración de este sacramento, ó 
si en ello pecaron los tales ministros, declara y dice el Sumo 
Pontífíce que los dichos ministros no pecaron en baptizar sin las 
dichas solemnidades, con tal que oviesen baptizado en el nombre 
de la Santísima Trinidad, por que juzga que con justa causa les 
pareció qué convenia hacerlo así, consideradas las ocasiones que 
entonces ocurrían. Y por que los nuevos convertidos entiendan 
de cuanta dignidad sea el lavamiento del sagrada baptismo y no 
ignoren la grande diferencia que hay de él á los lavatorios de 
que ellos antes usaban en su infidelidad (2), ordena j nvanda que 
■■ . ■ ' > ■ 

. (1) £a la época que retrata Mendieta, que es la que nos ocupa, a saber, 
el segando tercio del siglo XVI; no habia mas monjes en la Nueva España, 
(|ue los franciscanos, los dominicos i los agustinos i todos eran unos opósto-^ 
les, de manera que aquellos a quienes censara el historiador, eran los clérigos 
seculares (canónigos, curas, capellanes de españoles ricos etc.)* nuevo docu- 
mento histórico que prueba que los clérigos seculares de la Nueva Espalda 
desde el principio fueron relajados. 

(2) Los aztecas usaban en su infidelidad un bautismo que tenían como 
sacramento i consistía en un lavatorio con agua natural, que administraban 
con espacio i con mucho respeto i ceremonias, como puede verse referido por 
Motolmia, ^^Hitttoria de los ladios,^' tratado 1 ? , capitulo 5, i por Mendieta en 
dicho capítulo 35, i mas largí i da talladamente por Sahigun, '/.Historia de las 



99 

los que de allí adelante ministraren el sagrado baptismb (fuera 
de necesidad urgente), guarden las cerimonias que suelen ser 
guardadas por la Iglesia, encargándoles sobre ello las conciencias. 
A lo menos se guarden cuatro cosas fuera de la dicha necesidad. 
La primera, que la agua sea santificada con el exorcismo acos- 
tumbrado. La segunda, que el catequismo y exorcismo se haga 
á cada uno. La tercera, la sal y saliva y el capillo y candela se 
ponga, á lo menos, á dos ó tres de ellos, por todos los que enton* 
ees se han de baptizar, así hombres como mujeres. La cuarta, 
que la crisma se les ponga en la coronilla de la cabeza y el olio 
sobre el corazón de los varones adultos y de los niños y niñas, y 
á las mujeres crecidas, en la parte que la razón de honestidad 
demandare." 

''Muchas veces este Padre (Moto)inia) hizo cuenta de los in- 
dios que él y sus compañeros podrían haber baptizado, y mas en 
particular ^a hizo el año de mil y quinientos y treinta y seis, y 
halló que se habrían para entonces baptizado cerca de cinco cuen- 
tos ó millones de ánimas por mano de los frailes menores, que de 
los otros no trata. Después hizo la cuenta en el año de cuarenta 
» y halló que para entonces serian los baptizados mas de seis millo* 
nes'^ [I] . El historiador en el libro 5, parte 1 ? , capítulo 23, 
hablando del mismo Motolinia, dice: **baptizó, por cuenta que tu- 
vo en escripto, mas de cuatrocientos mil^ sin los que se le podrían 
olvidar, lo cual, yo que lo escribo y fui su subdito, lo vi firmado 
de su nombre." 

El autor del Manuscrito Romero Oilj hablando de los indios do' 
Huaximic en el territorio de Xalixco, dice: "La conversión de 
estos indios fué por el Padre Fray Francisco de Barrios, que.'. • 
teniendo noticia de que en el valle de Huaximic habia infieles, 
trató de ir allá, como lo hizo, y halló bautizados hasta cinco ó 
seis, los cuales se bautizaron en tierra de paz, habría siete ú o- 
cho años, por que teniendo grande hambre, les fué forzoso dejar 
sus tierras y salir á remediar su necesidad y entonces se bauti- 
zaron, aunque no con la preparación necesaria ni catequismo, si- 
no como monos, imitando lo que veian hacer.'* 

Cosas de la Nueva España," libro 6, capítulo 37] Betancourt, Teatro Mexi- 
cano, tratado 3 ? , capitulo 8; Clavijero, Historia Antigua de México, libro 6, 
§ Ritos de los mexicanos en el Nacimiento de sus hijos, i mi Compendio do 
la Historia Antigua de México, libro 2, capítulo 3, § 5. 

(1) Solo los bautizados por los franciscanos (que también se llaman frai- 
lesMenores), sin contar con los bautizados por los úisioneros dominicos i 
^K>r los agustinos. 



so 

El mismo autor le pone a su capitulo 13 este encabezado: 
^'En que se trata de los muchos ídolos que los religiosos francis- 
canos han derribado 6 iglesias que han levantado, y como por 
esta causa un Q-eneral de nuestra Orden dijo al Papa Clemente 
VIH que había habido religioso de su Orden que en un dia bau- 
tizó mas infieles que los Santos Apóstoles San Pedro y San Fa-* 
ble." i luego comienza el capítulo de esta manera: '^Mucho de lo 
que en este capitulo se puede decir queda dicho en el discurso de 
esta historia, particularmente cuando se trata de los millares de 
indios que Fray Martin de Valencia y sus compañeros bautiza- 
ron y redujeron al gremio de la Iglesia, pues hubo dia en que 
dicho Padre Valencia bautizó él solo cuaixnta mil indios^ cowo 
lo dicen diversos autores/' 

El Sn Biiva Palacio en la obra intitulada '^Mésico á través de 
»los Siglos/' tomo 2? j pags. 296, 298 i 306, dice: '<Mas de tre» 
siglos tardó el cñstianismo con sus apóstoles, fius mártires, sus 
confesores y sus apologistas para dominar en espíritus ya pre- 
parados á la evangélica novedad de esa religión, en una parte 
de la Europa, otra del Asia y un pequeño rincón del África; y en 
América las conversiones se oontaban por los misioneros, no por 
centenares ni aun por millares, sino por millones en pocos años. 
Dice el Padre Pray Toribio de Motolinia, refiriendo el nume- 
ro de personas bautizadas en la Nueva España^ en su Historia 
de los Lidios, tratado 2 P., capítulo 3 ^ , párrafo final. . . ''á ini 
juicio y verdaderamente serán bautizados en este tiempo que di- 
go, que serán quince años, mas de nxisve millones de ánimas de in- 
dios." 

^'Los pueblos vencidos por los españoles en las Indias, ni aun 
remotamente tenian idea de la doctrina cristiana ni del culto ca« 
tólico (1); pero miraban su conversión á esa doctrina y á ese culto 
como una consecuencia necesaria de su desgracia en el combate, 
como un requisito indispensable que afirmciba su vasallaje y ser- 
vidumbre al monarca español, por que siendo el motivo principal 
que los conquistadores les presentaban para la invasión, ellos, 
por muy rudos que se les suponga, conocieron que del éxito de 
la campaña dependía la religión que debian tener en lo sucesivo, 

(1) No estoi de acaeido con esa apreciación. En mi Compendio de la 
Historia Antigua de México, libro 2p, capítulo 3, he procurado probar la 
grande semejanza que halda entre los dogmas i sacramentos aztecas i los cris- 
tianos, en razón de que todas las religiones paganas conservaron vestigios de 
la religión primitiva, i la religión cristiana fué i es una restauración i perfec- 
ción de la religión primitiva. 



6Í 

adoptando necesariamente la de los cristianos, desde el momen- 
to en que estos faeran los vencedores. Así se explica la violenta 
conversión de Caauhtemoc, cuya inquebrantable energia proba- 
ron el sitio de México y el martirio ¿ que se le sometió." 

^Ademas, los vencidos americanos, que todo lo temian, y con 
razón, de la dureza de los conquistadores, llegaron á creer que la 
conversión y el bautismo eran la poderosa egida que á cubierto 
les ponia de todas aquellas crueldades; y por eso llegaban en ma« 
8a los pueblos pidiendo el bautismo á los misioneros, y como en 
busca de las preciosas garantías de la libertad y de la vida." 

"Por eso óaltzontzin á la bora de morir en un patíbulo, lan- 
zó como un gran reproche á sus verdugos que le hubieran ator- 
imentado y le dieran la muerte, cuando eon tanta diligencia y vo- 
luntad babia recibido el bautismo. Los mismos españoles mira- 
ban la conversión como una garantía en todo; por que el padre 
Motolinia dice que les sefiorios venian á los nifios que eran bau- 
tizados, por que Dios entrega sus tierras en poder de los que 
^n él creen, y Felipe II cuidó hasta de que no se les cortase el 
cabello á los que se bautizasen, por que en machos pueblos '^tie- 
neo los iDdíos por antigao y venerable ornato traer el cabello lar- 
go, y por afrenta y castígo que se lo mandasen cortar.'* 

'^Ni andaban errados los indios en temerlo todo de los españo- 
les si no abrazaban ó si abandonaban la religión cristiana, cuando 
^e pretexto sirvió á Ñuño de Guzman para hacer morir en una 
hoguera á Caltzontzin, y el mismo Fray Juan de Zumárraga^ 
varón tan csaritativo y defensor tan constonte de los indios, que- 
mó á un cacique por idólatra; fray Toribio de Motolinia, fray Je- 
rónimo de Mendieta y otros escritores religiosos presentan como 
Acto insigne de piedad y digno de alabanza, el hecho de haber los 
niños que concurrian á 1» escuela de los franciscanos en Tlaxcala 
dado muerte y sepultado bajo vp\, montón de piedras, en la plaza 
jpública y á la mftad del dia ¿ un indio desgraciado, por que lle- 
vaba puestas las vestiduras de los sacerdotes de los ídolos y por 
que habló ¿ acjuellos machachos de los anti^os dioses de sus 
padres/ 

''La autoridad de los caciques y señores de la tierra era tanta, 
dice con mucha razón Garcia Icazbalceta en la Vida de Zuma- 
rraga^ que hadan de los vasallos cuanto querían, y con ser los 
indios tan propensos á quejarse de los españoles, rara vez se ha- 
lla que osaran decir algo contra sus señores naturales." Estos 
señores buscaron, aceptando fácilmente la relimen cristiana, reci- 
biendo el bautismo^ tomando por padrinos en ese sacramente á 



€2 

los princípalej capitanes j hombres de influjo entre los conqutíf^ 
tadores^ y adoptando el nombre 7 hasta el apellido de ese padri- 
no, singulares protectores que á la manera de los patricios roma- 
nos formaban una especie de clientela que bajo su sombra y am*» 
paro vívia con mayor seguridad en aquellos revueltos tiempos. 
£1 recien bautizado se consideraba como de la familia del pro<* 
tector, y no solo con su ejemplo {de los caciques\ \\xkB era ya 
muy poderoso aliciente, sino con sus mandatos y valiéndose de 
toda su autoridad, obligaban á los quie antes habian sido sus sub- 
ditos ó sus macehuales á recibir la fé cristiana» Esta fué otra 
de las causas que facilitaron las conversiones en la Nueva Es- 
paña" (1), 

El mismo autor, después de hablar de la bula de Pablo III so» 
bre el bautismo de los indios i de las condiciones para él pues- 
tas por el Pontífice, dice: ^'A pesar de esto y de que se buscd* 
un oficio de bautismo lo mas abreviado posibl^^ es de* creerse que 
no se cumplieron exactamente las prescripciones de lé bula, por 
que Motolinia dice: que en el monasterio- de Quecfaolac los frai- 
les determinaron bautizar á cuantos se presentasen, y el mismo 
cronista agrega que en cinco dias él y oteo sacerdote bautizaron 
en aquel lugar mas de catorce mil doscientas personas, trabajo 
que hubiera sida imposible de llevar á cabo con solo que en el 
catequismo y ceremonias se hubieran empleado cinco minutos 
para cada uno de los bautizados/' 

En resúmen^los indios quedaron bien mojados i bautizados, pe- 
ro no bien impuestos de lo que era la religión católica. Las es- 
clarecidas virtudes i heroicos hechos de los misioneros fueron su- 
ficientes i aun sobrados para que lee levantemos estatuas, pero 
no fueron suficientes para establecer bien la religión católica en- 
tre los indios, por que no pudieron mas, en razón de que la raza 
india era inmensa i ellos eran poquísimos comparativamente i 
eran hombres. Sus méritosr aunque mui grandes, no pueden tor- 
cer la veraz i severa historia ni la filosofia de la historia. La 
historia se encarga de referir los hechos, que fueron los que se 
han dicho» i de los hechos referidos por la historia se sigue la fi- 



(1) '^EI primer yerro que se tuvo por los frailes fianciscaaos.fiífi dar da 
golpe el bautiamo á todos los que venian por campos, montes, caminos y pue- 
blos, sin decirles lo que recibían ni ellos sabMo^ de donde ha parecido bauti- 
zarse muchas veces, por que cada vez que uno via bautizar se bautizaba, da 
donde ha venido á tenerlo agora en poco." Carta de Jerónimo LopQz al 
emperador {Carlos V\ Documentos de García Icazbalceta,. tomo 1 ? , pa§. 



63 

losofia de la historia que en este punto es la siguiente. Coma 
Bon los cimientos es el edificio. El fundamento de la religión ca< 
tólica es el bautismo, i habiéndose administrado a los incRos de 
una manera mui débil, débil fué todo el edificio de la religión ca- 
ttSlica en la raza india durante los tres siglos del gobierno espa- 
ñol hasta 1821. Si los monjes en los siglos XVII i XVIII hu- 
bieran permanecido tan virtuosos i celosos como en el siglo XVI, 
el edificio, aunque débil en sus principios, se liubiera afirmado 
después mas i mas; pero desgraciadamente en el último tercio 
del siglo XVI, cuando la religión católica estaba apenas planta- 
da i tan débil en la raza india, comenzó la relajación de los mon- 
jes i creció mas i mas en los siglos posteriores. Como es la siem« 
bra es la cosecha i como es la semilla es el árbol. Sembrada la 
semilla de la religión católica en la raza india en el siglo XVI de 
una manera imperfecta, brotó la planta débil, i por falta de riego 
i de cultivo en los siglos posteriores, el árbol de la religión cató- 
lica en la raza india fué raquítico, marchito i sin frutos de ci- 
vilización durante los tres siglos del gobierno español hasta 
1821. En tiempo de Hidalgo, es decir, ya en el presente siglo 
XIX, encontramos todavía a los indios idolatrando, como se 
verá en este libro en la parte correspondiente, hecho observado i 
referido por un Obispa español. La falta de civilización' de los 
indios después de 1821 es harina de otro costal, quiero decir que 
no pertenece directamente a la historia del gobierno español, que 
es el objeto de estos Principios OrUicos, sino a la historia de la 
República Mexicana i a los que la han escrito i escriban; i digo 
directamente, por que como he probado en varias partes de esta 
obra, este edificio viene de aquellos cimientos, este árbol de aque- 
lla semilla i estos polvos de aquellos lodos. 

Los INDIOS APRENDIERON SÜFEI\FICIALMENTE LA RELIGIÓN CA- 
TÓLICA OU£ LES ENSBÑAI^ON LOS MISIONEROS. 

El citado autor de la historia del gobierno vireínal en la obra 
"México á través de los Siglos," tomo 2?, pags. 298, 299 i 302 
dice: ''Las ofrendas presentadas á los ídolos cambiando de direc* 
cion fueron conducidas á los templos católicos, y losf misioneros 
franciscanos tomaron por manifestaciones de religioso fervor en 
el cristianismo aquello que no era sino el rastro de las antiguas 
supersticiones, pues si, como dice Motolinia, los indios se arrui* 
naban por llevar ofrendas á los ídolos en los tiempos de su idola- 
tria^ después en las funciones religiosas y con los curas católico» 



64 

han seguido con las mismas costumbres.'' « 

'^Tan ciega era en los indios la apostasia de su antigua reli-- 
gion^ y su entrada al catolicismo tan sin fundamento de concien- 
cia, y tan sin conocimiento de la doctrina pedian el bautismo, 
que el mismo padre Motolinia, cuyo testimonio en «esta materia 
es irrecusable 6 insospechable^ dice: "juntamente con esto fué 
menester darles también á entender quien era Santa María, por 
que hasta entonces solamente nombraban María ó Santa Maria y 
diciendo e^te nombre pensaban que nombraban á Pios, y 6 todas 
las imágenes que veian llamaban Santa María,'' y esto aconteció 
cuando "ya los indios no llamaban ni servian á los ídolos, ai no 
era lejos y escondidamente." 

"Por eso al principio los indios colocaban laü cruces y las i- 
mágenes que les daban los españoles en los mismos adoratoriosy 
al lado de sus ídoW (1). 

"Difícilmente también podian comprender los indios la doctrí- 
na cristiana y tener noticia de los misterios religiosos en que de- 
bían creer, por que de los misioneros no todos pudieron explicar 
la religión a los indios en su idioma; á veces tenian que valerse 
de intérpretes y en algunas partes, como en Michoacan, tropeza- 
ban con la casi insuperable dificultad de un idioma que, como el 
tarasco, no tenia palabras que expresaran alma^ Infinito^ ahsoh- 
tOf eteimo ó cualquiera otra idea abstracta {%). Ademas, enseñá- 
banles á los indios el Padre Nuestro, el Ave Maria, el Credo y 
aun el persignarse, en latín, y este idioma, que aun para los que 
de ellos entendían el español les era completamente desconocido, 
debió haberles hecho tomar aquellas oraciones por fórmulas má- 
gicas, que obraban por virtud propia, independiente de las dis- 
posiciones del que suplica, como las antiguas oraciones de ]os 
Cultos Italíotas y Bomanos compilados en los Indigitamenta (S), 

• 

(1) ^'Entonces vieron (los monjes) que tenian algunas imágenes (cristia-r 
ñas) en sus altares, junto con esos sus demonios y ídolos; y en otras partes la 
ims^n patente y el idolo escondido, ó detras de un paramento, 6 tras la pa- 
red, 6 dentro del altar, y por eso se les quitaron cuantos pudieron haber, di* 
ciéndoles que si querían tener imágenes de Uios 6 de Santa Maria, que les 
hiciesen iglesia.'^ [Motolinia, Historia de los Lidias^ trat. 1 ? , cap. 3]." 

(2) ^ Lo dudo. No conozco la lengua tarasca i acerca de esto me remito 
al juicio que haga mi amigo el Doctor Jaleólas León, sabio moreliano que po- 
see esa lengua. 

(3) ¡'Dice Mendieta en su Historia Eclesiástica Indiana, lilxü 3, capitub 
15; ''Lo primero que en las escuelas comenzaron á enseñar (los monjes) fué 
lo que al pringipio se enseSa á los hijos de los cristianos^ conviene á saber, 



¿como los Méntrams de lo3 Brácm%s, evocaciones qae obligan á 
la divinidad j de loa qtie tantos ejemplos presenta el Atharva- 
veda-" 

^'Ciertamente en el orden religioso los misterios ni ^e eücplíean 
ni se demuestran; la fé del creyente tiene qne hacerlo todo; pero 
es precise que sepa en lo que debe creer y esto no lo alcanzaban 
los indios en su son versión al cristianismo (1), y nrachos españo* 
les declaraban también qme era «nátil que se les enseñase aque- 
llo.'» 

''Extrafña semejanza hay entre til gran cambio religioso de los 
pueblos de la América» y sobre todo de Nueva Espafia, con el 
progreso sangriento y Tapido del islamismo, no solo en los dias 
en que Mahoma st^^cffaeftia á la Arabia, sino durante él tiempo en 
que Ornar, después de k mrueite id Profeta gobernaba á los ere- 
ventee en nomore del iiissÁdo Abaii-4>elkr. La fé no se t^om'unica- 
ba á loe vencidos t{ue ace¡ptaíban el Coran, sino como un resulta- 
do de su derrota, -sin que en aquel! Tnovimieuto Imbiieie nada de 
dogmático; las tribus abrazaban el islamismo por la forma, sin 
rnquirír sus dogmas ni .preocuparse de ellos, y como en los com- 
bates de Cortos contea los indios j «el de Jos<españdles con los á* 



el signarse y santiguarse;, reear teü Fslter Noster, Asre Haíia, 'Credo, Salve Re- 
gina, todo esto en latin ... . Dedan alli (en los atrios de los templos) las ora- 
ciones en latín, reqpondiendo á los que se las enseñaban, que eran á veces 
los misinos frailes y S veces los niños sus discípulos . . . Era esta doctrina de 
muy poco fruto, pues ni ¿os indios entencBan [lo ^ae se deda en latin, ni cesa- 
ban sus idolatrías;" 

(1) ^%Ti lo que toca á la fee, ]a falta fue judiamos <(en los indios) es no 
creer lo que ^comunmente tienen por neoesario los teólogos y canonistas, que 
especialmente el cristiimo es obUfiado á creer, .como son los artículos de la fee 
y los mistecios quede nuestra ireaencionen fiestas principales celebro la Swta 
Madre Iglesia. Muy mucha gente ^be losacticulos de la fee y las oraciones 
de la Iglesia medianamej^, aimque muy muchos hay que no la saben: por 
que muchos de los que jkiisaben, ía sfiben ctmo papagayos, rin saber lo con- 
tenido de los dichos artículos; muchos examinados de lo en ellos conteni- 
do, jresponden mil jieregias* Fincdmente, son tan ignorantes en lo contenido 
en .ellos, que si no son algunos, criados desde niños en la iglesia, saben muy 
poquito''^— Relación del Arzobispo de México Don Fray Alonso de Montú- 
íar al -Real Consto .de Indias, sobre recaudación de tributos y otros asuntos 
referentes á las ordenes religiosas» Documentas Inéditos de IndiaSytom^ 
4?.,pag.490," 

I peor intíonne tendrian que dar el Arzobispo Enriquez de Rivero en el si- 
glo XVII, el Arzobispo Nuñez de Haro en el XVIU i el Arzobispo Fonte em 
»el XIX sobre A predicamento de la raza india en materia de religión, 



06' 

tiadores de la segunda Goadalajara (1) contaban loa j^oldadoá^ 
cri^tiauoiB que el apóstol SantUgpo había venido en su auxilio so*, 
bre UQ caballo blanco y haciendo con su espada terrible mortaa-f 
dad entre los infieles, los musolmaiHS^ en la batalla de £|edr vie* 
ron al ángel Gabriel en su oabc^Uo Hajaoumi ceñida la frente por 
un turbante amarillo, derribando coa su cio^itarjra k^ cabezas de^ 
los rebeldes de la Meca." 

. ''Los conquisjb^dores espadóle», tw biep coma Mahoma, sa- 
bían & que atenerse respecto á la fé religiosa de los vencidos; pe? 
ro con una política verdaderamente hábil conteutáronse casi 
siempre coa l^ mjbma conversión aparente de los indios, dajanda 
á los misioneros el cuidado de explorar aqueillas conciencias, d& 
cultivar en ellas las semillas del cristianismo j de entregar á laa 
llamas los ídolos^ los templos y hasta los recuerdos 4e Ts^ idola-. 
triis (2). Mendoza misnu) en el informe que di¿ á su attcesor cre- 
yó que la cristiandad no s? ría perfecta eoir^ los indios hasta 
que la nación llegase ''al estado de política'^ e» que- estaba £s^ 
pana»" 

*'£lspa mótiles de conversión i»*odujeron un extravio en la mar 
ñera de. formarse la conciencia religiosa de ac^uellas ra^oas, in vir- 
tiéndose el orden científico y natural que debía seguirse para le- 



■3N 



(1) Fué en la butolla de Tetlan cerca de donde fundaron después la tes- 
€era Goadalajara. 

(2) "Aunque estos siervos de Dios por una parte tenían harto contento 
¿n ver cuan bien acudía la gente á sus predicaciones y doctrina, por otra par- 
te lesparecia q}ue aquel concurso de indios á la iglesia, mas seria por cinn- 
plimiento exterior, por mandado de los principales, para tenerlos en^fiadoíi, 
que por moverse él pueblo por voluntad propia a buscar el remedio de itos á • 
nímas, renmeiando la adoración j el culto de los ídolos." T mas adehnté 
(dice el historiador): **Maa cono los espafioles seglares que habían de ejecu- 
tar las penas y aadar solícitos en busca de los delineuentes, estaba cada uno 
oeupado en edifícar su casa y sacar el tributo de los indios, contentábanse con 
que delante ¿e ellos no oviesen sacrificio de homicidio publico, y de lo de- 
más no tenían cuiáad^!^ — MencKeta, SUstúrim Eclesidsftica Indiana^ libro 
3, capítulo 20." 

Otra de las cosas que ttovian a los in^os a ir a la i^esia eran los doned- 
Uos que les hacían los misioneros, i que ei* medio de su pobreza eran ntt 
granaealidente para eHesw El kistoriader franciscano Beaumont, hablando de 
a]$i;unos mnoneros de la época qaenos oenpa, dice: ^'Para aficionar & los in- 
dios & que fttesen á la doctrina para enseñársela, les daban confites y listones^ 
con lo cual se aficionaron de manera, qi^e uq veian la hora de ir á la iglesia; 
pues á los indios les entra lafé por ht boca.^ (Croúica de la Provincia de* 
los Santos Apóstoles San Fedro y 9m Fablo de MSchoaom^ libro 2, ca^-^ 
•tulo2).' 



6T 

yantar y cimentar él edificio del cristíaniamo*, por que entre los 
indioB 66 asentó primero el tité que el dognaa; antes los actos ex-* 
teriores que el sentimiento y la idea religiosa; precedió la 'Ora-> 
cion al coDoctmiéftto de la divinidad y se introaujo el culto an- 
tes que la fé." > 
^'Huellas pueden encontrarse todavía de este temor que oblí^ 
gaba á los vencidus á aceptar como buena la religión de los yen« 
oedores en las devociones de los santos que forman hoy el rasgo 
principal del catolicismo de los indios. £n su antigua religiot» 
como en todos los politeísmos, el creyente tenia el enorme tra4 
bajo de buscar la protección ó cuando menos la bebevolencia de 
cada uno de los dioses que usaban una especie de poder «obera^ 
no é independiente, capaz de producir la desgracia de ona na* 
cion, de una familia ó de un individuo, por el enojo de ese dios, 
cuyos caprichos' le ponían muchas veces en choque con la volun** 
tad de otros dioses igualmente poderosos. De aquí los sacrifí-^ 
cios propiciatorios, tan diversos como era múltiple el námaro de 
las divinidades. Los indios, que no comprendiaa en la religión 
de los- cristianos el lugar que ocupaban los santos, y no podían al- 
canzar si el culto que se les tributaba era de dulia ó de latría, 
conmemorativo ó de «adoración, tomaron, jüsgando aquella reli- 
gión por la suya, al cristianismo por una especie también de po* 
liteismo, y como las historias de la aparición corporal del após« 
tol Santiago en forma de guerresro, árjrudando á los conquistado^ 
res y matando idólatras se referían & cada paso, ya en los comba- 
tes de Hernán Cortes en México, ya en la defensa de jCristóbal 
de Oñate en Xruadalajara, ya en la conquista de Querétaro por 
el cacique Don Nicolás de San Luis, ya en la toma de la fortale* 
za del Mixton por las tropas de Don Antonio de Mendosai aeom* 
panada siempre del triunfo del ejército cristiano, los indios lle- 
garon á convencerse de que el apóstol Santiago era una divini- 
dad independiente, formidable protector de los españoles y el 
mas terrible enemigo de los rebeldes; que era necesario tenerle 
propicio y buscar su apoyo, supuesto que daba siempre la victo- 
ria á los cristianos, aun cuando no foeran españoles, como se re- 
feria en la conquista de Querétaro, á la que solo foefon tropas 
indígenas á las órdenes de Don Nicolás de San Luis y de otroá 
caciques. De allí viene la gran devoción de los indios por el á- 
póstol Santiago; así se explica que apenas puedo encóüttarse tina 
Iglesia en un pueblo en donde no se vea la imagen, siempre en 
escultura, del apóstol, montado en un caballo blanco; con la espa« 
da desenvainada y en actitttd de combate, y por maá que vin 



fmeblo kaya «ido colocado por los cristianos bajo la advocacioa 
de otro santo, 'la fiesta de Santiago Apóstol se celebra en todos 
con gran solemnidad." 

"Por la manera con que fué estableetde el omstiamsmOi por el 
carácter de la raza y quizá también por la impresión (fne en los 
ánimos habian dejado los antignos ritos y que se ha trasoutído 
eomo un rasgo del espirita á todas las generaciones sucesivas, 
liay en el fondo del cristianismo de les tncKes lancho de triste y 
de sombrío. . . Los crmcificados de los tevples de tos indios son 
notables por su horrible fealdad*' (1). 

''La falta de conocimiento y de té en los misterios de ia reli- 
gión cristiana, y de algo por consiguiente que sustituyera en el 
espíritu de aquellos hombres áMa creencia que aderaban, dio por 
resultado que, á pesar de las predicaeioaes de les smisíoneFos que 
ocurrían á escuchar á ios templos católteos ios vencidas «n tan 
crecido número, lee ídolos no caían de ios «litares, los adórate* 
ríos continuaban mspetedos y entre las eoBibims de la noche se 
practicaban muchos rítos supersticiosos»" 

M sabio juicio crítico anterior del Sr. Rñra Palacio lo encuen^ 
tro confirmado «en ios escritos de los misioneros del aiglo £VL 
Uno de los mas inteligentes entre eUos, Fray Bernardino de Sa* 
hagun, en el prólogo a su libro ^'Árte Divinatoríat," dice: ''No se 
olvidaron {las mieioneraa) en su predicación del aviso que el Re* 
demptor encomendé á sus discípulos y apóstoles cuando les dijoe 
£stQte prvdmtes mcuí aerpaáes let ,€Ím¡Moei ^iotU .-odumbae: "Sed 



•^IF 



' (1) He estado en mudhos pueUos de indios. Muchas de ias imágenes 
de sus santos, especialmente las de escnltiisa, eoB sus cabelleras erizadi^, los 
cgos mni abiertos i el rostió i todo el cuerpo mui eneaDgprentadQ, {)areoeii u^ 
IK» HuUíifüopochtlis cmtíanos, i muchos de sus cruoifijos grandes i peqae«- 
fios, sus Polorosas, Bjlagdaleiias, Bautistas etc. son taa xoál hechos, truncos de 
los dedon, con los ojos torcidos i de tan ^eas catada^ que parecen unos tía- 
catecolofi. Vi en la podlga de la india anciana Diomsia Valerio (que vive) 
en un barrio de esta c{^dad de Lagos, cosa de cien imágenes de santos, casi 
todas pintaras, i me llamo la atención un «cuadrito, que fe compré i 4;engo M 
mi gabinete. Le dije^- ''/Qué es eeto/^' i me reepondio: "Es Kuestro Sefior 
que lo llevan a horcar i le va ayudando a bien morir Sr. San Antonio,^' Es 
iun gran carro, en el qué van sentados seis de los santos fundadores de 6rde- 
ues monásticas, entre etUos San Francisco de Asis, que la otra decia que era 
0au ^^tonio; Jesucristo .con sus cinco llagas i montado en un asno va condu- 
ciendo el carro, i dos esqueletos van tirando del asno por medio de un lazo 
liáqia una colína, en donde hai levantados algunos patíbulos, en donde aaue- 
lias dos Muertes van a ahorcar a Jesucristo después de crucificado, i sin duda 
sútoicaron a todos los que van en la carreta i hasta al barro. 



é9 

prudentea como serpieutes y simples como palomas; y aunque 
procedieron con recato en lo segundo, en lo primero faltaron, y 
aun log- mismos idólatras cayeron en que les faltaba algo de a- 
quella prudencia serpentina, y así con su humildad vulpina se o- 
frecieron muy prontos al recebimiento de la fé que se les predi- 
caba. Pero quedáronse solapados en que no detestaron ni re- 
nunciaron á todos sus dioses con toda su cultura, y asi fueron 
baptizados no como perfectos creyentes, como ellos mostraron, 
sino como fictos que recebian aquella fé sin dejar la falsa que te- 
nían de muchos dioses. Esta paliaqion no se entendió á los prin- 
cipios, y la causa potísima de ella fué la opinión que los dichos 
predicadores tomaron de su perfecta fé, y asi lo afirmaron á to- 
dos los ministros del Evangelio que sobrevinieron á predicar á 
esta gente* Los primeros que después de ellos vinieron fueron 
Ips padres dominicos, y los segundos fueron veinte frailes de San 
Francisco de la Observancia (entre los cuales yo vine). A todos 
nos fué dicho (como ya se habia dicho á los padres domioicos), 
que esta gente habia venido á la fé tan deveras, y estaban casi 
todps baptizados y tan enteros en la fé católica de la Iglesia ro- 
mana, que no habia necesidad ninguna de predicar contra la ido- 
latría, por que la tenian dejada ellos muy deveras. Tuvimos es- 
ta información por muy verdadera y milagrosa, por que en tan 
poco tiempo y con tan poca lengua y predicación y sin milagro 
i^lguno, tanta muchedumbre de gente se habia convertido y uni- 
do al gremio de la Iglesia^ y asi dejamos las armas que traimos 
muy afiladas para contra la idolatría, y del consejo y persuasión 
de estos padres comenzamos á predicar cosas morales acerca de 
los artículos de la fé y de los siete sacramentos de la Iglesia. Ha- 
llóse después de pocos añ.os muv evidentemente la falta que de 
la prudencia serjpentina hubo en la fundación de esta nueva Igle- 
sia, por que se ignoraba la conspiración que hablan hecho entré 
6i los principales y sátrapas de recebir á Jesucristo entre sus dio- 
ses como uno de ellos, y honrarle como los mismos españoles le 
honran» conforme á la costumbre antigua que tenian, que cuando 
venia alguna gente forastera á poblar cerca de los que estaban 
ya poblados^ ciando les parecía tomaban por dios al dios que 
traían los recien llegados; y de esta manera dicen que Tez- 
eatlipuca es el dios de los de Tlalmanalco, por que le trujeron 
consigo, y Huítzilopochtli es el dios de los mejicanos, por que le 
trujeron consigo; y así se multiplicaron los dioses entoe ellos, to- 
Jijando los <:|ue estaban ya poblados el dios de los que llegaban, 
y estos el djos de los y^ poolados» Pe esta manara, se inclínaroa 



70 

con facilidad á tomar por dios al Dios de los españoles; pero no 
para que dejasen los suyos antiguos, y esto ocultaron en el cate* 
cismo cuando se baptizaron, y al tiempo del catecismo, pregun- 
tados si creian en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, con los de« 
mas artículos de la fé, respondían quemachca, que sí, conforme 6 
la conspiración y costumbre que tenían; y preguntados si rene- 
gaban dé todos los otros dioses que habian adorado, respondían 
también (¿rtemachca, que sí, paliadamente y mentirosamente, Tié- 
nese por muchos indicios (que compellen á creerlo), que esta 
maldad fué primeramente hecha en todos estos pueblos de la la- 
guna y procedió hasta Huaxaca y Campeche, y en aquellas pro- ^ 
vincias se descubrió primeramente bien pocos años ha [I]. La 
conjetura que hay para creer que salió de acá, se toma por que 
hicieron un embuste estos desta laguna, muy endiablado, como 

abajo se dirá; y así esta Iglesia nuera quedó fundada so-' 

bre fal805 y aun con haberle puesto algunos estribos está toda- 
vía bien lastimada y arruinada." 

"A propósito de que este avieso se vaya enmendando con mu- 
cha prudencia y tiento, se ha escrito el Calendario, y ahora se 
escribe este tratado de la Arte Divinatoria." 

"Estos errores ya dichos tienen aun muchos, y por mejor de- 
cir todos aquellos que aun tienen la fó idolátrica en el buche. Y 
en este libro que se sigue, se contienen muchísimos errores idolá- . 
trieos, los cuales aun tienen y creen los que tienen la fé de los 
dioses antiguos y las ceremonias antiguas, según que en el se 
contiene. Habiendo visto lo que en él hay, así los predicadores 
como los confesores, podrán entender lo que les pueden y deben . 
preguntar en las confesiones, y lo que les pueden y deben prove- 
chosamente predicar en los sermones" (2). 

El mismo Sahagun, en el prólogo á su "Psalmodia Cristiana," 
dice: '*T á este propósito se les han dado (a los indios) cantares . 
de Dios y de susSanctos en muchas partes, para que dejen los. 
otros cantares antiguos; y hánlos recebido y hánlos cantado en 
algunas partes, y todavía los cantan; pero en otras partes, y en 
las mas porfian de volver á cantar sus cantares antiguos en sus 
casas 6 en sus tecpas, (lo cuál pone harta sospecha en la sincerí-. 
dad de su fé cristiana), porque en los cantares antiguos, por la 



(1) Esto escribia Sabagan en 1583, es decir, medio siglo después que loS' 
indios habían recibido la religión, católica. 

(2) £1 Sr. García Icazbalceta presenta este prologo en sa Bibiiografia ci^ 
ta^ pag8..316. i. siguientes. 



71 

mtiyor parte se cantan cosas idolátricas en un estilo tan obscuro, 
que no hay quien bien les pueda entender, sino ellos solos; y o- 
tros cantares usan para persuadir al pueblo á lo que ellos quieren, 
ó de guerra, ó de otros negocios que no son buenos, y tienen 
cantares compuestos para esto y no los quieren dejar" (1). 

T^EGATIVA DEL ORDEN SACERDOTAL I DEL MONACATO A LOS IN- 
DIOS, HECHA POR LOS MISIONEROS. 

¿Se administró a los indios el sacramento del orden sacerdo- 
tal? Para la dilucidación de esta cuestión deben distinguirse tres 
épocas diversas: la primera fué el siglo XVI, la segunda fué el si- 
glo XVII i primero i segundo tercio del XVIII, i la tercera fué 
el iiltimo tercio del siglo XVIII i primero del XIX hasta 1821. 

Época 1 P : siglo XYI. 

Dice Beristain: ^^Daciano {Fr. Jacobo): natural de Dinamarca y 
y de la sangre real de sus príncipes. Tomó el hábito de San Francis 
co y fué provincial de kprovincia de Dacia, donde persiguió acérri- 
mamente á los herejes luteranos y disputó mucnas veces con e- 
líos, como eminente teólogo que era y muy perito en las lenguas 
griega y hebrea. Un obispo de aquella secta, no pudiendo atraer 
á sus errores á Fray Jacobo, intentó asesinarlo y obligó á este 
grande hombre á huir de su patria y pasar peregrino á España, 
donde logró del Emperador Carlos V cartas para que en México 
se le recibiese y honrase como á misionero. Ocupóse algún tiem- 
po en la proyincia del Santo Evangelio en el ministerio apostóli- 
co, y luego pasó á la custodia de Michoacan, donde aprendió la 
lengua tarasca .. . Este sabio religioso, de quien no mencionan 
escrito alguno Torquemada, Betahcourt ni otros, escribió sin du- 
da cosas grandes é importantes en un libro que impugnó el Pa« 
dre Fray Juan de Gaona en su obra intitulada ''Antídotos de 
ciertas Proposiciones" (2), que MS. {manuscrito) existe en la bi- 
blioteca de Santiago Tlaltelulco, y de la cual se deduce que hubo^ 
disputa entre los primeros misioneros sobre el modo de estable- 
cer en estas provincias la religión católica. Decia Fray Jacobo 



(1) Indios masones. El Sr. García Icazbalceta presenta este prólogo en 
su Bibliografía citada, pags. 248 i 249. 

(2) Me parece conveniente para la inteligencia de los lectores poner en' 
castellano algunos textos que Beristain pone en latín: El título del libro que 
escrU)id en ktin el Padre Gaona os Antidota qvonimdavt Prapositmmm, etCt 



/ 



72 

Daciano que no había suficiente nú.nero de ministros y que fal* 
tando Obispos no podía establecerse Iglesia, que no había sacra- 
mento de la Confirmación; que el de la Eucaristía se negaba á 
los indios, y sobre los demás sacramentos ponía también sus re- 
paros. ''Finalmente, ¿qué diré de la Extremaunción? Ya salió de 
México precepto para que no'se dé á ningunos indios; aunque el 
Padre Martin {el Venerable Vaknciá)^ dignísimo Comisario Gene* 
ral, nos dio facultad de administrarla, y aun SantiagOi Legado 
de Nuestro Señor Jesucristo, nos enseña; ''¿Se enferma alguno? 
etc." [1]. De todo lo cual infería Fray Jacobo que la Iglesia Me* 
:¿icana no se iba fundando in Spiriíu Sanoto (2). A estos argu- 
mentos respondió el Padre Gaona larga, docta y nerviosamente 
y al último le dice asi al Padre Daciano: 'Tadre Jacobo, monje, 
anciano, sacerdote y en otro tiempo muy amigo mió, te pregunto 
con cuanta humildad puedo ¿cual es la causa por que tan acérri- 
mamente nos combatas á todos y nos supongas falsamente pertí-^ 
naces ó incursos en el crimen de herejía?'' (3). Al fin de este li- 
bro hay una Nota en estos términos: **De todas las cosas arriba 
dichas se retractó Fray Jacobo Daciano, como por su firma apa- 
rece en el original" (4). 

(1) De Extrema JOnciione, denique^ quid dicaml Jamexiit praecep- 
iuvi de México ut nidlis indis detiir; qiiamvis Pater Martimis^ Comissa- 
rius Generalis mérito digiius^ dedil nobis factdtatem illam ministrandi/ 
immo Beatus Jacobus^ Legaíus Domini Nostri Jesu Christi^ in sua EpiS' 
tola nos docet: Jiifirmatur quis ete, 

(2) No era muí diverso esto que decia Sahagiin, tan sabio como DacianO| 
i se ha visto a la pág. 70: ^^Esta Iglesia nueva quedo fundada sobre falsoP 

(3) Pater Jacóbe^ religiose^ senex^ sacerdos et quóndam mihi amicitia 
conjunctissime^ Te quam humilimé rogo: quid est in causa tU adco acérri- 
ma in omnes nos inveharis^ et tamqvam pertinaces et haereseos crimine 
irretitos confingasf 

(4) A Beristain se le olvidaron dos oircanstancias mni notables de Fray 
Jacobo Daciano: 1 f' que ademas de las leoguas dinamarquesa, castellana, la- 
tina, griega, hebrea i tarasca supo también la azteca, 12!^ que fué el prime- 
ro que administró a los indios el sacramento de la Comunión. Las refieren 
diversos historiadores, entre ellos Mendieta, quien en la obra citada, libro 4, 
capítulo 5, hablando de Fray Antonio de Segovia,' el primer apóstol de Xali:^- 
co i después de dechr que a los ochenta años perdió la vista, dice: *^ Yo lo vi 
en un capítulo que tuvimos en la ciudad de Quaxoeingo^ que vino de mas de 
cien leguas á pié, m ciego como estaba, y vino en su compañía otro gian sier- 
vo de Dios y muy letrado, llamado Fmy Jacobo Daciano . . , Fué el primero 
que administró a los tarascos el santísimo sacramento de la Eucaristía, y sa- 
po muy bien aquella lengua y la mexicana." ¡Fray Antonio de Segovia octor 
genario í ciego, andar mas de cien leguas a pie i descalzo! ¡Esto es para 



73 

El mismo Beristaía dica: *^Gaona (JPrap Juan): nataral áe 
Bargos» donde TÍstió el bibito de Saii.!FrazicÍBCo. Lo sobresa- 
lienta de sus talentos! obligó A su provincia á enviarlo & la. ani- 
▼eraidad de Faría, donde f aá diaeipulo del célebre Doqtor de la 
Sorbona Fray Pedro de CamibuSf gran martillo de los herejes 
é • . Hacia aquel Doctor tan singular aprecio da nuestro Gkona^ 
que cuando registcaba coq la Tista su aula», si lo vela en ella^ aun* 
que faltase la major parte de sus discípulos» se ponía á explicar 
diciendo: ''Me basta Gaona" (1). Salió Fray Juan muy versado 
en la lengua griega y aventajadísimo ai la teologiá y por manda- 
to de su General volvió á España 4 enseñar aquella . ciencia en 
el convento de Yalládolid, donde se^ hallaba entonces la corte^ 
De allí salió pam la América en él año de ] 59^8^ escogido entre 
otros por la misma emperatriz Doña Isabel^ gobernadora de Es- 

Eana. Llegó á México y se dedicó inmediatamente á aprender 
i lengua de los, indios y poseyó oon perfeocton la mexicana. Fuá 
guardián de Tlaltahileo y enseñó alli á loa jóvenes indios la lati- 
nidad y la filosofla.'^ 

D^pues refiere Beristain los librea que escribió el Padre Gao* 
na, entre ellos el siguiente; ^'Antídotos de ciertas Proposiciones 
de cierto teólogo muy afamado" (2) i luego dice: ''£1 objeto de 
este opúsculo doctísimo y muy importante á la Iglesia America- 
na fué impugnar uu libro del Padre Fray JacoM Daciano, que 
pudo haber perturbado los progresos de la cristiandad en es- 
tos países 6 introducido en ellos un dsrna. El contexto de este 
y de la impugnación de nuestro Gaona puede colegirse del pri* 
mer artículo del opúsculo, que dice así: ^'Oomienasa el antídoto 
primero para la primera proposición del adversario^ Primera pro- 
posición del adversario: ' 'Fundar la fé de Jesucristo sin los sufi- 
cientes ministros y sin el uso de los sacramentos necesarios para 
la salvación, es fundar la (6 sin el Espíritu Santo'' (3). Intentaba 

ayergODzarnoB a los hombres de los ferrocarriles! Esto jostifíoa esta hipérbo- 
le del Sr. RivB Palacio: ''Aquellos hombres estaban, por decirlo así, fuera 
de la humanidad que conocemos.'* 

(1) Suf/it mihi Gaona. La cátedra de Fray Pedro de Camibus^ en la 
que faltaba algunas veces k mayoY paite de los disdpulos, no era por cierto 
una cátedra modelo. 

(2) Antidota quarundam ProposUionum cujusdam fümigeraiissimi 
iheologi, 

(3) Incipit, antidoíum primum ad primam Adversarii Propositionetn. 
Prima Advérsarii Propositio: Fundare Fidem Jem Chrisii sine sufficieyu 
tibiis mimstris et 3ine nsu Sacramenioruinj ad satutem necessariarum^ est 
fundara Fidem sine Spiriiu Sancta, 



Ti 

Fray. Jacobo probar que no había en México suficiente número, 
de ministros y que fedtaba el sacramento de la Confirmación, por 
no haber bastante número de Obispos que lo administrasen. Alo 
que respondió el padre Gaona conviniendo en la doctrina y expli* 
candóla en cuanto & los hechos. Decia Fray Jacobo: ^^Esta Igle- 
sia en la India Occidental está establecida de este modo; luego 
no está fundada en el Espíritu Santo" (1). Y le responde Gaona; 
''Esta nueva Iglesia, plantada en el Orbe de las Indias ha sido 
plantada por el .Espíritu Santo, y fomentándi^a el mismo Espíri- 
tu, de día en dia crece en el Señor, recibiendo aumento de fuer- 
zas en Cristo Jesús" (2). 

. £1 autor de la Historia del gobierno vireínal en la obra ^'Mé- 
xico á través de los Siglos," tomo 2 P, pags. dOfi i siguientes, di- 
ce: '^A pesar de que los frailes que trataban con los indios conve- 
nían en que estaban dotados de claro ingenio y de naturales vir- 
tudes, sin embargo, franciscanos y dominicos se opusieron tenaz- 
mente á que se les concediera entrar en alguna de esas religiones, 
ni aun con el carácter de legos ó donados [3], alegando para esto 
algunos que seria muy fácil que volviesen á sus antiguos ritos, 
abandonando la religión cristiana, y que por su carácter tímido 
''mas eran para ser mandados que para mandar, mas para discí- 
pulos que para maestros y mas para subditos que para prelados/' 
''El mismo don Antonio de Mendoza, virey de México, á pesar 
del buen concepto que tenia de los indios, opinaba que no de- 
bían admitirse al sacerdocio hasta tanto que la Nueva España 
llegase al grado de cultura á que se consideraba la metrópoli, y. 
asi dice á su sucesor don Luis de Yelasco en el informe que le 
daba al entregarle el gobierno: "V. S ? los favorezca, pues S.M. 
le envía principalmente para el bien general y particular destas 

(1) Haec Eccle9ia in Occidentali India sic insiiiuta €st; ergo non est 
in Spiritu Sancto fundata, 

(2) N<yoa haec Ecclesia plantaia in Orbe Indiarum^ á Spiritu Sancto 
plántala est; et in dies^ eodenh /ovante Spiritu^ crescit in L omino^ virium 
aufftnentum in Christo Jesu recipiens. 

Gaona decia a Daciano: ''¿Por qué combates cootra todos nosotros^ '^ Lue- 
go todos los misioneros fratiuciscanoS) que eran los mas numerosos e influentes 
. en la Nueva España, eran de sentir que no se concediese a los indios los sa- 
cramentos do la Eucaristía, la Extremaunción ni el Orden sacerdotal. 

(3) Como donados sí recíbian los misioneros a los indios. Mas el Sr. Ri* 
va Palacio, que no tiene trazas de fraile ni ha vivido nunca entre los frailes, 
cree que es lo mismo lego que donado: aquel es un monje profeso, aunque no 
es sacerdote, i este es un seglar^ criado delxoaventp, a.quien se le concede 
que use el hábito. ^ 



7S 

gentes, por que es gran yerro de los que quieren hacer incapá-^ 
ees para todas las letras ni para lo demás que se puede conceder 
á o¿ros coalesquier hombres; y no por lo que digo, quiero sentir 
que estos al presente, aunque sean cuan sabios y virtuosos se 
pueda doBear^ se admitan aí sacerdocio, por que esto se debe re- 
servar para cuando esta nación llegue al estado de policía en que 
nosotros estamos" (1 ). 

^'Y no solo á los Indios se les negaron las ordenes sacerdo- 
tales, sino qu6 llevando al extremo aquella estrechez y min* 
dad de miras, franciscanos y dominicos negaron la entrada 
en su orden á los criollos, hijos de español y española nacidos en 
México, y á estos con el vago pretexto* de que no eran perfec- 
tos para el estado religioso. En el año de 1569, por el mes de 
setiembre, se tuvo cabildo provincial de dominicos en Méjico, 
y en él dice el cronista (2): ''se ordenó, como en todos los do- 
mas se habla ordenado, que se tuviese gran cuenta en el reci« 
bir de los novicios, y que sin licencia del Provincial no se die* 
se el hábito á ningún hijo de español, nacido en esta tierra, por 
que 6 por el clima destas partes, ó por otras causas á nosotros 
incógnitas, no nos parecen tan cabales para el estado de la re< 
licrion, como es menester." Mendieta decia en una carta al co* 
misario general de las Indias, enumerando lo que este debia so- 
licitar del monarca espauoi: ^'Y juntamente con esto mande que 
de su parte sean amonestados los Señores Obispos que no pon- 
gan en uso de admitir ni ordenar para clérigos comunmente los 

(1) El sentir del virey Mendoza aventajaba cien veces al sentir de los 
mistoaeros, por que aquel ponía el iin{)edimento para que los indios fue- 
ran sacerdotes en una causa moral, a saber, en que se hallaban en la épo- 
ca de su iofanciaen la policia i civilizacioo cristiana, causa por lo mismo tem- 
)K)ral i transitoria, por que en virtud de la lei de perfectibilidad i progreso 
de la humauidad, aquella época de infancia tarde o temprano tenia que termi- 
nar, i llegar los indios a una época de civilización cristiana igual a la que en- 
tonces tenía España, i a la aptitud para el sacerdocio; pero los misioneros po- 
nían el impedimento para que los indios fueran sacerdotes en una causa física, 
a saber, en el natural de ellos, en su constitución orgánica, provenida del 
clima i de otras causas naturales, en el carácter de raza, i en consecuencia en 
una causa perpetua, i ponían a los indios un impedimento para ser sacerdotes 
que duiaria siglos i siempre, por que el carácter de raza, aunque pasen si- 
glos siempre es el mismo, i hoi, aun después de la Independenciai el carácter 
de raza de los indios es el mismo que en el siglo X VI.^ 

(2) ^'Relación de la fundación, capítulos y eleccíoneMue se han tenido 
en esta Provincia deata Nueva España de la Orden de Predicadores, año de 
15139.— Documentos inédilos de Indias^ tomo 5? , pag. 471/' 



7G 

en esta tierra nacidos, eino muy raros^ aprobados y conocidos, 
j en ninguna manera mes^tizos. Y lo mismo guarden los prelados 
de las órdenes en cuanto 4 reeibUlos.en ellas para fniles. La ra* 
zon desto es, por que aunque algunos de los de acá nacidos ha- 
yan salido buenos hijos y virtuosos, finalmente por la mayor par* 
te toman del natwdl J cQatumbx^ dei k>s indios, eomo nacidos 
en los mismos climas y criados entre ellos "(I)- 

^'Herética proposición debia parecer entonces la de declarar 
aptos para las sagradas órdenes. 4 U^ indios^ pw que á Fray Ja- 
cobo Daciano^ que sos tenia que la Iglesia de Nueva España ''iba 
errada por no tener ministros naturales que los convertidos y 
que á los indios se debian dar órdenes sacros y hacerlos minis- 
tros de la Iglesia," el Padre Fray Juan de Gaona le contradijo 
con ruda vehemenpia, obligándole no solo, i convefiir ^n que ha* 
bia errado absentando aquella proposlcioa, sino también á hacer 
por eso dura y publica penitencia.'^ 

Bespecto del sacramento de la extremaunción, en el segunda 
tercio del siglo XYI los misioneros franciscanos, dominicos i a- 
gustinos (que eran las tres únicas órdenes monásticas qu« enton- 
ces habia en la Nueva España), se dividieron en opiniones: mui 
pocos administraron dicho sacramento a loe indios i los mas en in- 
mensa mayoría no se lo administraron. Mas en el último tercio del 
mismo siglo XYI, todos los misioneros, franciscanos, dominicos i 
agustinos i los jesuítas i otros monjes que vinieron en esta época 
a la Nueva España, administraron la extremaunción a los indios, 
convencidos por cuatro autoridades: 1 ^ , ta bula de Pablo III 
que declaraba a los indios idóneos para recibir los sacramentos; 
2 ^ 9 el libro de Fray Jacobo Daciano, que hubieron de aceptar 
en cuanto a la extremaunción; Sf , otro libro escrito por el sabio 
agustino Fray Pedro A^urto, catedrático de Santa Escritura 
en la Universidad de México i después Obispo de Cebú en Filipi- 
nas, intitulado: ^'Tratado de que se deben administrar los Sacra- 
mentos de la Santa .Eucaristía y Extremaunción á los indios d& 
esta Nueva España/ impreso en México en 1573; i 4 ? , el Conci- 
lio III Mexicano, celebrado en 1583, que mandó que se adminis^ 

(1) Nuevo documento histórico, sobre los que he presentado para la prae- 
ba del Principio 1? , de que los criollos, hijos o descendientes de españoles i 
de la raza blanca participamos del carácter indio, unos mas i otros menos. 

Eso fué lo que sucedió realmente en el siglo XYI respecto de los criollos, 
<que no les negalta el sacerdocio ni el monacato como a los indios; pero a 
mui raros administraron el orden sacerdotal i a mui raros admitieron en los 
conventos. 



trase a los indios la extremaunción. R'especto de la Eucaristía^ 
en el segundo tercio del siglo XVI ningún misionero, francisca* 
tio, dominico ni agustino quería administrarla a los indios, a exeep^ 
cion de Fray jacobo Daciano que^ no haciendo caso de las preo- 
cupaciones i argucias de sus numerosos compañeros de las tres 
órdenes monásticas, comenzó a dar la Comunión a los indios en 
Michoacan. Luego el agustino Fray Alonso de ja Ver&cruz, ca- 
tedrático de Santa' £scrítura en la Universidad de México antes 
qtie Agutto, i otros sabios monjes siguieron el ejemplo de Bacia- 
110, i ^n el último tercio del siglo XVI todos los monjes adrainis- 
trairun la Eucarístia a los indios; convencidos por las cuatro autori- 
dades mencionadas, que* militaban también respecto del sacramen- 
to de la Eucarístia.^ Pero respecto del sacramento del orden i del 
monacato, todos lx>s misiovieros francis<»Tios i casi todos los domini- 
cos i los agustinrbs se óbstitiaron en su opinión de que no se debia 
conceder a it>8 iludios. I lo peor fué que a pesar de las graves i cla- 
ras doctiinas dei Evangelio i de los graves i claros cánones de la 
Iglesia i de io sagrado de los derechos del hombre según el dere- 
cho de la naturaleza, en la práctica prevaleció la opinión de los 
misioneros, i durante todo e! siglo XVI no se concedió el orden 
sacerdotal ni la profesron monástica a ningún indio. Entonces se 
vio la lucha entre la rason i la preocupación, entre el derecho i 
el hecho, i para la mejor inteligencia histórica de esta materia 
voi a exponer primero cual fué el derecho i luego cual fué el 
faecha. 

El Derecho Natural. 
En la ¿poca anterior el negocio habia terminado con la retrac- 
tación i penitencia de Daciano, creyendo Fray Juan de Gaona i 
demás numerosos adversarios de Fray Jacobo, de laa tres órde- 
nes de franciscanos, dominicos i agustinos, que hahian triunfado 
en el campo del derecho, diciendo: ''Fray Jacobo se retractó; lue- 
go defendía una cosa £alsa." Berístain, aunque sabio i a pesar de 
haber escrito en el presente siglo de las luces, era acérrimo rea- 
lista i casi nada favorable a las Musas indias, i por esto siguió el 
partido de Qaona diciendo: ^'Sobre cada uno de los Sacramentos 
pone el Padre Daciano sus reparos, y á todos satisface Fray Juan 
de Gaona largan docta y nerviosameiitíe.'^ Yo sigo la opinión de 
Fray Jacobo, a pesar de su retractación. £n ciertas circunstancias 
•^na retractación no es argumento: también se retracto Galileo; i 
meaos es argumento respecto de un monje que profesa voto de 



obediencia aV^oí a sus superiores* £1 célebre' cenobita i' s^péstof 
de Michoacan, con la cabeza cana, sujeto a los ayunos a pan i a* 
gua i bajo la ceniza, el cilicio i la disciplina en la oscuridad del 
claustro, que era en el caso la penitencia según el instituto da 
San Francisco de Asis, era mas grande que en el palacio real de lo» 
príncipes de Dinamarca;. mas grande que en la cátedra explican-» 
do doctamente la Escritura por medio de la lengua griega i de la. 
Jengua hebrea; porque bajo la cenii&a, el cilicio v la disciplina i 
en la oscuridad del claustro, estaba rodeado de la aureola del 
gran pensador, del hombre superior a todos sus hermanos,, del 
gran defensor de la causa^ india; porqjie las heridas en aquel cuer«* 
po envejecido eausadaspor el cUioio i la disciplina, eran los es^ 
tigmas de un martirio por la catisa gloriosa de Ibé derechos del^ 
hombre, ¡AhÜ {Desgraciados de aquellos de vosotros, amigos lee* 
atores, que no comprendan este lenguaje! ¡pesgraciados de aque?- 
lios, os diré con LacordairOj qixQ no compmndan lo que com- 
prende el última soldado conservado por la suerte, que se la« 
menta de no haber muerto* en.eLoampo del honor al sonido de- 
.las trompetas de la patria! 

Cada uno tiene su<modo de pensar i> de -sentir i autmodo de es- 
cribir. ¡Una causa india!, \\a causa de los derechos del hombre!:: 
esto es mas qpe suficiente para que yo, aunqpe pobre historiador 
laguenee, trate esta< materia» con detenimiento, como no la ha 
tratado ningún otro historiador, que yosepa.Hbi, en- los últimos 
años del siglo XIX,. nadie me pondrá a* mi^bajp lá> ceniza i el cili* 
oio; sin embargo, México, mi carapatt^ia^ no- se ha despojado to< 
davia enteramente d^ la mortaja i el sudario de añejfts preocupa- 
ciones; no ha llegado a aquella época de rara. felicidad que dice Tá- 
cito: ^Rara felicidad de una época, en que te sea líoitp sentir lo 
que quieras i dé^ir lo que sientas'* (1). A tí libro mio,minoue pe- 
queño, te auguro que no tendrás tan mala suerte; pero ¡poore del 
auiorll J. . No. se necesita estar bajp la oeoiza iiel ciü^ para pa*^ 
flar una^ amarga vida. 

Fray Jhcobo Daciano* estuba haciendo penitencia; pero el dere^ 
cbo de la^racsa india, los dereohos^del homisve estaban on pie. La» 
causa india estaba* re&probada i vencida en todas partes; pero coa 
«u justicia i dignidad estaba repnssentada toda entem en el noble 
.gesto de 6n monje: 

Gám^ i)i&,nx Diis^'pláctíü, sed viíita Qtítíñi. 



* ■> - A 



<Éli I ti llrfll 



{1) RaraíéJhp(yrumfetÍ€ime,^i9éMife ^e '^féHé^^^Háé^^^tmtí^ 



El Derecho Di viiK) Positivo. 
El derecho divino. En la constitución de la religión .católica' 
entran los siete. Bacramentos, aplicados a los honabresr luego pa« 
ra que existiera la re%ioii católica eá'la raza india era uecesa' 
rio que se aplicaran lo3 siete sacramentos (i en consecuencia el) 
del orden sacerdotal) a los indi/js. Este razonamiento de Daciano 
era incontestable.. Beri&tain dice; "respondió el P. Gaona convi- 
niendo en la> doctrina y explicándola en cuanto á los hechos." Ga- 
ona decia ^¿ a las premisas i n¿ a la consecuencia, aunque esta era* 
ineludible, i como ineludible, la dedujeron el Papa Pablo III, el 
Papa Gregorio ^lll i el Concilio III M^xieano. La respuesta de* 
Craona era el ^^JSí pere^^' de- cierto teólogo de G^adalajara* 

El derecho- divin<k ^ Segunr consta en eí Evangelio de San Ma« 
tep, capítulo 28, versoe 19^ i 2t), «resum8t9 dijo a aud Apóstoles* 
ren ellos a todos suir suocesores en todos ios siígloB: ^'Id pues, y 
enseñad á todas lae naciones: bautizándolas en el nombre del 
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo: enseñándolas á observar 
todas las cosas que os he mandado:'^ luego también a la nación 
A'Zteca, a la tarasca^, a la mi^eca v st todas las naciones indias. 
''Enseñándolas á observar todas las cosas que os he mandado.'^ 
Ss asi que. una de laa cosas que habia mamdado Jesucristo era el 
sacramento del orden sacerdotal: luego los apóstoles españolea 
debian ense&ar a los indios a guardar, a practicar fel orden sácere 
dotal Gaona, Mendieta^r los domas misioneros decían: "Si, les en« 
señamos á los indios é goardlir el orden sacerdotal, pero de modo 
que los sacerdotes samnos Ibs españoles y no los indios.'' EstA 
respuesta era la nras ^xéticsL del mundo^ por qoe el mismio Dios 
dice por San Pablo: "No hay distincion-de judio y de gentil.** ' 
fll derecha divino. San Pablo en auE^stola a los Hebreos, 
capítulo 5, verbos J ? i 2? , diae: "Pferque-todo pontífice (sacer* 
dote) tomado de entre k>s hombres, es puesto á f&vor de los hom« 
•bree en aquellas cosas que tocan á Dios, par» que ofrezca -dones 
y sacrificios por los pecados:* el cual se ptiedfc condivier de aque- 
llosqué ignoran y yerran, por cuanto él también est.á cercado 
'de enfermedad.'^ iPódósacerdbte es tomado db entre Tos hombres: 
griegos, .romanos, affinano»^, americanos, i deoias fiambres. Siento 
Tomas, explicando eso texto de la Escritur^t, dice: "Todo pontífi^ 
ce es tomado de lentre los hooibrea," i asi^ebe'aer t%mbíendel 
número d^e los hojoibres. Mas quiso Dios que «iJiotftlNre tan^ «ui 
^luejantQ de:SÍ,vAl>^pae^oeasBa. De donde taihbien k^glesia Qi* 
donó que cuando se encuentra útil alguno del cuerpo (^), I10B# 



I . 



8Ó 

elija áUH extrafiO. Oseas en el capítulo 2 P , verso 15» dice: ^*0é 
daré viñadores del IllismO lugar." El Deuteronomio eu el ca- 
pítulo 17, verso 15, dice: ''A aquel establecerás (rey) que el Se- 
ñor Dios tuyo eligiere dd número de tus hei^manos. No podras 
hacer rey á un hombre d6 Otra naclOD, que no sea hermano 
tuyo'' (ti). 

* El derecho divino. Por el Libro de los Hechos de los Apósto- 
les, las Epístolas de San Pablo, el Apocalipsis i las tradiciones 
apostólicas, vemos que los Apóstoles siguiendo la doctrina de 
Jesucristo, predicaron el Evangelio en todas las naciones conoci- 
das! en cada nación administraron el sacramento del orden sa^ 
cerdotal a los de la misma nación. San Pedro ordenó diáconosi 
presbíteros i Obispos a los romanos, San Pablo a los griegos» 
¡Santiago el Mayor « los españoles, San Mateo a los africanos 
etc. Luego los misioneros españoles en las naciones indias, si* 

fuiendo el Evangelio, debian haber ordenado sacerdotes a los in* 

líos* 

£1 Derecho Canónico. 

El derecho canónico. Por la Historia de la Iglesia consta que 
en los primeros siglos, no solamente los diáconos, los presbíteros 
i los Obispos, sino también los Papas fueron electos de diversas 
naciones. San Gleto, San Clemente I, San Alejandro i otros eran 
romanos; San Lino, San Pió I i San Entiquiano eran italianos; 
San Anacleto era ateniense i San Evaristo, San Telésforo i o- 
tros también -eran griegos; San Aniceto era sirio, San Cayo era 
dálmata i San Yictor I i San Melquíades eran africanos. 

El derecho canónico. San Alfonso Maria de Líguori, declara- 
do Doctor de la Iglesia por Pío IX, en su '*Teologia Moral,"' libro 
7, n ^ 402^ enseñando los que son irregulares, es decir, que tie- 
nen impedimento para sacerdotes, dice: "Los neófitos o reciente* 

mente convertidos, hasta que ajuicio del Obispo estén sufícien^ 

. »♦ 

' f - ■ 

(1) Yerbi gracia, dd miimo cuerpo de la nación. 

(2) ^^Omnü ptmti/ex ex hominibms assumptus^^^ H éic dAeí etiam tsse 
de wmero hommum. Valuü autem Deue ut homo habeat similem Mt, ad 
quem currat. Unde et Ecclesia ordinavU^ quod qviando uiüis invenüur a* 
liquis de collegio. nen eligatur eztraneus. Os, 11^ v. 15): ^^Dabo eis vi- 
nitores ex eodem í^o." {Deut, XVJIy v, 15): ^^Eum constilues quem Z?p- 
minus Deus tuus degerit de numero frcUrum tuorum. Non poteris alte- 
rius ffstUis hominem regem faceré^ q^n non sU frater tuús, {Divi TViomat 
Aquinatis^ Doctms 4f^Wic¿, Cwimentaria in omnes Divi Pauli Apost<^' 
Episiolas). . . • 



81 

iiemente instruidos. Mas juzga Toledo en Viva, tratado de las 
Censuras, cuestión 9, artículo 4, <nP 14^ que un neófito a los 
diez años ya no es irregular, i aun antes, si el Obispo juzgue que 
es arreglado en sus costumbres." Ese Toledo fué el Cardenal 
Francisco de Toledo, célebre teólogo i canonista español, que es- 
cribió en el «iglo XVI, en los pontificados de San Pío V, Gregorio 
XIII, Sixto V, Urbano Vil, Gregorio XIV, Inocencio IX i Ole- 
mente YIII, i su sentir era respetable aun para los Papas (l). 
Al eruditísimo San Alfonso Maria de Liguori se le olvidaron o 
no quiso citar a otros célebres teólogos i canonistas catóKcos que 
enseñan lo mismo 'me el Cardenal Toledo, «como Juan de Torque- 
mada, Azpilcueta iSTi^varre, I^ie^o Covarrabias i B. cTuan de So- 
lórzano Pereyra. B^te último, individuo dol Consejo de Castilla 
i del Consejo de Indias a mediados dd siglo XVH, en su Política 
Indiana, libro 2, capítulo 29» número 24» probando que ti los in^ 
dios de la Nueva España i demás colonias hispano-aniericanas 
debia administrarse el sacerdocio, dice: '^Verdaderamente no lo 
son {neó/Uos) los mas de eilos {los indios)^ j mucho menos^^us 

descendientes: pues según la «oimiii y Yeráadera Opinión, 

basta que ha^^n pasado diez a^os después del bautismo, para que 
no sean tenidos por neófítosi como lo dicen Covarrubias, Torque*-. 
mada, Navarro, Toledo yotros, «que refieren y siguen Antonio Ri- 
ciulo y Fray Juan de Zapata" (2). 

Vése, pues, que en ^el siglo XVI la doctrínn de los principales 
teólogos 1 canonistas españoles sobre la aptitud i el derecho de 
los indios para recibir el orden sacerdotal, era la misma de Fray 
Jacobo Daciano. Vése que cuando tuvo lugar la púbMoa disputa 

•1(1) Diocionario Universal de Historia f Geogtafia, edición de México, 18S3 
r— 1856, artículo Toledo (Francisco). 

(2) Ese Toledo es el mismo Cardenal Toledo, ^e qae lie hablado. Fray 
Joan de Torquemada faé uu célebre teólogo i canonista del siglo X Y, mon- 
je dominico español^ fundador del oonvento de dominicos de la Minerva en 
Boma, teólogo consultor en el Condlio de Basilea i después Obispo de Mon- 
dofiedo i de Orense. (Diccionario dtado, articulo Torquemadoj Juan). B. 
Juan Blas de Azpilcueta Navarro fué abc^ado de Bartolomé de Carranza en su 
celebénimo proceso en Valladolid i en IU>ma, i jurisconsulto espafiol de altí- 
sima &ma en España, en Roma i en toda £uropa. (M^endez Pelayo, ^^Los 
Heterodoxos Españoles," libro 4, capitulo 8). Diego Covarrubias fué un ju- 
lissonsuJtD discípulo de Azpilcueta Navarro, llamado el Bartolo Español^ 
reformador de la Universidad de Salamanca, i juntamente con otro célebre 
canonista íBoücompagno, después Papa con el n(»xibre de Gregorio XIII), re- 
dacto musios decretos del Concilio de Trente. (Diodonario Universal dta^- 
A>f 9XÚQÚQ QfparrílibiaSf Di€g0). 



i 

I 



entre Paoi(^Qo i Gaoü^ r todos loa mÍ9Í0QerQ8 de la Nueva Espa*' 
ñi^, fraaciapanoSj dominicos i agustinos «gamroa laopiaionde' 
Gaona, ya bacia mas de di^z añoa que millares de indios habiaa> 
recibido con el bautismq la religión católica* Luego loa mÍ6tone-' 
ros españoles en la Nueva Españai al pensar i obrar de la mane*, 
ra que pensaban i obraban, no seguían la COinuil J verdadera 
opilliOB, no seguían la jurisprudencia canónica española^ la ju--. 
risprudpncia de su propia pa^iai sino sus propias imagínaoíoAM^ 
i. preocupaciones [1]. 

Mas. El historiador franciscaBO Fray Jerónimo de Mendíeta 
escribió su ''Historia Eclesiástica Indiana" en el convento de 
San Francisco de Texcoco, en los años de 1595 i 1596, es decir, 
en los últimos años del sigl^ XYl (2). Ha dicha Historia dice^ 
que cuando él escribía^ todos los misioneros franciscanos (que e«. 
ran loj3 masr numerosas e influentes en la Nueva. Kspana), perm&>. 
necian en el mismo, sentir de que no se confiriese, el sacramento, 
del orden sacerdotal a ningun indio '(3)> Luego no ya a los diez^ 
años^ sino cuando los indios tenían mas de medie siglo de neófi*. 
tos, todavía se \p^ pegaba el sapramento dd OMien saceordotaL 
Luego los. misioneros no obraban confornae a loa cáa^aes^de la^ 

Igleeia. 

El deredw canónico. Becretpa de Fablo IlCdé 18 de mayo i' 



. fi] ;I^ ¡¡nwginseíw i Iss preocup^ipneeL^ quq hfíia (Xmi^o tp^atoa ipiles' 
cn;elWB|a¿o!.Hai.ea nuestro, espirita dps.fiicultad^B,cyyo marid^j^ ep-utillsi-^ 
mo, PÍMTO ©ay.^ dÍYQ»cio, e] qué «s frecuen|te, convierta los eyspíritQS en Quilo- 
tes^larazoQ iilsimagiDacioD, ^'La. ims^acion es la loca de lacaaa.'^ este 
péoBamiento que Íéí pasado como original de Pascal, fué proferido ún siglo^' 
antes por Swita Teresa, de Jesús, en su FWa,^ capítulo 17. El primero que, 
arrastrado por su recaiéntada ina^^nscion, dijo Dios me MN&tüé el'*que ba 
ha cansado masraalesea el mundo, por que esa palabra Dios me hablo fué^ 
la caja de Pandora. Aparte está la verdadera revekcioiii. La imagioadoi^ 
poditio a Zoroastro i a M ahomay a Lulero i Cálvino i a «todos los fandado- 
rea-áe religiones ¿Jsas, a todos los pr(q»gadores i sostenecbres de religiones 
fiílsas i a todos los fimátícos; todos los qué han extraTíad<> todos los entendi- 
mientos i han sacudido el mundo i lo han llenado de l&^rimas, de saagre i de 
depgradfts. La imaginecioR toTo esdava a la razón dnrante.maebÍAmos si- 
glosr HÚcl^ gapólá hamanklád con el apaieeimiento de Outtemberg i de 
Be^oartes;! pero mucho lá: sufridé todavía en los s¡|^. potfe^iéres i mudio. 

sufre hsi todáTO. 

(?) Asi consta por íi mispua Historia, libro 4, cap<ti;ih>8 1% j}8'i 36 i U-' 

Uro 5- parte 2? , cápit^os Ti 10. 

(3)' Libp 4> capítalp 23. Póco; djispyes. pre^enteé él teste tüt^gro: 
Probablemente én la' misma época de fines del «iglo X¥I, casi todos los^dMaSr 
nicos i los agustinos eran del mismo sentir queJos ftaneboanse. - 



2 íejuniodie 15'37. El sabiojesuita Doctor Basilio José Arrilla- 
ga en sus Notas al Concilio III Mexicano, nota 112, hablando 
de dicihos decretos, dice: "en el primero de una manera expresa y 
en el segundo tácitamente los declara (el Papa a los indios) há»' 
hiles para la- percepción de los Santos Sacramentos.'* 

El derecho canónico. En el último tercio del siglo XVI^ Grego^ 
rio XIII por su bula Viccs ejus erigió en Roma un colegio para- 
la educación religiosa i literaria de los neófitos cristianos, conver- 
tidos del mahometismo i del judaismo, i dice en dicha bula: "Por 
lo mismo, dedicados cuanto podemos a la propagi^ion e incre" 
mentó de la fé cristiana^ i • . . queriendo proveer tanto a la saWa^ 
cion como a la instrucción literaria de aquellos niños i jóvenes 
qde se han convertido poco ha del linaj.e dé los judies, turcos, 
moros i otros mahometanos a la fé de Cristo, nada hemos ju2ga- 
do mas oportuno que erigir un colegio propio para educar a los 
misinos: pam que de entre ellos salgan Of^erarios idóneos para la 
chra del Evangelio, que puedan de una manera competente expli^ 
car, enseñar i predicar los misterios de la religión cristíctna en es- 
tadudadi, i en las demás poblaciones de Italieti iaunen^ todas las 
partee del' mundo , en que Jíabitan jzidios e infiéksf.enlap/ropia^ 
lenguas de ellOf ora la heUrea^ ora la arábiga,'' 

He aquí el mismo pensamiento de Fraj Jacobo Dacianx): que 
se ordenaran secerdotes aztecas, tarascos, mixtecas etc., para que 
pudieran enseñar la religión eatólica^ a los de su^ misma nacioa 
en la lengua de ellos, i en consecuencia de una ncnanera masapro^ 
pósito que los sacerdotes españoles; de una manera mas aprapó** 
^toi, pprque los sacerdotes indios oonoceriaa m^y^ las isecesida- 
dea^i .el genio, l^s ideas, los modes pec^liarM i las costumbres de^ 
los dé su misma nación i los oíodoa mas. aipropósiio para doc-« 
t^iparlos i gobernarlos: que toefift eatft fíiosefia eooiexra la &ase si* 
milem sui de Santo Xomftsdo Aquino, asaber, cp^ ei sacer^lo» 
te ha de ser semejante ai pueblo a qoten evan^liza, i todo esta 
quiere decir el clásico poseint etvaleant del' sabio ^ i (iba*a deeirir*' 
6^ai) evangélico Gregorio XIII (l)v 

fl) fil jesuita Arseaio Ofaonr en su \\hto Des^BtitcTé^ Ct^síaue^^hA^ 
piobáde cpji0 todos los Papasde la edad moderna han^ nsadu de un latín clási^ 
00, presentando el catálogo de secretarios de bulas i 'breve», todos conocidos 
eA H historia ooma excelentes latinistas^ ^ 

El tsxte latino de k bala de Gregorio XIFI es como sigue: Proiiiie; Fi-^ 
i/si Christianae proMgatieni^ et incremento hiijusmoai qucrntumpo^Sü' 
mm^maumiimiés^i^íiqve tam eaiutí^' eí eruditíonitürum puer^rum^ et ade^ 
lescenium^ qui ex Judae^pum^ Tumarum^ et Maurarum sdmiliumq^e Ma-^- 



.,84 ' 

El derecho tanónioo. El Concilio in líexici^no, oelebt'ado .eti 
1585, en el libro 1 ? , título 4, canoa 3, estableció lo siguiente: 
'iLos indios j los mestizos no sean admitidos á las sagradas ór- 
denes, sino con muy cuidadosa elección" (1). Es claro que ouanda 
¿igo que debia haberse ordenado sacerdotes a los indios, no quiero 
decir que a cualesquiera indios, i a tontas i a locas se les habla de 
haber administrado el sacramento. £1 que se administrase a los iu^ 
dios con mui cuidadosa elección, no era una cosa excepcional, siso 
qjue desde la fundación de la Iglesia hasta hoi ha sido una regla 
;general la de no administrar el sacramento del orden sacerdotal a 
ninguno^ sea indio o español, romano o de cualquiera otra nación, 
sino después de una cuidadosa elección, sobre la cual i las condi- 
ciones que ha de tener él ordenando, traen largos tratados los 
teólogos moralistas; bien que respecto de los indios la eleccioa 
debia ser mas cuidadosa, en razpn de ser neoñtos, máxime cuan- 
do hablan recibido la religión católica de una manera superficial, 
€omo he probado en ^1 parágrafo aaterior. El hegho es que el 
Concüio Xll Mexicano declaró á los indios idóneos para el ár- 
dea Mcerdotal^ contra el sentar de todos los nuisioneros francisca- 
nos i probablemente de la major parte de los dominicos i agusti- 
nos. 

Hemos vUto el derecho: que según todo derecho, divino i hu- 
qianoi debia haberse administrado a los indios el sacramento del 
4Sf den sacerdotal en el siglo XYI; y eamoa ahora cual fué el hecho. 

Mendieta en «ru obra dtada, libro 4, capitulo 23, dice: '^¿Fues 
({ué es la causa por qué á estos tales (a los indios) no se les dará 
el hábito de la religión, no solamente para legos, mas aan para 
sacerdotes, como en la primitiva Iglesia se elegian los gentiles y 
judios nuevamente convertidos á la fé, para sacerdotes y obispos? 
Antes parece seria esto de mas provecho para la conversión y 

humetanorum genere^^uper ad Christi Fidem canversi sutU.. . providerk 
volenteSf ut ex eis prodeant operarii ad opus Evangelii idotiei^ qui in ipsñ 
urbe caeterisque ItcUfae locis^ atqite adeo in ómnibus terrarum orbis part - 
btis^ in quibus Judaei, et infideles degunt^ Chrisíianae Fidei mysteria^ e- 
tiam propriá iUorum lingtia^ Hve hebraea^ sive arábica, explicare, doeere et 
praedieare possint et valeant, nihü opportunius este ce%suimus, quam^ro-- 
prium Colleffium ad eosdem instituendos erigere. (Bulario de CheruDini, 
tomo 4 P, paite 3 ? , pag. 346). 

. (1) 7\aii i^di tum mi^i, mn nisi mag»$ Me$tu ad Ordines gdmittan- 
iur. 



85 

buena orisiiandad dé toda su nación , por saber' ellos mejor sos 
lenguas para les predicar y ministrar en ellas mas propria y per- 
feo tomen te. Y por que el pueblo tomaría y recebiria la doctrina 
deboca de sus naturales con mas voluntad que de los extraños.'* 
A esto bastaba responder brevemente, confesando que así paaó 
en la primitiva Iglesia y que entonces así convenia, iporque Dios 
«braba con milagros en aquellos recien convertidos, y así eran 
santos, y se ofrecían luego al martirio por la Confesión del nom- 
bre de Jesucristo. Mas en estos tiempos, la Iglesia, alumbrada 
por el Espíritu Santo y enseñada con la eocperíencia de los mu- 
chos reveses que se han visto en loe nuevos cristianos, tiene or- 
denado por determinaaion de. los Sumos Poíi tíficas, Vicarios de 
Cristo, que no se admitan á la.profesion de las religiones loe des- 
cendientes de cualesquiera infieles en el cuarto grado, y esto mis- 
mo particularmente tiene ordenado nuestra religión en sus esta- 
tutois. Pero aun mas quiero yo añadir, y esque, puesto caso no 
80 presumiese en alguna manera de los indios que hablan de vol- 
ver al vómito de los ritos y ceremonias de su gentilidad [que es 
por donde la Iglesia ee mueve á privarlois de este beneficioj, hay 
en ellos mas causa que en otros descendientes de infieles para no 
los admitir ¿ la dignidad del sacerdocio ni á la de la religioa^(el 
monacato), aunque fuese para legos, y esta es un natural extra- 
ño que tienen por la mayor parte los .indios, diferente del de o - 
tras naciones ^(aunque no sé si participan de él algunos de los 
griegos), que no son buenos para mandar ni regir, sino para ser 
mandados y regidos. Per que cuanto tienen de humildad y sub- 
jeccion en esto estado (como lo babemos pintado), tanto mas se 
engreirían y desvanecerían si se .viesen en lugar alto. Y asi quie- 
ro decir que.no son ,para maestros sino para discípulos, ni para 
prelados sino para subditos. . . .He oido aecir de pocos dias acá 
que no falta quien se ofrezca á sacairlosiidoneos y suficientes para 
el sacerdocio, y quien á esto «se ofrece, á harto mas se obliga que 
yo en lo que arriba d^e (1), por que lo tengo por obra de solo 
Dios (que los puede trocar y hae^' de otro natural) y no de hom- 
bres. Y pluguiese á su divina «bondad que esto fuese posible y lo 
mereciésemos ver. Mas miren lo que hacen los que en esto se 
pusieren, porque aquellos primeros pilares que el Señor fué ser- 
vido poner por fundamento de este su edificio, aunque no pre- 
sumieron, de tanto saber como los modernos, tuvieron el espíritu. 

(1) Arriba ha dicho Mendieta que él se obligaba a gobernJar dncuenta 
mil indios como 8i fueran un monasterio» 



&6 

del Seáor, y él los guió y etisefíó étí el modo que habiaB de t^ 
ner para esta conversión, A algunos de los indios criados y doctri- 
nados de su mano y lil parecer bien inclinados, dieron el hábito 
de la Orden para probarlos, y luego en el año del noviciado co- 
nocieron claramente que no era para ellos, y asi los despidieron - 
y hicieron estatuto que no se recibiesen. Un gran letrado extran- 
jero de los reinos de Espafia que pasó á estas partes (1), confiadcT- 
de su saber, presumió afirmar que esta nueva Iglesia indiana iba 
errada, por no tener ministros naturales de los convertidos, como 
la Iglesia primitiva, teniendo esta opinión, que á los indios se 
debian dar órdenes sacros y hacerlos ministros de la Iglesia; Y 
el doctísimo y religiosísimo padre Fray Juan de Graona lo con- 
venció de su error en pública disputa y lo obligó á que hiciese 
penitencia. Y esta su apologia que puso en escripto, está en pié 
hoy dia entre nosotros.'* 

£21 libro que escribió Gaona a mediados del siglo^XVI, en el 
qué estampó su parecer de que no se ordenase a ningún indio^ 
parecer que siguieron todos los misioneros de la Kueva España, 
franciscanos, dominicos i agustinos, se intituló Antidota i se lla- 
mó también Apología;'! dice Mendieta: ^*Y esta su apologia que 
puso en escripto, está en pie ho}' dia entre nosotros.*' És decir 
que en los últimos años del siglo XYI, en que escribía Mendieta, 
todos los misioneros franciscanos de la Nueva España perseve- 
raban en el mismo parecer de que no se ordenase a ningún indio. 
Es deoir que cuando escribió Mendieta^ en 1596, en los últimos 
años del siglo XVI, once años después del Concilio III Mexicano, 
veinte años después del Breve de Gregorio XIII i mas de medio 
siglo después de la bula de Pablo III, todos ios misioneros fran** 
císcanos, que eran los mas numerosoa en la Nueva España, (i 
probablemente los mas de los domíüieos i de los agustinos) se es- 
taban en aus trece de no admitir a ningún indio al orden sacer- 
dotal; cosa (yste seria admirable si no fuera mui frecuente ver en 
la historia el' grandísimo poder que tiene una preocupación cuan* 
do se mete en el cerebro de los hombres, aunque algunos de eo- 
lios sean sabios. N^' olvidemos la sentencia de Bescariíes: /¿ n' 
est pos plus aisé á u^ homme de se delire de ses pi*ejugés qtw de 
hruler sa maison. Máxime quando la preocupación tíe^e su base 
en la conoíenoía, pues no hai principio i móvil mas fuerte de las 
acciones humanas que el de la conciencia, i consta por la historia 
que ningún principio ha causado* en el mundo cosas mas extraox« 



(1) ^^Praj Jacobo Dadano, din antorqnes.^' 



87 . 

diñarías i desastrosas que el de una conciencia errónea, o sea el 
fanatismo. Dicha preocupación era un resto de la oue habia rei- 
nado entre muchos españoles en la época anterior, de que los in- 
dios no «ran seres racionales. Pablo III con su célebre bula ha- 
bia deshecho esta preocupación; pero toda via se rebajaba bastan* 
t'C las facultades intelectuales i morales de los indios no creyén- 
dolos capaces de ejercer el orden sacerdotal; 

Digo que en mi humilde juicio en todo el siglo XVI la mayor 
parte de los misioneros dominicos i agustinos eran del mismo sen-* 
tir que los franciscanos» a saber, que no se ordenase a ningún in- 
dio; por que aunque he estudiado la materia detenidamente, no . 
he encontrado ningún dominico ni agustino del siglo XYI que o- 
pinase en favor de la administración del orden sacerdotal a los . 
indios (1). la pesar del Concilio III Mexicano i demás cánones 
de la Iglesia, los misioneros se habian salido con la suya, pues es- 
tas palabras de Mendieta: ''pluguiese á su divina bondad que es- 



rti«*ai««**i*«i 



(1) Si creyéramos a BerístaÍD, el agustino Fray Pedro de Agurto escribió 
un libro en pro de la administración del orden saoerdotal a los indios, por 
que en sa biogrefia dice; '^Escribió ^^Apologia por la oapaeidad de los indioS' 
para Ja recepción de iodos los sacramentos ^^ Imp. en Méid^ por Aqtanio 
ÉspinoFa, 1573." Pero e8 falso que Agurto escribiera tal libro. Este Be* 
ristain, aunque mui erudito i laborioso, tuvo la fatalidad de no expresar bien 
los títulos de los libros escritos en la Nueva España, materia de su Bibliote- 
ca; no pequeño defecto en un bipgráfó, i mas habiéndote dado a su obra un 
título perteneciente a la biblióorra/ia: ^^ Biblioteca Hisp^mo-^Americana 8ep^ 
tentrional." £1 8r. Garoia leazbftlceta, qn^ tiene tan bien conocnda toda la 
Biblioteca de Beristain, en su ^'Bibliografía Mexicana del siglo XVI," pag.- 
153, hablando de un libro de^l misionero Fray Benito Fernandez^ dice; 
^' Aunque por oareeer de portada el único ejemplar de \á edición de 1568 que 
he visto, DO pueda yo dar su verdadero titulo, juzgo que el de Beristain está 
desfigurado, como todos ios de sti Bihliotecar El libro que escribió Agüito 
no es el que dicQ Beristatn, sino este que el atildiido Sr. Oavcia loazbalcsta 
expresa con su acostumbrada exactitud bibliográfica: ^^Tmotado jf de que se 
deven administrar los ][ Sacramentos de la Sancta Eucha- \\ ristia y Extre^ 
maanction á los if indios de esta nueva España ]( Compuesto por A mny Re- 
verendo \\ Padre Fray Pedro de Agurto, lector \[ de Artes y ^rheólogia, en 
el {{ Monasterio de Sancto ([ Aogustino de \[ México ... En México. j[ En 
easa de Antonio de Spinosa. |{ 1578.'^ Asi pues, el agustino Agurto esori- 
bÍQ en favor de la admÍDistración de los sacrameatos de br Eosanstia i de la 
Extremaunción a los indios; pero respecto del sacramento del Orden saeeidotal 
nada dijo, indicanáa con esto safidentementé que en cuanto aliOrden saoerdo* 
tal cfBk ios uiflionerós estimaban mas difioU dis administñiTse a.los indias qoe 
losde<la Eucaristía i Extremaunción, segnia.el seotírr de sus bermanós ki 
demás miáoiteass, asabar, qoe^ w>^&e adisism a ningún nd». 



io. • • lo mereoiésemos ver" indica que en loe últÍ0K)8 años dcS 
siglo Xyi no se habia vieto un indio sacerdote. . ' 

/l)¡ce Mendieta: "la Iglesia. • . tiene ordenado, por determina- 
ción de los. Sumos Pontífices, Vicarios de Cristo, que no se ad- 
mitan á la profesión de las religiones los descendietés de cua¿eé- 
q^uiera infieles en el cuarto gratdo." 

Falso testimonio levantado a los Sumos Pontífices i.a la Iglesia» 
por imaginación i preocupación. Algunos Papasde esa época orde- 
naron que no seradmitierai» al orden sacerdotal ni al monacato loi 
descendientes, no de cualesquiera infieles, sino únicamente de 1m 
judios i de los moros, i los indios no descendían de judios m de 
moros, como lo observa Solórzano (.1). í aun respecto de los hi- 
jos de judios i moros, Mendieta se olvidaba deja bula Vicee^üs 
de Gregorio XIU. 

Grandes historiadores hubo entre los indios en la época de los 
misioneros, como los tres IxtUlxochitli Tadeo de ])^iza, Grabriel de 
Ayala, Pedro Ponce, Juan Bautista Pomar, Muñoz Chimalpain^ 
TezozomQC i los Señores de Colbuacan. Uabia entre los indios in- 
genios i aptitudes para todas las oiencias i artes, referidos i en* 
comiados por los misioneros. Pues si a estos indios se les hubie- 
ra enseñado la ciencifi de la teología i la ciencia de los cánones, 
)as habrían aprendido tan bien como las d^iinas ciencias que les 
.enseñaron los misioneros, i entonces ¿qué iqipedimento canénico 
];iabrian tejido para el sacerdocio respecto de capacidad intelec- 
tual i de saber? 
, Es yerdadi que como he probado en el parágrafo anterior, loa 

(1) En.sa Polittca lodíana, libro 2, capítulo 29, numero 27, dice: ''£d d 
cual (el Derecho Oanénioo), ni en otros libros ó historias, JMnas hallamos que 
la descendencia de gentiles ó infieles, que no hayan sido ¿udios p moros^ y 
que voluntariamente recibieron la fé de Cristo, baya sido notada ni tenida 
por manchada y excepcionada. Puejs antes Jos que hoy blasonan mas del 
esplendor y gloria de sus naturales, traen ^u origen de ellos y se precian de 

esto." 

Cierta- los italianos de la época de Mendieta se 'preciaban i se precian hoi, 
aun los Papas, de ser los h^os del pueblo-rey, del pueblo de Camilo i de Cin- 
cinatOy de César i Pompeyo, de Cicerón, Virgilio i Horacio, aunque paganos; 
i este os uno de los motivos porque siempre han sido muí apasionados al la- 
tín de los clásicos paganos, i mui cuidadosos i delicados en usar de él en sus 
bulas» breves i encíclicas. Igualmente los españoles de la época de Mendie- 
ta i basta el dia de hoi no cesan de gloriarse en sus arengas, en sus poesías i 
en sus libros de ser los descendientes de los defensores de Sagunto i de Na- 
mancia, maguer gentiles. I lofi mexicanos ¿por qué no nos hemos de glo- 
¿sá de ser los descendientes de XicoteficeUl i Cuanhtemocizinf 



89 

indios en el siglo XVI (i lo mismo cu el XVII, en e^XVIII i en 
el XIX), aprendieron superficialmente la religión cristiana, i niri- 
gtíno que sepa superficialmente la religión cristiana es idóneo pa- 
ra el sacerdocio; maa esto era respecto de la inmensa mayoría de 
loa indios de la Nueva España, pero una pequeñísima minoría de 
ellos si sabia bien la religión cristiana: tales eran D. Antonio Va- 
leriano, Hernando de Kivas, Juan Berardo, Diego Adriano, D. 
B^rancisco Bautista de Contreras, Esteban Bravo, Pedro de Gan- 
te, Agustín de la Fuente i otros indios alumnos del colegio de 
Tlaltelolco (1). Fray Bernardino de Sahagun, Fray Andrés de 01- 
ínós i demás sabios i laboriosísimos catedráticos, enseñaron a sus 
alumnos la religión cristiana, el idioma castellano (lectura i es- 
critura], el idioma latino, la retórica, la filosofía, el canto llano, la 
música i otras artes, i en todos esos ramos salieron mui aventaja- 
dos; i la misma grande instrucción habrían tenido en la teología i el 
derecho canónico, si se les hubieran enseñado. I en el azteca, el 
tarasco, el maya i demás idiomas indígenas, los indios no fueron 
los discípulos, sino los maestros de los misioneros) como lo refie- 
ren estos (2). 



(1) Los cita el s^bio misionero fmnciscaBO Fray Juan Bautista en el 
prólogo a su Sermonario^ i co|.ia este prólogo el Sr. García Icazbalceta en su 
^^Bibliografia Mexicana del Siglo XVI," pags. S60 i siguientes. 

(2) Puede verse en los historiadores misioneros los procesos que bicieroa 
en las dencias los jóvenes indios del colegio de Santa Cruz de Tlaltelolco; yo 
me limito a decir dos palabras sobre uno de ellos: Antonio Valeriano* Fray 
Juan Bautista en el prólogo citado dice; *^D. Antonio Valeriano, natural de 
Azcaputzalco, gobernó á los indios por mas de treinta años con gran pruden-- 
cia y rectitud, y murió el año pasado de mil seiscientos y cinco por el mes de 
Agosto. Fué también hijo del dicho Colegio de Santa Cruz y uno de loa 
mejores latinos y retóricos que de ^1 salieron (aunque fueron muchos en los 
primeros años de su fundación), y fuá tan gran latino, que hablaba ex íempo-^ 
re (aun en los últimos años de su vejez) con tañía propiedad y elegancia^ 
que parecía un Cicerón o Quiniiliano^^ 

. Beristain en el artículo Valeriano {D. Antonio) dice: '^Salió tan buen la- 
tino y retórico, que succedió en la cátedra á los religiosos frandscanos. En- 
aefió publicamente y por reglas la lengua mexicana, y fueron sus discípulos 
los célebres Padres Juan Bautista y Torquemada, como lo confiesan ellos mis- 
mos con elogio . . . Escribió pues Valeriano muchas Cartas latinas . . . ^'Ca- 
tón Cristiano en lengua mexicana." Y U» Carlos de Sigüenza le hace autor 
de la '^Reladon en idioma mexicano de la Imagen de Nuestra Señora de 
Guadalupe, pintada müagrosamente con flores en presencia del Arzobispo de 



ILTit^.»^ ?♦ 



A las personas inteligentes i de buen gusto en el idioma latino les hago el 
obsequio de la Carta siguiente de Antonio YalerianOi que fué la última que 



90 

I UM inftrut^oióQ jamdJMt^ a Udé lo» jóvenM 1q^« 'á%l 
"^ eole^io de Tlalteloloo, fundado i dirijido por los frauoiseanos, te*» 
nian los jóvenes aztecas del colegio de Tapotzotlan» fundado i di«* 
rijido por los jesuítas, los jóvenes tarascos en el colegio de San^ 
Nicolás de Pátzcuaro, fundado por I>. Vasoo de Quiroga i los jó^ 
venes indios de otros colegios, (aunque a la verdad i desgracia-^ 
damente poquísimos i mui hostilizados por los españoles, ftua ea 
esa época, que fué el siglo de oro del monacato en la Nueva Bs- 
paña). I la misma instrucción habrian alcanzado los otomites,. los^ 
huax tecas, los zapotecas, los totonacos i los de todas las naciones 
indias, si en todas se hubieran fundado.colegios para la educacioa 
sec\xndari& de los indios. I cuando .k>8 indios alcanzaban tal ins- 
trucción ^n el idioma latino- i ea otros ramos científicos, losolóri-. 
gos seculares españoles, que* ya ea la época de Mendieta eran i-r 
pupierables en la Nueva España, pues solo los curas aran mucha 
<Lia.a de 239^ en lo general eran ignorantes en los mismos . rfimos^ 
Pues si los españoles podian ser sacerdotes i aun curae, ¿por qué 
no podian serlq los indios, los qué habrian. sido eace^tlotes i curas 
con mejor éxito que los clérigos seculares españoles?. [!]• .. , 



■■ pi 



escribió a Fhty Juan.'de Rutista, tomada; no de la óópia' inexacta ie Beris- 
tain, sino de la que con eicactitud bibliográfica, presenta el 8r. Garciatlcazbal* 
ceta en el prologo citado; Hiq lUíerarum gendus tul vesiram fHüemitatem 
portat id quod mihi tradueendfimjussistü Nescio profecío^ an in ^aduc- 
tione eju8 sim felia>i Multa quippe in eo smit praegnantia^ ut nescian^ 
iít-qiiem^^sensum meliorem veríi deheant. Si quid est erratnm^ parcas oi¡h 
isecra, Et tuam gravem censuram adhibeas^ et his litteri» tam malé for- 
maiis^ simul et ignascas^ iUiturae enim videnfur potiua^ quam litteraé; neo 
mirum ve^roé patemitati videatur, manus naimqnej^m vacillant^ oculi 
roligant^ ei aures occlusae, Iterum atque iierum pareéis. Deus optimus 
fna3i:imus l&nguBvam tuae paternitati vitam coneédat,. De México, Tui 
a7nantis9Ímus etsi indignus, Antonius Valerianus» Haec Ule, 

Beristain añade con muí buena critica i oportunidad que no quiere oompa-» 
rar esta Carta con las de Cicerón, pero que ruega al que la leyere que r^e** 
xioae si Marco Tulio habriá esorito mejor una carta en mexicano o eb otómí* 

(i) Q,iie los.dérigos seculares españoles curas^eran UMicho mas de 239, h> 
refiere Mendieta en la obra citada, libro 4, capituk) 43. Motolinia, Mendieta 
i otros historiadores misioneros refieren el caso siguiente. ^'Una muy buena 
cosa aconteció, á un clérigo recien venido«de Castilla, que no podia creer que 
los indios sabian k doctrina aristiana, ni Pater nosier ni Cr^o bien dicho; y 
como otros españoles* le dijesen que sí, él todavía incrédulo; y a esta sazón ba-i 
bian salido bs estndiantes del colegio^ y el clérigo, pensando que eran de loa 
otros indios, pregunto á uno si. sabia el Pater noster y dijo que u, é bísmla 
decir, j después tiízole decir el Credo, y. di jóle bien; y el clérigo acusóle una 
.palabra que el indio bien deda,^ coma el indicase afirmase en cpáe^.deda I»ei>. 



9Í 
' t no solara enle los oíérígoi «ocuIbi-©« wpáfiores, sm'o también 
el alma mia de algunos misioneros sabian menos qne los colegiales 
indios de Tlalteloleo. "¡Cómo!, dirán algunos, ¡los misioneros eran 
unos sabios!'' Con su granito de sal, que todas las ciencias i la his- 
toria entre las principales, exigen un granito de sal, que se llama la 
cHtica. Los misioneros franciscanos, los dominicos i los agustinos 
en lo general eran instruidos, i no algunos sino muchos de ellos e- 
ran unos verdaderos sabios; pero como eran tan numerosos, no fal- 
taban entre ellos algunos que cojeaban del pi¿ de la ciencia, pues 
de todo ha habido siempre en la viña del Señor. En la época que 
voi narrando ya habian venido a la Nueva España los jesuitas, 
los mercedarios i los carmelitas. Los jesuitas conforme a su ins- 
tituto siempre fueron gente mui escojida; pero entre los merce- 
darios no faltaban algunos que decían sus oficios divinos con su 
nato €x Maria Virgine i entre los carmelitas lo propio. Oiga- 
mos de la boca de Meüdieta parte de la triste historia del ele- 
gió de Tlalteloleo, que hostilizado por los españoles,, temiendo 
mucho que si progresaban i se ilustraban los indios se sobrepu- 
aiesen a ellos, hostilizado por los seglares dueños' de grandes po- 
sesiones agrícolas i mineras, por los canónigos i demás sacerdo*» 
tes seculares, tos oidores, los víreyes ¡i hasta por algunos monjes!, 
tuvo una vida mui breve i efímera v murió en el mismo siglo 
XVI. Dice Mendieta: "Tampoco faltaron rell^oSOS que les fue- 
ron contrarios (a los colegiales de líaltdalcó). Y serian los no muy 
letrados, ó por mejor decir, poco latinos, temiendo que en las 
misas y oficios de la Iglesia les notaren los indios sus faltas. Pe- 
ro no tenian razón de impedir el bien de susprójiimos por su< des* 
cuido y negligencia'' (1). 

Según los- cánones de la Iglesia las principales condiciones que 
ha de tener tm cristiano para el sacerdocio son dosj una relativa al 
entendimiento i otra a lia voluntad, a saber, lá instrucción suficien- 
te en las ciencias eclesiásticas i las virtudes. Ninguna de las dos 
eondicione&laltaba a lo» indios, líío la primera, por que ya^he pro^ 

y el clérigo qiie no, tuvo el estudiante necemdad de probar como decía laen, y 
pregQotáüdols hablando en latín: Reverenda Pater, cujus caeus estf (^*Reve- 
rendo Padre, ^en qué caso eBtá?")< Entooces, como el clérigo no^aupiese^ai 
fnáticaf quedó confuso y atajado.'^ (Motolinia, ^'Historia de los Indios de la 
^ueya España,^' tratado 3, capítulo 12). Mendieta expieaaqae el indio de« 
fiia natas ex Marta Virgine i el clérigo deda nato. I cuenta que con fre- 
eufinciadeoia el Credo en algunos oficios divinos; ¡qug oficios divinos» seriaQi 
aquellos! 
U) Obra ckada, Ubro^ 4, jcapítulo 1¿,. 



92 

bado largamiBnte que tenían la capacidad intelectual suficiente, i 
algunos de ellos sobrada, para el aprendizaje de todas las ciencias» 
No la segunda, poraue están llenas las historias deios misione* 
ros dé encomios de las virtudes naturales i morales de los ia- 
dios (1). 

Dos virtudes eran únicamente las que los misioneros negaban 
a los indios, la prudencia i la fortaleza para mandar. Las oon^iaa 
a los judios, a los moros (declarados idóneos para el sacerdocio 
por Gregorio XIII), i a todos los seres humanos, menos a los in- 
dios, i en esto ponian el impedimento para el sacerdocio i para 
el monacato. Oigamos a Mendieta en su obra citada, libro 4, ca- 
pítulo 23. *'Pero aun mas quiero yo añadir, y es que puesto ca« 
80 que no se presumiese en alguna manera de los indios que ha- 
bian de volver al vómito de los ritos y ceremonias de su gentiti* 

(1) Entre muchos pasajes, citaré solamente tres. 1? El Sr. Ztanárra- 

Sa, en su Carta al capítulo general de su Orden celebrado en Toiosa, hablan* 
o de los niños i jóvenes indios, dioe; ^^Confiésanse á menudo y reciben coa 
mucha devoción el Santísimo Sacramento del Altar, y con grande alegría pre>- 
dican la palalnti de Dios á sus padres . , . Son castos y muy ingeniosos, espe* 
eialmente en el arte de pintura, y han alcanzado buena ánima con Dios.^' 

2? Mendieta en su Historia citada, libro 4, capítulo 21, dice: ^'Pnédese 
afirmar por verdad infalible, que en el mundo no se ha descubierto naden 6 
generación de gente mas dispuesta y aparejada pam salvar sus ínimas (siendo 
ayudados para ello), que los indios de e^ta Nueva España. De los del Perú y 
otros no hablo por que no los he visto. Mas de estos puédelo decir, pues los 
he confesado^ predicado y tratado cuarenta y tantos aflos. Y por que esta 
verdad parezca mas clara, diré las condiciones y cualidades naturales que en 
dios conocemos, muy faivorables para hacer vida cristiana y para agradar á 
Dios, y por el consiguiente para alcanzar la gloria del cielo. La pnmera es 
ser gente pacífica y mansa ... La segunda condición de los indios es simplid- 
(Jad . . . La tercera cualidad es pobreza y contentamiento con ella, sin ooMt* 
^ia de allegar ni atesorar, que es el mayor tesoro de los tesoros, mayormente 
para un cristiano, que si deveras ha de seguir á su capitán Jesucristo, no ha 
de hacer mas caso de los tesoros y riquezas del mundo, que ei fuesen un 
poco de estiércol, como lo hacia el apóstol San Pablo. . . De humildad, har* 
tos ejemplos se pueden colegir de lo que hasta aqui se ha dicho . . . La pa- 
tieñcia dé ios indios es increíble.^' 

3? Clavijero en la Disertación sobre la Constitución física y moral de 
los Mexicanos, hablando de la lujuria, dice: ''Todos los historiadores de Mé~ 
xico declaran á una voz, que las naciones mexicanas detestaban aqnel vicio» 
y citan las penas terribles con que lo castigaban las leyes, como puede verse 
en las obras de Gomara, Torquemada, Betanoourt y otros.^^ Esto es muí de 
notar, tratándose de ía aptitud para un sacerdocio, para el que se exige entre 
las principales condiciones el celibato. ¡Plugjuiera al cielo que los sacerdotes 
.españolea huUeran tenido la misma CQntinenaiál' Pronto lo veremos. 



93 

dad (qüeids por donde la Iglesia se mueve á privarlos de este be* 
Hefido) (l),'bay.en ellos mas causa que en otros descendientes de 
infieles para n^i los admitir á la dignidad del sacerdocio ni á la de 
la i'eligion (r/^w^ctitó), aunque fuese para legos, y esta es un ntt* 
tvrill extraño que wnen por la inayor parte los indios, diferen- 
te del de otras'^^p^es (aunque no sé si participan de él algunos 
de los griegos), 4Í^ ^^ ^^o buenos para mandar y regir, sino pa- 
ra ser mandados y regidos/' 

¡ I naagi naciones! ¡Preocupación! N6 querían recibir a los iñ* 
dios en los conventos ni como legos^ por que decián que no sa- 
bían mandar, siendo asi que los legos nunca tienen que mandaí;, 
sino siempre que obedecer. 

^'Los indios no son buenos para mandar/^ \l Mendieta i todos 
los fnisioneros estaban viendo que D. Antonio Valeriano hacia 
treinta años gobernaba la ciudad de México con gran prudencia y 
rectitud! \l estaban viendo queD. Francisco Bautista de Gontre- 
ras^ también indio e hijo del colegio de Tlaltelolco, era el gober- 
nador de Xochimilco} ¡X estaban viendo que los indios, como al- 
caldes i regidores, eran los que gobernaban todas las poblaciones 
i municipios de indios de la Nueva España! (2). 

''Los indios no son buenos para mandar.'' ¡I el mismo Mendie- 
ta, que debió de tener mui mala memoria, no se acordó que pocas 
páginas antes, a saber, en el mismo libro, capítulo 15, defendien- 
do a los indios del colegio de Tlaltelolco, habia dicho: ''Y por 
la misma suí^ieíídyicia han sido elegidos jueces y gobernadores en 
U república,;jj[0 hAQ hecho Biejor que otros, como hom- 
bres que leerfy saben y jsn tienden/' 

Si a Antonio Valeriano i a otros indios de sus circustancias les 
hubieran enseñado la teologia i el derecho canónico, ¿qué jmpedi- 
caento canónico habrían tenido para ser no sojio presbíteros sino 
Obispos? ¿Falta d^s c^eacia?, ¿falta de virtudes?, ¿falta do pruden* 

(1) Ya está probado que la Igleria no ios privaba, i que los misioneros 
|K)r sus imaginaciones i preocupación eran los que los priv^aban. 

(2) Como se ha yisto, Fray Juan Bautista en el prólogo a su Sermonario 
dice: ^^D. Antonio yaleiiano, natural de Azcaputzalco, gobernó á los indios 
mexicanos por mas de treinta^ años con gran prudencia y rectitud^ En el 
mismo prólogo jdice: ^^D. - Fradcisco Bautista de Contreras (que al presente 
.es gobernador de Xochimiíco}, hijo del didio colegio y natural de la villa de 
Cluauhnahuas^.es muy,babil^ particulari;aente con la pluma en la mano.^' La 
le^ 15, título ^j.li^io 6 de la Recopilación de IndlaS; dice: '^Ordenamos, que 
encada puebb y ^reducexoii haya un alcalde indio de la misma Reducción; 
y si pase de. ochenta casas^ ios alcaldes y dos regidores, también indios/'' 



94 

c¡% i tacto para gobernarf . Ya bien veo que si ae hubiera- tsatado 
de consagrarlo, loa prohombres de la Nueva Elapaña, blancos i 
narigudos^ habrián peñizcado a aquel Obispo ^n^i^^^oreno i cha- 
. t0| i aun hoí, algunos de mis lectores se reirai^^ AljS^rarse a An* 
tonio Valeriana con mitra. Pues oigan el di^tájiien * de un hom- 
bre docto, q;ue escribió' en la época en que ló^^n^jes negaban a^ 
los indios, no solamente el sacerdocio sino h^^ recibirlos como 
kgos en los monasterios. El jurisconsulto Solórzano en su **Po— 
Ikica Indiana,*' libro 2, capitulo 3a, n ? 23, dice: **E1 docto y no- 
ble varón D: Manuel Sarmiento de ICendoza, merkísimo y aati-. 
q^uísimo canónigo Magistral de la Santa Iglesia de Sevilla, en>^ 
el libro de corto volumen y grande erudición, q^ue escribió de Mi- 
licia Evangélica, donde prueba que no solo á los mestizeos, sifio á 
los mismos indios, después de bien cenivertidos- y, doctrinados, se» 
les habla do fiar este cargo {de curas\ y aun el Episcopal, para 
la mayor persuasión y mas fácil conversión de sus compsñero^^ 
trayendo para esto el ejemplo de Tito y Timote«^ y otros lugares 
de la Sagrada Escritura y uno muy elegante de San Ambrosio^^*, 
Esta doctrina canónica del Doctor Sarmiento no es nueva ni ad- 
mirable, por que los cánones de lia Iglesia en el siglo XYI, al de« 
clarar a. los indios idóneos para el sacramento del orden, loa de- 
clararon idóneos para el episcopado, pues el episcopado está ia« 
clurdo en> el sacramento del orden i es su último grado. Según el 
espíritu de fos cánones de la Iglesia,, q^ue es el mismO' espíritu d^. 
Cristo, en el q¡ue no hai acepción de razas ni de.^rsonas, crisi» 
tianos^escojidos con cuidado en la raza india podj&ivser presbíte- 
ros i cristianos escojidos con mucho mas cuidado eiMa misma ra**. 
za podian ser Obispos, 

^*Los indios no soü boenos para naandar." Que esto dijera lü 
inmensa mayoría de íos misioneros, es menos admirable, por que 
aunque eran buenos teólogos i unos santos, eran ignorantes ea 
la Historia Antigua de México, i no tenian en ésta Historia un 
auxiliar para salir de su preocupación; pero q^ue un Sahagun, un 
Motolinia, un Mendieta í otros misioneros, que sabian bien quie- 
nes habian srdo Netzahualcóyotl, Itzccatt, Moctezuma Ilhuicami* 
na^ Axayacatl, Almitzotl^ Cuauhtemoctzin, los rej^^s de Michoacatif 
los senadores de Tkxcala i otros ilustr/[^s gc^berne^rUtes indios, di- 
jeran que los indios por carácter de razix, ao saben.>inandar, era e- 

videntemente una ciega preocupación ^ . ^ 

"Los indios no saben mandar." Que Üendieta '^i loB demás mi- 
sioneros que estodecian hubieran resucít^o siglí) i medio des- 
pués i hubieran visto en el mismo tiempo del g^¿erno español ^ 






y • 



ttiueb©3 ctif aS indios, entre ellos, por ejébfiplo, B. Diego José Oei*' 
yantes, indio de,Aguascalient6S,.el cual, como consta por las ins- 
eripciones que se vén al pie de sus retratos, fué Licenciadt) por 
la Univer$idad de México i 'gobernador de la Mitra de Hondu- 
ras i después ProvÍ4sor del obispado de GuadiaJajará i después cu- 
ra de esta parroquia de Lagos, en donde levantó i fundó él con- 
vento de las Gapilchinas- > trazó el plano i edificó gran parte del 
actual templo parroquial, tan magnífico como su talento admi-' 
rátrativo, i en donde murió en* 176& siendo eura de Lagos; i des« 
pues de haber visto esto ks misioneros, dijeran sir los indios sa* 
ben o no saben mandar (1). Q«be resucitaran los misroneros en 
la época contemporánea i vieran al otomite Tomas Mejia, al ta« 
rasco Ramón Mendea. i a otroe muchos jefes militares indios, a 
algunos indios gobernadores de Estados, a algunos indios minis- 
tros de Estado, a multitud de curas i canónigos indios, a algu-* 
nos Obispos indios i a un Presidenta de la República, indio zapo- 
teca que a los once años todavía no sabia e> idioma castellano, i 
después dijieran si los indios» saben o no saben mandar. 

'*/OhI, se dice, no tratemos de anticipar los tiempos, nó que* 
iramos que los hom-bres del siglo XVI hayan pensado como noso- 
tros. |.E1 carácter de la época!" Desde mi juventud i* que comencé 
a pensar con alguna reílexioA, no me ha gustodo ese caráoUr de 
la épocuff aunque lo veia escrito- con letras de mpolde en autores 
. que eran mui respetareis para mí. Sin duda que cada época histó* 
rica ha tenido- su carácter peculiar, que* ha inihiido de uña mane* 
va mui notable en los modo» de pensar, en los modos de ser í'en 
los acontecimientos de la misma época; pero^ también es cierto 
que los partidarios de diversas causas históricas traslrmitan esa 
frase de uña manera que no permiten las reglas de la crítica, u« 
sando del carácter de la épota como- de una muletilla qtíe aho- 
rra el eetudio de la filosofía de la historia i* es mui búená para 
galir de apuros. Pícese que loe misionero» do la Nueva España 



(1) Por otro docnmento histórico consta qne el (íura Cervantes fué el 
primero que empedto algunas calles de Lagos. Cuando yo era joven, toda- 
vía la plaza principal (en la qué estaba situada la casa en que me crié i que era 
de la propiedad de !a Señora mi madre), i el inmenso atrio do la iglesia parro- 
quial (era mas grande que el actual), estaban sin enlozar ni otro pavimento, i 
en el atrio, para aprovechar el terreno, se sembraba cebada para las mnlas» 
Jel coche del Santísimo, a las qué se echaba allí a pacer. Algunos foraste- 
ros censuraban esto í algunos vecinos de Lagos lo elogiábamos comp una bue- 
na medida económica. Las muías algunas veces' se metían en el templo, i el 
S^T^ cura u otro sacerdote las arrojaba de alli por no haber caniwlario. 



9e 

en el siglo XVI no concedieron el sacerdocio a los indios por él 
carácter de la época. ¿I Fray Jacobo Daciano no era de la misma 
época? ¿I Pablo III no era de la misma época? ¿I Grtegorio XIII 
no era de la misma época? ¿I el Doctor Sarmiento no era de la 
misma época? ¿I los Obispos que compusieron el Concilio III Me- 
xicano no vivian en la misma época? Luego la negativa del sa*-* 
cerdocio a los indios no provenia del carácter de la época, sino 
del carácter particular de los misioneros, preocupados i tenaces 
en defender una idea. Ijas reglas de la crítica, la íilosofia de la 
historia dicta la distinción siguiente. En cada época histórica ha 
habido el espintu de la época i ha habida tamoien preocupacio- 
nes particulares de algunos hombres que han sido combatidos por 
otros hombres de un pensar sólido en la misma época: preocupa- 
ciones que, unas veces han sido praeter^ es decir, independientes 
del espíritu de la época i otras veces han sido contra el espíritu 
de la época. Presentaré ejemplos de una i otra cosa. El que en 
los siglos pasados no se administrase el orden sacerdotal a los 
esclavos de la raza negra sí provenia del carácter de la época, 

f)orque según la legislación de todas las naciones de esa época 
os esclavos eran infames de derecho, i según los cánones de la' 
Iglesia ningún infame de derecho puede ser sacerdote. Pero ve- 
mos a la Inquisición española quemando hombres en el primer 
tercio del siglo próximo pasado i quemando en el segundo tercio 
i todavía en el último tercio del siglo quemando a una beata de 
Sevilla; ¿i quien podrá pensar que el quemar hombres era con- 
forme al espíritu ael siglo XVIII? El que en el siglo XVI se 
creyese que la tierra estaba quieta i el sol giraba al derredor de 
ella^ provenia del carácter de la €poca, por que todas las Univer- 
sidades de Europa profesaban el sistema de Tolomeo, i si Copér- 
nico erft de contrario sentir, erapor ser el filósofo polaco superior 
a su época. Mas que en el siglo XVIII las Universidades de Espa- 
ña i cíe la Nueva España profesasen el sistema de Tolomeo, no 
provenía del carácter de la época, sino del atraso de España i de 
la Nueva España en lajüosojia i en las ciencias naturales^ pues 
en el siglo jtVIII ya todo el mundo europeo era copernicano; 
Los que hoi combaten la soberanía del pueblo, amenguando las 
aptitudes i los derechos del pueblo, i amenguan los fueros de la 
razón humana» i escriben contra los ferrocarriles, i están todavía 
creyendo en el Lumen in coelo i en las candelas de San Bimas, en 
(^1 siglo XVI habrían amenguado las facultades intelectuales i 
morales dé los indios, juzgándolos incapaces del sacerdocio; i 
cuando dentro de un siglo nuestros pósteros vean en uno que o- 



97 

• • • • 

tro de nuestros periódicos combatirse la sobeiiania del pueblo i . 
loa ferrocarriles, no serán tan bobos que lo atribuyan al carácter . 
de la época; sino a las preocupaciones e intereses, particulares de 
los autores de dichos periódicos. 

Época 2P; siglo XYII 1 primero 1 segundo tercio d<l 

xvm ; 

En esta época perdió su fuerza la opinión de los misioneros,, 
pues tal era la fuerza de la razón i de los cánones de 1^ Iglesia, 
que los Obispos, no siguiendo dicha opinión sino la doctrina de 
los cánones, especialmente el del Concilio III Hexicano, adminis- 
traron a los indios el sacramento del orden sacerdotal i les con* 
cedieron Iqs oficios eclesiásticos, llamados beneficios, aun loa de 
canongias (i). 

Clavijero al fin de su Historia Antigua' de México publicó 
algunas Disertaciones, entre ellas la "Disertación sobre la Cons- 
titución física y Moral de los mexicanos," en la cual dice: **Tor- 
quemada, que escribió su Historia eii lo^ primeros años del si- . 
glo XYII; dice que no era común admitir indios á las órdenes 

(1) Cuando en los primeros siglos de la Iglesia florecía puro el cristianis- 
mo, los curatos i otros cargos eclesiásticos eran llamados sagrados oficios^ pee 
«j[ue eran unas especies de apostolado, que no eran' pretendidos, sino antes re- 
husados con humildad, aceptados por obediencia i con lágrimas i desempeña- 
dos con gran desprendimiento del dinero, pureza de costumbres i con inmen- 
sos trabajos. Pero ciiando en la edad media se introdujo la molicie, el lujo, 
la ambición; la avaricia i la corrupción en el clero, los curatos i otros cargos e- 
clesiásticos eran vi\'aDpente deseados i solicitados con intrigas^ por los honores, « 
la influencia social i las pingües rentas anexos a elloi^, i concedidos por amor 
de familia, por amistad, por nobleza i por simonía. Entonces, dice el mui ; 
católico i gran canonista Berardi, sacerdote i Dootor de la Universidad de Tu- 
rin, los sagrados oficios se comenzaron a llárqar con el dulce nombre de Bene- 
ficios eclesiásticos, üon prisca aetas^ qiiae ehricos^ utplurimum invitos^ 
ad ecclesiastica gerenda muñera^ non (am advocabais quam eogebcU^ sed s 
iíiferior^ qiuiinquam non sera posteritas^ Jíenetieiwnm nomine donavit 
sacra ministerial quibiis^ dum clerici vacarent ex Praelatorum man<fatOy 
Ecclesiarnm peculiis alerentur, Id/acile deducitur ex Sieronymo^ qui 
in can, 6, caus, 8, quaest^ 1 P , tradens in dignitatibus ecclesiasticis nul- . 
lam esse haiendam^ aut amoris, atU necessitudinis^ aut similis cttjus- 
<rtimque adfectionis rationem^ sed dumtaxat iililiiatem EccUsiae atienden- 
dam^ Ingensque illorum Praelatorum perfidiam, qui has regulas minime 
custodirent^ ajebat^ cerneré se plures hanc rem heneticinm faceré, qnasi 
diccret^ longe^esse dissita ecclesiastica officia á beneficiornm natura^ nec 
fucile ciim benefleils /'o^^^ eovfundi. (Qommenlaria in Jus Ecolesiasli^ 
cnm Universum^ iom. 2 ^ , dissert, 1 ? , cap. 1 ? ). ' 



9& 
roligío3as ni al sacerdocio, por su violenta inclinación á la embría* 
giiez; pero al misñ>o tiempo asegura que en su tiempo habiajsa- 
cerdotes indios sobrios y ejemplares. Asi quei hace á lo meno» 
170 años que empeZTaroil á recibir el sacerdocio (1), Desde en- 
tonces ha habido tantos sacerdotes aineticaiios (2) en México, que 
podrían contarse por millares; entre ellos algunos centenares da 
párrocos, muchos carrónigos y doctores (3); y, según conjetura»^ 
un Obispo doctísimo (4). Actualmente hay un gran número de 

• (r) clavijero escríBia e» Italia en \7SQh, 

(^ ¿Es decir criollos e indios o sola^nente los indios/ ^Por que GlavijerOf 
que escribía con exactitud, no dijo sacerdotes indios* en lug^irde decir anie- 
ricanosf 

(3> ?*E»tTO esfcoe doctores car digno de partrcirlar nr?ñcíon D. Sebastian 
Gr¡j*lva, natural de Ocozoquauhtla, pueblo grande de la diócesis de Chiapa^ 
Habiendo vfioifk) a España recibió el grado de R>ctor ei> Teología en la U- 
uiversidad de SaanoaDca, donde adquirió ana gran reputación por su saber. 
Regresado á America^ fué nombrado párroco d^ su país y alli hizo tan sabio»» 
reglatnantos para Ta conducta civil y cristiana do sus oompairiotas, que su pa^ 
rraq^üa hubiera debido ser el modelo de todas las de America. Hasta nues- 
tros dia» se bin' conservado allí los efectos de sus prudentes disposiciones. 
Escribió una docta obra teológica sobre la Inmaculada Concepción de Ja Vir- 
gen, cuyo original se hdlaba en la librería del colegio de jesuítas de Ciudad 
Real (hoi SuTif C^istObíd^Las- Oí jai), capital de aquella diócesis/* 

Pío tiene duda que existió ese sabio cura indio i toio lo que refiere Claví - 
joro. A este historiador no le ocurrió decir en que siglo existió Sebastian 
de Cfríjalva, i Blsristain ni siquierji lo mienta, a pewir de que Grijalva escribió 
utr docto libro sobre la Inmacurada Übncepciou i Beristain escribió su Biblio- 
teca pofa ¿lar a conocer a todos los que habiací escrito algo, aunque fuera una 
novena, '^en la América S'eptentrional Etjpañola.^ Sí leyó las Disertaciones de 
ClavijerOi /por quó' no mencionó a Sebastian de Giljaíva/ Muí digno era es- 
te sabio cura áe ixnaconongia 

(4) "I>. Juan dte Merlo, Obispo de Honduras y antes vicario general del 
Obispó Palafbx. No he podido hallar algjim autor que hable de siv patria, 
pero en la opinión general pasa por indio." Beristain presenta la biografía 
dé D. Juan de ñerlo r dice que fué nativo de Nopalucan, pero no dice^c^^e 
haya sido india. Es pues dudoso que en los tres siglos del gobierno egpa- 
fiol haya habido algim Obispo indio. Peso /qué digp ínílio!;,aun respeeto de 
los criollos^ es dexñr, de la raza blanca^ hijos, meto» o descendientes de los 
españoles, de los 31 Ar^obitpos áe México que Eubo eu los tres siglos del go- 
bierno colonial, 29 fueron espafroles i 2 criollos, a saber, D. Feliciano de la 
Vega, nativo de Lima, i D. Alonso dé Cuevas pávalos, nativo de la capital 
de la Nueva España, único mexicano\ 

No puedo menos de consignar aquí lo que h^ observado con gran placer, a 
saber, la imparcialidad i nobleza de sentimientos de Clavijero. Beristain en 
la bi^jgrafia del Obispo Mario dice: *'Sieñdo allí (Puebla) provisor y vicario^ 



* 



09 

Sftoerdotés, no pocos párrocoa y entre ellos algunos discípulos 
mio8"(l). 

' iJeristain en su Biblioteca no nos da ninguna luz sobre la ma- 
teria presente, pues a posar de que dicha Biblioteca es iomensa, 
en las biografías de multitud de canóuigoá i doctores de la Nue« 
va España no dice que algunos fuesen indio;^, como debia haber- 
lo expresado en virtud de las leyes de la ciencia de la biogra- 
fia; que muchos canónigos i doctores de la Nueva España eran 
indios, no tiene duda» pues el texto de Clavijero es irrecusable; 
que ningunos de esos canónigos i doctores indios hayan escrito* 
ni siquiera una novena, es improbable, pues antes ningunos me- 
jor que ellos podian haber escrito grami£ioas i vocabularios en 
los idiomas indíg6nas; es fuerza pues» argüir de negligencia a Be- 
ristain- 

D* Juan de Solórzano Pereyra, jurisconsulto español, fué oi- 
dor de la auiliencia de Lima diez i siete años en el primer tercio* 
del siglo XVII, a «aber, de 1610 a 1627, después fué individuo 
del Rial Consejo de Lidias i después individuo del Supremo Con- 
sejo de Castilla, i a mediados del mÍ5>mo<siglo (1648) escribió 6' 
imprimió su '^Política Indiana" en doá.tofnos en folio (2), En es-' 
ta obra, libro 2, cap'tulo 27, hablando de un Doctor jurista Ló- 
pez de Lara, dice; ^^JDespues de haberlo disputado por una y otirá 
parte, concluye que en nuestra España tiene recibido la práctica 
que ni indios ni negros ni los que de ellos descienden se admitan* 
(al sacerdocio), donde h^y estatutos, pues no se puede verificar 
que sean cristianos viejos. Pero yo no alcanzo en qué Derecho 
se puede haber fundado esta práctica, ni he sabido de casos algu-' 
nos particulares que en contrario juicio se hayan ofrecido y litiga- 
do, que son los que pudieran introducirla; y si ni indios ni ne- 
gros han sido admitidos, será como dice Kiciulo, por que nunca 
lo han intentado/' 

No tiene duda que en el último tercio del siglo XVII i en el 
primero i segundo del X VIII^ hubo en la Nueva España muchí* 
simos sacerdotes i curas indios i de dichos sacerdotes muchos ca* 

nónigos i dootores, por que asi lo atestigua Clavijero; pero res- 

■ < . 

■ 

general del Ven. Obispo D. Juan, de Palafox, sosturo oon la mayor entereza 
los vlerechos de este Prelado eu sus ruidosas controrereias con los Padres je- 
suítas/^ Esto lo sabia mui bien Clavijero, i sin embargo, al Obispo Merlo 16 
Ha na dociisimo. 

(1) Clavijero no dice que en su tiempo hubiera algunos canónigos indios» 

(2) Diccionario universal de Historia y Geográfiaj México, 1853—1856, 
artículo Solúrzano Pereyra {Juan). 



100 

Icto del primero i segundó tercíp del eíglo XVII, ítqui tieitoift 
los lectores dos documentos históricos que parecen contradictor 
ríos: el de Torquepaada i el de Solórzano. Torquemada existió i 
e3cribió en la Nueva España en el primer tercio del siglo XVII 
i dice: ^'En la Nueva España hay sacerdotes indios;" Solórzanó 
vivió en Lima en el primer tercio del siglo XVII, escribió ea 
hispana ea el segundo tercio del mismo siglo i dice: ^'£n las In- 
dia|S ni indios ni negros han sido admitidos al sacerdocio." Pro- 
haré conciliar estos testimonios por medio de tres observacionesy 
que sujeto al juicio de mis lectores, para que las aoepten ú\b» 
encontraren racionales i sólidas i las desechen si les pareciere 
que np tienen fuerza. ' 

Primera, En el primero i segundo tercio del siglo XVII, ea 
el vireinato de la Nueva España ya hubo sacerdotes indios, por 
que asi lo refiere Tdrquemada, historiador que port ser sacerdote 
i coetáneo a los hechos, instruido i probo, reúne todas las condi* 
cionea que piden las reglas de la critica para ser creido. 

Segunda. En el primero i segundo tercio del siglo XVII, en 
el vireinato del Perú los indios todavía no eran admitidos al sa« 
cerdocio, por que asi lo refiere Solórzano; pues si en la misma é- 
poca hubiera habido en tíl Perú sacerdotes indios, no habria sido 

Eosible que lo ignorara Solórzano, viviendo diez i siete años en 
iima i siendo un hombre tan instruido en las cosas de Indias, 
como lo muestra su ''Política Indiana/' que es obra clá&ica en la ' 
materia. 

Tercera, En el primero i segundo tercio del siglo XVII, ya 
hubo en la Nueva España sacerdotes indios, pero debieron de 
ser bastante pocos. 1?" Por que Torquemada dice que ya **har 
bia sacerdotes indios/' pero no dice que eran machos, i antes 
del contexto de su narración parece inferirse que eran bastante 
pocos. 8^ Por que todo el tiempo que en la Nueva España fue* 
ron. admitidos los indios al sacerdocio, no fueron admitidos loe 
de todas clases, sino únicamente los indios nobles, es decir, des- 
cendientes de caciques, como lo probaré luego. 3 P Porgue si hu« 
hubieran sido muchos los sacerdotes indios en la Nueva España, 
no lo habria ignorado Solórzano, que era individuo del Cowsqo 
de Indias. 49 Por que en el primer tercio del siglo, XVII se 
empezaba^ dice Clavijero, a admitir al sacerdocio a los indios, i no 
es verosímil que de luego a luego se ordenase a muchos indios; 
máxime encargando el Concilio III Mexicano que no se ordena- 
se a los indios, sino máximo delechi, esto es,'con una delicadísima 
elección. Se empezaba a vencer la opinión general i preocupa- 



101 

eia« de los misiotteroSi ^ue habia feinádó eti el siglo !^y], de 
Bo ordenar a los iüdios^ i una añeja preocupación siempre se ten- 
Go poco a poco* 

• * 

Epoea 3 P : ifltímo tercio del 6iglo XYIU 1 ptíiiiero del 

XIX hasta i82i. 

Esta épooa fué de reacción en contra de los indios, pues aun- 
que se continuó admitiéndolos al sacerdocio, 3'a fué con muchas 
trabas; 1? por qvie, como siempre, se exigia en los ordenandos 
iadios la. condición de nobleza; 2 P por la manca i coja enseñanza 
que se les daba en los colegios, i 3 P por I03 raquíticos benefícips 
eclesiásticos i destinos que les daban después de otdenados» Ea 
^ta época los canónigos i doctore» indios fueron mucho menos 
que antes. 

En la época 2 ^^ cuando bajo la tirania de la Casa de Austria i de 
los primeros Borbones la colonia de México, después de conquis- 
tada i domeñada, estaba universalmente sumisa, rendida i avasa- 
llada, i cuando la raza india estaba embrutecida i semejante a un 
rebaño de carneros, el gobierno español. no se cuidó ni tuvo in- 
conveniente en que algunos indios fuesen canónigos i doctores» 
No se cuidó de que se civilisáran uno que otro itidividuo indipi 
con tal que no se civilizase la raza india. No se cuidó de que los ca« 
aónigos i doctores indios fuesen muchos tn abstracto, con tal que 
fuesen poquísimos i rarísimos •en concreto: rarísimos en compara- 
ción de la inmensa ra2á india, rarísimos en comparación de los 
canónigos i doctores españoles i rarísimos en comparación de ia 
duración de un siglo, que fué en el que existieron. No se cuidó 
de que hubiese algunos canónigos indios en la catedral de Oaxa* 
ca, en la catedral de Herida (Yucatán), en ia catedral de Ciudad 
Real (hoi San Cristóbal-Las Casas), en donde hasta la edad pre- 
sente algunos de los Señores canónigos han hablado el idioma zo- 
que i uno de ellos ha tenido su tienda de costalesi lazos i otros e** 
fectos de ixtle, i en la colegiata de Nuestra Señora de Guadalu- 
pe, que ha sido siempre el refugio de los indios i el lugar mila- 
groso donde los cojos han ido a depositar sus muletas. El gobier- 
no español de la época 2 ? no se cuidaba de que hubiese algunod 
indios doctores en Filosofía, con tal que fuera la filosofía del ve- 
tusto Peripato; mas la filosofía de Bacon i de Besoartes, {como 
un demonio! No se cuidaba de que hubiese algunos indios docto- 
res en Teologia i en Derepho Canónico, con tal que fuese la teo- 
loffia i el derecho canónico del Peripato, que eran tan favorables 
a la civilización como la filosofía ejv^dem furfum. No se cuidaba 



10? 

de Que hubiese algunos indios doctores en Derecho Civil, con 
tal que fuese el derecho civil de Ulpiano i Papiniano, envuelto en 
los ambages del Peripato, i en manera alguna el Derecho Natu- 
ral i de Gentes i menos el Derecho Público. 

Sin embargo, el gobierno español siempre temió a los indios i 
estuvo con la barba sobre el hombro respecto de la civilización 
de la raza india. Nunca olvidó esta palabra de Mendieta i demás 
misioneros del siglo XVI: "No son buenos (los indios) para man> 
dar y regir, sino para ser mandados y regidos. Por que cuanto' 
tienen de humildad y subjeccion en este estado (como lo habe-' 

mos pintado), tanto mas se engreirían y desvanecerían si- 
se viesen en lu^ar alto'' (l)^ El gobierno colonial permitía 
que hubiese algunos canónigos i doctores indios; pero con tal que- 
fuesen escojidos con grandísimo cuidado, de manera que no se 
admitíe^en.en los coros de las catedrales ni en la Universidad al- 
gunos sacerdotes indios que tratasen de ki civilización de su ra< 
za, sino los que fuesen mui conocidos i tan decididos en pro de 
las ideas u>onárquicas absolutas i de la política colonial como los 
españoles. 

El gobierno colonial siempre tuvo temor de que se civilizase la 
raza india. Jerónínvo López, regidor del ayuntamiento de Méxi- 
co i uno de los muchos empleados públicos de la Nueva España 
que se opusieron a que se concedieran las carreras literarias a loa- 
indios i hostilizaron el colegio de Tlaltelolco hasta acabar con él, 
en su Carta a Carlos V de 20 de octubre de 1541 ledecia: **EI 
tercero (ye^nv) que tomando [los frailes] mochos mochachos pa-* 
ra mostrar la doctrina en los monesterios llenos, les quisieron 
mostrar leer y escrebir; y por su habilidad {de los indios), que 
es grande, y por lo que el demonio negociador pensaba negociar 
por allí, aprendieron tan bien las letras, que es maravilla veer- 
los [2]:' é hay tanles é tan grandes escrihaivos, que no los sé nume- 
rar, por donde por sus cartas se saben todas las cosas en la tierra 
de una ,^ otra mar muy ligeran^ente, lo qué de antes nopodiat» 

(1) Historia Eclesiástica Indiana, libro 4, capitulo 2;^. 

(2) ¡Clué diferencia de modos de pensar! Hoi se cree que Nuestra Señora 
de Guadalupe, Señor San Jos^, San Luis Gonzaga i otros santos son los qiier' 
favorecena los- indios que están eñ los seminarios para que aprendan las cien- 
cias: BectiaMaria Qvadaltrpaveiiséi^ Divo Josepho, Divo Ahim/so, caeieris^ , 
que síudiorum patronis opituiantHiis etc./ i en el siglo XVIse daba a Car- 
los y eh'ta buena noticia: que el diablo, padre de la mentira, era el que ves-' 
tido qon un hábito azul, ayudaba a Iqa indio» paraque dijeran natos ex Ma* '., ^ 
r /a Fir^/t 9 i' para que aprendieran las ciencia^. 



_ir-ai 



1Ó3 . . . 

hacer. La doctrina (m«/¿ana) bueno fué que la sepan; pero el 
leer y escrebir, muy dañoso como el diablo [1] . . . Quinto {yerro)f 
que no contentos {los frailes) con que los indios supiesen leer y 
escrebir, puntar libros, tañer flautas, tronopetas é tecla é ser mú- 
sicos, pusiéronlos á aprender gramática. Diéronse tanto á ello é 
con tanta solicitud, que habia mochacho, y hay de cada dia mas, 
que hablan tan elegante latín como Tiilio^ y viendo que la cosa 
cerca desto iba en crecimiento, y que en loa monesterros los frai- 
les no se podían valer á mostrarles, hicieron colegios donde estu- 
viesen é aprendiesen, é se les leyesen ciencias é libros.'* El resul- 
tado fué el que era de esperarse, que eí colegio de Tlaltelolco du- 
ró mui poco, cosa de treinta años (2). 

El gobierno colonial siempre tuvo recelo de que se civilizase la ra- 
za india* Veamos lo que hizo este gobierno sobre la interesantísima 
materia de colegios para indios, sobre la qué D. Adolfo Llanos y Al- 
caraz^ D- Niceto de Zamacois, el Sr. Canónigo de la Rosa i otros 
defensores del gobierno colonial nos dicen lindezas, que en el len- 
guaje culto se llaman sojisrnas^ i en el lenguaje vulgar se llaman 
encaña-bobos. Durante los tres largos siglos de su dominación, 
nunca quiso que se estableciese en la Nueva España un semina" 
rio exclusivamente de indios^ donde aprendieran competentemen- 
te las ciencias eclesiásticas, a pesar de haberlo solicitado con ins- 
tancia uno que otro hombre ilustrado, como el sacerdote cacique 



riM^da 



(1) Por esta íie dicho poco antes: "mas la filoaofia de Bacon í de Descar- 
tes ¡como un demOBio/,'^ usando de la misma frase de que usaban los espafio^ 

Jes. . ^ 

(2) La Carta de Jeroniíao López esüivo inédita tres siglos, hasta que la 
ha publiciido el 8r. García Icazbalceta en su ''Colección de Documentos para 
la Historia de México," i al publicarla dice; "pide (Jerónimo López) á cada 
línea grandes escarmientos (contra los indios): prisión, deportación, muerte./ 
Sil sistema es el de perseguirlos de todas maneras y mantenerlos en el ma- 
yor :embrutecimientoposíbIe.^^ Esta narración en hi boca de un autor co* 
juo el- 8r. Garcia Icazbaléeta vale un Potosí. "Mantenerlos en el mayor ém-, 
brutecimiento posible.'' 1 lo consiguieron aquellos malvados: émbnitecidos 
encontramos a los indios en IblO. Los pueblos son libres e independientes • 
se^un el derecho de gentes, que es el mismo derecíio de la naturaleza. La 
único con que se puede justificar el gobierno español en .México fué la pollci- 
/úTc/^n, hablando en el lenguaje de Las Casas, Remesar i demás misioneros, 
es decir, la /^rom^^a de civilizar, no a sus propios hijos i descendientes, los 
criollos, sino a la raza india; i ésta faé también la condición sine qim non 
coa que los Papas aprobaron el gobietno de España a^ Músico.* ¡I en lugar- 
de civiUzar a lu. razaiodia la embruteció! FaíTt^ piies la condición de la valí- 
á/^x i licitud del gobierno español en México i fué incuestionablemente un ti' 
rano. 



104' 

tlaxcalteca D, Juan de Castilla, aesua lo refiere ei mkmo I)% Lu« 
cas Alaman, cuya aujboridad no podran recusar los defenaoree del 
gobierno colonial (1). 

(1) D. Juan de Castilla era cacique, pues solo Ips indios nobles eran ad-« 
xnitidos al sacerdocio. Por supuesto que a D. Juan de Castilla, que trataba 
de la ilustración de los de su raza, no lo hicieron canónigo ni doctor. 

Atamán en su Historia de México, parte 1 ? , libro 1 P, capítulo 1? , dice: 
^^Eq loa tiempos que siguieron inmediatamente á la conquista se tuvieron i- 
deas muy liberales (i perdonen los alamanistas a su maestro el pecado de lili- 
mar liberal a lo progresista) para la insttuccion y fomento de los indios. An- 
tes de pensar en formar ningún establecimiento público de instrucción para 
los españoles, se fundó el colegio de Santa Cruz para los indios naUea ^n el 
convento de Santiago TlalteloTco de religiosos franciscanos, cuya apertura so- 
lemne hizo el primer virey de Méjico Don Antonio de Mendoza. Hubo d^ 
Sensárse después que no convenia dar demasiada instrucción á aquella clase, 
é que podia resultar algún peligro para la seguridad de estos dominios, y do 
solo se dejó en decadencia aquel colegio, sino que se embarazó la fonñacíon 
de otros, y por esto el oacique D. Juan de Castilla se afanó en vano durante 
muchos años en Madrid, á fine^ del sioh pasado^ para conseguir la fundación 
de un colegio para sus compatriotas en su patria Puebla. £1 virey marques 
4e Braneiforte, decía por el mismo tiempo que en América no se debia dar 
n^as instrucción que el catecismo; no es pues extraño que conforme a estos 
principios las clases bhjas de la sociedad no tuviesen otra^ y aun esa bastan- 
te imperfecta y escasa,''^ 

£1 Sr. García Icazbalceta, en su Bibliograña dtada, pag. 288, dice que D: 
Juan de Castilla se fué a Eépafía i vivió en la corte de Madrid ¡treint» i cua- 
tro años! en su solicitud, esto es, de 1754 a 1788, i treinta i cuatro años »n 
éxito. I cuenta que esto no pasaba en el reinado de Felipe III ni de Carlos 
il, que por estar Hechizado no pudiera despachar el negocio, sino jen el rei« 
nado de Carlos IIU 

El virey Revilla Gígedo, el segundo de este nombre, en la "Instrucción 
Reservada^ que dio a su succesor el virey Braneiforte, en 30 de junio de 
1794, dice; "Los benéficos deseos de S.M. (Carlos IV) y de su Augusto pa- 
dre el Sr. D. Carlos III quisieron dar una prueba mas de su amor á estos ve» 
salios, mandando fundar un Colegio para indios Nobles con el titulo de San 
Carlos; pero no lui podido verificarse por falta de fondos^ ¡El pobrecíto 
gobierno español no tenia fondos/ ¡Los pobrecitos canónigos, condes, mar« 
queses i mayorazgos no tenian fondos! ¡Los pobrecitos eonventos de francis- 
canos, dominicos, agustinos, carmelitas i mercedaríos no tenian fondos! /El 
pobrecito de Braneiforte, que succedió a Revilla Gigedo i que fué de los vi- 
reyes mas ladrones, tampoco tuvo fondos! 

£1 virey Marquina en su Instrucción a su succesor el virey Iturrigaray (o- 
tro que bien baila) de 1 P de enero de 1803 (es decir ya en el presente siglo 
XIX), dice: "Por repetidas Reales Ordenes antiguas se mandó que se trata-^ 
se de la erección de un Seminario Real de indios de San Garlos, en el Colé- 
ffo que fué de los ex jesuitas y nombran de Ban Gregorio. £a el mes i^ 



> otra de las trabas qpae tenian los kid¡09 para ser admitidos al 
sacerdocio era la condícioa de nobleza, es decir, que fueran des-^ 
cendientes de caciques. ¿Obraron bien en esto Tos Obispos de la 
Nueva Etspaña, privando del sacerdocio a todos los indiosque no 
eran nobles? Trópesamos aqui con un hecho de los Obispos de la 
Kueva España. Como he d)cho en el preliminar de este libro, 
muchísimos de esos Prelados fueron venerables por sus virtu- 
des. ¿Qué hacer pues? ¿Callar? ¿Cual es la lei de la Historia? ¿Ca- 
llar? Escuchemos la gran palabra de Cicerón: ''¿Quien ignora 
que la primera lei de la Historia es que el historiador no se atre- 
va a decir algo falso, i se atreva a decir todo lo verdadero?" (1); 
Amo mucho i venero a los Obispos de la Nueva España; pero 
por respeto a la Historia, en defensa de una causa india i por 
amor a mi pfitriá i al pueblo, para quien escribo, juro que el E- 
vangelio i los cánones de la Iglesia son mas respetables que los 
Obispos do la Nueva España. Lícito es jurar con verdad, justi-» 
oia i necesidad. Con verdad, justicia i necesidad hajuradoe! 
Padre Félix en el pulpito de líuestra Señora de París, diciendo 
a los- positivistas: ^'jAh!, yo os juro por la ciencia misma, vuestra 
obra no es un edificio levantado con verdades nuevas, para que 
se cobije bajo de él, el ingenie del porvetiir: es la prisión del es- 
píritu" (2). En defensa de una causa india juró Cristóbal Colon 
a los Keyes Católicos cuando habiéndoles de los indios de Haití, 
llamado entonces la Española, les dijo: ''Juro á Vuesas Altezas qué 
no hay en el mundo mejor gente que esta, ni tan amorosa, afablef^ 
y mansa. Aman á sus pr6jiii!K>s como á sí mismos: su idioma es 
el mas suave, el mas dulce, el mas alegre, pues siempre hablan 
sonriendo, y aunque andan desnudos, créanme Yuesas Altezas 
que tienen costumbres loables'' (3). Asi pues, con la debida ve- 
neración a ios Obispos de la Nueva España, con mortiñcacion. 

Noviembre del aüo de 89^ dio cuenta nuestro predecesor el Sr. Revilla Gige- 
do por el Ministerio de Gracia y Justicia, con testimonio de los autos forma- 
dos sobre el particular, proponiendo los arbitrios conveDientes para reducir a 
practica tan importante establecimieuto. Hasta ahora no se ha recibido re- 
solución de Su Magestad,^'* 

. Sn fin, Itarrigaray ño estableció el seminario para indios por que le gus- 
taban mucho los dulces de duerétaro. 

(1) Quis nescit priniam esse Historiae leqem^ ne quidfalsi dictre «ií- 
xleat^ déinde, ne quid veri non audeatí (De Oratore, lib, 2). 

(2) ''Discurso sobre él Positivismo, pronunciado por el Padre Félix, en 
Tíuestra Señora de Paris./— México, 1882." 

(S) Citado por Clavijero, '^Disertación sobre la Constitución física y mo^ 
ral de los Mexicanos." 



les 




siempre eran hombres, i en algunas cosas pencaron i obraron con 
la imperfección propia de los hijo» de Adam, pues obraron por po-^ 
lltica colonial (1); que si la religión no es una institución politi- 
QSi^, coQio dicen los incrédulos, sino una, institución divina, las co- 
sas ma3 Sjagradas de la religión, como son loa sacramentos, no^ 
deben gobernarse según las reglas de la política humana, sino 
según las reglas de la política divina del Evangelio i según ios . 
cánones de la Iglesia; que aunque según estos cánones, a los diez 
anos de haber recibido un infiel la religión católica no se le pue« 
de priv/ir del sacramento del orden sacerdotal, hasta el pramer 
tercio del siglo XVII empezaron^ dice Clavijero, los Obispos de 
\sk Nueva España a administrar iiicho sacramento a los indios, es 
decir, un siglo, después que habiao recibido la religión católica; 
que no hai cosa tan contraria al Evangelio como tomar la noble- 
za como un principio de la vocación divina al sacerdocio; que mu- 
chos macehimles (plebeyos) tenian una excelente capacidad inte- 
lectual,* bellos sentimientos del.coraaon, piedad i moralidad, i se- 
gup loa cánones de la Iglesia estos son indicios seguros de la vo- 
cación divina al sacerdocio; que cuando Dios llama, toda políti- 
ca que estorba este llamamiento es una política reprobable; que 
el Apóstol San Pablo dice que todo sa^cerdote es elegido, no de 
la nolbleza, sino del pueblo [2]. 

Sn est^ indagación histórica sobre el sacerdocio de los indios» 
Üegaa^os al i&ltimo tercio del siglo. XVIII. Con báculb r con 
bi^ston gobernaba a la Nueva. España el español D. Alonso Nuñez 
de líaro y Peralta^ como Arzobispo de México i como Virey. 
yiento6 mui alarmantes soplaban en la Nueva España de todas 
partes, de allende el Atlántica i de allende el Sabinas. De allen- 
de el.Atlánticp llegaban las doctrinan de los filósofos de Europa i 
{principalmente los franceses, sobre los <íerechos del bx)mbre i la 
Boberapia e Independenpia de los pueblos; i mas principal oeiente 
laa doctrinas del Contrato Swiat, hijo de la Filosofia de Descartes 
i padre de la Independencia de todas las naciones hispana-ameri* 
canas i de casi todas las constituciones políticas modernas de Cu • 



(1) Summi enim sunt^ homin'is icrmen^ (De Loéis, Jih 10). . 

(2) Qf^nis pontifex^ex,hormtiihti9 nsmmpivs^ (B^stojlf^ a 1^ Helmofr,. 
c?iptulo 5j veiBO 1? ): . ' .!" 



ropa i América (1): doctrinas présagas de que no estaba lijos el 
dia en que algún mexicano (verbi gracia, el Lie. Verdad), procla- 
mase la soberanía del pueblo, i algún otro diera el Grito de Inde- 
pendenia. Pues aunque no llegaban a la Nueva Eapaüa el Contrato 
Social, ni el Espíritu de las Leyes, ni la Enciclopedia, ni el **Trata- 
do de los Delitos y las Penas" de Beccaria," llegaban las doctri- 
nas de estos libros, estampadas en los de los españr>les apologis -> 
tas de la religión. De allende el Sabinas llegaba la noticia de un 
suceso de mala data, el de la Independencia de los Estados Uni- 
dos; relámpagos i truenos de la tempestad en la Nueva España- 
Entonces el Arzobispo Virey i todos los españoles prohombres de 
la Nueva España procuraron afirmar mas la dominación espa- 
fióla en México, robusteciendo la clase española i debilitando lá 

de los criollos i la de los indios, para tenerlos suiufsos i ren- 
didos. Les impidieron la entrada i el desempeño de casi todo» 
los empleos públicos de consideración, no solamente los del orden 
^ivil, sino aun los del orden de la religión, por que asi lo CXV 

gia la política (2). 



(1) *'La doctrina de Locke y de Rousseau sobre la soberanm cíel pnebloy 
m es inas que el psicologismo cartesiano aplicado á la politiea.*' (Giobertí, 
''Introducción al estudio de la Filosoíia"). 

(*¿) Hable D. Lucas Alaman. En sa Historia de Méjico, parte 1 P^^ ^^ 
bro 1 ? , capítulo í 9 , dice: '*Lps europeos ejercian, como antes se dijo> casi 
todos los altos empleos, tanto por que asi lo exigía la politfca, cuanto por 
la mayor oportunidad que tenían de solicitarlos y obtenerlos, hallándose cerca 
de la fuente de que dimanaban todas las gracias: los criollo^ los obtenían rara 
Yez, por alguna feliz combinacioD de circunstancias. . . . En el afio de 1812, 
según la recapilulacioB que publico en Cádiz el Doctor Alcocer, diputado en 
las Cortes por Tlaxcala, en el nún^ro 37 del Censor de 19 de Mayo de a- 
quel año todos los empleos de primera clase los tenian en la Nuetva Esi)a¡fia 
loa europeos, excepto el obispado de Puebk y la direcciotn. de la loterSof , . . 
Aunque la secretaría del vireinato la habia tenido un mexicano, estaba ya se- 
parado entonces . . . Aunque en los dos primeros siglos después de Da conquis- 
ta, la carrera eclesiástica hubiese presentado* á los americanos {lo9 criollos)^ 
maj:orQS. adelantos, siendo machos los que entonces obtuTieron obispados, ca- 
nongiaSf cátedras r pingües beneficios, se kabiem cercenado para ellos estas 
gracias, y a pesar de haberse mandado por el rey que ocupasen per mitad los 
coros de las catetlrales, á consecuenoia de la representación, que el ayunta- 
miento de México hico en 2 de Mayo de 1792, haUa prevalerido la insinua- 
ción del Arzobispo D. Alonso Ntiñez de Haro, que dio motivo á aquella expo- 
fii jion, para que solo se les confiriesen empleos inferiores, á fiu de que per- 
maneefesen.SQmigos y readido«, pues qcte en 1608 todos los obispados de^ 
Mueva EapaSa^ excepto uno, ks mas de láseanongias y nmchos de los curato» 
mas pingües se hallaban en manea de les euvopeos; Sn los claustros prevala»' 



' Tal fué' la suerte de Im criollos. ¿Por qué tratarlos tan injuet» 
i duramente? ¿No eran sus propioa hijos, nietos o descendientes? 
¿Pues como ahora dicea los españoles que el que los indios ha« 
bien o escriban contra el gobierno español es tolerable, pero el 
que ios hijos o descendiente^s de españoles hablen i escriban con- 
tra sus misgios padres, es intolerable? ¿I como entonces, cuando 
los españoles europeos tenian el palo i el mando prefirieron sus 
propios intereses a los de sus mismos hijos? "Por qué entonces, 
responden, asi lo exigía la política.'*— Entonces asi lo exigíala 
injusticia^ a saber, una política colonial injusta i de propia conve- 
niencia; i boi asi lo exige la justicia, a saber, la historia i la pa- 
tria, la cual debe preferirse a la familia, i por esto, no ya escribir 
contra el gobierno español, sino el hacer la guerra al gobierno es- 
pañol los mismos hijos o nietos de españoles, como Hidalgo, A- 
Uende i otros muchos jefes de la Independencia, no ha sido teni- 
nido como una acción injusta e innoble, sino al contrario, como 
una acción justa, patriótica i heroica; i este es el juicio, no sola- 
mente de los mexicanos, sino también de los. franceses, de los in*. 
gleses i de los^ hombres de todas las naciones. 

I si tal fué la suerte de los criollos, ¿cual seria la de los indios? 
A estos seles siguió admitiendo al sacerdocio; pero no se les en- 
señaba en los seminarios mas que los Sagrados Mínimos, Meno* 
jres i Medianos i un manco, cojo i tuerto Larraga (1), I con solo 
eso que supieran les decian: '*Kecibe y encomienda á la memoria 
y ten la potestad de imponer las manos sobre los energúmenos, 

cieroQ también estos . • . Toda esta materia do posteifiacioD en los empleos ha 
sido copiosamente tratada por el Doctor Mier en su citada obra (''Historia de 
la Revolución de Nueva España'), y por el Doctor Alcocer en los censores 
{números del Censor) publicados en Cádiz, que puede ver el qne desee mas 
extensión/' 

(1). ^Pues qué la Teobgia Moral del Padre Fray Francisco Larraga es 
un libro poco útil? Nada de eso. En el prólogo a mi "Tratado breve Teoló- 
gico-Moral de los Sacramentos en general," mencionando los autores principa- 
les sobre. la ciencia, digo; "Larraga. Prontuario de la Teología Moral. . . Au- 
tor admirable por su síntesis, exactitud y claridad." Mas aquellos estudian- 
tes indios no sabían bien la Teologia de Larraga. ¿O creen mis lectores que 
el Padre Chocolate, el Padre Chinguirito, el Padre Caballo flaco, el Padre To- 
rres, vicario de Cuitzeo de los Naranjos (por otra parte valiente defensor del 
Fuerte de San Gregorio), el cura Chicharronero i otra multitud de curas, vi- 
carios i frailes de que habla Alaman en su Historia, unos indios, otros criollos 
i otros españoles, sabían bien la gramática latina i la Teologia Moral de Larra- 
ga? ¿Oreen que todos los canónigos de la Nueva Espa&a sabían bien la gra- 
niática latina i la Teología Moral de Larraga? 



109" 

bautíttcbs^ sean caiei^úmeaosf! i eílos m iban a eonjiiraT a 

los ratones creyendo que eraa bautísados, i a los moscos i otros 
iMtdos creyendo que eran catecúmenos (1). 

-(}) Co9 f^os se t0ÍA Peyjoo de Je multitud de clérigos seculares i ftailes 
exorcistas que babia en Espefia en su tiempo, que no eran veinte ni dncuen- 
ta^ sino a granel i por centeoares, que por algunos reales que les daban, con 
lo qué 80 mantenían^ se andaban conjurando a una multitud de bómbreis i d^ 
mujeres, unos imbéciles i otros embusteros^ i también a los ratones, a la lan- 
gosta i a <^ro6 animajies. El sabio crítieo les gritaba que el orden del exóf- 
cistado no dá potestad para conjurar mas que a los bautizados i a los cateen^ 
menos, i que los animales no son bautismos ni Gatéenmenos. 

En su Teatro Crítico, tomo 8, discurso 6 (i de este discurso son todos los 
(trozos que voi a copiar), dice; **No bablo de mero discurso y mucho menos de 
oidas, £1 caso paso ante mi en propios términos ha diez y ocho ó veinte a- 
ños. Un pobre hombre medio criado de este Colegio donde escribo (el cole^ 
gio de benedictinos de Oviedo)^ padecia, aunque no con frecuencia, algunois 
.accidentes epilépticos . . ^ Dióle en cierta ocasión uno de estos aeddentes en 
la cocina de este Colegio. Uno de los sirvientes de cocina dijo que sin duda . 
estaba endemoniado. Pasé la voz y el concepto á }os demás. Ptieron ai 
punto á llamar dos 6 tres col^iales sacerdotes para que le e;^orcizasen;i Cuan- 
do llegaron e^os, ya el pobre estaba libre del accidente; pero sobre la depo- 
sición de la gente de codna le condujeron á la iglesia. Empezaron á grani^ 
zar exorcismos sobre él, y él, al compás de los exorcismos empezó al punto á 
dar gritos y á hacer visajes. '^ Ya está descubierto el enemigo,'' decían muy 
satisfechos de sus conjuros mis doctísimos exorcizantes, y proseguían apre- 
tando mas la mano. Estaban perfectamente acordes los exorcizantes y el e- 
xorcizado. £1 danzaba se^n ellos daban el tono. A proporción que ellos 
daban mayores voces y conjuraban con mas vehemencia, .corf eepondia él con 
mayores quejas, mayores estremec^ientos y contorsiones. .Cuando yo llegué 
¿ saber el caso, ya todos 6 casi to^QS los de casa (leciores sea catedráticos 
He filosofía i de teología^ Doctores etc,) lo hablan visto; y si no fuese por mi, 
entiendo que todo el tiempo qi;e vivió después (murió ha nueve 6 diez me- 
ses), hubieran continuado en exorcizarle otros muchos. Bajé á la iglema: con 
las noticias que me dieron del accidente previo y lo que yo observé, compren- 
dí y logre persuadir á los circunstantes que no había allí demonio al^no.^' 

^^Intervinieron en este lance algunos graciosos chistes. El siguieirtie no. 
puedo omitir. £1 último que exorcizó era un colegial sacerdote de genio 
atorroUado, pero de fuerte pecho y voz muy sonante. Halló el libro de exor^^ 
cismes cerrado sobre el altar, por que asi lo había dejado el inmediato conjur- 
rador antecedente. Abrióle y empezó á conjurar con notable fuerza y con te- 
rribles voces. Conocióse luego la eficacia del exorcismo en las estraoidinarias 
conmociones del paciente* No habia sentido, ni aun ]a mitad, todos los con- 
juros anteriores. Yo, que estaba á la vista y al oido, noté algunas voces del 
exorcismo totalmente incongruas pam el asunto. Acerquéme á reconocer el 
libro para ver qué latines eran aquellos, y hallo que mi colegial conjurador 
estaba empujando el exorcismo que habia en aquel libro, y está estampado en 



U9 

indos . indios. Lea oeúfiemn 



Í;ÍÜÜcho» contra U»laga é» ratojws.- Bvorcumus ai pellmdos- ma-. 
res " El coniurador era monje i sacerdote. 

«i el dLblo ae lleTára a un cristiano cou la facilidad con qpe muchos creen^ 
k'£"^no se habría llevado tan pronto como a Feyjoo, por a«e ninguno se h* 
íe?dSlel diablo como él. Sobre la fé de Fe¿oo yo me reí en el tomo 
iodS Compendio d« la Historia Antigua de México, de los autores que 
kc^nlm la semejanza entre los sacramento» aztecas i los sacramentos ^nstia- 
tSv^^ S qie el diablo, couvertidc. en chango, habia enseñado a los ^. 
S^enTaentilidad a imitar los sacramentos cristianos, lesta risa me costó 

«^XKtezat^evioo, hablando de un sacerdote exorcista, dice: "¿Pue» 

Síu9í¡5/dí«6/(. (para usar del gracejo de ftuevedo) vosabe lo que sf 
S?" keRere Que él conjura un» vez delante de muchas mon)a8 a una 
Sr que Sfresí^n^das aL mismas inonja» i a multitud de gentes de lá 
Si i oue fa conjuró no con la fórmula presento vpr la Iglesia para los 
SnS S l^e sos de Viígilio. Ovidio i otros clásicas paganos, pronun- 
Ss^¿on gesto ponderativo y voz vehemente," idice: "Mi conjur^ se es- 
S^i tí mSna, Simulando con mas fuerza que nunca su enfurecmiemo cou 
Semanes r^ntáociones terribles, y quejándose ferozmente de sacerdote que 
Se Tffi eondueido pafa tanto tormento suyo. Smgularmente, al empuja- 
ría wm^ introdocSon de la ParsaliadeLucano:5e«ai>.rHem«<Am 
v£ wa^vilia campos, con otros algunos versos de los que se «guen, Ca- 
2 ífeSé á wensar que de veras s« espiritaba ó temer que se espirítese . . . A- 
SiqS uoa Uavecita de un escritorio, envuelta en un papel, como que era 
íSene reli-uia. Fueron raros sus estremecimientos, y losgj)lpes que 
«raouS^desespirada se daba, y» contra las paredes ya contra el suelo, me hi- 
Sn »f princi^ temer que se lastimase; pero luego reconocí que lo ejecú- 
tete toS 5on g^ tino, ^mo quien está bien ejercitada en este juego. 
Pew iqíé resSltó de ¿sta experiencia? ¿Qué se desengañasen todos lo» que 
e^\^eü^06t Nada menos. . . pues á dicha mujer no le hau faltada 

•*^^'tferca%"lse comprendo una multitud de sacerdotes indiscre- 
to^V^sasi «eaeralmente acepte por verdaderos . energumenoswiantos hacea 
k ¿P^^ion de teles. *^to8 homtres de mas aitvertenci» reconocen 
auo ¿n muchos los fingidosj,pero quedando en la persuasión de que no son 
^v^ los verdades.- ¿»ero mi . sentir es que e numero de estos es tan 
■SchTteti limitado, que apena», por lo oomnn, entre qumientos que Imcea 
íSl de' ^^eno;,%6 hkllaráo veinte, ó treinte que veidadferataente lo 
K" • I áXSo hubiera escrito en el siglo, XIX, quizás^habria dicho que 
e^é qumientos que hacían papel de energúmenos, no hai de verdad mas que 

** ^Síl^'^wn eertezaque en varios curatos de Galicia, ini patna, hatój: 
rm» Jtflrnfttiva rara En unos tiempos parecían mucha» endemoniadas, én 
Ss rSi^r Erta variedad depeX de la varia cond cion de los Culto. 
CuTndo tS untíra crédulo óTedicado á exo«ñ^r, habia^ én U ptorottga 
Sí ó Jwtro ó mi mujeres qu« hacían el papel áe éuergumenas. y S^ 



tu 

den del presbiterado dicieado acáda uno: '^Recibe ta potestad 
de ofrecer sacrificio á Dios y celebrar misa»^ tanto por los vivog 
• ■■ ■ ■ » 

horrendos chilKdos en la iglesia al levantar la Sagrada Hostia* Si a* este cu- 
ra Buccedia atro (como muchas veces sucedic) de buena razón, que enterado 
de la añagaza, les intimaba que oallasen^ por que si no, las conjuraría con un|i 
tranca, luego se daban por curadas todas, y mientras duraba aquel cura no 
se descubría demonio alguno en todo el curato." iCaraeoles! ¡Siendo tapi 
pequeños los cumtos en fiepaña i en Consecuencia tan numerosos, si en un 
solo curato habia rnuc/id^ endemoniadas^ ¿cuantas i cuantos habría en tódh 
la nación? Hubo época en que hasta el rey (Carlos II) estaba endemoniado. 

Los frailes exorcistas conjurabau hasta a los pájaros que perjudicaban a 
las sementeras, i si encontraban a algún hombre que imitaba el canto de lo^ 
pájaros, también lo conjuraban. ^^Cualquier habilidad extraordinaria pasa 
)>or cosa diabólica ... No solo exorclsta, sino maestro de exorcistas fué Benito 
^Remigio. Pues léase en su Práctica de, Exorcistas a\ doexantiíto segundo 
de la primera parte, y se verá que dá por seña indefectible y concluyente de 
diaV.o, el imitar con alguna peifeccion el canto de los pájaros." Indudable-' 
mente aquellos hombres hubienm conjurada el telégraíb i los ferrocarriles. 

'*£! méiioo indocto, cuando experimenta alguna enfermedad para él oscura 
j que obetioadamente resiste á sus recetas, luego discurre causa preternatural 
y ordena que el enfermo se entregue a los exorcistas." Los médicos españo- 
les habiau entregado a Carlos II a bs exorcistas, i medio siglo después todar- 
ria estaban entregaado los enfermos a los exorcistas. lAui adelantada eeta^ 
ba España en la mtedicina, en la religión i en la civili2acian, no ya en la e^ 
dad media ni en el siglo XV I, sino en pleno siglo XVIlI. 

La Huera España era como dice con exactitud Beristaín eígirasoíáe E»=- 
paña en todas lineas. Lo era también en materia de conjuros i demás stt* 
persticioncs. Varios vecinos antiguos de Lagoá me refirieron qué el sacerdo- 
te que me bautizo, que se llamaba D. Juan de Dios Ortiz de Parada i que 
marió bastantes afios deqmes de la Independencia, siempre que crecia mu- 
cho el rio de Lagos iba a eonjurarlo con toda solemnidad, a pesar de que el 
lio no era bautiasado ni catecúmeno ni el sacerdote era indio^ i que luego que 
le decian que se acercaban los insurgentes, iba i se subía en el alto atrio de la 
iglesia parroquial, i desde alli los coqjurabaj qne unas veces conjuíaba insur- 

? entes y otras ui» manada de ovejas que levantaba polvareda en un camibb. 
*or no alargar mas esta nota omito otros casos de chistosos conjuros acaecidos 
en la Nueva España, entre ellos uno bastante notaUe que sucedió en b casa 
de mis bisabuelos. 

Es verdad que también en Francia^ en Inglaterra, en los Estados Unidos i 
en todaa las naciones ha habido supersticiones, por que la superstición ha sido 
i es una enfermedad del género humano/ pero en los siglos XVII i X?1II, 
en ninguna nación ée' Europa había tantas stíperstietones obmo en España. 
Concluyamos con Lamaítine;**La superstición, esta sesuda naturaleza íe 
los españoles" (Los Girondinos, Bbro é, S 5). I a probar esté aserto vienen 
loa ocho tomos del Teatro Crítico de reyjoo i los cinco dé sus Cartas £rud:- 



112 

como por los difonios; En el nombre del Sefior» y vete e» hort 
ipala." Qoierodecir que les conferían el presbiterado cpu la fo^ 
ma canónica i luego los despachaban de curas o vicarios a 1« ISe- 
rra caliente. Hable. AUman, En el mismo capitulo 1? diee; 
*'Los indios, sin embargo, como eran admitidos al sacerdocio, eof 
traban en los colegios para aprender las ciencias eclesiásticas; po« 
To en lo general se limitaban á solo los oonocimientoé precisos ps^ 
ra ordenarse é ir á . administrar algún pequeño ourato ó vicarii^ 
en algún pueblo remoto j en mal temperamento'' (l). 



(1) I deegFBoiadameate aausUo tenia su razón de ler. /Oh cuanto ditta- 
ba esta Niobe de aquella Niobe! ¡Cuanto distaban estos saoerdotes indios de 
Antonio Valeriano i demás antiguos alumnos del colegio de Tlalteloloo! Paei 
dichos sacerdotes indios, en lo general eran poco menos que hecbiceroa, i eo 
razón de la dvilízadon angelioal de Aguilar y Marocho estaban tan ianigos^ 
que no estaban buenos mas que para ir a comer plátanos i dormir en hamaca 
i criar pichones, o sea para curas i vicarios de la Tierra caliente. 

Como lo he ohiervaao varias veces en mis escritos sobre la Historia de Jlé- 
jico, en Alaman, como en todo historiador, se distinguen i deben distinguirse 
dos cosas: las narracioíus de los hechos i las apreciaciones de los hechos, la 
historia i la filosofia dé la historia, el pensamiento i fin de la obra i su ejecu- 
ción, las premisas i la consecuencia. En todo historiador impanñal i aeoiMS- 
' clonado están de acuerdo las narraciones i las apreciaciones, el pensamiento i 
la ejecución; mas en un historiador de las cualidades de Alaman dichas par- 
tes i condidones están en desacuerdo. Las cualidades dominantes de Afa- 
man son dos: 1 ? la preocupadon i parcialidad en pro del gobierno espafiol 
i 2 ^ la buena fé [hasta donde puede tenerla un hombre preocupado por uoa 
idea fija i fanático en pro de una causa) en la narración de los hechos. Vém 
pues en la Historia de Alaman que oomo era hombre de buena fé, refiere 
bien los hechos, en lo general, pues algunas veces la misma narradon en 
cuanto a las circunstancias de los hechos sufre sus quiebras, originadas de k 
preocupación; i al mismo tiempo las apreciaciones son diveigentes i aun con- 
tradictorias. Vénse en su Historia las narraciones i las apreciaciones dándo- 
' se de calabazadas, es decir, como dos calabazas en un cesto, que se dan golpes 
. la una a la otia. En la época de la República Mexicana, ninguno ha escrito 
tanto en favor del gobierno vireinal oomo D. Lucas Alaman en su Ifistoria 
de Méjico, i sin embargo, ningún libro presenta tantos testimonios contra el 
gobierno vireinal como la Historia de Méjico por D. Lucas Alaman. Cuéi- 
taso que a los indios de cierta población se les ofreció guerra con un ejérdto 
de otra, i que fueron a esta con unos cañoncillos que llevaban en muías por 
no tener cureíías; que comenzó la acción i los indios a disparar sus cañones, 
pero como al tiempo de tirar se volteaban las muías, los indios se batieron i 
, vencieron ellos solos. £sto uo pasa de fábula, pero vamos a la ad/abulatio^ 
<o sea aplicación de la fábula. La Historia de Méjico por D. Lucas Alaman 
en la época contemporánea es el cañón de a veinticuatro de los defensora del 
g^ierno colonial, i C9Q la misma Historia se cañonean. 



t 



\u 



• 

^' T5n*í5n, respecto del monacato de los ihdtos en Ta tÜtima época 
'tibí gobierno español, el Barón dé Húmboldt, que visitó i cohb- 
"c\ó bien k Nueva España en ISOS, en su Ensayo Político, libro 
•Ü, capitulo 6, dice: **Es sumamente raro el ^emplar de algún na- 
tural (indio) mexicano, entre los qtie gozan del óacíoazgo, que ha- 
^a seguido la carrera de la toga ó de las armas. Se hallan ma^ 
ludios én Ik carrera eclesiástica, especialmente entre los párrocos; 
por que lá soledad de los conventos parece que no tiene atracti- 
vos sino para las muchachas indias.'' No era por falta de atracti- 
vos, sino porque .la ¡política colonial no era favorable a los indiofs . 
i poT esto después de la Independerícia i en la últiina época de 
los monjes, errtre los franciscanos, entre los dominicos, los agus- 
*tinos, los merc6darios í los dieguinos había muchos sacerdotes 
indios i muchos individuos de la raza negra, i aun entre Ips car- 
melitas, que fueron siemipre de los mas linajudos, babia uno qiie 
otro sacerdote ¿ndio* como un !l?ray F^ernaado de Santa Isabel^ 
conventual de ^uadalajara, a quien conocí. 

Ya hemos visto que dice Alaman; ''Los europeos ejerciaii, co- 
mo antes se dijo, casi todos los altos empleos, tanto por que asi 
io exigía la politica' etc. Ya hemos visto que dice que los' espa- 
ñoles cerraron a los americanos las puertas de caá todos los em- 
tpleos públicos de consideración "<íj6n que permaneciesen sumisos 
y rendidos.'' Hemos visto que dice: '^Hubo de pensarse después 
que no convenia dar den^asiada instrucción á aquella clase {india), 
de que podía resultar ^algun peligró parala Seguridad de eé- 
tOS dominios, y ho solo se dejó én decadencia aquel colegio (de 
Tlaltelolco), sino ^ue se embarazó la formación ^e otros." Juaín 
Jacobo Rousseau en su Contrato Social, Kbro 3, capítulo 6, dice: 
"Por mas que .un orador político les predique (a los monarcas 
absolutos), que siendo suya la fuerza del pueblo, su mayor inte- 
rés consiste en que el pueblo esté floreciente, numeroso y formi- 
Tdable, ellos saben muy bien que esto no es verdad, por qué su ín- 
teres ;personal exige primeramente que el pueblo esté débil y mi- 
serable, y que jamas pueda hacer frente.'* Los defensores del go- 
bierno ^colonial tienen qu^ aceptar los testimonios de su maestro 
Alaman, ¿i liaran aspavientos con el testimonio de Housseau no 
mas que por que era deista, diciendo los dos autores en sustancia 
i'una misma cosa? 

. Los españoles cerraron a los criollos las puertas de casi todos 
4oB cargaos i puestos públicos de consideración, asi los del orden 
eclesiástico como los del civil, i a los indios los embiruteciéróh, 
por que conociendo el ingenio i las aptitudes de los criollos í de 



JU 

loa indios,, conocieron que si los dejaban obtencr-los cüratoe-^ 
íaíportáncra, pronto serían los canónigos de* la Nueva España^ J 
después serian Cf bispos; i que si les abrían las puertas dql foro, 
pronto serian abogados í oidores i gobernadores de las provi la- 
cias, i entonces. pronto llegaría el dia en que dijesen a los 

españoles lo que Iturbide, cuando consumó la Independencia, íe 
dijo al virey Apodaca eíi una carta publicada por Araman: **Na' 
die duda ser violento mendigar de otro la fortuna, por aqu^l que^ 
dentro de su misma casa tiene losf recursos necesarios para lo- 
grarla," i lo que dijeron ai maestro de escuela de un pueblo: ''Mí- 
re maestro, \ch{sp€se\^^ El gobiernío español del tiempo del Sr. 
Nuñez de 5aro temia que viniesen por él Ta tanda i tunda azo«> 
tesca de Irá Estados Unidos; y no fué vanf) su temor, por que 
en dejando molida á la dueña de la colonia vecina los verdugo», 
Acudieron á Don Quijote, y desenVolviéndoIs de la sábana y de 
la colcha de Nuestra Señora de los Remedios* del Santo Oficio de 
4a Pé, del derecho divino de los reyes y de otras coberturas, W 
pellizcaron tan á menudo y tan reciamente en Dolores, Guana- 
juato, Valladolíd, el Monte de ías Cruces, Cuantía y otros luga* 
Ves, que no pudo dejar de defenderse á puñadas. 

li E! Olera de la Nneira Espaíía en el Mm 
tercio del siglo 1!I, Majacíon deí Clero se- 
fiíüar. PrincipíB de la rriajaeíon de los Monjes. ^ 

Beiajaciott del Clero secular. 

^ En íá ápocs de que mé octípo, los clérigos seculares en la Nue- 
^íh España erifitn muchísimos,- pues Mendieta en su obra citad% 
libro 4, capítulo 43, dice que en su tiempo solo los curas clérigos 
seculares en la Nueva España eran mucho mas de 239, a saber: 
fos del Arzobispado de México eran 70, solo los de las poblaci(>- 
fi'es de indios, sin contar los de las de españolea; los del obispado 
de Püebía, 4(í, i añade: "siempre se entiende en pueblos de indio», 
sin los qiiei tienen entre Tos españoles}^ los del obispado de Michoa- 
^an, 31 de poblaciones de indios i 13 o 14 de poolaciónes de es- 
pañoles; los del obispado deXalixco, II de poblaciones de indios i 
33 d0 poblaciones de españoles [entre estas Lagos], i los del obis* 
^ado de Oaxaca, 40 de poblaciones de indios. (Jalculando pues los 
otros curas de poblaciones de españoles, los vicarios de curas» loar 
Canónigos, los capellanes i los vagos que eran muchísimos; loaclA- 



U5 

rigoa-aoculares de la Nueva España en el último tercio del sigld 
XVI debieron de ser 600 o mas, 

jESTrMONIO DEL PROVINCIAL I DEFINIDORES DE LA Pf^OYIN-* 

cía DEL Santo Evangelio en 1570. 

Escribiendo a Felipe II con fecha 6 de enero de dicho año, le 
decian; **Nos manda V.M. ( Vuem Majestad), como cristiam'simo 
y muy católico Rey, que siempre le demos aviso y advirtamos de 
aquello que viéremos convenir, y pues en esto se nos encargan 
nuestras conciencias, lo que sentimos y decitoos es que la dé V. 
M. no se descarga, á lo que vómos, en el gobierno destoB natura* 
les indios, por que ni se les da d muchos deÜos leí doctrina que 
han menester para salvcerse^ ni la administración de justicia y 
amparo que conviene para sü conservación. Kn esta ciudad de 
México nunca faltan indios de divisas partes, que tienen con 
graves quejas de los clérigos que los tienen á cargo^ y claman 
ante vuestro Visorey y lieal Audiencia, pidiendo que los libren 
de tan gran vejación como padecen, por que manifiestan y py^ue- 
han no tener con el clérigo (el cura) ayuda para sus ánimas, sino 
nn subsidio intolerable para sus hadíOndas y peilSÓnas, y no 
hallan consuelo ni favor para su desventura. Así misnao vienen 
i'on muchos agravios que reciben de los misnioí corregidores que 
les habían de amparar, y de otros españoles, y mayor agravio es 
el que reciben désta Real Audiencia de México, por que gastan 
en ella lo que no tienen, y al cabo nó sacan remedio ni fructo de 
sus pleitos. . Decimos esto asi en stíma {h*evement€\ por que los 
malos tratamientos que los indios de unos y dé otros reciben, no 
9e pueden explicar sino en muy lafgo proceso. El renaedio de to- 
dos ellos (pues V.M. la desea dar], consiste en que los ministros^ 
ásl de la doctrina y sacramento^, como- de la justicia y gobierno, 
que esta débilísima gente tuvieren, les sean verdadero» ^padres, 
tutores y protectores y trabajen Cóií ellos más por servicio de 
Dios y de su Rey y por el celo de sus álndas que poí aígun In* 

teres* temperar (1). . 

Testimonios Óel Cabildo eclesíXstico de úuAbALAjAj^A 

: EN 1970. • 

El Cabildo eclesiástico de Guadalajara, capital db la Nuevii 

• • • # 

(1) Puede verse esta Carta en laa "Cartas de Religioaos de Nueta ]SsM« 
•te. 1539~id9r detSr, Qaniale^baleeta^ 



116 

Gíalicíá, en 8ia Informe a Felipe II de 50 de eiveró de 1570, le de- 
cía: "Hay otro canónigo que se dice Lorenzo Lopez'de Vergarft. 
Vino proveido de ese Consejo: es hombre que por su mal ejemplo 
iuvo muchos días grande^ competencias y revueltas con el Obispo 
pasado, por quererle corregir eu mal vivir y por quererle quitar 
el abogar en las audiencias^ y que no se fírmase ni llamase Licen- 
ciado, pues no lo era, lo cual le manddx^on censura latae seyíten- 
tiaey la cual no obedeció, haciendo lo contrario; y queriendo el O- 
bispo castigarle, le recusó; y como el Obispo no era hombre de 
negocios, no le supo seguir, y asi quedó impunito, como ahora se 
está. Algunos de los compañeros se quejan que los alborota y 
revuelve el Cabildo. Es allegado al Licenciado Oontreras (oidor) 
y favorecido de él: estaría mejor este en España, porque los sa- 
xjerdotes en esta tierra conviene que sean de buen ejemplo." 

**Hay otro canónigo que se dice Pedro de Merlo^ que se orde- 
inó en Guatimala, que es eif estas partes. El Tesorero dice que 
los que lo conocen dicen ser de la Villa de Almagro, hijo de un 
bachiller de Sevilla, y délos prohibidos, aunique él dice ser de Vi- 
llanueva de los Infantes: oyó tumbien decir al Obispo que se te- 
nia duda en su legitiiauidad. Es hombre de mala contratación y 
Í30ca caridad: el Obispo pasado le quiso echar de la prebenda por 
o dicho y otras causas, y ik) se supo dar maña á ello: como era 
allegado al Licenciado Gontreras y favorecido de él, recusóle y 
quedó suspenso en su negocio por muerte del Obispo. Parece- 
Bosque este canónigo estaría mejor en España,. por ser como es 
esta tierra n'ueva, y que los sacerdotes sean de buena vida y cos- 
tumbres y e^jemplares." ¡Como estaría España! 

El Cabildo después de referir todos los curas clérigos seculares 
que habia eu el obispado de Guadalajara, dice: ''Todos estos cu- 
ras que habemos ^riba djicho, les pagan los indios su salario y 
les dan de eomer en los pueblos, asi los de encomenderos, como 
los de S.^. (Su Majestad):. . . De manera que los que son mas a* 
gravados spa los indios, por que de la caja real de este reino ne 
se* da nada á los curas, ni tampoco los encomenderos les ayudan á 
pagar, y asi padecen mucho trabajo^ por que son pobres.'' 

''I^os parece conforme á lo que somos obligados avisar de lo 
de por acá, que S.M. mande avisar á los Obispos de esta tierra 
,que no*ordenen con tanta facilidad como han ordenado hasta a- 
qui muchos clérigos idiotas (españoles), sin examinar en sus tiar 
rras sus linajes y vidas y costumbres: por que se ha visto por en^ 
periencia haber ordenado oficiales {zapateros^ het^reras etc.) y mer- 
caderes y estancieros y tratantes» los cuales de mas de no saber 



U7 
<T4m ?«<?r m. ser eclesiásticos, resulta qm íos indios, corno son d^ . 
liajoá quilates^ tienen en poco el sacerdocio, y no tienen ahora a- 
quella veneración que ante^ tenían á los sagerdotes.'* 
. 'Y así misino los que hubieren de venir á ger beneficiados de 
Ias iglesias catedrales (prebendados i canónigos) no seap co«j^^o¿, 
y sean exan^inados sus personas y linajes allá en su Keal Conse- 
jo, por que después de puestos acá, no procnrau siuo adquirir 

y no el servicio de la Iglesia; y ño se permita venir acá sacerdotes 
de los pí'obibidosy se examinen allá sus habilidades y suficiencia 
así en canturía como en lo demás perteneciente al servicio de la 
Iglesia. . . Nos parece que los que ^e hubiesen de proveer por be- 
uefíciados en esta Iglesia y en las demas^ fuesen cantores y bue-^ 
nos eclesiásticos y que las provisiones no fuesen por favores que' 
tengan acá en estas partes ni i^llá. Y esto decimos también en- 
tendiendo por algunas conjeturas que un canónigo de esta Igle- 
sia, que se dice Pedro de Merlo, ha enviado dineros á esa corte 
para que lo provean en el deanazgo de esta iglesia (1), que está* 
vaco, el eual es clérigo inhábil y dicen ser de los prohibidos,, de 
quien habemos hablado antes de ahora, y asi creemos se proveen 
muchos «n estas partes por farores, cuyas provisiones no pueden 
ser acei'tadas. Es verdad que habemos oido decir por acá que ha-, 
bia escrito una Señora de esa corte, ó otra persona por ella,, á un 
(Juan Tellez, escribano de S.M., del número desta ciudad, que sí 
se ofreciese por aeá algún üegocio en esa corte, en que se pudie- 
se interesar dineros^ que se lo encaminasen á ella, que lo nego- 
ciaría en Consejo de Indias, dando á entender tener favor en e- 
ise Consejo; el nombre de la cual no sabemos'^ (2)* 

Testimonio del misionei^o ^endieta en 1571. 

''Carta del Padre Fray Jerónimo de Mendieta.— Al Ilustre 
Señor Licenciado Joan de Ovando, del Consejo de S.M. en la 
Santa y General Inquisición y Visitador <le su Real Consejo de 
Indias. — Ilustre Señor. Si bien me acuerdo, en tres cosas parti- 
culares ine dijo V. Mrd. [Vuesa Mercedllf cuando ahi estuve, que 
hallaba di^ultad cerca de lo que hay que remediar para el buen 



(1) Alto picaba el canónigo. 

(2) Los canónigos que hiciera aquella cortesana serian candoigofl por la 
gracia de Diós i de Madama Ducayla^ como decia Yoltaiie. I esto no pa- 
«aba en loa reinados de Luis XIY i de Luis XV, sino en el del austero rey 
mome . El Inforaie citado se encuentra en la Colección de Documentos para 
la Ilistoria de Méxioo por Oarcia Icazbalceta, tomo 2 ? • 



3 



118- 

gobierno de las Indias, y que deseaba ser avisado de los medio» ' 
Y corte que se podrían dar en ellas, y son las siguientes: 1 ^ Qué 
medio se daria para que los Obispos de las Indias y los frailes 
ue residen en. ellas tuviesen entre sí conformidad. 2 ^ Qué me* 
io se daria para que los indios en el pagar de los diezmos no fue* 
sen Tejados. 3 T Que orden se pornia para que los españoles pa* 
diesen poblar en aquella tierra sin perjuicio de los naturales.-»* A . 
lo primero. — Cuanto al primer articulo, digo que en las Indias 
han sido muchas y muy ordinarias las diferencias entre algunos 
Obispos y los religiosos que tienen cargo de dobtrinar á los natii^* 
rales de aquellas partes (1). Y estas diferencias (á mi parecer) no* 
pueden dejar de durar entre ellos, por que provienen de dos desig* 
nios muy diversos, immo contrarios, que los unos y los otros tie- 
nen: los unos de ampliar las rentas de sus iglesias y el 

fausto de la dignidad episcopal» y los otros de ayudar á los 
pobres á salvar sus ánimas sin interese, redimiéndolos de la veja* 
cion que les podrian dar los que lo pretenden. Y como estos ce- 
los {rebus t«í nunc), no pueden faltar de ambas partes, tampoco- 
faltarán los disgustos, si no fuere quitando la ocasión en una de 
tres maneras, conviene á saber: 1? , ó que los frailes dejasen la 
obra de la instrucción de los indios y administración de los sa- 
cramentos, para que solo los clérigos que pusieren los Obispos 
entiendan en ello; nías este medio seria para acabar á los indios 
antes que Vengan á ser cristianos: 2 P , ó que á los Obispos les^ 
quitasen las rentas, y que fuesen pobres con sus pobres ovejas» 
por que quitada la ocasión, perdiesen la codicia de aumentar ló 
temporal y se ocupasen totalmente en el aprovechamiento espi- 
ritual de las ánimas; mas pienso que esto no lo querrán ellos: 
3 P, ó haciendo todos los Obispos tan santos y de buen celo, que 
aunque tengan su renta, como ahora la tienen, se contenten con 
ella y la gasten con pobr(^s y no con SUS deildOS, y conozcan la 
buena obra que los religiosos les hacen en quitarlos de trabajo y 
en descargar sus conciencias, sin pedirle^ salario; como lo han 
hecho aJgunos de los mismos Obispos, por que no todos han sido. 
ni deben ser ahora los que tienen peadencias con frailep; mas eS" 
to también lo tengo por dificultoso, acertar á hallarlos todos de 
tan buen celo, que no los llevase codicia, sino el bien de las al* 
mas; . . A los ministros (curigís monjes) que algo han hecho en 

(1) Esta Carta (que pnede verse en las "Cartas de Religiosos de Noef» 
España. 1539—1594" de García Icazb^lceta), la escribig Mendísta en el í»n- 
vento de Vitoria en España. 



lid 

este negocio {de la doctrina á los indios) no los han proveído los^ 
Obispos, sino las Majestades del buen Emperador de eterna me- 
moria y el Rey D. Felipe, nuestros Señores; y á estos ning'un fa- 
vor ni ayuda les han dado los Obispos, sino es cual 6 cual» antes 
por el contrarío puéstoles estorbos y contradicciones; y si algu- 
nos dellos se han dado priesa á poner de su mano ministros cié* 
rigos, esto no ha sido en aprovdl^hamiento, sino en detrimento 
de la doctrina; pues es cierto que los indios (hablando iit in plu-' 
rimum), no la tienen á derechas con los clérigos seculares, no 
pretendiendo ellos sino su IntorOSO temporal» como cada hora 
86 puede esto examinar y averiguar.'' 

Testimonio de los Prelados db líjs tris Ordines bs San Fran- 
cisco, Sasto .paiiiKao i ^an ^ausTm« 

En un Informe a Felipe II que publica el Sr. Garjcía Icazbal* 
ceta en las Cartas citadas, le decían: 'Xos clérigos no van sino 
á cosa hecha y asentada {poblaciones ya formadas)^ donde haya 
minas y vivan españoles, donde en breve puedan' adquirir coa, 
que volverse á descansar á sus tierras y favorecer á sus parien- 
tes; y hase visto por experiencia que hasta agora ningún clérigo 
se ha hallado en las conquistas, ni ci^i*^ &^&do su sangre por la 
predicación y dilatación de la fé, como lo han hecho y hacen ca- 
da día muchos religiosos de todas Ordenes, que han sido flecha* 
dos y muertos por ir á predicar," 

Testimonios db las Leyes, de Indias dadas por Feupk ]]. 

La ley 8, título 7, libro 1 P de la Eecopilacion d^ Indias, dice: 
**Somos informados que dó estos reinos pasan muchos clérigos y 
religiosos sin nuestra licencia, en los cuales no concurren las par- 
tes de buena vida y ejetnplo querequiere su estado.'^ 

La ley 7, título 13 del mismo libro, .d¡cq: ''Otrosí nuestros Vi-, 
reyes, Audiencias Reales, Gobernadores y Justicias no consien* 
tan ni permitan que los indios de sus distritos y jurisdiccionea 
sean obligados á ofrecer en ninguna de las M^sas que se lea dije^ 
ren, antes los amparen y defiendan que los Ó biafK>s^ clérigos,. re^ 
ligiosos ni otros ministros eclesiásticos les obliguen á ello; pues 
aunque el ofrecer es cosa loable j recibida en la Santa Iglesia, el 
hacerlo ha de ser voluntariamente, con^o las demás obras de ca- 
ridad, y el cotapeler á que se haga e^ abuso mal introducido, ma- 
yormente con los indios, que son miserables y de poco cau- 



120 

dar (i). 

La ley 2,. título 18 dol misnao libro, dice: *'Por que en dijunas 

partes de nuestras Indias llevan los clérigos mas derechos da los 
qits deben llevar, por los cuerpos que se enlierran en convenios de 
religiosos, y por esta causa dejan de enterrarse muchos de ellos, 
de que las Ordenes reciben perjuicio, rogamos y encargamos 4 
Ips Prelados, que cada uno en w diócesi provea como los conven- 
tos y heredero» de los difuntos que se enterraren, no reciban a- 
gravio en los derechos, ni consientan que los clérigos excedan de 
lo que justamente pudieran llevar." 

La ley 46, título 22 del mismo libro, dice: ^'La inteligencia de 
la lengua general de los indios es el medio mas necesario para la 
explicación y enseñanza de la doctrina cristiana y que los Curas 
y sacerdotes les administren los Santos sacramentos. Y hemos 
acordado que en las Universidades de Lima y México haya una 
cátedra de la lengua general. . . para que primero que los sacer^ 
dotes salgan á las doctrinas hayan cursado en ellas/ 

La ley 56 del mismo título dice: ^'Rogamos y encargamos á 
los Arzobispos y Obispos de las Indias y á los Cabildos sedeva- 
cantes y á los demás Prelados de las Religiones, que no orde- 
non de sacerdotes, ni den licencia para ello á ningún clérigo ó re- 
ligioso que no sepa la lengua general de los indios de su provin- 
cia, y lleve fé y certificación del catedrático que le diere la cáte- 
dra, de que ha cursado en lo que se debe enseñar en ella, por lo 
menos un curso entero.'^ 

La ley 32, título 19 , libro 6 de la misma Recopilación de In- 
dias dice: ''Si algunos indios ricos ó en alguna forma hacendados 
están enfermos y tratan de otorgar sus testamentos, sucede que 
los Curas y doctrineros, clérigos y religiosos, procuran y orde- 
nan que les dejen ó á la Iglesia toda o la mayor parte dfá sus 
haciendas, aunque tengan herederos forzosos, exceso muv pérju* 
dicial y contra derecho. Mandamos á los Yireyes, Presiaentes y 



(1) Para hacer el debido juicio de lo que disponen las leyes de Indias i de- 
más disposiciones le^slativas que citaré en este libro, prohibitivas i penales 
de los abasos de los clérigos, esto es, si eran pocos o mudios los casos de abu- 
so i pooos o muchos los clérigos relajados, debe tenerse presente esta regla 
de Derecho; '*Lo* derechos (leyes, ordenes etc.) no se establecen acerca de 
las cosas que acaecen rara vez, sino de las que suceden eomvn i flreeimite- 
inente.'^ Jura non constitunUur de his quae raróy sed de kis qnae tmn^ 
muniter frecuenterque eveniunt. (£í. 6 ff^ de Legíb,). Esta regla es la 
misma de Platón, de Ciceipn, de Santo ToiAaSi de Suarez, de Bentham, d« 
Filangieri i de todos los autores clásicos que hap tratado De las Leyes, 



121 

Audiencias qne provean y den las órdenes convenientes, para qtie 
les indios no recibati agravio y tengan entera libertad en sus ais* 
posicñones, sin permitir violencias" (1). 

La ley 8, título 10 del mismo libro dice: "Nuestras Audien- 
cias Reales despachen provisiones para que los Curas y doctrine • 
roS| elériges y religiosos^ no echen derramas (contribuciones) en- 
1;re los indios con ningún pretexto, aunque se hayan de gastar en 
fábricas de iglesias y hacer ornamentos, y ordenen que siendo ne« 
cesario algo de esto, se dé primero cuenta al Virey ó Presidente 
Gobernador, que conforme á la necesidad y posibilidad de los in- 
dios, declaren lo que se hubiere de repartir y quien lo ha de pa- 
gar y cobrar; y para que los susodichos ni otros religiosos no 
carguen indios, ni los compelan, persuadan ni aperciban á ofre- 
cer, aunque sea al manípulo, y para que no tengan llaves de las 
cajas de Comunidades ni de ellas tomen cosa alguna, ni Con pre- 
texto de sus alimentos, por estar dado en esto orden conveniente; 
y para que no muden pueblos de unos asientos á otros, como sue- 
len hacer, con notable daño y vejación de los indios, ni extingan, 
consuman ni quiten los cacicazgos, y los que pretendieren succe* 
<ler en ellos acudan á pedir justicia á nuestras Audiencias. Y por 
que las dichas provisiones son bien dadas, justas y convenientes 
al sosiego, quietud y buen gobierno de los indios, mandamos que 
así se guarde y cumpla y que las Audiencias las despachen y ha- 
gan ejecutar como y cuando convenga, y en todo sean guardadas 
ias leyes que de esto ó alguna parte tratan.''^ 

La ley 9 del mismo título dice: "Asi mismo prohibimos que 
no sean apremiados los indios á hacer ropa para los Corregido- 
res ni otros ministros de justicia. Curas ni personas que les ad- 
«ainistran, ni les tomen, ni compren mas de lo que hubieren me- 
4iester para el servicio de sus casas, y no otra cosa para grange- 



na:' 



TfiSTIMOmOS DEL CoNCItlO j J J MiEXICANO CELEBRADO EN 1^85. 

En el libro 19 , título?, dice: **E3 muy digno de llorarse coa 
inagotables. lágrimas el que algunos sacerdotes, no abrasados en 
<^lo de piedad, sino en cierto incendio de avaricia, vaguen por 
lo& obispados ágenos, y dejadas las ovejas que se les hubieran 
•encomendado, se dirijan ávidamente a donde se les proporciona 
«mejor estipendio* de lucro temporal.** 

(1) **Los derechos (leyes, 6tdenes etc.), no se establecen acerca de las co- 
que acaecofi rara vez, tino dd las que suceden común i frecuenteBnente.'^ 



122 

Eq el libro 3^ título 1 P, dice: **Como es muy 4igna de laineñ^ 
tarse la negligencia de algunos sacerdotes que aunque por su 
iuismó ministerio están obligados á instruir á ios indio» eniadocf 
trina cristiana, hacen poco aprecio de aprender la lengua de &U5 
subditos, sin cuyo conocimiento no pueden enseñarles los miste- 
rios de la fé cristiana, ni hacerles Qomprender la virtud de los 
sacramentos, que son la salud del alma, este Concilio autonesta á 
los Obispos, y si fuere necesario, les manda, que dentro de seis 
meses contados desdé la publicación de este decreto, examinen á 
los clérigos que obtienen beneficio con carga, en las provincias de 
los indios, si están instruidos en el idioma propio de ellos, y á los 
que no lo sepan oblíguenlos á que lo aprendan, señalándoles 6 
este fin el plazo de seis meses; bajo el apercibimiento de que si pa* 
sado el término no Ip han aprendido, quedarán ipso /acto priva* 
dos del beneficio que tienen y se proveerá en otro. Pero si por 
la suma dificultad del idioma ó por cualquiera otra causa no es 
posible adquirir ese conocimiento, pueda entonces el Obispo pres- 
cribirles otros seis meses precisos ó improrogables" [l]. 

En el libro 3, título 2, dice: '^Considerando que el Sacrosanto 
Concilio de Trento desea que los fieles que asisten á la misa no 
solo comulguen con el afecto espiritual, sino también con la re- 
cepción sacramental de la Eucaristía, no puede bajo este aspecto 
aprobarse en verdad el pelo imprudente de algunos que quieren 
impedir que la reciban los indios y los esclavos" (2). 

En el libro 5, título 7, dice; ^'Fara desterrar totalmente el ar 
buso con que muchos juran en vano en ofensa de Dios, conviene 
sobre manera que los Qclesiástícos enmienden su conducta en esü 

(1) Este canon se dio previa consulta a los Doctores jesuítas Juan do h 
Plaza i Pedro de Morales, quienes respondieron: ^* Y para la integridad de las 
confesiones de lo3 indios, juzgan remedio eficaz el que no se dé curato á clé- 
rigo que no sepa bien la lengua principal del partido, remediando los Prelados, 
obligados a esto, el mal uso de confesar los clérigos poco instruidos en la len- 
gua, por lo qué se contentan con preguntarles dos 6 tres pecados que saben j 
absolverlos, sin examinar si tienen contrición ni saber moverlos a ella.^' (Ca* 
tecismo Histórico del Concilio III Mexicano por el Sr. Cura Vera, tomo 2 p ^ 
pag. 58). El sacramento de la Confesión es una especie de dinamita de la 
roligion católica: bien administrado produce grandísimos bienes, i abusando»^ 
dQ él se pueden hacer grandísimos males. El alma del Concilio III Mexicano 
fueron él Arzobispo Moya de Contreras i los jesuítas. 

(2) Cuando se celebro el Concilio (1585) ya hacia mas de medio siglo qno 
los indios hablan recibido la religión católica, i todavía después de mas de 
medio siglo bastantes clérigos les negaban el sacramento de la ComunioB^ w^ 
otxi^var la bula del Papa que mandaba se les administrase. ^ - 



1^3 

fHiTtío, reformen sw costutnhres y d^en á los demás buen ejemplo 
de vida. Por tanto, manda el Sínodo á todos los clérigos de esta 
•provincia que, reverenciando el nombre de Dios y Señor Nues- 
tro y de sus Santos, no juren en vano y sin necesidad." 

En el mismo titulo dice: "Es delito muy grave y digno de se- 
vero castigo que -los que están consagrados á la honra y culto de 
Dios incurran en la enorme abominación de blasfemar á cada loa^ 
so, como locos, de la Majestad divina y de sus Santos. Y ha- 
biendo establecido los sagrados cánones y leyes reales graves pe- 
nas contra los seglares blasfemos, mucho mas justo será que se 
decreten también castigos contra los eclesiásticos." 

En el título *'De la Vida y honestidad de los clérigos*' dice: 
**Este Concilio, reprendiendo la conducta que algunos clérigos 
observan en esta materia {asistencia a los espectáculos de lides de 
toros) de conformidad con lo que previene la constitución ponti- 
ficia que se ha citado, establece y manda que ningún clérigo or- 
denado in sacris 6 beneficiado concurra á la diversión de to- 
ros" (1). 

En el mismo título dice: "En asunto de tanta gravedad, se 
impone al Ordinario obligación de conciencia, para que apremie 
á los eclesiásticos á que abandonen una arte tan ínfima como in- 
decorosa para el estado clerical." {La de domar caballos y mulqs), 

£a el libro 8, titulo 15, dice: "Se prohibe ademas, según el 
viotu propio del Papa Pió V, de feliz memoria, que ninguna per- 
sona eclesiástica ó secular, de cualquiera calidad, preminencia ó 
estada que sea, y por motivo alguno, pida limosnas por la iglesia 
mientras se celebra la misa solemne ú otros divinos oficios, ni du- 
rante la misa privada pida de aquellos que la oyen esas mismas 
limosnas inquieta y bulliciosamente" (2). 

En el mismo título dice: **Se origina un gran perjuicio tanto á 

f 1] El Doctor Arrillaga pone a este canon la nota siguiente. *Tero 
nuestra práctica era que á las corridas (de toros)^ que se llamaban de fiestas 
reales, concurrían el Cabildo Metropolitano, el de la Colegiata de Nuestra Sor- 
liora de Guadalupe, el Tribunal de la Inquisición (cubierto con celosias ver- 
des) y el Claustro de Doctores de la Universidad, que en su mayor parte se 
formaba de eclesiásticos." En materias opinables cada uno tiene su modo de 
pensar, i mi opinión es que aquello no era uni^ práctica sino una corruptela. 

(2) £1 Doctor Arrillaga le pone a este canon la nota siguiente. ''Ni en 
las iglesias sujetas al Ordinario se. puede pedir limosna para Misa que ya se 
está diciendo, después del ofertorio, y mucho menos después de la consagra^ 
cion, como por desgracia se vé practicar^ por la ignorancia de los encar^otf 
de' eolectar estas limosnas y el descuido de loa que debían instruirlos.'^; Stiti^ 
«CB otra prde^tca, 



I 



124 

los difuntos ó á los que dan Hmosnas para la celebracioii de lai 
misas, cuanto una gran incomodidad á los sacerdotes que de e- 
lias necesitan para subsistir, de que . algunos de ellos reciban í 
su arbitrio limosnas para la celebración de misas, y prometan ce- 
lebrar mayor número de las que pueden celebrarse ^ poco tiempo. 
Queriendo pues este Sínodo aplicar remedio á este mal^ dispo- 
ne" etc. 

En el libro 3, título 20, dice; "Por cuanto muchos Curas y 
beneficiados de los indios reciben este cargo, mas por la COdiciA 
de ganar (con la mira de que los indios les labren sus haciendas ó 
les beneficien sus minas), que con la sana intención de instruir á 
los indios ignorantes, manda este Sínodo que ningún Gura de e- 
líos, sea secular ó regular, pueda cultivar dentro de su jurisdic- 
ción ni en diez leguas á la redonda, cortijos, rancherías ó ha- 
ciendas (aunque sean patrimoniales ó propios de la Iglesia).'' 

En el mismo título dice: ''Por cuanto la COdicill, raiz de to- 
dos los males, se ha apoderado con fuerza en nuestros tiempos de 
algunos eclesiásticos, por lo mismo, para que no se hagan nego^ 
ciaciones en la casa de Dios, que es casa de oración, establece 
este Sínodo y manda á todos los Obispos de esta provincia y á 
los clérigos de orden sacro de cualquiera dignidad y condición 
que sean, que no solo se abstengan de los contratos usurarios 
y condenados por derecho divino, sino también de aquellos que 
aunque permitidos á los seglares, se prohiben por los sagrados 
cánones á los clérigos por razón de su estado. En cumplimiento 
de lo cual se ordena lo siguiente. Ninguno ejerza el comercio y 
negociación, ni sea procurador ó agente de negocios de alguno, 
ni se encargue de mercaderías agenas ni las administre 6 gire su 
valor en letras, ó do cualquiera otro modo se mezcle en semejan- 
tes negociaciones*' (1). 

(1) Uno de los comercios que mas hacian los clérigos seculares de la Nue- 
va España i que les producian mas lucro era el de esclavos. Por esto lakgQ 
qTie se publico este canon (y antes de que el Concilio fuera aprobado por el 
Consejo de Indias y por el Papa), multitud de canónigos, curas i otros cléri- 
ligos seculares, dueños de esclavos, presentaron al Concilio un escrito llamado 
apelación^ en el que decian que no se conformaban con este canon por que 
vulneraba su derecho de propiedad perjudicándolos muchísimo. Los Padrea 
<kl Concilio les contestaron que no se les prohibía tener esclaVos en propie- 
dad i usar de ellos, sino el comercio de esclavos, por ser enteramente conti^ 
el espíritu sacerdotal. (Catecismo Histórico del Concilio III Mexicano por 
el Cura Vera, tomo 3 P, pag. 34). 

El Sr. Garcia Icazbaloeta, en su Bibliografía citada, pag. 401, refíriéndoas 
ft la biogmfia do P. Francisco Cervantes Salazar, Dean de ¿í catedral 4t 



-».^j. 



Eh eí Kftrd 5, título 3, áicé: **Gayo contagio (de los pactos si* 



iMhsiéOi atoe: *^OoBia adición canofti á la mimm biogmfift (t issiñui curioso 
derimméHté h fue se va a referir)^ QOpíaré áqiri las noticias qur bailé en ih- 
nas escritmas anténticaa eomunicadaa por el Sr. Pbro. Piacber* . . Yendió 
(Garvantea Salazar) la mitad de cuatro esclaToa n^roa, con la mitad de tedoa 
'loa bueyes y berramientas y aperos ^ casas y corralesi ovejas, cabras y yeguas, 
y la mitad de otra caballería de tierra en términos de Tacuba, colin&nte 
(esa mitad era la que le quedo después de la donación becha á Pareja): mas, 
todita las sementeras que babia en las dicbas tierras/ un esclavo ladino "que 
tiene letras en el rostro que dicen Villcíseca.^^ IGamui curiosa esa nmr^ 
quita, ño en ana nalga, como se ponia i se pone a loa cahdloa i a loa 
beoerroa, aino en el loatro, que aegun Cicerón ea donde ma^ reaplatideoe 
en él hombre la imagen de la divinidad. &s cnrioao eae Dean de la oatednd 
de México. Ea curioso un sacerdote de Cristo oomo aquellos. Ss curiosa la 
religión católica que se ensefiaba i practicaba en la Nueva Espafia. ¡Con ra- 
zón se civilizo Méncol 

Én lamiinna época del Dean Cervantes también él pobrecito del Sr. Arzo- 
biapo Zumám^ tenia an baciendita de campo i aua eaclavitoa. El 8r. Gar- 
cía Icatbalceta en an libro "Don Juan de Zumámiga'', capítulo 18, dice: 
^^Poseyb (el Sr. Zuñaárragpi) una eatancia de ganado en el valle de Toluoa, la 
cual le aervia para proveer al gaato de eu oaea^ y dar cameroa á monaaterios 
y pobree; pero la vendió por que loa franciscanos le pusieron escrúpulos de 
propiedad^ como llamaban a la infracción del voto de pobreza.'' Ninguno 
que conozca el disrecbo canónico regular í especialmente la bula Exiit qui se^ 
minai de Nicolás III i la bula Exivi de Paradiso de Clemente Y sobre la 
Orden de San Fmnciaoo, creerá que era escrúpulo el de los fironciBCanos. 
Ckmtinua el Sr. Oaren Icazbalceta. "Remitíó el producto de la venta á- su 
patria, pera que se bídeae allí una fundación piadosa, que no tuvo efecto por 
que el rey se apoderó del dinero, oomb solia Imeer eonelde paiiienlarasi 
que. iba de las Indias.'' Este testimonio respecto del goMemó espáfiol, 
¿Jido de la pluma de una persona como el Sr. García Icazbalceta, vate 
nn Cristo de oro. En el mismo capítulo dice: ''Lo que se baoe extrafio ea 
que el sefior obispo tuviera esclavos, indios y negros: él, que tan contraiio se 
habia mostrado á la esclavitud de los primerea. Verdad es que dio libertad 
á todoa; pero con la condidon de que nabrian de servirle mientraa idviese, lo 
cual quita todo mérito á la dádiva. Nunca hemos podido aplaudir esas res- 
tituciones y liberalidades testamentarias con que damos lo que no podemos 
Ilevarúoá al otix> inundo» y de que no tnvimoa Valor para, despojarnoa en vt 
da.'' Adopto enteramente esta apreciación. No han hablado con mas exae^ 
titud ni dé üha manera mas confornüe al espíritu del cristianismo MassilloQ 
i el Sr. Kufiez de Haro en sos Sermones de la Limosna. Con esa aprÍBcia^ 
ción el historiador del primer Arzobispo de México ha matado de una pedra- 
da tantos pájaros, cuantos son los hombres caritativos que han liecho fo mis- 
tüo en tiempo del gobierno español i después. Continua el Ustoriadór. ''El 
8r. Zumárraga, nombre justo y caritativo, incurrió en esa ifalta. Tan cierto 
éÁ es ' que nadie logra librarse enteramente de la iafluéngía de las ideas de sü 
aagló, y del contágTo ^lie flota énlá atmosfera* moral.'' £1 Sr. Gárcia Icáz- 



moniacos) ha condido tanto en este arzobispado y pro- 
Tincia> ya para conseguir las presentaciones que se ha* 
cen en estas partes, como para negociarlas en la corte 

de Su Molestad, que está pidiendo convenieate y oportuno re- 
medio. Y queriendo aplicarlo este Sínodo, manda que ningún e- 
clesiástico ni seglar, de cualquiera dignidad ó condición que flea, 
haga pactos ni condiciones ó prometa dinero ú otra cosa con 
nombre de estrenas, guantes ó gratificaciones si se logra la pre- 
benda, ó con pretexto de salario y derechos por su trabajo y di- 
ligencias, ó para grangear el favor de los áulicos, aolicitadores, 
procuradcHres ú otras personas allegadas á aquellos que deben 
conferir y presentar los beneficios; ni de escritos con nombre de 
deudas contraidas por otras causas, ó haga que otros los den, en 
los cuales prometan que guardarán indemnes á los que se hayan 
obligado por razón de la cantidad que pagaren, ni de cualquiera 
otro modo haga semejant<es pactos por &i ni por tercera perso- 



na. 



En el libro 3 P, título 1 ?, dice: "Ordena este Concilio que te- 
dos los Curas tengan tres libros, para que en el primero consten 
los nombres de los bautizados y de sus padres, así como los de 
los compadres y el del que bautiza.'^ Manda que en el segunda 
libro se asienten los matrimonios y en el tercero las defunciones 
y entierros (1), 

En el título "De la Vida, y honestidad de lo* clérigos*^ dice: 
^'Tampoco han de salir á la 'calle de noche (las clérigos) con tra- 
je secular, ni pasearse durante ella con instrumentos do música, 
ni entrar en casas sospechosas.'' 

En el mismo título dice: "Tampoco han de llevar los clérigos 

batceta, a pesar de sn grandísimo afecto i veneración al Sr. Zamárragaf afee* 
to i veneración justísimos, no disculpa el hecho del Sr. Arzobispo con el ca-^ 
rdcter de la época^ ano que a faec de leal historiador dice que incurrió en u- 
na falta. 

(1) D. Francisco Sedaño, que escribió en tiempo del gobierno español, 
en sus ''Noticias de México," escritas por orden alfaDético, dice: ^^Felipe de 
Jesiis {San) . Antes Felipe de Las Casas, hijo de Alonso de Lias Casai y de 
Antonia Martinez, nació en México, según cuentas probables el 19 de Mayo 
de 1575. Se presume fué bautizado en la parroquia del Sagrario de esta 
dudad de México, por la pila bautismal que está en la puerta de su capilla ett 
la Santa Iglesia Catedral, en la cual fué bautizado ... En aquel tiempo laa 
partidas de bautismo, muchas de ellas, se escribieron en pedazos de papel que, 
sueltos, se ponian entre las hojas del libro, de las cuales muchas se perdieron, 
y otras hasta ahora existen. Esta debe ser la causa de que no se halle la par- 
tida de bautisox) de iSan Felipe, por la incuria ^e aquel tiempo.^] 



127 

á una india ó esclava suya en las ancas del caballo ó do la muía 
en que montaren" (1). 

En el libro 5, título 10, dice: *'Fara ocurrir á la malicia de al- 
gunos clérigos que con el fin de vivir amancebados con sus cria* 
das, las casan con criados ú otros que permitan la continuación 
de este delito, y con estas astucias pretenden ocultar sus desór- 
denes, manda este Sínodo que no puedan los clérigos tener en 
sus casas & las citadas mujeres. . . Y para que los eclesiáticos se 
libren de toda sospecha de incontinencia, prohibe el Sínodo que 
los clérigos, especialmente aquellos que residen en las poblacio* 
nes de indios, tengan á su servicio mujer ninguna de edad sospe- 
chosa, ni por largo tiempo, ni por meses, ni por semanas, sino 
que se valgan á este fin de hombres ó de mujeres de tal edad, 
que no se '^ueda recelar ni formar sospecha.'* 

En el libro 1 P, título 8, dice: "Del mismo modo manda {el 
Concilio) que si algunos clérigos de £jspaña ú otras remotas pro- 
vincias emigrasen á estas partes de las Indias, llevando consigo 
mujeres con nombre de madres, hermanas ó parientas de consan- 
guinidad, si esto no costare legítimamente ser cierto, sean sepa- 
rados de tales mujeres. Mas si separados no obedecieren, sean 
castigados como públicos concubinarios.'' 

En el libro 5, título 19, dice; "Mas por cuanto algunos (cZM'- 
^05) viven amancebados con mujeres casadas, para seguir con 
mas libertad su abominable comercio, creyendo que no se ha de 
proceder contra ellos por no descubrir y hacer público el adulte- 
rio de semejantes mujeres, establece y manda este Sínodo que 
cuando el marido de la que trata el clérigo fuere sabedor del de- 
lito, se proceda al castigo del pecado^ como se hace en los demás 
concubmarios/' 

En el título "De la Vida y costumbres de los clérigos" dice: 
"Igualmente manda {el Concilio) que los clérigos no permitan 
juegos {de naipes) en sus casas, ni suministren lo necesario para 
ellos, ni por esta causa exijan precio alguno, ni presten dinero 
para j.ugar, ni sean fiadores del pago de las deudas contraidas de 
este modo. Si contraviniesen á lo mandado, procédase contra los 
clérigos encubridores de jugadores y castigúeseles de tal manera, 
que su corrección sirva para edificar al pueblo y para cortar de 
raiz una corruptela tanto mas torpe cuanto que es absolutamen- 



(1) El Doctor ArrRlaga le pone a esto canon la nota sigaiente. '^£sts 
abuso 86 prohibió porque seria entonóos el mas frecuento.'* 



128 

te indigna de los ministros de la Iglesia" (1). 

En el mismo titulo dice: ^'Siendo necesario evitar los incon- 
venientes y escándalos que diariamente acredita la experiencia 
tienen lugar en estos países, se prohibe á los clérigos que jueguen 
pública ó privadamente con mujeres, aunque sean parientes sur- 
jas. Pero si contravinieren á lo mandado, este Concilio encar- 
ga la conciencia á los Obispos, para que repriman á ios delin- 
cuentes con penas tanto mas severas* cuanto mas indispensable 
se hace destruir esta depravada costumbre^ que en todas partes 
es funesta" [2], 

En el libro 5, título 10, dice: "Para auitar al pueblo toda oca- 
sión de cualquiera vestigio que de moao alguno pueda manchar 
la fama de los sacerdotes, dispone y manda este l^nodo que nin- 
gún clérigo, de cualquier estado y condición que sea, asista per- 
sonalmente al bautismo, bodas. Misa nueva ó exequias de hijo» 
hija ó nieto suyo, que no fuere de legítimo matrimonio, ni pu^la 
educarlos ni tenerlos á ellos ni á sus yernos en su casa, ni llevar- 
los en su propia compafiia; especialmente no los tendrá en la igle- 
sia en que posee benefidos ó prebendas." 

¡Tanto cuidado, o mejor dicho, tanta tiranía de Espafia en las 
materias de la Fé, como lo prueba su Inquisición, i tanto descui* 
do respecto de la Moral^ como lo prueba la inmwalidad general 
de sus clérigos, diciendo la Escritura: *'La fé sin las obras es 
muerta:^ Fvdes sitie operibus mortua est! 

9 

Principio de la relajación de los Monjes* 

No habia concluido todavía el siglo XYI i ya eran mui nu- 
merosos los monjes en la Nueva España. El misionero If endieta 
en su Historia Eclesiástica Indiana, libro 4 P, capitulo 43, deS- 

Sues de referir el número de conventos que tenia en la Nueva 
¡spaña cada una de las seis Ordenes de monjes que hasta en- 
tonces hablan venido, a saber, la de los franciscanos, la de los dp- 

(1) "Los derechos (leyes, cánones etc.), no se establecen acerca de lasoo^ 
sas que acaecen laia vez, sino acerca de hís que snoéden coman i frecoente- 
meote." 

(2) El Sr. Garcia Icazbalceta en su Btt)liogmfia citada* pag. XXIU, diee: 
"en l582 se íkbricaban en México nueoe mil 'docenas de naipes cada afio: 
se vendían á tres reales y eran mas estimados qiie los ttaidos de Espafia.'^ 
En esta industria sí estaba mui adelantada la Nueva Espafia. Prosigue el 
Sr. Garda Icazbakefca. '^As¡ consla áé uúa durta del vlréy C6nde de h Co- 
mfia, fecha 3 de Noviembre de aquel afio~ Cartas de laHai^ pág. 3|S;' 



129 

minióos, la de los agustinos, la de lo« jesuítas, la de los carmelitas i 
la did los mercedarios, dice: ^'Fioaliuente, recopilando todo lo arriba 
dicho y haciendo la cuenta tñas cierta que hacerse puede, bailo que 
lo que esen la Nueva España habrá al pié de cucUrocienios conven* 
tos ó monasterios de religiosos ile todas órdenes. . . Y es mucho 
de notar lo que arriba se dijo, que cada uno de los conventos de 
religiosos y de los partidos de clérigos, tiene de visita muchas i< 
glesias eu pueblos y aldeas que están á cargo <le su doctrina. Es- 
tas iglesias seria imposible poderlas y^ ni otro alguno contar; 
mas por las que esta provincia del Santo Evangelio tiene de visi» 
ta {que serán mas de mil\ se podrá considerar las muchas que 
habrá en las otras cuatro proviacias de esta misma orden, y en 
las de las otras órdenes, y en los partídos de los obispados que a- 
qui se han relatado." 

En los siglos siguiente^ vinieron a la Nueva España muchísi- 
mos mas monjes de las mismas seis órdenes i muchísimos de o- 
tras órdenes; se llenó la Nueva España de frailes, estos se rela- 
jaron en su mayoría, adquirieron fincas urbanas i rústicas que 
fué un contento, echaron a los indios a la porra, los Vireyes i ios 
Obispos se tiraban de una oreja i no podian alcanzarse la otra i 
fué aquello un laberinto i una civilización angelical de todos ^los 
-diablos, como se verá en el discurso de este libro. 

Testimonio del historiadoi^ García Jcazbalceta. 

En la introducción a sus ^Cartas de Religiosos de Nueva Es- 
paña. 1539 — 1594,^' dice: "El P. Mendieta se lamentaba amarga- 
mente de la dioadenda á que hablan Tenido las cosas de la reli- 
gión, y la atribuía al poco caso que el gobierno hacía de los frai- 
les. No echaba de ver que la decadencia de las Orclenes csLminñ- 
ba Á igual paso; por oonsigoiente su admhristracion tampoco era 
la de otros tiempos." 

£1 mismo historiador en su libro ''Don Fray Juan de Zuma- 
rraga/' capítulo 11, dice: "Aquellos varones santos [los misione^ 
ros'] de los primeros tiempos se imaginaban, con la sencillez pro- 
pia de la virtud, que tan ampUms facultades nunca se habían de 
emplear sino para el bien, y no conocían que sin una asistencia in- 
faliole del «íelo, él poder excesivo al fin embrisca y corrompe á 
quien lo eieree. Tampoco temían que el ministerio parroquial, 
aunque daba mucha ocasión á los subditos para andar deirama- 
dos y fuera de k vista de ms superkHres, llegaría á quebrantar 
/^I ^gor de la regla. Por desgiaoia, tales peligros no eran imagí- 



'13a 

nanos, y la predicción de los obispos no tardó ei^ ctnulplirsé, por 
que antes de terminar aquel mismo siglo (XVI), las órdenes re- 
ligiosas no eran ya en México lo que antes habían sido. Véase la 
''Relación breve y verdadera del algunas cosas de las muchas 
que sucedieron al padre Fray Alonso Fonce en las provincias de 
la Nueva España, siendo Comisario General de aquellas partes.'^ 
.(Madrid, 1873, 2 tomos 4?). Forman los tomos. 57 i 58 de la 
'^Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, 
y se tiró también como obra sSparada/' 

• 

Testimonio del Comisai^io Ponce. 

Explicaré a algunos de mis lectores lo que era i es un Comisa- 
rio entre los monjes. Como en un ejército muchos soldados infe- 
.riores están sujetos a un capitán, i muchos capitanes a un coro- 
.nel, i muchos coroneles a un general de división i todos los gene- 
erales de una nación al Ministro de la Guerra, así entre los moD- 
.jes franciscanos, todos los monjes inferiores de un convento éstan 
. sujetos a un guardián, i los guardianes de muchos conventos es- 
tan sujetos a un provincial, i todos los provinciales de una na- 
ción están sujetos a un Comisario, i todos los Comisarios de la 
cristiandad están sujetos al General de la Orden, que reside en 
Roma. En 1584 era Comisario de todos los franciscanos de 
la Nueva España Fray Alonso Ponce, quien sufrió prisión, des- 
tierro i otros duros trabajos. ¿Por qué? Por que trató de refor- 
mar los abusos i relajación que se iba introduciendo entre los 
franciscanos de la Nueva España i bastante parte de ellos le re- 
sistieron i hostilizaron, capitaneados por el provincial Fray Pe- 
dro de San Sebastian. Después dicho Comisario escribid en Es- 
^ paña la ''BélacioA breve y verdadera'^ etc., i con razón el Sr. 
Garcia Icazbalceta cita este libro para probar el principio de la 
relajación de los monjes. 

El mismo Sr. en su '*Bibliografia Mexicana del siglo XVI," 
en la biografía de Fray Bernardino de Sahagun, dice: **Su8 últi- 
mos años fueron acibarados ipor las discordias de su provincia. 
Bien descubrió su carácter retraido y enemigo de ruidos el mal 
desempeño del papel que le tocó en kts escandalosas diferjencias 
suscitadas entre el Comisario Fray Alonso Ponce y el provin- 
. eial Fr. Pedro de San Sebastian. Los cronistas de la orden pa- 
san por estos sucesos como gato por ascuas; pero es sabido, y con 
todos sus tristes pormenores, que el P. l^oncé vino en 1584 
con el carácter de Comisario General de la Nueva £¡spftSA, y 



181 

que el provincial no tan solo se negó á permitir t)ue visitase la 
provim^y sino que le hizo prender y arrojar de ella con violencia^ 
apoyándose en el favor del virey Marques de Villamanrique, y 
mas todavia en el de la vireina D ? Blanca de Velasco (1). Mu- 
•chos y graves fueron los escándalos que de ello se siguieron y 
por desgracia tocó á nuestro buen P. Sahagun parte no muy hon- 
rosa en ellos . . • Cuando caminaba después preso, via de Guate- 
mala, el P. Comisario, viendo que no le permitían ejercer su ofi- 
cio, dispuso á 9 de Marzo de 1586, que nuestro Fr. Bernardino 
fuese tenido por Comisario provincial y rigiese la provincia. Asi 
correspondía conforme alas Constituciones; pero no pudo haber 
persona menos á propósito para hacer frente al bravo provincial, 
que un anciano casi nonagenario, pacifico por carácter, ageno to- 
da su vida á intrigas, alejado hacia tanto tiempo aun de los ne- 
gocios ordinarios de la orden, y que mas bien deberia el puesto 
que entonces ocupaba á sus méritos y servicios, que á su aptitud 
para desempeñarle. Con un Fr. Toribio de Motolinia ó un Pr. 
Jerónimo de Mendieta habria debido habérselas Fr. Pedro de San 
Sebastian... Este (el Comisario Ponce), á pesar de su gran 
mansedumbre y paciencia, se resolvió al fin á emplear las armas 
espirituales coütra los inobedientes. £1 9 de Diciembre declaró 
•excomulgados á dos de los definidores, entre los cuales no sabe- 
rnos si seria uno nuestro Sahagun; pero quedó comprendido in- 
dudablemente en la segiinda declaración, hecha diez días después 
... El revoltoso provincial Fr. Pedro sabia bien que el P. Ponce 
debia continuar ejerciendo su oficio, á pesar de haberse elegido 

« nuevo General de la orden; este se lo habia comunicado; pero él 
lo ocultaba y fingia no conocer tal determinación, por que asi 
con venia á sus miras. En esa Intriga cayó inocentemente Sa* 
hagun.^' 

El historiador franciscano Betancourt, presentando el catálo- 
go de los Comisarios de la Nueva España en su ''Menologio Se- 
ráfico,*" dice: **15 P El Muy Reverendo Padre Fray Alonso Ponce, 
de la Provincia de Castilla, año de 1584: tuvo algunos trabajos 

• de destierros por el príncipe que gobernaba.'" El P. Mendieta, 
en su obra i libro citados, capítulo 42, dice: **Vino proveido por 
iíjuinceno Comisario el padre Fray Alonso Ponce, de la Provincia 

(1) |Clüien es ESlaf ¡Pobre Fray Alonso Ponce/ "Frailes, mujeres i pa- 
yos: ¡ahí te echo esos gallosV' dice el dicho vulgar. £d el gran mundo, en 
clase de enemigos, es mas temible una mujer que tres hombres. Por mi par- 
te, le he teñido mas miedo a DP Josefa Urain, quea dos catedráticos de 
' teología i un Obispo de León i de ribete un Sagtado Monte de Piedad. 



1 



132 

de Castilla, el cual probó bien 0us ^nos aceros de paciencia ea 
sufrir destierros del príncipe que gobernaba, y otras persecucio- 
nes con ánimo invencible.'* 

TE;eTiMONio del jPadre paulino Vicente de P. /^.ndi^ade. 

Este Sr., actual prebendado en la Colegiata de Santa María 
de Guadalupe, editor de la **Crónica de la Orden de la Merced^ 
por Pareja en 1882^ en el prólogo dice: "Florecieron aqui las ór- 
denes {monásticae) en el siglo XVI, y asi pudieron disponer de 
cronistas entendiaosi al mismo tiempo que de ánimo y medios 
para dar á la prensa lo que ellos escribieron. Decaído pronto a- 
quel espírüUy si bien la historia se continuaba, por que era de re« 
gla, solia permanecer guardada en los archivos conventuales. Es- 
to explica por qué es relativamente mas fácil encontrar noticias 
de hechos públicos y de Vidas de religiosos en el siglo XVI que 
en los siguientes.'' 

Por ser monje el Padre Andrade este testimonio tiene bastan- 
te fuerza. 

Testimonio dbl Gkneral CoKZAeA. 

El Sr. Garcia Icazbalceta en su Bibliografia citada, pag. 247, 
hablando de una Carta^de Fray Francisco Gonzaga, General de 
la Orden de los franciscanos, dice: "Es una notable Carta circular 
dirigida por el P. Gonzaga á toda la Orden, cuando fué electo 
general de ella. Se lamenta de la decadencia y relajación á qae 
habiá venido^ y ordena lo que debía hacerse para reformarla.'' 

Testimonio del Cabildo Eclesiástico de Guadalajaha. 

En su Informe a Felipe II de 20 de eidero de 1570, le dice: 
'^Los indios que comulgan en este reino son muy pocos hasta a- 
hora, por que no . eatan aun tan inetruidos y fijos en la fé cotoo 
conviene para haber de comulgar.'' 

'^Tenemos noticia que quieren venir los frailes angustinoB á e*" 
difícar monasterio en esta ciudad, y como ellos edifican tan suñ' 
tuosamente, lo cual hadeéer á costa y trabajo de ¡os indtOA, y son 
pocos y gente miserable de poco trabajo, y están ocupados -en Id 
obra desta iglesia catedral que ahora se empieza á edífiear, que es 
cosa muv necesaria, y en una puente que se hace en un rio, que 
es granae, que está aqui cerca, y otras obras necesarias dO pftr* 
tÍcÍllfir6S; parécenos que si se pudiese, excusar su venida^ pues 



i 



133 

nc hay mucha necesidad al presente, que seria cosa mu^ acerta* 
da» por que no se acabasen los iudios'" (1), 

"Todos estos monasterios arriba dichos son de la orden de 
San Francisco, por que en este reino (la Nueva Galicia) no hay 
otra orden de religiosos, ni se podrían sustentar; pero todos han 
trabajado y trabajan en la conversión y doctrinidad de los indios 
con mucho cuidado; pero parécenos que mas se serviría Dios 
Nuestro Señor en que esos dichos religiosos se recogiesen á vi- 
vir religiosa y regularmente en sus conventos, bien ordenados; y 
que viviesen en cada monasterio cinco ó seis frailes^ y que los 
monasterios estuviesen de cinco en cinco leguas ó de seis á seis, 
y de alli podrían salir á visitar cuando los mandara su Prelado ó 
provincial adonde hubiese necesidad, y no esté un fraile solo por 
guardián, mayormente si es mozo, entre indios y indias, que se 
ponen á muy gran peligro, por que en espacio de diez leguas en 
la provincia de Avales hay seis ó siete monasterios, y para cada 
uno no hay un fraile de misa; y los religiosos no solamente quie- 
ren tener ocupados los pueblos principales adonde están funda- 
dos los monasterios, mas quieren tener y tienen por accesorios 
otros muchos por visitas á la redonda, y desta manera el Obispo 
no puede ser Obispo adunde ellos están, por que no consienten 
que el Prelado ponga curas con quien descargue su conciencia, 
ni ellos quieren dar cuenta al Prelado de sus ovejas, ni se quie * 
ren encargar dellas ni le dan los padrones de las confesiones, por 



(1) £n la polémica que hubo en 1875 sobre el gobierno español en Mé- 
xico, entre D. Adolfo Llanos y Alcaraz, redactor de ^^La Colonia Española," 
i D. Dario Balandrano, redactor de ^^£1 Diario Oficial," el primero alegaba 
que los españoles habían lavantado alganas catedrales, otros muchísimos tem- 
plos, muchísimos conventos, palacios de gobierno, palacios episcopales i pala- 
cios de particulares (encomendaros, condes, marqueses, mayorazgos etc.), i el 
segundo contesto; "El pus conquistado lo daba todo: brazos y dinero: nues^ 
tras minas brotaban oro, maderas nuestros bosques y brazos los millones de 
aztecas^ que no conocieron la libertad del trabajo^ aunque sf el servilismo del 
esclavo. Con estos elementos se pueden construir palacios y catedrales." 
C^La Dominaciou Española ^ México," tomo 2 ^ , pag. 71), I yo a^ 
fiado: i millones . de tarascos^ miztecas e individuos de las demás naciones 
indias. "Iios españoles levantaron muchísimos conventos." ¡Gran mejora 
cuando rdajados los frailes, los conventos se convirtieron en focos de supers- 
tidones i 4e corrupción, que contagiaron, empobrecieron i atrasaron el pais i 
lo hideron diesgraciado hasta el dia de hoi, pues hasta el dia de hoi el inmen- 
so pueblo ^iexicano tiene metidas en la cabeza las preocupaciones i supersti- 
ciones que le infundiéronlos frailes, las qué, fomentadas mas i mas posterior* 
jp;iente, son la principal remora del {urogrese i civilizadon de la naoon. ^ 



134 

qoe^ dicen no ser obligados i dar cuenta al Obispo de eomó ad- 
ministraos mas de lo que ellos pudieren y quisieren; de modo que- 
fii el Obispo quiere poner clérigo con quie a descargue su concien- 
cia, no dan lugar á ello ni- se lo permiten que lo ponga en l(» 
pueblos que ellos visitan, y asi lo defienden como casa suya pro^ 
pia ... El Obispo pasado, como era fraile religioso de la misma 
orden de Sant Francisco (1), permitía que los frailes lo mandasen 
todo'' (2). 



«i 



(1) Don F»y Pedro de Ayala. 

(2) Dice Berifitain: ^^ ViUcUpando (lUmo. D. Bemardino): natural de Ta- 
layera de la Reioa, Obispo de Cuba y tnuiladado á Guatemala en 1564. £n 
este segundo obispado tuvo muchos y muy amargos disgustos por Uevar á e- 
fecto las disposiciones del Concilio de Trente sobre k^ parroquias 6 doctii- 
ñas de los regulares. Secularizó las que tenían los franciscanos de Suchilte' 
pee; pero no pudo lograrlo en las de Totonicapan y duezaltenango, por ha- 
ber recurrido á España los prelados de Santo Domingo y San Francisoo, y por 
haber también llegEulo á la América las bulas de San Pió Y en favor de los 
mendicantes de Indias. £1 rey Felipe II escribid al Arzobispo de México 
que enviase un Visitador, que averiguase los excesos que de resultas de esta 
competencia se atribulan ¿í Obispo, quien al saber las desagradables provi- 
dencias del rey de EspaRa, dicen que dijo: ^^ Yo no recibí esta Iglesia del rey, 
sino de Dios, y á este daré cuenta de mi oonducta.^^ A poco tiempo, estan- 
do en la visita del pueblo de Chalchua^, se le encontró muerto en su 



ma." 



Iloi, euuido sucede un hecho graviainx) de esa naturalesa, muchos perió- 
dicos dan notida de él con sus detalles, antecedentes e indidos; mas ea tiem* 
po del gobierno espafiol algunos de esos hechos gravisimosi que pasaban en- 
tre personas mui poderosas por su influencia social, quedaban en el misterio. 
/Con qué género de muerte murió el Obispo Yillalpando? No lo dice Berí^ 
tain ni ningún historiador. Es un hecho lustórico cierto que el dia 7 d^ mar- 
zo de 1743 el Padre Nicolás de Segura, Provincial de los jesoitas de la Nue^ 
va EspaHa, amaneció ahorcado en su cama en la Profesa, por que refieren es- 
te hecho diversos historiadores fidedignos. Lo refirió el Padre Gregorio Vak- 
quez de Puga, jesuíta coetáneo al acontecimiento, en un opúsculo intitu]ad6: 
Libellus Apohgeticus super lachrimabüi homicidio P. Nieelai de Segura^ 
in Mexicana Professorum Domo Soeietatis Jesti Praeposití, Lo refiere 
Beristain en el articulo Segura {Nicolás de), el Dieeionario Universal de 
Historia y Gec^^rafia, México, 1863 — 1866 i el Sr. Sosa en sus ^'Bic^^rafias de 
Mexicanos Distinguidos.^' Peio /quien fué el autor del asesinato/ Q,uedó en 
el misterio. Únicamente faé &ma i es tradición que el autor 4e didx> cri-* 
men fué un coadjutor de la misma Compañía de Jesús, que vivia en la eaia 
Profesa^ i que fué remitido prontamente á Europa para de)ar a oscoias la per- 
sona del asesino i sus cómplices. Consultase este hecho en la '^fiistoria de 
la Compañía de Jesús en la Nuera España'' por el Padre Alegre, i a pesarle 
que dicha Historia abunda en detalles sobre mudiiaimos h^os, ño se en- 
cuentia lefeiida la muerte del Protineial' Segura defiingiiBa manem^ 'Osa^ 



135 

« • - 

Testimonio del yiREY p. ^artin ENRiquEz. 

En la lastruccion a su subcesor el Conde de la Goruna dice: 
*'Y por ser materia de este propósito y que conviene que V.S. 
( Vuesa Señoría) la entienda, quiero decir que lo tocante á los 
religiosos es aqui muy diferente que en España, por que allá ya 
V.S. sabe que con estarse el religioso en su casa ó acudir cdyu- 
na vez á alguna obra de caridad cuando se ofrece, cumple con su 
obligación, y en solo esto se encierra lo que hay que dar ni tomar 
con ellos; mas acá, con la falta de clérigos, ha sido siempre for^- 
80ZÓ que frailes hagan oñcios de curas y queS.M. se valga de e- 
llos para la doctrina de los indios; y el acudir á esta doctrina ha 
de ser andando por todos estos pueblos, unas veces solos y otras 
veces de dos en dos, donde nunca hacen mucho asiento, que és 
una vida mas libertada de la que habian de tener los de su nom- 
bre ó profesión; de aqui resulta que con solo ellos hay mas que 
dar 7 tomar que con todo el resto de la gente, por que sobre 
querer mandar lo espiritual y temporal de todos estos pueblos, y 
que no se entienda por los indios ni españoles que hay otnts ca- 
bezas sino ellos, andan de ordinario á malas con las justicias y lo 
mismo con los españoles y con tantas diferencias,, que á no ha- 
ber yo tapado cosas por lo que toca á su honor, hubiera en esta 
Audiencia muchos pleitos entre religiosos y seglares; y parecién- 
donie que esto cesaría con no meterse en mas que éb su doctrina, 
como en España se hace, pues es á cargo de las justicias en nom« 
bre de S.M. acudir á todo lo demás, he procurado con sus mayo- 
res que asi se haga y se lo manden, y que para la doctrina de 
estos pueblos escojan personas que sean religiosos en las obras 



flúltase los '^Tres Siglos de Mé&fco^' por el Padre Cavo, i a pesar da que tam- 
bíeti esta Historia abanda en detalles sobre mnchirimos hedios, no se encnen- 
tra referida la muerte del Padre S^ura de jainguna manera. Admüa ade- 
lfas, e^te sileocio por que los Padres Alegra i Cavo eran jesoitas i ccmtempo- 
laoaos al acontecimiento. Ss verdad que el Padre Pnga consigDÓ el hecho 
ea el opúaciilo mencionado; pero no se quiso que se imprimiera i publicara i 
0d ignora el actual paradero de este manuscrito. A D. Antonio de Sou&i, 
cabaUerb de la Orden de Cristo, preso en la Inquisición poir varios crimenes, 
ae le hicieron exequias solemnes en el templo de fianto Donóngo \ se hizo co- 
rrer la voz de que hal»a muerto, i sin embargo no muriO) sino que fué re- 
.müádo .aeeretamento a EapaSa para dejarlo ab .easti^ j^ ser noble. jiOomo 
murió el lio. D. Frandsco Primo Verdad? Unos historiadores dicen que fué 
^9i^!nMpbeBiMp i «o^oe iq^ ah9rcado, i lo único ijue oonflta es q^e la muerte, 
fué pronta i misterioia^ 



1 



136 

como lo son en el nombre, pues entre ellos hay muchos tales y 
muy buenos 7 que no invien á unos mozos de dos años de hábi- 
to, que se tienen todavia en los labios la leche del mundo,, pues 
vén que es causa de todo el daño que se ha dicho 7 mucha infa- 
mia á todos los demás; pero siempre lo veo de una manera. No sé 
si es descuido dellos ó por salir como dicen con la suya; y como 
son religiosos y su doctrina tan necesaria en estas tierras y atíi- 
mismo el sustento de su domin honin (1), no consienten proce- 
der con ellos sino con la blandura que V.S. eutenderá, que es 
pasando con muchas cosas, y atajando otras, y otras remediándo- 
las por mano de sus mayores. • . Los Padres de la Compañía baa 
acudido también á esto (escuelas i colegios) después que vinieroo, 
que se echa muy bien de ver en %\ fruto que parece, por lo cual 
en lo que he podido les he honrado y ayudado, y lo mesmo es 
justo que haga V.S., pues por esto y por todo lo que hacen lo 



merecen." 



Testimonio del historiador Cavo. 

"Por este tiempo Fray Francisco de Rivera, Comisario de los 
Padres de San Francisco, en cierta ocasión fué á tratar con el 
Virey no sé. que negocio y después de haber esperado en la an- 
tesala largo tiempo, bien que por dos veces hubiera el paje avi- 
sado, no tuvo audiencia. Mohino aquel religioso de esto que tu- 
vo por desaire, se volvió á su convento, y debiendo predicar po- 
cos dias después en Catedral delante de I). Martin Enriquez» des- 
fogó su cólera en el sermón con estas expresiones: ** En palacio á 
todos se iguala, ni se hace diferencia entre eclesiásticos y sécula* 
res.^^ El Virey dio luego la queja al Acuerdo de que aquel reli- 
gioso lo habia zaherido, é inmediatamente se libró real provi- 
sión mandándolo ir á España. Entre tanto hubo algunos escritos 
de una v otra parte, 7 aquel religioso se resolvió á obedecer co- 
metiendo un atentado. Fué el caso que mandó juntar sus frailes 
7 en procesión con la cruz por delante cantando el Salmo In esÁ- 
tu Israel de JEgipto, salió de México para Veracruz. A este es- 

f)ectáculo se conmovió toda la ciudad, pero principalmente todos 
os mexicanos, que tenian mu7 presente lo que aquellas Padres 
hablan trabajado en aquella peste por a7udarlos, de lo qué llegó 
á temerse que se alborotaran. Disgustado el Yire7 de los proce- 
dimientos de aquel temerario, quizá hubiera hecho en él un ejem- 

(1) Parece que esa fiase que se usaba en el siglo XYl qaeria dedr dom- 
nté Ímit9, 



U7 
piar, ai no se hubieran interpuesto personas de autoridad^ por lo 
cual cediendo al tíempo, por medio de otros se le escribió á Cho« 
lula,* en donde se había detenido, que volviera con sus frailes á 
México (1) Llegado allí, parecía que el Virey se habia reconci- 
liado con Rivera; pero no fué así, sino que en primera ocasión 
escribió al Rey lo que pasaba, quien luego dio orden que saliera 
de la Nueva España." 

Jestimonios db las Leyes de Índiás dadas poh Felipe T I. 

A las pags. 119 i siguientes hemos visto varias Leyes de In- 
dias, dadas en el último tercio del siglo XVI, cerrectorias de a* 
busos de los clérigos^ no solamente los seculares, sino también 
los regulares; veamos ahora otras Leyes de Indias correctorias 
de otros abusos de los monjes, dadas en la misma época. La leí 
8, libro 1 ?, título 7, dice; **Somos informado que destos reinos 
pasan muchos clérigos y religiosos sin nuestra licencia, en los 
cuales no ccnoicurren las partes de buena vida y ejemplo que re- 
quiere su estado/' 

La lei 50 del libro 1 P, título 1^/dice: "Mandamos á los Vire- 
yes y Audiencias que tengan mucho cuidado de que por medio 
de los Provinciales y superiores se atienda á prohibir la propie- 
dad en particular de los religiosos, y castiguen á los legos que 
de esto participaren, de forma que c^se el inconveniente y escán* 
dalo que se sigue de que los religiosos tengan dineros y pasen con 
ellos & estas partes.'' 

La lei 68, libro 1 P, título 14, dice; "Por haberse entendido 
<en nuestro Real Consejo que entre los religiosos de las Ordenes 
que van de estos reinos y los naturales de las Indias hay discor- 
dias, de que se siguen muchos daños é inconvenientes y conviene 
que vivan en paz y conformidad religiosa, mandamos 4 los Vire- 
yes y Audiencias gobernando, que tengan mucho cuidado de in* 
formarnos particularmente del estado en que estuviere esta ma- 
teria en cada una de las Ordenes. '^ 

La ley 3*2, libro 6, título 1 P, dice: "Si algunos indios ricos lí 
en alguna forma hacendados están enfermos, y tratan de otorgar 
sus testamentos, sucede que los Curas y doctrineros, clérigos y re- 
ligiOSOS, procuran y ordenan que les dejen ó á la Iglesia, toda ó 
la mayor parte de sus haciendas, aunque tengan herederos for- 
zosos, exceso muy perjudicial y contra derecho. Mandamos á los 



• 

(1) A\ pobr^cito Tirey jBe 1« aflojaron las sopandaB. 



136 

Vireyes» Presidentes y Audiencias que provean y den las órdenes 
convenientes» para que los indios no reciban agravio y tengan 
entera libertad en sus disposicionesi sin permitir violencias,'^ 

Testimonios DftL Concilic jJJ Wexicano, 

En el libro 1? , título 6, dice: **Lo8 párrocos, tanto sectilare» 
como regulares, administren el sacramento de la extremaunción 
á los indios y esclavos enfermos que se hallen en peligro de muer- 
te, puesto que este es un sacramento que debe administrarse á 
todos los fieles que están en ese caso y que lo pidieren devota- 
mente, como que fué instituido por Cristo Nuestro Señor para 1» 
común salud de todos, sin privilegio ni exclusión de personas 
• • . Como es peligroso que los que se hallan gravemente enfer- 
mos sean llevados á las iglesias ó monasterios para administrar- 
les la extremaunción, puesto que el movimiento externo puede 
atraerles la muerte ó á lo menos acelerarla, este Sínodo^ que- 
riendo consultar al bien de la gente miserable y falta de todas 
las cosas, manda en virtud de santa obediencia á todos los Ca- 
ras seculares y regulares, que* de ningún modo permitan sean lle- 
vados los indios ó esclavos enfermos á las iglesias 6 monasterios 
para recibir la extremaunción, antes al contrario, los Curas mis- 
mos, acordándose de lo que demanda su oficio y de la caridad 
que deben tener para ungir álos enfermos, vayan ásus casas, las 
que procurarán con anticipación que estén preparadas con decen- 
te ornato. Mas si obraren contra este decreto, entiendan que se 
exponen á probable peligro de irregularidad, y adviertan la es- 
trecha cuenta que tienen que dar á Dios, de la muerte del próji- 
mo, que por su inhumanidad se siguiere. Mas los Obispos pro- 
curen corregir rigorosamente tanta maldad, para que ten crud y 
bárbara costumbre, agena no solo de un eclesiástico y religioso, 
sino aun de un hombre humano, se extirpe de raíz y se arranque 
de cimiento.^ 

En el libro 3, título 10, § 4, dice: ''Siendo indispensable cor- 
tar de raiz la corruptela que se ha introducido en estos reinos de 
las Indias, y en virtud de la cual dejaban los Curas que no asis- 
tían al entierro de los indios, que desempeñasen los cantores es- 
ta parte de sus obligaciones, ordena este Concilio á todos los Cu- 
ras seculares y regulares, que concurran personalmente al eniie^ 
rro de los indios y celebren el oficio de difuntos, asistiendo á los 
funerales en el lugar que designe el Obispo, con la cduz y revea* 
tidos de sobrepelliz." i^ 

V 



Í39 



Testimonios del histoSiabor Méndieta, 

Sobre el principio de la relajación de los monjes en el i^Itiino 
terjcio del siglo XVI, es de un gran valor el testimonio de uno 
de los mismos monjes de dicha época. Mendieta en su Historia 
Eclesiástica Indiana, libro 4, capítulo 46, dice: **Como lo suena 
el título de este cuarto libro, conforme á lo que pedia la razón y 
la muestra de sus buenos principios, justo faera que yo lo con- 
cluyera con un cántico de alabanzas, bendiciendo á Dios, con cu- 
yo favor se babia puesto en debida perfección esta su obra para 
honra y alabanza suya, imitando en esto el loable uso de los pa- 
triarcas y padres del Viejo Testamento, cuyos cánticos en seme- 
jantes ocasiones compuestos y celebrados, leemos en la Sagrada 
Escritura. • . Mas como yo, habiendo gozado (por la gracia divi- 
na) de buena parte de aquellos prósperos principios, haya visto 
los advei^sos fines en que todo esto ha venido d parar, . . no solo 
no puedo ofrecerle cántico de alabanza por fin de mi Historia, 
mas antes (si para componer endechas tuviera gracia), me venia 
muy á pelo asentarme con Jeremias sobre nuestra indiana Igle- 
sia y con lágrimas, sospiros y voces que llegaran al cielo (como 
él hacia sobre la destruida ciudad de Jerüsalem), lamentarla y 
plañiría, recontando su miserable caída y gran desventura. . . Y 
en estos sus principios fue tan querida y regalada del Señor {la 
Kv^eva España], que en ambos estados, eclesiástico y secular, la 
proveyó de escogidos sobrestantes que la gobernasen en lo espi- 
ritual y temporal, como convenia á su aprovechamiento. En lo 
eclesiástico, de santos obispos (como lo fueron todos los primeros 
en cada obispado, semejantes á los de la primitiva Iglesia), y eil 
lo secular ó temporal de muy cristianos y piadosos gobernadores, 
padreí^ verdaderos de los indios y de toda la república, cuales 
fueron (después de D. Fernando Cortes, marques del Valle), el 
benemérito obispo de Cuenca D. Sebastian Ramirez de Fuen- 
leal y D. Antonio de Mendoza y D. Luis de Velasco, el viejo, en 
cuya muerte comenzó á caer de su estado el tiempo dorado y flor 
de la Nueva España, y á derrumbarse la cerca y al barrada. . . Y 
asi fué que abierto un portillo de esta cerca con la llegada de un 
visitador, que venia á acrecentar tributos y á apellidar dinero y 
mas dinero, entró tan de rota batida por la viña adelante el puer- 
co montes y la bestia fiera de la desenfrenada codicia, que cre- 
ciendo en aumento mas y mas de cada dia, de tal manera ha ido 
cundiendo y enseñoreándose de la viña, que derrocada la cerca y 



^ I 



140 

dado lugar para que entre iodo género de aninsales nociros á pa- 
cerla, no solo los fructos de su cristiandad y los pámpanos de la 
temporal prosperidad se han desparecido cuasi del todo, mas aun 
las mismas cepas {las pocas que han quedado) están ya enfermas, 
como resequidas y cocosas, estériles y sin provecho . . . Quien vio 
(como yo vi) en esta Nue^a España hervir los caminos como' 
ixormigueros de gente, y en las calles de México no poder pasar 
sin encontrarse los unos con los otros; todas las ciudades y pue- 
blos, autorizados con muchedumbre de principales viejos venera- 
bles, que representaban unos romanos senadores; los patios de 
las iglesias (en especial los dias de fiesta), antes que Dios amane- 
ciese, no caber de gente; la música de la doctrina cristiana ento- 
nada en devoto canto, que sonando á la alborada y al anochecer, 
enternecia los duros corazones de los hombres y alegraba á los 
ángeles; la frecuentación de los sacramentos, el continuo acudir 
á los divinos oficios, procesiones y disciplinas, el quejarse los in- 
dios cuando les faltaban los sermones, el buscar con fervor los 
médicos de las almas, el andar todo el mundo ocupado en lo que 
era culto divino, el poseer seguramente cada uno lo que era su- 
yo, la paz, hermandad y caridad que entre todos habia (1), el 
cuidado de reprimir á los aviesos, díscolos y perjudiciales, el celo 
de defender y amparar á los pobres, el no permitir que pasaseu 
gentes de mal ejemplo á estas tierras, y si pasasen, que no per* 
maneciesen en ellas, por que no escandalizasen las nuevas plan- 
tas; y quien vé lo que (por nuestros pecados) vemos en la era 
de ahora, que en las ciudades y pueblos de mayor nombradla de 
esta Nueva España no haya por maravilla quedado indio princi- 
pal ni de lustre, los palacios de los antiguos señores por tierra 6 
amenazando caida, las casas de los plebeyos por la mayor parte 
sin gente y desportilladas, los caminos y calles desiertas, las i- 
glesias vacias en las festividades, excusándose los pocos indios 
que avecindan los pueblos con sus propios naturales criados en 
obrajes y estancias de españoles, que les roban lo que tienen 
mientras acuden á oir misa, por que aquellos tales viven en la 
ley y vicios que quieren con la sombra del español á quien sir- 
ven, y no son poderosos los ministros de la Iglesia para reducir- 
los á la observancia y vida cristiana, ni que oyan misa, ni que 
sepan doctrina, por que antes han de faltar á Dios todo el año y 
toda la vida, que faltar un dia al servicio de sus amos. No hay 
otra ley ni otro derecho ni fuero, sino que el español se aprove* 



(I) Confieso que esta épooa histórica no la conosce. 



141 

che por/w ó por ne/ui, y que el indio sufra y padezca, aunque 
la quiten cuanto tíeue y ia mujer y la hija [l], y en este caso á 
todo género de genteis, españoles, meztizos, mulatos y negros 
están sujetos (2), y aun 4 sus propios naturales, como sean 
criados de los que Ilaiaan eristiano8 (según queda dicho), sin que 
para sus daños hallen remedio en las varas de la justicia, que 
por la mayor parte no sirven sino de licencia y autoridad para 
mas ios desollar. Y sobre todas las cargas que los miserables 
traen á cuestas, han de ir, mal que les pese, al matadero del ser- 
>vicio forzoso, como maé que esclavos y captivos, aunque revien- 
ten y mueran, como de hecho mueren y se entierran á montones 
cada dia^ y con ver con los ojos que se van acabando, no hay 
decir cese esta inhumana crueldad, iios ministros de la Iglesia, 
que solian tener celo de hablar por ellos, ya están aeobarcUidos y 
desmayan pot' no ser ai mundo mas odiosos de lo que son, y ple- 
gué á Uios que algunos no esien de concierto con los lobos para 
de consuno comerse el ganado que tienen encomendado d su cargo. 
Los siervos de Dios, si hacen sus oficios, mas parece que es por 
cumplimiento y por que no cese el ministerio de la Iglesia, que 
por los fructos que entienden se cogen para el cielo. Gran ma], 
3"^ mal de males, que son sin núm^o, y no se pueden relatar. Y 
todos ellos proceden de haber dado entrada á la fiera bestia de 
la codicia, que ha desvastado y exterminado la viña, haciéndose 
adorar (como la bestia del Apocalipsi) por universal señora, por 
poner los hombres ciegos toda su felicidad y esperanza en el ne- 
gro dinero, como si no hubiera otro Bios en q^íen esperar y con- 
fiar, no abriendo los ojos para ver los patentes ejemplos que te- 
nemos de los que han enriquecido en Indias, que llegados á te- 
ner en dinero ó posesiones hacienda de quinientos y ochocientos 
mil ducados (3) y dendearriba; han bajado y venido á empobrecer, 
de suerte que unos murieron ó mueren en cárceles y otros en 
hospitales, y para eonocer la verdad del común refrán que diñe- 

(1) A cuadros como estos los defensores del gobierno colonial les llaman 
^^falsedades de igoorantes en sus peroratas del 16 de septiembre.^' He aqui 
el historiador misíoDero Mendieta escribiendo una perorata del 16 de sep- 
tiembre . 

(2) Ideático es el cuadro del mismo D. Lucas Alamaa. En su Historia 
de Méjico, parte 1 P , libro 19 , capítulo 1 P, describiendo a los indios dice: 
"no obstante sus privilegios, eran vejados por todas las demás clases." Pe- 
rorata del 16 de septiembre. 

(3) Según lo dicho en la pag. 40, un ducado ^e esa época equivale a 2 
pesos 35 centavos de la moneda mesicana actual. 



142 

ro de Indias es díoero de duendes, que de rcilvorse en carbón é 
humo no puede escapar. Y quien lo pusiere en duda, párese á 
considerar si es verdad que nuestra España pasa el dia de hoy 
mas pobreza y miseria y trabajos que antes que se descubriesen 
las Indias, eon cuantos millones de oro y plata han entrado ó 
metido en ella los que Uaman indianos. Y con cuantos de estos 
millones han ido á manos del Bey Nuestro Señor, «i está el dia 
de hoy mas necesitado que lo estuvo jamas alguno de los rey e& 
sus antepasados." 

. El mismo monje historiador en el mi)»mo libro, capitulo 32, di- 
(^e: ''Y entre los demás usos que los indios han pretendido mu- 
dar, tomando el de los españoles» ha sido no venir por orden, 
cuenta y razón á la iglesia^ sino cada uno como y cuando se le 
antojare, que para ellos no puede ser mayor perdición. Y en al- 
gunas partes cuasi han salido con ello, que no basta diligencia ni 
quebrantamiento de cabeza del ministro para hacer que se jun- 
ten, sino que han de venir los que quieran á las die? ó mas tar- 
de, cuando no es posible que tengan doctrina ni serm^m, por que 
es ya hora de comer, y esto pasa á do los ministros de la Iglesia 
ó son ellos me»mos descuidados 6 no tienen favor de los corregi- 
dores (por que de estos son muy pocos los que aeuden á favore- 
cer la doctrina), ó no se atreven á castigar los indios por que no 
les levanten algati traspié. Mas á do hay favor de la real justi- 
cia (como el mesmo virey lo ha dado estos años en la ciudad d& 
México» enviando alguaciles y intérpretes de su lengua que se 
hallen presentes al cantar de la gente), todavía se juntan, aun- 
que DO tan de mañana como solian, ni viniendo ea ordenanza y 
cantando (que esto totalmente se perdió), y ya que están j:uiitos, 
de mala gana responden á los que dicen la doctrina (>)v si no sea 
algunas mujiercitas devotas; pero á los hombres no hay sacarles 
palabra, salvo si es el mesmo ministro el q^ie se las dice, como 
yo por esta causa teogo costumbre de hacerlo. Otra devotísima 
costumbre se ha perdido del todo á doquiera fipñ entre .los indios^ 
hay españoles, y era que en tañiendo á la Ave María, en cada 
barrio del pueblo todos los vecinos de él q;ue se hallaban en sus- 
easas, saliau á juntarse en un humilladero que cada barrio tenia 
en medio de la vecindad, y allí decian la doctrina cristífioia en 
canto (2:); que demás de la devoción que ponía á los qjue la oian^ 



(1) A todo aquello que era en latia i no se eafeendía, yo iaoipoca ha-^ 
l^ria tenido gana db responAer. 
^ Si el dia anterior me haUeran \mho trabajar, mnch» i dade de palos^ 



143 

era de muy gran provecho para que ninguno dejase de saber lo 
que es obligado de la ley de Dips, y lo que cumple á su salva* 



cíon." 



El historiador en la misma obra, libro 3, capítulo 30, dice: 
*'Ea aquel tiempo (fuera de los padres clérigos, que es diferente 
HU manera de vivir y tratarse), todos los religiosos dominicos y 
augustinos tan á pie andaban como los franciscos. Y aunque no 
los pies del todo descalzos, á lo menos con solo alpargates (1). Y 
en lo demás tan rotos y pobres y sin rentas sin alguna diferencia, 
hasta que por la necesidad y variedad de los tiempos les fué for- 
zoso tenerlas y andar á caballo, corno á muchos de nosotros {Jos 
franciscanos) nos ha traído d esto tíltimo nDOStra flojedad y ti- 
bieza, y no querer seguir y imüar las pisadas y espíritu de núes-- 
Iros pasados.'^ 

En el libro 4, capítulo 35, dice: "¿Pues qué diremos de los e- 
jemplos que los indios reciben de algunos de nosotros los ecle- 
siásticos, entre los cuales no falta quien los aperreé y aporreé, 
como lo hacen los seglares de poca suerte?, que los hombres hon- 
irados (aunque seglares) no se apocan á esta bajeza ni abajan á 
esta poquedad, y por eso dicen los indios de los tales que no son 
leopixqueSf que quiere decir dedicados á Dios, sino cristianos^ co- 
mo los seglares se nombran, que es harto mal que este pombre 
ande en uso de tan mala opinión .ent**e ios nuevos en la fé. Pre- 
gunto pues, ¿qué cristiandad queremos pedir á loe indios^ si en 
los que hemos de ser su ejemplo y dechado de toda virtud, vén 
todas las condiciones contrarias á las que el apóstol dice que ha 
de tener el sacerdote? Que ha de ser de vida inculpable como mi- 
nistro de Dios, no soberbio ni impaciente, no destemplado en 
comer y beber, no rencilloso ni codicioso, sino caritativo, benig- 
po, tetnplado, justo, santo, honesto y docto, para dar <?uenta y 
satisfacción del oficio que le está encomendado. Si el indio me vé 
á mí, que soy su sacerdote, nada ocupado en oración y lición ni 
recogido, ni ejercitado en obras de virtud, ma^ todo distraído y 
derramado en cazas, juegos, jparlerias, liviandades y en comer y 
beber, ¿qué ha de hacer él, sino imitarme en esas malas costum- 
bres y darse á placeres, sin cuidado ni memoria del evangelio de 
Cristo? Y lo que pe.or es, si me vé disoluto, carnal j dea[h|»nesto. 



JO tampoco habria tenida gpam de levantarme a la alba ni de cantar en oix 

(1) No son pues ejBd^ aquisUot retratos de Fray Beirtolomé de L» C»- 
en que algaoos. iQQfJeTQos lo han reps^senlado coa in^dú». 



144 

¿como no tomará ocasión con esto para que sin temor de Dios y 
vergüenza de la gente, se dé desenfrenadamente á este vicio? Por 
que al remordimiento de la conciencia (sí asomare) le dirá: ''Pues' 
que el sacerdote y ministro de Dios lo hace, no debe de ser tan 
gran pecado," y al que se lo afeare, se excusará con esto mesme. 
jOh sacerdotes y rolígiOSOS, que sin consideiiicion de vuestro 
estado y de la observancia y pureza á que os obliga vuestra pro- 
fesion, desdoráis el oro de la vida apostólica con que vuestros 
antecesores adornaron la predicación del Santo Evangelio, escan* 
dalizando y pervirtiendo los corazones de los pequeñuelos y nue- 
vos en la fe!" 

Testimonio dbl ci^onista Pai\e ja. 

El Sr. Canónigo de la Rosa en su periódico "lia Religión y 
la Sociedad/ comenzando a impugnar mi libro "La Filosofía ea 
la Nueva España," dijo: "En México habia objetos i nportantisi* 
mos en que era necesario ocuparse de preferencia {los movjea): la 
conservación de los aborigénes americanos, su defensa continua, 
su conversión al Catolicismo, la destrucción de la idolatría y de 
la barbarie que dominaba en varias partes de lo que fué después 
la Nación mexicana: todas estas cosas que exigen fatigas ince- 
santes y en que era necesario que se ocuparan muchos hombres 
de carrera literaria, aunque buenas y necesarias en si mismas, 
impedian otra clase de trabajos científicos. Muchos hombres que 
permaneciendo en Europa habrían tenido largos años de quietud 
en las celdas de los monasterios ó dentro de las paredes domés- 
ticas, y consultando los libros de las bibliotecas habrían podido 
dar á luz obras científicas voluminosas y de gran mérito, en Mé- 
xico tenian que buscar á los idólatras en los desiertos, y reunir- 
los en poblaciones, y enseñarles con sencillez la religión y las prí- 
meras letras y el modo de fabricar pobres casas y de cultivar los 
campos etc.'* 

Aqui sale Pareja con su Crónica de la Merced en la mano a 
contradecir al Sr. de la Rosa. Fray Francisco Pareja, monje i 
Provincial de la Orden de la Merced, Doctor de la Universidad 
de México i catedrático de teología en la misma Universidad, es- 
cribió en el último tercio del siglo XVII la *'Orónica de la Pro- 
vincia de la Visitación de Nuestra Señora de la Merced, Eedeu'- 
eion de cautivos, de la Nueva España;" que después de haber 
dormido manuscríta siglo i medio en los archivos españoles i me- 
dio siglo en los mexicanos, la há impreso en 1882 el Padre pau- 
lino D. Vicente de F. Andrade. A los dos años exactos de la to« 



1« 

ma de Tenochtitlan, es decir, en agosto de 1523 aportaron en 
Veracruz los primeros misioneros franciscanos (1), tres años des- 
¡pues (1526) vinieron los primeros dominicos i siete años después 
•j(í5S3) vinieron los primeros agustinos; i ya tarde, en el último 
tercio del siglo XVI (1574) vinieron los primeros mercedaríos (2). 
Tardáronse pues los metcedarios en venir á la Nueva España, 
1 Pareja aó halla palabras con qtie dar gracias a Dios por esta 
tardanza, por que mediante ella se escaparon los monjes de la 
Merced ie kaber pasado tantos trabajos con los indios como pa- 
sarcFn Usi^timeros misioneros franciscatios, dominicos « agusti « 
no, i en tintriz había esj^do que no les hubieran picado los mos>- 
oo« ^tanto <omo a Fray Andrés de Olmos i a otrod inümerables, i 
que %to M ios hubieran com^ido los indios, cómo se habian comido 
al franoHioano Fray Juan de Padilla i a otros, si los mercedarios 
hubieran venido un poquito antes. En su Crónica, «estado 1 P, 
capítulo ^26, dice: "Pero la mas fuerte razón que y^ Ihallo para 
no ¿aberse fundado nuesiara religión entonces en este reino (3), 
fué singular Providencia de Bios, que miró esta sagrada religión 
{á) con los ojos de su piedad y no quiso que se ocupase en el mi- 
nisterio de las doctrinas de indios, sino en otros ejercicios (5) 

(1) Fray Pedro Melgarejo fué el primer frandacano ^oe vino a México, 
^Do antes de la toma de Tenochtitlan; pero no vino a misionar súie*a «colec- 
tar limosnas i se volvió pronto a España. 

(2) Digo los primeros que vinieron a fundar convento, fnes en «1 mero 
tiempo de la conquista ya habian venido unos cuantos monjes de la Merced i 
precisamente el primer monje que pisó a México fué un mercedario, a saber, 
«1 santo e inmortal Fray Bartolomé de Olmedo, a quien snocedió Fray JuaR 
<Ie las Varillas, tamUen monje de la Merced i célebre por haber acompañado 
:a Hernán Ck)rte8 en su expedición a las Hibueías i liaber 4^^adado «a bien me- 
órir a Cuauhtemoetzin i al rey de Tacuba. 

(3) En loe primeros años ¿e Ja conquista, 

(4) La Orden 4e lá Merced. 

(5) A los franciscanos, áoninicos i agastinos no los miró IXos con ojos 
i3e piedad. Dígamne mis lectores si no be tenido razón en asentar este pa- 
^rafíto en mi libro '^La I^osofia en la Nueva España", pag. 67; "Valentín 
resuelve hacerse sacerdote i 4o es; bélo aquí saceidote por la Providencia de 
Dios^ directa o puramente permisiva. Él prelado le despacha a la Tierra^ 
«caliente a desempeñar -su ministerio. Aquello es min trabajoso i a ValentiQ 
le parece que no debe de ser la voluntad de Dios, por sus enfermedades o por 
:felta de la congrua subsistencia o por esto o por lo otro, i desea que le to- 
4ue una Providencia de Dios menos caliente i mas llevadera, i para que le 
toque se pone en el tocadero. Aprovecha una coyuntura i obtiene la pró-se- 
<;retaria de un obispado u otra placíta de aquellas que son como los radios de 
óan círculo:, que conducen de la circunferencia al centro" etc. Este parra£U» 



U6 

inui glpriosos [1], como se verá después en los demás estados de 
esta Historia, y muy seguros para el servicio de ambas Majesta- 
des (2), y conyeiiiencia de la misma religión {de la Orden 

de la Merced) y de SUS IlijOS (3). Por que lo primero, es cierto 
que la materia de administración de indios es muy peligrosa y de 
gravísimos escrúpulos á la conciencia, así por las bárbaras igno- 
rancias en que están ciegos y se necesita de muchos ojos para 
mirarlas y remediarlas, como por las malicias con que viven y la 
mala inclinación que siempre tienen á las idolatrías; y cualquiera 
omisión en los ministros, es materia grave en ofensa de Dios y 
de nuestra Santa Fó Católica (4). Lo otro (dado caso que fuera 
alguna coaveniencia temporal el administrar esta gentej (5JI, 
nunca hay seguridad en la permanencia de ella, por que se ha 
visto que después de muchos años que han tenido las demás re- 
ligiones este loable y penoso ejercicio, con los grandes créditos de 
celo, de ejemplo y enseñanza, se les ha quitado la administración 
de ellos, y na deja de sentirse este despojo (6); y siempre tendría 



raspo a machos; mas aunque les l^ya raspado, esto no quita que exprese una 
veidad práctica e histórica, fundada en una doctrina de San Agustín sobre 
que frecuentemente atribuimos a la voluntad i Providencia de Dios lo que es 
voluntad i providencia nuestra para libramos de trabajos i procurar nuestras 
GOUKxlidades: doctrina que cito a la letra i en latin eu la misma pag. 67. 

(1) El apostolado de los primeros misioneros, franciscanos, dominicos i 
agustinos no era mui glorioso. 

(2) La Majestad ue Dios i la Majestad del rey de España. Los ejerci- 
cios de los primeros misioneros, franciscanos, dominicos i agustinos no eran 
mui seguros para el servicio de Dios. 

(3) ¡Eh!, esta era la vías fuerte razón. 

(4) Tal era la teología del catedrático de teología en la Universidad de 
México. Los indios tenían barbaras ignorancias i giande inclinaron a la i- 
dolatria. Et ideo^ como dicen los escol&sticos, esto era cabalmente un mo- 
tivo para que los mercedaríos, ya que no iban al África a pasar gran- 
des trabajos para redimir a los cautivos cristianos, se hubieran dedicado en la 
Nueva Espafia a pasar trabajos, ayudando a«sus compañeros los franciscanos^ 
dominicos i agustinos a evangelizar a los indios, redimiéndolos de la ignoran- 
cia i de la idolatría. Estos misioneros, franciscanos, dominicos i agustinos, 
eran de conciencia mui libre; mas los mercedaríos eran mui escrupulosos.' 
estos no quisieron andarse por esos andurriales convírtiendo indios, sino que 
fié encerraron en sus conventos por escnípiílo^ yendo a ciertas horas a rezar 
en el coro, el cual estuviese bien abrigado i libre de frió, de calor i de aire; 
sentándose a ciertas horas en el confesonario; concurriendo a sus horas al re- 
fectorio jt)or escrúpulo i durmiendo a sus horas /wr escrúpulo, 

(5) ¡Siempre las conveniencias temporales! 

(6} Esto lo decía Pareja en el último tercio del eiglo XVIT; m» cuaudc) 



147 

yo por faejór él'no tener que me quiten, que la pesadumbre de 
que me quiten lo que tenia" (1). 

**Por estas y otras razones hemos vivido siempre miiy gllS- 
tOSOS en esta Provincia los religiosos de ella, contentándonos 
ahora con las fundaciones de conventos en lugares grandCS, 
sin adntínistracion de indios, procurando solo el sustento 
necesario [2] para los religiosos bastantes que tiene cada con- 
vento, adquirido de capellanías que se sirven y algunas ren- 
tas que nos han dejado los bienhechores, y herencia que ha ha- 
bido de los patrimonios de algunos religiosos, como se verá des- 
pués:" (3). 

llegaron los mercedarios a la Nueva España en el último tercio del siglo XVI, 
no sabían si después de muchos afíos les quitarían las doctrinas a los francis- 
canos, dominicos i agustinos, i sin embargo, desde luego no quisieron servir 
en las doctrinas de los indios, 

(1) De otra manera pensaba un filosofo que decía: ^^£s mejor emprender 
una grande obra i fracasar, que estar satisfecho con la realización de una pe- 
quenez que no requiere heroicos esfuerzos.^* (Citado por la Gaceta Oficial 
de Michoacan en su numero del 29 de enero de este afio de 1889). Los 
mercedarios de la Nueva Espaüa no teuian el espíritu de los primitivos cris- 
tianos, a quienes decía San Pablo: 'elevasteis con gozo que os quitasen vues» 
tros bienes, conociendo que tenéis patrimonio mas excelente y durable;" ra- 
pinam bonoruin vestrorum citm gaudio suscepistis^ cognoscentes vos habe- 
re meliorem et manentem stibstantiam. (Ad Hebr. 10 — 34). 

(2) Que no consistia en maiz tostado, tortillas untadas con chile i otms 
cosas semejantes con que se alimentaban los primeros misioneros, por lo que 
Fray Juan Tecto se murió de hambre en un bosque a la vuelta de la expedi- 
ción a las Hibueras, sino en buenos carneros i bastantes garbanzos. 

[3J Tres modestos medios de subsistencia: 1 P bienes de capellanías: ca- 
pitales a censo; 2? herencias i legados dejados al convento por los bienhe- 
chores (ordinariamente viejas i viejos ricos celibatarios que no tenian herede- 
ros forzosos): pingües fincas urbanas i rústicas; i 3 p elegir para novicios jó- 
venes pertenecientes a femilias ricas, los que al profesar donaban o dejaban 
por herencia al convento su caudal: pmgües fincas urbanas i rústicas. 

^Ya lo oye el Sr. de la Rosaf Decían los mercedarios; ''¿La conservación 
de los aborigénes americanos, su defensa continua y su conversión al Catoli- 
cismo? ¡Como por los cerros de Ubeda! Vivir mui gustosos en lugares gran- 
des (ciudades i villas de españoles), con capitales de capellanías i rentas de- 
jadas por los bienhechores, i herencias dejadas por algunos religiosos. ¿La 
destrucción de la idolatria i de la barbarie que dominaba en varias partes 
de la Nación mexicana? Nada de eso: dejar a los indios en sus bárbaras 
ignorancias i en su inclinación a la idolatria i que se los lleve el demo- 
nio. ^Buscar a los idólatras en los desiertos, y reunirlos en })oblacioneS) 
y enseñarles con sencillez la religión y las primeras letras y el modo de 
labricar pobres casas? ¡Que no sepan ni el ^, B, C i que duerman en las ra^ 



143 

Continua Pareja.* ''con que solamenie se han dedicado los hi- 
jos de esta Provincia á la virtud y buen ejemplo (1), á los púlpi- 
tps [2j y confesonarios [3] y á los estudios^ asi en la religión co- 

toas de los arboles como las gallioas/ Aparte de que fabricar pobres casas lo 
saben ellos mejor que nosotios.^^ I a la verda/i que en esto último tenian 
razón los monjes de la Merced. 8i el Sr. de la Rosa hubiera dicho; ^^fabri- 
'car órganos, hacer x^mpanae, hacer cohetes i ejercitar otras artes europeas, 
liabria dicho bien/ pero, no solo fabricar pobres casas, sino edificar palacios, 
construir acueductos, fabricar temascalis, levantar pirámides i otras obras 
grandes arquitectónicas, ya lo sacian los indios desde imtes de venir los misio- 
neros i demás españoles. 

Sr. D, Lucas Alaman, Sr. D. Adolfo Llanos y Alcaraz, Sr. D. Niceto de 
Zamacois, Sr. D. Ignacio Aguilar y Marocho, Sr. Canónigo de la Rosa i de- 
mas defensores del gobierno colonial:- que los misioneros volaron como ánge- 
les de paz por todas las regiones de la Nueva España^ que predicaron, bauti* 
zaron, confesaron i enseñaron muchas artes a los mdios; que establecieroa 
escuelas de priineras letras, fundaron hosiñtalés, escribieron historias de Mé- 
xico, compusieron artes i vocabularios en todos los idÍMias indios, trabajaroa 
i sudaron en pro de la civilización de la raza india i son altamente benemé- 
ritos de la raza india i de la patria, es una completa verdad. Pero esto no se 
entiende respecto de los moojes de la Merced: consta por su misma Crónica, 
por boca de ellos mismos. 

(1) Sin duda que entre los monjes de la Merced hubo en todas las épocas 
algunos instruidos i algunos virtuosos. 

(2) Si: los pulpitos eo los lugares grandes^ como México, Puebla, Gua* 
dalajara, Guanajuato (lugar de minas), Zacatecas (idem), San Luis Potosí i 
demás ciudades i villas de españoles. Predicar en los pulpitos de las cate- 
drales i otros templos en fiestas solemnes, con la elegancia i el estilo de Yiey- 
ra: sermones que tenian ooa decente propina; mas eso de predicar a los in- 
dios en los desiertos o sobre un caimán, como el misionero agustino Fray 
Juan de Moya en el rio de las Balsas, era muí prosaico. Predicar en idioma 
tarasco, huaxteca n otonúte, era poner en riesgo la conciencia. 

(3) Si; el confesonario de los españoles, no el de los indios. Los merce- 
darios nunca tuvieron el corazón levantado de un Bartolomé de Las Casas, 
un Pedro de Gante, un Diego de Basalenque, un Juan Maria de Salvatierra i 
mil otros franciscanos, dominicos, agustinos i jesuítas, para comprender este 
pensamiento de un filósofo; ''Es mejor dar un mendrugo de pan a un hom-- 
bre hambriento, que un banquete a un rey." [Gaceta Oficial de Michoacan, 
numero citado]. 

Los mercedarios decían que servian a los españoles i no a los indios, que 
eran los ministros de la religión para los españoles i no para los indios, por 
vivir con tranquilidad de conciencia. Querria que alguno me dijese A tenia 
menos compromisos de conciencia i mas tranquilidad i contento de espíritu el 
mercedario que frecuentaba los palacios de los españoles (vireyes, oidores, ca- 
nónigos, condes, marqueses, mayorazgos etc.), que el frandscano que sentan- 
do a mugeriegas en la ches» i junto al fogón de la familia india, platicaba en 



149 

iño en las Universidades." 



la leogoa da ella, oomia con ella con hilaridad, i en medio de aquellas pláticas 
iamiliares les enseñaba una religión eminentemente civilizadora. Ahora me 
acuerdo de una de las mas bellas palabras de Bossuet. £n su Sermón de la 
Trakñon de Judas, predicado en la capilla de Yersalles delante de Luis XIY, 
de sus príncipes, de sos damas i de todos los personajes de la Corte, después 
de pintar todos los odioSi las envidias, las venganzas, las calumnias, las false- 
dades i las intrigas que pasaron en aquella traición mempraUe, exdamé: ^'lOli 
Corte, mira aquí tu retrato!^^ 

Dice Pu^ja que uno de los me^os de subsistencia de los noercedarios era 
las '^capellanias que se sirven," i en efecto, por la misma Crónica consta que 
Fray Diego Rodríguez i otros monjes de la Merced íueron capellanes de los 
vireyes i vireinas i otros potentados. jSer capellanes de hombres ricos i pode- 
rosos i conservar la dignidad sacerdotal i la delicadeza de conciencia de un 
hombre de honori Escuchemos la Escritura; £1 Libro del Ederiástico, ca- 
pitulo 29, versos 29 i siguientes, dice: ^'Uejores la comida del pobre bajo un 
techo de tablas que banquetes espléndidos. . . Vida infeliz la del que va hos- 
pedándose de casa en casa; y donde se hospedare, no obrara con libertad ni a* 
brírá la boca. . . Levántate, huésped y pon la mesa, y lo que tuvieres á ma- 
co dalo á comer á los demás. Sal de la presencia ae mis amigos honrados: 
necesite mi casa, por que he de hospedar á mi hermano. Pesadas son estas 
cosas para un hombre que tiene juicio.^ SL' pesadas son estas cosas para un 
hombre de honor. 

Raros son los capellanes de potentados que recuerda la ICstoria, que hayan 
tenido el desprecio de la pingüe capellania i la dignidad e independencia del 
célebre Fray Hernando de Talavera, capellán i confesor de los Reyes Católi- 
cos. Rodríguez Pinilla en su libro ^' Colon en España,^^ capítulo 3, dice: 
^^Nada pinta mejor la rigidez de principios y el carácter de f^y Hernando, 
que lo ocurrido en la primera vez que oyó á la Reina en confesión. Llego el 
confesor y se sentó en el banquillo. Acercóse la Reina y le dijo: '^EntratA- 
bos hemos de estar de rodillas." — "No Señora, respondió Fray Hernando, si- 
no que yo he de estar sentado y V.A. ( Vuesa Alteza) de rodillas, por que es- 
te es el Tribunal de Dios y hago aqui sus veces.^' C^Uó la Reina y pasó por 
ello como santa .^^ No debia de durar mas de un cuaito de hora la dureocion 
espiritual de los reyes, cuando el confesor tenia que estar de rodillas. 

Zamacois en su Historia de^Méjico, tomo 18, capitulo 7, dice; "En el mis- 
mo vapor en que marchaba D. José Manuel Hidalgo (marzo de 1866), iba 
también Fray Tomas Gómez, religioso franciscano (español) que había dado 
lecciones de español á Maximiliano en Miramar, y que por repetidas instan- 
cias de este mardbó á Méjico en calidad de capellán de la emperatriz. Este 
respetable religioso, lamentándose con D. José Hidalgio en una de las conver- 
saciones que tuvo con él durante la navegación, de lo que había visto en pa* 
lacio y de las chanzas que con respecto á los asuntos de la Religión usaba Ma- 
ximiliano, le dijo: '^que el emperador y la emperatriz se habian vuelto locos 
en Méjico, 6 representaban uña comedia en UÜramar.^* Esto lo decía el res- 
petable capellán cuando ya iba navegando, por no intervenir en el último ac- 



150 

Ya, ya: sobre los estudios i cátedras que servían los monjes de 
la Merced en la Universidad de México, véase mi libro "La Fi* 
losofia en la Nueva España," pags. 49 i siguientes. El cronista, 
en el estado 2?^, capítulo 4, dice: ''Habiéndose pues asentado 
las materias del convento (1), asi en lo espiritual como en lo tem- 
poral, viendo la religión que era nueva en este reino, trataron 
de entrar en ella muchos hijos de los republicanos de la ciudad, 
españoles, pues eran hijos de algunos de los conquistadores y de 
otros que después vinieron de los reinos de Castilla con sus mu- 
jeres y familias, de los cuales ninguno tenia sangre de los indios 
naturales de esta tierra. . • Todos los hábitos que se dieron fue^ 
ron á españoles legítimos, procurando que fuesen limpios de cual- 
quiera razas y de matrimonio legítimo; que esta ha sido costum- 

to de la comedia, qiie conoció se iba a convertir en tragedia^ 

Los capellanes pobres de neos cuaij^eros por mayor i libertinos, /euantas co- 
sas tenían i tienen que disimular i autorizar!, lo qué, por no perder la renta i 
otros percances accesorios i adminículos, bautizaban i bautizan con los nombres 
de discreción i de prudencia! Ahora recuerdo este otro pasaje raui diverso del 
de Bossuet. ^^Llego en esto la cadena de los galeotes, y Don Quijote con muy 
corteses razones pidió á los que iban en su guarda fuesen servidos de infor- 
medie y decille la causa ó causas por que llevaban aquella gente de aquella 
manera. Uno de los guardas de á caballo respondió . . . Vuestra Merced lle- 
gue y se lo pregunte á ellos mismos. . . Con esta licencia, que Don duijote se 
tomara aunque no se la dieran, se llegó á la cadena y al primero le preguntó 
que por qué pecados iba de tan mala guisa. El respondió que por enamora- 
do. ¿Por eso nemas?, replicó Don Quijote. Pues si por enamorados echan á 
galeras, días ha que pudiera yo estar bogando en ellas. No son los amores 
como los que Vuestra Merced piensa, dijo el galeote, que los mios fueron que 
quise tanto á una canasta de colar, atestada de ropa blanca, que la abracé etc. 
... Lo mismo preguntó Don dui jote al segundo, el cual no respondió palabra 
. . . Mas respondió por él el primero, y dijo; este, señor, va por canario, digo 
que por músico y cantor. . . cantar en el ansia se dice entre esta gente non 
fianta confesar en el tormento; á este pecador le dieron tormento y confesó: 
pu delito era ser cuatrero^ que es ser ladrón de bestias. . . pasando al tercero 
preguntó lo que á los otros . . . Pasó Don duijote al cuarto, que era un hom- 
bre de venerable rostro, con una barba blanca que le pasaba del pecho, el cual 
oyéndose preguntar la causa por que allí venia, comenzó á llorar y no res- 
pondió palabra; mas el quinto condenado le sirvió de lengua y dijo. . . este 
caballero va por alcahuete^ y por tener aa mesmo sus. puntas y collar de he- 
chicero. A no haberle añadido esas puntas y collar, cQjo Don Quijote, por 
solamente alcahuete limpio, no merecía ir á bogar en las galeras, sino á tnaxi- 
dallas y á ser general dellas: por que no es asi comoquiera el oñcio de alca- 
huete, que es oñcio de áiscretos.^^ 

(!) El de México^ el primer convento de la Merced que hubo en la Nue--^ 
va España. 



151 

bre muy loable de esta Provincia observada hasta hoy, como 
consta de las informaciones que se hacen, no solo públicas sino 
secreta?, Á cualquiera que pretenda recibir el habito, y se guar- 
dan en el archivo de los conventos donde se reciben. '' 

T. Relajación del clero secular i replar en Es- 
paña en el primer tercio del siglo X TIL 

El sabio i venerable por sus virtudes Fray Antonio de Moli- 
na, monje de la Cartuja de Miraflores, conmovido por la corrup- 
ción del clero español i tratando de atajarla, en el primer tercio 
del siglo XVII (1619^) escribió e imprimió su libro ''Instrucción 
de Sacerdotes," en cuyo prólogo dice: "Entre las muchas y gra- 
ves calamidades que hacen miserables estos tiempos, una muy 
grande, y no só si la mayor de todas, es el abuso y desorden 
que hay en el ejercicio y ministerio del oficio sacerdotal. Por 
que vemos el estado mas excelente de la Iglesia y el grado mas 
alto de esta gerarquia eclesiástica en tan baja estimación y con- 
cepto, que hace gran lástima á quien con alguna atención y celo 
lo considera. Y no trato ahora del respeto y reverencia que los 
seglares debían tener 6 los sacerdotes y de lo mal que cumplen 
con esta deuda, por que no es mi intención hablar ahora de esto, 
sino de la poca estimación que los mismos sacerdotes hacen de sí, 
y de la poca noticia que tienen de la alteza de su estado, y de la 
dignidad y excelencia que en él se encierra, y de las obligaciones 
que lo acompañan, y de la cuenta que de ellas se ha de pedir, y 
de otras muchas cosas de este género, tan necesarias de ser sabi- 
das, que no puede dejar de hacer mucha lástima verlas tan igno' 
radas y tan inconsideradas. Por que de tanta multitud como hay 
de EacerdoteSy se hallarán muy pocos quede esto sepan dar algu- 
na razón, ni entiendan que ser sacerdotes es otra cosa sino traer 
hábito diferente del de los legos y pagar las horas del oficio divino, 
rezadas de la manera que de ordinario las vómos rezar. Y de a- 
qui se sigue hacerse la elección de esto estado tan materialmente 
como se baria de cualquiera otro de la república, haciendo confe- 
rencia entre los estados de sacerdote y de mercader y de aboga- 
do y de médico y otros tales qué cualquiera puede escoger á su 
albedrio, y mirando cual de estos le estará mejor para tOTlOr 

de comer y pasar la yida mas deseansaaamente. Y lo 

que peor es, de aquí también se sigue que los que de esta mane* 



152 

ra toman este estado, le ejercitan después tan materialmente co- 
mo le eligieron, con tati poca diferencia de sus costumbres á las 
de los seglares, como por nuestros pecados lo vemos por expe- 
riencia. Y dejadas aparte otras cosas mas esenciales y que me- 
nos se 'pueden decir, digamos sola una, que es la mas común j 
que mas dá en los ojos, y es que de esa misma ignorancia ó in^ 
consideración que decimos, procede ejercitarse el oficio sacerdo- 
tal cuanto á todo el culto exterior con tanta falta de reverencia 
y religión, como se vé de ordinario: pues vemos celebrar los sa- 
cratísimos misterios de la Misa con tan poca gravedad y decoro, 
sin guardar regla ni tnodo ni ceremonia ni pronunciación, que á 
quien lo mira con algún celo y religión no puede dejar de lasti- 
marle mucho. Por que es muy cierto que si viéramos á uu sa- 
cerdote de los gentiles ofrecer sacrificios á sus ídolos de piedra y 
de metal, de la manera y con tan poca gravedad y reverencia co- 
mo muchos ó los mas sacerdotes cristianos ofrecen á Dios Eter- 
no el sacrosanto sacrificio de su Hijo, hiciéramos escarnio y bur- 
la de ellos. Y lo que es mas para llorar, ellos mismos lo hariaa 
de nosotros si fuesen sabios y les dijésemos los misterios que se 
contienen y celebran en la Misa y viesen por otra parte el modo 
con que de ordinario se celebran. De suerte que, si bien y desa- 
pasionadamente lo miramos, hallaremos por verdad que no hay 
oficial mecánico en la república que no se precie mas de su oficio 

f)or bajo que sea, y de saberle hacer bien y por sus reglas, que 
os sacerdotes se precian del suyo ni de ejercitarle por las reglas 
y orden debido. Y siendo esto así, como realmante es, el hecho 
y la verdad mucho mas de lo que aquí se dice ni se puede decir, 
no será exceso juzgar que sea este uno de los mayores males de 
nuestro siglo, y aun que sea la causa de otros muchos, ó de to- 
dos los otros." 

''Y si á alguno le pareciere que no habia tanta necesidad de 
esta doctrina, como aqui se significa, pues los Santos Doctores 
de la Iglesia escribieron de esta materia muchas cosas muy no- 
tables, que parece podia ser bastante instrucción para los sacer- 
dotes, á esto respondo que es así verdad, y que si lo que los 
Santos escribieron de esta materia estuviera muy sabido y en la 
memoria de los sacerdotes, les fuera muy bastante doctrina 6 
instrucción. Pero cosa cierta es ser muy pocos los que tienen 
noticia de la doctrina de los Santos {los Santos Padr€s)\ por que 
eso es solo de los hombres sabios y que de propósito profesan el 
estudio, y aun de estosy no todos, sino los menos, son los que acos- 
tumbran á leer los Santos antiguos y son versados en su doctrina/* 



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VIVe^SA^EA BB VSBBBVB VfiBOl, 

a cargo de A. López Arce. 



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153 

VI. fielajacion del clero secnlar i ragnlar de la 
Nueva Espafla en el primer tercio del siglo lYII. 

Ya se ha visto cuan numeroso era ya el clero secular i regular 
en la Nueva España en el último tercio del siglo XVI; se aumen- 
tó mucho mas en el primer tercio del siglo XVII, especialmente 
con los clérigos que venian de España, atraídos por el cebo de 
las riquezas de las Indias (1). 

Testimonio del biógrafo Sosa. 

En su excelente obra **E1 Episcopado Mexicano," en la biogra- 
fía de D. Juan de la Serna, Arzobispo de México en el primer 
tercio del siglo XYII, dice: ^'Cerca de un siglo hacia que la con- 
quista se habia consumado . . . Triste es decirlo^ pero el deber lo 

ordena: los religiosos inlsmos DO eran ya aquellos yaro- 
nes esclarecidos, modelos de piedad y desinterés, de ab- 
negación sublime, de caridad eyangélica. Comprendian el 

poderoso ascendiente que sobre la raza indígena tenian, y que es- 
ta raza formaba la gran mayoría del pais; se consideraban por eso 
mismo superiores á todos y creian que debia rendírseles cumpli- 
dos homenajes; en una palabra, que debian ser ellos los arbitros 
de la suerte del pais y debían ser consultados en todo y respeta- 
da su voluntad. Por otra parte, el clero secular se habia aumen- 
tado considerablemente y aparecía, de una manera mas ó menos 
ostensible, como rival del clero regular." 

"En tales circustancias, como es fácil comprender, la sociedad 
iba perdiendo, aunque lentamente, aquel respeto profundo, aque- 

(1) El Doctor D; Juan Cevicos, racionero de la catedral de Puebla, en su 
"Memoria sobze el Concilio III íáesácano," que imprimió en 1629, dice: 
^^Cuar^ta años ha habia en este reino mayor abundancia (de excomuniones) 
y muchos menos clérigos de los que hay' hoy. Por que ansí por el gran nú- 
mero dellos que vienen de EspaSa, como por los muchos que acá se ordenan, 
quizá p¿ todos con sustentación congrua, como las mas doctrinas {curatos) de 
ndios las administran religiosos, hay algunos tan pobres, que para susten- J 

ÍArse les es forzoso á veces ocuparse en algunas inteligencias'' [negociacio- 
nes de dinero)^ 

A pesar de que dicha Memoria se imi»rimi6 i que Beristain era poblano i 
consulto las bibliotecas de su patria, no da noticia en su Biblioteca del Doctor 
Gevioos ni de su opúsculo, siendo este autor uno de los muchos que el Dean 
biógrafo jpmitio. 

•1 



( 



154 
lia veneración que en otros dias profesara á los ministros del al- 
tar; iban entibiándose sus sentimientos religiosos, y en sus prác- 
ticas no resplandecían por cierto aquella unción, aquella piedad 
de los primitivos tiempos del cristianismo en el Nuevo Mundo.'" 
"Las bellas artes reflejan siempre la cultura y la piedad de los 
pueblos; pues bien, en comprobación de lo que acabamos de asen- 
tar, diremos lo que pasaba en la pintura. La disolución y la li- 
cencia de los pintores hablan llegado á tal extremo, que hacian 
retratos de personas de malas costumbres, disimulándolos con in- 
signias de santas ó santos, para que los conservasen en sus apa* 
sentos los que hablan encargado aquellos cuadros. Pintor hubo 
que se distinguiese por las ridiculas figuras con que representa- 
Da los pasos sagrados. Esas noticias se hallan consignadas en 
un documento original del Illmo. Sr. arzobispo de quien nos o- 
cupamos en el texto. Figura en la segunda serie de Documentos 
para la Historia de México^ publicada en 1855." 

"En cuanto á la moral pública, personajes distinguidos no te^ 
nian embarazo en llevar una vida de disolución y libertinaje, de 
de que no es en este lugar en donde puede darse cabal idea. Mas 
BO eran solamente los artistas y los magnate^ quienes incurrían 
en aquellas faltas. En los viernes de Cuaresma habia la costum* 
bre de hacer una estación desde la puerta del convento de San 
Francisco hasta un lugar llamado el Humilladora Llegó en 1617 
á tal grado el desorden, que desde el jueves á las doce de la no- 
che hasta el viernes á la misma hora, iban al Humilladero^ situa^ 
do ya en el campo, hombres y mujeres con embozos, en grupos ó 
bien de dos en dos, librando muchos para aquella hora y dio, apla- 
asadas las ferias de mw torpezas^ como dijo el Sr. de la Sema en 
el escrito citado; y los viernes por las tardes los que mas com- 
puestamente iban á la estación, lo hacian en carrozas y caballos 
con gran ruido y chacota, como ai de la fiesta de Ownestolen- 
das se tratara. Los excesos de los indios en materia de embiía- 
'^ez, eran no menores que los de las clases altas en los puntod 
indicados. Mezclábase el pulque con una raiz que aumentaba 
las propiedades alcohólicas de esa bebida, las tabernas se habian 
multiplicado y por consiguiente los desórdenes y riñas eran iii* 
numerables.'' 

Testimonio obl misionero Fi^at Martin d£ LboNí 

En su libro ^'Cúnino del Cielo en lengua mexicana»" impresp 
en 1611, dice: '*E1 demonio les ofreció á estes indios algunas difii* 



Í55 

mulaciones para poder cíísimular con algunas idolatrías á vista de 
los españoles y ministros, para huir de ser conocidos, sin las se- 
cretas y encubiertas que deben de hacen Y con estas disimula- 
ciones, en lugar de matar hombres matan aves por no ser senti- 
das, y otros animales: gallinas {huajolotas) y gallos {huajoloies)^ 
y sácanles los corazones vivos, abriéndoles por los pechos. Y a- 
si adviertan los ministros, enviándoles en algunos días señalados 
algo desto, entiendan que hay mal y procuren lo remediar. Los 
dias pondré abajo, sacados de su Calendarioy por no poner todo 
el Calendario; y lo mesmo se entienda si vieren matar perrillos ó 
puercos ó carneros, que ya me ha sucedido á mí; y arrancar en 
Tierracaliente las cabezas á las codornices y poner las plumas á 
las criaturas en las cabezas, derramando la sangre delante de al- 
guna imagen, aunque sea de las nuestras, de las que tienen en 
sus casas; otros encienden candelas y sahuman sus altares en esos 
dias, con la intención de cumplir con su fíesta, y encienden velas 
de noche.'* 

"Una de las mayores disimulaciones, es la de las fiestas que 
hacen en sus barrios ó pueblezuelos, en las cuales lo que parece 
exteriormente es honrar al Santo ó Santa cuya fiesta se celebra, 
y muchos dellos honran al ídolo que honraban sus antiguos en 
su gentilidad, con algunas ceremonias disimuladas puestas en el 
Calendario, matando aves á este modo sobredicho.'' 
. ^'La segunda es de las imágenes que traen en las andas á las 
procesiones, que como son de bulto y están huecas, dentro dellas 
suelen poner cosas indecentes, como yo hallé una vez," 

'^La tercera es tomada de los mismos nombres de los ídolos 
que en los tales pueblos se veneraban, que los nombres con que 
se significan en latía ó romance, son los propios en significaciou 
que significaban los nombres destos ídolos, como en la ciudad de 
México en el cerro donde está Nuestra Señora de Guadalupe 
adoraban un ídolo de una diosa que llamaban Tonantzin^ que es 
Nuestra Madre^ y este mismo nombre dan á Nuestra Señora, y 
ellos siempre dicen que van á Tonantzm ó que hacen fiesta á To- 
nantzin, y muchos dellos lo entienden por lo antiguo y no por lo 
moderno de agora, que es como dije de la de Tldxcalan^ iglesia 
de Santa Ana, por una diosa que llamaban Taciízin^ Nuestra A- 
güela, y hoy en dia dicen que hacen fiesta á Toci 6 van al tem- 
plo de TocC' 

'^También hay una visita en Calpan llamada San Juan Tian- 
qmzmanalco, la mas supersticiosa que ha habido en toda la Nue-» 
va España. Ellos tuvieron allí un ídolo de un dios mancebo y 



156 

muy penitente, que anduvo por aquellas laderas. del volcan desdé 
niño, cubierto con un pellejo de venado, comiendo langostas 7 
yerbas del campo y frutillas silvestres, y llamábanle líacatelpoch- 
)Hj el Mancebo Virgen; y como al principio oyeron decir y con- 
tar la vida de San Juan, dijeron que aquel era su dios con nom- 
bre disfrazado, y siempre se ha hecho alli una de las grandiosas 
fiestas de San Juan que se hacen en toda la Nueva España, 
por que vienen á ella gentes de mas de cincuenta leguas, y es 
tanta la limosna que traen en esta fiesta, que llega á valer de 
cera, gallinas, copal y otras cosas y dinero mas de 400 á 500 pe- 
gos, y hay otros San Juanes en otras partes, que no se acuerdan 
de ponelles ni una vela. Y por aquellos altares hay mas de ca- 
torce ó quince San Juanicos de bulto, á loa que ofrecen los que 
pasan^ y siempre hay alguna limosnilla en los altares, y cuando 
Tan á esta fiesta no dicen á San Juan, sino tictotlapodhuitihui in 
Telpochtli; tictlalhuiquixtilia in Telpochtlu'^ 

'*Las fiestas y días señalados en que es menester abrir los o- 
jos los ministros, son los siguientes, en los cuales hacian infíni- 
idad de idolatrías y maldades en veneración de sus dioses y fies- 
tas que les hacian.'' Pone en seguida el historiador un catálogo 
de las fiestas sospechosas y luego dice: **He puesto aqui este Ca- 
lendario en suma, no mas de que por él se advierta si acaso en 
alguna parte hubiere quedado algún rastro de cosas destas, como 
ise descubrieron en la visita pasada que hizo Su Señoría Ilustrí- 
sima el Señor Don Fray Garcia Guerra, Arzobispo de México y 
Virrey desta Nueva España (1), que le causó harta melancolía y 
tristeza á Su Señoría, como su Pastor y Prelado, al ver agora 
retoñecer semejantes pimpollos, que fué la ocasión por donde me 
moví á hacer este Catecismo y Doctrina en servicio de Nuestro 
Señor y bien destos pobres y gusto de Su Señoría Ilustrisima." 

'*Si alguna cosa ha quedado mas arraigada en los corazones de 
los indios y indias, es esto del fuego y su veneración, y sacar fue- 
go nuevo y conservalle un año en lugares ocultos, y esto que 
j)asamos por ello como gato sobre ascuas en las confesiones: 
Vque dijo el fuego*' y "lloró el fuego'* y otras cosas destas. Car- 
guen la mano per viscera Jesu Chrieti en reprendérselo y darles 
á entender su engaño y ceguera, para que asi se desarraigue; en 
confesiones y sermones combatamos todos esta fortaleza del de- 
monio, y adviértase al baptismo del fuego, en donde les ponen 
los sobrenombres que llaman yahuiltoca cuando nacen, y que las 

(I) En el primer tercio del »glo XVII. 



157 

Paridas y parieras no tengan al fuego por padre ó madre ni au- 
tor de la naturaleza» y por eso dicen que al nacer de todos y al 
morir asiste el fuego á todos para su conservación y aumento; 
redargüilles esto y abominárselo con las razones que para ello se 
ponen en el discurso deste OonfesonariOi como cosa que tanto 
importa al Eiervicio de Nuestro Señor y á la salvación destos 
pobres.'^ 

TSSTIMONIOS DE LAS LeTES DE JnDIAS DADAS POR FeLIPB JJT. 

La ley 46, título 6, libro 1? , dice: ^'Habiendo tenido noticia 
que en la educación de los indios y enseñanza de los artículos de 
nuestra Santa Fé Católica Bomana, no se pone todo el cuidado 
que deben tener los ministros de doctrina^ y siendo esta nuestra 
primera obligación, para el cumplimiento de ella hemos fundado 
y dotado todas las iglesias que han parecido necesarias, y seña* 
lado á los Guras y Doctrineros rentas competentes de las que á 
Nos han pertenecido y pertenecen, y suplido de nuestras Cajas 
Reales todo lo que falta, asi para los Obispos, como para los 
clérigos y religiosos que sirven las Doctrinas, y que sin embargo 

de esto, por eonyeníencías particulares de los Curas y 

SoetriRerOS, se quieren encargar y encargan de mas indios de 
los que pueden enseñar, doctrinar y administrar los Santos Sa-- 
cramentos: rogamos y encargamos á los Arzobispos y Obispos, 
(]ue con especial cuidado hagan reconocer el número de indios 
que cómodamente pueden ser enseñados y doctrinados por cada 
Doctrinero y Cura, atenta la disposición de la tierra y la distan- 
cia de unas poblaciones á otras, y en esta conformidad señalen el 
distrito de cada Doctrina y el número que pareciere conveniente, 
que nunca ha de exceder de cuatrocientos indios.'' 

La ley 9, título 13, libro 1?, dice: "Porque ordinariamente 
mueren los indios sin testamento, y cuando disponen de sus ha- 
ciendas es en memorias simples y sin solemnidad, y conviene o- 
currir á los daños que proceden de introducirse los Doctrineros y 
otras personas, recogiendo sus bienes y alhajas y disponiendo que 
se gasten en limosnas y sufragios y y para que no se queden exhe- 
redados los hijos, padres ó hermanos y los demás que conforme 
á derecho deben succeder, rogamos y encargamos á los Arzobis- 
pos y Obispos y Provinciales de las Religiones, que con efecto 
remedien los excesos que en estos casos intervinieren.'' 

La ley 85, título 14, libro 1 P, dice: "Han resultado gravísi- 
mos inconvenientes de que en las Provincias de nuestras Indias 



158 

residan algunos religiosos de estos reinos faeri^ de siis.conr 
ventos, contra lo dispuesto y establecido por la Santa Sede Apos- 
tólica, Reglas y Constituciones de sus Religiones, sobre que se 
han despachado muchas cédulas de los Señores Emperador y 
Reyes nuestro padre, abuelo y bisabuelo, y ae contiene en las 
leyes antecedentes. Ordenamos y mandamos á nuestros Virey es. 
Presidentes y Audiencias Reales que tengan muy especial cuida- 
do de informarse qué religiosos residen en las dichas Provincias, 
cuyas Religiones no tienen conventos fundados, y á los que asii 
hallaren, pidan los despachos y licencias nuestras y de sus supe- 
riores, y si vistas y examinadas les constare ser ciertas, verdade- 
ras y sin sospecha, se las vuelvan, y hagan notificar que dentro 
de un breve término vengan á estos reinos á residir en sus Or- 
denes y conventos;. . . y en lo que toca á los religiosos cuyas li - 
cencias y despachos fueren falsos óf sospechosos, se los quiten y 
envien á nuestro Consejo de Indias, y á ellos los embarquen pa* 
ra estos reinos, sin admitir réplica, excusa ni dilación alguna/' 

La ley 7, título 18, libro 1 ?, dice: **IIemos sido informados 
que de la cuarta parte que por derecho y costumbre toca á laa 
parroquias, de las Misas que los testadores dejan en sus testa- 
mentos, han pretendido algunos Obispos sacar la cuarta, para, 
decirlas ó hacerlas decir, conforme se guardan en la Iglesia Me- 
tropolitana" de los Reyes y en las demás del Pera, é introducir 
que los Curas quedan obligados á decir las Misas que importa 
esta, cuarta, con pretexto de que les toca por jueces de testa- 
mentos. Y por que es justo se gua^rde lo que por derecho y cos- 
tumbre está asentado, rogamos y encargamos á los Prelados de 
nuestras Indias que asi lo ejecuten, guardando el derecho y cos- 
tumbre, y por ninguna via impidan el cumplimiento de los tes- 
tamentos y última voluntad de los difuntos/' 

lia ley 10 del mismo titulo dice: **Nos tenemos señalada á 
los Curas y Doctrineros congrua y suficiente porción para sa 
sustento y vivir con la decencia que conviene, y se deben con- 
formar con lo dispuesto por los Concilios Provincialeg celebrados 
en nuestras Indias y la costumbre legitima usada y guardada 
en ellas, no llevando derechos á los indios, ni otra ninguna cosa 
por pequeña que sea, por los casamientos, entierros, administra- 
ción de Sacramentos ni otros ministerios eclesiásticos, introdu- 
ciéndolos y llevándolos á su arbitrio. Rogamos y encargamos á 
los Prelados de todas nuestras Indias que no permitan á los di- 
chos Curas y Doctrineros que por esta razón lleven intereses á 
los indios en ninguna cantidad, aunque digan que lo dan por su 



159 

voluntad, y hagan guardar lo detern»inado y resuelto en los Oon-^ 
cilios, y la costumbre legítima inviolablemente, sin exceder ^e* 
los aranceles, asi los clérigos como los religiosos; que adminis- 
tran los Santos Sacramentos*" 

'*Obrosí. Remedien el grande exceso á qwe han llegado los de-' 
rechos que los Curas llevan á losjndios por lo que llaman posas^ 
en los entierros.'* 

La ley 2, título 21, libro 1 P, dice: "Los clérigos y religiosos 
Doctrineros y otros demandantes han introducido pedir limos- 
nas á los indios por escrito, y después les hacen molestias para 
obligarlos á cumplir lo prometido. Mandamos que no se puedan 
pedir estas y semejantes limosnas por escrito ni de contado, sin 
tener licencia de nuestra Real Audiencia del distrito, dada con 
citación de nuestro Fiscal, y asimismo del Ordinario Eclesiás- 
tico." 

La ley 43, título 12, libro 6, dice: "A los Curas de pueblos se 
reparten indios, varones y hembras, que les guisen de comer, 
hagan pan de maíz y pesquen las vigilias y cuaresmas; y por 
que es muy dañoso y perjudicial, ordenamos que no se permita 
tal repartimiento para estos efectos ni otro alguno, y guárdese 
lo dispuesto en los servicios personales*' (1). 

Testimonio tomado de la Ínsthuccion de Felipe JjJ a D. Luis 

DE VELASCO el segundo. 

Decia el rey a su virey: ''Hase entendido que los religiosos 
de las Ordenes tienen discordias y pasiones entre sí, por que 
los qu€f*allá toman el hábito hacen su parte contraria á los que 
van de acá, y que asi se contradicen los unos álos otros. Y por 
quQ^ la discordia, que de suyo es tan dañosa, se echa bien de ver 
cuanto mas lo sercáen las Religiones y los inconvenientes que se 
pueden seguir si esto pasa adelante, os encargo que os informéis 
muy en particular del estado en que estuviere esto en cada una 
de las Ordenes, para que si halláredes las dichas diferencias ó 

(1) Un pescado bagre en ajomole^ tortillitas tomadas del comal, una tru- 
ch'>tH en escabeche, un par de huevos estrellados^ minguiche (plisado de 
chile verde, i joeoqui)^ frijolitos con rebanadas de panela fresea, capirotada, 
sancocho de guayabas, uoa gallina rellena i una docena de tamales con sen- 
dos vasos de pulque, es una comida cuaresmal mui sabrosa i mui confortable 
para ir a '^buscar á los idolatras en los desiertos, y reunidos en poblaciones, 
y enseüades con sencillez la religión y las primeras letras, y el modo de fa- 
bricar pobres casas y de cultivar los campos etc." 



160 

cosa semejante que tenga necesidad de remedio, tratando de e* 
lio con sus Prelados y Superiores, procuréis concordarlos, mes - 
trándoles su propio daño y el que pueden hacer, en lugar dd 
provecho que se espera de su doctrina^ que es en lo que se debían 
ocupar, dejándose de estas pasiones domésticas de tan poco 

fmto y tan procuradas por el demonio" (i). 

Testimonio dbl Virey Marques de Mlontesclaros. 

Eq sus "Advertimientos sobre algunos puntos del Grobierno 
de la Nueva España," que con fecha 2 de agosto de 1607, al con- 
cluir su gobierno, remitió a Felipe III, habiéndole de la falta 
que habia de clérigos seculares instruidos en los idiomas indios 
para que fuesen Curas, por lo qué era necesario tolerar que fue- 
sen Guras los monjes, dice: ''Cuando esta falta se pudiese su- 
plir, mi parecer seria que pues no importa menos su reforma- 
clon {de los monjes) que su conservación, se redujesen á iorma 
monástica de comunidad y coro, sin andar tan derramados en 
negocios seglares, con que se juzga por imposible la observancia 
regular á que están obligados por su profesión.*' 

'*Es el color que se dá é todo lo que los religiosos intentan en 
causas de los naturales de estos reinos, su defensa y amparo; pe- 
ro la verdad, Señor, es que cuantos tienen la cosa presente jc^z- 
gan por tan otros los motivos de lo que ellos parecen, que se tie- 
ne por cierto ser la mas pesada opresión de los indios la 

l^ne SUfi*en de los frailes, asi en el trabajo personal como en 
los tributos é impusiciones, si bien es de lo que menos quejas 
forman, por tenerlos impuestos en que solo juzguen por su bien ó 
mal aquellos que el ministro pusiere nombre de tal (2); esto se ve- 
rifica en que cada pueblo emplea mas indios en servicio del con- 
vento, que en todos los otros ministerios del reino propios y co- 
munes, y no contribuyen veinte indios tanto á V.M. [Vuesa Ma- 
jestad], como uno solo tributa al ministro de doctrina; y baste 
por muestra en materia que se podría decir mucho proponer á V. 
M. que cuando un religioso vá á decir Misa á cualquier pueblo, 
demás de la limosna que por ella se le dá y de lo que come y be- 
be, que todo es sin moderación (3), y de las obvenciones, que pa- 

(1) iDstruccion copiada por Solorzano en su PolUioa Indiana^ Ubro 4, 
capitulo 26. 

(2) Los tenían vueltos cubijes. 

(3) Ua pescado bagre en ajonudey truchitas en escabeche etc. etc. I 
mcDos malo hubiera sido que todo hubiera parado en comer i beber sin mode-* 



r 



161 

ra muItiplicarlaB, les basta multiplicarles los nombres, les obliga 
ft Que den doce reales para herrar su caballo; y como se han cal- 
ssaao con el nombre de sus protectores, en esta fé quieren que no 
se dé nombre de agravio á las exorbitancias que por su mano se 
ejecutan contra ellos" (1). 

^Jestimonio de p. ^DOLFo Llanos y /ílcaraz, 

En su obra "La Dominación Espafiola en México," tomo 1?, 
pag. 314, dice: "En 1607 el Marques de Montesclaros dirigió u« 
na exposición al rey, toda en favor de los indios. Por cierto 
que hablaba duramente de los frailes [ya no eran los varones 
apostólicos del siglo anterior), manifestando que á título de 
protectores eran los que mas oprimian á los indios, y pedia una 
cédula que pusiera coto á sus abusos." 

Este testimonio vale un Cristo de oro« 

Testimonio del jurisconsulto ^olói^zano. 

En su "Política Indiana," libro 2, capítulo 3, dice: "Y esto 
mesmo, aun con mayor expresión y generalidad, prohibiendo to- 
dos los servicios particulares á todas personas y en especial á lo:i 
OarregidoreSf Curas y Doctrineros de los mesmos indios por ser 
los que mas excedían en ello, siendo los que debieran ense- 
ñar á otros á obedecer con su bv£n ejemplo, se dispuso por cédu- 
las de los años de 1591 y de 1594 y otras muchas que se hallan 
en el cuarto tomo de las impresas. Y por que aun del todo no 
^c acababa de conseguir lo que tanto se procuraba, so volvió á 
repetir agravando las penas en la cédula primera que llaman del 
Servicio personal, dada en Yalladolid á 24 de Noviembre de 
1601" [2]. 

racioD; mas es sentencia de San Potestas Cardenal, confirmada con la doctri- 
na de los antiguoe romanos, <}ue Ceres i Baco son compañeros de Venus: Si- 
ne Ccrere et Badwfriget Venus. 

(1) Alaman en el Apéndice a sus Disertaciones, en la biografía del Vi- 
rey Marques de Montesclaros hace un elogio de este Virey, i mayores son los 
que hace D. Niceto de Zamacois, diciendo entre otras cosas en su Historia de 
Méjico, tomo 5? , pag. 264, que dicho Virey "salió de Méjico dejando gra- 
tos recuerdos de su actividad, honradez y amor á la justicia. '' 

(2) Ya se recordará que Solórzano era español, primero oidor de Lima y 
después miembro del Consejo de Castilla i del Consejo de Indias. En mis 
escritos contra el gobierno colonial, siempre tomo mis testimonios de los mis- 
mos españoles i de los defensores del gobierno colonial 



k. 



162 

TESTíMokld DEL Cf\pNI3TÁ La j^EA, 

Fr^j Alonso de La Heá en su "Qrónica de la Orden de Núes* 
tro Seráfico Padre San Francisco, Provincia de San Pedro y Saa 
Pablo de Mechoacan," capítulo 18, dice: "No me dicen los histo- 
riadores si en este tiempo que fué Custodia de Mechoacan . • « se 
hicieron los edificios {los conventos) tan suntuosos y costosos que 
tienen. Lo cierto es que sacando el hilo por la hebra, serian al- 
gunos convQnticos ó chozas pastoriles del Evángalio: por que 
Tzintzuntzan^ que es cabeza de esta Provincia, fué entonces una 
Porciúncula y hoy es de los mayores edificios del reino. . . Tam- 
bién el convento de Valladolid (Morelia), seminario de la religión, 
fué un conventico pequeño, hasta que se hizo grande, suntuoso y 
grave; cuyo principio dio el Padre Fray Antonio de Lisboa con 
cinco reales en poder del síndico (1), y hoy vale mas de cien mü 
pesos, por que Altissima paiipertas abundavit in divitias^' (2/ 

(1) Los síndicos de los conventos eran de los que tenian banco de avio» 

(2) Esas palabras latinas quieren decir '^La profunda pobreza abundó en 
riquezas." Yá Felipe II había proliíbido que la profunda pobreza abundase 
en riquezas, diciendo en la lei 4, título 3, libro 1 P de la Recopilación de lu- 
dias: "Mandamos que habiéndose de fundar mono ster ios en pueblos de indios, 
y precadiondo licencia nuestra conforme á la ley primera de edte título, 
sean las casas moderadas J"* 

La Rea no dice de donde tomó esas palabras ^'La profunda pobreza abun- 
dó en riquezas.^^ ¿Es sentencia de la Escritura o de algún Santo Padre o de 
algún clásico pagano? Yo he averitjuado que la tomó de la Epístola 2 í^ 
de San Pablo a los Corintios, capítulo 8, verso 2, donde dice: **su profunda 
pobreza abundó en riquezas de su benignidad;'' altissima panpertas eorvm 
ahmdavit in divilias simplicitaiis eoriim. Dice allí San Pablo que la pro- 
funda pobreza de los cristianos de Macedooia fué fecunda en obras i riquezas 
(le caridad o benignidad, por que lo poco que tenian lo repartieron a los pobres. 
Habla pues el Apóstol de riquezas espirituales,- rpero\osfmi\eB entendían 
este texto de la Biblia como los judies entendian i entienden la venida del 
Mesias: lo entendían de construcción de conventos valiosos de mas de cien 
mil pesos i otras riquezas temporales i tangibles. San Pablo dice: **8U pro- 
funda pobreza abundó en riquezas de su benignidad,*' i La Rea dice: "La 
profunda pobreza abundó én riquezas" i se comió las palabras de su benigni- 
dad, las cuales declaran el sentido espiritual i contradecían el pensamienti^ 
del cronista, por que entre dar limosnas a los indios a semejanza de lo» 
cristianos de Macedonia, i construir suntuosos conventos con las limosnas i el 
sudor de los indios sin pagarles nada por su trabajo, habla alguna diferencia. 

Una de las muchas varitas de virtud que teñían los frailes pata cotivertit 
cinco reales en nías de cien mil pesos, eran los brazos i las espaltiás de 1¿8 
indios, a quienes volvieron burros. Rocordendos la upreciacian de "El I)&rfí> 



163 

Ya veremos en el discurso de este libro en que vino a parar á- 
quella ^'profuüda pobreza que abundó en riquezas/' Jesucristo 
dice en su Evangelio que ordinariamente las riquezas, con las so-^ 
licitudes i cuidados que les son anexos i con los deleites sensua^ 
les que producen, impiden la práctica de las virtudes (1). San 
Antonio de I^adua, hijo de San Francisco de Asis, dice: **Las ri- 
quezas relajan, las delicias enervan" (2). San Juan Crisóstomo 
dice: '^Las consecuencias ordinarias de las riquezas son la lujuria, 
laira, la glotonería, el furor, la injusticia, la arrogancia, la sober- 
bia i todo movimiento irracional*' (3^. 

Oficial" en su polémica con Llanos y Alcaraz en 1875: "El pais conquistado 
lo daba todo; brazos y dinero: nuestras minas brotaban el oro, maderas nues- 
tros bosques y brazos los millones de aztecas que no conocieron la libertad 
del trabajo, aunque sí el servilismo del esclavo. Con estos elementos se 
pueden construir palacios y catedrales.^' 

El Sr. Garcia Icazbalceta en su libro "Cartas de Religiosos de Nueva Es- 
paña. 1539 — 1594," ha publicado este documento que encontró en el ar- 
cliivo del convento grande de San Francisco de México: "Memorias de Iob 
Bienliechores que han hecho limosnas mas señaladas á este Convento de San 
Francisco de México, desrle la fundación de él . . . El Emperador D. Carlos, 
de gloriosa memoria {i luesro refiere los heneficios de Carlos F) . . . D. Her- 
nando Cortes (¿ refiere los beneficios) ... El Arzobispo Zumárraga {i rsftere 
los beneficios] . . . Vireyes [refiere los beneñcios) . . . Los indios, Los mas 
principales bienhechores que tenemos son los indios desta ciudad de México, 
que nos han hecho y hacen muchas y grandes limosnas (\esiando tanipobres!). 
Hicieron este convento y la capilla de San Joseph: de ordinario nos hacen 
mucha caridad, han sido y son el principal sustento de esta casa, y juntamen- 
te todos los demás indios de toda la tierra nos han tenido á todos mucha de- 
voción, haciéndonos mucho bien y limosnas: hicieron todos nuestros conventos 
con gran voluntad, en limosna y amor de Dios.'' 

Eran limosnas con tornillo i amor de Dios con látigo, como aquel amor de 
Dios con que los de la raza negra trabajaban hasta reventar para enriquecer 
A sus amos. £n un hospital estnba una vez un loco, callado, rechinando loa 
dientes; le preguntaron "¿Qué estás haciendo?' i respondió "Aquí echando 
diablos con paciencia. " Los indios fabricaron todos los conventos de la Nue- 
va España echando diablos en amor de Dios. Aquellos suntuosos conven- 
tos, construidos con las obvenciones, oblaciones, derechos por la administra- 
ción de los sacramentos i demás limosnas i sudor de los indios, hacen recordar 
esta sentencia de Séneca en su Epístola S7: "El rico tiene una casa hermosa, 
pero edificada con dineros ajenos. ' Dives kabet domum formosafii^ sed a- 
lienisnumwis ftaralam, 

(1) Luc. 8^14. 

(2) Divitiae dissoltunt^ deliciae enervajit, (Sermón en.la dtimÍQica in- 
fra octava de la Natividad de J. C). 

(3) Diviiiarum pedisseqna est Ivxnria, ira^ in(emj^rffniiaj:furory tu- 



164 

Comercio pe esclatos hecho por loe olerzqob de la nubvá Es- 
paña. 

En mi peauoño libro "Dascripcion de un Cuadro de Veinte E* 
dificios," ^ lo, he presentado algunas copias de escrituras de ven- 
ta de esclavos en la Nueva España en el siglo XVII, con la or- 
tografía del mismo siglo, entre ellas la siguiente: "Sepan quan- 
tos esta carta hieren como yo. el licenciado, francisco, peres rru- 
tíin. cura y vicario, de esta billa, de los Lagos, otorgo, y conos- 
co. por esta carta, vendo, sedo, y traspaso, a pedro de galves. 
mercader vesino de la siudad de mexico. es asaber. un mi escla- 
vo, de color negro, llamado manuel. de tierra angola. (I)d6e- 
dad de veinte años, poco mas o menos, el cual le bendo por es- 
clavo, subjeto a servidumbre, y por libre de ipoteca. y de otro e- 
nagenamiento. alguno, y con todas sus tachas (2). y sin asegurar- 
le, de cosa ninguna, y se lo bendo. por presio. y quantia. de qua- 
trocientos y quarenta pesos, de oro común, los quales confieso. 
aver rresebido. del dcho. pedro de galves. rrealmente, y con efecto. 
sobre que rrenunsio. la excepción, de la pecunia, e leyes de la 
entriega. y paga, y su prueba, y como rreal. bendedor. me obli- 
go, a la ebision. y saneamiento, del dcho. negro, según y de la 
forma, que mexor de derecho, soy obligado, para el cumplimien- 
to, de todo lo qual, obligo mis bienes, abidos. y por aber. y doy 
poder cumplido, a las justicias, eclesiásticas, que de mis causas, 
puedan y deban, conoser. a cuyo fuero y jurisdision. m^ someto, 
y renunsio. el mió propio domisilio. y besindad. y la ley sit con- 
venerit. de jurisdisioni. omnium judicum. para que me compelan. 
a lo dicho, como por sentencia, pasada en cosa juzgada, y rrenun- 
sio el capítulo, que comiensa. oduardus. de solusionibus. y la ge- 
neral, del derecho, y lo otorgué, ante el presente escribano, puco, 
y testigos, que es fecho, en la billa de los Lagos, a treinta, dias 
del mes. de enero, de mili, y seiscientos y doce años, siendo tes- 
tigos. Joan de ysasí. y andres lopes. y agustin de espinosa, besi- 
nos de esta billa, y estantes, a quien yo el escribano conosco lo 
firmo testado (buenas y malas) entre renglones (publicas y secre- 
tas) bale. 

justitia^ arrogantia^ superbia omnisque irrationahilis moius. (Homilía 
Q,uod iiemo laeditur nüi á se ipso). 

(1) África. Estos esclavos eran los de mas valor. 

(2) Aqui están testadas estas palabras btienas y malas i entre renglones 
píMicas y secretas^ 



[ .1 



165 

Franco. Ferez 

Rubin. 

Por ante mí 

Franco, de espinosa 

escrib ? puco. 

Sin drhs." 

Testimonios dbl Cronista Pareja. 

En su '^Crónica de la Provincia de la Visitación de Nuestra 
Señora de la Merced, Eedencion de cautivos, de la Nueva Espa- 
ña," estado 2 P, capítulo 7, dice: "Habiendo criado Dios al pri- 
mer hombre del mundo y queriendo propagar su providencia la 
naturaleza humana y dilatarla^ por todo el orbe, para los glorio- 
sos fines que su inmensidad prevenía, dijo que no estaba bien el 
hombre solo, que importaba darle compañia, y entonces formó á 
la mujer á costa del hombre, pues la edificó de su costilla (1). 
Hallábase ya el convento de México perfecto en su fundación, a- 
segurado con sus privilegios apostólicos y reales, y como se veia 
en un reino tan dilatado como el de la Nueva España, trató lúe* 
go de difundirse por las ciudades y lugares de ól, y comenzó por 
lo mas cercano que fué la ciudad de la Puebla, por hallar en ello 
gran capacidad para la fundación de conventos, por ser la segun- 
da de este reino y lugar muy crecido de vecinos, y su jurisdic- 
ción muy rica y abundante de haciendas de campo (2), para que 
el convento tuviese hastanteniente el sustento necesario para los 
religiosos que lo hablan de habitar; y asi luego al punto que este 
convento de México se halló fundado, dispuso tener compañia 
semejante en la Puebla, para dilatar la Eeligion (3) por toda la 
Provincia de este reino, y fundó convento en ella en la forma si- 
guiente (4) . • . Luego se comenzó á edificar el convento en for* 
ma, valiéndose de los solares que se dieron y en ellos se labra- 

(1) El hombre i la mujer son como la llave i la cerradura. Dios coando 
crió al hombre solo antes de criar a la mujer, se parecia al herrero cuando ha 
hecho la llave i no ha hecho todavia la cerradura. Respecto de los animales 
no tuvo Dios que detenerse a pensarlo, sino que en el mismo acto crió macho 
i hembra. Por lo demás, este hecho de la Escritura tiene tanta relación con 
lo que va a decir él cronista, como con las nubes de antafio. 

(2) Esto buscaban los mercedarios. 

(3) Por esa palabra no se entiende la ReUgion Catofyse^ sino la Orden de 
la Merced, 

(4) El convento de México era el hombre i ^1 d^ Puebla era la mujer; 
mn que aquel perdiese ni una costilla. 



166 

ron dormifcorios con las celdas necesarias y las demás oficinas de- 
convento, como son un refectorio hermosísimo (1) con una ante- 
sala muy capaz, que es el de profundis^ y sirve también para las 
lecturas de artes y de teologia (2) y sus conferencias literarias 
cuotidianas(3); algunas salas bajas muy capaces que sirven de pa- 
sadizos, y lo principal fué agrandar la iglesia y sacristía y poner en 
forma el coro para los ministerios eclesiásticos del oficio divino, 
y disponer un noviciado en que se criasen los novicios que toma- 
sen el hábito en dicho convento, que desde entonces comenzó á 
ser casa de comunidad, por que como la ciudad es. grande y det 
tantos vecinos, habia muchos de sus hijos que se inclinaban á la 
Religión y pedian el santo hábito, por lo cual se fué aumentando 
en breve tiempo el convento, no solo en religiosos conventuales, 
sino €» algunas rentas^ por razón de las legitimas de los que pro • 
fesaban y por algunas capéUanias que imponían algunos devotos 
bienhechores, y también por que desde luego que se fundó dicho 
convento, fué servido Su Majestad del Rey Nuestro Señor Fe- 
lipe III, que está en gloria, de hacer limosna de vino y aceite al 
convento, como consta de su real cédula dada en Valladolid á 22 
de Abril de 1601 años, obedecida por el Señor Conde de Monte- 
rey, Virey de esta Nueva España, por auto en el bosque de Cha- 
pultepec, en 31 de Octubre de 1602 años." 

Pareja en el capítulo siguiente refiere como a Adam se le au- 
mentaron las costillas i le crecieron las uñas. Los mercedarios 
de la capltaJ de la Nueva España no edificaron su convento en 



(1) Los mercedarios no fabricaron escuela de primeras letras ni hoaptal 
páralos indios^ coma los franoiscsDos, los dominicos i los. agustinos^ sino un 
refectorio hermoaísimo; pescados bagres en ajomole^ trachitas en escabeche, 
gallinas rellenas, leQhooes asados en el horno etc. etc. ' 

(2) La sala deprefundis era un. lugar de mueite: era en el que se ten- 
dian los cuerpos de los monjes difuntos i ee el que se ensefiaba.la fikwofia i 
la teologia del falso Peripato a los novicios: lugar de la muerte de la-£lofiofia 
i de la teología. Si se recuerda la cátedra . de. matemáticas del astrólogo 
Fray Diego Rodríguez, monje de la Merced» en la. Universidad de Mfexioo, 
de que habb largamente en mi 'filosofía en la Nueva Espafia^\ se conocerá 
la verdad de este pensamiento de Mma. Staél; ^^Los españoles' GuUivaJaan 
las ciencias como astrólogos.'^ ("Déla Literatura en sus relajones con ]«$ 
ciencias sociales,^' capitulo 10). ¿I qué^ no sabíanla liteíata k que vAegjfi el 
8r. de la Rosa, a saber, que en el siglo S^YII también en Frailía, es Italia 
i en las demás naciones de Europa habjia astrólogo^ Sí^ pero sabiaigual- 
mente que en ninguna nación habia tantos astrólogos i supersticiones cona eu* 
España i sus colonias. 

(3) Lasdierpatas aquellas sobre bagatela^t qnf ja c^qmi mki lactwem 



167 . 

Un local conveniente, de manera que la iglesia i el convento es- 
tuviesen contiguos i comunicados, sino que fabricaron la iglesia 
en una manzana i el convento en la manzana siguiente, habien- 
do de por medio una calle, en la que muchos pobres vecinos te- 
nían sus casas, por lo que conjeturo que los primeros merceda- 
ríos debieron da ser paisanos mios. ¿Qué hacer después para 
comunicar la iglesia i el conventof Una cosa mui sencilla: tapar 
la calle por uno y otro extremo, de manera que se agrandase el con^ 
«vento i los dueños de propiedades particulares quedasen acorra- 
lados i reventasen por su propio peso. Dice: ''en esto hallaron 
gran dificultad, por el perjuicio que de ello se seguiá á los veci- 
nos, pues era cerrarles una calle que hablan menester para su co- 
mercio y trajin; y no pudiendo vencer, se valieron los Prelados 
■del favor del Señor Y irey Conde de Monterey, que miraba las 
causas de la religión con mucho afecto (1); pero como Su Exce- 
lencia conooia la repugnancia que habia en los vecinos y que por 
.«1 camino jnrídüco no habia modo de vencerlos, dijo frivada- 
úñente á los Prelados que el mejor medio para conseguir este fin 
«era que los mismos religiosos se previniesen de materiales 6 ins- 
trumentos de albañileria (2), y que una noche, sin que los viese 
persona alguna, cerrasen las dichas bocas de la callejuela, y que 
hecho esto, aunque pareciesen jurídicamente los vecinos á pedir 
oontra los religiosos, se quedaria hecho, y en esto lop ampararla^ 
oomo lo hiso, pues cerrado el callejón por ambas partes, amano- 
ciendo el dia siguiente se hallaron los vecinos cerrado el paso de 
8U calle, y aunque intentaron volverla á abrir, hubo bastante de- 
fensa en los religiosos, ayudados de algunos seglares amigos (3), 
y presentándose ante el Señor Virey á la demanda del despojo 
de su calle, respondió Su Excelencia que ;qué le habia dé hacer 
A una Beligion que para mayor conveniencia de su convento ha- 
ibia cerrado aquella callejuela? [4]; que lo tuviesen á bien y se 



•«■ 



(1) la los dueños de propiedades particulares que los mordiera un perro. 
. l'¿) Sancho Pansa habría sacado esta consecttencia: luego desde entonces 
se usaba el hacha. 

(3) Loe que tenian banco de avio. ¡Bonita zambra de los apostóles del 
Efangclio! 

[4) ¿I si un pobre tenia su casita contigua a la finca urbana de un con- 
cento i a este Ift convenia agrandar su finca? Se llevaba el pleito ante un jaee, 
i era el pleito del León, la Vaca, la Cabrilla i la Oveja, de que nos habla Pe- 
dro. Los fiailea teman mas poder e influencia üocial que los misroos vire- 
yes, i los kaoian saoombir a su voluntad, una qne otra vez directamente, i 
casi sieDQipre indirectamente i con soagueria, no liaciendo caso de las cédulas 
de los reyes ni de las ordenes de los vireyes i otras autoridades, jl si una 



168 

portasen bien con los r^^ligiosos, que no les estaría mal tenerlos 
por amigos; con lo cual desistieron de su demanda y quedaron 
todos amigos (1), y el convento ya enclaustrado y junto con la 
iglesia el coro'* (2). 

En el mismo eatado 2? , capítulo 12, dice: **En este tiempo se 
trató de fundar algunos conventos en diversas partes y lugares 
que fuesen de población de españoles, por que en los pueblos 

que habitan indios solos, nnnca liemos tratado de fandar 

conventos; lo uno, porque ni los padres que los administran lo 
consentirían (3^, y lo otro, porque en ellos no tienen convenien- 
cia para pasar con el sustento ordinario, sino es solamente el 
párroco que los administra, y en los demás lugares hay limosnas 
de españoles y forma de conseguir algunas capellanias y rentas 
anuales, mediante lo cual se trató de fundar este año (1603) con- 
vento en la ciudad de Guadalajara, que es la cabecera del reino 
de la Nueva Galicia.'* 

En el mismo estado, capitulo 1 8, tratando el cronista de la 
fundación del convento de la Merced de Valladolid (Morelia), 
capital de la provincia de Michoacan, en 1604, dice que el virey 
D. Luis de Yelasco el segundo, libró ''mandamiento para que se 
diesen indios de repartimiento para la fabrica que fuese necesa* 
ría para la iglesia y convento." Es decir que los frailes de la 
. Merced no querían entenderse con los indios para doctrinarlos, 
socorrerlos i consolarlos, pero sí para que echasen lo^ pulmones 

pobre viuda tenia su ranchito contiguo a una magnífica hacienda de campo de 
un convento i a este le convenia agrandar su fincad ¿I si un pobre tenia su 
predio vecino al predio de un convento i a este le convenia constituir o quitar 
una servidumbre urbana o rusticad 

(1) Los vecinos echando diablos por amistad. 

(2) ¡Cuantas manías ha tenido la humanidad/ En tiempo del gobierno 
español había la manía de cerrar calles, i en nuestra época hai la manía de 
abrirlas. 

(3) Antes dijo Pareja que los mercedarios nunca quisieron fundar con- 
ventos en los pueblos de indios por la obstinación de estos en la idolatría, 
i ahora dice que por que los franciscanos i demás monjes que ya habían fun- 
dado conventos en los territorios de los indios, no consentirian que los meioe- 
darios fundasen los suyos en el mismo territorio. Era un pretexto. En un 
mismo territorio de indios fundaban conventos los franciscanos, los domini- 
cos i los agustinos i los unos consentían que fundasen conventos los otros, 
por que los monjes de estas tres Ordenes en el siglo XVI, estaban infla- 
mados en el mismo celo, y el verdadero celo no conoce obstáculos, i movidos 
por el mismo espíritu, el del desprendimiento de rentas i capellanías i el de 
doctrinar í civilizar a I09 indios. 



169 

fabricándoles aus cbnTdntofl, i coDVdQtos auaisuodos» en donde vi* 
viesen con oomodidad i regalo i que se los fAbrioascn de limosna 
y en amor de Dios, es decir, sin pag^arles nada. Kstoi escribien- 
do la Historia de los Frailes de la Nueva España con toda la 
tranquilidad de juicio e imparcialidad que me o^ posible, procu- 
rando que hablen ios documentos historióos i añadiendo yo una 
que otra reflexión i una que otra frase de hilaridad, por que a- 
cerca de ciertas cosas lo mejor es reírse. ¡Con enojo debia escri- 
birse esta Historia de los siglos XVII, XVIII i XIX! 

Los mercedarios de la Nueva España se intitulaban '^monjes 
de la Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced, 
Redención de cautivos." Después de haber visto la redención de 
cautivos que ejecutaron, liaciendo salir de sus casas a los que es- 
taban acorralados i cautivos por haberles cerrado la calle, i des« 
pues de haber visto la cautividad de los indios para que fabrica- 
sen los conventos, veamos ahora otra cosa todavía mas admira- 
ble, como los mercedarios de México se volvieron moros i pusie- 
ron cautivo al Provincial en una mazmorra, por la redención de 
la herencia de los^cevedos. Pareja en el estado 3^ , capítulo 
6, dice: "Habiendo profesado en este convento {de México) algu- 
nos religiosos, hijos de hombres á quienes, fuera de la nobleza y 
buena sangre de que la naturaleza los dotó, los hahia enrique- 
cido la fortuna con grandes caudales de ftaeietida^ de estos fue- 
ron dos hermanos, hijos de un caballero llamado D. Alvaro de 
Acevedo, que el primero, que fué Fray Miguel de Acevedo, pro- 
fesó en manos del dicho Reverendo Padre Maestro Fray Cristó- 
bal de Cervantes, siendo Comendador, y el Padre Fray Diego 
de Burgos, dejando considerable legítima; y habiendo estos reli- 
giosos hecho sus testamentos y últimas voluntades al tiempo 
de sus profesiones, como dispone el Santo Concilio de Trente, 
y en ellas renunciando las partes de sus legítimas en este con- 
vento, instituyéndolo por su heredero universal (1), á breve 
;tiempo, que fué por el año de 1623, llegó el caso de las heren* 
cias y fueron entrando varias cantidades de plata y reales en el 
convento, por que especialmente la herencia de los Acevedos 
(que así le llamaban), era de cantidades considerables, pues mu- 
chos decian que serian de sesenta mil pesos, y aun otros decían 
que de mucha mas cantidad; pero sea lo uno ó lo otro, puesto 
que en los libros comunes de aquel tiempo no parecen los recibos 
de dichas cantidades, ello fué que fueron legítimas muy cuan- 



[1) Dichos novicios AcevedoB i Burgos eran jovencillos; 



170 

tlosas, y que con ellas se podía haber aumentado muy considem*' 
blemente este convento." 

, ''Con la entrada de este dinero en el convento se empezó á tra* 
tar entre el Muy Reverendo Padre Vicario general y el Eeve- 
rendo Padre Provincial lo que se habla de hacer con él, y es cier* 
tísimo y muy constante que el dicho Reverendo Padre Provin- 
cial deseaba con santo celo el buen logro del dinero, y mas en 
ocasión de que tanto necesitaba este convento; así para su edifi* 
cío como para eus reatas, que todo era muy corto lo que tenia 
de uno y de qtro (1). El Muy Reverendo Padre Vicario general 
era de otro dictamen muy distinto^ y con mano poderosa quería 
que dichas cantidades se aplicasen Ó SU dietámeil; y no aju^ 
tándose á ello el dicho Padre Provincial, ni permitiendo que di* 
chas cantidades m peíxtiesen, sino que el convento las lograse, 
resistió á el dictamen contrario con tanta entereza y tanto celo» 
que se declaró wna quiebra de paz muy escand&losa entre lo$ 
dos Fi^elados, y se prendió un fuego voraz de enemistades entre los 

dos, y aun entre los demás reliases de la ProTincia^ 

¡tanto que luego al punto se comenzaron noti&qaciones jurídicas 
de presente del Reverendo Padre Vicario general y respuesta* 
del Reverendo Padre Provincial, siempre defendiendo la utilidad 
del convento. Procedió luego el Reverendo Padre Vicario gene* 
ral á formar causa criminal contra el Reverendo Padre Provin- 
cial, acusándole de inobediente á sus mandatos y dando auto de 
prisión para proceder en lo de adelante; y por obviar mayores «9* 
cándalos, se salió del convento el dicho Padre Provincial, por 
que con modestia religiosa deseaba ya apagar el fuego que se 
habia encendido." 

"Pero no sosegado con esto el dicho Beverendo Padre Vicario 
general, sacó manda^miento de auxilio del Señor Marques de 
Gelves, que. era Virey de esta Nueva España (2X para prender 
aJi Padre Provincial, cpmo lo hiao, y lo tuvo preso en una cárcel 
de es^te couvento de9d3 el. mes de Julio de dicho año de 1623t 
donde le fué actuando, la. causa de inobediente, tan ertminalmen* 
te, que priqaerapiente H d.ió sentencia de privación del Proviacia* 
lato, qup con efecto le quitó, y. luego prosiguiendo la dicha oa^^ 
^^ le did sentencia de e3(pulsÍQ(]k de nue»t(ro santo bábñto», que de 



1*1 i'i I ■ 1 1 * 



(1) A un rico Biepípré te. parece eorto íü que tiene. 
• (2) SI del i^eito coa. el Arzobispo 8 ermí, que conoce todo el que tte^' 
ne una tintura en la Historia del Yireinato: pleito mui ruidoso, idj^ietaíe*^ 
candaloso, asi de pai^te del V^ej^ a)m9^df I; AjcT^im^. 






r 



171 
hecho lo despojó de él, y llegando luego por Noviembre la nao 
de China que se había de volvei: por Marzo del año siguiente, 
como se acostumbra, lo envió con guardas al puerto de Acapulco, 
para que lo embarcasen en ella y fuese desterrado á China, como 
se hace con los gravemente facinerosos de este reino." 

'^Este fué el hecho puntualmente referido, en que se ofrecen 
muchas dudas dignas de ponderación: por que lo primero, es de 
advertir ¿cual podia ser el delito del Reverendo Padre Provin- 
cial para tan grave y horrorosa sentencia?; pues es cierto que en 
la repugnancia que hizo para que dichas legítimas no se perdie^ 
sen, acudió á las obligaciones do su oficio. . . Luego es de notar 
la gravísima inquietud y moción escandalosa de los religiosos^ 

pues los mas se salieron del convento, y ni ann con pro- 
visiones reales quisieron recogerse á los conventos" (i). 

En el estado 29, capitulo 6, refiriéndolos milagros déla 
imagen de la Virgen de la Merced del convento de México, 
tlice: ^'Sea la segunda maravilla de esta Sagrada Imagen ¡a que 
sucedió por el año de 1629, hiendo Provincial el Reverendo Pa- 
dre Maestro Fray Juan de Herrera y Comendador de este con- 
vento el Reverendo Padre Maestro Fray Francisco de Armen- 
tia, y fué que habiéndosele muerto á una muger vecina del COU'^ 
vento el hijo único que tenia, de edad de poco mas de^os anos, 
lo annortajó con la pobreza que pudo y lo' trajo debajo dd manto 
de la Imagen, poniéndolo sobre el altar mayor, como es COS- 
tunibre en los pobreSf que no teniendo para pagar derechos á la 
parroquia, llevan los niños cuando mueren pequeños y los ponen 
€obre algún altar, sin que se sepa cuyos son, y después salen al- 
gunos religiosos con cruz baja y preste y los " (2) 

W ■ 11 ■ ■ ■ 

(1) Aquello foé una morisma en defensa de los sagrados deredios de la 
Iglesia. 

(2) Aquí está trunca la Crónica; pero se echa bien de ver que los moDJet 
hacian un agujero en su templo y sepultaban aquellos cuerpos. Digna es de 
elogio e^a acción de los monjes, como es digna de vituperio la avaricia de los 
curas que negabati la sepultura a estos cadáveres por que no les pagaban los 
derechos parroquiales, siendo así que los cánones de la Iglesia siempre han 
mandado que los cuerpos de los difuntos pobres se sepulten de limosBaf po- 
niendo aquellos párrocos al padre o madre del niño en el aprieto de ir a co-* 
locarlo sobre un altar, de dónde había necesidad de quitarlo» en razón de no 
fíet candelero ni ramillete. ¿1 qué prescriben los cánones de la Iglesia aeer- 
ca de colocación de cadáveres sobre el altar en que sé ofrece el sacrifícioi 
ciando aun bajo el altar prohiben que se sepulte algún cadáver, ni a den 
twfttreií de profundidad, aunque sea de un Obispo o del Papa? ¿Por qué el 
padre o la madre no depositaba el cuerpo de su hijo en el pavimento del 



J72 

TIL Eelaj ación del' clero secular i regalar de la 
Hueva España en el segundo tercio del siglo IVII. 

Testimonios délas Leyes dé Índias, dadas poí^ Felipe JV 

I POR LA ReIíIA GOBEf\NADCF^A DoÑA JAkRIAl /^NA DE ^USTRIA. 

La ley 4, título 7, libro 1 P, dice: **Rogamos y encargamos á 
los Arzobispos y Obispos que excusen ordenar tantos clérigos co- 
uio ordenan, especialmente á mestizos é ilegítimos y otros defec- 
tuosos, yno dispensen en los intersticios, ni consientan en sus 
diócesis á los expulsos de las Religiones {las órdenes monás- 
ticas) y escandalosos, procediendo en todo conforme á Derecho 
y á lo dispuesto por los Sagrados Cánones, Santo Concilio da 
Trento y otros que tratan de estos casos, por que asi conviene al 
servicio de Dios Nuestro Señor, mayor estimación y respeto al 
Estado Eclesiástico y buen gobierno de nuestras Indias" (1). 

La ley 8 del mismo título dice: **Somos informados que de es- 
tos reinos pasan lUllchos clérigos y religiosos [a las Lidias] sin 
nuestra licencia, en los cuales no concurren las partes de buens^ 



templof Por que liabia en México muchísimos perros, i perros de pobres, i 
para el corazón de una madre ni sobre el altar estaba seguro el cuerpo de su 
hijo. ¿Q^uienes eran responsables de estas profanacioaeb? Me queda un es- 
crúpulo.. ¿Por qué el padre o la madre no iba a entregar el cadáver de su 
hijo a los monjes en la porteria del convento, sino que lo depositaba furtiva- 
mente sobre un altar i se salia de prisa antes que lo viera algún monje? Otro 
escrúpulo, ¿dué se hacia con los cadáveres de hombres maduros i de viejos, 
cuyos deudos no tenian con que pagar los derechos parroquiales i cuya furti- 
va colocación sobre un altar no era fácil? 

(1) El Venerable Palafojí en su Pastoral que intituló "Puntos que el 
Señor D. Juan de Palafox y Mendoza, de los Consejos de Su Majestad etc. 
deja encargados y encomendados á las almas de su cargo, al tiempo de par- 
tirse de estas Provincias á los Reinos de España, año de 1 649,^' punto 3 P, 
dice: ^^Si hay algunas Provincias en el mundo, donde sea muy necesario )udt 
tar el ejemplo de los predicadores a sus palabras, son las de las Indias; por 
ser viña recien plantada en la íé, llena de neófitos y gente sencilla y párvula, 
como son indios y otras naciones del Oriente, el Brasil, China y otras partes 
que concurren en ella. . . Y como los niños mejor aprenden a escrebir propo- 
niéndoles escrita la primera linea que lian de imitar, que solo con decirles co- 
mo lo han de hacer, asi los pobrecitos indios, negros, mulatos, mestizos y o- 
tros, mejor vivirán con el ejemplo de sus maestros y predicadores que solo 
coii las palabras,^^ 



irs 

Tida y ejemplo que requiere su estada" 

La ley 42 del mismo título, dice: ''For los inconvenientes 
que Ge siguen de que los religiosos vivan fuera de sus conventos^ 
y particularmente asistan á monasterios de religiosas que' no es* 
tan sujetos á sus Prelados ni son de sus mismas Ordenes, roga- 
mos y encargamos á los Arzobispos y Obispos que nombren í 
clérigos seculares por vicarios ó confesores de las monjas sujetas 
á sus jurisdicciones, y no ¿ religiosos, que así se acostumbra y 
observa en estos nuestros Reinos de Castilla." 

Cuando en un periódico, libro u opúsculo se presentan tristes 
cuadros de la época colonial, los defensores del gobierno espa- 
ñol dicen con disgusto ''¡Son especiotas de ignorantes en sus dis- 
cursos del 16 de septiembre!*' £s verdad que se han pronunciado 
muchos de esos discursos por neófitos en la historia i en la lite- 
ratura, queiían dicho que Hidalgo fué un Santo (tan Santo co- 
mo CrÍ8t<5ba} Colon, como Iturbide, como muchos grandes per- 
sonajes históricos i como muchísimos otros curas, canónigos i 
monjes de su época), i han hecho dichos oradores elogios tan des- 
compasados de los héroes de la Independencia^ que los han presen- 
tado en caricatura; discursos en que hablándose del sistema fede- 
ral, hai VLTíB, federación de palahras^ como decia Quintana Roo, i 
en que los oradores declinando en poetas, se les. echan a Ifts bar- 
«bas al Dante i a Shakespeare; pero también ha habido muchos 
discursos sensatos i algunos verdaderamente sabios i patrióticos^ 
de los qué he presentado bastantes ejemplos en mi libro "La 
Filosofia en la Nueva España," pag. 16 Oigamos algunas especio- 
tas de Felipe IV. 

En la lei 11, titulo 13, libro 1 P, dice: "Por que se ha enten- 
dido que los Curas Doctrineros, clérigos i religiosos, hacen mu- 
chas vejaciones y molestan gravemente á los indios, y obligan & 
las indias viudas y á las solteras que viven fuera de los pueblos 
principales y cabeceras, en pasando de diez años de edad, á que 
con pretexto de que vayan todos los dias á la doctrina, se ocu^ 
pen en su servicio y especialmente en hilados y otros ejercicios, 
sin pagarles nada por su trabajo y ocupación (1), con lo cual no 

pneden asistir ni & sns padres ni hjjos, mandamos á núes* 

tros Vireyes, Presidentes y Gobernadores, y rogamos y encarga- 
mos á los Arzobispos y Obispos, que hagan guardar nuestras cé- 
dulas y ordenanzas y los Concilios Provinciales y Sinodales con 
toda precisión y cuidado, proveyendo y ejecutando todo lo que 



(1) Por limosna i en amor de Dios. 



174 

vieren que convienei para que los indios é indias no reciban agra- 
vios ni molestia" (1). 

. La ley 13 del mismo titulo dice: **Los estipendios y sínodos 
señalados á los Curas y Doctrineros de pueblos de indios son bas- 
tantes para su congrua sustentación. Mandamos á nuestros Yi- 
reyes, Presidentes y Gobernadores que tienen á su cargo nuestro 
Real Patronazgo, que por lo que les toca, prevengan y provean 
que á titulo de obvenciones,^ oblaciones, limosnas y derechos de 
administración de Sacramentos no cobren de los indios ningún 
dinero ni otras cosas, en poca ni en mucha cantidad, y hagan 
guardar las órdenes dadas en esta razón (2) para el buen trata- 
miento y enseñanza de los indios, y lo dispuesto por el Santo Con- 
cilio de Trento y otros Provinciales y Sinodales y aranceles, que 
en su conformidad se han hecho ó hicieren^ procediendo con tal 
desvelo, que aseguren sus conciencias, con que dejpargamos la 
nuestra, supuesta la libre facultad que les concedemos, para ex- 
cusar los inconvenientes que de lo contrario podrian resultar. Y 
rogamos y encargamos á los Arzobispos que no cobren de los Cu- 
ras Doctrineros la cuarta funeral y de oblaciones, que en algu- 
nas partes han acostumbrado llevar, pues gozan rentas tan 
cuantiosas, y esto no se puede permitir fuera de los casos en 
que dispone el derecho y hay costumbre legítimamente prescri- 
ta." 

La ley 49, título 14, libro 19 , dice: "Habiendo entendido que 

las Eeligiones descaecían de la observancia religiosa y se 

iban relajando, y que esto nacia de la diversidad de privilegios y 
exenciones, con que los religiosos en muchos casos se eximían de 
la vida común, defendiéndose contra la obediencia y sujeción de- 
bida ásus Prelados, y que era causa de embarazarles é impedir- 
les el gobierno, deseando el remedio, suplicamos á Su Santidad 
mandase revocar generalmente estos privilegios y exenciones, pa- 
ra dar vigor á los Institutos comunes y observancia y al gobier- 
no de los superiores, y Su Beatitud fué servido de concederlo 



asi." 



La ley 22, título 15, libro 1 p, dice: "Mandemos á los Yira- 



(1) I los clérigos i frailes hacían con estas cédulas i ordenanzas de los re- 
yes de España i con los cánones de los Concilios Provinciales i Sinodales, lo 
que algunos clérigos insurgentes hicieron con el edicto de la Inquisición por 
el que declaró hereje a Hidalgo, i lo que hicieron puede verse en el Informe 
de Fray Simón de la Mora, monje español de la Santa Cruz de Querétaro, «I 
Santo Oficio con fecha 22 de febrero de 1811. 

(2) Cédulas se daban i cédulas se repetian* 



175 

yes, Presidentes y Gobernadores que no consientan á los religio- 
sos Doctrineros que cuando caminaren de unas partes á otras, 
lleven indios con cargas á cuestas, ni otras cosas de su comodi-* 
dadj y procuren remediar, ordenando á los Provinciales y Supe* 
riores de las Eeligiones que lo adviertan á sus subditos." 

La ley 4, título 21, libro 1 P, dice: **Ordenamo8 y manda- 
mos & los Audiencias Keales, que no consientan, ni den lugar á 
que las Ordenes de Nuestra Señora de la Merced y Santísima 
Trinidad pidan, demanden ni lleven cosa alguna de mandas incier* 
tas, ni los bienes de los que murieren ah intestato, aunque no de- 
jen herederos conocidos, ni que hagan sobre ello averiguaciones 
ni molesten á las partes interesadas." 

La ley 49, título 22, libro 1 P, dice: "Teniendo consideración 
á lo mucho que conviene que en la ciudad de México de la Nue* 
va España haya cátedra para que los Doctrineros sepan la len« 
gua de los feligreses y los puedan mejor instruir en nuestra San- 
ta Fó Católica, ordenamos que el Virey funde é instituya en la 
Universidad de la dicha ciudad una cátedra en que se lean y ense- 
ñen públicamente las lenguas de que los indios usan mas general- 
mente en aquella provincial haciendo elección de catedrático en 
concurso de opositores, y admita solamente á los clérigos y á los 
religiosos de la Compañía de Jesús, y noá otra ninguna Reli- 
gion^^ (1). 

Testimonios del jurisconsulto jSolórzano. 

Después de haber visto las especiotas de las Leyes de Indias, 
veamos ahora las especiotas de D. Juan de Solórzano Pereyra, sa- 
bio español f Oidor de Lima é individuo del Consejo de Castilla i 
del Consejo de Indias, quien en su Política Indiana^ que escribió 
e imprimió a mediados del siglo XVII, en el libro 4, capítulo 15, 
dice: **Y por que, estos Doctrineros, asi religiosos como seculares, 
son crueles con los indios, se manda que no tengan cárceles, pri- 
siones, grillos ni cepos para prenderlos, ni les quiten el cabello 
ni azoten ni les impongan condenaciones." 

"Uno de los abusos introducidos en las Doctrinas, es que en 

m I ■ 

(1) Cada año se publican en el seminario de Guadalajara programas de 
exámenes públicos en idioma mesicano, en que se profieren palabras enco- 
miásticas de la riqueza, la filosofía i la armonía de ese idioma; pero vamos a 
las obras, a lo que importa: ¿en mas de veinte años, que hace que está esta- 
blecida esa cátedra, ha salido de dicho seminario algún sacerdote a alguQ 
pueblo de aztecas a predicarles, confesarlos i civilizarlos? 



17€ 

las Misas hagan (los indios) oblaciones al ofertorio^ y por que a* 
tendida en lo general su pobreza y miseria, se han reputado por 
involuntarias, se mandó quitar este abuso." 

"Los indios regularmente por su pobreza no hacen testamento 
y en una memoria simple describen sus bienes y los dejan á sus 
herederos; y con esta ocasión se introducen los Doctrineros á dis- 
poner de estos bienes, aplicándolos & Misas y sufragios, y se en* 
carga á los Prelados que eviten estos excesos, y á log Vireyes, 
Audiencias y Gobernadores que guarden las leyes de Castilla'^ 

''Molestan también los Doctrineros á los indios obligándoles á 
que hilen sin darles su justa paga, y asi se encarga á sus Prela- 
dos que en las visitas enmienden este abuso." 

''Los Curas y Doctrineros no deben tratar ni tener minas ni 
otros injustos aprovechamientos respecto de su estado, y por que 
se valen de legos para esto, se manda que á estos se les castiguei 
y se dé cuenta á sus Prelados para que los castigue.'' 

£n el capítulo 16 del mismo libro dice; ''Ofreciéndose cada dia 
por estas y otras ocasiones, grandes contiendas y diferencias en- 
tre los Prelados Ordinarios {los Obispos) con los religiosos y los 
suyos, y viniendo muchas quejas y relaciones al Real Consejo de 
sus excesos, las cuales también fomentaban los Yireyes, diciendo 
que no se querían sujetar al real patronazgo ni guardar la forma 
en él expresada, se puso en cuestión si seria ya mejor y mas con- 
veniente quitarles del todo estas Doctrinas y ponerlas en clérigos 
seculares, pues ya habia tanto número de ellos en las Indias, y fí- 
nalmente el año de 1583 se despachó la cédula que dejo citada, 
que manda que como fueren vacando, se pongan en clérigos, de- 
jando á los religiosos solas aquellas para las cuales no se hallarea 
clérigos idóneos y suficientes" (2). 



«■■ 



(1) Los indios por su pobreza no dejaban mas que un buníto o una va^ 
quita, i los frailes se llevaban el burro o la vaca a titulo de Misas i sufragios, 
dejando a la viuda i a los hijos sin que comer, ni vestir. 

(2) El frauciscano autor del Manuscrito Romero Gil en el capítulo 50, 
dice que ya antes de dicha cédula de 1583 los franciscanos, conociendo que no 
podian administrar tantas doctrinas 6 curatos, Imbian cedido muchos volunta- 
riamente, uixos, a religiosos de otras Ordenes i otros a clérigos seculares. Dice: 
^'Como las poblaciones fueron taq grandes en sus. principios y los ministros 
tan pocos, aunque uno vstlia por muchos, con todo eso, concurrian tantas co- 
sas y aprietos, que no daban lugar á que los ministros obrasen como querían^ 
Y asi les fué forzoso dar de lo que tenían, teniendo por mejor perder su tra- 
pajo y el temporal interés, que dejar de ajustar sus conciencias y que se fal- 



177 

^'La cu»l cédala covi^Bsaron á poner loe^^ ea ejecución algu- 
nos Obispos de la Nueva Españat v en especial el de Tlaxcala d 
Puebla de los Angeles D. Diego iKonnino, que les quitó cuatro, 
lo cual sintieron ellos amargamente y suplicaron de la dicha cé- 
dula, pareciendo ante Su Majestad j su Real Consejo de las In-^ 
dias, }r no dejaron piedra por mover para que se suspendiese su 
ejecucioni como en efecto lo consiguieron» despachándose para e- 
Uo la cédula de 1587, que para otro intento acabo de ponderar, 
mandando no se innovase hasta tomar mas maduro acuerdo y re- 
solución en cosa tan grave, y que se trajesen los informes y re* 
laciones que por ella se piden, '^dejando las dichas Doctrinas á. 
las Religiones y religiosos libre y pací6camente» para que laa 
que han tenido, tienen y tuvieren las tengan como hasta aqui, 
sin hacer novedad alguna ni en la forma d^e proveerlas ni de pre- 
sentarlos á ellas etc."^ 

''Lo cual hallo que también se habia proveído antes por otra 
cédula"* dada en Madrid í 1 P de Julio de 1551, de la cual supli- 
caron algunos Prelados de la Nueva España, y especialmente loa 
de México, Mechoacan y Guaxáca; pero todavía se mandó guar- 
idar, precediendo conocimiento de causayencon^adictoriojuicioy. 
or otra de 9 de Agosto del año de 1561, en que están insertas 
as sentencias que el Consejo pronuncié en este pleito. • . y de- 



Ja 



•mmtm 



tase á la reota administnicion de los sacnanentos por la mucha distancia que 
haUa de unos lugares á otros, y también lo hicieron para que los demás mi^ 
nistros tuviesen merecimientos y trabajasen en la vifia del Sefior.^* Eia en* 
tonces el segando tercio del siglo XVI, en qne los misioneíos franciscanos 
los donunioos i los agostioos no pensaban en algan interés temporal, sino ú^ 
nicamente en la mejor administradon i írutos de la viña del Señor, £1 autor 
del Manuscrito Romero Gil dios sobre el mismo asunto: *^En k Ph)vÍDda 
de Michoacan los beneficios de Iztlan, Tlazazalca y Chilchota y muehos de la 
sierra i el pueblo de Jacona, que es priorato de agustinos, la ciudad de Pátz- 
cuaro, el pueUo de Charo, el de Ouitzeo y Turirapúndáro fueron nuestros. 
La villa ae San Miguel, la cual fundó el santo Fray Juan de San Miguel^ 
fué nuestra, que educes se dejo, y habiéndose poblado de españoles, se hi« 
zo una villa que hoy es un beneficio muy bueno, y despues^se volvió $ fun* 
dar allí convento {de franciscanos) ^ que es de la Santa Provincia de Michoa- 
can. En la Provincia de Xalixoo se dej6 el pueblo de XaloztotitlaD, el de Teo* 
ealtiche, Nochixtlan^ Tlaltenango, Xalpan, que todos scm braefioios con mvt^ 
chos pueblos sujetos. Deí^Ssa taiábien lo que es-pitonito de agostmos ¿te €^ 
coüaii, Tonáhm, que también eapñoraito. Dejáronse muchos puebloa que 
estaban al rededíor de Ouadahgara, qne son beneficiofi de d&igos. Dejase la 
que es braeSoo de Tequia y el de Qsstotipaquillo y también Ip que es bene- 
ficio de Tlala, Ameca^ el del Talle de 9andeias y el del Tuito/' 



178 

mas de mandarse conservar las Doctrinas á los frailes, se declara 
en ellas ''los dejasen oir de penitencia libremente, y hacer las 
demás cosas que hacian y podian hacer los clérigos puestos por 
ios Obispos; pero no entrometerse en el conocimiento de causas^ 
contenciosas matrimoniales sin consentimiento de los dichos Pre* 
lados/' 

''Pero todas las cédulas, como ya lo tengo advertido, pusieroa 
siempre caución y condición que no pudiesen por esa causa ad- 
quirir derecho alguno los religiosos en cuanto á la propiedad y 
perpetuidad de las dichas Doctrinas, sino que hablan de quedar 
siempre amovibles ad nutum de Su Magestad, para podérselas 
quitar cada y cuando le pareciese conveniente en todo ó en par- 
te." 

"Y últimamente, habiendo venido los que parecieron bastantes 
{recados)^ se volvió Á tratar y rever este punto de si se quita- 
rían las Doctrinas á los religiosos, asi en el Real Consejo de In- 
dias, como en otras varias Juntas de gravísimos consejeros de to- 
dos Consejos y Estados, que para esto se mandaron formar. Y en 
todas se dudó mucho de su resolución por graves y encontradas 
razones y opiniones, que por una y otra parte se ofrecian y pon- 
deraban," 

**Por que para quitárselas se consideraba en primer lugar lo 
que habernos dicho, de que esta ocupación por su naturaleza pide 
clérigos seculares y excluye los regulares; y demás de eso, que el 
admitir á estos fué por dispensación y mientras no hubiese bas- 
tante número de clérigos idóneos y suficientes; y que pues ya loa 
habia, cesando la causa de la necesidad, debia cesar también su 
indulgencia, como lo dispone el Derecho. Sin que de esto pudie- 
sen formar queja justificada los religiosos, pues el mismo Breve 
de San Pió Y en que mas estriban, y todas las cédulas Reales 
que de ello tratan, dicen se les dieron en precario ó interim por 
el dicho defecto, y puede cualquiera revocar en casos tales sus 
permisiones.'* 

"En segundo lugar se decia que, tomando esta nueva forma; 
se hacia mucho bien á los clérigos seculares naturales de las In- 
dias ó residentes de ellas, que siendo ya muchos, no tienen en e- 
lias otros premios á que poder aspirar, sin los cuales las virtu- 
des y estudios aflojan y se marchitan, como lo .he probado en o- 
tros^ lugares. Y se excusaba á los regulares el mucho mal, y da* 
fio que se les sigue de andar vagando y fuera de sus claustros é 
institutos, coh las ocasiones de estas Doctrinas, cosa que les di- 
suaden mucho los Sagrados Cánones y Doctores, Y/que hablan* 



179 

dó especialmente en los términos de estas Doctrinas y de lo que 
se relajan en ellas, ponderan el Padre José de Acosta y otros 
testigos domésticos de entre ellos mismos, con cuya remisión me 
contento; y con añadir que aun dentro de las mismas iglesias se- 
culares ó parroquiales donde colegialmente viven los monjes, no 
se les permite tener Cura de almas, sino antes les debe el Obis- 
po poner un capellán secular que cuide del pueblo, como lo dic^ 
un texto elegante,, en el cual dan por razón los que le comentan, 
que estas ocupaciones son mas propias de seculares, y que á los 
frailes se les han de quitar todas ocasiones de andar vagantes y 
visitar y conversar con mujeres, aunque sea para confesarlas." 

^'Lo tercero, daba motivo á resolver esta remoción la poca su- 
bordinación que los frailes Doctrineros tienen y pretenden tener 
á los Obispos de sus partidos, alegando sus exenciones, y no les 
reconociendo, como* deben y lo pide la razón y el Concilio de 
Trento, por sus cabezas, ni queriendo ajustarse en nada á las re- 
glas y órdenes del Real Patronazgo, ni á las que suelen y pueden 
dar para lo temporal los Corregidores y Gobernadores de sus 
partidos, teniendo de ordinario con ellos perpetuas y pesadas dis- 
cordias, nacidas por la mayor parte de la diferencia del hábito y 
profesión, que nunca dejó de causarlas, como por autoridades de 
la Sagrada Escritura nos lo prueban algunos textos y el Triden- 
tino, y aplicándolos al mismo intento de nuestras Doctrinas, el 
Padre Acosta con su acostumbrada elegancia y prudencia." 

**Y finalmente, se pudo ponderar y ponderaría que la causa 
que los religiosos suelen traer para que se les conserven las Doc- 
trinas, conviene á saber, que con los estipendios de ellas se sus- 
tentan á sí y & sus conventos, ya hoy no se puede tener por tal, 
por que en cualquier parte, las Religiones que no son capaces de 
tener bienes y rentas en común, pueden pasar bastantemente con 
las limosnas de los pueblos; y las que lo son, antes han adqui- 
rido tantas, que han ocasionado pleitos y celos á las iglesias ca- 
tedrales como después diremos. Fuera de que esta causa, cuan- 
do fuera cierta, no era legítima, por que como dice San Eugenio 
Papa por voz común de todo un Concilio, por ningún interés ni 
aprovechamiento temporal se debe permitir que los frailes anden 
fuera de sus conventos. Y asi hay muchos que juzgan que el de- 
fenderse tanto por ellos estas Doctrinas, procede de las mu- 
ecas eomodidades, exenciones y regalos que en ellas go- 
zan: por que según doctrina de San Agustín, nunca se deja sin 
dolor lo que se tiene y goza con deleite, especialmente viendo 
que los mas grayes de >^.110S l<^s apetecen y aun las pipeten- 



180 

^en como ^n premio de estadios y trabigos, y después las suelea 
servir por otros religiosos mozos sus compañeros, por no saber e- 
|lo0 la lengua ó por despreciarse del ministerio (1^, cosa que re- 
pugna gravemente 4 la disposición del Concilio de Trento, que 
pjtpresamente requiere que el Gura sea de conocida satis&ccion y 
que por sí mismo ejerza su cargo." 

"!Por parte de los religiosos y para que no se innove lo acos-» 
tumbrado, militan otras razones que no dejan de ser de gran pe- 
so. Por que lo primero, sienten ser dura cosa y aun inhuqiana 
que siendo ellos los que piinci pálmente han plantado y propaga- 
do la fé y. religión en las Indias, y reducido los indios á estas 
Doctrinas y edifícado y ornado los templos de ellas, y que para 
esto han pasado en tanto número y á tan grandes expensas de la 
real hacienda desde los primeros descubrimientos, como lo testi- 
fíci^ el mismo Padre Acosta y otros autores y la cédula real de 6 
de Diciembre del año de 1583 que dejo citada, se les quiera qui- 
tar el premio de su trabajo y entregar á otros el fruto de la viña 
que ellos plantaron, contra lo que dispone la razón y el Derecho" 

(2)- 

Solórzano en el mismo capítulo copia una cédula de Felipe III 

de 20 de marzo de 1620, en que hablando a su ministro el Prín- 
cipe de Esquilache respecto de los religiosos de la Compañía de 
Jesús, le dice: "procuréis siempre mostraros muy grato con los 
Prelados de esta Orden, y darles el confidente y fácil despacho 
que se requiere, por el buen ejemplo que en su honestidad y vi- 
da ejemplar conservan, con tanta edificación de las almas." 

En el mismo capitulo dice: "El Doctrinero religioso no debe 
por su mano azotar al indio. • . y si lo hiciere con exceso y mu- 
riere el indio, queda irregular . . • Los Doctrineros suelen cargar 
á los indios para que lleven de una parte á otra, y se encarga á 
los Prelados que lo eviten y á los Ministros Beales que no lo 
consientan." 

£n el capítulo 22 del mismo libro 4, hablando de la materia de 
oblaciones que los curas exigían á los indiosi dice: "Por mnchM 

^ (1) Doctrinar a los indios, administrarles los sacramentosi aprender los 
idiomas indígenas i otros ministerios semejantes les parecían cosas deq^reckir- 
bles. 

(3) ilmyanoeranlosmismosdeantest ¿I á doctrinar a los indios, ad- 
ministrarles los saciamentos, aprender los idiomas indígenas i otros ministe- 
rios que los monjes del siglo XYI haUan tenido como su constante ocupar- 
cion i su gloria, por los monjes del rigle XYII eran tenidos como daspcoasr* 
Uesí 



181 

eédulas hallo dispuesto que se reformen y repriman mneiió 

los excesos de los eclesiásticos, en las que llevan por las re» 
lacioneé, entierros y funerales; y que los Curas de los indios, aho- 
ra sean seculares ahora regulares, ao los compelan de ningún nío* 
do á que les ofrenden, ó que cuando mueren les dejen á ellÓS 
por herederos ó ¿ las iglesias en que administran, ni pidan á 
los que lo fueren les paguen cosa alguna á título de limosnas." 

£)a el mismo capítulo, tratando de un texto del Concilio Tole- 
dana VII, dice: "El cual texto parece que pinta con vivos colo- 
res lo que hacen algunos Prelados de las Itidias, con oeasioq de 
estas cuartas funerales y de oblaciones de que voy tratando^ pi- 
diéndola, -entendiéndola y extendiéndola á su albedrio, y no de- 
jando cosa de que no despojen á sus Curas y Doctrineros con és- 
te título; cuyas quejas han llegado muchas veces al Real Conlte* 
jo, como al Concilio Toledano las propuestas contra aqueüoB O- 
blspos." 

En el capitulo 23 del mismo libro, hablando de la fundación 
de iglesias i monasterios, dice: **Y de este derecho ó comisión 
fueron usando {los monjes) muchos años, hasta que por haberse 
reconocido que en las Indias habia ya muchos templos é iglesias 

y muchos mas conrentos de frailes de los necesarfos, y 

que los yareyes eran muy fáciles en dar licencias para edificar 
aiM, de que á la república se seguia muchos daños é inconvenien- 
tes, y las mesmas Religiones eran gravosas á los pueblos de cu- 
yas limosnas se sustentaban, y aun se envilecían por ser ya tan- 
tas, como de otro propósito lo dice un buen texto, y que se iban 

apoderando de las mas haciendas seglares, según lo dije en 

di capítulo 21, se estableció y mandó quopor ningún caso se pu- 
dieran dar ni diesen por ellos de alli adelante semejantes licencias, 
aino que cuando en alguna parte pareciese ser útil y necesario 
hacer nuevas fundaciones, se ocurriese á pedirlas al Real Conse- 
jo de las Indias, con información de las causas que persuadían su 
utilidad y necesidad/* 

En el capítulo 26 del mismo libro dice: '*Y por que eñ ningún 
tiempo ni en ningunas cosas suele peligrar mas la quietud y ob- 
servancia religiosa y la paz y conformidad que deben tener los 
que la profesan, que en el de sus Capítulos, cuando se juntaii á 
tratar de las elecciones de Provinciales y otros Prelados, como 
satírioamente se lo dio ya á entender el Ario8to.(I) y con mas 
modestía lo reconocen y lo advierten Fray 3íanuel Bodríguf^^ 



(l) ''Orlando furioso, OM^to 14.'' 



182 

JUBranda y Pórtelo y la experiencia frecuente dé Uintoi acUi:, sé 
lutti despachado y suelen despachar asimesmo muchas cédulss 
reales encargando á los Vireyes y ofcros Gobernadores que estea 
i la mira de como proceden en ellas, y procuren se hagan y ce- 
lebren con toda modestia y tranquilidad» y conforme á lo qae or* 
denan sus leyes y constituciones regulares. De que tenemos buen 
testimonio en la despachada en Monzón á 25 de Febrero del a6o 
-ée 1623, que ordena: ''Que los Vireyes remedien las inquietudes 
que se ofrecieren en las elecciones ú otras cosad del gobierno de 
las Ordenes, enviando á estos reinos {desterrando a España) i 
los que les pareciere conreniente." 

''Y por otra dada en San Lorenzo á 25 de Agosto del afio de 
1620 se dispone: "Que en los Capítulos que las Religiones hicie- 
ren,, ae halle el Yirey ó Gobernador de la ProTincia, para qae se 
procada en ellos con la paz y quietud que conviene. T no siendo 
donde él asista, les escriba lo que le pareciere conveniente al go^ 
bierno y paz de la Keligion.'' 

• Solórzaoo, presuponiendo la regalía de que a los Capítulos de 
los monjes asistiera un ministro del rey, dicec *^Los años pasade» 
▼í que en consideración y conservación desta mesma regalía in- 
tervino el Excelentísimo Señor Conde de Castillo, de) Coneeja 
de Estado y Presidente del de Indias ... en el Capf talo genersl 
de los franciscanos que se celebró en Toledo, nombrado y enm* 
do par% érte efecto por Su Majestad, donde mediante su interven- 
cion, se estorbó entre otras cosas el atavio que se pretendía b^ 
oer á los retigiosos^ que habían venido de las Indias por Cnst<^ 
dioSi Comisarios ó Procuradores de las Provincias de ellas cen- 
forme á sus constitucionesi queriéndoles quitar el voto que de de- 
recho lea competia/' 

<< Y ahora cuando esto se escriboi se van» haciendo muchos i^ 
pavoaén el mesmo Concejo {de Indias), sobre sí será eonrénietfte 

3iie aiase menudeen ó frecuenten tanto en esta Bdligiofn {éek 
íerced) estos Visitadores ó Vicarios, por i^elaciones qué en él se 
han ienido de los excesos de algunos de ellos y dé Id poco que 
han mejorado y reformado las cosas de aquellas Provincias, oéS' 

donando antes mayores distarMos y Ajándolas pohnSf 

con lo qae les sacan para stés colectas y vestuaHos y para ea* 
viar á España á sus superiores* Cosa en que también se ha tra- 
tado de poner remedio y que no se les deje traer plata alguna de 
aquella tierra por ningún título ni pretexto (1)^ eofua parece^ por 

(9) Redención de cautitos. 



_ _^^. j 



... • * * t • 

tm ^ve cáipibaló ¿e Carta escrita a! Marc(neírde Montesclaroi' 
(1) en 8 de Diciembre del afio de 1608, el cual dejo de insertar 
aqui per el decoro de loa mesmos religioaoB.^ 

'* I en cuanto á este punto de no traer dinero, hallo estar mas 
generalmente dispuesto por dos cédulas de 22 de Junio de 1597 j 
10 de Junio de 1628: ''Que los religiosos que vinieren de las Indias, 
no traigan mas dinero del que hubieren menester, y este le mani- 
iiesten; y la persona que de ellos le recibiere en confianza, le mer-, 
da con el cuatro tanto." Que no tengan bienes {los monjei) ni 
dinero en particular, está prevenido por la ley 50, titulo 14, ii* 
bro 1 P de la Recopilación.'' 

^'Y por que se hallaron inconyeiiientes en que la Religiotf ^é 
la Merced enviase Vicarios Generales, se mandó que sold nom • 
brasa Visitadores por tiempo limitado y que este nombramiento 
lo baga el General: ley 45, título 14, libro 1 P de la Recopila- 
ción. Pero esta ley no se observa, y estos Visitadores Gene- 
rales los nombra el Vicario General que está en las Indias, con 
facultad de presidir el Capítulo Provincial, y asi se practica en 
el Perú, donde por este tiempo ha habido grandes disturbios en 
la ciudad de Santiago de Chile^ para donde nombran un Visita* 
dor y otro para Quito y otro para Lima, y todo se origina de la 
elección do Provincial, pues quisieran que lo fuera el de su devo* 
€Íon''(2). 

' ''¥ es muy digna de notar la {cédula) dada en San Lorenzo á 
17 de Septiembre del año de 1611, que refiere que hay Breve 
Apostólico, ganado á instancia de Su Majestad, con graves pe* 
nas y oensuras contra los tales religiosos que no van y perseve* 
irán en la parte & donde son enviados, y especialmente contra los 
que desamparan las Misiones de Filipinas. Ley 29, título 14, 
Ubro l^^ díe la Recopilación. Pero el dolor es que muchos.de e- 
líos reparan poco en esto, procurando cnanto pueden y como pue«> 
dea quedarse en las Pro^neias ^niar pingües^ abundantes y- delei- 
tasas f dende tienen^ ya fundados bneñOS y rieos COnventos, y 
sini cuidar del intento y Misiones á que fueron enviados^ y poniendo 
antes todo su estudio en pretender los Prioratos^ OuardianiaSf De* 
finiioTÍMy Pwvineialatos y otros cargos de los convenios en que se 
qusdom y prohijan.^ 

En el siglo XVI i primer tercéo del XVII los Provinciales i 

(1) Vírey de la Nueva España. 

(2) Lo mismo pasaba en la Nueva Espafia, como veremos luego por el 
Diario- dé Gu¡io. 



184 

4eixuis Prelados de las órdenes monásticas de las Indias fuero» 
españoles i ninguno criollo. Kn el segundo tercio del siglo XVII 
en algunas órdenes comenzó a introducirse la costumbre de la 
alternativa,, es decir, que en un trienio fuera Prelado un espa- 
ñol i en el trienio siguiente lo fuera un criollo (1). Digo *'en 
algunas ordeines," por que en otras, por ejemplo, entre los car- 
melitas, desde su fundación hasta 1821 los Prelados siempre 
fueron españoles, i aun casi todos los monjes eran españoles. So- 
lórs&no en el mismo capitulo 26 insinúa su opinión: If^ de que 
era injusto el que en las Indias los Prelados de los conventos 
fueran únicamente los españoles, i 2 f^ de que aun la alternati- 
va ^ntre españoles y criollos no era la mas conveniente, sino que 
lo mas conveniente era que los Prelados casi siempre fueraa 
criollos. Befiriendo lo que pasaba en materia de alternativa, di" 
ce: "de suerte que los. de España, aunque sean forasteros, adve« 
nedizos y muy pocos en número, como de ordinario acontece, lo« 
hayan de partir {los cargos inoyiá^ticois) por igual, alternando ea 
su uso y ejercicio con los criollos, que son muchos mas y muchas 
veces no inferiores en virtud, observancia religiosa, prudencia; 
letras y calidad {sangre azul) á los venidos de España. Para lo 
cual han ganado de la Sede Apostólica {Jm monjes españolea) ana 
Bula ó Breve que llaman de Alternativa, con ocasión y pretexto 
de que esto conviene mucho para el mejor y mas santo gobierno 
de aquellas Provincias y Religiones de ellas: por que los que van 
de España son mas observantes de sus Eeglas é Institutos y mas 
á propósito que los criollos para gobernar (2). . . Y á estas al- 
ternativas ha dado mayor fuerza y autoridad una Bula ó Breve 
de la Santidad de Nuestro Beatísimo Padre Papa Urbano YIII, 
dado^ en iHonm á 2 de Septiembre del año de 1622, en que la con- 
cede i loa religiosos de la Orden de Señor San Agustin en la 
Provincia de México, en. la forma que vá referida, y para que 
cesen la^ diferencian y disturbios que solia haber entre ellos po^r 
razan de las dAcdones, y da sus veces á los Arzobispos ü Obispos 
de la dich^ Provincia ó á sus Provisores y Vicarios, para que asi 



■li 



(1)^ SI Sr. Prebendado D. Vicente de P. Andrade en su Apéndice 2? a 
la Crónica de Fray Alonso de la Rea dice: ^^coando se estableció que en el 
oficio de Provincial se ^temasep }os mesdéanos y españoles, fué electo {La 
Rea) en el capitulo celebrado en el convento de Tzintzuntzan, siendo el pri- 
mer criollo que desempeítd este cargo en 1649." La Rea eia nativo de Que- 
retare. 

(2) Sso demn los mopjes españoles i Sojlorzano le llama pretexto, ¡j^ 



1Í5 

fie lo hagan cumplir y gnardan Bel cual Breve ó de otros como 
él se han ido valiendo en otras Provincias {de agustinos) y en o- 
tras Beligiones. Y asi le tienen también los augustinianos de la 
da Mechoacan, y en el Perú los de Lima, y en la ISTueva España 
y en el Nuevo Reino de Granada los religiosos dominicanos. Y 
lo que mas es, los franciscanos de México no solo tienen alterna- 
tiva, sino Urnativa^ como ellos dicen « por que dividen las eleccio- 
nes entre los nacidos y profesos en España que hacen una parte, 
y los nacidos en España, pero de hábito y profesión en aquella 
tierra (la Nueva España^, los cuales hacen otra parte, y la terce- 
ra queda para los Criollos [1]. Y en ejepucion de esto suele con- 
ceder fácilmente cédulas de auxilio el Real Consejo de las Indias, 
por tenerlo por justo y conveniente, como también lo entra supo- 
niendo el proemio de la narrativa de dicho Breve, cuyas palabras 
descubren el fin é intención de los rescriptos y de los que los con- 
ceden. Estas alternativas se mandan guardar por las leyes 5 1 y 
52, título 14, libro If^ déla Recopilación." 

Testimonio del cüonista Pareja. 

Capitulo de los Mercedaríos el 31 de enero de 1 639, Pareja en 
8Q Crónica de la Orden de la Merced, estado 3 P, capítulo 25, di- 
ce: *'Se juntaron dicho dia en el convento de México, y habiendo 
entrado en la califtcacion de votos como se acostumbra, hubo 
muchos alegatos de los interesados y resoluciones contra ellos, 
de que se protestaron varias nulidades al Capítulo futuro; ¡/ es 
cierto que hulfiera habido gravísimos disturbios y muchos escanda- 
loSf 8Í Qo hubieran asistido á las funciones de todo el Capítulo 
por Orden del dicho Señor Virey, Marques de Cadereita, en 
noníibre de Su Majestad, el Señor Oidor de esta I^eal Audiencia 
T>. Juayí ^Ivar^s ¡Serrano y su Fiscal Doctor pudres Gómez de 
Mora-" 



/ 



Testimontos de Guijo bh su Diarío (2). 
'Año dé 1648. r . Capitulo de San FiXíncisco^ Provincial Fray 



( 1) Nada de indios. 

(2) ^'Diario de Sucesos Notables, escrito por el Licenciado D. Gregorio 
Martiu del Guijo, Seeretario del CaÚldo Sclesiástico Metropolitano, v com- 
prende los años de 1648 á 1664.'' 

SMe Diorioy aunque escrito en un lenguaje incorrecto, por que según to - 
Ab9 las probaUlidades eran unos apuntamientos privados que el autor no pen- 
^ poblicar, i a pesar de ab|io4ar en erratas de imprenta, es de mucho mé-. 



186 

Alonso tle Liouu Sábado 28 de NoviemlsTe m jfuiMui la FtoViii - ' 
cía d^l Orden de San Fraoeiseo en el pueblo de XocbimUM, j e-' 
ügiaroQ por Provincial de ella al Padre Fray AIoqmi de lima, 
I^finídor actual, siendo los opuestos personas ds macha Tirtud, 
letras, santidad y pobreza. Dicen que OMtÓ mueho» reile», 

que »e dieren á le» Superiores Comisario y Gebernador. 

yítáte fué criado del Doctor IX Francisco Bazan de AlbonMa, la- 
quiaidor mas antiguo de esta ciudad, ya difunto. Asistió á 41 el 
íticho Comisario Fray Buefiaventura de Saünaa/' 

Guijo^ describiencb» la procesión solentne para el entierre del 
üodáver del Obispo D. Mareos de Torree y Rueda, Gobernador 
de la Nueva España, el dia 25 de abril de 1649, dice: ''Presidió 
ít la Real Universidad el Maestro Fray Diego de los Rios, como 
Rector de ella, y á su lado izquierdo llevó á D. José de la Mo* 
ta vestido de luto, persona qaefaé mucho del dicha Señor Obis- 

jyo:' 

"Año de 1650. . . Capíhdo Provincial de Id Jf^r^^ed. r- Sábado 
14 de Mayo. Se celebró Capítulo Provincial en el convento de 
Nuestra Señora de la Merced en esta ciudad, y salió electo el 
Padre Fray Gerónimo de Andrada, que otra vea lo habia.sido. O- 
púsose al ProvincLalato el Padre Fray Juan de Irolo^ Comenda-, 
dor del convento principal de esta ciudad, y se atravesó .para que 
lo fuese el Señor Arzobispo y lo mas grande del reino, y sin em- 
bargo, los vocales eligieron al dicho Fray Gerónimo, sobre que 
hubo grandes ruidos y descortesías con dicho Provincial.'^ 

*'Año de 1650. . . Litigio en la Religión de Santo Domingo 
ceixa de elegir Provincial, — El Padre Maestro Fray Lázaro de 
Prado, Vicario Provincial del Orden de Santo Domingo, con ma- 
no poderosa abaolvió de la prelacia de Priores á algunos religio* 
sos para tener menos vocales qua^ le hiciesen contradicción en I^ 
elección de Provincial, que pretende hacer en Fray Juan de Pa- 
redes, y pretendiendo hacer lo mismo (1) en el Padre Fray Laiis 
de Mérida, Prior actual de esta casa de México, el susodicho se 
presentó por via de fuerza en la Real Audiencia, haciendo rela- 
ción de como en contravención de sus reglas-y constituciosies, 

rito i utilidad; 1 p por ser el historiador coetáneo a loe aóonttoiaiieiitos ' q«e 
reiere i bealdgo ocular de los mas; 2 p por la sinceridad que se echa de ver 
en el relato; 39 por la puntualidad en el mismo, y 4? por Ja' abundancia 
de hechos interesantes que contiene. Estuvo manuscrito dos siglos, hasta 
1863 en que ss imprimid en Mésico por D. Juan R. Nurvcro en su impieáta 
de la calle de Cbiquis, n9 6. 
(1) Nidi&ar mx calidad de Prior i en consecuencia so diiecbe^de^i^lar. 



r / 



187 

pretebiliA Abá<ylverk de lá ái^ha |irelaéial y ttrÁhf&t al ÜiéÚtur 
Vtaj AlotííD de Ordtíikf pard qué pi^rdiésé etl el CápUülo fio- 
Tincial, y para elld ki haeiá fuerte. Tiste por te Real Audiencia, 
mandaron en el Acuerdo del jueves 19 dé Aíayo sé le notificase 
al dicho Vicario Provincial dejase libremente usar de lo quó íus' 
reglad ordenaban cerca de lo referido, $itt iuípedir el uso y éjér-.- 
cicio de ellas, y lo guardase y cumpliese'. Habiéndose notificado, 
respondió fuera de propósito; y visto, despacharon protísioñ íeáí 
para que asi lo cumpliese y giiardaíe, peíia dé las teift^0íáli¿l(4cí,' 
y que no se juntasen á Capítulo Provim^iáí, tí no fuese él ¿aba- 
. do siguiente á< ka seis horas de la ma&ana, donde asdstiriaá lóá' 
Doctores Andrés* Gómez de Mofa y Andreer Pax*do de Ldg^oB y T). 
Juan Manuel, Juez de Provincia y Alcalde dé Corte, paía qtre' 
con su aáisteúCia ceáasen las inquietudes que se habiaw levanta- 
do, con apercibimiento. Notifícesele al dicho Vicario Provincial 
y dijo loobedecia en la foímarque se le mandaba. El Prioí' dé la 
Puebla in8Í6ti& en sus peticiones. Como er'a imposible qué fue- 
se electo en Píoviucíal e! dichi!) Paredes por catísaff graten y 
viendo los i*efeTÍdos disgustos*, hizo presentación atte los Pádfrferf 
Maestfod de un testimonio de como cotistaba estar puesto jior 
excofmulgada por el Ot*dinario' de la Puebla de \oé Angelesr, én 
virtod de buletos de Stí Santidad, originado del Htigro' rféia* 
coileei*vatuTÍa, que obt^ó contra el Señor Obispo de la ruébld; y 
ésta presetífacion hizo viernes 20 del dicho mes, víspeWi del Ca-' 
pítulo. El siguiente dia, sábado 21 do dicho nieil, estando yá lórf 
Oidores referidos en dicho Convento, tocaron á Capitulo, y jUÉi- 
toe los vocales con ptéfsenciá do los Oidores, salió el dicho' Fráíy' 
Joan' de Paredes, en que hicieron mucha demostración de ale- 
xia les Padres de la doihpañia de Jesi:M3, repicándolcf Ctfisi ai^ 
váistño tiempo que etí dicho convento principal. El domingo ái*- 
güieüte cantó la AKsa él dicho Fray Juan de Paredes, eoñsiérrb^' 
áov que fbé (1), y queque puesto por excomulgado por el Oídi<- 
norio del obispado de la Puebla de los Angeles, y no cótistií ha- 
hetsé absuelto." 

Despuear de haber visto los Capítulos de los rnercedaTÍófif, fraftíciá^ 
o^moB i dominicos, veamos un Capítulo de agustinos. Dice Guijo? 
"Añd de 1650 . . . Cuarto Provincial de San Agustín p el dÍ8túrbi&' 
qtse causó ^a elección. — Jueves 1 ^ de Septiembre. Presentó antfe^ 
el Virey el Maestro Fray Juan Guerrero, religioso del Orden de* 

(1) Eq pro de los jesuítas ea su midoiBa cueMicM oou éP ?e!KMlte FUa-^ 
|bX| Obispo de Puebla. . - ' 



188 

SUii A^^uttín de esta ciudad, un baleio de 8U GeneraliVimo^ li* 
brado para qae en las ocasiones que siendo el Provincial de la 
parcialidad de Castilla ó México en esta Provincia y moriese, en- 
trase por Provincial absoluto de aquella nación, y por su muerte 
el Prior actual y por su impedimento y los demás que asignaba, 
y. que el dicho Fray Juan Guerrero era llamado al presente pa- 
ra ser electo por tal, sin embargo que no habia presentado en su 
Dofínitorio el dicho buleto ó letras, por no haber llegado el caso, 
aunque habia babidq ocasiones para hacerlo. Por que la presen- 
te (ocasión) era que el Padre Fray Andrés de Oñate, que venia 
de la Provincia de Guatemala á hacer el oficio de Vicario !^ro- 
vincial por elección del Definitorio (1), venia ciego é impedido 
del uso y ejercicio de su oficio. Visto el memorial por el Virey, 
decretó se remitiera al Definitorio, y juntos el Padre Fray Diego 
de los Bios, Vicario Provincial, y Fray Antonio de Barrientes, 
Fray Francisco de Plata y Fray Diego de Heina, Definidores, 
admitieron el buleto é hicieron oue todos los conventuales lo fir- 
s^aseUt y hecha esta diligencia, declararon por Provincial á dicho 
Padre Maestro Fray Juan Guerrero, y publicado por el convento, 
se celebró con repique en él v y en el de San Sebastian, donde es 
Prior el dicho Guerrero, y en el colegio de San Pablo. La cau: 
aa de esta nueva elección dicen ser haber tenido (acuerdo) el 
Padre Fray Francisco de Mendoza y el dicho Rios, sobre haber 
electo el dicho Fray Diego de los Bios y Definidores al dicho 
Fray Andrés de Oñate por Provincial, por muerte del Padre 
Fray Diego Pacheco, que murió á 3 de Abril de este año, de quo 
Wtoieron muchos disturbios entre los subditos, por ser unos de u- 
na parte y otros de otra. Habiéndose hecho esta elección {(U 
Guerrera} contraria á la voluntad de Mendoza, se valió del Se- 
ñor Arzobispo é Inquisidores, Oidores y gente noble del pueblo, 
T despachó correos á su costa con dineros á la ciudad de Sant¡A\ 
go de Guatemala, donde era conventual el dicho Fray Andrés 
de Oñate mas habia de veinte y cuatro años, ofreciéndose á su 
obediencia y suplicándole le admitiese por suyo. Con esto y las 
cartas y dinero, se puso en camino luego; sin embargo que des- 
pués llegó correo del dichp Fray Diego de los Bios y Defínidorec, 
dándole cuenta (á Oñate) de su elección y de como el dicho Fray 
Diego quedaba por Vicario general por elección por el di- 
cho de dicho Definilorio. Est^ elección hicieron en este re- 

f}) 91 Definitorio, o junta de los monjef {fríncipa^f Uomados de^nidart^ 
era el Consejo del Provincial. 



189 

Vígícmú pot loilMMitQ qae erttfca <te esta Corte j por mé 
en este tiempo era difieuHciso poBerse en camioo, hasta. & media- 
des de Eoero del afto de 51; con que eoando él llegase ac&, seria^ 
muy cerca del Capítulo que el dicho Hias tenia amasado para u- 
no suyo. £1 dicho Fray Andrés llegó con toda precisión (prisa) . 
antes del dia de San Agustín, al convento de esta Religión en la 
Puebla de los Angeles, donde se detuvo hasta pasada la fiesta. 
Sabido esto por Fray Diego de los Rios, le despachó dos religio- 
eos exploradores, para que conociesen á cual de los dos traia afee- 
to [1]. Fueron los tales (exploradores) el secretario de Provin- 
cia y Fray Miguel de León, y llegados al dicho convento, en el 
discurso de la conversación dijeron algunas vilesas de Mendoza, & 
que les corrigio con menosprecio, y ellos se valieron de la res- 
puesta para su intento. Salió el dicho Provincial de la Puebla 
en compañía de los exploradores y llegaron juntos á la ermita de 
Nuestra Sefiora de Guadalupe, y alli le dejaron en compaflia del 
Prior de México y Fray Diego de Forras y el Definidor Betan- 
xos, llegado á esta ciudad jueves por la mafiana. Dieron cuenta 
4b lo qme entendían del desafecto del Provincial al dicho Ríos, 
con que movió al dicho Maestro Guerrero á la presentación de 
loe biiletos, que tenia en su poder machos días había el Maestro 
Bies. Sabida esta elección (de Gverrero) por el Maestro Mendo- 
sa, despachó por la posta un religioso á la Real Audiencia y Vi- 
rey, que estañan en su Acuerdo (2), con memorial en oue refe- 
ria ia elección hecha« despojando al dicho Fray Andrés de Oñate 
del oficio de Provincial, que desde que salió de Guatemala había 
▼enido despachando licencias y haciendo otros actos positivos 
de verdadero Provincial, y sin tener causa para ello le def^mcha* 
ban sin Mr oído, y que para ello había de ser amparado y meti- 
do en poseuon, sin embargo de lo que la parte contraria podia a- 
legar v había alegado; por que habiendo habido ocasiones en que 
ae deoia ejecutar la patente, malicíosaiaente se había ocultado 
pot hacer su elección á su contemplación, que de la presente se 
aegUdan infinitos disturbios que peoia se reparasen. Visto por el 
B^ Acuerdo, despacharon provisión real nara que luego reci- 
biesen por su Provincial al aicho Fray Andrés, sm embargo de 
#ualesquier letras ó actos que en sn virtud hubieren hecno, y ¿ 
(SU ejecución vino la 3ala de) Qríoien y guardia del Virey, cau- 

(1) ffi a Mendosa O a RÍOS. 
: j(9) m Yitej, la Audiencia i ^'eadon eüabsn en la misma áftM: Gogo 
Jiso *'por Ifi posU^'VqaMieada d«m fwgrmrrfmtíMU 



U9 

BuAo notahU eAhóroio púr eí íh&í&o; y llegados á la frawift nf^^ 
noi lM,qtlÍ9Í€^rofi abrlr^ y ^OQsideraieKlo qiif ^érkm c»har ab^ W 
paerto, les abrieilon Us de la igleaiai y notíficaroB al Deflnitono . 
la dicha proYÍsíoB, y tan solamente la obedeció el Prior del cen^. 
▼eoto y el Definidor BeUnzos^ y los otros tres y Rios Ao, oon que- 
se dio cuenta á las nueve de la noohe al Virey y Oidores; y á es- 
tae horas te despachó la segunda provisión y respondiereoí lo 
misino^ coü que se faer(>n loé Alcaldes y guardia y quedó el coa- : 
reúto en VA ínfiemo de dtoturbiOS (l)» tanto» que el día si- 
guiente yierñes no se .abrieron las puertas de la igUsia y pórte- 
la ni se dijo Misa algutia} y á lad doce del dia VoWíó la SuacWli 
Grímeb y guardia don mayores estruendos^ y peniende guardas^ 
coa la puerta reglar, notificarou la tercera y ultimé carta de des*. 
tihtro pemh él {nierta do Acapulco, ton que se rindieroo los tres 
Definidores» AueVo Frovincial Guerrero v Fray Bíego de los 
Rio% y dij^on reoibirian al dicho Padre Fray Andrés de Onate. 
ceosto. kvL Protiaóial y dariatx la obedien(ña9 con c[ué los* tratase 
hÍBUs y puesta su respuesta se fueron (los de la Sala del Ctiwmk 
i gHardi<x)\ijk las dece horas del dia viernes 8 de Septiembre^ 
eutró él dicho Provinetal con gran repiq>ue en dicho convento -y 
le dieron la obediencia; de suerte que, en dos años y oeha meses 
ha tenido la Provincia cuatro Provinciales de la naeíoa de Eepa* 
fia'*(2)w 

^^ Destierro de Frup Diego de ¡os Rios.^ Halmndo toinado el 
Provincial de San Agustíü el gobierno de su Provincia en la for-. 
ma que se refíete en la de en^ntra^ puso demanda en la £eal 
Audiencia el Maestro Fray Juan Guerrero^ y eñ ella sesíg«ié 
pidiendo el cumplimiento de su patente; y el Provincial {Oííede)^ 
luego el viernes^ proveyó nueve prioratos p(»r muerte ele -lea 
que los teñiae^ con que le derribó Uueve votos á !Fray Diego da 
los üios» el cual les escribió á los que estaban puestos por él oq 
lugar de los difuntos» <)ue no admitiesen á los que iban uOtnbra-^ 
dos por el ProvinciaJ^ por no ser legítimo Prelado. Llegaiotí lea 
nombrados. (3) y no quisieron admitirlos, y sabido pof el Provin- 
cial, despachó ócdepi para que los trajesen presos á loe ~ 




el preliminar de este libro a k p&g. 12; *'Sia la caridad (uní^n/ 
los monasterios son infiernos i lo& que habitan en ellos son demonios:^' *^ine na 
{chariiate)^ ntonasteria sunt tártara^ habüatores sunt daemanes, 
(2) Siendo asi que un Proviocial debia áuttít trci afbM. 

. (3) ^<4' tai 9t>Ustí»ÍDei9 émié ^seübsn los so^veat^e 4^ iftii üMnia^f 
iSioreSi^de lan cuales algiiiaílilMaltailMMM^ . . . .^ 



cho»» ]ftamfe¿taroa 1m caris» del dioho Kios, qtte viftds |K>r «ií 
ProviMÍáU l0de»torr6 para el pueblo de Oquituce^ con qvQ qiir^ 
dó el coavento algo sosegado j sue parciales ooq alguaM tt-r 
lacres/' 

^'De$tUrro de Frag Miguel de León {uno de he ejtplormior^y: 
-^ Lunes al amaneear. Salió de dicho oonveorto el Maeittro l^r%y 
Miguel de Leon^ tino de los que fueron causa de la inqmetod r#- 
ferída: vá desterrado'* (1), 

Veamofl otro Capítulo de dominicos: el de Puebla en el mismo 
a&o de 1650. 

Dice Guijo; ^- Secundo Provincial del Ord^n de Santo í^omtnpo. 
-^ Sábado 19 de Noviembre. Llegó aviso á esta ciudad por eafv 
tas del Alcalde Mayor de la Puebla de los Angeles, de eoeio eu 
él convento de esta ciudad se babia electo por Provincial de di^ 
cho Ordena Fray Diego Gonalaz, hijo de dicho convento, eu 
virtud de patente de su General, cédula Beai y constituciones ge- 
neraleSi que en el Capítulo General celebrado en Boma se habiaü 
hecho por mandado del Padre Ma^tro Fray Bodrigo de Cárde« 
ñas, Obispo electo de Segovia, y no se habían admitidlo, antes i^ 
do contra ellas en el Capítulo Provincial que se celebró polr el 
mes de Mayo en esta ciudad (Puebla); y los dichos religiosos de 
la dicha • ciudad ocurrieron ai dicho Obispo para que exprésate 
las causas que hubo para hacer dichas constituciones, y si se dé- 
l^an poner en ejecución; y habiendo dado su parecer y visto, die* 
ron la obediencia de- Provincial al susodicho, jueves 17 de No^ 
iPiembre, y hubo repique de campanas, el cual resisiáan el PrÍ5or 
y Subprior de diebo oonventoi y visto por lo» de la parte del 
nuevo electo^ se alborotaron y les dieron de palos al dicho Prior 
y. Subprior; y sabido esie distnrbáo por el Alcalde Mayor» sacó i 



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(1) Un laberinto fué el Capitulo de los agustinos de Méxioo en 166Ó, I 
laiMRTStibnde él p(^ Qú\p es otfo Capitulo dé palabras, i la imprenta de 
]s oálle de Ohiqnis es otro Oapitule: iocorreociones de Guijo i erratas de isa» 
pceiáa que he procurado aclarar por medio de paréntesis i notas, dejando t^ 
davia algunas palabras i frases como están, para que el lector las entíenda CQ- 
mo pudiere o como quisiere. Ello es que el viejo i ciego Oñate metió en un 
zapato al tremendo fraile Ríos i a los Priores i exploradores i a todos los frai- 
les del partido de (51; a pesar de qne el dicho Maestro Rios era todo un ttec- 
torde fe universidad de México, como se ha visto a la pag. 187; la cual Oni» 
fárersidad, bajo tal Rector i en tal epoda, en las oiaoo fíK^uItades de fllosofla^ 
teol^gb, derecho osnonico, éereoto ohril i ^nMfeiiiay m \m Ga|Miala dt wb* 



192 

los dichos y los Devó al convento de San Francisco y di6 avise 
al Virey, y visto el caso en Acuerdo, lunes 21, se despachó pro- 
visión Beal para que volviese á los Prelados al convento y los 
metiese en posesión, con que los que los maltrataron se fueron á 
la Provincia de Oaxaca, y los otros vinieron á esta ciudad á re- 
presentar sus recaudos y derechos. Y sabido esto por Fray Juan 
de Paredes, Provincial actual que estaba detenido en el pueblo 
de Amecameca por lo arriba dicho» y excusando entrar en el di- 
cho obispado de la Puebla por que tenia el Gk>bernador auxilio 
del Yirey para prenderlo, de dicho pueblo scUia al camino con 
hombres de armcLs y atajaba alas personas que U parecía iban con 
cartas de dicho Obispo^ y les cruitaba los recaudos^ y entre ellos oo- 

Sieron dos cartas en que el Obispo amonestaba á los frailes obe- 
eciesen á Su Majestad y guardasen sus estatutos. Y para pre- 
sentarse querellándose del dicho Obispo, llegó á esta ciudad (Mé' 
xioo) lunes 21, con que se ha movido gravemente este litigio.^ 

^'Dieposicion dd disturbio de Santo Domingo. — Atrás se re- 
fiere lo que se originó de la Provincia de Santo Domingo de esta 
ciudad, por un parecer que cerca del Capítulo Provincial dio el 
Obispo de Segovia» declarando ser nulo el celebrado en esta ciu- 
dad; con que dio motivo el disturbio á aue el Yirey enviase á lla- 
mar i Fray Diego Gonzales, que es el legitimo Provincial, y ile< 
$rado á esta ciudad, martes 6 de Diciembre, y habiendo visto al 
Vlrey él y otros Maestros de buena vida, se determinó que se 
quitase al Prior de la Puebla y al Subprior, que fueron los que 
causaron los ruidos, y que el dicho Gronaalez tuviese en el obis- 
pado de la Puebla todas las comodidades que quisiese y todos lop 
fiuyoB. Quitóse al Prior é hízose uno de su parte (de Gonmkz) 
y se volvió {Oanzalez) á su convento (de Piublá), martes 18 de 
Diciembre, con todo gusto y pacificación; y la autoridad de Pa- 
redes, diminuta, aguardando {de Soma) la resolución de SC| GeiM- 
ral cerca del Capítulo." 

£1 sabio Sr. de la Rosa, impugnando mi libro "La Filosofim 
en la Nueva España** i tratando de disculpar a los monjes de la 
Nueva Ejspaña de no haberse dedicado a las ciencias filosóficas, 
dice; ^'£n México habia objetos importantísimos en que era ne- 
cesario ocuparse de prefei^encia: la c(mservacion de los aboríge* 
nes americanos, su defensa continua, su conversión al Catolicís^ 
mo, la destrucción de la idolatría y de la barbarie que dominaba 
en varias partes ¿e lo que fué después Nación mexicana; todas 
estas cosas que exigian &tigas incesantes y en que era neeesari^ 
que se ocupAian muchos bomfar«i de a^rrtra litenríft» miv^ 



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193 

buenas y neoeiarias en si mismas, impedían oirá clase de traba* 
jos científicos. Muchos hombres que permaneciendo en Europa 
habrían tenido largos años de quietud en las celdas de los monas- 
terios ó dentro de las paredes domésticas, y consultando los li» 
bros de las bíMiotecas habrían podido dar á luz obras científicas 
voluminosas y de gran mérito, en México tenian que buscar á los 
idólatras en los desiertos, y reunidos en poblaciones, y enseñar- 
les con sencillee la religión y las primeras letras y el modo de far 
bricar pobres casas y de cultivar los campos etc., por lo cual no 
era posible que hicieran por el adelanto de las altas ciencias lo 
que pudieran haber hecho viéndose libres de esas ocupaciones.'' 

Dice mui bien el Sr, Canónigo de Guadalajara. La conserva* 
cion de los aborígenes Provincialatos, Guardianias, Prioratos i 
demás altos empleos monásticos, que daban una grande influen- 
cia social i tenian anexas pingües fincas urbanas i rústicas i peta* 
coDes rellenos de dinero; la defensa continua de ellos; la destruc* 
cion de la idolatría del Maestro Rios, del Maestro Paredes i de« 
mas del partido contrario; buscar al idólatra Oñate en el desierto 
de Guatemala i a otros; reunir a los indios en Capítulos para en- 
sensgrles con sencillez la religión de los e:^ploradores, las primeras 
letras i el modo de fabricar pobres pasteles: todos estos amasijos 
exigían fatigas incesantes i en que era necesario que se ocupa- 
ran muchos hombres, i fatigas incesantes saliendo al camino con 
hombres de armas a buscar a los idólatras en los desiertos, i fa- 
tigas incesantes en un infierno de disturbios. Todas e^tas cosas 
impedían la quietud en las peídas de Ips monasterios, consultar 
]as bibliotecas i dar a lu? obras científicas voluminosas i de gran 
mérito. Y en fin, loa altos palos a los Priores i a los Subpriorea 
impedían el adelanto en las altas ciencias, lo qué pudieran haber 
hecho viéndose libres de esas ocupaciones. 

Después de haber visto los Capítulos de los monjes, veamos 
ahora algo de los de las monjas. El Capítulo de Regina en el 
mismo año de 1650 fué tan tempestuoso, que en medio de la bo- 
la mataron ^ un Arzobispo i a su secretario. Siendp el conven^- 
to de Kegina el mas antiguo de la Nueva España después del de 
la Concepción, habiendo sido fundado a mediados del siglo XVI 

Sor los hijos de los conquistadores para sus hijas, nietas i demás 
e la pobleza española, en la época que narramos, que es la del 
segundo tercio del siglo XYII, dicho coñyento se componía de 
nun^erosas i ricas monjas, de las cuales algunas eran hijas o 
^ her^Qanas deCondes, Maorqueses i mayorazgos i casi todas pertene- 
jciana las /«imilias principad de México, Cada monja tenia una 






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194 

criada i Algunas dos i otras tres^ i aparte de estas criadas partica- 
res había muchas de comunidad, de las qué anas se ocupaban tu 
la cocina, otras en el aseo de los claustros, otras en la panadería 
i otras en otras oficinas. ITna monja de Regina era d^ aquellas se* 
ñoras de quienes se decia en aquellos siglos Hembra d§ ricas pa* 
tenas (1). 

Dice Guijo: '^Año de 1650. • . Elección de Regina.-^ A 19 da 
Noviembre de este año se hizo elección de Abadesa en el conven- 
to de Regina CoeL% por mano de D. Pedro de Barrientos (e¿ JPro* 
visor) ^ á que asistió D. Francisco de Olabe, secretM*io del gobier- 
no de este arzobispado, y el Lie. Diego de Villegas, secretano 
del Cabildo de dicha Iglesia Catedral; y habiéndose opuesto las 
Madres Mariana de San Lorenzo, hija de Cristóbal Bonilla, eu« 
nada de />. Antonio de Vergara y del Correo Mayor de este rei- 
no, y la Madre Maria de San Luis, hermoñM dd Conde de San- 
tiago, se empezó á votar, y tuvo la dicha San Luis sesenta votos 
y muchos menos la San Lorenzo, y habiendo dado (BaT^entas) 
tres vueltas (2), dijo dicho Provisor ser electa canónicamente la 



(1) Voi a trascribir lo que para la explicación de esa ftase proverUsl di- 
ce el erudito catalán D. Joaqnin Bastús en su libro "La Sabidtiria de las Ka* 
ciones/' serie 1 f , n P 112, i en estos conoeptos van a recordar muehiñiDOt 
lectores a las monjas de la Concepción, las de la Encarnación, Regba, San 
Jerónimo, San Lorenzo, Jesús Maria i otras, con sus grandes relicarios o po- 
tenas sobre el pecho, que oran como el abanico de plumas entre les aztecas, 
la insignia i señal de la nobleza. Dice pues Bastús: ^^ Hembra de ricas pa- 
tenas. Antigua 7 honrosísima califícacion qne se daba en algunas Ptovin- 
cias á las mas distinguidas señoras, por el usó qua hadan de ricas paienas 
en su adorno personal. Llamábanse patenas unas medallas o lámíiias an- 
chas de metal, mas ó menos precioso, que con alguna in^gen de un santo tsr 
calpida, llevaban antiguamente por devoción y luego por adorno las laiüeneB 
españolas de distinción, pendientes de la garganta y sueltas ante el cuello y 
pecho.'' 

'*Entre varios documentos antiguos que pudiéramos citar jusiifioando esfa 
moda, reproduciremos Uno 6 dos pasajes del Romancero del Cid . . . Babfauí- 
^0 en el mismo Romfande de cuando Dola Gimena salió á Misa tUee: 

Dos patenas lleva al co^Uo, 
Puestas eon mucho primor, 
Con San Lastro y San Pear^» 
Santos de su devoción.^' 

{%) "Asi lo creo yo, respondió Sancho/ pero dígame ; ahora iquien fué el 
primer volteador del mundo? En verdad, herinano, respondió él primo, que 
no me sabré detonmnar por ahora hasta que no Ip estudie. . . 'Pnes mire, se- 
üor, tepfico Stocho, natc^aoe tralMkjo' én esto, queafaora he cndo en la eAenta 
de lo que le hei pi^utádo; $e{Mt que él "pássM^ volteador ív^ baciftVy ^^mmI» 



195 
diclaa San hxx^nzo, de que resultó entre la& religiosas grandes 
disgustos» y las moias de servieio unas contra otras, muchos 
maltratamientos da obra y palabras (1), y se alboroté todo el rei« 
ne, y dijeron al dicho Provisor y ministros muchos vilipendios, 
y el dicho Provisor hiao entrar á D. Fernando Gaitan, Fiscal, á 
apaciguar los ruidos, que duraron muchos dias; y la parte de la 
Madre San Luis nunca quiso dar la obediencia á la San Lorenzo, 
alegando nulidad; y se presentó ante el Virey por via de fuerza, 
de la que hacia el Provisor, que por ser gusto del Señor Arzobis- 
po, habia hecho la elección en esta forma. Al fin se les notifica- 
ron autos so graves penas de censuras para que dieran la obe • 
diencia, y la dieron con protestas, cargando de maldiciones al di* 
cho Olabe y á otros; y dentro de pocos dias volvió á repetirle al 
<£cho Olabe una enfermedad grave que padecia, y le dio asimismo 
una disenteria de sangroi que fué menester sacrameatarlo á toda 
prisa: las religiosas perseveraron algunos dias en su porfía/' 

^'Muerte del Señor Arzobispo.r^ Murió el Señor Lie. D. Juan 
de Mañozca, Arzobispo de esta ciudad lunes 1 2 de Diciembre á 
las oraciones, que desde que asistió á la visita de las monjas de 
Begina Coeli por Octubre, le dio la enfermedad aguda de que 
estuvo algo mejor, y le repitió con otros accidentes, sábado 10 
de este, y le duró hasta la muerte^' (2). 

*^ Muerte del Secretario del Señor Arzobispo.-^ Domingo 18 
(de diciembre). Amaneció muerto Francisco de Olabe, secreta- 
tavio que fué del Señor Arzobispo: enterrÓGíe dicho dia en el Sa* 
grario de la CatedraF' (3). 



iW^V«» 



do le ediaron ó airojsioB del dalo, qne vino volteando basta los sbi^mos.'^ 

(1) iCaraoolesI No pararan en las palabras, sino que llegaron a las abras. 
Se asieron del peacu^^o i. se dieron de moquetes unas viejas a otraa. 

(2) Poco antes dice Guijo; *^ Enfermedad del Señor Arzobispo. — Miér- 
coles 19 de Octubre, amaneció malo el Señor Arzobispo de México, y viernes 
y sábado le sangraron dos vecep á mañana y tarde cada un dia, y se le vá a- 
gratandala enfermedad, y domingo 22 empezó la Gatedral rogativa por su 
fBftlud, y lunes 24 la empezó la Casa Profesa. Dicho dia lunes le sacramen- 
taron entre nna y dos de la tarde, y antes dispuso su alma. Dióle el acha- 
que volviendo á su palacio de asistir á la visita de las monjas de Regina 
Coeli, para proceder & la elección de Abades de éV^ 

EL Sr Sosa en su obra "K Episcopado Mexicano," en la biografía del Ar- 
zobispo M^ñozca, dice: ^^Luego que se supo su fallecimiento, acudió la real 
justicia é hi;;o el embargo de-sus bieoes ... y fué puesto preso^w iitt calábo^ 
zo de la casa arzobispal el Lie. D. Fernando Gútan, fiscal que era y oopdeje-^ 
TodelSn Mafiozca.*' 

(3) £1 Sr. Arzobispo i m secretario murieion a cooftecoeada de iaa 



196 

El Yirey Conde de Alba de Liste, quedó tan azorado con á 
Capítulo de Eegina, que aborreció no solamente los Capitules, 
sino hasta el chocolate de las monjas de Regina. Dice Guijo: 
**Año de 1651 . . . Maitines de Beyes.— Jueves 5 de Enero, vís- 
pera de Eeyes. Vino el Señor Virey á las oraciones á la iglesia 
del convento de Regina Ooeli, á oir los Maitines de esta festivi- 
dad, donde se estuvo hasta las nueve de la noche que se acaba- 
ron, y á la novedad de su venida y apercibo de música, ocurrió 
mucha gente de todos estados; enviáronle por la reja del coro 
bajo las religiosas chocolate y dulces, y él lo repartió en presa- 
da de todo el reino^ á las mujeres que estaban cerca de él y del 
Doctor Simón Este van y sus hijos, que le asistieron'' (1). 

^^Destierro de Gaitan.i^ El Provisor de este arzobispado sen- 
tenció á D. Fernando Gaitan, clérigo Presbítero^ Fiscal de él, 
que fué preso á 12 de Diciembre del año pasado de 50, á que sa« 
Hese de esta ciudad á diez leguas de ella, so ciertas penas graves, 
á la parte y lugar que se le señalase por dicho juez, y alli esta* 
viese hasta la conclusión de la causa, y en esta virtud, lo saca^ 
ron para que fuese al destierro, lunes 23 de Enero,'' 

'^Año de 1651 . • • Remisión de dos religiosos. — Dicho dia [31 
de enero] tuvieron un sinsabor grande los religiosos agustinos 
que estaban en esta ciudad siguiendo un pleito contra la Previa' 
cia de Michoacan sobre que guardasen unas letras de su Gene- 
ral, el cual pendia en gobierno ante el Virey; y sobre decirle á 
su secretario fuesen despachados y no prefiriese el interés j dá* 
divas de Fray Martin de Yergara, que es el Mendoza de aque* 
lia Provincia, llegaron á decirse de una y otra parte muy pesa* 
das palabras y el secretario á empuñarse á la daga. Fué sabedor 
el Rey y envió recaudo al Provincial de esta Provincia {de Me- 
xico)f el cual los recogió en su convento y dentro de dos días los 



binas i grande agitación que tuvieron oon motivo del Capítulo de Regina' 

(1) Maitines, Misas solemnes, pomposos sermones, candelabros, inoensi- 
ños i otros paramentos de oro i plata, repiques, cohetea etc.; ¿i las virtnderf, 
ii la moral/ Exquisitas flores de mano i ramilletes, ricos bordados» sopón* 
feío chocolate, sabroso pan i deliciosas confituras, quehaceres en que se fftr 
taba mucho tiempo, para regalar a los capellanes, a los confesores, al Yiieyt ^ 
los oidores, canónigos, priores i otros grandes; ¿i las virtudes?, ¿i la morw? 
Itfugas horas de confesonario a monjas ricas, en que se ocunaban muchísimoB 
sacerdotes; ¡i los indios abandonados en sus bosques, pidienao con la ]&9cnti^- 
la el pan de la palabra, de la moralización i yde la civilización: ^los pármlos 
pidieron pan y no habia quien se lo partiese:" parvtUi p^tierunt panm^ ^ 
wmerat quifrangertt eis! 



197 

remitieron á su Provincia (de Michoacan) con seis hombres de 
guarda á costa del Virey." 

"Año de 1651 .. . Disturbio en el convento de San Lorenzo so* 
hre la elección. — A los principios de Agosto, á 2, de este corrien- 
te año, se hizo elección de Priora en el convento de religiosas de 
San Lorenzo de esta ciudad, de donde es Vicario [Capitular] el 
Doctor I). Juan Diaz de la Barrera, Canónigo de e^a Catedral, 
por la sede vacante; y el dicho Canónigo pretenai(^ sacar por 
Priora á un% religiosa que era actual portera mayor y habia mu- 
chos años que ocupaba puestos: la comunidad pretendió lo con- 
trario, y llegando el caso de votar, sacó la de la presentación d§l 
dicho Vicario diez y nueve votos y la que la comunidad eligió, 
veintitrés: fué la madre Bernarda de San Lorenzo. Alborotóse 
el Vicario, no quiso confirmarla y dijo muchas palabras pesadas 
á las religiosas y ellas á él (1); llegó á quitar el velo á una sin de- 
mérito^ llamada Baltazara de San Antonio. Betiróse á su casa. 
La parte de la comunidad apeló para ante el Dean y Cabildo se- 
de vacante^ del agravio que se le hacia en no declarar á la que 
tuvo veintitrés votos, como constaba por las firmas que remitían. 
Visto en el Cabildo, lo remitieron al Dean, y él, estando cierto 
de la intención del Vicario y acciones suyas dañosas en lo públi- 
co y secreto, de que en todo el reino se causó grande escándalo, 
queriendo declarar por legítima Prelada á la de los veintitrés 
votos, notificaron al Cabildo no se hiciese novedad alguna en di- 
cha elección, por estar informado el Virey no era legítima dicha 
elección, por haberle hecho relación la parte de diez y nueve vó^ 
tos. Entraron en Cabildo los Capitulares á 13 de Agosto y resol* 
.vieron que el secretario fuese á hacer relación de los autos al dicho 
Virey, y habiéndose hecho, respondió que estaba mal informa- 
do {el Virey)^ y que él fiaba del Cabildo la elección del Pontí* 
fice, cuanto y mas la de una monja, y que hiciesen justicia. Con 
esto declaró el Dean por legítima á la de los veintitrés votos y 
mandaron al Vicario que la confirmase, como lo hizo; y acabada 
la confirmación, sacó una tabla de oficialas hecha por él y dijo 
q-ue aquella se guardase y cumpliese, de que la Priora apeló para 
ante el Cabildo, por quitarle el derecho que sus reglas le daban 
y era costumbre qué la Priora y definidoras hiciesen la tabla, y 
asi mismo lo recusaban. Sin embargo, le mandó entregase las 
llaves de las oficinas á las oficialas que él nombraba, Para de- 



(1) I cuenta que un Yicarip Capitular es el que gobierna ud& diócesis poi: 
muerte del Obispo. 



\ 



19S 

terminar sobre ello, despaqhú cédula de anU diem ^1 Dean {«a 
qae se juntasen á Cabildo el viernes 15, y en él se juntaron los 
de la parcialidad de dicho Vicario y noandaron se le mani&9tase 
á la Priora entregase las llaves á las electas por dicho Vicario; 
contradíjolo el Dean y apeló á la Audiencia. . . Oídose en la Beal 
Audiencia el litigio sobre lo determinado cerca de las oficialas del 
convento de San Lorenzo, martes 22 de Agosto, y hallóse á la 
vista toda i|a Real Audiencia y Yirey sobre determinar si era 
válido el Cabildo hecho y lo en él determinado por los prebenda- 
dos que son parte del Vicario, ó se había de guardar lo prevenido 
in voce por el Dean y los suyos que lo ordenaron en el coro. De- 
claró la Audiencia se diese auxilio á la parte del Vicario para e- 
jecucion de lo ordenado y mandado por el Cabildo sede vacante 
en la sala capitular celebrada. Notificóse este auto al Dean; lo 
apeló para ante 8u Majestad en el Real Consejo de Indias/' 

"Año de 1651 .. . Muej^te de Alvaro de Lorenzana.r^ Viernes 
23 de Noviembre á las doce horas del dia sacramentaron á Alva- 
ro de Lorenzana, vecino de esta ciudad, patrpn del cpnveBto de 
religiosas de la Encarnación y á cuya costa se edificó el templo, 
uno de los hombres mas ricos que en este reino y fuera de A se 
ha conocido (1). Sacraipentóle el Doctor D. Pedro de Barrien- 
tos, Chantre de esta Santa Iglesia Catedral y Comisario d^ la 
Cruzada: fueron alumbrando doce religiosos de Santo Domingo y 
otros doce de San Fra.ncisco, y á sus expensas se vá edificasdo la 
enfermería de dicho Orden de San Francisco de esta ciudad, qQ^ 
es obra que costará mas de 40.090 ps. Murió dia de Santa Cato- 
riña Mártir á 25 de dicho mes, y dejó por sus alb^ceas al dicho 
Doctor D. Pedro de Barrientos y al Padre Soriano de. la Comp*-» 
íiia de Jesús. Enterróse de Cabildo en su bóveda en dicha igl^* 
sia de la Encarnación y asistió toda la clerecía del reino, ferqxi^ 
ordenó que ae le diese á cc^da uno de los que acudiesen con sohrepe^ 
Iliz un peso y una vela; asistió asi mismo la Congregación, de Sai^ 
Pedro por ser congregante; sacáronle de su casa [en hQmkros)^^^ 
Provinciales de los Ordenes y luego le tonaaron los hQrmfilK)s d^^ 
Orden Tercero; presidió en este entierro el reginaiento de la ciu- 
dad, Corregidor y alcaldes ordinarios, pocos republieanos. Quod^' 
ron por tenedores de bienes k)s dichos. Barrientos y Padre Geré- 
ramo Soriano; dícese dejó ^x\ reales maa de 800.O00 pa., sin las es- 
crituras de casas y huertas y menaje de casa; hicieran fig«» ^ 
viudos detras del cuerpo el Provincial de la Compañía y el P*^ 



(1) I sin embargo no tenia cl tratamiento de Don. 



dre Frshciíícó C&Heron** (también jesnitú). 

^'Destierro del Padre Castaño." ^— Atrás sé refie» la mtiérté 
cíe Alvaro de Lorenzanay su entierro. Mientras se hacia y jun- 
taba la ícente para él, &« platicó por el Padre Bartolomé Castaño, 
«le la Compañía de Jesús en dicha Casa (Profesa) y palpito, y 
trajo un ejemplo del Padre Eusebio (Nieremberg en su *^ Temporal 
•y Éteimo'% y dijolo como lo refiere, en que pintó á un hombre 
del trato del dicho difunto» que por no restituir lo mal llevado se 
condenó. De esto resultó que luego el dia siguiente lo desterró de 
esta ciudad el Provincial. Dícese que les deja (Lorenza7ia) á es- 
tos Padres (jesuítas) gran suma de hacienda para sus obras, y 
otras que por su mano se han de ejecutar. Mandó se le dijesen 
veinte mil Misas de á peso; dejó 20,000 ps. al convento de la 
Merced, y á las religiosas de todos los conventos de esta ciudad, 
ricas y pobres, se les diese á cada una seis pesos.'' 

"Año de 1653. . . Marzo. . . Para que constase ser de la^ ciia* 
tro parles de la inudad las tres y inCCUa de obras pias, capella* 
mas y irMas de religiosos y religiosas^ las empadrona (tas casas) 
la ciudad (el, ayuntamiento )f tomando razón quien vivia y cu^^as 
€ran" (1). 

**Año de 1655. . . Cédulas á las Religiones. — En dichas urqaár 
{especie de fragatas) vinieron cédulas para los Prelados de las He- 
ligiones, en que Su Magestad les advertia como se le había dado 
noticia por él Virey de sus procedimientos y trajes y de su poca 
Teligtoa en ellas (2) (que fueron tres cédulas). Dice traen dombre- 
T09 de castor (3), medias de seda (4) y que andan públicamente 
<en carrozas (5) y en muías por toda la ciudad, con otras nauchas 
<K)6as notables; y así llamó el Virey (6) á todos los Provinciales 
£7], y juntos les reprendió lo referido con muchas graves pala- 

• • • 

(1) Attissima pauperfcís atundavit iíi divitias, A los que no entiendan 
«I latín les explico que esa seutoDcia quiere decir: ^*La profunda pobreza de 

. loa clérigos i nuiles se comió a los demás ciudadanos/^ 

(2) Reli^eion ea la observancia de sus ¡Bstitutos. 

(3) Los frailes usaban sombreros de castor por que ya liabia pMacb la 
moda de las capuchas caladas. 

[4] Usaban medias de seda para busear a los IdolatraB €fii loto desiertos i 
«enseñarles con sencillez la religión i las primeras letras. 

(5) Por la quietud en las celdas^ 

(6) El Duque de Albiunquerqne. 

(7) AI Provincial de los fiandecanos, al de k» domítiices) 6l de lód á^tis^ 
tinos, al de los jesuítas, al de I09 oamielitas, al de los lomfdairidS) al d^ loi 
<lie^inos, al do los juaninos i al de los hípolitos. 



t' 



200 
braSi que llegaron á mucho sentimiento/ y en especial á los car- 
melitas, á quiea les argüyó de poca Caridad j luucha am- 
bición" 

"Año de 1655. . . Muerte del Maestro González. — Jueves 21 de 
Octubre, á las once horas del dia estaba bueno y con salud y en 
pió el Maestro Kodrigo González, Padre de Provincia (1) del Or- 
den de San Agustín y de jos de la parte de España, y á las doce 
de dicho dia se murió; y habiendo averiguado su muerte, se ha- 
lló que lo hablan muerto entre dos legos de dicho Orden, el 
uno llamado Fray (2), natural de esta ciudad y que había come- 
tido algunos delitos en la Orden y robado al difunto, y habién- 
dole castigado la Orden en otra ocasión, el difunto fué tercero 
para que lo recibiesen otra ve» y lo ocupasen en la enfermería, y 
era asistente del difunto: el otro llamado Fray (3), natural do 
Galicia en los reinos de Castilla, que era refitolero, y este fué ei 
que instó al otro á que lo matase de. una puñalada por robarlo; 
y fueron luego puestos en prisión, y sabida por el Virey la mal- 
dad, después de enterrado el difunto envió médicos y cirujanos y 
escribano y desenterraron el cuerpo y se dio fé de la. puñalada." 
En seguida refiere Guijo las exequias del difunto i el castigo que 
el Provincial i Definidores impusieron á los frailes asesinos. 

Después de haber visto los Capítulos de los mercedarios, de 
1.03 franciscanos, de los dominicanos i de los agustinos, veamos 
yn Capítulo de carmelitas. Dice Guijo: ^'Año de 1662... Nu- 
lidad del Capitulo del Oarmen.-r Vino declarado por nulo el 
Capitulo Provincial de los carmelitas y nombrado el Padre Fray 
!]y^iguel de los Angeles, que al tiempo de su elección se la baraja- 
ron (4). Ejecutóse miércoles 17 de Mayo y tomó posesión el 
nombrado." 

Dios me ayude para presentar el documento histórico siguien- 
te, limpio de las incorrecciones de Guijo I de las erratas de im- 
prienta de Juan R. Navarro. 

'^Año de 1663. • • Febrero. • . Con ocasión de la venida (5) 
del Señor Obispo de la Puebla [6] á gobernar este arzobispa- 

(1) Se llamaban Padres de Provincia los ex-proyinciales. 
(2Í Aqui deja Guijo un espacio en blanco. 

(3) Aqui deja otro espacio en blaDCO* 

(4) Aquel primo de que habla Cervantes habría deducido de aqui estii 
oonsecaenda: Luego los carmelitas eran mui buenos para jugar a la baraja. 

(6) Estaba para venir. Llego ala ciudad de MézicQ eñ junio del mismo año^ 
(6) Df piego Osorio áej^soobar y LlaoMus. 



201 

do (1)> Don Fray Juan de la Torre, 0]>íapo de Nicaragua (2)/ 
pretendía este arzobispado y 1^ favoFecia el Yirey (3) para con* 
gemirlo. Babia despachado (4) un aviso á España eia dar no- 
ticia á la ciudad (5) del dicho Obispo (6). Ofrecía 50.096 pa de 
donativo (7). Escribió una carta al Bey el dicho Obispo (8), 
en que le daba cuenta como el Obispo de la Puebla tenia mu- 
chos defectos, y que los Oidores y alcaldes de Cortei el Obispo A* 
guirre y el Comisario de San Francisco y otras muchas personas 
de prendas^ no le escribian como convenia. Despachó á un fraile de 
BU Orden para que se embarcase, y el fraile teniendo escrúpulo 
del recato con que le ntiandaba llevase y entregase al Rey esta 
carta, la abrió, y visto lo que le escribía, y que solos eran buenos 
servidores del Eey el Virey y sus hijos (9), la entregó á los Oido- 
res y personas á quienes manchaba; con que la Audiencia le man- 
dó luego que dentro de breve? días saliese para su obispado. El' 
replicó tenia cédula real para asistir en esta ciudad á dar forma 
3I colegio que tenia fundado en Santiago Tlaltelolco desde que 
fué Oomisario; y sin embaigo, le mandaron salir y retuvieron la 
cédula para avisar á Su Majestad; y en esta conformidad^ luneEf 
26 de Febrero salió viaje para su obispado." 

Año de 1663 • . . Muerte del Obispo Torre. A 20 de Octubre 
de este afio llegó aviso á esta ciudad de como el Padre Fray: 
Juan de la Torre« Obispo de Nicaragua, habiendo seis días que 
habia llegado á su obispado, le hallaron muerto.^ 

Estos hechos pasaron en sola la ciudad de México i en solos 
diez i sois afiOS que comprende el Diario de Ouijo. En los mis. 

()) Coojo Aníobispo i toda la Nueva España .como Virey. 

(2) Moiye francisGano que estaba en México sin querer irse a m obispan- 
do, j 

J3J El Qonde de Baños, acérrimo enemigo de iOsorio, quien yenia a sne- 

erle i residenciarle. 

(4) El Virey Co^de de Baño?, 

(5) México. 

(6) Osorio. Alíiman en el Apéndice a bus Discrtaeio^ics^ en la biografié 
de Osorio dice: *^Tomó posesión del vireinato repentinamente, habiendo re- 
cibido por un accidente casual el pliego de su nombramiento, pues el Conde 
de BañoH habia interceptado loe anterioi'es a^^isoa^' 

(7) El Cpnde de Baños a los personajeg mas influentes e;n la Corte dé 
j(Cflpaño, por que as nombrara a Torre Arzobispo de Moxia). 

(8) Torre. 

(9) Siendo asi que por la histojria consta los iibuaos del Conde de Baiío6-i 
>de sus hijos. 



202 

moa dfez i seis años tovo lugar otro tempeatuoso Capítulo de do- 
minicos i otros hechos que prueban la relajación* de los monjes i 
refiere Ouijo; pero no tengo dinero para imprimir mucho; mas lo» 
hechos referidos son suficientes. 

Testimonio de ¿amacois. 
En su Historia de Méjico, tomo 5 f*, capítulo 11, dice: **La 

disciplina, como se vé, se habla relajado bastante . . . La vi- 
da ejemplar, santa, verdaderamente apostólica de los primeros re- 
ligiosos que pisaron la Nueva España, no encontraba en la mitad 
del siguiente siglo^ todos los imitadores que hubiera sido de de- 
searse. Se hacia indispensable que se estrechase nuis la discipli- 
na, y esa necesidad la reconocian los monarcas y daban varias 
disposiciones para lograr el objeto.'' 

Testimonio de D. Lucas /Claman. 

En su Historia de Méjico, parte 1 ^ , libro 1 *? , capítulo 1 P, dice: 
^'La riqueza del clero no consistía tanto en las fincas que poséis, 
aunque estas eran muchas, especialmente las urbanas en las ciu- 
dades principales, como Méjico, Puebla y otras, sino en los ca- 
pitales impuestos á censo redimible sobre las de los particulares, 
y el tráfico de dinero por la imposición y redención de estos cau- 
dales, hacia que cada juzgado de capellanías, cada cofradia, fuese 
una especie de banco. La totalidad de las propiedades del clero, 
tanto secular como regular, asi en fincas como en esta clase de 
créditos, no bajaba ciertamente de la mitad del valor total de 
los bienes raices del pais (1). El Ayuntamiento de México, vien- 
do la multitud de conventos de uno y otro sexo que se iban le- 
vantando, y la muchedumbre dp personas que se destinaban al es* 
tado eclesiástico, asi como las grandes sumas invertidas en fun- 
daciones piadosas, pidió al rey Felipe IV en 1644, '*que no se 
fundasen mas conventos de monjas ni de religiosos, siendo dema* 
fiiado el número de las primeras y mayor el de las criadas que 
tenian: que se limitasen las haciendas de los conventos de religio- 
sos, y se les prolüblese el adquirir de nuevo, lamentándose 

de que la mayor parte de las propiedades estaban con dota- 
ciones y compras en poder de religiosos, y que si no se ponia re- 
medio en ello, en breve serian señores de todO: que no se envia- 
sen religiosos de España, y se encargase á los obispos que no or-- 

(1) Alaman dice lo que no bajaba, pero no dice lo que subía,'. 



203 
denasen mas clérigos que los que había, pues dice se contaban 

mas de seis mil en todos los obispados sin ocnpaeion nin- 

^na (L); ordebados á titulo de tenues capellanías, y por ulti- 
mo que se reformase el excesivo numero 4^ fiestas, por que con 
ellas se acrecentaba la oeiosidad y daños que esta causaba.'*' 
Lo mismo pidieron las cortes reunidas en Madrid por aquel tiem* 
po (2), y antes lo habia propuesto el Consejo de Castilla; pero no 

se tomó providencia ¡f\9» cosas siguieron lo mismo." 

?I1I. Selajacion del clero secnlar i replar en 
España en el nltiio tercio del siglo IVE 

Testimonio del historiador Feri\ei^ del Rio. 

. D. Antonio Ferrer del Rio, preclaro miembro de la Real Acá* 
demia Española de la Historia,, en la introducción a su tan esti- 
mada ^'Historia del Reinado de Carlos III/' dice: ^^Hábito yes^ 
tian los primeros que se lamentaron á la sazón de la multitud de 
conventos y de eclesiásticos seculares y regulares, y convinieron 
sucesivamente en lo propio cuantos profundizaron el asunto. Ba- 
jo las apariencias de piedad se dedicaban los caballeros y señores 
á erigir conventos do descalzos, por menos costosos, y alegaban 
el mayor número de ellos como excelencia de sus estados. No pu- 
diendo la gente llana costear tales fundaciones, hacíalas de cape- 
llanías con caudal sumamente corto, y se aumentaban en propor- 
ción mas asombrosa que los conventos. Estos se poblaban por lo 
común de jóvenes que temían la miseria ó amaban el ocio, y se 
mantenían de limosna 6 con los bienes que desaparecían de la cir» 
culacion y paraban en manos muertas, con lo que perdía el esta* 
do secular brazos para ejercer las artes y fuerzas para soportar 
los tributos. Como los vasallos, que antes daban limosna, ve- 
nían á menos y necesitaban pedirla, hasta las mismas órdenes 
mendicantes se alarmaban de su muchedumbre. Como no pocos 
beneficios estaban anejos á memorias, capellanías y monasterios 

(1) Se equivocaba el Ayuntamiento de México. El Sr. de la Rosa lo sa- 
be mejor que dicho Ayuntamiento. Se ocupaban en la conservación de los 
aborígenes americanos i en buscar a los idólatras en los desiertos, para ense^ 
ñarles con sencillez la religión, las primems letras i otras zarandajas. 

(2) Por que también en España era asombroso el número de frailes i clé- 
rigos i el número de íuicas i capitales a ceaso que tenian i grande la relaja- 
ción de ellosi 



S04 

de landacíon particular, y como las órdeía^s religiosas ad^jairiaa 
por mandas, compras y donaciones las mas pingUes haciendas^ \& 
padecían las catedrales y parroquias, y el mismo clero sacular se 
/escandalizaba del abuso y de las mermas de sus intereses coa tan* 
tas exenciones de diezmos" (i). 

• ^'Fara disminuir los frailes propuso el Consejo de Castilla que, 
fitreyia la autorización del Sumo Pontífice, no se admitiesen no* 
vicios de m^nos de diez y seis años ni profesaran hasta los veinte: 
para reducir á lo justo el número de clérigos quiso fijarlo según 
doctrina d^ los Concilios y Santos Padres {2); y las Oorte^, por 
«na condición de millones, alcanzaron que se resolviera poner H- 
miteg á la fundación de conventos (3). Paliativos ineficaces todos, 
pues años mas tarde aseguraba un español esclarecido, que la 
piedad confiada y el escrúpulo opuesto á la prudencia^ dejaban 
con^er semejantes inconvenientes'^ {i). 

*^Lo monstruoso de la amortización eclesiástica inspiró verda- 
des luminosas. De ir en aumento de continuo, vaticináronse per- 
juicios que aun para pensados eran grandes: manifestóse que este 
mal se. parecía á la carcoma que, por imperceptifafó que fuera, 
deshacia finalmente un madero, y que obraba á semejanza d^i 
reloj, cuyo movimiento no se advierte, y sin embargo, cuando 
menos se piensa da el golpe; hubo quienes dijeran que un mo? 
Aarea no tiene de quien temer sino de los grandes señores y de 
las comunidades muy ricas; y hasta se creyó ver cercano el cum- 
plimiento de los anatemas de Isaías contra los que van juntando 
casa á casa, tierra á tierra, campo á campo, como si ellos solos 

(1) "Fray Sebastian Briciauos y Fray Francisco de Sosa, obispos de O- 
rense y de C^ma, y Fray Machio, arzobispo de Caller, opinaron que se de- 
bían minorar las casas religiosas y los individuos de ambos oleres, en los in- 
formes que les pidió en |603 Felipe III, según afirmaba Qonzalee Dávila eq 
la Historia de este soberano: cap. 85. — Lo' mismo creyeron Fray Serafin de 
Freitas, mercedario, y Fray Luis de Miranda, franciscano, en un tratado que 
dedicó al Consejo de Castilla.-^ Pérez de Herrera, Remedios para el bien 
de la salud del cuerpo de la República. — Moneada, Restauración PolUira^ 
diso. 7, capítulos 7 y 8. — Fray Ángel Manrique (obispo de Badajoz), Soco- 
rro que el Estado Eclesiástico parece podría hacer al Rey Nuestro Señor 
can provecho mayor suyo y del reinoj cap. 13.* Salamanca, 1624.— Metno- 
rial del elevo secular á Felipe IV. — Alosa (D: Felipe Antonio), Exkorict^ 
don e/c." 

(2) '*Consul1a del Oonsejo de Castilla de 19 de febrero de 1619." 
(8) ''Cortes de Madrid de 163», condición 45 de millones." 

(4). ^^Soare^ra, Mea de «n Principe>^ e^ipresa 66.-' 



205 

hubieran de vivir en el mundo (1). Vanamente aconsejaron p^- 
scnas religiosas y condeearadas á los eclesiásticos seculares y re- 
gulares que se impusieran ellos mismos la reforma» despren- 
diéndose de bienes raices, por lo que apretaba la necesidad del 
reino, y para que los políticos no censuraran su riqueza, dañosa 
á la modestia y á las demás buenas costumbres y fomentadora 
de la ambición é indisciplina (2). Muy posteriormente á tan sin* 
ceras y mesuradas amonestaciones continuaron los eclesiásticos 

aumentando sus bienes liasta ala cabeeera de los moribun- 
dos, y mereciendo la nota de heredipetas, y ocasionando la des- 
población de los lugares con la extinción de las familias (3). Ya 



(1) '^Antonio Pérez, Norte de Príncipes »--r- Ftay Juan Márquez, El Go- 
bernador: Cristiano^ lib. 7, cap, 31. — Cevallos, Arte Real^ do«um. 23." 

(2) "Fray Ángel Manrique, Socorro^ cap. 3. — Fernandez Navarrete, Con- 
servación de Monarquías^ disc. 45.'^ 

(3) *'8egun Manrique, JSocorro^ cap. 6, á su vista y en el curso de treiiHc^ 
afíos^ de doscientos quedaron reducidos á onse los vecinos de un lugar distan- 
te cinco leguas de Salamanca, cansándolo en gran parte los muchos clérigos y 
religiosos. En consulta de 7 de junio de 1670 reconocía el Consejo de Ha- 
cienda la autentioidad y exactitud de una información de la villa de Camar- 
ma de üstemelas, cuyos vecinos bajaron muy pronto desde trescientos Jiastá 
jsetenia^ por haber vendido á comunidades eclesiásticas sus ñncas. A las 
mismcus puertas de la Corte se veia la prosperidad de Leganes, donde casi to* 
dos loB vecinos cultivaban tierras propias ó arrendadas, al par que la enorme 
deirpoblacion de Arganda, á causa de haber adquirido las comunidades los dos 
tercios de bienes raices y de cultivarlos de su cuenta." 

¡Bab? Dos tercios era moco de pavo. Dice Guijo, como se ha visto a la 
pág. 199 "Para que constase ser de las cuatro partes de la ciudad las tres y 
inedia de obras pias, capellanías y rentas de religiosos y religiosas, las empa- 
drona." etc. ¡Una octava parte de las fincas de la ciudad de México era lo que 
no pertenecía a manos muertas^ ¿I con qué trataban de justificar aquellos 
hombres tamaña desproporción i, hablando con la debida franqueza, tanoaño 
robo? Las razones o alegaciones principales, según consta de sus escritos de 
defensa, eran las siguientes. 

1 ? Que Jesucristo también habia tenido bolsa para colectar dinero. — Si, 
m€is ellos tenían un bolsón mas grande que el de Mapimí. 

2 ? Gue dice San Pablo: "¿Quien apacienta ganado, y no bebe de la leché 
del ganado?" (Epístola 1 s« a los Corintios, capítulo 9, verso 7). — Sí, pero 
que los pastares no se beban casi toda la leche i dejen sin leche a los becerros, 
por que se acabará el ganado. 

3 ^ Q'Ue todas las casas i campos i todas las cosas del cielo i de la tieira 
son de Dios, i aá ^ué tenían que reclamarles a los ministros i representan - 
tes de Dios? ("Del Señor es la tierra y su plenitud; la redondez de la tierra 
y todos sus habitadores"; Salmo 23, 'verso 19 — "Se me ha dado toda potes- 
tad en los eieks y en la tiecra''; Evangelio de San liateo, capitulo 28, ver^ 



206 

tocaba á su t^rmíoo la dinastía austríaca, al tiempo en que un 
bene^nento español representaba á Carlos lí sobre la manera de 
extirpar el daño: **V. M. es poderoso, como dueño de lo tempo- 
ral, á precisar á los eclesiásticos que dentro de cuatro años ven- 
dan las posesiones que han adquirido por mandas, compras y re- 
nuncias; y se castigará con pena capital á los seglares que hicie- 
ren las compras supuestas; y á Jos eclesiásticos que nó obedecie- 
ren las órdenes de Y. M. se les pueden echar las temporalida- 
des" (1). 

''No había familia con quien no estuvieran entroncados los 
frailjss por amistad ó parentesco; ni casa que le cerrara sus puer- 

BO ISJ. 

4 ? Que el tratar de rebajar los bienes de los frailes i de los clérigos en 
una lieregía manifiesta de Wicleff, do Juan llus, de Lutero, de Cahino, de 
Quesnell i quien sabe de quienes mas. 

5 ^ Q,ue Dios hablando por la boca del Concilio Tiburiense había diclio: 
**|0h hombre! Mia es la tierra que cultivas, niios los granos que siembras, 
míos los animales que fatigas, mió el sol que te alumbra y te calienta; y Á 
todo es mió, tú que solo pones una pequeña parte en esta compafíia, noliabias 
de llevar mas que el uno, quedándome yo (hs sacerdotes) con los nueve; y 
con todo, te concedo á tí nueve y te pido uno solo Dame mi diezmo, porque 
bí no, yo te quitaré los nueve.''—— 1 aunque en el siglo XVII todos los me- 
xicanos eran puntualísimos en el pago de diezmos, ya no les quedaba masque 
uoa octava imrte de fincas (ín su capital. 

() * "Es menester obedecer á Dios antes que a los hombres.'' Obedire o- 
portel Dco magisy (¡nain homivihus, (Libro de los Hechos de los Aposto- 
Íes, capítulo 5, verso 29). Dios nos manda tener de las cuatro partes de la 
ciudad lastres y media, y los hombres (las leyes civiles) nos mandan tener mu- 
chísimo menos.'* Uue la Iglesia puede tener aun en propiedad bienes mate- 
jiales, es una proposición cierta, fundada en todo derecho, divino i humano; 
pero que Dios mandare o autorizase a los clérigos i frailes de la Nueva Espa- 
,ria para que tuvieran bienes temporales excesivos^ era un solemne falso teeti- 
monio que le levantaban a Dios. Es una cosa que podria llamarse la mas 
chistosa del noundo, si no fuera la mas terrible i sangrienta i la que ha pro- 
ducido mayores males en el mundo, la facilidad con que los frailes de Efli^ña 
i de la Nueva España i los sacerdotes malos de todos los pueblos antigaos i 
modernos, han hecho hablar a Dios; "que Dios le habló á PukLO y Diosle 
habló á Zutano; y Dios dijo esto y Dios dijo lo otro; y Dios mandó esto y 
Dios mandó aquello;" i casi siempre lo que a ellos les lia interesado. 

En fin, los frailes de España i de la Nueva España defendían sus riquezas 
como gato boca arriba; mas entre tantos textitos que citaban se les olridate 
citar este de Jesucristo en su Evangelio: **Mas vosotros la habéis hecho (m^ 
casa) cueva de ladrones." 

(1) "Alvarez Osorio, El Zelador General para bieri comtm de <<Mb*i 
punto 4.'' 



■207 

I 

tas; n¡ conversación en que no se les cediera la palabra; ni mesa 
en que no se les obligara á ocupar la primera silla; ni resolución 
grave entre ricos ó pobres que se adoptara sin su consejo; y si 
no tomaban parte en ellas, las satisfacciones domésticas no eran 
cabales. Bajo un estado social de esta especie, ni atmósfera que 
respirar habia nunca, ni se espaciaba jamas la mente, ni se abria 
el corazón asentimientos grandes y generosos, ni el albedrio bla- 
sonaba de libre." 

**])e ésta suerte hubo en España nuevC mil COnveutOS y se- 
tenta mil frailes, treinta y dos mil de ellos dominicos y fran- 
ciscanos: solo en los obispados de Pamplona y de Calahorra 
yeinte y cuatro mil clérigos seculares; y Bran frailes, monjas, 
eclesiásticos, beatas, ermitaños, miembros de U Orden Tercera y 
personas de voto de castidad la cuarta y aun la tercera parte 
do los españoles" (1). 

¡Una nación de frailes! Alégrate México por haber sido edu- 
cado por una nación de frailes, cuyos sellos llevas todavía en 
1 889 en tus ideas i en tus costumbres, i pasará aun otro medio 
siglo, lo menos, para que borres estos sellos i marches por el ca- 
mino del progreso i de la verdadera civilización i felicidad. 

Continua Ferrer del Rio. **Menester es decir que los contem- 
poráneos ilustrados no dejaron á los venideros la gloría de paten- 
tizar cuantos perjuicios se derivaban de semejante orden de co- 
jeas. El Real Consejo de Castilla, institución de honrosísimos 
fastos; la magistratura española, siempre anhelante por la justi- 
cia; las Cortes, con autoridad todavia para elevar súplicas al tro- 
no, y para obtener algunas de ellas al prorogar la contribución 
de millones; diversos teólogos, canonistas y jurisconsultos en li- 
bros de imperecedera memoria, defendieron sin cesar á los reyes 
y se opusieron á los desmanes del Santo Oficio; clamaron vigo- 
rosamente contra el excesivo numero de conventos y de eclesiásti- 
cos seculares y regulares^ y se esforzaron por impedir que se a- 
mortizaran en sus manos las mejores fincas de España." 

Testimonio de los ^utcf^es de la Enciclopedia de Me. 

llado. 
Estos autores, que han sido los principales literatos de Espa- 



(1) "Fernandez Navarrete,'Co«í6rraci^n de Monarquías^ disc. 43. — Ce- 
vallos, Arle Real^ dociim. 23.— Maestro Gil González, Historia de Felipe 
III, ya concluida en 1647, cap. 85. r— Moneada, Restauración Pq/i/íca, disc. 



ya 
7, cap P " 



208 

ña á mediados del aiglo presente, en el artículo Manos Muertas 
dicení ^'Conociendo la autoridad temporal el perjuicio que es 
causaba al erario público con la constante acumulación de la pro- 
piedad en las corporaciones eclesiásticas, por hallarse estas exea* 
tas del pago de tributos reales, y viendo el empobrecimiento de 
las clases productoras del pueblo con el estancamiento de gran^ 
des masas de bienes, se decidió á poner coto á las adquisieionei 
de las manos muertas, señalando límites al derecho de adquirir/ 
En seguida cita disposiciones legislativas de reyes i de portes, 
entre ellas una lei de Carlos II en la época que nos ocupa, prohi- 
biendo las adquisiciones del clero que eran excesivas, abusivas i 
perjudiciales a la nación, 

IX. Majacion del clero secnlar i replar ie la 
Nueva España en el ultimo tercio del siglo M. 

Testimonio del histoí^iador Pimentel. 

En sa ''M^i^oría sobre las causas que han originado la situa^ 
cion actual de la Raza Indígena de México y medios de reme- 
diarla,'' dice: "Los mismos religiosos, que con el tiempo podian 
haber llegado á instruir perfectamente a los naturales, perdieron 
mas adelante su celo primitivo, sus sant9.9 costuml^res; 86 r&lft* 

Jaron/' 

Testimonio del biógrafo Sosa. 

En ;bu obra "El Episcopado Mexicamo/' en la biograüa del Ar- 
zobispo i Virey Don Fray Payo Enriquez de Bivera, refiriendo» 
se a la ceremonia de la recepción del palio, dice; "Antes de veri- 
ficarse esta ceremonia, Fray Payo tuvo que sostener un pleito 
con el comisario de los franciscanos Fray Fernando de la Búa, 
quien pretendía imprimir libros sin licencia ni reconocimiento á 
la autoridad del ordinario, y otro mas grave aun con el provin* 
cial de San Agustín Fray Marcelino Solis. Unidos franciscanos 
y agustinos, pretendían que el arzobispo diese colación canónica 
á diez y seis ministros de doctrina, que presentaba dicho provin- 
cial. Este mismo habia removido, de su propia autoridad, á l^^ 
que desempeñaban aquel ministerio. Fray Payo negóse, como e- 
ra natural, & las pretensiones de los religiosos, y ellos recurrie- 
ron á la real Audiencia, la que el 21 de Diciembre hizo pus noti; 



. I 

.1 

II 
« ¡ 



209 

ficacíones al arzobispo en favor de los agustinos y franciscanos, 
pena de temporalidades." 

''£1 arzobispo, con toda entereza, estaba resuelto á salir deste- 
rrado antes que dejar hollar la inmunidad eclesiástica. Pero el rei- 
no comenzó á alborotarse, la clerecía se preparaba á defender á su 
jefe, sin que este lo supiera, y se notaban todos los síntomas de 
un gran disturbio próximo á estallar. Llegaron á oidos del virey 
aquellos rumores, y como hombre prudente, el marques de Man- 
cera interpuso la mediación de los inquisidores mas respetables 
cerca de Fray Payo. No era, por cierto, el arzobispo quien ce- 
gado por el amor propio precipitase á la sociedad al abismo de la 
discordia, ni quien diese lugar á otro tumulto semejante á aquel 
que provocara con su inflexible carácter uno de sus antecesores, 
el Sr. Pérez de la Serna. Consideró cuan graves perturbaciones 
habrían de originarse si conservaba su actitud resuelta, y ce« 
dio protestando únicamente dejar á salvo sus derechos. Este ras* 
go dio la medida de la prudencia y moderación del nuevo prela- 
do.'' 

El Sr. Sosa en la misma biogra6a refiere este otro hecho. '^Los 

franciscanos, que ya 110 eran en yerdad aquellos varones a- 

pOStóUcOS dejl siglo XVI, á quienes se debió la conquista de 
México, según tenemos demostrado al principio de esta obra, si- 
no que se etUretenian en promover competencias y provocar con* 
flictoSy movieron nuevo pleito á Fray Payo en Setiembre de 1670, 
por medio del comisario del Orden, pretendiendo que todos los 
religiosos doctrineros fuesen al mismo tiempo jueces eclesiásti- 
cos, conociesen de las causas y diligencias judiciales y de las 
que por derecho y costumbre inveterada debian preceder á la 
celebración del matrimonio. La real Audiencia, á quien tocó co- 
nocer este negocio, declaró en auto de fecha 12 del mismo mes 
que estaba el Ordinario en su derecho al negarse á aquellas pre- 
tenciones; que se abstuviesen, por lo mismo, los religiosos del co- 
nocimiento de las susodichas causas; y mandó que para este efec- 
to se librasen reales provisiones y se recogiesen las patentes da- 
das por el Comisario y Provinciales, para remitir los autos ál 
Consejo de Indias. Esta resolución no impidió que el Comisario 
Kua, hombre díscolo según parece, provocara otras muchas com- 
petencias," 

%\ mismo historiador en la biografía del Arzobispo Aguiar y 
Seijas dice: "Llegó á*tal punto la persecución del Sr. Aguiar y 
Seijas al repetido juego {de gallos), que dio lugar á lances verda- 
deramente originales y curiosos, como el siguiente, narrado por 



210 

el Padre Lezamis. '^üna vez, dice, sucedió uh caso gracioso coa 
un Doctrinero que tenia juntos muchos gallos para presentar á 
un caballero de México que era muy aficionado 4 este juego. Sú- 
polo el Sr. Arzobispo y mandó á au secretario que se los trújese 
todos; el ministro, que era muy viejo, viendo que le llevaban sus 
gallos, vino muy aüigido á Su Ilustrísima, pidiéndole con mucho 
encarecimiento que no le matase sus gallos por que los habia cria^* 
do y los quería mucho. El Sr. Arzobispo, viéndole tan apurado 
y apasionado por sus gallos, procuraba consolar al buen viejo^ 
que decía que no los mandaría á México, que se los dejasen vi* 
vos para las gallinas; y Su Ilustrisima, pereciendo de risa, le deb- 
ela que .quedaria uno para las gallinas y los demás quedarían 
m^uertos, que se podría regalar con ellos por estar viejo y enfer< 
mo, que cocidos eran muy buena comida; y en fin, no hubo re- 
medio, y se les torcieron las cabezas con harto sentimiento del 
buen Doctrinero" (1). 

Testimonios del historiador j3etancoürt. 

. En su Teatro Mexicano, tratado 3? , después del capitulo 14, 
haciendo el juicio crítico sobre el Manifiesto escrito por un mon- 
je acerca de la embriaguez de los indios, diee:: ^'Pondera final* 
mente {el autor del Manifiesto)^ que entre católicos se pierdan 
como bárbaros» y entiende la semilla {de qu& líohla 2a parábola 
dd Evangdió) que se sufocó entre espinas sin dar el fruto de la 
fé, que se pierde entre las púas del maguey y sus espinas, y con- 
cluye lastimándose de que se pierdan estas ovejas, por que el la- 
drido del perro y voz del pastor teme el lobo, y vemos que los 
predicadores no ladran, que los OMspOS !!• dan VOCes, y así 
se vd llevando el lobo las ovejas.'* 

En su Menologio, pag. 449, dice: ''£1 dia de hoy no hay ya de 
aquellos naturales (indios) nobles, aplicados á la virtud y trabajo: 
la nobleza se acabó;, la aplicación es^ á los banquetes y borrache- 
rías y todos procuran el escape de las ocupaciones eclesiásticas; y 
lo peor es, que el amor que tenian á los religiosos los antiguos lo 

han convertido en odio los modeimos.'^ 

« 

JESTIMONIO& DB LAS LSYES DC JNDIAS DADAS POR LA ReINA 

(1) Era empresa de romanos para impedir el juego de gallos tratar de 
ínatar cuanto gallo hubiese en. el vastísimo arzobii^ado ds México. Tríste^ 
idea se da del moral de un pueblo, cuando para hacer cumplir las leyes i oi^ 
denes administrativas^ hai necesidad de recurrir a medios físicos». 



r" 



211 

GOBEI\NADOI\A 1 POI^ pABLQS jí. 

La ley 93, título 14, libro 1 P, dice: "Habiendo entendido que 
muchos religiosos se introducen en negocios y dependencias del 
HÍglo, con título de agentes, procuradores ó solicitadores de Bei^ 
nos, Comunidades, parientes y personas extrañas, con rolajacioil 
del estado que profesan y menos estimación y decencia do &U3 
personas, hemos resuelto que ni en nuestro Consejo de Indias ni 
la Audiencia de la Casa sean oidos los religiosos de cualquier Or* 
den, antes excluidos totalmente de representar, intentar ni se-r 
guir negocios seglares debajo de ningún pretexto ni título^ aun- 
que sea de piedad, si no fuere en los que tocan á la propia Reli- 
gión que profesan y con licencia de sus Prelado», que primero de- 
ben exhibir.'' 

La Reina Gobernadora i Carlos II repitieron bastantes leyes 
dadas por Felipe 11^ Felipe Ilt i Felipe IV, represivas de los a- 
busos de los frailes i clérigos de la Nueva España, i es exacta i 
oportuna esta observación que nuestro sabio D. Francisco Pi- 
luentel hace en su "Memoria sobre las cansas" etc., pag. 165: ^' La 
repetición de una misma ley indica que no se cumple, como la re- 
petición del remedio da á conocer que el enfermo no está sano*' (1). 

jESTIMeMíIOS PEL VlRET ^ARQüE* DE ^ANCERÁ. 

En su instrucción a su succesor el Virey Duque de Yeraguasr 
de 22 de octubre de 1673, dice: '^Gobierno Eclesiástico Secular. 
— Clerecia. El gobierno canónico de los eelesiáticos. seglares ha 
dado mucho siempre en que entender á lo» Señores Vireyes por 
su crecido número, por sus procedimientos y por la demasia de 
indulgencia de algunos Prelados. Lo primero no es difieil de re- 
€onocer8e contándose en el obispado de la Puebla de los Angeléis 
dos mil sacerdotes y en el arzobispado de México otros tantos^ 
cantidad que respectivameRte excede á la corta vecindad de ha- 
bitadores españoles, contra lo dispuesto por Sagrados Concilios y 
leyes imperiales y Keales, Lo segundo se ofrece luego á los ojos 
j á los oidos, haciendo reparo y alguna ponderación en la profa- 



(I) De las Leyes de Befórma del clero de ludias se puede decir lo que 
decia San Jerónimo de la lei de Reforma del clero, dada por el emperador 
Valentiniano; **No me quejo, decifc, de la ley que humilla á los clérigos, obli- 

' gándolos á ser desinteresados/ me quejo de la avaríci<i de los que han hecho 
Becetatia esta ley." (Reoeveur, Historia de la Iglesia, edición de Calvan, 

. tomo I ?, pag. 634). 



212 

nielad He su traje, y escuchando como es preciso las quejas que 
de algunos suelen ocurrir al gobierno. Y lo tercero tampoco ad- 
mite duda, suponiendo que en los casos de participarse á los Fre- 
lados para que los remedien, no se sabe que lo hagan, y que mas 
de una vez se ha entendido que al injuriado y lastimado se oye 
con dificultad 'y menosprecio y se despide con reprensión, deque 
resulta vivir muchos sin la modestia que corresponde á su esta- 
do, mal entretenidos y empleados en la negociación y mercancia 
con el desembarazo que pudiera cualquier seglar, y olvidándose 
y desestimando la profesión de las letras, que tanto se proporcio* 
Da á su instituto, de que son bastante y evidente pruébalas pro* 
posiciones que los Prelados eclesiásticos hacen al Virey, de saje- 
tos para los beneficios curados, que llaman nOnimas, en que ha- 
biendo de poner tres para cada beneficio según leyes y cédulas 
del patronato real, no lo hacen, y debiendo creerse que como 
buenos pastores conocen sus ovejas y que desean ajustarse al ju- 
ramento y obligación de vasallos, no se puede pensar que si tu- 
viesen copia de ministros idóneos, dejasen de llenar con ellos el 
número de las proposiciones, coartando al vicepatrono la libertad 
de la elección, y defraudando al benemérito el derecho adquirido 
en el concurso; y se sigue que el nominar doce para seis curato^ 
quince para siete y diez para seis [como está sucediendo), es por 
inopia y falta de sujetos^ ó virtuosos ó letrados ó peritos en los i- 
diomas de los feligreses. Así lo discurro, confesando con ingenui- 
dad que en esta muchedumbre se haya número considerable de 
¡sacerdotes honestos, nobles y doctos, principalmente en las con- 
gregaciones de San Pedro, San Francisco Javier y San Felipe Ne- 
rí, donde practican actos de gran piedad, ejemplo y devoción; 
pero en tan dilatada clerecía cabe mucha ignorancia, reliya- 
clon de COStumlbreí, bajeza de sangre y falta denlimentos de- 
centes, para la inobservancia de lo que sobre estos puntos pre- 
vienen el derecho canónico y las reales cédulas, y me persuado 
á que los sujetos de las calidades referidas son materia dispues- 
ta para cualquier inquietud y turbación, y que importará siempre 
notar y reprimir sus desórdenes, con la reverencia debida á la 
suprema dignidad del sacerdocio, sobre que también ha}' órdenes 
reales." 

''Publicóse de orden de S. M. á fines del año de 1670 un Bre- 
ve de la Santidad de Clemente IX, prohibiendo á los eclesiásti- 
cos seglares y regidares todo género de trato y mercancía deba« 
jo de gravísimas censuras. ReconociiSse luego el fruto y buen e* 
fecto de este mandato en la reforinacion de ambos cleros; xxM 



218 

dentro dé pocos meses to1tí(> el desorden & correr como 

soila"(i). 

' ''El Tribunal del Santo Oficio que reside en México, autoriza- 
do de amplfsima jurisdicción y ennoblecido de muchos privilegios 
y exenciones Pontificias y Reales, ha sido y es temido y respe- 
tado con toda veneración en estas provincias, bien informadas de 
que mediante su rectitud y vigilancia se hallan por la divina gra- 
cia libres y purificadas de loa errores y abominaciones que en di- 
ferentes tiempos solicita el enemigo común sembrar en ellas. Es- 
te gran mérito, no oculto á la noticia de nxiestros Príncipes [y el 
mas grato á su eatótiea piedad)^ le ha grangeado la estimación 
que se percibe de diversas cédulas despachadas á &vor de la in- 
munidad y decencia de los Inquisidores. También por su parte 
se contribuye y coopera á este fin con tal desvelo, que en algunas 
ot^asiones ha mostrado la experiencia que se pk)ne estuoio eu 
ampliar la dignidad m(n con sutilezas de ingenio que con funda- 
mento de razonj en detrira^to de la regalía y patrimonio de S.M, 
A todo parece que deseo ocurrir la providencia de los Señores 
Reyes D. Felipe II y D. Felipe III, proveyendo lo que consta 
de las cédulas de 10 de Marzo de 1553, 7 de Febrero de 1569 y 
22 de Mayo de 1610, que llaman de la Concordia, reprendiendo 
antes y después á los Ministros del Tribunal lo que excedían en su» 
contravención; pero siendo su jurisdicción tan absoluta^ y tan 
puesto en razón que los magistrados seglares se la procuren man- 
tener y autorizar á común beneficio espiritual y público, ni el 
Tribunal se limita siempre en sus términos (como debiera), ni lo^ 
Vireyes, Gobernadores y Audiencias pasan á contenerle sin ur- 
gentísima necesidad, pomo enflaquecer y vulnerar su estimación. 
Todavía cuando la exorbitancia perjudica considerablemente al 
decoro de la representación Eeal ó á su jurisdicción ó á su hacien- 
da, ó resulta daño irreparable de la dilación, h^y facultad expre- 
sa para aplicar remedio conveniente, y asi lo practiqué yo por fi- 
nes del año de 1666, en el caso de haber sido despojada la Real 
Casa de Guadalajara de cierta cantidad (aunque corta), á que 
pretendía tener derecho el fisco de la Inquisición por D. Felipe 
de Zabalza y Amézqueta, su Comisario, con orden que para ello 
tuvo de D. Pedro de Medina, rico Inquisidor, Visitador, de que 

(1) ÍNo lo he dicho yo/ Los clérigos i los frailes hicieron con el Breve 
de la Saátidad de Clemente IX, lo que a^nos clérigos insurgentes hicieron 
ooír él edicto de la Inquisición de 13 de wtutre de ISJO i refiere Fray Si- 
mm de la Monu 



2U 

me dio noticia el Tribunal de Cttentaa, y con vista del fiscal y pa^ 
i-ecer del Acuerdo mandó librar é intimar provisiones reales á D. 
PedrO} obligándolo á la restitución de la suma extraída. Esta 
resolución fué muy sensible al Tribunal {el Scmto Oficio)^ pare* 
ciéhdole injusta, inusitada y de malas consecuencias, y asi me lo 
representó con términos que no dejaban dudar su destemplanza^ 
en consulta de 4 de Noviembre de 666, pues dando por incursos 
en gravísimas censuras á los Oidores y al Fiscal y suponiendo 
que procedería á su tiempo contra ellos, se avanzó á negar al Yi*' 
rey la facultad de poder despacharle provisiones.^" 

''Los indios difieren mucho de las dos naciones referidas {los 
negros i los mestizos)^ por ser gente melancólica y pusilánime, pe* 
ro atroz, vindicativa, supersticiosa y mendaz. Sus torpezas, ro- 
bos y barbaridades (y no sé si también la negligencia y ayarl- 
Cia de sus párrocos), dan pocas prendas de su aprovechamien- 
to espiritual, tan recomendado de la piedad de los Señores Re* 
yes de Castilla á los Prelados eclesiásticos y á los magistrados 
seglares de estos reinos, como V. E. ( Vuesa Excelencia) recono- 
cerá por diferentes cédulas reales, sobre cuya ejecución entiendo 
haber obrado lo posible, pero no lo bastante. Eq medio de estos 
vicios merece gran compasión y lástima su abatimiento, como 
blanco de la codicia de los españoles {!), para cuya tutela y ampa- 
ro también se han despachado y despachan cada dia muchas cé- 
dulas y se instituyó un especial juzgado^ pero de todo abusa la 
malicia humana, de manera que pervierte en armas ofensivas 
contra esta miserable gente los mismos escudos destinados á stt 
protección; y asi se refiere que el Venerable Gregorio Xiopez, va- 
ron de gran virtud y experiencia, interrogado por un Señor Vi- 
rey de aquel tiempo sobre los medios mas proporcionados al am- 
paro y consuelo de los indios, respondió según su estilo lacónico; 
El único es dejarlos^ dando á entender en esto que todo lo que los 
superiores dirigen á su beneficio, lo desordena y extravia la ava- 
ricia para su mayor estrago y opresión'* (2). 

'^Acaece con frecuencia, ó por el exceso de las lluvias ó por la 
fuerza de los terremotos ó por la inclemencia de los rayos (pen* 
siones todas á que la Nueva España está sujeta), padeeejr ruin» 



(I) /Especiotas de ignorantes en sus discursos del 1 6 de septiembre/ 
(3) Recordémoslo q.uo en el mismo siglo decia el Yirey luí arquea de Mon- 
tesclaros: ''se tiene por cierto ser la mas pf^sada opresión de los mdios la qucf 
sufren de los frailes, asi en el trabajo personal como en los tributos é impasi' 
cienes.'^ ¡Exageraciones del Padre Las Casásl 



21¿ 

loa templos (l)i y en semejantes casos ocurrir las comunidades d^ 
lo5 indios á pedir al Gobierno reserva por dos y tres y mas años 
del tributo y servicio que pagan á S. M., para poder^ mediante 
este alivio, reedificarlos y repararlos. El motivo no puede ser ma> 
justo; pero la malicia humana suele tomarle por pretejtto para 
defraudar al César lo que le pertenece, y las mas veces sin culpa 
de los miserables indios» de cuya facilidad abusan temerariamen- 
te algunos eclesiásticos, no á fin de aliviarlos y de promover su 
devoción, sino de aumentar hacienda, ocupándolos y atareán- 
dolos en obras y trabajos serviles. . . Tolerables fueran estos e- 
fectos de la naturaleza, que tanto dañan en lo material de la 
nueva Iglesia de las Indias, como lo formal de ella no padeciese 
mas sensiUes detrimentoB en manos de sus propios celadores^ y na 

fuesen tal vez instrumentos^ de SU ruina los que debieran 

ser artitices de su educación. No hay ponderación que sig- 
nifique bastantemente el católico desvelo y religiosa piedad con 
que los Señores Eeyes de Castilla han procurado y procuran la 
conversión y la enseñanza eclesiástica y civil de estas naciones^ 
tiranizadas de la idolatria, de la superstición y de la barbaridad. 
Son casi infinitas las cédulas que de un siglo y medio á esta 
parte se han despachado, encargando á los Prelados, á los Vire- 
yes, Gobernadores y Audiencias la solícita vigilancia en su espi- 
ritual aumento y temporal alivio. Claro está que habiendo pro- 
cedido Arzobispos y Obispos tan santos y ministros tan celosos, 
se habrá aplicado en todos tiempos particular cuidado á exone- 
rar la Real conciencia y la propia de cada uno, en materia que 
no solo es la mas grave que puede ofrecerse en las IndiaSj sino 
que mirada á todos visos como radical y primaria, basta á co- 
rroniper ó á justificar las demás* La experiencia dice que aiin 
permanecen los errores y los vicios de la gentilidad, descubriéndo- 
se cada dia simulacros, sacrificios, sortilegios y torpezas, notable- 
xuente ofensivas á las Majestades del cielo y de la tierra. Las 
causas manifiestas de la continuación de estos daños, son en mi 
corta inteligencia las siguientes. La primera, los pecados de la 
república cristiana, que como hielo esterilizan y desecan estas 
nuevas plantas. La segunda, el desCüidO y la negligencia 
que í^lgunos Prelados superiores tienen de su riego y cultura, no 
visitando (2), reconociendo y consolando las ovejasde su cargo, 

(1) ¡Exageraciones del Padre Las Gasas!, pues según el Sr. de la Rosa 
los rayw no hadan daño en la Nueva España, en razón de que todos los edi- 
^ios eran de piedra de tezontle i otros materiales ferruginoso^» 

(2) Habla dd la visita episcopal de las diócesis. 



216 

ni disponiendo que en su nombre se haga, como fuera justo. La 
tercera, su negación total al castigo y coercicion de los CUras y 

beneficiados, que con codicia despojan su ganado y con 

Tida licenciosa le escandalizan, pues rara vez se oye demos- 
tración (castigo) correspondiente á estos excesosi siendo ellos 
frecuentes y públicas las voces y gemidos de los miserables, ig- 
noradas de solo los Prelados superiores, por que no se las dejan 
penetrar sus mas familiares y validos, granjeados para esto 
de los agresores (1). La cuarta, la insuficiencia de los párrocos 
cuando los beneficios no son muy titiles y pingües, por que á los 
de ricas obvenciones concurren á oponerse sujetos idóneos y le- 
trados, y los curatos pobres se reservan para los que carecen de 
doctrina ó valimiento. La quinta, por la ignorancia de los idio- 
mas en que los ministros evangélicos deben instruir ¿ sus feligre- 
ses, cuyo régimen, costumbres y salud eterna se exponen á evi- 
dente peligro cuando los oyentes no entienden á sus predicado- 
res (2). Y la sexta, el largo tiempo que en contravención del Sa- 

(1) Eb decir que cuando algún indio o alguna madre de familia a otra 
gente pobre iba al palacio episcopal a quejarse de algún cura, por algún íthu- 
de que había hecho en un testamento u otro hurto, o algunos golpes u otras 
vejaciones, o algún estupro u otro crimen, el secretario i demás familiares del 
Arzobispo u Obispo no lo dejaban penetrar en el aposento del Prelado; i los 
validos del mismo, que ordinariamente eran el Vicario general, el Provisor a 
etro canónigo, se ponían de parte del cura criminal, por que asi a estos como 
a los jGEimiliares, los tenia granjeados con frecuentes remisiones de buenos 
carneros i gallinas, o con regalos de caballos o de alhajas de oro i plata, o con 
servicios personales en la colectación de gruesas sumas de diezmos, o en las 
liacíendas de xsampo o en otras negociaciones de dichos validos i familiares. 
JSse testimonio tan autorizado por un Yirey tan probo como el Marques de 
Mancera, prueba el ^tado en que se hallaban, no solamente los caras, sino 
^también los familiar^ de los pakcios episcopales i los individuos del alto ele- 
Xt), como eran los Vj^carios generales i los canónigos. 

(2) Después de estos juicios críticos tan sensatos de una persona como el 
Virey Maneesa, testigo ocular de los hechos i que juzgaba de lo que pasaba 
en las Indias po^ una esperieaeia de veinte años que hacia gobernaba en e- 
lias, a saber, muchos años goqío Yirey del Perú i muchos años como Yirey 
de la Nueva España, veamos }os cuadros color de rosa de la Nueva EspaSa» 

ue pinta el Sr. de la Rosa en su peiíódico '^La Religión y la Sociedad,'' vet^ 
i gracia, el simiente en el tomo 2? , pág. 34: '^Las lenguas americanas se 
enseñaban en los monasterios y en los establecimientos públicos de dencias.* 
no solo se estudiaban en las ciudades, a^io también en las pequeñas poblacio- 
nes y aun en los campop.* donde quiera q^ue se encontraban á los aborígenes 
americanos, se trabajaba a la vez en aprender su lengua, en atraerlos á la 
verdadera Religión, éi réuQirlQ^ ^n poblacioi^ y en civilizcarlos. Se api^n- 



i 



217 

grado Concilio (de Trento) y Reales cédalas suelen fiarse los cu« 
ratos á ministros interinos, siguiéndose que el mercenario .no 
cuide de las ovejas como lo hiciera el pastor propio. A estos de- 
sóirdenes se ha procurado en mi tiempo ocurrir las mas veces con 
remedios suaves, y algunas con demostraciones do entereza; pe* 
ro ha mostrado el suceso que las dolencias morales del cuerpo 
místico de la Iglesia d^ las Indias, tienen semejanza al natural 
del cancro en el cuerpo humano, que menosprecia el lenitivo y 
ee encona y exacerba con el cauterio y la navaja^' (1). 

dian las lenguas de los que las habkban como natales, y de los sabios qne las 
enseñaban con reglas y método y daban á eonooer científica y artisticaBiente 
su propiedad, su estructura y sus icualidades filosóficas 7 liteiarias.^' 

El Sr. Doctor bace creer a multitud de lectores incautos que en cnanto a 
la dedicación al estudio de los idiomas indios, los frailes de la segunda época, 
a saber, del ultimo tercio del siglo XV 11, el siglo ^VIII i primer tercio del 
XIX, fueron lo mismo que los miedoneros del siglo XVJ i parte del XVll. 
¿I por qué hace creer esto a los incautos? ¿Ignora la época de la relajación de 
los monjes? No. ¿Luego escribe de mala fé, tratando de defender, sea por 
fas sea por nefas^ la Religión Católica de que eran ministros los monjes? 
Tampoco puedo ni debo creerlo asi. Por lo demás, es inútil repetir a cada paso 
lo que asenté desde el principio de este libro: que cuando babío de monjes de 
pnmera i segunda época i de relajaeion de los. monjes, no comprendo a los je- 
sttitas, a los monjes de Propaganda i a :Ios felípenses: 

En la núsraa página dice: ^'Permítase .6 dispénsese la franqueza: Muy pe- 
queño aparece el jSr. Rivera cuando al hablar desfavorablemente de su Patria 
éxtraíla que no se estableciera una pátedra de lengua francesa. *' 

Yo también be hecho grandes elogios délos misioneros del siglo XVI i 
parte del XVII, por su dedicación al estudio de los idiomas indios i a escribir 
artes i vocabularios^ de ellos, i he hecho estos elogios no solamente en mi 
"Filosofía en la Nueva Espafia," aíno en todos mis ejacritos sobre la Historia 
de México, aun en mi Se^rpion de Guadalupe, predicado en el templo del 
Sagrario de Guadalajara el dia ;12 de diciembre de 1859. Mas aun en la Hi- 
pótesis do que los monjes de la Nueva España hubieran sjdo tan dedicados al 
estudio de los idiomas indios en eu segunda época como en la primera, a este 
estudio no se o^onia la enseñanza del idioma francés; por esto en mi ^^Filoso- 
fia en la Nueva Espíma" censuré (i ahora vuelvo a censurar) que en todo el 
siglo XVIIl i en el XIX no haya habido en la Nueva España ni una sola 
cátedra de francés, siendo asi que era tan fácil la enseñanza de este idioma i 
que era necesario para leer los libros escritos en francés sobre la fílosofía mo- 
derna i sobre las ciencias naturales modernas. M Sr. Canónigo puede lia-: 
manne mn¡/ pequeño i todo lo que quiera/ pero no ha negado el heoho de que 
en todo el siglo XVIII i el XIX no hubo en la Nueva España ni una sola 
cátedra de francés, ni menos ha probado que el gobierno español hizo bien en 
impedir esta enseñanza. 

^1). Yo BO entiendo do cancro ni de medicina; pero a mí me parece que 



ai9 

Testimonio dbZamaccis,, 

En 9U Hisioria de M^ic^n Wiñó IB^ ca|)ítala 11« áke: "M^i^ 
co ]bA tejido la desgracia de ballet sido juagado coa désfatorab)^ 
praveaeíoB por atgunós escritores ecttrangerasf y en el toiúo 19^ 
capítulo 17| dice: ''^fiaa9 instrucciones ((¿0 los Vinyeé) soa él es- 
peja CR que se reflejan los sentimientos de aquellos gobernante^ 
que no podian engañar al que les suoedia, puesto que este bubie- 
ra desmentido la inenor falsedad . . « Los escritos de esos rii^yea 
merecen entero crédito y fé." 

En el tomo ¿P^ capitulo 13^ dice: ''El marques de Mancera di- 
rigía la nave del Estado con prudencia y acierto. . . Satisfecha 
la reina gobernadora del acierto y prudencia con que el marquen 
de Máncera gobernaba las provincias de la Nueva Espaüai le 
prorog6 la gobernación por otros tres años. La dbposieion de la 
soberana fué aplaudida por el país entero» que no tenia mas qoa 
motivos de gratitud bacía el digno gobernante.'' 

TEariMONto ofi Llanos y ^lcahaz. 

' En su obra "La Dominación Española en México'*, tomo I P, 
pag 312, dice: "Los vireyes eran casi siempre muy notables por 
su inteligencia, por su saber, por su larga práctica en los nego- 
cios públicos; y ademas de esto, la ley y la costumbre tenían se* 
fialados medios eficaces y seguros de hacerles conocer las circuns- 
tancias y necesidades del país cuyo gobierno se les confiaba.'' 

1[estimomio i>b Robles en su Diario (1)» 

^'A5o de 1675. . . Abril 13, Sábado Santo. . . Ordeneg.-^ Es- 
te día hizo órdenes el Señor Obispo Ortega en la Merced, y hubo 
doscientas treinta ordenanzas de Orden Sacro* acabó á las dos de 
la tarde. El Domingo de Ramos hizo las Menores en la Encarna- 
cíon y hubo ciento veinte^* (2). 

MI I I ■! — 

quiere decir desandar al etifermo. 

(1) '^Diario de SacesDS Notable», escrito por el Presbítero Licenciado- ]>. 
Antonio de Robles, y comprende los años de 1665 á 1703. — México, ha- 
pronta de Juan R. Navarro, calle de Cbiquis^ n P 6. — 1853." 

(2) Para que un gacevdote católico cumpla su grandísima misión social, 
ha de tener las condiciones siguientes. I ^ Que sepa el idioma ktino, por 
que si dice la Misa, administra los sacramentos i ejerce los demás oficio» 
divinos sin entender lo que dice, hace una farsa. 2 ^ diis sepa la teología 
dogmática, por que si esta ciencia no es para Iqs sác^otes, ¿pam quien esT 



*'Ailo éé ld7í. . . Septiembre. . . Ofdéneá.^SkhíkÍQ 21. fíía» 
órdenes én San Francisco el Señor Obispo Of tegá; üabo ciento a- 
<^n4a 0tdina79té$ [&tdena,dos] de Orden Saóro^* (1/ 

"Año de ] 675. . ♦ Octubre 7. . • ''Este día á la una de la no- 
eho saeaba él Provincial de San Agustín 5.0Ó0 pB. fuera del con^ 
Tonto, j k> sintieron loa frailes de España, y áe lós entregaron at 
Prior de México. Sonóse en esta ciudad mucho este caso*^ (2). : 

^'Entrada del Visitador de San Agustín. — Jueves 10, á las 

3 ? Cine sepa la teolo^ft moral, o sea la ciencia de la moral católica. 4 ^ 
Q,ue sepa la ciencia litúrgica, para qne practique con perfección las ceremo- 
nias de la Misa i demás actos del culto católico. 5 f Que sepa la Historia. 
de la Iglesia, por que se pondrá en ridículo el saceidote que ignoré la Histo- 
ria de su Iglesia, i que, por ejemplo, se ponga a echar pestes contra los protee- 
tantes sin saber que fué lo que dijeron Lutero i Cálvino i que no dijeron, i la' 
historia del protestantismo. 6-^ Q>ue sépala retorica i eerpecialmente la 
oratoria para saber predicar. 7 ^ Que sepa bastante del derecho civil; por 
que a cada paso se le ofrecerá eo el confesonario dar su dictamen i consejo so< 
bre contratos, sobre testamentos i sobre otros negocios del derecho civil. 8 f 
Qae tenga la virtud de la humildad (rara cualidad). 9-^ Que tenga la 
aptitud para el celibato (rara cualidad). 10 ^ Que tenga desprendimiento' 
del dinero (rara cualidad). II ? Que tenga la virtud déla prudencia (ra- 
ra cualidad), 12 ^ Que si el ordenando ha de ser cura de indios que no 
hableu mas que su idioma, sepa este, por que de lo contrario, será un curia 
niudo en un pais de mudos i un cura bárbaro en un pais de bárbaros, 'Tues 
si yo no entendiere, dice San Pablo, el valor de la voz; seré bárbaro para a- 
qael á quien hablo, y el que habla lo será para mí." (Epístola 1^ ñ los 
Corintios, capítulo 14, verso 11). Poquísimos son los que tienen este con- 
junto de condiciones, i por lo mismo, según la doctrinado las Santas Escritu- 
ras, de los Santos Padres i de los cánones de la Iglesia, poquísimos son los 
que pueden ser elejidos i ser sacerdotes lícitamente. Pero muchos Obispos 
cío la Nueva España hacian quimiles de sacerdotes. /I asi salia ello! 

Un rústico fué una vez a México por primera vez, i cuando volvió le pre- 
guntaban algunos: *'Tio Pablo, ¿qué vio en Mcjcico?," á lo que él respondía^ 
•'/Válgame la Virgen! ¡En las calles un mundo de gente, i uno me testerea por 
aqui y otro me arrempuja por allí!; ¡i en las iglesius un quimil de padres i 
uD infierno de Misas: cuatro o cinco a un tiempo en la mesma iglesia, que no 
haya uno a cual ir." 

(1) ¿I la ley 4, título 7, libro l9 , de la Recopilación de Indias, que de- 
cía; ^^RogamoS y encargamos á los Arzobispos y Obispos que excusen ordenar 
tantos clérigos como oidenan.^'? ¿Soi yo pues el que hablo desfavorablemen- 
te de los Obispos de la Nueva España en uno que otro capítulo, o son las 
Leyes de Indias? I estas Leyes tan cacareadas por los defensores del go- 
bierno colonial, ¿áe qué servían si no se cumplianf 

(2) Escándalo sin motivo: el Venerable Provincial le iba a entregare! di- 
ibero al Vicario general de la Merced, (el de la herencia dé los Abevedos)^ pin 
ra que U hicleta un altar a San Dimas« 



220 
seLs de la tarde. Entró Fray Juan Antonio de Herrera, Visita- 
dor, de San Agustín, con el Maestro Fray Gerónimo de Golina 
(il Provincial), que no hizo cosa de provecho á su santa Proviit- 
cia. Viene (el Visitador) por Predicador del Rey y Maestro por 
su Orden; trae la presentatura de Cárdenas; fué mucho el con- 
curso que acudió á verle; hay esperanzas de que lo hará bien, 
porque tiene buena cavaP 

."Año de 1676. • . Marzo, 6. . . Preceptos del Visitador de 9an 
Agustín. Este dia leyeron veintiún preceptos á los agustinos del 
Yisltador: que no tengan pilguanejos y bajen todos á comer al 
refectorio, hasta los Definidores etc" (1). 



■»— ••^i 



( 1) Con ese etcéteixt privo Robles de hechos interesantes a la historia; 
por que de los veintiún preceptos del Visitador no expresó mas que Dos: co*- 
mer en el refectorio i no tener pilguaDejos. 

Comer en el refectorio. Una de las bases de la observancia i vida moaás- 
tica es la vida coman: orsx todos los monjes juntos en el coro, comer todos 
juntos en un refectorio, dormir en un dormitorio oomun etc., siempre bajo la 
vigilancia de un superior. Según las regias de los fundadores de órdenes mo- 
násticas el orden en el refectorio era el siguiente. Puestos en pié todot» los 
monjes cabe las mesas i el prelado en la cabecera del refectorio, este bende- 
cía la mesa en latin i todos los monjes respondían a la bendición. Luego se 
sentaban i comian en silencio escuchando la lección espiritual que daba un 
monje de pié en uú pulpito, en un libro abierto sobre un atril. Concluida la 
comida, todos los monjes se ponían en pié i el prelado rezaba algunas cosas en 
latin: acción de gracias, algunas preces y un responso por todos los monjes di- 
funtos, i a todo respondían los monjes. £1 prelado velaba sobre la observan- 
cia de la abstinencia de carnes, la abstinencia de licores embriagantes i demás 
cosas relativas a la comida monástica. Mas el precepto del Visitador prueba 
que muchos monjes i aun algunos de los principales como los Definidores, ya 
DO bajaban al refectorio, sino que ee hacían llevar la comida a su respectiva 
celda, en donde cada uno comía, bebía, charlaba i reía con otros con libertad, 
I siendo, como digo, la vida común una de las bases de la observancia í vida 
monástica, este hecho prueba que ya en el último tercio del siglo XVII losa- 
gustipos habían llegado a una completa relajación. 

Los Püguanfíjos, El Sr. Jesús Sánchez en su ^'Glosario de voces caste- 
llanas derivadas á^\ idioma náhuatl ó mexicano,'^ dice; i^Pilg-uanejo. — Te- 
pühiian: hijos, hijas o pietos, según el Vocabulario de Molina. Se llama a- 
hora asi á persona de pío^o ;?aler ó de ínfima posición social; al servil ó adula- 
dor se le dice pilguanejo de aquel ante quien se humilla." El Sr. Lie. Eu- 
femio Mendoza en sus ^'Apuntes p^ra un Catalogo Ratonado de las palabras 
mexicanas introducidas al castellano,'^ dice; ^''Pilguanejo. — Pilhuatia, que 
significa adoptar por hijo. Dicese de los que por interés se apegan á una 
persona elevada, y en femenino como manceba.^' 

Ia palabra pilguanejo^ i me parece que con propiedad pükuanejo^ es un 
4i(DÍnutíyo 4e desprecio como todos los tprn^nados en ejo i eja^ como ca^tille- 



221 

**Año de 1676. . . Quemazón de la iglesia de San Agustín.^ 
Viernea 11 de Diciembre, á las siete de la noche. Coa ocasión de 
celebrar la Aparición de Nuestra Señora de Guadalupe, se pren* 
dio fuego por la plomada del relox en la iglesia del convento de 
San Agustín» j en dos horas se quemó toda la iglesia y altares 
£l]; fué noche fúnebre. Asistió su Divina Magestad Sacramenta- 
do con el Cabildo {eclesiástico), ciudad {el ayuntamiento) y Au- 
diencia, y el Señor Arzobispo Virey; que procuró remediar no se 
quemase todo el convento y cuadras circunvecinas (2). Asistió 
Jesús Nazareno y todos los Santos de las Religiones. Concluyó- 
se aquella noche. Aunque duró tres dias el fuego, no sucedip 
muerte ninguna. Se fué S. K. {Su Excelencia) á las once de di- 
cha noche" (3). 

**Domingo 13. Dispuso 8. E. procesión deprecatoria (4) desde 
la Catedral al hospital de Nuestra Señora {hoi de Jesús), k las 
tres de la tarde. Iba el Dean con el Santísimo y Nuestra Señora 
de Guadalupe, con plegaria y letanias. Fueron las cofradías y 
Religiones (5) con sus cruces todas, y el clero y el Cabildo {de 
los canónigos), todos muy tristes y confusos como si fuera el dia 
del juicio. Fué la ciudad {el ayuntamiento)^ Tribunales, Audien- 

j(7, corraUji^^ animalejo, librejo, leniejay cazoleja etc. Los pilhuanejos na 
eran novicios, legos ni criados, sino unos joveocillos que vivían dentro del 
convento por el cariño de ios frailes, quienes les daban la comida i el vestido: 
de ellos, uuos eran estudiantes, que después de cursar gramática latina, filo- 
sofía i teología, con la imperfecoíon de toda persona mimada, veniati a ser 
también frailes, i otros no teDÍan ningún oñcio ni ocupación. Los donados 
o criados del convento también tenian unos compañeros, que Feyjoo, no ha- 
llando nombre que darles, les llama medios criados^ i estos ayudaban a aque- 
llos en la cocina i en otros quehaceres domésticos. 

(1) Todos eran de madera dorados* 

(2) Quitaron los techos de las piezas contiguas al templo. 

(3) Jesús Nazareno i todos los Santos de las Religiones estuvieron de es- 
pectadores del incendio hasta que se acabó de quemar el templo, por que 
ninguno de ellos tenía bomba de apagar incendios; i no se acercaban mucho, 
para que no les sucediera lo que a Jesús JNazareno, a Nuestra Señora de Gua- 
dalupe i a los Santos que estaban dentro de la iglesia. A Santa Clara no la 
llevaron por que hacia poco tiempo habia dejado quemar su templo i su con- 
vento (5 de abril de 1655). A San Hipólito le llevaron por que todavia no 
habia hecho nada, pero algunos años después dejó quema^ su hospital por 
cierto trabacuentas con los cómicos que tenían su teatro dentro del juismo 
hospital (20 de enero de 1720). 

(4) Procesión de penitencia. 

(5) Los franciscanos, los dominicos, aguatinoSi jesuítas, carmelitas, mer- 
cedaríoe, dieguinos, hipólitos i joaninos. 



222 

cia y Virey. Paró la precesión en el hospiUl de Nuestra Seño* 
ra, donde se acabaron las letanías y motete á Jesús Nazareno con 
su oración, y después el Te Deum lavdmnus y se repicó general- 
mente (1), y entró en la Catedral {el cabildo de vuelta)^ y con 
Salve á Nuestra Señora se concluyó con mucha devoción. Iban 
muchos con sacos (2\ y los de San Diego con mucha devoción y 
descalzos, y los Terceros" (3). 

''Lunes, 14. Salieron los religiosos agustinos á recoger Hmoe^ 
na para la iglesia por toda esta ciudad (4). Dicen recogieron 
40.000 ps/' (5). 

"Año de 1684. • . Enero, 12. • . Cuenta de los Arboles de San 
Ángel. El Oidor D. Juan Saenz fué por oi^en de 8. M. \Su 
Magestad] á contar los árboles de la huerta de San Ángel de 
Carmelitas, y fueron trece mil setecientos cincuefita árboles de to- 
dos géneros {de f7*iUas'\; y dicen tiene tres cuartos de legua" [6.J 

« 

Testimonios del NíhRquKS de jBarinas en su ^áno de Re- 

LOX [7]. 



f 1 j En «ccion de gracias ¡ de gusto de que se liabia quemado el femplo. Xa 
hallo conforme a que rúbrica de la liturgia católica se hizo ese Te Deum i 
repique en todos los templos de la ciudad en Una procesión de psoitencia. 

(2) Esa procesión ya la habla hecho el Pix)vincial de San Agustín a la n - 
na de la noche. 

(3) Los Terceros de San Francisco, que también iban descalzos (las calles 
no estaban empedradas), por que era procesión de penitencia, con ornamen- 
tos de luto, como son los morados. Todo esto costó la biblioteca nacional. 

(4) Hasta en los barrios de los pobres. 

(5) En ese solo día. Este hecho prueba la facilidad que tenían los frai- 
les {mra adquirir grandeí^ sumas de dinero en una sociedad dominada por eo- 
lios con su poderosa influencia; i para referir esta colectación de dinero he re- 
ferido el incendio del templo que la motivó, i la procesión de penitencia que 
acabo de exaltar el sentimiento religioso de ricos i pobres en pro de una abim- 
dantibima colectación. Los agustinos edificaron un templo mas suntuoso que 
el anterior, hicieron la dedicación solemne de él el dia 14 de diciembre de 
1692, i es el que sírre hoi de local a la biblioteca nacional. 

(6) Esos 13,750 árboles de ricas naranjas, sabrosas manzanas, magníficos 
melocotones, deliciosos racimos, peras de fama universal etc. etc., eran para 
la conservación de los aborígenes americanos i para la destrucción de la ido- 
latría de los provinciales, priores, definidores, vireyes, oidores, inquisidores, 
canónigos i del Ministro Mejia. 

En el siglo siguiente el célebre abogado guadalajarense D. Francisco Ja- 
vier Gamboa, hizo en esta huerta de San Ángel el ingerto que produjo la ex- 
quisita pera, llamada de su nombre gamboa. 

(7) ''Mano de Reíos, ^ue muestra y pronostica la ruina de la Améric^^^ 



■ / 



2!23 

El Marques de Bariaas en la Dedicatoria de su libro a Carlos 
II le dice: "Si el dolor se debe medir con la causa, Señor, por 
que te padece/ ¿qué corazón humano no tendrá por bastante la 
que cada dia le ofrece el miserable estado de las Indias y de sus 
vasallos, para deshacerse en lágrimas; y mas si considera V.M. 
{Vuesa Mageatad) la poca aplicación que ha habido en la propa- 
gadon del Evangelio^ dejando vivir á los indios en las tinieblas 
de la idolairia y otros abominables vicios que nacen de ellaV 

En el capítulo 5 P dice: "Lo acredita (#¿ que se vejaba mucho 
a los indios) que en los setenta años de cautiverio no se consu- 
>iiieron tantos israelitas, como se han consumido indios después 
que las Indias están debajo del dominio de los Señores Reyes de 
!España, pues es opinión muy sabida que son veinte millones de al* 
mas con los que han acabado los españoles y ministros con sus 
tiranías; y no hay quien se duela de ellos ni de aquellos infelices 
que por huir de ellas {las tiranías) se van {a las serranías) á dar 
culto al demonio y á apostatar de la Religión Católica que una 
vez recibieron; por que no hay celo de ella ni de la propagación 
del Evangelio ni en Lidias ni en España^ y si despierta el celo 
én algún eclesiástico 6 secular, para mirar por aquellas ovejas y 
poner en la inteligencia de V. M. ó para dedicarse á la predica- 
ción, luego le persiguen, luego le destierran, luego le procesan y 
le impiden tan santa obra, como sucedió con Fray Cristóbal de 
Miranda, un año ha, religioso de la Observancia, que le tienen 
preso en Talavera por el Comisario de Indias, á petición del Mar- 
ques de los Velez, por que venia á dar cuenta de los excesos y 



Reducida á Epítome. Por el Marques de BariJas. Dedicada á la Magostad 
del Rey Nuestro Señor Don Carlos II, que Dios guarde los dilatados años que 
la Criíitiandad ha menester. Aüo de 1667." El Padre Nájera en su Ser- 
món de Guadalupe, hablando de las Leyes de Indias, dice: "¿Mas qué utilidad 
tníjen^n á México tan benévolas disposiciones? Si bajo de eso* príncipes {Fe- 
Upe III i Felipe JF), España en Europa decaía del imperio que habia e- 
J3rcido sobre el mundo por sus guerreros y sus escritores, en México no con- 
servaba como gobierno, sino una sombra de autoridad, bajo de la qué se for- 
iQal>a nna Urania^ que robusteció con la nulidad de Carlos II," i aquí llama 
el Padre Nájera esta nota: "Mano de Relox, que prueba y piionostica la ruina 
de la América, reducida á epitome por el Marques de Barínas. No sé si esta 
obra que yo poseo manuscrita ha quedado inédita." Este precioso libro ma- 
nuscrito lo adquirí en la colección de Manuscrüos Aguirre, 

£1 Sr. de la Rosa, que en las cuestiones siempre se anda saliendo por la 
tangente, unas veces dice que soi muí estudioso ("La Religión y la Socie- 
dad," época 3 *? , tomo I? , pag. 182), i otras veces dice que tengo i estudio 
pocos libros. (Él mismo perineo i época, tomo 2 P, png. 46), • 



224 

poco cuidado que hay en la reducción de éstas almas. T asi ¿qué 
aciertos pueden tener en cosa que pongan mano?, ^qué fruto 
pueden esperar, sino es el que cogen? Desdichado es el Rey, di- 
ce el Espíritu Santo por Isaiaa, que por agenas orejas ha de oír 
y por ágenos ojos ha de ver, pues aunque mas ae fié de los que 
favorece, tiene peligro la verdad desde la boca del vasallo á la in* 
teligencia del Príncipe, ó por que en uno falta la fó para escu- 
charlo ó en otro la verdad para decirlo.'' 

En el capitulo 7 dice: *'Lo8 Doctrineros son uno de los princi-- 
pales enemigps de los indios. Hacen aun mayores vejaciones que 
los jueces y con mas insolencia (1), pues solo en tiempo de Casa* 
Ha y otros hereciarcas se pudieran hacer, que por no ofender los 
pidos de quien leyere^ se callan. . . Eq fin, son los doctrineros uoa 
gente que no esperan residencia, ni temen el castigo, pues si les 
quitan una doctrina, luego les dan otra. Ellos tratan {contratan) 
públicamente contra tantos motvs propios de Su Santidad [2j . . . 
Todo esto solo sirve de muchas ofensas á Dios, por cuyos peca- 
dos no se acierta ni encamina cosa que haya estado bien á aque- 
llos reinos" (3 ). 

''La ley de Dios después que vino Cristo al mundo se ha enta- 
blado {establecido'] por medio de la predicación; solo en Indias no 
ha corrido esta pariedad, por que se entabla á azotes, y por fuer- 
za se les hace cristianos. Esto es contra todo el derecho de las 
gentes,. y no se sabe ni consta de los Apóstoles y demás operarios 
evangélicos que ninguno lo haya practicado hasta ahora, como 
tampoco que los que iban á poblar y conquistar nuevas tierras se 
sirviesen de las gentes que en ellas hallaban, de SUS mugerCS, 
JÜJOS J de 8118 haciendas contra su voluntad y contra el dé* 
recho natural, si no fuesen tiranos y crueles, como lo era el mal- 
dito Nemrod. . • ''Cierta cosa es que el título con que Su Mages- 
tad Católica posee aquellas amplísimas regiones tan llenas de ri- 
quezas» es ó fué querer Dios dar un buen amparo á los indios en 
cosas pertenecientes á su Salvación, y que por medio de la Coro- 
na de Castilla se ampliase la ley evangélica en aquellos reinos; tí- 
tulo si bien justificado, no menos tremendo. Llamóle así, por 
que sin duda, como el fin para que se dio es altísimo, encaminado 
á cosa celestial y divina, á cosas de salvación, á que se plante la 
fé, á que se entable política cristiana y modo de vivir, conforme 



M* 



f 1 j Lo mismo que deda el Yirey Marques de Montesclaros. 

(2) Aqm estaa testados cinco renglones i no se puede leer lo que escri- 
bió el autor. 

[3) £1 Marques de Barinas escribia en Espa&a. 



225 

á eata profeeion, el descaecer de aquí y abusar de eato se debe 
poner á una cosa tremenda. Pues al paso que es bueno el fin, á 
ese fie debe temer faltar en su cumplimiento; y debia haber cau-» 
fiado un gran cuidado el como se encaminarían las cosas á que es« 
to se consiga. No lo han hecho ni lo harán, por que es tarde y 
no quieren ceder de su dictamen. Bien caro le ha costado á Vue- 
8a Magestedy no ha parado. ¡Ah, Señor!, nadie, dice San Pablo, 
danzará al son de una vihuela que tocase uno, si no pone ordena- 
dasaente la piano en los trastes, y de suerte que hiciese conso- I 

nancias que le guiasen á gUetrdar compás y á concertar los pies 
con el instrumento músico; ni el clarín que no se percibe, encien- 
de ni alienta los ánimos para la guerra. No sé quien se queja de 
que los indios cojeen tanto en la ley de Dios, en las verdades a<- 
vangélicas, en los misterios de la fé, y de que hagan tan descom- 
pasadas acciones como las de su idolatría, abusos y ceremonias, 
fii no hay quien les toque la vihuela acordada del Evangelio, sine 
cuando mucho con un desconcierto tan grande, que aunque oyen 
el sonido, no aperciben el son ni á que propósito se hace. /Quiea 
les toca el clarm de la predicación?, ¿quien levanta el grito en el 
pulpito á fueif de una trompeta que mueva corazones y aparte el 
suyo {de los predicadwes) de I9 COdleia? ¿Se procura que los 
Curas sepan la lengua materna v que ellos hablanf No. ¿Se ha- 
ce diligencia para extirpar las idolatrías? Tampoco. ¿Se mira por 
los inocentes y desvalidos? No. ¿I^os tratan como prójimos, re- 
dimidos con la sangre de Cristo Nuestro SeQorf No. ¿Se mira 
por 1& honra de este Seftor y de su Eeligíonf No (1 ). Pues si no 
hay nada de esto, á aquel que no sabe dar vida á lá vihuela, que 
es la obligación en los Curas y Obispos y el H^agistrado superior 
que representa al Prfncipe, que se la quiten de las manos" (2). 

''£n el capitulo 8 P dice: ^^Es constante y como tal se asegura 
que la mala forma de administración de Nuestra Santa Fé en las 
Indias y el modo con que lo h^cen de9lustra el culto divino, en 
que se debiera reparar con gran cuidado y vigilancia; por que de- 
maa^ de la indecencia, tan iadigna de cristianos hijos de la Iglesia, 
con que se celebra y administoa los Santos SatmqicQtos y ofidios 



(1) Un mal violimsia toqao una ves en sos manos el violin de Paganini i 
lo hizo dar unos chirridos que excitaron 1^ carcajadas de los dnnmstantes» 
£1 Cristianismo es el violin de Fiaganini; los frailes de la Nueva Espafia, en 
la filosofia i teología ^dsos eseolástíoos, eQ ]|t predicación gtrumdioM^ en la fS 
«lupentidoios i en las eosttunfares avaros, oomodinos, sensqaleB p in^rigimtes, 
erMí el nal vio&oita. ' 

(2) Far ese el Cvn Ifidalgo qm1;0 la Tíbnela. 



226 

divinos, en algunas partes se dá ocasión para que esta nueva gen- 
te carezca de tener entre ellos el Santísimo Sacramento^ ni se pue- 
de esperar acrecentamiento de ellos /sin este bien, si no es lamen* 
tables ruinas y miserias. Asi como, si faltase el sol»* foftára tam- 
bién la generación y demás efectos naturales, es evidente qiiei 
faltando la asistencia presencial de este Señor, Sol de Justicia 
verdadero, falten también los espirituales. Demás, si el que le 
come vive y el que no, muere eternamente según San Juan y la 
que la fé nos enseña^ mucha y mas que mucha lástima hemos de 
tener á tantos millares de almas como han tenido y tienen las Int 
dias, que, no solo no han comido ni comen por esta causa, pera 
ni aun saben ni ha venido á su noticia qué %ea Santísimo Sacra\ 
mentó; y de esto no tienen ellos la culpa, sino los católicos, ecle: 
siásticos y seculares, que no les compelen á ello; pues como taii 
avarientos y miserables defensores de este soberano tesoro, no 80> 
lo no se los comunican como Dios quiere, pero tampoco se^lo dail 
á conocer.** 

'*Yo me rio mucho cuando mgjo decir que en esta flota, en es- 
tos galeones, han ido tantas Misiones para Indias. Estas no sir* 

ven, las mas, si no es de solicitar SUS convenieneias y reliH 

Jarse así como llegan (i). • • Esta no es regla tan general que 
comprenda á todos,, por que algunos son muy buenos eclesiásti- 
cos, santos y doctos; pero lo cierto es que los HlflS no cumplen 
con las obligaciones del hábito ni con los votos que hizo (coída ti- 
no) cuando le tomó y asi estas remisiones no causan otro fin mas 
que despoblarse España y originar muchas disenciones y relajar 
las Ordeiies . . . Este es un engaño grande que se nadece en Es- 
paña, tocante á enviar Misiones para el Perú y Nueva Espa- 
ña, por que no se ocupan en estas cosas, y solo sirven de llenarse 
los conventos de Lima y México de ócioñdades, en número de 
trescientos á cuatrocientos religiosos, que para buscar de vestir 
andan sueltos de la clausura^ vagaado loa mas con no poca nota 
de los seglares" (2). 



Es- 



ñer 



(1) Lo mismo dice Solórzano i hemos visto a la pag. 183. 

(2) Siguen áete renglones textados, en que el autor no ba de haber lefe* 
rido cosas moi lijeias de los früles. Santas supresioiies en los manuacñtoa 
hechss por los interesados, que en máxima parte remedió Gattttubeifc. 

(3) Las Ordenes monástieas de vuones, fundidas d«fd« el s^ UI ba»^ 



•227 ■•.'•.; 

¥á se ha visto en los parágrafos anteriores probados co» docu.^ 
mantos históricos el grandísimo número i relajación de .los fraile^ 
i de los clérigos en España en el siglo XVlI, i a mayor abunda- 
miento presentaré áqui otro documento histórico. El publicista 
español D. Manuel Colmeiro, tan conocido de los inteligentes en 
materias jurídicas por su Derecho Administrativo i su Economía 
PolUica, en su Discurso el dia de su recepción en la Academia de 
la Historia, 26 de abril de 1857, refiriendo los autores e^pañole^ 
que en el siglo XVII trataron de materias tocantes a lo que hoi 
86 llama economia política, dice: '^Sucede al Padre Marques; el 
Hcenciadp Jerónimo Cevallos con su Arie Real para el kuen go^ 
bierno de los reyes ypHncipcs y de sus vasallos, en el cual se dan 
sanos consejos para enmendar los errores y abusos que advierte 
en los tributos desiguales y nocivos á las fábricas y comercio; ei^ 

el número exeei^iyo de eclesiát^ticos y su demasiad» ri- 
queza; en los mayorazgos y vínculos &in tasa; en la cobranza vef 
rjatoria de las imposiciones, y en la justicia retardada ó impedida 
por mengua de la conveniente fortaleza." 

En el siglo XY III se aumentó el numero de los frfíiles i de los 
clérigos en España hasta asombrar i alarmar a los españoles ver- 
¿eramente sabios i hasta llamarla atención de los Papas; i con el 
aumento de los individuos se aumentaron sus riquezas, i con el au- 
mento de las riquezas se aumentó la relajación. 

Testiwoííio del WiNisTpp J^4acanaz. 

Ya con^ocen loa lectores a este grande hcftnbre. En su libro in- 
titulado/ 'Auxilios, para bien gpbernar una Monarquia Católica,^ 



U el preseoie siglo XIX son innumerables. Expresaré solamente las mas 
notables cou lo0^año9 de su fandacion: antoninoe (280), basilios (368), agusti- 
nofrcalzados (395), carmelitas (400), benedicfetDOS (589)/cati)'aldtileD8es <997), 
cartujos (1086), cistercienses (1098), caballeros de Saii Juan 0^^^)» templa- 
rios (1118), premonstratenses (1120), trapenses (USO), teutónicos (1190), 
buorillados (1196), trinitarios calzados (1197), cabuleros de Ca)«i(niYa, San- 
lia^ i Alcfintam (siglo XII), franciscanos (1208), dominicos calzados (1215), 
mercedarios calzados (1218), servitas (1233), Celestinos (1276), brigidos 
(1363), geronimos (1374), bernardos (1425), mínimos (1435), teatihos (1524), 
capuchinos (1525), reoofetoa llamados en la Nueva España dieguinos'(1532); 
bamabitas (1533), jesuítas (1540), juadoos (1546), felipenses (1564), hip6- 
litos (1585), camiloa (1586), agustinos descaisos (1505), trÍDitatios d^nscalzos 
(1596), mercedarios descaaos (1603), dominicos deisgalA^i ' (1608J, pnlres de 
la» escuelas piad (1617), paulinos (1624), bel^ix?itas (1653) i frlmciscaínos,de 
Frópáguvaik Fide {\m% - ^ . - y 



228 
presentado a Felipe V, de quien era Ministro, e inopr&so por or- 
den déf miktno rey, en el Auxilio 9 P dice: "Es tan formidíable el 
cuerpo de Religiosos que tenemos en nuestra España, que su núf 
mero cLSoníbra; y es tan perjudicial al Estado tantos Religiosos; 
como que deben reputarse para él por miembros muertos; oircuns^ 
tancia que hace indispensable para el mejor orden del reino, la 
providencist de disminuir su número, sin que permita el Soberano 
haya mas individuos que los que hubo al principio de cada funda* 
don/ La mayor parte de los bienes raices^ y estos de los de «« * 
jor calidad, están en poder de los Religiosos, de cuyos productos 
no pagan ni contribuyen nada, de que nacen males muy conside- 
rables para el Estado, pues si ayudaran á los seculares con la 
contribución que correspondiese á los frutos de sus grandes pose^ 
siones, ó si estuvieran estas en su poder, seria mucho mas creci* 
da la abundancia y riqueza de los vasallos, y menos las imponde- 
rables utilidades de los Religiosos, que usurpan al patrimonio 
real aquellas grandes porciones de maravedises, de que gozaría 
si tuviesen los seculares los bienes que poseen/' 

Testimonio de los j^apas Inocencio XJJJi ^enedicto^jJJ 

I ^ENEDICTO^jy, 

Inocencio XIII en su bula Apostolici Ministerii de 30 de ma; 
o de 1723 manifestó que el excesivo número de monjes que ha- 
ia en España era mui perjudicial a La Heligion y la Sociedad^ i 
por lo mismo numei^ó los monjes, esto es, mandó que en cada con- 
vento no se admitiese mas que cierto numero de individuos para 
monjes, muchos menos de los que se habiaii recibido i recibían. 
Su súccesor Benedicto XIII, monje de la Orden de Saftto Do» 
mingo, confirmó la bula de Inocencio por su breve Jn supremo de 
23 de septiembre de 172i. La solicitud i bula de Inocencio XIII 
tenia por objeto la reforma de los frailes españoles i no la de los 
frailea de otraa naciones. Henríon en su ^'Historia General de la 
Iglesia,'' Año de 172S, dice: '^Expidió Inocencio XIII la bula A- 
postolici Ministerii en la que dictó varias providencias relativas a 
las iglesias de Espafia.'' -Pues qué, ¿en otri^ naciones, por ejem-> 
pío en Italia era corto el número de los frailes en la misma época? 
Nada de eso. ¿En Francia era corto el número de los frailes en la 
misma época? Nada de eso. ¿En Italia i Francia eran pocos los 
fraUea relajados en la misma época? Nada de eso. Has en España 
era mayot el número de los frailes i mas grande la relajadon en* 
tn eiloB {4 par ende en la Nueva España), i por lo mismo mas 



i 



229 

urgente la nececíidad de a[>Hcar el remedio respecto do Espafta, 

Una reverenda capilla, es decir, uu monje do Ja Orden de San* 
to Domingo de los principalets de España, presentó á Felipe V un 
opúsculo intitulado: ''Memorial presentado á Ja Majestad del Se- 
ñor fíey Don Felipe V por las Religiones, asi monacales como 
raendicantefi, en vista del Breve d<i Su Santidad, confirmando la 
Bula de Inocencio XIII expedida en 'JO de Mayo de 1723 y 
principia Apostolici Ministeiiíi,'' En este Memorial casi todas las 
órdenes monásticas de España pedian al rey que no ejecutase la 
bula de un Fapa ni el breve del otro. D. Antonio Valladares do 
Sotomayor en el tomo 9 de su periódico **8emanario Erudito," re- 
dactado en el reinado de Carlos III, publicó este Memorial, i an- 
tes le pone esta "Nota del editor. — En este papel se tocan los 
l>rivilegio8 de los regulares, que se creen vulnerados f'l) y se pro- 
ponen los fundamentos para que no se les impida su uso en la for- 
ma que los gozaban. Pero aunque está trabajado con el mayor 
euidado y moderación, eon todo eso, le sucede la desgracia que 
á un buen patrono que defiende una mala causa: pues por mas 
que atormente su discurso en buscar razones (2) para sostenerla, 
no puede mejorarla ni sacar victorioso á su cliente. . « Casi todos 
sus capítulos (de la huía de Inocencio XIII i breve de Benedicto 
ILIlI)^ que aqui {en el Memorial de los frailes) pueden decirse re- 
clamados^ se hallan confirmados posteriormente por el gran Papa 
Benedicto XIV, como puede verse en su Bulario y singularmen- 
te en las Constituciones Apostólicas que empiezan: Regularis Dis- 
ciplinae de 3 de Enero de 1743; Fer linas alias nostras de 27 de 
SJnero de 1747; Impositi nohis de 27 Febrero de 1746; Pastoi^alis 
cúrete de 5 de Agosto de 1748.'* 

Tbstimomiq pe Fi^ay José HaRo de San Clemente en su Me- 
morial (3). 

(1) Por los Papas. Ni con las disposiciones de los Papas se qu^rian a ven- 
ces reformar los frailes. I si ni con las disposicionesf de los Papas se refor^ 
0iaban ¿quien los reformaba? /qué remedio tenían.^ 

(2) Sofismas, 

(3) ^^Memofialal Rey Nuestro Señor Don Felipe V' (que Dios guarde), 
wtisfadeodo a otro que en nombre de todas ks Religiones se presento á S. 
M., pam impedir la ejecución de la Bula Apostplki Minisierii en estos sus 
reinos y se&orios. Su. autor Fray José Haro de San Clemente, del Orden de 
pfuesira Sefiora del Carmen de la antigua Regular Observancia, Doctor teó- 
logo, Maestro, D^Ki^o y Definidor perpejtji^o en la Frovincia de j^dalucia, 



S30 

Dice Fray Joso Ilarp: * DIólo ¿ leer (el Memorial) á sujetos de úig^ 
nidad y de letras, y todos lo tuvieron por religioso y acertado. Mas 
concurriendo con el Maestro Fray Sal v%dor Garcia, Eegeüte del Co* 
legio Mayor de Santo Tomas del Orden de Padres Dominicos de Be-. 
villa, dijo al suplicante que tenia noticia habia escrito jun papel que: 
era injurioso alas Sagradas Religiones. Confieso, Señor^ que m^ 
turbé. Pregúntele si lo habia visto. Respondióme que no» Consi- 
deré que ya la voz de que el Memorial era injurioso estaba difun- 
dida. Y atendiendo á lo que dice Salomón: Curam Juibe de bono 
nomine^ **procura tener y conservar buen nombre,'' y que hasta el 
mismo Dios nos enseña esa doctrina, pues pareciéndole que le. 
quitaban la honra, preguntó por Malaquias ^donde es^a? Ubi. 
cH honor m^usl A que se añade que ademas de lo dicho, aconte* 
ció que otro sujeto de autoridad hiao grandes diligencias por que 
ni aun fuese visto este Memorial, pues hablando con un Ministro 
de V. M. ( Vuesd Majestad) que solicitaba se imprimiese, le dijo: 
''^s verdad que el Memorial no contiene cosa alguna i>i contra I^ 
fé ni contra las buenas costumbres (1); mas iH>^es razón que tpdos 
los seglares sepan muchas de las cosas que en éi se dicen." ¡Oja-: 
lá, Señor, que el pueblo no supiese mas que lo contenido en este 
,te Memoriall La lástiiBa es que ninguna de las que aqui se di^ 

oen ignora, y sabe otras miiy malas qnc aquí seeallan y 

que por pÚbUcas pudieran decirse. Estos motivos tan justifica^ 
dos son la causa de procurar se dé á la imprenta este papel, para 
que se vea que no solo no es injurioso al estado regular, sino que 
j^xjl autor procura, desea y solicita su mayor honra y crédito, pue^ 
.estos estau vipculados en \d^ observancia de suis reglas y custodia 
de sus constituciones, callando otra» muchas cosas que pudiera 
decir, para probar cua»to importan á V. M. y al bien publico.'' 
.. **Lo prin>ero. Señor, íjue dio motivo á la oposición de este san- 
to Breve (según en él se dice) para solicitar con V. M. y sus rea- 
les Ministros el que no se pusiese en ejecución, fué el que So 
Santidad no mandase lo ejecutasen los Prelados de las .mismas 
Religiones, á quienes se les dio esta facultad en el GonciHo, y á^ue- 
de la misma forma lo mandaron los Pontífices que antecedieron 
á Benedicto, sino que e) P^pa lo coi^^tió á su Nuncio pana i)tu^ 

. ProtoDOtario y Predicador ApdstUíéo, naliaval de hoiuJbdy f^aertodeJSan 

Liicarde Biairranneda.^ Según las reglas déla crítioa e«te testíiiMMiio'Tála^ 

mucho, por que es el de un monje español, feábio i obsetraatie, Bobtv taf^lají^ 

eton de bus iiumérosos compañeros i oompatriotas lo« demas^tMi^Qf ~'^"^'' ~ 

-fes en mi toayoria. 

(1) l^vt (^lueieeneiida «i - eolrtta la Kerflad 4e Us lie«hM^ 



asi- 
lo ejecutase. E^ite, Señor, no parece ser'motivo n¡ tener viso dé 
razoa para la oposición y pretensión de suprimir 6 suspender 1» 
ejecución de tan Santo Breve. Por que si tantas veces (como se 
confiesa) se ha mandado á los Prelados Regulares hagan esta lui- 
meracion (de que depende la reforma) y no lo han ejecutado, co- 
mo lo vemos, ¿qué hay que admirarse que el Santísimo Benedic- 
to, que como tan santo religioso deseaba la reforma de las Reli- 
giones, diese la comisión á su Nuncio para que lo mandase ejecu- 
tar? Y aun á los Ordinarios me parece se habia de dar, para qué 
coa mayor brevedad se ejecutase. Por que esto no era sonteter 
las Religiones á la jurisdicción ordinaria, mas que en el punto di> 
la numeración, asi como lo están en otros según el Concilio. Si 
hay culpa en esto, es de los Prelados Regulares, que no han que- 
rido ejecutar lo que tantas veces se les ha mandado. Y es mur 
cierto que ni ahora lo ejecutarían, aunque tuvieran la fejecucion. 
Pues se ha procurado suprimir el Breve con un fundamento tarr 
lijero como los demás del Memorial presentado á V. M. para no 
querer numerarse, importando tanto como aqui se verá á V. M. 
y á la reforma del estado.'' 

**¿No es dueño, Señor, el Romanó PontíBce, como Vicario dé 
Jesucristo, y tiene poder para extinguir Religiones? No lo tieo-a- 
rá algún católico, y mas cuando es tan cierto se han extitiofuido 
^nuehas, asi regulares como militares. Pues^, Señor, ¿cómo ó a 
<]uien puede parecer bien el que los religiosos procuren suprimir 
una Bula de Su Santidad, sin quererle dar cumplimiento, cuando 
tanto importa para la observancia y reforma de las mismas Reli- 
giones, sok) por que se dá la comisión al Nuncio, cuando consta 
que los Prelados Regulares no han querido ejecutarlo? ¿Qué di- 
rán, Señor, los herejes, si saben que las Eeligiones buscan modo 
para no obedecer al Pontífice? ¿Y qué ejemplo damos á lo» segla- 
res, sí vén que así obran los sacerdotes? Ya, Señor, si la Bula 
^perjudicara contradiciendo las reales pragmáticas, vaya. Mas si 
TYO solo no contradice, sino que favorece, y mueho, á las pragaiá- 
tecas, lo que no ignoran los mismos regulares, ¿por qué motivo 
•se procura el que la Bula se suprima? Estiméra me lo dijeran, 
por que 3ro no lo alcanzo ni discurro haya para ello raaon conclu- 
yente." 

^*No hay duda que en el Santo Concilio deTrento sé bailaron 
iDaa Prelados y teólogos regulares que seculares (í), y «apuesto 



■■■■ii. 



(1) En el Concilio Vaticano, celebrado en 1870, sucedió lo contrario, hu- 
» mu^osioas 0h¡^9^ gl^igQs qud o^ 



232 

qtte ahí lo orJeraron, debemos creer fiió por que rcconocífiron 
que; la falta de observancia que habia en las Religiotjcs provenía 
de ífer el niíinero tan crecido, que no se les podía acudir con lo 
licccsario. Por que como dice San Bernardo: Ubi eut ahuudcintUu 
fton 4!st obsen'antia: **Donde hay abundancia, no hay observancia.*" 
y á loa que sirven en el ipundo, si no ganan salario, los susten - 
tan y loa visten." 

*'Ni me hace fuerza, Señor, la exclamación que hace á V. M, 
el autor del Memorial, diciendo se le quitaban á Dios su» solda- 
dos y se le coartaban sus ministros. Por que me acuerdo que 
üiendo muchacho lei las Vidas de los Césares del Obispo Gueva* 
ra, y llegando á la de Trajano, nuestro andaluz, dice como te- 
niendo guerra contra los dacos, juntó un ejercito tan crecido, qu« 
de compopia de mas de ochenta mil soldados. Visto por el Em- 
perador, mandó publicar un bando por el cual ordenaba que a- 
quellos que de su buena voluntad no quisiesen irá la guerra» se 
retirasen á sus casas. Publicóse la orden del César y quedaron 
solamente veintidós mil, por que los demás se retiraron cobardes. 
Con aquellos voluntarios dio Trajano la batallf^ y por dos veces 
venció a I09 daoos, y los sujetó al Imperio, contra quien se ha- 
bían revelado. ''Muchos soldados, decia aquel hombre de graa 
talento, solo sirven de consumir el dinero y encarecer los víve- 
res, y al tiempo de dar la batalla huyen y aun desaniman 4 los 
valientes, sin que el triunfo se consiga. Luego mejor es pocos 
valiente^ que muchos cobardes" (i). Por eso dijo el Padre Pine- 
da eñ su Agricultura Cristiana que las Eeligiones no se hicieron 
para muchosi sino para pocos y buenos, y nuestra Madre Santa 
Teresa dijo: "Muchos conventos y pocos frailes,** y por lo mis^ 
mo moñudo que los conventos de sus monjas no pasasen del núme- 
ro de veinte y una, por que si excediese recibiendo mas, se aca- 
baña la observancia." 

''Al presente. Señor, son innumerables los ministros, y es cons- 
tante que no todos asisten ni pueden asistir al Tabernáculo, por 
que no pueden los conventos, por falta de medios, sustentar tan- 
tos cómodamente y conforme lo dispusieron los santos fundado- 
res de las Sagradas Keligiones, los Sumos Pontífices y el Conci- 
lio. De que proviene ser necesario darle suelta {los prelados a 
muchos frailes) para que lo busquen {el sustento). Y que esto ^ea 
relajación del estado, es innegable. Dos géneros. Señor, hay de 
palomos, unos que llamamos caseros y otros que decimos zoritos. 

(1) Fmy Jc^é Haro podia haber citado también 1^1 c$y90.de Gedeoo* 



28S 

Tjob eateros 80ñ los que se c^ian en ias easas y andan entre la 
gente de ellas. De estos no tienen sus dneños mas que los que 
pueden oómodamente sustentar. Los zoritos eon ordinariamente 
muchos, y cuanto mas crecido es el número, tanto mas crece la 
ganancia para el dueño. A estos no se les dá mas que casa y ni* 
do j tai vee que comer. Esioe son de suelta, por que como no 
fie les dá lo necesario, es preciso que ellos salgan á buscarlo. Los 
caseros permanecen quietos y recogidos en su palomar, por que 
nada les falta y todo les sobra. Y si alguna vez vuelan, siempre 
es cerca y sin perder de vista su palomar; mas estos^ Señor, son 
mas corpulentos, mos fuertes y de mejor condición que los z^u 
tos y tienen mas estimación y valor. Esto lo enseña la experien« 
cia y no admite la menor duda.'' 

''Si los Prelados regulares tuvieran en sus conventos aquel nú< 
mero de religiosos que pudiesen oómodamente sustentar, como lo 
tenian en sus principios y como lo ordenaron los Papas y el Ck)n- 
cilio» los tuvieran mas recogidos (como lo vemos en los carmeli- 
tas descalzos), fueran caseros, se criaran en las Religiones varones 
grandes, fuertes, literatos, de mucha estimación^ virtuosos y san- 
tos. Mas como se ha procurado y se procura y solicita est^rhuBr é 
impedir esta Reforma, queriendo se mantenga la relftjftdioilf sin 
darles á loa religiosos lo necesario, por que no hay para tantos 
en el palomar, es forzoso darles suelta, y andan dispersas por ca-^ 
lies y plazas las piedras del Santuario, y con esto se crian zori'* 
toSy flacos, débiie.^i y d-e ningún valor y estimación. ¿Y sería te^- 
meridad entender que en la multitud tienen su interés los sápe* 
riores? (IV Quiera Dios que algunos no pasen de zoritos 4 oltra 
cosa. Tocio esto lo digo por que es público y notorio y se ha visto 
y vé muchas veces. ¡Ojalá que no fuera asi y me sacaran la menr 
tira á la cara." 

''Trae el autor del Memorial, para mover el real ánimo de Y. 
M. á suspender la ejecución del santo Breve, un símil ó paridad 
que^ ó no lo entiendo 6 no es del caso. Dioe ¿qué pareciera si 
quisiese alguno ponerle número á los criados de V. M.?, y de ar 
qui filosofa á los ministros de Dios, diciendo que no se deben nu- 
merar ni ponerles coto. Esto es lo que dice en sustancia, que 
no tengo presente el Memorial para ponerlo á la letra. Esto, mi- 
rado por la faz, parece que dice algo; mas sacado á la luz, nada 

[1] Si los superiores de las órdenes monásticas obraban por interés mate- 
fial, es claro que hasta ellos estaban relajados, y si hasta lossapeñosea de \U 
ipj!deDas mosástí^as estabas relajados . . « • 



L^_ 



234 

dice; V. M., Señor, en lo temporal no reconoce ni tiene supe^- 
rior y fuera atrevimiento ó locura quererle nombrar sus criados, y 
mas cuando los que Y. M. tiene están vestidos y sobrados (1), y 
puede como Soberano poner número en los criados de sus vasa- 
llos, aunque sean Grandes. En los religiosos corre otra paridad 
muy distinta. Por que el Vicario de Jesucristo que lo manda, es 
dueño y Señor Nuestro en lo espiritual: puede poner en el servi- 
cio del altar el número que gustare, y mas sabiendo que no al* 
oanzan las rentas para tantos, pues muchos andan insX vestidos y 
no bien sustentados ni en la enfermedad asistidos; antes sí, con el 
cuidado de lo temporal, andan distraídos y relajados en lo espiri- 
tual. Ni por esto se le pone número ni se coartan los ministros 
y siervos de Dios. Por que si para ser ministro ó siervo de Dios 
fuera necesario el ser fraile, de mas estaba el sacramento del ma- 
trimonio, en que ha habido muchos Santos. Aun en el ejercicio 
déla milicia, con ser tan arriesgado, ha habido innumerables San- 
tos. Siendo menos los religiosos, serán mas los soldados que ten- 
ga V. M., pues es publico y notorio que en este tiempo, han ©n- 

trado muchos en las Religiones huyendo de las quintas 

y levas. • ¿Y podremos asegurar que estos tuvieron vocación pa- 
ra el estado? Claro es que no.'* 

**Estos {los zoritos) por gozar de su libertad se obligan á dar 
un tanto al Prelado 6 por meses ó por año [2]. Gon esta obligar 
cion que hacen, salen (del convento) fán licencia y entran cuando 
quieren y á la hora que les parece, no van al coro, no asisten á o- 
ración, dicen Misa fuera del convento^ sin tener de religiosos raaj<i 
que el hábito exterior en que lo parecen. Pregunto, Señor, ¿en 
qué huele esto á Religión^ ¿en qué á observancia?, ¿en qué al 
ejeniplo que debemos de dar? JPaso en silencio lo que estos hacen 
para poder contribuir y pagar la cantidad en que sstan ajustados 
(3). Y de esta soltura y libertad y de los males que por ello se 

» 

[1| Numerosa servidumbre, sustentada, vestida i sobrada con el sudor del 
pueblo. Aquí tenían razón los zoritos. 

(2) ¡HolS;^ 9nonacato de mesón!, i contratar vivienda como en cualquier 
mesón. Este era el ínteres que dice Foiy José Haro tenían los superiores. 

(3) Parece que ahí dice trácalas. 

Vivía el infelice 
Haciendo mas drogas 
due la9 que almacenan 
Las botieas todas, 

cónio dice no recuerdo que poeta. Los zoritos se desajunaban en las antesacris- 
tías de {\lgiUiQ0 conventos de monjas, ^ue daban gratis el désajuno a los paére^ 



235 
ban oeasionado, ¿quien dará cuenta á Dios?" (1). 



qne iban a decir la Misa a su templo, i tomaban el chocolate en la tarde en las ca- 
sas de algunas viejas ricas, tocks las que en ese tiempo eran mni aficionadas a 
los frailes; decían (en algunos dias) varias Misas en un dia i por unaSmódiea can- 
tidad conjuraban a los pájaros, a los ratones i a cuantos hombres i mujeres po- 
dían, según refiere Feyjoo; asistían a los entierros de los ricos i & los bautizos 
i badas do los pobres, servían de Juanes en las exequias de las monjas (cua- 
tro sacerdotes revestidos de alba i estola negra que tcnian en las manos el pa- 
ño de tumba, cada uno de una extremidad); servían de Apostóles el jueves san- 
to i de Santos Varones el viernes santo, i hacían la semana sauta en los cor 
tijos (i en la Nueva España en los pueblos de indios), donde hacían unacpse^ 
oha mui decente de reales, de pollos i de semillas: colectaban limosna para 
Nuestra Señora de bs Holgazanes, para el Santo Cristo de los Alcahuetes.! 
para otras imágenes milagrosas; i tenían otros varios medios de subsistencia. 
(1) ¿I cuantos eran esos males que se seguían a la sociedad.^ Dice el ar 
dagio castellano ''La ociosidad es la madre de todos los vicios," i con esta sen- 
tencia, hija de la experiencia de los siglos, esta conforme esta sentencia de la 
Biblia; *-La ociosidad es Ja míiestra de mucha maldad;'' MtUtam, enim malir- 
tiam docuit otiosilas. Uno de los pecados capitales es la pereza, i el trabajo 
es una de las fuentes de la moralidad. De estas premisas se deducen estas 
consecuencias; nación trabajadora, nación moralizada; nación de flojos i de \%' 
gos, nación desmoralizada. 

Un Doctor católico, conocido en la historia con el nombre de Dionisio el 
Cartujo, dice; ''La ociosidad no está mucho tiemfK) sola sin producir otros tí- 
«ios:" Oliositas non est diu sola, sed parit alia vitia, (Su per l^ ad Tkes- 
sal,^ cap. 5, art. 5). El mismo Doctor dice; ^^h^platiconai la curiosidad na- 
cen de la ociosidad:'' Verbosifas et curiositas px otiositate nagcimtur. (De 
Clatislró animae^ lib. 2, cap. 14). Santo Tomas de AquinO; "El ocio es el 
incentivo de los vicios carnales/': Otiumest vitiorum carnalium inceniúmm: 
(Opuse. De Perfect, vitae spirit.^ cap. 9]. San Lorenzo Justiniano: "La 
mente del ocioso, no piensa mas que en comidas i demás cosas del vientre:" 
Otiosi mens nihil aliud cogitare novit^ qimvi de escis ant de ve^itre. (De 
Ligtw Vitae, tract. 11, cap. 4). San Buenaventura, que por estar siempre 
ocupado, cuando los diputados del Papa en solemne embajada le llevaron el 
sombrero rojo, insignia de la dignidad de Cardenal a que acababa de ser ele- 
vado, lo encontraron en la cocina de su convento fregando los platos de barro, 
i esto a pesar de ser el General de la Orden de San F^rancisco i autor de sa- 
pientísimas obras filosóficas i teológicas; por lo qué recibid allí a los embajado- 
res i colgó el sombrero de una estaca de la cocina; este Santo en su Epístola a 
todos los Provinciales i Custodios de la Orden les dice; "La ociosidad es la 
sentina d*? todos los vicios;" Otiosilas est sentina omnivm vitiortwi. San 
Agustín en su Sermón 37 p a sus monjes [ad Fratres in eremo)^ les dice: 
"Mientras David se ejercitó en la milicia no lo atacó la lujuria: mas después 
que permaneció ocioso en su casa, cayó en adulterio i cometió lK)micidia; 
iiientras Saroson guerreó contra los filisteos, no pudo ser aprendido per* los 
enemigos; mas despuejs.que durmió en el seno de una mujer i permaneció o- 






36 

"Aun sucede mas, y es que algunos religiosos que por accideiB^ 
dente están fuera del convento y solicitan recogerse á él, los Pre^ 



"ciosamente con ella, pronto fué aprisionado i hecho ciego por los enemigos. 
Salomón, estando ocupado en edificar el Templo, no sintió la lujuria; mas des- 
pués, apartándose de la obra, sintió con vehemencia el ataoue de la lujuria, 
i cavendo por la instigación de la mujer en la idolatria, adoro en el tálamo 
un becerro de oro . . . Esta es «aquella pésima ociosidad que frecuentemente 
destruye los conventos de los Santos, produciendo en ellos la hijuria, nutrien- 
do en ellos la gula, sembrando en ellos la zizaña {los Capítulos)] y engendran- 
do todas las coyas que son obras de la carne." El Obispo de Hipona epiloga 
i concluye su magnífico Sermón de esta manera: ** Velad, pues, hermanos miop, 
Telad, i no desfallezcáis en el ocio, por que no os conozco mas santos que I>a- 
vid ni mas fuertes que Samson ni mas sabios que Salomon.^^ 

I los frailes de España i de la Nueva EnpaTía ¿tenian las Obras de San A* 

fustin en las bibliotecas de sus conventos? Si. ¿Por qué pues no las esta- 
¡aban para que no hubieran caído en la ociosidad i en la relajación, para que 
hubieran aprendido, no la inútil teología de intríngulis del Peripato, sino la 
teología clara, nerviosa i majestuosa de los Padres de la Iglesia, la verdadera 
teobgia cristiana, como se lo hizo ver el joven Campoy, perseguido por ellos 
por estos estudios que llamaban peligrosas novedades^ i como se lo probó el 
joven Miguel Hidalgo y Costilla en dos Disertaciones^ que se conservan ma- 
nuseritas en el Colegio de San Nicolás; i en fín^ para que hubieran predicbd^i 
Ao como Vieyra sino como San Agustiní* 

duamdiu David (dice San Agustín) exercitavit se in miliiia^ non insul- 
iatfii s^i luxuria] sed poslquam in domo otiosus remansit^ lahoravit adul- 
terio et hoviicidiuní cornniisit. Samson^ dum cum Philistaeis pugnarit^ 
non poiuit capi ab hostihus] secl postquam dormivit in sinu faeminae^ et o- 
iiósé cum ea reman sit^ mox capitur et caecqtur ab hostihus. Salomón^ dum 
ocoupatus esset in aedificatione Templi^ 7ion sensit luxuriam; sed mor re- 
cedens ab opere^ persensü ins^ultum luxuriae^ et deficiens^ foemina insti- 
gante^ ad tdola, adoravit in thalamo vitulum aureum . . . Haec est illa ^ 
tiositas pessima^ quae frecuenter Sanctorum conventus destruit^ pariefis ia 
eis luxuriam^ nutriens in eis gtdain^ seminans in eis zizaniam, et gen^- 
rans omnia quae sunt opera camis , . . Vigilóte^ ^^á^i fratres meiy vigi- 
late^ et nolite ift otio defkere^ quia nee sanetiores David^ nec fortiores Som* 
soné^ nec sapientiores Salomone vos esse eognosoo. 

Por último, los autores de la Enciclopedia de Mellado, en el artículo Va- 
ganda dicen: ^^En todos tiempos han sido los vagos objeto de la solicitud de 
los gobiernos y de su vigilancia, y no en vano ciertamente, puesto que el va- 
go después de violar la ley de Dios, que ha impuesto á todos los hombres co- 
mo UB deber el del trabajo, suele emplear su ociosidad en producir da&o a 
sus semejantes, dando á los vicios, á la disipación ó al crimen el tiempo 
que deUera dedicar á una ocupación honesta y útil ... De los vagos se for- 
man los falsificadores de firmas, quien de ellos practica el contrabando, otvM 
86 dedican al jucj^ de azar con trampa y ventaja, quienes á monedieroB fiíl- 
MB| y por último, algunos á ladrones en mayor 6 menor escala/* 



237 

káos no los quieren recibir, ó por que no son de su parcuiTiíTacr, 
ó por que se recelen tener en ellos unos fiscales de sus operación 
nej?. Hasta las parcialidades (aunque siendo pocos las hubiera) 
fueran menos, por que no fueran tantos los Maestros, que son la 
causa de los bandos. Los graduados {los monjes principales), Señor, 
son la principal causa de la relajación. Como por lo común quieren 
mandar y no viven sujetos como los no graduados, lo que sucede 
es que los demás con su ejemplo se relajan y anda la observancia 
perdida y la ley rasgada. Al rasgarse el velo del templo, advier- 
te el Evangelista San Marcos que se abrió en dos partes y que 
fué de arriba á abajo: Velum Templi scisum est in duas partes, á 
summo usqtie dearsuní, ¡Misteriosa advertencia! Kompiase en el 
velo la Ley Antigua, y como se rompia la Ley, comenzó el rom- 
pimiento por arriba. Es verdad que se rompió por abajo, mas 
nunca la Ley se rompiera por la parte inferior si primero no se 
rasgara por la parte superior. Comenzó por arriba y por eso se 
xasgó por abajo. Señor, si los hombres grandes y Maestros lite- 
ratos gastan el tiempo en escribir Memoriales y manifiestos, para 
impedir la observancia y mantener la relajación, como pública- 
mente lo vemos y aun lo lloramos, ¿qué mucho es que los demás 
sigan el mismo camino? Rompióse la Ley de arriba i abajo: á 
summo usquedeorsunt (1). La lástima es que se volverán contra 
mí y tendrán esta Representación hecha á V. M. por mala y aun 
por sacrilega, cuando es hecha por defensa del Papa, de sus man- 
datos, por conveniencia de V. M. y de sms vasallos y dominios, y 
por que las mismas Sagradas Beligiones se recobren y vuelvan á 
su anticuo esplendor y observancia (2). ¿Y tendrán por bueno y 
santo el impugnar el mandato de Su Santidad, para que se conii* 
nué la relegación de tan santo estado? ¡Qué bien dijo David cuan- 
do dijo: Mendaces fitii hominum in stateriil: que los hijos de los 
Jiombres se engasaban ó mentían en las balanzas de los pesos; ó 
diremos oon Isaia$: Vae quidicitis malutn bonum, et honum ma- 
luml '^jÁy de aquellos que tienen lo malo por bueno y dicen 
qne lo bueno es malo!" Lo que es digno de notarse, Señor, es 

{ly ¡Buena zurra les está dando el sabio fi»ile a los otros fiailes por arri- 
ba i por Itejo, i mas a los de arriba^ qne eran los Provinciales, Guardianes, 
Priores, Cti^xpéndadores, Poctores de las Universidades, que a los de abajo, 
qne eran Iqb' zoritos! 

(2) La lastima es que también este pobre libro en los primeros años des- 
pués de publicado, va a ser tenido por malo i aun por sacrilego, i la mayoría 
de mis compatriotas, aun algunos de los Uamados liDerales, me van a aberre-- 
cer i maldf cir« 



a3g 

que el Merüdríal presentado á V. M. se dio en nombre de todas 
]a8 Religiones, mas sin nombre de autor. Este, {el Memorial dé 
Fray José Haró)^ Sefior, lleva nombre de autor, y aunque no se 
dá en nombre de todas las Religiones, vá en nombre de todos los 
buenos religiosos: por que estos ciertemente desean se ejecute lo 
que manda Su Santidad para que se logre la reforma del esta - 
do, y que sea Dios con la observancia' de las reglas muy bien ^r- 
Tido" (1 ). 

"Aquel texto del capítulo 1 P del Éxodo que trae el Memorial, 
en que hablando de los hebreos los egipcios dijeron: Eccepopii- 
lus Israel tnultus et fortior nobis est: veniamuÉ sapieñter, et oppri* 
inamus eum ne forte multiplicentur, "Advertid, decian, que el 
'pueblo de Israel es grande y mas fuerte que el nuestro: vamos y 
empleemos nuestra sabiduría en oprimirlo, no sea que se mnlti* 
plique," este lugar, Señor, no es del caso, y no seria pecado tener- 
lo por injurioso. Por que aquello lo dijeron unos gitanos idóla- 
tras hablando de un pueblo que conocia y adoraba al Dios verd¿i- 
dero, y que se multiplicaba por generación, y que Dios así lo que- 
ria. Y es esto tan cierto, que cuanto mas oprirarcíos estaban, 
tanto mas multiplicados so veian, queriéndolo y disponiéndolo así 
el Todopoderoso. Pero la multitud de los regulares proviene de 
ana inconsiderada recepción que cometen los Prelados, no sé por 
qué ni para qué, aunque el Padre Pineda en su Agricultura Cris- 
tiana dice lo hacen, "por llevar en las funciones públicas mucha 
comitiva delante de sí." Y esto es muy cierto, porque vemos que 
para dia de Corpus y para otras funciones públicas, tienen gran 
cuidado para que asistan todos, no dando licencia pata que va- 
yan a sus tierras antes de semejantes funciones. Empero, yo nb 
alcanzo con que^onciencia, siendo los Vicarios de Cristo y el San- 
io Concilio los que maindan que no nos multipliquemos, sino i]ue 
nos reduscamos á número según el posible de cada convento, se 
les haya de apropiarlo que dijeron y procuraron ejecutar con los 
israelitas los gitanos. Los egipcios oprímian á los hebreos pam 
matarlos, pues asi lo hacian con sus infantes recien nacidos; Icñ 
Papas y el Concilio, consideran que siendo muchos estamos opri- 
midos por falta de lo necesario, siendo esta la causa de la relaja- 
ción del estado, nos quieren aliviar de la opresión apocándonos, 
para que vivamos sobrados de lo necesario en lo temporal^ y en lo 



(1) : /jCtué denuedo i <)ué jasticia la de Fray José Hará el no vallares |M>- 
ner a upa.pimoEÍa de buetios religio$o9 freote a frente de k-ioDiftiim iBirfom 
de las Órdenes monásticojs de España! 



aso 

espiritual cumplamos con las obli<yacioaes de nuestro estado/^ 

•*¡Qué bien dijo el Pontífice Benedicto XII: Opportet in una- 
quaque República esse linguam liberam: **Conviene que en toda 
Kepública haya una lengua que le toque hablar con libertad !'' Si 
todos vén la relajación y callan, dio en tierra la observancia, y eu 
el dia de la cuenta dirán con el Profeta: Vae tnihi quia tacuñ' 
¡"Ay de mí por que calléP' Y el castigo alcanzará, asi á los que 
obran mal como á los que callan debiendo hablar. Tomemos el 
consejo de Jeremías, que dice; NoUte taeere super iniquitatem €-' 
JHS. En viendo el pecado, no hay que callar, si toca el corregir/ 
como sucede en las comunidades. Vemos, Señor, en las Religio- 
nes (aunque no en todas) lo contrario. Por que los Prelados se 
regalan, no comen del caldero ni en comunidad, y si alguna vez' 
oomen [en comunidad, en el refectorio], es de particular. Beben 
buen vino (Ainda maia), tienen sus principios y postres, son elec- 
tos para Prelados (contra el derecho y las leyes] los que no si? 
guen la comunidad ó por enfermedad ó por costumbre, refrescan* 
dos ó tres veces al dia con nieve, que no se le dá ni al que tiene 
un tabardillo (fiebre); y todos los mas callan. Y si acaso sucede 
que alguno, con celo de la observancia y santo deseo de que se e- 
jercite la caridad, lo dice ó lo repara ó lo reprende (que también 
jos Prelados como prójimos son capaces de reprensión,' como lo* 
dice el Angélico Doctor), ¡ira de Dios!, al punto lo tratarán de in- 
famador, lo reprenderán, mortificarán, encarcelarán, le acumula- 
rán delitos, lo mudarán á otro convento y de aquel á otro, darán 
4*omision á los Prelados para qué lo mortifiquen, 6 puesto en pri- 
sión no lo querrán oir, sino que alli SO muera (1), sin verlo, sin 
oirMisa, sin confesar, sin recibir á Dios (2), sino eapor Pascua 
para cumplir con el precepto (3). Permítaseme preguntar: ¿y es 
esto Religión?, ¿es observancia?, ¿es caridad? ¿En las cárceles de 
seculares facinerosos hacen esto los jueces? (4). ¿Hay ley que tal 
ordene?, ¿hay Dios que lo castigue ó no lo hay? Estos, son, Se- 
ñor, de quienes dijo el Profeta Amos: Odio habuerunt corHpien- 
tém in porta: ét ¡oqueniem perfecté abotninati sunt: "AboríeciexiQU 

(1) ¡Caracotes! 

(2) Esto no admirarA á todos los que sepan la historia de Ja loquisieiop, 
la qne emulaban las cárceles de los conventos. ... 

(3) I a algunos reos ni por Pascua les permitían la Comunión, como vé- 
tnoB en el Pnx^eso de Bartolomé de Carranza. 

' (4) jPaes no dioen los defensores de la Inqnisicion que el misma proce- 
' dimientori petíarqué habia en la In^uÍBicion se usaban en esa época en lo« 
tribunales cicles? 



240 
ni que reprendía y abominaron al que hablaba perfeotámetite." 
Eatos son aquellos de quienes dijo David: Copiahuni tu animaui 
j\ísii: et sanguinem innocentem condemnabnnt: •* Acecharán la vi-. 
Wa del justo y condenarán la sangre inocente.'' Mas para consue- 
lo de tales perseguidos prosigue I)avid diciendo: Et factus eat mi- 
hi Dominvs in refugwm: est Deus meus in adjtUovmm spei meaes 
**Ei Señor fué mi refugio y me ayuda, por que en él esperaba." 
Y concluye el mismo David: "^í reddet illis iniquitaíem ipsorum : 
et in malitia eorum disperdel eos, disperdet tilos Dominvs Deus 
noster: ''Dios los castigará y dará el pago en su misma iniquidad 
y malicia.'* Todo esto y mas que se calía, proviene de que somos 
muchos y desiguales. Ijos que ejecutan semejantes cosas son a- 
quellos de quienes dijo San Bernardo: Mullí veniunt ad Rdigio- 
nem ut plris mtient ventrera quam vientem: "MuchO* SOn los 

qne Tienen á la ReligioH mas por comer que por orar." 

^e harta el vientre y ayuna la mente. No se puede negar ser todo 

esto manifiesta y ptiblica relajación. Esto es, Señor, lo que 

los buenos religiosos lloran y dicen con el Profeta: Qiiomodo obs- 
euratum est aurum^ mutatus est color optimus\ "¿Aquel finísimo o- 
ro y preciosísimo mudó su color hermoso y estA lleno de herrum- 
bre?" ¿Podrá negar esta verdad tan cierta el autor del Memo-^ 
nair(l). 



i^"^^ 



(1) Páginas de oro han escrito Balmes en su Proiesianiísmo i Chateau- 
briand en su Genio del Cristianismo sobre las órdenes moDisticas de bene- 
dictinos, franciscanos, dominicos, agustinos, mercedarios o sea monjes de la 
Redención de cautivos, hermanos hospitalarios de San Juan de Dios i otros; 
de oro es el azadón del Padre Aubry en la SepuUura de Átala de Giredet. 
¿Cómo fué que la tersura i esplendidez del oro preciosísimo se trocó en he- 
rrumbren De oro emn las sandalias de los dominicos que caminaban a pié 
desde México hasta Guatemala en el siglo XVI; de oro eran las sandalias de 
los franciscanos (digo mal, por que ni sandalias traian), de oro eran los bordo- 
nes í las alforjas de los franciscanos i de oro las cartillas del A. B. C: que mi- 
llares de nifios indios tenían en las manos en las escuelas de los frandscanos 
en el siglo XVI. ^Cómo fué qjue Ij^s evangélicas capuchas de tosca lana se 
convirtieron en aristocráticos sombreros acanalados de fino castor, i las sanda- 
lias civilizadoras en medias de seda, i el bordón i las alforjas i las escuelas de 
primeras letras en carrozas? De oro era el hospital de los monjes de 8an Hi- 
pólito para el consuelo i la curación de los pobres dementes: instítudon que no 
Bació en Francia ni en Espafia ni en Roma, sino que fué una preciosa orden 
ZDon&stica, una creación e inspiraeion mexicana. ^Oomo fué que el hospital 
ee convirtió en un teatro de comedias? De oro era la pequeña esquila de }ob 
conventos de agustinos de la Nueva España en el siglo XVI, que a las doce 
ie la noche los llamaha a orar; aquella esquila d;e i^aitines, que no ponocÍQ 



-24* 

^Hablando conmigo; SeÜor, uq dujeio r^udar, ^w f^teoe har 
.bia leído el Mamoriai presentado á V. M- y que estaba muy pa- 
lacio de sus razones, viendo que yo estaba de contrario parecer, 
asi como contra otros frailes que hablaban coo poca 4^^nci|t d^ 
UQ Prelado eclesiástico, succesor de los Ap<5^to)es» Purpurado, co- 
mo lo es el Eminentísimo Cardenal de Bellaga, por parec^rlo^ 
<\\ie á. instancia suya se habia . expedido tan saatísíi^o ^rev^, y 
, <]ue deseaba el suplicante {Fray José Har o) se pusiese en ejecu- 
ción, como lo manda el Vicario de Jesucristo, me dijo: "Padrfs 
Maestroi Yuesa. Paternidad no puede negar que poniéndose en e- 
jecucion la Bula, á muchos que tienen vocación para ser reUgior 
>»os se les impedirá la vocación» por estar el núoieno coartado y 
^leno.'' Kespondí prontamente: ''Tampoco puede Vuesa Patei^ 
X)idad negarme que todos tienen vocación para el reino de los cic- 
los, y no todos sino pocos son escojidos, aunque todos sean llamar 
dos: Multi enim suni vacati^ pau^i veiv electi, que escribe 3an Ma* 
tea Y si no, dígame Yuesa Paternidad ^cuantos conoce en 1^ 
Religión qne hayan venido á ella de voluntad y no de nece^ídad.^ 
^Cuantos son los que han dejado el mundo, teniendo en ál immtsá- 
niencia 6 capallania para ser clérigos? BwrívflIMMk Luegq por 
lo común y ordinario, los mas no vienan dejando el mundo; vie^ 
jiea ai por qxvd el mundo los deja i elloa. Divino está San Q^tó* 
nimo escribiendo á Ueliodoro, hablando de algunos monjes: Bm^ 
düiores n\onQjchi quam fuerant scieculareé; poBsident opeíi mh 
Christo paupere^ quas mh locupleU dia^o nwi habii^ranti et ^^^tif 
nd eos Écclesia divüeBj qw^ Unuit raundus qnUa mendicQ$. ''So«l 
mas ricos, monjesi, que cuando eran seglares; poseen las riquezas 
á la sombra de Cristo pobre, las cuales no tuvieran con el ampa- 
ro del diablo rico^* y los tiene y ^ufre la Igle^na ricos, teniéndolos 

Yir|)^lio, capaz de hacer poetas a bs que so lo somos, la que, cuando lalmia se 
hallaba a la mitad de su oarrera i los indios jepoeaban en sus chosas i jías a*- 
ves en sus nidos i en toda la naturaleza reinaba un profundo silencio, con sá 
^074 pkliidera parecía repetir estas palabras del Inviiatorio: ^Tenid, adore- 
mos, i póstremenos ante Dios, Uorenios en la presencia del Beüor que nos U- 
2o: *^Yeniíé^ aéonmus^ «^ frooidmimis anie ÚmaH^ phnemu» oaram JOtomi- 
no^ fui fedt nos, iSanto Síús! /Una bamba del Saian de Milton ha • caído 
quizas en mi cereltto, lo ha llenado <de humo i no lo deja enieade? ni ^esíioisf: 
bien muchos hechos históricos! ^Como fué que aquella esquila divina se 
cambió en abundancia de fincas urbanas i rústicas, i aquellos santos Mait^ieB 
se trocsron en gl($tonenas en las celdas i en piUñúmejort TianquíB^te co- 
fáaon no: Ja Raeon tranquila de Descartes, la Tem£ Historia i la álord de 
Jesús le Nazu^th, pauta de lá mora^l de los monjes i de )á moral i|d g€nexe 
humano, son mas claras i mas hermosas que el íSetan áñ fBfitteo; 



242 

-^aritea el raundo pobres mendigos/' ¡Ojalá que esto no se bubíesa 
vidto, sino 80I0 en el tiempo de San Gerónimo! La lústima es. Se- 
. fior, que lo vemos cada día. Proseguí díciéndole: "Dígame Vue- 
sa Paternidad ¿caantos conoce que en este tiempo han venido á 
ser frailes» huyendo de las quintas y las levas, por no ir á servir 
al Rey Nuestro Señor y a la patria? ¿Y diremos que estos tienen 
verdadera vocación al estado? Pe ningún modo. Lo que buscan 
es su conveniencia temporal, y no el venir á servir á Dios y á so- 
licitar la salvación de sus almas. ¿Cuantos conoce Yuesa Pater- 
nidad (1) que vienen á la Eeligion y hacen en ella lo que en el 
siglo no se atrevieran á ejecutar? ¿Cuantos mueren dejando dine- 
ro, que si estuvieran en el siglo perecieran desnudos y hambrien- 
tos? . . . ' ¿Podrá Vuesa Paternidad negarme que siendo pocos, no 
se recibirían tftlltos malOS como se reciben, ya por defecto de 
sangre, ya por infamia de oficio, ó ya por venir huyendo déla 
justicia? J^sto és público é innegable. Señor, somos muchos. 
El por que no quieren nijimerarse, lo saben los frailes y lo lloran 
los religiosos [2]. Y quiera Dios no pague en la otra vida el tiem- 
2>o tan mal' gastado el autor del Memoria! presentado á Y. M., pa^ 
ra; que él Sumo Pontífice no sea obedecido ni las Religiones re - 
formadas. Mire que la cuenta es fuerte y el camino estrecho. Y 
es cierto. Señor, que el autor del Memorial conoció que rio hacia 
bien, pues no puso su nombre, sino que lo presentó en nombre dó 
todas las Religiones (aunque adelante le probaremos no haber 
concurrido todas). Este Meniíorial, Señor, lleva nombre de autor, 
por que no es razón esconda la cara quien procura sea el Ponti6« 
ce obedecido. Y tenga V. M. por cierto que lo presento con el 
voto de muchos sujetos regulares, doctos y virtuosos, que desean 
verlo ejecutado y lo piden á Dios Nuestro Señor. *• 

^'Añádese preguntar al autor del Memorial y á los que siguen 
su opinión nos digan: ¿que señas traen los que vienen á las Reli- 
giones de verdadera y cierta vocación? Yo, Señor, diré lo qué 
siento, según la experiencia de sesenta y dos años que tenge de re- 
ligiosoyy según lo que conozco en las Religiones (aunque no to- 
das). Veo que los mas que entran en ellas soo hijos de gente 
Jiumilde, oficiales mecánicos pobres, y que no tienen una capella- 
nía de linaje para ser clérigos; que han estudiado mal una poca 



(1) ¡Buena zarra le esta dando una Paternidad a la otra Paternidad/ 

(2) Es.h misma distinción que hace Menendez Pelayo en su Ctencia E»^ 
pañola^ pag. 125: ''Soléis coofiindÍT' la aarQna con el cerpiiUo^ No fraUes^ 
Ano fAonJe^ secp^ lofl;mioflr ' . ' 



^4á 

dé ^rarnAticíi para etitrar en la Religión, de que proviene el tía-* 
•ber mu¿/ pocos que entiendan latín y raros quo lo escriban y mé* 
nos que lo hablen (1). ¿Y podreraua decir que estos tuvieron ver^ 
dadera vocación? • X si la tuvieron, recíbanlos para legos y no 
para sacerdotes. Estos verdaderamente vinieron á acomodarse: 

Entraron por la pnérta del refectorio, no por la del coro* 

Ya sacerdotes, ordenados en el campo de Quintana, se hallan con 
•sus padres y hermanas pobres, obtienen licencia de su Prelatk» 
(si es de su parcialidad, y si no, la sacan por la Nunciatura hcíbi- 
to retento)^ vánseá su tierra en donde no hay convento, y aunque 
lo haya, están en sus casas. Los inconvenientes que esto tiene, 
los habernos visto y cada dia los vemos. Esto dimana de que so- 
mos muchos. Si fuéramos pocos, no sucediera, por que entonccjai 
se escogieran de propósito sujetos capaces en la latinidad, y íííu 
contin^fencia de vivir fuera de los conventos." 

**Los religiosos que fundó Jesucristo fueron en número doce y 
no mas; y el legislador universal de todos los monjes (asi llaman 
siete Papas al Gran Benito), solo enviaba doce monjes para ir á 
fundar sus monasterios, y lo primero que llevaban era la librería 
del coro, de que carecieron hasta que floreció San Benito y dis- 
paso su santa Regla. /Bendita sea millares de veces la Compa- 
ñía de JesuSi que sustenta menos individuos de los que pueden sus- 
tentar sus rentas!. . . Frailes hay. Señor, que ni cantan Misa ni 
feaben* aun* oficiar en el coro. Esta, Señor, es nuestra obligación, y 
la de V. M.j como tan Católico Señor nuestro, es el hacernos o- 
bedecer; y mas cuando la Bula no es en contra, sino muy en fa- 
vor de V.^M. y de todos sus dominios^ como estoy pronto á dispu- 
tarlo con cualquiera que quisiere parecer á la defensa del contra* 
rio partido. Y aseguro á V. M. qué ninmno querrá parecer.'* 

**Todos los buenos. Señor, desean se ejecute la numeración, y 
el suplicante lo desea con ser tan malo, para que resucite la ob- 
servancia y ser buen religioso. Y es constante, y para mí muy cieí- 
to, que los que la repugnan, están muy lejos de ser v aun de pa- 
recer buenos religiosos. Y hablando. Señor, con mi acostumbra* 
da claridad,' son estos los Padres (mejor dijera padrastros) que 
tienen el gobierno de las Provincias y procuran (á lo que vemos) 
se mantenga la relajación, diciendo '^que no se puede practicar el 
Breve ni ponerlo en ejecución, por que están criados en este mo- 
do de-^ vi vir'\ .. . Cuando las cuatro Ordenes Mendicantes no té- 
uian rentas f ¡ojalá y nunea las hubieran tenido!) y ni memorias de 

(1) La^ altas ciencias del Sr, de la Rosa» ' 



244 

}ííiña& tenían, como se \é en las Conatiiaciones délos Padres do- 
n^ínicos, sino que vivian de limosna conservándofie en rigorosa 
observancia y vida, común, 8Í recibieran todos los que viniesen, 
presto se hubiera acabada la vida coman, que duró hasta e) año 
de 1350, en que hubo una peste tan fatal, que despobló los con- 
ventos, y para poblarlos recibieron muchoa sin criarlas en aqué- 
lla primitiva observancia, con que se acabó la vida común. Tea- 
f^o por autor á Abraham Bzobio, religioso dominico, en los Ana* 
es de.su Orden (mas que Eclesiásticos), donde lo pueden ver los 
aficionados. Están ya. Señor, las observancias de las Reglas, 8Í 
no muertas, boqueando^ aunque no con el Cristo en la mano. So- 
lamente con numerar las comunidades podrá ser que recobren sa* 
lud. Padres Ke^ulares, si entonces se numeraban, ¿qué dificul- 
tad ocurre ahora para no ejecutar lo mismo? Yo lo puedo decir, 
y mé parece ha de ser necesario el decirlo & Y. M., que sabiéndo- 
lo, tengo por muy cierto é infalible se pondrá la Bula en prácti- 
ca, y se tocará acerrar los nOTieiadoS. Somos muchos, Señor, 
somos muehos. • • Y siendo pocos, seremos muchos, pof que sien- 
do muchos, es constante que somos pocos." 

"¡Qué al caso. Señor, dijo San Efren/: Cum angelcrnmferamus 
hahUimiy "lina cum diabolo tniUUam gerimus. Habittu quidem e9é 
angdicus^ at vita mimdana. Nutnquid intef^ angdos in ooelU con^ 
tentíones vigent, eí aamulationes^ ncut nunc ínter monaohos vide^ 
<mti¿? Radices quvppé egit ínter eos aenuUatio ei invidia. ^^Siendo 
.Asi que traen^os y vestimos hábito de angeles, dice el Santo, ser- 
vimos unánimes en milicia del diabla El hábito verdaderamea- 
te es angélico, mas la vida es mundana. jPor Ventura los ánge- 
les en el cielo riñen ó tienen contiendas y emulaciones, como las 
vemos entre los monjesf De verdad que entre ellos han echado 
Xaices la emulación y la envidia." Y dice San Bernardo: iV^tA¿¿ 
tam hoi^endxim et Iwrribile esty ncut murmur et dUewUo in Congre^ 
jgatione. "Ko hay cosa tan horrible y espantosa como el murmu- 
llo, ruido y disensión en una Comunidad." Aun con mayor aprie- 
to habla el Máximo de los Doctores San Gerónimo; Ot^ritaB relí* 
aiasos^ charítas monachos /acit. Sine hac monasteíria stmt tanaira, 
nábítatores su7it duemonea^ Chim bao wri> »unt PuretoUsus m ter- 
rü^ et iu ds degejites sunl angelí. *^Jjbl caridad y paz haoen reli- 
giosos y buenos monjes. Sin ellas son los monasterios lo misnu) 
H/ae^ el infierno y sus habitantes lo mismo qoe demonios. Si hay 
^mridady i^az^ son los monasterios un Paraíso eo la táerra, don* 
áe sus habitadores son ángeles del cielo.'' 
Siendo muchas las casas de estadio^ creca el número ^ no tie* 



245 

nen número los graduados (1). Y mejor fuera, dice el Venera* , 
ble Abad Tritemio en la Carta que escribió á su hermano Jacobq, 
que estuvieran las letras sin grado, que no el grado sin letras'^ 

(2)- 

*^Y antes, Señor, que me argumenten con desiertos de Egipto, 

Palestina, Fonto, Nitria y África, donde había millares de milla- 
res de monjes, de quienes dijo Tritemio: ut prae muUitudine^ mon- 
tes impUrent et urbes: ''que su multitud era capaz de llenar las 
ciudades y los montes,'' cuales eran los Esenosi Estilitas, Anto- 
nios, Hilariones, Onésimos, Macarios, Azemetas, Basilios, Agus- 
tinos y otros, respondo: Que eran los mas anacoretas y muy po- 
cos cenobitas (3), y todos se vestían de pieles 6 palmas, no tenian 
refectorio ^4], trabajaban de manos para tener un pedazo de pan, 
el que comían con yerbas, y de este modo á ninguno se le estor- 
ba el elegir este género de vida. Eran legos, con algún sacerdote 
que les administraba los Sacramentos, como consta de las mismas 
Éeglas, y aun la del Carmen, que escribió Alberto, Patriarca de 
Jerusalem el año de 11 7 1, para ermitaños legos se dispuso." 

''Se dilata {él autor del Memorial en nombre de todas las JReli^ 
giones\ se cansa y nos muele amontonando Bulas y llenando már- 
genes con los privilegios que tienen los regulares • . .Esto no obs- 
tante, pudiera fyo] coa poco trabajo llenar los márgenes de pri- 
vilegios revocados á los regulares. Por que aunque confesamos 
que los merecieron en tiempo de su rigorosa observancia, como es- 
ta se ha perdido por culpa de los que succedieron á aquellos pri- 
meros, con justa razón se los revocaron. • . Por que los privile- 
gios, que por sus hazañas y primitivos servicios que hicieron á 
sus señores y d. la patria merecieron los fundadores de las Casas, 
asi para ellos como para sus succesores y descendientes, por que 
estos no obraron como los otros y degeneraron de quienes eran, 
no solo se les quitaron, sino que se castigaron sus delitos.'* 

/'Biganme: ¿no es cierto que de Sevilla, Córdobja, Jaén, Grana- 



(1) De ios moDJ^s graduadoSi unos eran graduados por su Orden, como 
los Maestros i los Presentados, otros lo eran por alguna Universidad, i estos 
eran los Doctores, los Maestros, los Licenciados i los bachilleres, i otros te-» 
nian grado por su Orden i grado por alguna Uniyerfiidad. 

(2) Aqui vinieron al suelo los 1,162 Doctores i los 29,882 bachilleres del 
Sr. de la Rosa en su inmensa mayoria. 

(3) Anacoreta o hermitafio o monje (en el sentido etimol^ioo i estricto 
de esta palabra) era el que vivía soloy i cenotita el que viVia en cOpipaSia de 
otros monjes. "" 

(4) No tomaban nieve. 



20 

d^, ^torcía, j óir^B ^rt^ soílen frailes (ü' ov4a^rae ¡i F'oriykgaí y 
{il campo J^ Q.iimtfui/Ei.^ ^ Xileirema^coa el Obispo titular id$ U Or* 
d§n de Sitntiago? ¿Y por que quiere» ir é pié opn. toatQ tz^biyo, 
habiendo Ordenes en aquellas Ig'lesias, caminando á partea taa 
remotas, ya con yeloa ya coa soiea^ Vao^ Señor, por que los mas 
son incapaces y temen el examen, que allí no temen por que ao 
le hay. Me atrevo ó jurar á V. M. in verba sacerdotisa que es- 
tan muchos ordenados sin que s^s Prelados los hayan e^minado 
para ir á Ordenes, ni hayan dado comisión para que los examinen, 
y que muchos no saben latin, ni la definición! del Orden qiUe liai» 
recibido. ¿Pues qué Misas dicen ^stos? En el tiempo que gastan 
^n decirla .(^u¿.&?'e2;6), siendo malos lectores, se. conoce como la 
dicen [l]. Wi en las visitas los examinOrU de ceremonias, y si al- 
guna vez sucede examinarlos, me consta ser necesario examinar 
Á los examinadores. • • En algunas Provincias na hay cátedras de 
Moral, ni de Sagrada Eiscrltura, mandándolo el Santo Concilio." 
"Los Prelaidos Regulares (aunque no todos ni en todas las Re- 
ligiones), conceden licencia para confesar sus monjas'y hacen Vi* 
«arios frailes ignorantes, como procuradores, sacristanes y otros 
de esta laya, que son poco ó nada observantes. Con esto los ta- 
les conventosr (de monjas) tienen poca observancia y menos esti- 
mación: cosa digna de llorarse . . « ¿Ka es cierto que los rutilares 
9X0 quierien que sus monjas confiesen can otros que con sus frailea 
ni una sola vez, y que en algunas Religiones le señalan mensua- 
les de su misma Religión y nunca de otra? Bien sé yo que si pi- 
dieran confesor entraño se lo diea?an; idas Dios libre á las monjil 
que tal hicieran, de la burla que de ellas faicieoran las otras, y los 
frailes sugeridos del diablo. Yo sé que h^j resfalares qu« son del 
mentir que sus monjas confiesen con frailes oe su nñsma Orden, 
como no sean de la misma Provincia á que estarn sujetas. Esto^ 
Señoi", tiene graYfsittOS ÍH6d1IT0IlieHtes. Yo, que ha mas de 
ouarent^ años qxi^ confiesa religiosas, losé muy bien. • • Xió que 



(1) |:« al$i^f|Os $m de la Seniana Majtor, el Bvai^eUo i» la Misa «s la 
narmotoa 4e, la Pasión del SeSor. Al Doctor P. Andeos López 4^ Nay^ ^p0 
fué Oiua dQ Colptlan i If inistro 4e Justicia de Qopipz Paria? ea 1S47, ie-oi 
contar que al Cara ele un p^oUo le fastidiaba epta lectura, parque la P<^s^ 
iel haotapte tergai no «atmdía ^l latín í kíi^r lo que do «e eatieqde faiÁidia; 
que leía un poco de la Pasión i decía "¡Tarijig^ida^ 4e PUato^i" i voítciabalií 
ix^íadel Q»¡f3ál; <]iB^ jo^ otra pocQ 4e la Uii^i^ aig»ie^ I dew "¡Taouga^^ de 
lifetcal" i Wteí>M otifi.hí»! idsreatp i«ko4o teTmia^ piwto ,]¡a Piwdaij; 
siendo asi que en la Oración en el Huerto i ea otros muchos :im%)e84e )» 
Pajíd^mo interrino Pilatos. 



• ••— • — 



.247 

• VLó puodo a3egar^rá V; M, ea que siendo* oferto qtt« iá niüchite 
iioncellas que hian querido aer monjas, les he aconsejado lo «ean 
un conventos siyetos á los Obispos y ao á regulares/' 

El P¿4>a mandaba [i manda] respecto de los conventos de mon- 
jas fiujetos i dirijidas por los monjes; 1? que ningún monje que 
.no sea prelado o que no tenga licencia del prelado entre len con- 
vento de monjas, i 2 P que no entren ni los mismos pi^elados» si- 
no en casos mui raros i necesarios. Fray José Haro^ despuea 
de hablar del mandato del Papa acerca de esto, se expresa asi: 
/'Dice- el autor (del Atetnorial en nombre de todas las BeligióYíes)^ 
que desea no se ejecute lo que manda el Papa {alegando ptivilé" 
4¡ios)i que no sabe si para reproducir este mandato ha habido en 
.Roma siniestro informe contra los regulares. . . En sesenta f dos 
años que tengo de Eeligion, cumplidos ya, hé visto y sabido co- 
sas y caeos sucedidos en conventos de monjas sujetas á regulares, 
que si de ellas han informado á Su Santidad, no habrá sido «1 in- 
forme suüestro, sino muy verdadero. No los expreso á V. M., por 
que espero que digan algunos que no es verdad lo que digo, y 
.entonces me será lícito publicarlos, señalando (como decimos) él 
fíanto^' (i;. • 

"Referiré dos relaciones hechas, la una á Santa María Mag- 
dalena de Passis y la otra á un Venerable capuchino. Hallan- 
,dose 3a»ta Pazzis absorta en \fk contemplación de la eternidad, 
ie mostró el divino Esposo el lago del infierno, donde vido c¿eí 
las almas de los regulares tantas y tan espesas, como caen los co- 
pos cuando nieva. Asombrada la Santo con tal visión, preguntó 
lal Seíior ¿cjial era la oausa de condenarse las almas de tantos 
frailes? Eespondió el Señor: '*Todos estos ae, pierden por no ha- 
ber guardado el voto de la pobrezsa." La misma visión tuvo uíi 
religioso capuchino y recibió de Jesucristo la misma respuesta. 
¡Espantosos y terribles eucesosf ' 

'*Y si todos los regulares callan la enfermedad (ía reíc^f ación), 
unos por que la quieren y otros por que les falta el aliento y tie^ 
.n^n miedo de los que tienen el palo y el mando, yo á nadie tetno, 
-sitto m\o á Dios que me ha de juzgar. Mi Padre San Elias era solo 
el que clamaba por el remedio dé su pueblo: Derelictus sum egoso- 
lus. Y no estaba solo, dicen los Padres, que Abdias tenia qonsigp 
^uchQs del dictanaen de Elias; mas deoia que estaba solo, por^iue 
los otros rip hablaban.dp mjedo. Yo, Señor, aunqoe soy solo él 
^- q.up hftb^q, sqn muy muchos Iq^ x^ne lo desean, pero m habka da 



(1) Baa fiase equivalga «ta ^e Bo usa hoi ^*dar Sénto y ae&.^ 



248 

miedo. Decia mi Padre Elias que por hablar lo que tanto impor- 
taba, lo querían matar j lo buscaban para ejecutarlo: et quaerujni 
aniniaví meam, ut avferant eam. A mí^ Señor, no me dará el me- 
nor cuidado de morir por decir la verdad, tan sabida y pública 
cómo son todas las que van relatadas, omitiendo Otras <|V6 no 

tienen tanta publicidad, annqno no son do menor im- 
portancia. Si me buscaren, no se^-á ¡a primera viz, y 5-1 quisie- 
ren ofenderme y lo lograren, seré yo tan dichoso como elloa des- 
dichados. Yo vuelvo a decir que solo á Dios temo.'* 

**Y por que V. M. quede totalmente enterado en cuanto impor- 
ta ejecutar lo mandado por Su Santidad, quiero hacerlos una 
pregunta á todos los regulares que son de contrario parecer: 
¿cual es la causa de que los gallegos, asturianos y vizcaínos sean 
tant08| que no cabiendo en sus tierras, vienen á poblar las Gas- 
tillas y Andalucías? Es evidente que la mitad de los pueblos de 
estos reinos do Andalucía son la mitad de sus vecinos de aquellas 
gentes. . ¿Y por qué? Por que en aquellas tierras hay muy ra- 
ros y pocos conventos, y los mas de JBenitos, que reciben menos 
de los que pueden sustentar. Y como no se pueden acomodáis 
metiéndose frailes, se vén obligados á salir á otras Provincias k 
labrar las tierras, á ejercitarse en oficios, se casan y crecen tanto 
como vemos. Numérense los conventos y sobrará la gente para 
todo, por que véuios los pueblos cada dia con menos vecindario 
(1). El Espíritu Santo dice que en la multitud de la plebe consiste 



(1) Es esto lo mismo que dice Ferrer del Rio i hemos visto a la peg. S05; 
apojado dicho historiador en el testimonio del Sr. Manrique, monje i Obispo 
de Badajoz, i en los de otros estadistas españoles: '^Segan Manrique, ^Socorro, 
cap* 6, á su vista y en el curso de treinta años, de doscientos quedaron redii- 
cidos á once los vecinos 4e un lugar distante cinco leguas de Salamanca, cau- 
sándolo en gran parte los muchos clérigos y religiosos. En coosulta de 7 de 
Junio de 1670 reconocia el Consejo de Hacienda la autenticidad y exactitud 
de. una información de la villa de Camarma de Esteruelas, cuyos vecinos baja- 
ron muy pronto desde trescientos hasta setenta^ por haber vendido á comunida- 
des eclesiásticas sus fincas. A ^las mismas puertas de la Corte se veia la 
prosperidad de Léganos, donde casi todos los vecinos cultivaban tierras pro- 
pías 6 arrendadas, al par que la enorme despoblación de Aiganda, á causa de 
haber adquirido las comunidades los dos tiercios de hienes raices y de cultivar- 
los de su cuenta." 

Bien oonocia esto el pueblo i lo expresaba con esas máximas populares, hi> 
Jas de la experiencia de los siglos, llamadas adagios. Uno de los adagios cas- 
tellanos es este: Cabe Señor ni cabe Igreja (Iberia), no ñongas teja. Otro 
es este: En lugar de seUorio no hagas tu nido. Explicándolo Bastus en su 
phra citada, serio 2 f^ , n^ 112, díoe: |*A1 donunio de los Señores y los Abades 



249 

la dignidad del Rey: In muUitvdine popúli dignitas Regis. Y por 
el coatrario: et in parvitate plebis ignominia Principia. T yo de- 
seo ver á y. M. (como su fiel vasallo) ^n el mayor auge, entera 
felicidad, para bien y defensa de la Santa Romana Iglesia, pro* 
pagacíon de la verdadera fé, esplendor de esta su R^ Monar- 
quía, gloria y aumento de sus vasallos por dilatados siglos." 

^'Ésten ciertos los regulares de lo que dice el Espíritu Santd 
en el capítulo 2? del Libro de los Macabeos: Ita ut univeradm 
regionem^ oum pauci essgnt, vindioarent, et idrbaram multitudi- 
nemjugarent. Mas pueden pocos buenos, aue una multitud de 
bárbaros. Y adviertan que me alegraré no les suceda lo que dijo 
Cristo á los judios: Si vobis disBerOf non credUis mihi: $i autem et 
interrogaverOf non respond^tis mihi. Aqui he dieho y aqui he 
preguntado, respondan en forma si tienen qué, y no respondan 
de modo que me obliguen á decir lo (fUfí €aUO." 

E Majacion del clero secular í repar de te 
Ifieya España en el prínier tercio del siglo ITÜI. 

Testimonio del Vihet puqüs db Linai^bs. 

En su lo^trucciou a su succeso^ el Yirey Marques de Valero^ 
le dice: ^'Vicios. Estos han tomado tal dominio en el corazón de 
aus habitadores {de la Nueva Eepaña\ que desde luego diera el 
barato de que los practicasen <K>mo culpas, pues asi, ó el temor 6 
la rasen les pondría freno, 6 llamaría algún dia al arrepentimien- 
'.to; pero se nan hecho naturaleza. • • La naturaleza del pueblo 6 
.vulgo que compone cd todo del lugar {la Nueva España) no sé ai 
mi rudeza podjrá definirla, por que no distingo grandes cualidades 
ea los afectos, desde el indio mas ínfimo hasta el caballero mas e* 
levado {1], pues sus fines son vivir en una absoluta libertad, ere- 

prefirió siempre la XBUC^eáambre el de los Monaicas: asi florecieron las po- 
blaciones de realoDgo.^^ Otro adagio castellano es este: J3n tierra de serUh 
Tfo, almendro y guinde; y en tierra real, noguera y moral] que Bastús ex- 
plica: '^£1 refrán encaiga que en tierra de se&orio no se planten sino árboles 
de pocas y someras raices y de corta vida, como lo es el almendro y el guindo/ 
miento» que en tierra real, donde se vivia mas holgadamente, pneden fijarse 
árboles de los qae sé arraigan y de larga duración, como el nogsJ 6 noguera y 
el moMl." 

Vayan peres los defensores del goUemo colonial con sus bancos de avio a 
jugar el dedo en la boca a todos aquellos lectores incautos que no tienen ios-* 
Iruccion en la kístoria de Espafia ni en la de México. 

(1) Pe estas palabras, asi come de la frase al todo, se deduce que el sabio 



eso 

yendo que con decir que conocen al Bey por un Soberano» han 
cun»plido iCon 'sn obligación «le tvjusaUoe; pero pada menm ifinem* 
pefiaa sos obligactooos; pues edo tratan los príneipales de acaw^ 
dahr tesoros. . . La plebe, no es ^1 da&o que ^róbe, sino ia rec& 
proca protección que liallan Los delineuesrtes para obviar el casti- 
go, pues ya el parentesco del reli^oao ó eclesiástico, y% ia ooraan* 
guinidad eon los que aqm hacen representación, poesisin mordaz, 
es suficiente la que haya sido ánm de «m hijo suyo una mulata, y 
y aun el haberle sacado Mn hijo de pila, qne basta pava Ihmiaiios 
compadres, á la compasión tiránica del asnxilR) de Valerse, de sn 
casa para qoe esté oculto en ella, á donde. la justid» no se atreve 
á entrar (1). Hacen un laberinto^, donde no se oye mas voz que 
la qujBJa comunde qae hay ladrones, á quienes todos protegen^ 
lo dicen y los encubren* Y aimque la aeñe de este papel ó 
informe lleve algunos msgoe qne ^suen^n por nimiedades (2)| 
con ellos y las experíenoías probará -mis proposiciones; pues ha- 
biendo entrado ;á goWaar descoso de extinguir íos sidteiadoreB 
de caminos, toiné nóip^a .de los ma& fastosos, y .á uno hfiXíé hiv- 
<nendo oficio de sacristán de KuestmSehora xle <Im IBomedios (3); 
á otro por camarada ^n una hacienda de ima Beligion muy gra-* 
ve (4);-á ptro en la torre de , la Catedral: era campanero de dia, y 

•de liDchélo que él gustab^^ [5]; y por último conseguí aprehen^ 

■I . i ■ • ' ' ' 

Yirey toaia la palabra 'j9ti«iJo en su veriadeía ngníficaóíon según lis: leyes de 
Paitida i según el dereoho publico moderno. Lá leí 1 ^ , tHole 10, Partida 
/i F , (üce: '^GaUkia algunos ^u¿t Pueblo es llamado la gente m&nvíiifi^ ussi 
como menestrales e la&adores; e esto non es aíisi. . . Pueblo llaman ^el oyxah- 
tamientq de todos los ornes comunalmente^ de los mayores é de los.mednnos 
e de los menores." 

(1) En esta parte está incorrecta k redaocion i oscuro el pensamiento. 
El Vírey qniere decir: •^Respecto de la plebe, es nn dafio nmi grande que 
muehísimos inúividuos de ella toben; pero no es el mc^or dafiOi sino .qae seaa 
protejídos para la impunidad. Pues si un delincuente plebeyo es p a ri e nt e de 
algún •moDJe o clérigo aecalar, o pariente o compadre de:a]gun reglar de bas* 
tante representación en U sociedad i (sin que la concieuota níe acuíBe de saer- 
dacidad), aaaqae k delincuente sea una mulata qne baja sido nodiisa del hi- 
jo de algún hombre de represeotaótm, el menje> el clérigo i el se^ar ds re^ 
presentación ocultan al delinCttente en su easa« 

(2) Detalles sobre costumlves. tam interesantes i estisíiades por los ífitelL-^ 
gentes como los que se encuentran en el historiadcH! Suetonio. . 

(3) Salteador de caminos bailado entre los clérigos. La imígen de hk 
Santísima Virgen tenia esta insoripcion; Protectora Universal en- todt» ne-^ 
cesidctdési . 

(4) Salteador de caminos hallado entre los frailes. 

(5) Salteador de csKános hallado entre los Ganonigos* 



2^1 

áét ál mas famoso y escandaloso qtíe llamabati él Prójimo, ¿A 
q«é después de ahorcado is% compadecían y aun corrieron voces 
de <)úe se haibia aparecido por liaber muerto mái'tir (1)* En la 
Oatedral de Méscico, á las diez del dia ha acontecido robar un 
oandelero, y gri/tando '*{ Atajen á ese iadront,'' apartarse á un la* 
dO) por n0 hacerte ia alíala obm de detenerlo para <^^e lo cogieran; 
cbfluo Id eottfiigüiíé. . ; fia Més»eo bat^ el mwkr&é Ul autor de 
^n crimen) á» an barrio á otro para estar bien escondido." 

'Tara informar á V, E. ( Vuem 'Bxódenúia) del Patronato 
Real, me sesrá preciso instruirle de iá relajación de costumbres 
%ue hay en ios individaos del estado eclesiástico, asi regulares 
eomo irregulares, q^e g^euCf símente viven de forma que, aun 
precisándome la drbligaeioQ de referir & V. £. sus vicios, eiiíertipu -* 
lizo en las voces; pero no repararán ellos en disoúlpármelas con 
sus hechos» pues son les piillclpAles que embarazan la adminis- 
tración de justicia con sus eseandalosos amaiMjebfliiilentos, 

sin recatarse, antes sí poniendo á la vista sttS Ujes, no solo 
contentándose ootí, la fjecuenoia de las CBSftS de juego^ sino te- 
niéndolas ellos, asi para este ejercicio como para la fábrica de be- 
bidas prohibidas y depósito de malhechores. El régimen que 
yo he tenido para descargo de mi conciencia y cumplimiento del 
Real servicio, ha sido el de llamar á sus Prelados y darles par- 
te de los sucesos, de cuya providencia me ha resultado no poca 
jpena en los efectos que he experimentado, por que por íp que 
miía al maypr gravamen y descargo, de la condénela del Bey» 
que son Misiones y Dockinas {eurat&s\ lo he visto incontrasta*» 
ble, por lo absolutos que son los- religiosos que las obtienen; y 
pareeiéndome cordura y modestia efl omitir individualidades, soló 
pongo en noticia de Y. E. el horror y desconsuelo con que parte 
lui cora^n de ver el desorden de los vicios y la poca aplicación 
d la instniccio7i de la doctrina cristiana y solicitud al aumento 
de nuestra Religión. Y por que la experiencia ó informes en es^ 



«M* 



(1) No han de haber faltada en su sepulcro Telas eneendid&s i otralí íá^ 
jívnchjas. Ñi Saoi Dimss fué mártir, por que no mtirío por h í& sino pot 
sus delitos, i por esto no se le áiee la Misa con ornamento encarnado, pres^ 
crito por k' IHurgia parn lá» Misas de los mártires, sino con ornaibeiito blanco, 
prescrito para las de los confesores. Los españoles eran afectísimos a Apari- 
ciones, como lo Im probad» Fejrjoo; i los indios lo propio. Mas el Duque' de 
iiinttres dijo lo qi^e el poeta Heine: ^Bueno es perdonar al enemigo, pero des- 
pués de ahorcado." Yo lamento en mis escritos la pena de horca en tiempo 
del gobierno espofiol; ¡msi si todos los ahorcados hubieran sido coúio el Pró^ 
jimo/n. .. - - -- 



252 

ta materia los podrá Y. E. adquirir con facilidad, solóle diré el su- 
ceso de que habiendo llamado en una ocasión á un Prelado muj 
grave de los q^e tienen Doctrinas (curatos) á su cargo, le pregunté 
lo escandalizado que estaba de que en alguna de ellas habia suce* 
dido llegarse á confesar un indio, j oirle el Ministro en la ca* 
ma, haciendo apartar al otro lado de ella la compañía con quien 
estaba (1); á que, después de ponderados este J OROS 86Bl^ail* 
t6S excesos, me dijo este Prelado si le permitía que me contase 
ua cuento (2); que se redujo á que yendo un Alcalde Ma- 
yor á representar á un Superior los escándalos que pasaban 
en las Doctrinas, le sefialó un Santo Cristo Crucificado y le 
dijo: "¿Sabe V. Md. ( Vuesa Merced) por qué está el Señor en 
aquella forma? Pues fué por decir Terdaaes y decir lo justo. 
Si V. Md. quiere vivir, déjese gobernar y vaya con Dios," y pro- 
siguió conmigo diciéndome: "Aplíquelo V. £. {Vuew ^Excelencia) 
para sí, pues si emprende regir frailes, le pondraa en el mismo 
estado." Y yo con la mayor seriedad que pude le dije que el 
Key cumplía con cargarle su concienciaf y yo con darle parte co- 
mo lo tengo hecho" (3). 

^1) El indio ge stfo^Uo para confesarse i luego se levanto i pe^ndo los 
labios en el oido del fraile, pasó entre los dos este diálogo en voz baja: !'Ta- 
ta Cura, ¿qué no me confiesas en el contesonarío?— ]E28te es eonfestniarie con 
colchan para la conservación de los aborígenes americanos^ como eres tu. — Si; 
Tata Gura, pero tqngo vergüeaza de que esta Thnanizin me oiga mis peca- 
dos. — ^Ternes revelación del sigilo sacramental, eh? No oiiá nada^i sia 
embargo, ella bien puede oir todos tus pecados por que es la Samaiitana. — 
Entonces sí; nemas que yo le estoi mirando la rabadilla a la Samaiitana. — 
Son figuraciones tuyas, no es la rabadilla, es la cera de Agnus de las virtudes 
teologales. — ¿I qué quiere decir virtudes teologales?—- I^ mismo que divi- 
nas. Anda, anda, confiésate, que bien me estas enchinchandQ.^^ Entonces 
el indio se arrodillo y se confeso; pero no dijo mas que la quinta parte de 
sus pecados, i aun dicen que menos, a saber, solamente aquellos que no le 
dabui vergüenza ni tenían compromiso de que el fraile cura le pidiese algo; 
el fraile le dijo; '^Te doi de penitencia que me traigas tres gallinas;" el indio 
le dijo que le }iiciera la caridad de rebajarle la penitencia por que estaba mui 
jpobre, que le traería un pollo, que para los pecados que le habia cenfesado, 
un pollo era buena penitencia; el fraile no quiso, hubo su regateo i por la 
mediación de la Sanuiritana la penitencia quedo en que traería una gallina 
clueca* 

(2) Loe frailes se burlaban d0 los Tireyes en sus propos bigotes. 

(3) Al pobrecito Yirey se le aflojaron las sopandas. Con mu<^ xazoxit 
por que eso de que a uno le digan: ^'¿Sabe Usted por que está Cristo en esto 
pcditoí Pues Á quiere vivir. ..." es para que se le descoyunte a uno to-t 
do el puerpo i pida una tassa de $»Ido, i se arrepienta dé haber escrito una ho)% 



459 

^'Y para acabarme ele desengañar de lo dÍ6c}l que éé tótAé^iiit 
QH Yitéy éntáktdú 6 réfbritía étt éñié lúátéríá, de ^tiéréi^ que 
los religiosos vivan como deben segtm k> qué prirfesan, me ácába 
ée suceder con el Comisario General de San Francisco (que pro- 
meto á Y. IL I# be hallado religioso dt cabalísiiBa» préndáéi y to- 
do lo que el Bej puede deseai^ eti un Prelado para lai^ Indias), 
qua babiendo de empeasat su Capitulo, se vio tan áptffádo, qire 
vinoi en gran confianza f sin hipocfécia á conüunicarmú para re- 
tí untáar su emplea, no por que le faltaba brio, prudenóiá y reli- 
gión, sino es que reconviniéndole yo con mi rogativa del escrúpu- 
lo qué podía hacer en no eontinuar, por los útiles que se segui^ü 
á U pax, servicio de Dios y del Rey, me dijo con toda confianza 
me aseguraba que 6 su parecer no tenían remedia loé d«s&rdené!í^ 
quoir ys padecidos, se han pasada á ser naturaleza. Y püi pafe- 
«erme ^as deeente el padecer (octíUar) la tíiayor y mas extensa 
especificación de la verdad^ dejo para cuando logre la vista dé Y. 
£• este punto, y paso á prevenirle que es necesario que jrifk con 
gran cautela y disimula, sin manifestar el ánimo de lo que se ne* 
cesita que el Rey dé providencias, por que son capaces de atro- 
pellar el respeto de la persona é inquietar los^ ánim<« de los decu- 
lares; por que en este reino todo es exterioridad, y viviendo ^- 
seidcner de tos vicios que te^ga referidos, les parece á los BUM 
que en trayendo el rosario al cuello y besando lá mano á un sa- 
cerdote,, son católicos; que loS dÍ62 maitdftlIliélltOS nO Sé st 

los conmutan en ceremonias (i). « . La cantidad de eclésiáís- 

ticos ignorantes no es poca." 

*'Dios libre á V. £. de competencias entre Cabildo {de canóni- 
gos) y Audiencia, asegurándole que son bien embarazosas, por 
que&cilmente uno y otro cuerpo se ponen en sus cónclaves á 
definir quienes son las personas que obtienen los empleos, y de- 
bajo del concepto que hace su pasión, explican la mente del Bey 
y la defensa de jurisdicción/' 

''El explicar las maldades que en los reales de minas (Guanch 
juatOf ZaccUeoaa etc. etc.) se ejecutan, fuera perder tiempo qu la 
relación; y asi V. E. con su gran celo, pregunte á' los que* se hu- 
bieren hallado en ellos, y verá que son una' €Knebrai donde se vi^ 

. • • • 

suelta, cuanto mas algnoos libros; SI Vitey Datóé á frailé peárá régUlarld, i 
sueedid a la inversa, el fraile regafió alTirey.cpmo a un d^iquillodé esoaélfi. 
Bl fhdle ie dijo.- ^'¿Qxtiere que le cuente un cuentof i el Yiiey le ocínteíAS 
^*A Tér, cuénteme el cuento^. Después se quejaba el Tirey dé lá btírlá i él 
insulto que le haUa hecho el fraile: pues ¿para qué lo dej5 coatar el daeáto? 
(I> iXs pues verdad ontí I0 gtte diye en el Pr^inadr dé est» UlM? 



254 

vd sil) religión ni orden/' 
^'L^Ls Indias soa mas Italia que Boma) por lo qoe reina m e* 

11^3 la íiccioQ á hipocrecia'' [1]. 



(1) .- ViígUio ea el libro 2 P de su Eueida; verse 66, ha asentado esta grafr 
seBlencia de jfiloeofia moial i de profonda eooocinienta del corazoa hnmaooc 
'^FrecuenteoaeDte un solo crímen los da a eonocer todos:^' Crimine ab uno- 
disce omnes. Por que ordinariamente un crimen (advirtiéndose la diferencia 
que establecen Berardi i demás criminalistas entre deliio i crimen) no está ais* 
lado en el corazón, Hai ciertamente en los vicios una generación i herman- 
Jad, esto es, una relación de causalidad i un estrecho encadenamiento. ' Por 
ejempb, el juego. Un tahúr consuetudinario: I? Ordinariamente es ebrio. 2 P 
Ordinariamente es estafador; por que aquel ardor i necesidad constante de di- 
nero lo hace procurarlo por fas o por nefas^ esto es, por medios lícitos i por 
medios ilícitos. 3? Oidinariamente es pendenciero; por aquella initalnlidad 
constante del ánimo,^ irritabilidad provenida de laa iiecesidiuies apremiantes I 
la &Ita de dinero. 4? Ordinariamente es mal esposo. 5? Ordinariamen- 
ta es mai padre de familia. I no es lo ordinario, pero si se vé no pocas ve- 
ces que del deUto de riña se pasa al de heridas i el de homicidio, i que de en- 
tre los tahúres salen Io3 falsificadores de firmas, los monederos folsos, los sal- 
teadores de caminos i los plagiarios: siempre por aquella vehementísima i>íí- 
sion de hacerse de dinero. ^ 

El hecho del cnr» fraile de haber administrado el aacvaiBente' de la cenfe-- 
ttOD en la cama, teniendo en ella a la manceba, es un crímen que prueba o- 
tros muchos: Crimine ah uno disce omnes. Ese hecho muestra a un. hcmi- 
bre .audaz, cínico i descreído de las verdades eternas, i un corazón desalmado 
que ya no' tenia freno para otros crímeces. Dice el Libro de los Proverbios 
que el hombre que ha llegado al profundo de la maldad, desprecia: Imptu,^ 
cim in profundum venerít peccatorum, contemnit. El jovencillo que co- 
mienaai a dar los primeros posos en la carrera del mal, -delinque con timidez, 
con poca habilidad, con rubor i molestado por los remordimiento®; mas q\ 
Iwmbre avezado en la carrera del vicio delinque con audacia^ con cinismoj sin 
remordimientos i sin freno, desprecia a sus subditos (como era el indio a quiea 
confeso el cura). Desprecia a la sociedad, máxime* cuando es una sociedad que 
con todo i sus crímenes lo respeta i le besa Ut mano. Desprecia a los supe- 
riores, máxime cuando son de su misma conducta, como eran los Provinciales,- 
Definidores, Guardianes, Priores, Comendadores etc. Desprecia a los superio- 
res (el Alcalde Map^"» «^ Gobernador de la Provincia o Intendente, los Oído- 
res, el Virey, el Rey de España, el Obispo i el Pfepa), cuando eonoce que na- 
da ie pueden hacer. I en fin, desprecia el ii^emo i desprecia a Dios. Esc 
cura al dia siguiente dijo i cantó la BCsa en el altar de la Virgen, i he aquí 
reducida a cuadro i fotografia esta doctrina del Papa Inocencio III en su libro 
De Gonlemptu mundi: "Hai sacerdotes que en la noche abrazan a Venus i 
en la mañana veneran a la Virgen;" Sun/ sacerdotes qui nocte Venerem 
amplixantur^ mane vero Virginsm vcnerantvr. Todos los dias deeia la 
Misa en pecado mortal; nuevos crímenes. Todos los días comulgaba en la 
Misa en pecado .mortal con el Cuerpo i Sapgre de. Jesucrist9: nuevos crípe- 



255 



Jestimonio dé: Jálanos y ^lcarai:, 
'*Su Instrucción (dd Virey Duque de Linares) es una de laü 



nes. Con frecaeocia adminijitraba en pecado morfcal el fiacramento de la 
confesión: nneyos crímenes. Con frecuencia administraba en pecado znortal 
el sacramento del bautismo; nuevos crímenes. Con frecuencia administraba 
en pecado mortal el sacramento de la extremaunción; nuevos crímenes. Ooa 
frecuencia administraba en pecado mortal el sacramento del matrimonio; 
nuevos orímeaes. ¿1 qué pasaría al examinar en lo particular a las mucha- 
chas indias para los preparativos del matrimoniof i\ qué pasaría en el secre 
to del confesonario de mnchaclias indias? ^l aquella pobre machacha iodia 
^ue tenia en la cama seria la úoica zorra que habia desollado, teniéndolas a to- 
das a su completa disposición i teniendo mas dominio sobre ellas que sus mis- 
mos padres? I aquel hombre que no reconocia freno ¿a cuantos indios apalea* 
ria i vejaria en sus personas? Diganlo las cédulas represivas de estos abusos, 
que se leen en el código de Indias. ¿I a cuantos indios los exprimiría eñ lo 
poquito que teman, sacándoles e! bunitoi la vaquita? Díganlo las cédulas 
de la Becopiladon de Indias. ¿I qué freno tenia pava no adquirir con frau- 
de una casa i para no hacerse nombrar heredero en un testamento^ 

¿\ los demás curas frailes obrarían de una manera diversa de este, hallan^ 
dose todos. en. las mismas circunstancias de relajación, de faUa do freno i de au- 
torización de sus crímenes por sus mismos Prelados^ 

Ordinariamente sucede en los tribunales que los reos no conñesan siis cri 
menos por temor de la pena; pero vemos que el Prelado de una orden monas 
tica en la Nueva España, a quien trató de corregir el Duque de Linares, dijo 
**fiOd crímenes y los escándalos de mis frailes son verdades ¿i qué? Si VueHíi 
iExcelencia quiere vivir. . . .^' Esta audacia, este oinisoK) i anoenaza de la 
muerte al.mismb Virey, prueba eñ el mismo un corazón que liabia llegado u 
Id profundo de !a maldad, i que por lo mismp despreciaba ú Virey, despreciaba 
al key de España i sus cédulas, despreciaba a los Obispos, despreciaba eJ Pa< 
pa, despreciaba el infierno i despreciaba a Dios: prueba que este fraile en sus 
iieas i en sus costumbres era un demonio. 

A carcajadas se reirian los Prelados de casi todas las otras ordenes monásticas 
de la Nueva España; Provinciales, Definidores, Qnardlanes, Priores, Comen 
dadores etc., cuando aquel fraile Prelado les contó la hazaña de haber vencido 
a todo un Virey. Mucho se alegrarían de este triunfo con esta prueba mas de 
que vallan mas que los Vireyes, ioobrarian mas audacia para continuar en sus 
desórdenes. . 

Los Viréyes, al ver a la Nueva España cubierta de nnmerosos frailes, flojos,. 
gkitones, mugrientos, amancebados, borrachos, tahúres, sacríiegQS, simoniacos, 
Jladrones.de fincas urbanas i ladrones de testamentos, |qué hadan/ Lo que 
hizo el Duque de . Linares: apretarse las roanos i callar. Yeian que eran la 
principal potencia social de la Nueva España, que tenían enervada, fanati?;a- 
da i dommada a la sociedad; veian a los frailes respetados i' defendidos de 
.palabra I de obra por todos los que traían rosario al cuello, es decir, por 'tójdoa 
los habitantes de Ja Nueva EsiHiña. ¿Clué hacerf 



W6 

mas notables, Pinta en ella con vivísimos colores la relajfteion 
que reinaba en todas las clases de la sociedad, é indica lo que po- 
4ia bac^sf para reformar las pervertidla costumbres," 

TftSTmoMiQ D9 p, Lucjia A^^ah. 

Btt el apéndice á sus DüertacioneSf hablando de la Instrucción 
del 7irey Buque de Linares, dice: "Esta Instrucción dá la mas 
alta idea de la capacidad de este Yirey. Escrita con precisión j 
^gudezafc pinta en ella al natural á todos los individuos que ocu- 
paban los puestos principales de i* Iglesia y del Estado: descubrí 
con acierto los males de que uno J otro adolecían j las arterias 
de que se valían los seductores ^ra- hacer entrar á los Yireyes 
en sus miras. Es un documento inapreciable, que sin embarco, 
ño se ha impreso nunca^ (1). 

Ea su Historia de Méjico, parte I f , Kbro 1? > capitulo 2, dí- 
ce« ''El pueblo poco instruide en el fondo de la religión, hacia 
e0n«iÍ9tir esta en gran parte ea la pompa del culto. . .y esta pom- 
pa profana con poca piedad, ealo que hizo decir al Yirey que eoti 
frecuencia he citado (ei Duque de Linares)^ que "en este reino 
todo es exterioridad, y viviendo poseídos de los vicios, les parece 
¿ los lUaSi que en trayendo el rosario al cuello y besando la ma- 
no á un sacerdote,^ son católicos; que los. diez inaTidamientos no sé 
d los conmutan en ceremonias.*^ 

''For lo que vémoe en la Instrucción del Buque de Linarea, J 
por el inferme secreta hecho al Rey Fernando YI per I>. Jorje 
Juan y P. Antonio Ulloa, las eosfuilbres del Cliero habían 
llegado á principios del siglo XYIII, á HH grado dO COUmp- 

don escandaloso, especialmente en los regalares encar- 
gados de la administración de los curatos ó doctrinas." 



Si un Vire; o una Audiencia o nn Gobemacbr de ProvÍDcia babieca echado 
Stk cárcel a un fiaile o lo hubiem tocado ea un. pelo de la cabeza, al panto 
el pueblo se habría amotÍDado i habría irritado; ^^/Muera el Tirey hereje,^' co- 
me aa amotíx^ i giitó cuando el Vís^ Marqueflide^Gehnea trató de leptimir 
los desmanes del Arzobispo Sema; i habría quemado el palacio de los ti* 
ittjeSi QOiBO' lo quemo en el misraó suceao^dal Maiques de* Gelves; i habría ma- 
taoo.ai Vbrey, como quiso matap al de Gdves Lno lo consiguió por la haluli^ 
dad del Tirey en disfrazarse^ en oeulftarse profundamente i en ktir a Espafia. 

Lo; mas gnuabao es que a pean: dal gcande a^WQce de las Ineeveix los úiti* 
mes a&os &í ogílo XIX, aquellos frailes i aquel pésiaio estado social tisnwn 
iedsiviaJioi.Biis diaindpadaes, suftebgíadocesá defensores* 

{%) Eekb esoribia. AUunaoA es IsSl; laa Inrtraooíonefj ds^^ IsB^Tisefe» m 
^ impnmieren en México en 1873« 



257 

Kobuétas murallas rodeaban a la coloí^ia de la Naeva Espaua: 
la muralla de ke instituciones monárquicas absolutas, ]a muralla 
de la política colonial, la muralla del Peripato, la muralla de la 
Inquisición con su severidad i crueldad en materias de fó etc. ¡i 
las costumbres arruinadas! La misma fé estaba mezclada de su- 
persticiones; mas aun suponiendo que hubiera sido pttra, ¿de qví6 
servia la fé sin 'las costumbres? ''La fó sin las obras es muerto,'' 
dice San Pablo (1). ¡Desgraciado . pueblo mexicano! **Escipion 
Násica, dice San Agustín, juzgaba que no erafeiiz una nación en 
que estuviesen en pie las murallas i arruinadas las costumbres^' 
(2). Los ministros del Santo Ofícioy frailes dominicos i clérigos, 
cucabeeaban sus edictos de ^sta manera: ''Nos los Inquisidores 
Apostólicos contra la herética Pravedad y Apostasia, por Auto- 
ridad Apostólica, Eeal y Ordinaria etc.'' i a la sacra majestad de 
estas palabras, un calosfrío i religioso horror se apoderaba de a- 
quel pueblo de carneros, i la fuerza i esplendor que los ministros 
de una religión vibrante desplegaban en sus autos de fé, ofusca- 
ban todos aquellos débiles ojos (3). ¿I de qué servían esas pala- 
brotas de aquellos majaderos si no arreglaban las costumbres? 
¿I de qué servían los terríficos autos de ío i las hogueras de a- 
««loellos frailes, estando perdidas las costumbres, i cuando los mi¿^' 
mos frailes hipócritas eran los mas desmoralizados i ios que con 
3U ejemplo i costumbres desmoralizaron al pueblo mexicano? 

^VARICIA I SOPEI^STICÍON DE LOS DOCTORES DE LA jJjHIVeHSi- 

DAD DE M.EXICO. 

El Diccionario Universal de Historia y Geografía, edición do 
México, 1853 — 1856, en el tomo 10, artículo Universidad de 
MéxicOj dice: ^'Algunos estatutos de pura ceren^onia sí fueron a- 
brogados por sus inconvenientes y el ridiculo en que cayeron; ta- 
les fueron la cena que se daba en las noches tristes^ conmutada 
on 150 pesos repartidos entre los asistentes en 1698, y el paseo 
Á caballo que desde 1733, que fué el último que se habia ejecu- 
tado, quedó desusado y finalmente abolido por la cédula de 21 do 
junio de 1771. Lo mismo acaeció respecto del paseo, que estaba 

(1) Fides sine operibus fnortua cstJ 

(2) Hecfelicem Rempublicam putabat Scipio Naska^ stañlibus motnir- 
hus, ruentibus moribus. (De Civitate Dei, lib. 1 P, cap. 23). 

(3) Ad sacrorum Majestatem pío qtMdam horrare perfunduniuryíitc 
fHbraniis reliffionis vim affuejubar debtlibus qc^lis possunt copere, (Cre- 

aoUflri» su JMysta^gw, toa» 1 P, lib. IP , cap. 1 P). ^ ' 



258 
maadaclo haetr d caballo y do mogiganga en la fiesta de Santn 
Qatoripa, baje la pei^a de 12 pesoe de malta al que uq ad^ti^sa 
de los Doctorea y estudiantes. £a 1731, coa motivo 4e algunoa 
desmanes á que se iitrevieroa los eatudiainte^^ prqTali^os de U 
ii^áscara eo dicho po^o, agudió el corregidor god loa soyoe^ y re- 
isi altaron alguna? muertes, heridlas y otros desórdenes, por jo cual 
desde entonces, cada año para evitar la repetición del escándalo^ 
se ocurría al virey como vicepatrono impetrando la dispensa de» 
la constitución'* (!)• 



( I) Que los iiodios fimnáran aus mitotes i jóvenes eslaJianteSi qne en to-r 
das partes haa sido gente alegre i traviesa, hicieran mogiganga por kus ealle» 
de México, no es admirable; ipas que fes Doctores de la Universidad de MC— 
^iro, IgÍB individuos del prinier cuerpo ctentifipo de la nación, loa faombrcs raa*» 
graves i respetables de la sociedad, se revolvieran eon Iba estudiantes i salie- 
ran también de nk^'gaDga, sin que ni las capas corales de los que eran canó- 
nigos, ni los hábitos i capucbas de los monjes, ni sus capelos i borlas, ni las 
cabezas canas i la falta de dientes de los mas de elW, fueran paite para 
que oonaervárai^ su dignidad, 8Íno que antes revestidos con los mismos cape- 
los i borlas salieran a caballo sin ser buenos ginetes,. nnos por no perder \doce 
pesoa^ a pesar de ser bastante ricos!, i otros por que creían que con aquellas 
majadeTÍas i desordenes tributaban culto a Santa Catarina, esto dá a conocer 
la avaricia de los unos i la ignorancia i superstición de los otros. 

Mas de doce pesos babria dado un filósofa por ver al Doctor Bferrera (el 
que redacto las Constituciones de la Universidad de México), al Doctor Rire- 
ja (el astrólogo), al Doctor Rodríguez (el catedrático de astrologia), al Doctor 
Escobar Salmerón (el d© los cometas qne se forman de los cuerpos muertos)^ 
ni Doctor Salcedo (que curaba muchísinms enfermedades con estieixx)! buma- 
no), al Doctor Brizuela (el que disecaba carneros humanos), al Doctor Rocha 
.^el de la buena fílosofia), al Arcediano Coscojales, (gerundio qne derribó a o- 
tro -gerundio) i otros muchos Doctores i Maestros de la Univeraidad de Méxi- 
oo, elogiados por Llanos y Alcaraz, jíor Zamacois i por el 8r. de. 1» Rosaü per 
verlos, repito, andar de mogiganga p(^r las calles de México en loor de Saiita 
Catarina. A carcajadas se reiría desde el cielo Santa Catarina al ver aque- 
Has caricaturas, mogiganga, mogicones, heridas, mnertes i zafarrancho i>ara 
darle culto. 

El Arcediano Coaoojales predico en la catedral de Mesíce mi sermón de la 
Puriñcadon de la Víiigen, emineQleinente geru.ndianp. El Padre Pedro A- 
vendano, jesuita, escribió un opúsculo decrítioa intitulado .^'^l'^e de IVraUs 6 
En-atas de Pé del Sermón del Arcediano Cobcojales." Énealábijnóse el Ar- 
cediano i con la influencia de la vireína, de quien esa pariente, consiguip que 
el Padre Avendaño íuem expulso de la Compafiia de Jesns» A^i h rqfíero 
Beristain en su Biblioteca, en las biograSas de Coscojales i de Ayend^l^o. 

I no em menos ^e7'¿mc¿ío Avendaño. Es bien sabido que los rotn^nos mar- 
tirizaron a San Pedro í San Pablo, al prioiero crucificándolo boca-abajo i i^l 
jBogundo coitfindole la cqibéza. Avendaño en su iSenaon 4^ 9q^ Pedro, pre- 



25j>x 



ÍU. Relajación dal Glerq secular i replar de Es- 
pana en el sepnio tercio del siglo Iflli. 



Testimonio de un sabio en su JIepi^esentacion al M.ah9UEs 
DE LA Ensenada, ^inistro de Fernando Vf. 

*'x\qiii me parece del caso representar a V. B¿ el detestable a- 
buso y escándalo notorio, de mantenerse en Is Corte tantos reli- 
giosos vagamundos, con títulos varios é ilegítimos.' Cual con él 
motivo de estar litigando la nulidad de su profesión, vive como 
secular en una posaaa, sin tener de religioso mas que el hábito, 
quizá para pretexto de mayor desenfreno. Cual con el carácter 

dicado en la catedral de México e impreso en la misma ciudad, se propone 
<tar la razón de - esta divefsidad de martirios. Dice qiK^ a San Pedro no le 
cortaron la cabeza por que era la Cabeza, de la Iglesia i eotOíDoea se liahría quoi* 
dado la Iglesia sin Cal)eza; pero que a San Pablo, por no ser la Cabeza de la 
Iglesia, bien le podian cortar la cabera. ¡Como si a algunos, Papas üoles bur 
hieran cortado la cabeza, segua consta por la Historia de la Iglesia/ He á- 
qul las palabras de Avendaño: ^'A-bora mitad. Este martirio ¿donde se eje- 
cuto? Se ejecutó en Roma. En Roma ¿quien es Cabeza.^ Pedro. Pnes 
rá en Roma no hay mas Cabeza que Pedro^ ¿parecería bien Pedro en Roma 
m\ cabeza?^ ¿ó parecería bien Roma sin la Cabeza do Pedro? Puea por eso 
no degollaron á Pedro. Ahora mirad por que no crucificaron á Pablo, quees 
la misma razón. En Roma no hay mas Cabeza que una: esa es Pedro. Pues 
si han de martirizar en compañía de Pedi-o á Pablo, córtenle á Pablo la cabe- 
7A, qae ni la cabeza de up San Pbblo es ni puede ser ni levantar cabeza en 
Roma á vista de la Cabeza de San Pedro, y eso es mostrar San Podro ser en 
él oms ló Poptifícei que lo Sdártir, cuando, un hombre como San Pablo dio y 
puso su cabeza por la fe y por laa llaves d^ un San Pedro: Tibi duio da- 

Los redactores de la obra "Revista Nacional de Letras y Ciencias,'' tomo 
1? , pag. 43, presentan ese trozo i emiten esta apreciación: "¡l\iste concep- 
to nos mrraaríamos de la litemtnra mexicana de entonces, si de ella fueran 
muestra los alambicados conceptos y, disparatados sermones de Avendalño/'^ 
Jpues.no les quepa duda.de que .esa em la literatura mexicana de entonces. 
I^erietain en la biografia de Avendaño dice; "No era men^^ster mas (tuca el 
i^ñdie Bet£^ncour.t) que, ^b^r donde predicaba (Avendaño)^ p^m que los^en- 
ten<lido8 y de^bue^ gasto se. conmovieran para oirle.'' No babia otro en ar- 
quel tieippo que saJaubiese alzado en Europa con el título: de maestra de 
jnilpito que el portugués Vieyra, y nneati^o Avendaño era UaiORdo el Vi6f/ina 
7)tcxiaana.^^ La oratoria i. literntura. <)e Avendaj^o era la literatura ''áe i(M9 
entendidos y de buen gusto.^' Luego era la literatura mexicana de entoooes* 



260 

de apoderado 6 procurado)^ de su convento» vive como un agente 
laaundano. Cual, en fin, con otros varios títulos está sirviendo de 
eiscándalo á todo el pueblo. Al Consejo de Castilla v su Presi- 
dente incumbe por hye^ dol reino velar sobre estos abusos indis- 
tintamente. Y asi como mete la mano en otros puntos del Con- 
cilio de Trento» en fuerza de la protección de los Reyes de Espa- 
na» debe también corregir tales desórdenes en los religlof^os y e- 
clesiás ticos que no observan clausura. Lo mismo digo de infinita 
multitud de clérijips,- que habitan en la Corte sin otra razón que 
vivir con libertad y,desenfreno, manteniéndose de la limosna de 
la Misa. Por esta causa muchos lugares están desierto<4 de sa- 
cerdotes, siendo necesario mantener religiosos para administrar 
el pasto espiritual á los Tocinos. Bebe el Rey mandar á los 0- 
bispos que cada uno cele y llame á su obispado á los eclesiásti- 
cos que tengan beneficios, ó estén adictos á los lugares de su o- 
bispado, mandando al mismo tiempo salgan de la Corte todos íoa 
que ante el gobernador del Consejo no manifiesten estar enipIeA- 
dos legítimamente en la Corte" (1). 

JESTINONIO J>EL WlAKQrrS DE LA FNSMADA ÉBT ñü REPRKSEXTACIoy 

A FERNANDO Vj. 

''Sé que V. M. está dedicado á emplear su católico celo para 
que el estado eclesiástico en su disciplina y demás cosas anexas 
& ella, sea el que debe ser, procurando Y. M en lo que depende 
del Papa los auxilios necesarios» y siendo su real ánimo en lo que 
le toca aplicar oportuno remedio á abusos y relajaciones. A vis- 
ta de este antecedente no me extenderé en asunto que es tan 
grave y delicado como ageno de mi profesión; pero no obstante 
haré memoria á Y. M. de que perjudica mucho al Estado el ex- 
cesivo numero que hay de regulares y aun de clérigos, y que los 
Concilios previenen y los Papas encargan, que para que baja 
mas religiosos y religiosas, haya menos frailes y monjas" (2). 



(1) La Representación de este sabio la publica Yalladares de SotoznoTOi* 
en el tomo 15 de sa Semanario Erudito. 

(2) A aquella multitud de frailes que vagaban por las províncbs de 1 
paña, les comprendia este juicio de San Agustín: ^^A tantos hipócritas q 
con hálñto de monjes recorren las provincias, el mui astuto enemigo {d ó 
mank) los ha dispersado por todas partes.'' Tam mtdtos kypocriias sub i 
Uiu monachoruní usquequaqne dispersit calidUsimus ho^tis^ circ^^^"^ 
tes fTQvincias, {Ih Optre MonachTr,^ cap, gSj. 




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EL VIREINATO 



de 



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lETOlUCIOH 91 IR91FSVBBIÍCI11, 

por 

.TOMO 3,^ 

ENTREGA 3^ 

Eu CLKflO DB LA NüEYA ÉSPAÑA EN EL SEGUNDO X ULTI- 
MO TEI\CIO DEL SIGLO ^YJJ) I DE l8oi A 1821. 



» I <#» I i 



LAGOS. 



VIVeSBAHA BB VICBBVB VS&OB 

a cargo de A. López Arce. 



isas 



261 

Testi»onio de Fernando VT. 

B. Joaqnin Escriche en su Diccionario Bazonado de jLegiBlacion 
y Jurisprudencia» artículo Amortización Mclesiástica^ dice: "Por 
real orden de 20 de agosto de 1757 habia i^oaudado Fernando VI 
que las casas de Aranjuez, labradas con rjsal pernoiiso j demás re- 
quisitos (|Ue en ella se expresan, ''no se puedan vender, ceder, 
cambiar ni traspasar por título alguno á Comunidades eclesiásti* 
cas, seculares ni regulares, ni fundar sobre tales edificios cape- 
llanias, aniversarios ni otras cargas perpetuas, aunque sean con 
destino al mismo Beal Sitio y personas que babiten en él, ó para 
su hospital, de manera que por ningún caso puedan caer en nia- 
nos muertas; y cualquiera disposijicion que en contrario se hicie- 
re, gratuita ú onerosa, entre vivos ó testamentaria, pcur título pia- 
doso ó para cualquiera destino ó fin, se declara por nula desde 
ahora para entonces, y sin mas declaración por el mismo hecho 
por perdida la casa ó edificio, calendo en comiso y quedando in- 
corporado en este Eeal heredapuento como posesión ojibaja su- 
ya:'* nota 5, titulo 17, libro 10 de la Novísima Recopilación." El 
mismo Fernando VI en su real orden de 20 de julio de 1754 di- 
ce: ''Habiendo considerado la piedad del Rey el grapde desor- 
den que se ha experimentado en adpiitir %9¡¡i (9ü0dífk> nÚHiero 

^e indiyiduos en las Religioaes» con descréilito y m^^nos- 

precio de sas JSantes institutos^ con que se ha conmovido su 
real ánimo á que se tomase el inas sjuave y oportuno remedio, y 
que los religiosos como coluninas de la Iglesia se n^autuviesen en 
m mayor perfección, para que con su ejemplo y santa emulación, 
wX paso que se aumenten las virtudes se disminuyan los vicios, ce- 
diendo todo en gloria de Dios: Por tanto, S. M. en acuerdo de la 
Í3anta Sede, está resuelto á que por espacio de diez años no se ad- 
mita individtto alguno en ninguna Religión^ por ningún pretexto 
(1); y pasando dicho tiempo, se le presentará á Su Majestad la 
necesidad de la provincia y convento de ella, para que se admitan 
ios que se hallaren convenientes.'' 

''Asimismo, habiéndose experimentado los COntinilOS exce- 

SOS de mnchos indiridvos en las Bellgiones y el crecido 

número de apóstatas, y que todo esto ha resultado de haber en- 
trado en estas en la menor edad, y que cuando se han hallado en 
la mas avanzada se han visto precisados á las instituciones de 

(1) Be cumplió ¡(rpronostíoadapor Fray José Haro: eermwé les novkiadoa. 



tan santo instituto, y llevados de sus pasiones han prorumpí- 
do en tan feos y semejantes procederes: en adelante no se admi- 
ta á ninguno que no tenga veintiún años, so pena que se proce- 
derá contra el delincuente/' 

"Respecto de los crecidos níimeroe de bienes de algunos reli- 
giosos y de la cortedad de otros, ha resuelto S. M. que á to- 
dos sé considere anualmente el sustento y decencia, sin que falte 
lo necesario para el culto divino, regulando el número de indivi- 
duos de cada convento, para que de este modo vivan con mas 
quietud, sin molestar á los fieles, y que el: vasallo viva tambiiea 
mas aliviado. ^'^ 

'•Habiendo llegado varios recursos á S. M. de últimas volunta- 
des y testamentos, obras pras de algunos que mal aconsejados 
por los individuos de algunas Religiones, con perj'uicio de sus le- 
gítimos y forzosos herederos los han inducido á que dejasen sus 
bienes á su Religión, con conocido daño d-e sus conciencias y sal- 
vación de su alma: ha resuelto S. M. que ningún religioso se mez- 
cle en semejantes testamentos y últimas voluntades del que sano 
ó enfermo dispusiere su testamento.*' 

'^Constando por la experi-encia la grande familiaridad de muchos 
religiosos á la entrada de muchas casas, interesándose en la dis- 
posición de ellas {dirección de las familias), y que de esto han re- 
sultado perjudiciales i-nquietudes con descrédito de ambas partes, 
manda S;. M. á todo» los superio-res tengan mucho cuidado y vi- 
gilancia en que se observe la clausura con' el mayor rigor, porque 
de este modo resplandezca el estado religioso, si-n que k emula- 
eipn tenga que tildarle en la menor cosa.** 

jESTIMONrO DE pARLOS JJT. 

En su resolución de 10 de marzo de 1763, que es la lei 17, tí- 
tulo 5, libro 1 ® de la Novísima Recopilación, dice: "Habiendo 
llegado á mi noticia que por no haberse observado todas las re- 
petidas órdenes que anteriormente se han dado, para q.ue se ne- 
gasen absolutamente los privilegios que solicitaban las Comunida- 
des y otras manos pauertas para la adquisición de bienes, se ha 
aumentado considerablemente el daño á mis vasallos^ y querien- 
do atajar de una vez este perjuicio, he resuelto q.ue ppr ningún 
caso se admitan instancias de manos muertas para la adquisición 
de bienes, aupque vengan vestidas da la mayor piedad.y necesi- 
dad; y que el Uonsejo de Hacienda, siempre que vea este génei:o 
de cpnpesiones ^ ó se le pidf^ infprme eobre ellas, antes de darles 



263 
cumplimiento ni informar, represente todas las órdenes dadas én 

contrario y lo8 intolerables daños que se siguen á la 
causa ptiblica, de que Á titulo de una piedad mal entcn* 
tilda se vaya acabando el patrimonio dé legos. " 

IIII. Relajación det clero secular i replar de la 
Sneva España en el sepndo tercio del siglo XVIII. 

Clérigos oi^denados poi^ el /ii^zobispo Vizarron. 

El literato D. Francisco Sosa en su obra '^El Episcopado 
Mexicano,'* en la biografía del Arzobispo Vizarron, refiriendo los 
clérigos ordenados por el mismo Prelado en sola la capital de la 
líueva España i en solos cuatro años, dice: **Para que el lector 
tenga una idea del número de eclesiásticos {clérigos í frailes) que 
habia en México en aquellos tiempos, le diremos que desde el 
18 de Marzo de 1734 hasta el 3 de Noviembre de 1738, se orde- 
naron en la capital; 477 de primera tonsura, 449 hostiarios [os- 
tlarioH)^ 449 lectores, 462 exorcistas, 464 acólitos, 569 subdiáco- 
nos, 493 diáconos, 44-8 presbíteros." 

Los Arzobispos i Obispos de la Nueva España na comprendían 
o no podían cumplir esta palabra de la Escritura invocada por el 
sabio Fray José ITaror **siendo pocos, defendieron todo el pais ó 
hicieron huir á multitud de bároaros": universam regionem, cnñi 
patici essent, viiidicarent, et barbaram multitudintm fugarent. 
Ko comprendian o no podian cumplir esta doctrina de los Papas 
i de los Concilios: debe ordenarse pocos bueno's i na muchos ma- 
los. Alegaban que las diócesis eran mui vastas i que por lo mis- 
mo era necesario ordenar muchísimos clérigos para que hubiese 
curas i vicarios suficientes, que dijesen la Misa, bautizasen, con- 
fesasen i casasen aquella muchedumbre de feligreses, i especial- 
mente que les ministrasen el sacramento de la extremaunción i 
los confesasen en los últimos momentos, para que no se condena- 
sen tantas almas. ¡Ilusión de buena fé! Los cAnones de la Igl'e- 
sia dicen que mas vafen pocos clérigos buenos que muchos malos, 
i esto es lo acertado, por que la Iglesia es mui sabia, i los juicios 
de los Arzobispos i Onispos, al separarse del sentir de la Iglesia, 
eran juicios individuales i en consecuencia falaces. Si hubieran 
ordenado pocos clérigos, pero acondicionados: 1 ^ que hubíeraa 
sido mui instruidos, ó por lo menos medianamente instruidos en 
et idioma tatÍQo» en la filosofía (la frat^ que daba el tiempo), ea 



264 

la teología dogmática (la fruta que daba el tiempo) i en la teoIo« 
gia ¿Qoral (la dé Latfaga, que és mui bueoa), i 2 P virtuosos: cas- 
tos, desprendidos del dinero, celosos del cuítu divino i celosos de 
'j la administración de los sacr¿tmentos para lá salvación de las al- 

j mas, estos pocos ministros no hubieran cubierto todas las necesi* 

;; dades de las diócesis, por que eran mui tastas (i este era otro 

f defecto, que no se redujera la extensión i sé aumentara el núme- 

ro de las diócesis, por la avaricia de los canónigos, que no que- 
rian soltar los diezmos); pero sí aquellos pocos clérigos hubieraa 
servido mucho. Mas ordenando muchísimos clérigos, que "gene- 
raímente'^ como dice el Virey Duque de Linares, eran amance- 
bados, borrachos, tahúres, codiciosos de dinero i ladrones, este 
enjambre de clérigos, en lugar de servir á las diócesis las perju- 
dicaban. Habiendo pocos clérigos buenos, se morirían muchos 
feligreses sin confesión: es cierto, i este era un grande mal; pero 
habiendo muchísimos clérigos malos, resultaba un mal mayor, i 
es regla de prudencia universalmente reconocida, que de dos ma- 
les inevitables, debe elegirse el menor: Mínima de malis. ¿Por 
qué? Por que habiendo muchísimos clérigos malos, se porian mas 
feligreses sin confesión. Para ir a confesar a un indio, teniéndo- 
Ése que recorrer algunas i aun muchas leguas, sufriendo el ardor 
del sol i los aguaceros, se necesita en el sacerdote virtudes: abne- 
. gacion, celo por la salvación de las almas i fortaleza. Un mal 
clérigo está enervado por el vicio, es perezoso, muelle i débil. 
Llamaban a uno de estos curas a confesar a un indio, teniéndose 
que recorrer algunas o muchas leguas, i no iba, pretextando estar 
enfermo o tener alguna ocupación urgente, o bien decia paladina 
i cínicamente: **No quiero ir", i no hábia quien lo hiciera ir, por 
que en ese tiempo los clérigos i frailes no tenian rey ni roque. 
supongamos que iba a la confesión, entraba borracho a la chora 
del enfermo i este decia: 'Tadre, ya no me qmero confesar," por 
que aunque rústico, no tenia fé en la confesión con un ebrio, o 
bien hacia su confesión de mala manera. Supongamos que el cu- 
ra o vicario no iba ebrio, pero entraba en la choza echando pea- 
tes i diciendo palabras indecentes al enfermo i a los de su fiamilia: 
que le habían llevado con muchos trabajos, que el enfermo toda- 
via no estaba de muerte i otras cosas que 6e le antojaba decir i le 
aconsejaba su ira. Tales confesiones frecuentemente eran nulas 

1>or falta de la condición necesaria en el sacerdote o por falta de 
as disposiciones necesarias en el feligrés. Si a algunos lectores les 
parecen estos casos imposibles o inverosímiles, quiere deoir que 
e3tan leyendo un libro sin conocer el mundo acerca del que se 



265 

versa!^ 

Los Arzobispos i los Obispos de la Nueva España ordenaban 
muchísimos clérigos: 1 ^ por que se veian apremiados por los 
provinciales i demás prelados de las órdenes monásticas, por los 
canónigos, por los oidores i demás prohombres de la Nueva Es- 
paña, que opinaban que era necesario ordenar muchísimos clérigos 
i así lo pedian i solicitaban con instancia respecto de sus frailes, 
de BUS sobrinos, de sus parientes i paniaguados; i 2 9 por 
que aunque dichos Señores Arzobispos i Obispos en lo gene- 
ral eran hombres de saber i de probidad i algunos eran unos san- 
tos, eran hijos de Adam i participaban de la preocupación de que 
era necesario ordenar muchísimos clérigos. 

Testimonio del geógrafo Villaseñor. 

El Sr. D. Portino Hipólito Vera, Cura de Amecameca, en su 
^^Compendio Histórico del Concilio III Mexicano," nota 28, dice: 
•'Idolatría que hay en el Arzobispado. Increible parecerá que 
esto que decia el Sr. Doctor Ortiz de Hinojosa en el siglo XVI, 
fuese un hecho á mediados del siglo pasado. Yillaseñor, Teatro 
Americano, tomo 1 9 , capitulo 12, página 74, asegurafque los 
indios de los montes inmediatos á la capital tenian el mismo ge- 
nio cerril que tuvieron en su gentilidad» por haber sido de los fu- 
gitivos al tiempo de rendir la barbaridad. Pero cesará este a- 
sombro, si es cierto lo que nos aseguraron hace pocos años perso- 
nas timoratas y bien informadas, que algunos indios, no solo te- 
nian en las cuevas algunos ídolos, sino que con pretexto de dar 
culto y adoración á una Santa Cruz que tenian en la cumbre do 
' un monte, conservaban allí sus ídolos y los adoraban.'' 

Aquella muchedumbre de clérigos i frailes viciosos no servían 
^jú para destruir la idolatria de los indios, existente todavía a me- 
diados del siglo X7III i aun en el XIX. 

Testimonio del Pi^í:dicadoi\^ ^i\ce y Mii^anda en 1739. 

El Doctor D. Andrés de Arce y Miranda, el primer orador de 
fiu época, en sa sermón de Nuestra Señora de Guadalupe^ predi- 
cado en la catedral de México en 1739, dice: ''De un docto ora- 
•€lor y nobilísimo capitular de esta Santa Iglesia Catedral, he oi« 
* do decir que en la entrada de un Príncipe Virey, desde este mis- 
mo puesto en que predico, queriéndole significar el miserable 

estado en qne la codicia habla reducido á nuestras In- 

diaSi le pintó un macilento y pobre macehuale asido á su capa 6 



tilma, de cujeas cuatro extremidades tiraban recio Tirios perso< 
najes que por sus empleas dehie^^^n antes alrigarh (1). • • Ya pae» 
que para vivir en éste reino necesitamos de Ja manta del indior 
ya que nos sea indispensable disfiutar sus trabajos y personal 
servicio, sea para compensarlo en su mejor gobierno espiritual y 
temporal, sea para protegerlos, sea para aliviarloa, sea para que 
con nuestro ejemplo se mejoren sus costumbres, sea para que con/ 
nuestra enseñanza adquieran de nuevo a(|uella8 morales TÍr- 

tudes que segim sus historias tenian en sn gentUidadt 
de qne el dia de hoy ¡o eonfasion y acusación nuestrat 
{de los clérigos i frailes) Bo Ics han qucdado vi affii TOSti- 
glos." 

Testimonio db Villa y ^anchez. 

Beristain en su Biblioteca, en la biografía de Fray Juan Villa 
y Sánchez, monje dominica de Puebla, refiere la multitud de o- 
púsculos que escribió, entre ellos el siguiente*.^ '^El Muerde quedi* 
to-" M &. (manuscrito). Opúsculo muy apreciable^ en que el au- 
tor satirizo con sumo ingenio y gracia los defectos é intrigas de 
un Capítulo provincial/' 

Pastoral deh ^rzobispo Rubio t ^aliñas bobee el pago dr 

MKZUOS. 

"Nos el Doctor D. Manuel Joseph Bubio y SalinaSi por la Di- 
vina Gracia y de la Santa Sede Apostólica Arzobispo de México, 
del Concejo de Su Magestad etc- '* 

'*A todas y cualesquier personas, vecinos y nróradores, estantes^ 
y habitantes en esta ciudad y demás villas, pueblos y lugares 
de este nuestro Arzobispado, de coalquier estado, calidad y cod- 
dicioh qu« sean, y especial y señaladamente á. todos los duefio», 
administradores, mayordomos, arrendadores, terrasgueros y de*- 
positarios de cualesquiera haciendan de labor y ganados mayo- 
res y menores, ingenios, trapicÜes, rancitos, esl^cias, pehujalesr 
fauertaS) chinampas, suelosi cercados y. otra» tierras proptf^ ^ 
de cualesquier Eeligpi^nes, comunidades^ con ventoB é igleMS^^' 

* 

(1) S^nB la Historia, délos .caateo que tiraban de k» «oatraesstrSDO»^ 
des de la tilma dsl iadio, udo era ud encooiendeTO, otro esnu un alealde viífj^i 
otro «««na oidor i otro era un fraile^, i este era el qve tij»ba masreci<^) s^CP^^ 
e^te juicio del Virey MarqiiQs de Montesclaros; '*» tiene por ciertio •*' * 
jnas pesada opresión de lOs indios la quQ sufren de los fmUés." 



j 



267 
eulares 6 regulares, cofradías ó hermandades, asi de españoles co* 

xao de indios cAciques j mftcehuales, uc^os, mulatos y 

chinos, á quienes lo aqui contenido toca ó tocar pueda, Salud y 
Gracia en Nuestro Señor Jesucristo (1). Hacemos saber (aun 
suponiendo que ninguno lo ignora), como siendo emanada de De- 
recho Divino la estrecha y grande obligación que todos Ips fieles 
cristianos tienen de corresponder agradecidos á Dios Nuestro Se- 
ñor, en debido reconocimiento de las mercedes y beneficios que, 
de su liberal y profusa mano continuamente reciben, pagando- 
diezmos á la Santa Iglesia de todas las semillas y frutos de la tie- 
rra de cualquiera calidad, que se conviertan en los humanos usos, 
ó cedan en utilidad de los que tratan en ellos, los perciben y cul- 
tivan: ganados^ esquilmos, manteca de Taca^ leche y otra cual- 
quier cosa que de ella se haga, como queso, reque&on, mantequi- 
lla, cuajada, íiatilla^.jocoqui etc.; aves, pulque y demás especies 
de que legitimamente se causan.'^ 

'Tor tantOj recelándonos justamente que provocada la severa 
y Divina indignación con la torpe avaricia^ ingratitud y fraiides de 
nuestros subditos^ los castigue con la esterilidad^ secas, malos 
temporales 6 infelices sucesos^ con que en todas edades ha casti- 
gado á las provincias y pueblos de distintas regiones cristianas, 
en que se ha perpetrado igual iDJusticia/' < 

"Por el presente, para advertir la ciega ignorancia de algunos 
y hacer inexcusable en el juicio divino la malicia de otros, exhor- 
tamos, requerimos, amonestamos y mandamos á todos aquellos 
¿ quienes se dirige su contexto y van mencionados^ den y paguen 
entera,'puntual y fielmente á esta Santa Iglesia Metropolitana y 
á quien por ella fuere parte legitima para su colectación, los diez- 
mos que causaren en cumplimiento del precopto diVinO y po- 
;SÍtÍYO que así lo ordena y establece, mandado guardar por di- 
versas Leyes Keales de Indias, como cosa obligatoria, y no vo-' 
luntaria, gratuita, libre, piadosa^ de limosna ó penal que espera 
sentencia condenatoria ó exacción para su paga, (según que esta- 
mos informados lo han llegado á proferir, ignorantes ó malicio- 
sos, muchos de los causantes, 'maquinando con tan detestable e-* 
-rror y enorme abuso relevarse de la obligación, ó demorando la 



' |[1) Hasta hí fñaceküátes^ qae eran los inclfos tnas pobres,, les tocaba la 
•salud r ^ratía en Nuestro Señor Jesilciísto, es decir, que pagasen el diezmo: 
•{de qué?: del po()utto maiz que teoian. £1 candoroso D. Niceto de ^Zamacois, 

que eecñlÁá su ^^Historia de Méjico^' para candorosos, en el totao 10^ capitu* 

lo 17, dice: ^'Los indios estaban exentos de diezmos/' 



268 

satisfacción, hacerla solo cuando se les insta, urge y apremia & 
ella, y entonces con notables defectos y substracciones en la canti- 
dad, modo, cualidad y tiempo); ejecutando las pagas en los tér- 
minos regulares, donde, cuando y como deben, sin dolo, fraude 
ni engaño; no dando malo por bueno, sucio por limpio, helado por 
logrado, podrido por sano, añejo por nuevo, razado por colmado» 
chico por grande ni razonable por superior, sino procediendo coa 
la legalidad cristiana de verdaderos y católicos fieles, que se re- 
quiere, y con toda verdad en las declaraciones y manifestaciones 
que hicieren prem'a la sagrada religión del juramento; sin ocultar, 
encubrir, negar ó retener parte alguna de diezmos, so color de 
gastos y expensas erogadas en la siembra, cultivo, cosecha y per- 
cepción de los frutos y esquilmos, pensiones de arrendamiento y 
partidas que suelen hacer por tierras, yuntas, aperos y demás 
que se ministran para las labores y siembras; ni con el pretexto 
de deducir para el cómputo de los causados la semilla, ni menos 
defraudar en el cálculo y numeración, entendiendo que los diezmos 
que deben pagar es la décima parte de cada diez ó denario de los 
mismos frutos en que se incluye y contiene; ni tampoco reserven 
para el año siguiente los picos que en cada especie hubiere cuan* 
do no llegan á diez los frutos y efectos en cargas, cabezas, arrobas 
etc., sino reducirlos á su justa estimación y precio, por los emba- 
razos que esta práctica ofrece y daño de los interesados que se 
pueda seguir; ni se excepcionen con que de tales frutos, efectos ó 

especies no han pagado hasta ahora." 

'^Asimismo mandamos los restituyan y satisfagan luego y sin 
dilación alguna, sin valerse de la menor excusa, pues no hay ci 
puede haber alguna que les sufrague ó favorezca para la reten- 
ción de los diezmos que legítimamente se causan de las especies 
y frutos que por mayor se expresan, conviene á saber: de todas 
•las semillas y legumbres sin excepción; de todos los ganados ma- 
yores y menores; sus esquilmos: leche, queso, requesón, mantequi- 
lla, cuajada, jocoqui y lo demás que de ella se hace, del amachorra- 
do, lanas, medias lanas, lanas peladas que resultan en los pelam- 
bres en los rastros y carnicerías; del aniño, algodón; de todas aves 
domésticas, como gallinas, palomas, ánzares, patos etc.; de Iqs azú- 
cares, panochas, piloncillos, mieles, remieles, caña etc. ; del añil, a- 
gua de azahar, de todas las frutas de todo género de árboles fru- 
tales, aunque solo se cultiven para comer el fruto su dueño, rega» 
larlo ó darlo de limosna; calabaza de la tierra y de Castilla; ler 
gumbres y hortaliza; pepita, rosa y otras flores; con advertencia, 
según lo declarado y mandado en punto de frutas en la Ley Beal 



'26» 

di IndinjBy qae «sel arancel dé los diezmos, que la obligación de los ' 
diezmantes es llevar el diezmo de ellas á la casa 6 lagar que los 
coleetorei ó arrendadores depataren; dentro de los términos de 
cada parroQuia del distrito de las colecturias ó diezmatoriost se- 
parándolo diariamente de la que se cortare de los árboles, por 
sazonarse la fruta en el largo tiempo de toda su duración; y en 
euanto á la aceituna, debe pagarse el diezmo en el molino donde 
«e llevare para reducirla á aceite* á razón de una medida de cada 
61ez... sin defraudar ni ocultar lo que sacan, hacen ó compo- 
nen del maguey; lazos, reatas, hilo, pita y todo género de jarcia/ 

''Y todos los mencionados y cada uno de por sí por lo que le 
toca, cumplirán precisa é inviolablemente con lo expresado en es- 
ta nuestra Car ta-r— Edicto, en virtud de santa obediencia, pena 
de excemnilion mayor J citación de tablilla, en que serán ro- 
tulados porpviblieos excomulgados^ como incursos en que desde 
luego los declaramos, reserv.ando su absolución en Nos y los Jue- 
ces Hacedores de esji;a nuestra Santa Iglesia, á quienes tenemos 
conferida y delegada la facultad y jurisdicción que se requiere* 
Y asimismo declaraijKios que ningún confesor, de cualquier cali- 
idad y preeminencia que sea, asi de los seculares como de los re- 
gulares, no está expuesto ni t^ene /(oitoridad para absolver de di- 
cho crimen y exceso [1], y ^endo necesario para este caso, des- 
de luego los suspendemos ^gun y como por los citados edictos 
anteriores se ha declarado. Y so la misma pena de excomunión 
mayor reservada, «u^ndamos á todas las personas que supieren, 
entendieren, hubieren oido decir ó lea consture de algunos que 
lian defraudado, usurpan ó retienen diezmos por cualquiera causa 
^ pretexto de los aquí expresos ó no expresos, lo digan, declaren, 
revelen y manifiesten con toda claridad y distinción ante los Jue- 
ceB Hacedores ó colectores/' 

^'Mandamos á los jueces eclesiásticos, vicarios, curas beneficia- 
dos, ministros de doctrina y sus coadjutores en los pueblos y par- 
tidos de nuestro Arzobispado, celen no se contravenga al tenor 
de esta nuestra Carta, sino que en todo tenga entero y debido 
oamplimiento; y los curas y ministros pongan el cuidado como 
corresponde en explicar en nuestro vulgar castellano y en los i- 
diomas nativos de los naturales, los dias festivos y demás ocasio- 
nes oportunas, el contenido de esta, capítulo por capítulo^ de mo- 

(1) El no psgsr diezmo d4 Iss pepitss de calsbsia eia un crimen que te^ 
Bia la pena de exoomunioQ floajor; mas de que los canónigos oon acuella ü^ 
bidosa soma de diezmoa tiiieaa faqsaiairato amanrshados i oqídí lújosi no se 

etDQalxift 



879 

da qüte todos sus feligcesea jentieudaní ccmoaíeany^eihi^ k «^ 
bligacíon del precepto (1); con la auexidad de reatituir irremisír^ 
blemeüte^ el gravamen de la censura, j U calidad d^ 1^ al^«la«< 

. (1) £í con la KQÍfiuGÍ08Ídad i empello coq qa« !oi eurai exptiaafaan % ki íbi' 
dios lbs.die&aioq i que tenían que pagarlos hagta del hilo i de.la^pita, i que 49 
lo contrario estaban excomulgados con excomunión mayor, con ese mismo em- 
pc&o explicaban a los ÍDdios las grandes verdades de la Biblia, qne ilustraran 
édA entendimiento^, los moralizaran i cívilizáianf; la creación del mundo eu 
8élb gmndtís apocas; k creación del hombre; el diluvio; las hebreos; los indio», 
ios chínosi los egipcbs, loe gtiegos, los romanos, los americanoa i los pueVfos 
de las cindo partes del mundo viniendo del Asia central \ i muchos pueblo» 
ameiicanos i g^'iegos también de Egipto); todas las historias profiom oomoD- 
aando en el Asia central; Melquisededi en la religión pñmiiátra ofreciendo 
sacrificio de pan i vino, que después perfeccionó Jesús; Abrabatt al Orieoto 
dé iBethel; Sara la preferida., representación de la raza española en México, i 1» 
pobre Agar con su Ismael en el desierto, retrato de la raza india; Jacob dur- 
ttáeDdo en el campo cotí la cabeza sobre una piedra i al amanecer derraffian- 
do aceite eobre la piedra i erigiéndola en altar; José veodido por sus herma- 
nos i al cabo de años, de caroei, de otros trabajos i de sucesos prósperos, vol-^ 
vídadolofi a ver \ llomndo sobre el cuello de cada uno de elloe; Uoiees liber- 
tando a su pueblo de la losclavitud de Egipto; Job, el hombre de dolores i de 
insigne. paciencia, gran dechado para la raza india; David i «u Miserere i to^ 
A6b sus Salmos, qué narrando el pasado desde la creación del mundo i aouBr' 
dando el porvenir Imst^ él ^n del mundo, liistorícos, morales i proféticos, m 
^e¿uti ffeióíto Touaas de Aqulifo un Compendio do los 72 Libros de la Escritura; 
Salíaos 6 ca^ioi de dctor, fle foi^1e»;a i de esperanza, mui propios pamia 
jmm india; Saiomon s nú Templo i sus Proverbios^ el Kbfo éel pueblo beío, f 
4X)r lo mismo de la msa todia,^cémo el EcUsiawies «s el Irhft) de loaíiOwreB 
instruidos i el Cantar de Cantamos el de laa almas inisticas; Daaúel eádia^ 
go de los leones, retrato de la raza india^ la república hebrea con eusgwdw 
capitanes, tatñota y aliada de las repúblicas griegas; la legislación de Jea»a 
"de Nazateth, gü derecho púUíóo, sli'dereclio privado, eu dej^cho de^jeai 
su moral di%ina, que es la moral universal; 'El Rico Avariento i TAzato el 
üte^fgo ó üea %l éogmadel infie<^e, inas terrible i eñcaz en el Kvangli^^ 
qae el inédmo xtei JPurdÍ90 Pferéiáéii H ínféi^m del Dante; Temts t la-lSa- 
•<l^ A'dú)teici,<> seak^eondenacion deiopcJpod:^ hlpooiítaeila^teoeíaD 
a les débiles: f^ran consuelo para los ki^ioe; Jesús i»entado juntosildaiaial de 
un pozoi, fatígado ,por el calor de la siesta^ por el l)un})re i per iárfléA» i^' 
canoo con una muger d^l,pueblo i pidiéndc^le un poco de'i|g^a de m- caBUyo' 
gi^n doiisaelo phta los indios, 'fatigados parios i^yos del solt^por i^liiwt^ ^ 
porTa^éd'eti -telcam^'dei fencotírerideró; tÜ'ajírmow dd fíJoiite.beea Jeni» 
#E>Beád6 én 9ai{i^l^'ae m Cielito, predicana(yá4tmiensas iu^ía nueva rdi- 




m 

f^M rworvada. ppflBi ^ áeseafgo 4e i&u» eQiíeieiícias; impfirtíeí dó 
y 4itndo á nueetrot íCpUp^res y ftrrendadpre^ de dú>8^Qs todo «1 
ti^tio y ayM4% que neee^i^r^n par^a ía reci^ud^eion de ellpsl" - 

''J)^áa en h^mUo ^-^alftoio Ar;^pbÍ8p^l, México y 36pf;^m1(^r/s 
2B ¿B ,17644 ^M*»*i«i iTo^ph Arzobispo da México. — Poj: inan* 
dado xlel AiiwJbápipo ;ip»i ^Mmer^Lic. P. Aq^odío Diez de M^Ht y>% 
— Secretario'' (1). 



«f*« 




yerba bocDa 
tautes de " 

ca^tulo 23) vei*so 23): teraiiDaDttj coqdeuacioQ de las canóuigofl ¡ cun^ fi^- 
lee i clérigos, que exigían el diezmo hasta de las pepitaB de calaba2;a i dp algi|l- 
iias yerbas, i eran borrachos i prostituidos i no tenían misericordia con los in- 
dios, sino que les hacían muchas vejaciones; Jesús en su última Cena, institu- 
yendo la Skicanstia en uti pan i vino, sacramento d;3 fraternidad UniTersal^/en- 
.fceftaudo que como el pan se hace de muchas espigas de trigo i el tino da mu<- 
chofi raúmofi de uva, asi los hombres de l^odas las misaa {blanca^ iodJai lie- 
,gra) i dd todafi li^a uacioti^s ,se h^n d? amar, jservk i unir formando como «pa 
Hola familia; i cu ñu, la Pasión del Señor. . . . ; /un cielo Ueno de luz i xm 
imx de atoor, de miseiicordia i de paciencia en l^s ti-ab^jos! }Ojalá x^ae loa 
frailes, e^ lugüT de haber enae&adosa los indios uoa pauodia grotesca de la Pa* 
sion^ a(xmpaQada de Wiraeberas í 'Otros desordenes, que no «rvio smo da a- 
caibar-de extraer .«us jcnteudiimentoB cq njiataria de religioin i aoabar jda des- 
, ioowlizavlos, les hubíenm enseSkado k Pasión .del Sefior tel como .se joofioie 
en el ÉvfwgieUo i eo^n el ^efjntu de la IgJki^a!: im mat de ppaíencia faakria 
foFLalecido ei coia^^Qa da^jlosiixdios eu sas radas tc^balos» i uq.cíbIo Ifaeaio da 
luz habria iluminado sus entendimientos i. civili^adolos. 

Cero ^stpí iocflniió la Irr.^ a ten ck%^w^ contrn el preoepto de San Jer6oimO|' 
.(Qitado por Casaos en m ^^Ajiti-Hidalgo,^^ carta 8 *• ). .|Qu& Biblia iuÁmupr de 
hcvber ensetedo a lois indios aquelbacusaa clérigos i frailas, obesos i*de fp\^ 
. $a Qi^rTO, que en bu inia^.sa Epayoria evan larragos, ignoiantes de la Dibliai 
no raficíooaidos a lib^ios, i^oo m criar vacas i cerdea paraie&ciquecenBe, a comer 
Jbuan oaraero i biAeiHMB ciioiiiiw >i demás gooes de .la vida aaioiaK 

(I) I^Qs rdtití&QS rde ^K«)^ urimnasi tusticas del .cjbjapado de ^Müúioá^ 

in^vk ^n )6u Kj^^seiiibafílQn (a Uuirigamy pidiendo que no se Q|eeutaBa la 

xeal cédula de &^ de dicieiabve dé 1804 jobee coosdidaoion de vaílasjififi- 

\ leg, '^Qin^sQniamc») jñrmada en Va^e^dolid (Morelia) él S4 de octubre' 4a 

\W^^ h dicen al 'Viroy.- *^'I$1 dieamo y ila id(Hibe|Ia, que m pegan aín-dé- 

du^r-oostp alguw) d^ fe^Os Job predaetos-de^la agricoltuia, son idos.oargaa 

.f(ímii^i0^0» :9W no é^tnrespia^^r ul /«bra(6ir, y.^Ti.e en ooiachoe . i&a 

: ^amqiftd^ l^^rut08(j«o eqsiii9»lea á }le6 postosr ^osnwmm ¿b» Mqs su ickfiuAy 

üofhfm i€(ibc]^. i^ ^ledbala )i9i8igiae Jos ifmitofiíque tcéndeiiioa ^. todoa los 

.4IMMr9«9cqi0iaTe9aqwlMmieD^]^ de au^iio, diaminttyaiidovetpi»- 

iáob2r:ÍamltUded6d».>i)099toJndiia1irb y.liahfitio.^ I^A^tttakak» y el £a!fr.eeii* 

- «M3^4ai8ru<*iaM)Maafd«i)efita8i^ y^aenoavéeai^^^ae-- 

imi^5l94di^MafU<4!fie¿m:>dtf¿ de^p >yfQukQ»da;la8^^r9oqiiM,¿fM /a^«te'>eé« 

munidades religwsaxde ambo9 sexos y jm(u.la de Jos^'^ú¿cé9 $ 4tetiM n¡¡í* 



/ 

272 

I después que los diezmeros pasaban como langosta por todas 
las haciendas de campo, ranchos i pueblos de indios, I le vándose has- 
ta el joooqui, las reatas i los lazos por derecho díTino y posi- 

"W, llegaban los demando/ntes de todos los conventos de frailes, o 
sea legos colectores de dinero i de toda clase de productoSi espe- 
cialmente agrícolas, por via de Iwumia para dichos conventos. Ed- 
tos demandantes llevaban ua hatajo de muías que cargaban con 
cuanto podian, i una imagen en escultura del santo principal de 
la orden monástica, colocada en un nicho i este llevado en andss, 

Í llevaban también cuatro o cinco medios criadfPSy que les ayuda- 
an a cargar li^ imagen i a cuidar del hatajo: todos los que comían 
hasta hartarse en lus cas^s donde posaban, a ei^pensas d^ shs 



nisiros de justicia, que riendo T4NT08 EX JÍÜIEBO y tun corto el pro- 
ducto qne resulta de loa derechos aranoelados sobre UN Pt) RBLl) TAN II» 
8ERABLE, nacen de aquí todas laa INJUSTICIAS T VEJACIONES 
que dicta una necesidad imperiosa, y tpdo concurre a debilitar y oprimir ia 
«gricoltuia y la industria/* 

*^Y como por otra parte no tenemos Gonieroio de unas posesiones eon otras, 
7 tengamos tan difícil el mercado interior por las distancias, dificultades de 
caminos en tiempos de a^ias y de eenas^ por los registros 7 detendoaes do 
las aduanas 7 por la complicación inútil 7 costosa de ]o9 reglanoentos munici- 
pales, 7'no tecgaipoa tampoco la libertad conveniente de emplear la tArra en 
los usos mas provechosos ni de convertir aiis esquilmos 7 productos pn lo qne 
nos seria mas útil| de aqu( procede támb^ei^ una suma ir^mensa de obstéeMn 
les para la industria v la apicultura.'' 

^Tadece también la agnpultura*' etc. etc. Signen lai^a páiiafbs en qQO 
expresan los propietarios de Hicboacan la multitud de trabas que tenían la ^ 
gricultura, la industria i el comercio en la Nueva España. Ésto pasaba ea 
el reinado de Carlos lY; en los reina4os anteriores, en los siglos XVI, XVII 
i XYIII la agricultura, la mineria, la industria i el comerció estuvieron en 
peor estado en la Nueva España, como lo prueban multitud de dooomestos 
iústóricos que no^^ puedo presenti^r en una nota i que dan materia a un libro. 

^I ^uien les parece a mis lectpres que redactó la Representadon de los pro^. 
lactarios de Micnoacan? /^Ig^i^o poco instruido en los cánones de la Iglesiaf, 
ialgun enemigo del gobierno espa^^ol?, ¿algún enemigo del clero? No, fué D* 
Manuel Abad 7 GLue7po. (Áernaúdez 7 Dávalos. ^^Ooleccion de Documentos pa- 
ra la Historia de la Guerra de Independencia de México, tomo 2^ , psg. 865); 
J). Manuel Abad 7 Clue7pQ, que era español, sacerdote, Doctor en Cánones»' 
que adenuis de Doctor era un satío i que en el niismo afic de 1805 era bacía 
muchos años juez de testamentos, capeUaniaa i oleras pia^ en el obiifado de 
Michoacan. Redactó en 1806 dicha Representadcn^ mui desbvoiable a las ea- 
te^nles i a los canónigos D. Manuel Abad 7 QucTpo, que en el mismo a&o 
de 1806 faé nombrado canónigo de la catodnl de VallaaoUd. (Gaicia leas-* 
bakstai Uografia de Abad 7 CtaeTpo en el Diccionario Uninnu de Hislim 
y Geogiafiai Büxioo, 1853^ 18S6); 



iladfiofl. A la tifiia de aquel hábito venerado con qué iba tésti- 
4^ el lego^ demandante i a la rieta de aquella imagen én actitud 
suplicante, pasaba por impio el que no daba el tnaicito, el frijolT- 
to, él borrega, la gallina a lo que tenia. Pai^ja en 8u.Or6nica de 
la Orden de la Merced, estado 4 ^ , capitulo 32, refiriendo coma 
Fray Antonio Gutiérrez, Comendador del conrento de la Mer- 
ced de Puebla, mand^ a eu lego Fraj Sebastian Marques tomó 
demandante, dice: ''Le mandó que fuede i la demanda, señalan* 
dolé cordillera» j efectos que habia de recoger: unas vece? semi- 
llas de trigo, maíz, frijol y las demás legumbres; otras vei^es bo- 
rregos y marranos, que de todo esto abunda la comarca del obis-^ 
pado de la Puebla. Con esto salió Fray Sebastian muy conten- 
to, Tiéndose ocupado de la obediencia en servicio de la Keligion, 
y que sM (como solía dedir) no comería el pan de balde, y sa- 
liendo para su primera cordillera, anduvo. por los pueblos y 
faaciendafl pidiendo la limosna, que todos le daban con líiu^ 
cfao gusto (1), a«f píor que es tústnmhre (2) de toda aquella co- 
marca que desde que cogen lá coaecha de semillas y la de ga- 
nado, van separando primeramente lo que pertenece a los diez- 
mos dd las iglesias y luego la piurte que ha de dar á los deman- 
dantes de los conventos^ que esta es una limosna COÜíSiflonBJblO 
para el sustento de los rdigiosos, como también por la humildad 
y modestia de Fray Sebastian'* (3). I después que pasaba por 
todas las haciendas, ranchos i pueblos de indios el demandante 
^e Ids mercedarios, llegaba el lego dénlandante de los frandsca*- 
^es, coa su correspondiente hat^o i laimagea de San Francisco 
en aetitud suplieante. I después que pasaba el demandante dé 
I os franciscanos, llegaba el lego demandante de los dominicos^ cbn 
.mi hatajo i la imagen de Nuestra Sefiora del Rosario en actitud 
8Ufílicante¿ I después que pasaba el demandante de los domíni- 
t30s, llegaba el lego demandante de los agustinos, con su hatajo i 
la imagen de San Agustín en actitud suplicante^ I después que 
pasabti'd demandante de los agustinos, llegaba el lego doman- 
te de los carmelitas con la imagen dé Nuestra Séfiora del Garméft 
en aetitud suplicante, i «e llevaba la última gdline; que había 
i|ttfidttdé en ^ randho^ I despues^ llegaba el déimiaxidanté &si\^ 






{^\ iSi, como^espsMliikeifte les-indios '^ttíSxsb: ten ^sftfaogidosf 

(2) Costumbre introducida por los ñaues. ' 

(3) Como se ha visto i consta, por h Ci6iuca de Fkrejí^ lofl ff^'^iS» k 
Mbióéá aéirianqw^BO ^uérlán meten» con los indios iwM «iMBAáúrfosla ¿foá- 
tnna cristíana, las primerss4etnmaiina4a^-^r ifm eroa incapaooc!; ptvo |í iO 
iMtina cw ^Itos psia sacades «I mM^ 



i 



274 

dieguinos i se llevaba los huevos que habían puesto las galKaas* 
I después llegaba el demandante de los frailes de San Juan 4t 
Dios.... lluego llegaba el demandante para el Santuario d« 
Nuestra Se&ora de Guadalupe» i luego el demandante para Nues- 
tra Señora de los Remedios, i luego el demandante para el Señor 
de Santa Teresa, i luego el demandante para el Señor de Chal- 
ina, i luego el demandante para el Señor ael Sacro Monte^ i lúe* 
go el demandante para Nuestra Señora de San Juan de los La- 
gos i otros muchos demandantes para multitud de imágenes 
milagrosas que habia en la Nueva España. I estas demandas i 
diezmos eran aparte del tributo que tenían que pagar los ilu- 
dios a los encomenderos i de la alcabala que tenían que pagar, 
los blancos a los oficiales reales [que según las Leyes de Indias 
no tenían que pagar los indios, pero que como uno de tantos abu- 
sos también a ellos se la arrancaban], i de muchas gabelas que 
or multitud de objetos i con diversos nombres tenían que pagar 
os indios a los frailes i clérigos, como las limosnas de Misas, los 
derechos por bautismos, matrimonios i entierros, los derechos por 
sacar una procesión í hacer una fiesta con repiques i cohetes, las 
limosnas por bendiciones de imágenes de Santos, las limosnas por 
mortajas para enterrar a sus muertos etc. 

Algunas familias indias, viéndose abrumadas por el hambre i 
por la desnudez, i no hallando ya como conservar la vida, toma- 
joan un metate, algunas vasijas de barro, un gallo i una gallina i 
se iban a vivir al corazón de las serranías. En el fondo de uoa 
cañada i a la orilla de un arroyo formaban una choza con carri- 
^OÉ silvestres, cultivaban un terrenito, tenían su cria de gallinas 
1 vivían con menos amarguras en aquellos lugares completamen- 
te ignorados de los frailes, de los diezmeros i de los demandantes. 
Como el sentimiento religioso es general en los cerebros i corazones 
humanos, del blando barro hacian un índolillo, sentadito como 
ios antiguos penates aztecas, le ofrecían los primeros helotes i 
luego se los comían; o hacian un moníto al modo de su antiguo 
Huitzilopochtlif ante él le sacaban el corazón a un pollo, cual si 
fuera un prisionero de guerra, se lo ofrecían i después se eomian. 
el pollo. . Algunos de estos remotos lugares permanecieyron desf 
conocidos durante muchísimo tiempo; dos siglos se pasaron para 
que los españoles descubrieran la &mosa pirámide de Fapantlaj 
en el centro de un bosque. 

JssTmoNio DjSLyíi^EY Conde de JIevilla Gigedo, blpc^imbr^ 

• os ESTE MOMBi^E. 



275 

En su Instrucción a su saccesor el Virey Marques de las Ama" 
l-illas, de 28 de noviembre de 1764, le dice: "Al virey como Vi* 
oepatrono, proponen los Obispos y el Arzobispo tres sugetos, exa* 
minados y aprobados para cada uno de los curatos vacantes en 
los términos de la gobernación, para que de ellos elija el mas á 
propósito. Y aunque el Yirey puede libremente elegir á cual- 
quiera de los tres^ ha sido no obstante regular y ordinario elegir 
y presentar al que viene propuesto en primero lugar, por que de 
lo contrario se lian experimentado resentimientos en los Prela- 
dos, murmuraciones en el público y otros inconvenientes que pue- 
den turbar la paz y armenia, tan necesaria en las causas superio- 
xes del estado secular y eclesiástico; pues aunque es cierto que 
los tres propuestos, como entresacados de todo el concurso de 
los opositores y calificados por la integridad y purera de con- 
ciencia de los Obispos^ se consideran igualmente dignos y adorna- 
dos de las cualidades que piden los Sagrados Cánones, se ha es- 
tablecido ya colocar al mas benemérito en el primero logar y que 
este sea presentado por el Virey; bien que cuando las proposicio'* 
nes se hacen por sede vacante, deberán observarse las nóminas 
con atenta circunspección, por que en semej^^intes casos puede te- 
ner lugar el empeño ó la afección con los capitulares; y como es mo* 
relímente difícil que en todos {los canóniffos) concurra literatura, 
.virtud 6 imparcialidad, no se asegura jen la pluralidad de votos 
la elección de los sugetos mas dignos; por que en los votos so 
cuenta el número, prescindiendo de lo ponderoso ó ineficaz de sus 
razones, y alguna vez quizá la parte mas sana queda sin participio 
en los efectos, por que no entrando en partidos ni siendo sugetos 
4^ue se abanderizan (1), suelen salir sus votos singulares» Por es- 
tas razones nombra el Virey Uu asistente real (que en mi tiempo 
ha sido uno de los jesuítas acreditado en virtud y letras), para 
que esté presente á los sínodos, lecciones y demás actos literarios 
en las apodcwnes á canongias de oficio, é informe con separación 
al Virey, de los opositores^ su aptitud y suficiencia'' (2). 

•^Aunque S. M. se dignó resolver cesasen los regulares en la 
administración de los santos sacramentos y doctrina, y se pro* 
veyesen sus curatos en clérigos seculares, se han considerado en 
la ejecución puntual y absoluta inconvenientes graves. Por que 

(1) Los de la parte sana, como entraban en partidos i se abanderizaban 
los otros canónigos» 

(2) . Respeto a los jesuitas que ño se tenia a los monjes 4e las otras orde-* 
1169, CQn grande envidia i enojo de estod. Los jeauitas eran los que inñuiaQ 
de ana manera eficaz sobre quienes habían de ser los canóuigaa de ofloio. 



276 

no hay copia de ministroB versados en los dislintos idiomas qtee 
usan los indios de varios partidos y se observa prudentemente 
que tarUes religiosas dispersos en la actualidad en todo d reino (y 
con especialidad los franciscanos), sustentados con las obvencio- 
nes de sus respectivos curatos, no pueden reducirse á sus conven* 
toe principales, por que sus rentas y limosnas no sufren tanta né- 
mero de inditñdv^t y sus indigencias, induciendo relajación, se-* 
rían al público de escándalo, fuera de otras razones que he teni- 
do presentes, y por las cuales se ha tomado el temperamento 
mas oportuno, cual es el que por muerte de los curas regulares, 
provea luego el Arzobispo los interinos seculares en su lugar, y 
fechas las oposiciones, proponga sus nóminas en la forma ordina- 
ría. No obstante estar expedidas las Reales Ordenes do S. M. á to- 
dos los Obispos para que se ocupen los curatos con clérigos secu- 
lares, y en este Arzobispado se está tratando del modo de oco* 
parios, que sea mas asequible á evitar todo inconveniente/' 

^'£n las religiosas y sus elecciones poco ó nada tiene que hacer 
el Yirey, por qua la blandura de su sexo con facilidad se reduce 
al dictamen de Ips Prelados; y ppr lo general la da/asura obra en 
eHas con tanta eficacia, que todas las imperfecciones que se les 
notan no pasan de puerilidades, ó cuando mas, de algún desper- 
dicoo ó superfluidad; por que son nimias en el aseo y compostura 
de todas las cosas que sirven á las funciones públicas, y muy pun- 
denoras ea los lucipiientos de sus particulares oficios, de líonde 
viene á sus familias y ala repúbUca algún gravamen é ineomodi^ 
diad; por que no bsistondo á sus gastos lo que el convento les mi* 
ioÍBÍtSk, les insta la necesidad ó el empeño ¿ continuos pedimentos 
á sus padres ó parientes} de suerte que, el padre de fitmilia qiie 
tieoe una hija en rel^pkM^ con sola la d¿te definida no puede de- 
ciD quft salió de ella, por que frecuentan los motivos de socorrer- 
la» aía embargo de que muchas reservan para sus necesidades 
oampetente rentai no obstante^ no sufi^ga esto á exonerarse de 
continuas^ peticiones á sus padrea y fknúlias, p<»> que con <fir«r8oi 
piretextoalos gravan; de forma que, por crecido doto q«e lleve p- 
imh^a que se casa, na es de igmil pensión á las que entran moor 
JM| en qtia contemplo un ^exorbitémíe abuso J* 

T^STmoillO &£ fXRNAHDO YJ. 

£¡n Ia Instrucción Qeneial (^ne con fecha 17 de mayo de 17SS 
le.d^&.a! Marques de las Amanllas» ouai^dp lo envió, cqmp Titef 

de I)%!í^9r« £^P«&V. la ám; '^^]ueB49^wbwdkÍft;por viirkft 



S77 

formes que se me han hecho, que los indios reciben graves moleS" 
* tia$ y vejaciones de los doctrine^vs^ pues los hacen trabajar sin dar" 
les estipendio alguno, los castigan, aprehenden y llevan indebidos 
derechos por los matrimonios y entierros (1), sin qat se haya con- 
seguido el remedio con ia prohi-bicion para ello impuesta por leyes, 
ñi con haberlo encargado Vo y mis predecesores por repetidas rea- 
les cédulas á los ordinarios eclesiásticos {ios Obispos) y Vireyes 
(2^, procurareis informaros si los indios de toda vuestra goberna- 
ción reciben de los doctrineros semejantes vejaciones y molestias 
[3]; y hallando ser cierto, lo participareis al Ordinario (4), y am- 
bos de acuerdo dispondréis el que se atajen los males y daños que 
padezcan los indios, mandando para que cesen que los doctrinerotl^ 
no tengan cárceles, aprehendan ni hagan condenaciones á los in*- 
dios, ni tengan mas fiscales que los que nombraren las comunida- 
des seglares al tiempo que hacen elección de los alcaldes ordina* 
ríos y demás oficiales de sus pueblos; y que se arreglen para He* 
var los derechos que les toquen^ al arancel; y este cuidado encar- 
dareis asimismo á los Gobernadores (de Uis provincias) y Alcal- 
[es Mayores, y que os avisen de cualquier contravención, para en 
8U vista proceder al remedio prevenido por las leyes y ordenan: 
zas, en conformidad de la ley vigésima segunda, título décimo- 
quinto del libro primero; celando el que cuando los curas ó doc- 
trinaros viajen de unas partes á otras, no lleven indios con car« 

[Ij El candoroso D. Niceto de Zamacois, eo su Historia de Méjico, ce* 
crita para candorosos, tomo 10, capítulo 17, dice: ^'A los indios no se les co- 
braba nada por casamientos, entierros, bautizos ni administración de socr^* 

xnentos/' 

« 

(2) Uuo de los consejos que dio Don Uuijote.a Sancho cuando estaba pa-- 
ra irse a la ínsula Barataría fué este: ^^No hagas muchas pragmáticas, y si 
jtts hicieres, procura que sean buenas, y sobre todo que se guarden y cum- 
plan; que las pragmtticas que uo se guardan^ lo mismo es que si no 
faesen.^' Esta verdad tan grande como un templo, comprende a multitud 
de cédulas, reales órdenes i otras leyes mui benéficas de los reyes die Eepa - 
fia, unas protectoras de los indios, otras repreávas de los abusos de los frai- 
les i otras sobre otros asuntos: pero que no se cumplían. 

(3) /Buena es esa/ Ya dice Fernando VI que asi él como los reyes sus 
predecesores tenian entendido i sabían mui bien por repetidos informes que 
ios curas frailes i clérigos hadan gmves vejadones a los indios, ¡i todavía pi- 
de informe/ 

(4) ¡Buena es esta otra! Ya dice Femando VI que él i sus predecesores 
habían encargado a los Ordinarios que corrigieran los abusos que los caras co- 
Tnetian con los indios, i que este remedio habia sido ineficaz, i sin embaxgo 
el remedio que da es que se participe a los Oidinarios. 



t7S 

ftó acuestas ni otras cosas de su coitíodidad, previniendo a W 
Provinciales y superiores el que lo adviertan á sus subditos, y 
para que, no bastando esto, si contraviniere a%uo religioso doe- 
trineroi dispongan removerla del beneficio que tuviere, sin que 
para otro pueda ser presentado (1); sobre que incesantemente ce- 
lareis, piííeB co&viniendo que las naas leres omisiones ó tolerancias^ 
que en esto hubiere se castígmen con toda severidad, se os bar4 
cargo de cualquiera culpa, oniTsion ó tolerancia (si no ponéis re- 
medio), en la residencia que se os tome, y se os impondri la pe- 
na correspondiente, como también á cualesquiera otros ministro» 
aeglares que los toleren [2j; pues es mi real voluntad que á ar 

(i) . I el Provincial cespondia al Virey: ''¿Sabe Vueia Excelencia por que 
está Cristo en este palitoV^ Los Vireyes eran nni respetados i temidos por 
todas las clases de la sociedad, menos por los fiailes. Estos tmtaban a* a- 
quellos como los v«eÍD08 de la ínsula Barataría trataron a Sancho: le conta- 
ban cuentos pov burlarse de él, como la demanda del sastre, que en prueba de 
^[Ue lo eva • ^iraia ntM tijeraS' en fe ntano," la demanda del sin Báculo contra 
el del báculo etc., i los frailes deekn a los Tireyes: ^^¿IVle permite V. £. eon- 
tarle un cuento?^* 

(2) ]La resfdejKia! Zamacsis en s^Hifiton» de Méjico, tomo 10, capí- 
tulo 17, dice; *^Era el juicio de residencia una de esas cosas que hubiei» bas* 
tado casi por si sola á obligar al gobernante á marchar por el sendero def de- 
ber. Era una apeTacion al pueblo entero^ para que presentase sus quejaf 
contra el gobernante todo el q^e hubiese recíbidfo injustamente de ér algún 
dofW). En el momento que uu virey cesaba en el ejercicio de sus funciones, 
se anunciaba al pais entero el juicio de residenesa por medio de rotulen es, a-- 
vifioa, asi como a voz de pregonero y con marcial aparato, invitando á todo9> 
los ^ue se juzgasen agraviados á que declarasen ante el juez del proceso, lo» 
ijuejas que tuviesen contra e) que había gobernado. . .Difícil era que tenien-r 
do que dar cuenta estrecha de su conducta y exponiéndose á nn severo castigo^ 
j á la pérdida de sus bienes, se atrevieran los vireyes á cemeter abusos no- 
tables de atitondad ni actos de tirania y de despotismo.^^ 

Todes esos rotulones, avisos, pregonero i marcial aparato sorprenden a mu- 
chos kc^res incautos i les hacen tragar la pildora de Zamacois, de Llanos y 
Alcaraz, del Sr. de la Rosa i de otros defensores del gobierne colonial. Mas- 
el Barón de Hnmboldt, en su Ensayo Político sobre Nueva Espafia, libro 6,. 
capítulo 14, dice; "Si es rico y diestro {el Virey) y se halla sostenido en A- 
xnéríca por un asesor de entereza y en Madrid por amigos poderosos, puede 
gobernar arbitrariamente sin temer la residencia^ esto es, la cuenta que ae 
obliga á dar de su adnúnistra^on á todo el que ha ejecutado un empleo de je- 
fe en las coloniaa'^ 

D. Lucas Alaman en su Historia de Méjico, parte 1 f , liBm 1 P, capítulo 
2, dice: ^'Estaban ademas (los Vireyes) sujetos á residefiicia^ que era el jui- 
cio que contra ellos se abria luego que concluía su gobierno, y al que eran* 
convocados por el jue;& que pava ella se nombraba, todos bs que teaian qpi* 



279 

auellos naturales se lea tr^te bien, j? qi^e do recaban d*ñp m per- 
juicio %lguQO en saa personas ni Wiendais (}); pof Ip qu^ conforr, 
me á esto, y conio ^s de Ib^ obligación dp los Vjjrpyes, no pef mí- 
tireis servicÍQs personales de in^íos^ y lentes sí quit^ejs los que 
hubiere, de fuerte que no se cause desasosiego en la tienda ni re- 
ciban los indios los cauchos dafíps y perjuicios aiie hasta aqui 
Ijiaa padecido; practicando par* que cesen, t<)do I9 dispjíestp y 
prevenido en su favor por prdeif anzaa y leyes, y en particular por 
las del título d^c^nQO y dwxiócHno dj&l libro se&to^ que tr^tetn so- 
bre el bjien tratamiento y servicio personal de dichos in^ios^ 1^»' 
cargando su camplinaiento 6 todos los Presideates, AudienQias, 
Gobernadores y demás justicias, para que de esta suerte cesen en 
lo venidero los agravk)8 y clamores que hasta aqui ha habido de 
los mencionados servicios personales y daños" (2). 

reclamar algiin a^'^vio 6 in justicia, de cuyas sentenet^is solo había apelación 
qI Consejo deln4ia8,- pero auncjue todas estas restriociones tuviesen por pbje- 
io rauv laudable limitar y reducir al ámlnto de- las leyes una autoridad que 
frisaba con la real, la distancia y la extensión niisma de esta autoridad, Aa» 
etan frecuentemente tiiunriaa estas precaueinoes." 

£1 Virey Doqne de LiaaTes en sa lostruocion eitada dice: ^>9t el que vie 
ne á gobernar {la Nueva España) no se acuerda repetidas reces que la regi^. 
dencia mas rigurosa es la que se ha de tomar al Virey en su juicio particular 
por la Mnjestívi Divina, puede ser mas soberana que el gran turco, pues nó 
discurrirá maldad que no hs^ quien se la ikctüter ai practicará tiranía que no 
se le consientan' 

(1) ^^üo hará tal, replica Don Quijote.- basta ^e yo se lo mande para 
que me tenga respeto. ..ya Dios quedad, y ne se os parta de las mientes \o 
prometido y jurada, so pena de la pena pronunciada. Y en diciendo esto pi- 
có á su Rocinante, y en breve espacio se apartó dellos. Siguióle el labrador 
con los ojos y cuando vi6 que había traspuesto el bosque y que ya ira parecía 
(¡ádos mil leguas de distancia\\^ ralvióse á Su criado Andrés y díjole: ve- 
nid acá, hijo mía, que os i|uiero pagar lo que os debo, como aquel desfacedenr 
de agrarios me dejó mandado. . . y asiéndole del brazo, le tornó 6 atar á la 
encina, donde le dio tantos azotes que le dejo por muerta. Llamad, seftor 
Andrés, ahora, decía el labrador, al desfacedor de agravios, veréis como no 
desface aqueste/^ 

(2) Ya dice Fernanda VI (reí de excelentiD corazón] 'tiasta aquí," esto es, 
que en los reinados de Felipe III, Felipe IV, Garlos II, Felipe Y i en el su- 
yo, no habían cesado de llegar al trono espafiol los clamores de la Nueva Es- 
pafia sobre los agravios que sufrian los indios de parte de los frailes/ ¡i toda- 
vía pedia informe/ Era lo mismo que preguntar si todavía había enfermos 
en los hospitales i si todavía había turbantes en Turcj^uia i sí todavía estaban 
tiznadas las carbonerías. La realidad era lo que decían el Virey Marques de 
Mancera, el Virey Duque de Linares, el Comisario de San Francisco que fué 
a quejarse a este Viiey i los demás yarones imparciales i '!de cabalisíma» 



280 

'Tor tenerse entendido qae los religiosos tienen discordias y 
pasiones entre sí, por que los que toman el hábito en aquellos rei- 
nos (América) se hacen enemigos de los que van de estos {Espa- 
ña), y se contradicen los unos á los otros; ^ siendo la discordia j 
encuentros de suyo tan dañosos, se dejan bien reconocer los inco¿- 
venientes que se pueden seguir si pasa la discordia adelante. Por 
lo qué os encargo os informéis del estado que esto tiene en cada 
una de las Ordenes, para que hallando algo [1^, de las citadas dife* 
rencias ó cosas semejantes que tenga necesidad de remedio, lo 
tratéis con sus Prelados, y el modo de concordarlos, haciéndoles 
presente su propio daño y el que puedan causar, en lugar del 
provecho que se espera de su doctrina, en la que debieran ocu- 
parse, dejándose de semejantes pasiones donésticas, caumdas so- 
lo pai' el demonio^ y de las que no sacan ningún fruto (2). Y pa- 
ra que Yo sepa en que consiste el daño y se pueda providen- 
ciar el remedio que necesita, procurareis saber con todo recato y 
secreto, por meoio de personas las mas con6dentes, el como se 



prendas:^^ que la relajación de la mayoría de los frailes i clérieos de la Noe- 
ra Eepafia era oomo un cancro, como una enfermedad inveterada e incurable; 
i qus viendo esto Fernando VI, i viéndose en la neoeaidad de dictar ñlfpxn re* 
medio a aquellos malea por la oUigacion que tenia como rey, decía: ^'Hágase 
lo mismo que han ordenado los reyes mis predeoesores,'' como el médico que 
.viendo que el enfermo no tiene remedio, dice a los asisientos: '^Sigan ha- 
déndole lo mismo i denle atolito can el dedo^ 

El Padre Nájera en su Sermón de Guadalupe presenta este terrible dík- 
ma: ^'¿Las amaría {España a 9us cetonias) cuando palpaba sn destniecion, j 
se contentaba oon dar leytíS que por experiejicia sabia no eran obededdasf 
8i no tenia poder, ¿cual seguridad daba á México^ y si lo tenia, Mué 
amor era el suyo ton ineficaz?'' Mi humilde jaicio es el que he manifes- 
tado en varias partes de estos Principios Criticos^ a saber, que de loe males 
qae sofría la colonia, algunos, por ejemplo, la falta de libros i protección de 
la enseñanza de la filosofía moderna i del derecho público, el atraso en alga- 
nos ramos de la agricaltura, la industria i el comercio i la posteig^oion de los 
criollos en cuanto a los empleos públicos de connderacion, los reyes de Espa- 
ña podían remediarlos, pero no querian^ por que asi convenia a la poliu^ 
colonial i a los intereses de la metrópoli; y respecto de otros males, verj^jpa- 
cia, la relajación de los frailes i las vejaciones a los indios, sí qtíerian f^e- 
diarlos, pero no podian. Asi es que, dorante tres siglos se estüvierpp tías 
de la barda del corral, mirando a los indios manteados por los encomeiKb^oPt 
manteados por los frailes, manteados por los alcaldes mayores, manteados por 
los de la raza negra i manteados por todos. 

(1) ''¿Pues qué, preguntó Don duijote, has topado algo9 Y aun algos^ 
respondió Sancho." 

(2) ¿Sabe Yuesa Excelencia por qné está Cristo pn este palHpf 



281 

procede en el gobierno 7 observancia del instítnto de dichas Be- 
ligiones, así por lo que toca á lo espiritual como á lo temporal; 
avisándome muy particularmente de lo que entendiereis de cada 
una, 7 de lo que os pareciere convenir que se reforme 7 por que 
medios" (1)- 

HT. Belajacíon del clero secular i regnlar de 
Essana en el nltímo tercio del siglo XTIIL 

Testimonio de Montpalaü en sü ''Dtccionai^io Geográfi- 
co Univef^sal," impkbso £n Nladi^id bu 1793. 

De este Diccionario he tomado los datos siguientes sobre la 
población, parroquias (con muchísimos clérigos seculares en cada 
una), i conventos que habia en nauchas ciudades de^España, 

Ciudadec;, Habitantes. Parroquias. Conventos de Conventos 'de 

frailea. monjas. 



Alcalá de 








Henares. 1,100, 


3. 


19. 


8. 


Alcántara. 700. 


2. 


2. 


1. 


Avila. 1,000. 


8. 


9. 


7. 


Badajoz. 2,000.. 


2. 


7. 


8. 


Burgos. -2,500. 


14. 


9. 


10. 


Granada. 54,000. 


23. 


as. 


18. 


Guadalajara. 1,200. 


10. 


7. 


■ 7. 


Jaén. . «,000. 


12. 


«. 


7, 


licon. 1,500. 


13. 


4. 


•5. 


Madrid. 150,000. 


13. 


35. 


30. 


Pamplona. 4,000. 


4, 


9. 


4. 


Salamanca. 3,000. 


»7. 


24. 


14. 


Santiago de 








Oompostela. 7,000. 


14, 


12. 


5. 


Sevilla. 20,000 (familias). 


31, 


44. 


30. 


Toledo. 35,000. 


24. 


16. 


23. 


Valladolid. 5,000. 


16. 


22. 


21. 


iZamora. 2,000. 


23. 


6. 


10. 


Zaragoza. 8,000. 


15. 


26. 


14. 



(1) La misma relajación que habia en las óidenes monásticas en el vmi^ 
Dáfo de la Nueva üspafia en el siglo XVIII, habia en el vireinato del Pera. 



2W 

£q la misma épocsLt flegon testimonios tan aotorizadód como éT 
cié JovellaDOs i el de César Cantú, habia en España ciento diez 
mil frailes i setenta mil clérigos seculares (1). 

Tres observaciones de poco interés. 1 f Lo asombroso del nú* 
mero de los frailes se conocerá mejor comparando ese número con 
el territorio de España, el cual era la cuarta parte del territorio 
de México (2). 2 f El número de frailes en 1787 era asombro^ 
80, i sin embargo^ algunos años antes eran muchísimos mas, a sa- 
ber, en 1767 en que fueron expatriados los jeraitas, de los que e- 
tan muchos millares, los cuales se agregaban a! núm:ero de 
110,000, que quedaron después del destierro de dichos regulares. 
3 ? Gomo se ha visto a la pag. 207^ el número de los frailes en 
España en el Último tercio del siglo XVlI era el de 70,000. Los 
hombres pensadores, los políticos, los reyes de la ilustrada Casa 
de liorbon, sus ministros i los Papas, alarmados por los gravea 
perjuicios que tan exorbitante número de frailes acarreabEi a la 
sociedad i a la misma religión, trataron de disminuirlos, ^ñ qué 
sucedió? Que Un siglo después ya eran 110,000, i en la misma 
proporción se aumentaron los perjuicios a la religión i la socie- 
dad. De manera qué^ los luminosos escritos de los sabios, coma 
í'rajr José fíaro^ las providencias de los reyes i sus ministros i 
las bulas i breves de Inocencio XIII, Benedicto XIII i Benedic* 
to XiV, no sirvienron mas que de podar á los frailes. ¡Tal es la 
fuerza i el poder extraordinario de un cuerpo moral íncrostado 
en la social civil, como es una orden monásticat euando llega a 
arraigarse en la sociedad i a tener mucha influencia sobre ella r 
a relajarse/ 

Mma^ de Stael en su libro ''De la Literatura considerada en 



• 

Alaman en el (üapítulo 2? citado dice: '^l^or ordeti del Marques de la Ense- 
li^ fueron comisionados al Pera D. Jorge Juan y D. Antonio Ulloa, enton-' 
ees jefes de escuadra y después tenientes generales de la real anmda, para 
informar sobre el estado de aquel reino en todos sus ramos: hieiérocle & la 
juanera mas completa é imparcial, presentando un cuadro fidelísimo del esta-^ 
do de opresión de los indios^ de los abusos de los que gobernaban y dfi la 
eorrupcion del clero, especiálmefUe regular^ ezceptuandQ los jesuítoa, de 
quienes hicieron el majror elogio." 

(1) *^Se¿un Jovellanos,- el cleto espafiol comprendia en 1787 danto o-^ 
dhenta tnil personas, de las cuales setenta mil correspondían al clero sedülar^^ 
(César Gantú, Histotía Universal, época 17« capítulo 24). 

(2) Abad y Queypo en iti notable opúsculo, publicado en iBl^eoirel 
nombre de ^^Testatnento Político,'* dice.* ^'Ia Nll^va Sqpala aria es cmaM 
teces mayor que toda la Bspaüa antigua,'! 



283 

fttta relaciones coa las instituciones sociales/' parte 1 f , capítulo*- 
10, dice: ^^Loa cuerpos, como las órdenes (monásticas) ^ clases/ 
sectas, etc., son sumamente útiles á un cierto fin designado; pero 
mucho menos favorables que los esfuerzos de ingenio individua- 
les, para el adelantamiento indefinido de las luces filosóficas/' 
Muchos pensamientos de esa sabia mujer son tan profundos, que 
no se entienden a la primera lectura, sino hasta que se raeditan« 
tal me sucedió con este. Me parece que se entiende respecto de 
los cuerpos morales falsos* como es una secta o religión falsa i 
de los. cuerpos morales verdaderos, pero en estado de relajación* 
Cuatro hechos probarán mi opinión. 1? En el siglo próximo- 
pasado el levantamiento de España de la postración en que yacía 
en el orden de la filosofia, de las ciencias naturales i del derecho 
público, no se debió al cuerpo moral de sus treinta i dos Univer- 
sidades^ sino a los esfuerzos individuales de Macanaz, el Marques 
de la £*nsenada, el Conde de Aranda i otros hombres pensado- 
res i sobre todos incomparablemente Fejjoo. 2? En la misma 
Espafia i en el mismo siglo» la reforma de la oratoria sagrada no 
se debió al cuerpo moral de las Universidades, sino a los esfuerzos 
individuales del Padre Isla. d9* En la Nueva España, en el 
mismo siglo XVIII, su levantamiento en la filosofia i en las cien* 
cias naturales, no se debió al cuerpo motal de la Universidad de 
México i colegios de la colonia [en su inmensa mayoria), sino a 
los esfuerzos individuales de Clavijero, Velaíquez de León, Ga- 
marra, Álzate, Bartolache, León y Gama i otros sabios. 4"? En 
la misma Nueva España i en el mismo siglo, la reforma de la o* 
ratería sagrada, no se debió al cuerpo moral de la Universidad i 
colegios, sino a los esfuerzos individuales de Parreño, el Arzobis- 
po Nüñez de Haro, el canónigo üribe i Sánchez Val verde* 

Lamartine ha dicho: '*Una corporación es el egoismo inmor-* 
tal" (1), i este pensamiento es una completa verdad respecto de 
tin cuerpo moral contrario a los fines de la sociedad o que aunque 
en una época haya sido conforme a los fines de la sociedad i ea 
consecuencia mui útil a la sociedad [como lo han sido todas laÉ 
órdenes monásticas en estado de observancia], después se relajó. 
Las ideas de la sociedad son unas, son ideas generales como eii 
la sociedad, i las ideas de un cuerpo moral impolítico o relajado 
son ideas particulares relativas al mismo cuerpo. No favorece a 
los intereses de la sociedad, sino a los intereses del mismo cuer- 
po, aunque sea con perjuicio de la sociedad. Procura enriquecer- 



■«M 



(1) Loa Gir(»idi&os, libro 7, capítulo 7. 



284 

se i que sus individuos tengan todas cQmodidadesi, aunqae oon 
este motivo muchísimos individuos de la. sociedad se cmpobrez* 
can i perezcan^. I dice Lamartine que este egoismo es inmortal^' 
por que una vez criando raices un cuerpo moral i adquiriendo 
grande influencia i poder en la sociedad, dura muchísimo tiempo 
i a veces siglos, por que lamayoria de la misma sociedad, compues- 
ta, de hombres incautos, dominada i seducida por aquel cuerpo 
moral con aparentes bienes, lo sostiene ardientemente. La pre- 
ponderancia de un cuerpo moral incrustado en la sociedad llega a 
8^r tal, que echa al dueño del coche a la tablilla^ quiero decir, que 
asegura que la sociedad le pertenece i que él es superior a la so- 
ciedad, por esto o por aquello o por lo otro i por que asi se lo re- 
veló a un viejo Tia Nica. 

Para que un cuerpo nioral eea útil a la sociedad, es necesario 
que tenga los mismos fínes que la sociedad i que coadyuve a ellos. 
£1 fin de la sociedad en su estado normal es el progreso, en vir- 
tud de la ley de la perfectibilidad humana, i advertid amigos lec- 
tores, dos que parecen paradojas; 1 P que la sociedad en la épo- 
oa de la3 Cruzadas, en aquel estremecimiento universal de Euro- 
pa i en una de las mayores revoluciones que recuerda la historia, 
se hallaba en un estado normal, por que luchaba por su fin i ten- 
día a su fin; i 2 f que la sociedad mexicana en la época colonial, 
en medio de aquella completa paz, se hallaba en un estado anor- 
mal, por que era una sociedad enervada, estancada, attasadai 
que no tendia a su fin. Un cuerpo moral impolítico o relajado 
siempre se está oponiendo a los progresos de la sociedad, por que 
esta i aquel tienen ideas mui diversas: lo que esta juzga mui bue- 
no, aquel juzga mui malo; i a la inversa, lo que aquel cuerpo juzga 
mui bueno, la sociedad lo juzga mui perjudicial a la misma socie- 
dad. Verbi gracia, en la España del siglo XVIII el cuerpo mo- 
ral de los frailes juzgaba que su excesivo número era una cosa 
mui buena i se llamaban la Milicia de Cristo^ que no se habia de 
numerar ni rebajar, i que sus excesivas riquezas eran una cosa 
mui buena i le llamaban Bienes sagrados^ el Patrimonio de Jes^- 
cristo, Bancos de avio i no sé que otras cosas; i la sociedad, re- 
presentada por sus hombres pensadores, juzgaba que aquel exce* 
fiivo numero i aquellas excesivas riquezas eran cosas mui perjudi- 
ciales a la misma sociedad. En tal estado de cosas, un cuerpo 
moral viene a ser un cuerpo heterogéneo en el cuerpo social: qw 
está produciendo una oposición continua a los progresos i a los fi^ 
nes de la sociedad, conflictos continuos, remoras continuas, gue- 
rras continuas i dolores continuos en el cuerpo social. Es como 



2*85 
ana piedra en^ li^ orina (1). 



• « # 



^(I) . iCSeato diez mil frailes i setenta !mil cltSrigosf ;Uná n{4C?0Q ih ft-aíles 
i clérigos! ^ Alégrate México, por que fuiste educado por uoa nación de'ftai- 
lés; i iomd aeg\iü ]a sentencia áé Plutarco, la educación de un hombr^^i mu- 
cko mas 1a de ¿a poeUo) es como los sellos que se in}prífnéi# on^ta. Manda 
«•ffH, 4q8 mkm duran lacgunmo tíampo, (Siaui agülamtBÜíkui mprimUn-^ 
i^r c^i9\ tía el docdrinae; dim puierüU animus es^^JiMcactetinOir.; 4¡lt ^14- 
catione liberorum), hpi, patria mia, en 1889, Ueiras jtodavia los sellos de la e- 
ducaciou de los iráiles. £1 primer sello es el de n^uititud de preocupaciones, , 
que se vén,' ño solainente eu el pueblo bajo ten todas las poblaciones cortks, 
sino en la maroria de los hombres de carrem literariti i aun eu no pocas de Aocá- 
tras DotiilñKduides cientíticas« como José Joaquín Tarrazas; i en casi todas laa 
chidáMfeade ibaestva República^ principalmente en la capital, x^n Querélaro^, 
pBefaU, León det les Aldamas, Zamora i Guadalajahí, sa ?éu bastaotcaff ena^» 
zas. . £1 segundo sello es el de ka supentíciomea qu» te ense&axtoa.kf' fr{ttle«t 
1^ outdea se ven en todjf^s los indi? iduos de la raaa iüdit^, >en la im^snsfLmci- 
yorra de los Mancos de lo^ Estados del centro i en muchos de los demás Es- 
tados. £1 tercer sello es etde la repugnancia al trabajó i flojedacl/provej^i- 
da en parte del elima i en parte de la educación i ^emplo de los fráileí^ l^ues 
todavía boi eres, queifida pakia mia, i perdona íti atrevimiento» niíaliacioii 
de flojos en tu naayoria. Flojos son ios de tartfea india (especialmente' erikk 
4«ra|S0ada de las seoa^, que es la aiaa aometfdsa es mtestm nación. >/ Flejor 
aon todos los beatos. i beata«, qin evpleaa gian pvte de loadíasdt tcabajo' 
en dovpciooes falsas; que falsas son según la doctrina de Fray Luis d^ Gc^^ 
Dada } demás doctores católicos, aquellas devociones que distraen a un. hom- 
bre p uoa mujer de los deberes de su casa i familia, de su estado i oficio: mo- 
üo de vida éuseüada i beredada de los frailes; i beatos i beatas que íormau u- 
pa clase numerosa en todiis las ciudades del centro de nuesim República. 
Flojos son los artesanos en su mayoría, que trabajan unos dias i otros los 
gastan en las diversiones, en la embriaguez i en el juego. Flojos los estudiati' 
tes de los colegios en sa mayoría, que siguen esta que era una de las má- 
ximas de los ftuiles: '^Estudiar un poco menos y vivir un poco mas;'^ Siude^ 
re paydo nünus, et vivere paulo magisl Flojos son multitud de individuos 
de profesión literaria, que no estudian los libros pertenecieutesa su pioíesiou 
ípara desempeñarla bien. I flojos, eu fin, los empleados públicos eu su ma- 
yoría,.que trabajan tres horas i diarlau i se divierten seis» inclusive los pa*' 
cires de }a patria O individuos del Congreso. £1 cuarto ¿iello es el pauperis- 
mo, efecto de las causas auteiiores. £1 quinto sello es ía falta de verdaderA 
ilustración i civilización eu la mayoría de los habitantes de nuestra nación; 
pues aun respecto Je los hombres estudiosos, una peque&a minoría se dedica 
a estudios científicos solidos, que ¿^on los que necesita la patria para su pro- 
rrreso, i la mayoria se dedúi^a a estudios de imaginación i otros superficiales, 
que 81 no son tan vanos e inútiles como el falso escolasticismo de los antL- 
Ipjos frailes, son ciertamente bien poco útiles a la patria. 

No esperes de mi, patria mía, el patriotismo del Sr« de la Eosa, 9uiea 
«acarea oontinuamentb la palabra Patria^ i al mismo tiempo procura fumeiá- 



m 

TbíTIMONIO DBL sabio fn^hY ^AflTIK pAKWBNTO /t). 




da £67JiK> i uiM <Í9 lo« fidi^qa iM^ Qotoble» del tw^^áa doi Gúloi 
IIIi ea ta Diaettmo.Qi^do idiee: ^^Apeau. ea ^ déoímá parte dk ki 
espa&oles 1m qsie «aben leer y eseribir (2). • . . Son touchos lo« 
qMe profesan nt\a de 1^8 cu^^fo fkcultades kni^f ore^ [-^l, qae ni pe- 
netran el &igDÍfica4ó de sus voces, ni ti^enen clari^ id^d?, fiU« cor- 
»^f ^^^^Vpor w ejerci^m eoj^^^^^ Yo9e?;alWr?í 

jfuiiM dwpAn cieuci% 4p QQsiM ni. d.^ o/Qi^tiri^d. De M4a iglittrui" 

6kl proceda el haber ^Qtáa diaputaa. «q eaaa cuatro fiícultacUi. 
Y #B otns (4) Ub mas boa ouestiones de nombres; por que aó Be 
ha estudiado la inteligencia de lo^ dignificados de, los no^b^eg gd- 
nuh)6s, sin la cual las' censas se ecliaA i pares ó nones.*^ 
^'Por lÁ roisma falta se hace Ó(¡iip9q el le^ ti^ros^ y i ^, %^ i^- 

gue^atoasjO ^ft la fttfíJrft^i:^^^ die.^i^aft». ^tp^^ m}: 

«»ril8 4U«W. §x^ llip^gAi jxo^f ll^qM^ 9epa0.el^^''^*'fN}^' 
Mós Qua. eepim caatellano j mesas qua sep^fi ni sa' dbdjqatpi 
)e0r Imtis; siendo ciertp que si misohoB ae dedioaeen a leérkites^ 
dft dia, cada cura podía ser n^aestro de sus niños felines^s, ^ f 

tar con su periódico i mantenerte e^i I^ antiguas preocnpacipnes, 1^ eiP|^' 
fes que yo te bable obo las fras^p pomposas i te digst tas mentirás que ts ai^ 
cén no pocos en sns discursos del 16 de septiembre, en sos periódicos i aun eq 
discursos pronunciados en el seno del Congreso, a saber^ que te hallas en jav/s; 
no, te diré rerdades amar^p, pero provechosas para tu progreso i civilfacioQ, 
i conctúiré con estas palabras de Isaías que le decía Feyjoo a sus oqmpi^9' 
tas, que lo acnsaban de falta de patriotismo.' '^Pueblo mío, los que té itup^^ 
Miz, esos mismos te eugafian y malean el camino de tus pasos.'^ P^P^^ 
tnéuk^ qui te heatum dieunt^ ifsi te decipiunt^ et viam greseuum tupnan 
düeipant. (Capítulos, verso 12). 

(1) ^*DÍ8Cur80 sobre el Método que debia guardarse en la primer^ ed^^^ili^ 
de la juventud, paia gne sin tanto estudiar de memoria j a la letreí, taviflfoi^ 
teayores adelantos. Por el Muy Reverendo Padre Máei^tro Fray Martín 99!^- 



esto pasaba en la metrópoli, /como estaría la colopia en n^teria deeifpy^ jíf 
primeras letras? 

(S) La teología, el derecho canóaicp, el derecho oivÜ i U iqc^iifiyQi,, 

(4íy Como la fllosofia. 



poca OMtft, tígaieodo el método que Ilero expuesto. Esto la irá 
h%c¡andii fj piir% ^ar dwer^íop propi*. j 4fl caqvpd fet mWftO» Í%- 
doctrina criatiana j los misterios de la Iglesia Cattilica, deairó'pre- 
«ÍQfltiwlAlM d«l»tipÍHV)t!Qr*ofiM7 ««IWHtíi^&Reí Tulg»r^if)i««^ U) 

(1) Siegan e] peasamiaptq 4o ^P ^1*0 Cri#¿(iton)o ^ijitelliH [^^«^ m- 
roñlote^ ^att |>Qcns s^erdqtes.- muchoB «i^ el nomtre i pooo^ q)i9 «jrñer»ii: 
Jffulti funi gáceráatea, €l paaci smfxráotea: mitúi nojuine, ptrvpi «jfcr». 
(Hdiaim 4S i(obr« el |¡'v»ilge11o, de 9ap M»teo). I op nki (jrftft MC'ift ^t'*' 
poijuisint^, por que poquif^mos eran los qofi salñsa ^^uiei^ m ÍQtSWb 

f ú aquella mqltHud (le curas no sabuD «1 cfuteDano, i<^u^ iiifitpq^ ftablA- , 
han/ H»bUbt^D el tsogiwje del fuero Jufgv, el del Diario 4» ÓuiáQ i »i del ' 
l^rio (1« Robles. No era ciertameote el rastelbino á<e f^qaeílos cqibs ^06 
Vt&y lims de Leoí^ i el de S^nU "^er^ai da Jemií, omipjrado ¡igr ol AlJal*'. 
Juan j^ndrea con elíAjoma de los fincóles, sídd el ciistelliiiio del lucolo(faj:,^\ 
Naprtdfmóit (Rspoleon^ del raboneo Iss ayudas etc , ilu Fraj Ramón (¡¿ñnUí, ' 
ffachapip^ uoDJe domínito, Doctor 1 catedral^ ile teología eu la llfÜYítfi- 
(fed.de Mftfico.&ítecadordéJ Santo OfldoiObispo ííi/'«f/i'ití.í de Ro«n, Qon 
sigradf) en 1607, i desTities Araolñspo de GnaieipalL. (Qt rietain, Bi,b)iQ^nt. 
artfculo tSasattay fhrfea, Ilimriíima Dúii í^i'fy Hnmon). Este Prelfti» 
<* BU perifidiflo Bl Anti-Hbial^, puljlia^lo «a Iblü ¡ 181!, le díeo «I Cfw-. 
dWo de la IpdepuBdencia: "Tt^ dirige Busjusto^ votos un ÍDi]ividit.odé ew 
Otanitro fía Univtriidad tk'Méxkój, qiiS hoDias llamándolo una cftf^titt 

' "FHÍste FHp!^ á tns óitorce fáAo*]. Otros por tus declinados {^¡«nsaiv qqe. 
doS tdlos antes. Có;no snole la malicia la edad, yo opino que antes con aotePi. 
Asi lo sosorran.** I loe Bifaurros. i snsiirrog áe espa&oles, eran el únicQ fun- 
damento qne tenia un escritor f^úblico para ssenttu- tan graves calumniast 

''iQ^tA dljoras el alguno de \m qtle hoj persigues. Valiéndose de tus ñus-' 
mas annw « dostrioM sAD^Mnarios, hubiese en otro tiempo robado y destruí- 
Ao flt tendiijoa y Moobo de tu padre; hubiera declarado guerra & tu Áunílla 
aemi-espAola,- hnbiesa aseñoado á tn padre, roto las costillas A tu madre y, 
perviqaebfádwbe Á tí, perdoe&ndote solamente la ñáaí . . . Aunque bi tftl íp- 
jttqli^ia noe tiabfía preserrádo & todos de noo de los niuyores asesinos y tltapOf 
. . . Has Tallera qne en la ctin« te bubfera sufocado tu misma toadre." 

Hablaodii de Hidalgo en Guadala^ra, dtceí "£1 fanatismo do tu irreligioa- 
y rebeldía resoné en los templos y calles, «n las casas y en los burdetes-. Qoii 
un p4pel<jjte iniprem convocaste 6 toJcrii los malTados S. que te dieseti 
ayM^off. ;. Acnbó ds amaniaTSB tQ Ira fa^irante con la improvisa entrada 
da tu qocrid» Quiteria y de las d<w sobrtfias del licencindott, que te dijeron 
eow laq owM 4s I4. noche, que se enfi^iaba ht cena. . . y abriiz&ndolas fuerte- 
mente, saliste & cenar (muiqiie ayunabeB), tu acostumbrado pisto de rabo 
dentfisfixo,. Por estimulante X ^ la aJu«4e«^(/0CSt*í«qn« hallas en eats 
g)fi|0, diiP^n t^B CQíiniiné, qiM loipreílerjea al cmoole, pipíaoo y chiles isHe- 
PRtt' auaq^iie son tjimlncn pktús favoritos." 

"Po.r q.bQrA^w tdugp mas noticiw que-d diario qoese I» ceyd si Paárt 
¥!Atiteí¥.^9.iR4Ós«}y.TÍCBrÍi)) en la limalla del ] 7 de En«(í.(€%i^(/«ran),-«l 



288 



t 



TESTIMONIO DE LO$/.ÜTOHHÍS DE LA plNCICLOPEDIA DE JAelLADC 

. £q m Artículo Memos Mmi/>t»'^%ien: ^*(k/nodméo\^ autortdtul 



tiempo dé huir desbocadamente, . . Dice así." Refiere algona* cotós V^.^í' 
ce se encuentran en el diario de Balleza y luego dice: ^ ''La demás d J diario 
no pedia leerse. Tan asqueroso y embadurnado estaba, como lnmtóea ^1 
AJanifieslo impreso. Se conoce que al huir Balleza, el miedo deacy g p fiu fu- 
ria pestilente sobre los tales papeles, y apenas sedistit^uia tu. nombro y ^' 
lulos, de puro chorreados en la fügitira descarga. balleCiana." 

Hablando do Hidalgo después de la batalla de Calderón, dioe: ''Ya se le 
brujuleaba (a Allende) algo de pedir Cíítufas eu el golfo y arriaconarte, por 
razón de clérigo irregular pasado, caprichudo, bribón, 2 idii^ulo, abotargado, ve- 
jancón. zan(|uituerto y retuerto, incapaz do consejo ni de gobernar im hatajo 
do muías, ni de fuxcerfreiUt duna mulata ... No conservas hoy humildad 
«íno para con la caballada de Tierm-adeotro, que compone tu estado mayoc 
y consejo de esbirros y rerdugos, y solo tienes compasión ha^ia los bestias qu0 
montas, cuando como buen albeitar que eres, yesque van á descermtna^^ o 
dislocarse los murecillos, con riesgo de que se manquen cuando mas necesite^ 
correr por barrancas, como en Acúleo, huyendo empolvado y sudándote «^rs- 
¿o. Mas yo, que entonces también te iba & los alcances, picándote la reta- 
guardia y iecoloteándoie con mi escopeta, para que te recreases con el soa 
monótono de la muerte, irritado con tu cobardia, que es á U verdad inhua»- 
na, he tratado de incomodarte como a enemigo de todos.^* Los rústicos IU« 
man tecolotcar imitar el canto de nuestro bi4io, bxiendp ctf , cu, para w^ 
tar i burlarse de alguno, 

*' Jesucristo . . ^ nos manifiesta como nos habemos de manejar con el traidor 
Judas, hasta que él se ahorque ó lo ahorquen. Sea esto segundo^ pasaevítsf*- 
te el diputo de la impenitencia final y de un desesper^o saic¡diM>/' 

''¿No has querido tragarte todas las riquezas de este reino» deseüM)^ teoer 
tina atracción mas poderosa y universal que la de todo el sisteíoa planetario, 
a fin de que la hambre y el terror doblegasen nuestros cuellos bajo tu yeg^ 
de boyero, y no hubiera . mas rico eu la Nuev)i ]i¡s|]a&a que el inhumano t^ 
Quista usurpador Costilla, criado eu un petate, entre andi^Jos asqáeüOSM, en 
u mayor miseria, comiendo toitillas y comido de pio« . . .f (piyos).' /Gran 
fortuna por cierto para la América que te nos enftx^uizases, pobi*e pillo, y^" 
iiéndote otro rey Midas, quien todo quería que iuese plata pam él, y en js^ 
pena se moria do hambre, por que uu le daban de Oomer sino pura platal Yo 
pura tí y todos conmigo tu hemos áeMimAo pur^ plomo , j puesto qué<a^ 
liera andas |)or los bosques, cou plomo te cazareaies." 

Hablando de los españoles muertos en Goanajuato, en Valladolid, i en o- 
tías partes, dice: "/ü victimas del honor y lealtad espafiola y ciistiana, 01 hd 
pagado el tributo do mis lágrimas reeonocidas', y juro vengajvs^ persiguicncl<> 
el iHimbro y la sombra de vuestros aseaioos crueles! Asi pudiera derrawar 
wn^ra sarfgr$ttí los sitios lúhrrgf)s ea que vertitivu oobardéines^' t<^ 



I 



289 

temponül el perjuicio qne se cansaba al eraño público con la eoo9- 
tante acumulación de la propiedad en las corporaciones ecleáás- 
ticas, por hallarde estas exentas del pago de tributos reales, y 

viendo el eiiiiM>breelúifento de las elases productoras del 

pnel^lo con el estancamiento de grandes masas de bienes» se de^ 
«Mió á poner coto á las adquisiciones de las manos miíertas^ seüa* 
lando limites al derecho de adquirir. . . Don Carlos II, Don 
Carlos III, Don Carlos I Y y Don Fernando VII limitaron tam* 
bien, atinqwe de diverso modo, las adquisiciones de bienes por la 
Iglesia; siendo la real cédula de 18 de agosto de 1771 una verda- 
dera prohiUcion de enagenar bienes raices á manoe muertas^ 

TsaTiHONio Ds Carlos jjj. 

Don Joaquín Escriehe en el artículo citado Amortización Ede- 
sidsticdf dicí?: "Carlos III á consulta del Consejo real renovó y 
Mnctonó en códuía d^ 18 de agosto de 1771 (ley 15, título 20^ 
libro 10 de la Novísima Eecopilacion), la ley del Fuero de Cor» 
doba, que prohibe la enagenacion de bienes raices á manos muer- 
tas, como se ha dicho mas arriba, añadiendo á las penas contení- 



snieetra. " 0¡oe que 1^ sangre de los independientes era negra, por que no e- 
ra azul «como la de los eepañoles. 

Tales eran ios sentisiieDtos i el lenguaje de orno je los principales Bocfte- 
res de la Universidad de México i ¡un Obispo/ Con tales sentimientos ¡pobre 
de Hidalgo, si Casans hubiera logrado haberlo a las manos dentro de la Inqui- 
■idon/ £n el mismo estilo está escrito todo El AntU Hidalgo^ sin que el 
Doctor de la Uníverflidad de Méjico llegue a abordar alguna cuestión de de- 
recho de gentes o de derecho publico o de Historia de México sobre la lode- 
püudepcia. De manera que en estas ciencias aquello de cuadrilla de igno* 
.fxtntes,^ .^ 

Comparemos los pensamientos i el lenguaje del Doctor de la Universi- 
«dad de Héxioo con el pensamiento i el lenenige del verdadero sabio. Dice 
Hidalgo: ^^Cuando yo vuelvo la vista por todas Jas naciones del universa y 
veo que quieren gobernarse por individuos de su misma nación, no puedo me- 
B0s4e creer que esta es una idea impresa en ellas por el Dios de la naturale' 
za. £1 francés quiere ser mandado por francés, el ingles por el ingles, el t- 
ittliano por italiano, el alemán por alemán. . . esto entre las naciones cultaá/ 
y entie las bárbaras de Améiica el apache quiere ser gobernado por apache, 
,6lpiiDa por pima» el taraumare por taraumare etc. ¿Por qué á los ame- 
ricanos {niexicafios) se les ha de privar del goce de esta preroggtiva? . • . ¿No 
sois vosotros los que hacéis alarde de haber derramado la sangre por no ad- 
jnitír la dominación francesa? Pues ¿por qué culpáis en nosotros el separar- 
nos de la dominación espafiola?" (^'Colección de Docurneutos para la Historia 
de la Guerra de Independencia de México^' por Hemandeas y Dávalos^ tomo, 
«P^nP269). 



dM ea el Faero liig 49 Tpr'\^9Joiaií de oficia á I99 aaoribanos q«e ie- 
tev?in¡éren .y de puUd^d de loa úiatruaieaios y enagenacíooM. 
£1 ii)Í9oao Qarlod III dispueq también en la instroccion de 25 dé 
j,tiniq,de 1767, j^rticulo 61, que en las luieYas po))lac¡oQ^ de Sie- 
rra Táorens^y no bah de poderse enagenftr laf beredaflast eo dianot^ 
muertas por contrato entre vivos ni por última voluntad» bajo la 
pena dé caer en comiso: \ey 3| titulo 22, libro 7 de la Novisioui 
Kecopilacion.'' . 

. Don Juan Sala en su 'Ilustración del D^echo Re|d da K^>a« 
fia/' libro 2 P« titulo 5, dice: ''La inhabilidad respectiva, ^to es, 
para heredar i determinadas personas, la tienen prlAummwtQ 
los eclesiásticos que confesaren al testador en su última enferme* 
dad, extendiéndose la tnhalñlidad á los parientes de aquellos, sus 
iglesias ó monasterios (I); y por otra disposición posterior, rati- 
licándose está prohibición, se declaran nulos los testamentos en 
que se contravenga á ella, y se impone la pen^ de privación de o- 
ficio al escribano que lo autorize'' (2). 

''Mas vosotros la habéis hecho {la iglesia) cueva de ladro- 
nes" (3). . 

IF. Relajación áel dm secular i replar de la 
Sueva España en el nltínio tercio Sel siglo ITE 

Testimonio de. Fehí^E!^ pEL Río. 

Én istt "Historia del Reinado de Carlos III," libro 6, eaf>{ittl6 
*4, dice: "Punto esencial era la elección de obispos criados en Es- 
pafia con las máximas de caridad, recogimiento, desinterés y fide- 
lidad al Bey que distinguían á nuestros prelados, los cuáles, oon 
la voz y el ejemplo,, atajaran la relajación del clero amevicani^ 
vAüJ cierta par desgracia'^ (4). 



(1) '* Auto acordado 3, título 16, libro 5 de h Recbpilacfoo, 6 ley 1:5, tf- 
lülo 20, libro 10 de la Novísima." 

(2) ''Cédula de 18 de agostoáe 1771, en que tte inserta el títado aoto 3 
' y es la misma ley 15." . ^ 

(3) Evangelio de San Mateo, capítulo 21, verso 13^^ Uvangelio' de iSüi 
' Míircótí, capítulo 11, vei«o 17; Evangelio de San Lucas, capítulo 19, ireiw> 

46. 

(4) ^'Obispos criados en Espatía con las máximas de mridad'* etc. Cier- 
' to: entonces. fueron nombrados por Carlos 111 i vinieron de España e! iüinor- 
''tálPray Aütonio Alcalde a 'desctnpe&ar primero lel- obispado de Yücstau. i 



Tfi^TlMONia DBL pqN9XL|Q jy HUJCAKO SM I73I. 

El Doctor' ArríNfltg^ 01% SM Notas al CondUo III MexicatiO| 
nota 198, dice: **En el ConeHío I¥ tfeZMino Be traté d^ efitable*> 
cer que los regulares admiDiatraáen sud haciendas por medio áe 
aeculares y no de religiosos, pero se pulsaron tan grates ineon* 
venientes, que se desistió del decreto proyectado (I ), y solo «e^ 
recomendó que la administración se hiciera sin dispendio dé la 
observancia reg^ular [2]. También se declaró que podian i^ner 
tiendas én que vendiesen sus efectos por mayor, no al meni^* 
deo''(s;. 

JBSWMONIO Mil y^TtTHTAMIEltTO DB ^fcXICO ftK 17 7 U 

Ku su Representación a Carlos III, de mayo del iqismo. año Id 
dice; ''Pa motivo á ^stojs clamores el haberse esparcido entre los 
americanos la noticiado que por algún Ministro ó Prelado d^£s- 
tas partes se ha intormado á V* M. [Viiesa Msgestad] en esto^ 
ói^emejantes términos: '*Ei espíritu de los americanos es sumisa 
y rendido, por que se hermana bien con el abatimiento (¿a ener* 
vacion); p^ro si se eleva con facultades 6 empleos, están muy ex: 
puestos á los mayores yerros: por eso conviene mucho p\ tener- 
jps s\:Qetos, aunque con empleos medianos, por que ni la humanir 
4ad ni mi corazón propone el que se vean desnudas del £avor; p^« 

después el de Guadalajara, Frny Antoulo de Sun Miguel a desempeñar elo- 
bt^pado de Michoaoau, D. Francisco Fabián y Fuero a desempeñar el de 
Piiübla i D. Alonso Nuftez de Haro y Peralta a desempeñar el arzobispado 
de México. Este Arzobispo Virey tuvo bellas dotes intelectuales i morales/ 
i nrrn fisieas, pues era de hermoso rostro i cuerpo gallardo, i tuvo un defecto 
timi grave, la pasión por .sus pásanos los españoles, colocándolos en los em* 
pieos públicos eolesiisticos i tíviles de mas honor i representación social i dd 
faas pingüe renta,. í postergando a los criollos i mucho masa los indios^ 

(1) Los frailes resistieron a la reforma i siguieron administrando, sus bar ] 
ciendas de campo. £1 Concilio era la reunión de todos los Obispos de la I- ' 
¿lesia Mexicana, presididos por el Arzobisix) de México, i sin embargo, ni el 
Arzobispo ni todos los Obispos podían vencerá los frailes. 

(2) No se poilia; según los institutos monásticos i los cánones de la Igle- 
sia no es conciliable la fdministrdcion personal de nna finca rñstica i la oliser- 
ixittcia monástica. Todo -paró en r^omenclaciúnes. 

^ (3) Según los ínfiftititles naonástieos i los eánenes de la Iglesia eslá proh- 
^faíbido a bs moqes el tsneb tienda de comercio, sea por mayor* e por moBor. 

El Concilio IV Mexicano no fué aprobado en Roma, por qu3 le faltabi^ mi al 

mondong^. 



292 

fo tí m« enseña la experiencia y conviene mucho, que tengan por 
delante d huesti^os europeos^ que con espíritu muy hoble deaeau el 
bien de la Patria (I) j el sosiego de nuestro amado Monarca.'* 
Bias ha que reflejábamos, no sin el mayor de&oonsuelo» que se ha*^ 
bian hecho mas raras que nunca las gracias y provisiones de V. 
M. á favor de los espafioles americanos (ios crioll»9\ no solo en la 
linea secular, sino aun en la eclesidMtica, en que basta aqai hahia* 
mos logrado atención. Lo obsarviibamos; pero oonteniamoa nues- 
tro dolor dentro del mas respetuoso silencio." 

'*No es la primera vez que la malevolencia ha atacado el cré- 
dito de los americanos^ queriendo que pasen por ineptos para to* 
da clase de honores. Guerra es esta que se nos hace desde el 
descubrimiento de la América. En los indios ó naturales, qne 
son nacidos y traen su origen de ella, á pesar de las evidencias, 
áe puso en cuestión aun la racionalidad. Con no menos injusti* 
cía se finge «de los que de padres europeos hemos nacido en este 
8uelo, que apenas tenemos de rasson lo bastante para ser hom* 
bres. Con estos coloridos nos han pintado ánimos prevenidos, a* 
bundantesen su propio sentir, enemigos del desengaño, y í tama' 
ña injuria se ha manifestado al parecer insensible México, cierto 
de que la pluma particular de cualquiera de sus hijos bastaría, 
como lo ha acreditado constante la experiencia* á rebatir la ca- 
lumnia. La que hoy se nos hace (siendo cierto haberse informa- 
do á Y. M. en los términos que quedan asentados),, es de natura- 
leza que debe excitar todos los sentimientos de este Ayunta- 
miento/' 

'♦Es el asunto que se propuso el que extendió el Informe, al- 
canzar de Y. M. que los españoles americanos no sean atendidos 
aino, cuando mas, en las provisiones de empIeo3 medianos, tenien- 
do siempre por delante en mas alto grado de honor colocados á 
los europeos; es decir, que se nos excluya en la linea eclesiástica 
délas Mitras y primeras dignidades de la Iglesia^ y en la seglar 
de los empleos militares, Gobiernos y plazas togadas {Audienciaí) 
de primer orden. Es quererse trastornar el derecho de las gen* 

tes. Es caminar no solo á la pérdida de csta AlUérlCfti «¡no 

.k la ruina del Estado." 

. ''Mas y mejor ha de servir al público do una ciudad, de un o- 
bispado, de una provincia ó reino, el que por haber nacido en él 
.naturalmente mas le ama, que el que, temendo au patria á dos 
mil leguas de distancia, contemplándose desterrado en el mismo 



{1) El bien de la metrópoli. 



293 

empleo que sirve, ha de concebir desafecto . * • Estos (loa españO'f 
hs)^ por mas qué no se consideren civilmente extranjeros en In- 
dias, lo cierto es que no recibieron el ser en ellas; que tienen en 
la antigua España, y no en la Nueva, sus casas, pus padres, sus 
hermanos y cuanto es capaz de arrastrar la inclinación de un 
hombie; que cuando i esta distancia se destierran á servir un 
empleo, no mudan de naturaleza ni se hacen insensibles é los im- 
pulsos de la con que nacieron, y por todo ello es fuerza que desde 
estas regiones ao pierdan de vista la atención á los suyos, y so- 
bre consultar á socorrerlos [si yano^ á enriquecerloaX se con- 
templan pasajeros én la América, teniendo por objeto el volverse 
á la quietud de su patria y casa acomodados. Asi lo ensena Cft*" 
Úa dia la experiencia!' (1), 

'^Ocupado el europeo de las ideas del socorro y adelantamiento 
de su casa, distante con todo el Océano dé por medio, entrañado 
del pensamiento de volverse á su patria, es inevitable que pon- 
ga todo su estudio en que le sirva el empleo para enriquecerse; 
es preciso le faiteen mucha parte de espíritu, mas de tiempo, pa- 
ra dedicarse á pensar en felicitar {hacer feliz] la Provincia' que 
gobierna; es consiguiente que le sean mucho mas fuertes que á 
otro las tentaciones de la codicia, y que no deje pasar ocasión 
que se le presente, en que por cualquier medio (que el amor pro* 



(1) D. Fermín Reygadas, español, el defensor del sistema de Tolomeo 
en 1812, de que habló en mi "Filosofía en te Nueva España," en su furibun- 
do periódica realista El Aristarco^ publicado, en l8ll, trata de dar la razoá 
por qué yeniaa de España tantos españoles a México, diciendo que salían de 
su patria i se venían a América por que dice Jesucristo "Ninguno es profeta 
en BU patria," i también para imitar a Abrafaam, que salió de su patriai i se 
fué a una tierra lejana para ser allí el padre de una prodigiosa gene^cíon de 
héroes. Dice: "Dios dice: "Ninguno es profeta en su patria.? En eata ex-r 

Sresion parece que autorizó Jesucristo la emigración para los felices enlaces 
e la sociedad^ Conveniencia le resulta al hombre que deja su pais nativo. 
La mas noble de las semillas, el trigo, se mejora mudando de terreno... 
{doien faa dicbo á los autores de la rebelión (todos bablan por boca de Hidal* 
go), qué el dejar su cuna para mejorar de suerte es romper los mas estrechos 
YÍnculos de la sangre? ¿Quien les ha dicho que abandona á sus padres él 
que va & buscar a otea región con que socorrerlos? . . . Para hacer a Al{ra- 
ham padre éomun de una prodigiosa generación de .héroes, fué necesario, a- 
partarlo de su país y del lado de sus padres.'^ (Él Aristarco, reimpreso por 
Hernández y Báralos, * 'Colección' de Documentos para, la Historia de la Guei^ 
na de Independencia de Mé^co,^^ pags. 801 i 802). Beristain en la Aproba- 
ción de £1 Aristanso; le dice al Yirey Yenegas: "Suscribo, Señor Excelentísi* 
mo, muy gustoso á todas las ideas y a todas las expresiones del autor.'^ 



J 



294 

pió iodos los pinta justos), proporcione caudal qué poder llertr 
á su patria. T de todo esto, ^qué puede esperarse de buen ser- 
vicio y utilidad del público? ¿O orno no es de temerse justamwte 
el daño en los intereses, en el gobierno y otras perjudiciales re^ 
wltas de las Provincias?'' 

^'Le mismo proporcionalmente debe pensarse de los provistos 
eclesiásticos. Estos, deducida su mantención decente, cual eo-* 
rresponde al grado qua logra en lagerarquia eclesiáatica» no pue« 
den considerarse dueños despóticos del resto de lo» frutos de sus 
beneficios, cuya institución no fué para otra cosa, ,sino pM*a man« 
t^ner á expensas de la piedad del pueblo ministros eclesiásticos. 
Estos, puei^i deducida su mantención, conforme al espíritu del 
Cristianismo, dejando opiniones lisonjeras, deben reeonocer por 
acreedores y aun dueños del sobrante de sus rentas 4 los pobres, no 
de eualquiera parte, sino del obispado á que pertenece el besefi^ 
cío. Si en aquella diócesi tiene el beneficiado ^u parentela y es« 
ta es pobre, Sño deja de ser taa acreedora á sus rentas como otro 
cualquier necesitado, y podrá socorrérlii sin faltar i su obligación 
y sin perjudicar al obispado que lo mantiene, con extraer de él 
dinero^ que es la sangre que lo vivifica. Con todo eso podrá com* 
plir fácilmente, acomodado en estas partes en un beneficio ecle* 
fiiástico un español americano, y no podrá verificarlo el europeo^ 
que acaso deja á su familia necesitada de sus socorros. ¿Qué ba* 
rá pues? ¿Dejará de oir los clamores de la naturaleza? Fareeerá 
volverse peor que los infieles. ¿Se dejará mover de la neeesidad 
de los suyos para consultar á su socorro? De otro tanto defrau* 
dará á. los legítimos acreedores y aun dueños,, que son loe pebree 
de la segion en que sirve, y para confundir loe derechos de es* 
tos^ {MTOCurará engalSarse á sí mismo, abrazando opiniones de las 

que tienen relujaéa la moral cristiana, desfigurada basta 
el grado de fnconocíMe la discipliiia de la Igjtesiia." 

''Hay otras razones que inducen cierta necesidad para no ser- 
vir bien ni ser útiles al público los españoles europeos aoomoda* 
dos en la América. Tienen estos que erogar loa muy erecidoe 
coatoe de so tmnaporte^ que suben mticho í proporción de que 
lo» empleados se eontetiaplaa precisadas á venir cbtt piftÜGular 
decencia y comodidad^ con séquito dé criado)? y familia, no. sdlo lá 

Íue h&ti menester^ sinq^ Ifi que no pueden iñenos que admitir, 
^br que una vez provistos para la América, son innumerables lea 
europeos que careciendo de destmo, quierea lograr aquella oca- 
sión de venir á bucearlo ^ estas regiotiee, importu&sAidú ooli la 
mediaciicm d6 los xaaa. obligantea ra^Hos al empleado paw qwi 



295 
lóá traiga en su fiímiliá: Asilo experimentamos Cftdfl Alft. ¿Y qiié 
de perjuicos públicos no es preciso que resulten de tan fatal e^- 
perieneia? Los dos últimos Arzobispos de esta metrópoli tuvie* 
rott que pagar por su traüspoi^té cuarenta y cinco mil pesod; pues' 
al actual (1) le costo veinte mil, según ha confesado paladina* 
mente muchas reces él mismo, y á su anteceder Doctor D. Ma« 
nuel Habió y Salinas veinticinco mil pesos (2). Agregúese á es- 
te costo de transporte de mar, de que solamente hemoé hablado 
hasta áh&rat ^1 de su conducción por tierra desde el puerto hasta 
8u destino en un país en que se miden las distancias por centena- 
res de leguas [3], en unos caminos despi^oveidós; en que és neó6- 
sario qute junto con los caminantes úe eonduzca todo' cargada en 
muías, con multitud de criados inferiores para cuidar de ello y 
de losr que* lo llevan, todo á costo de muy crecido^ gaátos. Con- 
sidérese que d!espues de todos estos cóstod, el provisto tiene queí 
poner una casa y adornarla; tiene que dibpoüer un tren correspon- 
diente á 8u carácter. Y todo esto sin entrar el costo de la expe- 
dición de susi despacho!» (én que no gaátá más' que el améxicano)| 
ya es^ una suvcfa, á que agregados los premios y riesgos dé niar y 
vida, por mas que se ciña no podrá bajar de txeintá á cuarenta' 
mil posoa." 

''*Éq otros tantos es fuerza que se halle empeñado {adeudado) 
el europeo provisto para Indias cuándo entra al servicio de sú 
empleo. . • /!/omo pues pagarán etátos el oneroso empeño Couque 
entram á sus oficios*? ¿Dejarán acaso dé corresponder á ^s acre- 
édoree? Aun esto, que no seria lo péoi^ siendo tan malo, cedería 
en desdoro y desestimación' de los ministros, se vilipendiaría sU 
niinisterio, se desautorizarían sus {ii'ovidencias . . . Lói^ acreedo- 
res mismos no vén con tanta indiferencia la pérdida de Sus inte- 
reses, que dejen de perseguir, molestar y aun avergonzar á sus 
deudores hasta conseguir lá satisfáccioü. Los deudores no pue- 
den tolerar la persecución del acneedor ni carecen de arbitrio pa- 
ra pagarle. Mas' ¿cual es este? ¿Cercenar algo del sueldo .para 
cubrir el crédito? No es posible, qué el sueldo está medido 

(1) El Sr. Lorenzana. 

(2) El Sr. RaHo y SáEnas a paco de haber llegado a México did su Fas- 
íoni sobrb Dieztoos. 

(3) El ^ YeiüTá nc^ljrádó canónigo ti oiddr de Gttadál^ára. El qué venia 
ncmhiáñú Oobemador de la Nueva Vizcaya (iHirangol. El qné Vetiia nom- 
brado oomandaniedelas Provincias intérüCMi de Occidente tenia que dedeinbai<- 
oar en Verácmz i caminar liasta Chihuahua. Bl que venia con effipldtf en 
Tejas o en la Alta eatíftrma, . . . 



296 

S proporción de lo que ezige la decencia del puesto, y mantenida 
esta, nada sobra á beneficio del acreedor. Las Indias muy abun* 
daqtes son de oro y plata para los provistos en no escrupulizan- 
do en los medios de adquisición, y no podran ser muy escrúpulo* 
sos» cuando urgidos de la necesidad, molestados del acreedor j 
estrechados acaso del juez, á quien se ha ocurrido para cobrarles 
(1), vean que se les proporcionan frecuentes ocasiones con que sa- 
lir de sus ahogos, oe franquearán á obsequios, que á pocos pa- 
sos declinarán en descarados cohechos^ venderán la justicia y no 
podran tener otra atención que á su particular utilidad, sobre la 
ruina del público de su cargo/' 

''¡Ojalá y fueran estos solo temores y consideraciones técnicas, 
y no los lloráramos cada dia en la práctica! Ko se vé otra cosa 
que venir provistos ó colocarse en estos reinos hombres carga- 
dos de necesidad y empeños {deudas); mas dentro de pocos años, 
cubiertos sus créditos, vuelven llenos de riqueza á sus patrias'' 

(2). 

"Aun hay y se siguen otros mayores {males). Viene el em- 
pleado cargado de familia, alguna que necesitaba para su servi- 
cio y la mas que se vio precisado á traer por deferencia á los res« 
petos que lo estrecharon. Es natural amar á los compatriotas 
tanto mas, cuanto han hecho compañía de mas tiempo y desde 
mas distancia. Es también inevitable que se abulte el mérito, 
visto con los anteojos del mayor afecto, y de aquí proviene que 
llegando un Prelado con muchos familiares europeos (3)^' cuan* 
tos son estos, contempla otros tantos sobresalientes acreedores á 
los primeros beneficios {canongias^ curatos pingüe» ote.) que se 

{proporcionan de su provisión. Gimen oprimidos con el peso de 
os años y de los trabajos de academia {cátedras en los colegias) 
y de la administración nuestros estudiantes; logran la mas aatén- 
tica calificación de sus letras con los mayores grados en la Uni- 
versidad (ser Doctores o Maestros); acrc^editan su conducta en doc- 
trinar los pueblos {ser curas); no cesan de pretender, sin omitir o* 
posición (a canongias) á que no concurran; y despuqa de todo fia** 
» ■ 

(1) Demandaban a Abraham. 

(2) ¡Gomol ¿Por qué volvían a su patriad ^Paes no dice Jesucristo qne 
Binguno 68 profeta en su patria? A esto sin duda respondian los españoles: 
*^Distingo: ninguiio es profeta en su patria, áa dinero, concedo; pero después 
de haber formado en México una generación prod^iosa de heroicos talegos, 
todo hombre es profeta en su patria i en dondequiera.^^ 

(3) Estos familiares salian de España por que ninguno es profeta en sa 
patria. Los Prelados traían una multitud de profetitas. 



len dé \tA ¿ottcnrisóé éíü Ubéiñ qüidel hué^o mérito de sus aótoe {li- 
teratiós), y logran de los iliéjorfes prefmiüs un ídmiíiár 6 ttouchos, 
que étüpiézftü á tiVif, que ño Úeúén con átg^ún ^rádo |j&blicá 6á- 
hficftoiott dé stt idoneidad, q'üa nó fain docidhado {$ídó bUf-cü) etí 
Indias ni 6e!^^idó éti ái^ná dé ivíi Iglesia», y áá6 á VébéS (f és íó 
regular) no han aalido jamas á otro concblrdb^ |*lj[. 

''A éemem*eé pódHátn&s pónét' á V. M. lod 6Jétki(>l6¿ cíe esU 
vetead. Láfl k jeg del i^int> tnándail éstrecbáméñté ^ne ks doc- 
trina» dé ]p(iébl<M de Indios, no éé den éinó i lód péifitbá ett él idió^ 
ma respectiva Es ocioso fandaí^ I& |tistieia de está ptói^idénciá; 
j»M án eoQ^Mli^ tié éllá, hefaoíód Umen^do pi-oVisítoé lóá niéjores 
ruratoi éti eittopéo^ fátniíiai'ecí dé \ó^ Ptéfados» que ni én¿iéndéa 
á 0M feligrés» ni ^uedetí sét éiiténdidosí de ellos, y fiácén et iiiá<^ 
te pafpét éé ptotoMb mudo^ y sotóos {^ara sus oVéj&i^ (2). ¿Qtrá^ 
es todo ésto? Lod Pi'eliados, úó ptrdéitfóá decif dué' b¿ñ depuéé¿6' 
el UlñM de Biós y hédhoise in^eásibles fi Ibs clafnoi'étf d¿ s^qié dóii- 
ciencias, sino que el áúíbf úattíttéi y tiéttíó coü aué t^ á áüs fá-; 
miliares, lesf abulta ed nié^itó de eátós ha^ ¿í^eerlóé tilas dig^b^J 
iSUil étt eiretlclátiincias dé fcetr pcit la igtidr&tóist de' loé idiomas posji^ 
ttvátíietí té ineptos/' 

''Hay otra í^ái^tt ñáttirál que influyó éri hácei^ ii'rémediablg é¿- 
te perjuicio. Viene nú Frejadó eui'ópéó óarg&db de familiáréá; 

3ue también lo tíotk. T>e estos confia, pot (^ue con él manejo déé- 
e EUpaAa hán^ sabido ináínúaiVe y I¿tcérsedTÍefíos dé suinteñóf/ 
Kadonfiá dé lós ^mérióáüós, fi quienes ^o Há tratado ni codobéV 
ni está^n estado de coúoeer ó «fabef de^ éñdáf tiiá¡á áüé lo' que Quie- 
ren decirle los femiliaré^r, conduófois dthiéos ^'íía^legar al ^télú-' 
do récfieii venido.^ Los^ &miliarei^ cuidan {iocd de ^céf foríñái' ái 
Obispo bi^eu eoneepto do i^uéstifo clero, si &casb lib influyen pósi- 
tivameQte eñ quelo fo^me malo, como interébados en' qué nó J[ia> 
ytb en otM Bo^ítito (^njte les' Aventaje {3)¡ f coú éstó^ sin culpa a%ú- 

<lt Los^ íoitHliflites espflAdb^ p/fúM^h^ «ioií ]9doiotéÉ idrK>lloÉ, gtóiii^ 
¿des lot mejores cantor i oánofi^ias; AS^éoi» famlll$réé^ Jlc^gái^Msi a 01^^ 

(3) Aneodbti W^Qteáís ik»í tastMaüfet^í^dbísfyó #t^to b§«» féi vií^def 
túkñdad: qne SL Ptdaao sedif»lí$ iacdf 'séeetyd dél-fíri^f^ djfl^er la Mli^^ 
del Sr. Gaia B, por queduia una jbora en la llilia:{''|Már()i delta éé'gít isÉeúdi 
el Ohafiá, tío estt « píopóúki^ pcmUÉdénigtí^ j; ^é él Sr. Otírfta iuéi uiáa ccKl» 
>dt ptol éainyolesf 'S»exc(ntri0o, dsda éto su int^fritii' el' OKst^a, i nüáík á' 
poner en ridiealo al Cabildo con «as ezsSM»eióEEidéé''V qué' el Sf. CiMí'ir 
goato de on palo a una gallina: ('"lObi^ jbabría pcA%üt> d« ^Tte' dMÉIQkk J^^i» 



2d6 

« • 

Bft suja^ el Prelado estti necesitado á cr^er que no hay en su ¿xó*. 
cesis cosa comparable con I09 que inmediatamente lo aerean. A. 
estos atiende, á estos acomoda, y hasta que separado de elloa, co- 
mienza después de muchos ii^os á certificarse pQr sí mismo de 
las circunstancias de su c]ero> padece esta lo que mas fácil %$ de 
concebir que de ponderar/* . , 

'*De este principio redunda e^ mal concepto que principalmen- 
te en los primeros años se forman de nosqtfo^ los Prelados eorch 
peos, y lo mismo se entiende respectivamente de loa (lemas em« 
picados extraños de estos países/ 

^'No cesan aqui los perjuicios ^n el acomodo derloa europeo» 
en los empleos públicos de las ludias, tienen esta^^ leyes peeu* 
liarea para su gobierno» ordenan^, a^tos, acordados, cédalas 
reales, estilos particulares de los tríbunaleay én una pajabra, un 
derecho entero^ que necesita un estudio de foi^ vida, y no lo ha 
tenido el europeo, por que en sU patria le seria xl6l todo infrac^ 
tuoso este trabajó (1). ^iene á gobernar uno» puebloe que no co* 
noce, á manejar unqs derechos qu^ ^o Jba estudiado (2), á impo- 
nerse eu nnas costumbres que no ha sabido, á trabar eon uaas 
gentes que nunca ha visto; y para el acierto suele venir cercado^ 
de familia igualmente inexperta; viene lleno de p^á^^imas. de la 
j^uropa inadaptables en estas partes, en }as qu^, ú los españoles 
(^americanos o criollos) en nada nos distinguimos de loa europeo:}, 
los miserables indios^ parte por un lado mas débil y. digna de a* 
tención, y por otro la que hace lo mas grueso del reino y; todoet 
nervio de él y la que es el objeto de los piadosos^ desvelos del go- 
bierno de W M., son sin duda do otra condición,, ^ue pide regla» 
diversas de. las ^ue se prescriben para los españolesr Sin embar- 
go, el recien venido trata de plantear sus ideas, de establecer sus 
máximas, y mientras cj^ue en ello se pierde m^iserablemente-.el tiem- 
po,, hasta que ie hacen abrir los ojos los desengaños^ ¿qué pvied^. 

— - « 

capoDÍgo^^K En ese «pármib de! la Representaqioü deji Ayuntatnienfi) están 
fotografiados los famiUares de los Obispos del tiempo' del gobierno eapa&ol 
Su destino era de bien poca consíderadon por el honor, pero de mucha im-- . 
portancia por la influencia que tenian con el Obispo, en virtu^ del t¿ato ínti- 
mo duiauta mucho tiempo i de que se htfciaU ^Muefios de su intóríer,'' como 
di^ el Ayuntamiento, esto eS| que l^s ganajbact el corazón i lo incUnában m 
Sayc^x de este i eu eont»a de aquel; . • 

..(1). £1 dereeho oaaonico atnericauo se eonponia del Coiifiiiie» III Mexict-^ 
no, de muolyís bulas i breves de los Pa^aS' i de otf os muchos oánone» m\» 
los negocios, eclesiástioos do Amérka^ > 

.W /T^rible aigumentol 



299 

• * 

esperarse de su gobierno, sino unos sobre otros los yerros y loS 
perjuicios?" 

"Mas ha de dos siglos que las gloriosas armas de V. M., auxi- 
liando el Evangelio pira intradmciflo en eáta región y felicitarla 
{hatería fkliz) la conquistaron. En todo este tiempo no há per- 
dido V. M. ni sus gloriosos progenitores dé vista la situación de 
]c9 indios, manifestándose clementísimo Padre de ello^. ¿Qué de 
leyes n<> sehan^puMicado'á.su beneficio? ¿Qué de providenciad 
para civilizarlos? ¿Qué de regks para bien instruirlos? ¿Qué de 
privilegios para favorecerlos? ¿Qué . de cujeados no han costado 
su consei^vadotí,^ síi aumtento^y su felicidad? Parece que son el ú- 
liico objetó de la atención de V. Mi Muclio menos bastaría pa- 
ra felicitar cualquiera otra de las naciones del mundo; y en la de' 
Ibfe indios vémt)8 con dolor que lejos de adelantar, cuantas mas a- 
ños pasan de la conquista es lUejttOl* 811 Cllltlf 0^ CrecO SU 

rifstíeMad, es mayor su miseria (i)í y aun ¿h el número de^ 

sus in&viduos se experimenta tal 'decadencia, que tiene V. M. 
en estos dominios gobiernos enteros en que ya no se conoce un 
india, y en el resio del reino acaso no se conocerá dentrp de algu- 
nos años [2]. Muchos se fatigan en averiguar la causa de esta^' 
Verdad fconstan te; pero debemos creer que se fatigan en vano* 
mientras no refcutran al principio cierto, que consiste' en el go-' 
bierno inmediato de los europeos. ¿Qué importa que las leyes de 
V. M. sean santísimas y útilísimas, para estas regiones y sus na- 
turales, si el Gobernador ó Prelado que ha de cuidar de su ob» 
tíervaricia no está instruido de ellas ó del modo de practicarlas? 
Estte es, Señor, el verdadero principio del atraso de las In* 

dia«." 

"¡Qué bien entendida, tenía esta Verdad (3) el Rey D. Enri- 
que Tercero de este nombre! Kenere este gran monarca en su 
pragmática del año de 396 (13&6) los perjuicios que experimen- 
taría su reino y vasallos de que no se atendieran estos por la Cor-» 
te 4d Homa en la provisiqn de bepefícios de su pais; y después de 
apentar otros iguales (ó los mismos) & los que es fuerza se pades- 
oan* en Indias, conferidos generalibente sus empleos honorifieos á 
los europeos, carga particularmente la consideración sobre el da« 
ño '^e que faltanck> estimulo en la proViaion de los beneficios, des*^ 






I ; 



(}) f (SxageTBoiones d^l Padre Las Casas/ • . . , 

(2) J)Í8cnrso del 16 deáeptíembreí \ ^ 
- (3) be la neceridad deque \o% eopleos. públicos «n una BAcioo^se ooih 
fieran a los naÜTOs de la misma. . / 



300 

ipayoiría la q^pljeacion^ decaman las estudios, no $e euttwarian h» 
ciencias y dominaría en el reino un vergonzoso idiotistpo."^ 

*'^l á e\]ñ9 {los empl^of púbUeos de considerúdeH) $e .oos náerra 
1^ pi^erta» 6 har9mo9 un% ri(^ ogeiiura y uq puclimdo oontraér ér 
lian7a^ luatro3a3, I03 biJQ9 q^e tavi^re^^ seryina solo de^wiiaea« 
tar 1^ pl^hei ó nos veremos reducidos 4 h iieoesida4 d$\ a^\»to 
y aca^o á abrazar d estwío religiosa ó^deaiduitieo laoiiiar, e» q^ 
«tenernos í h limoaua d^ una Misa; yM\t^ el poriacipio de au«* 
nientar v ^un el de cqasery^i: bQ|i««^me&t« -la poUsieioa de Isb 
América/* 

^'Desatendiéndose á los indianos, se franquea coas la puerta al 
eelib^to de I09 europeos. Se les proporciona mayor estera parsi 
sus pretcnsiones en la^ piezas ^lesiástioaa 4s la Af^óríoa, tobre> 
la? que sin, iK>i^ti;adi<^<ñoa diafrutau eu la 4atigua ^paSa. Ala 
4entro da la ^pere:^ de los oW9stiF99 se les oonvidía con la espe^ 
rftn^a de pasar a títulQ de n^isf oaei^^s 4 ecopaír laa PrelaMlts 4e 
su Orden (l)> ea lai^ ques^ uos cierran la* puertas 4 las aWMÍe%^ 

3Ó9> a^dmitieado solaa^^eu^ un muy corta niimera de eUoa e& car^ 
a trienio» para poder aiempre pintar aeoesidad de aujatos y ha* 
cerlos. venir de la Europa^ con gravísimos cip^nto oqiosos (iJatiíi* 
íes) costos del real erario y con^ notable perjuicio del £stado,.aa 

el copsi4eraltile nUmero ^ in4lYj4)i08 «ue con e^tcki^deisi,^ 

da proporción abrazan d cdibato^ y faltando para el honesta 
multípUco de la especie» influye ea el despuebla da La Mcoar* 
qnia-* 

''Ya qoerriaoios que fuQsea estas aprebeiwonesy 4 que solob 
ÓLíA^Sk bulto' nuestro amor precio y la aJbeacioa á nuestro iatereí^ 
son conaiderables sólidas consideraciones; perjuicios efeetivqt^ 

I ■ r »i 

(1) ]6fl esto mismo que d^oia el láarques de Baiinas i hemos visto a la^ 
pag, 2^6; ""So me rio mucho cuajidp oigadepb que ea esta, flota, en estos ga^- 
leones, han ido tantas Misiones para Indias. Estas no sirven, las mas, si no 
es de solieitar su9, conveniencias y reli^jarse así como llegan.^* I em esto 
mismo* que a mediados del siglo XV II dema el jarisconsulto 9oIdnsano i ke— 
mos visto a la pag. 183: ^'Pero eí^ dplor es que muehee de ellios repaTsn púecp 
eo esto, pBOCumndo cuanta pueden y oomo puedenquedsrat ea las P^mcÍBs> 
iDMpÚBgüef, abundantes y deleitofsasi donde tieaepy^ iun^adoa inanes y 1^ 
cQ^mwe^oa^ y sin cuidar del; inteálp yMisicmes &,que fueron» enviad, j^ 
poniendo antes todo su estudio en pretender los Prioratos, Guardianias, Den- 
nitorios, Provindalatos 7 otros cargos de los conventos en que se quedim y 
prohijan.'* De manera que, lo que- pasaba ea. el segundo tttcia del siglo 
XVII i de que se dolía Solórzano i se reia^ Maiquesi deBariaas. em lo 
iBMia qne pssalHusigto imedí^deipueridetqwjse lanealaba el Ayunta^ 
miaato de México. 



301 

que lam'efitan nuestros mejorea políticos y sirven de gustoso es- 
pectáculo á la malevolencia de los extranjeros. Ya ha algunos a- 
ños que un español europeo (que tuvo la desgracia de deslucir 
sus máximas políticas con cierta acerbidad de carácter), compu- 
taba diez mil almas que salían anualmente para las Indias de la 
antigua España, y que despoblando esta, no poblaban la Nueva 
(1). Desde que este cómputo se hizo hasta el presente, al menos 
se ha doblado el número de plazas eclesiásticas y seglares en la 
América, y á proporción el número de los que pasan á ella, ya 
en los empleos y ya á título de criados de los provistos" [2]. 

**Se hace indispensable que nos vengan algunos ministros de 
Europa. ¿Pero que lo hayan de ser todos los que se hubieren de 
colocar en empleos de primer orden? ^ ¿Que hayan de ser, como 
en el dia son, todos los Gobernadores que V. M. tiene en las pro- 
vincias y plazas de esta América Septentrional nacidos y criados 
en la antigua Españaf ¿Que no hayamos de tener, como al pre- 
sente no tenemos, en todo el continente de este reino un Arzobis- 
po ú Obispo que haya nacido en él? (3). ¿Que precisamente 
los ministros togados (lo$ oidores) de estas partes hayan de ser, 
como son hoy, la mayor parte, de la Europa? ¿Que aun las sillas 
de los coros de nuestras catedrales apenas han de estar ocupadas 
á medias por nuestros naturales? ¿Que en el manejo de rentas 
que produce á V. M. esta Nueva España, solo por nn caso rarísi- 
mo hayamos de vór entre tantos empleados uüo de nuestro 

paisf" j . . 

''E& de suponer que hablamos, no de los indios, conquistados 
en sus personas ó en las de sus mayores por nuestrfw armas, si- 
no de los españoles que hemos nacido en estas partes, trayendo 
nuestro origen puro por todas lineas de los que han pasado de la 
antigua !^pafia, 6 á conquistar ó á poblar .estas regiones, ó á ne- 
gociar en ellas, ó á servir algún empleo de los de su gobierno. 
I^os indios, ó bien por descendientes de alguna raza á que quisiera 



<mr^ 



[IJ /Caracoles! /Diez mil profetas anuales! 

(2) Entre los criados se contaban los familiares de los Obispos, a quienes 
daban en lo oficial i en lo privado el tratamiento de Amos. Beristain, que 
fué familiar del Obispo Fabián y Fuero, dice en su Biblioteca; **E1 Sr. Fa- 
bián y Fuero, mi Amo," y a mi maestro el Doctor D. Ignacio García, Dean 
de la catedral de Guadalajara, que habia sido familiar del Sr. Caballas, le oí 
decir repetidas veces; "Mi Amo el Sr. Cabanas." 

(3) Como observa Alaman, en 1810, de todos los Obispos de la Nueva 
España solo uno era criollo, que era el Sr. Campillo de Puebla, i el Arzobis- 
po también era espafiol. 



«02 

4ar Diofl 696 oastigOj ó por indiriduos de unft nación sojuzgada, ó 
^caso por la poca cultura que tienen (I), aun después de dos si- 
glos de conquistadoSi nacen en la miseria, se crian en la rustici- 
dad (2), se manejan con el castigo [3l se mantienen con el mas 
duro trabajo, viven sin vergüenza, sin honor y sin esperanza; por 
lo qué envilecidos y caidos de ánimo, tienen por carácter pro|^ 
el abatimiento (4) • De esto hablan todos los escritores juicio- 
sos que después de una lai^ observación y mucho manejo» han 
dado á los indios en sus libros el epíteto de abatidos*^ {enervad- 
dos). 

''Al mérito de otras gentes ha ayudado el atractivo del pre- 
mio; á nosotros sin él nos ha movido solo el generoso impulso de 
nuestra obligación (5). ¿Sin premio? Si Señor. Dígnese Y. M. 
de oir por esta vez nuestra queja. Satisfechos estamos del amor 
con que V. M. nos atiende y desea hacernos partícipes de su be- 
neficencia, pero los efectos de ella, á pesar de las piadosísima» 
intenciones de V. M. se nos retardan y escasean, por la dístaa- 
eia en que nos lloramos de su Beal piedad; par qi^ no siempre 
resplandece la que alábamos en V. M. en los que nos gobiernan 
... Se ha de decir en lo porvenir do nosotros lo que ya decía 
sinceramente un Doctor de Alcalá, lamentando nuestra situaeion: 
''¡Pobres de ellos, que los mas vacilan de la necesidad {pobreza^ 
desmayan [en el cultivo de las ciencias i de la^ arles) de falta de 
premios y de ocupaciones y mueren de olvidados, que es el mas 
mortal achaque del que estudia!" (6). 

''Dios guarde la Beal Católica Persona de Y. M. los muchos 
años que la Cristiandad y sus Dominios han menester. — México 
y Mayode ITZI."* 

Esta Representación se imprimió en Madrid en 1786 (7). Ea 
1792 el Ayuntamiento de México hizo otra Representación, so- 
licitando de Carlos I Y lo mismo que en 1771 habia solicitado de 



[Ij ¿I el catálogo de escuelas de primeías letras que refiere el 8r. de la 
Rosa? 

(2) ¿I los frailes de que servían hacia mas de un siglos 
. (3) ¿I las Leyes de Indias que lo prohibiaD/ 

(4) Era la prodigiosa generación de héroes que formó Abrabam en Me-- 
xioo. 

(5) El deseo del saber, el sentimientQ de la integridad en la conducta ^tc 

(6) Otro docomento histórico, entre mil que he presentadOi para conven^ 
cer a los mas caprichudos domadores i defensores del estado de México en 
tiempo del gobierno colonial. 

{7) Benstain, art. Gastaiteda (D: José). 



803 
Carlos III. Yeanios qué efecto prodojeron estas Hepresenta^ 



Clones* 



JeSTIMONIO de p. LüCAS^LAMAN. 

En su Historia de Méjico, parte 1 ? , libro 19 , capítulo 1 P, 
dice: ^'Aunque en los dos primeros siglos después de la conquista, 
la carrera eclesiástica hubiese presentado á los americanos (crío^ 
líos) mayores adelantos, siendo muchos los que entonces obtuvie- 
ron obispados (1), canongias, cátedras y pingües beneficios, se ha* 
bian cercenado para ellos estas gracias, y á pesar de haberse man- 
dado por el rey que ocupasen por mitad los coros de las catedra- 
les, á consecuencia de la representación que el ayuntamiento de 
Méjico hizo en 2 de Mayo de 1792, habia prevalecido la insinua- 
ción del arzobispo D. Alonso Nuñez de Haro, que dio motivo á a- 
quella exposición, para que solo se les confiriesen empleos inferio- 
res, 6 fin que permaneciesen sumisos y rendidos." 

Corolarios. 1?^ En tiempo de los reyes de la Casa de Aus-^ 
tria i en el reinado del primer Borbon, se concedió á los criollos 
algunos empleos públicos de consideración, aunque a poquísimos 
en comparación de los españoles, que en inmensa mayoría obtu- 
vieron dichos empleos, como lo habia hecho presente a Felipe V 
su célebre ministro Macanaz [2]. 2 P Del reinado de Fernando 

(1) "De geteciéntos seis obispos que habia habido en toda la América 
hasta 1812, ciento cinco tueron criollos, aunque pocos en las mitras depri^ 
fner orden?^ (Alaman). ^ 

(2) Los diputados americanos en su "Representación de la Diputación A- 
naericana á las Cortes de Espafia en 1? de Agosto de 1811," decían: "En 
ningún punto empezó la conmoción {en 1808) por que algún americano insul- 
tase á los europeos; sino mas bien al contrario. En todas partea se prendía y 
procesaba á los americanos que se explicaban desafectos á los europeos, y en 
ninguna se prendió á un solo europeo de los muchos que insultaban á los a- 
menéanos hasta en las plazas públicas. En aquellos solo era delito mostrarse 
afectos a los criollos ó condolidos de su opresión, y por esto únicamente se 
les prendía, aunque fuesen los mas condecorados, como un Viiey. Se hacían 
continuas remesas de reos americanos á la península, en donde se absolvían, 
lo que prueba el atropellanaiento con que se les haWa procesado. En una 
palabra, la sangre de los americanos se derramaba impunemente y con profu- 
sión, y no ha corrido una gota de la europea que no haya sido en defensa 6 
cuando mas represalia, de los rios de la primero, y á la que esta no haya a- 
compafiado vertiéndose en su auxilio.*' 

"Las calles del Socorro en el Nuevo Reino de Granada, los campos de Cór- 
doba en el de Buenosaires, el Monte de las Cruces, campo de Acúleo, Puente 
de Calderón, dudad de Ooanaxoato oon otros mil sitios en el de Méaíco han 



304 
VI al año de 1792 se cercenaron mas las concesiones de dichos 



sido el teatro de estas escenas; sin recordar la de daito, sobre la coal es pre« 
ciso echar prontamente un velo para no horrorizar á la bumauidad. Basüi ha- 
berlas indicado para el coDOoiuiiento que se pretende/ y solo anadirenioa que 
en México fueron premiados por el Gobierno Supremo los autores de la fac- 
ción {de españoles de Yenjio) que insultó á los naturales del reino, origen de 
la insurrección.*' 

"Se infiere de todo que, aun culpando á los americanos por el deseo de In- 
dependencia, no se les puede culpar por la ocasión del rompimiento, cuando 
ella de suyo lo provocaba, aun sin aquel deseo." 

*'Como sociales {los americanos) se resienten del despotismo de Sf/s go- 
hernnntes y suspiran por que se atienda su mérito en ia distribacion de los 
empleos, y se les conceda un oomei*c¡o ñunoo con las naciones con <j ¡iones es- 
tamos en paz. V. M. ( \uesa Majestad^ que era el tratamiento que teniati 
las Cortes) los libertan de lo primero, peranitiéndoles Juntas provinciales, á 
imitación de las de la península y que tengan el gobierno de su distrito. E^ 
lias mismas, si se les concede informar y representar sobre los sujetos bene-- 
méritos para los destinos, serán el remedio de la arbitrariedad. Este punto 
necesita de un remedio radical, por que e^ antiquísimo el descontento en es^ 
ta materia, sobre lo cual nos parece a proposito trascribir las palabras de D« 
Melchor de Macanaz en su Memorial á Felipe V, que corre en el tomo 7? 
del Semanario Erudito. En el ^ último, titulado Remedios^ al número 12 
y siguientes, dice; ^^Siendo los naturales de aquellos vastísimos dominios d& 
V. M. vasallos tan acreedores á servir los principales empleos de su patrias- 
parece poco conforme á la razón que carezcan aun de tener en su propia casa 
manejo. Me consta que en aquellos paises hay muchos descontentos, do por 
yeconoaer á España por cabeza suya (que eso lo hacen gustosos, mayormente 
teniendo un Rey tan justificado y clemente como V. M.), sino por que se vea 
abados y esclavisiados de los mismos que de España se remiten á ejercer los 
oficios de la judipatura. Ponga V. M. estos empleos en aquellos vasallos . . . 
y de este modo se evitarán los disturbios qué sabe Y. M, se ban suscitado al 
principio de su glorioso reinado." 

**Cádiz 1 P de Agosto de 1811. — Señor. — Vicente Morales, Francisco 
Fernandez Munilla, Bamon Feliú, Miguel Riesco, £1 Conde de Puñonrostro 
Dionisio Inca Yupangui, Francisco Moréjon, José Maria Couto {mexicano)^ 
José Miguel Guridi y Álcozer {mexicano^ Doctor^ Cura de TcLCubayo), El 
Marques de San Felipe y Santiago {mexicano)^ Ramón Power, Máximo Mal- 
donado, José Autopio López de Plata, Blas Ostoloza, Florencio Castil lo, Mi- 
guel Gómez Lastiri, José Ignacio Avila, Antonio Joaquín Pérez {mexicaiio^ 
Doctor^ canónigo de Puebla i después Obispo de la misma diócesis)^ José 
Maria Gutiérrez de Teran, Antonio Zuazo, Manuel de Llano, José Ignacio 
Beye de Cisneros {mexicano^ Doctor i canónigo de la Metropolitana)^ Luis 
de Velasco, José Miguel Gordoa {mexicano^ Doctor i después Obispo de 
Guadalajara)^ Andrés de Llano, Manuel Rodrigo, Octaviano Obregon) me-- 
)sicano)^ Francisco López Lisperguer, Andrés Savariego, José Eduardo de 
Cárdenas, José Mejia, Miguel Ramps Arizpe {mexicano mui conocido)^ Joa-^ 
quin Fernandez de Fey va.'* 



305 

empleos a los criollos (1). 3P De 1792 a 1810 se cercenaron 
todavía mas las concesiones de dichos empleos a los criollos, hasta 
easi privarlos de ellos. La causa principal de estas medidas tan 
severas, o para mejor decir, tiránicas, era el temor de los es- 
pañoles de que México se independiese de España. El aborrecí* 
miento de los indios a los españoles era el mismo de siempre (2); 
el disgusto de los criollos del gobierno español era cada dia ma« 
yor, como lo muestra las Representaciones del Ayuntamiento de 
México y lo testifica Alaman; la Independencia de los Estados U* 
nidos era un ejemplo mui alarmante; la Revolución francesa con 
sus derechos del hombre i sus gar anuas sociales^ era para el gobier- 
bierno español otro acontecimiento de mui mala data, que provo- 
có sus órdenes i providencias severísimas para que ningún fran* 
ees ni sus libros penetrasen en la Nueva EspaS^a; Campoy, Cía- 
vijero, Velazquez de León, Gamarra, Álzate, Bartolache, León y 
Gama, Moziño, Arias, Navarrete; un puñado de mexicanos se ha<- 
bia ilustrado mucho con sus estudios i esfuerssos individuales; loa 
escritos públicos con que estos sabios criollos ilustraban a su 
patria causaron al Arzobispo Nuñez de Haro i demás españoles pro< 
hombres de la Nueva España, una sorpresa semejante a la que ex- 
perimentó Lerdo de Tejada, el incrédulo de las vías férreas en Mé« 
s:ico, cuando vio sobre su mesa de Nueva York las frutas de Ja- 
lapa, su tierra natal; i todo les hacia temar la Independencia de 
México. Dictaron medidas tiránicas para impedirla. I con toda 
("¡cuan pobre es el hombre ante las leyes 4o la naturaleza física i 
moral!), Abad y Queypo, procesado por la Inquisición por ser a- 
pasionado a las ideas francesas i que habia vivido algún tiempo 
en Francia, platicaba en secreto con Hidalgo; en Yalladplid i Gua^ 
najuato i el francés Dalvimar platico con Hidalgo en su rincón de Do- 
lores; i Casaus i otros Doctoreó españolesi al impugnar en sus ser- 
mones i escritos públicoslosprincipiosdela Revolución francesa, los 
daban a conocer a los mexi<2anos (3); i cada uno de Los criollos ilus-f 



(1) ^'Dias b^ que reflejábamos, no ein el mayor deseonsoelo, que se ha** 
bian hecho mas raras que nunca las gracias y provisiones de Y. M. á favor 
de los españoles americanos, no solo en la linea secular, sino ann en la ecle- 
fiiástica, en que hasta aquí habiamos logrado atención.'' fRepresent^cion del 
Ayuntamiento de México en ITf 1). 

(2) ^ 'ellos (2o« indios) consideraban eomo extrangeros á todo lo que no era 
ellos mismos, y como no obstante sus privilegios eran vejados por todas las 
demás clases, á todas las miraban con igual odio y desconfianza." (Alaman^ 
#íapítulo 1 P citado). 

(3) Puede verse en mi !Tilosofia en la Nueva Espafia,'* pag. S93, el $er- 



806 
irados ''guardaba todas estas palabras, confiriéndolas en su cora- 
zón;*' iel mismo Obispo de Michoacan Fray Antonio.de San Miguel 
eu un escrito mui notable, citaba en apoyo de sus asertos las doctri- 
nas de Montesquieu i de Bernardino de Saii Pedro, de lo qué so 
admiraba Humboldfc [1]. ¡Cuan ignorante i cuan pobre es el 
hombre.ante las leyes de la naturaleza física i moral! Esas mis- 
mas medidas tiránicas, i especialmente la casi privación de loa 
empleos públicos de consideración a los criollos, produjeron un e- 
fecto contra prodxiceniem^ pues favorecieron la Independencia (2). 

Testimonio del Doctor Ortega JJLoro. 

Beristain dice: ^^Ortega Moro (Z>. José): natural del obispado 
de la Puebla de los Angeles, colegial y catedrático de filosofía y 
de teología moral en el seminario palafoxiano, Doctor por la U- 
niversidad de México, Oura y Juez eclesiástico de varias parro- 
quias de aquella diócesis y últimamente de la de San José de la 
capital, y examinador sinodal de aquel obispado. Escribió... 
Carta á una Religiosa, firmada de Jorge Mas Teóforo, anagrama 
del autor. Impresa en la misma ciudad, 1772. 4— Este ultimo 
escrito, en que con verdadero celo de la reforma de los conven- 
tos de religiosas calzadas y con las mas seguras doctrinas, aunque 
no con la prudencia y circunspección que el asunto merecia, in- 
tentó el autor impugnar las opiniones del probabilísmo y los ahn- 
sos de aquellos cláxistrosy sufrió las mas agrias censuras, no sola- 
mente de los que bien hallados con los males no quieren que se 
hable de ellos ni que se remedien, sino aun de los hombres mas 
doctos y mas celosos de la perfección y disciplina monacal ^3). 
Por eso, dadas quejas al gobierno, se mandó recoger dicha Carta. 
Sin embargo, como la reforma de los conventos era obra agradable 
á Dios, los conventos de las religiosas calzadas de la ciudad de 

mon de Santo Tomas de Aquino, predicado por Casaus en 1799. 

(1) puede verse en el tomo 19 de estos Principioe Críticos, pag. 207. 

(2) Alaman en el capítulo 2 P citado dice: *'£6te peligro {de la Indepen- 
deneia) para el gobierno, lo liacia mayor la precaución misma que el arzobis** 
po Haro hemos dicho aconsejó para evitarlo, pues estando las altas dignidades 
eclesiásticas en manos de los europeos, los americanos ejercian mayor influjo 
sobre el pueblo^ con el qué los ponia en el mas inmediato contacto el no con- 
ferírseles en lo general sino los beneficios y administraciones menos importan- 
tes." 

(3) Si, ya se entiende que esta clase de escritos ha de sufrir las mas agrias 
censuras, no solamente de los ignorantes, sino también de los doctos preocorr 
padoa. 



1. 



so? 

Puebla son admirados hoy 6omo preciosos relicarios dé virtud y 
santidad; y esto hace también honorable y grata la memoria de 
cuantos contribuyeron á aquella.'' 

Testimonio del Barón de Hümboldt. 

En su Ensayo Político sobre Nueva España, libro 3, capitulo 
8, dice: ''El clero de la ciudad de México es sumamente HH- 
merOSOf bien que lo sea una cuarta parte menos que el de Ma« 
drid. El censo de 1790 indicaba; 

Í573 sacerdotes y coristas. '\ 
59 novicios. v 867* 

235 legos donados. j 



■ni j. j r^*^^-.« ) 888 religiosas profesas. I 

En los conventos de religiosas I 35 ^^^j^g^ ^ > 



923. 



Prebendados (1) 26. 

Curas 16. 

Vicarios 43. 

Eclesiásticos seculares (2). 517. 

2,392 individuos." 

Testimonio del histoi\iadoii ^ai^molejo en sus Efeaiei^ides 

guanajuatenses. 

"1792./— 18 de Diciembre.,— Llega este dia á las once y me* 
dia de la mañana á practicar su visita pastoral el Ilustrísimo Se* 
ñor Obispo de Michoacan Don Fray Antonio de San Miguel . • . 
Hacia casi cuarenta años que no visitaba un Obispo la ciudad de 
Guanajuato, no teniendo en cuenta al Ilustrísimo Señor Grana- 
dos, prelado de Sonora, que cuatro años antes habia estado en e- 
11a momentáneamente; y en consecuencia, la multitud de niños, 
de adultos y aun de ancianos que de la capital y de los pueblos 
vecinos acüdia á confirmarse, era superior á toda ponderación. 
Los que presentaron boleta de confesión por necesitarla ya para 
recibir aquel sacramento, ascendieron á 32,823; y el número de 

(1) El Sr. Humboldt debió decir; Capitulares. 

(2) Esa palabra Seculares debia ser encabezado i en esa partida debió es- 
ciibir; Otros, ' ' '" " " " ' 



808 

párvulos fué mayor ain oomparacioo; de suerte que, se puede ase^ 
gurar que en el corto espacio de un mes y tres días, el infatiga* 
ble pastor confirmó el increíble número de mas de 80^000 perso* 
ñas'' (1). 

JKSTIMONIO DEL /iRZOBIStO NüSBZ DE HÁRO. 

En su Plática a los monjes de San Hipólito reunidos en Ca|tf^ 
tulo les dijo: ^'Consideren pues, Vuesas Reverencias, qué espíri» 
tu es el que anima sus pensamientos y deseos acerca de la eleo« 
cion que se vá á hacer. Si fUere el espíritu del mundo, votarán 

por particular indinacion y, oomo siicedo frecuentemente, 

por parcialidad y con la idea de mandar^ ó deque el nuevo Gen^ 
ral los haga Prelados de loe -conventos y les dé otros oficios de Ao* 
"ñor. , . Yo las profiero {aquéllas eoehortaciones) como Padre, como 
Reformador y Protector de la Keli^ion, sin otras ^iras ni otra t 
dea^ sino de que Dios ilumine á Vuesas Reverencias, para que 
las coho2;can, y en el presente Capítulo voten y elijan para Gene* 
ral, Definidores y Prelados locales á los religiosos mas dignos, 
virtuosos» celosos y prudentes^ que contribuyan á la santa Reíor* 
ma y los adelantamientos y observancia de vuestro Instituto. 
Este es el único medio para el restableoimientQ de la Religión." 
(de la Orden de San Hipólito). 

^n su Plática al Capitulo provincial de agustinos de Salamanca 
en 1794, después de hacer encomios de la paz les dijo: '^Esta es 
puntualmente la preciosa Paz que yo vengo á establecer entro 
los religiosos de esta Provincia de San Nicolás de Tolentino de 
Michoacan. El enemigo común, que según nos refiere una pará- 
bola del Evangelio, sembró SU I^SfíHññ en esta sementera escogi*' 
da del Padre de FamiliaSi en esta fructífera y esclarecida pose- 
sión del Gran Padre de la Iglesia San Agustín/' 

Haciendo después el Arzobispo una reminiscencia histórica del 
monacato en la Nueva España, les dijo á los monjes: "Becidme 
pues, ¿cuando habéis experimentado y gustado aquellos dulces 

(1) I á la dudad de Gnanajuato, 'que no distaba mncho de Yailadolid 
(Morelia), cabecera del olnspado i lugar de la residenciii del Obispo, no bab¡4 
sido visitada por los Obispos de I4ichoaGan en casi cuarenta años, ¿qué sace^ 
deria respecto de las iunamerables poblaciones pertenecientes al mismo obis- 
pado, situadas mni lejos de la cabecera, como las del territorio de Colima,' las 
de la I(uaxteca potosina i las de las márgenes del rio do las Balsas? ¿I cuan- 
to importa la periódica viñta episcopal para el arreglo de las costumbres i 
principalmente del dero de la diocesiítf Véanse los díiK)nes de la Iglesia i 
priaoípalmeote el Cóndilo de Trente. 



809 

^nsúeloit y áqudla iranqmlidad y paz delcorazon, que no la ha* 
bríais trocado por iodos los tesOTos de la tierra? jKo fué cuando 
es hallabais aplioados iuviolablemenie ai exaoto cumplimieiito de 
^vuestra santa Regla, OonstítucioDes y la práctica de las virtudes? 
¿Cuando llevabais con celó los empeños de vuestro estado y 
•vuestros .Votos? ¿Cuando vuestra concien/da. no os reprendía o- 
misión alguna, sobre lo que ofrecisteis á Dios en el dia de Vues- 
tra solemne profesión? Y por el contrario, ¿cuando se siguieron 
dfr estos consnelios ^ &mabiliBLma paz las tarbacionejs y remordi- 
mientos interiores? ¿No fué ^cuando vuestro fervor comenzó á res- 
friarse en la práctica de vuestra Regla y en los ejercicios ordina- 
rios de oración, penitencia, mortiKcacion y las buenas obras en 
^provecho dei prójimo?" <l). 

El subdelegado de Aguasealiéntes D. Peidro de Herrera licy va 
en su Informe estadístico del partido de su cargo, intitulado ''Des- 
cripción de la Subdelegacion de Águascalientes,'' presentada al In- 
tendente de Guadalajara, dice: '^Las fincas dé esta jurisdicción es- 
tan gravadas en ciensos y fundaciones en &vor de catedrales, con- 
ventos, capellanías y patronatos $n mas cantidad que lo ,que var' 
l^^f y por la que p^e^an de réditps mas que la que rinden» de mo- 
do que sus dueños no son i^as que los administradores, y la ver* 
dadera propiedad la tienen los poseedores de las fundaciones, qiuo 
las ipas de ellas la expenden en las capitales de su residencia; y si 
para ser feliz una Provincia, se necesii^ 4jue su comercio de ex- 
portación bu is^iustría ó efectos exceda en algo al de importación, 
no se concibe cojmo pueda subsistir esta sin atrasarse mas cada 
idia (2), por que si. á li^s considerables cantidades que en ellas se 

(1) Un Arzobispo aneíano, achacoso i eaigado 4c ne^odos i ocapadcínes, 
tener que hacer por orden del Papa i del rey un viaje tan largo i tratejoso .cp^ 
mo era en aquellos tiempos el de México a Satamanca, con el único objeto de 
iurreglar con su grande autoridad i la del virey el Capítulo de los agustinos, 
dá a entender que la necesidad era mui urgente i que los desórdenes de knii 
jírailes eran muí .grandes. FWleis ón oibgíob ni pemtenoia ni tnortífipacion 
ni boepas ohcas^ ^eian. notoiíamento relajados. ^/fVailes . sin bQcnss obras en 
provecho del projioio? /Adiós eatfilogDS de escuelas de primeras l^ras, de 
iioq>itales, de aríe« Y V(K^Andarios^ presentados pinr Llanos /j Alearas, Zar- 
náoois i el 6r. de la Hoaa/ 

[2) Yabo^faallaban que hacer losdneflos de fincas wfaanas i rusticas de Agnsa- 
vcalientes con los boiníbas ie wAo. I los de las demás villas, 4sitxdsdes i territo- 
síos de la Nueva España ¿estarían en diverso predicamentt que los de Aguas^ 



\ 



315 
extraen por él comerció y réditos de censos, se añaden las de ini 
batos, alcabalas, rentas del tabaco, pólvora, barajas, papel sellada, 
bulas y correos, sin comprender los consumos de sal, azúcar, fif 
loncillo y otros efectos que nb produce, exceden en mucho á laá 
que la entran por todos sus ramos de comercio, agricultura, ia; 
dustria i minería. • « Aguascalientes, Febrero 21 de 1794. — Pedro 
de Herrera Ley va*' (1). 

Cl£RIG08 SEC;ULAI\Ea I MOMEES ORDENADOS FOI^ BL y^l^ZOBISPO 

NüAez de Haro, 

£1 Sr. Sosa en su obra "El Episcopado Mexicano," en la bio-i 
grafía de dicho Prelado, hablando de los ordenados por el mismo 
Sr. en los 28 años de su gobierno, dice: '^ordenó á once mil sujetos, 
de los cuales 6,958 fueron seculares y 4,239 regulares de diver- 
sos institutos," i lo mismo dice el canónigo Barrio ea la Oraeion 
Fúnebre en las exequias del jSn Nuüez de Haro, 

TESTIMONIO PBL CANÓNIGO MAOISTRAIi GoNZAUZ ]>£ CXNDAMO. 

En SU Oración Fúnebre en las exequias del Sr. Nuuez de Haro 
el 24 de noviembre de 1800, hablando del Correccional o cárcel 
para clérigos, fundada por dicho Sr. Arzobispo en Tepotzotlan, 
dice: **Cuanto importa para la reforma del clero y para el bien 
espiritual de los fieles, este que con justa razón podemos llamar 
puerto seguro del sacerdocio. . . ¿quien no lo vóf . . . De alli sale 
purificada la miserable humanidad que ha delinquido y el minia- 
tro de Dios corregido y enmendado, sin haber pasado por la infa- 
mía de 'purgar sus Jlaquezas en una cárceL . . Reduzca á número 
quien pueda, ya que á mí no me es dado, las ventajas de tan loa- 
ble y singular establecimiento. Singular establecimiento dije, 
por que aunque todas las diócesis le desean con lágrimas, solo ln 
de México en estos reinos logra la dicha de tenerle" (2). 

calientes? 

(1) Este Informe pertenece a la Colección de Manuscritos Ag^iirre. 

(2) Hasta 1800, ea decir, en casi trea siglos del gobierno colonial, de tac- 
tos Arzobispos i Obiapoa de la Nueva España, niogimo, a excepción del Sr. 
üTañez de Haro, eatabledó Correccional para clérigos, siendo estos los qne he- 
mos visto en el discurso de este libro. Si todas las demás diócesis deseaban 
eati lágrimas un Correccional para clérigos, aeñal era de que el número de 
clérigos delincuenties era mui crecido i los ipales que causaban a la sociedad 
eran mui grandes. • 



811 

Testimonio del Viret La CRoix^ 

Sa bando o circular a todos los Gobernadores de las Provin^ 
cías i Alcaldes Mayores de la Nueva España en 1769 es el si' 
guíente: **E1 haber sido tan repetidos como dolorosos los ejempla- 
res que han acreditado \m perniciosas consectiencias originadas en 
los indios, cdsi en todas lineas^ por el no uso del idioma castellano 
y por la suma, ignorancia de los Sagrados Misterios de nuestra 
iSanta Fé, en que por lo mismo generalmente permanecen (1)» 
bien & pesar de los e^trechisimos encargos que sobre su instruc- 
ción fueron sabiamente dispuestos por las Lieyes de estos reinos» 
y reiterados por irepetidas Beales Ordenes; y el no ser dudable 
que tan graves daños solo pueden evitarse con poner en práctica 
lo mandado por la ley 6, título 3, libro 1? , y la 18, título If^ , 
libro 6, reducido á que sea enseñada á todos los naturales la len- 
gua española y en ella la doctrina cristiana; y menos la Indo* 

lencia con que por los párrocos (2) y justicias se han desa- 
tendido estos importantísimos preceptos: me hace conocer lo mu- 
cho que conduce y conviene al servicio de ambas Majestades el 
procurar, por cuantos medios dicte la misma necesidad, que en lo 
succesivo se cumplan con la eficacia y buen celo que exigen las 
respetables circunstancias y estimable objeto que los recomien- 
dan; á cuyo fin he rogado y encargado al Muy Reverendo Obis- 
.po de esa diócesis, que por su parte concurra con cuantas provi- 
dencias regule oportunas, para que por los Curas de ella se ob- 
serven puntualmente las citadas Beales Leyes (3), desimpresionan* 
do á los indios de todo cuanto hasta ahora les ha influido la per- 
niciosa máxima con que generalmente se ha procurado retraerlos 
del uso de la lengua castellana. Pero como para el mas completo 
logro no es lo que menos debe contribuir el que á ello concurran 
las justicias, mando á V. Mrd. (Vuesa Merced) que por su parte 
cumpla y haga cumplir en toda esa jurisdicción de su cargo con 
la puntualidad y exactitud debidas cuanto vá prevenido, y que 
auxilie muy eficazmente todas las providencias que al mismo efec- 
to diese el Diocesano, — Espero que V. Mrd. sabrá acreditar, en 
un asunto que tanto interesa al mejor servicio de Dios y del Bey, 
eV esmero con que se dedica á desempeñar la alta obligación en 

(1) Después de dos siglos i medio que hacia que los frailes i los clérigos 
eran curas de los indios. 

(2) Frailes i clérigos. 

(3) Las mismas leyes, ordenes i encargos de siempre, . 



312 

que le constitaje sn empleo, y mas cuando debe creer que se 1^ 
braráen ello uu mérito mtiy distisguido.,^ Ntro. 8r. guarde á 
V. Mrd. muchos años. México 4 10 de Octubre de 1769.^ £1 
Marques de Croix^' (1). 

TfiSTIlÜONIO DEL yíBtr J^ETILLÁ jpIGEDO EL SEOÜNWt 

En su Instrucción a su succesot* el Virey Bmnciforté, hablan- 
do de la multitud de Leyes de Indias ntondando i encargando 1¿ 
jenseñanflEa de la religión católica <a ios indios, dice: ^''Lo mas las* 
timosoes que tantos gaétosi tantos cuidados y afanes y tantas sa- 
bias disposiciones todsKias en todos tíempos sobre este punto, nó 
hjm prodtt<ñdo el efecto que debia esperarse, y los indios estañ 
«uu bien ignorantes y rudos en tofatetia de rcSígion, <^omo ni Y. 
.£. iad virtiendo lal instrmirse de sus dievx)ctones y niodo con que de- 



wt- 



(1) Yeamos qae «festo predajo el bando del Marques lA Groix. Q^ainoa 
afios después el Virey D. Matías de Oalreíz en su bando de 3 de junio da 
1784 ctecia que los indios ^^debiaa ser privil^iados o mirados oon conádera- 
cion por' las leyes, reales cédulas y órdenes y por otros muchos justos motí^os, 
que les asistían y calificaban do acreedores á toda protección y &vor; pero 
que sabiendo que á pesar de eso snfriau en' distintets provincias convenciones 
injustas con ofensa de 'sus deredhos, trasgresion de las leyes y usurpación de lá 
pública potestad,*^ y ^^deseando proreer dé remedio á esos males, mantener a 
los indios en su libertad, librarlos de vejaciones" etc. I en elartíoulo 18 de 
su bando dice: "Para que se logren los fines de las apuntadas provid^icía^^ 
^pasarán las justicias a las haciendas de sus partidos y las harán notorias á los 
indios per medio de intérprete.^^ Luego no se les habia enseñado nada de i** 
dioma castellano. Lue^ no tenian escuelas de primeras letras. 

Respecto de las vejaciones a los indios de que habla el Virey Galvez en su 
bando, no se abre un libro de los muchísimos que tratan del gobierno colonial, 
min que se encuentren relatos i cuadros sobre las vejaciones de los espafioíes a 
los indios. La espropiacion universal de la raza india por los españoles, co- 
metída desde el tiempo de la oonqniéta con el nombre de repariimte^os o 
encomiendas i decretada por Garios Y, es uno de los hechos mas claros en la 
Historia de Méxieo. Siguieron durante los tres s^los del gobierno vireinal 
continuas exacciones de los esBafioles a los indios i despojos de. sos eortos Ixe* 
nes, paliados con los nombres ae tributos^ limosnas i con otros nmchos nom^- 
bres, felta de pago del precio de su trabajo i en fin, verdaderos hurtos i robos. 
Con todo, A famoso espá&ol Réygadas en su periódico realista El Aristarco^ 
pübKesdo en 1611 i 1812, tuvo valor dé decir, para haeer reír a todo el mun- 
do, qne los españoles nada habian robado a los indios, sino que a la inversa, 
los indios eran los que habían rti9bado a los ei^fioles. IKjo: ^^/Cuales son los 
bienes, cuales son las tierras, americanos, de que os han despojado los euro* 
peos/ . . . Por el contrario, la mayor parte de los indios ^ha dejado de i^bar 
á los ds razpn lo que ha podido?" 



u 



813 

«empeñan los deberes á que la religión los obliga'' (1). 

Hablando en seguida Revilla Gigedo de otro punto, a saber, 
de la parcialidad y favoritismo en el nombramiento de canónigos, 
dice: ^'Prescindiendo de las señales de distinción y ceremonias 
con que es honrado el Vicepatrono en las Iglesias Catedrales^ 
las cuales se conservan según previenen \m leyes^ la función que 
mas fiteaentemente suele ofrecerse es la de noukbr^vxiento de A- 
sistente Beal en las oposiciones de las (^nongii^s 4e esta clase 
que vacan. Yo he procurado nombrar un sujeto 4^\ mismo Ca- 
bildo, el que me ha parecido mas imparcial: circnusti^acia. la ma« 
esencial en semejantes casos para el acierto y lia qu? s^ encuentra 
menos (la imparcialidad) en la mayor parte de los vocales, pues, 
según ^e ha experimentado en ipi tiempo, imtos de que se verifique 
la oposición, ya se \x^ asegurado el niámero de votos que debía te- 
ner y con efecto ha tenido cada uno de los opositores,'* 

Después, hablando de los desórdenes de los frailes en sus Capí- 
tulos, dice: '^Ma^ suelen d^r que hacer en sus elecciones y fuera 
de ellas los religiosos. Cn el último Capítulo del Orden A& San 
Agustín^ celebrado en esta capital, tuve que tomar la providencia 
de que asistiese un Oidor de esta ^eal Audiencia, y solo asi se 
hubiera podido conseguir 1$^ paz ooa qi^e se celebró. £!n el de los 
Cranciseanos de la Provincia del Santo Evangelio en su conven^ 
to de esta capital, hubiera podido ser de u^a dificil remedio el 
desorden que se prepsoraba, si no hubiese tenido yo noticias po** 
«itivas anticipadas de que algunos individuos, adictos á uno de 
los dos partidos que dividen á aquellos religiosos» celebraban su^ 
juntas con el nombne de jasaimbleí^ Ooo^o este asunto .era de jkan- 
ta gravedad y tan delicada naturales, le llevé al Acuerdo bien 
instruido, y de las providencias 4)ue se tomaron, reducidas á ur 
ñas serías intimacioaes que hice con anticipación y amenazando 
con mayor rigor para lo soccesi^.o, se logreé cdebrar el Capítulo 
con la mayor quietud*'* 

^^Deseo á ¥* E. todas las felici4ad^ que 00 dudo mereceraii 
sus esmeros y aciertos en el gobierno de estos reinos, dignos en 
realidad de que se mejore la infeliz situación y atrQi^O en qw ha% 
twido pot fliglos enteKOS u»fi3 vq^aUos tan fieles 4 ¡suSóikerano, 



(1) La enaefiSDza de l(i religión catoliea a la raza india o sea su ciyiliza- 
cion por el^Cristianiflmo fué la condición sins qua non de la legitimidad del 
;gobierao de España a México i el único título con que Ips Flapas aprobaron 
este golñemo: ]B¡8 asi qi^ el gobier^9 espcAol no coiBp]Ü9 con e^ co^ikJ^cíoa. 



314 
tan obedientes d sus Gefes y tan agradecidos á lo que eskos ha* 
cen en »u beneficio" (1). 

JfiSTIMONIO DEL Cl\ONISTA BeAUMONT. 

• Fray Pablo de la Parísima Concepción Beaumont, franciscano 
de Michoacan, que en la época que nos ocupa escribió su "Cróni- 
ca de la Provincia de los Süntos Apóstoles San Pedro y Stn Pa- 
blo de Michoacan/' en el prólogo, comparando a los monjes del si- 
glo XVI con los de su época, dice: "á nosotros nos faltan sus vir- 
tudes:^ breves palabras, pero que siendo el testimonio de un moa- 
je sobre la relajación de los monjes^ valen mucho, 

lE Belajacími M. clero secular i i^arde 

España de 1801 a 1821, 

Testimonio ds Jovellanos, Escrichb i oraos publicis-* 

TAa ESPAÑOLE^. 

El segundo en su ''Diccionario Bazonado de Legislación y Ja<* 
rísprudencía," artículo Amortización Eclesiástica^ dice: "Los polí- 
ticos españoles que florecieron desde el siglo XVI al XVIIIj ma- 
nifestaron también la necesidad de poner coto á la adquisición d« 
bienes raíces que hacian las iglesias y monasterios; pues dé dejar 
correr el abuso, decían, dentro de nfuy breves años ''han d6V6« 

nir á ser de los eclesiásticos todas la» casas, vifias, he- 
redades J juros ... y si con una sola gota de agua que entre 
en un navio cada día, se irá á fondo» y una sola centella abrasará 
la ciudad, así la abundancia de bienes temporales que entra cada 
dia en el dominio eclesiástico, sacándalos del temporal, en/laqueee 
y destruye la monarquía.^ 

^'Afortunadamente! una institución que por una parte ba cau- 
sado males gravísimos al Estado, sirvió por otra de contrapeso á 
la amortización eclesiástica, impidiendo que llegase á caer en es- 
ta sima, como habría caido indefectiblemente casi toda la propie- 
dad territorial de la península. Hablo de los mayorazgos, que 

(1) Ni documentois históricos del valer del que acabo de citar, son capaces 
de convencer a los defensores del gobierno colonial sobre el atraso de la Nue- 
va España hasta en la última época de dicho gobierno. ¡Lástima de mi tin- 
ta i papel, si estos Principios .Críticos tuvieran por objeto convencer a los 
defensores del gobierno colonial! Pero se convencerá la sociedad. 



I* ** 



315. 

BUgeridos por la vanidad ó por el deseo de conservar en las fami* 
lias el honor y lustre de sus ascendientes, enfrenaron la piedad 
indiscreta y desalumbrada, y libertaron una gran masa de bienes 
raices elel peligro de verse aglomerados en las iglesias y conven- 
tos/' 

^'Es ciertamente muy doloroso el espectáculo que presenta esa 
lucha perpetua entre la política del gobierno y la COdicia dft 
los ecleuástiCOS; y no ha debido edificar mucho á los fieles ese 
desprecio pertinaz de una ley nacional que casi nació con la mo« 
narquia, de una ley tantas veces solicitada, tantas restablecida y 
nunca derogada, de una ley dada, como dice el Señor Jovellanos 
no en odio de la Iglesia sino en favor del Estado, ni tanto para 
estorbar el enriquecimiento del clero, cuanto para precaver el 
empobrecimiento del pueblo, que tan generosamente le habia do* 
tado*' (1), 

> 
Testimonio d£l histoi^íadoi^ Laeusnt£. 

En su ''Historia General de España," tomo 23, pag» 77, diee: 
^'Mas peligrosa y de mas compromiso» como todas las que se re- 
fieren á cosas ó personas eclesiásticas, fué la reforma que el Prín- 
cipe de la Paz intentó de las órdenes ó comunidades religiosas, 
para la cual habia impetrado ya y obtenido del Papa un breve 
de visita, cometiendo su ejecución al arzobispo de Toledo/' 

Testimonio del Pi^ingipe dm la Paz, 

D. Manuel de Godoy, Príncipe de la Paz, primer Ministro de 
Carlos lY i que, como es bien sabido, fué el que realmente go- 
bernó a España, en sus interesantísimas Memorias, parte 2 f , ca- 
pítulo 28, dice: ''La ignorancia, la servidumbre y la miseria del 
espíritu no están escritas en sus páginas (del Evangelio); mucho' 
menos el interés, el tráfico y el logro de los que las enseñan. EL 
mayor sacrilegio que puede cometerse «n este mundo es negociar 
con las ideas divinas, y trabajar con ellas, no en beneficio de los 
pueblos, sino en ganar la vida y convertir en lucros temporales «j 

la dirección de las conciencias y la enseñanza religiosa. He aqui ¡ 

la grande llaga que pedia remedio entre nosotros, y requería un 
remedio tal que no causase estrago; yo juzgué que era dable, si 
no sanarla enteramente, apartar de ella la gangrena. Hice pedir 



(1) Palabras dignas de la sabiduría de Jovellanos, i que eUas solas, a pe- 
sar de 8u brevedad, son la solución del gran problema de los bienes del cIero« 






316 
ai Papa y fué obtenido un breve de visita y de reforma de las órde- 
nes nionásticas, cometida su ejecución al arzobispo de Toledo, con 
facultad de delegar á los demás obispos. Nuestro clero seglar se 
mejoraba entonces á ojos vistas: se consiguió en mi tiempo en caesi 
todas las diócesis de España sacar de mercenarios á los curas y e*" 
rigir las Iglesias parroquiales en curatos propios, provistos en con* 
curso. Esta medida, comenzada lentamente bajo el anterior reina- 
do (1), se apresuró y cumplióse en el de Carlos IV, con muy ra- 
ras excepciones. De esta suerte se abrió la puerta á la instrucción, 
al pundonor y á la decencia en las Iglesias. Se hicieron dotaciones 
abundantes; los hombres de carrera no desdeñaban ya estas pla- 
zas. Eran muy pocos ya los párrocos que no ayudasen al gobier- 
no y no tomasen parte activa en los negocios é intereses de la 
patria." 

**iVo empero asi los fraiks^ y en especial los mendicantes. Yó 
diré mis ideas acerca de esto; ¡tal vez que sea ya tarde!^ (2). 

''Mi intención fué apartar la mendiguez del Santuario: la mo- 
ral en sus manos {de los frailes) no podia ser tratada con pureza; 
la vitualla era precisa, y la piedad no podia menos de convertirse 
en medio de ganarla y de ganar las demás cosas. Esta sagrada 
industria la hacia mas necesaria la inmensa f concurrencia: no se 
trataba de unos pocos; la orden sola de San Francisco en sus va- 
rias familias y eolores, aun ya disminuida de lo que fué otras ve- 
ces, contaba todavia en España [no hablo aqui de ultramar] se- 
tecientas y sesenta casas y veinticinoo mil vivientes de limosna, 
victitantes precario, sin ninguna otra industria que la religiosa, 
sin mas bienes que el bolsillo de los pueblos. T he aqui luego las 
otras religiones mendicantes calzadas y descalzas, que aunque tu- 
viesen bienes las mas de ellas, se hacian un suplemento de las li« 
mosnas de los fieles, lo primero, para salvar la mendiguez que e- 
ra esencial á su instituto, lo segundo, para aumentar sus conve- 
niencias y haoer mas numerosas sus familias. Y todas e^istiai;i 
con desahogo, la que menos, al ir saliendo, y á ninguna faltó pan 
blanco y buen carnero aun en lo& tiempos mas plagados de carestía 
y miseria. ¡''Providencia!, ¡Milagro/" decian muchos: *'obra hu- 
mana*' decia cualquiera que tuviese buen sentido y que siguiese 

(1)^ Es dedr que antes no se proveían los ouiatos en propiedad, cosa pres- 
crita i tan encargada por el Concilio de Treato. 

(2) Jtot que el Principe de la Paz eseribia esto en 1839, i en Espali^ se 

l^abian dado los decretos de exclaustración i desamortización ecleáástica en 
1836. 



1_. 



317 
paso á paso las andadas y manejos de estas turbas. Cosa difícil 
era, muy difícil» reformarlas, pero no imposible.'' 
. ''Véanse las estadísticas de las regiones de la América, y ha* 
brá de que asombrarse, mirando aquel olvido y desamparo en que 
Úe parte nuestra (l) se encontraba la propagación del Evan- 
gelio, con dos ó tres millonea por lo menos de paganos á nuestras 
mismas puertas; mientras entre nosotros estaban apiñados y so- 
braban y dañaban tanto número de apóstoles caseros y de profetas, 
sedentarios. ¿No se podrá decir de aquellos pueblos y regiones 
lo que Jesucristo dijo: messis quidem miUta^ operarii autem pan- 

'^En cuanto á las fiestas religiosas, llevaba ya el gobierno rau< 
chos afioa, desde el anterior reinado, de ocuparae en hacer leyes 
y expedir decretos, cartas y sobrecartas contra los abusos que 
manchaban el decoro de los templos y deturpaban las costum* 
bres. Fero las leyes son nada cuando tocan los abusos en las ra- 
mas sin tocar á las raices. £1 mal estaba, ne en el pueblo^ sino 
en aquellos que explotaban su ignorancia, que fomentaban sus 
locuras religiosas y las hacian sagradas {%). • • Remediado esta 
mal en las iglesias parroquiales á medida que se erigian en rec- 
torados propios bien dotados, faltaba remediarlo en las de los con*» 
ventos mendicantes^ cosa imposible da lograrse mientras viviesen 
de limosnas y les fuera preciso para e;s:Í8tir y mantenerse, sonsa- 
car á títulos piadosos las voluntades y el dinero de los pueblos^ 
Entibos {apoyosy incentitx>8) de la ié católica llamaban á estas or- 
gias religiosas; no era la Ú católica, sino la fé frailesca. Mas las 

leyes no podían nada sobre estos cuerpos numerosos, 

qiie gobernaban Im conciencias y manejaban la opinión á su aU 
hedrío , ' ' 

Testu&onio D£ los Autores españoles de la Eüciclope-» 

día de ^bllado. 

En su artículo Amortización Eclesiástica dicen/ ^'El estado dq 
}a amortización eclesiástica en España á principios del siglo XVI 
lo calculaba de esta manera Lucio Marineo Sículo^ escritor en 
tiempo de los Reyes Católicos, en su obra **I)e las cosas memo^ 



(1) Del gobierno espafiol. Este solo juicio crítico vale un Poto^. 

(2) Perdónenme mis benévolos lectores ú mancho esas páginas tan sabias 
en sos juicios críticos i tan elegantes, castizas i lindas en la forma, con este 
proloquio vulgar; ^^o tuvo la culpa el indio^ sino el que lo bizo comjpadie/' 



518^ 

rabies de España." ^'La renta de toda España, decía, segan mi 
juicio y de otros, se divide toda en tres partes^ casi por igual; de 
las cuales es la una de los Reyes y la otra de los grandes y caba- 
lleros y la tercera, de los Prelados y sacerdotes* (1). 

^'£n vano en los reinados posteriores se dictaron disposícione.?, 
ya prohibitivas, ya coercitivas, ya reglamentarias, con el objeta 
de impedir la amortización eclesiástica, se publicaron fuertes y 
razonados escritos contra los males que causaba, y las Cortés re- 
clamaron enérgica y decididamente contra ella en varias épocas 
de los siglos XVI, XVII y XVIII: en vano el Oonsejio real, con- 
sultado diferentes veces sobre este punto^ dio brillantes y lumi-^ 
nosos dictámenes^ en cuya conseci^encia los monarcas dictaban 
leyes y ord^natiasas contrarias á la adqiíiisicion de bienes raices por 
las iglesias y monasterios. Todo esto no produjo el efecto ape- 
tecido. El remedio de este mal vino á producirlo en mucha par- 
te otro mal quizas no menos grave, á saber, la amortización civil, 
é sea la fundación de vínculos y mayoraa^os,'' 

''Ya cerca de los tiempos actuales otra eircunstahcia, que te- 
nia su origen en una necesidad ptiblica, la de cubrir las multiplí*' 
cadas obligaciones del erario, puso al gobierno en la necesidad 
de apelar al medio que para cortar las funestas consecuencias de 
la amortización eclesiástica b^bia propuesto el Señor Jovellanos 
en su Ley Agraria. Este medio se lee en el real decreto de Don 
Carlos IV, de 19 de septiembre de 1798, inserto en cédula del 
Consejo de 25 del mismo mes, que es la ley 32^ tífulo 5, libro 
I P de la Novísima Kecopiíacion ^2).,. Los efeetüs de esta 
disposición se suspendieron por decreto de la Junta Ostral de 
16 de noviembre de 1803 (S), hasta que las Cortes del año de 20 
mandaron que se continuasen; y aunque esta vasta empresa no 
llegó á realizarse por completo y se cometieron fraudes por laa^ 
comisiQnes e^ncargadas de su ejecución,, el áeñor Sempere asegu-. 
ra en su ''Historia de las Beato&J^le^iásticas de España" que 

(1) ¿I el pueWo? 

(2) Ese. decreto de 19 da aepüeml)re ívkS obra-del Prncípé de la Pasi, por 
que aunque en marzo del mismo aoo ''descendía Godoy del Ministerio, pero 
no de la gracia de las reales personas.'^ (Dieoiopario Universal de Historia y 
Geografía citado, artículo Godoy (/>. Manvel de)] como también fué obra da 
Godoj la real cédula de 26 de diciembre de 1804 sobré consolidación de vatesi 
reales, que tuvo el inismó Iíq indiíjsoto dedésamorüzaeioa edesiáétioa qoí^ el 
decreto de IQ da macao dO) 179&. (HesDaBdíS[& y Dávaios^ GbléeeMoi ciitada, 

(3) Por duposicion de 1» misma Juata se sttspenáía la' ejeouiáM dé* laca-» 
dula de 26 de diciembre de 1804. 



k 



9^19 
entraron eñ tesorería por producto de la9 ventas cerca áe 
2.000.000.000 de reales." 

**Otras disposiciones posteriores vinieron á continuar la obra 
de la dtísamortizacion eclesiástica, hasta qne en 9 de marzo de 
1836, suprinoidos todos los monasterios, conventos, éolegios, coa- 
gregaciones y demás casas de comunidad é institutos religiosos de 
Varones, y reducido el níimero de conventos de monjas, se apli- 
caron á la real caja de - desamortización para la extinción de la 
deuda pública todos loS bienes raices, muebles y semovientes, 
rentas, derechos y acciones de todas las casas de comunidad de 
ambos sexos/' 

¿I qué es la Enciclopedia de Mellado? Es una Biblioteca de 
todas las ciencias i de todas las artes conocidas en eídia. No es 
como tantas Enciclopedias, que no son mas (\ne uri zurcido de ar^ 
tículos superficiales, que no producen mas instrucción que el sa- 
ber tantito de cada ciencia, i en sustancia ninguna ciencia (1)« 
Cada uno de los artículos de esta Enciclopedia (en su mayoría) 
es una disertación magistral sobre la materia. Los autores de e$- 
taobra son los españoles mas sabios en cada ramo, en la época 
contemporánea* En sus artículos sobre historia emplean dos clases 
de estudios i dos clases de armas' la historia i la filosofía de la 
historia, o sea la ciencia de la crítica, que en su balanza de oro 
pepa cada hecho histórico, sus relaciones sociales, sus causas y sus 
efectos. A aquellos que se metan a discutir sabré una materia his- 
tórica, creyendo que la historia es como la filosofía i la teología 
del falso Peripato,i que la filosofía de la historia es como silogis- 
mos i paralogismos, les daré noticia de este adagio castellano: 

**As de oros no lo jueguen bobos/' 

' ... 

ITII. Belajacíon del clero saenlar i replaráa 
la Mm España áe 1801 a 1&21 , 

Testimonio dbl ^arojc ub HuMSoLor* 

En su Ensayo Político &úhte Nüévá !Bspáñá, libró 5?* , capí- 
tulo 7 y dice: **Los bienes raices del éíeró mexicano nó llegan á 
dos y medio ó ti*es millones de duros; perb. este mismo clero po- 
see riquezas imuensas en ciapitales hipotecados sobre las pro- 
piedades de los particulares* El total de estosT capitales (wpita^ 

.. — ' ■ ' -" • • - 

(1) Ex ómnibus aliqtiid^ in (oto nihil, 



320 

les de capellanías y obras pias, fondos dótales de comunidades re- 
ligiosas), de que luego haDlareinos mas por menor, asciende d la 
suma de cuarenta y cuatro millones y medio de pesos fuertes." I 
en el libro 3 P, capítulo 8, dice: **Lo8 objetos que mas comun- 
mente llaman la atención del viajero son: I P La Catedral etc. 
3p Los Conventos, entre los cuales se distingue principalmen- 
te el gran convento de San Francisco, que solamente de limosnas 
tiene una renta anual de cien mil duros. . . Debe su existencia á 
la gran actividad de un fraile lego llamado Fray Pedro de Gante, 
hombre extraordinario que dicen era hijo natural del emperador 
Carloá Y" (1). 

Testimonio del Dcgtob JIonero, Canónigo de ^ichoacan. 

En sus ^'Noticias para formar la Historia y la Estadística del 
Obispado de Michoacan/' pags. 29, dice: •*£! año de 1806 produ- 
jeron los diezmos {de Michoacan): 

Ps. 
508,839. 
En 1807 528,675. 

En 1808 524,250. 

En 1809 487,278. 

En 1810 376,159. 

Testimonios del ^bnsador ^exicako. 

Su Periquillo es mui estimado en el dia i se han hecho de él 
diversas ediciones, por que retrata las costumbres de los clérigos» 
de los frailes, de los jueces i demás clases sociales de México ea 
la época que nos ocupa. En el tomo 1 ? , capítulo 7, dice Peri- 

(1) Al contrario, Garlos Y podía haber sido hijo del Padre Gante. El 8r« 
Garcia Icazbalceta en bu "Blbliografia Mexi^na del Siglo XYI," pag. 34, di- 
ce: *^No han faltado escritores poco avisados que han tenido al P. Gante por 
hijo natural de Carlos Y; sin reflexionar que este príncipe nació en 1600 y á 
esa fecha tenia ya Fr. Pedro unos veinte años.'^ ¿dué hechos historióos mas 
sabidos de Humboldt que el que Carlos Y habia nacido en 1500 i que el que 
^ray Pedro de Gante vino a México como misionero en 1523/ ^I qué cosa 
mas clara que el que un niño de ocho años no puede ser misionero? La frase 
del Sr. García Icazbalceta poco avisados^ que en castellano propio i castizo 
ffignifica faltos de atención^ comprende hasta a Humboldt; por que a veces hasta 
los sabios^ i mas cuando escriben mucho, sufren equivocaciones en cosas tan 
clamas que aun los rústicos las conocen, por esa folta de atención hija de la 
^ac^ueza humana, de que habla Horacio: fuas parum cavit humana natura. 



Ha. 


Ga. 


6. 


8. 


7. 


3. 


3. 


10. 


4. 


6. 


2. 


1." 



: 



331 

qnillo (1) que presenció en compañía de un padre vicario las li- 
des de toros en una hacienda de campo, i con este motivo descri- 
be las lides de toros que se hacían en las haciendas de campo por 
diversión privada i los espectáculos de lides de toros que se ha- 
dan en las fiestas principales en México, Quadalajara, Puebla, 
Valladolid (Morelia), Ouanajuato, Zacatecas i demás capitales da 
provincia; que las lides en estas capitales eran con toros puntales 
i las que se hacían en las haciendas de campo eran con novillos a 
los que se les' había cortado la punta de los cuernos; que lé dis* 
gustaron las lides que vio en la hacienda, i con este motivo le di*' 
ce el vicario: ^'¿Qué dijera Usted si viera las ciorridas de toros 
que se hacen en las capitales, especialmente en las fiestas que lla- 
man Realesi (2). Todo lo que usted vé en estas son tortas y pan 
pintado: lo mas que aquí sucede es que los toretes suelen dar sus 
revolcadillas á estos muchachos, j los potros y muías sus caídas, 
en las que ordinariamente quedan molidos y estropeados los gine- 
tes, mas no heridos 6 muertos, como sucede en aquellas fiestas 
públicas de las ciudades que dije; por que allí, como se torean to- 
ros escojidos por feroces y están puntales, es muy frecuente ver 
los intestinos de los caballos enredados en sus astas, hombres 
gravemente lastimados y algunos muertos. Padre, le dije yO| 
¿y asi exponen los racionales sus vidas para sacrificarlas en las 
astas enojadas de una fiera?, ¿y así concurren todos de tropel á 
divertirse con ver derramar la sangre de los brutos y tal vez de 
sus semejantes? (3). Así sucede, me contestó el vicario, y su- 

(1) Algunos dirán con aire de diatriba; ^^jRivera toma gas testímonios del 
Periquillo Sarniento! Ahora veremos lo que rale el Periquillo Sarnien» 

(2) Las fiestas para solemnizar el nacimiento de un principe, la corona- 
don de un rey, la llegada de un virey, la canonización de un Santo i otros a* 
eontecimientos semejantes» 

(3) ¡Excelente modo de celebrar la canonización de un Santo! El Sr. 
ArríUaga, Doctor en Cánones i Provincial de la Compañía de Jesús, en sas 
Notas d Óoneilio III Mexicano, nota 135, dice; ^^Nneetm práctica erñ que a 
las corridas que se llaxpaban de fiestas reales concurrían el Cabildo Hetropo*-^ 
litano, el de la Colegiata de Nuestra Se&oia de Guadalupe, el Tribunal de 
la Inquisidon (cubierto con celosías verdes) j el Glaustro di9> Doctores de la 
Universidad, que en su mayor parte se componía de edeáástioofl" (de bs qu$ 
muchos eran monjes). Asistkn tamUen el Yirey, los Oidores i los Intenden-t 
tes. He aqui a los prohombres de la Nueva Espa&a, los mas respetados por 
la juventud de los coledos i por todo el pueMo por su saber i supuesta probi- 
dad, autorizando la baroarie. 

Dice el Dr, ArriUaga ^^ Nuestra práctica^ {No e9:a ma3 biep una cormp^ 



322 

redera siempre en los dominios de Eiapaña, hasta qne se olvidé 
esta costumbre repugnante á la naturaleza^ como á la ilustración 
del siglo en que vivimos'' (1). 

En el misn>o tomo, capítulo 9, refiriendo los consejos que le 
dio el presbítero Martin Felayo sobre elección de estado, dice: 
''Luego que yo le informé de *mÍ8 dudas y le dije algo de- lo que 
mi padre me predicó, se echó á reír y me dijo: Eso no se pregun- 
ta. Estudia para clérigo como yo, que es la mejor carrera y cie- 
rra los ojos. Mira: un clérigo es bien visto en todas partes; to- 
dos lo veneran y respetan, aunque sea un tonto, y le disimulan 
&US defectos; nadie se atreve á motejarlos ni contradecirles en 
nada; tiene lugar en el mejor baile^ en el mejor yue^o y hasta en 
los estrados de las señoras no parece despreciable, y por último, 
jamas le falta un peso, aunque sea de una Misa mal dicha en una 
carrera. Conque asi, estudia para clérigo y no seas bobo. Mira 
tú: el otro dia en una casa de juego se me antojó no perder un 

telaf Práctica es un derecho no escrita, i un derecho no escrito es tiDa cosa muí 
bueoa i mui respetable, que deroga i abroga el derecho escrito, las I^e8,aaDquo 
sean las de Solón o de Alonso el Sabio. ¿No era mas bien vjia pasión nacional 
que dominaba a todos los espíritus, no solanaente al pueblo bajo, sino también a 
los prohombres de España i de Nueva España; los canónigos, los Inquisidores, 
que profesaban vigilancia sobre la cristiandad de las costumbres/ los monjes, 
que profesaban una vida angelical, completamente retirada del mundo, i mas 
de las orgias i de los espectáculos sangrientos; las reinas hasta Isabel II (a ex- 
cepción de Isabel la Católica), que a semejanza de las feroces Testales paga- 
nas en el Coliseo romano, asistían con gran complacencia a las lides de toros, 
con mengua de la dulzura i pudor de su sexo; i los reyes (a excepción de Gar- 
los III), de los cuales dos, Garlos Y i Felipe IV, no solamente asistian, sino 
que lidiaban con los toros en la plaza publica? ¿No era mas bien una pasión 
nacional i en consecuencia universal i vehementísima, que como todas las ma- 
las pasiones muí vehementes, dominaba i cegaba a todos los espíritus, basta 
los de los llamados sabios, como eran los 'DcK^tores de las Universidades, no 
dejándoles conocer que aquellos espectáculos sangrientos eran contrarios al 
espíritu del Cristianismo? ¿O también a los espectáculos de lides con las fie- 
ras en el Coliseo romano, que dommaron hasta al dulce Tito» les llamaremos 
una práctica? 

(1)^ £1 Doctor Arrillaga es mui respetado por todos nuestros teólogos i 
canonistas, i con mucha razón; sin embargo, prefiero el sentir del Periquillo 
Saiiiiento al del sabio teólogo i canonista i Provincial de la Compañía de Je- 
sús, admírese quien se admirare. Poniendo en un platillo de la balanza de 
la critica el Periquillo Sarniento i en otra el Cabildo Metropolitano i el da 
la Colegiata de Nuestra Señora de Guadalupe i el Tribunal del Santo Oficio 
de la Fe i el Claustro de los Doctores de Ja Universidad de México, i de ri- 
bete las celosías rerdes, pesa mas el Periquillo Sarniento. 



823 

filbar, á pesar de que vino el as contrarío delante de mi carta, y 
me afiancé con la apuesta, esto es, con el dinero mió f con el a- 
geno; el dueño reclamaba y porfiaba con razón que era suyo, pe* 
ro yo grité, me encolericé, juréi me cojí el dinero y me salí á la 
calle, sin que hubiera uno que me dijera esta boca es mia^ por 
que el que menos, me juzgaba diácono, y ya tú vé& que si este 
lance me hubiera sucedido siendo médico ó abogado secular, ó 
me salgo sin blanca ó se arma una campaña de que tal vez no hu- 
biera sacado las costillas en su lugar. Con que otra vez te digo 
que estudies para clérigo y no pienses en otra cosa.'' 

"Yo le respondí: Todo eso me gusta y me convence detíiasiado, 
pero mi padre me ha dicho que es preciso que estudie teología, 
cánones, leyes ó medicina, y yo, la verdad, no me juzgo con ta- 
lentos suficientes para eso. No seas majadero, me respondió Pe- 
layo. No es menester tanto estudio ni tanto trabajo para ser 
clérigo. ¿Tienes capellanía? No tengo, le respondí. Pues no le 
hace, prosiguió él: ordénate á título de idioma; ello es malo, por 
que los pobres vicarios son unos criados de los curas y tales hay' 
que les hacen hasta la cama; pero esto es poco respecto á las ven- 
tajas que se logran, y por lo que toca á lo que dice tu padre de 
que es necesasio que estudies teología ó cánones para ser dérigo, 
no lo creas. Con que estudies unas cuantas deBoiciones del Fe- 
rreró de Larraga, te sobra. . . Pero hombre, la verdad, le dije, 
yo creo que no soy bueno para sacerdote, por que me gustan mu- 
cho las mujeres y según eso pienso que soy mejor para casado. 
Perico: ¡qué tonto eres!, me contestó Pelayo. ¿No vés que son 
tentaciones del demonio para apartarte de un estado tan santo? 
¿Tú crees que solo siendo eclesiástico podras pecar por estp rum- 
bof ; no amigo, también los seculares y aun los casados pecan por 
él mismo. A mas de que ¿qué cosa.... pero no quiero abrirte 
los ojos en esta materia. Ordénate, hombre, ordénate y quítate 
de ruidos, que después tú me darás las gracias por el buen conse • 

En el tomo 4 P, capitulo 1? , dice Periquillo que vivió algún 
tiempo en Tixtla y describiendo al cura de esta parroquia, dice: 
'^El era bastantemente instruido, doctor en cánones, nada escan- 
daloso y demasiado atento; mas estas prendas se deslucían con 
su sórdido interés y declarada codicia. Ya se deja entender que 
no tenia caridad y se sabe que, donde falta ese sólido cimiento, 
no puede fabricarse el hermoso edificio de las virtudes. Asi su-« 
cedia con nuestro cura. Era muy enérgico en el pulpito, pun- 
tual en su ministerio, dulce en su conversación, afable en su tra* 



324 

io, obsequioso en su casa^ modesto en la calle j hubiera sido uii 
párroco eiCcelente si no se hubiera conocido la moneda en el mun« 
do; mas esta era la piedra de toque que descubría el falso oro de 
9us virtudes morales y políticas* Tenia harta gracia para hacer- 
se amar y disimular su condición^ mientras no se le llegaba á un 
tomin; pero como le pareciera que se defraudaba á su bolsa el 
el mas ratero interés, adiós amistades, buena crianza, palabras 
dulces y genio amable; alli concluía todo y se le veia representar 
otro personaje muy diverso del que solia, por que entonces era 
el hombre mas cruel y falto de urbanidad y caridad con sus feli- 
greses.'* 

^'Pero para que se vea que hay de todo en el mundo, os he de 
contar un pasaje que presencié entre muchos. Con ocasión de u- 
ñas fiestas que habia en Tixtla, convidó nuestro cura al de Chila- 
pa, el Bachiller D. Benigno Franco, hombre de bello genio, vir- 
tuoso sin hipocresía y corriente en toda sociedad, quien fué d las 
dichas fiestas, y una tarde que estaban disponiendo en el curato 
divertirse con una malilla mientras era hora de ir á la comedia, 
entré una pobre mujer llorando amargamente, con una criatura 
de pecho en los brazos y otra como de tres años de la mano. Sus 
lágrimas manifestaban su íntima aflixion y sus andrajos su legí- 
tima pobreza. ¿Qué quieres, hija?, le dijo el cura de Tíxtla, y la 
pobre bebiéndose las lágrimas le respondió: Señor Cura, desde 
antenoche murió mi marido, no me ha dejado mas bienes que es- 
tas criaturas, no tengo nada que vender ni con que amortajarlo, 
ni aun velas que poner al cuerpo; apenas he juntado de limosna 
estos doce reales que traigo á Su Mercé, y & esta misma hora no 
hemos comido ni yo ni esta muchachita, le ruego á Su Mercé 
que por el siglo de su madre y por Dios me haga la caridad de 
enterrarlo, que yo hilaré en el torno y le abonaré dos reales ca- 
da semana. ** 

''Hija, düo el cura, ¿qué calidad tiene tu marido? — Español, 
Señon — ¿És español?, pues te faltan seis pesos para completar 
los derechos, que esos previene el arancel: toma, léelo . . . . di- 
ciendo esto le puso el arancel en las manos, y la infeliz viuda re- 
gándolo con la agua del dolor le dijo: ¡ Ay Señor Cura!, /para qué 
quiero este papel si no sé leer?, lo que le ruego á Su Mercé es que 
por Dios entierren á mi marido* rúes, hija, decia el cura, con 
gran socarra, ya te entiendof pero no puedo hacer estos favores, 
tengo que mantenerme y que pagar al padre vicario. Anda mi- 
ra á D. Blas, á P. Agustín ó á otro de los señores que tienen di- 
neroy y ruégales que te suplan por tu trabajo el que te falta y 

( 



823 
inándaré sepultar el cadáver/' 

'^eñor Carai decia la pobre mujer, ya he visto á todos los se* 
ñores y ninguno quiere./— Pues alquílate, mótete á servir. .— 
¿Donde me han de querer. Señor, con estas criaturas?^-Pues an- 
da mira lo que haces y no me muelas, decia el cura muy enfada* 
dot que á mí no me han dado el curato para fiar los emolumen- 
tos, ni me fía el tendero ni el carnicero ni nadie, — Seiüor, instaba 
la infeliz, ya el cadáver se comiensa á corromper y no se puede 
sufrir en la vecindad./— Pues cómetelo, por que si no traes caba- 
les los siete pesos y medio, no creas que lo entierro por mas pla- 
gas que me llores. Quien no conoce á ustedes, sinvergüenzas, 
embusteras; tienen para fandangos y almuercitos en vida de sus 
maridos, para estrenar todos los dias zapatos, naguas y otras co- 
sas y no tienen para pagar los derechos al pobre cura« Anda no- 
ramala y no me incomodes mas.? 

''La desdichada mujer salió de allí confusa, atormentada y lle- 
na de vergüenza por el áspero tratamiento de su cura, cuya dure* 
za y falta de caridad nos escandalizó 4 todos los que presencia- 
mos el lance; pero á poco rato de haber salido la expresada viu- 
da, volvió á entrar presurosa y poniendo sobre la mesa los siete 
y medio pesos, le dijo al cura: ya está aqui el dinero, Señor, há- 
game Usted favor de que vaya el padre vicario á enterrar á mi 
marido/' 

**Ya dije que fui testigo de este pasaje, así como de los torpes 
arbitrios que se daba nuestro cura para habilitar su cofre de di- 
nero. Uno de ellos era pensionar á los indios para que en la se- 
mana santa le pagasen un tanto por cada efigie de Jesucristo que 
sacaban en la procesión que llaman de loe Crístos; pero no por via 
de limosna ni para ayuda de las funciones de la iglesia, pues es* 
tas las pagaban aparte, sino con el nombre de derechos, que co- 
braba á proporción del tamaño de las imágenes; verbi gracia, por 
un Cristo de dos varas cobraba dos pesos, por el de media vara 
doce reales, por el de una tercia un peso; así se graduaban los ta- 
maños hasta de medio real. Yo me limpió las lagañas para leer 
el arancel y no hallé prefijados en él tales derechos. El Ylernes 
Santo salia en la procesión que llaman del Santo Entierro; habia 
en la carrera de dicha procesión una porción de altares que lla- 
man posas y en cada uno de ellos pagaban los indios multitud de 
pesetas pidiendo en cada vez un responso por el alma del Señor, 

el bendito cura se guardaba los tomines, cantaba la oración de 
a Santa Cruz y dejaba á aquellos pobres sumergidos en su ignoran- 
te y piadosa superstición. Pero ¿qué mas? Le constaba que el 



í 



$26 

día de finados llevaban los indios sus ofrendas y las ponían en sua 
casas/creyendo que naientras mas fruta, tamales, atole, mole y o« 
tras viandas ofrecían, tanto mas alivio tenían las almas de huh 
deudos; y aun babia indios tan idiotas, que mientras e&taban ea 
la iglesia estaban echando pedazos de fruta y otras cosas por loa 
agujeros de los sepulcros. Repito que el cura sabia, y muy bien, 
el origen y espíritu de estos abusos; pero jamas les predicó con- 
tra él ni se los reprendió, y con este silencio apoyaba sus supers- 
ticiones ó mas bien las autorizaba, quedándose aquellos infelices 
ciegos por que no habia quien los sacara de su error. Ya seria 
de desear que solo en Tixtla y en aquel tiempo hubieran aconte- 
cido e»tos abusos; pero la lástima es que hasta el dia hay mU- 

chosTixtlas*'(i). 

En el tomo 1? , capítulo 11, hablando Periquillo de sus prepa- 
rativos para entrar de fraile en el convento de San Diego de 
México, dice: **yo me divertía todo lo posible por despedida. Ha- 
cia orejas de mercader y bailaba, tocaba el bandolón, platicaba, 
seducía y hacia cosas que son mejores para calladas. Tales fue- 
ron los ejercicios preparatorios en que me entretuve en los ocha 
dias precedentes á mi frailazgo. Así salió ello." I luego hablan- 
do del tiempo que fué novicio en dicho convento, dice: "Inme- 
diatamente comencé á extrañar lo áspero del sayal. Llegó la ho- 
ra del refectorio y me disgusto bastante lo parco de la cena. Fuí- 
me á acostar y no hallaba lugar que me acomodara: por todas 
partes me lastimaba la cama de tablas, y como nunca me habia 
dado una ensayadita en estas mortificaciones ni de chanza, se me 
asentaban demasiado. Í>aba vueltas y mas vueltas y no podía 
dormir, pensando en Poncianita, en la Zorra, en la Cucaracha y 
en otras iguales sabandijas y me arrepentía sinceramente de mi 
determinación, renegaba del apoyo que hallé en Pelayo y me da- 
'ba al diablo. . . Estado santo, estado quieto, dulce 3^ celestial pai- 
ra los que son llamados á él por la gracia; pero estado duro, difí- 
cil é infernal para los que se introducen á él sin vocación. [Cuaii- 



• (1) Algunos dirán: "¿I qué vale el testimonio del Periquillo Samíe?i-»- 
io?'^ Pues oigan a su maestro Alaman. En su Historia de Méjico, parte 
1 ? , libro 19 , capitulo 2, narrando lo que pasaba en la Nueva España pre- 
cisamente en la época que describe Periquillo, a saber, de 1801 a 1821, dice: 
^^el pueblo; dispuesto á recibir las in!ípresiones saludables de la religión, hu- 
biera mejorado mucho si hubiera tenido mas instrucción, y si los curas hubie- 
sen cuidado de dársela mas que de atender a sus utilidades personales, fo- 
mentando acaso ellos mismos supersticiones que les eran provechosas.^' 
Para impugnar al gobierno español basta la llistoria de Alaman» 



{ 



w 



327 

tos, cuantos lo éxpcrimentaii en si mismos, á la hora de 

esta tal vez, y sin remedio!. . . Llegó la hora de la Misa conven-* 
f ual / fuimos á coro. Entonces advertí que nO asistían algU- 
UOS Padres que habia visto por el convento. Pregunté el mo- 
tivo y rae dijeron que eran Padres graYOS (1) y jubilados ó e- 
xentos de las asistencias de comunidad. Con esto me consoló un 
poco, por que decia: en caso de profesar, que lo dudo, como yo 
bea Padre grave, ya estoy libre de estas cosas." 

En el tomo 4? , capítulo 10, hablando de los frailes y clérigos 
capellanes de ricos: condes, marqueses, mayorazgos etc.« dice: 
•*Algunos hay que tienen capellanes por ceremonia, y tal vez no 
be confiesan con ellos en diez años ni les oyen una Misa en veinte 
meses. Pues entonces ¿de qué sirven?, decia el chino. De mucho, 
le respondí: sirven de decir Misa á los criados dentro de la casa, 
para que no salgan á la calle y hagan falta á sus obligaciones; 
sirven de adorno en la casa, de ostentación de] lujo, de subir y 
bajar del coche á las señoras, de conversar en la mesa y alguna 
ocasión de llevar una carta al correo, de cobrar una libranza, de 
hacer tercio en la malilla ó de cosas semejantes." 

**Eso es decir, repuso el chino, que en tu tierra los ricos man- 
tienen en sus casas ministros de la religión mas por lujo y vani» 
dad que por devoción, y estos sirven mas bien de adular que de 
corregir los vicios de sus amos, patronos ó como les llames. No, 
TÍO he dicho tanto, le repliqué: no en todas las casas se manejan 
de la misma manera. Casas hay en donde hacen lo que te .digo, 
y capellanes serviles que, no atendiendo al decoro debido á su ca- 
rácter, se prostituyen á adular á los señores y señoras, en térmi- 
nos de ser mandaderos y escuderos de estas; pero hay otras ca- 
sas que no teniendo los capellanes por.cumplimiento sino por de- 
voción, les dan toda la estimación debida á su alta dignidad; ya 
»e vé que también estos capellanes no son unos cleriguitos de pa- 
Ullera, seculares disfrazados, tontos enredados en tafetán ni paño 
negro, ni son en dos palabras, unos ignorantes inmorales, que coa 
escándalo del pueblo y vilipendio de su carácter den la mano á 
sus patronos para abreviarles el paso á los infiernos en su compa- 
ñia, ya contemporizando con ellos infamemente en el confesona- 
nario, ya tolerándoles en la ocasión próxima voluntaria, ya absol- 
viéndoles sus usuras, ya ampliándoles sus conciencias con unas o- 
piniones laxísimas y nada seguras, ya apoyándoles sus mas re- 
prensibles extravios y ya en fin, confirmándolos en su error, no 



(1) Los principales de la Orden. 



í 



1 



328 

80I0 con sus máximas^ sino también con sus ejemplos detesta 
bles/ 

En el tomo 3 P, capítulo 6, describiendo á una monja que en- 
tró al convento forzada por sus padres, dice: "Nada tiene de vio- 
lento ni fabuloso este pasaje: luil han SUCOdidO por su tenor. 
El Doctor Boneta ya citado, en su librito titulado "Gritos del In- 
fierno," á la pag. 210, refiere "que una de estas forzadas, estando 
para morir, preguntó al confesor; Padre, si me muero [d^aré de 
^er monjál^ y respondiéndola que sí, empezó ella misma á cerrarse 
los ojos y á hacer los esfuerzos mas rabiosos para adelantársela 
muerte/' Hasta aqui el autor citado. ¿Y qué será esto lo mas 
ni lo único que se ha visto con estas pobres que han sido monjas 
contra su voluntad? ¡Quiera Dios!, pero México mismo ha visto 
casos funestísimos tejidos de la propia tela, que^no referimos por 
que algunos son muy recientes y privados para muchos. ¡De 
cuantos, crímenes son reos ante el cielo los que violentan á sus 
hijas á ser monjas, y de cuántos modos puede hacerse esta vio- 
lencia/ Lo conciso de una nota no permite hacer una completa 
explicación; pero los padres timoratos y amantes de sus hijas ya 
66 guardarán de forzarles su inclinación ni con amenazas, ni cou 
ruegos, ni con promesas, ni con halagos, ni con persuasiones, ni 
con nada que huela á fuerza física ó virtual, si no quieren compa- 
recer reos de la mas rigorosa responsabilidad ante el mas justo de 
Iqs jueces" (1). 

En el tomo 1 ?, capítulo 1 P, refiere que Periquillo estando 
para morir entregó a sus hijos el libro manuscrito de su Vida (2), 
diciéndoles: "Últimamente, os mando y encargo que estos cuader- 
nos no salgan de vuestras manos, por que no se hagan el objeto 

(1) Los motivos por que los padres empleaban diversos medios de coac- 
cion moral eran los siguientes. 1? La grande pasión que había en esa é- 
poca por los monasterios. 2 P £1 honor que le resultaba a una familia de 
que una persona de ella fuera monja, máxime si era Abadesa o Priora. 3? 
Q,ue con la profesión monástica de una hija, se libraba el padre i toda la fa- 
milia de las molestias de un yerno, o sea del ingreso de una persona estraña 
en la familia: molestias provenidas o de diversidad de clase i educación o de 
diversidad de genios o de diversidad de intereses o de algún punto de honoL 
£n tiempo del gobierno español era frecuente la división de las familias por 
puntos de honor, por que el punto de fionor siempre ha sido característico en- 
tre españoles. 4? Motivo de interés pecuniario, que algunas veces era 
justo i las mas era eiecto de la avaricia i egoismo. Él padre temía que un 
yerno poseyese gran parte del caudal por herencia- de su hija i lo despilfa* 
rrase, 

(2) La novela de El Feriquillo Sarniento. 



329 

de la msjedioeacia de los necios d de los inmorales; pero si tenéis 
la debilidad de prestarlos alguna vez, os suplico no los prestéis á 
esos seikkres, ni á las viejas hipócritas; ni á ios curas interf sables^ 
y que sahen hacer negocio con sus feligreses vivos y muertos^ ni á 
los médieos y abogados <shapuceros, ni á los escribanos, agentes, 
relatores y procuradores ladrones, ni á los comerciantes usureros» 
ni álos aloaceas herederos, Qt á los padres y madres indolentes 
en la eduoacion de su familia, m á las beatas necias y eupersticio* 
sas, ni á los jueces venales* • . Pero vá larga esta lista: basta de- 
ciros que no los prestéis ni por un minuto á ninguno de cuantos 
advirtiereis 'que les tocan las generales en lo que leyeren; pues 
sin embargo de lo que asiento en mi prólogo, al momento que 
vean sus interiores retratados por mi pluma, y ai punto que lean 
alguna opinión que para ellos sea nueva ó no oonforme con suis 
extraviadas ó depravadas ideas, á ese mismo instante me califica - 
rftn de un necio, harán que se escandalizan de mis discursos y 
aun habrá quien pretenda quizá que soy horejo y tratará de 
delatarme por tal, aunque ya esté convertido en polvo. ¡Tanta 
es la fuerza de la malicia, de la preocupación <5 de la ignoian* 
ciar (1> 

(1) Hemos visto a la pag. 323 que Pelayo le deoia a Periquillo; ''por lo 
que toca á lo que dice tu padre de que es necesario que estudies teología y 
cánones para ser clérigo, no lo creas. Con que estudies unas cuantas defini- 
ciones del Ferrer ó del Larraga, te sobra.^' Algunos dirán,- *'¿I qué vale el 
testimonio del Periquillo SiaTnientoV* El Periquillo Sarniento o sea D. 
Joaquín Fernandez Lizardi, refiere aquellos hechos deque era testigo ocular. 
Sin embargo, oigan el testimonio de Feyjoo. En su Teatro Críticoi, tomo 
8r , discurso 11, hablando de lateologia moral i de la medicina, dice: ^'Sien- 
do la acertada práctica do una y otra ciencia sumamente difícil, de una y o-^ 
tra la juzga el vulgo fácil. Supongo que el vulgo funda este concepto en la 
experiencia del poco estudio que comuomente precede al ejercicio de una y 
otra facultad. Separado lo que es inútil en el estudio de la medicina en la 
aula (la cuestión sobre la esencia del dolor i otras muchas seiidoperipatéti- 
<as semejantes)^ sobre que se puede ver el tomo 7? , discurso 14^ un médi- 
co se hace en dos años de Universidad, y un confesor en menos de zmo de 
pasantía; y esto, que sean sutiles, que rudos, que de buena, que de mak n)e- 
moria. ¡Baratísimas ciencias por cierto.' Mas por eso mismo salen carísimas á 
los cuerpos y á las almas.^' Con razón había en España i en la IS'ueva Espa- 
ña el asombroso número de clérigos i frailes que hemos visto, por que la teo- 
logía moral i el sacerdocio eran baratáaimos en su estudio i preparación, asi- 
como eran carísimos i perjudiciales a la sociedad en su ejercicio; i con razón 
hftbia bastantes médicos en la capital de la Nueva España jen «1 último tercio 
del siglo próximo pasado, por que eran baratísimos el estudio i la profesión 
médica: bastante número de módicos que el Sr. de laRosa presenta como, u- 



530 

jPlNDECUAKIO DE COENEO (l). 

''Tienen estos j^ueblois qna función titular de primera clase y 
otras titulares de segunda clase 7 las demás llaman de barrio. Y^- 
ra evitar toda confusión que $6 encuentre en el Findecuarío aa- 
tiguo, se expresa cada una por su orden y con la diterencia de 
parandis que se ha advertido en algunas/' 

''En el pueblo donde se halla la administracioui dan la tasacíoii 
diaria, que se compone de /veinte chiles, veinte tomates, un po- 
zuelo de sal, cuatro cebollas, una cabeza de ajo, diez huevos, tor- 
tillas, una olla de atole j cazuelita de chile hecho. A la hora de^ 
almorzar, treinta tortillas, una cazuelita de chile j una olla de a* 
tole. Ji\ medio dia treinta tortillas, una cazuelita de chile y u* 
na olla de atole. A la noche un almud de maíz (y no un cuarte- 
rón como suelen muchos, entender^, cuatro raciones de rastrojo 
6 paja, á mas del zacate que cada uno de los muchachos debe lle- 
var de noche cuando van á rezar. Un cahallerango, un petackpe 
y un vatzamurierí. En Asajo dan dos molenderas. El fiscal, que 
tiene obligación de asistir todo el dia en la casa del Padre, junta 
la tasación, con mas un peso en reales que dan todos los diás del a- 
ño. Todos los sábados paga el Prioste del pueblo en donde »e 
halla la tasación de lá administración, doce reales, un carnero 6 na 
peso, una servilleta ó dos reales, un pan de jabón ó medio real. 

na prueba de ilugtracim. ("La Religión y la Sociedad," época 3^, tomo 
1 ?, pag. 164). 

(1) Es un caaderoo maDuscríto que tiene este título: "Pindecnario de) 
Partido, establecido para la orden de los pueblos pertenecientes 6, Coeneo, co- 
piado en el año de IT'G?." Por el año de 1846 un religioso del convento de 
la Merced de esta ciudad de Lagos, llamado Fray Jesús Meave, por no fió 
que trabacuentas se fué al obispado de Michoacan i fué cura interino de Coe- 
neo, curato de indios que comprendía siete pueblos: Coeneo, Asajo, Zipiajo, 
Comanja, Naranja, rnríndaro i Tarejero. Llevóse como criado o compañero 
a un D. Canuto Alba, vecino del rancbo del Paso de la Mesa, de buena kite- 
ligencia, bombre de Úen i mui afecto a los sacerdotes. £ste por curioBidad 
eopió en Coeneo el Pindeenario, i pasando mucbos años, que lo oonocí i traté, 
me regalo dicho cuaderno. Yire en Lagos una bermana del Padre Meave i 
en el Paso de la Mesa algunos hijos de D. Canuto. No se que significa Piu' 
dectiario, ni otras palabras que se encuentran en él, tomadas por bien o por 
mal, del tarasco, por que no conozco este idioma; pero es claramente nn aran* 
cel parroquial de indios, qne está por el orden de los doce meses del año, ea- 
tablecido i ejecutado con la autoridad de Quétzatcoatl. Yoi a presentar par- 
te de él, i para la comodidad de los leetores no usaré de la ortografia de D» 
Canuto sino de la corriente. 



231' 

Lo regular es que lo dan todo en realea y monta á dos pesos seis 
reales v medio. '^ 

, *^£q A' aranja» en lugar de la servilleta, dan dos pañitos ó dos 
reales. En Tarejero, tres paüitos ó tres reales. '^ 

"Acontece que en sábado se muda la administración á otra 
pueblo 7 en este caso el pueblo de donde sale el Ministro paga la 
Misa, y el pueblo donde entra paga la ración, menos el almuerzo, 
que pertenece al primero. La obligación en este dia es cantar 
una Misa, en el Hospital y antes de ella salir en procesión por el 
cementerio (1). En cada dia primero paga el Gobernador cuatro 
pesos para vino de celebrar." 

"Cuando se presenta un indio dá dos reales y el dia del casa- 
miento (¡Ai de Zutnacoial) cinco pesos, incluidos los cuatro rea- 
les de la cera, que son los que se le dan al fiscal, en caso que lea 
las amonestaciones y que saque á la novia por la iglesia, rln to- 
do esto van incluida^ las arras.'' 

"Por cada indio que muriere hay obligación de cantar Misa 
con vigilia, y el Prioste {¡Ai de Zamacois!) paga dos pesos y de- 
be poner en la tumba un chiquihuite de maiz (2). Si sucede que 
el Ministro se halle en el pueblo donde mueren, se les haoen tres 
posas. Al tiempo del entierro suelen pagar en dichas posas al- 
gunos responsos voluntarios y algunas ofrendas de maiz" (3). 

"Por un bautismo de indio hijo del pueblo, siendo también los 
padrinos hijos del pueblo y dé este partido, dan tres reales; pero 
si la criatura ó los padrinos no son del pueblo [jAi^ ai de Zatna- 
cois!] pagan según arancel.'' 

"Enero." 

"El dia primero se celebra en Coeneo la Circuncisión del Se- 
ñor, con vísperas, Misa y procesión por el cementerio. Dan seis 
pesos y dos reales y otro peso mas del carnero (4)i un cuarto de 
vaca, un lomo grande y un chico, la lengua y cuatro gallinas (5), 

(1) No eran hospitales en qne se ouraba a enfermos, sino hospitales en 
que se hacían procesiones i se ganaba dinero, 

(2) Según el Ritual Romano de QueizaleócUL 

(3) Según el Ritual citado. 

(4) En castigo de haber los judies circuncidado al Sefior. 

(5) ''¿Tiene por ventura gallinas él tal ermitaño?, pregunto Sancho: Fo- 
eos ermitaños están sin ellas, respondió Don Quijote, por que no son los que 
ahora se usan como aquellos de los desiertos de Egipto, que se vestían de 
hojas de palma y comían raices de la tierra/' ün comentador español del 
duijote dioe: ^'Con la graciosa pregunta de Sancho satiriza Cervantes el abu- 
so que reinaba en su tiempo, de estos cómodos ermitaños, verdadera polilla de 






832 

un par de mantas grandes, dos servilletas^ cuatro pañitos en vís« 
peras y siete en la procesión'* (1). 

'*E1 dia seis se celebra en Tirindaro la Epifanía del Señor, con 
vísperas. Misa y procesión por las calles. Tiene sirangua (2), coa 
Misa y procesión como el dia. Dan doce pesos y tres reales, in* 
cluido el peso del carnero. Si hay sermón, seis pesos. En las 

Procesiones de estos dias hay tres capillas (tres veces que canta" 
an y tocaban los müsicos)\ en las dos primeras dan dos paños 
grandes, dos medianos y catorce pequeños; en la tercera dan sie- 
te, pequeños y en la iglesia da el Alcalde otros siete: el dia de la 
sirangua sucede lo mismo. El Cura les dá \devuetoe) los paños, 
cuyo precio establecido entre ellos es, de los grandes tres pesos 
por cada uno, doce reales por cada uno de los medianos, y como 
en los dos dias son cuatro grandes y cuatro medíanos, importan 
diez y ocho pesos (3). A mas de los veintiocho pañitos de cada 
dia, {sigue la Epifanía)^ dan otros en vísperas, y son por todos en 



los. pueblos.^' Cervantes ridiculiza también a los ermitafios de su tiempo por 
que debiendo, vivir, solos, vivian con una mnjer, a quien llama por burla sota* 
ermitaño^ i pinta lo comodinos i egoistas que eran, por que teniendo gallinas 
i. buen vino, que era barato en España, no daban nada. Dice: "Dijo el pri- 
mo a Don Cluijote que llegasen á la ermita á beber un trago. Apenas o;d 
esto Sancho Panza, cuando encaminó el rucio a ella, y lo mismo hicieron 
Í)on duijote y el primo; pero la mala suerte de Sancho parece que ordenó 
que el ermitaño no estuviese en casa, que asi se lo dijo una sotaermitafio que 
en la ermita liallaron. Pidiéronle de lo caro. Respondió que su Señor no 
lo tenia; pero que si querían agua barata^ que se la daría de muy buena ga- 
na. Si yo la tuviera de agua, respondió ^ncho, pozos hay en el camino, 
donde la hubiera satisfecho. . . Con esto dejaron la ermita.^' 

(1) Las dos servilletas i cuatro pañitos los entregaban al cura dentro de la 
Iglesia, i los siete pañitos cuando iba en la procesión, según me dijo D. Ca- 
nuto. 

(2) Conjeturo que esta palabra quiere decir octava. 

(3) jOaracoles! ¡La Epifanía era peor que la Circuncisión! A la vuel- 
ta de tres . Epifanías se hacía una casa regalona, con su buena despensa, su 
buena caballeriza, su buen corral para gallinas, su jardín, su pajarera, su so- 
taermitaño etc., ¡i una higa para la iglesia i aunque reventaran los muertos 
en el camposanto/ El Doctor Romero, canónigo Doctoral de la catedral de 
Morelia, en sus * 'Noticias para formar la Historia y la Estadística del Obis- 
pado de Michoacan," hablando de Coeneo, dice: **La (iglesia) de Coeneo es 
de adobe, está envigada, cubierta con teja y tan deteriorada, que amenaza ruina. 
(Quizá por esto le echaban vigas^ que es lo que probablemente quiere decir 
envigada^ palabra que no se encuentra en nuestro idioma) ... El camposan- 
to está fuera de la i)oblacion y es bien miserable. El cura tiene una casa anti- 
gua y cómoda, cercana á la parroquia.'' 



^ 



¿3S 

1m dos dias sesenUí con el dicho parandis. Dan un cuarto de 
vaca, un lomo grande y otro chico, lengua, seis gallinas, un par 
de mantas grandes y cuatro servilletas^ El dia tercero hace el 
Prioste la función de la Concepción con vísperas, Misa y proce* 
sion por el cementerio. Da también el Prioste once pesos y tres 
reales, un peso mas del carnero, tres pesos que llaman de loza, 
dos pesos de la cuenta y las. • • •(!) doce reales del paño que sa* 
«án de la casa del Gura para .... (2) Virgen. Dá también dicho 
Prioste un cuarto de carne de vaca, los lomos dichos, lengua y 
fiéis gallinas, dos mantas grandes, cuatro servilletas y once pañi* 
tos.** 

''El cuarto dia paga el mayordomo de Nuestra Señora de Gua- 
dalupe cuatro pesos por una Misa cantada. La dominica segan* 
da después de la Epifanía se celebra en Zipiajo el Dulce Nombre 
de Jesús, con vísperas. Misa y procesión por las calles, y siran- 
jfua con Misa y procesión como el dia. Dá el mayordomo del 
Niftodieis pesos y tres reales, y con título de loxa otros tres pe^ 
60S. Si hay sermón, seis pesos. En los dos dias hay tres capi- 
llas: en cada una ponen un paño grande y otro mediano. El pri- 
mero dia ponea las muchachas en la iglesia un paBo grande, y eti 
la conformidad dicha arriba acerca de los paños grandes y media^ 
nos, deben ser en los dos dias siete grandes y seis medianos, y 
todos importan treinta pesos. El dicho mayordomo del Niño po- 
ne en la iglesia siete pañitos en cada uno de los dias, y en cada 
capilla ponen también en los dias siete pañitos, y con cuatro que 
dan en vísperas, deben ser por todos sesenta pañitos. Esta tasa- 
ción se sigua después de Beyes, el día en oUe' cae la inmediata 
Hoche Buena. El expresado mayordomo da un cuarto de vaca, 
los lomos dichos y no otra cosa. £1 tercero dia pagan tres pesos 
de una Misa á Nuestra Sefiora de Guadalupe." 

''En estos dias se juntan eo este pueblo las primicias de maíz, 
CSada indio casado da un chiquihuite de á medio, lleno, el Priosr 
te dá un tercio y el mayordomo del Niño da otro tercio, cada u- 
no de los muchachos dá una escoba de popotes que llaman pa/Mk- 
gua y nada de esto dan {los muchachos), si no se les cobra." 

''Kl dia veinte se celebra en Asajo á San Sebastian, con vis- 
perasi Misa y procesión por las calles.. Tiene sirangua con Misa 
y procesión como el dia^ Da el Alcalde once pesos y tres reales 



^1) No se puede leer la palabra que e^ue^ por que el «oademo está a- 
qut iy>ido de ratones. 
(2) Roído de latones. 



334 

j otro peso del carnero. Ponen dos capillas cada un día, y en la' 
otra siete chicos y en la iglesia otros siete. Lo mismo el segan- 
do dia, y así los dos grandes importan seis pesos. Los paños chi^ 
coSy con cuatro de vísperas deben ser cuarenta y seis. Tambieu 
dan un cnarto de vaca, lomos, lengua, seis gallinaSi, dos mantas 
grandes y cuatro servilletas/' 

Presento como un ejemplo el mes de enero> lo mismo, poca 
mas o menos, es en los otros once meses del aHo. Ni el sacramen^ , 
to de la Confesión se administraba gratuitamente por los cura»^ 
£1 Findecuarlo en la parte relativa al mes de u^arzo dice: ^*En to* 
dos los pueblos al tiempo de las confesiones dan las mujeres ca-^ 
sadas y viudas un huevo cada una/' I es claro que el mismo 
Findecuario que habia en Goeneo, babia en los demás pueblos de 
indios de la nación taraaca^ i el mismo arancel, poco mas o me- 
nos, con diversos nombres (según el respectivo idioma), habia eu 
tre los aztecas, entre los otomites, mixtecas^ zapotecas, totona- 
cos, mayas i demás naciones indias de la Nueva España; por 
que las mismas causas producen los mismos efectos; las causas o 
inventores de estos aranceles i costumbres (que también las ma- 
las se Haman costumbres) fueron los frailes, i frailes habia eu to* 
das las naciones indias de la Nueva España (1). 

Testíjaonio del Viret jttAI\qpINA. 

Én su Instrucción a su succesor el Virey Iturrigaray, de 1 P 
de enero de 1803, diee: ^*Hace doce años que la víspera del dia de 

(1) El mismo Aristóteles, si biabíera tesucilado, se habría admirado del 
kigenio de los frailes. ¿Donde les fué a ocurrir hacer con el oonfesoDario un 
negocio de huevos? I aparte de estos derechos de huevos, habia otros dere- 
chos que coQfstán en el Pindecoario, por la admÍDÍstracion del sacramento d^ 
la Confesión. San Pedro i los demás apostóles se habrian quedado admira- 
dos al ver cuanto había progresado la religión catóKca en la Nueva España i 
cuan diversa era de la que babia fundado su Maestro i ellos habían enseñado: 
¡cuantas siranguasly ¡cnsntos pañítos i chiqnihuites de maíz en los templos!, 
/qué buenos lomos de vaca/, ¡qué buenos cameros! Se Imbrian quedado ad- 
mirados al yér confesarse a las indias a huevo cada una i al escuchar el Evan- 
gelio reformado; '^Los pecados de las que dieren huevo serán perdonados y los 
de las (jue no dieren huevo, serán retenidos/' Concluyamos con Alaman. £1 
mismísimo Alaman en su Historia de Méjico, parte 1 r , libro 1 9 , capítulo 
2 r", dice: "el pueblo, dispuesto á recibir las impresiones saludables de la reli- 
gión, hubiera mejorado mucho si hubiera tenido mas instrucción y si los airasr 
hubiesen cuidado de dársela, mas qíte de ATENDER A SfU8 UTILIDA- 
DES PERSONALES, FOMENTANDO ACASO ELLOS M1SH08 8V* 
PERSTiaONES (>UE JLES ERAN SOSPECHOSAS.'! 

\ 






355- 

Nuestra Señora ele la Merced, aconteció en el convento de la Of-. 
den de esta capital, la desgracia de haber dado muerte el religio-» 
so Presbítero Fray Jacinto Miranda á su Prelado local {eí Co- 
mendador) Fray Gregorio Corte, infiriendo varías heridas al Maes- 
tro de novicios Fray José Alcalá. La causa de este antiguo y 
grave suceso existe en la Keal Sala del Crimen'* [l j. 

*'A poco tiempo de mi entrada en este mando, me cercioré de 
que la religión de Belemitas ocupaba de algunos años á esta par-» 
te al Superior Gobierno, Tribunales y magistrados de esta capi* 
tal, promoviendo multitud de recursos ó expedientes sobre pun- 
tos de gravedad y trascendencia, de discordias interiores y 
escánaaios y excesos. Unos se hacian á nombre de la mis* 
ma religión y otros por los religiosos en particular, y todos sobre 
materias que probaban con sobrada evidencia cuan necesitada .es- 
tá dicha religión de unas disposiciones que pongan término al 

sensible estado en qne se ha constituido; y ya giraban en 

número espantoso muchos cuerpos de autos antiguos y modernos, 
intrincados, complicados y confusos, que me precisaron á mandar 
reunirlos todos y á pasarlos en 10 de Mayo último, por voto con* 
sultivo, al Keal Acuerdo de la Audiencia, en donde permane- 



cen.'' 



•'Indicaré en breve los puntos que pendian de resolución: 1 Pi 
incontinencia del Yicegeneral de la Religión, en que se complicó 
el fuero militar respecto de la que se suponia cómplice (2); 2 ^, 
quejas del religioso Fray Gerónimo de San José contra el mismo 
Prelado, de resultas de haber este determinado la traslación de a- 
quel á la Habana y después d Oaxaca; 3 P, quejas también de o* 
tro religioso nombrado Fray Vicente de San Simón, contra el 
propio Prelado, por haberlo puesto preso en el convento de la Or- 
den en Puebla, habiéndose complicado con una grave causa que 
estaba mandado reservar en el secreto, contra Fray Vicente, por 
defraudación de caudales del convento de esta capital, en el tiem* 
po que fué su Presidente (3); 4 P, denuncia que á nombre de 
Fray Vicente hizo á este Superior Gobierno D. Teodomiío Ca- 
ñizares, contra el expresado Padre Vicegeneral, sobre jttegOS 

(1) Mucha prontitud en la administración de justicia. 

(2) Como Ja mujer no era militar, se supone que lo era su pobrecito ma- 
rido. . £1 Yicegeneral era el superior de toda la Orden después del General, i 
si los superiores de la Orden' se hallaban en este estado de relajación, ^como 
estarian los monjes inferiores^ Si el pastor anda extraviado^ /como andarán 
las ovejas? ' 

(3) También de los principales de la Orden. 



336 

prohibidos, comercios ilícitos y fraudes del derecho de al- 
cabala (1); 5 P, recurso del Padre Vicegeaeral pidiendo testimo- 
nio del que promovió Fray AntQnio de San Francisco, solicitan- 
do se denegase á aquel Prelado los auxilios para hacer sus elec* 
ciones con su Definitorio; 6 P, recurso del Padre Vicegeneral, 
pidiendo testimonio de una pregunta del interrogatorio, formada 
por el religioso Fray Máximo de la Asunción, en autos contra' 
Fray Juan de Belem; 7 P, ocurrencias graves de Fray Antonio 
de San José Muro contra el Vicegeneral; 8P , visita y reforma de 
las constituciones belemíticas, que constan en un crecido núme- 
ro de cuadernos, en que obran dos reales cédulas, una de 20 de 
Mayo de 1778 y otra de 22 de Septiembre de 1801, recordatoria 
de aquella; y 9p , manejo de las rentas del hospital de Belem, 
establecido en la ciudad de Guadalajara; cuyo asunto es antiguo 
y en él se advierten cosas muy raras, y hay quejas con vivas ex - 
claiiíaciones que ha dirigido «1 Presidente de aquella Keal Au- 
diencia'' [2]. 

TESTIMONIO DEL pOCTOF^ ArI^ILLAGA. 

En sus Notas al Concilio III Mexicano, nota 121, dice: **D€$* 
graciadamente puede presumirse que en ningún pais católico hay 
tanto lugar á las costumbres, principalmente contra ^u^ scriptum 
como en América (3). Las dificultades con que se tropezó al prin- 
cipio por la escasez de ministros evangélicos, y por haber sido los 
primeros que hubo regulares, que ejercían funciones de clérigos y 
tenian privilegios de religiosos: los qué ha habido permanente- 
inente por la escasez de ministros [4]; extensión de las feligresias; 

(1) ''Ladan que roba á ladrón tiene cien años de perdón,*' dice el adagio. 

(2) Ensálzase por los defensores del gobierno colonial i por todos i con 
justísima razón el hospital de Belem, fundado por el inmortal Antonio Alcal- 
de i dotado por él mismo oon abundantes rentas; mas ¿si los legos belemitas, 
que eran los administradores de dichas rentas, le presentaban las cuentas en 
griego al 8r. Alcalde? 

(3) Para entender las costumbres de que habla el Dr. Arrilkga, convieBo 
antes recordar que hay dos especies de costumbres, unas buenas i otras malas, 
i estas se llaman corruptelas i abusos. Las primeras son mui útiles a la socie- 
dad, aunque sean oontra^i^^ scriptum^ es decir, las leyes, i aun según la doc- 
trina de Montesquieu en su Espíritu de las leyes i de tddos los publidstas, 
en algunos casos son mejores las costumbres que las leyes. ¿De qué costum- 
bres habla pues el Doctor Arri llaga? ¿De las costumbres buenas? No, porque 
entonces no dijera Desgradadanienie, Habla pues de corruptelíts i abusos. 

(4) ¡Como! ¿Pues no eran tan numerosos los clérigos i los frailes, como 



tS7 

didtancia con respecto á Roma; falta de Sínodos Diocesanos y de 
visitas episcopales (1); la ignorancia en ^ae por lo común se esta- 
ba de las ñuévass bulas y otrob decretos pontificios^ dé qué apenas 
adquirían eonocímiento tardío algunos sabios; el ver practicadas 
muchas cosas que se htfcíítn en virtud de sólitas dé nuestros 
Señores Obispos; tomándose por regla general lo qrie era ex- 
cepción ó dispensa de ley; y otras en que se procédia por epi- 
queya á virtud de la necesidad, sin expresa autorización/ j dedu- 
ciéndose de alli una latitud de facultades en nuestros Ordinarios 
{los Obispos i otros), que en realidad no han tenido; la continua y 
UQiversal iútervenciou del rey de España en negocios eclesiáslá- 
eos, y la práctica de ocurrir á él y no á Boma en k mayor parte 
de las controversias y dificultades;. . • la ignorancia y descuido dé 
fhuchós edeÉidsticos con respecto á las diversas partes de la litur- 
gia (2); y el recargo de ocupaciones de nuestros Prelados en el 
gobierno de diócesis tan vastas, que no les ha permitido vigilar 
maS' de cerca sobre las personas y las iglesias; y otras muchas 
causas^ han dado lugar á que se introduscan usos y prácticas con* 
timarías á la disciplina eclesiástica general^' (3)^ 

nruebaa los iocamentos histmcos que he prestetedo/ Sí, pero en' EspaSa 
1 en la Nueva Espafia tenia lugar este petísamiento de San Gregorio Pa|!!a ea 
su Homilia 17 sobre ei EvsDgeHo: ^^He aqui que el mundo edtá Heno de sa* 
eerdotes; y sin embargo, rarísinios operarios se encuentran en la mies de 
Dios; por que recibimos á la verdad el ofido eaeerdotál, mas no ejecutamos 
las obras del ofído*'* Shcemimdtis sMcerdoiibus plenus est; 3ed tomen m 
meBse Dei rarus valde invenitur opéreUor; ^pakt (^/ieiujhz quidem soióerdoia» 
le suscipimus^ sed opus offícii non ipvplemus, 

(!) Es decir que los mas Obispos no vísit^ibaD sos diócesis. Esta no era 
costumbre bueoa, estando las visitas epkcopajes tan encargadas por los Con* 
cilios, princ^mente el de Trente, como necessnas para el arreglo de las cos- 
tumbres, especialmente las del clero. 

(2) Esta tampoco era bueoa costumbre. 

(3) Lo mismo que dice eí Sr. Arrillaga dioe el Barón de Humboldit. ISA 
su Ensayo Político sobre Nueva Espafia, lilnro 2? , esfatuló 7, dice: * 'Desde 
el principie de la Conquista temió Cortes la grande opulencia del clero en un 
pais, donde es diftcü mantener ia disciplina eclesiástical En una Carta al 
Emperador Carlos V dice muy ñanoamente ''que suplica á S. M. envié á In- 
dias religiosos y no canónigos] por que estos ostentan un lujo deítonfrenado, 
dejan grandes rique2»s á sus bijos naturales y dan escándalo a los indios re- 
cien convertidos.^ Este consejo, dictado por la franqueza de un militar vie- 
jo, no fue adoptado en Madrid. Este pasaje curioso lo hemos copiado de una 
obra que pubbcó haee algunos años un cardenal: el: arzobispo Lorenzanai'* 

El consejo de Cortes no fué adoptado en la Corte de España en cuanto a 
que^ desatendiéndolo, mando mucnos canónigos a la Nueva Bspáña; pero sí 



338 

TfiSTiMONro DE p. Lucas ;^lamak, 

Eq su Historia de Méjico^ parte 1 P , capítulo 1 P, dice: ^ho^ 
pocos descendientes que quedaban de loe conquistadores, y otro& 
que derivaban su origen distinguido de familias que en España lo 
eran, con los empleados superiores y los acaudalados que babian oV 
tenido algún título ó cruz^ ó adquirido algún empleo municipal 

Eerpetuo, formaban una nobleza que no se distinguía del resto de 
i casta española sino por la riqueza, y que cuando esta se acaba* 
ba volvia á caer en la clase común. Conservaba sin embargo aun 
en su decadencia, ciertas prerogativas, pues se necesitaba pertene - 
oer á día "para ser admitido en el dero, la carrera del foro y la 
milicia" (1). 

En el mismo libro, capítulo 2, dice: **Grande era el influjo del 
clero por el triple resorte del respeto á la religión, del recuerdo^ 
de grandes beneficios y p<H* sus cuantiosas riquezas. El pueblo, 
poco instruido en el fondo de la religión» bacia consistir esta en 
gran parte en la pompa del culto, y careciendo de otras diversión 
nes, se las proporcionaban las funciones religiosas (2), en las qué, 
especialmente en la semana santa, se representaban en multipli* 
cadas procesiones los misterios ovas venerables de la Bedencion. 
Las fiestas de la Iglesia, que debian ser todas espirituales estaban 
pues convertidas todas en vanidad (3), habiendo muchos cohetes, 
danzas, loas, toros y juegos de gallos, y aun los vedados de nai- 
pes y otras diversiones, para celebrar á gran costa las solemni* 
dades de los santos patronos de los pueblos, en cuyos objetos in*^ 
vertían los indios la mayor parte del fruto de su trabajo; y esta 
pompa profana con poca piedad es lo que hizo decir al virey que 

fué adoptada en euantc^ a los religiosos, pues mandfó muchos i mui bnenos, 
aunque después se relajaron. 

I lo mismo que dice el Dr. Arrillaga i üumboldt dice el Ayuntamiento d& 
México en bu Representación a Garlos III en 1771, como hemos visto ala 
pag. 294: '^desfigurada hasta el grade de inconocible la disciplina de la Igle--^ 
sia." 

(1) No se necesitaba la misma cualidad para h carrera de la medicina; 
prueba de la falta de atención i protección a las ciencias natumtes. 

(2) Es decir que asistían al templo como a un teatro. 

(3) *Tara que estas erpresíones no parezcan poco piadosas, las tomo lite- 
ralmente del y. P. Fr. Lms de Granada, quien lo dice así en su sermón def 
Santífflmo Sacramento, hablando de la fiesta del Corpus en España." Nota 
de Alaman. En materia de religión católica lo mismo era en Espafia que en 
la Nueva Espafia. 



339 

con frecuencia he citadoi que ''en este reino todo es exterioridadi 
y viviendo poseídos de los vicios, les parece á los mas, que en 
trayendo el rosario al cuello y besando la mano á un sacerdote, 

son católicos; que los dlez mandamientos no sé si los con- 
mutan en ceremonias." Los indios conservaban al clero re- 
gular el respeto que los primeros misioneros habian ganado, coa 
el muy justo título de protegerlos contra la opresion y defender- 
los de las violencias de los conquistadores (1), y siendo sus maestros 
íxo solo en la religión, sino también en las artes necesarias para 
la vida. Bste respeto, que llegaba á ser fanática veneración [2], 
nada tema de peligroso mientras se tributaba á hombres venera-^ 
bles por su virtud (a los misioneros en el siglo XVI), y el gobier- 
no, á quienes eran muy adictos y obedientes, encontraba en estos 
ejemplares eclesiásticos su mas firme apoyo; pero podría venir 

á serlo en alto grado, si corrompidas Ifls costnmbres del 
clero, este por miras particulares quisiese abusar de es-^ 
te infli^jo/^ 

"Ademas de las rentas producidas por estas fincas y capitales, 
tenia el clero secular los diezmos, que en todos los obispados de 
la Nueva España montaban á cosa de un millón y ochocientos 
mil pesos anuales, aunque de esta suma percibía el gobierno una 
parte, como en su lugar se dirá. En el obispado de Michoacan, los 
diezmos se arrendaban en postura pública, lo que hacia mas rigu^ 
roso y opresivo el cobro, inventando el interés particular mil ar- 
bitrios, para hacer ^x tensiva esta contribución hasta á Iqs meno- 
res productos de la agricultura'' (3)* 

''En la Representación de los vecinos de Yalladolid (Morelia) 
al Virey Iturrigaray, de 24 de Octubre de 1805^ deque habla 
Humboldt en el tomo 3 P, libro 4, folio 286, se dice con especi-, 
ficacion de obispados que los bienes eclesiásticos ascendian á 
44,500,000; pero evidentemente es mucho mas, no solo por lo que 
resulta de los padrones de contribución directa formados en estos 

últimos años, sino por el hecho de no haber casi flnca ninguna 
que no reiconociese capitales, muchas por la mayor par* 
te de su ralor y otras por mas que este. . . Según el estado 

publicado por Humboldt, tomo 3? , libro 4, folio 283, la gruesa 



(1) ¡Ehl ¡Alaman escribiendo ootno Las Casas! 
^ (2) Para impugnar al gobierno español, no se necesita mas que la Histo^ 
ría de Alaman. 

(3) Huevos, queso, xocoqui, requesones, natillas, gordas de cuajada, i^n* 
teduro etc. 



S40 

decimal de todos los obispados de la Nueva España en los diez a- 
ño8 da 1779 á 1789, importó. 18,353,821 ps., qae corresponde á 
1,835,382 anuales por término medio en el decenio, y en los años 
siguientes hasta 1808 mas bien tuvo aumento que diminución." 

'*Su expatriación {de las jesuitaé) de^ó un gran vacio, no solo en 
las misiones entre bárbaros que tenian ¿ su cai^, sino en la ins« 
tracción y moral del pueblo, que en alguna parte llenaron los co- 
legios apostólicos ''de propaganda fide,'' tanto en la administra* 
cion de las referidas misiones, como en las que de cuando en cuan" 
do bacian en las ciudades y poblaciones, y el fruto que de ellas se 
sacaba demuestra que el pueblo, dispuesto á recibir las impresio- 
nes saludables de la religión, hubiera mejorado mucho si hubiera 
tenido mas instrucción, y si los curas hubiesen cuidado de dársela 

mas que de atender á SUS utilidades personales, fomentan- 
do acaso ellos mismos supersticiones que les eran pro- 

yechosas. No eran menos recomendables los dieguinos, los feli- 
pcQses, cuyos oratorios hablan reemplazado en muchas partes & 
los jesuitasr y de las religiones hospitalarias los belemitas, que se o- 
cupaban de la enseñanza de las primeras letras y cuidaban de los 
hospitales" [1]. 

"En las mismas religiones se habia introducido la rivalidad del 
nacimiento, exceptuando también en este punto á los jesuítas, que 
no tenian capítulos ni elecciones estrepitosas^ y cuyos prelados 6- 
ran nombrados en Boma por el general de la orden, sin atender 
mas que al mérito y virtud de los individuos. • No solo habia ea 
algunas de ellas la alternativa entre "gachupines y criollos," sino 
que habia comunidades enteras casi exclusivamente compuestas 
de lod unos ó de los otros: los primeros formaban laa del Cármea 
y los colegios apostólicos de San Fernando de México, la Cruz de 



(1 ) Respecto de los bclemjtas están en contra dos testimonios. El primero 
es el del jesuíta Maneiro, quien ¿en su libro '^De las Vidas de algunos Mexica- 
nos Ilustres^^ {De Vilis aliquQt Mexicanorum lUustrium) dice que de las 
escuelas de los belemitas, duros legos españoles, cuyas máximas de educación 
eran como esta *'La letra con sangre entra," no se sacaba mas ímto que el de 
una ^^iomensa cosecha de azotes" (immensam pwiitionnm segetem). Bl se* 
gundo testimonio es el del Virey Marquina, que he presentado a la pag« 334. 

Respecto de los dieguinos, no me he encontrado un documento bistorico 
que pruebe que ea su mayoría eran observantes y que eran una excepción de 
la regla general sobre la relajación de casi todas las órdenes monásticas de la 
Nueya España, como existen documentos históricos que acreditan la observan- 
eia de los jesuítas, de los monjes de Propaganda i de los felipenses. 



341 

(^uerétaro y algunos otros (1), asi como los criollos tenian el de 
Guadalupe de Zacatecas, y de las órdenes hospitalarias las de San 
Juan de Dios y San Hipólito/' 

'^Hallábase al frente de la Iglesia mejicana en 1808 el arzobis- 
po D. Francisco Javier de lizana y Beaumont, descendiente da 
una familia ilustre de Navarra, y cuyo apellido recordaba los an- 
tiguos bandos de Beaumonteses y Agramonteses en aquel reino: 
hombre virtuoso, animado de mucho celo por el cumplimiento de 
sus obligaciones, desinteresado y caritativo, pero de corto talento 
é instrucción; al mismo tiempo débil y tenaz, crédulo y desconfia- 
do; dejándose gobernar enteramente por su primo D. Isidoro 
Saenz de Al&ro, que era canónigo é Inquisidor, altivo de ca- 
r&cter, satisfecho de sí mismo y que gustaba de üevarlo todo á su 
voluntad!^ (2). 

En el libro 7, capitulo 2, dice: '^Antes de salir el congreso de 
Tehuacan, acordaron los tres poderes reunidos la expulsión de a- 
quella ciudad de los religiosos carmelitas, que siendo todos espa- 
ñoles, se ocupaban, según se les acusó, en ganar prosélitos en fa- 
vor de la causa real, i^nsando con este objeto del confeso* 
nario.'* 

En el mismo libro, capítulo 4, hablando del Obispo electo A« 
bad y Queypo, dice: ^'El obispo, liberal en sus opiniones, no ha- 
bla hecho escrúpulo de leer libros prohibidos, y en sus conversa- 
clones en Yalladojid (Morelia) con Hidalgo, con el tesorero de a- 
quella catedral Barcena y%)tros sujetos, hablaba con libertad en 
el sentido de los filósofos franceses del siglo anterior. Esto, por 
medio de la confesión^ llegó á conocimiento de algunos religiosos 
del convento del Carmen de Valladolid, quienes lo denunciaron á 
la Inquisición de México. "* 

En el libro 2? , <^pítulo 1? , hablando del Grito de Indepen* 

(1) De estos eran los belemitas, de quienos en el Diccionario ÜDiversal 
.de Historia j Geografía, varias vecejs citado, en el artículo Villaseca (D. A-- 
lonso dé), se dice: ^*£sta Orden, ea sii fundación americana, por una desgra- 
cia^ no solo se componía en su casj totalidad de españoles que tomaban el há- 
bito en la Rabana, donde tenia uno de sus principales hospitales, que alter- 
naba con los de México y Guatemala en la residencia del vicegeneral, sino que 
parecian negarse enteramente sus superiores á admitir en su seno á los nati- 
vos del pais 6 crioUos {los indios ni se mientan^ á pesar de que las helemiias 
eran legos\ y si recibían á algunos, generalmente quedaban excluidos de los 
principales puestos.'' ,j>^ 

(2) Este i el otro Inquisidor Pardo y Orejero fueron los que procesaron i 
dedararon hereje a Hidalgo. 



á^nm invocando á la Virgen de Ouadaíupeí dioa: ''No 6$ etir»- 
fio oue en ao pueblo, en que por desgracia la religioa ^tftbft 

casi reducida á meras prácticas exterioreis, en %«e wa^ 
chos de sus iiiiBl9tro8^ partíeulaimeiite en las poblaei»* 
nes petnfi&ASi estaban entregados 4 la rida mas lieeneio^ 

Sa^ cuando el vicio dominante en la masa de la población es Iji 

{>ropetnsion al robo, hallase tan ¿acUsiente partidarios uua revo* 
ucion cuyo pirimer paso era poner ea libertad & }os xxrimiaales." 

En la bíogfafia de Fftty Anialdo Basacio, dice/^'l'anecío el Pa- 
dre Arnaldo en el convenio de l^ulancingo muy amado de todo9/ 
y dejó M S. (manuscritos) Sermones pura los Bomingos y Fies* 
tas del año, t se conservan en varias bibliotecas.— Ijos Evange^ 
Hos y Epístolas de las Misas de todo el aQo, traducidos á la len- 
gua mej^icana. t)e esta obra he tisto ejemplares en las biblio-' 
tecas de la Universidad de México, del colegio de San Oregorio y 
de Santiago Tlaltelolco. En el ejemplar del colegio <le San Gre^ 
gorio se lee esta ncftai ^'Es lástima que t>o ee ptteda imprimir es- 
ta hermosa traducción, por tener la Iglesia prohibidas las versio- 
nes de la Santa Escritura en lenguas vulgares/' Y yo afiado: Que 
levantada ya aquella prohibición, la lástima es que fio liaya J^ 

quien entiedda la tientiosura del Idloina mejicano, y por 

consiguiente ni quien se atreva á hacer tal impresión/' 

Estas palabras de Beristain son como Un soplo que deshace el 
j^alacito de barajas, foritiado por el Sr. de la Bosa con multitud 
de aftes i vocabularios de la lengua mejicana, escritos por los 
monjes de la Nueva flspafia} porque prueban que en la última é- 
poca del gobierno español, no habia en toda la Nueva Españtf 
ningún fraile ni cuta ni canónigo, en fin, nidgun hombre de letraa 
que supieta la lengua mexicana. No la sabian íii los literatos maa 
notables, uno de los sabios de esa época era Hidalgo y Goatilla 
(1), y sin embargo, déla gramática de algunos idiomas indios no 
sabia mas que Mínimos, usando del lenguaje de nuestros colegios 
en tiempo del gobierno español, que todavía se usa en algunos 
seminarios (3). Otro de los sabios de esa época era Abftd y Quey* 

(1) Lo confesaban los mismos eepafioles eonio el Arzobispo vLásaBa, quien 
en su Pastoral de 24 de septiembre de 1810 decia a Ilidalgo. "Dim^, dÍQie< 

Íobre engañado por el espirita maligno, tú que lucias antes como uií asteo 
riHante por tu ciencia, ^oomo has daido como otro Luzbel por tu soberbia ?^^ 

(2) En el Informe del estado del seminario de San laiia Poton de 1379 ao 



ué 

no, í no sabia ni Hioimos en- materia de idipmas indips. Otro de 
los sabios de la Nueva España en la misma época, era el monje 
dopiíoico Fray Servando Teresa de Mier, i sin embargo, en su 
jSerraon de Q^adaJupe, predicado en su si^ntuarip el día 12 de di; 
ciei^bredp 1794, delante del Cabildo de la Colegiata, el Arzobis- 
po, el Yirey, la Audiencia i lo mas gjrapado d^l reino i de ijmi.epso 
pueblo, dgo una multitud de disparates y gerundiadas^ por que 
Ignoraba el idioma mexicano i no estaba mas aventajado en los de* 
mas idiomas indios (1)» 

dice: ''Cátedra de HJínimos y Meüotes, Doctrina cristlat^^a y Urbanídad.-*-íro* 
fesor, Presb. Agqstin M. M. Jiménez.'^ 

(1) Dyo que el Apóstol Santo Tojn^s habia Venido a predicar el Eyan-» 
gelio en México, que (¿uetzalcoatl era el Apóstol Santo Tomas i que la imá- 
gep de Nuestra Señora de Guadalupe no e^tá piutada en la tilma de Jnau 
Piego, sino en la capa ¿e Santo Toipas. Dijo que Uno de los barrios de l^é- 
^icp es el de Tomfitlan, del qué np quedan mui lejos tas aguas saludables del 
Peuop; que la palabra 7Wa/¿an. viene de ¿orno// (toxttate), i que esta se con^- 
pone de Tomé o Tomas i de atl (agua), i que esto prueba que Santo Tomas 
predicó el f^vangelioen México. Afi^rmó que usa palabra otomite que signi;^ 
^ca el coyote era el símbolo de Santo Tomas, pQr que cuapdo predicaba gri- 
taba al njiodo de los coyotes^ diciendo "cuyos vestigios {de Quetzalcoatl) per- 
tnaoecen todaviaen la pequeJQa fuente en que bautizaba y que denominó á la 
(fiierra Minyo^ palabra otomi que significa a^^ del coyote^ símbolo de Santo 
Tomas, por su habilidad y los gritos de su predicación*/^ i que esta era otra 

Í prueba de que Santo Tomas babia predicado el .f2vanfi;elÍo en Anabuac. Di- 
que el Santo Cristo de Cbalma era Jffuittilopochui. Bíjo que la inoageu 
de Nuestra Señora .de Guadalupe era ^l propio tiempo la imagen de la En- 
carnación del Verbo; que no tenia niño en los brazoü con^o la Virgen de Gua- 
dalupe de Extremadura, por que lo tenia dentro, de que eran pruebas "^l 
vientre abultado de la tmagen,^^ i un nudo que tenia en el cíngulo sobre el 
vientre. 1 en fin, dijo tantas barbaridades, que se conmovió atrozmente toda la 
ciudad de México i lo arrestaron i lo procesaron. Interrogado de donde ba- 
bia sacado aquel hatajo de disparates, impiedades i herejías, respondió que de 
Un libro manuscrito que le habia prestado el Licenciado Borunda, cpmpuesto 
por este, i con este motivo citaron jambien a Borunda (el cual era un bendi- 
diio) i también entro en la bnla i le quitaron el libro. 

El Arzobispo Nuñez de Haro busco con linternas quienes 8Ut>ieran la leu- 
gua mexicana, halló al iDoctor Uribe, canónigo Penitenciario de la catedral de 
Méjico, i al l>octor Omaña, canónigo Magistral de la misma catedral, i los co- 
misionó para .que dieran su censura del libro de Borunda i del sermón de 
Mier; Uribe redactó la censura i la firmaron los dos canónigos. En ella, en* 
Ue otras muchas cosas dice Uribe: '*He aquí convertido á Santo Tomas en to- 
mate ó al tomate en Santo Tomas . . . Dice (Borunda i con él Mter) que la 
Imagen está ceñida con nn cíngulo, el cual solo se descubre por un ñudo qué 
está sobre el vientre. Ñudo en me^cano se llama tlalpillij y esta es la pa^ 



344 
Otro de los sabios de la Nueva España en la misma época era 



labra ráiple; pero tlalpüli^ coDÜnoa, también se puede entender por d prifi^ 
cipal de la tierra (acaso Ber& oomponiendo una palabra de tíalli que sigaifi- 
ca tierra y pilli que BÍgnifioa caballero 6 noble). He aquí pues el dÍBCurao o 
delirio de Bomnda. La Virgen de Guadalupe tiene sobre el vientre un fiudo 
que en mexicano se llama tlalpitlii tlalpiUi mgnifica también 6 pnede aigm- 
car el principal de la tierra; es así que el YerM) encarnado es el principa de 
la tiene; luego el ñudo que la Santisima Virgen tiene sobre el vientre signi- 
iica que está prefiada del Verbo encdmado ... Si este discurso de Bomnda 
con todos sus cien términos álogístioos se aplica á cualquiera india preñada, 
aunque sea ramerai que esté ceñida y que tenga, como muchas veces traen, 
el ñudo sobre el vientre, ¿no se concluye la herejia mas herética [Sfej que se 
haya oido? ... De opuchtíi y uitztli^ que signiñca la espina, saca nuestro Li- 
cendado que el nombre del ídolo {Huitzilopochtli) significa el que tiene á la 
izquierda la espina, esto es, continua, la antiquísima Imagen de Cristo Cm* 
cifícado que se venera en Chalma. ¿Y qué espina tiene á la izquierda este 
Señor? Será la Haga que abrió la lanza* y por cuanto la espina hiere, de a-> 
hí sale la alusión . . . ^^£1 Santo Cristo ae Chalma es también el dios del es- 
tiércol {palabra^ de Bomnda)^ 6 de la basura: Tlazolteutl; por que es el que 
limpia las conciencias de los indios que allí se confiesan." 

Mier en el pulpito de la Colecta explico con audacia muchísimas palabras 
i aun geroglíficos del idioma azteca i la palabra Minyo del otomite, i cito con 
garbo esta 9entencia de San Aguatin en el libro 2 P de la Doctrina Cristiana: 
'Tara comprenderlos caracteres y monumentos nacionales desconocidos^ ú. 
gran remedio es el conocimiento de las lenguas:'^ Contra igfiota signa pro- 
pri/a^ magnum remedium est linffuarum coffnitio] siendo asf que ¿I no sa- 
bia la lengua mejicana ni la otomito ni ningún idioma indio, como se lo echa* 
ron en cara los censores, diciendo: ^^términos del idioma mexicano que el Pa^ 
dre ni entiende, ni sabe hablar, ni escribir.^' Preguntado en el interrogatorio 
durante el proceso si sabia el idioma mexicano, contestó *'quo apenas percibe 
el idioma mexicano". De Borunda dijeron los censores i calificadores de su 
libro que algo entendia de la lengua mexicaua, por que se habia aplicado a 
leer algunos libros sobre ella i por los frecuentes viajes que hacia a algunos 
pueblos de indios a servirles de abogado en sus pequeños negocios judiciales, 
pero que no la sabia bien. £1 dijo: ^'A dichos Señores calificadores no asis- 
te inteligencia en el idioma mexicano,^' á lo qué contestaron ellos: ^^No esta* 
mes tan desnudos ni somos tan pobres en el idioma me^cano, como nos su- 
]K}ne el Licenciado torunda. Uno de nosotros (el Magistral) fué por muchos 
años Cuta de indios, trato con ellos; lo qué basta para q^ue no le sea extran- 
jero €l idioma. SI otro (el Penitenciario), Cura también en algún tiempo, 
Hizo un largo estudio de esta lengua, y cree que aunque no la ^osee para ha- 
blarla^ le b^tan los conocimientos que tiene de su sintaxis y el manejo de 
Artes y Diccionarios de ella y de los historiadores mexicanos, para discernir 
el sentido compuesto y alegórico." £1 Magistral no habia menejado ningu- 
na Gramática ni Diccionario^ i el Penitenciario no hablaba la lengua- mexica» 
xia, i por esto, aunque halna sido cura de indios, no habia podido predicarles, 



845 

Beirisiáh), i por en Biblioteca ecmsta q^ue m> sabia ni Miaimos en 
materia dé idiomas iñclios (1). 

morslugtrrle» ni citflizarlos: I sr égtó pftsabsi Cü eT iltímo tercio del siglo 
X VIH/ eaaiMl^ en mafieña de estaáio de leer idiomas indios todávia llevaba 
algua |»oca agís» el arroye, ¿qai sería en la épooa siguiente de 1801 a 1816, 
e» %ae Besisfcaili proeigaió i oonelisyé su Biblioteea^ Ya lo «Kce él' mismo: 
que en sa tiempo no kuiibia qiúea sapiem Uen k lengua mexieana* 

Loe censores dijeron fue Borunda. iba con ffeeuen«ia a aügnnot pveUoff de 
indios^ que platíoaba con ellos i con este motivo sabia algo da la lengua azte- 
ca; pero no le dieron a este becho mas importancia. Cada uno tiene sus re- 
glas de crítica^ i tengo para mí que aquí está la clave i el ongen de todo a- 
qiiel latefintoi ruidoso acontecimiento. Indudablemente los indios tenían la 
Aparición, tradición i cieenda d& Nues^m Sefiora de (Guadalupe como tenían 
todas laa demás creeneiaff i tradiciones' cristíanas, esto es, messdada con una 
multitud de oreencias i tradidcmes idolálricas; este totum revotufuítit que te- 
nian en su cabeza fué lo que enseñaroD a Berunda, i oomo esto no era ua 
Huet ni un Sahagun, apechugó aquel toíum revclutum^ lo bautizo con el nom- 
bre de sentidos simbólicos y alegóricos i se pusa a escribirlos. Mas dificil eB 
explicar como etDbctor Mier, que em de graú talento i saber, aceptó i fué a 

Sredicar aquellas brujerías. Me parece que no se puede explicar sino eon el 
icho vulgar que no \m pichón que no ensucie el nido,, esto es, que todos so- 
mos hijos de Adam i que no ha habido ningún hombre grande que no haya e- 
rrado en mucho o en poco, máxime si ha sidb de genio taro, como lo era el 
Sootor Mier, según atestiguan sus biógrafos i prueban las peripecias de su 
vida. £1 Arzobbpo reprendió fuertemente a K>runda i le prohibió que esr 
críbiese solve materias de religión» e* impuso aMier el castigo dediezafios de 
reclusión en un* convento de dominicos de Espema, a cuyo efecto fué oondutí- 
do con escolta a Yeracruz, preso algún tiempo en el castillo de San Juan de 
Ulna-, i conducido a España hasta el convento de su destino, en donde estuvo 
encerrado algunos años. Mas oomo ni los censores ni el Arzobispo dieron al 
hecho capital la importanda que merecía, en mi humilde juicio se les olvidó 
lo principal i era haber mandado al Magistral a aquellos pueblos de indios, pa- 
ra que (si sabia hablar la lengua azteca) les explicara la Aparición de Nues- 
tra Señora de Guadalupe i en general la religión católica, ya que por la igno- 
rancia casi general i mui culpable de los idiomas indígenas no se podia hacer 
esto con todos los individuos de la raza india, a lo que llamo lo principal. 
' (1) Basta tener nociones sobre las lenguas indígenas para saber: 1? que 
ios nombres de matlalzinca i pithida expresan una misma lengua, i 2? que 
la pirinda i la tarasca son diversas lenguas; i Beristain creia: 1 P que había 
una lengua matlakinca i otra pirinda, i 2 ?^ que la pirinda i la tarasca eran 
una misma. En la biografía de Fray Juan Medina Plaza dice: '^Escribió 
^'Explicación del Símbolo de la Fé'^en lengua tarasca ó pir^nda^y "Sermones 
pora los Bomingos y Fiestas del año^* en dicha lengua,'' ^'incurriendo asi» dice 
el Sr. García Icazbalceta (y no por única vez) en el error de confundir las 
lenguas tarasca y pirinda." (Kblibgrafla Mexicana del Siglo XVIj pag 217), 
En efecto, el mismo Dean biógrafo, en la biografía de Fray C^iego Basalen- 



34d 

^Cómo pues podían los curas i los frailes doctrinar a los indio^r 
desterrar de entre ellos la idolatría, moralizarlos i civilizarlosf 

Algunos dirán con extrafíamiento: '^¿Desterrar la idolatría de 
entre los indios? ¿Idolatría en el siglo XIX?'' Si, la idolatría e- 
xistió entre los indios en la ultima época del gobierno coloniaíf 
esto es, en los últimos años del siglo, próximo pasado i en los pri- 
tueros del presente siglo XIX. La idolatría existió en México 
durante los tres siglos del gobierno español. Voi a probarlo en el 
§ siguiente, i no lo probaré con el testimonio de algún autor fran- 
cés, ingles i\ otro extranjero, para no darles lugar a los defenso- 
res del gobierno colonial a que respondan que los extranjeros 
son enemigos de España: respuesta que respecto de los testimo- 
nios de algunos extranjeros es justa, i respecto del testimonio de 
otros no es mas que un subterfugio; lo probaré con el testimo- 
nio de un español, i de un español que no era ningún sacristán der 
monjasi sino un Obispo mui ilustrada. 

Testimonio del Obispo español Mloxó ek 1805 (1). 

En sus Cartas Mexicanas^ que escribió en México en 1805 i ser 
imprimieron después en España i se reimprimieron en Genova, 
en la carta 17 f , hablando de los indios, dice: **Muchos, digo/ó 
son verdaderamente idólatras, ni mas ni menos que lo fueron sus 
antepasados en el reinado de los Montezumas, ó propenden ó in- 
clinan tanto hacia aquel detestable culto, que su sistema religio- 
so presenta 4 los ojos de quien lo observa con la debida inteligen- 
cia y reflexión, una confusa y extravagante mezcla de luz y de 

que dice; "poseyó este admirable varón todas las virtudes cristianas y supo la» 
lenguas latina, italiana, mexicana, pirinda, niatlalcinga^ griega y hebrea." 
(1) Beiistaín dice; ^^Moxó y Francoly (Ilustrisimo D. Benito María): 
natural del principado de Cataluña, monje benedictino de la congregación ta- 
rraconense, Doctor y catedrático de la Univerpidad de Cervera, de la Orden 
de Garlos III, Obispo auxiliar de Michoacan con el título de Obispo de Asura 
in partibus infidelium y Arzobispo de Charcas. Llegó a México el año de 
1804, de paso para Michoacan; pero habiendo fallecido el Prelado á quien ve- 
nia á ayudar (el Sr. San Miguel^ por ser ya octogenario)^ y toncado el go- 
bierno de aquella diócesis el Cabildo de Valladolid, hubo de permanecer el 
gr. Moxó entre los mexicanos, hasta que lo nombraron Arzobispo de la Plata 
se embarcó en Acapulco. La vast^ y fina erudición de este sabio catalán, ya 
conocido en Europa, la experimentaron en su trato franco los literatos de Mé- 
xico." Beristain no da' noticia de las Cartas Mexicanas de Moxó, i este fa^ 
uno de los muchos libros escritos en la Nueva España que se le pasaron por 
alto en su Biblioteca. 



347 

tinieblas, de Cristo y de Belial. No Amontonaré al propósito un 
gran número de hechos; antes al contrario, me contentaré oon 
hacer mención de solo cinco ó seis, cuya autenticidad me parece 
indubitable.'* 

"Primero. No hace muchos años que en lo alto de uno de los 
cerros que se levantan á espaldas del famosísimo Santuario de 
Guadalupe, se conservaba todavia un insigne monumento de la 
an^tigUedad mexicana. Consistía este en ciertas figuras ó gero« 
glíficos, gravados de relieve en una gran peña que se deja ver 
bastante lejos. Según las noticias que he podido adquirir en el 
particular, este monumento tenia mucha semejanza con el que e- 
xiste aun á cincuenta y cinco leguas del Cairo, en la montaña de 
Babain, que el Padre Sichand copió de su mano, viajando por el 
alto Egipto, y del que nos d¡6 poco después una relación tan cir- 
cunstanciada y erudita . • . Algunos eclesiásticos repararon, co- 
mo los indios que iban y venian por una calzada que pasa muy 
cerca de dicha colina, asi que llegaban á ponerse fronteros del 
mencionado monumento sedetenian de repente, y mirando á di- 
versas partes por descubrir si habia quien los observase, solian 
hacer algunas reverencias, inclinaciones de cuerpo y otros gestos, 
como que adoraban alguna cosa. Esta feliz observación excitó á 
un mismo punto el celo y la curiosidad de aquellos dignos minis- 
tros. Se acercaron pues á la peña y vieton que, al pié de los ge- 
roglíficos ó grotescas figuras habian dejado los indios algunas o - 
frendas de frutas, no sé cuantas velas de cera y una copita de in- 
cienso que todavia humeaba. Repitieron en diferentes dias con 
mucho disimulo la exuecada observación y hallaron siempre lo 
mismo que la vez primer|; No pudiendo ya dudar de que aque- 
llas representaciones servian de cebo para supersticiones de los 
naturales, y de que bu vista despertaba y encendia en sus cora- 
zones la innata propensión que tienen á la idolatria, comunicaron 
su pensamiento y observaciones al Arzobispo que era entonces 
de esta metrópoli, el cual mandó al instante á algunos picapedre* 
ros que fuesen á borrar sin pérdida de tiempo aquellas imáge- 



nes. '^ 



**Segundo. A una extremidad de la llanura de Toluca y fren- 
te al cerro de las Cruces, á unas catorce leguas de esta metrópo- 
li, se levanta un famoso volcan • • . Debe pues por lo mismo estar 
aquel monte, y está efectivamente agujereado con infinitas con* 
cavidades ó cavernas, de ellas grandes y de ellas medianas. Me 
ha contado una y muchas veces un grave religioso, natural de la 
mencionada ciudad de Toluca^ que cuando era muchacho solia 



348 

QOB otros eompafieroB de ra edad ir á menudo í aun de ]mm cue- 
vas qae quedan referidas; que todos juntos acostumbraban en- 
trar dentro y registrar lo que había, dejando en la puerta uno ó 
dos niños, que les sirviesen de centinela para no ser deacubíertoa 
de los indios; y que Se aouerda como en el fondo de la cueva Jia- 
bia un especie de muñeco, puesto encimlt de un pedruzcon, y co- 
mo rara vez dejaban de encontrar en el suelo y al pié de ki estar- 
tuai ya tortillas de maiz, ya velas de cera ordinaria, ya frutas, in- 
cienso» ya otras cosas semejantes; que todas eran manifiestas se* 
jiales del culto infame, á que se entregaban los indios al favor de 
aquella oscuridad y retiro.'' 

''Teroero. £1 tercer hecho que voy á referir, confirmar& loa 
dos que anteceden, y aun les añadirá un peso y autoridad que 
ciertamente no tendrían por si solos; no por que no sean puntúa- 
le» y auténticos, sino por que este último fué y es awn notorio en 
iodo México. En efecto, nadie hay aqui que ignore que el año de 
1790 se descubrieron casualmente dos gravea fragmentos de an- 
tigüedades mexicanas, en el mismo suelo que ocupaba el suntuo- 
sa templo de HuitzüofQochU% demolido por los españoles después 
del dia memorable 13 de Agosto de 1521, en que á nombre de 
Carlos, y tomaron posesión de esta ciudad. Pocos también serán 
los vecinos de ella q:ue se hayan olvidado de que el descubrimien- 
to de dichos dos fragmentos hizo entonces mu dio ruido; de modo 
que la curiosidad atrajo al instante á la plaza mayor un número* 
so concurso de personas, ya doctas, ya ignorantes, las cuales qui- 
sieron tener la satisfacción de examinar de cerca unos fragmentos 
que la pública voz aseguraba ser de tanjb. precio. Lo eran cier- 
tamente, pues el uno podia mirarse cotfife la verdadera llave del 
Kalendario Mexicano, y el otro como * un excelente compendio 
de k) que la mitologia asimismo mexicana comprendía de mas 
singular, de mas caprichoso, de mas complicado y hasta entonces 
menos inteligible. Anadiase á esto, que los dos juntos y cada u- 
no en particular, presentaban á los eruditos la mejor prueba que 
podia desearse de los considerables progresos que babia hecho es- 
ta nación indiana, en orden á las ciencias y á las artes, especial- 
mente en la geometría, en la astronomía, en la escultura y en la 
mecánica." 

El Sr. Moxo Sigue tratando de las Dos Piedras, i hablando de 
la segunda, dice: ''La estatua se colocó al cabo de pocos dias en 
uno de los ángulos del espacioso patio de la Universidad, en don- 
de permaneció en pié por algún tiempo, pero al fin fué preciso se- 
pultarla otra vez debajo de tierra, por un motilo que nadie ha- 



349 

bia previsto. IiOS indios, que miran con tan estúpida indiferen- 
cia todos los monumentos de las artes europeas, acudian con in- 
quieta curiosidad á contemplar su famosa estatua. Se creyó al 
principio que no se movian en esto por otro incentivo que por el 
amor nacional, propio no menos de los pueblos salvajes que á^ 
los civilizados, y ^or la complacencia de contemplar una de las 
obras mas insignes de sus ascendientes, que veiau apreciada hasta 
por los cultos españoles (1). Sin embargo se sospechó luego, que 
en sus frecuentes visitas habia algún secreto motivo de religión. 
Fué pues indispensable prohibirles absolutamente la entrada; pe- 
ro su fanático entusiasmo y su increíble astucia burlaron del to- 
do esta providencia. Espiaban los momentos en que el patio es- 
taba sin gente, en particular por la tarde, cuando al concluirse 
las lecciones académicas se cierran una á una todas las aulas. En- 
tonces, aprovechándose del silencio que reina en la morada de 
las Musas, sallan de sus atalajas é iban apresuradamente á ado- 
rar á su Diosa Teoyasmiquú Mil veces, volviendo los védeles de 
fuera de casa y atravesando el patio para ir á sus viviendas^ sor- 
prendieron á los indios, unos puestos de rodillas, otros postrados 
{jcon el rostro pegado en el polvo) delante de aquella estatua, y te- 
niendo en las manos velas encendidas ó alguna de las varias o- 
frendas que sus mayores acostumbraban presentar á los ídolo^. 
Y este hecho, observado después con sumo cuidado por personas 
graves y doctas, que se quedaban de propósito escondidas detras 
de las columnas de la galería de arriba, obligó á tomar, como he- 
mos dicho, la resolución de meter nuevamente dentro del suelo 
la expresada estatua." 

**Los tres mencionados hechos, repito, le habrán á Usted con- 
vencido de lo contrario, presentándole unas señales muy claras 
de que el fuego de la idolatría hace aun (en 1805) considerables 
estragos en este bello pais/' 

El Ilustrísimo Moxó emplea en seguida muchas páginas en re- 
ferir otro hecho, á saber, que un pueblo de otomites, situado á 
cinco leguas de distancia de la capital de la Nueva España, habia 
permanecido en la idolatría durante los tres siglos del gobierno 
vireinal, es decir, hasta 1803, en que habia tenido noticia de esto 
el Arzobispo de México, y se habia seguido en el provisorato de 
indios un proceso sobre el asunto. Dice el Sr. Moxó que él leyó 

(1) Principalmente los mexicanos, llamados entonces españoles america- 
nos, como León y Gama, quien escribió una magnífica Disertación sobre *^Las 
Dos Piedras.'' . , 



S50 

éste üfocdso 7 que por él ooastaba lo siguiente: 1 f^ que cáftí fo- 
dos loa indioa de dicho pu^Uo t^meax comumoQ o sociedad t^lU 
gioaa idolátrica; 2 5^ que tenian basteo tea ídolos en las ouevaa da 
los montea inmediatos»- 3 ^ qü^ lea hacían o&endas de tortillas de 
maiz, copal, frutas, telaa encendidtt i otraa coaae; 4 P que eu9n:* 
do volvian de íaa peregrinacionea al aantuario de Nueatrá Señora 
de Guadalupe i ul del Santo Cristo de Chalma, las mismaa velas 
que habian encendido delante de laa imágenes de Ouadaifctpe i def 
Chalma, acababan de encender delante de sus ídolos; 5? qtte te» 
nian sacerdotes (I); i 6^ qtfe dichos sacerdotes en 1803 i^sabaa 
}as mismas penitencias sangrienta» que en tiempa de Mocteaní' 
ma^ (2). 

En la Carta 16 dice Mo:£6: ^'¡í^obrea índfíosf, vuelto á i'epetír. 
tFeniais á la verdad eti España, no tanto un amo como un padfér 
muy tierno/ el ctfal, de lo alio de sil atfgufsto trono, ctrtnerto fe« 
cientetn'ente de palmas y íaureies, tendia á meniSdo la vista y las 
manos hacia toaorCros, y ciádadoso é inquieto por voesfra suefte» 
formaba inaCrticciones, promulgaba leyes y aplicaba diferentes 
medios para prevenir ó suavizar vuestros mates. Fero (3) ¿de 
qué os aprovechaba esto por entoncea, ai el interés y osadía der 
algunos de virestoa huéspedes dejaba en gran parte burlados los a« 
mantea desvelos de tan benéfico Monarca y de aHa celoso» Hkiii^- 
tros?'* 

íMagnfficoa haéspedbaí 



(1) ^Tero estos pofires salvajes eittn á un modo uo solaméíáte cafandero^- 
SIDO taiíibien sacerdotes. 8e infiere esto con íoÍa evidenda de íaa deolaracionesr 
originales que se hallan continuadas en el proCíéso. A ellos estaba reservada' 
todo lo qtie pertenecía al culto y Veneración de los ídolos. Ellos eran los que 
/edbian las ofrendas y los que las ponían con sus manos al pié á& las esta- 
tuas. Ellos eran tamHen los qire dírígiem y arreglaban las procesiones que 
arriba cfuedbn dfesék'itas. £ÍIo8 eraú asímisoaio los que en dichas procesioneac 
llevaban las detestables íiííagénes ¿e sus Dioses, y finalmente, los que las co- 
locaban en la corf es|)i[>nc(¡ente cueVa <íadoratorio, y después de haberlas incen-^ 
sado y colmado díe presentes, ponían fin á la sacrilega ceremonia diciendo ea 
alta voz á los cir jutistantes q^ ^'yíA podían volterse á stfs casas." Era el /- 
ie^ Missa é^t, 

(2) "Debe usted criterio, pbr que teúgo eóf re ías varias curiosidades de 
fnl museo, no solo muchas de las expresadas lancetas, sino también un plie- 
go de papel manchado con infinitas gotas d!e sangre, ofrecida pocos meses ha 
pOT aquellos sacerdotes á dos feísimos ídolos, que igualmente están en mi po*- 
der." 

(3^) Un compadre mío le teníai una antipatía particular a los Peros, 



981 

4 

TffSfiMOMlo OS Abao t C^ucrpo, bspañol^ Obispó ELsctó 

DE ^ICHOACAN. 

En su sabia Beprf^sentadion á laBeg^neia de JSspaña de 30 de 
tnayod^ 1810 le decias ^'Nuestras posesiones de América y espe* 
(^ialmente esta^uera Bspaña, están muy dispuestas á una iasu- 
rreooion genefal, si la sabiduría de V. M. ( Vueéa Majestad) n o 
la previene. Élfiiégo eléctrico d^ la Revdmion francesa, hiñen* 
^0 simultáneamente todas las demás naciones^ destruyendo las u« 
ñas, agitando y conmoviendo las otras, piLéa en molimiento y reti- 
ñió en estos países loé primeros elementos di Id división y del de- 
seo ardiente de la Independen<^ia." 

^'Su población {de la Nueva España) se domppne de españoles 
europeos y españoles americanos. Componen los dos dédmos 
escasos de toda la ppblacioQ • » • Los ocho décimos restantes se 
pompon^n de indios y caitas. Esa graa o^asa de habitantes no 
tiene apenas propiedad, ni en grau parte domicilio^ se hayun real- 
n^entjB en un estado ábyetto y miserable, sin costumbres ni mo^ 
Í*al (1). Se aborrecen entre vi [indios i nebros] y envidian y a^ 
borrecen á los españoles por su riqueza y dominio. Pero conviet 
tien con los españoles americiuios en aq^iella prevención general 
contra los españoles europeos/' 

'*Dicta la sana política y el ítitei^es geuerAl cid la MoAarquiai 
que Y. M. quite para i»empre y desde luego el tributo personal 
en las dos Américas é islas adyacentes» Bis una contribución que 
reúne todos los vicios de las majas con^tribucionesi Cuesta mu« 
cho á los Contribuyentes y produce poco al erarioi Un la Nueva 
jEspaña sola prodttee un millón, y no se puede apreciar en menos 
de tres millones lo que cuesta á los contribuyentes, positiva y . 
negativamente} sin contar las vejaciones personales de secuestros 
y prisiones, y la pensión insoportable de no poder transitar á o- 
t i l ■ 

(1) ¿De quietes la dül{>a? tteoordetnos el juicio crítido de Arce y Miran- 
da en su seraion de Nuestra Señora de Gcuidalupe, eu la catedral de México 
en 1739, que he presentado a la pag. 265: ^^Ya pues que para vivir en este 
teiao necesitamos de la tnanta del in£o, ya que nos sea indispensable disfru- 
tar sus trabajos y pefsotial servicio^ sea para compensarlo en su mejor go- 
biemo espiritual y temporal, sea para protegerlos, sea para aliviarlos, sea pa- 
ra que con nuestro ejemplo se mejoren sos costumbres, sea para que con 
nuestra enseñanza adquieran de nuevo aquellas mojra¡.e0 virtudes que según 
sus historias lenian en su gentilidad^ de que el dia de hoy (o confiísioa 
y acusación nuestra! {de los frailes i de los clérigos) no les bao qued^o 
ni aun vestigios," 



352 

tras jurisdicciones sin llevar consigo la carta de pago de Iribatoy 
ó sujetarse á pagarlo de nuevo en cada una como vago. Pero la 
cualidad mas depresiva y degradante de esta contribución con- 
siste en la nota de infamia que irroga á muchas familias españo^ 
las y perpetúa en las castas por el rigor de los recuentos ó nue* 
vas matrículas, que no solo comprenden d los verdaderos tributa- 
onoSy sino á muchos que no lo son y no lo 'pueden acreditar por su 
pobreza é ignorancia. Pues no recayendo esta contribución sino 
sobre indios y castas, que en la Nueva España comprenden, co- 
mo es dicho y casi por mitad los ocho décimos de la población 
(1), resulta que todo tributario que no es indio, ea reputado de 
notorio y público mulato." 

"Permítame V. M. eleve á su alta consideración y soberano 
juicio una verdad nnera que juzgo de la mayor importan* 
cia, y es que las Américas ya no se pueden conservar por las má- 
ximas de Felipe II. Que cese para siempre el sistema de estanco, 
de monopolio y de inhibición general que ha gobernado hastia 
aqui (2), y ha ido degradando á la nación en proporción á su ex« 
tensión y progresos, dejándola sin agricultura^ sin artes^ sin ¿/i* 
dustria, sin comercio, sin marina, sÍ7i arte militar, sin luCGS, sin 
gloria, sin honor-, íuera de algunos intervalos en que se relajó al- 
gún tanto por la sabiduría de algunos soberanos.'' 

**Dígnese V. M. de sentar siquiera las bases de un sistema sa*» 
bio, generoso, liberal y benéfico.'* 

Los grandes i fecundos pensamientos de Abad y Queypo no 
son para expuestos de corrida i sin reflexión. Hagamos pues a- 
qui una parada i estación. Me atreveré a hacer algunos comen* 
tarios al texto del sabio Obispo electo de Michoacan. 

"una verdad nueva que juzgo de la mayor importancia, y es 
que las Américas ya no se pueden conservar por las máximas de 
Felipe II." Atónitos se quedaron el Virey Lizana, el Inquisidor 
Pardo y Ovejero, el Inquisidor Alfaro, el Oidor Bataller, el In- 
tendente Plon, los Doctores de las Universidades de México i de 
Guadalajara, los canónigos de las catedrales de la Nueva España, 
Casaus, Beristain i demás viejos prohombres de la Nueva Espa- 
ña, partidarios de la política de Felipe II, al escuchar la verdad 
nueva de Abad y Queypo. Por que si en la época contemporánea, 
/cosa admirable!, &e han visto i se vén entre los españoles, partí* 

(1) Cuatro décimos de indios i cuatro décimos de individuos de la razii 
negra. 

(2) ;Eh!, ¡las mismas ideas de Hidalgo! 



353 

darios de la política de Felipe II, i no solo entre los españoles 
hombres de letras del estado llano, sino también entre sus nota- 
bilidades literarias, como Menendez Pelayo, el académico D. E« 
varisto de San Miguel, el académico D. Alejandro Fidal i Mon i 
otros, ¿qué seria en tiempo del gobierno vireinal? 

Hoi, todas las naciones cultas de Europa i América han escu" 
chado con asombro un grande elogio de la Inquisición i de la po* 
Jítica de Felipe II i demás reyes de la Casa de Austria, i elogio 
acompañado de estrepitosos aplausos, i no proferido en la Puerta 
del Sol o en i^gua cortijo, sino en la capital de EspaKa, en el se* 
po de una as^gtogiblea de notabilidades literarias españolas. Menen- 
dez Pelayo ep su Piscurso pronunciado en el Congreso Católico 
español, en la sala de Capítulos del antiguo monasterio de San 
Jerónimo de M&drid, en el mes próximo pasado (3 de mayo de 
J.889), hablAodo de la forma teológica que la España de los reyes 
de la Casa de Austria dio a todas sus ciencias, a todas sus ártest 
lt todas sus instituciones i costumbres en los siglos ^VI i XVII, 
dice: ''forma que de las escuelas pasó á la acción, y penetró en la 
^ida, llegando á hacer de España eqi los dos siglos mas influyeu- 
jbes de su historia (XYI i XVII), algo que ni antes ni después ha 
yuelto á viárse en el mundo, es decir, una nacloil de tOOlogOS 
/irmados. Nunca, desde el tiempo de Judas Macabeo, hubo un 
pi^ejbjo que con tanta razón pudiera creerse el pueblo escojido pa- 
ira ser 1& espada y el brazo ¿d I)ios;^' i el taquígrafo del Congreso 
í^ñade *' Estrepitosos fiplaicsos^' (1), 

¡Pobre pueblo macabeo i judaico en la edad moderna! {Pobre 
nación española! Tales ideas no pueden explicarse sino con el ca- 
rácter nacional: con el sentimiento religioso exagerado, la tena- 
cidad de carácter i la inclinación al antaño o statu quo^ que ha 
tenido España en la edad moderna, mas que ninguna otra de las 
naciones de Europa. 

^'una nación de teólogos.'' ¿No lo he dicho yo?, una nación da 
frailes. Es verdad que España en los siglos XVI i XVII produjo 
un Melchor Cano, un Suarez i una pléyade de verdaderos i grandes 
teólogos, de que con justicia puede ufanarse; pero ¿qué eran la in- 
mensa mayoría de sus teólo^s en los mismos siglos, sino unos 
ergotistas'i "una nación de teólogos armados/' ¿I con qué armas 
.estaban armadas aquellas turbas, sino con las que dice Melchor 



(1) Puede verse este Discurso en el periódico "El Tiempo,'^ numero? 6 i 
7 del coniepte; 



854 

Cauo: ^' varas largas i fofas, débiles armas de nmos'1 (1). 

''forma que de las escuelas pasó i\^ accion^^ £9 cierto. Ssptt" 
fia }úzo tedlogas todas sus ^eoci^Sg M:*4;e8| institaciones i oostum^ 
brea. Hizo teólogas aa lógica i metafísica^ eocajando en la meta- 
física general u ontologia el Sacramento de !a Bucariatia, en la 
metafísica especial el tratado de los Angeles i otras muchas es-' 
pecies i doctttnas teológicas, que pertenecian a la lógica i metafí- 
sica como por los cerros de Übeda; introdujo multitud de cues- 
tione3 sobre bagatelas i produjo el falso escolasticismo, qüeinfi" 
donó todas las ciencias* Hizo teóloga la filosofía moral, coifVir- 
tiéndola en ritoSé SU los frailes, que ersin la principal potencia ea^ 
cial i Ips maestros del pueblo, estaban tan relajados 1 desmorali- 
'^ados cómo hemos visto, ^en quó estado de desmoralización se lia^ 
'Haría el pueblo española Mudios son los documentos históricos 
oue lo prueban i baste citar el siguiente. D. Leandro Fernandas^ 
de Moratin en sus "Orígenes del Teatro Español,'* hablando de lo» 
Autos Sacramentales, que se celebraban todavía a mediados del 
siglo pró5¿ímo pasado i a los que asistían los franciscanos, los do- 
minicos, los^iercedarios i frailes de otras órdenes, entrando en 
la algazara de la concurrencia, dice: ''Entre los desaciertos del 
teatro, no era el menos la representación de los autos sacramen- 
tales. El ángel Gabriel anunciaba á la Virgen (papel que desem- 
peñaba la célebre Mariquita Ladvenant) la Encarnación del Yer- 
bo, y al responder, traducidas en buenos versos castellanos, las 
palabras dol Evangelio; quamodo fiet istud quonzam virum 'non 
cognoscof, los apostrofes hediondos del patio j las barandillas, di* 
rígidos á la cómica, interrumpian el espectáculo con irreligiosa 
y sacrílega algazara, y hacian conocer á muchas madres cuan 
mal habían hecho en llevar consigo á sus hijas honestas. Una 
mujer eon la custodia en las manos, acompafiada de los coros, 
cantaba en procesión el Tantum eryo. La Primavera^ el Apeti- 
to, el Alma, el Cuerpo, la Culpa, la Gracia, el Cedro, la Bosa, et 
Domingo, el Lunes y el Martes, la Gcentilidad, el Mundo, el 0^ 
fato y todos los sustantírvos del dicoionarío aran iuterlooutores 
en aquellas fábulas. Kn una salía San Pablo con su montante 
ensebando á esgrimir á la Magdalena^ en otra se decía que la Sa- 
maritana vive en la calle ddl Pozo y que Jesucristo murió en la 
de las Tres Cruces; en otra Be acensaba i San Agustín que se 
fuese al hospital de San Juan de Dios. Así estaba el tei^tro ouan- 
de vino de Ñapóles el Se&or Don Carlos III, quien por un jusÜ* 

•••• 

(1) Arundine$ longos^ levia videlicet arma fUerorum't 



S66 

Bimo decifeto puso fin é los indicados escándalos, ptohibienGÍo la 
representación teatral de los asaatos sagrados. '^£ntibos de la 
fé católica llamaban 4 estas orgias religiosas; no era la fé católi* 
ca, sino la fé frailesca." Estas concisas palabras del Príncipe de 
la Faz son como un ni£^2o que pulverÍ2a el sofisma de Menendea 
Pelajo. España era^ no tiene diida^ una naciqn de teólo^w; pero 
no era la teoktffia católica sino la teologia frailesca la que habia 
convertido los dogmas en supersticiones que eS:pIotaban los frai- 
les i los cüra^ para enriquecerse» comq ^^ce AÍamant la teologia 
frailesca era la qud había conmutado los diez ínandamientos de la 
lei natural i de la teología católica en repiques, cohetes, fiestas i 
ceremonias, com^ dice el Yirey Duque de iLinares; la teologia de 
los frailes era la que con el ejemplo de estos, enseñaba a los es* 
pañoles i a los mexicanos que aui;ique fueran borrachos, taburedj 
prostituidt)s i ladrones, con q^ue trajeran el rgciario al cuello i re- 
Eáran muchas prAcipneef vocales, i besárai;! la in^no a los saeerdo* 
tes i tuvieran }a, bola de carnes i ^e deactjibrierau Ift cabeza al to« 
que del AngéLus a las doce del día i a la oración de la noche i e- 
jecutáran otras extenoridade/s, eran cfitólico^, como dice el mismo 
Virey. Hizo teóloga la física i la llenó áe milagros; i durante lar- 
gos siglos enseñó, en sus Universidades i colegios la física de A-^ 
.ristóteles, dizque convertido al cristianismo (1). I aun en el úl^ 
timo tercio del siglo próximo pasado, por mas esfuerzos qué hieo 
Carlos II{ para que en las Universidades! seminarios de España 
Be enseñase el Nuevo OrgaxiQ de Bacon, el Método de Descartes^ 
el sistema de Copérnipo, el sistema de Kewton i en fin, la lógica^ 
la metafísica, la física i demás ciencias naturales modernas, que 
tan adelantadas se hallaban en Francia, en Inglaterra i otras mu- 
;chas naciones extranjeras, aquel Carlos III que venció a la om- 
nipotente Compañía de JesUs, no pudo vencer a las Universida- 
des de España/ contestando resueltamente la Universidad de Sa« 
lamanca, madre i maestra de todas las demás, con este texto de 
' los Salmost *'No habrá en tí dios moderno, ni adorarás dios ex- 
tranjero** (2). 1 aunque la aplicación del texto fuese tan gerun- 
dia como la aplicación que Fray Gerundio en su Sermón de San- 
ta Ana hizo de este texto del Libro de los Cantares: tempus pu* 
tationis advenit, para probar que en aquel tiempo habia muchas 
prostitutas, ello es que los Doctores de Salamanca en su nombre 
i en el de las demás Universidades de España le querían decir al 

(1) De Generattone et Corruptione. Physicorvm. 

(3) Aon irii in te dtus rccens^ nejtio adorabis deum altenuiñé 



356 

rey que no querian ninguna filosofía moderna i ningunas cien* 
cias naturales extranjeras, sino únicamente Ja teología i la filoso- 
fía de 8U antiquísimo i amadísimo Peripato (1). España hizo teó- 
logas las matemáticas, i aun los catedráticos de esta ciencia ea 
las. Universidades (2), como Fray Diego Rodríguez, fraile de la 
Merced, catedrático de matemáticas en i& Universidad de Méxi- 
co, formaban su horóscopo, o sea conjunto de círculos o cuadra- 
dos concéntricos, con sendas casillas, de las cuales en una se leiii 
Sodas, en otra Fiq/e, en otra Herencia^ en otra Our^ público^ 
en otra Cárcel, en otra Bonanza en minat en otra Meterte ele, cot^ 
la cual figura pronosticaban a multitud de hombrea i mujeres, 
aun de los constituidos en alta dignidad como el Yirey Afancera^ 
su suerte futura, haciendo una lijera chapuza a uno de los akribu* 
tos de la Pivinidad, A cada paso sucedía aue aquel a quien le 
habían pronosticado, por ejemplo, cargo público, h echaban a 1% 
cdrcd, i a aquel a quien le hablan profetizado bonanza en mina^ 
le daban una bofetada; i sin embi^rgo, disputi^ban i porgaban ase* 
;urando que no hablan errado, por que las dos cosas comenza- 
^an con las mismas letras, i que lo que h&bia sucedido era única- 
mente una lijera desviación en el horóscopo. Hizo teóloga Is^ 
astronomía, i aun ep el último tercio del siglo próximo pasado, 
en que todo el mundo literario era copernicano, en todas sus U- 
niversidades i seminarios enseñaba la astronomía de TolomeOí 
por que dizque la de Oopérníco era contra la religión i la de To- 
lomeo muí conforme a ella, en razón de que dice la Escritura que 
Josué paró el sol Hizo teóloga la jurisprudencia, i todos sus ca- 
nonistas i civilistas, ora leguleyos, ora jurisconsultos, en sus ale- 
gatos jurídicos i en sus libros se apoyaban en textos de la Escri- 
tura i en doctrinas de teólogos (3), Pero ¿qué digo canonistas \ 



(1) Ferrar del Rio en su ^'Historia del Reinado de Garlos 111,^' libro 7, ca- 
pítulo 5 ^' , dice: ^^Engreida la ( Universidad) de Salamanca de resultas de 
sus antiguas glorias, dio el ejemplo de la resistencia á tan saludables inten- 
ciones (a las reformas de Carlos III) y redondamente dijo que no se podia 
apartar del sistema del Peripato, y que no era violencia aplicar á claustro ta^ 
famoso las palabras: Non erit in te deus rccens^ ñeque oidorahis deum alie-^ 



nww." 



(2) En mi pequeño libro "Treinta Sofismas" he probado que eran rarísi- 
mas las Universidades de España en que había cátedra de matemáticas antes 
de Carlos IV. 

(3) Un ejemplo entre mil. Gregorio Iiopez, comentando la leí 1 ^ , títu- 
lo 19, Partida 7 ^ , i metiéndose al terreno de los pecados i en consecuencia 
al terreno de la teoloj^ia, dice: ''£1 que tiene acceso camaVpon iponja comete 
tres pecados: pecado de incestoi por que una monja es esposa de Dios, que ea 



337 

* <5ivilístas?, auti Ias leyes de las Siete Partidas eran bastante teó- 
logas [Ij. flizo teóloga lo fisiología mas que niaguaa otra cien- 
cia, aK^diéndole ana maltitad de paparruchas, contrahaciendo, 
desfigurando, afeando i agraviando la sabia obra de la madre na* 
turaleza. Hizo teóloga la anatomía, disecando carneros o nada i 
oponiéndose con todas sus fuerzas a la disección de cadáveres hu- 
manos, por que dizque esta disección era contra la religión, en ra« 
£on de qíie <el cuerpo de un cristiano está santificado con la Enc- 
arnación del Yerbo i es templo del Esj^ritu Santo (2). Hizo teó- 
loga la medicina, i cuando a un médico indocto (como eran casi 
todos, aun los Doctores de las Universidades, por que sin disec- 
ción de cadáveres humanos no podía haber médico docto), le pa- 
recía muí diflcil la curación de una enfermedad, luego entregaba 
el enfermo a los exorcismos, launque el enfermo fuera el rey, co- 
mo Carlos II £3j. Hizo teóloga la higiene, enterrando {os cuer- 
pos de aquellos que parecían muertos, mucho antes de las veinti- 



"«Hl 



nuestro Padre, (es decir que la monja es mair<ísira)\ de adulterio, por que 
viola a la esposa 4e otro, i pecado de sacrilegio, por que una monja es coaa 
lograda; Aei lo ensefia la Glosa al capítulo 27 que comienza Virginihus^ cues- 
tión 1 f .^^ Tria peccata committit accedens ad monialem: incestum, fuia 
sponsa Dei est^ gui est Pater nosier^ ítem aduUeríum^ quia sponsam alte^ 
ritis corrumpit, Jtem sacrilegium^ qtiia est res sacra: ut per Gloss, in eap. 
Virginibus 27 ^ quaest. 1. Según la jarispmdencia teológica española, las 
monjas eran madrastras de los españoles^ ;i no eran pocas las madrastras! 
Según la jurispírudeDeia teológica española, el acceso carnal con monja era in- 
icesto, adulterio i sacrilegio; según la teología cristiana no hai tal incesto ni tal 
Adulterio. Segan la jurisprudencia teológica española, una monja es cosa sa- 
ngrada; según la teología cristiana una monja es persona sagrada. 

(1) Un ejemplo entre mil. La leí 5, título 8, Partida 4 ? , dice; ^Techi- 
Z08, o otro mal fecho, fimendo algan orne o muger, de manera que non se pu- 
diesse ayuntar camalmente con su muger, o ella con él, podria ser que tal 
mal fecho como este que duraría por siempre, o fasta algún tiempo.^^ 

(2) Ferrer del Río en el capitulo 5 citado dice: ^'Preocupadas las nniver- 
flidades españolas con una máxima de Galeno, tuvieron á desdoro enseñar y 
aprender la práctica de las operaciones, y asi tuvo que buscar albergue la Ci- 
rugia fuem de sus claustros y gremios.*' Los Autores espa/ñoles de la Enci- 
clopedia de Mellado en su artículo Atíatomia dicen: ^'Lae preocupaciones re- 
ligiosas se oponían á la disección del cuerpo humano, siendo no obstante la Tí- 
nica que podía suministrar á la anatomia los medios de operar é investigar el 
fondo de las oosas.'^ 

(3) Peyjoo en su Teatro Crítico, tomo 8? , discurso 6 P, dice: **E1 médi- 
co indocto, cuando experimenta alguna enfermedad para él oscura y que obs- 
uñadamente resiste á sus recetas, luego discurre causa preternatural, y ordena 
que el enfermo se entregue á los exorcistas.'^ 



t^tlatro horas, para que cuanto ante» se le» dijeran Misai i bus al«» 
mas alcanzasen el descanso eterna, eontra el cual abuso escribid 
Feyjoo. Hizo teóloga la higiene, procurtíníío que los cadáveres 
se sepultasen dentro de las iglesias o por la meaos en los atrita 
áe ellas, i oponiéndose con todas siis fuerzas a que se sepuTtasea 
en cementerios fueta de tas poblacíonesi afirmando que el diablo 
tío se acercaba a los cuerpos de los primeros, por que estaban 
protejídos por los Santos titulares de las iglesias; pero* que los 
cuerpos de los segundos ^rían uno» cuefpos mostrencos que na- 
die protegería i con facilidad los agarraría el diablo, aunque fue- 
sen de almas que ya estuviesen en el cielo, i en oonsecuencia 
cuerpos de Santos [l ]. Hizo teólogas Ta botánica í la farmacia, 
procurando medicamentos que fuesen buenos para hacer huir ai 
diablo (2). HÍ20 téróloga la historia, teología que hacía llorar á 



(1) D. Alonso el Sabio en la leí 2, título 13, Partida I f cuyo encabeza- 
do es este: ^Tor que razón deven ser las sepulturas cerca de las Sgleaias/^ 
dice: ^^La quarta es, por que los diablos non han poder de se allegar tanto a 
los cuerpos de los ornes muertos qne son soterrados en cementerios \en hs tí^ 
trios de los templos)^ eomo a los otros que están defuera" (de las poblado- 
fies). ¡Oh dolor! Todas las naciones cultas han despachado los muertos ai 
demonio. 

(2) Feyjoo én el discurso 6 p citado dice: "Las sellas mas falibles, 6 por 
decirlo mejor, las mas despreciables son aquellas que mas aéreditadas y prae* 
ticadcts se hallan entre los exorcistaa. La primera consiste en ciertos sabir- 
merios, los cuales dicen tienen la eficaaa de molestar extrañamente- á los de- 
monios, y mediante esta molestia, descubrirlos y también ahuyentarlos; LTsatk 
para estos sahutnerios de la ruda^ del bypericon, de eoerno de cabra, del es^ 
tiercpl humano etc." I no se crea que únicamente el valgo tenia estas creencias 
i prácticas; las tenian también los Doctores de las Universidades de España- i 
de la. Nueva España. En mi pequeño libido '^Treinta SofisoMS,^' sofisma 1S9 , 
se ha visto* a Salcedo, Doctor en medicina i catedrático de medicina ea la Unr- 
versidad de México en el último tercio del siglo XVII, i a Brizuela, tambiea 
Doctor en n^dicina i catedrático de medicina en la misma Universidad,, en la 
época en que escrilñó Feyjoo, es deeir, ya mui tarde, pues escribió en el se- 
gando tercio del siglo próximo pasado^ en los comentarios- de uno i- otro Doc-*^ 
tor al ^ ^Tesoro de la Medicina" por Gregorio Lopez^, asentar eomo ana doctri«> 
na qno la ruda es excelente remedio para ahuyentar al demonio i eurar de la 
.hechiceria*^ i se ha visto en el ftiisma sofisma 18 p, en la misma época de 
Feyjoo, a toda an Consejo de Indias, compuesto de los Doctores de las Uni^ 
versidades de España i españoles mas notables por.su ciencia e ilustración, a* 
probando dicho ^'Tesoro de la Medicina^^ con los comentarios de Salcedo i Bri- 
2uela, conjunto de patrañas i supersticiones, i dando su licencia para su im- 
presión. Esto pasaba en España cuando ya en Italia, en Francia i en otras 
Diciones de Europa habia jardines botánicos i estaba mui adelantada la botá^ 
sica i la farmacia. 



359 

Melchor CanO) viendo a la historia en su patria produciendo ^A 

.abundancia Ch^ónicas i Vidas de Santos, i cada Crónica i Vida, 

los milagros en abundancia como si fueran melones (1). Hizo teó- 

(1) Melchor Cato, sabio español de primer ordeO) Obispo de las GaDarías 
i uno de los Padres del CodcíIío de Trente, en au obra clásica "De los Lugares 
Teológicos,^' libro 11, capítulo 2, dice: "Julio Cesar, Suetonio, Cornelio Tá- 
cito, Plutarco i Flinio narran algunas cosas, de los qué, parte Vieron con sus 
propios ojos i parte recibieron de testigos también oculares. Mas en estos au^ 
lores, aunque tío se puede admirar la piedad i los acabados oficios de lá 
virtud, sí se puede admirar cierta probidad i bondad natural. Pues algu- 
nos de ellos, inducidos o por el amor de la verdad o por un ingenuo pundonor, 
de tal suerte aborrecieron la mentira, que casi sea vergonzoso que io^ histo^ 
viadores gentiles hayan sido mas veraces qiie los miestros (los católicos). 
Lo digo con dolor i no por contumelia: que las Vidas de los Filósofos han 
0ido escritas con mucha mas fidelidad por Dió<riínes Laemio^ que las Vi- 
das de los Santos por los cristianos^ y qxve Suetonio ha referido los hechor 
de los Césares con mucha mas exactitud e integridad^ que los católicos los 
hechos^ no digo ya de Emperadores^ sino de los Mártires^ de las Vírgenes 
i de los Confesores . . . Eu gran manera pues ofenden a la Iglesia de Cristo 
los que juzgan que no expondrán egregiamente los hechos de los Santos, áb 
por sí esclarecidos» si no los adornaren con milagros i revelatíones finjidiis. 
La impudencia de estos hombres no ha perdonado ni ala Sania Virgen 
ni a Cristo Nuestro Señor, haciendo al escribir la Historia de Cristo y de sú 
Madre lo que han acostumbrado PRAےUAR al escribir la Historia de los San- 
tos, mezclando muchas cosas vanas i ridiculas, llevados de la lijereza del ingenio 
humano. . . Hay como dije, entre los autores- profanos, no pocos cuya inge- 
nuidad y pundonor de tal suerte huü sido celebrados por el lenguaje de los 
hombres, que nadie los haya juzgado jamas embusteros ni desvefgonzados eíi 
fingir: tales son Julio César, Valerio Máximo, Terencio Varron, Tito Livio, 
Cjrnelio Tácito, Séneca, Amiano Marcelino, Eutropio, Flavio Vopisco, Pablo 
el Diácono, Lucio Ploro, Polibio, Dionisio de Halicarnaso, Julio Capitolino, 
Cornelio Nepote, Eetrabon y otros muchos^ {Traslado a Gaume i a lo^ 
gomistas). 

Feyjoo, de tanto o mas taleoto que Cand, escribió fnudho contra la multi- 
tud de falsos milagros, la multitud de falsas profecias i la multitud de falsas 
revelaciones, diciendo i probando a sus compatriotas, que formaban casi toda 
la nación española, que la creencia i enseñanza de todas aquellas falsedades, 
especialmente en los palpitos i en los libros, con las qué pensaban ensalzar i 
tXíbustecer la religión católica i fomentar la piedad de los fieles, producia el e- 
fecto totalmente opuesto; por que, prescindiendo de los que ya eran incrédu-»- 
los, es decir, que no creian en los Verdaderos milagros, profecias i revelacio- 
nes que constan en la Biblia, muchísimos protestantes i aun muchísimos cata« 
lieos, al escuchar i leer aquellas patrañas, comenzaban por dudar i acababan 

()or no creer en la mujer de Lot convertida en estatua de sal, en la burra de 
^a!am que habló, en el Arca de Noe, en la multiplicación de los panes, en la 
Resurrección de Jesucristo, en la Eucaristía etc< etc.; haciendo dichos desorei* 



360 

ga la oratoria, produciendo el gerundismo. Hizo teóloga la poe- 
«ia, produciendo el gongorismo. Hizo teóloga la agricultura pol: 
medio del diezmo, exigiéndolo hasta de los lazos, las reatas, el hi- 
lo, la pita, el xocóqui, los requesones i lasiiatillas por derecho cí{< 
vino positivo. Hizo teólogos la agricultura, la industria i el comer- 
cio, con su intolerancia religiosa, sus guerras de religión i sü lo- 
quisicion (1). 

dos este juicio; ^^tíomo son estos milagros, profecías i revelaoioDes, asi han de 
haber sido aquellos.^' £1 Abad de Oviedo les decia i gritaba a sos compa- 
triotas que de tales enseñanzas de patrañas se seguía un gravísimo mal a la 
religión católica, en lugar do favorecerla, por que ademas de ponerla en ridi* 
culo, algunos de los verdaderos milagros que constan en la EscrítuFa son de 
una importancia suprema, por ejemplo, la Resurrección de Jesucristo, que es 
el fundamento i la base de toda la religión cristiana, diciendo el Apóstol San 
Pablo en su Epístola 1 f a los Corintios, capítulo 15, vei-so 14: '^Mas si Cris- 
to no resucitó, luego es vana nuestra predicación, y vana es también nuestra 
fé,'^ i en el verso 17 dice; ^' Y si Cristo no resucito, vana es vuestra fé." 

(1) 8u intolerancia religiosa. Feyjoo en sus Cartas Eruditas, tomo S P, 
carta 16, cuyo encabezado es este; ^'Causas del ATRASO qiae se padece en Es- 
paña {é por ende en la Nueva España) en orden á las Ciencias Naturales,^' 
dice; ^^lía «quinta causa es un celo, pió sí, pero indiscreto y mal fuDdado.^^ I 
poco después, retratando a uno de aquellos españoles de su tiempo piadosos i 
celosos, pero indiscretos, enemigos de los descubrimieotos i adelantos de los 
franceses, ingleses i demás extranjeros en las ciencias i en las artes, dice [i no 
se crea que va a fotografiar al Sr. de la Rosa); ^^Ostentará un tedioso despre- 
cio de todas ellas (las noticias de los adelantos esítrafijeros)^ diciendo que 
no son otra '«osa que sueños ó caprichos disparatados, con que los extraugeroe 
quieren engaitar á las gentes; que aun cuando hubiese alguna verdad ó utíU-* 
dad en aquellas novedades, se debian repeler por sospechosas, siendo veroá- 
simil ^ue, viniendo de países infestados de la herejia y no muy seguros en la 
verdadera creencia, venga con la capa cíe la iilosofia embozado algún veneno 
ieoliigico. Y aquí entra lo de LOS AIRES INFECTOS DEL NORTE, 
expresión que ya se hizo vulgar en escritores pedantes." 

**¿Pues qué, si llega á BaW que Leibnitz, Boyle y Newton fueron herejes? 
Aquí es donde prorumpe en exclamaciones capaces de hacer temblar las Pira* 
mides egipciacas. Aquí es donde se inflama el enojo, cubierto con la ca]W 
de celo. ¿Herejes? ¿I estos se citano ¿O se hace memoria para cosa algu- 
na de unos autores impios, blasfemos, enemigos de Dios y de su Iglesia? /Oh 
mal permitida libertadl" 

"¡Oh mal paliada envidia!, podría acaso exclamar yo, ¡Oh ignorancia abri- 
gada de la hipocresia! Si estas declamaciones solo se oyeran al rudo vulgo, 
bien pudieran creerse, aunque ridiculas, sinceras. Pocos años ha sucedió que 
á una ciudad de España que padece penuria de agua, se ofrecieron á con- 
ducírsela por una agria cuesta ciertos ingenieros del Norte {ifigleses^franee- 
ees o alemanes). Supongo que los que gobernaban el pueblo no se convinie- 
ron con ellos, por parecerles excesivo el gasto. Pero entretanto que se ha- 






361 



c^on encomios como estos; ^^£1 Santo Oficio, la mas espaüola y /Dastiza de nyes- 
tras instituciones» siguió la universal decadencia. . . J^o se hable pues de la 
Inquisición del siglo XVIII, por que se reirán hasta las piedras. ... ¿Si ten- 
4remos que convenir en que la Inquisición era un gran medio para purificar 
la atmósfera y avivar los ingenios?^' 

Dice Menendez Pelayo que en el ^glo XVIII ya no vaKo nada la Inquisi- 
ción, i que hablar de horrores de la Inquisición en el siglo XVIII, es para ha- 
cer reir hasta a las piedras. El académico Lafuente en su Historia General de 
España, parte 3 ^ , libro 7, tomo 19, pag. 483, hablando de la Inquisición en 
el reinado del primer Borbon Felipe V, que reinó en la primera mitad del si- 
glo XVIII, dice; **Pero lo que hizo notable el reinado del primer Borbon fucr 
ion los numerosos autos de i6 que en él se celebraron. Cuéntanse hasta SE- 
TECIENTOS OCHENTA I DOS y sobre CATORCE MIL personas ¡para 
hacer reir hasta a las piedras)^ las que en ellos sufrieron sentencias y penas 
mas ó menos leves ó graves. Aunque con menos aparato escénico y con me.- 
nos espectáculo que los anteriores, las penitencias y los castigos nada se sua- 
vizaron, y los pertinaces y relapsos continuaban siendo relajados y DERB,E- 
TIBOS EN EL BRASERO EN PERSONA ó en estatua. {Para hacer 
reir hasta á las piedras). De la severidad de este último y horrible supli- 
cio no se libértala ni la decrépita viuda de noventa ^ cinco años, ni la donce- 
lla de quince, ni el simple guardador de ganado, ni la humilde lavandera/ que 
no habia ni edad, ni sexo, ni estado, ni profesión, ni oficio, ni disposición in- 
telectual, que bastara á poner á cubierto de una acusación de herejia y de un 
sambenito y una sentencia de cárcel, de galeras, de azotes, de confiscación q 
de HOGUERA»'* Este cuadro es para hacer reir hasta a las piedras. 

(1) Asi consta en la biografia de Feyjoo que se lee al frente de su Teatrp 
ÍJrítico. 









I en fin, hizo teólogos la agricultura, la industria i el comercio 
con la multitud de dias festivos, en los que obligaba no traba- ;j> 

jar, contra lo cual escribió bastante Feyjoo hasta qiie consiguió 
que el sabio Papa Benedicto XIV, leyendo los luminosos escri- 
tos del benedictino de Oviedo, suprimiese algunos dias festivos (1). 

biaba del ajuste, muchos de la plebe, entre quienes se mostraba alguno de su- 
perior clase {probablemente clérigo o fraile), clamaban indignados que no 
queiian agna conducida por manos de herejes, teniendo este por un aten- 
todo injurioso á la religión del pueblo (a ^^La Religión y la Sociedad^''), 
Asi es el vulgo, y al vulgo es de creer que le salen muy de corazón tales sim- 
plezas/' Mas el' vulgo es dirijido por los de arriba, i aun no faltan estudian- 
•tes u otros de poca instrucción, escritores públicos, dirijidos por canónigos, que 
jKio quieren dar la eara i sacan la casta&a con la mano del gato. 

Las guerras de religión i la Inquisición en sus relaciones con la agricultu- 
i;m la industria i el comercio. Menendez Pelayo en su libro "La Ciencia Es- 
pafLola,^' pag. 268, dice con franqueza; "Caido el comercio, cayo la industria, 



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362 

^'la eispaclfl y el brazo de Dios.'^ ¿I qué espiada i brasío eran 
esos sino los de la Inquisición española, i aquellos brazos de qud 
habla el historiador t). Modesto de Lafuente cuando dice ^'los 
brazos de aquellos freidores de carne humana''^ ¿Qué espada i 
brazo etan aquellos sino los de I09 ejércitos de Carlos V, dé Fe- 
lipe II i demás reyes de la Casa de Austria, que consumieron i- 
nutilmente la mayor parte del oro de la América? ¿Qué espada i 
brazo eran aquellas sino los de la política de Felipe II, que ence« 
rró a España i sus colonias dentro de una muralla tatt alta i tan 
maciza como los Pirineos, mató la libertad de conciencia, la li- 
bertad política i todas las libertades públicas, aisló a España i sus 
colonias del movimiento político i literario de Europa, i con todos 
estos motivos atrasó a España i sus colonias en casi todos los ór- 
denes de la civilización? [l]. 



(1) Feyjoo en su Teatro Crítico, tomo 3 p, discurso 11, dice: "la pasíoil 
de los naturales por las antiguas máximas, hace mas impenetrable este pais 
(Espáfíá) á los naevos descubrimieotos en las cieDcias, que toda la aspereza 
de loe Pirineos á las escuadras euemigás/' 

El Cardenal Gibbons en su precioso libro *'La í^e de Nuestros Padres/' ca- 
pítulo 17, dice: *^Lq8 católicos anteriores á nosotros en los últimos trescien- 
tos aiíos^ han tenido que sufrir tanto por la falta de libertad de concien- 
cia, que se levantarían en juicio contra nosotros si quisiéramos abogar por 
la persecución religiosa. Renegariamos de nuestros padres en la fé, los m&t- 
tires, si quisiéramos conculcar el principio que ellos amaron mas que la vida. 
Y cuando yo denuncio las crueldades de la Inquisición^ no hago frente a la 
Iglesia, sino que estoy con ella j sigo su bandera. El derramamiento de sangre 
y la persecución no forman parte del Credo de la Iglesia Católica.^' 

D. Manuel Colmeiro, sabio español, en su discurso en la Real Academia 
Española de la Historia, al ingresar en ella el.dia 26 de abril de 1857, dice: 
*'Caja de Leruela escribió la '^Restauración de la abundancia de España,^' se- 
ñalando la causa de su decadencia en la declinación de la ganaderia por el 
desuso de los antiguos privilegios de la mesta; Alvarez Osorio en sus '*DÍ8~ 
cursos,^' Martinez de la Mata en sus ^^Memoriales,^' Alcázar de Arriaza en 
sus "Medios Políticos," Sotíioza y duiroga en sus "Desengaños y Medios" y 
otros mil escritores en varios papeles con el título de Avisos^ Máximas, Ad- 
vertencias etc., declaran la flaqueza interior de la monarquía y ponen de ma- 
nifiesto la despoblación de los campos y lugares^ la miseria de los labrado- 
res^ la ruina de las fábricas^ el desaliento del comercio y toda la mala 
Tentara de nuestros antepasados." 

Viera y Clavijo, arcediano de la catedral de Puerteventura en las Canaria^ 
en su Elogio de Felipe Y, describiendo a España en tiempo de los reyes de 
la Casa de Austria, dice: "El oro, este don precioso de la América que pare-^ 
cia delcielO) no fué para la magnánima generosidad de la nación, sino un fu- 
nesto presente, que extinguiendo las tirtudes ae veras del eiglo de eos padres^ 



863 

"üná nación dé teólogos'^ Entendámonos. Sai teología dog- 
taática i teología moral: ¿qué teólogos eran aquellos? No eran 
teólogos morales, por que pot los mil documentos que he presen* 
tado en este libro consta que eran relajados i ¿esmoralizadoSi 
Convengamos pues en que Bspaña era una nación de teólogos in- 
morales, (''Estrepitosos aplausos''). 

•'Dígnese V. M; de sentar siquiera tas bases de tín sistema sa- 
bio, generoso, libetal y benéfico.^' 

•4iberal.^* iQúé ea Liberalismo! Como refieren los historia • 
dores españoles i Alaman, los calificativos de liberal i servil na- 

fomentó con el lujo viciois agradables qu6 ellos no conocieron. La sabia eco- 
nomia, la actividad^ el desinterés^ la emulación, él amor constante al trabajo, 
todo iba desapareciendo uno tras otro; por que reputando aquellos españolea 
por indiano de sus manos triunfantes el humilde cultivo de la tierra y la tarea 
de las artes mas útiles, empezaron á mirar al resto del género humano con 
desden, á considerar las naciones como nácidds para materia de sus victo* 
rías 6 de su fausto, á no aspirar á otra gloria qué á la fementida de las dig- 
nidades y riquezas, ni á otra reputación que á la de diciar leyes i los pueblos 
atónitos. De este modo, faltándole & la opulenta y envidiada Espafia ios 
Verdaderos bienes de la paz, la. abundancia) la fernlldad, la población, 
la industria, el éomereié, y siendo imposible mover con regularidad desdé 
un solo punto de apoyo la complicada máquina de una monarquía tan enorme, 
que para animarla aseguraban que el sol jamas escondía sus rayos en ella, no 
¡era mucho que en las operaciones del gobierno se echase de ver una mortal 
lentitud, que injustamente se ha atribuido á dáxácter de la nacion.'V 

El académico Lafuente en su Historia citada, parte 3 ? ^ libro ÍT, ^ 10, dice: 
•'Felipe II con la ptegmática de Áranjuez de 1538 habia establecido una ri- 
gurosa aduana literaria, una barrera intelectual entre España y Europa^ pro- 
hibiendo á todos sus subditos salir á enseñar ni á aprender en colegios ni u- 
niversidades extranjeras, incomunicando así inteledtualmente á España con 
lel resto del mundo." I en la misma parte 3 ? , libro 10, capítulo 30, ha- 
blando de las leyes de las Cortes españolas de 1810 a 1814, dice: ^'España, 
que por un rudo golpe de despotismo de sus reyes habia perdido en el siglo 
Xyi las instituciones libres, que casi de inmemorial tierbpo habia Venido dis- 
frutando; España, que desde aquel golpe fatal llevaba tres siglos regida por 
la voluntad absoluta de sus reyes, y oprimida y ahogada por el brazo dé hie- 
rro del poder inquisitorial, {el btazode Dios que dice MehendisÁ Pdayo)^ 
que habia teemplazado á lais antiguas Cortes; España, que desda aquel tiem- 
po se habia ido rezagando en el camino de la civilización y marchaba pe-" 
tezosamtnte y como entrabada DETRAS 1 1 MUCHA DISTANCIA DE 
OTRAS NAClONESi emprende resueltamente y acomete con intrepidez, en 
medio de una guerra mortífera y con ocasión de ella, la obra de su regeneta- 
cion política, civil y social; y llevándola á cabo con rapidez asombrosa, en mo- 
nos de tres años de trabajos lepslativos recobra el ATRASO DE TRES 
SIOLOS de opresión y de oscuridad!^ 



364 

cieron en las Cortes españolas de 1810. Liberal es el partidario 
del progreso i nada mas. De los abusos jamas es responsable 
el uso. Servil es el partidario del antaño o statu quo. Las pala- 
bras son modernas; las cosas son tan antiguas como las socieda-- 
des. Hoi, en los últimos años del siglo XIS» hai una cruda la^ 
cha entre los partidarios del progreso i los partidarios del anto-i 
ño, i se hostilizan los unos a los otros por todas las vias de la pa*. 
labra i de los hechos. Los partidarios del antaño, al ver las i*: 
deas, i no solo ideas sino las obras del progreso, se lapientan, se 
quejan, halagan con sagacidad política, maldicen, recurren al ar- 
ma del dinero que sostiene periódicos i sostiene guerras, recurren 
a la religión, estimándola una arma mui poderosa sobre los pue« 
blos i dicen el liberalismo es pecado^ i en fin, hacen cuanto pue-. 
den por contener la marcha del progreso. Asi ha sido siempre. 
¿Quien triu&rá en esta lucha?, ¿los partidarios del antaño o I04 
del progreso? Consultemos la Historia; que ^^En la Historia, di- 
ce nuestro historiador Torquemada, tenemos presantes las cosaet 
pasadas y testimonio y argumento de las porvenir '^ 

De los die:; i nueve siglos de la era cristiana, aqi^l en que hu- 
bo mas oscurantismo fué el siglo X, llamado por esto por los his- 
toriadores edad de plomo. En el siglo XI los partidarios del an- 
taño se lamentaban, se quejaban, maldecian 1 movieron crueles 
guerras por mantener las cosas como en el siglo X; i sin embargo^ 
perdieron: en el siglo ]^ progresó la huxi^anidad \ progresó mas 
en el XII* ^n los fines del siglo XI i en el XII se derramaron 
torrentes de sangre en las Cruzadas, combatiendo el Asia, parti- 
daria con^o siempre del antaño, i la Europa, partidaria como siem-r 
pre del progreso; el resultado de las Cruzadas fué el siglo XIII^ 
en que la humanidad progresó mucho mas que en los siglos anter 
riores. En el siglo XY cayó Constp^ntinopla i apareció Guttem- 
berg, el que ha hecho progresar a la humanidad mas que ningún 
inventor; a excepción del del al&beto. Perdonadme Juan de 
Groia, Jacobo Meció, Haryey, Dionisio Fapin, Morse i demás cé- 
lebres descubridores. Perdóname también tú, £ifiel, que hoi ha^ 
ees fijar la vista de todo el mundo científico en tu Torre, la qué 
vá a escudriñar los astros, la atmósfera i los organismos, i en 
consecuencia a hacer avanzar mucho la astronomia, la física, la 
medicina i otras muchas ciencias naturales. En el mismo siglo 
fué el descubrimiento del Nuevo Mundo. Sin Guttemberg, el des- 
cubrimiento de Colon habria producido mucho menos utilidades 
al mi;indo social. En el siglo XVI los partidarios del antaño se la- 
mentaban, se quejaban, maldecian; estos partidarios i principal- 



365 

mente Felipe II con su atroz; Inquisición i su política amiga de 
la teología esealástica i enemiga de la filosofía i de los adelantos 
sociales que de esta nacen, querían mantener las eosas como en 
el siglo XIII, I con todo, a mediados del mismo siglo XVI apa- 
reció Copérnico, padre de la astronomia moderna^ i que produjo 
en el primer tercio del siglo siguiente a aquel Keppler, que a pe- 
sar de que era pollo tenia mas plumas que un gallo; i en la mis-^ 
ma época aparecieron Bacon, Galileo i Descartes, padres de la fi« 
losofía moderna; Bacon de la lógica, Galileo de la física i Descar- 
tes de la lógica, de la metafísica i de la física. I Bacon, Galileo, 
Descartes i Képpler produjeron a Newton, Leibnitss i Pascal: los 
cuales siete grandes filósofos todos fueron hijos del glorioso siglo 
XVII, i todos aprisionaron el universo como en una red con la ló- 
gica ineludible de las matemáticas^ I [pasando al mundo moral]^ 
la filosofia de Descartes fué el polen del Contrato Social (1). I el 
Contrato Social proáujolos Principios de la Revolución francesa, 
encomiados por el Obispo católico Dupanloup, como León XIII ha 
encomiado la Constitución política de los Estados Unidos (2). J los 
Principios de la Revolución francesa produjeron la Independ.encia 
de }a colonia francesa de Haití, i la Independencia de México i de 
todas las colonias hispano-americanas [3]. I los mismos Princi- 
pio8 produjeron la Constitución española de 1812 i las Constitu- 
ciones políticas modernas de casi todas las viejas monarquias de 
Europa, i las Constituciones políticas modernas de casi todas las 
Eepúblicas americanas. ¿I qué habría sido de Copérnico, de Ba- 
coUí Galileo, Descartes, Keppler, Newrton, Leibnit^s, Pascal, Eous- 
seau, Mirabeau, Sieyes i Vergniaux, sin Guttemberg? Su9 escri- 
tos habrían volado con las alas de tímida paloma, i ¡cuanto no hu- 
bieran padecido sus escritos i desvirtuádose sus ideas, cayendo a- 
quellos en manos de los partidarios del antaño, adulteradores de 
manuscrítoe! Con Guttemberg, las ideas de todos los filósofos 
modernos volaron por el mundo con las alas de águila capdal. En 
las Cortes españolas de 1810 a 1814 los serviles se lamentaban, 
se quejaban, maldecían i luchaban por n^ntener Ips feudos^ la 

(1) ''La doctrina de Locke i de Roussean sobre la soberanía del pueblo, 
no es mas qne el púoologismo cartesiano aplicado a la politica.'^ (Giobertí, 
•'Introducción al estudio de la Filosofia"). 

(2) ''Aceptamos e invocamos los Principios i las libertades proclaznadap 
en 1789." (Dupanloup en su libro "De la Pacificación Religiosa"). 

(3) '*E1 fuego eléctrico de la Revolución francesa. . . pneo en movimien- 
to y reunió en estos peises los primeros elementos de división y del deseo ar- 
diente de la Independencia." 






866 

horca, el tormento, la Inquisición i otras ideas, institacioDC» i 
costumbres del siglo XVI; i vinieron abajo los feudos, la horcdi 
el tormento, la Inquisición etc. i poco de^spues los a^ayorazgos» 
En 1810 i siguientes lucharon en México Hidalgo i la Inquisi- 
ción, Hidalgo i el Arzobispo i todos los Obispos de la Nueva Es- 
paña unidos, Hidalgo i Allende unidos i Calleja^Moreloei Calle- 
ja, Ignacio Rayón i Casaus, Cos i Abad y Queypo, Carlos M? 
3ustamante i Beristain, Moreno i Mina unidos i el Virey Apo- 
daca, Guerrero e Iturbide. Los partidarios del antaño se lamen- 
taban, se quejaban^ maldecian, i algunos hasta en lenguaje san- 
guiñarlo i tabernario como Casaus; i como ahora dicen que el li* 
beralismo es pecado, entonces decian que la Independencia era 
un pecado ¡ una herejía, ¿I cual fué el resultado? , . ••& hubie- 
ran triunfado los partidarios del antaño, en el aiglo XI la huma- 
nidad habría estado como en el siglo X;^ i en el siglo XIII como 
en siglo XI, es decir, como en el siglo X; i en el siglo XVI como 
en el siglo XIII, es decir, como en el siglo X; i hoi, si fuera por 
los partidarios del antaño, estaríamos como en su idolatrado si- 
glo XVI, es decir, como en el siglo X. "En la historia tenemos 
presentes las cosas pasadas y testimonio y argumento de las por- 
venir.'^ Mis ojos se cerrarán sin ver el sol del siglo XX.; pero 
moriré contento, por que moriré con la íntima convicción i la es- 
.peranza cierta de que el progreso triunfará en mi patria. Mori- 
ré contento por haber contribuido a este progreso i felicidad de 
mi patria, con un grano de arena que se llama ^'Principios Críti- 
cos sobre el Vireinato de la Nueva España." Pidcrum est bene- 
faceré Mevtpublicam, 

**liberal." Abad y Queypo e Hidalgo eran íntimos amigos 
i liberales, i en 1801 los dos fueron procesados por la Inquisición 
por las ideas liberales que expresaban en sus conversaciones pri- 
vadas. En enero de 1810 todavía eran amigos (1). En maj^o del 



(1) Akman en su Historia de Méjico, parte 1 ? , libro 2, capítulo 1 ?, di- 
ce; '^Cuando estuvo (Hidalgo) en Oaanajuato en enero de 1810, con motivo 
de haber pasado á aquella ciudad el obispo Abad y Queypo, siendo aquella la 
estación de los coloquios 6 pastorelas . . . concurrió á una de estas diversiones 
en casa de mis primos los Septienes, en donde estaba alojado el obispo, y uno 
de los cuales estaba casado con la hija única del intendente, y vi sentados en 
el mismo canapé á este, al obispo y al cura Hidalgo, con nna jovialidad, que 
prueba que ninguno de los tres preveía lo que iba ¿ suceder nada mas que 
siete meses después. . . Un dia que estaba a la mesa (Hidalgo) con el inten- 
dente Riaño y el obispo, convidó á ambos para que en tiempo de la cosecha 
de uvas, es decir, en Septiembre, fuesen ambos a pasar una temporada á Do^ 



367 

^ismó año Abad y Queypo profesaba las ideas liberales, como se 
.vé por su Representación a la Regencia de España. Mas llegó 
el memorable dia 16 de septiembre i estalló un rompimiento en- 
tre Abad y Queypo e Hidalgo: este se declaró enemigo del go- 
bierno español i Fadro de la Independencia i de la patria^ i aquel 
se declaró acérrimo defensor del gobierno espaflol i excomulgó a 
Hidalgo. ¿Qué fué lo que produjo esta diversidad de ideas i de 
conducta? ¿Acaso que Abad y Queypo de septiembre en adelan- 
te ya no profesase las ideas liberales? Nada de eso: en 1815 fué 
preso en las cárceles de la Inquisición de Madrid por sus ideas li* 
berales, i en 1825 murió recluso en un convento de España por 
las mismas ideas» como puede verse en su biografía en el Diccio* 
nario Universal de Historia y Geografía, México, 1853 — 1856» 
Lo que sucedió pues en Abad y Queypo en septiembre de 1810 i 
meses siguientes, fue que sü corazón era aquella balanza dolosa 
de que habla el profeta Oseas, con la qué unas ideas tenia en su 
interior i otras manifestaba en sus palabras i escritos. . Las cau*-* 
sas de esta extraña conducta fueron dos. La una fué el patrio* 
tismo: era español. Pero también Mina era español, así es que 
no fué esta la causa principal La principal fué la ambición. Via- 
jó por tierra i mar por conseguir la canongía Penitenciaria de 
Valladolid. Obtenida esta, trabajó en la Corte de España para 
que lo eligiera Obispo de Michoacan^ Siendo ya Obispo Electo^ 
alcanzados ya privilegios que no tenia ningún otro de los canó- 
nigos de la Nueva España, como el de tener en el coro cojin de 
terciopelo carmesí, el de portar solideo morado con mota verde 
i sombrero de canal con cordones i borlas verdes i el de gober- 
nar la diócesis de Michoacan, se manifestó acérrimo defensor del 
gobierno español para congraciar i adquirir méritos ante la Cor- 
te de España, que era como dice Alaman, *'Ia fuente de donde 
dimanaban todas las gracias," a fín de que lo recomendara eficaz- 
mente al Papa, para obtener las bulas de confirmación i consa- 
gración como Obispo de Michoacan. Después pretendió ardien- 
temente en España el obispado de Lérida. La ambición, dice el 
sabio Alápide, es una pasión vehementísima que embriaga como 
el vino. 

¡Lástima que Abad y Queypo, embriagado con la ambición, no 
haya comprendido su misión social» misión a que lo llamaban sus 



lores, para ver las manipulaciones del vino que iba á hacer y el estado de a^ 
delanto en que tenia la cria de seda y las fábricas de loza y curtiduría; convi- 
te que fué aceptado, aunque no llego á tener efecto," 



368 

^a&des ¡deas i talentos! Se habría asociado a Hidalgo en la pro^ 
clamacion i defensa de la independtencia de México, en el cadalso 
i &n la gloría. Si el honsbre tiene siempre qae noiorír, ¿qué le im- 
porta al filósofo morir un poco antes o un poco después? Lo que 
le importa es cumplir con su misión social, ¡Oh Abad j Queypo, 
Abad 7 Queypo! £a 1810 tenias 65 años: ¿qué te faltaba para 
decir con Cicerón: "He vivido bastante:" Satis vixti ¡Oh Abad y 
Queypo! Escucha lo que dice Castelar: ''Una de las ideas mas 
hermosas es saber envejecer." Escucha lo que dice Lacordaire: 
"¡Desgraciado el siglo que no comprende ya el don de la muerte/ 
¡ Desgraciados los príncipes, los hombres de Estado, los escrito- 
res, los sacerdotes, que no piensan mas que en morir en su lecho, 
que se preparan de lejos por ruindades ocultas lo que ellos llaman 
una muerte tranquila! {Desgraciados/ ¿Qué les queda de la cien- 
cia del bien y de la ciencia de la gloriaP ¿^ué les queda de lo 
que está en el alma del i^ltkno soldado conservado por la suerte, 
y que muriendo lejos de las trompetas y de los silencios de las bá- 
talas, al orar áDios se lamenta de no haber caído en el campo del 
honor?'' Mas /oh dolor!, llamado a desempeñar una alta misión so 
oial en pro de la patria, llamado a la inmortalidad, una vil pasioz^ 
te hizo morir teniendo en la cabeza de tu cru2, de la cruz común 
a la humanidad, este Inri, este padrón de infamia: Traidor a su 
condenóla, excomulgó a Hidalgo. 

Platicando yo una vez con una persona« le dije: "El Sr. abuela 
de V. intervino mui directamente en el fusilamiento de Hidalgo/* 
a lo qué me contestó! "Si Señor, e hizo mui bien; por que era 
empleado del gobierno español i obró como cumplía a un hombre 
de bien. Ademas, eran las ideas de la época.'' Yo nada le con^ 
testé por que conocí que tenia razón. /Oh!, perp no pedia haber 
respondido lo mismo Abad y Queypo como un$^ disculpa. Por 
que no era uno de tantos vasallos enervados por una dominación 
de tres siglos; no era uno de estos ambiciosos vulgares, que creen 
que no hái otra carrera ni otra honra ni otra buena posición so- 
cial que la que consiste en alcanzar i tener un empleo publico dé 
consideración; que. creen que el Doctor Cos con su imprenta-de 
palo en una choza, no valia nada por que no era canónigo. Abad 
y Queypo era un filósofo; conocía el precio i los quilates de las 
personas i de las cosas en la sociedad; conocía el derecho público, 
ios derechos del hombre i los derechos de los pueblos; conoci- 
mientos que rarísimos tenían en su época en la Nueva España, i que 
el Obispo electo de Michoacan habla adquirido en los libros de 
Kousseau, Montesquieu, Bentham, Beccaria, Jovellanos i otros 



369 

filósofos i juriscdtisultos de la última centuria, i había adquirido 
también en sus viajes por Europa; conocimientos e ideas que eran 
el alimento de las conversaciones entre él e Hidalgo, tan secretas 
como entusiastas» e ideas mui diversas de las que manifestó en su 
Edicto de Excomunión de Hidaljjo: pobre Edicto, que ya ponién- 
dose, ya quitándose, ya volviéndose a poner, no supo ni disimu* 
lar que era hijo de la falsedad i de la política de conveniencia. 
Abad y Queypo había respirado el aire de Francia, aire impreg- 
nado de un oxígeno que le da mucha vida al espíritu, i en fin, te- 
nia sobrado valor para las empresas. ¿Como disculparlo? Al ver 
a un pobre cura de Janletelco, que no tenia mas filosofía ni mas 
historia que su Larraga; al vór á hombres del campo sin talento?* 
i sin letras, como Leonardo Bravo, subiendo con gloria al cadal- 
so de la patria; al ver a una mujer, una anciana, Df Josefa Or- 
tiz; al escuchar a otra anciana, que no conocía a Hégulo ni a la 
Madre de los Gracos, ni tenia mas horizonte social que el de su 
pueblo de Tlalpuxahua, decir a sus hijos Ignacio i Eamon Rayón: 
**Ciue Francisco muera por la America, i Ustedes han de morir 
por la misma causa," ¿como disculpar a Abad y Queypo? 

"Dígnese V. M. de sentar siquiera las bases de un sistema sa- 
bio, generoso, liberal y benéfico. . . Que todos los puertos de la 
Península {España) ó islas adyacentes, grandes y pequeños, se 
declaren habilitados y sean Ubres para navegar y comerciar en 
todas las regiones del mundo. Que todos los puertos grandes y 
^)equeños existentes, y que se formaren en lo succesivo en las di- 
latadas costas de ias dos Américas é islas adyacentes, gocen de i- 
gual derecho para navegar y comerciar entre sí, para navegar y 
comerciar con la metrópoli é islas adyacentes, y para navegar y 
comerciar con las demás partes del mundo, bajo de aquellas mo- 
dificaciones que hagan necesarias la política y conducta de las 
demás naciones'' (1). 

"Todas las demás naciones marítimas de Europa han concedí- 
do siempre esta libertad á todos los puertos de sus respectivas 
metrópolis. La Francia, desde el penúltimo siglo de su monar- 
quía, lo concedió también á sus colonias, sin embargo de no ha- 
berlas incorporado á la metrópoli. La Inglaterra lo concedió des- 
de el principio á todas las suyas, que no sacrificó al monopolio de' 
algunas compañías. En estas naciones han prosperado como he- 
mos visto la agricultura, las artes, el comercio, la navegación y las 



(1) Las mismas ideas de Hidalgo. 



370 

eiencias bajo vn $ist«ma í»&*raí; ai paso que nosotros lo fuimos per- 
diendo todo por el sistema contrarío." 

'Si se quejaren los monopolistas de México, Veracruz, Cíd'iz 
y Barcelona {!), permítales V, M. que se trasladen á los puertos 
nuevamente habilitados, ó que establezcan en ellos sus almace- 
nes y factorías: son despreciables, son inicuos sua clamores.'' 

Abad y Queypo, al decir "lo fuimos perdiendo todo," repite lo que 
dijo antes, a saber: "Que cese para siempre el sistema de estanco, 
de monopolio y de inhibición general que ha gobernado hasta a- 
qui, y ha ido degradando á la nación en proporción de bu exten- 
sión y progresos, dejándola sin agricultura, sin artes, sin indus- 
tria, sin comercio, sin marina, 8Ín arte militar, sin luces, sin glo- 
ria, sin honor, fuera de algunos cortos intervalos en que se relu- 
jó algún tanto por la sabiduría de algunos soberanos." 

;TaI era la Nueva iiUpaña en sus lÜtimos días, en mayo de 
1810, esto es, antes del Grito de Independencia! ;Tal dejó a Mé- 
xico el gobierno español después de tres siglo^á de douiiiiacíon! 



1 



FIN DELTOUO 3? 



(i) Eran las compRÜlaa monopolizaderaa de que ha liablado aotsa 



-<:i i i 



871 



Mbkt 



I. Preliminar i. 

Pensamientos de Rousseau, de Balmes i de Emilio Castelar 

eobre la Historia é 4 2. 

Santos hechos del Arzobispo Lanciego, 6. 

Santos hechos del misionero Fray Francisco Jiménez 7. 

Algunas veces se les perdian a los misioneros sus preciosos 

manuscritos» 8. 

Encomio de los jesuitas* Un gravísimo defecto que han te- 
nido no pocos de ellos. 9. 

Santo hecho de Fray Marcos Guareña , 10. 

Falso pensamiento del Conde de Maistre. Un mal monje es 
peor que Robespierre. Se prueba con los -Santos Pa- 
dres i con el Evangelio • 11. 

De la influencia del clero sobre el pueblo. Doctrinas de los 
Santos Padres. Doctrina de Fray Antonio de Molina. 
La sal i la levadura del Evangelio. Juicios críticos de 
Ferrer del Eio 12. 

Argumento del Sr. Dn D. Agustin de la Rosa, canónigo de 
Guadalajara: *'Es inútil impugnar al gobierno español, 
por que. ya terminó desde 1821." La educación que dio 
a México el gobierno español no terminó en 1821, sino 
que existe en muchísima parte en 1888 i es la prllici** 
pal remora para el progreso de la nación 18. 

**La í^untualidad." Artículo mui interesante de "La Gaceta 

Oficial de Michoacan." 21, 

'*La edad de las impresiones eternas;" pensamiento del Prín- 
cipe de la Paz sobre la juventud 22* 

Los bancos de avio 25* 

Juicios críticos de Bancroft sobre la República Mexicana. . 26. 

Inocencio IV i Santo Tomas de Aauino 29. 

II. Relajación del clero secular de Espafia en el 
primer tercio del siglo XVI 31. 

Testimonios de Hernán Cortes, el Cardenal Lorenzana, el 
Barón de Humboldt i los Autores de '^México á tra- 
vés de ios ^ig^ioSt •f«»i»«»a»*-aa*««ffi«t»t»t»««« o2t 



372 

Cier pesos por una Misa Id, 

III. Relajación del clero secular de la üuera Es- 
paña en el segundo tercio del siglo XYI 33. 

Testimonio del Virey Mendoza Id. 

Reflexiones sóbrelas monjes Id. 

Destrucción de antigüedades indias por los monjes 34. 

Otro documento histórico, ademas de los muchos que he pre- 
sentado en mi Compendio de la Historia Antigua de 
México, sobre que los aztecas en sus sacrificios huma- 
nos no eran salvajes sino fanáticos 40. 

El Arzobispo Zumárraga i Juan Diego no tenian un idioma 
común, por que aquel nunca supo el mexicano i este ig- 
noraba el espaQíil ,.. 41. 

Ijas ocho imprentas simultaneas de Zamacois 52. 

Bautismo de los indios administrado bÍu catequismo por tus 

misionerija 57. 

Los indios aprendieron superficialmente la religiuu católica 
que lea enseñaron los misioneros G3. 

Negativa del Orden sacerdotal i del monacato a los indios, 
hecha por los misioneros. , 71, 

Epocft 1 P : siglo XVI Id. 

El Derecho 77. 

El Hecho... 64. 

Época 2 ? ■ siglo XVII i primero i segundo tercio del XVIII. 97. 

Época 3 ? : último tercio del siglo XVIII i primero del XIX 

hasta 1821 101. 

El Contrato Social fué hijo de la Filosofía de Descartes. . . . 107. 

ly. £1 clero de la Nueva Espafia en el tiltímo ter- 
cio del siglo XVI., 114. 

Relajación del clero secular ,...,..., Id, 

Testimonio del Provincial i Definidores de la Provincia del 

Santo Evangelio en 1570 , 115. 

Testimonios del Cabildo eclesiástico de Guadalsjara en 1 570. Id. 

Testimonio del misionero Mendieta en 1 571 , . 117. 

Testimonio de los Prelados de las tres Ordenes de San Fran- 
cisco, Santo Domingo i San Agustín 119. 

Testimonios de las Leyes de Indias dadas por Felipe II. . . Id. 
Testimonios del Concilio III Mexicano, celebrado en 1585. 121. 
Esclavo del Dean de la catedral de México con marca en el 

rostro 125. 

£1 Arzobispo Zumárraga tenia . esclavos Id. 

Lo9 reyes de España solian robarse el dinero de propiedad 



1 



373 

piiriicular que iba de las Indias .••.. »... Id. 

Nueve mil docenas de naipes que se fabricaban anualmente 

en México • » 128. 

Principio de la relajación de los monjes Id. 

Testimonio del historiador Garcia Icazbalceta 129. 

Testimonio del Comisario Ponce. , 130. 

Testimonio del monje paulino Vicente de P. Andrade 132. 

Testimonio del General Gonzaga Id. 

Testimonio del Cabildo eclesiástico de Guadalajara ........ Id. 

Muerte misteriosa del Obispo Vil^l pando . , 134.' 

Testimonio del Virey D. Martin Enriquez 135.' 

Testimonio del historiador Cavo. 136. 

Testimonios de las Leyes de Indias dadas por Felipe II 137. 

Testimonios del Concilio III Mexicano 138. 

Testimonio del historiador Mendieta 139. . 

Testimonios del cronista Pareja. 144. 

Fray Hernando de Talayera no quiso hincarse para confe- 
sar a Isabel la Católica 149. 

Fray Tomas Gómez, confesor de Maximiliano Emperador 

de México Id. 

y. Relajación del clero secular i regular de Espa- 
ña en el primer tercio del siglo XVII, ... i5i. 

VI. Relajación del clero secular i regular de la 
Nuera España en el primer tercio del siglo XVII. 153. 

Testimonio del biógrafo Sosa. Id. 

Testimonio del misionero Fray Martin de León. Idolatría 

de los indios , 154. 

Testimonios de las Leyes de Indias dadas por Felipe III. . . 157. 

Testimonio de la Instrucción de Felipe Jll al Virey D. Luis 

de Velasco el Segundo.. 159. 

Testimonio del Virey Marques de Montesclaros 160. 

Testimonio de D. Adolfo Llanos y Alcaraz. 161. 

Testimonio del jurisconsulto Solórzano Id. 

Testimonios del cronista La Kea 162. 

Comercio de esclavos hecho por los clérigos de la Nueva Es- 
paña i 164. 

Testimonios del cronista Pareja 165. 

Los indios fabricaron todos los conventos de la Nueva Espa- 
ña, sin que los frailes (a excepción de los josuitas, los 
monjes de Propaganda i los felipenses) les pagaran su 
trabajo 32, 163 i 168, 

Cloatumbre que habia entre los pobres, de depositar en los al- 



f 



374 
tareí de las iglesias lo9 cadáveres de sus hijos [berma- 
iios etc.] pequeños, cuando empezaban a corromperse i 
los curas Be negaban a dar la Ucencia para la sepultura 
si no se les daba díoero, que llamaban derechos 171. 

VII. Religación del clero secular í re^ar de la 
Nuera España en el segundo tercio del siglo 
XVII 171 

Testimonios de las Leyes da Indias dadas por Felipe IV i 
por la Renia Gobernadora Doña Maria Ana de Austria. Id. 

Testimonios del jurisconsalto Solórzano 175. 

Curatos de Teocalticbe, Xaloztotitlan i otros que dejaron 

los franciscanos 176. 

Primer criollo Provineial de los franciscaDos 184. 

Testimonio del cronista Pareja 185. 

Testimonios de Guijo en su Diario. Id. 

Testimonio de Zamacois 202. 

Testimonio de D. Lucas Alamau Id. 

VIIL Religación del clero secular i regular de Es- 
pafia en el Ultimo tercio del siglo XVII 20?. 

Testimonio del historiador Ferrer del Rio . . • Id. 

Testimonio de los Autores de la Enciclopedia de Mellado . . 207. 
IK. Relajación del clero secular i regular de la 
Nuera Espafla en el «Itlmo tercio del siglo XVII 20 s. 

Testimonie del historiador Fimeutel Id. 

Testimonio del biógrafo Sosa Id. 

Testimonio del bistortadM* Betancourt 210. 

Tastimoaios de las Leyes de Indias dadas por la Reina Go- 
bernadora i por Carlos II Id. 

TestimcHtios del Virey Marques de Mancera 2U. 

Sentencia mui notable de San Jerónimo sobre una lei dada 
contra los eclesiásticos Id, 

Algunos Obispos no visitaban su diócesis 215. 

Abusos de los familiares de los Obispos 216. 

Testimonio de Zamacms 218. 

Testimonio de Llanos y Alcaraz Id. 

Testimonios de Robles ea su Diario Id- 
Testimonios del Marques de Barínas 222. 

X. Religación del clero secular i regular de Espa- 
ña en el primer tercio del siglo XVIII 226. 

Ordenes monásticas mas notables fundadas desde el siglo III 

al XIX. Id. 

Testimonio del Ministro Macanas, . , . , 227> 



375 
TesttBionios de los Papas Inocencio XIII, Benedicto XIII ¡ 

Benedicto XIV. , . . . 228, 

Testimonios de Fray José Haro 22^. 

Males de la ociosidad 235. 

XI. Relajación del clero secalar 1 regular de la 
Kuera Espafia en el primer tercio del siglo 

XVIII 249. 

Testimonios del Virey Duque de lanares Id. 

Verdadera noción de pueblo 250. 

Testimonio de Llanos y Alcaraz 255. 

Testimonio da D. Lacas Alaman......... , 256. 

ATaricia i superstición de los Doctores de la Universidad 

ds México,. , 257. 

Gerundiadas del Arcediano Coscojales i del jesnita Avendaño. 258. 

XII. ReliUaclon del clero secular i regular de £$- 
pf^a en el segundo terdo del siglo XVIII 259. 

Testimonio de un sabio en so Representación al Ministro 

' Ensenada ....'. Id.' 

Testimonio del Ministro Ensenada 260. 

Testimonios de Fernando YI. 261.. 

Testimonio de Carlos HI '. 262. 

XIII. Relajación del clero secular 1 regular de la 
Nuera tlspafia en el segundo tercio del siglo 

XVIII... -.-... 2C3. 

ClérÍG;os i monjes ordenados por el Arzobispo Yizarron. Ma. 
Tea que resultaban a la sociedad i a la misma Iglesia de 

ordenarse a tantos ■ Id. 

Testimonio del geógrafo Viltaseñor. 265. 

Testimonio del predicador Arce j Miranda en 1789 Id. 

El Muerde quedito. 266. 

Pastoral del Arzobispo Kubio y Salinas sobre Diezmos. . . . Id. 
Como debian haber enseñado los frailes i clérigos de la Kue- 

va Espafia la religión católica 270. 

Representación de los propietarios de Michoacan al Virey 
Iturrigaray contra la cédula sobre consolidación de va- 
les reales 271. 

Xos demandantes 272. 

Testimonios del Virey Conde de Revilla Gigedo el Primero. 274. 

Testimonios de Fernando VI 276. 

Jnicio de Residencia a los Vireyes. Su ineficacia. 278. 

XIV. Relf^aciott del clero secular I regular de Es- 
pafia en el flltimo tercio del siglo XVIII 28i, 



i 



376 

Niímerode clérigos i frailes en EspaiSa. . .7. . .. .1 Id. 

Ketajacion de tas Ordenes monáBlicas en el Perú Id. 

Pensamiento de Mma. Stael Bobre los cuerpos morales .. . 282. 

Pensamiento de Laoiartine sobro los cuerpos morales 283. 

Uspaiia era una nación de frailes. GooaecueDciaa 285. 

Testimonio de Fray Martin Sarmiento. Grandísima escasez 

de escuelas de. primeras letras 286. 

Estilo virulento i soez del Obispo Casaus 287. 

Testimonio de los Autores de la Buciclopedia de Mellado. . 2S8. 
Testimonios de Carlos III 289. 

XV. BelajAcion del clero secular i reblar de la 
Nuera España en el último tercio del siglo 

XVIII 290. 

Testimonio do Ferrer del Rio Id. 

Testimonio del Concilio IV Mexicano en 1771 291. 

Testimonios del Ayuntamiento de México en 1771 Id. 

Loíi españoles decian que venian de España a América por 

que Jesucristo dice: "Ninguno es profeta en su patria," 

i también por que Abraham habia salido de su tierra. 293. 
Injusta preferencia a los españoles sobre loa criolloa en la 

provisión de los empleos públicos de consideración, e- 

cleaiásticos i civiles 296. 

Abusos de los familiares de los Obispos 297. 

Veiiian diez mil españoles cada año a la América 301. 

Testimonio de D. Lucas Alaman 303. 

KepresentacioQ de los diputados americanos en las Cortes 

de Cádiz en 1811 Id. 

Relajación de algunos conventos de monjas en Puebla. . . . 300. 
Testimonio de Humboldt. Número de clérigos i frailes en 

1790 307. 

Testimonio del historiador Marmolejo. Algunos Obispos no 

visitaban su diócesis Td. 

Testimonios del Arzobispo NuSez de Haro 308. 

Testimonio del subdelegado de Aguascalientes 309. 

Once mil clérigos i monjes ordenados por el Arzobispo ííu- 

fiez.de Haro 310. 

Testimonio del canónigo González de Cándamo Id. 

Testimonio del Virey La Croix 311. 

Testimonios del Yirey Revitta Gigedo el Segundo 312. 

Testimonio del cronista I3eaumont 314. 

XVI. Relajación del clero secular í regular de Es- 
paña de 1801 a 1821 Id. 



377 

Testimonios de Jovellanos, Escriche i otros publicistas es- 
pañoles Id. 

Testimonio del historiador Lafuente 315. 

Testimonios del Príncipe de la Paz , Id. 

Juicio critico mui notable del Príncipe de la Paz sobre el go- 
bierno español en América 317. 

Testimonio de los Autores de la Enciclopedia de Mellado. Id. 

XYII. Belajacion del clero secnlar i regular de la 
Nueya España de i80i a i82i 3i9. 

Testimonios del Barón de Humboldt Id. 

Fray Pedro de Gante no pudo ser hijo de Carlos V 320. 

Testimonio de Homero, Doctoral de Michoacan Id. 

Testimonios del Pensador Mexicano Id. 

Forzadas a ser monjas 328. 

Pindecuario de Coeneo . . •. 330. 

Testimonios del Virey Marquina 334. 

Testimonios del Doctor Arrillaga 336. 

Muchos Obispos no visitaban su diócesis 337. 

Testimonios de D. Lucas Alaman 338. 

Testimonio de Beristain. Ignorancia general del idioma me- 
xicano 342. 

Libro de Borunda i Sermón de Mier sobre la Virgen de 

Guadalupe 343. 

Testimonio del Obispo Moxó. Idolatría de los indios en los 

tres siglos del gobierno español 346. 

Testimonios de Abad y Que3^po 351. 

Contra la Política de Felipe II 352. 

España era una nación de teólogos , 353. 

Los Autos Sacramentales en España 354. 

España hizo teólogas todas las ciencias i las artes Id. 

Los aires infectos del Norte 360. 

La Inquisición en el reinado de Felipe V. Juicios opues- 
tos de Menendez Pelayo i de Lafuente 361. 

Los reyes de la Casado Austria, i principalmente Felipe II, 
aislaron a España i sus colonias del movimiento litera- 
rio i social de Earopa, i las atrasaron mucho en lo li- 
terario i en lo social. Juicios críticos de Fe3g'oo, del Car- 
denal Gibbons, Colmeiro, Viera y Clavijo i Lafuente. . 362. 

Juicio crítico del partido liberal i del partido conservador en 

la edad moderna : 363. 

Abad y Queypo no tiene disculpa por su edicto de excomu- 
nión de hidalgo i demás actos de hostilizacion de la In- 



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dependencia 5GT, 

Estadu en que dejú el gobierno español a la Nueva España 

en religión, en política, ciencias, artes i costumbres . . 370. 






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